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Instrucciones medulares sobre la Gran Perfección

Dilgo Kyhentse Rimpoche

La práctica de cada día es simplemente desarrollar una completa aceptación y apertura hacia
todas las situaciones y emociones, y hacia toda la gente, experimentando totalmente cada cosa
sin reservas mentales y bloqueos, de manera que uno nunca se centraliza en uno mismo. Esto
produce una energía tremenda que usualmente está encerrada en el proceso de evasión mental
y en el escape general de las experiencias de la vida. La claridad de la conciencia puede, en
sus etapas iniciales, ser desagradable o inspirar miedo; si esto sucede, uno debería abrirse
completamente al dolor o al miedo y darles la bienvenida. De esta forma las barreras creadas
por las reacciones emocionales y los prejuicios habituales propios se vienen abajo.

Cuando realizamos la práctica de meditación uno debería desarrollar el sentimiento de abrirse


completamente al universo entero con absoluta simplicidad y desnudez de mente, quitándose
de encima todas barreras protectoras. No te dividas mentalmente en dos cuando medites, una
parte de la mente observando a la otra como un gato observando a un ratón. Uno debería darse
cuenta que uno no medita para ir profundamente dentro de uno mismo y substraerse del
mundo. En el yoga budista, aún cuando se está meditando sobre los chakras no hay
introspección: una completa apertura de la mente es el punto esencial. La base del samsara y
el nirvana es alaya, el comienzo y el fin de la confusión y la realización, la naturaleza de la
vacuidad universal y de todos los aparentes fenómenos. Es aún más fundamental que los tres
kayas o vehículos y no pone límites a la iluminación. Algunas veces es llamada la mente
"pura" u "original".

Si bien prajna (sabiduría) no ve en ella base para conceptos tales como los aspectos diferentes,
los aspectos fundamentales de completa apertura, perfección natural, y absoluta
espontaneidad son distinguida por upaya (medios hábiles) como recursos útiles.

Todos los aspectos de cada fenómeno son completamente claros y lúcidos. El universo entero
está abierto y no obstruido, con cada cosa interpenetrándose mutuamente. Viendo todas las
cosas desnudamente, clara y libre de obscuraciones, no hay nada para alcanzar o realizar. La
naturaleza de las cosas aparece naturalmente y está naturalmente presente en la conciencia
que transciende el tiempo, esto es completa apertura. Cada cosa es perfecta tal como es,
completamente pura y no contaminada. Todos los fenómenos aparecen naturalmente en sus
únicamente correctos modos y situaciones, formando estructuras siempre cambiantes plenas
de contenido y significado, como los participantes en una gran danza. Cada cosa es un
símbolo, y aún no hay diferencia entre el símbolo y la verdad simbolizada. Sin esfuerzo de
practicar lo que sea, la liberación, la iluminación, y la budeidad ya están plenamente
desarrolladas y perfeccionadas. Esta es la perfección natural. La práctica diaria es sólo la vida
ordinaria en sí misma. Desde que el estado de subdesarrollo no existe no hay necesidad de
transitar ningún camino en especial o tratar de lograr o practicar nada. No hay necesidad de
esforzarse para alcanzar algún objetivo exaltado o estado más elevado; esto simplemente
produce algo condicional o artificial que actuará como una obstrucción para el libre fluir de la
mente. Uno no debería nunca pensarse como un "pecador" o incompleto, sino como
naturalmente puro y perfecto, sin falta de nada.

Cuando desarrolles la práctica de meditación deberías pensarla sólo como una función natural
del vivir de cada día, como comer o respirar, no como algo especial, un evento formal para ser
tomado con gran seriedad y solemnidad. Uno debe darse cuenta que meditar es ir más allá del
esfuerzo y la práctica, de las aspiraciones y objetivos, y más allá del dualismo de la esclavitud
y la liberación. La meditación es siempre perfecta, entonces no hay necesidad de corregir
nada. Desde que cada cosa que surge es simplemente el juego de la mente, no hay sesiones de

