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BREVE NOTICIA

El Popol-Vuh, que puede traducirse Popol, comunidad, consejo, y Vuh, libro, Libro del Consejo o
Libro de la Comunidad, fue pintado. Lo dice el texto: "Este libro es el primer libro pintado antaño".
¿El primer libro? ¿Querrá significarse con esto el más importante, algo así como la Biblia? "Pero su
faz está oculta", sigue el texto. ¿Oculta, por qué? ¿Fue destruido? ¿Fue quemado? ¿Se consumió
en la ciudad de Utatlán, entregada a las llamas, reducida a cenizas por el Conquistador? "Su faz
está oculta al que ve", añade el texto, lo que mueve a pensar que no está oculta para el que, sin
ver, conserva dicha faz en la memoria y la transmite oralmente.
Originalmente, el Popol-Vuh fue pintura, memoria, palabra, y en esta forma de tradición oral se
conserva hasta mediados del siglo XVI, época en que vuelve a ser escrito, por un indígena, antiguo
sacerdote quizá, en lengua quiché, con caracteres latinos. Este manuscrito, que constituye el
verdadero original del Popol-Vuh, llega a manos de Fr. Francisco Ximénez, cura párroco de Santo
Tomás Chuilá, población guatemalteca llamada actualmente Chichicastenango, a principios del
siglo XVIII. Por eso se conoce el Popol-Vuh con el nombre de "Manuscrito de Chichicastenango".
Descubrirlo el Padre Ximénez, varón versadísimo en lenguas indígenas, y entregarse a su estudio y
traducción del quiché al castellano, todo es uno. Pero el perilustre dominico no se contenta con
traducir el Popol-Vuh. Para dar testimonio incuestionable de la autenticidad del texto y curarse en
salud ante las autoridades religiosas, tal similitud hay entre el Génesis indígena y algunos pasajes
de la Biblia, hace algo que la posteridad jamás le pagará bastante: al par de su versión castellana,
en columna paralela, copia del texto quiché, es decir, que no sólo nos lega su traducción, sino la
transcripción del texto indígena.
El Padre Ximénez realiza dos versiones. Una primera literal, que no le satisface, y una segunda,
más cuidada, que incluye en el primer tomo de la "Crónica de la Provincia de Chiapa y Guatemala",
obra monumental que del archivo de los dominicos pasa en 1854 —con otros documentos del
Padre Ximénez—, a la Biblioteca de la Universidad de San Carlos Borromeo. A partir de ese
momento el libro sagrado de los quichés va a ser traducido a otras lenguas. El Dr. Carl Scherzer
copia el texto en la Biblioteca de la Universidad de Carolina, y traducido al alemán lo publica en
Viena, en 1857, bajo el título de "Las historias del origen de los indios de esta Provincia de
Guatemala". El abate Carlos Esteban Brasseur de Bourbourg llega a Guatemala, desde Francia,
atraído por la luz de ese manuscrito prodigioso, se afinca en el país, estudia y profundiza la lengua
quiché y traduce el Popol-Vuh al francés, versión que publica en París, en 1891, con el título de
"Popol-Vuh, le livre sacre et les mythes de l"antiquité américaine".
Varias otras traducciones se han hecho desde entonces, y se han publicado algo más de treinta y
dos volúmenes, en todas las lenguas, interés que crece de día en día por tratarse de uno de los
documentos milenarios de la humanidad.
De estas traducciones, citaremos las últimas. La del licenciado J. Antonio Villacorta y el profesor
Flavio Rodas, publicada en Guatemala, en 1927, con el texto quiché fonetizado; la del licenciado
Adrián Recinos, el cual encontró en la Biblioteca de Ewberry, de Chicago, el primer texto del Padre
Ximénez, la traducción más literal, pero no la mejor, dado que el mismo autor la mejoró
enormemente, y fue su segunda versión, ya más dueño del idioma quiché, la que incluyó en su
famosa historia. De ésta, el profesor Georges Raynaud, después de más de cuarenta años de
estudio, toda una vida, realizó su versión francesa ajustada al texto con rigor científico, sin restarle
por ello su primigenia hermosura, su vuelo poético, su frescor vegetal, su hondura misteriosa. Dos
de sus alumnos en la Escuela de Altos Estudios de París, el mexicano J. M. González de Mendoza
y el guatemalteco Miguel Ángel Asturias, vierten al español, bajo la dirección del propio profesor
Raynaud, la traducción del Popol-Vuh, hasta ahora considerada como la mejor, y la publican en
París, en 1927, con el título de "Los Dioses, los Héroes y los Hombres de Guatemala Antigua", de
la que después se han hecho varias ediciones, siendo merecedora de citarse, en primer lugar, la de
la Biblioteca del Estudiante Universitario ["El Libro del Consejo"], en las publicaciones de la
Universidad Nacional Autónoma de México.
Y es la versión del Profesor Georges Raynaud, la de mayor autoridad científica, la que ahora publicamos, en la
traducción al español de González de Mendoza y Miguel Ángel Asturias, seguros de que por igual ha de
interesar al investigador, al sociólogo, al poeta, al escritor, al artista y al curioso lector que ame los mitos
antiguos, y en este caso, el de cómo los dioses formaron el mundo americano y cómo fue creado el hombre de
maíz.
Corán
El Corán es el libro sagrado del islam, que para los musulmanes contiene la palabra del dios único (Allāh, ‫)هللا‬,
revelada a Mahoma (Muhammad o Muhammed, ‫)محمد‬, quien se considera que recibió estas revelaciones por
medio del ángel Gabriel (Yibril ‫)جبريل‬.
En una denominación más arcaica, se le conoce con el nombre de Alcorán, también escrito Quran o Korán
(árabe ‫[ اﻟﻘﺭﺃﻦ‬al-qurʼān], literalmente "la recitación"; el nombre completo es Al Qur'ān Al Karīm o El noble
Corán).
Durante la vida del profeta Mahoma, las "revelaciones" eran transmitidas oralmente o escritas en hojas de
palmeras, trozos de cuero o huesos, etc. A la muerte del profeta, en 632, sus seguidores comenzaron a reunir
estas "revelaciones", que durante el Califato de Utman ibn Affan (‫ )عثمان بﻦ عفان‬tomaron la forma que hoy
conocemos, 114 capítulos (azoras, ‫)سوﺭة‬, cada uno dividido en versículos (aleyas, ‫)آيات‬.
El Corán toma muchos personajes que aparecen en los libros sagrados del judaísmo y el cristianismo (Torá y
Biblia) y en la literatura devota (por ejemplo, los libros apócrifos), con muchas diferencias en detalle.
Personajes del mundo hebreo y cristiano muy conocidos como Adán, Noé, Abraham, Moisés, Jesús de Nazaret
y Juan Bautista aparecen mencionados como profetas islámicos.
Los musulmanes dicen del Corán que es la palabra "eterna e increada" de Alá; por ello su transmisión debería
realizarse sin el menor cambio en la lengua originaria, el árabe clásico, lengua en consecuencia considerada
sagrada a todos los efectos. El Corán ha sido traducido a muchos idiomas, principalmente pensando en
aquellos creyentes cuyas lenguas no son árabes. Aun así en la liturgia se utiliza exclusivamente el árabe, ya
que la traducción únicamente tiene valor didáctico, como glosa o instrumento para ayudar a entender el texto
original. De hecho, una traducción del Corán ni siquiera se considera que sea un Corán. Sagrado Corán
Explicado en Español
Historia
El origen del Corán ha generado mucha controversia porque los especialistas islámicos parten de la presunción
que el Corán es un texto incorrupto y divino, mientras que los especialistas laicos lo ven como un texto
humano semejante a cualquier otro. Tales divergencias hacen que sea necesario conocer ambas versiones de la
historia. El Corán reta a los lectores a que encuentren alguna contradicción o divergencias en él y les enfatiza
que no la encontrarán, puesto que al suponerse de origen divino no debería haber contradicciones en él.
El Corán como "doctrina eterna"
Las variedades más extendidas de la teología musulmana consideran que el Corán es eterno y que no fue
creado. Tomando en cuenta que los musulmanes creen que figuras bíblicas tales como Moisés y Jesús
predicaron el islam, la doctrina de la revelación inmutable y no creada implica que los tres textos más antiguos
la Torá, la Biblia y el Corán se deben a que los primeros fueron objeto de la degeneración humana.
No obstante, algunos movimientos liberales del islam, y particularmente las sectas mu'tazili e ismailí, implícita
o explícitamente cuestionan la doctrina de un Corán no creado cuando realizan ciertas preguntas relacionadas
a la aplicación de la ley islámica. Algunos pensadores contemporáneos, como Reza Arslan o Nasr Hamid Abu
Zayd, han argüido que tales leyes fueron creadas por Dios para solucionar las necesidades particulares de la
comunidad de Mahoma. Otros rebaten que tales leyes no difieren en nada de la ley mosaica.
Entre las razones ofrecidas por la crítica de la doctrina del "Corán eterno" se encuentra su implicación en el
tawhid, o "la unidad de Dios". El pensamiento de que el Corán es la palabra eterna y no creada de Dios y que
siempre ha existido junto a Él podría llevar a pensar en un concepto plural de la naturaleza de Dios.
Preocupados de que esta interpretación parezca hacerse eco del concepto cristiano de la "Palabra eterna de
Yahweh" (Logos), algunos musulmanes, y particularmente los mu'tazilíes rechazaron la noción de la eternidad
del Corán. Sin embargo, la mayoría de los musulmanes actuales opinan que esta visión de los mu'tazilíes es
producto de la no comprensión profunda de la naturaleza misma del Corán y de su relación con el tawhid.
Según especialistas islámicos
Según la tradición, Mahoma no podía leer ni escribir sino que, simplemente, recitó lo que le era revelado para
que sus compañeros lo escribieran y memorizaran. Algunos exégetas creen que esta tradición de que Mahoma
no podía leer ni escribir está en contradicción con el texto coránico mismo por doble partida: primero el Corán
anuncia que el profeta "no solía leer ni escribir" es decir no era dado a la lectura o la escritura, esto, según
ellos, no quiere decir que no supiera hacerlo, pero existe otra aleya susceptible de ser interpretada como
indicio de que sabía leer, la número dos de la azora "La Congregación": "Fue Él (Alá) quien levantó de entre
los iletrados un Apóstol de entre ellos mismos, recitando Sus Señales, purificándoles y enseñándoles el Libro y
la sabiduría..." Los simpatizantes del Islam tienen por verdad que la redacción del texto coránico existente hoy
corresponde puntualmente a lo que fue revelado al profeta Mahoma, es decir, las palabras textuales de Alá
entregadas a Mahoma por medio del arcángel Gabriel.
Los acompañantes de Mahoma, según las tradiciones musulmanas, empezaron a registrar las azoras de forma
escrita antes de que su líder muriera en el año 632. Esta práctica de escribir las "revelaciones" a medida que le
llegaban al profeta era una libertad que todos los testigos de los momentos en que ocurrían las revelaciones
podían tomarse, aunque se trataba de una reabundancia literaria ya que el Corán fue compilado bajo los
auspicios del profeta mismo. Basta decir que entre todos los coranes que existen hoy y han existido no hay
ninguna diferencia. Existe solo una versión del Sagrado Coran, las copias de varias azoras escritas durante su
vida se citan con frecuencia en las tradiciones. Por ejemplo, en la historia de la conversión de Umar ibn al-
Jattab (momento en que Mahoma todavía estaba en La Meca), se dice que su hermana estaba leyendo un texto
de la azora Ta-Ha. En Medina, se dice que alrededor de sesenta y cinco acompañantes actuaron como escribas
para él en algún momento o en otro. El profeta los llamaba para que escribieran las "revelaciones" justo
después de tenerlas.
Una tradición documenta que la primera recopilación completa del Corán fue hecha durante el mandato del
primer califa, Abu Bakr as-Siddiq. Zayd ibn Thabit, que había sido uno de los secretarios de Muhammad,
“reuniendo el Corán a partir de varias piezas de hueso y de los pechos (es decir, ‘los recuerdos’) de los
hombres”. Esta recopilación fue conservada por Hafsa bint Umar, hija del segundo califa Umar y una de las
viudas de Mahoma.
Durante el califato de Utman ibn Affan, hubo disputas relativas a la recitación del Corán. En respuesta, Utman
decidió codificar, estandarizar y transcribir el texto. Se dice que Utman comisionó a un comité (que incluía a
Zayd y varios miembros prominentes de Quraysh) para poder producir una copia estándar del texto.
Según algunas fuentes, esta recopilación se basó en el texto conservado por Hafsa. Otras versiones indican que
Utman hizo esta recopilación de manera independiente y que el texto de Hafsa habría sido llevado adelante y
que, al final, se encontró que los dos textos coincidían perfectamente. Sin embargo, otros documentos omiten
por completo referencias a Hafsa.
Los eruditos musulmanes afirman que si el califa hubiera ordenado la recopilación del Corán, este nunca
habría sido relegado al cuidado de una de las viudas del profeta. Posiblemente la historia haya sido inventada
para aproximar en el tiempo la muerte del profeta y la recopilación del texto.
Cuando terminó el proceso de recopilación, entre los años 650 y 656, Utman envió copias del texto final a
todos los rincones del imperio islámico y ordenó la destrucción de todas las copias que difirieran de la nueva
versión.
Varios de los manuscritos, incluyendo el manuscrito de Samarkanda, son reivindicados como copias originales
de las enviadas por Utman; no obstante, muchos especialistas, occidentales e islámicos, dudan que sobreviva
algún manuscrito utmánico original.
En lo que respecta a las copias que fueron destruidas, las tradiciones islámicas aseguran que Abdallah Ibn
Masud, Ubay Ibn Ka'b y Alí, el sobrino de Mahoma, habían preservado algunas versiones que diferían en
algunos aspectos del texto utmánico que es considerado ahora por todos los musulmanes. Los especialistas
musulmanes registran determinadas diferencias entre las versiones, las cuales consisten casi totalmente en
variantes léxicas y ortográficas o diferentes conteos de versos. Se ha registrado que los tres (Ibn Masud, Ubay
Ibn Ka'b y Alí) aceptaron el texto utmánico como la autoridad definitiva.
La versión de Utman se compuso según un viejo estilo de escritura árabe que dejaba por fuera casi todas las
