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5. 1. Introducción
Para acelerar los electrones hay que aplicar entre el cátodo y el ánodo una diferencia de
potencial continua de tensión elevada que, según las aplicaciones, varía desde algunas
decenas hasta las centenas de kilovoltios. Para ello se requiere una etapa de amplificación de
la tensión de la red y otra de rectificación de alterna a continua. En la figura 5.1. se ilustra
un es-quema de las partes principales que constituyen un aparato productor de rayos X.
Como consecuencia del choque de los electrones en el ánodo se produce una gran
cantidad de calor que debe eliminarse; por ello, se debe disponer de un sistema de
refrigeración, pues si no se evacuara dicho calor de forma eficaz, se llegaría a producir la
fusión del metal del ánodo.
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Figura 5.1.
Estructura de un aparato de rayos X.
En los epígrafes siguientes, se describen los distintos componentes que forman los
equipos de rayos X y las características fundamentales del haz de radiación.
Tanto el ánodo como el cátodo están en el interior de una ampolla de vidrio, en cuyo
interior se ha hecho el vacío para facilitar el desplazamiento de los electrones. El haz útil de
rayos X sale en la dirección mostrada en la figura atravesando una región del tubo (V), en la
que el espesor de vidrio es menor que en el resto, llamada ventana de rayos X.
La ampolla está en el interior de un recipiente metálico relleno de aceite que actúa como
refrigerante, y todo ello va rodeado de una coraza de plomo.
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Figura 5.2. Esquema de un tubo de rayos X.
Cuando pasa la corriente eléctrica auxiliar por el filamento, éste se calienta y se pone
incandescente, emitiendo electrones por efecto termoiónico, en mayor cantidad cuanto
mayor sea su temperatura, es decir, cuanto mayor sea la intensidad eléctrica que circula por
el filamento.
Cuanto mayor sea la intensidad aplicada, se producirá una mayor cantidad de electrones
por segundo. De esta forma podemos regular la cantidad de electrones que circulan por el
tubo y, por tanto, se puede variar la cantidad total de radiación producida, sin variar su
energía.
La diferencia de potencial aplicada entre el ánodo (+) y el cátodo (-) se utiliza para
acelerar los electrones emitidos por el filamento, haciéndolos impactar contra el blanco a
gran velocidad. Esta velocidad dependerá de esa diferencia de potencial.
Los electrones que inciden sobre el blanco a gran velocidad se frenan y una pequeña
parte de su energía cinética se transforma en rayos X de frenado y el resto se disipada en
forma de calor.
5.2. 1. Filamento
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(blanco) presenta problemas de refrigeración.
El filamento suele ser una pequeña bobina de wolframio. Se elige este material por sus
propiedades físicas de:
Algunos tubos de diagnóstico poseen dos filamentos de diferente tamaño, para trabajar
buscando un compromiso entre el tamaño mínimo del foco (mejor imagen) y una mayor
disipación de potencia (tiempo de disparo menor).
5.2.2. Ánodo
· Alto punto de fusión, que evite que se funda por efecto de las altas temperaturas que
se alcanzan en el interior del tubo.
· Gran conductividad calorífica, que favorece la disipación rápida de todo el calor
producido en la pequeña superficie de incidencia de los electrones.
· Baja tensión de vapor, de forma que aún a muy altas temperaturas y alto vacío, la
cantidad de moléculas vaporizadas sea mínima.
· Alto número atómico, ya que la cantidad de radiación producida aumenta con el
número atómico (por aumentar la posibilidad de frenado de los electrones
incidentes).
Los tubos de rayos X pueden diseñarse con ánodo fijo o con ánodo rotatorio.
A) Ánodos fijos
En éstos, el ánodo está formado por una barra de cobre, recubierto de wolframio en la
zona de impacto de los electrones. Se define en ellos la superficie local como la zona de
impacto de los electrones donde se generan los rayos X.
La superficie del ánodo está inclinada respecto a la dirección del haz para que los rayos
X formados salgan perpendiculares al tubo (figura 5.3.a). La proyección de la superficie
focal en la dirección de los rayos X es menor que su tamaño real.
Se puede distinguir entre la superficie total, sobre la que inciden los electrones que
provienen del cátodo, y la superficie focal eficaz, que es la proyección de la superficie del
foco real en el plano perpendicular al haz de salida de la radiación.
B) Ánodos rotatorios
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Para que los tubos de rayos X resistan mayor carga, se ideó el sistema de ánodo rotatorio
(figura 5.3.b), con un diseño tal que la superficie sobre la que chocan los electrones sea
sensiblemente mayor.
