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Simone de Beauvoir

“No se nace mujer, se llega a serlo”

El mundo trataba de reconstruirse y superar los desastres de las guerras de la primera


mitad del siglo XX.
La ONU intentará garantizar, con su creación en 1945, la paz mundial y fomentar la
cooperación entre los pueblos.
Unos pueblos dirigidos por dos superpotencias que se “enfrentaban” en una guerra fría
que salvaguardaba sus territorios y mostraba los conflictos más allá de sus fronteras,
donde era posible disputar, con la base de las armas, la primacía en el mundo.

En 1949 Mao Ze-Dong proclamaba la República Popular China; en el corazón de


Europa; Alemania resultaba dividida en dos partes: la República Federal Alemana y la
República Democrática Alemana. Mientras, en Oriente Medio, el Estado de Israel
ocupa el 78% del territorio palestino.

Éste pueblo comenzaba su exilio y más al Oriente, en el antiguo imperio británico de la


India, aparecían dos nuevos países independientes: India y Pakistán. También en
1949 los países del bloque capitalista se “rearmaban” y formaban la Organización del
Atlántico Norte conocida por sus siglas OTAN.

En este contexto podría parecer carente de interés que una mujer, escritora y filósofa,
Simone de Beauvoir, se interrogara sobre: ¿qué es una mujer?
Esta pregunta tuvo una gran trascendencia histórica. La respuesta: El segundo sexo.

Antes que ella otra escritora británica, Virginia Woolf (1882-1941), se había hecho
otras preguntas fundamentales relacionadas con las mujeres: ¿debe la mujer tener
dinero y una habitación propia?, ¿pueden las mujeres detener la guerra?

Una habitación propia (1929) describía la vida frustrada de una supuesta hermana de
Shakespeare, no incluida en el canon literario, y cómo era necesario que las mujeres
tuviesen oportunidades para desarrollar todas sus potencialidades.

En Tres guineas (1938) respondía a cómo se pueden evitar las guerras. El que las
mujeres pudieran detener la guerra no tenía una fácil respuesta, pero el diagnóstico
preciso y agudo con el que Virginia Woolf describía la imposibilidad de decidir de las
mujeres y la conveniencia de que lo hicieran, cambiaba la pregunta por algo más
fundamental que era comprender y analizar cómo era el mundo para las mujeres.

Una habitación propia:

«Hace siglos que la mujer desempeña las veces de un espejo que tiene el poder
mágico de reflejar la imagen del hombre al doble de su tamaño. Sin ese poder la tierra
probablemente sería todavía una cenagosa selva virgen. Las glorias de todas nuestras
guerras serían desconocidas. (...) El Zar y el Kaiser no habrían ceñido sus coronas, y
tampoco las habrían perdido. Cualesquiera que sea su utilidad en las sociedades
civilizadas, los espejos son esenciales para toda acción violenta y heroica. Y esta es la
razón por la que Napoleón y Mussolini insisten con tanto empeño en la inferioridad de
la mujer, pues si no fuese inferior, ellos dejarían de parecer tan grandes.(...) ¿Cómo
había de poder continuar (el hombre) juzgando, civilizando indígenas, dictando leyes,
escribiendo libros, disfrazándose y haciendo discursos en los banquetes, si no pudiese
contemplarse a la hora de las comidas de doble tamaño del que en realidad es?.»
Luego, Simone de Beauvoir no estaba sola en la inquietud de su pregunta, pues
algunas escritoras como Virginia Woolf le habían precedido en interesantes análisis
acerca de la condición histórica y contemporánea de las mujeres.

En clave existencialista Simone de Beauvoir explicó con maestría las razones de la


supuesta inferioridad de las mujeres, los argumentos biológicos, históricos,
psicológicos que la explicaban, así como la influencia de la educación y los roles que
han de cumplir las mujeres en la sociedad desde la consideración de que éstas son las
Otras.

