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Leyendas urbanas.

Los mitos del humo.

Si usted tiene en torno a 30 ó 40 años se va a acordar de inmediato, porque


cuando esta historia se hizo popular usted estaba en instituto o en la universidad.
Estábamos en los años 80. Fumar todavía estaba bien visto y podía servir para cosas
buenas y fomentar nuestra solidaridad. Lo decimos porque seguro que conoció a
alguien que lo hizo. Es incluso probable que usted mismo cumpliera con el ritual. Se
trataba de coleccionar las bolsitas de celofán que recubren las cajetillas de tabaco.
Porque si una persona lograba recopilar un kilo de chivatos podría obtener algo a
cambio. Era habitual ofrecer cigarrillos a un grupo de personas y que de entre ellas,
una te pidiera la bolsita de plástico del paquete.

Cientos de miles de personas reunieron en sus cosas decenas y decenas de


ellas pero claro, era imposible lograr reunir un kilo de peso debido a que para sumar
un gramo de celofán era necesarias mil cajetillas. Así para alcanzar un kilo se
requerían cien millones de cajetillas. Pongamos por ejemplo que si cada coleccionista
conocía a cien fumadores éstos tenían que haber entregado las bolsas al coleccionista
durante todos los días de dos mil setecientos años. Y es que según la leyenda urbana
si una persona lograba un kilo de celofán en algún sitio que nadie conocía, una
autoridad que nadie sabía quien era le entregaba a cambio una silla de ruedas y podía
servir para una persona necesitada.

Hubo mucha gente convencida de que aquello era cierto. Su espíritu solidario
les llevaba a participar del extraño juego pero el aburrimiento y la imposibilidad de
reunir tantos chivatos obligaban al coleccionista a retirarse. Pero esta leyenda urbana
presenta varias perspectivas interesantes. Es la demostración de que no era necesaria
la existencia de Internet o de comunicación global para extender rumores de este
calibre. Pero también es la demostración de que en ocasiones algunos aprovechan en
su propio beneficio de las leyendas. Y es que aún después de que este mito circulara
como la pólvora algunas marcas de tabaco se fundamentaron en la creencia popular
para utilizar las tiras de plástico que protegen los chivatos de celofán para ponerlas en
color rojo y darles puntos. Si el comprador y fumador sumaba un valor en puntos
razonable entonces el consumidor podía llevarse, por ejemplo, una bolsa de deportes
con publicidad de esa marca de tabaco. Fue una forma de incentivar el consumo pero

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a la vez una forma de aprovecharse de una leyenda urbana por parte de la propia
victima.

Los cigarrillos y las marcas de tabaco en general han sido objeto de numerosas
leyendas. En las últimas semanas se ha extendido una muy poderosa en Estados
Unidos según la cual los paquetes de la firma Lucky Strike contienen cigarrillos de
marihuana en su interior. En realidad esta historia comenzó a circular en el año 2004
pero hunde sus raíces en tiempos pasados. La adicción de ciertos personajes
populares a estos cigarrillos se ha utilizado como elemento de sospecha. Todos
recordaremos a uno de los dos policías de la serie de televisión Corrupción en Miami
fumando uno de esos cigarrillos sin boquilla uno tras otro. El hecho de que Don
Jonson, actor que interpretaba a Sony Crockett en la teleserie acabara teniendo
problemas con las drogas fortalece ese mito. Y también por supuesto el propio nombre
de la marca que en español significa algo así como ataque de felicidad. Y es que claro,
si producen eso es porque podían contener una sustancia estupefaciente.

Lo difícil en este caso es discernir si tras la


leyenda hay un verdadero intento de dañar a la firma
o si, por el contrario, el rumor puede provocar que el
público adquiera más cigarrillos de esta firma. Pero
una de las leyendas más terribles que ha afectado a
una marca de tabaco es la que tuvo por objetivo
Marlboro. Aquel rumor se extendió por Estados
Unidos y Europa y se decía que la empresa era
propiedad del Ku Klux Klan. El hecho estaba
fundamentado en que los dibujos de las cajetillas
parecían dibujar sobre fondo blanco tres letras K en
rojo lo que unidas venían a simbolizar las siglas de
esta terrible secta racista que llegó a tener una gran influencia en

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Leyendas urbanas.

Estados Unidos1.

Posteriormente aparecieron contra rumores según los cuales en vez de tres K


eran tres V las que hacían expresión a la clásica Veni, Vidi, Vinci. Locución en latín
asociada a Julio César y que significa: Vine, vi y vencí. De esta forma se pretendía
destruir una leyenda que no era cierta pero que provocaba un daño a la imagen
pública de la firma que no era propiedad del Ku Klux Klan sino de la multinacional
Philips Morris. Casualmente su empresa rival en Estados Unidos la multinacional
Reynols Tobacco también fue objeto de rumores similares quien sabe si lanzadas
intencionadamente desde el otro lado. Se llegó a decir que el fundador Joshua
Reynols era miembro de la citada secta racista pero tampoco era cierto.

Esa misa marca ha generado otras leyendas pero aquí la cosa es más
complicada. Seguro que se acuerda usted que desde finales de los setenta la imagen
publicitaria de esta marca de cigarrillos era la de un vaquero montado a caballo. Hubo
varios actores que representaban a ese duro norteamericano del sur, a un auténtico
tejano. Uno de ellos era Wayne Mclaren. Decía la leyenda urbana que circuló por el
país que ese hombre falleció a consecuencia de un cáncer. Una paradoja que tenía
todos los visos de ser mentira. Pero esta vez sí, la leyenda era verídica. Por culpa de
su frenética adición Mclaren murió en 1992. Tras él otro actor llamado David Malean
ocupó el puesto. También murió y por lo mismo en 1995. Se dijo que también era una
leyenda urbana pero también fue verdad. Y es que las marcas de tabaco han sido
objeto de este tipo de mitos. Hay uno que no lo es, es malo para la salud. De eso no
hay duda.

1
Examinando el paquete de Marlboro se ve una K en la parte frontal (se ha remarcado para que se vea mejor) y las
otras se encontrarían en la trasera y en la parte de abajo. Está bastante rebuscado.

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