marcas vocálicas, por esta razón la escritura se puede interpretar y leer de varias formas. Este escrito utmánico
básico se ha llamado rasma y, con algunas diferencias menores, es la base de varias tradiciones orales de
recitación. Para fijar estas recitaciones y prevenir cualquier error, los escribanos y eruditos comenzaron a
anotar las rasmas utmánicas con varias marcas diacríticas —puntos y demás— para indicar la forma en que las
palabras debían ser pronunciadas. Se cree que este proceso de anotación comenzó alrededor del año 700, poco
tiempo después de la compilación de Utman, y que terminó aproximadamente en el año 900. El texto del
Corán más usado en la actualidad está basado en la tradición de recitación de los Hafs, tal y como fue
aprobado por la Universidad Al-Azhar de El Cairo, en 1922, (para más información relacionada con las
tradiciones de recitación, refiérase a Recitación coránica, más adelante en este mismo artículo).
Según especialistas seglares
Aunque algunos eruditos concuerdan con varios de los aspectos señalados por las tradiciones islámicas
relativas al Corán y sus orígenes, especialistas escépticos aseguran que Mahoma mismo compuso los versos y
las leyes que integran el texto y que se las atribuyó a Alá para darles legitimidad; agregan que sus seguidores
memorizaron y escribieron sus revelaciones y que numerosas versiones de estas revelaciones circularon
después de su muerte en el año 632; aseguran asimismo que Utman ordenó la recopilación y el ordenamiento
de esta masa de material entre 650 y 656, lo cual también es descrito por los eruditos islámicos. Los eruditos
occidentales señalan muchas características del Corán (sus repeticiones, su ordenamiento, la mezcla de estilos
y géneros) como signos de un muy humano proceso de recopilación que nada tiene que ver con supuestos
"métodos divinos".
Estos eruditos explican las numerosas similitudes entre el Corán y las escrituras hebreas argumentando que
Mahoma les enseñaba a sus seguidores lo que él pensaba que era historia universal, tal y como lo había
escuchado de las bocas de judíos y cristianos que había encontrado en Arabia y durante sus viajes. Ciertos
eruditos seglares también debaten la creencia islámica de que todo el Corán fue enviado por Alá a la
humanidad. En este sentido, notan que en numerosos pasajes Alá es aludido directamente en tercera persona, o
bien, cuando la voz narrativa jura por varios entes, incluyendo a Alá. Otros especialistas tienden a no atribuirle
el Corán entero a Mahoma, arguyendo que no hay una verdadera prueba de que el texto haya sido compilado
bajo el mandato de Utman, puesto que las más viejas copias conservadas del Corán completo datan de varios
siglos después de Utman (la más vieja copia existente del texto completo es del siglo IX). Alegan que el Islam
se formó lentamente, durante los siglos transcurridos tras las conquistas musulmanes y en la medida en que los
conquistadores islámicos iban elaborando sus propias creencias en respuesta de los desafíos judíos y
cristianos. Una propuesta influyente en este punto de vista fue la del Dr. John Wansbrough, un académico
inglés. Sin embargo, los escritos de Wansbrough estaban redactados en un estilo denso, complejo y casi
hermético y ha tenido una gran influencia en los estudios islámicos a través de sus estudiantes, Michael Cook
y Patricia Crone y no tanto por sus propios escritos. En 1977, Crone y Cook publicaron un libro llamado
Hagarism, en el que se sostiene que:
"Básicamente, el Corán carece de una estructura central, frecuentemente es oscuro e inconsecuente
tanto en lengua como en contenido; es superficial en su concatenación de materiales dispersos y muy
dado a la repetición de pasajes enteros en versiones que presentan variantes. Partiendo de todo esto, se
puede argumentar plausiblemente que el libro es el producto de la edición imperfecta y morosa de
materiales provenientes de una pluralidad de tradiciones". (Patricia Crone y Michael Cook, Hagarism:
The Making of the Islamic World, Cambridge, 1977, p. 18). (Traducción de Sergio Arroyo Molina).
Este libro fue extremadamente controvertido en su tiempo, pues desafiaba no solo la ortodoxia musulmana,
sino las actitudes prevalecientes entre los mismos islamistas seglares. Wansbrough fue criticado por su
interpretación del Corán y por la "mala" interpretación de las palabras originales en árabe. Crone y Cook se
han desdicho de algunos de sus argumentos en el sentido de que el Corán evolucionó a lo largo de varios
siglos, pero todavía sostienen que la tradición de lectura sunita es muy poco fiable, pues proyecta su ortodoxia
contemporánea en el pasado —del mismo modo que si los exégetas del Nuevo Testamento quisieran
comprobar que Jesús era católico o metodista.
Fred Donner ha argüido contra Crone y Cook, en lo relativo a la temprana fecha de la recopilación del Corán,
basado en sus lecturas del propio texto. Él argumenta que si el Corán hubiera sido recopilado a lo largo de los
tumultuosos siglos iniciales del Islam (con sus vastas conquistas, expansión y los sangrientos incidentes entre
los rivales del califato) habría habido evidencia de esta historia en el texto. No obstante, según el no hay nada
en el Corán que no refleje las cosas conocidas de la temprana comunidad musulmana.
Algunos aseguran que los hallazgos arqueológicos de 1972 pueden arrojar luz acerca de los orígenes del
Corán. En ese año, durante la restauración del Gran Mezquita de San'a, en Yemen, los obreros se toparon con
un "cementerio de papeles" que contenía decenas de millares de papeles en que se leían fragmentos del Corán
(los ejemplares del Corán todavía son desechados de esta manera, pues se considera impiedad tratar el "texto
sagrado" como si fuera basura ordinaria). Se creyó que algunos de esos fragmentos eran los textos coránicos
más antiguos que se han encontrado. El especialista europeo Gerd R. Puin ha estudiado estos fragmentos y ha
publicado no solamente un corpus de textos, sino también algunos descubrimientos preliminares. Las variantes
de los textos descubiertos parecen coincidir con ciertas variantes menores reportadas por algunos eruditos
islámicos en sus descripciones de las variantes del Corán, que una vez estuvieron en posesión de Abdallah Ibn
Masud, Ubay Ibn Ka'b y Alí, y que fueron suprimidas por órdenes de Utman.
Interpretación del Corán
El Corán ha producido un gran corpus de comentarios y explicaciones. Los musulmanes tardíos no siempre
comprendían la lengua del Corán, no entendieron ciertas alusiones que parecían claras a los primeros
musulmanes y estaban extremadamente preocupados en reconciliar las contradicciones y los conflictos en el
Corán. Los comentadores glosaron el árabe, explicaron las alusiones y, acaso más importantemente,
decidieron qué versos coránicos habían sido revelados primero en la carrera profética de Mahoma (lo cual era
apropiado para la naciente comunidad musulmana) y cuáles habían sido revelados después, cancelando o
abrogando el texto original. Los recuerdos de las "ocasiones de revelación", es decir, las circunstancias en que
Mahoma había hecho públicas las revelaciones, también fueron recopiladas, pues se pensaba que podrían
explicar algunas oscuridades.
Por todas estas razones, fue extremadamente importante para los comentadores explicar cómo fue revelado el
Corán —cuando y bajo qué circunstancias. Muchos comentarios o tafsir, concernían a la historia. Los primeros
tafsir son unas de las mejores fuentes de la historia islámica. Algunos comentadores famosos son al-Tabari, az-
Zamakhshari, at-Tirmidhi y Ibn Kathir. Generalmente estos comentarios clásicos incluían todas las
interpretaciones comunes y aceptadas, mientras que los comentarios de los fundamentalistas modernos, como
el escrito por Sayyed Qutb tienden a dar solo una de las interpretaciones posibles.
Los comentadores se sienten muy seguros de las exactas circunstancias que motivaron algunos versos, como la
azora Iqra o las aleyas 190-194, de la azora al-Baqarah. Pero en algunos casos (como la azora al-Asr), lo más
que se puede decir es en qué ciudad estaba viviendo Mahoma en ese momento. En otros casos, como con la
azora al-Kawthar, los detalles de las circunstancias están en disputa, pues diversas tradiciones entregan
versiones diferentes.
Las más importantes "ayudas exteriores" que se han usado para interpretar los significados del Corán son las
hadith — la colección de tradiciones en las que algunos eruditos musulmanes (los ulema) basaron la historia y
las leyes islámicas. Los especialistas han inspeccionado las miles de páginas de las "hadith", intentando
descubrir cuáles eran ciertas y cuáles eran fabricaciones. Un método muy utilizado era el estudio de la cadena
de narradores, los isnad, a través de los cuales fue transmitida la tradición.
Obsérvese que aunque se dice que ciertos hadith — los hadith qudsi —, registran las palabras no canónicas
que según la tradición Alá le dirigió a Mahoma, o el sumario de estas, los musulmanes no consideran que estos
textos sean parte del Corán.
Similitudes entre el Corán y la Biblia
El Corán retoma las historias de muchos de los personajes y eventos que aparecen en los libros sagrados de los
judíos y los cristianos (La Torá, La Biblia) y la literatura devocional (Los libros apócrifos y el Midrásh),
aunque difiere en muchos detalles. Ciertos personajes bíblicos muy bien conocidos, como Adán, Noé,
Abraham, Isaac, Jacob, Moisés, Juan el Bautista y Jesús son mencionados en el Corán como Profetas del
Islam. Sin olvidar a la Virgen María (Maryam en árabe), madre de Jesús.
La recitación del Corán
La palabra Corán, generalmente, es traducida como "recitación", en indicación de que no puede existir como
un simple texto. Siempre ha sido transmitido oralmente al mismo tiempo que gráficamente.
Para al menos ser capaz de realizar una salat (oración), una obligación indispensable en el Islam, un musulmán
tiene que aprender al menos algunas azoras del Corán (generalmente, empezando con la primera azora, al-
Fatiha, conocida como "los siete versos repetidos", y luego avanzando hasta las más cortas que están al final
del libro).
Una persona que pueda recitar todo el Corán se llama qāri' (‫اﺭئ‬ ٍ َ‫ )ق‬o hāfiz (términos que se traducen como
"recitador" o "memorizador," respectivamente). Mahoma es recordado como el primer hāfiz. El canto (tilawa
‫ )تالوة‬del Corán es una de las bellas artes del mundo musulmán.
Escuelas de recitación del Corán
Existen diversas escuelas de recitación coránica y todas constituyen pronunciaciones permitidas del rasm
utmánico. Hoy existen diez recitaciones canónicas y cuatro no canónicas del Corán. Para que una recitación
sea canónica tiene que cumplir con tres condiciones:
1. Debe coincidir con la recopilación, el "rasm", de Utman, letra por letra.
2. Debe respetar las leyes sintácticas del idioma árabe.
3. Debe tener un isnad continuo al profeta Mahoma a través de un tawatur, lo cual quiere decir que debe
ser relatada por un gran grupo de personas a otro a lo largo de una cadena de "isnad".
Ibn Mujahid documentó siete recitaciones de este tipo y Ibn Al-Jazri agregó tres. Se trata de:
1. Nafi` de Medina (169/785), transmitida por Warsh y Qaloon
2. Ibn Kathir de La Meca (120/737), transmitida por Al-Bazzi y Qonbul
3. Ibn `Amer de Damasco (118/736), transmitida por Hisham y Ibn Zakwan
4. Abu `Amr de Basra (148/770), transmitida por Al-Duri y Al-Soosi
5. `Asim de Kufa (127/744), transmitida por Sho`bah y Hafs
6. Hamza de Kufa (156/772), transmitida por Khalaf y Khallad
7. Al-Kisa'i de Kufa (189/804), transmitida por Abul-Harith y Al-Duri
8. Abu-Ja`far de Medina, transmitida por Ibn Wardan y Ibn Jammaz
9. Ya`qoob de Yemen, transmitida por Ruways y Rawh
10. Khalaf de Kufa, transmitida por Ishaaq y Idris
Estas recitaciones difieren en la vocalización (tashkil ‫ )تشكيل‬de unas cuantas palabras, las cuales a su vez le dan
a la palabra un significado diferente, según las reglas de la gramática árabe. Por ejemplo, la vocalización de un
verbo puede cambiar su voz activa y pasiva. También puede cambiar su formación, lo que implica la
intensidad, por ejemplo. La vocales se pueden cambiar en su cantidad (es decir, se pueden alargar o acortar) y
las pausas glotales (hamzas) pueden agregarse o elidirse, según las reglas respectivas de la recitación en
particular. Por ejemplo, el nombre del Arcángel Gabriel se puede pronunciar de manera diferente en distintas
recitaciones: Jibrīl, Jabrīl, Jibra'īl, y Jibra'il. El nombre "Qur'ān" se pronuncia sin la pausa glotal (como en
"Qurān") en una recitación y el nombre del profeta Ibrāhīm se puede pronunciar Ibrāhām en otra.
Las narraciones más usadas son las de Hafs (‫)حفص عﻦ عاصم‬, Warsh (‫)وﺭش عﻦ نافع‬, Qaloon (‫ )قاﻟون عﻦ نافع‬y Al-
Duri a través de Abu `Amr (‫)اﻟدوﺭي عﻦ ﺃبي عمرو‬. Los musulmanes creen firmemente que todas las recitaciones
canónicas fueron hechas por el Profeta mismo, citando la respectiva cadena de narración isnad canónica y las
aceptan como válidas para la adoración como una referencia para las leyes de Sharia. Las recitaciones no
canónicas son llamadas "explicativas" por su papel de darle diferentes perspectivas a un verso o ayah dado.
Hoy varias personas poseen el título de "Memorizador de las Diez Recitaciones", lo cual se considera el
máximo honor en las ciencias del Corán.
Consideraciones de estilo
El Corán consiste en 114 azoras (capítulos) compuestas a su vez por un total de 6.236 aleyas (versos) dejando
por fuera 112 de los 113 bizmillas o basmalas con que empiezan las azoras pues son idénticos ("En el nombre
de Dios, el Compasivo y Misericordioso") y, por lo general, se dejan sin enumerar. De manera alternativa, se
pueden incluir los bizmillas en el conteo de los versos, lo cual arroja un número de 6.348 aleyas. El número
exacto de aleyas ha sido discutido, no por una disputa relativa al contenido del Corán sino debido a los
métodos de conteo. Varios "musulmanes de El Corán original" han rechazado dos versos del Corán por
