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Jacques Rancière

Texto traducido y establecido al español por A. Arozamena

Para leer
El
Capital

III

La crítica de la economía política de los “Manuscritos


de 1844” al “Capital” ‫ ٭‬Crítica & ciencia en “El
capital” ‫ ٭‬Notas a guisa de conclusión ‫٭‬

FM/petite collection maspero


© Libraire François Maspero, Paris 1973
Nota del editor

Es para responder al deseo, a menudo formulado, por nuestros lectores de los dos
primeros volúmenes de Lire le Capital aparecidos en la Petite Collection Maspero por
lo que hemos decidido publicar de nuevo estos dos volúmenes, Lire le Capital III y Lire
le Capital IV. La edición publicada en 1965, en la colección Théorie, bajo la dirección
de Louis Althusser, es pues restablecida en su integridad.

El Editor.

2
Jacques Rancière: El concepto de crítica y la
crítica de la economía política de los
“Manuscritos de 1844” al “Capital”

Esta exposición encuentra su justificación en el subtítulo del Capital: “Crítica de la


economía política.”.
Este subtítulo llama a dos consideraciones:
1) El concepto de crítica es un concepto que encontramos presente en toda la obra
de Marx. Marx lo utilizó en todos los momentos de evolución de su pensamiento para
designar su actividad específica.
Por otro lado, si bien este concepto ha estado siempre presente en Marx, sabemos
que fue explícitamente tematizado por Marx en un momento preciso de su historia, a
saber: durante los años de 1842 a 1845. Durante todo este período, fue el concepto
central de su pensamiento. De ahí, la cuestión: ¿qué relación mantiene nuestro subtítulo
con el concepto de crítica que encontramos en las obras de juventud?
2) Especifiquemos el problema. El proyecto de una crítica de la economía política
fue formulado por Marx por primera vez en 1844. Es él quien, en adelante, dirigirá todo
el trabajo de Marx hasta el fin de su vida. Este proyecto da sucesivamente nacimiento:
- a los Manuscritos de 1844 que se toman explícitamente por una crítica de la
economía política,
- a la Contribución a la crítica de la economía política de 1859,
- al Capital.
De ahí el problema: ¿existe, y si existe qué relación hay entre el Capital y el
proyecto que en 1844 era el proyecto de Marx?
Naturalmente, no voy a hacer toda la historia del desarrollo de este proyecto, de
las elaboraciones sucesivas a las que da lugar. Me contentaré con relacionar dos textos,
El Capital por una parte y, por otra, los Manuscritos de 1844, primera crítica de la
economía política, estrictamente dependiente de la teoría crítica del joven Marx.
En una primera parte, intentaré definir la figura de conjunto de esta teoría crítica
puesta en práctica en los Manuscritos. Haciendo esto, fijaría un cierto número de puntos
de referencia (por ejemplo: el problema del sujeto económico). En la segunda parte,
donde no podrá ser cuestión el designar una tal figura de conjunto, tomaré en El Capital
dos o tres problemas, intentando aferrarme a los puntos de sujección (anclaje) fijados en
la primera parte y mostrar el desplazamiento de los conceptos y de sus relaciones que
constituye el paso a la cientificidad marxista, el paso del discurso ideológico del joven
Marx al discurso científico del Capital.
Me apoyaré en este estudio sobre un cierto conocimiento teórico constituido por
los trabajos de L. Althusser (Cf. Pour Marx, collection Theorie, F. Maspero, Paris,
1965), y los conceptos identificados y elaborados por J.-A. Miller, con ocasión de las
exposiciones (no publicadas) pronunciadas en los cursos del año 1964, y consagradas a
la teoría de J. Lacan y a la crítica de la psicología de G. Politzer. J.-A. Miller ha
demostrado el carácter decisivo de sus conceptos para la lectura del Capital en su texto:
“Función de la formación teórica” (Cahiers marxistes-léninistes, nº 1).

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I. – La crítica de la economía política en los “Manuscritos de
1844”

PRELIMINAR

La crítica aplicada en los Manuscritos representa la figura más sistemática de la crítica


antropológica, llevada a cabo por Marx en los textos del período 1843-1844, sobre la
base de la antropología feuerbachiana. (No hace falta decir que no siendo nuestro
objetivo aquí más que designar la figura acabada de esta crítica, el problema de la
relación Feuerbach-Marx está fuera de nuestro estudio).
Intentaremos definir esta crítica en respuesta a tres cuestiones:
¿Cuál es el objeto de esta crítica?
¿Cuál es el sujeto, es decir quién hace la crítica?
¿Cuál es el método?
La respuesta no es dada por el último parágrafo de la carta a Ruge de septiembre
de 1843:

“Podemos comprender la tendencia de nuestra revista1 en una sola


fórmula: auto-explicación de nuestra época sobre sus luchas y sus
aspiraciones. Es una tarea para el mundo y para nosotros. Lo que no puede
ser más que obra de fuerzas reunidas: se trata de una confesión, de nada
más. Para hacerse perdonar sus pecados, la humanidad sólo tiene que
declararlos tal como son. (Um sich ihre Sünden vergeben zu lassen, braucht,
die Menschheit sie nur für das zu erklären was sie sind.)”.

Toda la crítica se soporta en el modo en que los tres términos que he designado –
el sujeto, el objeto y el método- están aquí anudados.
Hablemos en primer lugar del objeto: ¿de qué se trata? Se trata de una experiencia
en la que el sujeto es la humanidad. Esta experiencia la humanidad la lleva a cabo desde
hace muchísimo tiempo de manera ciega, pero nosotros nos hallamos ahora en el punto
en el que le es posible comprenderse a sí misma.
El nosotros representa la conciencia crítica. Ella es la que primero toma la
conciencia de que ha llegado el tiempo en que esta experiencia llega a su término que es
el conocimiento de sí. Es la conciencia privilegiada en la cual esta experiencia llega a
ser clara para sí misma, o, más precisamente, es la palabra con que se expresa el
lenguaje en el cual esta experiencia humana conoce al fin su verdad.
Todo el método está contenido en este erklären. Significa a la vez declarar y
explicar. Eso quiere decir que la exposición de los hechos tal como son (für das was sie
sind), la exposición de la experiencia humana tal como se da, es ya su explicación.
Basta que la palabra sea tomada para formular estos hechos (lo que Marx llama los
pecados de la humanidad). La formulación de estos hechos es ya su conocimiento y su
conocimiento los suprime como pecados porque lo que los constituía como pecados era
precisamente el no ser conocidos, el ser una experiencia ciega.
Lo es que es dicho de capital en este erklären es que la explicación no pertenece
fundamentalmente a un orden distinto que el (lo) enunciado, la constatación (lo
constata).

1
Se trata de los Anales franco-alemanes.

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Podemos expresar esto por otra metáfora: diremos que la crítica es lectura. El
texto con el que ella se enfrenta es esta experiencia en la que el sujeto es la humanidad.
¿Qué es lo que constituye este texto, este enunciado? Este enunciado está tejido por
contradicciones. La forma bajo la cual la experiencia humana da a conocer su desarrollo
es la forma de la contradicción. Cada esfera de la experiencia humana (política,
religiosa, moral, económica, etc.) presenta un cierto número de contradicciones. Estas
contradicciones son experimentadas (sentidas) por los individuos en lo que Marx lama
“las luchas y las aspiraciones de nuestra época”.
El papel de la crítica es el de decir o leer –según la metáfora escogida- la
contradicción, declararla tal como es. ¿Qué es lo que establece su diferencia con el
enunciado ordinario? ¿Qué le permite ser crítica?
Es que percibe detrás de estas contradicciones, una contradicción más profunda, la
que expresa el concepto de alienación.
Se conoce de sobra la descripción banalizada: el sujeto, el hombre, expresa los
predicados que constituyen su esencia en un objeto exterior. En el estadio de la
alienación, este objeto le resulta extraño. La esencia del hombre es pasada a (en) un ser
extraño. A su vez, este ser extraño -que no está constituido más que por la esencia del
hombre- se plantea como verdadero sujeto y plantea al hombre como su objeto.
En la alienación, el ser propio del hombre existe bajo la forma de su ser extraño;
lo humano existe bajo la forma de lo inhumano, la razón bajo la forma de la no-razón.
Es esta identidad de la esencia del hombre y de su ser extraño la que define la
situación de contradicción. Es decir, que la contradicción se funda en la escisión de un
sujeto consigo mismo. Que la contradicción sea escisión, es lo que es capital para seguir
toda la articulación del discurso crítico.
En la experiencia, sin embargo, la estructura de la contradicción no es dada tal
cual. Se expresa bajo una forma particular. En efecto, la escisión del hombre con su
esencia tiene por consecuencia una división. Las diferentes esferas de manifestación de
la experiencia humana –esferas que corresponden a los diferentes predicados de la
esencia humana- toma cada cual una realidad autónoma. Debido a ello, la contradicción
se presenta siempre como contradicción en el interior de una esfera particular. Todo
enunciado de la contradicción que se sostenga en esta forma particular es un enunciado
unilateral, parcial. El trabajo de la crítica es elevar la contradicción a su forma general.
Diferentes conceptos expresan este cambio de nivel. Marx habla de forma
general, de altura de los principios, de significación verdadera. Estos términos se
resumen en el concepto general que designa la operación, el de Vermenschlichung
(palabra a (por) palabra: humanización). Dar a la contradicción su forma general, es
darla su significación humana: la separación del hombre y su esencia. Este sentido de
humano del que la contradicción particular es la manifestación, la crítica lo encuentra
despejando la forma general de la contradicción: la relación entre los dos términos en
los que la escisión está planteada en la contradicción.
Tomemos un ejemplo. En La Cuestión judía, Marx critica la manera en la que
Bauer ha planteado el problema de la emancipación de los judíos. Para este (Bauer), el
problema se reduce a la relación entre el estado cristiano y la religión judía. Así, no
considera el Estado en su forma general, sino que toma un tipo de Estado particular. Por
otra parte, no considera el judaísmo más que un su significación religiosa en lugar de
dar su significación humana general.
Marx, opera este pase (passage) en la forma general. De la contradicción
Estado/religión particular, pasa a la contradicción Estado/presupuestos del estado, la
cual reenvía a la contradicción Estado/propiedad privada.

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A este nivel aparece la contradicción profunda. El hecho de la esencia del hombre
existe fuera del hombre en el Estado.
Sobre este ejemplo, veremos que el discurso crítico es:
-explicitación del sentido profundo de la contradicción,
-redescubrimiento de la unidad originaria.
Esta unidad originaria, es la unidad de un sujeto y de su esencia. Es esta unidad
del sujeto hombre y de su esencia la que define, en la crítica feuerbachiana, el concepto
de verdad.
Este concepto de verdad nos permite situar el discurso opuesto al discurso crítico,
el discurso especulativo. Este se caracteriza como un discurso abstracto. Este concepto
de abstracción, en la crítica antropológica, es el lugar de un equívoco fundamental:
designa, al mismo tiempo, un proceso que tiene lugar en la realidad y el planteamiento
propio a un cierto tipo de discurso.
Abstracto es, en efecto, tomado aquí en el sentido de separado. La abstracción (la
separación) se produce cuando la esencia humana está separada del hombre, sus
predicados fijados en un ser extraño. La especulación parte de esta abstracción, de esta
separación de la unidad originaria. En este estado, el predicado existe separado del
sujeto. Pero esta escisión de la unidad originaria es al mismo tiempo constitución de una
nueva unidad, en beneficio de este ser extraño donde es alienada la esencia del sujeto.
Es lo que permite plantear el predicado como el verdadero sujeto. Y así es como los
teólogos, partiendo de la división entre el hombre y su esencia alienada en Dios, hacen
de Dios el verdadero sujeto. Así mismo, la filosofía especulativa –la filosofía hegeliana-
parte del pensamiento separado de su sujeto, el hombre, para hacer de la Idea abstracta
el verdadero sujeto de la experiencia.
De modo que leemos en la Filosofía del futuro de Feuerbach:

“En Hegel, la esencia de Dios no es nada más que la esencia del


pensamiento o el pensamiento separado por abstracción del yo (moi)
pensante. La filosofía de Hegel hizo del pensamiento, del ser subjetivo pero
pensado sin el sujeto y por tanto representado como un ser distinto de él, el
ser divino y absoluto.”.

Lo que es importante aquí es que la abstracción, en tanto que instrumento de


pensamiento, se encuentra descalificada. Todo pensamiento que quiere proceder por
abstracciones científicas (en el sentido en que Marx lo entenderá en la Introducción
general de 1857) es acusado de mantener la separación de los momentos abstractos de
la experiencia humana.
Así, en las Tesis provisionales para la reforma de la filosofía, Feuerbach
caracteriza la abstracción como alienación:

“Abstraer es plantear la esencia de la naturaleza fuera de la naturaleza,


la esencia del pensamiento fuera del acto de pensar. Al fundar todo su
sistema por entero en estos actos de abstracción, la filosofía de Hegel ha
alienado al hombre mismo. Identifica muy bien lo que separa, pero sobre un
modo que comporta a su vez la separación y la mediación.”. (Tesis nº 20).

Anticipándonos, podemos decir que lo es confundido en esta teoría de la


abstracción, son los dos procesos que Marx, en la Introducción general de 1857,
distinguirá como proceso de pensamiento y proceso real.

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Para resumir estas consideraciones preliminares sobre el concepto de crítica,
sacaremos los tres tipos de discurso posibles con respecto a la crítica:
-un discurso que se mantenga en el nivel de los fenómenos, discurso unilateral que
no comprende más que un aspecto particular de la contradicción;
-dos discursos que se mantengan en el nivel de la esencia; el discurso crítico o
desarrollo de la esencia verdadera y el discurso especulativo o desarrollo de la esencia
falsa.
Ahora, podemos abordar el estudio de la crítica en los Manuscritos.

1.- EL NIVEL DE LA ECONOMÍA POLÍTICA

No vamos a desplegar toda la problemática de los Manuscritos. Tomaremos sobre todo


el texto al bies, planteándonos la cuestión: ¿cuál es, en los Manuscritos, el lugar de la
economía política?
El prefacio de Marx no define el concepto de economía política. La economía
política aparece aquí como un elemento más en una tabla de materias. Marx declara que
presentará la crítica de las diferentes materias (derecho, moral, política, etc.), que
demostrará enseguida su encadenamiento, y que demostrará en fin cómo la filosofía
especulativa utilizó estas materias para operar sus construcciones. No existe, aquí,
localización de la economía política. En efecto, habría que localizar dos cosas: la
realidad económica y el discurso económico.

a) Paso (nada) de localización de la realidad económica

La economía no aparecía aquí en el lugar de un fundamento o de una última


instancia. No tenemos aquí la puesta en lugar de una estructura económica de la
sociedad en el sentido en que Marx lo entenderá a partir de La Ideología alemana.
Tampoco aparece como alienación fundamental obtenida por reducción de otras
alienaciones (me refiero aquí al esquema de Calvez). Las alienaciones se presentan muy
en primer lugar como estando todas en el mismo nivel.
Por tanto, podemos, en una primera localización, definir la economía política, el
derecho, la moral, la política, como esferas diferentes de la experiencia humana.
(Señalamos aquí la importancia de este concepto propiamente hegeliano de experiencia.
Este concepto no tematizado por Marx es lo que hace posible su tematización. En la
explicación crítica, con Hegel, del 3º manuscrito, es lo que no es criticado. Es la
presencia implícita de este concepto, no reconocido, no criticado, lo que constituye la
condición de posibilidad del discurso crítico del joven Marx y lo que hace posible un
discurso científico). La realidad económica no aparece, pues, más que como una de las
esferas que expresan, cada una a su manera, el desarrollo y la alienación de la esencia
humana.
Sin embargo, esta primera localización es contradicha por una segunda
localización. En el 3º manuscrito, Marx declara que la alienación económica es
alienación de la vida real (por oposición de la alienación religiosa que sólo sucede en la
conciencia). En consecuencia, la supresión de la alienación económica entraña la
supresión de todas las demás alienaciones.
¿Cómo es posible este deslizamiento? Se trata de un inflamiento tal del concepto
de economía que acaba por envolver a todas las relaciones del hombre con la naturaleza
(en los conceptos de producción y de consumo) y a todas las relaciones de los hombres

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entre sí (en el concepto de cambio). La economía cubre, entonces, todo el campo de la
experiencia humana, y ella no es más que la figura tomada por este concepto mismo de
experiencia.
La localización de la realidad económica peca así, en un caso por defecto, y en
otro por exceso. Pero, por ambos lados, el resultado es el mismo: Marx no constituye un
dominio de la economía política.

b) Paso (nada) de localización del discurso económico

Un hecho es notable en los Manuscritos: el problema de la economía política


como discurso con pretensión científica no es verdaderamente planteado. Marx habla,
eso sí, en el 2º manuscrito, de un progreso de la economía política. Pero se trata de un
progreso en el cinismo: los economistas confiesan cada vez más francamente la
inhumanidad de la economía política.
De hecho, para Marx, el orden del discurso no llega a ser un orden privilegiado
sino cuando afecta a la esencia (sea como discurso especulativo desarrollando la esencia
falsa, sea como discurso crítico desarrollando la esencia verdadera). En el nivel en el
que nos encontramos, el discurso del economista sólo es tomado como reflexión de los
hechos. No hay décalage (desajuste, desfase) entre hechos económicos y ciencia
económica. Esta ausencia de desajuste es expresada por Marx cuando él habla del nivel
de la economía política. La expresión nivel de la economía política define por una parte
un cierto estadio de desarrollo de la humanidad, estadio de desarrollo que se manifiesta
por fenómenos tales como la competencia, la pauperización, etc. Pero designa también
el nivel conceptual donde se mantiene el discurso del economista. A este orden de
fenómenos corresponde una conciencia reflexiva propia. Dicho de otro modo, esta
percepción reflexiva de los fenómenos que Marx en El Capital caracterizará como
“simple expresión consciente del movimiento aparente” es aquí validada y los
conceptos de la economía clásica parecen no hacer más que expresar esta percepción.
Veamos, por ejemplo, en el 1º manuscrito lo que Marx llama las leyes de la
economía. Estas son expresiones de un estado de hecho correspondiente al estadio de la
economía política, es decir, a un cierto estadio del desarrollo de la humanidad.
En su texto Umrisse zu einer Kritik der Nationalökomie, escrito algunos meses
antes, Engels procedía de un modo diferente: intentaba una crítica de los conceptos de la
economía política (por ejemplo del concepto de valor). Hacía de la contradicción
interior a estos conceptos el signo de una contradicción más profunda ligada a la
propiedad privada. En los Manuscritos, al contrario, ningún concepto económico es
criticado en tanto que tal. Todos estos conceptos son válidos en el nivel de la economía
política. Expresan adecuadamente los hechos. Sólo que simplemente no los
comprenden.
La economía política aparecía, así, como el espejo en que se reflejan los hechos
económicos. Este concepto de espejo fue explícitamente tematizado por Marx en la
Crítica de la filosofía del derecho de Hegel: el Estado es el espejo en el que vienen a
reflejarse en su significación verdadera las contradicciones de la sociedad civil. Este
tema es igualmente latente en la carta a Ruge. Marx explica ahí que si bien el punto de
partida de la crítica es indiferente, existen lugares privilegiados donde se vienen a
reflejar las contradicciones: el Estado y la religión. Aquí es la economía política la que
juega el papel de espejo.
Ahora podemos comprender esta frase del prefacio de los Manuscritos:

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“Mis resultados son el producto de un análisis del todo empírico, que
se funda en un estudio crítico concienzudo de la economía política.”.

Esta es la razón por la que el discurso de la economía política es el espejo que la


lectura de los economistas puede hacer pasar por un análisis empírico, y que puede ser
una crítica de las contradicciones de la realidad económica.

2. – LA ELABORACIÓN CRÍTICA

La crítica no se sitúa en el nivel de los términos de la economía política. Y, de hecho,


retoma sin criticar todos sus conceptos, particularmente los de Adam Smith, para
designar los fenómenos económicos.
Y es que la crítica es más bien fundamentalmente crítica del texto en su conjunto.
La crítica va a intervenir una vez formulado el enunciado el enunciado del discurso
económico. Vamos a elevarnos por encima del nivel de la economía política, a dar bajo
su forma general la contradicción enunciada en el discurso del economista.
Este cambio de nivel es explicitado por Marx al comienzo del texto sobre el
trabajo alienado. Y está marcado por la oposición entre dos verbos, fassen y begreifen.

“La economía política parte del hecho de la propiedad privada. Y no


nos lo explica. Expresa (fassen) el proceso material que describe en realidad
la propiedad privada en fórmulas generales y abstractas que han tenido para
ella el valor de leyes. No comprende (begreifen) estas leyes, es decir, que no
demuestra cómo resultan de la esencia de la propiedad privada.”.

La economía política aprehende las leyes que manifiestan el movimiento de la


propiedad privada. Ella no comprende estas leyes en su encadenamiento interno, no las
comprende como expresiones del movimiento de la esencia de la propiedad privada.
Es esta comprensión la que es la tarea propia de la crítica. ¿Cómo va a ser ella
operada? Aquí se plantea el problema del punto de partida. Este punto de partida no
puede ser una abstracción. Debe ser del orden de los fenómenos. Por otra parte, este
fenómeno es en principio indiferente. Este punto de partida será lo que Marx llama un
“hecho económico actual”. Marx va a exponer este hecho, después de formular el
concepto:

“Partimos de un hecho económico actual. El obrero resulta tanto más


pobre cuanto más riqueza produce, en tanto en cuanto su producción crezca
en potencia y en volumen. El obrero se convierte en una mercancía tanto o
más vil cuanto que es él quien crea más mercancías. La depreciación
(Entwertung) del mundo de los hombres aumenta en razón directa de la
puesta en valor (Verwertung) del mundo de las cosas. El trabajo no produce
más que mercancías; se produce a sí mismo y produce al obrero en tanto que
mercancía, y todo ello en la medida en que produce mercancías en general”.

“Este hecho no expresa nada más que esto: el objeto que el trabajo
produce, su producto lo afronta como un ser extraño, como una potencia
independiente del productor. El producto del trabajo es el trabajo que se ha
fijado, concretizado en un objeto, es la objetivación del trabajo. La
actualización del trabajo es su objetivación. En el estadio de la economía

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política, esta actualización (Verwirklichung) del trabajo aparece como la
pérdida para el obrero de su realidad (Entwirklichung), la objetivación como
la pérdida del objeto y la esclavitud a él mismo, la apropiación como la
alienación (Entfremdung), el desobrecogimiento (Entäusserung,
transmisión, cesión, desistimiento, abandono).

El hecho económico del que parte Marx es la pauperización: el obrero se


convierte en tanto más pobre cuanto produce más riqueza. Marx procede sobre este
hecho a un análisis de esencia. Este hecho expresa algo, este fenómeno expresa una
esencia. La pauperización manifiesta el proceso del que la forma general y humana es
la alienación.
El hecho económico sufre así una elaboración que le permite desvelar su sentido.
Entre los dos párrafos tenemos la transposición de una estructura en otra. Bajo el
enunciado de los hechos económicos, se ha deslizado el texto de referencia, texto de la
crítica antropológica que enuncia el proceso de alienación. La pauperización
-económica- se ha convertido en alienación –antropológica-.
Todo se juega al (en el) nivel de los dos enunciados –que yo doy bajo una forma
simplificada:
-el hombre produce a Dios,
-el obrero produce un objeto.
El hombre produce a Dios, es decir, que objetiva en Dios los predicados que
constituyen su esencia. Ahora, cuando se dice que el obrero produce un objeto, se parte
del objeto prosaico de producción, pero el deslizamiento se opera gracias a este
concepto que permite pensar la relación entre el obrero y su producto sobre el modelo
de la relación entre Dios y el hombre en la religión. Así, la actividad productiva está
identificada en la actividad genérica (actividad del hombre en tanto que se ahí afirma su
esencia propia), y el objeto producido en la objetivación del ser genérico del hombre. El
hecho de este producto vaya a aumentar la potencia del capital aparece entonces como
el momento último de la alienación, aquel en el que el hombre deviene el objeto de su
objeto.
Así, se ha proyectado sobre la relación obrero-producto el esquema de la
alienación religiosa. En la alienación religiosa, hay efectivamente una adecuación entre
el hombre y su producto. Dios sólo está hecho de predicados del hombre. Es, pues, un
objeto absolutamente transparente donde el hombre puede reconocerse y el fin de la
alienación aparecería lógicamente como la recuperación del hombre de lo que había
objetivado en Dios. Ahora bien, la transparencia de la relación sujeto/objeto, dato de
base de la crítica de la religión justificada por la naturaleza misma del objeto, es aquí
introducida por Marx en la relación del obrero con su producto. El producto del obrero
se supone ser (es supuesto ser: est supposé être) alguna cosa donde el obrero habría de
reconocerse.
Esta transposición se vuelve posible porque se hace un juego de palabras sobre el
concepto de producción. Del mismo modo que sobre el concepto de objeto. Decir que el
obrero produce un objeto tiene un aire muy inocente, pero bajo este concepto
indeterminado de objeto se introduce la concepción feuerbachiana del objeto. Así es
expresado por Feuerbach en La Esencia del cristianismo:

“El objeto del hombre no es nada más que su esencia misma tomada
como objeto”.
“El objeto con el que un sujeto se relaciona por esencia y necesidad no
es nada más que la esencia propia de este sujeto pero objetivada”.

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El objeto producido por el obrero aparece así como un objeto feuerbachiano,
como la objetivación de la esencia propia del hombre.
Lo que hace posible la operación crítica, es un deslizamiento operado sobre los
términos de producción y objeto. Al pasar de su sentido económico (indeterminado) a
su sentido antropológico, estos dos conceptos hacen bascular el discurso dado en el
discurso de referencia.
Este procedimiento que permite a la ley económica devenir ley antropológica
(forma general de la contradicción), nosotros lo llamaremos anfibología.

3. – LA ANFIBOLOGÍA Y SU FUNDAMENTO

Sea, por una parte, la estructura de referencia de la alienación.


En la alienación se produce la siguiente inversión: la vida genérica del hombre
deviene en el medio de su vida individual, su esencia deviene el medio de su existencia.
Así, en La Cuestión judía, Marx demuestra como la declaración de los derechos del
hombre, hace de la vida política, que representa la vida genérica del hombre, un simple
medio para preservar los intereses egoístas de los miembros de la sociedad burguesa.
Sea, por otra parte, un concepto económico, el concepto de medios de
subsistencia. Se sabe que, según la economía clásica, el valor del trabajo es igual al
valor de los medios de subsistencia necesarios para el obrero. Por otro lado, se sabe,
que, en El Capital, Marx hará sostenerse a la crítica sobre el concepto mismo de valor
del trabajo y demostrará que es una expresión irracional del valor de la fuerza del
trabajo. En el nivel en que nosotros nos encontramos, no se habla de tal crítica; en
cambio, lo que sí es posible es plantear la siguiente ecuación:

Trabajo del obrero = actividad que procura al obrero sus medios de subsistencia

Ahora bien, en la antropología del joven Marx, el trabajo es la manifestación de la vida


genérica del hombre, así tendremos por tanto:

trabajo del obrero = manifestación de la actividad


genérica del obrero
Por tanto:

Manifestación de la actividad = actividad que procura al


genérica del obrero obrero los medios de
subsistencia
o

Manifestación de la vida genérica = medio de mantener la


existencia individual.

Reencontramos aquí la inversión (el reverso) medio-fin característico de la


alienación. El concepto de medios de subsistencia ha permitido el recubrimiento de la
ley económica por la estructura antropológica.
Aquí hemos dado un ejemplo de operación que no es explícitamente desarrollado
por Marx, pero que funda la posibilidad de su discurso. Una demostración tal podrá ser

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hecha sobre un cierto número de conceptos distintos de los de los Manuscritos.
Podremos entonces redactar un cuadro de las anfibologías donde se verá cómo los
términos y los encadenamientos de términos (leyes) de la economía clásica son
inmediatamente transpuestos en el discurso crítico (antropológico).

cuadro de anfibologías
Economía Crítica
___________________________________ ____________________________________

obrero hombre
trabajo actividad genérica
producto objeto
capital ser extraño (fremdes Wesen)
medios de subsistencia medios de vida (Lebensmittel)
valor valor (Wert) = dignidad (Würde)
cambio comunidad
comercio comercio (Verkehr)
riqueza riqueza (Sinnlichkeit feuerbachiana)

cuadro de oposiciones pertinentes


hombre cosa
medio fin

Notas

a) La primera anfibología es la anfibología obrero/hombre.


