Professional Documents
Culture Documents
JURÍDICAS
FACULTAD DE DERECHO UNIVERSIDAD DE GUANAJUATO
BOLETIN
Número 38
ABRIL-JUNIO DE 1990
UNIVERSIDAD DE GUANAJUATO
C O N T E N I D O
I N D I C E
PRESENTACIÓN:
Palabras del Señor Licenciado Luis Felipe Sánchez Hernández Rector de la
Universidad de Guanajuato.
PRIMERA SECCIÓN
SEGUNDA SECCIÓN
Este número de nuestro Boletín contiene los trabajos que sobre el tema
“Investigación Jurídica” presentaron los miembros investigadores del
Departamento de Investigaciones Jurídicas de la Universidad de Guanajuato.
Los artículos fueron elaborados para su discusión en el Seminario sobre
Metodología de la Investigación Jurídica que se celebró los días 9 y 10 de junio
de 1990, en San Miguel de Allende, Guanajuato.
Sabemos que sobre los métodos utilizables para investigar el derecho hay un gran
debate. Algunos autores consideran que el conocimiento de los fenómenos
jurídicos debe ser predominantemente empírico, mientras que para otros la
importancia radica en la doctrina, ésta comúnmente calificada como dogmática
jurídica.
Se habla continuamente de la lucha de los prácticos contra los teóricos, sin tener
en cuenta que al tomar partido en uno u otro sentido se puede caer en posiciones
extremas: o en el pragmatismo o en el conceptualismo.
Introducción.
Nos parece muy importante conocer la ubicación del método jurídico en el campo de
la Filosofía del Derecho. Lograr este objetivo implica que estemos en posición de
avanzar con cierta seguridad en el análisis de los instrumentos lógicos y
metodológicos aplicables al campo de lo jurídico. Ciertamente que el problema tiene
dimensiones universales, y no pretendemos resolverlo en el presente trabajo.
Queremos tan sólo plantear una serie de inquietudes relacionadas con el lugar que
debe ocupar el método en el área de la filosofía, y avanzar una hipótesis que dé
tentativa respuesta al problema. El tema es de suma actualidad, y las corrientes
intelectuales más importantes promueven el análisis del campo de la metodología;
entre nosotros, de la metodología del derecho, que nos permitiría acercarnos con
mayor seguridad al conocimiento de la experiencia jurídica.
Sobre la filosofía del derecho comúnmente no se tiene una idea muy clara de lo que
ella sea, esto sucede aun con aquellos quienes se ocupan de problemas jurídicos
concretos. En el caso de los estudiantes, generalmente se tiene noción de lo que trata
el derecho civil, el derecho laboral, el derecho constitucional, el derecho mercantil,
etc., pero cuando se encuentran frente a la expresión Filosofía del Derecho, parece
como si de repente se encontraran ante una pared obscura.
2.- El estudio de la filosofía del derecho por su propia naturaleza es diverso del que
se hace sobre aquellas otras disciplinas cuya enseñanza se imparte en las facultades
de Derecho. Estas disciplinas o están directamente relacionadas con nuestra materia,
es decir, tiene al Derecho como objeto de estudio, o por el contrario conciernen a
una materia extraña a él. Tal es el caso de la enseñanza de la Economía, que ha
tenido notable importancia en nuestras facultades.
*
Miembro del Departamento de investigaciones Jurídicas de la Facultad de Derecho. Universidad de
Guanajuato.
3.- La filosofía del derecho presenta una extraña peculiaridad, pues si bien es cierto
tiene como objeto de estudio al Derecho, también lo es que a diferencia de las otras
disciplinas, no es propiamente una disciplina jurídica, sino que tiene una naturaleza
francamente filosófica. La razón de su subsistencia en las facultades de derecho es
debido al deseo de conservar en sus programas no solamente al aspecto técnico sino
también el humanístico.
5. Temas de la Filosofía del Derecho. Quizá una de las expresiones más objetivas
de la problemática planteada en los apartados anteriores sea la referida a los temas
de que se ocupa la filosofía del derecho. Con el propósito de avanzar en el desarrollo
de estas reflexiones, considero de interés exponer muy brevemente acerca de lo que
han opinado algunos filósofos sobre las tareas propias de la filosofía jurídica. Espero
que resulte evidente que la selección de los filósofos del Derecho que nos
proponemos tomar en consideración no es ni imparcial, ni es casual, sino que se
encuentra condicionada por las conclusiones que estimamos oportuno alcanzar,
misma que en su momento expondremos. A la vista del objetivo propuesto, nos
resulta útil tomar en consideración en primer término al iusnaturalista italiano
Giorgio Del Vecchio, (4) quien pone a la filosofía jurídica un problema preliminar,
que constituye precisamente su primer tema. La ascendencia kantiana de este
planteamiento resulta evidente, ya que Del Vecchio considera que el concepto
universal del derecho es anterior lógicamente a los fenómenos jurídicos empíricos,
por ser la condición de cognoscibilidad de estos. A esta primera investigación la
llama lógica. “Hay otra” –dice-, que denominó fenomenológica, la cual se configura
entre al filosofía de la historia del derecho y la sociología jurídica. Cierra nuestro
autor sus consideraciones con la que él llamó la investigación deontológico, que
tiene por objeto el estudio de la justicia. Esta posición es clarificada con mucha
amplitud en una obra bastante conocida: La Justicia. (5)
6. Luis Recaséns Siches (6) afirma que después del eclipse que sufrió la filosofía del
derecho en los tres primeros decenio de la segunda mitad del siglo XIX, algunos
juristas de preclaro talento se dieron cuenta que la ciencia jurídica no era por sí sola
capaz de explicar los cimientos que están más acá de ella, ni tampoco las ideas que
están más allá de ella, que son las que le dan sentido. Por consiguiente, los
problemas a que se enfrentaban eran dos que a su vez originaron dos partes capitales
de la filosofía jurídica: la Teoría Fundamental del Derecho que sirve para aclarar los
conceptos básicos que constituyen la cimentación de toda realidad jurídica, así como
también de toda ciencia jurídica, y el tema de la Estimativa o Axiología Jurídica, es
decir, la indagación sobre los valores que deben de orientar la formación del derecho
positivo. Esta fue la postura del iusfilósofo español, (7) aunque posterior mente en la
reelaboración de su Tratado General de Filosofía del Derecho, Recaséns añadió un
tercer tema a los dos anteriores, relativo a los problemas de la interpretación y de la
aplicación práctica de las leyes, objeto principal de estudio de lo que él llamó la
Teoría del Logos de lo Razonable. (8).
7. el tercero de los autores cuyo examen nos hemos propuesto hacer, Eduardo García
Máynes, señala que la definición del derecho y el estudio de los conceptos jurídicos
básicos son las dos grandes ramas de la primera parte de la filosofía del derecho.