Las interacciones entre los electrones y el blanco solo producen parcialmente emisión de
rayos X. La mayor parte de las interacciones son del tipo electrón-electrón y generan una
alta tasa de calor, que alteraría la superficie del blanco, si no existiera refrigeración.
Cuando el blanco gira, el calor se reparte por toda la pista anódica y la superficie del foco
calorífico es mayor que la del foco electrónico.
La rotación se consigue con un motor eléctrico en el que la parte móvil está en la zona de
vacío, equilibrada cuidadosamente para que la rotación del conjunto anódico sea lo más libre
posible.
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- La localización del haz de electrones.
- La inclinación del ánodo.
- Su velocidad de rotación.
Los tubos de rayos X funcionan con corriente continua de alto voltaje (mayores de 40 kV).
Como la fuente de energía comercial es corriente alterna de bajo voltaje, es preciso un
circuito de alimentación que conste de una etapa de amplificación y otra de rectificación de
la tensión.
El tubo de rayos X sólo deja pasar la corriente eléctrica cuando el cátodo es negativo y el
ánodo positivo; la aplicación de una polaridad inversa (cátodo positivo y ánodo negativo)
no permite el paso de la corriente. Por eso, si el tubo de rayos X se conecta a una
corriente alterna directamente, el mismo actúa como rectificador, pues solo aprovechara la
semionda correspondiente al ánodo positivo y al cátodo negativo.
La proyección focal de la radiación sobre la película varia a lo largo del eje del
tubo, siendo menor la intensidad en la zona anódica que en la catódica, y por tanto, la
densidad óptica (ennegrecimiento de la película) varia de la misma forma.
En el lado anódico hay un menor ennegrecimiento de la película y por tanto, una mayor
nitidez en la imagen radiológica. En la figura 5.4 se observa que las intensidades que
llegan a los puntos a, b y c son diferentes, ya que:
· Los puntos a y c están más alejados del foco que el b: la intensidad en a y c será menor
que en b (en función de la ley del inverso del cuadrado de la distancia).
· La radiación que llega a los puntos a y c atraviesa la coraza del tubo en direcciones
oblicuas, por lo que será más atenuada que los rayos próximos al eje.
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Figura 5.4. Efecto anódico.
· Los rayos X que se emiten en las direcciones comprendidas entre a y b están más
atenuados por el blanco que los emitidos en la dirección comprendida entre b y c, lo
que puede justificar que la intensidad en la dirección de a sea menor. Este efecto,
denominado "efecto tacón o anódico", ocurre porque los rayos X se generan en
puntos no demasiado profundos del blanco y también porque la superficie del blanco
no es estrictamente plana. Este efecto se acentúa con el uso del tubo, haciéndose
visible incluso en las radiografías.
Al aumentar la tensión aplicada entre cátodo y ánodo, los electrones que llegan al ánodo
lo hacen con mayor energía cinética y, por ello, los fotones de frenado son más energéticos.
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filamento que van a ser acelerados a lo largo del tubo de rayos X. Sin embargo, no se
modifica su energía. Debido a este aumento de electrones, el número de fotones producidos
aumentará proporcionalmente con la intensidad de la corriente.
En el espectro de rayos X (figura 2.3) los fotones de menor energía (situados en la zona
izquierda del espectro) son los que tienen una mayor probabilidad de ser absorbidos
rápidamente al atravesar los cuerpos; son rayos X poco penetrantes. Si a la salida de un haz
de rayos X colocamos una lámina de un determinado material, el haz perderá los fotones
menos energéticos, que no contribuyen a la formación de la imagen radiológica, y, sin
embargo, si producen dosis adicional al paciente.
Los fotones que constituyen el haz de rayos X emitidos por el tubo presentan una
distribución continua en energías (espectro continuo), con valores entre 0 y E, siendo E la
energía que corresponde a la diferencia de potencial aplicada entre el ánodo y el cátodo. Es
decir, la energía máxima al aplicar una diferencia de potencial de 100 kVp será de 100 keV y
el espectro de rayos X tendrá energías comprendidas entre 0 y 100 keV (figura 5.5).
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Los fotones de energías bajas no contribuyen a la formación de la imagen radiológica, ya
que un pequeño espesor de tejido blando basta para atenuar-los, por ser rayos X poco
penetrantes. Para evitar dosis innecesarias en las capas superficiales del paciente, hay que
eliminar los fotones de baja energía del espectro de rayos X, con el uso de filtros.
Un filtro es un material que se sitúa a la salida del haz de radiación para absorber
preferentemente los fotones de baja energía. Se llama filtración al proceso que consiste en
eliminar la radiación blanda del espectro, la menos penetrante, que no aporta nada positivo a
la imagen radiológica y que en cambio producirá una irradiación adicional al paciente. Se
utilizan filtros de aluminio (Al) hasta tensiones de 150 kV y de cobre (Cu) para tensiones
superiores. Hay dos tipos de filtración: inherente y añadida.
