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La litosfera o litósfera (del griego litos, "piedra" y ıijĮȓȡĮ, "esfera") es la capa superficial de la
Tierra sólida, caracterizada por su rigidez. Está formada por la corteza terrestre y por la zona
contigua, la más externa, del manto residual, y «flota» sobre la astenósfera, una capa «blanda» que
forma parte del manto superior. Es la zona donde se produce, en interacción con la astenósfera, la
tectónica de placas.
La litosfera está fragmentada en una serie de placas tectónicas o litosféricas, en cuyos bordes se
concentran los fenómenos geológicos endógenos, como el magmatismo (incluido el vulcanismo), la
sismicidad o la orogénesis. Las placas pueden ser oceánicas o mixtas, cubiertas en parte por corteza
de tipo continental
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. Bajo este concepto la litosfera constituye la capa límite superior fría de la
convección del manto. En otras palabras la litosfera se diferencia térmicamente de la astenósfera
por ser conductiva (y no convectiva) y por poseer un gradiente geotérmico elevado. Algunos
autores proponen que el límite inferior de la litosfera se encuentra en la isoterma 600 °C, debido a
que a partir de esta temperatura el olivino comienza a ser dúctil (o plástico).
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La base de la litosfera se caracteriza por una reducción en la velocidad de
propagación de las ondas S y una elevada atenuación de las ondas P. Esta definición tiene la ventaja
que es fácilmente detectable a través de estudios sismológicos.
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Desde el punto de vista de la reología, la litosfera es la capa elástica que flota
sobre la astenósfera. Gracias al principio de isostasia regional o flexión litosférica, es
posible calcular el espesor elástico de la litosfera a partir de su curvamiento bajo cargas, la
glaciación y desglaciación (midiendo el rebote posglacial) o la erosión de los continentes.
Las litosferas térmica y sísmica tienen espesores equivalentes. En general, el espesor de la litosfera
elástica es mayor a los otros dos.
La litosfera (de la palabra del griego que significa literalmente "esfera de piedra") es la capa más
superficial de la Tierra sólida, caracterizada por su rigidez. Está formada por la corteza terrestre y
por una zona externa del manto y "flota" sobre la astenosfera, una capa ³blanda´ que forma parte
del manto superior. Tiene un espesor que varía entre aproximadamente 100 km para los océanos y
150 km para los continentes y es la zona donde se produce, en interacción con la astenosfera, la
tectónica de placas.
La litosfera está fragmentada en una serie de placas tectónicas o litosféricas, en cuyos bordes se
concentran los fenómenos geológicos endógenos, como el magmatismo (incluido el vulcanismo), la
sismicidad o la orogénesis (La orogénesis es la formación o rejuvenecimiento de montañas y
cordilleras causada por la deformación compresiva de regiones más o menos extensas de litosfera
continental. Se produce un engrosamiento cortical y los materiales sufren diversas deformaciones
tectónicas de carácter compresivo, incluido plegamiento, fallamiento y también el corrimiento de
mantos). Las placas pueden ser oceánicas o mixtas, cubiertas en parte por corteza de tipo
continental.
Núcleo:
Es la capa mas interna del planeta se extiende desde los 2,900 km hasta el interior de la Tierra,
situado a 6,321 km de profundidad media. El núcleo representa el 61% del volumen terrestre y el
31% de la masa planetaria. Tiene altas temperaturas (5,000-6,000°C). Las ondas sísmicas permiten
subdividirlo en dos partes.
El núcleo externo: se sitúa entre los 2,900 y los 5,120 km de profundidad y, pese a las enormes
presiones que soporta, se interpreta que debe encontrarse en estado líquido.
Manto:
Se encuentra por debajo de la corteza y se extiende en la profundidad con un grosor aproximado de
unos 2,865 km. Este conjunto rocoso presenta el 84% del volumen del planeta y el 69% de su masa
total. En el manto se pueden distinguir dos partes:
El manto superior: tiene un espesor aproximado de unos 1000 km. En el manto superior se
puede distinguir una capa llamada astenosfera
El manto inferior: parece tener una composición más homogénea.