considerarlos espurios y trabajan con la suma de 6.346). Por lo general, los musulmanes no se refieren a las
azoras por sus números sino por un nombre derivado del texto de cada azora. Las azoras no están dispuestas en
orden cronológico (en el orden en el que los estudiosos islámicos suponen que fueron reveladas) sino que
están ordenadas según el tamaño, aunque no de manera exacta; también se cree que este método es de
inspiración divina. Luego de una breve introducción, aparece en el Corán la azora más larga y el texto
concluye con las más cortas. Se dice que hay aproximadamente 77.639 letras en él.
El Corán dividido para la lectura y la recitación
Además de la división en azoras —y muy independientes de esta—, existen varias formas de dividir el Corán
en secciones de similar tamaño que facilitan la lectura, la recitación y la memoria. Las siete manzil
(estaciones) y las treinta juz' (partes) se pueden usar para trabajar con todo el Corán durante una semana o un
mes (un mandil o un juz' por día). Un juz' se puede dividir en dos ahzab (grupos), y cada ahzab se puede
subdividir en cuatro cuartos. Una estructura diferente ofrece el ruku'at, en la cual aparecen unidades
semánticas que se asemejan a párrafos y que se componen aproximadamente de diez aleyas.
Un hafiz es un hombre que ha memorizado todo el texto del Corán. Se cree que hay millones de ellos, desde
niños hasta ancianos; muchos niños y adultos incluidos muchos que no pueden leer árabe, memorizan el Corán
parcialmente o en su totalidad. Para realizar la salat (oración) se necesita memorizar el texto al menos de
forma parcial.
El inicio de las azoras
Todos los capítulos, con excepción de uno, empiezan con las palabras Bismillah ir-Rahman ir-Rahim, "En el
nombre de Dios, el más Misericordioso, el Compasivo". Veintinueve azoras empiezan con letras tomadas de
un subconjunto restringido del alfabeto árabe; así, por ejemplo, la azora Maryam empieza "Kaf. Ha. Ya. 'Ain.
Sad. (Esta es) una mención de la Misericordia de tu Señor a Su siervo Zacarías" (19:2).
Aunque ha habido alguna especulación sobre el significado de estas letras, el consenso de los eruditos
musulmanes es que su sentido último está más allá de la capacidad de entendimiento humano. Sin embargo, se
ha observado que, en cuatro de los 29 casos, estas letras aparecen seguidas casi inmediatamente por la
mención misma de la revelación coránica. Los esfuerzos de los académicos occidentales han sido
provisionales; una propuesta, por ejemplo, fue que se trataba de las iniciales o los monogramas de los escribas
que originalmente escribieron las azoras.
El orden temporal de los versos coránicos
La creencia en el origen divino, directo e incorrupto del Corán es considerado fundamental por la mayoría de
los musulmanes. Esto trae como consecuencia directa la creencia de que el texto no tiene errores ni
inconsistencias.
"Este es el libro, de guía segura y el que no da lugar a ninguna duda, para aquellos que temen a Alá"
(Azora al-Baqarah, versículo 2).
A pesar de esto, a veces ocurre que unos versos prohíben una práctica determinada mientras que otros la
permiten. Esto es interpretado por los musulmanes a la luz de la cronología relativa de los versos: debido a que
el Corán fue revelado durante el curso de 23 años, muchos de los versos fueron clarificados o relacionados
(mansūkh) con otros versos. Los comentadores musulmanes explican esto afirmando que Mahoma fue dirigido
de manera tal que pudiera liderar a un pequeño grupo de creyentes por el camino recto, en vez de revelarles de
una sola vez el rigor total de la ley. Por ejemplo, la prohibición del alcohol fue llevada a cabo de forma
gradual, no de inmediato. El verso más antiguo les dice a los creyentes “No se aproximen a las oraciones con
una mente nublada, a menos que puedan entender todo lo que dicen” (4:43), se trata entonces de una
prohibición de la ebriedad, pero no del consumo de alcohol: “Si piden consejo sobre el vino y el juego, diles:
‘Hay algún provecho en ellos para los hombres, pero el pecado es más grande que el provecho’” (2:219).
Finalmente, en algunos casos la mayoría de los académicos musulmanes aceptan la doctrina de la
“abrogación” (naskh), según el cual los versos revelados más tarde a veces están por encima de los versos
entregados anteriormente. Cuáles versos abrogan a cuáles otros, es una cuestión generadora de controversia.
El lenguaje del Corán
El Corán fue uno de los primeros textos que se redactó en árabe. Se halla escrito en una forma temprana del
árabe clásico que se conoce en español como árabe “coránico”. No hay muchos otros ejemplos de la lengua
árabe de esta época (algunos especialistas consideran que las Mu'allaqat u Odas suspendidas son ejemplos de
árabe preislámico; otros consideran que fueron escritas antes de Mahoma. De cualquier manera, solo
sobreviven cinco inscripciones en árabe preislámico).
Poco tiempo después de la muerte de Mahoma, en 632, el Islam se expandió más allá de Arabia y conquistó
mucho de lo que era entonces el mundo “civilizado”. Había millones de musulmanes en el extranjero con
quienes los gobernadores árabes tenían que comunicarse. Por consiguiente, la lengua cambió rápidamente en
respuesta a la nueva situación, perdiendo los casos y el vocabulario oscuro. Unas cuantas generaciones
después de la muerte del profeta, muchas palabras usadas en el Corán ya se habían vuelto arcaísmos. Debido a
que el lenguaje beduino había cambiado a un ritmo mucho más lento, los primeros lexicógrafos árabes
recurrieron al beduino para explicar palabras o dilucidar cuestiones gramaticales. En buena medida debido a
las necesidades religiosas de explicar el Corán al pueblo, la gramática y la lexicografía árabes se convirtieron
en ciencias importantes, y el modelo para el lenguaje literario sigue siendo hasta el día de hoy el árabe usado
en los tiempo coránicos, y no las variantes habladas en la actualidad.
Los musulmanes aseguran que el Corán es destacable por su poesía y por su belleza y que su perfección
literaria es una evidencia de su origen divino. Debido al hecho de que esta perfección solo es perceptible para
los que hablan árabe, se considera que el texto original en árabe es el “verdadero” Corán. En general, las
traducciones a otras lenguas son tenidas como simples glosas, en tanto interpretaciones, de las palabras
directas de Dios.
Las tradiciones imperantes en la traducción y la publicación del Corán sostienen que cuando el libro es
publicado simplemente debería titularse El Corán y, asimismo, debería incluir siempre un adjetivo calificativo
(que evite cualquier confusión con otras "recitaciones"), este es el motivo por el cual la mayoría de las
ediciones disponibles del Corán se llaman El glorioso Corán, El noble Corán y otros títulos similares.
Existen numerosas traducciones del Corán a lenguas occidentales, llevadas a cabo por conocidos estudiosos
islámicos. Cada traducción es un poco diferente de las otras y muestra la habilidad del traductor para verter el
texto de una forma que sea al mismo tiempo fácil de entender y que mantenga el sentido original.
Prácticamente, todos los eruditos islámicos son capaces de leer y comprender el Corán en su forma original y,
de hecho, la mayoría se lo sabe de memoria íntegramente.
El género literario del Corán
El Corán mezcla la narrativa, la exhortación y la prescripción legal. Por lo general, las azoras combinan estos
tres tipos de secuencias textuales y no siempre de maneras que resultan obvias para el lector, sino algunas
veces de formas inexplicables. Los musulmanes señalan que el estilo único del Corán es un indicio más de su
origen divino.
Existen muchos elementos que se repiten en el Corán: epítetos ("Señor de los cielos y la tierra"), oraciones ("Y
cuando dijimos a los ángeles: 'Postraos ante Adán', todos se postraron"), e incluso historias, como la historia
de Adán. Los especialistas musulmanes explican estas repeticiones como una forma de enfatizar y explicar
diferentes aspectos de temas importantes. Asimismo, los académicos señalan que las traducciones a las
lenguas occidentales demandan grandes cambios en la redacción y en el orden para poder mantener la
explicación y el significado específicos.
El Corán oscila entre la rima y la prosa. Tradicionalmente, los gramáticos árabes consideran que el Corán es
un género único en sí mismo. No es ni poesía (definida como palabras con métrica y rima) ni tampoco prosa
(definida esta como una conversación normal, pero sin métrica ni rima, saj').
El Corán en ocasiones utiliza rima asonante entre los versos sucesivos; por ejemplo, en el inicio de la azora
“al-Faǧr”:
Wa-l-faǧr(i),
Wa layâlin ʿašr(in),
Wa-š-šafʿi wa-l-watr(i)
Wal-layli 'iḏâ yasr(î),
Hal fî ḏâlika qasamun li-ḏî ḥiǧr(in).
o, para dar un ejemplo menos asonante, la azora “al-Fîl”:
'A-lam tara kayfa faʿala rabbuka bi-'aṣḥâbi l-fîl(i),
'A-lam yaǧʿal kaydahum fî taḍlîl(in)
Wa-'arsala ʿalayhim ṭayran 'abâbîl(a)
Tarmîhim bi- ḥiǧâratin min siǧǧîl(in)
Fa-ǧaʿalahum ka-ʿaṣfin ma'kûl(in).
Obsérvese que las vocales finales de verso se dejan sin pronunciar cuando estos se pronuncian de manera
aislada, se trata del fenómeno regular de las pausas en el árabe clásico. En estos casos, “î” y “û” riman a
menudo y hay una cierta búsqueda de variación en las consonantes en posición final de sílaba).
Algunas azoras también incluyen un refrán que se repite varias veces, por ejemplo “ar-Rahman” ("¿Entonces
cuál de los favores de vuestro Señor negaréis?”) y “al-Mursalat” ("¡Reproches ese día a los que repudien!”).
El Corán del siglo XVIII
Los estudiosos islámicos del Corán dividen los versículos del libro en dos partes: los revelados en La Meca y
los revelados en Medina después de la Héjira. En general, las azoras más viejas, de la Meca, tienden a contar
con versículos más cortos, mientras que las de Medina, que lidian con cuestiones legales, son más largas.
Contrástense las azoras de La Meca transcritas antes y unos versículos como los de “al-Baqara”, 229:
"Los divorcios se pueden llevar a cabo dos veces, después de lo cual debe reanudarse el matrimonio en forma
honorable, o bien disolverse de buenas maneras. No es correcto que los hombres les quiten a sus esposas los
regalos que les hayan dado, excepto cuando ambas partes teman no ser capaces de mantenerse dentro de los
límites impuestos por Alá. Si los jueces realmente temen que ellos no sean capaces de mantenerse dentro de
los límites impuestos por Alá, no hay culpa en ninguno de ellos si ella da algo a cambio de su libertad. Estos
son los límites ordenados por Alá, de modo tal que nos los violentéis, puesto que si alguien violenta los límites
de Alá, esa persona se hará daño a sí mismo y a los demás".
Del mismo modo, las azoras de Medina tienden a ser más largas; entre estas se encuentra la más larga del
Corán: "al-Baqara".
El Corán y la cultura islámica
Antes de poder tocar una copia del Corán o mushaf, un musulmán debe realizar un wudu (la ablución o ritual
de limpieza con agua). Esto se basa en una interpretación literal de la azora 56:77-79: "Pues Este es en verdad
el Honorable Corán, el Libro bien conservado, que nadie podrá tocar salvo quienes son limpios.
La execración del Corán significa insultar el Corán sacándolo de su contexto o desmembrándolo. Los
musulmanes siempre tratan el libro con reverencia y, por consiguiente, es prohibido reciclar, reimprimir o
simplemente descartar las copias viejas del texto (en este último caso, los volúmenes deben ser quemados
respetuosamente, o bien, enterrados).
El respeto hacia el texto escrito del Corán es un elemento importante de la fe religiosa de muchos
musulmanes. Ellos creen que insultar el Corán intencionalmente es una forma de blasfemia. De acuerdo con
las leyes de algunos países musulmanes, la blasfemia se puede penar con una prisión de muchos años o incluso
con la pena de muerte.
Escribir e imprimir el Corán
La mayoría de los musulmanes de hoy usan versiones impresas del Corán. Existen "Coranes" para todos los
gustos, libros de bolsillos, muchos de ellos en ediciones bilingües, con el texto árabe por un lado y una glosa
en una lengua familiar del otro. El primer Corán impreso se publicó en 1801 en Kazán.
Antes de que la impresión fuera implementada comúnmente, El Corán se transmitía a través de copistas y
calígrafos. Debido al hecho de que la tradición musulmana sentía que retratar directamente a los personajes
sagrados podría conducir a la idolatría, se prohibió decorar El Corán con imágenes (como sí se hace con
frecuencia en los textos cristianos, por ejemplo). En vez de esto, los musulmanes desarrollaron un amor y un
cariño especiales por el texto en sí. Una de las consecuencias de esto es que la Caligrafía árabe es un arte que
posee un honor muy alto en el mundo musulmán. Los musulmanes también decoraron sus ejemplares del
Corán con figuras abstractas conocidas como arabescos, con tintas de colores y doradas. Algunas páginas de
algunos de estos Coranes antiguos se han usado a lo largo de este artículo con fines ilustrativos.
Las Traducciones del Corán
El Corán ha sido traducido a muchos idiomas, pero las traducciones no son consideradas por los musulmanes
como copias auténticas del Corán, sino simplemente como "glosas interpretativas" del libro; por lo tanto no se
les da mucho peso en los debates relativos al significado del Corán. Además de esto, como simples
interpretaciones del texto, se les trata como libros corrientes, en vez de darles todos los cuidados especiales
que sí se les dan generalmente a los libros en lengua árabe. A pesar de esto, como es un Mensaje dirigido a
toda la humanidad, se debe traducir el significado general de sus frases, estudiadas siglo tras siglo por multitud
de sabios.
Robert de Ketton fue el primero en traducir el Corán y lo hizo al Latín, en 1143. Y, posiblemente, la más
reciente con su correspondiente Tafsir o exégesis sea la de Ali Ünal, El Sagrado Corán y Su Interpretación
Comentada

