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Doctor
ÁLVARO RODRÍGUEZ MORENO
DIRECTOR GRUPO ASEGURAMIENTO
ALCALDÍA DE IBAGUÉ
CALLE 60 Nº 2-30 INTERIOR SECRETARÍA DE TRÁNSITO MUNICIPAL CAM DEL
NORTE, B/ LA FLORESTA. TEL 2740442
IBAGUÉ - TOLIMA.
Respetado Doctor
LA CONSULTA
FUNDAMENTOS
Es importante señalar que el sistema de seguridad social en salud rige para todo el
territorio nacional y por ello se habla tanto de obligatoriedad como de protección
integral, características porpias de un servicio público esencial, las cuales se acentúan
respecto del tema que usted somete a consideración de este despacho. De entrada,
debe aclararse que la atención de urgencias no está sometida a cobro ni costo alguno,
tal y como se deriva de lo indicado infra. En los términos, enunciados se pasa entonces
poner de presente los lienamientos propios que rigen la atención de urgencias.
Acorde con la Constitución Política que nos rige, Colombia es un Estado Social y
Democrático de Derecho. El carácter social del mismo no es una fórmula retórica
o vacía (así lo manifestó la Corte Constitucional en Sentencia T-406 del 5 de junio de 1992
con ponencia del Magistrado Ciro Angarita Barón), sino que, por el contrario, la
naturaleza social tiene clara expresión en la prevalencia de los derechos
fundamentales y en el deber de toda persona de obrar de acuerdo con el principio
de solidaridad social, respondiendo con acciones humanitarias ante situaciones
que pongan en peligro la vida o la salud de las personas. Así se deriva del
preámbulo mismo de este ordenamiento, pues de allí se desprende que la
normativa debe garantizar un “orden político, económico y social justo”. La
adjetivación de “social” y “democrático” con las que el artículo 1º de la
Constitución especifica el significado de nuestro Estado de Derecho no pueden
entenderse de otro modo que como una cláusula programática dirigida a
encauzar en beneficio de todos los ciudadanos la acción de los poderes públicos;
implica, también, que la Constitución debe leerse con clave garantista.
La cláusula “social” del Estado de Derecho no es, pues, una simple manifestación
de intenciones, sino que la misma tiene un valor vinculante dentro del Estado que
conlleva que el mismo se hace cargo de lo social, de tal modo que, por ejemplo,
está a cargo del Estado la indefensión material del individuo, que no puede
valerse por sí mismo y que requiere, por tanto, para su digna subsistencia, de la
asistencia pública. Existe, como antes se dijo, una estrecha interdependencia,
genética y funcional, entre el Estado de Derecho y los derechos fundamentales, ya
que el Estado de Derecho exige e implica garantizar los derechos fundamentales,
mientras que éstos implican y exigen para su realización al Estado de Derecho (En
tal sentido ver Antonio Enrique Pérez Luño, “Los derechos fundamentales”, ed. Tecnos,
pp. 19.) En tal sentido, los derechos fundamentales constituyen la principal
garantía con que cuentan los ciudadanos en un Estado de Derecho de que el
sistema jurídico y político se orientará hacia el respeto y la promoción de la
persona humana.
No puede perderse de vista que los derechos fundamentales han dejado de ser
meros límites al ejercicio del poder político, o sea, garantías negativas de los
intereses individuales, para devenir en conjunto de valores o fines directivos de
acción positiva de los poderes públicos. De este modo, los derechos
fundamentales permean todo el ordenamiento jurídico de un país. Al respecto,
anota el constitucionalista español Antonio Enrique Pérez Luño que: “... en
nuestros días, la casi totalidad de los sistemas políticos desde las democracias
occidentales a las socialistas admiten virtualmente, y en forma oficial, alguna
doctrina sobre los derechos fundamentales” Pérez Luño, Antonio Enrique, ob cit., pp.
26.
Tales derechos se entienden “en sentido objetivo, como el conjunto de las normas
a través de las cuales el Estado lleva a cabo su función equilibradora de las
desigualdades sociales. En tanto que, en sentido subjetivo, pueden entenderse
como las facultades de los individuos y de los grupos a participar de los
beneficios de la vida social, lo que se traduce en determinados derechos y
prestaciones, directas o indirectas, por parte de los poderes públicos” Ibídem, pp.
