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Introducción
1
Home Schooling Legal Defense Association.
1
homeschooling en sus casos
particulares, muchos lo hacen
ilegalmente y otros son litigados por el
estado.
IRLANDA Legal, con razonable regulación. 350
REINO UNIDO La ley establece que los niños deben 200
recibir una educación “adecuada a su
edad y aptitudes, en la escuela u otros
ámbitos”. Los homeschoolers se han
basado en los “otros ámbitos” para
ampararse legalmente.
BRASIL Expresamente prohibido 100
BULGARIA Prohibido, con excepciones orientadas Menos de 100
a casos de imposibilidad de asistir a la
escuela por razones de salud
SUIZA Legal, con requerimientos que varían Menos de 100
entre cantones.
CHILE Legal s/d
HUNGRÍA Legal, con regulaciones referidas al s/d
currículum y exigencia de rendir dos
exámenes anuales.
Apoyándome en estos datos, decidí centrar este trabajo sobre la práctica del
homeschooling en Estados Unidos, que además de ser el país en el que más se ha extendido
el fenómeno (o por causa de ello) muestra una diversidad de intereses, ideologías,
motivaciones y formas de comprenderlo, al interior de los propios grupos que lo practican y
lo analizan.
Aunque originado en Estados Unidos, para Michael Smith, presidente de la HSLDA2 “es
claro que la educación en el hogar ya no es, como antes, un fenómeno exclusivamente
norteamericano”. El organismo que preside ha recibido noticias regulares de la expansión
del homeschooling en las fronteras de Estados Unidos. En Canadá, el homeschooling se
inició en los años 80´, y luego en otras naciones occidentales como Australia, Nueva
Zelanda e Inglaterra. Smith atribuye la expansión del homeschooling al hecho de que
algunos homeschoolers se ven obligados a viajar por motivos laborales y sus familias
viajan con ellos: considérese que en el caso de un niño educado en el hogar, el viaje no es
un impedimento para seguir realizando sus tareas “escolares”. Así la modalidad habría
comenzado a conocerse en otros países, difusión que luego se generalizó con la
universalización del acceso a los medios informáticos3. En cifras, Estados Unidos sigue
encabezando la tendencia a la educación en el hogar, seguido en un lejano segundo lugar
por Canadá y Australia. En otros países, el fenómeno no se expande a la misma velocidad
que el entusiasmo de quienes ya lo practican o de las leyes o regulaciones que los grupos
organizados promueven.
2
Home Schooling Legal Defense Association. La cita es parte de la editorial fija de la página web de dicha
asociación.
3
En relación a la incorporación de medios electrónicos, Loss-Cutler (1995) analiza la creciente tendencia a
utilizar este recurso y describe modos progresivamente más complejos de utilizarlos a partir del análisis de
listas de discusión por e-mail sostenidas por homeschoolers. Entre sus conclusiones se destaca el hecho de
que, aún para los homeschoolers más radicalizados ante los ojos de quienes no es deseable contacto alguno
con las instituciones educativas, la red informática representa un mecanismo de intercambio con otros y de
inserción social.
2
Sería tentador haber acotado este trabajo, por ejemplo, a “Homeschooling y Equidad”, o
“Homeschooling, estado y mercado”, todos títulos que formaron parte de las
consideraciones que sobre la práctica del homeschooling podrían haberse desarrollado aquí.
Sin embargo, tratándose de un fenómeno nuevo, casi desconocido en latinoamérica y poco
reconocido incluso en algunas regiones donde sí se practica, que suscita polémicas,
reacciones de sorpresa y de curiosidad, creí más apropiado hacer un abordaje amplio, sin
ahondar en descripciones o análisis muy profundos y específicos sobre los problemas que
de su práctica se desprenden, sino tratando de mostrar en términos generales los puntos
centrales que lo definen como campo de problemas. Esto producirá tal vez la sensación
de un desarrollo intermitente, que atraviesa diversos temas sin detenerse en ninguno.
