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Hígado graso
El hígado graso se define como una acumulación excesiva de grasa (lípidos) dentro de las células
hepáticas.
A veces, la causa del hígado graso se desconoce, especialmente en los recién nacidos. En
general, las causas conocidas corresponden a lesiones del hígado.
El hígado graso casi nunca ocasiona síntomas. Rara vez produce ictericia, náuseas, vómitos o
sensibilidad abdominal.
El hallazgo en una exploración física de un hígado agrandado sin la existencia de ningún otro
síntoma sugiere la posibilidad de un hígado graso, cuyo diagnóstico puede confirmarse
practicando una biopsia. Para ello, se utiliza una aguja larga
hueca a fin de obtener una pequeña muestra de tejido para
Aspecto microscópico de las células hepáticas
su análisis al microscopio.
La simple presencia de un exceso de grasa en el hígado no
representa un problema grave. El tratamiento tiene como
objetivo suprimir la causa o aliviar la alteración subyacente.
Las repetidas agresiones al hígado que provocan las
sustancias tóxicas como el alcohol pueden transformar un
hígado graso en una cirrosis hepática
Síntomas y diagnóstico
En general, los síntomas dependen de la relación entre la duración del hábito y la cantidad de
alcohol que se consuma. Los grandes bebedores desarrollan los primeros síntomas hacia los 30
años y los problemas graves suelen aparecer hacia los 40. En los varones, el alcohol puede
producir efectos similares a los provocados por una situación de exceso de estrógenos y poca
testosterona, resultando en la disminución de tamaño de los testículos y aumento del volumen de
las mamas.
Las personas con una lesión hepática provocada por la acumulación de grasa (hígado graso)
habitualmente no presentan síntomas. En un tercio de estos casos, el hígado aumenta de
volumen y, a veces, es sensible.
La inflamación del hígado relacionada con el alcohol (hepatitis alcohólica) puede desencadenar
fiebre, ictericia, así como un aumento en el recuento de glóbulos blancos y un hígado doloroso e
inflamado. La piel puede presentar venas en forma de araña.
Cualquier persona que tiene una afección hepática con cicatrices (cirrosis) puede presentar pocos
síntomas o bien los característicos de una hepatitis alcohólica. Del mismo modo, el paciente
puede desarrollar las complicaciones habituales que manifiesta la cirrosis alcohólica, que son: la
hipertensión portal con agrandamiento del bazo, una ascitis (acumulación de líquido en la cavidad
abdominal), una insuficiencia renal provocada por la insuficiencia hepática (síndrome
hepatorrenal), una confusión (uno de los síntomas principales de la encefalopatía hepática) o un
cáncer de hígado (hepatoma). En algunos casos, el médico se verá obligado a practicar una
biopsia para confirmar el diagnóstico. Para ello se introduce una aguja a través de la piel y se
extrae una pequeña porción de tejido hepático para su análisis al microscopio. (•V. página 586)
En los sujetos que padecen una enfermedad hepática producida por el alcohol, las pruebas de
función hepática pueden ser normales o anormales. Sin embargo, la concentración en la sangre
de una enzima hepática, la gammaglutamil transpeptidasa, puede ser particularmente alta en las
personas que abusan del alcohol. Además, los glóbulos rojos de estas personas suelen ser de
mayor tamaño de lo normal, lo cual constituye una señal de aviso. La cifra de las plaquetas en la
sangre puede ser baja.
Pronóstico y tratamiento
Cirrosis
La cirrosis, destrucción del tejido hepático normal, origina tejido cicatricial no funcionante y
engloba zonas de tejido hepático normal.
La mayoría de las causas frecuentes de lesión hepática terminan en cirrosis. En muchos países
occidentales, la causa más frecuente de la cirrosis es el abuso del alcohol. Entre los individuos
de 45 a 65 años la cirrosis es la tercera causa de muerte después de las enfermedades cardíacas
y del cáncer. La hepatitis crónica es, en cambio, la causa principal de la cirrosis en muchas
partes de Asia y África.
Hígado cirrótico
Síntomas
En contraposición al hígado
normal, el hígado cirrótico tiene
Muchas personas con cirrosis leve no tienen síntomas y parecen estar
una superficie que no es lisa y
bien durante muchos años. Otras sienten debilidad, tienen escaso
que se encuentra cubierta por
múltiples nódulos pequeños.apetito, se sienten enfermas y pierden peso. Una obstrucción crónica
del flujo de la bilis puede producir ictericia, prurito (picazón) y la
formación de pequeños nódulos amarillentos en la piel, especialmente
alrededor de los párpados. La desnutrición se debe, por lo general, a
una falta de apetito y a la absorción insuficiente de grasas y de
vitaminas liposolubles, resultante de la escasa producción de sales
biliares.
En algunas ocasiones, los pacientes pueden expulsar gran cantidad de
sangre con la tos o el vómito debido a hemorragias producidas por
rotura de venas varicosas situadas en la parte inferior del esófago
(varices esofágicas). Estos vasos sanguíneos dilatados se desarrollan
debido a la elevada presión de la sangre en las venas que van del
intestino al hígado. Dicha presión alta, denominada hipertensión portal,
junto con una función hepática reducida, puede originar una
acumulación de líquido en el abdomen (ascitis) y también puede
producir una insuficiencia renal y encefalopatía hepática.
