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La difusión: agitación y formación.

Breve comentario sobre la prensa para nuestra militancia

El periódico revolucionario como instrumento de propaganda es el medio ideal para establecer


contacto con las masas oprimidas. Este contacto permite vencer los temores escrúpulos
infundados que la propaganda burguesa ha inculcado en el cerebro de los trabajadores -cerco
ideológico-, tratando de identificar al militante revolucionario como a un ''vulgar delincuente",
"vago comunista", ''terrorista'', etc.
De las discusiones y críticas que en el seno del movimiento obrero, la clase trabajadora efectué
en torno al contenido de nuestra prensa, de la exactitud receptiva que se logre establecer en el
más mínimo grupo, se desprende -materializa-, la voluntad de construir el partido revolucionario,
fenómeno subjetivo que una vez cristalizado en las primeras acciones de masas, de conformidad
con lo expresado en los principios políticos y las consignas que el Movimiento manifiesta; es
precisamente la comprobación de la especificidad revolucionaria de la prensa; órgano de
transmisión del pensamiento al servicio de la causa proletaria, expresión del devenir, del
esfuerzo cotidiano de los pueblos en lucha.
Por esto, todo militante debe estar consciente en esta etapa que lo que interesa no es la difusión
masiva de la prensa no planificada, ni la defensa de su contenido circunstancial novelescamente;
como únicos objetivos que contemplen el papel del partido y sus órganos de prensa. En un
comienzo lo esencial es lograr una distribución en ciertos puntos, que aseguren nuestras
estructuras, nos permitan obtener información económica, política, social, para lograr una mayor
efectividad en la lucha contra la política burguesa y por la destrucción de su Estado. Esto no
tiene valor si no es complementado con la distribución de nuestra prensa en los sectores más
susceptibles del proletariado. La tarea del militante consiste no sólo en difundir y defender el
contenido de la prensa, sino fundamentalmente en saber adaptar a la realidad las ideas que un
periódico, revista o folleto trasmite, subordinándola siempre al programa del partido, a su
estrategia y objetivo final: la revolución socialista.
La presencia de la prensa en los rincones más alejados del país, es la mejor demostración que
tienen el obrero y el campesino sobre la existencia de una organización de revolucionarios que
luchan por su causa, organización que expresa en su programa la posibilidad de superar
revolucionariamente la situación de explotación, miseria y opresión que padece el pueblo.
El militante debe comprender que parte de su tarea consiste en inculcar al obrero y al
campesino, a los sectores democráticos de la pequeño-burguesía, la confianza y seguridad que
emanan de los principios y justeza de la táctica, haciendo notar que esta difusión no es un
fenómeno circunstancial y peor aún aislado; sino que obedece a un programa de mayor
envergadura, a un proyecto que sólo podrá realizarse con la participación militante de todo
hombre que exprese su deseo de subordinando sus intereses individuales, ir a la acción conjunta
de todos los oprimidos de la sociedad bajo el programa e ideal del proletariado.
Nuestro militante debe entender así el papel que cumple, y el por qué de la diversificación
obligada de los temas tratados, y el cuidado de incluir notas elementales de formación general
para el lector, por ejemplo, con respecto al papel que ocupa la acción sindical, los vicios de las
directivas reformistas, extractos de textos teóricos que expliciten en mejor forma la problemática
actual; todo esto en función de esclarecer los problemas de interés general y particular,
considerando que no a todos los sectores interesa por igual la misma problemática.
En cuanto a la distribución en ciertos niveles del aparato burgués -si es que es posible-, tropa,
policía, administración, debe entenderse que su valor fundamental radica más bien en un
contragolpe ideológico que en un trabajo pormenorizado, o con efecto de táctica partidaria, es
decir, con una labor de reclutamiento expreso.
Un aspecto que no debe ser descuidado, es la cuestión de contrarrestar la confusión en las
capas, pequeño-burguesas, de ahí lo importante de mantener sólidos criterios que apuntan a
desenmascarar en forma contundente la política de la clase dominante y sus verdaderos
propósitos implícitos en los argumentos "nacionalistas", "progresistas", "anti-imperialistas" que
caracterizan a la política del Estado burgués en esta etapa.
Nuestro militante, a partir de estos breves criterios debe ensanchar su creatividad, y convertir a
la prensa partidaria en una verdadera arma, técnica, ágil, científica, dispuesto a no dar tregua a
las pretensiones de quienes buscan convertir a la prensa revolucionaria en pasquines
gubernamentales o híbridas elucubraciones sobre la realidad, en subjetivismo de la más rancia
especie; por esto, el periódico no es sólo un propagandista y un agitador colectivo, sino
fundamentalmente un organizador colectivo.
15 de abril de 1.975

Publicado por primera vez en Causa Proletaria Nº10, pág. 1-2, 1975
Nuevamente el revolucionarismo
Patricio Torres E.

Es indudable que el análisis y objetivación de la realidad sintetizada en consignas políticas de


lucha, reflejan la esencia y el carácter ideológico del partido político; sobre todo, cuando se trata
de la posibilidad de desencadenar hechos sociales que permitan al —proletariado ponerse a la
cabeza —del movimiento de masas e ir definiendo su personalidad histórica. En este sentido, es
importante señalar que la justeza de la consigna como parte integrante de la táctica
revolucionaria, se demuestra al momento de materializarse en el movimiento de masas; al ser
aceptada o rechazada por su completa falta de nexo con los intereses que expresan los
proletarios en sus afanes de conquistar su felicidad emancipando al trabajo de la situación
general a que se sometido en el modo de producción capitalista.
Si hacemos un balance del primer trimestre de 1.975, podemos obtener las siguientes
conclusiones: se ha consolidado el reformismo burgués, el proletariado ha perdido
temporalmente la posibilidad de lograr una amplia y estrecha unidad, y consecuentemente ha
disminuido su poder para desatar su lucha de clase y por las reivindicaciones sociales y políticas
de las masas oprimidas. Si nuestro lector recuerda, en el No. 4 de C.P. alertábamos a la
izquierda sobre lo aventurado y nocivo de mantener una política estrecha, incapaz de superar los
viejos marcos de la lucha; en este sentido decíamos que “gobiernismo y anti-gobiernismo” no
significaban de modo alguno una táctica política que permitiera al proletariado acumular fuerzas
e ir definiendo sus tareas, sino más bien significaba y significa actualmente deponer sus
intereses en aras de los objetivos burgueses e hipotecar su independencia de táctica, la política
y la razón ideológica de la clase trabajadora; es decir, caminar hacia el revolucionarismo, que no
es otra que una opción burguesa. Actualmente la situación se ha definido: el proletariado ha
perdido un tiempo precioso para su causa.

Practicismo filantrópico
No fijar la atención en cada uno de los fenómenos, descuidar la perspectiva y el desenlace de la
misma, sacrificar la estrategia en nombre de la táctica, definir la realidad solo por cada uno de
los acontecimientos del momento, sacrificar la táctica en nombre de las coyunturas, es la esencia
del practicismo filantrópico, del revolucionarismo. En este sentido es urgente definir la táctica
manteniendo siempre una objetiva consecuencia con los fenómenos concretos, así, la tendencia
general económica de la sociedad, el carácter y dirección política del Estado, son nuestras
primeras guías para ir definiendo la táctica; sin embargo, plantear estos dos elementos
unilateralmente, sin fijar nuestra atención en cuál es el carácter general del estado de ánimo de
las masas oprimidas y el nivel de la organización del proletariado, nos llevan a caer en
imprecisiones frente al nivel y diferencia de intereses que expresan cada uno de los sectores,
clases o estamentos en la sociedad. Por otra parte, nuestra táctica seria incompleta y, lo será
desde el punto de vista del proletariado, si no tenemos en cuenta el carácter político y las
tendencias de cada uno de los estados cercanos y el nivel de las contradicciones entre las
diferentes facciones burguesas. Por último, y para ser exactos en la aplicación de la táctica, el
marxismo nos recomienda tener una apreciación general de la lucha de clases a nivel mundial y
la situación de los diferentes países.
Así estructurada, la táctica es correcta, puesto que nos permite explicarnos, mediante el análisis
de fenómenos aparentemente aislados, pero que obedecen a una planificación política muy
concreta, cuáles son las intenciones de los estados mayores burgueses; de esta manera se
pondrá en claro, la verdadera esencia de esas “coincidencias” en la táctica política y en las
declaraciones oficiales de los diferentes gobiernos latinoamericanos en este último período.
Nuestro izquierdista de buenas intenciones es en esencia rudimentario y torpe en la práctica;
nocivo para el proletariado y estéril su esfuerzo. Esto, dentro de la práctica política, refleja la
ausencia de una teoría de vanguardia. Quien no entiende que la realidad no solo debe ser
interpretada sino, transformada, no comprenderá nunca la realidad.; la teoría es la “cabeza” y el
proletariado el “corazón” de la gran cruzada emancipadora.
En el plano de la lucha revolucionaria, el papel fundamental como clase dirigente, corresponde al
proletariado que es y constituye el agente teórico e histórico de la revolución. Forjar al partido
que sea capaz de enfrentar y destruir la política de la burguesía, tal es la tarea presente de la
revolución. En tal sentido, la táctica cobra una importancia inusitada, puesto que la consigna
política es el elemento condensador de las aspiraciones de las masas oprimidas y, además, el
movilizador; —con esto, el partido organiza y educa, construye y determina cuáles son los
métodos de lucha, allanando el camino del futuro, preparando al hombre nuevo.

¿La denuncia es un instrumento de clase?