184. Así, los derechos sociales propiamente dichos se refieren a aquellos derechos
que garantizan la actividad práctica del hombre.
Ahora bien, “en el Estado Social de Derecho los poderes públicos asumen la
responsabilidad de garantizar a la generalidad de los ciudadanos las prestaciones
y servicios públicos adecuados para subvenir a sus necesidades vitales. Así, el
Estado Social de Derecho considera como sus tareas ayudar a los ciudadanos
asegurándoles su asistencia frente al paro, la enfermedad, la falta de vivienda, o la
degradación del medio ambiente. De ahí que se le haya denominado, en
ocasiones, Estado asistencial o Estado de bienestar (Welfare State). Estas
actividades – que ya no se conciben como meras exigencias morales, sino como
auténticos deberes jurídicos para los poderes públicos – han sido el fruto histórico
de un largo y trabajoso proceso reivindicatorio de las clases trabajadoras, cuya
lucha adquirió especial importancia y relieve desde el pasado siglo” Ibídem, pp.
194.
− El artículo 366 fija como uno de los objetivos fundamentales del Estado la
solución a las necesidades insatisfechas y la primera que se reseña es la
salud.
No pueden pasarse por alto disposiciones de ese mismo rango que persiguen un
propósito de protección al ciudadano y que persiguen una igualdad de trato
relacional (art. 13 C.Pol.) Sólo de esta manera una sociedad puede responder a
las exigencias sociales y económicas de una población y garantizar la plenitud de
los derechos de que son titulares sus ciudadanos.
La realización del servicio público de la Seguridad Social (art. 48) tiene como
sustento un sistema normativo integrado no solamente por los artículos de la
Constitución sino también por el conjunto de reglas en cuanto no sean contrarias a
la Carta. Todas esas normas contribuyen a la realización del derecho prestacional
como status activo del Estado. Es decir, el derecho abstracto se concreta con reglas y
con procedimientos prácticos que lo tornan efectivo. Lo anterior significa que si se
parte de la base de que la seguridad social se ubica dentro de los principios
constitucionales de la igualdad material y el Estado social de derecho, se entiende
que las reglas expresadas en leyes, decretos, resoluciones y acuerdos no están para
restringir el derecho (salvo que limitaciones legales no afecten el núcleo esencial del
derecho), sino para el desarrollo normativo orientado hacia la optimización del
mismo, a fin de que esos derechos constitucionales sean eficientes en gran medida.
Es por ello que, para dar la orden con la cual finaliza toda acción de tutela que
tenga que ver con la salud es indispensable tener en cuenta esas reglas normativas
que el legislador desarrolló en la Ley 100/93, libro II y en los decretos, resoluciones
y acuerdos pertinentes. Lo importante es visualizar que la unidad de los principios
y las reglas globalizan e informan el sistema y esto debe ser tenido en cuenta por el
juez de tutela. Corte Constitucional, Sentencia SU-111 de 1998. M.P. Eduardo
Cifuentes Muñóz.
“El derecho a la salud en el caso de los niños, en cuanto derivado necesario del derecho a la
vida y para garantizar su dignidad, es un derecho fundamental prevalente y por tanto
incondicional y de protección inmediata cuando se amenaza o vulnera su núcleo esencial.
En consecuencia, el Estado tiene en desarrollo de la función protectora que le es esencial
dentro del límite de su capacidad, el deber irrenunciable e incondicional de amparar la salud
de los niños”. [5] (T- 093 de 2005).
“No hay ninguna duda que la seguridad social y la salud de los niños son derechos
constitucionales de carácter fundamental, tal y como lo prevé el artículo 44 de la
Constitución Política y, en cuanto interesa a la viabilidad de la acción de tutela para
protegerlos, ésta procede directamente y no, como sucede en otros casos,
exclusivamente cuando su amenaza o vulneración afectan derechos fundamentales
como la vida y la integridad personal.” [6]
“Es indudable que en el evento bajo estudio están en juego los derechos de un niño,
y la Constitución consagra un régimen de protección especial para los menores, en
el que se proclama la prevalencia de sus derechos sobre los derechos de los demás.
