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TEMPESTAD
— ¿Ocupada?
— Ajá. Estoy terminando de revisar unas tomas pero creo que las editaré en
casa
Cuando decidió estudiar fotografía pensó que tal vez así podría escapar del
mundo al que había pertenecido desde que había nacido. Su padre un
importante doctor y su madre con un complejo de perfección que rayaba en lo
enfermizo, hicieron que ella siempre deseara ir más allá de ellos, más allá de
aquel mundo de lujos y perfección fingida al que parecía estar destinada por
derecho. Siempre buscó ser independiente y vivir aventuras mientras conocía
otros lugares nuevos y totalmente excitantes. Se equivocó. Irse lejos y estudiar
fotografía a pesar de lo que dijeran sus padres pareció ser la manera perfecta de
escapar pero en realidad no funcionó. No hubo viajes ni mucho menos aventuras
excitantes para vivir.
Hay estaba la otra cuestión: Sai. Lo había conocido por accidente en el centro
comercial y antes de que pudiera darse cuenta ya había salido durante casi
cuatro años y ahora estaban comprometidos. No es que no sintiera nada por él,
al contrario, estaba segura de que sentía algo pero… eran tan diferentes.
"Diametralmente opuestos" sería la frase más adecuada. Él un abogado,
centrado, directo, racional. Ella una fotógrafa, soñadora, sentimental. No había
nada en común, ni la música, ni las películas ni programas de televisión, ni
comida. Nada.
Aún no habían fijado una fecha para la boda ni habían iniciado con los
preparativos pero eso no evitaba que sintiera escalofríos cada vez que veía el
anillo de compromiso en su dedo —por eso siempre lo llevaba en un bolsillo
interno de su bolso—. Le aterraba pensar que tal vez las cosas no deberían de
ser de esa manera y ella pudiera echarlo todo a perder. No estaba segura de
nada salvo de una cosa, alguien como Sai no debería sufrir por su indecisión.
Esperaba que tal vez, como le habían dicho algunas de sus compañeras de
trabajo, ese sudor frío que experimentaba al ver el anillo de bodas sólo fuera por
nervios pasajeros al dar aquel gran paso. En verdad deseaba que así fuera.
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Sobre una azotea, no muy lejos de donde las oficinas del "Konoha Journal"
estaban ubicadas, un par de hombres miraban hacia las calles de abajo. Ambos
eran altos y estaban ataviados con abrigos de cuero largos, pantalones del
mismo material y botas de tipo militar.
— Así que por fin comenzará a llover — susurró uno mientras alzaba la mirada
después de que un par de rayos atravesaran el cielo nocturno. Su cabello
grisáceo destacaba entre sus vestimentas negras mientras era lentamente
aplacado por las gotas de agua
— Llevamos más de media hora aquí sin hacer nada así que habla de una vez,
Kakashi. La lluvia y tu plática incesante están poniéndome de mal humor —
Kakashi sonrió de lado al oírlo
— Con todo respeto, siempre pareces estar de mal humor Sasuke —el aludido
centró su mirada fría en él
— ¿Estás criticándome? —replicó. Parecía tal vez diez años menor. Las
delicadas facciones que se poseía eran elegantes, aristocráticas siendo
enmarcadas por un par de mechones de cabello negro que caían alrededor de
su rostro mientras el resto se alborotaba en su nuca. Su mirada oscura reflejaba
una madurez y frialdad autoritarias al igual que su voz.
— Déjate de tonterías. Sabes que odio que me llames de esa manera. No soy tu
señor —el hombre se aclaró la garganta para continuar
— Aunque creo que discrepo en eso supongo que entonces puedo aventurarme
a decir que eres más que un compañero de batallas y que te he considerado
como un hijo —los fríos ojos negros volvieron a clavarse en él
— Aclaremos de una vez por todas esto, Kakashi —comentó impaciente— ¿qué
demonios sucede? —el hombre volvió a quedarse en silencio clavando su
mirada en él logrando exasperarlo— Habla de una vez o tendré que arrancarte
las palabras de la boca —durante un par de minutos de nuevo no hubo
respuesta hasta que el hombre de cabello gris se aclaró la garganta y volvió a
abrir la boca
— Porque no pensé que el tiempo fuera tan breve —alzó la mirada con cautela
— Escucha Sasuke, ambos sabíamos que era cuestión de tiempo para que
reclamaran mi presencia en el cargo que me fue entregado por destino. A pesar
de los quinientos años que llevo aplazándolo tarde o temprano tendría que
volver, incluso Neji ya debió de haberlo visto. Yo… —de nuevo Sasuke levantó
la mano dispuesto a replicar pero entonces algo cambió. Ambos abrieron los
ojos lo más que pudieron mientras un olor dulzón y frío saturaba sus narices a
pesar de la lluvia y un hueco se formaba en sus pechos. Sasuke dibujó una
media sonrisa de satisfacción— ¿Cuántos? —cuestionó de inmediato
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Había una cosa cierta en esa guerra respecto a sus enemigos, los cazadores de
Akatsuki. Entre más años pasaran en aquella organización sanguinaria, más
hábiles se volvían. Akatsuki estaba conformada por vampiros rebeldes en contra
del –actualmente- extinto régimen Uchiha, y que se encontraban bajo las
órdenes de Orochimaru, el antiguo líder de "El Círculo", la parte más alta en
cuanto a la escala social vampírica se refería. Durante siglos enteros las
acciones de Orochimaru pasaron desapercibidas hasta que finalmente dio su
golpe maestro como inicio de la guerra que proseguía en la actualidad. Luego
del "Crystal Day" donde más de la mitad de la población de la raza fue
aniquilada a manos de aquel traidor y sus seguidores, aquella sociedad
comenzó a perseguir a los vampiros civiles llevando a la raza al borde de la
extinción.
Cuando la hoja de acero atravesó el esternón hasta el corazón, las marcas que
dejaba la activación del sello se diseminaron a través de toda la piel cubriéndola
de una tonalidad endrina. Finalmente el cuerpo se desintegró hasta tomar una
forma líquida. Kakashi se apartó de la ahora mancha aceitosa en la pared. Con
grandes bocanadas intentó llevar aire a sus pulmones mientras se tambaleaba
para llegar a su anterior oponente que continuaba tirado en el piso entre un par
de botes de basura, abrió su abrigo dejando ver la cartuchera que llevaba en el
pecho y de ahí sacó una flamante daga plateada. La hoja del instrumento
centelló cuando otro relámpago surcó el cielo en medio de la tormenta y en un
movimiento rápido, aquel cazador corrió con la misma suerte de su compañero.
Balas de acero. Dos en la parte inferior de su abdomen, tal vez en los intestinos.
Una más en su pulmón derecho, estaba seguro porque la sangre estaba
comenzando a llenar ese órgano haciéndole difícil respirar. Y finalmente una
debajo de la clavícula del lado izquierdo.
En absoluto.
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— No te preocupes, linda. Esto te gustará tanto que vas a rogarme por más —
gruñó el hombre en su oído. La oleada de pánico que estaba saturando su ser le
dio nuevos bríos y reanudó su intento por escapar sacudiendo su cuerpo con
más fuerza. Una de las manos de Sakura logró zafarse y sus uñas rasguñaron la
mejilla izquierda de su agresor. El hombre se descuidó liberando
inconscientemente la garganta de Sakura y ella profirió un grito— ¡No intentes
hacerte la lista conmigo, estúpida zorra!
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Sakura no lograba procesar todo lo que había ocurrido. Estuvo tan cerca de ser
violada y de repente había aparecido aquel hombre vestido como si fuese un
matón a sueldo y la había salvado. Su mente seguía sin lograr alcanzar la
lucidez pero su estado de conciencia fue suficiente para poder escuchar la
pregunta del hombre y contestar. Aún se encontraba con las uñas de una mano
aferradas a los ladrillos del muro del callejón mientras que la otra intentaba
mantener cerrada su blusa y sus piernas estaban comenzando a flaquear debido
al pánico.
Juntó todas las fuerzas que le quedaban para dirigir la mirada hacia su salvador.
Era impresionante. El hombre parecía medir casi dos metros aún cuando estaba
ligeramente encorvado intentando respirar. Su cabello grisáceo aplastado por la
lluvia le caía sobre el rostro cubriéndole el ojo izquierdo. Sus vestimentas eran
totalmente negras, un abrigo de cuero largo hasta las rodillas y enormes botas
toscas aseguraban lo que ella imaginaba.
— ¡Por todo el cielo! Tienes los ojos más hermosos que he visto en mi vida —
susurró cuando Sakura clavó su mirada en él— Ese verde es único.
— No. No está bien. Necesita ir a un hospital. Iré por ayuda — intentó ponerse
de pie pero el hombre se lo impidió al tomarla por la muñeca
— Por favor, quédate conmigo. En verdad, está bien —las lágrimas volvieron a
asomarse en el rostro de Sakura ahora por una extraña sensación de
impotencia.
Eran aterradores.
Bueno, eso no era lo que le decían sus instintos. Más bien, le gritaban a toda
voz que huyera antes de que "eso" se acercara a ella. Una de sus manos se
posó en el pecho de Kakashi cuando aquel ser se agachó frente a ella haciendo
que sus miradas se engancharan. Aquella mirada carmesí resultó simplemente
hipnotizante. De repente ya no sintió ni dolor ni pánico ni terror ni la lluvia sobre
su cuerpo.
Nada.
Una vez que Sakura quedó congelada Sasuke miró a Kakashi. Realmente lucía
mal, el color de su piel había desaparecido y ahora era tan pálido contrastando
con sus vestimentas. Recorrió el torso del hombre sobre la camisa negra, con
las yemas de los dedos. Toco cada una de las heridas en el cuerpo de Kakashi
sintiendo como su compañero se estremecía en medio de la agonía. Se detuvo
en la que había cerca del corazón.
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Sus manos temblaban tan intensamente que le costó mucho trabajo introducir la
llave en la cerradura del auto. Cuando finalmente logró abrir la puerta, se
introdujo dentro del vehículo, cerró la puerta, aferró ambas manos al volante y
luego recargó el rostro sobre ellas.
El pánico aún seguía corriendo por sus venas y eso se reflejó en las lágrimas en
sus mejillas aunque ella las confundió con gotas de agua que resbalaban desde
su cabello. Pero… había algo además del pánico y el dolor en el rostro y las
muñecas. No podía recordar cómo había derribado a sus agresores.
Entre las sombras que se formaban donde las luces de las farolas del
estacionamiento no alcanzaban a iluminar, Sasuke se mantenía observando el
ford focus color plata estacionado al otro extremo. La distancia no era problema
para su aguda visión nocturna. Pudo ver claramente el cuerpo de Sakura
recargado en el volante del auto y los ligeros temblores que la aquejaban.
— Tenías que morir. Aún cuando te ordené que no lo hicieras, moriste hoy —
reclamó a la presencia que se materializó a sus espaldas.
— Si, bueno, ¿qué más podría hacer? No puedes retrasar lo inevitable —Sasuke
se giró para verlo. Kakashi estaba frente a él, sus ropas de combate habían sido
reemplazadas por una túnica de color ocre que destellaba tenuemente
cubriéndole hasta los pies.
— Sabías que hoy era el día y por eso me lo dijiste hoy justamente ¿no es
verdad? —Kakashi asintió.
— ¿Qué diferencia hubiera hecho si te lo hubiese dicho ayer, hace una semana
o un mes? De cualquier manera, el resultado hubiera sido el mismo.
— Te equivocas. Si me lo hubieras dicho antes, bien podría haberte matado yo
mismo y así ahorrarnos todo el drama —Kakashi sonrió de nuevo— Pero tenías
que hacerte el héroe antes de morir. Tenías que ser un caballero hasta el último
minuto ¿verdad?
— Habla
— ¿Por qué? Es una simple humana —la última palabra sonó como si dijera rata
o algo peor
— Mmmm, pues… creo que es lo mínimo que puedo hacer por la mujer que me
salvó la vida ¿no crees?
— Bueno, entonces por la mujer que intentó salvarme la vida. Es probable que
siga nerviosa por todo lo que sucedió. Además… tal vez pronto necesite de tu
ayuda —Sasuke frunció el seño pero antes de que pudiera preguntar, Kakashi
siguió su camino hacia la oscuridad haciendo su figura cada vez más difuminada
hasta que finalmente se desvaneció por completo.
"Lo que me faltaba. Hacer de niñera para una mujer humana" —miró hacia el
cielo que había comenzado a despejarse— "En verdad Kakashi, agradece a
Dios que ya estás muerto porque sino yo te hubiera asesinado con mis propias
manos"
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Sin más preámbulo entró, atravesó el vestíbulo sin prestarle mucha atención al
mayordomo que había salido a darle la bienvenida. Un simple movimiento de
cabeza a modo de saludo fue todo lo que hizo. Luego siguió su camino hasta su
estudio. Abrió las puertas de par en par y vio que todos estaban reunidos a la
espera de su llegada. De nuevo se ahorró la cortesía del saludo y fue a sentarse
rápidamente tras el magnífico escritorio de caoba.
Y finalmente, frente al escritorio sentada en una silla de piel negra con los
brazos cruzados sobre el pecho y una pierna cruzada sobre la otra, se
encontraba Ino. La única mujer aceptada en toda la historia de la cofradía. Una
guerrera excelsa, ágil, veloz, certera, fuerte, valiente. Mil y un palabras podrían
describir a Ino pero sólo una frase se adaptaba a ella: Belleza absoluta. La
descendiente de la línea de sangre Yamanaka era considerada la beldad de
toda la especie. Aunque su hermosura no era equiparable a su habilidad en el
campo de batalla, cosa que los akatsukis habían comprobado en más de una
ocasión. El término femmefatale le quedaba como anillo al dedo.
Estos eran los miembros de la Cofradía de las Sombras del Fuego, o como
popularmente se les conocían, los hokages. Guerreros protectores de la raza
vampírica o de lo que quedaba de ella. Cada uno de ellos único e irremplazable.
Cada uno de ellos parte de los otros unidos por la sangre sagrada de una estirpe
bendita y maldecida al mismo tiempo.
— Supongo que todos saben el por qué de esta reunión inusual a mitad de la
noche ¿no es verdad? —comenzó a decir Sasuke.
— Te recuerdo Sasuke, que yo veo el qué más no el cuando ni el por qué. Así
que, respondiendo a tu pregunta: Si, si sabía que el consejo había llamado a
Kakashi pero no supe que su plazo expiraba hoy hasta que comenzó la tormenta
y en ese momento ya no se podía hacer nada.
Con lentitud, las manos de Sasuke fueron aflojando su agarre a la vez que sus
colmillos volvían al interior de sus labios hasta que finalmente liberó a Gaara.
Poco a poco la presión fue desapareciendo del ambiente, Sasuke volvió al
escritorio, levantó la silla que había derribado al levantarse y tomó asiento.
Cuando todos volvieron a sus posiciones, miró su reloj y luego a cada uno de los
presentes.
— Son casi las dos. Neji, Kiba y Shikamaru volverán al centro y patrullarán una
zona de veinte cuadras a la redonda incluyendo la avenida de los bares. Es
viernes así que muchos civiles suelen ir ahí. Sólo procuren no quedarse a beber
en uno ¿de acuerdo? —los tres asintieron y se acercaron a la entrada.
— ¡Y gracias al cielo que no lo soy! Pero escucha esto, toda esta estupidez de
matarte de hambre es tu problema, pero no voy a permitir que salgas a pelear
estando débil y no por ti sino por quienquiera que te acompañe. Ahora, haces lo
que te digo o te arrastraré hasta la clínica de Tsunade y dejaré que te encadene
a una maldita camilla mientras te obligan a alimentarte como un niñato. —
sentenció fríamente— Tú eliges.
Minutos después de que Naruto salió del estudio Sasuke fue hacia el tercer piso
de la mansión. En la terraza, Ino se encontraba observando el cielo de nuevo
claro, sin una sola nube. Justo como debe de ser luego de una tormenta.
Escuchó como se abría la puerta a sus espaldas, se giró y vio a Sasuke
comenzar a acercarse hacia donde ella estaba.
Hidan.
Capítulo 4
La fila de espera era larga pero para él no significaba nada, se acercó a uno de
los enormes hombres que cuidaban la entrada, le susurró algo y de inmediato
tuvo acceso libre siendo guiado hasta las escaleras que separaban la zona VIP
del resto. El elemento de seguridad abrió el cordón de terciopelo rojo y luego de
que Naruto pasara, estrechó su mano y un billete pasó al bolsillo izquierdo del
humano. Después de subir las escaleras dio un recorrido con la vista por el
lugar, a la izquierda las mesas y asientos eran sólidos simulando el mármol que
tomaba extrañas tonalidades gracias a las luces azules y moradas mientras que
del otro lado del espacio que había sido tomado como pista de baile privada, se
encontraba la barra.
— ¿Qué hacen aquí? —preguntó luego de ver a Neji y Kiba sentados en una
mesa al fondo, cerca de la puerta de servicio. Tomó asiento junto a Kiba.
— ¡Ah, con que miedo a las mujeres! —exclamó Kiba sonriendo burlonamente.
— En absoluto. De hecho…
— Ahí está tu cita —le interrumpió Neji a la vez que apuntaba hacia las
escaleras con el índice de la mano en la que sostenía el vaso.
— Tendrás que buscar mínimo tres razones para que no te rompa la cara
cuando regrese al complejo —sentenció Naruto mientras se ponía de pie. La risa
ronca de Neji se escuchó sobre la música
— Las tengo aquí. —comenzó a responder mientras iba elevando los dedos—
Una: estoy salvando tu trasero, dos: estoy salvando tu trasero y tres, por si no lo
he mencionado,: estoy salvando tu trasero —la mirada que el rubio le lanzó fue
bastante cáustica— Oye, tú me pediste ayuda y simplemente intenté darte lo
mejor. Ayame es muy bella y pensé que tal vez podrían divertirse un poco —
Naruto le arrebató el escocés de la mano y se lo bebió todo de un trago— Claro
hermano, para que aplacar tu hambre en la vena de una belleza si bien puedes
atascarte de whisky —comentó sarcástico. La mujer empezó a acercarse a ellos
cuando Naruto la interceptó a un par de pasos de la mesa.
— Gracias por hacer esto. En verdad, gracias. —ella negó con la cabeza
— Es un placer —su mirada viajó hacia Neji que estaba a la espera de un nuevo
escocés, hubo un extraño intercambio silencioso y luego volvió a centrarse en el
ojiazul— ¿Quieres hacerlo en mi casa?
— En realidad tengo un lugar cerca así que podemos ir ahí. No pienso quitarte
más tiempo del necesario –le pasó un brazo por los hombros y comenzó a
guiarla. Entonces se detuvo— Espera un minuto —la mujer asintió. Naruto se dio
la vuelta de regreso a la mesa donde sus compañeros estaban.
— Ja, ja. Muy gracioso —extendió la mano con la palma hacia arriba moviendo
los dedos— Llaves.
Sabía que la alimentación era una de las cosas de mayor prioridad que existen
en la vida de un vampiro. Beber sólo de los de tu especie significaría una ventaja
pero que específicamente sea del sexo opuesto podía representar todo lo
contrario. Naruto era el ejemplo de ello. Aunque se suponía que el hecho de
beber de mujeres debería ser hasta cierto punto excitante; eso sin contar que si
tienes una pareja el vínculo que creas es realmente intenso y profundo… no era
así en su caso. Trescientos veinticinco años caminando sobre la tierra no habían
sido tiempo suficiente para que la mujer indicada apareciera en su vida, así que
en ocasiones como estas se preguntaba si algún día la encontraría.
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Días después…
Pensó en volver a la cama pero al ver a Sai dormido ahí decidió cambiar de
opinión y se recostó en el sofá. Para él todo era parte del Síndrome de Estrés
Post-traumático y hasta le había recomendado ir a terapia pero ella sentía que
había algo más, algo que estaba cambiando en ella. O tal vez era que estaba
perdiendo la razón. ¡Dios! Todo en su vida era un desastre total, su
apartamento, el trabajo, las pesadillas… ni siquiera el sexo era bueno. En ese
aspecto había quedado desilusionada luego de darse cuenta de que en realidad
no había sido como lo había imaginado luego de oír las múltiples historias de
sus amigas.
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— ¿Estás bien?
— Ella está bien, Kiba —interrumpió Sasuke con cierto aire de fastidio—
Vayamos al estudio.
— Seguro, iremos al estudio para escuchar los reportes de esta noche y luego
hablaremos.
Después de que el hombre asintiera, todos estaban apunto de pasar a través del
vestíbulo cuando sucedió lo inesperado.
Los demás lo imitaron pero antes de que alguien pudiera hacer un comentario.
El lugar se llenó de pétalos de rosas rojas que caían de alguna parte del techo y
se desvanecían antes de tocar el suelo.
Frente a ellos, al pie de las escaleras una figura cubierta por una túnica blanca
resplandeciente se materializó. Todos, incluyendo a Sasuke, apoyaron una
rodilla en el piso y agacharon las cabezas.
— Con todo respeto mi señora, cualquier asunto que haya requerido su viaje
desde el otro lado bien puede ser tratado ante la presencia de mis hermanos. La
cofradía no tiene secretos.
"Lo que hacía falta. Las muertes de civiles se han incrementado y ellas quieren
llevarse a más mujeres" pensó Sasuke. Su mirada se enfrentó a la de la mujer y
enseguida ese pensamiento quedó sellado.
La atención de todos estaba puesta en cada uno de los rostros que aparecían
pero la expresión de Sasuke sólo reflejaba fastidio total. ¿Cuánto tiempo había
pasado desde la última vez en que había visto a la mujer? Ah, claro lo
recordaba. Desde el "crystal day". Lo único bueno del asunto de las sacerdotisas
era que al menos ellas se encontrarían a salvo.
— Estas son las chicas que han sido elegidas por nuestra señora. Todas están a
punto de pasar por la transición. Debo pedirles que les hagan saber que una vez
que pasen por el cambio, deben ser reunidas en el templo para pasar al otro
lado. Espero contar con su ayuda, guerreros.
— Comienza a hablar.
— Pensé que llegaría antes de que ella lo hiciera y así podría decírtelo todo con
detalle.
— Así que sabías que esa mujer no era humana. Por eso decías que tal vez
necesitaría mi ayuda ¿no es verdad? —su mirada era completamente fría—
¿Por qué no me lo dijiste?
— ¿Qué?
— Pues… si —se acercó un par de pasos al chico— Sasuke, por favor. Sé que
no lo entiendes pero en verdad es necesario que…
— ¿Se te olvida que estoy en el consejo? En realidad los motivos del por qué
una mestiza ha sido seleccionada los desconozco y además me niego a
cuestionar el juicio de nuestra señora pero…
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Faltaba tan sólo unos minutos para la salida del sol así que las cortinas de acero
comenzaron a correrse para cubrir las puertas y ventanas de la mansión. En la
oscuridad, Sasuke se encontraba sentado en uno de los sillones que había en
su habitación con la chimenea encendida, mirando fijamente hacia la ventana
sosteniendo un vaso medio lleno con vodka. Pese a tener una noche agotadora
el sueño no estaba en su itinerario del día. Necesitaba pensar y a la vez odiaba
tener que hacerlo. Había veces como esta en la que pensaba que el destino
estaba a punto de alcanzarlo y podía manipularlo a su antojo.
Alguien llamó a su puerta. Miró sobre su hombro y vio la silueta gracias a la luz
que se asomaba desde el pasillo. Volvió a centrar su mirada al frente. Ella era la
única que podía interrumpirlo y no importunarlo a la vez.
Un nuevo silencio apareció entre ellos. Ino comprendió de qué estaba hablando.
— ¿Y vas a ayudarla?
— Kakashi vino para pedírmelo. No sé por qué está fijado con ella, creo que
tiene una extraña gratitud por no dejarle morir solo y quiere que mi sangre sea la
que le ayude en el cambio.
— El asunto de todo esto, Ino es que ella es una mestiza. Humana. —la chica
abrió los ojos de par en par— y no sabe absolutamente nada de nosotros —
esperó algún comentario pero no hubo nada— Y yo no sé cómo tratar con esto.
— Hay muy pocas cosas que pueda negarle a Kakashi, a Naruto o a ti.
Lamentablemente esta no fue una de ellas. —bebió el resto del contenido del
vaso de un solo trago— Pero no sé como hacerlo. ¿Qué le diré, "hola mi nombre
es Sasuke y soy quien va a ayudarte a pasar por la transición porque ¿acaso no
te lo mencionaron? Eres mitad vampiro. Ven, muérdeme"?
— ¿Buscaremos?
— Es más probable que confíes en una persona que es tu vecino a tener que
empezar desde cero con alguien que conoces en un club ¿no crees?
— Tranquilo, no tendrás que vivir aquí. Es sólo para que nos conozca y ya sabes
—respondió con cierto aire de obviedad.
— Ahí está su auto —musitó Sasuke al ver las luces de un auto subiendo la
calle.
— Bueno, hay que hacer lo nuestro —susurró Ino tomando una caja de cartón
del camión de mudanzas que habían alquilado para la ocasión— Sígueme.
— Recuérdame que te golpee cuando vayamos a hacer las rondas —dijo para
luego darle la espalda.
Sakura estacionó el auto sobre la avenida, el edificio donde vivía no contaba con
estacionamiento así que no tenía más opción.
— En el 2-B.
— Mucho gusto, soy Ino —miró sobre el hombro de Sakura— y ese que viene
ahí es mi… mi primo Sasuke.
Sakura no pudo evitar estudiar a la mujer a detalle. Era muy hermosa, alta,
rubia, ojos azules y además las facciones delicadas como las de un ángel. Tal
vez era modelo o algo así. Luego, cuando ella le hizo referencia a Sasuke se
giró para mirarlo. Él tampoco se quedaba atrás. En absoluto. Era un poco más
alto que Ino, cabello y ojos negros, piel blanca pero no pálida y expresión de
superioridad y seguridad que tuvo que reconocer que le dejó sin aliento. Cuando
él pasó a lado de ella, inconscientemente contuvo el aliento. Era impresionante,
de esa clase de hombres que pueden hacer que te quites de su camino con solo
una mirada o pasar por encima de ti sin ningún miramiento. Sasuke se acercó al
sofá donde dejó la caja que traía cargando y luego se puso junto a Ino.
"¡Seguro que así confiará en ti! Porque claro, es más fácil confiar en alguien que
tiene escrito en la cara «No hay nadie más malo en este mundo que yo» ¡Bien
hecho enorme pedazo de…!" la ojiazul detuvo ahí su imprecación mental.
Por un instante creyó que la mano de ese hombre la quemaría. Estaba segura
que eso habría pasado. Había algo en él que hizo que una corriente eléctrica
recorriera su cuerpo sin reparo, era algo en su mirada o tal vez en su simple
presencia. Fue tan extraño que incluso sintió que había algo de familiaridad en
él. Parpadeó un par de veces para aclarar su mente y luego vio de nuevo sobre
ellos al interior del apartamento
— Bueno, yo los dejo para que continúen. Eh, si necesitan algo pueden pedirlo.
Estoy en la puerta de a lado, también por si quieren tomar un café…
— Gracias. En verdad eres muy amable. —respondió Ino con una sonrisa—
Creo que aceptaremos tu invitación para beber café después de que terminemos
de acomodar algunas cosas, si no te importa.
— Ah, lo siento. No pensé que estuvieras ya dormida. —dijo Ino al verla vestida
con pijama— Podríamos dejarlo para otra ocasión.
Los guió a la cocina y mientras ella ponía el café, Ino y Sasuke se sentaron en la
mesa de la cocina. Maldijo mentalmente. Eran tan perfectos que no parecían
reales y mucho menos sentados en su sencilla mesa de madera de pino en
medio de su pequeña cocina. Pensó que personas como ellos deberían de vivir
en la zona más lujosa de la ciudad y no en un edificio de apartamentos de inicios
de siglo pasado en el centro.
— Así que hoy se mudaron. ¿Puedo preguntar donde vivían antes? —inquirió
para intentar romper el silencio que se había formado entre ellos.
— Eh, pues nosotros vivimos en Suna durante un tiempo antes de venir. Sasuke
trabajaba en una agencia de seguridad privada y yo era publicista.
— Tranquila, está bien. A partir de hoy somos vecinos y creo que está bien que
conozcas un poco de nosotros —respondió Ino con una sonrisa— Yo perdí mi
empleo, bueno, más bien renuncié a él y quería eh, como se diría… "extender
mis horizontes". Sasuke quería un cambio de aires y decidió venir conmigo. En
realidad no es una gran historia —miró a Sasuke y él le regresó la mirada. El
gesto no pasó desapercibido para Sakura, había cierta intensidad en aquel
intercambio de miradas que le hizo dudar por un momento que eran primos— Tú
cuéntanos algo sobre ti, Sakura ¿a qué te dedicas?
— ¿Ves? Te dije que mi plan funcionaría —señaló Ino una vez que estuvieron
de nuevo en "su" apartamento. Sasuke fue hacia una de las habitaciones y
cuando regresó estaba vestido con sus ropas de combate y perfectamente
armado. Minutos después Ino estaba igual— ahora sólo tenemos que convivir
con ella un poco más. Que se de cuenta de que somos personas agradables y
confiables —miró a Sasuke y sonrió— bueno, en tu caso sólo confiable.
— Hmp. Había olvidado que la comedia era otro de tus talentos, Ino. La chica
"quiero extender mis horizontes" —respondió con una media sonrisa
ocasionando malestar en la chica.
— Cierra la boca.
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El aniversario del periódico estaba demasiado cerca. Todos los que laboraban
en sus oficinas estaban vueltos locos puliendo los últimos detalles para la
celebración de aquel evento tan esperado. Para Sakura en realidad no
significaba mucho. Su trabajo estaba puesto al corriente gracias al cambio de
horario que había adoptado desde hacía unas semanas así que, a diferencia de
sus compañeros, ella se encontraba terminando de retocar un par de fotografías
inmersa en su tranquilidad. En su aburrida y agobiante tranquilidad. Al menos
así fue hasta que sonó su teléfono. Sin apartar la mirada del monitor del
ordenador, buscó a tientas el pequeño aparato y vio que tenía un nuevo mensaje
de texto. Era de Ino.
"Hola Sakura. He salido del trabajo antes así que me pregunto si te gustaría
tomar un café. Llámame. Ino"
Habían pasado tan sólo unos días desde que había conocido a Ino y Sasuke
pero debía reconocer que no imaginó que en tan poco tiempo podía haber hecho
tan buenas migas con ellos, en especial con Ino. Ella era de la clase de persona
que su madre siempre había querido que Sakura fuera; elegante, sofisticada,
educada, y aunque no lo quisiera reconocer, una parte de su interior también lo
hubiese deseado. Ino era una gran persona además. Siempre que se veían
había un extraño aire de familiaridad y calidez con la que la trataba que la hacía
sentir cómoda.
Él era totalmente opuesto a Ino. Siempre serio. Siempre frío. Era como si
hubiese nacido con el interruptor de emociones en apagado. Nunca lo veía reír,
ni tampoco podía escuchar emoción alguna en su voz o reflejada en su rostro.
No podía evitar sentirse intimidada con su presencia pero… también había que
reconocer que era increíblemente atractivo, más que atractivo. Ese hombre
era… no había palabras para describirlo. Sencillamente su presencia le robaba
hasta el último vestigio de aliento cuando estaba cerca. Había algo en él que lo
hacía completamente distinto a cualquier hombre que hubiese conocido antes.
Su piel se erizaba cada vez que estaba en el mismo lugar que él, como si una
corriente eléctrica la recorriera y entonces…
Al llegar al edificio donde vivía, intentó subir por el ascensor pero de nuevo el
"bendito" aparato estaba descompuesto. "¿Cuándo se harán cargo de él?" se
preguntó mientras tomaba las escaleras. Al menos le serviría para recuperar un
poco del tiempo que había olvidado invertir en el ejercicio. "Aunque no es que
haya comido tanto últimamente que deba matarme en un gimnasio" Soltó un
suspiro cuando se halló a un escalón de llegar al rellano del segundo piso y
recordó que había olvidado parte del trabajo que había llevado a casa en el auto.
Con la poca conciencia y fuerzas que quedaban en su cuerpo alzó la vista para
ver donde había impactado y se encontró con una mirada de oscura fija en ella.
En el segundo más rápido que pudo haber pasado en toda su existencia, el
mareo pareció desvanecerse. Sasuke la estaba sosteniendo gracias al brazo
con el que le había rodeado la cintura y la tenía pegada a su cuerpo. Su
respiración se tornó agitada. Lo último que le faltaba para impulsar sus
pensamientos alocados era tener a ese hombre lo suficientemente cerca de ella
como para poder oler aquel excitante aroma oscuro que provenía de él. No es
que le molestara pero era demasiado tener ese perfecto rostro masculino a unos
cuantos centímetros del suyo y más aún esbozando una enigmática sonrisa de
lado. Sintió su pulso en las sienes, el mareó volvió y entonces… todo se volvió
oscuridad.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Sasuke no pudo dejar de observar a la mujer que estaba sosteniendo entre sus
brazos. Había que reconocer que de cerca era mucho más hermosa. Había
llegado al apartamento hacía un par de minutos para esperar la llegada de Ino
pero nunca se imaginó lo que sucedería. Luego de salvar a Sakura de caer por
las escaleras no pudo evitar mirarla fijamente. Estudiar, con un extraño interés,
cada una de las facciones que se dibujaban en su rostro. No podía leerle la
mente pero sintió el latido acelerado de su corazón golpear tenuemente contra
su pecho y vio el ligero sonrojo que apareció en sus mejillas por tenerlo tan
cerca. No pudo evitar dibujar una sonrisa de suficiencia en su rostro y luego la
chica había quedado inconsciente.
La alzó en brazos y caminó con ella hasta el apartamento cerrando la puerta con
la mente detrás de ellos. Con cuidado la recostó en el sofá y luego él se sentó
sobre la pequeña mesita de centro que había en la estancia desde donde siguió
observándola. Estaba más delgada que la primera vez que la había visto,
además se podían ver los rastros de cansancio en su rostro. Imaginó que todo
estaba relacionado con el proceso de transición.
Era imposible.
Ino se levantó de golpe y se acercó a él tan rápido que por un momento creyó
que se había desmaterializado.
— ¡Ah no! —exclamó mirándolo casi con molestia— Escúchame muy bien
Sasuke Uchiha porque sólo lo repetiré una vez: YO NO SOY LA NIÑERA DE
SAKURA. ESE ES TÚ TRABAJO —repuso señalándolo con el índice— yo
simplemente soy un alma caritativa que decidió ayudarte en este asunto pero
eso no significa que tú puedas deslindarte de él sólo así como así ¿quedó claro?
—él no respondió— pregunté si te quedó claro.
— ¿Ya te habían dicho lo mandona que puedes llegar a ser? No entiendo como
Kiba puede contigo.
— Muy gracioso. Lo mejor será que aceptes que te molesta que yo me haya
decidido por él y no por ti —comentó jocosamente siguiéndole el juego—
perdiste tu oportunidad Uchiha. Esa es la realidad
Sakura intentó abrir los ojos y cuando al fin lo consiguió se dio cuenta de que no
estaba en su apartamento. Miró a su alrededor y vio a Ino y Sasuke del otro lado
de la estancia mirándola fijamente. La primera en acercase fue la rubia quien le
preguntó una y otra vez como se sentía, luego le preparó un poco de té y la
obligó a permanecer sentada en el sofá por casi media hora más. Estaba tan
aletargada que ni siquiera notó que la rubia estaba vestida con sus ropas de
combate. Mientras Ino le hablaba, no pudo evitar dirigir su mirada hacia Sasuke
quien permanecía recostado sobre el muro, con los brazos cruzados, también
mirándola, más bien, estudiándola. Un escalofrío la recorrió de arriba abajo al
recordar de manera parcial lo que había sucedido en las escaleras.
Esa fue la primera noche en la que Sasuke apareció en sus sueños de una
forma en la que ningún hombre había aparecido antes.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
— Había olvidado que hoy era el día… —musitó Sasuke en voz tan baja, que de
no haber estado a su lado, Ino no hubiese podido oírlo. Estaba tan concentrada
en la cruenta pelea que se desarrollaba frente a sus ojos que en realidad no
estaba segura de haber oído correctamente.
Un escalofrío la recorrió de pies a cabeza. Escuchó el crujir del codo del otro
brazo del cazador cuando lo dobló hasta hacer que el hueso se asomara por la
piel, se llevó una mano a la boca y su cuerpo comenzó a temblar. Era
demasiado cruel lo que Gaara estaba haciendo, la manera en la que él actuaba
estaba simplemente fuera de su comprensión. Había escuchado a Sasuke y a
los demás hablar sobre ello pero siempre pensó que exageraban, que tal vez a
Gaara le gustaba asesinar con las manos pero no que jugara con los akatsukis
antes de acabar con ellos. Ahora sabía que ese sádico juego era una espantosa
verdad. Intentó contener las lágrimas mientras observaba como destrozaba la
garganta del cazador con sus colmillos y luego lo tiraba al suelo, agonizante.
Ella no podía soportar ver aquello, se llevó la otra mano a la boca, con ambas se
preparó para ahogar cualquier clase de grito y finalmente logró apartar la mirada
del atroz espectáculo.
— ¡Es suficiente Gaara! —exclamó Sasuke con voz firme mientras se acercaba
a él.
Cada año se repetía aquella situación. Ese había sido el primer día en el que su
padre lo había encerrado en las mazmorras del castillo en el que habitaban, el
primer día en el que lo había molido a golpes luego de haberse embriagado
culpándolo por la muerte de Kankuro, el primer día en el que ni su madre ni su
hermana habían hecho algo para salvarlo, el día en el que había perdido su
alma. Décadas después se había armado de valor para asesinar a su padre con
sus propias manos pero eso no había sido suficiente como lo había pensado. Y
ahora estaba a punto de terminar de saciar su odio con Sasuke, su compañero,
su hermano y sobre todo, el rey de la raza.
— ¡GAARA POR FAVOR DETENTE! —gritó Ino con desesperación cuando vio
que el pelirrojo tomaba a Sasuke por las solapas del abrigo exponiendo los
colmillos.
— Hazlo y demuestra que eres lo que él dijo que eras… —susurró el azabache
mirándolo fijamente. Sus miradas se encontraron. Instantes después, las manos
de Gaara aflojaron su agarre para al fin soltarlo. Lentamente fue retrocediendo
hasta que se halló del otro lado del callejón cerca de Ino aunque no la notó hasta
que ella rozó su hombro con las puntas de los dedos.
En verdad lo lamentaba…
Capítulo 6
Sasuke…
Sakura se levantó de golpe de la cama cubierta por una fina capa de sudor, su
respiración era agitada y sentía el calor correr por sus venas. Sin darse tiempo a
reaccionar se levantó de la cama y se dirigió a trompicones al baño, encendió la
luz, caminó hasta el lavabo donde se mojó la cara con agua fría y luego
permaneció con las manos apoyadas al borde mientras su respiración volvía a la
normalidad. Cinco. Con esa eran cinco las noches consecutivas que llevaba
soñando con Sasuke luego de aquel incidente en las escaleras.
Sueños que despertaban los más oscuros deseos en ella, sensaciones que
jamás pensó experimentar y mucho menos por un simple sueño. Alzó la cara
para ver su reflejo en el espejo aunque esta vez en lugar de concentrarse en las
ya familiares ojeras, vio como sus pezones se transparentaban a través de la
fina seda del camisón blanco que llevaba puesto. Aquellos sueños eran tan
reales que su cuerpo respondía al deseo y la excitación sin que ella lo pudiera
controlar, aún tenía la sensación de las caricias a través de su cuerpo.
Sencillamente no podía creerlo, ahora sabía que estaba enloqueciendo. Había
llevado las fantasías sexuales a un nuevo nivel.
Volvió a suspirar. Si intentaba verle el lado positivo al asunto pues ese sería que
contaría con menos horas para estar en casa, menos horas para dormir y menos
horas para tener orgasmos mentales fantaseando con su vecino. Ese era el
único lado positivo que podía verle a ir a la fiesta del diario y aún así una parte
en su interior decía que no lo era del todo.
Cuando la jornada laboral -digna del olvido- llegó a su fin un par de horas
después del anochecer, Sakura fue a casa. Llegó a su edificio, estacionó el auto
y subió las escaleras hasta la entrada. Por fin el ascensor había vuelto a su
funcionamiento habitual luego de varias semanas y eso logró arrancarle una
tenue sonrisa del rostro. Desde lo ocurrido con Sasuke y temiendo que en algún
momento se repitiera su desmayo y él no estuviera para salvarla, le tomaba
varios minutos subir los escalones hacia su apartamento.
Cuando llegó al segundo piso las puertas de metal se abrieron de par en par,
ella salió y durante un instante se detuvo al ver hacia la puerta del apartamento
de Ino y Sasuke dudando un poco sobre si visitar a la rubia aunque fuera unos
minutos. Cuando la fue a ver después del trabajo la noche posterior a su
desmayo, Sasuke le había dicho que estaba un poco indispuesta y ella lo
comprobó al ver a Ino en cama. Así habían sido los dos días posteriores, o más
bien dicho las noches. La chica lucía realmente enferma pero cuando le
preguntó a Sasuke, él le respondió que era simple agotamiento físico debido al
estrés y que sólo necesitaba descansar.
Sakura sabía lo que era estar al borde gracias a la presión así que decidió darle
a Ino su espacio para que pudiera recuperarse pronto pero ya habían pasado
otros tres días y aún no había sabido nada de ella. Tal vez podría hacerle una
visita relámpago antes de irse a la fiesta. Caminó en dirección al apartamento de
sus vecinos deseando que Sasuke no le abriera pero justo cuando estaba a
punto de llamar a la puerta su teléfono comenzó a sonar. Sacó el pequeño
aparato de su bolso y vio el identificador: Sai.
Luego de haber presenciado aquel espectáculo atroz de Gaara jugando con los
akatsukis, Ino se había negado a regresar a la mansión, no mientras el pelirrojo
estuviera ahí. Aquella noche en un maratónico tiempo récord Shikamaru logró
instalar las persianas de acero en las ventanas del apartamento antes de que el
sol los sorprendiera y desde esa noche Ino no había dejado el lugar sin
importarle las súplicas de Sasuke, las de Kiba o las de Naruto. Ella
sencillamente aún no había logrado asimilar lo que había visto y lo cierto era que
no era para menos y que la culpa era toda de él. De nuevo la culpa era
solamente suya.
— ¿Cómo está? —cuestionó Sasuke acercándose a él. Kiba pasó la lengua por
la herida del antebrazo para sellarla y luego se quedó mirando al azabache
durante un instante antes de responderle.
Sasuke captó claramente la indirecta. Cuando Kiba pasó a su lado hacia las
escaleras, sintió la oleada de furia que había en el interior de su compañero y
que estaba dirigida a él. Luego de lo sucedido, no le había dirigido la palabra
más que para lo indispensable y eso era algo extraño viniendo de aquel
extrovertido. El azabache se giró para hablarle.
Dicho esto, el vampiro se dio la vuelta y caminó otra vez por las escaleras
mientras se desmaterializaba. Sasuke se quedó mirando el espacio del vestíbulo
en la parte inferior y pensó que palabras más ciertas no le habían dicho en
varios años. Él tenía razón. Para un vampiro no había cosa o ser más importante
que su compañera, su mujer y Kiba le había confiado la protección de Ino pero él
le había fallado. Sus dedos se cerraron sobre el pequeño muro como muestra de
toda la frustración y furia que sentía contra sí mismo. ¿Cómo podía estar él
destinado para ser rey y proteger a una raza si no había podido proteger a una
de las personas más importantes para él?
Todo ese mar de emociones oscuras estaba consumiéndolo poco a poco sin
poder controlarlo hasta que una suave brisa golpeó sus sentidos. Aquel aroma
dulce y fresco, como si fuesen flores lo reconoció de inmediato. Giró la cabeza
hacia la izquierda y vio a Sakura salir de su apartamento. Estaba ataviada con
un vestido rojo de cóctel y el cabello recogido en lo alto dejando escapar un par
de mechones ondulados alrededor de su rostro. La chica lo estaba mirando
fijamente.
Sasuke pensó que no tenía tiempo para aquello, que debía salir a las calles y
hacer su trabajo, lo que realmente le importaba y sin embargo sabía que en ese
momento no podía alejarse de esa mujer sin al menos probarla. Tomó las
mejillas de Sakura entre las manos y la besó. Quería darle un beso breve y duro
que aliviara, además de su frustración, la repentina y abrumadora necesidad que
se había adueñado de él. Sin embargo, con el simple roce de sus labios estuvo
perdido. La besó con fuerza dejando que la frustración y la furia alimentaran
aquel beso hasta que se sintió como si se estuviera ahogando mientras ella
correspondía con la misma intensidad.
Sakura suspiró en su boca y abrió los labios para él. Sasuke introdujo la lengua
en sus profundidades y sintió que se hundía en su calor. Recorrió cada recoveco
de su cavidad y cuando encontró su lengua la acarició intensamente. Con los
sentidos embriagados, notó como si su cuerpo estuviese a punto de arder en
llamas; ella suspiró de nuevo y aquel suave sonido llegó hasta sus oídos
haciéndolo perder la razón. Lentamente inició la separación; sin embargo, eso
no fue posible porque Sakura se aferró a las solapas de su abrigo y lo atrajo
hacia ella pegando su cuerpo al suyo.
Sasuke emitió un gruñido y sin poder evitarlo, sintió una fuerte oleada de deseo.
Necesitaba tomarla. Ahora mismo.
Él la sostuvo con fuerza mientras tomaba su boca con un beso que lo llevó al
borde de un abismo que nunca había imaginado. El aliento de Sakura se mezcló
con el suyo y Sasuke notó los latidos acelerados de su corazón vibrando contra
su torso metiéndose en lo más profundo de él. Cuando la recostó sobre la cama,
Sakura sintió que su cuerpo ardía por dentro de pies a cabeza. Tenía un
cosquilleo en la piel mientras las manos de Sasuke viajaban a través de su
cuerpo deshaciéndose de todas las prendas que la cubrían y provocándole a la
vez un tormento y una exquisita sensación de placer que fue en aumento
cuando sus labios tomaron el lugar de sus manos. Hasta la última célula de su
cuerpo gritaba de deseo.
Sakura dejó caer la cabeza sobre las almohadas y gritó su nombre cuando sintió
el primer orgasmo que la poseyó con una intensidad y fuerza que le arrancó el
último latido y el último aliento que aguardaba en su interior. La presión seguía
aumentando en su cuerpo, no podía respirar, no podía moverse y no le
importaba. Tan sólo quería que la tomara, ya no lo soportaba más. Lo
necesitaba en su interior justo en ese momento antes de que estallara.
Cuando por fin se separaron a causa de la falta de aire, Sasuke se alzó sobre
sus hombros para mirarla. Era hermosa, más que hermosa. Su rostro se
encontraba tenuemente sonrojado debido a la agitación, aún los ojos jade
presentaban destellos del placer vivido y sus labios ligeramente hinchados
estaban entreabiertos intentando llevar aire a sus pulmones. Entonces las
manos de Sakura acariciaron su rostro apartando unos mechones de su cabello
que se habían pegado a su cara gracias al sudor y fue como si un líquido
ardiente derritiera su piel en donde sus dedos le rozaban. El simple contacto
hizo que se estremeciera y el deseo que había sentido antes se volviera a hacer
presente.
Sus miradas estaban encadenadas una a la otra, sus cuerpos aún seguían
unidos y ambos querían que así se quedaran eternamente. Sin embargo, el
móvil de Sasuke comenzó a sonar desde algún lugar donde habían terminado
sus pantalones. El azabache maldijo por lo bajo mientras se deslizaba
lentamente fuera del interior de Sakura y luego salió de la cama para buscar el
aparato. Se movió tan rápido que Sakura dio un respingo, en un segundo él
estaba con ella y al siguiente casi del otro lado de la habitación.
Terminó la llamada cerrando el móvil, alcanzó sus boxers y luego se puso los
pantalones dándole la espalda a Sakura quien ya se había envuelto en una de
las sábanas. Maldijo mentalmente. La voz de la cordura que instantes antes
había estado ignorando hasta hacerla desaparecer había regresado y le estaba
diciendo lo imbécil que había sido y lo lejos que había llegado.
— Sakura, yo…
Lo que menos quería ella era que se disculpara por lo sucedido, que le dijera
que sus sospechas sobre su verdadera relación con Ino fueran ciertas y ellos no
fuesen primos en realidad. Por el tono de su voz estaba segura de que eso
habría dicho. Lo que había ocurrido no iba a cambiar porque se disculpara y
mucho menos se borraría así que, ya que lo habían hecho, quería conservar
esos recuerdos como algo que simplemente sucedió, que fue fantástico pero
que no volvería a ocurrir.
— Debo irme —susurró él entonces haciendo que su aliento chocara contra los
labios entreabiertos de Sakura. Ella asintió y Sasuke abandonó la habitación.
"¿Qué hice?"
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
— Vine a ver como se encontraba Ino. He estado muy preocupado por ella.
— Intentaré volver más tarde. Pórtate bien ¿vale? —dijo Naruto a Ino quien
sonrió tenuemente.
— Yo soy quien debería decirles eso a ustedes. Cuídalo, por favor —pidió
refiriéndose a Sasuke haciendo que Naruto sonriera abiertamente
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
El parque principal de Konoha era un buen lugar para esperar. Los humanos no
solían pasearse por ahí a esas horas pero había vampiros civiles que si lo
hacían. Además, esa sección en específico era crucial pues era la más corta y
cercana hacia la zona centro, concretamente la zona de clubes.
— Guárdate lo que tú creas para alguien a quien le importe —el rubio se quedó
atónito y lo miró.
Sasuke no respondió, aunque por dentro él también esperaba que así fuera.
Ocho akatsukis, todos ellos con sus buenos años de antigüedad, símbolos de
experiencia, dentro de la organización. Nada mejor para intentar descargar toda
la frustración que los últimos días había estado carcomiendo el interior de
Sasuke alcanzando su desenlace esa misma noche hacía tan sólo un par de
horas, aunque más que una conclusión en realidad había llegado al punto más
alto. Decidió parar con sus reflexiones y concentrarse en la batalla que estaba a
punto de desarrollarse mientras veía a Naruto acercarse a los cazadores
cerrándoles el paso.
Tres de ellos corrieron para hacerle frente mientras los otros comenzaban a
moverse por los árboles entre las sombras, inconscientes de la presencia de
Sasuke quien observaba como con sólo un cuchillo, Naruto ya había derribado a
dos de sus contrincantes. Una ácida media sonrisa se dibujó en el rostro del
Uchiha. Los cazadores podían ser rápidos, astutos y experimentados pero
Naruto no les estaba dando tiempo para poner en práctica lo aprendido. El
último akatsuki en pie logró hacerle un corte en el brazo pero eso sólo hizo que
el poder de Naruto aumentara, Sasuke se inclinó un poco para poder ver mejor
desde la rama en la que se encontraba parado y entonces un atisbo de recelo
cruzó su rostro.
Un combate dos contra uno dio inicio aunque no duró más que unos cuantos
minutos hasta que Sasuke sometió a sus oponentes al vaciar el cargador de sus
dos SIG, luego desenfundó el par de deslumbrantes dagas y atravesó el pecho
de los cazadores convirtiéndolos en las manchas aceitosas que tenían por
destino. En realidad pensó que darían más batalla pero se había equivocado y
no había sido suficiente para desahogarse de todo lo que envolvía su mente en
ese momento.
Naruto se giró luego de oír los disparos y vio a Sasuke caer de rodillas
doblándose hasta que su frente casi tocó el césped. Gritó el nombre de su
compañero y al no obtener respuesta la furia se fue apoderando de su cuerpo,
una furia que hizo que el poder que por lo general sabía controlar y mantener a
raya, ahora se liberara sin miramientos. Sus colmillos quedaron expuestos
mientras las uñas en sus manos lentamente se alargaban hasta convertirse en
garras y un aura color naranja comenzaba a surgir de su interior, envolviéndolo
como si fueran llamas. No podía controlarlo, no quería controlarlo. Esos infelices
iba a pagar, él los haría pagar.
Una corriente cargada de algo que hizo que la piel se erizara, golpeó la espalda
de Sasuke. Lentamente se giró para mirar sobre su hombro llevándose una poco
grata sorpresa al darse cuenta de lo que sucedía mientras su rostro era
alcanzado levemente por aquel resplandor que le produjo escalofríos. Eso no
estaba bien, nada bien. En cuanto el aura naranja fue aumentando de intensidad
absorbiendo a Naruto hasta iluminar lo que instantes antes había sido oscuridad
absoluta, Sasuke recobró un poco de sano juicio activando su instinto de
supervivencia, presionó con la mano izquierda el lado opuesto y corrió para
ocultarse detrás de un árbol a unos metros.
"¡Demonios! Esto realmente se va a poner feo."
Capítulo 6
Sasuke…
Sakura se levantó de golpe de la cama cubierta por una fina capa de sudor, su
respiración era agitada y sentía el calor correr por sus venas. Sin darse tiempo a
reaccionar se levantó de la cama y se dirigió a trompicones al baño, encendió la
luz, caminó hasta el lavabo donde se mojó la cara con agua fría y luego
permaneció con las manos apoyadas al borde mientras su respiración volvía a la
normalidad. Cinco. Con esa eran cinco las noches consecutivas que llevaba
soñando con Sasuke luego de aquel incidente en las escaleras.
Sueños que despertaban los más oscuros deseos en ella, sensaciones que
jamás pensó experimentar y mucho menos por un simple sueño. Alzó la cara
para ver su reflejo en el espejo aunque esta vez en lugar de concentrarse en las
ya familiares ojeras, vio como sus pezones se transparentaban a través de la
fina seda del camisón blanco que llevaba puesto. Aquellos sueños eran tan
reales que su cuerpo respondía al deseo y la excitación sin que ella lo pudiera
controlar, aún tenía la sensación de las caricias a través de su cuerpo.
Sencillamente no podía creerlo, ahora sabía que estaba enloqueciendo. Había
llevado las fantasías sexuales a un nuevo nivel.
A un nuevo y enfermizo nivel.
Volvió a suspirar. Si intentaba verle el lado positivo al asunto pues ese sería que
contaría con menos horas para estar en casa, menos horas para dormir y menos
horas para tener orgasmos mentales fantaseando con su vecino. Ese era el
único lado positivo que podía verle a ir a la fiesta del diario y aún así una parte
en su interior decía que no lo era del todo.
Cuando la jornada laboral -digna del olvido- llegó a su fin un par de horas
después del anochecer, Sakura fue a casa. Llegó a su edificio, estacionó el auto
y subió las escaleras hasta la entrada. Por fin el ascensor había vuelto a su
funcionamiento habitual luego de varias semanas y eso logró arrancarle una
tenue sonrisa del rostro. Desde lo ocurrido con Sasuke y temiendo que en algún
momento se repitiera su desmayo y él no estuviera para salvarla, le tomaba
varios minutos subir los escalones hacia su apartamento.
Cuando llegó al segundo piso las puertas de metal se abrieron de par en par,
ella salió y durante un instante se detuvo al ver hacia la puerta del apartamento
de Ino y Sasuke dudando un poco sobre si visitar a la rubia aunque fuera unos
minutos. Cuando la fue a ver después del trabajo la noche posterior a su
desmayo, Sasuke le había dicho que estaba un poco indispuesta y ella lo
comprobó al ver a Ino en cama. Así habían sido los dos días posteriores, o más
bien dicho las noches. La chica lucía realmente enferma pero cuando le
preguntó a Sasuke, él le respondió que era simple agotamiento físico debido al
estrés y que sólo necesitaba descansar.
Sakura sabía lo que era estar al borde gracias a la presión así que decidió darle
a Ino su espacio para que pudiera recuperarse pronto pero ya habían pasado
otros tres días y aún no había sabido nada de ella. Tal vez podría hacerle una
visita relámpago antes de irse a la fiesta. Caminó en dirección al apartamento de
sus vecinos deseando que Sasuke no le abriera pero justo cuando estaba a
punto de llamar a la puerta su teléfono comenzó a sonar. Sacó el pequeño
aparato de su bolso y vio el identificador: Sai.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Luego de haber presenciado aquel espectáculo atroz de Gaara jugando con los
akatsukis, Ino se había negado a regresar a la mansión, no mientras el pelirrojo
estuviera ahí. Aquella noche en un maratónico tiempo récord Shikamaru logró
instalar las persianas de acero en las ventanas del apartamento antes de que el
sol los sorprendiera y desde esa noche Ino no había dejado el lugar sin
importarle las súplicas de Sasuke, las de Kiba o las de Naruto. Ella
sencillamente aún no había logrado asimilar lo que había visto y lo cierto era que
no era para menos y que la culpa era toda de él. De nuevo la culpa era
solamente suya.
— ¿Cómo está? —cuestionó Sasuke acercándose a él. Kiba pasó la lengua por
la herida del antebrazo para sellarla y luego se quedó mirando al azabache
durante un instante antes de responderle.
Sasuke captó claramente la indirecta. Cuando Kiba pasó a su lado hacia las
escaleras, sintió la oleada de furia que había en el interior de su compañero y
que estaba dirigida a él. Luego de lo sucedido, no le había dirigido la palabra
más que para lo indispensable y eso era algo extraño viniendo de aquel
extrovertido. El azabache se giró para hablarle.
Todo ese mar de emociones oscuras estaba consumiéndolo poco a poco sin
poder controlarlo hasta que una suave brisa golpeó sus sentidos. Aquel aroma
dulce y fresco, como si fuesen flores lo reconoció de inmediato. Giró la cabeza
hacia la izquierda y vio a Sakura salir de su apartamento. Estaba ataviada con
un vestido rojo de cóctel y el cabello recogido en lo alto dejando escapar un par
de mechones ondulados alrededor de su rostro. La chica lo estaba mirando
fijamente.
Sasuke pensó que no tenía tiempo para aquello, que debía salir a las calles y
hacer su trabajo, lo que realmente le importaba y sin embargo sabía que en ese
momento no podía alejarse de esa mujer sin al menos probarla. Tomó las
mejillas de Sakura entre las manos y la besó. Quería darle un beso breve y duro
que aliviara, además de su frustración, la repentina y abrumadora necesidad que
se había adueñado de él. Sin embargo, con el simple roce de sus labios estuvo
perdido. La besó con fuerza dejando que la frustración y la furia alimentaran
aquel beso hasta que se sintió como si se estuviera ahogando mientras ella
correspondía con la misma intensidad.
Sakura suspiró en su boca y abrió los labios para él. Sasuke introdujo la lengua
en sus profundidades y sintió que se hundía en su calor. Recorrió cada recoveco
de su cavidad y cuando encontró su lengua la acarició intensamente. Con los
sentidos embriagados, notó como si su cuerpo estuviese a punto de arder en
llamas; ella suspiró de nuevo y aquel suave sonido llegó hasta sus oídos
haciéndolo perder la razón. Lentamente inició la separación; sin embargo, eso
no fue posible porque Sakura se aferró a las solapas de su abrigo y lo atrajo
hacia ella pegando su cuerpo al suyo.
Sasuke emitió un gruñido y sin poder evitarlo, sintió una fuerte oleada de deseo.
Necesitaba tomarla. Ahora mismo.
Él la sostuvo con fuerza mientras tomaba su boca con un beso que lo llevó al
borde de un abismo que nunca había imaginado. El aliento de Sakura se mezcló
con el suyo y Sasuke notó los latidos acelerados de su corazón vibrando contra
su torso metiéndose en lo más profundo de él. Cuando la recostó sobre la cama,
Sakura sintió que su cuerpo ardía por dentro de pies a cabeza. Tenía un
cosquilleo en la piel mientras las manos de Sasuke viajaban a través de su
cuerpo deshaciéndose de todas las prendas que la cubrían y provocándole a la
vez un tormento y una exquisita sensación de placer que fue en aumento
cuando sus labios tomaron el lugar de sus manos. Hasta la última célula de su
cuerpo gritaba de deseo.
Sakura dejó caer la cabeza sobre las almohadas y gritó su nombre cuando sintió
el primer orgasmo que la poseyó con una intensidad y fuerza que le arrancó el
último latido y el último aliento que aguardaba en su interior. La presión seguía
aumentando en su cuerpo, no podía respirar, no podía moverse y no le
importaba. Tan sólo quería que la tomara, ya no lo soportaba más. Lo
necesitaba en su interior justo en ese momento antes de que estallara.
Cuando por fin se separaron a causa de la falta de aire, Sasuke se alzó sobre
sus hombros para mirarla. Era hermosa, más que hermosa. Su rostro se
encontraba tenuemente sonrojado debido a la agitación, aún los ojos jade
presentaban destellos del placer vivido y sus labios ligeramente hinchados
estaban entreabiertos intentando llevar aire a sus pulmones. Entonces las
manos de Sakura acariciaron su rostro apartando unos mechones de su cabello
que se habían pegado a su cara gracias al sudor y fue como si un líquido
ardiente derritiera su piel en donde sus dedos le rozaban. El simple contacto
hizo que se estremeciera y el deseo que había sentido antes se volviera a hacer
presente.
Sus miradas estaban encadenadas una a la otra, sus cuerpos aún seguían
unidos y ambos querían que así se quedaran eternamente. Sin embargo, el
móvil de Sasuke comenzó a sonar desde algún lugar donde habían terminado
sus pantalones. El azabache maldijo por lo bajo mientras se deslizaba
lentamente fuera del interior de Sakura y luego salió de la cama para buscar el
aparato. Se movió tan rápido que Sakura dio un respingo, en un segundo él
estaba con ella y al siguiente casi del otro lado de la habitación.
Terminó la llamada cerrando el móvil, alcanzó sus boxers y luego se puso los
pantalones dándole la espalda a Sakura quien ya se había envuelto en una de
las sábanas. Maldijo mentalmente. La voz de la cordura que instantes antes
había estado ignorando hasta hacerla desaparecer había regresado y le estaba
diciendo lo imbécil que había sido y lo lejos que había llegado.
— Sakura, yo…
Lo que menos quería ella era que se disculpara por lo sucedido, que le dijera
que sus sospechas sobre su verdadera relación con Ino fueran ciertas y ellos no
fuesen primos en realidad. Por el tono de su voz estaba segura de que eso
habría dicho. Lo que había ocurrido no iba a cambiar porque se disculpara y
mucho menos se borraría así que, ya que lo habían hecho, quería conservar
esos recuerdos como algo que simplemente sucedió, que fue fantástico pero
que no volvería a ocurrir.
— Debo irme —susurró él entonces haciendo que su aliento chocara contra los
labios entreabiertos de Sakura. Ella asintió y Sasuke abandonó la habitación.
"¿Qué hice?"
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
— Vine a ver como se encontraba Ino. He estado muy preocupado por ella.
— Intentaré volver más tarde. Pórtate bien ¿vale? —dijo Naruto a Ino quien
sonrió tenuemente.
— Yo soy quien debería decirles eso a ustedes. Cuídalo, por favor —pidió
refiriéndose a Sasuke haciendo que Naruto sonriera abiertamente
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
El parque principal de Konoha era un buen lugar para esperar. Los humanos no
solían pasearse por ahí a esas horas pero había vampiros civiles que si lo
hacían. Además, esa sección en específico era crucial pues era la más corta y
cercana hacia la zona centro, concretamente la zona de clubes.
— Guárdate lo que tú creas para alguien a quien le importe —el rubio se quedó
atónito y lo miró.
Sasuke no respondió, aunque por dentro él también esperaba que así fuera.
Ocho akatsukis, todos ellos con sus buenos años de antigüedad, símbolos de
experiencia, dentro de la organización. Nada mejor para intentar descargar toda
la frustración que los últimos días había estado carcomiendo el interior de
Sasuke alcanzando su desenlace esa misma noche hacía tan sólo un par de
horas, aunque más que una conclusión en realidad había llegado al punto más
alto. Decidió parar con sus reflexiones y concentrarse en la batalla que estaba a
punto de desarrollarse mientras veía a Naruto acercarse a los cazadores
cerrándoles el paso.
Tres de ellos corrieron para hacerle frente mientras los otros comenzaban a
moverse por los árboles entre las sombras, inconscientes de la presencia de
Sasuke quien observaba como con sólo un cuchillo, Naruto ya había derribado a
dos de sus contrincantes. Una ácida media sonrisa se dibujó en el rostro del
Uchiha. Los cazadores podían ser rápidos, astutos y experimentados pero
Naruto no les estaba dando tiempo para poner en práctica lo aprendido. El
último akatsuki en pie logró hacerle un corte en el brazo pero eso sólo hizo que
el poder de Naruto aumentara, Sasuke se inclinó un poco para poder ver mejor
desde la rama en la que se encontraba parado y entonces un atisbo de recelo
cruzó su rostro.
Bueno, no es que eso fuera malo ó peligroso pero había que tomar ciertas
medidas antes de que otra cosa pudiera suceder así que decidió que era tiempo
de unirse a la fiesta y acabar con todo de una buena vez. Abrió los botones de
su abrigo y sus manos se posaron sobre las dagas que sostenía la cartuchera
en su pecho, miró expectante hacía ambos lados y saltó de la rama para salir al
encuentro de los cazadores que estaban acechando a Naruto, quien aún
permanecía "entretenido" con el resto del equipo que había hecho aparición.
Un combate dos contra uno dio inicio aunque no duró más que unos cuantos
minutos hasta que Sasuke sometió a sus oponentes al vaciar el cargador de sus
dos SIG, luego desenfundó el par de deslumbrantes dagas y atravesó el pecho
de los cazadores convirtiéndolos en las manchas aceitosas que tenían por
destino. En realidad pensó que darían más batalla pero se había equivocado y
no había sido suficiente para desahogarse de todo lo que envolvía su mente en
ese momento.
Naruto se giró luego de oír los disparos y vio a Sasuke caer de rodillas
doblándose hasta que su frente casi tocó el césped. Gritó el nombre de su
compañero y al no obtener respuesta la furia se fue apoderando de su cuerpo,
una furia que hizo que el poder que por lo general sabía controlar y mantener a
raya, ahora se liberara sin miramientos. Sus colmillos quedaron expuestos
mientras las uñas en sus manos lentamente se alargaban hasta convertirse en
garras y un aura color naranja comenzaba a surgir de su interior, envolviéndolo
como si fueran llamas. No podía controlarlo, no quería controlarlo. Esos infelices
iba a pagar, él los haría pagar.
Una corriente cargada de algo que hizo que la piel se erizara, golpeó la espalda
de Sasuke. Lentamente se giró para mirar sobre su hombro llevándose una poco
grata sorpresa al darse cuenta de lo que sucedía mientras su rostro era
alcanzado levemente por aquel resplandor que le produjo escalofríos. Eso no
estaba bien, nada bien. En cuanto el aura naranja fue aumentando de intensidad
absorbiendo a Naruto hasta iluminar lo que instantes antes había sido oscuridad
absoluta, Sasuke recobró un poco de sano juicio activando su instinto de
supervivencia, presionó con la mano izquierda el lado opuesto y corrió para
ocultarse detrás de un árbol a unos metros.
Después de bajar por el ascensor hasta la clínica, Sasuke se movió entre los
pasillos con la seguridad e imponencia como si se tratase del dueño del lugar, el
personal que se encontraba haciendo sus labores rápidamente se apartaba de
su camino y agachaba las miradas, lo que era de esperarse siendo el último
vampiro completamente puro que se encontraba pisando la tierra y todo lo que
ello conllevaba. Sin embargo, en ese preciso momento no se sentía como el rey
de su raza, el guerrero o el hombre, es más, ni siquiera se sentía como alguien
digno; no después de lo que había hecho. Tenía tantas interrogantes nublando
su mente que lo único que esperaba era que la tierra se abriera y lo tragara sin
dejar rastro alguno.
— Pues… algo así —Sasuke la miró intrigado y cuando ella alzó la mirada para
encontrarse con la suya, él lo supo.
— ¿Por qué?
— Por todo esto, por todo lo que ha sucedido en los últimos días. —alzó el rostro
para encontrarse con la mirada de Sasuke—. No fue mi intención dejarlos solos
para hacer las rondas, soy una hokage y mi misión es la misma que la de
ustedes. Las cosas no han estado muy bien en los últimos años porque somos
muy pocos contra los akatsukis, tú eres el rey, nuestro líder, mi deber es servirte
y yo no tenía derecho a "tomarme un tiempo" ni a deslindarme de mi trabajo por
algo de lo que yo tenía conocimiento y que no debía juzgar. Gaara no tiene la
culpa de lo que sucedió ni tú tampoco, sólo estuvimos en el momento y en el
lugar inadecuados y mi obligación era afrontarlo con madurez y profesionalidad
—volvió a agachar la mirada sintiendo que la voz se le quebraba— Pero no lo
hice y lo siento. No volverá a suceder.
Sasuke respiró profundo, se acercó a ella y con una mano tomó su rostro por la
barbilla para que volviera a mirarlo.
Ino se quedó mirándolo durante unos segundos hasta que por fin asintió y
entonces Sasuke la abrazó.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Sus respiraciones se hacían cada vez más cortas y frecuentes, el aire no estaba
llegando a sus pulmones con normalidad y sentía su corazón latir con tanta
fuerza que podía asegurar que el sonido se escuchaba por toda la habitación.
Aún sentía las manos de Naruto sosteniéndola de la cintura y su mirada celeste
clavada en ella, hechizándola. Estar tan cerca de ese hombre la estaba llevando
al límite sin que pudiera explicarse por qué. En ese momento una de las fuertes
manos abandonó su cintura para colocarse en su cuello y así acariciar la parte
inferior de su mejilla con el pulgar.
— ¿En verdad nunca has dejado a un hombre beber de ti? —cuestionó Naruto
con la voz enronquecida por la excitación que provocaron aquellas palabras y
que habían despertado su deseo súbitamente. Hinata se sintió desfallecer al
escucharlo, ni siquiera le pareció escuchar la pregunta, sólo se limitó a oír aquel
profundo tono de voz y a mirar los labios de Naruto dibujar cada palabra hasta
que, de alguna manera milagrosa, logró negar con la cabeza.
— Dime una cosa, doctora —se acercó más a ella llevando sus labios hasta su
oído y luego fue bajando lentamente haciendo que rozaran el cuello con cada
palabra, primero de arriba hacia abajo y luego en sentido contrario— si yo te
pidiera beber de tu cuello, ¿me dejarías?
Toda su vida Hinata había sido una persona paciente, serena y tranquila pero en
esos momentos, con todo lo que sentía, la ansiedad estaba invadiéndola
mientras ella sólo pensaba en que momento se callaría Naruto y haría lo que
quisiera con ella porque, la realidad era que, si él quería hacerle el amor en ese
mismo instante ella se lo permitiría sin oponer resistencia alguna. Pero, al ver
que él no hacía nada, por primera vez decidió dar el paso y cerró los ojos
mientras terminaba con la tortura y unía sus labios a los de Naruto.
El rubio cerró los ojos mientras la mano que sostenía el brazo de Hinata se
movía hasta su espalda para acercarla más a él, sintiendo como ella apoyaba
delicadamente sus manos sobre su pecho. La sensación había sido mejor de lo
que había imaginado y el sabor no tenía punto de comparación con nada que
hubiese probado antes. Dulce, delicado, suave, todas esas exquisitas
sensaciones las estaba experimentando en ese momento y no quería
desaprovechar ni un solo segundo.
Pensó ser gentil en un principio pero eso no duró mucho, necesitaba más de
ella. La mano con la que sostenía el cuello fue hasta su nuca y soltó el listón que
recogía el cabello de Hinata permitiéndole hundir los dedos entre las suaves
mechas oscuras, con la lengua delineó lentamente el labio inferior logrando
tener acceso a la cálida boca recorriéndola con delicadeza y devoción buscando
saborear cada rincón hasta que se encontró con la lengua de la mujer y se
concentró en ella por completo.
Una de sus manos comenzó a moverse con maestría a lo largo de las piernas de
Hinata que habían quedado colgando en el aire, introduciéndose por debajo de
la falda, sintiendo la suave piel fundirse en sus dedos como si todo su cuerpo
estuviera a punto de hacer erupción y no hubiera manera de controlarlo. Deslizó
su mano hacia abajo y luego nuevamente hacia arriba, en esta ocasión sobre la
tela, apretó la cintura acercando el cuerpo de la mujer al suyo y cuando logró
encontrar uno de los magníficos senos lo estrechó ligeramente entre los dedos
de su mano, sacando un tímido gemido que terminó hundido en sus labios.