La falta de coherencia en los planteamientos, no es más que el producto de una incorrecta
apreciación de la realidad. Esto es extraordinariamente exacto, y se pone al descubierto en la
observación del estilo de trabajo y propaganda de las organizaciones de izquierda; la falta de
una noción real sobre los intereses políticos del proletariado y de una táctica ajustada a un
proyecto revolucionario amplio, audaz, determina que la izquierda ande de un lado para otro, en
un cuarto obscuro, buscando la puerta de salida y, en último término, su táctica sea ir a la cola
de los acontecimientos: un día hay un análisis, al día siguiente hay otro; los argumentos no
surgen de la realidad, sino que son elementos imaginarios. La teoría, el estudio, no sirven para
corregir los defectos de la práctica sino para justificarlos. En el caso de un dogmático, cuando
no entiende un problema, lo ignora o lo suprime; el libre-pensador intelectualista, lo crea, inventa
o imagina, siempre de acuerdo al novísimo análisis del “marxista” de moda, así pues, nuestra
izquierda deambula de tumbo en tumbo: tres meses anti—imperialista, dos anti—ministro X o Z,
al otro día anti—oligárquica, al siguiente demócrata, más tarde liberal, actor de teatro, novelista,
anti—fascista, en fin, siempre revolucionarista.
Aclaremos un poco, todos los hechos, fenómenos y acontecimientos, datos e información,
denuncias de inmoralidad, corrupción, chantaje y crimen, deben servir para explicar la naturaleza
del Estado, el carácter de la sociedad, la situación de las masas, es decir, para hacer
propaganda de las tesis proletarias, concluyendo siempre en la necesidad de la lucha
revolucionario, por el socialismo. Organizar la denuncia, sistematizar la indignación, crear y
establecer los mecanismos de conducta de las masas oprimidas, tal es en líneas generales el
papel de la propaganda.
Pero en nuestro caso ocurre que la denuncia es mal utilizada y lejos de lograr que las masas se
indignen, repudien y condenen a través de su acción a la política burguesa, en la mayoría de los
casos —por carecer de salidas políticas— ha servido más bien para que se atemoricen y caigan
en un fatalismo determinista; acerca del fascismo brasileño, por ejemplo, fue tan mal tratado el
problema, que en vez de rechazo a este, inyectaron pánico. En el caso de los paracaidistas o de
los grupos paramilitares que organiza la burguesía, desataron tal delirio de persecución que cada
individuo se sentía señalado por la mano del “verdugo” —recuérdese el caso de la llamada.
“revancha”—. Y hoy, es la novísima propaganda acerca de la CIA, que ha vuelto “quijotes” a
muchos izquierdistas, quienes buscan descubrir a la “omnipotente” organización en todo lado; su
propaganda —se parece más a las novelas policíacas y de ciencia ficción que a la de un partido
revolucionario. Se recalcara con tal énfasis sobre “ciertos hechos”, sin hacer un análisis marxista
para develar la realidad, es decir, hacer una interpretación de clase que separe lo verdadero de
lo falso, lo aparente de lo real y, ponga en claro en la conciencia de las masas la naturaleza del
sistema capitalista y la tendencia policíaco—represiva de esa máquina parasitaria: el Estado
burgués. La propaganda debe servir para que las masas pierdan confianza en el sistema y
avancen hacia la ideología proletaria.
No queremos decir con esto que sea incorrecto hacer propaganda sobre estos hechos, lo único
que señalamos es lo infructuoso de esa propaganda aislada de una visión política concreta. En
esta época el papel de las organizaciones revolucionarias consiste no solo en difundir el
marxismo, este está ya difundido, hay tantos textos y autores, cada uno de los cuales con su
“propia” apreciación e “innovación”, que el proletario “común” está expuesto a recibir una falsa
apreciación de la ciencia marxista. El papel del partido consiste en guiar el estudio, organizarlo,
sistematizarlo. El marxismo si no es estudiado al calor de las necesidades concretas del
proletariado, se convierte en cientificismo. El militante revolucionario no se forma en escuelas,
academias o universidades, sino solo y únicamente en el partido.
Del mismo modo que esta propaganda, la denuncia únicamente, puede ser hecha
indistintamente por un profesor universitario como por un burgués “progresista”, puede ser
utilizada por la burguesía para reprimir a las masas y a los revolucionarios —en Colombia las
huelgas obreras fueron calificadas de maniobras de la CIA, en el Perú se asesinó a las masas
por haber sido “utilizadas” por agentes de la CIA—; lo que distingue a una denuncia de la
propaganda revolucionaria, son los intereses y objetivos políticos de la clase que lo hace. Nada
raro sería que dentro de poco la clase dominante reprima a los revolucionarios acusándolos de
“anti—patriotas y “agentes de la CIA”. Nuestra tarea en orden a la táctica política, la propaganda
y la agitación, nos lleva á estudiar profundamente estos hechos para no equivocar nuestros
métodos de lucha.

Riobamba: las marionetas danzan al son de la burguesía.


Planteado así el problema de la táctica, decíamos que esta se sintetiza en la consigna política
(en nuestro próximo número ahondaremos sobre este punto). Ahora, es preciso ver en dirección
a estos dos elementos algunos fenómenos que se han dado en la realidad.
Como el lector recordara, el 20 de Diciembre de 1974 son desalojados los obreros de la fábrica
LANAFIT y asesinado el obrero Pachacamac; las organizaciones de izquierda inician una
campaña de solidaridad tendiente, primero, a sostener la huelga y, segundo, a obtener el triunfo
de los trabajadores. Aquí se ponen al descubierto ya, algunos hechos que caracterizan a estas
organizaciones. Las huelgas solidarias comienzan a entrar en desuso, el legalismo desespera a
los obreros, que no ven resultados, pese a que los “prácticos” seguidistas sazonen sus
consignas con métodos de trabajo de corte pequeño—burgués. Las organizaciones que se
disputan la tutoría del conflicto son dos: el M-L que plantea ampliar el conflicto, es decir, “llevar y
ensanchar el movimiento huelguístico ajustándose a los términos legales del código del trabajo”;
y, un sector socialista que sin tomar en cuenta los golpes desatados sobre las masas oprimidas
y, además, confiando mucho en el espontaneismo; lanza la consigna de huelga general —
movimiento político— rebajando las consignas —movimiento economicista— para lograr una
“radicalización de la política de la CTE”.
Pese a todos los esfuerzos, el final era el previsto, la mayoría de los sindicatos se sienten
golpeados por la brutalidad patronal, y la consiga de “huelga general” demostró carecer de base;
y en último término el legalismo se impone y, en este plano, no en beneficio de los proletarios,
sino del patrón, quien derroto a los obreros a través de los mismos medios de que dispone en el
Código del Trabajo…
Estos y otros hechos sociales se manifiestan en los momentos mismos en que se prepara el XIII
Congreso de la CTE, y cuando la política internacional de la dictadura va ganando terreno en el
movimiento obrero, hasta arrancar respaldos a la “política internacional”; esta política encandila
al movimiento obrero y permite que se confundan sus intereses con los de la burguesía. Este es
el momento en que va delineándose con precisión un sector pro—burgués en el seno del
movimiento obrero, lo que además, sirve para acentuar las tesis de los reformistas y su
consolidación en el Congreso de la CTE; hecho que permitirá sin duda alguna que la dictadura
pueda salir en promoción internacional, una vez que toda oposición interna ha sido desbaratada,
y el peligro de una ofensiva del movimiento de masas es lejano. La burguesía da un nuevo paso,
ya no en plano jurídico—político, sino en el ideológico—organizativo.
El XIII Congreso de la CTE, evidenció no ya el compromiso sino, la entrega total de la dirigencia
y su “conversión” en la práctica en agentes de la burguesía infiltrados en el proletariado, cuya
misión es llevar a la total sumisión del movimiento obrero en aras de los intereses burgueses. La
política conciliatoria, “táctica”, de este sindicalismo burgués se puso en claro desde el principio
hasta el final de este congreso denominado “por las transformaciones revolucionarias”.
Todas las aspiraciones revolucionarias del proletariado se destruyeron, sus tesis fueron
traicionadas y tergiversadas, su táctica entregada a la comparsa burguesa, se asestó un golpe
artero y traidor que sin duda significa el más profundo y serio impacto propiciado a las
aspiraciones revolucionarias del movimiento obrero.
El primer y segundo días no solo que fueron una pérdida de tiempo y cansancio para las
delegaciones que asistieron a exponer sus tesis y proyectos, sino que fueron de demostración de
una “fortaleza y poder” inexistentes en la CTE, con esto se trataba de crear un ambiente triunfal
precisamente cuando el movimiento obrero estaba recibiendo —y continúa— fuertes embates.
Con mucha anticipación los organizadores del congreso señalaban que la apertura del mismo
tendría como escenario, “una gran movilización obrero—campesina y popular”, movilización que
según se decía debía servir para expresar las aspiraciones de los trabajadores, y hacer
retroceder a los “conspiradores reaccionarios”. Una vez que las delegaciones obreras y
campesinas, se hicieron presentes en Riobamba, surge la “prohibición” de dicha movilización por
“orden superior” o como dirían ciertos dirigentes de la CTE y del PC, por acción de “ciertas
autoridades que se han dedicado a reprimir a los ciudadanos”; frente a esto los dirigentes del
congreso demuestran su absoluta debilidad y total incapacidad para cumplir el mandato de la
clase obrera; con esa tranquilidad rebosante de sus infalibles argumentos y justificaciones,
acatan la prohibición bajo el santo temor de que “sino se cumple con el mandato de la autoridad”
se podría ver en peligro la realización misma del congreso, ya que “los reaccionarios del
gobierno”, estaban muy disgustados, no solo por la presencia de los delegados extranjeros, sino
por las mismas declaraciones del “señor presidente”; además, “la clase trabajadora, no debía
proporcionar oportunidades para que se aproveche la reacción sediciosa”....

Declarar la guerra con las manos en los bolsillos


En ningún momento estos “dirigentes” mantuvieron una resuelta actitud de clase —que no fuera
de la clase dominante—,y peor aún estuvieron dispuestos a la lucha. Anunciaron su táctica y
declararon “la guerra con las manos en los bolsillos”; su despreocupación y despectiva actitud
con lo que estaba ocurriendo, expresa con claridad la esencia de su pensamiento. Si la
debilidad, la claudicación y la podredumbre no fuesen las características del oportunismo
conciliador, la “prohibición” nunca hubiese dado resultados, ni hubiese contado con muchachos
tan disciplinados y empeñosos en hacerla cumplir.

¿Se organiza la burocracia?


