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Francos

En un principio, los francos se dividían en dos grupos, cuyos nombres derivan de ríos:
los salios (del Yssel, en Holanda), y los ripuarios («habitantes de la orilla del río Rin»,
en latín). Ya en el siglo IX (si no antes) la división entre ambos era prácticamente
inexistente, pero durante algún tiempo continuó siendo aplicada en el sistema legal por
el que una persona podía ser juzgada. Véase en el mapa otro despredimiento
federado los “Alamann” o All mann

1. Los francos fueron una tribu procedente de Baja Renania y de los territorios
situados inmediatamente al este (Westfalia), que, al igual que muchas otras
tribus germánicas occidentales, entró a formar parte del Imperio Romano en su
última etapa en calidad de foederati. Establecieron un duradero reino en una
zona que abarca la mayor parte de la actual Francia, así como la región de
Franconia en Alemania, estableciendo así la semilla de lo que más tarde serían
estos dos países actuales.
2. Cabe señalar que los Francos se asentaron en la zona Bélgica y norte de
Francia en el siglo IV.
3. El reino franco vivió varias segregaciones y distribuciones, dado que los
francos dividían la propiedad entre los hijos supervivientes, y a falta de un
amplio sentido de la res pública, concebían el reino como una propiedad
privada de grandes dimensiones.
4. Podemos decir que básicamente se distinguían dos dinastías de líderes que se
sucedieron respectivamente: en primer lugar los merovingios y después los
carolingios.
5. La palabra franco significa «libre» en el lenguaje franco. Esta libertad no se
extendía a las mujeres ni a la población de esclavos que se trasladaron con los
francos libres.

ORIGEN

Los estudiosos modernos dedicados al período de las migraciones han sugerido que el
pueblo franco podría haber surgido de la unificación de grupos germánicos anteriores
más pequeños (Usipeti, Tencter, Sugambri y Bructeri), que habitaban el valle del Rin y
los territorios situados inmediatamente al este. Esta unión podría estar relacionada con
el aumento del caos y las insurrecciones acontecidas en la zona como resultado de la
guerra entre Roma y los marcomanni, que había comenzado en el año 166; así como
los conflictos derivados de ésta durante la segunda mitad del siglo II y el siglo III. Otros
autores toman como antecedente la confederación de pueblos formada después de la
perdida para roma de la “germania magna año VII d.C.

Hacia el año 250, un grupo de francos, aprovechándose de la debilidad del Imperio


Romano, llegó hasta Tarragona (en la actual España), ocupando esta región durante
una década antes de que las fuerzas romanas los doblegaran y expulsaran de
territorio romano. Unos cuarenta años después, los francos tomaron el control de la
región de Scheldt, (actual pises bajos) interfiriendo en las rutas marítimas de Bretaña.
Los romanos pacificaron la región, pero no expulsaron a los francos.

Entre los años 355 y 358, el emperador Juliano volvió a encontrarse con las vías
fluviales del Rin bajo el control de los francos, y una vez más volvió a pacificarlos.
Roma les concedió una parte considerable de la Gallia Belgica, momento a partir del
cual pasaron a ser foederati del Imperio Romano. Todavía hoy, en Flandes (Bélgica) y
Holanda se siguen hablando el holandés, una lengua de origen germánico. De este
modo, los francos se convirtieron en el primer pueblo germánico que se asentó de
manera permanente dentro de territorio romano.

Desde su región, los francos conquistaron gradualmente la mayor parte de la Galia


romana al norte del Loira y al este de la Aquitania visigoda. En un principio, ayudaron
a defender las fronteras en calidad de aliados. Por ejemplo, cuando una invasión
llevada a cabo en su mayor parte por tribus germánicas orientales cruzó el Rin en el
año 406, los francos lucharon contra estos invasores. Esta invasión avanzó
principalmente hacia los territorios al sur del río Loira (en la región de París, el control
romano perduró hasta el año 486, una década después de la caída de los
emperadores de Rávena, en parte gracias a las alianzas con los francos).