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meditación "malas" y no hay necesidad de juzgar a los pensamientos como buenos o
perversos. En consecuencia uno no debería sentarse a meditar con esperanzas o miedos varios
acerca del resultado: uno sólo lo hace sin la conciencia propia sintiendo que "Yo estoy
meditando" y no intentando controlar o forzar la mente, y no tratando de volverse pacífico. Si
uno encuentra que se está extraviando en alguno de estos caminos, uno debería parar de
meditar y simplemente descansar y relajarse por un rato antes de concluir. Si, durante o
después de la meditación, uno ha tenido experiencias que interpreta como resultados, ellas no
deberían ser tomados como algo especial; reconocerlas como que son sólo fenómenos y
simplemente observarlas. Sobre todo, no intentes recrearlas pues esto se opone a la
espontaneidad natural de la mente. Todos los fenómenos son completamente nuevos y frescos
y absolutamente únicos, enteramente libres de todos los conceptos de pasado, presente y
futuro como si fueran experimentados en otra dimensión de tiempo; esto es la espontaneidad
absoluta. La corriente continua de nuevo descubrimiento y fresca revelación e inspiración que
surgen a cada momento es la manifestación de la eterna juventud del dharma viviente y sus
maravillas; el esplendor y la espontaneidad son el juego o la danza del universo como gurú.

Uno debería aprender a ver la vida de cada día como un mandala en el cual uno está en el
centro, y está libre de limitaciones y prejuicios del condicionante pasado, de deseos presentes,
y de esperanzas y expectativas acerca del futuro. Las figuras del mandala son los objetos del
día a día de las experiencias de la vida propia moviéndose en la gran danza del juego del
universo, el simbolismo por el cual el gurú revela el último y profundo contenido y
significado. En consecuencia, sé natural y espontáneo; acepta y aprende de todas las cosas. Ve
el lado cómico, divertido de las situaciones que se inician. En meditación, ve a través de la
ilusión del pasado, presente y futuro. El pasado no es sino la memoria o condición presente, el
futuro la proyección presente, y el presente mismo se desvanece antes que pueda ser atrapado.
Uno debería poner un fin a las concepciones acerca de la meditación y ser libre de los
recuerdos del pasado. Cada momento de meditación es completamente único y pleno de
potencialidad de nuevo descubrimiento, entonces uno es incapaz de juzgar la meditación por
la experiencia pasada o por la teoría. Simplemente sumérgete de lleno en la meditación en
este mismo momento con toda tu mente, y sé libre de vacilación, aburrimiento, o excitación.
Cuando medites es tradicional y mejor, si es posible, sentarse con las piernas cruzadas con la
espalda recta pero sin rigidez.

Sin embargo, es más importante sentirse confortable, entonces es mejor sentarse en una silla
si sentarse con las piernas cruzadas es doloroso. La actitud mental propia debería estar
inspirada por tres aspectos fundamentales, si la meditación es con o sin forma, puede a
menudo ser deseable, si no esencial, preceder a un periodo de meditación sin forma con un
periodo de meditación con forma. Para proceder con esto han sido desarrolladas
eventualmente muchas clases de prácticas preliminares de meditación en centurias de práctica
budista, siendo las más importantes las meditaciones sobre la respiración, la recitación de
mantras, y técnicas de visualización. Para ocuparse en la segunda y tercera de estas clases, es
requerida la instrucción personal del gurú propio, pero unas pocas palabras sobre lo primero
no están acá fuera de lugar pues el método usado varía poco entre persona y persona. Primero,
deja que la mente siga el movimiento de la respiración, inhalación y exhalación, hasta que se
vuelve calma y tranquila. Luego descansa in crescendo la mente sobre la respiración hasta
que el ser completo de uno parece identificarse con ella. Finalmente vuélvete consciente de la
respiración dejando el cuerpo y saliendo hacia el espacio, y gradualmente transfiere la
atención de la respiración a la sensación de espaciosidad y expansión.

Dejando que esta sensación final se funda dentro de la completa apertura, uno se mueve
dentro de la esfera de la meditación sin forma. Con toda probabilidad la explicación anterior
de los tres aspectos fundamentales parecerá vaga e inadecuada. Esto es inevitable desde que

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intentan describir lo que no sólo está más allá de las palabras sino también del pensamiento.
Invitan a practicar lo que es, esencialmente, un estado de ser. Las palabras son simplemente
una forma, medios hábiles, una insinuación que si actúa sobre nosotros, permitirá que surja
espontáneamente la sabiduría innata y la acción naturalmente perfecta de uno. Algunas veces
en la meditación uno puede experimentar un quiebre en la conciencia normal, una repentina y
completa apertura. Esta experiencia sólo surge cuando uno ha cesado de pensar en términos
de meditación y de objeto de meditación. Es un vislumbre de la realidad, un destello repentino
que ocurre infrecuentemente al principio, y luego, con la práctica continuada, más y más
frecuentemente. Puede no ser después de todo una experiencia explosiva, tan sólo un
momento de gran simplicidad. No cometas el error tratando de forzar deliberadamente para
que esas experiencias se repitan, porque hacer eso es traicionar la naturalidad y espontaneidad
de la realidad.

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