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DE LA IGLESIA
HISPANOAMÉRICA
Y FILIPINAS
I
OBRA DIRIGIDA POR
PEDRO BORGES
BIBLIOTECA HISTORIA DE LA IGLESIA
DE EN HISPANOAMÉRICA
AUTORES CRISTIANOS Y FILIPINAS
Declarada de interés nacional
37
(SIGLOS XV-XIX)
ESTA COLECCIÓN SE PUBLICA BAJO LOS AUSPICIOS Y ALTA
DIRECCIÓN DE LA PONTIFICIA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA
Volumen I: Aspectos generales
LA COMISIÓN DE DICHA PONTIFICA UNIVERSI-
DAD ENCARGADA DE LA INMEDIATA RELA-
CIÓN CON LA BAC ESTÁ INTEGRADA EN EL OBRA DIRIGIDA POR
ANO 1992 POR LOS SEÑORES SIGUIENTES:
PEDRO BORGES
PROFESOR DE HISTORIA DE AMERICA EN LA
UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID
PRESIDENTE:
VICEPRESIDENTE:
Págs.
PARTE I
CUESTIONES GLOBALES
Quede aquí constancia de la gratitud a todos los autores por su HISTORIA DE LA IGLESIA
generosa y valiosa colaboración, motivada principalmente por su deseo EN HISPANOAMÉRICA Y FILIPINAS
de aportar luz a un proceso histórico en el que todavía queda mucho que
profundizar. I
Madrid, 12 de octubre de 1991.
LA DIRECCIÓN
PARTE I
CUESTIONES GLOBALES
CAPÍTULO 1
I. NOCIONES
A) Historia de la Iglesia
B) Hispanoamérica La mayor parte de ellos permanecen todavía inéditos, pero desde fina-
les del siglo XIX se vienen editando valiosísimas colecciones de los mismos,
Bajo el término de Hispanoamérica se engloban todos los territorios en siguiendo normalmente u n criterio territorial.
los que desarrolló su actividad España desde 1492 hasta 1824, fecha esta Dentro de su variadísima gama, estos documentos se pueden estructu-
última que se adopta, a pesar de su inexactitud, como el punto final del rar en cinco tipos fundamentales:
proceso de independencia o emancipación de las actuales naciones hispano- 1. Documentos pontificios, que suelen referirse al nombramiento de
americanas. Se trata, por lo mismo, de un concepto geográfico distinto de lo obispos, erección de diócesis, concesión de privilegios y promulgación de
que inadecuadamente se suele denominar América latina o Latinoamérica, indulgencias. Están constituidos por las bulas, breves y demás documentos
pues excluye a Brasil pero incluye también a California, todo el sur de los de la Santa Sede expedidos para el Nuevo Mundo o relacionados con él.
Estados Unidos y el sureste de esta misma nación.
2. Documentos legislativos, bien fueran de la Corona española o de las
C) Filipinas autoridades eclesiásticas, tanto americanas como españolas, los cuales tocan
todos los aspectos de la Iglesia americana. Suelen corresponder a la informa-
Es sabido que durante los siglos XVI a x v m y gran parte del xix la
ción recibida del lugar de los hechos a los que se refieren, razón por la cual
historia de Filipinas, incluida la eclesiástica, es inseparable de la de Hispano-
constituyen un reflejo de lo que sucedía en América y un indicador de cómo
américa, razón por la cual se ha optado por darle cabida también en la
se tenía que proceder en adelante.
presente obra.
De esta índole son las numerosísimas reales cédulas, reales órdenes o
Por tratarse de un aspecto territorial de la Iglesia, su estudio se inserta-
pragmáticas de la Corona referentes a asuntos eclesiásticos; las disposiciones
rá al final del segundo volumen, precedido del correspondiente análisis de la
de los obispos y de los superiores de las Ordenes religiosas; las normas de los
historiografía eclesiástica del archipiélago.
concilios provinciales, de los sínodos diocesanos y de los capítulos o congre-
Debe tenerse en cuenta, sin embargo, que en Filipinas rigieron los
gaciones de los religiosos.
mismos principios generales que en Hispanoamérica (por ejemplo, el Real
Patronato, el Vicariato Regio, el sistema de elección de los obispos, los 3. Documentos informativos, consistentes en cartas, memoriales, infor-
criterios de división de las diócesis, la transformación de las misiones en mes, atestados, relaciones de las visitas pastorales y las descripciones de una
doctrinas, etc.), por lo cual no se volverá a insistir en ellos al tratar de esas situación o de un hecho concreto. Normalmente se elaboraban para conoci-
islas. miento de las autoridades, sobre todo de la Corona, y sus autores actuaban
unas veces oficialmente, mientras que otras lo hacían a título particular.
Ahora bien, como de hecho tampoco se puede confundir con ella,
respecto de este archipiélago se ha adoptado u n criterio de exposición de la Este tipo de documentos suman muchos millares, describen toda clase
historia que le es propio. de acontecimientos, suelen descender incluso hasta lo personal y lo más
corriente es que el autor exponga al destinatario su propia opinión sobre lo
que estaba sucediendo o lo que convendría proveer. Por ello, constituyen
II. HISTORIOGRAFÍA DE LA IGLESIA EN HISPANOAMÉRICA
una fuente de información de primerísima mano y de una riqueza práctica-
Tomando el término de historiografía en su sentido más amplio, la mente inagotable.
narración de la actividad humana de la Iglesia en Hispanoamérica arranca 4. Documentos polémicos, destinados a mantener o ratificar una deter-
prácticamente desde el propio descubrimiento del Nuevo Mundo en 1492. minada postura o a socavar la contraria.
Puede decirse, incluso, que este punto de partida aún hay que adelantarlo Pueden revestir una forma cualquiera de las indicadas al hablar de los
más, puesto que los eclesiásticos intervinieron también en la gestión del documentos informativos, pero se distinguen de ellos en que ofrecen el
proyecto colombino y ya entonces se escribió sobre ello. peligro de la falta de objetividad. Su número es también muy elevado,
Lo escrito desde ese momento sobre la historia de la Iglesia en Hispano- debido a las numerosas controversias mantenidas en América, y se refieren,
américa puede clasificarse en cuatro grandes apartados: fuentes documenta- sobre todo, a los problemas relacionados con las conquistas armadas, las
les, fuentes narrativas, estudios monográficos e historias globales, lo que en encomiendas, la esclavitud de los indios, las diversas formas de predicar el
buena parte tiene aplicación también a Filipinas. Evangelio, las disputas mantenidas por los obispos y los religiosos a propósi-
to de los privilegios de estos últimos o de la entrega de las parroquias de
A) Fuentes documentales indios al clero diocesano, a las divergencias entre las autoridades civiles y las
Las fuentes documentales están constituidas por los documentos de eclesiásticas, a las disensiones surgidas dentro de las Ordenes religiosas y a
toda índole relacionados con la actividad de la Iglesia y que consisten en las diferencias entre los miembros de una misma Orden, sobre todo con
escritos unitarios con uno o varios destinatarios concretos, generalmente motivo de la cuestión de la alternativa o alternancia de los cargos entre
breves, y que, salvo excepciones, n o estaban llamados a difundirse por peninsulares y criollos.
medio de la imprenta. 5. Documentos propagandísticos, elaborados para resaltar los méritos
8 P.I. Cuestiones globales C.l. Historia de la Iglesia en Hispanoamérica y Filipinas 9
propios o los de la Orden a la que pertenece el autor, o bien con el fin de
5. Junto con esta sincera búsqueda de la verdad, al menos parcial, los
edificar a los lectores o de suscitar vocaciones misioneras. Las célebres
autores sienten una tentación irresistible hacia lo maravilloso, lo que les
Cartas Anuas de la Compañía de Jesús perseguían las dos últimas finalidades,
conduce a insistir en el carácter mesiánico, providencialista y hasta milagro-
mientras que las circulares que en el siglo XVIII distribuían por los conventos
so de los acontecimientos, hasta la primera mitad del siglo XVII. Desde esta
de España los reclutadores de voluntarios para las misiones representan
época en adelante, dicha tendencia cede el paso a la simple insistencia en lo
sendos ejemplos de la última.
extraordinario, pero ahora ya con más precauciones y menor insistencia en
El inconveniente de estos documentos no consiste en que falseen la
lo sobrenatural. El cambio obedeció al decreto promulgado por el papa
verdad para conseguir su objetivo, cosa que no hacen, sino en que insisten
Urbano VIII en 1625, y ratificado en 1634, por el que prohibió la impresión
o recogen casi exclusivamente lo que conviene para su objetivo, omitiendo
de obras que hablaran de milagros, revelaciones y dotes de santidad sin la
todo lo demás.
previa aprobación de la autoridad eclesiástica o de la Sagrada Congregación
B) Fuentes narrativas de Ritos.
6. Característica de toda esta producción histórica es también la insis-
Bajo esta denominación se incluyen las narraciones o exposiciones de la tencia en las grandes dificultades que la propia Orden o el personaje biogra-
actividad de la Iglesia en Hispanoamérica elaboradas con fines de difusión fiado tenían que vencer en la realización de su labor. Las dificultades fueron
por medio de la imprenta, aunque diversas circunstancias terminaran mu- reales, pero lo que sorprende es el deseo de hacerlas resaltar y la frecuente
chas veces por impedir la consecución de este objetivo. omisión, sobre todo desde el siglo XVII en adelante, de las también ciertas
Estas fuentes narrativas están constituidas fundamentalmente por las facilidades de que gozaban los protagonistas.
Historias propiamente dichas (a veces denominadas Crónicas, sobre todo en 7. En el contenido de estas obras predomina la narración del aconte-
el caso de franciscanos y agustinos), las Vidas o biografías de personajes cer eclesiástico, pero es muy frecuente que se les dedique asimismo una
eclesiásticos destacados y las Relaciones de una situación o de un hecho mayor o menor atención a los sucesos civiles o profanos, entre los que
determinado y que no son más que una especie de historias en pequeño. destacan la previa conquista armada del territorio y, en el caso de las histo-
Por su mismo objetivo, estas tres clases de fuentes entrañan diferencias rias misionales, la descripción de la historia y costumbres indígenas. De aquí
intrínsecas, en el sentido de que una Historia o Crónica, por necesidad, el valor etnográfico que suelen entrañar estos relatos.
abarca siempre un campo geográfico y cronológico más amplio que el de las
8. Exceptuados también casos muy concretos, como el ya citado de
otras dos, de las que las biografías se restringen, a su vez, a un solo persona-
Gil González Dávila (Teatro eclesiástico de la primitiva Iglesia de las Indias
je, mientras que las Relaciones pueden constituir una verdadera historia o
Occidentales, dos vols., Madrid, 1644-45), que se refiere a la jerarquía ameri-
ceñirse al simple relato de un acontecimiento.
cana, su carácter de religiosos y los objetivos que persiguen inducen a estos
Tanto unas como otras, sobre todo las Historias o Crónicas, revisten las autores a restringir la historia eclesiástica a la historia de la propia Orden
siguientes características: religiosa. Lo más corriente es que esta restricción geográfica y temática se
1. En la mayoría de los casos son obra de autores que escribían en el haga constar en el título de la obra. Pero a veces no se consigna, por lo que
Nuevo Mundo o que habían estado en él, aunque su impresión se efectuara sucede que, en casos como los de los franciscanos Toribio Paredes de Bena-
fuera de América, y más concretamente en España. Además, en muchos vente o Motolinia {Historia de los indios de Nueva España, hacia 1555), Jeróni-
casos, los autores son testigos personales de lo que relatan. mo de Mendieta (Historia eclesiástica indiana, de finales del siglo XVI) o José
2. Salvo casos muy concretos, como el de Gil González Dávila, perte- Torrubia (Monarquía indiana, comienzos del siglo XVII), el título hace espe-
neciente al clero secular, los autores suelen ser religiosos y obedecer en la rar un contenido eclesiástico más amplio del que se ofrece en realidad. El
elaboración de la obra al encargo de sus superiores. mismo González Dávila se restringe, en contrapartida, a la jerarquía eclesiás-
3. La narración de los hechos se basa en documentos auténticos o en tica cuando parece que su propósito es abarcar a toda la Iglesia.
el testimonio de quienes los presenciaron y hasta protagonizaron, razón por
9. Una obra como la de Francisco de Gonzaga (De origine Seraphicae
la cual constituyen una valiosísima fuente que sustituye a una documenta-
Religionis Franciscanae, Roma, 1587), junto con la de González Dávila, que
ción que no ha llegado hasta nosotros.
abarcan a toda América, constituyen, por lo mismo, una excepción en la
4. Tanto los superiores al encargar la obra como el autor al elaborarla tendencia general de este tipo de obras a restringirse a aquel o aquellos
persiguen dos fines fundamentales: el brillo de la propia Orden, implícita o territorios concretos que fueron escenario de la actividad de la propia
explícitamente deducido de la actuación de sus miembros, y la ejemplaridad Orden. Por añadidura, esta limitación territorial no sigue un criterio geográ-
del lector, perseguida mediante el relato de lo edificante. Este doble propó- fico, sino el del ámbito de la Provincia religiosa o Misión a la que pertenece
sito no excluye la veracidad de la historia, pues el autor siempre se propone el autor, de manera que la historia no es la de un territorio como tal, hi la del
narrar hechos ciertos, pero sí es corriente que la cercene, en el sentido de ocupado por una determinada Orden tomada en su conjunto, sino la del
omitir lo que no contribuya a su propósito. correspondiente a una determinada Provincia o Misión, circunstancia que
10 P-I- Cuestiones globales C. 1. Historia de la Iglesia en Hispanoamérica y Filipinas 11
suele figurar en el título de la obra. Esta es la razón de que, en conformidad bajo la forma de biografía o del estudio de su pensamiento u obra escrita;
con la extensión geográfica de la Provincia o Misión, a veces la narración se e) el análisis y edición de una obra inédita o que se considera necesitada de
limite a un territorio muy concreto, por ejemplo, Michoacán, Florida o una nueva edición o estudio.
Chiloé; en determinados casos y lugares, se escojan unos territorios y se 3. Historias de la Iglesia en una nación determinada, de las que algunos
prescinda de otros, lo que acontece entre los franciscanos de Nueva España, países poseen varias, pero cuya calidad, salvo excepciones, como las de
en la que tuvieron varias Provincias; en ocasiones se amplía a un territorio México, Colombia, Perú, Chile y Argentina, n o responde a las exigencias
muy extenso, por ejemplo, toda Nueva España o el Perú; en otras circuns- actuales y menos tratándose del período anterior a la independencia ameri-
tancias se yuxtaponen territorios muy alejados entre sí, hecho muy frecuen- cana.
te entre los franciscanos y jesuítas, por la diversidad de escenarios en los que
desarrollaron su actividad las Provincias y Colegios de Misiones. D) Historias globales de la Iglesia
10. La producción histórica de los jesuítas refleja una mentalidad más Las historias globales de la Iglesia en Hispanoamérica, es decir, las
moderna que la perteneciente a las restantes Ordenes religiosas. Por otra obras que tratan de abordar todos sus aspectos, son seis, pertenecientes a los
parte, tanto una como otra evolucionaron con el transcurso del tiempo. En autores siguientes:
todas se observa, sin embargo, una clara tendencia cronologista, consistente 1. Antonio Ybot León, a quien le incumbe el mérito de haber sido el
en una excesiva servidumbre a la sucesión de los años, de manera que estas primer autor moderno (1954-1963) que ha abordado el tema con una visión
historias, en ocasiones, terminan convirtiéndose en verdaderos anales, mien- global y científica, lo que hace que su obra aún siga teniendo valor a pesar de
tras que en otras se ordenan en función de la sucesión cronológica de los su antigüedad, si bien en algunos puntos ya ha quedado superada.
Provinciales o de las Congregaciones de la respectiva Provincia. 2. Leandro Tormo, quien en 1962 elaboró un breve resumen, difun-
11. Finalmente, en esta producción resalta también la importancia dido mecanográficamente, en el que predomina el criterio de la selección de
que se le concede a la fundación de conventos y a las biografías, hasta el temas, así como la claridad en la exposición.
punto de que alguna de estas obras, como, por ejemplo, la del dominico 3. León Lopetegui, Francisco Zubillaga y Antonio Egaña, cuya Histo-
Alonso Franco (Segunda parte de la historia de la Provincia de Santiago de ria, aparecida en 1965-1966, ofrece una visión satisfactoria de las cuestiones
México, Orden de Predicadores de la Nueva España, México, 1645), más que globales, aunque con excesiva mezcla de lo profano con lo religioso; en lo
una historia propiamente dicha es una especie de santoral no oficial, pues en referente a Nueva España, hay temas que se tratan exhaustivamente, mien-
la práctica se limita a trazar biografías. tras que otros puntos, e incluso períodos, apenas se tocan; en lo referente al
hemisferio meridional, su propio autor reconoce que trató de presentar
C) Estudios monográficos «más un episcopologio que una historia eclesiástica» (II p.XXII).
Ya en la época contemporánea, los estudios monográficos y, por lo 4. Enrique D. Dussel, autor de tres obras y director de una cuarta, en
mismo, de carácter restringido constituyen el modo actualmente más fre- las que desde 1967 viene ofreciendo una visión propia, en la que se esfuerza
cuente de abordar la historia de la Iglesia en la América española. por trazar una teología de la historia, pero incurre en tópicos ya superados,
En conjunto, estos estudios abordan los aspectos más dispares de la generaliza situaciones exclusivas del siglo XVI y, cuando intenta hacer histo-
Iglesia, bien con fines simplemente de divulgación, bien con objetivos y ria propiamente dicha, ofrece visiones generales a base de testimonios o
bases científicos. Esta disparidad impide su clasificación en este lugar, la cual situaciones concretos y unidireccionales.
viene a coincidir, por otra parte, con las diversas facetas eclesiásticas en que 5. Hans-Jürgen Prien, quien, en 1978 en alemán y en 1985 en caste-
está estructurada la presente obra. llano, ofrece una visión rica en datos concretos, pero carente de enfoque,
Desde el punto de vista de su forma y del ámbito de su contenido, una dirigida a demostrar posturas previamente adoptadas y en gran parte ana-
clasificación de los mismos puede ser la siguiente: crónicas, por desconocimiento de los avances realizados últimamente en
1. Artículos de revista, que constituyen el tipo más frecuente y cuyo este campo.
contenido es también el más restringido, tanto temática como cronológica-
mente. Esta limitación se ve compensada por la concretez y exactitud de los
datos y apreciaciones. III. SISTEMATIZACIÓN DE LA HISTORIA DE LA IGLESIA
2. Monografías propiamente dichas, mediante las cuales se procura EN HISPANOAMÉRICA
agotar el tema elegido. Suelen circunscribirse a los siguientes aspectos prin-
cipales, delimitados además geográfica y cronológicamente: a) una institu- Desde el momento en que se toma en todo su conjunto, aunque sólo sea
ción, principalmente bajo la forma de Obispado, Orden o Provincia religio- durante una época determinada, la historia de la Iglesia en Hispanoamérica,
sa; b) un territorio, diocesano o misional; c) una idea o corriente ideológica, debido precisamente a lo complejo de su actuación, plantea el difícil proble-
como la teocracia pontifical o el Real Patronato; d) un personaje eclesiástico, ma inicial de su sistematización.
C.l. Historia de la Iglesia en Hispanoamérica y Filipinas 13
12 P.I. Cuestiones globales
Dussel distingue cinco períodos cronológicos, a los que denomina: los
En este punto caben tres posibilidades: la sistematización geográfica, la
primeros pasos (1492-1519); las misiones en Nueva España y Perú
sistematización cronológica y la sistematización temática, según que se adop-
(1519-1551); la organización y afianzamiento de la Iglesia (1551-1620); los
te como criterio de estructuración la geografía, la cronología o los diversos
conflictos entre la Iglesia misionera y la civilización hispánica (1620-1700);
aspectos de la actividad eclesiástica.
la decadencia borbónica (1700-1808).
A) Sistematización geográfica La etapa comprendida entre 1492 y 1519 reviste, en efecto, caracteres
propios que la distinguen de las demás. La que se hace arrancar de 1519
Es la adoptada por L. Lopetegui, F. Zubillaga y A. de Egaña, quienes (inicio de la conquista de México por Hernán Cortés) es, indudablemente,
parten de la diferenciación entre los dos hemisferios para, dentro de ellos, de predominio misional, pero no se puede restringir a Nueva España y al
seguir utilizando el criterio geográfico al abordar los distintos temas, excep- Perú, ni clausurarse en 1551 (fecha de la celebración del primer concilio
to los de carácter global. provincial de México), porque en ese momento la evangelización estaba en
Esta sistematización ofrece el inconveniente de que, por una parte, no su plenitud en Nueva España, saliendo de sus graves dificultades iniciales en
corresponde a la realidad evolutiva de la Iglesia, y por otra, obliga a incurrir el Perú, sin acabar de asentarse en la Florida, comenzando en El Salvador,
en numerosas repeticiones, en ambos casos debido a la sustancial identidad Nicaragua, Nueva Granada y Tucumán, afianzándose en Guatemala, Ecua-
de la actividad de la Iglesia en cada región geográfica en una misma época o dor y Chile y sin haber penetrado todavía en el resto de América. En cuanto
momento. al período comprendido entre 1551 y 1620, resulta difícil comprender por
De hecho, y tomada en su conjunto, la Iglesia no evolucionó en Hispa- qué esa organización comienza en 1552, cuando es muy anterior, y se cierra
noamérica en función de un hemisferio o de otro, y ni siquiera en función de en 1620, cuando la Iglesia ya estaba definitivamente organizada y consolida-
los diversos territorios, sino que lo hizo practicando en todos una conducta da en la segunda parte del siglo XVI. Caracterizar al siglo XVII por los conflic-
que sólo se diferencia en detalles si se trata de una misma etapa. La evolu- tos entre la Iglesia misionera y la civilización hispánica es cercenar la historia
ción general se produce con el paso del tiempo, no con el cambio de región. misional - q u e hizo mucho más que originar conflictos- y dar por inexistente
A esto se añade la dificultad de delimitar los territorios geográficos, los a la Iglesia establecida. La etapa comprendida entre 1700 y 1808 es cierta-
cuales no coinciden tampoco con la evolución de la Iglesia. mente borbónica, y en algunos aspectos decadente, pero en otros fue de
Tratándose de América, el criterio geográfico sólo es posible, e incluso renovada prosperidad.
necesario, en el caso de territorios determinados, hasta el punto de que
Prien establece en 1978 y 1985 tres períodos sucesivos, aunque hacien-
incluso resulta de difícil aplicación cuando la historia de la Iglesia se estruc-
do la acertada advertencia previa de que la división no le satisface plenamen-
tura por naciones, debido a que éstas no se corresponden con las estructuras
te por la imposibilidad de hallar un principio que sirva de criterio indiscuti-
anteriores a 1824. A pesar de este inconveniente, y por razones que se
ble de periodización: el del choque entre la civilización ibérica y la amerin-
consignarán más adelante, así se estructura el segundo volumen de la pre-
dia; el del desarrollo del cristianismo latinoamericano bajo el signo del
sente obra, como lo hace también Dussel desde el segundo volumen de su
modelo de «Cristiandad», y el de la crisis de la «Cristiandad» latinoamericana
Historia General.
en la época de la Ilustración y de la emancipación política.
B) Sistematización cronológica El hecho del choque o, si se prefiere, encuentro entre las dos civilizacio-
nes no parece un criterio válido que se pueda aplicar a la historia de la
Egaña divide en 1966 la historia de la Iglesia en América del Sur en tres Iglesia, y, por otra parte, en el terreno misional se dio siempre. El modelo de
etapas, correspondientes a las tres dinastías que reinaron en España desde «Cristiandad», tal como entiende Prien este término, tampoco se circunscri-
1492 hasta 1824. Esta división ofrece el inconveniente de que el cambio de be a un período determinado. Durante la etapa de emancipación sí se puede
dinastía no supuso en la Iglesia el inicio de ninguna modificación suficiente- hablar de crisis, originada por las alteraciones políticas, pero el calificativo
mente profunda, amplia y generalizada como para hacer coincidir con ese no cuadra a la época de la Ilustración, deficiente en unos aspectos, pero
hecho el comienzo de una nueva etapa. brillante en otros.
Alberto Methol Ferré, al distinguir en 1968 una primera etapa de Esta disparidad de enfoques en la sistematización cronológica de la
expansión y organización (1492-1620), a la que hace seguir una segunda, de historia de la Iglesia en Hispanoamérica ya es por sí misma un síntoma de
dualismo entre Iglesia establecida y Misión (1620-1808), adopta una perio- que la periodización está muy lejos de ser fácil, porque -como observa
dización que de hecho refleja una realidad, pero sólo parcialmente. La atinadamente Prien- no se dispone de ninguna base clara para distinguir
expansión de la Iglesia continuó con posterioridad a 1620, y el dualismo etapas cronológicas.
entre las dos Iglesias, además de que comenzó desde finales del siglo XVI, no
Tomada en su conjunto, es decir, englobando bajo una misma perspec-
parece criterio válido para establecer una nueva etapa, pues ese dualismo no
tiva a la Iglesia establecida y a la Iglesia misionera o en vías de constitución,
dejó de ser un hecho externo, impuesto por las circunstancias, que no afectó
en la historia eclesiástica hispanoamericana solamente aparecen dos etapas
a la vida de la Iglesia tomada en todo su conjunto.
14 P.I. Cuestiones globales
C. 1. Historia de la Iglesia en Hispanoamérica y Filipinas \5
claramente distintas de las demás: la de 1492-1523, que fue de experimenta-
Esta sistematización temática es, asimismo, la adoptada en Quito en
ción o tanteos, y que ciertamente no se puede calificar de próspera, y la de
1973 por el Primer Encuentro de la Comisión de Estudios de Historia de la
1808-1824, que fue de crisis, al verse sacudida la Iglesia por los aconteci-
Iglesia en Latino-América (CEHILA), basado en la cual J. Villegas propone
mientos políticos. Tal vez, incluso, pueda distinguirse una tercera etapa,
en 1975, como grandes temas de estructuración, la evangelización, la orga-
comprendida entre 1523, fecha del paso definitivo de la evangelización al
nización de la Iglesia y la «vida cotidiana» de la cristiandad americana.
continente americano, y 1568, momento en el que ya se consideró definiti-
Cualquiera de estos criterios es válido. En la presente obra, sin embar-
vamente consolidada la Iglesia en el Nuevo Mundo y desde el cual comienza
go, se ha preferido partir del hecho incuestionable de que la Iglesia se
a distinguirse entre Iglesia establecida e Iglesia misionera, si bien la diferen-
desarrolló en Hispanoamérica desde el primer momento siguiendo dos vías
ciación definitiva no sobreviniera hasta finales de la centuria.
simultáneamente, en gran parte paralelas: la de la Iglesia diocesana o plena
Durante el resto del tiempo no cabe distinguir etapas suficientemente
y definitivamente constituida, y la de la evangelización o Iglesia en vías de
diferenciadas entre sí porque n o se produjo ninguna situación plenamente
constitución, que aquí denominaremos Iglesia misional.
distinta o porque los grandes hechos que ocurrieron no afectaron a la
Además, se tiene también en cuenta que, tanto desde una vía como
Iglesia, tomada en su totalidad, hasta el punto de poder hablar de una nueva
desde la otra, esta Iglesia desarrolló una actividad exterior o irradiación en
fase en ella.
cuya virtud influyó en mayor o menor grado, pero las más de las veces de una
Esto no quiere decir que la Iglesia del siglo XVIII no se distinguiera de
manera decisiva, en el mundo en que se desarrollaba, pero sin que esta
la de comienzos del siglo xvil o que hechos tan graves como la expulsión de
actuación formara parte intrínseca de la propia Iglesia.
la Compañía de Jesús en 1767 no afectaran profundamente a la Iglesia. Lo
Establecidos estos tres grandes campos de actividad eclesiástica, se ana-
que se quiere significar es que desde 1568 hasta 1808 no intervino ningún
lizan las principales manifestaciones o aspectos de la actuación de la Iglesia
elemento suficientemente decisivo como para considerar que toda la Iglesia
en cada uno de ellos, a sabiendas de que algunos de estos puntos se repiten,
hispanoamericana entró en una nueva etapa.
pero que lo hacen con un enfoque distinto según que se trate de la Iglesia
Para proceder a una división cronológica suficientemente fundada du-
diocesana o de la Iglesia misional.
rante este prolongado período de tiempo comprendido entre 1568 y 1808
El posterior estudio de la Iglesia siguiendo una sistematización geográ-
hay que distinguir entre Iglesia diocesana, es decir, la ya constituida y
fica está concebido —según se indicó ya anteriormente— como un comple-
consolidada definitivamente, e Iglesia misional o en vías de constitución,
mento de la visión global, es decir, para dejar constancia de cómo la Iglesia
porque en este caso ya se pueden establecer fechas que indican el comienzo
fue desarrollando en cada una de las unidades territoriales en las que se ha
de nuevas fases, generalmente no simultáneas, en cada una de ellas.
dividido Hispanoamérica (división, por otra parte, susceptible de otros mu-
De hecho, en esta misma obra, al abordar el tema de la expansión de la chos enfoques) una acción que, dentro de un mismo marco cronológico, fue
evangelización se establecerá una división cronológica o periodización basa- fundamentalmente idéntica en todo el subcontinente.
da en el curso de la acción misionera, pero que no vale para la Iglesia
constituida.
Cabe advertir, sin embargo, que ni en la Iglesia diocesana ni en la Iglesia
NOTA BIBLIOGRÁFICA
misional se dispone durante el período indicado de fechas divisorias tan
decisivas o claras que excluyan la posibilidad de toda otra sistematización
cronológica igualmente fundada. Bibliografías generales
R. STREIT, continuado por J. DIDINGER, J. ROMMERSKIRCHEN y J. METZI.ER, Bi-
C) Sistematización temática bliotheca Missionum, 1 (Münsteri. W., 1916: obras de índole teórica), 2 (Aachen, 1924:
obras de 1493 a 1699), 3 (Aachen, 1927: obras de 1700 a 1909), 24 (Roma-Friburgo-
El enfoque de la historia de la Iglesia en Hispanoamérica por temas es Viena, 1967: obras de 1910 a 1924), 25 (Roma-Friburgo-Viena, 1967: obras de 1925
a 1944), 26 (Roma, 1968: obras de 1945 a 1960); revista Bibliografía Missionaria,
el utilizado por A. Ybot León, quien estructura su obra en cinco grandes iniciada en 1933, de carácter anual y con una sección sobre Iberoamérica; F. ESTEVE
apartados o aspectos eclesiásticos: la Iglesia y el descubrimiento; la Iglesia y BARBA, Historiografía indiana (Madrid, 1964); A. SANTOS, Bibliografía misional 1-2
los naturales; la Iglesia y el Estado; la Iglesia y la conquista española; la (Santander, 1965). Abundante bibliografía en A. YBOT LEÓN, La Iglesia y los eclesiásti-
implantación de la jerarquía y la implantación de la fe, epígrafe este último cos españoles en la empresa de Indias 1-2 (Barcelona, 1954-1963).
bajo el cual aborda la acción de las Ordenes misioneras, sobre todo desde el
punto de vista de la evangelización. Selección de bibliografía moderna
Procediendo también por temas, L. Tormo distingue el de la evangeliza- E. DUSSEL, «Introducción bibliográfica de la historia de la Iglesia en América», en
ción y el de la Iglesia en la crisis de la independencia, cada uno de los cuales Para una historia (véase más adelante), 41-45, e Historia general de la Iglesia en América
constituye el objeto de cada uno de los dos volúmenes de que consta su obra, Latina 1 (Salamanca, 1983), 88-93; P. BORGES, «Historiografía de la evangelización
americana», en V. VÁZQUEZ DE PRADA e I. OLABARRI, Balance sobre la historiografía
a falta del segundo. iberoamericana, 1945-1986 (Pamplona, 1989), 187-219.
16 P.I. Cuestiones globales C.l. Historia de la Iglesia en Hispanoamérica y Filipinas 17
Fondos eclesiásticos americanos: Roma PARMIÑO, «Archivo arzobispal de Quito»: Boletín CEHILA 16-17 (1979), 15-17;
1. RESTREPO POSADA, «LOS archivos eclesiásticos colombianos»: Revista de la Academia
P. BORGES, «Documentación americana en el Archivo General de la Orden
Colombiana de Historia Eclesiástica 1-2 (Medellín, 1966), 169-173; O. ROMERO ARTETA,
Franciscana en Roma»: Archivo Ibero-Americano 18 (Madrid, 1958), 151-206; E.J.
«índice del archivo de la antigua Provincia de Quito de la Compañía de Jesús»; Boletín
BURRUS, «Historical Documents in the Central Jesuit Archives»: Manuscript 12 (St.
Louis, 1968), 133-161; N. KOWALSKY, Inventario'del Archivio Storico de la S. C. de del Archivo Nacional de Historia 9 (Quito, 1965), 180-191;J. SURIA, Catálogo general del
Propaganda Pide (Roma, 1961); N. KOWALSKY-J. METZLER, Inventor) of the historical archivo arquidiocesano de Caracas (Caracas, 1964); V. TRUJILLO MENA, «Archivo arzo-
Archives ofthe S. Congregation for the Evangelizaron of Peoples or «De Propaganda Fide» bispal de Lima»: Boletín CEHILA 16-17 (1979), 11-15.
(Roma, 1983); L. PASTOR, Guida delle fontiper la storia dell'America Latina negli archivi
ecclesiastici d'Italia (C. del Vaticano, 1970); J. SHMIDLIN, «Die áltesten Propaganda Otras fuentes archivísticas
Materialen für Amerika mission (1622-1657)»: Zeitschrift für Missionswissenschafl 1 En los índices o catálogos sobre archivos, fondos o colecciones documentales
(Schóneck-Beckenried 1925), 183-196. americanas en general.
dicho derecho. Para los regalistas del siglo xvill la Corona tenía el dominio pues, una especificación ulterior de la teoría monística hierocrática. Solórza-
temporal conferido directamente por Dios, sin intervención de donaciones no Pereira dedicará en el siglo XVII no pocas páginas a la refutación de esta
pontificias. Por ello el control de la Iglesia del siglo XVIII por el poder teoría.
temporal es mucho más duro que en los tiempos de Solórzano Pereira. Otros, en fin, explican la donación de las Indias en virtud de una doctri-
A partir del final del antiguo régimen la cuestión de la donación pontifi- na del derecho romano, que constituye todavía hoy un título originario del
cia deja de ser actualidad y comienza a ser historia. dominio de las cosas, a saber, el hallazgo de las mismas sin que pertenezcan
Las teorías para explicar el fundamento jurídico de la donación pontifi- a ningún dueño. Se conoce como la teoría de la inventio o de la res nullius
cia se reducen a cinco: monística hierocrática, arbitral, feudal, el título de la (hallazgo o cosa sin dueño). Según esto, más que de una donación, se trataría
inventio o res nullius (hallazgo o cosa sin dueño) y la dualista. Veamos breve- de un reconocimiento por parte de la Santa Sede de que los reyes castellanos
mente en qué consiste cada una de estas teorías y su posible verosimilitud. poseían legítimamente las Indias en virtud del título de haberlas descubierto
Según la teoría monística hierocrática, Dios habría otorgado el dominio del y de que no tenían dueño o, lo que es lo mismo, no había allí reinos
mundo a Cristo, Cristo al Papa y éste habría donado a los reyes de Castilla constituidos. Ciertamente que al filo de 1493 tal vez se podía pensar de
una parte tan importante del orbe como son las Indias. Así entendieron la buena fe que ésta era la situación. Posteriormente, con el descubrimiento de
donación alejandrina la Corona española y la generalidad de los autores con reinos como el de los aztecas de México y el de los incas del Perú, ya no se
anterioridad al padre Francisco de Vitoria (1539). podía afirmar tal cosa. Pero, en todo caso, esta teoría parece contraria al
texto de las bulas alejandrinas, ya que allí no se habla de ningún reconoci-
También hay historiadores, incluso actuales, que adoptan esta teoría
miento, sino de donación, puesto que se usan las palabras concedemos y
para explicar la naturaleza de la donación alejandrina. La Corona, sin em-
donamos.
bargo, se muestra poco entusiasta de esta teoría a partir de Solórzano
Pereira. En los documentos de la donación no hay nada que apoye ni que A mi juicio, la donación alejandrina puede explicarse desde la teoría
contradiga esta teoría. En todo caso, hay que distinguir entre el modo como dualista, que más arriba quedó explicada, según la cual el Papa podía hacer
entendieron este problema los autores posteriores a 1493 y la mente de todo lo necesario para cumplir la misión espiritual de la Iglesia en el mundo
Alejandro VI cuando expidió los documentos de la donación de las Indias a en su doble vertiente, la salvación de los cristianos y la evangelización de los
los reyes de Castilla. Alejandro VI no dice una sola palabra acerca del que todavía eran infieles. Esta teoría del dualismo que Francisco de Vitoria
fundamento jurídico de su donación, por lo que las bulas alejandrinas son, aplicó al caso de la donación pontificia de las Indias había sido formulada
en rigor, compatibles con cualquiera de las teorías que tratan de explicar mucho antes por los canonistas medievales, como queda ya indicado en este
dicho fundamento. mismo capítulo al hablar de los antecedentes medievales. El mérito de Vito-
ria no está en la invención de esta doctrina, sino en su aplicación al problema
La teoría arbitral supone que el Papa actuaba como arbitro entre los
de las bulas alejandrinas.
reyes castellanos y el portugués, y estos documentos vienen a resolver la
cuestión de los límites entre los dominios de una y otra monarquía en su Es obvio que la Iglesia carecía de medios para llevar el Evangelio a tan
expansión hacia Occidente. En realidad, el lenguaje de la bula parece irre- lejanas tierras como las recién descubiertas en el Nuevo Mundo. Por lo que
conciliable con esta teoría del arbitraje, ya que en ella se afirma: concedimus pudo parecer lógico echar mano para ello de la ayuda de un príncipe
et donamus (concedemos y donamos) por la autoridad del Papa y no en virtud cristiano, pactando con él las condiciones en que ambas partes iban a cola-
de los poderes conferidos por las partes a un arbitro. Esta teoría fue sosteni- borar en este plan. Cuando estas bulas se expidieron aún no había noticias
da en tiempo de los Reyes Católicos por el italiano Pietro Martire di Anghie- de que allí existiesen reinos u organizaciones políticas de alguna entidad,
ra (Pedro Mártir de Anglería) y por Hugo Grozio en el siglo XVII. En reali- sino de unas sociedades en fase todavía tribal. En las bulas alejandrinas no se
dad, la donación alejandrina no fue un arbitraje técnicamente hablando, habla para nada del posible carácter de cruzada contra los musulmanes, si
pero el Papa sí tuvo que pronunciarse por una de las dos opciones posibles bien no se descarta que en la mente del Papa pudiera parecer conveniente
al solicitarle los reyes castellanos que se pronunciara por el dominio exclusi- para el interés del pueblo cristiano que los reyes castellanos ocupasen unas
vo de éstos sobre aquellos territorios. tierras que entonces se suponían mucho más cercanas de lo que realmente
eran de las fronteras orientales del poderío musulmán.
Otros autores, como Jean Bodin, Josef Hóffner, Jacobo Antonio Marta,
E. Stádler, Silvio A. Zavala, etc., explican este problema diciendo que el En todo caso, el elemento de juicio más seguro en toda esta cuestión es
Papa concede enfeudo aquellas tierras a los reyes castellanos, por lo que el que nos hallamos ante unos documentos pontificios solicitados por los pro-
título de conquista y retención de las tierras del Nuevo Mundo se basaría en pios monarcas castellanos no porque abrigaran dudas sobre la legitimidad
el hecho de que los reyes de Castilla poseían aquellos territorios como de su dominio en Indias, sino porque querían defenderlo contra los otros
feudatarios de la Santa Sede. Como es obvio, esta teoría feudal presupone la monarcas cristianos con un refrendo pontificio. En este sentido, la teoría
aceptación de la teoría monística hierocrática, en virtud de la cual podría el dualística, con apoyos notorios en la de la inventio y res nullius, es la más
Papa dar en feudo las tierras del Nuevo Mundo a los reyes de Castilla. Es, verosímil.
NOTA BIBLIOGRÁFICA C.3. La donación pontificia de las Indias 45
Fuentes historia de las bulas de Alejandro VI referentes a las Indias»: Missionalia Hispánica 10
(Madrid, 1953), 72-122; J. HÓFFNER, La ética colonial española del Siglo de Oro, tr. por
F. J. HERNÁEZ, Colección de bulas, breves y otros documentos relativos a la Iglesia de
F. de Asís Caballero (Madrid, 1957); A. GARCÍA GALLO, «Las bulas de Alejandro VI y
América y Filipinas 1 (Bruselas, 1879) 12-14 (primera bula ínter coetera), 15-16 (bula
el ordenamiento jurídico de la expansión portuguesa y castellana en África e Indias»:
Eximiaedevotionis), 17-18 (bula Dudum siquidem); F. MORALES PADRÓN, Teoría y leyes de
Anuario de Historia del Derecho Español 27-28 (Madrid, 1957-58), 461-829;
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G. FIGUERAS, La Iglesia y su doctrina en el descubrimiento de América (Caracas, 1960);
También reproducen los documentos M. Giménez Fernández y A. García Gallo, que
P. CASTAÑEDA DELGADO, La teocracia pontifical y la conquista de América (Vitoria, 1968);
se citarán más adelante.
ID. , «La ética de la conquista en el momento del descubrimiento de América», en Actas
del I Simposio sobre la ética en la conquista de América, 1492-1573 (Salamanca, 1984),
Antecedentes medievales 37-75; ID., «Presupuestos jurídico-canónicos a finales del siglo XV-, en Derecho canóni-
F. PÉREZ EMBID, Los descubrimientos en el Atlántico y la rivalidad castellano-portugue- co y pastoral en los descubrimientos luso-españoles y perspectivas actuales (Salamanca,
sa hasta el Tratado de Tordesillas (Sevilla, 1948); D. MAFFDEI, La Donazione di Costantino 1989), 13-29; R. GARCÍA-VILLOSLADA, «El sentido de la conquista y evangelización de
nei giuristi medievali (Milán, 1964); F. MATEOS, «Bulas portuguesas y españolas sobre América según las bulas de Alejandro VI (1493)»: Anthologica Annua 24-25 (Roma,
descubrimientos geográficos», en Actas del Congreso Internacional de historia de los 1977-1978), 381-452.
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5-34 y 129-168; F. MORALES PADRÓN, Teoría y leyes, 21-30; A. GARCÍA Y GARCÍA,
«Sacerdocio, Imperio y Reinos»: Cuadernos informativos de derecho histórico, procesal y de
la navegación 2 (Barcelona, 1987), 499-552, con trece páginas de bibliografía sobre
este tema; ID., «El derecho común medieval y los problemas del Nuevo Mundo»:
Rivista Internationale di Diritto Comune 1 (Roma, 1990), 121-154; H. VAN
DER LINDEN, Précédents médiévaux de la colonie en Amérique (México, 1954); CH. M.
DE WITTE, «Les bulles pontificales et 1'expansión portugaise au xiv e siécle»: Revue
d'Histoire Ecclésiastique 28 (Louvain, 1953), 683-718; 49 (1954), 438-461; 51 (1956),
413-453, 809-836; 53 (1958) 5-46, 443-471.
A) Proceso de marginación
El proceso de marginación de la Santa Sede respecto de la Iglesia
americana arranca de las propias bulas ínter coetera, del 3 de mayo y 4 de
mayo de 1493, por las que el papa Alejandro VI le concedió las Indias a la
Corona de Castilla y trazó la línea de demarcación de las mismas. Ambos
documentos les imponen a los reyes castellanos la obligación de enviar al
Nuevo Mundo «varones probos y temerosos de Dios, instruidos y experi-
mentados, para adoctrinar a los indígenas y habitantes dichos en la fe católi-
ca e imponerlos en las buenas costumbres, poniendo la debida diligencia en
todo lo antedicho».
Esta cláusula, que reviste la forma de precepto gravemente vinculante,
entraña al mismo tiempo la concesión a los reyes de una facultad que en
principio no les competía. En adelante, la Corona no sólo no renunció
nunca a esta facultad de poder enviar misioneros a América, sino que la
ejerció siempre bajo la doble forma de fomentar el viaje al Nuevo Mundo de
48 P.I. Cuestiones globales C. 4. La Santa Sede y la Iglesia americana 49
los evangelizadores que consideraba necesarios y poseían la licencia del porque él se preocuparía de hacer llegar al conocimiento de los Padres
respectivo superior y la de negar el paso a los que no consideraba conve- conciliares los problemas de la naciente Iglesia novohispana.
nientes. Fuera de Pío V desde 1568 y de la Congregación de Propaganda Fide a
La Santa Sede, por su parte, no sólo no revocó tampoco nunca esta raíz de su fundación en 1622, a cuyas posturas se aludirá más adelante, la
facultad regia, sino que en determinados momentos, como en 1522, 1544 y Santa Sede ofreció pocas muestras de discordancia con esta marginación
1554, exigió que los futuros misioneros contasen con la licencia de la Coro- practicada por la Corona española, consciente tal vez de su impotencia, si ya
na además de con la del propio superior para dirigirse a ultramar, mientras no de los inconvenientes que su oposición entrañaría.
que en 1532 incluso autorizó al emperador Carlos V a enviar al Nuevo Entre estas pocas muestras figuran su deseo de estar representada en
Mundo, aunque por esta sola vez, a 120 franciscanos, 70 dominicos y 10 Indias por algún delegado pontificio, su oposición al proyecto de Patriarca
Jerónimos sin necesitar para ello la licencia de sus superiores. indiano concebido por la Corona española y sus reticencias ante la especie
A esta automarginación pontificia respecto del envío de misioneros la de código del derecho público de la Iglesia en América representado por el
propia Santa Sede añadió en el mismo año de 1493, mediante la bula Piis Libro de la Gobernación Espiritual de las Indias o Código Ovandino, de 1571,
fidelium, del 25 de junio, la concesión al benedictino fray Bernardo Boil o que la propia Corona no se atrevió a promulgar por la más que previsible
Buil, jefe de la primera expedición misionera que se dirigió a América, de oposición de la Santa Sede.
una serie de facultades que en la práctica lo convirtieron en vicario pontifi-
De este código solamente se promulgaría en 1574 la parte correspon-
cio para el Nuevo Mundo. La concesión no entrañó ulteriores consecuencias
diente al Real Patronato, la cual no dejó de originar varias protestas en la
porque Alejandro VI, obrando con clarividencia, no accedió al deseo de los
propia Iglesia americana, entre ellas la ya algún tanto tardía de Santo Tori-
Reyes Católicos de que esas facultades recayesen automáticamente en la
bio de Mogrovejo, arzobispo de Lima.
persona que ellos designaran, sino que las restringió a fray Bernardo Boil,
quien renunció implícitamente a ellas al regresar a España a finales de 1494.
B) Intervención pontificia en América
La marginación definitiva de la Santa Sede sobrevendría, desde comien-
zos del mismo siglo XVI, como consecuencia de una serie de concesiones Tres datos concretos, uno perteneciente a 1538, el segundo a 1571 y el
hechas por el Pontificado a la Corona española y de otra serie de facultades tercero a finales del siglo xvi, son especialmente reveladores de la situación
que los reyes castellanos se arrogaron por su cuenta, todo lo cual abocó en en que terminó encontrándose la Santa Sede respecto de la Iglesia ame-
los sistemas denominados del Patronato Real, del Vicariato Regio y del ricana.
Regalismo Borbónico (véanse los ce. 5 y 6). En 1538, el papa Paulo III tuvo que anular cierto breve anterior por-
Entre las facultades que la Corona se arrogó en este punto cabe desta- que, según le había comunicado el emperador Carlos V, el documento había
car la del pase regio, establecido en 1538 y consistente en que no se pudiera perturbado el estado próspero y el buen gobierno de las Indias. En 1571 se
ejecutar en América ninguna bula ni breve pontificio que no hubieran sido nos dice que Pío V se encontraba angustiado ante el dilema de considerarse
examinados y aprobados previamente por el Consejo de Indias (Recopilación obligado en conciencia a intervenir en América para reformar determinadas
de leyes de los Reinos de las Indias, libro 1, título 9, ley 2). deficiencias, pero que al mismo tiempo temía disgustar a Felipe II si lo hacía.
Esta prohibición, renovada y especificada en diversas ocasiones poste- Hacia 1590, Gregorio XIV se muestra entusiasmado en dos ocasiones distin-
riores y que estuvo vigente hasta la independencia, se completó en el mismo tas ante el ejercicio que los reyes españoles hacían de sus derechos y ante el
año de 1538 con la disposición de que el embajador de España en Roma no esfuerzo que, basados en esas facultades, realizaban para la propagación de
impetrara de la Santa Sede documento pontificio ninguno cuya gestión no le la fe.
fuera encomendada por el mismo Consejo de Indias (Recopilación, ley 9). Otra serie de hechos confirman lo que estos tres datos no hacen más
Fuera del ordenamiento jurídico institucionalizado, uno de los sínto- que reflejar: que Roma poseía un mayor o menor conocimiento de lo que
mas más claros de esta política oficial de marginación de la Santa Sede lo acontecía en América; que cuando intervino lo hizo sin tratar de alterar
representa la conducta de Carlos V con motivo de la celebración del concilio radicalmente la situación, si ya no es que, como Gregorio XIV, la aceptó
de Trento (1545-1563). incluso con entusiasmo, y que cuando intentó modificar por propia cuenta
Convocada la reunión, el obispo de Santo Domingo y presidente de la algún aspecto de esa situación se encontró con una grave dificultad para
Audiencia de Nueva España, Sebastián Ramírez de Fuenleal, junto con los hacerlo debido a la oposición de los reyes españoles, como se verá más
obispos de México, Juan de Zumárraga; de Tlaxcala, Julián Garcés; y de adelante.
Oaxaca, Juan de Zarate, reunidos en asamblea en la capital novohispana, le La Santa Sede dispuso de cuatro canales oficiales para saber lo que
expusieron al emperador en 1537 su deseo y su deber de asistir al concilio. acontecía en ultramar, consistentes en la embajada de España en el Vaticano
Llegaron incluso a destacar a España representantes suyos con esa misión. (de la que algún tiempo formó parte un agente especial para los asuntos de
La respuesta del Emperador fue que no era necesaria esa asistencia Indias), en su Nunciatura en Madrid, en las visitas ad limina, es decir, a la
50 P.I. Cuestiones globales C.4. La Santa Sede y la Iglesia americana 51
Santa Sede, de los obispos americanos, y en los informes de las Ordenes La afirmación corresponde plenamente a la verdad, pero cabe advertir
religiosas. que esa importante información es proporcionalmente exigua dadas la mag-
Los informes de la embajada estuvieron necesariamente mediatizados nitud y la complejidad del Nuevo Mundo.
por la Corona. Por lo que se refiere al aspecto concreto de la intervención pontificia,
Al nuncio de la Santa Sede en Madrid solían acudir, en cuanto les fuera de ella se deduce que la marginación de la Santa Sede no debe entenderse en
posible, los eclesiásticos americanos que estaban descontentos de la situa- sentido absoluto, como si se encontrara totalmente desligada del mundo
ción indiana, pero la Corona siguió la táctica de mantenerlo lo más alejado americano, sino en el de que no pudo o no quiso intervenir directamente en
posible de los asuntos americanos, conducta que renovó expresamente en la dirección de aquella Iglesia, dejándola en manos de la Corona castellana,
fechas tan tardías como 1755 y 1788. y en el de que su intervención activa y directa en esos asuntos solamente tuvo
La visita de los obispos americanos a la Santa Sede fue ordenada por el lugar en ocasiones y por motivos muy concretos.
papa Sixto V en 1585 y programada para cada cinco años, posteriormente
1. Intervención pontificia mediatizada. Para conocer hasta qué punto y
ampliados a diez. Pero quedó privada en gran parte de su valor desde el
en qué asuntos intervino la Santa Sede en la Iglesia americana nada mejor
momento en el que la Corona preceptuó que no la realizaran los obispos
que el análisis de los documentos pontificios promulgados al respecto.
personalmente, sino sus representantes o procuradores y que el informe
sobre el estado de la respectiva diócesis no se remitiese directamente al A falta de un bulario pontificio que recoja exhaustivamente esos docu-
Papa, sino al Consejo de Indias, el cual pondría en conocimiento del embaja- mentos, el mejor instrumento de estudio lo constituye de momento el elabo-
dor lo que juzgara conveniente para que éste lo hiciera llegar al Papa. rado en forma de Compendio por Baltasar de Tobar en 1694, el cual ofrece
Los informes oficiales de las Ordenes religiosas también estuvieron la ventaja de haber sido confeccionado para facilitar precisamente las tareas
sometidos al filtro del Consejo de Indias y en el caso de la franciscana, gubernativas del Consejo de Indias y la de haber constituido una colección
además, al del Comisario General residente en Madrid. Sin embargo, en este documental utilizada por ese organismo.
punto ya fue más difícil la mediatización del Consejo de Indias, porque los De los 502 documentos pontificios que se extractan en este Compendio,
Procuradores que la Compañía de Jesús destacaba a Roma tras la celebra- promulgados entre 1493 y 1644, de los que 449 se refieren a América y 53
ción de sus Congregaciones Provinciales americanas o los delegados que las a Filipinas y Extremo Oriente, 203 versan sobre los privilegios de los religio-
restantes Ordenes enviaban a sus respectivos Capítulos Generales, que se sos (77) y sobre cuestiones internas de las Ordenes (126), como creación de
solían celebrar en la Ciudad Eterna, podían informar al Papa sobre lo que Provincias, especificación de las facultades de los superiores o cuestión de la
sucedía en ultramar a través de sus superiores generales si ya no es que lo alternativa; 81 sobre la erección de iglesias catedrales o modificación de los
hacían ellos mismos personalmente. límites de las diócesis; 51 sobre nombramientos de obispos; 38 sobre conce-
Así pues, exceptuado el caso de estos últimos, la Santa Sede apenas sión de indulgencias; 16 sobre estudios y universidades; 10 sobre concesio-
podía recibir de América otra información oficial que la mediatizada por el nes pontificias a los reyes españoles; 9 sobre los indios, referentes a su
Consejo de Indias. esclavitud, bautismo, impedimentos matrimoniales, días de ayuno o absti-
Extraoficialmente, la situación se planteó en otros términos desde el nencia, cumplimiento pascual y absolución de casos reservados; 8 sobre
momento en que la Corona castellana nunca pudo impedir totalmente la concilios y sínodos; 7 sobre los diezmos; 3 sobre hospitales, y 72 sobre
filtración de noticias americanas al Pontificado. Sendos instrumentos de asuntos varios, como causas criminales de los clérigos, cruzada, Inquisición,
información lo constituyeron la publicación de obras referentes a América, días de ayuno, precepto pascual o Inmaculada Concepción.
la recepción de cartas y memoriales enviados desde ultramar sin pasar por el De estos 502 documentos, 313 abordan asuntos relacionados con la
Consejo de Indias y hasta los informes confidenciales de eclesiásticos, sobre potestad de Orden del Sumo Pontífice: erección de iglesias catedrales, facul-
todo religiosos, que viajaban hasta la Ciudad Eterna, a veces incluso de una tades espirituales de los obispos, privilegios de tipo espiritual de los religio-
manera más o menos clandestina. sos, concesión de indulgencias, prescripciones sobre los días festivos, de
Para comprender estos viajes hay que tener en cuenta que la Santa Sede ayuno y abstinencia o de cumplimiento pascual, composición de bienes mal
siempre constituyó el último y supremo recurso de los eclesiásticos america- adquiridos, absolución de eclesiásticos, regulación de estos últimos en cau-
nos, sobre todo de los que por algún motivo estuvieran descontentos de la sas criminales, dispensas de impedimentos matrimoniales para los indígenas,
situación oficial. normas sobre la administración de sacramentos, disposiciones sobre casos
En este sentido, Ismael Sánchez Bella ha recogido una abundante mues- reservados, declaraciones sobre la entonces pía creencia en la Inmaculada
tra de estos informes llegados a Roma entre 1567 y 1751 al margen de la Concepción y facultades de los superiores religiosos. Las restantes 47 dispo-
estrecha vigilancia del Consejo de Indias. Según él mismo, «esta relación, no siciones pontificias no atañen a la potestad de Orden, pero exigían la inter-
exhaustiva ni mucho menos, es una muestra de la importancia de la informa- vención del Papa precisamente para que pudieran ser tales, como los privile-
ción llegada a Roma sobre la(,Iglesia en Indias» (Iglesia y Estado, 57-62). gios concedidos a los reyes, la fundación de hospitales, la validez académica
52 P.I. Cuestiones globales C.4. La Santa Sede y la Iglesia americana 53
de los estudios o la ratificación pontificia de los estatutos de las Ordenes medios más adecuados para convertir al cristianismo a los indígenas ameri-
religiosas. canos a fin de sugerírselos a la Corona española con motivo del nombra-
Así pues, solamente queda el 28,2 por 100 de disposiciones pontificias miento de Martín Enríquez de Almansa para virrey de Nueva España (16 de
(un total de 142) que versan sobre asuntos de índole jurisdiccional, en su mayo) y de Francisco de Toledo para virrey del Perú (20 de mayo).
mayoría referentes a cuestiones internas de las Ordenes religiosas y sólo una
pequeña parte a la celebración de concilios y sínodos, aranceles o asuntos de Tras una serie de consultas con diversas personas informadas sobre las
régimen eclesiástico. Indias, la comisión adoptó un conjunto de conclusiones que dieron lugar al
envío por el Papa, a mediados de agosto, de seis Breves dirigidos a Felipe II
Añadiendo a estos documentos los referentes al nombramiento de los
y a otros cinco personajes de la corte en los que les invitaba a que se
obispos, omitidos por Tobar, la primera conclusión que se deduce es que la
preocupasen por el bien de los nativos americanos. En noviembre de ese
intervención de la Santa Sede en América se produjo sobre todo para
mismo año, el nuncio en Madrid entregó además a Felipe II una Instrucción
solucionar asuntos que entraban dentro de su irrenunciable e insustituible
en este mismo sentido. La respuesta del monarca fue que ya estaba todo
potestad de Orden y, por lo mismo, de tipo puramente espiritual, inalcanza-
debidamente encarrilado con las instrucciones entregadas a los nuevos
bles para la Corona. La segunda conclusión es que, como afirman muchos
virreyes.
de esos mismos documentos o sabemos por otras fuentes, su promulgación
no obedeció la mayoría de las veces a iniciativa personal del Papa de turno, b) A las presiones ejercidas por la Santa Sede obedece también el
sino a petición de la propia Corona española, fundándose en sus derechos o hecho de que Felipe II ordenara en 1588 la visita y reforma del Consejo de
presionando para la defensa de sus intereses. La tercera conclusión consiste Indias por don Pedro de Moya y Contreras, arzobispo de México.
en que las relativamente pocas veces que intervino en asuntos ajenos a su Con esta iniciativa, el monarca español puso término a las gestiones que
potestad de Orden se restringió a temas que también la Corona consideraba la Santa Sede llevaba realizando infructuosamente desde 1566 para que se le
de jurisdicción propia y en los cuales solicitó la intervención pontificia permitiera el envío de un Nuncio a América. Lo que no está claro es si
únicamente para reforzar o ratificar sus propios deseos o prescripciones. Felipe II arbitró esa medida para eludir las insistentes presiones pontificias
Si se tiene en cuenta la ya aludida práctica del placet regio o visto bueno o lo hizo personalmente convencido de que era necesario introducir refor-
de la Corona para todos los documentos relativos a América, pero ajenos a mas en la dirección de los asuntos americanos, como se le decía desde Roma.
ella, es fácil de imaginar las pocas posibilidades que le quedaban a la Santa c) La creación en Roma de la Congregación de Propaganda Fide el 22
Sede para poner en práctica en el Nuevo Mundo iniciativas propias o no de junio de 1622, ratificada el 14 de diciembre de ése mismo año, dio lugar
conformes con las directrices oficiales. a toda una serie de intentos de intervención directa por parte del nuevo
2. Intervención pontificia directa. Fuera de los casos ya aludidos o, dicho organismo en los asuntos indianos, de los que sólo llegaron a cristalizar
en otros términos, saliendo de la marginación y mediatización en que se algunos.
encontraba, la intervención activa y directa de la Santa Sede en asuntos La Congregación inició sus actividades integrada por 12 cardenales,
eclesiásticos indianos o relacionados de alguna manera con la Iglesia ameri- cada uno de ellos encargado de una región misional. América o las Indias
cana adquirió varias formas. Occidentales se confiaron al cardenal español Gil de Albornoz, quien, junto
a) Desde este punto de vista merece reseñarse en primer lugar la con el secretario, Francesco Ingoli, concibió el plan inicial de establecer en
actuación del papa Paulo III al declarar mediante la bula Sublimis Deus, del Madrid un Consejo permanente para los asuntos de las Indias Occidentales
2 de junio de 1537, que los indios, al igual que los demás hombres, «no han y Orientales bajo la dirección de la propia Congregación. El proyecto no
de estar privados ni se han de privar de su libertad ni del dominio de sus llegó a realizarse debido a la oposición de la Corona española.
cosas». Se trata de una de las pocas intervenciones pontificias que llegaron a La petición por parte del propio organismo de informes sobre los
adquirir verdadera trascendencia a pesar de haberse promulgado al margen diversos territorios misionales dio lugar a que de todos ellos llegaran memo-
de los círculos oficiales. La iniciativa de su promulgación partió del domini- riales a Roma, entre los que destacan, de entre los procedentes de ultramar,
co Julián Garcés, obispo de Tlaxcala, y fue gestionada por el también domi- los enviados por los franciscanos Gregorio Bolívar y Diego Ibáñez, los agus-
nico Bernardino de Minaya. tinos Pedro Nieto y Agustín Zamudio y el dominico Diego Collado. A base
Más directamente relacionada con el desarrollo de los asuntos america- de ellos redactó sendas memorias misionales Francesco Ingoli en 1625,
nos fue la creación en julio de 1568, por Pío V, de una comisión de cuatro 1628 y 1644, y estableció la Congregación su plan de actividades.
cardenales que elaborasen una serie de normas destinadas a enderezar unas Por lo que se refiere a América, además de estudiar el ya antiguo
Indias a las que el Papa consideraba «malísimamente gobernadas». proyecto de una Nunciatura indiana, así como el envío de visitadores y de
Concebida en un principio como un equipo permanente encargado de vicarios apostólicos, de los que se hablará en el apartado siguiente, la Con-
velar por «la conversión de los infieles en general, tanto orientales como gregación realizó una serie de intentos frustrados de intervenir en el Nuevo
occidentales», la comisión terminó restringiendo su objetivo a arbitrar los Mundo, al mismo tiempo que logró de hecho cierta influencia en él.
54 P.I. Cuestiones globales C.4. La Santa Sede y la Iglesia americana 55
Entre los primeros figuró el proyecto, acariciado en 1625, 1631 y 1632, de 1649. Aunque abandonada en 1653, esta misión del Darién fue la única
de enviar misioneros extranjeros a América, sobre todo italianos, sin que de toda América que durante su existencia dependió directamente de la
consiguiera alterar la política seguida hasta entonces por la Corona española Congregación, sin que por ello se independizase totalmente de la Corona
en este punto. española.
El 11 de septiembre de 1626 envió una Instrucción, ignoramos a quién, El mismo Francisco de Pamplona obtuvo de Propaganda, el 20 y 29 de
en la que abogaba por la evangelización de los indios del Marañón, cuya julio de 1649, la concesión a los capuchinos de la isla de Granada. Abando-
capital, Borja, se había fundado en 1619 y la cual se convirtió desde 1638 en nada ésta debido a la ocupación francesa, la Congregación lo autorizó a
el punto de partida para el establecimiento de las célebres misiones jesuíticas fundar la ciudad venezolana de Concepción como base para una misión en
de Mainas, del Marañón o del Amazonas. la región de Nueva Barcelona o Píritu. Esta última no llegó a establecerse
Al examinar la obra Advertencias para los confesores, publicada en 1633 debido a la prohibición regia de 1651, motivada por la intervención de
por el franciscano mexicano Juan Bautista Viseu, la misma Congregación Propaganda. El P. Pamplona intentó anular esa prohibición recurriendo de
volvió a intervenir en los asuntos,americanos, aunque infructuosamente, al nuevo a la institución romana, pero ahora ya sin efecto porque falleció el 31
negar no el derecho del Patronato Real sobre la Iglesia indiana en el caso de de agosto de ese mismo año.
los templos que fundaran los reyes, sino el carácter que estos últimos se Establecida la misión de Cumaná en 1657, los capuchinos siguieron
atribuían de delegados o vicarios de la Santa Sede en América. Esta postura relacionándose con la Congregación en el sentido de que ésta intervino
volvió a reiterarla en 1643 y 1644, fecha esta última en la que negó aún más durante algún tiempo en el nombramiento de los prefectos de la misión y en
explícitamente las facultades vicariales de los reyes españoles. La negación el de que éstos la informaban de sus vicisitudes, por lo menos hasta 1668.
volvió a manifestarla de nuevo en 1684. Posiblemente obedeciera también a iniciativa de Propaganda el memo-
En 1634 protestó, aunque de nuevo infructuosamente, por la real rial sobre la esclavitud de indios en Chile que a finales de 1674 entregó el
orden de que los religiosos que administraban Doctrinas o parroquias de nuncio al monarca español y que éste remitió al Consejo de Indias para que
indios quedaran en adelante sometidos a la jurisdicción de los obispos. lo estudiara y le informara de lo que acontecía.
En 1636 realizó otro intento de intervención directa en los asuntos de Un nuevo caso de intervención de Propaganda en los asuntos indianos
la Iglesia americana a la vista del memorial enviado a Roma por el agustino lo representan la autorización y los privilegios concedidos al franciscano
Pedro Nieto sobre las buenas perspectivas misionales apreciadas en Califor- Antonio Llinás para la fundación, en 1683, del Colegio de Misiones de
nia por los carmelitas descalzos. La Congregación estudió el asunto y, a Propaganda Fide de Querétaro (México). En 1685, la Corona concebiría
sugerencia suya, el Papa ordenó al Nuncio en Madrid que le propusiera al sospechas sobre esta intervención, pero esto no fue óbice, debido a las
Rey el envío a dicho territorio de misioneros agustinos y carmelitas. El gestiones del también franciscano Francisco Díaz de San Buenaventura,
Consejo de Indias, disgustado por el hecho de que los religiosos americanos para que el organismo pontificio autorizara posteriormente la fundación de
acudieran directamente a Roma, le respondió al Nuncio que todos los otros 16 Colegios de esta misma índole, resolviera las dudas sobre sus
asuntos indianos corrían a cargo de la Corona española y se desarrollaban estatutos, les concediera determinados privilegios y recibiera de ellos deta-
satisfactoriamente. llados informes misionales.
Finalmente, en 1669 negó el derecho de la Corona a imponer el pase Estas relaciones entre los Colegios franciscanos de Misiones y la Con-
regio o visto bueno del Consejo de Indias a todos los documentos proceden- gregación de Propaganda, que no excluían la actuación del Consejo de
tes de la Santa Sede para que se pudieran ejecutar en ultramar. La negación Indias, representan la intervención más duradera y permanente del instituto
del derecho a imponer esta medida tampoco surtió efecto alguno. pontificio en la Iglesia americana, aunque sólo fuera sobre puntos que la
Corona toleraba benévolamente.
La intervención más directa y eficaz de la Congregación de Propaganda
d) Como colofón de esta serie de intentos de intervenir en América
Fide en los asuntos americanos de las efectuadas hasta ahora tuvo lugar con
por parte de Propaganda cabe citar su nombramiento para Prefecto de
motivo de la fundación de las misiones capuchinas.
Guatemala del canónigo Juan Bautista Goggi, el cual resultó infructuoso
Como fruto de las gestiones realizadas por el capuchino Francisco de
debido a la oposición del Consejo de Indias.
Pamplona, la Congregación decidió el 3 de agosto de 1646 confiar a la
Provincia de Castilla la misión africana de Benin y la americana del Darién,
de las que sólo se responsabilizó de esta última. La iniciativa de Propaganda
suscitó graves recelos y la consiguiente oposición en el Consejo de Indias, II. EL PROBLEMA DEL REPRESENTANTE PONTIFICIO EN INDIAS
vencidos los cuales Francisco de Pamplona estableció la misión a comienzos
de 1647. Posteriormente, en 1648, la misma Congregación autorizó al Las ya aludidas delegación pontificia otorgada en 1493 a Fr. Bernardo
P. Pamplona a regresar a Madrid para gestionar el envío de una segunda Boil y la comisión cardenalicia instituida por Pío V en 1568 no son más que
expedición al Darién, cuyo viaje fue aprobado por Propaganda el 20 de julio sendos reflejos de la persuasión de que la Iglesia americana necesitaba una
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autoridad eclesiástica que", en nombre de la Santa Sede, se preocupara sobre El segundo paso de la Santa Sede en este mismo sentido consistió en
el terreno de los asuntos espirituales del Nuevo Mundo. otorgar el carácter de legados suyos a los franciscanos Juan Glapion y
La percepción de esta necesidad fue general, sólo que la Santa Sede Francisco de los Angeles Quiñones cuando en 1523 se disponían a viajar a
trató de solucionarla a base de proyectos que intensificaran su presencia en Nueva España. Carlos V no estuvo de acuerdo con esta delegación, la cual
América con mengua de la oficial, mientras que la Corona española excogitó tampoco surtió efecto porque los religiosos no llegaron a emprender el
un sistema que marginara aún más al Pontificado. El resultado fue que, ante viaje.
este insalvable conflicto de intereses, el problema nunca llegó a solucionarse Aunque parezca extraño, porque no se conjuga bien con la tendencia
porque ese anhelado representante pontificio en Indias nunca llegó a monopolizadora de la Corona española, la Reina gobernadora de España se
existir. dirigió el 9 de octubre de 1549 al embajador español en Roma para comuni-
carle que había pedido al Papa que nombrara al arzobispo de México legado
A) Necesidad de una autoridad pontificia e n Indias a látere de Su Santidad «con plenísimo poder apostólico para proveer mu-
La persuasión de la Corona española y de la Santa Sede de que América chas cosas que se ofrecen y declarar dudas que cada día ocurren y remediar
necesitaba la presencia en ella de un representante pontificio la reflejarán otras que sólo Su Santidad o su Legado a látere pueden hacer» (E. LlSSON
los intentos realizados por ambas para el establecimiento de esa institución. CHAVES, La Iglesia de España en el Perú, I, n.° 4, 161). Accediendo segura-
En el campo extraoficial, y sin intentar agotar todos los testimonios al mente a esta petición oficial, el papa Paulo III designó en 1550 legado a
respecto, cabe destacar que esa necesidad la consignaron personajes tan látere de la Santa Sede a dicho arzobispo, sin que nos consten de momento
diversos entre sí, por su profesión y por el lugar y momento en los que la más detalles sobre este hecho más bien insólito dentro de las relaciones entre
hicieron constar, como los franciscanos de la Española en 1500, un domini- la Santa Sede y la Corona española.
co de esa misma isla en el segundo decenio del siglo XVI, Hernán Cortés en Pío V pensó de nuevo en el problema al concebir en 1568 la idea de
1524, el franciscano Martín de Valencia en México ese mismo año, un enviar a América a alguien que recogiera información veraz y completa
anónimo mexicano en 1526, el franciscano Juan de Zumárraga en 1537, sobre lo que sucedía en el Nuevo Mundo, proyecto que sustituyó poco
este mismo obispo mexicano junto con sus colegas de Nueva España tam- después por el de destacar a él un nuncio pontificio. Este segundo proyecto
bién en 1537, el provisor de Lima Luis Morales en 1541, los dominicos desagradó a Felipe II, por lo que el Papa desistió de la idea y centró su
Bartolomé de las Casas y Antonio de Valdivielso en Nicaragua en 1545, dos atención en la ya aludida comisión cardenalicia creada ese mismo año.
caciques colombianos en 1553, el seglar Pedro Gallo en México en 1569, el La ineficacia de los acuerdos adoptados por esta comisión le hizo recor-
franciscano Diego Salado de Estremera en México en 1570, el arzobispo de dar al Papa, en octubre de 1571, el proyecto de Nunciatura, al menos en el
Lima en 1613 y el agustino Pedro Nieto en 1636. Perú, bien por creerlo más factible en esta región debido a la presencia del
A este representante pontificio por el que abogan lo designan unas virrey don Francisco de Toledo o bien por considerar a ese territorio más
veces con el nombre de nuncio, otras con el de delegado y unas terceras con necesitado que los demás de un representante pontificio, pero su muerte en
el de legado a látere, delegado natural, legado nato, patriarca, juez o subde- 1572 le impidió seguir gestionando la idea.
legado, pero todos coinciden en reconocer la necesidad de que en el Nuevo Con el ascenso al solio pontificio de Gregorio XIII, este proyecto de
Mundo hubiera una autoridad suprema con especiales facultades pontificias Nunciatura indiana adquiriría el carácter de un auténtico y prolongado
para solucionar los problemas que allí se planteaban. La razón que esgrimen forcejeo diplomático entre la Santa Sede y la Corona española, si bien el
para ello consiste en que la lejanía de Roma impedía la pronta solución de renovador del mismo fue el nuncio en Madrid, quien le propuso el proyecto
esos mismos problemas. al cardenal secretario de Estado en enero de 1579. Aceptada la propuesta
Este mismo hecho lo reconocería el propio Felipe II en 1572 al afirmar por Roma, el nuncio lo gestionó primero de una manera extraoficial, hasta
que «si se hubiese de recurrir a Roma se dejarían de proveer o si se proveye- que en mayo se decidió a exponérselo a Felipe II.
sen vienen a tiempo que ya son partidas las flotas y navios y cuando llegan en La ausencia de respuesta por parte de este último a lo largo de 1579,
otras ya son mudadas las cosas». 1580 y 1581 aconsejó en marzo de 1582 cambiar de táctica y sustituir el
proyecto del nuncio por el de destacar visitadores, a lo que en 1584 se
B) Proyectos pontificios de solución añadió que estos visitadores fueran españoles. Gregorio XIII murió en abril
El primero en percibir y tratar de solucionar esta necesidad fue el papa de 1585 sin haber obtenido respuesta de Felipe II, aunque parece que éste
Alejandro VI; pero, tan pronto como en 1493 les propuso a los Reyes estuvo a punto de adoptar una decisión al respecto a finales de 1582, puesto
Católicos el envío de nuncios a las Antillas, los Reyes se opusieron al proyec- que el virrey del Perú le decía en carta del 15 de febrero de 1583 que «el
to y lograron transformarlo en la especie de delegación pontificia concedida Patriarca o Legado nato que se había de proveer en estas Provincias hasta
ese mismo año a Fr. Bernardo Boil y que en 1500 la desempeñaba un ahora no ha venido recaudo para esto» (LISSON CHAVES, Ibíd., IV, 377).
eclesiástico anónimo. > Con Sixto V, sucesor de Gregorio XIII desde el 24 de abril de 1585, se
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La aparición de una doctrina que justifícase tal situación fáctica no que trabajasen en las tierras incorporadas a la soberanía de monarcas cristia-
podía hacerse esperar. Confundiendo -era casi inevitable que así sucediera- nos. Pero tal a priori hubiese sido una posibilidad abstracta, impensable o
lo que Cristo ha dado a Pedro con lo que Pedro ha recibido de la historia, se irrealizable entonces. La obligación de evangelizar correspondía a la adqui-
buscó el modo de apoyar doctrinalmente la realidad efectivamente vivida; la sición del dominio, del que constituía la condición y la consecuencia. Una
teocracia vino a constituir así la tesis teológica y jurídica que trató de funda- vez que existieron en Europa reinos cristianos constituidos y desarrollados
mentar en la voluntad divina el poder universal del Papa también en lo más allá de los primitivos reinos altomedievales, el Pontificado, que había
temporal. Y, pensemos lo que pensemos de la debilidad de sus argumentos llevado la iniciativa del envío de misioneros a las tierras bárbaras o no
-la teocracia hace siglos que aparece totalmente abandonada-, su efectiva romanizadas, cede esa tarea en manos del poder político, y surgen las institu-
aceptación durante el Medievo la convierte en un factor indeclinable para la ciones que hacen posible el ejercicio de tal tarea por parte de los señores
comprensión de aquellos momentos históricos. temporales.
Una de esas instituciones, posiblemente la de mayor trascendencia his-
Por otra parte, y presupuestos los datos de los que partía, el edificio
tórica, fue el Derecho de Patronaato. En esencia, consiste en la presentación
doctrinal teocrático poseía una lógica interna. Su base es la convicción de
por parte del poder político de las personas que han de ser investidas de los
que todos los hombres están llamados por Dios a la salvación, y la tarea de
cargos eclesiásticos -fundamentalmente se refiere a la estructura jerárquica
gobernarles ha de ser también tarea de facilitarles los medios y el camino de
de las diócesis: obispos, canónigos, párrocos-. Aunque se ha observado por
alcanzar aquélla. En consecuencia, y siendo Dios también el origen de todo
la doctrina que no necesariamente han de confundirse presentación y patro-
poder - n o hay potestad que no provenga de Dios-, hay que concluir que
nato, ya que puede darse derecho de presentación sin derecho de patronato,
solamente son legítimos los gobiernos temporales que cumplen la antedicha
y viceversa, lo cierto es que, después de los siglos de evolución de la figura,
finalidad. Ello conlleva la exigencia de que todo príncipe legítimo ha de ser
el Patronato se configura fundamentalmente como un derecho de presenta-
cristiano, puesto que los gobernantes infieles ni dirigirán a sus pueblos
ción para cubrir cargos eclesiásticos; la presentación -es decir, la selección
según la Ley divina ni les han de ayudar a obtener la salvación. En conse-
de candidatos- toca al poder político investido del derecho patronal, y la
cuencia, los príncipes infieles, no habiendo recibido de Dios su poder, no lo
potestad pontificia se reserva el nombramiento. Es a lo que alude Felipe II
poseen legítimamente; y los príncipes cristianos que lo ejerzan para conde-
cuando en la Ley 1, Título VI del Libro I de la Nueva Recopilación de 1565
nación y no para salvación de sus subditos, que no respeten en su acción de
afirma: «Por derecho y antigua costumbre y justos títulos y concesiones
gobierno la Ley divina, pierden por ello el derecho que de modo legítimo
apostólicas, somos patronos de todas las iglesias catedrales destos reinos, y
adquirieron.
nos pertenece la presentación de los arzobispados y obispados y prelacias y
De ello se deducen dos facultades para el Papa, Vicario de Dios en la abadías consistoriales...»
tierra y que en su nombre posee la potestad de asegurar los medios para que
todos los hombres puedan salvarse: la facultad de privar de su soberanía a
los gobernantes cristianos que la ejercieren para el mal y no para el bien y la B) El Patronato en la Edad Media
de conceder al príncipe cristiano que considere más adecuado para ello el
derecho de conquistar cada tierra de infieles, con el deber inherente de En la Edad Media se había hecho frecuente el recurso al Patronato
cristianizarlas y procurar así la salvación eterna a sus habitantes. como forma de implicar al poder político en la empresa de expansión del
cristianismo. El Derecho de Patronato no se concedía sin contraprestacio-
Los Papas ejercieron largamente ambos poderes a lo largo del Medievo, nes: por lo común, se pedía a los príncipes el esfuerzo económico preciso
las más de las veces a solicitud de los propios pueblos sometidos a un para establecer la Iglesia en los nuevos territorios infieles que se habían de
monarca cristiano prevaricador y de los mismos príncipes cristianos dispues- evangelizar. Surgen así los dos conceptos patronales de parte del Estado que
tos a la conquista y conversión de tierras paganas, de pueblos infieles. La suponen la prestación que éste hace a cambio del derecho de presentación
intensa actividad descubridora portuguesa, sobre todo durante los siglos XIV que la Iglesia le reconoce: tales dos conceptos son la fundación y la dotación.
y XV, se apoyó de forma constante en esta autoridad pontificia así reconoci- El poder político, en los lugares de conquista adquiridos mediante
da, y no fue otro el caso de Castilla, cuando quiso asegurar la conversión de concesión pontificia de la soberanía, adquiere el deber de establecer la
las tierras reconquistadas a los musulmanes en la Península Ibérica y cuando Iglesia y ayudarla en su obra cristianizadora. A tal efecto, recaerá sobre las
se lanzó también a las empresas descubridoras ultramarinas. autoridades civiles la obligación de fundar iglesias y edificios de culto y de
Pero la conversión de los pueblos infieles -condición de legitimidad de dotarlas adecuadamente para su mantenimiento y el de los clérigos que han
la concesión de soberanía por parte del Romano Pontífice- llevaba consigo de estar a su servicio; el derecho de presentación significará la contrapartida
la exigencia de un sistema de misionalización, primero, y de atención luego a este deber impuesto a los príncipes seculares.
a los nuevos cristianos. A priori hubiese sido natural que la labor evangeliza- Debe notarse que la contrapartida al esfuerzo económico de los monar-
dora correspondiese a misioneros enviados por la Jerarquía eclesiástica para cas que envían a su costa misioneros, que les edifican iglesias y que les
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conceden rentas para su mantenimiento, es la propia concesión de la sobera- de Calixto III, y Aeterni Regis, de Sixto IV- regulan la donación a Portugal
nía, que en ejercicio de la doctrina teocrática los Papas atribuyen a los de las tierras africanas y el consiguiente deber de evangelizarlas, e incluso
príncipes sobre las tierras de infieles con el deber paralelo y correspondiente establecen un sistema de dirección espiritual de la cristianización fuera de
de cristianizarlas. El Patronato aparece como un más aún, como aparecerán los márgenes propios del Derecho patronal.
en su momento las concesiones a los Reyes de las rentas de diezmos. Es
Una de estas tres bulas merece la pena que le prestemos una momentá-
decir, las Coronas ciertamente hicieron posible la extensión de la fe en
nea atención: la ínter coetera de Calixto III, del 13 de marzo de 1456. Me-
Europa primero, y luego en América y, en parte también, en Asia, África y
diante la anterior bula Romanus Pontifex, del 8 de enero de 1455, Nicolás V
Oceanía, pero se hicieron pagar triplemente: con la concesión de los títulos
había declarado que desde los cabos Boj ador y Num hasta toda la Guinea y
de dominio, con el Patronato y con los diezmos a cuya percepción renuncia
más allá hasta donde se extendiera la playa meridional africana, todo perte-
la Iglesia en favor del Estado. Muchas concesiones por parte de la Iglesia al
necería al Rey de Portugal y sus sucesores. En tales regiones, los monarcas
poder político; pero sin ellas no habría habido cristianización, dado que sólo
portugueses tendrían derecho de conquista y comercio, y asimismo de fun-
los recursos económicos estatales la hicieron posible en la mayor parte de los
dar iglesias y enviar clérigos. Estamos, pues, ante una clásica concesión de
casos.
soberanía y un plan evangelizador que la justifica. Pero, siendo necesario
No siempre, por supuesto, van todas estas instituciones unidas. El ejer- que tal plan se organice y desarrolle de forma que resulte eficaz, la subsi-
cicio de la potestad teocrática acompañó fundamentalmente -es el punto guiente bula ínter coetera, arriba citada, venía a conceder a la Orden de Cristo
que aquí nos interesa- a Portugal y Castilla en el desarrollo de sus empresas -una Orden religioso-militar cuyo Gran Maestre era el infante don Enrique
ultramarinas, jalonadas de intervenciones pontificias que donaban a los el Navegante, y tras él lo fueron los Reyes portugueses- toda la jurisdicción
reinos citados las tierras de infieles que descubriesen y conquistasen. Corres- y potestad en materia espiritual en las mismas tierras concedidas el año
pondientemente, en toda concesión papal va inserta la obligación cristiani- precedente mediante la bula Romanus Pontifex.
zadora que se impone a los Reyes. Pero no necesariamente -durante los
3) Canarias-Granada-Puerto Real. Tampoco, pues, se establece para
siglos descubridores, hasta el descubrimiento de América- aparecerá el
Portugal, propiamente hablando, un Derecho de Patronato como sistema de
Derecho de Patronato en cada uno de los casos en que una nueva concesión
intervención del poder político en la vida de la nueva cristiandad que se
papal somete a la soberanía de Portugal o Castilla un nuevo territorio.
pretende que surja en las tierras infieles a conquistar o conquistadas. En
cambio, sí que veremos aparecer el Patronato en un tercer momento, cuan-
C) Precedentes inmediatos del Patronato indiano
do la Corona de Castilla afronta la definitiva conquista de las islas Canarias
Así, conviene referirse, por constituir precedentes inmediatos del Pa- y del reino de Granada. Efectivamente, la bula Orthodoxae Fidei, del papa
tronato indiano, a los casos de la conquista y cristianización de las Canarias, Inocencio VIII, dada el 13 de diciembre de 1486, concedió a los Reyes
de la costa de África y del reino de Granada. Católicos el Patronato sobre todas las iglesias de Granada, las Canarias y
1) Canarias. En el caso canario, aquellas islas fueron convertidas en un Puerto Real, es decir, el derecho de presentación -como de forma expresa
principado y donadas al infante don Luis de la Cerda para su conquista y señala la bula- sobre las iglesias catedrales, monasterios, prioratos conven-
cristianización por el papa Clemente VI, mediante la bula Tuae devotionis tuales; un derecho de presentar a las personas idóneas ante la Sede Apostóli-
sinceritas, de 15 de noviembre de 1344. El así creado príncipe de la Fortuna; ca, a la que toca el nombramiento.
murió sin haber emprendido siquiera la empresa de conquista del archipiéla- Tardará aún siglos la concesión a los Reyes de España del Patronato
go; pero lo que nos interesa resaltar es que en esa primera intervención, universal sobre todos sus reinos, lo que no ocurrirá sino por obra del
pontificia, en orden a la expansión atlántica del cristianismo en relación con, Concordato de 1753, estipulado entre Benedicto XIV y Fernando VI.
España -puesto que al menos se trataba de un infante español, aunque Pero el Patronato universal para Granada y Canarias anticipará el deseo
exiliado en Francia-, aparece la concesión de soberanía y la obligación di de los Reyes Católicos de poseer ese derecho, que será la forma establecida
cristianizar, pero en ningún modo el Derecho patronal. legalmente para instaurar la religión cristiana en dos importantes terri-
2) Portugal. Otro tanto hay que indicar en el caso de la expansión torios infieles que la Corona de Castilla adquiere por conquista: Canarias y
portuguesa en el Atlántico. La muy larga labor de descubrimiento y coloni Granada.
zación llevada a cabo por Portugal -cuya reconquista peninsular concluy „
en fecha temprana, permitiéndole volcarse pronto en tareas ultramarinas-,
II. GÉNESIS DEL PATRONATO INDIANO
contó siempre con el respaldo pontificio. Fue, pues, una muy singular,
aplicación a una gran empresa descubridora de los principios de la teocra-
cia; sin embargo, tampoco el Derecho de Patronato intervino en la labor Se ha dicho que «desde los primeros momentos, al presentarse la Iglesia
e
cristianizadora encomendada por los Papas al Portugal medieval, cuyos tres n el suelo indiano, surgió en la mente de Fernando el Católico, maestro ya en
e
grandes documentos -las bulas Romanus Pontifex, de Nicolás V; ínter coetera l arte de estructurar una sólida política religiosa, la idea de organizar la
Iglesia ultramarina según el modelo de la Iglesia granadina, recientemente
68 P.I. Cuestiones globales C.5. El Patronato y el Vicariato Regio en Indias 69
establecida tras la conquista de aquel reducto del poder musulmán» (EGAÑA). una Orden similar ni podría actuar la portuguesa. Sexto, que por ello la bula
Tal afirmación debe ser matizada, pues el sistema patronal granadino fue Eximiae del 3 de mayo de 1493 fue útil a los solos efectos de equiparar a
efectivamente modelo del aplicado en América, pero no inmediatamente, sino Castilla con Portugal en cuanto al trato dado por la Santa Sede a ambas
en fecha tardía: solamente en 1508 aparecerá el Derecho de Patronato india- Coronas, pero careció de eficacia en lo que hace a servir para la organiza-
no, después de una serie de intentos de organizar la naciente cristiandad ción de la Iglesia en Indias.
americana según otros modelos. Tanto era así que los Reyes Católicos obtuvieron una cuarta bula, la Piis
fidelium, del 26 de junio del mismo año, nueva por completo y que rompe ya
A) Actuaciones pre-patronales con los precedentes portugueses, innovando para Castilla un sistema evan-
Como es sabido, apenas tenida noticia del descubrimiento de América, gelizador indiano: el de la aplicación del principio del «deberéis destinar»
va la Santa Sede a proceder a la donación de las nuevas tierras a Castilla, mediante la elección y destino por parte regia de un misionero; presentación
dentro del modelo teocrático que hasta aquí hemos dejado dibujado. Y, de éste por los Reyes al Papa, y bula pontificia dirigida a tal misionero -Fr.
como ha demostrado García-Gallo, el modelo seguido a tales efectos fue el Bernardo Boil, un fraile catalán de la Orden de los Mínimos que ya había
modelo portugués. Ya ha quedado indicado que Portugal recibió a lo largo servido en otros asuntos desde hacía años al rey don Fernando-, a él y no a
del siglo XV tres bulas fundamentales, que establecen el régimen de sus los Reyes, en la que el Papa le informa de que los monarcas han «decretado
conquistas africanas: por la Romanus Pontifex se le otorgó la soberanía sobre destinarte a estas partes -las nuevas tierras descubiertas- para que en ellas
las tierras que conquistase; por la ínter coetera se concedió a la Orden de por ti y por otros presbíteros seculares o religiosos idóneos para ello y
Cristo el gobierno espiritual de las tierras así donadas; por la Aeterni Regís se designados por ti se predique y siembre la palabra de Dios». Y, a tales
demarcaron las zonas de navegación y conquista entre Portugal y Castilla, efectos, el Papa concede a Boil una relación de facultades de gobierno en sí
dado que ésta tenía intereses en la zona a partir de su dominio sobre las propias de la Sede Apostólica, de manera que, aunque la palabra no se
Canarias. Castilla, en la primavera de 1493, obtuvo del papa Alejandro VI utilice expresamente, el fraile destinatario de la bula Piis se convierte en una
asimismo tres bulas, las famosas bulas alejandrinas, que han servido durante especie de vicario papal para la puesta en marcha de la Iglesia en las Indias
cuatro siglos para justificar y apoyar la incorporación de las Indias a la Occidentales.
Corona castellana. Ciertamente, el sistema de la bula Piis no es el sistema patronal.
Mucho se ha discutido sobre estas bulas. Lo único que a los efectos del Tiene con él de común la presentación regia ante el Papa del candidato
estudio del Patronato indiano interesa resaltar aquí es cuanto sigue. Prime- para cubrir un puesto eclesiástico, candidato que el Pontífice procede a
ro, que las tres bulas se corresponden en exacto paralelismo con las tres designar para el puesto en cuestión; pero ni se trata de una provisión de
bulas portuguesas, a las que siguen muy de cerca, de modo que la bula; beneficios eclesiásticos mediante la presentación, puesto que no se trata de
alejandrina ínter coetera de 3 de mayo de 1493 es una bula de donación de proveer beneficios, sino de enviar una misión, ni la Corona asume el deber
tierras y concesión de soberanía, la ínter coetera de 4 de mayo de 1493 lo es' -esencial como contraprestación al Patronato- de fundar y dotar las iglesias.
de demarcación de zonas de navegación y conquista entre Portugal y Castilla La misión Boil fracasó de modo absoluto. El vicario papal y el virrey
y la Eximiae devotionis de 3 de mayo de 1493 lo es de privilegios en orden al Colón no se entendieron, chocaron en todos los terrenos, y aunque cupo a
gobierno espiritual de las nuevas tierras. Segundo, que las bulas ínter coetera, Boil el honor de celebrar la primera misa que se dijo en el Nuevo Continen-
que conceden sobre las nuevas tierras un derecho de soberanía, lo hacen te, su labor se vio entorpecida por sus continuos enfrentamientos con el
imponiendo la obligación de evangelizar, sin la cual el Papa no podría Almirante descubridor y se vio obligado a regresar a la Metrópoli en la
justificar su intervención donando tierras infieles a un príncipe cristiano. primera ocasión en que ello fue posible.
Tercero, que esa obligación de evangelizar impuesta a los monarcas de El fracaso de Boil apartó al Rey Católico de seguir el mismo sistema
Castilla se contiene en las bulas ínter coetera de 1493 en forma expresa é* para en adelante. Limitarse a aplicar las bulas de 1493 significaba para la
idéntica en ambos documentos, indicándoles a los Reyes que «deberán desti- Corona poseer, sí, la facultad de seleccionar a los misioneros, pero nada
nar» a la evangelización «varones probos y temerosos de Dios, doctos, peri- más. Y una hipotética segunda bula Piis, que enviase a las Indias un nuevo
tos y expertos para instruir a los residentes y habitantes citados en la Fe vicario papal sucesor de Boil, podía conducir a resultados similares. Y ello
católica e inculcarles buenas costumbres». Cuarto, que la bula Eximiae, sin tener en cuenta que la conquista había de continuar y multiplicarse, y el
como paralela de la ínter coetera portuguesa, es la suma de privilegios espiri- sistema del envío unipersonal del religioso o clérigo así seleccionado no
tuales portugueses trasladados literalmente a Castilla. Quinto, que, a los Podía multiplicarse al infinito.
efectos de convertir en efectivo ese deber de destinar misioneros que las
bulas castellanas imponían, de nada sirve la Eximiae, pues el modelo portu- B) Concepción y gestión del Patronato
gués, basado en la atribución a la Orden de Cristo de una serie de facultades Debe de ser en ese momento cuando el Rey Católico concibe la idea y
espirituales en tierras de conquesta, no es trasladable a Castilla, donde ni hay toma la decisión de recurrir en Indias al sistema patronal, ya puesto en
70 P.I. Cuestiones globales C.5. El Patronato y el Vicariato Regio en Indias 71
marcha para Granada y las Canarias. Y no son claros los motivos por los que ción por parte de los monarcas de las personas destinadas al episcopado.
no obtuvo tal derecho durante el pontificado de Alejandro VI. Este Pontífi- Cuando Fernando el Católico solicita del Papa la erección de las prime-
ce, que tan generoso se había mostrado con los reyes de Castilla en 1493, ras diócesis americanas, desea también que se le confirmen los diezmos y que
nunca les otorgó el Patronato indiano; sin embargo, ya cercano al fin de su se le otorgue el Patronato, sin el cual las nuevas sedes quedarían ocupadas
vida, un año y medio antes de su muerte, otorgó a los Reyes Católicos el por prelados no elegidos por él. Pero Julio II no satisfizo esta parte de las
derecho de percibir los diezmos de las Iglesias de Indias. pretensiones regias. Mediante la bula Illius fulcüi prcesidio, del 15 de noviem-
La bula Eximiae devotionis del 15 de noviembre de 1501, que contiene bre de 1504, el Papa erigió las tres primeras diócesis indianas: la metropoli-
tal concesión, no puede pasarnos inadvertida. El Pontífice trató muy hábil- tana de Yaguata y las sufragáneas de Magua y Baynúa, las tres en la isla
mente, mediante la misma, de resolver el problema de la implantación de la Española -actual Santo Domingo-, pero sin mencionar en absoluto ni el
Iglesia en Indias sin necesidad de recurrir a la concesión del Derecho de Patronato ni los diezmos; es decir, accediendo al deseo regio de que se creen
Patronato. Que el concurso de la Corona para fundar y desarrollar la nueva las diócesis, pero sin atribuir algún tipo de derechos en ellas a la Corona.
cristiandad ultramarina resultaba imprescindible, era patente a todas luces. La fecha de la bulla Illius coincide con la muerte de Isabel la Católica.
