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INSTITUTO DE TEOLOGIA PARA RELIGIOSOS, ITER

UNIVERSIDAD CATOLICA ANDRES BELLO, UCAB


Estudios de Postgrado en Teología
II Semestre 2007
Caracas

PLANIFICACION PASTORAL
Marzo-Julio 2007

Mons. Baltazar Enrique Porras Cardozo


Arzobispo Metropolitano de Mérida
Objetivo general: comprender y manejar el marco teórico
y práctico de la planificación pastoral como quehacer
teológico.

Objetivos específicos: - Investigar y compartir las


herramientas básicas teóricas y algunos instrumentos
prácticos de la acción pastoral para su aplicación a la
planificación. - Producir una memoria escrita del trabajo
realizado mediante la aplicación a una realidad concreta de
la acción pastoral.

Metodología: clases presenciales, investigación


documental y de campo, aplicación de las técnicas
señaladas, mediante el método de ver, juzgar y actuar.
Compartir y discutir.

Evaluación: presentación de una memoria escrita.


Contenido programático:

1.- Introducción: El carácter pastoral de toda teología,


el carácter específico de la teología pastoral. La
interdisciplinariedad en la teología práctica. La
planificación en un contexto teológico práctico.
2.- El ver de la acción pastoral: Contexto. Nuevos
tiempos. Desafíos y principales rasgos de la
globalización. Características de la acción pastoral. La
situación espiritual de la acción pastoral.
3.- La reflexión teológica de la acción pastoral: La
eclesiología de comunión. El servicio de la comunión. La
jerarquía, servidora de la comunión.
4.- La acción pastoral: Valor y racionalidad de la
planificación pastoral. Elementos prácticos.
5.- Trabajo de investigación y de campo; memoria
escrita.
1.- INTRODUCCION
-Vivimos en un mundo roto y deseoso de unidad. La
proclamación de la fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo,
es una exigencia para el creyente. Hacerlo en Iglesia como
signo e instrumento de comunión es un desafío. Para ello
debemos poner en marcha los las capacidades e
instrumentos que la hagan posible.

- La teología pastoral: El Concilio Vaticano II dio un giro


copernicano tanto a la manera de concebir la acción pastoral
como el estudio sistemático de la misma. La acción pastoral
se refiere al ejercicio del triple munus: profético, sacerdotal y
real tanto del ministro ordenado como del bautizado como
sujeto activo de la misión. La teología pastoral por su parte
es la disciplina que tiene como objeto de estudio tal ámbito.
-Toda teología reviste un carácter pastoral en el sentido
que debe ser una teología empeñada en la solución de la
problemática contemporánea y emergente, sustentada en
la palabra de Dios y en la fe de la Iglesia, para que sea útil
a los operadores pastorales en la realización de su
multiforme actividad.

- El campo propio de la teología pastoral es la teorización


del desenvolvimiento de la vida eclesial en los campos
estrictamente pastorales, tales como, la catequética, la
pastoral litúrgica, social, la pastoral de determinadas
categorías de personas, y la pastoral de las distintas
situaciones (kairologia) y la misionología.
- Pero, además, la teología pastoral tiene otra función muy
importante: el conocimiento de los resultados de las otras
ciencias humanas y su utilización en la acción pastoral. Es
el carácter interdisciplinar de toda ciencia, que en este
caso, está muy ligada a las disciplinas pedagógicas,
psicológicas y sociológicas. También con la biología y la
medicina, la etnología, la lingüística, la historia de las
religiones y la historia comparada de las mismas, la
historia y la antropología, las ciencias de las
comunicaciones, el arte…
- Los actuales contextos sociales, culturales, religiosos y
eclesiales están marcados por el pluralismo sociocultural,
el paso a la post o tardomodernidad y al proceso de
globalización. Además, asistimos a un tránsito del
monocentrismo al policentrismo eclesial. Todo ello,
constituye un desafío para la teología pastoral y debe
asumirlo como parte de su reflexión en permanente
cambio y actualización.
-El Documento de Puebla marcó pauta en este sentido, al
recordar que los desafíos del continente postulan desafíos
a la evangelización presente y futura. Y el camino práctico
para realizar las opciones fundamentales de
evangelización es el de una pastoral planificada (1306).

- El Concilio Plenario de Venezuela CPV, afirma que la


Iglesia en Venezuela, asume con renovado entusiasmo y
decisión el reto de contribuir a la gestación de una nueva
sociedad, más justa, más solidaria, más fraterna y más
cristiana (CIGNS, 1). A su vez, recalca que en nuestra
Iglesia no tenemos una cultura de elaboración y desarrollo
de planes pastorales (ICM, 72).
-La acción pastoral planificada es la respuesta específica,
consciente e intencional a las necesidades de la
evangelización. Requiere: un proceso de participación a
todos los niveles, una educación en la metodología de
análisis de la realidad, en una reflexión de la misma a
partir del evangelio para optar por los objetivos y medios
más aptos y racionales (Puebla 1307).

- El desafío de este curso: analizar, valorar y proyectar el


papel de la teología pastoral ante la insuficiente
conciencia entre los agentes de pastoral sobre la
necesidad y alcance de la pastoral de conjunto y la
planificación pastoral (CPV, ICM 74).
2.- EL VER DE LA ACCION PASTORAL

1.- EL CONTEXTO DE LA ACCION PASTORAL

1.1.- Introducción:
- Una de las intuiciones más originales del cristianismo es
la de ser una religión encarnada. La encarnación es una
realidad teológica y pastoral. Impregna la fe en sus
contenidos doctrinales y en el talante de ser creyente. Es
decir, ser creyente cristiano supone, o mejor exige, una
referencia al contexto vital en el que se desarrolla esa fe.
Dicho de otra manera, el tiempo, el espacio, las culturas
son signos de la presencia y la acción de Dios en el mundo
(cfr. CPV, CIGNS 5).
- Sin embargo, una de las tentaciones más frecuentes del
creyente es la de descontextualizar la fe, reducirla a contenidos
y a exigencias éticas. La herencia judeo-cristiana es muy rica,
densa y original dentro de las religiones, pues es una religión
histórica, encarnada. Llena además los últimos cuarenta siglos
de la historia de occidente. A primera vista basta con reproducir
de la manera más fiel, los modos y maneras de vivir esa fe.
Pero hoy nos encontramos ante la novedad de un mundo que
si bien es heredero de una larga tradición, vive un proceso de
aceleración que lo relativiza todo.
- Con razón, Juan Pablo II en la TMA recuerda que “en el
cristianismo el tiempo tiene una importancia fundamental.
Dentro de su dimensión se crea el mundo, en su interior se
desarrolla la historia de la salvación, quie tiene su culmen en la
plenitud de los tiempos de la Encarnación y su término en el
retorno glorioso del Hijo de Dios al final de los tiempos...de esta
relación de Dios con el tiempo nace el deber de santificarlo”
(10).
1.2.- Contexto histórico de la acción pastoral:
- “La acción pastoral de la Iglesia se realiza dentro de un
contexto histórico. La comprensión de este espacio vital resulta
indispensable en la medida que la Nueva Evangelización
constituye el horizonte de respuestas y orientaciones frente a los
desafíos que cada época conlleva. Pero una respuesta resulta
relevante –y por ende, portadora de un mensaje de salvación-,
en cuanto responde a una pregunta; de otra manera corre el
peligro de quedar en la irrelevancia a pesar de su validez” (El
tercer milenio como desafíos pastoral. Informe Celam 2000.
p.21. Ver, las introducciones de los documentos del CPV).
- El cristianismo puede resultar irrelevante para la sociedad
postmoderna si no responde a las inquietudes y anhelos del
hombre actual. La importancia de la fe cristiana estriba en que
sea buena nueva, mensaje que le diga algo al hombre de hoy.
De allí la trascendencia de definir bien el contexto histórico
dentro del cual se encarna, se incultura la fe (cfr. CPV, CIGNS,
desafío 1).
1.3.- La purificación de la memoria:
- Se ha expresado hasta la saciedad estamos viviendo no solo
una época de cambios, sino más bien un cambio de época.
Este fenómeno mundial reviste características peculiares, con
acentos propios en cada nación. Los cambios políticos,
sociales, económicos y culturales son de tal magnitud que nos
ponen ante un concepto cualitativo, no meramente cuantitativo
y lineal, del tiempo. “La CEV anunció y convocó el CPV, con el
objetivo fundamental de renovar la vida y acción de la Iglesia
en Venezuela” (Documentos Conciliares. Introducción p. 15).
- El primer elemento a considerar es la aceleración. Todo
transcurre más de prisa. Los días se hacen más cortos para
todo: el tiempo no alcanza ni para trabajar, ni para descansar,
ni para asimilar lo que se tiene entre manos. Las modas pasan
con ritmo vertiginoso. Las brechas generacionales son
mayores entre personas de edad similar. Todo envejece más
rápido. Personas, acontecimientos, análisis, diagnósticos, se
hacen caducos muy pronto, son como flor de un día.
- Cuando el cambio se convierte en elemento permanente, se vive
“en una cultura de cambio como estilo de vida, lo cual genera un
sentir y un pensar en términos de lo provisional, lo desechable, lo
cambiable. Por consiguiente, se va imponiendo una mentalidad
relativista ya que se tiende a considerar que nada es absoluto,
definitivo, estable” (El tercer milenio como desafío pastoral, o.c., p.
21-22).
- Al cambio acelerado se une el cambio permanente, mejor la
inestabilidad crónica de la institucionalidad. En Venezuela, ha sido
un elemento propio de nuestra cultura política y social. Esto incide
de manera directa en la vivencia de la fe católica. El viejo adagio
colonial, paradigma de cierta conciencia jurídica: “la ley se acata,
pero no se cumple”, toma mayor vuelo. Hemos vivido y vivimos una
anomia crónica de la ley, reducida a la vida y las circunstancias de
cada día, con un escaso referente a la ley objetiva, escrita, que se
torna acomodaticia a la vida de personas y organizaciones. Esto se
constata en el poco aprecio a las instituciones fundamentales, que
cambian de nombre, de fachada y de contenidos, con tanta facilidad
y rapidez como la más fugaz y atrayente de las modas.
- Ello obliga, en términos religiosos, a ahondar la
purificación de la memoria. Es decir, en buscar cuales
son los elementos esenciales y válidos de la vivencia
cristiana, ayer y hoy. De lo contrario, nuestro
cristianismo hará crisis, pues formará parte de una
herencia bella, pero en el mejor de los casos, inútil o
inconveniente.
1.4. – El sentido de la verdad:
- Otro elemento a tomar en cuenta para contextualizar
la acción pastoral es el manejo voluble y pragmático de
la verdad, característico también de la cultura
venezolana. Una cosa es lo que se promete y otra lo
que se lleva a término; una es la verdad que se predica
y denuncia cuando se está en la oposición y otra
cuando se gobierna; una es la verdad de los hechos y
otra la que se acomoda a los intereses económicos, de
la publicidad, del poder, de la visión hedonista de la
vida, etc. Se informa a medias o se disnforma
aduciendo razones de Estado o conveniencias del
momento. Ello ha causado mucho daño,
principalmente en los más pobres, presa fácil de la
manipulación.
- Por ello es útil recordar y releer a Juan Pablo II en su
Encíclica sobre el Esplendor de la verdad: “No hay
ninguna diferencia entre ser el dueño del mundo o el
último de los miserables de la tierra: ante las
exigencias morales (de la verdad) somos todos
absolutamente iguales” (Veritatis Splendor 96). Esto es
lo que permite entender la dimensión comunitaria y
social de las normas morales: constituyen el
fundamento inquebrantable y la sólida garantía de una
justa y pacífica convivencia humana, y por tanto de una
verdadera democracia (Comentarios a la Veritatis
Splendor. p. 278).
1.5. La Iglesia en el contexto de cambio:
-Si todas las instituciones pasan como flor de un día, y surgen
nuevas que las sustituyen, ¿Por qué no plantear lo mismo a la
Iglesia Católica? Si todo es relativo, la Iglesia también.
Cualquiera se considera con derecho a vituperarla o endilgarle la
autoría de males sociales de los que estos detractores y sus
ideologías o posturas preconcebidas, son también autores y
responsables.

- En el inicio de la vida republicana se le achacó a la Iglesia


Católica la paternidad de la herencia negativa colonial,
desconociendo su legado positivo en tantos órdenes de cosas.
Sin embargo, su aporte educativo, social, civilizatorio, fue grande
y profundo desde el siglo XVI y su contribución a la causa de la
Independencia fue mayúsculo en personas, bienes y
organización. Sobre todo, fue significativo, en el apoyo a los
pobres, a los caídos, a los abandonados de la suerte. Pero el
estereotipo quedó. Y da pie para aseverar la necesidad de
cambios o de su desaparición.
- Las posturas integristas de una parte, o las que
propugnan cambios radicales o moderados,
requieren de un análisis ponderado. Lo cierto es que
la exigencia de la encarnación pasa por asumirlo
todo para poder ser objeto de salvación. Es decir, la
Iglesia no escapa a esta contextualización del
cambio.
1.6.- La Belleza en un mundo pobre:

- En la hermosa carta del Papa Juan Pablo II a los


artistas, recuerda el Pontífice que “Dios ha llamado al
hombre a la existencia, transmitiéndole la tarea de ser
artífice, a cada hombre se le confía la tarea de ser artífice
de la propia vida; en cierto modo, debe hacer de ella una
obra de arte, una obra maestra” (J.P. 4-4-99, n.1-2).
- La belleza que salva al mundo es el amor que comparte el
dolor. “No es la belleza seductora que aleja de la verdadera
meta hacia la que tiende nuestro corazón inquieto; es la
belleza antigua y nueva que Agustín confiesa como objeto
de su amor purificado por la conversión, la belleza de Dios;
es la belleza que caracteriza al Pastor que nos guía con
firmeza y ternura por los caminos de Dios que Juan llama
en su evangelio el pastor bello que da la vida por sus ovejas
(Jn. 10,11). Es la belleza a la cual hace referencia San
Francisco en sus Alabanzas al Dios Altísimo cuando invoca
al eterno diciendo: Tú eres la belleza. Es la belleza a la cual
se refiere el Papa en su carta a los artistas cuando afirma:
Al notar que lo que había creado era bueno, Dios vio
también que era bello...la belleza es en un cierto sentido la
expresión visible del bien, así como el bien es la condición
metafísica de la belleza” (Carlo Maria Martini, ¿Quale
bellezza salvera il mondo? p.11-12).
- No es suficiente hablar y denunciar los males de este
mundo. No basta hablar de justicia, de deberes, de bien
común. Hay que hablar con un corazón cargado de amor
compasivo, en la experiencia de la caridad que da alegría
y suscita entusiasmo. “Todos los profetas son
necesariamente artistas; lo que diga un profeta, nunca
podrá decirse en prosa”. “La educación en la belleza no
es más que corolario de la educación en la
contemplación, en una mística enraizada en la tierra.
Contemplad el reino de Dios y su justicia, y la belleza se
os dará por añadidura” (Carlos F. Barberá. El resplandor
de Dios. Abrir camino a la belleza en la transmisión de la
fe. p.113). Se abre aquí un horizonte que enriquece la
opción preferencial por los pobres, propia de la pastoral
latinoamericana.
1.7.- El talante eclesial ante el cambio de época:

- La experiencia de la fe en el Dios de Jesús el Cristo se


da desde parámetros diversos a las exigencias de este
mundo: “no tengo oro ni plata, pero lo que tengo te doy:
en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda"
(Act.3,6). Como nos recordaba el Concilio “los gozos y
las esperanzas, las tristezas y las angustias de los
hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y
cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas,
tristezas y angustias de los discípulos de Cristo” (G.S. 1).
- En medio de tantas situaciones angustiosas, tales
como: el rápido y complejo cambio cultural que afecta
todas las dimensiones de la vida humana; la economía
de mercado: una sociedad que se enriquece pero un
pueblo que se empobrece; la construcción del desarrollo
sostenible en un medio donde la naturaleza y la ecología
humana están en peligro; la tierra: anhelo de muchos,
posesión de pocos; nuevas condiciones de empleo para
una población que requiere capacitación y estabilidad
laboral; la nueva cultura y la movilidad humana;
esfuerzos de integración latinoamericana y regional en
una realidad de desintegración interna; la cultura urbana
que extiende su influencia a través de los medios de
comunicación social;
- el paso de una sociedad no participante a una
democracia participativa; la crisis de la familia que
amenaza sus fundamentos; la corrupción y la impunidad
en un ambiente de crisis ética; diversas formas de
violencia como expresión de marginación, intolerancia, y
desprecio de la vida humana en sociedades que anhelan la
paz, “tenemos una profunda esperanza en el futuro de
nuestros pueblos porque nuestra confianza está
depositada en el Señor de la historia. Somos testigos de
tantos hombres y tantas mujeres que se empeñan
generosa y diariamente para hacer de nuestras
sociedades un lugar verdaderamente fraterno, enel respeto
por la dignidad inalienable de cada ciudadano
latinoamericano, y crece en nosotros la convicción de que
es necesaria una mayor coherencia entre aquello que
proclamamos y nuestra acción concreta” (El tercer milenio
como desafío pastoral, o.c., p.23-24).
2.- LOS DESAFIOS DE LA ACCION PASTORAL.