El sujeto del proceso de salida es el obrero. Se podría, pues, pensar que se parte
aquí de un punto de vista que es el de la lucha de clases. En realidad, no es nada de eso.
En el segundo parágrafo de nuestro texto, este obrero se convierte en un productor. Más
tarde, este productor se convierte simplemente en orden.
Releamos el principio de nuestro texto:

“El obrero se convierte en tanto más pobre cuanto más riqueza produce,
riqueza que su producción crea en potencia y en volumen.”.

Comparemos ahora a esta frase con el siguiente texto del 3º manuscrito:

“El hombre se convierte tanto más pobre en tanto que hombre, tiene tanta o
más necesidad de dinero para volverse dueño (amo) del ser hostil, y la potencia de
su dinero cae exactamente en razón inversa del volumen de la producción, es
decir, que su indigencia aumenta a medida que crece la potencia del dinero”.

La alienación se ha convertido en alienación del hombre en general.

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b) La anfibología del valor es sensible en la pareja Verwertung/Entwertung de
nuestro texto. Al concepto económico clásico de valor se le superpone un concepto de
valor que reenvía de hecho al concepto (kantiano) de dignidad.

c) La anfibología del cambio sobre todo es explícita en los cuadernos de lectura en


que Marx comentó a los economistas que él había leído antes de redactar los
Manuscritos. El cambio es comprendido antropológicamente como intersubjetividad.
En el estadio de la economía política, el cambio aparece como la forma alienada de la
comunidad humana (Gemeinwesen). El concepto de comercio (Verkehr) está
igualmente tomado con esta resonancia intersubjetiva. (Incluso en La Ideología
alemana, el concepto de Verkehrsform planteado como equivalente del concepto de
relaciones de producción conservará un contenido antropológico.).

d) Las otras anfibologías ya han sido explicadas, con excepción de la anfibología


de la riqueza, sobre la cual tendremos que volver.
Ahora, podemos definir lo que es el begreifen que caracteriza la crítica. Consiste
en una resolución por sustitución de los términos de las ecuaciones en que es planteada
la contradicción.
Estas ecuaciones son, por ejemplo:

puesta en valor de mundo de las cosas = depreciación del mundo de


los hombres
o
valor del trabajo = valor de los medios de subsistencia.

La solución se alcanza cuando se llega a la ecuación fundamental, a la identidad:

esencia humana = ser extraño

En efecto, esta ecuación nos indica el principio de la contradicción, la separación


de la esencia humana de (con) el sujeto humano. Esta separación es expresada en los
Manuscritos por el concepto de trabajo alienado. Así, el trabajo alienado es el concepto
(Begriff) planteado, la solución de todas las ecuaciones.
¿Cómo será posible, a partir de esta determinación del concepto, construir el
discurso crítico de la economía política? Es Marx quien nos lo indica:

“Del mismo modo que del concepto de trabajo alienado hemos


sacado por el análisis el concepto de propiedad privada, del mismo modo,
con la ayuda de estos dos factores, se pueden exponer todas las categorías
de la economía y en cada categoría, como por ejemplo el tráfico, la
competencia, el capital, el dinero, no podemos encontrar sino una expresión
determinada y desarrollada de estas primeras bases.”.

Es decir, que se va a reencontrar en todas las categorías de la economía política la


misma estructura de referencia. Y no podría asombrarnos: el estudio del procedimiento
de anfibología nos demuestra que a partir de cada categoría se puede reencontrar una
expresión de la contradicción fundamental: la escisión de la esencia de (con) el sujeto.
Podemos expresar de otro modo lo que es este begreifen volviendo a nuestra
metáfora inicial del lenguaje: el begreifen consiste en revelar el lenguaje profundo que
se contiene bajo el enunciado económico. El movimiento del begreifen que comprende

13
el encadenamiento de los hechos, es la elaboración del lenguaje en el cual se dice la
experiencia humana.
O, si se quiere, la crítica es traducción y nuestro cuadro de las anfibologías es un
diccionario. Pero esto último es del todo relevante. Nos encontramos aquí una
correspondencia término a término, y donde no son solamente los términos sino los
enunciados mismos los que se corresponden.
Esto no es posible más que por un encuentro privilegiado: el encuentro de un
discurso antropológico explícito y del discurso antropológico implícito en la economía
clásica. En efecto, la economía política con la cual nos las vemos aquí es la economía
“pre-crítica”, la que todavía no la sido sometida a la crítica decisiva que hará Marx en
El Capital. Es una economía que habla de producción en general sin poder formular el
concepto de la especificidad de un modo de producción, que concibe el desarrollo
económico a partir de la acción de sujetos económicos.
Tomemos una de las definiciones de la economía clásica, la que determina el
capital como trabajo acumulado. Se ve fácilmente el esquema antropológico que puede
deslizarse aquí, la anfibología de la que no se saldrá hasta que Marx, en El Capital,
defina el capital como una relación de producción, operando así la mutación radical que
hará pasar al discurso económico del campo de la antropología al de la ciencia. Del
mismo modo, textos como el célebre texto de Boisguillebert sobre el dinero que debería
ser el servidor del hombre y que se ha convertido en el amo se ofrecen por sí mismo a la
elaboración de la crítica antropológica. La economía política con la que se las ve Marx
está así gravada por toda una antropología implícita. Se presenta generalmente de una
manera más o menos implícita según el caso, en el cuadro de una teoría de la sociedad.
Esta teoría de la sociedad reenvía a una teoría de la subjetividad humana (que puede
presentarse como teoría de las necesidades, teoría de los intereses, teoría de las
pasiones, etc.), a una teoría de la intersubjetividad, de las relaciones entre los sujetos
humanos, y a una teoría de las relaciones del hombre con la naturaleza. Los conceptos
mismos que constituyen su dominio, los de intercambio, industria, etc., está lejos de ser
puros de toda implicación psicológica o antropológica. Ahora bien, la teoría
antropológica del joven Marx se presenta precisamente como una teoría general de las
relaciones del hombre con la naturaleza y con el hombre. Igualmente, hay en la
economía clásica una teoría más o menos implícita del orden natural y de su perversión
(tenemos un ejemplo de ello en el texto ya mencionado de Boisguillebert). Ahora bien,
la teoría de la alienación es la sistematización de esta teoría de la perversión. Por ahí, la
crítica antropológica puede presentarse como la explicitación y la sistematización del
discurso antropológico implícito en la economía clásica.
(No hago aquí sino señalar este problema de una manera muy general. Sería
preciso, naturalmente, hacer un estudio en profundo. Quizás se podría igualmente
abordarlo de un modo diferente planteando la cuestión de una doble relación: la relación
de los conceptos de trabajo, de alienación, etc., en los Manuscritos con la eterización de
los conceptos en Hegel, y la relación de Hegel con la economía política.).
Intentemos ahora delimitar más precisamente lo que permite el recubrimiento de
los dos discursos. Consideremos el cuadro de las anfibologías. Lo que hace posible la
traducción, el pase de una columna a la otra, es la existencia de un soporte común.
El soporte de la anfibología es un sujeto, el sujeto hombre.
Para ver como funciona este soporte, estudiemos la frase siguiente:

“Partimos de un hecho económico: la alienación del obrero y de su


producción. Hemos expresado el concepto de este hecho: el trabajo hecho
extraño, alienado”.

14
La condición de transposición crítica, es que se pueda operar la estructura sujeto-
predicado-objeto. Y ello se hace posible gracias a la introducción del posesivo: su
producción. Por poco que se reflexione, esta relación de pertenencia nada menos que
evidente y, tratándose del obrero de la gran industria, no tiene mucho sentido. Ahora
bien, es su introducción lo que permite el centramiento del campo de los fenómenos
económicos alrededor de un sujeto. Este sujeto no está dado en el obrero. Es su
producción. Dicho de otro modo, es el despeje del predicado lo que determina el sujeto.
¿Por qué este su, esta relación de pertenencia sujeto/predicado puede ser aquí
introducida? Es el concepto mismo de producción quien lo induce. De no ser definido
científicamente como lo será en El Capital, es decir situado en un proceso, este
concepto queda por indicar un acto que sucede en la esfera de la actividad de un sujeto,
en una relación sujeto/objeto. Más generalmente, los conceptos de la economía clásica
(sociedad, producto, riqueza, renta, etc.) dado que no son criticados determinan este
lugar de un sujeto.
Si nos anticipamos y confrontamos el concepto de producción aquí en cuestión
con el concepto de proceso de producción en El Capital, veremos que en El Capital es
el concepto de relación de producción lo que permitirá dar salida a las anfibologías
operando la desubjetivación de las categorías económicas. Aquí es su ausencia la que
determina el sujeto/hombre como soporte necesario de estas categorías.
Vemos ahora por qué la no-crítica de los términos de la economía política es la
condición de la crítica de la economía política, como la no-determinación de un
dominio de la economía política es la condición de la determinación de los fenómenos
económicos como expresión de un proceso antropológico.
A este propósito no es indiferente preguntarse qué representa en los Manuscritos
la economía política. Si nos referimos a los textos citados en el 1º manuscrito, veremos
que pertenecen a dos categorías: los unos (el mayor número) están extraídos de Adam
Smith, los otros están extraídos de Buret y de Sismondi (representando la crítica
humanista del “cinismo” de Ricardo). Es de estos textos de done Marx saca las leyes de
la economía política que transpone en la teoría antropológica. En cambio, se puede
constatar en este mismo recuento de textos del 1º manuscrito una cuasi-ausencia: la de
Ricardo. Sin duda, Ricardo será mencionado, notablemente en el 2º manuscrito. Él es
quien expresa cínicamente todas las consecuencias inhumanas de la economía política.
Pero más no reflexiona aquí sobre lo que hace la originalidad de Ricardo en el seno de
la economía clásica. Ricardo es quien expresa en el interior de la economía política la
diferencia de la esencia y del fenómeno. Ahora bien, para el joven Marx, esta diferencia
queda fuera del discurso económico. Y es precisamente ella la que define la diferencia
del discurso económico con el discurso crítico que es su sentido.
En El Capital Marx tomará esta originalidad de Ricardo y situará en este nivel su
diferencia con la concepción ricardiana en tanto que ella representa lo que hay de más
profundo en la economía clásica. Al nivel de los Manuscritos, Ricardo aparece como el
hombre de la abstracción, aquel que, definiendo la competencia como algo accidental,
niega los fenómenos económicos aparentes para imponer sus abstracciones (es lo que
Marx le reprochará en sus notas de lectura).
Del mismo modo, Ricardo es quien redujo la importancia de los factores
subjetivos en la economía. El joven Marx no piensa esta reducción sino como expresión
de la inhumanidad de las leyes de la economía política.
Si Marx no tomaba en su verdadero nivel la importancia de Ricardo, es que nos
las vemos en los Manuscritos menos con una crítica de los principios de la economía

15
política que con una verdadera teoría de la riqueza (y veremos más allá lo que es preciso
entender por ello).

Nota

He inscrito al lado del cuadro de las anfibologías lo que llamo el cuadro de las
oposiciones pertinentes: persona/cosa y medio/fin. Son estas oposiciones las que dan su
sentido al discurso antropológico. Al mismo tiempo, somos reenviados por ahí al
campo en que se encuentra localizada la pertinencia de estas oposiciones, el de a moral
kantiana.
No voy aquí a llamar la atención más que sobre un problema: si bien se ha
tematizado abundantemente el problema de la relación entre Marx y Hegel, no se ha
pensado nunca esta relación que tal vez pueda ser más decisiva para pensar la ruptura
entre la crítica del joven Marx y la del Marx maduro, la relación Kant/Marx.
Podemos preguntarnos si el terreno sobre el cual se sostiene el joven Marx no es
el designado por las oposiciones kantianas (autonomía/heteronomía, persona/cosa,
medio/fin). Convendría entonces estudiar en El Capital el desplazamiento de estas
oposiciones, por ejemplo el desplazamiento de la oposición persona/cosa en los
conceptos de soporte y de personificación. Del mismo modo, sería preciso preguntar en
qué medida los conceptos de medios y fines del modo de producción capitalista operan
esta desubjetivización de la oposición medios/fines.
Estas pocas notas pueden permitir explicar por qué la superación operada en el 3º
manuscrito, de la problemática del 1º manuscrito, es una superación hegeliana.

4. – DESARROLLO DE LA CONTRADICCIÓN: HISTORIA Y SUBJETIVIDAD O


MOTORES Y MOTIVOS

La elaboración crítica permite definir la contradicción fundamental: la pérdida del


hombre en su objeto, su separación de (con) él mismo, la alienación de la esencia
humana en el movimiento de la propiedad privada.
Se sabe como se desarrolla la continuación de la problemática de los Manuscritos:
el trabajo alienado aparece en primer lugar como una consecuencia de la propiedad
privada, pero el análisis revela que la propiedad privada es ella misma una consecuencia
del trabajo alienado. El problema que se plantea entonces el del origen de la alienación
del trabajo: o bien la alienación y entonces somos reenviados a una problemática del
origen de la historia mala, parecida a la de la filosofía de las Luces, o bien la alienación
es un proceso necesario, inherente al desarrollo de la humanidad. Es esta segunda
opción la que será elegida por Marx en el 3º manuscrito donde la alienación de a esencia
humana aparecerá como la condición de la realización de un mundo humano.
Aquí todavía, no nos vamos a situar en el centro de la problemática explícita de
Marx. Nuestro propósito es responder a la proposición siguiente: ¿qué es de la relación
entre a actividad de los sujetos económicos y el desarrollo histórico de la propiedad
privada, desarrollo que permite la constitución del campo de la economía política?
Plantearemos este problema siguiendo las desaventuras de un selecto personaje
del que volveremos a hablar a propósito de El Capital: El capitalista.
Partimos de una frase de Smith citada por Marx:

16
“Las operaciones más importantes del trabajo son reguladas y
dirigidas según los planes y las especulaciones de aquellos que emplean los
capitales”.

Esta determinación de la subjetividad capitalista como el motor del desarrollo de a


economía, veremos que Marx la retoma a su cuenta en numerosas ocasiones, declarando
que la marcha de la economía está regulada por lo arbitrario del capitalista. Dos
conceptos expresan la función de la subjetividad capitalista, los conceptos de humos
(Laune) y de cálculo (Berechnung). Esta teoría de la subjetividad y del cálculo es
particularmente clara en el texto del 3º Manuscrito titulado: “Significación de las
necesidades humanas en el régimen de la propiedad privada y bajo el socialismo”.
Entraña una nueva determinación de la economía política: ésta aparece aquí como la
ciencia del cálculo. Por ejemplo, la ley del valor del trabajo manifiesta el hecho de que
la economía política calcula para el obrero la vida más estrecha posible. La economía
política está aquí pensada –lo que ya era el caso en el texto de Engels- como la
expresión directa de la subjetividad capitalista. Las leyes de la economía política
aparecen entonces como mandamientos que expresan la voluntad capitalista. Estas leyes
expresan los fenómenos económicos en la medida en que son las que determinan el
desarrollo de la propiedad privada.
De ahí, en este texto, expresiones como “obedecer a las leyes de la economía”,
“conformarse con las enseñanzas de la economía”. Así, el obrero obedece a las leyes de
la economía obedeciendo las órdenes del cálculo capitalista del que el economista es el
portavoz.
Pero esta subjetividad capitalista –de la acabamos de ver el papel- debe perderse
ella misma en el movimiento de la propiedad privada, en el desarrollo del estadio de la
economía política. Y no es indiferente ver cómo se efectúa esta pérdida.
Un primer modelo se ofrece en Marx para pensarla: es el modelo smithiano de la
competencia que equilibra las acciones de las subjetividades y que constituyen la
armonía de la sociedad como resultante de los intereses egoístas. Este modelo nos es
recordado por Marx. Podemos hacer alguna observación al respecto: la importancia
acordada en los Manuscritos – y mucho más todavía en el texto de Engels- a la
competencia marca muy bien el carácter todavía ideológico de su crítica de la economía
política, la confusión de lo que Marx en El Capital distinguirá como movimiento real y
movimiento aparente. Sin embargo, el modelo smithiano no es aquí retenido por Marx
que critica la tesis smithiana de la bajada del beneficio por la competencia.
Así, Marx usará un segundo modelo que podemos ver en práctica en el texto sobre
la “Significación de las necesidades humanas”. Marx desarrolla allí la teoría del paso de
la riqueza desaprovechada a la riqueza industrial. El primer momento de esta dialéctica
es el de la riqueza despilfarrada, del capitalista del goce. Este primer momento está
llamado a perderse en el segundo momento, el del cálculo. El capitalista del cálculo es
el capitalista industrial. Opera la subordinación del goce al cálculo, la cual se acabará en
una subordinación del cálculo a la riqueza. El momento del capitalista del cálculo es el
primer momento en el desarrollo de la propiedad privada.

“El goce está, pues, subordinado al capital, el individuo que goza está
subordinado al que capitaliza, mientras que anteriormente era lo contrario.
La disminución del interés no es, pues, sino un síntoma de la abolición del
capital en la medida en que es un síntoma de su dominación en vía de
cumplimiento, por tanto de la alienación que se acaba y se acelera hacia su
supresión”.

17
¿Por qué este momento del capitalismo del cálculo es el momento que precede a
la supresión del capitalista? Es que la subjetividad capitalista (el cálculo) ha creado la
objetividad en la cual ella va a perderse, la que permitirá el fin de la alienación: la
riqueza.
Explicitemos aquí la anfibología planteada más arriba. La riqueza que es el
resultado del cálculo es la riqueza desplegada de las fuerzas humanas. Representa la
humanización del mundo sensible que ha sido hecha posible por la alienación, el
término del movimiento por el cual los objetos naturales del mundo, han llegado a ser
objetos naturales humanos, constituyendo un mundo donde el hombre podrá reencontrar
y reconocer su propia esencia, esta esencia alienada que, bajo la forma del trabajo
alienado, ha constituido la riqueza.
La anfibología consiste en esto: lo que es puesto bajo el concepto (económico) de
riqueza, es el concepto de Sinnlichkeit. La Sinnlichkeit es para Feuerbach la exterioridad
sensible en la que el hombre se reconoce. Para Marx, este reconocimiento, esta
identidad de la Sinnlichkeit (realidad sensible) y de lo humano no puede ser más que un
resultado. Es el resultado del trabajo alienado creador de la riqueza.

“Es solamente gracias a la riqueza desplegada objetivamente de la


esencia humana como la riqueza de la facultad subjetiva de sentir del
hombre muy en primer lugar o desarrollada, o producida, como un oído
llega a ser musical, como un ojo percibe la belleza de la forma, brevemente,
como los sentidos devienen capaces de goce humano, llegan a ser sentidos
que se afirman como fuerzas esenciales del hombre.”.

Vemos aquí lo que significa esta pérdida del sujeto económico en el desarrollo de
la propiedad privada. En su desaparición aparece el verdadero sujeto del movimiento, la
humanidad. A través de los motivos del capitalismo, es el desarrollo de la esencia
humana el que trazó el camino, quien jugó el papel de motor.
Lo que encontramos aquí es el modelo hegeliano del prefacio de las Lecciones
sobre la filosofía de la historia. El verdadero sujeto de la historia se sirve de las
subjetividades ilusorias para imponer su ley. El verdadero motor de la historia es la
esencia humana. Y el momento de la riqueza es el aquel en que la humanidad podrá
retomarla y reconocerse en el mundo sensible.
Podremos ahora precisar lo que es el nivel de la economía política. El estadio de
la economía política es donde aparece la esencia subjetiva de la riqueza, el trabajo. El
discurso de la economía reconocía la esencia del hombre como la esencia de la riqueza,
pero no conocía la alienación de esta esencia, no reconocía que el trabajo fuente de
riqueza es el trabajo alienado. Lo que la economía conocía como esencia del hombre, es
su esencia alienada.
Al mismo tiempo, comprendemos el fundamento de esta dificultad que señalamos
en la primera parte –la ausencia de décalage entre realidad económica y discurso
económico expresada en el concepto de nivel de la economía política: este concepto
expresa un determinado momento del desarrollo de esta experiencia humana de la
hablamos al principio. Expresa una cierta conciencia de sí de la humanidad. Pero esta
conciencia de sí de la humanidad es una conciencia de sí indirecta: la humanidad no
conocía su esencia más que bajo la forma de alienación o, lo que expresa la misma
situación, no la conocía más que bajo una de sus determinaciones (la economía política,
dice Marx, sólo conocía al hombre como capitalista u obrero, no conocía el trabajo
como actividad con vistas a una ganancia, etc.). Haciendo de la economía una historia

18
antropológica de las relaciones del hombre con la naturaleza y con el hombre, al no
conocer pues la objetividad económica más que bajo a forma de la intersubjetividad y
de la sensibilidad (Sinnlichkeit), Marx hizo posible el planteamiento que hace
desvanecerse a esta objetividad en una dialéctica de la experiencia humana que no es en
definitiva sino una dialéctica de la conciencia de sí.

5. – DISCURSO CRÍTICO Y DISCURSO CIENTÍFICO

Si retomamos todos los elementos del discurso crítico, veremos que diseñan una cierta
figura que es la figura de las condiciones de imposibilidad del discurso científico.
El punto de partida del discurso crítico es el rechazo de la abstracción. De lo que
es cuestión, es en efecto, de la historia de un sujeto (tema). La abstracción de
pensamiento al ser identificada con la separación de los elementos de lo real, la
abstracción no puede considerar más que un momento separado de la historia del sujeto
(tema). No permite llegar a la comprensión de esta historia.
Pero, por su teoría de lo concreto, la condena condena su discurso a no ser más
que redoblamiento. Es redoblamiento de su punto de partida, es decir, de lo que le es
dado por la experiencia ordinaria y los discursos ya constituidos.
Para intentar demostrarlo, nos referiremos al esquema dado por Althusser para
pensar el concepto de práctica teórica2.
La práctica teórica es, se sabe, un proceso de transformación que produce un
objeto específico: el conocimiento. Por medio de los conceptos de una “teoría” o
generalidad II, transforma lo dado, es decir las generalidades ya elaboradas por la
práctica teórica anterior (generalidad I), produciendo así nuevos conceptos, o sea, un
nuevo conocimiento (generalidad III).
Aquí la generalidad I está representada por los conceptos económicos de la
economía política clásica (producción, trabajo, capital, renta, riqueza…). La generalidad
II es la teoría antropológica en la que el trabajo designado por términos como
Erklärung, VermenSchlichung, begreifen, produce los conceptos antropológicos de
producción, trabajo, riqueza ser extraño, etc. Podemos caracterizar esta transformación
de dos maneras:

- desde el punto de vista de la relación entre generalidad I y generalidad III. Los


conceptos antropológicos son, lo hemos visto, la traducción de los conceptos
económicos. Es a esta traducción a lo que se reduce toda la transformación.
Ningún concepto económico nuevo es producido.
- desde el punto de la relación entre generalidad II y generalidad III. Los
conceptos de la “teoría” (generalidad II), los conceptos de esencia, alienación,
actividad genérica, etc.; no hacen más que reproducirse, redoblarse, en los
conceptos antropológicos de la generalidad III.

Así, el proceso de transformación de la crítica no es sino la caricatura, la


begriffslose Form, de la práctica teórica. Es en esta estructura del todo particular de
proceso de transformación que no transforma nada como se presenta el discurso
ideológico del joven Marx.
Se ve todo lo que implica la teoría de la abstracción del joven Marx. No es un azar
si en la Introducción general a la crítica de la economía política, la piedra de toque que
sirve para distinguir la ciencia de la ideología es la teoría de la abstracción. Tampoco es
2
Sobre la dialéctica materialista (La Pensée, nº 110, agosto 1963).

19
un azar si la mayor parte de las deformaciones de la teoría marxista tienen en común el
fundarse sobre una cierta ideología de lo concreto.
Igualmente, podemos ver cómo esta pareja teoría de la abstracción/teoría del
sujeto impide que sea planteado el problema de a constitución del dominio de la
economía política como un dominio de objetividad.

En efecto:

1) La constitución de la objetividad es, de hecho, reducida al desarrollo de a


historia de un sujeto (tema).
El concepto latente de experiencia impide la posibilidad de la constitución de un
dominio de la ciencia.

2) Por otra arte, si bien nunca jamás se ha tratado de una historia de la esencia
humana, no es posible, sin embargo, constituir objetividades específicas que dieran
lugar a discursos científicos específicos. En efecto, es siempre la misma historia que se
debe reconocer por todas partes. Es por todas partes la esencia humana la que es
expresada.
Y esto es lo que es expresado por Feuerbach en las Tesis Provisorias.

“Según el lenguaje, el nombre de hombre es un nombre particular,


pero según la verdad es el nombre de todos los nombres. El hombre tiene
derecho a múltiples predicados. Aunque nombra o expresa, el hombre nunca
expresa sino su propia esencia.”.

Del mismo modo que es el nombre de hombre lo que debemos encontrar en cada
objeto, por lo mismo es una teoría del hombre lo que encontramos en cada una de las
tesis en las que se expresa la teoría crítica del joven Marx.

Podemos preparar aquí una especie de cuadro:

Teoría de la crítica - tesis de la indiferencia del punto de


partida
- tesis del espejo
- tesis de la no-abstraccion

Teoría de la contradicción - concepción de la contradicción como


escisión del sujeto con su esencia e
inversión del acto del sujeto

“Teoría de la objetividad” - la objetividad está constituida por el


desarrollo de la historia de un sujeto
(tema), no hay dominios de objetividad
específicos

Todas estas tesis que diseñan la figura de la teoría crítica se reflejan las unas en
las otras y expresan todas la misma teoría del hombre.
Esta teoría, en los Manuscritos, alcanza su límite. Encuentra su acabamiento en el
texto del 3º manuscrito sobre el comunismo.

20
En este texto en que Marx desarrolla una dialéctica propiamente hegeliana, donde
el comunismo es definido en los términos que definen en Hegel el saber absoluto, nos
las vemos con un discurso a la vez perfecto en su rigor e insoportable (o sea,
insostenible en el cuadro de una teoría que se propone una acción revolucionaria
efectiva).
Por eso, este discurso no tendrá ni salida ni consecuencias. El objeto nuevo
encontrado por la crítica, la economía política, parece aquí haber sido enteramente
absorbido por la crítica. En realidad, es lo que impondrá la explosión, el estallido, del
modelo crítico y la reestructuración de toda la problemática de Marx.

21
II. – Crítica y ciencia en “El Capital”

PRELIMINAR

Esta exposición se propone mostrar sobre qué problemas se articula la reorganización


del campo conceptual de Marx, que constituye el pase (passage) del discurso ideológico
del joven Marx al discurso científico de Marx. En efecto, aquí no puede ser cuestión de
una exposición sistemática que supondría que se haya comprendido plenamente el
concepto de la cientificidad del marxismo y que se pueda exponer en un discurso
unitario. Así, mi método consistirá en partir de diferentes puntos, de diferentes lugares,
para intentar delimitar mediante aproximaciones sucesivas esta especificidad del
discurso de Marx en El Capital.
En general, esta especificidad, Marx, ya no la nombrará más con el nombre de
crítica, sino con el de ciencia. Una célebre carta dirigida a Kugelmann sitúa El Capital
entre los “ensayos científicos escritos en vista de revolucionar una ciencia”. Este
proyecto de revolución de un dominio científico constituido es totalmente otra cosa que
el proyecto de lectura de un subdiscurso implícito a un discurso que caracterizaba a la
crítica antropológica. Sin embargo, Marx utiliza igualmente para designar este proyecto
específico nuevo –el subtítulo del Capital está ahí para dar prueba de ello- el término de
crítica. Es así como escribe, en una carta a Lassalle del 22 de febrero de 1858:

“El trabajo del que se trata en primer lugar es la crítica de las


categorías económicas o bien, if you like, el sistema de la economía
burguesa presentado bajo una forma crítica. Es a la vez un cuadro del
sistema y la crítica de este sistema por la exposición misma”.

Al abordar los problemas provocados por este proyecto de revolución de una


ciencia, yo supondría conocidos un cierto número de problemas; son estos
esencialmente:

- la localización de lo que llamado la realidad económica en la “estructura


económica de la sociedad” definida por Marx en el prefacio a la Contribución
de 1859. Es decir, que doy por supuestos como conocidos los conceptos del
materialismo histórico;
- la problemática del método que es expuesta en la Introducción general de
1857.

