INVESTIGACIÓN CRIMINOLÓGICA II

TEMA 3
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SEÑALES Y MARCAS DE FUERZA EN LAS COSAS. Señales y marcas de
herramientas. Características de clase y características identificativas. Clases de
señales: señales por compresión, por resbalamiento y mixtas; señales por corte y
señales por combustión. Metodología en la investigación de las señales o marcas de
herramientas.

SEÑALES Y MARCAS DE FUERZA EN LAS COSAS.- Todo contacto deja su rastro,

argumentaba Locard para justificar que ante cualquier delito siempre existe un hilo del que
tirar o un camino de investigación. Toda acción violenta sobre objetos o superficies,
generalmente ejercida con ánimo de lucro, o simplemente para la comisión de cualquier
otro delito, ocasiona unos daños o marcas visibles; marcas que bien delimitadas y
estudiadas pueden ayudar a resolver la correspondiente investigación criminal.
Entre las acciones delictivas más comunes se encuentra el robo, es decir, la
apropiación de bienes ajenos mediante el uso de la fuerza. De este delito y de sus
circunstancias, se habla en el Código Penal en los artículos del 237 al 239. Robar es hurtar
empleando la fuerza, pero el robo con fuerza no es sólo la utilización de ésta para conseguir
el fin lucrativo, sino que el mismo Código Penal lo aclara en el sentido de considerar como
fuerza: el escalo, el rompimiento de pared, techo o suelo o la fractura de puerta o ventana,
así como la fractura de armarios, arcas u otra clase de muebles u objetos cerrados. Y
aunque a los efectos del empleo de la fuerza, el uso de llaves falsas también está
considerado como tal, para nuestro tema, es decir, para el estudio de las señales y marcas de
fuerza en las cosas, nos centraremos únicamente en el empleo físico de la fuerza sobre
objetos y superficies relacionadas con el delito investigado.
Entre los utensilios más utilizados y comunes para la comisión de los delitos en los
que se emplea la fuerza, se encuentran la palanqueta y los destornilladores de grandes
dimensiones. El Diccionario de la Real Academia define la palanqueta como: “barra de hierro
que sirve para forzar las puertas o cerraduras”. Se trata, pues, de una barra de hierro con distintas
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dimensiones o calibres, cuyos extremos suelen estar aplanados en forma de cuña o bisel.
Uno de estos extremos también suele presentar una curvatura, así como una hendidura que
lo divide en dos cabezas. Por esta
forma se le denomina también
“pata de cabra”. También se utiliza
a veces como palanqueta el
desmontable de grandes dimensiones que suelen llevar los camiones.
La utilización de la palanqueta o palanca suele realizarse atacando las zonas de las
puertas por donde se encuentran los cerrojos o pasadores hasta hacer saltar estos.
Policialmente a este procedimiento se le denomina “tope”.
En ciertas ocasiones el uso de la palanqueta no es suficiente para “reventar” la
puerta, por lo que también suelen utilizar alambres u otros objetos rígidos y finos para,
desde el exterior y aprovechando el hueco dejado con la palanqueta, abrir los cerrojos o
pestillos interiores.
Para conseguir forzar la resistencia de una puerta, candado o tabique, los
delincuentes, sobre todo los menos expertos y organizados, suelen hacer uso del material
que tienen cerca o más a mano, sin pensar demasiado en la idoneidad del mismo. Así, es
