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Prólogo

Introducción

En la actualidad, la mediática forma de vida en que el mundo de

la actualidad se encuentra inmerso, ha trasformado las pautas
del comportamiento usual.

En las calles está el más claro ejemplo. Caminando nos

encontramos con miles de anuncios ambulantes, camisas
Lacoste, Calvin Klein, Armani, Ralph; pantalones Levi’s, DKNY,
Nautica; zapatos Ermenegildo Zegna, CAT, Nike, Zara; relojes
Swatch, Tommy, Adidas; gorras GAP, Fubu, Ecko. La
mercadotecnia es parte completa de nuestro vestir, nuestra
alimentación, incluso educación e interacción social.

Ya no compramos por la utilidad/funcionalidad que un producto

nos brinde en sí, ahora compramos para mantener/obtener cierto
status en nuestra vida, en la forma en la cual los demás nos
observan. Somos ahora considerados más por lo que tenemos
que por lo que realmente somos o podemos ofrecer a la
sociedad.

¿Frío?, sí, en efecto, pero a la vez tan veraz y objetivo que no hay
forma de negarlo, y esto no es cuestión de las clases altas y
medias, incluso en las clases bajas está presente todo esto, ya
sea tomando Coca-Cola, o incluso, conozco personas que ahorran
por meses incluso durante todo un año para poder adquirir unos
tenis Nike, los cuales a la postre le conseguirán la admiración y
respeto de las personas de su entorno.

La mercadotecnia no nos ha cambiado. Hemos sido nosotros los

que nos hemos dejado llevar de su mano, algunos con algo más
de cultura, lo hacemos de manera voluntaria, aunque por lo
general es más de manera subconsciente para el grueso
poblacional.

La mercadotecnia es ya parte integral de nosotros. Es esta la que

nos alimenta. Es la que nos induce a probar nuevas
situaciones/emociones. Es la que nos provoca una ansia – no una
necesidad – de poseer ciertos artículos para destacar sobre los
demás. Es la que genera envidia y culto por igual hacia una
marca, genera fidelidad y compromiso cliente-marca y bien
manejada hace que nos casemos con cierta marca y por ende
odiemos a sus competencias.