Rompió el beso y abrió los ojos. El rostro de Hinata estaba justo en frente de él,
aún permanecía con los ojos cerrados, tenía los labios entreabiertos ligeramente
hinchados por lo exigente del beso, su pecho subía y bajaba de forma acelerada
intentando que sus pulmones recuperaran el aliento que él le había robado y sus
manos seguían detrás de su cuello.
De nuevo otro golpe en el pecho.
Supo que debía detenerse así que tomó las manos de Hinata con las suyas y
liberó su cuello mientras volvía a sentarse sobre la cama ayudando a Hinata a
hacer lo mismo. La chica abrió los ojos al instante sin lograr comprender lo que
sucedía sintiendo como el calor desaparecía bruscamente de la habitación hasta
dejar la atmósfera del lugar como había estado minutos antes.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
— ¿Crees que les tome más tiempo? —cuestionó Ino al ver que hay había
pasado casi una hora desde que Hinata había entrado en la habitación. Sasuke
exhaló profundo.
— Ya fui antes de venir para acá y también ya le llamé a Kiba para decírselo y
que así ya no se pase por el apartamento —Sasuke dio un respingo al escuchar
hablar de ese lugar y de nuevo, como ya se estaba volviendo una costumbre, la
imagen de Sakura apareció de imprevisto en su mente—. ¿Sucede algo? —el
Uchiha negó con la cabeza.
— Iré a por el auto, llámame si sucede algo ¿de acuerdo? —Ino asintió y luego
Sasuke desapareció al final del pasillo.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
— Doctora yo… lo siento, no fue mi intención yo… —se llevó una mano hacia su
cabello y cerró los dedos apretando varios mechones— Lo siento.
Hinata no pudo articular palabra alguna, no sabía que decir ni que hacer. Ahora
que el calor había desaparecido de su cuerpo se sentía completamente extraña,
no podía entender lo que acababa de suceder pero, más importante aún, no
podía entender por qué no había continuado. Ella hubiese deseado que así fuera
y le pareció que para Naruto era de la misma manera pero entonces, ¿por qué
se detuvo? Decidió no comenzar a sacar conjeturas y regresar a lo que
realmente debía importar.
El chico dio un respingo al escucharla y fue entonces cuando la sed, que había
permanecido oculta tras el deseo que había experimentado, volvió. No sentía
que fuera correcto hacerlo, ya había cruzado el límite al haberse propasado con
ella, abusando de su confianza y buena voluntad, así que se le hacía el colmo
beber de ella pero… no tenía opción, sentía la sed ir creciendo a la par que sus
fuerzas desaparecían. Con toda la delicadeza que le fue posible, tomó el brazo
que ella le ofrecía y se inclinó hacia él, cerró los ojos, inhaló el aroma que
provenía de la suave piel y cuando sus colmillos salieron a relucir, de nuevo un
golpe en su pecho le hizo detenerse en ese momento.
Eso era lo que más se acercaba a lo que Hinata sintió al escuchar esas
palabras. Un hueco se formó en su pecho sin que lo pudiera evitar mientras
ligeros temblores llegaban a sus manos. La había rechazado, tajantemente. No
podía creerlo ni tampoco podía explicarse el por qué pero así había sucedido.
Sintió el rubor subir a sus mejillas y antes de someterse a la nueva humillación
de que él se diera cuenta se puso de pie.
— Entiendo — se limitó a responder, luego salió por la habitación sin que Naruto
la siguiera con la mirada.
Había sido un completo imbécil al dejarse llevar por lo que sentía sin siquiera
detenerse a pensar un segundo las cosas de manera fría. Nunca le había
gustado usar a las mujeres como un simple medio de supervivencia y mucho
menos involucrarse con ellas más allá, gracias a las sensaciones que aparecían
durante el proceso de alimentación, pero sobretodo, nunca le había sucedido
algo como aquello. ¿Por qué con ella?
Inhaló profundo y miró hacia las palmas de sus manos. Las puntas de los dedos
le dolían como si algo intentase salir a través de la piel, podía sentir punzadas
dolorosas recorrer su cuerpo y sus sienes palpitar intensamente como si…
Era imposible. Apretó ambos puños para intentar concentrarse y así obtener el
control de nuevo. Tal vez todo era un error porque…
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
— Naruto, ¿estás aquí? —el rubio salió por la puerta del baño vistiendo las
ropas que le habían llevado.
— Estoy listo, vamonos. —Sasuke pudo notar que había algo extraño en él pero
no podía definir lo que era.
— De acuerdo, vamos. Ino nos espera en el auto —de nuevo se aproximó hacia
la puerta pero la voz de Naruto lo detuvo cuando puso la mano sobre el
picaporte.
— Sasuke, ¿has visto a la doctora, Hyuga? —el azabache lo miró alzando una
ceja— No pienses mal, sólo quiero darle las gracias por… sus atenciones.
La realidad era que Sasuke pensaba que, de esa manera, lograría reponer un
poco de lo que había sufrido Naruto gracias a la falta de concentración que él
había tenido durante la batalla en la que había terminado herido. Darle a Naruto
algo de tiempo extra con la doctora, era su forma de congraciarse con él.
Ino se encontraba sentada en el asiento del copiloto en la camioneta cuando vio
a Naruto y Sasuke aparecer por la puerta principal de la mansión, bajó del auto y
se acercó a ellos.
— Después de que Tsunade le dio la orden, ella dijo que iría por algunas cosas
a su casa y que estaría aquí en unos minutos.
— ¿Y Kiba?
Los dos se pusieron rígidos y Naruto miró de soslayo a Hinata notando que ella
agachaba la cabeza.
Finalmente salió de sus pensamientos al ver que Naruto se detenía y abría una
de las puertas dobles de la habitación. Las luces se encendieron repentinamente
–ella supuso que él lo había hecho- dejando ver el lujoso interior de la hermosa
habitación. La enorme cama con doseles en color rojo quemado en combinación
con las sábanas, los dos buroes en cada lado, el escritorio de roble con la silla
del mismo material y las puertas francesas que daba hacia el balcón.
Hinata asintió y justo antes de que pudiera decirle algo a Naruto, el hombre
desapareció cerrando la puerta tras él. Ella se quedó estática en medio de la
habitación durante unos instantes hasta que dio unos pasos y se dejó caer sobre
la cama. Se sentía mal, extraña, enojada, decepcionada, triste, herida. Por un
momento había pensado que había algo especial entre Naruto y ella, mientras la
besaba en el hospital sintió una especie de conexión pero estaba claro que se
había equivocado. Esa conexión sólo pudo verla ella y fue una completa ilusión
porque luego se dio cuenta de que en realidad, no era como lo había pensado.
Naruto no estaba interesado en ella en lo más mínimo, ni siquiera la vio como
algo viable de que alimentarse.
Se había equivocado.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
La noche había caído desde hacía algunas horas cuando Hinata se levantó de
golpe de la cama. Se había quedado dormida más tiempo del que tenía
planeado. Según ella, se iba a levantar temprano para retirarle los puntos a
Naruto y así poder abandonar esa casa y regresar a su vida normal en la clínica.
Con torpeza se levantó de la cama a la vez que se colocaba la bata encima de
su camisón blanco de algodón que le llegaba casi a los tobillos, luego fue hasta
el clóset de donde sacó el pequeño maletín con equipo médico y salió de la
habitación.
Si eso no era ser atractivo y sexy por naturaleza, Hinata no sabía lo que era
entonces.
Naruto asintió mientras comenzaba a secarse el cabello con otra toalla que traía
en la mano y luego, mientras Hinata sacaba lo necesario de su maletín y lo
colocaba sobre un buró, él se sentó en la cama a su lado. Sin decir palabra
alguna, la mujer comenzó a hacer su trabajo y minutos después, había retirado
todas las suturas dejando sólo pequeñas marcas en un tono más claro como
muestra de que alguna vez había estado herido.
—Tu herida está sanando muy bien pero aún le falta un poco, tal vez porque
necesites alimentarte. —dijo la chica mientras guardaba todo el material de
curación en su maletín, sintiendo un leve chispazo de la seguridad que alguna
vez había poseído—. Te sugeriría que encontraras a alguien de quien hacerlo
antes de reincorporarte a tus actividades normales. Yo no tengo más que
decirte, por mí esto está terminado y si no tienes objeción, desearía volver a la
clínica. Si tienes tiempo, tal vez quieras pasarte por allá para que te revisen y así
sepas que ya estás completamente curado.
— Las cosas no son así, Hinata —la ojiperla sintió un escalofrío recorrer su
cuerpo al escucharlo llamarla por su nombre—. Tuve una mala noche y sin
querer me desquité contigo. Me gustaría beber de ti si… aún fuera posible —un
notorio rubor cubrió las mejillas de la chica cuando Naruto alzó el rostro y fijó su
mirada celeste en ella a la vez que tomaba su mano delicadamente para
después llevarla hasta sus labios.
Ni siquiera sabía qué estaba haciendo, nunca había hecho algo parecido a eso
en toda su vida y por esa razón no dejaba de sentirse nerviosa pero, cuando
Naruto se inclinó hacia ella y hundió sus colmillos en su piel, todo desapareció
dejando sólo una extraña sensación de intenso placer mientras sentía los labios
del rubio succionar sobre su cuello y los sonidos huecos que escapaban de su
garganta mientras se alimentaba de ella.
Con fuerza aferró más el frágil cuerpo femenino al suyo y lentamente lo fue
subiendo hasta que la sentó a horcajadas sobre su regazo, apretándola contra él
lo más que le fue posible. Hinata apoyó las manos en los fuertes hombros del
rubio mientras sentía aumentar la intensidad de la succión en su cuello haciendo
que un pequeño gemido escapara de sus labios, disparando el deseo de Naruto
que pudo sentir entre las piernas a través de la tela de la toalla y la del camisón.
El ojiazul, ansioso de aumentar el contacto deslizó las manos a través de la
espalda de Hinata, moviéndose hasta la parte inferior del camisón e
introduciéndose debajo de él para poder sentir la piel de las piernas de la chica,
apretándolas ligeramente buscando obtener lo máximo de ellas también.
Pasó sus dedos a través de los mechones dorados del cabello de Naruto y sintió
como ahora era él quien sucumbía antes sus simples caricias, lo que hizo que
sonriera con un tenue toque de suficiencia. Pasó su dedo índice por una de las
mejillas del chico, dibujando las extrañas y tenues cicatrices que ahí había y que
no había notado a simple vista, siendo entonces cuando vio el pequeño hilo de
sangre que iba del labio inferior del chico hasta la barbilla. Sin poder controlar el
instinto que esta surgiendo en ella, tomó el rostro de Naruto con una de sus
manos y luego, de manera titubeante, acercó su boca hacia la mandíbula del
ojiazul y con la lengua delicadamente lamió el ligero rastro de sangre. Cuando
volvió a alejarse, se encontró con la mirada del rubio nublada totalmente por lo
que a ella le pareció deseo total y no pudo evitar sonrojarse una vez más.
Naruto estaba al borde de todo, ese simple gesto que había hecho Hinata lo
había llevado al límite y no sabía si sería capaz de controlarse en ese momento.
Jamás se había sentido tan conectado con alguien como lo había estado con
ella en el momento en el que había estado bebiendo de su cuello y sin embargo,
la sensación de querer, de necesitar más de ella no parecía menguar. Apartó su
mirada del hermoso rostro que tenía frente a él y volvió a dirigirla al cuello
notando las marcas de sus colmillos y los diminutos ríos de sangre que todavía
brotaban gracias a que aún no había sellado las heridas.
Por un segundo volvió a mirar a Hinata y luego se fue acercando con lentitud
hacia el cuello de la chica intercalando su mirada entre el rostro de ella y esa
zona de su cuerpo, luego pasó con igual parsimonia la lengua a través de los
dos pequeños orificios para poder cerrarlos y de nuevo un tímido gemido llegó
hasta sus oídos incitándolo a continuar. Observó la dirección que había tomado
el rastro de sangre, yendo por la clavícula, pasando por uno de esos magníficos
senos y finalmente perdiéndose bajo la tela del camisón. No estaba seguro de
poder continuar, lo deseaba más que cualquier cosa en el mundo pero tenía
duda si ella se lo permitiría. Volvió a centrar su mirada en la de la chica y luego
la alternó con el rastro de sangre que contrastaba en la blanca piel.
¿Qué había sucedido con la tímida y tranquila Hinata? Ah, claro, lo recordaba.
Había quedado sepultada cuando supo todo lo que podía sentir gracias a un
hombre, bueno sólo con uno… el que se encontraba en ese momento con ella.
Naruto.
Los labios del rubio comenzaron a moverse con sosiego, recorriendo el rastro de
sangre que había sobre su piel haciéndola estremecer por el simple toque de su
lengua en cada parte de ella. Cuando por fin llegó al nacimiento de sus senos, la
lengua de Naruto hizo caricias más intensas, ella arqueó la espalda
instintivamente buscando aumentar el contacto sintiendo a la vez, las manos de
Naruto adentrarse más bajo su camisón. Segundos después, los labios del
ojiazul subieron a través de la línea de su garganta hasta encontrarse con los
suyos y unirlos en un beso lento, apacible que en pocos instantes exigió más de
cada uno de ellos.
Mientras recorría la suave piel del cuello de Hinata con los labios y con las
manos hacía lo propio a través de cada una de sus curvas, Naruto se movió
hábilmente hasta poder recostar a Hinata sobre la cama quedando él sobre ella.
Sus labios buscaron uno de los senos para introducirlo en su boca brindando
caricias con su lengua, logrando sacar gemidos cada vez más intensos de los
suaves labios de Hinata. Sus manos viajaban sin reparo a través del cuerpo de
la mujer mientras las de ella hacían lo mismo, de manera más amable por su
espalda.
Las caricias, los besos, el simple contacto entre sus cuerpos ya no resultaba
suficiente y el ansia de tener más del otro estaba tomando el control de sus
cuerpos y de sus pensamientos. De forma sumisa, Hinata se deshizo de la
diminuta toalla que permanecía entre ellos logrando por fin sentir la erección de
Naruto golpear contra su cuerpo haciendo que las piernas comenzaran a
temblarle de excitación y deseo por continuar.
Para Naruto era igual, el juego tortuoso de caricias cada vez más ardientes y la
fricción candente entre sus cuerpos estaba llevando su cuerpo al borde y a
pesar de que quería extender el placer de todo lo que sentían por más tiempo,
no consideraba que podría ser capaz de conseguirlo. La necesitaba a ella,
necesitaba hundirse en su interior y tenerla por completo, ser uno con ella. De
nuevo, casi con locura, se apoderó de los delicados labios femeninos, hundiendo
su lengua en lo más profundo de la cavidad de Hinata mientras con sus manos
abría las suaves y largas piernas de la mujer para acomodarse entre ellas,
rozando su miembro en su cálida entrada, logrando sacar un gemido.
Por fin iba a suceder, lo que ambos habían deseado desde el primer momento
en el que se habían conocido estaba a punto de pasar pero, de pronto, una ola
de energía llenó precipitadamente el cuerpo de Naruto sin siquiera poder
controlarlo.
El rubio cerró los ojos con fuerza mientras apretaba las sábanas con sus puños
intentando retomar el control que estaba perdiendo pero resultaba imposible, la
ola de energía se acrecentaba cada vez más y él sentía como su interior era
invadido por algo que no debía suceder. Se levantó un poco sobre sus brazos y
entonces un pequeño quejido escapó de sus labios.
Antes de que la mujer pudiera decir o hacer algo, Naruto desapareció por la
puerta de la habitación dejándola sola, sobre su cama y con un mar de dudas en
su cabeza. ¿Qué no podía hacer? ¿estar con ella? apretó las sábanas bajo sus
manos al abrir los ojos a la verdad que no había visto antes. Él no la deseaba,
no lo suficiente.
Era obvio.
Cuando había tenido sexo con otras mujeres, una parte de él siempre se
mantenía en control, consciente de que no era algo más allá del simple contacto
carnal pero… con Hinata, él quería estar con ella al cien por ciento y eso
significaba entregarse por completo, dejarse llevar por sus emociones, lo cual
facilitaba las cosas para el kyubi. Maldijo mientras se deslizaba por la pared
hasta quedar sentado en el suelo y aferraba los dedos a las mechas de su
cabello rubio. Eso significaba que no podría estar con Hinata…
Nunca.
— Siempre creí que eras más exhibicionista que Kiba pero estar desnudo en el
pasillo… es demasiado ¿no crees?
— Pero… ¿Cómo ocurrió, ella está bien, tú… estás bien? —Naruto asintió y de
nuevo bajó la cabeza— ¿cómo es posible? ¿no se suponía que podías
mantenerlo bajo control y que pues… el sexo no…?
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Día tres. Había pasado todo el fin de semana y gran parte del lunes sin haber
tenido noticias de Sasuke, lo que terminaba de confirmar las ideas que habían
recorrido su mente en los últimos días y que una parte de su interior se negaba a
reconocer, y eso era que, lo que había sucedido con Sasuke había sido
simplemente algo carnal y nada más pero… ¿por qué no podía dejarlo pasar?
Intentó volver a su trabajo en la computadora pero el azabache no dejaba de
atravesar su mente cada vez que ella intentaba dejarlo de lado, llenándola de
frustración y molestia consigo misma.
Había cinco y tres de ellos eran de Sai preguntándole por su falsa enfermedad
que había inventado para excusarse por no asistir a la fiesta el viernes anterior.
Siempre había intentado ser sincera con Sai lo más posible pero el viernes le
había mentido de manera descarada fingiendo un resfriado cuando fue a mitad
de la noche a su apartamento para ver cómo se encontraba. Por si no se sentía
ya lo suficientemente mal, una nueva dosis de culpa llegó a su ser al ver los
mensajes de Sai. Estaba a punto de regañarse a sí misma, de maldecirse por
haber hecho algo de lo que siempre se creyó incapaz toda su vida hasta que
Sasuke había se había cruzado en su camino.
Había pasado los últimos tres días en vela pensando en llamarla, sólo para
escuchar su voz pero sabía que eso no iba a ser suficiente y fue así como al
caer la noche se había materializado en el edificio del periódico donde ella
trabajaba pero al tomar el ascensor no se imaginó que la vería de frente, en
definitiva el universo estaba conspirando contra él para hacerlo caer en una
tentación que estaba más que prohibida para él pero… no lo podía evitar.
— ¿El qué?
— Yo… "¡Vamos, Sakura! Dile que sí, que quieres que se aleje de ti, que lo que
sucedió la noche anterior no volverá a ocurrir" —cerró los ojos al darse cuenta
que traer a colación lo sucedido antes no ayudó mucho a su causa, al contrario,
su cuerpo comenzó a arder en deseos porque se volviera a repetir. Abrió los
ojos para enfrentar la mirada de Sasuke de nuevo y vio una media sonrisa
dibujada en el rostro de él.
Era de nuevo de esa clase de besos suaves y cálidos que le quitaban aún más
la respiración que los apasionados que habían compartido mientras tenían sexo.
Sin poder evitarlo más, cerró los ojos a la vez que sus manos se movían con
lentitud hasta hundirse en los mechones oscuros en la nuca de Sasuke. Ese
hombre no podía tener tales efectos en ella, había intentado convencerse de que
así sucedía pero la realidad era bastante obvia. Sintió la lengua del azabache
delinear suavemente sus labios y le permitió la entrada para poder encontrarse
con la suya y aumentar las sensaciones del beso, confirmando lo que ella ya
sabía:
Quería que durara, que el ascensor se quedara ahí por horas, que él la tomara
ahí, en ese mismo momento sin preocuparse por nada más y sin embargo,
debía detenerse. Sai. Su nombre apareció de repente en su mente y ella supo
que era la principal razón por la que debía alejarse de Sasuke pero sabía
también que no era suficiente, así que, si ella no podía alejarse de él, aunque no
le pareciera lo mejor, debía hacer que él fuera quien se alejara.
— Sasuke… yo… debes de saber que… —intentaba decir mientras con sus
manos trataba de apartar un poco a Sasuke de ella— no podemos seguir con
esto.
— ¿Por qué no? —cuestionó junto a su oído para luego volver a su tarea de
llenar su cuello de besos sin descanso.
— Por que… por que yo —odiaba no poder decirlo, aumentó sus fuerzas para
seguir intentando apartarlo de ella y así hablar con seriedad pero parecía
imposible hasta que, luego de unos instantes, consiguió articular la frase que
necesitaba— porque estoy comprometida. Yo…
« Continuará… »
apítulo 9
Esos labios estaban reclamando los suyos con tal intensidad que no solo sentía
que le robaban el aliento sino también hasta el último vestigio de energía en
cada rincón de su cuerpo. Él no podía ser real y lo que estaba sucediendo entre
ambos tampoco. Él no podía despertar en ella tal deseo que la hacía olvidar todo
lo demás pero, así era. Jamás se había sentido tan atraída hacia alguien ni
tampoco había sentido todo lo que Sasuke le provocaba con un simple beso. No
dejaba de repetirse que no podía ser cierto, aunque las evidencias físicas,
decían todo lo contrario.
La cara de Sakura reflejó un poco de sorpresa. ¿De verdad ella quería que él se
fuera? Cerró los ojos intentando encontrar algo dentro de su mente que le
indicara qué hacer, pero no había nada. No sabía si le importaba estar
comprometida, si realmente estaba lista para un compromiso así, si lo que
sucedía con Sasuke era normal, si lo que estaba sucediendo con ella misma lo
fuera, no sabía que hacer con su vida, qué camino seguir, cuál era realmente su
propósito. Nada, no sabía nada y eso no hacía más que aumentar el enojo que
sentía contra ella misma.
Era cierto, no sabía nada en esos momentos, ni sobre lo que ya había sucedido,
ni sobre lo que sucedía, ni sobre lo que sucedería en un futuro con ella pero, de
lo único que estaba realmente segura era que, estando con Sasuke, podía
sentirse como no lo había hecho en mucho tiempo.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Las imágenes de lo sucedido noches antes pasaron por su mente y eso lo hizo
enfadarse consigo mismo. De un manotazo cerró el compartimiento y luego
abandonó su habitación. Al encontrarse en el pasillo miró hacia su izquierda y,
sin poder contenerse, caminó en esa dirección deteniéndose justo frente a las
puertas de la habitación al final del corredor. Colocó su mano sobre la puerta
pensando en la figura de Hinata del otro lado de ese simple trozo de madera.
Quería… no, deseaba verla, sólo con eso le bastaría pero sabía perfectamente
que no sucedería, no después de lo ocurrido. En ese momento reaccionó, apretó
los puños y se alejó por el corredor dando grandes zancadas que resonaban por
todos lados, denotando su frustración.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Sasuke soltó un bufido casi con irritación y lentamente salió de ella para dejar
que contestara el maldito aparato. Sakura se puso de pie, sintiendo como las
piernas le temblaban, se vistió con la camisa de Sasuke y pensó que si se había
sentido débil hacía un par horas, en ese momento realmente lo estaba. Con
dificultad logró sacar el móvil del bolso para contestar.
— ¿Sí? ¿Eri, qué sucede? —hizo un mohín al escuchar la voz de la asistente del
editor. Eri era una gran chica y muy vivaz pero, aún le faltaba foguearse en el
ambiente del diario así que siempre que Kentarou –el editor- se enojaba, la
ponía tan nerviosa que le impedía pensar con claridad. Sakura respiró profundo
cuando escuchó el motivo de su llamada—. No, yo le envié las imágenes esta
mañana junto con tres copias. Estoy segura. No… ¿está el jefe ahí? dile que
quiero hablarle —volvió a inhalar profundo mientras esperaba, entonces sintió un
escalofrío que le recorría la espalda y cuando se giró, notó que Sasuke la miraba
de una forma tan ardiente que hizo que las mejillas no fueran la única parte de
su cuerpo que se encendiera—. Deja de hacerlo.
— ¿El que? —respondió con una sonrisa traviesa dibujada en el rostro mientras
recorría con la mirada el cuerpo de Sakura de arriba abajo, imaginando lo que
había debajo de la negra tela de su camisa y lo fácil que sería arrancarla de un
solo movimiento.
Ella estaba a punto de replicar cuando escuchó la voz de su editor del otro lado
del auricular devolviéndola a lo que debería estarle preocupando. Luego de
varios minutos de discusión acalorada por el teléfono, el tono de seguridad en la
voz de Sakura le pareció indicar a Sasuke que había ganado la pelea. Cuando
ella volvió a centrar su atención en él, se dio cuenta de que ya estaba casi
completamente vestido.
— ¿Algún día… "te quedarás el tiempo suficiente para poder hacer otra cosa
que no sea estar uno encima del otro"? —soltó un suspiro sintiendo que había
evitado quedar como una idiota—. Olvídalo.
Antes de que ella pudiera decir algo, él atrapó sus labios en un beso tan tórrido
que las piernas de Sakura volvieron a flaquear y la cabeza comenzó a darle
vueltas. Él la alzó en brazos y la llevó hasta la cama, le quitó su camisa y la
cubrió con las sábanas.
Siempre pensó que era lo bastante madura como para manejar correctamente
cualquier tipo de situaciones, sabiendo siempre como afrontar cosas como
abandonar su antigua vida, trabajar en el diario, su compromiso con Sai pero, no
sabía como hacerlo cuando se trataba de su atractivísimo y extremadamente
sexy vecino con quien estaba teniendo una ardiente aventura.
"¡No puede ser que esto te esté pasando a ti!" se recriminó a sí misma mientras
se cubría un poco más con las sábanas. Pensó en buscar su pijama pero, aun
sentía el calor en su cuerpo, así que sólo se dedicó a esperar a que el sueño la
venciera, lo cual sucedió tan sólo unos minutos después.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
El día estaba pasando con avance lento, sus horas habían sido interminables
mientras muy pocos dentro de la mansión de la cofradía podían dormir. Ino y
Kiba eran de los pocos inquilinos que lo habían conseguido hasta que la rubia se
levantó de la cama.
Segundos más tarde sintió un chakra detrás de ella que hizo que su cuerpo se
pusiera totalmente rígido, con cautela giró la cabeza para mirar sobre su hombro
y vio a Gaara parado en el umbral de la puerta.
— No sabía que estarías despierta —dijo el pelirrojo lacónicamente mientras se
acercaba a Ino. La chica sintió lo que, imaginó, debía sentir una oveja estando
frente a un lobo a punto de ser devorada. Sin poder controlarlo, un temblor
recorrió su cuerpo cuando Gaara pasó frente a ella hacia la nevera, al mismo
tiempo en que las imágenes de él jugando al Jack el destripador con los
cazadores de akatsuki cruzaban su mente.
— No tienes por qué temerme —dijo sin asomar el rostro— Nunca te haría daño,
no por ser la mujer de Kiba.
"Sé lo que es estar atrapado en un mundo que te asfixia por lo que ha sucedido
fuera de tu control sin saber como expresar lo que sientes" solía decirle cada vez
que le preguntaba por qué tanta insistencia con estar cerca de Gaara. "Sé lo que
es sentirte solo, sin una familia en quien apoyarte porque te ha dado la espalda.
Y es por eso que creo que vale la pena estar con Gaara, porque él sabe lo que
es eso y, tal vez no sea capaz de decirlo pero… yo creo que anhela encontrar a
una familia justo como yo te encontré a ti. Quiero que él se sienta parte de algo
otra vez…"
— No te temo Gaara —susurró la rubia aún sin saber si sus palabras eran del
todo ciertas. Aunque tenía la esperanza de que así fuera—. Temo por ti.
— ¿Temes por mí? —cuestionó alzando una ceja— ¿Por qué habrías de
hacerlo? Si yo no fuera bueno asesinando cazadores, todos ustedes desearían
que estuviera muerto. No hay por qué decir lo contrario cuando sabemos que es
verdad, Ino. Tú misma lo has visto, no soy la clase de ser que deba pisar la
tierra. —cada una de sus palabras eran tan afiladas como cualquier navaja, sólo
que estas herían directamente el corazón.
— Por supuesto.
— ¿Y piensas que Kiba estaría de acuerdo contigo después de todo lo que han
pasado juntos?
— Las cosas con Kiba son diferentes —Ino se puso de pie de un salto al
escuchar la respuesta de Gaara. Ese hombre era más terco que cualquiera que
ella hubiese conocido, incluyendo a Sasuke.
— Lo tendré en cuenta —musitó secamente para luego salir por el mismo lugar
por el que había entrado.
Ino suspiró al ver la puerta cerrarse pero algo de esperanza llenó su corazón
cuando oyó la respuesta de Gaara. Viniendo de él, era más de lo que pudo
haber esperado.
— A pesar de todo, he estado pensando que yo también creo que podría valer la
pena acercarse a Gaara. —Kiba rió tenuemente sobre su cabello al escuchar las
palabras de Ino.
Kiba volvió a sonreír mientras unía sus labios a los de Ino sintiéndose feliz por
las palabras de la chica. No cabía duda que ella era la mujer de su vida y,
aunque sonara imposible, cada día que pasaba sentía que la amaba más que el
anterior; además, considerando que le quedaba más de medio milenio para
compartir a su lado, estaba dudando que su cuerpo fuera capaz de contener
tanto amor por ella en su interior.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
La llamada de Sai al trabajo la había hecho ponerse nerviosa y más aún cuando
pidió que se reunieran para comer. Por lo general, en la mayoría de ocasiones
anteriores, ella había sido quien había hecho la petición por lo que resultaba
extremadamente raro que él la hubiese citado.
Sabía que no debía estar pensando en eso así que decidió concentrarse en la
hora. Habían pasado quince minutos después de la hora acordada y Sai no
había aparecido aún. Suspiró profundamente, lo más seguro era que él tuviera
mucho trabajo y que la dejara plantada, después de todo, no sería la primera
vez; sin embargo, apenas ese pensamiento cruzó su mente, vio a Sai pasar
entre varias mesas en dirección a donde ella se encontraba.
— Hola, cariño. Perdón por el retraso —dijo dándole un beso en la frente y luego
tomó asiento en la silla frente a ella—. ¿Llevas mucho tiempo esperando?
Sakura negó con la cabeza y antes de que pudieran decir otra cosa, la mesera
los interrumpió para tomar su orden, una vez que lo hizo se retiró dejándolos
solos de nuevo. La situación se estaba sintiendo más incómoda de lo que debía
y Sakura lo sabía, así como también sabía que ese estrujamiento en el
estómago que estaba sintiendo en esos momentos era nada más ni nada menos
que la culpa que comenzaba a hacerse presente.
Alzó el rostro y su mirada se encontró con la de Sai. Él siempre había sido
extremadamente serio pero en esos momentos le sonrió tan tiernamente que la
hizo sentir aún peor que una cucaracha en un basurero.
— Eh, si. Parece que fue sólo una de esas enfermedades de cuarenta y ocho
horas. Ya me siento mucho mejor. —De nuevo se preguntó ¿cómo podía ser
capaz de mentirle tan descaradamente?
— Me alegra.
"Strike uno"
— Gracias, cariño.
— Bueno, porque tendré que ir a Suna por un par de semanas y debo partir
mañana —respondió casi con arrepentimiento—. No hemos estado juntos desde
hace varios días y ahora yo me voy. Es perfectamente justificable si quieres
enfadarte.
"Strike dos"
— Me encantas, por eso te amo tanto —Sakura dio un ligero respingo mientras
sentía su estómago desaparecer por la compresión que había sobre él—. Pero
¿sabes qué? intentaré compensarlo, ¿tienes que volver a la editorial hoy?
— Me encantaría.
Sai sonrió tenuemente mientras le rodeaba la cintura con los brazos y luego la
acercaba a él.
— Tal vez tienes un poco de razón, si estoy contigo, nada más me importa. Así
que técnicamente eres la distracción más grande que tengo.
Sakura respondió el comentario con una sonrisa muy forzada antes de que Sai
la besara. Por primera vez en su vida, desde que lo había conocido, no sintió
nada ante ese contacto, nada siquiera cercano a lo que sentía cuando estaba
con…
… Sasuke
El azabache reaccionó y pasó junto a ellos sin siquiera mirarlos, con ese aire de
superioridad y arrogancia que lo caracterizaba, dejando una estela helada a su
paso, como si de repente, la temperatura del lugar hubiese descendido varios
grados centígrados.
— ¿Quién es? —le preguntó Sai una vez que Sasuke desapareció en el
ascensor.
Sakura asintió dedicándole una leve sonrisa. Él la besó una vez más y luego
caminó hasta el ascensor. Cuando se halló sola en el corredor, miró hacía el
apartamento de Sasuke e Ino, imaginándolo a él parado justo como lo había
estado instantes antes, recordando la manera en la que la había mirado.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
— ¡Vaya, ya era hora! —exclamó Naruto acercándose a él. Ino se quedó un par
de pasos alejada—. ¿Se puede saber donde estabas?
— De la mujer en la que Sasuke está interesado ¿no lo sabías? —Ino negó con
la cabeza— ¡Qué extraño! Pensé que tú la conocías.
— ¿Quién es Sasuke? —le preguntó Ino— ¡Por favor no me digas que es Karin
porque entonces tendré que golpearte por imbécil!
— ¡Ya es suficiente! —exclamó Sasuke casi con furia haciendo callar a ambos—
No le hagas caso, Ino. No sé de qué mierda está hablando este imbécil pero ya
es suficiente ¿quedó claro?
— Habla.
Al oírlo, Naruto dio un respingo y antes de que Sasuke pudiera decirle algo más,
se desmaterializó.
— Sasuke —le llamó Ino y entonces él percibió el aroma dulzón y frío que tanto
estaba esperando. No pudo evitar esbozar una media sonrisa mientras se
acercaba a la rubia.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Hinata siguió a Danzou a través del corredor y las escaleras hasta que
finalmente se detuvo cerca de la puerta, dio un último vistazo al magnífico
cuadro de ángeles que decoraba el techo del vestíbulo, maravillándose por la
exquisita combinación de colores que hacía parecer que los querubines tenían
vida propia y que en cualquier momento bajarían de las esponjosas nubes para
mostrarse ante ella.
Si, eso era una ilusión, como también lo había sido lo que ella había sentido con
Naruto.
Suspiró profundo y miró su reloj, aún era temprano así pensó que lo mejor sería
decirle a Danzou que la llevara a la clínica y ya después de ahí, ella se
materializara hasta su casa al final de la noche. Había estado ausente durante
casi cuatro noches y tenía varios pacientes por atender, ninguno de gravedad
pero estaba vigilando sus procesos de mejoría.
— Estoy fuera de la casa —respondió como si pudiese leer su mente, lo cual era
imposible a menos de que estuvieran predestinados y hubiesen tenido intimidad
y, obviamente, eso no había sucedido—. ¿Por qué no me dijiste que te irías
hoy?
Ella alzó el rostro lentamente y cuando sus ojos se encontraron con la mirada
celeste de él, no pudo evitar sentir ese extraño escalofrío que la recorría siempre
que lo miraba, de manera automática las imágenes de lo ocurrido días antes
regresaron a su memoria y rápidamente apartó su mirada, desviándola hacia un
costado. No podía verle el rostro pero estaba parado justo frente a ella, tan sólo
unos cuantos centímetros los separaban y eso hacía posible que el aroma que
emanaba de la piel de Naruto llegara hasta su nariz.
En ese momento Naruto la tomó por los hombros antes de que ella rodeara para
salir por la puerta. Su toque fue como brazas ardiendo sobre su piel aún por
encima de la tela y de nuevo una corriente eléctrica recorrió todo su cuerpo.
— Por favor, sólo déjame explicarte ¿si? —inclinó su cabeza y con una mano
tomó el rostro de ella por el mentón para que pudiera encontrar su mirada—.
Dame sólo unos minutos y si después sigues sin cambiar de opinión, te juro por
la diosa que saldré de tu vida para siempre. Por favor, Hinata.
Ella cerró los ojos mientras seguía escuchando su súplica, no quería verle a los
ojos porque sabía que entonces sucumbiría sin remedio pero, por otra parte,
algo dentro de ella le decía que necesitaba escuchar lo que él tenía que decir.
Tenía mucho que preguntarle, demasiadas dudas y si quería volver a su vida
anterior, necesitaba saciar su curiosidad para así no tener a Naruto presente en
su mente todo el tiempo. Volvió a abrir los ojos y lo miró fijamente.
— D-de acuerdo. —la sonrisa que se dibujó en el rostro de él fue tan cálida que
llegó a cada rincón de su ser.
— Eso haremos, pero quiero que conozcas un lugar —respondió casi con
entusiasmo—. No te preocupes, Danzou regresará tu equipaje adentro. Ven,
sube.
Hinata se detuvo de golpe al ver el hermoso auto que había frente a ellos. Un
Dodge Challenger 71, de color naranja y un par de franjas negras al frente.
— ¿Es tuyo? —preguntó asombrada a Naruto, quien estaba del otro lado. Él
asintió—. Es hermoso.
— Gracias. Fue un regalo de Sasuke por mi cumpleaños hace dos años, tiene
como pasatiempo restaurar autos clásicos. Pero no se lo digas a nadie, es un
secreto.
— ¿A dónde vamos?
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
— ¿Qué sucede? —le preguntó Sasuke una vez que Ino finalizó la llamada.
— Shika dice que ya no hay más cazadores en esta zona y que los pocos que
logró rastrear se dirigen hacia las afueras por lo que Kiba y Gaara van hacia allá.
—soltó un suspiro— Supongo que por hoy ya hemos terminado.
— Y bien, ahora que ya no tenemos trabajo por hacer y estamos solos, ¿vas a
decirme a que mujer se estaba refiriendo Naruto?
— Te dije que no le hicieras caso. Son alucinaciones que tiene —volteó a ver a
Ino y notó que ella lo miraba de esa manera que quería decir que sabía que le
estaba mintiendo.
— Como quieras, sólo pido conocerla antes de que vayas a emparejarte con ella
¿de acuerdo? Adiós.
Sasuke dio la vuelta para replicar pero cuando lo hizo, Ino ya se había ido.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
El sueño la había reclamado hacía varias horas cuando pudo sentir que alguien
se acomodaba a su lado. De inmediato abrió los ojos a la vez que se sentaba de
golpe.
— Por supuesto. Tienes esta maldita costumbre de venir a mí aún en sueños así
que esto no me extraña.
— Aunque por lo general haces otras cosas más interesantes —Sasuke rió
quedamente inhalando el aroma de la piel desnuda de la espalda de Sakura.
— Lo sé. Así que no te preocupes, no haré nada más que esto. —dijo
acercándola más a él, hundiendo el rostro entre su cabello, embriagándose con
el aroma a flores que tenía. Ella suspiró.
"Eres mía…" susurró una voz en su cabeza logrando sacarlo de balance durante
un segundo. ¿En verdad él había pensado eso? Antes de encontrar respuesta,
la voz de Sakura lo interrumpió.
— Porque nunca imaginé que tú eras de los que podía ser el amante de alguien,
cuando bien podrías… —no continuó gracias a la interrupción de un bostezo.
— Eso haré. —musitó rodeándola con sus brazos—. Dime algo, Sakura…
— ¿Mmmm?
Minutos más tarde, cuando sintió que la respiración de Sakura volvió a hacerse
más acompasada, supo que había vuelto a dormirse y simplemente se dedicó a
mirarla. Sin poder controlarlo, pasó el dorso de su mano por la suave mejilla y
cuando ella se removió entre las sábanas acercándose más a él, sintió el deseo
que se agitaba en su interior.
"No podía estar pasando". Estaba cansado de repetir esa frase tantas veces que
ahora ya no le encontraba lógica.
Sabía que nada de eso debería estar pasando, realmente era consciente de que
las cosas no debían de ocurrir así pero no podía recordar el momento en el que
los planes y la razón habían dejado de parecerle importantes. El no se había
acercado a Sakura ni para conocerla ni mucho menos para acostarse con ella,
su trabajo solamente era apoyarla en el proceso de transición, debía ser
solamente eso, pero la situación se había salido de su control desde el momento
en el que la estrechó en sus brazos.
Fue en ese momento cuando todo su raciocinio, control y madurez se habían ido
por el desagüe dejando solamente a sus instintos que lo habían colocado en esa
situación. Ahora, oficialmente era el amante de una mujer, una mujer que
además era humana, algo que no tendría que hacer puesto que -aunque
estuviera mal que él lo dijera- siempre había podido tener a la mujer que
quisiera, fuese humana o no, en su lecho con tan sólo una mirada.
Pero había mucho más en Sakura, había algo en esa mujer que lo sacaba de
sus cabales, le removía cosas en su interior que no sabía que poseía y lo atraía
con una fuerza tan magnética que le era imposible resistirse, cuando no estaba
luchando en lo único en lo que podía pensar era en ella y por más que intentaba
controlarlo, le era imposible. Era como si, lo estuviese hechizando.
Dentro de él, la voz de la razón le decía que debía alejarse de ella pero… todo
su cuerpo le gritaba que hiciera lo contrario.
Aún con la escasa luz, debía reconocer que era simplemente increíble. Ese
hombre parecía no conocer la palabra defecto. Era demoledoramente atractivo.
Pensar en ello fue una mala idea. De inmediato todas las escenas de lo que
había casi sucedido entre ellos se arremolinaron de golpe en su mente y sintió el
calor ir subiendo lentamente en su interior. Intentó concentrarse en otra cosa
mirando discretamente en otras direcciones hasta que una duda asaltó su
cabeza cuando vio -o más bien no vio- las líneas divisorias sobre el pavimento,
lo cual era extraño considerando su visión desarrollada. ¿A qué velocidad
estaban yendo? Dispuesta a saciar su curiosidad, y en aras de evitar algún
incidente bochornoso si el deseo se despertaba en su cuerpo, decidió bajar la
ventanilla sintiendo una gran corriente de aire golpearla de repente.
Jamás había sentido algo como eso, el viento chocaba contra su rostro
enfriándolo al instante y se colaba por su cabello agitándolo para hacerle sentir
un extraño cosquilleo en el cuello. No podía dejar de sonreír al sentir su cuerpo
embargado de esa sensación tan excitante y, sin poder evitarlo, miró a Naruto
quién también la observaba con aquella sonrisa casi aniñada que tanto le
encantaba mientras el viento también le alborotaba los mechones rubios de su
cabello.
— ¿Cómo puedes ir tan rápido? —preguntó casi a gritos gracias al viento que
golpeaba sus tímpanos—. ¡Es increíble!
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Sakura se removió entre las sábanas haciendo que Sasuke se diera cuenta de
que se había quedado dormido. Miró a la mujer que yacía a su lado notando que
la había destapado mientras dormía y al verse a sí mismo supo la razón: estaba
vestido. No es que él durmiese desnudo pero unos pantalones y abrigo de cuero
no formaban parte de lo que él consideraría su ropa para dormir favorita, y como
aún se negaba a alejarse de Sakura, sólo encontró una opción.
Con el mayor cuidado que le fue posible, retiró el brazo que estaba sobre su
torso para sentarse, apoyado con los talones logró quitarse las botas y después,
el abrigo, la cartuchera, las armas, la camisa y los pantalones fueron a parar a
algún lugar en el piso de la habitación, cerca de la cama. Cuando se encontró
casi desnudo, volvió a recostarse, esta vez debajo de las sábanas, acercándose
de nuevo a Sakura, abrazándola por la espalda. Sin embargo, se tensó al
instante al darse cuenta que el simple roce con el cuerpo de ella había agitado
aún más el deseo que había dentro de él y que pensó que había controlado
momentos antes.
— Dijiste que no harías nada esta noche —musitó entre dormida cuando sintió la
erección de Sasuke golpear cerca de su trasero. Él sonrió sin poder evitarlo.
— Lo sé, y pienso cumplirlo, al menos hasta que deba irme. —Sakura se volteó
para mirarlo, abriendo parcialmente los ojos.
— ¿Por qué te vas? —Sasuke le dio un rápido beso y luego pasó sus dedos
entre las mechas rosadas.
— Porque pronto tendrás que despertar. —a ella le pareció lógico así que
asintió.
Sasuke inclinó el rostro para poder tener el cabello de Sakura a unos cuantos
centímetros y así seguir deleitándose con ese suave aroma mientras pensaba
que aún le quedaban unas horas antes de que tuviera que volver a la mansión.
Ya después se encargaría de hacer un análisis frío a la situación, por ahora, lo
único que le importaba era continuar sintiendo eso que sentía teniendo a Sakura
acurrucada en su pecho, compartiendo la misma cama. Nunca lo había sentido
antes y algo dentro de él deseaba seguir sintiéndolo siempre.
Por primera vez en su vida, agradeció el hecho de que la noche no hubiese sido
tan agitada como él había deseado en un principio.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Luego de algunos minutos más, por fin Naruto aparcó el auto a la orilla del
camino. Ambos bajaron del vehículo y el rubio caminó hasta quedar parado junto
a ella.
— Bien, a partir de aquí caminaremos. Son sólo unos cuatro o cinco kilómetros
más —Hinata dio un respingo al escucharlo y él no pudo evitar sonreír—. Es
broma, nos materializaremos.
— Veintinueve.
— Uuyy —Naruto hizo una mueca mientras pensaba en algo—. ¡Ya sé! Ven —
extendió su mano para tomar la de ella—. No importa.
— P-pero…
— ¿Confías en mí, Hinata? —ella asintió y entonces Naruto la jaló hacia él hasta
sentir su cuerpo considerablemente cerca del suyo. Hinata alzó la vista y no
pudo evitar sonrojarse haciendo que Naruto sintiera un espasmo en la espalda al
ver su rostro teñido de carmesí. Intentando recuperar el hilo de sus
pensamientos, el rubio se aclaró la garganta—. Bueno, me desmaterializaré y tú
seguirás mi chakra pero debemos de estar lo más juntos que se pueda para que
esto resulte ¿de acuerdo?
Hinata asintió y entonces Naruto la atrajo más hacia él, ella cerró los ojos
logrando sentir el latido de su corazón contra su pecho y su flujo de chakra irse
estableciendo en un nivel estándar, lo escuchó inhalar profundo y ella hizo lo
mismo hasta lograr equilibrar su energía con la de él. Sus chakras se fusionaron
y una vez que alcanzaron un equilibrio, sus cuerpos se hicieron cada vez más
ligeros hasta que les fue posible viajar a través del viento, dejándose envolver
por una cálida sensación al estar los dos completamente unidos en el nivel más
estricto de la palabra.
Tan sólo fueron unas cuantas milésimas de segundo pero ella pudo haber jurado
que el tiempo se congeló en una eternidad completa.
Se encontraban en la cima una de las colinas más altas que rodeaban la ciudad,
el cielo estaba completamente estrellado siendo iluminado por la luna llena
sobre ellos y Konoha se extendía justo al frente, con los miles de pequeños
puntos luminosos haciéndola parecer un reflejo del cielo nocturno. Sin poder
evitarlo, caminó unos pasos más hacia delante, buscando contemplar todo con
el mayor detalle que le fuera posible.
Ella sólo apretó con más fuerza sus dedos entrelazados, no era de las personas
que perdían la paciencia con facilidad pero esa frase, en labios de Naruto,
estaba comenzando a fastidiarla de sobremanera. "¿Acaso no tenía más
material dentro de su repertorio?" Se extrañó de haber pensado eso, siendo ella
alguien tan tranquila y paciente pero, en definitiva, ese hombre lograba sacar a
relucir facetas de ella que ni siquiera ella misma conocía.
— Necesito que dejes de decir eso como si fuera suficiente para aclarar las
cosas. Aunque en realidad… no hay mucho que aclarar.
Hinata suspiró sintiendo como el corazón le latía a mil por hora, las manos
comenzaron a temblarle y su cuerpo se estaba cubriendo de una ligera capa de
sudor frío pero, ahora, no podía evitar que las palabras siguieran brotando de
sus labios aún cuando Naruto hizo un ademán para intentar interrumpirla, ella se
lo impidió.
Naruto no pudo evitar soltar una leve y ácida carcajada por el comentario de
Hinata. Ella lo miró frunciendo el ceño.
— ¿Tú crees que soy perfecto, Hinata? —volvió a reír tenuemente—. Nada más
alejado de la realidad, cariño. Soy el rey de los defectos.
— ¡Si no soy la mujer que deseas bien podrías decirlo y así yo podría regresar a
mi vida ¿no te parece? —de inmediato se llevó ambas manos a la boca. Nunca
le había hablado a alguien de esa manera, ni siquiera había pensado que su
tono de voz llegara a tales decibeles pero acababa de hacerlo, por primera vez
en toda su vida había levantado el tono de su voz, o más bien, le había gritado a
alguien.
Estaba a punto de disculparse cuando, en un movimiento totalmente sorpresivo,
Naruto la acercó a él, juntando sus cuerpos haciéndola sonrojar al instante.
Intentó liberarse pero los fuertes brazos que la rodeaban se lo impedían,
ciñéndose a su alrededor con firmeza.
— ¿En verdad crees que no te deseo, Hinata? —cuestionó casi con indignación
tomando una de las frágiles manos para llevarla hasta la erección que
presionaba contra sus pantalones en ese momento. Ella se estremeció
sonrojándose aún más—. Eres lo que más deseo en estos momentos, te juro por
la diosa que no hay nada en este mundo que quiera más que arrancarte la ropa
en este mismo instante y hundirme dentro de ti por completo. Te pienso en cada
momento, tu aroma se quedó grabado en mi mente haciéndome casi
enloquecer, mi piel arde por tocarte, quiero recorrer tu cuerpo con las manos,
con la boca, con mi lengua. Quiero hacerte el amor de mil y un formas y en
todos los lugares que te puedas imaginar. Y si esto —volvió a hacer presión
sobre sus pantalones ocasionando que ambos gimieran— no es deseo,
entonces no sé lo que es.
El corazón de Hinata estaba latiendo a un ritmo tan intenso que si ella fuera
humana, ya le habría dado un paro cardiaco. La cercanía del cuerpo de Naruto,
el calor que irradiaba, su aroma totalmente masculino con tintes amaderados, la
mirada oscurecida, toda esa ardiente declaración además de su mano en
aquella parte del cuerpo masculino, estaban llevándola a un estado de
nerviosismo que se extrañaba de poder conservarse aún en pie. El calor en su
cuerpo creció abruptamente y en lo único que pudo pensar era que no podía
esperar a que él cumpliera todo lo había dicho. No podía evitar desearlo de esa
manera tan intensa y eso la estaba matando.
— ¿P-por qué?
— Yo creo que…
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Las llamas se encontraban a su alrededor, miró sus manos y vio lo delgados que
eran sus dedos manchados de sangre, agachó la mirada y vio el cuerpo cubierto
por una capa negra, no, él no podría estar… Una voz sonó a sus espaldas a la
vez que intentaban levantarlo jalando su brazo "¡Con un demonio, Sasuke!
¡Debemos irnos!" "No Naruto, no puedo dejarlos, mis padres están ahí, Itachi
está…" "¡Él está muerto! ¿no lo ves? Todos lo están, ya no podemos hacer
nada" "¡Llévate a Ino, yo no pienso huir!" y entonces sintió el golpe en el pecho
que dio inicio a su transición, los temblores recorriendo su cuerpo mientras sus
huesos y músculos se estiraban y todo a su alrededor cambiaba para siempre…
— ¿Disculpa?
— Bueno, todo tu cuerpo es increíble pero tu trasero pues… se lleva las palmas.
—aclaró abiertamente. Después de todo, ¿qué tenía de malo decirle al autor de
tus deseos sexuales más ocultos, en sueños, que tenía un magnífico trasero?
— ¿Ah, si? —dijo alzando una ceja mientras caminaba hacia ella, le dio un beso
y Sakura asintió. Él se apartó y segundos más tarde ya estaba completamente
vestido. Volvió a besarla, esta vez recostándola sobre la cama—. Descansa —
susurró viendo como al instante Sakura cerraba lentamente los ojos. Su mente
aún era en gran parte humana así que eso la hacía todavía maleable a sus
órdenes.
Permaneció durante unos minutos más viéndola dormir y al darse cuenta que el
tiempo se le acababa, se desmaterializó de vuelta a la mansión.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
No podía creerlo.
La historia que acaba de escuchar no podía ser cierta pero… lo era. Le parecía
difícil de creer pero sabía que cada palabra que Naruto le había dicho era
verdad. Ahora el problema estaba en poder asimilar todo porque ¿qué tan difícil
podía ser comprender que el hombre que ella creyó perfecto y por el que se
sentía sexual y extremadamente atraída, tenía un demonio encerrado en su
cuerpo que emergía cada vez que él perdía el control de sus emociones?
— Desearía que eso fuera verdad pero no estoy seguro, Hinata. Una vez que
esta cosa se apodera de mí, yo pierdo el control y hago cosas de las que no
sería capaz. Sasuke y los demás lo han visto, el chakra que hay dentro de mí es
demasiado grande y si llegase a descontrolarme por un segundo no me
perdonaría si te llegara a lastimar. Por eso no puedo estar contigo, no de esa
manera —dio pequeños besos en los nudillos de la chica— y por eso tampoco
puedo pedirte que te quedes conmigo ni que me aceptes… —ella puso su índice
sobre sus labios.
Naruto sonrió tenuemente y la rodeó con sus brazos atrayéndola hacia él.
— ¿Quién no querría estar con una mujer hermosa, inteligente, tierna y que
tiene una manera única y encantadora de sonrojarse cuando la beso? Yo soy
quien debería preguntar, doctora. ¿Tú me…? —no pudo continuar porque Hinata
se paró de puntitas y unió sus labios a los de él recorriéndolos con tanta timidez
y discreción que Naruto sentía una lenta y deliciosa tortura con cada delicado
roce.
— So-sólo no me dejes fuera ¿de acuerdo? —pidió pasando los dedos entre los
mechones rubios de su cabello. Naruto la miró mientras pasaba su lengua por
los labios en un gesto tan provocativo que Hinata no pudo evitar dejar escapar
un suspiro.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Horas más tarde, Sakura se encontraba aún dormida en su cama, se giró hasta
quedar tendida sobre su estómago y entonces un aroma oscuro inundó su nariz,
causándole un sobresalto. Abrió los ojos y de golpe se sentó, sintiendo como su
respiración se agitaba y el corazón le latía con fuerza. Ese aroma lo conocía a la
perfección, era el de Sasuke pero… no podía ser. Entonces recordó el sueño
que había tenido durante toda la noche acerca de él durmiendo a su lado.
"Ah, lo olvidaba, nuestra promoción del mes incluye también deterioro físico para
así lograr el equilibrio cuerpo-mente que necesitas antes de ir a parar a un
psiquiátrico. ¡Qué lo disfrutes!"
Vale, el sarcasmo no era lo más adecuado para esos momentos pero era lo
único que le quedaba por hacer, reírse de la situación en la que se encontraba.
— Deberías ir al médico —le dijo una de las chicas que trabajaba con ella y con
las que se reunía para almorzar—. Tener esos síntomas no me parece nada
normal.
— Aoi tiene razón —agregó la otra—. Tal vez no pase de simple agotamiento
físico pero no puedes dejar que vaya en aumento.
— Me temo que así es, Sae —alzó el dedo índice— lo que me recuerda que
entonces, nuestra noche de maratón de películas de hoy queda cancelado pues
la prohibición incluye la pizza, el helado y las toneladas de chocolate que
solemos comer en cada ocasión.
Sakura recibió un abucheo al unísono por parte de las dos mujeres que
consideraría casi sus amigas, y decía casi porque había cosas que no podía
compartir con ellas, aunque eso no significaba que no las apreciara y valorara su
compañía.
— Vamos, Sakura. —comentó Aoi, una mujer de cabello oscuro y ojos castaños
totalmente expresivos y casi infantiles—. Hemos esperado dos meses para esta
noche, no podríamos hacer una pequeña excepción y comenzar el régimen
alimenticio cien por ciento saludable a partir de mañana —juntó ambas palmas
haciendo un gesto de súplica—. ¡Por favor! estoy segura de que Johny Deep,
Orlando Bloom, Robert Pattinson y todos los demás bombones que aparecen en
las películas de esta noche te lo agradecerán enormemente ¿si? ¡por favor!
La ojiverde no pudo evitar sonreír tenuemente, Aoi podía tener casi veintiséis
pero su mentalidad se había quedado como en preparatoria en lo que a hombres
se refería, incluyendo a los galanes de las películas y a su novio, que estaba
más que encantado por esa personalidad tan espontánea que ella tenía. Sakura
estaba dispuesta a negarse cuando su otra acompañante se unió a la súplica y
entonces no tuvo más remedio que ceder.
— Tengo que hacer unas tomas en el festival que hay en el parque central.
— Ten cuidado, no vayas a flirtear con nadie —añadió Aoi— ah, ¡y no llegues
tarde!
— Claro mamá, prometo no hablar con desconocidos —musitó Sakura con una
sonrisa— Nos vemos.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Al caer la noche, todas estaban acomodadas en la estancia del apartamento de
Sakura comiendo pizza, chocolates, helado y charlando animadamente mientras
bebían vino. Una típica noche de chicas totalmente relajadas y divertidas, algo
que a Sakura le había hecho falta en las últimas semanas, una noche tranquila o
al menos lo fue hasta que llamaron a la puerta.
— ¿Tienes visitas?
Sakura tomó el libro y luego miró a Sasuke mientras sentía en su interior unas
enormes ganas de no dejarlo ir.
— Eh, tengo uno que ella me prestó, ¿te importaría entregárselo por mí? —él
negó con la cabeza— Entonces, pasa.
Un silencio profundo llenó el apartamento una vez que las amigas de Sakura
vieron a Sasuke. El asombro, o más bien la fascinación, fue colectiva al ver la
impresionante figura de ese hombre parado junto a Sakura, vestido con una
camisa negra de manga corta de color negro que se ajustaba perfectamente a
su torso y hacía resaltar sus bien tonificados brazos además de unos jeans
desgastados que le daban una apariencia de modelo de pasarelas.
Silencio.
Sakura no pudo evitar sentirse algo incómoda pero hasta cierto punto divertida
cuando recorrió con la vista cada una de las expresiones de las mujeres
embobadas con Sasuke mientras inspeccionaban su cuerpo de arriba a abajo
como si no fuese algo real. Y debía reconocer que a veces ella, dudaba que lo
fuera.
— Bueno, el libro está en mi habitación. —dijo— Sígueme, puedes esperar en el
corredor.
Sakura caminó a través del pasillo siendo seguida por el azabache, y él a su vez
por tres miradas rijosas que se deleitaban con la magnífica vista de su trasero
realzado por esos jeans. ¡Dios!, debería considerarse pecado que una simple y
común prenda como esa le quedara tan espléndidamente a un hombre, por ser
el detonante de deseos escandalosamente lujuriosos en tres simples chicas.
Una vez que se perdieron del ángulo visual de la sala, Sasuke se detuvo a mitad
del pasillo y esperó a que Sakura saliera de su habitación un par de minutos
después.
— Toma es… —alzó la mirada para encontrarse con una sonrisa que le quitó el
aliento mientras observaba como la oscura mirada de Sasuke se centraba en
sus labios y antes de que ella lograra hallar el hilo de sus pensamientos, él tomó
su rostro con una mano, le acarició el labio inferior con el pulgar y se inclinó
hacia ella para atrapar sus labios.
Había algo entre ellos que no se podía explicar, Sasuke lo podía sentir aunque
no lograra definir lo que era. Lo que sí sabía era que la deseaba con una
intensidad que le resultaba desconocida para él, desde que había conocido a
Sakura algo dentro de él se había removido y hacía que su cuerpo ardiera en
deseos cada vez que ella estaba cerca, justo como en ese momento. Le recorrió
la espalda con las manos y aferró su cuerpo aún más contra él, sintiendo como
se agitaba entre sus brazos.
— ¿Por qué no despides a tus amigas y ocupamos la alfombra para algo más
entretenido? —le susurró rozando su cuello con la nariz, inhalando ese aroma
suave que tanto le gustaba.
— El libro fue un pretexto ¿no? —cuestionó jadeante separando sus labios por
escasos milímetros y aferrando aún más las piernas alrededor de sus caderas.
— En parte ¿y tú libro?
Sasuke llevó una de sus manos por debajo de la delgada tela de su blusa,
recorrió la tersa piel del abdomen de Sakura hasta encontrar uno de los suaves
y delicados pechos que tanto deseaba llevar a su boca, y lo cubrió por completo
con su mano dando electrizantes caricias con el pulgar. Sakura gimió y él
aprovechó para profundizar aún más el insaciable beso, presionando su
erección contra su sexo por encima de la tela, dando ligeros empellones,
dejándole saber lo que bien podrían estar haciendo en esos momentos, en la
alfombra o en la cama o tendidos ahí mismo.
Instantes después, cuando las caricias de Sasuke sobre todo su cuerpo fueron
disminuyendo hasta que sus labios se separaron, ella pudo llevar aire de nuevo
hacia sus pulmones, sintiendo el roce de las manos de él a través de sus piernas
cubiertas por unos pequeños pantalones cortos hasta la mitad de los muslos.
Sasuke la dejó poner los pies en el piso nuevamente mientras la miraba de
arriba abajo, y ella casi pudo imaginar lo que él estaba pensando en esos
momentos, haciéndole sentir escalofríos.
Sakura se acomodó un poco las ropas e inhaló profundo sintiendo sus rodillas
aflojarse incapaces de mantenerla en pie, se apoyó contra la pared, rodeándose
la cintura con un brazo y luego volvió a encontrarse con la mirada de Sasuke, la
cual le decía que él disfrutaba verla así, sin aliento por su causa.
— Debes irte —susurró antes de que otra cosa llegase a suceder, él asintió,
tomó el libro que había terminado en el suelo y ambos caminaron de regreso
hacia la estancia. Las tres féminas que ahí estaban dejaron escapar pequeños
jadeos de nuevo por la presencia de aquel hombre cuando los vieron aparecer,
Sasuke hizo un gesto con la cabeza a manera de despedida y luego salió por la
puerta.
— Eso era obvio. —dijo una—. Hombres como ese siempre están con mujeres
como ella.
— Pues sinceramente, —comentó Sae fijando sus ojos color miel en la copa de
vino frente a ella a la vez que se acomodaba un mechón de cabello detrás de
una oreja—. A mi no me importaría ser la segunda con él, nunca he sido amante
de alguien pero si se trata de ese monumento, díganme donde firmo.
Todas rieron por el comentario, aunque rápidamente Sakura sintió una punzada
en el pecho.
"A ti tampoco te importa ser la segunda" le susurró esa extraña vocecilla interna
que emergió de pronto devolviéndola de golpe a la realidad. No sabía si eso era
cierto o no, porque…
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
— Le entregué tu libro y ella me dio uno para ti, está en la mesa de la sala.
— Ah, gracias —hizo una pausa— ¿Y bien? —Sasuke se volteó para mirarla.
— ¿Qué?
— ¡Cómo que qué! La primera chica ya pasó por el cambio hace una semana y
por lo que sé, otra más lo hizo anoche. Ya sabes que yo no puedo oler el aroma
del cambio en una mujer así que, ¿qué fue lo que lograste averiguar sobre
Sakura?
— Está muy cerca, aunque por lo que percibí, puede que tengamos algunos días
más, así que no te preocupes.
— Bueno, iré a alcanzar a Kiba y a Gaara. Van a hacer rondas a las afueras y
quedé de encontrarme con ellos en el río —Sasuke la miró sorprendido.
— ¿No querría ver a Gaara ni en pintura? —rió tenuemente— Tal vez hubo un
momento en el que lo pensé pero…
— ¿Cómo lo sabes?
— ¿Entonces no te gusta el BMW que te regalé? Tan sólo llevas un año con él,
si no mal recuerdo.
— No es eso, —aclaró acercándose a él— pero quiero algo que pueda correr, ya
sabes, Naruto tiene el Challenger, Shika el Audi –bueno, no es que a Shikamaru
le guste correr-, tú tienes el Porschey también está el Lamborghini de Neji, que
por cierto casi no usa y no me deja conducir. —aclaró haciendo un puchero.
Ino sonrió.
— "Hay cosas que no cambian" —pensó recordando la adicción que Ino tenía
por la adrenalina gracias a convivir durante más de tres siglos con Naruto.
Hace trescientos años le habría pedido un caballo para cabalgar contra Naruto y
ahora era casi un Ferrari, aunque pensó que sólo era cuestión de tiempo antes
de que lo pidiera. Soltó un suspiro. Definitivamente, entre esos dos iban a
terminar volviéndolo loco en cualquier momento.
Verificó los cargadores de sus dos SIG, las dagas en su pecho y los cuchillos de
cazador en sus muslos, luego caminó a través de la habitación, dispuesto a
desmaterializarse hasta que recordó que su auto estaba aparcado en la acera
de enfrente; metió la mano al bolsillo de su abrigo para sacar las llaves y decidió
usarlo. Por alguna extraña razón se sentía de humor como para moverse en
auto en lugar de ser simples partículas en el viento.
Cuando atravesó el vestíbulo del edificio, abrió una de las puertas de cristal y
desde el primer peldaño de las escaleras hacia la calle, desactivó la alarma del
fantástico Porsche 911 Turbo color plata que se encontraba aparcado cruzando
la calle. Bajó los escalones y a mitad de la avenida no pudo contenerse y volteó
a ver hacia la ventana del apartamento de Sakura, haciendo que de inmediato lo
que había hecho con ella instantes antes, volviera a su mente y dejara correr el
deseo por sus venas.
Entonces recordó las palabras de Ino: "No te confíes, sabes que el cambio surge
de repente y hay que estar listos. Habla con ella cuanto antes".
— Hay que reconocer que, a pesar de ser una mestiza humana, tu mujer es toda
una belleza.
Sasuke se puso tenso al escuchar aquella voz tan familiar detrás de él, no podía
ser posible y él lo sabía. Si, eso no podía ser y se trataba sólo de una mala
pasada que su mente cansada le estaba jugando.
El silencio que se formó en el lugar fue roto por el sonido de una lata siendo
arrastrada de un lado a otro, en algún lugar de una de las aceras a ambos lados
de la avenida.
— ¿En algún momento vas a dejar de verme así? —preguntó Itachi después de
un par de minutos en los que su hermano no dejaba de mirarlo completamente
sorprendido— Estás pálido.
— ¿Muerto? —respondió con una sonrisa irónica—. Tal vez, la realidad es que
nunca creí en el mito humano sobre los fantasmas pero… —se encogió de
hombros— ya ves. Al parecer es cierto.
Sasuke negó con la cabeza. Ese hombre que estaba ahí parado frente a él no
podía ser su hermano, él lo había visto morir hacía más de trescientos años, él…
había muerto para salvarlo. No podía creer que fuera cierto pero…
— Vamos, hermanito. Abre un poco la mente ¿quieres? —hizo una ligera pausa
—. Hablando de abrir la mente y de humanos, jamás pensé que escogerías a
una humana para emparejarte. No después de todos los peyorativos con los que
solías hablar sobre ellos —exhaló profundo— Como te dije antes, debes de
tener mucho cuidado, Sasuke. —la mirada de Itachi se hizo sombría— No
querrás enfrentarte a la diosa por una mujer ¿verdad?
— P-pero…
— Ah, por cierto… mamá te envía sus saludos —el menor de los Uchiha alzó la
cara para mirarlo con extrañeza. Así que esa mujer ya sabía de su "otra"
existencia— Necesitan aclarar las cosas.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Días después…
Los últimos cinco días habían sido dignos del recuerdo y no solamente lo
pensaba por el espectacular sexo que había tenido con Sasuke sino porque
había podido conocer un poco más sobre él y además habían pasado el tiempo
haciendo otras cosas como salir a cenar, ver televisión o charlar en vez de estar
uno encima del otro, aunque había que reconocer que eso también había sido
muy entretenido.
Nunca pensó que ella se vería en aquella situación, teniendo un amante, pero
así había sucedido antes de que lograra darse cuenta. Lo cierto era que había
algo en Sasuke que lo hacía prácticamente irresistible, y no se refería solamente
al cuerpo de dios que poseía. Era algo en su personalidad, la seguridad con la
que se movía, el aura de confianza en sí mismo que incluso rayaba en el
egocentrismo y esa sensación de sentirse protegida y a salvo cuando él se
hallaba cerca.
No podía estar pensando que entre ellos dos podría estar desarrollándose algo
más allá del simple deseo carnal porque entonces eso significaría graves
problemas.
— Hola, cariño. Soy yo —la sangre de Sakura bajó de golpe hasta sus pies al
escuchar esa voz.
Los ojos de Sakura se abrieron de par en par escuchando las palabras de Sai
como un eco en su mente. Él regresaba ese día…
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Sabía que había llegado el momento en el que él debía tomar una decisión pero
antes, necesitaba toda la información que pudiera obtener. Así que, cuando la
reunión terminó, fue a la terraza para hablar a solas con Shikamaru, el único
vampiro que podía aclarar todas sus dudas.
— ¿Disculpa?
— Quiero que me digas todo lo que sabes sobre el tema, desde lo básico hasta
lo que te resulte relevante.
— ¿Para qué perder el tiempo si bien puedes decírmelo tú? —Shikamaru soltó
un bufido.
— ¡Qué fastidio! —se llevó el cigarrillo de nuevo a sus labios para inhalar una
gran bocanada—. No hay mucho que saber del tema, o al menos, no sé más de
lo que tú sabes y que es importante —dijo sacando muy tenuemente el humo
mientras hablaba—. Cada doscientos cincuenta años, Amaterasu elige a doce
mujeres de la raza para que sirvan en el otro lado, como asistentes del consejo,
en los rituales que hacen, como escribas que registran nuestra historia,
ayudantes del oráculo o de ella. La mayoría de sus familias son notificadas al
momento de su nacimiento porque la marca de la consagración aparece en el
hombro izquierdo de las elegidas pero, por lo que sé, se desvanece a las pocas
semanas y sólo se vuelve a hacer visible hasta que las mujeres se encuentran
en las vísperas del cambio.
Sasuke miró hacia el extenso bosque que se alzaba frente a ellos a través de la
barrera de genjutsu, mientras Shikamaru terminaba de fumar el cigarrillo.
— ¿Estás de broma? —al ver que la mirada de Sasuke decía que hablaba en
serio, volvió a encoger los hombros mientras respondía—: Supongo que eso es
prácticamente imposible porque el llamado está en ellas siempre y se hace más
fuerte cuando están por pasar la transición, lo que significa que son el doble de
desinteresadas en el sexo que alguien normal. —A Sasuke le extrañó su
respuesta pues Sakura no parecía estar tan desinteresada en ese asunto. No
después de lo que habían hecho en los últimos días—. Nunca he oído de una
sacerdotisa no virgen y tampoco sé de las consecuencias que existan para aquel
que haya cometido la estupidez de haber desflorado a una de las elegidas de
Amaterasu.
"Doble maldición…"
Shikamaru lo miró con detenimiento durante unos instantes y Sasuke supo, por
la expresión en su rostro, que estaba buscando algo oculto entre las preguntas
que le había hecho, y también sabía que tarde o temprano lograría dar con el
meollo del asunto. Nada se le escapaba al descendiente de la línea de sangre
del clan Nara, absolutamente nada.
El castaño estaba a punto de decir algo cuando Ino apareció tras ellos.
— ¡Aquí estás! —exclamó al ver a Sasuke—. ¿Listo para irnos? —el azabache
asintió y entonces ella miró a Shikamaru, que estaba encendiendo otro cigarro—
¡Así que sigues fumando eh! —acusó poniendo los puños apoyados en sus
caderas— Sabes lo que Temari piensa de eso.
— ¡Agh! Sabes que odio el aroma del tabaco turco. Tienes suerte de que los
vampiros no contraigamos cáncer —una sonrisa apareció en el rostro del
hombre y antes de que comenzaran a discutir, Sasuke los interrumpió.
Shikamaru asintió y una vez que Ino y Sasuke se quedaron a solas, la mujer
dijo:
— ¡Hola cariño! ¡Dios, te eché tanto de menos! No podía esperar más tiempo
para verte de nuevo —Sakura seguía sin poder salir de su asombro.
— Eh… y-yo también. —se hizo a un lado para dejarlo pasar—. ¿Por qué no me
dijiste que vendrías? Digo, no es que no me alegre de verte pero…
— S-si, Ino y Sasuke, mis vecinos van a venir a cenar. Nada formal sólo… no te
preocupes, tú…
Por primera vez en su vida y en sus cuatro años de relación, no estaba del todo
segura que fuera una buena idea que Sai estuviera en su apartamento.