Denomina Teoría Fundamental del Derecho al primer tema, y se trata de una
doctrina sobre el ser de éste, ya que su propósito es responder a las preguntas ¿qué
es derecho? Y ¿qué son (y cuáles son) los conceptos jurídicos básicos? A la Teoría
Jurídica Fundamental pertenecen dos ramas de creación reciente: la Ontología
Formal del Derecho y la Lógica Jurídica, concibiendo nuestro autor a la primera
como el estudio sistemático de las conexiones esenciales de carácter formal entre las
diversas manifestaciones de la conducta jurídicamente regulada: lo prohibido, lo
permitido, lo obligatorio y lo potestativo; a la segunda, García Máynes la define
como el estudio sistemático de la forma de los juicios, de los conceptos y de los
raciocinios jurídicos. (9)
11. Dice Elías Díaz (12) que a la Filosofía del Derecho será en principio a quien se
atribuya la difícil tarea de pronunciarse si un Derecho, aparte de ser válido o eficaz,
es o no a la vez justo o injusto. Este juicio sobre la justicia o injusticia de un
concreto sistema de legalidad se llevará siempre a cargo desde una determinada
concepción del mundo, desde un determinado sistema de valores o sistema de
legitimidad, critica ejercida en principio desde una plataforma personal, sin que esto
último sea entendido como una mera posición subjetivista.
12. Ciertamente que el tratar en este apartado el punto de vista que al respecto tiene
el filósofo italiano Norberto Bobbio sobre el asunto que nos ocupa este trabajo, se
nos podría acusar de acudir al “viejo” Bobbio (y no sin razón). No es que
desconozcamos en general la evolución de su pensamiento sobre la filosofía jurídica,
(13) sabemos que él ha propuesto un esquema tripartito para definir sus campos. En
este sentido nuestro autor afirma que “...si un día decidiera escribir un tratado de
filosofía del derecho (hipótesis destinada a no verificarse) pienso que lo dividiría en
tres partes”, señalando a continuación que tales serían: a) Teoría del Derecho: b)
Teoría de la Justicia: c) Teoría de la ciencia jurídica. (14)
13. La Teoría del Derecho tiene como objetivo fundamental la determinación del
concepto Derecho, la cual debe ser entendida como una teoría del ordenamiento
jurídico, (15) es decir, un análisis del conjunto de normas que permita individualizar
las características del fenómeno jurídico de las que habitualmente nos servimos para
distinguir el Derecho de la Moral y de las reglas del trato social. Parece claro que en
Bobbio la teoría del Derecho se idéntica con la investigación ontológica del
Derecho, y es necesario advertir que en una época nuestro autor negó que este
problema tuviera carácter filosófico, antes bien le atribuyó una esencia científica.
(16)
15. El objetivo principal, que persigue el presente trabajo, es lograr ubicar clara y
lógicamente el lugar que ocupa la metodología jurídica en el sistema de la Filosofía
del Derecho, para con ello acceder coherentemente al análisis y aplicación de los
métodos de investigación en el área jurídica. Consecuentemente, haremos una breve
exposición siguiendo en el desarrollo al filósofo italiano Norberto Bobbio, quien, me
parece nos ayudará a alcanzar el señalado objetivo principal que nos proponemos.
(18)
16. Por filosofía, en sentido muy general, se puede entender “una particular actitud
del hombre en el mundo: aquella actitud que el hombre asume en el momento en que
toma conciencia de sí mismo”. Hasta que el hombre no tiene conciencia de sí mismo
no podemos afirmar que filosofía: actúa, trabaja, ama, sufre, teme, etc., pero no hace
filosofía. La filosofía comienza cuando el hombre poniéndose frente a sí mismo
haciendo de sí mimo el objeto de su propia reflexión, sabe obrar, sabe actuar, sabe
conocer, sabe sufrir y sabe amar. La filosofía entonces, nace de la autoconciencia y
se desarrolla en el conocimiento de sí mismo, es decir en la autoconciencia.
20. En cuanto toma conciencia del obrar jurídico, la filosofía del derecho es aquella
búsqueda en base a la cual el hombre trata de contestar a estos problemas; cuál es el
fin de mi obrar jurídica; cuáles son los medios que debo adoptar para alcanzarlo;
cuál es entonces el criterio en base al que puedo distinguir las acciones que vale
(apropiadas, idóneas) y aquéllas que no valen para alcanzar o lograr el fin jurídico.
Puedo responder por ejemplo, que el fin del derecho es la conservación de la
sociedad humana en una pacífica convivencia; y los medios para alcanzar este fin
están constituidos por un sistema de normas emanadas de una autoridad que tenga el
poder de hacerlas respetar, recurriendo en caso necesario a la fuerza.
21. Se llaman justas las acciones que tienden a este fin y adoptan o utilizan estos
medios, injustas aquellas que obstaculizan el fin e implican medios diversos, el justo
y el injusto se presentan como criterio de valor o (falta de él) en base al cual juzgo
las acciones de la experiencia jurídica, y aprobando las primeras o condenando las
segundas establezco cuáles debo realizar para alcanzar el fin y cuáles, al contrario,
debo abandonar. Bajo este aspecto, es decir, bajo el aspecto del conocimiento
reflexivo del obrar jurídico, la filosofía del derecho es antes que nada una teoría de
la justicia (o una ética del derecho).
22. En cuanto toma de conciencia del conocer jurídico la filosofía del derecho es
aquella búsqueda, diversa de la anterior, mediante la cual el hombre responde a otras
interrogativas: cuál es el fin del conocimiento de los fenómenos jurídicos; cuáles son
los medios intelectuales, lógicos, con los que puedo procurarme con una cierta
garantía de validez aquellos resultados teóricos que me permiten alcanzar con mayor
aproximación el fin del conocimiento jurídico; cuáles son los criterios en base a los
cuales puedo juzgar acerca de la validez de un determinado procedimiento de lógica
jurídica, de su utilidad y de su oportunidad de usarlo.
23. A los anteriores problemas puedo responder, por ejemplo, que el fin del
conocimiento del derecho es la más exacta aplicación de la regla jurídica al caso
concreto; que los medios intelectuales con los cuales yo elaboro el conocimiento
constituyen en su conjunto la Ciencia del Derecho que opera a través de la llamada
interpretación de la ley; puedo llamar así método de la ciencia jurídica aquel
conjunto de actos intelectuales con los cuales elaboro el sistema del conocimiento
jurídico. De esta forma la filosofía del derecho, como estudio de los procedimientos
metódicos del conocimiento científico del derecho, asume el aspecto de una Teoría
del método del conocimiento jurídico (o, para usar también aquí una expresión
paralela, tradicional en la filosofía general, de una lógica del derecho).
24. En conclusión, la filosofía del derecho como saber del actuar jurídico se resuelve
en una Teoría de la Justicia, en base a la cual yo valoro las acciones como justas o
injustas; como saber del saber jurídico se resuelve en una Teoría del método
jurídico, en base a la cual yo distingo los conocimientos propios de la ciencia
jurídica como válidos o no válidos. Podríamos llamar a la primera investigación con
el nombre de ideología jurídica, por el hecho de que la posición de un cierto ideal
de justicia significa la posición de ciertas directrices ideales de las acciones que
tienen un carácter propiamente ideológico. Podemos llamar a la segunda
investigación metodología jurídica, por el hecho que, como ya vimos, la reflexión
filosófica consiste en una búsqueda del método.