Biblia
Etimología

La palabra Biblia se origina, a través del latín, en la expresión griega τὰ βιβλία τὰ ἅγια (ta biblía ta háguia; los
libros sagrados), acuñada por vez primera en I Macabeos 12:9, siendo βιβλία plural de βιβλίον (biblíon,
'papiro' o 'rollo', usado también para 'libro'). Se cree que este nombre nació como diminutivo del nombre de la
ciudad de Biblos (Βύβλος), importante mercado de papiros de la antigüedad.

Esta frase fue empleada por los hebreos helenizados (aquellos que habitaban en ciudades de habla griega)
mucho tiempo antes del nacimiento de Jesús de Nazaret para referirse al Tanaj o Antiguo testamento. Muchos
años después empezó a ser utilizada por los cristianos para referirse al conjunto de libros que forman el
Antiguo testamento así como los Evangelios y las cartas apostólicas, es decir, el Nuevo testamento. Para ese
entonces ya era común utilizar únicamente el primer sintagma, τὰ βιβλία, a manera de título.

Ya como un título, se empezó a utilizar en latín biblia sacra (‘los libros sacros’), sin artículo dado que éste no
existía en latín. Sin embargo, al ser biblia un cultismo en latín, acabó pasando de considerarse un neutro plural
a un femenino singular («la sagrada Biblia»), entendiendo ya Biblia como el nombre propio de todo el
conjunto. A través del latín se derivó a la gran mayoría de las lenguas modernas.

