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MANIPULANDO LA INTELIGENCIA: {QUIEN NECESITA HABLAR DE CAUSAS? José Antonio LOPEZ CEREZO Dep. de Filosofia y Psicologia. Universidad de Oviedo 1. Cuando Arthur Sraars nos habla en «Paradigmatic Behaviorism’s Theory of In- telligence» de su aproximacién conductista paradigmdtica a una ambiciosa teoria de la cognicién, lo hace presumiblemente (véase el prélogo original a Conductismo Social) influido por la terminologia de Thomas S. Kun en La Estructura de las Revoluciones Cientificas. Ahora bien, {qué significado de «paradigma» tiene en mente Staats? Margaret Masterman ha sefalado en «La Naturaleza de los Paradigmas» hasta 21 significados diferentes de «paradigma» en la mencionada obra cldsica de Kunw. Entre ellos: Como logro cientifico universalmen- te reconocido, como un mito, como una «fi- losofia» 0 constelacin de cuestiones, como un libro de texto u obra cldsica, como una tradicién, como una analogia, como una es- peculacién metafisica acertada, como un hecho de jurisprudencia, como una fuente de herramientas, como un ejemplo tipico, como un plan de instrumentacién, como un conjunto de instituciones politicas, como un punto de vista epistemoldgico general. {Qué es 0 qué puede ser, pues, el condue- tismo paradigmdtico? En lo que sigue comentaré eriticamen- te el mencionado articulo de Staats desde Psicothema, 1989, vol. 1, n° 1-2, pp. 41-45 un punto de vista metodolégico-concep- tual. Defenderé que, a pesar de las preten- siones explicitas del autor, su enfoque con- ductista paradigmatico no puede entender- se como una teoria causal de la inteligencia en el sentido de un conjunto de generaliza- ciones némicas que (junto con un conjunto de procedimientos experimentales ejem- plares) circunscriban el campo causal en el que cabe dar cuenta de la conducta inteli- gente. Por el contrario, mantendré que tal enfoque debe ser contemplado mas bien como una fructifera técnica de andlisis y modificacién de conducta. Una técnica que puede considerarse operativa por la diversi- dad de procedimientos experimentales que acoge y por estar asada en generalizacio- nes conductuales (principios de condiciona- miento) que, eventualmente, deberian completarse con generalizaciones proce- dentes de las ciencias cognitivas y la neuro- ciencia a fin de producir un marco teérico unificado y completo con su tecnologia aso- ciada. Es este marco teérieo el que, en un sentido propio, constituirfa un eventual pa- radigma (0, mejor, matriz disciplinar en el sentido de Kusw, 1974) que agrupe como comunidad cientifica a los psicdlogos que trabajan hoy en el camporde la inteligencia desde perspectivas parciates diversas (cf. Srernpere y DETTeRMAN, 1986). El paradig- ma que Staats fundamenta-es més un plan 4t J. A. LOPEZ CEREZO técnico de instrumentacién que un marco te6rico comprehensivo. 2. Ciertamente, el enfoque de Staats am- plia de un modo considerable la posicién metodolégica del conductismo tradicional: Se construye como un marco conceptual operativo para extender a procesos cogniti- vos en general (y de aprendizaje del lengua- je en particular) el dominio de aplicacién del conductismo. Baste recordar el buen mtimero de tareas involucradas en el rendi- miento en tests de C.I. de las que ya es paz de dar cuenta el enfoque de este autor En este sentido, creo que podemos conside- rar el conductismo paradigmético como una técnica efectiva de manipulacién de la conducta humana «inteligente» (tal como ésta es registrada en tests de C.1.). ¥ en la medida en que el enfoque de Staats de- muestra su eficacia experimental al respec- to, parece satisfacer el objetivo de trazar un puente entre el conductismo y la psicome- trfa, Como también parece arrojar nueva y prometedora luz sobre la estancada polémi- ca herencia-ambiente al demostrar 1a im- portancia de los factores motivacionales para dar cuenta del rendimiento diferencial en tests de C.I. Pero no es esto lo que aqui nos concierne. 3. Consideremos ahora las siguientes pre- guntas: ,Cémo aprende alguien a ser inteli- gente? {Cémo funciona la inteligencia? {Cémo se justifica conductualmente su me- dida? Y, por titimo, ,cémo puede ser ma- nipulada por procedimientos de interven- cion? Todas estas preguntas las formula el propio Sraars a continuacién de hacerse la pregunta original «,Qué es la inteligen- cia». gAcaso puede, debemos preguntar- nos ahora, reescribirse esta tltima pregunta como la conjuncién de las anteriores? Es decir, zacaso una respuesta (satisfactoria 0 no) para el grupo de preguntas anteriores involucra una respuesta para la pregunta por la propia inteligencia? Staats parece creer que si. Pero tal creencia descansa so- bre una base ciertamente insegura: Ser ca- paces de manipular algo con éxito (digamos la conducta) no significa que entendamos lo 42 que estamos haciendo, en el sentido de que seamos capaces de explicar paso a paso cémo podemos hacer lo que de hecho esta- mos haciendo. Un marco metodolégico y experimental como el bosquejado por Staats no tiene por qué involucrar una teo- ria causal de la inteligencia: Manipular con éxito no presupone una explicacién previa satisfactoria, Es bien conocido que conté- bamos con maquinas de vapor mucho antes de que la nueva ciencia de la termodinami- ca llegase a explicar por qué funcionaban dichas maquinas. De un modo mis ilustrativo, el concep- to de valencia era bien conocido en quimi- ca, y utilizado con éxito para dar cuenta de las razones enteras de combinacién de los elementos quimicos, antes de que los fisi- cos contaran Ia historia microfisica corres- pondiente. «Tener la valencia n» era tradi ionalmente entendido como una propie- dad combinatoria disposicional: «Estar en disposicin a comportarse de tales-y-tales formas bajo tales-y-tales circunstancias», es, decir, «tener cierto repertorio quimico- conductuab». Sélo mas tarde, sin embargo, consiguid entenderse por qué los elementos se combinaban con las razones enteras ya conocidas. Pero cuidado, nos advierte Denwerr (1987; 44), una cosa es citar las valencias como causas de un fenémeno combinatorio (

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