Además, en aplicación de ese régimen especial, la Corte Constitucional ha reiterado
que en tratándose de los niños, la vida, la integridad física, la salud y la seguridad
social tienen el carácter de derechos fundamentales por expresa disposición del
artículo 44 de la Carta Política”.
Ahora bien, a efectos de tener presente los aspectos normativos en el análisis del
caso concreto, resulta preciso efectuar una revisión de las normas que regulan el
actuar de las IPS, obviamente como corolario del marco constitucional ya
relatado. Es indispensable tener en cuenta que la atención de urgencia es un
tema que tiene un contenido normativo protector. A través del mismo se adecúa
la gravedad de la situación con la respuesta, en oportunidad, de la Institución
Prestadora de Servicios.
Artículo 3º Definiciones. Para los efectos del presente Decreto, adóptase las
siguientes definiciones:
Atención inicial de urgencia. Denomínase como tal a todas las acciones realizadas a
una persona con patología de urgencia y que tiendan a estabilizarla en sus signos
vitales, realizar un diagnóstico de impresión y definirle el destino inmediato,
tomando como base el nivel de atención y el grado de complejidad de la entidad
que realiza la atención inicial de urgencia, al tener de los principios éticos y las
normas que determinan las acciones y el comportamiento del personal de salud.
Estos aspectos son retomados en los artículos 168 de la Ley 100 de 1993, el
Decreto 783 de 2000, la Resolución 5261 de 1994 y la Circular 14 de 1995. En
cuanto a las obligaciones de las Instituciones Prestadoras de Servicios de Salud,
en la Ley 100 de 1993 se destaca, como fundamento de dicho servicio, la calidad
en la atención (artículo 153, numeral 9, Ley 100 de 1993). Precisamente, el
Decreto 2174 de 1996, refiriéndose a las características de calidad de la atención
en salud indica:
El artículo 168 de la Ley 100 de 1993, a su vez, señala la obligación de toda IPS de
brindar la atención inicial de urgencias a todas las personas independientemente
de su capacidad de pago:
Artículo 12 de Decreto 783 de 20001 que reemplazó el artículo 10 del Decreto 047 de
2000: “En concordancia con lo establecido en el artículo 41 del Decreto 1406 de
1999, durante los primeros treinta días a partir de la afiliación del trabajador
dependiente se cubrirá únicamente la atención inicial de urgencias, es decir, todas
aquellas acciones realizadas a una persona con patología de urgencia
consistentes en:
En ningún caso se podrá exigir contrato u orden previa para la atención inicial de
urgencias. No obstante, conforme las disposiciones legales es deber de las
Entidades Promotoras de Salud a efectos de proteger a sus afiliados, velar por la
racionalidad y pertinencia de los servicios prestados y garantizar el pago ágil y
oportuno a la institución de salud a la cual ingresó el afiliado, expedir las
correspondientes autorizaciones, cartas de garantía o documentos equivalentes,
esenciales en el proceso de pago de cuentas, sin perjuicio de lo dispuesto en el
artículo 1600 del Código Civil.
En segundo lugar, la atención médica que los hospitales y clínicas están obligados a
prestar a los lesionados en accidentes de tránsito debe ser integral, es decir, debe
comprender desde la atención inicial de urgencias hasta la rehabilitación final del
paciente. Así, el carácter “integral” incluye la atención de urgencias,
hospitalización, suministro de material médico, quirúrgico, osteosíntesis, órtesis y
prótesis, suministro de medicamentos, tratamientos y procedimientos quirúrgicos,
servicios de diagnóstico y rehabilitación.[17] Sobre el tratamiento integral que se
debe brindar a las víctimas de accidentes de tránsito, ver las sentencias T-111 de
2003, M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra y T-1196 de 2003, M.P. Jaime Córdoba
Triviño.