Las cuestiones que intentaría plantear, serán, entonces, las siguientes:


Si Marx ha revolucionado una ciencia, fundado un dominio científico nuevo ¿cuál
es la configuración de este dominio? ¿Cómo se definen sus objetos y las relaciones
entre sus objetos?
Si Marx fundó esta ciencia nueva por la crítica, ¿qué es lo que funda su diferencia
esencial con la economía clásica? ¿Qué es lo que, por otra parte, en su teoría, permitirá
comprender los discursos económicos que refuta, el de la economía clásica y el de la
economía vulgar?
Insistiría al mismo tiempo, como ya lo he anunciado, sobre otra cuestión: ¿Qué
ocurre en El Capital con la problemática antropológica de los Manuscritos de 1844?

22
Se puede plantear esta última cuestión tomando como referencia una cierta
interpretación de Marx, la cual es desarrollada en la escuela de Della Volpe. Según esta
interpretación, Marx utilizaría en El Capital, para hacer la crítica de la economía
clásica, el modelo crítico que había elaborado en el “Manuscrito de 1843” titulado
Kritik des hegelsche Staatsrechts (traducido por Molitor bajo el título de: “Critique de la
philosophie de l’Etat de Hegel”, Crítica de la filosofía del Estado de Hegel.).
En este texto, Marx, para hacer la crítica de la filosofía del derecho de Hegel,
utilizaba el modelo crítico feuerbachiano, el modelo de la inversión (del reverso)
sujeto/predicado. Se trataba de mostrar que Hegel hacía por todos lados del predicado
autonomizado el verdadero sujeto.
Marx toma como ejemplo el concepto de soberanía. La soberanía no es, dice, nada
más que el espíritu de los sujetos del Estado. Es, pues, el predicado de un sujeto
sustancial (Marx define este sujeto como ύποκειμενον, como sustancia). En la
alienación, este predicado, este espíritu de los sujetos del Estado, está separado de su
sujeto. Aparece como la esencia del Estado. Esta existencia separada del sujeto y del
predicado permite a Hegel cumplir la operación especulativa: por una nueva separación,
separa la soberanía del Estado real, de hecho, hace de una idea un ser autónomo.
Este ser autónomo debe tener un soporte. Este soporte le es proporcionado por la
Idea hegeliana, lo que Marx llama la Idea mística. La soberanía deviene en una
determinación de esta Idea mística.
Una vez cumplido este movimiento de abstracción, Hegel deberá operar el
movimiento inverso, redescender hacia lo concreto. El nudo entre la idea abstracta y la
realidad empírica concreta no podrá hacerse sino de una manera mística, por una
encarnación. Es por esta encarnación como la determinación abstracta podrá existir en
lo concreto. La Idea mística se encarnará en un individuo particular: el monarca. Aquel
aparecerá entonces, en Hegel, como la existencia inmediata de la soberanía.
Resumamos este movimiento en el siguiente esquema:

23
(ύποκειμενον) Sujeto/Predicado

Sujetos
del Estado / Espíritu de los sujetos
del Estado separación Soberanía

objetivación (esencia del Estado)


Vergegenständlichung

separación
autonomización

Idea
(ser
autónomo)

Soporte (Träger) Idea mística

salto

Encarnación (Verköperung) Monarca


o Personificación

Este movimiento es llamado por Marx hipostatización. Consiste en separar un


predicado de su sujeto, en hipostasiarlo, para hacer una categoría abstracta que se
encarna acto seguido en una existencia empírica cualquiera. Marx dice, también, que
aquí nos las vemos con una inversión de la empiria en especulación (abstracción y
autonomización) y de la especulación en empiria (encarnación). Este modelo crítico está
así gobernado por dos parejas de oposición: sujeto/objeto y empiria/especulación.
Según Della Volpe, es este el modelo que Marx utilizaría para criticar la economía
política clásica en la Contribución y en El Capital. La economía política clásica separa
las categorías económicas de su sujeto que es una sociedad determinada, las hipostasia
haciendo condiciones generales, leyes eternas de la producción. Acto seguido, pasa de
la especulación a la empiria haciendo de las categorías económicas determinadas,
históricas, del modo de producción capitalista la simple encarnación de las categorías
generales que son las de toda producción.
Se encuentra un ejemplo particularmente claro de utilización de este esquema en
la crítica que hace Marx de Stuart Mill en la Introducción general de 1857. Así, la
propiedad privada aparecía en Stuart Mill como la existencia empírica de la categoría

24
abstracta de la apropiación. No hay producción, señala Mill, sin apropiación de la
naturaleza por el hombre. Por tanto, la propiedad es una condición general de toda
producción. Esta categoría abstracta está, entonces, encarnada en un tipo de propiedad
muy particular, la propiedad privada capitalista.
A partir de textos como este, y a partir de las páginas de la Introducción general
sobre “la abstracción determinada”, Della Volpe resume así el trabajo crítico operado
por Marx: el que se opondría a la economía clásica al sustituir por todas partes las
abstracciones determinadas (históricas) por abstracciones generales indeterminadas o
hipóstasis.
Una interpretación tal parece descuidar un problema esencial: el de las
condiciones teóricas necesarias para que el modelo del Manuscrito de 1843 pueda
funcionar. Para ello es preciso que las dos oposiciones sujeto/objeto y
empiria/especulación sean oposiciones pertinentes en el interior del campo teórico del
Capital.
Es preciso, en primer lugar, que nos las veamos con un sujeto. Para que el modelo
pueda funcionar, es preciso que la sociedad juegue el papel de sujeto que jugaba la
humanidad en el discurso antropológico. Efectivamente, dos textos de la Introducción
general hablan de la sociedad como de un sujeto. Pero esta determinación de la
sociedad como sujeto se encuentra todavía condenada por Marx y nosotros veremos que
es incompatible con los conceptos que pone en práctica en El Capital.
Por otra parte, la aplicación del modelo empiria/especulación supone un cierto
tipo de relación entre realidad económica y discurso económico. Si tampoco existe esta
relación, esta pareja deja de ser operatoria.
Es sobre el fondo de esta problemática como nosotros buscaremos definir la
especificidad de la “crítica de la economía política” que constituye El capital.
Tendremos ahí un índice que nos permitirá determinar sin los las vemos con un cambio
de terreno teórico.

1. – EL PROBLEMA DEL PUNTO DE PARTIDA Y LA CUESTIÓN CRÍTICA

A) Valor y forma valor

Se sabe la importancia acordada por Marx, en la Introducción general de 1857, al


problema del punto de partida de la ciencia. El carácter fundamental de esta cuestión es
confirmado en El Capital. Es así, por ejemplo, como Marx, al criticar a Smith en el
libro II, declara que la fuente de sus errores y contradicciones debe ser buscada en sus
“puntos de partida científicos”. Es, pues, en este nivel donde debe situarse la diferencia
entre la economía política clásica y Marx.
¿Qué es lo que define para Marx la cientificidad de la economía clásica?

“La economía clásica busca reducir al análisis las diferentes formas de


la riqueza, formas fijas y extrañas unas para otras, en su unidad interior y
despojarlas de la figura en que se sostienen las unas al lado de las otras de
una manera indiferente.
Comprende (begreifen) la conexión interna (innere Zusammenhang)
separándola de lo diverso de sus formas de manifestación
(Erscheinungsformen).” (Teorías sobre la plusvalía, texto citado en la
traducción Molitor, publicado bajo el título: Historia de las doctrinas
económicas, t. VIII, p. 184.)” (Teorías sobre la plusvalía, texto citado en la

25
traducción de Molitor, publicada bajo el título: Historia de las doctrinas
económicas, t. VIII).

En El Capital, Marx emplea para designar el trabajo de la economía clásica, el


verbo auflösen (disolver, deshacer). La economía clásica disuelve las formas fijas de la
riqueza, operación que Marx caracteriza en el mismo texto como operación crítica. Esta
disolución es volver a la unidad anterior: la determinación del valor por el tiempo de
trabajo.
La economía política clásica se constituye pues como ciencia al instaurar una
diferencia entre la diversidad de las formas fenomenales y la unidad interior de la
esencia. Pero no refleja (reflexiona) el concepto de esta diferencia.
Veamos la aplicación en Ricardo.

“El punto de partida de Ricardo, es la determinación de los valores


relativos o valores de cambio de las mercancías por la cantidad de trabajo
necesario en su producción… su sustancia, es (d)el trabajo. Es por eso que
ellas son (del) valor. Difieren en tamaño según contengan más o menos de
esta sustancia.” (Historia de las doctrinas económicas, t. III).

Ricardo determina dos cosas: la sustancia del valor que es el trabajo, la amplitud
del valor que es medida por el tiempo de trabajo. Pero olvida un tercer término:

“Ricardo no se ocupa ni de la forma –determinación particular del


trabajo que crea el valor de cambio o se representa en valor de cambio- ni
del carácter de este trabajo.”.

En el análisis del valor que es el punto de partida científico de Ricardo, hay, pues,
un término ausente. Marx, en el 1º capítulo del Capital restablece este término ausente:

“La sustancia del valor y la medida de valor están ahora determinadas.


Queda analizar la forma del valor.” (El Capital, t. I).

Es este trabajo el que Ricardo no hizo. Se contentó con volver a la unidad. La


disolución (Auflösung) de las formas fijas de la riqueza es para él la solución (Lösung)
del problema de valor. Al contrario, el planteamiento de Marx, como lo indica Engels
en el prefacio del libro II, consiste en ver en esta solución un problema. Marx plantea la
cuestión que nosotros podemos llamar cuestión crítica: ¿Por qué el contenido del valor
revierte la forma del valor?

“La economía clásica ha analizado muy bien, es cierto, el valor y la


amplitud del valor, aunque de una manera muy imperfecta, y ella ha
descubierto el contenido que estaba escondido en estas formas. Pero jamás
se ha planteado la cuestión: ¿por qué tal contenido revierte tal forma, por
qué el trabajo se representa (sich darstellt) en el valor y la medida del
trabajo por su duración en la amplitud de valor de los productos?”.

La cuestión crítica, es la problematización de la relación contenido/forma. Para


Ricardo, el valor es trabajo. Poco importa la forma en la cual aparece esta sustancia.
Para Marx, el trabajo se representa en el valor, revierte la forma del valor de las
mercancías.

26
Sea la ecuación: x mercancías A = y mercancías B. Ricardo la resuelve
simplemente diciendo que la sustancia del valor de A es igual a la sustancia del valor de
B. Marx demuestra que esta ecuación está planteada en unos términos del todo
particulares. Uno de los términos no figura sino como valor de uso, el otro como valor
de cambio o forma de valor.
Entonces hay que plantear:
forma de valor A = forma natural de B
B presta su cuerpo, su forma natural para la expresión del valor de A. Así, el valor
debe tener su forma de existencia en la forma natural de B.
Por tanto, uno se puede contentar con afirmar la identidad del contenido de A y de
B. Es lo que podemos ver a partir de la crítica que Marx dirige a Bailey en las Teorías
sobre la plusvalía. Para Bailey, el valor no es más que una relación entre dos objetos,
tanto como la distancia es una relación entre dos objetos del espacio.

“Un objeto no sabría tener valor sino es mediante una relación con
otro, del mismo modo que no puede estar alineado sino es en relación a
otro” (Citado por Marx, Histoire des doctrines économiques, p. 218).

He aquí como Marx refuta este argumento:

“Cuando un objeto está alineado con otro, la distancia constituye


ciertamente una relación; pero la distancia es distancia de esa relación. Es
una dimensión del espacio, una amplitud determinada que puede aplicarse
entre cualquier objeto. Pero esto no es todo. Cuando hablamos de la
distancia como de una relación entre dos cosas, suponemos algo especial,
una propiedad de las cosas que las pone en condiciones de estar alineadas
unas con otras. ¿Cuál es la distancia entre la letra A y una mesa? La
cuestión es absurda. Cuando hablamos de la distancia entre dos objetos,
siempre se trata de una distancia en el espacio. Suponemos a los dos como
contenidos en el espacio, como puntos de ese espacio. Los establecemos
iguales como existencias del espacio, y acto seguido los distinguimos en
tanto que puntos diferentes del espacio. Su unidad consiste en que forman
parte del espacio”.

Este texto me parece susceptible de una doble lectura. En un primer nivel, Marx
defiende a Ricardo contra la crítica de Bailey, despejando la existencia de una sustancia
del valor. La existencia de esta sustancia común a los dos términos de la relación hace
que no nos las veamos con una relación del tipo: A = mesa. Esta última relación es una
relación absurda, irracional. Al despejar la sustancia del valor, Ricardo impide la
irracionalidad a este nivel. Pero, como, de hecho, no despeja la forma del valor, se
condena, cuando se trate de formas más complejas, más desarrolladas que la forma
mercancía, a caer a su vez en la contradicción y la irracionalidad.
Lo que Ricardo omite es la cuestión crítica, la cuestión del signo =. Este signo es,
lo hemos visto, problemático, porque pone en relación dos términos que se presentan
bajo formas absolutamente heterogéneas. Tenemos, por un lado, una cosa pura, y por el
otro, una encarnación pura del valor.

“Un examen atento de la expresión del valor de A en B demuestra que


en esta relación la fuerza natural de la mercancía A no figura más que como

27
forma de valor de uso y la forma natural de la mercancía B más como forma
de valor” (El Capital, Tomo I).

Por tanto, la identidad planteada por el signo = esconde la diferencia más radical.
Ella es identidad de los contrarios.

“La forma relativa y la forma equivalente son dos aspectos


correlativos, inseparables, pero al mismo tiempo de los extremos opuestos,
exclusivos el uno del otro”.

Esta identidad de los contrarios no es posible sino porque una forma (la forma
natural de B) se convierte ella misma en la forma de manifestación de su contrario: el
valor.
Vemos pues, y esto es lo que en un segundo nivel se puede leer en el texto sobre
Bailey, que las mercancías no se igualan más que en el mecanismo muy particular de la
representación (Darstellung). No se igualan ni como simples cosas, ni como ejemplares
de la misma sustancia; se igualan en condiciones formales determinadas, impuestas por
la estructura en la cual se efectúa esta relación.
Podemos hacer en esta referencia al espacio un poco más que lo que Marx no dice
explícitamente. Las formas en las cuales los objetos están, por la dimensión del valor,
puestos en relación los unos con los otros son formas determinadas por la estructura de
un cierto espacio. Las propiedades que revisten en la ecuación deben ser determinadas
por las propiedades del espacio donde se efectúa la representación, la Darstellung. La
puesta en lugar de este espacio que hace posible una ecuación imposible está expresada
por un cierto número de operaciones formales: representación, expresión, revestimiento
de forma, aparición bajo tal o cual forma, etc.
Consideraremos una de estas operaciones: “el valor reviste la forma de una cosa”.
Este examen va a permitirnos precisar el sentido de la relación contenido/forma: se trata
de la relación entre la determinación interna y el modo de existencia, la forma de
aparición (Erscheinungsform) de esta determinación.
En efecto, la expresión significa que el valor tiene su modo de existencia, su
forma de aparición (o de manifestación), en la forma natural de la mercancía
equivalente. La paradoja es que el valor no sabría ni aparecer ni existir. Sin embargo,
aparece en la forma natural de una mercancía, y ahí es donde desaparece como valor, y
ahí es donde reviste la forma de una cosa.
Por tanto, el valor sólo tiene su forma de manifestación en la relación de cambio
la cual, sin embargo, no se manifiesta. Nos las vemos con un tipo de causalidad del todo
nueva en relación con los Manuscritos. En los Manuscritos, las ecuaciones que
expresan la contradicción (por ejemplo: puesta en valor del mundo de las cosas =
depreciación del mundo de los hombres, o valor del trabajo = valor de los medios de
subsistencia) reenvían todas ellas a la ecuación: esencia del hombre = ser extraño al
hombre; es decir que reenvían, como a su causa, a la escisión entre el sujeto humano y
su esencia. La solución de la ecuación estaba en uno de sus miembros. En la esencia del
hombre separada del sujeto humano estaba dada la causa de la contradicción y la
solución de la contradicción. La causa era referida al acto de la subjetividad que se
separaba de sí misma.
Aquí, en la ecuación, o, lo que viene a ser lo mismo, en la contradicción: x
mercancías A = y mercancías B, la causa no está en la ecuación. Aquí se presenta una
relación entre las cosas, una conexión de los efectos determinada por la ausencia de la
causa. Esta causa se encuentra en la identidad del trabajo útil, creador de valores de uso,

28
y del trabajo creador de valores de cambio, del trabajo concreto y del trabajo abstracto.
Se sabe que Marx, en una carta a Engels del 8 de enero de 1868, declara que el
descubrimiento de la doble naturaleza del trabajo (trabajo abstracto y trabajo concreto)
es “todo el secreto de la concepción crítica”. Esta distinción es, en efecto, lo que permite
problematizar la unidad de las dos determinaciones. La economía clásica toma el
concepto de trabajo sin efectuar la distinción. Así pues, no podrá comprender el carácter
específico de la unidad trabajo abstracto/trabajo concreto y caerá en dificultades
inextricables. Al haber pensado a distinción, Marx, podrá pensar la unidad. Esta es el
resultado de un proceso social. La causa ausente a la cual somos reenviados son las
relaciones sociales de producción.
Así las operaciones formales que caracterizan el espacio en que son puestos en
relación los objetos económicos manifiestan, disimulándolos, procesos sociales. Ya
nunca nos las veremos más con una causalidad antropológica referida al acto de una
subjetividad, sino con una causalidad del todo nueva que podemos llamar causalidad
metonímica, tomando prestado este concepto a Jacques-Alain Miller que lo formuló en
la exposición que consagró a la crítica de G. Politzer. Aquí, podemos enunciarlo de la
siguiente manera: lo que determina la conexión de los efectos (las relaciones entre las
mercancías), es la causa (las relaciones sociales de producción) que, sin embargo, está
(es) ausente. Esta causa ausente, no es el trabajo como sujeto, es la identidad del trabajo
abstracto y del trabajo concreto en tanto que su generalización expresa la estructura de
un determinado modo de producción capitalista3.
Dicho de otro modo, la ecuación: x mercancías A = y mercancías B es, como
hemos visto, una ecuación imposible. Lo que Marx va a hacer y lo que lo distingue
radicalmente de la economía clásica, es la teoría de la posibilidad de esta ecuación
imposible. A falta de esta teoría, la economía clásica no puede concebir el sistema en el
cual está articulada la producción capitalista. No reconociendo esta causa ausente, no
reconocía la forma mercancía como la “forma más simple y más general” de un modo
de producción determinado: el modo de producción capitalista. Incluso aun habiendo
reconocido en el análisis de la mercancía la sustancia del trabajo, se condena a no
comprender las formas más desarrolladas el proceso de producción capitalista.
En la crítica del punto de partida de la economía clásica, Marx ha resuelto un
problema que es el del modo de manifestación de una cierta estructura en el seno de un
espacio que no le es homogéneo. Ahora, es de este problema del que se trata de precisar
los términos.

B) El problema de los objetos económicos

Sea el objeto mercancía. Tres enunciados de Marx permiten definir su carácter de


objeto.
1) “Los productos del trabajo revisten la forma mercancía”. Vemos aquí que no
existe, propiamente hablando, un objeto mercancía, sino una forma
mercancía.
2) “Los productos del trabajo se convierten en mercancías, es decir en cosas
sensibles-suprasensibles o cosas sociales (sinnliche-übersinnliche oder
gesselschaftliche Dinge).”.
3) “Las mercancías sólo poseen una objetividad de valor
(Wertgegenständlichkeit), aunque, sin embargo, son expresiones de la misma
unidad social, el trabajo humano”.
3
Sobre los problemas levantados por este punto, ver anexo.

29
Se trata de definir la Gegenständlichkeit de las mercancías, es decir, su realidad de
objeto4. Y es del todo particular. La coseidad de las mercancías es una coseidad social,
su objetividad, una objetividad de valor. Por otra parte, Marx dirá que son una
objetividad fantasmagórica (espectral). Esta objetividad no existe más que como
expresión de una unidad social, el trabajo humano.
Por tanto, ya no tendremos nunca más una pareja sujeto-objeto semejante a la de
los Manuscritos. En este texto, el término de Gegenstand era tomado en un sentido
sensualista. Aquí no es más que un fantasma, a manifestación de un carácter de a
estructura. Lo que toma la forma de una cosa, no es el trabajo como actividad de un
sujeto, es el carácter social del trabajo. Y el trabajo humano del que se trata aquí no es
el trabajo de ninguna subjetividad constituyente. Lleva la marca de una estructura social
determinada:

“Sólo una época históricamente determinada que representa (darstellt)


el trabajo gastado en la producción de una cosa útil como una propiedad
“objetiva” (gegenständliche) de esta cosa, es decir como valor, transforma el
producto del trabajo en mercancía5”.

Es, pues, una “época históricamente determinada”, es decir un modo de


producción determinado, lo que efectúa la Darstellung del trabajo en la objetividad
fantasmal de la mercancía.
El estatuto de esta Gegenständlichkeit es precisado aún más cuando Marx habla
de una ilusión de objetividad (gegenständliche Schein).

“El descubrimiento científico… de que los productos del trabajo en


tanto que valores son la expresión pura y simple del trabajo humano gastado
en su producción, marca una época del desarrollo de la humanidad, pero no
disipa en absoluto la fantasmagoría (espectralidad) que hace aparecer el
carácter social del trabajo como un carácter de las cosas, de los productos
mismos (… den gegenständlichen Schein der gesselschaftlichen Charaktere
der Arbeit).”.

El carácter de de esta Gegenständlichkeit hace que sólo pueda ser conocida por lo
que es –es decir, por una manifestación metonímica de la estructura-, en la ciencia. En
la percepción ordinaria, es tomada por una propiedad de la cosa en tanto que tal. El
carácter social de los productos del trabajo aparece como propiedad natural de estos
productos en tanto que simples cosas.
Esta teoría del objeto sensible-suprasensible permite marcar la diferencia de la
problemática del Capital con la de los Manuscritos. En los Manuscritos, los objetos
económicos eran tratados de una manera anfibológica porque la teoría de la riqueza
estaba recubierta por una teoría feuerbachiana de lo sensible. El carácter sensible de los

4
La cuestión es saber cuál es el tipo de objeto con el que nos las vemos y qué es lo que funda su
naturaleza de objeto.
5
Traducimos aquí a partir del texto alemán (Dietz, p. 76). La versión francesa reproduce el texto
siguiente:
“No hay más que una época determinada, en el desarrollo histórico de la sociedad, que transforma
generalmente el producto del trabajo en mercancía, es aquella done el trabajo gastado en la producción de
los objetos útiles reviste el carácter de una calidad inherente a estas cosas, de su valor”. (Ed. Sociales, p.
75).
Tengamos en cuenta la adición por Marx en la edición francesa del adverbio generalmente. Este
añadido no está, ciertamente, sin relación con las dificultades que señalamos en nuestro anexo.

30
objetos del trabajo reenviaba a su carácter humano, a su estatuto de objetos de una
subjetividad constituyente. Aquí, los objetos ya no son tomados para lo humano-
sensible. Son sensibles-suprasensibles. Esta contradicción en el modo de su aparición
reenvía al tipo de objetividad del que dependen. Su carácter sensible suprasensible es la
forma en la cual aparecen como manifestaciones de caracteres sociales.
La sustitución de la relación: sensible/suprasensible  social, por la relación:
humano/sensible, es fundamental para comprender lo que Marx llama el fetichismo de
la mercancía.
Examinemos para mostrarlo, el principio del texto del 1º capítulo: el carácter
fetiche de la mercancía y su secreto.

“Una mercancía aparecería al primer vistazo como algo trivial, y se


que comprende por sí mismo. Nuestro análisis ha demostrado al contrario
que es una cosa muy compleja, llena de subtítulos metafísicos y de argucias
teológicas.”.

Nos parece que puede ser instructivo tomar esta última frase al pie de la letra.
Significa que la mercancía es teológica, siguiendo el sentido que este concepto tiene en
la antropología de Feuerbach y del joven Marx.
Sigamos este hilo conductor en el análisis de la mercancía.

“En la producción de ropa, la fuerza humana gastada lo fue, de hecho,


bajo una forma particular. Así, pues, se acumula trabajo humano en ella.
Desde este punto de vista, la ropa es un portavalor (Wertträger: soporte de
valor) aunque no deja adivinar esta cualidad a través de la transparencia de
los hilos, ni aún rascándola, por muy rascada que sea.”.

Tampoco existe transparencia del objeto. Aquí se cae toda la teoría de lo sensible
y del objeto relacionada con el sujeto humano. La ropa porta una cualidad que no le
proviene del acto de un sujeto, porque es una cualidad sobrenatural. Es el soporte
(Träger) de algo que no tiene nada que ver con ella.
Nos encontramos aquí con el concepto de soporte que ya habíamos localizado en
el esquema de la crítica antropológica de la especulación y nos lo encontramos con una
función que corresponde en este mismo esquema a la función de la encarnación. La
cosa empírica (la ropa) se convierte en el soporte de la abstracción sobrenatural valor de
la misma manera en que la existencia empírica del monarca devenía en Hegel en la
encarnación de la categoría abstracta de soberanía.

“La ropa no puede en absoluto representar en sus relaciones exteriores


el valor sin que el valor tome al mismo tiempo el aspecto de una ropa. Es así
como el particular A no sabría representar para el individuo B una majestad
sin que la majestad a los ojos de B revista inmediatamente la figura de A.”.

No es solamente porque aquí se trata de majestad y en el Manuscrito de 1843 de


soberanía por lo que podemos afirmar la homología entre la estructura de la
manifestación del valor y la estructura de la encarnación que constituía en el texto de
1843 un elemento de la estructura general de la especulación. El valor se encarna en la
existencia empírica de la ropa, como la majestad en la existencia empírica de A, como a
soberanía en la del monarca hegeliano.

31
Vemos, pues, aparecer una figura idéntica a la del Manuscrito de 1843. Pero aquí
no tiene ni la función crítica que tenía en la crítica antropológica de la especulación, ni
la que la escuela de Della Volpe querría hacerle jugar como crítica de la operación
especulativa ejercida por la economía política clásica. La unión de lo sensible y de lo
suprasensible expresa aquí la forma misma de aparición del valor y no su traducción
especulativa. En los Manuscritos de 1843, esta unión era presentada como una
operación de la especulación. Hegel transformaba lo sensible (la empiria) que
encontraba en el punto de partida para hacer una abstracción suprasensible que
encarnaba enseguida en una existencia sensible que servía de cuerpo a esta abstracción.
Esto quiere decir que la figura que en la crítica antropológica designaba el
proceder de la especulación designa aquí el proceso que se desarrolla en el campo
mismo de la realidad. Por este concepto de realidad (Wirklichkeit), es preciso entender
justamente el espacio donde se manifiestan las determinaciones de a estructura (espacio
de la objetividad fantasmática). Debemos distinguir cuidadosamente esta Wirklichkeit,
real con respecto a la percepción, de la wirkliche Bewegung (movimiento real) que
constituye lo real con respecto a la ciencia.
Vemos que las propiedades que definen la Wirklichkeit, el espacio de aparición de
las determinaciones de la estructura económica, son las que definían para el joven Marx
las operaciones de la filosofía especulativa, que se presenta a ella misma bajo a forma
del misterio.
Podemos encontrar otro ejemplo de este cambio de función de la estructura de la
encarnación en el texto titulado Die Wertform (anexo “didáctico” al primer tomo del
Capital):

“Este movimiento por el que lo sensible-concreto vale solamente


como forma de manifestación de lo abstracto general como propiedad de lo
concreto caracteriza la expresión del valor. Y, al mismo tiempo, hace difícil
su comprensión. Si yo digo: el derecho romano y el derecho alemán son los
dos derechos, eso se comprende sin dificultad. Sin embargo, si, por el
contrario, digo: el derecho, ente abstracto, se realiza en el derecho romano y
en el derecho alemán, la conexión es ahora mística.” (Kleine ökonomische
Scriften, p. 271).

El proceso que caracteriza aquí el modo de existencia del valor es el que


caracterizaría para el joven Marx la operación de la especulación hegeliana, tal como
ilustraba en La Sagrada Familia por la dialéctica del fruto abstracto realizándose en las
peras y las almendras concretas.
Si la realidad es especulativa, de ello resulta una consecuencia extremadamente
importante: toda lectura crítica que pretendía, sobre el modelo de la carta a Ruge, decir
o leer las cosas como son se encuentra invalidada. La ambición de a carta a Ruge es
refutada por esa breve frase que nos dice que: “El valor no lleva escrito sobre su frente
lo que es. (Es steht daher dem Werte nicht auf der Stirn geschrieben was er ist.)”.
No nos las vemos con un texto que exige una lectura que daría el sentido
subyacente, sino con un jeroglífico que es necesario descifrar. Este desciframiento es
obra de la ciencia. La estructura que cierra la posibilidad de la lectura crítica es la que
abre la dimensión de la ciencia. Esta ciencia no se contentará, como lo hacía Ricardo,
con plantear el trabajo como sustancia del valor burlándose del fetichismo de los
mercantilistas que creen el valor atado al cuerpo de una mercancía particular. La ciencia
rendirá cuenta del fetichismo haciendo la teoría de la estructura que funda la forma de la
cosa que es tomada por los caracteres sociales del trabajo.