La Santa Sede no podía por sí misma enviar misioneros a América, mante- La Corona de Castilla fue entonces a parar a su heredera, doña Juana,
nerlos allí y construir para ellos los edificios de culto, vivienda y asistencia casada con el archiduque de Austria don Felipe el Hermoso. Ausentes
precisos, dotándolos además con la renta precisa para su mantenimiento. ambos cónyuges de España al morir doña Isabel, el Rey Católico ocupará
Esto podía decirse de diócesis, monasterios, parroquias, de la totalidad interinamente la Regencia en nombre de su hija ausente. Y durante ese
de la necesaria estructura de la Iglesia indiana, a comenzar por el propio período en que don Fernando gobierna Castilla por doña Juana, a la espera
viaje atlántico de los evangelizadores, imposible de todo punto fuera de los de la llegada de ésta, el monarca rechazará la creación de las tres diócesis
buques controlados por la Corona y costoso por encima de los recursos precisamente por venir hecha sin concesión patronal. Y enviará a su embaja-
eclesiásticos. De modo que la intervención real a efectos de fundar y dotar dor en Roma, Francisco de Rojas, las instrucciones necesarias para que la
resultaba, como hemos dicho, imprescindible. Y precisamente fundación y cuestión se resuelva definitivamente, mediante la concesión del Derecho de
dotación son los dos conceptos patronales típicos, los que han estado pre- Patronato y la confirmación definitiva de los diezmos.
sentes durante todo el Medievo a medida que el Patronato se desarrolla, y el
El proceso se interrumpe como consecuencia de la nueva situación
derecho de presentación -el Patronato secular sobre los beneficios eclesiás-
política castellana. La llegada de la reina doña Juana supuso la toma del
ticos- era la normal contrapartida de aquellos conceptos de fundación y
poder por su marido, el archiduque Felipe, y la práctica expulsión de don
dotación.
Fernando de tierras de Castilla, de modo que tuvo que retirarse a sus estados
Alejandro VI, en 1501, pide a los reyes que funden y doten; es decir, de Aragón, de donde él era el rey y donde doña Juana no sería reina
que hagan la fuerte inversión inicial de carácter económico, necesaria cada mientras él viviese. La unidad española corrió así serio peligro de romperse,
vez y en cada lugar, para instaurar la Iglesia en Indias y garantizar su y la obra toda de los Reyes Católicos se había venido a tierra. Doña Juana y
funcionamiento. Y, en contrapartida, en lugar del Patronato, concede a los don Felipe no tenían aún treinta años, y poseían además un heredero, el
reyes los diezmos. Son éstos los tributos económicos que los fieles habían de futuro emperador Carlos, por lo que, pese a la locura de la reina, hubiesen
pagar anualmente a la Iglesia para contribuir a su mantenimiento; el Papa podido reinar en Castilla largo tiempo, quedando el poder en manos del rey
obtiene de la Corona en cada caso una especie de crédito, y lo devuelve con consorte. Don Fernando, consciente de esa realidad y que no esperaba ver
intereses a lo largo de los años futuros, permitiendo a los reyes hacer suyos -dada su edad- el final del reinado de su hija y de su yerno en Castilla, buscó
los diezmos que tocaría cobrar a la Iglesia. un heredero varón para sus reinos aragoneses, tratando así de evitar que un
Los Reyes Católicos habían solicitado los diezmos, y la concesión de día don Felipe llegase a reinar también en Aragón.
Alejandro VI responde a sus expectativas; pero para los monarcas se trataba Ese plan de don Fernando, nacido de su falta total de entendimiento
en aquellos momentos de un derecho menor, a largo plazo -tardaría tiempo con su yerno y de la locura de su hija, hubiese en efecto - d e salir según los
en resultar rentable-, y no susceptible de ocupar el lugar del Patronato. deseos del monarca- supuesto la exclusión de doña Juana de la herencia
De modo que la adquisición de este Derecho continúa siendo un interés aragonesa, que habría ido a parar al hijo varón de don Fernando, que éste
primordial de la Monarquía después de obtenida la donación decimal, y ya buscó mediante su segundo matrimonio, el celebrado con doña Germana de
durante el pontificado del nuevo papa Julio II. Con este Pontífice preparó Foix. Sin embargo, las cosas siguieron otro camino del todo diferente, pues
el rey Fernando la instauración en Indias de las primeras sedes diocesanas. ni doña Germana dio a don Fernando el deseado varón ni don Felipe reinó
La creación de diócesis y el nombramiento de obispos suponía ya la realidad en Castilla más de pocos meses. En el mismo año en que llegaron a Castilla
de una Iglesia organizada en los territorios indianos, y a la vez daba pie al los nuevos monarcas en primavera, falleció en otoño don Felipe; doña Juana
juego del Derecho patronal de haberse éste concedido, pues precisamente el quedó viuda y absolutamente privada de razón, y Castilla tuvo que llamar de
punto clave y central de todo ( Patronato regio sobre un reino es la presenta- nuevo a don Fernando, que ocupó la regencia hasta su propia muerte, que
72 P.I. Cuestiones globales C.5. El Patronato y el Vicariato Regio en Indias 73
coincidió prácticamente con la mayoría de edad de Carlos V y su llegada al Benedicto XIV. Hecho éste singular, porque supone que el Derecho de
trono de Castilla y al de Aragón, es decir, de España. Indias va a servir de modelo para el de Castilla, después de siglos en que el
Baste este breve paréntesis para ambientar el momento en que don Derecho castellano se utilizó como modelo para crear el Derecho indiano.
Fernando vuelve a hacerse cargo del gobierno de Castilla, cuya reina, doña \ La bula Universalis Ecclesiae concede efectivamente el Patronato, pero
Juana, está impedida por la locura. Apenas tornado al viejo reino, el Rey j sin mención alguna ni de los diezmos ni de los límites diocesanos; los prime-
Católico reanuda su política atlántica, que su yerno había abandonado. Y el j ros habían sido concedidos en 1501 por Alejandro VI, pero Fernando el
papa Julio II verá llegar de nuevo al embajador del terco rey, que solicita de 1 Católico pretendía una nueva concesión ligada al Derecho patronal; el dere-
nuevo el Derecho de Patronato para las Indias Occidentales. cho de fijar los límites de las diócesis nunca había sido reconocido a los
Ya desde 1505, al rechazar la bula Ulitis, viene don Fernando apremian-1 reyes, y continuaba sin concederse después de no aparecer mencionado en
do al embajador en Roma para que el Patronato sea por fin concedido. En] la bula patronal.
la real cédula de Segovia de 13 de septiembre de aquel año, el rey advertía j Consecuencia inmediata de la concesión patronal fue entonces la revo-
a Rojas: «Yo mandé ver las bulas que se expidieron para la creación e ' cación de la anterior erección de las sedes de Yaguata, Magua y Baynúa, que
provisión del arzobispado e obispado de la Española -se refiere a la bula: no había agradado al rey. Se pensó ahora que no convenía situar en la
Illius fulciti- en las cuales no se nos concede el patronazgo de los dichos i Española las tres nuevas diócesis y que tampoco era deseable constituir con
arzobispado e obispados, ni de las dignidades e canonjías, raciones e benefi-! las tres una provincia eclesiástica con un metropolitano (recuérdese que
cios con cura o sin cura que en la dicha Isla Española se han de erigir.» Y} Yaguata tendría ese carácter) al frente. Como resultado de estas nuevas
adelantaba «el rey sus pretensiones, en tono casi de exigencia», afirma Bruno I propuestas regias, en el Consistorio del 6 al 13 de agosto de 1511 Julio II
en su obra El Derecho Público de la Iglesia en Indias. «El Papa -continúa este I erigió las que de hecho fueron por fin las tres primeras diócesis americanas,
autor- debía concederle el patronato ("es menester", decía) sobre los arzo- tres obispados sujetos al metropolitano de Sevilla: Santo Domingo y Con-
bispos y obispos de las Indias, y esto perpetuamente a mí e a los reyes que en ] cepción, en la Española, y San Juan de Puerto Rico.
estos Reinos de Castilla e de León sucedieren.» Y en relación, en la misma ]
Ligado al nombramiento de los tres primeros obispos - q u e lo fueron
línea, con otros beneficios eclesiásticos, insistía el monarca a su embajador:;
Fr. García de Padilla, don Pedro Suárez de Deza y don Alonso Manso,
«Es menester que en la dicha bula del patronazgo -la que el Rey quiere I
respectivamente para las tres diócesis indicadas- está el tema de la definitiva
conseguir- mande el Papa que no puedan ser erigidas las dichas dignidades \
concesión de los diezmos. Don Fernando sabía poseerlos desde 1501, y así lo
e canonjías e otros beneficios sino de mi consentimiento, como patrón.» «A
dice al embajador Rojas en su ya citada cédula de Segovia de 1505: «Ya
este privilegio -añade Bruno- debía acompañar el derecho de presentación |
sabéis como yo e la serenísima Reina mi mujer, que haya santa gloria,
real en la provisión canónica de sus titulares.» Y aún era más amplia la.j
teníamos por donación apostólica todos los diezmos y primicias de las Indias
solicitud real: «Es menester que Su Santidad mande que yo e la persona oj
e tierra firme del mar océano, al tiempo que acordamos de facer en la dicha
personas a quien yo se lo cometiere, faga la dicha división e apartamiento, e |
isla Española los dichos arzobispado e obispados -se refiere a los erigidos en
el dicho arzobispado e cada uno de los dichos obispados hayan de gozar de \
1504-.» Y añade el Rey: teníamos intención «así mesmo de facer donación a
ámbito e territorio que así les fuere señalado.»
los dichos arzobispo, y obispos, e iglesias, y beneficiados, de los dichos
diezmos e primicias, reserbando para Nos los dichos diezmos que en estos
C) Concesión pontificia del Patronato Reinos se dicen tercias...».
Tres, pues, eran las pretensiones del rey, cuyo contenido iba más allá del; Es evidente que el plan de don Fernando sobre los diezmos, que final-
mero Derecho patronal: la presentación -justamente el contenido esencial • mente pondrá en práctica después de obtenido el Patronato, venía también
del Patronato-, los diezmos y el derecho de fijar los límites de las diócesis. de antiguo. Ahora, cuando ya la bula Universalis le ha hecho Patronato de las
En todas ellas se ratifica apenas regresa a Castilla después de la muerte de] iglesias de Indias, aún obtendrá el Rey del Pontífice una nueva bula sobre
Felipe el Hermoso. El 3 de julio de 1508, un nuevo embajador, Fernandoi diezmos, la Eximiae devotionis, del 8 de abril de 1510, por la cual Julio II
Tello, volverá a insistir ante Julio II, y el 28 de ese mes y año otorgará el' otorgaba a los reyes don Fernando y doña Juana, su hija, y a sus sucesores,
Pontífice la bula Universalis Ecclesiae, documento capital de la historia ecle- el privilegio decimal a cambio de la construcción de iglesias y de su dotación.
siástica indiana y española: indiana, porque en ella se concede finalmente el Un año más tarde, el 8 de mayo de 1512, el rey concedía a los tres primeros
Derecho de Patronato, base y fundamento de toda la ordenación jurídica obispos, arriba ya citados, en la Concordia de Burgos, esos mismos diezmos
castellana acerca de la Iglesia en Indias; española, porque, aparte de que las que acababa de obtener del Papa. Y así los diezmos donados a la Corona, y
Indias eran parte de la Corona de España, el Patronato indiano será mencio- redonados por ésta a la Iglesia, se convirtieron en una fuente de alivio para
nado como un precedente a la hora de conceder el Patronato universal la Real Hacienda, que los utilizó para las atenciones a la propia Iglesia,
sobre los reinos de España -los territorios europeos de la Corona-, lo que cubriendo sus necesidades con los propios diezmos redonados; en un alivio
sucede en 1753 en el Concordato entonces firmado entre Fernando VI y segundo para el mismo erario real, que se reservó siempre una parte de los
74 PI- Cuestiones globales
C.5. El Patronato y el Vicariato Regio en Indias 75
mismos, y en una ayuda, en fin, para la Iglesia, que tuvo en los diezmos
cobrados y percibidos cada año la garantía de unos medios económicos que e inherente no a la persona, sino a la misma Corona, y ello privativamente.
le resultaban imprescindibles para su acción pastoral. Seguidamente se expone el ámbito de aplicación del Derecho patronal:
El otro objetivo, el derecho de fijar los límites de las diócesis, aunque 1) Provisión de todos los beneficios eclesiásticos de las Indias, incluso «cual-
asimismo deseado y solicitado por don Fernando, nunca fue concedido por quier oficio eclesiástico o religioso»; 2) Derecho de erección, del que no
la Santa Sede de modo general, pero sí que en cada caso particular pudo la queda excluida «iglesia catedral, ni parroquial, monasterio, hospital, iglesia
Corona obtener satisfacción; el desconocimiento de la geografía americana votiva, ni otro lugar pío ni religioso».
obligó a la Santa Sede a confiar muchas veces a los reyes la determinación de De este cuerpo jurídico, por el principio de que quien concede el fin
tales límites, pero en todo caso se trataba de mercedes aisladas, contenidas concede los medios necesarios para tal fin, resultaba que el rey estaba
ocasionalmente en las propias bulas que iban erigiendo las diócesis, y depen- capacitado para dar el pase a los misioneros y a sus superiores, presentar al
dió de cada momento y del punto de vista de cada Pontífice el que tales obispo los párrocos y doctrineros, y entender en su remoción, control y
concesiones fuesen más amplias o más restringidas, más raras o más fre- punición. Igualmente, caía bajo el examen regio toda la documentación
cuentes. eclesiástica referente a las Indias, de cualquier procedencia, bulas papales,
edictos conciliares y episcopales. A estos derechos correspondía la obliga-
ción regia de sostener todo el complejo de la obra misionera indiana, con lo
III. DEL PATRONATO AL VICARIATO INDIANO cual el Patronato obtenía la forma jurídica de contrato oneroso. Este carác-
ter precisamente, según Solórzano Pereira, hace que el Patronato indiano
Lo esencial del Patronato, sin embargo, no está ni en los diezmos ni en «sea inmune de la disciplina tridentina derogatoria de los derechos patrona-
los límites diocesanos, sino en las concesiones efectivamente contenidas en les en general» (EGAÑA).
la bula Universalis Ecclesiae, de 1508. A su tenor, nadie podrá, sin consenti- De este texto, que refleja bien la realidad patronal, podemos deducir
miento real, construir o erigir iglesias, y el rey poseerá el derecho de presen- unas consecuencias que se derivan igualmente del análisis del concepto que
tación en toda clase de beneficios. del Patronato tuvo, junto a la Corona, la doctrina oficial de los siglos del
De hecho, es el ejercicio habitual del Derecho de Presentación la base dominio español en Indias:
fundamental de la influencia del poder real en la Iglesia de Indias. Pero no 1.a) El Patronato no procede exclusivamente de la concesión papal,
se limitó a ello la interpretación y la utilización que la Corona hizo del sino que es propio de los reyes por haber incorporado las nuevas tierras al
Patronato. Sostenida por sus juristas, la Monarquía española fue paulatina- mundo cristiano.
mente ampliando la esfera de sus competencias en materia eclesiástica, hasta 2.a) Como un Patronato entendido tan ampliamente no puede ser el
conseguir un abanico amplísimo de facultades, que figuraron en la legisla- mucho más estrecho contenido en la bula Universalis de 1508 - q u e tiene un
ción y en la doctrina como propias del rey en virtud del Patronato, pero que tenor bastante preciso-, la concesión papal se pone en relación sobre todo
iban mucho más allá de los más amplios límites de interpretación del mismo, con las bulas alejandrinas de 1493, mucho más genéricas y que por decir
según aparece en la bula que lo concediera. menos podían entender como diciendo mucho más, es decir, que por ser
Convendrá, pues, fijar la atención en dos hechos: primero, cuáles fue- muy generales podían ser entendidas muy ampliamente y hacer residir en
ron esas competencias que extralimitan el Patronato y dónde quedaron ellas para en adelante la base del poder eclesiástico de los reyes en América.
fijadas y cómo quedaron establecidas, y, segundo, si los derechos así estable- 3.a) Dado que los derechos que tocan a los reyes en virtud del patrona-
cidos constituían o podían seguir siendo llamados Derechos de Patronato y, to conllevan para los mismos reyes el deber de erigir las iglesias y dotarlas, y
en caso negativo, cómo pueden ser calificados. los monarcas han cumplido con esta obligación, ya no pueden ser privados
nunca del Patronato, que así se ha hecho irreversible y escapa al propio
A) Prácticas superpatronales poder papal, que ya no tiene facultad para privar de él a la Corona.
4.a) Este Patronato ya no suprimible, debido a los reyes en cuanto que
Para determinar cuáles fueron las competencias que bajo el nombre de
éstos han cumplido con su contraprestación, no es ya el restringido patrona-
patronales llegó a ejercer la Corona, la doctrina suele fijarse en la real cédula
to de la bula Universalis -la presentación de candidatos para los oficios
de Felipe II dada en Madrid el 4 de julio de 1574, considerada la Cédula
eclesiásticos-, sino el amplísimo Patronato que arranca de la Real Cédula de
magna del Patronato regio. En ella, el Rey comienza asentando los títulos de
1574, y que se trasladará a las Leyes de Indias recopiladas en 1680.
dicho Patronato: título de descubrimiento, adquisición, edificación y dota-
ción de las tierras y de los edificios eclesiásticos en ellas erigidos; en segundo 5.a) Este Derecho patronal confiere a los reyes, sustancialmente: a) el
derecho de presentación a todos los beneficios de Indias; b) el pase regio o
término, derecho por concesión apostólica. Sobre estos dos títulos, uno de
control de todos los documentos eclesiásticos destinados a las Indias; c) la
Derecho de gentes y el otro de Derecho canónico, declara el Monarca
exigencia a los obispos de un juramento de fidelidad a la Corona; d) determi-
fundarse la forma jurídica del Patronato; forma imprescindible totalmente,
nadas limitaciones a los privilegios del fuero eclesiástico; e) los recursos de
76 P.I. Cuestiones globales C.5. El Patronato y el Vicariato Regio en Indias 77
fuerza, o apelación de los tribunales de la Iglesia a los del Estado; f) la de la que él mismo publicó una versión reducida en lengua española bajo el
supresión de las visitas ad limina de los obispos de Indias; g) el envío al título de Política indiana (1647). El De Indiarum Iure fue a parar al índice de
Consejo de Indias y no a Roma de los informes episcopales sobre el estado Libros Prohibidos y suscitó una polémica cuya otra parte fue el fiscal general
de las diócesis; h) el control de los traslados de clérigos y religiosos a Indias; de la Cámara Apostólica, Antonio Laelio. En resumen, se trata de lo siguien-
i) el control de las actividades de las órdenes religiosas, mediante informes te: el desarrollo de las funciones que los monarcas se autoatribuían - o que
que los superiores habían de dar periódicamente sobre las mismas; j) la los juristas les atribuían y los reyes aceptaban y ejercían- había alcanzado
intervención real en los Concilios y Sínodos; k) el gobierno de las diócesis tales cotas, las facultades reales eran ya tantas en cuanto a la dirección de la
por los presentados por el rey para las mismas, antes de que llegasen las Iglesia indiana, que ni podían ampararse ya bajo el nombre de Derecho de
bulas papales de nombramiento; l) la disposición regia sobre los bienes de Patronato ni podían suponerse concedidas en la bula patronal de 1508. Se
expolios y vacantes y en general sobre los diezmos; m) los límites al derecho arbitró entonces una fórmula nueva: la verdadera fuente de la concesión
de asilo. pontificia de facultades espirituales a los reyes no es ya la bula Universalis de
Probablemente, esta relación no es exhaustiva, pero está tomada de Julio II, sino las mucho más genéricas bulas alejandrinas, sobre cuya incon-
reales cédulas dictadas a lo largo de siglos y en especial de la Recopilación, y creción cabía basar cualquier supuesto. Y el supuesto que en ellas se basó
ayuda a hacerse una idea de en qué se convirtió el Derecho de Patronato con fue el del carácter de vicario papal en Indias que el Pontífice habría concedi-
el paso de los años, a partir del mero derecho de presentación concedido en do al rey de Castilla.
la bula de 1508. Los monarcas castellanos, pues, resultaban así ser vicarios pontificios
-así se afirmó- para el gobierno espiritual de las Indias, y por tanto no
B) Del Patronato al Vicariato poseían unas facultades limitadas y tasadas, sino cuantas fuesen necesarias
Esta misma relación de facultades que la Corona llega a poseer y ejerci- para dirigir a la Iglesia en Indias. De ahí la denominación de Vicariato que
tar nos obliga a plantearnos lo que anunciábamos como un segundo interro- se da a tal doctrina.
gante: ¿puede este conjunto de poderes regios seguir denominándose -y se Dado que este capítulo está dedicado al estudio del Patronato, dejare-
ejercían ya en la época de Felipe II, si no todos, sí la mayor parte- Derecho mos un mayor detalle sobre la evolución que convierte al Vicariato en
de Patronato? Regalía para el capítulo dedicado al estudio del Regalismo. Baste ahora decir
La doctrina ha solido distinguir tres épocas en la historia del Regio que el Vicariato -evolución amplificadora del Patronato propia del siglo
Patronato indiano: la época propiamente patronal, que coincidiría con el xvil- deja a su vez paso en el xvín a la nueva tesis de las regalías mayestáti-
siglo XVI; la época del Vicariato, a identificar con el siglo xvil; y la época del cas, en cuya virtud se pasará a afirmar que las facultades que posee el rey en
Regalismo, es decir, el siglo XVIII. A la exactitud de esta división y su coinci- Indias en materia espiritual no le vienen de una concesión pontificia -como
dencia con los tres siglos de dominio español en Indias ayuda el hecho de se decía que provenía el Vicariato-, sino de la propia esencia de la soberanía.
que cada uno de tales siglos posee una personalidad y una historia propia: Las facultades regias eran inherentes a la Corona, a la Majestad: eran rega-
Felipe II murió en 1598 y Carlos II en 1700, con lo que el siglo xvi es lías o derechos reales, y la doctrina que así lo sostuvo recibe el nombre de
exactamente el de los Austrias mayores, el xvil es el siglo de los Austrias Regalismo.
menores, y la Casa de Borbón llega a España precisamente en el inicio del Dejando para otro capítulo, pues, el estudio del Regalismo, diremos
xvill. Cada siglo, una historia; cada siglo, una etapa en las formas que adopta ahora sobre el Vicariato que coincide con el Patronato en que se trata de una
el Patronato Regio. concesión papal -real o pretendida-, y coincide con las regalías en que las
El período propiamente patronal va desde 1508 -concesión del Patro- facultades regias son tan amplias cuanto pueda ser preciso para el gobierno
n a t o - hasta 1574 -Real Cédula sobre el Patronato-. Con ésta quedan seña- de la Iglesia indiana en todas sus facetas.
ladas y establecidas unas facultades regias que sobrepasan ya el estricto Como ha expresado Leturia, los creadores originarios de la tesis vicarial
ámbito del Derecho de Patronato. Pero aún no se trata de unas facultades no fueron los juristas de corte, sino los religiosos, y en particular los francis-
nuevas extrañas al Patronato, sino nada más de una interpretación amplia canos. En efecto, las Ordenes religiosas habían sido las primeras en evangeli-
del mismo, y Felipe II se mantuvo durante todo su reinado relativamente zar América, y para facilitarles tal labor dictó Adriano VI, en 1522, la
dentro de esos márgenes en el ejercicio de sus poderes patronales sobre las famosa bula Omnímoda, que concedía amplias facultades cuasi-episcopales a
iglesias de Indias. Por tanto, bien puede aceptarse la tesis que identifica el los superiores de las Ordenes. Cuando luego se fue creando la jerarquía
siglo XVI con la etapa del Patronato. ordinaria diocesana, los obispos juzgaron que los privilegios excepcionales
El Regio Vicariato indiano resulta ser la doctrina que los juristas áulicos otorgados por la Omnímoda a los religiosos habían dejado de tener razón de
del XVII defendieron como la propia del derecho que tocaba a los reyes en ser, y pretendieron suprimirlos, apoyados en el concilio de Trento, que trató
sus posesiones atlánticas. Tiene su principal representante en Juan de Solór- de robustecer precisamente la autoridad episcopal. La larga lucha entre
zano Pereira, autor de una obra monumental, De Indiarum Iure (1629-1639), obispos y Ordenes que siguió y que dura hasta mediado el siglo XVIII, llevó
78 P.I. Cuestiones globales C.5. El Patronato y el Vicariato Regio en Indias 79
a los religiosos a buscar una y otra vez el apoyo real en favor de sus derechos,
P. RODRÍGUEZ DE CAMPOMANES, Colección de alegaciones fiscales (Madrid, 1841-1843);
y para fortalecer la autoridad regia en la que se amparaban construyeron la F. SALGADO DE SOMOZA, Tractatus de Regia Protectione (Lugduni, 1646); J. DE SOLÓR-
tesis vicarial, según la cual los reyes están instituidos como «delegados de la ZANO PEREIRA, De Indiarum lure (Lugduni, 1672); G. DE VILLARROEL, Gobierno Ecle-
Silla Apostólica y sus Vicarios generales, constituidos por la bula alejandrina siástico Pacífico (Madrid, 1738).
del año de 1493 y sus referentes que los elevaron y sublimaron a esta
Estudios modernos
dignidad» (ALVAREZ DE ABREU).
F. J. AYALA DELGADO, «Iglesia y Estado en las leyes de Indias»: Estudios Americanos
La base doctrinal la sentó el franciscano Fr. Juan Focher en su Itinera- 3 (Sevilla, 1949), 417-460; C. BRUNO, El derecho público de la Iglesia en Indias (Salaman-
rium catholicum proficiscentium ad infideles convertendos (publicada en 1574), y ca, 1967); F. CANTELAR RODRÍGUEZ, «Patronato y Vicariato Regio españoles en In-
la desarrollaron otra serie de autores religiosos. Solórzano la recibe y le da dias», en Derecho canónico y pastoral en los descubrimientos luso-españoles y perspectivas
su definitiva formulación técnica, y la Corte defendió siempre al autor actuales (Salamanca, 1989), 57-102, y Theologia 21 (Braga, 1986), 57-102; P. CASTA-
ÑEDA DELGADO, La teocracia pontificia! y la conquista de América (Vitoria, 1968); ID.,
contra las protestas y condenas procedentes de Roma, donde la Santa Sede
«Los franciscanos y el Regio Vicariato», en Actas del II Congreso Internacional sobre los
se negaba - y se negó siempre- a aceptar la afirmación de que los Papas franciscanos en el Nuevo Mundo (Madrid, 1988), 317-368; A. DE EGAÑA, La teoría del
hubiesen nunca delegado en los reyes sus facultades de gobierno para las Regio Vicariato español en Indias (Roma, 1958); A. GARCÍA-GALLO, «Las bulas de
Indias, constituyéndoles sus vicarios en ellas. Alejandro VI y el ordenamiento jurídico de la expansión portuguesa y castellana en
África e Indias»: Anuario de Historia del Derecho Español 27-28 (Madrid, 1957-1958),
Y no sólo la corte: un escritor tan insigne como el obispo Fr. Gaspar de 461-829; J. GARCÍA GUTIÉRREZ, Apuntes para la historia del origeny desenvolvimiento del
Villarroel, que ignoraba la condenación del libro de Solórzano cuando Regio Patronato Indiano hasta 1857 (México, 1941); R. GÓMEZ HOYOS, La Iglesia de
escribió en 1656 su Gobierno eclesiástico pacífico, aceptará de plano la tesis América en las leyes de Indias (Madrid, 1961); M. GÓMEZ ZAMORA, Regio Patronato
vicarial y dará como razón para aceptarla precisamente el dato de que era español e indiano (Madrid, 1897); M. GUTIÉRREZ DE ARCE, «Regio Patronato Indiano»:
defendida por Solórzano Pereira. Las palabras de Villarroel no dejan lugar Anuario de Estudios Americanos 11 (Sevilla, 1954), 107-168; A. DE LA HERA, «El Patro-
nato indiano en la historiografía eclesiástica»: Hispania Sacra 32 (Madrid, 1980),
a dudas sobre su pensamiento: «Aunque el patronazgo no da por su natura- 229-264; ID., «El Regio Patronato de Granada y las Canarias»: Anuario de Historia del
leza jurisdicción en las cosas eclesiásticas, no sucede así en el patronazgo de Derecho Español 27-28 (Madrid, 1957-8), 1-12; ID., «El Regio Patronato español de
nuestros Reyes Católicos, porque este patronazgo tiene gran suma de privi- Indias en las bulas de 1493»: Ibíd. 29 (Madrid, 1959), 317-349; ID., «El Regio Patrona-
legios, en virtud de los cuales unos doctores llaman al rey vicario general, to español en la historiografía eclesiástica», en Studi in memoria di Mario Condorelli 1
(Milano, 1988), 481-519; ID., «La legislación del siglo XVIII sobre el Patronato
otros (y muchas veces) legado a látere, porque el papa puede, aunque no sea indiano»: Anuario de Historia del Derecho Español 40 (Madrid, 1970), 287-311; A. DE
eclesiástico el rey, darle jurisdicción en lo civil y en lo criminal.» LA HERA-R. M. MARTÍNEZ DE CODES, «La Iglesia en el ordenamiento jurídico de las
Otros muchos autores del mismo siglo defendieron la tesis vicarial, tales leyes de Indias», en Recopilación de leyes de los Reinos de las Indias. Estudios histórico-
jurídicos (México, 1987), 101-140; P. DE LETURIA, Relaciones entre la Santa Sede e
como Frasso, Salgado, etc. Son confirmadores del pensamiento de Solórza-
Hispanoamérica 1 (Caracas, 1959); V. G. QuESADA, Derecho de Patronato (Buenos Aires,
no y precedentes de la aún más avanzada tesis regalista, que se insinúa 1910); I. SÁNCHEZ BELLA, Iglesia y Estado en la América Española (Pamplona, 1990);
durante la segunda parte del XVII y se consolida definitivamente en el nuevo L. SÁNCHEZ DE LAMADRID, El Concordato de 1753 (Jerez de la Frontera, 1937); W. E.
ambiente del XVIII, traído a España y a las Indias por las ideas ilustradas y la SCHEILS, King and Church: the Rise and Fall of the Patronato Real (Chicago, 1961);
Monarquía borbónica. I. TING PONG LEE, «La actitud de la Sagrada Congregación frente al Regio Patrona-
to», en Sacrae Congregationis de Propaganda Fide memoria rerum 1622-1952 2 (Roma,
1971), 353-438.
NOTA BIBLIOGRÁFICA
Obras clásicas
A. ALVAREZ ABREU, Víctima real legal (Madrid, 1769); M. CIRER, Propugnáculo
sobre el Real Patronato (Madrid, 1736); J. CHUMACERO-D. PIMENTEL, Memorial... sobre
diferentes agravios: J. TEJADA Y RAMIRO, Colección completa de concordatos españoles
(Madrid, 1862) 17; J. FOCHER, Itinerario del misionero en América (1574) (Madrid, '
1960); P. FRASSO, Tractatus de Regio Patronatu (Madrid, 1677); A. LAELIUS, Observatio-
nes ad Tractatum de Indiarum lure (Romae, 1641); M. DE MACANAZ, Proposiciones del
Fiscal del Reino:]. TEJADA y RAMIRO, Colección completa de concordatos españoles (Madrid,
1862); G. MAYANS, Observaciones legales sobre el Concordato de 1753 (Madrid, 1848);
A. MORALES, Patronato eclesiástico de los Reyes de España (Madrid, 1747); G. PÉREZ DE
ARACIEL, Información sobre el Patronato Real de Indias (Madrid, 1624); A. J. DE
RlVADENEYRA, Manual Compendio de el Regio Patronato Indiano (Madrid, 1755);
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CAPÍTULO 6
EL REGALISMO INDIANO
Por ALBERTO DE LA HERA
Durante los siglos XVI y XVII la Iglesia de Indias fue dirigida mediante
un sistema mixto, en el que concurrían las competencias tanto de la Santa
Sede como de la Monarquía española. Aquélla había concedido a ésta, al
producirse el Descubrimiento, la soberanía sobre los nuevos territorios
descubiertos y por descubrir; lo había hecho en virtud de las facultades que
la teocracia —doctrina predominante durante el Medievo para explicar las
mutuas relaciones entre el poder eclesiástico y el civil- reconocía al Sumo
Pontífice como señor del orbe, al que correspondía el derecho de conceder
a los príncipes cristianos las tierras de infieles a efectos de que las cristiani-
zasen.
La soberanía así adquirida, pues, entrañaba el deber de evangelizar, que
recaía, en consecuencia, sobre los nuevos soberanos establecidos por el Papa
sobre los pueblos paganos. De faltar aquéllos a esta obligación, la base de la
concesión de soberanía dejaría de estar presente y la concesión misma
quedaría invalidada. Pero, en contrapartida, si la cristianización se llevaba a
cabo por los príncipes, al haber quedado cumplida su parte en el pacto con
la Santa Sede, la soberanía otorgada por ésta se transformaba en irrevoca-
ble, transmitiéndose a los sucesores de los primeros príncipes de manera
perpetua.
De hecho, este sistema condujo al gobierno de la Iglesia indiana -dado
que en las Indias españolas se produjeron todos los acontecimientos que
conducían a una tal situación- por parte del poder político. Sobre la base de
la concesión efectuada a los Reyes Católicos por Alejandro VI en 1493, los
monarcas castellanos acometieron la empresa evangelizadora. Y una vez
acometida obtuvo don Fernando del papa Julio II, en 1507, el Derecho de
Patronato sobre todas las iglesias de Indias. Tal privilegio reafirmaba el
deber de cristianizar de los reyes, convirtiendo defacto a España en lo que se
ha llamado un Estado misionero; la conciencia de encontrarse ante un deber
ineludible, impuesto a España como requisito y fundamento de su propio
dominio sobre América, se convierte en la Monarquía hispana en una autén-
tica concepción religiosa de su obra política, «y es precisamente esa concien-
cia religiosa la que, al fusionarse con la vocación imperial, va a posibilitar la
formulación de una nueva concepción teológico-religiosa del Estado, plas-
mada en la idea del Estado-misión» (DE LA HERA-MARTÍNEZ DE CODES).
82 C.6. El regalismo indiano 83
P.I. Cuestiones globales
El Estado cargó así con la total responsabilidad, pero también con la para el gobierno eclesiástico de las Indias, es decir, en vicarios del Sumo
total competencia, sobre la dirección de la labor evangelizadora y, una vez Pontífice. Es la tesis vicarial, nacida en América por obra de algunos frailes
nacida allí y establecida definitivamente la Iglesia, sobre esta misma. El interesados en la protección real para sus privilegios y desarrollada luego
Derecho patronal solamente autorizaba a la Corona a proponer al Papa las por los juristas áulicos del siglo xvil, en particular por Juan de Solórzano. La
personas que habían de ser investidas de los cargos eclesiásticos; no es todo, aceptaron los sucesivos cultivadores del Derecho eclesiástico indiano; la
pero es mucho, puesto que ninguna dignidad ni ningún oficio, desde el aceptó la Corona y con ella el Consejo de Indias y los restantes organismos
arzobispado de Lima a la última parroquia, se confirió nunca a otro candida- de gobierno metropolitano y colonial, y la aceptaron los propios obispos y
to que al propuesto por la autoridad civil. E incluso sobre los superiores de eclesiásticos, en buena medida en virtud de la tolerancia de facto que la
las Ordenes religiosas, aun no produciéndose su nombramiento a propuesta Santa Sede le otorgó, pese a haber salvado siempre los principios, como lo
del monarca, existió en virtud del propio Patronato un estrecho control, prueba el que, de un lado, nunca se interrumpiera la designación de prela-
intensificado a partir de la real cédula de Felipe II de 1574 y del intento por dos y demás actuaciones ordinarias del Papado en relación con América, y
este rey de creación del cargo de comisario de Indias, que solamente llegó a de otro, el que la obra de Solórzano fuese incluida y mantenida a ultranza en
existir en la Orden franciscana. el índice de Libros Prohibidos, si bien este dato lo desconocieron en Améri-
ca los prelados, que mantuvieron durante tres siglos su dependencia de la
Corona, bajo la cual, efectivamente, el Nuevo Continente fue cristianizado
I. PATRONATO-VICARIATO-REGALIAS y se asentó en él una floreciente cristiandad (EGAÑA, BRUNO).
El Vicariato es, pues, un desarrollo abusivo del Patronato, pero que
El Derecho de Patronato fue entendido progresivamente de manera
tiene de común con él su condición de concesión de la Santa Sede a la
cada vez más favorable a la Corona. Algunas instituciones en especial inten-
Corona, es decir, su origen eclesiástico. Cierto que nunca lo concedió la
sificaron de manera muy notable la competencia civil sobre la vida eclesiásti-
Santa Sede, pero como concedido por ella se presenta por la doctrina oficial
ca indiana: a) el hecho de que los obispos hubiesen de prestar, al tomar
española, y Roma, si niega esa concesión, permite su aplicación en la prácti-
posesión de sus cargos, un juramento de fidelidad a la Santa Sede quedaba
ca. Comparando Patronato con Vicariato, escribe Giménez Fernández que
muy condicionado por la cláusula que se añadía al mismo, en cuya virtud los
«en su origen, el Real Patronato Indiano fue durante el siglo XVI, bajo el
obispos juraban tal fidelidad sin perjuicio de la debida al rey; b) la obliga-
influjo de Soto y Vitoria, y según la genial concepción de Juan de Ovando
ción de los obispos de enviar periódicamente un informe a la Santa Sede
(1570), una institución jurídico-eclesiástica por la que las autoridades de la
sobre el estado de sus diócesis la cumplían enviando dicho informe al Conse-
Iglesia universal confían a los reyes de Castilla la jurisdicción disciplinar en
j o de Indias, que no la hacía luego seguir hasta Roma; c) los obispos india-
materias canónicas mixtas de erecciones, provisiones, diezmos y misiones,
nos no efectuaban, bajo el pretexto de la distancia y consiguiente duración
con obligación de cristianizar y civilizar a los indígenas; la que, bajo el
del viaje, la visita ad limina, y aunque tal medida tomada por la Corona
criterio centralizador de la política de Felipe II a partir de 1580, transfor-
pareció ciertamente justificada por la razón antedicha, no hay duda de que
maron los legistas del Consejo de Indias, especialmente Araciel, Solórzano y
limitaba de modo excepcional el conocimiento e intervención de la Santa
Frasso en el Regio Vicariato indiano, institución jurídica eclesiástica y civil
Sede sobre la Iglesia indiana; d) los documentos papales atinentes a las
por la que los reyes de España ejercitan en Indias la plena potestad canónica
Indias habían de pasar por el control del Consejo, sin cuyo pase no se
disciplinar con implícita anuencia del Pontífice, actuando dentro del ámbito
tramitaban ni surtían efectos en América; e) los obispos y demás autoridades
fijado en las concesiones de los Pontífices y en la legislación conciliar de
de la Iglesia americana, en medio de este ambiente y a tenor de estas normas
Indias».
- q u e sustancialmente la Santa Sede toleró sin proponer otras ni protestar
las existentes-, vivieron siempre en la convicción de que obedeciendo al rey Las bases del Vicariato Regio son, pues, estas dos: que se trata de un
cumplían con su deber y su conciencia. Es decir, consideraban a la Corona poder disciplinar sobre la Iglesia indiana que abarca la totalidad de las
como la que reunía de hecho la efectiva competencia para el gobierno de la materias atinentes a su gobierno, en cuanto tal poder sea encomendable a
Iglesia indiana. seglares -es decir, en cuanto su ejercicio no requiera la potestad de orden ni
se refiera a lo dogmático-, y que los reyes lo poseen por delegación de la
Todo ello nos conduce, efectivamente, a la conclusión de que el poder
Santa Sede -delegación otorgada expresamente por los Papas en las bulas
de la Santa Sede sobre la Iglesia en América fue genérico, mientras recayó
alejandrinas o implícitamente aceptada por los Pontífices ante su ejercicio
específicamente sobre la Corona. La única verdadera intervención -nunca
de hecho-, lo cual, precisamente, les permite llamarse vicarios papales para
dejada en otras manos- de la Santa Sede fue el nombramiento de los obispos
las Indias.
y la creación de las diócesis. La evangelización fue llevada a cabo por los
misioneros, y el gobierno de la Iglesia ya establecida por las autoridades De manera clara encontramos expuesta esta doctrina también en los
eclesiásticas, bajo el control y dirección inmediata del poder civil. juristas del siglo XVIII:
Lo cual convirtió de hecho a los reyes en delegados de la Santa Sede
84 P.I. Cuestiones globales C. 6. El regalismo indiano 85
«Son nuestros Reyes -escribía Rivadeneyra- Delegados de la Santa Sede do y contra la autonomía disciplinar del Episcopado y de las Ordenes Religio-
Apostólica por la Bula de Alexandro VI que comienza ínter coetera, y como tales sas, en la llamada Regalía Soberana Patronal, institución jurídica meramente
Delegados y Vicarios Generales les compete el exercicio de la autoridad, juris- civil por la que los Reyes españoles borbónicos se arrogan la plena jurisdicción
dicción y gobierno Eclesiástico y Espiritual en todas las materias tocantes a lo canónica en Indias como atributo inseparable de su absoluto poder real,
Religioso y Eclesiástico de aquellos Reynos, con plena y absoluta potestad para fundamentándolo en las doctrinas antipontificias del absolutismo, el hispanis-
disponer a su arbitrio todo lo que les pareciera más conveniente al espiritual mo y el naturalismo».
gobierno, ampliación y extensión de la Religión cathólica, culto Eclesiástico,
conversión de los Infieles y progresos espirituales de los Fieles, como consta
expresamente en la misma Bula: es corriente entre todos nuestros Regnícolas: II. EL REGALISMO
supuesto y assentado inconcusamente en muchas Cédulas y Leyes citadas por
ellos». A) Concepto
La objeción de que no pueda encomendarse tal jurisdicción a seglares La Regalía no es, por supuesto, una creación ni del siglo XVIII ni tampo-
no les resulta desconocida a aquellos autores, pero, y ello puede dar muestra co -como de la alusión a Luis XIV pudiera desprenderse- de finales del xvn.
de la seguridad con que se pronuncian, en lugar de intentar probar que tal En sí misma, la Regalía no es sino un derecho de la Corona, un derecho
delegación de poderes pontificios en quienes no pertenecen a la jerarquía regio, algo que corresponde al rey por el hecho de serlo. El uso fue a lo largo
eclesiástica es en sí misma posible, para justificar a partir de ahí que se del tiempo reservando la palabra, si no de modo exclusivo, sí acercándose a
hiciera la concesión del Vicariato a los reyes -como pretenden que ocurrió-, ello, para los derechos de los monarcas en el terreno eclesiástico. Tanto que
siguen los juristas áulicos el camino inverso y prueban que la delegación de hoy llamamos Regalismo a la doctrina que consideró a los príncipes como
funciones eclesiásticas en personas civiles es posible porque los reyes de detentadores de un poder de gobierno sobre las materias eclesiásticas, no en
España la poseen. virtud de concesiones pontificias, sino en base a su propia condición de
soberanos. Por tal razón, Giménez Fernández, que ha denominado al Patro-
Así, por ejemplo, expresa esta idea Alvarez de Abreu:
nato institución eclesiástica y al Vicariato institución eclesiástica y civil -que-
«La confirmación de todo lo referido en orden a que no repugna el que en riendo reflejar que en aquélla la concesión es pontificia, y la misma proce-
un Príncipe temporal recaigan derechos Eclesiásticos y espirituales por merced dencia tiene su contenido, y que en ésta la concesión se supone pontificia y
Apostólica la podemos tomar de nuestros propios derechos, pues en virtud de su contenido es una ampliación civil de lo que los reyes realmente poseían
especiales concesiones, indultos y privilegios apostólicos están cometidas y por privilegios otorgados por los Papas-, llama a la Regalía institución
encargadas a nuestros Reyes en las Indias, sin limitación alguna (y no obstante
que un Romano Escritor intentó oscurecerlo —la referencia es obvio que alude meramente civil: ni su contenido procede de concesiones papales ni su
a Lelio y su refutación del pensamiento de Solórzano-) todas las veces, y origen tampoco; los reyes dicen poseer los derechos correspondientes por
autoridad de Su Santidad, y como Delegados de la Silla Apostólica, y sus su propia condición de soberanos, y tales derechos son fijados por la misma
Vicarios Generales, constituidos por la Bula Alexandrina del año 1493 y sus doctrina áulica que crea la teoría.
referentes, exercen la Eclesiástica y espiritual gobernación de aquellos Reynos,
así entre Seculares como entre Regulares, con plenaria potestad para disponer Pero no se trata ni de una doctrina ni de unos derechos que nazcan en
de todo aquello que les pareciere más conforme y seguro en el espiritual los siglos xvii-XVHl ni que en ellos se ejerciten por vez primera. En otro
gobierno, en orden a conferir, ampliar, establecer y promover la Religión lugar he sostenido que el Regalismo estaba ya presente en la acción regia en
Católica y el aumento espiritual de los fieles y conversión de los infieles que
habitan en ellos». las Indias desde el momento mismo de la primera conquista y que para
limitarlo, en el caso de España, al siglo x v m hay que añadirle el calificativo
Pero cuando Rivadeneyra y Abreu escriben, ya en el siglo xvm, se ha de borbónico. Quise con ello expresar que cabe, y existe, un concepto
dado un nuevo paso en la atribución de poderes a los monarcas en el amplio de regalismo, que en tal sentido sería aplicable a las relaciones
gobierno de la Iglesia. Ha aparecido, en efecto, una nueva figura, la Regalía, Iglesia-Estado y al correspondiente reparto de competencias desde los orí-
y una nueva doctrina, el Regalismo, que serán las propias y específicas de la genes mismos de la cristiandad.
tercera etapa de la acción cristianizadora de las Indias por parte de la En efecto, la Iglesia y el Estado -y no sólo en el ámbito del cristianismo,
Corona española. sino que se trata de un fenómeno común a todos los Estados y religiones-
Giménez Fernández la ha caracterizado en la misma línea que acabamos han competido siempre por el ejercicio del poder social. Diferentes doctri-
de ver que sigue para su descripción del Patronato y el Vicariato. Refirién- nas han ido con el pasar del tiempo proponiendo soluciones a la doble
dose a este último, escribe: competencia de ambas instituciones sobre unos mismos fenómenos de rela-
ciones humanas. Y por muchas variantes que tales relaciones hayan podido
«Pero ni aun esta amplísima jurisdicción bastó a los Borbones españoles, presentar y que las doctrinas hayan podido ofrecer, cabe hacer una síntesis
imbuidos del absolutismo nacionalista de Luis XIV; y a partir de Fernando VI, que las reduciría a tres: hierocratismo o teocracia -predominio de la Iglesia
por sus legistas (Olmedo, Rivadeneyra, Campomanes, Ayala) se inicia la evolu- sobre el Estado-, regalismo o cesaropapismo -predominio del Estado sobre
ción doctrinal que culmina en la reforma de la Iglesia Indiana intentada por
Campomanes y demás ministros de Carlos III, apoyándose, frente al Pontifica- la Iglesia- y separación entre ambos poderes, con índices mayores o meno-
86 P.I. Cuestiones globales C.6. El regalismo indiano 87
res de colaboración entre ambos. Siempre en líneas muy generales, el cesa- 2) el Concilio general ha de ser considerado superior al Papa; 3) el primado
ropapismo fue típico del Imperio romano cristiano; la teocracia predominó papal ha de ejercerse respetando los derechos de las iglesias locales; 4) los
durante la Edad Media, el regalismo caracteriza la Edad Moderna, y la decretos papales, en cuestiones de fe, no son irreformables mientras no
separación es lo propio de la Edad Contemporánea. reciban la conformidad de toda la Iglesia.
Varias razones explican el predominio del pensamiento regalista duran- Roma reaccionó contra esta doctrina, que traspasa los límites de lo
te los siglos xvi a xvni, en un ritmo de intensidad que aumenta progresiva- administrativo, para negar principios dogmáticos, y Luis XIV hubo de dar
mente desde el principio al fin de esa Edad, en tal medida que el siglo x v m marcha atrás. Pero de ahí arranca un fuerte Regalismo que en Francia recibe
resulta ser, efectivamente, el siglo regalista por antonomasia: de un lado, la el nombre de Galicanismo, que tenía raíces muy antiguas en aquel reino y
decadencia del Papado, que había alcanzado el fin de su inmenso prestigio que proclamará para todo el siglo x v m la competencia del príncipe en
medieval con ocasión del cisma de Occidente, y que ya nunca vuelve a tener cuestiones temporales de la Iglesia - p o r las que se entendió todo lo no
el poder que poseyera antes del cautiverio de Aviñón; de otro, el fortaleci- relacionado con la fe y aun se llegaba a rozar el control de las declaraciones
miento del Estado a partir del desarrollo de las nacionalidades en el paso del papales en tal terreno- en base, sobre todo, a dos argumentos: uno, que así
siglo xv al xvi, y, en fin, como última causa, la Reforma protestante. ha sido querido por Dios al dividir los poderes entre el Papa y el Monarca
por derecho divino, y dos, que tales son las antiguas libertades de la Iglesia
B) Origen galicana —entendiendo por tales los derechos de gobierno de las institucio-
nes eclesiásticas galas en momentos del Medievo, en que el Papado aún no
Que la decadencia del Papado y el fortalecimiento de los nuevos Esta- ha comenzado a ejercer sus facultades en la forma centralizada e inmediata
dos diesen pie a la sustitución de la teocracia por el regalismo es tan lógico sobre toda la Iglesia en que lo hizo posteriormente-, libertades que los
que no precisa explicación alguna. Conviene, en cambio, detenerse un mo- pontífices no pueden ni desconocer ni disminuir.
mento en la influencia sobre el Regalismo de la Reforma luterana. Martín
Lutero confió el supremo poder en las iglesias reformadas al poder civil; en
C) Difusión
los países en que el protestantismo se impuso, los monarcas se convirtieron
en auténticas cabezas de las correspondientes iglesias. La cantidad de poder Bajo diferentes formas el fenómeno regalista se extendió por toda la
que este fenómeno acumuló en las monarquías protestantes se comprende Europa católica y adoptó diferentes nombres según los varios países. En
bien si se piensa en la importancia que conservaba la vida eclesiástica en la Francia ya sabemos que se denominó Galicanismo. En Alemania, Febronia-
sociedad europea de aquel tiempo. Sobre esta base es fácil comprender que nismo, denominación tomada de Justino Febronio, el seudónimo utilizado
las monarquías católicas, que manteniéndose fieles al Papado no podían por Nicolás von Hontheim para publicar su libro De statu Ecclesiae, verdade-
disponer de poderes comparables a los que Lutero había puesto en manos ro compendio de ideas cesaropapistas que seguían una tradición que conta-
de los monarcas de la Reforma, añorasen la posesión de facultades de ba con nombres tan ilustres como Marsilio de Padua, el teorizante del poder
gobierno tan amplias como las disfrutadas por las coronas protestantes. imperial en las luchas contra el Pontificado en la Edad Media, y Van Espen,
Aunque tal hecho pudiese no ser consciente, motivó sin duda un movi- el profesor de Lovaina creador de la orientación regalista del Derecho
miento de acercamiento de las monarquías católicas a las tesis regalistas, en canónico moderno. En Austria se utilizó el nombre de Josefinismo, tomado
cuya virtud los príncipes poseerían poderes amplísimos en el campo eclesiás- del emperador José II, el Rey Sacristán -según el despectivo apelativo que le
tico. El Regalismo se nos presenta así como una herejía administrativa; la aplicara Federico el Grande-, que regulaba hasta el número de velas que
herejía en la que caen los países católicos en un terreno que, al no afectar a habían de lucir durante las funciones sagradas. En Italia, con el nombre de
lo dogmático y al no provocar tampoco el cisma, pues la sumisión al Papa Jurisdiccionalismo, presidió la política de los Borbones en Ñapóles y Parma,
como cabeza suprema de la Iglesia no se altera en lo esencial, permitió la y de los Habsburgo-Lorena, en Toscana. En Portugal bajo el marqués de
conservación de la unidad religiosa en contraste con su ruptura en el mundo Pombal, primer ministro de José I, y en España bajo los reyes de la Casa de
de la herejía doctrinal, es decir, en el ámbito dominado por el protestan- Borbón, instaurada a partir del comienzo del siglo x v m en virtud del testa-
tismo. mento de Carlos II y de la Guerra de Sucesión, el Regalismo -con esta
denominación- inspiró toda la obra de gobierno de la Ilustración y marcó
Naturalmente, la primera aparición del pensamiento regalista bajo la
profundamente las relaciones entre las dos Coronas peninsulares y la Santa
forma de una doctrina que reivindica poderes eclesiásticos para el monarca,
Sede.
en cuanto que supone un acercamiento a las tesis protestantes, había de
rondar verdaderamente la herejía no sólo administrativa -ya se comprende No deja de ser un interesante testimonio del modo en que el Regalismo
que utilizamos aquella palabra de un modo elástico-, sino también dogmáti- de la corte, y el de los autores que en torno a la misma giran era recibido por
ca. Tal fue el caso de la Asamblea del Clero francés, que patrocinó Luis XIV buena parte de la opinión nacional el hecho de que, en Portugal, se atribuya
en 1682, y que dictó los Cuatro Artículos Galicanos: 1) ni los Papas ni la la locura de la reina doña María I, entre otras causas, a su convicción de que
Iglesia tienen poder alguno sobre los príncipes temporales en cuanto tales; su padre, José I, se había condenado sin duda como consecuencia de su
88 P.I. Cuestiones globales te 6. El regalismo indiano 89
política regalista, y en España se considerase por muchos a los Borbones cia del poder real en las Indias que no se hubiesen manifestado con anterio-
como una dinastía antiespañola, contraria a nuestras tradiciones, y fomenta- ridad y,' por supuesto, en vano intentaríamos buscar una huella de la conce-
dora de una descristianización ilustrada de la nación, en contraste con la sión pontificia de privilegios regalistas. Por ello, nuestra atención se ha de
muy católica Casa de Austria, idea de la que se hará tardío pero significativo verter sobre los siguientes puntos: la política económica de Felipe V en
eco Menéndez Pelayo. Indias, en la que sí aparece alguna interesante novedad de éstas que no
El Regalismo se impone en España, en efecto, a todo lo largo del siglo existieron con anterioridad y resultan, por tanto, ser frutos del pensamiento
XVIII, y perduran muchos de sus principios en la centuria siguiente. Había regalista; la política conciliar de Carlos III, que constituye el principal ejem-
tenido precedentes, y no es conforme a la exactitud de los hechos atribuirlo plo de aplicación del Regalismo en Indias; algunas actuaciones aisladas de
en exclusiva a la Casa de Borbón. Bajo Felipe IV, el Memorial de Chumacero Carlos IV en Indias, que son consecuencia de actitudes suyas de gobierno en
y Pimentel ya recogía una importante serie de reivindicaciones de la Corona relación con la metrópoli; y el pensamiento que está detrás de todos estos
frente a la Sede Apostólica que pueden muy bien calificarse de regalistas. actos, los justifica y los apoya, dando lugar a un intento de revisión general
Pero es importante subrayar que el Regalismo borbónico, o dieciochesco, de la obra legislativa indiana, hasta pensarse en una nueva Recopilación que
no aumenta tanto - e n comparación con tiempos anteriores- las intromisio- sustituyese a la de Carlos II y que obedecería en materias eclesiásticas a los
nes reales en la disciplina eclesiástica cuanto modifica los fundamentos de principios informadores de la doctrina regalista.
tales intromisiones. Como se ha dicho anteriormente, en relación con el caso
indiano, el Patronato y el Vicariato se asemejan en que ambos son considera- A) Política económica de Felipe V
dos como concesiones pontificias, y se diferencian en que el segundo tiene
un contenido mucho más amplio que el primero. Cuando Felipe V ocupa definitivamente el trono de España no alienta el
propósito de alterar sustancialmente la política religiosa de sus predecesores
Pues bien, el Vicariato y la Regalía tienen prácticamente un mismo
en los territorios ultramarinos. Sin embargo, imbuido él y sus ministros del
contenido, apenas aumentan las intromisiones regias en el campo de lo
galicanismo de su abuelo Luis XIV, sí que comienza en la metrópoli una
eclesiástico al pasarse de aquél a ésta; la diferencia esencial está en que el
nueva era en lo que hace a las relaciones entre la Santa Sede y el poder civil.
Vicariato lo poseen los príncipes -según afirman- por haberles sido otorga-
Es sabido que Clemente XI se vio obligado en un momento dado a recono-
do por los Papas, y la Regalía es un derecho nato de la Corona que la Santa
cer al archiduque Carlos como rey de España durante la Guerra de Suce-
Sede tiene el deber de respetar. Por eso, el Memorial de Chumacero y
sión; ello dio motivo a varios cierres de la Nunciatura en Madrid, y la política
Pimentel, que constituye un lugar común cuando se quiere recurrir a los
religiosa del primer Borbón, conducida en diferentes épocas por el obispo
precedentes austrias del Regalismo borbónico, lo es en cuanto representa
de Málaga, don Gaspar de Molina, y por el abate Alberoni, llevará a no pocos
una reclamación real a Roma para que se reconozcan a los reyes más amplios
enfrentamientos con Roma, que fueron dejando su huella en las mutuas
derechos y competencias, pero en lo que hace a los fundamentos doctrinales
actitudes entre la Corona española y el Papado.
que lo sustentan no obedece aún a la idea típicamente regalista del derecho
divino de los reyes para ejercer el control y gobierno de la disciplina ecle- Pero, para las Indias, los reflejos de tales hechos fueron más bien
siástica. escasos. Las reivindicaciones anteriores de la época de Felipe IV, y las nue-
vas que Macanaz y otros autores ponen ahora en marcha, se referían a la
Esta doctrina aparece ya en el reinado de Felipe V, de la mano de los
península; las Indias poseían desde mucho atrás el Patronato universal, que
escritos de Macanaz y Alvarez de Abreu; inspirará las relaciones con Roma
se convierte, en cambio, en la metrópoli en la meta de todos los esfuerzos
de Fernando VI y sus ministros, defendida por Mayáns y Sisear; será la
regalistas, hasta lograr su reconocimiento en el Concordato de 1753. Todo
propia de los autores que escriben bajo Carlos III - u n Rivadeneyra, por
lo cual, para las Indias, carece de particular interés.
ejemplo, un Campomanes, igualmente- y de los ministros que con este
monarca gobernaron. Y, como es lógico, se aplicó a las Indias de manera El problema regalista indiano aparece por vez primera, de manera
decidida y aun atrevida, tratando de avanzar allí actitudes que luego se digna de especial atención, a raíz del planteamiento del problema de la
querría trasladar a la metrópoli. atribución de las rentas vacantes. «Con nombre de vacantes entendemos en
este Discurso -escribía Alvarez de Abreu- únicamente aquellos frutos, espe-
cies o rentas que por razón solamente del derecho decimal, concedido a los
III. EL REGALISMO EN INDIAS señores Reyes Católicos, se adeudan y causan en la Metrópoli, o Diócesis
Vacante, durante su orfandad: los mismos que en Sede plena habían de
Un estudio del Regalismo en Indias, pues, no es tanto una aportación percibir y gozar el Prelado Metropolitano, o Diocesano, y las Dignidades,
de intromisiones regias en la vida eclesiástica cuanto un análisis del pensa- Prebendados y demás Ministros de las Iglesias de Indias, por razón de
miento y la doctrina. Si en el capítulo sobre el Patronato los temas funda- estipendio, o congrua sustentación, en virtud de las erecciones y estatutos de
mentales eran su concesión a los reyes de Castilla para todos sus territorios las tales Iglesias, y órdenes de Su Majestad».
de América, al tratar del Regalismo son pocos los nuevos puntos de inciden- Fue precisamente Abreu quien convirtió este tema en una cuestión
90 P.I. Cuestiones globales C. 6. El regalismo indiano 91
candente, que para él mismo concluyó con la concesión de un título de reformas» (MORALES PADRÓN). Y entre tales reformas estaban las que se
nobleza, el marquesado de la Regalía -pocas veces un título reflejará con hacían precisas en la Iglesia. Era necesario crear nuevas diócesis y llegar
mayor precisión el motivo por el que fue otorgado-; para la Corona, en lo hasta confines hasta entonces inatendidos; dotar al clero de una formación
que se afirmó que significaba el descubrimiento de unas nuevas Indias -tal coherente con las nuevas corrientes filosóficas y científicas; someter más
fue el importe de las nuevas rentas que pasó a percibir-; para las relaciones estrechamente a las Ordenes religiosas - d e por sí autónomas frente a la
entre la Iglesia y el Estado, en la consagración primera de los principios Corona, como dependientes de órganos propios de poder situados en Ro-
regalistas de nuevo cuño en los albores del siglo de la Ilustración. ma, lejos del influjo real- a la vigilancia de los obispos. Los jesuítas controla-
La cuestión en sí no parecía justificar la trascendencia que llegó a ban en Indias los principales centros educativos y una de las zonas de mayor
revestir. Las rentas vacantes mayores, que correspondían a los arzobispados interés por el éxito de los métodos de evangelización y desarrollo aplicados:
y obispados, se habían atribuido siempre en las Indias a la Corona, a los solos las Reducciones. La orientación de los centros educativos a los que acudía la
efectos de su distribución en fines píos; se reservaban a los futuros ocupan- clase dirigente había de adecuarse a las nuevas corrientes, y era la Iglesia la
tes del cargo las rentas vacantes menores, como las de canonjías y preben- que dirigía tales centros. Se hacía, pues, necesaria una profunda reforma del
das. Así se mantuvo el tema durante dos siglos, no sin discusiones que sistema precedente, muy particularmente en este terreno.
trataban de llevar tales rentas a poder real, pero sin que ese cambio se Pero reformar la Iglesia resultaba tarea imposible para la Corona, aun
operase nunca. Alvarez de Abreu estudió detenidamente el tema y llegó a la recurriendo a las prácticas regalistas. Para reformar la Iglesia resultaba
conclusión de que las rentas de vacantes eran libre propiedad de la Corona, imprescindible contar con ella. Y la política de Carlos III buscó precisamen-
que podía darles el uso que estimase oportuno. Dada la extremada duración te eso: la aceptación por la propia Iglesia del sistema regalista, de modo que
de las vacantes indianas, como consecuencia del complicado sistema de la propia autoridad eclesiástica impusiese las reformas que la Corona desea-
provisión patronal de los cargos eclesiásticos, los productos de las vacantes ba. El rey pudo dar un golpe de fuerza: la expulsión de los jesuítas. Así
tenían un montante altísimo. Cuando Abreu logró convencer a los medios arruinó las Reducciones, pero privó a la Compañía de Jesús de su gran
oficiales y al rey, a través de un complejo proceso de estudios, Juntas y resorte de poder, prestigio y recursos, hasta lograr luego su extinción por
exámenes de la temática, la Corona vio aumentados en enorme medida sus decisión -arrancada por las Cortes católicas de Europa- de Clemente XIV.
ingresos provenientes de América, y si bien normalmente destinó tales ren- Privó así también a la clase dirigente de las orientaciones educativas que los
tas a atender necesidades de la propia Iglesia y de los pobres, ello le descargó jesuítas imponían. Eso ya era mucho. Pero el Regalismo no podía contentar-
del deber de atender estas obligaciones con otros fondos de la Real Hacien- se con eliminar a la Compañía; esto supuso remover el principal obstáculo a
da. El resultado económico para la hacienda pública resultó, en todo caso, la política de reformas - d a d o que los jesuítas, desde sus enfrentamientos
muy brillante, y Abreu debe buena parte de su fama a tal logro. con el galicanismo, significaban un importante bastión de defensa contra los
Lo importante en toda esta cuestión es que Alvarez de Abreu provocó derechos de las Coronas frente al Papado-, pero seguía siendo preciso llegar
con sus actuaciones una decisión real sobre un tema de administración a la reforma completa, en sentido ilustrado, del pensamiento, la enseñanza
eclesiástica en que se deja de lado cualquier entendimiento con la Santa y las estructuras y actuación de la Iglesia en Indias. A lograrlo tendieron las
Sede para tomarse una decisión innovadora en materia de primer orden por subsiguientes medidas de Carlos III, concretadas sobre todo en la puesta en
la sola autoridad de la Corona. Este es el Regalismo. Sin mediar ni privilegio marcha de la celebración de concilios provinciales en todos los territorios de
ni negociación, en materia en que durante dos siglos -bajo Patronato y América.
Vicariato- la norma había sido otra y la Santa Sede la había defacto aceptado, La idea Carolina de confiar a los concilios americanos la reforma de la
el rey actúa por su propia autoridad e innova radicalmente el tratamiento administración de la Iglesia en sentido regalista resulta sumamente inteli-
jurídico de la cuestión. Y ello en base a un razonamiento de corte doctrinal gente. Si se conseguía que fuesen los propios prelados de Indias quienes
regalista. Este es el punto que hay que subrayar, porque por vez primera el aprobasen las nuevas normas por las que debía regirse la Iglesia americana,
Regalismo incide sobre el gobierno eclesiástico de las Indias con todos los la Corona quedaría de un lado exculpada de haber promovido ella misma la
perfiles que le son propios. adopción de los principios regalistas, y de otro apoyada en su nueva política,
al consistir ésta en cuidar de la aplicación de lo que los propios prelados, a
B) Política conciliar de Carlos III través de los sínodos, hubiesen establecido.
Bajo Carlos III se programa una reestructuración general del gobierno A tal efecto, la real cédula de 21 de agosto de 1769, habitualmente
de las Indias. «Los políticos de la dinastía borbónica comprobaron, una vez denominada el Tomo Regio, procurará la puesta en marcha de la reunión de
más, que era imposible seguir gobernando las posesiones ultramarinas con una serie de concilios en todos los territorios indianos. En sí misma, la
los anticuados e inapropiados órganos disponibles de la administración. En iniciativa no podía merecer el menor reproche. Intensa durante el siglo XVI,
todos los sectores había surgido una inédita problemática que desbordaba a la celebración de sínodos en Indias había disminuido notablemente durante
los virreyes, carentes, por otrp lado, de colaboradores. Había que realizar el XVII. «El concilio de Trento —recuerda Bruno— había ordenado la celebra-
92 P.I. Cuestiones globales C.6. El regalismo indiano 93
ción de los concilios provinciales cada tres años. Por las distancias y dificulta- llevar de la mano a la jerarquía eclesiástica americana hacia el terreno en que
des de viajes obtuvo Felipe II el breve de San Pío V, de 12 de enero de 1570, la Corona tenía interés en promover una nueva normativa de sentido regalis-
que prorrogaba en Indias a cinco años el plazo de los concilios; plazo que ta; el Tomo señala que los concilios previstos tienen como objeto «exterminar
Gregorio XIII alargó a los siete años el 12 de julio de 1584 por pedido de las doctrinas relajadas y nuevas», es decir, el probabilismo jesuítico, «resta-
Santo Toribio de Mogrovejo. Finalmente, Paulo V, el 7 de diciembre de bleciendo también la exactitud de la disciplina eclesiástica y el fervor de la
1610, amplió esta facultad al permitir la celebración de concilios de doce en predicación». Se establecía que los sínodos debían examinar «los excesos que
doce años». cometan en la exacción de derechos los subalternos de sus tribunales ecle-
De hecho, los plazos no se cumplieron, y si bien hubo más numerosos siásticos; formar «un catecismo abreviado» y revisar los catecismos «puestos
sínodos diocesanos y escasos provinciales, la vida conciliar indiana pivotó en las lenguas naturales de los indios», siempre para liberar la enseñanza de
sobre dos series de concilios, que se agrupan en un estrecho margen de la fe de las doctrinas de los jesuítas, que son la bestia negra de esta política
tiempo a fines del siglo xvi: los tres concilios mexicanos y los cinco limeños, de reforma.
celebrados aquéllos en 1555, 1565 y 1585, y éstos en 1552, 1567, 1583, En la misma línea se dispuso en el Tomo Regio que los concilios prescri-
1591 y 1601. Con posterioridad no había vuelto a reunirse un concilio bieran que «no se enseñe en las cátedras por autores de la Compañía proscri-
provincial en ninguna de las dos grandes sedes antes del Tomo Regio de tos». Igualmente se ordenaba poner límites «en las fundaciones de capella-
Carlos III. Fueron el concilio III de México y el III de Lima, presididos, nías» y que no se permitiese «perpetuar los bienes de patrimonio», para no
respectivamente, por los arzobispos don Pedro Moya y Contreras y Santo «enajenar de las familias estas raíces ni sacarles del patrimonio de los secula-
Toribio de Mogrovejo, los que marcaron para siempre la legislación conci- res», primeros pasos, como se puede advertir, de la futura política desamor-
liar de Indias. En ambos virreinatos la vida eclesiástica se rigió en adelante tizadora.
por las normas emanadas de ambos concilios, en cuyas actas se reúne una El rey debía señalar el momento más oportuno para la celebración, y a
extensa regulación de cuantos puntos eran de interés para la administración ésta debían acudir y estar siempre presentes los representantes de la Corona
espiritual y temporal de la Iglesia; los concilios posteriores, hasta Carlos III, de Indias para «proteger al concilio y velar en que no se ofendan las regalías,
siguen en todos los territorios americanos muy de cerca el camino trazado jurisdicción, patronazgos y preeminencia real». «Más centralización -co-
por los dos concilios mencionados. menta Bruno- de la obra conciliar en manos del rey no era concebible sino
Carlos III y sus ministros encontraron, pues, fácil el camino para poten- en los Estados divididos del común tronco romano».
ciar una política favorable a la celebración de nuevos concilios provinciales; Tiene interés esta cita del historiador argentino, ya que conecta con
el resultado de su acción fueron los concilios IV mexicano y VI de Lima, de algo que más arriba hemos dejado indicado: hay en el regalismo una especie
1771 y 1772, y más tarde, en 1774-78, el de Charcas y algunos otros de de sueño de los monarcas católicos por disponer sobre la Iglesia de jurisdic-
menor trascendencia en relación a los de las dos capitales virreinales. ción semejante a la que en virtud de la Reforma adquirieron los monarcas
La preparación del Tomo Regio había sido objeto de una cuidadosa protestantes, y las prácticas regalistas, si bien se operan en un contexto
labor, en la que tuvieron mano los principales asesores de Carlos III, y muy general de mantenimiento de la fe católica y de sumisión al Romano Pontífi-
en particular Campomanes. Giménez Fernández ha descrito con abundan- ce, tienden sin duda a independizar a las iglesias nacionales de la directa
tes detalles el proceso en su monografía sobre el tema (vid. en la bibliogra- dependencia de Roma, sometiendo al episcopado en todo lo posible a la alta
fía). La real cédula o Tomo Regio de 1769 indicaba a sus destinatarios, de dirección de sus actuaciones que provenía de la Corona.
parte del monarca, «la obligación que me incumbe, en consecuencia de lo
La celebración de los dos importantes concilios IV mexicano y VI de
dispuesto por las leyes de mis Reinos, de los derechos de mi patronazgo real,
Lima tuvo lugar bajo estas coordenadas. En el caso de México, el arzobispo
de la protección que debo a los cánones y de la regalía aneja a la corona
Lorenzana se sometió en un todo a las indicaciones de la real cédula de
desde los principios de esta monarquía, a promover la congregación y cele-
1 769; las decisiones del concilio constituyen el más importante documento
bración de concilios nacionales o provinciales, indicando los puntos que se
legalista de origen eclesiástico que se produjo en orden al gobierno de la
han de tratar en ellos» (publica el texto del Tomo Regio Tejada y Ramiro, al
Iglesia indiana, y, de haberse llegado a aplicar, la orientación del Regalismo
frente de las actas del IV Concilio Límense, en su Colección de Cánones de la
hubiese sido un hecho consumado en la historia eclesiástica de América. Sin
Iglesia de España y de América).
embargo, nunca logró la Corona que la Santa Sede aprobase ese concilio;
Es cierto que ninguno de los concilios promovidos por Carlos III llegó incluso ni llegó a intentarlo seriamente. Y sin la aprobación de sus actas, su
a tener validez canónica; «una vez más, la invasión del poder civil impedía el inmediata aplicación en Indias sin contar para nada con el Romano Pontífi-
libre desenvolvimiento de la Iglesia» (GÓMEZ HOYOS). Pero ése es un punto ce hubiese significado un cisma, situación a la que Carlos III ciertamente no
a analizar más adelante. Valga ahora subrayar las últimas palabras del texto pretendía llegar.
del Tomo Regio que ha quedado insertado líneas arriba: el rey marcará los Algo se caminó en esa dirección bajo Carlos IV, cuando el ministro
puntos a tratar en los concilios. Con esta medida se trataba precisamente de Urquijo, durante la vacante de la Sede Apostólica a la muerte de Pío VI,
94 P.I. Cuestiones globales C. 6. El regalismo indiano 95
pretendió trasladar a la jurisdicción civil la competencia sobre multitud de literatura al respecto como la totalidad de la legislación recopilada y no
cuestiones eclesiásticas; pero el hecho no dejó huella en nuestra historia, y recopilada. Sus actas son, pues, el mejor documento que poseemos -conti-
no pasa de constituir una curiosa anécdota. Por lo que hace al Concilio VI núan inéditas en el Archivo de Indias de Sevilla, habiendo publicado Muro
de Lima, los prelados del virreinato peruano resultaron mucho más pruden- la mayor parte de su Proyecto de nuevo Libro I del Código indiano- para cono-
tes que los del de Nueva España; aceptaron las directrices regias para la cer el sentido de la política regalista y su reflejo en la legislación indiana, y,
celebración de la asamblea, y el programa que fijaba su contenido y orienta- por tanto, en la administración de la Iglesia en América. Si bien todo ello —al
ción, de forma muy matizada, y las actas consiguientes ni siguen la línea no haber entrado nunca en vigor la proyectada segunda Recopilación- no es
regalista del concilio mexicano, ni agradaron a la Corte, ni llegaron tampo- sino documentación doctrinal, no vida real del influjo del poder civil en la
co nunca a ponerse en práctica. Hasta el momento de la independencia, la Iglesia indiana.
América española continuó rigiéndose sustancialmente en este campo por Cuando la Junta entregó, en 1790, a Carlos IV el Proyecto de nuevo
las líneas maestras señaladas y establecidas en los concilios paralelos, ambos Libro I, el monarca no lo puso en vigor. Sin embargo, en una real cédula de
con el ordinal III, de México y Lima de finales del siglo XVI. 25 de marzo de 1792 estableció que se fueran «poniendo sucesivamente en
uso y práctica las decisiones comprendidas en dicho nuevo Código en todos
C) Actuaciones aisladas de Carlos IV los casos que ocurrieren, librando las cédulas y provisiones que resulten
Ya hemos apuntado que Carlos IV exacerbó la actitud regalista de su conforme a su tenor, al que deberán acomodar también su respuesta los
padre, pero lo hizo más en relación con la metrópoli que con los reinos de fiscales y promover su observancia». Curiosa forma de proceder con un
ultramar, a raíz del real decreto de 5 de septiembre de 1799, tildado de texto que ni se imprimió ni se dio a conocer, y al que deberían atenerse los
heterodoxo por Menéndez Pelayo y de cismático por Giménez Fernández, y fiscales, que no tenían acceso a él. Curiosa manera de hacer entrar en vigor
que éste atribuye sobre todo al ministro Marqués de Cavallero -«de quien no un texto, no directamente, sino a través de futuras disposiciones, que cuan-
se sabe decir si fue más infame que necio o más necio que infame»- y aquél do fueren necesarias sobre puntos concretos deberían dictarse a su tenor.
a don Mariano Luis de Urquijo, el futuro colaborador de José Bonaparte, La realidad es que nunca se dictó disposición alguna a tenor de ese
que como ministro de Carlos IV alentaba «sueños jansenistas de una Iglesia Proyecto de cuerpo legal ni es de creer que fiscal alguno lo tuviera nunca en
pura y nacional» (COMELLAS). cuenta; en cambio, el propio monarca sí que ordenó formalmente que
En relación con América, el regalismo de Carlos IV se concretó funda- algunas, muy pocas, de las nuevas normas del Proyecto tuviesen vigencia y se
mentalmente en el intento de puesta en práctica inmediata de nuevas leyes, aplicasen. Muro las ha reseñado, y ha de recordarse que su incidencia sobre
que limitaban notablemente el fuero eclesiástico, tanto personal como real. la vida indiana resultó totalmente negativa. Se trataba -como antes se ha
El hecho fue consecuencia del complicado sistema de dotar a las Indias de indicado- de leyes que limitaban el privilegio del fuero, y la inmediata
una nueva Recopilación que sustituyese a la de 1680, la cual por una parte se consecuencia de sus aislados intentos de aplicación resultó ser una altera-
había quedado evidentemente anticuada -aunque sólo fuese por la multitud ción grave de la estabilidad de las relaciones de la Iglesia y el Estado en
de nuevas normas legales emanadas por la Corona a lo largo de veinte años Indias, dándose lugar incluso a alteraciones del orden público, a la vista del
del siglo XVII y la primera mitad del XVIII-, y por otra estaba agotadísima y celo inusitado con que las justicias reales se dieron a liberar presos y abrir
resultaba prácticamente inencontrable, y no se quería reimprimir dado pre- cárceles eclesiásticas, y provocándose varias cartas de protesta al rey, hasta
cisamente el anterior factor de quedar ya muy anticuada. Para sustituirla, y caer en el olvido casi inmediato las nuevas medidas, que constituían el único
tras varios esfuerzos infructuosos anteriores, formó Carlos III una Junta, y desafortunado intento de aplicar a las Indias un sistema de gobierno en lo
encargada de elaborar lo que vino en denominarse Nuevo Código de las Leyes eclesiástico de carácter estrictamente regalista.
de Indias. Fue nombrada por real cédula de 9 de mayo de 1776 y desarrolla-
da a partir del 7 de septiembre de 1780, como continuación de trabajos
IV. CONCLUSIÓN
precedentes que han estudiado particularmente Manzano Manzano y Muro
Orejón. La labor de la Junta - q u e por otra parte existía todavía, y con igual Todo ello viene a probar que el regalismo, en la práctica, no llegó a
cometido, que nunca concluyó, en el reinado de Fernando V I I - durante el modificar la competencia de la Corona sobre la Iglesia indiana. Las pocas
reinado de Carlos III y Carlos IV se redujo a elaborar un nuevo Libro I de la veces que lo intentó seriamente -proyecto de nuevas leyes, concilios, supre-
Recopilación, precisamente el de las Leyes eclesiásticas. La doctrina ha estu- sión del Fuero-, a nada efectivo se llegó. Se trata, pues, ante todo, de un
diado este Proyecto de nuevo Libro I (Muro Orejón, De la Hera), para movimiento doctrinal, de una nueva forma de entender y explicar la autori-
concluir que se trata del más desarrollado de todos los intentos de aplicar el dad real sobre las materias eclesiásticas. Hijo del jansenismo (Miguélez),
Regalismo al gobierno de la Iglesia indiana. La Junta discutió a fondo tanto estrechamente emparentado con el galicanismo y luego con el Racionalismo
los principios doctrinales del Patronato, el Vicariato y el Regalismo, como y el pensamiento de la Ilustración, el regalismo indiano no alcanzó nunca
sus aplicaciones prácticas en Indias; repasó cuidadosamente tanto toda la los niveles prácticos que en la teoría propugnaron sus defensores y expósito-
96 P.I. Cuestiones globales C.6. El regalismo indiano 97
res. Rivadeneyra analizó con brillantez su naturaleza en u n famoso libro, su 1962), 567-580; ID., «Notas para el estudio del regalismo español en el siglo XVIII»:
Manual Compendio de el Regio Patronato Indiano, p e r o c u a n d o quiso pasar d e Anuario de Estudios Americanos 31 (Sevilla, 1974), 409-444; ID., «LOS precedentes del
la teoría a la práctica, c o m o asistente real en el IV Concilio Mexicano, regalismo borbónico según Menéndez Pelayo»: Estudios Americanos 14 (Sevilla, 1957),
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solamente logró c o l a b o r a r en u n a o b r a inútil y sin futuro. Y C a m p o m a n e s Anuario de Historia del Derecho Español 30 (Madrid, 1960), 553-616; ID., voz «Regalis-
sobresalió, en su Tratado de la Regalía de Amortización o e n su Juicio imparcial mo»: Diccionario de Historia Eclesiástica de España 3 (Madrid, 1973); ID., El regalismo
sobre el Monitorio de Parma, c o m o formidable teórico de las nuevas opiniones, borbónico en su proyección indiana (Madrid, 1963); J. MANZANO, «El Nuevo Código de
p e r o su contribución a la redacción del Tomo Regio n o logró c o n d u c i r a b u e n las Leyes de Indias (Proyecto de Juan Crisóstomo de Ansótegui)»: Revista de Ciencias
lurídicasy Sociales 73-4 (Madrid, 1936), 5-82; J. LÓPEZ ORTIZ, El regalismo indiano en
p u e r t o el p r o y e c t o de involucrar a la Iglesia indiana en su p r o p i a r e f o r m a de el Gobierno Eclesiástico-Pacífico de don fray Gaspar de Villarroel (Madrid, 1947);
u n a m a n e r a suficientemente eficaz. I. MARTÍN MARTÍNEZ, Figura y pensamiento del cardenal Belluga a través de su -Memorial
Los reyes vigilaron siempre con e x t r a o r d i n a r i o celo q u e se respetasen antirregalista a Felipe V» (Murcia, 1960); ID., Fundamentos doctrinales e históricos de la
sus d e r e c h o s patronales; el 14 d e j u l i o d e 1765 Carlos I I I se a u t o p r o c l a m ó posición antirregalista del cardenal Belluga (Murcia, 1960); M. MENÉNDEZ PEÍ AYO, His-
toria de los heterodoxos españoles 5 (Santander, 1947); M. MIGUÉI.EZ, Jansenismo y rega-
«vicario y delegado de la Silla Apostólica», a s e g u r a n d o q u e «compete a mi lismo en España (Valladolid, 1985);F. MORALES PADRÓN, Historia de España, 14: Améri-
real potestad intervenir en t o d o lo c o n c e r n i e n t e al g o b i e r n o espiritual d e las ca Hispana hasta la creación de las nuevas naciones (Madrid, 1986); A. MURO OREJÓN,
Indias, con tanta amplitud, q u e n o sólo m e está concedida p o r la Santa Sede «Leyes del Nuevo Código vigentes en América»: Revista de Indias 1 (Madrid, 1944),
sus veces en lo e c o n ó m i c o de las d e p e n d e n c i a s y cosas eclesiásticas, sino 443-472; ID., «El Nuevo Código de las Leyes de Indias»: Revista de Ciencias Jurídicas y
Sociales 12-16 (Madrid, 1929-1935); V. RODRÍGUEZ CASADO, «Iglesia y Estado en el
también en lo jurisdiccional y contencioso, reservándose sólo la potestad d e reinado de Carlos III»: Estudios Americanos 1 (Sevilla, 1948), 5-57; J. SARRAILH, La
o r d e n , d e q u e n o son capaces los seculares». trise religieuse en Espagne á la fin du XVlll' siecle (Oxford, 1951); ID., L'Espagne éclairée
Un texto precioso, p e r o vicarial y n o regalista, c o m o su p r o p i a lectura de la seconde moitié du XVIII' siecle (París, 1954).
evidencia. Y si bien las regalías a p a r e c e r á n con frecuencia n o m b r a d a s j u n t o
al p a t r o n a t o y el vicariato en textos legales d e la época, lo h a r á n f o r m a n d o
u n t o d o las tres instituciones, y sin u n a v e r d a d e r a voluntad real d e i n t e r r u m -
pir la jurisdicción pontificia e i m p e d i r su proyección e n Indias.
NOTA BIBLIOGRÁFICA
Obras clásicas
A. DE CASTEJÓN, voz «Regalía», en Alphabetum iuridicum (Madrid, 1678);
J. FEBRONIUS, De statu Ecclesiae (Bullioni, 1768); MARSILIO DE PADUA, Defensorpacis, ed.
Scholz (Hannover, 1932-1933); F. DE RÁBAGO, Correspondencia reservada e inédita, ed.
Pérez Bustamante (Madrid, s. f.); Z. B. VAN ESPEN, IUS ecclesiasticum universum (Ma-
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Estudios modernos
Q. ALDEA, Iglesia y Estado en la España del siglo xvn (Comillas, 1961); S. ALONSO, •
El pensamiento regalista de Francisco Salgado de Somoza (Salamanca, 1973);
J. L. COMELLAS, Historia de España Moderna y Contemporánea (Madrid, 1974);
A. DOMÍNGUEZ ORTIZ, La sociedad española en el siglo xvui (Madrid, 1956); M. GIMÉ-
NEZ FERNÁNDEZ, El Concilio IV Provincial Mexicano (Sevilla, 1939); ID., «Las Regalías
Mayestáticas en el derecho canónico indiano»: Anuario de Estudios Americanos 6 (Sevi-
lla, 1949), 799-812; A. J. GONZÁLEZ DE ZUMÁRRAGA, Problemas del Patronato indiano a
través del «Gobierno Eclesiástico» de fray Gaspar de Villarroel (Vitoria, 1961).
A. DE LA HERA, «Evolución de las doctrinas sobre las relaciones entre la Iglesia y
el poder temporal», en Derecho Canónico (Pamplona, 1975); ID., «La Junta para la
corrección de las Leyes de Indias»: Anuario de Historia del Derecho Español 32 (Madrid,
CAPÍTULO 7
I. LOS DIEZMOS
A) La concesión
El 16 de noviembre de 1501, por la bula Eximiae devotionis sinceritas del
papa Alejandro VI, se concedió a los Reyes Católicos la percepción de los
diezmos de todas las islas y provincias indianas. Es oportuno destacar que
este hecho coincide con el momento en que comienza a declinar la figura del
descubridor y virrey de las Indias, don Cristóbal Colón, quien, con su
personalidad y las amplísimas prerrogativas de las capitulaciones de Santa
Fe, había dominado los primeros años de la colonización, y con el momento
en que la Corona decide tomar directamente las riendas políticas de aquellos
nuevos y todavía misteriosos territorios, para instaurar definitivamente el
100 P.I. Cuestiones globales C. 7. La economía de la Iglesia americana 101
aparato estatal castellano en Indias, como efectivamente se hizo con la universal, sino un acuerdo marco, como se diría ahora, un modelo que tenía
llegada del primer gobernador, Nicolás de Ovando, a la isla de la Española. que actualizarse siempre y en cada caso en la erección de nuevas diócesis. El
La cesión decimal del papa Alejandro VI se hacía, como se expresa en acuerdo sobre la división de los diezmos que se estableció con la erección de
la bula, en consideración a la fidelidad católica de los reyes y a su decidido la diócesis de México se constituyó en el modelo y en el punto de referencia
empeño de extender la fe entre los nuevos gentiles. La contrapartida funda- obligado. La Recopilación de 1681, que recoge esta fórmula, consagra legal-
mental de la cesión era que los monarcas españoles se comprometían a dotar mente una práctica generalizada.
con bienes del Estado las iglesias que se erigiesen y a mantener dignamente
a los prelados y demás pastores, lo mismo que el culto divino. B) La distribución decimal
Es interesante anotar, aunque sin ánimo de introducirnos en una discu-
La división que se estableció -salvo algunas particularidades locales, en
sión jurídica, que la bula de concesión diezmal es anterior a la Universalis
la mayor parte de los casos sin mayor relevancia- fue la siguiente. Se dividió
Ecclesiae, del 28 de julio de 1508, por la que se otorgó a los monarcas
la masa decimal en dos mitades; de la primera correspondía la mitad al
. castellanos el Patronato indiano. En consecuencia, el origen de la cesión de
ordinario y la otra al cabildo catedralicio. De la segunda mitad se hacía una
los diezmos no arranca de los derechos patronales, pero también es cierto
nueva división en nueve partes, que se distribuían de la siguiente forma: dos
que, en la práctica, uno y otro derecho forman una unidad y se confunden.
novenos para el rey -para la Real Hacienda—, cuatro novenos para los
En 1504, a petición de los reyes, el papa Julio II creó las tres primeras párrocos -beneficíales- y uno y medio, respectivamente, para hospitales y
diócesis americanas, con una iglesia metropolitana y dos sufragáneas, a la fábricas de iglesias. Esta complicada, aunque no difícil, distribución de los
vez que se nombraban los respectivos titulares. La erección efectiva de las fondos ha llevado a algún error de bulto. Quizá se pueda visualizar mejor si
iglesias americanas tardaría, sin embargo, una década más. Al rey Fernando trasladamos la distribución a sus valores porcentuales.
-acababa de morir Isabel- no le agradaron en absoluto los términos de la
bula, en primer lugar porque la creación diocesana no se basaba en el %
derecho patronal, que aspiraba a conseguir para las Indias, y por el trata-
miento de la cuestión diezmal. Mientras sus embajadores trabajaban activa- Obispos 25
mente para conseguir una y otra cosa, no se hicieron efectivos los nombra- Cabildo 25
Rey 11,11
mientos episcopales y el rey siguió legislando y disponiendo de los diezmos, Beneficíales 22,22
construyendo iglesias y sosteniendo al clero. Fábrica de iglesias 8,33
Superadas en lo fundamental las dos cuestiones principales, se decidió Hospitales 8,33
proceder a la erección de las iglesias, pero antes, a petición del rey y de los Este es, insisto, el reparto habitual, pero en los documentos de creación
obispos electos, se efectuó una reforma de la nonnata organización eclesiás- de las diócesis podían pactarse algunas variantes, como las que recoge Du-
tica. Las tres primeras diócesis se asentaban en la isla de la Española; ahora, browsky, en algunos casos sumamente peculiares; por ejemplo, el de Córdo-
para dar respuesta a la expansión de la colonización y a su dotación econó- ba de Tucumán, en el que la Corona se reserva sólo dos veintisieteavos del
mica, se creaban sedes en las otras islas y se suprimía la archidiócesis para total -alrededor del 7,40 por 100-, o el de Buenos Aires, en el que la
pasar a depender de la de Sevilla. En efecto, una de las razones principales Corona se asigna dos tercios de las primicias -relativamente importantes en
para proceder a esta reestructuración era la dotación diezmal, exigua en sí, la zona por su producción ganadera- y nada de los diezmos, que, dicho sea
dadas las condiciones económicas de las islas, y más aún después de que la de paso, como señala el propio Dubrowsky, fueron escasos durante los siglos
Corona consiguiera exonerar definitivamente de los diezmos a la produc- XVI y xvii por la pobreza de la región y la resistencia de sus habitantes.
ción de metales preciosos y a las perlas. Sobre estas cargas, sin romper la división porcentual, se impusieron
Las principales características que tendrían en adelante los diezmos en nuevas obligaciones sobre la recaudación decimal, muy parecidas a los situa-
Indias se definen de alguna manera en la llamada Concordia de Burgos, dos que gravaban otros ingresos fiscales. Por ejemplo, sostenimiento de
pactada entre los reyes, los obispos electos y el poderoso administrador de seminarios y universidades, cuotas para el Patriarcado de Indias y los carde-
los asuntos indianos, el obispo de Palencia Juan Rodríguez de Fonseca. En nales romanos, etc. En algún caso concreto, como en las diócesis de Gua-
el documento, firmado por Fernando y su hija Juana el 8 de mayo de 1512, manga o Trujillo, en el Perú, antes de proceder al reparto decimal se
se realiza la redonación de los diezmos - q u e la Santa Sede había concedido separaban doscientos cincuenta pesos para el mayordomo, administrador de
a los monarcas- a los nuevos obispos y se determina de forma expresa el los diezmos en las respectivas diócesis.
destino de los fondos: «Los cuales diezmos es voluntad de sus altezas que se La modificación más importante de carácter general en la distribución
partan por los dichos obispos, iglesias, clerecía, fábricas y hospitales y otras decimal se dio al final del período español, dentro de un ambiente de crisis
cosas que adelante irán especificadas». fiscal generalizada y consecuente avidez recaudatoria de la Monarquía, que
Es conveniente señalar que éste no era, sin embargo, un compromiso estudiaremos más adelante. Me refiero a la práctica duplicación de la partici-
102 P.I. Cuestiones globales C. 7. La economía de la Iglesia americana 103
pación real en el producto de los diezmos. En efecto, en 1804, amparándose
lejos de sospechar las enormes posibilidades de la minería argentífera del
en un breve del papa Pío VII, que le concedía algunas gracias sobre las
continente. Otras exclusiones de menor entidad son las que gozaban los
rentas eclesiásticas, en consideración de las circunstancias bélicas y fiscales, materiales de construcción como la cal, ladrillos y tejas, o el producto de la
y «... usando de la suprema autoridad que me corresponde en los diezmos de caza y de la pesca.
las Iglesias de aquellos Dominios, mando que, sin alterar en nada el método
En definitiva, el diezmo en Indias quedó reducido a la producción
que, conforme a las leyes, está establecido para su cobranza y distribución,
agropecuaria, que, en principio y como se desprende del nombre, afecta a
se deduzca en cada Obispado un noveno de todo el valor de su gruesa antes
una décima parte de la producción, a la que habría que añadir las primicias,
de tocar en ella para la deducción de la casa excusada y demás divisiones y
es decir, los primeros frutos de la tierra o de los ganados. Pero este porcen-
aplicaciones que se harán después en el sobrante que resulte, y debiendo
taje es sólo orientativo, pues en cada diócesis se establecen tablas regulado-
dicho noveno entrar en la Caja de Consolidación».
ras para los diferentes productos, que se aproximan a esa proporción,
El nuevo noveno decimal se establecía, pues, sobre toda la recaudación, y aunque generalmente no la sobrepasan. Los pagos debían hacerse en espe-
no como los dos novenos tradicionales, que eran sobre la mitad. La partici- cies y no en dinero. Disposición taxativa que impidió encontrar una solución
pación de la Hacienda Real, en consecuencia, se duplicaba, y teniendo en sencilla para la contribución de algunos productos difíciles, como la caña de
cuenta además que era sobre la masa bruta, antes de cualquier descuento, la azúcar. En Canarias ya se había planteado el problema y en Indias se le dio
participación del rey, a partir de este momento, debió de afectar a no menos la misma solución: los productores debían contribuir en azúcar refinado y
de la cuarta parte de los ingresos decimales. no en su materia prima, como pretendían los agricultores.
