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DESCRECIMIENTO
Por Miguel Valencia Mulkay
A l finalizar la Segunda Guerra Mundial emerge a escala mundial esta competencia por
el crecimiento económico, estas olimpiadas por el aumento de la producción y el
consumo. En esos años, EUA toma el dominio del mundo y lanza la idea-fuerza del
desarrollo- palabra que anteriormente tenía un significado concreto, no económico-
con el propósito de confrontar las ideas del socialismo revolucionario, muy poderosas
en esa época, atraer a los países recientemente descolonizados y sustituir a la vieja
bandera inglesa del progreso. En la “guerra fría” nace la ideología del crecimiento. En
1949, el Presidente Truman inaugura la época del desarrollo generalizable en su
famoso discurso sobre el desarrollo en el mundo, en el que devalúa a todos los países
que no tienen una industrialización avanzada, como la de EUA; según él, están
subdesarrollados y deben hacer todos los esfuerzos para salir de esta condición
degradada. Nacen poco después las instituciones mundiales y regionales “para el
desarrollo” e inician las “décadas por el desarrollo”. Además, se aceptan en mayor
escala las ideas del “bienestar social”, para contrarrestar la influencia de la URSS. La
campaña funcionó algunas décadas, pues se logra un crecimiento económico histórico
en los países poderosos del “mundo libre” e inclusive en algunos países
“subdesarrollados”, como México, entre 1945 y 1975: “los treinta años gloriosos”.
EUA ensaya en este periodo nuevas formas de promover el consumo en el mundo, por
medio de ciertas técnicas empresariales, como: el “marketing” o mercadotecnia (según
los latinoamericanos) que incluye la utilización de una publicidad refinada; el fácil
acceso al crédito para el consumo y la obsolescencia programada en gran escala. La
economía de crecimiento convierte en estas décadas a los países industrializados en
sociedades de crecimiento, caracterizadas por una vida de consumo y trabajo en
exceso. La gran euforia de los años 60 se estrella en los años 70 con el freno del
crecimiento económico en los países industrializados, la primera crisis del petróleo y la
aparición de significativas cifras de desempleo. Ante la apremiante necesidad de
retomar el crecimiento económico, los países poderosos adoptan en los años 80 un
cambio radical a las ideas del desarrollo, e introducen: la privatización de los bienes
públicos, los recortes masivos de personal, la desregulación, la financiarizaciòn de la
economía, el Libre Comercio, la eliminación del “bienestar social” ; adoptan el
neoliberalismo que permite la recuperación del crecimiento de los países poderosos,
muy especialmente de EUA, sin importar los resultados sociales y ambientales que
tenga este cambio, especialmente en los países empobrecidos por las deudas
generadas por las políticas de las décadas de desarrollo.
El fracaso de las ideas del progreso y del desarrollo en los países empobrecidos (el
Sur), unido a la pérdida de los símbolos, guías y referentes en los países poderosos (el
Norte), a causa del consumismo exacerbado y a las perversidades de la ciencia y la
tecnología, condujeron a estos pensadores a la idea del descrecimiento, como forma
de acción social y política. Empero, la crisis ecológica global añadió una nueva
dimensión determinante en este proceso. El descrecimiento tiene entonces una
doble filiación: se configura, por un lado, a partir de la toma de conciencia de la crisis
ecológica y por el otro, al filo de la crítica a la economía, la Tecnociencia y el
desarrollo.
La crisis de los 70, provocó cambios profundos en la visión económica de los países
poderosos, por la caída del crecimiento económico: condujo al neoliberalismo. Este
modelo impuesto por Margaret Thacher y Ronald Reagan inició el desmantelamiento
de las consideraciones sociales que habían dominado en los “treinta años gloriosos” e
la introdujo la globalización, con apoyo de nuevas tecnologías. El crecimiento
económico impulsado por el neoliberalismo, a partir de los años 80, exacerbó a tal
punto las anomias o disfunciones sociales en los países ricos y las afectaciones
ambientales a escala mundial que provocó la agudización de las protestas de
socialistas y ecologistas contra este nuevo modelo que resultó muy fortalecido por la
caída de la Unión Soviética a finales de los 80. En 2002, se reúnen en París tres
corrientes de pensamiento ligadas a la crítica radical del crecimiento económico: el
grupo de Ivan Illich, los estudiosos del pensamiento de Corneluis Castoriadis y los
economistas cercanos al pensamiento de Nicolás Georgescu Roeguen, con el fin de
analizar la situación del mundo y tratar de unificar ideas y acciones en torno al
crecimiento económico. En 2003, después de una terrible ola de calor que mató a
mas de 10,000 ancianos en París, un conjunto de pensadores franceses – Serge
Latouche, Alain Caille, Paul Aries, entre otros, lanzan un manifiesto por la
decroissance: que da inicio a un movimiento por el descrecimiento, primero en
Francia, luego en Italia, España e Inglaterra y ahora en Canadá, Dinamarca, Alemania,
México, Argentina y otros países. Latouche, frecuentemente designado como
“teórico del descrecimiento” señala en su libro La Apuesta por el Descrecimiento, Se
trata de demostrar que si bien un cambio radical es una necesidad absoluta, la
elección voluntaria de una sociedad de descrecimiento es una apuesta que vale la
pena de ser llevada a la practica, para evitar un regreso brutal y dramático. p 15
Que es el descrecimiento
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El movimiento por el descrecimiento se deslinda totalmente del llamado “desarrollo sustentable”, al
que denuncia como una tentativa de encantamiento de la sociedad para el rescate de la idea del
desarrollo. No sólo porque se trata de un oxímoron – el desarrollo es en los hechos contrario a la
sustentabilidad- sino por la pretensión de novedad que entraña la eufemización del desarrollo por
medio del adjetivo sustentable creado por la tecnocracia de habla inglesa. El desarrollo bajo cualquier
calificativo implica siempre crecimiento económico, profundización de las inequidades y destrucción de
la Naturaleza.