32
Notas 1

Un vistazo sobre los conceptos en juego en esta problemática de los objetos económicos
nos muestra que lo que está aquí en cuestión es la cuestión crítica de la dialéctica
trascendental kantiana. Reencontramos, en efecto, la problemática del objeto
(Gegenstand) y las parejas fenómeno/ apariencia (Erscheinung/Schein) y
sensible/suprasensible (sinnlich-übersinnlich). En Kant, una línea de partición (partage:
reparto, división) referida a las facultades de una subjetividad separa dos dominios:

Gegenstand
sinnlich übersinlich
Erscheinung Schein

En Marx, encontramos una estructura del todo diferente:

Gegenstand = Erscheinungsform (forma de aparición)


Sinnlich-übersinnlich gessellshaftlich

Schein (apariencia o ilusión)

La mercancía es Gegenstand en tanto que es forma de aparición (Erscheinungsform) del


valor. Este objeto es un objeto sensible-suprasensible en tanto que sus propiedades no
son sino la forma de manifestación de relaciones sociales. Es el desconocimiento de su
carácter de manifestación del trabajo en una estructura social determinada, lo que funda
la apariencia (Schein).
Tenemos en Marx, y particularmente en este capítulo I, la relación de una
analítica y de una dialéctica, pero esta relación supone una distribución de los
elementos del todo nueva, una reorganización del espacio teórico de estos conceptos.
Esta reorganización, es lo que podemos llamar la revolución anti-copernicana de Marx
(anticopernicana en el sentido kantiano, es decir, copernicana en el sentido estricto). Los
fenómenos no vienen ya a centrarse alrededor de un sujeto constituyente. En el
problema de la constitución de los fenómenos, el concepto de sujeto no interviene. Lo
que, en cambio, es tomado muy en serio por Marx es la relación del fenómeno con el
objeto trascendental = X. Los fenómenos, los objetos, son formas de aparición de esta
X ausente que también es lo desconocido que resuelve las ecuaciones. Pero esta X no es
un objeto, es lo que Marx llama una relación. El hecho de que esta relación, deba
representarse en algo que le es radicalmente extraño, en una cosa, da a esta cosa su
carácter sensible-suprasensible.
Lo que caracteriza la apariencia es que esta cosa aparece ahí como cosa
simplemente sensible, que sus propiedades aparecen como propiedades naturales.
Así, la constitución de los objetos no pertenece a una subjetividad. Lo que
pertenece a la subjetividad es la percepción. Es la separación entre las condiciones de la
constitución de los objetos y las condiciones de su percepción lo que determina la
apariencia.

33
Notas 2

Lo que diferencia radicalmente a Marx de la economía clásica es el análisis de la forma


valor de la mercancía (o forma mercancía del producto del trabajo). Es aquí donde se
marca la diferencia entre la concepción clásica de la abstracción y el análisis y la
concepción marxista. La teoría de la forma aporta sobre el plano de la práctica teórica
específica del Capital una solución a los problemas levantados en la Introducción
General por el concepto de abstracción determinada6.
La interpretación historicista de esta teoría de la abstracción determinada tal y
como se la encuentra en particular en la escuela de Della Volpe se sostiene en una
relación no pertinente: la relación de lo abstracto de pensamiento con lo concreto real.
La abstracción determinada aparecía entonces como lo que retenía sólidamente la
riqueza de lo concreto real.
Marx se preocupa aquí de la forma valor de la mercancía (forma mercancía del
producto del trabajo) como de un punto de partida científico en el interior del proceso
de pensamiento. Desde este unto de vista, esta forma está caracterizada como la más
general, la más simple, la más abstracta, la menos desarrollada. No hablaremos aquí de
la primera determinación que plantea, por lo demás, difíciles problemas de
interpretación. Simple y abstracto están situados en las oposiciones abstracto/concreto y
simple/complejo que definen el campo del pensamiento en la Introducción general.
Pero estas dos oposiciones ven aquí su sentido preciso por el concepto de desarrollo.
Esta forma es la menos desarrollada, y el trabajo de la ciencia, trabajo que nunca existió
antes de Marx, es desarrollar esta forma simple:

“Se trata, entonces, de hacer lo que la economía burguesa no intentó


jamás; se trata de proporcionar la génesis de la forma moneda, es decir,
desarrollar la expresión del valor contenido en la relación de valor de las
mercancías desde su figura más simple y la menos aparente hasta esa forma
moneda que salta a los ojos de todo el mundo”.

Este desarrollo, Ricardo, es incapaz de hacerlo. Es incapaz de deducir la forma


dinero de su teoría del valor. Y es que no ha comprendido el concepto de la expresión
del valor, el concepto de forma.
Así, lo que falta es el motor del desarrollo de las categorías económicas,
desarrollo que permite constituir el sistema de la economía política. Este motor es la
contradicción.
Aquí se plantea el problema de la localización del concepto de contradicción, de
la determinación de su validez teórica.
En qué consiste lo que, en los primeros capítulos del Capital, es nombrado por
Marx tanto contradicción (Widerspruch), como simplemente oposición (Gegensatz)?
No podría ser cuestión aquí de aportar una solución definitiva a estos problemas,
sino solamente presentar ciertos datos e indicar una dirección posible de investigación.
Planteemos la relación: x mercancías A = y mercancías B. Se puede llamar
contradictoria en tanto que uno de los términos no figura más que como valor de uso y
el otro como valor de cambio. Esta contradicción reenvía a la contradicción interior a la
mercancía, a su desdoblamiento en valor de uso y valor de cambio, de ahí somos

6
Parece que este análisis de forma define para Marx la forma de la cientificidad. Es interesante leer a este
respecto su apreciación sobre Aristóteles: este es calificado como el “gran pensador que fue el primero en
analizar la forma de valor así como tantas otras formas ya sean del pensamiento, de la sociedad, de a
naturaleza”.

34
reenviados a la identidad de los contrarios que caracteriza el trabajo representado en la
forma de valor de la mercancía –identidad del trabajo concreto y del trabajo abstracto.
Podemos hacer aquí tres notas.
1) La contradicción aquí planteada no puede ser reducida al orden de la
apariencia y de la ideología, lo que era el caso de la pseudo-contradicción in
adjecto implicada, según Bailey, en el concepto de un valor de cambio
intrínseco a una mercancía. Al contrario, esta contradicción no aparecía más
que en el discurso científico. Ella no es percibida por los sujetos del cambio
para los cuales la relación xA = yB es totalmente natural.
2) La contradicción no consiste en una escisión. En las ecuaciones que, en los
Manuscritos de 1844, expresan la contradicción, esta se reducía a la
separación de una unidad originaria. La contradicción residía en la existencia
separada de los términos complementarios. Aquí, al contrario, reside en la
unión de dos términos exclusivos el uno del otro. Esta identidad de dos
contrarios denuncia la existencia escondida de un tercer término que supone
su unión. Así es para el término social que soporta la contradicción sensible-
suprasensible.
3) La contradicción no consiste, tampoco, en que el trabajo concreto se invierte
en trabajo abstracto, a la manera pues en el ser, en Hegel, se invierte en nada
(néant) o en que lo concreto se invierte en universal abstracto.
La unión contradictoria del trabajo concreto y del trabajo abstracto no está
determinada por una dialéctica que sería inherente a uno de los dos términos. Expresa la
forma particular que toman, en un modo de producción determinado, las características
generales del trabajo.
Marx demuestra, en efecto, cómo toda producción está necesariamente
determinada por el tiempo de trabajo disponible de la sociedad y por la repartición del
trabajo social en función de las diferentes necesidades 7. Esta regulación debe hacerse de
una manera o de otra en todas las formas de producción. Pero toma, en cada una de
estas formas, caracteres diferentes. Es así como, Marx; en los textos sobre el fetichismo
del capítulo 1, demuestra en el caso de varias formas de producción diferentes (la de
Robinson, la de la Edad Media, la de una industria rústica y patriarcal y en fin la de una
sociedad comunista) cómo esta ley natural trata según formas específicas determinadas
por cada una de estas estructuras. En el interior del modo de producción capitalista,
donde la producción mercantil es la producción dominante, la ley reguladora del tiempo
de trabajo y de su repartición adopta una figura del todo particular, la de la identidad
contradictoria del trabajo concreto y del trabajo abstracto, la cual se encuentra
representada en las contradicciones inherentes al intercambio de mercancías.
La “contradicción” podría también no designar nada más que el modo de eficacia
propio de la estructura. Ya hemos visto que el espacio de la representación
(Darstellung) de la estructura era un espacio de la contradicción donde los objetos no
eran objetos, donde las relaciones unían cosas que no tenían ninguna relación entre
ellas, etc. La existencia de la contradicción aparecía así como la existencia misma de la
estructura. De este modo, es preciso que demos al concepto de contradicción tal como
Marx lo utiliza en la primera sección del Capital un valor puramente indicial; Marx
pensaría con los conceptos hegelianos de contradicción y desarrollo de la contradicción
algo radicalmente nuevo de lo que llegaría a formular el concepto: el modo de acción de
la estructura en tanto que modo de acción de las relaciones de producción que la
gobiernan.
7
Ver particularmente la carta de Engels del 8 de enero de 1868 y la carta a Kuggelmann del 11 de julio de
1868.

35
Así, el reconocimiento de la contradicción sería reconocimiento de la estructura
en el interior de la cual funcionan los objetos económicos y sus relaciones, la estructura
de un modo de producción determinado. Analizando la forma mercancía, Marx,
descubrió la contradicción, es decir descubrió que los objetos económicos estaban
determinados como manifestaciones de una estructura particular. Así, el desarrollo de
las formas será desarrollo de la contradicción. La resolución (Lösung) de la
contradicción será efectuada en lo que Marx llama sus formas de movimiento. Las
formas más complejas, más desarrolladas son formas en que pueden desarrollarse y
resolverse las contradicciones de las formas más simples. Hay, así, formas del
intercambio en relación a las contradicciones inherentes a la forma mercancía, formas
de la producción capitalista en relación a las formas de la producción mercantil simple.

“Como se ha visto, el intercambio de mercancías sólo puede


efectuarse remplazando condiciones contradictorias, exclusivas las unas de
las otras. Su desarrollo que hace aparecer la mercancía como cosa de doble
cara, valor de uso valor de cambio, no hace desaparecer estas
contradicciones, pero crea la forma en la cual pueden moverse. Y este es,
por otra parte, el único método para resolver las contradicciones reales. Es,
por ejemplo, una contradicción que un cuerpo caiga constantemente sobre
otro y huya constantemente. La elipse es una de las formas de movimiento
por las cuales esta contradicción se realiza y se resuelve a la vez”.

“Las contradicciones que encubre la mercancía de valor usual y de


valor cambiable, de trabajo privado que debe al mismo tiempo representarse
como trabajo social, de trabajo concreto que no vale más que como trabajo
abstracto, estas contradicciones inmanentes a la mercancía adquieren en la
circulación su forma de movimiento”.

El desarrollo de las formas de la producción burguesa –que constituye el objeto


propio del Capital- es así pensado como el desarrollo de las formas de movimiento para
(por) la contradicción primitiva, la oposición del trabajo abstracto y del trabajo
concreto. Aquí todavía, puede uno preguntarse si los conceptos utilizados por Marx
(contradicción, desarrollo, resolución de la contradicción) expresan adecuadamente lo
que es planteado en ellos.
Dejemos este problema en suspenso, y señalemos los dos elementos esenciales
que podemos sacar del análisis de la forma valor.
1) Este análisis y la teoría de la forma que aquí se implica permiten poner al día
la estructura constituyente de las relaciones de producción y su modo de
acción al nivel de la Wirklichkeit.
2) Permite llegar al conocimiento sistemático de la conexión y de la articulación
de las formas del modo de producción capitalista. La economía clásica era
incapaz de sacar adelante este desarrollo de las formas. (Por ejemplo, Ricardo
no llegaba a deducir el dinero del análisis de la mercancía o a demostrar la
conexión entre la plusvalía y la tasa media de ganancia).

Veremos precisar estos dos elementos pasando al estudio de una mercancía


particular: el trabajo salario.

C) El trabajo salario y la teoría de lo irracional

36
Se sabe, que la categoría de trabajo asalariado plantea a la economía clásica un
problema insoluble. ¿Qué pasa en el cambio entre el capitalista y el obrero?
El capitalista compra una cierta cantidad de trabajo, la jornada de trabajo del
obrero, con un salario que representa una cantidad de trabajo social menor. Vemos,
pues, intercambiar como iguales mercancías que representan tiempos de trabajo
desiguales, lo que invierte la ley del valor trabajo.
Al mismo tiempo, nos encontramos ante un círculo: el salario aparecía como el
valor del trabajo. Ahora bien, el trabajo ha sido planteado como creador del valor.
¿Cómo determinar el valor de lo que crea el valor?
A solución de esta inversión y de este círculo se encuentra en la introducción de
una categoría nueva, ausente de la economía clásica, la categoría de fuerza de trabajo.
El salario representa el valor de la fuerza de trabajo. Este valor, se sabe,
representa, conforme a la ley del valor, el valor de los medios de subsistencia necesarios
para reproducir la fuerza de trabajo. Esta determinación del valor de la fuerza de trabajo
la había formulado bien la economía política clásica, pero como valor del trabajo. Así
pues, se sostenía en un quiproquo.
En los Manuscritos de 1844, Marx se mantenía igualmente en este quiproquo,
ligado a la no-crítica del concepto de valor del trabajo, y del concepto mismo de trabajo.
Aquí, al contrario, Marx se agarra al concepto mismo y ejerce sobre él, con la ayuda de
los conceptos de forma y relación, un trabajo que hace aparecer un nuevo concepto, el
de fuerza de trabajo, y que permite comprender en su inadecuación el concepto de valor
del trabajo.
Marx comprende la diferencia entre el valor de cambio de la fuerza de trabajo
(cantidad de trabajo social necesario en su reproducción, representada en el salario) y su
valor de uso específico que es crear valor.
Podemos plantear los términos del problema en los dos enunciados siguientes:
1) La fuerza de trabajo tiene un valor de cambio, medido por el tiempo de trabajo
necesario en reproducirla, y un valor de uso que es creador de valor, que
produce un valor de cambio superior a su propio valor (lo que no es el caso de
ninguna otra mercancía).
2) El trabajo es creador de valor. No tiene valor.
En estos dos términos enunciados podemos leer la posibilidad de la plusvalía, y
podemos gracias al análisis del carácter doble del trabajo, de la distinción del trabajo
útil y del trabajo creador de valor, lo que nos permite atravesar las apariencias del modo
de producción capitalista.
“Según todas las apariencias, lo que el capitalista paga, es el valor de
la utilidad que el obrero le da, el valor del trabajo y no el de la fuerza del
trabajo que el obrero no parece enajenar. La sola experiencia de la vida
práctica no hace resaltar la doble utilidad del trabajo, la propiedad de
satisfacer una necesidad que tiene en común con todas las mercancías y la
de crear el valor que lo distingue de todas las demás mercancías y lo
excluye, como elemento formador del valor, de la posibilidad de tener
ninguna.”.
Nos encontramos ante la contradicción siguiente: el trabajo aparece como
mercancía cuando no puede ser en absoluto una mercancía. Es decir que nos las vemos
con una estructura que ya pusimos al día: la existencia en la Wirklichkeit de algo que es
imposible. Esta posibilidad de una imposibilidad nos reenvía a la causa ausente, a las
relaciones de producción. A consecuencia de la acumulación primitiva que separó a los
productores directos de sus medios de producción, estos están obligados a vender su

37
fuerza de trabajo como mercancía. Su trabajo se convierte en trabajo asalariado y la
apariencia se produce, según la cual lo que es pagado por el capitalista es el trabajo
mismo y no su fuerza de trabajo.
La evidenciazión de la categoría valor de la fuerza de trabajo, disimulada detrás
de la categoría valor del trabajo, es evidenciación del carácter determinante de las
relaciones de producción capitalistas.
Al no poder problematizar la categoría valor del trabajo como forma de aparición
del valor de la fuerza de trabajo, Ricardo no puede hacer aparecer o que sostiene todo el
mecanismo, a saber las relaciones de producción que son el capital y el trabajo
asalariado.
“En lugar de trabajo debería haber hablado de fuerza de trabajo, pero
entonces el capital hubiera aparecido como la expresión enfrente del obrero
de las condiciones materiales del trabajo, como una relación social
determinada. Para Ricardo, no se trata más que de trabajo acumulado por
distinción con el trabajo presente; no se trata más que de un elemento en el
proceso de trabajo y de ahí no se sabría deducir la relación del capital y del
trabajo, del salario y del beneficio.”. (Historia de las doctrinas económicas,
t. III.).

En cambio, Marx problematiza la categoría valor del trabajo. Esta expresión es


una expresión irracional. Esta categoría de irracional designa en Marx de una relación
imposible que disimula la relación verdaderamente determinante.
Existe una manera ingenua de pensar la irracionalidad de esta expresión. Es
considerarla como simple abuso de lenguaje. Es así como Proudhon declara:

“El trabajo se dice valer no en tanto que mercancía misma, sino en


vista de los valores que se suponen encerrados potencialmente en él. El
valor del trabajo es una expresión figurada, etc.”.

Así, según Proudhon, todo el mundo de producción capitalista estaría fundado


sobre una “expresión figurada”, una simple licencia poética. Para ello existe un tipo de
explicación muy característica: frente a las expresiones que designan el misterio de la
producción capitalista, su determinación estructural fundamental, se declara que no aquí
hay más que expresión figurada o distinción subjetiva. Marx señala numerosas veces en
El Capital este tipo de explicación por lo arbitrario y la subjetividad. (así Ricardo
declara que la distinción entre el capital fijo y el capital variable es una distinción del
todo subjetiva).
Para Marx, al contrario, las expresiones irracionales no tienen nada de arbitrario.
Expresan una necesidad rigurosa: la del modo de acción de las relaciones de
producción:

“En la expresión valor del trabajo, el concepto de valor no está sólo


enteramente desaparecido, está invertido en su contrario. Es una expresión
irracional como, por ejemplo, valor de la tierra. Sin embargo, estas
expresiones irracionales tienen su fuente en las reacciones de producción
mismas. Son categorías que expresan las formas de aparición de relaciones
esenciales. (Sie sind Kategorien für Erscheinungsformen wesentlicher
Verhältnisse.). (El Capital, T. II.).

38
Aquí vemos precisarse la teoría de a forma y del desarrollo de las formas. La
expresión valor del trabajo supone un cambio de forma: el valor de la fuerza de trabajo
aparecía, se manifiesta en una forma de manifestación (Erscheinungsform) que es el
valor del trabajo. Forma de manifestación de la fuerza de trabajo, el valor es por ello
forma de manifestación de la relación de producción esencial al modo de producción
capitalista que es el trabajo asalariado. El mecanismo de transformación de las formas
está así determinado por las relaciones de producción que se manifiestan en las
Erscheinungsformen disimulándose. Es esta eficacia propia, esta
manifestación/disimulación cuya irracionalidad es el índice.

“Se comprende ahora la importancia decisiva de la transformación del


valor y del precio de la fuerza de trabajo en la forma del salario del trabajo,
o en el valor y el precio de trabajo mismo. Es sobre esta forma de
manifestación que hace invisible la relación real y muestra incluso su
contrario donde descansan todas las representaciones jurídicas del
trabajador y del capitalista, todas las mistificaciones del modo de
producción capitalista, todas las ilusiones liberales y todos las cuentos
apologéticos de la economía vulgar”.

D) El concepto de proceso

En el estudio de la objetividad fantasmal de las mercancías y en el de la expresión


irracional: valor del trabajo, una cierta estructura se deja aprehender. Vemos que las
formas de la Wirklichkeit son formas de manifestación para las relaciones sociales de
producción que no aparecen como tales en este campo de la Wirklichkeit, sino que
estructuran las relaciones que ahí están dadas. Vemos al mismo tiempo que estas formas
de manifestación son totalmente distintas a las formas de disimulación. Es esta
estructura la que es desconocida por la economía clásica. A falta de una teoría de la
forma, desconocía su objeto mismo. No reconocía la objetividad específica de la que la
ciencia se ocupa: la de un proceso de producción determinado.
Para la inteligencia de este concepto de proceso, recordemos ante todo la
definición dada por Marx:

“La palabra proceso expresa un desarrollo considerado en el conjunto


de sus condiciones reales”. (El Capital, t. I)

Completaremos esta definición mencionando las dos características esenciales de


un proceso, a saber:
1) que su desarrollo conduce a reproducir constantemente su punto de partida;
2) que los elementos son ahí definidos no por su naturaleza, sino por el lugar
que ocupan, la función que cumplen.
Estas características valen ya para el proceso más simple estudiado por Marx: el
proceso de trabajo en general. Marx demuestra como el mismo elemento material puede
jugar ahí el papel de o bien producto, o bien de materia prima, o bien de medio de
trabajo:

39
“Se ve: el carácter de producto, de materia prima o de medio de
trabajo sólo se vincula a un valor de uso según la posición determinada que
cumple en el proceso de trabajo, después al lugar que ocupa, y su cambio de
lugar cambia su determinación”.

A este nivel ya es posible la confusión que toma por una propiedad material de los
elementos de la producción su determinación funcional. Pero, de hecho, sabemos que el
proceso de producción tiene siempre lugar en formas sociales determinadas, que
siempre es un proceso de producción determinado. Eso quiere decir que los lugares,
formas y funciones que determina deben servir ellos mismos de soportes a los que son
determinados por las relaciones de producción que caracterizan tal o cual modo de
producción. Estos determinan, en efecto, lugares y funciones nuevas que dan a los
elementos del proceso de trabajo de las formas específicas. En la Wirklichkeit, estas
formas aparecen como propiedades de los elementos materiales que las soportan,
mientras que son formas de aparición, modos de existencia del motor escondido del
desarrollo. Así, la forma mercancía cortada, en la ilusión fetichista, de las relaciones
sociales que la fundan o la forma “valor de trabajo” detrás de la cual se esconde el valor
de la fuerza de trabajo, es decir, las relaciones de producción capitalistas.
Esta estructura del proceso como objeto de la ciencia implica el carácter
específico de los conceptos de la ciencia que le rinden cuenta. Es lo que Marx expresa
en una oposición que determina por un lado la verdadera forma de la cientificidad, y por
el otro el principio de los errores de la economía clásica.

“No se trata aquí de definiciones bajo las cuales se subsumirían las


cosas, sino de funciones determinadas que se expresan por categorías
determinadas”. (T.IV).

Cosas (Dinge) Funciones


subsumir expresar
definiciones categorías

Al creer vérselas con relaciones naturales entre cosas estables, la economía clásica
desconocía la estructura específica del proceso de producción capitalista. Esta está, en
efecto, constituía por el recubrimiento del proceso de producción en general, de la
forma de producción de la mercancía y las formas propias en el proceso capitalista que
se desarrolla según varios niveles (producción, reproducción, proceso de conjunto). La
economía clásica que solapa sobre un solo plano esta estructura cae en toda una serie de
confusiones: confusión de las determinaciones materiales de los elementos de la
producción con sus determinaciones de forma capitalista, confusión entre formas de la
producción mercantil simple y las formas capitalistas, confusión entre las formas del
capital en el proceso de producción y en el proceso de circulación, etc. Se encuentra un
condensado de todas estas confusiones en la concepción de Smith sobre el capital fijo y
el capital circulante criticado por Marx, en el libro II. Smith acaba por relacionar las
determinaciones del capital fijo y el capital circulante, determinaciones de forma del
capital comprometidas en el proceso de circulación, con la movilidad o inmovilidad de
los elementos materiales del capital.
Vemos así como el estudio del punto de partida del Capital nos conduce a
reconocer la objetividad propia con la cual se las ve la ciencia y a comprender el
fundamento de los errores de la economía clásica.

40
Notas anexas

Relaciones mercantiles y relaciones capitalistas

Nuestro análisis de la forma valor ha suscitado la objeción siguiente: para explicar la


identidad trabajo abstracto/trabajo concreto que determina la forma valor de las
mercancías, hacemos intervenir las relaciones de producción capitalistas. Ahora bien, es
evidente que la forma mercancía tiene una existencia bastante anterior al modo de
producción capitalista y parece que el análisis de la mercancía sostenido en la primera
sección del Capital no hace intervenir más que los caracteres de la producción mercantil
en general, independientemente del papel que esta forma de producción pueda jugar en
modos de producción diferentes.
En primer lugar, limitemos la carga de la objeción: de ningún modo contradice lo
que para nosotros parece ser el punto fundamental, a saber, que los fenómenos de la
realidad (Wirklickeit) económica no se comprenden más que en lo que manifiestan, en
una distorsión específica, la eficacia de las relaciones de producción. Lo que, sin
embargo, está en cuestión es el sentido exacto de la función de punto de partida que
juega, en la teoría del proceso de producción capitalista, el análisis de la mercancía.
En efecto, parece que, de antemano, en la primera sección del Capital no nos las
vemos más que con la producción mercantil en general, en tanto que es una
presuposición necesaria del modo de producción capitalista.
Así, nos ocupamos de la mercancía en general y no de la mercancía en tanto que
elemento de un capital-mercancía. La identidad del trabajo útil y del trabajo creador de
valor define simplemente la producción mercantil, la producción capitalista se definiría
por la identidad del trabajo útil y del trabajo creador de plusvalor.
Nos encontramos, pues, en esta primera sección en estadio anterior (teóricamente
e históricamente) al de las determinaciones propias del modo de producción capitalista.
A partir de ahí es posible una lectura historicista que vea en la primera sección una
exposición genética yendo de las formas primitivas del cambio a las formas burguesas,
pasando por estos islotes mercantiles que se desarrollan, según Marx, en los intervalos
de las sociedades anteriores al modo de producción capitalista.
Pero, al mismo tiempo, Marx nos dice que “la forma valor del producto de trabajo
es la forma más abstracta y más general del modo de producción actual que adquiere
por eso mismo un carácter histórico” (Tomo I), y afirma en una carta a Engels del 22 de
junio de 1867 que a forma más simple de la mercancía “contiene todo el secreto de la
forma dinero e in nuce el de todas las formas burguesas del producto del trabajo”. La
metáfora del núcleo y, por lo mismo, la metáfora de la célula en el prefacio de la
primera edición indican que las determinaciones propias del modo de producción
capitalista no acaban simplemente sobreañadiéndose a las determinaciones simples de la
mercancía y del cambio de mercancías, sino que deben estar ya ahí de una cierta manera
presentes. Dado que, en absoluto tendríamos en el primer capítulo del Capital un
análisis de los caracteres generales de toda mercancía, sino un análisis de la forma
mercancía en tanto que forma más simple de un modo de producción determinado, el
modo de producción capitalista.
La exactitud de una tal interpretación no es confirmada de la manera más neta por
el elogio que Marx, en el primer capítulo de la Contribución, dirige a Steuart:
“Naturalmente, Steuart sabía muy bien que en las épocas pre-
burguesas también el producto revestía la forma de la mercancía y la
mercancía la forma del dinero, pero prueba con la fuerza del detalle que la

41
mercancía en tanto que forma fundamental de la riqueza y la alienación en
tanto que forma predominante de la apropiación no pertenecen más que al
período de producción burguesa y que, por consiguiente, el carácter del
trabajo creador de valor de cambio es específicamente burgués.”.
(Contribución a la crítica de la economía política).