MEROVINGIOS

En 451, Aecio ( ultimo gran general romano), pidió ayuda a sus aliados germánicos en
suelo romano para repeler una invasión de los hunos. Mientras que los francos salios
lo apoyaron, los renanos o ripuarios lucharon en ambos bandos, dado que muchos de
ellos vivían fuera del Imperio. Las fuentes de Gregorio identifican sin demasiada
seguridad a Meroveo (Merovech) como el rey de los francos y posible hijo de Clodión.
Meroveo fue sucedido en el trono por Childerico I, en cuya tumba, descubierta en
1653, se encontró un anillo que lo identificaba como rey de los francos.

La Dinastía Merovingia fue una familia de estirpe mezclada entre las dos ramas, que
gobernó la actual Francia y parte de Alemania entre los siglos V y VIII. Eran
descendientes de Meroveo, jefe militar franco, fundador de la dinastía. Clodoveo I
(¿466? – 511) fue el primer monarca de la dinastía.
A su muerte el reino franco fue dividido entre sus hijos, según la costumbre de los
merovingios. Otro monarca destacado de la dinastía fue Dagoberto I (¿? – 639) que
después de muchos años de división territorial, volvió a unir los reinos francos bajo su
gobierno. Después de Dagoberto I, el poder de los merovingios se fue disgregando y a
medida que pasó el tiempo, los Mayordomos de palacio acabaron siendo los
verdaderos dirigentes del reino franco. Los mayordomos de palacio Carlos Martel, y su
hijo Pipino el Breve (fundador de la dinastía Carolingia), acabaron con el poder de los
monarcas merovingios y Pipino destronó al último rey merovingio, Childerico III, para
proclamarse rey de los francos. La dinastía merovingia, fue substituida entonces por la
dinastía Carolingia.

Lo más destacable de esta dinastía

Clodoveo I, hijo de Childerico I comenzó una campaña militar con la intención de


consolidar los varios reinos francos en la Galia y Renania, dentro de la cual se
enmarca la derrota de Siagrio en 486. Esta victoria supuso el fin del control romano en
la región de París.

En la Batalla de Vouillé (507), Clodoveo, con la ayuda de los burgundios, (la region de
Borgogna debe su nombre a estos), derrotó a los visigodos, expandiendo su reino al
este, hasta los Pirineos.

La conversión de Clodoveo al cristianismo, tras su matrimonio con la princesa católica


burgundia Clotilde en 493, pudo haber ayudado a acercarlo al “Papa”en Roma y al
emperador de Bizancio. La conversión de Clodoveo supuso la conversión del resto de
los francos. Al profesar la misma fe que sus vecinos católicos, los recientemente
cristianizados francos encontraron mucho más fácilmente la aceptación por parte de la
población local galo-romana que los arrianos, los visigodos, los vándalos o los
burgundios. De esta forma, los merovingios dieron lugar a la que con el tiempo sería la
dinastía de reyes más estable de Occidente.

Esta estabilidad, sin embargo, no se extendía a la vida cotidiana durante la era


merovingia. Aunque en tiempos de los romanos existía un cierto grado de violencia
(sobre todo en la etapa final), la introducción de la práctica germánica de recurrir a la
violencia para solventar disputas y conflictos legales llevó a la anarquía. Esto afectó al
comercio, que llegó a verse interrumpido ocasionalmente, dificultando de manera
creciente la vida cotidiana, lo que desembocó en una progresiva fragmentación y
localización de la sociedad en villas. La alfabetización, aparte de las iglesias y
monasterios, era prácticamente nula. Lo mismo que el arreglo de “vias” romanas y
acueductos precarisando y barbarizando la vida cotidiana.

Los soberanos merovingios, siguiendo la tradición germánica, tenían la costumbre de


dividir sus tierras entre sus hijos. Esto resultaba en una constante división,
reunificación y nueva división de los territorios, lo cual a su vez desembocaba en el
asesinato y la guerra entre las principales familias. Así que, aunque Clodoveo expulsó
a los visigodos de la Galia, al morir (en 511) sus cuatro hijos se repartieron su reino, y
durante los siguientes dos siglos sus descendientes compartieron la corona.

El área franca se expandió aún más bajo el reinado de los hijos de Clodoveo, llegando
a cubrir la mayor parte de la actual Francia, pero incluyendo también zonas al este del
río Rin, tales como Alamannia de los Allmann (el actual sudoeste de Alemania) y
Turingia (desde 531). Sajonia, en cambio, permaneció fuera de las fronteras francas
hasta ser conquistada por Carlomagno un par de siglos más tarde.