[17]
Así, en la sentencia T-1196 de 2003[19] M.P. Jaime Córdoba Triviño. [19], al abordar
el caso de una menor que fue atropellada por una motocicleta y quien, como
consecuencia, sufrió fracturas en varios dientes, razón por la cual requería la
práctica de una radiografía panorámica que el centro hospitalario donde venía
recibiendo asistencia se negaba a practicar por carecer de los equipos necesarios
para ello, la Corte manifestó:
Los servicios a que tienen derecho las víctimas de accidente de tránsito son,
básicamente, los siguientes: (i) servicios médico quirúrgicos, (ii) indemnización
por incapacidad permanente, (iii) indemnización por muerte, (v) gastos
funerarios y (vi) transporte al centro asistencial. En lo que nos interesa se tiene
que los servicios médico quirúrgicos comprenden las siguientes actividades:
Atención de urgencias, Hospitalización, Suministro de material médico
quirúrgico, osteosíntesis, órtesis y prótesis, Suministro de medicamentos,
Tratamiento y procedimientos quirúrgicos, Servicios de Diagnóstico y
Rehabilitación
“Sin duda, una de las características sobre las que se apoya el eficaz servicio que
prestan a sus afiliados las distintas entidades que conforman el sistema de salud
(bajo la supervisión y control del Estado), tiene que ver con la oportunidad con que
se realicen los procedimientos médicos recomendados por los especialistas
tratantes. De hecho, buena parte del éxito al que se aspira a alcanzar con el
tratamiento, control y superación de las dolencias que aquejan al ser humano,
depende de que los protocolos sugeridos por los profesionales que están a cargo
del cuidado de un paciente sean cumplidos con celeridad. De poco sirve el
remedio o la terapia que se dispensa con retraso cuando, como acontece
generalmente, se combaten patologías que se desarrollan progresivamente
aumentando la afectación y el dolor, llegando incluso hasta el punto de
comprometer la propia existencia y la vida digna.
Nada nuevo hay en estas afirmaciones que, además de ser corolario natural del tipo
de bienes que están en juego cuando se habla de salud, ya han sido parte de la
interpretación que ha hecho la Corte sobre el contenido del derecho a la salud que
consagra la Carta Política (arts. 48 y 49 C.P.)
(...)
Y agregó:
Las urgencias se atenderán en cualquier parte del territorio nacional sin que para
ello sea necesario autorización previa de la EPS o remisión, como tampoco el
pago de cuotas moderadoras. El costo de los servicios será asumido por la
Entidad Promotora de Salud o Administradora del Régimen Subsidiado a la cual
se encuentre afiliada la persona o la Dirección de Salud correspondiente, o con
cargo al FOSYGA en los casos de accidentes de tránsito o eventos catastróficos, o
por las personas con capacidad de pago y que no se encuentren afiliadas al
Sistema de Seguridad Social en Salud. Todas las entidades o establecimientos
públicos o privados, que presten servicios de consulta de urgencias atenderán
obligatoriamente estos casos en su fase inicial, aún sin convenio o autorización
de la EPS, inclusive en el caso de personas no afiliados al sistema. Se entiende
por calidad la atención oportuna, personalizada, humanizada, integral, continua
y de acuerdo a los estándares aceptados en procedimientos y práctica profesional.
Todo lo anterior no es ajeno a las Empresas Sociales del Estado, las cuales fueron
creadas para la prestación de los servicios de salud en forma directa y
constituyen una categoría especial de entidad pública descentralizada, con
personería jurídica, patrimonio propio y autonomía administrativa, creadas por
la Ley o por las asambleas o concejos, según el caso, sometidas al régimen
jurídico previsto en este capítulo (artículo 194 de la Ley 100 de 1993) “Es pues la
Empresa Social del Estado una forma o modalidad de prestación del servicio de salud en
una actividad económica o empresarial en la que concurre y compite con los particulares,
por no tratarse de una función administrativa propia y ordinaria de la administración del
Estado, sino de una actividad económica, de la prestación de un servicio, también
realizable por los particulares." (ver sentencias C-209/97 y C-484/95).
Como se observa, existe suficiente acervo normativo y jurisprudencial, a través del cual
se concluye que ningún operador del sistema (ARS, EPS, IPS, etc.) puede negar la
atención de urgencias o solicitar cobros para su atención. Obviamente, la resistencia a
ello genera sanciones ejemplarizantes por parte de esta Superintendencia.
Cordialmente,
JUAN FERNANDO ROMERO TOBON
JEFE OFICINA JURIDICA (E)
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Observaciones: SIN OBSERVACIONES
No. Folios: 1
No. Anexos: 0
Redactó: ANA RUIZ