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En los lugares histricos, y en particular si el lugar tiene una historia trgica, mucha gente suspira y dice: Ay, si las

paredes hablaran! Creer o suponer supersticiosamente que los lugares que permanecen (esto no es aplicable a los mares, los estuarios y los ros) tienen memoria es algo muy generalizado y est estrechamente relacionado con la nocin de lo sagrado en todas las religiones. En su instalacin, Mara Jess Gonzlez y Patricia Gmez han intentando y logrado algo que yo no haba visto nunca. Han despegado de los muros de una crcel abandonada ciertas huellas de su memoria inaudible. Unas huellas que son al mismo tiempo retazos de violencia y de dolor humanos. Una vez despegadas de los muros de las celdas y de las galeras, las transportaron y las abrieron, de modo que dejaron de ser contenedores para convertirse en panoramas: panoramas proyectados en las paredes pblicas de una ciudad donde la gente circula en libertad. Su ejercicio de transportar fragmentos de memoria de un tipo de edificio a otro equivale a un ejercicio de traduccin delicado e inteligente. Una traduccin de algo de ese dolor, de ese pesar inaudible, que forma parte de la condicin humana.

John Berger. Traduccin Pilar Vquez

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