¿Para qué entonces, ese desplante que exhiben los dirigentes del congreso? ¿Para qué esos
muchachos jugando a la guerra? ¿Para qué esa pandilla de tímidos garroteros — guardia de
choque? ¿Para qué los shows montados, ora con “artistas”, ora con “delegaciones amigas o
fraternas”?. Sí todo este armatoste organizativo se esfuma en un abrir y cerrar de ojos, sino
representa la situación general de la clase obrera, entonces, hay que pensar que es engaño,
hipocresía, auto-justificación, en suma, que solo sirve para amarrar al proletariado tras el carro
burgués, jamás para llevarlo a un verdadero enfrentamiento de clase, para colocarlo en la
dirección del combate revolucionario. Este tipo de “organización” es la más grande farsa y tosca
práctica que exhiben los reformistas dizque para demostrar poder y de esta forma hacer que el
gobierno se “decida”; la “organización” sirvió también para conciliar en nombre de la táctica.
Este solo fenómeno nos sirve para medir con exactitud lo que pasa en las filas del proletariado:
se crean falsas ilusiones en las masas, aprovechando su sentimiento de indignación y su afán de
romper con todas las restricciones e imposiciones burguesas, de expresarse y movilizarse. Se
despliega una propaganda que crea un ambiente “pre-revolucionario” (!?); se hace creer que la
revolución está en marcha y lo único que falta es la presencia activa de este “soviet”, para
legitimar las realizaciones de los “progresistas”; para decirlo con sus palabras: “está en marcha
la revolución nacional liberadora, fase inicial de nuestra lucha por el socialismo”.
Estos hechos expresan con sobrada claridad, como el movimiento obrero está penetrado hasta
los huesos por el legalismo, cómo éste lo mantiene peleando no por sus intereses sino por los
del enemigo; en fin, como el legalismo es posible por la ausencia de educación política, de reales
organizaciones de clase.

Sectarismo democrático o debilidad ideológica


Hablemos ahora de la falta de democracia, nos dirán: “¿acaso están abogando por el
democratismo?”; no jamás lo haremos y, por ello, jamás permitiremos que continúen vomitando
sobre el proletariado esa pestilente conciencia conciliatoria. El marxismo nos señala que las
premisas del desarrollo intelectual del movimiento obrero son “la asociación y la discusión
constantes”; esto quiere decir desarrollo conciencial y político del proletariado, no cientificismo de
libre-pensador o conciliación reformista; si la discusión no caracterizó precisamente al congreso
de la CTE ¿puede decirse acaso que los obreros han logrado explicarse siquiera mínimamente,
que es lo que está ocurriendo en el país —¿acaso con los brillantes ensayos del Lcdo. Pedro
Saad?— y cuáles son sus tareas como clase? Otras organizaciones de izquierda ya han
denunciado como se permite este tipo de participación, cómo se impone desde la mesa directiva
del congreso la nómina de las comisiones de trabajo y, otros hechos por el estilo; para el
librepensador, éstas no son sino manifestaciones de mañosería, “habilidad” o mala fe; para
nosotros son el producto dé la debilidad ideológica, la falta de criterios políticos, el temor a ser
rebasados por la base, en suma, la estrechez que expresa el sindicalismo frente a las
aspiraciones revolucionarias del proletariado y, por otra parte, como productos que expresan al
reformismo como corriente “oficial”, “mayoría”.
En síntesis, la falta de democracia pone en claro a través del congreso, cómo el reformismo está
sobresaturado de los vicios burgueses, cómo el parlamentarismo —lo que es igual, ese circo— al
que lo utilizan para desinformar a las masas, desmovilizarlas, crear la confusión en sus filas,
provocar en ellas una mayor atomización y hacer a estas confiar en el diálogo obrero—patronal.
El legalismo reformista es la punta de lanza de la política burguesa en el seno de la clase obrera.
La práctica reformista no sólo desorganiza la lucha de las masas sino que las aparto de su
verdadero camino y orientación.
Que esto era lo que iba a ocurrir era más que seguro, sólo un ciego podría haber pensado lo
contrario. Quién no entienda que el enfrentamiento con la “mayoría”, era y es esencialmente
político, de carácter ideológico y de definiciones programáticas está fuera de la realidad; esto se
volvió evidente tras la publicación de ese “opúsculo a la ignorancia, la traición y la conciliación
reformista” preparado por CEN de la CTE.

¿El PSRE oposición?


Si esto ocurrió no fue debido únicamente a “la tenebrosa mano de los oportunistas”, sino también
por la ausencia de tesis que llevará constituir un bloque que pudiera paralizar su acción,
objetivando no sólo una salido teórica, sino programática y fundamentalmente política, es decir,
mediante la articulación de una oposición con tesis.
Tres sectores de nuestra izquierda se enfrentaron en el mencionado congreso: el sector oficial
del PC, la “oposición” del PSRE y del PCMLE. El socialismo es el que más cuestionado debe
estar después de este congreso. Hasta el XII congreso, el socialismo constituye la segunda
fuerza de la CTE, y la primera en “oposición”, esto se manifiesta cuando logran acaudillar e
influenciar las delegaciones controladas por el PC maoísta. En tal sentido, puede decirse que
para este XIII congreso los socialistas, no sólo que han perdido terreno, sino que se encontraron
completamente perdidos y no pudieron coordinar la acción ni siquiera de su militancia partidaria,
peor todavía vertebrar un bloque en el congreso.
Hay un solo momento que pudo ser aprovechado y que hubiera determinado un cambio en la
fisonomía del congreso, aunque no en sus resultados. Este momento al que nos referimos, se
presenta en la sesión preparatoria, cuando c. Telmo Hidalgo —conocido y respetado por su
trayectoria dentro del movimiento obrero— trata de vertebrar una línea de oposición,
denunciando como se pretende manipular al congreso, acallar, engañar y destrozar las
aspiraciones de los trabajadores a través de una reglamentación interna (!!), demás está decir,
que los argumentos del mencionado compañero, no fueron escuchados y su acción, neutralizada
por la “mayoría.”, debido fundamentalmente a la inexistencia de un bloque que justifique la
presencia del socialismo. Esto lejos de asustarnos, debe servirnos para hacer ver cuál es el
estado real de nuestras organizaciones de revolucionarias y, del movimiento proletario como
expresión política de clase.
Imposibilitado así todo intento de opinión, la fórmula oportunista cobra sus reales dimensiones:
“Apoyar lo positivo y criticar lo negativo”, será el resultado de este congreso.
Sin embargo, si algún saldo positivo deja para los trabajadores, es la posibilidad de evidenciar en
forma maravillosamente clara, y haciendo un corte vertical, las aspiraciones políticas del
proletariado y, por otro lado, el economicismo; este último demostró en la práctica no ser el
terreno de lucha del proletariado. El sindicalismo puede y es utilizado por la burguesía; solo el
movimiento político del proletariado es la única garantía del movimiento obrero.
Este congreso abre así una grieta que debe ser ahondada; entre el sindicalismo nocivo,
reivindicativista, economicista, liberal, ya estrecho y en desuso; con la política de clase del
proletariado, como la única forma, de expresar los intereses de los oprimidos, ampliar el
horizonte y, utilizar la táctica de acuerdo a las circunstancias y en orden a los intereses de clase,
todo esto apunta hacia la sistematización de la experiencia y acumulación de fuerzas, antesala
de la lucha revolucionaria que destruirá la opresión y él capital.
Quienes más gritan sobre la unidad son los primeros en destruir esas condiciones, el congreso
de la CTE denominado “unitario de los trabajadores”, ha servido para crear aún más confusión
en las bases del sindicalismo, ha destruido por el momento la posibilidad de la unificación de los
asalariados y oprimidos en una central única proletaria.

¿Y el programa proletario?
Se ha confirmado uno de nuestros temores y ha evidenciado con notoria claridad cómo nuestro
criterio es exacto: “gobiernismo o anti—gobiernismo”, cualquiera de los dos criterios como táctica
del proletariado, es restringir las consignas, oportunismo y claudicación, pero fundamentalmente:
ir a la lucha aislados de las capas oprimidas de la población, postergar y restringir nuestras
aspiraciones revolucionarias.
Pero los acontecimientos han sido tan variados, tal difusión de la política burguesa que en los
cuatro meses del presente año el movimiento obrero cae destrozado. Así de Enero a Marzo, la
CTE ha optado definitivamente en forma abierta y contundente por un gobiernismo. La CEDOC,
luego del congreso de la primera y llevando adelante las resoluciones del partido Demócrata—
Cristiano, que busca a la sazón lograr una estructura partidaria de masas para las próximas
jornadas electorales, ha optado como dijimos por un anti—gobiernismo; y si fijamos la atención,
pese a las denuncias y publicaciones sobre el archiconocido papel de la CEOLS, respecto a sus
vinculaciones y papel anti—comunista al servicio de la CIA, continuara como es normal en una
línea pro—yanqui. Sin embargo, el papel del militante revolucionario no se reduce a mirar, si
debe trabajar o no, sólo en el sindicalismo “progresista” y, no en los sindicatos “reaccionarios”;
nuestra respuesta es; la Unidad Nacional de Clase, para un marxista no existen masas
reaccionarias, solo masas atrasadas, desorientadas y así, en esta línea. Hoy debernos redoblar
nuestra lucha, concluyendo; “Todo lo que nosotros no hagamos lo harán los reformistas y los
enemigos del pueblo”.

¡Ahora la indignación debe madurar en conciencia militante!