Corteza:
La corteza oceánica: se encuentra en el fondo de las zonas mas profundas de los océanos.
Cubren un 53% de la superficie del planeta. Tiene un espesor que oscila entre los 6 y 12
km.
La corteza continental: cubre un 47% de la tierra y se encuentra a la vez, en las zonas
emergidas del planeta y en las partes sumergidas de algunos continentes. Su grosor se sitúa
entre los 25 y 70 km. Es mas profunda por debajo de las grandes cordilleras. Su estructura
y composición son bastantes complejas
La litosfera es la capa externa de la Tierra y está formada por materiales sólidos, engloba
la corteza continental, de entre 20 y 70 Km. de espesor, y la corteza oceánica o parte
superficial del manto consolidado, de unos 10 Km. de espesor. Se presenta dividida en
placas tectónicas que se desplazan lentamente sobre la astenosfera, capa de material
fluido que se encuentra sobre el manto superior.
Las tierras emergidas son las que se hallan situadas sobre el nivel del mar y ocupan el
29% de la superficie del planeta. Su distribución es muy irregular, concentrándose
principalmente en el Hemisferio Norte o continental, dominando los océanos en el
Hemisferio Sur o marítimo.
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Continúa habiendo debate en torno al peso relativo de cada proceso natural involucrado
en la orogénesis (fuerzas tectónicas, deformación de la litosfera, erosión y transporte de
sedimento, clima, magmatismo, etc.) en determinar la estructura actual de los orógenos.
Desde finales de los años 90, por ejemplo, se ha desarrollado la idea de que el
crecimiento del orógeno y su deformación interna es sensible a la distribución superficial
de la erosión, controlada por el clima, pero no existe aún consenso sobre la relevancia de
este efecto.
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Se produce cuando una placa subduce por debajo
de otra. Se llama orogénesis térmica por la importancia de los fenómenos magmáticos,
incluidos los volcánicos, que se ponen en marcha como consecuencia de la fricción entre
placas en el plano de Benioff. El adjetivo «ortotectónica» alude al predominio de los
desplazamientos verticales, de los que los horizontales son subsidiarios. La litosfera que
subduce es invariablemente de tipo oceánico y arrastra y deforma los materiales
acumulados en un geosinclinal, los cuáles subducen en parte con la litosfera oceánica,
inyectando además en el manto agua, carbonatos y otros materiales que contribuyen a
mantener su estado relativamente fluido. En el límite entre las dos placas se encontrará
normalmente una fosa oceánica. En la otra placa la litosfera puede ser inicialmente
oceánica o directamente continental, y de ello dependen las dos modalidades de
orógenos térmico que debemos reconocer:
Son archipiélagos en arco rodeados por el lado convexo por una fosa
que marca el límite entre las dos placas. Están formados por islas volcánicas. Las Antillas,
las Aleutianas o el arco de Insulindia son ejemplos nítidos de esta estructura. Por detrás
del arco, en su cara cóncava, la propia subducción puede desencadenar procesos
generadores de litosfera oceánica, ampliando la cuenca continental. Esa «extensión tras
arco» se observa por ejemplo en el Mar del Japón.
. La subducción puede arrancar cuando la compresión rompe la
litosfera oceánica junto al borde de un continente, poniendo en marcha una convergencia
y una subducción que levantan una cordillera en el borde del continente. El caso más
típico aparece representado ahora por los Andes. Las costas de Sudamérica aparecen
bordeadas, donde son contiguas a la placa de Nazca, por una extensa fosa oceánica, la
fosa del Perú.
aunque en realidad la placa
que inicialmente subduce es la que termina cabalgando sobre la otra.