Las Otras (las mujeres) fue elevado por Beauvoir a categoría de análisis. A las mujeres
-decía- les pasaba como a los esclavos, dependían de las decisiones y voluntades de
los varones y éstos, a su vez, se reconocían en ellas. Ellas eran las que confirmaban a
los varones su lugar de ser y estar en el mundo. Esta fue la clave que le permitió
realizar un riguroso análisis sobre la realidad de las mujeres, un diagnóstico preciso y
exhaustivo que será recuperado por el movimiento feminista de los años 1960 y 1970,
que consideró El segundo sexo una verdadera biblia del feminismo. Ningún otro texto
hasta la fecha había descrito y significado con tanta precisión cuál era la esencia y la
existencia de lo que significaba ser mujer.

UMBERTO ECO

Crítico literario, semiólogo y novelista italiano.


Nació el 5 de enero de 1932 en la ciudad de Turín. Licenciado en filosofía por la
Universidad de dicha ciudad, se gradúa en 1954 y a partir de ese año es profesor de
estética y semiótica en universidades como las de Milán, Bolonia, Florencia y Turín.

Se da a conocer a partir de su tesis El problema estético en Santo Tomás de Aquino


(1956). Algún tiempo después, ejerció dando clases en la Universidad de Milán
durante dos años, antes de convertirse en profesor de Comunicación visual en
Florencia en 1966. Fue en esos años cuando publicó sus importantes estudios Obra
abierta (1962) y La estructura ausente (1968).

Con Obra abierta (1962) se orienta hacia la investigación de los sistemas de


significación y los procesos de comunicación. Desarrolla otras obras como
Apocalípticos e integrados ante la cultura de masas (1965), La forma y el contenido
(1971), El signo (1973), Tratado de Semiótica General (1975), El super-hombre de
masas (1976) y Desde la periferia al imperio (1977).

Al mismo tiempo que sus trabajos teóricos sobre el análisis de los signos y los
significados ha influido y creado escuela en círculos académicos, Eco se ha hecho
popular a través de dos novelas, El nombre de la rosa (1981) una historia detectivesca
que se desarrolla en un monasterio en el año 1327, llevada al cine en 1986 por el
director francés Jean-Jacques Annaud, en la que aúna a su erudición, la fuerza
narrativa de una sensibilidad que para muchos poco tiene que ver con el rigor
académico de sus obras anteriores, y El péndulo de Foucault (1988), una fantasía
acerca de una conspiración secreta de sabios, construida en torno a temas esotéricos
y desde una perspectiva ideológica, propicia una revaloración del arte narrativo del
siglo XX. Estas novelas se basan en los amplios conocimientos que Eco ha ido
adquiriendo sobre filosofía y literatura.

En 1995 se publica su novela La isla del día de antes y en 1998 Cinco escritos
morales. En 2001 publicó la novela Baudolino.
En febrero de 2000 creó en Bolonia la Escuela Superior de Estudios Humanísticos. La
'Superescuela', como se la conoce ya en Italia, es una iniciativa académica sólo para
licenciados de altísimo nivel destinada a difundir la cultura universal. También es
secretario (y fundador desde 1969) de la Asociación Internacional de Semiótica.

Es doctor honoris causa por 25 universidades de todo el mundo, entre ellas, la


Complutense (1990), la de Tel Aviv (1994), la de Atenas (1995), la de Varsovia (1996),
la de Castilla-La Mancha (1997) y la Universidad Libre de Berlín (1998). Posee
numerosos premios y condecoraciones, como la Legión de Honor de Francia.

Es asimismo autor de otras obras como Arte y belleza en la estética medieval,


Interpretación y sobreinterpretación, La búsqueda de la lengua perfecta, De los
espejos y otros ensayos, Apostillas a El nombre de la rosa, Diario íntimo, Entre
mentira e ironía o Kant y el ornitorrinco.
Recientemente ha publicado en español Historia de la belleza (2004) y La misteriosa
flama de la reina Loana (2005)

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