Sai extendió su mano hacia él y cuando Sasuke la estrechó con fuerza, una
corriente cruzó ambas pieles. Ninguno confiaba en el otro y la razón apareció
justo a través de la puerta de la cocina.
Sakura salió para recibir a sus visitas, encontrándose con Sai y Sasuke
estrechando sus manos en un gesto en absoluto cordial, sino más bien, parecía
que intentaban ver quien era capaz de romperle más falanges al otro y casi pudo
jurar que un aura oscura los estaba rodeando.
— ¡Hola!, adelante. La cena está lista —dijo con una sonrisa aunque por dentro
sentía que el corazón se le iba a salir del pecho.
Luego de que todos tomaran asiento en la pequeña mesa del comedor, detrás
del sofá, Sakura se dirigió de vuelta a la cocina e instantes después, la cena
estuvo servida para cuatro personas. El resto de la velada pareció ir con toda la
normalidad posible mientras que el apartamento se veía envuelto en una tensa
calma que no pasaba desapercibida para nadie aunque, afortunadamente, Ino
estaba ahí para poder hacerla más amena con su charla.
Quien parecía como si tuviera algo clavado entre las piernas, era Sasuke.
Había soportado la cena, con los gestos estúpidos que el humano tenía para con
Sakura, como limpiarla con su servilleta pero ahora, mientras comían el postre y
veía como él la alimentaba de su plato, sentía que algo lo estaba aprisionando
cortándole el riego sanguíneo a la parte racional de su cerebro. Cruzó los brazos
sobre su pecho y hundió las uñas en sus bíceps intentando controlar las
enormes ganas que tenía de hacer la mesa a un lado, tomar al humano por el
cuello y apretarlo hasta que ya no se moviera.
No podía evitarlo. Ese fuego que corría por sus venas estaba abrasando todo lo
que había en su interior llevándolo al límite de su control.
"No puede ser posible" se dijo a sí misma. "Vamos Sasuke, ¿qué sucede?". El
frío se hizo más intenso y entonces Sai y Sakura lo notaron. "Esto no puede
estar pasando". Ino respiró profundo cerrando los ojos mientras intentaba
establecer contacto con Kiba, no era telepatía como tal sino más bien, una
extensión de la conexión que había entre ellos gracias a su emparejamiento y a
la constante alimentación del otro. Era lo único que se le ocurría porque
necesitaba hacer algo antes de que las cosas se pusieran realmente feas.
— ¿Ocurre algo, Ino? —preguntó Sakura cuando la vio con los ojos cerrados y
el ceño fruncido. De inmediato la rubia abrió los ojos y sonrió.
— No, nada. Es sólo que… —su teléfono celular comenzó a sonar, ella se puso
de pie y se alejó un poco para contestar y suspirar aliviada viendo que se trataba
de Kiba—. ¿Hola?
— ¿Qué ocurre?
— ¡Oh, lo siento! Pensé que lo había hecho —rió nerviosa—. Últimamente siento
que las cosas se me están saliendo de control y creo que podría ocurrir un
desastre si no estoy atenta.
Sakura asintió a la vez que se ponía de pie para acompañarlos hasta la salida.
— Muchas gracias por todo, Sakura —dijo Ino una vez que atravesó la puerta—.
Ha sido una magnífica cena.
— No tienes por qué agradecer. Me alegra que les haya gustado —alzó la
mirada y se encontró con el rostro impasible de Sasuke y su mirada tan fría que
a ella le pareció que lograba atravesarla. Ino volvió a darse cuenta y jaló a
Sasuke de un brazo.
Ino se quedó de pie, mirando el lugar donde antes había estado Sasuke y
entonces su olfato percibió rastros de algo que la dejó atónita. "Aroma de
vinculación" pensó al oler aquel vestigio de aroma masculino y oscuro que era
común entre los hombres de su especie cuando se encontraban estrechamente
relacionados con una mujer a la que tomarían por compañera. Nunca había olido
uno que no perteneciera a Kiba pero, sabía reconocerlo. Este era de Sasuke, lo
que significaba que él había…
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
El guerrero dio un par de pasos hacia el interior del callejón mientras que los
cazadores adoptaban sus posiciones de lucha. Aunque ninguno hizo movimiento
alguno, lo cual comenzó a impacientar al hokage.
Mala idea.
Naruto dejó que parte del chakra del kyubi corriera por su cuerpo y eso aumentó
su velocidad, permitiéndole adelantarse por mucho a los movimientos del
cazador, que intentaba atacarlo con un par de dagas. No pudo asestar ni un solo
golpe y entonces recibió un puñetazo directo en la quijada que lo sacó balance.
Los ojos del akatsuki se desorbitaron por la furia que sintió al ver que Naruto se
burlaba de él, así que aumentó su chakra y las marcas de maldición se regaron
por todo su cuerpo, alterando su apariencia hasta casi transformarlo por
completo.
Las cosas no parecían cambiar y Naruto sabía perfectamente por qué; ese
cazador era un novato. Sí, podía llevar el sello de maldición casi a su segunda
fase pero, dada su inexperiencia, no podía manejar esa cantidad de chakra así
que en lugar de mejorar, sus movimientos se estaban haciendo cada vez más
torpes, lo que aprovechó para finiquitar el asunto.
De un salto pasó sobre la cabeza del akatsuki y antes de que pudiera darse
cuenta, lo aferró por el cuello y lo apuñaló con una de sus dagas directamente
en el corazón. Dejó caer el cuerpo al piso mientras se desintegraba hasta ser
solamente una mancha aceitosa y luego fue hacia los otros dos cazadores. Uno
tenía un tiro directamente en la garganta por el que se estaba desangrando y
que atravesaba su médula espinal impidiéndole moverse mientras que el otro
cazador tenía dos directos en el pecho y uno más entre las cejas. Naruto decidió
ponerle fin a sus agonías, si es que eso era posible, y los apuñaló al mismo
tiempo.
— Ten cuidado, hay… —el azabache caminó en su dirección y pisó lo que antes
había sido un cazador.
— ¡Agh!
—… restos de cazador —completó con despreocupación—. Como sea, ¿qué tal
va tu noche?
— Entretenida —respondió con una tenue sonrisa—. Justo iba a llamar a Shika
para pedirle una nueva localización, ya que el muy holgazán solo se está
dedicando a patrullar el centro, ¿quieres unirte a la diversión?
— A eso vine.
Naruto hizo una mueca y apartó un poco el teléfono mientras Shikamaru sacaba
todo su repertorio de palabrotas y maldiciones para él, lo cual logró sacar una
media sonrisa del rostro de Sasuke.
— Ajá, sip. Ok, lo tengo. Gracias cariño, por eso te amo. —cerró el teléfono
antes de que pudieran responderle.
— Claro que no. En el fondo a él le encanta y más ahora que su mujer no anda
por aquí —inhaló profundo— como dicen los Rolling Stones, "todo lo que
necesitas es un poco de amor" ¿no?
— Esa frase no es de los Rolling Stones, es de Los Beatles, idiota. —Naruto rió
nervioso llevándose una mano a la nuca.
— Por supuesto.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Las horas siguieron su curso y había sido una noche sumamente productiva,
una de las mejores en la última década pero aún así, los miembros de la
cofradía sabían que no debían confiarse. A pesar de lograr ganar terreno, la
balanza en esa lucha se había mantenido en un tenso equilibrio, y mientras no
encontraran a Orochimaru, él podía seguir juntando seguidores y si alguno de
los hokages llegara a faltar, las cosas se inclinarían drásticamente en su contra.
— Hiciste trampa.
— ¿Disculpa?
— ¿De que demonios estás hablando? Yo no… —en ese momento se percató
de que estaba viendo el aura azul alrededor de Naruto, que indicaba sus niveles
de chakra.
¿Cómo había activado el sharingan sin darse cuenta? Siempre había sabido
controlarlo pero… ¿y si estaba por suceder…?
— Oye, Sasuke. ¿Me escuchas? —dijo Naruto chasqueando los dedos frente a
él.
— ¿Qué?
— ¿Se puede saber qué te pasa ahora? ¿No ibas a llamar a Shikamaru para…?
—se detuvo al darse cuenta del semblante de su amigo— ¿Qué sucede,
Naruto?
— ¿Qué te pasa?
— Eh… pues… —las palabras dejaron de salir de sus labios para convertirse en
simples balbuceos que estaban exasperando a Sasuke.
— Naruto, habla de una buena vez o tendré que sacarte las palabras a punta de
puñetazos. ¿Qué ha sucedido con el kyubi?
— ¿No has tenido sexo con ella? —cuestionó alzando una ceja, incrédulo—
¿Tú, Naruto Uzumaki, el "todas las mujeres mueren por mí, incluyendo a tu
mamá" aún no has podido cumplirle a la doctora? —rió entre dientes— Por
favor, dime quién eres tú y que has hecho con mi amigo.
— ¿Por qué?
— ¿La lastimaste?
— ¡No, no, no! —dijo rápidamente— Pude detenerme a tiempo pero desde
entonces no lo hemos intentado porque tengo miedo de hacerle daño.
— ¿Y te ha sucedido nuevamente?
— ¿Hola? Ah, Kiba. Si, él está aquí también. Si, ya terminamos ¿Qué tal van
ustedes? Entiendo. Si, ¿por qué no? Ok, ahí los vemos. —terminó la llamada y
miró su reloj—. Ya son tres con cuarenta y cinco, ¿quieres ir a X-tasis por un
trago antes de que acabe la noche? Kiba y los demás nos esperan allá.
— ¿A dónde vas?
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Dejó el libro que sostenía entre sus manos y miró a través de la ventana.
La noche estaba llegando a su fin y ella no había podido dormir porque cada vez
que cerraba los ojos veía la mirada que Sasuke le había dirigido cuando se fue
después de la cena. Eso y el hecho de que Sai estaba dormido en su cama.
"La misma cama donde lo engañaste con otro" le susurró la voz dentro de su
cabeza.
Llevó los dedos hacia su cabello y apretó varios mechones rosados, con fuerza.
¿Cómo podía estarle sucediendo eso? Hubo veces en las que había deseado
tener emociones en su vida pero nunca se imaginó que serían "esa" clase de
emociones. Durante la cena se había sentido a punto de desfallecer por la
tensión que había en el ambiente, sólo quería que la tierra se abriera y se la
tragara o que un rayo le cayera encima. Sólo quería… desaparecer.
Cerró los ojos intentando llevar a su mente a algún lugar donde pudiera alcanzar
la tranquilidad y así poder pensar claramente las cosas, cuando escuchó un par
de golpes leves sobre la puerta. De inmediato se irguió pensando que había sido
una alucinación pero entonces volvieron a tocar. Se levantó del sofá y caminó
hacia la puerta mientras cerraba el albornoz sobre su camisón. Miró por la mirilla
y no pudo evitar sentir un escalofrío al ver a Sasuke. Inhaló profundo y abrió la
puerta.
Antes de que pudiera parpadear, Sasuke la tomó por los hombros y la recargó
en la columna que había cerca de la cocina. Ambos se quedaron mirándose
fijamente, sintiendo como el calor subía entre sus cuerpos por el simple hecho
de estar tan cerca que sus respiraciones se mezclaban.
Sasuke olió el deseo de Sakura y eso hizo arder el suyo pero, también olió a Sai
en la otra habitación y eso lo enfureció aún más aunque… teniendo a esa mujer
tan cerca, podía ser capaz de tomarla ahí mismo sin importarle nada. Ella lo
estaba mirando expectante y sin poder evitarlo, inclinó su rostro hasta el cuello
de Sakura y lo recorrió con los labios sintiendo cómo se estremecía entre sus
brazos y sabía, estaba completamente seguro, de que eso, el humano no era
capaz de hacerlo, y nunca lo haría.
— ¿Q-qué sucede?
— No seguiré con esto a menos de que te tenga por completo. —Ni siquiera él
mismo sabía lo que quería decir con eso. Lo único que sabía era que no iba a
soportar que ese mísero humano le pusiera las manos encima o besara sus
labios. Porque ella era…
— Porque nunca he sido un hombre de medias pintas y no voy a serlo por ti,
Sakura.
— Yo… no sé, ¿tú me…? En realidad yo no… —No podía ser que estuviera
sucediendo eso. Habían estado bien, con las horas de sexo y los pequeños
momentos de convivencia y ahora él… ¿por qué tenía que venir a arruinarlo
todo?
No hubo nada más que silencio después de eso. Sakura no lograba entender lo
que había sucedido y cuando volteó a verlo, él ya había desaparecido.
Entonces, la voz dentro de ella susurró…
Había habido tantas veces en las que ella había querido alejarse de él, de todo
lo que él le hacía sentir pero él siempre estuvo ahí y ahora cuando finalmente se
había rendido, él simplemente la había dejado. Teniendo la última palabra, él…
se había ido. Siempre supo que todo era cuestión de tiempo, sólo que no
imaginó qué tanto duraría.
Se puso de pie y caminó hasta el baño donde se mojó la cara para poder
despejar su mente antes de volver a la cama con Sai. Vio su reflejo en el espejo
y notó que estaba cada vez más ojerosa y pálida. La cereza en el pastel de
desastres en su vida.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Finalmente dio por concluida la rendición de informes sobre las rondas y todos
abandonaron el estudio, con excepción de él e Ino, quien permaneció de pie
frente al escritorio.
— Debemos hablar.
— Ahora no, Ino. —respondió sin despegar la vista de la ventana que estaba a
sus espaldas. La ojiazul rodeó el escritorio y se paró frente a él.
— Ahora sí, Sasuke. —dijo dispuesta a aclarar todo de una vez por todas—.
¿Puedo preguntar qué diablos fue todo eso que sucedió en la cena?
— Nada, Ino —respondió con apatía. Eso sacó a la rubia aún más de sus
cabales.
Sasuke no sabía que decir, sólo quería salir de ahí, ir a su habitación, poner el
seguro de la puerta y olvidarse de todo, incluyendo el fuego que estaba
calcinando todo lo que había en su interior.
— ¡Ya te dije que no sucede nada, Ino! — gritó poniéndose de pie, desesperado
por la situación— ¿no entiendes?
Sasuke sólo ladeó el rostro, y cuando volvió a mirarla, se percató del fuego que
salía a través de esos ojos celestes, su frágil cuerpo temblaba levemente ante la
ola de rabia que sentía hacia él y sin embargo, ninguna de las delicadas
facciones de su rostro se veía afectada más que por la tensión de sus músculos.
— Ino…
— Nada.
Eso fue un golpe bajo y él lo supo al instante de terminar de decirlo. Ese favor
del que habló en definitiva había sido uno muy grande pero a la vez no lo había
sido del todo porque Ino había sacrificado mucho por ello. Pudo notar la
expresión llena de dolor de ella y deseó que un rayo lo matara ahí mismo.
— Ino, yo…
— No digas nada —pidió la chica apartando la mirada para que él no viera que
las lágrimas estaban apareciendo— Tienes toda la razón, olvidé que eres el rey,
puedes hacer lo que se te antoje y yo no tengo ningún derecho a juzgar ninguna
de tus acciones. Así que me disculpo por mi insolencia —hizo una reverencia—
Lo lamento, mi señor.
Los rayos del sol le estaban dando de lleno en el rostro y la luz comenzó a
molestarle. Al darse cuenta de eso, Sakura despertó y se sentó de golpe sobre
la cama, miró el reloj despertador y vio que era casi mediodía. ¿Cómo había
podido dormir tan profundamente que no escuchó la alarma? Soltó un bufido de
hastío, llegar tarde al trabajo era lo único que le faltaba para continuar con los
desastres en su vida. Inhaló profundo, luego vio a su alrededor y se dio cuenta
de que se hallaba sola en la habitación; salió de la cama y encontró una nota en
el espejo que decía:
"Buenos días, amor. Perdón por irme sin despedirme de ti pero tengo una junta
muy importante a la que no puedo faltar ¿nos vemos para comer? Llámame al
celular para ponernos de acuerdo. Te amo. Sai."
Sakura dejó la nota sobre el tocador, frotó sus ojos con intensidad al darse
cuenta de lo mucho que le dolía la cabeza y cerró las persianas de las puertas
que daban al balcón. Luego de lo ocurrido la noche anterior, lo único que quería
era poder, aunque fuera por un instante en el día, dejar de pensar en su
prometido y en su aman… En ese momento, recordó a Sasuke y lo que había
sucedido en la madrugada.
Habían terminado.
Si es que se podría usar ese término para cuando una aventura llegaba a su fin.
Sonrió sarcástica mientras se daba cuenta de que en realidad no debería
sentirse así, con esa extraña sensación de vacío interno que la azoró al recordar
todas y cada una de las palabras de Sasuke. No podía explicarse la razón por la
que sentía como si su pecho se estuviese comprimiendo de manera casi
dolorosa… ¿por qué?
Había sido sólo lujuria. Lo sucedido entre Sasuke y ella había sido simple y llana
lujuria causada porque él había entrado de improviso en su vida, su patética vida
mientras ella se hallaba en la encrucijada más grande porque estaba estancada
en un punto en el que nada de lo que hacía parecía tener relevancia, él apareció
y le dio el respiro que tanto necesitaba, solo eso.
Si, debía de ser eso. Tenía que convencerse de que había sido solamente eso
porque… no podía haberse enamorado de él ¿verdad?
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
¡Maldición! No solía meter la pata con mucha frecuencia pero cuando lo hacía, la
metía y hasta el fondo.
Bebió de golpe todo el vodka que había en su vaso. Jamás había sido su
intención lastimar a Ino de esa manera. Él mejor que nadie sabía lo que era ser
perseguido por tu pasado sin piedad alguna, sentir como todo lo que hiciste o
dejaste de hacer tiene repercusión en tu futuro alterando la realidad que
esperabas vivir. Nunca debió haber dicho nada como aquello pero… -agitó sus
cabellos con fuerza- cuando se trataba de lo concerniente a Sakura, todo en él
se descontrolaba, y más, si se trataba de lo ocurrido durante aquella cena.
Aún así, nada justificaba lo que le había dicho a Ino ni tampoco, lo mucho que la
había lastimado con sus palabras.
Sakura.
Todo en lo que podía pensar era en esa humana que se había metido en su
cabeza sin que él se diera cuenta. Nunca antes una mujer le había afectado de
ese modo, atrapándolo durante cada instante de vigilia, atormentándolo con la
simple idea de su presencia. Pasaba sus noches rodando cerca de su
habitación, observándola, escuchando su respiración, los latidos de su corazón,
el sonido de la sangre fluyendo a través de sus venas; y sus días contando los
minutos que debía esperar antes de volver a hacerle el amor, de besar cada
parte de su cuerpo y luego hundirse en su cálido interior.
Odiaba todo el asunto sobre todo porque aún cuando el hambre yacía
adormecida dentro de él y sabiendo que ella aún no era una fuente real de
alimento, se sentía tentado más allá del límite de su control para poder resistirse
a tocar la suavidad de su cuello, delinearlo con su lengua y hundir sus colmillos
en él, embriagándose de la ambrosia carmesí que corría a través de esas
delicadas venas. Todo su cuerpo le rugía de vida y de hambre de una manera
desconocida para él. Y no quería. No debía sentirse así. Había sobrevivido
durante mucho tiempo sin una compañera y le había ido muy bien. Nunca le
habían gustado las complicaciones y Sakura lo era indudablemente pero… la
deseaba.
La furia embargó su cuerpo, apretó con fuerza el vaso y luego lo arrojó a las
llamas de la chimenea. En ese momento la puerta se abrió.
— ¿Cómo supiste que estaba aquí, Naruto? —preguntó sin mirar al hombre que
se acercaba por su izquierda.
— Hmp. —esbozó una media sonrisa— ¿Y puedo saber por qué me estabas
buscando a estas horas?
— Naruto…
— Por favor, Sasuke. Nunca te he pedido nada salvo esto, eres el único a quien
puedo recurrir. No lo haría si no fuese necesario…
Sin embargo, quería que fuera feliz. Al menos uno de los dos debería serlo.
Luego de que Ino se emparejara con Kiba, sólo habían quedado ellos dos y si en
sus manos cabía la posibilidad de ayudar a Naruto a que fuera feliz, él…
— De acuerdo —musitó lacónico—. Pero no digas que no te lo advertí.
— Gracias, Sasuke.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
— Son las puntadas, no las toques —escuchó de una voz a su derecha, giró la
cabeza y vio a Sai sentado en una silla a su lado, mirándola preocupado—.
Llamaré al doctor.
— E-en realidad no mucho. Iba a darme una ducha cuando me sentí mareada y
después, ya no recuerdo nada.
— Eh, la verdad… no. Me he sentido muy débil y cansada. Fui a consulta hace
casi una semana y me dijeron que tenía anemia pero que no había nada de qué
preocuparme.
— ¿piensas? ¡Por supuesto que lo es, Sakura! ¿Sabes lo que sentí al verte
inconsciente en el baño, cubierta de sangre?
— Sai…
— No, Sakura. Yo soy quien lo siente. Porque ahora me he dado cuenta de que
no confías en mí lo suficiente como para decirme algo que tiene que ver con tu
salud.
— ¡Ya te dije que no es así, Sai! —exclamó sin poder contenerse más— ¿Crees
que no pensé en decírtelo? Por supuesto que sí, quería decirte que he tenido
pesadillas durante semanas, la cabeza me duele tanto que siento que en
cualquier momento me va a estallar, tengo el estómago sumamente sensible y
no puedo comer casi nada sin tener ganas de vomitar. Pero sabía lo que ibas a
decirme, lo mismo que me dijiste aquella vez en la que casi me violaron
¿recuerdas? "Son sólo cosas de tu mente, Sakura" "Vas a ver que todo
desaparecerá en unos días" pues bien… déjame decirte que no fue así, Sai.
No…—continuó casi sin aliento— no desapareció y yo… —la voz se le quebró—
…tengo miedo. Sé que eso no es algo normal, sé que algo está mal conmigo,
algo me está pasando y no sé que es…
Sakura asintió aún sin estar segura de que ese abrazo le diera el consuelo que
ella buscaba pero, era él, era Sai, el hombre con quien ella estaba destinada a
pasar el resto de sus días, el hombre que estaba ahí ahora que más lo
necesitaba. Era él a quien ella…
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
— Lo sé pero…
— Danzou estaba preocupado por el ligero temblor que hubo en su cocina hace
unos minutos y me pidió venir para averiguar si ustedes no se habían matado
ya.
— Sasuke intenta reprimir el chakra del kyubi. —Gaara esbozó una media
sonrisa.
Gaara volvió a encoger los hombros y Sasuke y Naruto lo tomaron como un sí.
Él asintió y entonces un resplandor naranja fue haciéndose cada vez más visible
a su alrededor, extendiéndose luego por todas partes hasta que toda la
atmósfera del lugar se tensó tanto que empezó a sofocarlos. Gaara se mantenía
atento a cualquier señal de que algo anduviera mal, aún no tenía muy claro lo
que debía hacer pero, de lo que estaba seguro era de que si Naruto se
transformaba, en ese lugar tan pequeño, iba a ver serios, muy serios problemas.
La energía se hizo cada vez más intensa y fue entonces cuando Sasuke activó
el sharingan intentando divisar la fuente de chakra. Lo consiguió sin ningún
esfuerzo aparente pero, lo interesante sería manipularla. Se acercó un poco más
a Naruto, quien ya se había encorvado por la presión que el kyubi ponía sobre
su cuerpo. Sasuke se acercó un par de pasos más, estiró su mano para tocarlo y
entonces la energía se elevó de golpe, abrasándolo mientras salía volando por
los aires junto con Gaara.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Suspiró profundo. Nunca antes se había sentido tan falta de vida como lo había
estado durante esos días, ni siquiera la televisión le había hecho olvidarse de su
alrededor y eso que ella puso todo su empeño en ello. Los únicos momentos en
los que había tenido contacto con el exterior habían sido cuando Sai le llamaba
cada cierto tiempo para verificar que seguía consciente y no tirada en el baño.
"En ocasiones he soñado cosas que no he olvidado nunca y que han cambiado
mi modo de pensar. Han pasado por mi alma y le han dado un color nuevo,
como cuando al agua se le agrega vino…"
No pudo evitar recordar aquel sueño que tuvo acerca de Sasuke durmiendo a su
lado, su cálido aliento chocando contra su nuca mientras lo sentía respirar entre
su cabello, sus brazos envolviéndola en un gesto protector pero a la vez tan
necesitado, esa sensación de sentirse tranquila, completa y feliz mientras era
rodeada por aquel cuerpo masculino que le brindaba un sentimiento de bienestar
y plenitud que no había experimentado nunca.
Todavía se preguntaba cómo ese sueño había podido hacerle sentir tanto,
realmente parecía imposible pero había sido como si esa noche, todo lo que
siempre había estado buscando hubiese aparecido frente a ella. Ahora todo
parecía haberse desvanecido.
Aún su más ínfima esperanza de volver a verlo se había agotado pues también
en sus sueños, él la había abandonado.
Cerró el libro, lo dejó sobre el sofá y caminó hasta el baño dispuesta a darse una
ducha. De nada le servía atormentarse con algo que ya había acabado, que no
volvería y que había sido tan efímero como lo había sido la mayor parte de las
cosas felices en su vida.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Hinata estaba completamente concentrada en su labor. Gaara había ido por ella
al ver el estado en el que se encontraba Sasuke, y cuando llegó al gimnasio, no
pudo ocultar su sorpresa al ver el estado del azabache. Su brazo y parte de su
costado izquierdo tenían quemaduras gracias a la onda de fuego que salió
desprendida del cuerpo de Naruto.
— ¿Es muy grave? —preguntó Naruto aún sin poder creer lo que sus ojos veían.
Hinata negó con la cabeza.
Sasuke asintió y una vez que Hinata terminó de colocarle los vendajes, se puso
de pie.
— Tal vez podría funcionar ¿no crees? —Sasuke se puso tenso al escuchar esa
voz, se dio la vuelta y vio a Itachi recostado sobre el muro.
— ¿Se te olvida con quién estás hablando, Sasuke? Por si no lo has notado,
quien fue atravesado por una espada fui yo, así que, sí. Si entiendo que estoy
muerto, quien no puede aceptar que estás viéndome, eres tú, hermanito.
— ¿Qué demonios ha pasado contigo en todos estos años? Nunca habías sido
de esa clase de hombres que reniega de la verdad escudándose en cosas
estúpidas.
— Y sigo sin serlo, pero no pienso de igual manera cuando se trata de ilusiones
fabricadas por mi mente cansada.
— ¿Qué puedo hacer para que me creas? —no hubo respuesta—.¿Sabes quién
le indicó a Ino el camino que debían seguir cuando nos atacaron? —Sasuke
negó con la cabeza— Pues fui yo. Un par de noches antes, ella había perdido
uno de sus aretes y mientras lo buscaba, halló el camino y yo le expliqué cómo
usarlo. Puedes preguntarle y ella te lo confirmará. Entonces sabrás que soy real,
o bueno, que al menos estoy aquí.
— Ahora, regresando al asunto de Naruto. Nunca pensé que diría esto pero
estoy de acuerdo con Gaara, el sello de cinco puntos debería de funcionar pero
no lo vayas a aplicar tú. Podrías pedírselo a Kakashi, él sabe más de estas
cosas. Y antes de que lo olvide, sobre tu mujer, te puedo apostar lo que quieras
a que no durarás mucho tiempo sin ella, la biología y lo que estás sintiendo no
son algo con lo que puedas pelear y créeme, lo tuyo es sumamente poderoso.
Además, un humano no puede compararse con un Uchiha.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Horas más tarde, la noche por fin cayó sobre la ciudad y en la mansión de la
cofradía, todos se estaban preparando para iniciar las rondas. Todos, con
excepción de Ino, que se encontraba sentada a los pies de la enorme cama que
compartía con Kiba, escuchando el repiqueteo inconstante del agua mientras él
tomaba un baño. Soltó un suspiro en señal de desánimo.
Esa era una de esas noches en las que desearía poder quedarse tendida en la
cama con el hombre que amaba a su lado; sin importar nada más, sin
obstáculos por vencer ni limitaciones a su alrededor pero… sabía que eso no era
posible. ¿Cuánto tiempo llevaban viviendo de esa manera?
Mucho.
En ese momento la puerta del baño se abrió frente a ella, dejando ver a Kiba
vestido solamente con una pequeña toalla alrededor de las caderas.
Ella se quedó mirándolo absorta, recorriendo con los ojos cada parte de ese
magnífico cuerpo masculino que, con todo orgullo y alegría, podía decir que le
pertenecía, tanto como ella le pertenecía a él. En cuerpo y alma.
Con andar cadencioso fue acercándose a Kiba, deteniéndose a tan sólo unos
centímetros de distancia. De nuevo su mirada recorrió el bien formado torso de
él y sin resistirse más, acercó su dedo índice y con la uña recorrió desde su
clavícula hacia la parte baja de su abdomen, pasando en línea recta a través de
sus pectorales hasta el ombligo y más abajo, sintiendo como él se tensaba por
ese simple roce. Alzó la mirada encontrándose con la de él; esa mirada salvaje,
cargada de un deseo ardiente y excitante que solo existía para ella y por ella.
Sin perder el contacto visual, se acercó aún más a él, percibiendo el calor que su
pecho irradiaba a través de la delicada seda del camisón que ella vestía, con los
labios rozó su mandíbula inferior, sintiendo que él nuevamente se estremecía.
¡Dios, le encantaba eso! Él le doblaba en peso, era más alto que ella y también
más fuerte, y sin embargo, ahí estaba, de pie, sin hacer un solo movimiento,
completamente a su merced. Fue deslizando sus labios hacia abajo, recorriendo
la línea de su garganta con la lengua, rozando su clavícula y luego repartiendo
pequeños besos en sus pectorales, haciendo el amago de querer ir más abajo.
— Ino… —suspiró Kiba al sentir un ligero roce de los colmillos de ella, en uno de
los músculos que sobresalían en su abdomen. Ella sabía perfectamente como
despertar el deseo en él.
Entonces él la alzó por los codos y atrapó sus labios en un beso férreo,
rodeándola con sus fuertes brazos pegando sus cuerpos al máximo sin darle
oportunidad de escape alguna. Sus manos se deslizaron a través de la espalda
de ella, definiendo las curvas que se formaban debajo del camisón, y que
conocía a la perfección, hasta llegar a sus glúteos, rodeándolos con las manos y
hundiendo las yemas de los dedos en ellos para apretarla aún más a su cuerpo
y así hacerle saber lo que ella había provocado.
Fue entonces que volvió a recordar que él lo valía, estar a su lado lo valía, cada
segundo pasado a lado de él lo valía todo, las lágrimas, los gritos, el sacrificio, el
dolor. Así que, decidió no reflexionar más sobre aquello, porque sabía que
siempre era cuestión de tiempo pero… en las ocasiones anteriores, no había
tenido que pasar por ello sola.
Una, bueno, dos horas después. Ino estaba envuelta en una sábana,
manteniendo la mirada perdida entre las docenas de vestidos que se alzaban en
el interior del clóset.
Los brazos de Kiba le rodearon la cintura desde atrás, y por lo que golpeaba
contra su espalda baja, sabía que seguía desnudo, totalmente listo para un
segundo, un tercero y tal vez un cuarto asalto, quizás más y ¡por todo el cielo!, la
sensación de su lengua recorrer los pliegues de su oreja hacía que ella se
sintiera absolutamente preparada para toda una noche y gran parte de la
mañana de un grandioso, apasionado y totalmente excitante sexo candente. Sin
embargo, sabía que eso no pasaría, al menos no en esa ocasión pero… también
sabía que si las manos de él seguían recorriendo su abdomen, bajando hasta
sus muslos y acariciando sus pechos, sucumbiría sin remedio.
No pudo evitar sonreír. Instantes antes era él quien se rendía ante sus caricias y
ahora los papeles habían cambiado, siendo ella quien estuviera deseando
fervientemente lo que los movimientos de aquellas ágiles manos estaban
prometiéndole.
Ino se dio la vuelta para encarar a Kiba, le dio un rápido beso y se separó,
estratégicamente antes de que la lengua de él se introdujera entre sus labios.
— Tengo que arreglar un asunto, así que no voy a poder acompañarlos en las
rondas esta noche.
— ¿Qué clase de asunto? —preguntó Naruto sin saber a que se refería. Pero
Sasuke, si lo sabía. Un mes antes, él había recibido el mensaje proveniente del
padre de Ino pidiendo verla, aunque él sabía perfectamente que, quien
realmente lo hacía, era Hidan. El ex prometido de Ino. — ¿Te refieres a ESE
asunto?
Ino asintió.
— Lo sé.
— Contigo.
— Lo sé.
— Hmp. Nada.
— Im-bé-cil… —dijo Naruto en un susurro, aún sin creer lo que había escuchado
— ¡Eres el imbécil más grande que he conocido en toda mi vida! —exclamó—
¿dónde demonios tenías la cabeza? Sabía que no eras muy listo pero ¿no
podías haber mantenido a tu amigo dentro de tus pantalones? ¡Y con una
elegida!
— ¡¿Y crees que no sé que fui un idiota al haberlo hecho? ¡Por supuesto que lo
sé! Pero… —se detuvo y comenzó a caminar de un lado a otro frente a Naruto.
— Tomaré eso como un sí. —susurró abriendo la botella de agua para beber un
poco.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Tal vez no había sido, realmente, una buena idea salir. O al menos eso pensó
hasta que una de sus amigas llamó su atención.
Una punzada atravesó su corazón y supo que haber recordado lo vivido con él,
no había sido la mejor opción cuando buscaba exactamente lo opuesto.
Fue entonces cuando prestó atención al hombre que iba junto a Sasuke, y de
manera casi imperceptible, dejó escapar un jadeo de asombro al ver aquella
magnífica figura masculina. Sasuke era un dios, de eso ella no tenía duda pero,
de manera irremediable, debía aceptar que su acompañante lo era un poco más,
el cabello dorado reflejando los destellos de las luces y el azul profundo de sus
ojos en compañía de ese tono bronceado de piel, eran más que suficientes para
que varias mujeres lo estuvieran desnudando con la mirada sin reserva alguna.
Eran como el día y la noche. Sasuke tenía ese aire atractivo, elegante, casi
aristócrata, serio, seguro y orgulloso de sí mismo que lo hacían completamente
irresistible, mientras que el aura de su amigo emanaba espontaneidad,
determinación y un toque de peligrosidad salvaje que robaban la atención de
cualquier mujer que estuviera frente a ellos, justo como en ese momento.
Con fuerza sobrehumana, Sakura logró vencer el hechizo del que se había
quedado presa y apartó la mirada recorriendo los rostros femeninos a su
alrededor dándose cuenta que, al igual que ella, todas las mujeres se hallaban
en la encrucijada de a cual elegir, si es que tuviesen la oportunidad de hacerlo.
Una vez que ambos hombres desaparecieron tras el cordón de terciopelo rojo
que marcaba el inicio de la zona VIP, el hechizo de feromonas se aplacó y la
actividad volvió a reiniciarse en la pista de baile.
— Por favor dime que conoces a su amigo y que puedes presentármelo ¿si?
— Eh… pues en realidad, no. Quiero decir, Sasuke sólo vive en el apartamento
de a lado, no es que seamos grandes ami…
— ¡Qué lástima!
Sakura sonrió tensamente y luego regresó su atención al trago que había entre
sus manos.
Sasuke y Naruto dejaron, parcialmente, atrás el bullicio de la pista de baile del
club. Ser presa de las miradas lascivas de las mujeres no debería ser sorpresa
pero solía haber veces en las que era un poco incómodo, sobre todo cuando las
mentes de las humanas eran tan claras para ellos que podían divisar imágenes
de las escenas extremadamente eróticas que maquinaban y que los tenían a
ellos como protagonistas.
— Fue al apartamento por sus armas y a ver a una de las elegidas —dijo
Sasuke lacónico— Me encontraré con ella ahí más tarde.
Naruto miró a Sasuke y luego se llevó la botella de cerveza a los labios para
bajarle casi la mitad de un solo trago. Ambos odiaban mentirle a su compañero
pero, la realidad era que las cosas nunca habían sido fáciles para ellos, sobre
todo por las diferencias que había entre sus líneas de sangre así que cualquier
cosa que Ino hacía para mantenerlos unidos era porque pensaba que valía la
pena y ellos no podían intervenir contra sus deseos.
— De acuerdo. Iré yo. —dio un trago a la cerveza y luego dejó la botella sobre la
mesa— Los veré en un rato. Vuelvo en cinco.
Sakura sabía que el momento de irse había llegado, los tragos que había estado
bebiendo no tardarían en hacer estragos en su cuerpo y si no quería escenificar
el papel de ebria vomitando en un baño, debía terminar ahí la noche. Se puso de
pie, sacó dinero de su bolso y luego de despedirse de sus amigas y declinando
las invitaciones de ser llevada a su casa, inició el camino hacia la salida del club.
Cuando se encontró fuera, muchos todavía estaba haciendo fila para poder
entrar a X-tasis y más de uno la observó como si de un bicho raro se tratara.
Miró su reloj viendo que era casi la una.
Bueno, nada mal para ser la primera salida que tenía desde hacía meses.
La música aún llegaba hasta sus oídos lo bastante alta como para hacer que sus
sienes temblaran al escuchar a Lady Gaga y su "Poker face". Cerro su abrigo
sobre su pecho cuando el aire de la noche fría se alborotó a su alrededor, como
un indicativo de que el verano en Konoha había llegado a su fin, exhaló profundo
y vio la pequeña nube de vaho que se formó frente a ella luego miró a su
alrededor a la espera de que un taxi pasara.
Dirigió la mirada hacia el lado donde estaba la fila en la entrada y entonces vio a
Sasuke salir del club. De inmediato le dio la espalda sintiéndose una estúpida al
segundo de haberlo hecho. No estaba en preparatoria y era lo suficientemente
madura como para afrontar una situación como esa. Pensó mientras lo seguía
con la mirada. Además, no es que hubieran tenido un romance de años,
hubiesen estado a punto de casarse y hubieran terminado recientemente porque
él la había abandonado ¿verdad?
Sin embargo, algo dentro de ella se movió al verlo en ese momento. El momento
en el que lo había visto más de cerca en los últimos días.
Tan sólo había avanzado un par de cuadras, quizás, cuando se detuvo de golpe.
Frunció el ceño al darse cuenta de que Sasuke desaparecía en la esquina de un
edificio. Por un segundo, algo dentro de ella se inquietó haciéndole saber que no
debía acercarse pero, su parte de curiosa profesional le insistió en continuar así
que, con andar vacilante, fue aproximándose.
Con cada paso que daba, el ritmo de su corazón se fue acelerando hasta que
sintió que en cualquier momento saldría disparado de su pecho. Una increíble
ansiedad fue llenando su cuerpo, el sudor frío se hizo presente y sus manos le
temblaban como si estuviese a punto de morir. Cuando por fin se encontró en la
esquina, apoyó una mano en el muro del edificio y luego de respirar profundo,
dio un paso al interior del callejón.
Si le hubiesen dicho que el demonio tenía cara de ángel y ojos color sangre,
nunca lo hubiese creído…
Hasta ahora…
Sasuke tomó por el cuello al segundo cazador, desenfundó una de sus dagas
con la mano libre y la enterró profundamente en el pecho del akatsuki. Entonces
vio como el brillo de su chakra se iba desvaneciendo a la par de las marcas de
maldición. Sus colmillos aún seguían expuestos y tenía manchas de sangre
negra en el rostro pero no importaba, había vencido a esos dos en menos de
tres minutos, lo que lo colocaba como el ganador de esa noche, de entre sus
compañeros.
Entonces sintió una presencia más y cuando miró hacia la entrada del callejón,
se quedó perplejo.
— Sakura…
Capítulo 13
El enorme jardín que se extendía frente a ella, seguía pareciéndole una de las
cosas más hermosas que hubiera visto en toda su vida, con los enormes rosales
aún cubiertos de flores rojas y el césped perfectamente podado. Sin duda, a
pesar de todo, su madre seguía cuidando de él y su apariencia se lo decía pues
era un reflejo del estado de ánimo de ella, así que si el jardín lucía espléndido,
su progenitora también. O al menos, eso le gustaba pensar.
Los mechones de su cabello rubio fueron alborotados por una brisa veraniega,
probablemente de las últimas que habría. Respiró profundo para armarse de
valor y continuar con el itinerario que debía cubrir esa noche. Caminó por el
sendero de piedra hasta hallarse frente a la enorme puerta de acero y madera,
con el dedo trémulo tocó el timbre y esperó que cualquier persona le abriera,
excepto un hombre que estaba segura casi al cien por ciento de que se
encontraría dentro de esa mansión.
— ¡Miren a quién tenemos aquí! —exclamó una pelirroja al abrir la puerta— ¡La
hija pródiga ha vuelto!
Ino puso los ojos en blanco ante el comentario y soltó un ligero bufido de hastío
al notar la manera en la que la mujer veía detrás de ella.
Antes de poder terminar la frase, una mujer de cabello azul y largo hasta el
pecho salió de la estancia de la mansión directamente para abrazarla de manera
tan efusiva como el hombre.
— ¡Ino, qué bueno que estás aquí! Debo decir que no le creí a Pein cuando me
dijo que vendrías esta noche.
Cuando el contacto terminó, Ino pudo llevar aire a sus pulmones de nuevo, al
mismo tiempo en el que notaba el avanzado estado de embarazo en la mujer.
Konan asintió luego vio como ambos subían por las escaleras hasta perderse
del alcance de su visión. Cuando se encontraron en el piso superior, iniciaron su
camino a través de un pasillo exquisitamente decorado.
— Hasta ahora bien, aún faltan otros cinco meses que son los más críticos
según Tsunade así que aún hay que esperar. —Ino le dio un ligero apretón en el
antebrazo al darse cuenta del aire de preocupación que rodeaba a Pein. Los
embarazos en las mujeres vampiro solían ser más complicados que en las
humanas, y no había garantía de que al final, la madre o el bebé o ambos
lograran sobrevivir al parto.
— No te preocupes, vas a ver que todo saldrá muy bien. Konan es una mujer
extremadamente fuerte.
— Lo sé.
— ¿Cómo ha estado?
— Pues, no ha querido alimentarse de tu padre así que está un poco débil pero
estoy seguro de que tu visita la pondrá muy feliz.
Cuando ella vio que Pein desaparecía por el corredor, tomó un profundo aliento
y luego abrió la puerta. La alcoba de su madre estaba tal y como la recordaba de
su última visita, la cama con doseles en color verde azulado al igual que las
cortinas con brocado dorado, el choffonier de madera de caoba, el escritorio de
roble y las ventanas de piso a techo, abiertas dejando entrar la luz de la luna.
Y ahí estaba ella. Mirando a través de las ventanas hacia un punto en medio de
la nada hasta que se percató de su presencia y una tierna sonrisa se dibujó en
su rostro.
— ¿Ino?
— Hola madre —dijo inclinando la cabeza. La mujer abrió los brazos hacia ella.
— Ven, cariño. Acércate. —la chica obedeció, caminó y luego se arrodilló frente
a la silla de ruedas donde su madre reposaba.
— No creí que pudieras venir. Hacía tanto tiempo que le pedí a tu padre que
contactara contigo —dijo acariciándole el rostro mientras sus ojos de un azul
idéntico a los de Ino, se cristalizaban por las lágrimas—. Deseaba tanto poder
verte de nuevo, hija mía.
— Lo sé, mamá —su voz se quebró al sentir las caricias de su frágil madre e
inclinó la cabeza del mismo lado donde estaba su mano para hacer más
profundo el contacto—. Lamento mucho no haber podido venir antes. Lo siento.
Ino alzó la vista para estudiar a detalle el rostro de su madre. Eran tan iguales, el
mismo cabello rubio, el mismo color de ojos y de piel, los mismos hoyuelos en
las mejillas cuando sonreían, pero tan diferentes a la vez, su madre era toda una
guerrera y ella simplemente había huido de los problemas. Ahora que estaba de
nuevo con ella, desearía poder creer que no había cambiado nada durante el
tiempo en el que no la había visto pero, sí lo había hecho, estaba más delgada,
pálida y también el brillo en su mirada estaba desapareciendo.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Ella no podía creer lo que estaba sucediendo ahí, la escena digna de cualquier
obra de Stephen King seguía grabada en su memoria aún cuando cerró los ojos.
Sasuke estaba ahí, con el rostro cubierto de sangre y el cuerpo de otro hombre
entre sus brazos, ella había visto como lo había apuñalado pero… eso que
estaba ahí no podía ser Sasuke. Esos ojos escarlata eran los que la habían
atormentado en sueños, persiguiéndola entre los pensamientos de su mente,
robándole la tranquilidad. Durante semanas enteras intentó convencerse de que
eran producto de su imaginación y cuando al fin había conseguido persuadir a
su subconsciente, él…
— Sakura, espera.
— ¡Aléjate de mí! —gritó ella, apartándose hasta que su espalda golpeó contra
la cortinilla de acero de una tienda.
— Sakura…
— ¿Señorita, se encuentra bien? —Sasuke miró hacia su izquierda al oficial de
policía humano que acababa de hacer aparición.
— Todo bien, oficial —musitó para luego volver a mirar a Sakura quien
permanecía con la vista clavada en el piso y su cuerpo temblando.
Pero Sasuke sabía que el humano no iba a alejarse. Pudo oler esa mezcla entre
mesura y valor que opacaban el miedo y la impresión que tenía al verlo. Era de
esa clase de seres con complejo de héroes y observando esa situación, parecía
como si Sakura estuviese siendo hostigada por él. Lo cual era verdad hasta
cierto punto, pero no por los motivos que el policía se imaginaba.
— Le voy a pedir que ponga las manos donde pueda verlas y que se aleje cinco
pasos ¿me escuchó?
Sin más remedio y soltando un bufido, Sasuke hizo lo que le pidió. Levantó las
manos frente a él y luego retrocedió para dejar a Sakura al alcance del humano,
aunque permaneció a la expectativa.
Sakura alzó el rostro para verlo. Era un asesino, un psicópata, que si ella
creyera en las cosas paranormales diría que era un demonio, le había alterado
su vida y ahora venía a jactarse de lo que habían tenido. Definitivamente era el
colmo del cinismo. Y lo peor era que…
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Había pasado casi una hora desde que había llegado. A ella le gustaría poder
quedarse más tiempo, pero sabía que eso no sería bueno para ninguna de las
dos. En ese instante la puerta de la habitación se abrió y un hombre entró por
ella. De inmediato Ino se puso de pie e hizo una reverencia.
— ¿Puedes creerlo, Inoichi? Nuestra pequeña está aquí —dijo la madre de Ino
al ver al hombre—. Logró darse un poco de tiempo entre sus actividades en el
Santuario para visitarnos.
— Madre, ha llegado el momento de que me retire —la mujer alzó el rostro para
verla.
— Así es. Sabes que tengo ciertas concesiones gracias a la Oráculo pero no
puedo abusar de ellas. —volvió a arrodillarse frente a su madre y tomó una de
sus manos entre las de ella—. Prometo volver en cuanto tenga oportunidad pero
necesito que tú me prometas algo antes de irme.
— Claro, cariño. ¿De qué se trata? —Ino besó su mano.
— Madre…
— Pero podrías esforzarte un poco ¿no? —sugirió con la voz quebrada—. Mira,
la mujer de Pein dará a luz muy pronto y sabes que siempre has sido como una
madre para él. ¿No crees que podrías hacer el esfuerzo para conocer a su hijo?
— Me encantaría pero…
El hombre pasó de largo sin responder, cosa que Ino sabía perfectamente que
sucedería. Ella volvió a hacer otra reverencia, salió de la habitación cerrando la
puerta tras de sí y cuando se recargó en ella, intentó controlar las lágrimas que
amenazaban con salir.
Ino abrió los ojos de par en par y por la manera en la que su cuerpo tembló casi
imperceptiblemente, Hidan supo exactamente qué decir.
— Tan sólo mírate y mira a tu madre, le has estado mintiendo durante años
fingiendo ser una sacerdotisa cuando te ensucias las manos con sangre de
akatsuki y te revuelcas con un mestizo olvidando todo lo que ella te enseñó
durante toda su vida, que era a comportarte como una mujer de clase. La verdad
me sorprende que tu padre aún tenga el coraje de aceptarte en su casa, aunque
sé que lo hace por ella, por esa pobre mujer a la que tú le arrancaste la vida
después de que ella te rogara que te quedaras a su lado. ¡Qué hija tan ejemplar
eras, Ino! Tan sólo eres una estúpida y una cobarde que…
— Ino es una de las mujeres más valiosas que hay sobre esta tierra y no voy a
permitir que te atrevas a, si quiera pensar en, manchar su honor. Tú eres el
estúpido y el cobarde, eres un maldito vividor que se quiere aprovechar de mi tío
pero no voy a dejar que hagas ninguna de tus estupideces ¿me escuchaste?
— No me interesa saber quién comenzó todo o por qué, pero será mejor que
ambos se comporten ¿entendido? —los dos hombres asintieron y entonces
Inoichi miró a su hija—. Supongo que debes de estar contenta por ocasionar
esta clase de infortunios ¿no es verdad?
Dicho esto, inició su camino hacia la salida, intentando mantenerse lo más firme
posible para no mostrar que su corazón se había roto de nuevo al escuchar a su
padre hablarle con tanto desdén. Sin mirar hacia atrás, por fin se encontró en el
jardín y entonces se desmaterializó.
Cuando volvió a tomar forma en el techo del rascacielos más alto de Konoha,
toda la fuerza abandonó su cuerpo haciéndola caer de rodillas mientras lloraba
desconsoladamente, abrazándose a sí misma como si intentara contener los
pedazos en los que la visita a su familia la había dejado. Ese había sido uno de
los peores encuentros que había tenido y el dolor que le estaba provocando era
tan inconmensurable que no lograba comprender como su cuerpo parecía
soportarlo.
Permanecieron de esa manera por un tiempo indefinido hasta que Ino logró
tranquilizarse un poco.
— Lo siento. Sabía que no debía haber dejado que fueras sola —ella negó con
la cabeza.
— Sabes que eso no es verdad, tengo mucho por lo que pedirte perdón. Tú
tenías razón, fui un imbécil al haberme involucrado con Sakura. Lo eché todo a
perder con ella y también contigo. Nunca fue mi intención decirte todo eso, no
tenía derecho a… —Ino puso su dedo índice sobre los labios de Sasuke.
— Está bien. Últimamente ambos hemos estado bajo mucha presión y yo no fui
de ayuda para ti.
Sasuke tomó su mano y la besó, luego introdujo la que tenía libre en el bolsillo
de su abrigo.
— Me tomó un tiempo pero logré reunir casi todas las perlas, con excepción de
una —añadió señalando el cuello de ella, exactamente, la perla que colgaba de
una pequeña cadena de plata.
— No lo sé. Supongo que tendré que esperar a que piense las cosas con
claridad y a que me llame para pedir respuestas antes de que el cambio suceda.
Ahora tendré que estar más al pendiente de ella.
— No tengo idea. Tal vez todo hubiese sido más fácil o tal vez no. ¿Te
arrepientes?
— Claro que no. —respondió ella con una tenue risa— Es sólo que a veces me
pregunto cómo es posible que podamos ser tan unidos y a la vez no hubiésemos
funcionado como pareja.
— No lo sé. Tal vez fue culpa del hecho de que pasamos juntos las veinticuatro
horas del día durante más de un siglo siendo sólo nosotros con Naruto, eso hizo
que nos conociéramos demasiado y nos aburrió. Además, reconozcámoslo, tú
personalidad y la mía siempre han sido un par de trenes dispuestos a chocar a
la primera oportunidad. Aunque hay que admitir que el sexo fue muy bueno
gracias a eso, sobre todo, cuando tenías ganas de matarme.
— Gracias Sasuke.
— ¿Por qué?
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El portazo resonó por toda la mansión cuando Gaara abandonó el estudio donde
la Cofradía solía reunirse. No podía creerlo. Una sola frase daba vueltas en su
cabeza. Shikamaru había dado la peor noticia que pudo haber escuchado.
¿Por qué demonios tenía que volver? Claro, la respuesta era simple; estaba
casada con Shikamaru. Era obvio que ella regresaría tarde o temprano al
complejo aunque jamás pensó que sería tan pronto. De nuevo, se odió a sí
mismo. ¿Qué tan miserable podría ser que el regreso de su propia hermana no
le causaba la más mínima alegría? Era un pobre infeliz pero no podía evitarlo.
Temari era la representación de todo el cariño que a él le fue negado por los que
consideró sus padres así que vivir con ella bajo el mismo techo había sido un
absoluto tormento durante los últimos noventa años.
El crujir de los objetos de cristal al impactar contra la pared, emitió un eco que
quedó grabado en su mente recordándole que nada ni nadie, podía ayudarle a
cubrir su propia fragilidad.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
El silencio que había reinado en el estudio fue interrumpido por el sonido lejano
de cosas rompiéndose al otro extremo de la casa. Definitivamente Gaara no
había tomado para nada bien la noticia del regreso de Temari.
Luego de aclarar unos cuantos puntos más, Sasuke dio por concluida la reunión
y una vez que todos se marcharon a descansar, permaneció en el estudio para
hablar con Naruto, en privado.
— ¿Qué ocurre?
Naruto asintió con la cabeza, hizo una reverencia y luego salió del estudio.
— Ten mucho cuidado ¿si? —le pidió Hinata a Naruto, una vez que vieron a
Sasuke entrar.
— Te estaré esperando.
— ¿Listo? —le preguntó Sasuke. Naruto asintió, le dio un último beso a Hinata y
luego se acercó a él, subiendo la capucha de su túnica hasta que le cubrió el
rostro.
Sasuke sonrió brevemente, sólo Naruto podía hacer esa clase de comentarios
estando ante su posible muerte.
— Ten un poco de respeto. Recuerda que aquí no hay nada que les impida
pulverizarte por ser insolente.
— Naruto…
— Bienvenidos —ambos se dieron la vuelta para ver a la mujer que les había
hablado—. Mi señor —dijo haciendo una profunda reverencia, luego se dirigió a
Naruto— Guerrero.
La mujer ataviada con una túnica en color cian se inclinó ligeramente, haciendo
que el símbolo que colgaba de su cuello saliera del interior de la tela.
— Por supuesto que no, mi señor. ¿Puedo hacer algo por ustedes mientras
esperan?
Shizune hizo otra reverencia y se alejó por otro de los enormes caminos que
partía, seguramente, hacia el recinto donde se encontraban las sacerdotisas.
El tiempo que Sasuke y Naruto tuvieron que esperar, parecía correr tan lento y
tan rápido a la vez debido a que, en el Santuario, la dimensión temporal
transcurría de una manera diferente que en el mundo normal, lo cual estaba
llevando a Naruto al borde de la desesperación en medio de ese mundo
monocromático y el silencio sofocante.
— ¿Por qué todo el mundo me pregunta eso? Ya me cansé de decir que sí,
estoy listo.
Fue cuando la puerta se cerró detrás de ellos, que una extraña sensación
invadió a Naruto. ¿Miedo? Tal vez, después de todo, ya había muerto una vez
en su intento por controlar a su huésped incómodo, pero no se iba a rendir. Ya
estando tan cerca de lograrlo, sería estúpido siquiera pensarlo.
— Necesito que te desvistas —dijo Kakashi a la vez que levantaba las mangas
de su túnica color ocre. Naruto obedeció quitándose la vestimenta negra y
dejando su cuerpo desnudo al descubierto—. Mi señor —añadió refiriéndose a
Sasuke—. Necesito que se coloque detrás de él y lo sostenga con todas sus
fuerzas. —Sasuke hizo lo que le pidió, pasó ambos brazos por debajo de los de
Naruto y sujetó sus puños sobre el pecho de él, consiguiendo un fuerte agarre—
Ahora. Naruto, esto te va a doler como el mismo infierno pero necesito que
trates de quedarte quieto y que te controles lo mejor que puedas hasta que
aparte mis dedos ¿de acuerdo?
Naruto asintió, y antes de que pudiera preguntar, las yemas de los dedos de
Kakashi, llenas de chakra impactaron contra su abdomen, sacando a relucir el
sello que poseía en su torso. Un grito desgarrador escapó de su boca mientras
se agitaba buscando liberarse del agarre de Sasuke para quitarse de encima a
Kakashi y el dolor agudo que lo estaba recorriendo a la vez que sentía al kyubi
agitarse en su interior.
Sasuke luchaba con todas sus fuerzas para evitar que Naruto se zafara pero el
dolor le estaba dando súper fuerza, complicándole su labor.
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Gaara se levantó del piso donde había dormido aquel día y entró al cuarto de
baño para tomar una ducha rápida. Cuando salió fue directamente a su armario,
se vistió con unos pantalones de cuero negro, una camisa sin mangas del
mismo color y botas militares. Colocó la cartuchera con las dagas alrededor de
su pecho, presionó la combinación sobre un teclado y el cajón donde guardaba
todas sus armas se abrió de manera automática. Tomó dos SIG nueve
milímetros y las colgó a ambos lados de las caderas, una más fue al cinto en la
parte trasera de sus pantalones, tomó tres cuchillos, uno lo ocultó en la parte
interna de su bota izquierda y los otros dos fueron uno en cada pierna.
Sus fuertes pasos retumbaban a través del pasillo. Era probable que los demás
apenas se estuvieran despertando así que si era lo suficientemente rápido,
podría salir de la mansión antes de que lograran cuestionarle algo. Al llegar al
vestíbulo se colocó frente a la puerta principal, dio una última mirada a su reloj;
7:38. "Sólo dos minutos más. Sólo dos minutos". Esa tarde el sol se ocultaría a
las siete con cuarenta. Odiaba el verano, días largos, noches cortas. Poco
tiempo para poder pelear.
Un ligero pitido se escuchó frente a él. Segundos después todas las barreras de
acero colocadas sobre las ventanas y puertas de la mansión fueron corriéndose
una a una. La pesada placa de acero que cubría la puerta principal se deslizó
ocasionando una pequeña sonrisa de satisfacción en su rostro, abrió la puerta
de madera y una vez que sintió la brisa contra su rostro se desmaterializó hacia
el centro de la ciudad. Probablemente todos estarían ocupados con la llegada de
Temari así que él tendría que hacer un turno extra, cosa que en realidad no le
importaba.
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La superficie del espejo se amoldó a la forma que los cuerpos de Sasuke y
Naruto poseían hasta que por fin pudieron volver a la biblioteca, donde Hinata se
encontraba dormida en el sofá que había ahí. En cuanto sintió las presencias de
ambos hombres, ella se levantó.
— Pe-pero, él… —Sasuke no pudo evitar sonreír por ver la preocupación que
había en el rostro de Hinata. Definitivamente Naruto había tenido mucha suerte
al haberse encontrado con una mujer así y también, había tenido razón. Ella
había valido el intento.
— El chakra del kyubi ha quedado controlado, así que una vez que se recupere,
podrán hacer lo que sea que les falte para poder emparejarse. —las mejillas de
Hinata se tiñeron de carmesí por el comentario pero enseguida volvió su
atención a Naruto—. Lo llevaré a su habitación, así podrás brindarle los
cuidados necesarios para que se recupere.
Hinata asintió y se colocó del otro lado de Naruto para ayudar a Sasuke a
sostenerlo y llevarlo hacia la habitación que compartían. Una vez que dejaron a
Naruto sobre la cama, Hinata se dirigió al baño para llenar un recipiente con
agua y coger unas toallas. Segundos después, regresó a la habitación y vio a
Sasuke sentado junto a Naruto quien comenzaba a despertar.
— Te dije que encontraría la manera —susurró antes de volver a cerrar los ojos.
Hinata tuvo que apretar sus labios con fuerza para evitar que las lágrimas
aparecieran en su rostro, Sasuke se puso de pie y le cedió su lugar.
— Cuídalo bien, por favor —le pidió mientras se alejaba de la cama— Vendré al
final de la noche para ver como sigue.
— Hmp. Estoy bien, preocúpate por él. —respondió señalando con el mentón a
Naruto— Y deja de llamarme de esa manera, eres la mujer de mi hermano y
además, no soy tu señor.
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Esos malditos akatsukis habían logrado llegar a las afueras de la ciudad. Tres
cazadores que por su asqueroso olor dulzón y las marcas del sello de maldición
en sus rostros ya llevaban un buen rato dentro de la organización. Luego de
unos diez minutos de haberlos estado acechando, lo habían conducido a las
afueras de la ciudad, donde había pocas casas que tenían grandes terrenos
vacíos como medio de separación.
Desenfundó una de las dagas que colgaban en su pecho y apuñaló el cuerpo del
akatsuki. Sin esperar a que la desintegración se llevara a cabo, se levantó,
caminó hacia el cazador que había dejado metros atrás y repitió el mismo
proceso. Doce. Con ese habían sido doce los akatsukis que había asesinado en
esa noche y apenas habían pasado casi cinco horas. No necesitaba el don de su
cuñado cuando su rabia era la que lo guiaba.
Luego de ver que el cazador se desintegró dejando su mancha aceitosa, volvió a
ponerse de pie. Faltaba uno pero ya no estaba. No podría andar muy lejos, dejó
libres sus sentidos y comenzó a correr en dirección a donde el akatsuki había
huido. Finalmente lo divisó del otro lado de una pequeña cerca de madera
pintada de color blanco, se trataba del jardín trasero de una casa. En el interior
había un perro ladrando estrepitosamente y al ver no ver ninguna luz encendida
supuso que se trataban de humanos. El cazador sonrió mientras con una de sus
manos intentaba contener la hemorragia de su abdomen.
— ¿Tienes algún problema con pelear aquí, hokage? —la mirada de Gaara se
ensombreció. Su mano derecha se movió sigilosamente hacia la SIG que
reposaba en su cadera— Ah, ah, ah. Yo no haría eso si fuera tú —espetó el
akatsuki apuntándole con una Beretta.
"Maldito bastardo"
— Caíste.
— Hijo de…
Luego de ver el rastro aceitoso que dejó el cuerpo del akatsuki, intentó
levantarse con dificultad. Mierda. Le había hecho una perforación bastante
profunda. Odiaba la idea de que tuviera que ir a la clínica de Tsunade para ser
tratado. Limpió la sangre de la daga en la tela de su pantalón y luego volvió a
colocarla en la funda. Dio un último vistazo hacia la mancha de sangre y
entonces escuchó que la puerta corrediza de la casa se abría. Doble mierda.
Kaiya permanecía inmóvil con una mano apoyada en el umbral de la puerta del
baño. No sabía a ciencia cierta por qué razón había decidido salir de su
escondite, del único lugar que había considerado seguro en toda su casa desde
que ese hombre había aparecido en su jardín trasero la noche anterior, y mucho
menos, qué estúpido e irracional motivo la había impulsado a dar su dirección
para que otro loco criminal fuera a su casa.
Estaba soñando.
Por primera vez Kaiya prestó atención al tono grueso de su voz, olvidando la
brusquedad de sus palabras, y aunque le costara admitirlo. Le había gustado.
— No, no lo estoy.
— Como te dije, el sol me hace daño —musitó otra vez con frialdad. Intentó
acomodarse otra vez contra la pared y un gemido más intenso salió de su
garganta.
Kaiya no supo como reaccionar, el agarre sobre su muñeca era firme aunque no
le causaba daño.
— Bien, eh, supongamos que te creo que eres un… —no pudo decir la palabra
—. Que eres… diferente.
— De acuerdo —dijo ella con una extraña serenidad que la estaba llenando.
¡Dios! Ahora si podía decir que algo estaba mal con ella porque en su interior,
una extraña vocecilla le estaba diciendo que era verdad y lo peor era que ella lo
estaba creyendo. Dejó de pensar que él era un psicópata y ahora realmente
confiaba en que él no iba a hacerle daño. ¿Cómo podía ser posible? Volvió a
aclararse la garganta dispuesta a no seguir confundiéndose a sí misma—. ¿Qué
puedo hacer?
Gaara se retorcía de dolor a la vez que las células de su piel luchaban por
regenerarse. La camisa se estaba pegando a su piel quemada en el pecho
aumentando su agonía. No sabía que era mejor, si desmayarse por el dolor o
arrancarse la piel quemada con sus propias manos.
— Nada. Sólo, sólo distráeme. Di algo, cualquier cosa. —el labio de Kaiya
tembló. No estaba segura de qué significaba eso.
— Yo… eh…
— Kaiya. Kurosawa Kaiya —esperó alguna respuesta pero no hubo nada, así
que temerosa preguntó—: ¿y tú, cómo te llamas?
— Gaara.
¡Santa diosa creadora! Tal vez el sol le había derretido el cerebro porque
acababa de hacerle un cumplido a una mujer, que además era humana. Pero,
no pudo evitarlo. Había algo en esa humana que lo llenaba de tranquilidad por el
simple hecho de que estuviera cercar, a su lado. El tono de su voz lograba hacer
que todo lo demás desapareciera, incluyendo el dolor y, extrañamente, no sólo
el físico. Aún era incapaz de ver algo más que su silueta pero cerrando los ojos
podía recordar cómo era, los delicados rasgos en su rostro, su cabello oscuro
cayendo sobre sus hombros como gruesas ondas y cada una de las curvas de
su anatomía que estaban cubiertas por esas sencillas prendas de franela.
Sin darse cuenta, Kaiya se sonrojó al oír sus palabras. Dulce, nadie nunca le
había dicho que era dulce. Bueno, tampoco es que estuviera rodeada por una
multitud de amigos. De hecho, estaba completamente segura de que podía
contar a las personas que conocía con los dedos de una sola mano. Cerró los
ojos e intentó concentrarse de nuevo en la conversación.
Él la miró un momento, atontado. Y luego tuvo que recordarse que ella no sabía
la intimidad que le ofrecía. Entre los de su raza, ofrecer alimento a alguien del
sexo opuesto no sólo era un símbolo de educación sino también de respeto, y de
afecto. Agitó la cabeza de un lado a otro, obviamente ninguna de ambas cosas
era posible y sólo le estaba ofreciendo comida como simple muestra de cortesía.
De todas formas la idea de que ella le honrara con el alimento que le prepararía
con sus propias manos lo dejó sin aliento. Estuvo a punto de negarse pero
entonces su estómago lo traicionó al emitir un pequeño rugido pidiendo comida.
— Eh, si. Por favor —lo último fue un menudo susurro casi ininteligible.
Kaiya se puso de pie, apoyó una mano sobre el muro y con andar torpe inició su
camino hacia la cocina, tropezando gracias al sofá que permanecía tirado
haciendo las veces de una trinchera. Cuando por fin llegó a su destino, la puerta
se cerró detrás de ella, siguió concentrada en su camino hasta la nevera de
donde sacó una charola de comida precocida, también un envase de jugo de
naranja. Metió el paquete en el microondas y vertió un poco de jugo en un vaso.
Escuchó a su perro emitir sonidos como los que hacía cuando ella lo acariciaba
y además, pudo percibir que el aura de Gaara se había hecho más liviana,
drásticamente más liviana. De repente sintió algo suave frotarse contra sus
piernas y supo que se trataba de su perro que la guiaba hasta Gaara con el que,
al parecer, ya había hecho buenas migas. Ese perro era un traidor.
— Ah, yo… no supe lo que te gustaba así que… —dijo mientras volvía a
acercarse hasta él y se puso de rodillas a su lado acercándole la charola.
— Está bien —musitó él. Por alguna razón, Kaiya no se sintió ofendida por no
recibir un "gracias", supuso que él no era de la clase de hombres que solía decir
esa frase con frecuencia.
— Lo siento —dijo él tan rápido que Kaiya dudó un momento si había escuchado
bien—. Me ayudaste y yo fui grosero contigo. No fue mi intención pero, como
verás, no soy alguien que suela relacionarse mucho con las personas —él
mismo se extrañó al escuchar tanta sinceridad brotando abiertamente de sus
labios—. ¿Me permites?
Gaara tomó con el tenedor un trozo de melón del recipiente y lo acercó a Kaiya
pero cuando ella intentó tomarlo, el pedazo de fruta cayó en su regazo.
— Lo siento —dijo cogiendo la fruta y entonces fue ella quien lo acercó a la boca
de Gaara.
De nuevo él se quedó atónito durante un segundo pero luego, con cautela, se
acercó para tomarlo.
Kaiya se quedó pasmada y sin poder evitarlo, dejó escapar un pequeño jadeo al
sentir los labios de Gaara contra sus dedos. Una corriente eléctrica recorrió todo
su cuerpo y se detuvo exactamente entre sus piernas provocándole un
sobresalto. Cuando los labios de Gaara se apartaron, aún pudo sentir su
respiración frente a ella. Un extraño cosquilleo golpeteó contra cada poro de su
piel pero antes de que pudiera hacer o pensar otra cosa, se escucharon un par
de golpes en la puerta del frente, rompiendo la extraña intimidad que había
adquirido ese momento.
— ¡Está abierto!
— ¿Crees que puedas soportar la luz de una lámpara? –de nuevo volvió a
recibir una afirmación como respuesta. Encendió la lámpara y entonces pudo ver
el estado en el que su compañero se encontraba. Sus brazos y cuello tenían
quemaduras de segundo y tercer grado y como la tela de la camisa no era tan
resistente como el cuero, pudo jurar que el pecho estaba igual— ¡Maldición
Gaara, tienes ampollas en todas partes!
— ¿En verdad? Y yo que creí que sólo se me había pasado un poco el tiempo
de mi bronceado y era simple irritación.
En ese momento Kiba sacó cuatro botes de helado, abrió el primero, tomó la
cuchara que había sobre la charola entre Gaara y Kaiya y comenzó a colocar el
contenido sobre la piel lacerada del hombre. Cuando llegó a la parte del pecho
tuvo que cortar la camisa con la ayuda de unas tijeras. El dolor que experimentó
Gaara hizo que apretara sus puños hasta que sus nudillos se pusieron blancos y
un pequeño grito saliera de su garganta. En un segundo la delicada mano de
Kaiya se posó cautelosamente sobre la suya y él la apretó con fuerza. Esa
extraña sensación que experimentó por aquel simple contacto logró tranquilizarlo
hasta que Kiba terminó con el trabajo una hora después.
— Gracias.
— Claro, no es la primera vez que salvo tu trasero así que no debería extrañarte
—comentó con una sonrisa. Luego sacó su celular.
— ¿Qué haces?
— Debo llamar a Ino para decirle que ya te encontré y también para que le diga
a Neji donde encontrarnos —Gaara frunció el ceño.
— No es eso. —hizo una pausa por unos segundos y luego bajó un poco el tono
de su voz. Kaiya seguía sentada junto a Gaara— tiene que venir para hacerse
cargo de ella.
"¿Cargo? Oh Dios, por favor que eso no implique que yo termine en una bolsa
negra o flotando en el río"
— Escucha, sé que lo dices para que tus recuerdos no sean borrados pero no lo
hacemos para protegernos sino para protegerte a ti. Saber sobre nosotros es
muy riesgoso y más para una mujer que vive sola como tú —respondió Kiba.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
— Mejor. Aún un poco cansada pero el doctor dijo que estoy mejorando.
— Me alegra. ¿Sabes? he estado pensando que tal vez podríamos hacer un
pequeño viaje, sólo tú y yo, antes de iniciar con los preparativos para la boda.
Tal vez ir a la playa por unos días. ¿Qué piensas?
— Tal vez. Aunque últimamente he tenido mucho trabajo así que no podría
asegurarte nada.
— ¡Oh, por dios! No pensé que fuera tan tarde —Sakura parpadeó un par de
veces y notó que Sai se ponía de pie al mismo tiempo en el que llamaba al
mesero con un ademán—. Debo irme, cariño. Tengo una cita con un cliente y
olvidé la hora.
— ¿Quieres que nos veamos esta noche para cenar? —la ojiverde dio un ligero
respingo.
— Eh, creo que no va a ser posible. Ah… tal vez trabaje hasta tarde. —la mirada
analítica de Sai se enfocó en ella.
— Sabes que no me gusta que sigas abusando del trabajo. Eso no es bueno
para tu salud.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Luego de aquel colosal silencio que se había formado entre las cuatro paredes
de la estancia, reduciéndola a algo mínimo alrededor de ellos, Kiba habló.
— Estoy bien.
— Si —musitó lacónico.
— Ah, gracias.
Kiba atravesó la puerta hacia la cocina, seguido por Kaiya. Una vez ahí, el
hombre lavó lo que habían ocupado para alimentar a Gaara y lo colocó sobre
una rejilla junto al fregadero.