La filtración inherente está formada por el propio ánodo, la ampolla de vidrio del tubo, el
aceite que rodea al tubo y la coraza. Esta filtración actúa de modo permanente sobre el haz
de radiación.
La filtración total del haz será la suma de la filtración inherente y la añadida. Se suele
expresar en mm equivalentes de Al. Al filtrar se produce un endurecimiento del haz y una
pérdida en la intensidad global de radiación. Este endurecimiento del haz provoca a
disminuciones apreciables en la dosis en piel del paciente (hasta un 80%) y mejora el
contraste de las imágenes radiológica.
La radiación directa es la que sale por la ventana del tubo de rayos X, (figura 5.6).
Cuando el haz directo interacciona sobre el paciente, ocurre que:
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Figura 5.6. Tipos
de radiaciones.
Una parte de los fotones dispersados atraviesan al paciente creando el haz disperso
transmitido que llega al sistema de imagen. La radiación total que llega a la película será la
suma del haz primario y el haz disperso transmitido.
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que subir mucho el valor de los mAs, lo que supondría un aumento de dosis al paciente.
Se utiliza esta técnica para reducir el espesor de paciente con ayuda de algún
instrumento de compresión. Al disminuir el espesor se obtiene una ex-posición más
uniforme y se mejora la nitidez en la imagen.
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Es uno de los sistemas más utilizados para reducir la radiación dispersa. Este dispositivo
se coloca entre el paciente y el sistema de imagen; su misión es absorber la radiación
dispersa para mejorar la calidad de la imagen. Está diseñada con planchas de varios mm de
espesor que tienen en su interior una serie de láminas sumamente finas de Pb (situadas en
dirección paralela al haz de radiación), que se encuentran dentro de un material
radiotransparente (plástico u otro material ligero). Se requiere que el haz de radiación y la
rejilla antidifusora estén bien alineados.
Las rejillas antidifusoras pueden ser fijas (figura 5.9) o móviles (figura 5.10). En las
móviles, para evitar la fina impresión de las laminillas de plomo sobre la placa, se les dota de
un sistema de movilidad. De esta forma, mientras dura la exposición de la película, la rejilla
antidifusora tiene un movimiento de vaivén que produce una absorción uniforme de
radiación, pero sin que se marque ninguna línea sobre la película.Con el empleo delas rejillas
antidifusoras, se logra atenuar notablemente la radiación dispersa, aunque se produce una
disminución de la radiación di-recta transmitida. Su uso obliga a aumentar la dosis que
recibe el paciente.
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Figura 5.9. Rejilla antidifusora fija
Selectividad = TPITS
La imagen radiológica esta constituida por las sombras proyectadas de diferentes órganos
y estructuras que tienen transparencia radiológica distinta (figura 5.11). Las sombras
proyectadas están ampliadas respecto a las dimensiones reales de las estructuras que las
producen. La ampliación es tanto más importante cuanto más alejada esté la estructura de la
película y menor sea la distancia foco-piel.
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Figura 5.1. Formación de la imagen radiológica.
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En ocasiones se aumenta deliberadamente la ampliación de una estructura, alejando la
película de la superficie del paciente, para poder estudiar mejor los detalles finos.
El haz de radiación que sale del paciente contiene radiación primaria y radiación dispersa.
La calidad de imagen viene determinada por el número de fotones/cm2 que llegan al sistema
de detección y define el ennegrecimiento de la película o el brillo de la pantalla.
Muchas sustancias cuando son irradiadas con rayos X emiten radiación luminosa por un
fenómeno de fluorescencia (los fotones emitidos caen en la zona visible del espectro). Estos
materiales centelleadores transforman la radiación X en visible (por excitación de átomos
que se desexcitan con emisión de luz).
Los rayos X impresionan cierto tipo de películas fotográficas, igual que ocurre en el caso
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de la radiación visible con las películas fotográficas convencionales.
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En la película se recogen los fotones del haz de rayos X incidente y los fotones de luz de
las hojas de refuerzo (estos últimos son el efecto dominante). La película va en el interior de
un chasis de Al o fibra de carbono en "bocadillo" con las cartulinas de refuerzo.
Este ahorro de energía reduce la dosis que recibe el paciente, aunque se produce un
deterioro en la definición de los bordes. Para apreciar pequeños detalles se trabaja con
película directa, sin chasis ni cartulinas (como el caso de radiografía dental), o con emulsión
y cartulina de refuerzo en una sola cara (mamografía).
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