Asumiendo ese riesgo, adoptaré la estrategia de rodear la práctica del homeschooling
como campo de problemas de políticas educativas, pasando por puntos que a mi
criterio ayudan a comprenderla y partiendo de un hipótesis descriptiva, a acerca de lo
que el homeschooling es y produce. El fundamento primero de dirigir la mirada a esta
práctica, que sólo por ese motivo suscita interés es, en definitiva, su claro carácter
disruptivo respecto de los “lugares” que la escolaridad reserva a los alumnos, docentes y
familias. Si, como vaticinan algunas voces cada vez más sonoras, la escuela de la
modernidad marcha hacia su reconversión, hacia una ineludible transformación frente al
embate de nuevas formas de socialización, producción y distribución del conocimiento que
ponen en evidencia cierta rigidez de sus estructuras tradicionales, el homeschooling sugiere
una idea, entre tantas, de en qué podría llegar a transformarse la escuela en un futuro. Es
claro – y este es un supuesto de partida – que las escuelas del futuro, no serán radicalmente
distinas a las del presente por el tipo de tecnologías que incorporen, por sus formas de
organización o por los medios por los que los saberes se transmitan, sino que lo serán
porque los sujetos que las habiten lo harán desde una forma renovada de subjetividad. Sólo
nuevas subjetividades podrán explicar nuevas tecnologías, nuevas formas organizativas,
etc.
En esta primera descripción del homeschooling me basaré en cuatro rasgos que a mi juicio
lo describen en forma bastante acabada, cuyo desarrollo anticipa los ejes de la exposición, y
que se sintetizan en las siguientes ideas.
3
homeschooling da lugar a un importante circuito de publicaciones, materiales de
apoyo, asociaciones privadas, etc.)
⊗ heterogénea, susceptible de ser asumida de diferentes maneras. Puesto que están
impulsados por motivos diversos, los homeschoolers no son una unidad. He
reconocido al menos cuatro distintas formas de practicar el homeschooling, a las que
llamaré, en un intento por esbozar una rudimentaria tipología: homeschooling
radicalizado, cooperativo, complementado y participativo.
Quiénes son
Hace solo diez años educar a un niño en el hogar era ilegal en muchos estados. Hoy,
según los expertos (Reich, 2002) “no sólo el homeschooling es legal en todo los estados,
sino que es un fenómeno en franca expansión. Es, muy probablemente, el sector del
mercado educativo de mayor crecimiento, a razón de un 15% o 20% por año” (Reich,
2002). Las reiteradas menciones del presidente George Bush acerca de su apoyo a la
práctica del homeschooling durante su campaña electoral del 20004 dan cuenta del grado de
expansión del fenómeno: la población de homeschoolers es percibida como electoralmente
relevante.
En 1985 unos 50.000 niños estaban siendo educados en sus hogares, contra unos 15.000
en los años 70´. En 2002, al menos un millón de niños practicaban el homeschooling, con
estimaciones hechas con otros criterios que rondan los dos millones. Y aunque parece ser
propio del ambiente desregulado del homeschooling la poca precisión en los números,
dependiendo de la estimación que se tome como referencia (Bielick, Chandler, y
Broughman, 2001; Lines, 2000) los homeschoolers representan entre el 2 y el 4 por ciento
de la población escolar.
4
El estudio de Bielick, Chandler, y Broughman es comparativo: pone lado a lado la
población de niños escolarizados y de homeschoolers según variables de edad, raza, sexo y
participación de los padres en la fuerza laboral (cuadro 2). Concluye que la población de
alumnos educados en el hogar sólo se corresponde proporcionalmente con la población
escolarizada si se las compara en términos de edad. Para las demás variables, las diferencias
son sugerentes.
En el caso de los alumnos negros, minoría en el sistema escolar pero aún menos
representados entre los homeschoolers, los datos de este estudio pueden complementarse
con los de Caviness (2002) que recopila testimonios de familias negras de homeschoolers.
Veremos que, aunque numéricamente subrepresentados entre la población de
homeschoolers, las familias de niños negros ofrecen un panorama de motivaciones
diferente. Para muchas familias negras, dice la autora, el homeschooling es “una manera de
dar a los niños el tiempo, la atención personalizada, además de los valores y el orgullo
racial que ellos necesitan”. Por otra parte, un dato de no menor importancia que incluye se
relaciona con el rendimiento de los homeschoolers negros. En un apartado posterior se
desarrollará específicamente el tema del rendimiento, pero digamos por ahora que el interés
por el tema se centra en que la diferencia de rendimiento entre niños escolarizados y
homeschoolers a favor de éstos es notablemente mayor en el caso de los niños negros.