fácil que en el lugar de los hechos aparezcan cinceles con martillos de grandes dimensiones
o mazas junto a los butrones, cizallas de todos los tamaños para cortar candados y cadenas,
gatos hidráulicos o sierras metálicas junto a las rejas de los establecimientos, etc. En
términos policiales se denomina “butrón” al agujero de distintas dimensiones que suele
practicarse en paredes, techos o suelos, con la intención de penetrar en el interior del local
o vivienda para cometer un delito. Este procedimiento del butrón en muy utilizado en la
actualidad por las bandas organizadas para penetrar en naves industriales. De los tres
procedimientos, los de las paredes y los techos son los más comunes. Con el procedimiento
de butrón por el techo o tejado, los autores consiguen localizar las alarmas desde zonas no
habilitadas para que suenen en caso de ser invadidas. Es desde allí desde donde también
trabajan con más libertad para localizar el lugar donde se encuentra la caja fuerte de la
empresa y de esta manera sólo tienen que anular el sistema de detección de ese lugar
concreto.
Otro instrumento bastante utilizado por los delincuentes, por su capacidad para
romper cerraduras, es el taladro con sus respectivas brocas. Con ellas, atacando
directamente sobre la cerradura o sobre alguno de sus laterales, rompen la seguridad
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interior de sus pestillos dejándola abierta e inservible. También utilizan las brocas de gran
tamaño para taladrar tabiques y poder así inspeccionar en interior del lugar.
Con una herramienta llamada “mordaza de presión” los delincuentes suelen romper
las cerraduras agarrándolas por su parte exterior. Una vez rota pueden atacar más
fácilmente el interior de las mismas o proceder a su desmontaje. La mordaza de presión
suele dejar señales plenamente identificativas sobre los trozos de cerradura arrancada.
También se encuentran entre los utensilios utilizados por los delincuentes para
cometer sus delitos las llamadas policialmente como
“espadas”, que no son nada más que unos juegos de hojas
finas de metal sobre los que se ha trabajado para conseguir
distintas morfologías de apertura. La variedad es infinita, así
como la casuística sobre este tipo de elementos. Baste citar
que en determinada ocasión un individuo fue detenido porque conseguía liberar los
teléfonos de las cabinas utilizando para ello la tecla “do” de un piano. Las “espadas”, como
cualquier otro utensilio de los muchos que se utilizan para estos fines, no suelen dejar
marcas identificativas de los mismos, si bien si dejan señales de fuerza sobre los soportes en
los que se aplica la violencia, señales que en algunas ocasiones nos pueden dar la clave de
alguna pista o vestigio. Hay que tener en cuenta que aunque cualquiera de estos
procedimientos no nos pueda servir desde el punto de vista de identificar el instrumento, a
veces nos proporcionan una mayor información en cuanto a “modus operandi”, estilo del
autor, circunstancias especiales etc.
Las bandas organizadas trabajan con un material algo más sofisticado. Entre este
material cabría citar los cortafríos, o máquinas de disco para cortar metales, así como los
sopletes de oxiacetileno e incluso la lanza térmica, una herramienta basada en la
oxidotermia, y que permite cortar, perforar y fundir a temperaturas de 3.000º.