2.1.- Introducción:

La más antigua práctica espiritual exige un examen


permanente de la vida. No es un ejercicio masoquista.
Es la convicción de que la condición peregrinante del
cristiano lo obliga a la desinstalación. La meta es lo
importante. Lo demás es mediación mudable,
perfectible. Pero es importante atinar en el análisis. Si
el cambio es violento y constante, se hace más difícil y
a la vez más urgente ser certeros en el examen.
Pues bien, esta práctica piadosa es hoy día
exigencia de acierto, de calidad y de supervivencia
en el mundo competitivo de la economía, de las
empresas, de las organizaciones. Ante la paradoja y
la incertidumbre del futuro no basta con tener ideas
claras. Es necesario tener proyecto y aprender cómo
conseguirlo. De allí la importancia que toman los
diagnósticos, los escenarios, la planificación
estratégica y el trabajo interdisciplinar.
“La pregunta surge de inmediato ¿cómo aprender a caminar en la
oscuridad? ¿Cómo movernos y ejercer una madurez en medio de
la anarquía y de lo imprevisible? No hay sino una sola opción:
entrar en contacto, conocer y asimilar el espíritu de los nuevos
tiempos. Esto signigica que debemos precisar las pautas que
definen el perfil de nuestra contemporaneidad. Pautas éstas que
conforman una atmósfera que se respira aunque no se ve. Ellas
están presentes y nos envuelven, aunque muchas veces no
tememos conciencia de que existen. Se filtran por intersticios, por
vías laterales, por caminos alternativos, por senderos inéditos.
Unos las asmilan y otros no, pero ahí están y, de alguna manera,
ellas legitiman el hecho de que seamos más hijos de nuestra
época que de nuestros padres. Ciertamente, somos el resultado
de una plétora de contenidos que va más aalá de lo que se nos
ha proporcionado en el hogar y la escuela” (Víctor Guédez,
Gerencia, cultura y educación. p.17-18).
Estos nuevos tiempos exigen una actitud, un
espíritu dinámico de discernimiento en cada
creyente. Solo así se logra distinguir entre lo
permanente y lo mutable, entre la presencia fiel de
Dios y las provisionales expresiones humanas a
través de las cuales se manifiesta la revelación de
Dios de la cual es depositaria la Iglesia.
2.2.- Hechos y aspectos relevantes de la realidad
global actual:

Las tendencias que señalan un nuevo marco de


referencia dentro de las cuales parece moverse la
sociedad y los individuos, se denominan
megatendencias. Quieren servir de ayuda para
entender la nueva situación de profundos cambios
culturales. Seguiremos en todo este apartado el
Informe del Celam 1999-2003, Globalización y Nueva
Evangelización en América Latina y el Caribe. Se trata,
por ahora, de una mera descripción.
2.2.1. Crisis de valores, transición y colonización
cultural:
Durante toda la historia los pueblos han tenido una
identidad propia, caracterizada por su cultura. El
intercambio globalizado está cambiando esta realidad. Hay
tendencia hacia una homologación de visiones y actitudes.
(n. 30-31).
La tendencia actual es emanciparse de las concepciones y
costumbres cristianas. Se trabaja con un concepto de
libertad absoluta, que rechaza toda regulación y valoración
ética (n.33).
- La vida humana: el primer movimiento global fue el de
frenar la natalidad. Aborto se reemplaza por interrupción
del embarazo. Afirmación absoluta de la libertad y de los
derechos individuales (n.33-36).
-La sexualidad: autonomía del instinto y del placer
sexual, disociándolo de la función procreadora del
amor, del matrimonio y de la fidelidad. La educación en
esta materia da mucha información y poca formación.
La política de género ha difundido la aceptación de la
homosexualidad, el lesbianismo, la bisexualidad y
transexualidad, equiparables en todo a la
heterosexualidad (n.37-40).

- La mujer: nueva imagen equiparándose en todo al


hombre. El trabajo limita el ejercicio de la maternidad
con las consecuencias familiares conocidas. Existe un
proceso positivo en la valoración de la mujer en su
dignidad y en su capacidad. Se comienza a generar un
nuevo modlo de relación entre los sexos (n.41-47).
- El matrimonio y la familia: el matrimonio para toda la
vida se desmorona. El divorcio se ha introducido en
todas las legislaciones. Va desapareciendo la cultura
de matrimonio divorciable, para abrirle campo a una
cultura de parejas, y a veces, de encuentros
ocasionales. La actividad sexual, cada vez más,
precede al matrimonio. Se disocia la actividad sexual
de la reproducción. La tendencia indica que se camina
a una sociedad sin familias estables (n.48-57).
2.2.2.- Mundo de los excluidos:

- Exclusión-inclusión: uno de los signos de la integración


económica es que las empresas transnacionales,
principales agentes del desarrollo económico, se sitúan
donde obtienen más beneficios y donde son más bajos los
salarios o los impuestos. La fusión de grandes consorcios
disminuye la competencia y aumenta el monopolismo y el
poder frente a los Estados. Es la génesis del mercado
libre. La globalización económica hace crecer la
producción y la riqueza, y sin embargo, los desequilibrios
son muy grandes. Las crecientes desigualdades
amenazan la cohesión social, el equilibrio ecológico y la
estabilidad política (n.59-63).
-Ecología: destrucción del medio ambiente por explotación
irracional, la minería, la contaminación, y la deficiencia en
la recolección de basuras. Lo ecológico y lo social no son
prioridad para los Estados. Urge la necesidad moral de
una nueva solidaridad en las relaciones entre las naciones
en desarrollo y las industrializadas (n.64-66).

- Migraciones: las personas no logran desplazarse ni con


la rapidez de los capitales ni con la facilidad de los bienes.
Es creciente la movilidad humana. Interna: del campo a la
ciudad. Externa: de los países pobres del sur a los países
ricos del norte, con conflictos raciales, religiosos y
culturales. Por otro lado, las remesas han sido vitales para
el mejoramiento de vida de sus familiares (n.67-71).
-Los excluidos en interdependencia y globalización: la
globalización ha propiciado el surgimiento de formas de
organización y participación entre los sectores sociales
históricamente excluidos: especialmente los movimientos
indígenas y afroamericanos (n.72-73).

2.2.3.- Globalización de la violencia, el crimen y la


corrupción:
Los delicuentes están cosechando los beneficios de la
mundalización. Crímenes informáticos, manipulación de
valores a través de los medios, pornografía, pedofilia, armas,
drogas, prostitución, mafias y otros. El terrorismo global y
local. La insatisfacción y el descontento llevan al tráfico y
consumo de droga. Las guerrillas se nutren más del
narcotráfico y otras actividades que de los apoyos
ideológicos y económicos. La corrupción y el reciclaje de las
utilidades ilícitas toma cuerpo (n.74-82).
2.2.4.- La globalización tecnológica y sus
repercusiones:

-Informática: sólo se sobrevive y progresa cuando se


responde a las condiciones extremadamente
exigentes de las aplicaciones del saber o de los
saberes. Esto condiciona el desarrollo económico de
personas, instituciones y países (n.84).

- Robótica: En AL gran parte de la fuerza de trabajo


está empleada en labores repetitivas y rutinarias,
sustituibles por robots, lo cual representa una
amenaza para el empleo y mantiene deprimidos los
salarios (n.85).
-Biotecnología: esta tecnología ha aumentado las
expectativas de vida y el tratamiento de enfermedades
antes incurables. El rezago en este campo en AL la hace
depender más de los países prósperos. Sin embargo, no
se puede obviar la tensión actual entre biotecnología y
biodiversidad. Los productos transgénicos están
significando nuevos problemas económicos, sociales y
salubres (n.86-87).

- Ciencia y tecnología: es positivo en cuanto ha permitido


mejorar las condiciones de vida de muchas personas.
Pero no se ha producido siguiendo criterios de equidad,
justicia y ética, respondiendo más a intereses
económicos y comerciales (n.88-89).
2.3.- Repercusiones sociales de estos cambios
tecnológicos:
-En el ámbito antropológico: un nuevo paradigma se
impone. La realidad virtual. Hay una nueva percepción del
tiempo y del espacio que nos acerca y permite
encontrarnos sin desplazarnos. El cambio tecnológico
acelerado produce un desconcierto en el ser humano
hasta que se acostumbra a la nueva realidad. La
aceleración de los cambios hace que se viva en
permanente rezago (n.90-92).

- En el ámbito de la educación: es pobre, no sólo quien


carece de bienes materiales o ingresos suficientes, sino
también quien no tuvo acceso a un nivel de educación
suficiente. Esta es indispensable para superar los atrasos
que vivimos (n.93-94).
-En el ámbito del trabajo: el uso de las nuevas
tecnologías en el proceso productivo, aunado a
ciertas políticas neoliberales, incrementa las tasas
de desempleo y subempleo, y hace imposible a
los trabajadores el ejercicio de sus capacidades,
funciones y libertades (n.95-96).

- En el ámbito de la economía: los pobres pueden


aprovechar los nuevos medios para ser más
industriosos a partir de la innovación y de la
negociación, a través de economía solidaria. Un
ejemplo en esta lìnea es el trabajo por el
comercio justo, el consumo ético y las finanzas
solidarias (n.97).
Hoy, más que nunca, estos paradigmas de la
globalización reclaman de los católicos su
presencia testimonial que anuncie el Evangelio en
esta nueva época (n.164). Constituyen, además,
un acicate para una reflexión teológico-pastoral
que responda a los interrogantes del hombre,
creyente o agnóstico, de hoy.
3.- RASGOS DE LA ACCION PASTORAL. ANALISIS
DE LA SOCIEDAD Y FE CRISTIANA
3.1. Introducción:
-La fe es siempre una opción existencial situada. Está
anclada en las condiciones sociales y culturales de cada
época. De allí la importancia de conocer en profundidad la
sociedad y la cultura dentro de la cual vivimos y superar
el escollo de analizar la fe desde coordenadas
individualistas.

- Esto tiene principal importancia desde la óptica de una


eclesiología de comunión. O mejor, esta no es posible
desde una concepción social y teológica que olvide la
dimensión comunitaria, solidaria, fraterna de la fe; por
otro lado, están las exigencias de una sociedad que
evoluciona hacia formas democráticas más participativas.
- “La llamada a la conciencia sociocultural de la fe, por
más justificada que esté desde la misma fe y desde la
vida eclesial y del creyente, está lejos de ser un hábito
entre los creyentes y aun entre los responsables
eclesiales y los agentes pastorales que sienten en su
carne -frecuentemente desde las dificultades y el
fracaso- el aguijón de sus necesidad, aunque cada
vez se percibe más el hambre de orientaciones. Se es
consciente de la complejidad de la sociedad moderna
y de que no valen las meras “intuiciones personales”.
Han sucedido en poco tempo demasiadas cosas
como para fierse de la propia percepción e
interpretación.
-Persiste, impertérrita, una actitud o tendencia a juzgar y explicar los
fenómenos sociales, culturales, recurriendo a la buena o mala
voluntad de los individuos. Esta tendencia a explicaciones
individualistas e interioristas hunde sus raíces en un modo de ver la fe
desde la vivencia interior y personal. Se proyecta desde ahí una
especie de esquema mental o modelo que se aplica también a lo
social y cultural”.

- “Las consecuencias son catastróficas: se termina en un sermón


moralizante y voluntarista que concluye diciendo lo fácil que sería
arreglarlo todo si fueramos todo el mundo diferente, más buenos,
fraternos y solidarios. Se postula finalmente lo que es justamente el
problema. No se ven las circunstancias que rodean al individuo y su
mala conducta; en especial, se torna uno ciego a las causas sociales,
culturales, políticas, económicas, estructurales. Esta ceguera para la
visión estructural de la sociedad y su incidencia en la fe cristiana,
constituye el mayor déficit que arrastran el creyente y el pastor, el
agente pastoral y el responsable eclesial” (José María Mardones,
Análisis de la sociedad y fe cristiana. pp.7-8). Seguiremos el esquema
de este libro para este punto.
3.1.- Cristianismo y modernidad capitalista:
- La modernidad como concepto filosófico de referencia
es un concepto no claramente delimitado. Podríamos
sintetizarlo en una serie de factores tales como: “un tipo
de racionalidad crítica, que cuestiona la mera referencia
a la tradición y la autoridad; un proceso de
industrialización ligado al desarrollo científico técnico; un
modo de producción que tiene en el mercado, la
iniciativa privada y la expansión mundial algunos de sus
rasgos capitalistas; una centralización de la
administración pública alrededor de la burocracia del
Estado; un pluralismo de valores que remite a una
frragmentación cosmovisional y una pluralidad de
sentidos de la vida, ideologías, etc.; un proceso de
secularización o de pérdida de relevancia de los signos y
símbolos religiosos y de sus instituciones” (Ibid. 16).
- El capitalismo es un modo de organización de la
producción y de racionalización de la economía.
Encierra, por tanto, un espíritu. Es decir, una serie de
valores y actitudes que influyen desde lo económico
en toda la vida. El consumismo, por ejemplo, no es
solo un modo de producción o de relación oferta-
demanda, es una manera de vivir, de relacionarse con
los objetos exteriores, es un modo de pensar, que
influye, en el sentido de la trascendencia, de la
solidaridad, del sacrificio, etc.
- “Muchos analistas han indicado la gran transformación que
acontece a partir de este momento: entramos en una era de la
estimulación del deseo; la economía supera la barrera de la
necesidad y entra en la manipulación del deseo. Este paso va a
tener consecuencias sobre la configuración del hombre
tradicionalmente capitalista: se convierte en creciente objeto del
hedonismo, del consumo, de la rivalidad por poseer, de la envida
del otro consumidor. El mismo dinamismo capitalista erosiona las
virtudes que debían acompañar al hombre “puritano” de la
sociedad capitalista: de austero lo convierten en gastador; de
morigerado en consumista; de diligente en hedonista; de
respetuoso con las reglas del trabajo y la producción en
especulador y deseoso de un éxito rápido” (Ibid. 20).
- La religión en esta modernidad capitalista se encuentra ante una
realidad nueva que se constituye en un reto para su supervivencia,
para el ejercicio de la función primordial de evangelizar, y para su
capacidad de ser levadura en la masa para la transformación de la
realidad en función de la trascendencia.
- Entre otros, podemos señalar como rasgos característicos de
esta nueva situación: Primero, un desplazamiento del centro a
los márgenes de la sociedad moderna: es un hecho que los
valores que mueven la sociedad moderna no se adecuan a los
valores religiosos primordiales. La religión se purifica de una
serie de cargas y responsabilidades que tenía, pero también
tiende a ser recluida en la esfera de lo privado. Es una invitada
más a la fiesta, pero ya no es la novia de la fiesta.
- En segundo lugar, la pérdida del monopolio cosmovisional y
la entrada en la confrontación del mercado ideológico. Es
decir, la realidad es juzgada desde otras racionalidades más
“científicas”. No es la razón religiosa la primera ni la más
importante. Y junto a esta secularización de la cosmovisión,
surgen otras visiones de carácter filosófico o social que
pugnan con ella. Otro aspecto, nada desdeñable, es la
confrontación con otra serie de visiones religiosas, cercanas o
lejanas al cristianismo, sincretismos y aumento del mercado
de ofertas de lo religioso.
-Esta pérdida del monopolio cosmovisional presenta
en general en América Latina un aspecto positivo. La
credibilidad en la institución católica como tal, como
punto de referencia por la lucha de los valores
fundamentales que tienen que ver con la dignidad
humana y con la promoción del hombre.

- Dentro de este panorama debemos analizar la


pérdida de relevancia social de los signos, símbolos e
instituciones religiosas y la presencia de tendencias
fundamentalistas o neointegristas.
- Para hacer presente el mensaje evengélico en
esta modernidad capitalista hay que llegar con la
actitud fundamental del Vaticano II: una actitud
positiva, de diálogo, consciente de la ambigüedad
de la misma. Hay que encontrar nuevas formas de
expresión y de vida de lo religioso. Hace falta un
nuevo tipo de creyente. Es uno de los retos de la
“nueva” evangelización (cfr. pp. 16-38).
3.2.- Estructuras de la modernidad y fe cristiana:

3.2.1. El hombre económico:


- El predominio de lo económico penetra todo el quehacer del
hombre actual. Es decir, todo el sistema social está transido por
la dinámica capitalista. Tener más, poseer más, consumir más.
- Para Adam Smith, uno de los padres del capitalismo, el
hombre se mueve fundamentalmente por el deseo de mejorar
su condición y esto no se logra sino a través del aumento de
fortuna. Y esto que podríamos llamar espíritu del capitalismo ha
acabado por determinar cual es la forma de entender la
sociedad y el hombre. Esta lógica, aparentemente inocente, del
poseer y la búsqueda de la riqueza, ha desencadenado la
fuerza salvaje de la acumulación de riquezas que ha explicado
las guerras, los bloques económicos e ideológicos, y las
actuales tensiones norte-sur.
-Entre los rasgos positivos -dentro de una ambivalencia que se
debe analizar-, de este hombre económico moderno están: uno,
el espíritu del capitalismo es democrático. La vinculación entre
uno y otro es historicamente innegable. Si bien, la democracia
no es conditio sine qua non para el capitalismo, no hay
democracia en países no capitalistas. En segundo lugar, la
libertad y la creatividad. El auténtico hombre económico
capitalista requiere de libertad y libertades, y es creativo,
emprendedor, con espíritu de riesgo.