25. Y de aquí que en esta forma la filosofía del derecho se agota en estos dos
aspectos de su análisis, el aspecto ideológico, que nos permite distinguir cuáles son
las acciones jurídicas de aprobarse y cuáles de condenarse; en el aspecto
metodológico, que nos permite establecer cuáles conocimientos son válidos y cuáles
no. Con una sola fórmula podríamos decir: la filosofía del derecho como ideología y
como metodología. Esta forma de entender la filosofía del derecho es diferente a la
tradicional y convencional.
26. Resumiendo: la filosofía del derecho se presenta sobre todo, ya lo hemos dicho,
bajo dos aspectos: como ideología jurídica, esto es, como posición de valores ideales
(en particular del valor justicia) en base a los cuales aprobamos o condenamos las
acciones de los hombres y de las leyes que los gobiernan; y como metodología
jurídica, esto es como crítica del conocimiento jurídico. Se puede decir en otras
palabras que la filosofía del derecho se plantea exclusivamente dos problemas: el
problema axiológico (o problema del valor) y el problema crítico (o problema del
método científico), aclarando sin embargo, que los dos problemas derivan de una
única y fundamental posición frente a la realidad (idea ésta que no es más que el
concepto de la filosofía), y es tan cierta esta afirmación que el problema axiológico
implica una crítica (crítica del actuar) y el problema crítico implica una axiología (es
decir, una doctrina del criterio de la verdad).
27. Consideraciones acerca de Del Vecchio, Recaséns Siches, García Máynez, Elías
Díaz, y Norberto Bobbio. De los cinco autores mencionados, Giorgio del Vecchio es
quien alude a los tres campos tradicionalmente atribuidos en Italia a la filosofía del
derecho: el ontológico, y fenomenológico, y el axiológico, olvidando el problema
metodológico. En el mismo sentido se pronunciaron autores tan relevantes como
Icilio Van (positivismo crítico]) y Adolfo Ravá (idealismo). Luis Recaséns Siches
juzga filosóficas principalmente a la investigación ontológica y a la investigación
axiológica o de la estimativa jurídica, dejando al último en importancia y tiempo la
investigación metodológica, a la cual accede principalmente a través de su teoría de
la lógica de lo razonable. El profesor mexicano Eduardo García Máynez al
plantearse el problema que trata su Teoría Fundamental del Derecho (ontológico)
presenta como parte integrante de ésta a la lógica jurídica. Por los demás, el tema de
la axiología jurídica y la Técnica Jurídica, pasan también a formar parte de los
campos de estudio de la filosofía del derecho.
28. En Elías Díaz el análisis del ser del Derecho(ontología jurídica) y del deber ser
del mismo (axiología jurídica) tienen indiscutible naturaleza filosófica, subrayando
en forma especial la relevancia de la metodología jurídica, cuando estudia el tercer
campo de la filosofía: Teoría de la Ciencia Jurídica. Aunque coincidente con la
tripartición anterior, Norberto Bobbio otorga un puesto sumamente destacado al
tema de la metodología del derecho. En general todos los autores aquí tratados
coinciden en que el problema axiológico es un tema esencialmente filosófico, en
tanto que al tratar el campo de la investigación ontológica, dan al análisis del ser del
Derecho distinta importancia y naturaleza: Bobbio inclusive inicialmente negó su
carácter filosófico, afirmando que de acuerdo a las doctrinas científicas más
importantes, el Derecho es o institución o relación o norma; (19) pero en cualquier
caso, el tema es fundamentalmente científico.
29. La filosofía del Derecho como Metodología de los autores tratados, salvo Del
Vecchio, todos los demás integran el campo filosófico el problema metodológico.
Esto es explicable, pues si entendemos a la filosofía como metodología (aunque no
exclusivamente) estaremos en posibilidad de someter continuamente a revisión los
procedimientos usados por los juristas y establecer con precisión los límites dentro
de los cuales ciertos resultados son válidos o no lo son en el campo del derecho. Que
hoy la filosofía se ocupe del problema metodológico de la ciencia jurídica es un
problema actual, que los juristas ponen en el centro de sus discusiones.
30. Es muy significativo que la revista española Doxa. Cuadernos de Filosofía del
Derecho publicada en el año de 1984, al recoger opiniones sobre el tema “Problemas
abiertos en la filosofía del derecho”, la gran mayoría de cincuenta prestigiados
juristas, al dar respuesta a un cuestionario previamente formulado, hayan coincidido
en la importancia y necesidad de profundizar en el estudio de la metodología
jurídica. Hablamos de estudiosos del Derecho de la talla de Manuel Atienza,
Alessandro Baratta, Mario G. Losano, Enrico Pattaro, Antonio-Enrique Pérez Luño,
Ulrich Klug, Georges Lalinowski, Georg Henrik Von Wright, Aulis Aarnio, Joaquín
Almoguera, Carlos Santiago Nino, Ulises Schmill Ordóñez y Gregorio Robles, entre
otros. (20) Ojalá y que este Seminario interno que realiza nuestro Departamento de
Investigaciones Jurídicas permita a sus miembros, incorporarse seriamente a este
movimiento que tiene visos de ser una revolución metodológica de alcance mundial.
CONCLUSIÓN.
La filosofía del Derecho se presenta, principalmente, bajo dos aspectos: como una
teoría de la justicia, en base a la cual yo valoro las acciones como justas o injustas; y
como una teoría del método jurídico, en base a la cual y distingo los conocimientos
propios de la ciencia jurídica como válidos o no válidos. Se puede decir, en otras
palabras, que la Filosofía del Derecho se plantea fundamentalmente dos problemas:
el problema axiológico (o problema del valor) y el problema crítico (o problema del
método científico), aclarando sin embargo, que ambos problemas derivan de una
única y fundamental posición del hombre frente a la realidad (idea ésta que no es
más que la definición de la filosofía), y es tan cierta esta afirmación que el problema
axiológico implica una crítica (crítica del actuar) y el problema crítico implica una
axiología (una doctrina del criterio de la verdad).
NOTAS
4. Filosofía del Derecho (Tr. Luis Legaz y Lacambra), 9ª. Edic. Barcelona,
Bosch, 1980, p. 276-279.
6. Tratado General de Filosofía del Derecho, 3ª. Edic. México, Porrúa, 1965, pp.
11-16.
10. Idem.
11. Sociología y Filosofía del Derecho, 2ª. Edic., Madrid, 1980, pp. 253-256.
16. Bobbio, Norberto. Teoría della Scienza Giuridica. Torino, Giappichelli, 1950,
p. 11.
18. Op. Cit. supra nota 16, pp. 3-9. Al autor lo seguimos casi al pie de la letra en
esta exposición.