La National Black Home Educators Resource Association confirma la tendencia (aunque no
las cifras) de este rendimiento diferencial y la HSLDA (HSLDA, 2000) además de
confirmarlo, le suma factores socioeconómicos asociados estadísticamente a la población
negra. Ser negros, afirma, se asocia a factores económicos más directos. Las familias
negras, en promedio, tienen un ingreso que no alcanza al 60% del de las familias blancas, y
sus riquezas y ahorros son, en promedio, de una décima parte de los de aquéllas. Así, el
mejor rendimiento de los homeschoolers negros es un dato más que valioso porque
significaría que se ha logrado romper la asociación entre factores étnicos y éxito o
5
fracaso educativo. En el marco de la discusión sobre el determinismo de la etnicidad en el
éxito escolar, Gipson-Fredin (en Gintis, 2001, p75) invita a imaginar “una gráfica de las
tendencias étnicas de la escuela pública, financiera, y de la matrícula de la educación en el
hogar (homeschool) y privada”. Esta línea de estudios realiza un intento en ese sentido, con
las restricciones que los problemas metodológicos de abordaje del homeschooling
comportan pero asentados en la idea de – como señala Viteritti (2001) - construir un
sistema educativo equitativo en un contexto en el que a pesar de todo “tanto la cuestión
étnica como la de clase social continúan siendo los más confiables factores de predicción
acerca de los logros educativos en los Estados Unidos”. Es razonable entonces creer que un
modo de educación como el homeschooling, en el que las minorías devaluadas por la
escolarización obtienen mejores resultados, es una buena opción, aún cuando una mayoría
de los homeschoolers no se basen en esa premisa. Hay que oponer a esta premisa, sin
embargo, el efecto de segmentación que, más allá de la mejora de resultados, comporta esta
operación. Como luego se verá, el modo en que el homeschooling atenta contra una
diversidad productiva del alumnado es una de las más fuertes argumentaciones en contra.
Las familias de los homeschoolers son en su inmensa mayoría familias en las que uno de
los padres puede darse el lujo de no trabajar, para dedicarse a la educación de los niños.
Esta característica de los homeschoolers se muestra en el estudio de Bielick, Chandler, y
Broughman en números: allí donde en las familias de niños escolarizados la situación de
familias biparentales donde uno sólo de ellos trabaja constituye una verdadera excepción
(sólo el 4,5 %), en el caso de los homeschoolers representa más de la mitad de los casos
(52,2%), siendo esta diferencia el abismo estadístico más amplio entre ambos grupos
descrito por la referida investigación. Si muchas críticas al homeschooling se asientan sobre
la base de una calificación de la educación como bien privado (antes que como bien social)
a partir de este dato debería adicionarse que en el caso de la mayoría de los homeschoolers
es, además, un bien suntuario y de acceso restringido.
CUADRO 2
Cantidad de estudiantes de entre 5 y 17 años que practican HS según edad,
raza, sexo y participación de los padres en la fuerza laboral (en números absolutos
y porcentaje), 1999. Fuente: Bielick, Chandler, y Broughman, 2001
6
Sexo
Femenino 24.673.000 434.000
Masculino 25.515.000 417.000
Composición familiar y participación de los padres en la fuerza
laboral
Familia con Padre y Madre, 9.628.000 / 4,5% 444.000 / 52,2%
uno sólo de ellos trabaja.
Familia con Padre y Madre, 22.880.000 / 19,1% 237.000 / 27%
ambos trabajan.
Familia con un sólo adulto 13.907.000 / 2,7% 98.000 / 11,5%
Ninguno trabaja 3.773.000 / 7,5% 71.000 / 8,3%
Sin embargo, el homeschooling es una práctica que reúne a una población heterogénea y
parece evidente que distintos motivos para educar a un niño en el hogar derivan en distintas
modalidades de homeschooling. Creo apropiado entonces, para comprender el
homeschooling, esbozar una suerte de tipología, provisoria y funcional a este abordaje. El
ya citado estudio comparativo de Bielick, Chandler, y Broughman lo hace, pero define
operativamente la participación de los homeschoolers (su status de enrolamiento) en
términos de horas semanales en las que los estudiantes asisten a actividades en
establecimientos escolares, como muestra el cuadro 3.
CUADRO 3
Cantidad de estudiantes de entre 5 y 17 años que practican HS según status de enrolamiento al sistema
escolar, 1999 (en números absolutos y porcentajes), 1999. Fuente: Bielick, Chandler, y Broughman,
2001
total 850.000 (100%)
Sólo Homeschooling 697.000 (82,0 %)
Asistiendo a la escuela sólo ocasionalmente 153.000 (18,0 %)
Asisitiendo a la escuela hasta 9 horas semanales 107.000 (12,6 %)
Asisitiendo a la escuela entre 9 y 25 horas semanales 46.000 (5,4 %)
Los datos que de allí surgen sugieren (erróneamente, a mi juicio) que un 82 por ciento de
los homeschoolers comparte un modo de participación y una concepción acerca de qué
lugar debe ocupar “el afuera” en la educación de los niños. Por distintos motivos, una
mayoría de homeschoolers se abstiene de asistir a la escuela. Dentro de ese grupo, sin
embargo, hay quienes buscan (y encuentran) diferentes modos y ámbitos de intercambio
social y cultural, y los hay que se reúnen y en forma cooperativa conforman grupos de
estudio. Hay quienes evitan el espacio escolar por motivos vinculados a una profunda toma
de conciencia acerca de los efectos disciplinantes y homogeneizantes de la escolaridad y los
hay también que toman esa decisión para no exponer a sus hijos a personas de otro color,
otro credo, u otra ideología. Será entonces esclarecedor indagar qué grupos optan por el
homeschooling no sólo en términos socio-económico-familiares, sino pensando en qué
intereses los movilizan, hacia dónde quieren o creen dirigir sus esfuerzos, qué quieren o
creen estar dejando atrás.