- En tercer lugar, el hombre capitalista postula un individualismo


comunitario. Sin respeto al individuo y a la libertad no hay
posibilidad de comunidad, afirman los neoconservadores
americanos. Esta ambigua y confusa postura interpela muchas
de nuestras propuestas religiosas. En cuarto lugar, el hombre
económico actual requiere de raíces religiosas. La religión se
ve como un contrapeso necesario a los abusos y las
disfuncionalidades del sistema.
- “Los tres grandes problemas de nuestro hoy -el
problema de la injusticia y desigualdad social,
tanto dentro de las sociedades duales
occidentales como en la relación Norte-Sur; el
problema ecológico de deterioro de la naturaleza y
la misma vida en general; y el problema del
sentido y de una ética cívica para la convivencia
humana, tienen que ver con el hombre económico
y su sistema. A su alrededor se agitan hoy las
aguas del debate humanista y político, cultural y
económico, religioso y social. Problemas de
justicia, solidaridad, política internacional, nuevos
valores y cultura, ética individual y social, se dan
cita en este tema que nos envuelve y nos
traspasa” (Ibid. 74).
3.2.2. Técnica, tecnología y trascendencia:
-Técnica: actividad consistente en construir y manipular
procesos físicos, humanos y sociales. Tecnología:
tratamiento sistemático de los problemas planteados por la
técnica para diseñar procedimientos eficientes de
producción. Trascendencia: horizonte de lo religioso, más
allá de lo humano y visible.

- Hemos perdido la conciencia ingenua acerca de las


bondades, del bienestar y del crecimiento indefinido de la
ciencia y la tecnología. Se es más crítico ante ella. Pero no
es menos cierto que vivimos cada vez más sumidos en un
mundo artificial, hecho por el hombre. Y lo previsible es que
en el futuro próximo dependeremos más de él. Por ello hay
que preguntarse por la influencia del mismo sobre la
experiencia religiosa y la fe misma.
-La ciencia ha pasado de ser dependiente del
pensamiento religioso a ser autónoma. Pero esta
autonomía la ha llevado a ejercer un predominio en el
orden de lo cultural. “Nos hallamos ya en un momento
histórico en el que la razón tecnológica, no solo se ha
autonomizado mostrando un modo de mirar hacia la
realidad que ha fraguado en una esfera de conocimiento
con su estatuto de validez propio, sino que ha devenido
el modo de conocimiento social y culturalmente más
reconocido.

- Esta dictadura epistemológica y cultural que comienza


a ejercer el conocimiento tecnológico es, como el de
todo autoritarismo, pernicioso. Supone un reduccionismo
mental. Unilateraliza al hombre moderno, haciéndole
ciego para otras dimensiones de la razón y de la
realidad” (Ibid. 123-124).
- La razón tecnológica prima la reflexión de los medios
sobre los fines. Es decir es funcional o instrumental. Y
este modo de conocimiento influye en las prácticas
sociales. Es decir, generan un estilo de vida. Se ofrecen
técnicas para todo. El estereotipo del gerente, del
personal de protocolo, del empleado de empresa, de la
belleza, del hombre de éxito, etc. es facilmente
identificable.
- “Entre los efectos perniciosos más reiteradamente
indicados se pueden señalar, además de la
desacralización del mundo del trabajo, la mecanización
de la existencia, la reducción de la experiencia, el
atomismo creciente de la vida social, la destrucción de
las comunidades tradicionales y la desecación de las
tradiciones. Aspectos que inciden negativamente sobre
la concepción tradicional de religión” (ibid. 125).
- Esto no quiere decir que la razón tecnológica sea
contraria a la trascedencia. Pero sí le plantea problemas
nuevos. Uno de los aspectos más positivos,
-paradojicamente, desde lo religioso-, es la constatación
de la enorme ambigüedad de todo lo humano. El
progreso ha generado salud y enfermedades,
individualismo y solidaridad, crecimiento poblacional y
mejor horizonte de larga vida mezclado con los
problemas demográficos, de empleo, de posibilidades,
etc.
- “Actualmente vivimos una situación en la que se ha
hecho palpable la ambigüedad y peligrosidad del
desarrollo de la razón tecnológica. Necesita ser
controlada por la razón práctico-moral. Se percibe que
su innegable predominio social y cultural despierta una
reacción de rechazo y de defensa, junto con la búsqueda
de nuevas alternativas”.
-“Las actitudes reactivas, de defensa y compensación, suelen
recurrir, de un modo u otro, a la experiencia religiosa o de la
Trascendencia, como un modo de compensar o reequilibrar el
predominio unilateral y reductor de la razón tecnológica. Se
esgrimen formas tradicionales o triviales de la religión frente a
la razón tecnológica”.

- “Percibimos que no nos satisfacen las reacciones de


resistencia o compensación religiosa frente a la razón
tecnológica. Necesitamos una integración positiva de la razón
tecnológica dentro de una experiencia humana más amplia
(cosmoteándrica), donde lo cósmico, lo humano y lo divino se
unan. Ansiamos una unidad respetuosa de las diferencias de
la razón y de la experiencia. Este tipo de propuesta -más
ansiada que incluso atisbada- posee un indudable sabor
místico. Se trataría de vivir cada una de las dimensiones de la
realidad haciendo justicia a su autonomía y descubriendo su
fondo abismal que mira al Misterio” (Ibid. 145-146).
3.2.3. El pluralismo religioso:
-Uno de los rasgos fundamentales de la sociedad
moderna es el pluralismo. Nos movemos en ámbitos y
círculos no homogéneos en todos los órdenes. Y se ha
establecido una especie de convivencia pacífica no
exenta de tensiones entre los distintos actores sociales
que pujan por ejercer un protagonismo.

- Este rasgo no escapa al mundo de lo religioso. No se


vive igual la fe en un ambiente homogéneo o
socialmente apoyado, que en una sociedad plural. Las
ventajas y los peligros son evidentes. El pluralismo
forma parte del proceso mismo de la modernidad.
-Entre los elementos que propician este pluralismo en la
sociedad moderna podemos citar: el mercado, la ciudad, la
democracia y los medios de comunicación social. Por
supuesto que no son los únicos. La movilidad humana, el
turismo, el conocimiento y contacto con diversos grupos
religiosos, e internamente la postura dialogal y ecuménica
del catolicismo, son generadores de pluralismo.

- “El mercado capitalista con su tendencia creciente a la


expansión tiende a la universalidad. En nombre de los
intereses económicos y de las transacciones se busca el
contacto y la relación con otros hombres y grupos sociales,
con otras culturas y pueblos. Y se es tolerante con ellas.
La modernidad capitalista ha ido acompañada de la
expansión mercantil y la relación creciente con toda clase
de personas que tivieran algo que comprar y vender” (Ibid.
p. 148).
-“La ciudad ha sido tradicionalmente uno de los espacios
donde se da el pluralismo...pero de nuevo conviene marcar
una línea divisoria con el proceso de urbanización de la
modernidad. Aquí estamos ante otra señal de la
modernidad, del proceso de industrialización capitalista,
con sus millonarios trasvases del campo a la ciudad, del
mundo rural al mundo de las fábricas y de la industria, de
la vida cerrada en el campo a la vida abierta y mercantil,
promiscua, de las grandes ciudades” (Ibid. p. 149).

- “La democracia es también un factor de pluralismo.


Instaura el respeto a la persona humana por encima de los
credos y las ideologías. Lo que hay que respetar es la
dignidad de la persona, pero en este respeto se incluye su
forma de pensar y concebir la vida. Se relativizan por
consiguiente los contenidos de las creencias, las formas
de vida, las ideologías. Unicamente hay que respetar el
juego democrático...”(Ibid.).
-“Los medios de comunicación de masas son uno de los
factores más influyentes a la hora de poner en contacto
mundos y culturas, tipos humanos y comportamientos,
ideologías y tendencias. Son el nuevo mercado mundial del
pluralismo de las ideas y de las modas. Convierten en moda
efímera casi todo...El mundo mass-mediático es relativista,
liberal, ecléctico; hasta cierto punto, rompe los uniformismos
tradicionales y abre a una visión multicultural, aunque esté
presidida por el imperialismo cultural estadounidense” (Ibid.
150).

- El creyente en un mundo plural está obligado a elegir. Apela


a la libertad y a la conciencia personal. Está también
condenado al relativismo. No todo puede ser verdad de
manera igual. Puede conducir a un debilitamiento de las
convicciones o a una búsqueda de una fe más ilustrada y
crítica. La experiencia relativista lleva a una flexibilización de
las doctrinas y creencias. Exige una interpretación personal.
-Por último el creyente está condenado a la
contaminación. Es inevitable la contaminación cognitiva.
De allí que encontramos a católicos que se confiesan al
mismo tiempo budistas, seguidores del new age, o
miembros del alguna secta sincretista. Esta
característica genera movimientos reactivos
conservadores o fanáticos.

- De allí que el cristiano inmerso en esta situación plural


anhele una institución que le ofrezca seguridad sin
merma de su libertad, y que sea capaz de ofrecerle un
sano pluralismo interno. Y debe ser, él mismo un
creyente de convicciones personalizadas, un incansable
buscador de la verdad, y un interpretador de su fe y de
su vida en un ámbito cultural lleno de ambivalencias.
3.2.4.- Etica civil y religión:

-Se vive una situación global de búsqueda de un


reforzamiento moral para apuntalar la democracia. El
fenómeno es universal. Es un tema sobre el que se escribe y
reflexiona mucho. Hay que potenciar lo que algunos autores
llaman una ética de mínimos.

- Si se postula la autonomía de lo temporal hay que propiciar


una ética civil, autónoma, aceptada por una determinada
sociedad que salvaguarde el pluralismo de proyectos
humanos, la no confesionalidad de la vida social y la
posibilidad de una reflexión ética racional. Es la búsqueda de
una normativa, abierta, que balbucea respuestas a las
circunstancias cambiantes del ser humano de hoy y de sus
circunstancias socio-históricas.
-Existe la convicción cada vez más compartida de que la
humanidad está viviendo una situación de riesgo. La misma
ciencia, la técnica, la tecnología, la economía se está convirtiendo
en peligros para la sociedad misma. En la medida en que aumenta
la capacidad de dominio de cada uno de estos factores, los
riesgos son mayores.

- De allí que se plantee como solución la necesidad de fortalecer la


sociedad civil. “No se podrán frenar las patologías del desarrollo
económico, del poder del Estado, de lo militar o lo tecnológico,
como tampoco de las disfuncionalidades de la educación, la
sanidad, el consumo o el tráfico, por no hablar de los problemas
de la inmigración, la droga o el sida, sin la participación
responsable de los ciudadanos...A la hora de las propuestas
concretas para una movilización del capital moral público de una
sociedad, tanto neoconservadores, como comunitaristas o teóricos
críticos, miran hacia las denominadas estructuras intermedias.
Parece que por aquí predominantemente se puede asegurar la
elevación de la responsabilidad ciudadana...”(Ibid.198).
- Siendo la religión uno de los grandes catalizadores de la sociedad
civil, es conveniente preguntarse por su papel en esta situación. Entre
las funciones que las nuevas reflexiones le asignan a la religión, más
allá de las tradicionales de la sociología de la religión, está: educación
de la mirada. Es decir, democracia equivale a capacidad de prestar
atención. Capacidad de concentrarse en las necesidades e intereses
de todos, especialmente de los más pobres. De allí, la función crítica
de la religión hoy día que eduque para mirar los rincones oscuros de
nuestra sociedad.
- En segundo lugar, el sentido comunitario. La religión es uno de los
motores más buscados para generar solidaridad y capacidad de
sacrificio por los otros. Este aspecto es una de las funciones que le
ha dado mayor protagonismo al catolicismo latinoamericano. Y por
último, la función catalizadora. Desde lo religioso se permite la
interpretación de los sistemas sociales más allá de su propia lógica y
funcionalidad. Por otro lado, las religiones proporcionan convicción,
coraje y esperanza para arriesgarse más allá de lo que es capaz la
sociedad por sí misma. De allí, el papel de presencia de punta, en
situaciones fronterizas de muchas de nuestras comunidades
cristianas.
3.3. Los desafíos de la democracia al catolicismo:

- El documento de Santo Domingo dedica los números


190-193 al orden democrático. Se afirma que la Iglesia
respeta la legítima autonomía del orden temporal y no
tiene un modelo específico de régimen político. Pero en
el proceso democratizador del A.L. la Iglesia ha jugado
un papel protagónico. En muchos países su acción
sentó las bases para una convivencia basada en el
diálogo y el respeto a la persona humana. La libertad
ha posibilitado la instauración de la democracia como
sistema de gobierno más aceptado, aunque su ejercicio
sea todavía más formal que real.
-La corrupción administrativa, los distanciamientos de los
liderazgos a los intereses y las necesidades reales, los
vacíos programáticos, los gobiernos no orientados al bien
común, el clientelismo y el populismo, la poca participación
atentan contra la auténtica democracia. Por ello se asume la
línea pastoral de proclamar insistentemente a la sociedad
civil los valores de una genuina democracia pluralista, justa y
participativa.

- “El Papa Juan Pablo II no ha escatimado advertencias


respecto de las posibles desviaciones de la democracia. Su
adhesión al principio del régimen democrático adquiere por
ello más relieve: “la Iglesia aprecia el sistema democrático
en la medida en que asegura la participación de los
ciudadanos en las opciones políticas y grantiza a los
gobernados la posibilidad de elegir y controlar a sus propios
gobernantes, o bien la de sustituirlos oportunamente de
manera pacífica” (Centessimus annus, n.46).
- Participar en las decisiones políticas, elegir y
controlar: todo un programa. Es decir: la Iglesia
católica, lejos de considerar que la democracia compite
con los derechos de Dios en su autoridad soberana,
descubre, en definitiva, en el derecho del hombre a
elegir y hacer realidad un modelo de sociedad, el
verdadero cumplimiento del designio de Dios. El cambio
puede parecer gigantesco, y lo es en muchos aspectos.
Dictado por la historia, según unos, reparación tardía de
los errores de juicio, según otros, contradicción,
finalmente, para los censores peor intencionados,
puede ser considerado también, por los creyentes como
el resultado de una profundización y un aquilatamiento
que son signo de una tradición viva, a diferencia de una
fidelidad repetitiva y, por ello, incluso estéril.
- En el fondo ¿qué ocurre con la autoridad de Dios?
¿No ha sido imaginada demasiado a menudo como
una proyección de las autoridades humanas menos
educativas y más restrictivas respecto de la libertad de
los subordinados? ¿No es preciso, por el contrario,
intentar acoger el misterio de una autoridad creativa
cuya esencia misma es hacer existir y enaltecer al otro?
Así es la autoridad de Dios. Y así debería ser, a imagen
de Dios, toda autoridad humana, en la medida de lo
posible. La antinomia autoridad-libertad se resuelve en
Dios. A nosotros nos toca intentar superarla en la
sociedad humana. Tal es sin duda alguna la afortunada
posibilidad, pero también la apasionante labor, de la
democracia” (Gaston Piétri, El catolicismo desafiado por
la democracia. p. 37-38. Ver también, Javier Martínez
Cortés, La imagen de la Iglesia en una sociedad
democrática, p. 267-276).
3.4.- Conclusión:

-Hemos hecho un recorrido, analizando la relación


existente entre sociedad y fe cristiana. La modernidad
capitalista, el hombre económico, la técnica, la
tecnología y la trascendencia, el pluralismo religioso, la
ética civil y la democracia interpelan a la fe y la sitúan
en un contexto concreto. ¿Se puede ser cristiano dentro
de estas coordenadas? ¿Cómo serlo?