Sin embargo, debemos evitar la trampa de una lectura hegeliana del Capital según
la cual la forma mercancía contendría en germen, en su interioridad, todas las
contradicciones del modo de producción capitalista donde El Capital no sería más que
el desarrollo, con el corolario inevitable en un discurso de tipo hegeliano de que este
punto de partida sería mediatizado por el punto de llegada, que la mercancía
presupondría todo el desarrollo del proceso de producción capitalista donde El Capital
no sería más que el desarrollo, con este corolario inevitable en un discurso de tipo
hegeliano de que el punto de partida sería el mismo mediatizado por el punto de llegada,
de que la mercancía presupondría todo el desarrollo del proceso de producción
capitalista.
Señalaremos que Marx da argumentos a esta interpretación hegeliana al menos
por lo que respecta al interpretación historicista e indicamos la vía por donde nos parece
que el problema puede ser correctamente planteado. Podremos, por eso, sacar partido de
las indicaciones que nos da Marx en el capítulo del libro III titulado: “relaciones de
producción y relaciones de distribución”:

“El modo de producción capitalista produce sus productos en tanto


que mercancías. No es el hecho de producir mercancías lo que le distingue
de otros modos de producción; sino que es el hecho de que sea una
mercancía la que constituya el carácter dominante y determinante de su
producto. Eso implica, en primer lugar, que el obrero mismo entra en escena
solamente como vendedor de mercancías, por tanto como trabajador
asalariado libre, y el trabajo en general como trabajo asalariado”. (T. VIII).
“Se encontraba ya incluidas en la mercancía y todavía más en la
mercancía en tanto que producto del capital la reificación de las
determinaciones sociales de la producción y la subjetivación de sus bases
materiales, que caracteriza todo el modo de producción capitalista.”.
“La forma determinada en la cual el tiempo de trabajo social se
impone y determina el valor de las mercancías está ligada, es cierto, a la
forma correspondiente de los medios de producción en tanto que capital, en
este sentido en que es únicamente sobre esta base como la producción
mercantil llega a ser la forma general de la producción.”.

Es solamente sobre la base de las relaciones de producción capitalistas como la


forma de producción mercantil se convierte en forma de producción dominante y como
la forma mercantil se presenta de una manera general y con todas las determinaciones
de las que es susceptible como forma del producto del trabajo. O, si se quiere, la
identidad del trabajo útil y del trabajo creador de valor no determina el conjunto de la
producción social más que sobre la base de la identidad del trabajo útil y del trabajo
creador de plusvalía.
De ese modo, se afirma el carácter determinante de las relaciones de producción
capitalistas.

42
A partir de la separación entre productores directos y medios de producción, de la
conversión de los medios de producción en capital, operados en el proceso constitutivo
del modo de producción capitalista (la acumulación primitiva), el trabajo útil del obrero,
del productor directo, no puede manifestarse más que como trabajo creador de valor. De
este modo, se encuentra creada la condición que permite a la identidad del trabajo útil y
del trabajo creador de valor convertirse en ley general de la producción. Es de esta
manera, como las características del modo de producción capitalista pueden encontrarse
ya incluidas (eingeschlossen) en la forma mercantil simple del producto del trabajo.

2. – ESTRUCTURA DEL PROCESO Y PERCEPCIÓN DEL PROCESO

A) El desarrollo de las formas y la inversión

Hemos fijado un primer concepto que expresa la relación de la determinación interna


del proceso en sus formas de aparición (o de manifestación): el concepto de la
disimulación. Y al hacerlo, hemos dejado provisoriamente en la sombra el segundo
concepto que define esta inversión: el de inversión (Verkehrung).
Al estudiar el cambio de forma que convierte el valor de a fuerza de trabajo en
valor del trabajo, Marx declara:

“Esta forma de manifestación hace invisible la relación real y muestra


incluso su contrario” (T.II).
“En la expresión: “valor del trabajo”, el concepto de valor no está
solamente desaparecido, sino también invertido en su contrario”.

¿En qué consiste esta inversión? Lo que aparecía en la forma del salario, es que el
obrero está pagado por toda su jornada de trabajo sin distinción, mientras que el salario
corresponde en realidad al valor de la fuerza de trabajo, por tanto, a la parte de la
jornada de trabajo durante la cual el obrero reproduce el valor de su propia fuerza de
trabajo. En la forma del salario, la base de la comprensión de la plusvalía (la división de
la jornada del trabajo) se encuentra así invertida.
Uno de los puntos esenciales de la revolución operada por Marx en la economía
política consiste en poner al día en su campo esta relación de inversión entre la
determinación científica y la forma fenomenal, que es para él una ley general de la
cientificidad.

“Que en el fenómeno la cosa se presenta (sich darstellt) a menudo


invertida es una cosa bien sabida en todas las ciencias a excepción de la
economía política” (T.II.).

La inversión de las determinaciones estructurales internas, que dan prueba del


carácter constitutivo de las relaciones de producción, en sus formas de manifestación
aparecía, así, como una característica fundamental del proceso. Es esta ley la que
determina el desarrollo de sus formas.
Tenemos una ilustración a partir del nivel de la circulación monetaria simple. En
efecto, la moneda es la forma de existencia es la forma de existencia del valor de las
mercancías, y la circulación monetaria, la forma de movimiento para las contradicciones

43
de las mercancías. Ahora bien, si se examina el movimiento de la circulación tal como
se da en la experiencia ordinaria, las cosas se presentan de modo muy diferente;

“El curso de la moneda, es la repetición constante y monótona del


mismo movimiento. La mercancía está siempre del lado del vendedor, el
dinero siempre del lado del comprador como medio de compra. A este
título, su función es realizar el precio de las mercancías. Al realizar su
precio, el dinero las hace pasar del vendedor al comprador, mientras que él
mismo pasa de este último al primero, para recomenzar el mismo camino
con otra mercancía.
A primera vista, este movimiento unilateral de la moneda no parecía
provenir del movimiento bilateral de la mercancía. La propia circulación
genera la apariencia contraria…
Es la moneda la que parecería hacer circular mercancías inmóviles por
ellas mismas y transferirlas de la mano en que son no-valores de uso a la
mano en que son valores de uso en una dirección siempre opuesta a la suya
propia. Ella aleja constantemente las mercancías de la esfera de la
circulación, poniéndolas constantemente en su lugar y abandonando el suyo.
Aunque el movimiento de las mercancías no sea más que la expresión de a
circulación de las mercancías, es al contrario la circulación de las
mercancías la que parece no resultar sino del movimiento de la moneda.”.
(T. I).

Marx distingue aquí dos movimientos: un movimiento real que es el movimiento del
valor, movimiento que se disimula en la repetición del proceso de circulación, y un
movimiento aparente, movimiento acreditado por la experiencia cotidiana y que
presenta lo inverso del movimiento real.
Esta relación de inversión, la veremos confirmada en la medida en que pasemos
de las formas más abstractas y las menos desarrolladas del proceso capitalista a sus
formas más desarrolladas, las más concretas. Es el desarrollo de “estas formas concretas
a las cuales da nacimiento el movimiento del capital considerado como un todo” 8,
formas determinadas por la unidad del proceso de producción y del proceso de
circulación en el proceso de conjunto del capital, que constituye el objeto del libro III
del Capital. Este desarrollo tiene por término las formas que se manifiestan en a
superficie de la producción capitalista, aquellas bajo las cuales los diferentes capitales
se enfrentan en a competencia y que perciben en su experiencia ordinaria los sujetos
económicos a los cuales Marx da el nombre de agentes de la producción.
El desarrollo de las formas del proceso está así gobernado por la ley de la
inversión: las formas bajo las cuales se presenta o aparecía el proceso de producción
capitalista son rigurosamente invertidas en relación a su determinación interna.
Presentan una conexión de las cosas (Zusammenhang der Sache), inversa de la
conexión interna (innere Zusammenhang), un movimiento aparente inverso del
movimiento real de la producción capitalista. Es esta forma del movimiento aparente o
de la conexión de las cosas la que está dada en la percepción de los agentes de la
producción9.
8
T.IV.
9
En “Función de la formación teórica” (Cahiers marxistes-léninistes, nº 1), J-A. Miller puso en evidencia
esta ley de inversión que determina la percepción de la estructura por el sujeto:
“En el sistema estructural donde se articula en un modo específico la producción, el área de
desplazamiento del sujeto –por más que se sostenga en el nivel de lo actual, es decir por más que la
estructura le conceda la percepción de su estado (de su movimiento aparente) ocultándole la de su sistema

44
Estudiaremos esta ley sobre un ejemplo preciso: la teoría de las “razones de
compensación” expuesta por Marx en el libro III (t. VI). Sin embargo, antes de ir al
estudio de este texto, es necesario hacer dos notas previas.

1) El análisis de las razones de compensación presenta la aplicación del texto siguiente


del libro I:
“Las tendencias generales y necesarias del capital deben distinguirse
de las formas bajo las cuales aparecen.
No vamos a examinar aquí como las tendencias inmanentes de la
producción capitalista se reflejan en el movimiento de los capitales se
reflejan en el movimiento de los capitales individuales y se hacen valer
como leyes coercitivas de la competencia, y por eso mismo, se imponen a
los capitalistas como móviles de sus operaciones.
El análisis científico de la competencia presupone en efecto el análisis
de la naturaleza íntima del capital. Es así como el movimiento aparente de
los cuerpos celestes no es inteligible más que para aquello que concibe su
movimiento real”. (T.II).

En la relación de estos tres términos: tendencias inmanentes de la producción


capitalista (movimiento real), movimientos de los capitales individuales (movimiento
aparente) y móviles de los capitalistas, vemos esbozarse una teoría de a subjetividad
capitalista, una teoría de los motores y los motivos, del todo diferente de la de los
Manuscritos. No son los móviles del capitalista los que retornan contra él en la forma de
objetividad: son las tendencias propias del capital, las leyes estructurales del modo de
producción capitalista que, a través de los fenómenos de a competencia, son
interiorizados como móviles por los capitalistas.
En el libro I, este problema no podía ser planteado más que incidentalmente. En el
libro III, al contrario, el análisis de la naturaleza íntima del capital llega hasta el punto
en que Marx puede, sin hacer el análisis de la competencia en sí misma, plantearse el
fundamento: la determinación de la relación entre movimiento real y movimiento
aparente.

2) El análisis de las razones de compensación forma parte del estudio de la igualación


de la tasa de ganancia por la competencia. Su comprensión exige que se recuerde a
grandes rasgos el paso de la plusvalía al beneficio y el establecimiento de un margen de
beneficio medio.

a) Plusvalía y beneficio
Partamos de la fórmula: C (capital constante) + V (capital variable) + pl
(plusvalía) en la cual se expresa el valor de las mercancías. Sacaremos la tasa de
–se define como ilusión.
“Ésta, en tanto que el sujeto la refleja, la significa, en una palabra la redobla, se perpetúa bajo la
forma de la ideología.
“La ilusión y la ideología, si se las piensa en la continuidad de un “ver” con (en) un “decir”,
forman el elemento natural en un sujeto rigurosamente cualificado por su inserción en la estructura de una
formación social.
“Justamente porque la economía es la última instancia, a situar como referente de todas las
manifestaciones de la práctica social, su acción es radicalmente extraña a la dimensión de lo actual, ella se
da por sus efectos.
“La ausencia de la causa basta para cumplir la inversión de las determinaciones estructurales al
nivel de la conciencia individual.
“La inversión como percepción es ilusión, como discurso es ideología.”.

45
plusvalía igual a pl/V. Esta fórmula pl/V expresa lo que Marx llama la relación
conceptual. Ella expresa, en efecto, el origen de la plusvalía, como relación del trabajo
no pagado con el trabajo pagado.
Al nivel de los fenómenos concretos del proceso de conjunto del capital, la
plusvalía no aparecía. Lo que aparecía es una forma de aparición de la plusvalía: la
ganancia, el beneficio. Como toda forma de aparición, es, al mismo tiempo, una forma
de disimulación. Aquí no se considera, tampoco, la relación conceptual de la plusvalía
con el capital variable, sino su relación a-conceptual (begriffslose) con el conjunto del
capital, relación donde desaparecía la diferencia entre los elementos que componen,
donde se borra pues, según Marx, “el origen de la plusvalía y el misterio de su
existencia”.
La tasa de ganancia (margen de beneficio) se expresará por la fórmula:

B (beneficio)
________________________________________________
pr (precio de costo o coste de producción)

que representa en realidad pl/V, siendo igual la masa de beneficio a la masa de plusvalía
y determinando la suma C + V el coste de producción.

b) Establecimiento de la tasa de ganancia media


A diferencia de la tasa de plusvalía, la tasa de beneficio está determinada por las
variaciones del capital constante. Independientemente de la tasa de plusvalía y de la
masa del beneficio, la tasa de ganancia variará en función de la importancia más o
menos grande del capital constante en relación al capital variable (que sólo produce
plusvalía). Si un capital tiene una composición orgánica inferior a la composición
media, es decir si la parte del capital constante V es inferior a la media aumentará la tasa
de beneficio, y a la inversa.
En una situación de libre competencia (concurrencia), va a producirse un aflujo de
capitales hacia las esferas donde la tasa de beneficio es superior a la media. Este aflujo
de capitales va a provocar en estas esferas un inflamiento de la oferta en relación a la
demanda, y sucederá a la inversa en las esferas donde los capitales fueron retirados. Se
establecerá, así, un equilibrio:

“Por este perpetuo vaivén, por la manera en que se reparte entre las
diferentes esferas se comprende que la tasa de beneficio baje por aquí y
aumente por allá, el capital provoca una relación entre la oferta y la
demanda tal que entraña la igualdad del beneficio medio en las diferentes
esferas de la producción, de ahí, la transformación de los valores en precio
de producción10.” (T.VI).
En consecuencia, capitales de la misma amplitud darán beneficios iguales,
independientemente de su composición orgánica. La ley del valor se encuentra así,
invertida, o, más exactamente, se realiza bajo la forma de su contrario. Pero esta
determinación por la ley del valor sólo es conocida por la ciencia. Las formas de la
10
El precio de producción de la mercancía es igual a su coste de producción, más un porcentaje de
beneficio cálculado conforme a la tasa general de ganancia. Éste representa la relación de la masa total de
plusvalía extorsionada por la clase capitalista del capital total que ha avanzado. En efecto, es preciso
considerar que a plusvalía es producida para el conjunto de la clase capitalista. Los movimientos de la
competencia que equilibran la tasa de ganancia en las diferentes esferas tiene por término la realización
de este “comunismo capitalista”.

46
competencia en las cuales se realiza la disimulan. Es lo que Marx demuestra en el texto
sobre las razones de compensación.

“Lo que competencia no muestra, es la determinación del valor que


determina el movimiento de la producción, son los valores que se disimulan
detrás de los precios y en última instancia los determinan.”. (T.VI).

En cambio, la competencia demuestra tres fenómenos que irán contra la ley del
valor:
1) la existencia de beneficios medios independientes de la composición orgánica
del capital en las diversas esferas de producción, por tanto, de la masa de
trabajo vivo que un capital se apropia en una esfera determinada;
2) el alza y la baja de los precios de producción consecutivos para una
modificación de los salarios;
3) la gravitación de los precios de mercado alrededor de un precio de producción
de mercado diferente del valor de mercado.

“Todos estos fenómenos parecen asimismo contradecir tanto la


determinación del valor por el tiempo de trabajo como la naturaleza de la
plusvalía consistente en sobretrabajo no pagado. Por tanto, en la competencia,
todo aparece al revés. La forma acabada (fertige gestalt) de las relaciones
económicas, tal como se muestra en la superficie de su existencia real, y, por
tanto, igualmente en las representaciones en las cuales los soportes y los
agentes de estas relaciones intentan explicárselas, es muy diferente y, de
hecho, es incluso la inversa, lo opuesto de su forma nuclear (Kerngestalt)
interna, esencial, pero escondida, y del concepto (Begriff) que le
corresponde.”.

Tenemos en este texto los elementos de una teoría:


- de la estructura del proceso
- del lugar del sujeto en esta estructura
- de la posibilidad del discurso ideológico
- y de su diferencia con la ciencia.

Planteemos, en un cuadro general, los términos en presencia:

Verkehrung
(inversión)

47
fertige Gestalt Kerngestalt

Superficie
Existencia real interna esencial

Soportes Representaciones Begriff


Agentes (Vorstellungen)
erklären

Podemos completar esta tabla con un cierto número de términos equivalentes. El nivel
de la fertige Gestalt es también el de la conexión de las cosas. Del movimiento aparente
y de la realidad (Wirklichkeit). El nivel de la Kerngestalt es aquel de la conexión
interna y del movimiento real.
Este cuadro nos permite, en primer lugar, precisar el concepto de ciencia. Por eso,
relacionemos el texto que definía la economía clásica como ciencia.

“La economía clásica pretende restablecer por el análisis (zürückführen) por el


análisis las diferentes formas de la riqueza, formas fijas y extrañas las unas de las otras
en su unidad interna (innere Einheit) y despojarlas de la figura en que se sostienen las
unas junto a las otras de una manera indiferente.
Quiere comprender (bregreifen) la conexión interna separándola de lo diverso
(Mannigfaltigkeit) de las formas de manifestación (Erscheinungsformen).”.
Habíamos tenido en cuenta que la dimensión de la ciencia se encontraba
instaurada en este proyecto de la economía clásica por el establecimiento de una
diferencia en la que el concepto no estaba pensado. Intentemos ver más de cerca porque
no lo estaba, examinando el sistema de términos que define en nuestro texto la
operación del begreifen, la figura del Begriff.

zürückfuhren Mannigfaltigkeit
Einheit Errscheinungsformen

Se trata de restablecer en la unidad lo diverso de las formas fenomenales, lo que


define un proyecto de estilo kantiano. Utilizando este vocabulario kantiano Marx
designa un cierto tipo de relación de la ciencia con su objeto de investigación, que
caracterizará en las Teorías sobre la plusvalía como abstracción formal, falsa
abstracción, abstracción insuficiente.
Sosteniéndose en una relación exterior entre la unidad interna y lo diverso de las
Erscheinungsformen, este tipo de abstracción carece del desarrollo de forma que
permite a la Kerngestalt realizarse en la fertige Gestalt que la contradice, que hace del
movimiento aparente una función del movimiento real. Y eso se debe a que no se han
pensado las condiciones de posibilidad de esta unidad, a que el motor del sistema no ha
sido descubierto. Al haber pensado estas condiciones de posibilidad, Marx podrá
formular el concepto de la diferencia constitutiva de la ciencia, asignar la función exacta
de la ciencia. Si bien, en el desarrollo de las formas del proceso, la esencia interna, la

48
forma nuclear desaparecía, disimulada e invertida en sus formas desarrolladas, si ella se
convertía en el elemento invisible (así como la plusvalía en la forma del beneficio), la
ciencia está fundada como ciencia de este invisible. Entonces, es posible remplazar la
primera definición de la ciencia por esta definición nueva, que quizás parecerá muy
esquemática de antemano, pero que permitirá ajustar cuentas rigurosamente:

“Es hacer obra científica reducir el movimiento visible, el movimiento


simplemente aparente, al movimiento real interno” (T. VI).

Esta reducción del movimiento aparente no es, de hecho, otra cosa que la
presentación del movimiento real. Esta es la razón por la que el término que designa la
actividad científica es, en nuestro texto, el de Begriff. Se trata de comprender el
movimiento por el cual se manifiesta la determinación interna del proceso.
No es inútil el situar estos conceptos de Begriff y de begreiffen en relación a los
Manuscritos. La operación del begreiffen designaba allí la traducción de un discurso
antropológico de referencia. A partir de ahí, se podía encontrar todas las categorías de la
economía política como expresiones del mismo concepto (el trabajo alienado). Cada
una de ellas no era más que una “expresión determinada y desarrollada” de estas
“primeras bases” que constituían para Marx el trabajo alienado y la propiedad privada.
Él, daba como ejemplos de estas categorías lo que se podía desarrollar así: el tráfico, la
competencia, el capital, el dinero.
Tenemos en esta “expresión determinada y desarrollada” una formulación muy
próxima a las del Capital. Pero lo que, en realidad, designa es una simple relación de la
esencia (antropológica) con el fenómeno que es su expresión particularizada. El
begreifen una simple diferencia de nivel entre una esencia y fenómenos que están,
todos, al mismo nivel, expresiones de la misma esencia. Lo que no está en la
enumeración de las categorías (tráfico, competencia, capital, dinero) ni desarrollado ni
determinado, es precisamente la diferencia de nivel entre capital y dinero, entre
movimiento del capital y movimiento de la competencia, es la articulación de estas
categorías en el sistema de la producción capitalista.
En El Capital, el begreifen consiste al contrario en la localización de cada una de
estas categorías, en la comprensión de las formas en las cuales se efectúa el proceso de
producción capitalista. El trabajo conceptual, no obstante, comprende la articulación de
las formas dado que comprende lo que determina su articulación, a saber, las relaciones
sociales. Así, la relación conceptual de la tasa de plusvalía permite aprender la relación
social que la relación a-conceptual de la tasa de beneficio disimula.
Por esta toma conceptual (conceptualización), la ciencia puede comprender a
articulación de a estructura. Puede, por lo mismo, dar las condiciones de posibilidad de
los discursos que pueden sostenerse sobre ella determinado el lugar donde estos
discursos se sostienen, aquel donde se ejercen las representaciones (Vorstellungen) del
sujeto.

B) Función de la subjetividad

49
El sujeto, el agente de a producción, es definido aquí y en otros varios textos como un
soporte (Träger).
Este concepto es capital. Habíamos visto a Marx utilizarlo para definir los objetos
económicos. El que este concepto sirva para definir a la vez el sujeto y el objeto
demuestra muy bien el desplazamiento de conceptos que se está operando. En los
Manuscritos, la pareja central era la pareja sujeto/objeto (o persona/cosa). Las
relaciones definen la realidad económica sosteniéndose en la esfera determinada por
esta pareja sujeto/objeto: acción del sujeto sobre el objeto, inversión de la relación
sujeto/objeto, reconocimiento del sujeto en el objeto. En El Capital es la posición de
excentricidad de las relaciones de producción la que determina el lugar del sujeto y del
objeto. La pareja sujeto/objeto ya no es más la matriz que determina la constitución del
campo de la realidad económica. El sujeto no es más que el soporte de las relaciones de
producción constitutivas de la objetivada económica.
Nos las vemos con la siguiente serie de transformación:

Sujeto  agente de la producción (soporte)


Acto  proceso
Objeto  cosa sensible-suprasensible (soporte)

En la primera figura es el sujeto quien es el motor, en la segunda son las


relaciones de producción.
Podremos medir la distancia entre la teoría de a subjetividad en El Capital y la
teoría de la subjetividad en el joven Marx refiriéndonos al esquema de los Manuscritos
de 1843 (ver 11ª parte preliminar). Veremos toda la divergencia que, en este esquema,
separa el sujeto real, sustancial, que Marx define como ύποκειμενον de sujeto místico,
de este soporte de la idea autónoma que es la Idea mística. Aquí el sujeto sustancial
vuelve al lugar del soporte. El concepto de soporte que designaba uno de los términos
de la operación especulativa por la cual era confirmada la separación entre el sujeto y su
esencia sirve aquí para situar la determinación del sujeto en el proceso real. Por un
doble movimiento, Marx vuelve a cerrar la estructura de la especulación desplegando la
estructura del proceso donde el sujeto encuentra su lugar.
Por una parte, el sujeto pierde la consistencia sustancia que hacía de él el principio
constituyente de toda objetividad, de toda substancialidad, para no guardar más que la
insuficiente realidad de un soporte. Por otra parte, si bien, como lo hemos demostrado,
la especulación y la mistificación, lejos de ser el resultado de una transformación
operada a partir de la Wirklichkeit por un cierto discurso, caracterizan el modo mismo
según el cual la estructura del proceso se presenta en la Wirklichkeit, es en el ser
mistificado en lo que consistirá el contenido esencial de la función del sujeto.
Podremos constatar una transformación del mismo orden si consideramos el
segundo concepto que determina esta función de sujeto: es el concepto de
personificación que encuentra también su correspondiente en el modelo del Manuscrito
de 1843. El capitalista y el obrero se ven determinados como personificaciones de las
relaciones de producción que son el capital y el trabajo asalariado. Es así como Marx
escribe en un texto tanto o más interesante para nosotros como que nos encontramos
con la problemática del goce y del cálculo fundada sobre una nueva base:

50
“El capitalista no tiene ningún valor histórico, ningún derecho
histórico a la vida, ninguna razón de ser social en tanto que funciona como
capital personificado. No es más que a este título como la necesidad
transitoria de su propia existencia está implicada en la necesidad transitoria
del modo de producción capitalista. El objetivo (fin) determinante de su
actividad no es, pues, ni el valor de uso ni el goce, sino el valor de cambio y
su crecimiento continuado.
El desarrollo de la producción capitalista necesita una ampliación
continúa del capital colocado en una empresa y la competencia impone las
leyes inmanentes de la producción capitalista como leyes coercitivas
externas a cada capitalista individual.”. (T.III).

El agente de la producción es, así, definido como personificación o soporte de las


relaciones de producción. Él interviene aquí como sujeto constituyente pero como
sujeto percibiente, es decir, sujeto que intenta explicarse las relaciones económicas que
percibe. El verbo erklären que, en el joven Marx, expresaba la actividad crítica, designa
aquí la manera necesariamente mistificada en la que el sujeto capitalista intentar rendir
cuentas de la estructura en la cual se encuentra “cogido” (preso, tomado, prendido,
befangen). Según Marx, sus representaciones no son, en efecto, sino “la expresión
consciente del movimiento aparente”. Sus instrumentos de conocimiento son la
intuición y sobre todo la experiencia, ligada a la regularidad del movimiento aparente, a
las formas estables de la fertige Gestalt. La experiencia enseña ciertas relaciones
regulares, por ejemplo una relación entre los salarios y los precios de las mercancías, de
donde se llega a la conclusión de que el alza de los salarios hace subir los precios.
Veamos como va a funcionar este sistema en el caso de las relaciones de
compensación.

“Desde que la producción capitalista ha alcanzado un cierto grado de


desarrollo, la igualación entre las diferentes tasas de beneficio de las esferas
individuales y el establecimiento consecutivo de una tasa media de ganancia
no se cumplen de ningún modo por el simple juego de atracción o de
repulsión en el curso del cual los precios de mercado atraen o rechazan
capital. Después de que los precios medios y los precios de mercado
correspondientes se hayan consolidados durante un cierto tiempo, llega a la
conciencia de los capitalistas individuales que el curso de esta
uniformalización ciertas diferencias se compensan y ellos no tardan en
incluirlas en sus cuentas recíprocas. En la representación de los capitalistas,
estas diferencias existen y las introducen en su cálculo a título de razón de
compensación.
La idea fundamental es la ganancia misma, la idea de que capitales del
mismo tamaño deben necesariamente reportar iguales beneficios en lapsos
idénticos de tiempo”.

La ilusión del sujeto capitalista puede descomponerse en dos elementos:

1) Interioriza como móviles de sus acciones los fenómenos del movimiento


aparente a través de los cales se realiza la ley del movimiento real que ignora.
Así, las razones de compensación no son más que el fenómeno de igualación

51
de la tasa de beneficio por la competencia interiorizada del capitalista como
móvil que determina su cálculo.

“Es sobre esta representación donde se apoya el cálculo del


capitalista que se asigna a pesar de todo, compensándose por una
subida del precio, el beneficio que se le escapa por el hecho de que,
por ejemplo, un capital efectúe su rotación más lentamente, ya sea
porque la mercancía se retrasa en el proceso de producción, ya sea
porque deba venderse en mercados lejanos.”

2) A partir de ahí, el capitalista se imagina que son as razones de compensación


las que determinan la existencia del beneficio, cuando no hacen más que
traducir el reparto (distribución) en función de la importancia de los capitales
individuales de la masa de beneficio constituida por el total del sobretrabajo
explotado en el conjunto de las esferas.

“Sólo que, el capitalista olvida, o más bien no ve, porque la


competencia no se lo muestra, que todas estas razones de
compensación que los capitalistas alegan en el cálculo recíproco de los
precios de las mercancías en las distintas ramas de la producción se
refieren simplemente a esto, a saber: que todos tienen,
proporcionalmente a su capital, un derecho igual sobre el botín
común, la plusvalía total. Como el beneficio ingresado difiere de la
plusvalía que han extorsionado, les parece más bien que las razones
de compensación no sirven para igualar la participación en el conjunto
de la plusvalía, sino que crean el propio beneficio, porque consideran
que el beneficio viene simplemente de un aumento, da igual el motivo,
del coste de producción de la mercancía”.