19. Op. Cit. supra nota 16, pp. 9 – 11: cfr. También Bobbio, Norberto. Teoría
della Norma Giuridica, Torino, Giappichelli, 1958, en especial capítulo II.
Para entrar en materia en relación con el temario del que debo de ocuparme, quiero
en primer término, y no precisamente como excusa anticipada a mis limitaciones,
hacer hincapié en que la amplitud de las cuestiones propuestas nos obliga a
concretizar su tratamiento.
*
Miembro del Departamento de Investigaciones jurídicas de la Facultad de Derecho de la Universidad de
Guanajuato.
Sin prender referirme a todas las cuestiones que en forma tanto positiva, como
negativa, han sido planteadas desde el punto de vista histórico respecto de la
cuestión que hemos abordado, me parece conveniente recordar que algunos
tratadistas al adoptar una posición agnosticista, sobre el conocimiento del derecho,
concretamente afirman que la inducción, como método tradicional en la
investigación científica y que se caracteriza por el propósito de ir de lo particular a
lo general resulta inoperante, porque para agrupar hechos jurídicos y extraer de ellos
sus notas esenciales es indispensable contar con una noción previa de lo jurídico tal
como lo expresa Oscar Morineau en su obra intitulada el Estudio del Derecho (2) en
donde afirma que el método privativo de la ciencia del derecho no podrá ser la
inducción por la sencilla razón de que no existe el fenómeno jurídico como objeto
dado y que por tanto, los hechos y la conducta humana, sólo adquieren el carácter
jurídicos al ser referidos al derecho, porque si un hombre v.gr., se aprovecha de los
frutos de algún predio, puede ocurrir que se comporte así, porque es dueño de la
finca, o bien arrendatario, copropietario, usufructuario, aparcero, empleado o
propietario del inmueble o bien un ladrón, adjetivos, todos que sólo podemos
atribuirle en función de una norma de derecho encargada de enjuiciar la conducta
relativa.
Merece entonces a juicio nuestro hacer una muy breve referencia a la doctrina
conocida con el nombre de perspectivismo jurídico, que no descarta la posibilidad
de entender por inducción la estructura lógica de las reglas dadas como derecho
positivo, escrito o consuetudinarios para descubrir con el auxilio de ese método, que
todas esas normas parten de hipótesis, o sea de supuestos o previsiones a los que se
atribuyen consecuencias que son referidas a los individuos o a los grupos, y que se
establecen sanciones para quienes inflingen sus mandatos, afirmaciones que han
dado lugar a un dualismo doctrinario irreconciliable entre las concepciones
formalistas y finalistas del derecho, de tal suerte que para las primeras, es derecho
toda norma provista de sanciones que viene de otro, independientemente de su fin
siempre y cuando reúna determinados requisitos de origen capaz de justificar su
validez referida a la observancia media de la norma primaria o fundamental y de
todas aquellas que de esa norma derivan con posterioridad. (4)
En tanto que para las tendencias finalistas, solo puede ser considerada como regla de
derecho aquella que realiza valores inspirados en criterios de orden, de bienestar
común y de justicia, sin que influya en esta conclusión lo que al respecto se deduzca
del orden positivo. (5)
Expuesto lo anterior, consideramos pertinente aludir aun cuando sea con la brevedad
obligada de que hablamos, a otras corrientes que no niegan nuestra aptitud para
entender en sí el derecho, con independencia absoluta del sistema al cuál
pudiéramos hacer alguna referencia.
Se trata entonces, de actitudes diferentes que en este último caso han querido
penetrar al contenido propio de la materia de nuestra indagación.
Pero sin duda alguna en estas dos situaciones de modo directo o indirecto el orden
jurídico queda satisfecho mediante el control ejercido por el Estado encargado de
reglar y someter coactivamente el comportamiento humano al orden establecido
conforme a sus propósitos.
Conclusión.
El conocimiento del derecho requiere del auxilio de los métodos propuestos tanto
por la ciencia como por la filosofía a fin de poder establecer sus peculiaridades y su
naturaleza distintiva frente a otros fenómenos sociales, porque ciertos aspectos del
derecho pueden ser analizados y entendidos mediante los procedimientos
establecidos por la lógica inductiva pero la esencia en sí de lo jurídico tendrá a
referirse a los valores propios de esta disciplina de donde derivamos como ya se
dijo, la necesidad de contemplar el ser del derecho en función de un auténtico deber.
NOTAS
4. Hans Kelsen. La Teoría Pura del Derecho. Ed. Fondo de Cultura Económica.
p. 31y ss.
5. Antonio Torres Gómez. Introducción al Estudio del Derecho. Edic. 1987 pp.
36, 37 y 38.
11. Teoría del Derecho. Edic. Del Fondo de Cultura Económica, p. 187.
LAS FUENTES DEL CONOCIMIENTO JURÍDICO
SUMARIO
INTRODUCCIÓN.
Con la expresión fuentes del Derecho, se alude al origen de las normas jurídicas y a
su fundamento de validez. Nos dice el Diccionario Jurídico Mexicano (1) que: “La
expresión es ambigua y tradicionalmente equívoca; dos son, sin embargo, sus usos
más generales. En sentido lato se aplica a los hechos, doctrina e ideologías que en
modalidades diversas influyen sobre las instancias creadoras del Derecho. En este
sentido la recesión, la guerra, la epidemia, el liberalismo, el utilitarismo, etc., serían
fuentes de Derecho. En un sentido más técnico la expresión designa los eventos
(hechos o actos) cuya realización es condición para que surja una norma en un
determinado orden jurídico. En otros términos: fuentes del Derecho son los hechos o
actos de los cuales el ordenamiento jurídico hace depender la producción de normas
jurídicas (C.K. Allen, N. Bobbio)”.
Al respecto comenta F. Carnelutti: “Desde hace tiempo hablan los juristas de fuentes
jurídicas o fuentes del Derecho, con una trasposición análoga a la que se recurre
pensando en las fuentes de la vida: se imagina que el Derecho fluye de aquello a que
*
Miembro del Departamento de Investigaciones Jurídicas de la Facultad de Derecho de la Universidad de
Guanajuato.
se llama fuente; pero ese quid, en realidad, constituye más su ambiente que el
principio”. (2)
De lo anterior se desprende con toda claridad que el tratamiento de las fuentes del
Derecho, es parte esencial de la teoría del orden jurídico, como respuesta al
problema de identidad y existencia de ese propio orden.
Un apropiado deslinde, entre las expresiones antecitadas, nos conduce a sostener que
el estudio de las fuentes del conocimiento jurídico, corresponde al ámbito de las
técnicas de investigación; pues a través de ellas se logra la comprensión intelectual
del fenómeno jurídico, corresponde al ámbito de las técnicas de investigación; pues
a través de ellas se logra la comprensión intelectual del fenómeno jurídico;
aportando datos sobre el objeto del conocimiento, para su elaboración por un sujeto
congnoscente –el investigador jurista-.
1. CONCEPTO.
Las fuentes del conocimiento científico jurídico son todos aquellos elementos
sensorialmente perceptibles que aportan los datos precisos para lograr la
comprensión y conceptuación científica del Derecho.