- Desde la perspectiva teológica del Vaticano II, no hay


respuesta posible sino desde una eclesiología de
comunión. Tenemos obligación como responsables de
la acción pastoral de nuestras iglesias particulares
ofrecer la posibilidad de creer en medio de una época
de crisis.
- La entraña humanista del cristianismo nos permite
afirmar que las características de la fe en el futuro
pasará por (seguiremos el esquema ofrecido por José
Gómez Caffarena en, La entraña humanista del
cristianismo, pp.187-200): 1. Va a ser cada vez menos
viable una fe sin problemas, arropada por el ambiente y
por protecciones externas. 2. No cabe pretender que la
fe reafirme su convicción a modo de conclusión
científica. 3. La civilización científico-tecnológica no es
particularmente propicia a la actitud de fe; pero le deja
abierto un lugar en la necesidad de dar sentido global a
la existencia.
- En nuestro mundo la fe deberá acreditarse a nivel del
gran desafío humanista, de las esperanzas suscitadas
por la estructura utópica del hombre. 5. La fe cristiana
actual se vivirá como opción por un sentido último de
todo en el amor, hecha por la aceptación de Jesús de
Nazareth y su comunidad carismática como signos de
la revelación de Dios, Amor originario; opción por la
esperanza, ahora laboriosa, en camino hacia lo
definitivo. Y, 6. La fe personalizada que acabamos de
sugerir requiere una comunidad en la que la
organización indispensable no ahogue el carisma y en
la que los miembros se sientan constructores
responsables.
-Esta última característica subraya la opción de comunión y
participación, de eclesiología de comunión que estamos
proponiendo. “Hoy como ayer, la fe religiosa y cristiana solo
es viable con una fuerte dimensión comunitaria. Por razón
sociológica ante todo: es necesario un mínimo de
plausibilidad social...Es muy ciertro que ha sido la vertiente
eclesial de la fe la más universalmente afectada por la crisis
actual.

- Es comprensible: la comunitariedad originaria fue


conduciendo a complejas formas de organización social...La
protesta contra el sofocamiento del carisma por la
organización es absolutamente lógica y un signo de vitalidad
cristiana. Es también comprensible que conduzca a la
tentación de posturas radicales que proclaman el abandono
de las estructuras sociales, y en particular de la autoridad
organizada, en favor de un cristianismo vivido por libre...
-Aparecen entonces paulatinamente -y nuestro
momento tendría en este aparecer una de sus
manifestaciones más esperanzadoras- brotes de
protesta más constructivos, que van buscando la
reestructuración desde la base. Es un camino arduo y
sin duda largo, camino de tanteos y fracasos, de
continuas rectificaciones, de polémicas duras y de
abandonos por cansancio...Pero un camino que, por ir a
favor de la dirección misma de la historia, puede
augurarse un resultado feliz más allá de todos los
obstáculos” (200).
4.- LA SITUACION ESPIRITUAL DE LA ACCION PASTORAL EN
UNA SOCIEDAD IMPREGNADA DE LA CULTURA
POSMODERNA.

4.-1. Introducción:

- América Latina está marcada por la cultura occidental


a pesar de su realidad pluricultural. Por ello el impacto
de la modernidad y del período postmoderno se hace
sentir en nuestro modo de ser. “Tanto la modernidad,
con sus valores y contravalores, como la
postmodernidad en tanto que espacio abierto a la
trascendencia, presentan serios desafíos a la
evangelización de la cultura...Promover el conocimiento
y discernimiento de la cultura moderna en orden a una
adecuada inculturación” (Documento de Santo Domingo
252 y 254).
- Es importante, pues, para saber como ejercer el
ministerio pastoral de la evangelización, reflexionar
sobre el ser cristiano, es decir sobre su ejercicio
práctico en el contesto delimitado por la expresión
posmoderna. Una situación tan compleja como la actual
es dificilmente encasillable. Se juntan pensamiento con
las situaciones originadas por numerosos factores
sociales.
4.1.- Una cultura de la intrascendencia:

- “Se trata de la convicción, asumida como una


verdadera evidencia, de que lo real se identifica con lo
que es objeto de una posible experiencia; lo valioso,
con lo que procura unos beneficios en cualquiera de los
órdenes de la vida humana -en las sociedades
industrializadas se excluye lo que no es utilidad-; y lo
autenticamente bueno, con lo que aumenta las propias
posibilidades de placer. De acuerdo con esta cultura
vivida, las realidades trascendentes pierden posibilidad
de ser admitidas como válidas y son declaradas
insignificantes y carentes de todo interés y valor” (Juan
Martín Velasco, Ser cristiano en una cultura
postmoderna. p.42).
-Esta situación se hace cada vez más presente entre
nosotros. Cabalga una visión religiosa heredada, con
los nuevos parámetros impuestos por la
postmodernidad. Estos se hacen más patentes en las
clases dirigenciales, en los que han estudiado en el
exterior, en buena parte de los niveles gerenciales y
universitarios. Esta inquietud la señala el CPV: A la
Iglesia se le exige una proclamación decidida y
profética de la Buena Noticia (PPEV, Desafío 1).

- Una de estas expresiones, la aceptación de


trascendencia sin trascendente es propia de grupos
nueva era. De allí su éxito inmediato.
- Desde un punto de vista fenomenológico este hombre
sumido en la intrascendencia ha sido definido como el
hombre light: de pensamiento débil, convicciones sin
firmeza, asepsia en sus compromisos, indiferencia sui
generis hecha de curiosidad y relativismo a la vez; su
ideología es el pragmatismo, su norma de conducta, la
vigencia social, lo que se lleva, lo que está de moda; su
ética se fundamenta en la estadística, sustituta de la
conciencia; su moral, repleta de neutralidad, falta de
compromiso y subjetividad, queda relegada a la
intimidad, sin atreverse a salir en público (Cfr. Enrique
Rojas, El hombre light. Una vida sin valores).
4.2.- Una cultura del divertimiento:

-El olvido de sí mismo, el no querer pensar o dejar que


otros piensen todo por nosotros mismos, ha sido un
recurso permanente del hombre para evitar la
intranquilidad y el perenne cuestionamiento que supone
el encuentro con el propio yo.

- Por eso, la vuelta a sí mismo, el examen de


conciencia, el recogimiento y el silencio, han sido en
todas las espiritualidades cristianas una recomendación
permanente. No salgas de ti mismo, en tu interior habita
la verdad, recomendaba San Agustín.
- La época moderna, desde el auge de la ciencia y la
técnica ha conocido la tentación del divertimiento (del
lat. divertere, llevar por varios lados, distraer). Pero la
postmodernidad ha continuado y radicalizado esta
tendencia. “Se deriva sobre todo del hecho de que se
hayan multiplicado de forma asombrosa y se haya
puesto al alcance del conjunto de la sociedad unos
medios de divertimiento cada vez más invasivos de la
intimidad de las personas y cada vez más eficaces. Los
medios audiovisuales de comunicación y la industria del
ocio y de las vacaciones parecen competir en llenar los
espacios vacíos de deja el trabajo en la vida de las
personas para evitar que en ellos surja la reflexión con
sus preguntas siempre inquietantes” (Juan Martín
Velasco, o.c. p. 45-46).
- Pero quizá lo más peligroso de esta acentuación del
divertimiento estribe en que la postmodernidad “entraña
también la muerte de la ética. Lógicamente, eliminada
la historia, ya no hay deudas con un pasado arquetípico
ni obligaciones con un futuro utópico. Cuando queda
tan solo el presente, sin raíces ni proyectos, cada uno
puede hacer lo que quiera. Ahora la estética sustituye a
la ética. Como dice una canción de Joaquín Sabina, “al
deseo los frenos le sientan fatal. ¿Qué voy a hacerle
yo, si me gusta el güisqui sin soda, el sexo sin boda, las
penas con pan...”(Luis González Carvajal, Ideas y
creencias del hombre actual. p.163. Ver también, CPV,
ECV, 42, 50).
4.3.- La sustitución del ser por el tener:

- Esta es una tentación permanente del hombre en


todos los tiempos y culturas. Sócrates al pasear por el
mercado de Atenas exclamó: cuántas cosas hay de las
que no necesito. El Evangelio declara felices,
bienaventurados, a los pobres, y fustiga los peligros de
la riqueza.
- Pero recordemos que a nuestra sociedad se la cataloga
como sociedad de consumo. El hombre vale en cuanto
productor y consumidor. El peligro evidente, denunciado en
los documentos de los últimos años, es la sustitución del ser
por el tener. “Todo, cuando el hombre se hace posesivo, se
reduce a objeto de posesión: dinero, bienes de consumo,
pero también ocio, cultura, amor y hasta la religión y la fe; se
degrada a cosa ordenada a satisfacer las necesidades del
hombre que se constituye en centro vacío, literalmente
dependiente de los objetos a través del deseo de obtenerlos,
la preocupación por conservarlos, el cuidado por
mantenerlos y la necesidad de hacer ostentación de ellos
como signo de su valor y apoyo en el que hacer descansar
su personal inconsistencia...Así, las cosas que comienzan
por ser poseidas, absorben a aquel que creía disponer de
ellas y lo convierten en su esclavo”(Juan Martín Velasco, o.c.
p.48).
-En la sociedad postmoderna la posesión no se orienta
tanto a la acumulación de bienes, de teneres, sino a su
consumo y su permanente sustitución. El peligro para el
ejercicio de la vida cristiana de esta orientación es
evidente (ver, CPV, ECV 47).

4.4.- Del pluralismo al relativismo y a la indiferencia:


- Vimos como el pluralismo es una característica de la
modernidad. La postmodernidad acentúa unos
elementos derivados de ella. La verdad queda reducida
a opinión, a lo más compartida por un grupo. Los
medios, además, acumulan tal cantidad de
informaciones que llegan más bien a ocultar la realidad.
Se produce una cierta anestesia de la conciencia. En el
fondo todo da lo mismo.
- El relativismo conduce a la indiferencia. La tolerancia
conduce a la indiferencia. Los postmodernos renuncian
a discutir sus opiniones. Viven y dejan vivir. “Con la
pérdida de la confianza en la razón, se ha perdido
también cualquier esperanza de alcanzar un consenso
social. Hoy cabe todo, y todo tiene su público, incluso
las mayores extravagancias culturales. De forma jocosa
decía Fernando Poblet: “Hace no sé cuántos años dijo
no sé quién que cualquier objeto despojado de su
función ordinaria es arte. Esto significa que, si
encuentras un retrete colgado del techo, no intentes la
meada parabólica, antes bien consulta el catálogo”
(Luis González Carvajal, o.c. p.172. Ver, CPV, ECV 50).
4.5.- El individualismo hedonista y narcisista:

- Se afirma que vivimos una segunda revolución


individualista. “Los síntomas de la nueva situación son
numerosos: búsqueda de la calidad de la vida, obsesión
por la propia persona, cultivo de la mente mediante el
recurso a toda clase de métodos y ayudas psicológicas,
cuidado del cuerpo y de la forma física, ruptura con la
vigencia de las instituciones, abandono de los sistemas
disciplinarios, coercitivos y convencionales de
socialización, cultivo al máximo del deseo y extensión
de las posibilidades de elección privada, predominio de
la esfera privada y del ámbito de la intimidad” (J. Martín
Velasco, o.c. p.54).
- Hay una orientación cada vez mayor del
individualismo hacia el hedonismo. Hay que satisfacer
al máximo los propios deseos. “Manifestaciones
psicosociales de la nueva situación son la dificultad
para los compromisos estables y su sustitución por una
culturas del deslizamiento...la sociedad posmoderno no
tiene ídolo ni tabú, ni tan siquiera una imagen gloriosa
de sí misma, ni un proyecto histórico movilizador;
estamos ya regidos por el vacío...por otra parte, esta
caída en el vacío, verdadera consumación del nihilismo,
ha perdido el carácter trágico, dramático o angustioso
que revestía en Nietzsche o en el existencialismo y se
ha convertido en juego, esteticismo, en indiferencia
pura” (Ibid. p.55).
4.6.- Retos de la posmodernidad al cristianismo:

- Las situaciones descritas no tienen porqué conducir al


pesimismo, ni a considerar la posmodernidad como
peligro o tentación a evitar. Desde la pedagogía de la fe
instaurada en el Vaticano II hay que asumirla como reto
y desafío a la realización histórica, encarnada, del
cristianismo. Hay que renovar la vida cristiana y
reconvertir las instituciones, desde la fidelidad a la fe
recibida.
- El primer reto es repensar la trascendencia: “La idea
de trascendencia contiene como significado elemental
un movimiento de travesía (trans) y un movimiento de
subida (scando), es decir, un cambio de lugar y un
cambio de nivel” (Ibid. 72). Pero el hombre ha estado
siempre sujeto a la tentación de la idolatría. Es decir, a
romper la trascendencia mediante la domesticación de
Dios, o en su reducción a una imagen creado por el
hombre para suplirlo y evitarse el vértigo del absoluto.
- “Por eso el encuentro religioso con la trascendencia
solo es reconocible en la ausencia; solo es realizable
en la espera y no en la posesión...por eso, también la
relación en la que nos encontramos con Dios nunca nos
pone en comunicación inmediata con él...por eso amar
a Dios no consiste en elevarse hasta él por un deseo
que en él se vea saciado, sino tomar conciencia del
ahondamiento del deseo que se produce cuando
obtenemos lo que deseamos. Por eso, en definitiva,
amar a Dios consiste sobre todo en dejarse invadir por
su amor, que nos remite a los otros como los
destinatarios de ese amor originario” (Ibid. 78-79).
-La importancia que concede la posmodernidad a la
sensibilidad puede contribuir a que revaloricemos
también la vía de la experiencia religiosa y el silencio
meditativo en nuestro acercamiento a Dios. No hay fe
sin conversión, experiencia inicial de Dios, ni sin
oración, experiencia cotidiana de diálogo e
interpelación.

- El segundo reto es reivindicar un cristianismo festivo.


Redescubrir el inmenso potencial evangelizador y
cultural de la celebración cristiana. Esto nos pone en
conexión con uno de los rasgos más sobresalientes de
la religiosidad popular latinoamericana. Es una veta no
asumida en toda su hondura. Y nos acerca a la
dimensión comunitaria de la eclesiología de comunión
(Ver, CPV, ECV 90f).
- “La sensibilidad posmoderna nos invita a recuperar las
dimensiones festivas de la fe. No olvidemos que el
Evangelio, antes que cualquier imperativo ético, es
acogida gozosa de un don, de la gracia. Hay demaisdo
moralismo en nuestra predicación. Sermones y homilías
enfatizan lo que los hombres han de hacer, en lugar de
invitar a celebrar lo que Dios ha hecho por nosotros.
Los creyentes acarician la secreta pretensión de
guardar los mandamientos para salvarse en lugar de
vivir esos valores porque han sido salvados” (Luis
González Carvajal, o.c. pp.189-190. Ver también, J.M.
Rovira Belloso, Fe y cultura en nuestro tiempo. pp. 175-
179). Aquí entra el gran valor de la religiosidad popular,
retomada en casi todos los documentos del CPV.
- El tercer reto es integrar la dimensión ético-política de la
experiencia cristiana. De lo contrario la dimensión festiva,
mística, puede quedar hueca, sin conexión con la dureza
de la vida diaria de personas y sociedades como las
nuestras. “La experiencia ética, la experiencia de la
responsabilidad por el otro, suscitada por su rostro
desnudo, es la experiencia originaria, que rompe la
identificación del yo consigo mismo y su tendencia a
constituirse en centro de todo, y permite y manifiesta la
irrupción de la trascendencia en la existencia humana” (J.
Martín Velasco, o.c. p.112-113). De esto tiene bastante
experiencia la Iglesia latinoamericana. “Nuestra fe en el
Dios de Jesucristo y el amor a los hermanos tiene que
traducirse en obras concretas” (Santo Domingo 160). Por
eso hay que estar atento a los nuevos signos de los
tiempos en el campo de la promoción humana (164 y ss).
Y nuestro CPV, ECV 55).
REFLEXION TEOLOGICA DE LA ACCION PASTORAL

5.- LA ECLESIOLOGIA DE COMUNION: CLAVE PARA UNA


LECTURA RELIGIOSA DEL MUNDO MODERNO.

5.1.- El Concilio Vaticano II:

- Es idea común de los teólogos el afirmar que el


concepto clave para entender la eclesiología surgida del
Vaticano II es la categoría de comunión. De esta reflexión
se ha enriquecido tanto la teología como los nuevos
derroteros de la vida de la Iglesia.
-El modelo eclesiológico de Iglesia-comunión ha sido asumido
desde las Iglesias del Tercer mundo con verdadera autonomía
y originalidad desde su estado de dependencia y opresión. Su
eje es la opción preferencial por los pobres. De allí que la
categoría de comunión (LG) ha sido leida desde la relación
Iglesia mundo (GS). Este proceso ha generado una
renovación de las instituciones eclesiales lo que supone
introducir experimentos, cambios y transformaciones (Cfr.
Angel Antón, eclesiología posconciliar: esperanzas, resultados
y perspectivas para el futuro. pp.275-294).