Podemos sacar de este análisis tres elementos importantes:


1) Vemos que a nivel de la conciencia del agente de la producción hay percepción
del movimiento aparente y confirmación de la inversión que le es constitutiva.
En el movimiento real, el beneficio descansa sobre a plusvalía, es decir, sobre el
trabajo no pagado. Es la masa total del sobretrabajo explotado la que determina la masa
de plusvalía, que determina pues los límites en el interior de los cuales se puede ejercer
el reparto del beneficio. La ley del valor-trabajo juega así, para el conjunto de la
producción, el papel de ley reguladora. La categoría de beneficio no concierne a la
producción de la plusvalía, sino a su reparto (o distribución). El movimiento aparente
hace aparecer este movimiento de distribución de la plusvalía como constitutivo de la
plusvalía. La subjetividad capitalista que interioriza estos fenómenos a título de razones
de compensación puede, entonces, plantear sus móviles como constituyentes.
2) Vemos al mismo tiempo lo que representan las representaciones (Vorstellung)
del agente de la producción. Son las categorías de su práctica. El capitalista no tiene
ningún interés en preocuparse de la estructura interna del proceso. Las categorías de las
que tiene necesidad son las que expresan las formas del movimiento aparente en las
cuales vive su práctica y ejerce su cálculo. Las categorías constitutivas del proceso son
para él algo así como las rúbricas de su libro de cuentas.

52
Así, el sistema de las ilusiones capitalistas se expresa en una teoría de las
amplitudes (magnitudes). La determinación del valor de las mercancías por el tiempo de
trabajo es algo que pasa detrás de la espalda del capitalista, la plusvalía no entra en su
libro de cuentas. Existe la necesidad de magnitudes reguladoras dadas para su cálculo.
Y las encuentra en las magnitudes que determinan la distribución del valor producido: el
salario, el beneficio y la renta. En la superficie de la producción capitalista, por tanto, en
la experiencia del capitalista, éstas aparecen como elementos que constituyen el valor de
las mercancías. Así, el capitalista las hace entrar en su cálculo como magnitudes
constitutivas del valor.

“La experiencia sobre el plano de la teoría, el cálculo interesado sobre


el plano de la práctica, muestran que los precios de las mercancías están
determinados por el salario, el interés y la renta, por el precio del trabajo,
del capital y de la tierra, y que estos elementos del precio establecen
efectivamente los precios reguladores”. (T.VIII).

3) En fin, podemos determinar sobre el concepto de cálculo el desplazamiento que se


produce en relación con los Manuscritos. En los Manuscritos la teoría del cálculo era el
índice de la inversión por la cual la decisión de la subjetividad capitalista se volvía
contra él. El capitalista, al calcular para él, servía de agente de negocios, no al espíritu
universal hegeliano, sino a la esencia humana. Aquí, el cálculo del capitalista se sitúa al
nivel del movimiento aparente de la estructura. El capitalista cree que su cálculo
determina el movimiento del valor cuando éste está determinado por aquél. La teoría del
cálculo capitalista es una teoría de la ilusión necesaria al capitalista para que ocupe su
lugar de agente de la producción, de soporte de la relación capitalista.
Reencontramos aquí el mecanismo de la apariencia (Schein) como desajuste
(décalage) entre la constitución de las formas y su percepción. El sujeto capitalista, en
tanto que sujeto percibiente, toma conciencia de ciertas relaciones presentadas por el
movimiento aparente. Cuando él se hace los móviles de su acción, acaba tomándose por
un sujeto constituyente. Cree encontrar en las Erscheinungen los resultados de su
actividad constituyente. En esta manera en la el sujeto se plantea como constituyente
vemos dar el último toque a la mistificación que hemos dicho constitutiva de su ser.
Otro ejemplo nos será dado por la baja de la tasa de beneficio, del mismo modo
tomada por una operación determinada por la voluntad capitalista.

“Es un fenómeno que resulta de la naturaleza del modo de producción


capitalista que, cuando la productividad del trabajo aumenta, el precio de
cada mercancía tomada a parte o de una cantidad dada de mercancía
disminuye, el número de mercancías aumenta, la masa de beneficio por
mercancía y la tasa de beneficio en relación a la suma de las mercancías
disminuyen, mientras que se aumenta la masa de beneficio calculada sobre
la suma total de las mercancías; estos fenómenos se manifiestan solamente
en la superficie y solamente del siguiente modo: baja de la masa de
beneficio por mercancía singular, baja del recio de esta, crecimiento de la
masa de beneficio calculada sobre el número total, en aumento, de las
mercancías que produce el capital total de la sociedad o incluso el capitalista
individual. De estos hechos, se deduce entones, esta idea de que el
capitalista reduce, pues tal es su buen placer, la parte de beneficio por
mercancía singular, pero se compensa produciendo un mayor número de
mercancías”. (T.VI).

53
Vemos aquí, entonces, puesta a plena luz, la relación de tres términos: tendencias
inmanentes del capital, movimiento aparente y conciencia del capitalista.

“La disminución de la tasa de beneficio aparecía aquí como una


consecuencia del aumento del capital y del cálculo de los capitalistas,
corolario de este aumento, según el cual la masa de beneficio que ellos se
embolsarían sería más elevada con una tasa de beneficio menor”.

El lugar de los agentes de la producción en el proceso determina así las


representaciones necesarias de su práctica como simples expresiones del movimiento
aparente del capital y, por tanto, como totalmente invertido a su movimiento real. Así,
se halla explicado y fundado el concepto de inversión (Verkehrung) utilizado desde la
Ideología Alemana para definir la ideología, pero que quedaba entonces infundado por
el hecho de que Marx no establecía la diferencia de la Kerngestalt con la fertige Gestalt.
Es que, en la Ideología Alemana, Marx quedaba prisionero de un concepto ideológico
de la Wirklichkeit. Para él, la ciencia se situaba a nivel de la Wirklichkeit. Se diría que se
trataba de estudiar la realidad del (en el) hombre ordinario. Como no pensaba la
diferencia de la realidad con el movimiento real, la inversión aparecía como simple
función de una subjetividad –siendo la explicación realizada por la caracterización de
esta subjetividad como pequeñoburguesa. Stirner o Bauer eran pequeñoburgueses y la
esencia de la subjetividad pequeñoburguesa era incapaz de ver la realidad y de reflejarla
en el envés.
Aquí, la inversión se encuentra fundada en la estructura misma del proceso. Del
mismo modo, se encuentra establecida la diferencia de este concepto con el concepto de
Verkehrung que caracterizaría para el joven Marx la operación especulativa.
El lugar así definido de los agentes de la producción determina al mismo tiempo
el lugar en donde se sostiene un cierto discurso sobre la economía: el discurso de la
economía vulgar.

“La economía vulgar no hace nada más que traducir sobre el plano
doctrinal y sistematizar las representaciones de los agentes de la producción
presos en las relaciones sociales burguesas y hacer de ellas la apología”. (T.
VIII).

En el tercer manuscrito, la economía política aparecía como el discurso de la


subjetividad capitalista. Aquí, esta función está destinada a un discurso particular: el de
la economía vulgar. La economía vulgar se encuentra situada sobre el terreno de la
ciencia y es sobre este terreno donde se establece su diferencia con el discurso científico
de Marx.

C) Valor y precio de producción – Vuelta al problema de la abstracción

Esta diferencia, tenemos ahora los medios para precisarla. Lo haremos a propósito de un
problema que ha dado lugar a una amplia discusión: la relación entre valor y precio de
producción.
Recordemos la definición de precio de producción.

54
“El precio de producción de la mercancía es igual a su coste de
producción, más un porcentaje de beneficio calculado conforme a la tasa
general de beneficio. Dicho de otro modo: es igual a su coste de producción
más el beneficio medio”. (T.IV)

En el precio de producción se encuentra realizado este reverso (inversión) que ya


hemos examinado: capitales iguales dan márgenes de beneficio iguales
independientemente de la composición orgánica del capital, lo que parece invertir la
teoría del valor.

“La transformación de los valores en precio de producción parece


destruir la base misma del sistema: la determinación del valor de las
mercancías por el tiempo de trabajo que ellas contienen”.

Esta contradicción ha dado lugar, desde la publicación del libro III, a discusiones
de las que encontramos eco en el complemento al libro III de Engels. Más
recientemente, la encontramos problematizada en un artículo de un economista italiano
Pietranera: “La Struttura logica del Capitale”11. Pietranera intenta dar una explicación
fundada sobre los conceptos puestos en relieve por Della Volpe para definir a
cientificidad del marxismo.
Critica, en primer lugar, un tipo de explicación que se funda sobre una analogía
con la física. Según esta explicación, la ley del valor trabajo es una ley teórica, válida
para un espacio vacío. Pero, en la realidad de los fenómenos económicos nos las vemos
con espacio lleno. Se produce, por este hecho, un cierto número de fenómenos
accidentales, perturbadores, análogos a los fenómenos de fricción (frotación). La
diferencia entre valor y precio de producción expresaría así la diferencia entre una ley
que opera en el vacío y una ley que opera en lo lleno.
Para Pietranera, esta oposición vacío/lleno hace referencia a una teoría de la
abstracción que no es marxista. La opondrá a la teoría de la abstracción determinada, es
decir, de la abstracción que representa un estadio de desarrollo histórico determinado.
Apoya su interpretación sobre las piezas siguientes.

1) Un texto del libro III (t.IV):

“El cambio de mercancías a su valor o alrededor de él requiere un


grado de desarrollo menor que el cambio de los precios de producción que
requiere un nivel determinado del desarrollo capitalista”.

2) El complemento al libro III escrito por Engels para responder a las


objecciones e interpretaciones diversas suscitadas por nuestro problema. En
este texto, Engels quiere refutar la opinión según la cual la ley de valor no
sería más que una “ficción teórica” o una abstracción no correspondiente a
nada real (a ningún real). Lo que le lleva a escribir:

11
Societá, 1955.

55
“La ley del valor de Marx es generalmente válida, sin embargo,
toda vez que las leyes económicas puedan serlo, para todo el período
de la producción simple de mercancías, por tanto hasta el momento en
que éste último sufre una modificación por la llegada del modo de
producción capitalista.
[…] La ley del valor de Marx es, pues, económicamente válida
en general para un período yendo desde el principio del intercambio
que transforma los productos en mercancías hasta el siglo XV de
nuestra era”. (T. VI).

Si el comentario de Engels es justo llegamos al resultado, del todo sorprendente, de que


la ley del valor-trabajo era válida antes del capitalismo, pero deja de serlo con el
desarrollo del modo de producción capitalista. En el seno del capitalismo desarrollado, a
categoría dominante ya no sería más el valor sino el precio de producción.
Pietranera toma por base esta interpretación de Engels. Para él, el valor es una
abstracción determinada correspondiente a un estadio de desarrollo anterior. El precio
de producción presupone la tasa de beneficio medio, presupone la existencia de
diferentes ramas de la industria caracterizadas por la composición técnica diferente de
sus capitales, así pues, por las composiciones orgánicas y las tasas de beneficio
diferentes. Así, es la abstracción determinada la que da cuenta del estadio de desarrollo
que es propio en el siglo XIX.
A partir de aquí, Pietranera va a aplicar una de las tesis esenciales de Della Volpe,
según a cual la cientificidad del marxismo se caracteriza por el establecimiento de un
orden lógico de las categorías inverso al orden cronológico de su aparición. Esta tesis
descansa sobre un pasaje célebre de la Introducción General donde Marx declara:

“Sería imposible y erróneo graduar las categorías económicas en el


orden en que han sido históricamente determinantes. Al contrario, su orden
está determinado por las relaciones que existen entre ellas en la sociedad
burguesa moderna y es precisamente el inverso de lo que parece ser su
orden natural o corresponder a su orden de sucesión en el curso de la
evolución histórica”. (Contribución…)

Este texto reenvía a la teoría de la Grundform (forma fundamental). Se aclara por el


párrafo precedente donde Marx declara particularmente:

“En todas las formas de sociedad, es una producción determinada y las


relaciones engendradas por ella quien asigna a todas las demás producciones
y a las relaciones segregadas por aquellas su rango y su importancia.”.

En el modo de producción capitalista, la forma fundamental es la forma del capital


industrial. Ésta es la última en el orden de aparición. Las formas del capital comercial y
del capital financiero son mucho más antiguas. Son las que permiten el nacimiento del
capital industrial. Pero, a medida que el capital industrial deviene en la forma
fundamental del modo de producción capitalista, somete a estas formas preexistentes, en
realidad, formas particulares de su proceso.
Así, el capital industrial, dice Marx, tiene una manera de someter al capital
portador de interés. Es la creación de una forma que le sea propia, el sistema de crédito.

56
En la forma del crédito, el capital portador de interés aparecía como una simple forma
particular subordinada al capital industrial.
Es este esquema el que Pietranera va a utilizar para la relación valor/precio de
producción sin tener en cuenta el nivel en que se sitúan estas categorías. Establecerá
entre valor y precio de producción la misma relación que Marx establecía entre capital
portador de interés y capital industrial.
Sea, en efecto, una secuencia cronológica:

precio de mercado-valor-precio de producción-(precio de monopolio),

o, lo que es otra manera de expresarlo:

excedente-plusvalía-beneficio-(ingresos de monopolio).

Invirtiendo esta secuencia, (orden de aparición histórico de las categorías) se


obtendrá el orden teórico de su subordinación en la sociedad capitalista. A cada
categoría se le subordina históricamente la categoría precedente y permite comprenderla
teóricamente. En la época en que Marx escribe, la categoría dominante es la de precio
de producción. La categoría de valor, categoría dominante de los estadios anteriores, le
está ahora, teórica e históricamente, subordinada. Todavía aquí, llegamos a un resultado
muy sorprendente y difícilmente conciliable con la teoría de las formas de
manifestación.
¿Por qué la aplicación hecha aquí del texto de la Introducción general es
ilegítima? Sencillamente, porque en el primer caso nos las vemos con una relación
entre las formas de existencia del valor. El capital industrial, forma de existencia
fundamental del valor en el modo de producción capitalista, hace del capital comercial y
del capital portador de interés formas de existencia del valor que le son subordinadas.
En el segundo caso (relación valor/precio de producción), nos las vemos con una
relación entre el valor y sus formas de existencia, con una relación entre la Kerngestalt,
la estructura nuclear del proceso, y sus formas más desarrolladas, más concretas. El
beneficio no representa una forma subvertida en relación a la plusvalía. Tampoco
representa la forma dominante que sucedería a la plusvalía. Sencillamente: es la forma
de manifestación.
Valor y plusvalía son los motores del sistema. Pero, en tanto que tales, son el
elemento escondido.

“La plusvalía y la tasa de plusvalía son, relativamente, el elemento


invisible y el punto esencial que es preciso elucidar, mientras que la tasa de
beneficio y, por tanto, la plusvalía bajo su forma de beneficio son
fenómenos que aparecen en la superficie.”.

Del mismo modo, Marx dirá del precio de producción que es “una forma de valor
de la mercancía completamente exteriorizada (veräusserlichte) y, a primera vista, a-
conceptual (begriffslose)”.
Pasando de la plusvalía al beneficio, del valor al precio de producción, no
pasamos a un estadio histórico más avanzado, sino a otro nivel de proceso. Estamos en
el nivel de los fenómenos de la fertige Gestalt y no en el nivel de la esencia, de la
Kerngestalt. Pero en la inversión de los fenómenos se realiza la ley de la esencia: lo que

57
determina la producción de la plusvalía para el conjunto de la clase capitalista es la ley
del valor. Beneficio y precio de producción son categorías que no consideran más que la
distribución de la plusvalía entre los miembros de la clase capitalista. Son las formas
que toman la plusvalía y el valor en el nivel del proceso de conjunto.
Así, lo que se echa de menos en Pietranera, es la diferencia radical que permite a
Marx explicar lo que permanecía como inexplicable en la economía clásica, a causa de
la teoría insuficiente de la abstracción: la relación del valor y de la plusvalía con sus
formas modificadas. Los economistas clásicos se encontraban ante el siguiente
problema: ¿cómo conciliar la ley del valor-trabajo y los fenómenos de la producción
burguesa que la niegan? He aquí, en particular, como se planteaba el problema, según
Marx, para Adam Smith:

“Sin duda Adam determina el valor de la mercancía por el tiempo de


trabajo que contiene, pero para relegar, acto seguido, la realidad de esta
determinación del valor a los tiempos pre-adamitas. Dicho de otro modo, lo
que le parece verdadero desde el punto de vista de la mercancía simple para
él se convierte oscuro desde que se substituyen en ella las formas más
elevadas y complejas de capital, trabajo asalariado, renta del suelo. Es lo
que expresa diciendo que el valor de las mercancías estaba medido por el
tiempo de trabajo que contienen en el paradise lost de la burguesía donde
los hombres se enfrentan no como capitalistas, asalariados, terratenientes,
usureros, etc., sino solamente como simples productores de mercancías y
simples cambistas de mercancías.” (Contribución…).

Acordémonos ahora de lo que nos decía Engels: que la ley del valor de Marx era
válida “para todo el período de la producción simple de mercancías”, antes de la
modificación aportada por “la llegada del modo de producción capitalista”. Ahora bien,
es precisamente tal concepción la que Marx reprocha a Smith. En suma, Engels y
Pietranera quieren disculpar a Marx del pecado ricardiano de abstracción endosándole la
teoría smithiana. En cuanto a Marx, él no nos deja ninguna duda sobre su propia teoría.

“La ley del valor supone para su completo desarrollo la sociedad de la


gran producción industrial y de la libre competencia, es decir, la sociedad
burguesa moderna.” (Contribución…).

El hecho de que las mercancías se cambien individualmente a su valor es una


cosa, la ley del valor es otra. La teoría del proceso y del desarrollo de las formas permite
comprender que, en su completo desarrollo, la ley del valor se realiza en su contrario: el
cambio de mercancías a su precio de producción.
Se explica mal –a no ser por una reacción “realista” debida a las circunstancias- el
error de interpretación de Engels, que había planteado perfectamente el problema al
final del prefacio del libro II. Se ve muy bien, en cambio, lo que funda el error de
Pietranera. Éste ha declarado que valor y precio de producción corresponden a dos
niveles de abstracción diferentes –que no hay que confundir, dice, con modelos
abstractos. Se trata, pues, de niveles de abstracción diferentes, pero éstos no son
pensados por Pietranera sino como la expresión de estadios diferentes del desarrollo
histórico. La abstracción no es aquí pensada más que como momento desconectado
(suelto, desatado, es decir indiferente) de una historia lineal.

58
De ese modo, Pietranera se sitúa sobre un terreno que es el de los Manuscritos de
1844, los cuales representan la teoría de la identificación entre estructura del proceso
como objeto de la ciencia y desarrollo de una historia.
Si Pietranera identifica forma de desarrollo del proceso y estadio de desarrollo
histórico es porque se mantiene, como Della Volpe, sobre el terreno de un historicismo
y una teoría de la abstracción como separación, es decir, sobre el terreno de un
empirismo diseñado, como hemos visto, por los presupuestos de los Manuscritos de
1844. En lucha contra la dialéctica abstracta, no puede concebir la constitución de una
objetividad que no coincide con el desarrollo de una historia.
Nos encontramos aquí con el desconocimiento de la estructura en nombre de un
partido tomado por el historicismo, mientras que precisamente, sólo y únicamente el
análisis de las determinaciones de la estructura permite comprender indirectamente la
historicidad de las formas y las categorías económicas. Así, el análisis de la mercancía
como objeto sensible-suprasensible que permite plantearla como la expresión de ciertas
relaciones sociales, por tanto, de un cierto estadio del desarrollo histórico.
Prosiguiendo con el estudio de este punto encontraremos nuestro punto de partida:
el desconocimiento por Ricardo de la forma valor. Ricardo había planteado el trabajo
como sustancia del valor sin ocuparse del carácter particular de este trabajo y sin tener
en cuenta el hecho de que este trabajo se representaba en una forma del todo particular.
Se había contentado con afirmar la ley del valor. Ahora bien, nosotros sabemos que los
fenómenos percibidos contradicen esta ley.
Entonces, se presentan dos posibilidades: o bien abandonar la ley del valor, es
decir abandonar según Marx “el fundamento y el suelo de la actitud científica”. Es la
solución de la economía vulgar; es, también, la del Adam Smith exotérico que,
habiendo enviado a los tiempos pre-adamitas la ley del valor, determina el valor de las
mercancías por la teoría de las tres fuentes (salario, beneficio, renta). O bien se
mantiene la ley como Ricardo, pero para ello era preciso un coup de force (abuso de
autoridad) para hacer entrar en la ley del valor hechos que le están en contradicción
como a tasa de beneficio medio. Este abuso de autoridad, Ricardo lo opera mediante
una doble negación:
- negación de la diferencia entre plusvalía y beneficio: para él, el beneficio no es
más que una expresión diferente de la plusvalía, el precio de producción –que Ricardo
llama precio natural-, la expresión dinero del valor;
- negación de la inversión: así el beneficio medio que aparece como la
contradicción de la ley del valor en Ricardo es, en realidad, su confirmación. Más
generalmente, el movimiento aparente se presenta en Ricardo como la confirmación del
movimiento real.
En esta doble operación se manifiesta el método de Ricardo, el tipo de abstracción
al cual hace recurso:

“Ajustando cuentas a la forma de la competencia, Ricardo renuncia a


la apariencia de la competencia para estudiar las leyes como tales. Se le
podría reprochar, por una parte, no ir demasiado lejos y, por otra, tomar la
forma exterior inmediatamente como la representación y la confirmación de
la ley general, en lugar de desarrollarla. En el primer sentido, su abstracción
es incompleta; en el segundo, es puramente formal y falsa en sí misma”.
(Historia de las doctrinas económicas, T.III).

59
Sobre el primer punto, Marx toma el contrapié de la crítica habitual de Ricardo
que también era la del joven Marx. No es que Ricardo sea demasiado abstracto, es que
no lo es lo suficiente.

“Nos equivocaríamos en reprocharle demasiada abstracción. Lo cierto


es lo contrario: considerando el valor de las mercancías no sabe olvidar los
beneficios que le revela la competencia”.

De hecho, en su primer capítulo que no debía de tratar más que del valor de las
mercancías determinado por el tiempo de trabajo, Ricardo hace intervenir, nos dice
Marx, categorías como el salario, el capital, el beneficio, la tasa general de beneficio,
etc. Contrariamente a su principio (la disolución de las formas fijas de la riqueza),
Ricardo toma como dadas las formas particulares de la plusvalía que él no distingue de
la forma pura. Así, presupone, desde el primer capítulo, la tasa general de beneficio. En
cuanto a Marx, pues bien, Marx procede a una disolución radical. He aquí como define,
en una carta a Engels del 8 de Enero de 1868, uno de los “tres fundamentalmente
nuevos elementos” del Capital:

“Oponiéndome a toda la economía clásica anterior que, de entrada,


trata como dados los fragmentos particulares de la plusvalía con sus formas
fijas de beneficio, rente e interés, yo trato, muy en primer lugar, de la forma
general de la plusvalía en la que todo se encuentra, por así decir, mezclado,
en solución”.

Si Ricardo no distingue forma general y formas particulares, ello se debe


fundamentalmente a su desconocimiento de las determinaciones de forma
(Formbestimmungen).
Tocamos aquí con el segundo punto: la abstracción de Ricardo es formal y falsa
en sí. Marx la opondrá más allá a la abstracción verdadera y, además, la caracteriza en
otro lugar como abstracción forzada. El fundamento de esta abstracción falsa es
analizado por Marx al principio de su estudio sobre Ricardo en las Teorías sobre la
plusvalía:

“He aquí en que consiste el método de Ricardo. Él parte de la


determinación de las amplitudes del valor de las mercancías por el tiempo
de trabajo y busca, acto seguido, si las otras relaciones económicas, las
categorías, contradicen esta determinación del valor o en qué sentido la
modifican.”.

La abstracción de Ricardo no constituye el elemento simple cuyo desarrollo


permite la reconstrucción del proceso concreto. Ricardo toma distributivamente las
categorías económicas y busca encontrar en cada una la determinación del valor-trabajo.
Para él, la esencia abstracta debe encontrarse en los fenómenos. Basta para ello eliminar
los elementos perturbadores. Lo que supone que el fenómeno está constituido por:
- una esencia,
- accidentes inesenciales diversos.

60
Todo lo que en apariencia contradice la ley es accidente, se abalanza en lo
inesencial. Se planteó como una invariante el valor. Todo lo que no reproduce esta
invariante pertenece a lo inesencial.
Ricardo se queda en una concepción clásica de la abstracción que sería mucho
más propia de la teoría de la fricción (frotamiento), que algunos querrían aplicar a
Marx. No habiendo estudiado la plusvalía bajo su forma pura, Ricardo no puede
reconocer que las aparentes perturbaciones de la plusvalía son de hecho modos de
existencia de la plusvalía, modos de realización de la plusvalía bajo la forma de su
contrario. Así pues, está obligado a descartar estas perturbaciones y afirmar la identidad
allí donde hay contradicción e inversión, plantear el movimiento aparente, contradicción
del movimiento real, como su confirmación inmediata. Marx resume el error de Ricardo
diciendo que él quiso “aportar la ciencia antes de la ciencia” (letra a Kugelmann, 11 de
julio de 1868). De ahí que, en Ricardo, se encuentren cerca pero sin articularse en un
sistema, por una parte, las determinación científica (la ley del valor), y por otra, las
formas fijas de la riqueza, formas de aparición del valor que son tomadas como dadas.
Si seguimos el consejo de buscar la fuente de los errores de los economistas en
sus puntos de partida, constataremos que la situación en la cual se encuentra Ricardo
sostiene a este desconocimiento que Marx ha situado en el punto de partida. Ricardo no
comprende la verdadera relación del beneficio con la plusvalía por la misma razón que
le impide comprender la relación de la forma valor simple de la mercancía con la forma
dinero. Y es que después de haber planteado la sustancia (el trabajo) como la invariante,
dejó caer la forma valor en lo inesencial. Tomó esta forma valor como algo que ni que
decir tiene. Sin embargo, era preciso problematizar esta forma, plantear la cuestión
crítica y hacer así aparecer “todo el secreto de la cuestión crítica”: el carácter doble del
trabajo representado en el valor de la mercancía.
A partir de ahí, es posible comprender el desarrollo de las formas de la producción
capitalista. Marx lo indica en una nota del capítulo 1º: la forma valor del producto del
trabajo es la forma más abstracta del modo de producción capitalista. Su análisis
permite comprender el desarrollo ulterior de sus formas (forma dinero, forma capital,
etc.). En cambio, si este análisis cae, si la cuestión crítica de la forma no es planteada,
tampoco se puede plantear el problema de la relación entre la forma nuclear y las
formas concretas. Se reduce a la comparación entre las categorías existentes y la
categoría que expresa la determinación interna. Se tiene una falsa abstracción que no es
desarrollable.
Si recordamos el texto ya citado donde el método de la economía clásica es
definido por el hecho de restablecer la unidad de las diferentes formas de la riqueza,
podremos comprender la diferencia del método de Marx en e texto siguiente:

“La economía clásica se contradice cuando llega a este análisis;


generalmente, busca operar la reducción inmediatamente sin los miembros
intermediarios (Mittelglieder) y demostrar la identidad del origen de las
diferentes formas. Lo que se sostiene necesariamente en su método analítico
por el que la crítica y la comprensión deben comenzar. No se preocupa de
desarrollar las diferentes formas de una manera genética, sino solamente de
restablecer por el análisis su unidad, dado que parte de ellas como de
presuposiciones dadas. Pero el análisis es la condición necesaria de la
exposición genética, de la comprensión del verdadero proceso de

61
constitución de las formas (Gestaltungsprozess) en sus diferentes fases.”.
(Historia de las doctrinas económicas, T. VIII)

Si se toma al pie de la letra a Marx, la economía clásica sería simplemente


incompleta. No cumpliría más que la primera de las dos tareas de la ciencia: el análisis,
la reducción a la unidad, y olvidaría la segunda: el desarrollo genético de las formas.
De hecho, como hemos visto, es en el análisis mismo, en la manera de buscar la unidad
y de determinar su modo de existencia, como Marx se separa de Ricardo. Sólo el
análisis de forma que lleva a cabo Marx permite el segundo momento, el desarrollo
genético.
A partir de ahí, el desarrollo genético de las formas permite salir de la
yuxtaposición, de la comparación y de la iteración que caracterizan en la teoría de
Ricardo las relaciones de las categorías económicas, es decir, que permite construir un
sistema de la economía política. Pero esta constitución sólo es posible si se renuncia a
comprender este desarrollo genético como la reproducción, al derechas o al revés, de un
proceso histórico real.
Es necesario cuidarse muy mucho de una interpretación historicista. Según tal
interpretación, la abstracción de Marx es desarrollable porque es histórica y recibe, así,
de la historia su movimiento. Lo que distingue de hecho la abstracción de Marx es que
comprende las propiedades formales de un espacio, la constitución de un dominio de
objetividad. Eso es lo que le permite desarrollar las categorías complejas a partir de las
categorías simples.
La diferencia entre Marx y Ricardo no es la diferencia entre un sistema planteado
como eterno y un sistema histórico donde las categorías habrían sido afectadas por un
signo + (signo de su historicidad). Sólo Marx llega a hacer un sistema en el sentido
kantiano del término. No hay más que una manera para la economía política de ser
sistemática y es acceder a este tipo de objetividad radicalmente nueva, que Marx
determina desde el primer capítulo del Capital.
La revolución de Marx no consiste, pues, en historizar las categorías de la
economía política. Consiste en hacer el sistema, y nosotros sabemos que la crítica del
sistema es hecha por su exposición científica, es decir, que este sistema hace aparecer
una estructura que no puede ser comprendida más que en la teoría del desarrollo de las
formaciones sociales.
Frente a ello, el “sistema” de Ricardo aparecía como un abuso de fuerza. Por su
“abstracción forzada” que quiere hacer entrar por la fuerza en la ley del valor todos los
fenómenos que la contradicen, en lugar de desarrollar la ley para mostrar cómo estos
fenómenos son sus modos de existencia (en la forma de la disimulación y la inversión),
Ricardo quiere afirmar la ciencia en el interior de la no-ciencia. Así pues, no llega hasta
el final del proyecto de sacar de su fijeza, de su indiferencia recíproca, las formas dadas
de la riqueza, de relegarlas a su esencia interior. Por ello, en Ricardo, que representa la
economía clásica en su mayor rigor, la posibilidad del fetichismo permanece siempre
presente. El fetichismo es exorcizado por el abuso de fuerza de Ricardo. Pero no es
comprendido.