En la lucha de clases intervienen muchos factores, uno de ellos se refiere a la lucha de los
principios revolucionarios y a la aplicación de la táctica; en este sentido, en el momento actual
dos tendencias fundamentales a libran una batalla decisiva. El triunfo de cualquiera de las dos
corrientes, determina una mayor aceleración de la lucha revolucionaria o su estancamiento y
retroceso. El triunfo del oportunismo reformista significa un redoblamiento de la política de clase
de la burguesía en el seno del proletariado; el triunfo de los reformistas retrasa la revolución no
en unos años, sino en la mayoría de los casos por décadas; de ahí la importancia y el
compromiso revolucionarios de no dar tregua y llevar a su triunfo, las tesis, programa y táctica
política proletaria, únicamente así evitaremos el sufrimiento e inútil sacrificio del proletariado y las
masas oprimidas.
El XIII Congreso de la CTE puede ser resumido como el asalto más descarado del oportunismo
en aras de los intereses burgueses, la traición a las aspiraciones de todos los sectores oprimidos
y explotados del pueblo.
Es menester retomar lo que ya dijéramos en esta etapa de la lucha política: la política patriotera
de la burguesía, es un medio para desviar la atención sobre el descontento creciente en el
interior del país y aplastar así el movimiento revolucionario en ascenso; por eso nuestra
organización señalaba e insiste: “La organización y movilización de las masas es la respuesta
revolucionaria para superar la crisis”. Al contrario, el congreso de la CTE asaltado por los
oportunistas, no permite la movilización de las masas, sino tras el carro de la burguesía,
hipotecando sus intereses.
La política de la burguesía no lleva otra intención que la de reforzar la opresión sobre el
proletariado, la destrucción de las aspiraciones campesinas en fin, ahondar la opresión sobre las
masas oprimidas del pueblo; todo esto en interés de “la gran nación ecuatoriana”. “Tiene por
objeto (el socialchovinismo — anti—imperialismo) fortalecer y prolongar la esclavitud asalariada,
pues el proletariado está dividido y aplastado, mientras que los capitalistas salen ganadores
enriqueciéndose”. “Quien no comprenda que la política del proletariado, no tiene por objeto
evitarle dificultades a la clase dominante, fomentando el chovinismo en las masas sino, todo lo
contrario, quien predica la utilización de las dificultades de los gobiernos para luchar por la
revolución social, defiende la libertad verdadera de todas las naciones sin excepción, que no
puede ser lograda más que por el socialismo” (V.I. Lenin, El Socialismo y la guerra). Sólo así el
proletariado logra su independencia política como clase revolucionaria: “Ahora hay que pasar de
la denuncia a la agitación política”; el congreso de la CTE destrozó por el momento las enormes
posibilidades que tenía el proletariado, para encabezar las luchas por las reivindicaciones
sociales políticas del pueblo.
El deber del proletariado no consiste en aplaudir y apoyar la política de la burguesía para
ayudarla a superar la crisis del sistema; sino más bien, los proletarios “tienen el deber de
aprovechar la crisis económica y política engendrada por ella, para precipitar la caída del
capitalismo”; por eso hemos llamado con insistencia a “construir la unidad nacional de clase del
proletariado”. El congreso de la CTE rompe con las aspiraciones revolucionarias de los obreros
por llevar adelante una política, no “autónoma” como dice el pequeño—burgués, sino su política
de clase, independiente del proyecto burgués, con sus objetivos y aspiraciones; apuntando hacia
la toma del poder, la destrucción del Estado burgués y su dictadura de clase.
“Ahora la indignación debe madurar en conciencia militante”; el congreso de la CTE puso al
descubierto, el doble papel del oportunismo como agente de la burguesía, para confundir a las
masas, desorganizarlas, arrastrarles a un callejón sin salida. Revolucionarismo en nombre de la
táctica, “eclecticismo por dialéctica”, este es el resumen del congreso de la CTE sintetizado en la
máxima del oportunismo internacional. “Apoyar lo positivo, criticar lo negativo”, he ahí la esencia
del purulento reformismo y su táctica para traficar con los intereses de la revolución. Otras
corrientes del reformismo con diferente ropaje, se dirigen por la misma senda, “él, que no ha
vacilado en respaldar ‘determinadas’ medidas oficiales”, y aquellos que viendo y conociendo la
esencia del oportunismo. Estas son las constantes que nos llevan a exigir a nuestra militancia un
redoblamiento de las tareas de organización, educación, preparación para la lucha.

Vamos de pase, y mientras tanto: ¡Felices sueños!


Finalmente, el hecho de que el viaje de la dictadura haya sido “positivo o negativo” para el país,
es un aspecto que si bien debe ser motivo de análisis, en modo alguno puede limitar nuestra
táctica; lo fundamental está en mirar en qué forma debe el proletariado utilizar esta situación en
provecho de sus aspiraciones corno clase. De una vez y para siempre debe quedar en claro el
viaje no tiene nada de trascendental o beneficioso para las masas oprimidas; se enmarca dentro
de la respuesta de la OPEP a las presiones y objetivos del imperialismo por destruir el neo—
cartel, precisamente luego de ser expedida la ley de comercio exterior y el ofrecimiento de liberar
de “sanciones” al Ecuador y Venezuela en América Latina y a Nigeria e Indonesia en el África y
Asia; si bien, en este aspecto la reunión de la OPEP es importante para los pueblos, sólo cae en
el plano de las reivindicaciones burguesas, y en modo alguno en las del proletariado. Cualquier
respaldo, aplauso o congratulación refleja la esencia entreguista de los oportunistas, que se han
declarado así mismo “vanguardias” del proletariado.
La política anti—imperialista, debe y sólo puede ser efectiva en tanto las masas oprimidas logren
sus reivindicaciones sociales y políticas. Cuando el Estado es golpeado por la acción de las
masas, cuando las conquistas son arrancadas a través de la lucha política, cuando la buena
voluntad burguesa sucumbe con el legalismo; esto equivale a conquistar y ampliar los derechos
sindicales, destruyendo los derechos anti—obreros, utilizar, ampliar e impulsar las reformas que
benefician al pueblo oprimido, o sea, terminar con las leyes anti—populares e incorporar a las
masas organizadas, a través de sus propios organismos, convertidos en verdaderos órganos de
decisión y ejecución a la acción política. Si las masas participan de la nacionalización de la
medicina, la estatización del transporte, en el control de la distribución de los alimentos, a través
de juntas de pobladores, barriadas o comunas, para sancionar la especulación y la corrupción;
cuando las masas participen de la estatización de la educación terminando con los centros de
embrutecimiento y sojuzgamiento, de lucro y enriquecimiento a través del comercio intelectual y
cultural; cuando nuestra juventud participe en la producción; en los programas masivos de
alfabetización; cuando la tropa tenga poder de decisiones, cuando se permitan organizar comités
de soldados, cuando se democraticen las FF. AA., cuando no sólo sea el proletariado a través de
sus organizaciones quien lleve adelante la reforma agraria sino cuando también el campesino
tenga poder de decisión política y en estrecha alianza con los obreros avance hacia la
emancipación de la sociedad; cuando se permita al pueblo participar y defender sus derechos a
través de los comités de resistencia popular; en fin, cuando las masas esten siendo parte activa
en cada una de las decisiones políticas; cuando se constituya el derecho de todo hombre al
trabajo, cuando se organicen fuentes de trabajo para los desocupados, en suma cuando sea el
pueblo activo quien construya su propia libertad; sólo ahí podremos pensar en que es necesario
apoyar. Sólo en estos casos debemos impulsar todas las medidas que efectivicen la
construcción del hombre nuevo; esto será conseguido no en meses ni años, sino en días por el
proletariado mediante la toma del poder y la instauración de su dictadura.
Pero contradictoriamente quienes obligan a que se apoye se niegan a ver que es el proletariado
y el campesinado y todo el pueblo desposeído quien más soporta la represión y medidas de la
dictadura.
Pase el rey que ha de pasar. Y el hijo del pueblo se ha de cag…
Nadie puede negar que los gobiernos burgueses no pueden lograr un respeto espontáneo de las
masas, por eso la coerción, la violencia, la imposición son las mejores armas con las que
cuentan. Nuestra juventud fue obligada a participar en ese acto repudiable, de “bienvenida” al
dictador. En el caso de la capital la dictadura se encontró huérfana de todo apoyo y, si el repudio
no se expresó a través de la lucha fue solamente por la intensa red de seguridad policíaco militar
y en alguna forma por la desorganización que pesa sobre nuestro pueblo; y es que el repudio de
las masas expresa su instintivo “socialismo”. La dictadura no es más que uno de los eslabones
de la ya larga cadena de bastardos traficantes de los derechos y aspiraciones del pueblo. “¿Qué
vendrá vendiendo?”; “¿qué van a vender, si ya estamos vendidos?”, estos criterios reflejan por sí
mismos la confianza de las masas en la política estatal.
En cuanto a los gastos sobre los que tanta alharaca arman los burgueses no deben preocupar al
proletariado por la cantidad, sino por la forma en que son utilizados, y cómo servirán obviamente
para la corrupción; quedarnos en ese simple aspecto es perder de nuestra vista el árbol,
descuidando el bosque, recuérdese que el negociado ha sido característico en la política inmoral
de la administración del Estado, recuérdese por ejemplo, el caso de la chatarra y las tantas
denuncias formuladas sobre los negociados y malversación por parte de la actual dictadura. Lo
importante está en cómo utilizan el sentimiento de progreso de nuestro pueblo para asaltar su
conciencia mediante una máquina publicitaria torpe aunque con muchos recursos.
La burguesía a partir del mencionado viaje ha reactivado su acción, lanzando comunicados
“análisis”, enjuiciamientos, denuncias –subversión– ; esto refleja a las claras que muchos
sectores burgueses comprenden que ya no tiene caso seguir con los militares, y buscan en un
futuro próximo regresarlos a sus cuarteles. De estas denuncias y hechos podemos extraer lo
siguiente: a) inconformidad de la burguesía con las gestiones administrativas de la dictadura; b)
ineptitud de esta en el manejo de la ciencia—política; c) deficiente e incorrecta utilización de los
fondos provenientes del petróleo; d) festinamiento de dichos fondos a través del negociado, la
prebenda y el compadrazgo.
El viaje a Guayaquil y su recepción pasó desapercibido en la mayor parte del país, esto porque
la mayoría poblacional se encontraba interesada en saber sobre la llegada de un equipo de
futbol; pero lo más importante radica en cómo los reformistas entiendan la situación y sin el
menor escrúpulo dan vivas a un servil de la burguesía, con una consigna de lucha coreada por el
pueblo cubano luego de la derrota que infirieran a los yanquis en Playa Girón, para aclamar al
comandante Fidel Castro.
Si en Guayaquil hubo población en dicho recibimiento se debe única mente a la utilización de los
tradicionales métodos oligárquicos, sobre todo en el suburbio, donde la población debía asistir
para que tanto la gobernación, la Alcaldía y el Batallón del Suburbio prestaran interes sobre las
obras. Pero es obvio que Rodríguez Lara fue a Guayaquil a rendir un informe a sus verdaderos
amos —la oligarquía—.
Estos últimos acontecimientos han servido para aplastar al proletariado o aislarlo creando ciertos
centros de “apoyo” como por ejemplo la administración pública, a través de los aumentos
salariales —y las reformas que se proyectan en el aparato administrativo mediante los cursos de
preparación y perfeccionamiento—.
¿El hambre, la desocupación, la insalubridad, la vejez prematura, la falta de habitación, los
salarios bajos, la política anti-obrera, los escuadrones volantes, las reformas al código penal, la
violencia en el campo, todo esto es nacionalismo? ¿De que planificación, de soluciones? ¿De
qué anti—imperialismo hablan? ¿Qué autonomía y libre determinación existe? ¿La “coincidencia”
en el viaje de Rodríguez Lara a Venezuela con el de Rogers, fue coincidencia o planificación?
Fuera los traidores al proletariado, vuestros cánticos de alabanza a la dictadura, a ese pútrido
nacionalismo. Vuestro chovinismo es asqueroso, basta de engaños, aniquilad la miseria de
vuestras cabezas, suicidaos; y a vuestros amos, los burgueses echadlos fuera de nuestro
camino, de la senda victoriosa del proletariado. Ningún burgués podrá convencer al proletariado
de la bondad de las injusticias, el dolor y el sufrimiento; pagaréis por ello. Por eso hoy todo
nuestro esfuerzo debe ser un grito de guerra para sellar la unidad nacional de clase, para
construir comités semi-legales y clandestinos para la lucha por los derechos sociales y políticos
de las masas oprimidas. Redoblemos nuestro trabajo pata recobrar el tiempo perdido,
expulsemos de las filas del proletariado el oportunismo y la claudicación.
No puede haber unidad en ningún lugar donde campee el “requies qant in pace” reformista. No
podemos guardar las apariencias. Mantener la unidad con el oportunismo es debilitar nuestras
aspiraciones cada vez más; reforcemos nuestra lucha en los principios y en la táctica.