Carolingios

Tradicionalmente se considera que el reinado carolingio comienza con la


deposición del último rey merovingio, con el consentimiento del papa, y la ascensión al
poder en 751 de Pipino el Breve, padre de Carlomagno. Pipino había sucedido a su
padre, Carlos Martel, como mayor de palacio de un reino franco reunido y reconstruido
a partir de las partes anteriormente independientes.

Pipino reinó como rey electo. Aunque este tipo de elecciones eran poco frecuentes,
había una regla general en la ley germánica que establecía que el rey se apoyaba en
sus hombres principales. Estos hombres se reservaban el derecho de elegir a un
nuevo líder digno de reinar de entre los miembros del clan dominante, en caso de que
considerasen que el viejo rey no pudiera conducirlos a batalla victoriosa. Mientras que
en lo que más tarde sería Francia el reinado pasó a ser hereditario, los reyes del tardío
Sacro Imperio Romano Germánico no fueron capaces de abolir la tradición de la
elección, y continuaron siendo regidores electos hasta la desaparición del Imperio en
1806.

Pipino consolidó su posición en 754 al fraguar una alianza con el papa Esteban III,
quien obsequió al rey de los francos una copia de la Donación de Constantino en
París, y le ungió a él y a su familia en una majestuosa ceremonia en Saint-Denis,
declarándole «patricius Romanorum» («protector de los romanos»). El año siguiente,
Pipino cumplió la promesa hecha al papa y recuperó el exarcado de Rávena,
recientemente perdido ante los lombardos, entregándoselo al papa en lugar de
devolvérselo al emperador bizantino. Pipino entregó también los territorios
reconquistados en los alrededores de Roma, dando pie a la creación de los Estados
Pontificios en la Donación de Pipino, que dejó en la tumba de San Pedro. El pontífice
tenía buenas razones para esperar de la reconstruida monarquía franca que
proporcionara una base de poder leal (potestas) en la creación de un nuevo orden
mundial, centrado en la figura del papa.

Carlomagno:

Tras la muerte de Pipino en el 768, sus hijos Carlos y Carlomán volvieron a


repartirse el reino entre ellos. De todas formas, Carlomán se retiró a un monasterio y
murió poco tiempo después, dejando a su hermano como único rey. Éste pasaría más
tarde a ser conocido como Carlomagno, en francés Charlemagne y en alemán Karl der
Große. Era un personaje poderoso, inteligente y relativamente culto, que se convertiría
en una leyenda para la historia posterior tanto de Francia como de Alemania.
Carlomagno restableció un equilibrio de poder entre el emperador y el papa.

A partir del año 772, Carlomagno emprendió una larga guerra en la que conquistó y
derrotó a los sajones para incorporar sus territorios al Imperio Franco (las últimas
incursiones de Carlomagno sobre los territorios sajones está datada en 804 por los
Annales Regni Francorum). Esta campaña se sumó a la práctica de líderes cristianos
no romanos que provocaban la conversión de sus vecinos por la fuerza. Los
misionarios católicos francos, junto a otros de Irlanda y de la Inglaterra anglosajona,
habían penetrado en territorio sajón desde mediados del siglo VIII, resultando en un
aumento de los enfrentamientos con los sajones, que se resistían a los empeños
misionarios acompañados de incursiones militares. El principal oponente sajón de
Carlomagno, Widukind, aceptó ser bautizado en el 785, como parte de unos acuerdos
de paz, pero otros líderes sajones continuaron con la lucha. Tras su victoria en el 787
en Verdún, Carlomagno ordenó la matanza masiva de miles de prisioneros sajones
paganos. Tras varios levantamientos más, los sajones sufrieron la derrota definitiva en
el 804. Esto expandió el Imperio Franco hacia el este, hasta el río Elba, algo que el
Imperio Romano sólo intentó una vez, y en lo que falló en la batalla del Bosque de
Teutoburgo (año 9 d.C.). Para poder cristianizar con más efectividad a los sajones,
Carlomagno fundó varias diócesis, entre las que se cuentan las de Bremen, Münster,
Paderborn y Osnabrück.

Al mismo tiempo (773–774), Carlomagno conquistó a los lombardos, incluyendo de


esta manera el norte de Italia en su esfera de influencia. Renovó el donativo al
Vaticano y la promesa al papado de continuar la protección por parte de los francos.