Historia

La Biblia es una compilación de textos que en un principio eran documentos separados (llamados «libros»),
escritos primero en hebreo, arameo y griego durante un periodo muy dilatado y después reunidos para formar
el Tanaj (Antiguo testamento para los cristianos) y luego el Nuevo testamento. Ambos testamentos forman la
Biblia cristiana. En sí la Biblia fue escrita a lo largo de aproximadamente 1000 años (900 a. C. - 100 d. C.).
Los textos más antiguos se encuentran en el Libro de los Jueces («Canto de Débora») y en las denominadas
fuentes "E" (tradición elohísta) y "J" (tradición yavista) de la Torá (llamada Pentateuco por los cristianos), que
son datadas en la época de los dos reinos (siglos X a VIII a. C.). El libro completo más antiguo, el de Oseas es
también de la misma época. El pueblo judío identifica a la Biblia con el Tanaj (no consintiéndose bajo ningún
concepto el término Antiguo testamento) y no acepta la validez del llamado Nuevo testamento, reconociéndose
como texto sagrado únicamente al Tanaj.

El canon católico romano de la Biblia que conocemos hoy fue sancionado por primera vez en el Sínodo de
Roma en el año 382 de nuestra era, por la Iglesia Católica. Dicho canon consta de 73 libros: 46 constitutivos
del llamado Antiguo testamento, incluyendo 7 libros llamados actualmente Deuterocanónicos (Tobit, Judit, I
Macabeos, II Macabeos, Sabiduría, Eclesiástico y Baruc), que han sido impugnados por judíos, y algunos
protestantes, aun cuando no por todos; y 27 del Nuevo testamento. Fue confirmado en el Concilio de Hipona
en el año 393, y ratificado en los Concilios III de Cartago, en el año 397, y IV de Cartago, en el año 419.

Cuando reformadores protestantes lo impugnaron, fue nuevamente confirmado por decreto en la cuarta sesión
del Concilio de Trento del 8 de abril de 1546. Ninguna de estas decisiones fue reconocida ni asumida por
muchos protestantes, surgidos a partir del siglo XVI, ni por distintas denominaciones paraprotestantes,
surgidas a partir del siglo XIX. El Canon de las Biblias Cristianas Ortodoxas es aún más amplio que el Canon
de las Biblias Católicas Romanas, e incluye el Salmo 151, la Oración de Manasés, el Libro III de Esdras y el
Libro III de los Macabeos. (En adición a éstos, el Libro IV de Esdras y el Libro IV de los Macabeos figuran,
así mismo, como apéndices, en muchas importantes versiones y ediciones de la Biblia.)

El Antiguo testamento narra principalmente la historia de los hebreos; el Nuevo testamento la vida, muerte y
resurrección de Jesús, su mensaje y la historia de los primeros cristianos.

El Nuevo testamento fue escrito en lengua griega koiné. En él se cita con frecuencia al Antiguo testamento de
la versión de los Setenta, traducción al griego del Antiguo testamento realizada en Alejandría (Egipto) en el
siglo III a. C.

La Biblia es para los creyentes la palabra de Dios por ser indudable para estos su inspiración divina. Es un
libro eminentemente espiritual y habla sobre la historia de la humanidad, su creación, su caída en el pecado y
su salvación, que expone cómo el Dios creador se ha relacionado, se relaciona y se relacionará con el ser
humano. De igual forma, la Biblia expone los atributos y el carácter de Dios.

Para los creyentes, la Biblia es la principal fuente de fe y doctrina en Cristo. En el siglo XVI los diferentes
movimientos de la Reforma protestante comenzaron a experimentar un alto desgaste en discusiones filosóficas
y a separarse unos de otros; para menguar este problema se definió el principio llamado "sola escritura", que
significa que solamente la Biblia puede ser considerada fuente de doctrina cristiana. Para la Iglesia Católica
Romana, además de la Biblia, también son fuente doctrinal la tradición, las enseñanzas de los Padres de la
Iglesia (discípulos de los apóstoles), y decisiones emanadas de concilios. Esta divergencia entre cristianos se
intensificó después de 1870, cuando el papa Pío IX declaró que —como único «sucesor de Pedro», y,
consecuentemente, «custodio y depositario de las llaves del Reino de los Cielos», era «infalible» en asuntos de
fe, moral y doctrina cristiana (dogma de la infalibilidad papal). Mientras que los cristianos protestantes
rechazan esta aseveración y consideran como cabeza única de la iglesia a Jesucristo. Para ambas partes esta
gran diferencia ya no es considerada tan solo en términos filosóficos o religiosos, sino como designios divinos
plasmados y asentados en la Biblia misma.

Para los judíos ortodoxos, por supuesto, el Nuevo testamento no tiene validez. El rabínico considera como
fuente de doctrina el Talmud, mientras los caraítas defienden desde el siglo VIII el Tanaj como única fuente de
fe.

«Antiguo testamento» y «Nuevo testamento»

El canon del Antiguo testamento cristiano entró en uso en la Septuaginta griega, traducciones y libros
originales, y sus diferentes listas de los textos. Además de la Septuaginta, el cristianismo posteriormente
añadió diversos escritos que se convertirían en el Nuevo testamento. Poco diferentes listas de las obras
aceptadas siguió desarrollando en la antigüedad. En el siglo IV, una serie de sínodos fue elaborando listas de
escritos sagrados que fijaban un Canon del «Antiguo testamento» de entre 46 y 54 distintos documentos y un
Canon del «Nuevo testamento» de 20 a 27, siendo este último el utilizado hasta el día de hoy; el cual fue
definido finalmente en el Concilio de Hipona en el año 393. Hacia el año 400, Jerónimo había escrito una
edición definitiva de la Biblia en latín (véase la Vulgata), el Canon de la cual, debido en parte a la insistencia
del Papa Dámaso, fue hecho coincidir con decisiones de varios de los Sínodos reunidos con anterioridad. Con
el beneficio de la retrospectiva se puede decir que estos procesos establecieron de manera eficaz el Canon del
«Nuevo testamento», aunque hay otros ejemplos de listas canónicas en uso después de este tiempo. Sin
embargo, esta lista definitiva de 27 libros no fue legitimada por ningún Concilio Ecuménico sino hasta el
Concilio de Trento (1545-63).

Durante la Reforma Protestante, algunos reformadores canónicos propusieron diferentes listas de las que se
encuentra actualmente en uso. Aunque no sin debate, véase Antilegomena, la lista de los libros del Nuevo
testamento vendría a seguir siendo el mismo, sin embargo, el Antiguo testamento los textos presentes en la
Septuaginta, pero no está incluido en el canon judío, cayó de favor. En el momento en que vendría a ser
eliminado de la mayoría de los cánones protestantes. Por lo tanto, en un contexto católico estos textos se
denominan libros deuterocanónicos, mientras que en un contexto protestante que se hace referencia como
Apócrifa, la etiqueta se aplica a todos los textos excluidos del canon bíblico que estaban en la Septuaginta.
Cabe señalar también, que los católicos y los protestantes describen algunos otros libros, como el libro de los
Hechos de Pedro, como apócrifos.

Por lo tanto, el Antiguo testamento protestante de hoy tiene 39 libros —el número varía del número de los
libros en el Tanaj (aunque no en contenido) a causa de un método diferente de la división— mientras que la
Iglesia Católica Romana reconoce 46 libros como parte del Antiguo testamento canónico. El término
"Escrituras hebreas" es sólo sinónimo del Antiguo testamento protestante, no católico, que contiene las
Escrituras hebreas y textos adicionales. Tanto los católicos como los protestantes tienen los mismos 27 libros
del Canon del «Nuevo testamento».

Estructura

Un libro de la Biblia es un grupo establecido de escrituras. Por ejemplo, el libro de Salmos (en hebreo Tehilim
o "Canciones de alabanza") tiene 150 canciones (151 en la versión de los Setenta), mientras que la Epístola de
Judas es una carta de media página.

La Biblia hebrea o Tanaj está dividida en tres secciones: los cinco libros de Moisés (la Ley o Torá), los libros
escritos por los profetas hebreos (los Profetas o Nevi'im) y unos libros que no entran en las dos categorías
anteriores (las Escrituras o Ketuvim); éstos son conocidos como hagiógrafa o simplemente «las Escrituras».

La Biblia judía fue escrita predominantemente en hebreo, pero tiene algunas pequeñas partes que fueron
escritas en arameo. En la Biblia cristiana, la Biblia hebrea es llamada Antiguo testamento, para distinguirla del
Nuevo testamento, que es la parte que narra la vida de Jesús y su predicación, entre otras cosas. El Nuevo
testamento está dividido en los cuatro Evangelios, Historia (Hechos de los Apóstoles), las Cartas a iglesias
cristianas por Pablo y otros apóstoles, y el Apocalipsis.

Las Biblias cristianas contienen la totalidad del Tanaj o Antiguo testamento, junto con un grupo de Escrituras
posteriores conocidas como el Nuevo testamento. Dentro del cristianismo, no hay acuerdo completo sobre el
número exacto de libros que debe tener (con igual reconocimiento) el Antiguo testamento, es decir, sobre su
canon. Hasta el siglo XVI se mantuvo en Occidente la traducción latina de san Jerónimo conocida como "la
Vulgata" (proveniente del latín vulgar) que incorporaba tanto el canon judío como aquellos escritos de la
Septuaginta griega. Con la Reforma Protestante, Martín Lutero cuestionó la necesidad de mantener los libros
"apócrifos" junto a los del canon judío y los agrupó como un apéndice edificante al final de su traducción al
alemán de la Biblia. La Iglesia Católica Romana confirmó, sin embargo, el canon de la Biblia de los Setenta y
de la Vulgata en el Concilio de Trento (1545-1563), reconociendo más claramente la canonicidad de algunos
escrituras cuestionadas por Lutero, que desde ese mismo siglo comenzaron a ser llamados "Deuterocanónicos"
(Concepto introducido por Sixto de Siena). Las iglesias orientales también reconocen plena canonicidad a los
deuterocanónicos, agregando también otros libros que se encuentran en códices antiguos, como III y IV
Macabeos y la Oración de Manasés. La Iglesia Ortodoxa Etíope acepta asimismo el Libro de Enoc como
canónico. El Nuevo testamento hace referencia tanto a los libros deuterocanónicos como al Libro de Enoc. En
cuanto al resto de los libros, no hay disputa alguna y todos los grupos cristianos tienen los mismos libros en el
Nuevo testamento de la Biblia.

Cánones bíblicos

Un canon es el conjunto de libros que integran la Biblia según una tradición religiosa concreta, que los
considera así "divinamente inspirados" y los distingue de otros textos que no se consideran revelados. Estas
diferencias entre las distintas ramas del cristianismo se dan únicamente para el Antiguo testamento, ya que
todas las Biblias tienen el mismo número de libros en el Nuevo testamento.

El primer canon es el Pentateuco, el cual se compone de los libros del Génesis, Éxodo, Levítico, Números y
Deuteronomio y contiene la "Ley de Dios", que es el conjunto de los 613 preceptos del Judaísmo.

