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Una lesión por corriente eléctrica es el daño que se produce cuando una corriente eléctrica
atraviesa el cuerpo y quema el tejido o interfiere el funcionamiento de un órgano interno.
La corriente eléctrica que atraviesa el cuerpo genera calor, pudiendo quemar gravemente los
tejidos y destruirlos. Una descarga eléctrica puede producir un cortocircuito en los sistemas
eléctricos del organismo, provocando una interrupción en el funcionamiento del corazón (paro
cardíaco).
Causas
Las lesiones eléctricas pueden producirse por la caída de un rayo sobre una persona o bien por
contacto con cables, líneas eléctricas derribadas, o algún elemento que conduzca la electricidad
desde un cable eléctrico activo, como un estanque de agua. La gravedad de la lesión, que puede
oscilar entre una quemadura leve y la muerte, está determinada por el tipo y la intensidad de la
corriente, la resistencia del cuerpo a dicha corriente en el punto de entrada, el recorrido de la
misma dentro del organismo y la duración de la exposición.
En general, la corriente continua es menos peligrosa que la corriente alterna. Los efectos de la
corriente alterna sobre el cuerpo dependen, en gran medida, de la velocidad con que ésta varía
(es decir, su frecuencia), un factor que se mide en ciclos por segundo (hercios). Las corrientes de
baja frecuencia, de 50 y 60 hercios, son más peligrosas que las corrientes de alta frecuencia y
entre tres y cinco veces más peligrosas que la corriente continua del mismo voltaje e intensidad
(amperaje). La corriente continua tiende a causar fuertes contracciones musculares que, con
frecuencia, alejan a la víctima de la fuente de energía.
La corriente alterna a 60 hercios hace que los músculos queden congelados (contraídos) en su
posición, lo que impide que las víctimas puedan soltar la fuente de corriente. Como resultado, la
exposición puede ser prolongada y causar graves quemaduras. Por lo general, cuanto más alto es
el voltaje y el amperaje, mayor es el daño que producirá la corriente, independientemente de su
tipo.
La potencia de la corriente eléctrica se mide en amperios. Un miliamperio (mA) es 1/1000 de 1
ampe-rio. El cuerpo puede percibir el contacto con la corriente continua que entra por la mano a
alrededor de 5 a 10 miliamperios; puede percibir la corriente doméstica común, que es una
corriente alterna de 60 hercios, a alrededor de 1 a 10 miliamperios. La corriente máxima que hace
que los músculos del brazo se contraigan pero permite que la mano suelte la fuente de corriente
recibe el apropiado nombre de corriente de liberación. Este valor es de aproximadamente 75
miliamperios para la corriente continua y, en el caso de la corriente alterna, de 2 a 5 miliamperios
en los niños, de 5 a 7 miliamperios en las mujeres y de 7 a 9 miliamperios en los hombres,
dependiendo de la masa muscular del brazo de la persona.
En las corrientes de baja potencia, entre 60 y 100 miliamperios, la corriente alterna de 60 hercios
de bajo voltaje (de 110 a 220 voltios) que cruce el tórax durante un segundo puede provocar
ritmos cardíacos irregulares que ponen en peligro la vida. Para producir el mismo efecto se
necesitan entre 300 y 500 miliamperios de corriente continua. Si la electricidad va directamente al
corazón, por ejemplo a través de un marcapasos, una corriente mucho más baja (de menos de 1
miliamperio) puede producir arritmias graves.
La resistencia es la capacidad de detener o desacelerar el paso de la corriente eléctrica. La
máxima resistencia del cuerpo se concentra en la piel y depende directamente de su estado. La
resistencia media de la piel seca y sana es 40 veces mayor que la de la piel delgada y húmeda.
Cuando la piel está raspada o tiene heridas, o bien cuando se aplica corriente sobre membranas
mucosas húmedas como la boca, el recto o la vagina, dicha resistencia es sólo la mitad de la de
la piel húmeda e intacta. La resistencia de la piel gruesa y callosa de la palma de la mano o la
planta del pie es 100 veces mayor que la de las zonas de piel más delgada. Mientras la corriente
eléctrica atraviesa la piel, puede liberar gran parte de su energía en la superficie porque allí
encuentra resistencia. Si la resistencia de la piel es alta, pueden producirse grandes quemaduras
superficiales en los puntos de entrada y salida, con carbonización de los tejidos intermedios. Los
tejidos internos también se queman, dependiendo de su resistencia.
El recorrido que realiza la corriente dentro del cuerpo puede ser crucial a la hora de determinar el
grado de lesión. El punto de entrada más frecuente de la electricidad es la mano; el segundo es
la cabeza. El punto de salida más frecuente es el pie. Debido a que la corriente que va de brazo a
brazo o de un brazo a una pierna puede atravesar el corazón, es mucho más peligrosa que la
corriente que va de una pierna al suelo. La corriente que atraviesa la cabeza puede causar
hemorragias cerebrales, parálisis respiratorias, cambios psicológicos (como problemas de
memoria a corto plazo, cambios de personalidad, irritabilidad y alteraciones en el sueño) e
irregularidad en el ritmo cardíaco. Las lesiones en los ojos pueden producir cataratas.
La duración de la exposición es importante. Lógicamente, cuanto mayor es el tiempo de
exposición, mayor es la cantidad de tejido dañado. Una persona que queda pegada a una fuente
de corriente eléctrica puede sufrir quemaduras graves. Por otro lado, una persona que haya sido
alcanzada por un rayo, rara vez sufre quemaduras externas o internas graves, porque todo
sucede de forma tan rápida que la corriente tiende a pasar por fuera del cuerpo sin causar daños
de importancia en los tejidos internos. Sin embargo, el rayo puede provocar un cortocircuito en el
corazón y los pulmones, llegando a paralizarlos, así como dañar los nervios o el cerebro.
Síntomas
Prevención
Tratamiento