— ¿Qu-quieres un poco de café? —preguntó Kaiya sin poder soportar más otro
silencio.
— En realidad —dijo encendiendo la cafetera— sigo sin poder creer todo esto.
Ya sabes, el asunto de los vampiros yo… no solí-… —interrumpió— no suelo
creer en ese tipo de cosas.
Un segundo después, Kaiya apartó la mano con rapidez. Había sentido los
colmillos irse alargando lentamente hasta que se convirtieron en dos pequeñas y
afiladas lanzas.
— Ustedes… ¿cómo…?
— Sólo somos una especie diferente. —dijo Kiba ofreciéndole una silla— Y
antes de que lo preguntes, no nos alimentamos de sangre humana así que estás
a salvo. Nosotros…
— Debe de ser Akari —susurró Kaiya, aún sin poder salir de la impresión.
— ¿Amiga tuya?
— ¿Quién es Kaiya? —se escuchó una voz masculina del interior de la casa.
— Akari Tane. —un extraño silencio volvió a hacerse presente— Bueno, eh, lo
siento de verdad. Kaiya nunca me había hablado de ningún… amigo.
— Ah, claro. Nos conocimos cuando estábamos en secundaria, luego tuve que
mudarme a Suna y habíamos mantenido contacto por teléfono. Recientemente
regresé a la ciudad
— Entiendo —la incomodidad creció de nuevo entre ellos— Eh, ya no les quito
el tiempo, yo… avisaré que no puedes ir al hospital hoy y pues…
— Gracias.
— S-si.
Kaiya hizo el intento de decir algo pero, justo en ese momento, las fuerzas
abandonaron su cuerpo y se desplomó sin llegar a alcanzar el piso. Había
soportado más de lo que había podido imaginar que sería capaz así que ahora,
su cuerpo le pedía a gritos descansar.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
— ¿Te encuentras bien? —al escuchar esa voz, supo que no había estado en
una pesadilla y que todo era real. Comenzó a levantarse hasta quedar sentada.
Kiba había tomado asiento sobre la mesita de centro.
— Eso creo.
— Las cinco.
— ¡Oh por Dios! —sintió que la sangre bajaba hasta sus pies, ¿cómo había
podido dormir tanto?
Kaiya asintió levemente mientras comenzaba a comer el cereal con leche que le
había ofrecido.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Ino dobló su teléfono celular y se dejó caer sobre el sofá del estudio. Neji y
Sasuke estaban ahí con ella.
— Dijo que Gaara parece estar bien, tiene gran parte del cuerpo quemado pero
dice que el helado ayudó. También me dijo que la humana está bien y que se
había desmayado pero ya estaba recuperando la conciencia. Me pidió que
llamara a Matsuri pues cree que Gaara va a necesitar alimentarse y además, me
pidió que fueras tú —volteó a ver a Neji— para que les ayudes con la chica.
Sasuke apoyó ambos codos sobre el escritorio y entrelazó sus dedos a la altura
de su boca. Negó con la cabeza.
Neji asintió, se levantó de la silla en la que estaba sentado, hizo una reverencia
y salió del estudio.
— ¿Estás seguro de que no quieres que te acompañe? —preguntó Ino una vez
que se hallaron a solas.
— No. Es mejor que hable con Sakura yo solo. Después de todo, ese era mi
trabajo desde un principio ¿no?
— Vamos, Sasuke. Tú y yo sabemos y cada persona que vive en esta casa sabe
que no ha sido así. Mira a Naruto, por fin está con una gran mujer que lo ama y
eso fue gracias a ti. Yo estoy a lado del hombre que amo gracias a ti. Por ti, la
especie continua sobreviviendo. No has defraudado a nadie, son sólo cosas que
maquina tu cabeza loca —Sasuke sonrió por el comentario.
— ¿Cómo te sientes?
Ino y Sasuke sonrieron al ver a su hermano tan feliz. Ellos sabían el motivo y,
sinceramente, no quisieron ahondar en los detalles.
— Ah, sí. Te aviso que iré con Neji a recoger a Kiba y a Gaara. Necesito volver a
la acción lo antes posible.
— Si así lo quieres, de acuerdo. Avísale a Neji. —Naruto apoyó las puntas de los
dedos en su sien como un saludo militar.
— Por favor, cariño, dile que me amas más a mí que a él —señaló a Sasuke—
porque yo te divierto y te complazco en TODO.
— ¿Qué sucede?
— Necesitas alimentarte.
Sasuke dio un pequeño respingo y enseguida negó con la cabeza. Ese tema no
podía tocarlo con ella.
Ino asintió y luego vio como él desaparecía cerrando la puerta tras de sí.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Intentó volver su concentración hacia el trabajo pero le fue imposible, así que
después de treinta minutos más, decidió dejarlo por la paz. Apagó el ordenador,
tomó su bolso del cajón inferior izquierdo, alcanzó su abrigo y dio por concluida
esa jornada laboral. Bajó por el ascensor, atravesó las puertas principales del
edificio y desactivó la alarma de su auto haciendo que los faros del Focus
parpadearan. Ya dentro del auto, inhaló profundo y echó a andar el motor.
Luego de varios minutos de intenso trayecto, por fin aparcó el auto en la acera
frente al edificio donde vivía. De nuevo su ritmo cardiaco se incremento y las
manos comenzaron a temblarle pero no le prestó atención. Abrió la puerta y el
aire frío de la época la sorprendió, cerró el abrigo sobre su pecho, miró a su
alrededor notando que ya había anochecido por completo y luego de inhalar
profundo para darse valor, subió las escaleras y atravesó la puerta de cristal y
madera.
Sakura inhaló profundo. Toda la tarde había repasado una y otra vez el guión
que iba a seguir esa entrevista pero ahora todo se había desvanecido en su
mente y no sabía que preguntar. Sólo un hecho salió a relucir.
Sasuke movió su mano frente a ella y en ese instante, todos los recuerdos que
habían permanecido bloqueados fueron liberados de golpe en la mente de
Sakura haciéndola perder el equilibrio. Tuvo que sostenerse de la manija de la
puerta.
— Sakura juro que te explicaré todo con detalle, pero por ahora, necesito que
me escuches. —ella enfocó su mirada en el rostro de él—. Hay algo que debes
de saber acerca de tus padres.
— ¡Por supuesto que sí! Es imposible que tú sepas algo de ellos cuando mis
padres adoptivos invirtieron mucho dinero en su búsqueda. Lo más probable era
que se tratara de unos simples adictos.
Sakura alzó la mirada sin poder creer que estuviera cediendo al ver como
Sasuke permanecía quieto, como si quisiera darle la oportunidad de saber que
era sincero. Pero enseguida, recuperó la calma.
— ¿Cómo la conociste? Pareces tan sólo un par de años más grande que yo.
— Entonces ¿tú sabes por qué me abandonó? —susurró— ¿por qué ella…?
— No lo sé, pero… sé que gran parte de ella vive en ti. Y es por eso que el
tiempo se acaba.
— ¿A qué te refieres?
— ¡Déjame en paz!
Sasuke hizo el amago de volver a tocarla pero ella lo esquivó y volvió a correr
hacia la puerta. Esta vez, la enorme placa de hierro oxidado se abrió por cuenta
propia antes de que ella alcanzara la manija. Miró a Sasuke sobre su hombro y
la mirada que él le dirigió le indicaba que él lo había hecho. El horror se apoderó
de ella nuevamente.
— Esto no es real.
— ¡NO!
Cuando él la levantó, ella no opuso resistencia. ¿Para qué? Estaba casi segura
de que todo lo que sucedía era una alucinación, una pesadilla de la tarde o
temprano despertaría. Esperaba que así fuera, si no…
Mientras Sasuke la llevaba escaleras abajo, podía percibir las fuertes oleadas de
intenso miedo que emanaban de ella, junto con la confusión y la angustia.
Llegaron al apartamento que compartía con Ino y la depositó sobre la cama,
cubriéndola con la sábana. Supuso que ella necesitaba espacio, así que acercó
una silla y se sentó ahí.
— No.
¡Maldición! Deseaba abrazarla, limpiar sus lágrimas, poder aplacar aunque fuera
un poco su sufrimiento. Estaba dispuesto a morir si con eso conseguía liberarla
de todo lo que sentía. Pero no podía protegerla, no esta vez, ni tampoco podía
librarla de algo que era inevitable…
La verdad
Capítulo 16
La noche había caído desde hacía unos cuantos minutos y pronto el momento
de irse llegó. Gaara salió de la habitación de Kaiya con andar inseguro
deteniéndose en el umbral de la puerta. Al verlo, Kiba se acercó a él para
examinar sus heridas.
— Mucho mejor.
Al decirlo, la mirada de Gaara viajó por toda la habitación hasta que se encontró
con Kaiya. La mujer permanecía sentada en el sofá, con el perro sobre su
regazo. Ahora que su visión estaba recuperada casi al cien por ciento, podía
verla con claridad y decir que la imagen que su cerebro había guardado de ella,
no le hacía justicia en absoluto.
Aún vestía las mismas ropas que recordaba pero ahora siendo iluminada por las
luces de la casa lucía sumamente hermosa. Dio un pequeño sobresalto, ¿de
nuevo él estaba viéndola de esa manera? Cerró los ojos intentando aclarar su
mente. Esa clase de pensamientos no podían ser de él porque él no creía en
nadie, no confiaba y mucho menos sentía afecto por otro ser. Vampiro o no.
Abrió los ojos al sentir algo cálido junto a su pierna, agachó el rostro y pudo ver
al perro justo frente a él, moviendo la cola dándole ligeros latigazos en la pierna.
Se llevó la mano hacia la herida del abdomen y con lentitud se inclinó para
acercar su mano libre al animal. Una pequeña mueca de dolor se dibujó en su
rostro cuando hizo presión sobre su herida pero desapareció al sentir el pelaje,
extremadamente suave, del animal deslizarse entre sus dedos. No pudo evitar
sonreír, siempre le habían gustado los animales, sobre todo los perros. A ellos
no podía engañarlos, ellos sabían lo que él era en realidad.
Estaba a punto de decir algo cuando sintió dos energías acercándose a ellos. Un
segundo después, Naruto y Neji aparecieron del otro lado de la puerta corrediza
que daba hacia el jardín.
— Es hora.
— Nah, sólo tuvimos que seguir sus chakras hasta acá —respondió Naruto
despreocupado. Miró a Gaara y no pudo evitar sonreír irónico—. ¡Menudo
desastre estás hecho! Si querías lucir así, sólo tenías que pedirlo. Yo con gusto
te hubiera ayudado.
Kiba comprendió a qué, o más bien, a quién se refería. Se hizo a un lado y dejó
a la humana a la vista de ambos hombres. Sus expresiones no dejaban de
reflejar sorpresa. La mujer era bonita, eso estaba más que claro, pero lo que les
sorprendió era la "tranquilidad" que emanaba. No era una mujer común, de eso
no les quedó duda. Si había soportado veinticuatro horas a solas con Gaara,
estando él en uno de sus momentos de "sensibilidad", significaba que era una
mujer fuerte.
Kaiya se puso más tensa cuando sintió una presencia justo frente a ella, su
aroma era bastante masculino y se mezclaba delicadamente con el olor del
tabaco que supuso que estaba fumando en ese momento. Su energía era muy
fuerte, avasalladora. Si ella pudiera ver, tal vez la hubiese descrito como
brillante. Pero había algo más, algo que no pudo definir hasta que el calor que
aquel cuerpo irradiaba estuvo muy, pero muy cerca de ella.
¡Dios bendito! Ese hombre era lujuria total, ardiente y asfixiante lujuria mezclada
con un inconmensurable poder. Dejó escapar un imperceptible jadeo al sentir
que cada centímetro de su piel se erizaba debido a esa sensación que la
embargó cuando él se acercó.
Neji se sentó sobre la mesita frente al sofá, se quitó el cigarro de la boca y
exhaló el humo lentamente hacia arriba mientras evaluaba a Kaiya.
— ¿Qué fue lo que vio? —preguntó a la nada y Kaiya no pudo evitar molestarse.
Por su tono de voz, le dio la impresión de que a ese hombre no le preocupaba
ella en lo absoluto. Es más, estaba segura de que no la tomaba como un ser
pensante en esa habitación.
Afortunadamente Neji había dejado el cigarro entre sus dedos porque sino se
hubiera caído de sus labios cuando su quijada quedó abierta debido al asombro,
cosa que no solía ocurrirle muy a menudo.
— ¿Hablas en serio?
— ¡Por supuesto que no! —exclamó sarcástica—. Sólo quería divertirme al ver
la expresión de estúpido asombro que pusiste porque no tengo nada mejor que
hacer que permanecer aquí, con cuatro perfectos desconocidos, que además
son vampiros.
Silencio.
Neji inhaló otra gran bocanada del cigarro mientras llevaba dos dedos de su
mano libre hasta la frente de Kaiya y los posaba ahí delicadamente. El ceño del
hombre se fue frunciendo gradualmente conforme aumentaba sus intentos por
hallar algo en la mente de la mujer que pudiera ser reprimido, pero luego de
unos instantes se dio por vencido. Dejó escapar el humo que había estado
manteniendo en sus pulmones y miró a sus hermanos.
— Lo que ella tiene no son recuerdos como tales. Son simples sonidos, aromas,
sensaciones, cosas que son guardadas en la parte más primitiva de su cerebro y
no en donde se suelen almacenar las imágenes que conservamos la mayoría
como memorias. Por lo tanto, es una zona a la que no puedo llegar sin correr el
riesgo de dejarla como un vegetal.
— Sugiero que la dejemos así. No creo que abra la boca —respondió con
impasibilidad— Además, ¿qué diría, "escuché como se tostaba un vampiro en mi
casa"? dudo que alguien le llegue a creer.
— Tal vez tengas razón —completó Kiba— ¿Tú que dices, Gaara?
El pelirrojo alzó la vista para dirigirla hacia Kaiya y luego de vuelta a Kiba.
Kiba lo miró con desaprobación y luego fue a sentarse al sofá, junto a la mujer.
— Escucha, sé que esto no era parte del plan pero ya oíste a mi hermano, no
puede hacer nada sin ponerte en riesgo así que tú decides. ¿Puedes vivir
sabiendo esto o prefieres intentarlo?
Kaiya los escoltó hasta la salida, Neji y Naruto fueron los primeros en salir
seguidos por Kiba. Gaara se aproximó hasta la puerta y una vez que estuvo
frente a Kaiya, permaneció durante un segundo ahí, sin saber que hacer o decir.
Tal vez lo más correcto fuera un simple y sencillo "gracias" pero tomando en
cuenta que se trataba de él, era pedir demasiado.
Sólo tenía que decir un estúpido "sí". Era todo. Ella ya había hecho lo más difícil.
Pero ni sus cuerdas vocales, ni sus labios, ni su lengua quisieron cooperar con
tan titánica tarea. Lo único que salió fue una pronunciada exhalación.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
No tenía idea de cuánto tiempo había pasado desde que el llanto de Sakura se
había convertido en sollozos inaudibles. Sólo podía ver su frágil cuerpo continuar
temblando mientras luchaba por llevar aire hacia sus pulmones con dificultad. Le
parecía increíble que aún no se hubiera desintegrado entre la confusión que la
rodeaba. Ella era una mujer fuerte y cada minuto que pasaba a su lado se lo
confirmaba.
Estaba comenzando a pensar que ella permanecería así toda la noche pero
entonces, se dio la vuelta, y el guerrero se encontró con los ojos color jade, fijos
en él.
— No. Son chupasangres. Asesinos. —en otro momento Sasuke hubiese reído
por el comentario.
— Mejor habla de minoría perseguida. Esa la razón por la que esperaba que no
sufrieras el cambio.
— ¿Cambio?
Él asintió lúgubremente.
— Oh por Dios. —se llevó la mano a la boca como si fuera a vomitar—. No me
digas que voy a...
Una oleada de pánico la asaltó, invadiendo la habitación como una brisa que
llegó a Sasuke en una fría ráfaga. No podía soportar su angustia y quería hacer
algo para aliviarla. Se puso de pie y se acercó a la cama. Al ver que no le rehuía,
se sentó. Las lágrimas que se deslizaban por sus mejillas olían a lluvia de
primavera.
—Tu transformación está muy próxima. A todos nos llega en algún momento, a
los hombres alrededor de los veinte, a las mujeres cerca de su vigésimo quinto
cumpleaños. Te enseñaré a cuidarte y qué debes hacer.
— Dios santo... esto no… no… yo… —nada elocuente podía salir de su
garganta.
— Eso es todo —repitió ella con tono apagado en un intento porque su cerebro
mantuviera toda la información que le estaba siendo proporcionada.
— Los humanos no son nuestras víctimas. Aunque hay algunos vampiros que sí
lo hacen, pero la fuerza no dura mucho. Para no debilitarte, deberás beber de
alguien de nuestra propia raza.
— No lo sabes.
— Sabía quiénes eran mis padres, lo que yo era y lo que sucedería —dijo él—,
pero habían fallecido cuando me llegó la transición. Las condiciones en las que
pasé por el cambio fueron extremadamente difíciles, me sentía solo y no sabía
qué esperar. Por eso comprendo tu confusión.
— Dijiste que sabías cosas de mi madre, ¿eso significa que ella era…? —
Sasuke asintió—. ¿Mi padre también lo era?
— Él era humano, por lo que sé. Hay ocasiones en que vampiros procrean con
ellos, aunque es muy raro que el niño sobreviva. Nuestra raza no es una que se
pueda sobrellevar bien.
— ¿Duele?
— Vas a sentir...
— ¿Podría matarte?
— No te dejaré hacerlo.
— ¿Me lo prometes?
— ¿Cuándo ocurrirá?
Ella lo soltó, recostándose sobre las almohadas. Luego asumió una posición
fetal, dándole la espalda.
Él se puso rígido, igual que su miembro, sólo con escuchar esa palabra de sus
labios. Se revolvió en su asiento inquieto, preguntándose si podía evitar
responderle. En aquel momento, no quería hablar sobre sus encuentros
sexuales, al menos mientras ella estuviera en esa cama, a tan escasa distancia.
— Sí —susurró ella dándose vuelta para mirarlo otra vez—. ¿Fue diferente
contigo porque no eres..., eres un...?
Porque para él también había sido diferente ya que, técnicamente, ella todavía
era humana.
— ¿Sasuke?
— ¿Sí?
— Así es.
— ¿Sasuke?
— Porque tuve que hacerlo —replicó él, extendiendo los brazos, tratando de
tranquilizarse. El corazón se le salía del pecho, sus instintos volvían a la vida,
como preparándose para la batalla. Podía escuchar la respiración de la mujer, el
latido de su corazón, el fluir de su sangre.
— Porque hay algo en ti que me impide controlarme —respondió tan rápido que
a Sakura le costó trabajo captar cada palabra— Porque cuando estoy cerca de ti
todo lo que quiero es…
Se detuvo sin poder siquiera continuar con toda su letanía. Un oscuro deseo
hizo estremecer sus entrañas, dando un vuelco a su estómago. Sasuke contuvo
la respiración. Esperó a ver si pasaba, pero la mordiente sensación se hizo más
fuerte. ¡Maldición!, esa pecaminosa necesidad no era sólo de sexo. Era de
sangre. La de ella.
Se puso de pie rápidamente y trató de establecer una distancia mayor entre
ambos. Necesitaba salir de allí. Recorrer las calles. Luchar. Y necesitaba
alimentarse.
— No te vayas.
— ¿Por qué?
Abrió la boca, sus colmillos palpitaban a medida que se alargaban. Y sus dientes
no eran lo único que pedía ser utilizado. Su erección era un abultamiento
doloroso presionando contra su bragueta, incrementándose conforme los
recuerdos de todos sus apasionados encuentros saturaban su mente. Se sintió
oprimido entre las dos necesidades. Sexo. Sangre. Ambas con ella.
— No quiero que te vayas —susurró ella con la voz enronquecida. Lo único que
quería ella era dejar de pensar, y sabía que estando con él, eso era algo muy
fácil de hacer. Al menos lo había sido antes.
— ¿Vas a decirme que no, Sasuke? —preguntó ella de una manera tan
arrebatadora, que la presión en sus pantalones se hizo más dolorosa. Sólo sexo.
Podía hacerlo. Podía aguantar el deseo de sangre. ¿Pero estaba dispuesto a
dejar la vida de la mujer en manos de su autocontrol?
"Juego finalizado", pensó él, oprimiéndola contra sí. Empujó la lengua dentro de
su boca mientras la sujetaba por las caderas y la presionaba contra su erección.
El gemido de satisfacción de la mujer fue como campanas celestiales que
aumentaron su deseo, y cuando las uñas de ella se clavaron en su espalda, le
fascinaron las pequeñas punzadas de dolor porque significaban que estaba tan
ansiosa como él. La tendió sobre la cama en un abrir y cerrar de ojos. Rasgó la
delicada blusa y el sujetador con impaciente ferocidad. Ya habría tiempo para
delicadezas. Ahora se trataba de puro sexo.
Mientras besaba furiosamente sus pechos, se arrancó la camisa con las manos.
Sus manos recorrieron todo el cuerpo de Sakura, sus labios subieron lentamente
sobre su pecho, recorriendo su clavícula hasta llegar de nuevo a los labios de
ella. Ambos se aferraban el uno al otro por su vida contra las desgarradoras
oleadas de pasión que estaban llevándolos al borde de todo lo conocido. Sus
labios iniciaron el recorrido hacia abajo
— ¡No!
El dolor y el vacío que sentía en su estómago eran tan intensos como los que
había sufrido durante su transición. Necesitaba a Ino. Ahora.
La sed de sangre que sentía en esos momentos era tan intensa que podía
dejarla seca en un minuto. Las piernas le temblaban, los músculos tensos
luchaban contra el ansia que se había apoderado de su cuerpo arrastrándolo
hacia el lado donde él no quería llegar. Su mente y sus necesidades físicas
entablaban una lucha sin cuartel. Y él sabía cuál saldría victoriosa si ella no se
alejaba.
— Pero…
— Debo hacerlo.
Ella vaciló, pero al ver su expresión, finalmente asintió. Comenzó a alejarse
nuevamente, retrocediendo hasta quedar sentada sobre la cama.
— Te estaré esperando.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Los otros tres hombres se concentraron liberando sus sentidos hasta que les
llegó un aroma que no estaban esperando. Dulzón, empalagoso, frío.
"¡Mierda, cazadores!"
— Las flores resultarán adecuadas para ese viejo afeminado ¿no crees?
Lástima que no tengamos su dirección.
Debajo del sofá. Había una pequeña mancha de sangre, de sólo unos cuantos
centímetros, debajo del sofá que él había acomodado. Así como el aroma
distinguía a los cazadores, la sangre guerrera lo hacía con los hokages. Era
como miel para las moscas.
Los cristales de las puertas corredizas que daban al jardín estallaron en miles de
pedazos al mismo tiempo en el que Kaiya dejaba escapar un grito. Gaara se
acercó a ella y la colocó detrás de él mientras Neji se arrojaba contra los dos
cazadores que habían aparecido.
— ¡No me dejes aquí, por favor! —pidió ella siendo presa del pánico. No podía
ver nada pero todos esos sonidos sólo le hacían suponer que era algo realmente
malo—. ¡Por favor, Gaara!
Escucharla así removió sus entrañas hasta lo más recóndito. Sentir sus
delicadas manos aferrarse a sus antebrazos le provocó una dolorosa sensación
que no tenía nada que ver con su roce sobre la piel quemada, era un dolor aún
más profundo. No deseaba dejarla, quería protegerla sólo a ella, pero cuando los
disparos se hicieron más continuos, supo que no tenía opción.
Gaara era el mejor tirador con el que contaba la Cofradía así que con el simple
cargador de esa arma, logró diezmar a la ofensiva enemiga lo suficiente hasta
que Neji terminó con la batalla que había estado sosteniendo dentro de la casa y
pudo incorporarse a la que se desarrollaba en el jardín. El ojiperla pasó junto a
Gaara y le arrojó la cartuchera que le pertenecía, donde descansaban sus dos
dagas plateadas.
Los ojos de Kaiya se abrieron de par en par cuando el peso del cuerpo de Gaara
recayó sobre ella haciéndola caer de rodillas sobre el césped. Naruto se acercó
a ellos y derribó al cazador con un disparo antes de que pudiera hacer otra cosa.
— ¡Gaara! —el pelirrojo abrió los ojos al tiempo en el que se llevaba la mano
izquierda al brazo opuesto—. ¿Estás bien?
— ¿Puedes ponerte de pie? —de nuevo recibió una afirmación como respuesta.
Entonces escucharon el motor de un auto acercándose a toda velocidad—
¡Mierda, tenemos compañía! Hay que movernos.
— ¡Con un demonio, sácanos de aquí! —gritó el ojiperla al ver que del auto
familiar que habían escuchado, descendían nuevos enemigos.
Naruto maniobró para lograr sacar el vehículo a través del jardín, derrumbando
la pequeña cerca de color blanco y entonces vio al perro correr hacia ellos. Neji
abrió la puerta y el animal saltó al interior al tiempo en el que Naruto forzaba el
motor a aumentar la velocidad. Con cada segundo que se alejaban, podían
sentir que volvían a respirar nuevamente.
Minutos más tarde, mientras recorrían la autopista lo más rápido que les era
posible, Neji se puso a evaluar los daños.
Él se encontraba bien, salvo pequeñas laceraciones debidas al choque con una
lámpara en el interior de la casa y una caída sobre los cristales de las puertas.
Naruto tenía la herida de un cuchillo en el antebrazo derecho además de
múltiples golpes en el rostro. Kiba, una herida en el hombro izquierdo producto
del contacto con una enorme shuriken que no había podido esquivar y varios
rasguños en el cuello y la cara. Y Gaara, él era el peor de todos. Su torso y
rostro aún mostraba las ampollas ocasionadas por su exposición al sol, tenía
varias contusiones a lo largo del cuerpo y… una hemorragia en el hombro
derecho. La herida de bala no había sido sólo un roce.
Gaara se sentía sumamente mareado. Ahora ya sabía lo que era para un suéter
pasar todo un ciclo dentro de la lavadora y después ser sacado para ponerlo a
secar. Las fuerzas estaban abandonando su cuerpo de manera vertiginosa, su
visión fue oscureciéndose poco a poco mientras el ruido del motor se convertía
en un eco cada vez más lejano hasta que ya no escuchó nada más. No pudo
permanecer conciente por más tiempo y se desvaneció, haciendo que su cabeza
se recargara sobre el pecho de Kaiya causándole un sobresalto.
— ¡Gaara!
Kiba se giró para ver lo que ocurría, de inmediato se puso de rodillas sobre el
asiento y comenzó a darle pequeños golpes en las mejillas buscando que
reaccionara.
Todos estuvieron de acuerdo con la idea y se dedicaron a hacer todo lo que les
fue posible hasta que lograran llegar a su destino. Kiba sacó su móvil.
"…inútil".
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Los colmillos de Sasuke se alargaron aún más cuando él abrió la boca, con su
mano sostuvo el delicado brazo y hundió los colmillos en él, ocasionando que
Ino gimiera. Sus instintos habían nublado por completo todo su lado racional,
haciéndolo olvidar todas las reglas de etiqueta y las cortesías que debían existir.
La sed era lo único que regía su cuerpo y su comportamiento. Conforme tomaba
grandes tragos de sangre, Sasuke fue moviéndose hasta terminar arrodillado en
el suelo, frente a ella.
— Lo siento, yo no…
— Aún no has bebido lo suficiente —dijo extendiendo su brazo nuevamente
hacia él. Sasuke estaba a punto de negarse pero de nueva cuenta sus instintos
tomaron la batuta y reinició la succión sobre la delicada vena que le había sido
ofrecida.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Luego de los minutos más largos en todas sus vidas, por fin atravesaron la
barrera de genjutsu e instantes más tarde, las enormes puertas que marcaban el
inicio de la propiedad de la Cofradía. Naruto aparcó la camioneta lo más cercano
que pudo a la puerta principal de la casa, bajó del auto y ayudó a Neji a mover a
Gaara siendo auxiliados por Shikamaru, Hinata y Tsunade quienes los habían
estado esperando.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Ino estaba a punto de decir algo para intentar calmar la tensión y controlar la
situación que se venía encima pero antes de que pudiera hacerlo, Kiba corrió
hacia ellos.
— ¡KIBA NO!
Capítulo 17
Terminó de cerrar lo mejor que pudo la blusa sobre su pecho, cosa casi
imposible, considerando que más de la mitad de los botones estaban esparcidos
en el piso de la habitación. Exhaló profundamente en señal de frustración. Había
tenido la esperanza de que una buena sesión de sexo pudiera, si no aclarar su
mente, lo cual no sería asunto sencillo, al menos impedirle pensar en todo lo
acontecido.
Pero ahora, estando sola en medio de la oscuridad, había que hacer una
síntesis y un análisis de la situación.
Era una vampiro. Técnicamente mitad vampiro y aún no lo era realmente. Pero
lo sería. Pronto. Tendría que beber de alguien para sobrevivir, pero por lo que
entendió, eso no significaba que tendría que matar. No necesariamente. Ahora,
había que preguntarse ¿cuáles eran los planes a seguir a partir de que eso
sucediera? Porque, como ya había quedado demostrado, lo que sabía de
vampiros no precisamente era verdad. Beber sangre lo era, aunque no de la
manera que ella pensaba. Le había dicho que la sangre humana no era
suficiente así que tal vez la de animal tampoco lo sería. En cualquier caso, beber
de ratas como en los libros no estaba dentro de top de comida favorita. ¿Podría
salir al sol? ¿cuánto tiempo viviría? ¿envejecería? ¿el asunto de las iglesias y
los crucifijos era verdad?
Claro, había que preguntarle a Sasuke para aclarar todas sus dudas.
Sasuke…
No pudo evitar preguntarse si eso era lo que a ella le esperaría en caso de que
no se alimentara. ¿Hasta donde sería capaz de mover la sed de sangre?
Entonces un detalle atravesó su mente. Las palabras de Sasuke.
Bueno, ella lo había tenido muy claro por los filosos colmillos que se asomaron
entre sus labios y su expresión pero ahora entendía la implicación de la frase
"debo irme". Él tenía que alimentarse. De una mujer.
Nunca había sido celosa, de hecho esa sensación no era una que experimentara
a menudo, pero sabía reconocerla. La punzada inició en la boca de su estómago
rasgando todo a su paso hasta llegar a su pecho donde comenzó a arder lenta y
dolorosamente. ¿Quién podía ser la mujer de la que él se había alimentado?
¿eso significaba que tenía pareja?
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
La mirada de Kiba sólo estaba fija en Sasuke. La racionalidad que existía dentro
de él había sido bloqueada por la fuerza de la biología. Los instintos vampíricos
no eran algo contra lo que se podía luchar y esperar salir vencedor, mucho
menos cuando se trataba de aquellos que venían implícitos en el
emparejamiento de un hombre y una mujer.
Ese fenómeno de la vinculación entre vampiros, iba más allá de las simples
reacciones hormonales que se presentaban en los humanos. El aroma de
vinculación era parte de ello. Cuando un hombre y una mujer se escogían como
compañeros, ella lo aceptaba y ese aroma especial que provenía de él quedaba
tatuado en su piel, debajo de ella. Pero no sólo era la forma en la que el pacto
quedaba sellado, sino también reflejaba una advertencia, porque contrario a los
débiles celos humanos, los hombres vampiros rayaban en la territorialidad.
Una vez que te emparejabas, no había espacio para nadie más. Sin importar las
circunstancias.
Sí, para la mayoría, los que se hallaban solteros, beber de alguien del sexo
opuesto no implicaba mayor problema aunque por supuesto que había intimidad,
podía o no haber sexo aunque la biología dictaba que sí, pero no era obligatorio.
De cualquier manera, aún cuando bebieras de la vena de la muñeca, no dejaba
de ser algo que iba más allá del simple contacto físico rutinario, es más, ni un
beso en los labios podía ser considerado como algo tan íntimo. Así que el hecho
de ver a la mujer con la que estabas dentro de ese pacto llamado
emparejamiento, alimentar a otro era más de lo que cualquier vampiro podría
soportar. El hecho de que un hombre y una mujer se vincularan, significaba que
sus vidas quedaban unidas por completo y para siempre. Más allá del amor que
pudieran sentir, se trataba de biología.
Kiba era prueba de ello. Por más que se hubiera esforzado por mantener la
cordura, el instinto se lo hubiese impedido sin ningún obstáculo justo como
ocurría. En esos momentos no veía a su hermano, ni al rey de la raza. Veía a un
hombre que había ignorado la advertencia de su aroma sobre la piel de Ino y
había bebido de ella.
Con grandes esfuerzos, arrastraron a Kiba fuera del estudio y ella cerró la puerta
con la mente, poniendo el seguro. Su respiración era agitada debido al
nerviosismo que golpeaba su interior. Estaba completamente segura de que si él
lograba liberarse de sus hermanos, la simple madera de la puerta no serviría de
nada. Maldijo en voz baja. Siempre había sido cuidadosa sabedora de que a
pesar de que él conocía los términos, su lado instintivo no aceptaba el hecho de
que su vena sirviera de sustento para Sasuke. Pero ahora se había equivocado.
Escuchó una maldición en forma de susurro, miró hacia abajo y vio a Sasuke
apretar los puños con fuerza.
Ino no supo que decir, miró su brazo y notó que aún sangraba. Sasuke también
se percató de ello e hizo el intento por acercarse, pero ella se lo impidió.
Sasuke alzó el rostro para mirar a Ino. Él estaba a punto de replicar pero
entonces la mujer se levantó del sillón.
— Bueno, habrá que remediar esto —echó un vistazo a su brazo y vio que ya no
había rastro alguno de las heridas—. Sugiero que te quedes aquí los próximos
minutos. Sé que no te gusta esconderte pero…
— Entiendo.
Ella asintió y caminó hasta la salida, volvió a mirarlo sobre el hombro a la vez
que abría la puerta sólo lo suficiente para que pudiera salir y luego volvió a
cerrarla. Se odió a sí mismo por ponerla en esa situación.
Ino enfocó la vista al pasillo frente a ella. A unos cuantos pasos, Naruto y Neji
seguían con sus esfuerzos titánicos por intentar mantener a Kiba alejado del
estudio, aunque dada la fuerza de él, aquella distancia fue lo más lejos que
habían podido llegar. Cuando ella cerró la puerta, una ligera brisa llevó su aroma
hasta su compañero y eso hizo que sus esfuerzos por acercarse se
intensificaran. Ino fue quien caminó hacia ellos para acercarse hasta quedar
frente a él. Sin embargo, Kiba no la veía, velado por el instinto sólo podía
sentirla, así que tuvo que llamarlo varias veces por su nombre antes de lograr
captar su atención.
La respiración del hombre era sólo fuertes jadeos que hacían subir y bajar su
pecho de manera violenta, como si no lograra llevar aire suficiente hasta sus
pulmones. Con lentitud acercó su mano hasta su mejilla y él de inmediato se
inclinó por completo en esa dirección logrando oprimir aún más su corazón.
— Lo siento, amor. —dijo sin aliento— No quise reaccionar así, pero ahora no
puedo controlarlo.
— Lo sé.
Ino reprimió las ganas de llorar. Ella había sido quien los había puesto en esa
situación debido a su negligencia y a pesar de ello, era él quien le estaba
pidiendo perdón.
— Shh —susurró colocando su dedo índice sobre sus labios— Tranquilo, todo
está bien.
— Pero, Ino…
— Está bien, Naruto. Él ya no irá por Sasuke, me quiere a mí. Puedo sentirlo.
— Háganlo.
— Necesitaré una alineación de vértebras pero, —llevó una de sus manos hasta
su nuca y luego movió su cuello, formando círculos en el aire hasta que lo
escuchó crujir— considerando que pudo habernos hecho pedazos, sip. Estoy
bien. —Neji exhaló profundo.
— Y que lo digas. —se puso de pie y ayudó a Naruto a hacer lo mismo—. Iré a
ver como se encuentra Gaara. ¿Necesitas ayuda para llegar a tu habitación? —
recibió una negativa— ¿Quieres que le diga a tu mujer que la necesitas?
— Nah —se sacudió el pantalón— Ya te dije que estoy bien. Veré como está
Sasuke y luego me daré una vuelta por la enfermería. —entonces recordó a la
mujer que habían traído— Hay que ver qué es lo que vamos a hacer con la
humana.
— Sí. Pero eso será después. Por ahora lo que debe preocuparnos es hacer que
Gaara mantenga su trasero en este plano.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
— No lo creo. Gaara no… —escuchó una ligera risa y eso la molestó— ¿Puedo
preguntar qué te parece tan gracioso?
— Aléjate de mí.
Sintió algo suave rozar sus labios, ¡Oh por dios! ¡Eran los de él! sin poder
evitarlo se hecho a temblar, víctima de una mezcla entre temor y odio a sí misma
por sentirse tan indefensa en esos momentos. Estaba comenzando a imaginarse
lo peor, pero la determinación volvió a abrirse paso entre sus débiles emociones.
Si él intentaba propasarse con ella, no la iba a tener fácil. Juraba que le iba a
costar varios rasguños y tal vez varias mordidas.
— ¿El qué?
— ¿A qué te refieres?
— Mientes. —una nueva risa hizo vibrar el pecho de Neji. Ese intento de prueba
que había tenido en mente aplicarle a ella, estaba tomando un rumbo muy
interesante.
— ¿Alguna ex novia?
— No tengo novias.
— Ah, ya entiendo. Eres de los que tiene muchas "amigas" ¿no es verdad?
— Me refiero a él. —ella dio un respingo— Gaara no arriesga su vida. Por nadie.
—exhaló profundo y nuevamente se acercó—. Y sinceramente, quisiera saber
que es lo que hay de diferente en ti —ella se sintió nuevamente cohibida por su
extrema cercanía, pero apenas él lo notó, volvió a alejarse— No entiendo por
qué me temes a mí y no a él.
Neji frunció el ceño al verla así. Él siempre solía ser franco, demasiado en
realidad, y sus hermanos podían soportarlo pero ahora, sabía que se había
equivocado.
— Cierra la boca, maldito imbécil. —dijo ella dejando escapar el aire— No tienes
idea de lo que estoy pensando así que… —la voz comenzó a quebrársele, pero
era el único indicio de debilidad que iba a mostrar ante él— …sólo vete.
Neji no pudo evitar sorprenderse, sin embargo, salió de la habitación justo como
había llegado. En cuanto sintió el vacío a su alrededor, Kaiya apretó los puños
sobre sus piernas y comenzó a llorar. No por lo que había sucedido sino porque
su cuerpo estaba lleno de furia.
— Yo…
— ¡Por fin despiertas! —Gaara miró hacia la entrada—. Pensé que esta vez no
ibas a lograrlo.
— Ah, pues… cerca de nueve horas. Hinata logró estabilizarte pero todo lo
demás fue gracias a Tsunade, Matsuri no pudo llegar así que ella te dio de su
sangre. —se encogió de hombros— Es probable que por eso te hayas
recuperado tan rápido.
— Mi mujer creyó que no era bueno que pasaras el día en este lugar así que
vine para llevarte a tu habitación.
— Necesito hablar con Sasuke. —Naruto hizo una mueca, cruzó los brazos
sobre la camiseta color naranja que llevaba puesta y luego se sentó a los pies
de la cama, teniendo cuidado de no tocar a Gaara.
— Escucha hermano, la realidad es que… no creo que sea buena idea en estos
momentos. La noche fue endiabladamente larga, tanto para ti como para él.
Debes saber que mientras tú intentabas no cruzar al otro lado, Sasuke estuvo a
punto de ser enviado allá, directo y sin escalas por Kiba.
— ¿Qué sucedió?
— Lo vio alimentarse de Ino.
— Mierda… —susurró.
— Eso se queda corto. Hubieras visto. —frotó sus ojos con dos dedos de su
mano, en señal de cansancio— El asunto es que, creo que deberías de esperar
un poco, ya sabes, tal vez al anochecer. Así sirve que tú tienes más tiempo para
recuperarte y el humor de Sasuke se aplaca un poco. Sabes lo mal que lo pone
el asunto de Ino y Kiba.
— Supongo que…
— ¿Por qué?
— Sasuke está con un genio de los mil demonios y quiere reunir a la cofradía.
Ahora.
— Lo sé.
— Gaara, en verdad no creo que sea un buen momento para tratar el asunto
referente a ella —dijo Naruto apuntando con la cabeza hacia la mujer que
permanecía sentada con la cabeza agachada.
— Debo irme. Ordenaré a una doncella que venga para que te lleve a una
habitación donde puedas comer algo y descansar.
— Si así lo deseas.
— ¿Cuánto tiempo llevaba ella sentada en esa silla? —Naruto dio un respingo al
escucharlo y luego de unos segundos respondió:
— Dijo que no se iría hasta que supiera que estabas bien —interrumpió Neji
dándoles alcance.
—… Humanos. La única regla que existe en esta maldita batalla es que los
humanos no deben de involucrarse. ¿En qué demonios estabas pensando al
pelear detrás de una casa habitada por ellos? —Sasuke golpeó el escritorio de
roble con ambos puños— ¡Maldición, Gaara! ¿qué hubieras hecho si se hubiese
tratado de una familia completa? —no hubo respuesta— ¡Responde!
— Escucha, de verdad estoy harto de todo esto ¿si? —dijo cansino—. Sólo deja
que la mujer se quede aquí hasta que Danzou encuentre una casa para ella. Yo
correré con todos los gastos ¿de acuerdo?
— Sólo deja que se quede. —Luego se dio la vuelta y desapareció tras la puerta
dejando aquella atmósfera gélida que acostumbraba.
— Creo que no debiste de haber dicho eso, Sasuke. —Neji se levantó del sillón
para caminar hasta el escritorio—. Hay que admitir que hay algo extraño con la
humana, durante todo el tiempo que estuvo con ella a solas no le hizo ningún
daño, Kiba puede confirmártelo. ¿No crees que fue demasiado decirle que
estaba prohibida para él? Tal vez…
Sasuke se dejó caer en el sillón, apoyó ambos codos sobre el escritorio y sus
labios sobre sus dedos entrelazados.
— No. Naruto también me habló de la humana pero por más que ella no le tema,
no la voy a arriesgar a que Gaara la ocupe como chivo expiatorio. Sí, reconozco
que es extraño que él no haya reaccionado de la manera en la que todos
esperábamos, pero pudo haber sido porque se encontraba herido y lo
suficientemente débil como para no hacerlo. De ser así, lo que tiene es ira
reprimida y sabemos que eso es una bomba de tiempo tratándose de él.
— Sí, claro. Como si quisiera otro altercado como el de esta noche cuando se
entere de que te la llevaste a la cama. —Neji lo miró con molestia— Tu
reputación habla por ti. No lo olvides.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Minutos más tarde, Hinata, Naruto y Neji iban caminando por el corredor en la
parte subterránea del complejo, yendo hacia la enfermería donde Kaiya
continuaba esperando. Las paredes del enorme túnel estaban revestidas de
acero y las luces fluorescentes alumbraban cada centímetro a lo largo de los
varios metros que lo conformaban. Pasaron las puertas que daban al gimnasio
de prácticas de la cofradía y un par de metros más adelante, se podían ver las
que indicaban el inicio de la enfermería.
Neji lo miró al tiempo en el que dejaba escapar el aire de sus pulmones en gesto
irónico.
— Oye, yo no te digo dónde ni cuando hacerlo así que ¿por qué te crees con el
derecho de decírmelo a mí?
Naruto lo tomó abruptamente por las solapas del abrigo y lo recargó sobre el
muro.
— ¡Oh, vamos Naruto! ¿Tú crees que él me hubiese creído si le hubiera dicho:
"Hermano, vi como tu destino estaba marcado por un botón del árbol de cerezo
sagrado"? Sí, como no. Para él, mis visiones que lo tienen como protagonista no
son más que simple basura, aún cuando sepa que son verdad.
El rubio lo soltó apartándose un par de pasos, luego frotó sus ojos con su pulgar
e índice, inspirando profundamente. Estaba cansado, últimamente agotado, y
sinceramente, vigilar la vida sexual de sus hermanos no era algo que lo hiciera
saltar de alegría. Esa tarea no venía en el contrato que él había firmado cuando
entró a la cofradía.
— ¿Ah, sí?
— Sí. —la mirada ojiperla reflejó incredulidad— ¿En verdad quieres que te lo
diga?
— Por favor.
— Sé que te recuerda a ella —la expresión de Neji quedó al descubierto detrás
de su máscara de impasibilidad— ¡Vamos, Neji! —dijo usando el tono de voz
que él había utilizado anteriormente— ¿Tú crees que fuiste el único que notó las
similitudes entre su carácter y el de…
— ¿Si?
Ella lo miró con ternura y dejó que viera a la mujer que aún permanecía sentada
sobre la silla de metal, abrazando sus rodillas.
— Kaiya, soy Naruto ¿me recuerdas? Estuve en tu casa hace unas horas —ella
no se movió ni respondió— Escucha, sé que todo esto es… engorroso, pero
queremos ayudarte ¿si? Tú nos ayudaste al cuidar de Gaara cuando él estuvo
herido y ahora que te hemos causado tantas molestias, quisiéramos que nos
permitieras cuidar de ti. Sólo queremos ayudarte, lo…
Se detuvo al notar que ella estaba sudando. Su cuerpo era recorrido por
pequeños y rápidos temblores pero podía ver pequeñas perlas de sudor sobre
su frente ¿por qué? La habitación era una nevera de tamaño gigante alrededor
de ellos, dado que habían quitado la calefacción para evitar que Gaara se
desangrara así que no era debido al calor.
— ¿Qué sucede? —él señaló con su dedo. El dulce rostro de su mujer cambió a
tener la expresión de "profesional de la salud" y se acercó a la humana— Ah,
Kaiya mi nombre es Hinata, soy la mujer de Naruto y soy doctora. ¿Te sientes
bien?
La mujer asintió.
— Quisiera examinarte.
— Puedo caminar sola. —se apresuró a decir. El contacto se rompió y sólo fue
rodeada por un brazo a la altura de los hombros para servirle de guía a través
del camino.
Luego de recorrer el interminable pasillo, por fin se hallaron en las escaleras que
daban hacia el vestíbulo de la mansión. Apenas atravesaron la puerta oculta
debajo de la escalera principal, Kaiya notó el cambió de temperatura pero aún
así tenía mucho frío. Y además, sintió que las fuerzas estaban abandonando su
cuerpo con gran rapidez. De nuevo, con lentitud, comenzaron a subir uno a uno
los escalones hasta que hallándose a la mitad del camino hacia la segunda
planta de la mansión, ella se detuvo.
— Aquí estoy.
Naruto y Hinata enfocaron sus miradas hacia el piso inferior donde el pelirrojo se
encontraba. Entonces, ante la desaprobatoria mirada de Naruto, Gaara subió los
escalones quedando a unos cuantos de Kaiya.
— ¿Estás bien?
Tomó a la mujer entre sus brazos y comenzó a subir las escaleras. Caminó a lo
largo del enorme corredor del ala oeste de la mansión hasta llegar a su
habitación, la puerta se abrió por completo con la fuerza de su voluntad y él
atravesó la habitación rápidamente. Fue hacia un jergón que utilizaba para
dormir, cerca de la ventana y la acostó ahí. Acarició las gruesas ondas oscuras
de su cabello, despejando su rostro cubierto por el sudor. Vio como respiraba.
Su pecho subía y bajaba a un ritmo regular, pero le parecía demasiado
superficial.
No supo a ciencia cierta cuando se había quedado dormida. Sólo fue consciente
de la sensación cuando inhaló profundo sobre la almohada en la que estaba
recostada, y el aroma de Sasuke llegó hasta ella. Abrió los ojos de golpe. Apoyó
ambos codos y se levantó para revisar dónde se encontraba.
Volvió a la realidad.
Ciertamente, una parte de su cerebro había estado esperando que todo lo que
recordaba hubiese sido una pesadilla, pero ahora viendo donde se encontraba,
sabía que era verdad. Suspiró profundo. Lo mejor era irse a su casa, necesitaba
un buen baño para así poder aclarar su mente, además, debía trabajar. Se
levantó de la cama y cruzó la habitación hasta la estancia. "Extraño" pensó ella
al darse cuenta de que todo estaba a oscuras a su alrededor, como si aún fuera
de noche. Alcanzó su bolso que, de manera milagrosa, se encontraba en el sofá.
Sin querer pensar en eso y en las formas en las que pudo haber llegado hasta
ahí, se encaminó hasta la puerta y fue entonces que notó que ésta había sido
reemplazada por una gran placa de metal.
Recorrió a tientas el trozo de hierro buscando alguna manija pero no halló nada.
Respiró varias veces intentando no caer en pánico, recorrió todas y cada una de
las habitaciones para hallar una salida pero se percató de que todas las
ventanas estaban cubiertas por placas similares a la que se hallaba en la puerta.
Jamás había pensado que lo había dicho literalmente pero ahora, sus
suposiciones le decían que había hablado más que en serio. Inhaló profundo a
la vez que evaluaba la situación. Luego de unos segundos de meditarlo, sacó el
teléfono celular de su bolso y llamó. En cuanto respondieron del otro lado de la
línea, ella dijo:
— Estoy encerrada.
— No.
"¡Mentiroso!"
— Escucha, no sé cómo lo has hecho, y en realidad creo que aún tienes muchas
cosas que explicarme, pero por ahora sólo quiero que vengas a sacarme de
aquí.
— No puedo.
— Sobre la pequeña mesa, junto al teléfono, hay un control remoto. Presiona los
números cinco, ocho, tres y el botón rojo. Las cortinas de acero deberán
levantarse.
Ella se movió por la habitación hasta hallar la mesa junto al sofá, tomó el
pequeño aparato de plástico color negro, presionó las teclas y entonces un ligero
susurro se escuchó por todo el apartamento a la vez que todas las placas de
acero se iban removiendo, dejando pasar la luz del sol, cegándola
momentáneamente. Una vez libre, volvió a ponerse al teléfono.
— Listo. Gracias.
— ¿Si?
— Prometo aclarar todas tus dudas esta noche. Durante la cena ¿te parece? —
durante unos segundos ella no supo qué decir pero finalmente respondió:
No hubo tiempo para hacer algún comentario porque Hinata apareció otra vez,
llevando un maletín de cuero en la mano y dispuesta a realizar su trabajo. De
inmediato Naruto se apartó manteniéndose a la expectativa. Así como a Gaara
no le había gustado que él se acercara a la humana, a él tampoco le hacía saltar
de felicidad que su mujer estuviera cerca del hermano.
— La salud de los humanos suele ser débil pero ella estará bien. Sólo debe
descansar. —sacó una pequeña jeringa y un frasco con un líquido transparente
—. Ah, voy a darle una medicación, un tranquilizante suave ¿okay?
No fue hasta que Gaara asintió que ella le administró la solución inyectable.
Luego de dar una última revisión a los signos de Kaiya, Hinata guardó todo su
equipo dentro del maletín y se puso de pie.
Sasuke se inclinó hacia delante hasta que las narices casi se tocaron.
Sí, él lo sabía. Legalmente Gaara podía ser ejecutado si forzaba esto mucho
más allá. La vida del Rey era valorada por encima de la de todos los demás.
Gaara podía percibir la incomodidad que sentía la mujer por acercarse a ellos
pero, ¡dios! Había que decir que era admirable que su rostro permaneciera
totalmente impasible y que su andar fuera tan seguro mientras caminaba donde
estaban. Naruto era realmente afortunado, había visto como ella lo trataba, era
la cosa más dulce que había visto en su vida, pero ahora en su papel de médico,
sacaba a relucir todo su carácter. Simplemente loable.
— Es un asunto de mierda... —se frotó el rostro con las manos. Exhaló todo el
aire que había en sus pulmones y miró a su amigo— ¡Maldición! vigílalo, Naruto.
Vigílalo endemoniadamente bien. Si algo ocurre traslada a la humana al otro
lado de la mansión, no me importa si Gaara intenta detenerte. El más mínimo
incidente y la sacas de aquí ¿estamos?
Se sentó de golpe. ¿Por qué se comportaba así? Miró hacia las mantas y
levantó una para llevarla nuevamente a su nariz y así aspirar el vestigio del
aroma que aún quedaba. Entonces se dio cuenta de que ese ligero olor hacía
hervir la sangre que corría entre sus venas, aumentando la velocidad a la que se
movía, erizaba cada poro de su piel y… miró hacia su entrepierna al sentir un
cosquilleo, luego la dirigió hacia la mujer que había sobre su cama y
nuevamente la posó en la parte baja de su abdomen, sin poder creer lo que
sentía.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Era más de mediodía. Sakura había estado pensando mucho sobre todo lo
ocurrido la noche anterior. Todo el tiempo había pensado en aquello y lo que
debería hacer. Si ella no podría estar bajo la luz del sol después de que se
transformara, eso significaba que tenía que terminar con su vida. Toda ella.
— Eh, lo siento. ¿Qué decías? —Sai dejó escapar el aire de sus pulmones.
"Sí"
— No. Es sólo que quiero hablarte sobre… —el teléfono de Sai comenzó a
sonar.
— Claro.
Todas las llamadas lo eran. Siempre. Sin importar dónde estuvieran o qué día
fuera, siempre estaba el trabajo antes que ellos. La llamada terminó y él
rápidamente se puso de pie.
— Sabes, Sai…
— Lo siento, amor. Debo irme.
— Espera —él se detuvo y la miró, ella fijó la vista sobre el mantel— Esto ya no
está funcionando.
— Me refiero a nosotros.
— Sai, tú no entiendes.
— No. —dijo, sintiendo una convicción que le era desconocida. Sai no pudo
evitar sorprenderse.
Durante mucho tiempo estuvo negándose a ver la realidad: su amor por Sai se
había acabado. Y sí, Sasuke tenía algo que ver, pero no de manera directa. Él le
había abierto los ojos. Si ella amara a Sai, realmente, no se hubiera ido a la
cama con el primer hombre que se le había puesto en frente, sin importar que
tan condenadamente bien se sintiera. Había sido obvio que lo que había entre
Sai y ella ya no caminaba hacia ninguna parte y los estaba consumiendo entre la
monotonía y el aburrimiento. Se había acabado. Esa era la realidad. Pero no iba
a terminar una relación de cuatro años como una adolescente sólo diciendo
adiós.
Dio la vuelta y comenzó a caminar a la salida sin prestar atención a las veces en
las que Sai la llamó. Sabía que el asunto no había terminado ahí, pero esperaba
que él pensara las cosas, que se diera cuenta de la situación y que hiciera un
verdadero análisis de lo que sucedía antes de tener que hablar de nuevo.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Todo a su alrededor no parecía real. Era como si ella estuviese aislada del
mundo, de lo que una vez conoció. Nunca en su vida ni aún después de haber
quedado ciega se había sentido tan aislada, tan aterrada. Sentía que todo lo que
la rodeaba era falso e irreal, como si estuviera encerrada dentro de una enorme
caja, envuelta en la oscuridad y escuchando solamente el seguir del mundo sin
ser parte de él. Toda su realidad había cambiado y debía reconocer que no
sabía como manejarlo.
Excepto que… había una cosa que sentía real. Gaara. Parecía extraño,
considerando que debido a él, era que ahora ella se hallaba en esa situación,
pero deseaba estar a su lado. Porque desde que lo conoció y desde que todo
ese asunto de los vampiros invadió su común y corriente vida, ella sólo se sentía
bien cuando él estaba cerca.
Abrió los ojos, aunque tenía claro que no vería absolutamente nada. Era un
simple hábito que diez años de ceguera no habían podido erradicar. Sintió la
suavidad de la tela alrededor de su cuerpo, y por el cómodo soporte donde
estaba, dedujo que se trataba de una cama. Aunque, eso no evitó que se
alterara. No saber dónde ni con quién estaba, lograba perturbarla en serio. Y no
era para menos, si lo último que recordaba era haber estado en medio de una
batalla donde casi había terminado muerta y Gaara había sido herido justo frente
a ella.
— ¿D-dónde estamos?
— Eso no tiene por qué preocuparte —dijo lacónico— Sólo vuelve a dormir.
Ella frunció el ceño. Escuchó un par de sus pasos y luego un extraño susurro,
como de tela frotándose. ¿Acaso estaba durmiendo en el piso?
— Escucha, vamos a dejar las cosas claras ¿okay? Tú estás aquí porque dijiste
que querías dormir aquí, ya te complací así que deja de hacer preguntas tontas
y vuelve a dormir.
No pudo evitar sentir una extraña sensación en el pecho luego de escuchar sus
palabras. No sabía por qué le había sugerido algo así si apenas lo conocía, pero
realmente esperaba que él se acostara junto a ella, no por nada sexual sino
simplemente porque… él era lo único real que le quedaba.
Luego de pensarlo por unos minutos, se deslizó fuera de la cama, movió sus
manos extendidas a su alrededor, verificando que no fuera a chocar contra
nada, dio algunos pasos inseguros y entonces sintió bajo sus pies un cambio de
textura de, lo que imaginó, se trataba de la alfombra a otro tipo de tela. Continuó
tanteando con sus manos, agachándose poco a poco y siendo guiada por el
olfato, percibió el aroma a hojas, como un suave aroma a bosque mezclado con
un aroma masculino que la cautivaba sin poder evitarlo. Supo que estaba junto a
él y se acostó a su lado.
Sin embargo, aún teniendo rastros de la fiebre, el frío del piso que traspasaba
las viejas mantas lograba helar su cuerpo, así que volvió a acercarse un poco
más y luego otro poco hasta que sintió el calor del cuerpo de Gaara llegar al
suyo.
"Buena pregunta", pensó ella. Porque no tenía ni la más remota idea de cómo
había llegado hasta donde estaba.
— L-lo siento. Yo… tengo frío —dijo acercándose otra vez a él— Y no quiero
estar sola…
— Te lo voy a decir sólo una vez y quiero que me escuches jodidamente bien —
miró a la mujer— Tú no deberías de estar aquí.
— Por favor. Necesito estar con "-tigo"… alguien, no quiero estar sola y… —el
aire dentro de sus pulmones se acabó así que tuvo que inhalar fuerte— Y si el
problema es que yo invadí tu habitación, entonces yo soy quien debería dormir
en el piso —escuchó que él reía quedamente, era una fría risa, irónica— Sólo,
no me eches…
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Eran las cuatro veinticinco de la tarde cuando Kiba estaba caminando a lo largo
del corredor del ala oeste de la mansión. Luego del incidente ocurrido la noche
anterior había permanecido encerrado con su mujer en su habitación durante
varias horas y luego de varios asaltos, supo que debía enfocar su energía en
otra cosa o ambos no habrían logrado dormir ni un poco.
Lo primero que había planeado hacer luego de entrenar y una vez que todos se
levantaran, sería disculparse con Naruto y Neji por casi asesinarlos y también…
se disculparía con Sasuke. Los tres sabían que la situación en la que se
encontraban no era nada sencilla, pero todos la habían aceptado cuando se les
había impuesto hacía más de un siglo. Sin embargo, había que reconocer que
cuando esa clase momentos llegaba, él deseaba permanecer del otro lado del
mundo hasta que terminaran, y prácticamente lo hacía, pero en esa última
ocasión, se habían equivocado. Los tres.
Pero ahora el asunto que le interesaba era otro. Minutos antes, cuando estaba a
punto de desaparecer tras la puerta oculta debajo de la escalera principal de la
casa, Naruto se había encontrado con él para comunicarle todo lo que había
ocurrido durante su ausencia, y luego de escuchar todo el informe, hizo un
cambio de planes y subió por las escaleras dispuesto a ir hablar con alguien en
especial para dejar las cosas muy claras. Cuando se halló frente a la puerta de
la habitación, llamó una vez. No hubo respuesta. Así que en lugar de llamar
nuevamente, abrió sin preguntar.
Su primera impresión era que Gaara se iba a caer de la cama. El cuerpo del
hermano estaba encima del cobertor y en el borde del colchón, tan lejos como le
era posible. Dulce diosa, la posición parecía tan incómoda como el infierno. Los
brazos de Gaara rodeaban su pecho desnudo como si se estuviera manteniendo
unido, y tenía las piernas encogidas y giradas hacia un lado con las rodillas
suspendidas en el aire. Pero tenía la cabeza girada en la dirección contraria.
Hacia Kaiya. Sus labios estaban levemente separados en vez de fruncidos con
desprecio y sus cejas, normalmente arrugadas de forma agresiva estaban libres,
relajadas.
— ¿Qué sucede?
— Nada. Pasaba por aquí y quise saber si él no había matado a la humana ya.
— Eso no tiene sentido. ¿Si está oscuro, como sabes que es el mar?
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
— ¿Gaara?
Cuando se inclinó sobre la orilla, el tirante de la blusa que ella traía puesta se
bajó hasta la mitad de su brazo y sus ojos se quedaron prendidos en el pecho
que quedó casi, casi expuesto. Oh, dulce diosa. Era tan perfecta que su mente
comenzó a imaginar lo que habría un poco más abajo, sólo unos milímetros más
abajo.
— ¿Gaara, te encuentras bien? —Se asomó más, con el pelo resbalándole por
los hombros y deslizándose por la orilla de la cama, como una brillante cascada
color obsidiana.
"Eso" entre sus muslos se estiró pulsando al ritmo del latido de su corazón.
Juntó las rodillas y mantuvo los muslos juntos, no queriendo que ella lo viera.
La parte mejor escondida y decente de él pensó que no era una buena idea.
No. Realmente no era una buena idea acercarse a ella en esos momentos.
Miró la cama y agradeció mentalmente que no tuviera que emplear alguna forma
para evitar que ella se diera cuenta de lo que ocurría con él. En un fluido
movimiento saltó entre las sábanas. Lo que fue una dolorosa mala idea. En el
momento en que estuvo bajo ellas, ella se acomodó contra su costado como si
fuera otra manta. Gaara se aterrorizó. Había demasiado de ella cerca de él y no
sabía qué tenía que hacer. Quería empujarla lejos. La quería más cerca.
Quería…
No. Definitivamente no fue buena idea. Miró el reloj despertador sobre el buró y
vio que eran casi las seis.
— Escucha, Kaiya —dijo apartándose lentamente de ella. Sintió que algo dentro
de él se rebelaba, deseando mantenerse junto a la mujer— Creo que es mejor
que me levante. Ya no tarda en anochecer y tengo cosas por hacer. —cuando
por fin salió de la cama, presionó ambas manos sobre su erección—. Me daré
una ducha.
Cuando salió, vio a Kaiya sentada con las piernas cruzadas sobre las mantas.
Cerró la puerta del baño y notó como ella se sobresaltaba. Intentó imaginar lo
que sentiría él viviendo así, en la oscuridad. Una media sonrisa irónica se dibujó
en su rostro. Por supuesto que lo sabía. Durante toda su vida estuvo encerrado
en aquellas húmedas y oscuras mazmorras, sin poder ver nunca más la luz del
sol aún antes de su transición.
Sí, él sabía lo que era vivir en la oscuridad. Sólo siendo guiado por los sonidos
que había a tu alrededor. Incluso ahora, cuando cerraba los ojos podía jurar que
se encontraba de nuevo en ese lugar. El ruido del goteo constante del agua, de
las ratas moverse cerca de él, de los pasos acercarse por las escaleras cada
vez que su padre bajaba para visitarlo. Cada golpe, cada azote, cada herida
seguía grabado dentro de su mente. Profundo. Como si hubiese sido cincelado
sobre ella. Sus propios gritos eran un eco lejano que le impedía conocer el
verdadero silencio.
— ¿Gaara?
— Ah, —se asomó para ver por qué no continuaba. Vio que tenía la cabeza
agachada y alcanzó a percibir un ligero sonrojo en sus mejillas—. Yo…
— Qué. ¿Te sientes bien? ¿te duele algo? —ella negó con la cabeza.
— Nada en particular.
— ¿Entonces?
Ella no pudo decir nada antes de escuchar la puerta abrir y cerrarse. Por alguna
razón, no le gustó estar sola en esa habitación. Sin embargo, tan sólo fueron un
par de minutos antes de que él regresara, aunque le parecieron eternos.
No hubo respuesta.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Sí, bueno, al menos alguien estaría feliz porque su corazón había dejado de latir
por una fracción de segundo, y ese era su cardiólogo porque por primera vez en
su vida, tendría que hacerle una visita gracias al tremendo susto.
Minutos más tarde, había un par de platos servidos en la mesa junto a dos
copas de vino. Sakura se sentó en la silla junto a la de Sasuke, desdobló la
servilleta y la colocó sobre su regazo.
— Está bien.
"Más que bien", dijo la voz dentro de su cabeza. Era el alimento que ella había
preparado con sus propias manos. Era más de lo que él podía llegar a pedir… o
merecer. La sola idea de que eso pudiera repetirse por mucho tiempo más,
lograba mover algo en su interior que lo inquietaba. Pero se recordó que eso no
pasaría. No después de que ella se enterara de toda la verdad.
— ¿Sakura?
— ¿Si?
— Ah, sí... eh, pensé que los vampiros sólo se alimentaban de sangre.
— Eso es porque tú aún no has pasado por el cambio. Aunque, ¿quién sabe?
Tal vez puedas ser capaz de tolerar la luz después de que ocurra. Las personas
que tienen un padre humano pueden tener variaciones en lo que las
restricciones de la genética se refiere.
Utilizar. Algo había en lo que implicaba esa palabra que hizo que una corriente
eléctrica recorriera el cuerpo de Sakura. Y fue en aumento cuando se imaginó a
sí misma hundiendo los colmillos en el cuello de Sasuke. Santo dios, la escena
que maquinó su cerebro era lo más endemoniadamente erótico que pudo haber
pensado. Sin embargo, todo calor abandonó su cuerpo cuando prestó atención a
la respuesta completa. ¿Por qué no le había dicho que no iba a necesitar a
nadie más porque él iba a estar con ella? ¿Acaso él…?
— ¿Estás casado? Quiero decir, ¿tienes una compañera? ¿O tal vez dos? —
añadió rápidamente, imaginando que bien podía soltar todas sus dudas. Quería
saber si él no iba a estar con ella después del cambio, o si tal vez, en realidad,
nunca había estado.
Lo vio sonreír. Fue un gesto apenas perceptible, pero considerando lo tenso que
estaba…
Hasta cierto punto, aquella respuesta fue un alivio. Ella tomó un sorbo de vino.
— No.
Eso último fue un susurro que le sonó a que hablaba más consigo mismo que
con ella. Bajo su feroz orgullo, Sakura vislumbró que, en el fondo, había algo
más. ¿Inseguridad? No, no era eso. Era algo más intenso. Autodesprecio.
— Anoche.
— ¿El qué?
— Si te sirve de consuelo, la idea de que algún día otro hombre pueda tenerte,
acariciarte, besarte o que metas su sangre dentro de ti —cerró fuertemente su
puño sobre la mesa— no es algo que me haga saltar de alegría.
Sakura lo miró atónita. Ahora era él quien estaba celoso. Si no hubiese estado
en esa situación, se habría reído y sentido muy satisfecha. Pero la expresión de
Sasuke le decía que eso era lo que menos podía hacer en ese momento.
Recordó lo ocurrido aquella noche, durante la cena después de la cual habían
terminado y se dio cuenta de que su expresión en esos momentos era igual que
la de aquella vez. Como si quisiera estrangular a alguien.
Fue entonces que un recuerdo atravesó su mente como un flashazo. Era sobre
lo que había ocurrido aquella noche cerca del club X-tasis.
— Sakura, quiero que entiendas que yo lucho para protegerme y para proteger a
los que son como nosotros, más no porque sienta placer asesinando. ¿De
acuerdo?
— Malditos bastardos infelices que te asesinarían tan pronto como pases por la
transición.
— ¿Cazadores de vampiros?
— Ojalá. Así sería menos repulsivo —ella notó como la atmósfera de enfriaba un
poco más—. Vampiros traidores a la raza que vendieron sus almas a
Orochimaru a cambio de la inmortalidad y del poder para establecer un reino de
terror sin mestizos. Akatsukis.
— Un vampiro racista y clasista que cree que el mundo sería un lugar mejor sin
mestizos y sin civiles que no cuentan con el sustento de una poderosa línea de
sangre. Un maldito que disfruta derramar sangre inocente a la menor
provocación.
— Mis hermanos. —estiró su brazo frente a él con la palma hacia arriba y luego
la cerró en un puño—. Durante mucho tiempo, se llevó a cabo un festival en
honor a la diosa Amaterasu, la deidad creadora de los vampiros. Cada ciento
cincuenta años, todos los miembros de la raza viajaban de todas partes del
mundo al castillo del rey Fugaku, el único vampiro de sangre pura que pisaba la
tierra junto con su familia. En realidad, hay-había —corrigió— líneas de sangre
tan puras como las de él, pero la diferencia radicaba en que, según nuestras
leyendas, él era descendiente directo de Madara Uchiha, el primer vampiro
engendrado directamente por la diosa.
— ¿Qué sucedió?
— Porque yo lo viví.
Su rostro se puso serio, como si fuera un asunto privado. Ella notó que no le
diría nada más sobre la Cofradía, pero todavía sentía curiosidad sobre la guerra
que estaban librando, sobre todo porque ella estaba a punto de convertirse en
uno de aquellos que necesitaban de su protección.
— Sí.
— No.
— Tienes razón —musitó ella— Eres un maldito infeliz. ¿Cómo puede significar
tan poco la vida para ti?
— Hmp. —Una fría sonrisa se dibujó en el rostro de él. Su voz sonó tan gélida,
que pudo jurar que rasgaba su piel con cada palabra— ¿Cómo puede significar
la muerte tanto para ti?
Todo pareció cambiar en ese instante. El tiempo se detuvo en ese lapso eterno
en el que ninguno dijo o hizo nada, donde ninguno se atrevió a siquiera respirar.
Por un momento, Sakura sintió que sus piernas no serían capaces de sostenerla
por mucho tiempo más. Seguía aprendiendo cosas nuevas, y no sólo de la que
pronto se convertiría en su vida, sino también del hombre que se hallaba a tan
sólo un par de metros de ella, de aquel hombre con el que ella había hecho el…
no –se corrigió-, con el que había tenido sexo, porque alguien como él no
parecía conocer el significado de esa frase. Sencillamente no podía creerlo. Él
era totalmente insensible, tan despreocupado por algo o alguien más que no
fuera él mismo, para él una vida no parecía tener el menor significado. Era frío,
calculador, ególatra. Simplemente, no lo conocía. La imagen que se había
formado de él estaba desvaneciéndose poco a poco, dejando sólo ese retrato
que estaba capturando en ese momento. Esa imponente figura, enfundada en
unos pantalones y un abrigo de cuero, con un rostro malditamente impasible
mientras hablaba de asesinar a alguien.
No sabía que hacer con todo ese cúmulo de emociones que estaba llegando a
ella de manera tan vertiginosa, abarrotando hasta el más lejano rincón de su ser.
Puso su mano sobre el pecho, intentando alejar aquel dolor, pero fue inútil. Se
aproximó a la mesa, recogió los platos y luego los llevó hasta el fregadero,
pasando frente a Sasuke sin siquiera mirarlo. Mezcló un poco del detergente con
agua hasta que tuvo espuma suficiente y comenzó a fregar con todas las fuerzas
que podía canalizar en sus manos. Era eso o estaba casi segura de que se
pondría a llorar, y no sabría si sería por ese dolor que se negaba a abandonarla
o por el coraje y la furia que sentía hacia ella misma por haberse equivocado tan
garrafalmente.
— No, no lo está.
Sasuke lo sabía, por supuesto que lo sabía. Con esa brillante actuación, él
confirmó que, si bien no solía meter la pata muy a menudo, últimamente lo había
hecho y hasta el fondo.
"¡Perfecto!, podrían darte el premio al mayor imbécil del planeta. Nadie mejor
que tú para eso, Sasuke Uchiha."
Capítulo 19
— Sakura, escucha, yo… lo lamento. No, quise decir todo eso es sólo que… tú
—por un instante no supo qué más decir— hay algo en ti. Realmente no sé lo
que es, pero la sola idea del humano… Sé que no debería sentir todo esto
pero…
— Para ya. —lo interrumpió. Dejó el plato recostado sobre una pared de la tarja
y enfocó su mirada en él— Es suficiente de toda esta monserga ¿okay? Está
comenzando a fastidiarme. Tú estás comenzando a fastidiarme. ¿Qué rayos
pasa contigo? Me haces el amor como si el mundo estuviera a punto de acabar,
luego te comportas como un verdadero patán. En un segundo eres el hombre
más celoso que he visto en mi vida, y al siguiente te arrepientes diciéndome una
y otra vez que no soy para ti. En este momento quiero que me des una
verdadera explicación. Estoy cansada de los acertijos, de que digas que no
puedes permanecer conmigo aunque quieras porque sinceramente, eso no tiene
sentido para mí. A menos de que me digas cual es la verdad que hay detrás de
todo esto ¿de acuerdo?