Organizarse es comenzar a vencer


Lucha a muerte por una patria nueva
15 de abril de 1975

Publicado por primera vez en Causa Proletaria Nº10, pág. 2-10, 1975
La lucha victoriosa de los pueblos es la mejor guía para nuestra acción
Manuel Uribe

La velocidad con que se han desencadenado los acontecimientos y los trascendentales sucesos
del primer trimestre de este año nos llevan a concluir que la crisis general que hoy sacude al
mundo capitalista, la ampliación de las luchas victoriosas de los trabajadores y los pueblos y, la
consolidación de un bloque socialista fuerte y solidario, como manifestaciones actuales de la
lucha de clases a nivel mundial.
Muchos fenómenos “ocultos” saltan a la superficie y la marejada de luchas sociales evidencia la
real situación del capitalismo, sus contradicciones y el antagonismo que lleva a enfrentarse a los
diversos países capitalistas en su afán de captar mercados, materias primas y aliados,
La crisis del Medio Oriente o la denominada “Guerra del Petróleo” determina que los socios del
imperialismo yanqui adopten una preocupación más acentuada por sus intereses; disminuyendo
no sólo el prestigio sino también el poder yanqui en las diferentes “áreas” del “mundo libre”. Los
primeros signos se manifiestan en la ofensiva diplomática y las “iniciativas” europeas para
superar la inflación mundial y llegar a la mesa de conversaciones en condiciones de “igualdad’ a
los países industrializados con los “en vías de desarrollo” (ver C.P. No. 6-7). La república
francesa cumple eficientemente este cometido, encabezando políticamente a los países del
Mercado Común Europeo, la Comisión Económica Europea y en general a los intereses del gran
capital europeo; dicha ofensiva va acompañada de los ofrecimientos y garantías que ofrece en
ayuda técnica, empréstitos en condiciones “ventajosas” para los “países no desarrollados”. La
lucha contra los intereses político—económicos norteamericanos se pone de manifiesto cuando
Francia disputa el aprovisionamiento de armas a la OTAN y el nada despreciable negocio de 300
millones de dólares en material bélico.
Así el capitalismo europeo pasa a la ofensiva luego de una etapa aparentemente tranquila o de
segundo orden, buscando cambiar el polo hegemónico del capitalismo mundial, para lo cual,
previamente necesita debilitar políticamente y aprovechar muy bien cada uno de los “errores” de
la política norteamericana; esto permite a los europeos penetrar en los mercados y áreas de
influencia controladas por los yanquis. Este conflicto evidentemente puede ser utilizado, bien por
las vanguardias revolucionarias del proletariado en su lucha, lo mismo que por las burguesías de
los denominados países “tercermundistas”, que encuentran la fisura propicia para negociar en
mejor forma sus intereses, mediante lo que hoy se ha dado en llamar “nacionalismo”, “actitud—
patriótica” o, definitivamente “anti—imperialismo”, formas que no cambian en absoluto el carácter
opresor de las minorías dominantes.
La crisis imperialista no es un hecho casual sino, el fruto mismo de las contradicciones que
caracterizan a la sociedad capitalista y de la pujante ofensiva del proletariado mundial. En el No.
6—7 de C.P, se analizaba ya este fenómeno que hoy lo ampliamos: derrotas, retiradas, fracasos
diplomáticos, estancamiento de las conferencias, todo esto, es sin lugar a dudas el corolario de
la política de garrote y “buen vecino” implantada por el imperialismo.
La pérdida de influencia y de poder norteamericanos se manifiestan así: fracaso militar, político y
diplomático en Chipre; derrota diplomática, militar y política en el Medio Oriente; bancarrota de la
política anti—comunista y anti—popular en Grecia; crisis total de la OTAN; pérdida de control e
influencia y peligro para la “estabilidad europea” por la victoria anti—fascista en Portugal.
Sumado a esto la caída de algunas monarquías; la reactivación de las luchas revolucionarias en
Europa que tienen su signo más alto en la ofensiva proletaria contra el fascismo en España.
El descalabro total y definitivo y las pretensiones de implantar una política aleccionadora para los
pueblos a través del proyecto de “vietnamizar” cualquier intento de lucha emancipadora, implica
el fracaso del imperialismo con respecto a sus promesas de gendarme internacional para
mantener la estabilidad de las burguesías sumisas al dólar, fracaso de la tecnología utilizada
para oprimir y sojuzgar a las masas, escándalo internacional con relación a los métodos “limpios”
y “honestos” de la intriga que caracteriza a la criminal acción de los cuerpos de seguridad y
espionaje imperialistas.
Todo esto se ha de ver mejor al sufrir los guerreristas yanquis la más humillante derrota por la
acción incontenible del heroico pueblo vietnamita, confirmando así lo que señaláramos: “ni la
más alta tecnología puede detener a un pueblo organizado armado política y militarmente”
(Balance Crítico, Enero/71), se ha desbaratado así, el afán de todos los cultores del poder
burgués, de tanto caníbal afanoso en convertir a la ciencia y técnica en armas de chantaje,
mixtificándolas y poniéndolas como nuevas diosas. Vietnam es la lección más grande del
proletariado en la etapa de agonía del imperialismo, es inspiración del “Che” Guevara, ejemplo
luminoso para la lucha de todos los pueblos del mundo; en Vietnam es rescatado el hombre, es
él quien hace la historia, quien gobierna a la naturaleza, quien utiliza la técnica. Todos los
intentos yanquis son destruidos y ya nada detiene el triunfo total del proletariado vietnamita.

El terror no dejará dormir a la burguesía.


Los combatientes revolucionarios de Camboya suman más victorias para el internacionalismo
proletario y contundentes derrotas para el ya anti—histórico capitalismo mundial; en Indochina no
ha sido derrotado solamente el imperialismo yanqui, sino todo el capitalismo mundial; el sudeste
asiático se ha puesto rojo y las nuevas ofensivas proletarias obligan a los imperialistas a
emprender en vastos programas guerreristas y a buscar nuevos planes para detener su caída
total. Los mismos técnicos militares, los políticos y genios del crimen ven el peligro ante la
creciente lucha de las fuerzas revolucionarias tailandesas, los nuevos combates en Malasia,
Corea del Sur, Indonesia, Birmania, Laos, etc. Este terror no dejara dormir a la burguesía,
mundial, el triunfo total y definitivo de los pueblos pone en evidencia que al anti—imperialismo
del proletariado se lo conquista destruyendo el yugo del capital, la opresión de la minoría
burguesa y la emancipación de la sociedad.
Todos estos hechos deben y serán evaluados en orden a los intereses financieros de la
burguesía europea, que sin duda alguna abandona a su suerte a su viejo aliado, pues para el
capitalista no hay sentimiento de solidaridad, no existe compromiso ni honor si está de por medio
una jugosa ganancia. Para el capitalista europeo la situación es favorable y debe ser
aprovechada, por eso Inglaterra y Australia abandonan el escenario y se preparan para llevar
una política de “buena vecindad”. El triunfo revolucionario de los pueblos obliga a los capitalistas
a olvidar “lo criminal” de la ideología socialista y a reconocer, a los pueblos el derecho a su
autodeterminación, todo en interés del comercio y la producción capitalista.
¿Podrán los yanquis mantener su hegemonía, poder y dominio y soportar nuevas derrotas?
La historia es implacable, sólo quien lucha por el progreso y la superación de la humanidad,
quién lucha por la verdad, tiene derecho al triunfo, aprendamos, entonces, qué es y cómo llevar
adelante el anti—imperialismo, y seamos consecuentes para preparar la hora en que las masas
rasguen las alboradas para dar paso a la luz. Armar al pueblo para su enfrentamiento total y
definitivo en este momento, quiere decir organizarlo, enseñarle a diferenciar en la práctica, en su
lucha cuotidiana “cuáles son los planteamientos de los revolucionarios, cuáles los de los
reformistas, cuáles son los triunfos políticos” (Doc. Político MIR, Junio—71), es decir, desatar
nuestra lucha de clase, llevar hasta sus últimas consecuencias la lucha contra la sociedad
burguesa y la esclavitud asalariada.
El proletariado debe evaluar cada uno de los acontecimientos con su propia cabeza, en orden a
sus intereses de clase, desarmando, paralizando y destruyendo los cantos de sirena de la
política patriotera de los reformistas. El proletariado debe destruir el evangelio burgués de los
reformistas.
Jamás podrán acallar nuestros deseos de libertad y futuro luminoso para el proletariado y el
pueblo oprimido. Redoblemos nuestra solidaridad militante con los proletarios que luchan con el
arma al brazo preparando nuestra guerra revolucionaria, con una lucha sin cuartel a todos los
intentos de la burguesía para adormecer a las masas con sus promesas. Ahora, organizar la
unidad nacional de clase, desterrar a los falsos apóstoles del proletariado, construir un
movimiento de masas amplio y potente es el mejor homenaje que podemos rendir a nuestros
hermanos revolucionarios del mundo. El capitalismo no tiene salida ni salvación posible “es la
hora de los hornos y en ella no se verá más que la luz”.
Marzo 1975