Dentro del Judaísmo surge disputa sobre el canon correcto. Un grupo religioso, los saduceos, sostiene que
solamente conforma el canon de las Escrituras la Torá o Pentateuco (la Ley), mientras que otros grupos
también consideran las Escrituras de los Nevi'im (Profetas) y los Ketuvim (los Escritos). Después de la
destrucción de Jerusalén en el año 70 d. C., el grupo judío predominante fue el de los fariseos, que sí considera
al canon como conformado por la Ley, los Profetas y los Escritos. Así, a finales del siglo I el Judaísmo
estableció en Yamnia (Yavne) como canon de sus libros sagrados aquellos que cumplieran tres requisitos: que
hubiera una copia del libro en cuestión que se supiera que fue escrito antes del año 300 a. C. (cuando la
helenización llegó a Judea, con los problemas culturales y religiosos subsecuentes, y que pueden leerse en
libros como los de los Macabeos o el de Daniel), que dicha copia estuviera escrita en hebreo o cuando menos
arameo (no griego, la lengua y cultura invasora) y que tuviera un mensaje considerado como inspirado o
dirigido al pueblo de Dios (con lo que también algunos libros que cumplían las dos características anteriores
tuvieron que salir del canon).

En tiempos de Jesús de Nazaret es dominante la segunda opinión, la cual es sostenida y transmitida por
muchos cristianos hasta tiempos de la Reforma Protestante con la controversia de los libros deuterocanónicos
(ver «Estructura», up supra). Esta controversia probablemente se originó precisamente por el hecho de que el
Judaísmo había establecido su canon a fines del siglo I, con lo que para ellos ya no estaban presentes aquellos
textos que sólo se encontrarían en griego (en la versión de la Biblia judía de los Setenta). Estos libros fueron
precisamente los que se considerarían, posteriormente, como deuterocanónicos.

La versión judía de la Biblia consta de 24 libros, con ciertas diferencias respecto a las Biblias cristianas.
Algunas de ellas son:

 Los nombres de varios libros: Éxodo para el original Shemot («Nombres»); Levítico para Vaikrá («Y
llamó»).
 La subdivisión en tres secciones: Torá (la Ley, el Pentateuco); Nevi'im, los Profetas Anteriores (Josué,
Jueces, Samuel y Reyes) y Posteriores (Isaías, Jeremías, Ezequiel y los 12 profetas menores); y
Ketuvim, los Escritos (Salmos, Proverbios, Daniel y los demás libros).

Actualmente, los libros que no son considerados canónicos por católicos y ortodoxos, reciben el nombre de
libros apócrifos; a su vez, esos mismos libros suelen ser denominados pseudoepígrafos por los protestantes,
que, habitualmente, respetan también el nombre de Deuterocanónicos (literalmente, "del segundo canon") para
aquellos que han recibido reconocimiento canónico de católicos y ortodoxos (en general, son libros escritos
originalmente en griego, incluidos en la traducción al griego de la Biblia judía conocida como Septuaginta o
de los LXX). No obstante, algunas corrientes protestantes fundamentalistas insisten en conservar el nombre de
apócrifos para los libros deuterocanónicos. Con todo, hay que señalar, que los primeros cristianos no usaban la
Biblia hebrea, sino que usaban la Septuaginta o de los LXX por cuanto varios de los nuevos cristianos fueron
judíos de cultura griega, como por ejemplo, Pablo de Tarso, San Esteban, y los evangelistas San Lucas y San
Marcos.

Así pues, las versiones católicas de la Biblia constan de 73 escritos, en tanto que las versiones protestantes
sólo contienen 66, debido a que ellos consideran que siete libros impresos en las versiones católicas (los
deuterocanónicos) sólo son "lectura edificante", pero no canónica. Las versiones ortodoxas, por su parte,
incluyen 76 libros en total. Además, la Iglesia Ortodoxa Etíope incluye como canónico en el Antiguo
testamento el Libro de Enoc, que no incluye ninguna de las otras corrientes cristianas ni el judaísmo.

«Biblia» cristiana

La Biblia es un libro usado por todos los cristianos, aun cuando no todos los grupos de cristianos la lean
asiduamente. Las Biblias cristianas están constituidas por escritos hebreos, arameos y griegos, que han sido
retomados de la Biblia griega, llamada Septuaginta, y del Tanaj hebreo-arameo, y luego reagrupados bajo el
nombre de Antiguo testamento. A estos se ha sumado una tercera serie de escritos griegos cristianos agrupados
bajo el nombre de Nuevo testamento. Distintos grupos cristianos han debatido largamente sobre la inclusión o
exclusión de algunos de los libros de ambos testamentos, surgiendo los conceptos de apócrifos y
deuterocanónicos para hacer referencia a algunos de estos textos.

La comunidad judía actual reserva la expresión Biblia cristiana para identificar sólo a los libros que han sido
añadidos al Tanaj hebreo-arameo por el judaísmo tardío helenizante alejandrino, y luego por el cristianismo, y
evita referirse a su Tanaj con los términos Biblia o Antiguo testamento. Varias denominaciones cristianas
incorporan otros libros en el canon de ambos Testamentos.

El «Antiguo testamento»
Artículo principal: Antiguo Testamento

El Antiguo testamento es la colección de libros escritos antes de la vida de Jesús, pero aceptada por los
cristianos como parte de la Sagrada Escritura. En términos generales, es la misma que la Biblia hebrea, sin
embargo, se divide y ordena de manera diferente, y varía desde el judaísmo en la interpretación y énfasis.
(Véase, por ejemplo, Isaías 7:14.)

El «Nuevo testamento»
Artículo principal: Nuevo Testamento

El Nuevo testamento es una colección de 27 libros, representativos de 5 diferentes géneros literarios


judeocristianos: 4 Evangelios, 1 Libro de Hechos, 1 Apocalipsis, y 19 Epístolas (6 Epístolas "Católicas" o
Apostólicas, y 13 Epístolas Paulinas). Una séptima "Epístola Católica" —a saber, I Juan—, y una
decimocuarta "Epístola Paulina" —concretamente, Hebreos—, realmente pertenecen al género ensayístico o
doctotratadístico, es decir, se trata de tratados doctrinales, con lo que representan un quinto género de escritos
del Nuevo testamento. La figura protagónica es Jesús de Nazaret, llamado Cristo. Casi todos los cristianos, con
algunas excepciones como el cristianismo gnóstico de los primeros siglos, han venido asumiendo el Nuevo
testamento como un texto sagrado divinamente inspirado.

Otros libros referenciados en la «Biblia»

Estos libros aparecen como referencias y como ampliación de lo escrito en la Biblia. Algunos libros, como
Enoc, han venido siendo tenidos por apócrifos a pesar de haber sido referenciados en la Biblia.

La siguiente lista muestra los libros que no están a nuestra disposición hoy en día (excepto Enoc). Dichos
libros son:
Libro Escritura de referencia
El libro del convenio (pacto o alianza) Éxodo 24:7
El libro de las batallas de Yahveh Números 21:14
El libro de Jaser Josué 10:13, 2 Samuel 1:18
Un libro guardado delante de Yahveh 1_Samuel 10:25
El libro de los hechos de Salomón 1_Reyes 11:41
El libro del vidente Samuel, el libro del profeta Natán y el libro del vidente Gad 1_Crónicas 29:29
Profecías de Ahías el silonita, y del vidente Iddo 2_Crónicas 9:29
Los libros del profeta Semaías 2_Crónicas 12:15
Las palabras de Jehú 2_Crónicas 20:34
Los hechos de Uzías 2_Crónicas 26:22
Los registros (o actas) de los reyes de Israel 2_Crónicas 33:18
Las palabras de los videntes 2_Crónicas 33:19
Un rollo con la palabra de Yahveh a Jeremías desde los días de Josías Jeremías 36:1-4
Un libro de Jeremías contra de toda la maldad de Babilonia Jeremías 51:60
Un libro de memorias Malaquías 3:16
Una epístola anterior de Pablo a los corintios 1_Corintios 5:9
Otra epístola de Pablo a los efesios Efesios 3:3
La carta de Pablo a los laodicenses Colosenses 4:16
Las profecías de Enoc Judas 1:14

Conservación e integridad de la «Biblia»

A pesar de las objeciones de algunos críticos, existen pruebas que avalan la afirmación de que gran parte de la
Biblia se ha conservado sin cambios importantes hasta nuestros días. Quienes no están de acuerdo con estas
afirmaciones apelan a circunstancias tales como traducciones de un idioma a otro, copiado de manuscritos,
opiniones divergentes en dogmas y/o destrucción deliberada, la Biblia no ha llegado como un volumen
completo. Hallazgos tales como los manuscritos del Mar Muerto han mostrado que, en gran parte, esto sucedió
antes del Siglo I de nuestra era, aunque los textos encontrados allí, y los conocidos hasta entonces, parecen
presentar cambios menores.

Hay otros textos relevantes relacionados con la Biblia "original" como los escritos apócrifos hallados en
Egipto (Nag Hammadi) y Cisjordania (Qumrán, cerca del Mar Muerto), e incluso en países muy lejanos hacia
el Sur y el Oriente. Estos han supuesto una nueva interrogante acerca de si ya estaría completo el canon
bíblico, o habría que revisarlo de forma detallada.

Los defensores de la idea de que las escrituras bíblicas son fieles y están completas, se basan en la cantidad de
copias idénticas que, desde tiempos remotos, se ha realizado de las mismas. Los copistas hebreos de las
Escrituras, denominados masoretas, que copiaron las Escrituras Hebreas entre los siglos VI y X solían contar
las letras para evitar errores. El experto en la materia W. H. Green dice sobre las comparaciones entre textos
antiguos y modernos lo siguiente:
Se puede decir sin temor a equivocarse que ninguna otra obra de la antigüedad se ha transmitido con tanta
exactitud.

Arqueología y coincidencias bíblicas

Las investigaciones arqueológicas en la zona donde se desarrollan los hechos narrados en la Biblia tienen
como un resultado añadido la comprobación de los hechos, lugares y personajes que aparecen citados en los
diferentes libros que componen la Biblia. Incluso se ha llegado a crear el término de arqueología bíblica para
denominar a una parte de la arqueología que se encarga de estudiar los lugares indicados en la Biblia.
Hay varios casos en que los descubrimientos arqueológicos han señalado congruencias con los hechos o
personajes bíblicos. Entre esos descubrimientos se encuentran los siguientes:

 Rey Sargón II de Asiria. Este personaje que aparece en Isaías 20:1 no pudo ser confirmado hasta que
en 1843 se descubrieron las ruinas de su palacio. Se hallaron escritos en los que se relatan las
conquistas de las ciudades de Samaria y Asdod que aparecen también relatados en el libro de Isaías.

 Joaquín, rey de Judá. El descubrimiento de las tablillas de Babilonia permitió la confirmación de la


existencia del rey Joaquín de Judá y sus cinco hijos que aparecían nombrados en los libros de 2ª de
Reyes y 1ª de Crónicas.

 El sello de Yehujal. En 2005 la arqueóloga Eilat Mazar descubrió un sello de arcilla en el cual se
nombraba Yehujal (Jehucal o Jucal) que fue un funcionario judío que es nombrado en el libro de
Jeremías.