- La razón de plantear la cuestión está en la afirmación de


Pablo VI del gran drama de nuestro tiempo: la ruptura entre fe
y cultura (EN. 20). Y el reto de encontrar la respuesta
adecuada a una yunta que no puede estar separada. De tal
ruptura se vienen ofreciendo diversas interpretaciones. De
ellas se originan también diversas estrategias de respuestas
pastorales.
- La modernidad fue vista durante mucho tiempo como
radicalmente opuesta al cristianismo. Según los más
perspicaces analistas la nueva postura que inicia el
diálogo iglesia-modernidad llega cuando ya estamos
montados en una nueva época, la postmoderna. Esto,
paradojicamente, le da mayor vigencia y actualidad al
espíritu del Concilio. (Seguiremos -libremente- en los
párrafos siguientes los puntos expuestos por Giuseppe
Alberigo en su trabajo El Vaticano II y su herencia, pp.
175-185). Juan Pablo II, a su vez, pidió retomar el
Concilio Vaticano II como el acontecimiento providencial
para la preparación del jubileo del 2000 (Tertio Millenio
Adveniente, n.18).
5.2.- Lectura dialogal con la cultura moderna:
Al verse la Iglesia en relación dialogal con el mundo moderno se
descubren una serie de contenidos de la tradición largamente
olvidados o reprimidos. Por eso, se autocomprende a sí misma como
comunión de los distintos creyentes y de las muchas iglesias. “La
apertura positiva al entorno cultural ayuda además a la Iglesia a
superar su creciente autofijación inherente a la autorreflexividad, y a
verse como sacramento de salvación universal en el servicio a la
subjetividad de todas las personas” (Medard Kelh, La Iglesia.
Eclesiología católica. pp.339-340).

5.3.- La identidad del Vaticano II y el cambio del contexto


histórico-religioso y cultural:
- Las dos notas características del Vaticano II son la pastoralidad y el
aggiornamento. La primera nota es única en la historia de los concilios.
Puede tener una lectura minimalista, como si pastoral significara de
poco valor, pues no encierra definiciones dogmáticas. Pero esta
debilidad es su fuerza, pues buscó superar la larga confrontación
doctrinal, el aislamiento frente a la sociedad, y la superación de la
concepción del cristianismo como suma de doctrina y disciplina.
-Cuando hablamos de pastoral o de teología práctica nos
referimos, genericamente, a la tarea de elaborar un análisis y
una praxis de las situaciones concretas en las que la Iglesia
tiene que ir desarrollándose a sí misma. O como dice la nota de
la GS que precisamente se llama constitución pastoral porque
“apoyada en principios doctrinales, quiere expresar la actitud de
la Iglesia ante el mundo y el hombre contemporáneos”.

- El término aggiornamento está estrechamente vinculado a


pastoral. Quiere decir más que reforma, actitud abierta de
disponibilidad y búsqueda. Ecclesia semper reformanda. Es
decir, búsqueda constante de sintonía del mensaje evangélico
con los signos de los tiempos. La categoría tradicional de
comunión ha permitido la recomposición de la unidad de la fe y
de la Iglesia, en medio de una pluralidad y de una cierta
relativización de la propia eclesiología, ya que ser católico
significa creer que Dios actúa en el mundo entero, no solo en la
Iglesia, porque este mundo es el mundo de Dios. Es decir, hay
que aceptar los desafíos del mundo para dialogar con él.
-Es fácil percibir que el Vaticano II se sitúa entre dos épocas, una que
fenece y la postmoderna que se inicia. Su vigencia hay que
descubrirla, más que en sus prescripciones, muchas de ellas ya
superadas, en el significado del acontecimiento. Hay que discernir
qué está muerto y qué permanece vivo del Concilio. La fecundidad de
la confrontación y de la búsqueda aparece por encima de las
seguridades. Esto ha permitido que la herencia del Concilio nos haya
abierto a horizontes y perspectivas que apenas si se vislumbraron
durante el acontecimiento histórico conciliar de los años sesenta.

5.4.- La recepción del Vaticano II:


- La recepción, como categoría teológica, ha sido siempre fatigosa.
Recordemos el viejo principio de Vicente de Lerins en su
Commonitorio: es doctrina católica lo que semper, ubique et ab
omnibus es recibido como tal. Por ello, el proceso de recepción de un
concilio como el Vaticano II está todavía incompleto y ha generado
avances y retrocesos, y movimientos integristas. Supuso un cambio
copernicano en la autovisión de la Iglesia en el mundo. Y esto,
después de varios siglos de inmovilismo, no se supera en pocos
años.
- No solo nos debe preocupar la polémica ad intra. Tenemos un
problema mayor y es el de dar respuesta a la posibilidad de vivir la
identidad católica en un mundo plural. Es preocupante que aun cuando
mucha de la gente de nuestros países se declara católica, las encuestas
nos muestran datos indicativos de una fe no monolítica, sino hasta
contradictoria. Hay que analizar bien este fenómeno y no dar respuestas
simplistas (Estimo conveniente la lectura del número 255 de Concilium
1994. Polémico y crítico, es sugerente para una reflexión que plantea
variables nuevas). “Vivir la identidad católica se ha hecho más difícil
después del Concilio Vaticano II. Porque esta identidad hay que
buscarla, sí, primeramente dentro de la comunidad cristiana, pero luego
hay que buscarla también individualmente. Y buscarla de manera
incesante. Eso no se sabía antes del Concilio. Pero finalmente -y esto es
lo que constituye la identidad- el ser católico puede y debe ser una
interpelación que se hace al mundo. Ser católico cuesta más esfuerzo a
causa del Concilio Vaticano II, pero en cambio es más liberador y
enriquecedor” (p.771. Puede verse un extracto de este artículo en,
Greinacher, Norbert. La identidad católica en la tercera época de la
historia de la Iglesia. En Selecciones de Teología 139(1996)186-191).
5.5.- Las urgencias del tiempo y las inercias postconciliares:
-Los traumas de las guerras mundiales, el despegue de los
descubrimientos, los primeros avances tecnológicos y la confrontación
ideológica de los bloques sirvió de preludio de un nuevo tiempo histórico
y permitieron la llegada del concilio. Así, el Vaticano II es un punto de
llegada y un punto de partida. La eclesiología de comunión dio cauce a
los desarrollos en nuevos estilos de ecumenismo y relacionamiento con
las religiones, en el campo de los derechos humanos y en el horizonte
misionero.

- Pero, la aceleración histórica después de 1965 no ha cesado. Todo lo


contrario. Se ha ido consolidando una sociedad y una cultura
postmoderna, se enseñorea la sociedad de consumo, desaparece el
bloque soviético y nada es igual después del 89 en el orden económico y
sociopolítico; surgen nuevos y más variados problemas religiosos
(sectas, sincretismos, expansión del Islam, renacimiento de lo religioso,
etc.). La brecha (económica, política, tecnológica, social) de los países
menos desarrollados (dentro de los que se encuentra nuestro
continente), con respecto a los del primer mundo, se agiganta.
-En este contexto, el cristianismo tiene que enfrentarse a un
agudo desafío: reinculturarse o enquistarse en el pasado. La
llamada a la nueva (en sus métodos, expresiones y ardor)
evangelización se sitúa en este contexto. La secularización,
en términos generales, plantea situaciones inéditas a la fe
cristiana.

- Las urgencias de la fe a las que el Vaticano II dio un fuerte


impulso son: la centralidad de la palabra de Dios más allá de
la simple aseveración dogmática; el misterio trinitario y la
función del Espíritu, como el agente principal de la nueva
evangelización (TMA 45); la concepción de la Iglesia bajo la
categoría de comunión que supere el eclesiocentrismo; y una
actitud más amistosa y participativa hacia la historia humana.
-No podemos soslayar que la reflexión teológica del primer
mundo adolece de un cierto pesimismo y de unos
enfrentamientos internos que tienen signo distinto en
América Latina. Seguimos siendo, continente de la
esperanza, y sobre todo para la Iglesia católica. Si bien los
problemas son muchos y graves, no es menos cierto que hay
una vitalidad y un clima más sereno que favorecen la
creatividad pastoral.

5.6.- Algunos textos claves:

- Evangelii Nuntiandi (1975):


En el décimo aniversario del Concilio Vaticano II, “cuyos
objetivos se resumen en definitiva en uno solo: hacer a la
Iglesia del siglo XX más apta todavía para anunciar el
evangelio a la humanidad de este siglo” (n.2).
“...percibir mejor que nunca las necesidades y
expectativas de una multidad de hermanos, cristianos
o no, que esperan de la Iglesia la Palabra de
salvación...que pueda difundirse mediante un
programa de acción pastoral, del que la
evangelización es el aspecto fundamental y se
prolongue a lo largo de estos años que preanuncian la
vigilia de un nuevo siglo, y la vigilia del tercer milenio
del cristianismo” (n.81).
- Documento de Puebla (1979):
“Optamos por una Iglesia-sacramento de comunión, que en
una historia marcada por los conflictos, aporta energías
irremplazables para promover la reconciliación y la unidad
solidaria de nuestros pueblos. Una Iglesia servidora...Una
Iglesia misionera...Esas actitudes fundamentales del ser
pastoral de nuestras Iglesias en el continente exigen una
Iglesia en proceso permanente de evangelización, una
Iglesia evangelizada que escucha, profundidza y encarna la
Palabra y una Iglesia evangelizadora que testimonio,
proclama y celebra esa Palabra de Dios, el Evangelio,
Jesucristo en la vida y ayuda a construir una nueva
sociedad en total fidelidad a Cristo y al hombre en el
Espíritu Santo, denunciando las situaciones de pecado,
llamando a la conversión y comprometiendo a los creyentes
en la acción transformadora del mundo” (1302-1305).
- Sínodo Extraordinario de 1985:
“La eclesiología de comuniòn es una idea central y fundamental
en los documentos del Concilio. Koinonía/comunión fundadas en
la Sagrada Escritura, son tenidas en gran honor en la Iglesia
antigua y en las Iglesias orientales hasta nuestros días. Desde el
Concilio Vaticano II se ha hecho mucho para que se entendiera
más claramente a la Iglesia como comunión y se llevara esta idea
más concretamente a la vida”.

“¿Qué significa la palabra compleja “comunión”?


Fundamentalmente se trata de la comunión con Dios por
Jesucristo en el Espíritu Santo...Por ello, la eclesiología de
comunión no se puede reducir a meras cuestiones organizativas
o a cuestiones que se riefieren a meras potestades. La
eclesiología de comunión es el fundamento para el orden en la
Iglesia y en primer lugar para la recta relación entre unidad y
pluralidad en la Iglesia” (Ecclesia 2249(1985)1559).
- Documento de Santo Domingo (1992):
“En nombre de nuestras Iglesias particulares de AL y el
Caribe nos comprometemos a trabajar en: 1. Una
nueva evangelización de nuestros pueblos. 2. Una
promoción integral de los pueblos latinoamericanos y
caribeños. 3. Una evangelización inculturada” (292).

- Tertio Millenio Adveniente (1994):


El Papa subraya, en primer lugar, el caracter histórico,
peculiar y esencial, del cristianismo (n.9). El tiempo y el
espacio, pertenecen a su esencia íntima (n.10).
“En la historia de la Iglesia cada jubileo es preparado
por la divina providencia...De un modo muy particular
dirigimos la mirada de fe a este siglo nuestro, buscando
en él aquello que da testimonio no solo de la historia del
hombre, sino también de la intervención divina en las
vicisitudes humanas”(17).

- Concilio Plenario de Venezuela (2006):


“Desde el acontecimiento del Concilio Vaticano II, el
magisterio y la teología expresan la autocomprensión
de la Iglesia como la eclesiología de comunión. La
Iglesia en Venezuela quiere vivir el misterio de
comunión como Pueblo de Dios, toda ella servidora y
carismática, animada por el Espíritu Santo para cumplir
su misión evangelizadora” (CVI, 4).
5.7.- Conclusión:

“El Vaticano II, en estrecho resumen, ha realizado dos


cosas que -al paso de los años- cabe calificar de
ingentes: rectificar la teoría y, en muchos casos, la
práctica de la relación de la Iglesia con el mundo
(desmarcándose así del tipo de relación basado en la
potestad indirecta de Bonifacio VIII, o de la alianza
entre el trono y el altar); y, en segundo lugar, realizar
una reforma litúrgica considerable, cuyos ejes son la
participación de todos (también de los “fieles”) y su
celebración en lengua vulgar”.
“Junto a estos dos pilares, cabe añadir otros dos:
rectificada la relación Iglesia/mundo aparece la figura
de la Iglesia-en-misión, en la que cada uno -no solo el
vértice- aporta su carisma y da su testimonio en su
propio mundo. Finalmente, y en correlación con la
figura de Iglesia “sacramento de Cristo” que celebra la
fe y da de ella testimonio en el mundo, deriva la
exigencia/posibilidad de unión de los cristianos en una
visibilidad eclesial a la vez única y plural...”(J.M.Rovira
Belloso, Significación histórica del Vaticano II, pp.17-
46).
6.- EL SERVICIO DE LA COMUNION. LA IGLESIA DE
DIOS, SACRAMENTO DE LA SALVACION

6.1. Introducción:
- Desde la perspectiva teológico-pastoral que anima estas
reflexiones, señalamos algunos aspectos fundamentales de
la eclesiología de comunión. Solo así se autocomprende la
Iglesia a sí misma y de cara al mundo. Y solo desde allí
podemos pensar en la estructuración práctica de realización
de la misma en el trabajo pastoral de nuestras Iglesias
locales.
-Una fórmula breve eclesiológica posconciliar podría
resumirse así: “La Iglesia católica se considera el
sacramento de la comunión de Dios; como tal, constituye la
comunidad de los creyentes, de estructura sinodal y
jerárquica al mismo tiempo, unida por el Espíritu Santo,
configurada en el Hijo, Jesucristo, y llamada con toda la
creación al reino de Dios Padre”.
-“La dificultad de una eclesiología-comunión reside en armonizar
las dimensiones teológico-trinitarias de esa noción con una figura
estructural comunicativa de la Iglesia. Es preciso dar cabida a
ambas cosas, porque una Iglesia de carácter comunicativo sin una
conciencia viva de su fundamento teológico en la comunión del
Dios trino corre peligro de degenerar en un sistema quizá efectivo,
pero vacío de contenido y de sentido, destinado a todas las
posibles “necesidades religiosas”; mas, por otra parte, una Iglesia
que se siente teológicamente una comunión, pero no expresa ésta
estructuralmente, se hace sospechosa de querer conformarse con
una ideología teológica” (Medard Kehl, o.c. pp. 45-46).

- Poco a poco se abre paso en la categoría eclesiológica de


sacramento de salvación. En ella se cruzan la comunión eclesial y
la misión para el mundo. Es decir se entrecruzan la exigencia
teológica y la realidad humano-social en un haz inseparable. Ello
nos pone ante la consideración de lo humano en la Iglesia, de la
gracia y el pecado, de lo trascendente y lo finito.
- Es iluminador este texto de Kehl: “la palabra
comunión trae a la mayoría de los fieles muchas
asociaciones positivas; esperan de ella una
comunidad de creyentes, no multitudinaria, fraternal,
libre y comunicativa, orientada en Jesús, que
contrasta claramente con las muchas experiencias
negativas de la denominada “iglesia oficial”. Por muy
justificadas que estén tales expectativas y por mucho
que la Iglesia viva también de esas experiencias
primarias de la fe común, sirve de poco, a la larga, a
los fieles y a la Iglesia la huida romántica de la Iglesia
real o la pura negación de su figura histórica y social”
(o.c. 360).
6.2.- Lo humano de la Iglesia en la salvación:
6.2.1.- Gratuidad de la salvación y acogida de la libertad:
- Es evidente que el debate eclesiológico sobre la
instrumentalidad de la Iglesia depende de un problema
infinitamente más amplio: la relación entre la salvación y la
libertad humana. No hay auténtico cristianismo más que
cuando, gracias al Espíritu, el creyente vive convertido, es decir,
en estado de metanoia, y por tanto espiritualmente vuelto hacia
Dios. Es verdad que radicalmente la salvación no es obra de la
libertad personal. No viene más que de Dios por la gracia del
Espíritu. Sin embargo, no se realiza sin la libertad.
- Las exigencias éticas no son unos prerrequisitos para la
salvación. Pero sí que son un elemento de la misma. Están
postuladas por la cualidad nueva que la gracia del Espíritu
confiere a la persona. No constituyen el precio (meritorio) que
haya que pagar para tener la salvación; pero indican la actitud
que hay que adoptar para vivir en la lógica de la salvación
(Tillard, o.c. p.250-254).
6.2.2.- La relación entre el Salvador y los salvados:

-La Escritura nos presenta dos imágenes. La paulina: el


cuerpo de Cristo. Y otra con sabor más
veterotestamentario: el tema de la esposa de Cristo.

- Decir que Cristo es cabeza de la Iglesia equivale a


reconocerlo sin matices como aquél sin el cual o fuera del
cual no existiría la Iglesia, sencillamente porque la
humanidad (con todas sus riquezas) no podría jamás por
sí misma convertirse en Iglesia. Sin embargo, si hay
cabeza hay cuerpo. Una cabeza sin cuerpo sería tan
ilusoria como un cuerpo sin cabeza. La cabeza y el cuerpo
se exigen mutuamente.
-Pues bien, el cuerpo eclesial es la forma que el Espíritu da
a esa comunidad. No es un simple aglomerado de
discípulos que solamente tienen en común una convicción.
Es comunión de comuniones en la posesión real de una
sola y misma vida, procedente de la animación por un solo
y mismo espíritu.