7
liberal y humanista, la mayoría de los homeschoolers de los 80´ y los 90´ lo han convertido
en un terreno de y para expresiones religiosa o ideológicamente conservadoras de las
materias escolares”. Actualmente, la mayoría de los padres que deciden educar en casa a
sus hijos, lo hacen porque creen que las necesidades morales, espirituales, etc. de los niños
no serán satisfechas en las escuelas”.
El segundo grupo practica una forma diferente de homeschooling. Se trata de familias que
buscan establecer algún tipo de convenio con las escuelas públicas para proveerse de
recursos, ayuda, guías y también de actividades extracurriculares a las que de otro modo no
podrían acceder los niños pues no se las pueden ofrecer en el hogar. Para estos padres es
deseable al menos algún tipo de participación en la escuela pública.
Van Galen (1991), por su parte, describe el homeschooling en términos de ideologías
conducidas por motivos religiosos, por un lado, y por ideas pedagógicas libertarias u
orientadas a la práctica, por otro lado. Prácticamente todo quien aborda el fenómeno del
homeschooling coincide en reconocer una predominancia del primer grupo, y en el hecho
ya señalado de que los niños que practican homeschooling, además, generalmente gozan de
los beneficios de familias biparentales estables que pueden sobrevivir del ingreso de uno
solo de los padres.
Reich (2002), sin embargo, sostiene que “quienes están manteniendo a sus hijos en los
hogares no son sólo desescolarizados de izquierdas y religiosos fundamentalistas de
derechas”, sino que sacando provecho de Internet y otras nuevas tecnologías, muchos
modos de vida intermedios son también proclives a la práctica del homeschooling.
Hasta aquí los temas emergentes acerca de la práctica del homeschooling se han centrado
en la composición de los grupos que acuden a esta práctica, sus particulares intereses y
motivaciones y sus estrategias. De aquí en adelante, me interesará analizar cómo la práctica
de la educación en el hogar da lugar a problemas y discusiones vinculadas a temas
concernientes a la administración de políticas en educación. Me centraré en los problemas
vinculados al bien educación entendido como de interés público o privado, puesto que
ese parece ser el centro de las críticas al homeschooling, y a otras cuestiones más
específicas como los problemas que surgen al considerar como ventajoso el rendimiento
académico de los homeschoolers, la participación de los padres, que puede ser entendida
de distintas maneras, el problema de las credenciales necesarias para educar, de las que
8
la mayoría de los padres homeschoolers carecen, y los pilares democráticos y ciudadanos
que la socialización escolar provee y el homeschooling parece poner en duda.
9
estado como el National Home Education Research Institute, de cuyo prolijo trabajo de
sistemático análisis del fenómeno surgen varios de los trabajos académicos aquí citados.
Gintis (2001, p43) propone al paso de un interesante debate sobre school choice ejemplos
de distintas formas de distribución de otros bienes de interés social y cultural, como la
música, el cine y la ciencia, donde conviven modelos donde predomina el interés lucrativo,
la prosecución de metas y además la valoración de una concepción, en ese caso estética,
sobre las actividades humanas. Sobre esos ejemplos se entiende una forma de ver la
educación donde la utilización de formas de circulación propias de los bienes privados
(prescindir de la escuela es un extremo, pero muchas formas de school choice representan
puntos medios) no inhibe el carácter de bien social de la educación5.