C) Qué debía diezmar
D) Quiénes debían diezmar
Los diezmos, de raigambre bíblica, comienzan a adquirir formas jurídi-
Partiendo de los mismos principios que establecíamos en el epígrafe
cas en el derecho positivo de la Iglesia desde el siglo vi como un impuesto o
anterior, los sujetos de la contribución son todos los bautizados que se
tributo que obliga a todos los fieles cristianos a contribuir al sostenimiento
dediquen a las actividades afectadas por el impuesto. Aunque no afecte
del culto y de sus ministros con una décima parte de los frutos o ganancias
directamente a Indias, es interesante anotar el concepto de diezmo real, es
lícitamente adquiridos. Los usos y costumbres imperantes en Castilla a fina-
decir, el que se establece en función de la cosa y no de la persona, por el que
les del siglo XV y comienzos del XVI son los que determinan la implantación
en Castilla se obligaba a tributar a los judíos. En América no existió teórica-
y desarrollo inicial de los diezmos en Indias.
mente este problema, pero sí el de que muchos sectores sociales intentaron
Los diezmos podían ser de dos clases: prediales -los procedentes de los
escabullirse de esta obligación, como los encomenderos y los miembros de
frutos de la tierra- y personales -los que se originaban en las rentas labora-
las Ordenes militares. Los controvertidos y polémicos casos de los indios y
les-. En el momento de su introducción a Indias los diezmos personales
de las Ordenes religiosas merecen que les dediquemos, poco más adelante,
habían caído ya en desuso: el gravamen no supo adaptarse a las nuevas
un tratamiento más detenido.
formas económicas, producto del desarrollo capitalista; de tal forma que los
sectores más rentables quedaron exceptuados, en contra de los tradiciona- Las pretensiones de los caballeros de las Ordenes militares han sido
les, que habían perdido su importancia económica anterior. En efecto, estudiadas por Guillermo Lohmann. El caso más sonado y el que de alguna
diezmos personales y rediezmos quedaron expresamente prohibidos. Esta forma inicia la polémica es el del primer virrey novohispano, don Antonio de
última prohibición, la de los rediezmos, pretendía confirmar el principio de Mendoza, quien se negó a pagar diezmos con la excusa de su condición de
que un mismo producto no debía tributar dos veces o, dicho de otra manera, caballero de Santiago. La reacción de la Corona fue inmediata. En 1554 le
se dejaban excluidos los productos industriales o manufacturados. Sin em- ordenó no sólo contribuir normalmente como cualquier otro subdito, sino
bargo, la costumbre medieval estaba todavía muy cercana, de tal forma que además abonar los diezmos atrasados. La excusa del virrey tenía, sin embar-
el obispo Valverde -«el frayle de Cajamarca»- intentó cobrar diezmos perso- go, una base cierta: desde 1175 la Orden estaba autorizada a recibir los
nales a sus feligreses, quienes protestaron enérgicamente ante el rey, que diezmos de sus miembros.
reiteró la orden de que no se cobrara este tipo de tributo eclesiástico. Estos consiguieron en 1551 una provisión real por la que los caballeros
residentes en Indias diezmaran a favor del convento de Santiago de la
Desde los primeros momentos también quedaron excluidos de los diez- Espada, en Sevilla. La ambigüedad de la disposición podía interpretarse, y
mos los productos de las minas y de las pesquerías de perlas - q u e podían así lo hicieron los caballeros indianos, como dispensa de hacerlo en sus
considerarse frutos de la tierra-. Esta pretensión real fue concedida expre- respectivas diócesis. Desde ambos virreinatos las autoridades eclesiásticas
samente por la Santa Sede en 1510 y estipulada definitivamente en la Con- protestaron. En Nueva España, además, como una determinación colectiva
cordia de Burgos. No cabe duda de que con ello se quitaba a la Iglesia en de los obispos reunidos en el primer concilio mexicano. La respuesta del rey
América el rubro más sustancioso y el sector en el que la Corona tenía - e n 1558 para Nueva España y al año siguiente para el P e r ú - fue inequívo-
puestas sus esperanzas económicas y fiscales, y eso que todavía se estaba ca: recordando el precedente de don Antonio de Mendoza, se reiteraba la
104 P.I. Cuestiones globales
C. 7. La economía de la Iglesia americana 105
orden de que los caballeros de las Ordenes militares diezmaran en Indias.
Pese a que la voluntad real había quedado suficientemente clara, los Sandoval acordó lo contrario, la Corona estaba decidida a una clara imposi-
ción: la Real Cédula de 1544 mandaba pagar el diezmo de ganados, trigo y
pleitos entre los caballeros y las autoridades diocesanas continuaron por seda, con tal de que para cobrarlos se pongan arrendadores».
mucho tiempo, obligando a reiterar frecuentemente la orden de que vestir
los hábitos de tales Ordenes -Santiago, Alcántara, Calatrava, Montesa- no Por una cédula de 1555, ante las airadas protestas de las Ordenes
les daba ningún privilegio en este terreno. religiosas, el rey desautorizó el intento del episcopado novohispano de
extender la cobranza del diezmo a los naturales. Dos años después se reiteró
E) El indio y el diezmo la orden de exoneración y en el mismo sentido se escribió a la Audiencia de
Lima.
Los indios americanos, en general, fueron exceptuados de la obligación Todo esto no significa, por supuesto, que la polémica remita, pero poco
de diezmar. Una afirmación tajante y cierta, pero que necesita de muchas a poco las iglesias diocesanas se dan cuenta de que tienen la batalla perdida.
precisiones y matizaciones para comprender o intentar aproximarse a su En el segundo concilio mexicano, por ejemplo, en 1565, se admite ya la
verdadero alcance. exclusión de los indios del régimen decimal «excepto de las tres cosas que están
La cuestión fue ampliamente debatida en la época. Por una parte esta- mandadas pagar por la Ejecutoria Real», es decir, el ganado, el trigo y la seda,
ban los religiosos, quienes se mostraron siempre reacios a que los indios en consideración de que son productos de Castilla. Aquí nos encontramos
diezmaran, basando principalmente su argumentación en que los naturales precisamente ante una de esas matizaciones importantes a las que antes nos
eran nuevos en la fe y en que ya pagaban otras cargas al Estado, como los referíamos. La disposición se dictó por primera vez a la Audiencia de México
tributos, de los que estaban exonerados en Indias todos los españoles, y, en 1543 y se reiteró un año después en la Ejecutoria citada por Castañeda y
sobre todo, en que los indígenas no debían entender, ni remotamente, que que menciona el concilio. Entre octubre de 1549 y junio de 1557, como dice
su condición de cristianos comportaba una nueva carga económica. En el Dubrowsky, se hizo extensiva a los restantes territorios indianos.
otro lado estaban los obispos y el clero secular -apoyados muchas veces por Aunque no tengo la referencia legal exacta, en algunas regiones novo-
las autoridades locales-, quienes opinaban que los indios, como los demás hispanas debió de introducirse bastante pronto el llamado diezmo de conmuta-
cristianos, estaban obligados a pagar los diezmos para no hacer acepción de ción, es decir, el pago de cuatro reales y medio por cabeza, que liberaba a los
personas, sobre todo cuando, con el tiempo, iban dejando de ser nuevos en indios de cualquier otra carga en esta materia. De esta forma, cuando a
la fe; el que contribuyeran -decían- permitiría establecer un ordenamiento comienzos del siglo xix se intentó cobrar a los indios del obispado de Oaxaca
diocesano más funcional y eficaz, como en cualquier otro país católico. diezmos por los productos de las tierras alquiladas a españoles, por cédula
La argumentación de unos y otros es abundante, con razones pastorales, de 1808 se recordó que, por «costumbre inmemorial», con el diezmo de
jurídicas, históricas, económicas, y el lector de tales informes se siente conmutación se eximía a los naturales de cualquier otra contribución de-
confuso, como debieron de sentirse las autoridades que tuvieron que tomar cimal.
una decisión. Unos y otros tienen razón desde sus respectivos puntos de En el virreinato peruano la polémica fue igualmente dura. Pero las
vista. soluciones -quizá por contarse con la experiencia novohispana- fueron más
Esta confusión es la que, creo, explica la acción vacilante de la Corona en claras y lineales.
los primeros momentos, para tomar después una actitud más decidida a Ya en los primeros títulos de encomienda entregados por el gobernador
favor de exonerar a los indios de la renta decimal, aunque adoptando una don Francisco Pizarro se especificaban con claridad las obligaciones del
serie de medidas correctoras. encomendero para con el doctrinero, al tasarse los salarios y alimentos que
debía recibir, «... en tanto que no hay diezmos de que el dicho clérigo o
«Al principio los indios no diezmaban -nos dice Castañeda, que es quien religioso se pueda sustentar». Los obispos reunidos en el segundo concilio
mejor ha estudiado la cuestión inicial en la Nueva España-. Así lo reglamenta- límense (1567) reconocen su derrota en el intento de introducir a los indios
ba una Real Cédula fechada en Monzón el 2-VIII-1533; los indios no pagarían en el régimen decimal y aceptan esta fórmula para el sostenimiento de los
diezmos por ser nuevos en la fe, pero permitía a cambio tomar la cuarta parte
de los tributos que pagaban al Rey o al encomendero. Sólo unos meses más doctrineros; sólo piden que se les pague antes que a los encomenderos. En
tarde otra Real Cédula exponía abiertamente la conveniencia de que pagaran la Tasa General del virrey Toledo - q u e reglamentó definitivamente en Perú
los diezmos como en Castilla, a no ser que los inconvenientes fueran muy la cuestión tributaria- se separó una parte de los tributos -ya fueran de
graves. En las instrucciones al Virrey Mendoza se insiste en la necesidad de encomenderos o del rey- para la paga de corregidores, protectores de
hallar el medio adecuado para que los naturales paguen los diezmos eclesiásti- indios, curacas... y, lo que ahora interesa destacar, de los doctrineros.
cos "que según la ley divina y humana son obligados a pagar". Poco después,
el Obispo de Tlaxcala pidió los diezmos del pastel, azafrán y seda, y el virrey En algunas tasas, como la del repartimiento de Papres, en la provincia de
informó que lo debía "tomar por sí y un capítulo de la Instrucción". Una clara Huamanga, se especifica el reparto: para el encomendero, 529 pesos, 110
obligación, aunque limitada por el tiempo, se les impuso en 1538 [por dos piezas de ropa, 90 fanegas de maíz y 72 de papas; para los justicias, 100
años, los diezmos del pan y semillas] y aunque la Junta reunida con Tello de
pesos; para los caciques, 100 pesos; para el sínodo del doctrinero, 435 pesos,
106 P.I. Cuestiones globales C. 7. La economía de la Iglesia americana 107
y 30 más para la fábrica de la iglesia. Esta última aportación, unida a las de fallado favorablemente en 1597 por la Audiencia de los Reyes, no-logró la
las cofradías que se formaban en estas parroquias indígenas, sirvió para, confirmación del Consejo de Indias hasta 1655. En adelante los indios
como dice Lorenzo Huertas, dar realce a los templos de las zonas rurales y debían pagar un «diezmo» en razón de veinte a uno -la mitad del general, un
no solamente a los de las ciudades. 5 por 100- de todos los frutos que recogieren, pero en compensación se les
En este relato es importante no perder de vista una de las cuestiones liberaba de todas las otras contribuciones anejas; es decir, por una parte,
claves: que lo que s"e ventila es el sostenimiento económico de una buena debía descontárseles de la tasa del tributo lo correspondiente al doctrinero,
parte, si no de la mayoría, de sacerdotes con cura de almas, las de indios el tomín del hospital y el medio para la fábrica de la iglesia, y, por otra, del
cristianizados, que stricto sensu no puede considerarse ya labor misional y que diezmo de los frutos de Castilla, cuya recaudación debió de dar lugar a
componen la mayor parte de la población americana. equívocos y maltratos por parte de los diezmeros. La resolución del Consejo
De esta manera, en el núcleo de la polémica sobre la incorporación de no se puso en práctica hasta una década después. Los oidores de la Audien-
los indios al régimen general de los diezmos - q u e continuó con la misma cia, en funciones de gobierno por la muerte del virrey conde de Santisteban,
fuerza, aunque más espaciadamente, en las dos siguientes centurias- nos que ejecutaron la medida, expresan sus dudas: «Sobre si esto ha de ceder en
encontramos siempre dos grandes cuestiones de fondo. Una, estrictamente utilidad de los indios o engaño suyo, hay diferentes dictámenes; lo mostrará
económica: la insuficiencia de la recaudación decimal para mantener la el tiempo».
administración diocesana, hasta tal punto que es uno de los frenos para la
creación de nuevas diócesis. La de Arequipa, por ejemplo, creada por pri- F) El diezmo y las Ordenes religiosas
mera vez en 1577, tuvo que esperar hasta 1609 para su definitiva erección Poco más adelante trataremos del sostenimiento económico de las Orde-
por la oposición del obispado del Cuzco, del que se desmembraba. La otra nes religiosas y de sus obras apostólicas, pero ahora al tratar de los diezmos
cuestión es la pugna entre los dos cleros, en este caso por la ocupación de las es necesario adelantar ya algunos conceptos.
doctrinas de los indios. La paulatina incorporación de los curatos al clero
secular -la conocida como secularización de doctrinas-, que se acelera en el «Las Ordenes religiosas en América -nos dice Castañeda- al principio no
siglo XVIII, no comportó, sin embargo, ningún cambio resaltable en orden a tuvieron propiedades, "se fundaron en toda pobreza y así perseveraron por
la incorporación del indio a la administración general del diezmo. mucho tiempo". Pero, "de poco tiempo a esta parte", los dominicos y agusti-
nos comenzaron a adquirir bienes raíces e introdujeron diversas granjerias. Así
La única vez, que sepa yo, que se trató de modificar seriamente el escribía Su Majestad a la Audiencia del Perú. Era un hecho. Las constituciones
régimen decimal fue en la famosa Junta Magna de 1568, reforma que se tridentinas permitieron poseer en común a todos los religiosos —excepto a los
incluyó en las instrucciones secretas entregadas al virrey Toledo para que si, franciscanos- y, al aumentar el número de conventos y sus obligaciones apos-
llegado el caso, lo viera posible y conveniente, lo introdujera en el Perú. En tólicas, comenzaron a aceptar mandas y herencias y a tener bienes propios y
efecto, se sugería la conveniencia de introducir a los indios en el régimen otras granjerias. Una legislación abiertamente protectora los amparaba y el
fuerte sentimiento religioso de aquellas comunidades cristianas contribuía a
general para solucionar los problemas económicos de las iglesias diocesanas, que fuese realidad».
pero esta reforma comportaba una nueva distribución decimal que mirara a
la asistencia económica de los doctrineros. Las Ordenes tradicionales habían adquirido desde los siglos medievales
La masa decimal se dividía en tres partes: la primera, para el sustento del privilegios pontificios que las exoneraban de los diezmos. La Compañía de
obispo, del cabildo y demás beneficiados; la segunda, para «las iglesias, curas Jesús consiguió en el transcurso del siglo XVI los mismos derechos, expresa-
y beneficiados»; la tercera, de la que se pagaría la fábrica de iglesias y los dos dos aún con más fuerza y claridad. Tal derecho parecía, pues, incontroverti-
novenos a la Corona, pero ahora no de la mitad, sino del total de la masa; es ble. Las autoridades diocesanas reaccionaron de inmediato ante esta prácti-
decir, la Real Hacienda percibiría el doble, pero con compromiso de «soco- ca que atacaba directamente la economía de las iglesias locales, y mucho más
rrer a las obras pías de que hubiere necesidad, con tanto que quede congrua a partir de las últimas décadas del siglo XVI, en que las adquisiciones, por una
sustentación a las iglesias y a sus ministros». u otra vía, comienzan a aumentar de forma vertiginosa, detrayendo muchas
El proyecto, es ocioso advertirlo, no se llevó a la práctica, pero nos veces propiedades de españoles que hasta ese momento habían contribuido
muestra cuál era el pensamiento de los consejeros y su temor a las protestas con regularidad al sostenimiento de las iglesias diocesanas.
de los religiosos, expresado en el mismo documento, que les lleva a adoptar Las protestas de los obispos ante el Consejo de Indias y la Santa Sede,
la actitud de secreto y a recomendar al virrey que actúe con cautela. El amparadas en argumentos históricos y jurídicos que se remontaban a las
Código Ovandino recogía poco más tarde muchas de las conclusiones de la Siete Partidas, se alargan en juicios interminables, sin conseguir resultados
Junta Magna. positivos. La actitud de los consejeros hasta 1624 es dubitativa. Parece estar
También en el arzobispado de Lima los indios consiguieron un régimen en su ánimo el peso de los privilegios pontificios, pero ese año la actitud
tan excepcional como el diezmo de conmutación novohispano. En efecto, oficial cambia radicalmente, para hacer causa común con los obispos y las
desde finales del siglo XVI habían suscitado un contencioso que, aunque iglesias diocesanas. Se había encontrado, por fin, un argumento jurídico tan
108 P.I. Cuestiones globales ('.. 7. La economía de la Iglesia americana 109
poderoso como el que esgrimían los religiosos, es decir, considerar los buena fe del rey. No pudo estar, dice Carlos III, en el «ánimo del Rey mi
diezmos más como una regalía que como un impuesto eclesiástico, basándo- hermano conceder una gracia o privilegio tan exorbitante en perjuicio no
se precisamente en la Eximiae devotionis, que cedió los diezmos a la monar- sólo del Real Patrimonio, sino también de las Iglesias, Hospitales y Casas
quía con la obligación de mantener a la Iglesia y a sus ministros. Las conse- piadosas, y demás partícipes de los Diezmos». Por otra, el peligro del agravio
cuencias de este cambio de orientación eran, pues, elementales: por una comparativo para las demás Ordenes religiosas que con toda razón y méri-
parte, los privilegios pontificios perdían su peso argumentativo y, por otra, tos, se dice, querrán gozar de los mismos privilegios. En adelante, aunque
resultaba injusto con el Fisco Real retraerle los medios para cumplir con sus prácticamente no hubo tiempo para ello al decretarse poco después la
deberes económicos. expulsión, la Compañía debía pagar los diezmos por el régimen general del
La sentencia, aunque tardó todavía algunos años -se dictó el 20 de diez a uno.
febrero de 1655-, no podía ser de otra manera: las Ordenes religiosas
fueron condenadas a pagar «todos los diezmos que se adeudasen de sus G) La administración decimal
haciendas y bienes diezmables y los adeudados desde la contestación de la En la administración de los diezmos se puede establecer un principio
demanda». Ante el recurso de las religiones, dos años después, el 16 de junio general que, como ocurre con muchos otros aspectos de la cuestión diezmal,
de 1657, se modificó la sentencia en su parte más drástica, la que les admite todo tipo de excepciones y matizaciones: cuando la recaudación de
obligaba a pagar los retrasos. En adelante estarían obligados a pagar los los diezmos cubre las necesidades de una iglesia diocesana, éstos son admi-
diezmos desde la fecha de la sentencia de revista. nistrados por los propios eclesiásticos; en caso contrario, cuando el fisco
Todas las Ordenes religiosas se avinieron al cumplimiento de la disposi- tiene que cubrir, por insuficiencia de la recaudación, los salarios de los
ción judicial menos la Compañía de Jesús, que el 3 de julio de ese mismo año clérigos y obispos y las otras necesidades eclesiales, se administran por los
interpuso recurso de segunda suplicación, que le fue admitido. El juicio, oficiales reales.
removido ocasionalmente, se aletargó en el Consejo de Indias cerca de un La norma general que recoge la Recopilación de 1681 para establecer
siglo, durante el cual los bienes raíces de la Compañía continuaron, en una u otra administración es la dotación suficiente de la catedral, aunque sin
general, sin pagar los diezmos. En 1748 el Procurador General de la Compa- fijar una cantidad. Pero tenemos, por otra parte, un criterio - q u e se repite
ñía en Indias presentó ante el rey Fernando VI la propuesta de una solución frecuentemente en la legislación- que nos puede servir para este objetivo: la
pactada, transaccional, para solucionar «los gravísimos inconvenientes que congrua sustentación del obispo, que, se dice, no debe bajar de los quinien-
ocasionaba la litis pendencia en el dilatado tiempo de casi un siglo que había tos mil maravedís, es decir, los 1.835 pesos de a ocho, lo que -haciendo una
pasado sin terminarse el recurso de segunda suplicación». extrapolación aproximativa- supondría que la recaudación total debía ron-
La transacción, consultada a una Junta particular formada por cuatro dar los 7.340 pesos para que los diezmos fueran directamente administrados
miembros del Consejo de Castilla y aprobada por el Real Decreto de 9 de por la autoridad eclesiástica.
enero de 1750, consistía en que el rey, como «dueño absoluto y único de los Lo normal en los primeros momentos fue la administración de los oficia-
diezmos», daba por concluido definitivamente el pleito y la Compañía de les reales, pero poco a poco la gran mayoría de las diócesis indianas adquirie-
Jesús quedaba obligada a pagar este derecho «de todos los frutos diezmables ron una relativa solvencia y, por lo tanto, su autonomía administrativa.
de las haciendas y bienes que entonces poseía y en lo futuro adquiriese, La mayor parte de las diócesis debieron de alcanzar relativamente pron-
aunque fuesen novales», pero en la proporción de treinta a uno, en lugar del to esa mayoría de edad, como se puede ver, por ejemplo, en esta relación de
diez a uno general que pagaban los particulares y las Ordenes religiosas. El las iglesias peruanas correspondiente a los primeros años del siglo xvil:
privilegio real incluía, además, la posibilidad de que los administradores
Diócesis Diezmos Dos novenos
de las propiedades jesuíticas hicieran el pago con una simple declaración
jurada. Trujillo 39.392 4.376
Pese al «silencio perpetuo» que el Real Decreto imponía a todas las Quito 30.500 3.338
partes, «las Santas Iglesias de Nueva España y algunas del Perú» protestaron Guamanga 14.256 1.584
Cuzco 44.352 4.928
inmediata y enérgicamente por el privilegio concedido. Con el ascenso al Arequipa 24.744 2.749
trono de Carlos III los recursos de los apoderados eclesiásticos americanos La Paz 20.292 2.257
comenzaron a ser escuchados en la corte, donde las simpatías anteriores La Plata 45.094 7.898
habían cambiado muy desfavorablemente para los hijos de San Ignacio. El 4 Santa Cruz 14.820 1.649
de diciembre de 1766 se despachó una cédula por la que se declaraba írrita Tucumán 8.712 968
Paraguay 1.140 160
y sin ningún valor la concesión de Fernando VI.
Los argumentos utilizados para esta retractación son verdaderamente Castañeda, de quien tomamos estos datos cuantitativos, nos ofrece un
fuertes. Se acusa, por una parte, a la Compañía de haber sorprendido la cuadro más completo de la iglesia metropolitana de Los Reyes. En 1620, los
110 P.I. Cuestiones globales C. 7. La economía de la Iglesia americana 111
diezmos rindieron 170.160 pesos de a ocho, de los que, deducidos los 1.714 económicos directos en la recaudación, comenzando por los dos novenos y
de gastos generales -mayordomo, contador, solicitador de pleitos, aboga- otros beneficios que veremos más adelante.
dos, escribanos, etc.—, los 314 de la casa excusada y los 5.059 del 3 por 100 Aunque muchas veces, por la cortedad de los ingresos, la Corona hacía
que correspondía al Seminario, quedaron 163.582 pesos, sobre los que cesión temporal de la parte de los diezmos que les correspondía a las propias
hubo que efectuar la división prevista en la legislación. Al Arzobispo y al iglesias o la gastaba en obras piadosas, mantenía el criterio de que esta parte
Cabildo les correspondieron, respectivamente, 40.895 pesos. De esta últi- debía primero ingresar en las arcas reales. Por lo tanto, fue norma habitual
ma, la cuarta capitular, se pagaron: que a los remates asistieran los representantes del rey (funcionarios reales y
oidores) en las capitales audienciales y los corregidores en las provinciales,
Al deán 2.371 para controlar los intereses reales.
A cada una de las cuatro dignidades 2.055 La reunión de tan heterogéneos personajes fue también otra fuente de
A cada uno de los diez canónigos 1.580
A cada uno de los seis racioneros 1.106 litigios, ahora por cuestiones protocolarias, que sólo se resolverán en la
A cada uno de los seis medio racioneros 553 segunda mitad del siglo XVIII, en consonancia con los principios que inspi-
ran la política de entonces, es decir, el reforzamiento del regalismo y el
Eran cantidades con las que no debían sentirse muy satisfechos. La control más eficaz de los recursos fiscales.
gruesa ciertamente era mucho mayor que en otras diócesis, pero también En 1770 se ordenó, por ejemplo, a los virreyes de Lima y Santa Fe que
había que repartirla entre un número mayor de beneficiados. En 1763 el orden en los remates debía ser el siguiente: primero, el corregidor, segui-
consiguieron éstos una cédula por la que se ordenaba «que de las vacantes do por el juez eclesiástico, y por último los oficiales reales. En caso de
menores se completen al deán 3.200 pesos; a las dignidades, 2.600; a los ausencia, el corregidor debía ser sustituido en la presidencia por un funcio-
canónigos, 2.200; a los racioneros, 1.500, y a los medio racioneros, 800». nario real.
Los novenos y medio de fábricas de iglesias y hospitales sumaron 13.632 En efecto, a lo largo del siglo x v m se incrementaron los intentos de
pesos, respectivamente. De los cuatro novenos beneficiales, que suman intervención real en la administración decimal y, como dice Carmen Purroy,
36.351 pesos, cobraron sus haberes los párrocos, capellanes, sacristanes, durante el reinado de Carlos III se multiplicaron las medidas legislativas al
organistas, pertigueros, canicularios, etc. respecto:
En las diócesis de administración autónoma, generalmente nos encon-
tramos con un núcleo directivo formado por el mayordomo y dos jueces «Se darán disposiciones que afectarán al nombramiento de los contadores
hacedores, nombrados respectivamente por el Prelado y el Cabildo eclesiás- de diezmos y a la administración, arriendo y distribución de los diezmos. Se
intentará cortar todos los abusos que se dieran, señalar el interés de la Corona
tico, que debían estar, entre otras cosas, presentes en los remates y distribu- en los dos reales novenos, excusado, noveno y medio de fábricas y hospitales,
ción de los productos. La recaudación por menor se realizaba por personal cuatro novenos beneficiales, etc., y, finalmente, controlar a todos aquellos que
subalterno, los diezmeros, pero muchas veces se arrendaba a particulares, pudieran actuar en contra de sus intereses».
sistema habitual en la época con otro tipo de rentas, pero aquí el problema
radicaba en que muchos beneficiarios eran clérigos, lo que provocó la pro- En 1772, por una cédula circular dirigida a todas las altas autoridades
testa de los contribuyentes y de los oficiales reales. indianas, se ordenó la formación de juntas especiales, compuestas en las
Esta costumbre se abandonó por disposiciones reales y por la propia capitales audienciales por el prelado, como presidente, un oidor y un fiscal
condena de los concilios americanos, en cuanto que se oponía a los cánones de la Audiencia, y en las sedes provinciales por el prelado, el gobernador y
que prohibían a los eclesiásticos todo tipo de negocios. En este sentido, y su asesor, con el exclusivo fin de averiguar los diezmos, obvenciones y otras
aunque ahora nos refiramos a un aspecto absolutamente legal, una de las rentas que recibían los curas, en orden a regular los sínodos que percibían
mayores dificultades, tanto para los contribuyentes como para los funciona- de las cajas reales. En este mismo sentido se ordenó la convocatoria de
rios reales, era la firmeza e incluso dureza de los administradores eclesiásti- sínodos diocesanos, que pusieran «pronto remedio en los excesos y desórde-
cos, quienes estaban tentados de utilizar con excesiva frecuencia las excomu- nes» en este terreno.
niones reservadas al obispo. Para evitar estos problemas, aunque con escasos En 1772 se crearon en las capitales virreinales contadurías generales de
resultados, se ordenó que los mayordomos fueran seglares. diezmos con el fin de controlar mejor todos los intereses reales en la adminis-
El Estado trató de mantener siempre bajo su control la recaudación y tración de los diezmos. En Lima, por ejemplo, se nombró como contador a
distribución de los diezmos, incluso cuando la administración corría a cargo José Sánchez y se le asignó como colaboradores a dos oficiales amanuenses.
de los propios eclesiásticos, lo que, como fácilmente se puede deducir, El virrey Amat expresa en su Relación de Gobierno su satisfacción por la
provocó multitud de roces y enfrentamientos. Este interés se explica, por lo medida, que permitió - d i c e - poner orden en las cuentas y reactivar la renta
menos, por dos razones. En primer lugar, porque se trataba de reafirmar el en muchas diócesis, cobrándose los derechos reales en «los tiempos y plazos
carácter realengo de la renta, y después porque la Corona tenía intereses prevenidos».
C. 7. La economía de la Iglesia americana • 113
112 P.I. Cuestiones globales
decretó que tales rentas, las vacantes mayores, correspondían a la Corona, en
Dos años después, en 1774, en esta misma línea de actuación, se dio una
virtud de la concesión pontificia de los diezmos. En 1737 se ordenó lo
orden más trascendente y controvertida, al disponerse que en adelante los
mismo para las vacantes menores, es decir, para las que se producían a la
contadores de diezmos de las respectivas diócesis serían nombrados por la
muerte, traslado o renuncia de las dignidades, canónigos y demás beneficia-
Corona y no por los cabildos eclesiásticos. Sus atribuciones y salarios no
rios del cabildo catedralicio.
sufrirían variación, aunque se ordenaba su asistencia obligatoria a los arren-
Ambas rentas eran recaudadas por los funcionarios reales y llevadas en
damientos y distribución de los diezmos. La medida fue muy mal recibida
cuentas aparte como ramos separados de la Real Hacienda. Al menos teórica-
por los eclesiásticos indianos, muy especialmente por la Iglesia Metropolita-
mente, el producto de estos rubros debía emplearse en fines religiosos,
na de México. Y no era para menos, pues de alguna manera recortaba la
como costear los gastos que suponía el envío de misioneros desde la Penínsu-
autonomía administrativa que se había concedido a las diócesis con suficien-
la a América. Además de las pensiones de limosnas y obras pías, desde 1796
tes recursos y suponía, por otra parte, una intromisión en los asuntos inter-
se ordenó que se separara una tercera parte de la renta de ambas vacantes
nos de los obispados. Entre los muchos argumentos de oposición cabe
para el Montepío Militar y después mil pesos para el Montepío de Ministe-
destacar el de que dichos contadores no se ocupaban exclusivamente de
rios, aunque esta última carga la compartía con el fondo de la Pensión de la
asuntos relacionados con la administración decimal, sino de otras muchas y
Orden de Carlos III, para cuyo sustento se gravaron las rentas de los obispos
complejas cuestiones de la economía diocesana. Esta cédula de 1774 es
y prebendados del Cabildo. Al obispado de Caracas le correspondían, por
importante también por una declaración expresa de principios que intenta
ejemplo, 2.100 pesos, distribuidos de la siguiente manera: al obispo, 900
justificar medidas de esta naturaleza contra el estamento eclesiástico: los
pesos; al deán, 140; a las dignidades, 100; a los canónigos, 440 en total; a los
diezmos eran un bien patrimonial de la Corona, al que ésta no había renun-
racioneros y medio racioneros, 120 y 100 pesos respectivamente, también
ciado y que, por lo tanto, podía disponer libremente de ellos, con la sola
en conjunto.
condición de mantener a las iglesias.
En compensación de estos beneficios, el Estado español se mostró siem-
En diciembre de 1776 se ordenó que a los remates de los diezmos
pre generoso con la Iglesia indiana, asumiendo con responsabilidad los
asistiera un contador del Tribunal de Cuentas y el fiscal de la Real Hacienda,
compromisos que había adquirido con la Santa Sede de evangelizar a los
cargo de novísima creación, y cuatro meses después, en abril de 1777, se
naturales y de sostener las necesidades de la Iglesia y sus ministros. Sin poder
culminaba de alguna manera esta paulatina pero decidida intromisión del
hacer un balance exacto, se puede afirmar sin temor a equivocarse que en
Estado en la administración decimal con la creación de una Junta de Diezmos
los dos primeros siglos el sostenimiento de la Iglesia corrió no sólo a cargo
en cada obispado, compuesta por ministros reales y jueces hacedores, que
de los productos decimales, sino también de otros fondos fiscales, pero esta
debía controlar todos los pasos de la administración decimal según el regla-
afirmación creo que no se puede mantener a partir del siglo XVIII, cuando
mento que acompañaba a la cédula, reglamento que regulaba minuciosa-
la avidez recaudatoria del Estado, como hemos visto y tendremos oportuni-
mente la recaudación y distribución y que fue continuado en los años sucesi-
dad de volver sobre ello, apuntó directamente a la Iglesia y al estamento
vos con una abundante legislación que descendía a los más mínimos detalles.
eclesiástico.
LA IGLESIA DIOCESANA
CAPÍTULO 8
C) Fundación de las diócesis obispo en América no era ante todo un administrador como en Europa, sino
un pastor que tenía que ocuparse no sólo de los pocos o muchos españoles
Por derecho común de la Iglesia, la única autoridad que desde el si- que hubiese en su diócesis, sino también de los naturales convertidos al
glo XI podía fijar y modificar los límites de las diócesis y archidiócesis era la cristianismo y colocados bajo su jurisdicción.
Santa Sede. Pero en América, en virtud del Real Patronato, la Corona Debido a la larga distancia para recurrir a Roma, pero también a esta
consiguió de la Santa Sede el derecho de proponer los límites de cada nueva finalidad misional, se otorgan a los obispos de América importantes faculta-
diócesis o la modificación de los ya existentes. La Corona intentó varias des que en la vieja cristiandad estaban reservadas a la Santa Sede. Tal era el
veces obtener la facultad de establecer los límites, y no sólo la de proponer- caso de los pecados y penas reservadas a la Sede Apostólica, incluso conteni-
los a la Santa Sede. Así, por ejemplo, Fernando el Católico solicitó dicha dos en una famosa bula que se daba cada año el día de Jueves Santo y que
facultad al Papa el 13 de septiembre de 1509, cuando se planeaba la funda- por ello es conocida como la bula In coena Domini; la dispensa de los grados
ción de las tres primeras diócesis de la isla Española (Santo Domingo), sin de consanguinidad y afinidad, que sólo podía otorgar la Santa Sede, etc.
que obtuviera respuesta alguna. El 26 de junio de 1513 reitera la misma
Por las mismas causas, la administración de la justicia en las diócesis de
propuesta, con el mismo resultado.
América era diferente que en Europa, ya que las apelaciones en primera
Dada la dificultad real de fijar desde Roma, con el más absoluto desco- instancia iban dirigidas al metropolitano o arzobispo, y en segunda instancia
nocimiento de la geografía americana, la delimitación de las nuevas diócesis, al obispo más próximo. Si las dos sentencias eran concordes, la decisión
en la práctica Roma no tuvo más remedio que aceptar las propuestas que pasaba a cosa juzgada, sin necesidad del recurso a la Santa Sede. Si no eran
sobre esto hacía la Corona al proponer, en virtud del derecho patronal de concordes, se recurría a otro obispo cercano, quien zanjaba definitiva e
presentación, el primer obispo electo a la Santa Sede. En todo caso, ésta se inapelablemente la cuestión debatida.
reservaba el derecho de oponer cualquier objeción si había fundamento Esta experiencia misional americana fue el precedente más notable del
para ello. La facultad de cambiar los límites no se dio de modo general, sino derecho canónico misional moderno, que se inspira ampliamente en el caso
para casos concretos, como ocurrió, por ejemplo, el 2 de junio de 1544 para americano, sobre todo en cuanto a la concesión a los misioneros y obispos de
el traslado de la sede episcopal de Tlaxcala a Puebla de los Angeles, o el 13 numerosas facultades que el derecho común reservaba a la Santa Sede.
de julio de 1548 para la fundación del obispado de Guadalajara. Otras estaban reservadas por derecho común a los obispos, y la Santa Sede
La localización de las diócesis, lo mismo que la de los centros del poder las extiende a los misioneros, que generalmente eran religiosos.
civil en el Nuevo Mundo, se realizó, en gran parte, en estrecha dependencia
El hecho de que la evangelización de América haya corrido en su mayor
de la expansión de la presencia hispana en América. Así se explica la funda-
parte a cargo de los religiosos hizo que se planteara varias veces la cuestión
ción de varias diócesis en la Española, que luego se integran en una sola, y la
de que las diócesis americanas fueran regulares y no seculares, es decir, que
de la capital y principales núcleos de población en ambos virreinatos de
estuviesen encomendadas a los religiosos y no a los clérigos seculares.
México y de Perú. En épocas más tardías se fundan también algunas diócesis
siguiendo la penetración de los misioneros y el ritmo de las conversiones. Los obispos de las diócesis de América fueron escogidos de ambos
cleros, secular y regular, con predominio del segundo sobre el primero hasta
1660, fecha en la que se invierte la relación.
D) Características de las diócesis americanas
Hernán Cortés estaba convencido de que las personas indicadas para la
Aparte de algunos aspectos especiales ya expuestos de las diócesis ame- evangelización no eran los clérigos seculares, sino los religiosos. Por ello
ricanas en relación con las del resto de la cristiandad, hay que subrayar aquí llega a proponer el cambio de la jerarquía tradicional de la vieja cristiandad
el carácter misional que se da en los comienzos de la mayoría de ellas. por la formada de miembros de las Ordenes mendicantes, entre cuyos
Recuérdese que la obligación impuesta a los monarcas españoles desde las miembros habría que escoger los obispos. Sugería asimismo la supresión de
bulas alejandrinas de 1493 era la evangelización de las tierras descubiertas y los canónigos y otras estructuras diocesanas, que en la Nueva España resul-
por descubrir. La Corona y la Iglesia española, especialmente las Ordenes taban gravosas y de escasa eficacia. Carlos V desestimó la sugerencia de
religiosas, hicieron honor a esta finalidad. Pero el derecho entonces vigente Cortés. Pero Felipe II, años más tarde, la consideró acertada y se la propuso
en toda la cristiandad se adaptaba mal a la situación americana. Por ello, la al Papa, que la rechazó. En realidad se conservó la jerarquía tradicional de
Santa Sede concede grandes privilegios a los protagonistas de la evangeliza- la Iglesia, pero aun esto quedó mitigado por el hecho de que la mayoría de
ción, que fueron los religiosos principalmente. Concedió asimismo a la los obispos de América fueron captados entre los miembros de las principa-
Corona un protagonismo grande en esta tarea, recogido en el Patronato les familias religiosas hasta mediados del siglo XVII.
Regio, que la Corona trató todavía de ampliar a base del Vicariato Regio. La Junta Magna de 1568 coincidía con la opinión de Felipe II en esta
Gracias a estas concesiones fue posible la evangelización, pero también materia. En 1572, el monarca propuso al Papa que los canónigos fuesen
debido a ellas surgieron no pocos conflictos entre la Santa Sede y la Corona, regulares, es decir, miembros de las Ordenes religiosas, basándose en el
por una parte, y entre el clero secular y los religiosos, por otra. Por ello, un mejor ejemplo de los religiosos y en el menor costo de su manutención.
146 P.H. La Iglesia diocesana C. 8. Organización territorial de la Iglesia 147
En realidad no se llegó a adoptar, como criterio general, esta propuesta las doctrinas, los argumentos de los religiosos en sentido contrario, así como
de 1572, pero en la práctica se nombró con frecuencia a obispos de la Orden el punto de vista de la Corona, están bien recogidos en la Relación que el
religiosa mayoritaria en la diócesis, que es justamente el criterio que siguió licenciado D. Juan Velázquez hizo ante el Consejo de Indias el 1 de octubre
y sigue todavía la Congregación de Propaganda Fide en los territorios de de 1632, que citamos en la bibliografía al final de este capítulo. Entre otras
misión. cosas, transcribe y comenta las reales cédulas de Felipe II, Felipe III y
La subdivisión de la diócesis en arciprestazgos, tomada del derecho Felipe IV, en las cuales unas veces se manda que las doctrinas de los religio-
común, se puso en práctica también en América. Pero la decisión la tomó sos pasen a los seculares, mientras que en otros casos se ordena que sigan en
frecuentemente el rey, oído el parecer de la autoridad eclesiástica. manos de los religiosos.
La posición cambiante de la Corona depende, entre otras cosas, de los
argumentos de una y otra parte y de la legislación de la Iglesia contenida en
III. PARROQUIAS DE ESPAÑOLES el concilio de Trento y en las bulas pontificias, especialmente en la Exponi
nobis de Pío V, del 24 de marzo de 1567, y en la Quantum animarum cura de
Como ya indicamos más arriba, las parroquias de régimen tradicional Gregorio XIV, del 16 de septiembre de 1591.
estaban integradas por españoles, criollos y a veces mestizos. Frecuentemen- En el título 13 de la Recopilación de Leyes de los Reinos de las Indias del año
te se las denomina «parroquias de españoles». Solían estar al cargo de un 1681 se recoge la legislación que regirá en lo sucesivo sobre los doctrineros
cura secular y se regían por el derecho común de la Iglesia universal, aunque seculares, aunque en parte afecta también a los doctrineros religiosos.
dentro de su territorio hubiera también indígenas ya convertidos al cristia- A estos últimos se refiere especialmente el título 15 de la misma Recopilación.
nismo. Omitimos aquí una descripción pormenorizada de su régimen, ya Y estas normas son las que, en principio, rigen en lo sucesivo para ambos
que éste es un tema que, según indicamos al principio, cae fuera de este tipos de doctrinas de seculares y de religiosos.
capítulo. Fueran clérigos seculares o religiosos, estos doctrineros o párrocos de
indios estaban sujetos al obispo del territorio, a diferencia de los misioneros,
que no lo estaban. Los doctrineros seculares estaban sujetos al obispo en
IV. DOCTRINAS O PARROQUIAS DE INDIOS todo, los religiosos sólo en cuanto a la cura pastoral.
En la presentación de los clérigos seculares para doctrineros intervenía
A) Concepto el obispo. En la de los religiosos lo hacía el superior religioso.
Eran las parroquias formadas por indígenas, las cuales adquirían su En ambos casos se solía exigir, entre otros requisitos, el de conocer la
condición jurídica de tales al perder su carácter inicial de «misión» a cargo de lengua de los indígenas de quienes iban a ser párrocos o doctrineros.
los evangelizadores. Los conceptos o categorías territoriales eclesiásticas que acabamos de
Las misiones o centros misionales solían convertirse en Doctrinas o describir tienen sus términos civiles correlativos. Pero conviene distinguir
Parroquias de indios después de diez o veinte años, según las diferentes perfectamente las instituciones eclesiásticas de las civiles. A la misión, llama-
épocas y zonas, de iniciada la evangelización de un territorio. da también a veces conversión, solía corresponder en lo civil una reducción o
En las fuentes contemporáneas se advierte con frecuencia una cierta agrupación de los indígenas en poblados. A la doctrina corresponde en lo
vacilación a la hora de identificar las doctrinas con las parroquias de indios. civil un pueblo o municipio.
La vacilación está justificada, ya que por un lado los indígenas convertidos Otro aspecto en que aparece nítida la distinción entre misión y doctrina
reciben en las doctrinas los mismos cuidados pastorales que los demás fieles radica en las diferentes normas por las que ambas instituciones se regían.
en las parroquias de tipo tradicional. Pero jurídicamente se dio con frecuen- Así, por ejemplo, el misionero no cobró sínodo a estipendio de parte de la
cia el caso de que los doctrineros o párrocos de indios no poseían el cargo a Corona hasta finales del siglo XVII, mientras que el doctrinero lo hizo desde
perpetuidad o, como se decía en términos más técnicos, no tenían un benefi- la segunda parte del XVI. Correlativamente, los indígenas no pagaban tribu-
cio parroquial perpetuo. Por derecho canónico común de la Iglesia univer- tos en las misiones, mientras que sí estaban obligados a pagarlos una vez
sal, era éste un elemento esencial en el concepto de párroco y de parroquia. integrados en las doctrinas.
Transformadas en una nueva unidad o institución jurídica, estas Doctri-
nas o Parroquias de indios a veces se entregaban al clero secular, a veces B) Evolución histórica
seguían al cargo de los misioneros, convertidos jurídicamente en doctrineros Veamos ahora el largo camino recorrido por las doctrinas a través de un
o párrocos de indios. Con el tiempo, y a veces tras largas discusiones y prolongado proceso, en el que cabe distinguir cuatro etapas:
controversias, los religiosos terminaban entregándolas al clero secular, ex- 1) Las doctrinas bajo los encomenderos o la autoridad regia (1524-52). En
cepto los jesuítas, que no acostumbraban a hacerlo. las Ordenanzas de buen gobierno, dictadas por Hernán Cortés el 20 de marzo
Las razones alegadas por los obispos para que pasaran al clero secular de 1524, las encomiendas y las doctrinas adquieren una configuración muy
148 P.II. La Iglesia diocesana C.8. Organización territorial de la Iglesia 149
precisa. Entre otras cosas, dispone Hernán Cortés que los encomenderos en parte, permite a los religiosos atenerse a la norma de San Pío V. En 1622,
posesión de más de un millar de indígenas estuvieran obligados a pagar un Gregorio XV vuelve a urgir las disposiciones del concilio tridentino, aunque
sacerdote que los instruyera en la fe católica. esta orden encontró fuerte oposición en América.
La provisión de los misioneros para evangelizar o atender pastoralmen- Todas estas disposiciones, en buena parte contrarias entre sí, se expli-
te a los indígenas de cada encomienda pertenecía al respectivo encomende- can, al menos en parte, por la insuficiencia del clero secular para hacerse
ro. En los territorios o indígenas directamente dependientes de la Corona cargo de un elevado número de doctrinas desparramadas en zonas muy
tocaba a ésta proveer de misioneros que se encargasen del cuidado espiritual extensas, circunstancia que dificultaba también el control episcopal tal como
de los naturales. lo concebía el concilio tridentino.
La duración del cargo del misionero en la doctrina era temporal y 3) Las doctrinas bajo el Real Patronato (1567-74). Por una Cédula Real
dependía de la autoridad del encomendero o de la autoridad regia, según del 3 de septiembre de 1567 se impone la presentación regia para el cargo
que se tratara de indígenas que estaban encomendados a algún español o de los clérigos doctrineros o encargados de las doctrinas de indígenas. Los
que dependían directamente del rey. obispos y superiores religiosos realizaban la colación o institución canónica
El salario o estipendio era pactado por ambas partes, es decir, por los en el cargo en favor del candidato presentado, según que se tratara de
doctrineros y la autoridad que los contrataba. clérigos seculares o religiosos. En caso de urgencia podían los obispos y
En esta primera etapa es claro que no es lo mismo doctrina que parro- superiores indicados proveer en el cargo a los misioneros, pero con la
quia, ya que esta última era un beneficio o cargo perpetuo, mientras que la promesa previa de recurrir antes de dos años al Consejo de Indias en
doctrina era temporal. demanda de la presentación regia.
2) Las doctrinas bajo los obispos (1552-67). Por una Real Cédula del 23 El estipendio de los doctrineros corre a cargo de los encomenderos, con
de septiembre de 1552 se ordena que en adelante los obispos nombraran a lo que sigue produciéndose una excesiva dependencia de los clérigos doctri-
los clérigos encargados de las encomiendas, retirándoseles a los encomende- neros con respecto a los encomenderos mencionados. Para evitarlo, el arzo-
ros tal atribución, sistema que defienden los concilios americanos que a bispo de Lima, Jerónimo de Loaysa, manda que el salario de los doctrineros
partir de Trento se celebran en aquellos territorios. Pero en las doctrinas de se pusiese aparte, al ser depositados los tributos recaudados, quienes lo
los religiosos, que eran la inmensa mayoría, esta norma no se observa, recibirían de los depositarios de los tributos y no directamente de los enco-
basándose los religiosos en sus privilegios, según los cuales les bastaba con menderos. Al introducirse el cargo de corregidor se encargó a éste de pagar
tener la autorización de los superiores de la respectiva Orden para el nom- a los doctrineros, liberándoles de la dependencia demasiado directa de los
bramiento y remoción de los religiosos que trabajaban en las doctrinas. encomenderos. Esto ocurría en la década de los años setenta del siglo XVI, y
La duración en el cargo era temporal en esta segunda etapa, como lo tardó por lo menos unos diez años en imponerse a escala general.
era en la anterior. La excesiva intervención de la Corona en esta etapa se basa en la
El estipendio o salario seguía a cargo de los encomenderos. pretendida e interesada identificación de las doctrinas con los beneficios
El concilio de Trento ordenó que la actividad pastoral se encuadrara en eclesiásticos perpetuos, ya que estos últimos eran de presentación regia, por
todas partes en territorios bien delimitados, otorgando a sus titulares carác- establecerlo así la bula de Julio II, por la que se crea el Real Patronato en
ter perpetuo e inamovible en el cargo. Correspondía a los obispos el examen favor de los reyes de España.
previo, el nombramiento, la visita y corrección, así como la remoción de los Los obispos se opusieron, aunque sin resultado positivo, a estas normas
doctrineros, tanto si eran religiosos como si eran seculares. de la Corona. Es innecesario decir que, en teoría, los obispos tenían razón.
San Pío V derogó esta norma, en cuanto afectaba a la labor de los Pero en la práctica no les fue reconocida por las autoridades temporales.
religiosos en América, los cuales podían seguir ateniéndose a sus antiguos 4) Las doctrinas bajo la reorganización del Real Patronato (1574 en ade-
privilegios, como antes del concilio de Trento. lante). La Junta Magna del Consejo de Indias de 1568 se planteó, con una
Las disposiciones reales mantienen el derecho de visita del obispo a las seriedad como nunca se había hecho hasta entonces, el problema de las
doctrinas, que los religiosos rechazan, sobre todo en Nueva España, por ser doctrinas al cargo de los regulares, debido a las desavenencias sobre el
contrarias a sus privilegios. nombramiento y la dependencia de los párrocos de indios surgidas entre los
En conclusión, las doctrinas atendidas por el clero secular, que eran las obispos y las Ordenes religiosas, en este caso los franciscanos, dominicos,
menos, dependían directamente del obispo, mientras que las de los religio- agustinos y mercedarios.
sos seguían rigiéndose por su derecho privilegiado de exención con respecto A pesar de las amenazas de los religiosos de abandonar incluso América
al obispo en cuanto al nombramiento, examen previo, visita canónica, remo- si se les sometía a la jurisdicción episcopal, la Junta reconoció las facultades
ción, etcétera. de los obispos en este punto. Al mismo tiempo, sin embargo, concibió el
El breve de San Pío V fue revocado por Gregorio XIII, quien urge la proyecto de que «las iglesias catedrales que de aquí adelante se erigieren
disciplina del concilio de Trento en esta materia. Gregorio XIV, por su sean regulares». Dicho en otros términos, que los obispos de América fueran
150 P.II. La Iglesia diocesana C. 8. Organización territorial de la Iglesia 151
escogidos en adelante de entre las Ordenes misioneras, con la esperanza de doctrinas, creando una cierta confusión en los lectores actuales y en no
que los religiosos doctrineros no tendrían inconveniente en someterse a los pocos estudiosos de estas materias. Al lado de las parroquias de españoles,
obispos. las antiguas doctrinas se llaman ahora parroquias de indios. En todo caso, el
Esta última idea no llegó a cuajar, pero aun así la siguió defendiendo en criterio para distinguir una doctrina de una parroquia consiste en ver si la
los años inmediatamente posteriores el franciscano Jerónimo de Mendieta, doctrina estaba constituida o no en beneficio perpetuo, en cuyo caso es
quien incluso le hizo recapacitar de nuevo sobre ella a Juan de Ovando, sinónimo de parroquia. Si no era perpetuo, entonces tal doctrina es algo
presidente del Consejo de Indias, cuando éste proyectaba el Libro de la jurídicamente diferente de la parroquia, aunque su finalidad y servicios
Gobernación Espiritual de las Indias. pastorales fueran idénticos.
La solución de la Junta Magna a este problema consistió en insistir en ía
necesidad de la presentación regia para ejercer el cargo de párroco de C) Régimen
indios, observando los siguientes trámites:
1) Examen previo de los candidatos por el obispo, requisito que ya La legislación civil y eclesiástica sobre las parroquias es aplicable en
había exigido el concilio de T r e n t e gran parte a las doctrinas, debido a la interrelación que existe entre ambas
instituciones.
2) El obispo diocesano escogía a los opositores más aptos, pasando los
1) Legislación civil. Según diferentes reales cédulas de varios monar-
nombres a la autoridad secular.
cas que van desde Carlos V hasta Felipe IV, recogidas en la Recopilación de
3) La autoridad secular elegía a uno de la lista y lo presentaba de leyes de los Reynos de Indias (lib. 1, tít. 2), la Corona puso gran empeño en
nuevo al obispo. proveer, en la parte que le tocaba, a la erección de los templos de las
4) El obispo daba la colación canónica e institución del cargo al pre- doctrinas y parroquias de América. En la ley 1 de dicho título se manda que
sentado. los virreyes, presidentes y gobernadores informen al rey sobre las iglesias
La Real Cédula del Patronato de 1574 insiste en que esto se hace no fundadas y las que conviniere fundar para la doctrina y conversión de los
sólo para los beneficios propiamente dichos, sino también para los reparti- naturales.
mientos de indígenas y para aquellos lugares en donde no hubiese beneficios En la ley 6 se especifica y se añade cuanto sigue: «Mandamos a nuestros
perpetuos constituidos. La colación de unos y otros debía hacerse de forma virreyes, presidentes y gobernadores que, guardando la forma que se les da
que los curas pudieran ser removidos del cargo según la voluntad del supe- por la ley primera de este título, tengan mucho cuidado de que en las
rior eclesiástico. Pero el rey se reservaba el derecho de presentar por su cabeceras de todos los pueblos de indios, así los que están incorporados a
cuenta, sin mediar los dos primeros requisitos o trámites que acabamos de nuestra Real Corona como encomendados a otras cualesquier personas, se
indicar, a los que él creyese conveniente, pudiendo en este caso otorgárseles edifiquen iglesias donde sean doctrinados y se les administren los santos
el cargo de forma perpetua e inamovible. Los virreyes y autoridades inferio- sacramentos, y para esto se aparte de los tributos que los indios hubiesen de
res sólo podían otorgarlos con carácter temporal. dar a nos y a sus encomenderos cada año lo que fuere necesario, hasta que
Los obispos protestaron por este sistema, según el cual su cometido se las iglesias estén acabadas, con que no exceda de la cuarta parte de los dichos
limitaba a una simple mediación entre las autoridades civiles y los candidatos tributos. Y esta cantidad se entregue a personas legas, nombradas por los
elegidos por la Corona, con la única intervención de dar a éstos la colación obispos, para que la gasten en hacer las iglesias a vista y parecer y con
canónica e informar sobre sus cualidades personales. Pero la única modifica- licencia de los dichos prelados y nuestros virreyes, presidentes y gobernado-
ción o correctivo de estas normas fue la inobservancia por parte de algunos res tomen las cuentas de lo que se gastare y de las iglesias que se hicieren y
obispos. Por otra parte, se concedió a las autoridades civiles inferiores al rey nos envíen relación de todo».
el otorgar también estos cargos con carácter perpetuo.
La ley 7 añade todavía: «Mandamos a los oficiales de nuestra Real
Más afortunados fueron los religiosos, quienes siguieron usando la vieja Hacienda que, con parecer del gobierno y prelado de la provincia, de
fórmula, en la que la intervención del patrono era casi teórica, ya que se cualesquier maravedís nuestros que sean a su cargo, provean a cada una de
limitaba a confirmar a aquellos religiosos que los superiores designaban las iglesias que se hicieren en pueblos de indios, puestos en nuestra Real
previamente. Corona, y encomendados a personas particulares, de un ornamento, un cáliz
Pero en 1624 se unifica el sistema de ambos tipos de doctrinas, es decir, con patena para celebrar el santo sacrificio de la misa, y una campana, por
de las del clero secular y de las de los religiosos. A partir de dicha fecha, los una vez, al tiempo que la iglesia se fundare».
religiosos elaboran una terna, y de ésta la autoridad civil presenta uno de los En las parroquias que se hicieron en pueblos de españoles, donde había
tres. La colación correspondía al superior religioso. indígenas que les estaban encomendados, se manda en la ley 3 que un tercio
A partir del siglo xvni, con la desaparición de las encomiendas, las del costo fuera a cargo de la Real Hacienda; otro, de los vecinos encomende-
doctrinas se denominan parroquias. El nombre de parroquias también se les ros de naturales, y otro, a cargo de los propios indígenas.
da a veces con anterioridad a esta fecha, pero se simultanea con el de En la ley 19 se ordena que los indígenas edifiquen las casas de los
152 P.II. La Iglesia diocesana C. 8. Organización territorial de la Iglesia 153
clérigos que están a sü cargo y que dichas casas queden anejas a las respecti- Indias (Madrid, 1681), libro 1, título 2 (iglesias catedrales y parroquiales), título 7
vas iglesias, donde prestan su servicio dichos clérigos. El resto de las leyes de (arzobispos, obispos y visitadores apostólicos), título 13 (curas y doctrineros), título
este título y otras concordantes con éstas tratan de controlar que se cumplan 15 (religiosos doctrineros); libro 6, título 9 (encomenderos). Véase el apartado Archi-
las normas establecidas sobre la erección de las iglesias, su financiación, sus diócesis y diócesis.
ornamentos, la administración de los bienes, etcétera.
2) Legislación eclesiástica. Las normas emanadas de los obispos, ya en Visiones globales
los concilios provinciales, ya en los sínodos diocesanos y visitas episcopales, F. DE ARMAS MEDINA, Cristianización del Perú, 1532-1600 (Sevilla, 1953); E. D.
así como en otros decretos de cada obispo diocesano, tratan preferentemen- DUSSEL y otros, Historia general de la Iglesia en América Latina 1 (Salamanca, 1983):
Introducción general; 6 (Salamanca, 1985): América Central; 7 (Salamanca, 1981):
te de las cualidades y deberes personales de los doctrineros y párrocos, así
Colombia y Venezuela; A. DE EGAÑA, Historia de la Iglesia en la América Española desde
como del buen funcionamiento y eficacia de la labor evangelizadora y pasto- el descubrimiento hasta comienzos del siglo XIX. Hemisferio sur (Madrid, 1966); A.
ral de los mismos. GARRIDO, La organización de la Iglesia en el reino de Granada y su proyección en Indias.
En el capítulo 10 de esta misma obra se indican los principales temas Siglo xvi (Sevilla, 1979); R. RlCARD, La conquista espiritual de México (México, 1947); V.
TRUJII.I.O, La legislación eclesiástica en el virreinato del Perú durante el siglo XVI con
tratados por los concilios y sínodos en relación con el presente argumento
especial aplicación a la jerarquía y a la organización diocesana (Lima, 1981); E. VÁZ-
de las doctrinas y parroquias. Destacan, entre otras normas, las que se QUEZ VÁZQUEZ, Distribución geográfica y organización de las Ordenes religiosas en Nueva
refieren a la obligación de conocer las lenguas indígenas por parte de los España. Siglo xvi (México, 1965); A. YBOT LEÓN, La Iglesia y los eclesiásticos españoles en
doctrineros y párrocos, el buen ejemplo que debían dar a los nativos, su la empresa de Indias 2 (Barcelona-Madrid, 1962).
dedicación a la predicación, a la instrucción de los mismos y al culto, j u n t o
con otras normas de conducta y de la metodología a seguir en el trato con los Archidiócesis y diócesis
indígenas. Creación y división: J. M. GARCÍA GUTIÉRREZ, Bulario de la Iglesia en México
Como valoración de conjunto, se puede afirmar que la rápida difusión (México, 1958); F. J. HERNÁEZ, Colección de bulas, breves y otros documentos relativos a la
e implantación de las misiones, de las doctrinas y parroquias de indios Iglesia en América y Eilipinas 2 (Bruselas, 1879), 5-346; B. DE TOBAR, Compendio bulario
constituyeron una sabia readaptación del derecho canónico común a las índico (1962) 1-2 (Sevilla, 1954-1966).
Estudios: E. D. DUSSEI., Les évéques hispanoaméricains, défenseurs et évangélisateurs
especiales condiciones del Nuevo Mundo. Su eficacia fue grande, pese a las de l'indien, 1504-1620 (Wiesbaden, 1970); G. VAN GULIK y otros, Hierarchia catholica
dificultades y controversias derivadas de la multiplicidad y complejidad de medii et recentioris aevi 3-7 (Münster-Patavii, 1922-1968); A. R. SlLVA, Documentos para
las cinco autoridades que, según los casos, podían intervenir en la regulación la historia de la diócesis de Mérida 1-5 (Caracas, 1927).
de la tarea evangelizadora y pastoral sobre los indígenas. Como queda ya
indicado, estas autoridades eran la Santa Sede, la Corona, los obispos, los Parroquias y doctrinas
superiores religiosos y los encomenderos. El resultado obtenido, que en F. DE ARMAS MEDINA, «Evolución histórica de las doctrinas de indios»: Anuario de
líneas generales es altamente positivo, se debe sobre todo al elevado espíritu estudios americanos 9 (Sevilla, 1952), 101-129; Cartas de Indias 1-3, en Biblioteca de
de sacrificio y abnegación de la mayor parte de los evangelizadores, que les Autores Españoles, vol. 264-266 (Madrid, 1974): frecuentes alusiones al tema, por
permitió afrontar y superar las inmensas dificultades y obstáculos que se ejemplo, cartas n. 8-10, 12, 19, 35, 53, 73 y 79; J. FRIEDE, «Los franciscanos y el clero
en Nueva Granada en el siglo XVI»: Missionalia Hispánica 14 (Madrid, 1957), 271-309;
oponían a su labor, como eran las grandes extensiones, con frecuencia poco A. GARCÍA Y GARCÍA, «LOS privilegios de los franciscanos en América», en Actas del II
pobladas, las distancias enormes que tenían que recorrer, sin contar con las Congreso Internacional sobre los franciscanos en el Nuevo Mundo (Madrid, 1988),
difíciles comunicaciones, y el complejo sistema vigente, en el que interve- 205-289; ID., «Los privilegios de los religiosos en Indias. El Breve «Exponi nobis», de
nían numerosas autoridades, cuyas atribuciones no eran siempre fáciles de Adriano VI», en Proceedings of the 8th international Congress of Medieval Canon Law
(Cittá del Vaticano, en prensa); J. GARCÍA ICAZBALCETA, Cartas de religiosos (México,
compaginar. 1941), 53-63, 163-178; L. GÓMEZ CAÑEDO, El reformismo misional en Nuevo México
(1760-1768). Ilusiones secularizadoras del obispo Tamarón (Guadalajara, México, 1981).
A. LÓPEZ, «Fray Esteban de Asensio y las doctrinas en el Nuevo Reino de
Granada (Colombia)»: Archivo Iberoamericano 21 (Madrid, 1924), 28-63; ID., «Misiones
o doctrinas de Michocán y Jalisco (Méjico) en el siglo xvi, 1525-1585»: Ibíd., 18 (Ma-
NOTA BIBLIOGRÁFICA drid, 1922), 341-435; 19 (1923), 235-279; F. MORAI.ES, «Pueblos y doctrinas en México,
1623»: Ibíd., 42 (1982), 941-964; P. J. DE PARRAS, Gobierno de los Regulares de la
Fuentes América, ajustado religiosamente a la voluntad del rey 1-2 (Madrid, 1783); V. PlHO, «La
secularización de las parroquias y la economía eclesiástica en la Nueva España»:
D. DE ENCINAS, Cedulario indiano (1596), ed. A. García Gallo 1 (Madrid, 1945), Journal de la Société des Américanistes 64 (París, 1977), 81-88; F. SCHOLES, Moderación
83-86: Real Cédula del Patronato del 1 de julio de 1574; R. LEVILLIER, Organización de doctrinas de la real Corona administradas por las Ordenes Mendicantes, 1623 (1959);
de la Iglesia y de las Ordenes religiosas en el virreinato del Perú en el siglo XVI1-2 (Madrid,
1919); A. MARTÍN GONZÁLEZ, Gobernación espiritual de Indias. Código ovandino (Guate- A. TIBESAR, «Doctrina vérsus Mission»: The Americas 14 (Washington, 1957), 115-124;
mala, 1977);J. OROZCO, Colección de documentos históricos inéditos referentes al arzobispa- B. VELASCO, «Conflicto entre el obispo del Cuzco y el Provincial de los agustinos sobre
do de Guadalajara 1-6 (Guadalajara, 1922-7); Recopilación de leyes de los Reinos de las la visita de doctrinas en el siglo xvill»: Missionalia Hispánica 19 (Madrid, 1962),
229-237.
154 P.II. La Iglesia diocesana
Aspectos concretos
Junta de 1568: P. DE LETURIA, Relaciones entre la Santa Sede e Hispanoamérica 1
(Roma-Caracas, 1959), 59-100; D. RAMOS, «La crisis indiana y la Junta Magna de
1568»: Jahrbuch für Geschichte von Staat, wirtschaft und gesellschaft Lateinamerikas 23 CAPÍTULO 9
(Kóln-Wien, 1986) 1-61; principalmente, 17-20.
Diócesis regulares: A. GARCÍA Y GARCÍA, «Orígenes franciscanos de praxis e institu- EL EPISCOPADO
ciones indianas», en Actas del I Congreso Internacional sobre los franciscanos en el Nuevo
Mundo (Madrid, 1988), 303-306.
Por FRANCISCO MARTÍN HERNÁNDEZ
politana de la Iglesia de Hyaguata, con un Arzobispo allí, mientras exista, y dificultades que se le presentaron, volvería pronto a España para no regre-
las diócesis de Magua y Bainoa», y nombrando a sus respectivos obispos: Fr. sar más a las Indias.
García de Padilla, Pedro Suárez de Deza y Alonso Manso. De este modo
quedaba proyectada la primera provincia eclesiástica de América.
II. ESTRUCTURA EPISCOPAL
Surge entonces el problema del Patronato Real y el rey Fernando no
permite que se publique la bula mientras no se le reconozca su prerrogativa
del Patronato, por el que el rey tendría en sus manos el derecho de presentar El «presto irán prelados» a América de Fernando el Católico, primer
los candidatos al episcopado, reservando al Papa la institución canónica, y el proyecto, como indicábamos, de su eclesialización, se fue cumpliendo en
nombramiento de todos los puestos de la Iglesia americana, además del rápidas y sucesivas etapas.
manejo de los diezmos, pero con la obligación de proveer las necesidades
económicas eclesiásticas. «Es menester que Su Santidad conceda el dicho A) Paulatino incremento de los obispos
Patronazgo de todo ello, perpetuamente, a mí o a los Reyes que en estos
reinos de Castilla o de León subcedieren...», comunica el rey a su embajador A las diócesis de Puerto Rico y de la Española le sigue la de Santa María
en Roma, Francisco de Rojas, el 13 de septiembre de 1505. la Antigua del Darién en 1513 (trasladada más tarde a Panamá) y la abadía de
Venció el firme propósito de Fernando y el 28 de julio de 1508 el Jamaica. Para el Darién fue nombrado fray Juan de Quevedo, franciscano,
mismo papa Julio II concedía el derecho de Patronato y de presentación de quien acepta el nombramiento «movido con muy buen celo y deseo del
los obispos de las iglesias del Nuevo Mundo a los soberanos españoles por la servicio de nuestro Señor y acrecentamiento de su santa fe», para procurar
bula Universalis Ecclesiae. Tampoco se dio curso a esta nueva bula, pues el «la conversión y salvación de las ánimas de los indios». Cuando llega, lo
primer proyecto había quedado anticuado y convenía tener presente, ade- encuentra todo desproveído. Vuelve a España y muere en Barcelona en
más, a la isla de Puerto Rico, que había sido incorporada recientemente a la 1519. Dos años antes se había fundado el obispado de Asunción de Baracoa
Corona. Tampoco interesaba constituir ya una provincia eclesiástica, sino (trasladado después a Santiago de Cuba); después (1519), la diócesis Caro-
que las tres diócesis propuestas quedaron como sufragáneas de Sevilla. lense, sin límites fijos (en Yucatán), y al año siguiente la de Tierra Florida,
Se resuelve el problema por medio de la bula Romanus Pontifex, que el también en Tierra Firme. Para la Carolense se nombra al dominico Julián
8 de agosto de 1511 da también Julio II, por la que quedaban erigidas las Garcés, quien pasará más tarde a México, pero ya como obispo de Tlaxcala.
diócesis de Santo Domingo y de Concepción de la Vega, en la Española, y la Desde 1524 es el Consejo de Indias el que se encargará de los proble-
de San Juan, en la isla de Puerto Rico. Los presentados para obispos seguían mas del episcopado hasta finales de la época colonial. A él se debe, en 1526,
siendo los mismos. el nombramiento de Garcés para Tlaxcala, sede que será trasladada más
tarde, en 1539, a Puebla de los Angeles. En 1527, a instancias del Empera-
B) «El primer obispo que a Indias pasó» dor, propone a fray Juan de Zumárraga para la nueva diócesis de México.
Viene éste a Nueva España antes de ser consagrado y tiene serias diferencias
Alvaro Huerga ha reivindicado para Puerto Rico el carácter de primera con la primera Audiencia. De vuelta a España, muestra ante el Consejo la
iglesia particular del Nuevo Mundo, ya que su obispo Alonso Manso fue el importancia de la institución episcopal en América, por lo que en adelante
primero que pasó y pastoreó personalmente su diócesis (La implantación de la tomará éste en mayor consideración el juicio de los obispos, sobre todo
Iglesia, 50). El P. Las Casas, que como testigo de vista estaba bien informado, como protectores de indios. Zumárraga es consagrado en 1534.
lo afirmó ya con toda claridad: «El primer obispo que... vino consagrado fue El historiador Ernest Scháfer indica como una de las causas de la
el licenciado D. Alonso Manso». aceleración en la fundación de los obispados un motivo propiamente misio-
Los tres que habían sido propuestos fueron consagrados en Sevilla y nal: «Casi al mismo tiempo o poco más tarde que en México, en el continente
D. Alonso llegó a Puerto Rico el 25 de diciembre de 1512. La fecha constitu- se fundaron también los obispados de Nicaragua, Guatemala, Honduras y
ye la primera piedra miliar de la eclesialización formal de América. García de Santa Marta, y no creemos equivocarnos suponiendo que esta labor fervoro-
Padilla murió en Getafe, en 1515, sin llegar a ocupar su sede. Suárez de sa esté en relación con las leyes de protección de los indios, salidas en 1526.
Deza se retrasó un año o poco más. Es seguro que a principios de 1514 ya Pues la defensa y conversión de los indios es declarada en los nombramien-
estaba allí. tos de los nuevos prelados como una de sus más importantes tareas y juega
A Padilla le sucede en la diócesis de Santo Domingo el italiano Alejan- un papel resaltante en las propuestas de personas hechas por el Consejo de
dro Geraldini: llega en 1516 y muere en 1524. Le sucede el Jerónimo Luis de Indias» (El Consejo real y supremo de las Indias II, 191).
Figueroa, que no llegó a consagrarse. Ya entonces se pensaba en fundir los El Consejo era partidario de duplicar los cargos. Así, en el caso de Juan
dos obispados - d e Concepción de la Vega y de Santo Domingo- en uno solo, de Talavera, prior del Prado de Valladolid, monje Jerónimo, a quien se
lo que se realizaría pocos años más tarde. También Suárez de Deza, ante las nombra obispo y gobernador de Honduras (Comayagua) en 1531. También
158 P.H. La Iglesia diocesana C. 9. El episcopado 159
Tomás de Berlanga fue presentado como obispo y gobernador de Panamá, obispado de Buenos Aires... En 1620 existían en Hispanoamérica 34 arzo-
y lo mismo sucede en otros casos. De este modo se ahorraba nuevos proble- bispados y obispados. Algunas habían sido suprimidas y otras no pasaron de
mas en la selección y nombramiento de un gobernador en tan difíciles mero proyecto. También hubo traslados de sede (v. gr., los de Tlaxcala,
territorios. Las diócesis van aumentando según iban aumentándose las nece- Michoacán o Chiapas), buscando núcleos de población de más importancia
sidades y la extensión territorial. Catorce diócesis existían ya en 1536, y el geográfica, cultural y económica.
Consejo había provisto a casi todas ellas siendo todavía sufragáneas de
Sevilla, lo que alargaba inmensamente los trámites judiciales. De nueva B) Trayectoria socio-política y religiosa
creación eran las diócesis de León de Nicaragua, Oaxaca, Michoacán (para También observamos correlaciones entre la situación de la colonización
la que fue propuesto el oidor de la segunda Audiencia de México y gran y de la misión y la fundación de los obispados, pues en ésta intervenían los
protector de los indios D. Vasco de Quiroga), Coro, Cartagena y Santa intereses financieros de las coronas ibéricas que, como titulares patronales,
Marta, en Venezuela. Ante las nuevas exigencias de administración el Conse- eran responsables de aquélla.
j o pensaba, desde 1533 y reiterado el 26 de enero de 1536 en la consulta Esto explica -extendiéndonos a todo el ámbito hispanoamericano- que
respectiva, que México debía ser constituida en metropolitana americana. el primer obispado de Brasil no llegue a fundarse hasta 1551 (el de San
Sin embargo, la Corona aplazó dicha fundación. Salvador de Bahía), cuando ya eran tan numerosos en los dominios hispanos.
El cabildo municipal de México realizó en 1544 una instancia ante el La historia de la Iglesia brasileña se caracteriza por la lenta conformación de
Consejo y éste se dirigió al Emperador el 8 de septiembre para pedirle la las estructuras eclesiásticas a través del influjo perturbador del regalismo.
elevación de México como metropolitana de Nueva España. En esto influyó No llegará a contar más que con un arzobispado, seis obispados y dos
mucho el licenciado Ramírez de Fuenleal, obispo de Cuenca, ex obispo de prelaturas hasta bien entrado el siglo xix. En ello influyeron las condiciones
Santo Domingo y segundo presidente de la Audiencia de México, pero sociales y políticas que se iban presentando.
proponiendo más bien el aplazamiento de la cuestión. Había de tenerse en Lo mismo ocurre en Hispanoamérica, aunque con significado contra-
cuenta, sin embargo, «porque consideraba incongruente que la Iglesia del rio. Siguiendo la huella de conquistadores, misioneros y colonizadores, se
Nuevo Mundo careciese del orden reinante en toda la cristiandad». fundan los primeros obispados en las Antillas Mayores y después en Tierra
El 20 de junio de 1545 se pide a la Santa Sede la erección de tres Firme. Pronto se pasa al golfo del Darién, a México y más tarde a Lima, en
arzobispados ultramarinos, y al año siguiente, en el consistorio de 11 de el corazón de América del Sur. De aquí parte una línea expansiva hacia el
febrero, eran creadas las tres primeras archidiócesis americanas: la de Santo norte -obispados de Quito, Popayán y Santa Marta- y hacia el sudeste, al
Domingo, con jurisdicción sobre las Antillas, la costa caribe y de Venezuela espacio rioplatense, con los obispados de La Plata en Chuquisaca, Río de la
y Colombia (diócesis de San Juan de Puerto Rico, Santiago de Cuba, Coro, Plata, en Asunción del Paraguay, y Tucumán, en Santiago del Estero. Una
Santa Marta, Cartagena y Honduras); la de México, sobre los territorios del tercera línea se dirige por el sur hacia Chile, donde en 1559 se funda el
Norte, desde Guatemala hasta el Mississippi (diócesis de Michoacán, Guate- obispado de Santiago de Chile. Es el camino que siguieron los misioneros,
mala, Chiapas, fundada en 1539, y Guadalajara, de 1548), y la de Lima, que siguieron los obispos y, aun cronológicamente, la fundación de los
diócesis erigida en 1541, y cuya archidiócesis iba a comprender todo el sur obispados.
americano, desde Nicaragua y Panamá, en el istmo, hasta la Tierra del Fuego De forma parecida, la fundación y subdivisión de los arzobispados
(diócesis de Cuzco, de 1537, Panamá, Nicaragua, Popayán y Quito, de responden a la creación de centros políticos, económicos y misioneros de
1546). cada momento. En el caso de Santo Domingo puede decirse que prima un
Si en 1536 existían 14 obispados, treinta años después eran 26. «Este criterio marítimo: todas las sedes eran ciudades-puertos que daban sobre el
número extraordinariamente alto muy probablemente, por lo menos en la Caribe, por lo que también pertenecía a su arzobispado Trujillo de Hondu-
mayoría de los casos, está relacionado con el fomento de los indios, especial- ras. En el caso de Lima se daba la primacía al Pacífico, y por ello Panamá y
mente vivo en las leyes en 1542-1543, pero, de otro lado, también con el León de Nicaragua eran sus sufragáneas. A México, jurisdicción territorial,
gran desarrollo de las colonias» (E. SCHÁFER, o. c , 207). En los cincuenta se le daba por límites los del imperio azteca y las culturas mayas.
años siguientes la situación se estabiliza. En 1570 se crea Tucumán y en 1577 En 1564 se funda el arzobispado de Santa Fe de Bogotá, que recibe de
Santa Marta (II). Santo Domingo las diócesis de Cartagena y Santa Marta, dada la menor
En la primera mitad del siglo xvn (de 1603 a 1620) es cuando el importancia socio-política y económica que iba teniendo aquélla. Lo contra-
Consejo de Indias realiza su último esfuerzo organizativo creando las dióce- rio ocurre en América Central, en la que por la importancia creciente que
sis que fijan definitivamente el panorama jerárquico de América hispana iba teniendo se favorece la elevación de Guatemala al rango arzobispal
hasta el siglo xix. Se divide Charcas, creando La Paz y Santa Cruz; entre (1743).
Quito y Lima se crea Trujillo; se separa del Cuzco la diócesis de Arequipa y Chile sigue vinculado a Lima dadas las fáciles comunicaciones maríti-
Guamanga (Ayacucho); se eleva a metropolitana la de Charcas; se crea el mas existentes entre ellos; pero en 1609, cuando se funda la archidiócesis de
160 P.II. La Iglesia diocesana
C. 9. El episcopado 161
La Plata, se separó de la de Lima la jurisdicción de la diócesis platense por
fueron de origen peninsular. A pesar de ello, tanto el Código Ovandino
el auge económico de Charcas, así como la de Paraguay y Tucumán, otor-
como la Real Cédula del Patronazgo consignan normas muy concretas sobre
gándosele igualmente las recientes diócesis de La Paz y Santa Cruz, y tiempo
el modo como los Virreyes, Audiencias, Obispos y Superiores religiosos
después la de Buenos Aires. Tales cambios de dependencia, además de un
debían proceder para seleccionar a los posibles obispos y proponerlos a la
progreso en la organización de la naciente Iglesia, indican la línea humana
Corona como candidatos al episcopado a fin de que ésta los presentara como
y de civilización que se iba desarrollando al par de su otra organización
tales a la Santa Sede.
política y económica.
La Recopilación de leyes de los Reinos de las Indias, recogiendo sendas
En resumen, puede observarse que en toda Hispanoamérica hubo en el
reales cédulas de 1629, 1663 y 1667, ordenó en 1681 que se siguiera
siglo XVI solamente cuatro archidiócesis (Santo Domingo, México, Lima y
practicando la «antigua costumbre» de que, antes de entregarle los docu-
Santa Fe de Bogotá); se agrega una en el XVII (La Plata, en la actual Bolivia),
mentos necesarios para su ordenación episcopal, el nombrado prestara jura-
y en el xvin llegan hasta diez (las de Guatemala, Quito y La Habana; se une
mento de que se comprometía formalmente a reconocer y respetar los
la de Caracas, que en realidad se funda en 1803). Durante el siglo XIX
derechos del Real Patronato de la Corona sobre la Iglesia americana (li-
llegarán a 16 los arzobispados.
bro 1, título 7, ley 1).
C) Sistema y criterios de selección Entre otras normas sobre los obispos contenidas en la legislación oficial
americana figuran la de trasladarse a su diócesis lo antes posible, la de residir
Ya se dijo en su lugar que una de las facultades de que gozaban los reyes en ella, la necesidad de la previa licencia oficial para viajar a España, la de
castellanos en virtud del Reaj Patronato era la de presentar candidatos para llevar una serie de libros de gobierno y la de visitar personalmente su
el desempeño de las dignidades y beneficios eclesiásticos, el más importante circunscripción, sobre cuyos resultados y necesidades debería informar por-
de los cuales era el episcopado. menorizadamente al Consejo de Indias.
Así, pues, desde 1508, el nombramiento de obispos para América por
parte del Papa estuvo siempre precedido de la presentación de la correspon-
diente terna de candidatos adelantada por la Corona a través de su embaja- III. MÚLTIPLE ACTUACIÓN DE LOS OBISPOS
dor ante la Santa Sede.
Sobre los requisitos que debían reunir los candidatos ofrece datos muy A) Relaciones interjurisdiccionales
específicos el Libro de la Gobernación Espiritual de las Indias, obra principal- Las relaciones interjurisdiccionales de los obispos fueron de diversa
mente del jurista Juan de Ovando, firmada y presentada a Felipe II en 1571 índole.
por siete miembros del Consejo de Indias para que se convirtiera en el A veces son ellos quienes colaboran también con la administración
código oficial indiano, aunque no lo consiguió. A pesar de ello, su texto es colonial. Son conocidas, por ejemplo, las actuaciones del arzobispo Juan de
muy importante porque refleja lo acostumbrado hasta entonces y porque en Zumárraga en México; las de Jerónimo de Loaysa, primer metropolitano
ella se inspira la denominada Real Cédula del Patronazgo expedida en San limeño, en la formación del Perú colonial por encima de las discordias y
Lorenzo del Escorial el 1 de junio de 1571. partidismos de almagristas y pizarristas; las de Santo Toribio de Mogrovejo,
En ambos documentos se especifica como primer requisito para el quien desde 1580 a 1606 dirige realmente la historia peruana, a pesar de
episcopado que los candidatos fueran «los más beneméritos», criterio de tener junto a él un virrey tan virtuoso como era don Francisco de Toledo.
selección que, en el caso de los residentes en América, se basa en una Otras veces ocurre que los obispos son quienes tienen que oponerse a
destacada labor espiritual entre los indígenas. Por supuesto, se tiene tam- los excesos y arbitrariedades de los conquistadores e incluso de los mismos
bién en cuenta la conducta personal y, además, la limpieza de sangre, com- gobernadores.
probada mediante una información que abarcara a los padres y cuatro
El primer obispo-arzobispo de México, fray Juan de Zumárraga, signifi-
abuelos del candidato.
cará la única oposición con autoridad ante la primera Audiencia, con perso-
Fue tal la importancia que en la segunda parte del siglo XVI se le dio a najes como Guzmán y Delgadillo. Durante los caóticos años de 1528-1532
la selección de los futuros obispos y a la erradicación en la Iglesia americana salió enaltecido el episcopado, no sólo por la acción que él mismo lleva a
de todo posible litigio entre un clero y otro, que la Junta del Consejo de cabo, sino igualmente por la del obispo de Santo Domingo, Sebastián Ramí-
Indias de 1568 y Juan de Ovando, personalmente, en 1571 e inspirándose rez de Fuenleal, que como presidente de la segunda Audiencia mexicana
en el franciscano Jerónimo de Mendieta, concibieron el proyecto de que los puso los fundamentos del nuevo orden colonial. Los obispos mexicanos
obispos americanos se escogieran exclusivamente de entre las Ordenes reli- siguen quejándose del autoritarismo que ejerce el Patronato sobre la admi-
giosas, para la formación en el Nuevo Mundo de una Iglesia integrada por nistración de la Iglesia y sobre ellos mismos. Así, el arzobispo Moya de
diócesis y parroquias de Regulares, es decir, de religiosos. Contreras o Juan Medina y Rincón, obispo de Michoacán. Los de la zona
La mayor parte de los obispos que gobernaron diócesis americanas maya se enfrentan a veces con situaciones más delicadas.
162 P.II. La Iglesia diocesana C.9. El episcopado 163
Un ejemplo típico de las relaciones con el poder civil fue el de fray diócesis. El rey, según concesión pontificia como parte del Patronato, no
Antonio de Valdivieso, de Nicaragua, el cual, como deja ver en sus cartas, tenía derecho a constituir los límites diocesanos, sino solamente a proponer-
tiene conciencia del peligro que corre ante el gobernador Contreras, sus los y cambiarlos. Pero en la práctica, Roma, que no tenía conocimientos
hijos y partidarios, aunque continúa inflexible en mantener su jurisdicción y locales exactos, seguía las proposiciones de Madrid, a pesar de que la cues-
defender a sus indios. Fue asesinado, como es bien sabido, en 1550. Andan- tión de límites era delicada, pues estaba ligada al problema de los diezmos,
do los años, en 1591, el obispo de Cuzco, fray Gregorio de Montalvo, llegará que los obispos tenían que colectar de sus diversas colectividades humanas.
a calificar de «luteranismo» la opresión de la Iglesia en nombre del Patronato Tocando a zonas fronterizas se entablan cuestiones o pleitos de límites, ya
Real. que uno u otro obispado cobraban o querían cobrar los diezmos; no sólo el
También fray Gaspar de Andrada, obispo de Guatemala, fue apresado obispo se interesaba, sino igualmente el cabildo y a veces hasta las autorida-
por el gobernador en 1611. El de Nicaragua, fray Juan Ramírez des civiles, porque (no siempre) los límites eclesiásticos eran los límites
(1601-1609), se opone igualmente a la Audiencia por las mismas causas y jurisdiccionales civiles. El 20 de febrero de 1534 el Consejo propuso por
muestra cómo los españoles producen escándalo en la conciencia de los Cédula Real una solución general al problema de los límites, que por tan
neófitos y perjudican profundamente la evangelización. En el Yucatán fue- ambigua casi resultó inútil y no pudo evitar sucesivos pleitos.
ron más graves aún los problemas, sobre todo durante el gobierno de fray Cuando ya se instalan las instituciones que regirán las Indias durante
Diego de Landa (1573-1579), que contó con la sistemática enemistad de los tres siglos -audiencias, virreinatos y gobernadores-, seguirán a veces los
gobernadores. Fray Tomás Castilla (1552-1567) se queja, en carta al rey, del enfrentamientos entre el poder civil, partidario en general de la clase enco-
cautiverio en que vive la Iglesia de Chiapas, «muy afligida y apocada» -le mendera, y la Iglesia, que, por medio de sus obispos, religiosos y doctrine-
dice— por las intromisiones del poder civil. Algo parecido ocurre en el ros, seguirá tomando la defensa del indio. El episcopado conserva todavía
Nuevo Reino de Granada, donde las relaciones entre prelados y gobernado- mucho de su poder espiritual, aunque a veces tenga que rendirse a la
res comenzaron mal desde sus mismos orígenes. El protector de los indios evidencia de que sigue siendo una institución más del engranaje de la Coro-
Tomás Ortiz, nombrado en 1528, debió regresar en 1532 porque su situa- na regalista española.
ción era insostenible; fray Sebastián de Ocampo fue desterrado y Lobo
Guerrero tuvo que enfrentarse al presidente Sande en Santa Fe.
B) Acción conjunta de los obispos
Dramático fue también el caso de Juan del Valle, primer obispo de
Popayán. De indomable coraje, pudo mantener incólume la jurisdicción Si en un principio, concretamente en el Caribe, se acusan arbitrarieda-
eclesiástica ante el teniente del gobernador Cepero, en 1552, ante el capitán des en el trato que se da a los indios: compra y venta de esclavos, el pago
Pedro de Cuéllar, ante el oidor licenciado Briceño, contra Luis de Guzmán exagerado de tributos, los trabajos forzados, etc., que suscitan las protestas,
y Falcón en 1556. Pide a la Audiencia de Santa Fe que le haga justicia, pero entre otros, de un Montesinos o un P. Las Casas, al instituirse la administra-
no le hacen caso. Viene a España para hablar con los del Consejo y le ocurre ción episcopal, ésta trata de oponerse con las fuerzas de que dispone.
lo mismo. Se propone ir a Roma para presentar sus quejas al Papa, y muere En Puerto Rico, el obispo Alonso Manso tiene serios problemas con
en el camino, en un lugar desconocido de Francia. ocasión de los diezmos, hasta el punto de que tuvo que dejar por algún
En Panamá, al primer obispo, fray Juan de Quevedo, le toca enfrentarse tiempo su gobierno. Pedro Suárez de Deza, en la Española, conoció también
con Pedrarias, apoyando, quizá con demasiado celo, la política de Vasco el desaire y la incomprensión. Los casos se repetirán después en Tierra
Núñez de Balboa. Si de momento se mostró partidario de que se «herrasen Firme. Según avanza el misionero, allí está presente, a su vez, la actividad del
y se vendieran públicamente los indios como esclavos», luego se opone a ello episcopado. Por eso no puede hablarse con exactitud, como a veces se ha
con toda su fuerza. pretendido, de diferencias y aun de conflictos que pudieran haber existido
Contra la venta de esclavos y el «herrar los indios» clama enérgicamente entre la Iglesia misionera y la que pudiéramos llamar la Iglesia colonial, de
Vasco de Quiroga en México, quien antes de ser nombrado obispo había ya la jerarquía.
escrito y dirigido a los del Consejo su célebre Información en Derecho, repleta El mismo Dussel (El episcopado latinoamericano, 254) ha demostrado que
de argumentos. En el Perú se suceden los casos. Fray Vicente Valverde sufre el lugar común, según el cual los obispos son los exponentes de la Iglesia
persecución de parte de autoridades y encomenderos. Santo Toribio de colonial y las Ordenes religiosas los de la Iglesia misionera, no coincide con
Mogrovejo -el más célebre de todos- ha de defenderse contra la imposición el resultado de la investigación histórica, por lo menos no en forma generali-
absolutista del Patronato, exponiéndose a repetidas y graves acusaciones. zada, y más en este período en el que se aprecia en muchos obispos hispano-
Llega a mandarse desde España que sea reprendido por la Audiencia y por americanos una profunda preocupación por la defensa de los indios. Se
el virrey. El caso se repetirá más tarde -aunque distintas fueran las circuns- desprende, además, de las actuaciones particulares de cada uno, de las
tancias- con el obispo de Puebla, en México, Juan Palafox y Mendoza. Juntas apostólicas o eclesiásticas que se tuvieron (la primera en la que
Punto de fricciones fue también el espinoso caso de la delimitación de participó un obispo se celebró en México en 1532) y de los concilios y
164 P.II. La Iglesia diocesana C.9. El episcopado 165
sínodos, donde queda bien clara su preocupación misionera y la labor con- lio III mexicano un memorial, Sobre el Seminario, que fue acogido por los
junta del episcopado en esta y en otras materias. padres conciliares. Otros obispos intentan establecerlos en sus diócesis, pero
Veamos alguna de sus características. sólo en el siglo xvm, sobre todo en la región mexicana, se fundan seminarios
La máxima significación corresponde a los concilios provinciales de conciliares propiamente dichos, como el de Puebla de los Angeles, en 1641.