2. CLASIFICACIÓN.
Son múltiples los criterios bajo los cuales pueden ser clasificadas y subclasificadas
las fuentes del conocimiento jurídico; sin embargo son tres los que acoge la
generalidad de autores: 1) relación de contenido, 2) relación de intermediario y 3)
relación de tiempo.
En una perspectiva de conjunto encontramos las fuentes:
II. Indirectas o Secundarias, son aquellas que informan sobre los estratos pre y
protojurídicos sobre los que descansa la estructura jurídica conocida por las fuentes
directas o principales. No se refieren específicamente a las formas y vida del
Derecho, pero sí tienen una relación subordinada o derivada. Estas se subdividen en:
B. Mediatas, que son las que producen los intermediarios para fines científicos y,
aun artísticos, no-jurídicos en sí, pero con proyección jurídica; entre las que se
ubican:
3. LA BUSQUEDA.
“En este aspecto el autor depende exclusivamente de sus fuentes, que son el punto
de partida y representan la experiencia que existe sobre el tema. La calidad de las
mismas hará del trabajo especializado un éxito o un fracaso”. (6)
3.1 El Archivo: agrupa “los documentos que una institución produce y recibe, en
calidad de fuentes primarias, en ejercicio de sus funciones, con el propósito de
registrar la historia de los asuntos que tramita, fundamentar sus decisiones, y
comprobar los hechos relativos a ambas”. (7).
En los archivos se localizan los expedientes de trámite o concluídos, todo depende
del uso y tipo de archivo de que se trate. Su importancia para la investigación
histórica del Derecho es determinante e igualmente lo es cuando se tratan de
comprobar en la práctica, ciertos principios o constantes.
Por tanto, lo primero será hacer una consulta de mayor a menor complejidad para ir
conociendo el tema sin dificultad, lo cual nos permitirá abarcarlo profundamente;
consultar fuentes generales (enciclopedias y diccionarios) en las que se encuentre
tratado el tema; después manuales y finalmente monografías y artículos de revistas
especializadas.
Su objeto esencial es informar a los usuarios sobre los trabajos disponibles en otras
instituciones, pero no se propone desarrollar un extenso acervo propio.
4. REGISTROS.
Para llevar a cabo el registro, existen diversos tipos de fichas; entre las que
encontramos:
b) Ficha para fijar datos. Son papeletas de formato más reducido y sirven para fines
de referencia o nemotécnicos, para asentar datos obtenidos de las fuentes y para
incluir planteamientos u observaciones. Pueden ser extraídas de una fuente de
conocimiento científico: I) Datos sobre la propia fuente o sobre otras a que ella
hace mención o referencia; II) Datos sobre personas o sujetos determinados; y
III) Conceptos, juicios, definiciones, planteamientos, datos concretos, etc., que se
dan en la fuente o, con ocasión de su manejo, en el pensamiento del investigador;
o sea, noticias o ideas obre materias singulares.
La ficha bibliográfica es lo primero que debemos hacer sobre todos los libros que
consultemos en nuestra investigación y deberá contener todos los elementos
indispensables para lograr una precisa individualización formal de la fuente; tales
elementos son:
1.- Apellidos y nombre (en ese orden y separados por una coma) del autor.
En esta fase es muy necesaria la organización del material disponible; para lo cual se
deberá releer ficha por ficha, revisando que el encabezado se ajuste exactamente al
contenido; de lo contrario deberá procederse a su corrección, adición o separación.
“El verdadero índice o temario del contenido de los libros surge del material, y no el
material de un índice-proyecto que se estableciera antes de la investigación”. (16).
En conclusión, la labor de identificar las fuentes del conocimiento jurídico idóneas
al problema planteado y de singularizarlas adecuadamente bajo un manejo técnico,
debe ser depurada, precisa, ordenada y pertinente, pues de ella depende la calidad y
eficacia del resultado de la investigación.
CONCLUSIÓN.
SUMARIO
Introducción. El problema como origen de la ciencia. Capacidad
problematizadora del hombre. Concepto de problema. Tipos de
problema. Reglas para seleccionar y caracterizar un problema
científico. Formulación del problema. Conclusión
Introducción.
*
Miembro del Departamento de Investigaciones Jurídicas de la Facultad de Derecho de la Universidad de
Guanajuato.
El problema como origen de la ciencia.
De acuerdo con los filósofos griegos, particularmente del Estagirita, todo hombre
obtiene conocimientos impelido por su propia naturaleza: pro necesidad ontológica o
existencial de conocer la razón de su propia existencia; por necesidad pragmática de
resolver problemas cotidianos o por simple curiosidad.
Una disciplina científica que haya quedado estática debe su situación a que los
estudiosos de la misma han hecho una tregua en la búsqueda, identificación y
formulación de problemas. Se puede afirmar categóricamente que investigar es
investigar problemas y que tal actividad fundamental para el ser humano consiste en
la novación del conocimiento.
Parece que todos los seres vivos están dotados de capacidad para detectar problemas
y para explorar las soluciones más viables, como un mecanismo de defensa o de
sobrevivencia. Así un animal cualquiera observa un muro, natural o artificial, que se
le interpone, mide sus fuerzas y si son insuficientes, resuelve la situación rodeando
el obstáculo.
El hombre, sin embargo, es el único ser que no sólo es capaz de encontrar problemas
y resolverlos sino también de crearlos, de inventarlos. Precisamente la capacidad de
percibir problemas nuevos constituyen un indicador de talento científico, por
supuesto, problemas significativos cuya solución constituya un progreso del
conocimiento. Ello importa tanto como la solución de los mismos. Cervo y Verbian
afirman que “desde Einstain, se sostiene que es más importante para el desarrollo de
la ciencia saber formular problemas que encontrar soluciones...” (2).
La tarea del investigador es mantener despierta su capacidad para detectar
problemas, no triviales ni inútiles, sino relevantes, que otros han pasado por alto. El
investigador es por antonomasia, gambusino de problemas y un impulsor del
conocimiento hacia nuevos estadios.
Concepto de problema.
El problema (del griego probalo: lanzar hacia delante) consiste en una dificultad
teórica (de comprensión) o práctica (de decisión o acción) requerida de respuesta.
Pardinas define al problema como “una pregunta surgida de una observación más o
menos estructurada” y, en otra parte de su obra, que “saber pensar, es saber
preguntar... cualquier pregunta es un problema. La investigación es búsqueda de
respuesta a preguntas...” (3). El problema delimita al universo en estudio.
Tipos de problemas.
Existen dos diferentes tipos de problemas, según sea el nivel del trabajo intelectual:
Con razón se ha dicho que una pregunta bien formulada equivale a la mitad de la
respuesta. Para este efecto, ha de señalarse que los términos de expresión del
problema han de ser verificables por la experiencia, operativos o mensurables y
fidedignos o unívocos, esto es, que sus significado lo entienda de la misma manera
cualquier persona.
Conclusión.