Otros síntomas de enfermedad hepática de larga duración que pueden aparecer son la debilidad
muscular, el enrojecimiento de las palmas (eritema palmar), flexión de los dedos de la mano
(contractura de Dupuytren), pequeñas arañas vasculares en la piel,
aumento de volumen de los senos en los varones (ginecomastia),
aumento de tamaño de las glándulas salivales en las mejillas, pérdida
del cabello, reducción de tamaño de los testículos (atrofia testicular)
y una función anormal de los nervios (neuropatía periférica).
Diagnóstico
Pronóstico y tratamiento
La cirrosis suele ser progresiva. Si se padece una cirrosis alcohólica en fase inicial y el sujeto
deja de beber, el proceso de cicatrización generalmente se interrumpe, pero el tejido hepático ya
cicatrizado queda así indefinidamente. En general, el pronóstico es peor en los casos que
presentan complicaciones graves, como vómitos de sangre, una ascitis o una alteración de la
función del cerebro (encefalopatía).
El cáncer hepático (carcinoma hepatocelular) es más frecuente en las personas con cirrosis
causada por infecciones crónicas del virus de la hepatitis B o C, por un exceso de hierro
(hemocromatosis) o bien por una enfermedad por depósito de glucógeno de larga evolución. La
aparición de cáncer hepático en sujetos con cirrosis causada por el abuso de alcohol también es
posible.
No existe curación para la cirrosis. El tratamiento consiste en el abandono de los agentes tóxicos
que han provocado su aparición tales como el alcohol, una dieta adecuada que incluya un
suplemento de vitaminas y el tratamiento de las complicaciones a medida que se presenten.
El trasplante de hígado puede ayudar a una persona con cirrosis avanzada, pero si ésta continúa
abusando del alcohol o si la causa subyacente no puede modificarse, el hígado trasplantado
también podrá desarrollar cirrosis.
La cirrosis biliar primaria es una inflamación de los conductos biliares intrahepáticos que
finalmente conduce a la cicatrización y obstrucción de los mismos.
La cirrosis biliar primaria puede presentarse tanto en varones como en mujeres de cualquier
edad; sin embargo, es más frecuente en mujeres entre los 35 y los 60 años de edad. Se
desconoce su causa, pero generalmente la enfermedad aparece en personas con enfermedades
autoinmunes, tales como la artritis reumatoide, la esclerodermia o la tiroiditis autoinmune.
La enfermedad comienza con la inflamación de los conductos biliares intrahepáticos, por lo que
se obstruye la salida de la bilis; por esta causa, la bilis se acumula en las células hepáticas o
pasa a la sangre. A medida que la inflamación se extiende al resto del hígado, una trama de tejido
cicatricial se desarrolla en todo el órgano.
Síntomas y diagnóstico
Pronóstico y tratamiento
Síntomas y diagnóstico
Pronóstico y tratamiento
Algunas personas permanecen sin síntomas hasta 10 años, habiéndose detectado la enfermedad
en un análisis de rutina de la función hepática. Por lo general, la colangitis esclerosante primaria
empeora gradualmente.
Fármacos como los corticosteroides, la azatioprina, la penicilamina y el metotrexato no han
demostrado su eficacia y pueden además causar efectos colaterales adversos. La efectividad del
ácido ursodesoxicólico es poco clara. La colangitis esclerosante primaria suele requerir el
trasplante de hígado, el único tratamiento curativo conocido para esta enfermedad, que de otro
modo es mortal.
La infección recidivante de los conductos biliares (colangitis bacteriana) es una complicación de
la enfermedad que requiere tratamiento con antibióticos. Se pueden dilatar los conductos
estrechados mediante un procedimiento endoscópico o quirúrgico. Entre el 10 y el 15 por ciento
de las personas con colangitis esclerosante primaria desarrolla un cáncer de los conductos
biliares (colangiocarcinoma). Se trata de un tumor de crecimiento lento, cuyo tratamiento requiere
un procedimiento endoscópico para colocar prótesis en los conductos biliares y eliminar la
obstrucción. Ocasionalmente se requiere cirugía.
Déficit de alfa1-antitripsina
El déficit de alfa1-antitripsina es una insuficiencia hereditaria de esta enzima que puede causar
una enfermedad hepática y pulmonar.
La alfa1-antitripsina es una enzima producida por el hígado que está presente en la saliva, en el
jugo duodenal, en las secreciones pulmonares, lagrimales, nasales y en el líquido
cefalorraquídeo. Esta enzima inhibe la acción de otras enzimas que descomponen las proteínas.
La carencia de alfa1-antitripsina puede provocar que otras enzimas dañen el tejido pulmonar. Su
disminución en la sangre representa una incapacidad del hígado para secretar la enzima y su
retención dentro de las células hepáticas puede lesionarlas y causar fibrosis (cicatrices) y
cirrosis.
Síntomas y pronóstico
Hasta un 25 por ciento de los niños con déficit de alfa1-antitripsina padece de cirrosis e
hipertensión portal y mueren antes de los 12 años de edad. Aproximadamente otro 25 por ciento
muere hacia los 20 años. Otro 25 por ciento padece solamente anormalidades hepáticas menores
y sobrevive hasta la edad adulta. Sólo el 25 por ciento restante no muestra evidencias de
progresión de la enfermedad.
El déficit de alfa1-antitripsina es inusual en los adultos y aunque esté presente, puede no causar
cirrosis. Los adultos con este trastorno padecen con frecuencia de enfisema, una enfermedad
pulmonar que se manifiesta por una creciente dificultad respiratoria. En ocasiones puede
desarrollarse cáncer hepático.
Tratamiento