You are on page 1of 5

Nick Bilton

Vivo en el futuro
y esto es lo que veo

Traducido por María Maestro


Prólogo
Por qué no volverán

Estimado CEO, Productor, Editor, Autor,


Periodista, Gerente de Publicidad, Director
de Cine...

No volverán.
Los consumidores tradicionales no volverán. La publicidad impre-
sa no volverá. Los medios, las marcas y la narrativa tradicional no
volverán. Y todos, tarde o temprano, experimentarán esta transición.
No me voy a levantar un día diciendo: «¡Eh!, la Red no es para mí,
volveré a comprar CD, libros impresos y periódicos». Yo soy parte de
esa nueva era de consumidores y contribuyentes, y estamos buscan-
do nuevas formas de contenido y de narrativa. Si no nos la proporcio-
nan, buscaremos en otro sitio, la fabricaremos nosotros mismos o, en
ciertos casos, la cogeremos sin más.
No soy el único que piensa así. Sé que parte de vosotros confía en
que estos cambios se frenen o que, al menos, se ralenticen. Pero no
ocurrirá. No es un bache temporal en la carretera, es una sociedad
que cambia a la vista de todos. La imprenta ayudó a cimentar y for-
mar naciones partiendo de comunidades imaginadas. Hoy, Internet
está haciendo lo mismo, cambiando nuestro concepto de localiza-
ción, de confianza, de espacio, tiempo y conexiones.
Cierto, la economía irracional ha acelerado el ritmo de los aconte-
cimientos, nos ha forzado a abandonar a trompicones el reproductor
de DVD, los periódicos, la televisión por cable y la mayoría de las co-
sas análogas, pero os aseguro que no van a volver.
Antes de que os entre el pánico, tened claro que por este acantilado
14 VIVOVIVO EN EL FUTURO Y ESTO ES LO QUE VEO

nos precipitamos todos. El negocio de contar historias al completo


(música, películas, televisión, periódicos, libros, relaciones públicas,
anuncios publicitarios, enseñanza) se verá afectado. Todos sufriremos
la misma mutación involuntaria. Algunos hemos dejado de pisar sue-
lo firme y otros se dirigen irrevocablemente hacia el saliente. Pero hay
una cosa clara: todos descendemos por el mismo precipicio. Lo que su-
ceda al final de la quebrada es lo que aún debemos decidir, y para los
más afortunados las lecciones de otros servirán de preparación.
Y es que, bien mirado, todos somos contadores de historias. Ya es-
cribas un libro o un artículo periodístico, vendas coches o trajes, escri-
bas una entrada en tu blog sobre el fin de semana o una nota de pren-
sa sobre un nuevo producto, siempre estás contando una historia. Ya
tenga 140 caracteres o la extensión este libro, un formato de vídeo, sea
interactivo, en 3D o un relato narrado de viva voz, es una historia.
En el pasado, las historias costaban dinero y las narraban personas
con acceso a la prensa escrita o a un estudio de televisión, pero ahora
cualquiera tiene esa misma capacidad de distribuir y compartir in-
formación. Con herramientas baratas a nuestro alcance, con nues-
tros móviles, cámaras digitales y ordenadores portátiles, todos tene-
mos la misma voz. Un breve vídeo de móvil sobre las revueltas de
Chicago, cargado en YouTube por un paseante circunstancial, se si-
túa junto al vídeo de una cadena de televisión multimillonaria como
la CNN. Un tuit enviado por un estudiante iraní puede llegar al mis-
mo número de personas que un mensaje de The New York Times.
Además, las comunidades anclaje que todos estamos creando —nues-
tras redes sociales— ayudan a garantizar que cada mensaje se filtre y
comparta con la misma relevancia y equidad, y que a todos nos lle-
gue individualmente.
Los consumidores que no volverán corretean como hormigas en
todas direcciones. Posiblemente os preguntéis a dónde van. Van bus-
cando. Buscando nuevas formas de contar historias que aún no les
hemos ofrecido. Al final de la quebrada, los nuevos medios afrontan
una nueva narrativa: como en los primeros tiempos de la televisión,
cuando los productores no sabían sacar partido del movimiento de
cámara y empezaron a filmar programas de radio. Hoy, el negocio de
EPÍLOGO 15

contar historias hace lo mismo con Internet. Cogemos nuestros anti-


guos contenidos y nos limitamos a agregarlos a la Red, filmamos pro-
gramas de radio.
Por inquietante que parezca, tenemos que admitir que no sólo ven-
demos contenidos. No vendemos las palabras en la página o las imá-
genes en la pantalla, sino que vendemos toda una experiencia. El
contenido que creamos y vendemos es tan sólo un segmento de un
rompecabezas de mil piezas.
A medida que avancemos en la escala narrativa, y dada la cada vez
más delgada línea que separa al consumidor del creador, el medio de-
jará de ser el mensaje. El medio lo impregnará todo. El mensaje será
amateur, profesional e infinito. Y todo existirá como una colección
común de bytes, aperitivos y comidas.
La sociedad está sumida en un interregno y lo que venga después
no lo decidirán las corporaciones ni los gigantes de los medios de
comunicación. Los consumidores tendrán el mismo peso en la dis­
cusión. Debemos aprovechar este aprendizaje y juntos ayudarnos a
explorar el futuro. Y conforme surjan las oportunidades que nos res-
caten y nos quiten el polvo —que lo harán—, deberemos aprender
una vez más a evolucionar, a comunicar y a contar historias.
La desaparición de los canales de distribución y la ubicuidad de los
nuevos dispositivos dan paso a comunidades verdaderamente amal-
gamadas cuyas nuevas materias primas serán longitud, integración,
inmediatez y nicho.
No basta con cruzaros de brazos, ignorando y acallando al emplea-
do de vuestra empresa que ha dejado de comprar CD o que ha cance-
lado su suscripción a la televisión por cable; ni al que en lugar de leer
un libro juega con videojuegos o ha dejado de comprar la edición im-
presa del periódico. Estas personas os están hablando del futuro y de
cómo funciona. Es cosa vuestra escucharles o no.
Es hora de reorganizarse, reflexionar y volver al negocio de contar
historias.

Atentamente.
Nick Bilton

You might also like