2 Cervo Amado Luis y Bervian Pedro Alcino. Metodología Científica. Trad. Del
protugués por Juan Guevara Rodríguez y Carlos Manuel E. Edit. McGraw Hill.
Colombia 1980 p. 52.
4 Ibidem p. 70.
5 Ibidem p. 69.
I. EL PLAN DE EXPOSICIÓN.
Pero no sólo es la preparación la que debe cuidarse, sino también el medio en que
este trabajo científico se va a dar a conocer.
Garza Mercado señala que “el proceso de investigación concluye normalmente con
la redacción de un escrito que tiene por objetivo comunicar los resultados obtenidos
en el acopio y valoración de las pruebas”. (1) El escrito es precisamente el medio del
que hablamos antes, ya que en él es donde se van a dar a conocer los resultados
obtenidos por el trabajo científico.
El escritor debe por tanto estar caracterizado de una cierta pulcritud formal que haga
agradable y fácil la lectura y, por ello, es necesario aportar ciertos criterios
coherentes que deben ser mantenidos a lo largo de toda su presentación.
*
Miembro del Departamento de Investigaciones Jurídicas de la Facultad de Derecho de la Universidad de
Guanajuato.
Ambas características son preconcebidas durante la preparación del trabajo
científico y salen a la luz en el momento en que este trabajo es plasmado al redactar
el escrito.
1) La forma coherente.
La forma coherente del trabajo nos viene a dar una buena estructuración del escrito.
La forma del escrito es variable en razón a si éste consiste en una tesis o trabajo de
extensión similar o si es un trabajo más breve. Lo anterior se da, por que en ambos
casos se encuentran respectivamente apartados diferentes que en uno son más
extensos que el otro, en virtud de una comunicación más eficaz.
2) La fundamentación sólida.
Sin embargo, para que se den tanto esa forma coherente como la fundamentación
sólida, que hemos explicado, son necesarios una serie de pasos que la misma
investigación nos exige para que el escrito goce de estas dos características. Tales
pasos son los siguientes:
2.- Clasificación del material.- Una vez que hemos revisado dicha información, es
necesario agruparla a fin de organizar la exposición.
Partiendo de esta base, nos podemos dar cuenta de que ambas clases de
investigación tienen distintas partes o divisiones.
Para señalar cuáles son esas divisiones tomaremos como modelos, por considerar los
más exactos y claros, los que propone Garza Mercado en su obra Manual de
Técnicas de Investigación para estudiantes de Ciencias Sociales. (3).
1. Portada.
2. Tabla de contenido (sumario).
3. Nota introductoria.
4. Exposición general.
5. Resumen, conclusiones y/o recomendaciones.
6. Bibliografía.
A) LA PORTADA.
David Romano en su obra Elementos y técnicas del trabajo científico (5) nos señala
que “hallar título adecuado para un trabajo es mucho más difícil de lo que suele
creerse. Se conseguirá mediante limaduras sucesivas, teniendo en cuenta que un
título debiera ser:
“En los trabajos de tesis, las portadas deben incluir la siguiente información:
1. Denominación de la Universidad.
2. Título y subtítulo en su caso.
3. Mención de ser una tesis.
4. Nombre del autor.
5. Grado a que aspira el pasante.
6. Denominación de la escuela.
7. Lugar de presentación.
8. Año de presentación.
Los epígrafes son expresiones que tienen la función de destacar una determinada
frase de cualquier autor que en cierta medida puede ejemplificar o incluso resumir,
el contenido de la obra. Dichos epígrafes se pueden integrar en una página que
también de ir antes del prefacio y/o introducción. Esta forma no es estrictamente
obligatoria, ya que algunos autores prefieren colocar tales epígrafes al comienzo de
cada capítulo, en este caso la función del epígrafe es la misma, pero sólo
refiriéndose al apartado respectivo.
Algunos autores, como Garza Mercado, opinan que sólo debe haber en la obra el
Prefacio y la Introducción; otros como David Romano, señalan que también se debe
incluir el Prólogo.
El prefacio difiere del prólogo en que también es hecho por el mismo autor y en él
se contienen todas las consideraciones de tipo personal, que éste considera
conveniente asociar a su obra pero no en cuanto a su contenido, sino más bien en
cuanto a todas aquellas consideraciones personales que tuvo el autor para realizar la
obra. Es aquí precisamente donde el prefacio se distingue de la introducción, ya
como acertadamente señala Garza Mercado “el prefacio expresa el autor y la
introducción a la materia”. (8).
El cuerpo del trabajo puede dividirse en varias partes y esto depende del contenido
del mismo y de la forma en que se haya realizado la investigación.
Estos encabezamientos vienen a ser exactamente los títulos con los que se denomina
cada división, par señalarlos es importante tener en cuenta lo indicado para
establecer el título de la obra en la portada; es decir, que el título del capítulo
también debe ser comprensivo, claro y preciso y el mismo debe presentar el
contenido de la división.
E) CONCLUSIONES.
Algunos autores consideran a las conclusiones como un capítulo o apartado final del
cuerpo del trabajo. Sin embargo, otros las separan de él y las establecen como una
parte autónoma. Consideramos que esta última postura es la más correcta, ya que al
igual que la introducción es una parte independiente del cuerpo del trabajo.
Las conclusiones son una parte esencial de la obra, ya que es lógico que sin solución
el análisis o investigación del problema sería incierto e impreciso.
F) APÉNDICES.
García Laguardia en su Guía de Técnicas de Investigación dice que “en los libros de
derecho es de gran utilidad un apéndice de sentencias de los tribunales o estadísticas
ilustrativas”. (10).
G) EL APARATO DOCUMENTAL.
Son tres los modelos que se pueden seguir para la presentación de las notas:
Las notas de contenido gozan de una mayor libertad en cuanto a su forma, ya que
depende del sentido en que el investigador redacte tanto el fondo como el incidente a
que se refiere la misma. Lo que se puede señalar acerca de éstas, es que deben ser
breves, uniformes, precisas y claras.
Los modelos más claros y precisos de este tipo de notas los establece Garza
Mercado en su obra Manual de Técnicas de investigación (11) y que son los
siguientes:
I. Libros y Folletos:
García Laguardia establece un modelo más sencillo para las notas bibliográficas de
libros y folletos.
“a. Libros y folletos, nombre del autor en forma corriente, título del libro o folleto
subrayado; entre paréntesis, los datos de número de edición, punto y coma, ciudad,
dos puntos, editorial, coma, y el año; ya fuera del paréntesis va el volumen con
números romanos y la página o páginas de la cita”. (12).
II. Artículos: la nota del artículo que aparece en una revista debe incluir los
siguientes elementos:
Garza Mercado intenta alcanzar la totalidad de los documentos en los que puede
extraer el investigador la información necesitada, al señalar las siguientes clases de
notas:
5. La nota de los tratados y las convenciones bilaterales se inicia con el nombre del
país que interesa más desde el punto de vista del investigador.