Silencio.
— ¿A qué te refieres?
— Tú no sólo eres una mujer vampiro. Tu futuro estaba más allá de este plano.
—caminó hacia donde ella estaba, luego se recargó en la encimera junto al
lavabo. Ella siguió sus movimientos hasta que estuvo a su lado—. Hay un lugar
llamado el Santuario, está en otro plano y es ahí donde reside Amaterasu. Muy
pocos tienen el honor de conocer el lugar, la mayoría simplemente sabe de él
como parte de la cultura de nuestra raza, pero hay quienes son elegidos, o más
bien, elegidas para permanecer ahí. Las sacerdotisas consagradas a
Amaterasu.
— Una mujer que ha sido elegida por la diosa para vivir y servir en el santuario.
Están predestinadas desde el momento de su nacimiento, y una vez que pasan
por el cambio, son llevadas al otro lado. Ahí sirven como asistentes de
Amaterasu o de la Oráculo, la mujer que es la representación de la diosa entre la
raza; también pueden ser escribas o asistentes del Consejo, un grupo de cinco
vampiros, en realidad, los únicos inmortales que existen.
— Lindo, pero ¿eso que tiene que ver conmigo? —Sasuke no respondió. Ella
captó claramente la indirecta, sin poder evitar sorprenderse—. ¿Yo? No me
digas que yo voy a ser una…
Sintió una leve corriente de aire, volvió a enfocar la vista al frente, a Sasuke, y
notó que él estaba con una rodilla apoyada en el piso.
— Por eso quiero pedirte perdón —dijo él, sosteniendo su mano y apoyándola
sobre su frente.
— Sasuke, —intentó zafar su mano, pero el agarre de él era firme— no creo que
este asunto sea algo por lo que haya que ponerse así.
— Todo está bien —él iba a interrumpirla pero se lo impidió poniendo su índice
sobre sus labios— Sasuke, quiero que pienses un poco las cosas ¿de acuerdo?
Me acabo de enterar que soy mitad vampiro. Mi vida ha cambiado por completo,
no —se corrigió— mi vida como la conocía está por terminar, ¿tú crees que el
ser o no una sacerdotisa puede mejorar o empeorarlo? —con su dedo recorrió la
mejilla de él— Lo único que quisiera en estos momentos es tener la certeza de
que algo va a continuar ahí cuando eso ocurra, de que tú vas a continuar a mi
lado cuando eso ocurra, justo como lo has estado hasta ahora. Si tuviera que
elegir entre ser una sacerdotisa y permanecer en un lugar seguro, y tú y estar
aquí, te elegiría. Porque sólo me siento a salvo cuando tú estás conmigo.
No hubo respuesta y eso fue casi un balde de agua helada cayendo sobre su
cabeza. No es que esperara que él le dijera que sí, pero… ¡a quién trataba de
engañar! Por supuesto que esperaba que él le dijera que sí, que él iba a estar
con ella siempre, pero eso no iba a suceder. Lo sentía en su interior. Ese hueco
en el pecho que había experimentado antes, se había convertido en un enorme
agujero hecho por una bala de cañón justo en medio de su cuerpo. Ahora que
repasaba la respuesta que le había dado, se dio cuenta de que ella sentía algo
más por Sasuke, algo que en realidad, ya sentía desde hacía mucho tiempo
antes.
Pero no parecía ser recíproco, así que no le quedaba más que darse por
vencida.
Con lentitud intentó alejarse, primero deslizando sus manos de vuelta a sus
costados e intentando retroceder un par de pasos, pero antes de lograrlo,
Sasuke sostuvo su mano con fuerza, la acercó a él y luego la abrazó hundiendo
su rostro en la curvatura de su cuello. Sintió los brazos de él ciñéndose a su
alrededor con firmeza, como si tuviese miedo de que ella huyera o se
desvaneciera en el éter. Sin más opción en mente, Sakura fue levantando
lentamente sus brazos hasta rodearle el cuello y completar ese abrazo.
— ¿El qué?
Sakura se preparó para algo fuerte, recordando los ardientes besos de la noche
anterior, dispuesta para cualquier cosa que él pudiera darle, sólo que cuando
sus labios se posaron sobre los de ella lo hicieron con una extraordinaria
dulzura. Pudo sentir la pasión en las tensas líneas de su cuerpo, pero
claramente se negaba a apresurarse. Cuando alzó la cabeza, le sonrió. Pensó
que ya estaba totalmente acostumbrada a los colmillos.
— Esta noche vamos a hacerlo lentamente —dijo él. Pero ella lo detuvo antes de
que él la besara de nuevo.
— Qué —Hubo una pausa. Sakura hizo el intento de ir hacia el baño para darle
algo de privacidad, pero él se lo impidió— No. No lo sé, Neji. ¿Ya le dijiste a
Kiba? Sí, seguro que quiere verme ahora. —hubo otra pausa— Ajá. Inicia sin mí.
Sip. Mucho —acercó a Sakura para darle un beso en la frente— De acuerdo.
Nos veremos.
— Ven conmigo.
— ¿A dónde vamos?
Miró sobre su hombro a Sasuke, detrás de ella. Su mirada estaba fija en ella
como en un blanco de tiro. Le había leído el pensamiento. Sabía lo que ella
quería. Y estaba listo para entregárselo. Caminó hacia donde estaba y Sakura
oyó que la puerta se cerraba con el cerrojo. Miró a su alrededor, preguntándose
si había alguien más en la estancia. Pero no vio a nadie y entonces se recordó
que él tenía esa habilidad. La mano de Sasuke se dirigió hacia su cuello,
doblándole la cabeza hacia atrás con el dedo pulgar.
Y entonces, el móvil de Sakura sonó esta vez. La misma maldición salió de las
bocas de ambos al unísono.
Ella miró el identificador, viendo que se trataba de su editor, miró a Sasuke quién
asintió y entonces ella salió de la habitación para hablar en el corredor. Cuando
regresó, Sasuke estaba sentado en la cama, con los codos apoyados en las
rodillas. Se había quitado la chaqueta, y sus hombros parecían más anchos,
resaltados por la camisa negra. Al acercarse, captó una imagen fugaz de un
arma de fuego bajo la chaqueta y se estremeció un poco. Él la miró mientras ella
se sentaba a su lado. Sakura tendió la mano hacia el rostro de él, acariciando su
mejilla, deslizándola hacia su fuerte mentón. Su boca se abrió ligeramente, como
si su tacto lo dejara sin respiración y eso la hizo sonreír.
Sasuke tomó su mano y la llevó hasta sus labios, luego se movió a lo largo de su
antebrazo, inhalando profundo.
Sintió como lamía su cuello a la vez que sus dedos de movían con destreza por
el contorno de la blusa para sacársela por encima. El aire frío llegó a su piel
mientras una mano de él recorría su cintura, avanzando hacia arriba. Cuando
llegó al sujetador, trazó un círculo alrededor de los bordes de encaje, avanzando
gradualmente hacia el interior hasta rozar su pezón.
El cuerpo de ella se estremeció, y se aferró a los hombros de él. Sus músculos
estaban rígidos por el esfuerzo de sostenerla. Ella miró su rostro, magnífico. Sus
ojos brillaban, despidiendo una luz que moldeaba sus pechos en las sombras.
La promesa de sexo salvaje y su feroz deseo por ella resultaban evidentes por el
rechinar de su mandíbula, por el calor que salía de su imponente cuerpo y por la
tensión de sus piernas y su pecho. Pero él tenía un absoluto control de sí
mismo. Y de ella.
— Desde que te vi por primera vez en el callejón, algo en ti hizo que te deseara
—continuó él, hundiendo la cabeza en su cuello, mordiéndola ligeramente,
apenas arañando su piel. Luego se desplazó hacia abajo, a su pecho—.
Realmente quisiera estar contigo pues no lo hemos estado todavía.
Su risa sonó como un trueno profundo, su respiración era calida y húmeda sobre
la piel de ella. Le besó la parte superior del pecho, luego tomó el pezón en su
boca, a través del encaje. Ella se arqueó de nuevo dejando escapar nuevos
gemidos que lo hacían sentir satisfecho. El levantó la cabeza, con una sonrisa
de deseo despuntando en sus labios.
Cuando la besó, supo que era solamente él. La fue reclinando sobre la cama
hasta acostarla y posar su cuerpo encima de ella, teniendo cuidado de no
aplastarla. Sus manos recorrieron su pecho, deshaciéndose del sujetador y
bajando a través de su abdomen para desabrochar el botón de sus jeans y
deslizarlos con delicadeza a través de sus piernas. Las manos de Sasuke
encontraron el borde de sus bragas y las deslizó de igual manera, dejándola
desnuda frente a él.
El beso se rompió y él la observó de una manera que logró erizarle cada poro de
su piel, recorrió sus piernas con sus manos, abriéndolas ligeramente, lo
suficiente para poder repartir besos en la parte interior de sus muslos, como un
camino hacia llegar al punto donde todo el deseo de ella estaba siendo
cumulado. Su lengua comenzó a moverse por todas partes, dando sensuales
caricias que la hicieron estremecer sin remedio.
"Mía". Fue la única palabra que llegó a su mente. Ahora lo era y eso nada ni
nadie lo iba a cambiar.
Mientras besaba sus labios, notó con satisfacción que ella todavía respiraba con
dificultad.
— No estoy segura de poder caminar ahora mismo. Así que creo que quedarme
aquí es una buena opción.
— ¿Adónde vas?
— Debo salir.
— Volveré.
— ¿Vas a luchar?
— Sí.
— ¿P-pero cómo puedes hacerlo? ¿no tienes…? —se detuvo. Era obvio que él
no tenía miedo.
— Bueno, tengo que decir que te conservas muy bien. ¿Cuánto tiempo viviré
yo?
— ¿Sasuke?
— Nada.
— Es porque no sé la respuesta.
— Bien, sea cual sea el tiempo que me quede, desearía que te quedaras
conmigo esta noche.
Sakura dio un paso atrás. El pudo sentir que ella era extraordinariamente
vulnerable. Estuvo tentado a encerrarla con llave, pero no podría soportar
mantenerla prisionera. También, de momento, estaba a salvo de los cazadores,
pues ellos la verían solamente como una humana.
— ¿Por qué?
— Quizás.
Sakura entró en el baño y se dio una ducha, dejando que el agua caliente
aliviara sus nervios. Cuando salió y se secó, vio una bata negra en un colgador.
Se la puso. Olió las solapas de la prenda y cerró los ojos. Estaba impregnada
con el olor de Sasuke, una mezcla de jabón, loción de afeitar y... vampiro.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
— Sí, lo dijiste. Pero eso no significa que te tomaría toda la noche complacer a
tu mujer ¿verdad?
"Pregunta estúpida", pensó él. Eran pocas las cosas que Neji no sabía… o veía.
— Sí, lo sé.
— Entonces también sabes que si sales con alguno de tus comentarios o
intentas acercártele, olvidaré que eres un hermano y te castraré.
Neji volvió a reír, esta vez un poco más fuerte. Encendió un cigarro y bajó la
ventanilla de su lado. Sasuke lo imitó.
— También lo sé. Pero no entiendo por qué tanta afición por amenazarme.
Nunca me metería con una de las mujeres de la cofradía.
— Neji…
— Bien dicho.
Mientras Sasuke se encargaba de uno de los cazadores, podía ver los múltiples
y pequeños destellos que iluminaban parcialmente su rostro entre las sombras.
Supo que Neji tenía todo bajo control. El hermano podía ser una leyenda sexual
digna de veneración entre los miembros más jóvenes de la raza y de envidia
entre muchos otros, pero lo que fuera de cada quien, también era un excelente
guerrero. Hábil en el combate cuerpo a cuerpo y diestro con las armas de fuego
y los cuchillos, pero su especialidad en definitiva era su forma de acabar con los
akatsukis.
— Iré por ellos —dijo antes de iniciar la carrera a lo largo del campo. El enorme
abrigo de cuero se movía, formado ondas en la parte baja del cuerpo del
guerrero, como una capa siendo mecida por el viento. Se desmaterializó y en un
parpadeo estuvo a unos metros frente al destartalado auto que intentaba
emprender su huida. Al verlo, el cazador que iba al volante aceleró buscando, tal
vez, su única oportunidad de poder dañar al hokage.
Sasuke no respondió. Hizo un leve asentimiento con la cabeza, cerró los ojos y
cuando volvió a abrirlos, el sharingan estaba activado.
Cuando ya no hubo nada, una nueva onda de energía emergió del cuerpo del
guerrero, haciéndolo tambalear ligeramente. El resplandor desapareció. Todo
había acabado.
— Casa no.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
— Qué conveniente.
— Y que lo digas.
— ¿Qu-que sucedió? ¿él está bien? —Sasuke miró sobre su hombro y luego
volvió a mirarla.
—Digamos que no ha sido una noche sencilla para él —bueno, eso ella no lo
discutiría—. Pero estará bien.
Pasó un brazo por sus hombros y la guió por el corredor. Cuando entraron en la
alcoba de Sasuke, Sakura oyó cómo la ducha se cerraba. Un momento después,
la puerta del baño se abrió. El otro guerrero salió lentamente. Tenía una toalla
envuelta alrededor de la cintura y el largo cabello castaño le goteaba. Se movía
como si tuviera ochenta años, como si le doliera cada músculo del cuerpo. Santo
Dios, pensó ella, No tenía muy buen aspecto, parecía febril.
— Sí. Puedo imaginarlo. Tuve que utilizar el sharingan con más intensidad esta
vez.
Neji se tambaleó un poco mientras miraba alrededor del cuarto, con los ojos
apenas abiertos.
— No lo haré.
Cuando el guerrero se recostó sobre las almohadas, cerró los ojos con fuerza.
Su mano izquierda se movió hacia el brazo donde tenía unos extraños tatuajes,
pero hizo una mueca de dolor y la dejó caer a un lado, como si la más leve
presión fuera una tortura.
Los dos vampiros la miraron y ella se sintió como una intrusa. De todas las
cosas estúpidas que podía haber dicho...
Sakura corrió a su apartamento hasta llegar al baño de donde sacó una caja de
aspirinas, pero luego cambió se parecer, cerró el botiquín y corrió hasta la
cocina. De la parte superior de la nevera tomó un pequeño sobre con té
antigripal pensando que si tenía el cuerpo cortado, la bebida contenía un
analgésico que le podía aliviar los dolores, además de que el calor podría
sentarle bien. Sacó una taza de la alacena, vertió un poco del agua caliente que
aún había en la cafetera que había olvidado apagar y luego vertió todo el
contenido del sobre. Cuando volvió a la habitación de Ino, ofreció el vaso a
Sasuke, pero él movió la cabeza.
Ella se ruborizó. Se inclinó hacia Neji, pero estaba demasiado lejos. Se subió la
bata, trepó al colchón y se arrodilló junto a él. Se sintió incómoda por estar tan
cerca de un hombre desnudo y viril delante de Sasuke. Sobre todo, si tenía en
cuenta lo que le había dicho sobre Sai. Pero Sasuke no tenía nada de qué
preocuparse allí. El otro vampiro podía ser tremendamente sexy, pero ella no
sentía absolutamente nada cuando estaba a su lado. Y, a juzgar por su estado,
estaba segura de que él no iba a propasarse con ella.
Levantó la cabeza de Neji suavemente y apoyó el borde del vaso en sus labios.
Le llevó cinco minutos beber el líquido a pequeños sorbos. Cuando terminó, ella
quiso bajar de la cama, pero no pudo. El hombre, con una gran sacudida, se giró
de costado y puso la cabeza en su regazo, colocando un musculoso brazo
alrededor de la espalda de ella.
Sasuke abrazó a Sakura y la atrajo hacia sí, mirando a Neji por encima de su
cabeza. Observar su delicadeza al calmar el sufrimiento del hombre había roto
cualquier tipo de barreras. Cuidar de sus hermanos, cuidarse a sí mismo, pensó.
Era el código más antiguo de la clase de los guerreros. Era la lección más
importante que Kakashi le había dado. Una lección que su hermano le había
enseñado también.
— ¿Perder?
Él pensó que aquélla era una pregunta interesante. Porque había dos versiones.
Según la tradición popular de los vampiros, esa sangrienta noche había asumido
toda suerte de implicaciones heroicas, había sobrevivido como sólo alguien de
su estirpe podría haberlo hecho y fue anunciado como el nacimiento de un gran
guerrero. La ficción no era obra suya. Su pueblo necesitaba creer en él, así que
había ideado una fábula en la cual sostener su distorsionada fe. Sólo él sabía la
verdad.
— ¿Sasuke?
Sus ojos se fijaron en la belleza de su rostro. Era difícil negar el tono afable de
su voz. Quería ofrecerle su comprensión y, por alguna razón desconocida, él
quería recibirla.
— Fue antes de mi transición —murmuró— Hace mucho tiempo.
«Mi padre era el rey de la raza, le gustaba ser adorado y hacía bien su trabajo.
El castillo estaba ubicado en el País de los Campos de Arroz, justo en la
frontera. No podrías ubicarlo nunca porque estaba protegido por una barrera de
genjutsu, una ilusión, que lo hacía invisible ante los ojos humanos. Nunca estuve
realmente metido en todo ese asunto de liderar porque yo no sería quien
heredaría el trono. Lo haría mi hermano mayor, Itachi. Como te dije, mi padre
era un buen gobernante, siempre al pendiente de las necesidades de la raza,
pero también estaba cegado por la veneración. Durante años, recibió varios
informes sobre las actividades sospechosas de Orochimaru, pero él hizo caso
omiso. Eran vísperas del festival así que creía que no debería hacer nada al
respecto para evitar el caos.
Nunca olvidaré ese día. Era primavera. Una cálida noche de marzo. Yo aún no
pasaba por la transición así que la luz del sol no significaba nada para mí.
Naruto –el hombre con el que me viste en el club- era, es mi mejor amigo, nos
conocemos desde que nacimos pues su padre era la mano derecha del mío.
Desde semanas antes habíamos salido de cacería, como cualquier noble lo
haría, y debíamos de volver una noche antes de la conclusión del festival. La
última noche era la más importante, todo terminaba con un fastuoso banquete y
baile en el castillo. Era la única oportunidad que tenían los civiles de entrar al
castillo y siempre era algo que se esperaba con ansia.
Lo llamé una y otra vez. Le grité que no podía rendirse pero… era muy tarde.
Cuando supimos que ya no había nadie en ese lugar, salimos y yo me quedé
contemplando el charco de sangre en el que yacía mi hermano. Caí de rodillas y
lo cubrí con la capa que yo traía puesta. La furia llegó a mi corazón tan rápido
que no supe el momento exacto en el que lo hizo. Iba a recuperar los cuerpos de
mi padre y el de mi madre para sepultarlos como era debido.
Entonces nos dimos cuenta de que habían prendido fuego al castillo y supe que
no habría nada que enterrar. Naruto e Ino intentaban levantarme del piso para
escapar. Pero yo no iba a hacerlo. Estaba dispuesto a morir peleando. Lo decidí
en ese momento. No importaba nada, sólo que iba a llevarme a varios
cazadores antes de que eso sucediera. Pero sólo se quedó en una promesa
hecha a la nada. La transición me llegó en ese momento y el que terminó siendo
salvado por Naruto e Ino fui yo.
No creía que iba a sobrevivir. Esperaba no hacerlo. Pero finalmente así sucedió.
Aún cuando se me había adelantado dos años. Ino fue quien me asistió en el
proceso y una semana después le llegó el cambio a Naruto. Ella nos cuidó a
ambos, fue el sustento de los dos aún cuando sabía lo peligroso que era. Desde
ese momento y durante los ciento cincuenta años siguientes sólo fuimos
nosotros tres. Nos dedicamos a vagar sin rumbo sólo esperando no volver a
encontrarnos con ningún cazador.»
Sintió que algo se deslizaba por el rostro de ella. Una lágrima. Le acarició la
mejilla.
— No llores. —Aunque apreciaba su compasión.
— No cambia nada. Yo lloré mientras miraba, y aun así murieron todos. — Giró
sobre su costado y la abrazó—. Si hubiera podido... Todavía sueño con esa
noche. Fui un cobarde. Tenía que haber estado fuera con mi familia, luchando.
— Dieciocho.
— Sí.
— Era diferente.
— Lo era.
Sasuke se encolerizó
— A trabajar. No sé qué hora es, pero generalmente entro a las nueve, así que
estoy segura de que voy con retraso.
— No, no es cierto.
— Sakura. — Le cogió las manos entre las suyas, obligándola a detenerse. Las
luces se encendieron, como si quisiera que ella lo viera—. Lamento no poder ser
más... complaciente.
Ella se apartó.
— Estabas encerrado.
— Fui un cobarde.
— No lo fuiste. — Enfadarse con él tal vez no era justo, ¿pero por qué no podía
ver el pasado con mayor claridad?—. ¿Cómo puedes decir...? —quería
abrazarlo, pero tenía la certeza de que él la rechazaría—. ¿No te das cuenta?
Fuiste una víctima, igual que ellos. La única razón por la que estás aquí hoy es
que tu hermano te amaba tanto que quiso ponerte a salvo. Tú guardaste silencio
porque querías sobrevivir y querías que Ino y Naruto también lo hicieran. No hay
nada de qué avergonzarse.
— Fui un cobarde.
Silencio.
"Demonios".
— ¿Sí qué?
— Sí, Sakura.
— ¿Qué?
— ¿De verdad?
Por Dios, la miraba con unos ojos tan tiernos que estaba rompiéndole el
corazón.
— Sakura, quiero que te quedes conmigo, pero tienes que entender que te
convertirás en un objetivo. No sé corno mantenerte verdaderamente a salvo. No
sé cómo diablos...
— ¿Por qué?
— Porque estoy casi segura de que están cayendo pétalos de rosa desde el
techo.
Sasuke abrió los ojos aún más y se giró para mirar detrás de él.
— Ah, síp.
— Es un llamado.
— ¿Un llamado? —Claro, eso le aclaraba las cosas—. Si tan solo pudieras ser
un poco más específico…
— Es obligatorio…
Sakura lo miró durante un segundo, después asintió con la cabeza. Sabía que lo
que estaba pasando era algo grande, que ese llamado no solamente era por
cortesía, pero no lo presionaría para que le contara. Había aprendido que con
ese hombre había que esperar, aunque claro, ella no esperaría eternamente.
Ella volvió a asentir. Se acercó rápidamente a él, llevó su mano hacia su nuca
para inclinarlo mientras se levantaba de puntillas y le dio un beso.
— Te lo prometo.
Él volvió a besarla, pegando su cuerpo al suyo tanto como le fue posible hasta
que tuvo que resignarse a que partiera. Después de unos instantes, escuchó el
sonido de la placa de acero de la puerta deslizándose dos veces, luego todo fue
silencio. Miró sobre su hombro y notó que ya no había más pétalos. Caminó
hasta su armario, sacó una túnica negra para vestirse, tomó una de las dagas de
la cartuchera que había sobre el sillón y después dejó la habitación.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Un leve chirrido despertó a Kaiya horas más tarde. No sabía que hora era, pero
recordando la conversación que había sostenido con Hinata y con Ino, las
compañeras de Naruto y Kiba; mientras le ayudaban a estudiar la habitación
para aprender a moverse en ella, supuso que se trataba de las persianas, lo cual
indicaba que el amanecer estaba cerca. Deseaba que Gaara apareciera por la
puerta, poder palpar su cuerpo sólo para asegurarse de que estaba en una sola
pieza.
Era realmente extraño que ella se sintiera así, tan ansiosa esperando el regreso
de ese hombre. Dios, necesitaba ayuda. Porque no podía vivir con esa clase de
angustia sólo de pensar en ese hombre.
Se dio la vuelta sobre su espalda y cerró los ojos dispuesta a alejar todos los
pensamientos de su cabeza. La puerta se abrió completamente sin previo aviso.
Gaara apareció a través del umbral y vio cómo Kaiya se sentó rápidamente,
subiendo las mantas hasta el cuello.
Soltó una maldición por lo bajo. Por alguna razón le resultaba difícil recordar que
ella era ciega.
— Lo lamento, yo…
— Está bien. No tienes por qué disculparse.
Gaara caminó hacia donde estaba la mujer, tomó asiento en el borde de la cama
y le depositó sobre sus piernas una bandeja con comida.
— Esto es lo que sirvieron hoy como última comida. Es un poco de pollo, pasta y
ensalada. Si no te gusta, dímelo y ordenaré que te preparen otra cosa.
Él asintió, vio como alcanzaba el tenedor y tentaba con las yemas de sus dedos
los bordes de los platos. Se levantó, caminó hasta el armario y comenzó a
desarmarse. Sacó las dagas de la cartuchera y las regresó al cajón, junto con el
par de SIGs que traía en las caderas y los cuchillos de caza; comprobando todo
con sumo cuidado antes de guardarlo. Se dirigió al cuarto de baño para tomar
una ducha.
Minutos después, salió vistiendo un pantalón blanco y una toalla en la mano, con
la que estaba secando su cabello. Miró hacia la cama y notó que ella sólo estaba
con la cara agachada, esparciendo trozos de pollo sobre el plato.
Cuando empezó otra vez con el pollo, él cogió las dos manzanas que había
sobre la charola y se paseó por la habitación. Mordió una de ellas, se sentó en el
suelo con las piernas cruzadas y los ojos cerrados. Un brazo cruzado sobre su
estómago mientras masticaba.
— No.
— No.
— S…sí.
— Entonces, lo haré.
Mientras acababa con las dos manzanas, vio como ella limpiaba el plato, el
silencio no fue precisamente fácil, pero tampoco chocante. Cuando acabó con el
pastel de fresas, la vio ir al baño y luego escuchó el intermitente correr del agua,
supuso que estaba lavándose los dientes. Para cuando ella regresó, él trabajaba
el corazón de la última manzana con sus colmillos, picando los trocitos que
quedaban. Debía de reconocer que era asombrosa la manera en la que estaba
moviéndose. Aún titubeaba, pero parecía como si deseara tener el control sobre
lo que había a su alrededor. Había aprendido a moverse en la habitación en tan
sólo unas horas. Era simplemente asombroso.
Sintió como si debiera decir algo, pero en cambio sólo miró como se deslizaba
en la cama y se hacía un ovillo. Mientras continuaba con el proceso de
mordisquear quirúrgicamente esa manzana, deseó poder salir corriendo. Aquel
asunto que había ocurrido al inicio de la noche, lo que ella había despertado en
él, no debería tener importancia. No debería…
"Basta", pensó. Entre más vueltas le daba al asunto más se mareaba, así que lo
mejor era dejarlo por la paz.
Ella no estaba interesada en él. ¿Quién podría estarlo? Era un maldito bastardo
infeliz, incapaz de sentir algo por alguien. No tenía caso seguir pensando en
eso. Inhaló profundo. Caminó hacia la cama y vio como ella se tensaba. Dejó
caer los corazones de las manzanas en el plato, cogió una servilleta que ella
había usado para limpiarse la boca. Tras frotarse las manos, cogió la bandeja y
la sacó de la habitación, dejándola junto a la puerta. Al regresar fue al otro lado
de la cama, y el colchón se hundió cuando se estiró encima del edredón.
Cruzando los brazos sobre su pecho y los pies por los tobillos, cerró los ojos.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Sasuke abrió la puerta de la habitación de Ino con todo el sigilo que le fue
posible. Neji aún permanecía dormido así que pensó que podría abrir el portal en
el espejo sin molestarlo. Cruzó la habitación con ágiles zancadas y una vez que
estuvo frente al enorme pedazo de cristal se detuvo para mirarlo. No tenía ni la
más remota idea sobre qué iba a decir, pero ya se le ocurriría algo. Esperaba
que así fuera.
— Iré contigo.
— Neji…
El hombre no le hizo caso. Apartó las sábanas y apoyó los pies en el piso.
— Es lo más probable.
Neji sonrió.
— Antes que nada, no seas insolente. Podrás odiarla pero recuerda que ella es
la Oráculo, la segunda al mando, así que bien puede freír tu trasero o quitarte a
tu mujer antes de que puedas parpadear. Ahora, el hecho de que tu mujer sea
una mestiza te pone las cosas aún más difíciles, sobre todo porque estamos
hablando de la futura reina de la raza, pero creo que si ofreces un trato eso
podría solucionarse.
— La Oráculo podrá interceder ante la diosa por ti, tu mujer y su unión; pero
deberás dar algo a cambio.
Sasuke apretó los labios. Sí, recordaba esa parte de las reglas. Para recibir
debes estar dispuesto a dar.
— ¿Y qué sugieres?
— Sugiero que aceptes el trono. —volteó a ver a Sasuke. Su rostro estaba rígido
—. Estoy casi seguro de que eso es lo que te pedirá, así que pienso que es
mejor que tú lo ofrezcas primero. Después de todo, si eres el rey puedes
escoger a la mujer que desees por compañera, así que eso te liberará del hecho
que ella es una Elegida.
— Iré a dialogar con el Consejo. —dijo Neji—. Eso te dará algo de privacidad.
Búscame cuando quieras marcharte.
— Oráculo.
La mujer se detuvo a unos pasos de él. Ella podía ser inmortal, pero aún sentía.
Así que al escucharlo hablarle tan lacónico, su actitud cambió. El semblante dejó
de parecer vivo y se volvió solamente una hermosa máscara de porcelana. Su
voz dejó de parecerse al canto de las aves para sólo ser un sonido metálico,
igual de hermoso, pero carente de toda emoción.
Sasuke apretó los puños. Él nunca se inclinaba. Ante nadie. Sin embargo, esta
vez no tenía opción. Forzó su cuerpo a doblarse un poco, hasta que su mirada
sólo pudo enfocar el mármol bajo sus pies.
— Sé que no hay nada que pueda justificar el enorme pecado que he cometido,
pero estoy dispuesto a pagar mi falta como la diosa o usted lo deseen.
— Y no solamente es eso. Además pides que Ino quede liberada del pacto. Has
encontrado en esa elegida a la compañera que deseas ¿no es verdad?
— Sí. ¿Puedes hacerlo?
Las palabras salían a duras penas de entre sus labios apretados mientras se
erguía otra vez. Un poco más y estaba seguro de que los dientes se harían
pedazos dentro de su boca. Hubo un largo silencio en el que él esperó a que
accediera a sus peticiones.
— Está bien. Ino está liberada del acuerdo, puede dejar de ser tu fuente de
alimento.
— ¿Y bien, guerrero?
Se alejó. Sasuke estaba viendo la única posibilidad de tratar el tema irse por el
desagüe, así que sólo le quedó una opción. Apoyó una rodilla en el piso y dijo:
Detestaba pronunciar esas palabras, y por el sonido de su risa adivinó que ella
también lo sabía…
— Sakura es mi mujer. Le anunció que ocuparé mi lugar como rey, y por lo tanto
tengo todo el derecho a tomarla a ella como compañera. No me importa el
castigo que vaya a imponerme.
Hubo otro intenso silencio. Ella sonrió tenuemente, pero con nostalgia.
— ¿Realmente crees que soy así? —susurró volviendo a su tono de voz afable
—. Eso no es por lo que he mandado llamarte.
— Entonces no sé que otro motivo pueda existir. Entre usted y yo las visitas por
simples cortesías siempre salen sobrando, mi señora.
— Esto tiene que acabar —le dijo su hermano, mortalmente serio— Habla de
una buena vez. Tienen que aclarar las cosas.
— No hay nada que aclarar así que fuera de mi camino. —dijo entre dientes
antes de sacarle la vuelta. Su hermano volvió a aparecer frente a él.
Miró a su alrededor y vio que detrás de él, la mujer seguía con la vista perdida
en el danzar del agua dentro de la fuente.
Sasuke alzó la vista recordando esa parte de su conversación con Sakura: "Te
aseguro que necesitas reflexionar de nuevo sobre lo ocurrido. Has permitido que
esas terribles horas te marcaran, y nadie puede culparte por ello, pero estás
completamente equivocado. Muy equivocado. "
Exhaló todo el aire que había en sus pulmones, frotó su sien con dos de sus
dedos y luego se dio vuelta. Con cada paso que daba para acercarse a la mujer,
su corazón latía más a prisa. ¿Acaso él estaba nervioso? Tal vez. Cuando
estuvo frente a ella, esperó a que apartara su mirada de la fuente y la
concentrara en él.
— Al igual que Madara Uchiha y los miembros del Consejo, yo fui una mujer
engendrada por nuestra diosa. Soy inmortal. Eso lo sabes.
«En aquellos años había comenzado la mezcla entre los miembros de nuestra
raza y los humanos, así que la diosa me ordenó dejar mi cargo como su Oráculo
y reencarnar para ser la esposa del que sería el nuevo líder, luego de que
Madara decidiera renunciar a la inmortalidad: tu padre. Al principio debo
reconocer que lo vi como una obligación, pero conforme pasó el tiempo, todas
las cualidades que él tenía hicieron que me enamorara. Años después de
nuestra unión tuvimos la llegada de tu hermano y veinticinco años después la
tuya. ¿Qué más podía yo pedir? Tenía un gran hombre a mi lado, un par de
hermosos hijos. Yo era feliz. Justo como tú lo eras.»
Sasuke alzó la mirada hacia ella y pudo ver esa clase de nostalgia que había
percibido en la mirada de Ino en más de una ocasión.
«Durante muchos años tu padre había recibido varios informes acerca de las
ideas que Orochimaru estaba esparciendo entre los jóvenes, incluso yo también
le había advertido que no confiara en él. Podía ver la maldad en sus ojos, pero
tu padre no lo creía así. Lo que sucedió aquella noche tú lo sabes. Jamás creí
que tal atrocidad pudiera ocurrir. Ver a tu padre caer fue un gran golpe para mí.
Pero más allá de aquel hecho y de todas las demás personas inocentes que
estaban muriendo en ese momento, yo sólo podía pensar en ustedes. Cuando lo
vi morir, supe que el tiempo y las opciones se agotaban, así que sólo pude
pensar en una sola cosa.»
Su voz era sólo un dulce susurro que se mezclaba con el sonido del golpeteo del
agua dentro del foso de mármol. Sasuke se concentró en su perfil y comprobó
que ella lucía igual que aquella vez. El tiempo ya no había transcurrido sobre
ella, como lo había hecho sobre él.
«Todo sucedió tan rápido que no tuve tiempo de analizar las cosas con claridad.
Tomé la daga que llevaba tu padre en el cinturón y decidí ponerle fin a mi
existencia mortal. Esperaba que una vez que tuviera mis poderes originales
pudiera protegerlos a ti y a tu hermano. Itachi pudo predecirlo porque tan sólo
unos días antes yo le había revelado mi verdadera naturaleza, y esperaba hacer
lo mismo contigo una vez que el banquete terminara. No era un secreto que
quería guardar. Ni mucho menos de ti.
Supe que querías terminar con tu vida así que sólo me quedó ayudarte a
sobrevivir. Cuando tu transición llegó tuve tanto miedo de perderte, de que te
rindieras. Afortunadamente tenías a Naruto y a Ino junto a ti. No quería
abandonarte, de hecho, mi plan inicial era aparecer frente a ti y explicarte la
verdad, pero la diosa requirió mi presencia de inmediato así que tuve que volver
aquí, no sin antes asegurarme de que ustedes estarían bien. Aquella cabaña en
la que se alojaron, yo los guié hasta ahí. Ayudé a que Ino no muriera por
alimentarte a ti y a Naruto mientras los servía en todo lo que ustedes
necesitaban. Hice lo mejor que pude… y lamento que no haya sido suficiente…»
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
— Lamento importunarlos.
— No tienes por qué disculparte, Neji —dijo Kakashi, acercándose a él— Dinos,
¿qué sucede?
— Necesito hablarles.
— Te escuchamos.
El hombre lo miró dudoso, más luego asintió. Elevó la capucha color ocre sobre
su cabeza, dedicó una última mirada al ojiperla y luego abandonó el recinto. Una
vez que la puerta fue cerrada nuevamente, Kakashi fijó su vista en Neji.
— Lo necesito.
— ¿Por qué?
— Neji eres mitad ángel, eso nada lo va a cambiar. Tu madre fue uno de ellos y
esa herencia está en ti, junto con todo su poder. No hay sello ni hechizo ni
ninguna otra cosa que pueda cambiarlo. Te lo dije aquella vez ¿recuerdas? Si tú
aceptas tu naturaleza, las cosas van a ser más sencillas.
— ¡Oh, por favor! —exclamó sarcástico.
— Escucha Neji…
— ¡No! ¡Tú escucha! —gritó apuntándole con el índice— ¡Estoy harto de ser
esto!
— Neji…
— No, no lo eres.
— ¡Por supuesto que sí! ¡Mírame! —dejó que su chakra se liberara al máximo.
Un brillante resplandor blanco lo cubrió—. ¡Soy una maldita lámpara!
— Neji…
— Ningún Neji… estoy harto de vivir así. Estoy harto de lo que me he convertido,
de ver cómo será la muerte de las personas más importantes para mí y no poder
ser capaz de remediarlo, de lo que tengo que hacer para poder apaciguar un
poco la energía que hay dentro de mí. —extendió su mano frente a él y la
incandescencia aumentó— Por esto perdí lo único que realmente he tenido en
toda mi vida… por esto…
Las palabras dejaron de brotar de sus labios y sólo hubo un largo silencio. Su
respiración agitada era lo único que rompía la tranquilidad del lugar. Con cada
bocanada de aire que llegaba a sus pulmones, el fulgor que cubría su cuerpo fue
disminuyendo muy lentamente. Sin embargo, él sabía que no desaparecería.
— Si no quieres ayudarme con esto, okay. Sé que esa es la razón por la cual
estoy dentro de la cofradía, pero no me digas que las cosas no pueden cambiar.
Porque si es así, entonces la única esperanza que hay dentro de mí se
apagará… y con ella lo haré yo…
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
— No me juzgues, Sasuke. Es tan fácil hacerlo. Tan fácil juzgar, criticar y pisar a
los demás, sin darnos cuenta de que todos tratamos de hacer lo mejor que
podemos. Yo sólo hice lo mejor que pude… —suspiró lentamente mientras el
silencio volvía a llenar el lugar— Y sobre Sakura… no tienes por qué
preocuparte. Bien lo dijiste, eres el rey y tienes como derecho elegir a la mujer
que desees como compañera. Ese era el motivo por el cual te llamé. No habrá
castigo para ti porque no has cometido ningún pecado.
Esa última frase lo dejó sorprendido. Esperó unos instantes mientras su cerebro
procesaba todo lo que esas palabras conllevaban y cuando tuvo una explicación,
se levantó y caminó hacia ella. La mujer volvió a poner distancia entre ellos,
manteniéndose de espaldas a él.
— Sakura nunca iba a ser una sacerdotisa ¿verdad? —ella lo miró sobre su
hombro.
— No.
— ¿Y entonces por qué la nombraste como una elegida? —la mujer se volvió
para encararlo.
— Sasuke ¿recuerdas la leyenda que existe entre nuestra raza sobre los
compañeros predestinados?
— Sí.
— Un hombre y una mujer unidos por un hilo invisible que los hace los
compañeros perfectos el uno para el otro. Los humanos lo conocen como el mito
del hilo rojo que une a las almas gemelas ¿verdad? —no hubo respuesta— En
realidad debes de saber que es más que una leyenda. Tienes varios ejemplos a
tu alrededor: Naruto y Hinata, Ino y Kiba…
— ¿Estás diciendo que Sakura es mi compañera predestinada?
Ella dio la vuelta y comenzó a caminar hacia el enorme templo que tenía como
sus aposentos. La delicada túnica blanca se movía sobre el suelo apenas
diferenciándose por las suaves ondas que se producían con cada paso que
daba.
Itachi apareció haciendo que ella se detuviera. Una suave brisa alborotó
delicadamente un par de mechones de aquella espléndida cabellera oscura,
dándole vida a esa silueta cubierta de blanco.
— ¿Puedes verlo?
— No. —susurró de nuevo en ese tono de voz tan tierno y dulce que usaba con
él cuando era un niño— Tú lo haces porque tienes el Sharingan. Yo sólo puedo
sentirlo.
Itachi se acercó y acarició la mejilla de su madre. Ella cerró los ojos y disfrutó del
leve toque, como un roce del viento que lograba alcanzar lo más profundo de su
corazón. Sin poder evitarlo, una lágrima corrió por su mejilla.
— Ya te dije lo mucho que siento no haberte protegido como debía —susurró tan
quedamente que Sasuke supo que no se refería a él.
— Te amo mucho, cariño. —dijo ella al aire, luego miró hacia Sasuke— A
ambos.
Sintió un nuevo y aun más suave toque e imaginó que se trataba de un beso del
mayor de sus hijos. La capucha de su túnica se elevó como por arte de magia,
cubriendo su rostro.
Sasuke no respondió. Vio como ella se daba vuelta y siguió su andar hasta que
aquella frágil silueta se perdió tras las puertas enmarcadas por pilares de
mármol blanco. El silencio volvió a reinar en ese lugar durante un tiempo
indefinido.
Cuando apartó la mirada de las puertas, se dio cuenta de que Neji estaba junto a
él.
— ¿Hablas en serio?
— ¿Qué demo…?
— ¿Cómo…?
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
A las cuatro, decidió cancelar su cita con él. Sentía que nada bueno podía salir
de aquella reunión. No tenía intención de decirle a Sai que lo dejaba porque iba
a abandonar el país, y si pensaba que él se tragaría esa historia y la dejaría en
paz, se estaría mintiendo a sí misma. Al volver de la fotocopiadora, miró por una
ventana. El cielo del ocaso era plomizo, se auguraba una tormenta en el denso
aire. Tuvo que apartar la vista. Le dolían los ojos, y aquella molestia no
desapareció parpadeando varias veces. De vuelta en su escritorio, tomó dos
aspirinas y llamó al buffet buscando a Sai. Estaba en otra reunión. Para variar.
Intentó alcanzar el teléfono que había en la mesita justo sobre su cabeza, pero
sus dedos no respondieron a sus órdenes así que el aparato terminó en el piso.
Hizo un esfuerzo para alcanzarlo pero su cuerpo cayó sobre la alfombra. Los
tenues roces de las fibras de la tela eran dolorosas puñaladas que atravesaban
su piel. La presión en su pecho y su estómago, iba acrecentándose haciéndola
sentir en el interior de un compresor de basura.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Las puertas del ascensor se abrieron mientras Sai aún estaba pensando en lo
que estaba por ocurrir. Había quedado de reunirse con Sakura para hablar sobre
su relación, pero horas antes ella había intentado cancelar la cita. Llegó a la
puerta del apartamento donde ella vivía, llamó un par de veces pero no hubo
respuesta. Sacó el teléfono celular de su bolsillo y llamó. Tampoco hubo
respuesta.
Nadie respondió así que él optó por la otra opción. Caminó al final del pasillo
donde estaba el extintor, lo levantó y tomó la pequeña llave que había debajo de
él. Regresó a la puerta y la abrió. Todo estaba a oscuras, dio un par de pasos y
vio la pequeña luz intermitente del teléfono celular de Sakura sobre la mesita de
la estancia. Se acercó un poco más y entonces la luz de la luna que se colaba
por la ventana le dejó ver algo que no esperaba: Sakura estaba en el piso, boca
abajo. Su mano estirada hacia el teléfono tirado cerca de ella, como si lo hubiese
intentado alcanzar sin conseguirlo.
Ella abrió y cerró la boca intentando decir algo, pero ningún sonido salió de su
garganta. Sai buscó sangre y no halló nada. La puso boca arriba con todo el
cuidado que le fue posible. Estaba tan pálida como un fantasma, fría y cubierta
de sudor, apenas consciente. Cuando abrió los ojos, pudo ver sus pupilas
totalmente dilatadas. Como si estuviera drogada.
Le extendió los brazos, buscándole marcas. No había ninguna, pero tampoco iba
a perder tiempo quitándole los zapatos y mirando entre los dedos de sus pies.
Sacó el móvil y marcó el número de emergencias. Al escuchar a la operadora,
no esperó el saludo protocolar.
— ¿Señor? ¿Hola?
— Voy a morir…
— ¡Claro que no! —gritó él— No lo voy a permitir.
Ella lo sujetó por las solapas del abrigo. Todo su cuerpo temblaba sin control y el
sudor estaba manchando la parte delantera de su camiseta.
— Lo necesito…
Sai la miró fijamente a los ojos. Fue entonces cuando él comprendió todo: ese
hombre, Sasuke, su vecino y en el que él no había confiado desde el primer
momento en el que lo había visto, era un traficante de drogas y había enviciado
a Sakura. Ese maldito bastardo, hijo de…
— No, Sakura.
— Por favor. Lo necesito. Voy a morir —de repente, las fuerzas abandonaron el
cuerpo de ella haciéndola caer al suelo en posición fetal—. Sai, por favor.
Sai no tenía tiempo para pensar, alcanzó el teléfono de Sakura, lo abrió y luego
de encontrar el número oprimió la tecla verde. Un par de segundos después,
escuchó la voz al otro lado de la línea.
Menos de dos horas antes del anochecer, Gaara sintió que debía dejar la cama.
Le extrañaba que pudiera dormir tanto, considerando que normalmente eran
cuatro horas como mucho. Aunque lo más extraño era el calor que sentía al
despertar con Kaiya a su lado, esa sensación era abismalmente diferente a lo
que había sentido en toda su maldita vida. Era como si ella…
Abrió los ojos abruptamente al mismo tiempo que se sentaba. Sólo estaba él en
la cama. Intentó divisar algo entre la oscuridad, pero no había nada. Entonces
escuchó un pequeño grito proveniente del baño. Se quitó las sábanas de
encima, dejando la cama de un salto. Corrió torpemente hasta el baño, abrió la
puerta sin preguntar y…
La manguera se había caído del soporte y ella intentaba hallarla para cerrarla.
Estaba a punto de respirar aliviado, cuando ella perdió el equilibrio estando a
punto de desplomarse sobre el mármol blanco del baño. Gaara se movió a gran
velocidad para atraparla en el aire, cayó apoyando una rodilla y apretando contra
sí el cuerpo desnudo de ella. Fue en ese momento como si todo lo que había a
su alrededor desapareciera durante la milésima de segundo en la que la tuvo
entre sus brazos. Una mezcla de emociones se fundió en su pecho, sin darle
tiempo a pensar cuál era la más fuerte. Se levantó e hizo que ella hiciera lo
mismo. Rápidamente, la tomó por los antebrazos y la apartó con más violencia
de la que él esperaba.
Miró a todos lados en la habitación, tal vez buscando la ruta de salida más
rápida a todo eso que sentía en su pecho. Finalmente decidió ir hacia el armario
para prepararse. Abrió el par de puertas de caoba y miró el pequeño apartado:
había ropa femenina en el espacio que antes había estado desocupado. De
nuevo esa mezcolanza de emociones volvió a emerger dentro de su pecho con
más fuerza. Porque él era alguien que pedía, más bien exigía, su espacio.
Siempre. Pero ver la ropa que ella usaba, en su armario, le resultaba diferente.
No sabía que pensar.
Hacía mucho tiempo que había dejado de ver el dolor como algo negativo; ahora
era la única forma en la que él recordaba que estaba vivo.
Cuando salió, Kaiya tenía la vista alzada hacia él, desde la cama. Sus ojos eran
tan azules. Azules como la noche. Azules como…
— Gaara…
— ¿Si?
— Lo siento.
— ¿Qué?
— Yo… no importa.
Ella se puso las manos sobre la cara. Mientras se ocultaba de él, pensó en la
primera vez que la vio, esa noche que ahora parecía tan lejana aun cuando
apenas habían pasado dos días, cuando ella lo había sorprendido luego de que
ese cazador le perforara un costado. Lo había asombrado, dejándolo como un
estúpido. Y ella no solamente continuaba teniendo ese efecto sobre su cerebro,
sino que además, parecía que se hacía cada vez más fuerte conforme corrían
las horas. Era como si tuviera un interruptor del cual sólo ella tuviese el control
remoto.
Definitivamente ya estaba pensando cosas raras. Se dio la vuelta, sólo para oír
un sollozo. Entonces otro. Y otro. Miró sobre el hombro.
— Kaiya…
— Lo siento —le dijo dentro de las palmas—. Soy lamentable. Sólo vete. Estoy
bien… lo siento, estoy bien.
Sólo que hubiera sido mejor que alguien como Hinata o Ino, o como Naruto o
Kiba estuviese ahí cuando llegara ese momento.
— No tienes por qué sentirlo. — ¿Qué se suponía que tenía que decir?
No podía hacerlo.
— Por supuesto que sí. Soy una terrible persona. He invadido tu cuarto, tu
cama. Obligándote a dormir cerca de mí cuando es obvio que tú no me toleras ni
un poco. Soy tan… lo siento. —Suspiró e intentó recobrarse a sí misma. Gaara
aún pudo oler el aroma a jazmines mientras era aplastado por el olor terroso de
las gotas de agua sobre la acera caliente—. Sé que debería marcharme, sé que
no me quieres aquí, pero sólo necesito… yo te necesito —Dulce diosa, si la
había escuchado bien, la compadecía—… no puedo estar sola, no ahora. Lo he
estado toda mi vida y siempre he sabido lidiar con ello así que…
Esa frase removió algo en él. Solo toda una vida. Él sabía lo que era eso, pero
tuvo un extraño interés por saber a qué se refería ella. Por primera vez se
adentró en la mente de alguien más. Ahondó en los últimos recuerdos que había
en la mente de Kaiya y luego en los más superficiales captando siempre lo
mismo. La voz de otro hombre: su padre.
Cuando lo dijo, Gaara volvió a escuchar ese grito en su mente, el del padre de
ella vociferándole que se alejara. Se repetía una y otra vez, en un grito o en un
eco que se hacía lejano. Como una grabación rota.
En un impulso se inclinó y le besó en los labios. Cerró los ojos, percibiendo con
mayor intensidad el aroma a lluvia y la suavidad de sus labios. Fue tan solo un
segundo y entonces ella saltó hacia atrás con un jadeo, los ojos más abiertos
que si le hubiera abofeteado.
Ella sólo permaneció con la mirada fija al frente, el rastro de lágrimas aún estaba
en sus mejillas. Sí, lo había arruinado. Ella necesitaba comprensión y consuelo
para poder salir de la confusión, y él sólo… Mierda. ¿Por qué había hecho eso?
Sin darle tiempo a decir nada, salió de la habitación. Estupendo. De nuevo sintió
la imperiosa necesidad de molerse a golpes a sí mismo por ser tan imbécil.
Cuando se trataba de joderle la vida a alguien más, no había nadie más indicado
para hacerlo que él.
Dobló en una esquina para llegar al corredor principal de ese piso, y entonces se
detuvo de golpe. Frente a él había alguien que no estaba esperando: una mujer
de cabello castaño y ojos oscuros; ataviada con una túnica color cian. Al verlo
ella hizo una reverencia.
— Mi señor.
Antes de que la mujer dijera algo, él pasó a su lado para seguir su camino sin
siquiera mirarla. No necesitaba esto. No ahora. No después de…
No cabía duda de que esa iba a ser otra 'magnífica' noche digna del recuerdo.
Lo presentía.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Sai hizo el amago de acercársele cuando vio que iban hacia el apartamento de
junto, pero entonces uno de los hombres que habían aparecido junto con él se
interpuso en su camino. Lo tomó por las solapas del abrigo, apoyándolo
bruscamente contra pared del corredor, al tiempo que su mirada aguamarina se
posó sobre él. Era gélida, oscura.
Nada.
Sakura permaneció inmóvil. Estaba demasiado quieta. Pudo notar como su piel
empezaba a ponerse azul: la muerte se cernía sobre ella. Sin poder contenerlo
más, Sasuke gritó de furia y agarró su cuerpo, sacudiéndola hasta que el cabello
se le enredó.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Cama, buró, puerta, clóset, baño, ventanas, buró, cama. Eso era todo.
Había sido el primer beso que había recibido en muchos años. La primera
prueba de afecto, o al menos de aceptación, que había tenido un hombre para
con ella. Apretó los párpados con fuerza al recordar la forma en la que se había
apartado. ¿Por qué tuvo que ser tan abrupta?
Por miedo.
Tuvo miedo de esa extraña sensación que tuvo con aquel delicado roce, como si
se hubiese establecido alguna clase de conexión entre ella y Gaara. Pero no
podía ser. Porque más allá del hecho de que no pertenecieran a la misma
cadena evolutiva, estaba el hecho de que él tenía otra clase de vida
diametralmente opuesta a la que ella intentaba vivir. Algo en su interior le decía
que no debía dejarse llevar, que nada podía suceder entre ellos, y ella lo tenía
sumamente presente, pero entonces ¿por qué lo extrañaba ahora más que
antes?
Agitó la cabeza al tiempo en el que se sentaba sobre el colchón. Estar tanto
tiempo encerrada en esa habitación ya la estaba enloqueciendo. Llamó a su
perro, que había sido llevado por el mayordomo de la casa al inicio de la noche,
y se dispuso a salir. No estaba muy segura de adónde se dirigiría o si estaría
bien, pero cualquier cosa era mejor que permanecer dentro de esas cuatro
paredes, pensando en cosas que no deberían tener importancia para ella.
Con pasos lentos, salió de la habitación y empezó a moverse a través del amplio
pasillo, manteniéndose siempre cerca de su perro. Tanteó con sus dedos en la
derecha para hallar el muro, sin embargo, lo que encontró fue una figura extraña
que se tambaleó bruscamente cuando ella se apoyó sobre eso, que imaginó se
trataba de una escultura. Hizo inútiles esfuerzos para evitar que cayera. Cerró
los ojos, esperando a escuchar el impacto con el piso, más no ocurrió.
— ¿Te encuentras bien? —le preguntó la voz de una mujer. Ella sólo pudo
asentir con la cabeza.
La rubia esperó a que ella le estrechara la mano, pero no se movió. Así que
luego de unos segundos bajó el brazo.
— Supongo que todo esto debe ser muy incómodo para ti ¿no es verdad? —
Kaiya no logró entender a lo que se refería.
— Perdón, no…
— Ah, no… yo… no sabía que me habías extendido tu mano. Soy ciega.
— No lo sabía.
Ambas se quedaron en silencio al mismo tiempo y luego rieron. Kaiya extendió
su mano.
— Soy Kaiya.
— Temari.
— Sí. Lo imagino.
— ¿Sucede algo?
— No, nada. Es sólo que me parece bastante curioso… o más bien, diferente
que le llamen primera comida a…
— Un poco, pero no por lo que te imaginas. He sido ciega durante mucho tiempo
así que 'desayuno' o 'cena' no tienen ninguna diferencia, siempre son en la
oscuridad.
La humana asintió. Temari comenzó a caminar junto a ella a través del pasillo
hacia las escaleras que daban al primer piso de la mansión.
Como primera impresión debía decir que era agradable, cosa increíble
considerando que ella nunca había sido muy adepta a los homo sapiens, pero
algo en ella le agradaba. Por un instante le pareció percibir también lo que había
hecho que Gaara se fijara en ella. Como su hermana mayor sabía que para él
era prácticamente imposible aceptar la cercanía de alguien después de todo lo
que había vivido, pero había algo en la humana. No podía precisar qué, pero
debía ser algo importante para su hermano.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
— ¿Madre? —susurró
La figura dejó caer la mano. Como si supiera qué significaba aquella mancha.
Un poco más tarde, Sakura alzó la cabeza. Se lamió los labios y abrió los ojos.
Sasuke la estaba mirando fijamente. Tenía una herida enorme en el cuello.
—Oh, Dios... ¿Qué te he hecho? —Extendió los dedos para contener la sangre
que manaba de su vena.
— Yo…, yo…
— No. Claro que no. Esto pasará—susurró él, depositándola de nuevo sobre el
colchón—. Pero no será divertido.
El sudor goteaba por su cuerpo, empapando las sábanas. Apretó los dientes y
se arqueó. Se giró hacia un lado y luego al otro, tratando de escapar. No sabía
cuánto había durado. Horas. Días. Él permaneció con ella todo el tiempo.
— De acuerdo.
Parecía gustarle el agua, alzaba el cuello y abría la boca. Vio sus colmillos, y le
parecieron hermosos. Blancos, brillantes, puntiagudos. Recordó la sensación
cuando ella había bebido de él.
Acunándola nuevamente entre los brazos, cerró el grifo, salió y cogió una toalla.
La envolvió y la colocó otra vez sobre la repisa, sosteniéndola entre la pared y el
espejo. Cuidadosamente, le secó el agua del cabello, la cara, el cuello, los
brazos. Luego los pies y las piernas. Su piel quedaría hipersensible durante
algún tiempo, al igual que la vista y el oído. Buscó señales de que su cuerpo
estuviera cambiando y no vio ninguna. Tenía la misma estatura que antes. Sus
córneas tampoco parecían haber sufrido transformación alguna. Se preguntó si
podría salir durante el día.
Él la besó y la llevó hasta el sillón. Luego quitó de la cama las sábanas húmedas
y la funda del colchón, para cambiarlas. Cuando terminó, la recogió y acomodó
entre el fresco satén. Su profundo suspiro fue el mejor cumplido que jamás
hubiera recibido. Sasuke se arrodilló a un lado de la cama, repentinamente
consciente de que sus pantalones de cuero y sus botas estaban empapados.
La besó en la frente.
— Gracias por volver a mí —susurró antes de unir sus labios a los de ella.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Habían pasado horas desde que Sakura había desaparecido a través del
corredor del apartamento. El lugar lucía pequeño con las cinco imponentes
figuras que había a su alrededor. Expectantes. De algo que sólo ellos parecían
conocer.
Luego de que Sasuke se llevara a Sakura, el hombre del tatuaje les había
hablado a los otros en alguna clase de idioma extraño durante algunos minutos y
luego todo había sido silencio. Un largo y sofocante silencio que lo oprimía a
cada segundo.
— Gaara, basta —dijo el rubio con rostro de ángel— Sasuke lo quiere vivo. —
una media sonrisa se formó en su rostro— Por ahora.
— Es suficiente. Los dos. Déjenlo en paz —la voz de Ino le sorprendió. Parecía
increíble, pero en cuanto habló el silencio llegó a la habitación. No hubo más
risas, ni comentarios.
— Sólo haz el intento de huir, humano —susurró el que tenía cara de psicópata
y luego se alejó de él bruscamente, haciéndolo deslizarse sobre el muro.
La mirada aguamarina se enfocó en Ino de manera fugaz. Extraño, pensó Sai.
Le pareció percibir un ápice de calidez cuando la miró. Era como si el hombre la
apreciara. Realmente la apreciara.
El hombre con mirada fiera se acercó un par de pasos detrás, pero con sólo un
movimiento de mano de ella, se detuvo.
— Está bien, Kiba —susurró sin dejar de mirar a Sai—. Escucha, sé que estás
molesto, pero no tienes por qué preocuparte. Todo saldrá bien.
— Dudo mucho que así sea. Ni siquiera sé porqué le llamé, debí de haberla
llevado a un hospital. Se suponía que eras su amiga, ¿cómo pudiste permitir que
él la hundiera en ese mundo?
— No sé a qué te refieres.
Ino entrelazó los dedos de sus manos sobre su pecho. Apoyó su mentón sobre
ellos y susurró:
— ¿Qué vamos a hacer? ¿nos quedaremos aquí todo el día? —preguntó el del
tatuaje.
— No lo sé, Neji —respondió sin dejar de abrazar a Ino—. Creo que lo mejor es
que todos vuelvan al complejo. Ino y yo nos quedaremos por si Sasuke necesita
algo.
Una ligera risa reverberó en su pecho. Risa que desapareció con una sola
mirada de Ino. Se aclaró la garganta.
— ¿Quieres que lo limpie también? Es mi promoción del día. Será difícil, pero
me encantan los retos.
Movió la cabeza.
— Como quieras.
Se acercó hasta donde Sai estaba. La mirada nívea se clavó en él. Entonces,
Sai se dio cuenta de que no podía apartar el rostro, como si una fuerza invisible
se lo impidiera. Comenzó a sentirse extraño, con un hormigueo recorriéndolo de
arriba abajo y entonces todo a su alrededor se volvió oscuridad.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Gaara se materializó justo en medio del enorme patio empedrado, miró su reloj y
notó que aún faltaban poco más de dos horas para que el amanecer llegara otra
vez. Inhaló profundo sintiendo ese dolor cortante en el pecho al llenar sus
pulmones del gélido aire que ya se hacía presente en la ciudad debido al otoño.
Cerró los ojos y esperó a que la lucidez llegara a su mente. El asunto ocurrido al
inicio de la noche no había abandonado su cabeza ni un solo segundo. Había
pensado que tal vez luchar en las calles ayudaría, pero no contó con que la
mujer de Sasuke iniciaría su transición justo en ese momento.
Tal vez no lo dijera, pero se alegraba por su hermano. Durante las últimas horas,
había esperado que su mujer superara satisfactoriamente el cambio. Y cuando
Shikamaru les había dicho que así había sido, no pudo hacer nada más que
unirse inadvertidamente al alivio del resto de la cofradía. Ya había sido hora de
que Sasuke encontrara a su compañera. Lo merecía. Porque a diferencia de él,
el rey de la raza era un héroe; frío, calculador, arrogante y con un genio de los
mil demonios, pero un héroe al fin y al cabo. Un gran héroe. Y no un jodido
maldito bastardo asesino como lo era él.
Sí, eran muy diferentes. Y era por eso por lo que Sasuke merecía ser feliz.
Porque eran tan opuestos que era obvio que él no lo sería nunca.
Miró hacia la imponente mansión que se alzaba justo en frente. La ligera nube
blanquizca formada por el aliento que salió de su boca, nubló su vista
momentáneamente. Sabía que en algún momento, muy cercano, tendría que
atravesar las gruesas puertas de madera sólida y encarar el desastre que había
causado. Con andar lento fue acercándose a la casa, evaluando mentalmente
sus opciones.
Lo primero que haría sería decir 'lo siento' una vez más. Estupendo. Esa mujer
debía sentirse afortunada porque era la persona viva con la que más veces se
había disculpado. Hizo un ligero mohín. Vale, tal vez la palabra 'afortunada' no
era la más adecuada.
Tan pronto como atravesó una de las puertas, el mayordomo a cargo de toda la
casa apareció frente a él. El rostro del anciano mostraba lo cauteloso que estaba
siendo a cada paso que daba hasta detenerse, manteniendo una distancia
prudente entre ellos. No le sorprendió ni le ofendió en absoluto.
— Mi señor.
Gaara no dijo nada. Mantuvo la mirada clavada en el anciano hasta que éste se
irguió y continuó hablando.
— Está bien. Infórmame tan pronto como hayas elegido la casa y la tengas lista.
Quiero que sea acorde a sus necesidades ¿estamos?
— Aléjate de ella —dijo fríamente al ver a su hermana con Kaiya. Su voz sonó
como un fuerte estruendo entre las paredes del corredor.
Ambas mujeres se sorprendieron a causa de su repentina presencia. Dando
grandes zancadas, Gaara llegó hasta ellas, clavando su gélida mirada en la
rubia. De inmediato tomó a Temari por el brazo y la alejó un par de metros de
Kaiya. Luego la apoyó contra el muro, apoyando las manos a ambos lados de su
cabeza para negarle cualquier posibilidad de escape.
Antes de que alguien pudiera hacer o decir otra cosa, Shikamaru apareció en el
pasillo. Al ver la escena de su mujer estando acorralada por el pelirrojo, sus
instintos salieron a relucir. Con velocidad sobrehumana se acercó a ellos, tomó a
Gaara por la chaqueta y lo golpeó con todas sus fuerzas contra el muro al otro
lado del pasillo, haciendo vibrar las esculturas que había en el corredor.
Gaara sonrió irónico y fijó su fría mirada aguamarina en los ojos del hombre
frente a él.
— No quiero que vuelvas a estar con ella ¿lo entiendes? No te quiero cerca de
Temari.
— Sí.
— E…esto no tiene nada que ver. Estábamos hablando de tu familia —dijo ella
— ¿Cómo puedes negar así a tu hermana?, y además decirle todas esas cosas.
Tan… tan…
— ¿Crueles? —esbozó una media sonrisa irónica— Pues déjame darte una
noticia de último minuto: yo soy así. Cruel. Que tú hayas sido tan ingenua como
para haber pensado lo contrario no es culpa mía. Ya va siendo hora de que lo
entiendas.
— Pues la puerta está justo frente a ti y es muy grande. Puedes irte cuando
quieras. —respondió Gaara de manera tan hiriente que hizo que el hueco en su
pecho se expandiera.
Una suave brisa llegó hasta su rostro y luego escuchó la puerta del cuarto de
baño azotarse.
Ahora estaba segura de que no podía respirar gracias a esa opresión que sentía
en el pecho. Suspiró largamente, sintió a su perro junto a ella y comenzó a
caminar hacia la puerta. Inspiró profundo y luego vació sus pulmones, dejando
escapar el aire lo más lentamente que pudo, diciéndose que no podía… ella
tenía prohibido llorar.
Sus pasos eran débiles, inseguros; a pesar de que su perro iba justo frente a
ella, guiándola. No tenía idea adonde se dirigía, pero no le importaba. Lo único
que sabía era que debía alejarse tanto como le fuera posible.
— Neji…
Capítulo 22
— Te hice una pregunta. ¿Qué estás haciendo paseando por los pasillos a estas
horas y sola?
De nuevo sopesó las posibilidades de no decirle nada, pero sabía que Neji lo
averiguaría de una u otra manera. La privacidad no existía en ese mundo.
— No, él no ha hecho nada —Neji supo que mentía—. Pero siento que ya he
abusado mucho de él y quisiera regresarle su espacio.
— Sabía que dirías eso. Ven —le tomó ligeramente la mano, pasando su
antebrazo debajo del suyo para así guiarla.
— ¿A qué te refieres?
— Pero antes… —dijo ella— necesito que hagas algo por mí.
— ¿Qué cosa?
— Quédate quieto.
La intriga fue en aumento junto con el recelo dentro del cuerpo del vampiro.
Kaiya avanzó lentamente hacia él, deteniéndose a unos pocos centímetros de
distancia, lo suficiente para que el aroma de ella llegara perfectamente a su
cerebro. Extendió su mano derecha y entonces tocó su rostro. Fue más un ligero
roce de la piel de las puntas de sus dedos sobre su cara. Eso lo hizo sentir
extrañamente nervioso. Aquel contacto le parecía más avasallador que cualquier
otro, y eso que él sabía intimar perfectamente con las mujeres.
— Niña, ¿no preferirías tocarme estando los dos sobre una cama? —dijo luego
de unos segundos.
Neji tomó su mano con delicadeza, se inclinó y posó un suave beso en su dorso,
haciendo que ella se sonrojara.
— Los muebles están dispuestos de forma casi similar en todas las habitaciones
por lo que no deberías tener inconvenientes con ésta. La diferencia es que aquí
hay una cómoda junto a la puerta del baño ¿de acuerdo?
Kaiya asintió.
— Por cierto —dijo ella— No me digas 'niña'. No pareces ser mayor que yo.
— Mientes.
— ¿Disculpa?
— No te entiendo.
— Gracias.
— N…no… es…es sólo que… —se frotó el rostro con ambas manos—. Lo mejor
es que me vaya a acostar. Ya estoy alucinando.
— Porque estoy casi segura de que acabo de ver una luz blanca frente a mí.
— Sí, tal vez sea cansancio. —dijo él con una falsa neutralidad que rayaba en la
frialdad— Duerme un poco. Enviaré a alguien para que te ayude y te traiga la
última comida.
— Gra… —no terminó de decir aquella simple palabra pues sintió la presencia
de Neji alejarse, dejándola sola en la habitación.
Una vez que el hombre creyó haberse alejado lo suficiente, se detuvo fijando su
mirada hacia el enorme cuadro que decoraba uno de los altísimos muros que
conformaban el corredor. Volvió a exhalar profundo y siguió su camino de vuelta
al primer piso de la mansión.
Una vez que Sakura volvió a quedarse dormida, Sasuke se levantó de la cama,
fue hacia el armario y reemplazó los pantalones y la camisa mojados por unos
secos. Fue al baño para mojarse la cara, luego dio una última mirada a la mujer
que dormía en su lecho y salió sigilosamente de la habitación.
Al llegar a la estancia, vio a Kiba acostado en el sofá con Ino entre sus brazos
completamente dormida. El hombre abrió los ojos y al ver a Sasuke ahí le hizo la
seña de que no hiciera ruido, luego de desasió del delicado brazo que había
sobre su abdomen y se levantó.
Kiba sonrió ligeramente. A pesar de todo, ese hombre que estaba frente a él
seguía siendo el gran Sasuke Uchiha, y eso significaba que no aceptaría las
atenciones de nadie.
El guerrero le hizo señas para que lo siguiera fuera del apartamento, caminaron
por el corredor hasta el apartamento de Sakura y luego hacia la habitación de
ella. El humano yacía inconsciente sobre la cama.
Sasuke miró el arma y luego vio el cuerpo inconsciente. Sus instintos pedían a
gritos que lo asesinara, pero sabía que Sakura no se lo perdonaría. Odiaba
aceptarlo, pero ese humano era importante para ella. Además, y quizás lo más
importante, a partir de ese momento Sakura, su Sakura, no volvería a dormir en
esa cama y, si todo seguía su curso, ese humano no aparecería más en sus
vidas.
Negó con la cabeza y Kiba llevó la daga de vuelta a la cartuchera que tenía en el
torso.
A pesar de que sentía que estaba haciendo lo 'correcto', Sasuke no podía estar
cómodo en ese lugar.
— ¿De qué hablas? —preguntó Kiba sin comprenderlo—. Faltan dos horas para
que amanezca. Shika necesita más tiempo para…
— ¿Para qué?
— No tienes idea de cuánto me alegra que por fin esté con nosotros —susurró
sin dejar de lado su tarea de pasar los dedos a través de los mechones rosados
— Tenía tanto miedo de que no fuera así.
— ¿Olvidaste decirle a Danzou lo del auto? —le preguntó Sasuke a Kiba luego
de asomarse por la ventana y ver la calle vacía.
Kiba asintió.
— Con Sakura.
— ¿A dónde vas?
— Iré a ayudar a Shika con el trabajo que le encomendó Sasuke. Intentaré estar
aquí a mediodía
Ino asintió, recibió un beso en los labios y otro más en la frente antes de ver
desaparecer a su hombre en medio del patio.
Las horas seguían su curso dentro de la mansión, donde la gran mayoría de sus
inquilinos buscaban descansar. Sólo uno no podía conseguirlo.
Frotó sus ojos con fuerza, no quería aceptarlo, pero era un hecho que había sido
realmente un imbécil con ella. Sabía que no debía haber reaccionado de aquella
manera por haberla visto en compañía de Temari, pero no pudo evitarlo.
Simplemente no podía soportar la idea de que esa perfecta desconocida que
compartía su línea sanguínea se acercara a ella. Porque nada bueno salía de
confiar en esa mujer. Él lo sabía de primera mano.
Se recostó sobre su costado derecho para mirar fijamente la placa oscura que
cubría la ventana. Era en momentos como aquellos en los que recordaba cómo
había pasado gran parte de su vida. Cerró los ojos y de nuevo se sintió
transportado a aquella época…
Su carácter de hermano menor era tan débil que sin más él también terminó en
el piso debido más a la impresión que a la perdida de sangre.
Horas más tarde, de nuevo al anochecer, su padre había enviado por ellos
encontrándose con la terrible noticia de la muerte de su progenitor. Y era así
cómo se hallaba ahora ahí, en su habitación, sin tener el valor de afrontar a su
padre, repasando una y otra vez cada uno de los movimientos que había hecho
la noche anterior, intentando buscar algún factor que hubiese marcado la
diferencia. Y lo encontró. Él. Si él ya hubiera pasado por la transición, habría
podido contar con más fuerza y más velocidad para poder ayudar a su hermano,
sin depender totalmente de él. Habría podido quitarle el cuchillo al cazador y él
hubiera sido quien terminara con la garganta abierta.
