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POBRES
Estimado lector: ¿Qué le sugiere el título “Pobres
Ricos” de este artículo? Tal vez le sugiere a magnates, pero que
son pobres de espíritu y de moral; o tal vez le sugiere de pobres en
bienes materiales, pero de gran riqueza espiritual. Todo depende
cómo entienda el título el lector. Tal vez un hombre rico y poderoso
se identifique con este artículo, o también un hombre pobre y
desposeído. Todo depende de quien lo va a leer.
Magnates en la Miseria
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amigos para tomar algunos traguitos, aunque en ocasiones se
exceden y chocan con sus autos. Algunos aumentarán sus
emociones con algo de estupefacientes a fin se sentirse “high” o
más desenvueltos e inhibidos. Sus conversaciones girarán en cómo
hacer más dinero, en las nuevas inversiones, nuevos autos, nuevas
mansiones, pero nada hablarán de temas espirituales, o de asuntos
místicos.
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Sin duda, Jesús no manda a todos los ricos a
vender todos sus bienes para luego entregar el producto de las
ventas a los pobres, a fin de ganar la vida eterna. Lo del joven rico
fue una exigencia extrema, pero igualmente debemos de estar
dispuestos a acatarla si fuera necesario. Recordemos que aquel
diminuto hombre llamado Zaqueo, el que cenó con Jesús en su
casa, daba la mitad de sus bienes a los pobres, y no obstante el
Señor le aseguró que él estaba siendo salvo por esa actitud noble y
de desprendimiento generoso (Lucas 19:8,9). Aquí Jesús no vuelve
a exigir que se dé todo lo que se tiene al pobre, sino que ve con
beneplácito que Zaqueo, por voluntad e iniciativa propias, dé el
50% de sus ingresos a los pobres. Lo importante es que el hombre
no sea esclavo de sus riquezas, ni que éstas se vuelvan en la razón
de su existir. En la Biblia tenemos hombres de fe que fueron ricos,
como el caso de Abraham, Lot, Job, etc. Pero estos hombres no
hicieron de sus bienes el fin de sus vidas. Ellos pusieron primero el
reino de Dios, y como resultado de ello, fueron enriquecidos
(Mateo 6:33).
Riquezas Inmateriales
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poseer. Él no puede afirmar tal cosa, y a la vez prometernos
enriquecernos con bienes materiales, si éstos nos van a desviar de
la fe y de la confianza en Dios. Muchos cristianos creen que Cristo
no los bendice con bienes materiales en abundancia porque
piensan que no son buenos creyentes o buenos hombres. Nada más
falso. Cristo sí enriquece, pero más, con otro tipo de bienes que la
mayoría de personas desconoce. Fijémonos por un instante lo que
dice Santiago, un siervo del Señor: “Hermanos míos amados,
oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo,
para que sean RICOS EN FE y herederos del reino que ha
prometido a los que le aman?” (Santiago 2:5).
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amargura, la desesperanza, y el deseo de auto destrucción.
Verdaderamente los ricos pueden ser tan desdichados como los
pobres que viven sin Dios.
Riquezas de Dios
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(Salmos 37:9).¡Las Promesas! (Hebreos 6:12), ¡Bendición! (1
Pedro 3:9), ¡Riquezas de la gloria! (Efesios 1:18).
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Jesucristo asignará a sus seguidores fieles, a
aquellos que han optado por renunciar al mundo y a sus
atracciones, el reino de Dios. “Pero vosotros sois los que
habéis permanecido conmigo en mis pruebas. Yo, pues,
os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí,
para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os
sentéis en tronos juzgando a las doce tribus de Israel.”
(Lucas 22:28-30). Esto ocurrirá cuando él regrese a este mundo
por segunda vez en persona (Mateo 25:31,34). También en ese
entonces Jesús tomará el trono de su reino en la ciudad de
Jerusalén (Mateo 5:33-35; Jeremías 3:17). Cuando todo esto
ocurra, los que son ahora últimos, los pobres e insignificantes,
serán los primeros y los “primogénitos” de Dios (Lucas
13:29,30).
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hombres (Lucas 12:16-21). El creyente deberá estar atesorando
tesoros en el cielo y no en la tierra (Mateo 6:19). El mejor tesoro
que podemos acumular es nuestra fe, y ésta implica nuestra
consagración, buenas obras, devoción, santidad, rectitud, amor,
conocimiento, dominio propio, paciencia, afecto fraternal, virtud,
etc. Haciendo esto entraremos al reino de Dios (2 Pedro 1:3-11).