- Una cosa hay segura: en la economía actual, la


asociación de la cabeza y del cuerpo es de tal naturaleza
que implica un papel activo de la Iglesia en la obra de la
salvación. La Iglesia no tiene la iniciativa de la salvación.
Ella misma no es más que un fruto de la gracia, un don
recibido. Sin embargo, el don de la benevolencia es tal que
hace de ella -grupo apostólico, ministros, conjuntos de
miembros de las iglesias locales- la servidora, la
cooperadora, la propagadora, la misionera, del don que
ella misma ha recibido.
- El tema de la esposa fiel y su asociación al esposo nos
es familiar (Ef. 5,23-32). Mediante esta imagen se expresa
una faceta importante de la realidad de la Iglesia. El tema
de la esposa no es pura pasividad, es alianza y es madre.
La Iglesia es radicalmente extraña al acto mismo que
adquiere para la humanidad la salvación y le merece la
redención. Todo viene solamente de la cruz del Señor. Sin
embargo, la Iglesia no es extraña a la preparación, a la
manifestación y a la difusión de esta salvación. Esposa y
madre, trasmite lo que ella recibe. Así pues, en el misterio
de la salvación lo humano no domina nada, no es la fuente
de nada. Pero sin embargo, está por todas partes. Hablar
de sacramentalidad es quizá hablar torpemente de esa
mediación, instrumentalidad de lo humano en lo divino. Es
la ley de la encarnación, de la economía de la salvación
(Tillard, o.c. p.254-261).
6.3.- La forma de la sacramentalidad de la Iglesia:

- La tradición expresa esta categoría en términos de


tensión. Todo viene de Dios y solo de él, y sin
embargo, Dios devuelve a la libertad humana su
auténtica dignidad y por tanto su función. Cómo asumir
aquella imagen de la “casta meretrix”?
6.3.1. La Iglesia evangelizada y que evangeliza: La
Iglesia es evangelizada por Dios, pero también es ella
la que evangeliza para Dios. La palabra que hace
nacer la fe es la palabra predicada por una comunidad
confesante. La palabra predicada viene de Dios y
también de la Iglesia. La fe no viene más que de Dios;
pero la palabra de Dios que la suscita quiere pasar por
la alianza. La revelación de una salvación gratuita brota
de Dios como una fuente de agua viva, pero después
de unas lentas filtraciones en la roca de la historia
humana (Ibid. 262-264).
6.3.2. La Iglesia reconciliada y que reconcilia: La
Iglesia es reconciliada por Dios, pero también es ella la
que reconcilia para Dios (ver 2Cor. 5,18-21). En esta
gratuidad total que sigue siendo la base fundamental
de su ser de comunión, la Iglesia se siente encargada
de hacerse también la servidora por la que se anuncia
y se actualiza esta reconciliación (ibid. 264-267).

6.3.3. La Iglesia reunida y que reune: La Iglesia ha


sido reunida por Dios, pero es también la que reune
para Dios. La comunión vivida constituye no solamente
el anuncio de la actuación salvífica de Dios, sino la
demostración de su verdad.
-En la recepción del cuerpo eucarístico se robustece la
comunión. Pero este efecto no tiene nada de
automático ni de mágico. Se produce en una iglesia
local que quiere ser fiel y leal a lo que ella misma ha
pasado a ser por la iniciativa de Dios, que vive por
tanto su reunión en la caridad. El Espíritu que reune
desea encontrar en la comunidad una respuesta a su
acción. No reunirá nunca a una comunidad que se
divide.

- Los ministerios representan, por su parte, uno de los


elementos clave del estatuto de la alianza nueva. Se le
han dado a la Iglesia para que sea y siga siendo una
comunión de comuniones reunida por el Espíritu (ibid.
267-272).
6.3.4. Iglesia santa y pecadora: La nueva sensibilidad
ante la sacramentalidad de la Iglesia, ante el
significado teológico del lado humano y simbólico de la
Iglesia, despertó una conciencia mucho más viva de su
condición pecadora. La Iglesia, en perspectiva
teológica, no es únicamente la Iglesia santificada por
Jesucristo sino también la Iglesia que nosotros,
pecadores, hemos convertido en pecadora.

- Todo esto nos lleva a reflexionar sobre los pecados


de los individuos y la Iglesia pecadora, sobre la
santidad indestructible de la Iglesia, de la solidaridad
en la salvación (communio sanctorum), y de la
catolicidad, pueblo de Dios e iglesia católica (LG 8)
(Cfr. Kehl, o.c. pp.372-399).
6.4.- Conclusión:
- Del rostro humano de la Iglesia y su tensión constante
con la gratuidad y el don, brota la categoría teológica del
encuentro como complementaria de la comunión. “La
misión que la Iglesia recibió de Jesús abarca a la
humanidad entera: a todos los hombres, de todos los
pueblos, de todos los tiempos. Nuestro mundo aquí y
ahora, en consecuencia, está bajo la misericordia de Dios
que se extiende de generación en generación. Que el
hombre sea destinatario de la salvación es un signo de su
grandeza y dignidad. El que la evangelización sea un
encuentro entre la iniciativa de Dios y la búsqueda del
hombre exige escuchar la tradición del Evangelio en la
Iglesia y los ecos del Verbo en la humanidad, actualizar el
mensaje recibido y otear los signos del Espíritu”
(Congreso evangelización y hombre de hoy, p.190-192).
7:- LA JERARQUIA, SERVIDORA DE LA COMUNION.

7.1. Introducción:
- Tratándose de un curso de planificación pastoral no
puede estar ausente desde una perspectiva teológico-
pastoral, el tema de la jerarquía como servidora de la
comunión. Se requiere repensar su papel y el de los
bautizados. Todo plan requiere de uno o varios
animadores. No basta con afirmar que es función del
obispo o del presbítero. La figura de los vicarios de
pastoral o sus equivalentes pasan ser una de las piezas
claves para que el ministerio episcopal en una Iglesia
local construya y anime la vida eclesial desde las
coordenadas de una eclesiología coherente.
-No está de más recordar unas palabras dichas con unción y con
espíritu profético, precisamente en el discurso inaugural del Concilio
Vaticano II, el 11 de octubre de 1962: "En el ejercicio diario de
nuestro ministerio apostólico nos puede ocurrir que percibamos
voces de personas que arden en celo religioso, pero no dan
suficiente margen al recto sentido de las cosas ni al juicio prudente.
Creen ver solo males y ruinas en la situación de la sociedad
actual...Nosotros opinamos de modo muy diferente que estos
profetas de calamidades, que presagian siempre la desgracia como
si fuera inminente la ruina del mundo. Debemos ver, por el
contrario, en los acontecimientos actuales, que parecen traer un
nuevo orden a la humanidad, un plan oculto de la divina
providencia".

- Kehl comenta: Estas palabras consoladoras dejan entrever la


profundidad con que vivió el papa el "secreto" que un día confiara el
zorro al "principito": Solo se ve bien con el corazón...incluso en la
Iglesia y en eclesiología (o.c. p.12). (Comentaremos libremente en
este tema el artículo de Lorenzo Trujillo Díaz, La Jerarquía servidora
de la comunión).
7.2.- La comunión, algo más que una categoría
teológica:
-Toda vida humana es un permanente intento de comunión,
muchas veces frustrado parcial o totalmente. No se puede
llamar comunión la intercomunicación coyuntural,
condicionada, cerrada en su presente histórico. Buena
parte del relacionamiento diario del hombre moderno,
citadino, postmoderno gira en esta esfera. Por ejemplo, el
gerente en su empresa, el comerciante con sus clientes, el
político con sus posibles seguidores, y porqué no, el
ministro con sus fieles. No lo podemos calificar ni de bueno
ni de malo, pero no es comunión.

- La comunión, para merecer tal nombre, ha de tener algo


de entrega incondicional, entrega que vincula
constitutivamente la relación actual (evento interpersonal)
con la tradición institucional.
-Para que la persona humana llegue a ser tal, tiene que
fraguarse a lo largo de la vida, entrando en comunión y
fijando su identidad como relación amorosa definitiva. De
lo contrario o no ser realiza plenamente, no madura, o se
prostituirá aceptando sucedáneos impersonales.

- Por ello, hablar de comunión humana es situarse en la


relación de fidelidad, en la tradición histórica. La
comunión es un hecho crediticio que va más allá del
evento. De lo contrario, no es comunión sino consorcio
utilitario. Dentro de ese crédito de comunión es posible el
evento de comunión, el encuentro interpersonal. Ahí la
persona se instituye, es decir, camina de crédito en
crédito hasta quedar acreditada definitivamente.
-La comunión instituida, resultado de encuentros
personales anteriores, es una memoria viva y vinculante,
un crédito abierto y a disposición de quien no quiera
perderse en el olvido.

- Por eso, el ámbito donde puede desarrollarse la persona


es el ámbito de la comunión institucional. Sabemos que
no basta la sucesión cronológica ni la evolución genética
para hablar de historia; es preciso partir de una cierta
experiencia de contemporaneidad entre las generaciones
que se suceden. La historia es la corresponsabilidad en el
tiempo total que no vivimos (nos rebasa) desde el
segmento de tiempo que nos es dado vivir.
-De allí, de esta experiencia humana, encarnada, brota el
sentido auténtico de comunión cristiana. Es decir, se trata
de una relación institucional. Instituida en la entrega de
una vez para siempre del Señor Jesús y en la recepción
eucarística de esta entrega. No es, en primer término,
una búsqueda de solidaridad en el compromiso
libremente elegido, sino el encuentro de la solidaridad ya
existente, que, después, se despliega en compromisos.
Es toda la temática de la ecclesía, del pueblo convocado
a, y quien a su vez convoca en nombre del don recibido.

- Por tanto, cuando planteamos el tema de la jerarquía


como servidora de la comunión, es evidente que no
tenemos delante ni en el trasfondo la idea de un servicio
externo a unas relaciones interpersonales que se
constituyen desde sí mismas en una actualidad al margen
de lo instituido.
7.3.- El servicio a la comunión instituida:
- La jerarquía no tiene sentido en la Iglesia sino como
servicio institucional a la comunión instituida. La
comunión no se sitúa en la jerarquía, como tampoco lo
está en el pueblo de Dios a cuyo servicio está, y dentro
del cual se sitúa. La comunión los precede y los rebasa,
los califica y los supera. Tanto el capítulo del pueblo de
Dios, puesto antes del de la jerarquía que le sigue, están
precedidos por el capítulo primero, relativo al misterio de
la Iglesia en la constitución Lumen Gentium. Este último
es el trasfondo y la especificidad del resto.
7.3.1. Servicio instituido, no instituyente: El ministerio
jerárquico no instituye la comunión cristiana, sino que
existe para ella y desde ella. La comunión eclesial es
anterior al ministerio. Y la jerarquía no solo sirve a la
comunión como actualidad, sino a la comunión como
continuidad, como Tradición viva.
-De lo contrario, no sería un ministerio, sino un carisma
instituyente. Y no lo es: el obispo no es un fundador de Iglesia; su
Iglesia tiene entidad frente a él; el servicio ministerial es maridaje
difícil con "hembra brava" y no domesticable; el obispo no es el
pigmalión de una menor (p.42).

7.3.2. Servicio instituido, no solicitado: La prioridad de la


comunión eclesial no significa que el pueblo genere al ministerio
desde la necesidad de articularse. Como una sociedad que se da
una manera de gobernarse para poder vivir, sobrevivir, convivir.

- La comunión eclesial nace articulada en el ministerio, el cual


forma parte de la comunión instituida. Es un servicio aceptado
como necesario, querido al tiempo que se quiere la comunión. La
insistencia en la palabra servicio como carácter último del
ministerio es correcto siempre que se entienda como servicio
instituido, necesario. El ministerio no es el invitado de piedra a la
comunión ya realizada; no es servicio a la espera de ser
solicitado, sino servicio solícito que, a veces, incomoda.
-Estas características son especialmente importantes en la
sociedad posmoderna, por definición deseosa de más democracia
y de menos autoridad. Cómo engranar este rasgo con la exigencia
de comunión ministerial de la fe cristiana, es asunto siempre
espinoso pero que no se puede soslayar.

- "En las épocas en que el entorno social estaba marcado por las
estructuras monárquicas y absolutistas, la gran mayoría de los
cristianos no vio mayor inconveniente en la aplicación de formas
jurídicas similares en la Iglesias"...Resulta cada vez menos
comprensible para personas creyentes que, con el pretexto de la
esencia teológica de la Iglesia, de su misterio, se impida
practicamente o se pongan trabas a una adopción análoga de
formas estructurales democráticas y federalistas que hoy marcan
la conciencia jurídica y social de muchos cristianos. Esto es
aplicable por ejemplo, al principio de subsidiariedad, o a la forma
correspondiente de "división de poderes", o a la posibilidad de una
participación congruente de todas las personas voluntarias y
capaces en procesos de deliberación y decisión, o a la
trasparencia pública de estos procesos, etc..."(Kehl, o.c. 96 y 97).
7.4.- El servicio sacramental colegiado:
-El servicio de la jerarquía no es, primariamente, un hecho
sociológico o un cuadro jurídico; es un servicio sacramental. El
sacramento del ministerio se realiza plenamente en el
episcopado, y es, en sí mismo, una vinculación colegial para
quienes son llamados a este servicio. La ordenación episcopal
es una vinculación sagrada con el Pueblo y, simultaneamente
con quienes reciben el mismo servicio. En cada ordenación
episcopal se renueva y profundiza la alianza entre el
Episcopado universal y las Iglesias y entre los obispos entre sí.
El ministerio de Pedro no se sitúa al margen de la colegialidad,
sino en su centro.

- La práctica colegial que aparece en el Vaticano II es tan


antigua como la Iglesia, pero resulta nueva para los últimos
siglos del cristianismo occidental. El problema es que los
perfeccionamientos doctrinales no generan inmediatamente
conductas adecuadas.
- La doctrina mentaliza y abre un horizonte de
interrogantes; la voluntad se obliga y genera normas de
comportamiento, pero el estilo no se construye a base de
esfuerzo; el estilo es el resultado del milagro o del tiempo,
mejor, de ambos. La comunión eclesial pertenece al estilo
antes que a la teoría o a la estructuración jurídica. Con el
Vaticano II se inauguró un largo camino, una delicada
fermentación eclesial. En la Iglesia particular el esfuerzo
por ahondar la comunión apenas ha pasado hasta ahora
de una multiplicación de consejos no bien delimitados en
sus competencias. Y sin embargo, esta proliferación de
consejos no es inútil; es el ensayo y aprendizaje, trabajo
del nuevo estilo ya recibido y aun no evidenciado del
todo.
7.5.- La corresponsabilidad eclesial:
-"La Iglesia no está verdaderamente formada ni es
representación perfecta de Crito entre los hombres,
mientras no exista y trabaje con la jerarquía un laicado
propiamente dicho"(AG 21). "Los seglares tienen su papel
activo en la vida y en la acción de la Iglesia" (AA 10).

- La línea de fondo del Concilio es la responsabilidad


común de todos los miembros de la Iglesia, cada cual en
su función. Esto es lo que llamamos corresponsabilidad.
Es bueno que contrastemos este concepto con el de
democracia, de soberanía popular tan sentido por las
sociedades modernas. Partamos del hecho de que la
Iglesia no tiene su origen en el pueblo, sino en Jesús y los
apóstoles. Es decir, se trata de dos sociedades de raiz
distinta.
-En la Iglesia, aunque todos somos iguales en lo
fundamental, existen dones o carismas diferentes,
ordenados a la vida y misión de la Iglesia, que
considermos procedentes de Jesús y no de la base
comunitaria. El poder espiritual de los ministerios
eclesiales procede de Jesús y no de la comunidad.

- La Iglesia no es una especie de "Estado" en el que


sean aplicables las divisiones del poder. No se trata
de reivindicar un proceso de descentralización o de
autonomía como el que existe en los gobiernos
federados.
-En la Iglesia es comunitario no solo lo funcional administrativo.
Todo es comunitario: la fe, la liturgia, el envío misionero, la
responsabilidad de ser fermento del Reino de Dios, y también el
gobierno. Si no damos al aspecto comunitario la debida amplitud,
lo convertimos en un principio corto y espiritualista.