México y del Perú, ya que estas circunscripciones eclesiásticas eran los Desde 1538 a 1809 son 50 los seminarios o centros de formación sacerdotal
centros más importantes de la organización eclesiástica de la América hispa- que pueden contarse en la América hispana. También Brasil, desde 1690 a
na. En los primeros (1551 Perú y 1555 México) se nota como una ruptura 1760, cuenta con ocho de ellos. Es la magnífica labor de un episcopado
entre la primera gran época misionera y la fase organizadora de la Iglesia, comprometido desde el primer momento en la formación de sus propias
que empieza con los sínodos. En los segundos (1567 y 1565, respectivamen- Iglesias.
te) se recoge la doctrina y los artículos de reforma del concilio de Trento,
que había sido clausurado en 1563. No fue fácil conseguir su celebración, y
no sólo por problemas de comunicación y de transporte. Las constituciones IV. RADIOGRAFÍA DE UN EPISCOPADO
del peruano de 1567 no fueron aceptadas por el Consejo de Indias y tampo-
co obtuvieron el refrendo del Rey ni del Papa, aunque sus declaraciones se Para una panorámica general, sin que queramos pormenorizar la vida y
adaptaban plenamente al espíritu del Tridentino, pero hablaban también de la actuación pastoral de cada uno de los obispos, presentamos estos datos,
derechos e internas autonomías. Serían aceptadas y revalidadas por los que entresacamos de los estudios que sobre el tema vienen realizando Pauli-
padres del Concilio III, y así las aprobaciones pontificia y real, que canoniza- no Castañeda Delgado y Juan Marchena Fernández.
ron todo el conjunto de este concilio, canonizaron también las constitucio-
nes del II. A) Número
El III de Lima se celebra bajo la presidencia, previa convocatoria, de su
arzobispo Santo Toribio de Mogrovejo en 1582. Es considerado como el Entre los años 1500 a 1800 fueron 681 los obispos que ocuparon las
«Concilio Tridentino de América» y por la importancia de sus constituciones diócesis americanas. Casi una cuarta parte del total (el 23,6 por 100) ocupa
supera incluso al III mexicano, celebrado tres años más tarde. El santo el espacio de 1500 a 1620, y esto nos indica el lento proceso de formación
arzobispo deseaba con urgencia un concilio que estableciera entre frailes y de la Iglesia diocesana de América, si lo comparamos con los más de 300
clérigos la uniformidad en la forma de catequizar a los indios, en el catecis- prelados que ocuparon sus sedes sólo en el siglo xvill. Pero si tenemos en
mo, en la administración de los sacramentos, en el rito de la misa, y en las cuenta que sólo también en cincuenta años (1511-1560) se erigieron 27
formas que habrían de adoptarse ante la nueva situación misionera. Lo diócesis y se nombraron 44 obispos, el esfuerzo parece importante y los
cumplió con creces el concilio. Igualmente, sirvió para que los obispos logros conseguidos de verdadero interés en lo institucional.
hispanoamericanos crecieran en la autoconciencia del papel relevante que Hubo sedes vacantes durante algunos años, pero en general el número
habían de seguir ejerciendo en aquella nueva Iglesia. de obispos que permanecen en sus diócesis es bastante elevado, a pesar de
las dificultades que se les presentaban desde que eran nombrados en España
Fuera de estas asambleas conciliares o sinodales, la obra conjunta de los
hasta el momento de llegar a América. Iban hacia una Iglesia todavía en
obispos se extiende a otros aspectos de su labor pastoral. Ellos cuidan de la
formación, sin medios suficientes para levantar su propia catedral, parro-
reforma del clero y se encargan de erigir parroquias. A finales del siglo XVI,
quias, seminario, etc. En ocasiones ni siquiera tenían señalados los límites de
por ejemplo, había en el arzobispado de México 470 parroquias, que llegan
la diócesis que iban a regentar; buena parte de la feligresía que se les
a 844 en 1755. En el de Lima llegaban a 161 en 1799, regentadas por 660
asignaba estaba todavía por convertir; el clero era reducido; la oposición a
sacerdotes. En cuanto a éstos, por poner otro caso, en la diócesis de Duran-
veces de parte de encomenderos y aun de gobernadores era manifiesta, y
go había 257 en 1765, mientras que en 1960 sólo llegaban a 101.
adversas las condiciones mismas de la climatología. Ellos habían dejado en
Igualmente, estos obispos se cuidaban de fundar colegios, de favorecer España cargos y puestos acomodados -canonjías, cátedras de universidad,
la creación de universidades (las de Lima y México, por citar algunas), prioratos o provincialatos-, para lanzarse a la aventura de América. Eran
ayudaban a los religiosos en la implantación de doctrinas o catequesis y en como los demás misioneros u otros sacerdotes seculares que se enrolaban
las tierras de misión, erigían colegiatas y catedrales y atendían a la formación para la conquista espiritual de aquellas tierras.
del clero, tema este de no pocos concilios provinciales. Ya Ramírez de
Fuenleal trata de establecer un preseminario en la Española. Zumárraga está
presente en la fundación del colegio de Santa Cruz en Santiago de Tlatelol- B) Procedencia
co, donde se atiende también a la formación sacerdotal y que luego llevarán Los prelados del siglo xvi proceden en su mayoría de la Península. Pero
los franciscanos. Vasco de Quiroga funda una especie de seminario en es significativo que también en este siglo haya algún obispo americano, lo
Pátzcuaro de Michoacán. El P. Juan de la Plaza, jesuita, presenta al conci- que indica un proceso de criollización, que irá acentuándose a lo largo del
166 P.II. La Iglesia diocesana es 9. El episcopado 167
siglo xvii: de los diecinueve prelados criollos, cuatro corresponden a este dez de Ángulo, letrado de los Consejos e insigne predicador en la corte; a
siglo y quince son nombrados en el siguiente. Sebastián Ramírez de Fuenleal, consejero de los monarcas; a Alonso de
El 70 por 100 de los peninsulares procede de Castilla, Extremadura y Fuenmayor, presidente del Consejo de Navarra y catedrático en Salamanca;
Andalucía, tradicionalmente más relacionadas con el mundo americano. a Diego de Covarrubias, conocido canonista; a Santo Toribio de Mogrovejo,
Notable es la aportación de las Ordenes religiosas y de los centros culturales de excelente carrera universitaria en Salamanca. En este primer período
y universitarios, como pueden ser los de Salamanca y Valladolid. También en doblan en número al total de los demás obispos.
América se mueven en torno a los centros máximos de población y de Más tarde predominan los seculares: los franciscanos en tiempo de
cultura: México y Perú. Felipe II, en el que se mantienen también los Jerónimos; los agustinos en el
de su sucesor, Felipe III, y los dominicos en todo tiempo. A finales de siglo
C) Origen social tienen éstos 26 obispos en América, cifra no alcanzada por los seculares
No son muchos -apuntan los referidos autores- los datos que ofrece la hasta bien avanzado el siglo XVII. Pero si al principio es mayor el número de
documentación. religiosos, con el siglo XVIII aumenta el número de obispos que proceden del
Es común a todos las exigencias que se aplicaban a cualquiera que en clero secular.
aquel tiempo quería acceder al estamento clerical, bien fueran religiosos o
sacerdotes seculares. Es decir, la limpieza de sangre, legitimidad, buenas E) Formación académica
costumbres, probanzas de hidalguía y nobleza, etc. Estas se presuponían, Puede decirse, siguiendo a los dos autores citados, que el episcopado
por lo que no suelen constar en las ejecutorias que se realizan para su americano poseyó en general un alto grado de formación académica y
elevación al episcopado. Sí aparecen otras que avalan sus méritos o condicio- cultural.
nes particulares: si son doctores, licenciados, catedráticos, canónigos, prio- Hasta 1620 abundan los licenciados, luego son los doctores y maestros.
res, provinciales, misioneros, sin que se hagan alusiones a su origen familiar Han seguido los cursos de Teología, también los de Derecho y algo menos
humilde o plebeyo. Se ignoran, o simplemente se callan. los de Escritura. En el segundo período decrecen los de Derecho, desapare-
No pocos procedían de la nobleza, en su acepción más genérica («cali- cen los licenciados en Escritura y se incrementan los doctores en Teología,
dad noble»), y aun del estamento militar, lo que también nos indica la de un 40 a un 80 por 100. Hay también doctores y licenciados en Derecho
relación que existía en un principio entre la élite política y administrativa y Canónico, en ambos Derechos, en Artes, en Filosofía, etc. Como puede
la Iglesia americana. De parte de allá se observa una tendencia a reafirmar su verse, más importan los conocedores de la teología y prácticas pastorales que
clase criolla, bien pertenezcan al clero secular o regular. Tienen a gala los eminentes juristas.
presentarse como descendientes de los conquistadores o de los primeros Por las Universidades de Salamanca y de Valladolid pasan un 50 por
pobladores, de solar conocido y de rancia nobleza castellana, o de las fami- 100 de los obispos que marchan a América. Y los que, de jóvenes, llegan
lias más ilustres de Indias. De este modo se ponían en pie de igualdad todavía en período de formación, buena parte de ellos hace estudios en las
respecto a los que llevaban el gobierno de aquellas tierras. Universidades de México y de Lima, prefiriéndose, además, a los que mues-
tran más experiencia americana.
D) Procedencia clerical A esta formación académica se une el que pudiéramos llamar «cursus
Hasta 1660, la mayor parte de los prelados americanos pertenecen al honorum» de los elegidos. El mayor número lo ofrecen los cargos desempe-
clero regular. Tal vez porque, fuera de los centros de población o de las ñados en las Ordenes religiosas. En cuanto al clero secular, predominan los
regiones marítimas, los extensos territorios que se asignaban a las diócesis que pertenecen a los cabildos catedralicios, eran capellanes y confesores en
seguían siendo campos de misión, en los que trabajaban generalmente los la corte, o se dedicaban a la carrera docente. No son muchos los que
religiosos. Abundan, por tanto, los obispos que son dominicos, franciscanos, proceden de parroquias o de campos de misión, quizá por exigírseles una
mercedarios, agustinos, Jerónimos, benedictinos, de San Francisco de Paula, mayor experiencia para la administración diocesana. Encontramos asimismo
carmelitas, cartujos y jesuítas: unos 111 sobre los 161 de este período. algunos obispos auxiliares, que son nombrados después prelados ordinarios.
Sobresalen, entre ellos, los mendicantes: casi el 50 por 100 del total de las El caso se repite entre los criollos. Los del clero secular eran chantres,
prelaturas recayeron, por ejemplo, en los dominicos. Lo mismo ocurre con deanes o arcedianos de sedes importantes; el resto, priores, comisarios
los obispos criollos, pues 13 de los 19 pertenecen asimismo al clero regular. generales, etc. Solamente uno fue catedrático en Lima.
Sin embargo, vemos por otra parte que durante el reinado de Carlos I Puede decirse, haciendo una última valoración, que el episcopado ame-
y parte del de Felipe II se hacen esfuerzos por mantener prelados del clero ricano está a la par del episcopado que queda en la Península. De sedes
secular y de señalada importancia. Recordemos a Alonso Manso, canónigo españolas van algunos a América, y de sedes americanas son igualmente
de Salamanca y que fue rector de su Universidad; a Vasco de Quiroga, oidor trasladados a España. Nunca se pensó en una Iglesia de América y en otra de
de la segunda Audiencia de México y excelente humanista; a Juan F. Fernan- la Península. Unos y otros pertenecen a una misma Iglesia, diríamos nació-
168 P.II. La Iglesia diocesana ta 9. El episcopado 169
nal. Son elegidos en condiciones igualitarias, de formación intelectual y de tud cundió por doquiera. Hasta entonces se había considerado al rey como
apostolado. Esto explica el rápido afianzamiento y crecimiento de la Iglesia representante de Dios. Como aquél había abdicado, ¿quién tenía ahora la
americana, caso poco frecuente en la historia de las misiones y en tan legítima autoridad? La oposición a las autoridades intrusas fue general. Pero
extensos e inexplorados territorios como eran aquéllos. quedó también sembrada la semilla del desconcierto.
A finales del siglo xvi estaba ya organizada la Iglesia en América. Sigue Aunque se ha repetido que el episcopado se opuso a la independencia,
consolidándose después, pero siempre con sentido de permanencia estable es falso. Lo que sí es cierto es que, en las circunstancias tan confusas que se
cual había sido y seguía siendo la de España. Figuras eminentes del episcopa- produjeron, tampoco en América hubo una autoridad reconocida por to-
do pasan por ella, santos algunos de ellos, excelentes organizadores, buenos dos. La actitud de los pueblos va a ser varia, como también la de sus
pastores y reformadores, defensores siempre de la causa de los indios. directores, tanto políticos como eclesiásticos.
Algunos padecieron y hasta murieron por ella. No es caso de hacer ahora el
recuento de ellos ni de seguir cada uno de sus pasos, pues excede los límites B) De 1808 a 1814
de este estudio. Sólo recordar alguno de los nombres principales: Alonso
En una primera fase, la que va de 1808 a 1814, la situación es caótica;
Manso, Ramírez de Fuenleal, Juan de Quevedo, Juan de Zumárraga, Vasco
la invasión napoleónica de España no tiene aceptación ninguna en América,
de Quiroga, P. Las Casas, Julián Garcés, Juan del Valle, Antonio Valdivieso,
pero sigue aumentando la duda: ¿cuál es la autoridad legítima? Algunos
Francisco Marroquín, Alonso de Montúfar, Vicente Valverde, Toribio de
reconocen a la Junta Central de Cádiz, pero otros protestan contra esta
Mogrovejo, Bartolomé de Ledesma, Bernardo de Alburquerque, Domingo
resolución, sobre todo cuando tienen noticia de la Constitución que allí se
de Santo Tomás, Agustín de la Coruña, Pedro de la Peña, Pablo de Torres,
había jurado, a todas luces, según ellos, antirreligiosa y anticlerical. El cura
Diego de Medellín, Juan Palafox y Mendoza...
Hidalgo encabeza la rebelión armada contra «el mal gobierno» y al grito de
Así fue aflorando este episcopado, hasta que le llegan los años difíciles «Viva la Virgen de Guadalupe». Se establecen Juntas en Quito, Buenos Aires
de la emancipación americana. Algo tuvieron que ver con ella y por eso y Caracas, que desconocen a las españolas, llegando algunas hasta a procla-
ofrecemos algunas referencias como capítulo final del presente estudio. mar su independencia. Cuando torna Fernando VII, las aguas parecen vol-
ver a su curso, pero de nuevo se levanta la protesta -segunda fase- cuando
éste se ve obligado a jurar una Constitución que suprime las Ordenes religio-
V. LOS OBISPOS EN LA EMANCIPACIÓN AMERICANA
sas y lastima los sentimientos de los católicos fervientes. El movimiento
Los obispos americanos, como ocurre de ordinario con los de España, armado contra España se generaliza: Itúrbide en México, San Martín en
se habían mostrado siempre fieles a la Corona, pues, en definitiva, por razón Argentina y Chile, Bolívar en Venezuela, Colombia y Perú. De poco sirve
del Patronato y por medio del Consejo de Indias, a ella le debían su asigna- que poco antes, el 30 de enero de 1816, el papa Pío VII hubiera exhortado,
ción al episcopado y la ayuda que se les prestaba. por medio de la encíclica Etsi longissimo, a los pueblos de América a sujetarse
de nuevo a la autoridad del monarca español.
A) Durante la preindependencia La actitud de los obispos, como la del clero y el pueblo fiel, no pudo ser
uniforme en aquellas condiciones tan diversas. En un primer momento,
Los primeros movimientos insurreccionales iban a poner a prueba su hasta 1814, el desconcierto es general y refleja el caos de la Península. Por
lealtad a la Corona por una parte y por otra la fidelidad a sus diocesanos y ello mismo, no puede hablarse de actitud cerrada del episcopado. Así tene-
a la causa de emancipación que se fue extendiendo por la América hispana. mos que si, por ejemplo, los arzobispos de Charcas y de Caracas aceptan la
La Iglesia de las Indias iba quedando decapitada con ocasión de tales movi- independencia, o el obispo de Quito, para evitar la discordia, encabeza la
mientos. Lo peor era que los gobernantes de la Península, en cuyas manos Junta independiente, no todos obran así. Encontramos, citando un caso
estaba el nombramiento de los obispos, estaban inficionados de ideas rega- contrario, a un arzobispo de México y a los obispos de Puebla y Oaxaca, los
listas y antirromanas, de modo que trataban de obtener el nombramiento de cuales reiteran la excomunión en que el gobernador de la mitra de Michoa-
prelados sumisos al poder regio, aunque no fueran ni muy apostólicos ni cán ha declarado incursos al cura Hidalgo y a todos sus seguidores.
muy ejemplares. El episcopado de las Indias era dócil instrumento de los
funcionarios reales para mantener en obediencia al monarca sus extensos
dominios. C) De 1814 a 1824
Al comenzar el siglo, no eran muchos los habitantes inquietos de las Más uniformidad puede hallarse en la segunda fase, pues ni los obispos
novedades políticas. Aquella obediencia hubiera quedado inalterada, al me- ni el clero desconocen abiertamente la autoridad del rey que ha sido resta-
nos por una larga serie de años, de no haber ocurrido en España la invasión blecido en el trono. Mientras la lucha independentista sigue su curso, buena
napoleónica. Pero desde que se propaló por América la noticia de la abdica- parte del episcopado continúa adicta a la Corona. En Venezuela, donde se
ción de los Borbones y de la usurpación del trono por Napoleón, la inquie- combate ferozmente, el gobierno español obliga al arzobispo de Caracas a
170 P.II. La Iglesia diocesana C. 9. El episcopado 171
regresar a la Península. Hubiera hecho lo mismo con el obispo de Quito, que te fanático; exigía a los fieles que gritasen «viva el rey» al entrar y salir de la
muere en Lima desterrado de su diócesis. Fernando VII hace nombrar en catedral y llegó a calificar a los patriotas en una carta pastoral de «enemigos
estos años 28 obispos para las sedes que habían ido vacando, y es natural que de Dios y del rey». Tuvo que escapar de Cartagena, como lo hizo su colega
designara sujetos fieles a la Corona, aunque fueran criollos. Jiménez Enciso, de Popayán, el cual llegó a forzar a muchos que le siguieran
El desconcierto se hace todavía más general cuando el monarca tiene y unirse a las tropas reales en su retirada. Tachó de «hijo del diablo» al
que jurar la Constitución de Cádiz. Los mismos católicos y no pocos eclesiás- provisor Manuel María Urrutia, nombrado sin su consentimiento. Se recon-
ticos empiezan entonces a dudar. Por otra parte, acostumbrado como estaba cilió después con Bolívar y los patriotas y volvió a ocupar la sede, prometien-
el clero a recibir todo de España, ve que ahora se encuentra desamparado. do fidelidad al nuevo gobierno constituido. En 1823 escribía a Pío VII que
Además, los obispos, de acuerdo con la tradición plurisecular de la iglesia creía «no haber ningún movimiento revolucionario en el mundo que hubiera
patronal, estaban obligados a prestar un juramento de fidelidad personal al perjudicado menos a la religión que el de Nueva Granada».
rey como cabeza del Patronato. Con frecuencia los obispos también creye- Es verdad que en 1821 había todavía muchos obispos que residían en
ron ver en los rebeldes masones o liberales a unos enemigos de la Iglesia, a sus diócesis, pero se daban también algunas vacantes. Además, algunos
pesar de que los jefes locales trataron con todas sus fuerzas de asegurarse la obispos, desconcertados ante la revolución, habían regresado a España o los
simpatía de la Iglesia oficial. También hay que tener en cuenta que la habían obligado a irse. Notable fue el caso del arzobispo de México, Pedro
jerarquía, por el nombramiento de los 28 obispos de las 42 diócesis hispano- Fonte, que creyó contra su conciencia coronar a Itúrbide emperador y se
americanas, de absoluta fidelidad realista, ya no presentaba la misma compo- salió de la capital, so pretexto de visitar la archidiócesis; apenas llegó a un
sición. puerto del golfo, se embarcó para España, en donde ya vivían varios de la
Como muestra de este desconcierto puede citarse el caso del referido América del Sur, algunos trasladados a diócesis de la Península. En la etapa
arzobispo de Caracas, Narcís Coll y Prat. A diferencia de otros prelados, que final de la independencia, las cosas variaron también en México: allí había
cuando se inicia la revolución se limitan a retirarse de su cargo, él quiso sido desencadenada por el levantamiento liberal de España (1820). A causa
permanecer con su rebaño. Fracasada la segunda república de Venezuela, y de los decretos, al parecer antieclesiásticos, de las Cortes españolas, muchos
como se preocupara de consolidar nuevamente las estructuras eclesiásticas, miembros de la jerarquía mexicana y del clero creían deber apoyar el movi-
después de que el clero durante años se hubiera dividido entre patriotas y miento de independencia para defensa de la religión, para salvar a México
realistas, en 1816 fue separado de su sede y llamado a la Península. Según del influjo de los liberales. Y esto ayudó a aumentar más el desconcierto. En
una tradición no garantizada, habría respondido al reproche del monarca las sedes en donde seguía residiendo el obispo legítimo se mantenía la vida
por no haber manifestado una actitud íntegramente fiel al rey: «Que él no cristiana en sus cauces, pero en donde la sede no estaba ocupada, o por
había ido a Venezuela a ser capitán general, sino a guiar su rebaño como muerte o por ausencia del prelado, no siempre se mantuvo la debida discipli-
arzobispo». Aquí se refleja el dilema de la jerarquía: tanto los realistas como na, y o había dudas sobre la legitimidad del vicario, o el gobierno se entreme-
los rebeldes patriotas exigían de ella una postura clara y definida, a la que no tía para nombrar gobernador de la mitra.
podían arriesgarse habida cuenta de los cambios que continuamente se Algún caso se presentó entre los pocos obispos criollos. Uno de ellos,
sucedían y que despojarían a la Iglesia de su dirección. Rafael Lasso de la Vega, de Panamá, fue presentado por Fernando VII,
Coll y Prat había aceptado antes la independencia como hecho consu- como ferviente realista, para la sede de Mérida de Maracaibo, donde hizo un
mado, declarando en el acto solemne: «Si Venezuela se gloría de haber llamamiento a la fidelidad al rey y hasta 1820 defendió tenazmente la causa
entrado al círculo de naciones, mi iglesia venezolana también puede gloriar- de España. Luego de una entrevista con Bolívar, se convirtió en íntimo
se de ocupar su sitio entre las iglesias católicas nacionales...» (1811). No le colaborador para la reconstrucción de la jerarquía eclesiástica en la antigua
faltaron diferencias con el insurrecto Miranda ni con el propio Bolívar, Nueva Granada. El 31 de julio de 1823 suplicaba a Roma, de acuerdo con
pero, abierta o solapadamente, siguió al lado de los patriotas, llegando Bolívar, la preconización de nuevos obispos de Guayana, Santa Marta, Car-
incluso a llamar a todos los cristianos «a profesar la independencia y a tagena, Antioquia, Quito y Cuenca, dos arzobispos para Bogotá y Caracas,
someterse a la obediencia del gobierno libre». Simultáneamente había decla- un auxiliar para sí mismo, más la erección de una nueva sede en Guayaquil.
rado disuelto el Patronato, sometiendo su iglesia directamente al Papa, Todo ello a espaldas del Regio Patronato, indicando los nombres aceptos al
medida que no fue aceptada ni por los propios patriotas. gobierno republicano. Naturalmente, Fernando VII reaccionó con tonos
Otros obispos se mostraron, sin embargo, realistas inflexibles. Así, fray violentos en 1827.
Custodio Díaz Carrillo, de Cartagena, quien, frente a la mayoría de su En cambio, el ya mencionado obispo de Quito, Cuero y Caicedo, tam-
cabildo eclesiástico, no quiso prestar el juramento a la junta local en 1810, bién criollo, se dejó persuadir en 1810 por el cabildo para aceptar la presi-
lo que le supondría la expatriación y una vacancia de cuatro años. Su dencia siquiera honorífica de la segunda junta revolucionaria; en 1812
sucesor, instalado bajo el signo de la restauración monárquica en 1817, el movilizó todos los medios disponibles eclesiásticos en defensa de la revolu-
basiliano Gregorio José Rodríguez, demostró ser un realista verdaderamen- ción y tras los primeros triunfos de las tropas realistas tuvo que abandonar
172 P-ll. La Iglesia diocesana
C) Junta de México de 1535 En la de 1539 tomaron parte Zumárraga, Zarate y el obispo de Guate-
mala, Francisco Marroquín, varios franciscanos, el provincial de los agusti-
El mismo historiador Fernando Gil opina que a finales de noviembre de nos y otros peritos.
1535 se celebró en México una junta, retrasada por otros hasta el mismo
A comienzos de 1540, reunidos en nueva junta, los tres obispos escri-
mes del año siguiente.
bieron al Emperador para informarle de los acuerdos adoptados en 1539.
El virrey de Nueva España, don Antonio de Mendoza, convocó a ella a
Sebastián Ramírez de Fuenleal y a los obispos Zumárraga y Garcés «para G) Junta de México de 1541
poner concordia y armonía entre los religiosos de las Ordenes mendicantes»
sobre los ritos que debían observarse en la administración del bautismo. La celebró el obispo Zumárraga en su propia casa con los representan-
tes de los franciscanos, dominicos y agustinos a raíz de lo que el mismo
D) Juntas de México de 1536 Zumárraga denomina Unión Santa o asociación de estas tres órdenes para,
en reuniones periódicas, «conformarse en todas sus acciones» contra el
Siempre según las nuevas conclusiones de Fernando Gil, en 1536 se proyecto de organizar el territorio en parroquias al cargo del clero secular.
celebraron en México dos nuevas juntas, ambas por indicación de la Corona
Los reunidos llegaron a la conclusión de que debían preferirse los
y convocadas por el virrey.
religiosos a los clérigos seculares en la administración de las parroquias de
En la primera, celebrada en abril, se estudió una «minuta» elaborada
indios y en la atención espiritual a los indígenas de las encomiendas.
por el Consejo de Indias para que, a base de ella, la Audiencia, los prelados
y los religiosos redactasen una «memoria de las cosas que les pareciesen de H) Juntas de México de 1544
que los naturales de aquella tierra debían ser avisados y apercibidos así en las
idolatrías y sacrificios que solían hacer como en los otros malos ritos y En 1542 las denominadas Leyes Nuevas reformaron las encomiendas de
costumbres». Sus conclusiones se recogieron en una real cédula del 10 de indígenas que se hacían a favor de los colonos españoles, medida que alboro-
junio de 1539. tó a estos últimos. Para estudiar la cuestión, primero por propia iniciativa y
En la segunda, celebrada a comienzos del verano, se volvió a abordar el luego convocados por Francisco Tello de Sandoval, llegado a Nueva España
tema de los tributos de los indios, ya tratado en 1532. en calidad de visitador para promulgar dichas leyes, se reunieron en 1544
los obispos Zumárraga y Zarate, además del deán de Oaxaca y de los repre-
E) Junta de México de 1537 sentantes de los franciscanos, dominicos y agustinos.
Una Relación sumaria, emanada de esta junta y enviada a la corte,
Se reunieron Ramírez de Fuenleal, Zumárraga, Garcés y el obispo de
constituye una reafirmación tajante de la conveniencia de que se mantuvie-
Oaxaca, Juan de Zarate. Los tres, en carta dirigida al Emperador, le insisten
ran las encomiendas. Sin ellas, los miembros de la asamblea no veían forma
en el deber y el derecho que los obispos de Nueva España tenían de asistir al
de llevar a cabo la colonización de aquellas tierras ni la evangelización de los
concilio de Mantua; en la conveniencia de congregar a los indígenas en
indios.
poblados para su mejor promoción humana y religiosa; en la necesidad de
aumentar el número de los religiosos y de reducir el de clérigos seculares
I) Junta de Gracias a Dios (Honduras) de 1544-1545
debido a la mayor dificultad existente para proveer a la congrua sustenta-
ción de los segundos; en la conveniencia de no exigir diezmos completos a En esta junta se reunieron Francisco Marroquín, Bartolomé de las
los indios, y en el traído y llevado tema de la reincidencia de los indígenas en Casas y Antonio de Valdivielso, obispos de Guatemala, Chiapas y Nicaragua,
la idolatría. respectivamente. Se desconoce a qué conclusiones llegaron.
La cuestión de la asistencia de los obispos de Nueva España al concilio
de Mantua (que no se llegó a celebrar) fue respondida negativamente por el J) Junta de México de 1546
Emperador, alegando que él haría llegar a dicho concilio los problemas El visitador Tello de Sandoval reunió esta junta, a la que acudieron los
americanos. obispos Zumárraga, Marroquín, López de Zarate, Vasco de Quiroga y Bar-
Las demás cuestiones siguieron todavía recorriendo un largo camino en tolomé de las Casas, que representaban a las diócesis de México, Guatemala,
ulteriores reuniones, concilios, sínodos, pragmáticas reales, etcétera. Oaxaca, Michoacán y Chiapas, respectivamente. No se conservan sus actas,
pero los resultados aparecen reflejados en los cronistas de la época. Entre
F) Juntas de México de 1539-1540 sus conclusiones destacan las siguientes: la legitimidad del poder político de
La junta de 1539, denominada por algunos primer concilio mexicano, los reinos indígenas y, por consiguiente, la obligación de mantener en sus
se celebró por orden del Emperador, influyendo también en ella una bula de puestos a los jefes nativos; ilegitimidad de las guerras contra los indios;
Paulo III que obligaba a una revisión de la praxis bautismal, tratando de legitimidad de la evangelización, la que sólo podía y debía hacerse por
dirimir la controversia planteada ya en la junta de 1535. medios pacíficos; obligación de los reyes de Castilla de sostener económica-
180 P.II. La Iglesia diocesana
mente la evangelización americana; obligación de restituir por parte de
todos los que no habían observado estos principios, como era el caso de los & to
conquistadores, encomenderos y cuantos con ellos habían colaborado en
conculcar estos principios. Este contexto se recoge bien en el Catecismo de >
Bartolomé de las Casas, publicado en el mismo año de 1546.
Se acordó también redactar catecismos o doctrinas para los indígenas, a
los que ya se había adelantado, entre otros, el propio Juan de Zumárraga.
Esta conjunción de catecismos y doctrinas tiene claros precedentes en síno-
dos medievales de la península Ibérica y de otras partes, y será el logro
mayor del Concilio III de Lima de 1582-83.
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to. 10. Las asambleas jerárquicas 183
182 P-H- La Iglesia diocesana
to antes de su publicación. En efecto, hay indicaciones en varios de los
El segundo período de los sínodos americanos vive de las rentas de un sínodos editados según las cuales la autoridad civil pone en entredicho las
cuerpo de disciplina ya creado y en el que se introducen pocas innovaciones. normas sinodales que creía atentaban contra los derechos de la Corona
A esta serie pertenecen los siguientes, cuya existencia no está suficientemen- inherentes al Regio Patronato. Otros sínodos no llegaron a publicarse por-
te comprobada en todos los casos. El siguiente cuadro sintetiza los datos que no consiguieron esta aprobación de las autoridades civiles.
esenciales sobre estos sínodos: A la celebración de cada sínodo solía preceder una visita del obispo a
toda la diócesis para informarse de los problemas existentes y someterlos a
SÍNODOS AMERICANOS ENTRE MEDIADOS DEL SIGLO XVII discusión y decisión del sínodo.
Y MEDIADOS DEL XVIII
El siguiente paso consistía en la convocatoria de la reunión dirigida por
el obispo a todo el clero con cura de almas y a los superiores de las órdenes
NUMERO DE ORDEN Y FECHAS DE CELEBRACIÓN religiosas que allí ejercían su apostolado. El obispo nombraba también un
CIUDADES equipo de consultores y otros oficiales del sínodo, designando el lugar y la
I II III IV V VI VII fecha en que debía celebrarse.
San Juan de Puerto Rico .. 1645 1647 1697 C) Celebración
Santiago de Chile 1663 1668 1673 1688 1763 1764 1771
Guamanga (Perú) 1672 1725 La celebración de los sínodos estaba rodeada de grandes solemnidades
Santiago de Cuba 1681 religiosas que, con ligeras variantes, se ajustaban al siguiente esquema. El día
Santo Domingo 1683 1685
Arequipa 1684 de la inauguración salía el obispo de su palacio procesionalmente, acompa-
Santiago de León-Caracas 1687 ñado de los sinodales convocados, de las autoridades civiles y de gran con-
Tucumán 1700 1702 curso del pueblo. Llegados a la catedral, se celebraba la misa del Espíritu
Córdoba 1700 Santo. Durante la misa o después de ella predicaba el obispo, tomando como
Popayán 1717 lema algún pasaje del Evangelio más adaptado a esta circunstancia, como
Yucatán 1723 1725
La Paz 1738 1739 aquel que comienza con las palabras Yo soy el buen pastor (Jn 10,11-14). En
Lima 1739 este sermón se explicaba la razón de ser y los objetivos que se proponía el
Concepción (Chile) 1744 sínodo. El tañido de campanas, los fuegos artificiales y el ambiente festivo
La Plata o Charcas (Sucre) 1773 que se producía subrayaban la importancia y las expectativas que se abriga-
Santiago de Cuba 1778 ban en relación con la asamblea.
Cartagena de Indias 1782 ó 1789
Después de la profesión de fe de los sinodales y de otras formalidades
comenzaban las sesiones técnicas del sínodo, que solían tener lugar en el
B) Normas sobre los sínodos palacio episcopal, durante las cuales se discutían los temas que se habían
seleccionado para tal efecto. Finalmente se ultimaba el texto de las constitu-
Aparte de las normas eclesiásticas por las que se regía la celebración de ciones, para cuyo efecto el obispo, normalmente, llevaba ya un borrador
los sínodos, diversas disposiciones recogidas en la Recopilación de leyes de los susceptible de recibir modificaciones. La sesión de clausura revestía la mis-
Reinos de las Indias, de 1681 (libro 1, título 8), se ocupan también de este ma solemnidad que la de apertura. En ella se proclamaban las constituciones
tema. La ley tercera de ese título, basada en sendas reales cédulas de 1570, del sínodo.
1591 y 1621, ordenaba que en los arzobispados y obispados de América se
El paso siguiente era la presentación del texto de las constituciones a las
celebraran cada año sínodos diocesanos, y que los virreyes, presidentes,
autoridades seculares competentes, pidiendo la autorización para publicar-
Audiencias y gobernadores escribieran todos los años a los prelados de sus
las, la cual, como dijimos más arriba, a veces no se dio o se otorgó con
distritos recordándoles esta obligación. Justo es constatar que el legislador
restricciones.
secular tampoco consiguió que se cumpliera la sin duda excesiva frecuencia
Era obligatorio, para todos los convocados al sínodo, tener copia de sus
anual en la celebración de estas asambleas. En América, además, las distan-
constituciones, de las que eran examinados para cerciorarse de que estaban
cias eran mucho mayores que en Europa, donde tampoco se cumplía la
en condiciones de comunicar al pueblo su contenido. Para este efecto estaba
norma de celebrarlos cada año.
previsto que el contenido de las constituciones sinodales se expusiera a los
Llama la atención la ausencia casi total de sínodos en Nueva España, fieles en la medida en que les afectaba, particularmente durante la Cua-
debida aparentemente al hecho de que los concilios provinciales de México resma.
llenaron este vacío gracias a unas mejores comunicaciones.
En la ley 6 de esa misma Recopilación, extractada de dos reales cédulas
de 1560 y 1590, se manda que las constituciones de los sínodos diocesanos
sean examinadas por los virreyes, presidentes y oidores del respectivo distri-
184 P.II. La Iglesia diocesana 185
C. 10. Las asambleas jerárquicas
D) Originalidad y contenido
disposiciones de los concilios provinciales no fue puramente mecánica, sino
Los sínodos diocesanos de América no son especialmente novedosos en que supuso en muchos casos la promulgación de nuevas normas no conteni-
lo referente a la disciplina que afectaba a los seglares españoles, a los clérigos das en los concilios, requeridas para la promoción espiritual y material de los
seculares y a los religiosos. En este campo reflejan, salvo raras excepciones, indígenas y, por supuesto, de los españoles y criollos que allí se encontraban.
el tradicionalismo, la meticulosidad y el rigor tridentinos, que en definitiva Como los concilios, los sínodos exigen más de los hispano-criollos que de los
eran herencia medieval, ya que Trento no modifica la óptica del Medievo en indios. También se ocupan de los esclavos negros, a los que generalmente les
cuanto a disciplina eclesiástica se refiere. Por lo mismo son relativamente aplican las mismas normas que a los indios, salvo en algunos casos aislados,
pocas las normas relativas a las cualidades positivas de las personas, mientras en que dictan medidas especiales para ellos.
que son innumerables las que se refieren a asuntos tan nimios e incluso
pintorescos como la indumentaria, el arreglo personal, el uso del tabaco,
etc. Desde este punto de vista los sínodos americanos no difieren sustancial- III. CONCILIOS PROVINCIALES
mente de los que contemporáneamente se celebraban en Europa. Aun así,
no es raro encontrar en ellos alguna que otra información sobre aspectos A) Distribución geográfica y cronológica
locales que resultan de gran utilidad para el estudio de los más diversos La norma de celebrar concilios provinciales cada tres años fue mal
aspectos de la sociedad hispano-criolla de la época colonial. cumplida en todas partes. Los celebrados en América dan una media muy
Estos mismos sínodos presentan, en cambio, una gran originalidad en superior a la de Castilla, donde durante más de trescientos años sólo hubo,
todo lo relacionado con los indígenas, su educación y su evangelización, así después de Trento, un concilio por cada provincia eclesiástica, pese a que la
como otros problemas con ellos relacionados. Ahora bien, su originalidad en norma trianual del concilio tridentino estaba reforzada por una orden ex-
esta materia sólo es relativa, ya que la comparten con las autoridades civiles. presa de Felipe II.
Disposiciones civiles y eclesiásticas se influyen mutuamente, siendo a veces La edad de oro de los concilios provinciales americanos se sitúa entre
difícil esclarecer de quién parte la primera iniciativa de unas normas que 1550 y 1630, tal como se refleja en el siguiente cuadro:
después comparten ambas autoridades.
Al consultar estos sínodos, el lector puede sacar una impresión demasia-
do negativa y deprimente de cuanto ocurría en América. Ello se debe a que CONCILIOS AMERICANOS DE LOS SIGLOS XVI Y XVII
la finalidad de los sínodos no era canonizar ninguna conducta, sino corregir
los abusos. Y esto lo cumplieron con gran valentía, llegando incluso a en- NUMERO DE ORDEN Y FECHAS DE CELEBRACIÓN
frentamientos con las autoridades civiles por este motivo. Para su informa- CIUDADES
ción deberá el historiador contrastarla con las demás fuentes de la época, I II III IV
para conocer los aspectos positivos, que también los había. El mérito y la
limitación de los sínodos consiste precisamente en que no intentan nunca Lima 1551-52 1567-68 1582-83 1591-1601
tejer un elogio de nadie ni de nada, sino poner de relieve lo que es digno de México 1555 1565 1585
corrección, mientras que no pocas de las restantes fuentes encierran el Santo Domingo 1622-23
Santa Fe de Bogotá 1625
propósito de dar buena imagen de la propia persona o institución. La Plata o Charcas (Sucre) 1629
Por las páginas de los sínodos suelen desfilar las más variadas situacio-
nes humanas: la religiosidad y la picaresca, las creencias y las supersticiones,
la pobreza y la opulencia, la caridad o la justicia y la explotación, el trabajo De todos estos concilios sólo recibieron la doble aprobación regia y
y las finanzas, el amor y el odio, junto con los momentos estelares de la vida pontificia el I y el III de México, y el III límense, en el que implícitamente
humana, tales como el bautismo, la primera comunión, el casamiento, las se aprueba el II de Lima.
fiestas, las exequias, etc. Todas y cada una de las disciplinas históricas pue- Durante el reinado de Carlos III (1759-1788) tuvo lugar otra serie de
den beneficiarse ampliamente de este filón documental de los sínodos, don- concilios provinciales cuya principal característica es el ambiente de presión
de se encuentran interesantes aportaciones a la historia de la religiosidad, de regalista en que se celebraron. Pese a esta actitud regalista de las autoridades
la economía, de la sociología, de la demografía, de la geografía, de la historia civiles españolas, en el II de Charcas consiguieron los padres conciliares
eclesiástica y profana, del Derecho canónico, de la liturgia, del folklore y, en hacer oír su voz. Prescindiendo de algunos intentos frustrados de celebra-
suma, de la cultura. ción de concilios, éste es el cuadro de los celebrados en la década de los años
Los sínodos trataron de aplicar en cada área de América, a escala setenta del siglo xvm:
diocesana, lo que disponían los concilios provinciales, de los que nos ocupa-
mos en el siguiente apartado de este capítulo. Pero la aplicación de las
186 P.IL La Iglesia diocesana CIO. Las asambleas jerárquicas 187
CONCILIOS AMERICANOS DEL SIGLO XVIII debido a que sólo este último obtuvo la doble aprobación regia y pontificia.
Un Sumario de este II concilio de Lima, en castellano, fue impuesto como
obligatorio por el concilio III limense.
NUMERO DE ORDEN Y FECHAS DE CELEBRACIÓN 3. Concilio III de Lima, 1582-83. Este concilio, convocado por el
CIUDADES
arzobispo de Lima, Santo Toribio de Mogrovejo, representa el punto cenital
n iv vi
de la actividad conciliar en el virreinato del Perú. Los problemas de aquel
México 1771 virreinato eran tantos y tales a fines de la década de los años setenta del si-
Lima 1772 glo XVI, que estaban necesitando un concilio como el presente. La provincia
La Plata o Charcas (Sucre) 1774 eclesiástica limense comprendía entonces todos los territorios ocupados por
Santa Fe de Bogotá 1774 los españoles desde la actual Nicaragua hasta la Tierra del Fuego. La inmen-
sa labor realizada por este concilio fue posible gracias al coraje del arzobispo
Fue nula, o por lo menos de escaso relieve, la influencia de estos convocante, a la ayuda de un numerosísimo cuadro de clérigos y religiosos,
concilios del siglo XVIII en la vida y disciplina eclesiástica hispanoamericana, entre ellos muchos teólogos, canonistas y otros expertos. Entre ellos destaca
si se exceptúa la del II de Charcas, del año 1774. la labor del lingüista franciscano Luis Jerónimo de Oré, así como la del
jesuíta José de Acosta, que no sólo fue el principal coordinador de la ardua
B) Concilios limenses tarea de redactar los textos conciliares, sino también el agente capaz de
conseguir la doble aprobación regia y pontificia mediante una difícil gestión
1. Concilio I de Lima, 1551-52. El prelado convocante de este conci- diplomática llevada a cabo en la corte de España y ante la Santa Sede. Por
lio fue el arzobispo de Lima, Jerónimo de Loaysa. En 1545 escribió una añadidura, su obra titulada De promulgatione Evangelii apud barbaros, seu de
Instrucción de la orden que se ha de tener en la doctrina de los naturales, en buena procuranda Indorum salute reforzó mucho la aceptación y cumplimiento de
parte recogida literalmente en los capítulos 38-40 de las constituciones para este concilio.
los naturales de este primer concilio limense, el cual dedica una serie de 40
Para evaluar debidamente las reformas de este concilio es preciso tener
constituciones a los indígenas y otra de 132 a los españoles. En estas últimas
en cuenta el objeto de estas reformas y el modo como las realizó, así como
se insiste a su vez en las relaciones de estos últimos con los primeros.
los resultados de las mismas.
Los temas centrales de este concilio son la unidad de la doctrina, la
El concilio trató, ante todo, no sólo de reformar los abusos existentes,
uniformidad de su presentación a los indígenas y la mejor distribución y
sino también de suprimir las causas de los mismos. Aparte de una reorgani-
dedicación de los misioneros y demás clérigos a la obra de la evangelización
zación general de la disciplina eclesiástica tendente a reformar las conductas
de los naturales. En sucesivas constituciones se trata de conseguir estos fines
inaceptables de clérigos y fieles, procuró aprovechar mejor los recursos de
insistiendo en la organización de las doctrinas; en la catequesis de los indíge-
personas y de medios para la evangelización y para la cura pastoral de los ya
nas, para lo que se preceptúa el uso de una Cartilla; en la construcción de
cristianos.
iglesias donde antes había huacas del antiguo culto pagano; en el uso de las
lenguas nativas por parte de los misioneros, así como en el modo de recibir Para conseguir esto promulgó un gran cuerpo de constituciones, dis-
a los nuevos conversos a los sacramentos y en la forma de administrárselos. puestas en cinco sesiones, y mandó componer toda una larga serie de instru-
mentos de carácter pastoral, entre los que destacan la Doctrina christiana, el
2. Concilio II de Lima, 1567-68. Convocado y presidido por el mis-
Catecismo Mayor, el Confessionario para los curas de indios, la Instrucción contra
mo Jerónimo de Loaysa, este concilio tuvo lugar en un momento histórico
la idolatría, la Exhortación... para bien morir y el Tercero Catecismo. Estos textos
en que estaba en pleno auge el clima conciliar creado por las exigencias del
están redactados en castellano, aymará y quechua, ordenando que se tradu-
concilio de Trento, entre las cuales se mandaba celebrar concilios provincia-
jeran a otras lenguas locales donde no estuvieran en vigor el quechua y el
les cada tres años, aunque para América hubo sucesivas ampliaciones de este
aymará, como así se hizo. Los resultados de las reformas de este concilio III
plazo de tiempo. Sus constituciones, escritas en latín, y no en castellano
de Lima fueron importantes.
como las del primero, se dividen en dos series: una de 132 para los españoles
y otra de 122 para los indígenas. Debido a su doble aprobación permaneció vigente en América hasta la
Aparte de la incorporación de normas tridentinas, en este segundo Independencia, tanto como ley de la Iglesia como por la aprobación civil que
concilio se ponen al día y se perfilan mejor aspectos ya tocados en el primero se le da en la Recopilación de 1680 (lib. 1 tít. 8 ley 7), la cual recoge las
limense, aparte de otros nuevos relativos a la evangelización y cura pastoral aprobaciones del concilio III de Lima y del III de México, dadas anterior-
de los nativos. Este concilio II de Lima es superior al III desde el punto de mente en 1591, 1593 y 1628. Los sínodos diocesanos, por su parte, trataron
vista de su elaboración teológica, aunque es sensiblemente inferior desde el de poner en práctica el espíritu y la letra de este concilio limense hasta
punto de vista práctico de las normas concretas contenidas en uno y otro. El finales del siglo XIX. Este influjo fue más intenso en la provincia eclesiástica
impacto de los dos primeros concilios limenses es muy inferior al del tercero de Lima, pero también fue aceptado por algunos sínodos de otras latitudes.
C.10. Las asambleas jerárquicas 189
188 P.II. La Iglesia diocesana
sos aspectos del culto divino. Los mismos temas misionales de los dos prime-
En conclusión, pocos concilios particulares, si es que hubo alguno en la ros concilios mexicanos vuelven a estar presentes en este tercero.
historia moderna de la Iglesia, ejerció un influjo tan extenso en el tiempo y Se consiguió la doble aprobación de este concilio por parte de la Santa
en el espacio. No seríamos justos silenciando lo mucho que este límense Sede (1589) y de la Corona, que autorizó la impresión de sus constituciones
tercero toma de los dos primeros que le antecedieron, de la experiencia en 1621.
novohispana e incluso ibérica y tridentina. El concilio asume, cataliza y Este concilio III mexicano es, sin duda, tan importante como el III de
rebasa con creces los citados influjos recibidos. Lima en muchos de sus aspectos. Fue menos afortunado en cuanto a la
Los demás concilios limenses revisten un interés mucho menor que el rapidez de la doble aprobación civil y eclesiástica. Tampoco contó con un
de los tres aquí reseñados. Acosta que acertara a inspirar y coordinar la redacción, aprobación y edi-
ción de los textos. Pero aventaja al límense por su mayor impacto en otros
C) Concilios nuexicanos concilios posteriores de dentro y fuera de México.
1. Concilio I de México, 1555. Convocado por el arzobispo de Méxi- 4. Concilio IV de México, 1771. Este concilio sólo ha pasado a la
co, Alonso de Montúfar, este concilio da prioridad en sus 93 constituciones historia por su carácter regalista y no por el resto de su legislación, reiterati-
al tema misional. Subraya la necesidad de usar las lenguas indígenas en la va de la de anteriores concilios. Fue convocado por el rey Carlos III y no por
evangelización, la suficiente instrucción que se debe dar a los indígenas la legítima autoridad eclesiástica. Al frente de los obispos aparece el carde-
antes de bautizarlos, la pastoral a seguir ante los rebrotes de la idolatría, las nal y arzobispo de México, Francisco Antonio de Lorenzana. A lo largo de
reducciones o congregación de los naturales en poblados, la administración 126 reuniones, los representantes regios consiguieron que la jerarquía ecle-
de los sacramentos a los neoconversos, etc. Este concilio obtuvo la doble siástica aprobara la secularización de la Compañía de Jesús y otras medidas
aprobación pontificia (1563) y regia (1564). tendentes a una mayor sumisión de la Iglesia al poder secular. Por más
esfuerzos que hizo la Corona, Roma nunca aprobó los 623 cánones de este
2. Concilio II de México, 1565. Fue el mismo arzobispo Montúfar
concilio, 101 de los cuales recibieron modificaciones de carácter regalista
quien convocó y presidió este concilio. Aparte de insistir, como el anterior,
por parte de la corte de Carlos III.
en temas comunes sobre la reforma de las costumbres del clero y del pueblo,
a lo largo de sus 28 constituciones comparte también su misma preocupa-
ción misional, aunque insiste todavía más en el estudio de las lenguas indíge- NOTA BIBLIOGRÁFICA
nas. En un escrito enviado al rey, los obispos piden más clérigos y religiosos
que con su doctrina y con su ejemplo les ayudaran a convertir a los na-
Juntas eclesiásticas
turales.
E. J. BURRUS, «Key Decisions of the 1541 Mexican Conference»: Neue Zeitschrift
3. Concilio III de México, 1585. Este concilio, convocado por el arz- für Missionswissenschaft 28 (Immensee, 1972), 253-263; A. GARCÍA Y GARCÍA, Iglesia,
obispo de México, Pedro de Moya y Contreras, presenta una fisonomía en sociedad y derecho 1 (Salamanca, 1985), 399-405; J. GARCÍA ICAZBALCETA, Don Fray
parte coincidente y en parte diversa de la del tercero límense. La principal Juan de Zumárraga, primer obispo y arzobispo de México (ed. México, 1947), Apéndices;
diferencia radica en la abundante serie de memoriales que presentaron F. GIL, «Las Juntas Eclesiásticas durante el episcopado de Fray Juan de Zumárraga
oficialmente al concilio muchos de los participantes en él, cosa que no se dio (1528-1548). Algunas precisiones históricas», en Teología 26 (Buenos Aires, 1989),
3-30, y J. I. SARANYANA y otros, Evangelización y teología en América (siglo XVI) 1
en los precedentes concilios de América. Los autores de los memoriales (Pamplona, 1990), 497-521; J. Li-AGUNO, La personalidad jurídica del indio y el III
representaban a los principales estamentos interesados en la obra del conci- concilio provincial mexicano (1585) (México, 1983), 7-29 y 151-156.
lio: Ordenes religiosas, clero secular e incluso personas privadas. En gene-
ral, no afloran nuevos problemas en dichos dictámenes, aunque sí a veces Sínodos y concilios
una mayor inmediatez del conocimiento de primera mano que muestran J. SPECKER, Die Missionsmethode in Spanisch-Amerika im 16. Jahrhundert. Mit Beson
poseer algunos autores de estos informes en torno a los problemas que derer Berücksichtigung der Konzilien und Synoden (Schóneck-Beckenried, 1953); ID..
tocan. «La predicación de la fe en la América Española tal como se refleja en los concilios y
sínodos americanos»: Revista de la Academia Colombiana de Historia Eclesiástica 38
Las prohibiciones y normas concretas de este concilio se refieren siem- (Medellín, 1980), 65-81.
pre a los clérigos y religiosos, mientras que a las autoridades seculares y a los
laicos se dirigen sólo normas generales y exhortaciones, como ocurre en el Sínodos (general)
caso típico de los repartimientos, pidiendo al rey que dé una solución F. CANTE1.AR RODRÍGUEZ, Catálogo de la colección sinodal «Lamberto de Echeverría
práctica a este enojoso y grave asunto. Los decretos contienen disposiciones 1-2 (Salamanca, 1980-1987).
muy enjundiosas para los ministros de la evangelización y de la cura de Sínodos antillano-mexicanos
almas, para los obispos, para los visitadores, insistiendo particularmente en D. FERNÁNDEZ NAVARRETE, Synodo diocesano del arzobispado de Santo Domingo,
la predicación y la enseñanza, en la preparación de los indígenas para recibir 1683 (Madrid, 1685); J. GARCÍA DE PALACIOS, Sínodo de Santiago de Cuba de 1681, ed.
los sacramentos y en la administración de los miamos, así como sobre diver-
190 P.II. La Iglesia diocesana C. 10. Las asambleas jerárquicas 191
García-García y Santiago-Otero (Madrid, 1982); O. GÓMEZ PÁRENTE, «Sínodo dioce- (Buenos Aires, 1979), 101-130; J. M. ARANCIBIA y N. C. DELLAFERRA, LOS sínodos del
sano de la Española en el año 1610»: Archivo Ibero-Americano 32 (Madrid, 1972), antiguo Tucumán celebrados por Fray Fernando de Trejo y Sanabria (1597, 1606, 1607)
69-71; D. LÓPEZ DE HARO, Sínodo de San Juan de Puerto Rico de 1645, ed. García- (Buenos Aires, 1979); F. MATEOS, «Primer concilio [sínodo] del Río de la Plata en
García y Santiago-Otero (Madrid, 1986); ID., Constituciones sinodales de Puerto Rico, Asunción (1603)»: Missionalia Hispánica 26 (Madrid, 1969), 257-359; ID., «Sínodos
1645 (Ponce, 1989). del obispo de Tucumán Fray Hernando de Trejo y Sanabria (1597, 1606 y 1607)»:
M. J. CEBALLOS GARCÍA, «El primer sínodo de Yucatán», en SARANYANA, Evangeli- Ibíd-, 27 (Madrid, 1970), 257-340, y 28 (1971), 5-75; «Sínodo del Paraguay de 1631»:
zacián y teología, 487-496. Revista de la Biblioteca Pública de Buenos Aires 4 (Buenos Aires, 1882), 13-17.
A) Clero español
Fundación Ubicación Fundación Ubicación La actuación del clero diocesano en Hispanoamérica, en general poco
conocida por no haber sido aún suficientemente estudiada y analizada, es de
1562 Oaxaca 1622 Buenos Aires muy difícil valoración por su amplitud y por su acción evangelizadora aisla-
1573 México 1625 Comayagua da, a diferencia de los religiosos. Igual sucede cuando se trata de hacer una
1573 Bogotá 1639 Popayán
1584 Guadalajara 1644 Puebla valoración de sus personas: por lo común, nos encontramos con juicios
1585 Santiago 1665 Huamanga genéricos que son equívocos y no completamente ciertos. Así, por ejemplo,
1586 La Plata 1670 León de Nicaragua se dice que el clero secular tuvo tres problemas principales: la pobreza
1586 Paraguay 1676 Asunción económica extrema, con algunas pocas excepciones; la escasa formación
1588 Quito 1680 Comayagua
1589 La Imperial 1702 Durango intelectual, y la moral sexual. Juicios globalizados que, por ser tan generales,
1589 Tucumán 1716 Córdoba realmente poco dicen. Hubo, ciertamente, clérigos seculares que acompaña-
1590 Lima 1718 Concepción ban a las expediciones militares, clérigos que fueron asesores de señores y
1594 Santo Domingo 1752 Chiapas príncipes seculares o que desempeñaron funciones de mayordomos, curas-
1596 Guatemala 1770 Valladolid soldados, etc. Pero no parece que fuera ésa la tónica general.
1601 Cuzco 1772 La Habana
1609 Caracas 1773 Buenos Aires Nosotros vamos a describir el modelo de clérigo diocesano a grandes
1616 Arequipa 1775 Cartagena rasgos propugnado por los concilios y sínodos americanos y teniendo en
1618 Mérida 1794 Monterrey
1809
cuenta que dichos textos, por lo general, son más negativos que positivos; es
1621 Trujillo Santa Marta
decir, tienden más a la reforma que a la alabanza, sin indicar la amplitud del
mal denunciado. Obvio es decir que esta imagen debe ser contrastada con
los informes, relaciones ad limina, visitas pastorales, procesos, etc., que nos
Para su mantenimiento económico, al no haber diezmos ni beneficios, muestran el grado de cumplimiento de las normas fijadas.
que eran la base de lo fijado en Trento, se determinó que una parte tenue de
los estipendios que los encomenderos de indios daban a los sacerdotes se A) Vida y honestidad
asignara para este fin.
Mucho más seria y decididamente, el tercer concilio provincial de Lima, La tradición eclesiástica anterior al siglo XVI incluía en los textos dedi-
de 1582-1583, estableció unas bases económicas para financiar los semina- cados al clero un apartado titulado sobre la vida y honestidad de los clérigos,
rios diocesanos: se debía aplicar para ellos un 3 por 100 de todas las rentas bajo cuyo epígrafe se comprendían toda una serie de actividades prohibidas
eclesiásticas (diezmos, beneficios, capellanías, hospitales, cofradías, etc.), porque se consideraban incompatibles con el estado clerical.
fueran éstas episcopales, capitulares o beneficíales, e incluyendo también las Otro tanto sucede en la América española: se recuerda que los clérigos
doctrinas de los indígenas, aunque estuvieran en manos de religiosos. deben mantener una «gravedad y seriedad» en sus charlas y conversaciones;
El cumplimiento de este impuesto o cuota, impugnado por el Cabildo que deben llevar el traje talar clerical («mantos e ropas largas al menos hasta
de Lima y religiosos ante el rey y la Sede Apostólica, fue recordado en el empeine del pie»), evitando las sedas, los paños de colores, los panuflos de
sucesivos concilios y sínodos celebrados en la provincia eclesiástica de Lima: calzas, los jubones, los pantuflos, los collares de camisas labradas, etc., así
sínodo diocesano de Lima de 1594; sínodo diocesano de Tucumán de 1597, como las becas magisteriales si no tenían derecho a ellas; que no debían
que mandó fundar el seminario en la villa de Nueva Madrid de las Juntas, participar en danzas, bailes o cantares deshonestos ni «en juntas de gente ni
dotándolo con el citado 3 por 100 y estableciendo «que los que quisieren en otro regocijo ni negocio público», ni ir a las corridas de toros; que no
poner sus hijos en el dicho seminario les provean del sustento necesario para debían andar de noche después del toque de queda de la campana, ni llevar
que puedan sustentarse, hasta que haya alguna más abundancia en los frutos armas ofensivas o defensivas de cualquier condición que fueran, aunque en
y rentas de esta tierra...»; concilio provincial de Charcas de 1629; sínodo algún sínodo se permite «que yendo de camino, habiendo causa justa, las
diocesano de Caracas de 1687, etc. Otro tanto hizo el concilio provincial de lleven, como no sean de las prohibidas, y no las lleven con publicidad y nota»,
Santo Domingo de 1622-1623: manda que se creen y funden seminarios en etcétera. Prohibiciones que, como decimos, ya se encontraban en la legisla-
cada diócesis, pero, a diferencia de la provincia limense, recurre a la genero- ción eclesiástica general.
sidad del rey para su financiación. Conjuntamente con la constitución de Y prohibiciones que, en algún caso, parecían absurdas en esas nuevas
esta base económica, se establecieron reglamentos que regulaban ios dife- tierras: pensemos, por ejemplo, en la exigencia del traje talar. Ya el primer
rentes aspectos de su régimen. concilio provincial de México (1555) se vio obligado, «teniendo considera-
ción a la calidad de esta tierra», a dispensar para que los clérigos pudieran
C. 11. El clero diocesano 201
200 P.II. La Iglesia diocesana decir, para defender a la Iglesia y a los pobres), etc. Prohibiciones que
usar ropas de tafetán y chamelote de color negro y leonado o morado también eran recogidas por la legislación secular: el clérigo no podía ser
oscuro. Sínodos limenses posteriores permitirán el uso, en algunas circuns- alcalde, abogado, escribano, factor, contratista, ni podía tener canoas en las
tancias, de un traje más corto. granjerias de perlas, ni beneficiarse de las minas, etc.
Hay, sin embargo, una insistencia sobre algunas prohibiciones especia- 3) Los juegos prohibidos. También se prohibe, igualmente, que los
les, que parecen indicar que causaron, o al menos podían, más problemas en clérigos jueguen a naipes, dados o cualquier otro. El concilio provincial de
la acción evangelizadora. México de 1555 hace esta gráfica descripción de los juegos prohibidos a los
1) El trato con las mujeres. Ya desde el primer momento, siguiendo la clérigos: «no jueguen público ni secreto juegos prohibidos de derecho,
tradición canónica, se determinó que los sacerdotes debían evitar el trato especialmente las tablas, dados y naipes al parar, ni primera, ni dobladilla, ni
con las mujeres sospechosas, definiendo como tales a las que no fueran su torillo, ni otros juegos, dinero, ni joyas, ni preseas, ni presten dineros a otros
madre o sus hermanas o, como se dice más concretamente en el sínodo de para jugar, ni asistan para atenerse a algunos que juegan o jueguen por
Puerto Rico de 1645, «la que no fuere madre o hermana o prima hermana ellos, ni tengan tablajería de tales juegos deshonestos y prohibidos en sus
que estuviere dentro del segundo grado de parentesco inclusive, y éstas casas, ni vayan a ver jugar a las casas donde obiere las tablajerías». Única-
siendo ellas de buena vida y fama, que no lo siendo también son sospechosas; mente se permite un mero juego de pasatiempo o entretenimiento con otros
o las que por su edad o virtud u otras circunstancias no lo son (sospe- clérigos o con laicos honestos y que no fueran públicos jugadores.
chosas)». Para evitar posibles violaciones de esta norma se llega a determinar qué
Se prohibe, lógicamente, que las tuvieran en su casa para su servicio. es lo que se permite jugar: algunas cosas de comer y de beber hasta una
Prohibición que en los pueblos de indígenas se hacía más radical: no podían determinada cantidad, v. g., dos pesos corrientes de a nueve reales, para
tener en su casa a mujeres indígenas, aunque estuvieran casadas, si bien colación y comida, «los cuales dichos dos pesos se entienda en todo un día y
posteriormente se permitió que, cuando no pudiera encontrarse otra forma, noche una vez ganando o perdiendo...» (sínodo diocesano de Lima, 1585;
pudieran tomar para su servicio a mujeres negras o indígenas ancianas, tercer concilio provincial de México, 1585; concilio provincial de Charcas,
carentes de toda sospecha y unidas en matrimonio a ser posible. Prohibición, 1629). Prohibición que también se recogía en las leyes seculares y que es una
incluso, que comprende el acompañar de paseo a las mujeres, el llevarlas de constante en posteriores siglos.
la mano o en las ancas del caballo. Todavía en el sínodo diocesano de La Paz de 1638 se recordaba que los
Algún concilio provincial establecerá incluso una norma similar a la clérigos no debían tener tablajes de juegos de naipes, o de dados o de otros
fijada para los españoles que llegaban al Nuevo Mundo acompañados de prohibidos, así como tampoco podían entrar en ninguna casa de juegos.
alguna mujer: los clérigos que venían de España y traían mujeres bajo título Únicamente se les permitía algún juego honesto para pasar el rato con tal de
de parientas suyas debían mostrar testimonio fehaciente de que, efectiva- que no se jugase más allá de los dos consabidos pesos: «por el mal ejemplo
mente, lo eran. O también se prohibirá que las muchachas de la doctrina que dan con ello, y el tiempo que pierden, quando todo el que es posible se
sirvieran a los propios sacerdotes. En este contexto se recordarán las consa- a de ocupar en vacar a Dios Nuestro Señor, sin tener por entretenimiento la
bidas penas canónicas contra los clérigos concubinarios y contra los hijos de asistencia que allí hacen, no diferenciándose de los demás del pueblo y sin
los clérigos: no podían suceder a su padre en la iglesia, ni éste podía dejar advertir lo que el profeta Isaías dice de la desventura que ay en la República
nada de los bienes eclesiásticos a su concubina y a sus hijos, siendo nulo ese quando llega a tanto mal que los sacerdotes son como la gente popular».
legado si así lo hacía, ni podía tenerlos en su casa, etcétera. 4) Los descubrimientos y las expediciones. Ya hemos dicho anterior-
2) Los oficios prohibidos. El clérigo estaba destinado a la propagación mente que se prohibía que los clérigos llevasen cualquier clase de armas.
de la fe católica; por consiguiente, como se dice en los concilios provinciales, Otra prohibición más específica, en este mismo sentido, fue la de que
«emplearse los eclesiásticos en otros tratos y aprovechamientos, demás de pudieran participar en descubrimientos y expediciones.
serles prohibido y de mal ejemplo y escándalo, es contra el fin para que así El primer concilio provincial de Lima (1552-1553) prohibió tajante-
vienen y porque Su Majestad da licencia y manda que pasen». De aquí, en mente, bajo pena de excomunión mayor latae sententiae y la pérdida de la
consecuencia, que se enumere toda una serie de actividades y oficios que se mitad de sus bienes, «que ningún clérigo vaya a ningún descubrimiento o
consideran incompatibles con el estado clerical. castigo de indios sin licencia in scriptis de su perlado», determinando que los
De forma especial se prohiben todas las actividades comerciales: no clérigos a quienes dieren licencia debían ser personas de confianza y celosas
debían ser mercaderes, ni negociadores de ninguna mercancía, ni tener de la conservación y conversión de los indios. También el sínodo de Santa Fe
negocios de minas, ni ser arrendadores o fiadores o prestamistas de dinero de Bogotá del año 1556 aplicó esta prohibición y, nuevamente, el tercer
para esas actividades, ni ser ecónomos o administradores de personas no concilio provincial de Lima (1582-1583) repitió esta norma: ningún clérigo
eclesiásticas, ni comprar esclavos para alquilarlos a otros por un salario, ni debía ir a estas expediciones sin licencia expresa de su obispo. Todavía en
ser los encargados de cuidar sus fincas de labranzas o de crías de ganado, no 1629, el concilio provincial de Charcas reiteraba idéntica prohibición.
debían ejercer de abogados si no era en los casos permitidos en derecho (es
202 P.II. La Iglesia diocesana CU. El clero diocesano 203
Se buscaba, en suma, que el clérigo, por su forma de vida, no fuera un tener unos conocimientos intelectuales básicos. Esta preocupación se man-
obstáculo a la evangelización, sino todo lo contrario: para ello se repiten las tiene, al menos teóricamente, una vez recibido el orden sacerdotal: varios
disposiciones eclesiásticas generales, subrayando algunos aspectos que po- concilios y sínodos recuerdan al sacerdote la obligación del estudio, e inclu-
dían tener una mayor incidencia en las tierras americanas. so el segundo concilio provincial de México de 1565 determinará «que todos
los curas tengan biblias y algunas sumas de casos de conciencia en latín o en
B) £1 oficio eclesiástico romance, assí como la Suma de Navarro o Defecerunt de San Antonino, o
Silvestrina, o Angélica, y algún libro sacramental».
Diversas tareas, como es lógico, ocupaban el quehacer diario del sacer-
Insistencia especial se hace en que los sacerdotes aprendan las lenguas
dote: la catequesis y la predicación, la administración de los sacramentos,
indígenas, determinando incluso el segundo concilio provincial de Lima que
etcétera. Cuestiones todas ellas que, como hemos dicho al inicio, tienen una
los sacerdotes de pueblos de españoles que tuviesen aneja la cura pastoral de
entidad propia y específica. Aquí nos fijamos únicamente en algunos temas
indígenas, debían evangelizarlos en su misma lengua materna. Y si no supie-
de manera más directa relacionados con el mismo oficio eclesiástico desem-
ren dicha lengua, el obispo le encargará esta tarea a otra persona a expensas
peñado y que son recordados en sucesivas ocasiones.
del estipendio del citado sacerdote. Norma que será repetida en sucesivas
1) La encomienda de un oficio. El sacerdote diocesano, fuera español
ocasiones: los indígenas debían ser evangelizados en su propia lengua, y para
o criollo, debía dedicarse a su ministerio específico: de aquí que, además de
ello el sacerdote la debía conocer. Requisito, por otra parte, que las Leyes de
las anteriores prohibiciones, no se permita el servicio eclesiástico como tal a
Indias también asumían: los clérigos y religiosos no debían ser admitidos a
particulares, salvo en los casos del virrey, presidente o gobernador; se deter-
las doctrinas sin saber al menos la lengua general de los indígenas que habían
mina que todos los clérigos que vinieran de fuera de la diócesis se debían
de evangelizar.
presentar en el plazo de tres o cuatro días ante el prelado correspondiente
para que, una vez examinadas sus cartas dimisorias, se les asignara una tarea
específica y se evitara así la proliferación de los sacerdotes «vagos» o «acéfa-
III. LOS CURAS DE INDIOS
los» o «peregrinos»; prohibición específica para no admitir a los clérigos
peregrinos que no portasen las adecuadas letras testimoniales.
A) Obligaciones
Todas estas medidas, dirigidas principalmente a evitar la proliferación
de sacerdotes sin ningún superior, se concretaron en la exigencia de enco- Amén de los anteriores requisitos exigidos para todos los sacerdotes
mendar a cada clérigo un oficio eclesiástico, de forma que incluso se deter- diocesanos, se establecen unas normas más específicas para regular la vida y
minó que no se ordenase a nadie «que no fuera útil o necesario para alguna actuación de los sacerdotes que tenían encomendada la cura de almas de
iglesia o lugar pío». Hasta qué punto se cumplió esto, no lo sabemos con indígenas. Se era consciente de la influencia que tenía la figura del sacerdote
certeza, pero resulta por lo menos chocante que una real cédula dada por entre los propios indígenas para su adecuada evangelización. Como se decía
Felipe IV en Madrid el 7 de febrero de 1636 dijera a los prelados que en el sínodo de Quito de 1570, «de parte de los ministros tres cosas son
evitasen ordenar a tantos clérigos como ordenaban. necesarias: que sean sacerdotes doctos, que den buen ejemplo con vida y
2) La permanencia en el oficio. Normas igualmente rígidas se dieron costumbres y que sepan la lengua de los incas que es general en este nuestro
para evitar otro fraude: que el sacerdote, abandonando el oficio que se le obispado».
había encomendado, se fuera a otro mejor, vagando de distrito en distrito A conseguir este ideal parece encaminarse el siguiente conjunto de
como un «sacerdote furtivo». Para evitar este problema, además de determi- normas específicas establecido sobre estos sacerdotes.
nar que no se les dejara ejercer en diócesis ajena, el segundo concilio Debían saber, como es obvio, la lengua nativa de los indígenas, así como
provincial de Lima, 1567-1568, estableció que el que fuera ordenado ad enseñar la doctrina y el catecismo, predicar, etc., en la misma. Requisito
titulum indorum debía residir y permanecer en dicho oficio por lo menos seis exigido bajo diferentes sanciones: si el sacerdote no la sabía, debía pagar a
años continuos. sus expensas a un sacerdote suplente que la supiera; debían ser examinados
Norma que se repitió en sínodos posteriores, especialmente para las sobre la suficiencia de la misma antes de la colación de los beneficios, no
parroquias de indígenas, regulándose incluso sus ausencias. Ya hemos indi- pudiendo ser admitidos al cargo parroquial quienes la ignorasen, etcétera.
cado, por otra parte, cómo uno de los requisitos exigidos para poder regre- La razón de ello viene gráficamente descrita así en el concilio provincial
sar a España era el permiso escrito dado por el obispo de la diócesis donde de Charcas de 1629: «El fin principal de la instrucción o del catecismo es la
se había cumplido la misión correspondiente, señalando las Leyes de Indias percepción de la fe, pues creemos con corazón para la justicia lo que confe-
que los prelados no dieran fácilmente dicha licencia a los clérigos para samos con la boca para la salvación. Por lo que cada uno debe ser instruido
regresar a España. de forma que lo entienda: el español, en español; el indígena, en indígena...
3) La cultura y lenguas indígenas. Ya se ha señalado anteriormente Por tanto, en adelante, ninguno de los indígenas sea obligado a aprender las
que entre las exigencias para ser promovido a las órdenes se enumera el oraciones o la catequesis en latín, cuando es sobradamente suficiente pro-
204 P.H. La Iglesia diocesana
C. 11. El clero diocesano 205
nunciarlas en su idioma. O, si algunos de ellos quisieran, pueden también
añadir el español, que ya usan muchos, a lo cual les animen los curas. forzosa, puedan hacer ausencia de un mes. Y todos los demás días, que por
Además de esta lengua, exigir otra a los indígenas es superfluo». Requisito su culpa faltaren de su doctrina, se les descuente pro rata del estipendio que
exigido en toda la América española. se les debía». Prohibición de abandonar la parroquia sin licencia del prelado
Su sustento económico, a tenor de una Real Instrucción dada en Grana- que, en algún caso, se conmina bajo la amenaza de excomunión. Para mayor
da el 27 de noviembre de 1526, debía ser sufragado por los encomenderos garantía de su cumplimiento se suele establecer el tiempo que, como míni-
de indios. La cantidad concreta, como es lógico, variaba según las circuns- mo, debían estar en la doctrina: por ejemplo, seis años continuos, según ya
tancias de cada lugar y debía ser establecida por cada prelado. El primer hemos visto.
concilio provincial de Lima (1552-1553) estableció, por ejemplo, que ade- Particular atención se pone en recalcar el cuidadoso trato que debía
más de lo tasado se les debía dar «ornamento con que digan misa y cada un tener el sacerdote con las mujeres, especialmente con las indígenas: aplican-
año tres arrobas de vino y una arroba de cera». El sínodo de Santa Fe de do la normativa general eclesiástica, se prohibe que el sacerdote tenga en su
Bogotá del año 1556 determinó «que ningún sacerdote lleve más de doscien- compañía a ninguna mujer, indígena o no, ni siquiera para su servicio. El
tos pesos de oro por su salario y los alimentos que están tasados por los primer concilio provincial de Lima establecerá tajantemente que «le guisen
Señores Presidente y Oydores de esta Real Audiencia». Y el sínodo de de comer indios, y si alguna india tuviere para esto, sea casada y que esté con
Tucumán de 1597 fijó en un peso o peso y medio por cada indio, según los su marido apartada de donde estuviere el dicho sacerdote». Otro sínodo
lugares, el estipendio que debía pagar el encomendero al sacerdote. recordará que el sacerdote no debía emplear para su servicio a las mucha-
Para los religiosos que estaban en las doctrinas de los indígenas bajo la chas que iban a la doctrina. Otro, mucho más riguroso, mandará «que
dependencia del obispo diocesano, dado que, por una parte, no podían ningún sacerdote se sirva de indias mozas, casadas ni solteras, ni entren a
tener propiedades ni recibir salario por la profesión del voto de pobreza, y barrer ni regar sus casas, ni a traerles agua, ni a cosas semejantes». Se llegará,
por otra, era justo y necesario que recibieran una congrua sustentación por incluso, a prohibir que los sacerdotes tuvieran bajo su custodia a mujeres
su trabajo, ya que sin ella -se dice- no se puede pasar la vida humana ni indígenas en su propia casa. Se quería evitar, en suma, cualquier asomo de
celebrar las cosas sagradas ni administrar los sacramentos, 'se establece que sospecha o abuso en esta delicada materia.
los encomenderos les deben dar el sustento en especie: «vestuario, vino,
vinagre, azeyte y conservas y todo lo demás necessario [...] hasta en cantidad B) Prohibiciones
de los dichos doscientos pesos de buen oro que mandamos dar a los otros Ya hemos visto anteriormente la insistencia en que los sacerdotes no se
sacerdotes». vieran mezclados en negocios seculares, que consistían, en general, en pe-
El segundo concilio provincial de Lima concretará esta aportación en queñas industrias, algún trabajo de minas, explotaciones agrícolas y ganade-
los siguientes términos: el encomendero le debía dar al religioso doctrinero ras, con el consiguiente comercio de los productos. La mano de obra era
ornamentos íntegros y decentes; dos libros (uno de bautizados y otro de indígena las más de las veces y el comercio de los productos se hacía indife-
casados); los animales necesarios para su transporte, bien entendido que rentemente con indígenas y españoles. Lo lamentable no era sólo el entre-
dichos animales no pertenecían a los religiosos, sino a la parroquia, así como garse a ocupaciones ajenas al ministerio eclesiástico, sino que se realizaba la
veinticuatro herraduras anuales por cada animal; el paño necesario para explotación y el comercio con los mismos fieles indígenas.
confeccionar el hábito del religioso y quince brazos de lino; para la celebra- También sobre esta materia hay prohibiciones muy estrictas para que
ción de las misas, seis ánforas o arrobas de vino español y una de candelas de los sacerdotes no tuvieran con los indígenas granjerias, rescates, tierras o
cera, así como diversos alimentos. cualquier otro negocio de los ya citados. Se llega, incluso, a limitar el ganado
En cualquier caso, hay una continua llamada a que los sacerdotes se que podían tener: una o dos yeguas y hasta quince o veinte cabras, o no más
contenten con el estipendio o sustento fijado, a que no exijan nada a los de doce carneros y doce cabras y dos puercos. Se prohibe, asimismo, que
indígenas por la administración de los sacramentos, a que no acepten rega- sean los recolectores de los tributos de los encomenderos o de cualquier otra
los, etcétera. persona, que ejerzan la tarea de ecónomo para personas seculares o de
El clérigo al que se le había encargado la cura pastoral de una doctrina intermediarios económicos entre los indígenas y los negociantes, puesto que
indígena debía residir en ella y no podía dejarla sin licencia de su obispo. Tal «ellos son predicadores del santo evangelio y no mediadores o contratistas
norma, establecida para evitar fraudes y desamparo cristiano a los indígenas, para realizar negocios», etc. Se prohibe también que los sacerdotes puedan
contemplaba en algunos casos incluso el tiempo que podía estar el clérigo vender o conmutar lo que recibieran de los indígenas o de los encomenderos
fuera de ella para realizar diferentes gestiones, por ejemplo, confesarse: en concepto de estipendio. El tercer concilio provincial de Lima
«Algunas veces -se dice en el sínodo de Tucumán de 1597— tendrán los curas (1582-1583), culminando todo lo anterior, prohibirá bajo pena de excomu-
de indios que acudir a algún pueblo de los españoles, para lo cual les damos nión que los párrocos de indios realizaran actividades mercantiles de cual-
licencia que en diversas veces del año, cuando se les ofreciere alguna ocasión quier clase que fueran, porque «quienes asumieron el ministerio de evangeli-
zar no pueden servir al mismo tiempo a Dios y a Mamón».
206 P.II. La Iglesia diocesana CAÍ. El clero diocesano 207
Estas prohibiciones de mezclarse en negocios seculares, que fueron de la ley de Dios arguye el contrario a la doctrina cristiana. Trayan siempre
mucho más estrictas y penalizadas que en el caso de los curas de españoles, su hábito y vestido decente y no laical, abierta la corona y barba cortada,
puesto que se consideraba que perjudicaban mucho a la evangelización de recen sus horas y digan misa ordinariamente, ocupen el tiempo en obras
los indígenas, se prolongaron durante mucho tiempo. Así, por ejemplo, el virtuosas con frecuente predicación, consolando a los tristes, dando reme-
concilio provincial de Santo Domingo (1622-1623) penalizará con la exco- dio a los pobres y amparando a los huérfanos, administrando los santos
munión mayor latae sententiae al párroco de indios que por sí o por persona sacramentos con mucha diligencia y cuidado, enseñando los niños en la
interpuesta ejerciera el comercio con alguno de los indígenas o que vendie- escuela y doctrina. Consideren el alto oficio de su sacerdocio y a lo que están
ra, comprara, cambiara o intentase cualquier cosa semejante, o que cultivase obligados en el beneficio de esta viña de Dios».
los campos, o que tuviera caballos o muías de alquiler de las que los indíge- Estas normas específicas para los curas de indios siguieron recordándo-
nas fueran sus cuidadores. Se quería, evidentemente, no sólo evitar que los se durante los siglos siguientes: el sínodo diocesano de Huamanga de 1629
sacerdotes se dedicasen a menesteres que no parecían muy compatibles con insistirá en que los curas de indígenas no debían desamparar sus doctrinas
el ministerio sacerdotal, sino, además, evitar fáciles abusos con los indígenas, sin licencia del prelado bajo pena de cuatro pesos por cada día de los que
faltaren. El de La Paz de 1638 denunciará el siguiente abuso: que cuando se
amén de que no perjudicaran a la general tarea de la evangelización.
hacía el reparto de los indígenas de mita para las minas de Potosí concurrían
Varios textos recuerdan otra prohibición para los curas o párrocos de a esos lugares los curas de los dichos indígenas bajo título de que eran
indios: no debían admitir huéspedes permanentes, sino, como mucho, tem- feligreses suyos y les tenían que administrar los sacramentos necesarios. Se
porales. Uno o dos días, dice el segundo concilio provincial límense, y sólo si ordena bajo severísimas penas que los sacerdotes se queden en sus doctrinas
eran sus padres o sus hermanos. Todo lo más, se les permitía que acogieran y no las abandonen por este motivo. Otros sínodos recordarán otros defec-
a alguna persona pobre y le dieran una comida. La razón de esta norma un tos, aunque progresivamente se fueron unificando las disposiciones para los
tanto sorprendente nos viene descrita así en el concilio provincial de Santo sacerdotes diocesanos en general y para los sacerdotes de indígenas.
Domingo (1622-1623): «Los párrocos no hospeden hombres vagos, jugado-
res y otros de sospechosa o mala fama, para que así gocen de la tranquilidad
sacerdotal y se eviten los pecados en que las mujeres, por su gran fragilidad, IV. CONCLUSIÓN
fácilmente resbalan. Y no reciban huéspedes seglares más allá de tres días en
sus casas, ni parientas suyas fuera de la madre y hermanas para que los
Se ha dicho muy acertadamente que la ausencia de estudios referentes
neoconversos no sufran escándalo desconociendo el parentesco». La razón
al clero diocesano de Hispanoamérica dificulta el análisis más o menos
de fondo de esta norma, por consiguiente, parece estar en el intento de
riguroso de su actuación: a diferencia de lo sucedido con los religiosos,
evitar personas extrañas en los pueblos de indígenas.
donde existe una amplia bibliografía, el clero diocesano no ha tenido tanta
Conjuntamente con todo lo anterior, se recuerdan las restantes prohi- fortuna, por lo que no se pueden hacer grandes afirmaciones con un míni-
biciones clericales que intentaban modelar al sacerdote diocesano: los curas mo de seriedad intelectual.
de indígenas no debían ser cazadores, siempre tenían que llevar el decente La figura o modelo de clérigo diocesano que hemos ido presentando,
hábito talar, no debían portar en público ciertas clases de armas - e n contra- según viene delineada principalmente por las decisiones conciliares y sinoda-
posición con la prohibición general establecida-, no podían jugar a los les americanas de la época, no tiene en principio grandes novedades en
naipes, a los dados, etc., cosa alguna -también en contraposición con lo, relación con la del resto de la Iglesia. Coincide, en líneas generales, con la
permitido de forma general-, y posteriormente, en el sínodo diocesano de, fijada en la legislación general eclesiástica: se quiere conseguir, en definitiva,
Lima de 1586, se determinó que no podían jugar a ningún juego prohibido, un clero ejemplar dedicado a su misión evangelizadora. Dada, por otra
no podían castigar con sus propias manos a los indígenas, y todavía algún parte, la importancia que su figura tenía en la conversión de los indígenas,
concilio provincial determinó que se debían evitar aun los encarcelamientos es natural que se recuerden y refuercen las prohibiciones sobre todo aquello
y demás castigos físicos, etcétera. que se consideraba que podía ser un obstáculo para la misma.
Llama la atención en este contexto la insistencia en algunos temas; por
C) Otras normas ejemplo, el evitar todas las actividades y negocios seculares, la vida y conduc-
El número de indígenas que debía haber por cada parroquia debía ser. ta en general del clérigo, la severa normativa sobre la residencia en la cura
de unos cuatrocientos, según lo estableció el segundo concilio provincial de almas, el férreo control establecido para evitar clérigos vagos o peregri-
límense. De esta manera, se pensaba, el sacerdote podría cumplir su labor. nos, la tajante prohibición de los juegos, etc., mientras que otras cuestiones,
Se trataba, en suma, de ir configurando a través de estas normas un modelo por ejemplo, el trato con las mujeres, los diferentes aspectos de la moral
de sacerdote diocesano según estas hermosas palabras del sínodo de Quito sexual de los clérigos, la preocupación por la cultura, etc., no merecen un
de 1570: «Encargamos a los curas de los indios que sean muy ejemplares y especial tratamiento.
que no se descuiden, porque el demonio con las malas obras de los ministros
208 P.II. La Iglesia diocesana
NOTA BIBLIOGRÁFICA
A) Ordenes españolas y Ordenes americanas
Fuentes C o m o sucede c o n otras m u c h a s instituciones civiles, la n o r m a general es
A. MARTÍN GONZÁLEZ, Gobernación espiritual de Indias. Código Ovandino (Guatema- q u e e n la América española t e n d i e r o n a establecerse las mismas O r d e n e s o
la, 1977), 201 -207 y 321; A. DE LA PEÑA MONTENEGRO, Itinerario para párrocos de indios Congregaciones religiosas ya existentes e n España y q u e las q u e lo hicieron
(Madrid, 1668); Recopilación de leyes de los Reinos de las Indias, lib. 1 títs. 12, 13 y 23;
sobre la legislación de los concilios y sínodos, véase el capítulo 10. llegaron a ella p r o c e d e n t e s d e la Península.
Las excepciones a esta n o r m a son tres. La p r i m e r a es q u e h u b o O r d e -
Estudios nes, muy pocas, q u e n o se sintieron atraídas p o r América, p o r ejemplo, los
A. ACOSTA, «Los curas doctrineros en la economía colonial (Lima, 1600-1630)»: cistercienses, los trapenses, los p r e m o n s t r a t e n s e s y los camaldulenses. La
Allpanchis 16 (Lima, 1982), 117-150; C. BAYLE, «El campo propio del clero secular en s e g u n d a consiste e n q u e , d e n t r o d e las O r d e n e s establecidas e n América, la
la evangelización de América»: Missionalia Hispánica 3 (Madrid, 1946), 469-510; ID., de las ursulinas fue la única q u e n o p r o c e d i ó de E s p a ñ a p o r h a b e r s e dirigido
«Los clérigos y la extirpación de la idolatría entre los neófitos americanos»: Ibtd., 3
(1946), 53-98; ID., «Planes antiguos de seminarios de misiones y de reclutar clero a u n t e r r i t o r i o colonizado p o r Francia (Luisiana) y q u e sólo p e r t e n e c i ó a
secular para la evangelización de América»: Ibtd., 6 (Madrid, 1949), 379-388; ID., El España desde 1762 hasta 1 8 0 1 . La t e r c e r a estuvo constituida p o r el h e c h o
clero secular y la evangelización de América (Madrid, 1950), donde se reproducen los d e q u e h u b o c u a t r o O r d e n e s q u e n o viajaron d e España a América, sino q u e
artículos anteriores; M. C. BRAVO GUERREIRA, «El clero secular en las doctrinas de n a c i e r o n e n este último c o n t i n e n t e y q u e incluso algunas d e ellas se traslada-
indios del virreinato del Perú», e n j . I. SARANYANA y otros, Evangelización y teología en
r o n desde él a España, e n r i q u e c i e n d o a ú n más ese m u n d o d e los institutos
América (siglo XVI) 1 (Pamplona, 1990), 627-642; F. G. FERNÁNDEZ SERRANO, «Apor-
tación del clero diocesano y de las Ordenes Militares de Extremadura a la evangeliza- religiosos, ya d e p o r sí muy n u m e r o s o y variado.
ción de América», en Extremadura en la evangelización del Nuevo Mundo. Actas y estudios Estas O r d e n e s religiosas nacidas e n la p r o p i a América fueron las d e la
(Madrid, 1990), 413-440. Caridad d e San Hipólito, la Betlemítica d e varones y d e mujeres y el Institu-
M. P. PÉREZ ALVAREZ, «Las Ordenes religiosas y el clero secular en la evangeliza- to d e Terciarias Carmelitas Descalzas d e Santa Teresa d e J e s ú s .
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Orleans, 1984); G. PORRAS MUÑOZ, El clero secular y la evangelización de Nueva España imitación d e los Recoletos españoles, existentes desde 1 5 5 8 .
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B. VELASCO, «LOS clérigos en la conquista de América»: Missionalia Hispánica 20 gen criollo, las tres instituciones restantes fueron fundadas p o r españoles
(Madrid, 1963), 5-28. asentados e n suelo a m e r i c a n o .
210 P.II. La Iglesia diocesana C.12. Las Ordenes religiosas 211
ursulinas, por los tres únicos monasterios destinados para indias nobles, los Esta autonomía impidió que incluso los monasterios de una misma
tres ubicados en Nueva España y pertenecientes a la Orden de Santa Clara: Orden formaran (como sucedía entre las Ordenes de varones) un cuerpo u
el del Corpus Christi de México, fundado en 1724 por religiosas criollas organismo unificado dirigido por una autoridad común y organizado en
procedentes del monasterio de San Juan de la Penitencia de esa misma circunscripciones o Provincias. Por esta razón, la historia de cada Orden
ciudad; el de Nuestra Señora de Cosamaloapan, fundado en Valladolid femenina tiene que limitarse a la historia de cada monasterio. Las excepcio-
(Morelia) en 1737, y el de Nuestra Señora de los Ángel es de Oaxaca o nes las constituyen la Compañía de María y las terciarias carmelitas descalzas
Antequera, fundado en 1782. de Santa Teresa.
El número de religiosas moradoras en cada monasterio fue muy variable, Con anterioridad al concilio de Trento (1545-1563) fue frecuente que
pues solía oscilar entre 25 y uno o dos centenares, cifra que en algún caso los monasterios femeninos de una Orden religiosa que tenía corresponden-
llegaba a tres. cia con otra de varones (clarisas, concepcionistas, agustinas y dominicas)
mantuvieran cierta dependencia de los superiores provinciales o locales de
Dos normas esenciales de todo monasterio femenino fueron la vida de
la Orden masculina. Sin embargo, lo más corriente fue, sobre todo con
oración y la clausura, en cuyo mayor o menor rigor influyeron las caracterís-
posterioridad a dicho concilio, que los monasterios femeninos dependieran
ticas de cada Orden y la dedicación o no a otros menesteres.
del obispo local, quien no solía intervenir en ellos más que en los casos de
Entre estos últimos son de destacar las casi universales labores manuales
relajación de la vida monástica o de conflictos entre las religiosas.
(que no influían ni en la vida de oración ni en la clausura) y los propios de los
objetivos específicos de cada Orden, como fueron la beneficencia entre las A pesar de la vida de clausura que rigió en la inmensa mayoría de los
betlemitas y las ursulinas, así como la enseñanza entre estas últimas, entre las monasterios, las religiosas ejercieron una gran influencia en la sociedad local
religiosas de la Compañía de María y entre las terciarias carmelitas descalzas debido a sus lazos de parentesco con las familias mejor situadas de la ciudad,
de Santa Teresa. a la enseñanza que impartían a las niñas o futuras matronas, a las frecuentes
y a veces nutridas visitas que recibían y a sus relaciones con las autoridades.
Aunque ajeno al objetivo fundacional de la Orden, en América fue muy
Sobre este último punto es sintomático que la Recopilación de leyes de los
corriente que los monasterios (excepción hecha de los de indias nobles,
reinos de las Indias de 1681, recogiendo una real cédula de 1634, ordene
betlemitas, carmelitas descalzas y religiosas de Santa Brígida) se dedicaran
también a la enseñanza de las niñas que con este fin moraban con las «que los presidentes, oidores, ministros ni sus mujeres no entren en los
religiosas. monasterios de monjas ni vayan a ellos en ninguna hora extraordinaria»
(libro 2, título 16, ley 91).
Fue también muy corriente que en los monasterios vivieran un mayor o
menor número de criadas para el servicio de las religiosas y de las niñas que
se educaban en ellos. V. LA VIDA RELIGIOSA NO INSTITUCIONALIZADA
Ambas prácticas fueron prohibidas por la Corona española en 1774,
aunque en 1796 se volvió a levantar la prohibición en lo referente a la Además de los religiosos y religiosas propiamente dichos, en Hispano-
enseñanza. américa, lo mismo que en el resto de la cristiandad, se dieron tres formas de
La suma de religiosas, educandas y criadas residentes en un mismo vida religiosa no institucionalizada. Sus integrantes no se consagraban a Dios
monasterio originaba casos como el de la Encarnación de las agustinas de de una manera oficial por medio de la profesión religiosa, sino que lo hacían
Lima en 1631, en el que ascendía a más de 800 el número de mujeres que de una manera privada.
vivían en un mismo recinto. Estas tres formas estuvieron constituidas por los beateríos, los recogi-
El sostenimiento económico de los monasterios se basó, en todos los mientos y el eremitismo.
casos, en los fondos legados por los fundadores y en las labores realizadas
A) Los beateríos
por las religiosas (ornamentos sagrados, dulces, bebidas). A este doble fondo
de ingresos se añadían en casi todos los casos el de las dotes aportadas por Los beateríos eran grupos aislados y más o menos numerosos de donce-
las aspirantes a la vida religiosa, cuya cantidad era variable, y en muchos las llas o matronas que vivían comunitariamente en un lugar adaptado a este fin
posesiones legadas a los monasterios o adquiridas por las propias religiosas, o en una casa particular, normalmente en la de la fundadora, bajo el sistema
como fincas rústicas, trapiches (fábricas), talleres, viñas o inmuebles urba- de clausura y en conformidad, generalmente, con la Regla de San Agustín.
nos, propiedades que las religiosas solían explotar en alquiler. Lo más corriente fue que un beaterío viviera y muriera encerrado en sí
Aunque pertenecieran a una misma Orden religiosa, cada monasterio mismo. Sin embargo, son también frecuentes los casos en los que las beatas
constituía una unidad autónoma encerrada en sí misma, sin más relaciones se dedicaron a la formación de las jóvenes o a la beneficencia, así como
con otro que las derivadas de la observancia de una misma Regla o las aquellos otros en los que terminaron convirtiéndose en monasterios de
nacidas de la circunstancia de que determinado monasterio fuera fundado monjas e incluso en Orden religiosa, como sucedió con la Compañía Betle-
por religiosas procedentes de otro fundado con anterioridad. mítica de mujeres y con las Terciarias Carmelitas Descalzas de Santa Teresa.
234 P.II. La Iglesia diocesana
C. 12. Las Ordenes religiosas 235
El p r i m e r b e a t e r í o del q u e se tiene noticia e n América es el f u n d a d o e n
T e x c o c o (México) p o r doncellas indígenas con a n t e r i o r i d a d a 1529. Ordenes misioneras: general
C o n p o s t e r i o r i d a d a esta fecha los h u b o e n t o d o el c o n t i n e n t e , e n u n a L. DE ASPURZ, «Magnitud del esfuerzo misionero de España»: Missionalia Hispáni-
cifra q u e a ú n está p o r calcular. ca 3 (Madrid, 1946), 99-173; P. BORGES, «Características sociológicas de las Ordenes
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p o r indias y p o r criollas c o n j u n t a m e n t e (al parecer, p o c o n u m e r o s o s ) y u n o s Ordenes religiosas en el virreinato del Perú en el siglo XVI 1-2 (Madrid, 1919); O. MAAS,
t e r c e r o s p o r hispano-criollas, q u e p a r e c e n h a b e r sido los q u e más a b u n - Las Ordenes religiosas de España y la colonización de América en la segunda mitad del si-
daron. glo XVIII. Estadísticas y otros documentos 1-2 (Barcelona, 1918-1929); P. J. PARRAS,
Gobierno de los Regulares de la América ajustado religiosamente a la voluntad del rey 1 -2
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I. SÁNCHEZ BELLA, Iglesia y Estado en la América Española (Pamplona, 1990); E.
Los recogimientos fueron también c e n t r o s femeninos d e vida c o m u n i - VÁZQUEZ, Distribución geográfica y organización de las Ordenes religiosas en Nueva Espa-
taria q u e revistieron tres formas distintas según q u e se d e s t i n a r a n p a r a ña (siglo XVI) (México, 1965); A. YBOT LEÓN, La Iglesia y los eclesiásticos españoles en la
empresa de Indias 2 (Barcelona-Madrid, 1963), 243-510: franciscanos; 511-631: domi-
mujeres honestas, p a r a mujeres a r r e p e n t i d a s o p a r a j ó v e n e s con fines d e
nicos; 632-688: mercedarios; 689-794: agustinos; 795-840: agustinos recoletos;
educación. 841-994: jesuitas; 995-1.028: capuchinos.