En el 788, Tassilo, duque de Baviera, se rebeló contra Carlomagno. Tras aplastar la


revuelta, éste incorporó Baviera a su reino. Además de expandir los horizontes de sus
dominios, redujo de manera drástica el poder y la influencia de los agilofingios (la
familia de Tassino), otra de las familias influyentes de entre los francos y sus
potenciales rivales. Hasta el 796, Carlomagno continuó expandiendo su reino todavía
más hacia el sureste, hasta la actual Austria y a partes de Croacia.

El reino de Carlomagno sobrevivió a su fundador y se extendió por gran parte de la


Europa occidental entre 795 y 843, año en que fue dividido por medio de un tratado
entre sus nietos: los francos centrales gobernados por Lotario I (verde), los francos del
este por Luis el Germánico (amarillo) y Carlos el Calvo (morado).

De esta manera, Carlomagno creó un reino que alcanzaba desde los Pirineos al
suroeste (incluyendo de hecho una zona del norte de la Península Ibérica (Marca
Hispánica tras 795), pasando por casi toda la Francia moderna (a excepción de
Bretaña, que nunca fue conquistada por los francos), y al este la mayor parte de la
actual Alemania, incluyendo el norte de Italia y la actual Austria. En la jerarquía de la
Iglesia, los obispos y abades buscaban la protección del palacio del rey, fuente tanto
de protección como de seguridad. Carlomagno se había erigido en líder de la
cristiandad occidental, además de impulsar un «Renacimiento carolingio» en la cultural
literaria, gracias a su apoyo a monasterios como centros de enseñanza.
El día de Navidad de 800, el papa León III coronó a Carlomagno como «Emperador de
los Romanos», en Roma, en una ceremonia presentada como inesperada, puesto que
Carlomagno no deseaba encontrarse en deuda con el obispo de Roma. Se trataba de
uno más de los gestos llevados a cabo por el papado para definir los papeles de
auctoritas papal y potestas imperial. Aunque Carlomagno, en respeto a las iras de
Bizancio, prefería el título de «Emperador, rey de los Francos y Lombardos», la
ceremonia sirvió para reconocer formalmente al Imperio Franco como sucesor del
Romano (occidental) (aunque tan sólo la Donación concedía al Papa la autoridad
política para hacerlo), ocasionando así una serie de disputas con los bizantinos por el
nombre de Imperio Romano. Tras una primera protesta por la usurpación, en 812, el
emperador bizantino Miguel I Rangabé reconoció a Carlomagno como emperador
conjunto. La coronación sirvió para dar una legitimidad permanente a la primacía
carolingia entre los francos. Otón el Grande conseguiría en 962 revalidar esta relación,
siendo también coronado como emperador de los romanos por el Papa.

Tras la muerte de Carlomagno el 28 de enero de 814 en Aquisgrán, fue enterrado en


su Capilla Palatina.

Carlomagno dividió el territorio en marcas y condados:

1. Marcas: territorios defensivos localizados en las fronteras del Imperio.


Estaban gobernadas por duques o marqueses, que tenían el mando de un
ejército. Segun la división instaurada, estas eran la Marca Hispánica, la
Marca Sajona, la Marca Bretona, la Marca Lombarda y la Marca Ávara.
2. Condados: zonas gobernadas por condes, que nombraba el rey y les
otorgaba poder militar, administrativo y judicial. Todo lo que no eran marcas
eran condados, correspondiendo a toda la zona no fronteriza del imperio.
3. Ducado: Era la reunión de varios condados y varias marcas en la frontera.
Era gobernado por un duque.

El máximo poder del Imperio residía en el emperador, que tenía poder para convocar
las armas, administrar justicia y designar a los nobles que gobernaban los territorios.

Los inspectores de palacio o missi dominici eran los encargados de que los marqueses
y los condes gobernaran según las directrices del Emperador. Para ello acudían en
parejas a los territorios a comprobar el cumplimiento de las leyes.

El palacio o corte era el núcleo de la Administración y estaba dirigido por un


chambelán (sucesor del cargo de mayordomo de palacio). A su cargo estaban el
copero, responsable de la bodega; el mariscal, responsable de la caballería y el
establo; y el senescal, responsable de los asuntos de la corte. Las otras instituciones
de la Administración eran la cancillería, que dirigía los asuntos civiles y eclesiásticos,
así como el tribunal palatino, que aplicaba las leyes a los habitantes del Imperio.