La responsabilidad y el derecho de los padres de formar a sus hijos en determinados
valores, creencias y en resguardarlos de los “peligros” de los que la escolaridad se ha ido
haciendo tributaria (las drogas, el abuso sexual, la violencia, etc.) parecen ser los
principales motores del homeschooling. Esta batería de incentivos estructurales para retirar
a los niños de las escuelas, sin embargo, no viene sin un fuerte contenido ideológico
respecto de lo que el estado es o debería ser: la des-escolarización, sea motivada por los
motivos que sea, es en nuestros tiempos una decisión radical y extrema. Debe entenderse
entonces como una reacción no solo al peligro de un ambiente hostil, sino también a un
estado que estructura sus políticas a partir de la creencia “de que las masas son incapaces de
tomar las mejores decisiones para su propio bienestar (...) y necesitan una elite instruida y
bien formada que tome las decisiones por ellos” (Gintis, 2001, p65-66); o a un estado de
algún modo débil, que desprotege a sus ciudadanos
10
común en un sistema democrático. El abandono masivo de las escuelas públicas por parte
de las clases medias en la Argentina, donde el crecimiento del sistema privado como
“salida” de este sector se ha ido incrementando en las últimas décadas, es un ejemplo de
cómo los movimientos de “salvación individual” pueden tener fuertes efectos a nivel del
sistema todo. Pero volviendo a la postura de Lubienski, el interés de su argumento reposa
en la idea de esa reciprocidad que la escuela provee y la educación en el hogar no: la
educación escolar tiene retornos individuales y externalidades positivas que favorecen a los
otros estudiantes, y en el caso del homeschooling éstas últimas podrían estar anulándose.
Desde esta perspectiva, el homeschooling no es simplemente una mala opción entre otras
disponibles consideradas mejores, sino una amenaza a la integridad del sistema educativo,
en palabras de Lubienski, diríamos que “un éxodo masivo de la educación pública. (...)
[sería muy nocivo si se consideran] los efectos agregados que las elecciones individuales
tienen en la capacidad de la escuela (…) de proveer un bien público”. Dentro de esta línea,
la noción de salida de Hirschman (1970) ha sido aplicada a la práctica del homeschooling
por este autor. En mi opinión, de todos modos, sería un error asumir que el homeschooling
es simplemente el resultado de decisiones individuales de dejar la escuela pública pues de
hecho, como enseguida veremos, existen grupos bien organizados promoviendo esa fuga,
incluso desde instituciones públicas que reciben fondos del propio Estado.
El discurso que caracteriza a los centros que proveen recursos para el homeschooling, por
su parte, es un buen indicador del modo en que la educación es entendida por quienes lo
practican. Resalta los derechos individuales y los beneficios privados del homeschooling,
y suele organizar sus presentaciones, propuestas, y páginas web en torno a esos dos ejes.
Las instituciones que asesoran y brindan material de apoyo a los homeschoolers se
presentan como organizaciones que se proponen ayudar e informar a quienes consideran la
alternativa de practicar el homeschooling, y proveer un espacio para intercambio de
experiencias entre quienes ya lo practican. A la vez existe un fuerte discurso reivindicatorio
de los derechos a la elección educativa y a la libertad de educar a los niños bajo las
creencias, valores, etc. de cada familia. En ese sentido, ofrecen asesoramiento legal para
aquellos cuyos estados de residencia no facilitan el homeschooling.
En otros países donde los obstáculos legales son mayores, como Francia, predomina en
las organizaciones pro-homeschooling el discurso reivindicatorio-legal6.
Un trasfondo ineludible de las discusiones que el homeschooling dispara tiene que ver
con cómo es concebida la educación en esta modalidad. Los trabajos que defienden o
atacan esta práctica están apoyados en una distinción polarizada: la educación entendida
como un servicio que el estado (o agencias distintas del estado, como la familia)
brindan a un “cliente” o bien la educación como una acción que el estado sostiene
como parte de la acción distributiva de los bienes públicos y sociales. Ambas
concepciones son diferentes y el homeschooling parece susceptible de ser defendido o al
menos explicado desde ambas.
6
ver por ej. http://www.worldzone.net/lifestyles/homeducation ó
homeschooling.gomilpitas.com/regional/France.htm
11
En el primer caso (educación como un servicio a “clientes”) las familias deciden
autoproveerse el servicio, autoabastecerse en materia del bien educativo, con lo cual las
agencias proveedoras pierden una potencial demanda y los clientes ganan en términos de
satisfacción, de ajuste a sus necesidades de calidad de un servicio, a la vez que compiten
como agencias de provisión del servicio. En este caso el Estado también pierde, pues su
capacidad de regular y optimizar la circulación del bien educación, se ve restringida. En el
segundo caso (educación como acción distributiva del estado) las familias reniegan de un
sistema al que consideran opresor, o de algún modo injusto, o incapaz de mostrarse
inclusivo y equitativo. En este caso, el estado como proveedor de un bien social se ve
cuestionado en el cumplimiento de sus funciones.