Publicado por primera vez en Causa Proletaria Nº10, págs. 11-13, 1975
Breves consideraciones sobre el proyecto burgués y las tareas actuales del proletariado
Pablo Razín y Eduardo Moreno

La dictadura militar en el transcurso de estos últimos dos años (73—74) ha mostrado


“estabilidad” y actividad sin mayores contratiempos. El saldo de su administración ha sido
calificado por toda clase de politólogos e híbridos marxistas como “de una acción positiva en
beneficio de la patria ecuatoriana” (sic), razón por la cual los reformistas han relegado las tareas
políticas del proletariado a un segundo plano, en “aras del progreso nacional”, y del “anti—
imperialismo burgués”.
La realidad interior, tanto en el seno de las FF.AA. como del gobierno evidencia hasta qué punto
llegaron las contradicciones político—económicas, y cuál es la tendencia y característica
esencial que va adoptando la sociedad, poniendo al desnudo su carácter capitalista, ésta en la
lucha de intereses determina que el poder político del Estado tenga que encontrarse en una
constante inseguridad (ver C.P. Nº 08, artículo de Razín sobre las FF.AA.), en cuanto a los
elementos de la administración; casi todo el equipo que asumió inicialmente el gobierno ha sido
cambiado, quedando solamente los ministros de Relaciones Exteriores y Salud.
Los ministerios de mayor conflicto y donde se ha acentuado con más claridad los cambios y la
tendencia que ha ido tomando el gobierno han sufrido alteración en la gestión de sus titulares
hasta por tres ocasiones como reflejo de la lucha de las fracciones burguesas, de los intereses
del gran capital y la tendencia hacia la modernización del país. Esto vuelve al orden del día la
tesis señalada por nosotros: la lucha de tendencias y la renegociación de la burguesía con el
imperialismo, solo son posibles cuando el movimiento de masas ha sido paralizado mediante la
utilización de formas jurídico—políticas y represivo—policiacas y por la presencia de un sector
burgués en el interior de la clase obrera; tal el objetivo de la política de los reformistas. Mucho
más en la época actual de la crisis imperialista y de las enormes contradicciones en el seno, del
capitalismo mundial, cuando los burgueses intentan velar las causas de la crisis capitalista con
fenómenos aparentes (la cuestión petrolera, por ejemplo) todo esto encaminado a justificar la
inoperancia y decrepitud del sistema burgués en su conjunto.
La actitud política y los conflictos de la dictadura está en relación directa y proporcional con los
intereses burgueses en pugna; veamos, o por lo menos ubiquemos a cuatro de los sectores
protagonistas: el tradicional agro—exportador—importador (el término “tradicional” debe ser
entendido como el de mayor hegemonía), el terrateniente, el industrial y naturalmente el capital
financiero internacional.
Para iniciar, situemos tres concepciones referentes al estado de desarrollo de las fuerzas
productivas, la capitalización del país y el estado político alcanzado por los sectores de la clase
dominante.
En esta perspectiva, examinemos cada una de las áreas o sectores de la economía:

1. El agro

a) El clásico concepto y la acción política de la izquierda de la lucha “anti—feudal” en el


momento presente se ve enfrentado a nuevas situaciones, sobre todo si consideramos
por ejemplo que el sector terrateniente es quien tiene mayor influencia en el aparato
político, y es quizá único organizado y con estructura política partidaria.
b) En los países como el nuestro, se expresan características mediante las cuales el sector
terrateniente encuentra y tiene facilidades para integrarse a las nuevas condiciones que
imponen las relaciones sociales de producción, sin afectar en lo fundamental; y en la
mayoría de las veces en lo mínimo el carácter de la propiedad, sobre todo por la acción
del capital estatal, y así mismo débido al asocio que logran con la inversión extranjera;
por esto, las áreas de mayor productividad son fácilmente transformadas en unidades
agro—industriales (ver programas estatales y de las Cámaras de Producción sobre el
proyecto agro—industrial).
c) El fenómeno anterior tendría que ser visto sobre todo por el “condicionamiento” que
sufren las fuerzas productivas en los países llamados “en vías de desarrollo” por la
acción del capital financiero monopolista de los países de economías capitalistas
expansivas (nos referimos a los capitales imperialistas).
d) La acción del Estado orientada hacia la capitalización de los pequeños y medianos
productores —sin descuidar que lo esencial está dirigido hacia el proyecto agro—
industrial— (ver Doc. Político MIR, Junio—71), de hecho establece una configuración
completa y sujeta a una serie de contradicciones, donde es preciso determinar la
especificidad de los mismos en la realidad agraria del país. Veamos por ejemplo algunos
elementos que pueden servir para objetivar el fenómeno:
El capital de operaciones del Banco de Fomento, de 1.200 millones de sucres,
incrementado por los impuestos de la explotación petrolera y con fondos de
capitalización de instituciones financieras, en el año 73—74 se distribuye de la siguiente
manera: para el llamado “sector agro—pecuario” (terrateniente) 684 millones 900 mil
sucres; para programas de cooperativización 120 millones; para “capacitación” de
pequeños agricultores 300 millones. En el 74 se incrementarán estos fondos de
operaciones en aproximadamente un 82%o, o sea, en 3.000 millones de sucres.
Todo esto evidencia cómo la línea de capitalización en el campo, está dirigida
especialmente por los programas de financiamiento estatales que por otra parte son el
elemento decisivo en las consideraciones organizativo políticas de la clase dominante.
Consecuentemente las fuerzas políticas y las organizaciones políticas revolucionarias
que pugnan con un sistema deben tener presente este hecho.
e) En todos estos contextos es imprescindible catalogar en su real dimensión el carácter de
la iglesia y el papel del clero reformista (es importante estudiar los documentos de la
FENOC) en cuanto hay una dirección efectivamente “modernizante” en su dominio, y el
traspaso de las formas precarias digamos pre—capitalistas de producción a las actuales
cooperativo técnico—industriales; elementos que nos señalan también la existencia de
un “nuevo” concepto ideológico en el mantenimiento del statu-quo.
f) La comercialización de los productos alimenticios, en especial de los llamados “vitales”, y
el aparecimiento, ampliación y centralización de esta actividad a través del Estado por
intermedio de ENPROVIT, nos demuestran a las claras el cambio sustancial que se
opera en la producción agrícola, y en la organización de un mercado interno, las formas
y características que ésta ha adoptado; alcanza según informes oficiales los siguientes
rubros: 300 millones de sucres la comercialización realizada por ENPROVIT en 1973,
600 millones en 1.974, 80 millones solamente en enero del presente año, cifras que
demuestran el grado de centralización que va adquiriendo el Estado en esta área de la
economía.
g) La diversidad ocupacional de los campesinos (ampliación de los asalariados agrícolas y
fortalecimiento de una pequeña burguesía agraria a través de la cooperativización) trae
consigo cambios sustanciales en los objetivos reivindicativos y una pérdida de visión en
el contexto de sus objetivos políticos y la organización de los mismos, elemento esto
debe ser tomado en cuenta para definir las tareas y el estilo de trabajo que viabilicen la
alianza revolucionaria de obreros y campesinos.

2. La industria y su capitalización.
a) La izquierda olvida con “harta frecuencia” la tipificación objetiva del desarrollo social y político
de nuestro país; y cuál es el real carácter de la burguesía. Este “olvido” deviene, no solo en
errores tácticos y metodológicos sino sobre todo en limitaciones estratégicas.
Preguntémonos si es posible seguir manteniendo los mismos criterios en torno a la sociedad, las
clases dominantes, la lucha política, la táctica política, de los años —por ejemplo— 1.870 (en el
plano interno el dominio clerical y los primero indicios de modernización del Estado ecuatoriano),
y no reconocer algunos fenómenos concretísimos; el auge del capital monopolista y por decir lo
menos imperialista de los años 1.890 a 1.914 en la vieja Europa y la época de las revoluciones
socialistas a partir de 1.917.
No se puede conceptuar a una burguesía en lucha contra el feudalismo del mismo modo que a
una burguesía triunfante; y a esta, de igual manera al modelo clásico definido por Marx, en
nuestra realidad. En el primer caso, la burguesía deviene en revolucionadora de la sociedad, y
apoyándose en los sectores populares y oprimidos derrota el poder económico-político de la
nobleza terrateniente y clerical; en el segundo caso, la burguesía es y deviene por su propio
carácter en regresiva; por tanto, sólo puede existir a condición de explotar y oprimir al pueblo,
por lo mismo una burguesía triunfante es reaccionaria. No ver esta diferencia y los nuevos
fenómenos presentes en la sociedad capitalista, es ir a la cola de los intereses de la burguesía
más reaccionaria, o sencillamente tomar el rábano por las hojas, los sueños en una burguesía
“progresista” sólo encajan en la mentalidad oportunista de los reformistas.
En la dirección anterior es importante analizar con mucho detenimiento el papel que juega el
capital extranjero en la acentuación de la opresión. Examinemos el siguiente pasaje que ilustra
esta idea: la penetración de capitales y el montaje de ciertas industrias darían como resultado
que “nuestra” burguesía tenga que ser necesariamente la que más explote al trabajo asalariado,
es decir, adoptar un carácter mucho más rapaz puesto que se encuentra en desventaja frente al
gran capital, por un lado, y, por otro por la tecnología que viene unida a la inversión industrial del
capital extranjero y/o en último término, por la desventaja de igual manera en las empresas de
capital asociado. Pero esto no puede ser visto mecánicamente como lo hacen a menudo los
reformistas para descubrir la clave que los conduzca hacia su “burguesía nacional”, criterio
teóricamente inexacto y políticamente oportunista. Este aspecto es de importancia fundamental,
puesto que de otra manera erraremos en nuestra táctica política y en último término veremos
determinativamente la acción del monopolio como la única, causa, razón y consecuencia de la
explotación, opresión y miseria del proletariado lanzándonos en la clásica lucha “anti-monopolio”
que ha caracterizado a las tesis reformistas, “social chauvinistas”, que olvida el carácter del
modo de producción capitalista y limita considerablemente la lucha de los trabajadores y el
movímiento de masas en su acción política de clase, y en cambio, se dirigen por un
reivindicativismo conciliador y economicista; sin ubicar los reales términos de la lucha anti—
imperialista y las tareas del proletariado como movimiento político de clase.
b) Se torna de importancia decisiva el análisis sobre los partidos políticos burgueses, el carácter
y la tendencia de la burguesía en nuestro país; así por ejemplo si tomamos como modelo a otros
países del continente e incluso europeos para objetivar el fenómeno, podemos afirmar que
“nuestra” burguesía carece de partido político y que en último caso el partido que la representa
es el conservador que hoy pugna por ligarse decisivamente al capital financiero internacional. Se
podría situar como ejemplo el desarrollo de este partido sobre todo a partir de 1.939; por el
contrario el partido liberal aparece como el partido de los comerciantes que finalmente toma un
carácter pro-imperialista mucho más acentuado que los otros; este ideario político que
caracteriza a los partidos liberales guiados por las tesis del iluminismo, pierde su esencia en
realidades como la nuestra y más bien se adaptan al concepto general sobretodo político-
económico de los conservadores.

