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La huerta escolar

Ciencias Naturales, Conocimiento del Mundo. Como


todos sabemos los contenidos a trabajar en dicha área son
muchos y el tiempo que le dedicamos en nuestro trabajo
diario no suele ser prioritario. La idea es acercar dos
experiencias de huerta orgánica realizadas en primer y
segundo grado en escuelas con muy distintas características.
Un proyecto de huerta abarca mucho más que la
germinación y la cosecha, la idea es estudiar todos los
fenómenos que se desarrollan en el proceso de crecimiento
de cada una de las plantas.

Un mal muy común entre nosotros, los maestros, es pensar siempre


en el producto final para poder bendecir nuestro trabajo con el rótulo de
“proyecto”. En este caso no pensamos la huerta como un medio para hacer
una ensalada, sino que lo más preciado y rico del trabajo es el proceso en sí
mismo, es el pensar y repensar qué y porqué se dan los fenómenos que se
producen en las macetas o canteros. Ojo, no es que el trabajo con la huerta
esté exento de ser llamado proyecto, o de brindar un producto final con la
cosecha. Lo que queremos aclarar es que al tratarse de seres vivos, no hay
un modo de asegurar cómo terminará nuestra siembra, son muchas las
situaciones que pueden complicar la cosecha, y sin embargo con cosecha o
sin ella, los objetivos planteados pueden ser cumplidos de igual manera al
analizar el día a día.

La huerta de cantero y la huerta de cajón, dos experiencias realizadas y


realizables.
La alternativa entre huerta “de cantero” y huerta “de cajón” surge de
las posibilidades de espacio que nos brinda materialmente nuestra escuela.
Ambos tipos de trabajo tienen un momento en común que es el del análisis
de las semillas…

Tenemos las semillas, ¿Y ahora qué?


Aquí es donde empieza el trabajo, observando y analizando las
semillas. En esta primera instancia la idea es abordar el eje
unidad/diversidad desde las propias semillas (todas son semillas, pero todas
son distintas). La propuesta se basó en darles semillas de distintas especies
y pedirles que las observen y clasifiquen. Los chicos las ordenaron según
forma, tamaño y color, separando las semillas para luego pensar cómo
serían esas futuras plantas: ¿Se parecerían a su semilla? ¿Conservarían el
mismo color? ¿Cómo serían sus hojas? ¿Y sus frutos? ¿Las semillas más
grandes darán plantas grandes, y las más chicas plantas pequeñas? En base
a este trabajo se establecieron las primeras hipótesis. El trabajo con las
semillas, en definitva, logró que los chicos se integren en la huerta desde el
inicio, ya que esas que tienen ahí no son semillas cualquiera, sino que son
“sus” semillas, las que ellos mismos seleccionaron, las que verán crecer y
las que confirmarán y conformarán sus hipótesis de aprendizaje.

Experiencia de trabajo en cajón


Probablemente, una buena excusa para no trabajar la huerta sea la
de la falta de espacio, para quienes se escudan detrás de ese argumento,
aquí va una experiencia en la escuela 23 D.E 7º, no tenemos más verde que
los hongos de humedad en las paredes. Sin embargo, En primer grado
decidimos realizar la huerta en cajones. ¿Que cómo lo hicimos?, fácil,
conseguimos dos cajones de verdulería y cubrimos su interior con bolsas de
consorcio agujereadas.

¡Se viene la siembra!