A este panorama, en el que el Estado siempre pierde, hay que agregar el creciente
mercado interno del homeschooling: decenas y hasta centenares de pequeñas
organizaciones, gubernamentales, privadas, sostenidas por organizaciones intermedias, por
editoriales y por particulares producen y distribuyen una batería de recursos para
homeschoolers (métodos, cuadernillos de ejercicios, artículos de interés para padres), que
los padres educadores adquieren, predominantemente por medios electrónicos. Este
mercado interno moviliza, según estimaciones de la HSLDA unos 800 millones de dólares
al año, y es además sorprendentemente incremental.
Estas dos concepciones sobre la educación, sin embargo, no son linealmente aplicables
como divisorias de aguas en una práctica tan polisémica como el homeschooling.
Retomando la discusión de Gintis (2001, p97), las escuelas que compiten por aumentar su
matrícula en un sistema de vouchers tienen distintas motivaciones o incentivos para
hacerlo. Por un lado, el crecimiento y desarrollo de su institución, que es una meta en sí
misma, el hecho de ver realizado el proyecto de la escuela, y a la vez un incentivo
económico (en el caso de un sistema que asigna fondos en proporción a la matrícula).
Ahora bien, los padres que practican homeschooling sólo están movidos por el interés de
dar a sus hijos la que creen que será la mejor educación que puedan recibir. Claramente no
hay incentivo económico, pues el homeschooling es más caro que la escolarización
tradicional, aún si no se considerara la superposición de inversión de estas familias (vía
impuestos y vía presupuesto familiar dedicado a la enseñanza). La diferencia está dada por
el hecho de que los intereses “altruistas” de las instituciones redundan en beneficios
colectivos y están amparados y gestionados por agencias con estatutos de legitimidad
social, mientras que no sucede lo mismo con los homeschoolers.
12
Rendimiento de los homeschoolers
Farris and Woodruff (1999) observan que aunque los homeschoolers tienden a provenir
de familias relativamente bien educadas y de ingresos medios a altos, aún los que no
responden a esa tendencia tienen un mejor rendimiento académico que los niños
escolarizados. También Ray (1997) sugiere la posibilidad de que los alumnos “dejados
atrás” en las escuelas estatales podrían tener mejores desempeños como homeschoolers.
Sucedería así algo similar a lo que Langoüet & Léger (2001) concluyen sobre el caso
francés en relación a la escuela privada, que funcionaría como salida para alumnos que
fracasaron en la escuela pública.
Un primer problema de los índices de rendimiento es que, si son las mismas pruebas
aplicadas a ambas poblaciones, las diferencias no necesariamente surgirán de su condición
de homeschoolers, pues, como se ha visto, los grupos que concurren a esta práctica poseen
una particular composición en términos socio-económico-familiares. Dentro de este
espectro de problemas se discute, por ejemplo, que aunque el interés en la educación no
está uniformemente distribuido en la población de familias que mandan a sus hijos a las
escuelas públicas, virtualmente el 100% de los homeschoolers, por definición, demuestra
un activo interés y participación en la educación de sus hijos. Aunque en el siguiente
apartado se analizará en qué medida esta participación de los padres es linealmente
aceptable, digamos por ahora que, al ver los altos resultados de los homeschoolers en los
tests estandarizados se estaría viendo, entre otras cosas, los frutos de un interés y una
participación activa por parte de los padres en la vida educativa de sus hijos. El valor
de esta interpelación reposa en la idea de que si se demostrara, por ejemplo, que este interés
y esta participación de los padres es la principal causa del mejor rendimiento de los
homeschoolers se daría lugar a incrementar el rendimiento de los niños incentivando la
participación de las familias, antes que retirándolos de las escuelas.
Otro factor que distingue la educación recibida por los estudiantes en el hogar es la
diferencia a nivel de la institucionalidad que atraviesa su experiencia: no sólo diferentes
contenidos, sino también diferentes formas de organizar la actividad separan a los
13
homeschoolers de sus pares escolarizados. En un ya clásico trabajo de Chubb y Moe7
analizado críticamente por Glass y Mathews, se afirma que “ciertos aspectos de la
organización de las escuelas inciden sobre el desempeño estudiantil” (Glass y Matthews,
2001 p.243). La idea tomada en un sentido más general que el de la operacionalización de
la investigación que esos autores llevaron a cabo sugiere una forma de explicar el alto
rendimiento de los homeschoolers. Si en algo no se parecen la escuela y el hogar es en la
estructura organizativa.