En los p r i m e r o s «se recogían» doncellas o m a t r o n a s q u e , p o r su orfan-
d a d , viudedad, la p r o l o n g a d a ausencia del m a r i d o o los trámites d e separa- Ordenes misioneras: aspectos concretos
ción matrimonial, o p t a b a n p o r este sistema d e vida p a r a dedicarse a la P. BORGES, «En torno a los Comisarios generales de Indias entre las Ordenes
piedad. misioneras de América»: Archivo Ibero-Americano 23 (Madrid, 1963), 145-196; 24
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la práctica a colegios q u e m u c h a s veces estuvieron r e g e n t a d o s p o r beatas. prensa); F. J. HERNÁEZ, Colección de bulas, breves y otros documentos relativos a la Iglesia
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La vida eremítica o e n lugares desérticos (eremos) fue u n a forma d e los religiosos, véase la bibliografía del capítulo 7.
servir a Dios exclusiva d e varones y q u e revistió dos modalidades: la estricta-
m e n t e individual y la (en cierto m o d o ) comunitaria, en el sentido d e q u e los Franciscanos: general
e r m i t a ñ o s d e u n d e t e r m i n a d o lugar se relacionaban d e u n a m a n e r a u o t r a Nota. Sobre los franciscanos es indispensable la consulta de la revista Archivo
Ibero-Americano, publicada en Madrid desde 1914 (índice general, en 1989), así como
e n t r e sí.
las Actas de los Congresos que se citarán a continuación, cuyos numerosísimos artícu-
La p r i m e r a m o d a l i d a d fue la practicada, p o r ejemplo, p o r el célebre los o estudios impiden su consignación en este lugar.
G r e g o r i o López (1542-1596) e n N u e v a España. Actas del I (II y III) Congreso Internacional sobre los franciscanos en el Nuevo Mundo
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Nota. Salvo excepciones, en la bibliografía que sigue solamente se citarán mono-
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C) Explicaciones de la expulsión ejemplo, en otros dominios de la Corona en Italia y Flandes. Pero en 1654
esto fue estrictamente prohibido por el rey. Los jesuítas, sin embargo, por
La nueva documentación comprueba lo equívoco de algunas explicacio- diversas maniobras, pronto lograron obtener licencia para reclutar hasta
nes tradicionales de la expulsión. No se trataba de una conjura masónica de una tercera parte de su personal fuera de España, entre ellos algunos de los
«volterianos» españoles de acuerdo con los deseos del gobierno británico. más famosos en el campo misionero.
Tampoco aparece el conde de Aranda, el personaje más relacionado con los No obstante, al correr del tiempo, este privilegio exclusivo de los jesuí-
círculos «ilustrados» de Francia, como protagonista principal, pese a ser tas se convirtió en blanco de ataques y calumnias. Al ocupar las tropas luso-
presidente del Real Consejo Supremo de Castilla desde 1766. Los más españolas las siete doctrinas rebeldes del Uruguay en 1756 encontraron que
activos eran figuras de origen más modesto, quienes años más tarde se había varios extranjeros entre los curas jesuítas, lo que parecía alarmante.
encontrarían en franca oposición contra este aristócrata aragonés; es decir, Apenas sorprende que la Corona revocara en 1760 la licencia en cuestión.
además de Campomanes, José Moñino y, sobre todo, Manuel de Roda y Como Hispanoamérica era región en principio (aunque menos en la prácti-
Arrieta, secretario de Gracia y Justicia. La expulsión de los jesuítas no fue ca) cerrada para todo extranjero, el abuso sospechado de los jesuítas parecía
una lucha entre «la religión» o el «oscurantismo», por un lado, y la «impie- muy grave desde el criterio regalista español. Comenta Campomanes en su
dad», el «jansenismo» o la «Ilustración», por otro, como antes afirmaban de Dictamen: «El amor nacional en tales misioneros es ninguno y el interés de la
común acuerdo los historiadores conservadores y sus colegas liberales, aun- Compañía es el único estímulo en sus acciones» (Dictamen, 130). En total, la
que haciendo uso de vocabularios distintos. Tampoco -y es necesario insistir expulsión de los jesuítas de Hispanoamérica resultó para la Corona un
en ello en un manual de historia eclesiástica hispanoamericana- nos parece medio de fortalecer y extender su control, muy amplio ya, de la Iglesia
que lo sucedido en Indias tuviera importancia fundamental para la expul- ultramarina y de este modo vigilar aún más la sociedad americana entera.
sión. Esta fue ante todo dictada por circunstancias españolas en un clima
El regalismo español se nutría de los privilegios extraordinarios que la
político-intelectual europeo. La «Guerra guaranítica» tuvo al parecer mayor
Corona ya poseía en América. En 1755, el famoso jurisconsulto Joaquín
impacto directo sobre la expulsión de los jesuítas del reino lusitano que en
Antonio de Ribadeneyra, en su Manual compendio de el Regio Patronato India-
el caso español. En éste, la importancia de los sucesos ocurridos en el Río de
no, concluyó que éste no dependía de ia concesión papal, sino que era un
la Plata fue ante todo de índole indirecta, al provocar la caída del poder de
poder implícito en la soberanía temporal. Por eso, tal doctrina se podía
Ensenada y de Rábago. Pero no desapareció tampoco la influencia de los
aplicar incluso en la península. Por otra parte, el regalismo dieciochesco en
jesuítas en la corte de súbito a raíz de este hecho. La reina madre, Isabel de
España estuvo asimismo inspirado por fuentes nuevas y ajenas, el galicanis-
Farnesio, conocida por ser muy amiga de los jesuítas, no fallecería sino el 11
mo francés y las obras antipapales de, por ejemplo, Johann Nicolaus von
de julio de 1766. Fue en el curso de los años 1760, sin embargo, cuando
Hontheim (Febronius). Su mensaje en De statu Ecclesiae, publicado en 1763
actores decididos a acabar con la Compañía lograrían, uno tras otro, alcan-
y puesto en el índice romano un año después, era que la pureza de la Iglesia
zar posiciones claves. Campomanes obtuvo su puesto en 1762, Roda el suyo
primitiva debía ser restaurada con el apoyo directo de los príncipes tempora-
en 1765 y Aranda su presidencia en abril de 1766. El Confesonario Real,
les. Aunque el febronianismo y otras ideas radicales no alcanzarían mayor
puesto de importancia quizá aún mayor en el asunto, fue ocupado en 1761
difusión en España sino por las décadas de 1770 y 1780, podrían haber
por el franciscano fray Joaquín de Eleta (más tarde obispo de Osma), acérri-
penetrado en las mentes de algunos personajes ya antes de 1767.
mo enemigo de la Compañía.
No obstante, la mayoría de los regalistas españoles tenían miras mucho
más moderadas. Por su parte, la actitud de los mismos jesuitas -importa
D) £1 regalismo, base de la expulsión destacarlo- no fue nada monolítica al respecto. En efecto, parece probable
Está claro que la base ideológico-política de la crucial decisión de 1767 que la mayoría de los intelectuales jesuitas del siglo xvm en España fueron
fue el regalismo. Al ser definido como la afirmación de los derechos del más o menos regalistas en su opinión sobre la relación entre la Iglesia y el
soberano en asuntos eclesiásticos a expensas del Papa, desde hacía ya siglos, Estado. Se sabe, por cierto, que algunos de los confesores jesuitas de los
la política de los reyes de España había estado imbuida de regalismo tanto en reyes eran regalistas convencidos. Incluso entre los jesuitas expulsados de
la península como en las posesiones ultramarinas. A partir de 1508 la condi- Hispanoamérica hubo algunos destacados, como el padre Domingo Muriel,
ción de la Iglesia fue más sumisa a la Corona en Hispanoamérica que en de «Paracuaria». Sucedió a veces que los jesuitas españoles hasta optaron por
España. Se debió a la suspicacia regalista y nacionalista del rey Felipe II ante actuar claramente en contra de los deseos de la Santa Sede.
el carácter internacionalista de la Compañía de Jesús el que sus miembros no Los opositores y enemigos de los jesuitas quedaron un poco desconcer-
fueran admitidos en las Indias sino a fines de los años 1560. Una vez tados ante casos de semejante desobediencia jesuíta al Papa. Campomanes y
admitidos, no tardaron en demostrar su calidad excepcionalmente alta en Moñino tenían que admitir en su informe del 26 de noviembre de 1767 que
educación y en actividades misioneras. Ellos, más que las restantes Ordenes «el voto especial de obediencia de los jesuitas al Romano Pontífice no parece
religiosas, solían reclutar parte de sus misioneros fuera de España, por que versa en las materias de fe y de religión, porque en eso le desprecian
C.13. La expulsión de la Compañía de Jesús 253
252 P.1I. La Iglesia diocesana
cuando les acomoda, y sólo se entiende para las questiones de Inmunidad y desde Buenos Aires por el gobernador Francisco Bucareli con una tropa de
Jurisdicción Eclesiástica, para engrandecerla en perjuicio de los Sobera- 80 soldados, tocó, de súbito, la campanilla de la portería del colegio Máximo
nos...» (DANVILA Y COLLADO, Reinado, 653). Por lo tanto, aunque los «jesuí- de Córdoba, centro principal de los jesuitas en la vasta región del Río de La
tas regalistas» no dejaron de confundir al regalismo antijesuita, éste se Plata. Uno de los padres tan bruscamente despertados, José Peramás, nos
concentró entonces, como tan bien se desprende del Dictamen de Campoma- cuenta que al abrirse la puerta Fabro le puso dos pistolas al pecho del
nes, en lo pernicioso de la misma organización de la Compañía, su principio portero. «¿Para qué fue esta precipitación y aparato de armas?», se pregunta
de obediencia interna y su fuerte centralización, que dejaba tanto poder al retóricamente Peramás antes de contar cómo Fabro y sus soldados, con
padre general en Roma. bayoneta calada, reunirían, uno tras otro, a los 133 jesuitas del colegio,
profesos, coadjutores y novicios, en una sala para escuchar la dura y enigmá-
El programa reformista concebido por los dirigentes del gobierno espa-
tica Pragmática del rey que ordenaba la expulsión de todos los jesuitas y la
ñol iba a afectar más tarde de manera sensible a todo el clero regular. En
expropiación de todas sus propiedades. Luego, pasarían diez días encarcela-
efecto, la expulsión de los jesuitas se podía interpretar como una adverten-
dos en el comedor, sin ni siquiera permitirles salir «ad necessaria quidem
cia dirigida al clero regular de no oponerse a la voluntad real, mientras que
naturae». Una vez inventariados los cuantiosos bienes, Fabro, decepcionado
armonizaba con los esfuerzos de la Corona por enaltecer la posición del
por no encontrar sino 5.900 pesos en efectivo, se dedicó a presionar al
episcopado nacional, a saber, un episcopado sumiso y disciplinado. Así, por
padre rector para que revelase dónde había más. Repuso éste con firmeza:
lo menos, se podrían entender los términos empleados en la consulta del
«Señor comandante, mire que soy religioso, que por ningún caso echaré una
Consejo Extraordinario del 30 de abril de 1767 al recibirse un mensaje
mentira» (FURLONG,/. M. Peramás, 92-99).
papal lamentando la expulsión:
El 23 de julio todos los jesuitas cordobeses, metidos en carretas, fueron
«El admitir un Orden regular, mantenerlo en el reino o expelerlo de él es despachados al puerto de Buenos Aires, en donde, j u n t o con jesuitas de
un acto providencial y meramente de gobierno, porque ningún Orden regular otras partes de la región, fueron embarcados el 19 de agosto a bordo de una
es indispensablemente necesario a la Iglesia, al modo que lo es el clero secular fragata que les llevaría a España. La travesía fue larga. Por fin, llegados al
de obispos y párrocos, pues si lo fuere lo habría establecido Jesucristo...» Puerto de Santa María el 6 de enero de 1768, tendrían que permanecer allí
(DANVILA Y COLLADO, Reinado, 631).
durante medio año, en incertidumbre y amargura, junto con otros jesuitas
Una vez derrotada la Orden más eficiente y de mayor calidad intelectual, expulsados de colegios y de misiones entre los indios de todas partes de
sin ella sería más fácil imponer el programa de reforma eclesiástica. Hispanoamérica. Tras otro viaje marítimo prolongado, en septiembre llega-
Con lógica implacable, el gobierno de Carlos III no tardaría en aliarse a ron finalmente a la costa italiana. El Papa, a regañadientes, había sido
los de Portugal y de Francia, que ya habían efectuado la misma medida de obligado a recibir a unos 5.000 jesuitas de España y de Hispanoamérica, en
expulsión en 1759 y 1765, respectivamente, para arrancar al Papa el breve gran parte criollos, subvencionados con cien pesos anuales por la Corona de
Dominus ac Redemptor, del 27 de julio de 1773. En consecuencia, la Compa- España, quienes iban a dividir su tiempo entre oraciones, estudios y la pre-
ñía de Jesús quedó suprimida y extinguida hasta su restauración por Pío VII paración de trabajos basados en sus experiencias de América. Esta última ta-
en 1814. rea, desafortunadamente, se hizo más difícil por no habérseles permitido a los
padres llevar consigo desde el Nuevo Mundo manuscritos o apunte alguno.
Mientras tanto, para regresar al Río de La Plata, el gobernador Bucare-
II. EJECUCIÓN DEL DECRETO li, que temía una repetición de la guerra guaranítica, sólo procedió a ejecu-
tar la expulsión en las famosas doctrinas de los guaraníes después de haber
La «operación sorpresa» había sido aprobada por una junta especial el reunido un verdadero ejército para el propósito. Otra causa, tal vez la
20 de febrero de 1767 y luego por el rey, quien el día 27 encargó al conde principal, del atraso fue la dificultad de encontrar a otros sacerdotes para
de Aranda, presidente del Consejo, que llevase a cabo la ejecución con el reemplazar a los jesuitas. Este reemplazo y la introducción de un nuevo
mayor secreto. Se verificó, primero, el 31 de marzo por la noche en Madrid grupo de administradores seculares se hicieron sin incidente alguno. Sabe-
y el día 2 de abril en otras ciudades de España. Luego, de acuerdo con un mos que no siguió ninguna destrucción inmediata a la expulsión, tal como
plan pormenorizado, en las diversas provincias americanas. Sin embargo, la los escritores projesuitas suelen afirmar. Sí hubo un proceso lento de deca-
medida no se verificaría sino en julio de 1767 en las famosas doctrinas dencia y de desintegración, acelerado bajo el impacto de las guerras fronte-
guaraníes de las orillas de los ríos Alto Paraná y Uruguay, o sea, el llamado rizas de comienzos del siglo XIX.
«Estado jesuítico del Paraguay». En total fueron afectados por la expulsión
unos 2.630 jesuitas residentes en América, entre peninsulares, criollos o de De esta manera fueron detenidos y expulsados los jesuitas de todos los
otros países europeos. colegios, estancias y misiones de la Compañía en cualquier rincón de Hispa-
noamérica en fechas predeterminadas desde Madrid y por las autoridades
Para tomar un caso concreto, fue a las tres de la mañana del 12 de julio
virreinales encargadas de la ejecución de la Real Pragmática.
de 1767 cuando un oficial militar de nombre Fernando Fabro, enviado
254 P.II. La Iglesia diocesana C. 13. La expulsión de la Compañía de Jesús 255
III. REACCIONES ANTE LA EXPULSIÓN IV. CONSECUENCIAS DE LA EXPULSIÓN
La «operación sorpresa» fue, sin duda, la medida administrativa mejor
¿Cuáles fueron las consecuencias de la expulsión en Hispanoamérica?
preparada y coordinada en toda la historia del Antiguo Régimen español. En
Tradicionalmente, la evaluación por parte de los historiadores, no sólo
términos generales, no hubo resistencia significativa por parte de los parti-
conservadores sino aún liberales, se ha dibujado con colores muy sombríos.
darios y neófitos de los jesuítas. Los motines, que sí hubo en algunos centros
mineros del norte de Nueva España -sobre todo en San Luis de Potosí-, Salvador de Madariaga, por ejemplo, destaca su importancia funesta para
fueron suprimidos con severidad y eficacia -y con toda probabilidad la España y aún más para Hispanoamérica, en paralelo con las expulsiones
expulsión de los jesuítas no había sido sino una de varias causas-. En cual- anteriores de los judíos y de los moriscos.
quier caso, costó la vida de un centenar y otros muchos amotinados fueron Según algunos cálculos (EGIDO, La expulsión, 756), los jesuitas españo-
encarcelados o desterrados. Fue el visitador José de Gálvez quien, con 500 les residentes en las provincias de ultramar en octubre de 1766 sumaban un
hombres «de buena tropa», restableció el orden en menos de cinco meses. total de 2.630, distribuidos de la siguiente manera:
En otras partes no hubo sino a lo más una que otra expresión de pesar y de
duelo. Por lo tanto, la movilización auténticamente masiva de fuerzas de México 778
seguridad y todo lo secreto de la medida podría parecer exagerado. «¿Para Paraguay 490
Santa Fe 193
qué fue esta precipitación y aparato de armas?», podemos volver a pregun- Quito 269
tarnos con el padre Peramás. Evidentemente, las autoridades, engañadas Perú 400
por los rumores en boga, habían calculado una resistencia mucho mayor por Chile 348
parte de los partidarios de los «regulares extrañados». Filipinas 152
En efecto, lo que resalta, al sobrevenir el extrañamiento, es el aislamien- 2.630
to de los jesuítas, no obstante la gratitud y amistad de tantos ex alumnos. Se
trata, en primer lugar, de la actitud del episcopado. La Compañía había sido Como misioneros, tenían que dejar un número de neófitos impresionan-
siempre en Indias campeona de las exenciones regulares y ya hemos aludido te. Según un cálculo, se trataba de un total de 478.000 individuos en Hispa-
a su tenacidad y vigorosa oposición al pago de diezmos a lo largo de 150 noamérica y Filipinas, de ellos el 26 por 100 en Nueva España, el 24 por 100
años. Además, perduraban otros muchos puntos conflictivos desde la época en «Paracuaria» y el 35 por 100 en el lejano archipiélago asiático. Calificar la
lejana de Palafox. expulsión como desastrosa para las misiones podrá derivarse de dos actitu-
Mientras la distinción y oposición, diríamos «institucional», era la que des opuestas. O se considera al misionero jesuíta como insustituible, o se
mediaba entre el clero secular y el regular, los jesuítas también se encontra- subraya el carácter artificial de su actuación. Ambas tendencias podrán ser
ban muy aislados dentro del clero regular. El «odio teológico» derivado de ejemplificadas en la literatura.
muchas polémicas sofisticadas y amargas les había distanciado, ante todo, de Investigaciones más recientes tienden a favorecer interpretaciones más
los dominicos y agustinos. Rivalidades dentro del campo educativo contri- moderadas. En el caso de las famosas doctrinas guaraníes, su declive a partir
buían a lo mismo. Su poderío impresionante en Indias resultó difícil de de 1768 fue muy gradual y sólo acelerado desde 1801 debido a las guerras.
tolerar, especialmente por parte de los franciscanos, quienes a veces forma- Al mismo tiempo, el mayor grado de integración de esta zona en los territo-
ban un verdadero proletariado eclesiástico, pero que a la vez eran una rios adyacentes fue con toda probabilidad provechosa para el desarrollo
Orden de la cual se reclutaban numerosos obispos americanos. regional. En California, los franciscanos iban a continuar con el mismo o
No pocos gobernadores y otros altos funcionarios indianos tenían rela- mayor empuje la ofensiva misionera iniciada por los jesuitas. En otros distri-
ciones muy amistosas con los jesuítas. En 1766, el gobernador Pedro de tos misioneros, ante todo en la selva, en cambio, la salida de los misioneros
Cevallos, quizá el más destacado de ellos, regresó a España, pero las esperan- jesuitas puso de veras fin a un proceso de contacto y a una integración
zas de los jesuítas de que iba a tener un puesto de ministro resultaron vanas. pacífica de los nativos.
En lo que se refiere a los grandes comerciantes peninsulares, quizá veían en En el curso de las investigaciones sobre la Ilustración en la América
los jesuítas más bien a competidores que a maestros de sus hijos. De entre los española durante las últimas décadas, la evaluación de la pérdida de los
grandes terratenientes criollos, los padres seguramente tenían muchos ad- jesuitas también resultó más compleja de lo que pareciera. Es obvio que no
miradores y amigos por razones tanto espirituales como de índole material. pocos jesuitas del siglo XVIII, algunos de ellos desterrados, eran agentes de
Sin embargo, en ese momento dado no podían oponerse a la actitud firme las nuevas ideas, de lo que Mario Góngora llama la Ilustración Católica.
del monarca. Con respecto a los indios de las misiones, los jesuítas mismos, Profesores jesuitas en Quito y en Buenos Aires enseñaban las ideas de
al parecer, ayudaron a calmarlos. De lo contrario, la situación de los mismos Leibniz y de Descartes. En México, Francisco Xavier Clavijero iba aún más
jesuitas se hubiera empeorado todavía más. lejos. Por otra parte, las reformas educativas que de veras abrieron las
puertas para los nuevos pensamientos sólo se verificarían después de la
256 P.H. La Iglesia diocesana
C. 13. La expulsión de la Compañía de Jesús 257
salida de los jesuítas. Fue entonces cuando se establecieron las nuevas cáte-
dras de historia eclesiástica, de literatura patrística y de otras disciplinas Ante todo, tenemos muy pocos datos todavía sobre quiénes compraban
«modernas», es decir, la derrota del escolasticismo y del aristotelismo. Vista las antiguas haciendas de la Compañía, entre ellas algunas de las más pro-
desde esta perspectiva, la expulsión hasta parece inevitable para la «moder- ductivas y rentables de América, a las Juntas de Temporalidades. Parece, sin
nización» de la enseñanza universitaria. embargo, que salieron favorecidas las capas de terratenientes y empresarios
criollos que tenían poca relación con la metrópoli. En la Audiencia de Quito,
Más difíciles todavía de evaluar son las consecuencias políticas de la
el marqués de Selva Alegre compró una hacienda de la Compañía en Chillos.
expulsión. Algunos historiadores han subrayado el impacto psicológico ne-
Ahí mismo, a finales de 1808, convocó a un grupo de criollos conjurados
gativo sufrido por los muchos amigos y partidarios que tenía la Compañía,
que iban a capitanear uno de los primeros movimientos de liberación en
sobre todo entre la capa acomodada criolla. Al decir de Madariaga, con la
Hispanoamérica.
expulsión el rey cortó con su propia mano el lazo más sólido que unía a la
Corona con sus subditos allende el mar. Sin embargo, los casos concretos El historiador Guillermo Bravo Acevedo ha efectuado recientemente el
para ilustrar semejante interpretación resultan muy escasos. El ex jesuíta y siguiente cálculo sobre el valor de las Temporalidades en Chile, incluyendo
procer intelectual peruano abate Juan Pablo Vizcardo, autor de la famosa los réditos (Los bienes temporales, 43):
Lettre aux Espagnols-Américains (1799), es un caso excepcional. Tampoco Pesos Reales
resulta fácil vincular la enseñanza neotomista, con sus expresiones populis-
tas, de los jesuítas con anterioridad a 1767 con la conciencia revolucionaria 1. Dinero en efectivo 11.732 5
de la generación militante de 1810, como lo hace, por ejemplo, el historia- 2. Mercaderías, créditos activos y efectos diversos .. 65.094 7
3. Valor calculado de 1.190 esclavos 220.170 4
dor jesuíta Guillermo Furlong. Quizá los cambios económicos producidos 4. Ganado mayor, menor y otros animales 265.635
por la expulsión han sido, a la larga, de mayor relevancia política al fortale- 5. Valor final real de los inmuebles 1.398.515 3
cer la base de la aristocracia terrateniente criolla.
1.961.148 19
Al terminar esta breve discusión de un tema muy difícil cabe hacer una
aclaración obligada. En virtud de la excelente selección y entrenamiento de Como se ve, se trata de un caudal impresionante. Según Bravo, el presu-
sus miembros, su organización, sumamente eficiente, y el empuje e inteli- puesto anual de la Capitanía General de Chile sólo alcanzaba la cuarta parte
gencia del jesuíta medio, la Compañía de Jesús dejó una huella de veras en esta época. Del valor de los bienes muebles destacan las cantidades
importante en la historia de Hispanoamérica. Pero no hay que olvidar referentes a ganados y esclavos. Merece mencionarse que sólo se trataba de
tampoco que los dominicos ocupaban aproximadamente el mismo nivel una sexta parte de todos los esclavos negros de los colegios jesuítas en
intelectual y que la labor misionera de los franciscanos, tanto antes como América. El valor total de los esclavos sería, por lo tanto, de entre un millón
después de 1767, era aún más extensa. Además, dos instituciones funda- y millón y medio de pesos.
mentales de la Iglesia indiana, el Episcopado y la Inquisición, funcionaban Sin embargo, no hay que exagerar tampoco la importancia de las Tem-
sin jesuíta alguno. poralidades dentro de un contexto regional. En el sur peruano, los inmue-
bles de los colegios de Arequipa y de Moquegua tenían un valor de alrededor
de 600.000 pesos. No obstante, Kendall W. Brown acaba de calcular que las
V. LAS «TEMPORALIDADES» propiedades jesuítas solamente representaban el 2,2 por 100 de la produc-
ción de vino de Moquegua, y en Arequipa el 2 por 100 de la del trigo y el 0,7
por 100 de la del maíz. Con respecto al Cuzco, las haciendas jesuítas eran
La Instrucción de lo que debían ejecutar los comisionados para el extrañamiento pocas, pero de entre las más valiosas y grandes de la diócesis.
y ocupación de bienes y haciendas de los jesuítas..., enviada en el pliego secretísi-
Ante la inexistencia de una obra de conjunto, resulta aún imposible
mo destinado a todas las autoridades encargadas junto con la Pragmática del
evaluar la magnitud, naturaleza y consecuencias de la enajenación de los
2 de abril, era muy detallada. Se harían en seguida inventarios de todos los
imponentes bienes de la Orden religiosa más rica y terrateniente principal
bienes de la Compañía y de sus miembros. Al comienzo, sin embargo, la
de Hispanoamérica. Cierto que las rentas e ingresos de las ventas de tierras,
administración de los bienes tuvo un carácter provisional. Luego, de acuer-
esclavos y bienes materiales eran enormes. Deberían, al mismo tiempo,
do con la real cédula del 27 de marzo de 1769, fueron creadas Juntas
usarse para financiar el traslado de unos 2.630 jesuítas a Europa, dando
provinciales y municipales de Temporalidades para encargarse de su admi-
además a cada uno de ellos una pensión anual de 100 pesos hasta el fin de
nistración. Los arrendamientos iniciales de las haciendas fueron reemplaza-
sus días. Además, es muy probable que la burocracia fuera poco eficiente en
dos por ventas en subasta pública. Sin embargo, la enajenación fue un
su tarea. De acuerdo con el historiador jesuíta Nicholas Cushner, su inefica-
proceso muy lento y no concluido aún al ser suprimida la administración
cia y no la escasez de efectivo para adquirir las propiedades ex jesuitas fue la
especial hacia 1789. No existe, por extraño que parezca, un trabajo de
causa principal de la lentitud de las ventas. Sin embargo, en el caso de la
conjunto sobre este tema importante, sino sólo algunos estudios parciales.
Nueva España, una investigación detallada de Hermes Tovar, sorprendente-
258 P.H. La Iglesia diocesana C.13. La expulsión de la Compañía de Jesús 259
m e n t e , d e m u e s t r a mejores resultados económicos d u r a n t e el p r i m e r quin- M. F. BACIGALUPO, «Bernardo Ibáñez de Echévarri and the Image of the Jesuit
q u e n i o d e la administración estatal q u e d u r a n t e el q u i n q u e n i o a n t e r i o r a Missions of Paraguay»: The Americas 35 (Washington, 1979), 475-494; F. BECKER, Die
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um den «Jesuiten Kónig» Nicolaus von Paraguay (Kóln-Wien, 1980); ID., «La guerra
q u e el h e c h o d e h a c e r s e el p a g o d e los bienes p u e s t o s a la venta a n t e t o d o e n guaranítica desde una nueva perspectiva: historia, ficción e historiografía»: Boletín
censos redimibles sugiere la i m p o r t a n c i a d e la escasez d e efectivo. E n Americanista 32 (Barcelona, 1983), 7-37; G. FURLONG, «El expulso Bernardo Ibáñez
1 8 0 8 / 0 9 , el total d e inmuebles d e las T e m p o r a l i d a d e s en América sin alienar de Echévarri y sus obras sobre las misiones del Paraguay»: Archivum Historicum
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260 P.II. La Iglesia diocesana
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1917); J. VALLADARES CAMPOS, «La hacienda Longaví, 1639-1959»: Historia 14 (San-
tiago, 1979), 103-205. Véase el capítulo 7. EL CLERO INDÍGENA
Jesuítas en el exilio
Por JUAN B. OLAECHEA LABAYEN
Numerosos trabajos de M. BATLLORI reseñados en Archivum Historicum Societatis
lesu 53 (Roma, 1984), 7-26; N. P. CUSHNER, Phüippine Jesuits in Exile. Thejoumals of
Francisco Puig, S.J., 1768-1770 (Roma, 1964); G. FURLONG, José M. Peramás y su
Diario del destierro (1768) (Buenos Aires, 1952); ID., Los jesuítas y la escisión del Reino
de Indias (Buenos Aires, 1958).
El término de clero indígena debe entenderse aquí en su sentido estric-
to, es decir, en lo concerniente a la participación del sacramento del orden
por los amerindios y, en todo caso, cuando se señala expresamente, por los
mestizos o hijos de padre europeo y de madre india, o al revés. La ordena-
ción sacerdotal de los originarios europeos perteneció a la rutina de la vida
normal de la Iglesia indiana y no fue en ningún caso un problema eclesiásti-
co, sino, a lo sumo, un obstáculo para la promoción clerical indígena por su
suficiencia numérica para cubrir las necesidades pastorales de las extensas
diócesis americanas.
a la continencia. En dicho año, en efecto, aquellos niños que en 1533 unos propósitos firmes y tenaces de conseguir los objetivos propuestos. La
comenzaron a estudiar los rudimentos de latín con fray Arnaldo de Bassac- historia comparada enseñará más tarde las dificultades que envuelve la tarea
cio bien pudieron haber pasado por la gramática y las artes e iniciar el de conducir al estado del sacerdocio católico a quienes se acaban de erguir
estudio de la teología, coincidiendo con el fin de la pubertad y el paso a la del peso de la idolatría; pero entonces no existían todavía precedentes en los
edad nubil. que apoyarse para realizar una política tenaz en la idea de que la aceptación
Mientras el colegio de Santiago de Tlatelolco seguía un proceso satisfac- responsable de las exigencias del sacerdocio, especialmente del celibato en la
torio para muchas personas, entre las cuales se debían contar las autoridades Iglesia latina, requería la mentalización previa de los aspirantes. La decep-
religiosas y civiles, sin excluir entre estas últimas al virrey Mendoza, que legó ción sufrida en los propósitos iniciales del colegio de Santiago de Tlatelolco
a la institución varias fincas de su propiedad, no faltaban otras personas que retrasó, sin duda, el ascenso de los naturales de América a las filas del clero.
lo miraban con verdadero recelo y advertían por palabra y por escrito de lo
C) La disciplina conciliar
peligroso que podía resultar poner en conocimiento de unos neófitos sin
reciedumbre y solera cristiana los misterios de la fe. Pero esta actitud se hizo La disciplina conciliar de la Iglesia indiana, manifestada principalmente
más peligrosa y adquirió mayores vuelos con el fracaso de los proyectos en los concilios provinciales de ambas provincias eclesiásticas o archidiócesis
iniciales del colegio de Tlatelolco, a lo que se unió el proceso de herejía del de México y Lima, respecto al tema de este epígrafe no es más que un reflejo
cacique de Texcoco don Carlos, instruido precisamente en este mismo cole- de la realidad circundante. La atípica Junta Eclesiástica reunida en México
gio, lo cual trascendía de la pura anécdota en aquellos momentos en los que en 1539 corroboró la posibilidad de conferir el orden sagrado a los miem-
en Europa se habían originado las luchas religiosas con el nacimiento de la bros de la raza americana: «pues se les fía el bautismo, que no es menos que
Reforma protestante. Si los indios no habían de ser sacerdotes y si, por el sacerdocio». Esta frase de profundo contenido teológico se estampó en un
añadidura, podían caer en la herejía, ¿a qué venía enseñarles, no ya la momento en el que existían unas expectativas reales con el colegio de
teología, sino ni siquiera las ciencias? Tlatelolco, pero al cabo de pocos años se adoptará un giro diferente.
Semejante razonamiento se propagó con tanta fuerza y las voces de 1. El primer concilio provincial de México (1555). Entre las muchas
alarma llegaron tan repetidamente a la cámara regia, que los consejeros de cuestiones que tuvieron que estudiar en el primer concilio provincial, cele-
Indias consideraron necesario evacuar una consulta a los teólogos y jurispe- brado en 1555, los obispos de la archidiócesis mexicana para hacer frente a
ritos más destacados del momento, lo cual dio lugar a una respuesta escrita los peculiares problemas de una Iglesia nueva, figura la de la selección de los
en latín en forma de tratado breve redactado por el franciscano Alfonso de aspirantes al sacerdocio. En esta cuestión se advierte un cambio de situación
Castro, considerado como el creador del derecho penal, cuya doctrina re- respecto a las décadas anteriores en lo relativo al número de sacerdotes, de
frendan al final otros autores insignes, como el propio Francisco de Vitoria. cuya insuficiencia no existen quejas, sino, al contrario, se ajustan los requisi-
La tesis de fray Alfonso parte de la vocación cristiana de los indios que tos para la admisión de los aspirantes con los impedimentos de derecho
debe ser plena, sin medias tintas, por lo que no cabe ocultarles los misterios común y especial, excluyendo a los que tuvieran infamia, a los descendientes
de la fe. Precisamente, cuanto mejor los conozcan perseverarán más fiel- de padres o abuelos quemados o reconciliados o de linaje de moros, así
mente en sus principios. Por supuesto, además de las ciencias religiosas, hay como a los mestizos, indios o mulatos.
que mostrarles también las artes liberales, que son como la sierva de aquéllas La parte final de este canon conciliar no supone una novedad en cuanto
y constituyen, en frase de San Agustín, el oro y la plata de los egipcios con los a la exclusión por motivos raciales, pues existía ya anteriormente en lo
que se confeccionó el tabernáculo. relativo a los moros, sino en cuanto a la extensión de la misma no solamente
El mencionado tratado tuvo la virtud de contrarrestar los argumentos a los indios, sino también a otras castas originadas en el solar americano y
de los detractores de la enseñanza superior de los indios, pues el mismo año que contribuyeron a otorgar a la epidermis social del Nuevo Continente una
en que fue refrendado, 1543, el Rey otorgó un subsidio económico a la fisonomía abigarrada.
institución y encargó velar por ella al visitador que en dicha fecha era 2. El segundo concilio de Lima (1567). Doce años más tarde se oía en
enviado a inspeccionar los asuntos públicos de México. la América del Sur el eco de esta prohibición al establecer el segundo
concilio provincial de Lima que los nuevos conversos a la fe no debían ser
Pero no cabe duda de que la decepción en los pronósticos iniciales del
por ese tiempo iniciados en ninguna Orden sagrada, aunque permite que se
colegio minó los cimientos del mismo y que a partir de ahora comenzará a
vistan con la sobrepelliz para ayudar en misa o en las procesiones, pero no
advertirse una progresiva languidez que se manifiesta en la supresión de los
con los ornamentos para cantar la epístola. Seguidamente exhorta a los
estudios teológicos, que fueron sustituidos por una formación de tipo más
sacerdotes para que persuadan a los padres a que entreguen a sus hijos a
general, incluyendo algunos temas que facultaban para el ejercicio de la
servir a Dios y se les enseñe a leer, escribir y canto.
medicina.
Tanto en el desarrollo del colegio de Santiago de Tlatelolco como de la El retraso con que la Iglesia limense legisla a este respecto sobre el
empresa de la formación del clero nativo en general se advierte la falta de mexicano tiene una explicación obvia: la ausencia de una formación acadé-
268 P.II. La Iglesia diocesana C. 14. El clero indígena 269
mica adecuada de los naturales, que no empieza a conformarse hasta la manifiesto en una carta colectiva que escriben al monarca el arzobispo Santo
fundación franciscana del colegio de San Andrés en Quito, hacia el año Toribio de Mogrovejo y los obispos de La Imperial, Santiago de Chile,
1560, y con ciertas posibilidades de que los naturales estudiaran en otros Cuzco, Tucumán, La Plata y Río de la Plata expresando su esperanza de que
centros comunes y en la nueva Universidad de San Marcos. por este medio los naturales llegarán a ser buenos cristianos, se harán aptos
y suficientes para estudiar y aun para ser ministros de la palabra de Dios en
D) Por qué no se ordenan los indios su nación. Pero no hay que confundir estos colegios con los seminarios de
formación clerical ordenados por el concilio de Trento, aunque dicho man-
A la mentalidad moderna no deja de extrañar la expuesta disciplina, e
dato es invocado en alguna de estas fundaciones. En ellas no se pretende la
incluso no vacilaría en condenarla con todo vigor. Sin embargo, la historia
formación homogénea de los hijos de caciques para el sacerdocio, sino su
debe ser interpretada o, por lo menos, comprendida con la mentalidad de la
educación especial con un carácter selectivo de los más capacitados.
época. Existen numerosos testimonios de por qué se aleja a los indios de las
El agustino Luis López de Solís, obispo de Quito, no firma la menciona-
órdenes sagradas, pero el más autorizado es seguramente el del arzobispo
da carta, pero fue el primero en organizar uno de estos colegios como anexo
Montúfar, que presidió el mencionado concilio mexicano y que a continua-
al seminario de españoles y regidos ambos por los jesuítas. No hay pruebas
ción escribe al rey de España cifrando las razones de la prohibición en la
documentales, pero se cree que de él salió algún sacerdote indio. También
flaqueza de la carne, el poco temor de Dios y la poca fíabilidad de su
los demás obispos, al regresar a sus sedes, pusieron manos a la obra en este
constancia en la fe.
aspecto y, en consecuencia, se crearon numerosas instituciones de la expre-
La única experiencia contemporánea comparable con la americana es la
sada naturaleza, pero de desigual fortuna, sobre alguna de las cuales debere-
de la India. Es curioso comprobar que las razones aludidas en la península
mos volver más tarde. El obispo de Cuzco, Sebastián de Lartaun, piensa
indostánica para alejar a los naturales del sacerdocio, según el estudio de
incluso en escuelas universitarias.
Meló, son prácticamente un calco de las esgrimidas por la Iglesia americana.
2. El mexicano III. El texto impreso por el arzobispo Lorenzana del
concilio de 1585 prohibe que sean admitidos a las órdenes los descendientes
III. EL LARGO PROCESO DE CONSOLIDACIÓN de los condenados por la Inquisición en primer grado por línea materna o
en segundo por línea paterna. Tampoco deben ser admitidos sino con mu-
Si las primeras experiencias de formación de clero indígena en la Amé- cha cautela los mestizos tanto de indio como de moro, así como los descen-
rica hispana se cierran tristemente con unos cánones conciliares, otros cáno- dientes en primer grado de un padre o madre etíope (negro).
nes iniciarán una apertura, quizá un tanto tímida todavía, hacia la formación Está claro que este texto supone cierto progreso sobre la disciplina
del mismo, y otros más tarde ratificarán clara y decididamente su necesidad. conciliar anterior, pero seguramente estuvo motivado por una imposición
de la Santa Sede, pues el manuscrito enviado a Roma para su aprobación
A) Los concilios de la apertura habla simplemente de prohibir dicha ordenación y la Sagrada Congregación
del Concilio seguramente añadió la cláusula de la admisión a la misma,
Los concilios que comienzan a entornar la puerta son los terceros aunque recomendando cautela.
provinciales de Lima y México, que se celebran, respectivamente, en los La mitigación de la disposición original por la curia romana debió estar
años 1582 y 1585. motivada por la alegación de los mestizos peruanos contra la real cédula que
1. El tercer concilio de Lima. En ninguno de los cánones establecidos prohibía ordenarlos, pues contra ella presentaron recurso tanto en Madrid
en Lima en 1582 se hace mención a lo relativo a las órdenes sagradas ni de como en Roma, e incluso esta última advirtió al monarca que el tema de los
indios, ni de europeos, ni de las demás castas que poblaban el Perú, sino que sacramentos no era de su competencia. En cualquier caso, después del
se limita a establecer al respecto las normas de derecho común. En todo caso referido concilio los obispos podían proceder más libremente a ordenar a
se favorece la posibilidad de la ordenación de los nativos al admitir hacerlo los naturales y a las mezclas en primer grado y absolutamente libres para
a título de indios siempre que se tenga conocimiento de su lengua. Pero aún ordenar a las mezclas en todos los sucesivos grados.
hay más. Por documentos existentes en el Archivo de Indias se sabe que los
De hecho, a partir de ese momento la ordenación sacerdotal de los
obispos de la archidiócesis límense quisieron derogar las cláusulas prohibiti-
indios comenzó a no ser tan rara, y así vemos todavía en el siglo XVI a Pedro
vas del concilio de 1562 atendiendo una reclamación presentada por los
Ponce, salido del colegio de Tlatelolco, como párroco de Tzompahuacán,
mestizos del Perú. La misma conclusión se puede extraer de la conducta
famoso por sus conocimientos de los dioses y ritos de la gentilidad. El
subsiguiente de los obispos que participaron en dicho concilio, principal-
cronista Basalanque testifica también que en su tiempo de estudiante (lo era
mente en lo concerniente a la fundación de colegios de hijos de caciques,
en 1590) tuvo compañeros indios en México y luego conoció a otros en
recomendada ya en los textos conciliares.
Michoacán, de los que afirma haberse ordenado algunos de sacerdote y ser
La intencionalidad de la erección de dichos colegios está puesta de muy capaces, pero se lamenta de que se den excesivamente al vino.
270 P.II. La Iglesia diocesana C. 14. El clero indígena 271
B) Los colegios de caciques Inalicán, fue intermediario entre dichos indios y el general San Martín
cuando éste se disponía a cruzar la sierra.
En el reclutamiento sacerdotal indígena se deben considerar dos instru-
2. Otros colegios sur americanos. Con fines de formación genérica de
mentos, aunque uno a plazo más largo que el otro, recomendados por los
los naturales se establecieron otros colegios en América del Sur. Algunos
mencionados concilios provinciales, haciéndose eco de las disposiciones
eran fundados por la autoridad del vicepatrono con la pertinente aproba-
tridentinas. Se refieren a la constitución de los seminarios conciliares o
ción regia; otros, por los religiosos, como ocurría con los franciscanos que
tridentinos que se debía realizar en cada diócesis para la formación del clero
regentaban el de San Andrés en Quito, el que disponían para sus doctrinas
y a una institución peculiar americana que se conforma como reflejo del
de la provincia de Caracas, cuya cátedra de gramática estaba subvencionada
mandato tridentino, es decir, los colegios de hijos de caciques.
por el rey en el año 1600, y el de San Francisco de Asís en Bogotá para los
No tendría demasiado objeto hacer una relación de los colegios de hijos niños de la nobleza india. Tampoco faltó a este respecto la iniciativa privada
de caciques que se fueron creando a lo largo de la geografía americana con sus legados específicos.
porque, entre otras razones, ellos fueron de una importancia muy desigual
En el primer y tercer caso, las preferencias para regir estas fundaciones
y la mayor parte de los mismos no tuvieron mucho que ver con nuestra
se dirigían a los jesuítas, como ocurrió en los dos ejemplos argentinos de la
cuestión.
Administración de Misiones y de San Miguel de Tucumán. Dichas preferen-
Pero sí hubo algunos colegios de hijos de caciques que en diversa
cias se repetían en el colegio de San Antonio Abad, del Cuzco, donde
medida proporcionaron vocaciones sacerdotales, incluso situados en am-
estudió Juan de Espinosa Medrano, «El Lunarejo», cuyo humilde origen de
bientes geográficos y sociales bastante extraños.
labriegos indígenas no impidió que alcanzara un relumbre literario a la zaga
1. Colegios chilenos. Tales ambientes podrían ser, por ejemplo, los
sólo del inca Garcilaso en el antiguo Perú ni tampoco la canonjía magistral
territorios araucanos de Chile, donde se instruyeron algunos hijos de caci-
y la de tesorero y chantre en la catedral de Cuzco, pero sí la de Arcediano,
ques de los de guerra, de los que a fines del siglo xvil por lo menos dos se
cuya propuesta consiguieron hacer fracasar quienes veían una remora en su
habían ordenado de sacerdotes. Quizá motivado en ello, el gobierno español
sangre.
mandó a la Audiencia de Chile crear un colegio-seminario para educar a
unos veinte niños araucanos y circunvecinos en el año 1697, donde, además 3. El colegio del Príncipe. Mención especial merece el colegio que
de la instrucción primaria, se enseñaría la gramática y la teología moral. fundó el año 1619 en Lima el príncipe de Esquilache y es conocido por el
Pero no se conocen datos posteriores sobre esta institución y no es título del fundador. Como cualquier institución humana, este colegio, desti-
verosímil que se la pueda relacionar con el colegio propuesto por el virrey nado a la educación de la nobleza incaica, conoció momentos de mayor o
Amat en el que, como un recurso de pacificación, se educaría a los hijos de menor esplendor en su larga historia, pero en líneas generales se consolidó
los indómitos araucanos aplicando a algunos de ellos al estado eclesiástico y con el transcurso del tiempo hasta obtener el fruto de numerosas vocaciones
a otros a diferentes empleos políticos. El colegio se puso en marcha en 1777 sacerdotales y religiosas, amén de abogados, a cuyo estado y profesión se
en Santiago, regido por el clero secular, pero poco después fue trasladado a inclinaban los gustos de los alumnos al decir del viajero inglés Stevenson,
Chillan, por cuyo nombre es conocido, quedando a cargo de los franciscanos que, a principios del siglo Xix, testifica que de dicho colegio salieron muchos
de Propaganda Fide establecidos en dicho lugar. indios que han brillado en el pulpito y el foro.
Las constituciones del colegio de Chillan, aprobadas por don Ambrosio En efecto, por lo menos en la segunda parte del siglo xvm, un impor-
O'Higgins, establecían que si los alumnos aprendían a leer, escribir y contar tante número de estudiantes indios coronaban sus estudios humanísticos
después de los dieciocho años se les induciría a tomar oficio; si antes de los para proseguir los estudios superiores. Conocemos el programa de fin de
dieciséis, se les pondría en la gramática sin consultar su deseo de salir del curso y exámenes, editado en latín, correspondiente al año 1787, los cuales
seminario, y si entre los dieciséis y los dieciocho, quedaría a su elección el eran presididos por el rector de la Universidad. En dicho programa constan
seguir estudios o tomar oficio. con sus nombres y apellidos dieciocho alumnos que se tenían que examinar
Parece que se cumplió, con mayor o menor fidelidad, el programa para poder pasar a los estudios universitarios y seis más que habían demora-
propuesto, pues por una representación hecha al rey de España el año 1816 do el examen por hallarse enfermos. Figuran, además, otros cinco nombres
consta que, para dicha fecha, de este centro salieron maestros de escuela, que, por su edad más avanzada, pasan sin examen a los estudios mayores y
militares con plazas de distinguidos, algún abogado, un par de médicos y de cuatro que habían ingresado en religión, seguramente en alguna Orden
sacerdotes seculares, un dominico sacerdote y dos franciscanos. Uno de mendicante por la expresión latina: cucullum induerunt, vistieron la capucha.
estos dos últimos fue destinado por su prelado para profesor de gramática 4. Colegios novohispanos. Los franciscanos y, sobre todo, los jesuítas
en Mendoza y se hallaba de capellán de la guarnición de un fuerte construi- pusieron también en marcha en las tierras del hemisferio norte cierto núme-
do a la otra banda de la cordillera para resguardo de los indios pehuenches ro de instituciones docentes consagradas a la formación de la juventud india.
a fin de que los aconsejase como hermanos. Más tarde se supo que tales El colegio de San Gregorio, fundado en la capital azteca por los jesuítas,
consejos fueron nocivos para el dominio español, pues este fraile, Francisco quedó reservado a partir de 1582 a los indígenas y se constituyó en una
272 P.II. La Iglesia diocesana C.14. El clero indígena 273
especie de prototipo para otras fundaciones de igual fin. No se impartía en internado de los estudiantes y suponía también la creación de cierto número
él la enseñanza superior, pero su marcado carácter selectivo condujo a que de becas que hasta la segunda parte del siglo XVIII no podían en la legislación
cierto número de alumnos aventajados pudieran cursar en facultades. española disfrutar los hijos de oficiales mecánicos. Esto hacía que la erección
Una importancia paralela a su modelo alcanzó en Puebla el colegio de de estos centros fuese una labor dificultosa desde varios puntos de vista,
San Francisco Javier, el cual fue fundado por el jesuíta Antonio de Herdoña- incluyendo el económico. Aunque el Patrono Regio había dispuesto una
na mediante la liberalidad de su madre y continuó en manos de la Compañía especie de impuesto del tres por ciento sobre la congrua de los doctrineros,
hasta su expulsión. los religiosos afectados se resistían a su pago por considerarlo ajeno a sus
Cabe conjeturar con bastante fundamento que estos dos colegios tuvie- obligaciones, con lo que quedaba viciada en muchas diócesis una de las
ron bastante que ver con el grupo de caciques adornados con títulos univer- fuentes económicas más importantes para la fundación de dichas insti-
sitarios cuya constancia existe en el Archivo General de la Nación en papeles tuciones.
de fines del siglo xvn y primeras décadas del XVIII. Se considera como un acto grandemente meritorio la fundación de
Haciendo caso omiso de otras fundaciones, resulta curioso resaltar la seminarios que unos pocos prelados realizaron antes del concilio de Trento.
que promovieron el año 1783 en Pótam los franciscanos. Las constituciones Uno de ellos fue el obispo de Michoacán, don Vasco de Quiroga, que fundó
de este colegio fueron redactadas de orden del rey por el obispo de Sonora, en Pátzcuaro el colegio de San Nicolás en los años 1540-41 con el fin de
y el carácter selectivo de las mismas permitió que pronto se ordenaran de formar, como dice el venerable obispo en su testamento, los sacerdotes de su
sacerdotes dos de sus alumnos pertenecientes al laborioso y todavía poco
diócesis. Pablo IV facultó a los obispos de aquella sede a ordenar a los
cultivado grupo yaqui.
alumnos de todas las órdenes sagradas sin reverencias ni dimisorias de otros
5. Tlatelolco, otra vez. Con una vida más bien precaria, el colegio de prelados.
Tlatelolco siguió funcionando como escuela primaria hasta aproximada-
mente el año 1622. A partir de esa fecha cayó en la ruina y sólo se salvó como Aunque el legendario obispo, conocido por Tata Vasco, dispuso que los
recuerdo de su grandeza pasada un lienzo de pared que precisamente alber- indios tuviesen acceso a todos los estudios de este colegio, ya que fueron
gaba el escudo de Carlos V. Un siglo después los franciscanos pretenden ellos los que construyeron el edificio, no parece que pensara todavía en
abrirlo de nuevo. En 1728 un magistrado de la Audiencia mexicana giró una ordenarlos. Otra cosa podía ocurrir con los titulares de las diez becas que se
visita de inspección y encontró un crecido número de alumnos indios de ¡ les otorgaron más adelante y que no siempre se llegaban a cubrir por no
primera enseñanza y se inició un movido expediente para otorgarle el anti- poder los indios sufragar la vestimenta reglamentaria, pues el colegio ha
guo rango perdido. Impacientes, los frailes promueven con limosnas diez] perdurado hasta la época presente. Alumnos ilustres de este colegio fueron
becas que conmovieron a la juventud india. Las becas eran por nueve años, don Pedro y don Pablo Caltzontzin, nieto y hermano del último rey tarasco,
al objeto de asistir a las clases del convento de San Buenaventura, donde se ¡ cuya ordenación sacerdotal y adscripción formal a la Compañía de Jesús,
albergarían provisionalmente, y luego de la universidad. respectivamente, deben ser rechazadas según los últimos datos históricos
disponibles, que incluso dudan de la existencia real del primero.
Con la pretensión de restaurar este colegio coinciden las gestiones del ;
bachiller Julián Cirilo de Castilla, presbítero, cacique principal de Tlaxcala, Tampoco debió de situar la mente en los indígenas el obispo de Guada-
en la corte madrileña, a fin de establecer en Guadalupe una comunidad de lajara, don Domingo de Alzóla, al comunicar al rey en 1584 la erección del
sacerdotes indios. Don Julián chocó con una burocracia lentísima y detallista seminario de su diócesis de tan brillante historial futuro, igual que unos años
que le retuvo en Madrid durante varias décadas con la necesidad de tener j más tarde Santo Toribio de Mogrovejo al erigir el no menos glorioso de
que ser auxiliado económicamente por la Corona. Los informes solicitados ] Lima.
a las autoridades mexicanas sobre la pretensión inicial del presbítero cacique! Ello se debía en buena parte a que se consideraba perjudicial para los
fueron negativos, porque se consideraba que había pocos sacerdotes indios] indios la convivencia con los alumnos de origen europeo, que se mofaban de
para dicha fundación. Entonces desvió sus pretensiones hacia la restaura* ellos e impedían el desarrollo pleno de su capacidad. Precisamente, cuando
ción del colegio de Tlatelolco, lo cual dio origen a un largo y minuciosoij se comenzaba a tratar de crear el seminario de México llegó al Consejo de
expediente sobre los bienes raíces del mismo y de la posibilidad de su'í Indias una representación del obispo de Nicaragua defendiendo que indios
recuperación. Este cacique murió en Madrid sin haber alcanzado ningunaí y españoles debían formarse juntos en su seminario recién creado y no en
de sus pretensiones. edificio anejo, como quería la Corona. Este aviso llegó justamente en el
momento en que los consejeros del Patrono Regio estudiaban la forma en
C) Seminarios diocesanos que el seminario mexicano pudiera preparar también a los naturales para el
Aunque los seminarios tridentinos no tenían todavía un carácter vincu- sacerdocio. Fue así cómo al aprobar Carlos II en 1691 la fundación del
lante para las ordenaciones sacerdotales, su importancia para dotar a las seminario de la capital azteca dispuso que tanto en él como en todos los que
diócesis de un clero bien capacitado era indudable. El seminario implicaba el se fundaren en el futuro se reservase para los indios la cuarta parte de las
274 P.H. La Iglesia diocesana C. 14. El clero indígena 275
becas, cuyo número en el caso concreto fue de dieciséis, de las que efectiva- IV. EL CLERO MESTIZO
mente a ellos se reservaron cuatro.
A causa de la tendencia y resultados demográficos, la pauta del clero
D) £1 panorama vocacional indígena indígena en Hispanoamérica debería quedar cifrada más bien en el mestiza-
je. El mestizo fue fruto de una unión espontánea y las más de las veces
Esta disposición en favor de los naturales con motivo de la erección del ocasional entre miembros de dos razas distintas. A pesar de que generalmen-
seminario mexicano, que, en expresión de los jesuitas expulsos, produjo te se distinguía por su origen ilegítimo, las primeras generaciones mestizas
unos eclesiásticos que eran los capuchinos del clero, comparados especial- integradas en la sociedad blanca, casi siempre paterna, produjeron indivi-
mente con los de Italia, fue de gran trascendencia porque rompe los prejui- duos que desempeñaron importantes funciones en esferas civiles, militares y
cios de formar por separado a españoles e indios y porque constituye el eclesiásticas. En estas últimas, además, aventajaban a los españoles por
exordio de una serie de medidas regias que culminan con la «Cédula de conocer mejor las lenguas indígenas; por todo lo cual, los obispos mexicanos
Honores» y el «Tomo Regio», documento este último que motivó los conci- pidieron en 1540 a Roma la facultad de otorgar la dispensa de la ilegitimi-
lios provinciales de Lima y México de la época de la Ilustración que, en dad, lo cual les fue concedido por Gregorio XIII.
medio de su acendrado regalismo, alcanzan una altura rayana con la perfec-
ción en lo relativo a la promoción del clero indígena. Y documento el A) Las primeras generaciones
anterior que equiparaba, en cuanto al derecho a preeminencias y honores, a
la clase de los caciques con los hijosdalgo y a los indios de la clase llana con La historia ha conservado los nombres de algunos mestizos distinguidos
los limpios de sangre de Castilla. de la primera época en las filas del clero tanto secular como regular. El
procurador del colegio mexicano de San Juan de Letrán, dedicado a los
Con unas y otras medidas se llegó a formar un grupo considerable de
mestizos, por ejemplo, informaba en 1552 al Consejo de que de allí habían
sacerdotes indígenas, sobre cuyo número se pueden realizar algunas consi-
salido más de veinte mozos para frailes. En el campo de las letras se puede
deraciones. Hay que recordar en primer lugar el testimonjo de Clavigero,
citar a Cristóbal de Molina, colaborador del virrey Toledo; al jesuita Blas
quien, en su historia de México escrita hacia el año 1780, habla de la
Valera y a Diego Lobato, hijo de una de las mujeres de Atahualpa, distingui-
existencia de millares de sacerdotes indios desde que comenzaron a orde-
do, además, por su modélica actividad pastoral en Quito. Cabe mencionar
narse a fines del siglo XVI. Una cifra tan imprecisa y abultada ha sembrado el
también al chileno Juan Blas, a quien su obispo, fray Diego de Medellín,
escepticismo en algunos autores modernos en el sentido de interpretar
presentaba como su mejor eclesiástico y digno de cualquier merced de Su
dicha cifra como si se refiriese a sacerdotes criollos; pero el jesuita expulso
Majestad.
habla ciertamente de indios en sentido estricto, pues dice que el concilio de
1585 permitió su ordenación e incluso existió un obispo de la misma condi- Pero a medida que aumentaba su número se fue al mismo tiempo
ción. consolidando una casta biológicamente intermedia entre españoles e indios,
Se podrían citar otros testimonios similares, como el del obispo de pero jurídica y socialmente marginada al no haberse previsto para ellos los
Tegucigalpa, Alonso de Vargas, que ya en 1683 escribe al rey en favor de correspondientes estatutos y abocada a utilizar con frecuencia discutibles
admitir en su seminario a indios aspirantes al sacerdocio, ya que en aquellas recursos para sobrevivir, a lo que se unía el estigma del origen ilegítimo. De
provincias de la Nueva España había muchos indios que habían salido doctos este modo, se forjó de los mestizos una corriente de opinión peyorativa que
y buenos eclesiásticos. indujo a tomar medidas restrictivas que se manifiestan en los concilios
provinciales mencionados al hablar de los indios, pero estallan con motivo
En este mismo sentido se manifiestan algunos otros historiadores con-
de la intervención real.
temporáneos, como Gumilla, todo lo cual deja entrever dos cosas: la prime-
ra, que es posible admitir la existencia de millares de sacerdotes indios,
siempre que este plural no se exagere, pues al informar en 1755 desfavora- B) El yeto regio
blemente sobre las pretensiones del bachiller Castilla de crear una comuni- La primera real cédula circular de Felipe II prohibiendo a los obispos
dad de sacerdotes indios en Guadalupe, el arzobispo Rubio y Salinas dice indianos la ordenación sacerdotal de los mestizos es del 2 de diciembre de
apenas contar con una cincuentena de ellos, cifra que quizá se podría 1578. Aunque la medida se decía temporal y se refería a ilegítimos, produjo
multiplicar por diez para la misma época con los demás obispados, y el una vivísima reacción, sobre todo en el Perú. Destacados grupos de mestizos
resultado por cuatro o cinco por otras tantas generaciones. La segunda de Lima y de otros lugares del Perú, con apellidos y filiación de conocidos
observación es que la provincia eclesiástica mexicana, que incluía la América conquistadores, instrumentaron varias probanzas y poderes para reclamar
Central, debió de contar, según sólidos indicios, con mayor número de contra dicha disposición con recurso previo al concilio provincial de 1582
sacerdotes indios que la América Austral. que se acababa de inaugurar. Las razones alegadas por los mestizos se
ajustaban plenamente a derecho recordando su condición de cristianos, su
naturaleza derivada de los antiguos dueños de la tierra y de los conquistado-
276 P.II. La Iglesia diocesana C. 14. El clero indígena 277
res, la probidad de los clérigos mestizos existentes según testigos y el privile- legítimos de ascendencia caciquil con los hijosdalgo de Castilla y de los
gio gregoriano de que los obispos americanos dispensasen del impedimento indios y mestizos de la clase llana con los viejos castellanos limpios de sangre.
canónico de la ilegitimidad. Esta disposición, conocida como la Cédula de los Honores, evoca en alguna
Los prelados reunidos en concilio se conformaron con las pretensiones medida el decreto de Caracalla extendiendo la ciudadanía romana a todos
de los mestizos y extendieron el correspondiente certificado, que éstos los habitantes del Imperio. Su efecto no fue universal ni inmediato, pero
presentaron no sólo en la corte castellana, sino también en la romana, contribuyó a eliminar asperezas raciales y a forjar el actual clima de convi-
recabando de la primera la derogación del veto y una manifestación favora- vencia humana.
ble de la segunda. El clero indio y el clero mestizo se desenvolvían en los estratos y oficios
eclesiásticos más bajos, pero en adelante a sus miembros más capacitados y
C) Una política fluctuante mejor preparados se les presentará la opción de escalar, como declara el
documento, a las prebendas y dignidades eclesiásticas hasta la del obispado.
Pero no con ello se puede decir que desaparecen todos los obstáculos y
para siempre en la cuestión de la ordenación de los mestizos. Más bien se
establece como un clima de libertad en el que cada pastor diocesano pueda
V. EPISCOPOLOGIO INDÍGENA
obrar según su propio sentir, pero sin que se destierren todavía los prejui-
cios manifestados a menudo en denuncias por ordenar a mestizos e ilegíti- En su manuscrito compuesto en México en 1782 con el título de Memo-
mos, lo cual da motivo a que el Patrono Regio y no pocos obispos sigan rias Piadosas de la Nación Indiana, el franciscano andaluz Díaz de la Vega
durante bastante tiempo una política fluctuante y hasta contradictoria. afirma la existencia de cuatro indios que habían alcanzado la dignidad
episcopal y que se podía contemplar el retrato de tres de ellos en el colegio
D) Las diligencias del mestizo Núñez Vela de indias de Nuestra Señora de Guadalupe de aquella capital. En el prólogo
El año 1691 el presbítero Juan Núñez Vela, que se presentó como hijo de la segunda edición de 1775 del libro de las Constituciones de la Universidad
de conquistador y descendiente de los incas, obtuvo del monarca un benefi- de México se lee, a su vez, que ésta dio 84 arzobispos y obispos, de los que tres
cio de ración en la catedral de Arequipa. Quiso entonces que en el nombra- fueron indios.
miento figurase su condición de «mestizo, descendiente de gentiles», a lo que
se avino el Consejo de Indias porque resultó en consulta que nada se oponía A) Obispos indios
a ello. La doble afirmación demuestra que había un clima propicio a aceptar la
Pero el beneficiado mestizo continuó en la corte con otras diligencias. existencia de tales obispos indios, pero la crítica histórica se ve precisada a
Una de ellas tan peregrina como que los sacerdotes descendientes de indios ponderar bien los datos. En sendos medallones o tarjetas de los menciona-
pudiesen tomar la bula de laticinio o de la cruzada, de lo que a la Real dos retratos se leían, según la citada fuente, los correspondientes datos
Hacienda resultaría un beneficio de más de doscientos pesos al año. La bula biográficos. Unos correspondían a Francisco de Siles, colegial que fue de
era un privilegio que eximía de ciertas obligaciones penitenciales y confería Todos los Santos, canónigo de la Iglesia mexicana y catedrático de la Univer-
algunas gracias, pero sólo se había aplicado a los europeos y a los indios sidad. El franciscano gaditano agrega en su manuscrito que Siles fue consa-
mediante el pago de una limosna, mas no a los mestizos, constituyendo el grado como arzobispo de Manila, aunque murió antes de tomar posesión.
tema una laguna más de su estatuto jurídico. A este respecto hay que decir que no llegó a recibir la consagración episco-
La tasa de la bula estaba regulada en aquellos momentos en el Perú en pal, pues murió antes de que le llegara la real cédula de presentación, y que
tres reales de plata para los europeos, y el peso tenía ocho reales. Entonces, no existen otros datos que ratifiquen la creencia de su condición india, pues
una simple operación nos da la cifra de sacerdotes descendientes de indios no basta que estudiase en el colegio de Todos los Santos y que fuese notoria-
que calculaba Núñez Vela: 533, aproximadamente un sacerdote por cada mente tan pobre que la Universidad accediera a la colación sin pompa de su
mil mestizos. grado de doctor en teología.
Estas cifras hay que interpretarlas en un sentido más bien estricto, pues Otro de los presuntos obispos indígenas es Nicolás del Puerto, de quien
en general a la tercera generación de descendencia india se salía de la el manuscrito en cuestión dice que tuvo que salir a pie de su valle de Oaxaca
condición de mestizo para entrar en la de español con todas las consecuen- porque le negaron las órdenes y a él volvió años más tarde como obispo de
cias. Incluso en algunas regiones de escasa presencia española como el Antequera. Pero hoy se sabe que dicho prelado, que arrastraba una amplia
Paraguay, la masa social se componía de sujetos de gran porcentaje de leyenda de su condición zapoteca, era hijo de un hidalgo vizcaíno y de la
sangre indígena que ocupaban los oficios eclesiásticos y civiles más comunes. heredera de un rico minero de Oaxaca.
El segundo negocio, mucho más trascendental, del racionero mestizo Finalmente estaba el retrato de Juan de Merlo, obispo de Honduras,
fue la declaración de equivalencia sociojurídica de los indios y mestizos cuya naturaleza india está avalada por Clavigero y también en viejos papeles
278 P.II. La Iglesia diocesana
provenientes del Real Consejo de Indias, organismo que tenía que presentar
a los candidatos episcopales. Merlo fue catedrático de la Universidad Mexi-
cana y vicario general de Puebla con Palafox y Mendoza, quien, tan bien NOTA BIBLIOGRÁFICA
inclinado hacia los indios, pudo tener parte en el nombramiento. Cabe
considerar a Merlo como el segundo obispo de color de la era moderna Visiones de conjunto
después del brahmán Castro Meló, que le precedió unos años, y le siguió J. ALVAREZ MEJÍA, «La cuestión del clero indígena en la época colonial»: Revista
pronto el chino Gregorio Lo, castellanizado López durante sus estudios en Javenana 44 (Bogotá, 1955), 225-233; 45 (1956), 57-65, 208-219; C. BAYLE, «España
Manila con los dominicos. y el clero indígena en América»: RazónyFe 94 (Madrid, 1931), 213-225, 521-535; M.
CUEVAS, Historia de la Iglesia en México 1-5 (El Paso, 1928); G. FlGUERA, La formación
B) Obispos mestizos del clero indígena en la historia eclesiástica de América, 1500-1810 (Caracas, 1945); R.
KONETZKE, Colección de documentos para la historia social de Hispanoamérica 1-3 (Madrid,
A partir del siglo xvn, más de la mitad de los obispos indianos eran 1958-1962); F. MORALES, Ethnic and Social Background of the Franciscan Friars in
nacidos en América. Sus genealogías estarían, sin duda, entroncadas en Seventeenth Century México (Washington, 1973); C. SANTI, II problema del clero indígeno
nell'America Spagnola del secólo XVI (Asissi, 1962); J. SPECKER, «Der einheimi-
algunos casos con generaciones indígenas, aunque ni ellos ni nadie podían sche Klerus in Spanisch-Amerika im 16. Jahrhundert», en Der einheimische Klerus in
tener interés en airear tal circunstancia a no ser que les ennobleciera, como Geschichte und Gegenwart (Schóneck-Beckenried, 1950), 37-97.
en el caso de Lucas Fernández de Piedrahíta, descendiente de una princesa
inca, que ocupó las sedes de Santa Marta y Panamá, o de José de Moctezu- Aspectos concretos
ma, lejano sucesor de Bartolomé de las Casas en la sede de Chiapas, cuyo F. R. AZNAR GIL, «La capacidad e idoneidad canónica de los indios para recibir los
apellido ofrece luz inequívoca de su ascendencia imperial azteca como sexto sacramentos en las fuentes canónicas del siglo XVI», en D. BOROBIO y otros, Evangelización
nieto en línea recta. en América (Salamanca, 1988), 227-236; A. LEE LÓPEZ, «Clero indígena en el arzobispa-
do de Santa Fe en el siglo XVI»: Boletín de Historia y Antigüedades 50 (Bogotá, 1963),
Para cambiar del matiz de la epidermis hay que recordar a Francisco 3-86; C. M. MELÓ, The Recruitment and Formation ofnative Clergy in India (16th-19th
Xavier de Luna Victoria, que en 1751 ocupó la sede de su ciudad natal de Century) (Lisboa, 1955); J. B. OIAECHEA, «Cómo abordaron la cuestión del clero
Panamá y murió siendo obispo de Trujillo. Un tanto extraña resulta la indígena los primeros misioneros de México»: Missionalia Hispánica 25 (Madrid,
literatura que discute su naturaleza negra o mulata e incluso blanca. Pero 1968), 95-124; ID., «Experiencias cristianas con el indio antillano»: Anuario de Estudios
Americanos 26 (Sevilla, 1969), 65-114; ID., «LOS Concilios Provinciales de América y la
cualquiera de las hipótesis es perfectamente admisible, siendo más probable ordenación sacerdotal de los indios»: Revista Española de Derecho Canónico 24 (Sala-
la segunda, pues en Panamá y en otros lugares de América había en la época manca, 1968), 489-514; ID., «LOS indios en las Ordenes religiosas»: Missionalia Hispa-
personajes distinguidos de ascendencia africana, y en lo que respecta al nica 29 (Madrid, 1972), 241-256; ID., «Las Universidades hispanas de América y el
episcopado está Pedro Agustín Morel de Santa Cruz. indio»: Anuario de Estudios Americanos 33 (Sevilla, 1976), 855-874; ID., «Promoción
indígena en el siglo xvm mexicano»: Revista Internacional de Sociología 25 (Madrid,
Era el menor de cuatro hermanos nacidos en la isla dominicana a fines 1978), 51-89; ID., «Sacerdotes indios en América del Sur en el siglo XVIII»: Revista de
del siglo xvn, hijos de un militar español y de una mulata de madre negra y Indias 29 (Madrid, 1969), 370-391; H. POLANCO BRITO, «El concilio provincial de
que constituyen una de las familias pardas más distinguidas de la América Santo Domingo y la ordenación de los negros e indios»: Revista Española de Derecho
virreinal. Al hacer la presentación de sujetos beneméritos en 1735, el arzo- Canónico 25 (Salamanca, 1969), 697-705; F. ZUBILLAGA, «Intento de clero indígena en
bispo de Santo Domingo refería que entre los sacristanes mayores ninguno Nueva España en el siglo XVI y los jesuítas»: Anuario de Estudios Americanos 29 (Sevilla,
1969), 427-691; Sobre el colegio de Tlatelolco y los colegios para hijos de caciques,
había proporcionado para la Iglesia a excepción de don Joseph Morel de véase el capítulo 39.
Santa Cruz, cuyo óbice de pardo no había embarazado ni a él ni a ninguno
de sus hermanos para obtener los primeros cargos de la república. Episcopologio indígena
Se refería a dos hermanos con alta graduación militar y a nuestro J. B. OLAECHEA LABAYEN, «Obispos indios en la América hispana»: Boletín de la
personaje, deán a la sazón de Santiago de Cuba, donde también fue provisor Real Academia de la Historia 168 (Madrid, 1971), 421-439.
y vicario general, hasta que en 1749 fue presentado para obispo de Nicara- Clero mestizo
gua y en 1753 para la sede de Cuba, la que gobernó fecunda y ejemplarmen-
L. LOPETEGUI, «El papa Gregorio XIII y la ordenación de mestizos hispanoameri-
te durante quince años. canos»: Miscellanea Historiae Pontificiae 7 (Roma, 1943), 179-203; J. OLAECHEA
LABAYEN, «El binomio Roma-Madrid y la dispensa de la ilegitimidad de los mestizos»:
Anuario de Historia del Derecho Español (Madrid, 1975), 239-272; ID., «La Ilustración
y el clero mestizo en América»: Missionalia Hispánica 33 (Madrid, 1976), 165-180; ID.,
«La primera generación mestiza de América en el clero»: Boletín de la Real Academia
de la Historia 172 (Madrid, 1975), 647-683; ID., «Un recurso al rey de la primera
generación mestiza del Perú. Ordenaciones sacerdotales»: Anuario de Estudios Ameri-
canos 32 (Sevilla, 1975), 155-186.
CAPÍTULO 15
Se abrió así un debate en el que tuvo que mediar la Corona. Esta ordeno han dejado de ir de aquí tantos religiosos como solian, enseñados en los
en algunos casos a los frailes que abandonasen sus doctrinas y se recogiesen conventos de España a la observancia de las reglas de su orden, y como la tierra
de allá es libre y viciosa y no están hechos a la aspereza y rigor de acá, han dado
a sus claustros, lo cual no hicieron sino parcialmente y, por supuesto, sólo muy gran caída según la relación que se tiene de los virreyes, obispos y religio-
después de utilizar todos los recursos posibles. sos de las mismas Ordenes que con mucho celo y sentimiento representan el
En los últimos decenios del XVI el virreinato de Lima manifiesta estas peligroso estado que tiene todo y el gran daño que se puede temer resultará si
tensiones en casi todos los obispados entonces existentes, en los que los no se remedia con brevedad».
prelados tenían muchos problemas para colocar a los numerosísimos sacer-
¿Reacción amplificada de los medios madrileños a raíz de informaciones
dotes, entre ellos la mayoría criollos, que se ordenaban a veces con demasia-
procedentes de América y no exentas de exageraciones malintencionadas?
da facilidad. En Nueva España, aun antes de la época arriba indicada, se
¿Expresión de un problema real cuya magnitud ya no podía dejar de preocu-
puede observar el mismo fenómeno. Allí, esta lucha por las doctrinas entre
par a un gobierno responsable y siempre receloso de todo lo que podía
seculares y regulares se vio agudizada por el hecho de que parece haber
cuestionar sus prerrogativas y la tranquilidad de las provincias ultramarinas?
existido desde mucho tiempo atrás una alianza de hecho entre frailes y
Ambas explicaciones entrañan, sin duda, una parte de verdad.
funcionarios contra los colonos, dada la actitud asumida por las Ordenes en
lo tocante a la defensa de los indígenas. De todas formas, hay un hecho insoslayable. Desde comienzos del XVII, el
lugar privilegiado de las luchas criollas en América fue el mundo conventual.
C) Aparición del criollismo conventual La afirmación cada vez más atrevida de la identidad y de las reivindicaciones
criollas constituyó obviamente uno de los hechos más notables de,la evolu-
Esto no significa, sin embargo, que las propias Ordenes mientras tanto ción hispanoamericana a lo largo del siglo XVII. Se trató de un vasto, profun-
estuvieran libres de problemas de este tipo, ni mucho menos. Ya desde do y polifacético movimiento de toma de conciencia. No hubo región donde,
mediados del decenio 1580-1590, varios informantes de Nueva España, el de una manera u otra, no apareciera. El criollismo concernió e implicó a
cronista agustino fray Juan de Grijalva y el comisario general franciscano, todas las capas de la población de origen europeo. Prácticamente ningún
fray Alonso Ponce, atestiguan notables tensiones entre frailes gachupines y aspecto de la vida social escapó de sus cuestionamientos, de las tiranteces y
novohispanos. Quizá con menos nitidez, en las provincias sudamericanas rivalidades que suscitó directamente o que, por caminos a veces muy sutiles
surgieron aquí y allá síntomas inequívocos de lo mismo. Por ejemplo, a raíz e inesperados, surgieron a causa de él. Si sus constantes saltan a la vista, un
de los acontecimientos que suscitó en Quito la imposición de la alcabala en análisis pormenorizado y regionalizado revela, sin embargo, matices o dife-
1592, el problema criollo en los conventos fue rápidamente señalado como rencias, pero éstas se deben más a las circunstancias y a los ritmos locales que
uno de los elementos que más contribuyeron a exacerbar la situación. a su naturaleza profunda.
Sin que trascendiesen abiertamente sus preocupaciones, algunas Orde- Aunque ningún sector social pudo mantenerse alejado de la problemáti-
nes intentaron solapadamente tomar medidas encaminadas a restringir y ca que cristalizó alrededor del fenómeno criollo, cada uno, evidentemente,
dificultar el ingreso de los criollos, cuyo número muchos informantes penin.. reaccionó y participó en el debate según diversas variables: su importancia
sulares juzgaban ya excesivo en los conventos americanos. Sin duda, aleccio, en la sociedad, las características de su posición y las peculiaridades de su
nada por lo que vio al llegar a América, la Compañía de Jesús, con algunas estructura y de sus intereses.
vacilaciones, trató de exigir de sus novicios criollos más edad y requisitos de Para determinar el papel desempeñado por las Ordenes religiosas en ese
los que solía pedir en Europa. Con el mismo fin, no declarado, los capítulos gran proceso y señalar hasta qué punto fue decisivo, es necesario recordar,
generales franciscanos de 1583 y 1587 prohibieron admitir a los votos ^ aunque sólo sea brevemente, cuáles fueron el peso social, la inserción y las
criollos menores de veintidós años, esperando así tener vocaciones más funciones de los frailes en el mundo colonial.
acendradas y desanimar a los demás.
Una carta de Felipe II a su embajador ante la Santa Sede, fechada el 2o
de febrero de 1595, plantea muy a las claras el problema en sus diversa^ II. LAS ORDENES RELIGIOSAS Y EL PROBLEMA CRIOLLO
facetas y, sobre todo, revela bien la preocupación de las esferas más elevadas
del Estado en aquella época ante una situación que sus delegados en ej
A) La inserción social de las Ordenes
Imperio la dibujaban ya con trazos alarmantes:
Es sabido que en la España de la época los regulares conocieron un auge
«En las Indias, comenzaron muy floridamente las religiones en sus princü extraordinario: creación de Ordenes, fuerte aumento de la población con-
pios y duró aquello algunos años resultando mucho servicio y gloria a Nuestr^ ventual y del número de conventos, intervención cada vez mayor de los
Señor, por el fervor y espíritu con que se disponían muchos religiosos a ij.
destos reinos a la conversión y doctrina de los infieles. Mas después que lo s religiosos en las maneras de expresar la fe y en todos los aspectos de la vida
hijos de los españoles que nacieron en las Indias comenzaron a profesar en la$ social, todo lo cual, comparado con otros países europeos, había de dar al
religiones y se han apoderado de los oficios y gobierno della», por esta caus^ catolicismo español algunas de sus características.
286 P.II. La Iglesia diocesana C. 15. La criollización del clero 287
Los diversos motivos de tal evolución, tempranamente denunciada por suerte que por nacimiento había sido desfavorable. Otras, en fin, veían en
arbitristas y políticos, se han analizado de manera bastante satisfactoria, las Ordenes, sencillamente, una garantía material para sus hijos.
aunque se siguen debatiendo todavía algunos puntos, como la relación entre Este atractivo hacia las Ordenes se manifestaba en un número muy
el pauperismo de la sociedad y la inflación galopante de las vocaciones elevado de vocaciones de sentido muy diverso y se concretaba además en el
regulares. fortísimo interés de los laicos por todo aquello que se refiriese a la vida
En los virreinatos americanos, esas características no podían sino mani- conventual. Todo el mundo tenía en este o en aquel convento un hermano,
festarse de múltiples maneras. Allí, el movimiento incluso se amplificó. Ya un tío, un hijo, y en tal Orden unos amigos, deudos cercanos o lejanos, pero
desde la conquista, la evangelización indígena y la asistencia religiosa de los siempre muy íntimamente vinculados con su entorno familiar, ya que la
españoles exigieron muchos más sacerdotes de los que el clero secular, inserción social de los religiosos era entonces mucho más fuerte y distaba
entonces casi inexistente en América, podía ofrecer. Además, por su organi- mucho de lo que el transcurso del tiempo y otras mentalidades habían de
zación y sus tradiciones, las Ordenes se prestaban para este tipo de empresa imponer más tarde.
misionera. Si añadimos a esto la emotividad social de la época, tan dispuesta a
Con el transcurso del tiempo, la creación de obispados y la estructura- enardecerse y a tomar partido en el ámbito reducido de la colonia, entende-
ción del clero secular redujeron el papel de los frailes a proporciones más remos mucho mejor por qué nada de lo que pasaba en los conventos dejaba
razonables; pero éste, no obstante, siguió siendo importante y mayor de lo indiferentes a los laicos, y menos aún cuando se trataba de los debates
que era en la metrópoli. suscitados por el antagonismo hispano-criollo, ante el cual estaban ya todos,
La tarea evangelizadora explica por qué en América el número de frailes fuera cual fuera su bando, agudísimamente sensibilizados por las experien-
fue, proporcionalmente a la población blanca, mayor que en España, aun- cias de la vida cotidiana.
que durante mucho tiempo muy pocas Ordenes masculinas pudieran insta-
larse allí. Ya desde finales del XVI las capitales virreinales abrigaban una B) De las luchas por el poder al antagonismo hispano-criollo
cantidad de frailes comparable con la de las mayores ciudades españolas, a Todas estas razones, por muy importantes que sean, no bastan sin em-
pesar de que estas últimas eran mucho más populosas. Guardando las pro- bargo para explicar el papel relevante de las Ordenes en la contienda crio-
porciones, lo mismo pasaba en las capitales regionales o en los pueblos, llista. Hubo otras, con sus caracteres propios, vinculadas con lo específico de
cuyos ediles, a pesar de la carga que representaban esos frailes, se opusieron su organización.
enérgicamente a las tímidas tentativas de la Corona destinadas a cerrar los En efecto, si exceptuamos a la Compañía de Jesús, organizada según un
conventos demasiado pequeños o aislados, en los que era difícil cumplir la modelo muy jerarquizado, las comunidades regulares gozaban, desde su
regla y la disciplina. Durante el siglo XVII, el aumento de los efectivos con- creación en el Medievo, de una estructura relativamente descentralizada y,
ventuales fue constante en toda América y sólo a finales de la centuria por lo tanto, de cierta autonomía gracias a su organización en provincias.
empezó a decrecer el número de los regulares en las poblaciones secunda- Cada tres años, los representantes elegidos de los diversos conventos de cada
rias, mientras seguía el aumento en los grandes centros. una de esas provincias se reunían en capítulos provinciales y escogían a
El apego de los vecinos a sus frailes no carecía dé fundamento. En una quienes las iban a dirigir durante el siguiente trienio. Por supuesto, en
época en que la religión acompasaba, solemnizaba y daba sentido a la vida América estas votaciones tenían que ser ratificadas por las autoridades colo-
individual y colectiva, no podía ser de otra manera. Además, muchas formas niales, virreyes o presidentes de audiencias, quienes además velaban por el
de piedad de la época parecen haber encontrado en los conventos una buen desarrollo de dichos capítulos.
acogida más adecuada. Se añadían a esto las obras caritativas, la enseñanza No obstante, éstos no eran modelos de democracia. Sólo votaban, direc-
y, a veces, la atención médica, servicios que estrechaban aún más los vínculos tamente o por delegación, los frailes sacerdotes, lo cual excluía a novicios y
con la población y que el clero secular no ofrecía o, por lo menos, no del legos. Además, el mundo conventual funcionaba según principios geronto-
mismo modo. Finalmente, no hay que olvidar que las funciones religiosas y cráticos muy marcados. Finalmente, dada la naturaleza humana, esas elec-
sociales de los conventos se apoyaban en una potencia material a menudo ciones suscitaban a menudo rivalidades y maniobras. Por lo mismo, ya antes
considerable que las hacía posibles. de que surgiese el problema criollo las autoridades habían tenido que recor-
Por estos motivos, más recordados aquí sintéticamente por imprescindi- dar a los frailes los deberes de la confraternidad y de la Regla.
bles que verdaderamente analizados, las Ordenes ejercían una poderosa La organización conventual y este sistema electivo presentaban, sin em-
atracción sobre todos los sectores sociales. Los conventos reproducían por bargo, en el mundo colonial una originalidad fundamental que iba a revelar-
lo tanto, de manera bastante fiel, todo el espectro social laico, desde las se de excepcional importancia en el antagonismo hispano-criollo. En Améri-
familias más nobles hasta las más humildes. Aquéllas encontraban para sus ca, fuera de las funciones municipales, muy limitadas y estrechamente vigila-
hijos la casi seguridad de una posición conforme con su rango. Estas los das por el aparato administrativo, las responsabilidades conventuales eran
metían en los claustros para que mejoraran con el estudio y la virtud una las únicas que se confiaban después de debates y elecciones. Todos los demás
288 P.II. La Iglesia diocesana C. 15. La criollización del clero 289
cargos oficiales de alguna importancia, en la administración o en el clero los dos bandos dieron lugar a infinitos excesos verbales y, a veces, físicos. Las
secular, se proveían al contrario en un contexto fuertemente centralizado, relaciones personales y colectivas se agriaron, juzgándose cada uno víctima
emanando todos los nombramientos de la metrópoli, de Lima o de México, de injusticias y maniobras. Sobre todo, dada la inserción social de los frailes
donde dependían del virrey, representante del poder central. y su lugar en el siglo, esos problemas no tardaron en desbordarse del mero
Preparados durante meses, los capítulos conventuales eran grandes marco conventual para implicar también a toda la población laica, que
acontecimientos sociales. El virrey o el presidente de la Audiencia presencia- seguía apasionadamente los combates de sus frailes.
ba la proclamación de los resultados. Las comunidades celebraban la elec-
ción con grandes procesiones y festejos. Numerosos parientes y amigos de C) El problema de la «alternativa»
los religiosos esperaban con ansiedad e interés los resultados y que algún Rápidamente, el punto clave de la contienda lo representó la cuestión de
familiar o amigo suyo accediese a altos cargos que los honrarían y de los la alternativa; esto es, la atribución del poder provincial cada trienio, alterna-
cuales, quizá, ellos mismos pudiesen sacar provecho. tivamente, a uno u otro grupo, según normas previamente establecidas.
En un principio, los criollos sólo constituyeron en las Ordenes una No era ninguna innovación. En casi todos los países de Europa, las
minoría de jóvenes a quienes su poca edad, su falta de estudios y su inexpe- Ordenes habían recurrido a ese sistema para suavizar o suprimir rivalidades
riencia apartaban de las responsabilidades asumidas desde los comienzos en las provincias donde coexistían grupos nacionales o regionales bien indi-
por los padres de España. Con el transcurso del tiempo, esos frailes america- vidualizados. El sistema era viable y estaba justificado cuando esos grupos
nos, cada vez más numerosos y mejor formados, fueron adquiriendo aptitud tenían un peso equilibrado. Así se evitaban discusiones tan vanas como
para ocupar cualquier cargo en su provincia, meta que desearon ardiente- inacabables, ya que la alternativa daba a cada uno una parte más o menos
mente y por muchas razones. equivalente de poder y, sobre todo, preveía de antemano cómo y cuándo se
Este anhelo criollo en las Ordenes correspondió cronológicamente con había de efectuar el reparto.
el momento en que tomaban cuerpo los prejuicios y prevenciones en contra Ahora bien, en América, las cosas no se presentaron así. La inflación de
de los nacidos en América, así como el cuestionamiento nada benévolo de las vocaciones criollas, las dificultades cada vez mayores de una España
sus aptitudes. Por supuesto, esto ño ocultaba sino la voluntad del grupo exhausta para seguir mandando a las provincias religiosos de calidad y
metropolitano, tanto en los conventos como en la sociedad laica, de mante- suficientemente numerosos, el envejecimiento y la disminución del grupo
nerse en el poder y en lo posible de no compartirlo. español que de ello resultó, hicieron que ya desde fecha bastante temprana,
Ya se entiende, por lo mismo, lo que no podía faltar. Los capítulos se esto es, desde comienzos del siglo XVII, en muchísimas provincias, aunque en
convirtieron en el lugar predilecto, prácticamente el único en el que se proporciones variables, los criollos fueran ya los más numerosos, y con
podían expresar, de las rivalidades entre peninsulares y criollos. Se esforza- mucho.
ban aquéllos en conservar su posición dominante, tratando éstos de suplan- Por el mero juego electivo, a corto plazo, los frailes españoles no podían
tarlos con un éxito, primero, muy desigual e inestable, pero cada trienio más sino terminar desplazados. Para evitarlo pidieron a su protector natural, el
decisivo conforme aumentaba el número de las vocaciones criollas y, por lo poder político que ejercía el Patronato Real, que se impusiera una alternati-
tanto, el de sus votos, en las comunidades y los capítulos. va. Este era, según pensaban, el único medio de garantizar sus intereses, esto
En todo el imperio, incluyendo Filipinas, llegó a haber varias decenas de es, su presencia, uno de cada dos trienios, a la cabeza de las provincias.
provincias religiosas, lo cual significa que, andando el tiempo, se celebraron Por consiguiente, un asunto en principio estrictamente conventual se
centenares de capítulos. No todos suscitaron tensiones o enfrentamientos, transformó rápidamente en una cuestión política. El rey, el Consejo de
pero no es exagerado afirmar que desde comienzos del XVII hubo constante- Indias, el embajador ante la Santa Sede, intervinieron repetida e insistente-
mente en uno u otro virreinato un capítulo de tal o cual Orden en el que el mente ante el Papa y los superiores generales de las Ordenes para que se
antagonismo hispano-criollo estuvo a la orden del día y había provocado, concediesen esas alternativas que las insistentes peticiones de los padres
provocaba o iba a provocar dificultades. españoles no habían podido conseguir en las provincias americanas, dada la
Dichos capítulos se convirtieron por ello en una especie de barómetro negativa obstinada de los criollos. Los representantes del poder colonial,
ultrasensible de las relaciones entre peninsulares y americanos. Por las repe- virreyes, presidentes y obispos, también tuvieron que mediar en la contienda
tidas controversias, las reflexiones y los textos teóricos que suscitaron, se y presionar con toda su autoridad para que las decisiones romanas se hicie-
transformaron en el foro predilecto, y privilegiado, del criollismo y del sen realidad y no quedasen en letra muerta. El criollismo conventual ameri-
anticriollismo más militantes y hasta virulentos. Hicieron así las veces de cano, polarizado alrededor de la alternativa, se transformó así en un enfren-
espita para esas rivalidades y rencillas que en la sociedad laica no tenían tamiento de carácter periódico entre el poder político metropolitano y los
ocasión de manifestarse abiertamente, sino de manera muy epidérmica. hispanoamericanos, lo cual, indudablemente, contribuyó a concienciar más
Los capítulos concretaron para todos los hispanoamericanos, fuesen a estos últimos, a exacerbar las oposiciones y a modificar notablemente el
frailes o no, la voluntad metropolitana de mantenerlos a raya y vigilarlos. En sentido de éstas.
290 P.H. La Iglesia diocesana C. 15. La criollización del clero 291
La imposición de la alternativa llegó a originar tal exasperación que, a apenas se pudo aplicar parcialmente, ya que los padres de España no eran
causa de ella, varias ciudades estuvieron a punto de protagonizar gravísimos siquiera bastantes para ocupar los puestos que la alternativa les reservaba.
disturbios: Cuzco, en 1678, cuando el obispo trató de obligar a los francisca- Tampoco se ha de olvidar que si en el ambiente exacerbado del antago-
nos de la provincia de Charcas y salió malparado mientras la población de la nismo hispano-criollo la alternativa se convirtió en el punto clave que hemos
capital incaica se arremolinaba; Lima, dos años más tarde, cuando el virrey dicho, no era fundamentalmente sino una manera de resolver un problema
cercó el convento de San Francisco durante varios días con compañías de de reparto de poder en las comunidades. Así, ya antes de que apareciese el
soldados hasta que se produjo lo irreparable, esto es, la muerte por un problema criollo, hubo casos de alternativas en ciertas provincias religiosas
balazo de un estudiante, cuyo entierro fue motivo de una sentida manifesta- de América, como en la de los dominicos de Lima, entre los frailes que
ción multitudinaria e hizo temer una explosión popular de imprevisibles habían tomado el hábito en el Perú y los que habían llegado ya ordenados de
consecuencias; Quito, en 1685, cuando la Audiencia colocó un cañón frente la península. Entre los dominicos de Nueva Granada, a comienzos del siglo
a la puerta del convento de San Agustín para que cediesen los frailes, XVII, un visitador llegó a idear una alternativa entre padres castellanos y
atrincherados y armados. andaluces, quienes desde hacía algunos años competían por el control de la
provincia.