Sin darle tiempo a pensar qué sucedía, ambos lacayos lo tomaron bruscamente
de los brazos, llevándolo casi a rastras por las escaleras hasta llegar a los
calabozos ubicados en lo más bajo de aquella sencilla pero majestuosa
fortaleza. Sus manos fueron atadas con grilletes fijados en el piso mientras él
gritaba pidiendo explicaciones. Entonces ambos hombres se alejaron, quedando
solamente él y su padre. Aquella imponente figura fue acercándosele paso a
paso, hasta que le fue posible distinguir, con la nula luz que daban las antorchas
colgadas en las esquinas alejadas, la expresión desencajada de su padre, sus
ojos enrojecidos gracias a los efectos del vino y las lágrimas, y el látigo con
puntas de metal que llevaba en su mano derecha.
— Mataste a mi hijo…
Gaara supo lo que sucedería y sólo pudo articular una palabra en tono
suplicante:
— Padre…
— Sa… —Kiba se quedó inmóvil al verlo. Gaara estaba frente a él, cubierto de
sudor y totalmente agitado. Parecía diez siglos más viejo—. ¿Te encuentras
bien?
Dentro de las cuatro enormes paredes color verde oscuro, los siete hokages se
encontraban en sus ya comunes posiciones, todos atentos a lo que se hablaba
en la reunión pero a la vez pensando en otras cosas. Shikamaru apenas había
vuelto del apartamento junto con Kiba, el descendiente de la línea sanguínea
Inuzuka tuvo que concluir el trabajo solicitado por Sasuke cuando el sol
comenzó a despuntar en el horizonte. Luego, al anochecer, habían regresado a
la mansión para establecer aquella reunión.
La cuestión de aquello era simple: una noche sin rondas no era algo que se
podía tomar a la ligera. La guerra siempre había sido constante, salvó pequeños
períodos de inactividad debido a la migración de las colonias vampíricas de un
lugar a otro, así que el hecho de haber carecido de actividad surtía efecto sobre
la tensa balanza inclinándola muy ligeramente en su contra.
—… así que no podemos bajar la guardia. Sin embargo, tampoco quiero que se
exijan demasiado. Shikamaru considera que lo mejor es establecer un horario
para las rondas y así que cada grupo que normalmente somos descanse una
vez cada quince días ¿qué les parece?
Durante los primeros dos segundos todo fue un silencio sepulcral, así que tuvo
que insistir.
"Así que era eso", pensó Kiba mientras estudiaba el rostro del guerrero de ojos
claros.
Gaara sólo lo miró con ironía. Parecía que se estaba burlando de él.
— ¿Por qué?
Neji miró de soslayo a Gaara. Si aquel imbécil iba a jugar a hacerse el duro, él
también entraría al juego.
— Porque la quiero para mí. Lo que pueda hacerle definitivamente será mejor
que lo que sea que le haya hecho Gaara ¿no crees?
Tan pronto como terminó de decirlo, el azote de la puerta hizo retumbar los
cristales de la ventana. Neji no pudo evitar sonreír divertido. Había conseguido
su objetivo. Kiba le lanzó una mirada furtiva llena de cólera.
Cuando Sasuke vio la puerta cerrarse, miró al hombre que permanecía detrás de
él— Kiba, quiero que te encargues de la humana junto con Naruto, dile a
Danzou que acelere la búsqueda de lo que le pedí. Quiero a esa humana fuera
de esta casa lo más pronto posible. Antes de que uno de esos dos termine
muerto ¿estamos?
No le parecía justo que Sasuke culpara a Kaiya de lo sucedido. Estaba claro que
algo había ocurrido entre ella y Gaara, y también que algo ocurría con Neji, pues
a pesar de que siempre se había caracterizado por fastidiar al mundo con su
extrema 'sinceridad', algo había detrás de su comportamiento para provocar a
Gaara sólo para molestar.
Definitivamente algo estaba ocurriendo entre esos tres y había que averiguarlo
antes de que Sasuke tuviera razón y las cosas terminaran mal.
Se deshizo de la sábana de seda que hasta ese momento la cubría, puso los
pies sobre la alfombra y de manera titubeante, se puso en pie. No se sentía en
absoluto diferente. Encendió la pequeña lámpara que había sobre el buró
cercano. Miró las palmas de sus manos, sus brazos, se toqueteó el rostro, pero
no pudo percibir nada nuevo. Tomó la bata negra que había a los pies de la
cama y se cubrió con ella, luego caminó hasta la puerta que había frente a sí,
descubriendo el baño. Encendió la luz, abrió el grifo, mojó su rostro un par de
veces.
No parecía ser tan malo. Al menos ya no tendría que preocuparse por buscar
disfraz para la noche de brujas.
Salió del baño y comenzó a estudiar con sumo detalle la gigantesca habitación
en la que se encontraba. Miró a su alrededor pensando que ese era el verdadero
hogar de Sasuke. Y lo parecía. No porque hubiera fotografías o recuerdos, sino
porque cada pequeño detalle que había le recordaba a él. Ya no era la
habitación vacía, con la simple cama y el sillón. Su primera impresión era que la
habitación se asemejaba a esa clase de enormes aposentos que había en
palacios de ensueño construidos en las épocas de los grandes reyes, y no
precisamente la habitación en la que dormía un guerrero.
Salió de la habitación corriendo, no supo que camino tomar así que decidió
seguir el corredor hasta hallarse frente a la enorme escalera. Sin dudarlo ni
frenar el ritmo de su andar, descendió los escalones, atravesó el frío piso de
mármol del vestidor, abrió la enorme puerta de madera sólida y finalmente sintió
la fría brisa golpear su cuerpo, deteniendo abruptamente su carrera.
Dio otros pasos más recorriendo el frente de la enorme mansión de la que había
salido, deteniéndose al sentir el cambio de piso bajo sus pies. La frescura de
césped hizo que el frío en su cuerpo aumentara. Cruzó los brazos sobre su
pecho, cerrando aún más la bata, y continuó con su recorrido ahora estudiando
el costado de la imponente fachada.
Había tantas preguntas, tantas dudas nublando su cabeza para las cuales no
podía encontrar respuesta. Volvió a detenerse, en medio del extenso jardín
trasero, sin tener a donde más ir. Miró al cielo intentando hallar el soporte que
necesitaba para no desplomarse en ese mismo instante y llorar por la
incertidumbre que había tomado el control de su vida de manera sorpresiva.
No supo cuánto tiempo permaneció de pie en aquel lugar. Sólo escapó de sus
pensamientos cuando una ligera brisa llevó hasta ella un aroma
extremadamente familiar y que ahora percibía con tal claridad que no había
existido antes. Miró sobre su hombro y vio a Sasuke parado a unos pasos de
distancia. Sin decirle ni una palabra, volvió su vista hacia el césped bajo sus
pies.
— Está haciendo demasiado frío como para que estés afuera vestida sólo con
una bata.
Volvió a mirar sobre su hombro, notando que él estaba otra vez a unos pasos de
ella. En un primer momento le extrañó que él no la invitara a entrar, pero
después tuvo el presentimiento de que él tenía noción de lo que le sucedía. Y
también sabía que ella en esos momentos necesitaba permanecer ahí.
— ¿Por qué hace tanto frío aquí? —preguntó tiritando— ¿Dónde estamos?
— No tendrías por qué. Todo el lugar está protegido por genjutsu, lo que lo
hace…
— Perdón por haber salido así. Es sólo que yo… —suspiró profundamente—…
necesitaba pensar.
Ella volvió a clavar su mirada en el oscuro cielo, intentando hallar las palabras
adecuadas. Finalmente, luego de unos segundos, miró a Sasuke y dijo:
Los siguientes largos segundos o minutos corrieron entre el más tenso silencio
mientras ambas miradas seguían fijas una en la otra.
— No es eso. Lo sabes.
— ¿Entonces?
— Lo sé. Pero aún hay cosas que me cuesta trabajo dejar atrás.
Sasuke dejó escapar todo el aire que había en sus pulmones, al tiempo que
cerraba sus brazos alrededor de ella para acercarla. Sakura enredó sus brazos
alrededor de su cuello, correspondiendo el abrazo.
— De acuerdo. Será cómo tú quieras —dijo finalmente— Pero no irás así. Sólo
yo puedo verte desnuda.
Esas palabras sonaron a campanas celestiales para él. Eran más que una
puerta abierta. Acercó sus labios a los de ella y mientras la besaba, la alzó entre
sus brazos y comenzó el camino de regreso al interior de la mansión.
Sakura vio la ropa de Ino y de inmediato las sospechas regresaron a ella, sin
embargo volvieron a quedar descartadas cuando Sasuke le hizo un comentario
diciendo que por poco y no encontraba a Ino y a Kiba, su compañero. Se vistió
con la blusa color índigo y cuando se puso los jeans comenzaron los problemas.
Siempre había creído que su complexión no distaba mucho de la de la rubia,
pero cuando intentó abrochar el botón de los pantalones supo que no era del
todo cierto, pues la prenda le apretaba un poco a la altura de la cadera.
"Nota mental: ponerme a dieta", pensó. Nunca había sentido que le hiciera falta
hasta ahora.
— Eres hermosa justo como estás —dijo Sasuke, quien permanecía recargado
en el umbral de la puerta.
— Así es. Además de que vi la manera en la que mirabas los pantalones. Eres
perfecta.
Sakura no pudo hacer otra cosa que no fuera sonreír. ¿Quién hubiera pensado
que Sasuke era tan atento a los pequeños detalles?
— Debemos irnos —dijo. Sabía por donde iría el asunto si comenzaba así que lo
mejor era esperar.
Sasuke dijo algo entre dientes al tiempo que la liberaba con renuencia de sus
brazos. Sakura sonrió, se acercó y le dio un beso fugaz en los labios,
separándose justo antes de que él volviera a abrazarla.
Fue al baño para mojarse nuevamente la cara y cuando regresó vio a Sasuke
terminando de armarse. Durante un instante se vio envuelta de una extraña
sensación que no pudo definir. Por un lado, una parte de su mente le decía que
no le gustaba eso, que no quería que él arriesgara así su vida todas las noches;
pero por otra parte, su lado racional y maduro le decía que tenía que
acostumbrarse a ello, pues él había sido un guerrero desde antes de conocerla,
era el protector de su raza así que no podía obligarlo a retirarse. Además había
que reconocer que era tremendamente sexy ataviado así. Pero lo más
importante, era que él necesitaba su apoyo y su comprensión y ella se iba a
esforzar para dársela.
— No. Son de mis hermanos. —respondió él. La tomó de la mano— Ven. —dijo
caminando hacia el Cadillac Escalade negro situado al otro extremo del patio.
— Es aquel de allá —dijo señalando con el dedo. Sakura siguió con la mirada
hasta toparse con el Porsche 911 turbo color plata.
— Pensaba traer mi auto, pero ahora siento como si condujera una carcacha.
Sasuke sonrió.
« Continuará… »
Capítulo 23
— ¿Estás bien? —le preguntó Sai a Sakura una vez que vio a Sasuke lejos de
ellos.
— No pareces drogada.
— Sai, yo… anoche no estaba drogada. Yo… —Miró sobre su hombro hacia
Sasuke— ¿Puedo contárselo?
— En otro momento te hubiera dicho que no. Siempre es mejor que no sepan
nada, pero… debido a lo que Neji me dijo que ha visto…
Ah, claro. Sai lo recordaba, cuando despertó había pensado que había sido un
sueño pero ahora lo recordaba: aquellos hombres desvaneciéndose en el éter
cómo si fueran…
¡Qué demonios había sido eso! La gente no desaparecía así como por arte de
magia.
— Vampiros —susurró.
— No puedo creer esto —susurró mientras caminaba hacia las puertas que
daban al balcón del apartamento. Sabía que estaban cerradas, porque desde
hacía muchas horas había intentado abrirlas o romperlas, pero ahora sólo quería
saber que el mundo real estaba ahí, afuera.
— Sí, claro.
Cuando Sakura pensó que agujeraría la duela bajo sus pies, se detuvo frente a
ella.
Separó los labios, revelando dos largos caninos que ciertamente antes no
estaban ahí. Sai sintió que las rodillas le temblaban mientras extendía la mano
para tocar los dientes. Una gruesa mano lo sujetó por el brazo, con fuerza
suficiente para fracturarle los huesos de la muñeca.
— Será mejor que lo creas, humano. —El enorme bastardo moreno sonrió
soberbio, mostrando un aterrador juego de colmillos.
— ¿La mordiste para convertirla en vampiresa?
Sai se llevó las manos a las caderas y fijó su mirada en el piso. Todo dentro de
él se removía con impaciencia. Seguía sin creer que todo aquel asunto fuera
real, pero… lo era. Su mente comenzó a atar los cabos sueltos que había en
toda esta historia.
— En parte. —susurró.
Esto estaba mal. El hecho de que Sai estuviera a punto de hacer un sacrificio
como aquel por ella, no la hacía sentir mejor ni un poco.
— Las cosas no funcionan así, Sai. Yo… —se mordió ligeramente el labio
inferior. Había que acabar con eso de una buena vez— Ya no podemos juntos.
No más.
— No, Sakura. Yo sé que estás confundida, que tal vez sientes que… puedes
hacerme daño —comenzó a decir— Pero no tienes por qué sentirte así, estoy
dispuesto a…
— Sai… yo ya no te amo.
— Sé que eso no es verdad —replicó él— Es como lo que dijiste hace días,
¿recuerdas? Pero yo siempre voy a estar aquí para ti, puedes tomar de mí todo
lo que necesitas
— Sa…
Esa acción fue la gota que derramó el vaso de la paciencia de Sasuke. Sin
poder contener más lo que se había estado arremolinando en su pecho desde
que habían llegado a ese lugar, se dejó ir sobre el humano. Lo tomó por los
hombros, golpeándolo contra el muro con violencia. Su mano se cerró sobre la
garganta de él, cortando el paso del aire hacia sus pulmones.
— ¡Sasuke!
— No… no voy a renunciar a ella tan… fácilmente —dijo Sai entre jadeos,
mientras intentaba respirar.
Esa frase atrajo la atención del Uchiha. Sí, mientras iban en el auto, él le había
prometido a Sakura que mantendría la cordura cuando se encontraran con Sai.
Pero no podía. Ese humano… ¡maldita fuera la genética! Su instinto le pedía a
gritos que lo matara, que era una amenaza para él y para ella. Dentro de él se
formaba la idea de que no podría estar tranquilo mientras ese humano siguiera
respirando.
— No tienes idea de lo mucho que lamento que las cosas terminaran así, Sai —
susurró ella con la voz quebrada— En verdad lo lamento mucho. Y espero que
pronto encuentres a alguien que realmente valore al gran ser humano que eres.
—los ojos de él se alzaron levemente para encararla. El corazón de Sakura se
oprimió, parecían tan suplicantes—. Lo único que puedo hacer por ti es evitar
que recuerdes todo esto. Tienes derecho a poseer sólo buenos recuerdos.
Se levantó y luego volvió a inclinarse para depositar un rápido beso sobre los
cabellos de Sai. Rápidamente volvió a incorporarse, miró a Sasuke y con un
ligero asentimiento con la cabeza le indicó que estaba todo listo. El Uchiha
parpadeó una vez. Cuando volvió a abrir los ojos, éstos eran rojos nuevamente.
Sakura no pudo evitar sentir cierto escozor al verlos. Aún cuando ahora ya sabía
lo que eran, no dejaba de sentirse intimidada por ellos. Decidió salir de la
habitación y esperar a que Sasuke hiciera lo que tuviera que hacer.
— Mírame, humano —ordenó el vampiro una vez que sintió que Sakura se
retiraba.
— Sólo te estoy pidiendo un maldito favor —dijo entre dientes— Sólo eso…
Sakura bajó la mirada a la duela y asintió varias veces con la cabeza mientras
se abrazaba a sí misma.
Sasuke la estrechó nuevamente entre sus brazos. Sabía que las cosas no
estaban resultando sencillas para ella, pero esperaba que pronto todo cambiara.
Habían pasado dos horas desde que habían regresado a la mansión. Sasuke
había salido para realizar las rondas y, aunque le había dicho que tenía entera
disposición sobre todo en el complejo, ella decidió permanecer en su habitación.
Aún no podía quitarse la imagen tan demacrada que Sai tenía en su
apartamento. Ni en el más remoto de los casos que su cerebro había podido
imaginar sobre el momento en el que terminaran con su relación, aparecía el
hecho de que no compartieran el mismo material genético.
— Hola…
— Claro.
— Puedes dejar la luz apagada —le dijo Ino— No tengo problemas con la
oscuridad. —se sentó en la cama junto a ella— Sasuke me dijo que tal vez
podrías necesitar un poco de compañía.
— ¿Cómo estás?
— Algo así.
— ¿Vinculación?
Para Sakura todo ese asunto le resultaba casi increíble, aunque pensándolo
bien, ¿qué era realmente lo increíble si ella acababa de convertirse en vampiro?
Eso era verdad. Mientras estaban en el apartamento, sí temió por la vida de Sai,
pero a pesar de eso, no podía enfadarse con Sasuke. Era como si realmente ella
sintiera que era… correcto. Que esa era la forma en la que debían ser las cosas.
— ¿A qué te refieres?
La mujer de ojos verdes sonrió, pero entonces otra cuestión llegó a su mente.
— Temes por él… —la ojiverde asintió ligeramente— Es normal, para Hinata y
Temari es igual, pero se soporta, porque comprendes su misión y sabes que
eres lo que los hace volver a casa en una sola pieza —Ino desvió su mirada
hacia el frente, un cierto aire de tristeza parecía teñir su voz—. Para ellos no hay
nada más importante en este mundo que sentir el apoyo de sus compañeras,
que sentir que lo que hacen vale la pena por ellas…
Hubo un extraño silencio de unos cuantos segundos. Sakura confirmó que había
tristeza en la voz de Ino, y que ese sentimiento ya se había dibujado en su
rostro, pero además… podía olerlo. Era como repentinamente la habitación
hubiese sido inundada por un olor similar al de la lluvia.
— Tal vez le pida a Sasuke que me enseñe a pelear y así podríamos salir tú y yo
juntas ¿no? —dijo sorpresivamente.
El rostro de Ino fue reemplazado por una máscara que no mostraba emoción
alguna.
— Sakura, Sasuke está vinculado a ti, está unido a ti y hará todo por que tú
estés bien. Será capaz de matar si tú se lo pides o de hacer pedazos a quien
siquiera piense en lastimarte. Para él ahora no hay nada más importante en este
mundo que tú, y si por alguna razón llegara a perderte simplemente moriría.
"¿Qué no puede haber mujeres? ¿Entonces por qué ella…?", Sakura no pudo
formular la pregunta verbalmente, porque entonces Ino se puso de pie y la tomó
de la mano.
Días después…
Oh-por-Dios, pensó cuando vio el reflejo en el espejo del enorme rubí puesto en
su dedo anular. No cabía duda que Sasuke sabía hacer las cosas y en grande.
¿Cuándo se habría imaginado en su vida que su anillo de compromiso sería un
rubí del tamaño de una nuez? Si ella normalmente no era muy adepta a los
accesorios en las manos, no podía imaginar lo que sería vivir con aquel
cachivache puesto.
Un par de minutos después, Sasuke salió del baño cubierto solamente por una
ligera toalla blanca, y caminó hacia el armario. Sakura recorrió su cuerpo con la
mirada, mientras se imaginaba sus propias acariciando aquel perfecto cuerpo
masculino. No habían tenido sexo desde la noche anterior a su transición y de
sólo recordar aquella vez, todo su cuerpo comenzó a llenarse de un cálido ardor.
Sasuke asomó medio cuerpo y la miró intensamente, como si hubiera leído sus
pensamientos. Sin apartar su profunda mirada, fue acercándose a ella. Se sentó
a su lado en la cama, acarició su rostro ligeramente con una mano mientras que
con la otra se deshacía de la sábana de seda negra. Sakura estaba a punto de
inclinar la cabeza en dirección a su mano cuando Sasuke asaltó sus labios y la
besó con ansia. Sí, también él la necesitaba a ella.
Sasuke llevó su pulgar y su índice hacía su mentón para hacerla abrir la boca y
así poder introducir su lengua en ella. Cuando Sakura sintió las caricias que él
hacía en dentro de ella no pudo evitar gemir. Era como si las sintiera por todo el
cuerpo, y en el momento que la deslizó lentamente sobre sus recién crecidos
colmillos, le provocó una enorme corriente eléctrica que fue desde su boca hasta
la parte baja de su abdomen, entre sus piernas.
— ¿C…cómo hiciste eso? —preguntó casi sin aliento cuando Sasuke decidió
darle un respiro. Él sonreía satisfecho de su labor.
Ella lo tomó del rostro y alzándose un poco, le dio un profundo beso. Sasuke
irradiaba fuerza, poder. Esos músculos fuertes y definidos se contraían a su
alrededor con cada pequeño movimiento que realizaba y la hacía sentir
protegido por un ejército entero. Sintió que todo comenzaba a dar vueltas por el
impacto de su fuerza y su poder. Jamás en su vida había experimentado nada
semejante al roce de su lengua jugueteando entre sus labios. O a la sensación
de ese cuerpo soberbiamente formado moviéndose de forma sinuosa contra ella.
El deseo se acrecentó.
El beso de Sasuke era salvaje y ardiente, pero teñido de una extraña ternura.
Cerró los ojos y disfrutó del olor especiado de su piel, del calor de su boca.
Enterró las manos en el cabello y se deleitó al sentir cómo los mechones se
deslizaban entre sus dedos una y otra vez. Él se apartó y la miró con una avidez
tan palpable que Sakura se encendió aún más. La observaba de un modo
posesivo e intenso que la dejó sin respiración.
Sin poder aplazar más lo que ambos tanto deseaba, Sasuke acunó su rostro
entre las manos y le dio un beso profundo al tiempo que la tomaba de las
caderas y la guiaba hacia su miembro. Sakura contuvo el aliento,
estremeciéndose ante lo que estaba por venir. Sin más palabras, ella
comprendió lo que quería. Alzó las caderas y lo guió hasta su interior, despacio,
centímetro a centímetro, hasta que todo su miembro la llenó por completo. Un
gemido escapó de su garganta al sentirlo dentro y observar el deseo voraz que
reflejaban sus ojos.
— ¿Q…qué?
— Cásate conmigo —dijo él. La ojiverde giró lentamente hasta quedar tendida
de espaldas y poder mirarlo.
— Por supuesto.
¡Qué vueltas daba la vida! hacía tan sólo un par de meses estaba aterrada ante
tal idea y ahora… no podía esperar. No tenía idea de qué clase de preparativos
tendría que hacer, pero estaba segura de que podía contar con Ino, Temari,
Hinata y tener el apoyo de Kaiya. Jamás creyó empatar tan bien con otras
mujeres, así como tampoco pensó que realmente podría sentirse entre una
familia otra vez y casarse con alguien sin morir en el intento. En definitiva las
cosas eran más fáciles cuando se hacían con la persona adecuada. Y Sasuke lo
era, definitivamente lo era.
Si algo había que reconocer como bueno dentro de ese lugar, era el jardín. Para
Kaiya se había convertido en su sitio favorito. Estar ahí le recordaba que no se
encontraba cautiva dentro de una jaula, además era increíble la cantidad de
sensaciones que llegaban hacia ella, inundando cada uno de sus sentidos.
— ¿Cómo lo sabes?
— Porque me han dicho que lo primero que haces al levantarte es venir aquí.
Kaiya sonrió. Sí, también debía reconocer que aquel vampiro no era el imbécil
que ella creyó la primera vez que lo conoció. Las últimas dos semanas le habían
demostrado que, a pesar de la actitud cínica que solía tener la mayor parte del
tiempo, Neji no era una mala persona. Al igual que los demás habitantes de la
casa, en especial las mujeres. En todo este tiempo había entablado muy buena
relación con Temari, Ino, Hinata y Sakura, en especial con la última, pues ambas
habían entrado al mundo de los vampiros recientemente, aunque por razones
distintas.
— E…eso significa…
Kaiya sintió un balde de agua helada cayendo sobre ella una y otra vez.
Neji exhaló profundo. Había pensado que tal vez podría tener mayor tacto al
decirle aquello, pero de nuevo su extrema 'sinceridad' pesó más. ¿Por qué
siempre estropeaba todo cuando se trataba de darle una noticia a ella?
— Lo sé. Pero puedo prometerte que pronto recobrarás tu vida anterior ¿de
acuerdo? —Claro, cómo si tuviera una brillante vida a la cual regresar—. Muy
pronto ya no sabrás más de nosotros, y si estuviera a mi alcance, borraría todo.
— Sí, yo… — ¿qué se suponía que debía decir en esos momentos?— Quisiera
volver a… "mi habitación. No, no es mía." adentro, si no te importa.
— Claro.
— Ah, eso no lo sé. Todo está listo, pero tal vez quisieras quedarte a la
ceremonia de emparejamiento de Sasuke y Sakura.
Wow. Eso sí que era pronto. Pensó que le diría que tal vez un par de semanas,
quizás más, pero era obvio que el universo quería regresarla al mundo real
cuanto antes.
— Entonces así será. Ahora debo irme. Es hora de iniciar las rondas.
— Claro. Ten mucho cuidado ¿sí? —Neji sonrió. Aún le extrañaba tener a
alguien que se preocupara porque él regresara a la mansión en una sola pieza.
— Haré lo que pueda. Pero no prometo nada, muchas veces la diversión es muy
grande.
Y aunque eso le reventaba como pocas cosas, haciéndole hervir la sangre que
corría por sus venas, sentía que era lo mejor. Para Kaiya era mejor estar con
alguien como él. Sí, Neji era un maldito bastardo mujeriego que se la pasaba la
mitad del tiempo con los pantalones abiertos, pero era precisamente su
constante 'contacto' con las mujeres lo que le hacía saber tratarlas. Cosa que
obviamente él no sabía ni por equivocación.
Le entristecía pensar que fuera así. Decidió cerrar las ventanas, y en el instante,
las puertas de su habitación se abrieron intempestivamente. Ella se tensó hasta
que el aroma a bosque llegó hasta su nariz.
— ¿Gaara?
— Mi… mi padre fue un bastardo infeliz —dijo agitado. Parecía como si cada
palabra estuviera agujerándolo lentamente—. Él… él fue un maldito bastardo.
Gaara detuvo su impetuoso paseo. Iba a encararla, pero entonces supo que no
podía hacerlo. No si esperaba continuar con lo que estaba haciendo. Expulsó
todo el aire que había en sus pulmones, le dio la espalda y se sentó en el borde
de la cama, quedando justo frente a la puerta. Huir aún era una posibilidad. Pero
no la tomaría.
Apoyó los codos sobre las piernas y encorvó la espalda mientras se decidía a
continuar.
«Esa es… una costumbre entre los nuestros. A los civiles no les está permitido
asesinar así que sólo pueden 'desquitarse' contra el asesino, aunque sólo de
forma temporal, siete días para ser exactos. Sin embargo, en mi caso, no
sucedió así. Mi padre me mantuvo encerrado en las mazmorras durante
décadas enteras, siempre viniendo a mí cuando se encontraba lo
suficientemente ebrio como para molerme a golpes con cualquier cosa que
tuviera en la mano. Los primeros días me pasaba todo el tiempo gritando,
implorando su perdón por el pecado que había cometido» -Una media sonrisa
cáustica se formó en su rostro.
«La razón por la que no me llevó bien con Temari es porque ella nunca me
apoyó. Siempre tuvo la posibilidad de liberarme, de sacarme de ese infierno,
pero no lo hizo. Y la única ocasión en la que confié en ella, me traicionó.»
Miró hacia su derecha, Kaiya seguía de pie justo donde la había visto instantes
antes, pudo sentir la pena que la estaba embargando, pero él no podía
consolarla. No ahora. Aún tenía cosas por decir. Gaara volvió la vista la frente,
aún con los antebrazos apoyados sobre sus muslos, entrelazó los dedos de sus
manos, retorciéndolos con ansiedad.
«Una tarde, tan sólo días después de que yo hubiera pasado por mi transición,
ella bajó al calabozo trayendo consigo la llaves de los grilletes que me ataba. Me
liberó y dijo que me ayudaría a huir, que iría conmigo. Fue un maldito error
haberle creído. Apenas había logrado salir del castillo cuando los hombres de mi
padre nos hallaron y nos llevaron frente a él. Mi padre hizo tantas preguntas que
me costaba trabajo seguirlo, yo le dije que Temari me había liberado, que ella
había huido conmigo, pero cuando le preguntó a ella si eso era verdad,
simplemente calló, dando por sentado que yo había mentido. Aquella noche me
fueron fracturados todos los huesos de los brazos y las piernas, fui golpeado
hasta que mi rostro quedó irreconocible, fui azotado hasta que no hubo más piel
que arrancar de mi espalda y no conforme con eso, fui marcado para siempre.»
Gaara guardó silencio mientras intentaba alejar todo ese dolor de su mente.
Sentía como si su cuerpo estuviese recibiendo aquellas flagelaciones de nuevo.
Cuando pudo volver a centrar sus pensamientos en la realidad que había a su
alrededor, continuó:
Una vez más, el silencio se hizo presente. Sin que él lo notara, Kaiya se había
acercado a él. Las delicadas manos femeninas tantearon a su alrededor y
cuando hallaron el borde del colchón, se sentó a su lado. Ella extendió su brazo
y delicadamente posó su mano sobre el antebrazo de él. Su primera intención
había sido retirarlo, pero no pudo hacerlo.
Gaara la miraba casi sorprendido. La opresión que ella sentía en el pecho fue
extremadamente palpable para él. Sin entender muy bien lo que hacía, tomó la
mano de ella entre la suya y entrelazó delicadamente sus dedos.
El silencio llegó una vez más mientras ambos se dedicaban a disfrutar, en cierto
modo, la simple presencia del otro. Hasta que minutos después sonó el móvil de
Gaara. El vampiro miró el identificador y devolvió el aparato al interior de su
abrigo.
— Debo irme —dijo él. Se llevó la mano de ella hasta sus labios y depositó un
breve beso antes de salir casi corriendo de la habitación.
Y si. Y si... Si seguía así iba a volverse loca. Sólo quería que él regresara bien a
casa. Rezaba porque así fuera. Desesperada por encontrar otra cosa en la que
concentrarse, recorrió la habitación con pasos inseguros, sus rodillas le
temblaban ante la posibilidad de que él no regresara bien. Si algo le llegara a
ocurrir, ella…
Fue entonces cuando se dio cuenta de lo fuertes que se habían vuelto sus
sentimientos hacia él. Le parecía increíble, pero así era. Él había llegado a
alguna parte de su interior y ahora la intensidad de lo que sentía por él era tanta
que se preguntaba si no…
Había pasado mucho tiempo desde que Naruto había pensado aquella frase y
ahora había adquirido un significado absolutamente conveniente mientras
seguía al demonio pelirrojo a través del viento, materializándose en el patio
frente a la enorme fachada de la mansión. Tan pronto como tomó forma, Gaara
continuó su pesado y tenso andar hacia la puerta principal. Naruto sólo podía
verlo siendo rodeado por los miles de copos de nieve que había comenzado a
caer hacía tan sólo un instante.
— Con un demonio, Gaara —dijo por fin exasperado— Permite que diga lo
siento ¿no?
El pelirrojo detuvo su andar sobre las escaleras, dio vuelta sobre sus talones y
en una carrera descendió los peldaños, se acercó a Naruto con una fuerza e
ímpetu apabullantes, lo tomó por las solapas del abrigo y lo golpeó fuertemente
contra el muro.
Alzó la vista hacia la hermosa representación del cielo que había sobre el techo
y deseó con todas sus fuerzas que lo que estaba sucediendo fuese una
pesadilla. Pero al sentir el dolor en el pecho supo que todo era realidad, supo
que las palabras de Kakashi nunca perderían su significado…
Las puertas azotaron con fuerza, tan pronto como Gaara entró a su habitación.
El brazo derecho le punzaba al ritmo del latido de su corazón, sus pulmones se
hinchaban una y otra vez de manera irregular buscando llenarse del aire que
parecía no querer ayudar. ¿Cuándo se habría imaginado que Naruto lo iba a
dejar morir a manos de cazadores? Bueno, era cierto que en el último segundo
parecía haber recapacitado y lo había librado de tener que utilizar sus intestinos
como cinturón, pero eso no dejaba de lado el hecho de que el guerrero lo había
abandonado.
Antes de darse cuenta, se había detenido justo frente a un par de puertas al otro
lado de la mansión. ¿Cómo había llegado ahí? esa era la pregunta del millón
para la cual no tenía respuesta. Apoyó su mano sobre la manija y lentamente
abrió la puerta. La habitación estaba vacía, completamente a oscuras; excepto
por el rastro de luz que se colaba por la parte inferior de la puerta del baño.
— Sí.
— ¿Estás herido?
Kaiya continuó con su camino hacia él, guiándose por el sonido de su voz.
Antes de poder notarlo, su cercanía logró turbarlo. Ahí estaba ella. Frente a él.
Extremadamente cerca de él. Se estremeció ante la novedad de un abrazo, a la
sensación de sus pechos contra su pecho, de aquel cuerpo sumamente frágil tan
cerca de él. De inmediato se tensó. Su mente se debatió con más fuerza entre
dos poderosas sensaciones: quería apartarla; quería mantenerla así, más cerca.
Cada músculo de su cuerpo permaneció inmóvil, mientras él sentía los delgados
brazos de Kaiya a su alrededor, era como si tuviese miedo de hacer el más
mínimo movimiento. De no haber sido porque sus pulmones se desgarraron
intentando llenarse de aire, también hubiera dejado de respirar.
— ¿Q…qué es ese olor? —Gaara miró su propio cuerpo y descubrió que aún
seguía cubierto de restos de akatsuki, en sus brazos y gran parte de sus ropas.
Maldiciendo internamente, puso más distancia entre ambos.
— Sangre. —gruñó.
— Gaara…
— ¿Si?
Gaara fue plenamente consciente del tenue sonrojo que coloreó sus mejillas.
— Gaara…
— ¿Qué? —volvió a gruñir, aún más molesto.
— Lo sé.
Sus palabras fueron sólo un susurro, y entonces cerró la puerta tras él. Por
supuesto que lo sabía. Lo sabía perfectamente.
Ser el oráculo de la diosa, el ser que estaba entre la divinidad y sus creaciones,
conllevaba muchas obligaciones y responsabilidades, obligaciones que ella
siempre aceptó con gusto y que llevaba a cabo buscando siempre la excelencia,
porque generalmente los fines resultaban extremadamente benéficos para los
miembros de la raza. Pero también, ser el Oráculo la había llevado a un estado
que muchos no conocían en realidad: la soledad. La vida le había cobrado caro
su posición y su estatus, el destino había sido un acérrimo y cruel justiciero que
le había arrebatado una a una las cosas que ella siquiera pensó alguna vez en
anhelar: un marido y un hijo muertos, un hijo que la había odiado los últimos dos
siglos y un gigantesco hueco en el pecho que la absorbía a cada minuto de lo
que era su existencia inmortal.
— Su Santidad —le llamó una joven ataviada con una ligera túnica color cian,
arrodillada frente a ella.
— El rey solicita verla. —la mujer no pudo ocultar su sorpresa al escuchar esas
cuatro simples palabras. Palabras que si no estuviesen juntas, no significarían
nada y que ahora le parecían su todo.
— ¿Dónde está?
Sasuke apretó los labios en un gesto casi imperceptible. Sin embargo, no estaba
dispuesto a dejar esa conversación en aquella extraña formalidad. Él nunca
había sido así.
— Lo sé. —dijo ella. Eran muy pocas las cosas que alguien con su estatus,
desconocía. Así como también sabía que ella no estaba invitada a dicho
acontecimiento, cosa que no podía molestarle; pero que tampoco podía dejar de
importarle—.La corona de la reina será enviada con una de las servidoras. No se
preocupe, su Alteza.
Como mi madre…
Y entonces las piernas dejaron de ser capaces de sostener su peso, ella cayó al
suelo, con las manos cubriéndole el rostro mientras su túnica se enrollaba a su
alrededor formando ligeras ondas sobre el frío suelo de mármol.
A diferencia de muchas otras incontables ocasiones, esta vez, sus lágrimas eran
de completa felicidad.
Darse cuenta de que podía salir a la luz del sol había valido la pena. Vaya que
sí.
— ¿Ninguna molestia?
— Ninguna, además del ligero ardor en los ojos que también te dije hace dos
minutos —respondió con una mezcla entre hastío y tenue diversión al ver el
rostro de aquel guerrero. Kiba hizo un mohín, volvió su vista al ocaso y continuó
preguntándose cómo se había dejado convencer para hacer tal cosa. Si Sasuke
se llegara a enterar, lo mataría. Muy seguramente lo haría.
— Bueno, no te ofendas, pero no sólo lo hago por ti. Sasuke me arrancaría las
bolas, haría que me las comiera y luego me desollaría vivo si algo te llegara a
pasar por mi culpa. Eso sin contar que mi mujer me empalaría seguramente
después de eso —fingió escalofríos y luego volvió a mirarla— Así que, creo que
lo mejor será que volvamos adentro ¿si? Las cortinas están a punto de
levantarse y si ellos despiertan y nos ven aquí afuera quién sabe que podría
pasar. Además ya descubriste lo que querías ¿no? Puedes salir a la luz del día.
Sakura asintió varias veces mientras evaluaba sus palabras. Ahora era
plenamente consciente que detrás de esos comentarios hechos en broma por
parte de Kiba, se encontraban rastros de verdad. Sí, lo mejor era volver adentro.
Su mirada quedó atada en las tonalidades purpúreas y rosáceas que iban
desvaneciéndose a través del cielo conforme la noche empezaba a instalarse
sobre ellos.
— Al menos sé que puedo salir al atardecer —susurró. Kiba negó con la cabeza.
— La hora del día no tiene nada que ver. O puedes salir o no puedes. Aunque
como recién pasaste por la transición, yo te sugeriría protector solar y gafas
oscuras.
— Oh…mierda.
— Sí, creo que solías llamarme así la mayor parte del tiempo.
Kiba bufó molesto. 'Petición como consejero' era igual a 'mueve el trasero. Es
una orden, mocoso'.
— Ah… maldición —espetó por lo bajo— Pero entonces tú tendrás que decirle a
Sasuke por qué estás aquí seis horas antes de la ceremonia ¿estamos?
El guerrero desapareció tras las puertas francesas que daban hacia la biblioteca.
Sakura siguió su camino con la mirada, un poco insegura de querer permanecer
con aquel hombre que, en teoría, estaba muerto. Se giró lentamente para
encararlo. De inmediato, Kakashi apoyó una rodilla sobre el césped e inclinó la
cabeza.
Con pasos vacilantes, Sakura fue acercándose lentamente hacia él hasta que
sus dedos rozaron los mechones plateados de su cabello.
— Es… usted —susurró casi sin aliento. Kakashi tomó su mano y depositó un
casto beso sobre su dorso.
— No tengo palabras para expresar el agradecimiento que siento por lo que hizo
por mí aquella noche. —murmuró solemnemente mientras se ponía en pie.
Sakura se acercó a él. Aún sin poder salir de su asombro, acercó sus dedos
trémulos y palpó los sitios del pecho del hombre donde ella recordaba que
habían estado las heridas de bala. Sí, Sasuke le había hablado acerca de aquel
que le había salvado la vida aquella noche de tormenta, pero todavía era difícil
de creer que él estuviera ahí, frente a ella. Cuando su mirada se encontró con la
del hombre, dejó caer el brazo a su costado.
Kakashi fue perfectamente consciente de lo que ocurría con ella, así que la
condujo de vuelta al interior de la casa. La depositó en el diván de terciopelo
color esmeralda que había en la biblioteca y esperó.
— ¿De verdad usted la conoció? —él volvió a asentir— ¿Cuándo? ¿cómo? ¿q…
quién era ella?
— ¿Qué?
— ¿C…cómo la conoció?
— Fue cuando decidí vivir como mortal. —comenzó Kakashi sin dejar de mirar
los títulos de los libros que había frente a él— Hace cuatrocientos ochenta y tres
años.
«Fui nombrado el cónsul del extinto rey Fugaku Uchiha, el padre de Sasuke, así
que entre mis obligaciones estaban el tener que tratar con los miembros del
Círculo, la parte más alta dentro de la escala social de nuestra raza. En realidad
no era un trabajo que me entusiasmara, pero era algo que debía hacerse. Fue
entonces cuando conocí a tu abuelo, uno de los miembros más respetables
dentro del Círculo y uno de los más sabios, sólo fue cuestión de días antes de
que entablara una buena relación con él.
— Por eso me dijo aquel comentario sobre mis ojos ¿no es verdad?
— Así es. La verdad es que lo menos que me esperaba era encontrar a la hija
de Arisa justo antes de morir, aunque claro, no supe que eras su hija hasta que
estaba agonizando.
Sakura agachó la mirada enfocándola en sus manos que se retorcían entre ellas
nerviosamente. Su ceño se frunció con confusión.
— Hay algo que no entiendo… si ella era una Elegida ¿cómo es posible que se
halla embarazado? ¿acaso no se hizo una sacerdotisa?
— Nada de eso. Ella pasó por la transición y fue enviada al otro lado, como
todas las sacerdotisas que fueron elegidas en aquella ocasión. —Kakashi vio
como la chimenea se encendía de manera automática y sus ojos se perdieron
en el danzar de las llamas mientras los recuerdos volvían a él. Tomo una gran
bocanada de aire antes de continuar con su relato.
— Durante más de cuatrocientos años no supe nada de ella, salvo lo que hacía
en el Santuario, como yo era mortal no tenía permitido ir allí a menos de que
fuera realmente necesario. En aquel tiempo la Cofradía ya se había consolidado
como la mejor defensa que tenía nuestra raza contra los seguidores de
Orochimaru, pero yo había olvidado un detalle realmente importante: no tenía de
quién alimentarme. Generalmente no tenía problemas para conseguir a alguien
que pudiera ayudarme, y como provengo de un linaje puro la necesidad de
sangre era más tardía en comparación con un vampiro común, pero algo había
cambiado en aquellos años, las colonias de nuestra raza comenzaron a
moverse, y encontrar la ayuda de alguna mujer se volvió difícil.
«Así que envié una solicitud a través de la Oráculo para que una de las
sacerdotisas fuera mi sustento por algún tiempo. No hace falta decirte que la
mujer elegida fue tu madre, por lo que fue enviada a este plano para estar
conmigo. Si soy sincero contigo, aquella atracción que sentí por ella en aquellos
años antes de que pasara por el cambio, fue transformándose en algo más
fuerte conforme pasaba las noches a su lado. Le enseñé el mundo de los
humanos que tu abuelo le había negado y ella fue enamorándose de él tanto
como yo lo hacía de ella.
En realidad yo siempre supe que ella no me veía de la misma forma en la que yo
lo hacía con ella, pero siempre esperé que un día las cosas cambiaran, aunque
obviamente, eso no sucedió. Y entonces apareció tu padre y ella se enamoró de
él. Tu madre pidió mi ayuda para que la ayudara a encontrar la manera de
renunciar a su cargo como sacerdotisa porque quería estar con aquel hombre
que la había hechizado. Aunque en un principio me negué debido a mis propios
sentimientos, finalmente accedí, porque descubrí que es cierto que cuando
amas a alguien sólo te importa que sea feliz, aun cuando no sea a tu lado. Ella
dejó su cargo como sacerdotisa, se fue a vivir con aquel hombre y durante seis
años sólo tuve noticias de ella a través de cartas.
Tu padre no supo lo que ella era durante esos años. Tu madre tenía miedo de su
reacción así que esperó el tiempo que ella consideró prudente para poder decirle
la verdad, después de todo, era cuestión de tiempo antes de que él notara que
ella no cambiaba conforme el paso de los años. Contrario a lo que pudo pensar,
tú padre no lo tomó de la mejor manera y la abandonó. Ella volvió a mí sin
ilusiones y con el corazón hecho pedazos. Quería regresar a su mundo y se dio
cuenta de que ya no podía hacerlo. A los pocos días se enteró de que estaba
embarazada de ti y eso le devolvió la esperanza que había creído perdida. Yo
me ofrecí a hacerme cargo de ambas, a ser un padre para ti, pero ella se negó.
Dijo que era un nuevo camino que ella quería recorrer sola. Yo le di la razón y
sólo le di mis bendiciones antes de tener que ver todo lo que ocurría desde la
banca.
Moví cielo, mar y tierra para tenerte de vuelta, pero supe que eso no era lo que
tu madre hubiese deseado, así que te llevé con tu padre. Le conté lo ocurrido y
él se lamentó enormemente por haberla dejado de aquella manera. En aquel
momento él ya se hallaba casado con una mujer humana, más no le importó. La
convenció para aceptarte y arrepentido por su comportamiento me prometió que
te daría todo el amor que tuviera en su interior. Cuando vi que la mujer te
aceptaba como su hija, porque ella era estéril, supe que estabas en buenas
manos y salí de tu vida. Jamás pensé que te encontraría veinticuatro años
después en Konoha, y que tu rostro sería lo último que vería antes de morir.»
Sakura lo miró y sin poder contenerlo más, se hecho a llorar sobre su hombro.
Miró hacia las ventanas de su habitación y vio a Itachi recargado sobre el muro.
— ¿Dónde habías estado? —le preguntó él. Sí, definitivamente las cosas habían
cambiado porque ahora se encontraba feliz por platicar con su hermano muerto
—. Creí que te había esfumado definitivamente.
— Muy gracioso hermanito. —miró la túnica y pasó ligeramente sus dedos sobre
la suave tela— Y dime ¿estás nervioso?
— Por supuesto que no. ¿Por qué habría de estarlo? No me he sentido tan
seguro de algo en toda mi vida.
— Me imagino. Sakura es una mujer de valor y creo que no puede haber nadie
mejor que ella para ti.
— No lo sé. Tal vez no me había aparecido antes porque estás haciendo las
cosas bien —hizo una mueca irónica— Sólo para variar ¿no crees?
Naruto asintió y tan rápido como entró, desapareció cerrando la puerta tras de
sí.
— Lo sé. Ella misma me lo dijo. No hace falta que diga lo orgulloso que estoy de
ti ¿verdad?
— ¿Así que has hablado con ella y no conmigo? —Itachi le lanzó una mirada
divertida.
— Sakura, recuerda que debes seguir respirando. —le dijo Ino mientras
continuaba acomodándole los pliegues de la larga túnica color blanco que la
vestía.
— Déjala, Ino —dijo Temari quien permanecía sentada junto con Kaiya en el
borde de la cama que Naruto y Hinata compartían—. Está nerviosa, es todo.
La suave risa de Temari fue lo que siguió el silencio que se había formado.
— Así es. Pregúntale a cualquiera de las mujeres que hay en esta habitación y
la respuesta será la misma —miró a su alrededor— Hinata, ¿cuánto tiempo
estuviste aquí antes de emparejarte con Naruto? ¿una, dos semanas?
La mujer de cabello oscuro agachó la mirada mientras asentía. Cualquiera
pensaría que aquel gesto era reflejo de la timidez innata en ella, pero sólo en su
interior Hinata sabía lo que quería ocultar en su mirada: la certeza de que algo
había cambiado.
— Lista.
Sí, cualquiera pensaría que todo estaba ocurriendo demasiado rápido, pero aún
así… ella creía que estaba bien.
— Ahora —agregó Kakashi una vez que el alboroto pareció cesar— Ha llegado
el momento de la coronación.
Sakura pudo notar la tensión de Sasuke en el aumento que éste hizo al agarre
de su mano.
Kakashi volvió a concentrar su chakra para hacer aparecer en sus manos una
corona de oro con incrustaciones de zafiros, esmeraldas y rubíes. Cuando el
resplandor desapareció, se acercó a Sasuke quien volvió a apoyar una rodilla en
el piso
— Sasuke, hijo de Fugaku, último miembro de la legendaria línea de sangre
Uchiha, yo te coronó el día de hoy en nombre de Amaterasu, nuestra diosa
creadora, como el rey de la raza. Serás el líder de aquellos que nacidos bajo los
designios de la diosa depositarán sus esperanzas en ti, confiando en que tu
buen juicio los guiará a través de estos tiempos grises por los que actualmente
cruzan, esperando pronto alcanzar la paz y la tranquilidad que reinaron sobre
nosotros al inicio de nuestros días.
Sasuke alzó la vista hacia la corona que pendía sobre su cabeza. Esto era lo
que toda su vida había estado rehuyendo y ahora no podía creer que estaba a
punto de aceptar. ¿Era él el adecuado para poder desempeñar ese cargo
correctamente? Todavía dudaba sobre ello. Era una carga muy grande que él no
se sentía ni listo ni mucho menos convencido para tomar, pero sabía que no
había marcha atrás.
La mujer se paró frente a ellos, sus manos salieron de entre las enormes
mangas y tomaron la corona para quitarla de su cabeza. Entonces miró a Sakura
quien de inmediato se arrodilló.
Sakura miró a su alrededor y todo el mar de dudas que tenía momentos antes se
desvaneció dejando solamente la placentera sensación de felicidad que
inundaba su pecho haciendo saltar a su corazón. Miró a Sasuke, el hombre que
sostenía su mano y con el que estaba más que dispuesta a compartir su vida y
la carga que había sido impuesta en él, con el que formaría una familia, pero
sobre todo, el hombre que iba a amar hasta que el último vestigio de aliento
abandonara su cuerpo.
Lo que no sabía era que esa noche ocurriría un acontecimiento más que
marcaría el destino de todos y cada uno de los que se encontraban presentes en
aquel momento.
— Sólo te estoy pidiendo un maldito trago más. —dijo arrastrando cada palabra.
Sai bufó con fastidio. Estaba a punto de retirarse cuando un hombre se sentó
junto a él en la barra.
El dueño del establecimiento lo miró no con muy buenos ojos al recién llegado,
pero al ver los varios billetes que éste dejó sobre la barra, decidió no hacer más
preguntas.
Cinco segundos después, Sai tenía frente a él, el vaso con un whisky en las
rocas que tanto había peleado.
Según sus cálculos eran poco más de la una de la mañana y ella no tenía
sueño. Lo cual era comprensible porque en el último mes y medio se había
convertido en una noctámbula declarada. Aunque claro, siendo ciega la realidad
es que no había ninguna diferencia entre el día y la noche, al estar siempre a
oscuras, su reloj biológico sólo tuvo que adaptarse y ahora estaba
completamente acostumbrada a despertar al atardecer y a dormir al alba.
Pero aquello estaba a punto de terminar. Esa era la última noche que
permanecería en ese mundo. Era tiempo de volver al suyo, al simple mundo de
una humana ciega donde no había vampiros ni hokages ni cazadores que
libraban una batalla en las calles de la ciudad. Era momento de volver a la
realidad de la que había escapado la noche en la que encontró a un hombre
herido en su jardín trasero y le salvó la vida, cambiando la de ella por completo.
Deslizó sus manos sobre el colchón en el que descansaba. Más allá de las
notables comodidades con las que había contado durante las últimas semanas,
definitivamente lo que iba a extrañar más que a nada sería a todas las personas
que habían compartido su techo con ella. Jamás pensó que al entrar a aquella
mansión se encontraría con seres tan sorprendentes, y eso no lo pensaba por el
hecho de que eran vampiros, sino por la gran calidad de personas que eran.
Cada uno de ellos, incluso el rey, la habían tratado de una forma que le resultó
completamente inesperada. No había sido la intrusa o la humana a la que por
caridad habían aceptado luego de que se quedara sin hogar. No. Durante todo
ese tiempo la habían hecho sentir más que una invitada. Todos ellos la habían
hecho sentir parte de esa gran familia que eran.
Pero no podía quedarse. Aun cuando cada fibra de su cuerpo le gritara que no
quería irse, no había forma de que ella pudiera permanecer más tiempo en ese
lugar. Porque no era correcto. Porque no era natural. Porque si ella se quedaba
ahí un solo día más, jamás podría irse.
Sin poder soportarlo más, las lágrimas aparecieron en sus mejillas. ¿Cómo pudo
haberse enamorado en tan poco tiempo? ¿cómo pudo él haberse metido tan
profundo en su corazón que ahora sentía que se desgarraba por la idea de no
volver a estar cerca de él nunca más, que ya no podría despertar con él a su
lado, que ya no podría sentir el calor con el que él llenaba su interior cada vez
que estaba cerca?
Debía convencerse a sí misma que lo mejor era partir, permitir que cada quien
siguiera con sus vidas. Pero no podía. Porque dentro de ella sabía que si eso
ocurría, él encontraría alguien más y ella no podía soportar la sensación que se
alojaba en su pecho al pensar que él realmente pudiera llegar a amar a otra
persona.
Era Neji.
— Danzou me envió para verificar que todas tus cosas ya estaban allá.
— S…sí —se aclaró la garganta— Sólo faltamos Trey y yo. —añadió con una
sonrisa nostálgica que él no pudo ver. Pero si pudo sentir.
— Llorabas.
— ¿Perdón?
— Pues aún así no lo entiendo. —dijo ella con sinceridad, arrancándole otra
sonrisa a Neji. Él decidió volver al tema principal que tenía esa conversación.
— Escucha, Kaiya… créeme cuando te digo que nadie de aquí quiere verte
partir, pero… es lo mejor para ti. No es justo que te mantengamos aquí cuando
tienes un mundo al que perteneces.
— No soy una niña, Neji. Así que te agradecería que no intentaras tratarme
como tal.
Ella le brindó una pequeña sonrisa que fue totalmente sincera. Llevó sus manos,
cubiertas por las mangas largas rojas del suéter que llevaba puesto, y acarició el
rostro del hombre. A pesar de que Neji había sido un completo imbécil cuando
se habían conocido, con el tiempo había descubierto el gran hombre que era,
aunque él no quisiera aceptarlo. Definió con sus dedos cada perfecto rasgo que
conformaba aquel rostro que no estaba dispuesta a olvidar.
Un segundo después Kaiya hizo lo que menos hubiese esperado que haría: se
levantó sobre las puntas de sus pies y depositó un casto beso en sus labios.
— ¿Por qué fue eso? —preguntó él, todavía sin poder salir de su sorpresa.
— Bueno, debo admitir que has arruinado la diversión que hubiera sido que yo te
lo robara, pero está bien. —la vio sonreír otra vez y entonces se apartó— Saldré
para hacer rondas, pero volveré en unas horas para llevarte a tu nuevo hogar
¿de acuerdo?
— Seguro.
No muy lejos de ella, en otra habitación, Naruto terminaba de verificar sus armas
antes de salir a hacer rondas. Hinata había permanecido sentada viéndolo en
silencio, pensando. El silencio devoraba ferozmente el espacio que había entre
ellos. Y ninguno parecía lo bastante incómodo como para solucionarlo. Ella
todavía se preguntaba ¿qué había cambiado?, pero, al igual que las últimas
semanas, tampoco pudo hallar la respuesta.
Dejando salir lentamente el aire desde sus pulmones, entrecerró aún más la
puerta del armario mientras se deshacía del vestido de gala que había utilizado
durante la ceremonia de emparejamiento. Eligió rápidamente una blusa de seda
color lila y una falda y chaqueta negra para vestirse.
— Pensé que habías dicho que le habías pedido a Tsunade esta noche para
tomar un descanso —escuchó de Naruto al otro lado de la madera del armario.
Él no tenía idea de lo mucho que le dolía escuchar ese tono de voz.
"Prefiero estar en cualquier lugar, menos en esta fría habitación…", se dijo para
sus adentros.
— Yo… tú…
— Debo irme —le interrumpió él. Hinata lo miró durante un par de segundos
antes de que él la acercara para depositar un beso en su frente. Inmediatamente
después se apartó—. Te veré en casa.
Tal vez Temari no había tenido razón y en realidad… ella no había sido la
persona adecuada para Naruto.
— Agradezco que hayas hecho que me sirvieran los tragos —dijo depositando
varios billetes sobre la barra— Pero esta conversación no tiene ningún sentido.
Sai atravesó la puerta que daba al callejón en la parte trasera del bar, dio un par
de pasos y entonces vio a Orochimaru bloqueando el camino hacia la calle.
— ¿Qué quieres que diga? —preguntó finalmente— ¿Qué sí? ¿qué no hay nada
más que quiera sobre el universo que tener a Sakura de regreso a mi lado? ¿Por
qué lo haría si sé que eso es imposible? "Ella y yo pertenecemos a razas
diferentes y eso nada lo va a cambiar", pensó con dolor mientras desviaba su
mirada hacia uno de los muros que los rodeaban.
— ¿Por qué piensas que miento? ¿quién te dijo que no era posible? ¿Sasuke?
—La sola mención de aquel nombre hizo fundir la sangre de Sai. Sí, él había
sido quien le había dicho que no era posible convertir a alguien en vampiro,
pero…— ¿Estás dispuesto a darle un voto de confianza a las palabras que
provienen del hombre que te quitó a tu mujer? —preguntó Orochimaru de forma
pausada, haciendo especial énfasis en cada palabra para provocar lo que
quería. Y cuando percibió el olor de madera ardiendo, propio de la furia, provenir
del humano, supo que su trabajo estaba resultando más fácil de lo que imaginó
—. ¿Acaso crees que él fue honesto contigo diciéndote eso? ¿realmente eres
tan ingenuo como para pensar que lo que te dijo era verdad?
Sai se estremeció al sentir el aliento del vampiro golpeando contra su oreja. Algo
dentro de él, una parte muy ínfima sentía que eso no era lo correcto, que no era
la manera. ¿Pero qué importaba? Se convenció de que Orochimaru tenía razón,
Sasuke parecía la clase de hombre que prefería sacar a la competencia del
camino en lugar de jugar limpiamente. Así que… ¿por qué no hacerlo él?
Orochimaru vio el cuerpo de Sai tirado sobre el piso. Ese humano era la clave
para el plan que había desarrollado. Últimamente su grupo de cazadores había
disminuido y por eso se veía en la non grata necesidad de recurrir a otros
instrumentos, pero todo iba a valer la pena. Eso era seguro. Porque una vez que
comenzara a andar todo lo que tenía planeado, era más que indudable que esa
guerra llegaría a su fin y con eso, todos aquellos que se habían mantenido en su
contra iban a pagar caro su falta de lealtad hacia él…
Y lamentaba eso. Ahora que ella estaba a punto de irse, él deseaba haber
sido… tal vez un poco más civilizado con ella. Más amigable. Después de todo,
ella le había salvado la vida, cuando él ya la había dado por perdida. Pero no
podía. Él no podía ser como era Neji estando con ella. Y eso hacía hervir la
sangre que corría en sus venas. Si tan sólo pudiera haber sido… diferente.
Sangre…
— ¿Estás bien?
Kaiya volvió a bajar la mirada mientras apretaba aún más su mano contra la
blusa que llevaba puesta.
— Déjame ver —pidió él, en un tono más bien exigente. Pero sobre todo,
preocupado.
Ella estiró su brazo y abrió lentamente su puño para dejar ver la herida que
atravesaba la palma de su mano de un extremo a otro. No había sido muy
profunda, pero si bastante escandalosa. Aún sangraba.
Gaara tomó delicadamente su mano entre las suyas y la levantó para llevarla a
sus labios.
No podía respirar con ella tan cerca de él. Todo lo que tenía que hacer era
reclinarse hacia abajo muy ligeramente y podría besar sus labios ligeramente
separados. Estirarse, y la tocaría. Lo que verdaderamente lo asustó era cuánto
él quería tocarla. Cuánto quería presionar su cuerpo contra el de ella y sentir sus
curvas suaves contra las duras líneas masculinas de él. No podía recordar en
toda la vida haber deseado algo así.
Kaiya se estremeció ante las sensaciones que Gaara era capaz de despertar
con solo un toque sobre ella. Sus manos apenas sostenían la de ella y su lengua
apenas la rozaba mientras su cálido aliento la acariciaba, pero era suficiente
para hacerla sentir miles de pequeñas punzadas de placer a lo largo de todo su
cuerpo. Haciéndole desear más.
Gaara siseó ante el cálido contacto de los dedos de ella sobre su cara, ella
tentaba cada rasgo de su rostro con una parsimonia que hacía fundir todo su
cuerpo ante su toque. Esa humana era única, y a él le había encantado la
ternura con la que había descongelado poco a poco el corazón que él había
considerado muerto hacía mucho tiempo. Le estaría agradecido eternamente.
— Por favor, bésame —susurró ella antes de poder evitar que las palabras
escaparan de sus labios.
Él parpadeó atónito ante su petición. ¿Realmente ella había dicho eso? Kaiya
desvió la mirada y un sonrojo cubrió sus mejillas, confirmando su hipótesis. Y no
supo que hacer con el sentimiento que se anidó en su pecho ante eso. Quería
apartarse, porque sabía que eso no estaba bien, pero su cuerpo, que parecía
negado al sentido común, se inclinó y con delicadeza unió sus labios a los de
ella.
Era tan indeciso, andando a tientas a través de su boca con las más suaves
caricias. La besó dulcemente y con cuidado, sabiendo a esa esencia que tanto le
encantaba, a una mezcla entre aroma masculino y el fresco aroma del bosque,
que erizaba cada centímetro de su piel.
Él se apartó.
— Kaiya, yo…
Lo calló con su boca, y no mucho tiempo después regresó al juego. Esta vez
cuando su lengua le acarició abrió los labios, y su propia lengua la encontró hábil
y cálida. Una vuelta lenta empezó… y entonces él estaba en su boca,
presionando, buscando.
Gaara se frotó la cabeza con la mano esperando que la fricción pudiera hacerle
funcionar el cerebro.
— Lo siento —masculló por lo bajo, mientras hundía las manos en los bolsillos
de su pantalón—. Si yo… ahm, herí tus sentimientos.
Ella bufó molesta, mientras con su índice intentaba evitar que las lágrimas
cayeran por sus mejillas.
— No estoy dolida. Estoy muy enojada y… frustrada. Te lo digo otra vez, Gaara.
Si no quieres acostarte conmigo, está bien, pero no trates de decirme que no sé
lo quiero.
Gaara plantó sus palmas en las caderas y descendió la mirada hacia la alfombra
mientras vaciaba todo el aire de sus pulmones. No digas nada, imbécil. Sólo
mantén la boca…
Por fin Kaiya se dignó a girarse en su dirección, el calor que emanaba su frágil
cuerpo era perceptible para él. Tan sólo unos cuantos centímetros los
separaban. Centímetros que eran fáciles de borrar. Pero él no podía hacerlo. No
se atrevía.
Mientras el silencio se instalaba entre ellos, ella hizo la cosa más inesperada de
todas. Se inclinó hacia delante y capturó sus labios con los de ella. Algo dentro
de él se hizo pedazos ante el contacto, ante la sensación de sus dulces labios
húmedos. De su lengua tocando la de él. Gaara la aplastó contra él, asumiendo
el control del beso. Quería devorarla. Tomarla en ese mismo instante, en el piso,
hasta que su erección se consumiera y saciara. Él podía amar a esa mujer
durante toda la noche y todavía mendigar por más cuando la mañana llegara.
Gaara la levantó entre sus brazos para llevarla a la cama donde la acostó. Rozó
sus labios con las puntas de los dedos como si los estuviera memorizando.
Saboreándolos. Luego suavemente los cubrió con los suyos. Kaiya estaba
completamente desprevenida para la pasión de su beso. La ferocidad que
emanaba de él. Era ambos, rudo y tierno. Demandante. Cálido. Dulce. Él gruñó
ferozmente mientras su lengua rozaba contra la suya, saboreándola antes de
explorar cada centímetro de su boca.
Había pasado mucho tiempo desde que ella había besado a un hombre, y nunca
ningún hombre había sabido mejor que él. Ella se asustó ahora. No sólo de él,
sino de sí misma. Ningún hombre nunca la tocó. El toque de Gaara le podía
costar todo y aun así no podía encontrar dentro de sí misma la fuerza para
apartarlo. Por una vez en su vida, quería algo para sí misma. Quería tocar lo
inalcanzable. Darle a Gaara algo especial. Un raro momento de calma con
alguien que quería estar con él. Algo que sólo fuera para ellos dos.
¿Pero qué importaba? No había vuelta atrás para ella de cualquier manera.
Nunca sería la misma.
Gaara se hizo para atrás para desabotonarle la blusa color azul claro que
llevaba puesta. Pero cayó en la cuenta de que lo que quería hacer era
desgarrarla. Quería perderse dentro de ella, aplastarla contra él mientras la
poseía con toda la pasión furiosa que sentía. Pero por alguna extraña razón
quería ser tierno con ella. Quería tener sexo con ella como un hombre, no como
un animal salvaje. No quería penetrarla furiosamente, buscando un momento
pasajero de placer como lo había hecho en muchas otras ocasiones con mujeres
cuyos rostros no era capaz de recordar ahora.
Quería que esa noche durara. Quería pasar toda la noche sosteniéndola.
Queriendo más de ella, deslizó sus dedos dentro de ella, sólo para tocar algo
que lo dejó estupefacto. Haciéndose para atrás, frunció el ceño al sentir su
himen bajo el sondeo de sus dedos.
— ¿Eres virgen?
Kaiya suspiró. Sabía que había sido una estupidez creer que algo así ocurriría.
Se enderezó la ropa y se alejó de él. Sus mejillas estaban ruborizadas y sus
manos temblando, mientras intentaba abotonar su blusa nuevamente.
Fue ahí cuando él lo supo. Ella nunca había estado con otro hombre. Sólo con
él. Ese conocimiento lo devastó. Él no podía comenzar a entender porque ella le
ofrecería algo que no había ofrecido a nadie más.
No tenía sentido en su mundo. Pero no importaba.
Gaara estaba fascinado con la imagen que tenía debajo de él. Ella yacía
recostada contra aquella mullida cama. Su pelo estaba suelto, derramado sobre
sus hombros y las almohadas, y sus manos descansaban sobre su estómago. Él
debería levantarse y dejarla allí así. Pero no podía. Ella era tan bella.
Kaiya estiró su mano para acariciar toda la extensión del pecho de él y Gaara
tuvo que luchar por respirar. La sensación de su cuerpo cálido contra el de él era
la sensación más increíble que alguna vez había conocido. Las manos de ella
vagaron por su espalda desnuda mientras él miraba esos ojos que lo
calentaban.
No había desprecio. Ni cólera. Esos ojos eran las gemas más preciadas que
podría encontrar en toda su vida.
Pero claro, también así eran los sentimientos que él removía en ella.
Kaiya gritó mientras Gaara separaba sus muslos y la tomaba en su boca. Ella no
podía hablar o respirar mientras el placer supremo atormentaba todo su cuerpo.
Cada lamida, cada tierna chupada, enviaba una oleada de agudo éxtasis a
través de ella. Su corazón latía a gran velocidad, al sentirlo allí entre sus muslos.
Ella gimió profundamente en su garganta. Él se tomó su tiempo con ella, y en
todo momento su cuerpo ardió con pequeños temblores de placer. El éxtasis
aumentaba y aumentaba hasta que ella no lo pudo aguantar más. Su nombre se
derramó de sus labios mientras ella alcanzaba el clímax por primera vez.
Gaara se deslizó sobre su cuerpo como una bestia gigante y feroz, lamiendo y
mordiendo a su camino mientras su cuerpo se sonrojaba. Ahuecó su cara entre
sus manos y luego la besó profundamente. Apasionadamente. Kaiya gimió
mientras él colocaba la rodilla entre sus muslos. La cabeza de Gaara zumbaba
con el perfume y el sabor de la mujer que yacía debajo de él. La suavidad de sus
extremidades sedosas acariciaba las de él. Nada alguna vez podría sentirse
mejor que sus manos deslizándose por su espalda presionándolo más cerca de
ella.
Nada sonaba mejor que su nombre en sus labios mientras sentía un orgasmo
por su causa.
Gaara se hizo hacia atrás para verla jadeando entre las sábanas revueltas.
Preparándose para lo peor, inclinó la cabeza y la besó, explorando su boca con
la lengua. Arrastró su mano por su brazo hasta que pudo entrelazar sus dedos
con los de ella. Sosteniendo sus manos encima de sus cabezas, él hizo más
hondo el beso. Kaiya tragó al sentir a Gaara levantar su peso y presionar la
punta de su miembro contra su centro.
Su arrepentimiento fue tan inmediato y sincero que la dejó aún más estupefacta
que el dolor. Las disculpas y Gaara eran dos cosas que iban tan juntas como los
puercos espines y los globos.
— Está bien —dijo ella, besándolo hasta que se relajó—. Se supone que duele
la primera vez.
— No quiero lastimarte.
Él vaciló algunos minutos más antes de deslizase lentamente en ella otra vez.
Ambos gimieron.
Kaiya ahuecó su cara entre sus manos y lo besó con intensidad. Luego él se
inclinó hacia delante sobre ella y enterró sus labios contra su cuello. La sintió
temblar al pasar sus manos sobre su fuerte espalda, hasta sus caderas. Cómo
amaba esa percepción de él allí. La percepción de sus caderas empujando
contra las de ella.
Rodeándolo, trajo las manos hacia delante, y las deslizó entre sus cuerpos.
Gaara besó cada centímetro de ella que pudo alcanzar mientras todavía estaba
dentro de ella. El efecto de cada caricia tierna estaba intensificado porque ella
era consciente de la rareza del gesto. Ése no era un hombre que abrazara a
cualquiera. Él no iba voluntariamente con cualquier mujer que le sonriera. Y
saber que lo hacía con ella, la llenaba de una gran felicidad.
Gaara aceleró sus embates y entonces su biología tomó la batuta de sus
acciones. La quería a ella. Solo a ella. Y sólo para él. Su cabeza giró mientras su
corazón se aceleraba y su esencia de emparejamiento se deslizaba lentamente
sobre el cuerpo femenino que yacía debajo del suyo, introduciéndose
profundamente bajo esa suave piel que hacía estremecer cada fibra de su ser.
Kaiya tocó partes de él que nunca había sabido que existían. Su corazón. Su
alma. Lo llevó a alturas inimaginables. Ahí en sus brazos, por primera vez, sintió
paz. Había una parte de él tan calma en ese momento, tan tranquila, y otra parte
que estaba ardiendo en llamas, muriendo por tocarla. Descendió sobre ella para
poder mordisquear la carne blanda de su cuello. Su oreja. Sintió los escalofríos
que bajaban recorriéndole el cuerpo.
Siguió raspando su piel con los colmillos, tentado a hundirlos. ¿Cómo sabría
ella? Ella sería dulce, eso lo sabía. Y sin poder contenerse, hizo lo que nunca
imaginó. Abriendo la boca, sintió la sangre latiendo en las venas contra su
lengua. Y en una fracción de segundo, sus dientes habían perforado la suave
piel y el embriagador sabor de la sangre de ella llegó hasta su paladar
haciéndolo gemir como nunca antes.
Todas las emociones de ella fueron hacia él como una vorágine que estaba
tragándoselo vivo. En un lugar lejano la escuchó gritar su nombre y supo que era
por el éxtasis que ella había alcanzado con él. Todo en su cabeza daba vueltas
mientras sentía el orgasmo llegar a él. Instantáneo. Brutal. Fulminante. El frágil
cuerpo de Kaiya se estremecía bajo el suyo, incrementando el placer de lo que
ocurría entre ellos. Alejándolos de todo lo que había a su alrededor.
Y fue entonces, cuando una chispa de cordura se vislumbró entre toda la niebla
en la que se había convertido su cabeza, que supo lo que había hecho. Abrió los
ojos sólo para encontrarse con el cuello de Kaiya obstruyendo todo su campo
visual. Movió los labios, sintiendo sus colmillos retroceder, dejando la vena y la
piel sobre la que se habían hundido.
Gaara vaciló al ver la sangre que corría por su cuello. Apretando los dientes, se
deslizó fuera de ella y dio media vuelta, avergonzado del hecho de haberla
tomado de tal forma, como un animal después de todo. Ella no merecía esto. Su
corazón se transformó en un hueco cuando las revelaciones se abrieron paso en
su mente.
Ella era humana. Iba a irse. Ella estaba prohibida para él. Él no la merecía.
Se alejó de la cama, tambaleándose como un ebrio. Y lo era. Nunca olvidaría en
embriagante sabor de la sangre de Kaiya, corriendo a través de su garganta.
Con el cuerpo temblando, recogió sus pantalones y salió corriendo de la
habitación, apenas reconociéndose a sí mismo. Apenas aceptando lo que en
realidad era.