- La corresponsabilidad se asienta en el principio de que la


comunidad es el sujeto primario de la vida eclesial, de todos sus
dones y de la tarea misionera. Se puede afirmar que el carisma de
la autoridad o pastoreo -como todos los demás carismas- no es un
poder personal, sino un poder comunitario, concentrado en la
persona elegida por el Señor. Y en consecuencia, su ejercicio
normal debiera realizarse en y con la comunidad eclesial. Vale la
pena recordar aquella frase de San Cipriano: "Desde el principio
de mi episcopado me propuse no tomar ninguna decisión por
cuenta propia, sin vuestro consejo y el consentimiento de mi
iglesia" (ver para este punto, Patxi Loidi, Corresponsabilidad
eclesial, pp. 520-528).
7.6.- Conclusión:

El planteamiento sincero del sentido teológico y concreto del


ejercicio del ministerio ordenado como servicio y comunión,
nos sitúa ante una problemática que es necesario afrontar.
No para generar desesperanzas, sino todo lo contrario. Los
problemas que surgen del ejercicio de la comunión son
inherentes a la condición de encarnación y a la condición
sacramental, de nosotros como hombres, que asumimos una
misión que nos viene de Dios. Es el tesoro del cual debemos
dar cuenta, como en la parábola de los talentos.
El QUEHACER PASTORAL

8.- UNA PASTORAL DE FUTURO. LA PLANIFICACION PASTORAL:


SU VALOR Y RACIONALIDAD

8.1. Introducción:
- En el esquema que estamos desarrollando, la pastoral del
futuro, pasa por la necesidad de avizorar ese futuro desde el
presente que vivimos. Si estamos en una nueva época, en la
que los cambios vertiginosos son parte integrante del mundo
que se gesta, hay que prepararse para ello. Sin esta
convicción no puede hablarse de una planificación válida y
efectiva.
-La Iglesia actual y su autocomprensión no son obra del
presente. Tampoco se pueden inspirar en las necesidades
de una época o en los intereses reinantes en cada tiempo.
Pero se tiene el peligro de quedarse en un nominalismo o en
una declaración principista si no logra expresarse en una
forma concreta de vivir lo que dice creer.

- La eclesiología de comunión, tal como la hemos


desarrollado en los temas anteriores, postula y exige unas
determinadas concreciones pastorales. A esas exigencias
hay que sumar un rasgo de nuestro tiempo. La planificación,
la gerencia, el trabajo por objetivos, la evaluación. Se trata
de un método; pero es algo más que un simple instrumento
de trabajo. También aquí se trata de un estilo, de un talante
para construir la Iglesia.
-Así como el Papa se preguntó si se podía elaborar un
programa específico para la celebración del jubileo, y señaló
la necesidad de amplias consultas para que no fuera artificial
ni difícil su aplicación (TMA 29), así mismo debemos
preguntarnos por la puesta en práctica, por la planificación,
de la Iglesia que queremos. De esto tratará el presente tema.
Seguimos el artículo de Jesús Andrés Vela, Planificación
pastoral: su valor y racionalidad, pp.16-19. Este autor tiene
una amplia producción sobre el tema.

8.2.- Valor de la planificación:


- La planificación es uno de los principales intrumentos del
desarrollo humano, capaz de resolver la canalización de los
recursos hacia metas prefijadas a través del eficaz
aprovechamiento de los recursos disponibles.
-Aunque se abusa de la planificación en todos los niveles,
principalmente cuando es mal aplicada y peor evaluada, no
hay duda de que en los ambientes eclesiales no ha entrado
del todo la planificación pastoral. Se arguye que lo principal
es la fuerza del Espíritu y no las energías que se gastan en
planificar. Ello denota un craso desconocimiento del
significado de la planificación para cualquier tipo de acción
social.

- La planificación no es una actividad puramente técnica,


exenta de valores. Como cualquier otra actividad social, tiene
connotaciones político-normativas muy específicas: la
determinación del problema, la idealización de un modelo
deseado, la definición de metas y objetivos, la selección de
algunas entre las varias alternativas, la asignación de
recursos, etc. Implica siempre juicios de valor y sometimiento
a ciertos intereses.
-Los resultados de cada proceso de planificación depende de
quien planea, con quien se planea, para qué se planea. Es decir
depende de los agentes, de las relaciones y la orientación que
ellos mismos establecen.

8.3.- Cuestionamientos: ¿Planificar o no planificar?


-Renunciar a planificar es renunciar al control del hombre sobre su
propio futuro. Es admitir la impotencia frente a las situaciones,
entregarse a lo inesperado. Planificar es aumentar la posibilidad
que un grupo tiene de hacer civilización y cultura, domesticando y
humanizando el medio ambiente. Es asumir el mandato bíblico de
dominar y nombrar la naturaleza y hacer historia.

- La planificación implica un intento de orientar nuestro camino


hacia metas deseadas. Un futuro deseado implica siempre un
modelo idealizado, el cual incluye siempre juicios de valor. La
conformación de ese modelo abarca dos elementos del futuro: el
futuro tendencial y el futuro deseado.
8.4.- Futuro tendencial y futuro deseado:
-El futuro tendencial es la previsión de hacia donde va el
presente. Se proyecta la situación actual hacia el futuro. A
esto se refiere el documento de Puebla entre sus números
126-141 cuando trata de "tendencias actuales y
evangelización del futuro". Es un oficio de técnicos. No tiene
en cuenta los horizontes utópicos de un futuro deseado
(CPV, CIV 89, desafío 4).

- Partimos de la aseveración de que es posible un futuro


deseado. Es decir, de que se puede desde el presente
buscar rumbos, soluciones creativas para construir un futuro
distinto, deseado, previsto. El futuro tendencial está en
función del futuro deseado.
-Pablo VI en la Octogessima Adveniens 37, hablaba de la utopía
como una nueva fuerza social para el cambio en las sociedades
modernas ante el fracaso de las ideologías. La utopía es una
fuerza crítica de la sociedad existente, que provoca con frecuencia
a la imaginación, prospectiva a la vez, para percibir en el presente
lo posiblemente ignorado que se encuentra inscrito en él, y para
orientarlo hacia un futuro nuevo. Para el cristiano, el futuro
deseado es una exigencia de la fuerza de la fe en Cristo capaz de
transformar cualquier situación presente.

8.5.- La planificación, ¿asegura el cambio?:


- La proyección del modelo deseado no garantiza su realización.
Intervienen muchas fuerzas políticas, sociales, culturales,
económicas con las que choca la imaginación de los que
planifican. El curso de la historia depende a menudo de
imponderables que no se pueden prever. Pero, apostar por la
utopía es la única posibilidad que el hombre tiene para construir
una historia humana.
-La viabilidad de un plan es lo que intermedia entre el modelo
deseado (la utopía) y lo posible (lo real), dentro de las tendencias
de futuro presentes ya en lo real. Pero interviene en mucho mayor
grado la aceptación de ese plan por la comunidad y la legitimación
de ese plan como una alternativa de cambio.

8.6.- Planificación social:


-La planificación se puede entender como metodología o como
cultura. La primera expresa la racionalidad del proceso mismo de
planificación. Es una manera de conocer la realidad social y
pastoral, para transformarla conforme a utopías sociales
asumidas.

- Como cultura, la planificaión es una manera de plantarse ante la


realidad para humanizarla y hacer de este mundo una historia más
justa, fraterna y libre. Supone una manera de ver el mundo, una
cosmología y una antropología determinada, y el enrolarse en
proyectos históricos para producir un tipo de sociedad.
8.7.- Planificación pastoral:
-La planificación tomó fuerzas, primero, en los campos
tecnológico, económico y productivo. A partir de los años
cincuenta se comenzó a planificar el proceso humano a nivel
social. El concepto de planificación aplicado a la pastoral
comenzó en los años previos al Concilio Vaticano II. Esto es,
planificar la acción pastoral hacia los objetivos de la
evangelización y del crecimiento de la Iglesia.

- La historia de la planificación pastoral en América Latina se


remonta a 1958, cuando Juan XXIII le señaló a los miembros
del Celam reunidos en Roma la necesidad de: una visión
clara de la realidad, un plan de acción realista, entusiasta y
perseverante ejecución del plan, un programa a largo plazo y
un programa inmediato.
-Con ocasión del décimo aniversario del Celam, Pablo VI
dirige una carta a los obispos de América Latina,
animándolos a una acción planificada. En ella insiste en
tener una idea clara de la situación, para que la acción
pastoral no resulte inadaptada o sin eficacia.

-Nadie puede pretender resolver los problemas pastorales de


conjunto, solo. La acción pastoral, hoy, debe tener un
carácter unitario; lo cual supone un acuerdo permanente
sobre los criterios pastorales en un plan nacional o
continental. La planificación supone escoger prioridades
entre las múltiples necesidades.

- A partir de Medellín, y mucho más explicitamente en


Puebla, la Iglesia de AL entra decididamente en los procesos
de planificación pastoral. Toda la quinta parte del documento
presente una teoría de planificación pastoral.
-El CPV afirma: La Iglesia en Venezuela ha desarrollado diferentes
experiencias de pastoral de conjunto a nivel nacional, provincial y
diocesano: Misión Nacional Permanente, Plan Trienal de la CEV,
experiencias en algunas provincias eclesiásticas, vicarías
diocesanas de pastoral, y otros (CIV 13). Y entre los desafíos
señala: Impulsar la participación de todos los miembros del Pueblo
de Dios, a través de las instancias pastorales diocesanas, en el
diseño y ejecución del plan trienal de la CEV, para que sean un
auténtico signo de comunión y corresponsabilidad en la Iglesia
(CIV 92).

8.8.- La planificación pastoral como un "pretender", un


"nombrar" y un "transformar la realidad":
- La intencionalidad (pre-tender) previa existe en el grupo de
agentes antes de cualquier análisis de la realidad. Allí se explicitan
los implícitos de su acción: las cosmovisiones de fondo sobre
sociedad, hombre, reino, iglesia... Esta intencionalidad se
convertirá en una intencionalidad consciente con opciones y líneas
de acción que se conviertan en objetivos.
- El segundo paso, nombrar. Es el proceso a través del
cual llegamos a conocer lo íntimo de la realidad, y
conseguimos expresarla a nivel social. Nombrarla es
poseerla para cambiarla. Dominar y nombrar es el
doble mandato bíbilico consignado en el Génesis.
Construirá, así, una historia verdaderamente humana,
creando un cultura -nombrar- a través de una
civilización -dominar-.
- Planificar es ir actuando cada día con la pretensión de
transformar la realidad hacia objetivos que pretenden ir
realizando en el mundo las utopías del reino de Dios.
8.9.- Iglesia ¿sin proyecto pastoral global?:
-Muchas personas sienten amenazada su libertad y autonomía
cuando se trata de hacer planes pastorales. No caen en la cuenta
de que para llegar a algún sitio no es preciso tener claro desde el
principio todo el camino, pero sí hay que tener claras algunas
cosas como las etapas, las metas volantes y la meta final.

- La planificación pastoral es un recurso que ayuda a solucionar


muchos de los defectos significativos que se detectan en la vida
pastoral. No son defectos nuevos, están muy arraigados de
tiempo atrás. Por eso es difícil desarraigar: la dispersión de las
fuerzas y de los esfuerzos; la discontinuidad que hace que cada
equipo pastoral pretenda imponer su línea pertiendo de nuevo,
como si no se hubiera hecho nada; el individualismo que inclina a
cada uno a hacer las cosas por su cuenta, según sus ideas y
preferencias; la improvisación de ir poniendo parches y
solucionando los problemas que se van presentando (ver,
Bonifacio Fernández, ¿Iglesia sin proyecto pastoral global? pp.24-
26).
8.10.- Conclusión:
- Puebla define la planificación pastoral como la respuesta
específica, consciente e intencional a las necesidades de la
evangelización (1307). Es un proceso de toma de
decisiones, que debe integrar el mayo número posible de las
personas implicadas en la realización del proyecto.

- "Deberá realizarse en un proceso de participación en todos


los niveles de las comunidades y de las personas
interesadas, educándolas en la metodología del análisis de
la realidad, para la reflexión sobre dicha realidad a partir del
Evangelio, la opción por los objetivos y los medios más
aptos y su uso racional para la acción evangelizadora"
(Puebla 1307).
9.- METODOLOGIA PARA UN PROCESO DE PLANEACION
PARTICIPATIVA

En reelaboración

10.- LA PARROQUIA PIEZA CLAVE PARA VIVIR LA ECLESIOLOGIA


DE COMUNION.

10.1. Introducción:
- A pesar de todas las vicisitudes sufridas, la parroquia sigue
siendo una institución eclesial insustituible e insuficiente. Es
insustituible porque en ella se manifiesta de forma concreta
la totalidad de las funciones de la Iglesia. Recordemos las
reflexiones de Medellín, Puebla y Santo Domingo al
respecto.
-Pero es insuficiente, porque no es autárquica ni puede tener
todos los ministerios y servicios. Necesita apoyarse en otras
instituciones supraparroquiales, zonales o diocesanas. Es pues
la parroquia una institución privilegiada para hacer realidad
experiencias de comunión, de planificación, de cercanía a la
gente y sus problemas (este tema está ampliamente
desarrollado en la reciente obra de Joan Bestard,
corresponsabilidad y participación en la parroquia, donde
recoge y actualiza su pensamiento ampliamente difundido
sobre la materia. Tomaremos algunos puntos de esta obra
para el desarrollo de presente tema).

10.2.- La parroquia, comunidad unida y corresponsable


(pp.84-102):
- La expresión "todos somos corresponsables en la Iglesia" ha
hecho buen camino en la pastoral postconciliar. Es uno de los
frutos de la eclesiología de comunión. Todos somos Iglesia y
todos hacemos la Iglesia.
- Podríamos resumir la corresponsabilidad eclesial así: 1. En
la Iglesia, todos los miembros son necesarios. 2. En la
Iglesia, todos los miembros han de ser activos, si quieren
ser coherentes con la misión recibida en los sacramentos
del bautismo y de la confirmación. 3. Los miembros de la
Iglesia han recibido diversos carismas y, consecuentemente,
ejercen distintos ministerios, servicios o funciones. Y, 4. En
la Iglesia, todos somos corresponsables, es decir no
transferencia de responsabilidades, sino adecuada
repartición de las mismas en un clima de unidad, sin
extralimitaciones ni inhibiciones. Hay que redefinir el papel
del sacerdote y el del laico.
10.3.- La parroquia, comunidad que acoge y ayuda a
caminar en la fe (p.102-116):
- La parroquia debe ser, ante todo, el ámbito privilegiado
para alimentar la vivencia de la fe. No una estación de
servicios, o un supermercado. Por ello, entre los elementos
básicos a tener en cuenta para la educación de la fe están:
la acogida sincera y cordial; el conocimiento de las personas
y de la realidad; el conocimiento de la experiencia religiosa
de las personas, y sobre todo, de su manera concreta de
vivir la fe. Formulación de una propuesta cristiana clara y
completa; presentaciíon del Evangelio como la fuente de la
propuesta cristiana. Y por último, el uso de un lenguaje
claro, lleno de vida y que tenga sentido para las personas
que lo escuchan.
-Por ello, se debe potenciar la catequesis como ámbito
privilegiado para la educación de la fe. Pero la catequesis hay que
concebirla como un proceso, no como una simple y esporádica
preparación para la recepción de los sacramentos. Debe ser una
opción pastoral preferente. De hecho, se está lejos de este
desideratum. Hay que potenciar más, la catequesis organizada
tanto para la iniciación como para los adultos en su variada gama
de intereses y vivencias.

10.4.- La familia, primera comunidad cristiana educadora de


la fe (p.112-117):
- Desde Medellín hemos afirmado la centralidad de la familia
como educadora de la fe. Las realizaciones aunque válidas y
numerosas no abarcan la globalidad de una situación más
compleja de lo que nos imaginamos. Parroquia y familia se
necesitan mutuamente y se complementan. La inversión pastoral
en este campo no es tiempo ni terreno perdido, todo lo contrario.
-La familia es un valor no solo desde la sociología religiosa, sino
desde la sociología empírica. Es un valor permanente, a revisar,
interpelar, mejorar. La familia tanto desde el punto de vista
sociológico como religioso está en crisis por el nuevo contexto
sociocultural y por las taras heredadas. Hay tipos de familia que
desaparecen. Hay que hacer surgir nuevos modelos de familia,
más adecuados a los tiempos y más cercanos a la realidad
sacramental.

-La pastoral familiar tiene que optar por un nuevo modelo de


familia. Entre sus rasgos se pueden destacar: el que sea
corresponsable, escuela de formación de la libertad, una y plural,
abierta y comprometida, escuela de diálogo, escuela de
solidaridad.

- La preparación prematrimonial debe ser tomada más en serio. Y


no como un simple trámite de horas o de días para la recepción
del sacramento del matrimonio.
10.5.- La parroquia, comunidad que ora y celebra (117-
130):
- Si la liturgia, y principalmente la Eucaristía es la fuente y
culmen de toda la evangelización, aquella debe ser viva y
participada, y tiene que ocupar un lugar privilegiado en la
vida de la parroquia.
- La teología pastoral litúrgica ha de reflexionar también
sobre la relación de la vida litúrgica con toda la
multidimensionalidad de la vida cristiana. Entre las
principales dimensiones podemos señalar las siguientes:
acompañamiento de los cristianos en su crecimiento
pastoral y en su inserción comunitaria, la introducción en los
misterios del cristianismo, la apertura a la vida
contemplativa, la vivencia del pluralismo en la comunión,
etc...
-Por ello la eucaristía dominical es para la parroquia la
plenitud de su vida comunitaria, de su ser Iglesia. De allí el
cuidado y esmero para hacer realidad en ella todo el
contenido teológico, pastoral, y renovador de la liturgia.