Material incautado por la Policía de Murcia con motivo del butrón en el BBV

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SEÑALES Y MARCAS DE HERRAMIENTAS. CARACTERÍSTICAS DE CLASE

Y CARACTERÍSTICAS IDENTIFICATIVAS.- Y de nuevo volvemos a la frase de
Locard: “todo contacto deja su rastro”, es decir, toda herramienta dejará sobre la superficie que
es empleada una señal o marca. La diversidad de herramientas u objetos, así como la
diversidad de superficies en cuanto a los materiales y sus formas, hace prácticamente
imposible una clasificación específica de este tipo de lesiones. Sin embargo, dos los las
características que podremos entresacar de las lesiones producidas con una herramienta u
objeto metálico sobre cualquier superficie atacada: las características de clase y las
características identificativas.
Las de clase se refieren a todas aquellas características –tamaño y forma- que nos
darán una pista sobre el tipo de herramienta o de arma utilizada. Si se trata de un arma
blanca, de un destornillador, una mordaza de presión etc., así como las medidas
aproximadas e, incluso, si se han desprendido restos de pinturas, el color de esta, la marca,
modelo etc. Estas características puede que no tengan valor acusatorio, pero para la
investigación son vitales pues pueden representar valores indiciarios sobre alguna
herramienta concreta, o valores exculpatorios sobre sospechosos.
Las características identificativas, como su nombre indica, son aquellas que por
ser únicas en el arma o herramienta utilizada, nos van a dar la individualidad e identidad de
la misma. Esta aseveración está basada en la existencia de unas pequeñas lesiones o
ralladuras –microestrías- que tiene sobre la superficie metálica todo objeto o herramienta.
Estas microestrías o pequeñas rayas pueden ser procedentes de la fabricación o del uso y
desgaste posterior. Cuando el instrumento o herramienta es usado contra una superficie
más blanda que aquel deja su impronta individual
mercando las ralladuras sobre la superpie atacada.
Posteriormente, si se dispone de la herramienta
dubitada, pueden hacerse pruebas sobre superficies de
material parecido, al objeto de conseguir el mismo
tipo de ralladuras. Con la ayuda de un microscopio
estereoscópico de comparación –el mismo que se usa en balística- pueden hacerse coincidir
estas rayas en número, grosor e intensidad, lo que determinará la plena identificación del
útil utilizado.

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CLASES.- Antón Barberá y De Luis Turégano establecen la siguiente clasificación:

1. Por compresión.- Son las marcas o señales dejadas por una herramienta o
cualquier otro objeto de cierta dureza al actuar sobre otra superficie más blanda.
Pueden ser por golpe o por presión, con lo que al ser más blanda la superficie
atacada se produce una huella “negativa” del objeto que la produce. Si esta huella se
produce sobre una superficie metálica, es más fácil que queden sobre ella las marcas
individualizadoras debido a su rigidez, mientras que si esas marcas se producen
sobre una superficie más blanda –madera, por ejemplo-, la huella es difícil que se
produzca dado que este material tiende a recuperar su posición original una vez que
ha sido golpeado o presionado.
2. Por resbalamiento.- Estas marcas o señales se producen como consecuencia del
deslizamiento de una herramienta sobre una superficie determinada. Puede ser por
fricción o por raspadura. Reproducen fielmente las características
individualizadoras, aunque dan poca información sobre la naturaleza de la
herramienta o sus características de clase.
3. Mixtas.- Se trata de un tipo de lesiones originadas por presión y resbalamiento
conjuntamente. Son las más comunes, y tienen las características de las dos
modalidades anteriormente descritas. Este tipo de lesiones suele suceder cuando se
introduce una palanqueta sobre una puerta; en primer lugar y cuando el útil se está
introduciendo, se produce una lesión por resbalamiento, para después producirse
otra por compresión cuando se hace la palanca. Como decíamos antes, este tipo de
lesiones nos sirven para conocer el tipo de herramienta, así como la herramienta
concreta utilizada.
4. Señales por corte.- Se producen por las irregularidades del filo de la herramienta,
aunque, lógicamente, para identificar las estrías de la herramienta dubitada habrá
que encontrar y hacer coincidir la muestra indubitada con el ángulo que fue
utilizado en el momento de hacer el corte, ya que un ángulo distinto del útil nos
proporcionará una información totalmente distinta. Las marcas, ya sean penetrantes
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o cortantes, no suelen dejar información individualizante, aunque si lo hacen sobre
sus dimensiones y clase. Si un objeto duro es atravesado por una herramienta
cortante –cuchillo o navaja-, aunque el corte no se haya producido de una forma
totalmente perpendicular al objeto atravesado, siempre podremos hallar sus
verdaderas dimensiones mediante una sencilla fórmula de trigonometría.

5. Señales por combustión.- Son las que se producen cuando se emplea fuego para
cortar o perforar alguna superficie –soplete, lanza térmica etc.-. En el lugar suelen
aparecer escorias o restos de la combustión con materiales quemados.