D) ¿Alternativa o alternativas? De todos modos, la actitud de los grupos que intervinieron en este
El fenómeno de la alternativa viene llamando la atención desde hace ya asunto de la alternativa parece haber estado dictada más por consideracio-
mucho tiempo, por lo menos en sus manifestaciones y consecuencias más nes de intereses inmediatos que por posiciones de principio firmemente
visibles. Sin embargo, no se puede estudiar así, fuera del contexto y del nacional. Partidarios acérrimos de la alternativa, los frailes españoles se la
desarrollo generales del antagonismo hispano-criollo en el conjunto del negaron obstinadamente a los hispanoamericanos en todos los casos en que
imperio e incluso en España, donde se gestaban y alimentaban los prejuicios éstos se encontraban en una posición minoritaria. Tal fue el caso de Filipi-
antiamericanos. Sólo una perspectiva global le da su sentido cabal y su nas, donde los criollos, casi todos oriundos de Nueva España, la pidieron en
alcance verdadero. Por no haberlo hecho así, a veces se han trazado imáge- vano repetidas veces. En Guatemala, donde las Ordenes habían practicado
nes simplistas y por lo tanto erróneas que han desembocado más bien en una una selección al parecer bastante más rígida en cuanto a la admisión de los
especie de folclore conventual teatralizado y más literario que real. criollos, fueron precisamente éstos, tanto entre los franciscanos como entre
Además, la alternativa no fue, ni mucho menos, un proceso uniforme. los dominicos, quienes tuvieron que pedir la alternativa, tardando los espa-
Aunque en conjunto siguió el esquema arriba indicado, conoció también ñoles en concederla más de treinta años en el primer caso y más de quince
variantes notables. Su contenido, las circunstancias de su imposición y sus en el segundo.
consecuencias difirieron de manera bastante notable según las Ordenes, las Se dio incluso la circunstancia de que los bandos peninsular e hispano-
provincias, la relación de fuerzas a menudo fluctuante en las comunidades americano cambiaran varias veces de parecer sobre la urgente necesidad de
regulares, la voluntad y la obstinación de grupos o personalidades, la flexibi- implantar la alternativa según las variaciones del equilibrio de fuerzas en la
lidad de ciertas situaciones locales, las vacilaciones o, a veces, las inconse- provincia. Tal fue el caso de los mercedarios de Quito en la segunda mitad
cuencias del poder español. del siglo XVII, época en la que tanto los españoles como los criollos cambia-
Por ejemplo, entre los dominicos del Perú, como ya desde finales del ron tres veces de posición dado el inestable equilibrio de la provincia, que
siglo xvi los criollos dominaban por completo la provincia, prácticamente favorecía a unos u otros según las circunstancias.
nunca se habló allí de implantar la alternativa, mientras que los franciscanos Finalmente, no se puede silenciar el hecho de que llegó a haber alterna-
españoles de esa misma región tuvieron que luchar mucho tiempo para que tivas que, al margen del antagonismo hispano-criollo, tuvieron sencillamen-
por fin, en 1680, se impusiese el reparto alternativo de los provincialatos. En te por objeto atajar las rivalidades entre diferentes componentes de tal o
Quito, ese sistema electivo fue impuesto en 1624-1626 a la provincia domi- cual provincia. Así sucedió entre los dominicos de Nueva España, donde
nicana, no sin muchos esfuerzos de un visitador y de la Audiencia para estaban en pugna los conventos de México y Puebla, hasta el punto de que
proteger los intereses de la minoría peninsular. Por esas mismas fechas, un se tuvo que dividir la provincia; o entre los también dominicos de Nueva
precepto con semejante fin destinado a los agustinos quiteños fue retenido Granada, para los cuales, en los años 50 del siglo XVII, se decidió una
por el Consejo de Indias y resurgió cuarenta años más tarde, suscitando alternativa entre los frailes de Cartagena y Santa Marta, llamados hijos de la
entonces muchas y largas dificultades. costa, y los hijos del reino, esto es, de las regiones de Santa Fe y Tunja,
Hasta hubo casos, como el de la provincia agustina de Nueva Granada, agregándose autoritariamente los españoles llegados en misión a los prime-
en los que, olvidada de todos, la alternativa se convirtió en un verdadero ros por ser los menos numerosos, mientras que los peninsulares que toma-
problema a fines del siglo xvii con los trámites reiterados y obstinados de un ron el hábito en el Nuevo Reino pertenecerían al grupo con el cual habían
solo fraile español que, durante varios decenios, parece haber empleado efectuado su noviciado.
toda su energía en lograr que se impusiera. Cuando por fin lo consiguió,
292 P.II. La Iglesia diocesana C. 15. La criollización del clero 293
III. OTRAS FACETAS DE LA LUCHA perversión más del sistema. La calidad, a veces dudosa, de los misioneros
llegados de España y sus ascensos demasiado rápidos, al amparo de la alter-
A) Alistamiento misionero y vocaciones locales nativa, perjudicaban gravemente la paz, unión y labor de las Ordenes, de-
Aunque la alternativa fue la manifestación más visible de las rivalidades mostrando a los americanos la injusticia del sistema, siempre encaminado a
entre frailes criollos y peninsulares, distó mucho de ser la única. Lo prueba beneficiar a los peninsulares.
el que las provincias americanas de la Compañía de Jesús, las cuales no Estos contestaban que tampoco los criollos estaban exentos de culpa.
tenían capítulos ni elecciones, sino sencillamente congregaciones cuyo po- En todas las largas controversias que sustentaron para conseguir la alternati-
der se reducía a hacer propuestas, experimentaron también dificultades en va, los frailes europeos insistían en el hecho de que los padres americanos
cuanto a la coexistencia de las dos naciones, como entonces se decía. Estos aprovechaban sus provincialatos para aumentar sus filas. Aceptaban para
roces nunca trascendieron abiertamente al público debido a la tradicional novicio a cualquier candidato con tal de que hubiera nacido en América,
cohesión de la Compañía, pero no dejaron de preocupar a los responsables, aunque no tuviera la edad requerida, presentara fallos morales o no corres-
quienes circunstancialmente tuvieron que intervenir, a veces de una manera pondiese a los requisitos raciales que las provincias imponían para impedir
muy enérgica, en Nueva España, Perú, Nueva Granada o Chile para sofocar el ingreso en sus filas de mulatos y mestizos. Por lo mismo, los defensores
todo aquello que significase rivalidad o animadversión e hiciese peligrar la españoles de la alternativa afirmaban que sólo con la presencia de peninsula-
confraternidad y la disciplina. res a la cabeza de las provincias, un trienio de cada dos, se podría impedir la
colonización de dichas provincias por las castas, acusación exagerada, pero
Dada la importancia que en esos enfrentamientos entre criollos y penin-
que se relaciona probablemente con el hecho de que los criollos, no forzosa-
sulares tuvieron el número y las fuerzas respectivas de cada bando, los
mente por cálculo, sino por relaciones de familia o amistad, pudieron ser
aspectos del ingreso en las Ordenes y de la llegada de misioneros desde
menos estrictos en cuanto a la admisión de candidatos que tenían sangre de
España se convirtieron en puntos claves. Arguyendo que los criollos no
casta.
servían para la dura labor de las misiones situadas en zonas marginales o
difíciles, los padres españoles reclamaban constantemente que se les envia-
sen misioneros de la metrópoli. Según los criollos, ésos en realidad no iban B) Visitadores, comisarios y vicarios generales
a servir en las misiones. El objetivo era utilizarlos para aumentar el grupo La intervención exterior de la metrópoli en los conventos se ejercía
español, mantenerlo artificialmente a cierto nivel numérico y asegurar así el también de otra manera. Ya se sabe que las Ordenes enviaban a las provin-
funcionamiento o la supervivencia de la alternativa que, sin ellos, habría cias, para inspeccionarlas, representantes directos de los superiores genera-
caído en desuso por falta de padres de España. les. En el caso de América, este sistema llegó a cobrar mucha importancia.
Durante todo el siglo XVII menudearon esas quejas de los religiosos Esos inspectores tenían el título de visitadores entre los dominicos, jesuítas
americanos, quienes, además, subrayaban cómo el valor de esos misioneros y agustinos, y de vicarios generales entre los mercedarios. En cierto sentido
distaba mucho de lo que cabía esperar. Estas acusaciones están confirmadas también se puede considerar como tales a los comisarios generales francisca-
por fuentes peninsulares, ya que, andando el tiempo, el hecho de ir a nos de Nueva España y del Perú. En las tres primeras Ordenes solamente se
misiones parece haber presentado cada vez menos atractivo en los conventos enviaban visitadores a América cuando algún problema grave o difícil de
de España. No pocos comisarios de misiones se quejaban de que las comuni- resolver se señalaba a las autoridades superiores, pero mientras los jesuítas
dades peninsulares les escondían los mejores candidatos. siguieron practicando el sistema regularmente, andando el tiempo los domi-
Además, la coyuntura española de la época, y más concretamente la nicos y los agustinos recurrieron cada vez menos a él, hasta el punto de que
depresión demográfica y la crisis económica del Estado, que normalmente llegó a ser, inclusive, excepcional en el siglo XVII.
sufragaba los gastos de las misiones, no era nada favorable y contribuyó a En el caso de los franciscanos y de los mercedarios, el envío de comisa-
dificultar el paso continuo de misioneros a América. A la larga, desde co- rios y vicarios generales a las provincias ultramarinas fue continuo. Además,
mienzos del siglo XVIII en adelante, esto había de llevar a que en muchas como bien lo indica su título, comisarios y vicarios generales iban con amplí-
provincias la alternativa prácticamente no pudiese funcionar ya de manera simos poderes, prácticamente los del propio general.
normal. En bastantes casos cayó en desuso o se redujo a un sistema pura- El papel de esos comisarios y vicarios generales consistió en velar por el
mente formal en el que, si bien se elegía cada dos trienios a un provincial y buen funcionamiento de las provincias ultramarinas en todo lo referente a la
definidores de España, éstos en realidad no representaban sino a tal o cual vida conventual, así como vigilar para que se cumpliesen las órdenes del
grupo predominantemente criollo. Así sucedía, por ejemplo, entre los agus- poder político metropolitano, del que, al fin y al cabo, eran en alguna forma
tinos del Perú. los representantes, dado el sistema del Real Patronato.
Todo ello contribuyó a convencer más aún a los criollos de que la Ya desde fecha muy temprana, antes de que surgiese el problema crio-
necesidad de mantener, aunque fuese artificialmente, un grupo de padres llo, las provincias americanas se quejaron de manera insistente de los pode-
españoles para que siguiese funcionando la alternativa no era sino una res excesivos de los comisarios y vicarios generales. Al parecer, esto los
294 P.II. La Iglesia diocesana C. 15. La criollización del clero 295
llevaba a veces a intervenir abiertamente en los capítulos, unas veces presio- IV. CRIOLLISMO ECLESIÁSTICO E IDEOLOGÍA
nando para que se eligiesen frailes de su devoción o que les habían sido
recomendados, otras veces anulando las votaciones de capítulos ya celebra- A) La afirmación protocolonial
dos y cuyos resultados no correspondían a lo que ellos esperaban. Provoca-
ron así, dentro de las comunidades, graves crisis y perturbaciones, a veces Seria muy injusto, y por tanto inexacto, reducir el proceso de criolliza-
duraderas, que en alguna que otra ocasión llegaron a preocupar al propio ción a interminables roces y renci'las, a enfrentamientos por el poder. Todo
poder político. esto, si bien existió, no constituyó sino la parte más visible de un gran
Siendo los capítulos el lugar donde se manejaba el poder provincial y, cuestionamiento cuya amplitud, fuerza y atrevimiento iban aumentando
por tanto, los intereses materiales, la mayor parte de las quejas los acusaban cada día y que, conforme se desarrollaba, fue generando toda una serie de
de manejar, fuera de todo control, cantidades enormes que salían de las construcciones ideológicas. Estas al mismo tiempo lo justificaban y le daban
provincias no tanto en provecho personal de los vicarios y comisarios gene- nuevos alientos en esa inacabable contienda. Por estar, digámoslo así, en
rales, sino más bien para las provincias de que provenían en España. Era primera línea y por desempeñar un papel relevante tanto en la producción
frecuente escuchar que vicarios y comisarios generales «sangraban» a las como en la difusión del saber y de la cultura, los eclesiásticos contribuyeron
provincias de Indias, y a veces hubo tales excesos en esto que los propios también de manera decisiva a la elaboración teórica de ese vasto sistema de
virreyes se vieron obligados a intervenir para moderarlos. justificación del empeño criollo.
Por supuesto, en conventos rápidamente polarizados alrededor del Además de los argumentos que, tanto en memoriales como en prédicas
antagonismo entre españoles y criollos los abusos manifiestos de los vicarios y disputas, esgrimieron los portavoces del bando criollo en los innumerables
y comisarios generales, su connivencia con el poder colonial y sus compatrio- encuentros que tuvieron con sus contrincantes peninsulares ya desde la
tas oriundos de la metrópoli no podían sino aumentar la animadversión para primera mitad del siglo XVII, las crónicas de convento se transformaron
con ellos y deteriorar más aún las relaciones, ya bien tirantes y difíciles, entre también en verdaderos manifiestos del criollismo militante. Pormenorizada-
los grupos peninsular y criollo. Además, los comisarios y los vicarios genera- mente dejaron constancia de la larga y enrevesada historia de los problemas
les estaban encargados de velar por la aplicación estricta de la alternativa en suscitados por la alternativa, pero, además y sobre todo, sus autores supie-
las provincias donde ésta existía para defender a la minoría española, lo cual ron transformar sus áridas y reiterativas cronologías en vigorosos y vibrantes
siempre suscitaba dificultades y renovaba rencores. alegatos de su causa. No vacilaron en abandonar durante uno o varios
capítulos el hilo de los hechos para demostrar los fundamentos irrefutables
Fieles a la lógica de la política peninsular al respecto, trataron en lo
de una identidad americana verdadera, aunque, ya lo vemos, en algunos
posible de impedir que dicha alternativa se implantase cuando no les parecía
aspectos ambigua. Combatieron con sobrados argumentos los hirientes pre-
necesaria a los frailes chapetones. Tal fue el caso de las provincias francisca-
juicios europeos para con el mundo tropical. En fin, exaltaron la patria del
nas de Lima y Charcas. Durante la mayor parte del siglo xvn no se habló allí
criollo, sus bellezas naturales y las excelencias de su civilización, signos
de alternativa, dado que la presencia permanente en el Perú de un comisario
indudables para ellos de que esa patria estaba señalada por la mano de Dios
general permitía salvaguardar los intereses de los peninsulares mediante
y, por tanto, llamada con sus habitantes a un destino extraordinario.
presiones y, a veces, verdaderos golpes de Estado internos. Cuando, ya bien
entrada la segunda mitad del siglo, la desproporción entre los dos bandos A manera de ejemplos basta con pensar, para América del Sur, en los
fue tal que en adelante sólo la alternativa en la perspectiva peninsular podía franciscanos limeños Buenaventura de Salinas y Córdoba y Diego de Córdo-
arreglar definitivamente el problema, los comisarios generales se transfor- ba Salinas; en el dominico, también limeño, Juan Meléndez; en el agustino
maron en los abanderados y portavoces más activos de este sistema, que no altoperuano Antonio de la Calancha; en el jesuíta chileno Antonio de Ova-
se impuso sino después de grandes conmociones internas. lie; en el dominico neogranadino Alonso de Zamora. En cuanto a Nueva
Lo mismo pasaba en la Merced. A mediados del siglo XVII, un general de España, desde fechas muy tempranas, los frailes, y en menor medida los
la Orden llegó a escribir oficialmente, para defender la función de vicario clérigos, contribuyeron notablemente a insertar a la Virgen de Guadalupe y
general, que el objetivo de ésta era precisamente mantener a raya a los al dios prehispánico Quetzalcoatl en grandes mitos criollos que a lo largo de
criollos y que, estando en una provincia americana un vicario general, poco toda la época colonial, y con más intensidad en los tiempos de la Indepen-
importaba que hubiera o no alternativa, dado que la realidad del poder la dencia, iban a servir de hilo conductor en el largo proceso de afirmación de
detentaba él, y no el provincial, con su definitorio. la nacionalidad mexicana.
B) Criollismo y preindependencia
Durante el siglo XVII y comienzos del siguiente el problema criollista no
tuvo en el clero secular, por las razones ya dichas, ese carácter a la vez
reiterativo, complejo y, sobre todo, espectacular que hemos encontrado en
296 P.II. La Iglesia diocesana
C. 15. La criollización del clero 297
las Ordenes. Se redujo en él a las repercusiones del ambiente general del
reveladoras del incipiente criollismo sudamericano»: Anuario de Estudios Americanos
antagonismo entre criollos y peninsulares, y sólo surgió abiertamente, o 26 (Sevilla, 1979), 447-465.
disfrazado por otras rivalidades, cuando se plantearon, por ejemplo, conflic-
tos de poder o interés, sea entre obispos y cabildos eclesiásticos, sea entre Las Ordenes religiosas y el criollismo
curas y autoridades episcopales. A. ARCE, «Orígenes de la alternativa de oficios en las Provincias franciscanas del
Con el siglo x v m , sin embargo, los rasgos y lugares de expresión del Perú (año 1676)»: Archivo Ibero-Americano 16 (Madrid, 1921), 145-162; J. GONZÁ-
LEZ ECHENIQUE, «Notas sobre la "Alternativa" en las Provincias religiosas del Chile
criollismo eclesiástico cambiaron de manera sustancial. Las Ordenes atrave- indiano»: Revista Histórica 2 (Santiago, 1962-3), 178-196; R. JARAMILLO, «Los agusti-
saron entonces un período de decadencia relativa cuya consecuencia fue nos criollos en México, 1575-1650»: Congreso Internacional «Agustinos en América y
reactivar en ellas el enfrentamiento entre criollos y españoles. En efecto, Filipinas» (Valladolid, 1990), 117-160; J. LAFAYE, «La regle de l'alternance dans la
para tratar de ir en contra de la corriente, las autoridades españolas volvie- province dominicaine de Nouvelle Espagne au XVIIe siécle»: Cahiers des Amériques
latines 6 (París, 1964), 101-106; B. LAVALLÉ, «Créolisme et alternance: les Augustins
ron a utilizar a los visitadores, cuya labor en muchos casos no sirvió sino para de Quito au xvn<- siécle»: Bulletin Hispanique 81 (Burdeos, 1979), 223-264; ID., Recher-
exacerbar a las provincias en contra de ellos. Incluso en algunos casos, con ches sur l'apparition de la consciente creóle dans la vice-royauté du Pérou: l'antagonisme
todas las consecuencias que se pueden imaginar, intentaron reactivar o hispano-créole dans les ordres religieux (xvi'-xvw sueles) (Lille, 1982); ID., «Un chapitre
instaurar la alternativa en provincias en las que este sistema hacía ya mucho oublié du créolisme conventuel: la Province dominicaine de Nouvelle Granade
(1620-1640)», en Hommage des hispanistes francais a Noel Salomón (París, 1978),
tiempo que había caído en desuso o nunca se había implantado. Pero, por
487-497; I D , «Antecedentes e inicios de la rivalidad hispano-criolla en las Provincias
otra parte, desde mediados del siglo, la sociedad colonial sufrió cambios franciscanas del Perú», en Actas del II Congreso Internacional sobre los franciscanos en el
notables. Su dinámica propia, las tensiones y contradicciones que de ella Nuevo Mundo (Madrid, 1988), 729-70; L. C. MANTILLA, Los franciscanos en Colombia 2
surgieron, los nuevos rumbos y las nuevas exigencias de la política borbóni- (Bogotá, 1987), 27-61; I D , «La criollización de la Orden franciscana en el Nuevo
ca, las condiciones también renovadas de la vida económica, las influencias Reino de Granada», en Actas del II Congreso Internacional sobre los franciscanos en el
Nuevo Mundo (Madrid, 1988), 685-727; F. MORALES, Ethnic and Social Background of
e ideas exteriores, crearon, como es bien sabido, un contexto en el que todos the Franciscan Friars in seventeenth Century México (Washington, 1973); I D , «Sociode-
los elementos contribuyeron a reforzar y renovar tanto los motivos de des- mografía de la Orden franciscana en América», en Actas del I Congreso Internacional
contento de los criollos como las manifestaciones de su toma de conciencia sobre los franciscanos en el Nuevo Mundo (Madrid, 1987), 473-510; lD„ «Criollización
cada vez más atrevida y cuestionadora en todos los sectores de la sociedad. de la Orden franciscana en Nueva España. Siglo xvi», en Actas del II Congreso Interna-
cional (véase L. C. Mantilla), 661-684; A. TIBESAR, «The Alternativa: A Study in Spa-
Intimamente vinculados con su siglo, implicados en el gran movimiento nish-Creole Relations in seventeenth-Century Perú»: The Americas 11 (Washington,
de renovación intelectual de signo muy variado que conocieron estos dece- 1955), 229-284.
nios, los miembros del clero secular estuvieron prácticamente presentes en
todos los grandes debates y en todas las conmociones que agitaron el impe- Otras facetas del criollismo
rio a partir de la mitad de siglo. El criollismo siguió teniendo abogados L. ARROYO, Comisarios generales del Perú (Madrid, 1950); M. MERINO, «El alista-
brillantes entre las Ordenes. Basta con pensar en los jesuítas expulsados, el miento misionero en el siglo XVII o avisos para los comisarios reclutadores»: Missiona-
lia Hispánica 2 (Madrid, 1945), 291-364; A. SAINT LU, Condition coloniale et conscience
mexicano Clavigero, el peruano Viscardo y Guzmán, el cuyano Godoy, o en creóle au Guatemala (París, 1970).
la interesantísima figura del dominico mexicano Servando de Teresa y Mier.
Sin embargo, las Ordenes habían dejado ya de ser el lugar privilegiado de la Criollismo eclesiástico e ideología
contienda, y el criollismo, tanto el laico como el eclesiástico, se fundió en el D. A. BRADING, Los orígenes del nacionalismo mexicano (México, 1973); J. LAFAYE,
gran movimiento de reconsideración de la relación con España que desem- Quetzalcóatl y Guadalupe: la formación de la conciencia nacional en México (Madrid,
bocó más tarde en el proceso independentista, en el que el clero secular 1977); B. LAVALLÉ, «El espacio en la reivindicación criolla del Perú colonial»: Cuader-
nos Hispanoamericanos, nro. 399 (Madrid, sept. 1983), 20-39; I D , «Planteamientos
desempeñó, en algunos países como México, un papel decisivo. lascasianos y reivindicación criolla en el siglo xvm (el borrador de Fr. Raimundo
Hurtado)»: Histórica 4 (Lima, 1980), 197-220; I D , Recherches sur l'apparition de la
conscience creóle dan la vice-royauté du Pérou (Lille, 1982); J. PÉREZ, Los movimientos
precursores de la emancipación en Hispanoamérica (Madrid, 1977).
NOTA BIBLIOGRÁFICA
LA INQUISICIÓN
Por ELISA LUQUE ALCAIDE
las primeras diócesis americanas. Surgen así los dos primeros tipos de Inqui- en el área antillana, avanzada de la colonización, se había iniciado una nueva
sición americana: la episcopal y la monástica, que funcionaron hasta la fase institucional. A principios de 1519 la Corona y el inquisidor general de
implantación del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en 1569, que España, cardenal Adriano de Utrecht, nombraron dos inquisidores «apostó-
sería la tercera modalidad. A estos tres tipos se añade un cuarto de cuño licos», es decir, vinculados de algún modo con la jurisdicción pontificia que
típicamente americano: el Provisorato del Tribunal del Santo Oficio para los respaldaba al Tribunal de la Inquisición peninsular y, por tanto, exentos de
indios. la episcopal. Son Alonso Manso, obispo de San Juan (Puerto Rico) y fray
Las cuatro instituciones se proponían velar por la conservación de la Pedro de Córdoba, provincial de la Orden de Santo Domingo, quienes
doctrina cristiana en las nuevas cristiandades americanas. Para ello debían reciben poderes inquisitoriales sobre todo el territorio de las Indias conoci-
cortar cualquier brote de doctrina heterodoxa y también asegurar una bue- do en el momento: las Antillas, Castilla del Oro (Panamá) y las costas de
na práctica moral de los «cristianos viejos». Es un panorama en cierto modo Venezuela.
diverso del peninsular. También en este campo las características propias de La temprana muerte de fray Pedro de Córdoba, el 4 de mayo de 1521,
la empresa americana impregnan de un estilo peculiar las instituciones que hizo que la responsabilidad inquisitorial cayese sobre Manso. Este obispo
surgen en el Nuevo Mundo. ejerció como inquisidor en la zona antillana hasta su muerte, el 21 de
septiembre de 1539. Entre los procesos que abrió figuran el de Blas de
Villasante, acusado de judaizante, y el del llamado maestre Juan, flamenco y
II. LA INQUISICIÓN EPISCOPAL Y MONÁSTICA luterano, que sería el primero hecho en tierras americanas a un protestante,
aunque al no haberse encontrado aún las actas no se conoce el «iter» del
La jurisdicción ordinaria de los obispos incluía la función de ser guar- juicio. Alvaro Huerga destaca la actuación benigna de Manso para con el
dianes o custodios de la fe. En tierras americanas antes de la erección de que se desviaba de la doctrina de la fe, pero enzarzada en temas menores de
diócesis episcopales llegaron los religiosos misioneros. Por la bula Exponi competencias jurisdiccionales.
nobis, de 1522, conocida en el mundo hispano como la Omnímoda, Adria- En 1532 fray Juan de Zumárraga se hizo cargo del obispado de México
no VI autorizó a los prelados de las Ordenes religiosas asentadas en tierras y a la vez recibió el título de inquisidor apostólico. Entre sus actuaciones
americanas para realizar las funciones episcopales, excepto la ordenación inquisitoriales se cuenta el conocido proceso por idolatría al cacique don
sacerdotal. Entre estas funciones se encontraba la de vigilar por la doctrina Carlos de Texcoco, quien fue relajado al brazo secular y acabó en la hoguera
de la fe o cometido inquisitorial. en 1539. La severidad de la condena mereció la reprobación de la Corona al
Se conservan datos que manifiestan que los prelados de las Ordenes obispo mexicano e influyó después en la determinación del gobierno penin-
religiosas actuaron como inquisidores en los años anteriores a la erección de sular de excluir del Tribunal de la Inquisición a los indios recién converti-
los obispados; también se conocen casos del ejercicio inquisitorial por los dos, exclusión que quedará reflejada en la Recopilación de leyes de los Reynos
religiosos en tierras distantes de las sedes episcopales ya erigidas. de Indias de 1681 (libro 6, tít. 1, ley 35).
En concreto, en México los religiosos ejercieron los primeros años esta En 1543, el nuevo inquisidor general de España, Juan Tavera, nombra
función, que se sumó a la que el poder civil había hecho y hacía en el campo dos inquisidores apostólicos para las Indias: Alonso López de Cerrato, para las
de la protección de la fe y las costumbres. En 1520, Hernán Cortés había Antillas y costas de Venezuela, y Francisco Tello de Sandoval, para México,
iniciado una campaña contra los blasfemos con una severa ordenanza en la donde sucederá en esta función a Zumárraga (Perú, empeñada en ese mo-
que advertía que se aplicarían los castigos que la legislación española prescri- mento en las luchas entre los conquistadores, no se vio desde la Corte en
bía, y los culpables serían multados con quince castellanos de oro. La multa condiciones para recibir un inquisidor).
se repartiría a partes iguales entre la Cofradía de Nuestra Señora, el tesoro Los nuevos inquisidores apostólicos reciben unas instrucciones muy limi-
real y el juez encargado del juicio. tadas para el ejercicio de sus funciones; sus competencias se ceñían práctica-
Dos edictos de 1523 contra los herejes, dirigidos a los judíos y contra la mente a lo administrativo -revisar las cuentas de lo realizado hasta la fecha-
gente que de dicho o hecho hiciese cosas «que parezcan pecado», parecen y rectificar los casos en que las sentencias anteriores habían sido excesivas,
redactados por la Iglesia y el Estado conjuntamente para frenar en el segun- como es el caso de la devolución de los bienes confiscados a Francisco
do caso las blasfemias. Sánchez, dictaminada por Manso. De hecho, la labor de vigilancia sobre la
Se tienen noticias del primer juicio inquisitorial llevado a cabo por los doctrina y la moral corrió a cargo de los obispos de las diócesis. Así la ejercen
religiosos a un indio, Marcos de Acolhuacán, acusado de concubinato en fray Juan de Zumárraga y fray Alonso de Montúfar en la archidiócesis
1522, aunque hasta ahora no se ha podido localizar el proceso; también se mexicana; fray Juan de Quevedo en el Darién; fray Vicente de Valverde
conservan referencias sobre procesos realizados por el franciscano Martín como primer obispo del Perú, y fray Domingo de Santo Tomás en la diócesis
de Valencia a indios idólatras en 1526 y contra un español en 1527. de Charcas (Bolivia).
Mientras la Inquisición en Nueva España corría por estos derroteros, Se caracteriza, pues, esta primera etapa de la Inquisición en Indias
Historia dg la Ifflesia 11
304 P.II. La Iglesia diocesana C.16. La Inquisición 305
(1519-1570), denominada por algunos preinquisitorial, por la discontinui- III. EL TRIBUNAL DEL SANTO OFICIO
dad institucional en el ejercicio de la función inquisidora; se alternan e
incluso actúan simultáneamente la inquisición monástica, la episcopal y, en A) Trasplante a América
algunos períodos, los inquisidores apostólicos.
La alarma despertada por el peligro de la difusión en el Nuevo Mundo
Los procesos localizados contemplan los siguientes delitos:
de la herejía protestante y la necesidad de sanear la moralidad pública en
a) El mayor número corresponde a infracciones de la moralidad pú-
aquellos reinos fueron determinantes en la decisión de la Corona de solicitar
blica: son los celebrados a blasfemos y a bigamos y a los hallados en concubi-
la erección en Indias del Tribunal del Santo Oficio con características simila-
nato. Entrarían en la actividad inquisitorial encaminada a la protección de la
res al existente en la península.
cristiandad naciente en las Indias.
Para Bartolomé Escandell prevalece el primer motivo -la defensa frente
b) Se señalan también un cierto número de procesos a indios conver-
al peligro de contagio exterior de la herejía- en la implantación del Tribunal
tidos al cristianismo que recaen en los cultos y prácticas idolátricas; el más
inquisitorial americano. Lo deduce de la misma real cédula de erección
conocido es el realizado por Zumárraga al cacique de Texcoco, que acabaría
otorgada por Felipe II el 25 de enero de 1569: «y porque los que están fuera
en el auto de fe de 1539. En 1562, fray Diego de Landa, provincial francisca-
de la obediencia y devoción de la Santa Iglesia Católica romana, obstinados
no de Yucatán, procesa por idolatría a varios indios caciques, actuación que
en sus errores y herejías, siempre procuran pervertir y apartar de nuestra
dio lugar a un debate eclesiástico sobre si aún estaban en vigor las facultades
sancta fe cathólica a los fieles y devotos cristianos... el verdadero remedio
otorgadas por la Omnímoda a los superiores religiosos en materia inquisito-
consiste en desviar y excluir del todo la comunicación con los herejes y
rial. El debate acabó con un dictamen a favor del derecho del prelado
sospechosos, castigando y extirpando sus errores, por evitar y estorbar que
franciscano a celebrar estos procesos. Son los primeros contactos con la
pase tan gran ofensa de la santa fe y religión católica a aquellas partes y que
llamada religión yuxtapuesta que será objeto de los afanes misionales duran-
los naturales dellas sean pervertidos con nuevas, falsas y reprobadas doctri-
te toda la época colonial.
nas...» (Recopilación, libro 1, tít. 19, ley 1).
c) Por último, se tienen datos de pi ocesos celebrados por herejía: los
La decisión estuvo precedida por el estudio de la situación de las Indias
que se hacen a criptojudíos, más numerosos en las primeras décadas, y los
encomendado por el rey a una comisión de Estado, la llamada/unto Magna,
formalizados a los luteranos, que se intensifican en el último decenio ante-
presidida por el cardenal Espinosa, en la que'intervinieron miembros del
rior al establecimiento del Tribunal de la Inquisición en las Indias. Entre los
Consejo de Indias, del Consejo de Estado, del de Ordenes, de la Cámara de
primeros destaca el auto de fe celebrado en México en 1528, sobre el que
Castilla, de Hacienda, el entonces Visitador del Consejo de Indias, Juan de
tenemos noticia de que murieron en la hoguera dos judaizantes: Hernando
Ovando, varios miembros de Ordenes religiosas y el recién nombrado virrey
Alonso y Gonzalo de Morales. Los celebrados por adherirse a doctrinas
del Perú, Francisco de Toledo. La Junta celebró sus sesiones entre agosto y
protestantes se dirigen generalmente a extranjeros: es el caso del proceso
diciembre de 1568 y sus deliberaciones son complementarias de la acción
hecho por Manso al maestre Juan, flamenco. Carlos V, por una real cédula
reformadora del Consejo de Indias llevada a cabo por el Visitador Juan de
del 15 de julio de 1559, advertía a los obispos de Indias del peligro protes-
Ovando.
tante en el Nuevo Mundo. A partir de esta fecha se intensifica la investiga-
ción y esto dio lugar a varios procesos, como el celebrado en 1560 por el Se trataba de proteger el Nuevo Mundo de la difusión de doctrinas
obispo de México, Montúfar, al inglés Robert Thompson; el llevado a cabo heréticas. Se tenían noticias del establecimiento de hugonotes en la Florida
el mismo año por el obispo de Yucatán, Francisco Navarro, a un inglés y a y se pretendía cortar toda contaminación evitando la entrada de personas
diez franceses, y el que se celebra en 1569 en Guadalajara (México) a un pasadas a la herejía, y también de libros que la contuvieran. Esto explicará el
holandés «por cosas de Lutero contra el poder del Papa». asentamiento burocrático del Tribunal, que se caracteriza por una cuidada
cobertura del litoral.
Como conclusión, y en palabras de Alvaro Huerga, «el balance de
La implantación del Tribunal de la Inquisición en América se realizó el
procesos y castigos de la pre-inquisición hispanoamericana no arroja núme-
29 de enero de 1570, en Lima, por el Inquisidor Servan de Cerezuela, y el
ros sensacionales. En el arco cronológico de 1512 a 1568, el Santo Oficio,
4 de noviembre de 1571, en México, por Pedro Moya de Contreras, que
superada la crisis, tocó el vértice de su plenitud dinámica en la metrópoli; en
sería el tercer arzobispo mexicano. Ante la dificultad de atender el enorme
cambio, mantuvo volitivamente una marcha lenta en Indias» (La pre-inquisi-
distrito que abarcaban, una real cédula del 8 de mayo de 1610 erige un
ción, 699).
tercer tribunal con sede en Cartagena de Indias, que cubriría las Antillas,
Venezuela y Colombia; éste inicia sus tareas el 30 de noviembre del mismo
año con Juan de Mañozca y Pedro Mateo de Salcedo como inquisidores.
Los tres tribunales perdurarían hasta la independencia.
C. 16. La Inquisición 307
306 P.II. La Iglesia diocesana
B) Organización y funcionamiento y en el derecho se ocupaba de juzgar los casos relacionados con la doctrina
de la fe. Este cuerpo estuvo integrado por los Inquisidores, el Fiscal, los
1) Características generales. El aparato inquisitorial en Indias se adapta Secretarios (cargos remunerados), los Consultores, los Calificadores, los
a la estructura de la administración civil y eclesiástica. Se erigen dos tribuna- Comisarios, los Familiares y las denominadas Personas honestas (cargos no
les, que abarcarían los territorios de los dos virreinatos existentes en el remunerados).
Nuevo Mundo -Nueva España y P e r ú - y que tendrían su sede en las capita- Los Inquisidores eran los responsables directos de la labor del Tribunal.
les respectivas, México y Lima. Al iniciarse la Inquisición medieval predominaron los inquisidores teó-
Aparece ya aquí una primera característica de la Inquisición americana: logos de las Ordenes mendicantes. Con el paso del tiempo se acentuó la
la amplitud territorial, que contrasta con la peninsular (dos millones de necesidad de buenos juristas; siendo el Santo Oficio un Tribunal, necesitaba
kilómetros cuadrados para la mexicana y casi tres millones para la límense, de especialistas en leyes para llevar a cabo su labor; las Instrucciones de 1498,
frente a los noventa mil kilómetros cuadrados de la de Valladolid, que era la elaboradas por Torquemada, establecían que de los dos inquisidores previs-
más extensa en los reinos peninsulares). tos para cada tribunal uno fuese teólogo y otro jurista, o ambos juristas. De
La cobertura de ese inmenso territorio se haría mediante los funciona- hecho, la balanza se inclinó hacia los juristas. Kamen aduce el testimonio de
rios ya existentes en la península: comisarios y familiares. Los primeros se Diego de Simancas, quien afirmaba que «es más útil elegir inquisidores
situarían en las capitales de las Audiencias, en las sedes episcopales y en los juristas que teólogos», y lo confirma exponiendo el caso del tribunal de
puertos de mar; los segundos cubrirían los pueblos de españoles. Se estable- Toledo, que de los 57 inquisidores que tuvo entre 1482 y 1598, todos,
ce así una red que es exigua comparada con la peninsular (250 comisarios y excepto dos, eran licenciados o doctores en leyes. Paulino Castañeda y Pilar
familiares para el distrito limeño, frente a los 1.215 del distrito de Zaragoza; Hernández afirman que la totalidad de los inquisidores limeños del período
12 familiares en Lima, frente a 78 en Córdoba o 57 en Valencia). Es signifi- que estudian (1570-1635) eran juristas.
cativo el hecho de que los comisarios de puertos de mar habían de ser
Las Instrucciones de Torquemada de 1498 preveían dos inquisidores en
«religiosos» y «letrados», esto es, personas con preparación doctrinal para
cada tribunal; si faltaba uno de ellos se nombraba un Asesor o Asociado que
poder realizar la «visita de navios», es decir, el control de la importación de
asistiese en la labor del inquisidor. Tenían bajo su jurisdicción un determina-
libros.
do territorio y el personal adscrito al Tribunal. Les competía promulgar la
El Consejo de la Suprema Inquisición o Consejo de la Suprema, esto es, el inquisición en la zona que les estaba asignada, recoger los testimonios,
órgano inquisitorial superior de los reinos peninsulares, elabora las Instruc- estudiarlos, convocar a los que reconociesen culpables o sospechosos y abrir
ciones del 15 de febrero de 1569 para el ejercicio inquisitorial en Indias, en los procesos según las normas previstas. En las decisiones claves del proceso
las que aparecen las características propias de la institución americana:
los inquisidores debían contar con el voto del obispo del lugar, a quien, por
a) control de la penetración ideológica y de lá infiltración extranjera, su jurisdicción ordinaria, correspondía intervenir en las cuestiones relacio-
reflejado en el asentamiento de los puntos inquisitoriales cubiertos por los
nadas con la doctrina de la fe.
comisarios;
Uno de los dos inquisidores, el decano, presidía la labor del tribunal,
b) exclusión de los indios de la jurisdicción inquisitorial; por ser neó-
pero en la mayoría de las fases de la causa, así como de la información o en
fitos en la fe «se os advierte -señalaban las Instrucciones- que no habéis de
caso de recurso a la Suprema, habían de actuar conjuntamente.
proceder contra los indios... es nuestra voluntad que sólo uséis de ello
Kamen afirma de los inquisidores que, al menos en los siglos XVI y XVII,
contra los cristianos viejos y sus descendientes, y las otras personas contra
fueron «una élite burocrática» que se formaba en las mismas instituciones
quien en estos reinos se suele proceder...»;
que preparaban al personal de los consejos de Estado, los corregimientos y
c) carácter urbano del aparato administrativo, derivado de centrar su
las audiencias, es decir, en las Universidades, y muchos de ellos en los
función de vigilancia sobre los españoles, residentes en los «pueblos de
Colegios Mayores, de tanto peso en la vida intelectual española de la Edad
españoles», ciudades principalmente comerciales y marítimas;
Moderna.
d) mayor autonomía de los tribunales territoriales respecto de la Su-
prema. En la península, si no se da un acuerdo^entre los inquisidores y el El Fiscal era el primero de los oficiales del Tribunal. Promovía la incoa-
ordinario en el dictamen de las causas, han de remitir al citado Consejo el ción y el proseguimiento del proceso hasta su conclusión y elaboraba los
expediente del proceso para que decida. La lejanía territorial hizo que, para informes de la causa, pero no intervenía en las deliberaciones ni tenía voto
evitar el retraso en las causas, se indicase que en Indias sólo se le remitirían en la sentencia. Afirman Castañeda y Hernández que, por disposición de
los juicios con discordia en los votos y que tuviesen un dictamen de «relaja- Felipe II, desde 1595 y 1608 habían de ser juristas y sacerdotes, ya que con
ción al brazo secular». Este veredicto, que implicaba la pena de muerte, frecuencia eran promovidos a inquisidores. Señalan también estos autores
debía ser decidido, en caso dudoso, por el Consejo de la Suprema, máxima que, con el paso del tiempo, gozaron de diversas preeminencias hasta que
garantía procesal. una real cédula de 1660 les otorgó la misma categoría y honores de los
inquisidores y se les denominó Inquisidor-fiscal.
2) Organigrama judicial. Un cuerpo de expertos en la ciencia teológica
308 P.II. La Iglesia diocesana C.16. La Inquisición 309
Los Secretarios o Notarios del Secreto solían ser tres en cada Tribunal. biese para subsistir ningún ingreso regular es el aspecto más sorprendente
Participaban en todas las actuaciones de los inquisidores y del fiscal para de la administración del Santo Oficio. Este mismo autor añade que lo ordi-
levantar acta de los actos oficiales del Tribunal. Les estaba prohibido exami- nario era que los tribunales españoles se encontraran en situación deficita-
nar a los testigos por sí solos sin la presencia de un inquisidor. ria. Castañeda y Hernández sostienen que el Tribunal de Lima, durante el
Los Consultores eran letrados que intervenían en las causas de fe con período que estudian (1570-1635), fue una institución pobre.
derecho a voto, tanto en las distintas etapas del proceso como en la sentencia Las fuentes de ingresos eran las confiscaciones de bienes de los reos, las
definitiva. Se les pedía su parecer en caso de conflicto de competencias penas pecuniarias que se imponían y los censos. Así proyectó el Inquisidor
jurisdiccionales. En 1596 y 1598 se especificó que de los seis que había de general Manrique el inicio preinquisitorial antillano en un decreto de 1524.
contar cada Tribunal al menos dos fuesen teólogos y los demás juristas. Como afirma Huerga, el sistema no dio resultados, y aduce el testimonio del
Los Calificadores eran los expertos teólogos a los que acudía el Tribunal Inquisidor apostólico Manso, que no llegó a cobrar un solo real. Tras esta
para que juzgasen de las proposiciones de los acusados y de las doctrinas experiencia, la Corona, por la real cédula de 1569 de erección del Tribunal
contenidas en libros y documentos sospechosos de herejía. Generalmente de Indias, asumió una parte de los gastos del Santo Oficio en el Nuevo
eran miembros de Ordenes religiosas. Las Ordenanzas de Valdés, de 1561, Mundo. A estos ingresos se sumaron, en ocasiones, donaciones como la del
establecían que fueran teólogos, y en 1607 se recomienda que fuesen «las obispo de Quito, fray Pedro de la Peña, que permitió la compra e instalación
más eminentes personas de edad, virtud y prudencia», como recogen Casta- de las casas para el Tribunal de Lima. A partir de 1629 se añade también el
ñeda y Hernández. Debían tener cuarenta y cinco años cumplidos, aunque fruto de una canonjía de las iglesias americanas con más de cinco prebenda-
en Lima -afirman estos autores- no se tuvo en cuenta este requisito. Fue un dos, concedido por un Breve de 1628, que hizo extensiva a las Indias la
cargo de prestigio, y a los que lo ejercían se les expedía una certificación concesión de las rentas de la primera canonjía y la primera prebenda que
personal que constaba entre los méritos de su titular. En 1607 la Suprema quedaran vacantes en todas las iglesias metropolitanas otorgada a la Inquisi-
ordenó que sólo se extendiese este documento a los que lo hubieran ejercido ción española por Paulo IV en 1559.
al menos durante cuatro años. Los funcionarios inquisitoriales que llevaron la gestión y administración
Los Comisarios eran los representantes del Santo Oficio en las ciudades de los bienes fueron los siguientes.
y villas del distrito inquisitorial. Debían ser clérigos virtuosos. En las Indias, El Receptor, responsable de la administración de los bienes inquisitoria-
por la escasez de clero secular preparado, con frecuencia fueron regulares les. Anotaba en el Libro de receptoría las operaciones económicas del Tribu-
y se establecieron en las ciudades y villas del interior y en los puertos donde nal: los gastos -sueldos de funcionarios, reparaciones de las casas, compra
controlaban las cargas que traían los navios, asegurando especialmente que de edificios, mantenimiento de los presos, consignaciones a la Suprema,
los libros que entraban no contuvieran herejías. etcétera- y los ingresos. Rendía anualmente cuentas de la gestión, las cuales,
Los Familiares, figura conocida, según Kamen, de la Inquisición medie- revisadas por el contador y el fiscal, pasaban a la aprobación de los inquisi-
val que pasó al Tribunal español, eran esencialmente servidores laicos del dores y a la Suprema.
Santo Oficio, dispuestos en todo momento a cumplir con sus deberes al El Contador, al que correspondía revisar las cuentas del receptor y
servicio del Tribunal. A cambio se les permitía llevar armas y disfrutaban de dictaminar sobre ellas.
diversos privilegios comunes a los otros funcionarios, como el quedar suje- El Notario de secuestros, encargado de presenciar el embargo de bienes de
tos al fuero institucional y exentos de la jurisdicción civil. los reos, hacer una relación pormenorizada de los mismos; asistir a la venta
Por considerarlo un alto honor, en las primeras décadas de la historia de los bienes confiscados y dar cuenta de los gastos del mantenimiento de los
de la Inquisición se contó con una alta proporción de nobles entre los presos, que se descontaba de la hacienda del reo, si la tenía, o corría a cargo
familiares. A principios del XVI los familiares constituyeron una hermandad del Tribunal en caso contrario. A la salida del reo de la prisión el notario le
o cofradía bajo la advocación de San Pedro Mártir, inquisidor que sufrió devolvía los bienes secuestrados, menos los gastos de su sustentación.
martirio en 1252. A mitad del siglo XVI se determinó que fueran casados, de Además del Alguacil mayor, que llevaba a cabo la captura de los reos y
más de veinticinco años de edad y de ascendencia cristiana probada. asistía al secuestro de sus bienes, el Tribunal contó con otros varios funcio-
Colaboraron también con el Tribunal las llamadas personas honestas, a las narios: nuncio, portero, alcaide, despensero, médico, cirujano, boticario y barbero
que se recurría, por ejemplo, para presenciar las ratificaciones de los tes- para el servicio de los presos.
tigos.
C) El proceso inquisitorial
3) Organigrama administrativo. Podemos considerar dos grupos de
funcionarios administrativos del Santo Oficio: los que gestionaban la econo- Los procesos inquisitoriales en Indias siguieron en todo la praxis penin-
mía del Tribunal y los que atendían los demás servicios. sular. La única característica americana que se señala es el volumen de
El Tribunal español se sostuvo desde sus principios con los fondos que procesos no concluidos, por la dificultad que las distancias suponían para
le proporcionaron sus propias actividades. Para Kamen, el que nunca reci- recoger las testificaciones y decidir en los asuntos. En las Instrucciones de
310 P.II. La Iglesia diocesana C.16. La Inquisición 311
Valdés de 1561 había quedado fijada para la Inquisición española la estruc- hizo en pocos casos, uno de los cuales fue en el célebre proceso al arzobispo
tura procesal. Como afirma González Novalín, Valdés hizo unas ordenanzas Carranza, quien logró que sus jueces fueran sustituidos.
procesales muy minuciosas impregnadas de originalidad y experiencia. Este 3) La sentencia. Examinada la defensa del acusado, se procedía a la
fue el modelo que se vivió en América y que seguía las siguientes etapas: votación del caso. En ella intervenían, además de los inquisidores, los consul-
tores y el obispo del lugar. El veredicto debía atenerse a lo previsto en las
1) Acusación. Al recaer la sospecha de herejía sobre una persona, los
Instrucciones, las cuales dividían a los reos en tres clases: confitentes, que eran
inquisidores habían de contar con el dictamen de los teólogos calificadores
admitidos a reconciliación y a los que se imponían algunas penas; pertinaces,
sobre los cargos al imputado. Sobre ese dictamen el fiscal, actuando de
que eran relajados al brazo secular, lo que implicaba la pena de muerte, y
oficio, presentaba la denuncia que daba pie a la prisión del reo.
semiplenamente convictos, que debían abjurar o retractarse de vehementi,
Decidida la prisión del imputado por los inquisidores y consultores del cuando eran gravemente sospechosos de herejía, o de levi, cuando sólo lo
tribunal, se procedía a la misma y al secuestro de los bienes que estuvieran eran levemente.
en su poder para costear los gastos del prisionero. El reo tenía la posibilidad de suplicar de la sentencia, lo que implicaba
Ya en la cárcel del Santo Oficio, los inquisidores le examinaban sobre su la revisión por parte del tribunal. También podía apelar a la Suprema. Estas
genealogía, estilo de vida y formación religiosa. Si el reo no confesaba, el últimas apelaciones, aunque limitadas, se dieron en algunos casos.
fiscal procedía a la denuncia formal de la supuesta herejía y le conminaba a Las sentencias se pronunciaban en el denominado Auto de Fe, que,
exponer la verdad de los hechos. según la solemnidad con que se celebrara y el número de reos implicados,
2) Desarrollo del proceso. Según González Novalín, por ser la finalidad era general, particular y singular.
del Tribunal más bien medicinal que vindicativa, su acción se encaminaba a El principal era el primero. En él se leían públicamente las sentencias,
que el reo reconociera y se retractara de su error. Por ello se procedía a un tras lo cual se entregaba al brazo secular a los «relajados», se conducía a la
careo entre el tribunal y el imputado a discreción de los inquisidores, que cárcel a los condenados a prisión, se imponía el sambenito a los sentenciados
gozaban de un fuerte poder decisorio: admitir o rechazar a los testigos, a esta pena o se conminaba a los demás el cumplimiento de la propia.
dictaminar de la suficiencia de las pruebas y de la posible aplicación de la Las sentencias condenatorias, aunque de índole personal para el reo, se
tortura. convertían en lo sucesivo, para él y para sus descendientes, en una infamia
Entre los medios de que disponía el Tribunal para llegar a la confesión que los imposibilitaba para el ejercicio de cuanto exigiese limpieza de
del reo figuraba el de la tortura, recurso que se tiende a considerar como sangre.
específico de la Inquisición sin tener en cuenta que hasta época muy recien-
te ha sido una práctica generalizada de la humanidad, de la que aún hoy D) Delitos, procesos j sanciones
mismo no ha sido totalmente desterrada.
Kamen afirma, citando las Instrucciones de 1561 que venimos conside- 1) Delitos. Los delitos perseguidos por la Inquisición hispanoamerica-
rando, que su aplicación debía estar de acuerdo con «la conciencia y arbitrio na fueron muy numerosos y se pueden clasificar de muy diversas maneras.
de los jueces, regulados según derecho, razón y buena conciencia. Deben los Unos eran de índole doctrinal, como la herejía (protestantes o lutera-
Inquisidores mirar mucho que la sentencia del tormento sea justificada y nos), la reincidencia en el judaismo de los neoconversos (criptojudíos o
precediendo legítimos indicios». El mismo Kamen llega a la conclusión de judaizantes), la práctica del islamismo (moriscos) y la defensa de tesis (propo-
que, teniendo en cuenta la praxis procesal de la época, la Inquisición espa- siciones) contrarias a la doctrina de la Iglesia en materia de dogma o de
ñola siguió una política de benignidad y circunspección que la deja en lugar moral, delito este último que muchos asimilan al de blasfemia.
favorable si se la compara con cualquier otra institución. A este respecto Otros eran contrarios a la moral cristiana, entre los que figuraban la
proporciona algunos datos sobre la misma. Por ejemplo, el de que en Grana- bigamia, el concubinato, la blasfemia y la usura.
da, de 1573 a 1577, se aplicó a un siete por ciento de acusados y en Sevilla, Unos terceros guardaban relación con el orden sacerdotal (delitos del
de 1606 a 1612, a un once por ciento. En Lima, durante el siglo XVIII, sólo clero), como las propuestas deshonestas por parte del sacerdote en el marco
se aplicó en el dos por ciento de los casos. de la confesión (solicitación), la celebración de la misa por personas carentes
El acusado tenía medios para su defensa. Podía manifestar qué personas del sacerdocio, el matrimonio de los eclesiásticos o el abandono no autoriza-
consideraba enemigos suyos que, por serlo, no podrían ser convocados do del estado eclesiástico.
como testigos; podía servirse de un abogado defensor de oficio, que repre- Finalmente, y ya en el capítulo de varios, figuraban delitos como el de
senta una innovación de la Inquisición española respecto de la medieval; a la las manifestaciones de un exaltado y sospechoso misticismo (alumbrados), la
vista de las actas de la acusación que se le entregaban, el reo preparaba su magia, la superstición, los sortilegios, la brujería, la astrología, el pacto con
defensa asesorado por su abogado; podía llamar a testigos que probasen su el demonio, la actuación contra el propio Santo Oficio (difamación de la
inocencia; también tenía la posibilidad de recusar a los jueces, aunque se institución, compra o coacción de los testigos, declaraciones falsas, incum-
312 P.ll. La Iglesia diocesana C.16. La Inquisición 313
plimiento de las sentencias) y, desde la segunda parte del siglo XVIII, la Delitos México Cartagena Lima Total
masonería.
Además de sancionar los delitos, la Inquisición ejerció también el con- Protestantes 97 70 62 229
trol sobre la difusión de libros que consideraba inconvenientes desde el Judaizantes 158 59 215 432
punto de vista doctrinal-religioso. Bigamia 198 56 252 506
Proposiciones/blasfemias 233 97 396 726
Respecto de esta variada gama de delitos merece observarse que los Delitos del clero 76 19 98 193
protestantes, judaizantes y moriscos tenían prohibido, en principio, viajar a Brujería, hechicería, etc 74 169 136 379
América. Varios 114 90 200 404
Diego de Encinas (Cedulario, I, 455) recoge sendas reales cédulas de
TOTAL 950 560 1.359 2.869
1501 y 1552 en las que se ordenaba que no se permitiese el paso a Indias de
«moros, judíos, ni herejes, ni reconciliados, ni personas nuevamente conver-
tidas a nuestra fe». Otra real cédula de 1559 (Ibt'd., 454-5) advertía a los Los datos referentes al siglo XVIII, suministrados por L. A. Tambs en el
obispos americanos del peligro de que se estableciesen en el Nuevo Mundo caso de México, J. L. Molina Moreno en el de Cartagena y P. Pérez Cantó en
«algunos luteranos, moros o judíos y que tengan algunas herejías», a los que el de Lima, son menos completos. He aquí algunos, con la advertencia de
las autoridades civiles debían remitir a la península para que fueran juzgados que los referentes a Cartagena solamente cubren el período de 1701 a 1793:
por la Inquisición. Por su parte, la Recopilación de leyes de los Reinos de las
Indias, que recoge una real cédula de 1543, ordenó en 1681 a las autorida-
des civiles americanas que averiguasen qué «nuevamente convertidos de Delitos México Cartagena Lima
moros e hijos de judíos residen en las Indias y echen de ellas a los que
hallaren enviándolos a estos reinos en los primeros navios que vengan» (libro Protestantes 23 36
Judaizantes — -17
7, título 5, ley 29). Bigamia 228 (hasta 1789) 77
La presencia de los judaizantes y moriscos se intensificó en América a Proposiciones/blasfemias . . 5 9 -
partir de 1580, tras la unión de las Coronas castellana y portuguesa. Esta Delitos del clero - 20
misma presencia recibió un nuevo impulso a raíz de que la Corona suprimie- Brujería, hechicería, etc. ... - 90
Varios 77 26
se en 1601 la prohibición de su paso a Indias y de que el papa Clemente VIII
facultase en 1606 al Santo Oficio para indultar a los judaizantes (en su TOTAL 367 184 266
mayoría portugueses) residentes en el Nuevo Mundo. Su elevado número
dio lugar al sobresalto originado en 1636 por la denominada Gran Complici- Obsérvese que el Tribunal de Lima fue mucho más activo que el de
dad, que se sustanció con el auto de fe celebrado en Lima en 1639, en el que México y éste más que el de Cartagena, fundado bastante más tarde que el
se juzgó a 69 conversos portugueses, de los que 11 fueron relajados o mexicano y el límense, aunque esta inferior actividad suya subsiste en el si-
entregados al brazo secular para que juzgase de su posible condena a glo XVIII.
muerte. Merece observarse también que en los procesos de los siglos XVI y XVII el
Por lo que se refiere a los protestantes o luteranos, la Corona, tras un delito más frecuente fue el de las proposiciones y blasfemias, tan abundantes
pacto suscrito con Inglaterra y Holanda, comunicó en 1605 al Tribunal de en el castellano, seguido del de bigamia, que se veía favorecido por las
la Inquisición de México que en las capitulaciones firmadas con Inglaterra y circunstancias sociológicas del mundo hispanoamericano. Entre los delitos
Escocia se había estipulado que los subditos ingleses «no fuesen molestados de índole doctrinal, llama la atención el elevado número de los judaizantes
por motivos religiosos en los dominios del rey de España; éste proveerá para procesados, cifra que, por otra parte, es lógico que doble prácticamente a la
que puedan ir, comerciar y volver sin tacha y sin miedo». de protestantes.
2) Procesos. Para los siglos XVI y XVII se dispone ya de datos concretos, Los procesos sustanciados, lo mismo que el número de delitos juzgados,
aunque no todos coincidentes entre sí, sobre los procesos sustanciados por atravesaron distintas etapas según los tiempos y los tribunales. En conjunto,
la Inquisición hispanoamericana, gracias a los estudios de A. Huerga, J. el siglo XVI, especialmente sensibilizado por el espíritu de contrarreforma
Contreras y S. Alberro sobre el Tribunal de México, de M. Tejado Fernán- suscitado por el Concilio de Trento (1545-1563), fue más activo que el XVII y
dez y T. Escribano Vidal sobre el de Cartagena y de B. Escandell y P. Pérez éste más que el XVIII.
Cantó sobre el de Lima. Por lo que se refiere a los procesados, las primeras víctimas de la Inquisi-
Combinadas las cifras suministradas por estos autores, la Inquisición ción fueron numéricamente los españoles y los criollos. He aquí dos cuadros
hispanoamericana sustanció los siguientes procesos durante los siglos XVI referentes al Tribunal de Lima durante la etapa 1570-1599 y al de Cartage-
y XVII: na durante la de 1610-1700:
P.II. La Iglesia diocesana C.16. La Inquisición 315
314
Etnia Lima Cartagena Total De entre las diversas sanciones merece un comentario especial la relaja-
ción, por llevar aparejada consigo la pena de muerte.
Españoles y criollos 391 288 679 Respecto de ella, Alvaro Huerga calcula su número en toda Hispano-
Extranjeros 86 110 196 américa en 25 ó 30 penitenciados.
Negros y mezclas raciales 21 131 152 La cifra parece algo corta, aunque probablemente tampoco pueda llegar
Entre los extranjeros predominaron los portugueses, así como los deli- a doblarse. Su reducida proporción justifica el juicio que Salvador de Mada-
tos de índole doctrinal. Los negros y las mezclas raciales (mestizos, mulatos, riaga emite acerca de este castigo, que tanto ha contribuido a criticar a la
zambos) aparecen especialmente involucrados en supersticiones, brujerías y Inquisición: «¿Qué historiador con sentido común perderá el sentido de la
hechicerías. Entre los españoles y criollos descuellan los delitos de proposi- proporción hasta negarse a reconocer que en último término resulta la
ciones/blasfemias y bigamia. Dentro de este último sector, los delitos del Inquisición de las Indias una de las aberraciones humanas que menos muer-
clero abundaron más entre los criollos que entre los peninsulares. Las tes lleva a su cargo en la historia de los hombres? Sólo en Inglaterra, bajo la
mujeres representan un porcentaje reducidísimo respecto de los hombres y dinastía de los Tudor, las víctimas de la persecución religiosa, ya de católicos,
aparecen implicadas, sobre todo, en casos de brujería, hechicería y sorti- ya de reformados, exceden de quinientas» (El auge del imperio español en
legios. América, Buenos Aires, 207-208).
3) Sanciones. Las penas impuestas a los reos eran muy variadas y depen-
dían de la gravedad del delito. IV. EL PROVISORATO PARA INDIOS
Entre ellas cabe enumerar la relajación o entrega al brazo secular, que
solía llevar consigo la pena de muerte, normalmente en la hoguera; la cárcel, Tras los procesos a indios en la primera etapa inquisitorial, algunos de
con posibilidad de redención; la confiscación de los bienes o las multas; la los cuales se sustanciaron con la aplicación de la pena capital -es el caso del
deportación o destierro á otro lugar; el servicio de galeras o condena «al proceso seguido por Zumárraga contra el cacique de Tezcoco-, la Corona
remo»; la imposición del sambenito o escapulario de color amarillo con una ordena que se trate con benignidad a los indígenas recién convertidos;
cruz roja en el pecho y en la espalda; la vergüenza pública o recorrido por Felipe II por real cédula del 22 de noviembre de 1540 prohibía que se
las calles, entre azotes, a lomo de un asno, el torso cubierto por una camisa, impusiese la pena de muerte a los indios, ya que eran «plantas verdes en
con dogal al cuello y con mordaza; cierto número de ayunos; asistencia a la fe».
determinados actos religiosos (misas, sermones, etc.), o la reclusión en un En esta misma línea, al erigirse el Tribunal del Santo Oficio por la real
convento en el caso de clérigos. cédula de 1569, ya citada, se excluyó a los indígenas de su jurisdicción.
Pilar Pérez Cantó cifra las sentencias del Tribunal de Lima durante los Influyó también en esta medida la petición de diversas autoridades indianas.
años 1600 a 1700 en 28 relajaciones, 359 abjuraciones, 124 reconciliacio- El mismo Zumárraga solicitó insistentemente a la Corona en 1537 que
nes, 34 absoluciones y 54 causas suspendidas. Puesto que esta misma autora pusiera a los indios bajo la supervisión menos severa de los obispos.
asigna a dicho tribunal durante la etapa indicada la celebración de 650 Después de 1571 el control real sobre la ortodoxia de los indios volvió a
procesos, las 511 condenas representan el 85 por 100 de las sentencias, las oficinas del obispado o del arzobispado y fue confiado al provisor o vicario
mientras que las absoluciones y los sobreseimientos representan el 13,35 general de la diócesis. Para desempeñar esta función el provisor se fue
por 100. El elevado número de las relajaciones obedece a las 11 decretadas rodeando de algunos ayudantes de oficio, que formaron un organismo
en la Gran Complicidad de 1639. diocesano, y que tuvieron legados y comisarios en las provincias. Este orga-
Más concretamente, refiriéndose a este mismo Tribunal limeño, Paulino nismo recibió numerosas denominaciones: Provisorato de Naturales, Vicariato
Castañeda y Pilar Hernández ofrecen el siguiente cuadro de penitenciados de Indios, Juzgado de Naturales, Tribunal de la Fe de los Indios, Inquisición
durante la etapa 1570-1635: ordinaria, y funcionó hasta finalizar la colonia.
Delitos 1570-1602 Porcentaje 1603-1635 Porcentaje Se investigó sobre los delitos contra la fe de los indios hasta la segunda
decena del siglo XIX. Además de los casos instruidos por concubinato y por
Bigamia 49 8,64 54 24,41 no respetar los grados de consanguinidad en el sacramento del matrimonio,
Hechicería 42 7,40 21 9,41 el mayor interés y número de investigaciones fueron sobre idolatría, supers-
Delitos del clero .... 61 10,75 14 6,27 ticiones y hechicerías reiteradas.
Proposiciones 134 23,63 43 19,28 Entre 1620 y 1700 se centró la atención sobre la evaluación de la
Blasfemias 97 17,10 29 13,00
Luteranismo 7,23 1,79 actividad misional contra las continuas prácticas paganas y el sincretismo
41 4
Judaismo 31 5,46 53 23,76 religioso o religión yuxtapuesta. Se encargaron informes a religiosos de
Varios 112 19,75 5 2,24 diversas Ordenes, que reflejan bien -según expresa Greenleaf- el temor de
TOTAL 567 223
los inquisidores y de los ordinarios en cuanto a la extensión del paganismo.
316 P.II. La Iglesia diocesana
Nueva España (México, 1946); A. JUNCO, Inquisición sobre la Inquisición (México, Otras obras citadas e n el texto
1951); Libro primero de votos de la Inquisición de México, 1573-1600 (México, 1949); B. BENNASSAR, Inquisición española. Poder político y control social (Barcelona, 1981);
S. B. LIEBMAN, Los judíos en México y América Central (fe, llamas e Inquisición) (Barcelo- J. CONTRERAS, «Las causas de la fe en la Inquisición española (1540-1700). Análisis de
na, 1971); Y. MARIEL DE IBÁÑEZ, La Inquisición en México en el siglo XVI (México, 1946); una estadística», en Simposio interdisciplinario de la Inquisición medieval y moderna
F. DE LA MAZA, El palacio de la Inquisición (México, 1951); J. T. MEDINA, Historia del (Copenhague, 1978); D. DE ENCINAS, Cedulario indiano / 1 5 9 6 / 1 (Madrid, 1945);]. L.
Santo Oficio de la Inquisición de México (Santiago de Chile, 1905); V. MOLINA PIÑEIRO, GONZÁLEZ NOVALÍN, «La Inquisición española», en R. GARCÍA-VILLOSLADA, Historia de la
Nuevos documentos sobre la Inquisición (México, 1982); M. L. PÉREZ-MARCHAND, DOS Iglesia en España 111/ü (Madrid, 1980), 1U7-269; H. KAMEN, La Inquisición española
etapas ideológicas del siglo xvni en México a través de los papeles de la Inquisición (México, (Madrid, 1983).
1945); J. SÁNCHEZ ARCILLA, «El restablecimiento del Tribunal de la Inquisición en la
Nueva España (1814-1820)», en ESCUDERO, Perfiles, 891-915; L. A. TAMBS, «The
Inquisition in Eighteenth Century México»: The Americas 22 (Washington, 1965),
167-181; R. VILLASEÑOR BORDES, La Inquisición en Nueva Galicia (Siglo xvi) (Guadala-
jara, Méx., 1959).
Urbina (1690), en Colombia; a don Santiago Hernández (1802), en Vene- Sandoval, en Cartagena, y el padre Villarroel, de paso por la Española, sólo
zuela; a don Hernando Arias (1628) y a don Francisco Godoy (1652), en por citar algunos casos.
Perú, y a d o n Julián de Cortázar (1618), en Argentina, quienes dedicaron su 1) El proyecto de la «Misión de Guinea». A fin de dar una forma estable
actividad apostólica al servicio de los negros, llamando la atención sobre la al trabajo que venían realizando las residencias de los jesuitas, el padre
situación en que se encontraban y poniendo los remedios oportunos. Martín de Funes, procurador de la viceprovincia del Nuevo Reino de Grana-
Uno de éstos fue la creación de parroquias y pueblos exclusivos de los da, propuso en el año 1608, en un memorial entregado al padre Aquaviva,
negros. Se crearon así algunas parroquias en Perú, Colombia, Santo Domin- general de la Compañía, un proyecto denominado «Misión de Guinea», que
go y Cuba, y se elevaron a ese rango las capillas de los ingenios y de las contemplaba los siguientes puntos: 1) creación de doctrinas para los negros,
haciendas para poder atender espiritualmente a negros libres y esclavos. Los tal y como lo habían sugerido algunas cédulas reales, pero atendidas por
pueblos, en ocasiones, se fundaron para acoger a los negros cimarrones que, miembros de la Compañía de Jesús; 2) nombramiento de un padre superior
tras pactos con las autoridades reales, iniciaron su vida de hombres libres para toda la América, que tendría autoridad sobre todos los superiores de las
bajo los auspicios de la Iglesia. Al frente de las parroquias se colocó a un residencias y rectores de los colegios en lo referente a la evangelización de
cura sustentado con el aporte de los amos de esclavos y con los aranceles y los negros; 3) asignación en cada residencia de la Compañía de un sacerdote
diezmos de los negros libres. Estas parroquias de negros fueron también y un hermano coadjutor para que recorrieran los campos adoctrinando a los
atendidas por los prelados en las visitas pastorales. En cuanto a la labor negros, y de un sacerdote en la ciudad con la misma función para ir creando
pastoral con los negros, el bajo clero adoptó una actitud ambigua, sin la parroquia para los negros.
descuidar por completo a la población de color, especialmente cuando El proyecto, que debía ser sometido a la aprobación del papa y del rey,
reportaba claras ventajas económicas. fue bien acogido por el padre Aquaviva, menos en lo del superior continen-
Las Ordenes religiosas, a excepción de los jesuitas, no sobresalieron por tal para la misión de los negros. Se pidió a la Corte que instara a los prelados
su dedicación a los negros. Hubo, sin embargo, casos dignos de mención, para ponerlo en marcha, cosa que hicieron muchos obispos.
como el de fray Mariano Freiré, dominico, abnegado apóstol de los negros 2) Los colegios de San Pablo de Lima y de Cartagena de Indias. Como
del valle del Chota, en Ecuador; el de los agustinos del distrito de Triana, en modelos de este proyecto se distinguieron los colegios de la Compañía en
Lima; el del padre Caicedo y Velasco, otro agustino bogotano entregado por Lima y Cartagena de Indias. En Lima, entre otros jesuitas dedicados a este
completo a los negros de Barinas, y el de los capuchinos Salvador de Cádiz ministerio, encontramos a los padres López, Pinas, Portillo y González, y en
y Tomás de Pons, en Venezuela. Cartagena, a los padres Sandoval, Claver, Mayoral, Agustín, Fariña, Felices,
Vergara y los hermanos González y Bomparte, y ya en el siglo XVIII, al padre
B) Los jesuitas Rodrigo de Celada. Su primer paso fue la utilización de la lengua «angola»
como medio de comunicación. Muchos jesuitas llegaron a dominarla, y en
El apostolado de las Ordenes religiosas establecidas en un principio se
ella se compusieron y editaron en Lima manuales de catequesis, libros de
dirigió preferentemente hacia los indígenas. Los negros no constituyeron su
oraciones y hasta una gramática, de la que se tiraron 1.440 ejemplares en
objetivo primordial. Fue necesario que aumentara su número, a partir de la
1636. Para el acceso a otros grupos lingüísticos se oficializó el uso de
segunda mitad del siglo XVI, para que llamase la atención de la Iglesia. En
intérpretes, destinados exclusivamente a este servicio, de los cuales el cole-
este momento hicieron su aparición los jesuitas. El impacto que causó en
gio de Cartagena llegó a tener 21, con dominio, alguno de ellos, de once
ellos la presencia de tantos negros y sus miserables condiciones de vida y
lenguas y dialectos africanos. Se aplicó para la catequesis la pedagogía más
abandono espiritual hizo que decidieran entregarse a ellos con especial
avanzada y hasta se crearon grupos de músicos negros para la liturgia. En
dedicación.
ambos centros se establecieron congregaciones piadosas, tanto para hom-
Salieron los jesuitas al encuentro de los negros allí donde se encontra- bres como para mujeres, en las que se inculcaba la devoción al Santísimo
ban: los navios recién llegados, los depósitos de los negreros, las plazas Sacramento y a la Virgen María. Esta pastoral incluyó también la visita
públicas, los obrajes e incluso las mismas casas donde servían. Después los regular a las cárceles, hospitales, leproserías y calabozos de la Inquisición.
atrajeron hacia sus iglesias, dirigiendo sus esfuerzos hacia tres aspectos Para la asistencia material, medicinas y ropas, contaban principalmente con
importantes: la administración del bautismo a los recién llegados que no lo la ayuda económica proveniente de los presupuestos del colegio y de los
hubieran recibido, la catequesis como preparación a la recepción de los bienhechores de la Compañía. En todas las actividades colaboraron con los
sacramentos y el afianzamiento de la vida cristiana mediante la pertenencia jesuitas auxiliares negros de ambos sexos.
a alguna asociación o congregación piadosa. Esto se hizo en todos los lugares
donde se fundó un colegio o una residencia de la Compañía, e incluso donde 3) El padre Sandoval y su obra «De instauranda aethiopum salute». Nacido
el paso de los jesuitas fue sólo accidental o por un tiempo limitado. El padre en Sevilla y criado en Lima, el padre Alonso de Sandoval llegó a Cartagena
López lo inició en Lima; el padre Rogel, en La Habana; el padre Guillen, en en 1605. Salvo un espacio de dos años, en que fue a Lima, permaneció en
Veracruz; el padre Gabriel de la Vega, en Santiago de Chile; el padre Cartagena hasta su muerte, en 1642.
334 P.II. La Iglesia diocesana C.17. La Iglesia y los negros 335
Más que por su labor misionera se distingue el padre Sandoval por multiplicándose por las principales ciudades hispanoamericanas al abrigo de
haber escrito una obra, única en ese tiempo, sobre los negros africanos las parroquias y de las iglesias de las Ordenes religiosas. Sólo en Lima, en
traídos como esclavos a Hispanoamérica. En ella volcó todas sus vivencias y 1619, existían 19 de estas cofradías. Bajo la advocación de un santo o de un
experiencias, que no fueron pocas, en Lima y Cartagena, y el fruto de sus misterio de la fe, sirvieron también para cohesionar la conciencia colectiva
estudios e investigaciones realizadas a uno y otro lado del Atlántico. La obra de pertenencia al grupo. Pero también, so color de las devociones cristianas,
lleva por título Naturaleza, policía sagrada y profana, costumbres y ritos, discipli- mantuvieron los negros los rasgos culturales de sus religiones ancestrales,
na y catecismo evangélico de todos los etíopes (así llamados entonces los negros). dando origen a cultos y religiones sincréticas todavía hoy existentes.
No obstante esta portada, el autor pensó desde un principio titularla De
instaurando aethiopum salute, inspirándose evidentemente en la obra del B) Un santo negro: San Martín de Porres
padre José de Acosta sobre los indios. Redactada en Lima en los años de
1 6 1 7 a l 6 1 9 , fue editada en Sevilla en 1627, con la aprobación y parabienes Martín de Porres y Velázquez nació en 1579, en Lima, hijo natural de
de los superiores de la Compañía de Jesús. Comprende cuatro libros, que Ana Velázquez, negra libre, y de donjuán de Porres, caballero español de la
son como un compendio de etnología y pastoral del mundo negro entonces Orden de Alcántara. A los quince años ingresó en el convento de los domini-
conocido. cos como donado, sin voz ni voto. A petición de su padre fue admitido como
lego y, por sus conocimientos de barbero, encargado de la enfermería,
No conforme con este estudio, publicó una segunda edición en Madrid
pronunciando sus votos en 1603. Su oficio lo llevó a la entrega total en favor
en 1647. De ésta sólo se conserva el primer tomo, tan ampliado y corregido
de los pobres y necesitados, negros y blancos, añadiendo a su vida el gesto
que más bien constituye una nueva versión de la obra.
franciscano del amor a los animales. Muerto en 1639, fue beatificado por
4) San Pedro Claver. El esclavo de los esclavos. Pedro Claver, discípulo
Gregorio XVI y canonizado por Juan XXIII. Si los santos son el fruto madu-
y compañero del padre Sandoval, nació en Verdú (España) en 1580. Ya
ro de la Iglesia, San Martín es la síntesis y mejor colofón del camino de luces
clérigo, ingresó en el noviciado de la Compañía en Tarragona, llegando a
y sombras de la historia de la Iglesia y los negros en la América hispana.
Cartagena de Indias en 1610. Pasó a Bogotá y Tunja a terminar sus estudios,
y volvió a Cartagena en 1615, donde fue ordenado sacerdote. Allí comenzó
su apostolado con los negros. Al pronunciar sus votos en 1622 firmó: Pedro
Claver, esclavo de los negros para siempre. Y lo cumplió. Cuarenta años de VI. LA OTRA CARA DE LA MONEDA
catequesis y administración de sacramentos, de idas y venidas al puerto, a los
depósitos de esclavos, a la leprosería de San Lázaro y adondequiera lo A) Insuficiente atención espiritual
reclamara un negro enfermo, necesitado o moribundo. Siempre rodeado de Contrastando con la legislación y el trabajo pastoral, hallamos a cada
negros. Aun enfermo se hacía llevar en silla de manos para seguir su ministe- paso las denuncias de las autoridades reales y de los prelados, que nos
rio. Moría en Cartagena el 8 de septiembre de 1654. En 1888 era canoniza- permiten afirmar que a cada intento de adoctrinamiento corresponde un
do por el papa León XIII. anterior estado de abandono espiritual. En el siglo XVI, la Corona manifesta-
ba al arzobispo de Lima su preocupación por lo que consideraba un escan-
daloso descuido de la cristianización de los negros. Parecida denuncia eleva-
V. LOS NEGROS Y LA IGLESIA ba desde Santo Domingo el oidor Echagoian. En el siglo siguiente, los
obispos de la Española, Carvajal y de la Cueva, decían de los negros que
A) Religiosidad y cofradías vivían tan bárbaramente en lo espiritual como en lo temporal. Otras dos
Al ser trasladados a América encontraron los negros en la religión veces intervino el rey en Perú solicitando a los virreyes Chinchón y Monte-
católica un espacio que encajaba con sus más fundamentales valores. No fue rrey informes sobre las frecuentes denuncias de la descristianización de los
difícil que se incorporaran a la Iglesia, y más cuando en este espacio descu- negros. Las descripciones de los padres Funes y Sandoval sobre los negros
brieron porciones de la libertad que les negaba la esclavitud y a través de él de la actual Colombia eran en verdad patéticas: tan ignorantes estaban los
podían conservar su espíritu de comunidad. Las relaciones con la Iglesia que habían sido bautizados como los que estaban sin bautizar. Y así decenas
fueron, por supuesto, más fuertes en las ciudades que en el campo. Pero su de casos, con los que se podría demostrar que en muchas ocasiones las leyes
práctica religiosa se orientó hacia aquellos aspectos, como las devociones, y disposiciones sinodales fueron letra muerta.
procesiones, fiestas, cofradías, etc., que estaban más en consonancia con su
cultura. En estas últimas fue donde el negro se sintió más a sus anchas. B) Los esclavos de los eclesiásticos y de las Ordenes religiosas
Siguiendo la tradición de España, donde habían existido cofradías de Fueron el clero y las Ordenes religiosas quienes poseyeron mayor nú-
negros, éstas fueron estructuradas según líneas tribales (las llamadas nacio- mero de esclavos en la América hispana. Los conventos de los religiosos y
nes), sociales (negros libres y esclavos) o de color (mulatos, pardos, etc.), aun los de las monjas de clausura tenían esclavos a su servicio, viviendo, en
336 P.II. La Iglesia diocesana
ocasiones, gracias a los ingresos que éstos les proporcionaban. La Compañía NOTA BIBLIOGRÁFICA
de Jesús, en casi todas sus provincias americanas, dependió, en gran parte,
de una economía que se sustentaba de las haciendas trabajadas por los
Los negros e n Hispanoamérica (selección)
esclavos. Cuando los obispos pasaban a Indias llevaban consigo esclavos
P. D. CURTIN, The Atlantic Slave Trade. A Census (Madison, 1970); H. S. KLEIN, La
como criados. De un obispo de Cartagena se dijo que era tan pobre que sólo esclavitud africana en América Latina y el Caribe, tr. por G. Sánchez Albornoz (Madrid,
poseía dos. Harto frecuentes son los testamentos de los clérigos que dejan 1986); D. P. MANIX-M. COWLEY, Historia de la trata de negros (Madrid, 1962); R.
esclavos por herencia. MELLAFÉ, Breve historia de la esclavitud en América Latina (México, 1973); J. A.
RAWLEY, The transatlantic Slave Trade. A History (Londres, 1981); E. VlLA VlLAR,
C) La Inquisición Hispanoamérica y el comercio de esclavos (Sevilla, 1977).
A pesar de que el negro fue considerado como neófito, no por esto La Iglesia y la trata de negros
quedó exento de la jurisdicción del tribunal de la Inquisición, como lo L. CONTI, «La Iglesia y la trata negrera», en La trata negrera del siglo XV al xix (París.
fueron los indios en virtud de su reciente cristianismo. En una ojeada a los 1981), 311-320; F. CERECEDA, «Un asiento de esclavos para América del año 1553 y
procesos de los tribunales de México, Lima y Cartagena de Indias hemos parecer de varios teólogos sobre su licitud»: Missionalia Hispánica 3 (Madrid, 1946),
580-597; P. CASTAÑEDA, Don Vasco de Quiroga y su «Información en derecho» (Madrid,
encontrado suficientes casos para poder apreciar cuáles fueron las desvia- 1974); I. GUTIÉRREZ AZOPARDO, «Los franciscanos y los negros en el siglo xvn», en
ciones más frecuentes respecto a la fe y moral católicas entre los negros de Actas del III Congreso Internacional sobre los franciscanos en el Nuevo Mundo (Madrid,
Hispanoamérica. 1991), 593-620; J. T. LÓPEZ GARCÍA, DOS defensores de los esclavos negros en el siglo xvil:
No bien se hubo instalado el tribunal de la Inquisición en Cartagena, en Francisco José de Jaca, OFM Cap, y Epifanio de Moirans, OFM Cap (Caracas, 1982);
1610, cuando los obispos de Cuba y Panamá pedían que se acabara con la T. MERCADO, Tratos y contratos de mercaderes (Salamanca, 1569); E. OTTE, «Los Jerónimos
y el tráfico humano en el Caribe: una rectificación»: Anuario de Estudios Americanos 32
plaga de brujería practicada por los negros en sus diócesis. De los 767 reos (Sevilla, 1975), 187-204.
que, según José Toribio Medina, fueron sentenciados por el tribunal de
Cartagena, 76 eran negros vecinos de la misma ciudad; de ellos, 41 hombres Catecismos para negros
y 35 mujeres. Parecidas proporciones encontramos en Lima, donde entre N. DUQUE DE ESTRADA, Explicación de la doctrina cristiana acomodada a la capacidad
los años 1570 y 1779 fueron procesados más de 100 negros. En México, de los negros bozales (La Habana, 1797; ed. J. Laviña, Barcelona, 1989).
desde el establecimiento del tribunal hasta el siglo xvm, fueron enjuiciados
Legislación religiosa sobre los negros
unos 80 negros.
Recopilación de leyes de los Reinos de las Indias, 1681, título V, libro VII, y título VII,
Los delitos más comunes que se les imputaron fueron los de brujería, libro I, leyes 12-17; R. KONETZKE, Colección de documentos para la historia de la formación
hechicería, sortilegios, supersticiones, blasfemias hereticales, reniegos, pac- social de Hispanoamérica 1-3 (Madrid, 1958-1962). Sobre la legislación de los concilios
tos con el demonio, bigamia y doctrinas perniciosas sobre el sexto manda- y sínodos, véase el capítulo de esta obra referente a los mismos.
miento. Los que fueron convictos y confesos sufrieron las mismas penas que
Actuación de los jesuítas
los demás reos culpables de los mismos delitos: azotes, destierro, confisca-
ción de bienes y galeras. Pero gozaron también de las mismas garantías: J. M. PACHECO, Los jesuítas en Colombia 1-2 (Bogotá, 1959); A. VALTIERRA, San
Pedro Claver 1-2 (Bogotá, 1980); A. LOSADA, «Diego de Avendaño, S. I., moralista y
proceso legal, testigos y defensor. Aunque, cuando se sospechaba que ocul- jurista, defensor de la dignidad humana de indios y negros en América»: Missionalia
taban la verdad, también se les aplicaron las torturas y tormentos para que Hispánica 39 (Madrid, 1982) 1-18; A. DE SANDOVAL, Un tratado sobre la esclavitud, ed.
confesaran. Los procesos más sonados tuvieron lugar en Cartagena, y estu- E. Vila Vilar (Madrid, 1987).
vieron relacionados con grupos de brujas, blancas y negras, cuyos aquelarres
dicen que se celebraban en el cerro de la Popa, cercano a la ciudad, y en las
minas de Zaragoza y en la villa de Tolú. En Lima hubo otro muy célebre en
1736 contra 23 brujos, la mayoría negros y mulatos.
La introducción de esclavos, a finales del siglo XVII, procedentes de
Jamaica y Curacao, influidos por doctrinas protestantes, indujo a la Inquisi-
ción a proponer el establecimiento de un tribunal especial a cargo de los
jesuítas. Esta propuesta no se llevó a cabo.
CAPÍTULO 18
A) La población
A mediados del siglo XVII y en la segunda mitaddel XVIH, según los datos
proporcionados por los historiadores Guillermo Céspedes del Castillo y
Mario Hernández Sánchez-Barba, respectivamente, el cuadro aproximativo
de la población americana era el siguiente:
el mismo año se pidió al arzobispo de Santa Fe de Bogotá la excomunión factores, pero, sobre todo, del mayor o menor cultivo espiritual y celo de los
para fabricantes y propagadores del aguardiente y de la chicha. Hubo mu- párrocos.
chas censuras eclesiásticas a lo largo del período colonial, pero, como co- El maravillosismo y milagrería, por demás explicables en el contexto
menta un historiador colombiano, las pobres gentes preferían beberse me- americano, contribuyeron al desprestigio de la religión, palpable en los
dia docena de excomuniones a dejar su licor. En el Ecuador se celebraron en primeros decenios del siglo XIX. Contábase en Costa Rica, al finalizar el si-
diversas ocasiones reuniones de «canónigos, religiosos y personas graves» glo XVII, que el santo fraile Antonio Margil había obligado a servirle de cabalga-
para reprimir la embriaguez, y el obispo de Quito, Luis de Solís, además de dura a un tigre que mató a su muía. Pero no sólo el pueblo rústico, sino
la consabida excomunión, propuso trasquilar a los borrachos, medida muy gente ilustrada, caía en parecidas ocurrencias. Un oidor de Quito de princi-
afrentosa entre los indios. pios del XVIII, Cristóbal de Ceballos, creyó ver en la servilleta de su empana-
Por algunos estudios parciales realizados sobre parroquias del norte de da una imagen de la Virgen. Al punto se gritó «¡milagro!» y hasta se celebró
Chile, concernientes al período de 1690-1720, resulta un 25 por 100 de una misa «a Nuestra Señora de la Empanada».
hijos ilegítimos, que sube al 40 por 100 entre 1740-1749. De una investiga- Tanto relato, multiplicado en número y exageración, tenía que producir
ción que hicimos sobre diversas poblaciones colombianas referente al perío- más tarde una actitud de escepticismo. Hacia 1800, el periodista guatemalteco
do de 1780 a 1810-1820, poblaciones por otra parte con fama de mucha Simón Bergain y Villegas decía a una señora, su amiga, a quien había encon-
cristiandad, como Pasto, Popayán, Cali, Tunja, Medellín, dedujimos que, a trado leyendo el Flos Sanctorum, «que aquello eran pendejadas y que bastaba
excepción de Medellín, una tercera parte, a veces casi la mitad de los niños para ser cristiano guardar los mandamientos de la ley de Dios». Naturalmente,
bautizados, habían nacido fuera de matrimonio. fue denunciado. Por el mismo tiempo hacía burla de esta inflación milagrera
Tampoco «los justicias» y visitadores salen bien librados. Refiriéndose a en Bogotá el procer de la independencia Antonio Nariño.
los de los Andes del Ecuador, un párroco de fines del XVII los presenta como Abundaron las supersticiones en América. Los sínodos diocesanos las
«ladrones de la miserable hacienda de los indios». Serían bien recibidos, dice, condenan severamente. El de Santiago, en 1626, fulmina excomunión con-
si fueran «un San Luis Bertrán o un San Francisco de Borja». En la Nueva tra los que consultan a magos y hechiceros. El de Concepción, en 1744, hace
Granada aparecen, a veces, como venales e incompetentes, y de los alcaldes, un elenco de supersticiones y las declara pecado reservado. El obispo Martí,
en general, se ha escrito modernamente que era «el más corrupto de cuantos de Caracas, redacta otra lista de curiosas fórmulas, como la de la «Oración
cargos burocráticos existían en Indias». del juez», la «del Santo Sepulcro», y prácticas como las «Luces al alma de
En algunas regiones americanas, como en México, se registra con alar- Curavigua», al «Hermano penitente» y al «Diablo al revés».
ma la llegada de soldados mercenarios en la segunda mitad del xvm. Entre Pero lo que principalmente agotó, y sin éxito, la paciencia de sínodos,
ellos venían luteranos, renegados, sicilianos y napolitanos con jefes descreí- obispos y párrocos fueron los excesos cometidos en las fiestas patronales.
dos. En 1761 cuatro obispos denuncian ante el rey la presencia de soldados Después de la misa y procesión llegaban el toreo, el licor, la francachela, el
abusivos, exactores y blasfemos. En Colombia y Venezuela hay quejas de la baile y la velada. Nuestras pobres gentes de América, dentro de su dura
inmoralidad de destacamentos militares formados por soldadesca relajada a existencia, honraban con sinceridad a su patrono celestial, pero no desapro-
partir de las insurrecciones de «los comuneros» en 1780. Para esta época ya vechaban la ocasión para un muchas veces desaforado esparcimiento. No
aparecen en México los «léperos», que provenían de mestizos y mulatos. Se permite el espacio de estas páginas montar el retablo de las más graciosas y
encarnizaban en las imágenes sagradas. Ellos formarán el siglo siguiente las curiosas costumbres y del duelo trabado entre la severa disciplina eclesiásti-
bandas al servicio de los anticlericales agresivos en tiempo de Juárez. ca y la imaginación y terquedad popular para burlarla.
Permanece, finalmente, el hecho de una sociedad escindida. Su funda- El escamoteo en el pago de los diezmos y el apremio, incluso con la
mento, en último término, es el color de la piel, pero al mismo tiempo se da excomunión, para cumplirlo pueden interpretarse como escasa solidaridad
el fenómeno de una endémica agresividad de los negros y mestizos contra los con las necesidades de la Iglesia. «Su omisión y dolo -amonesta el sínodo de
indios, hasta el punto de que éstos solían llamar a sus perros con el reclamo Concepción, en 1744- es el origen y fontana de todas las penurias, pobrezas
de «mestizos». y miserias que se padecen en las haciendas y labranzas».
2) Otras deficiencias. El siglo x v m se presenta, en opinión de algún Herejía, masonería, impiedad, no pueden figurar en el cuadro generali-
historiador (Vargas Ugarte), como siglo en camino de degradación paulati- zado de la sociedad indiana. Su hora será el siglo XIX.
na. Otros, como Rómula Carbia para Argentina, o González Suárez para el
B) Aspectos positivos
Ecuador, critican la incoherencia entre las expresiones externas de religiosi-
dad y la conducta moral. Querríamos señalar aquí algunas patologías de la No obstante los aspectos negativos, la sociedad americana dio a su vida
cristiandad indiana. La más grave es quizá la ignorancia religiosa, fustigada un sentido profundamente religioso. Todo lo vivió y lo juzgó con criterio
en las visitas pastorales de los obispos y en los sínodos diocesanos. El afina- trascendente y con una persuasión connatural de la presencia intrahumana
miento religioso o la relajación e indiferencia dependieron de diversos de Dios.
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1) Testimoniosfavorables. El P. Calancha habla de «una hidropesía espi- Por el mismo tiempo vivió otro en Arequipa que exhortó mucho a la conver-
ritual» refiriéndose al Perú del siglo xvn. La archidiócesis de Santa Fe (Bo- sión en los desastres volcánicos de 1600.
gotá) era llamada «la recoleta de todas las Indias» y de su capital se escribía Se echa de menos un sentimiento más intenso de vinculación con el
en 1800: «Santa Fe ha sido un lugar tan devoto, tan piadoso y tan religioso, Papa, aunque el P. Leturia afirme lo contrario. No se olvide que la Iglesia de
que bien se puede decir que ha sido la Tebaida de América». Fray Agustín de América encontraba la barrera del Patronato en su comunicación con Ro-
Vetancurt exalta en 1690 «la devoción a lo divino» que había en la ciudad de ma. Sin embargo, fue grande la aflicción de los mexicanos cuando, en 1605,
México, cuyo arzobispo informa en 1752 al rey acerca de la fe maciza y de la el arzobispo denunció en un edicto la falta de obediencia al Papa, recordan-
magnificencia que los mexicanos desplegaban en todo lo referente a Dios. El do que «así se había perdido la fe en Inglaterra y otros reinos».
Jueves Santo de 1810, la población de Caracas permaneció arrodillada y Una manifestación elocuente de la impregnación cristiana de la vida
orando en las calles para que se le abrieran las iglesias, que, por razones personal y social se advierte en la connotación religiosa que se da al delito.
políticas, había mandado cerrar la Junta Suprema Revolucionaria. Cuando, En los documentos de juicios criminales aparece siempre la referencia de «la
en 1649, cuatro ladroncillos profanaron el sagrario de las clarisas de Quito, grave ofensa que se ha causado a Dios Nuestro Señor».
la conmoción fue general en todo el obispado y la ciudad vistió de luto por 2) Los buenos españoles. No ha de admitirse que de parte de los criollos
varios meses. Una reacción parecida se registró en Lima en 1711. y españoles todo haya sido explotación y tiranía. Fueron muchísimos los
A mitad del siglo XVII, el P. Cobo pondera la mucha piedad y religión de buenos y cristianos peninsulares y criollos que hicieron honor a su fe y a su
los limeños, entre los que «muchos seglares, hombres y mujeres [...] pueden patria. Valgan algunos testimonios como reflejo de un cuadro admirable y
ser maestros de vida espiritual y perfecta». Presenta como ejemplos auténti- positivo. El «gran milagro de Indias -escribía el P. Calancha- es la conver-
cos de ese fervor social «la piedad y misericordia con los prójimos», especial- sión de tantos infieles». Los buenos españoles se distinguieron, sobre todo,
mente con los enfermos, los pobres y los desamparados. El obispo de Are- por su vida edificante, su devoción al culto divino y caridad con los pobres.
quipa, en su relación ad limina, enviada al Papa en 1759, alaba «la piedad y De ellos poco se ocupa cierta historiografía religiosa. En México y en el
religión del pueblo alto y bajo». Perú, los dos grandes virreinatos indianos, fue en donde singularmente
También abundan los ejemplos de fervor cristiano en las pequeñas floreció esta manifestación de cristiandad.
poblaciones. Algunos párrocos de Guatemala requeridos por el arzobispo Hombres como Manuel Fernández Fíallo, Andrés Tapia Carvajal, Fran-
en 1768 ponderan la docilidad y devoción de muchos feligreses. De mucho cisco Echeveste, Pedro Terreros, en México, dejaron ingentes sumas de
interés son los detallados informes que fue dejando de cada lugarejo de su dinero para la construcción y adorno de las iglesias y para obras de caridad:
diócesis de Caracas, a lo largo de su visita, el obispo Mariano Martí. De la para huérfanos, hospitales, niños pobres, dotación de muchachas pobres y
población blanca, mestiza, mulata y negra de Tinaquillo dice que es «gente obras de enseñanza. Y tales ejemplos no sólo brillaron en la capital, sino
devota, muchos de misa diaria, y que frecuenta los sacramentos». De los de también en ciudades como Guadalajara y Puebla. Un compasivo sacerdote
Ocumare escribe: «Me dice este cura que estas gentes son de un genio tal, que quiso construir un refugio para mujeres recogidas dice que encontró
que si las convidan para un baile, todas acuden a él; y si los convidan para un «entre la mucha piedad de esta ciudad (México) diferentes personas que con
ejercicio piadoso en la iglesia, acuden igualmente todos». De los vecinos del sus limosnas les ayudaron al natural sustento con tanta largueza que lo pasan
pueblecillo de Parapara observa que son «dóciles, de buen genio y que cómodamente».
frecuentan los sacramentos». Y de esta suerte sigue mencionando otras El P. Cobo, hablando de Lima, menciona, «entre innumerables bienhe-
poblaciones. Otro tanto puede afirmarse de numerosas parroquias rurales chores de los pobres», a tres vecinos de Lima que dejaron cuantiosísimas
de Colombia, sobre las que un sacerdote de la actual región de Santander donaciones «que se expenden todos los años en socorrer necesidades de
escribía que eran «el regocijo de Sión». pobres». La Hermandad de la Caridad y de la Misericordia, creada en Lima
Una de las mayores preocupaciones del mundo rural fue no carecer de a causa de la peste de 1559, continuó su trabajo en el siglo XVII. Fundó un
sacerdotes y mantener en sus pobres iglesias el sacramento eucarístico. En hospital con la advocación de los Santos Cosme y Damián para enfermos
las ciudades y en las haciendas, numerosas familias tenían oratorios; mu- españoles y mestizos. Pedía limosna para huérfanas, pobres vergonzantes y
chos, de singular riqueza. Doscientos menciona el P. Cobo para Lima en para sepultar los cadáveres de los indios y de los ajusticiados. Extendió su
1651. En Santiago de Chile había 136, y en La Serena, 13, sobre lo cual apostolado a las cárceles, obra que también hacía la Cofradía del Niño Jesús
legisla el sínodo de 1763. cada domingo o los congregantes de las Congregaciones Marianas de los
Tenemos referencias de la existencia de ermitaños, a quienes les dedica jesuitas, yendo a servir cada domingo a los pobres y enfermos de los hospita-
una de sus plumillas Guarnan Poma de Ayala. La ermita levantada a la les. Una señora «rica y virtuosa» fundó con su fortuna un hospital de caridad
imagen de la Virgen de la Caridad en Cuba en 1597 quedó a cargo de un en Caracas en 1723. En la ciudad colombiana de Popayán, un criollo,
ermitaño, Matías Olivera. En Quito fue célebre el soldado asturiano Juan Cristóbal de Mosquera, dejó en 1732 una herencia en favor de los indios
Gavilanes, verdadero evangelizador en la región de Quijos, muerto en 1615. paeces y, según dice, «los había amado como hijos». La Hermandad de la
xirmít.