¡“¿Dos causas que frenan el desarrollo…?”!


Los intereses de las clases dominantes se confunden en la actualidad con el análisis tradicional
de la izquierda, y demuestran a la dictadura como su instrumento más efectivo; así, en Enero del
74 (y en los actuales análisis del 75) en uno de sus órganos, “El Comercio”, y en otros como la
Revista NUEVA, “El Expreso”, etc., los burgueses plantean:
“Sin apasionamientos nos hemos referido a la política sobre el petróleo, que afortunadamente
(los subrayados son nuestros) pudo tener definiciones claras y equilibrios aceptables” (esta
apreciación tiene una extraña similitud con los criterios de nuestros “analistas” políticos “anti-
imperialistas”... quienes han olvidado que el estudio de los fenómenos sociales es consecuente
con el marxismo revolucionario, es decir, con el análisis del antagonismo de clases, el desarrollo
de las fuerzas productivas, el estado actual de la sociedad y las manifestaciones políticas cono
consecuencia de intereses contradictorios —lucha inter—burguesa — y antagonismos —
enfrentamiento proletariado—burguesía— en la lucha por el socialismo. En cambio, la burguesía
tiene un análisis más o menos sui—generis y sobre todo desde el punto de vista económico,
evidencia la naturaleza de sus intereses y la acumulación capitalista, análisis que se pone de
manifiesto en las siguientes líneas de la cita que estamos analizando). “Por más que pretendan
ocultarse determinadas posiciones, es innegable que en el fondo del devenir político que
estamos viviendo(sic), están en lucha dos tendencias opuestas y externas” (estos señores
entienden que la lucha de clases es “externa” a la realidad social de nuestro país y de las clases
en pugna) “opuestas a la buena convivencia y en el último término no correspondientes con el
sentimiento patriótico que debe animar a todo ciudadano; lo que nos amenaza con una
revolución total” (los burgueses entienden con mayor claridad que el revisionista y el
librepensador el papel revolucionario del proletariado y la inminencia de una verdadera
revolución total y única en su carácter en la historia) “dirigida por el marxismo internacional” (la
burguesía con su clásico criterio de mercader y usurero, sigue pensando que se importan o se
exportan revoluciones; y nuestros “marxistas nacionales” en su intento de escapar a la aberrante
crítica de la burguesía, niegan ser internacionalistas y que nuestra revolución será total, de ahí
tanta fraseología de clérigos, para adoptar una posición más blanda frente a las masas, que no
deben saber que la revolución proletaria es por esencia internacionalista en su archiconsabida
táctica de darse las vueltas, hacer tres carambolas, santificarse y después de tres rosarios
señalar a las masas la existencia de la opresión del capital sobre el trabajo y de la necesidad de
la revolución proletaria).”Y la que se proponen presentar toda clase de resistencias a las
reformas económicas y sociales” (aquí es donde está el modelo del asunto, esa izquierda que ha
vuelto al marxismo huero, al academicismo legalista, que lucho por alcanzar el reconocimiento
legal por parte de la burguesía de la lucha de clases, se esfuerza por alcanzar únicamente
reformas, las que según estos harán avanzar a las masas; por otro lado, un sector de la
burguesía responde en oposición a todas las reformas aduciendo igualmente que son “tácticas
comunistas”, luego este tipo de izquierda se identifica con un sector “progresista” de la burguesía
que ve en las reformas la posibilidad de readecuar el sistema de dominación de clase y la
supervivencia de la sociedad capitalista, el proletariado sólo utiliza las reformas como medio más
no como fin).
La burguesía que se ha vuelto “inteligente” continúa su análisis de lo que podría llamarse “Dos
causas que frenan el desarrollo” y afirma: “Los líderes del extremismo revolucionario no pueden
inspirar la menor confianza a la gente que piensa” (los burgueses desde que se erigieron en
clase dominante, consideran que son los únicos que piensan y que toda la historia se reduce a la
existencia del modo de producción capitalista; por ello, y con razón no les inspira la menor
confianza el marxismo—leninismo y la actitud del proletariado revolucionario) “porque se han
manifestado exclusivamente como vacios de ideas, y repletos en cambio de consignas” (esto ya
es más importante, a pesar de la estupidez del argumento, se confunden al ver indistintamente a
la izquierda revolucionaria con una sola y única concepción táctica-metodológica-política, aunque
se esfuerzan por distinguir la existencia de reformistas y revolucionarios; la burguesía denota
que no le teme a la izquierda legal, que ésta no es precisamente representante y dirigente del
proletariado revolucionario, por eso les llaman, utilizan y tratan como a imbéciles, carentes de
ideas políticas, objetivos de clase y sus consignas no expresan las necesidades concretas de la
revolución. La burguesía reprime al pueblo y conculca sus derechos precisamente por contar con
un aliado como los conciliadores y reformistas) “como desconocedores de los problemas mismos
de la realidad nacional y de sus posible soluciones” (jacta “sagacidad” en este en engendro de
teórico burgués. El proletariado debe responderles: “el águila no caza moscas”) “y como los
peores estorbos para una efectiva acción política renovadora” (el desprecio que sienten los
burgueses hacia los reformistas nos lleva a aseverar que mal paga la burguesía a sus devotos,
hay que destacar que en efecto son los reformistas son los peores estorbos para la revolución
proletaria) “por otra parte, los reaccionarios ciento por ciento” (este servidor de la burguesía en
un amago de inteligencia y con el mismo criterio de los reformistas cree que hay reaccionarios a
medias, el 75%, el mal menor, etc.) “lo único que hacen con sus incomprensiones es el
movimiento de los agitadores profesionales”.
En definitiva, este burgués concluye en que las expresiones extremas son iguales vengan de
donde vinieren —no es ideológico el criterio de los híbridos “críticos” del marxismo loadores de la
“unidad”—. Su consigna destemplada es “diálogo” para el progreso en provecho de la burguesía,
la patria y la nación, en tanto que sucumben las masas, se alejen las “incomprensiones” y unidos
patriotas, civiles y militares construyamos la “gran nación ecuatoriana”, sin la participación de las
masas y más bien acentuando su opresión y dominación. Luego, retomaremos este punto.