En el trabajo de Chubb y Moe, el buen desempeño resulta estar asociado a altos niveles
de autonomía. Más allá de las impugnaciones que le hacen Glass y Mathews, que tienen
que ver con el grado de validez y confiabilidad de los resultados a los que arriban, y
siguiendo en la mirada amplia de esas ideas, resulta difícil pensar un espacio más autónomo
que el hogar.
Homeschooling y participación
Para Reich (2002) el homeschooling es el apogeo del control paterno sobre la educación
de los niños, donde ninguna otra institución que la familia tiene activa participación en esa
área. Los padres son el único filtro sobre qué se incluye y que no en esa educación. Los
intereses del Estado en la educación, según Reich, no lo habilitan para regular el
homeschooling, pues los derechos de los niños a dirigir sus vidas, adoptar valores y
creencias, vocación y ocupación, y recrear las tradiciones en las que es educado en el hogar
lo legitiman. Los derechos de los padres a participar activamente de la educación de sus
hijos - y estoy siempre siguiendo a Reich - no deben ser tocados por causa de una falta de
control sobre un área que es del interés del Estado.
En un trabajo titulado The Boundaries of Parental Authority: A Response to Rob Reich of
Stanford University, Thomas Washburne8 examina los derechos de los niños. Washburne
distingue entre derechos de protección y derechos de elección. Los primeros surgen del
derecho a la vida, la libertad, etc. y todas las personas, sin distinción de edad, son dueños de
amplias libertades sobre su cuerpo. Los segundos, en cambio, son derechos legales que
permiten a las personas tomar decisiones de consecuencias vinculantes, y se incluyen allí
7
Chubb, J. y Moe, T.: Politics, Markets, and Americas´s Schools, The Brooking Institute, Washington D.C., 1990
8
en www.hslda.org/docs/nche/000010/200204230.asp
14
derechos como el voto, el casamiento, los derechos religiosos y, también, los referidos a la
educación. Se trata de derechos adultos que no alcanzan a los niños. Sobre esa distinción
impugna las conclusiones del trabajo de Reich, y defiende la necesidad de que el Estado
intervenga activamente en la tutela de intereses de la infancia cuya defensa la propia
infancia no ejerce, y de que sea el Estado, y no los padres, quien deban representarlos pues
se trata de un bien de interés público.
Para Anderson (2001, p153) entre otras condiciones, “la participación es auténtica si
incluye representantes de grupos de interés relevantes y crea espacios relativamente seguros
y estructurados para que las diferentes voces sean escuchadas”. En los casos en que el
homeschooling es una opción de educación legítimamente integrada al sistema educativo y
articulada con las prácticas escolares (es el caso del estado de California, por ejemplo)
entonces la de los homeschoolers sería una particular y muy activa forma de participación.
En cambio, en el caso en que el homeschooling es una reacción anti-sistema, que se
considera al borde o fuera del sistema legal y que no se articula con la escolaridad en
ningún punto, se trata de un mecanismo de salida, no ya del sistema público, sino del
sistema educativo. Es decir, lo contrario de la participación.
15
En la mayoría de los distritos estadounidenses los homeschoolers pueden hacer uso de
algunos servicios escolares, como las clases de deportes, arte y otras actividades
extracurriculares aún no asistiendo a las clases regulares. Esto se defiende, “además de
cómo una opción pedagógicamente apropiada, como un derecho, pues los homeschoolers,
como cualquier otra persona, pagan impuestos que contribuyen a sostener la educación
pública” (Caviness, 2002).
El tipo de actividades que los homeschoolers pueden realizar varían de un estado a otro,
pero generalmente es permitido y alentado. En California, por ejemplo, existen agentes
coordinadores que actúan como mediadores entre el hogar y la escuela. Otros estados
poseen organismos destinados a ejercer esa vinculación.
16
los homeschoolers que se proclama “unschoolers10” y que son un claro ejemplo de este
primer grupo.
El homeschooling cooperativo, donde distintas familias que lo practican se reúnen
convocadas por una organización pro-homeschooling, genera un espacio autónomo en el
que es posible establecer reglas de juego diferentes. Sin embargo, no recurre a un afuera
sino a un pseudoafuera, a diferencia del homeschooling complementado de diversos
modos, donde la preocupación de los padres por exponer a sus hijos a ambientes negativos
que los lleva a desescolarizarlos se contrasta con una preocupación por no aislarlos de las
relaciones sociales, y buscan formas diferentes de socialización en la practica de
voluntariados, tareas sociales, actividades en instituciones recreativas, religiosas, etc..