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Caridad, de Buenos Aires, constituida a raíz de la epidemia de 1727, además que toda es cristiana de corazón», y no por miedo, como aseveraba Raynal.
de encargarse de la sepultura de los pobres, fundó más tarde un asilo de En Guatemala se halla fuerte divergencia de opiniones entre los párrocos y
huérfanas y un hospital para mujeres. el arzobispo acerca de los indios en el decenio de 1770.
Otras personas adineradas se preocuparon por el cultivo espiritual de la Por esto se han de distinguir situaciones, regiones, épocas, y se han de
sociedad y, a lo largo del siglo XVIII, fundaron casas de ejercicios espirituales tener en cuenta las condiciones de los informantes. También de los historia-
en Buenos Aires, Córdoba, Lima, Arequipa, Santiago, Quito y Bogotá. dores modernos: es muy diversa la conclusión a que llegan escritores hostiles
Tuvieron mucha aceptación las «Escuelas de Cristo», cuyo establecimiento se al catolicismo, como los peruanos José Carlos Mariátegui y Emilio Romero,
debe al jesuita Francisco del Castillo, en 1660, en Lima. Sus socios no sólo que niegan la autenticidad del cristianismo de los indios peruanos, y la que
atendieron al propio bien espiritual, sino que desplegaron una vasta acción deducen otros, como Fernando de Armas Medina, favorables a él.
de beneficencia. Se extendieron a muchas ciudades de la América española. No nos corresponde hablar aquí del fenómeno del retorno a las anti-
Terminamos este incompleto recorrido refiriendo tres casos ejem- guas religiones registrado en el mismo siglo XVI, a raíz de la conversión de los
plares. indígenas, es decir, durante la etapa simultánea e inmediatamente posterior
En 1625, un joven español sobreviviente de un naufragio cayó en poder a la primera evangelización de un determinado territorio (etapa misional).
de los indios del Darién, en las costas colombianas. Les ganó la voluntad, Este punto lo han tratado últimamente con mucha competencia Pierre
aprendió su lengua, los catequizó y logró que se redujeran a tres pueblos. La Duviols y el jesuita Manuel Marzal para el Perú, el jesuita Carmelo Sáez de
«conquista espiritual» de los indios de la región de San Cristóbal, en Vene- Santa María y José María García Añoveros para Guatemala, el claretiano
zuela, se debió -según informa el P. Caulín- a un soldado llamado Francisco Carlos Mesa para Colombia y, en general, Pedro Borges, en su sólida investi-
Rodríguez Leite. Viendo las consecuencias de las tropelías de antiguos con- gación sobre los métodos misionales.
quistadores, escribió en 1625 al obispo de Puerto Rico para pedirle ocho Aquí vamos a referirnos únicamente a la etapa posterior o parroquial,
franciscanos, ofreciéndose a enseñarles la lengua indígena. Se logró realizar correspondiente al momento durante el cual el cristianismo indígena ya se
su petición. Causa, finalmente, agradable sorpresa leer la amplia relación de debe suponer definitivamente consolidado. Con la advertencia ulterior de
visita pastoral de don Mariano Martí en Venezuela por la multitud de noti- que los testimonios que se recogerán solamente se refieren a la América
cias que aporta acerca del trabajo callado y humilde de los laicos en los más nuclear o de las altas culturas, es decir, a los territorios evangelizados duran-
apartados pueblecillos. Cuenta, por citar un ejemplo, que en Valencia la te el siglo XVI, en los que se dio el fenómeno de las conversiones masivas, no
hermana del párroco había instituido una especie de escuela de oración a los enormes espacios geográficos de la América marginal, evangelizados
mental, a la que diariamente acudía un grupo de personas. desde comienzos del siglo XVII en adelante.
En el decenio de 1680 el obispo de Oaxaca (México) encontró aún
C) El problema del cristianismo indígena vestigios de idolatría y en una sola población reconcilió a 124 idólatras.
1) Apreciaciones contrapuestas. Para juzgar la vida cristiana de la po- Pertenece a la mitad del siglo xvn el Manual de ministros de indios, de don
blación indígena durante la etapa posterior a la evangelización, es decir, Jacinto de la Serna, para alertar en México sobre el renacimiento de la
desde el momento cronológicamente indefinible en el que ya se la consideró idolatría. A principios del x v m el célebre franciscano Antonio Margil habla,
plenamente insertada en el cristianismo, hay que proceder con cautela fren- entre otros casos, de «dos malditos papas» en un territorio de Guatemala,
te al optimismo que respiran muchos documentos. Se encuentra además, asistidos por 600 «obispos» que practicaban una curiosa reinterpretación del
sobre todo a finales del siglo xvi y comienzos del XVII, el hecho que causó cristianismo. Setenta años más tarde el arzobispo Cortés y Larraz estaba
pánico, desaliento y agresividad pastoral: el retorno a la idolatría de grandes convencido de una actitud idolátrica casi generalizada entre los indios.
masas indígenas. En la actual Colombia se dio el mismo caso, aunque menos clamoroso,
El historiador queda un poco desorientado leyendo apreciaciones rela- tal vez porque la civilización chibcha fue débil para crear resistencia comuni-
tivamente cercanas en tiempo y en espacio sobre la conducta religiosa de los taria. Ya en 1600 el arzobispo de Bogotá, Lobo Guerrero, escribía que «los
indios. indios estaban tan gentiles e idólatras como antes que vinieran los españo-
El padre Acosta dice que en Perú, fuera de la lujuria y embriaguez, ellos les». Veinte años después otro arzobispo, Arias de Ugarte, visitando un
no tenían otras causas de reproche. En cambio, el padre Arriaga, abandera- centenar de poblaciones las encontró muy idolatrantes, pero a escondidas.
do de la extirpación de la idolatría, reprueba su ignorancia «y la poca o En la audiencia de Quito, de acuerdo con la observación del acucioso obispo
ninguna estima que tienen de las ceremonias eclesiásticas del culto divino y De la Peña y Montenegro (1653-1687), después de ciento treinta años de
de los sufragios de la Iglesia». cristianismo no se había podido borrar la idolatría del corazón de los indios.
En la segunda mitad del XVIII, el virrey Amat del Perú o el obispo de En el Perú, siguiendo el estudio de Duviols, oímos al visitador Francisco
Trujillo encarecen la miseria espiritual de los indios, mientras el jesuita de Avila que en 1609 no encontraba un indio de la región de Huarochirí que
padre Arteta, refutando a Raynal, habla de «aquella buena nación indiana fuera realmente católico. En Jauja, en 1615, de 35.000 indios ninguno
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estaba exento de idolatría. En 1624 el arzobispo límense Gonzalo de Campo Caracas, Mariano Martí, en su entrada hasta los indios achaguas en 1780.
aseguraba que, tras noventa años de conquista, la idolatría se conservaba Ordena tratarlos con afecto, no comenzar reprendiéndoles sus vicios, no
como en sus primeros tiempos. Y todavía en 1804 el presbítero José Ignacio suprimir de tajo su poligamia, pues los indios no lo entenderían y se seguiría
Moreno afirmaba haber descubierto «el mal que tantos tiempos ha estado el escándalo. Había que hacerles apreciar el ideal cristiano del matrimonio y
oculto». El concilio de Charcas de 1629 señaló síntomas concretos y genera- luego abandonarían la poligamia.
lizados de idolatría en el Alto Perú. Sin embargo, puede admitirse que hacia Escribía en 1657 el padre Francisco de la Cruz al virrey del Perú que él
1660 las religiones autóctonas concluían, en general, su ciclo de super- conocía bien el virreinato y que, efectivamente, los indios habían sido mal
vivencia. adoctrinados, pero que «instruidos en la verdad la abrazaban con demostra-
2) Interpretaciones benévolas. Valgan las referencias anteriores para ciones de gusto y devoción, llegando a besar la tierra que pisa el que doctri-
entender que no toda la población indígena fue homogéneamente cristiana. na». Ya en 1626 el obispo de Huamanga, fray Francisco Verdugo, negaba la
Ahora sólo pretendemos hablar de las comunidades de indios que aparecen, incapacidad de los indios para aceptar la fe cristiana. Treinta años más tarde
según el testimonio de quienes las conocieron y juzgaron, como efectiva- un sucesor suyo, Francisco de Godoy, reconoce su terrible ignorancia reli-
mente cristianas. giosa, pero pasa a ponderar la maleabilidad y disponibilidad que tienen para
No faltaron mentalidades abiertas frente a las contaminaciones del la fe.
cristianismo de los indios. Se suele citar el juicio de Baltasar Ramírez en el Hablando de los indios de Chile de principios del siglo xvil, el cronista
siglo XVI: los indios «no son tan idólatras como solían ser, ni son cristianos González de Nájera dice que «es llevarlos como por los cabellos a que se
como deseamos, y así, cojeando con entrambos pies, acuden a lo uno y a lo junten a rezar la doctrina y las oraciones, y van de tan mala gana que los
otro». En la Monarquía Indiana Torquemada escribía a principios del xvil demonios no huyan más de las cruces que ellos de las que en tal ejercicio les
que lo de los indios «no es más asqueroso que [lo que] son otros muchos en obligan a llevar». En cambio, los jesuítas recién llegados a Chile lograron
nuestro Hispanismo, en el cual conocemos hechiceros y brujos, los cuales resultados excelentes, pues se dieron cuenta de que el indio no era ni rudo
son castigados a cada paso por el Santo Oficio». ni hostil, sino que el problema de sus reacciones residía en los métodos que
A propósito del Manual de ministros de indios, citado anteriormente, se habían empleado.
Carmelo Sáenz de Santa María encontró en uno de sus ejemplares esta nota Fueron, pues, muchos los indios que recibieron y vivieron el cristianis-
tardía de un lector: «Si este señor hubiera nacido en España y experimenta- mo con sinceridad y entusiasmo a lo largo del período español. Los aspectos
do sus pueblos, viera a los ensalmadores, que son como estos curanderos que resaltan principalmente en su manera de vivir la fe son los siguientes:
que él refiere, después de mil setecientos sesenta y ocho años, más o menos, gran devoción a todas las cosas de la Iglesia, festiva participación en las
que son cristianos»; y cuando a mitad del siglo xvil se admiraban algunos de solemnidades litúrgicas, especial devoción al Santísimo Sacramento y a
que aún hubiera idolatrías, el arzobispo de Lima don Pedro de Villagómez Nuestra Señora, veneración y respeto por los sacerdotes, una gran capaci-
decía en su Carta pastoral de instrucción y exhortación contra idolatrías que éstas dad de sacrificio en su vida cotidiana, deseo y gusto de participar en las
en España habían sobrevivido tres siglos después de su evangelización, citan- cofradías. La frecuencia de los sacramentos está condicionada por multitud
do además el caso de los judíos y moriscos falsamente convertidos. de circunstancias.
3) Optimismo sobre las capacidades religiosas del indio. Frente a la opi- 4) Los indios, cristianos admirables. Empecemos citando un juicio ge-
nión pesimista y de remotos orígenes de las capacidades religiosas de los neralizado del padre Antonio de Velasco, que conoció bien gran parte de la
indios, responde en México todavía en el siglo xvil el arzobispo Pérez de región y escribe para los primeros decenios del siglo xvil:
Lanziego en carta al rey negando que los indios sean cerrados para com-
prender la fe. Ha faltado celo en los sacerdotes, pero asegura que «con la
frecuencia y trato de los ministros de la religión se domesticarán y con su «En todos los pueblos de Indias, así de Nueva España, Honduras, Nicara-
gua, Nuevo Reino y Perú, aunque sean pequeños, tienen señalados cantores y
doctrina y ejemplo serán racionales y aun santos, porque no considero maestros de capilla que con gran solemnidad y devoción ofician la misa, cantan
- a ñ a d e - en el mundo nación alguna más dócil, más humilde, más obsequio- sus vísperas a canto de órgano y celebran sus fiestas mucho mejor que los
sa e inclinada a la adoración, menos codiciosa y avarienta, y así me dicen en españoles. Todos los días acuden con mucho cuidado, como si fueran religio-
mis visitas los hombres de juicio que los indios serán como nosotros quisié- sos y canónigos, a rezar en su coro en la iglesia el oficio de Nuestra Señora, que
remos». inviolablemente se reza todos los días con mucho cuidado y devoción. Son muy
curiosos en adornar una iglesia, dejándonos muy atrás con su buen ejemplo, y
Los indios de la sabana de Bogotá y sus vecinos los panches, cien años tienen mucha caridad con los necesitados, y en particular con los sacerdotes,
después de la fundación de Santa Fe, estaban aún excluidos de la comunión. que los respetan y reverencian como ministros de Cristo».
Bastó que hacia 1636 el arzobispo Cristóbal de Torres se empeñara en la
abolición de semejante práctica para ver acudir millares de indios al sacra- Los indios cristianos de México supieron conservar en los siglos XVII y
mento eucarístico. Es notabilísimo un auto de visita pastoral del obispo de XVIII la bella fama que se granjearon en el XVI. Al terminar este siglo, el
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padre Jerónimo de Mendieta encarecía la mucha cristiandad de la comuni- no se cumpla exactísimamente el precepto de la confesión y comunión
dad indígena: su generosidad con el culto divino hasta extremos que no se pascual». Son devotísimos de la Virgen María y de asistir a las celebraciones
veían entre los españoles, la afición a la liturgia y a cuanto concernía a la del Santísimo.
Iglesia, el esplendor de sus celebraciones, sobre todo del Corpus Christi, y el El arzobispo de Bogotá, Francisco de Cossío (1706-1714), según refiere
fenómeno de enteras comunidades poblacionales que se entregaron a vivir el jesuíta padre José Gumilla, buen conocedor de la situación, estaba con-
como anacoretas de la Tebaida. vencido de que la dura vida de los indios llevada con tan cristiana fortaleza
Fray Juan de Torquemada escribe en 1615 que, no obstante ser la era el mejor y ordinario camino para su salvación. Quienes necesitaban de
ciudad de México «una Babilonia», «se hallan centenares de indias y, aunque caminos extraordinarios eran los europeos. Gumilla comenta: «Los hurtos
viejas, doncellas, que en tanto número de años la gracia divinal ha conserva- de los indios no pasan de una niñería. Hurtan cuatro mazorcas de maíz, un
do en su pureza y limpieza (...), y otras mozas que con no poder evitar de salir racimo de plátanos, dos pinas y otras cosas semejantes».
a los mercados a comprar su menester están tan enteras en la guarda de su De los indios del Ecuador tuvo esta impresión y formuló este juicio el
virginidad como las muy encerradas hijas de españoles metidas detrás de padre Bernardo Recio a mitad del siglo xvni: «Caras funestas que parecen
veinte paredes». Todas éstas andan preocupadas por el ornato de las iglesias, infernales y son verdaderamente tan felices por su inocencia y costumbres
guían las cofradías, enseñan la doctrina, ayudan a los moribundos y prepa- [como] templos del Espíritu Santo. Pálidos, mal parecidos, mas muy bien
ran para la comunión. También son aficionados a tener oratorios en sus hallados con su estado humilde, con gran paz en el interior y con una alegría
casas, observación que más tarde harán el obispo Palafox y, en el siglo tan sólida por lo recto de sus obras». Extiende tal juicio a los negros,
siguiente, el padre Francisco Javier Alegre. A Torquemada le parece que no mestizos y mulatos. Le impresionó verlos madrugar para llenar las iglesias,
ha habido pueblos tan dispuestos a recibir el Evangelio como los de la Nueva adonde iban cantando el rosario. «Son muy dados - d i c e - a obsequiar a sus
España, y elogia su propensión a la pobreza como una disposición funda- santos, gustan mucho de fiestas de iglesia, su recreo es incensar en las
mental cristiana. Mendieta y Torquemada observaron la devoción de los procesiones y en todo se entregan al mayor culto divino en todas las funcio-
indios por los sacramentales de la Iglesia y en especial por el agua que se nes que ejercen».
bendecía en las vigilias de Pascua y de Pentecostés. El tercer concilio de Lima (1783) había recomendado el esplendor de las
El obispo de Puebla, Juan de Palafox, escribiendo a mitad del siglo XVII, celebraciones litúrgicas porque respondían adecuadamente a la psicología
describe la belleza de sus oratorios que los indios llaman «Santo Cali», lugar de los indios. Su respuesta se halla en las exuberantes manifestaciones del
de oración después de haber comulgado. La víspera de la comunión ayunan, culto, sobre todo eucarístico y mariano.
sobre todo las indias; van a comulgar con ropa limpia y por respeto entran El padre Acosta escribía que escuchaba con mayor tranquilidad «las
descalzos a la iglesia. confesiones mal urdidas de los pobres indios» que «las muy pulidas y con
A finales del seiscientos, fray Agustín de Vetancurt, que fue párroco de mucha significación de dolor de los españoles».
indios durante cuarenta años, habla de las numerosísimas cofradías y fiestas Después de recorrer centenares de leguas desde Buenos Aires hasta
religiosas de los indios: «En cualquiera procesión de Letanías y Corpus Lima, el curioso viajero Concolorcorvo (pseudónimo del español Carrió de
- d i c e - tardan en pasar dos horas las imágenes y estandartes de los indios» en la Vandera) encontró a los indios muy sensibles a la piedad «con sus lágrimas
la ciudad de México. Describe la plasticidad con que celebran la Semana y sollozos» y se admiró de su seriedad y compostura en los templos. Hablan-
Santa con sus procesiones de crucifijos o de trompetas el día de Resurrec- do del pueblo de Lambayeque, en la diócesis de Trujillo, su párroco y otros
ción. En la relación de su diócesis enviada a Roma en 1688, el obispo de buenos eclesiásticos ponderan la asombrosa frecuencia de sacramentos, la
Oaxaca pondera la piedad de sus feligreses indios y la costumbre de discipli- asistencia generalizada a la misa semanal y la profunda devoción a Nuestra
narse en las procesiones, «llevando algunas [indias] debajo del brazo izquierdo Señora. Existieron numerosas cofradías de indios en el Perú, de modo que
a los hijuelos de pecho, cosa que edifica y enternece». Apunta que tal piedad casi no había iglesia ni capilla que no las tuviera. Las cofradías, en observa-
es herencia que dejaron los grandes misioneros de los orígenes, cultivada ción de M. Marzal, vinieron a cumplir el papel de los ayllus. En Lima, a mitad
por el celo de sus actuales párrocos. del siglo XVII, funcionaban 18 cofradías de indios.
Un siglo más tarde el arzobispo de México, Manuel Rubio, también en Uno de los jesuítas llegados a Chile al empezar el seiscientos, en carta al
una relación enviada a la Santa Sede, exalta la piedad de los indios, «que general de la Compañía de Jesús, cuenta sobre una misión en la isla de Santa
siempre se encargan del culto de la Iglesia, administrando y acrecentando María, y comenta: «Certifico a V. R. que en mi vida he confesado a tan
con toda fidelidad sus ornamentos, que tienen muy limpios, y vasos sagrados buenos cristianos como éstos, que parecen son de aquellos de la primitiva
preciosos que saben conservar muy bien». Iglesia y en muchos de ellos no se hallaba materia de absolución de pecados
Sobre los indios de la diócesis de Yucatán, su obispo, el agustino Ignacio mortales, y de lo que quedé espantado fue de la fidelidad que se guardan los
Padilla, teje un elogio en la relación de 1759: es «la pobrecita y neófita casados con tener antes muchas mujeres». Otros testimonios ponderan la
nación de los indios mayas sin que haya un solo pueblo, lugar ni aldea donde habilidad de los indios chilenos para el canto y su asidua asistencia a las
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ceremonias d e la Iglesia. «Era hermosoj—escribe el j e s u i t a Diego d e R o s a l e s - SANTA MARÍA, «Un formulario mágico mexicano: el "Manual de Ministros de Indios"
oírlos e n sus casas y c a m p o s e n t o n a r las oraciones y los c a n t a r e s q u e los del doctor Jacinto de la Serna»: Revista de Indias, 29 (Madrid, 1969), 531-579; H.
SANTIAGO OTERO y A. GARCÍA Y GARCÍA, Sínodos americanos, 1 -9 (Madrid-Salamanca,
eclesiásticos les enseñaban».
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americano en la época colonial, 1-2 (México, 1967).
A) La semana
demostró un amplio sentido de solidaridad. Funcionaron en muchos lugares antepasados no hablaban de escatología, pero sí oraban mucho por los
cofradías de caridad o Esclavitudes del Santísimo para acompañar al sacer- difuntos.
dote que portaba el viático. En todas partes se hacía el desfile con estudiada El respeto por ellos estuvo mezclado de sentimiento cristiano y de visos
solemnidad. Para ello se habían dispuesto coches tirados por muías o caba- de superstición. Se dieron contradicciones rigurosas como la de descuartizar
llos ricamente enjaezados, sillas de mano, abundancia de luces y de instru- los cadáveres de algunos ajusticiados y exponerlos en las vías públicas para
mentos musicales. El sínodo de Santiago de Cuba elogiaba la piedad de los escarmiento de los habitantes. A la actitud de respeto obedece la premura
habaneros y les exhortaba a que realizaran tales demostraciones «para honor por la abundancia de cera en las exequias, la conducción solemne de los
de Nuestro Señor y confusión de los herejes». Hablando de Lima anota difuntos a la iglesia y al cementerio, donde lo había; el despliegue funeral,
Vázquez de Espinosa que «en pocas partes de la cristiandad sale el Santísimo que a veces se excedía tanto que ha sido designado hoy como «pompas
tan acompañado». barrocas».
Las leyes de España y de Indias ordenaban que toda autoridad y perso- Ya a principios del siglo xvil el sínodo de Asunción recomendaba aten-
na, del rey para abajo, que se encontrase con el sacerdote que llevaba el der «más al bien de las almas que al humo mundanal», y el de Santiago de
viático se arrodillase donde estuviese y luego continuara acompañando al Cuba, al finalizar el mismo siglo, prevenía contra alaridos y plañideras que
Santísimo. Como ejemplo aducimos lo ocurrido en Bogotá en 1809 cuando, «no eran dignas de cristianos y causaban, al enterrar a los difuntos, mucha
saliendo de la catedral el virrey Amat con los tribunales, encontró al sacerdo- confusión». Un edicto del obispo de La Habana, que se hizo extensivo por
te que iba a administrar a una pobre enferma. El con los tribunales y la tropa real orden a toda Hispanoamérica, reza así: «Repugna al carácter de cristia-
que se encontraba en la plaza mayor lo acompañó hasta la casa de la humilde no que al que para conseguirlo por el bautismo renunció expresamente a la
mujer. También con aparato se llevaba el viático a los que iban a ser ajusticia- pompa y vanidad del mundo, en su muerte lo presenten al templo con
dos. Pero cuando los enfermos residían a más de cuatro leguas de camino, la aparato soberbio a tiempo que los herederos deben implorar la misericordia
legislación prevenía no llevar hasta tales distancias el sacramento eucarístico. de Dios».
Siendo la americana una sociedad escindida y clasista, las diferencias
sociales también se hicieron presentes en la muerte. Por una parte, la solem-
B) La oración y la misa por los difuntos nidad de las exequias respondía a la posibilidad económica para pagar los
La Iglesia educó a la sociedad hispanoamericana en un sentido de viva aranceles; por otra, había disposiciones demasiado cuadriculadas sobre el
fraternidad por los que morían. En las catedrales y parroquias se tañía la lugar de sepultura asignado en las iglesias a blancos, a indios, a negros. Los
campana cuando uno de los fieles entraba en agonía. Las gentes fueron muy pobres de solemnidad debían ser sepultados gratuitamente y se fundaron
devotas de mandar celebrar misas por los difuntos. En las constituciones de diversas hermandades y cofradías para la atención de estos casos. El ejem-
las catedrales o en las ejecutoriales de creación de diócesis se ordenaba la plar obispo de Santiago de Chile, fray Bernardo Carrasco y Saavedra, O. P.
celebración de una misa por las almas de los difuntos los primeros lunes de (1679-1694), asistía con el capítulo catedral a los funerales de los pobres. El
cada mes. Vázquez de Espinosa, a principios del siglo XVII, y el P. Cobo, a tercer sínodo de Tucumán (1607) exhorta a los encomenderos y pobleros
mediados del mismo, hablan de 10.000 ó 16.000 misas celebradas en algu- mandar celebrar misas por sus indios, «por la reverencia del Señor que dio
nos años en la sola catedral, lo que equivale a más o menos 40 misas diarias, la vida por ellos». Es interesante anotar que, en muchas parroquias, de las
cifra no increíble dado el crecido número de sacerdotes que la servían. El tres cofradías que funcionaban obligatoriamente, la del Santísimo, de Nues-
ejemplo lo daban los reyes: Carlos II encargó 100.000 misas en el Perú por tra Señora y de Animas, era esta última la más rica y la de mayor actividad.
su esposa, María Luisa de Orleáns, a costa del erario real, y Carlos III pidió La velación de los difuntos se prestó a no pocos abusos condenados
en su testamento 30.000 en sufragio por su alma. repetidamente por la autoridad eclesiástica. Se convertía en reuniones de
gente que pasaba toda la noche «con música, comida y bebida abundantes»,
leemos de Guatemala, o con «niños que reemplazaban el canto litúrgico, con
C) «Las Benditas Almas» clarines y trompetas marciales con muchos faroles», se escribe de Buenos
Aires. Ambos son testimonios del decenio de 1760. Nunca se pudo extirpar
La forma generalizada con que los fieles designaban a los difuntos
la costumbre de los «velorios de angelitos», o sea, de niños muertos antes de
refleja el sentido sagrado que siempre tuvieron de la muerte: «Las Benditas
los siete años. La reprueban numerosos documentos eclesiásticos de Chile,
Almas». En las puertas de las iglesias se solía colocar una tablilla con la
Ecuador, Colombia, Venezuela, Costa Rica, Santo Domingo, aunque recien-
indicación siguiente: tal día «se saca ánima», hábito que también entró a los
temente se ha hecho notar que aún a principios del siglo XX tenía vigencia en
almanaques cuando empezaron a editarse. De acuerdo con el pensamiento
algunas aldeas de Valencia y Extremadura (M. Marzal).
de la época y con una concepción del purgatorio excesivamente materializa-
da, con tal fórmula se querían señalar los días que por disposición de la A lo largo de la época colonial, y siguiendo las costumbres de España, los
Iglesia tenían especial virtud para interceder por los muertos. Nuestros cristianos encontraban el descanso de sus despojos mortales en el templo
C.19. Las prácticas piadosas. Los sacramentos 381
380 P.II. La Iglesia diocesana
Nuestra Señora en las misiones franciscanas de México»: Ibíd., 13 (Madrid, 1953),
parroquial y, a veces, en las iglesias de los religiosos que fueran de especial 329-352; V. M. SuÁREZ, «La Asunción en la antigua Provincia franciscana de San
devoción del difunto. Habiendo vivido dentro de la Iglesia, los fieles querían José, en el hoy Estado de Yucatán, México»: Ibíd., 14 (Madrid, 1954), 101-118; A.
ALVAREZ, «El culto a Santa María de Guadalupe en Indias y los franciscanos», en
ser sepultados en sus templos. Congreso Franciscanos extremeñas en el Nuevo Mundo (Guadalupe, 1986), 209-233;
De acuerdo con una Memoria de Gaspar de Jovellanos escrita en 1781, la R. VARGAS UGARTE, Historia del culto de María en Hispanoamérica 1-2 (Madrid, 1958).
costumbre estaba justificada por las Leyes de Partida, «porque los diablos no
se puedan acercar a los cuerpos que descansan en los cementerios». Apenas Sacramentos
podemos imaginar la repugnancia que se producía en tales ambientes. Por C. BAYI.E, «La comunión entre los indios americanos»: Missionalia Hispánica 1
eso, entre otros, el obispo Martí, de Venezuela, prohibió continuar sepul- (Madrid, 1944), 13-72, y Revista de Indias 4 (Madrid, 1943), 197-254; C. MESA, «La
administración de los sacramentos en el Nuevo Reino de Granada»: Missionalia Hispa-
tando en las iglesias, «por haber llegado la tierra a una total corrupción», y nica 30 (Madrid, 1973), 5-48; ID., «La administración de los sacramentos en el perío-
otro tanto hizo el obispo Espada en Cuba. Carlos III, en 1789, publicó una do colonial»: Revista de la Academia Colombiana de Historia Eclesiástica 21-22 (Medellín,
real cédula para incitar a la construcción de cementerios fuera de las pobla- 1971), 72-106; J. B. OLAECHEA LABAYEN, «Progresiva apertura de los amerindios a la
ciones, y en Santa Fe de Bogotá el arzobispo Martínez Compañón desplegó comunión»: Revista de Espiritualidad 27 (Madrid, 1968), 57-74; A. YBOT LEÓN, La
mucha energía para convencer a sus habitantes de las bondades de tal Iglesia y los eclesiásticos españoles en la empresa de Indias 1 (Barcelona, 1954).
ordenación. Sin embargo, de tan diversos lugares como Buenos Aires, en Otros aspectos
1690, o Santo Domingo, cien años más tarde, sabemos que contaban con
E. TROCONIS DE VERACOECHEA, Las obras pías en la Iglesia colonial venezolana
cementerios separados del recinto parroquial. (Caracas, 1971).
Los fieles cristianos sabían que a su muerte no serían olvidados, mientras
el dogma del purgatorio se solía presentar en la iconografía y en la literatura
oficial y piadosa en forma impresionante. La motivación para adquirir la
llamada Bula de difuntos sonaba, en su inicio, así: «Tantas son y tan rigorosas
las penas del Purgatorio, que, en sentir del Angélico Doctor Santo Tomás,
exceden a las que Cristo Nuestro Señor padeció en la Cruz, habiendo sido
éstas más que cuanto sufrieron los Santos Mártires».
Nuestros antepasados nunca debieron de sentirse menos solos que al
abandonar su mundo de contornos terrestres tan limitados y tan crueles
como emergían en las vastas y despobladas Indias, pero tan abiertos a la
esperanza cristiana. Al partir de la tierra cuyo espacio se había mostrado
avaro y duro con ellos, sabían que la comunidad de los creyentes quedaba
orando por ellos. Sabían que cada lunes del año se ofrecería una misa en
sufragio de sus almas, y que el último reclamo que todas las noches transmi-
tía la Iglesia desde los campanarios sería precisamente para que se elevase a
Dios una plegaria por ellos.
NOTA BIBLIOGRÁFICA
Visiones de conjunto
Prácticas piadosas
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La devoción a Nuestra Señora y los descubridores, conquistadores y pobladores de América
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CAPÍTULO 20
HAGIOGRAFÍA HISPANOAMERICANA
El encuentro con Bartolomé de las Casas le abrió el camino. Después de falto de salud, no se sintió capaz de mantener la lucha bravia de otros
un malogrado intento en Nicaragua, ambos fueron a Guatemala en 1535, misioneros. A pesar de haber conseguido miles de conversiones pidió que se
donde prepararon la evangelización de Tezulutlán sin más medios que la le autorizase para retirarse a Valencia para bien morir. Se le concedió, y su
palabra y el ejemplo. Fray Luis hizo un viaje a España para reclutar nuevos recuerdo se ha mantenido firme durante siglos.
misioneros. En 1541 estaba de regreso en Nueva España con un grupo de Colombia le venera como patrono. Fue canonizado por Clemente X en
franciscanos. Bajo la experimentada orientación de Las Casas, asumió la 1671.
evangelización pacífica de Tezulutlán. Con la preparación previa, creando
un ambiente favorable, y la intervención de Cáncer, buen conocedor de las Venerable Gregorio López (1542-1596)
lenguas nativas, ayudado por una catequesis musicalizada a la que los indios
Carismático personaje, nacido en Madrid en 1542, y de cuya infancia y
eran muy sensibles, se consiguieron resultados altamente positivos. Fueron
juventud se sabe poco, pues nunca quiso hablar de sí ni de su familia. Su vida
unos ocho años de gran repercusión, pues sirvieron para demostrar que la
en Indias tiene, en cambio, el sello de una deslumbrante originalidad. Sien-
evangelización pacífica, a pesar de sus indiscutibles riesgos, era posible.
do el menor de varios hermanos, su padre lo colocó de paje en la Corte de
Intervino con Las Casas en la Junta de obispos de México de 1546. Se Valladolid a raíz de una experiencia eremítica, adolescente, en Navarra, bajo
comentaba entonces lo peligrosa que resultaba la evangelización de la Flori- la dirección de un ermitaño.
da. La experiencia verapacense animó a Cáncer a aplicarla allí. Una cédula
La vocación de eremita se impuso en una visita a la Virgen del Sagrario,
real autorizó la expedición en 1547. Fray Luis, al frente de cuatro dominicos
de Toledo, y al llegar peregrinando a Guadalupe tomó la decisión de secun-
más, pusieron rumbo a la Florida, adonde llegaron a fines de mayo de 1549.
darla. Se trasladó a Nueva España en 1562 y después de un breve tiempo al
Aunque no consiguió Cáncer que le llevasen la nave al lugar propuesto, se
servicio de un escribano y del secretario Turcios, puso por obra su ideal.
decidió a desembarcar a pesar del peligro. Solo y con la cruz en la mano, fue
Contaba veintiún años.
sacrificado por los indios sobre las doradas arenas de una playa a la vista de
Pasó a Zacatecas, donde encontró el lugar adecuado en el valle de
marineros y frailes protegidos en la nave. Se le considera mártir y venerable.
Amayae, entre los chichimecas. Se despojó de sus ricas vestiduras, tomó un
sayal con un cordón y descalzo se presentó al capitán Pedro Carrillo, del que
San Luis Bertrán (1562-1569)
dependía el lugar. Impresionado por la juventud y porte distinguido del
Dominico valenciano, vigoroso y entusiasta predicador popular en su ermitaño en ciernes, Carrillo le hizo muchas preguntas y acabó admirando
tierra natal y al mismo tiempo eficiente formador de jóvenes para la vida su decisión, por lo que le facilitó construir su ermita. Allí se retiró para pasar
religiosa, quien misteriosamente sintió la llamada de la necesitada Iglesia de inadvertido, pero no lo consiguió. Enseñaba las primeras letras a los hijos
Indias y quiso secundarla. del capitán. Y mientras algunos le veneraban, otros le tildaban de hereje y
Siete años de misionero en el Nuevo Reino de Granada parece poco luterano, pues por la distancia no podía ir a misa los domingos. Padeció,
tiempo. Su intensa dedicación y los poderes taumatúrgicos que Dios le dio además, agravios de soldados españoles que rondaban por aquellos lugares
compensaron con creces lo que el tiempo pudo escamotear. Después de una para cautivar indios.
breve estancia en Cartagena de Indias, penetró tierra adentro, evangelizan- Tres años estuvo en aquel eremitorio. Para evitar el mal ejemplo que
do la zona de Tubará, donde llegó a bautizar a todos los indígenas. Después significaba para muchos el que no fuera a misa trasladó su residencia a los
lo enviaron a Santa Marta. En vista de sus óptimos resultados fue destinado pueblos de Alonso de Avalos, donde estuvo dos años, y después a las estan-
a Tenerife, puerto del Magdalena, centro de comunicaciones y residencia de cias de Pedro Mexía. Predicaba por sus contornos el dominico fray Domingo
numerosos colonizadores. Las dificultades que había encontrado en Santa de Salazar con gran predicamento. Hicieron una buena amistad y fray
Marta y Tubará, que le habían afectado mucho, arreciaron en Tenerife, Domingo le ofreció un puesto entre los dominicos. Se dirigió a Santo Do-
planteándole un grave problema de conciencia. mingo de México. Salazar estaba fuera y se le hizo ver que para ocupar un
Favorecido con el don de lenguas, era entendido por los nativos sin puesto entre los frailes tendría que profesar y ofreciéronle recibirle con los
necesidad de intérpretes. Sus intervenciones milagrosas y la dureza de sus brazos abiertos. Se impuso el carisma estrictamente personal y Gregorio
penitencias reafirmaron su fama de santo. La admiración de unos se trans- volvió a su ermita.
formó en envidia en otros. No faltó quien intentase asesinarlo. Le levanta- Incomprendido por cierto sector, fue perseguido por algunos y otros le
ron denigrantes calumnias. Con todo, su ejemplaridad se imponía y fray acusaron ante el arzobispo. Don Pedro Moya de Contreras encargó el exa-
Luis llegó a ser objeto de veneración popular. Pudo con todo, menos con la men del acusado al jesuíta P. Alonso Sánchez, quien quedó admirado de la
injusticia para con los indios. profundidad espiritual de Gregorio. Después de una estancia en el hospital
Agobiado por escrúpulos de conciencia, acudió a Las Casas. Fray Barto- de Guastepex, regresa a México aquejado de una grave enfermedad.
lomé le aconsejó que mirase bien cómo absolvía a quienes tenían indios El 22 de mayo de 1589 se retiró a Santa Fe, donde le cedieron una casa
esclavos. Desolado por la ineficacia de su gestión para liberar a los indios y apartada del pueblo, en la que continuó su vida de penitencia y de soledad.
C.20. Hagiografía hispanoamericana 389
388 P.II. La Iglesia diocesana
Santo Toribio de Mogrovejo (1538-1606)
En mayo de 1596 enfermó gravemente. Al mes siguiente le dieron los
últimos sacramentos, muriendo santamente el 20 de julio de 1596. El Concilio plenario latinoamericano de Roma calificó en 1900 a Tori-
Tras la luminosa estela dejada por su fama de santo iba una serie de bio de Mogrovejo como la mayor luz de todo el obispado americano. Para
hechos extraordinarios, que permitieron iniciar su causa de beatificación. sus contemporáneos fue el obispo más adecuado que en aquellos tiempos se
Dejó también algunos escritos, un devoto comentario de orientación cristo- pudo enviar a Indias. Nació en Mayorga de Campos (León), en el seno de
lógica, del Apocalipsis, y unos estudios sobre las propiedades curativas de una noble y antigua familia, de prosapia cantábrica, de prestigio siempre
ciertas hierbas. mantenido y de una ininterrumpida tradición de juristas.
El joven Toribio Alfonso siguió la tradición familiar, y después de
Mártires mexicanos e n Japón (1597,1627 y 1632) estudiar en Valladolid, Salamanca, Coimbra y Santiago, se convirtió en un
verdadero experto en ambos derechos. Siendo colegial mayor de Oviedo, en
1) San Felipe de Jesús o de las Casas (1597). Nació en la ciudad de
1573, fue inesperadamente llamado a Granada para el cargo de inquisidor.
México en 1572. Su primer intento de hacerse franciscano en Puebla no
Era entonces oidor de la Cancillería de Granada don Diego de Zúñiga, que
tardó en abandonarlo para de nuevo hacerse franciscano, en Filipinas, en
había sido colegial de Oviedo y conocía las cualidades de Toribio. Su influen-
1596.
cia consiguió el traslado. Nada, empero, hacía presagiar una vocación india-
Al regresar a México para recibir el orden sacerdotal, el galeón fue
na en el letrado Toribio de Mogrovejo.
llevado por las tempestades al Japón. Aquí, en la ciudad de Nagasaki, fue
crucificado con otros varios religiosos durante la persecución desatada por En 1575 murió el arzobispo de Lima fray Jerónimo de Loaysa. Dejaba
el emperador Taicosama en 1597. Fue canonizado por Pío IX en 1862. una gran obra legislativa escrita, pero había que completarla y aplicarla. La
2) Beato Bartolomé Laruel (1627). Nació en El Puerto de Santa María diócesis era inmensa y, en gran parte, desconocida. El mundo incaico pedía
(España) y, tras haber emigrado con sus padres a México, ingresó en la un pastor de almas capaz de escalar aquella tierra de águilas. De nuevo
Orden franciscana, en Morelia, en 1616, precedido de la fama de buen intervino el señor De Zúñiga y Toribio fue propuesto para arzobispo de
cirujano. Lima, a pesar de no ser más que clérigo de primera tonsura. Gregorio XIII
En 1618 se trasladó a Filipinas y en 1623 al Japón. Murió quemado vivo aceptó la propuesta y en 1579 lo preconizó arzobispo de Lima, dispensándo-
en Nagasaki, en 1627, y fue beatificado por Pío IX en 1867. le los plazos establecidos para recibir todas las órdenes cuanto antes. En
3) Beato Bartolomé' Gutiérrez (1632). Junto con el anterior fue beatifica- agosto de 1580 fue consagrado obispo en Sevilla. Le esperaba la diócesis de
do también el agustino Bartolomé Gutiérrez, mexicano, que había viajado a Lima, que de hecho se había convertido en norma de conducta para las otras
Manila en 1606 y al Japón en 1612, donde murió en la hoguera en 1632. diócesis. Asumía, pues, una gran responsabilidad. El 11 de mayo de 1581
entraba solemnemente en la capital de su diócesis.
Beato Sebastián de Aparicio (1502-1600) Toribio de Mogrovejo se encontró con una diócesis cuyo territorio
tenía mil kilómetros de largo, trescientos de anchura y unos tres mil de
Humilde figura de emigrante que, como tal, cumplió una notable fun-
perímetro. La espina dorsal separaba la zona costera del resto, formado por
ción social en México. Se le conoce como el «santo carretero». De joven
una combinación de sierras, valles y llanos, de variadas altitudes, con dife-
había trabajado el campo en su Galicia natal. Después de trabajar tierras de
rencias climáticas tan acusadas que los habitantes de uno no podían aclima-
otros en Salamanca y Zafra decidió emigrar a Indias. En 1535 llegó a Nueva
tarse bien a otro. Los habitantes se distribuían en cinco ciudades principales,
España. Demostró especial habilidad en la técnica de domar novillos. Des-
diversas villas y pueblos de españoles, unas doscientas reducciones de indios
pués estableció una flota de carros entre Veracruz, México y Puebla. No
y un incontable número de tribus situadas en los grandes contrafuertes y
sabía leer ni escribir, pero en 1552 era considerado un hombre rico. Traspa- macizos montañosos, cuyos habitantes rehuían cualquier comunicación con
só el negocio y volvió al cultivo de tierras propias. Sus bienes le permitieron la religión y la cultura. Sin embargo, todos constituían la grey del arzobispo
hacer numerosas obras de caridad. Ya mayor, se casó dos veces, pero enviu- Toribio. A unos los tendría que mantener y confirmar en la fe recibida.
dó pronto.
A otros tendría que atraerlos a la fe que anunciaba.
En 1566, una enfermedad le puso a las puertas de la muerte. La venció
y, agradecido a Dios, hizo donación de sus bienes a las clarisas de México y Su labor pastoral tuvo dos vertientes fundamentales: la celebración de
él se quedó como criado. A los setenta años vistió el hábito franciscano en concilios provinciales y las visitas pastorales. Afianzó el movimiento de legis-
México mismo. Destinado a Puebla, le dedicaron al antiguo menester de lación adecuada iniciado por su antecesor. Con ello señaló pautas. Con las
domar toros salvajes y al oficio de carretero. Sin brillo de ninguna clase, visitas llegó a todos, pues fueron su gran instrumento. Se calcula que reco-
llegó a realizar un bien social inmenso. rrió unos cuarenta mil kilómetros. Siempre a pie o a lo más en muía. Nunca
A su muerte se percataron de que aquella humilde apariencia había quiso utilizar la litera.
escondido un santo. Pío VI lo beatificó en 1789. Varón de heroicas virtudes, destacó también por su equilibrio humano.
390 P.Il. La Iglesia diocesana
C.20. Hagiografía hispanoamericana 391
Las críticas que se le hicieron son debidas a las ausencias que le imponían las
visitas pastorales, pues no podían ser cortas ni fáciles. Superó toda clase de muy larga, pero excepcionalmente intensa y fecunda. A los once años reci-
climas, escaló montes, tuvo que vadear ríos, a menudo con peligro de su bió el bautismo de manos de Santo Toribio. Era aún una niña cuando ya hizo
vida. Nunca desfalleció. Su muerte ocurrió en 1606 durante una visita voto de virginidad. Aunque su temperamento era delicado y frágil, resultó
pastoral, en un Jueves Santo, y en la humilde vivienda de un párroco de de fuerza sobrehumana para el sufrimiento físico o moral. Con la misma
indios. Fue canonizado por Benedicto XIII en 1726. gracia con que rasgueaba la guitarra se entregaba después a las más duras
penitencias. Consagrada a Dios, renunció a diversas y tentadoras propuestas
San Francisco Solano (1549-1610) del más legítimo amor humano. La atraía la vida contemplativa, pero, subyu-
gada por la personalidad de Santa Catalina de Siena, profesó en la Orden
A Francisco Solano hay que colocarlo entre los grandes misioneros seglar dominicana a los veinticuatro años.
itinerantes y forjadores de comunidades cristianas. Natural de Montilla La angustiaba el problema de los indios, en especial el referente a su
(Córdoba), vivió la inquietud por el apostolado entre musulmanes y por los conversión. Por ellos ofreció a Dios su vida. Aseguraba que nada más agra-
destellos cada vez más luminosos de las misiones en Indias. Estudió con los dable a Dios que la actividad de los misioneros. En una curiosa intuición de
jesuítas y en 1569 ingresó en los franciscanos. En 1576 fue ordenado sacer- nuevos tiempos lamentaba que por ser mujer no se le permitiese dedicarse
dote. Ejemplo de virtudes religiosas desde joven, resultó un excelente maes- a las misiones. Admiradora de la predicación de San Francisco Solano, le
tro de novicios. Su talante misionero le llevó a predicar entre la gente acompañaba con sus oraciones y penitencias. Las cartas dirigidas a misione-
sencilla, con gran aceptación popular. El, en cambio, suspiraba por la gloria ros, sobre todo de la Orden dominicana, son el mejor exponente de su
del martirio. temple apostólico.
Maduro de experiencia misionera entre fieles, se pensó en él para la Su vida contemplativa y su método de oración no pasaron inadvertidos.
experiencia misionera entre infieles. En 1589 fue incluido en el grupo de Sus consejos rezumaban sabiduría que no había aprendido en libros. Sus
franciscanos destinados a las misiones del Perú. En la nave donde viajaban escritos tocaban, a veces, cuestiones delicadas. Todo fue sometido a un
coincidieron con un grupo de esclavos negros. Durante la travesía, Solano se riguroso examen inquisitorial. Había que aquilatar el contenido de las ex-
desvivió por ellos, prodigándoles toda clase de cuidados. A causa de un presiones que tocaban a la teología mística. Nada se encontró merecedor de
temporal tuvieron que estar más de dos meses en una isla. Francisco fue el reprensión o condena. Entusiasta propagadora de la devoción del Rosario,
ángel tutelar de aquellos negros, hasta que todos fueron reembarcados. Al decía que había que rezarlo con la palabra y tenerlo grabado en el corazón.
llegar a Lima en 1598, todos los negros se habían convertido a la fe cristiana. Al morir, todos se dieron cuenta de que había vivido entre ellos una
Anhelando evangelizar a indios, fue enviado como doctrinero a los de verdadera santa, la primera de América. Clemente XII la canonizó en 1671.
Soconusco. La acción militar y colonizadora se orientaba entonces hacia
Buenos Aires y abrazaba la amplia región del Tucumán, ocupada por diver- Venerable Vicente Bernedo (1562-1619)
sas tribus indias. Zona mal atendida religiosamente por falta de misioneros,
en ella desarrolló Francisco Solano una desbordante actividad evangelizado- Misionero dominico nacido en Puente la Reina (Navarra), desarrolló su
ra que duró unos quince años. En poco tiempo dominó el idioma de los apostolado en el Alto Perú, en la Audiencia de Charcas, y más concretamen-
te en la Villa Imperial de la Plata y en Potosí. En su vida se dieron dos etapas.
nativos. Como en otros lugares, aprovechó el instinto musical de los nativos
Una, en la España de Felipe II y sus altos ideales, y otra, en Indias, que le
para llevar a cabo una catequesis de alto rendimiento. Con la elocuencia de
ocupó los últimos veintiún años de su vida. En ella se dibujan tres líneas:
su ejemplo, el ímpetu del celo apostólico, el vigor de su palabra y el don de
una, caracterizada por su actitud de búsqueda y peregrinación; otra, en el
hacer milagros con que le regaló el Señor, dio cima a una obra admirable por
convento de Santo Domingo de Potosí preparándose para un apostolado de
muchos conceptos. En Argentina, Paraguay y Perú es conocido como el
frontera, y la tercera, la más larga, de plena entrega a la actividad apostólica
taumaturgo del Nuevo Mundo.
y que justifica con creces su presencia en las Indias, en cuya historia ocupa
Los últimos años de su vida los pasó en Lima con cargos de responsabili-
un puesto de honor.
dad dentro de la Orden franciscana. Murió santamente mientras asistía a la
misa conventual de sus frailes. Benedicto XIII lo canonizó en 1726. Concluidos los años de estudio y formación en Navarra, Alcalá y Sala-
manca, y ordenado sacerdote, se dedicó al ministerio de la predicación en
Santa Rosa de Lima (1586-1617) tierras navarras y logroñesas. Estando en Atocha se inscribió para una
expedición misionera al Perú, hacia donde viajó en 1596-1597.
Para la familia era Isabel Flores de Oliva. Sus padres eran de noble Después de una corta estancia en Cartagena de Indias, pasó a Santa Fe
ascendencia, pero de fortuna escasa. Por su singular belleza y porque al de Bogotá a hacerse cargo de una cátedra en la Universidad. En 1600
nacer lo hizo como las rosas, sin causar dolor, la llamaron Rosa. Por el amor emprendió un viaje-peregrinación asignado al convento de Lima. De Lima
que siempre tuvo a la Virgen quiso ella ser llamada de Santa María. Vida no pasó al Cuzco, donde los dominicos tenían un centro misionero para pe-
netrar en las inmensas regiones del este. Al oleaje de aquel movimiento
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Los últimos nueve años los dedicó a recorrer las márgenes del Uruguay.
misional, a fray Vicente le tocó el convento de Santo Domingo de Potosí. El trato hábil mantenido con los caciques le facilitó llevar a cabo nuevas
Siguió un tiempo de conventual, en el que se distinguió por su santa vida, sus fundaciones. Fundó Concepción y, a finales de 1628, Asunción, al norte del
penitencias y su amor a los pobres, siendo llamado «padre de los pobres». río Grande Iyuí. Zona peligrosísima por estar bajo la influencia del hechice-
Como doctrinero en la parroquia de San Pedro, que atendían los dominicos, ro Nezú, considerado semidiós. Por instigación del hechicero y su grupo se
ejercitó cierta actividad pastoral y pudo profundizar en su vida de estudio y organizó una verdadera persecución de los misioneros, en la que varios
contemplación. La presencia de gracias extraordinarias en su vida, como recibieron la corona del martirio. Roque González de Santa Cruz murió a
levitación y curaciones instantáneas, ratificaron su fama de hombre santo. golpes de hachas de piedra.
Colmó su medida apostólica al ser enviado como predicador itinerante
Los mártires jesuítas del Paraguay forman un grupo. Juan Pablo II
en el amplio mundo andino. Tuvo que recorrer la cordillera y el altiplano,
canonizó solemnemente en 1988, en concreto, a Roque González de Santa
atravesar inhóspitos valles y zonas subandinas, sufriendo las inclemencias de
Cruz y a sus compañeros Pedro Alonso Rodríguez y Juan del Castillo.
climas extremos y opuestos. Topó también con las dificultades de los coloni-
zadores, sobre todo las de la «mita del Potosí», para extraer la plata, que San Martin de Porres (1579-1639)
tantos sufrimientos y sacrificio de vidas humanas llevaba consigo. Las leyes
favorecían a los indios, pero a veces el trato no correspondía a lo legislado. Tuvo el mayor inconveniente que podía tener un hombre en su tiempo:
Bernedo salió en defensa de los nativos. Al ver la ineficacia de su denuncia, ser mulato. La escala social hispanoamericana se dividía en blancos en la
pensó regresar a España para hacer valer los derechos de los indios o cúspide, indios en medio, negros abajo y, lo más despreciado, los mulatos.
marcharse a misionar entre otros infieles. La muerte le sorprendió antes de Martín perteneció toda su vida al estrato inferior, y no le importaba autode-
poder realizarlo. Una gran muchedumbre acudió a honrar los restos morta- finirse como «perro mulato». Muchas puertas le estaban cerradas, y los más
les del «padre santo de Santo Domingo». Tiene introducida la causa de nobles caminos, vedados. Incluso el de las órdenes sagradas o el de la vida
canonización. religiosa en plenitud de derechos, Es triste, pero así era. Como Dios no mira
el color de la piel, tuvo Martín la gracia divina a raudales, y se le abrieron de
Mártires jesuítas del Paraguay (1628) par en par las puertas de la santidad. En el camino de hacer bien a todos,
tuvo paso franco. No podía abrazar la carrera de las armas, pero luchó
Roque González recapitula el aspecto martirial de la gesta de las reduc- denodadamente para imponer la ley del amor a Dios y a los hombres.
ciones jesuítas del Paraguay. Su padre era un burgalés de muy buena familia, emigrado a Indias en
El criollo paraguayo Roque González (1576-1628) contaba quince años busca de riquezas y honores. Su madre era de color, por lo que no podía
de edad cuando se sintió atraído por la espiritualidad del desierto. Más tarde unirse en santo matrimonio con el progenitor de Martín y de su hermana. El
oyó la voz angustiosa del indio, que le pedía ayuda. Ordenado sacerdote en padre tuvo la honradez de reconocerlos, pero no accedió a legitimarlos.
1599, se consagró con todas sus energías al servicio del indígena oprimido Martín tuvo que resignarse a ser un hijo ilegítimo y además mulato. Estando
por la encomienda. Ante el buen resultado de su gestión, el obispo quiso con su padre en Guayaquil, y desde pequeño, saboreó la amargura del que
nombrarle párroco y vicario general. Otra decisión había madurado en el tenía la tez morena. No dejó que su condición social le afectase, y se aplicó
espíritu de González. Renunciando a todo, ingresó en la Compañía de Jesús a la profesión de barbero-cirujano-boticario, extraña mezcla de actividades
en 1609. Con ello entraba a formar parte de la obra social de los jesuítas en en aquella época. Con su habilidad manual y la bondad de su carácter,
el Paraguay. dispuesto siempre a hacer todo el bien posible, Martín de Porres hizo ma-
En 1609 fue enviado a Guaycurú, cuyos belicosos indios tenían atemori- ravillas.
zada la región. No tuvo éxito, pues se negaban a abandonar sus costumbres A los quince años llamó a las puertas del convento de Santo Domingo de
ancestrales. Dos años después le mandaron a San Ignacio Guazú, donde Lima, con la aspiración de ser admitido como terciario conventual. Era lo
realizó una gran labor social, enseñando a los nativos a construir casas, más a que podía aspirar y se conformaba con ello. La vida acaba imponién-
trabajar la madera y cultivar la tierra. Se sirvió del temperamento y facilidad dose, y Martín se impuso por su vida. Nueve años después fray Martín era
del indio guaraní para la música como medio de catequesis y de cultura aceptado a la profesión solemne, como excepción. Era su gran ideal.
humana. Cuatro años fecundos que le estimularon a nuevas y más compro-
Su actividad en favor de pobres y marginados era no sólo proverbial y
metidas fundaciones.
popular, sino que rozaba lo taumatúrgico. Su celda conventual se había
Con sentido profético remontó las orillas del Paraná en busca de la convertido en un dispensario en el que no todas las curaciones eran obra de
numerosa grey que no conocía al buen pastor. Durante cinco años fue un manos humanas. De ella salió un orfanato y una cocina para pobres. Desde
misionero-explorador que, a pesar de la angustiosa falta de medios, fue la misma celda se llegaba hasta pobres de solemnidad que no podían pare-
organizando nuevas reducciones como Itapua, Santa Ana y Yaguapoa. Las cerlo. Tan amplio era el radio de acción de fray Martín, que hay que pensar
increíbles privaciones y sufrimientos que la empresa llevaba consigo no en el fenómeno de la bilocación. Fray Martín, con el pan del cuerpo, daba
pudieron hacerle desistir de su proyecto misionero y humanista.
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también el pan de la palabra. Dotado de un saber que no lo explicaban los que Dios le llamó a la eternidad. Hubo que esperar a su muerte para poder
estudios hechos, se convirtió en consejero de muchos, incluidas grandes calibrar lo que había sido su vida. Juan XXIII lo canonizó en 1960.
personalidades. Y así toda su vida. Renunció a irse con su padre a Panamá al
ser nombrado gobernador. Santa Mariana de Jesús (1618-1645)
La humildad y la penitencia fueron su santo y seña, hasta llegar a límites La criolla Mariana de Paredes, más conocida como la «azucena de
heroicos. Aquejado por la grave enfermedad del tifus, se durmió en el Señor Quito», es una muestra de la santidad en el mundo secular hispanoamerica-
en medio de la consternación popular. Juan XXIII lo canonizó en 1962. no. Rosa desde Lima y Mariana desde Quito parecen querer abrazar todo el
mundo andino y atraer a la gran América al mundo de la fe cristiana por el
San Juan Macias (1585-1645)
camino del sacrificio.
Al emigrante Juan Macias le hizo hombre recio Extremadura. América Los padres de Mariana procedían de la alta sociedad española. Vivieron
lo hizo santo. Por esto lo contamos entre las figuras de la Iglesia en América. en Quito en tiempos duros. Muchos miraban sólo a la fortuna posible. Por
Ni conquistador ni colonizador. Sencillamente, santo al servicio de los más suerte, no faltaban quienes iban movidos por ideales humanitarios y que en
pobres. Es uno de los casos de quienes no fueron a Indias a medrar. Tampo- todo querían servir a Dios desde la secularidad. La familia de Mariana
co fue como misionero, pues no era sacerdote y carecía de estudios. Fue a pertenecía a estos últimos.
servir en la humildad y sencillez. Huérfana a los seis años de edad, quedó bajo el cuidado de su hermana
Huérfano a los cuatro años de edad, pasó a depender de un tío suyo, mayor, ya casada. Recibió una educación esmerada propia de familia de alto
que a causa de su pobreza no pudo darle instrucción humana. Tuvo que rango. Aprendió a leer y a escribir bien, así como las labores propias de su
ejercer el oficio de pastor. El campo le endureció, pero afianzó su piedad estado, sin que le faltase una oportuna educación musical, pues tocaba la
personal. El vago recuerdo que le quedaba de sus padres consistía en un guitarra con soltura. Desde muy joven intuyó la importancia de la evangeli-
rosario de la madre y en la idea de haberlo rezado en familia. De sus años de zación, especialmente entre los indígenas. Hasta llegó a pensar en huir de
pastor le quedó otro recuerdo, un tanto descarnado: el de un niño misterio- casa para dedicarse a la catequización de los indios Main. Viendo su herma-
so que le habló de reinos superiores a lo que veía. na que la pequeña Mariana daba muestras de llevar una vida de piedad muy
Extremadura ha dado muchos emigrantes, y por muy diversos motivos intensa, la llevó al P. Camacho, jesuíta, para que recibiese la orientación
Juan es uno de ellos. No le movía el deseo de glorias ni el de aventuras. oportuna. Mariana hizo unos votos particulares y privados, llamándose a
Sentíase invitado a cambiar de vida por motivos superiores. Sabía que su partir de entonces Mariana de Jesús. Desde su casa fue una excelente após-
inquietud venía de un mundo superior. Estaba seguro de que era la voluntad tol. Catequista para los niños, colaboradora en obras de caridad social y en
de Dios y decidió secundarla. Tenía veinticinco años. Emprendió una larga diálogo constante con toda clase de personas. Su ideal evangelizador se
peregrinación por campos y ciudades. Buena ocasión para reflexionar. Du- convirtió en una realidad.
rante el camino, su oración libró a un animalito de morir ahogado en un Sus penitencias impresionaban, y era consciente de que el sacrificio es
pozo por auxiliar a su dueño. Llegó a Sevilla, la esplendorosa ciudad cuya fecundo para la santidad. De su sangre inocente y virginal brotó una azucena
frivolidad pudo costarle caro, por atentar contra su virtud. Su ingenuidad que ha quedado como un símbolo.
no le permitía ver las asechanzas del mal. Dios le libró. En Jerez trabajó de En 1645 un fuerte terremoto destruyó Riobamba. Quito se libró, pero
pastor, pero no era Andalucía su destino definitivo. tuvo que hacer frente al estrago de la peste. Oyendo un sermón que pedía
Las naves que ponían proa hacia las Indias Occidentales le ayudaron a una conversión sincera, ofreció en público su vida para salvar la de sus
ver. Un mercader que le ofreció un puesto de ayudante le dio la ocasión. Al paisanos. Acto seguido se apoderó de ella una extraña enfermedad, en
constatar la falta de cultura del joven, el mercader, en cuanto llegaron a forma de aguda hidropesía, que superó durante semanas sin probar el agua.
Cartagena de Indias, se desentendió de él. Juan tuvo que emprender otra Después de dolorosos sufrimientos, llevados con especial alegría, edificó a
peregrinación, en extrema pobreza, para buscar el puesto que Dios le había todos con una muerte santa. Pío XII la canonizó en 1950.
asignado en la vida. Después de cuatro meses y medio de inesperadas peripe-
cias y grandes sufrimientos, llegó a Lima. Era el mes de febrero de 1620. Venerable Francisco de Pamplona (1597-1651)
Buscando la preciosa margarita de la parábola evangélica, la encontró Muestra de cómo un talante aventurero y luchador, puesto al servicio
en la portería del convento de Santo Domingo: era fray Martín de Porres. del ideal misionero, puede dar excelentes resultados.
Conoció a los dominicos, y aquel encuentro resultó definitivo. El 23 de Tiburcio Redín y Cruzat, barón de Bigüeda, nació en Pamplona, en
enero de 1622 ingresaba en la Orden en calidad de hermano cooperador. agosto de 1597. Fue el menor de cuatro hermanos, que ocuparon elevados
Lo demás resultó muy sencillo. Caridad inagotable para con todos, sobre puestos en la sociedad de su tiempo: Juan fue abad, Martín llegó a gran
todo para con los pobres, a los que socorría a base de milagros incluso. maestre de la Orden de Malta, Miguel consiguió un almirantazgo y Tiburcio,
Humildad sin alardes y ejemplaridad a ultranza. Día a día, hora a hora, hasta después de conseguir alta graduación en la vida militar, cambió la escala de
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valores y profesó en la Orden capuchina. Debió de influir en ellos la educa- San Pedro Claver (1580-1654)
ción espartana que les había dado su madre, mujer de mucho carácter y Jesuíta leridano, gran apóstol entre los esclavos negros en Cartagena de
viuda prematuramente, que se propuso hacer de sus hijos hombres útiles y Indias. Junto a los grandes defensores de los derechos de los indios brilla
de ejemplo para la sociedad. con luminosidad propia Pedro Claver en la defensa de los derechos de los
Tiburcio, con decidida «inclinación a las armas», abrazó la carrera mili- hombres de color, con el mérito de haberlo hecho cuando la Iglesia no había
tar a los catorce años y marchó a Italia. A los veinticuatro era ya capitán. tomado aún una actitud enérgica.
Sirvió en la Armada de Indias, llegando a ser general de galeones. Sus Poco se sabe de sus primeros años. De familia humilde, fue novicio
aventuras (no siempre encomiables) y hechos de armas (de bravura incontro- jesuíta en Tarragona. En 1605 fue enviado a Palma de Mallorca a estudiar
lada) le granjearon aduladores por una parte y enemigos por otra. Una filosofía. En Montesión se encontraron dos santos: Alonso Rodríguez, de
pedrada en la sien, durante una reyerta en calles madrileñas, le puso a las
setenta y tres años, que se hallaba ya en la recta final, y Pedro Claver, de
puertas de la muerte. Oró a la Virgen y la enfermedad fue vencida. Con la
veinticinco, que iniciaba la carrera. Muchas cosas buenas enseñó Alonso a
curación triunfó la gracia y el que se había lucido haciendo filigranas con la
Pedro, pero, sobre todo, sembró en él la vocación americanista. Bastó una
espada iba a hacer maravillas como organizador y conductor de misioneros.
frase: «Cuántos que están ociosos en Europa podrían ser apóstoles en Amé-
A los cuarenta años vistió el hábito capuchino y adoptó el nombre de
rica». Y lo calificó de «gran cosa».
Francisco. Embebido en humildad franciscana quiso ser de los más humildes
y se quedó en hermano lego. Después de hacer el noviciado en Tarazona, En 1610 se embarcó para Cartagena de Indias, desde donde pasó a
profesó en 1638, siendo destinado a Tudela, primero, y después a Zaragoza. Bogotá con la idea de ser hermano coadjutor, como Alonso en la isla de
En 1642 se enteró de que a unos capuchinos italianos, que iban de Mallorca. Los superiores, en cambio, decidieron que continuase los estu-
misioneros al Congo, se les había negado el paso en Lisboa. Fray Francisco, dios. Dos años después volvió a Cartagena, siendo allí designado como
fiado en su amistad personal con Felipe IV, se comprometió a conseguir la ayudante del P. Sandoval, el cual se distinguía por su actividad en favor de
autorización necesaria si se le incluía en la lista. La estratagema dio buen los esclavos negros. Pedro le acompañaba en su visita a los barracones,
resultado. El grupo misionero, en compañía de fray Francisco, recalaba en siendo testigo de la miseria de aquellos desgraciados y de la injusticia que
la desembocadura del Congo en junio de 1645. La misión congoleña dio un con ellos se cometía. La cruda realidad abrió los ojos de Claver y descubrió
buen resultado y pronto necesitaron refuerzos. Fray Francisco fue enviado la razón de ser de su vida apostólica.
a España para hacer las gestiones oportunas. En 1616 fue ordenado sacerdote. Cuando el P. Sandoval fue trasladado
Después de un accidentado viaje, que le llevó a Roma a través de al Perú, Pedro Claver quedó encargado de continuar su obra. Estaba prepa-
Inglaterra y Francia, pudo comprobar que la misión del Congo había susci- rado, bien informado y dispuesto. Había asimilado bien las ideas y la táctica
tado muchas vocaciones misioneras entre los capuchinos. La Congregación del gran iniciador del movimiento en favor de los esclavos negros. Para
de Propaganda Fide preparaba nuevas fundaciones misioneras para su Or- Pedro se convirtieron en la carne y sangre de su actividad apostólica. En
den y aprovechó la influencia de fray Francisco ante el rey de España para 1622, la Compañía de Jesús le concedió la gracia de hacer la profesión
enviar la primera expedición de capuchinos a América. En octubre de 1647 solemne. Era el reconocimiento de sus indiscutibles méritos personales. Su
embarcaba con ellos rumbo a Darién. labor consistía siempre en lo mismo: visitar las naves recién llegadas y, con
Dos años después volvía a Europa para reclutar más misioneros. En ayuda de intérprete, prestar atención material y espiritual a los pobres
Roma formalizó la fundación de una misión en la isla de Granada, región negros, hacinados en condiciones infrahumanas. El derroche de caridad y
por la que sentía especial predilección, pues allí le habían ayudado durante humanitarismo de Pedro Claver escapa a todo control. Pudo afirmar que
su carrera militar. Aspiraba a que fuera su campo de trabajo apostólico, había bautizado a unos trescientos mil negros. Simultáneamente llevaba la
pero estaba ocupada por los franceses. Pasaron a Cumaná, y en el valle dirección espiritual de los hospitales de San Juan de Dios y de San Lázaro.
venezolano del Píritu estableció una misión que dio excelente resultado. En 1650 se le declaró una enfermedad que le iba reduciendo la posibili-
Ante la falta de misioneros decidieron enviar de nuevo a fray Francisco a dad de moverse y que coincidió con la terrible peste de 1651 en Cartagena.
Europa en búsqueda de religiosos. Pero el santo varón había dado su medi- Los últimos cuatro años de su vida fueron un calvario, que abrazó con
da, y a pesar de no contar más de cincuenta y seis años de edad murió generosidad sin límites. Paralítico y medio desconocido vio el final de sus
santamente en el puerto de La Guaira, en 1651. Llevaba veintiséis años de días. La talla gigantesca de la figura del padre de los negros se impuso con
capuchino y los hechos extraordinarios acaecidos alrededor de su tumba toda la grandeza a raíz de su muerte. León XIII lo canonizó en 1888.
confirmaron su fama de santidad.
Venerable Pedro de Bethencourt (1626-1667)
Siervo de Dios, fundador de los betlemitas. Natural de Tenerife e hijo
de hidalgos y cristianos viejos. Aconsejado por una tía suya, abandonó la
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octogenaria. De corazón y con toda generosidad había asumido y mantenido
casa paterna para seguir la divina voluntad, embarcó para América y en su papel de víctima. Reconocida la heroicidad de sus virtudes, Juan Pablo II
1651 estaba en Guatemala trabajando como hilandero en la fábrica de la beatificó en 1985 en la misma ciudad de Arequipa.
Almeral, al mismo tiempo que estudiaba en los jesuítas. Por su torpeza en
gramática aprovechó poco en los estudios, por lo que el P. Lobo le aconsejó Venerable José de Carabantes (1628-1694)
que dejase de estudiar y que se consagrase a obras de caridad, en las que
Figura estelar entre los misioneros capuchinos de América. Su nombre
podría hacer mucho bien. El estudio no le había deparado más que burlas de
era José Velázquez Fresneda. Nació en Carabantes (Soria), el 27 de junio de
sus compañeros.
1628. Ingresó en la Orden de los franciscanos capuchinos en 1645, siendo
Gracias a su esfuerzo personal consiguió reconstruir el Calvario de la ordenado sacerdote en 1652. Misionero de cuerpo entero, por vocación y
ciudad. Al lado del mismo construyó una casita, a la que se retiró para convicción, se entregó con todas sus fuerzas al ministerio al que se consideró
entregarse a la oración y a la penitencia. No le faltaron discípulos y aquel llamado desde el momento de su ordenación sacerdotal. Unos cuarenta años
centro espiritual se convirtió en iglesia y en hospital, del que nacieron los de su vida no conocieron otro quehacer. Sentíase atraído por la misión entre
betlemitas. Fue una obra que llegó a tener un gran ascendiente en América, infieles. Dudaba, empero, de su capacidad y de sus fuerzas. Consultó con la
donde pervive en la rama femenina. Venerable Madre Agreda, la cual le aconsejó que no dudase de su espíritu
Posteriormente amplió su actividad a recoger niños expósitos. Además misionero, pero que el lugar y el modo lo dejase a la obediencia religiosa,
fundó las ermitas de Animas en las entradas de los pueblos, devoción que consejo al que se mantuvo fiel durante toda su vida.
llegó a tener un gran arraigo popular.
Pocos años llevaba entregado a las misiones populares en España cuan-
Una vida más bien corta, salpicada de actos heroicos, que desentonarían do sonó la llamada de América. Dos misioneros capuchinos de Cumaná
ante la mentalidad actual, pero que en su medio ambiente le dieron fama de habían venido a España para defender a su misión ante la Corona. Brilló la
ser un santo varón. Vivió pobrísimamente, muriendo como pobre y en cama verdad y la Corte no sólo aceptó aquella misión, sino que quiso potenciarla
prestada de un hospital de pobres. Tiene incoado el proceso de canoni- con más misioneros capuchinos. Fue la hora del P. José de Carabantes. En
zación. otoño de 1657 desembarcó con otro compañero en la isla Margarita, donde
tuvieron que esperar la llegada de los otros misioneros. Aprovechó la oca-
Beata Ana de los Angeles Monteagudo (1602-1686) sión para predicar en sendas misiones populares en los núcleos urbanos de
Su vida constituye un ejemplo elocuente de carisma dominicano y de Cumaná y Caracas. Los frutos de conversión fueron sensacionales. El ardor
monja contemplativa en Hispanoamérica en el siglo XVII. Hija del español de su palabra se vio robustecido con el de su caridad, que brilló con motivo
Sebastián de Monteagudo y de la arequipeña Francisca Ponce de León, el de una peste que asoló aquellas regiones.
retrato que de ella tenemos nos permite vislumbrar cierto trasfondo incaico Finalmente, al Venerable Padre se le dio la oportunidad de dedicarse a
en su mirada. Toda su vida transcurrió en su ciudad natal, Arequipa. la evangelización de los caribes, cuya ferocidad era proverbial. A punto
A los tres años fue internada en el monasterio de dominicas de Santa estuvo de que lo sacrificaran, pero circunstancias providenciales hicieron
Catalina de Arequipa para su formación humana y cristiana. Asimiló bien el ver a los indígenas que tenían delante a un gran hombre. El siervo de Dios
ambiente religioso, su disciplina y su austeridad. A los catorce años sus se consagró de lleno a su cristianización. Comenzó aprendiendo su lengua,
padres la sacaron en orden a un ventajoso matrimonio. Pudo más la piedad que a pesar de su dificultad consiguió dominar hasta poder escribir una
y la soledad del monasterio que la brillante propuesta de sus padres. La gramática para otros misioneros. Años tensos dedicados a evangelizar, fun-
adolescente huyó de su casa y pidió ser aceptada como monja en el monaste- dar ciudades y penetrar tierra adentro, convirtiendo a cinco caciques. Su
rio dominicano. Sus progenitores se opusieron tajantemente. Algunas mon- predicación iba acompañada de extraordinaria ejemplaridad y de hechos
jas lo consideraban prematuro. Todo eran dificultades. Ana, empero, se taumatúrgicos, como el de haber liberado a sus neófitos de una plaga de
mantuvo firme y acabó triunfando. En 1619 se consagraba definitivamente langosta.
a Dios mediante la profesión religiosa en la Orden de Santo Domingo. Cosa de nueve años llevaba entregado a su arriesgada misión apostólica
Llevada de su espíritu de abnegación, buscó los oficios más humildes cuando tuvo que regresar a España para defender a sus misioneros, falsa-
del convento. Se distinguió por su esmero en el cuidado del culto a Dios y del mente calumniados. No dudó un momento, a pesar de ser el peor tiempo
Oficio Divino. Fue también una excelente maestra de novicias. Elegida para navegar. Tanto ante la Corona como ante la corte pontificia defendió
superiora del monasterio, se aplicó con energía a imponer el espíritu de la verdad y el honor de sus misioneros. Se le agasajó y le dieron toda clase de
observancia regular y reforma en su país, hermanó con rara perfección la regalos para estos últimos. A punto estaba de regresar cuando la obediencia
vida contemplativa con la inquietud de los misioneros y muchos de ellos religiosa dispuso que se quedase a misionar en España, precepto que obede-
aseguraban haber recibido su beneficiosa influencia. ció con la generosidad de siempre.
Una terrible enfermedad, que la dejó ciega durante los últimos diez En 1668 inició la tercera y última etapa de su vida, sin dejar de ser lo
años de su vida, colmó sus ansias de penitencia. Abrazada a su cruz murió ya I-Iicifvri/i A* ln Talexia. 14
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que fue su santo y seña: misionar. Y misionando le llegó la hora de Dios, en tierras de California, la gesta de los mejores evangelizadores del Nuevo
Monforte de Lemos, el 11 de abril de 1694. Tiene introducida la causa de Mundo del siglo xvi.
canonización. Natural de Petra, profesó en la Orden de San Francisco en 1731. Cursó
Dejó escritos varios opúsculos pastorales que adquirieron una notoria los estudios eclesiásticos, siendo ordenado sacerdote en 1737. Lector de i
popularidad, entre ellos un Tratado sobre el ejercicio de las misiones, y una serie filosofía y catedrático de teología en la Universidad Luliana de Palma de
de pláticas doctrinales para la formación de los fieles. Mallorca, se distinguió tanto por su dedicación al estudio y a la enseñanza
como a la predicación popular y misionera, para la que demostró tener
Venerable Antonio Margil de Jesús (1657-1726) grandes cualidades. Sin embargo, un cambio decisivo se iba a fraguar en el
La excepcional gesta evangelizadora del franciscano fray Antonio Mar- fondo de su espíritu, dando un giro notable a su vocación apostólica. Los
gil de Jesús nos ubica en los ricos, policromos y variados países centroameri- superiores esperaban de él que fuese un gran maestro. Fray Junípero aspira-
canos. Toma forma de vigoroso misionero, infatigable difusor de la fe cris- ba a misionero y a santo. Vencidas muchas dificultades, pudo embarcar
tiana, con talante de incansable peregrino, siempre a pie, sin más armas ni rumbo a Nueva España en 1749.
defensa que su palabra evangélica. En alas de un amor y celo apostólico por Entre 1750 y 1758 estuvo entre los indios pame, a los que siguieron
la salvación de las almas tanto para con los indios paganos como para los siete años más dedicado a la evangelización de los apaches. Contaba ya más
cristianos desorientados, recorrió incontables caminos entre parajes de de cincuenta años cuando, en 1767, fue enviado, en calidad de presidente,
exultante belleza o triste soledad, ángel portador de paz y bien, teniendo a hacerse cargo de las misiones de la península de California, que los jesuítas
que vencer todo género de dificultades. Fray Antonio llegó a personificar tuvieron que dejar a raíz de la extinción de la Compañía. En 1769 inició la
constancia y energía en grado heroico. evangelización de Alta California y en ella dejó lo mejor de su vida. Fueron
Nació en Valencia, en 1657, e ingresó en la Orden franciscana en 1673, quince años de entrega absoluta a una labor imponente, en la que fue
siendo ordenado sacerdote en 1682. Al año siguiente embarcó hacia Méxi- misionero, explorador, descubridor, escritor y hasta peón de albañil. Por
co. Querétaro fue el primer centro de su actividad, pero ya en 1683 dio encima de todo, se le recordará como fundador de centros misioneros que
comienzo a su fabulosa etapa de más de diez años de duración, que, partien- se han convertido en urbes de primera magnitud, como San Francisco de
do de México, le llevó a recorrer Guatemala, Honduras, Nicaragua y Costa California y Los Angeles. Unía a su robustecida santidad personal un ex-
traordinario carisma misionero, un cálido sentido de humanidad, grandes
Rica. Fueron especialmente intensas las campañas en la Verapaz de Guate-
dotes de gobierno, impresionante capacidad de trabajo y una gran dosis de
mala y en Talamanca de Costa Rica. Su entrada entre los indios costarricen-
sentido práctico de la vida. Organizador y calculador, supo superar abusos
ses térrabas causó sensación entre los contemporáneos.
y deficiencias propios de la colonización de primera hora, aunque no pudie-
En 1696 fue nombrado superior del colegio de Querétaro y recibió el
se llegar a todos.
encargo de fundar el colegio misionero de Zacatecas de México. Providen-
cial disposición que le permitió demostrar sus cualidades de superior mode- Fray Junípero Serra representa a finales de la edad moderna la encarna-
lo y ejemplar. ción del espíritu tradicional misionero, de molde hispánico, actualizado y en
En 1703 organizó una especial expedición en las regiones nicaragüen- pleno vigor. Tenía como centro la defensa del indio en cuanto hombre;
ses de Segapo y Matagalpa con el objetivo de atacar los centros fuertes de como fin, su conversión a la fe en Cristo, y como medios, una inagotable
magia, brujería e idolatría. No sin riesgo, acompañó su predicación con la paciencia por su parte y la promoción humana para con el indígena. Firme
destrucción de lugares e ídolos más representativos. en su decisión de no mirar atrás, siguió impertérrito la trayectoria misionera
que la obediencia religiosa le había señalado y a la que había consagrado su
En 1711 inició otra etapa de expansión misionera en nuevos territorios,
vida. Nunca más volvió a su patria.
como Nayarit, Cohauila, Nueva León y Texas. Otros diez años de misionar
sin cansancio, aunque el tiempo no pasaba en balde y fray Antonio experi- Murió en 1784 rodeado de sus indios, amado por sus frailes y admirado
por los españoles que lo trataron. Juan Pablo II lo proclamó beato en 1988.
mentó sus consecuencias. Los últimos años de su vida los pasó en los colegios
de Querétaro y Zacatecas.
El 6 de agosto de 1726 murió santamente en la enfermería de México,
después de una vida de santidad en la que no faltaron hechos que fueron NOTA BIBLIOGRÁFICA
considerados milagrosos. Se dice que había convertido unos ochenta mil
indios. Tiene introducido el proceso de beatificación. Protomártires y beatos indígenas mexicanos
Beato Junípero Serra (1713-1784) R. PANE, Relación acerca de las antigüedades de los indios, las cuales con diligencia,
como hombre que sabe el idioma de éstos, recogió por mandato del Almirante (1498), con
Franciscano mallorquín que con una cruz en la mano como signo, una varias ediciones modernas; B. DE LAS CASAS, Apologética historia sumaria, c. 167.
campana como pregón y su palabra entusiasta emuló en el siglo xvm, en T. PAREDES DE BENAVENTE (MOTOLINIA,) Historia de los indios de la Nueva España
C.20. Hagiografía hispanoamericana 403
402 P.II. La Iglesia diocesana
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véanse también las biografías de Juan de Zumárraga citadas en el capítulo 33 de la la evangelización del Nuevo Mundo», en Extremadura en la evangelizarían del Nuevo
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CAPÍTULO 21
Veritatis (Madrid, 1650); 4) Militia Immaculatae Conceptionis (Lovaina, portamiento del doctrinero ante las diversas situaciones generadas por los
1663); 5) Monumenta antiqua Immaculatae Conceptionis (Lovaina, 1664); indígenas.
6) Monumenta antiqua seraphica pro Immaculata Conceptione (Lovaina, 1665). El enfoque eminentemente práctico de la obra añade a su valor canóni-
co-moral el ulterior de que permite deducir de los problemas que plantea el
conocimiento de la situación religioso-social de los indios ya cristianos.
Juan de Almoguera (f 1676)
Desde este punto de vista es especialmente rico el libro segundo, en el que
Religioso trinitario, fue obispo de Arequipa desde 1659 hasta 1673, y se habla de los tributos, de los contratos, de la idolatría, de los hechiceros, de
arzobispo de Lima, desde este año hasta el de 1676, en que murió. Publicó los caciques, de los encomenderos, de los corregidores y de la embriaguez,
la siguiente obra: Instrucción de sacerdotes con aplicación individuada a curas y a la que, por ejemplo, describe como un hecho tan generalizado entre los
eclesiásticos de las Indias, donde se escrive... Dirigida al Rey Nuestro Señor... nativos, que el autor no considera calumnia llamarle borracho a un indio,
(Madrid, 1671). porque, según él, se embriagaban prácticamente todos.
Obra importante para la formación del sacerdote en general y del Como puntos más concretos dignos de especial mención merecen resal-
sacerdote misionero en América. Comprende cuatro tratados: 1) la sublimi- tarse la insistencia, en un momento ya tan tardío como 1668, y refiriéndose
dad del estado sacerdotal; 2) el mal ejemplo de los sacerdotes es pésimo en a los doctrineros, en proponer a los Apóstoles como modelos de párrocos
la Iglesia universal, pero especialmente en tierra de misiones; 3) pecados que (libro 1, tratado 10, sesión 1), la afirmación de que «es engaño muy grande
ocasionan los litigios y avaricia de los eclesiásticos, especialmente de los dezir y entender que no es menester para entre los indios theología» (ibid.,
párrocos, en Indias y, sobre todo, en el Perú; 4) la ciencia necesaria que sesión 17) y el juicio moral que formula sobre los agravios hechos a indios:
deben poseer los eclesiásticos. «Tengo por cosa llana que es mayor pecado agraviar a los indios que a los
españoles» (libro 1, tratado 1, sesión 6).
Alonso de la Peña Montenegro (f 1687) Respecto del escritor, se puede buenamente pensar que Peña Montene-
El mismo autor nos ofrece en la portada de su obra los datos esenciales gro formaba parte del círculo de aquellos obispos de indios de los que él
de su ficha biográfica. Primeramente fue colegial en el colegio de la Univer- mismo dice que «están obligados a ser tutores y defensores de los indios y
sidad de Santiago, y en 1632 entró en el Colegio Viejo de San Bartolomé de otros pobres» (libro 2, sesión 8).
Salamanca. Canónigo magistral, sucesivamente, de la iglesia colegiata de Iria Las frases que hemos transcrito y otras muchas que esmaltan el Itinera-
Flavia (Coruña), de la catedral de Mondoñedo y de la catedral metropolitana rio de Peña Montenegro hubieran podido caer de la boca o de la pluma de
de Santiago de Composfela. Aquí ocupó también la cátedra de Escritura en un San Carlos Borromeo o de cualquier otro obispo ideal de la reforma
la Universidad. A partir de 1653 le espera nuevo destino y también nuevo católica postridentina.
mundo. En efecto, el 18 de agosto de ese año fue nombrado para regir el
obispado de Quito, en el que permaneció hasta su muerte, en 1687. Diego de Avendaño (1594-1688)
Es autor de la siguiente obra: Itinerario para parochos de indios. En que se
Nació en Segovia, en 1594. Estudió gramática latina en su ciudad natal
tratan las materias más particulares, tocantes a ellos, para su buena administración
(Madrid, 1668; Lyon, 1679; Amberes, 1698, 1726 y 1754; Madrid, 1771). y, a continuación, cursó filosofía en Sevilla, en el colegio de Maese Rodrigo.
En esta ciudad conoció al que sería su futuro mentor, Juan Solórzano
Esta obra recuerda por el título el Itinerarium de fray Juan Focher, del
Pereira, célebre autor de la Política indiana, con el que se embarcó para
que nos hemos ocupado más arriba, pero es muy superior a éste, por
extensión de páginas y amplitud temática, y tuvo también mayor aceptación América en 1610.
ante el público a lo largo de todo un siglo, como lo ponen de manifiesto las Ya en Lima, y apoyado por el propio Solórzano, ingresó en el colegio de
seis ediciones que alcanzó. los jesuítas de San Martín. Aquí se sintió llamado a la Compañía de Jesús y
El voluminoso in-folio comprende cinco libros, con un total de 562 en 1612 emitía los primeros votos. Terminados sus estudios de filosofía y
páginas de texto, más 72 de preámbulos e índices. A su vez, el libro primero teología, recibió la ordenación sacerdotal en 1619.
se subdivide en trece tratados; el segundo, en doce; el tercero, en diez; el Inicia entonces una brillante carrera de predicador, de profesor, de
cuarto, en seis; y finalmente, el quinto, en cuatro. gobernante y de escritor. Fue director del colegio de Cuzco, rector del
La obra reviste un carácter eminentemente práctico y está destinada a colegio y Universidad de Charcas, rector de la Universidad de Chuquisaca,
resolverle al doctrinero o párroco de indios, basándose en los principios del en la que ocupó la cátedra de Prima de Teología por dos veces. De aquí pasó
derecho canónico y de la moral, cuantos problemas se le plantearan en el a Lima, de cuyo Colegio Máximo de San Pablo fue profesor y rector. De
ejercicio de su ministerio. 1661 a 1669 gobernó la provincia jesuítica del Perú. Cúpole a él reunir la
Esos problemas se pueden englobar bajo tres epígrafes fundamentales: decimoquinta Congregación provincial en 1665. Fue también rector del
obligaciones del doctrinero, obligaciones y privilegios de los indios, y com- noviciado de la Compañía en Lima y consultor de la Inquisición. En el
418 P.II. La Iglesia diocesana C.21. Pensadores eclesiásticos americanos 419
colegio de San Pablo de esta ciudad entregó su alma a Dios en 1688, a los El primero se refiere a la prioridad que se debe dar a la evangelización.
noventa y cuatro años de edad. No se va a América sólo para ser fraile y vivir encerrado dentro de un
Obras: 1) Thesaurus Indicus seu generalis instructor pro regimine conscien- convento; se debe ir sobre todo para convertir infieles: «Vuelvan otra vez las
tiae in iis quae ad Indias spectant, 2 vols. (Amberes, 1668); 2) Auctarium Provincias a reconocer el ejercicio de las misiones por el fin más principal de
Indicum (Amberes, 1675); 3) Auctarii Indici tomus secundas (Amberes, 1676); su establecimiento en las provincias de América» (Gobierno 2, 58).
4) Auctarii Indici tomus tertius (Amberes, 1678); 5) Auctarii Indici tomus quar- El segundo concepto versa sobre la necesidad y rigor del examen de
tus (Amberes, 1686); 6) Cursus consummatus sive recognitiones theologicae... idoneidad de los candidatos (Ibíd., p. 108-136). A este propósito escribe
utilia multa et specialia continentes generaliter et pro Indiis circa earum Thesau- Pedro Borges {El envío, 274): «Creo no equivocarme si afirmo que es el
rum (Amberes, 1686). franciscano Pedro José Parras, ... el que con más lucidez ha desarrollado una
Avendaño fue un decidido defensor de los derechos tanto de los indios teoría sobre la idoneidad requerida en el aspirante a las misiones». Traza
americanos como de los negros africanos. Sus ideas, sin embargo, tienen sobre ello toda una teología misional. Se inspira en San Buenaventura, en
poco de originales. Están recopiladas de autores anteriores, como Focher, San Juan de Capistrano y en los Capítulos de la Orden. Pero por la perfecta
Acosta, Agía y Sandoval. coincidencia temática se diría que Parras parece estar copiando, sin citarlo,
a uno de los primeros teóricos de la evangelización, Juan Focher, ya mencio-
Andrés Miguel Pérez de Velasco (siglo x v m ) nado.
El mismo se profesa en la portada de sus obras «Colegial que fue de
oposición en el Real de San Ignacio de la Puebla, cura beneficiado, vicario
NOTA BIBLIOGRÁFICA
y juez eclesiástico de la parrochia de Santo Domingo Ytzocan, comisario del
Santo Oficio de la Inquisición y su revisor».
Escribió las dos obras siguientes: El pretendiente de curatos instruido para Historia de la teología
si lograre su pretensión y desengañado para que, si no es únicamente la honra de Ámbito general: E. D. DüSSEL, «Hipótesis para una historia de la teología en
Dios y el bien de las almas quien le mueve, desista de pretender, y no sea cura América latina», en Para una historia de la evangelización en América latina (Barcelona,
1987), 271-319; F. MATEOS, «Ensayo sobre la espiritualidad en América del Sur
(Puebla de los Angeles, 1765); El ayudante de cura instruido en el porte a que le (1510-1580)»: Missionalia Hispánica 15 (Madrid, 1958), 85-118; J. MESEGUER, «Pensa-
obliga su dignidad en los deberes a que le estrecha su empleo y en la fructuosa miento franciscano en América», en Actas del I Congreso Internacional sobre los francisca-
práctica de su ministerio (Puebla de los Angeles, 1766). nos en el Nuevo Mundo (Madrid, 1987), 405-441; P. RICARD (ed.), Materiales para una
La segunda obra es continuación de la primera. Ambas forman un historia de la teología en América latina (San José, 1981); ID., Raíces de la teología
latinoamericana. Nuevos materiales para la historia de la teología (San José, 1985).
precioso manual de pastoral parroquial, en el que el autor ha sabido volcar
Aspectos concretos: M. ANDRÉS: «Espiritualidad agustiniana en Nueva España (si-
su larga experiencia apostólica de más de cuarenta años. glos xvi y XVII)», en Congreso Internacional Agustinos en América y Filipinas (Valladolid,
1990), 161-188; M. G. CRESPO PONCE, Estudio histérico-teológico de la "Doctrina cristia-
Pedro José Parras (1728-1784) na para instrucción e información de los indios por manera de historia» de fray Pedro de
Córdoba, O. P. (f 1521) (Pamplona, 1988); G. S. FERNÁNDEZ DE RECAS, Grados de
Franciscano de la provincia de Aragón, cursó sus estudios sacerdotales licenciados, maestros y doctores en Artes, Leyes, Teología y todas las Facultades de la Real y
en el convento de San Francisco de Zaragoza. Se encontraba en La Almunia Pontificia Universidad de México (México, 1963); J. A. SALAZAR, Los estudios eclesiásticos
de Doña Godina (Zaragoza) cuando el 2 de agosto de 1748 recibió la invita- superiores en el Nuevo Reino de Granada (Madrid, 1946); J. I. SARANYANA y otros,
ción para formar parte de una expedición misionera para el Río de la Plata. Evangelización y teología en América (siglo XVI) 1-2 (Pamplona, 1990), donde se inser-
Superadas las dudas iniciales, aceptó, y el día 5 de diciembre de 1748 se tan numerosos estudios relacionados con la historia de la teología en América; A. DE
ZABALLA, Transculturación y misión en Nueva España. Estudio histórico-doctrinal del libro
hallaba ya en Cádiz, donde se embarcó en febrero de 1749 en compañía de de los «Coloquios» de Bernardino de Sahagún (Pamplona, 1990).
otros seis franciscanos. Escritores eclesiásticos hispanoamericanos: Además de las bibliografías de índole
Después de veinte años de misionero en América regresó a España general, E. B. ADAMS, A Bio-Bibliography of Franciscan Authors in colonial Central
definitivamente. En 1768 fue vocal del capítulo general de la Orden celebra- America (Washington, 1953); J. DEL REY FAJARDO, Bibliografía de los jesuítas en la
Venezuela colonial (Caracas, 1974); F. ZAMBRANO, Diccionario bibliográfico de la Compa-
do en Valencia; durante algún tiempo, secretario del comisario general de ñía de Jesús en México 1-3 (México, 1961-1963).