 Hallazgos en Nínive. En las excavaciones realizadas en la antigua ciudad de Nínive, capital de Asiria,
se han hallado varias piezas que confirman relatos bíblicos. En el palacio de Senaquerib hay un
bajorrelieve que muestra a las tropas asirias llevando cautivos a los israelitas tras la caída de Lakís,
hecho relatado en el Segundo Libro de los Reyes. En las piezas conocidas como Anales de Senaquerib
se relatan los hechos realizados durante el reinado de Ezequías y a este mismo personaje. También es
curioso como en el listado de ciudades conquistadas por los asirios no aparece Jerusalén lo cual
concuerda con el relato bíblico de que fueron derrotados a sus puertas, al igual que se relata el
asesinato de Senaquerib que están incluidos en el Libro de Isaías.

 El Cilindro de Ciro. Se encontró en Sippar cerca de Bagdad, Iraq. Narra la conquista de Babilonia por
Ciro el Grande. Algunos ven en el relato de Isaías 13:1, 17-19 e Isaías 44:26-45:3 la profecía de la
destrucción de Babilonia por Ciro. También en el cilindro se expone la política de Ciro de dejar volver
a los pueblos deportados a su tierra de origen, tal y como sucedió con los israelitas.

La «Biblia» y los distintos idiomas

«Biblia» hebrea
Artículo principal: Biblia hebrea

«Biblia» griega
Artículo principal: Biblia griega

«Biblia» latina
Artículo principal: Biblia latina

Traducciones de la «Biblia» al español

Estas son distintas traducciones de la Biblia al idioma español.[2]

Datos curiosos
Las secciones de curiosidades deben ser evitadas.
Este artículo puede ser mejorado combinando las informaciones útiles y quitando las inapropiadas.

 El número de palabras de la Biblia varía —según la versión y el idioma— entre 773 692[4] y
783 137.[5]
 La Biblia cristiana ortodoxa consta de 1347 capítulos; la católica romana, de 1329, y la protestante, de
1189, 260 de los cuales constituyen el Nuevo testamento.
 El libro que aparece como último en la Biblia es el Apocalipsis de Juan, pero en realidad el último en
ser escrito fue el Evangelio de Juan.
 El capítulo más corto de la Biblia es el «Salmo 117» (sólo 2 versículos), y el capítulo más largo es el
«Salmo 119» (176 versículos).
 El libro más corto de la Biblia es II Juan (13 versículos), seguido por III Juan (15 versículos), Abdías
(21 versículos) y Judas (25 versículos).
 El versículo más corto de la Biblia es Juan 11, 35 («Jesús lloró») y el más largo es Esther 8,9.

Popol Vuh
El Popol Vuh o Popol Wuj (El nombre quiché se traduciría como: "Libro del Consejo" o "Libro de
la Comunidad"), es una recopilación de varias leyendas de los quiché, un pueblo de la cultura maya
que ocupó partes de Guatemala y de Honduras. Más que un sentido histórico, el libro tiene valor e
importancia en el plano religioso; de hecho, se le ha llamado el Libro Sagrado o la Biblia de los
mayas k'iche's.[1]

Es una narración que trata de explicar o contar de alguna manera el origen del mundo, la civilización
y los diversos fenómenos que ocurren en la naturaleza.

Historia del Popol-Vuh


Se desconoce la existencia de una versión original del Popol Vuh. Según Delia Goetz:

"Deberíamos suponer que sería un libro de pinturas con jeroglíficos que los sacerdotes interpretaban al
pueblo para mantener vivo el conocimiento del origen de su raza y los misterios de su religión."

Según Fray Francisco Ximénez la primera versión escrita fue elaborada en lengua quiché, utilizando
caracteres del alfabeto latino, a mediados del siglo XVI. Según él dicha versión permaneció oculta
hasta 1701, cuando los mayas quiché de la comunidad de Santo Tomás Chuilá (hoy
Chichicastenango, Guatemala) le mostraron la recopilación de sus historias y mitología.

Se desconoce el nombre del autor de esta primera versión pero Fray Francisco Ximénez, al notar la
importancia del documento, decidió traducir el texto al idioma español, asegurando la fidelidad del
escrito. Su versión está estructurada en 2 columnas, en una estaba la versión quiché; y en la otra la
traducción de Ximénez. La primera versión fue una traducción demasiado literal y resultó muy
confusa y oscura. Luego escribió una segunda versión menos literal que incluyó en su "Historia de la
Provincia de Santo Vicente de Chiapa y Guatemala" que terminó en 1722.

Los trabajos de Ximénez permanecieron archivados en el Convento de Santo Domingo hasta 1830
cuando fueron trasladados a la Universidad de San Carlos de Guatemala. En 1854 fueron encontrados
por el austriaco Dr. Charles Scherzer, quien en 1857 la publicó en Viena bajo el título primitivo "Las
Historias del origen de los indios de esta provincia de Guatemala".

El sacerdote y misionero Charles Étienne Brasseur de Bourbourg sustrajo el escrito original de la


universidad, lo llevó a Europa y lo tradujo al francés. En 1861 publicó un volumen bajo el título de
"Popol Vuh, Le livre Sacré et les mythes de l'antiquité Américaine". Él fue quién le dio el nombre.
El libro original fue vendido al coleccionista Alfonso Pinart, más tarde su viuda lo vendió a su vez al
etnólogo Otto Stoll, posteriormente fue comprado por Edward E. Ayer, quién lo devolvió a América.
Actualmente la primera traducción de Ximénez al castellano y su "Manuscrito de Chichicastenango"
se encuentran en la Biblioteca Newberry, en Chicago, Estados Unidos.[2] El facsimilar del manuscrito
está disponible en la edición en línea hecha en colaboración por la Biblioteca Newberry y las
Biblioteca de la Universidad Estatal de Ohio, en un proyecto dirigido por el Dr. Carlos M. López.[3]
El facsimilar también está accesible desde el sitio Archivos del Popol Wuj y las culturas mayas,[4] en
el que además se incluyen documentos y materiales relacionados al manuscrito.

La localidad de Santa Cruz del Quiché, fue fundada por los españoles que sustituyeron a Q’umar
Ka’aj, la capital del reino k’iche’. Juan de Rojas y Juan Cortés, aparecen citados en el libro como los
últimos integrantes de la generación de los reyes k'iche'.[5]

Originalidad del Popol Vuh como texto maya


Algunos arqueólogos se han esforzado en encontrar las narraciones del Popol Vuh en las jeroglifos
mayas del período prehispánico, otros aseguran que fue escrito en lengua maya con caracteres latinos
con base en la tradición oral en el siglo XVI o XVII. El texto de Ximénez procede ciertamente de la
época colonial.

Estudiosos como René Acuña han puesto en duda que el contenido reflejado en el Popol Vuh sea
realmente maya, pues señala: «[...] el Popol Vuh es un libro diseñado y ejecutado con conceptos
occidentales. Su unidad de composición es tal, que da pie para postular un solo recolector de las
narraciones. Y no parece que éste haya sido un autodidacta espontáneo nativo, que se puso a redactar
las memorias de su nación».[6] Se debe tener en cuenta que el libro fue utilizado para evangelizar a
los indígenas en su momento.

Para apoyar esta teoría se basa en ciertos errores de transcripción que comete Ximénez al trasladar el
texto, lo cual revela su desconocimiento de la lengua quiché. Señala categóricamente Acuña: «Si la
fidelidad con que Ximénez copió y tradujo el texto quiché fuera el criterio para establecer la
autenticidad del Popol Vuh, habría, de inmediato, que declararlo falso. [...] Enumerar a detalle todos
los desfiguros que Ximénez introdujo podría justificar un trabajo de páginas cuyo número no se
puede cuantificar. [...] Ante la imposibilidad de efectuar aquí un examen pormenorizado de las
traducciones que hizo Ximénez del Popol Vuh, tendré que limitarme a decir que son desiguales y
muy infieles, y que el fraile omitió traducir un elevado porcentaje del texto. Mi apreciación se basa
en el minucioso análisis comparativo que he realizado de las primeras 1180 líneas del Popol Vuh con
las dos versiones españolas de fray Francisco. Pero mi intención no está dirigida a desacreditar la
competencia lingüística de este religioso, sino a hacer manifiesto que, con el escaso conocimiento de
la lengua quiché que poseía, resulta natural que haya desfigurado la obra al copiarla».[7] Al poner en
duda la capacidad de Ximénez de manejar la lengua mayanse se abren una serie de interrogativas:
¿qué tan seguros podemos estar de que el Popol Vuh es un texto original maya si solo tenemos
actualmente la versión de Ximénez?

Es posible abrir cuestionamientos acerca de la existencia de un libro original de procedencia


prehispánica. O bien que fue escrito apoyados en la tradición oral. Su muy cercana analogía con el
Génesis de la biblia hace pensar que su escritura estuvo dirigida por frailes cristianos. Así mismo, la
aparición de las genealogías que se extienden hasta la época colonial hacen imposible que el original
que copió Ximénez pertenezca al período prehispánico.
Contenido del Popol Vuh
I. Creación referida

1. Los dioses crean el mundo, crean los valles y las montañas.


2. Los dioses crean a los animales, pero ya que no los alaban los condenan a comerse unos a otros.
3. Los dioses crean a los seres de barro los cuales son frágiles e inestables y no logran alabarlos.
4. Los dioses crean a los primeros seres humanos de madera, éstos son imperfectos y carentes de
sentimientos.
5. Los dioses destruyen los primeros seres humanos, los cuales se convierten en monos.
6. Los dioses Gemelos Hunahpú e Ixbalanqué destruyen al arrogante ser Vucub-Caquix, y luego a sus
hijos Zipacná y Cabracán...

II. Historias de Hunahpú e Ixbalanqué

1. Ixpiyacoc e Ixmucane engendran dos hermanos.


2. Hun-Hunahpú y Xbaquiyalo engendran a los "gemelos mono" Hun-Batz y Hun-Chouen.
3. Xibalbá mata a los hermanos HunHunahpú y VucubHunahpú, colgando la cabeza de Hun-Hunahpú en
un árbol.
4. Hun-Hunahpú e Ixquic engendran a los "héroes gemelos" Hunahpú e Ixbalanqué (la cabeza de Huh-
Hunahpu escupe a la mano de Xquic, embarazándola).
5. Nacen los héroes gemelos y viven con su madre y su abuela paterna Ixmucane, compitiendo con sus
medios hermanos Hun-Batz y Hun-Chouen.
6. Los "Héroes Gemelos" derrotan a Xibalbá, casa de la penumbra, los cuchillos, el frío, el jaguar, el
fuego y los murciélagos.

III. Creación de los hombres de Maíz. Descripción de comunidades

1. Los primeros cuatro hombres reales son creados: Balam-Quitzé, el segundo Balam-Acab, el tercero
Mahucutah y el cuarto Iquí-Balam.
2. Las primeras cuatro mujeres son creadas.
3. Tribus descendientes. Hablan el mismo lenguaje y viajan a Tulan-Zuiva.
4. El lenguaje de las tribus se confunde y éstas se dispersan.
5. Tohil es reconocido como un dios y exige sacrificios humanos.