Finalmente, en el homeschooling participativo, los padres consideran deseable algún tipo
de participación de los hijos en las escuelas, en actividades extracurriculares, por ejemplo,
que como se ha explicado las escuelas permiten.
Las credenciales (tanto aquellas que los homeschoolers obtienen como las credenciales
que habilitan para enseñar) son un elemento de relevancia a la hora de definir problemas
relativos al homeschooling, pues la institucionalización del saber en títulos oficiales es
atributo propio de las agencias del Estado. Desescolarizarse tiene límites, y el más claro
es la dependencia de las credenciales, mediante el monopolio de cuya provisión el estado se
asegura cierto nivel de regulación sobre los homeschoolers.
Conclusiones
Gintis (2001, p93), califica de conservadores a quienes sostienen viejas oposiciones que,
décadas atrás, representaban el núcleo de las discusiones y las posturas sostenidas por la
izquierda. Así, lo privado y lo público, el interés personal y el altruismo, el Estado y el
mercado, “son viejas oposiciones socialistas” que han devenido “tontas e inadecuadas”. Las
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También, haciendo un juego de palabras, se hacen llamar “unskoolers”
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dificultades que se presentan a la hora de intentar poner claridad al sustrato de ideas y
tendencias que se reflejan en la práctica del homeschooling (práctica que conserva al menos
coherencia explicativa tanto si es ejercida por padres que participan de grupos antiestatales
armados, como si lo es por nuevos hippies, por católicos ortodoxos o por ateos
anticlericales) da cuenta de la relativa inadecuación de categorías tradicionales para
entender el fenómeno que, además, está travesado por muchos y muy diversos intereses.
Sin embargo, es lícito preguntarse en qué medida prácticas radicalmente diferentes como el
homeschooling son las que en realidad hacen trastabillar la forma en que venimos
entendiendo la escuela.
Las discusiones expuestas en torno a la participación, por ejemplo, reflejan esta
polivalencia. Si en términos de estricta participación, respecto del modelado de la
experiencia educativa de los hijos, la participación de los homeschoolers es mucha,
respecto del sistema escolar es preciso hacer nuevas distinciones, como se ha dicho: si el
homeschooling es un movimiento social que busca redefinir ciertos aspectos de la
escolaridad entonces ha de considerárselo participativo, pero si es una suerte de “salida”
(no ya del sistema público, sino del sistema mismo) entonces es todo lo contrario de una
forma de participación.
Tal vez un buen modo de entender el modo en que las políticas tradicionales trastabillan
ante el homeschooling sea confrontarlo a uno de los “conceptos estelares” (Braslavsky,
2000) de la políticas públicas, el de equidad.
Tooley (2001, p308) enumera tres condiciones para la equidad, éstas son: la posibilidad
de una educación universal, que esta posibilidad sea de calidad adecuada y el necesario
financiamiento para que todos puedan acceder a esa posibilidad. La noción de equidad,
sin embargo, parece necesitar ser repensada y redefinida para pensar la educación en los
términos que sugiere el homeschooling. Nótese que el homeschooling tiende a transgredir
los tres puntos. Mientras que la escolaridad se expande hacia lo universal, ampliando su
cobertura hacia regiones, poblaciones (en términos etarios, étnicos, etc.) que no tenían
acceso, el homeschooling se repliega hacia los hogares y pone su piedra basal en el derecho
individual. Mientras que la escolaridad posee numerosos controles burocráticos, técnicos,
etc. que definen un currículum preciso y constantemente negociado acerca de qué, cómo,
quién, y cómo debe ser enseñado, el homeschooling es una práctica escasamente regulada,
donde aunque una de sus motivaciones es la adecuación del currículum a las necesidades de
cada niño, la enseñanza es ejercida sin credenciales legítimas en ámbitos dudosamente
apropiados para tal fin.
Finalmente, allí donde la escolaridad goza en cualquier sistema educativo del
financiamiento del Estado en algún grado, el homeschooling se financia básicamente de los
ingresos familiares, siendo nulas o insuficientes las exenciones impositivas que se justifican
apelando a su práctica, que en casi todo el mundo sigue siendo ilegal.
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escolaridad, tiende a diluirse la diversidad existente al interior de la propia población de
homeschoolers.
Finalmente, su ineludible atravesamiento por problemas étnicos, religiosos, de
desigualdades e intolerancias en términos de clase, de cultura y de ideología obliga a
reconocer también en el homeschooling un síntoma de importantes rupturas vinculadas a
formas cambiantes de entender, de proveer y de reclamar la educación como un bien propio
de las sociedades modernas.
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*Pertenece al autor la traducción de todos los textos originalmente en inglés.
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