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Yo nada sé de aglutinadas sombras

ni de CENTAUROS trajeados de avenida


ni de las BOLSAS debajo de los senos
ni de humaredas pariendo las calinas.

En Chernobill quedaron mis CABELLOS,


cuando parió en silencio mi calvicie
y en Hiroshima aún se oyen los fragores
de una vetusta y aviesa CANALLADA.

Acaso es cierto que hubo hornos CREMATORIOS


acaso el LLANTO bañó la inquisición
y se repiten los hondos purgatorios
cada DIEZ años en nueva población.

El hombre fiero, el cruel depredador


con su EGOÍSMO asalta su futuro
y la esperanza que desplomara al muro
se desvanece con más conflagración.

Yo no sé nada de pieles voladoras


ni de avecillas cubiertas de metal
ni de los TRUEQUES curtidos de avaricia
ni de las bestias blandiendo su pasión.

Yo ya no creo en preñados pajaritos


ni en intenciones si ruge la AMBICIÓN.

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