seres humanos y las patronales mundiales advierten “¡Dejen de soñar! habrá que
trabajar mucho más para ganar los mismo”. El empleo no tiene futuro en el mundo
del crecimiento económico y el desarrollo. La corriente política del Descrecimiento
estima que los ciudadanos debemos aplicarnos de inmediato en la destrucción del
mito del crecimiento, del desarrollo.3
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La resilencia del desarrollo y del desarrollismo es muy grande tanto en los países poderosos como en
los empobrecidos: existe una verdadera alergia a la idea de descrecimiento. El desarrollo es motivo de
confrontación entre organizaciones en la escena alternativa, altermundista, progresista, que se
pronuncian a favor del desarrollo sustentable y los movimientos por el descrecimiento. En el Norte,
Ignacy Sachs declara en este nuevo siglo hoy mas que nunca el desarrollo es una idea-fuerza
establece así, con el sistema neoliberal, una dictadura de las tasas de crecimiento.
Casándose con la razón geométrica que preside la lógica del crecimiento económico,
el hombre occidental ha renunciado a la mesura. Con un alza del 3.5% anual del PIB
se consigue una multiplicación por 31 en un siglo y por 961 en dos siglos. Con una
tasa del 10% anual, que es la que tiene China hoy en día, se obtiene una
multiplicación por 736 en un siglo. ¿Puede creerse que es posible un crecimiento
infinito en un planeta finito? La desmesura del amo y dueño de la Naturaleza, ha
tomado el lugar de la antigua sabiduría que consistía en insertarse en un ambiente
explotado razonablemente. Estamos en este mundo moderno en el delirio de lo
cuantitativo. ¿Cómo imaginar que el PIB mundial que era de 6 billones de dólares en
1950, que se ha convertido en 43 billones en 2000, pueda aumentarse a 172 billones
de dólares en 2050, como lo pide el Banco Mundial, sin destruir totalmente los
equilibrios de la Naturaleza?
Descrecer o retroceder
En los países poderosos crecen los neo rurales, los neo campesinos, los neo
artesanos: los que abandonan el mundo moderno y buscan una “vida simple” alejada
de loca carrera de la economía. El Slow Food, la Slow Life, el Downshift, La Vía
Campesina, las empresas cooperativas de autogestión, los sistemas de intercambio
local, los bancos èticos o mutualidades de crédito de riesgo, entre otros. Dentro de
un cuadro de “post desarrollo” y en la construcción de una sociedad de
descrecimiento se redescubre el valor de los saberes locales frente al conocimiento
científico que pretende imponer su dominio en todos los campos.
Existen muy buenas razones para apostar por el Descrecimiento: el desastre social y
ambiental del mundo moderno, podría ser motivo suficiente, sino es que el desastre
mundial de las instituciones, de los gobiernos, del sistema jurídico, de los asuntos
financieros, y de la paz, entre otros aspectos, también obligan a apostar por el
Descrecimiento, para evitar una hecatombe. Todas estas crisis mundiales tienen su
propia autonomía, pero se retroalimentan entre sí y tienen su origen en lo mismo: en
el crecimiento económico sin límite.
Para la inmensa mayoría de los seres humanos, la alternativa real no está entre
crecimiento o descrecimiento sino entre recesión o descrecimiento. En efecto, el
descrecimiento no significa un crecimiento negativo; entraña más bien un
descrecimiento elegido por la sociedad, aceptado por la mayoría. Una recesión es
siempre dramática para los humildes, pues no hay nada peor que una sociedad de
crecimiento sin crecimiento. El descrecimiento no es por lo tanto realizable en una
sociedad de crecimiento: El proyecto de descrecimiento es un proyecto político que
consiste en la construcción de sociedades autónomas y ecónomas, tanto en los países
enriquecidos como en los países empobrecidos; es un proyecto que inicia con la
descolonización de imaginario social.
En el punto más alto del círculo, la revaluación, nos recuerda que el descrecimiento
es ante todo un combate por los valores; un rechazo a la sociedad de trabajo y de
consumo, no sólo por sus excesos, (Paul Aries) sino por la monstruosidad de su
cotidianidad. La revaluación pasa, pues, por la descolonización del imaginario. Se
requiere por lo tanto una revolución cultural; es imprescindible abandonar la idea de
una expansión ilimitada. Por otra parte, en el punto más bajo del círculo de la 8Rs, la
relocalización, resulta el medio más importante para conseguir el descrecimiento;
implica volver a una vida y una economía local; implica volver a considerar el
territorio donde vivimos. Consumir lo que se produce en la ecorregión: Producir lo
que se consume en la ecorregión. El descrecimiento busca un nuevo re
encantamiento del mundo, el re encantamiento que generan los poetas, los pintores
y los estetas de toda especie, en resumen: los especialistas de lo inútil, de lo gratuito,
del sueño de las partes sacrificadas de nosotros mismos: el hombre habita en el
mundo como un poeta (Heidegger).