3.- LA “VERAUSSERLICHUNG” Y LA CONSTITUCIÓN DEL FETICHISMO

Preliminar

62
El concepto de fetichismo en El Capital plantea un problema que, de antemano, se
puede formular bajo la forma ingenua: ¿de que se trata?
Se sabe que es el concepto que sirve de punto de enganche a los que interpretan
El Capital a partir de la antropología del joven Mari. Para ellos, el fetichismo no es más
que el nuevo nombre de la alienación. En el fetichismo, las relaciones entre los hombres
devienen relaciones entre las cosas. Así, la acción de los hombres sucede en un ser
extraño, deviene determinación de las cosas y los hombres son dominados por estas
relaciones entre las cosas. El fetichismo sería, pues, un proceso antropológico, análogo
al de la alienación.
Una interpretación inversa consistiría en negar al fetichismo todo carácter de de
proceso real, en decir que no es más que una concepción de las relaciones económicas,
una ideología.
De hecho, no comprenderemos el fetichismo sino lo pensamos en la continuidad
de lo que hemos dicho de la estructura del proceso y sobre el desarrollo de sus formas.
Hemos visto que, a medida que pasamos a formas más concretas del proceso de
producción capitalista, la determinación interna que dirigía su movimiento desaparecía,
que la forma nuclear desaparecía en la forma acabada. Es este movimiento el
constitutivo del fetichismo. En la superficie del proceso se presenta una cierta conexión
que podemos llamar estructura fetichista. El discurso fetichista es la elaboración de esta
conexión de las formas concretas que se presenta en la superficie del proceso capitalista
y se refleja en la conciencia de los agentes de la producción.
Este discurso fetichista, Marx lo resume en lo que llama la fórmula trinitaria.
Constituida por tres parejas:

- capital/beneficio
- tierra/renta
- trabajo/salario.

Los tres elementos, el capital, la tierra y el trabajo, aparecen aquí como tres
fuentes que, cada una, producen un ingreso (producto). El capital produce naturalmente
el beneficio, el trabajo produce el salario, la tierra produce la renta. Esta trinidad
representa la sistematización de lo que es percibido por los agentes de la producción, las
formas en las cuales se inscribe su acción.

Nota

Marx señala que sería mejor remplazar la primera pareja (capital beneficio) por lo que
en realidad recubre, a saber, la pareja capital/interés. En efecto, el beneficio es una
forma de aparición –es decir, de disimulación- de la plusvalía. Pero todavía no es la
forma más concreta, la más mediatizada de la plusvalía. Todavía está en relación con a
esfera de la producción. El interés que es una forma de aparición/disimulación del
beneficio –por tanto, una forma de aparición/disimulación de la plusvalía en segundo
grado- representa la forma más concreta, más mediatizada de la plusvalía. Aparece fuera
incluso de la esfera de la producción. Su mecanismo es el siguiente: una suma de dinero
A es avanzada, vuelve a su poseedor bajo la forma A’ (A+dA) y ello en virtud de un
contrato. No es cuestión aquí de ningún proceso de producción, sino solamente de un

63
contrato entre dos personas y de un poder misterioso que tiene el dinero de aumentar en
sí mismo.
Es bajo esta forma como el capital aparece en la superficie del proceso capitalista.
Así, es la fórmula capital/interés la constituye verdaderamente la primera pareja de la
fórmula trinitaria.
Para estudiar la constitución del fetichismo, yo examinaría la condición de
posibilidad de una de estas tres parejas, la pareja capital beneficio (es decir,
capital/interés). Esta condición de posibilidad es lo que Marx llama la Veräusserlichung
de la relación capitalista. Para no anticipar nada sobre la elucidación de este concepto,
lo traduciremos llanamente por exteriorización.
El problema de la Veräusserlichung de la relación capitalista –o por qué es
preciso entender el capital en tanto relación de producción- es tematizado por Marx
particularmente en el capítulo XXIV del libro III (t.VII). Exteriorización de la relación
capitalista en la forma del capital portador de interés.
En este texto, la forma del capital portador de interés es caracterizada como la
forma más exteriorizada (äusserlichste) de la relación capitalista. Podemos, a partir de
este y otros textos de los libros III y IV, dar a este superlativo un cierto número de
sinónimos. El capital portador de interés es aquí definido como la forma más concreta,
la más mediatizada, la más fetichizada, la más alienada (entfremdetste). Así, somos
conducidos a unas notas interesantes: por una parte, el movimiento de la fetichización
aparecía como idéntico al movimiento de la exteriorización, por otra vemos aparecer
como equivalente del concepto de Veräusserlichung, el concepto clave de la crítica
antropológica, el de Entfremdung (alienación). En los libros III y IV nos las vemos con
una pareja Entfremdung/ Veräusserlichung que recuerda extrañamente a la pareja
dominante de los Manuscritos.
¿En qué consiste, pues, la Veräusserlichung? Para definir la estructura de este
movimiento que permite la constitución del fetichismo, plantearemos los conceptos por
los cuales podemos rendir cuentas de la estructura del proceso.
Son los conceptos de:
- relación –por lo que es preciso entender, naturalmente, relación de
producción-, en tanto que estas relaciones sostienen todo el proceso,
- forma, en tanto que la forma es en lo que la relación se manifiesta, puesto que
está representada en la Wirklichkeit,
- origen y límite del proceso,
- movimiento o desarrollo de las formas,
- resultado.
Nos proponemos estudiar as transformaciones de estos elementos que hacen
posible la figura fetichizada del proceso.

A) La “Begriffslosigkeit” de la forma

La exteriorización de la relación capitalista descansa, en primer lugar, en el hecho de


que la forma del capital portador de interés es una begriffslose Form, forma a-
conceptual o, si se quiere, privada de concepto. Se trata de la forma A – A’ o A’= A + a
(o A + dA). La Begriffslosigkeit consiste en que en esta fórmula desaparece l proceso
que la hace posible.

64
En efecto, el movimiento A – A’, que es aquí planteado como movimiento
espontáneo de A, sólo es posible si el capital-dinero A entra en un proceso de
producción donde es puesto en valor (es decir, valorizado). Es esta valorización en el
interior del proceso de reproducción del capital industrial la que permite el crecimiento
dA.
Para tener el verdadero ciclo cumplido por este A, es preciso, en el intervalo entre
A y A’, plantear todo el ciclo del capital-dinero que es uno de los tres ciclos, una de las
tres formas funcionales del capital industrial estudiadas por Marx al principio del libro
II.

Tendremos entonces:

A – A-M T ……. P …….. M’ – A’ – A’


Mp (M +m) (A + a)

Sólo este proceso permite el paso de un valor A inicial a un valor A’ igual a A’ +


dA12.
La cuestión que nos interesa es saber cuáles son, en este ciclo, las relaciones entre
A y A’. Nos preguntaremos en primer lugar cuál es la forma específica de A en el
estadio

A-M T
Mp

He aquí la respuesta de Marx:

“En este primer estadio, A circula como dinero. Si funciona como


capital-dinero es simplemente porque el estado de dinero le es necesario
para poder adquirir una función monetaria, convertirse en elemento de P, a
saber T y Mp que se enfrentan como mercancías. En este acto de
circulación, no funciona más que como dinero.”. (T.IV)

Esto quiere decir que A no es en sí capital. No dispone por él mismo ningún poder
de crecimiento. No cumple más que una función monetaria (función de compra) y no
una función capitalista (función de valorización del valor). ¿Qué es lo que transforma
esta función monetaria en función capitalista? Es la naturaleza de su ligazón con los
otros estadios del proceso.

12
El valor-dinero A permite la compra de mercancías T (fuerza de trabajo) y Mp (medios de producción).
Éstas se encuentran, ahora, invertidas (contratadas, comprometidas) en el ciclo productivo (P) que tiene
por resultado el valor-mercancía aumentado M’, el cual se convierte en A’.

65
“Siendo este acto13 el primer estadio del proceso del valor-capital es al
mismo tiempo función del capital-dinero en virtud de la forma de uso
específica de las mercancías T y Mp que compra”. (T.IV)

Este último miembro de la frase quiere decir dos cosas:

1) A- M T es función del capital-dinero, juega un papel en el proceso

Mp

capitalista de reproducción en tanto que hace posible, en virtud del carácter


particular de T y de Mp, el estadio P que es propiamente el de la valorización.

2) Más particularmente, lo que es decisivo aquí es la naturaleza de la mercancía T


(fuerza de trabajo). El proceso de valorización de A se hace posible por la
presencia en el mercado de esta mercancía absolutamente particular que es la
fuerza de trabajo. La forma a la cual nos enfrentamos encubre así la oposición
entre capital y trabajo asalariado; su estudio da a conocer como motor del ciclo a
las relaciones de producción capitalistas.

“Todo este ciclo presupone el carácter capitalista del propio proceso


de producción, tiene por base este proceso de producción mismo con el
estado social específico que comporta.

A- M = A – M T
Mp

Pero A-T supone el salario, por consecuencia supone los medios de


producción como formando parte del capital productivo, por consecuencia
el proceso de trabajo y el de hacer valor, el proceso de producción como
siendo ya función capitalista.”.

Consideremos ahora A’. Se puede decir que ni es el producto de A, ni, tampoco,


es el producto de P (salvo en determinados casos particulares como la producción de
oro). Es la forma convertida de M’. El retorno a la forma monetaria es una función no
del capital-dinero sino del capital-mercancía M’. La diferencia a forma dinero de la
diferencia m producida por el estadio P, no representa ningún movimiento que sería
propio de A.

“El capital-dinero en el interior del ciclo del capital industrial no


ejecuta más que funciones monetarias y estas funciones monetarias no
toman al mismo tiempo el sentido de funciones capitalistas sino por su
relación de conjunto con los otros estadios de este ciclo.

13
El acto A-M.

66
La representación (Darstellung) de A’ como relación de a con A,
como relación capitalista, es una función directa no del capital-dinero sino
del capital-mercancía M’ que, a su vez, como relación de m con M, no hace
más que expresar el resultado del proceso de producción, de la valorización
del valor-capital que es aquí operada”.

De donde se desprende que en la fórmula A’ = A + dA, que expresa el resultado


del ciclo, no existe relación entre A y A’. La ecuación es una ecuación imposible. Esta
posición de una relación imposible es, lo sabemos, expresada por Marx en el concepto
de irracional.
Naturalmente, este irracional encuentra su razón en la fórmula conceptual que
expresa la totalidad del ciclo del capital-dinero y su ligazón con los otros ciclos. La
fórmula irracional y a-conceptual A’ = A + dA es explicada por la fórmula completa:

A–M T………. P………. M’ – A’


Mp

Esta fórmula expresa la relación conceptual, es decir:


1) que comprende el conjunto de las permutaciones y cambios de forma que
constituyen el ciclo y lo unen en el conjunto del proceso de reproducción del
capital;
2) que indica el carácter determinante de la relación de producción que sostiene
todo el proceso de valorización.
La relación imposible de A’ con A no es posible sino por estar sostenida por aquello
que rige todo el ciclo: el capital como relación de producción, con su complemento el
trabajo asalariado.
Así, el ciclo del capita-dinero es el que mejor expresa el proceso capitalista. Lo
propio de este proceso es, en efecto, tener por principio la valorización del valor, lo que
expresa claramente el ciclo que va de A a A’. Pero esta forma determinada del proceso
de reproducción del capital, proceso de valorización del valor hecho posible por las
relaciones de producción del capital y del trabajo asalariado, tiende a desaparecer en su
resultado.

“Es así como A’ aparecería como una suma de valor diferenciándose


interiormente, operando en ella misma una distinción de orden funcional
(conceptual), una forma que expresa la relación capitalista.
Pero eso no se expresa más que como resultado, sin la mediación del
proceso del que es el resultado” (T. IV).

Este ciclo se caracteriza, pues, por la desaparición del proceso en su resultado. Se


presta, así, se dispone, si viene a autonomizarse, al desconocimiento del proceso
capitalista.
En el conjunto del proceso de reproducción estudiado por Marx en el libro II, esta
autonomización no se expone a producirse. La autonomía del ciclo del capital-dinero
desaparece en el ciclo del capital-mercancía.

67
“La apariencia de independencia que pertenece a la forma dinero
del valor-capital en la primera figura de su ciclo (en el ciclo del
capital-dinero) desaparecía en esta segunda figura, que es por
consecuencia la crítica de a primera y la reduce a una simple figura
particular”.

La crítica de esta figura está hecha por el desarrollo de todo el proceso de


reproducción. Pero este desarrollo no aparecía más que en la ciencia.
En la realidad, esta autonomización, esta pérdida del concepto (Begriffslosigkeit),
esta irracionalidad va efectivamente a manifestarse a medida que se irá hacia las formas
más concretas y más mediatizadas del proceso capitalista.
En la forma del capital portador de interés, este proceso se encuentra acabado. En
efecto, esta forma es la más concreta, la más mediatizada del capital. Supone no
solamente la transformación de la plusvalía en beneficio, sino también la escisión del
beneficio en beneficio de empresa e interés. El capitalista-financiero que avanza su
dinero A permanece fuera de todo el proceso de producción y reproducción. No hace
más que avanzar una suma A y retirar una suma A’. Lo que pueda ocurrir entre estos
dos actos no le interesa, en absoluto.
Así, en la forma A - A’, todo el proceso capitalista ha desaparecido. La
Begriffslosigkeit expresa la desaparición de todos los términos intermediarios cuya
conexión hace posible la relación de A con A’. De ese modo, expresa la desaparición de
lo que sostiene esta conexión y la hace posible, a saber: las relaciones de producción
capitalistas. Esta desaparición de las relaciones de producción en la Begriffslosigkeit de
la forma es lo que funda la exteriorización (Veräusserlichung) de lo que Marx llama la
relación capitalista.
Sabemos que esta desaparición se hace posible por el desarrollo de forma que
conduce a la forma más concreta, la más mediatizada, la del capital portador de interés.
Este desarrollo de forma, este acabamiento de las mediaciones que, ellas mismas, han de
desaparecer en la forma del resultado. Esta forma que es la más mediatizada del proceso
capitalista se presenta como pura inmediatez, pura relación consigo mismo del capital
dinero.
A partir de aquí, podremos comprender el concepto de Veräusserlichung.
Sabemos, en efecto, que falta una relación entre relación de producción y forma del
proceso. Por otra parte, ya hemos reconocido el mecanismo general de la ligazón
relación/forma que caracterizamos como lugar de la causalidad metonímica. En la
begriffslose Form que ha perdido todos los caracteres que la localizan en un cierto lugar
en el desarrollo y la articulación de las formas de proceso, esta causalidad metonímica
va a producir sus efectos más radicales.
Antes de contemplar en detalle estos efectos, podemos señalar que los términos
del problema excluyen un cierto tipo de interpretación de la Veräusserlichung (y de la
Entfremdung). Los términos en presencia no son sujeto, predicado y cosa, sino relación
y forma. El devenir extraño del que es aquí cuestión no señala la exteriorización de los
predicados sino que designa lo que ocurre con la relación capitalista en la forma más
mediatizada del proceso.

68
B) La “Veräusserlichung” de la relación

El concepto de Veräusserlichung es casi ritualmente acompañado por otros tres


conceptos: los de Verrücktheit (absurdidad), Versachlichung (cosificación) y
Verkehrung (invertimiento).
Dejaremos de lado el primer término porque no tiene significación conceptual
propia. El concepto de Verkehrung sí que plantea un problema. Por una parte, designa la
inversión ya estudiada de la determinación interna del proceso en sus formas acabadas.
Pero, aquí, toma una nueva acepción que examinaremos más adelante.
El concepto de Versachlichung debe comprenderse a partir de lo que ya se dijo
sobre la constitución de la Gegenständlichkeit y el mecanismo de la Darstellung.
Habíamos visto en el análisis de la forma mercancía que la cosa, el objeto, era el soporte
de una relación, que el desconocimiento de esta función de soporte, del carácter
sensible-suprasensible de la cosa, transformaba en propiedad natural de la cosa lo que
era la expresión de una relación social.
Más precisamente, todo se jugaba en la función de la forma. Ésta era al mismo
tiempo forma (revestimiento) de la cosa y forma de aparición de las relaciones de
producción.
Nos encontramos con el mecanismo de la Darstellung puesto a la luz por Marx en
la relación entre el capital como cosa (suma de dinero o masa de elementos materiales:
materias primas, máquinas, etc.) y el capital como relación de producción a la cual el
primero sirve de soporte.

“El capital no es una cosa, sino una relación de producción


determinada, social, perteneciente a una formación social histórica,
determinada, que se representa (sich darstellt) en una cosa y da a esta cosa
un carácter social específico”. (El Capital, t.VIII).

Nos encontramos con la oposición Verhaltnis/Ding, oposición que tiene su modo


de existencia en la Darstellung. El desconocimiento de la Darstellung anula la
oposición y transforma el capital en simple cosa.
Los tres términos aquí presentes son:
-el capital como relación de producción,
-la forma capital que es aquí la forma aconceptual del capital portador de interés,
-la cosa (elementos materiales del capital) que sirve de soporte al capital-relación
revistiendo la forma del capital portador de interés.
Ahora bien, la forma del capital portador de interés ha perdido todo recuerdo de lo
que hace de ella una forma particular y determinada del capital. Así, sus
determinaciones de forman van a confundirse con las determinaciones materiales de la
cosa.
Por el hecho de la Begriffslosigkeit, la forma deja de ejercer su función de forma.
Las determinaciones sociales van ahora a encontrarse rebajadas sobre las
determinaciones materiales de la cosa. De ahí, la confusión entre lo que Marx llama las
bases materiales (las cosas que ejercen la función de soporte) y las determinaciones
sociales. Aquellas devienen propiedades naturales de los elementos materiales de la
producción. Así, el capital-relación deviene en una cosa.
Pero esta cosa tiene propiedades muy particulares. Su carácter misterioso puede
expresarse de dos maneras:

69
- Si se considera A como suma de valor, la relación A- A’ será de la forma 4 =
5, relación incomprensible (unbergreiflich). Nos las vemos con el misterio del
crecimiento.
- Se puede buscar la solución de este misterio del lado del valor de uso de los
elementos materiales de la cosa A. Se substituye entonces la relación
incomprensible por una relación inconmensurable: la cosa A produce la
plusvalía, es decir una relación social. Formularemos adecuadamente este
misterio dando a esta relación inconmensurable su verdadero nombre: se trata
de una relación irracional.
De este modo, podremos comprender la posibilidad y la solución de este misterio.
La solución nos será dada por la elucidación del concepto Verkehrung. Este designa el
movimiento siguiente: la transformación de la relación social en cosa es también una
transformación de la cosa en relación social. La cosa en la cual ha desaparecido la
relación social fue herencia del movimiento que determina. Aquí vemos, pues,
precisarse y dar el último toque al sentido de esta disimulación por la cual Marx
caracteriza el modo de acción de las relaciones de producción.
El efecto de este modo de acción se manifiesta en primer lugar en que la cosa
aparece como un autómata, dotado de un movimiento determinado. El pase (passage) de
4 a 5 es posible porque la cosa posee en ella misma una razón de su crecimiento. Y ella
posee esta razón porque se encuentra, como dice Marx, preñada por la presencia en ella
misma de la relación social. Así pues, es lo irracional lo que es la razón el crecimiento
de la cosa14. Lo irracional se confirma así, en todos los sentidos de la palabra, como la
razón de la Wirklichkeit. El modo de presencia de la relación social en la cosa permite
explicar los dos misterios: el del crecimiento y el de la producción de una relación
social por una simple cosa. El capital-cosa puede, así, producir naturalmente y de una
manera determinada el interés (del mismo modo que la tierra produce la renta).
Podemos resumir este movimiento diciendo que la cosa se convierte en un sujeto
autónomo, lo que Marx expresa en el concepto de Versubjektivierung (subjetivación).
Estamos, pues, en presencia de un doble movimiento: cosificación de las
determinaciones sociales de la producción y subjetivación de las bases materiales, de las
cosas en las cuales estas determinaciones sociales se representan y se disimulan. Marx
explica que este doble movimiento era ya sensible desde la determinación más simple
del modo de producción capitalista: la forma mercancía del producto del trabajo.

“Se encontraban ya incluidas en la mercancía y particularmente en la


mercancía en tanto que producto del capital la cosificación (Verdinglichung)
de las determinaciones sociales de la producción y la subjetivación
(Versubjektivierung) de sus bases materiales que caracteriza todo el modo
de producción capitalista”.

Es este doble movimiento el que constituye el segundo sentido, evocado más


arriba, del concepto de Verkehrung, que traduciremos aquí por invertimiento
(renversement), “el mundo encantado, el mundo al revés (invertido: renversé) y situado
sobre la cabeza” (t. VIII).
Nos parece esencial distinguir estas dos funciones del concepto de Verkehrung
porque sólo la primera (inversión como función determinada por el desarrollo de las
formas, por el paso de la Kerngestalt a la fertige Gestalt) es susceptible de recibir una
determinación conceptual rigurosa. La segunda función cumplida por la Verkehrung
14
Se verá después el infortunio teórico al que se llega en Price por haber tenido esta razón por una razón
geométrica.

70
(doble movimiento de cosificación de las relaciones sociales y subjetivación de os
soportes materiales) es la rodeada de todo un halo antropológico, marcado por una
referencia no reflejada, no criticada, a un campo conceptual anterior.
No es necesario examinar aquí, de cerca, la relación de esta figura del
invertimiento en tanto que caracteriza la Veräusserlichung de la relación capitalista y de
la figura clásica de la alienación, tal como se expresa en los Manuscritos. A la
estructura aquí presente constituida por la pareja de sinónimos
Entfremdung/Veräusserlichung y el mismo concepto de Verkehrung. (Este
invertimiento designa en la crítica antropológica el toque final del proceso de la
alienación por la cual el sujeto deviene objeto de su objeto y al mismo tiempo el método
de la especulación que confirma la separación y el invertimiento). Por otra parte aquí
como en los Manuscritos, el invertimiento se sitúa sobre el terreno de una relación
persona/cosa.
De ahí, la necesidad de precisar la significación de los conceptos aquí en juego.
Consideremos, en primer lugar, el movimiento de la cosificación (Versachlichung o
Verdinglichung). Lo que sucede en la cosa, no es la esencia de una subjetividad sino una
relación. En la Veräusserlichung, no es un sujeto que se separa de sí mismo, cuyos
predicados suceden en un ser extraño. Es una forma que deviene extraña a la relación
que ella soporta y, de su devenir extraño, deviene cosa y entraña la cosificación de la
relación. Esta definición de la Veräusserlichung vale igualmente para la Entfremdung.
Lo que cae en el fetichismo es la implicación estructural que funda la distancia de
la cosa con ella misma, distancia que es el lugar mismo en que se juegan las relaciones
económicas. Esta distancia es suprimida en el fetichismo, pero se puede decir que
también lo era en los Manuscritos de 1844 donde la cosa era tomada directamente como
objeto de una subjetividad. Era la supresión de esta distancia, de esta dimensión
particular de la cosa que manifiesta la toma de estructura, lo que permitía la anfibología
del objeto y del producto. La Versachlichung de la relación capitalista no puede, pues,
comprenderse como objetivación de los predicados de un sujeto, salvo al suprimir la
dimensión específica en la que el capital determina las relaciones económicas.
En cuanto a la subjetivación, vemos que ya no puede ser más tiempo el
invertimiento en sujeto del predicado de un sujeto substancial. Lo que es designado por
Marx como subjetivación de la cosa, es la adquisición por la cosa de la función de
motor del proceso. Esta función no pertenece en el proceso a un sujeto o a la acción
recíproca de un sujeto y un objeto, sino a las relaciones de producción, las cuales son
radicalmente extrañas al espacio del sujeto y del objeto donde no pueden encontrar más
que soportes. Las propiedades que recibe la cosa no son las cualidades de un sujeto,
sino el poder motor de las relaciones de producción. Es, en tanto que herencia del
movimiento como la cosa se presenta como sujeto. El concepto de sujeto designa una
función que se sitúa en un movimiento ilusorio.
Podemos concluir que si en un campo teórico como el de los Manuscritos los
conceptos de subjetivación, cosificación, invertimiento, expresan adecuadamente un
cierto contenido conceptual, en el campo teórico del Capital no hacen más que designar
un contenido conceptual diferente. Tampoco están en el registro de una adecuación
conceptual a su objeto, sino en el de la analogía. Así es como los términos de
cosificación, subjetivización, invertimiento enmascaran este rodeo en el que todo se
juega: la función de motor del proceso y la eficacia propia de las relaciones de
producción15.

15
Aparecerá claramente cuan inadecuada es la utilización de este esquema para expresar el mecanismo de
la fetichización, si se observa que a la “subjetivación” de las cosas (autonomización de los soportes
materiales) no le corresponde en absoluto un cosificación de las personas. Muy al contrario, lo que, en la

71
Expresemos brevemente la diferencia de los dos movimientos. En los
Manuscritos, el sujeto (el obrero) pone su esencia en un objeto. Este objeto va a hacer
crecer la potencia del ser extraño (el capital) que, en el movimiento del invertimiento, se
plantea como sujeto y reduce al obrero a ser el objeto de su objeto.
En El Capital, la Veräusserlichung consiste en que, por la Begriffslosgkeit de la
forma, la relación ve sus determinaciones dobladas sobre las propiedades materiales de
la cosa (cosificación); la cosa en la cual ha desaparecido la relación se presenta ahora
como un sujeto autónomo (subjetivación). En este movimiento el obrero y el capitalista
no intervienen. Así, el obrero figura aquí como soporte de la relación de producción
trabajo asalariado y no como sujeto originario del proceso. El mecanismo de la
Entfremdung no le concierne.
Así pues, podemos determinar dos estructuras bien diferentes. Ero Marx tiende
constantemente a confundirlas, a pensar la Entfremdung de la relación capitalista sobre
el modelo de la alienación del sujeto sustancial, a pensar la Verkehrung-inversión como
Verkehrung-invertimiento.
Quisiera tomar un ejemplo de este deslizamiento en el segundo capítulo del libro
III. Se trata de la transformación de la plusvalía en beneficio. Hemos visto que el
beneficio era una forma de aparición/disimulación de la plusvalía donde desaparecía la
determinación del valor por el tiempo de trabajo y de la plusvalía por el sobretrabajo,
una forma caracterizada por la inversión del movimiento real de la producción
capitalista. Ahora bien, en este texto, vamos a ver esta inversión reducida a la figura
antropológica del invertimiento y de igual manera confundidos el primer y el segundo
modelo de la Entfremdung en esta indeterminación que es la característica del discurso
antropológico.

“La forma en que, pasando por la tasa de beneficio, se transforma la


plusvalía en beneficio no es más que el desarrollo de la inversión del orden
lógico (interversion) del sujeto y del objeto que se produce desde el proceso
de producción. Desde este momento, todas las fuerzas productivas del
trabajo se presentan como fuerzas productivas del capital.
Por una parte, el valor, el trabajo pasado que domina al trabajo vivo,
es personificado en el capitalista; por otra, el obrero aparece al contrario
como fuerza de trabajo puramente material, como una mercancía.”.