IV. Listado de generaciones

1. Tohil convence a los señores de la tierra a través de sus sacerdotes pero su dominio destruye el
Quiché.

Fragmentos
[editar] I. Creación del Mundo y los Primeros Intentos por crear a los Hombres

El Popol Vuh relata la inexistencia del mundo hasta que el creador y formador decidió generar la
vida. La intención era que sus propias creaciones le pudieran hablar y agradecer por la vida. Primero
crearon la Tierra, después los animales y, finalmente, los hombres. Éstos fueron inicialmente hechos
de barro, pero como el intento fracasó, el Gran creador y formador decidió extraerlos de la madera.
Una vez constituidas otras tantas familias, el creador y formador, temeroso de que a sus criaturas
pudiera tentarlas la idea de suplantarlos en sabiduría, disminuyó la vista e inteligencia de los ocho.

La Creación según el Popol Vuh


Ésta es la relación de cómo todo estaba en suspenso, todo en calma, en silencio; todo inmóvil, callado, y vacía
la extensión del cielo.

Ésta es la primera relación, el primer discurso. No había todavía un hombre, ni un animal, pájaros,
peces, cangrejos, árboles, piedras, cuevas, barrancas, hierbas ni bosques: sólo el cielo existía.

No se manifestaba la faz de la tierra. Sólo estaban el mar en calma y el cielo en toda su extensión.
No había nada junto, que hiciera ruido, ni cosa alguna que se moviera, ni se agitara, ni hiciera ruido
en el cielo. No había nada que estuviera en pie; sólo el agua en reposo, el mar apacible, solo y
tranquilo. No había nada dotado de existencia.

Solamente había inmovilidad y silencio en la oscuridad, en la noche. Sólo el Creador, el Formador,


Tepeu, Gucumatz, los Progenitores, estaban en el agua rodeados de claridad. Estaban ocultos bajo
plumas verdes y azules.

Llegó aquí entonces la palabra, vinieron juntos Tepeu y Gugumatz, en la oscuridad, en la noche, y
hablaron entre sí Tepeu y Gugumatz. Hablaron, pues, consultando entre sí y meditando; se pusieron
de acuerdo, juntaron sus palabras y su pensamiento. Entonces se manifestó con claridad, mientras
meditaban, que cuando amaneciera debía aparecer el hombre. Entonces dispusieron la creación y
crecimiento de los árboles y los bejucos y el nacimiento de la vida y la claridad en acción del
hombre. Se dispuso así en las tinieblas y en la noche por el Corazón del Cielo, que se llama
Huracán.

El primero se llama Caculhá Huracán. El segundo es Chipi-Caculhá. El tercero es Raxa-Caculhá. Y


estos tres son el Corazón del Cielo.

Entonces vinieron juntos Tepeu y Gugumatz; entonces conferenciaron sobre la vida y la claridad,
cómo se hará para que aclare y amanezca, quién será el que produzca el alimento y el sustento.

-¡Hágase así! ¡Que se llene el vacío! ¡Que esta agua se retire y desocupe el espacio, que surja la
tierra y que se afirme! Así dijeron. ¡Que aclare, que amanezca en el cielo y en la tierra! No habrá
gloria ni grandeza en nuestra creación y formación hasta que exista la criatura humana, el hombre
formado. Así dijeron.

Luego la tierra fue creada por ellos. Así fue en verdad como se hizo la creación de la tierra:

- ¡Tierra!, dijeron, y al instante fue hecha.

Como la neblina, como la nube y como una polvareda fue la creación, cuando surgieron del agua las
montañas; y al instante crecieron las montañas.

Solamente por un prodigio, sólo por arte mágica se realizó la formación de las montañas y los
valles; y al instante brotaron juntos los cipresales y pinares en la superficie.

Y así se llenó de alegría Gugumatz, diciendo:


-¡Buena ha sido tu venida, Corazón del Cielo; tú, Huracán, y tú, Chípi-Caculhá, Raxa-Caculhá!

-Nuestra obra, nuestra creación será terminada, contestaron.

Primero se formaron la tierra, las montañas y los valles; se dividieron las corrientes de agua, los
arroyos se fueron corriendo libremente entre los cerros, y las aguas quedaron separadas cuando
aparecieron las altas montañas.

Así fue la creación de la tierra, cuando fue formada por el Corazón del Cielo, el Corazón de la
Tierra, que así son llamados los que primero la fecundaron, cuando el cielo estaba en suspenso y la
tierra se hallaba sumergida dentro del agua..

De esta manera se perfeccionó la obra, cuando la ejecutaron después de pensar y meditar sobre su
feliz terminación.

Luego hicieron a los animales pequeños del monte, los guardianes de todos los bosques, los genios
de la montaña, los venados, los pájaros, leones, tigres, serpientes, culebras, cantiles (víboras),
guardianes de los bejucos.

Y dijeron los Progenitores:

-¿Sólo silencio e inmovilidad habrá bajo los árboles y los bejucos? Conviene que en lo sucesivo haya
quien los guarde.

Así dijeron cuando meditaron y hablaron enseguida. Al punto fueron creados los venados y la aves.
En seguida les repartieron sus moradas los venados y a las aves:

-Tú, venado, dormirás en la vega de los ríos y en los barrancos. Aquí estarás entre la maleza, entre
las hierbas; en el bosque os multiplicaréis, en cuatro pies andaréis y os tendréis. Y así como se dijo,
así se hizo.

Luego designaron también su morada a los pájaros pequeños y a las aves mayores:

-Vosotros, pájaros, habitaréis sobre los árboles y los bejucos, allí haréis vuestros nidos, allí os
multiplicaréis, allí os sacudiréis en las ramas de los árboles y de los bejucos. Así les fue dicho a los
venados y a los pájaros para que hicieran lo que debían hacer, y todos tomaron sus habitaciones y
sus nidos.

De esta manera los Progenitores les dieron sus habitaciones a los animales de la tierra.

Y estando terminada la creación de todos los cuadrúpedos y las aves, les fue dicho a los
cuadrúpedos y pájaros por el Creador y Formador y los Progenitores:

-Hablad, gritad, gorjead, llamad, hablad cada uno según vuestra especie, según la variedad de cada
uno. Así les fue dicho a los venados, los pájaros, leones, tigres y serpientes.

-Decid, pues, nuestros nombres, alabadnos a nosotros, vuestra madre, vuestro padre. ¡Invocad, pues,
a Huracán, Chipi-Caculhá, Raxa-Caculhá, el Corazón del Cielo, el Corazón de la Tierra el Creador,
el Formador, los Progenitores; hablad, ínvocadnos, adoradnos!, les dijeron.
Pero no se pudo conseguir que hablaran como los hombres; sólo chillaban, cacareaban y
graznaban; no se manifestó la forma de su lenguaje, y cada uno gritaba de manera diferente.

Cuando el Creador y el Formador vieron que no era posible que hablaran, se dijeron entre sí:

-No ha sido posible que ellos digan nuestro nombre, el de nosotros, sus creadores y formadores. Esto
no está bien, dijeron entre sí los Progenitores. Entonces se les dijo:

-Seréis cambiados porque no se ha conseguido que habléis. Hemos cambiado de parecer: vuestro
alimento, vuestra pastura, vuestra habitación y vuestros nidos los tendréis, serán los barrancos y los
bosques, porque no se ha podido lograr que nos adoréis ni nos invoquéis. Todavía hay quienes nos
adoren, haremos otros seres que sean obedientes. Vosotros, aceptad vuestro destino: vuestras carnes
serán trituradas. Así será. Ésta será vuestra suerte. Así dijeron cuando hicieron saber su voluntad a
los animales pequeños y grandes que hay sobre la faz de la tierra.

Así, pues, hubo que hacer una nueva tentativa de crear y formar al hombre por el Creador, el
Formador y los Progenitores.

-¡A probar otra vez! Ya se acercan el amanecer y la aurora; ¡hagamos al que nos sustentará y alimentará!
¿Cómo haremos para ser invocados para ser recordados sobre la tierra? Ya hemos probado con nuestras
primeras obras, nuestras primeras criaturas; pero no se pudo lograr que fuésemos alabados y venerados por
ellos. Probemos ahora a hacer unos seres obedientes, respetuosos, que nos sustenten y alimenten. De este

Los dioses gemelos: Hunahpú e Ixbalanqué

El Popol Vuh también relata las hazañas de los dioses gemelos: Hunahpú e Ixbalanqué, que
descendieron a Xibalbá (inframundo) y vencieron a los Ajawab, y se convirtieron en el Sol y la Luna.
He aquí un fragmento de la historia de su nacimiento:

Cuando llegó el día de su nacimiento, dio a luz la joven que se llamaba Ixquic; pero la abuela no los vio
cuando nacieron. En un instante fueron dados a luz los dos muchachos llamados Hunahpú e lxbalanqué. Allá
en el monte fueron dados a luz.

Luego llegaron a la casa, pero no podían dormirse.

-¡Anda a botarlos afuera!, dijo la vieja, porque verdaderamente es mucho lo que gritan. Y en seguida
fueron a ponerlos sobre un hormiguero. Allí durmieron tranquilamente. Luego los quitaron de ese
lugar y los pusieron sobre las espinas.

Ahora bien, lo que querían Hunbatz y Hunchouén era que murieran allí mismo en el hormiguero, o
que murieran sobre las espinas. Deseábanlo así a causa del odio y de la envidia que por ellos
sentían Hunbatz y Hunchouén.

Al principio se negaban a recibir en la casa a sus hermanos menores; no los conocían y así se
criaron en el campo. Hunbatz y Hunchouén eran grandes músicos y cantores; habían crecido en
medio de muchos trabajos y necesidades y pasaron por muchas penas, pero llegaron a ser muy sabios.
Eran a un tiempo flautistas, cantores, pintores y talladores; todo lo sabían hacer.

Tenían noticia de su nacimiento y sabían también que eran los sucesores de sus padres, los que
fueron a Xibalbá y murieron allá. Grandes sabios eran, pues Hunbatz y Hunchouén y en su interior
sabían todo lo relativo al nacimiento de sus hermanos menores. Sin embargo, no demostraban su
sabiduría, por la envidia que les tenían, pues sus corazones estaban llenos de mala voluntad para
ellos, sin que Hunahpú e lxbalanqué los hubieran ofendido en nada.

Estos últimos se ocupaban solamente de tirar con cerbatana todos los días; no eran amados de la
abuela ni de Hunbatz, ni de Hunchouén. No les daban de comer; solamente cuando ya estaba
terminada la comida y habían comido Hunbatz y Hunchouén, entonces llegaban ellos, Pero no se
enojaban, ni se encolerizaban y sufrían calladamente, porque sabían su condición y se daban cuenta
de todo con claridad. Traían sus pájaros cuando venían cada día, y Hunbatz y Hunchouén se los
comían, sin darle nada a ninguno de los dos, Hunahpú e lxbalanqué.

La sola ocupación de Hunbatz y Hunchouén era tocar la flauta y cantar.

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