Economía carolingia

La principal cuestión acerca de la economía carolingia es si se trata de una


economía agraria cerrada de subsistencia o, por el contrario, de intercambio y
generadora de un beneficio.

La tesis de (Pirenne, 1936) apuesta por que las invasiones germanas de los s. V y VI
no habían destruido lo esencial de la estructura del mundo antiguo y el Mediterráneo
continua siendo una vía de comercio entre un oriente más industrial y urbano y un
occidente más rural. Para él, el corte en el comercio vendría por las invasiones
musulmanas. Este corte se produciría entre los s. VII y VIII y haría que la economía se
replegara y se basara en la tierra; por lo que la economía carecería de intercambios y
no generaría grandes riquezas, es decir sería una agricultura de subsistencia. Esto
coincide con el nacimiento del Imperio Carolingio.

Según (Wickham, 1983) los invasores germánicas y la crisis del estado romano van a
producir una crisis del comercio a largo alcance en los siglos V y VI ya que después de
la desaparición del Imperio Romano los reinos germánicos imitaron la tributación
romana.

Para (Cipolla, 1949) la economía de la Alta Edad Media era una economía de
subsistencia debido a una serie de características:

1. No hay una división social del trabajo, es decir no hay una especialización.
2. No hay una división regional de la producción.
3. No hay seguridad viaria ni por tierra ni por mar.
4. No hay capacidad de producir excedente, ni a nivel campesino ni a nivel de los
señores. El campesino tiende a producir para su subsistencia, si hay excedente
debe almacenar la cosecha para los malos años, además debe pagar una
renta o censo al señor, también se producen las corveas por lo que si tienen
tiempo libre no pueden dedicarlo a una mayor producción sino que debe
trabajar en la reserva señorial. Los señores sí tienen excedente ya que tienen
una gran extensión de tierras y reciben la renta. Pero a pesar de esto tampoco
se produce una comercialización ya que hay una tendencia a almacenar y no
invertir en aumentar la producción (roturación de tierras, molinos, etc); por el
contrario hay un consumo suntuario (joyas, telas, etc.).

De acuerdo con Perroy no se puede decir que la economía carolingia sea totalmente
cerrada o de subsistencia sino que hay un desarrollo del comercio local, incluso
regional y por supuesto un mercado internacional de productos de lujo destinados a la
satisfacción de las necesidades de una clase dominante.

Según Pierre Toubert (ha trabajado sobre Italia) no se puede decir que la economía en
los s. VIII-X sea cerrada entre estos siglos, ya que sería inexplicable el gran desarrollo
económico y urbano del siglo XI. El régimen domanial o dominical sí generó una
economía de mercado entre los s. IX y X, menor del que va a tener lugar en el s. XI
pero que ya anuncia el desarrollo mercantil y urbano del s.XI. Se produce un cambio
en el eje de desarrollo pasando del Mediterráneo al Mar del Norte.

Además existía en esta época una moneda única (el denario de plata), lo cual quiere
decir que no había un fuerte intercambio al no existir monedas fraccionarias. Hoy en
día se sabe que con esta moneda se comerciaba, aunque esto no quiere decir que el
comercio era floreciente.

También en muchos polípticos se percibe que la renta que tiene que pagar el
campesino debe ser bien en dinero o en especie. Según Toubert el señor prefería el
pago en dinero para así poder comerciar; por el contrario Cipolla cree que al señor le
daba igual.

El comercio en el período carolingio

Existe un comercio local caracterizado en los s. VIII y IX por la multiplicación de los


mercados, forum o mercatum, que son normalmente semanales. En el año 744 una
capitular de Carlos Martel obligaba a abrir un mercado en cada ciudad. En el 864 un
edicto de Carlos el Calvo intenta restringir su número ya que tenía dificultad para
controlarlos fiscalmente y cobrar los derechos de tonlieux (derechos de paso). La
proliferación mas que ser prueba de la prosperidad es síntoma de que las rutas eran
poco seguras y que la población se vio obligada a comprar en lugares próximos.

En segundo lugar hay un comercio regional de grano, vino, pescado, metales y de sal.