METODOLOGÍA EN LA INVESTIGACIÓN DE LAS SEÑALES O MARCAS

DE HERRAMIENTAS.- Cuando se ha producido un hecho delictivo en el que aparecen
señales o marcas de fuerza sobre determinadas superficies, el procedimiento a seguir debe
ser el siguiente: en primer lugar la búsqueda y localización de las marcas ha de realizarse
con la ayuda de lentes de aumento y con luz rasante, debiéndose inspeccionar todas las
superficies forzadas. Posteriormente debe ser localizada la herramienta o el útil utilizado
para forzar, instrumento dubitado sin el que no es posible realizar el estudio. Este
instrumento puede estar en el mismo sitio donde se utilizó, en las inmediaciones del lugar,
o puede ser requisado posteriormente a alguna persona sospechosa.
Una vez localizadas las marcas o señales, se fotografían en conjunto y detalle,
aunque, si es posible, el objeto o la superficie forzada deben trasladarse al laboratorio, lugar
donde las fotografías y los estudios posteriores podrán realizarse con mayores garantías de
calidad.
Realizadas las fotografías, se procederá al vaciado de las marcas con el objeto de
obtener un positivo de las mismas. Este vaciado se puede hacer con pasta de dentista
ablandada en agua caliente a 60º ó 65º y aplicada directamente sobre la superficie forzada.
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También puede aplicarse plastilina untada en un poco de aceite, ejerciendo cierta presión
sobre la zona a estudiar.
Si el instrumento dubitado ha aparecido, de su superficie cortante se obtendrán
muestras de cotejo indubitadas sobre plastilina o sobre una superficie similar a la que se
estudia, cuidando de que la marca obtenida lo haya sido con el mismo ángulo de incidencia,
o parecido, a como lo debió tener en el momento de cometerse las improntas que se
investigan.
Finalmente, y una vez que se han vuelto a obtener imágenes más detalladas, se
confrontan los resultados o se estudian directamente las superficies atacadas –dubitada e
indubitada- al objeto de encontrar coincidencias suficientes de ralladuras, lo que
indudablemente determinará que estamos ante la misma herramienta o útil ejecutor. Todo
el trabajo termina con el correspondiente Informe Pericial.

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Anexo jurídico del robo con fuerza en las cosas en el Código Penal

Artículo 237.

Son reos del delito de robo los que, con ánimo de lucro, se apoderaren de las cosas muebles ajenas
empleando fuerza en las cosas para acceder al lugar donde éstas se encuentran o violencia o intimidación en
las personas.

Artículo 238.

Son reos del delito de robo con fuerza en las cosas los que ejecuten el hecho cuando concurra alguna de las
circunstancias siguientes:

1. Escalamiento.
2. Rompimiento de pared, techo o suelo, o fractura de puerta o ventana.
3. Fractura de armarios, arcas u otra clase de muebles u objetos cerrados o sellados, o forzamiento de
sus cerraduras o descubrimiento de sus claves para sustraer su contenido, sea en el lugar del robo o
fuera del mismo.
4. Uso de llaves falsas.
5. Inutilización de sistemas específicos de alarma o guarda.

Artículo 239.

Se considerarán llaves falsas:

1. Las ganzúas u otros instrumentos análogos.

2. Las llaves legítimas perdidas por el propietario u obtenidas por un medio que constituya infracción
penal.
3. Cualesquiera otras que no sean las destinadas por el propietario para abrir la cerradura violentada
por el reo.

A los efectos del presente artículo, se consideran llaves las tarjetas, magnéticas o perforadas, y los mandos o
instrumentos de apertura a distancia.

Bibliografía del tema:

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Policía Científica II. Francisco Antón Barberá y Juan Vicente de Luis y Turégano. Tirant Lo
Blanch ediciones.
Manual de Criminalística. Carlos A. Guzmán. Ediciones La Rocca.
Apuntes de Criminalística. Julio Nieto Alonso. Ediciones Tecnos.

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