3. Burguesía agro-industrial—exportadora—importadora (Oligarquía)


En este punto, queremos destacar un importante aspecto que a la vez que esclarezca a los
sectores populares intente profundizar sobre el papel y carácter de la denominada
“oligarquía”. Este concepto que se lo ha utilizado para definir a una tendencia o sector
económico dé la burguesía hay que ubicarlo en su real significado; antes que ser una
denominación económica, es fundamentalmente política.
Así por ejemplo, dista mucho el criterio de la oligarquía enunciado clásicamente, con los que se
ha dado en denominar en nuestro continente, sobre todo, por el carácter del desarrollo
condicionado, atrofiado y en cierta medida desvirtuado del capitalismo. Analicemos más
detenidamente este aspecto: “La colonización capitalista no modernizó a los latinoamericanos
porque no estaba destinada a ello; su objeto ha sido y es racionalizar y aumentar la explotación
de las materias primas, dejando intocados, en lo posible los intereses tradicionales, esto es, los
intereses de los propietarios de la tierra” (1). Pero no sólo esta característica debe ser
destacada; “En las relaciones humanas internas (+) relaciones sociales de producción debe
entenderse, con sus connacionales, continuaron comportándose como señores feudales, en
cambio, en sus relaciones con el comercio exterior adoptaron una actitud liberal, casi moderna”
(2). Pero en nuestro caso tendría que vérselos incluso en el proceso más claro de la iniciación,
desarrollo, concentración y acumulación de capital, sobre todo a partir de la abolición de la
esclavitud por Urbina y el consecuente pago por parte del Estado para contener no solo la furia
de la gran propiedad territorial, sino también de la iglesia.
¿Qué consecuencias trae esta forma y comportamiento de la clase dominante?: 1._ los países
como el nuestro no pueden desarrollar su capitalismo —autónomamente—, puesto que la
producción y la acumulación del gran capital en los países europeos especialmente, los inscriben
más bien, en un régimen de división internacional del trabajo, y es aquí donde cumple su real
papel la denominada oligarquía; 2._ la característica de países monoproductores o
monocultivadones es la consecuencia directa de lo anteriormente señalado; por lo que cada vez
que una nación es obligada a cambiar su producción debido a las necesidades del mercado
mundial, las masas se ven sujetas a toda clase de calamidades, porque la clase dominante
socializa sus pérdidas a través de las devaluaciones, y otras “medidas salvadoras” para echar el
peso de la crisis sobre el hombro de los trabajadores y el pueblo; y la crisis generalmente se
manifestará en el Estado que es en general débil poco tecnificado y sin capacidad de
centralización; 3._ la actitud de esta política irá combinada con una actividad en la cual el Estado
nacional latinoamericano juega su papel en la colocación del capital y lo irá haciendo en aquellas
ramas, que permitan mantener esta característica por mucho tiempo; empréstitos a los gobiernos
para asegurarse su apoyo, puertos y ferrocarriles para tener sus áreas de explotación, crédito
para aumentar el número de operaciones... A medida que el capital industrial triunfa en Europa y
mejora los transportes, la economía sudamericana queda bajo la completa dependencia del
mercado europeo” (3).
Situemos entonces, resumiendo lo anterior, a la oligarquía actuando en base del capital
comercial, tanto de empréstitos, cuando por la “acumulación” determinada por la
superexplotación de grandes masas de trabajadores, básicamente en el agro, con una
mediana tecnificación – aunque en gran medida – y por espacio de algunas décadas
fuera la tecnología más avanzada, dominante y rectora o condicionadora de las otras
actividades productivas y dirigido hacia la comercialización interna, todo esto en
detrimento del mercado interior y el desarrollo acelerado de las poderosás fuerzas
productivas que dormitan en la sociedad. En esta dirección hay que entender esta
denominada oligarquía son lo que podríamos llamar campesinos ricos y dominados por
una ideología aristocrático—clerical, quienes no ven en la fuerza de trabajo la base de la
creación de riqueza y valor, que entienden a la riqueza como exclusiva y derivada de la
renta del suelo; estos en el curso de la actividad política adoptan un cariz de caudillismo
ó cacicazgo — gamonalismo — producto de lo cual devienen en la actividad tanto
administrativa como comercial y que gracias a la concentración del capital comercial del
que hablábamos obtienen poder y pueden asumir la dirección política del Estado en
asocio a un embrionario capital de usura financiera (primeras décadas de este siglo).
El gran desarrollo político que logra este sector —por su estrecha vinculación con el mercado
capitalista internacional— y la derivación de su actividad lo lleva a defender y en última instancia,
a entregarse a los intereses de este mercado imperialista; esto, porque necesita de un amplio
mercado que le brinde posibilidades de absorber “su producción”.
En las consideraciones políticas para el presente trabajo de identificar no a la oligarquía
únicamente con respecto a su posición frente a la producción nacional, sino cómo se
articula en la vida política del país el capital comercial; es innegable que desde los
inicios de la vida republicana se acentúa aún más la vinculación de nuestro país al
mercado capitalista, cuando el capital comercial ha logrado un gran desarrollo a nivel
mundial, produciéndose una división internacional del trabajo, por esto es en esta
dirección de intereses y ligado al gran conflicto que sacude a los centros capitalistas
europeos donde debe buscarse el origen de los conflictos internos; dictaduras, golpes
de Estado, revueltas, revoluciones, etc., antes de la presencia de los. imperialistas
yanquis.
A partir de la década de los años treinta y mucho más activamente en los años 50—60,
podemos ver cómo ha avanzado y hasta qué punto se ha centralizado lo que hemos
determinado como capital comercial, el mismo que ha de irse transformando en capital
financiero y como éste va a lograr una situación preponderante en la determinación—
político—económica del país. Si bien el capital comercial, aún conserva importancia, el
capital financiero comienza a dominar el desarrollo interno—externo del comercio y el
crecimiento de la actividad industrial (estúdiese por ejemplo los efectos de la creación de
los bancos centrales en América Latina), pero este capital tiene una característica
especial y es la de encontrarse vinculado y asociado con el gran capital multinacional.
Este capital financiero juega en una primera etapa el papel de agente intermediario del
gran capital monopolista con el mercado interno; además, sirve y garantiza la inversión
en la producción de materias primas, más tarde y por el propio proceso económico al
que se ve sometido el mundo capitalista y por la concentración de los grandes centros
financieros mundiales, el capital financiero “interno” aparece dinámicamente constituido,
poniendo fuera de combate al capital comercial, y como queda dicho, regulando e
intensificando el comercio y la industria. Pero en todo este proceso, la denominada
oligarquía ha ido ajustándose a las condiciones que imponían las variantes económico—
políticas de la sociédad ecuatoriana, de ahí que, para concluir, podríamos hablar del
“gran capital” aliado al capital financiero internacional como la fuerza que
determinativamente comienza ya a hablar de la “gran nación ecuatoriana”.

4._ El crecimiento económico y su vinculación con el capital financiero.


(Continuará en el próximo No.)

NOTAS:
(1) Abelardo Villegas, “Reformas y revolución en el pensamiento latinoamericano”
(2) Paulo Mercadante “La conciencia conservadora en Brasil”
(3) Gustavo Beyhaut “Raíces contemporáneas de América Latina”

Publicado por primera vez en Causa Proletaria Nº 10, págs. 13-19, 1975
Notas críticas
XI Congreso de la CEDOC: nada nuevo bajo el sol

Estuvimos en Portoviejo. La realización del XI Congreso de la CEDOC, pese a la debilidad de


ésta central en comparación con la CTE, había concitado interés en la perspectiva de la
necesidad de una opción proletaria de oposición a la política implementada por la burguesía y el
imperialismo a través de la actual dictadura. Y fue un congreso de oposición; más no una
oposición proletaria, sino una oposición demagógica de corte burgués (PDC) y en el mejor de los
casos pequeño—burgués (Cristianos por la Liberación).
Desde el comienzo se notó la carencia de propaganda y promoción del Congreso. Las consignas
enarboladas al interior del mismo son las ya consabidas, de ahí que señalemos “nada nuevo
bajo el sol”. “Unidad para la liberación”. ¡Unidad de —CEDOC! ¡Por una CEDOC unida y
combativa! ¡Contra la burocracia! ¡Por una CEDOC militante! ¡Por la Reforma Agraria!”, etc. Sin
aclarar, cómo la unidad, para qué la unidad, por qué la unidad, sin esta aclaración la consigna de
la unidad se disuelve en hibridez y suena a falsete demagógico. Por ninguna parte, y como es
costumbre, en los congresos obreros se habla de la necesidad de la organización política del
proletariado, se aclara lo que significa la unidad revolucionaria de obreros y campesinos y cuáles
son los pasos a darse para viabilizarla, jamás se hace agitación sobre la necesidad de la
creación de una central proletaria única de trabajadores, de lo indispensable que significa en
este momento lograr la unidad nacional de clase del proletariado, sobre la necesidad del partido
proletario, nada en absoluto, al contrario, se afianza a través de los congresos la conciencia
estrictamente sindicalista, públicamente se niega la necesidad de la organización política del
proletariado que supere el marco de la legalidad burguesa, se niega el papel del partido
revolucionario, se mantienen las formas de oposición a niveles economicistas y se conduce a las
masas hacia el oportunismo. Más aún, en este congreso de CEDOC la burocracia sindical de
esa central, con su consabída y tradicional demagogia realizó propaganda de corte chovinista
presentando a la CEDOC como la “vanguardia de la clase trabajadora”… “ante la traición de la
CTE y CEOLS, la CEDOC debe asumir su papel al frente de los trabajadores, etc.” palabrería
insulsa y reaccionaria porque no da salida política de clase y se concreta a la autocomplacencia
burocrática.
Nosotros no creemos en la omnipotencia de tal o cual central, nosotros no creemos en el
sindicalismo como fin sino como medio, nosotros no podemos depositar ninguna confianza en
una oposición burguesa o pequeño—burguesa a la actual dictadura, oposición que como es
lógico, no devela el verdadero carácter de la misma, nosotros luchamos por la independencia de
clase del proletariado.
Ya con motivo de la realización del XIII Congreso de la CTE señalamos con claridad los defectos
del sindicalismo, legalismo, clericalismo, etc., y las tentativas burguesas de utilizar a un sector de
trabajadores a través de los reformistas del PC y PCMLE. Definir nuestra política por un
gobiernismo o un anti—gobiernismo a secas, significa rebajar nuestras consignas y tareas,
empantanarnos y no conducirnos con un programa y acción de clase proletaria.
Gobiernismo o anti—gobiernismo no puede ser de ningún modo la fórmula de acción del
proletariado, ambas posiciones significan optar por un sector u otro de la clase dominante. En
este último congreso de CEDOC la oposición burguesa al gobierno estuvo llevada adelante por
la Democracia Cristiana, partido burgués que pretende utilizar a los trabajadores. Todas las
resoluciones del congreso, habían sido aprobadas en el último congreso de este partido reunido
a principios de este año, es claro, la podredumbre burguesa pretende atrofiar la conciencia de
clase del proletariado, aún incipiente, a través del trabajo en perspectiva de la DC.
Más para suerte de la dirigencia burocrática sus proyectos son golpeados por las bases, FENOC
y FEDEMETAL logran un importante triunfo al desplazar a los “obreristas”, a esos fariceos; los
“Figueroa y CIA”. Pero sí esto hay que evaluarlo, los compañeros que luchan por una real
oposición proletaria deben redoblar su trabajo, su estudio y sus líneas de acción y responder con
una cada vez más potente respuesta y lucha por conseguir los objetivos de clase del movimiento
obrero. La nueva directiva tiene un serio compromiso.
Frente a los intentos de asaltar la conciencia, las tesis, programa y táctica del proletariado,
llamamos a todos los trabajadores del campo y la ciudad a aunar esfuerzos, a organizar la
denuncia contra los agentes de la burguesía infiltrados en nuestras filas, a organizar los comités
de resistencia popular, a pasar de la denuncia a la agitación, de la agitación a la toma de
conciencia y al compromiso militante y revolucionario, a luchar por construir la unidad nacional
de clase del proletariado. Permanecer como estamos, compañeros trabajadores, con un grado
de conciencia atrofiado, sometidos a la influencia de la ideología burguesa de los oportunistas
amarillos, es negar nuestro papel histórico universal como destructores del régimen de esclavitud
asalariada y constructores de la nueva sociedad.

15 de Abril de 1.975
Causa Proletaria

Publicado por primera vez en Causa Proletaria Nº 10, págs. 20-21, 1975

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