7. Cuando los tratados y las Convenciones sean producto de una conferencia que
tenga nombre propio, debemos iniciar con éste la nota relativa.
1.3. Abreviaturas.
Después de haber citado una vez una fuente, ya no se acostumbra poner toda la cita,
sino abreviada según el caso. Algunas de las fórmulas para abreviar son las
siguientes:
"a) “Ibidem, significa en el mismo lugar; se abrevia Ibid, que utiliza cuando se hacen
citas seguidas de la misma fuente pero de diferente página.
"b) “Op. Cit., del latín Opere citado; en la obra citada se usa para la fuente ya citada,
pero no inmediatamente y siempre que se haya citada una obra del mismo autor,
"c) “Loc. Cit. Del latín Locus citato: en el lugar citado. Se emplea para referirse a
una cita inmediatamente anterior que se refiere a la misma página”. (14).
2. Bibliografía.
Cada unidad debe contener el nombre del autor, empezando por el apellido paterno,
después de una coma, el título de la obra debidamente subrayado, detrás del cual se
coloca un punto; a continuación se consigna la edición del libro. Después de punto,
se ofrece el lugar de la edición, la editorial y el año de la edición, separados por
comas. Después de un punto el número de páginas. (15).
Es importante también señalar las clases o tipos de Bibliografía y para esto nos
remitimos a lo establecido por García Laguardia y Luján Muñoz. (16).
a. Anotada: además de los datos de identificación de las fuentes documentales se
incluye un comentario sobre su contenido.
b. Escogida: sólo se incluyen las obras consideradas básicas para el estudio del
tema.
d. Citadas y otras fuentes utilizadas: Se incluye toda la información que autor tuvo,
haya sido o no utilizada.
H) REDACCIÓN.
Javier Lesso de la Vega dice que “la belleza de nuestra lengua obliga al escritor a
estudiarla para utilizar sus infinitos recursos y huir de la monotonía y pobreza de
vocabulario y del desaliño con que en muchas ocasiones por manifiesta desidia se
presente. El escritor necesita trabajar”. (17).
Por tal razón, el investigador antes de comenzar a redactar su labor realizada debe
tener a la mano textos de lingüística, gramática y ortografía, así como diccionarios
de lengua española.
En este sentido, por lo tanto, se puede llegar a hablar del estilo, en virtud de que éste
depende precisamente de la observancia de reglas lógicas, preceptos gramaticales y
normas de composición.
1. El estilo.
David Romano en sus “Elementos y Técnicas del trabajo científico” (19) establece
que el estilo de una obra científica ha de reunir tres condiciones; debe ser:
a) Claro, por lo cual se procurará elegir las palabras adecuadas, evitando las poco
usuales e imprecisas.
Con esto queremos precisar que debe cultivarse el estilo sin ser retórico, ya que la
ciencia es de frase corta y de vocablo preciso.
2. La Técnica.
Una técnica adecuada para la redacción nos la proporciona Lasso de la Vega: “1°.
Los borradores deben escribirse a lápiz, ya que éste permite borrar lo escrito y
sustituir con facilidad los vocablos y aun las frases, sin trocar el escrito, a fuerza de
tachones e interlineados, en jeroglífico indescifrable. 2º. Debe escribirse sobre
cuartillas de los tamaños normalizados, por una sola cara, y dejar entre los
renglones, por lo menos las dimensiones de otro renglón como espacio para
añadiduras y enmiendas. 3º. Debe sangrarse marginalmente la cuartilla al objeto de
dejar espacio bastante para añadir a posterioridad cualquier nota marginal que fuera
menester. 4º. Cuando fuera necesario intercalar párrafos largos, deberá cortarse la
cuartilla donde se dé con las tijeras, escribir sobre otra u otras cuartillas y pegar con
goma la añadidura correspondiente en el lugar que proceda”. (20).
Es importante, por tanto, hacer una primera redacción que suele materializarse a
mano y a lápiz. El cuerpo del trabajo se irá integrando de acuerdo al orden de lo
investigado tendiendo a ser objetivo. Las conclusiones y la introducción siempre se
redactan hasta terminar de integrar el cuerpo del trabajo.
CONCLUSIÓN.
13. Op. Cit., , supra nota 1., pp. 137, 138, 139 y 140.
14. Jorge García Laguardia, Op. Cit., supara nota 10., pp. 88 y 89.
Es claro que cada fenómeno jurídico investigado, posee cierta significación po4r la
descripción de la realidad jurídica que hace el investigador, lo fundamental no es tan
solo la reproducción del objeto o su representación materia de estudio, sino también
la fundamentación y justificación de las acciones del sujeto, por que ese sujeto es al
mismo tiempo portador del conocimiento, por ello el investigador aparece como
principio dinámico de la actividad investigatoria.
Pero al mismo tiempo necesita de la aprobación del grupo o de la sociedad, así como
ésta última necesita asegurar su capacidad de obrar como sujeto social del control
del orden, a costa de la subordinación del investigador a ciertas normas generales de
la ética, porque “Toda norma aceptada y cumplida está regulada por el valor que el
hombre da a las cosas” nos dice Ismael Diego Pérez. (3)
En medio de una especialización del trabajo, cada vez más profundo adquiere
particular importancia las normas de la ética o moral. La ética profesional estudia el
régimen y contenido de las normas que regulan las relaciones de los especialistas o
profesionales y en este caso la de los investigadores del derecho y los objetos de su
trabajo y esclarece cuál es el nexo entre estas normas y los principios morales.
Autoriza, reprime y orienta para que en la sociedad se den las conductas adecuadas a
su buen desarrollo, en cumplimiento de una teleología que nunca abandona”. (4).
Por lo tanto y para concluir podemos decir que el investigador del derecho, no
solamente debe de apegarse a las reglas de la metodología, sino también a las reglas
de la moral.
NOTAS
*******
S E G U N D A S E C C I O N
PROTECCIÓN PROCESAL CONSTITUCIONAL DE LOS DERECHOS
HUMANOS EN LA REPÚBLICA DE MÉXICO. *
La crisis de los valores jurídicos nos impone el deber de buscar otros derroteros,
adecuando, bajo una nueva perspectiva, a la norma procesal, como único
instrumento idóneo, en todo Estado que se precie de ser democrático, para tutelar los
derechos fundamentales del hombre (individuales y sociales), en el contexto de la
realidad actual.
*
Ponencia presentada en las XII Jornadas Iberoamericanas de Derecho Procesal. Comunicación sobre el tema
“Protección Procesal de los Derechos Humanos en el Área Iberoamericana”, Celebrada en Mérida, Badajoz,
España, en mayo de 1990.
**
Presidente Del Instituto Mexicano de Derecho Procesal, A. C.
El proceso es, por esencia –y en esta afirmación nos acompaña el distinguido jurista
argentino Adolfo Gelsi Bidart- “Un Instrumento Jurídico apto para el cambio”. (1)
Los derechos fundamentales no dejarán de ser una suprema aspiración del hombre,
mandamientos eminentes de nuestra norma normarum, si no se dota al particular del
derecho de exigir su respeto y obtener la restitución de las cosas al estado que
guardaban antes de su violación: asimismo, para el eficaz ejercicio de este derecho
deberá existir un órgano estadual competente, el cual conocerá de la pretensión
procesal y restaurará el derecho en el caso particular, al emitir la sentencia de
mérito.