Para esta ocasión, con palitos de brochette hicimos cartelitos en
donde no sólo escribimos el nombre de la especie sembrada, sino que
también dibujamos las semillas tratando de respetar color y tamaño. Luego
sembramos.
Con el correr de los días, las plantas fueron creciendo y de la observación de
las mismas pudimos establecer cuestiones como por ejemplo las distintas
partes de una planta y las funciones de las mismas. Pudimos ver por
separado una de las plantas (con cuidado la quitamos de la tierra y con
cinta la pegamos en el pizarrón),vimos sus partes y nos dispusimos a
averiguar las funciones de cada parte. Antes habíamos analizado las
características comunes a todos los seres vivos, y a partir de éstas fue más
fácil pensar para qué sirve cada parte de la planta. De la raíz dijeron que
era la que agarraba la planta a la tierra (fijación), del tallo dijeron que era la
que la hacía ser más alta y de las hojas dijeron que servirían para comer,
respirar y tomar agua. Al indagar un poco más sobre la función de las hojas,
uno de ellos dijo que por ahí comen, porque las plantas comen sol y las que
miran al sol son las hojas. Pero con respecto al agua, les propuse que
miraran lo que ocurre cuando regamos, tocando las hojas y la tierra de la
planta. Al comprobar que el agua quedaba en la tierra y que las hojas
quedaban casi tan secas como antes (porque no absorbían tanta agua), no
dudaron en asegurar que la función de absorber el agua le correspondía
principalmente a la raíz.
Como los cajones estaban apoyados sobre el marco de las ventanas,
no les caía mucho agua al llover, por lo que fue necesario regar todos los
días, cosa que fue sumamente interesante ya que los chicos asumieron la
responsabilidad de cuidar ellos mismos la huerta, se establecían delegados
para el regado y eran ellos mismos quienes recordaban cuidar y mantener
los cajones.
A medida que pasó el tiempo, pudimos establecer diferencias entre
las características de las especies. Los chicos determinaron diferencias a
partir de las hojas, los tallos, el color y el olor, además de poder ver cómo
no todas las plantas tienen flores y avanzar en la formación de distintas
hipótesis respecto a cómo se forma el fruto y de dónde salen las nuevas
semillas que luego fueron corroboradas o desechadas. En un primer
momento, como las primeras plantas en dar fruto fueron las legumbres, los
chicos estaban seguros que todas las demás también darían chauchas, bien
interesante fue ver que la planta de tomates luego de la flor, no formó la
tan esperada vaina, sino un fruto verde y redondo. También se dieron
discusiones interesantes sobre lo que guardaban esas chauchas que habían
aparecido en el lugar de las flores. Al principio, sustentados en sus propios
conocimientos, todos decían que adentro habían arvejas, luego, al abrir la
chaucha de habas y ver que allí había semillas de habas y al repetir el
procedimiento con las de porotos, pudieron anticipar lo que pasaría con la
fructificación del árbol del ceibo que había en el patio.
Este trabajo también generó en los chicos otra perspectiva acerca de los
vegetales comestibles, ya que se hicieron cotidianas las charlas en el aula
acerca de la fruta o verdura que iban comiendo en sus casas y de las
semillas que encontraban en las mismas.
La huerta de cantero y todo lo que encontramos allí
Los chicos de segundo grado de la Esc.3 D.E 7º tienen un patio
trasero en la escuela, donde hace muchos años que existe un terreno
destinado a la huerta. Al volver a clases en el mes de marzo, nuestro
terreno mostraba las consecuencias de la falta de mantenimiento por las
vacaciones de verano, con sus altas temperaturas y sus lluvias.
La preparación de la tierra fue un arduo trabajo de desmalezar. Entre
chicos, papás y maestros; manos, azadas, ratrillos y palas, pudimos sacar
todos los yuyos. Al remover la tierra y delimitar los canteros fueron
apareciendo bichos, y de lo más asquerosos. Cuaderno de conocimiento del
mundo en mano, registramos forma, tamaño, color y cantidad de patas de
nuestros queridos invertebrados. Luego ilustraron algunos ejemplares de
bicho bolita, lombriz y araña que encontramos en los canteros “tal como los
vemos”. Luego, cada niño indagará en casa de qué se alimentan y si son
benéficos o dañinos para la huerta.

El momento de la verdad: ¿Qué crecerá?