Finalmente hay un gran comercio de productos de lujo que vienen de oriente como
especies, productos exóticos como los dátiles, arroz, productos textiles como sedas y
brocados que llegan a través de dos vías fundamentalmente:

1. Vienen del Volga en contacto con los bizantinos y los musulmanes abbasies.
2. Rutas fluviales con el mar Negro y después por los ríos Dnieper, Lovat o Voljov.

Ambas rutas comerciales llegan hasta el Báltico y el Mar del Norte que es utilizado por
los vikingos.

La economía rural en el mundo carolingio

No tenemos información de los propietarios agrícolas pero si de los grandes dominios


carolingios a través de los polípticos.

Bloch y Perrin dicen que el latifundio Romano dio lugar al gran dominio carolingio.

Vernulst dice que no, y que los grandes dominios se encuentran entre el Rin y el Loira
(regiones poco romanizadas), por lo que los dominios serían herederos de la etapa
merovingia.

Hay una estructura bipartita:

1. Terra indominicata (reserva señorial): trabajada por esclavos denominados


praebendarii establecidos en torno a la curtis.
1. Curtis: edificios del señor, establos, cervecerías, es decir la pequeña
industria.
2. Terra arabilis (tierra arable o cultivable)
3. Terra inculta (saltus o tierra no cultivada)
2. Terra mansionaria: que estaría trabajada por los tenentes que pueden ser
hombres libres (colonos) o pueden ser esclavos (siervos).

La relación de los tenentes con el señor es el pago de una renta, pero además existe
el trabajo gratuito en la reserva del señor que se denomina corvea (esto es un punto
de diferencia con el sistema merovingio, donde las corveas solo se daban en regiones
como Alamania y Turingia donde se denominaban rigas y eran muy restringidos).

Otro forma de distinción es que el dominio carolingio es más grande y extendido y


además la reserva del señor es menor proporcionalmente que en el dominio
merovingio. (Carolingio 20-40% - Merovingio 2/3) ya que tienen más capacidad de
cobrar renta por lo que no necesita mayores tierras trabajadas por esclavos, que
además son menos rentables.

El tipo de tenencia o manso es también de dos tipos:


1. Mansi servi: ya que en su origen fue trabajado por esclavos. Estaba sujeto a
corveas de tipo manual durante todo el año.
2. Mansi ingenuile: ya que estaba trabajado por hombres jurídicamente libres. En
estos las corveas eran de tipo estacional (cuando el agricultor estaba más libre
de trabajos agrícolas), sobre todo transporte.

CRITERIO ACTUAL

Así el comercio en la época del emperador franco Carlomagno (742-814) se redujo al


transporte de algunos toneles de vino o sal, al tráfico prohibido de esclavos y a unos
pocos artículos de lujo traídos de Oriente. Desde el cierre del Mediterráneo por el
Islam se acabó la actividad comercial regular, la circulación constante y organizada,
así como la clase de mercaderes profesionales o de sus establecimientos en las
ciudades. Aunque pervivieron pequeños y rudimentarios mercados locales, se destacó
el empobrecimiento general de la época. La circulación de dinero se volvió lenta e
insuficiente. Aunque el imperio de Carlomagno fue muy brillante culturalmente
hablando, en el aspecto económico fue un siglo de regresión. Los recursos del
soberano se limitaron a las rentas de sus dominios, a los tributos de los pueblos
vencidos y al botín de guerra.

La base económica, tanto del Estado como de la sociedad, será entonces la propiedad
territorial. El estado Carolingio fue esencialmente agrícola. El comercio era
insignificante y por lo tanto no existía más fortuna que los bienes raíces, ni más trabajo
que el rural. La desaparición de los pequeños propietarios libres se aceleró, la
necesidad de protección los obligó a buscar la tutela de los poderosos.

Con la casi desaparición de la circulación comercial, de la clase comerciante y de la


población urbana, resultó inútil seguir produciendo más de lo mínimo indispensable
para la subsistencia de los habitantes, propietarios y arrendatarios, que vivían en el
dominio. La economía de cambio fue sustituida por una economía de consumo. Cada
dominio, en lugar de continuar su relación con el exterior, constituyó un pequeño
mundo aparte. Vivió de sí mismo y para sí mismo.

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