En México existen, como ya lo apuntamos con antelación, dos vías, dos medios de
control jurisdiccional de los actos de autoridad, mediante los cuales se protegen los
derechos fundamentales del hombre: uno es el juicio constitucional de garantías, que
lleva el nombre de juicio de amparo; y el otro el contencioso administrativo al estilo
continental europeo. Me ocuparé de manera panorámica y por su orden, de cada uno
de ellos.
Haremos, antes de entrar al estudio de estas dos instituciones procesales, un breve
paréntesis histórico. Nos referiremos al primer impulso democrático que surgió en
nuestro país para tutelar los derechos fundamentales de naturaleza procesal y
garantizar así la imparcialidad y justicia de las sentencias emitidas por los órganos
del Poder Judicial.
EL OMBUDSMAN MEXICANO
Artículo 2°.
Artículo 3°.
Los procuradores de pobres podrán quejarse de palabra o por escrito, según lo exija
la naturaleza de la reparación, y las autoridades estarán obligadas a darles audiencia
en todo caso.
Artículo 6°.
Recibida la queja en uno u otro acaso, las autoridades respectivas procederán sin
demora a averiguar el hecho, decretar la reparación de la injuria, y aplicar el castigo
legal cuando sea justo, o a decidir la inculpabilidad de la autoridad, funcionario o
agente público de quien se interpuso la queja. En c aso de que el hecho merezca
pena de gravedad, pondrán al culpable a disposición de su Juez competente para que
lo juzgue, y los Procuradores de pobres agitarán el más breve término del juicio.
Artículo 8°.
DECRETO NUM. 18
Artículo 1°
Artículo 2°.
Artículo 3°.
Los Procuradores de pobres podrán quejarse de palabra o por escrito, según lo exija
la naturaleza de la reparación, y las autoridades estarán obligadas a darles audiencia
en todo caso.
Artículo 4°.
Para que las quejas verbales será bastante que se presenten los Procuradores
acompañados del cliente ofendido ante el Secretario, escribano público o curial del
Tribunal o autoridad que debe conocer del agravio, manifestando sencilla y
veridicamente el hecho que motiva la queja, y los datos que lo comprueben, si los
hubiere. El funcionario a quien se presenten, extenderá una acta breve y clara, la
cual se firmará por el Procurador y el cliente si supiere, para dar cuenta de
preferencia y en primera oportunidad.
Artículo 5°.
Cuando las quejas hayan de hacerse por escrito, serán directas, redactadas en estilo
conciso y respetuoso, excusando alegatos, no conteniendo más que la relación
necesaria de lo acontecido, y en papel común, sin otro distintivo que la firma del
Secretario de Gobierno.
Artículo 6°.
Recibida la queja en uno u otro caso, las autoridades respectivas procederán sin
demora a averiguar el hecho, decretar la reparación de la injuria, y aplicar el castigo
legal cuando sea justo, o a decidir la inculpabilidad de la autoridad, funcionario o
agente público de quien se interpuso la queja. En caso de que el hecho merezca pena
de gravedad, pondrán al culpable a disposición de su Juez competente para que lo
juzgue, y los Procuradores de pobres agitarán el más breve término del juicio.
Artículo 7°.
Artículo 8°.
Artículo 9°.
Artículo 10°
Artículo 11°.
Las personas pobres de cualquier punto del Estado, podrán poner en noticia de los
Procuradores de pobres, cualquier exceso, abuso o injusticia que les agravie, a fin de
que estos funcionarios representen lo que convenga. Los gastos de estafeta, y otros
que se ofrezcan en este y los demás casos que ocurran, se costarán por el Estado.
Artículo 12°.
Artículo 13°.
Además de los deberes señalados en los artículos anteriores para todos los casos
particulares, será de la obligación de los procuradores informarse de las necesidades
de la clase pobre, solicitar de las autoridades el debido remedio, promover la
enseñanza, educación y moralidad del pueblo, y todas aquellas mejoras sociales que
alivien su miserable situación. Con estos sagrados objetos, tendrán aquellos
funcionarios un acuerdo en sesión semanaria, pudiendo pedir datos y noticias a todas
las oficinas del Estado. Estas sesiones jamás declararán concluidas hasta no haber
acordado alguna cosa en el sentido que indica este artículo.
Artículo 14°
Artículo 15°.
Artículo 16°.
Para ser Procurador de Pobres, se necesita ser ciudadano, de sana conducta y
actividad conocida, y haber practicado por lo menos dos años en el estudio de la
Jurisprudencia. El Gobierno al nombrar estos funcionarios, preferirá en igualdad de
circunstancias a los jóvenes más pobres.
Artículo 17°.
Artículo 18°.
Todas las autoridades tienen el deber de auxiliar y proteger la institución de esta ley,
a fin de que pueda corresponder a su objeto.
Artículo 19°.
Cualquier individuo del Congreso, del Tribunal de Justicia o del Gobierno podrán
visitar la procuración de pobres, con el objeto de ver si en ella se cumple
eficazmente.
Artículo 20°.
Por tanto, ordeno se cumpla y ejecute el presente decreto, y que todas las
autoridades lo hagan cumplir y guardar y al efecto se imprima, publique y circule a
quienes corresponda. San Luis Potosí, Marzo 10 de 1847.- Ramón Adame.- Mariano
Villalobos, Secretario. --------------------------------------------------------------------------
--------------------------------- C E R T I F I C A C I O N -----------------------------------
El C. Dr. Gonzalo M. Armienta Calderon, Director General de Asuntos Jurídicos de
la Secretaría de Gobernación, con fundamento en lo dispuesto en el artículo 9°
fracción VII, del Reglamento interior de esta Secretaría, ----------------------------------
C E R T I F I F I C A : que los artículos 1°, 2°, 3°, 4°, 5°, 6°, 7°, 8°, 9°, 10°, 11°,
12°, 13°, 14°, 15°, 16°, 17°, 18°, 19° 20°, concuerdan con sus originales que se
tuvieron a la vista en el documento señalado en el proemio de la presente
certificación y cuyo contenido estuvo vigente en el siglo pasado, a partir del año de
1847, en el Estado de San Luis Potosí, República Mexicana.
8. Apéndice Segundo
10. Teoría General del Derecho y del Estado. Trad. De Eduardo García Maynez,
México, 1948, pp. 280 y ss.
Nota: Cabe aclarar que fue hasta el 30 de noviembre de 1861 cuando se expidió
la primera Ley Orgánica de los artículos 101 y 102 de la Constitución de 1857,
en la cual se definieron con toda exactitud los principio procesales que regirían
al juicio de amparo.
22. Revista del Tribunal Fiscal de la Federación. Tercera época. Año 1. Abril
1988, p. 11.