Estamos en presencia del siguiente movimiento:

trabajo muerto trabajo vivo

personificación en el capitalista fuerza de trabajo puramente material:


mercancía

El esquema aquí utilizado es el esquema antropológico clásico:

forma del capital portador de interés corresponde a la figura de la cosa autómata es la figura del contrato
entre dos personas libres, entre dos subjetividades constituyentes. Por donde aparece con evidencia que el
fetichismo no concierne a la relación de un sujeto con un objeto, sino la relación de cada uno de sus
soportes con las relaciones de producción que las determinan.

72
cosa (objeto) persona (sujeto)

persona (sujeto) cosa (objeto)

El desarrollo de las formas del proceso de producción capitalista, con la inversión


que le es característica, sería el desarrollo de este invertimiento (renversement) inicial
sujeto/objeto. Si este esquema es coherente toda nuestra demostración está aniquilada.
Pero, en realidad, no es coherente. En efecto, lo que corresponde a la transformación del
trabajo vivo en mercancía, es la transformación del trabajo pasado en capital, y no en
capitalista.
La personificación, en el sentido estricto que este concepto recibe en El Capital,
es del todo otra cosa. Ella designa la función del sujeto como soporte de la relación de
producción. La relación de producción, como hemos visto, determina, por una parte,
una función de sujeto y, por otra parte, una función de objeto. Es ella la que efectúa,
también, la Darstellung del objeto que nosotros llamaremos, con un término que
tomamos prestado de Lacan, la puesta en escena del sujeto16. Sabemos lo queda
excluido por ahí: que la pareja sujeto/objeto funcione como motor del proceso, que el
movimiento del proceso sea el movimiento de su reciprocidad. La función rigurosa de la
personificación, tal como está en obra en El Capital, priva de toda validez al uso que
Marx hace de ese concepto.
Si retomamos ahora nuestro esquema, tendremos:

trabajo pasado trabajo presente

Capital Fuerza de trabajo

Capitalista Obrero
(soporte de la relación (soporte de la relación
de producción capital) de producción trabajo asalariado)

En frente de la fuerza de trabajo se encuentra el capital y no una persona (el


capitalista). Del mismo modo, en frente del capitalista, hay otro sujeto, el obrero, no
una cosa. La inversión sujeto/objeto tampoco encuentra aquí su sitio.
Es decir, que la antropología no tiene otro lugar en El Capital más que el que le es
proporcionado por las recaídas (repercusiones) del discurso de Marx. Allí donde Marx
deja de (falta a) localizar, éstos vienen a moverse alrededor de puntos de referencia
antropológicos. Allí donde el rigor de su discurso se relaja vemos diseñarse un modelo
antropológico. Tales deslizamientos son necesarios en la medida en que Marx no critica
16
Cf. Jacques LACAN, La Psychanalyse, T.VI, p.112-113.
“Por lo tanto, cuando Daniel Lagache parte de una elección que nos propone entre una estructura
de alguna manera aparente (que implicaría la crítica de lo que el carácter descriptivo comporta de natural)
y una estructura que se puede decir a distancia de la experiencia (puesto que se trata del “modelo teórico”
que se reconocía en la metapsicología analítica), esta antinomia descuida un modo de la estructura que,
por ser un tercero no sabría ser excluido, a saber: los efectos que la combinatoria pura y simple del
significante determina en la realidad en que se produce. Pues, ¿es o no el estructuralismo lo que nos
permite plantear nuestra experiencia como el campo donde eso habla? Si es sí, “la distancia con la
experiencia” de la estructura se desvanece, puesto que opera no como modelo teórico, sino como la
máquina original que pone en escena al sujeto”.

73
rigurosamente su vocabulario. Las palabras en las cuales se expresan los conceptos
nuevos introducidos por El Capital son, en numerosos casos, las mismas que servían
para expresar los conceptos antropológicos del joven Marx.
Es necesario insistir sobre esta distinción: se trata de conceptos diferentes. Por
ejemplo, encontramos en El Capital un concepto de Verkehrung y un concepto de
Entfremdung que son conceptos nuevos en relación a los de los Manuscritos, que tienen
un contenido diferente. Pero son las mismas palabras que sirven para expresar los
conceptos antropológicos (que llamaría conceptos I) y os conceptos del Capital
(conceptos II).
Es interesante señalar que, en los dos casos, los conceptos de Verkehrung y
Entfremdung tienen una función de relación. En el seno de un cierto espacio teórico,
designan relaciones entre términos. En el espacio teórico I, los términos puestos en
relación por los conceptos de Verkehrung y de Entfremdung son los de sujeto,
predicado, objeto, persona, cosa, empiria, especulación, etc. En el espacio teórico II
estos términos son forma simple y forma compleja, relación y forma, etc.
Los dos espacios teóricos tienen propiedades diferentes. De donde se desprende
que las relaciones de tipo I y las relaciones de tipo II no sabrían ser homólogas. El rigor
querría, pues, que las palabras en las cuales estos conceptos de relación se expresan
fuesen igualmente diferentes. Como Marx no responde a esta exigencia de rigor, la
primera figura se arriesga a introducirse siempre allí donde no está su lugar. El
deslizamiento se opera en dos tiempos: establecimiento de una homología entre las
relaciones de tipo I y las relaciones de tipo II, y después una reconstitución del espacio
teórico I en el cual se intenta hacer entrar el espacio teórico II. Ahora bien, en esta
tentativa, se manifiesta una distorsión, que declara la resistencia del espacio teórico II.
Es esta distorsión la que va a producir, por ejemplo, la incoherencia del esquema que
acabamos de estudiar.
Encontramos distorsiones del mismo orden cada vez que Marx utiliza esquemas
tomados prestados de la crítica antropológica. Particularmente significativos a este
respecto son los textos que retoman el viejo esquema de la crítica de la alienación
religiosa. Todas las veces que Marx pone en evidencia una analogía del proceso que
estudia con el de la alienación religiosa (por ejemplo en el primer capítulo del Capital),
el análisis demuestra que la analogía no es absolutamente rigurosa.
Otra distorsión señalable es presentada por la fórmula a menudo empleada por
Marx para caracterizar el fetichismo: las relaciones entre los hombres devienen
relaciones entre las cosas, fórmula done los dos complementos toman subrepticiamente
el lugar de sujetos.
Falta por ver la razón profunda de estos deslizamientos. Hemos puesto en cuestión
el hecho de que Marx no hubiera procedido a una crítica de su vocabulario. Esta
ausencia de crítica no es una simple negligencia. Si Marx no juzgó necesario establecer
diferencias terminológicas es que jamás pensó rigurosamente la diferencia de su
discurso con el discurso antropológico del joven Marx. Si bien, en la práctica teórica de
Marx, podemos determinar la ruptura que Marx no ha hecho más que afirmar, podemos
afirmar la diferencia radical de las dos problemáticas. Marx mismo nunca comprendió
verdaderamente ni conceptualizó esta diferencia.

C) El desplazamiento del origen y la transgresión del límite

Veremos perfeccionarse la figura fetichizada del proceso, al examinar lo que ocurre con
el origen (Ursprung), el límite (Grenz) y el resultado de este proceso.

74
El origen en cuestión no es un origen temporal sino el origen del proceso
capitalista en tanto que tal.
El proceso de producción capitalista es un proceso de valorización del capital, el
origen del que se trata es el origen de la plusvalía: el sobretrabajo.
Este origen no se revela en las formas concretas del proceso capitalista. Lo que es
dado son los resultados del proceso, es decir las partes en las cuales se descompone a
plusvalía total: el beneficio, el interés y la renta. El estudio de las razones de
compensación nos demuestra que estas fracciones que expresan el reparto (distribución)
de la plusvalía se presentan como sus elementos constituyentes.
Es esta apariencia la que constituye el fundamento de la economía vulgar, la cual
encuentra su origen sistemático en la teoría de las tres fuentes del Adam Smith
exotérico. La operación de Adam Smith en hacer del salario, del beneficio y de la renta,
elementos resultantes de la descomposición del valor producido por un período
determinado, los elementos constituyentes de este valor17.
La operación de Adam Smith puede descomponerse en dos tiempos. De
antemano, salario beneficio y renta son arrancados de su origen (el tiempo de trabajo
social total que se realiza en el valor del que ellos representan la descomposición). Ellos
son entonces autonomizados y se presentan como formas indiferentes las unas a las
otras. Es necesario, entonces, encontrar cada uno de estos elementos que han perdido la
determinación de forma que les confería su lugar en el proceso un origen propio. Es lo
que hace la teoría de las tres fuentes que asigna como origen del salario el trabajo, de la
renta la tierra, del beneficio el capital.
Las tres fuentes toman así el lugar del origen desconocido. La oposición
Ursprung/Quelle no se encuentra por azar en Marx. Ella marca el passage (pase) de un
proceso de producción socialmente determinado a una suerte de proceso natural. El
desplazamiento del origen a la fuente es complementario de la Versachlichung, de la
transformación de las relaciones sociales de producción en cosas definidas por
propiedades materiales. Completa la naturalización del proceso.
Esta desaparición del origen es al mismo tiempo desaparición del límite. Sabemos
que este límite está determinado por el origen del valor (el tiempo de trabajo) y el de la
plusvalía (el sobretrabajo). Es la cantidad total de sobretrabajo explotado la que
determina los límites de la plusvalía. De esta manera, la ley del valor actúa como una
ley reguladora que indica los límites en los cuales puede ejercerse el reparto
(distribución) de la plusvalía en beneficio, interés y renta. Así, caen por los suelos todas
las ilusiones engendradas por una teoría de las tres fuentes produciendo cada una
naturalmente un ingreso. Un límite cualitativo conceptual determina la cantidad total del
valor y la plusvalía producidos.
Al contrario, si el capital produce naturalmente beneficio, si funciona como un
autómata todo límite cualitativo es suprimido y la producción de beneficio parecería
seguir las puras leyes de una progresión geométrica. De ahí el ingenioso descubrimiento
por el cual Price creía poder resolver todos los problemas de tesorería de los Estados:

“El dinero que relaciona intereses compuestos aumenta lentamente.


Pero como el ritmo de crecimiento se acelera sin cesar, se vuelve tan rápido
al cabo de algún tiempo que desafía toda imaginación…

17
Recordemos que, para plantear la teoría de las tres fuentes, Adam Smith debe desconocer que el valor
producido en realidad se descompone por una parte en capital, por otra parte en ingresos (salario,
beneficio, renta). La parte destinada a convertirse en capital desaparece de su análisis. Por ello se expresa
diciendo que salario, beneficio (beneficio de empresa + interés) y renta constituyen el valor o que
beneficio y renta constituyen la plusvalía.

75
Un chelín hubiera sido avanzado en el nacimiento de N.S. con una
tasa compuesta del 6 % habría alcanzado las dimensiones de una masa de
oro más importante que la que todo el sistema solar pudiera contener si se
hubiera transformado en una bola cuyo diámetro fuera igual a la trayectoria
de Saturno. Por consiguiente, un Estado jamás va a encontrarse en
dificultades, pues con las economías más ínfimas puede pagar las deudas
más elevadas en un tiempo tan corto como pueda exigirlo su interés”.
(Citado por Marx, El Capital, T.VII).

Se ve aquí perfeccionarse la figura del autómata capitalista. Si la ilusión de


crecimiento geométrico es posible, es que ha sido desconocido el límite cualitativo de la
valorización del capital.

“La identidad de la plusvalía y del sobretrabajo pone un límite


cualitativo a la acumulación de capital: la jornada de trabajo global, el
desarrollo presente de las fuerzas productivas y de la población limitan el
número de las jornadas de trabajo simultáneamente explotables. Si, por el
contrario, la plusvalía es comprendida en la forma a-conceptual del interés,
el límite no es más que cuantitativo y desafía toda imaginación.” (T.VII).

La borradura (el borramiento) del origen y del límite dan, así, el último toque a la
figura fetichizada del proceso, figura bajo la cual las relaciones económicas son dadas a
la percepción de los agentes de la producción:

“En el capital portador de interés se encuentra acabada la


representación del fetiche capitalista, la representación que atribuye al
producto acumulado del trabajo y, además, fijado como dinero, la facultad
(Kraft) de producir la plusvalía gracias a una cualidad secreta, de manera
puramente automática y siguiendo una progresión geométrica”. (T.VII).

D. – EL MUNDO ENCANTADO

Hemos descrito la constitución de una de las tres parejas de la fórmula trinitaria.


Podemos sacar de este análisis dos importantes conclusiones:

1) El proceso de esta constitución hace intervenir una estructura del todo


diferente a la estructura sujeto/predicado/objeto de los Manuscritos.
2) Las formas que presenta el fetichismo no está deformadas por la especulación.
Son las formas mismas en las cuales el proceso capitalista existe para los
agentes de la producción.

“A medida que la forma del beneficio disimula su núcleo interno, el capital


adquiere cada vez más una forma de cosa, la relación deviene de más en más en una
cosa, pero una cosa que comporta en ella la relación social, un ser sensible-
suprasensible, y es en esta forma de capital y de beneficio como aparecía en tanto
presuposición fija en la superficie. Es la forma de su realidad o más bien es su forma de
existencia real. Y es la forma en la cual vive en la conciencia de sus soportes, los
capitalistas, la forma bajo la cual se refleja en sus representaciones”. (Historia de las
doctrinas económicas, t.VIII).

76
Encontramos aquí aquello de donde hemos partido, a saber: que las relaciones que
determinan el sistema capitalista no pueden existir más que en la forma de su
disimulación. La forma de su realidad es la forma donde desaparecía su movimiento
real.
El análisis del fetichismo nos confirma que la mistificación es mistificación de la
estructura, que es la existencia misma. Así, el “mundo encantado” del fetichismo
“donde el Señor Capital y la Señora Tierra en tanto que caracteres sociales pero al
mismo tiempo inmediatamente en tanto que simple cosas que bailan su círculo
fantasmático18” es la figura acabada de esta conexión de los efectos que está
determinada por la ausencia de causa. Esta ausencia de causa es reflejada por Marx
como simple distancia. Está ligada a la desaparición de las mediaciones, al olvido de las
determinaciones del proceso.
Pero, asimismo, este olvido es constitutivo pues ya no se trata nunca más del
desarrollo de una consciencia dotada de la facultad hegeliana de la Erinnerung.
Más allá, pues, de las imágenes inadecuadas de la distancia y del olvido, somos
enviados al fundamento, es decir, al hecho de que las formas de aparición del proceso
están determinadas por algo (cualquier cosa) que no puede, en absoluto, representarse
en el campo de la Wirlichkeit sin disimularse, a saber: las relaciones de producción,
relaciones que portan –es decir, no portan- el testimonio del proceso de formación, del
Entstehungprozzes de un modo de producción determinado: el modo de producción
capitalista.
El fetichismo representa, así, no un proceso antropológico, sino el décalage
(desajuste, desfase) específico según el cual la estructura del modo de producción
capitalista se presenta en el campo de la Wirklickeit, de la Alltagsleben (la vida de todos
los días), se da a la conciencia y a la acción de los agentes de la producción capitalistas.
Es a partir de aquí como las formas del fetichismo son elaboradas, sistematizadas
en un discurso particular, el de la economía vulgar.

“La economía vulgar en realidad no hace otra cosa que traducir sobre
el plano doctrinal y sistematizar las representaciones de los agentes de la
producción prendidos en las relaciones burguesas, y hacer de ello la
apología”. (T.VIII).

Así pues, el discurso de los Manuscritos es un discurso que parte de las formas
alienadas e irracionales y quiere sostenerse en el nivel de la Wirklickeit. Eso quiere decir
que para él estas formas irracionales serán formas de la sinrazón, de la razón devenida
en extraña, formas del hombre convertido en extraño para sí mismo.
O, si se quiere, estas formas alienadas –y ya hemos visto que sentido era preciso
dar a este término- son para él formas de alienación en el sentido antropológico del
término.
Así, la reducción de las formas de la riqueza a la determinación del trabajo
alienado no constituye una verdadera crítica de las formas de la Gegenstädlichkeit
económica, sino que se sostiene en la simple figura de un invertimiento donde las
determinaciones del sujeto humano y de la intersubjetividad vuelven por todas partes al
lugar de las determinaciones materiales y de las relaciones entre las cosas (tenemos el
ejemplo más señalable en el de la anfibología de la riqueza y el del comercio). Por tanto,
este discurso es todavía prisionero de las ilusiones de la Wirlichkeit.

18
El Capital, T.VIII.

77
III. – Notas a guisa de conclusión
Querría terminar señalando un problema que es el de la posibilidad del discurso de la
economía clásica.

78
Hay, en efecto, un discurso cuyas condiciones de posibilidad están claramente
definidas: el de la economía vulgar. El problema es diferente en lo que concierne a la
economía clásica. Ésta no es, en su fundamento, dependiente de las representaciones de
los agentes de la producción. No lo es más que en sus debilidades (por ejemplo en el
Adam Smith exotérico). ¿Cómo explicar a la vez la autonomía relativa del discurso de
la economía clásica, autonomía que le permite disipar las apariencias del fetichismo, y
su imitación esencial, su incapacidad para llegar a la comprensión del movimiento real
de la producción capitalista.
Después de haber hecho el elogio del trabajo de disolución de la economía clásica
Marx nos declara:

“Incluso los mejores de sus portavoces quedan más o menos cautivos


de las apariencias de este universo que su crítica ha disecado (desde el punto
de vista burgués, no podía ser de oreo modo).” (El Capital, t.VIII).

¿Cómo se manifiesta esta imposibilidad? Podemos intentar reflexionar sobre la


existencia de dos puntos privilegiados donde se afirma el desconocimiento de la
estructura contenida en el discurso de la economía clásica. Hay dos cosas que la
economía clásica no ve.
Hemos examinado ampliamente el primer punto que trataba del desconocimiento
de la forma valor. He aquí como Marx planteaba la necesidad de este desconocimiento
en la economía clásica.

“La economía clásica no consiguió nunca deducir de su análisis de la


mercancía y especialmente del valor de esta mercancía, la forma bajo la cual
deviene valor de cambio, y es ese uno de los vicios principales. Son
precisamente sus mejores representantes, tales como Adam Smith y
Ricardo, los que tratan la forma valor como algo indiferente o no como no
habiendo ninguna relación íntima con la naturaleza de la mercancía misma.
No es solamente porque el valor como cantidad absorbe su atención. La
razón es más profunda. La forma valor del producto del trabajo es la forma
más abstracta y la más general del modo de producción actual que adquiere
por ello mismo un carácter histórico, el de un modo particular de producción
social. Si se comete el error de tomarla por la forma natural, eterna, de toda
producción en toda sociedad, se pierde necesariamente de vista el lado
específico de la forma valor, después de a forma mercancía, y en un grado
más desarrollado, de la forma dinero, forma capital, etc.” (El Capital, t. I, p.
83).

Lo que la economía clásica desconocía, dejando caer en lo inesencial la forma


valor, es, pues, el carácter histórico particular del modo de producción capitalista.
Del mismo modo, será en el análisis del segundo punto como se refiere al origen
de la plusvalía.
Hay una distinción ausente de todo el discurso de la economía clásica, la
distinción del capital variable y del capital constante. Ahora bien, la posición de esta
distinción disipa el misterio de la plusvalía. Hace aparecer el motor del proceso de
producción capitalista: la oposición entre el capital y el trabajo asalariado. Hace
aparecer la producción capitalista como determinada por las relaciones de producción
históricamente determinadas.

79
Así, todas las omisiones y las contradicciones del discurso de la economía clásica
que giran alrededor de estos dos puntos tienden a disimular este hecho: la existencia de
la producción capitalista es la existencia de un modo de producción históricamente
determinado.
En el juego de esconder objetos de la economía política clásica, hay un punto
donde siempre deberá arder (que siempre deberá saltarse). Hay algo (cualquier cosa)
que no puede ver y esta cualquier cosa que no puede ver es también lo que debe no ver.
El concepto de este deber no ver no es, de hecho, formulado por Marx19. No
refleja conceptualmente las condiciones de posibilidad específicas del discurso de la
economía clásica. Su modo de pensar a imitación intrínseca de la economía clásica es
analógico.
Es lo que aparecerá en el estudio de un texto del libro III, comentando un texto de
Ricardo sobre el problema de la bajada de la tasa de ganancia.

“La tasa de ganancia es la forma motriz de la producción capitalista, y


aquí no se produce más que lo pueda ser producido con beneficios y siempre
pueda ser producido con beneficios. De ahí la angustia de los economistas
ingleses con el tema de la bajada del margen de beneficio. Que la simple
posibilidad de de esta bajada puede hacer estremecerse a Ricardo es que lo
que demuestra precisamente qué comprensión profunda tenía de las
condiciones de producción capitalistas.
Se le reprocha estudiar la producción capitalista sin preocuparse de los
“hombres”, no considerar más que el desarrollo de las fuerzas productivas –
algún sacrificio de hombres y de valores-capital tendrían que ser pagados en
este progreso. Esto es justamente lo que hay de importante en él. El
desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo social es la tarea histórica y
la justificación del capital. Y al hacer eso, crea justamente y sin saberlo las
condiciones materiales de un modo de producción superior. Lo que inquieta
a Ricardo es que la tasa de beneficio, aguijón de la producción capitalista, y
a la vez condición y motor de la acumulación, es amenazada por el
desarrollo mismo de la producción. Y la relación cuantitativa es aquí lo
esencial. De hecho, todo esto descansa sobre una razón más profunda de la
que Ricardo solamente tiene la intuición. Se percibe aquí, sobre el
puramente económico, es decir, desde el punto de vista burgués, en el
interior de los límites del entendimiento capitalista, desde el punto de vista
de la propia producción capitalista, en los límites de ella misma, su
relatividad; se ve que no es un sistema de producción absoluto, sino un
simple modo histórico de producción correspondiente a una determinada
época de desarrollo restringido de las fuerzas productivas”. (Tomo VI).

Señalemos los conceptos aquí en juego. En primer lugar, tenemos la


“intuición” (Ahnung) de Ricardo. La presencia de este concepto no es indiferente. Marx
lo emplea precisamente cada vez que quiere indicar los presentimientos de Ricardo, sus
intuiciones con respecto de la naturaleza íntima del modo de producción capitalista, que
ven más allá de su “punto de vista” limitado. Esta limitación necesaria está aquí

19
Decir que la economía clásica no puede ver estos puntos porque en ellos se encuentra inscrito el
carácter histórico del modo de producción capitalista, por tanto su desaparición necesaria, y que el
capitalismo no puede soportar ver así su muerte de frente, no sabría manifiestamente pasar por la
formulación del concepto de esta ceguedad.

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marcada por tres expresiones: in rein ökonomischer Weise, im bourgeois Standpunkt,
innerhalb der Grenzen des kapitalistischen Verstandes.
Podemos relacionar estas expresiones con un texto del libro I, situado al final del
capítulo sobre el salario.

“La economía política toca muy de cerca el verdadero estado de cosas


sin jamás formularlo conscientemente. Y ello le será imposible mientras no
se haya despojado de su vieja piel burguesa”. (T.II).

La comparación de estos dos textos permite poner en evidencia el modelo


analógico utilizado por Marx para pensar la limitación de la economía clásica. Tenemos
aquí la definición de un entendimiento capitalista (kapitalistische Verstand) que no se
debe confundir con las representaciones (Vorstellungen) del sujeto capitalista. Este
entendimiento capitalista, Marx lo piensa sobre el modelo del desarrollo de os modos de
producción. Se sabe que, en un modo de producción determinado, las formas
productivas se desarrollan hasta un cierto punto hasta que su desarrollo se encuentra
obstaculizado por las relaciones de producción. Éstas constituyen el límite propio de un
modo de producción, límite que se manifiesta en el fenómeno de blocage
(bloqueamiento) de las fuerzas productivas. Ahora bien, el kapitalistische Verstand es
pensado precisamente como un modo de producción teórico en el interior del cual las
fuerzas productivas teóricas pueden desarrollarse hasta un cierto punto solamente,
quedando, así, sometidas al límite absoluto propio a este modo de producción. Es en
este modo analógico no explicitado como Marx piensa la posibilidad y la limitación
intrínseca del discurso de la economía política, prisionera de “vieja piel burguesa” como
las fuerzas productivas lo son de las relaciones de producción burguesas.
Si esto es así, podemos perfectamente afirmar Marx no nos da el concepto de la
posibilidad del discurso de la economía política clásica. Para poder formular este
concepto sería preciso pensar este lugar común donde se desempatan la economía
clásica y la ciencia marxista, es decir que para comprender la posibilidad de la
economía es necesario plantear el problema de la posibilidad de la ciencia misma, de su
relación con sus condiciones históricas de posibilidad.
Marx no resuelve de ningún modo este problema al recurrir a un paralelo entre el
desarrollo de la contradicción inherente al modo de producción capitalista y el
desarrollo de su crítica. Hago aquí alusión a esos textos célebres en donde Marx explica
que la crítica científica del modo de producción capitalista es posible a partir del
momento en que este sistema está, él mismo, en crisis.
Se puede uno preguntar si esta ligazón entre crisis y crítica no es un residuo de la
ideología historicista característica de La Ideología alemana. Esta concepción en Marx
va a ir, por cierto, en oposición con otra concepción que es la de la pureza de la ciencia.
La posibilidad de la ciencia estará ahora ligada a un suerte de respiro de la historia. Así,
Ricardo puede tener un discurso científico porque escribe en un momento de estabilidad
en que la historia es de alguna forma neutralizada. Desde que la crisis del capitalismo y
la lucha de clases se agravan, este discurso deja de ser posible y los sucesores de
Ricardo basculan en la apologética y en la economía vulgar.
De una manera general, a una concepción historicista, concepción que acompaña
al concepto de crítica, se opone en Marx una concepción que funda la ciencia en una
ruptura radical con las condiciones de existencia de los agentes históricos. El problema
es, pues, pensar las condiciones de esta ruptura. Si Marx determina en El Capital el

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lugar de la ciencia y las formas de la cientificidad, uno podría preguntarse si responde a
la pregunta: ¿cómo se llega a este lugar de la ciencia?
Tratándose de la economía vulgar, vemos que la cuestión se resuelve por la
determinación del lugar del sujeto capitalista en la Wirlichkeit: si se puede llegar a ese
lugar donde se sostiene el discurso de la economía vulgar es que ya se está en él. En
cambio, no es respondida la cuestión del acceso al discurso científico. Y yo no creo que
la cuestión sea resuelta por los celebres pasajes de la Introducción general a la crítica
de la economía política.
Se sabe que esta cuestión ha sido problematizada bajo la forma “Teoría e historia”
particularmente por la escuela de Della Volpe. Pero la respuesta que allí nos es dada en
la teoría del círculo concreto-abstracto-concreto o teoría del paso de las instancias
histórico-materiales a las instancias histórico-racionales tiende a caer por debajo de la
distinción radical establecida por Marx entre el proceso de pensamiento y el proceso
real. Por una parte, las determinaciones de lo abstracto y de lo concreto son confundidas
con las del pensamiento y o real (subrepción empirista). Por otra parte, el modelo
epistemológico aquí propuesto es penetrado totalmente por las categorías ideológicas
del pasado, presente, futuro, que son impuestas por el hecho de que el objeto del que se
trata (la historia) ha sido tomado sin crítica en su determinación ideológica vulgar. Esta
reflexión en el enunciado epistemológico de las propiedades ideológicas del objeto
ideológico que Della Volpe se pone de manifiesto, por una parte, en la concepción del
movimiento concreto-abstracto-concreto, por otra parte en la estructura antecedentes-
consecuentes, supuesta definición de la forma de la cientificidad. Las relaciones entre
las categorías económicas son, así, pensadas sobre el modelo de una secuencia de
antecedentes a consecuentes situada en un continuo lineal. Hemos visto con el ejemplo
de Pietranera cómo esta teoría de la racionalidad como orden lineal de implicaciones
(reflexión de las propiedades del concepto ideológico de historia) desconocía la
dimensión de la ciencia, y la naturaleza del proceso que es su objeto.
Así, vemos que las dificultades teóricas señaladas por la respuesta se sostienen en
a manera misma en que ha sido planteada la cuestión. Por tanto, no es preciso cumplir
aquí un movimiento del que Marx nos dio la figura ejemplar e ir a interrogar a los
términos mismos de la cuestión, y particularmente al concepto de historia. Si no somos
capaces de resolver el problema, sabremos al menos sobre qué terreno puede ser
resuelto: el de otro concepto de historia.

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