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Ocurre cuando el movimiento convergente de
dos placas tectónicas arrastra un fragmento continental contra otro. Las fuerzas y
movimientos predominantes son horizontales (patatectónicos) y de origen propiamente
tectónico (mecánico), con muy pequeña participación de procesos específicamente
volcánicos o, más generalmente, magmáticos. Se llama orógenos de colisión a los que se
forman por este mecanismo. Para que la colisión pueda llegar a producirse es preciso
primero que la subducción absorba la cuenca oceánica entre dos placas continentales, lo
que implica que siempre hay una fase de orogénesis térmica antes de que se produzca la
colisión continental. La orogénesis de tipo mecánico ha producido el relieve más
importante del planeta, el formado por los Himalayas y la Meseta del Tibet, que se han
levantado por el choque de la placa que ahora forma la India, después de que se separara
de África Oriental, con el continente eurasiático. En el proceso desapareció el mar de
Tetis, del cual el mar Mediterráneo, el mar Negro y los lagos mar Caspio, mar de Aral o el
LopNor son sus restos.
En esta fase de la evolución geológica la orogénesis se concentra en dos grandes líneas
o cinturones orogenéticos. Estos conectan entre sí en el Caribe y el Sudeste asiático.
El Cinturón peripacífico rodea a las placas del Pacífico. El Cinturón Mesogeico discurre
por el borde meridional de las placas Eurasiática y Norteamericana.
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Se extiende en torno al océano Pacífico y está formado por orógenos térmicos, asociado
a la subducción de litosfera de tipo oceánico bajo arcos de islas o bajo el margen
continental. Recorre las Américas desde el arco de las Aleutianas y explica los relieves
jóvenes de su margen occidental, es decir, las Rocosas y los Andes. En el lado occidental
recorre la cuenca pacífica desde Nueva Zelanda hacia el Norte, pasando por los
archipiélagos de Micronesia, Nueva Guinea, Filipinas y hacia el Norte hasta Japón, las
islas Kuriles y la península de Kamchatka desde donde, a través de las islas del
Comandante, que pertenecen, al mismo arco, enlazan con las Aleutianas. En un par de
puntos del Pacífico occidental el arco se desdobla, junto a Fiji y Tonga y en torno a las
Marianas.
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En primer lugar hay que suponer que los procesos característicos de la tectónica global
arrancaron en un determinado momento de la evolución planetaria, y que no se han
mantenido totalmente uniformes en su intensidad y, hasta cierto punto, su mecánica. De
la misma manera sabemos que, a medida que el planeta va perdiendo energía interna,
por su disipación como calor en el espacio, las fuerzas necesarias para la orogénesis se
van debilitando. Los procesos volcánicos provocan la desgasificación del interior, que va
perdiendo agua y otros volátiles, lo que da lugar a una progresiva evolución de sus
propiedades mecánicas hacia una mayor rigidez; a la larga los procesos geotectónicos
mayores, como la expansión oceánica y la orogénesis, tendrán que detenerse.
Orogenia hercínica o varisca: ocurrió en numerosos puntos del globo terrestre hace 300
millones de años y fue más importante que el plegamiento caledoniano. Este plegamiento
afectó a gran parte de Europa Centro-occidental, los Urales, los Apalaches en América del
Norte, los Andes, Tasmania, etc.
Las historias climática y ecológica recientes de la Tierra han sido muy influidas por las
vicisitudes de la orogénesis, lo mismo que por la redistribución de las masas
continentales. El levantamiento de grandes relieves modifica la circulación atmosférica, el
régimen de vientos, y la distribución de la humedad. Además en las fases en que se
acelera el levantamiento, se producen una meteorización y una erosión más intensas, que
provocan una disminución del CO2 atmosférico. Ocurre por la intensificación de la
carbonatación, por ese componente del aire, de silicatos que la erosión somete a la
intemperie; el resultado es un secuestramiento de CO2 que reduce su concentración en la
atmósfera y da lugar a un enfriamiento del clima global.