Después de clasificar las semillas y sembrar en los canteros fue
necesario organizar los cuidados cotidianos, estaba claro que no podían
regar los 32 niños el mismo cantero a la vez. Con la ayuda de la profesora
de tecnología diseñaron y confeccionaron una regaderas con material de
desecho. En un cuadro semanal repartimos las tareas de regar y desmalezar
por canteros. Mientras regábamos, observamos el desarrollo de cada planta.
Ya se podían empezar a corroborar algunas de las hipótesis que habían
hecho en la clasificación de las semillas: “Las arvejas y las habas al principio
parecen un yuyo, pero después aparecen las vainas. Si las rompés, vas a
encontrar las semillas.”
“Las pelotitas de las arvejas no crecen del tallo, están adentro de la
vaina.”
“Las semillas del perejil son bananitas marrones, pero la planta es
como un yuyo con muchas hojas chiquitas.”
“Las semillas de trigo se parecen al cereal del desayuno.”

Cosecharás tu siembra
El proyecto de huerta de segundo grado tuvo un final esponjoso.
Cuando llegó el momento de la cosecha del trigo, les pedimos a los niños
que separen las semillas de cada espiga. “¿Ahí estaban las semillas?”,
algunos de los chicos pensaban que el trigo no daba semillas, y que estaba
muerto porque no era verde. La sorpresa fue mayor cuando al partir una
semilla vieron un polvito blanco que parecía talco, les costaba creer que era
la harina. Con la ayuda de un potente molinillo de café, trituramos las
semillas hasta que quedó un polvo grueso, parecido a la arena. Gracias a
esa harina de salvado pudimos hacer unos ricos panes para festejar que
terminaba otro año en la escuela.

¿Por qué creemos que vale la pena el trabajo con la huerta?


El trabajo en huerta nos invita una práctica cotidiana de observación,
registro, comparación y anticipación mediante la elaboración de hipótesis
que luego se verán validadas o no. Creemos que es un proyecto anual
porque dependemos de los tiempos de desarrollo de las plantas, pero
porque a su vez , se trabajan los diferentes contenidos de conocimiento del
mundo de forma secuenciada.En conclusión, al trabajar la huerta en la
escuela estaremos acercando a los chicos a un trabajo cierto de práctica
científica.

¿Y si no crece nada?
Es un buen momento para comenzar a pensar en las
variables de las que depende el desarrollo de la planta.
Un posible análisis se puede desprender a través de un
diseño experimental. Para esto se puede sembrar en
distintos recipientes, en los cuales se modifique alguna
variable, y que se puedan comparar con un “testigo”.
Si lo que se quiere analizar es el suelo, se podrá
sembrar en tierra (testigo), en arena y en pedreguya.
Registrar en tablas el desarrollo en cada recipiente,
para luego comparar resultados, permite que los niños
"Lase acerquen a un
imaginación trabajo
y la más científico.
experiencia van deCon este Solas no andan." José
la mano.
ejemplo
Ingenieros se puede pensar en cómo los chicos pueden
Mirando para atrás lo trabajado con los chicos de primero y segundo grado
podemos valorar lo aprendido desde la experiencia: las hipótesis intentaron ser
corroboradas siempre desde lo vivido en la huerta. Pero creemos que a este
proyecto le faltaría “una vuelta de tuerca”, un volver a pensar lo vivido, pero
esta vez desde la teoría.
Los textos escolares (especialmente los dirigidos al primer ciclo) no suelen
ocuparse de desarrollar sustentos teóricos, aunque sí proponen muchos y
variados experimentos para hacer en el aula. De estas experiencias rescatamos
aquellas donde a partir de un modelo de control de variables se corroboran
hipótesis que superan la palabra del maestro.
Pero la exclusividad de la vía empírica no alcanza si pretendemos acercarnos a
un quehacer científico. Es por esto que creemos que para desarrollar proyectos

Augusto del Cueto


Amalí Mohamed

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