Esperó a que, de alguna manera, algo quebrara la frígida vacuidad que se había
formado entorno a ella. Un sonido. Un murmullo.
Alzó la vista por encima del borde de su vaso, sólo para ver salir a Neji de uno
de los baños privados del apartado VIP, seguido de una escultural mujer rubia…
y sí, otra mujer más, aunque pelirroja. Ambas con las ropas desaliñadas, las
respiraciones aún agitadas, sus rostros sonrojados y ambas con las expresiones
de haber tenido la mejor experiencia orgásmica de sus humanas vidas.
— Oye, creo que tú eres el menos indicado para decir esa frase ¿no te parece?
—entonces Shikamaru fue fulminado por aquella mirada perlada. Tomó un poco
más del vaso con whisky que traía en la mano y vio a Kiba acercándose a ellos
junto con Ino. Un par de metros antes de llegar, la rubia se apartó de Kiba, le
susurró algo en el oído y, luego de ver que él asintiera, se encaminó hacia la
barra.
El guerrero negó con la cabeza mientras bebía el vodka que minutos antes le
habían dejado sobre la mesa.
— Absolutamente nada.
Shikamaru analizó su expresión con ojos inquisitivos. Miró a los otros dos
vampiros, quienes ya estaban conversando entre ellos. Entonces cambió de
lugar con Kiba y quedó junto a Naruto.
— Vamos a ser claros, Naruto —dijo inclinándose hacia él para que nadie más
los escuchara— No sé que diablos está ocurriendo contigo, pero más vale que lo
resuelvas. No quiero volver a estar a punto de ser rebanado porque tú te
quedaste petrificado ¿estamos?
— Lo sé, pero si algo está mal contigo será mejor que le pongas solución pronto.
Necesito tener la certeza de que tú cubrirás mi espalda la próxima vez que
estemos en medio de una pelea ¿de acuerdo?
El rubio asintió.
Entonces la atención de todos los vampiros se enfocó en Ino. La mujer había ido
hacia la barra para saludar a una de las meseras con las que había entablado
una buena amistad, pero mientras iba de camino hacia la mesa de la Cofradía
con un par de tragos, un hombre se interpuso en su camino. Medía más de uno
ochenta, era corpulento y escasamente agraciado. Sin embargo, no fue eso lo
que le causó repulsión a la hokage, sino el aura lasciva que emanaba de él.
Ino puso los ojos en blanco y le sacó la vuelta al humano, pero éste volvió a
alcanzarla.
Ino bufó mientras se inclinaba para librarse del agarre. Odiaba a los tipos así,
que siendo acompañados por su montón de amigos se creían irresistibles y no
eran más que unos perdedores con la palabra 'patán' escrita en la frente. A lo
lejos, sintió como Kiba se inquietaba, pero con una sola mirada, ella le hizo
saber que podía manejarlo.
— Vamos a ver, idiota. —dijo cansina— Te hacen falta dos kilos de cerebro y un
buen ortodoncista para siquiera pensar que en alguno de tus sueños yo pueda ir
a algún sitio contigo ¿estamos?
Las risas estallaron a espaldas del humano haciéndolo enfurecer. Con violencia
asió la muñeca de Ino, obligándola a girarse.
— Escúchame bien… —no terminó al sentir su mano siendo aplastada por otra
enorme. Miró hacia arriba al hombre que lo obligó a soltar su agarre. En un
movimiento sobrehumano, Kiba saltó sobre la mesa y se acercó a donde ellos
estaban.
Pasó su brazo por los hombros de Ino para escoltarla de vuelta a la mesa donde
permanecieron por espacio de media hora más antes de que el DJ anunciara
que pronto cerrarían el club. Los vampiros abandonaron el lugar y una vez
estando sobre la acera, se separaron. Mientras Ino y Kiba se fueron hacia el
Escalade que habían dejado estacionado a un par de cuadras, Neji, Naruto y
Shikamaru optaron por materializarse en la mansión.
— ¿Entonces llevarán a Kaiya a su nueva casa? —le preguntó Naruto a Neji tan
pronto como atravesaron la enorme puerta principal de la mansión. El vampiro
asintió, luego esperó a que Shikamaru se despidiera de ellos para ampliar su
respuesta.
— No quisiera, pero debe hacerse. Esperaré a que vuelva Kiba por si existe la
posibilidad de que tenga que permanecer con ella después del amanecer.
Neji lo miró extrañado, según él, Naruto prefería estar ejercitando otras partes de
su cuerpo en compañía de su mujer, en lugar de entrenar después de una noche
de rondas; pero se recordó a sí mismo que desde hacía un par de semanas,
algo era diferente en Naruto.
Recorrió todo el pasillo del ala oeste de la mansión hasta que se halló frente a la
puerta de la habitación de Kaiya. Estaba a punto de llamar, pero en vez de eso,
decidió escuchar. Si ella estaba dormida, lo menos que quería era despertarla.
No se oía nada. Aunque la corriente de aire que salía hacia el pasillo estaba
perfumada con una fresca fragancia floral: el clásico aroma a jazmines que
había caracterizado a la humana desde su llegada.
Ella levantó la cabeza para dirigirla hacia la puerta. Había rastro de lágrimas en
su rostro y sus ojos estaban hinchados. Tan pronto como fue consciente de su
presencia, se apresuró a cubrirse.
Pero él no la escuchó. De lo único de lo que era consciente era del color carmesí
que había adquirido su visión al imaginarse lo que había ocurrido. Dulce diosa,
¿cómo pudo…?
Neji parpadeó una y otra vez. La furia estaba creciendo en su interior a una
velocidad increíble, esparciéndose por cada uno de sus órganos haciéndolos
arder.
Mientras caminaba por el pasillo con pasos fuertes, todo lo que pudo tener en su
mente fue la frágil imagen del cuerpo de aquella mujer encogido mientras
lloraba. Y era culpa suya. Toda la culpa de lo que le había ocurrido a ella había
sido de él por haberle dado un voto de confianza a alguien como Gaara. Apretó
sus puños con tal fuerza, que parecía que sus nudillos traspasarían su piel en
cualquier segundo.
Pero había algo bueno. Mientras no fuera una muerte, siempre era posible
enmendar el daño. Y él lo haría. Vaya que lo haría.
Pero él la ignoró.
Cuando Neji llegó al otro lado de la mansión, no llamó. Abrió de golpe la puerta
del cuarto de Gaara y encontró al guerrero sentado sobre el borde de la ventana.
La expresión de Gaara estaba lejos de ser lo atormentada que él había
esperado. O al menos, a él le pareció así.
— ¡Qué mierda pasa contigo! —gritó mientras estrellaba a Gaara contra el muro
— ¡Cómo pudiste hacerle eso!
Contrario a otras ocasiones, Gaara no movió un solo dedo.
Intentó levantarse, pero se dio cuenta de que tenía unos grilletes en sus
muñecas y tobillos que lo mantenían acostado sobre una dura superficie que le
recordó a una mesa de las que suele haber en una morgue. Sintiendo el pánico
acrecentarse en su interior, comenzó a hacer esfuerzos para liberarse. Algo no
estaba bien en ese lugar.
— Tranquilo, Sai. Esto acabará pronto —dijo el vampiro, acercándose más a él.
Entonces el abogado se percató del bisturí con el que Orochimaru estaba
rozando su antebrazo desnudo—. Veremos si en realidad vale la pena que seas
convertido
— ¿Q…qué vas a hacerme? —preguntó Sai, sin poder ocultar el temor que
inundaba su cuerpo a cada segundo que pasaba.
Los ojos de Sai se abrieron de par en par cuando sintió el profundo corte en sus
muñecas, causados por el vampiro y su ayudante. Un grito desgarrador escapó
de su garganta.
Neji hizo absolutos oídos sordos a todo lo que ocurría en torno a él. Estaba
demasiado ocupado dándole la paliza del siglo a aquel hombre con el que había
compartido batallas durante años enteros. A ése a quien él le había dado su voto
de confianza porque creía que por fin iba a hacer lo correcto y le demostró que
no era más de lo que él había creído.
Alguien intentó apartarlo, pero tan pronto como se asió de sus brazos, Neji se lo
quitó de encima con un codazo que no pudo calificar como 'no intencionado',
para después regresar a su labor. ¿Cómo pudo ser tan imbécil? Pero claro, esa
pregunta era una a la que le había encontrado respuesta desde hacía varias
semanas. Era por esa pregunta por la cual estaba desquitando toda su furia
sobre ese cuerpo bajo el suyo.
— ¡Qué mierda te pasa! —escupió Kiba, colocándose entre Gaara que aún
permanecía en el suelo y Neji, que era sostenido por Naruto y Shikamaru— ¡Es
que no se puede tener un minuto de paz en esta maldita casa!
— ¡Basta! —gritó Kiba. Entonces señaló a Neji— Tú. Sal de aquí. —el ojiperla
comenzó a debatirse nuevamente entre los fuertes brazos que lo resguardaban,
pero fue inútil— No sé que demonios ocurrió aquí, pero lo voy a averiguar. Y
mientras tanto, no necesito que hagas tu rutina de campeón de boxeo aquí
¿estamos?
Neji se deshizo brevemente del agarra de Shikamaru, sólo para acomodarse las
solapas del abrigo. Examinó la situación con detalle, preguntándose la
posibilidad que había de librarse de sus centinelas y reanudar el ataque contra
Gaara. Miró a Naruto, no lucía en absoluto contento. Tenía el labio roto y un
gran golpe en la nariz, que le decían que había sido él quién había intentado
detenerlo primero.
— Neji… —lo llamó Kiba otra vez. El guerrero lo miró apuntar con su cabeza
hacia la salida— Fuera. Ahora.
Dejando salir su rabia como una larga letanía de maldiciones, Neji dejó la
habitación acompañado de todos los demás, quedando dentro Kiba y Gaara.
— Soy yo. —se limitó a decir Neji antes de acercarse a ella. Sin embargo, fue
detenido por Hinata— ¡Qué! —gruñó antes de darse cuenta a quién le gritaba. Al
mirar a los ojos de la mujer, supo que eso no la había impresionado ni un
poquito.
Temari y Shikamaru asintieron. Ya era bastante malo lo que sucedía como para
que ahora el circo se trasladara a la habitación de Kaiya. Caso contrario a lo que
ocurría con Neji. El guerrero comenzó a gruñir varias veces sobre la falta de
autoridad que tenía Hinata sobre él, hasta que la doctora lo calló.
Neji volvió a abrir la boca, pero ningún sonido salió de ahí. Diablos, esa mujer sí
que sabía como plantársele a un hombre y hacerle dudar hasta de los
pantalones que traía puestos. No sabía como Naruto podía soportarlo. Aunque
en realidad eso estaba fuera de discusión en ese momento.
Salió de sus cavilaciones cuando escuchó el sonido de la puerta cerrarse tras él.
Miró a Hinata sólo para darse cuenta de que la mujer no iba a cambiar de
opinión, aun cuando él amenazara con desatar el fuego del infierno sobre ella.
Adoptando la actitud de perdedor, a regañadientes se encaminó hacia la salida,
justo antes de que Hinata lo llamara otra vez.
— Necesito que cierres la herida de su garganta —dijo con tono ecuánime. Neji
se giró sobre sus talones y se percató del par de pequeños ríos color carmesí
que ya habían formado una enorme mancha sobre la bata que Kaiya llevaba
puesta. Se acercó a ella en un par de grandes zancadas, se aclaró la garganta y
tomó a la humana de la nuca para inclinarla ligeramente. Ella se estremeció.
— Estoy bien.
Kaiya no respondió, dejando que el silencio volviera a reinar entre ellas mientras
Hinata continuaba con su labor.
— Por favor, dime que no lo mató —suplicó Kaiya cuando terminó su relato—.
Porque fue lo único que escuché de Neji y me lo dijo tan seguro que yo…
— Las cosas no están en absoluto bien entre ellos, pero puedes estar tranquila,
él no lo mató.
Sintió el alivio de Kaiya como una cálida corriente contra su cuerpo. No podía
imaginarse lo que era permanecer en un mundo así, como ella. Sinceramente
creía que no tenía la fuerza suficiente para enfrentarlo, y eso hacía que admirara
aún más a la humana.
El resto de los minutos corrieron en medio del silencio que era borrado
esporádicamente con frases cortas e intentos vanos de entablar conversación
hasta que Hinata finalmente se retiró una vez que Kaiya cayó rendida sobre la
cama para la cual, ella había tenido la buena decisión de mandar cambiar las
sábanas.
Caminó por el pasillo hasta llegar a la habitación que compartía con Naruto. Lo
buscó con la mirada, pero sólo había oscuridad a su alrededor. Exceptuando la
tenue luz que se colaba por la ranura inferior de la puerta que conducía al baño.
Caminó lentamente hasta el buró donde encendió la pequeña lámpara que ahí
había. Justo en el mismo momento, Naruto salió del baño.
Como ya se había hecho costumbre, llevaba las ropas que utilizaba para
entrenar en el gimnasio y eso sólo le indicó que, nuevamente, él no iba a dormir
a su lado. Dudando de sí misma, caminó hacia él, deteniéndose a escasos
centímetros. Pudo sentir como Naruto se tensaba al instante. Aquel rostro
masculino absolutamente perfecto, ahora estaba arruinado debido a un golpe de
Neji.
El silencio se instaló entre ellos tan sólo el tiempo suficiente para que Naruto
dejara la habitación. Hinata sintió su corazón estrujarse dentro de su caja
torácica, pero no pudo llorar. Aún cuando era todo lo que quería hacer en esos
momentos, no pudo. Habían sido ya muchos los días en los que lo había hecho,
que ahora prácticamente ya no le encontraba sentido.
Los siguientes cinco segundos transcurrieron en una lenta eternidad hasta que
vio a Sakura aparecer absolutamente ilesa a través de la puerta. Ella se detuvo
atónita al verlo parado en el inicio del pasillo, tan cerca de la luz del sol.
Pestañeó varias veces antes de correr hacia el pequeño control remoto y correr
la placa de acero que protegía la puerta tras de ella.
— ¿Te encuentras bien? —le preguntó ella, preocupada por la absoluta palidez
que cubría la piel del vampiro.
— Cálmate —dijo de nuevo— Sabía que nada malo me iba a pasar porque hace
poco descubrí que puedo salir en el día. Kiba me ayudó a averiguarlo y si
quieres que sea honesta contigo, sólo debo decirte que me provoca un poco de
ardor en los ojos ¿de acuerdo?
Ah, así que Kiba le había ayudado a exponerse al sol. Bueno, pues el hermano
iba a tener una charla muy seria con él tan pronto como volviera a la mansión.
— Pues lo que escuché de ti anoche fue todo menos quejas. —dijo Sasuke con
una sonrisa de entera suficiencia.
Sakura volvió a rodar los ojos. Ese hombre tenía una forma de ser tan
malditamente arrogante y absolutamente sexy que no podía comprenderlo. Dejó
que la guiara de nuevo hacia el interior del círculo de sus brazos y se apropiara
de su boca como lo había hecho ya en incontables ocasiones antes.
Entonces ella decidió tomar el control del beso, deslizó sus manos por el
abdomen de Sasuke hasta encontrar el inicio de la única prenda que él vestía y
la deslizó hasta que alcanzó el suelo. Sasuke gruñó contra sus labios y la atrajo
más hacia él hasta que pudo sentir la calidez de su cuerpo contra el suyo. Ella
enredó sus brazos alrededor de su cuello y lo guió hasta el sofá, empujándolo
para que cayera sobre él. Lo sujetó por las muñecas, colocándole los brazos
encima de la cabeza.
— Pensé que habías dicho que necesitabas más que sexo para sobrevivir —dijo
él en un susurró ronco mientras sentía los labios de ella deslizarse a lo largo de
su cuello. Sentir sus colmillos raspando su piel, hizo que su miembro comenzara
a endurecerse.
— Cierto, pero eso no significa que no sea divertido —respondió con una sonrisa
mientras deslizaba su mano a través de su pecho.
Sasuke sólo pudo mirar hacia arriba incrédulo y con jadeante expectación
mientras ella presionaba sus labios contra los de él.
Sakura siguió su tentador recorrido hasta que quedó arrodillada sobre el piso
frente a él. Entonces aprovechó para mordisquearle los huesos de las caderas.
Sasuke se aferró al respaldo del sofá, haciendo crujir la madera. Tenía que
controlarse o el sillón terminaría volteado por su fuerza, pero le resultaba casi
imposible debido a las intensas oleadas de calor que ella provocaba en su
cuerpo. El sudor ardía sobre su piel. Su corazón palpitaba con fuerza tan
acelerada que prácticamente lo sentía latir en sus sienes.
En el instante en que ella introdujo el miembro entre sus labios, le faltó poco
para alcanzar el éxtasis. Tuvo que utilizar todo su autocontrol para no gritar
mientras sentía su cuerpo estremecerse enérgicamente. Y entonces dio inicio
una verdadera tortura. Sakura sabía exactamente cuándo acelerar el ritmo y
cuándo hacer una pausa. La combinación de su boca húmeda y sus manos
moviéndose arriba y debajo de su miembro constituían un doble embate que
apenas podía soportar. Lo llevó al límite una y otra vez hasta que se vio obligado
a suplicar.
— Sakura…
Sin embargo, eso no era lo que captaba su atención en esos momentos, sino el
hecho de que aquella sensación de terror que sintió cuando se percató de la
ausencia de Sakura aún estaba ahí. De manera inconsciente, abrazó a Sakura
con más fuerza, pero fue inútil…
Una, dos… tres vueltas sobre el colchón después, Naruto tuvo que aceptar que
no podría conciliar el sueño en aquella ocasión. Abrió los ojos y miró el reloj
despertador que había sobre el buró junto a su almohada. Los números rojos
indicaban que era apenas mediodía. Se giró sobre su costado para encontrarse
con la espalda de Hinata a unos cuantos centímetros tan solo cubierta por el
ligero camisón blanco que ella solía utilizar para dormir.
Incapaz de refrenar sus impulsos, su brazo se estiró sobre las sábanas para
acariciar suavemente el brazo desnudo que se asomaba sobre la seda color vino
que los cubría. La sintió estremecerse al mismo tiempo en el que sintió su mano
arder por el contacto. Se levantó apoyado en su antebrazo y miró su rostro entre
la oscuridad. Ella sí había conseguido dormir y ahora descansaba plácidamente.
Caminó hacia el armario, sacó la túnica negra y cambió su pijama por ella.
Cuando estuvo listo, fue hacia la puerta, deteniéndose para abrirla lo más
quedamente posible. La luz del pasillo lo deslumbró brevemente mientras él se
debatía entre salir o no. Miró sobre su hombro al cuerpo de la mujer que
descansaba sobre la cama y por dentro deseó con todas sus fuerzas que ella no
lo odiara.
— Ah… eres tú —dijo con desgano al ver a Neji de pie frente a él—. Vine a
resolver unos problemas. ¿Y tú?
— Bueno, después de esto… —dijo apuntando hacia los daños que el codo del
guerrero había perpetrado en su rostro— creo que estoy en todo mi derecho ¿no
crees?
Neji asintió en silencio. Fijó su vista en el constante movimiento del agua dentro
de la fuente frente a él, encaminándose hasta quedar sentado en el borde.
— Nah, no te preocupes. Las he tenido peores. —dijo con una pequeña sonrisa
absolutamente sincera— Hinata me contó lo que ocurrió entre Gaara y Kaiya, y
creo que yo hubiera reaccionado igual si me hubiera enterado antes. —la
sonrisa se hizo más amplia mientras se llenaba de comicidad— Dime una cosa,
¿acaso no viste que esto iba a pasar?
— Pues para serte honesto, ese es mi problema: desde hace semanas estoy
ciego. —Naruto paso su mano extendida de arriba abajo obstruyendo el campo
visual de Neji— No literal —agregó el hombre rodando los ojos— Me refiero a
que ya no he tenido visiones.
— ¿De verdad?
Tanto haber deseado ser alguien normal y ahora que se encontraba en aquellas
circunstancias, no sabía si alegrarse o llorar. Ten cuidado con lo que deseas, tal
vez pueda hacerse realidad y no ser lo que esperabas, solía decirle a los demás.
Jamás pensó que se aplicaría a sí mismo. Oh sí, era jodidamente fantástico
cuando llegaba tu turno de tragarte tus palabras…
— Guerreros.
De inmediato Neji se levantó para después apoyar una rodilla sobre el blanco
mármol del piso en muestra de respeto.
— Su Santidad…
— Hola, tía Mikoto —dijo apartándose ligeramente. Una sonrisa se dibujó en sus
labios cuando notó la expresión de ligera sorpresa que había en el rostro de la
mujer al escucharlo llamarla como lo hacía cuando era un niño—. Es bueno
verte de nuevo.
— Ten más respeto —dijo el ojiperla con seriedad— Ella es la Oráculo, que no
se te…
— Está bien —interrumpió ella con una ligera sonrisa en los labios— Puedes
levantarte y acercarte —Neji obedeció poniéndose a casi la misma distancia que
Naruto, aunque prefirió mantenerse un paso más atrás. Levantó la mirada y se
percató de la apariencia que tenía la mujer, era como si la fuerza vital hubiera
llegado a ella y ahora no era solamente la hermosa estatua que solía aparentar
siempre que la veía. Supuso que era resultado de su reconciliación con Sasuke
—. ¿Qué les trae a este lado?
— Verás, tía Mikoto… —pasó los dedos entre su cabello mientras intentaba
hallar las palabras correctas. Definitivamente el Oráculo de la diosa no había
sido su primera opción para tratar el asunto, pero tampoco podía ser tan malo, o
al menos eso quiso pensar. Tal vez ella fuera de mejor ayuda que Kakashi. Tal
vez ella podría… darle esperanza…
— Lamento decirte que no puedo —le interrumpió la mujer.
— ¡Já! —exclamó— ¿Si sabes lo que pienso entonces por qué preguntas por
qué estoy aquí?
— ¿Y no hay nada que puedas hacer? ¿No podrías interceder ante Amaterasu?
Tal vez…
— O sea que estaré a ciegas hasta que eso pase —la mujer asintió.
Neji la miró con rabia. ¿Cómo podía decir ella eso? ¿Acaso sabía lo que era ser
una maldita lámpara, un alma condenada a la soledad por su naturaleza?
— Se te olvida que yo tuve que renunciar a todo por mi destino como Oráculo,
Neji —Dijo con serenidad siendo plenamente conocedora de los pensamientos
del guerrero— Sin embargo, el destino es algo que nos alcanza, no importa
cuanto huyamos de él. Y entre más pronto comprendan eso, las cosas serán
mejores para ustedes.
— Deseo con todas mis fuerzas que la paz y la felicidad lleguen a sus corazones
en un futuro próximo, Pero recuerden… es un camino largo hacia la felicidad, y
sólo podrán avanzar si aceptan lo que guardan en el fondo de sus corazones.
— Síp. Y mucho…
El momento de partir por fin había llegado. Desde hacía dos horas, Kaiya iba en
el asiento trasero del auto de Kiba acompañada por él y por Neji. El destino… su
nuevo hogar. No pudo evitar sonreír con ironía. Había sido ese auto el que la
había llevado a la mansión y era ese el que ahora la transportaba de vuelta a la
realidad. Sintió la lengua de su perro acariciar el dorso de su mano y ella
reanudó el movimiento de sus dedos a través del sedoso pelaje que había sobre
su regazo.
Pronto el auto se detuvo afuera de una hermosa casa de un solo nivel ubicada
dentro de una de las zonas más lujosas de Konoha. Escuchó una profunda
respiración, pero fue incapaz de identificar la procedencia. La puerta a su lado
fue abierta y una mano la tomó con delicadeza por el antebrazo mientras el
perro saltaba de sus piernas y se colocaba a su lado. Ella desplegó su antiguo
bastón y comenzó a tantear el terreno desconocido por el que caminaba. Su
brazo fue envuelto por delicadeza por otro mientras las ansias comenzaban a
llenar su pecho, alojándose dentro de él y comenzando a ejercer una presión
que parecía no detenerse.
— ¿S…seguro que Akari está bien? —preguntó al pensar en la mujer que los
estaría esperando en el interior de la casa.
Se escuchó un ligero golpe seguido de un quejido por parte del ángel. Kaiya
sonrió y supuso que Kiba lo había golpeado.
La puerta se abrió, dejando ver la figura de una mujer cercana a los treinta, que
en cuanto vio a Kaiya la abrazó con todas las fuerzas que su cuerpo poseía. Sus
ojos color chocolate destellaban de felicidad y hacían una perfecta combinación
con su cabello rubio que permanecía atado en su nuca.
Instantes después la soltó y miró a Kiba, abrazándolo con igual efusividad. Neji
tuvo que voltearse para lograr reprimir la risa que amenazaba con salir de su
garganta al ver la expresión de aquel 'fiero' guerrero siendo abrumado por una
simple humana que no superaba el metro con sesenta.
— Es bueno verte también a ti, Akari —dijo Kiba mientras intentaba recuperar el
aliento y la compostura. La mujer le sonrió en respuesta antes de clavar su
mirada en Neji. De inmediato su expresión cambió y ambos vampiros fueron
conscientes de la desconfianza innata que sintió hacia él—. Él es Neji, mi
hermano —lo presentó Kiba— Y vino para ayudarnos con la mudanza.
Sin apartar su mirada de sospecha de él, Akari extendió su mano para que el
vampiro la estrechara.
— Igualmente. —un breve silencio se instaló entre ellos hasta que Akari fue
consciente de que permanecían en el porche— ¡Ah! Lo siento, pasen. —asió el
brazo de Kaiya colocándose entre ella y Neji, y los condujo al interior— Ya todo
está perfectamente acomodado y distribuido de manera sencilla para que
puedas acostumbrarte muy pronto, querida.
— G…gracias —susurró tímidamente. Le parecía extraño, pero aún cuando
Akari fuera una persona a quien conocía desde hacía años enteros, ahora la
sentía como una desconocida.
Ahora estás perdiendo la cabeza, Kaiya. Vas por buen camino, se dijo
sarcástica.
Pasaron casi treinta minutos antes de que el terrible momento llegara. Era hora
de despedirse.
Kaiya se puso de pie dispuesta a acompañar a los vampiros hacia la salida, pero
Kiba se lo impidió, siendo él el primero en despedirse. Se acercó a ella y la
abrazó con fuerza.
La joven se tuvo que aferrar a todas sus fuerzas para evitar comenzar a llorar
por la presión que estaba rompiendo su pecho en ese momento, pero no pudo
contenerse más cuando sintió los brazos de Neji a su alrededor.
— No puedo evitarlo. Además, como dices, soy humana. Muchas gracias por
todo.
— De eso no tengo duda. —ciñó sus brazos con más fuerza alrededor de ella—
Y no tienes nada qué agradecer, yo soy quién debería darte las gracias por
soportar todo lo que sucedió.
— ¿Cómo podría hacerlo? Has sido la única mujer que me ha negado su cama.
—Kaiya sonrió.
— Yo siempre me porto bien, nunca he recibido ni una sola queja sobre mi trato
—Kaiya puso los ojos en blanco.
— Cuídate mucho tú también, Kaiya Kurosawa. Que nuestra diosa colme tu vida
de bendiciones y felicidad por el resto de tus días.
— Él está cerca, puedo sentirlo… —Neji puso mala cara al comprender a quién
se refería.
— Sí, también lo sentí y por su bien espero que se mantenga lejos de ella o me
aseguraré de que lo lamente —sentenció mientras cerraba la puerta del
Escalade.
— Hola, Naruto —dijo Sakura siendo la primera en saludar. El rubio sólo inclinó
ligeramente la cabeza.
— No sabía que ahora tenías complejo de perro guardián —dijo Sasuke tan
pronto como estuvo próximo a él. Sin embargo, el rostro de Naruto permaneció
mortalmente serio. De inmediato todo rastro de diversión abandonó la expresión
de Sasuke haciéndolo adoptar su porte real— ¿Ocurrió algo?
¿Acaso era una pregunta hipotética? Naruto pensó que la cuestión correcta
sería ¿qué no ocurrió?
Sakura fue consciente del incómodo silencio que se instaló entre ellos, así que,
imaginando que lo que Naruto quería hablar era relacionado a la Cofradía,
decidió darles espacio.
— Ahm… iré adentro. Estoy congelándome —dijo con una sonrisa un tanto
nerviosa.
— Ahora dime, ¿qué ocurre? —Naruto inhaló profundo, sintiendo el aire gélido
cortar sus pulmones.
— Estoy en problemas.
— ¿A qué te refieres?
— Lo que oíste. —volvió a respirar, parecía que le costaba trabajo llevar aire
hacia sus pulmones— Las cosas no han estado bien conmigo…
— Sasuke, necesito que me digas que puedo contar con tu apoyo para esto.
— Sabes que sí, pero… —intentó decir cuando percibió algo o mejor dicho, a
alguien—. Naruto…
— Naruto…
— No. Sé que me dirás que hay más maneras, pero seamos honestos Sasuke,
he estado con esa mierda toda mi vida, que ahora no puedo luchar sin él,
sinceramente creo que…
Fue en ese momento en el que Naruto quedó completamente paralizado. La
brisa invernal llevó hasta su nariz un suave aroma a lilas. Un aroma que conocía
muy bien. Cerrando los ojos, invocó a todas las deidades que se le vinieron a la
mente, esperando que aquel aroma fuera sólo producto de su imaginación
debido a las largas semanas de celibato. Lentamente se giró, no queriendo
encarar la realidad. Hinata estaba de pie, justo detrás de él.
Sin poder soportarlo, volvió a darle la espalda para hablar con Sasuke.
— Será mejor que los deje en privado —dijo el rey antes de caminar hacia la
mansión.
Ninguno de los dos pareció escucharlo. El silencio apareció entre ellos mientras
el viento traía consigo minúsculos copos de nieve que comenzaron a caer a su
alrededor.
— Naruto —le insistió. El duro tono en la voz de Hinata le indicó que ya sabía la
respuesta, pero que aún conservaba la esperanza de que hubiera otra
explicación para lo que venía ocurriendo entre ambos.
— Vas a quitar el sello —la vio hundir las manos en los bolsillos de sus
pantalones y retroceder un paso— Sólo para que quede claro, ¿me estás
diciendo que estás pensando en quitar el sello, o que vas a quitarlo?
Eso era una pregunta retórica, pero evidentemente quería que él reconociera el
problema, la mentira completa.
La furia y el dolor fluyeron de ella, derramándose hacia él entre las corrientes del
viento, oliendo a madera ardiendo. Era tan intenso que él sentía que en realidad
las llamas de una fogata lo estaban abrasando ferozmente. En su mente
apareció la imagen de un campo de flores siendo arrasado por el fuego.
— Tenías que ser honesto conmigo —dijo ásperamente—. Eso es lo que tenías
que hacer.
— No esperaba que tuviera que hacerlo. —masculló por lo bajo— Espera que
tú…
— ¡Qué yo qué! ¿Qué era lo que tú…? —se aclaró la garganta y bajo la voz. En
su rostro apareció aquella ligera expresión, tan sólo su ceja derecha levantada
ligeramente, que le indicaba que había averiguado lo que él había estado
haciéndole a ella—. ¿Qué esperabas?
— Eso esperabas…
Naruto deseaba que diera rienda suelta a su temperamento. Que le gritara. Que
le insultara. Pero verla ahí, frente a él, inmóvil y en silencio fue peor que todas
las maldiciones y recriminaciones que pudo haber esperado que salieran de sus
labios.
— Lo siento. Yo… mierda, Hinata realmente lo siento.
Ella no dijo nada más, y el aroma de sus emociones se alejó a la deriva siendo
llevado por la brisa que acompañaba la nevada. No había ningún sonido
alrededor de ellos, nada a que aferrarse en aquel devastador momento para su
unión, mientras veía a Hinata llevarse una mano hacia el pecho, frotándolo
suavemente en dirección a su cuello.
Dulce diosa, él se dejaría castrar con gusto sólo para que ella dejara de sentir
tanto dolor por su causa.
Cuando dejó de hablar, él estaba helado hasta los huesos. Su voz había
adquirido el tono que usas cuando contestas llamadas equivocadas en el
teléfono: se dirigía a él como si fuera un extraño, sin ninguna calidez ni interés
particular. Ni siquiera era el tono profesional que ocupaba cuando se dirigía a
sus pacientes. No. Incluso ese tono de voz tenía cierta calidez tácita. Y era obvio
que él no lo merecía.
Naruto quería discutir, defenderse, señalar que no quería hacerle pasar un mal
momento, que lo único que se le había podido ocurrir era hacer que ella lo
dejara porque la amaba demasiado como para siquiera pensar en verla
lastimada. Que no había tenido intención de hacerla sufrir, que no había
planeado engañarla durante todo ese tiempo.
Él tragó con fuerza mientras ella pronunciaba las palabras con su voz hecha un
hilo apenas audible. Naruto respiró hondo. En el transcurso de su vida, había
sido herido muchas, muchas veces. Pero nada, ninguna herida que pudieran
haberle infligido alguna vez a su persona, le había dolido ni una fracción del
dolor que sintió al responderle.
Intentó acercarse a ella otra vez, pero de nuevo se alejó. Hinata cruzó los
brazos, abrazándose a sí misma, y él hubiera dado la mano con que empuñaba
la daga por haber sido él quien la estuviera abrazando en ese terrible momento.
— Que tengas que retirar el sello y liberar al kyubi me asusta terriblemente, pero
olvidas algo… me emparejé contigo sin saber que alguna vez podríamos tener
una oportunidad de cambiarlo. Estaba preparada para apoyarte aún cuando me
aterrara la idea… y tú… tonto… —su voz se quebró—. Tonto, te hubiera dejado
hacerlo. Yo te habría apoyado… Pero en cambio…
— Hinata…
Lo interrumpió.
Ahora que lo pensaba… esa noche habían estado juntos, sin tener sexo
'normal', pero habían experimentado juntos muchas otras clases de placer. Él se
había sentido completo en su compañía.
— Te dije que sólo te pedía una cosa y esa era que no me dejaras fuera. Que no
me dejaras fuera. —repitió— Solamente eso. Lo juraste, y confié en ti.
— Mierda… lo siento.
De nuevo él estiró su brazo, pero se dio cuenta de que ahora ella era
inalcanzable. Había una muralla invisible entre ellos. Y era tan alta que llegaba
hasta el cielo, y tan ancha que era infranqueable.
Le dirigió una última mirada cristalizada por las lágrimas y entonces ella
desapareció como una brisa en la fría noche, disipándose en el éter como si
nunca hubiera estado allí.
Cuando se hubo ido, Naruto permaneció en medio del patio, inmóvil como si
fuera una estatua, mirando fijamente el hueco que había dejado la presencia de
Hinata frente a él. Por dentro estaba retorciéndose, pero por fuera permanecía
absolutamente inmóvil.
Desviando levemente la mirada, verificó su reloj. Faltaba solo una hora para el
alba.
Intentó abrir los ojos, pero le resultó imposible, sus párpados le pesaban en
demasía. Podía escuchar su propia respiración con claridad y eso le llevó a
pensar que, en realidad, no había muerto como imaginó. Entonces… ¿qué le
había sucedido? Hizo un segundo esfuerzo por abrir los ojos al mismo tiempo en
el que sus pulmones se hinchaban, llenándose de oxígeno al límite. Esta vez
funcionó.
Parpadeó varias veces en un intento por alejar la brumosa confusión que había
en su mente. Miró el techo sobre su cabeza y luego a su alrededor. El sitio era
iluminado por una muy tenue luz proveniente de una pequeña lámpara lejos de
la cama. No reconocía la habitación en la que se encontraba, pero le agradó
enormemente que no fuera la espantosa y lúgubre enfermería donde había
terminado la última vez.
Sai estaba confundido. Apretando los puños apenas pudo juntar fuerzas para
sentarse sobre la mullida cama donde descansaba. Le dolía la cabeza, los ojos y
cada músculo que cubría su esqueleto. Hasta los huesos le dolían. Intentó
hablar, pero se mordió la lengua con uno de sus…
En ese momento en el que cayó en cuenta de todo. Miró las palmas de sus
manos con incredulidad, a pesar de las múltiples dolencias, no se sentía
diferente en lo absoluto, pero podía sentirlo. Él ahora era un…
Paso a paso fue cerrando la distancia que lo separaba de la joven mujer que
yacía en el piso, embelesado absolutamente por el aroma que provenía de ella.
Clavó su negrina mirada en ella y sonrió cruelmente cuando vio la expresión de
horror que se dibujó en su rostro al ver aparecer los colmillos de Sai a través de
sus labios. Jamás pensó que el temor de alguien le parecería tan excitante e
incitador. Con el dorso de su dedo acarició la mejilla de la mujer y ella comenzó
a temblar sin control.
Al salir de X-tasis, Neji tuvo que cerrarse aún más las solapas del abrigo de
cuero sobre su pecho. Buscó en uno de sus bolsillos y sacó lo que el
consideraba su 'kit de supervivencia' y que constaba en una cajetilla de
cigarrillos y un pequeño encendedor de oro. A eso también le añadiría el whisky,
pero traer una botella en el bolsillo resultaba por demás engorroso.
Mientras encendía uno de los cigarros sintió una ligera palmada en la espalda,
miró sobre su hombro y vio a Shikamaru detrás de él.
— Pensé que ya estarías en casa —dijo sin ninguna emoción aparente. Inhaló
un poco y luego dejó que el humo abandonara lentamente sus pulmones.
Shikamaru le hizo una seña de comenzar a caminar.
— Vine porque es necesario que hablemos —Neji rodó los ojos. Lo menos que
necesitaba era un sermón.
— Vamos a dejar las cosas claras, Neji. No soy imbécil y tú tampoco lo eres, así
que ambos sabemos que algo no está bien contigo. —respiró profundo y su tono
de voz sonó más afable— Somos amigos, y sólo quiero recordarte que… si
quieres hablar de algo, yo…
— Sí, lo sé —dijo con desgano— Pero estoy bien, sólo cansado de este
estúpido frío que hace que se me congelen las bolas, así que, si no te importa
me gustaría…
No fue muy difícil deshacerse del primero. Neji lo arrojó contra uno de los muros
del callejón y una vez que cayó al suelo, dio inicio una golpiza que concluyó con
la daga del hokage clavada profundamente en el pecho del cazador.
Sin prestar mucha atención a la herida, Neji se levantó para acercarse al par de
civiles que permanecían en una esquina al fondo del callejón. Una vez que
estuvo frente a ellos, el hombre que mantenía cubierto el cuerpo de su
acompañante con el propio, dirigió su mirada hacia él. Había que darle crédito al
civil, era más que honorable la forma en la que protegía a su compañera.
Oh… mierda.
Sin ninguna mejor opción en mente, el miembro de la línea de sangre Nara tuvo
que obedecer. Ayudó al hombre a caminar y lo llevó fuera del callejón mientras
hacía inútiles esfuerzos por asegurarle que Neji no lastimaría a su acompañante.
Eran inútiles porque, sin importar cuan convincentes resultaran los argumentos,
para cualquier hombre no valían ni una mierda. Neji tenía la habilidad de hacer
creer a cualquier varón que una vez que pusiera un dedo sobre una mujer, ésta
no volvería a ser la misma nunca.
Apretó los puños a ambos costados intentando definir si las lágrimas serían de
felicidad o de la ira que llevaba reprimida desde hacía ochenta años. Estaba a
punto de hablar, o mejor dicho, de reclamar, cuando la vio intentar ponerse en
pie. Su bello rostro estaba cubierto por perlas de sudor, de su cabello caían un
par de mechones que habían escapado del peinado y su mano izquierda estaba
apoyada sobre su costado. Un líquido carmesí se colaba entre sus dedos.
Sangre.
En cuanto la idea de que ella estaba herida llegó a su cerebro, sólo un
sentimiento predominó en su ser: preocupación. De manera inconsciente se
acercó a ella e intentó tocarla, pero Tenten se apartó bruscamente.
— Y no por ti, te lo aseguro. -hizo el intento de caminar, pero con una mueca de
dolor tuvo que apoyarse en el muro-. Iré a la clínica de Tsunade.
— ¡Oh mira quién habla de terquedad ahora, Neji Hyuga! -exclamó sarcástica
mirándolo a los ojos. El fuego que emanaba aquella mirada color chocolate
quebró en facto sus defensas. Era increíble que aún tuviera ese poder en él-. No
te necesito, Neji. -prosiguió con tono duro, pero parecía hacer un gran esfuerzo
pues su respiración se tornó agitada-. Dejé de hacerlo hace mucho tiempo y
vamos a dejar las cosas claras: No-te-quiero-en-mi-vida. Te saqué hace mucho
tiempo y pretendo que las cosas con…tinuen… as…
Había sido una suerte que hubiera decidido esa noche llegar a la ciudad en auto.
— No, Kiba -susurró ella- Tenemos que hacer algo, el amanecer está cerca y
quedarnos aquí hasta que se cansen no es opción. Me desmaterializaré a sus
espaldas y los atacaré.
— Pero… -intentó reponer tan pronto como fue consciente del peligro al que ella
se estaba exponiendo, sin embargo, el suave toque de su índice sobre sus
labios lo calló.
— Es la única oportunidad que tendremos -dijo ella. Luego le ofreció una sonrisa
cargada de afabilidad—. Tranquilo, todo saldrá bien.
— Te amo -susurró el vampiro contra sus labios. Ino sonrió antes de darle otro
fugaz beso.
— Yo también te amo.
En cuestión de diez minutos, el lugar fue envuelto por el silencio. Juntando todas
sus fuerzas y mordiéndose el labio para no gritar, logró ponerse en pie. Miró
hacia el lugar en el que había tenido lugar la batalla de los cinco akatsukis y su
mujer. Ino estaba de pie con la mirada fija en el piso, en su mano derecha
sostenía la SIG y en la otra la daga plateada ahora manchada de sangre color
negro. La forma en la que la brisa mecía su abrigo y los copos de nieve caían a
su alrededor, la hacían ver aún más hermosa de lo que era.
Sintió como Ino asentía con la cabeza. Él miró su reloj y supo que aún podían
esperar algunos minutos mientras ella se recomponía. Acarició su espalda sobre
la tela del abrigo y con la mirada recorrió el lugar, identificando las cuatro
manchas aceitosas alrededor de ellos. No había dejado ninguno con vida. Así
era su mujer, implacable, infalible. Y totalmente admirable.
Inhaló profundo llenando sus pulmones del aroma que provenía del cabello de
Ino, dispuesto a esperar todo el tiempo que fuera necesario.
Fiesta de Luna
Bufó con hastío. Estar encerrado entre esas cuatro paredes tampoco era un
papel para él, pero ahora siendo rey, sus salidas a las calles estaban limitadas.
Todo gracias a que la vida del rey era sobrevalorada por encima de todas las
demás. Un nuevo bufido salió de entre sus labios al tiempo que alborotaba aún
más el cabello en su nuca. Inclinó la cabeza hacia el techo y cerró los ojos.
Itachi esbozó una media sonrisa al tiempo que se acercaba a él. Cuando estuvo
frente al escritorio se dedicó a estudiar a detalle los pequeños objetos que había
sobre él, el abrecartas con empuñadura en forma de dragón, la lámpara, la pila
de sobres y carpetas que estaban agobiando a su hermano.
— Lo estás haciendo bien y conforme pase el tiempo lo harás aún mejor. Sólo
relájate.
— Si quieres que te confiese algo… -dijo Itachi moviéndose a través del estudio
para quedar parado frente a las llamas crepitantes de la chimenea-… hay veces
que siento que no estoy muerto.
Sasuke abrió la boca para decir algo, pero entonces la puerta se abrió
intempestivamente dejando ver a Shikamaru y a Kiba. Volvió a mirar hacia la
chimenea, pero como era costumbre, Itachi se había ido.
— Mi Señor –dijeron los dos al mismo tiempo. Y Sasuke tuvo que usar todo su
autocontrol para no golpearlos por utilizar esos estúpidos motes corteses y
protocolarios que tanto lo exasperaban.
— ¿Qué ocurre?
— Cenizas, para ser más exactos –aclaró el vampiro. Luego extendió una
carpeta negra hacia el rey. Sasuke la tomó y revisó los datos que aparecían en
las hojas mientras Shikamaru proseguía-. Me hice de la identificación de uno de
los cazadores, ya que Neji fue demasiado impetuoso y olvidó el protocolo. –
agregó. Aunque prefirió omitir el motivo por el cual había sido impetuoso-
Comparé el nombre y la fotografía del cazador con la base de datos que
tenemos de los vampiros desaparecidos y no encontré nada.
— Indagué un poco más dentro del clan licántropo y, aunque fue difícil, pude
comprobar que no era uno de los suyos tampoco. Decidí ir más allá… y al
compararlo con el registro de personas desaparecidas que el Departamento de
Policía de Konoha publica en Internet descubrí que… el cazador era humano.
— Es verdad –dijo Shikamaru- Pero las pruebas nos están diciendo lo contrario,
y sé que es ilógico porque tampoco se pueden convertir humanos en vampiros,
pero…
Por toda respuesta, Shikamaru soltó un gruñido. Neji miró a Sasuke y a Kiba, y
decidió continuar con su relato.
Sasuke apretó los párpados con fuerza mientras se encaminaba de vuelta hacia
la parte trasera del escritorio y tomaba asiento en el enorme sillón. Últimamente
las jaquecas habían comenzado a entrar en su vida con más frecuencia que
antes. Humanos que realmente podían ser convertidos en vampiros, ¿acaso no
era esa la clase de información que debería conocer un rey?
Respiró hondo y se dedicó a esperar a que Shikamaru, Neji, Kiba o quien quiera
que fuera continuara.
— ¿Qué más? -instó a sus guerreros. Fuera lo que fuera no podía ser peor que
lo que Shikamaru y Neji acababan de decirle.
El rey miró con reticencia y de nuevo sintió que la cabeza estaba a punto de
estallarle. Corrección. Sí había algo peor que lo que le había dicho Shikamaru.
— Al parecer, mi gente quiere una gran fiesta –masculló con tintes de ironía en
su voz.
El guerrero sintió las cabezas de Neji y Shikamaru a sus costados intentando ver
el papel. Pudo escuchar las maldiciones susurradas al ver de qué se trataba.
Los guerreros asintieron y luego de hacer una ligera reverencia con la cabeza,
abandonaron el estudio.
Cuando Sasuke vio la puerta cerrarse, se dejó caer sobre el sillón. No sabía que
era peor, enterarse que los humanos sí podían ser convertidos, tener a un grupo
de licántropos planeando alimentarse de humanos masivamente, el dolor de
cabeza… o la carga que sostenía en sus hombros para la cual no se sentía, en
absoluto, preparado.
Era cerca de mediodía cuando Tenten despertó. Con cierta dificultad logró
incorporarse entre las sábanas de seda entre las que había descansado. Muy
pocas cosas estaban claras en su mente. Neji era una de ellas. Y no era
precisamente algo grato. Mirando a su alrededor, agradeció mentalmente el
hecho de que hubiera estado sola. Se deshizo de las sábanas y notó que una
camisa para hombre había reemplazado el atuendo que ella había usado la
noche anterior.
Entró al cuarto de baño y luego se acercó al espejo apoyando las manos sobre
la encimera de mármol blanco. Aún tenía el cabello castaño recogido en un
moño por demás deshecho, algunos mechones habían escapado pero
conservaba la forma general del peinado. Además todavía llevaba puestas las
joyas con las que había engalanado el vestido que ahora yacía en el suelo de la
habitación hecho prácticamente trizas.
Cerró los ojos y en ese mismo momento, como si lo hubiese invocado con el
pensamiento, Neji apareció en el umbral de la puerta.
— A mí me parece que no. -Tenten tomó la toalla pequeña de color azul claro
que colgaba a través de un aro plateado junto al espejo-. Ahora, si no te importa,
me gustaría no tener que…
— Por supuesto que tenemos que hablar, ¿por qué demonios no me dijiste que
volverías? ¿sabes todo lo que he tenido que pasar en todos estos años sin
saber a donde habías ido? -cuestionó acercándose tanto a ella que literalmente
podía sentir su aliento sobre su piel-. Regresas después de tanto tiempo, te
encuentro con un tipo y tú todavía me dices que no hay nada de qué hablar.
— Si piensas que las cosas siguen siendo como antes estás muy equivocado.
-respondió Tenten sin mostrar el más mínimo ápice de miedo aún cuando el
semblante de Neji resultaba aterrador. Ella ya estaba más que acostumbrada-.
Ahora, sal de aquí…
— ¡Dime quién era ese maldito que estaba abrazándote! -exclamó tomándola
por los brazos con tal fuerza que fácilmente hubiera podido partir en dos un
hueso humano, Tenten lanzó un pequeño quejido pero de inmediato recobró la
compostura-. Sigues siendo mía que no…
En ese momento y con un gran esfuerzo, ella logró zafar su brazo derecho y un
segundo después cruzó el rostro del vampiro de un bofetón.
— ¡Vete al diablo, Neji! -gritó furiosa por sentir que él la trataba como si fuese de
su propiedad. Aunque eso casi podía ser cierto pues cada fibra de su ser se
había estremecido ante su toque tal y como lo hubiera hecho años antes.
Fue en ese momento en el que Neji atrapó los labios de Tenten en un beso
brusco e intenso que fue respondido de la misma manera. Él arrinconó el cuerpo
de la mujer entre la pared y su cuerpo soltando un gruñido cuando sintió las
uñas de Tenten clavadas en sus hombros por encima de la camisa. El contacto
era tan agresivo que rayaba en lo salvaje, Neji bajó sus manos a través del
cuerpo de Tenten hasta las caderas acercándola más a él y haciéndole notar el
deseo que había surgido en su interior, ella gimió y entonces la levantó del
trasero para dejarla en la encimera del lavabo sin importar que la golpeara
contra el espejo.
De un salto bajó del lavamanos y dio un par de pasos hacia la puerta, entonces
Neji la tomó por la muñeca y de nuevo la golpeó contra la pared de mármol
haciendo que ella dejara escapar un quejido que fue sofocado por los
demandantes labios del castaño y luego transformado en un gemido cuando
sintió ese firme cuerpo contra ella. Un segundo después, la mujer logró hacer lo
mismo impactando el cuerpo de Neji contra el marco de la puerta y sin dejar de
besarse, él la volvió a cargar sintiendo las uñas de Tenten clavarse en sus
hombros profundamente.
El deseo que ardía en sus cuerpos era casi insoportable, escapando de sus
cuerpos a través de cada poro en sus pieles y ninguno de ellos era capaz de
evitarlo. No podían hacerlo, los sentimientos y la pasión que habían compartido
durante mucho tiempo no habían desaparecido ni un poco en todos los años que
habían estado separados y eso salía a relucir. Las caricias y los besos eran
cada vez más ardientes, frenéticos y airados.
No sólo la pasión estaba tomando el control del momento, sino también la rabia
y la ira que sentían en contra del otro. En contra de sí mismos y de aquella
relación que los torturaba desde hacía mucho tiempo.
Los labios de Neji se movieron hasta su cuello y las manos hasta las caderas en
donde rompieron la delicada tela que aún la cubría dejándola completamente
desnuda y a su merced. Cuando sintió los labios de él capturando uno de sus
senos y su lengua enrollada alrededor de su pezón, sólo pudo arquear la
espalda mientras los gemidos provocados por el calor escapaban a través de
sus labios. Al sentir que repetía la misma sesión con su otro pecho, ella se sintió
desfallecer.
En ese momento, Neji la tomó con fuerza por las caderas y puso boca abajo
haciendo que ella gimiera. La obligó a abrir las piernas por detrás empujándole
las rodillas con las suyas y entonces permaneció mirando a la espalda, pasando
su mano a través de la suave piel. Tenten hizo un intento por levantarse pero fue
detenida al instante en el que Neji dejó caer su peso casi por completo sobre ella
impidiendo con sus poderosos muslos que cerrara las piernas.
La volvió a tomar por las caderas y entonces el animal que vivía dentro de él le
tomó el relevo velado por el deseo y la penetró. Ambos gimieron al unísono.
Cada fibra muscular del cuerpo de Neji se tensó de placer, un sonoro gruñido
escapó desde el fondo de su pecho y dio inicio con el vaivén de embestidas. La
pasión se apoderó de su control haciendo los movimientos cada vez más
intensos mientras enredaba los dedos entre las mechas castañas que caían
sobre la espalda de Tenten.
Se acercó aún más a la espalda de ella y hundió los colmillos en su cuello para
beber sin refrenar las embestidas que cada vez se tornaban más rápidas y
profundas. Aquel deseo que los consumía sin control parecía convertirse poco a
poco en una ardiente agonía que estaba a punto de hacerlos haría explotar a
ambos. Pronto las sensaciones embriagaron el cuerpo de Tenten llevándolo al
límite hasta atravesarlo, sintió un par de empellones más y luego escuchó el
gemido de Neji sobre su cabeza a la vez que lo sintió derramarse en su interior.
Él cayó sobre la frágil espalda y se dedicó a acariciar la suave piel que parecía
derretirse entre sus dedos. Entre las cuatro paredes de la acalorada habitación,
sólo se podían escuchar la combinación de sus respiraciones entrecortadas y
por un momento se quedaron quietos como dos estatuas. Neji rozó la espalda
de Tenten y fue entonces cuando la sintió temblar bajo su cuerpo. Sin poder
evitarlo sonrió con suficiencia pensando que eran los últimos espasmos del
orgasmo que había tenido.
Neji se levantó un poco sobre sus brazos y notó que ella tenía los ojos cerrados
con fuerza. Acarició su mejilla con el dorso de la mano y ella se estremeció.
— Tenten, ¿qué…?
— Sal de mí por favor -volvió a pedir con la voz casi quebrada-. Ya demostraste
tu punto, sigo siendo tuya. Ahora hazme el favor de permitir que conserve lo
poco que queda de mi dignidad y sal de mí para que pueda correr al baño. Por
favor. –suplicó.
Ese por favor hizo que la sangre se le congelara en las venas. Preguntándose
qué había hecho, lentamente se deslizó fuera de ella y en cuanto le quitó su
peso de encima, Tenten corrió torpemente hasta el baño y luego cerró la puerta
con seguro tras de ella.
Diez minutos salió vestido sólo con un pantalón y una toalla sobre los hombros
con la que estaba secando su cabello. La mirada de la rubia rápidamente se
enfocó en él, pero no dijo nada. Temari conocía tan bien a su compañero que
sabía cuando hablar y cuando no, así que, verlo llegar casi al atardecer sin
haber dormido significaba que había pasado todo el día entrenando abajo por lo
que era preferible que se 'relajara' un poco antes de que ella abriera la
conversación.
Estiró su brazo para dejar con delicadeza el libro sobre una mesita cercana,
luego se puso en pie acomodando el tirante izquierdo de su camisón.
Shikamaru se acercó a ella y luego se dejó caer sobre el sillón que antes había
ocupado Temari. Ella se acercó a él y pasó delicadamente sus dedos entre los
mechones húmedos de su cabello. Shikamaru cubrió sus ojos con un par de
dedos y apretó los párpados con fuerza.
— En realidad, preferiría quedarme así los próximos dos siglos. –dijo Shikamaru
luego de un par de segundos. Temari sonrió.
— Eres perezoso, eso ya lo sabía, pero… ¿dos siglos? Dudo que este sillón
pueda soportarlo.
Escuchó una muy débil risa por parte del vampiro. Shikamaru se removió en el
sillón para acomodarse mejor, luego deslizó las yemas de sus dedos a través del
brazo de Temari y los cerró alrededor de su muñeca, justo en donde había una
marcas tatuadas en color negro. Frunció el ceño y se dedicó a pasar su pulgar
sobre la piel de esa zona, acariciándola como si esperara que eso los borrara,
aun cuando sabía que no era así. Él odiaba esos tatuajes y lo que simbolizaban,
el saber que estaban ahí, sobre la piel de su compañera lo hacían desear que
aquel bastardo, que había muerto hacía mucho tiempo, estuviera vivo para
poder matarlo él personalmente.
Pero también esos tatuajes eran una de las razones por las cuales amaba a
Temari. Porque a diferencia de muchas personas que había conocido, ella había
sido capaz de enfrentar y sobrevivir cosas que incluso él se sentía incapaz de
hacerlo. La admiraba por no querer ocultarlas de él, por portarlas con la mayor
dignidad que alguien jamás podría llegar a hacerlo después de haber sido tan
humillada como ella lo había sido. Aunque quién debía saber todo eso, lo
desconocía en absoluto.
— ¿Sabes qué es lo que he notado últimamente?
— Te amo, Shikamaru y lo sabes. Pero me gustaría que por una sola vez
dejaras de intentar presionarme sobre este asunto.
Gaara era otro que parecía afectado por un asunto similar. Tan pronto como
había puesto un pie dentro de la mansión, Sasuke se enteró de lo que había
ocurrido entre la humana y el guerrero, y aunque en un principio estuvo a punto
de castrar a Gaara por lo sucedido, Sakura lo convenció de que no había
lastimado a Kaiya, al menos no intencionalmente. Ahora el demonio pelirrojo
lucía distinto, su carácter era más explosivo que antes, siempre regresaba de las
rondas de peor humor a como había salido, cosa extraña si consideraban que
antes era al revés. Así que, si bien no tenía la expresión de Naruto, era más que
obvio que Gaara resentía la ausencia de la humana. Sobre todo si consideraban
el ínfimo detalle que, según Kiba y Neji, él se había emparejado con ella.
Cuando miró a Shikamaru, supo que el guerrero aún estaba molesto por no
haber sabido sobre la posible conversión de humanos, y Sasuke lo comprendía.
El asunto con Shikamaru, era un asunto de orgullo herido.
— Sólo quiero que uno de ustedes me acompañe, no quiero que los licántropos
malinterpreten mi visita.
— Yo iré contigo.
— Conozco el terreno y al clan mejor que nadie, vengo de ahí después de todo.
Y también conozco a su líder y sé como negociar con ella.
— ¿Estás seguro? –el vampiro asintió. El rey pareció meditarlo por un par de
segundos más ante de decir-: En ese caso, que así sea. Ahora, pasando al
asunto de los cazadores humanos…
— Eres el rey…
Ella no respondió, giró sobre sus talones y se encaminó hacia la salida, abriendo
la puerta y luego cerrándola de un golpe. Sí, tenía que hablar con Kiba. Y lo
haría.
— ¿Qué crees que haces? –preguntó Ino tan pronto como ambos estuvieron en
el pasillo.
Ino lo siguió esperando que él se detuviera, pero al ver que no lo haría, ella lo
tomó por el brazo y lo obligó a hacerlo.
— Kiba, por favor. Ambos sabemos que no puedes ir con los licántropos. Tan
pronto como te vean intentarán matarte, lo sabes.
— ¿Por qué? ¿qué quieres probar? –preguntó una vez más, esforzándose por
no perder la compostura.
— Sí, pero eso no tiene que ver con que vayas a una misión suicida. –le
interrumpió- No soy estúpida, Kiba así que te agradecería que no intentaras
tratarme como tal.
— Yo no…
— Dime por qué quieres hacerlo, ¿por qué… te quieres arriesgar así? ¿qué…
qué pretendes, ah? –cuestionó sin poder contener más la mordiente sensación
que se estaba alojando en su pecho- ¿qué quieres demostrar?
— ¡Ya te dije que nada, Ino! –explotó el vampiro- ¿Qué quieres de mí, ah?
¿crees que eres la única que puede sacrificarse por esta relación? ¿crees que
siendo tú la única mártir esto podrá ser diferente?
— No sé de qué hablas.
— ¡Oh, por favor! ¿acaso crees que no sé lo que haces, que no sé que tu madre
no sabe que eres una hokage y que estás conmigo? ¿en verdad crees que
nunca sospeché de tus 'visitas' al otro lado? ¡quién quiere tomar a quien por
estúpido ahora! –exclamó sarcástico-. Hay tanta sangre mía en ti que puedo
sentirte a kilómetros de distancia, y por supuesto que te sentía aún cuando se
suponía que estabas con la Oráculo.
— No, no lo has hecho por nosotros, lo haces por ti. Sigues siendo una egoísta,
Ino Yamanaka. –dijo gravemente- Siempre pensando en ti y creyendo que el
mundo gira a tu alrededor; pero déjame decirte algo, amor: esta vez no es por ti.
Es por mí. Esta vez es para demostrarte que no soy la escoria con la que crees
que te emparejaste, por la que dejaste tu mundo de ensueño para irte con un
simple sirviente mestizo. Esta vez… esta vez es por mi orgullo, Ino. Por ese
orgullo que me he tenido que tragar con tal de hacer lo correcto para ti. Y si me
amaras un poco como tanto predicas aunque actúes a mis espaldas, deberías
comprenderlo.
Cada palabra fue como una pequeña navaja que rasgó dolorosamente el interior
de Ino. Nunca había sido su intención hacerlo sentir de esa manera. Jamás
imaginó que sus acciones podían ser interpretadas así, dándoles un significado
tan vil como el que Kiba les había dado. Y sobre todo, nunca hubiera podido
pensar que Kiba tuviera una concepción tan baja de él mismo y de los
sentimientos que ella tenía hacia él.
Y tragándose las lágrimas y el dolor pasó junto a él, golpeando su hombro, antes
de perderse tras la esquina del pasillo.
Kiba permaneció en su sitio, con los puños clavados a sus costados, intentando
controlar toda esa vorágine de emociones que se arremolinaban en su interior.
Con toda honestidad, no había esperado esa reacción por parte de Ino, y eso le
había dolido hasta lo más recóndito de su alma. Habían discutido antes, sí. Pero
nunca como en esa ocasión, no con tanta ira y coraje contra el otro. Su espíritu
se debatía en esos momentos entre la posibilidad de ir en su búsqueda, secar
esas lágrimas que ella intentó ocultar y que ahora él imaginaba corriendo por
esas suaves mejillas que gustaba de acariciar mientras la veía dormir; y entre la
intensa necesidad de hacer valer su condición de guerrero, de rescatar ese
orgullo que creía pisoteado en esos momentos.
Sasuke asintió. Luego se dio vuelta para comenzar el descenso por las
escaleras.
Casi media hora después, por fin llegaron a lo que se conocía como 'El Refugio',
un conjunto de bodegas prácticamente abandonadas a las afueras de la ciudad,
justamente en la parte más descuidada de Konoha, y que eran conocidas dentro
de su mundo como el centro de reunión nocturno de la raza de los hombres
lobos.
Pronto el camino del Escalade fue interrumpido por un par de hombres que los
obligaron a detenerse. Kiba estaba a punto de sacar su arma, pero en el mismo
segundo sintió el cañón de otra arma apoyada en su sien.
El comentario era en parte burla y en parte una forma de interactuar con los
licántropos. Si te iba a enfrentar al lobo, más te valía demostrarle que su aullido
no era tan peligroso como su mordida.
— Dame una razón para no volarte la tapa de los sesos justo ahora, Inuzuka.
Fue entonces que Genma notó al vampiro que viajaba en el asiento del copiloto.
Sasuke lo miraba fríamente ordenándole prácticamente sin palabras que bajara
su arma.
El hombre lobo entendió el mensaje casi de inmediato. Luego le hizo una seña
con las manos a los dos hombres que estaban de pie frente al auto para que
hicieran lo mismo.
Kiba condujo unos metros más hasta hallarse frente a la bodega más alejada de
la zona. Supuso que ese era el 'cuartel general' de los guerreros licántropos. Si
todavía conocía a su hermana eso era más que obvio.
La mujer lucía imponente, su cuerpo era atlético y cualquiera podía decir que
incluso frágil, pero el aura que despedía estaba cargada de una fuerza tan
poderosa que lograba amedrentar a cualquiera que estuviera a su alrededor. A
Kiba le costó mucho trabajo reconocer que la hermana que alguna vez fue
cariñosa y hasta dulce con él cuando niño había terminado convertida en lo que
estaba frente a él. Su rostro se mostraba serio, sin mostrar expresión alguna,
pero su mirada decía todo. Ese par de ojos eran fríos, calculadores… incluso
crueles. Y Kiba no podía culparla, al contrario. Viéndola acercarse a ellos, se
sintió más culpable que de costumbre. Por haberla abandonado. A ella. Y a
todos los suyos.
Ella era la líder del clan licántropo. Hana Inuzuka, su hermana… y la persona
que más ansiaba verlo muerto.
¡Qué ironía!
— Vaya, vaya, vaya… miren lo que Amaterasu nos envía en esa jodida y
absolutamente hermosa noche: Sasuke Uchiha, el recién ascendido rey del
mundo vampírico –dijo denotando un ácido sarcasmo en cada frase- Dígame 'su
Alteza' ¿a qué se debe tan magnífico honor?
Una fingida carcajada salió de entre los labios de la mujer. Kiba se mantenía a la
expectativa, estudiando cada pequeño movimiento que ella hiciera. La conocía
perfectamente y sabía que no podía confiarse.
— Bueno, Sasuke, déjame decirte que el Tratado nunca se firmó así que no hay
ninguna abolición ni tampoco tienes jurisdicción en este lugar para decir que
podemos o no podemos hacer. Y si queremos asesinar a los humanos de todo
Konoha, dudo mucho que tú y tus guerreros –la palabra salió como un golpe
desdeñoso directo hacia Kiba- puedan hacer algo para detenernos. Porque a
diferencia de todos los tuyos que se la pasan encerrados en sus mansiones
perfumándose los traseros, mi gente es guerrera por naturaleza.
— Supongo que tienes razón, -dijo finalmente- pero ambos sabemos que no
podemos quedar expuestos antes los humanos, así que… estoy dispuesto a
negociar contigo, Hana. No vengo en calidad de rey a ordenar nada, vengo
simplemente en pro de una causa que nos afecta a ambas razas –la miró
atentamente, sintiendo que estaba a punto de presentarle su alma al mismo
satanás antes de pronunciar las palabras-: ¿Qué puedo hacer para evitarlo?
Sakura había estado buscando a Ino por toda la mansión hasta que finalmente
la encontró en el jardín posterior, con la mirada perdida en la piscina ahora
vacía. No había escuchado a ciencia cierta toda la pelea que había tenido con
Kiba, pero dada la cantidad de gritos y el portazo final, supuso que las cosas no
habían estado bien en lo absoluto.
— Supongo que si pregunto si estás bien sería una pregunta estúpida ¿cierto?
— ¿De verdad?
— Oh, síp. Naruto siempre ha sido impetuoso, pero en ese momento estaba
algo posesivo. Aunque creo que eso en lugar de ahuyentarlo, lo alentó más a
que me buscara. Así pasaron más de doce años hasta que mi padre se enteró
de que ya no era la 'compañera' de Sasuke y envió en mi búsqueda.
— ¿Por qué?
— Kiba es mestizo, mitad vampiro mitad licántropo; por eso puede salir durante
el día. Y por lo mismo, es alguien con quien ni en las peores circunstancias
podría emparejarme. Aunque lo que mi padre no sabía era que yo ya me había
vinculado con Kiba hacía muchísimo tiempo así que de ninguna manera podría
emparejarme con nadie más. Le pedimos ayuda a Sasuke y él convirtió a Kiba
en hokage buscando elevar su estatus, pero de todas formas mi padre no lo
aceptó.
Ino abrió la boca para responder, pero gritos provenientes del corredor en el piso
de arriba hizo que callara. Segundos después, en las escaleras, apareció Tenten
seguida por Neji.
— No, tú parece que eres quién no quiere verlo: Esto se acabó. Hice todo
cuanto estuvo en mis manos por hacer que esto funcionara, pero tú te
empeñaste de dejarme fuera siempre, en ocultarme las cosas y en hacerme
sentir que no valía para ti mientras yo perdoné una y otra vez tus infidelidades,
tus mentiras y tu falta de cariño. Bien, pues prefiero arriesgarme y alejarme de ti
a volver a pasar por el mismo infierno otra vez ¿me escuchaste?
La mujer apretó los puños con tal fuerza que sus nudillos se pusieron blancos y
amenazaban con dejar que los huesos traspasaran la piel. Sus ojos estaban
llenos de una mezcla entre dolor y furia que era imposible definir cuál emoción
era la que predominaba.
— Ah… hola Ino. Perdón por la escena. –dijo mientras ellas se acercaban.
— ¿Estás bien?
— Tranquila, está bien –le interrumpió Sakura completamente cohibida por tanta
formalidad. Aún no se acostumbraba a eso de ser reina y todo lo que conllevaba.
Eso la mareaba-. ¿Estás bien?
Antes de que la reina pudiera responder, Danzou apareció por la puerta que
daba al comedor para anunciarle a Tenten que el auto estaba listo. Ella se
despidió de Ino y Sakura y luego ellas la vieron abandonar la mansión sin
siquiera mirar atrás, lo cual no dejó de extrañarle a Sakura. Se había enterado la
noche anterior de que ella era, o había sido, la Compañera de Neji; pero se
habían distanciado hacía más de ochenta años. Era algo que ella no podía
entender. No concebía la idea de alejarse de Sasuke por tanto tiempo así que no
se imaginaba como podía soportarlo ella. Y más importante aún… ¿por qué?
— No se puede llamar decisión cuando no tienes más que elegir –susurró Ino,
sacándola de sus pensamientos.
— ¿Perdón?
— La madre de Sasuke me dijo que era lo único que me quedaba por hacer –
aclaró, retomando así su historia y el camino hacia la biblioteca-. "Frente al
mundo no serás de él, pero tampoco serás de nadie" me dijo cuando acepté
entrar en la Cofradía. Aunque eso requirió mucho sacrificio, dejé de ser
considerada 'una mujer' y tengo prohibido tener una ceremonia de
emparejamiento con alguien. Según me explicó, es para evitar conflictos dentro
de la cofradía. Es por eso que los chicos idearon el grabado del nombre de sus
compañeras en el brazo –dijo haciendo que Sakura recordara la segunda parte
de su ceremonia de emparejamiento, en la que casi sintió que el corazón se le
salía del pecho cuando vio a los guerreros grabar su nombre en el brazo de
Sasuke-. Ellos creen que representa una extensión del corazón y del amor que
nadie puede arrebatarles ni borrarles, aunque eso tú ya lo sabes.
— ¿Y la familia de Kiba?
— Entiendo.
Ino se dejó caer por completo sobre el diván de terciopelo verde que había en la
biblioteca. Sakura hizo lo mismo y entonces ambas quedaron en silencio por un
rato.
Minutos después el silencio fue roto cuando un teléfono celular sonó. Ino sacó el
pequeño aparato de su bolsillo abriendo los ojos al máximo cuando vio el
nombre en la pantalla.
Hidan.
Hana tomó la daga con firmeza. El momento había llegado, sin embargo cuando
vio a su hermano a los ojos algo cambió otra vez. En un segundo se vio dividida
entre dos fuertes argumentos que se enzarzaron en una guerra sin cuartel en su
interior.
Por un lado, era lo que debía hacer. Como jefa del clan, o de lo poco que
quedaba, era su obligación tomar la vida del traidor, porque no había sido justo
que mientras él se daba la vida de rey entre los vampiros, ella y su gente
estuvieran peleando cada día por sobrevivir. Había sido un camino muy largo el
que tuvo que recorrer para llegar hasta donde se encontraba ahora, haciendo
cosas que no le enorgullecía pero que no renegaba porque las había hecho bajo
un fin. Y se lo debía a su clan y a su madre.
Pero no había marcha atrás. No había llegado tan lejos como para decaer en el
último momento. No te acobardes por lo que debes hacer. Si lo haces la gente
dejará de confiar en ti y en tu guía. Recuerda, siendo líder no sólo se trata de ti,
le decía siempre su madre cuando la entrenaba. Aunque ahora supuso que
nunca imaginó que se trataría de tomar la vida de su propio hermano.
Apretó con fuerza la empuñadura de la daga. Kiba tenía razón, era así como
debía hacerse: sin balas ni intermediarios, mirándolo a los ojos, concentrándose
en esa mirada que parecía no guardarle rencor por lo que tenía que hacer. ¿Por
qué? ¿acaso no la odiaba? ¿no odiaba a los suyos por perseguirlo a pesar de
que su lugar era como su líder? ¿no la odiaba a ella por haberlo dejado atrás?
Conforme su mano fue formando una curva para irse acercando al pecho del
guerrero, un temblor fue aquejando su brazo. No te acobardes, no te
acobardes… se repetía a sí misma, pero le resultaba imposible. Cientos de
flashazos de lo que alguna vez fue su vida junto a Kiba y su madre estaban
saturando su mente, llenando su interior de emociones que luchaban por tomar
el control.