- Por último, en este apartado es importante el significado y


el lugar que ocupa la religiosidad popular dentro de la vida
parroquial. Descubrir una espiritualidad parroquial que cuide
debidamente la oraciíon personal y comunitaria de los fieles,
que ofrezca ámbitos de silencio y recogimiento, que sea
clima propicio para la oración.
10.6.- La parroquia, comunidad que programa,
coordina y evalúa su acción pastoral (130-134):
- Toda parroquia debe procurar que su acción pastoral sea
una acción programada, coordinada y evaluada
constantemente. Toda programación, coordinación y
evaluación seria y responsable de la pastoral parroquial, lo
que hoy suele llamarse pastoral por objetivos, debe
comenzar por una apreciación realista y crítica (con
capacidad de discernimiento) de todo lo que se hace, de
cómo se hace y para qué se hace. Sin este discernimiento
crítico corremos el peligro de confundir lo que hacemos
con lo que deberíamos hacer y no hacemos.
10.7.- La parroquia, comunidad que se compromete en
favor de los más humildes (134-140):
- La institución parroquial debe ser el espejo de lo que
tanto afirma la Iglesia en favor de la dignidad humana, de
los más abandonados y pobres de la sociedad. La caridad
es el test de la fe. Nuestra fe cristiana debe ser fuerza
transformadora de la sociedad. Y esto hay que vivirlo y
expresarlo desde la célula fundamental de la acción
pastoral. La caridad fraterna es el sello de credibilidad de
la fe. El mundo de la pobreza y de la vejación de los
derechos, algo tan cercano a nuestra realidad, no puede
estar ausente de la acción comunitaria. La parroquia debe
ser escuela de compromiso social.
-La parroquia, un hogar con las puertas abiertas. Sobre todo en
las ciudades, la parroquia tiene una función "samaritana" que
cumplir para con los más pequeños y pobres. Los rostros de los
pobres forman una lista larga y creciente. Recordemos los
textos de Puebla, Santo Domingo y CPV (ECV 79, desafío 1).
Hay que plantearse, además, con toda valentía que, aunque la
parroquia no puede excluir a nadie, tampoco puede acoger
indiscriminadamente a todos, sin cuestionar e interpelar la
conciencia de quienes viven de la injusticia, el abuso y la
opresión de los débiles. Pensemos en el mundo del licor, de la
droga, del sida, etc...

- Por último, es importante que la caridad esté organizada en la


parroquia. Bien sea bajo la forma de pastoral social, caritas, o
cualquier otra forma de asistencia y promoción, de educación y
sensibilización social de todos los miembros de la comunidad.
10.8.- La parroquia, comunidad que evangeliza (141-
163):
- De hecho, la mayor parte de nuestras parroquias están
concebidas y funcionan más para ofrecer los servicios de
culto y catequesis que para impulsar una acción
propiamente misionera en medio de la sociedad actual.
Están pensadas para los creyentes, más aún, para los
practicantes habituales. No está en nuestro horizonte
explícito una pastoral evangelizadora más orientada a
despertar en sectores alejados la fe y la adhesión al
Evangelio y a hacer presente en la sociedad actual la
fuerza liberadora y salvadora de Jesucristo.
-La acción evangelizadora exige un precio; es decir, comporta
una serie de exigencias en la manera de ser y de vivir, en la
forma de hablar y de actuar de nuestra Iglesia. En efecto, la
evangelización nos ha de costar: primero, fuertes renuncias de
poder (económico, social, político), de materialismo que no
quiere comprometerse por la justicia y por la defensa integral
de la persona humana. En segundo lugar, una clara superación
de ciertas ambigüedades: el antitestimonio personal y colectivo,
el lenguaje homilético privado de realismo sociológico, el
clericalismo que ahoga la corresponsabilidad laical, la falta de
creatividad, etc. Y, en tercer lugar, una opción clara y decidida
por las bienaventuranzas.

- De esta acción evangelizadora es responsable toda la


comunidad. Es decir hay que integrar a todos, sacerdotes,
religiosos y religiosas, laicos en una unidad de misión y
diversidad de ministerios.
-Ser agentes de nueva evangelización comporta seis actitudes
básicas: primera, anclada en el corazón del mundo y cerca de los
problemas reales de la gente, abierta a la modernidad. Segunda, la
parroquia ha de recobrar la confianza en la fuerza humanizadora del
mensaje cristiano. Tercera, desde una actitud profética ha de ser
defensora y promotora de los derechos fundamentales de la persona
humana. Cuarta, una comunidad con un proyecto de hombre y de
sociedad. Quinta, acogedora y signo eficaz de reconciliación. Por
último, comunidad unida y corresponsable.

10.9.- Conclusión:
- La Iglesia local tiene una concreción cercana en la estructura
parroquial. Todo el proyecto de Iglesia-comunión debe reflejarse
desde ella. De lo contrario estaremos arando en el mar, o queriendo
construir una Iglesia que no existe, porque no se le ha facilitado al
creyente de a pie, la plataforma donde vivirla y experimentarla desde
su infancia hasta la vejez, y desde la multiplicidad de situaciones por
las que el hombre atraviesa, las cuales deben permitirle vivirlas
cristianamente.
11.- EL MINISTERIO DEL VICARIO PASTORAL

11.1. Estimular una pastoral de comunión y


participación:
- "En la medida en que, dentro de su comunidad, el
sacerdote se tenga como el único agente de pastoral, su
desvalimiento será mucho mayor. ¡Cuántas iniciativas
pastorales no emprendidas por la resistencia inconsciente
del sacerdote que teme se le echen más cosas encima!
Saber situarse teológica y pastoralmente en la comunidad
es una buena manera de luchar contra el desvalimiento.
Venimos de estilos pastorales en los que el sacerdote lo
era todo. Esto ha ido creando, en muchos de nosotros,
hábitos fuertemente clericales que han distorsionado
nuestro modo de presencia en las comunidades.
-Los seglares han ido quedando como eternos "menores de
edad", sin capacidad de responsabilidades mayores. No es
razón para continuar con esta situación anómala la excusa que
solemos poner de que los seglares no se implican: más bien
debería ser la ocasión para establecer prioridades a corto y
medio plazo que dieran como resultado un mejor equilibrio de
agentes de pastoral dentro de una parroquia".

- "Cuando nos planteamos la exigencia de una pastoral


misionera y evangelizadora, el problema se agudiza aún más.
El vasto mundo de la cultura, la familia, el trabajo...tiene en los
seglares a sus más inmediatos evangelizadores. Sucede, sin
embargo, que faltan en nuestras diócesis y parroquias cauces
de animación, acompañamiento y revisión de tareas de este
tipo.
- Parece como si los seglares que intentan ser fieles a su
vocación específica de presencia en el mundo fueran
seglares "perdidos" para la pastoral: no nos ayudan en las
tareas que nos agobian. Se da una situación que no deja
de ser curiosa: cuando hay seglares que seriamente
quieren responsabilizarse de tareas "intraeclesiales",
solemos decir que su lugar propio es el mundo; cuando
algunos se toman en serio ese lugar como propio, se
sienten poco ayudados y acompañados por el sacerdote y
la parroquia. Si esto evidencia un desgaje del sacerdote
respecto a los seglares, no es extraño que se sienta
desvalido: le faltan estructuras esenciales de apoyo".
-"A pesar de sus imperfecciones y carencias, será preciso
continuar con el esfuerzo y crear y dar vida a los Consejos de
Pastoral; con la animación y promoción de los diferentes
carismas (el presbítero tiene el carisma de la síntesis, pero no
es la síntesis de los carismas); con la paciente, pero prioritaria,
tarea de formación de seglares; con la profundización, desde
los gestos más sencillos, de la experiencia de Iglesia como
comunión y participación...“

11.2. Ahondar en la comunión presbiteral:


- "Lo sabemos por la teología del Orden: somos co-presbíteros
en la comunión de un presbiterio que preside, como
padre/hermano mayor, el obispo. ¿Cómo explicar tanto
desvalimiento originado en la soledad? Será que no es fácil
traducir existencialmente lo que somos sacramentalmente.
Sacramentalmente, unidos / pastoralmente, dispersos.
Teológicamente, un presbiterio / realmente, un conjunto de
presbíteros".
-"Hoy no podemos decir que falten instrumentos para vivir y
expresar la comunión presbiteral. Va siendo cada vez más
frecuente el trabajo pastoral en equipo; se revitalizan los
arciprestazgos como unidad pastoral básica; la unidad de la
iglesia diocesana se expresa con más frecuencia en planes
conjuntados de pastoral, a cuyo servicio nos encontramos
como un único presbiterio".

- "De nuevo, el desvalimiento puede venir de la falta de


actitudes que hagan de estos instrumentos realidades vivas y
asumidas. Se ha dicho, con razón, que en este carácter
"relacional" encuentra el presbítero una nota específica de
espiritualidad y de exigencia ascética. Cuando, ante la primera
dificultad, un equipo pastoral se viene abajo; cuando el trabajo
pastoral arciprestal no es tenido en cuenta, porque cada uno
ejerce de "obispo" en su propia parroquia; cuando la diócesis
se reduce en la práctica a una unidad administrativa, y su
presbiterio a una suma de individualidades, no es extraño que
cada sacerdote se sienta solo, desvalido y perdido.
-Es preciso revitalizar las experiencias de comunión
presbiteral; es necesario trabajar haciendo de la
conjunción, expresada en planes y programas comunes,
una prioridad que nos señale adónde vamos y dónde
estamos; pero es absolutamente imprescindible que el
sacerdote viva existencialmente lo que es
sacramentalmente: co-presbítero, hermano por el mismo
sacramento, co-misionado en orden a una tarea común"
(Pedro Jaramillo Rivas, Un tesoro en vasos de barro).

11.3.- La figura del vicario de pastoral:


- Todos los sacerdotes, sean diocesanos o religiosos,
participan de la misión pastoral del obispo. Hemos visto
como ambos son constructores de la comunión. Están
llamados a ser los animadores de la acción pastoral en los
diversos campos. En el ejercicio de esta labor, no
depende más que de la autoridad del obispo.
-El obispo no puede realizar ni animar directamente todas
las complejas funciones del quehacer pastoral. Tiene la
necesidad de nombrar delegados o vicarios para ello. La
figura del vicario de pastoral es más bien reciente y ha
quedado plasmada en la reforma conciliar (Christus
Dominus 27; M.P. Eccl. S. I, 14,1) y en el código de
derecho canónico aunque de una manera muy general.
Queda al criterio del obispo y del consejo presbiteral
señalarle los límites exactos de su competencia.

- Canon 476: "Cuando así lo requiera el buen gobierno de


la diócesis, el obispo diocesano puede también nombrar
uno o más Vicarios episcopales, que, o en una
determinada circunscripción de la diócesis, o para ciertos
asuntos o respecto a los fieles de un mismo rito o para un
grupo concreto de personas, tienen la misma potestad
ordinaria que por derecho universal compete al Vicario
general, conforme a la norma de los cánones que siguen".
-Canon 477, 1: "El Obispo diocesano nombra libremente al
Vicario general y al episcopal y puede removerlos también
libremente, quedando a salvo lo que prescribe el c. 406; el
Vicario episcopal que no sea Obispo auxiliar debe ser
nombrado tan solo para un cierto tiempo, que se determinará
en el mismo acto de su nombramiento".

-2. "Cuando esté legitimamente ausente o impedido el Vicario


general, el Obispo diocesano puede nombrar a otro que haga
sus veces; la misma norma se aplica para el Vicario episcopal".

- Canon 478: 1. "El vicario general y el episcopal deben ser


sacerdotes, de edad no inferior a treinta años, doctores o
licenciados en derecho canónico o en teología o al menos
verdaderamente expertos en estas materias, y dotados de sana
doctrina, honradez, prudencia y experiencia en la gestión de
asuntos".
-2. "El cargo de Vicario general y episcopal es incompatible con
el de canónigo penitenciario, y no puede encomendarse esta
función a consanguíneos del Obispo hasta el cuarto grado".

-Canon 479 se refiere a la potestad de los vicarios general y


episcopal.

-Canon 480 trata de los deberes de información y armonía de


los vicarios con el obispo.

-Canon 481 dispone sobre el cese y suspensión de la potestad


de los vicarios general y episcopal.

- Si como su mismo nombre lo indica, el vicario de pastoral es


quien hace las veces del obispo para un determinado encargo,
hay que aplicarle todas las características señaladas para el
propio obispo. La comunión debe ser afectiva y efectiva para
hacer más patente la manifestación de la gracia de Cristo.
- Recojo el testimonio de Mons. Gabriel Matagrin, en su obra
preparar hoy la Iglesia del mañana. Entre las tareas prioritarias
de la evangelización está el papel de las Iglesias locales. "El
concilio, en el decreto sobre la actividad misionera, fijó
claramente el principio de que la Iglesia, en su obra de
evangelización, debe encarnarse en los grupos humanos, "de la
misma manera como Cristo, al encarnarse, se unió a las
condiciones sociales y culturales de los hombres con que vivió".
Para dar testimonio de Cristo, "los cristianos deben ser
conocidos como miembros de los grupos humanos en que
viven". Una de las condiciones para poder hablar de una
"implantación de la Iglesia, es que "la asamblea de los fieles se
arraigue en la vida social y se remodele hasta cierto punto en la
cultura local". Las Iglesias nuevas tienen que adquirir "las
costumbres y las tradiciones de sus pueblos, su sabiduría, su
ciencia, sus artes, sus disciplinas, todo cuanto pueda contribuir
a confesar la gloria del Creador..."(pp.94-95).
11.4.- EL Vicario de pastoral (material elaborado por un
grupo de Vicarios de Pastoral de América Latina en un
curso de planeación pastoral en el ITEPAL, Medellín
1986).

11.4.1.- El Vicario de Pastoral:


-La vicaría de pastoral es la estructura ordinaria de la que
se vale el obispo para la organización de toda la pastoral
de la diócesis.

-Al vicario de pastoral, bajo la autoridad y en


comunicación continua con el obispo, le compete dirigir la
acción pastoral de la Iglesia local. Le corresponde:

- Coordinar ex officio con el obispo las reuniones de clero,


de las vicarías o zonas y de los demás organismos de
pastoral, animando constantemente la pastoral diocesana.
-Coordinar la orientación, acción y evaluación de todas las
acciones de todos los sectores de pastoral.

-Mantenerse en estrecha relación con el obispo, en el


plano personal y pastoral; informar de sus actividades
pastorales dentro o fuera de la diócesis; consultarle y ser
fiel en sus criterios; definir con él las lìneas a seguir ante
las dificultades que se presenten y en las cosas que
conviene acentuar o corregir.

- Comunicarse con los agentes de pastoral, fomentar la


verdadera amistad y fraternidad, coordinar con ellos un
verdadero diálogo y todas las acciones a ejecutar en la
diócesis, las zonas, las parroquias, las CEBs, los sectores
de pastoral, planificando los recursos que considere
oportunos.
-Coordinar la elaboración y ejecución del plan diocesano, zonal y
parroquial.

-Colaborar con el obispo en la preparación, realización y


seguimiento de la visita pastoral a las diversas parroquias de la
diócesis.

-Convocar y moderar las reuniones ordinarias y extraordinarias de


la vicaría de pastoral.

11.4.2. Algunos elementos para la organización de una vicaría


de pastoral y de consejos parroquiales y diocesanos de pastoral.

Funciones y responsabilidades:
- La Vicaría de Pastoral, como organismo de servicio eclesial a
nivel diocesano, tiene su razón de ser en la animación de la vida y
el ministerio pastoral, para promover la comunión y la participación
de todo el Pueblo de Dios en orden a la instauración del Reino.
-Su primera función es animar la planeación de la
pastoral diocesana, bajo la guía del obispo, en comunión
y participación con todo el pueblo de Dios. Adelmás,
tiene las siguientes funciones:

-Coordinar las diferentes acciones de los diversos


sectores de pastoral, animando a nivel diocesano y
zonal, de tal manera que la pastoral en la iglesia local,
responda a la situación y necesidades del pueblo.

- Evaluar la labor pastoral realizada a nivel diocesano a


la luz del plan pastoral y de la programación hecha por
los sectores, zonas y parroquias.
-Ser canal para llevar al conocimiento del obispo los
problemas y aspiraciones de los agentes de pastoral.

-Poseer una información completa sobre todas las


actividades pastorales programadas en la diócesis.

- Mantenerse en contacto permanente con todos los


agentes de pastoral con quienes realiza su trabajo.
Miembros:
El obispo diocesano, el vicario general, el vicario de
pastoral, los vicarios zonales, el equipo del secretariado
diocesano o los responsables de los servicios
diocesanos.

Reuniones:
La vicaría de pastoral se reunirá ordinariamente al
menos una vez al mes y en forma extraordinaria cuando
el vicario episcopal lo convoque. Las reuniones serán
coordinadas por el vicario episcopal de pastoral.
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