Intentó pensar en la explicación que habría que darle a sus subordinados por su
decline, pero no hubo necesidad. En el mismo segundo los pocos cristales de
las ventanas superiores reventaron al tiempo que más de una docena de
cazadores aparecían para atacarlos.
Los gritos iban en aumento haciendo que la presión sobre Hana fuera igual.
Proteger. Ese era el primero y más importante mandato que tenía sobre sus
hombros. Tienes que protegerlos. Porque si no lo haces tú, ¿quién lo hará?
Repetía para sí una y otra vez dentro de su cabeza, como una grabación que le
recordaba el motivo de sus acciones, de su vida.
Con todas sus fuerzas puestas en la batalla y en el enemigo que tenía frente a
ella, Hana hacía todo lo posible para no pensar en los gritos de la gente, de su
gente. Trató con toda su alma de ignorar los lamentos que se colaban a través
de las paredes mientras afuera el infierno alcanzaba a todos los que conocía.
— ¡HANA! –gritó Kiba corriendo hacia ella y haciéndole frente al cazador que
planeaba atacarla.
Tan pronto como apuñaló al cazador, vio como éste se convertía en un montón
de polvo negro que se perdía en el piso. Ignorando por completo el hecho, se
giró lentamente para preguntarle a su hermana cómo se encontraba. Entonces
sintió dos impactos directos en su pecho antes de que algo perforara su interior
por la espalda.
— ¡KIBA!
Cuando por fin estuvo frente a ambos, se encargó de acabar con otro par de
cazadores antes de agacharse junto a Kiba y tratar de averiguar su estado. El
guerrero sangraba profusamente por las dos heridas de bala, una en el pulmón y
otra en una arteria cercana al corazón. Además de la apuñalada que había
recibido en la espalda. Sin chistar sacó el teléfono del bolsillo de su abrigo y
oprimió una tecla. La voz de Shikamaru se oyó al otro lado más él evitó que
dijera algo más.
— Necesito que tú, Gaara y Naruto traigan sus traseros aquí –el hokage intentó
interrumpirlo, pero Sasuke se lo impidió- ¡AHORA! –gritó antes de cerrar el
teléfono y volver su atención a Kiba- Tranquilo, ya vienen los refuerzos. Vas a
estar bien.
Y entonces se dio cuenta de que los cazadores iban preparados para atacar a
una comunidad licántropa. Analizando las heridas de Kiba, notó que las balas
eran de plata, algo a lo que los lobos eran alérgicos. La plata era igual a veneno
para ellos.
Intentó enfocar su mirada en Sasuke, pero se estaba volviendo sólo una silueta
siendo tragada por las sombras.
Kiba quiso asentir, pero algo en su interior le dijo que no iba a ser así. No en esa
ocasión.
— Y lo harás. Así que no te despidas ¿de acuerdo? –le dijo el rey intentando no
parecer nervioso, pero la forma tan rápida en la que se estaba enfriando la mano
del guerrero le hacía temer lo peor- La verás y le dirás que a pesar de haberle
discutido están bien. Tú tranquilo, todo estará bien.
Ino no estaba segura de por qué había aceptado ir a ese lugar. La llamada de
Hidan sin duda la había inquietado, sobre todo porque él no solía 'rebajarse' a
llamarle cuando quería fastidiarla. Sin mucha prisa se encaminó junto con
Sakura hacia la puerta de cristal de aquel restaurante donde el vampiro la había
citado.
No fue difícil hallarlo. De entre todos los humanos que se daban cita en el lugar,
Hidan era el único que parecía estar conteniendo la respiración para no oler lo
que había a su alrededor. Aunque mantenía su 'elegancia' intacta, era obvio que
estaba a dos segundos de salir corriendo.
El vampiro la vio y rápidamente le hizo una seña para que se acercara. Ino
respiró profundo y prosiguió con su andar, agradeciendo internamente que
Sakura hubiese decidido acompañarla.
— Muchas gracias por venir, Ino –dijo el hombre tan pronto como ambas
mujeres tomaron asiento. La rubia se sorprendió aún más. Que el agradeciera
su presencia no podía significar nada bueno.
En realidad lo que ella esperaba era alguna clase de desplante hacia Sakura,
una mirada desdeñosa, un labio fruncido o algo que indicara que Hidan al igual
que la mayoría de los miembros del Círculo seguían sin aprobar a su reina
mestiza; sin embargo, lo único que hubo fue una solemne inclinación de cabeza
por parte de él.
— No en esta ocasión –se apresuró a decir él-. Hace unas dos semanas
discutimos y yo salí de viaje a Suna. Desde ahí le llamé por teléfono y ambos
acordamos en vernos una vez que yo regresara para así poder aclarar las
cosas. Le di la fecha de mi regreso y desde entonces no he sabido nada de ella.
En casa nadie la ha visto, su teléfono está apagado y no hay señales de ella por
ninguna parte. –hizo una pausa esperando alguna reacción por parte de la
guerrera. Al no haber nada, decidió agregar-: Sé que no te agrada, sé que suele
ser caprichosa y un dolor de muelas muchas veces, pero es mi familia, ella es lo
único que tengo y… y tú eres la única a la que puedo recurrir. Por favor, Ino.
La rubia no sabía que decir. Todo lo que decía Hidan era verdad, su angustia
parecía sincera ahora que la miraba a los ojos pidiendo su ayuda. Sí, él le había
hecho daño antes, pero ella no era de la clase de personas que le daba la
espalda a la gente en desgracia. Así que estaba a punto de aceptar ayudarlo
cuando su teléfono sonó. Sacó el pequeño aparato del bolsillo de su abrigo y
miró el identificador. Se trataba de Neji.
— ¿Sí?
— Es Kiba.
Más tardó en despedirse de Hidan y asegurarle que haría lo que pudiera para
hallar a Karin, que en lo que estuvo de regreso en los terrenos de la mansión.
Con esa opresión en el pecho yendo en aumento, sólo se aseguró de que
Sakura la hubiera seguido antes de emprender la carrera directamente hacia la
casa. Abrió la puerta por completo, corrió por el vestíbulo hasta la puerta debajo
de la escalera, descendió los escalones de dos en dos y luego siguió corriendo
hasta que vio a Sasuke y Neji esperando fuera de la enfermería.
— ¡No quiero calmarme! –exclamó más alterada. El tono del rey y el semblante
absolutamente serio que cargaba en ese momento le hicieron suponer lo peor-.
¡Dónde está Kiba!
— ¿Qué pasó?
— ¡Qué demonios haces aquí, maldita bruja! –exclamó Ino mientras avanzaba
hacia ella. Todo había comenzado gracias a ella. Ella era la culpable de que
Kiba estuviera ahí, herido. Ahora Ino le iba a hacer saber que era más que no
bienvenida en la mansión.
Sin embargo, Sasuke la tomó por la cintura y la alejó de Hana. Ino comenzó a
enzarzarse en una pelea verbal con la mujer lobo, insultándose la una a la otra,
culpándose por ser la causa de la actual situación de Kiba y buscando siempre
deshacerse de los agarres que Sasuke y Neji tenían sobre ellas.
— ¡Ya es suficiente! Las dos tienen que controlarse. En estos momentos Kiba
está muy malherido y sus gritos no están ayudándolo, se los aseguro. Así que
ambas se calmarán en este instante o las haré subir ¿estamos?
De un empujón, Hana se liberó del abrazo de Neji y miró a Sakura con furia.
— ¿Quién es ella? –preguntó con fastidio sin dejar de mirar a la mujer de ojos
verdes.
Con cada minuto que pasaba, Ino sentía el pasillo encogerse a su alrededor.
Repentinamente el aire le pareció irrespirable, como si sus pulmones no
pudieran soportar tenerlo dentro; la atmósfera en el corredor era gélida,
escalofriante, llena de una pesadez que la estaba agotando conforme el tiempo
transcurría. Tiene que sobrevivir, tiene que sobrevivir… se repetía una y otra
vez, convenciéndose a sí misma de que el destino no podía ser tan cruel, de que
iban a tener una oportunidad de arreglar todo y disculparse por lo dicho mientras
discutían.
— ¿Eso quiere decir que se pondrá bien? –preguntó Sasuke. Hinata llenó sus
pulmones de aire antes de responder.
Ino sintió que estaba a punto de desvanecerse, de hecho, casi pudo sentir como
sus piernas dejaban de sostener su peso sobre sí mismas. Pero no tocó el piso.
Neji la sostenía apoyándola contra su pecho, evitando así que llegara al suelo.
Naruto asintió lentamente, entonces vio como Hinata miraba hacia la puerta. Él
hizo lo mismo y luego volvió a mirarla.
Sólo quería estar unos segundos más a su lado. Todos esos días le había hecho
tanta falta que se sentía como si algo le faltara, algo realmente importante. Se
sentía perdido sin ella.
— Ah… sí, está bien –respondió ella finalmente, encaminándose hacia la puerta,
siendo seguía por el guerrero rubio.
Cuando llegaron al centro del patio, ambos se detuvieron. Afuera el aire helado
formaba pequeños remolinos alrededor de ellos, haciendo que su murmullo
fuera todo lo que se escuchaba en ese momento. Ninguno de los dos pareció
demasiado incómodo para romperlo. O al menos así les pareció.
— Yo… ah… iba a venir a buscarte –dijo Hinata de forma sorpresiva- Pero no
sabía a qué hora saldrías para hacer rondas y… yo… no sé…
Mientras dejaba la frase en el aire, una fuerte brisa llegó hasta ellos e hizo
ondear el cabello de Hinata alrededor de su rostro. Ella se abrazó con fuerza a sí
misma, apretando el abrigo contra sí. Él quería rodearla con el brazo, pero se
contuvo y esperó que el abrigo estuviera haciendo bien su trabajo de mantenerla
lo suficientemente abrigada.
En esa noche fría, todo lo que podía hacer era quedarse allí parado junto a ella
mirando fijamente la inmensa extensión del patio empedrado frente a ellos. El
mismo lugar donde semanas antes, él se había dado cuenta de la estupidez más
grande que había cometido al subestimarla.
— ¿Ah, no?
Hinata pasó una mano por su rostro para apartar un par de mechones que caían
sobre sus ojos.
— Toda mi vida fui subestimada por mi padre, siempre siendo la débil ante sus
ojos, la que no era capaz de comprender nada de lo que él hacía. Incluso
cuando le dije que estudiaría medicina y que viviría sola, él dudó que yo lograra
hacer algo realmente importante. Siempre dudaba de mí… -susurró con
nostalgia- pero, ¿sabes que fue lo peor?
— ¿Qué cosa?
— Que había veces en las que creí que era verdad. Cuando era niña, era tanta
mi necesidad de que mi padre me aceptara que pensé "si yo creo que también
soy débil y le dio la razón, él entonces sabrá que estoy de su lado" –intentó reír,
pero sólo salió un sonido amargo, doloroso.
Naruto odiaba que ella hubiese tenido que pasar por el rechazo de su padre
estando sola.
— En verdad llegué a creer que no valía la pena, que era alguien dispensable,
alguien que podía ser reemplazada con facilidad como lo era un mueble o una
prenda de ropa arruinada. Porque yo no era bonita y lista como Hanabi, no tenía
ese brillo en la mirada ni esa luz que iluminaba cualquier lugar en el que se
hallara. Siempre fui la callada, la tímida, la que no podía articular dos palabras
sin tartamudear, a la que nadie notaba. Simplemente me sentía… invisible.
— Estas últimas semanas contigo han sido aún peor –respondió tajante
mirándolo a los ojos-. Cuando pienso en esas noches… sabía que algo estaba
mal. En el fondo de mi corazón yo lo sabía, podía sentirlo. Dejaste de venir a la
cama regularmente, ya no descansabas, pasabas todo el día entrenando o en el
estudio. Dejaste de ser el hiperactivo, ahora siempre estabas tenso. No comías,
ni siquiera venías a mí para alimentarte. Y cuando te preguntaba cómo te
sentías referente al sello, siempre me contestabas la misma frase. Siempre. –
volvió a mirar al frente- Yo sabía que algo andaba mal, pero no quería enfrentar
la realidad de que… tal vez… estuvieras mintiéndome en algo tan importante
como el asunto del kyubi.
El perfil de ella estaba siendo iluminado por la luz de la luna, dándole a su piel
un extraño brillo que la hacía aún más hermosa ante sus ojos mientras
continuaba.
— Pienso que eso forma parte del enredo mental que hay en mi cabeza en este
momento. Todo el asunto me lleva de regreso al modo en que solía vivir cada
día de mi vida. Después de conocerte y de mudarme aquí me sentí tan aliviada,
porque finalmente tenía con seguridad todo lo que una vez pude haber deseado.
Increíblemente tenerte a mi lado me proporcionó una base. Me hizo sentir a
salvo. —Se volvió hacia él—. ¿Este asunto contigo? ¿El mentir? Hace que
sienta que no puedo volver a confiar en mi realidad. Sencillamente no me siento
a salvo, me refiero a que, todo mi mundo gira en torno a ti. Porque el más
reciente y más importante capítulo de mi vida está basado en ti, porque nuestro
emparejamiento es la base de mi vida. Así que esto implica mucho más que el
hecho de que tengas que retirar el sello ¿lo entiendes?
— Sí, lo sabía. Es por eso que no había estado durmiendo. Sentía que estaba
haciendo mal al no decírtelo.
— El asunto es así… Al final de cada noche volvía a casa y me decía que no iba
a hacerlo otra vez. Que tú necesitabas saberlo porque no era justo que te tratara
así, que era necesario decirte la verdad. Y en cada puesta del sol me
encontraba subiendo las escaleras desde el salón de entrenamiento porque no
había podido decirte nada. No quería que te preocuparas, y me decía a mí
mismo que no te lastimaría más. Pero no podía pensar en otra manera que no
fuera alejarte de mí antes de que te hiciera más daño. –se frotó el rostro con
ambas manos al tiempo que enfocaba su mirada en el cielo- Estaba equivocado,
lo sé y no podía afrontar lo que te estaba haciendo. Simplemente eso me estaba
matando.
A veces las palabras eran menos valiosas que el aire que las transportaba
cuando se trataba de acercarse.
— Será mejor que vuelva a la clínica. El amanecer se acerca y aún tengo cosas
por hacer.
— Estaré bien.
Cuando Sasuke dejó la enfermería, traía sobre sus hombros un peso más. La
desaparición de la prima de Hidan era un hecho aislado, nunca antes se había
sabido sobre la desaparición de un civil, no a menos que cayera en manos de
akatsuki en dos formas: como uno de sus miembros, o como su víctima. Y dado
que Orochimaru sólo aceptaba varones en sus filas, la primera opción estaba
prácticamente descartada. Eso dejaba la opción que él temía. Sí, conocía a
Karin pues en las ocasiones en las que había acompañado a Ino a casa de sus
padres, esa mujer no había desaprovechado la oportunidad para insinuársele;
pero no era ese el motivo por el que temía por ella, sino porque ahora, siendo
rey, sentía que tenía el futuro y la vida de todos los miembros de su raza en sus
manos. Y eso le hacía sentir que cualquier cosa que les pudiera ocurrir, sin
importar de quién se tratase, él sería el culpable.
"Como rey vas a aprender que tienes que protegerlos. Porque si no lo haces tú,
¿quién lo hará?" le había dicho Hana antes de dejar la mansión minutos antes
de que las persianas de acero se corrieran.
— Nada de lo que ocurrió esta noche fue tu culpa. –Sasuke bufó hastiado.
— Y aún así hubieran sido atacados por cazadores y muy probablemente otro
de tus guerreros o incluso tú pudieron resultar heridos. No eres responsable del
destino, no puedes manipularlo a tu antojo y no puedes culparte por los
resultados de las decisiones que toman las personas a tu alrededor, Sasuke. Si
no dejas de hacerlo terminarás vuelto loco.
El menor de los Uchiha estaba a punto de replicar cuando Sakura salió por la
puerta del baño. Él la miró y soltando todo el aire de sus pulmones se dejó caer
derrotado sobre la cama. El dolor de cabeza lo estaba matando y su hermano no
ayudaba.
— Ven, luces cansado. Vamos a que te des un baño y así puedas descansar ¿te
parece?
— ¿No vas a preguntarme si estoy bien, o decirme que todo estará bien?
Pero así era ella. Y por eso la amaba más que a nada en el mundo.
— Creo que el baño es una buena idea –le susurró contra su cabello, sin dejar
de abrazarla.
— ¿Qué cosa?
Era insano, era enfermizo y era irracional, pero no podía evitarlo. Las últimas
semanas ir a ese lugar se había convertido en parte de su rutina diaria. Sólo se
conformaba con verla alistándose para dormir. Sólo viéndola.
Cada noche, Gaara visitaba la casa donde ahora vivía Kaiya. Una vez al inicio
de la noche y otra al final. Sólo para asegurarse de que ella seguía ahí, de que
no había sido sólo un sueño. Desde las sombras que se proyectaban en el
jardín, él se dedicaba a observarla durante unos segundos, tal vez un par de
minutos antes de comenzar sus rondas; y luego, al final de la noche, volvía
cerca del amanecer.
"¡Fantástico! Ahora no eres mejor que un voyeurista", se dijo a sí mismo. "Eres
patético".
Observó cómo Kaiya iba hacia el reproductor de audio, ella oprimió un botón y la
suite para violonchelo solo de Bach dejó de escucharse a través de los cristales
de las ventanas. Ahora sabía que ella tenía una fuerte inclinación hacia la
música clásica, la escuchaba todas las noches durante un par de horas,
después iba a la cocina por un poco de té y luego se iba a la cama. Claro, eso lo
había averiguado en las últimas semanas donde puso en práctica sus
habilidades de espía barato, porque cuando ella había estado en la mansión, él
ni siquiera había hecho el intento por conocerla un poco. Ella se giró para
encaminarse hacia la cocina cuando tropezó con un taburete.
Kaiya no fue del todo consciente de lo que ocurría a su alrededor. Había dejado
de escuchar música dispuesta a irse a dormir temprano cuando un error le había
hecho olvidar el taburete en el que había permanecido sentada, haciéndola
tropezar. Pero entonces… no cayó al suelo. Algo la sostuvo, un par de brazos
habían impedido su caída al rodearla por la cintura. De inmediato una ola de
pánico asaltó su cuerpo y ella comenzó a forcejear para liberarse del agarre,
intentó soltar manotazos y movió sus piernas con insistencia. Todo para librarse
de aquel desconocido.
Sólo que cuando su nariz percibió aquel aroma profundo se dio cuenta de que
aquel… no era un desconocido. Dejando de luchar y con los ojos abiertos por
completo, sólo atinó a decir una sola palabra:
— ¿Gaara?
— Vamos a dejar esto claro ¿de acuerdo? –dijo sin mirar a algún lugar en
específico-. Ya me cansé. Sé que estás aquí, Gaara. Así como también sé que
has sido tú quién ha venido a mi casa cada noche desde que dejé la mansión.
Sé que eres tú quien apaga la cafetera cada noche cuando yo la dejo encendida,
y también sé que eres tú quien corre las persianas de mi habitación antes de
que amanezca.
Oh, mierda. Ahí estaba otro error aún más garrafal que el que acababa de
cometer: la había subestimado. Nunca creyó que ella pudiera percatarse de
todos esos pequeños detalles, pero claro, él había sido un imbécil al no recordar
que ella estaba ciega. No pudiendo ver, era más que obvio que los detalles que
él consideraba 'insulsos' pasaran a tomar gran relevancia para alguien que tenía
una percepción muy distinta a la suya.
— Sólo quiero saber que estás aquí, por favor –suplicó ella en un susurro-. Mira,
si hay algo que quieras hacer o decirme sólo hazlo ¿de acuerdo? –no obtuvo
respuesta y eso la hizo suspirar pesadamente-. Habla conmigo, Gaara.
Ella había sido un remanso de tranquilidad dentro del infierno que era su vida
diaria y daría cualquier cosa por ella. Cualquiera. Tan sólo por un minuto, un
segundo para poder estar a su lado siendo simplemente él. Pero él no podía.
Porque él no la merecía.
El orgasmo lo alcanzó como una ola enardecida que se extendió por todo su
cuerpo, arrancando un gruñido de sus labios. Y fue entonces cuando ese exceso
de energía que siempre tenía en su interior ahora había pasado hacia la mujer
incrementando considerablemente la cantidad de placer que ella sentía. Eso era
en realidad el truco detrás de su mal ganada fama. Ese era el secreto tras el
amante de ensueño que hacía delirar a todas las mujeres de su raza y que era
motivo de envidia y maldiciones entre los demás varones. Era tan patético que si
alguien lo llegara a descubrir toda su reputación se vendría abajo.
Como un ángel, o mejor dicho, como un mestizo era muy curioso lo que sucedía
con él. El poder de los de su clase estaba íntimamente ligado a sus emociones.
Así las emociones 'buenas' aumentaban su poder y las 'malas' lo disminuían.
Genial, pensaría cualquiera. Excepto que, al ser mestizo, el no podía tener bajo
control toda la energía y el poder que las emociones 'buenas' producían. Sí,
aunque él pretendía ser un jodido bastardo mal nacido la mayor parte del
tiempo, lo cierto era que no podía ser una mala persona del todo porque sus
hermanos dentro de la Cofradía le importaban más de lo que él quisiera. Ese
amor fraternal era lo que hacía que sus reservas de poder se mantuvieran
constantemente por encima de un nivel normal y cuando éste se descontrolaba,
era cuando él podía brillar como una linda lámpara incandescente que volvía
polvo todo lo que tocaba.
Los tatuajes que cubrían el lado derecho de su cuello y brazo, ayudaban pero no
eran una solución permanente. Eran más que nada una forma de equilibrio que
ayudaba a distribuir la energía dentro de su cuerpo, por eso cuando se
descontrolaba, los tatuajes crecían en un intento por mantener ese equilibrio,
aunque ese pequeño truco le causaba demasiado dolor. Ahí era cuando
intervenía el sexo decadente, lujurioso y sin compromisos que, ciertamente,
también ayudaba. Basados en los términos del pueblo de su madre, la lujuria era
lo opuesto al amor real, era la simple expresión del deseo carnal que nublaba los
sentidos y hacía que alguien se alejara de la búsqueda del verdadero amor sólo
por la simple satisfacción de la carne. Bueno, contrario a lo que podría pensarse,
era ese pequeño principio el que le ayudaba a sobrevivir.
El simple sexo vacío servía de dos formas para deshacerse del exceso de
energía. Por un lado, un poco de esa energía pasaba a su amante para
aumentar su placer convirtiendo un simple orgasmo en una experiencia casi
divina. Y por el otro, disminuía su energía al ser precisamente eso: vacío. Siendo
simplemente el acto de follarse a alguien, sin ningún sentimiento involucrado, lo
convertía en el grado de expresión más alto de la lujuria.
Era por eso por lo que él no podría amar a nadie. 'Hacer el amor' en lugar de
tener sexo, era algo absolutamente imposible para él. Y había quedado más que
comprado hacía mucho tiempo.
Cuando el último estremeciendo del orgasmo desapareció de su cuerpo, él se
alejó de la mujer permitiendo así que ella pudiera apoyar ambos pies en el piso.
Con la respiración aún agitada, cerró la bragueta de sus pantalones e intentó
acomodar un poco sus ropas. Miró de soslayo a la mujer humana. Rubia, ojos de
un color verde pálido, cuerpo atlético, cara linda. La había visto desde que entró
a X-tasis, bailando con un grupo de amigas. Ella lo miró, él la miró, ella sonrió, él
se acercó, le susurró unas cuantas cosas, ella le dio unas cuantas sonrisas y lo
demás fue cuestión de tiempo. No fue muy difícil convencerla de alejarse de sus
amigas e ir con él a un lugar 'más tranquilo'.
Así que sin más preámbulos habían terminado dentro de uno de los baños de la
zona VIP del club.
Ella terminó de acomodarse la falda corta que cubría la mitad de sus muslos y
abrochó los botones de su blusa. Entonces notó que él la miraba. Le sonrió
traviesa y se acercó a él.
Neji se limitó a recibir un rápido beso en los labios y luego dejó el baño. Atravesó
el pequeño mar de gente que bailaba en la zona VIP, bajó las escaleras
lentamente intentando ignorar a las personas que se movían a su alrededor y el
estruendo de la música que sonaba en aquel instante. Finalmente detuvo su
andar cuando se encontró fuera del club. Metió la mano al bolsillo donde la
humana había metido el pequeño trozo de papel donde él sabía que estaba su
número de teléfono.
Sostuvo el pedazo de papel entre sus dedos marcados por los tatuajes rojos, su
piel brilló ligeramente y entonces el papel se convirtió en simple polvo dorado
que se espació en el viento. No le interesaba. En realidad ninguna de ella lo
hacía.
Metió la otra mano en su otro bolsillo del que sacó un cigarro y su encendedor
dorado. Mientras lo encendía, tomó el camino a su izquierda dispuesto a
comenzar sus rondas.
Karin observaba horrorizada el enorme charco color carmesí que había frente a
ella. Sin poder evitarlo, se encogió más sobre la esquina en la que estaba, sus
uñas arañaban ligeramente la sólida pared que la envolvía, recordándole que
eso no era una pesadilla, que lo que estaba viviendo no era un terrible sueño del
que pronto iba a despertar para encontrarse con el, ahora no tan, odioso rostro
de Hidan quien la esperaría para cenar juntos.
Apretó los párpados con fuerza mientras recordaba lo ocurrido la noche
anterior…
Como al inicio de cada noche desde las últimas semanas, aquel cazador que la
tenía cautiva la dejó sola. Otro cazador había llamado a la puerta un poco antes
de que el sol se ocultara por completo, había mencionado algo sobre un plan y
que todo había quedado listo. No le había tomado mucho tiempo darse cuenta
que aquel que la mantenía encerrada era el cazador de mayor jerarquía después
de Orochimaru. Eso le extrañaba, pues era perfectamente consciente de que
ese cazador apenas había pasado por la transición, ella lo sabía por la cantidad
de veces que se había alimentado. Y era precisamente por eso por lo que le
resultaba difícil creer que alguien tan joven estuviera al mando.
La primera idea que cruzó su mente fue intentar huir, pero como siempre, se dio
cuenta de que era imposible. Su captor lo sabía y eso era lo que más la
torturaba. Él sabía que ella quería huir, también sabía que le refrenaba el hecho
de que, una vez dejando la habitación no tendría más a donde ir, los otros
cazadores la hallarían y muy probablemente la matarían. Él disfrutaba con su
sufrimiento, con su confusión, y por eso jugaba con ella. Por eso la mantenía a
su lado y le daba la libertad de hacer cuanto quisiera en la habitación, incluso
dejaba la puerta abierta; era como si quisiera ver hasta donde la llevaría su
dolor… o su estupidez.
En realidad, después de todo lo que había tenido que pasar durante las últimas
semanas, la muerte ya no sonaba tan aterradora como lo había pensado antes.
Ahora le parecía la única forma de escape que tenía, pero aún así no podía
hacerlo. Apretando la sábana de seda negra contra su pecho se dio cuenta de
que no quería morir, no sin antes ver a Hidan una vez más. Habían discutido por
nimiedades como siempre, pero ella se había extralimitado al decirle que
ninguna mujer lo tomaba en serio y que por eso Ino había preferido emparejarse
con un licántropo que con él. Había sido un golpe realmente bajo, incluso para
ella, y ahora no hacía más que arrepentirse de haberle dicho aquello.
Por eso no podía morir, debía tener una oportunidad para decirle a su primo, el
único hombre que no la veía como si sólo fuese una Barbie tonta, vacía y hueca,
que realmente lo sentía.
Cerró los ojos intentando que las lágrimas no volvieran a aparecer. Se sentía tan
sola, tan perdida, tan vejada por todo lo que había tenido que vivir las últimas
dos semanas. Dormir con él, ser su fuente de alimento… se sentía peor que una
esclava. Y en realidad lo era. Un sollozo escapó de sus labios contra su
voluntad. Ella se llevó una mano hacia su boca y entonces lo sintió: una
sensación mordiente que hacía encoger su estómago y enviaba escalofríos por
todo su cuerpo. De inmediato se tensó y abrió los ojos por completo al reconocer
esa sensación: Hambre.
Sin poder evitarlo su cuerpo tembló. Habían pasado un par de meses desde que
ella se había alimentado, además era la primera vez que era el sustento de un
primerizo y eso había agotado sus reservas de energía antes de lo imaginado.
De nuevo su cuerpo tembló. Ella no podía… moriría antes de…
En ese momento su captor apareció por la puerta vestido sólo con una toalla
enredada en las caderas. Ignorándola fue hacia el armario donde se vistió con
las ropas de combate, abrió un compartimiento sobre el que tecleó una clave y
sacó las armas necesarias para portar. Ella esperaba que continuara así, que la
ignorara, pero mientras comprobaba el cartucho de una de sus armas, de nuevo
esa sensación de hambre llegó a ella y no pasó desapercibida para él.
— ¿Tienes hambre? –preguntó con ironía. La mueca se hizo aún más amplia
dejando al descubierto sus colmillos. Él la soltó y se levantó de la cama para
volver a lo que estaba haciendo cerca del armario-. No te preocupes, lo
resolveré cuando vuelva. –le dijo antes de abandonar la habitación.
Karin no pudo ocultar su cara de espanto cuando vio al civil. Ella lo conocía. Era
el compañero de una de las mujeres a las que ella solía considerar sus amigas,
en realidad, era el compañero de la única mujer que no había sido tan hipócrita
con ella. Tan sólo lo había visto en un par de ocasiones, pero su amiga no
dejaba de hablar acerca de él. Su nombre era Shigeo Okiyama, un hombre de
estatus social respetable debido a la fortuna que había hecho gracias a un
manejo impecable de la bolsa de valores y que se había emparejado hacía unos
sesenta años.
— ¿Perdón?
— No.
El cazador se colocó detrás del civil y la miró con una frialdad que le heló
profundamente los huesos.
— ¿Segura?
Karin estaba tan horrorizada por ver aquel cuerpo inerte sobre el sucio piso de
aquella habitación que ni siquiera notó cuando su captor cerró la puerta de la
celda con ella adentro. Cuando fue consciente de ello, comenzó a gritar pidiendo
que la sacara, pero nadie respondió sus ruegos.
— Todo resultó conforme al plan. Sin contratiempos. –ella reconoció aquella voz:
era la del cazador que la mantenía cautiva-. La colonia quedó prácticamente
aniquilada.
Karin tembló ante la idea de las asquerosas manos de un cazador sobre ella, así
que juntando fuerzas de flaqueza logró ponerse en pie y llegar hasta el baño.
Milagrosamente consiguió darse una ducha, intentado de forma inútil hacer que
el olor a muerte desapareciera de su piel. Algo le decía que ese olor nunca la
abandonaría. Con todo su cuerpo temblando, alcanzó una bata de baño color
negra y se vistió con ella.
— No voy a dejarte morir tan fácil, ¿me escuchaste? –le susurró junto a su oído.
Luego la apartó ligeramente para observarla, su mirada se tornó aún más fría-.
Así que podemos hacer esto por las buenas o por las malas. Elige.
Karin lo miró muerta de miedo, peor… sintiendo que su cuerpo pedía por él. La
sensación de hambre ya la había sobrepasado, sus sentidos estaban tan alertas
que fue perfectamente consciente del delicioso ruido que hacía la sangre de él
corriendo a través de sus venas, del latido de su corazón bombeando aquel
preciado líquido hasta al más recóndito lugar de su interior, de su aroma
reflejando vida, un aroma que la invitaba a tomar lo que necesitaba.
Sin poder negarlo más, lentamente fue inclinándose sobre el cuello del cazador,
sus colmillos se habían alargado lo suficiente para que perforar la piel no fuera
para nada difícil. Lo escuchó soltar un gemido ahogado y sintió la sangre
emanar por la herida, llenando su boca con aquel sabor que ahora no podía
parecerle más amargo. El nudo de la bata fue desecho, las manos de él
recorrieron su cuerpo, abrieron sus muslos y lo sintió adentrarse en ella. Esta
vez su cuerpo no lo rechazó, ni siquiera opuso resistencia. Aferró sus uñas a los
hombros del cazador y las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos mientras
sentía la fuerza de él pasar a ella, quemando su interior, desgarrando el lugar
por donde pasaba.
Nunca en toda su vida creyó que se podía odiar tanto a sí misma. Pero ahora lo
hacía.
De nuevo maldijo. Jamás había sentido tanto dolor, pero sentirlo era bueno
porque eso significaba que seguía con vida ¿no?
— No te levantes.
Esa voz sonó como un coro de ángeles, rápidamente giró la cabeza hacia su
derecha obviando el terrible mareo que sintió por esa acción. Ino, su Ino estaba
ahí, sentada en una silla de metal, cerca de la camilla.
— ¿Cómo te sientes?
Sus labios se movieron trémulos haciendo vanos sus intentos por articular una
sola palabra. Fantástico, si no había muerto, había quedado mudo o peor…
estúpido. Ella se levantó de su asiento y se acercó a él, sentándose a su lado
sobre la camilla. Estiró su mano para acariciar un poco su cabello y ese simple
roce de sus dedos le pareció pedazos de cielo directos en su corazón. Él la miró
fijamente, memorizando y repasando una y otra vez cada una de sus perfectas
facciones que por un instante creyó no volver a ver. Era hermosa, más que
hermosa para él. Ella significaba todo, algo sin lo que podría seguir respirando si
le faltara, algo que era más importante que su corazón o su alma.
Él sonrió un poco.
— Perdóname, Kiba –susurró con la voz quebrada incapaz de evitar que las
lágrimas se deslizaran por sus mejillas-. Nunca fue mi intención lastimarte, te lo
juro amor. Yo…
— Shh… no digas nada –acunó su rostro entre sus manos y acarició sus
mejillas- Yo también lo siento. No quise decirte todas esas cosas, eres lo más
importante para mí, Ino. Y no importa lo que el mundo pueda creer, por mí
pueden joderse todos en el infierno con sus estúpidas ideas sobre diferencias
entre razas –tomó la mano de ella y la apoyó contra su pecho, justo en su
corazón, haciendo caso omiso al ligero dolor que sintió- Tú estás aquí, amor.
Eres lo único que hay dentro de mí y primero moriré antes que me faltes ¿me
crees, verdad?
Por toda respuesta, ella unió sus labios a los de él con intensidad. Kiba logró
incorporarse un poco, pasó su mano hasta la nuca de ella y la aferró contra su
cuerpo, ignorando las reacciones dolorosas que eso provocaba en sus heridas
aún sin curar. No le importaba, estando tan cerca de perder al amor de su vida,
lo único que le interesaba en ese momento era sentirla ahí, con él, saber que
había regresado a la realidad donde sólo ellos dos importaban.
Hinata no pudo evitar sonrojarse al ser testigo de aquella escena. Tan pronto
como había caído el anochecer, había ido a la clínica para arreglar un par de
pendientes y luego se había trasladado hacia la mansión para ver cómo seguía
el estado de Kiba. Según Shikamaru, en una de la media docena de llamadas
que tuvieron, le dijo que se estaba recuperando conforme lo planeado y que
estaba respondiendo positivamente a los medicamentos, pero aún así ella quiso
asegurarse en persona.
Naruto bajó las escaleras con un aire de fastidio envolviéndolo. No había podido
dormir ni siquiera dos horas seguidas. Otra vez. Bufó con hastío mientras
atravesaba el vestíbulo, luego el enorme comedor hasta llegar finalmente a la
cocina. Abrió el refrigerador, mirando sin mirar el contenido dentro de él. Ni
siquiera tenía hambre. Suspiró mientras tomaba un recipiente que contenía
sobras de la tercera comida del día anterior y cerró la puerta sin el menor
entusiasmo.
Entonces sintió una presencia detrás de él que rápidamente hizo que se tensara.
Miró sobre su hombro, Hinata estaba de pie en medio de la cocina, con una
mano apoyada ligeramente sobre la mesa de mármol.
— Hi… Hinata ¿qué estás…? ¿q…? ¿cómo está Kiba? –preguntó aturdido antes
de escuchar en su mente lo que ella había dicho. Apretó los párpados mientras
se maldecía en su fuero interno y luego volvió a abrirlos para mirarla- ¿Perdón?
— Dije que yo no me doy por vencida –repitió mirándolo a los ojos con una
determinación que le dejó sin aliento-. No me importa qué tan mal se vean las
cosas para nosotros, yo no huyo. Así que no importa lo que tengamos que
hacer, no te librarás de mí tan fácilmente, Naruto Uzumaki.
El movió los labios totalmente atónito. No sabía que era lo que más sorpresa le
causaba si el hecho de que ella estuviera ahí, en casa; o las palabras que había
pronunciado. Al menos eso fue hasta que su cerebro procesó la última frase.
¡¿Qué él no qué?
— ¡Oh, por el amor de la diosa, Hinata! Yo… -las palabras se acabaron en ese
instante. Arrojó el recipiente de plástico con las sobras por encima de la mesa de
mármol, haciendo que se patinara un poco sin volcarse; estiró los brazos y la
atrajo hacia su pecho, abrazándola con fuerza-. Amor, nunca dudes de que lo
único que me hace seguir respirando es que tú estés a mi lado ¿okay? Sin ti no
soy nada, Hinata.
Dándose cuenta de lo que había hecho, iba a soltarla, pero ella permaneció con
él, con el rostro hundido en su pecho y sus brazos rodeándole la espalda.
Estremecido, dejó caer la cabeza sobre su fragante y sedoso cabello y la apretó
lo más que pudo contra su cuerpo. Dios, amaba la forma en la que olía: lilas. No
había en todo el mundo olor más acogedor y magnífico que el de ella.
— Te he echado tanto de menos –susurró él, agotado. Era como si por el simple
hecho de tenerla entre sus brazos toda la presión que había sentido se hubiera
desvanecido.
— No importa lo que tengamos que hacer. –se aclaró la garganta-. Si… si tienes
que retirar el sello, entonces lo haremos juntos ¿okay?
Volvió a abrazarla aún con más fuerza y respiró profundo llenando sus pulmones
de aquel aroma floral que parecía resucitarlo en ese instante. No era tan tonto
como para creer que eso sería una panacea instantánea, pero él tomaría lo que
le había sido dado.
Se echó un poco para atrás, elevó el mentón de ella con dos de sus dedos y
reclamó sus labios con delicadeza. El simple contacto fue tan
desgarradoramente familiar y al mismo tiempo le pareció algo tan lejano. Sentía
que había pasado una eternidad desde la última vez que habían hecho algo más
que besarse y la verdad no estaba seguro de que pudieran volver a hacerlo. Su
separación no había sido sólo por lo que él había hecho. Era por todo. El kyubi.
La guerra. La cofradía. Las muertes. La familia. La vida se había convertido en
un obstáculo para sus propias vidas.
Pero como ella dijo: él tampoco huía. De hecho, ahora más que nunca se sentía
preparado para luchar contra lo que fuera con tal de tenerla de nuevo a su lado.
Habiendo estado tan cerca de perderla ahora no iba a tener reservas, pelearía
hasta con el último aliento que saliera de su cuerpo. Sólo por ella.
Luego de un instante, se vio forzado a dejar sus labios y conformarse sólo con
abrazarla. Fue entonces cuando Hinata se apartó un poco de él al ver el
recipiente con sobras de comida sobre la mesa.
— ¿Quieres que te prepare algo para comer? Luces como si estuvieras a punto
de caer.
Estuvo a punto de decir: Nah, estoy bien. Pero se refrenó al darse cuenta de que
una verdad a medias o una simple mentira pequeña, no era en absoluto lo que
su relación necesitaba en esos momentos. Así que respirando profundo, tomó
una de las frágiles manos de ella, la llevó hasta sus labios para besarla y dijo:
Ella lo soltó para guiarlo hacia una silla y hacerle tomar asiento. Naruto miró
como Hinata se movía grácil a través de la cocina, estudiando con detalle cada
uno de sus movimientos. Minutos después un par de sándwiches estuvieron
sobre un plato frente a él, Hinata se sentó a su lado mientras él comía ambos y
luego de permanecer en silencio unos segundos, disfrutando de la simple
presencia del otro, ella se puso de pie.
— Lo lamento, doc.
Ino se bajó de la camilla de un salto, le dio un último beso a Kiba y luego se dejó
guiar por Naruto fuera de la enfermería para que Hinata pudiera hacer su
trabajo. La doctora se acercó a un estante que tenía varios medicamentos y
equipo médico, y donde Shikamaru había dejando las notas que había tomado
durante el día. Luego volvió hacia donde estaba Kiba.
— ¿Cómo te sientes?
— Alegre de estar de vuelta y listo para rockear otra vez –respondió feliz
sacándole una sonrisa a Hinata.
— Entonces creo que sería mejor que lo llevaran a su habitación, -miró a Kiba-
ya que me imagino que no querrás permanecer aquí ¿cierto?
— Definitivamente no quiero.
Sólo eso bastó para que en cuestión de minutos, el hokage estuviera de vuelta
en la habitación que compartía con Ino. Miró a su alrededor y no pudo más que
suspirar con alivio al sentir la frescura de las sábanas de seda contra su piel. Oh
síp, amaba estar de vuelta.
El rey dio un ligero respingo antes de volverse y ver a Itachi recostado sobre el
muro.
— ¿Has averiguado algo con nuestra madre? Yo intenté hacerlo, pero dado que
ella sólo me siente y no puede escucharme, pues fue algo bastante inútil.
Sasuke miró a su hermano con el ceño fruncido. Itachi no solía ser de los que
ironizaban las cosas y que lo hiciera en referencia al hecho de que Sakura podía
verlo, era símbolo de inquietud.
— No, aún no. Por si no lo has notado, no he tenido tiempo. ¿Sigues en shock?
— Por supuesto que sigo en shock. Yo creí que tú eras el único que podía
verme y de repente me doy cuenta de que también tu mujer puede, anoche fue
definitivamente una situación bastante escabrosa.
— Imagina lo que fue para Sakura conocer al fantasma de su cuñado. –por toda
respuesta, Itachi sonrió ligeramente-. Planeo ir al otro lado en unas horas, sólo
espero que nuestra madre pueda decirme el porqué, y que lo haga sin un tonto
acertijo como suele hacerlo.
Lo único que había conseguido había sido que su chakra quedara por los
suelos… y que su necesidad de sangre se volviera insoportable.
Durante décadas enteras había aprendido a lidiar con el hambre, es más, esa
sensación mordiente en el estómago le había servido como recordatorio de que
todavía seguía vivo, de que desgraciadamente todavía respiraba. Pero ahora,
después de tan arduas batallas con enemigos que había subestimado, se
encontraba al borde del colapso. Habían pasado varios meses desde que él se
había alimentado y ahora era algo que necesitaba con suma urgencia.
Ver a Kaiya había sido un error. Recordar el dulce sabor de su sangre lo había
sido aún más.
La luz se volvió un taladro visual que lo obligó a reventar el foco con la mente.
En medio de la oscuridad, teniendo como sonido de fondo sus propios jadeos,
cerró los ojos y con lo último que quedaba en sus reservas de chakra envió un
llamado.
Su llamado mental fue para Kakashi al Otro Lado. Esperaba que el hombre
comprendiera lo que él necesitaba y que estuviera en la disposición de ayudarlo.
En realidad no sabía los verdaderos motivos por los que su vida había ido a
parar a aquel sobrio camino de soledad. Mirando a su alrededor en el Santuario,
Matsuri no dejaba de preguntarse si alguna vez podría ser capaz de vivir lejos de
todo ese sitio monocromático.
Había conocido a Gaara prácticamente desde que había nacido. Él siempre fue
el más joven de los dueños de la casa, aquel que la veía con curiosidad cuando
la atrapaba mirándolo fijamente, aquel que le ayudaba a alcanzar las manzanas
de las ramas más altas cuando ella era la encargada de cosecharlas. Siempre
pensó que serían lo mismo: amo – sirvienta, pero su corazón no podía entender
esa relación y quería más. Un día simplemente dejó de verlo como el dueño del
castillo y comenzó a verlo a él, al hombre en el que se estaba convirtiendo.
Aquel que seguía mirándola con curiosidad. Aquel que hacía que algo en su
interior comenzara a entibiarse poco a poco.
Pero todo eso cambió un día. Aquel día en el que la tragedia se posó sobre ese
castillo que tanta gente solía alabar.
Cerrando los ojos los recuerdos volvían a ella como imágenes nítidas. Verlo a él
siendo arrastrado por su padre. Los gritos. La conmoción total dentro del castillo.
Pero había algo más, algo que ella mantenía guardado en su corazón
celosamente como pocas cosas: la tortura. Todavía se recordaba a ella misma
acurrucada en una esquina contra las mohosas rocas de las mazmorras,
observando como Gaara era encadenado y luego azotado por su padre una y
otra vez haciendo caso omiso a sus súplicas por piedad.
Fue la primera de muchas veces.
Hasta que un día simplemente dejó de hacerlo. Tal vez por cansancio. Tal vez
por desesperanza.
Por eso había decidido no separarse de él, hacerse una servidora del templo de
Amaterasu como su única probabilidad de no separar sus caminos. Estar ahí
para cuando él la necesitara sin importar qué tan malo fuera, qué tan fría o
hiriente fuera su personalidad. Porque a diferencia de la mayoría, ella conocía el
alma de Gaara, la conocía de verdad, aún si no hubieran cruzado más de una
centena de palabras en toda su vida.
— No tienes que responderme si no quieres. –se puso de pie- Sólo vine para
decirte que Gaara necesita de tu asistencia.
— Necesito...
Kaiya, pensó, alucinando. La necesidad había velado por completo sus sentidos,
la vio ante él, escuchó su voz en su cabeza. Extendió la mano. No tocó nada.
Gaara frotó su rostro con una mano, barriendo el sudor mezclado con agua de
su frente. Entonces las piernas le flaquearon y tuvo que apoyarse en el umbral
de la puerta para no caer. El aire abandonó sus pulmones, él intentó recuperarlo
pero sólo consiguió una rasposa sensación en el pecho, como papel lija
frotándose contra su piel.
Rápidamente Matsuri corrió hacia él. Pasó un brazo por el perfecto torso del
pelirrojo y lo ayudó a reincorporarse. Él estaba prácticamente apoyado sobre
ella, recargando todo su peso y haciéndole dificultoso el camino hacia la cama,
pero a ella no le importaba. Sin más fuerzas en su interior, Gaara se dejó caer
sobre la cama y la arrastró consigo.
Todo lo que le quedaba era aquel recuerdo que ahora volvía a ser realidad.
Abrió los ojos y la vio ahí, frente a él, extremadamente cerca. Esos brillantes
ojos azules reflejando el rubor de sus mejillas por estar tan cerca de él. Ya no
estaba en su habitación en la mansión, estaba en la estancia de la casa de ella.
Sintió la cálida y suave piel contra su palma. Arrastró la mano a través de aquel
brazo ofrecido, tocó un hombro, una clavícula y la curva de un cuello que se
amoldó perfectamente a su mano.
Los brazos de Gaara casi la estaban partiendo en dos, su cuerpo era como una
jaula en torno a ella que se estaba estrechando a cada segundo mientras bebía.
Por primera vez, sintió cada uno de los músculos de su cuerpo, incluyendo lo
que pensó que debía de ser una erección, algo que nunca antes había percibido.
Se quedó sin fuerzas y trató de respirar.
Cerró los ojos y exploró sus pensamientos. Pero sólo pudo ver a la mujer en la
que él realmente estaba pensando. Una mujer humana. Era una belleza de
cabello oscuro y ojos azules, entrecerrados. Sonriéndole. Susurrando su nombre
una y otra vez.
Matsuri trató de deshacerse de aquella imagen como si fuera un cristal roto. Con
fuerza intentó empujarlo lejos de ella, huir de ahí, de esa imagen que no quería
dejarla en paz. Gaara no estaba allí con ella. No bebía de su cuello. No era el
cuerpo de ella el que oprimía contra el suyo. Nada de lo que ocurría era por ella.
Nada.
Había tardado años en darse cuenta de la verdad. Toda una eternidad. Él nunca
había sido suyo. Nunca lo sería.
En el silencio que le siguió, no supo cuánto tiempo pasó hasta que finalmente
Gaara liberara su cuerpo. Tan pronto como sus colmillos habían dejado su
garganta, el guerrero se había dejado caer sobre la cama y se había quedado
profundamente dormido. Con el cabello desordenado y un fuerte ardor en el
cuello, Matsuri se levantó, intentando distinguir entre la oscuridad ese rostro que
ahora maldecía con fuerza.
Gaara…
El dolor en su pecho volvió mientras caminaba por las solitarias calles. Entonces
se dio cuenta de que no sabía a donde ir y terminó refugiándose en un callejón.
Llevó una mano a su rostro y apartó con brusquedad las lágrimas que
amenazaban con correr por sus mejillas. Parte de la culpa era suya. Había
creído que desempeñar el papel de mujer buena era lo correcto, la única manera
de tenerlo, la única posibilidad de compartir, finalmente, una vida con él.
¿Pero cuál había sido el resultado? Que él había encontrado a alguien más. Sus
esfuerzos, todos ellos, se habían visto recompensados de manera injusta y
absolutamente cruel.
Matsuri cerró los ojos mientras todas las imágenes de lo ocurrido volvían a su
mente, sus emociones se desbordaron taladrando su cerebro con una fuerza
inconmensurable. Cerró la mano, hasta clavar sus uñas en la palma haciendo
caso omiso al dolor.
Lo único que deseaba era que experimentara el dolor que ella había soportado.
Y fue entonces cuando sintió una presencia justo a sus espaldas, un olor dulce y
frío llegó hasta ella. Miró sobre su hombro, temerosa: un cazador estaba justo en
la entrada del callejón. Y sus fríos ojos negros estaban clavados en ella.
Capítulo 30
Sasuke terminó de colocarse la túnica negra y no pudo evitar esbozar una media
sonrisa ante la enésima vez que Sakura le hacía la misma interrogante. Desde
que le había dicho que iban a ir juntos al otro lado para visitar a su madre y
preguntar sobre el motivo por el cuál ella veía a Itachi, se había convertido en un
manojo de nervios. Se giró y desde el armario la miró ahí, sentada en el borde
de la cama.
Dos segundos después salió por la puerta y diez segundos después regresó con
una túnica negra para complacencia de Sakura.
Una vez que ella se vistió, ambos se encaminaron al espejo que aguardaba en
la biblioteca del primer piso. Sasuke rasgó su palma con la punta de la daga,
dejando que la sangre manchara la superficie del espejo, pues de ningún modo
iba a permitir que una sola gota de sangre de su mujer corriera fuera de sus
venas, y así inició el ritual de acceso al otro lado.
Sakura tuvo que cerrar los ojos mientras sus pupilas se acoplaban a la inmensa
brillantez de la que gozaba cada uno de los pulcros y níveos centímetros del
santuario. Cuando los abrió de nuevo, no pudo más que quedar completamente
estupefacta por la visión. El lugar era absolutamente perfecto, hermoso… o al
menos lo sería si no estuviera cubierto por una fría capa de blancura que haría
envidiar al mejor detergente del mercado.
Mirando a su alrededor con detalle, se dio cuenta de que todo ahí parecía tan
irreal, tan vacío. Había una extraña mezcla entre pureza y nostalgia que hacía
que el corazón se le encogiera dentro del pecho. No sabía cómo podía alguien
vivir en un lugar así, rodeado de aquella monotonía, de aquella abrumadora
tranquilidad.
Pestañeó para alejar las incipientes lágrimas que amenazaban con anidar en
sus ojos. No era momento para pensar en ello. Ahora había otro asunto de
mayor prioridad que requería de toda su atención.
— Sé por qué están aquí, Sakura –la aludida volvió su vista al frente-. Sé cuáles
son sus dudas y todo lo que puedo deducir es que tú heredaste el don de tu
madre.
— Por supuesto que has visto fantasmas –le interrumpió-. Seguramente cuándo
eras pequeña, tenías lo que los humanos llaman amigos imaginarios ¿no es
verdad?
Y entonces una memoria más llegó a su mente. Cuando estaba en medio del
cambio, aquella silueta de una mujer que vislumbró entre la neblina que era su
mente aquella noche. ¿Realmente… existía la posibilidad de que se tratara de
su madre? Repentinamente el aire abandonó sus pulmones mientras esa idea
daba vueltas en su cabeza.
Un par de manos tomaron las suyas y cuando volvió a levantar la mirada vio a la
madre de Sasuke frente a ella con sus ojos llenos de comprensión.
— Entonces, ¿no hay nada por qué preocuparse? –preguntó Sasuke, queriendo
cerciorarse.
— Naruto llegó hace unos minutos, parece que está decidido a retirar el sello así
que me pareció que tal vez necesite tu ayuda.
— Ve, yo esperaré aquí. No tienes por qué preocuparte. –dijo sonriéndole con
ternura.
Luego de dedicarles una última mirada a las dos mujeres más importantes en su
vida, Sasuke dio media vuelta y se encaminó hacia el templo del Consejo, donde
era más que obvio que encontraría a Kakashi y a Naruto.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Que su primera visita a aquel lugar sagrado fuera para, posiblemente, alejarse
del hombre que amaba, tampoco ayudaba.
Ahí, estando solamente ella y Naruto dentro de esas cuatro paredes, estaba a
punto de gritar. No importaba que esos muros se extendieran a una altura de
varios metros sobre sus cabezas, ella tenía la sensación de que iban
encogiéndose poco a poco, tanto que en cualquier momento sentiría el techo
golpear contra su coronilla. El silencio la asfixiaba lentamente, casi podía jurar
que escuchaba el propio latido agitado de su corazón como un constante
tamborileo que estaba en la labor de reventarle los tímpanos. Su respiración se
estaba transformando en imperceptibles jadeos que parecía que solamente ella
podía escuchar.
¿En verdad tenemos que hacer esto?, se preguntó nuevamente, sabiendo que la
respuesta seguía siendo la misma que había obtenido la última vez que se había
preguntado lo mismo, y la anterior y la anterior.
Volvió a suspirar.
Miró a Naruto que permanecía de pie junto a ella, su mano firmemente agarrada
a la suya, como si supiera que en cualquier momento ella saldría corriendo de
ahí. Aunque Hinata tenía la firme intención de no hacerlo. El rostro de Naruto era
una máscara de la más fría seriedad y en el tiempo que llevaban estando juntos,
ella había aprendido que eso, bajo ninguna circunstancia, no era una buena
señal. Intentó imaginar lo que estaría pensando en esos momentos, pero cuando
no funcionó, decidió intentarlo adentrándose en su mente directamente. No era
algo a lo que estuviera acostumbrada a hacer, pero en ese momento… no creía
tener más opción. Ni siquiera se dignaba a mirarla. Aunque no podía culparlo.
Sin embargo, también falló. Era como si el propio chakra de Naruto se hubiera
convertido en una barrera infranqueable que lo mantenía alejado de ella. Y ella
sólo pudo contener las lágrimas para evitar que la situación se tornara aún más
bizarra.
— ¿Por qué no me dijiste que retirarías el sello hoy? –cuestionó el rey mientras
se acercaba a ellos. Su presencia pareció sacar a Naruto de su estupor.
— No sabía donde estabas –respondió el rubio con un toque de indignación en
su tono. Como si él no quisiera tener el apoyo de su mejor amigo en ese
momento tan crucial de su vida-. Te busqué por toda la mansión, en cada
maldito rincón ¡y ni rastro tuyo!
— Estaba justo aquí, cosa que sabrías si pusieras atención al chakra que te
rodea, idiota.
Tuvo que parpadear varias veces para asegurarse de que lo que ocurría era
real. ¿Cómo podían estar discutiendo en un momento como ese? ¡y por
nimiedades! Estaba dispuesta a intervenir para callarlos cuando se dio cuenta de
lo que estaba ocurriendo. El rostro de Naruto había recuperado esa expresividad
que lo caracterizaba mientras estaba ahí gritándole a Sasuke a lo que éste el
respondía con comentarios ácidos y llamándole idiota siempre que podía.
Parecía tan extraño que decidieran pelear como lo harían en cualquier momento
en la mansión, pero le dio la impresión de que, de alguna manera que ella no
llegaba a comprender, se estaban diciendo más cosas de las que aparentaban.
Era como si Sasuke le expresara su apoyo y aliviara la tensión que sentía
Naruto haciéndolo concentrarse en otra cosa, siendo más específicos, su
discusión con él.
— Veo que hoy están de buen humor –irrumpió Kakashi poniéndole un fin súbito
a la pelea-. ¿Están listos? –preguntó mirando significativamente a Hinata.
Sin mediar palabra con nadie, el rubio dio un par de pasos alejándose de Hinata
y de Sasuke, se despojó de la túnica dejando ver su desnudez e inclinó la
cabeza. Entonces le dedicó una última mirada a Hinata. Y fue una mirada que le
expresó más de lo que él alguna vez pudo haberle dicho con palabras, sintió su
dolor y el inmenso amor que sentía por ella y que no duda en profesar a cada
minuto que estaban juntos. Un par de segundos después, él volvió a mirar hacia
el piso.
Antes de que ella pudiera pensar en otra cosa, las yemas de los dedos de
Kakashi destellaron contra el abdomen de Naruto iluminando un tatuaje en forma
de espiral del que ella desconocía su existencia.
— Está bien, amor. –dijo mientras intentaba mantener el contacto visual con
Naruto, obviando el dolor que sentía en la mano que él apretaba-. Yo estoy aquí
y no voy a dejarte. Resiste.
Resiste…
Fue la última palabra que captó Naruto antes de que todo a su alrededor se
desvaneciera y lo dejara en completa oscuridad.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Gruesas columnas de humo gris emanaban de las enormes pilas donde yacían
el resto de los cuerpos de los caídos. Más de la mitad de los miembros del clan
habían sido asesinados hacía dos noches durante el ataque de los cazadores de
Akatsuki. Había fallado en su misión por protegerlos. De nuevo había fallado. Su
madre le había hecho creer que el enemigo a vencer eran los vampiros, que su
misión como líder del clan era evitar que esos bastardos chupasangres volvieran
a aprovecharse de su raza y la esclavizaran de nuevo. Incluso le había dicho
que no había necesidad de preocuparse por los cazadores. "Su guerra es contra
los vampiros, no contra nosotros", le decía cada vez que la cuestionaba al
respecto.
Su madre nunca había imaginado que llegaría el día en el que esa guerra
traspasaría las barreras del Refugio y descargaría toda su ola de destrucción
sobre ellos. No pudo evitar sonreír irónica ante esa verdad, realmente su madre
se había equivocado. Ese maldito bastardo de Orochimaru… su guerra era
contra los vampiros que no estaban a favor de sus ideas elitistas, era contra la
mezcla con humanos… tal vez su madre había pensado de esa manera, pero se
había equivocado. La guerra de Orochimaru era contra cualquier otra raza que
no fueran los hijos benditos de Amaterasu. ¿Qué le había hecho pensar a su
madre que esa serpiente no iba a arrojar su veneno contra ellos? Tal vez por
esa falsa paz en la que los había dejado. Ahora Hana comprendía que tal vez
los habían dejado vivir tranquilos durante los últimos siglos porque hubo un
tiempo en el que los licántropos habían estado al borde de la extinción. Ahora
que la colonia había estado recuperándose…
Apretó los puños con fuerza mientras las lágrimas comenzaban a nublar sus
ojos. ¿Cómo pudo pasar? Todo parecía indicar que nada malo ocurriría, ella
llegó a creer que su objetivo como protectora había sido alcanzado… ¿y ahora?
Ahora estaba cremando los cuerpos de veinte de los suyos añadidos a los
treinta y seis que habían cremado la noche anterior.
Todo a su alrededor le recordaba cuán grande había sido su error, su fallo. Las
bodegas estaban destruidas casi por completo, el olor a sangre y podredumbre
era un fuerte recordatorio de la tragedia que acababa de suscitarse en ese lugar,
ella casi podía jurar que los lamentos de los sobrevivientes seguían
escuchándose en medio de esa cruda tranquilidad que seguía a esa sangrienta
tragedia. Parada entre todo eso su garganta escocía pidiéndole que gritara con
todas sus fuerzas, que demostrara que no era tan fuerte como aparentaba, que
ver toda esa destrucción a su alrededor le rompía el alma en mil pedazos y la
desangraba por dentro, que aceptara que había sido sobrepasada por lo
ocurrido y que lo único que deseaba en ese momento era acurrucarse en un
rincón de su habitación y llorar como una niña pequeña.
— Está bien, gracias Genma. Ahora podemos encargarnos nosotros del resto.
— ¿Qué están haciendo aquí, todavía? –inquirió Hana con severidad- Deberían
estar en camino hacia el norte, protegiendo al resto de la manada.
Eso le recordó quién era. Era Hana Inuzuka, hija de Tsume Inuzuka y líder de la
sagrada raza de los licántropos. En ese instante su mirada adquirió un brillo
metálico que destellaba lleno de resolución
— Iremos tras los cazadores. –ordenó-. Quiero a cada bastardo de akatsuki que
encuentren empalado al amanecer.
Sí, sus hombres le recordaban quién era. Era una mujer a la que le había
costado mucho llegar al lugar donde se encontraba… y era alguien que no
dejaba pasar una agresión sin castigo. Nunca. Esos malnacidos seguidores de
Orochimaru iban a comprobarlo en su propia piel. Si querían guerra, pues
debían estar preparados porque una vez que ellos entraran a la lucha… no iba a
haber otro resultado más que el de su pueblo como vencedor.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Cuando se acercó lo suficiente, pudo ver a una joven mujer sentada en el suelo,
abrazando sus piernas con fuerza. Sus hombros temblaban al ritmo de sus
tímidos sollozos. Verla ahí, tan desprotegida, definitivamente le rompió el
corazón a Sakura. Así que, sin más opción por hacer, estiró su brazo y tocó
suavemente el hombro de la joven.
— ¿Estás bien? –volvió a cuestionar, dando un paso más hacia ella- ¿Te sucede
algo?
— He hecho algo terrible… algo terrible… -sollozaba una y otra vez la joven
contra la tela de la blusa de Sakura- Lo que hice no tiene perdón… he hecho
algo terrible…
La sacerdotisa volvió su vista hacia la blancura frente a ella. Sus ojos reflejaban
una mezcla de dolorosas emociones que le impedían a Sakura hacerse una idea
sobre el posible motivo de su llanto.
Sus labios comenzaron a temblar mientras intentaba contener las lágrimas que
amenazaban con volver a hacerse presentes. Sakura apoyó su mano
suavemente sobre las de ella y le brindó una tierna sonrisa.
— ¿En verdad usted cree que me perdonarán? ¿aun cuando vaya a condenarlo
para siempre?
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Intentó indagar con más fuerza dentro de su mente, pero ésta se negaba a darle
respuestas. Todo eran sensaciones difusas, voces que se desvanecían en la
nada. Decidió utilizar algo que, realmente, era desconocido para él: la lógica
pura. Naturalmente Matsuri había llegado en su auxilio, podía oler su aroma en
la habitación. Pero aún más, podía olerlo en su piel, profundamente arraigado en
cada uno de sus poros.
Ese conocimiento lo tomó por sorpresa, sobre todo por todas las descabelladas
teorías que se formaron en su mente en tan sólo segundos. No, nada podría
haber ocurrido entre ellos. De ser así, él… lo recordaría ¿verdad? Sí,
obviamente lo recordaría. Además, sólo estaba desnudo del torso y…
¿En qué diablos estaba pensando? No había manera alguna posible en este
plano o en algún otro, de que él hubiera hecho algo con Matsuri. Siempre había
tenido noción de los sentimientos que ella guardaba hacia él, pero él mismo se
encargaba a cada oportunidad de refregarle en el rostro que él no la veía de
ninguna forma, aunque, internamente, la chica se había convertido en su única
compañía en los momentos oscuros, era algo así como una muy, muy lejana
amiga.
— ¿Ya estás despierto? –escuchó cerca de él. Con lentitud fue abriendo los
ojos, teniendo cuidado de que sus retinas no se irritaran con la luz, pero, para su
suerte, sólo estaba encendida una pequeña lámpara al otro lado de su
habitación. Parpadeó un par de veces y, cuando fue capaz de enfocar su
mirada, la dirigió hacia el lugar del que provenía la voz.
Era Kiba.
— Estás hecho un desastre. –sonrió de lado-. ¿Tan mal lo haces sin mí?
— No es eso lo que vengo a hacer, Gaara –se apresuró a decir antes de que el
vampiro lo echara de la habitación-. Vine a preguntarte ¿a qué esperas para
dejar de pelear con lo que sientes?
Una macabra sonrisa se dibujó en el rostro de Gaara. Sus ojos destellaban con
una mezcla de pura ironía y furia.
— Y según tú, ¿qué es lo que siento, ah? Vamos Doctora Corazón, dime lo que
estoy sintiendo en estos momentos. Tal vez tengas más idea de la que yo tengo.
— Pues aunque estés utilizando tu maldito humor de mierda, sí. Sé lo que estás
sintiendo. Sé que amas a Kaiya…
— Sé que por eso la has visitado durante cada noche las últimas semanas y
más que eso, también sé la basura que te estás sintiendo por dentro al saberla
como algo inalcanzable ¿o me equivoco?
Soltando una carcajada, que le pareció a Kiba por demás sobre actuada, Gaara
juntó todas sus fuerzas para lograr ponerse en pie y acercarse al hombre.
— Sí, te equivocas. ¿Acaso te olvidas con quién estás hablando? Soy yo, Kiba,
la viva imagen del monstruo bajo la cama, el demonio que habita las pesadillas
de cualquiera en esta casa, ¿no lo comprendes? Un monstruo como yo no ama
a nadie, no sé como hacerlo y aún cuando lo supiera, nadie me amaría. Estoy
roto, tú lo sabes.
— Ahora que te tiraste al piso con un mal diálogo de una pésima película,
¿quieres que te levante? –pronunció el castaño luego de unos segundos-. Tus
monólogos de "¡miren lo malo que soy, cómo sufro!" no funcionan conmigo, tú
eres el que olvida con quién está hablando.
Los orificios nasales de Gaara se dilataron por la furia que estaba comenzando a
destilar desde su interior.
— Gaara, ambos sabemos que toda esa mierda no es verdad. Tú no eres un
monstruo, un demonio tal vez, pero no en el sentido que esperas, y mucho
menos alguien que no sepa lo que es amar. ¿Y sabes por qué? Porque es justo
lo que estás sintiendo en estos momentos. Se necesita mucha fuerza de
voluntad para dejar ir esa parte que no creías que habías perdido hasta que la
liberaste, pero se necesita aún más fuerza y coraje para aceptar que no puedes
vivir sin ella. En esta casa tienes los ejemplos vivientes más claros. Cada uno de
los hombres que te rodean lo han experimentado, algunos con más suerte que
otros, pero de alguna manera u otra hemos estado en tus zapatos.
Esas palabras parecieron quebrar algo en el interior del demonio pelirrojo, quien
no pudo resistir más la mirada del vampiro. Se dio la espalda, dispuesto a
ignorar toda esa 'sarta de tonterías', imaginando que Kiba había sufrido un daño
cerebral permanente gracias a la plata. Abrió el cajón de armas en su armario y
comenzó a revisar cada una de ellas.
— Tan sólo mira a Neji y mira a Naruto. Esos dos sí que tienen problemas. –dijo
levantándose del sillón para sentarse en la cama que estaba más cerca del
armario-. Neji, siendo mitad ángel mitad vampiro se emparejó con Tenten y,
aunque él se atreva a negarlo, no soportó la presión de hacer todo lo que estaba
a su alcance para mantener a Tenten a su lado. Sí, se emparejaron y no dudo
que hayan sido felices, pero conociendo a Neji, puedo asegurar que una parte
de él tenía miedo a la felicidad y aunque pudo haber hecho lo posible para
desaparecerla hizo todo lo contrario, la alimentó con sus inseguridades y eso
provocó que poco a poco fuera alejando a Tenten hasta que finalmente ella se
fue de su lado. ¿Tienes alguna idea de lo mucho que le ha dolido todo ese
asunto? Con honestidad, pienso que todos aquellos que lo envidian por follarse
a cuanta fémina se le cruza enfrente, son una bola de imbéciles. Las cosas para
Neji hubieran sido diferentes si él se hubiera abierto realmente a Tenten y
hubiera aceptado lo que ella le ofrecía, si no la hubiera dejado fuera de su vida,
pero lo hizo y creo que aún sigue pagando muy caro su decisión.
En vano esperó unos segundos a que Gaara emitiera alguna palabra, incluso un
sonido, pero al ver que no sucedía, decidió continuar.
Kiba caminó hasta la puerta y dejó a Gaara con un mar de dudas en su mente.
Todas y cada una de las palabras que el vampiro había pronunciado se repetían
dentro de su cabeza como una grabación. Intentó concentrarse en otra cosa,
contó cada una de las municiones que tenía, afiló cada uno de los cuchillos y
navajas que había en su habitación, tomó una ducha helada esperando que la
sensación de opresión desapareciera.
Nada funcionó.
Incluso pensó en la idea de patear traseros Akatsuki como medio curativo para
despejar su mente de toda la mierda que Kiba había dejado sembrada, pero esa
pequeña parte en su cerebro, conocida como inteligencia, le dijo cuán estúpido
era por pensar que eso podría llegar a tener un buen resultado. Muy
probablemente terminaría con varios agujeros en el cuerpo o con una gigantesca
pateada de trasero si peleaba así, sin concentración.
Una mujer así, que es capaz de llenar el vacío interno que tienes y que es capaz
de curar las heridas de tu alma…
Las cosas para Neji hubieran sido diferentes si él se hubiera abierto realmente a
Tenten y hubiera aceptado lo que ella le ofrecía, si no la hubiera dejado fuera de
su vida, pero lo hizo y creo que aún sigue pagando muy caro su decisión…
Naruto hizo lo opuesto, fue capaz de ver su error, admitirlo y ofrecerle a Hinata
una opción. No sé si el hecho de que retiren el sello les vaya a unir o separar
para siempre, pero de algo sí estoy seguro: ellos no se arrepentirán de hacerlo
porque lo han hecho juntos y sé que de alguna manera u otra terminarán por
superarlo…
Nada de eso tenía sentido y lo estaba llevando más allá de los límites de la
cordura. Se dejó caer en la cama y recargó la cabeza entre sus manos.
Finalmente, luego de varios minutos sumergido en el silencio de su habitación,
supo lo que tenía que hacer. Y esperaba no tener que arrepentirse por el resto
de sus días.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Era esa parte que continuaba susurrándole al oído las palabras de Kiba: "Si la
amas búscala, que no te importen las diferencias de especie o lo que los demás
dirán… Una mujer así, que es capaz de llenar el vacío interno que tienes y que
es capaz de curar las heridas del alma, sólo se presenta una vez en la vida… No
todo en la vida es sufrimiento, Gaara… deberías de aprovechar cada segundo
que pases a su lado antes de que sea demasiado tarde… ella no va a estar ahí
para siempre."
Inhalando profundo, decidió, por una vez en su vida, escuchar al hermano. Estiró
su brazo lo suficiente para que su índice lograra oprimir aquel pequeño botón. El
timbre comenzó a sonar al interior de la casa.
Diez segundos después la puerta fue abierta y él se quedó estático al verla ahí.
El latido de su corazón se convirtió en un zumbido en sus oídos, las manos le
sudaban y el aire se resistió a entrar a sus pulmones. Repentinamente, un puño
invisible se había cerrado en su garganta e impedía la salida de cualquier sonido
a través de ella.
— Shhh… no digas nada… -susurró ella con la voz quebrada-. Sólo… no digas
nada.
Ese abrazo significó el cielo para él. ¿Cómo podía significar tanto para él? No lo
entendía, pero de algo estaba seguro: le haría caso a Kiba y no iba a dejar la ir.
Sí, ella era humana y él un vampiro, y, honestamente, no sabía cómo iba a
terminar aquello, porque él era consciente de que habría un final. No sabía el
cómo ni el cuando, pero eso ya lo vería después. Por ahora, sólo le importaba
tenerla así, entre sus brazos.
Quería que esa calidez que comenzaba a sentir en el pecho se extendiera por
cada rincón de su cuerpo y le dejara sentir la paz que durante toda su vida había
sido negada para él.
Y con ese pensamiento rigiendo sus acciones, dejó que lo tomara de la mano y
lo condujera al interior de la casa sin darse cuenta que, entre las sombras que
jugaban en la noche, alguien los vigilaba.