Indias en Madrid y, finalmente, guardián del convento de Zaragoza. Murió
en 1784. Bartolomé de las Casas
Obras: 1) Diario y derrotero de sus viajes, 1749-1753: España, Río de la P. BORGES, Quién era Bartolomé de las Casas (Madrid, 1990); L. GAI.MÉS, Bartolomé
Plata, Paraguay (Buenos Aires, 1943); 2) Gobierno de los regulares de la Améri- de las Casas, defensor de los derechos humanos (Madrid, 1982); M. GIMÉNEZ FERNÁNDEZ,
ca ajustado religiosamente a la voluntad del rey, dos vols. (Madrid, 1783). Bartolomé de las Casas 1-2 (Sevilla, 1984), que abarca de 1516 a 1523; L. HANKE y M.
GIMÉNEZ FERNÁNDEZ, Bartolomé de las Casas, 1474-1566. Bibliografía crítica (Santiago
Parras es un hombre típico de la Ilustración. Aquí, sin embargo, vamos de Chile, 1954); A. LOSADA, Bartolomé de las Casas a la luz de la moderna crítica (Madrid,
a limitarnos a destacar dos conceptos suyos eminentemente misionales. 1970); I. PÉREZ, Inventario documentado de los escritos de fray Bartolomé de las Casas
420 P.II. La Iglesia diocesana
(Bayamón, P. Rico, 1981); ID., Cronología documentada de los viajes, estancias y actuacio-
nes de fray Bartolomé de las Casas (Bayamón, 1984). Actualmente se está publicando en PARTE III
Sevilla una edición crítica de las obras de Las Casas.
Pensadores restantes
M. AGÍA, Servidumbres personales de indios, ed. F. J. Ayala (Sevilla, 1946).
A. DE SANDOVAL, De instauranda Aethiopum salute. El mundo de la esclavitud negra
en América, ed. A. Valtierra (Bogotá, 1956); ID., Un tratado sobre la esclavitud, ed. E.
Vila Vilar (Madrid, 1987); J. P. TARDIEU, «DU bon usage de la monstruosité. La visión
de l'Afrique chez Alfonso de Sandoval (1627)»: Bulletin Hispanique 86 (Toulouse,
1984), 164-178.
L. CEYSSENS, «Pedro de Alva y Astorga, O. F. M., y su imprenta de la Inmaculada
Concepción de Lovaina (1663-1666)»: Archivo Ibero-Americano 11 (Madrid, 1951),
5-35; A. EGUÍLUZ, «Fr. Pedro de Alva y Astorga, O. F. M., en las controversias in-
maculistas»: Verdad y Vida 12 (Madrid, 1954), 247-272; ID., «E1P. Alva y Astorga y sus
escritos inmaculistas»: Archivo Ibero-Americano 15 (Madrid, 1955), 497-594.
A. LOSADA, «Diego de Avendaño, S. J., moralista y jurista, defensor de la digni-
dad humana de indios y negros en América»: Missionalia Hispánica 39 (Madrid, 1982),
1-18.
CAPÍTULO 22
ESTRUCTURA Y CARACTERÍSTICAS DE LA
EVANGELIZARON AMERICANA
Por PEDRO BORGES
denominado sínodo misional o subvención oficial para el sustento de cada II. ORGANIZACIÓN MISIONAL
misionero durante los primeros diez o veinte años (según la época) de la
En la estructura concreta de la evangelización americana hay que distin-
evangelización de cada territorio.
guir entre la organización jurídica y la organización territorial.
Como ejemplos de esta ayuda valgan los siguientes. En 1606 abonaba
8.250 maravedises por cada misionero, sólo en concepto de avituallamiento A) Organización jurídica
para la travesía marítima e independientemente del coste del viaje desde el
respectivo convento hasta el punto de embarque, del transporte del equipa- En conformidad con lo expuesto en el apartado anterior, la evangeliza-
je, de la estancia en el puerto, del pasaje marítimo y del flete del equipaje, ción americana dependió jurídicamente de la Corona, la cual, en el orden
conceptos que se volvían a repetir desde el puerto de desembarco en Améri- lógico del proceso misional, comenzó ejerciendo sus facultades en este
ca hasta el punto final de destino. punto limitando el número de Ordenes misioneras a los franciscanos, mer-
cedarios, dominicos, agustinos, jesuítas y capuchinos, así como restringien-
En 1715, el sínodo de los jesuítas que misionaban en Venezuela se
do el paso a América de los miembros no españoles de esas mismas Ordenes
aumentó de 180 a 200 pesos anuales por misionero, mientras que a los del
religiosas (véase el capítulo 23).
Amazonas en 1656 se les entregaban 400 pesos ensayados. A los capuchinos
de Cumaná (Venezuela) se les abonaron 50 pesos por misionero y año desde Desde el punto de vista de su dependencia de la Corona, la actividad
1696, 111 desde 1754 y algo más de 183 desde 1761. misionera no se diferenció en nada de las restantes actuaciones de la Orden
La protección oficial de las misiones consistió en el destacamento en las religiosa que la realizaba. Así pues, los jesuítas gozaron en este punto de
mismas, para defenderlas de los ataques indígenas, de unidades militares mayor independencia que los restantes religiosos en el sentido de que man-
sostenidas asimismo a costa del erario real. tuvieron mayor relación con el prepósito general de la Compañía, residente
en Roma. Los franciscanos y capuchinos dependieron de un comisario
La remoción de los obstáculos que impedían la evangelización se puso
general de Indias, residente en Madrid y en Sevilla, respectivamente, que
en práctica ordenando la retirada del campo misional de los misioneros no
transmitía directamente las directrices recibidas de los organismos oficiales.
aptos para el desempeño de su cometido, preceptuando a las autoridades
Las Ordenes religiosas restantes representaron un término medio entre los
locales que colaboraran en la destrucción de la idolatría y en la anulación de
jesuítas, por una parte, y los franciscanos y capuchinos, por otra.
los hechiceros, prohibiendo las expediciones armadas para no dificultar la
evangelización y eximiendo de tributo a los indios durante diez o veinte años Por lo que se refiere al régimen jurídico interno de estas Ordenes
(según la época) a fin de que este gravamen no los disuadiera de ingresar en misioneras, durante la mayor parte del siglo XVI tanto los evangelizadores
el cristianismo. como el territorio evangelizado formaron parte de la respectiva Provincia
religiosa a la que pertenecían y dependían del superior provincial de la
La Corona ejerció esta variadísima colaboración misional a través del
misma manera que los religiosos y los conventos que no se dedicaran exclusi-
Consejo de Indias, que fue durante la mayor parte del tiempo el encargado
vamente a la evangelización. La única diferencia entre unos y otros estribaba
de proponer al rey y de transmitir a América las reales cédulas o reales
en que los religiosos dedicados a la tarea misional practicaban por necesidad
órdenes dirigidas directamente a los misioneros o a las autoridades civiles y
una vida de párrocos sensiblemente distinta de la conventual.
eclesiásticas. Como principio, estas directrices partían directamente de la
Corona y solían obedecer a sugerencias procedentes de la propia América, Desde finales del siglo XVI y hasta la independencia de las actuales
de ahí que a veces incurran en contradicciones. Sin embargo, hubo también naciones hispanoamericanas, con el alejamiento de la actividad misional de
casos en los que se conjugó esta intervención oficial directa con la obtención los territorios ocupados por las Provincias religiosas fundadas a lo largo de
de la Santa Sede (en raras ocasiones) o de los superiores de las Ordenes esa centuria, los territorios en vías de evangelización se transformaron en
misioneras en España (hecho frecuente entre los franciscanos) de los docu- entidades más o menos autónomas, según las diversas Ordenes religiosas.
mentos que consideraba necesarios para el progreso de la evangelización. Entre los dominicos y agustinos, esos territorios siempre dependieron
de la Provincia religiosa que los había fundado y surtía de personal. Goza-
En el plano de los principios, esta actuación de la Corona española
ban, sin embargo, de cierta autonomía en el sentido de que disponían de
resulta extraña para nuestra mentalidad actual. En el terreno de los hechos,
superior propio, el cual a su vez estaba sujeto al respectivo provincial.
y salvo excepciones particulares, la Santa Sede transigió por ella, los teólo-
gos y canonistas de la época la dieron en su mayoría por buena y los Entre los franciscanos se dieron nada menos que cinco situaciones
misioneros no sólo la agradecieron, sino que hasta la exigieron como un jurídicas distintas.
deber. La más frecuente consistió en que los territorios misionales dependie-
Si Hispanoamérica es el único continente totalmente cristianizado de ran de la Provincia o del Colegio de Misiones que los había fundado, en
los evangelizados desde el siglo XV, ello se debe, en gran parte, a que la cuyos capítulos o congregaciones trienales se elegía al presidente y conseje-
Corona, poseedora de medios de los que no disponía la Iglesia, posibilitó esa ros de la Misión, con dependencia siempre de la Provincia o Colegio matriz.
evangelización. Un segundo caso fue el de las Custodias misioneras (véase el capítulo 12)
430 P.III. La Iglesia misional C. 22. Estructura y características de la evangelización americana 431
o circunscripciones en vías de evangelización, jurídicamente intermedias Este prefecto lo nombró la Congregación de Propaganda Fide desde 1657
entre la Misión propiamente dicha y la Provincia. Estas Custodias estaban hasta 1667; el comisario general de Indias, residente en Sevilla, desde 1667
bajo el mando de un custodio, que en unas ocasiones dependió del superior hasta 1676; los propios misioneros, desde 1676 hasta 1689; de nuevo el
de la Provincia que había fundado y que surtía de personal a la Custodia, y comisario general de Indias, desde 1689 hasta 1692, y finalmente, los misio-
que en otras estaba sujeto directamente al comisario general de Indias neros del territorio, desde esta última fecha en adelante.
residente en Madrid, en las mismas condiciones que la Provincia de la que se El prefecto dependió a su vez del comisario general de Indias, residente
había originado. en Sevilla, desde 1662 hasta 1749, año en el que cada territorio pasó a
Además se dieron los dos casos, excepcionales dentro de la Orden, de depender de un comisario, que era el provincial de la Provincia española que
las misiones de la Florida y de Píritu (Venezuela). surtía de personal a cada misión: los Llanos de Caracas y Alto Orinoco, del
La primera comenzó en 1573, bajo la forma jurídica de Comisaría, con de Andalucía; Cumaná, del de Aragón; Maracaibo, del de Navarra; Santa
su comisario y consejeros (definidores) propios, pero dependiendo del comi- Marta-Río Hacha, del de Valencia; Guayana, del de Cataluña.
sario general de Indias, residente en Madrid, no del comisario general de
Nueva España, que hubiera sido lo lógico. En esa misma situación perduró B) Organización territorial
durante su etapa de Custodia (1588-1609) y de Provincia (1609-1764), fecha 1) Misiones nucleares (1493-1573). Ya hemos dicho que los territo-
esta última en la que desapareció. rios de la América nuclear o de las Altas Culturas prehispánicas, evangeliza-
La misión de Píritu comenzó también como Comisaría en 1656 y se dos desde 1493 hasta, aproximadamente, 1573, denominados hoy misiones
mantuvo bajo esta forma hasta 1787, fecha en la que, con la fundación del nucleares, no obedecían en su delimitación a razones geográficas, sino que
Colegio de Misiones de Nueva Barcelona, pasó a depender de éste en lugar abarcaban lo que la propia Provincia religiosa que los había fundado y que
de seguir dependiendo del comisario general de Indias. Desde su sujeción al los atendía espiritualmente. Como tales territorios, nunca recibieron tampo-
Colegio de Nueva Barcelona, esta misma misión de Píritu estuvo dividida en co el nombre de misión, porque este concepto territorial apareció más
varios distritos, gobernados por el respectivo presidente, el cual dependía tarde.
del guardián o superior del Colegio. En estas mismas regiones, y durante esta misma época, las Ordenes
En los territorios evangelizados por la Compañía de Jesús se dieron tres misioneras convivían en los núcleos urbanos más importantes, pero fuera de
casos distintos. La Misión de la Florida (1566-1572) dependió directamente ellos, y, siempre salvo excepciones, cada Orden terminó por cultivar un
del prepósito general, residente en Roma, quien tuvo destacado en ella a un territorio que le era propio, distinto del de las demás y, en la práctica, vetado
superior. La de los guaraníes comenzó en 1610, bajo la forma de Provincia a ellas. Incluso cada Provincia cultivaba su propio predio dentro de la propia
del Paraguay, fundada en 1607 precisamente para este fin, de la que con el Orden religiosa a la que pertenecía.
tiempo dependieron otros territorios misionales (esta Provincia del Para- En algunos casos, como Nueva España, es factible diferenciar, al menos
guay representa el único caso dentro de la Compañía de Jesús en el que una a grandes líneas, los territorios cultivados por cada Orden misionera. Sin
Misión se convierte en Provincia). Fuera de estos dos casos, todas las misio- embargo, en la mayor parte de esta América nuclear, esa diferenciación
nes jesuíticas restantes constituyeron unidades geográficas dependientes de resulta imposible, porque la división geográfica no se hizo por regiones, sino
la Provincia que las había fundado y que les proporcionaba misioneros. El por simples comarcas e incluso por valles o sierras y hasta por aldeas.
representante en ellas de esa Provincia era el superior de la Misión, del que 2) Misiones radiales o periféricas (1573-1824). Desde 15 73 en adelan-
a su vez dependían los vicesuperiores (en Mainas) o rectores (en el noroeste te, aunque la fecha solamente es aproximada, predominó una organización
mexicano), encargados de los varios distritos en los que estuviera subdividi- misional ya claramente territorial, en el sentido de que cada Orden o cada
do el territorio. Provincia religiosa se responsabilizó, con carácter exclusivo, de un área
Las misiones jesuíticas del noroeste de México se erigieron en 1725 en geográfica determinada, distinta de las cultivadas por otras Ordenes o Pro-
una especie de seis Provincias en total al cargo del respectivo visitador o vincias y con límites más o menos bien definidos.
viceprovincial, que ejercía las veces de delegado del provincial de México. A estos territorios se les denomina hoy misiones radiales, porque la
En las de Mainas (Amazonas), el superior del territorio nunca dejó de expansión misional se hizo en forma de radio, partiendo del centro, repre-
depender del provincial de Quito, pero durante algún tiempo fue elegido sentado por la América nuclear. El nombre de periféricas alude al mismo
directamente por el prepósito general de la Compañía. carácter de centro o núcleo atribuido a las regiones de las Altas Culturas.
Las misiones capuchinas, de las que ya hemos dicho que ninguna llegó A diferencia de la etapa anterior, en la presente ya se habla de misiones
a erigirse en Provincia autónoma ni a depender de ninguna Provincia ameri- con el significado de áreas geográficas en vías de evangelización, término
cana, porque no hubo Provincias capuchinas en América, estuvieron estruc- que con el tiempo se enriquecerá con otros sinónimos.
turadas en unidades geográficas gobernadas durante tres años por el respec- 3) Doctrina, cabecera, misión, aledaño, anejo, visita, estancia. Tanto las
tivo prefecto, asistido por consejeros denominados conjueces o asistentes. misiones nucleares como las radiales o periféricas constaron de unidades
432 P.III. La Iglesia misional C.22. Estructura y características de la evangelización americana 433
más pequeñas, consistentes en una población principal, lugar de residencia Lo sorprendente del hecho es que ese conjunto de notas características
habitual del o de los misioneros, desde la que se atendía periódicamente a se diera a pesar de la diversidad de las Ordenes misioneras, y no obstante la
otras varias aldeas del contorno. Esa especie de comarca o conjunto de complejidad geográfica, étnica y cultural de un espacio tan amplio como
poblados recibe desde finales del siglo XVI la denominación de doctrina, al Hispanoamérica.
poblado principal se le denomina cabecera, y a los dependientes de él se les
Lo primero que resalta en esta evangelización es su doble objetivo. Como
llama indistintamente aledaños, anejos, visitas, estancias o misión, término este
misioneros, los evangelizadores americanos se proponían ante todo difundir
último que en el presente caso siempre entraña una acepción puramente
el Evangelio, pero también eran conscientes, y, salvo excepciones, nunca
local.
renunciaron a ello, de que la evangelización entrañaba la anexión política a
Cabe advertir, sin embargo, que el sustantivo doctrina llegó a convertirse España del territorio evangelizado, aunque esta incardinación no la hicieran
con el tiempo en un término técnico con el que se designó ya no un punto más que de un modo implícito. Esta duplicidad de objetivos la alimentó
misional cualquiera, sino al poblado o poblados cuyos habitantes ya llevaban también la Corona al dirigir y proteger la evangelización, sin por ello renun-
algunos años insertados en el cristianismo y que de la jurisdicción de los ciar a la anexión política de lo evangelizado y, por supuesto, con el propósito
religiosos evangelizadores pasaban a la del obispo, quedando a cargo de un de que un proceso arrastrara al otro.
sacerdote diocesano o de los mismos religiosos que los habían evangelizado.
Llegado ese momento, el poblado o poblados dejaban de ser misión y se Este doble objetivo, actualmente inconcebible, ha generado la acusa-
convertían en doctrina o parroquia de indios (véase el capítulo 8). ción de que la Iglesia utilizó a la Corona para sus fines religiosos y de que la
4) Misiones, conversiones, reducciones. Durante la prolongada etapa Corona se valió de la Iglesia para sus proyectos políticos. La manera exacta
de las misiones radiales o periféricas, además de los términos acabados de de expresar este hecho es que ambas instituciones colaboraron entre sí para
consignar, se utilizaron también en el lenguaje misional los de misión, conver- conseguir ambos fines: la Iglesia, persiguiendo directamente la evangeliza-
sión y reducción. ción e indirectamente la anexión política; la Corona, con miras a ambos
El término misión, usado en singular, nunca perdió su significado inicial objetivos simultánea y directamente. En realidad, ninguna utilizó a la otra,
de carácter local, pero desde el siglo XVII se utilizó también para designar un porque, en la mentalidad de la época, ambas tenían obligación de proceder
territorio determinado en vías de evangelización, en cuyo caso se suele de esa manera. Es decir, una y otra se limitaron a cumplir con su cometido.
utilizar más bien la forma plural de misiones y, con el tiempo, la de misiones Dada la íntima relación existente entre ellas, la Iglesia, además de evangeli-
vivas. zar, se consideraba en la obligación de colaborar con la Corona, aparte de
que no tenía por qué renunciar a algo, como la anexión política, que juzgaba
Sinónimo de misión, en cuanto espacio geográfico más o menos amplio,
beneficioso para la misma evangelización. La Corona, obligada a fomentar la
es el de conversión o conversiones, utilizado predominantemente en plural,
evangelización como contrapartida de los derechos del Real Patronato,
pero nunca con acepción puramente local.
actuaba, lógicamente, persiguiendo la anexión política, propósito al que no
Con el término de reducción, que técnicamente no es religioso, sino
tenía por qué renunciar ante el hecho de que esta incardinación se derivase
profano, se designa siempre a un poblado misional o en vías de evangeliza-
de la propia evangelización.
ción, por lo que equivale a misión en sentido local y religioso. Por su parte,
el de reducciones abarca siempre un conjunto de poblados o misiones locales. La segunda característica del proceso evangelizador americano consiste
En el campo de lo jurídico, al pasar la misión a doctrina, la reducción pasaba en la amplitud geográfica, que contrasta con su brevedad cronológica. Ambos
a pueblo o municipio, con sus autoridades y tributos normales, aunque tam- aspectos se reflejan en el hecho de que a lo largo de sólo los trescientos
bién es cierto que estas distinciones lingüísticas no se tuvieron siempre en treinta y un años que corrieron desde 1493 hasta 1824 se evangelizaron
cuenta, ni siquiera en el lenguaje oficial. unos catorce millones y medio de kilómetros cuadrados, equivalentes a
veintinueve veces España, y en el de que la evangelización propiamente
dicha de un territorio se cifraba en sólo diez o veinte años, transcurridos los
III. CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LA EVANGELIZACIÓN cuales se consideraba ya definitivamente insertado en el cristianismo. Se
trata, por lo mismo, de un proceso único, por su amplitud y rapidez, en la
Como consecuencia principalmente de la dirección casi única y eminen- acción misional de la Iglesia, no igualado ni siquiera por el de la cristianiza-
temente centralizadora de la Corona española, y como fruto al mismo tiem- ción del imperio romano, que es con el que guarda mayor similitud.
po de una concepción ambiental sustancialmente uniforme del Nuevo Mun- A esta característica hay que añadir la de que esa evangelización fue
do, la evangelización americana reunió una serie de características propias realizada por sólo unos veinte mil misioneros, como máximo, cifra sorpren-
que la configuran como un conjunto unitario en sí mismo, y que la diferen- dentemente reducida si se tienen en cuenta las dimensiones espaciales del
cian meridianamente de cuantos procesos se han dado hasta ahora, y que campo misional.
probablemente es irrepetible en la historia de las misiones católicas. A la posibilidad de evangelizar un espacio geográfico tan extenso, en
434 P.III. La Iglesia misional C.22. Estructura y características de la evangelización americana 435
tan poco tiempo y con tan reducido número de personal, colaboraron en la variedad de la organización jurídica de los respectivos territorios
simultáneamente los siguientes factores: misionales, en los que, por otra parte, se acaba de observar una pauta
fundamentalmente común. Estas mismas Ordenes actuarán siempre con el
- el decidido apoyo prestado a la evangelización por la Corona;
espíritu propio de cada una de ellas, pero se trata de una simple modalidad
- la calidad humana y el fervor religioso de los misioneros selecciona-
de forma.
dos para realizar ese cometido;
Es, asimismo, característico de la evangelización americana el que se
- el acierto en los métodos puestos en práctica para atraer a los indíge-
llevara a cabo acompañándola siempre y en todas partes de la simultánea
nas al cristianismo, entre los que destacan la acomodación a su idiosincrasia,
promoción, civilización o transculturación del indígena como medio de prepa-
la táctica de comenzar por los caciques y la educación cristiana de la infancia
rarlo para el cristianismo.
y juventud;
También la caracteriza el recurso a la congregación en poblados (reduc-
- la inexistencia de oposición por parte de los nativos (hablando en
ción) de la población nativa para posibilitar su cristianización y civilización.
general) a la nueva religión;
Es propio, asimismo, de ella la ya aludida colaboración de la Corona, así
- el sistema de congregar en poblados (reducción) a una población
como el doble hecho de que durante algún tiempo estuviera precedida por
cuya dispersión hubiera imposibilitado abordarla misionalmente;
unas conquistas armadas y siempre acompañada de un orden político y social
- el previo sometimiento político de los territorios evangelizados hasta
que en unos aspectos la favorecieron y en otros la perjudicaron.
1573;
También cabe destacar en ella la circunstancia de que no estuviera
- la escasez numérica de la población indígena fuera de las áreas de las
abierta a todas las Ordenes religiosas que tal vez hubieran querido colaborar
Altas Culturas;
en la cristianización de los indígenas, sino únicamente a las seis permitidas
- el apoyo que supuso la existencia de una retaguardia hispanocriolla.
por la Corona.
Otro aspecto característico fue la unidad sustancial del proceso a lo Merece resaltarse, asimismo, la oposición de los evangelizadores a las
largo de las diferentes etapas por las que atravesó. Esta faceta se refleja en: normas oficiales que consideraban desacertadas o a las conductas que juzga-
- la unidad de dirección suprema y centralizada practicada por la ban reprobables en los españoles, criollos y mestizos.
Corona, cuyas directrices llegaban a América partiendo de un solo foco y a Finalmente, y aunque no sea exclusiva de América, destaca también en
través de canales perfectamente jerarquizados, como fueron las autoridades su evangelización la defensa sistemática que los misioneros hicieron siempre y
civiles y los superiores religiosos; en todas partes de los indígenas, conducta que contrasta con el menor
- la unidad instrumental o de medios, consistente en las normas comu- interés demostrado por los negros, punto en el que, salvo excepciones que
nes sobre la selección de los evangelizadores, su despliegue en América y su nadaron contra corriente, ni siquiera la Iglesia supo sobreponerse al am-
modo de proceder; biente general, sino que toleró y hasta practicó una lacra socialmente admiti-
- la unidad general de organización aludida en el apartado anterior; da, como ya lo había hecho en los primeros tiempos del cristianismo.
- la unidad sustancial de la metodología misional, tanto en los métodos
de difusión como en los de catequización, de persuasión y de cura pastoral;
- la unidad de resultados, consistente en un ingreso de los indios en el NOTA BIBLIOGRÁFICA
cristianismo general desde el punto de vista demográfico y rápido desde el
punto de vista cronológico, hecho que se dio en todas partes, aunque no Obligación y colaboración misional de la Corona
siempre con idéntica celeridad. F. DE ARMAS MEDINA, «Iglesia y Estado en las misiones americanas»: Estudios
Americanos 4 (Sevilla, 1950), 197-218; F. J. AYALA, «Iglesia y Estado en las leyes de
Esta unidad sustancial no excluye la existencia de una diversidad cir- Indias»: Estudios Americanos 3 (Sevilla, 1949), 417-460; C. BAYLE, «Ideales misioneros
cunstancial impuesta por la cronología, la geografía, la mentalidad de los de los Reyes Católicos»: Missionalia Hispánica 9 (Madrid, 1952), 233-275; ID., «Senti-
evangelizadores y las particularidades de las Ordenes misioneras, pero que do misional de la conquista de América»: Razón y Fe 139 (Madrid, 1949), 170-174;
no rompe el conjunto unitario. G. FIGUERA, La Iglesia y su doctrina en el descubrimiento de América (Caracas, 1960);
R. GÓMEZ HOYOS, La Iglesia de América en las leyes de Indias (Madrid, 1961); A. M.
La cronología y la geografía darán lugar, por ejemplo, a una diversidad HEINRICHS, La cooperación del poder civil en la evangelización de Hispanoamérica y de la
en cuanto a los sistemas de expansión, diversidad que encuentra un punto islas Filipinas (Montreal, 1971); A. DE LA HERA- R. M. MARTÍNEZ DE CODES, «La
común según el momento y lugar en que se practicaran. Las diferentes Iglesia en el ordenamiento jurídico de las leyes de Indias», en Recopilación de leyes de
mentalidades generaron posturas contrapuestas en la apreciación de las los Reinos de las Indias. Estudios histórico-jurídicos (México, 1987), 101-140; J. A.
MARAVALL, «Sentido misional de la empresa de Indias»: Revista de Estudios Políticos 1
conquistas armadas y en la opción por los diferentes sistemas de predica- (Madrid, 1941), 102-120; V. D. SIERRA, El sentido misional de la conquista de América
ción, cuestiones ambas que se plantearon precisamente para solucionar el (Buenos Aires, 1942); R. G.-VILLOSLADA, «El sentido de la conquista y evangelización
problema unitario de que el Evangelio había que predicarlo evangélicamen- de América según las bulas de Alejandro VI (1493)»: Anthologica Annua 24-25 (Roma,
te. Las particularidades de las Ordenes misioneras se reflejan, por ejemplo, 1977-1978), 381-452.
436 P.III. La Iglesia misional
A) Observaciones generales
parte de la Nueva España comprendida entre los alrededores de la capital y de América Central, aunque apenas lo hicieron en Nicaragua y Costa Rica.
el Trópico de Cáncer, junto con Yucatán, y desde 1573 en Florida, desde En América del Sur misionaron en todas las regiones anexionadas política-
donde continuaron avanzando hasta los actuales Estados norteamericanos mente a la Corona de Castilla.
de Alabama y Georgia del Sur. A comienzos del siglo XVII redujeron drásticamente su labor evangeliza-
dora, la cual se circunscribió a la región mexicana de Sierra Gorda (1686), a
A lo largo del siglo XVII cultivaron misionalmente los Estados mexica-
la panameña de Veragua (1622-1642), a las venezolanas de Barinas y Apure
nos de Durango, Chihuahua y Coahuila, más el norteamericano de Nuevo
(1614 y 1710-1738), a la colombiana de Guavio (desde 1662) y algunos otros
México, mientras que a lo largo del XVIII trabajaron en el mexicano de
enclaves, como el de los Lacandones de Guatemala (1627), el ecuatoriano de
Tamaulipas y en los norteamericanos de Luisiana, Arizona y Texas. En 1768
Baeza (1597) y el boliviano de Urubamba (1760).
sustituyeron además a los jesuítas, junto con el clero secular, en sus misiones
de los Estados mexicanos de Nayarit, Sinaloa, Sonora, Chihuahua, Durango, Tras la expulsión de la Compañía de Jesús en 1767 sustituyeron a los
Coahuila y, temporalmente, Baja California, así como en las del Estado jesuítas en las doctrinas de la región colombiana del Casanare y desde 1773
norteamericano de Arizona. En 1769 iniciaron la evangelización de la actual en las de la Baja California.
California norteamericana. Los agustinos ermitaños o calzados, ausentes prácticamente de las Anti-
llas y de América Central, evangelizaron intensamente en el corazón de
En América Central, desde mediados del siglo XVI evangelizaron Guate- Nueva España desde 1533, con la capital como centro de irradiación, desde
mala, Honduras, El Salvador y Nicaragua; desde finales del XVII, parte de donde ampliaron su labor en una acentuada prolongación hacia el oeste del
Costa Rica, y en el xvm, Panamá, en cuya región del Darién ya habían virreinato. En el resto de América, y a lo largo de la segunda parte del si-
intentado establecerse en 1513. glo XVI, realizaron una labor mitad misional, mitad pastoral, muy difícil de
En América del Sur, tras el intento de evangelizar Cumaná (Venezuela) clasificar.
de 1516 a 1522, desde mediados del siglo XVI misionaron en numerosos Desde comienzos del siglo XVII su labor misional se restringió de una
puntos de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, norte argentino y Chile. Desde manera temporal a los territorios bolivianos de Moxos y Apolobamba, y de
mediados del siglo xvn y a lo largo de todo el x v m lo hicieron en Venezuela, manera más permanente a los Llanos colombianos de San Martín desde
Llanos colombianos de San Juan, costa occidental colombiana, selvas ecua- 1662, así como a diversos puntos de Venezuela y Colombia, entre los que
toriana, peruana y boliviana y centro del Paraguay. En el x v m penetraron sobresalen las Misiones de los Tunebos (1729-1818), de Neiva-Timaná
además entre los araucanos de Chile y descendieron hasta el archipiélago de (1704-1718) y de Valledupar (1705-1761).
Chiloé, territorios a los que, tras la expulsión de la Compañía de Jesús en Los jesuítas, tras una breve estancia en Florida, de 1566 a 1572, cultiva-
1767, añadieron el tramo medio del Orinoco y la misión de los Moxos ron dos tipos de campos misionales totalmente distintos.
bolivianos junto con la Amazonia ecuatoriano-peruana a comienzos del Desde 1576 hasta mediados del siglo xvil evangelizaron una numerosa
siglo xix. serie de territorios geográficamente reducidos en Ecuador, Perú, Bolivia y
Los mercedarios, tras llegar circunstancialmente a las Antillas en 1493, Chile. Junto con ellos, y hasta su expulsión de América en 1767, cultivaron
permanecieron ausentes de América hasta 1514, fecha en la que se asenta- también, desde 1591, los grandes espacios representados por los Estados
ron en Santo Domingo. mexicanos de Nayarit, Sinaloa, Sonora, Baja California y parte del Estado
Desde el punto de vista misional y durante el siglo XVI, su labor fue norteamericano de Arizona.
prácticamente nula en las Antillas, muy reducida en Nueva España, intensa En 1609 iniciaron las célebres reducciones del Paraguay. En 1613
en América Central (excepción hecha de Costa Rica) y comedida en el resto descendieron hasta el archipiélago de Chiloé, mientras que en 1638 dieron
de América del Sur, salvo en Chile y en los países del Plata, donde más bien comienzo a su expansión por la amplísima cuenca del Amazonas, denomina-
resultó escasa en su conjunto. da por ellos Misiones del Marañón o de Mainas. Desde finales del siglo xvil y
A lo largo de los siglos XVII y x v m evangelizaron diversos territorios a lo largo del xvm evangelizaron también puntos aislados del Darién, Pana-
aislados en Yucatán, Guatemala, Nicaragua, Panamá, Colombia y Ecuador, má y Bolivia, así como los grandes espacios geográficos de las cuencas de los
todos ellos geográficamente reducidos y durante breve tiempo, excepto el ríos Casanare, Meta y Orinoco Medio, más los territorios de los Moxos y
ecuatoriano de Esmeraldas, en el que permanecieron desde 1589 hasta Chiquitos bolivianos y el Chaco y Pampa argentinos.
mediados del siglo XVIII. Los agustinos recoletos no iniciaron su labor misional hasta comienzos del
Los dominicos, que trabajaron en las Antillas desde 1510, intentaron siglo XVII y la centraron, las más de las veces con carácter discontinuo, en
evangelizar Cumaná, junto con los franciscanos, de 1516 a 1520. En 1526 Darién, Urabá y Chocó durante la primera mitad de esa centuria, en los
iniciaron la evangelización de Nueva España, avanzando desde la capital en Llanos colombianos de Santiago desde 1662 y en las regiones colombianas
dirección sur-occidental hasta el istmo de Tehuantepec. En la década de de los ríos Cuiloto y Meta desde finales del siglo xvm.
1530 iniciaron la evangelización del extremo meridional de Nueva España y Los capuchinos, tras varios intentos de evangelizar Darién y Urabá desde
440 P.III. La Iglesia misional C.23. Los artífices de la evangelización 441
1647 hasta 1653, reanudados en 1665 y 1681, en 1650 intentaron también superior a la señalada. Lo más probable parece ser que esa cifra real oscilara
evangelizar la isla Trinidad y la región venezolana de Píritu. entre 15.000 y 15.500 religiosos españoles como máximo.
Su labor evangelizadora comenzó definitivamente en 1657 con su asen- En el reclutamiento para las misiones americanas de estos miles de
tamiento en Cumaná, región desde la que en 1658 ampliaron su labor a los religiosos se siguieron dos sistemas fundamentales.
Llanos de Caracas. Posteriormente evangelizaron también la isla Trinidad
(1682-1714), desde donde intentaron asentarse en Guayana, lo que no El más general consistió en que un religioso designado al efecto, residen-
consiguieron hasta 1724. A estos tres amplios territorios de Cumaná, Llanos te en España o llegado de América (razón por la que a veces era criollo) con
de Caracas y Guayana añadieron, de 1725 a 1807, los de la región venezola- este objetivo específico o con otro cualquiera, recorriese los conventos
na de Maracaibo y de la colombiana de Riohacha, Santa Marta o La Goajira. españoles solicitando voluntarios para viajar al Nuevo Mundo en calidad de
evangelizadores. Sin desdeñar este sistema, entre los jesuítas y capuchinos se
Además, en 1766 se instalaron en la Luisiana, recientemente cedida por
estiló también que los que espontáneamente se decidieran a viajar a América
Francia a España; desde 1763 hasta 1772 misionaron en el Alto Orinoco y
(indípetas, entre los jesuítas) comunicasen su deseo al general de la Orden o
Rionegro, y desde 1789 hasta 1795 evangelizaron la cuenca del río colom-
al respectivo ministro provincial, quien daba a conocer el nombí e de estos
biano Cuiloto.
peticionarios al procurador que cada Provincia jesuítica de América enviaba
B) El misionero español periódicamente a Roma a dar cuenta de la Congregación acabada de cele-
brar, o, entre los capuchinos, a su comisario general de Indias o al encarga-
Estos evangelizadores de América fueron en su mayoría españoles. do de dirigir la expedición misionera de cada momento.
Durante los siglos XVI y xvii salieron para el Nuevo Mundo procedentes
sobre todo de los diversos reinos que entonces integraban la Corona de El alistamiento distaba mucho de ser improvisado. En él influyeron
Castilla. Desde finales del siglo XVII, y principalmente a lo largo del XVIII, se factores favorables, como la labor de persuasión de los reclutadores por
unieron también a ellos, en cuantía ya apreciable, los pertenecientes a los medio del contacto personal o del envío de circulares, la propaganda ejerci-
reinos de Aragón, Valencia, Cataluña y Baleares. da por otros religiosos, las exhortaciones al alistamiento procedentes de
América o de los superiores de las Ordenes religiosas, las relaciones históri-
La razón de este predominio de los misioneros españoles estribó (como
co-descriptivas de las misiones americanas, las cartas privadas de los misione-
veremos más adelante) en que los religiosos criollos prefirieron dedicarse a
ros de ultramar, las célebres «Cartas Anuas» entre los jesuítas y la existencia
la labor pastoral en la Iglesia de retaguardia, y en que los religiosos portu-
de colegios de misiones en España entre los franciscanos y los capuchinos.
gueses y centroeuropeos encontraron trabas oficiales para viajar a América,
si bien la Compañía de Jesús logró superarlas hasta cierto punto. En contra del alistamiento operaban factores como la labor disuasora de
El número de estos religiosos españoles dedicados a la evangelización otros religiosos, las relaciones y conceptos adversos a las misiones, la resis-
de los nativos aún no está definitivamente cuantificado. En estos momentos tencia de algunos superiores a desprenderse de subordinados, la falta de
se conoce la cifra de 14.894, distribuidos de la siguiente manera (las personal de las Provincias religiosas españolas y un cierto ambiente de
siglas utilizadas a c o n t i n u a c i ó n significan: Cap = C a p u c h i n o s ; entibiamiento misional surgido durante la segunda parte del siglo XVIH.
OdeM = Mercedarios; OCD = Carmelitas; OFM = Franciscanos; OP = Do- Una vez confeccionada la lista de voluntarios, el reclutador, denomina-
minicos; OSA = Agustinos; SJ = Jesuítas): do oficialmente procurador entre los jesuítas y comisario entre las restantes
Ordenes religiosas, presentaba los nombres a la aprobación de la Corona, la
Orden S.xv S.xvi S.xvn S.xvni S.xix Total Porcent. cual se basaba para otorgarla o denegarla en los datos personales del volun-
tario. Otorgada la aprobación oficial, los expedicionarios iniciaban el viaje al
OFM 2 2.713 2.201 2.736 711 8.363 56,92 puerto de embarque (normalmente Sevilla hasta 1720 y Cádiz desde esa
SJ - 332 943 1.065 - 2.340 15,92 fecha), donde los funcionarios de la Casa de la Contratación comprobaban
OP - 2.061 138 116 4 2.259 15,16
Cap - - 205 581 41 827 5,62 la identidad de cada religioso aprobado antes de permitirle subir al barco.
OSA - 530 31 1 - 562 3,77 Con los gastos sufragados por la Real Hacienda (véase el capítulo 22), los
OdeM 3 327 73 - - 400 2,68 alistados se hacían a la mar en forma de grupos o expediciones (misiones, en
OCD - 28 12 - - 40 0,27
Varios 2 18 - - - 20 0,13 el lenguaje de la época) bajo el mando de un superior, que solía ser el propio
comisario o procurador al que habían dado su nombre para evangelizar un
TOTAL . 7 6.039 3.603 4.499 756 14.894 territorio concreto, al que tenían que dirigirse una vez llegados a América,
excepto en el caso de los franciscanos, que se alistaban para un determinado
Como se trata de una cifra mínima, es decir, de los que en estos momen- colegio de misiones, y también entre los jesuítas, los cuales QJ^WÍíSWiH,. a
tos consta que viajaron de España a América sufragados por la Corona disposición de la respectiva Provincia americana.
española con fines oficialmente misionales, es evidente que la cifra real es Las notas características de este misionero español son la ^ p i ó r u
442 P.III. La Iglesia misional C.23. Los artífices de la evangelizarían 443
ca, la voluntariedad, la selección, la obligatoriedad de destino y el propósito consistente en el cumplimiento de los deberes propios del estado religioso.
de perpetuidad. En virtud de esta exigencia, el misionero español en América fue, por
1) La misión canónica consistió en la autorización de los propios supe- principio y salvo siempre las excepciones de rigor, un religioso moralmente
riores para dirigirse a las misiones americanas, autorización que, según normal dentro de su estado, ya de por sí selecto. Si además se tiene en cuenta
algunos autores, podía suplirla la Corona en virtud de la delegación pontifi- que los reclutadores insistían en la necesidad de que sólo se alistaran quienes
cia de que gozaba en opinión también de ellos. se sintieran llamados por Dios y estuvieran dispuestos a arrostrar mil priva-
2) La voluntariedad fue un requisito que siempre estuvo vigente y del ciones y sacrificios, así como que los alistados sabían que la vida en Indias
que no se dieron excepciones, debido a que, por una parte, no se podía sería más difícil que la de España, cabe deducir que los candidatos a misiones
obligar a nadie a emprender un viaje como el desplazamiento a América, que fueron de un nivel espiritual superior al del medio ambiente, considerados
siempre se consideró una acción heroica y al que no se extendía el voto de en relación con los demás religiosos de su misma Orden o convento.
obediencia, y por otra, el propio carácter de la labor misional desaconsejaba Fuera, asimismo, de casos muy concretos, no se acostumbró a exigir a los
enviar a ella a religiosos contra su voluntad. candidatos ninguna preparación intelectual especial, por haberse considera-
Esta voluntariedad dejaba de ser norma obligada desde el momento en do que bastaba con la exigida para la ordenación sacerdotal, si bien desde
que el religioso emprendía el viaje desde su convento con destino al puerto 1603 se preceptuó a los reclutadores de expediciones que no admitieran a
de embarque, porque, a partir de ese momento, debido a los gastos que le nadie en la suya sin tener primero noticia «de su vida y doctrina». La razón de
ocasionaba a la Corona, tanto ésta como las Ordenes religiosas le prohibían que, hablando en general, no se le prestara una atención específica a la
la vuelta atrás e incluso sancionaban a los que se arrepintiesen. preparación intelectual de los misioneros estribó en la persuasión de que en
Los arrepentimientos no dejaban de darse con alguna frecuencia, y América, a diferencia de lo que sucedía en Extremo Oriente, los indígenas
solían obedecer a que el religioso en cuestión terminaba vencido por los no presentaban dificultades de orden ideológico al cristianismo.
sufrimientos del viaje hasta el puerto de embarque, por las incomodidades Las ocasiones en las que se insiste en que los candidatos poseyeran una
del alojamiento a la espera (a veces de meses enteros) de hacerse a la mar, preparación intelectual especial pertenecen en su mayoría al siglo xvi,
por la pérdida del fervor inicial al sumirse en otro ambiente durante ese y la exigencia se basa no tanto en la necesidad de contar con misioneros que
mismo lapso de espera, e incluso por el terror que se apoderaba de él al ver pudieran dialogar teológicamente con los nativos cuanto en la urgencia de
por primera vez el mar. solucionar los numerosos y gravísimos problemas que se derivaban de las
3) La selección consistió en no permitir el alistamiento para las misiones conquistas armadas, de las encomiendas, de la metodología misional o de la
sino sólo a quienes reuniesen los requisitos necesarios, cometido que corría administración de los sacramentos; es decir, para solucionarles problemas
a cargo del comisario o procurador que organizaba cada expedición, así morales a los propios cristianos y a los mismos religiosos ya residentes en el
como del Consejo de Indias. Nuevo Mundo. Por esta razón, una vez superada la etapa de incertidumbre
A este respecto son frecuentes las quejas de que algunos superiores del siglo XVI y que en la propia América se dispuso de teólogos y moralistas
procuraban que se ofreciesen para viajar a América religiosos de los que suficientemente preparados, esta exigencia perdió la relativa intensidad que
ellos se querían desprender. También se conocen nombres concretos de había entrañado hasta entonces.
voluntarios que no se deberían haber alistado. Ambas son excepciones a una En el terreno de los hechos, entre los misioneros americanos proceden-
tónica general en cuyo mantenimiento estaban interesados tanto la Corona tes de la península Ibérica no faltan, pero tampoco abundan, grandes lum-
como los organizadores de las expediciones, por el sentido de la responsabi- breras teológicas o canonistas, ni siquiera religiosos más o menos destacados
lidad y porque ni a la primera ni a los segundos les interesaba que evangeliza- por su preparación intelectual en relación con el medio ambiente. Desde
sen entre indios religiosos relajados o díscolos que pusieran en peligro una este punto de vista, el misionero americano parece haber sido un religioso
empresa tan delicada. de tipo medio, es decir, inferior al sector de los que podríamos denominar
Este hecho, más la circunstancia de que tanto la Corona como los comi- intelectuales, pero superior al de quienes solamente poseían la preparación
sarios o procuradores de las expediciones eran conscientes de esta posibili- estrictamente necesaria para el ejercicio del sacerdocio. Incluso se le puede
dad (son ellos mismos quienes alertan sobre ella), el simple alistamiento y la situar en una media alta en el caso de los franciscanos y capuchinos del si-
consiguiente aprobación para viajar a América, hay que considerarlos por glo xvni, entre los que predominan los poseedores de títulos conventuales,
principio como un signo de selección. Tanto más cuanto que el hecho de que como el de predicador, el de confesor y el de predicador y confesor al mismo
posteriormente algún alistado dejara que desear no obedecía necesariamen- tiempo, los cuales son signos de cierta cualificación intelectual.
te a falta de selección previa, sino que podía radicar en la pérdida de su En este mismo campo de la selección se parte siempre de que el candi-
espíritu inicial. dato es sacerdote, a menos que se especifique lo contrario. Las excepciones
Además de la ya aludida voluntariedad, un requisito que también se a este respecto las constituyen los estudiantes y los hermanos legos o coadju-
exigió siempre, sin excepción alguna, fue el de la ejemplaridad de vida, tores.
444 P.III. La Iglesia misional C.23. Los artífices de la evangelización 445
La cifra de estos últimos se puede situar en unos 800 aproximadamen- el indiscutible empuje que siempre acompañó a la evangelización americana.
te, lo que representa el 5,37 por 100 del total de misioneros españoles, pero 4) La obligatoriedad de destino fue un requisito impuesto por la Coro-
con la circunstancia de que, excepto unos 40 capuchinos, los restantes se na, en cuya virtud el alistado no podía dirigirse a otro. Sin embargo, se dio
reparten en proporción muy similar entre los franciscanos y los jesuítas, la circunstancia de que este destino no tenía que ser necesariamente misio-
pues las demás Ordenes apenas si recurrieron a ellos. Aún más, hasta 1639 nal en el caso de los jesuítas, pero sí en el de las restantes Ordenes misio-
estuvo en vigor la política oficial de que los expedicionarios fueran acompa- neras.
ñados por criados que los atendieran en sus necesidades, y no por hermanos 5) El propósito de perpetuidad debe interpretarse en el sentido de que,
legos o coadjutores, quienes, por lo mismo, no comienzan a predominar por principio, el religioso se alistaba para las misiones americanas para toda
hasta esa fecha aproximadamente, si bien en este punto nunca se observó su vida o, por lo menos, por tiempo indefinido.
dicho precepto literalmente. Hasta 1563 se dio por sentado que ese alistamiento era vitalicio, salvo
Como se deduce de esa misma orden oficial de 1639, estos religiosos no que una enfermedad u otra razón muy poderosa obligase al evangelizador a
sacerdotes siempre tuvieron el carácter de auxiliares domésticos de los abandonar el campo misional. En 1563, 1589, 1626 y 1681 se exigió el
misioneros, hecho en el que se basa el que se prefiriera para este menester cumplimiento de diez años como mínimo de labor evangelizadora (ley del
a los criados seglares. Sin embargo, fue también frecuente, sobre todo entre decenio) para que los superiores autorizasen a un religioso a abandonar las
los jesuítas, que estos hermanos legos o coadjutores ejercieran en las misio- misiones. Desde 1686 en adelante, esta exigencia del decenio misional se
nes el cometido de catequistas. transformó, de requisito que impedía el abandono de la evangelización, en
Los estudiantes ascendieron a unos 1.240, por lo que representan el facultad para poder hacerlo, al menos entre los franciscanos y capuchinos.
8,32 por 100 de los expedicionarios, y abundan sobre todo entre los jesuítas, Entre los jesuitas no parece haber estado en vigor esta exigencia o esta
seguidos a cierta distancia por los franciscanos y, ya muy de lejos, por los posibilidad, sino que el tiempo de permanencia en las misiones dependió de
dominicos y capuchinos. la voluntad de los superiores. Entre los mismos franciscanos y capuchinos
Su objetivo era terminar ascendiendo al sacerdocio, y su viaje al Nuevo subsistió una corriente contraria a esta ley, es decir, defensora del alista-
Mundo estuvo en relación con las posibilidades que cada Orden religiosa miento a perpetuidad o por lo menos indefinido. Parece, incluso, que los
tuviera para que concluyeran su formación en la propia América. Por ello, misioneros no hicieron uso sistemático de esta posibilidad de abandonar la
entre los jesuítas comienzan a abundar desde finales del siglo xvi, mientras evangelización, hasta el punto, por ejemplo, de que durante el período
que entre los franciscanos solamente lo hacen a partir del XVIII, debido a que comprendido entre 1783 y 1787 se incardinaron en las misiones americanas
para entonces dicha Orden ya disponía de los denominados colegios de un total de 562 franciscanos y capuchinos, y sólo las abandonaron veinte, es
misiones, los cuales ejercían desde este punto de vista el cometido de semi- decir, un 3,55 por 100, entre los que además figuran algunos enfermos.
narios.
C) £1 misionero europeo
Al igual que sobre la preparación intelectual, tampoco hubo legislado
nada acerca de la edad de los candidatos a misiones. Con el calificativo de europeos designamos a los misioneros americanos
En la práctica, fuera del caso de los estudiantes, no convenía a nadie que procedentes de Europa, pero de fuera de España.
los alistados fueran demasiado jóvenes o demasiado viejos. Lo primero, En su reclutamiento no se distinguieron esencialmente de los españoles,
porque la inexperiencia podía constituir un factor adverso, y lo segundo, como tampoco en sus características. Sí se diferencian, en cambio, en cuanto
porque a una edad determinada o no se estaba en condiciones de soportar a sus posibilidades de trasladarse al Nuevo Mundo, las cuales fueron muy
las dificultades de la evangelización o se imponía la necesidad de suplir al inferiores a las de los españoles por razones políticas, por el deseo oficial de
poco tiempo a los impedidos a causa de la edad por medio de nuevos evitar posibles infiltraciones de herejes e incluso para ahorrar los mayores
religiosos, con los consiguientes y elevadísimos gastos que originaba cada gastos que suponía el desplazamiento desde fuera de España.
expedición. La primera vez que en el caso de los religiosos se exige el requisito de la
De ahí que predominaran los religiosos comprendidos entre los veinti- nacionalidad española para poder viajar a América es en 1519, exigencia
cuatro y los cuarenta años, con claro predominio, al menos entre los francis- que se vuelve a repetir en 1530 y que se incluyó en la Recopilación de leyes de
canos, de los comprendidos entre los veintitrés y los treinta y dos, que suman los Reinos de las Indias de 1681.
el 64,4 por 100 de sus expedicionarios, lo que representa un elevado núme- Tal vez por esta prohibición, que siempre estuvo oficialmente vigente,
ro de religiosos poseedores de una juventud ya madura. los mercedarios, dominicos, agustinos y capuchinos apenas si cuentan con
Esta circunstancia de que los expedicionarios se encontraran en la extranjeros entre sus misioneros americanos, aunque tampoco hay que olvi-
máxima plenitud de sus fuerzas físicas y morales, pero que al mismo tiempo dar que se trata de Ordenes religiosas que poseyeron una organización
hubieran superado ya la etapa de la inexperiencia juvenil, es uno de los eminentemente nacional y que no experimentaron la necesidad acuciante de
factores fundamentales que hay que tener en cuenta para poderse explicar acudir en este punto a religiosos de fuera de España por las dimensiones
446 P.III. La Iglesia misional C.23. Los artífices de la evangelización 447
relativamente reducidas de sus respectivos campos de evangelización. Esa Como se ve, el número de misioneros europeos no españoles que viaja-
misma prohibición fue indudablemente la que influyó en que la presencia de ron a América solamente representa el 6,21 por 100 de cuantos religiosos
extranjeros en las expediciones franciscanas no sea tan numerosa como emprendieron el viaje con este fin.
cabría esperar de una Orden eminentemente supranacional y en la que el Respecto de los franciscanos, es llamativa la presencia de franceses, a los
fervor misional americano se despertó desde el momento mismo del descu- que siguen, aunque a larga distancia, los italianos. De esos 76 extranjeros, 57
brimiento del Nuevo Mundo. Ahora bien, como también es cierto que hasta realizaron el viaje entre 1493 y 1533, fecha esta última a partir de la cual los
mediados del siglo XVI dicho requisito no se exigió con excesivo rigor, a extranjeros ya no participan en las expediciones misioneras sino de una
pesar de lo cual, desde 1530 en adelante, escasean los extranjeros en las manera esporádica, cuando antes lo habían hecho en grupos de hasta 16 en
expediciones franciscanas, cabe suponer con toda probabilidad que a la 1516, de siete en 1531 y de 12 en 1533. Este dato hace pensar en la
existencia de la prohibición se unió el hecho de la abundancia de religiosos probabilidad de que la prohibición de 1530 surtió verdadero efecto.
en España para prescindir de los de fuera de ella. Por lo que se refiere a los jesuítas, merece observarse la preponderancia
A diferencia de estas cinco Ordenes religiosas, la Compañía de Jesús, de de los italianos, con la característica de que entre ellos predominan los
espíritu aún más supranacionalista, fuertemente centralizada, especialísima- procedentes de los Estados pontificios, Ñapóles y Sicilia, seguidos de los del
mente sensible a los deseos de la Santa Sede y con insuficiente número de Milanesado, es decir, de los pertenecientes a circunscripciones políticamen-
personal para las necesidades a que tenía que atender en España, experi- te no sospechosas, factor al que hay que atribuir también la destacada
mentó siempre la imperiosa necesidad de recurrir a religiosos no españoles abundancia de alemanes y bohemios, cuyo descenso numérico en relación
para la realización de su labor misional en el Nuevo Mundo. con los italianos obedeció, indudablemente, a la menor población católica
Esto dio lugar al mantenimiento por la Compañía de un permanente de esos territorios.
forcejeo con la Corona española para que le permitiera la participación de Desde el punto de vista cronológico, la permisividad practicada por la
extranjeros en sus expediciones misioneras. Tras unas dificultades iniciales Corona hasta 1609 dio lugar al paso de 38 jesuítas extranjeros desde 1574
impuestas en 1603, la prohibición del paso a América de jesuítas extranjeros hasta esa fecha, mientras que la tajante prohibición de dicho año originó que
se convirtió en tajante en 1609, se suavizó de nuevo en 1616 y volvió a solamente viajara uno entre 1609 y 1615. A partir de 1616 vuelven a
endurecerse en 1645 y 1654. Tras una nueva suavización en 1674 y en 1707, abundar los extranjeros entre los expedicionarios de la Compañía hasta
en 1760 volvió a exigírsele con nuevo rigor la observancia de la prohibición. 1643, mientras que casi vuelven a desaparecer desde esa fecha hasta 1675.
El número y la nacionalidad de los misioneros europeos no españoles La nueva política de permisividad obtenida por la Compañía en 1674 y
que viajaron a América los especifica el siguiente cuadro, basado en los datos ratificada en 1707 dio lugar a una auténtica avalancha de jesuítas extranje-
que proporciona Lázaro de Aspurz f restringidos únicamente a los francis- ros a partir de 1678, hasta el punto de que el número de los que se embarca-
canos (OFM) y jesuítas (SJ), únicas Ordenes en las que es apreciable el ron desde ese año hasta 1760 asciende nada menos que a 833. La última y
número de misioneros extranjeros: definitiva prohibición de 1760 sólo permitió el paso de tres nuevos extranje-
ros hasta 1765, fecha de la última expedición jesuítica.
OFM: 82 SJ: 849
Siglos TOTAL D) El misionero americano
XVI XVII XVI XVII XVIII Hasta finales del siglo XVI no cabe pensar que los religiosos americanos
o criollos pudieran sustituir en la evangelización a los misioneros extraame-
Portugal 5 ricanos, porque su número, relativamente escaso, no se lo hubiera permitido
Francia 42 aunque hubiera sido ése su propósito.
Francia-Flandes 14 5 19
Bélgica 34- 18 55 La situación comenzó a cambiar a finales de esa centuria, como se
Alemania 17 228 248 deduce del triple hecho de que por esa época abundan las afirmaciones
Austria 12 61 74 sobre el gran número de religiosos existentes en América (1593, 1608,
Bohemia 34 72 106 1633); aunque parte de ellos eran peninsulares, se concibe incluso la posibi-
Dacia 1 lidad de que la evangelización corriera a cargo de esos religiosos, hasta el
Suiza 1
Italia 85 185 308 punto de que se prescindiera de las costosísimas expediciones misioneras
Inglaterra 1 1 (1570, 1574, 1624), y durante la primera mitad del siglo XVII se estableció
Escocia 1 1 entre las Ordenes misioneras americanas el sistema de alternancia (alternati-
Irlanda 1 2 va) en los puestos de gobierno debido al gran número de criollos que
Nac. desconocida 6 56 63 poblaban los conventos.
TOTAL 76 6 19 205 625 926 En realidad, todavía carecemos de cifras concretas sobre los religiosos
448 P.III. La Iglesia misional C.23. Los artífices de la evangelización 449
criollos que se dedicaron a la evangelización, pero las que se poseen indican en Roma, aseveraba en 1673: «Los jesuítas europeos que van a Indias... son
que su número fue escaso en proporción con el de los que trabajaban en mucho más a propósito para las misiones de Indias que no los indianos, en
retaguardia y de los que llegaron a las misiones procedentes de fuera del cuanto los europeos que van a Indias todos llevan vocación especial para
Nuevo Mundo. ellas, la cual tienen los menos de las Provincias indianas».
Como simples muestras, valgan las siguientes. De los catorce misioneros Según el virrey de Santa Fe, en 1768 eran «pocos los de las Indias que se
jesuítas que en 1767 había en Casanare (Colombia), eran criollos siete; de los dedican a este tan santo como penoso instituto», cual era el cometido del
ocho destinados en el Orinoco medio, uno; de los veintiuno que misionaban colegio franciscano de misiones de Popayán.
en la Amazonia (Mainas), cuatro. Entre los franciscanos, desde 1702 hasta
1790, sólo profesaron en el colegio de misiones de Cristo Crucificado, de II. LOS OBISPOS Y EL CLERO DIOCESANO
Guatemala, noventa y ocho, de los que cuarenta y seis fueron hermanos
legos; en el colegio de San Fernando, de México, sólo tomaron el hábito La intervención de los obispos en la actividad misional americana fue
ciento trece entre 1738 y 1810. Entre estos mismos franciscanos, desde directa hasta 1570, aproximadamente, fecha desde la cual su labor pastoral
1698 hasta 1800, solamente ingresaron en el colegio de Querétaro (México) perdió el carácter de evangelización propiamente dicha.
un total de cincuenta y dos, procedentes de las Provincias normales, y En cuanto artífices de la evangelización, los obispos no se dedicaron, ni
cincuenta y tres en el de San Fernando de México de 1731 a 1810. se pudieron dedicar, a la conversión de infieles. Su carácter de tales radica
En el caso de los capuchinos, la inexistencia de misioneros criollos fue en la legislación de índole misional promulgada de una manera personal, en
prácticamente total y obedeció al hecho de que estos religiosos no contaron esta misma legislación emanada colectivamente de las juntas eclesiásticas, de
con vocaciones americanas debido a que su labor fue casi exclusivamente los concilios provinciales y de los sínodos diocesanos celebrados durante esa
misional y no dispusieron de seminarios de formación. época, en la colaboración que les prestaron a los misioneros propiamente
Por lo que se refiere a las restantes Ordenes misioneras, en el caso de los dichos y en los informes que sobre la evangelización elevaban a las autorida-
mercedarios, dominicos y agustinos, la criollización sobrevino cuando estos des virreinales o a la propia Corona.
religiosos ya habían desistido prácticamente de su labor propiamente evan- Desde 1570, aproximadamente, debido a la paulatina delimitación entre
gelizadora, mientras que los jesuítas contaron con el filón de los religiosos territorios misionales y no misionales, así como al derecho de exención de
extranjeros o centroeuropeos, cuyo menor dominio del castellano (aunque los religiosos, esos concilios y sínodos perdieron, en general, su carácter
tenían obligación de aprenderlo) los convertía en más adecuados para misio- misional (el de Lima de 1582-3 y el de México de 1585, al tratar de los
nar entre los indígenas que para trabajar entre los hispanocriollos, con lo indígenas, lo hacen más bien en plan pastoral que en plan misional, pues se
que la colaboración de estos últimos en la evangelización se hacía menos trata de una población nativa ya cristiana).
necesaria. A consecuencia de ello, los obispos ya no intervinieron en esos territo-
Por otra parte, además de estas motivaciones concretas, concurrieron rios sino desde el momento en que las misiones (a los diez o veinte años de
otros dos factores de índole general para generar la, al parecer, escasa iniciadas) se convertían en doctrinas o parroquias de indios y pasaban a la
participación de los criollos en la evangelización. jurisdicción episcopal, pero que por eso mismo perdían también su carácter
Exceptuados los capuchinos, todas las Ordenes restantes fueron vícti- evangelizador.
mas, por una parte, de su propia prosperidad, y por otra, del ambiente Como prolongaciones de la situación anterior a la fecha aproximada de
americano. 1570 deben considerarse aquellos territorios que, como Tucumán, Para-
Lo primero, porque sus numerosos compromisos pastorales para con la guay y Chile, siguieron manteniendo su carácter misional hasta comienzos
población hispanocriolla y los indígenas ya nacidos dentro del cristianismo del siglo xvil, razón por la cual los obispos intervinieron también en la
les exigían mucho personal. Lo segundo, porque en la propia América, evangelización propiamente dicha de idéntica manera a como lo habían
además de que nunca se tuvo en gran estima al indígena y, por lo mismo, hecho hasta entonces, y que se refleja, por ejemplo, en los sínodos y conci-
nunca se apreció tampoco debidamente la labor entre ellos, los religiosos lios celebrados en esas regiones, los cuales conservan un carácter misional ya
criollos tampoco se sintieron especialmente llamados a evangelizarlos. no acostumbrado en el resto de América.
El comisario general franciscano de Nueva España afirmaba a este res- El clero diocesano no constituyó un sector eclesiástico propiamente
pecto en 1624, refiriéndose a las misiones de Tampico y Nuevo México: evangelizador, sino que acostumbró a ejercer su labor entre indígenas ya
«Como es tierra tan trabajosa de tantas conversiones y tan apostólicas que no insertados en el cristianismo por los misioneros bajo la forma de doctrineros
se diferencian de la Florida, huyen todos el cuerpo a las dificultades... o párrocos de indios. No obstante, durante el siglo xvi, además de excepcio-
ninguno quiere dejar esta tierra donde para lo espiritual hay tantas conver- nes personales a esta norma, se dan casos frecuentes en los que entre la
siones y para lo corporal los mejores lugares y temples de la Nueva España». población encomendada a sacerdotes diocesanos aún había indígenas que
Eljesuita Sebastián Izquierdo, asistente general de la Compañía de Jesús seguían siendo paganos.
450 P.HL La Iglesia misional C.23. Los artífices de la evangelización 451
III. LOS ESPAÑOLES Y CRIOLLOS SEGLARES ción especial y personal por la evangelización, como lo hicieron Pedro de
Rentería en la Española a comienzos del siglo xvi, Julián Gutiérrez en
Tratándose de la evangelización de América, es corriente querer ver en Colombia-Panamá hacia 1532 o Francisco Rodríguez Leite en Píritu (Vene-
los conquistadores de los años centrales del siglo XVI (fuera de esa época, zuela) a mediados del siglo xvn.
esta figura no existió) a una especie de evangelizadores laicos que inducían
a los indígenas a que recibieran el bautismo, a veces incluso con fines no
honestos. IV. LOS COLABORADORES INDÍGENAS
Estos últimos casos, resabios de una tradición deformada no exclusiva de
No hay duda alguna de que los indígenas que más colaboraron en la
América, representan simples anécdotas o prácticas ajenas totalmente al
evangelización americana fueron los niños y adolescentes, hasta el punto de
campo de la evangelización. En cambio, el deseo sincero de que los nativos
que el franciscano Jerónimo de Mendieta afirmara a finales del siglo xvi que
abrazaran el cristianismo es lógico suponerlo en hombres profundamente
Dios quiso «que se hiciese la conversión de este Nuevo Mundo... no por otro
religiosos, quienes probablemente sí influyeron con sus admoniciones y con
instrumento sino [el] de los niños».
su prestigio en que los indígenas se cristianizaran, como de hecho nos consta
que lo hicieron en numerosas ocasiones. Los niños y jóvenes aparecen en todas partes y en todos los momentos
de la evangelización americana, sin excepción alguna, sirviendo de maestros
Además de con esta labor directamente misional, los conquistadores
y de intérpretes a los misioneros, colaborando en la destrucción de la idola-
facilitaron la evangelización con el previo sometimiento político de los in-
tría pública y en el descubrimiento de la oculta, haciendo de evangelizadores
dios, persiguieran o no este objetivo.
en sus propias casas (cometido que también desempeñaban las niñas), ejer-
Estos mismos conquistadores, junto con los pobladores españoles y los ciendo a veces de auténticos evangelizadores de extraños, sustituyendo en la
criollos, representaron durante el siglo XVI, con su simple presencia, un catequesis al misionero e integrando la escolanía que solemnizaba el culto en
factor de disuasión ante posibles levantamientos armados de los nativos y la todos los poblados misionales. A ese respecto son célebres la muerte de un
consiguiente destrucción de la labor misional, de la que por lo mismo se niño en Tlaxcala por su propio padre en 1527, debido a que le recriminaba
convirtieron en salvaguardia, y así los vieron muchos misioneros. La labor de la idolatría, y la de otros dos en Tepeaca, en 1530, así como la de un
proselitismo que ejercieran con su palabra o con su ejemplo se prestó, en sacerdote pagano en Tlaxcala por los niños ya cristianos hacia esas mismas
cambio, a diversas interpretaciones. fechas.
Durante los siglos XVI, XVII y XVIII, esos mismos pobladores españoles y Entre estos niños y adolescentes, activos colaboradores en la evangeliza-
criollos colaboraron en numerosas ocasiones con los misioneros en la con- ción, gozaron de una especial preparación para ello los educados en el
gregación de los indios en poblados (reducción), a veces los sustituyeron en colegio franciscano de enseñanza media de Tlatelolco, fundado en 1536; los
la catequesis y desde finales del siglo XVI los protegieron en cuanto miem- niños nobles educados en España en virtud de sendas reales cédulas de
bros de la «escolta» o de los «presidios» (destacamentos militares) emplaza- 1503-4, 1508-1510 y 1528, con el fin precisamente de que a su regreso a
dos en buen número de misiones. Por su parte, los encomenderos estaban América sirvieran de evangelizadores; los alumnos de los numerosos cole-
obligados por ley a mantener a costa propia a algún clérigo o religioso que gios para hijos de caciques fundados a lo largo de todo el siglo xvi y los
atendiese espiritualmente a los indios de su encomienda. alumnos de los internados comarcales e interclasistas (masculinos y femeni-
Carácter defensivo de la evangelización entrañaron asimismo las aldeas nos) erigidos durante los siglos xvil y x v m en las misiones periféricas,
fundadas para proteger la labor misional. En este sistema destacaron los principalmente por los jesuítas. En un segundo lugar, aunque fueron más
capuchinos de Venezuela, con la organización a finales del siglo XVII de numerosos, se encuentran los alumnos de las escuelas elementales, existen-
expediciones de seglares para que desde España se fueran a establecer en sus tes en prácticamente todos los conventos del siglo XVI y en los poblados
misiones y con la fundación de las villas españolas de San Carlos (1671), misionales de los siglos XVII y xvm.
Cojedes (1694), Araure (1694), Calabozo (1724), El Pao (1727), San Felipe También hay que considerar como evangelizadores a aquellos oblatos o
(1728), Cachicamo (1752), San Jaime (1752), San Carlos Zulia (1778) y San donados indígenas que, sin ser religiosos, vivían en los conventos en número
Fernando (1788). todavía sin cuantificar y de los que nos consta que a veces se dedicaron a la
Económicamente colaboraron en la evangelización las asociaciones pia- evangelización con gran éxito.
dosas de seglares fundadas con este fin en las principales ciudades america- Los adultos indígenas ya cristianos sustituyeron a veces a los misioneros
nas y que, al parecer, fueron fomentadas sobre todo por los jesuítas en los en la tarea de congregar en poblados a los nativos todavía diseminados,
siglos xvn y xvili. como en 1622 se les aconsejaba que lo hicieran a los jesuítas del noroeste de
La labor directa y exclusivamente evangélica no fue, ni pudo serlo, México, y como lo practicaron, con diversos resultados, los capuchinos de
cometido específico de los españoles o de los criollos seglares, lo que tampo- Venezuela en 1724 y 1743, los jesuítas del Chaco argentino en 1760 y, por
co excluye que cristianos especialmente piadosos fomentaran una preocupa- las mismas fechas, los del Amazonas. Lo más corriente era, sin embargo, que
452 P.III. La Iglesia misional
I. FACTORES ADVERSOS
A) Obstáculos de la naturaleza
Los obstáculos ofrecidos por la naturaleza son fáciles de imaginar, tanto
más cuanto que hoy mismo aún no se han podido superar totalmente. Entre
ellos cabe destacar tres tipos.
1. Geográficos, entre los que figuran montañas como los Andes o la
Sierra Madre; selvas como las de la Orinoquía o de la Amazonia; desiertos
como el de Atacama; ciénagas como las del Darién o Venezuela, y ríos como
el Orinoco, el Amazonas o el Paraguay.
458 P.III. La Iglesia misional C.24. Dificultades y facilidades para la evangelización 459
2. Climáticos, tanto más sensibles cuanto que la mayoría de los evange- D) Oposición sistemática de los hechiceros
lizadores procedían de climas templados, y que oscilaban entre el calor y la Los hechiceros o dogmatizadores constituyeron siempre y en todas
humedad de los trópicos y el frío de las punas sudamericanas. partes un sector activamente combativo contra el cristianismo, al que ataca-
3. Biológicos, como las fieras, las serpientes y los mosquitos. ban desprestigiando al misionero, a veces hasta con comparaciones obsce-
nas, organizando conjuras contra él hasta el punto de que muchas rebelio-
B) La dispersión demográfica nes indígenas fueron instigadas por ellos, disuadiendo a los nativos de que se
convirtieran, amenazándoles o pronosticándoles lo peor si se bautizaban y
La ubicación de los poblados indígenas dificultó la evangelización, en el atribuyendo al bautismo la muerte de los niños que fallecieran tras haberlo
sentido de que en la América marginal se practicó una auténtica dispersión recibido.
demográfica y en el de que la mayor concentración poblacional de la Améri- El franciscano Matías Ruiz Blanco, misionero en Venezuela, los califica-
ca nuclear representaba de hecho una auténtica dispersión para los evangeli- ba en 1690 de «los peores enemigos que tenemos los misioneros» (Conversión
zadores, debido a su número proporcionalmente escaso. Esta fue precisa- en Píritu, c.4 n.41), por lo que no es de extrañar que estos últimos pusieran
mente una de las razones por las que en todas partes se practicó el sistema un particular empeño en anularlos.
de reducciones o congregación de los nativos en poblados, menos numero- Sobre su eficacia disuasiva había dicho en 1571 el virrey del Perú, don
sos pero de mayor número de habitantes que los prehispánicos (véase el Francisco de Toledo, que con una sola palabra convertían ellos más indios
capítulo 29 de esta obra). que cien frailes juntos (LEVILLIER, Gobernantes, III, 509-510), a lo que el
Técnicamente dispersas o no, las aldeas indígenas presentaban además tercer concilio de Lima había añadido en 1583 que en sólo un día destruían
la dificultad de las comunicaciones entre sí o la de una total incomunicación, lo que los misioneros tardaban un año en edificar.
así como la de que -como dice el franciscano Motolinia- «los unos pueblos Esta oposición y su eficacia fue lo que indujo a los evangelizadores a
están en lo alto de los montes, otros están en lo profundo de los valles, y por desarrollar una actividad especial contra ellos, enmarcada dentro de su
esto es menester que los frailes suban a las nubes [...] y otras tienen de bajar esfuerzo por erradicar el paganismo.
a los abismos [...] no pueden los pobres frailes hacer estos caminos sin
padecer en ellos grandes trabajos y fatigas (Historia, trat.3, c.10). E) Oposición de la población indígena
El sistema de reducciones procuró solucionar esta dificultad, pero nun- Contra lo que pudiera parecer, y hablando en general, la población
ca pudo resolver el problema del alejamiento y de la falta de comunica- indígena no acostumbró a oponerse activamente a la evangelización y, de
ciones. hecho, una vez superado el primer momento de sorpresa, indecisión o
desconfianza, terminó por acceder a ella. En los territorios conquistados por
las armas, es decir, en la América nuclear evangelizada desde 1524 hasta
C) Estado rudimentario de la población indígena
aproximadamente 1573, la población nativa quedó privada de la capacidad
Teniendo en cuenta que los evangelizadores eran hombres cultos, que de resistencia y, por lo mismo, de la posibilidad de oposición a los evangeliza-
vivían en conventos generalmente amplios, que estaban habituados a un dores, mientras que en las regiones restantes tampoco la ejerció, en unas
sistema de vida más o menos pobre, pero decoroso, y que procedían de ocasiones porque el misionero iba acompañado unas veces por un grupo de
ambientes para entonces evolucionados, es fácil de comprender lo duro que hombres armados (escolta) y en otras precisamente porque iba inerme y no
les resultaría tener que habitar en viviendas que muchas veces no eran más representaba ningún peligro para los nativos que quería evangelizar. Esta es
que chozas, en ocasiones dormir al aire libre y hasta con una boa como la razón de que los mártires americanos no haya que buscarlos tanto en un
almohada, y tenerse que mantener a base de alimentos para ellos totalmente primero como en un segundo momento de la evangelización, es decir, en el
extraños y vitamínicamente insuficientes. de las rebeliones o ataques indígenas.
En casos ya más extremos, como el de los lacandones de Guatemala, Las principales excepciones a esta norma la representan los apaches de
todos podían decir como el dominico Tomás de la Torre en el siglo XVI: «En Florida, cuya evangelización no se consiguió consolidar hasta 1573, después
todo ponía grima y espanto: desnudos, pintados con tinta negra, y las muje- de los sucesivos intentos de 1526, 1527, 1529, 1539, 1542, 1549, 1550,
res hediondas con no sé qué almagre... Cuando acabábamos el sermón 1553, 1558 y 1566; los apaches de Texas, a los que se intentó evangelizar en
quedaba todo regado de orines; las uñas como águilas; el cabello, encrespa- 1632,1675,1680,1689 y, definitivamente, en 1716; los también apaches de
do, que era espanto verlos. Digo verdad, para concluir, que ellos eran bestias Nuevo México, en los que la acción misional no se consolidó hasta 1609,
en figuras de hombres» (XIMÉNEZ, Historia, 1.2, c.49). después de haberla intentado en 1540, 1580 y 1598; los moxos bolivianos,
quienes no aceptaron definitivamente a los misioneros hasta 1681, tras los
rechazos de 1595, 1615, 1620 y 1668; los chunchos bolivianos, que se
460 P.III. La Iglesia misional C.24. Dificultades y facilidades para la evangelización 461
resistieron hasta 1757, tras sus negativas de 1607, 1608,1635, 1686 y 1725, derar solamente esporádicas, comb se desprende del siguiente cuadro, en el
y los araucanos chilenos, cuya evangelización estuvo en función de las accio- que se recogen las más numerosas:
nes bélicas que hubo que mantener con ellos.
Porcentaje
Una vez iniciada y hasta consolidada la evangelización de un territorio,
Territorio Número Orden Período anual
un primer tipo de oposición a ella lo constituyeron los ataques de las tribus
aún no sometidas políticamente y fronterizas con las que se encontraban en Noroeste mex. 14 sj 1594-1750 0,08
vías de cristianización. Entre ellas destacaron los tepehuanes del noroeste Zacatecas 8 OFM 1570-1596 0,30
Colorado 4 OFM 1781
mexicano a mediados del siglo XVII, los caribes de Venezuela desde media-
Píritu 5 OFM 1680-1735 0,09
dos del siglo xvii y a lo largo del XVIII, y las diversas etnias del Oriente Orinoco 8 1684-1715 0,25
peruano en el XVII, todos ellos célebres por sus sangrientas incursiones
SJ
Llanos venez. 5 O F M Cap. 1666-1737 0,07
contra los poblados misionales. Mainas 7 SJ 1659-1736 0,09
Otro tipo de oposición estuvo constituido por las rebeliones de nativos
El número total de misioneros sacrificados por los nativos americanos
ya en vías de cristianización, obedeciendo a iniciativa propia, a conjuras de
parece oscilar en dos centenares, cifra proporcionalmente reducida si se
los hechiceros o a persuasiones de tribus fronterizas. Estas rebeliones co-
tiene en cuenta que murieron a lo largo de trescientos treinta y dos años, en
menzaron pronto, en 1516 y 1521, en Cumaná (Venezuela), con la muerte
una extensión de aproximadamente catorce millones y medio de kilómetros
de varios franciscanos y dominicos. Su número total es elevado, y para la
cuadrados y entre pueblos o tribus imposibles de enumerar.
evangelización del territorio en el que se produjeron significaban muchas
veces la ruina, pero su carácter más bien local y esporádico hace que en De ellos, los más célebres son los jesuítas Alonso Rodríguez, Juan del
realidad representen poco dentro del conjunto americano. Castillo y Roque González, martirizados por los guaraníes en 1628 a instiga-
ción de un hechicero y canonizados en Asunción por el papa Juan Pablo II
De ellas, las más frecuentes se dieron en el noroeste mexicano, donde en 1988.
ocurrieron nueve entre 1597 y 1750, y en el Orinoco medio, donde se
registraron cinco entre 1683 y 1731. Entre las más trágicas por su extensión, F) Hechos o situaciones circunstanciales
destrucción y duración hay que catalogar la de Nueva Galicia en 1541
(denominada de El Mixton), en la que perecieron tres franciscanos; la de El propio sistema de evangelización generó tres tipos de dificultades,
Nuevo México en 1680, en la que murieron veintiún franciscanos y unos totalmente dispares entre sí. La primera fue la permanente insuficiencia
cuatrocientos españoles, además de quedar destruidos veinticuatro pobla- numérica del personal evangelizador, ya aludida al hablar de la organización
dos misionales; la de Juan Santos Atahualpa, en el Cerro de la Sal (Perú), en misional. La segunda, consistente en que los misioneros bautizaban a los
1742-1747, donde murieron veintiséis franciscanos y quedaron destruidas niños y ancianos en peligro de muerte, hizo que los hechiceros o los propios
treinta y dos misiones, y la de Runcato, en Manoa (Perú), en 1766-1767, indígenas interpretaran la defunción del bautizado como un efecto del
donde murieron diecisiete franciscanos, varios indios y quedaron destruidas sacramento. La tercera estribó en las disensiones a que dio lugar entre el
doce reducciones. clero secular y el regular la conversión de las misiones en doctrinas o parro-
quias de indios y la entrega de estas últimas al clero diocesano.
Un último tipo de oposición lo constituyeron los ataques de los mamelu-
cos o bandeirantes brasileños a las reducciones guaraníes de la Compañía de G) Escasez del personal evangelizador
Jesús, quienes en sus incursiones, casi anuales entre 1614 y 1638, cautivaron
a unos 300.000 indios, así como las también frecuentes de los portugueses a Es lógico que en los primeros tiempos, es decir, hasta finales del siglo XVI
las misiones jesuíticas del Marañón (Amazonas). aproximadamente, la abundancia de la mies superara con creces al número
Fuera de los casos especialmente trágicos de Nuevo México, Cerro de la de los operarios, por muchos que éstos fueran. A partir de ese momento, las
Sal y Manoa, acabados de aludir, las muertes de los misioneros no dependie- Ordenes misioneras recibieron un gran impulso cuantitativo con el ingreso
ron tanto del número de rebeliones cuanto de las características de las tribus en ellas de religiosos criollos, quienes a finales de la centuria superaban ya
que evangelizaban. en número a los peninsulares. A pesar de ello, la necesidad de seguir culti-
Desde este punto de vista, dos territorios fueron especialmente peligro- vando lo sembrado con anterioridad, junto con la clara preferencia de los
sos en relación con los demás: Florida, donde murieron dos dominicos en religiosos por la labor pastoral entre la población ya cristiana, hizo que
1546, otro en 1549, dos agustinos en 1550, tres dominicos en 1553, un siguiera subsistiendo siempre la necesidad de evangelizadores.
jesuíta en 1566, otros siete en 1571 y cinco franciscanos en 1597; y, sobre De hecho, a finales del siglo XVI se hicieron ya sugerencias de que
todo, el Oriente peruano, donde perecieron setenta y dos franciscanos entre convenía prescindir de las expediciones de misioneros procedentes de Espa-
1637 y 1766 más trescientos veintidós indígenas cristianos. ña por la abundancia de religiosos en la retaguardia americana. Sin embar-
En los territorios restantes, las muertes de misioneros se pueden consi- go, nunca se pudo prescindir de esas expediciones, cuya solicitud se basó
462 P.III. La Iglesia misional C.24. Dificultades y facilidades para la evangelización 463
siempre en la necesidad de personal y cuya cifra de expedicionarios apenas sobre los candidatos, fomentado en ellos desde su mismo ingreso en la
solucionaba las necesidades. respectiva Orden religiosa y apto como ningún otro para soportar las adver-
En realidad, la evangelización propiamente dicha fue obra en su mayor sidades anejas a la actividad misionera.
parte de los misioneros llegados de fuera de América, hasta el punto de que 4. Prestancia personal ante los nativos, derivada de su pertenencia a un
este recurso puede considerarse como una de las deficiencias más notorias mundo mucho más avanzado y a una nación más poderosa, así como de su
del sistema evangelizador americano, el cual, al menos en principio, pudo y propia superioridad intelectual y moral, todo lo cual contribuyó a granjear-
debió surtirse de personal del continente. les el necesario prestigio y autoridad ante sus evangelizados.
5. Capacidad de penetración en el alma indígena, en cuya virtud observa-
H) Problemas internos de la evangelización ron su modo de ser, llegaron a conocerlo profundamente y dedujeron el
comportamiento que debían adoptar a este respecto.
Los propios evangelizadores se crearon también sus propias dificul- 6. Capacidad de adaptación, virtud que les permitió acomodarse a la
tades. manera de vivir de los nativos, tratarlos personalmente como querían y
La costumbre de bautizar a los niños recién nacidos y a los ancianos en necesitaban ser tratados y adecuar en lo posible el mensaje evangélico al
peligro de muerte, para asegurar su salvación, se convirtió con mucha fre- modo de captar y de sentir de los indígenas.
cuencia en un instrumento contra el cristianismo. La defunción de los 7. Conciencia de la propia responsabilidad, lo que les llevó a anteponer la
ancianos y el elevado porcentaje de la mortalidad infantil eran aprovechados evangelización a cualquier otro compromiso, razón por la cual defendieron
por los hechiceros o por los propios indígenas para presentar esas muertes y protegieron sistemáticamente a los nativos, lo que consideraron como
como una consecuencia del bautismo. deber suyo, se opusieron a las conquistas armadas y a las encomiendas o se
Una ulterior dificultad estribó en las disensiones surgidas entre las Or- impusieron la ingrata tarea de promocionar humanamente a los indígenas.
denes misioneras entre sí por cuestiones de jurisdicción, entre los religiosos 8. Juventud madura, consistente en que entre los voluntarios para las
y los obispos por los amplísimos privilegios de que gozaban los primeros, misiones americanas predominaron los alistados entre los veinticuatro y
entre los religiosos y los obispos (ahora secundados éstos por el clero secu- treinta y cinco años, circunstancia que les permitía combinar el entusiasmo
lar) por la posesión de las doctrinas o parroquias de indios, y entre los de la juventud con la responsabilidad de la madurez, así como dedicar la
religiosos y las autoridades civiles por diferencias de criterio y por motivos mayor y mejor parte de la vida a la tarea evangelizadora.
de competencia.
La documentación misional americana está repleta de lamentaciones en B) La protección oficial
este sentido y de descarnadas descripciones de cómo estas desavenencias
perjudicaban la labor evangelizadora. A las características personales de los misioneros americanos se unió,
para favorecer la evangelización, el hecho, también decisivo, de que la
Corona española la protegiese oficial y sistemáticamente.
Esta protección fue la que facilitó las expediciones misioneras, el soste-
II. FACTORES FAVORABLES
nimiento económico de la acción misional con sus limosnas y «sínodos», la
salvaguarda personal del evangelizador y de las misiones mediante el estable-
A) Las características de los evangelizadores
cimiento de «presidios» o la facilitación de la «escolta», y la que fomentó la
El factor favorable más fundamental y decisivo en el éxito de la evangeli- labor evangelizadora con su prohibición de las prácticas prehispánicas ad-
zación americana lo constituyeron las especiales características de los misio- versas a la naturaleza o al cristianismo y la adopción de cuantas medidas la
neros, de todos los cuales se puede afirmar en términos generales lo que favorecieran.
Christian Duverger asevera al decir que «la mayor parte de los franciscanos
de Nueva España, en el siglo XVI, son personajes fuera de lo común» (La III. FACTORES MIXTOS
conversión 159), aun a sabiendas de que no todos fueron perfectos.
Las características más destacadas de los evangelizadores pueden resu- A) La idiosincrasia del nativo americano
mirse en las siguientes:
1. Voluntariedad, la cual convirtió a la evangelización en un compromi- Desde el punto de vista de sus cualidades intelectuales, los nativos
so libremente adquirido y en un objetivo de entusiasta desafío personal. americanos ofrecieron a la evangelización la inestimable ventaja, puesta de
2. Selección, en cuya virtud se escogió a los candidatos más adecuados relieve por los propios misioneros, de ser como «tabla rasa» y «cera muy
para la empresa misional, con acertada preferencia de sus cualidades mora- blanda» para imprimir en ellos lo que se quisiera, cualidad a la que se
les sobre su preparación intelectual. unieron su ausencia de prejuicios y su insaciable curiosidad. En contraparti-
3. Espíritu de austeridad y sacrificio, requisito en el que más se insistía da, presentaron la dificultad de su falta de cultivo intelectual, agravada a
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464 P.III. La Iglesia misional C.24. Dificultades y facilidades para la evangelización 465
veces por su corta capacidad mental y por su imposibilidad de fijar la doctrina cristiana representa ya por sí mismo una formidable cumbre. Ense-
atención. ña, en efecto, verdades que superan toda razón y no las prueba; inculca un
Desde el punto de vista de sus condiciones morales, ofrecieron la venta- modo de conducta alejado de toda codicia y gloria, tras haber extirpado de
ja de un carácter dócil e impresionable, así como la de su innata humildad, raíz todos los vicios que colman la naturaleza humana y están arraigadísimos
pero opusieron los obstáculos de su pasividad e inconstancia. en ella por hábitos inveterados; promete premios que no se ven, y los que se
Desde el punto de vista religioso, en unas partes ofrecieron la ventaja de ven manda menospreciarlos; transfiere el sentido humano a objetos inacce-
su profunda religiosidad, junto con el inconveniente del apego afectivo a sus sibles; quiere de los hombres que lleven una vida sobrehumana... ¿Quién
lares; mientras que en otras aparecían como carentes de religión, lo que puede, por consiguiente, tener por cosa fácil y grata transformar unas
unos misioneros interpretan como factor favorable y otros como circunstan- bestias en ángeles, y esto contando con el consentimiento libre de esos
cia adversa. mismos a quienes se les hace fuerza?» (De procuranda, 1. 1, c. 3).
Con ser difícil desde el punto de vista dogmático, no fue este aspecto del
B) Los sistemas religiosos indígenas cristianismo el que más dificultades creó a los indígenas, pues, como afirma-
El paganismo americano ofreció al Evangelio la ventaja de su endeblez ba en 1779 el franciscano Antonio Caulín respecto de los indígenas venezo-
estructural, sus contradicciones internas, sus exigencias a veces dolorosas lanos, no eran menester «muchos argumentos con que convencerlos, porque
(como los sacrificios humanos), algunas similitudes conceptuales y rituales toda su repugnancia más era efecto de la voluntad que del entendimiento,
con el cristianismo (el concepto de creación, la idea de un Dios supremo, la pues éste fácilmente se convenciera al asenso de nuestra ley si la voluntad se
existencia de una Madre de la divinidad, ciertas especies de bautismo o resolviera a abrazar las dificultades de su observancia» (Historia corográfica de
confesión, la creencia en el más allá) y, según algunos misioneros, el cumpli- la Nueva Andalucía, 1. 3, c. 17).
miento con la llegada de los evangelizadores de ciertos vaticinios y presagios Para el historiador franciscano esas dificultades se cifraban sobre todo
prehispánicos. Como afirma José de Acosta en 1589, «hasta las mismas cosas en la necesidad de abandonar la poligamia, hasta el punto de que muchos
que el demonio hurtó de nuestra ley evangélica (...) sirvieron para que la aplazaran el bautismo hasta la hora de la muerte por no tener que renunciar
recibiesen bien en la verdad los que en la mentira las habían recibido». a la pluralidad de mujeres. Con él coinciden prácticamente todos los histo-
Los aspectos desfavorables consistían en la identificación del sistema riadores de las misiones, sea cualquiera el territorio y el momento cronológi-
religioso con la propia identidad política o tribal, en su íntima conexión con co al que se refieran, pues todos están conformes en afirmar, como el
la tradición familiar o los antepasados, en el miedo a abandonar a unos franciscano Matías Ruiz Blanco en 1690, que la poligamia era «el obstáculo
dioses vengadores o unas prácticas supersticiosas y en que la religión indíge- mayor que esta gente tiene para reducirse y hacerse cristianos» (Conversión
na permitía mayor libertad de costumbres que el cristianismo. en Píritu, c. 7, n. 56); o como el jesuita Pedro Mercado en 1682, que «esta
Digamos que el paganismo indígena ofrecía para la evangelización de conversión no ha tenido pequeña dificultad por la poligamia o multiplicidad
los nativos ventajas de orden intelectual, pero obstáculos de tipo afectivo y de mujeres, porque (...) como la ley de Dios se opone a la de la carne y estas
moral. gentes se han connaturalizado en ésta, es como arrancarles los corazones el
querer quitarles las mujeres» (Historia, 1. 8, c. 9).
C) Naturaleza del cristianismo La oposición a abandonar la poligamia originó unas veces situaciones
Por su misma naturaleza, el cristianismo tuvo a su favor su firme estruc- personales tan desgarradoras como las que nos relata, a finales del siglo XVIÍ,
tura ideológica, su innegable belleza litúrgica, sus promesas de inmortalidad el franciscano Pablo de Rebullida respecto de Talamanca (Costa Rica); otras,
y felicidad eternas, su capacidad de darle sentido a la vida humana, su el abandono de la misión; unas terceras, el propósito de los indios de
satisfacción de necesidades innatas al hombre y su fundamentación en el destruir la reducción o poblado misional, como estuvo a punto de acontecer
amor, aspectos que los misioneros supieron utilizar en beneficio de la evan- con los guaraníes de San Ignacio Guazú y de Loreto al poco de su fundación;
gelización. cuando no es por esta causa que perdieran la vida los propios misioneros,
En contra suya operaron aspectos como el de su carácter eminentemen- como les sucedió a tres jesuítas en Ajacán (Virginia) en 1571, a cinco francis-
te cultural y basado en profundísimos misterios, que lo hacían difícil de canos en Guale (Georgia) en 1593 y a los recientemente canonizados Roque
captar por mentes no cultivadas; la abierta oposición de algunos de sus González, Alonso Rodríguez y Juan del Castillo, de quienes se afirma expre-
principios (la mansedumbre, el perdón de los enemigos) a los conceptos samente que murieron en Caro (Paraguay), en 1628, por impedirles a los
indígenas y, sobre todo, la incompatibilidad de la moral cristiana con ciertas- indígenas la poligamia y la embriaguez.
prácticas indígenas difíciles de desarraigar, como la idolatría, el alcoholismo* Para vencer esta dificultad, el dominico Francisco de la Cruz propuso,
o la poligamia. a mediados del siglo XVI, en Perú, que se tolerase la poligamia a los indígenas
Refiriéndose a este punto, el jesuíta José de Acosta sintetiza acertada- durante algún tiempo, propuesta que también hicieron los encomenderos
mente estas dificultades de la siguiente manera: «El contenido global de la de Chiapas a los dominicos.
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466 P.III. La Iglesia misional C.24. Dificultades y facilidades para la evangelización 467
En el terreno de las actuaciones personales sabemos que los francisca- mentalidad, no en la del misionero) no fueron capaces de defenderlos con-
nos de Michoacán «fueron mitigando y disimulando» en este punto hacia tra el de los cristianos.
1541, y que los capuchinos de Cumaná trataban de solucionar el problema Por su parte, la «escolta» o destacamento de soldados establecido en
«tolerándoles estas y otras muchas cosas por no desazonarlos y el temor de numerosas misiones con carácter defensivo desde comienzos del siglo xvn
que se ausentasen», y que, según el jesuíta Ernesto Steigmüller, misionero en ofreció la innegable ventaja de proteger la evangelización y de favorecer al
Casanare en 1725, cuando se iniciaba la exposición del cristianismo no cristianismo cuando los militares se comportaban ejemplarmente, pero lo
convenía ser demasiado exigente con los hombres que tenían varias mujeres. perjudicaban cuando su conducta era irregular.
Ya hemos visto que, respecto de las conquistas armadas, terminó predo-
D) La lengua minando la opinión de que más bien obstaculizaban la evangelización, razón
por la cual se terminó prohibiéndolas, mientras que la «escolta», por su
Desde el punto de vista lingüístico, América ofreció en unas partes una carácter eminentemente defensivo, constituyó siempre un sistema contro-
inestimable ventaja para la evangelización, mientras que en otras presentó vertido, aceptado por unos y rechazado por otros.
una serie de graves dificultades. La ventaja, considerada por los misioneros
de la época como algo realmente providencial, consistió en la unidad lingüís- F) La convivencia con los españoles y criollos
tica que en el siglo XVI ofrecieron los imperios azteca, maya e incaico con el
La doble vertiente de escándalo o de ejemplaridad, según los casos,
náhuatl, maya y quechua, respectivamente. La dificultad estribó en que,
aneja a la presencia en las misiones de los soldados de la «escolta», se repitió
fuera de esos imperios, los misioneros se encontraron poco menos que con
en los casos de la convivencia en una misma población o lugar de los españo-
un idioma en cada nueva tribu que abordaban, cuando no sucedía, como en
les y de los criollos con los indígenas.
las misiones jesuíticas del Marañón-Amazonas, que en una sola comarca o
circunscripción misional se hablaran nada menos que 39 idiomas distintos, Al hablar de los métodos de persuasión veremos que en un principio se
algunos de ellos tan dispares entre sí como el español y el alemán. pensó en la posibilidad de que los primeros contribuyeran con sus palabras
y ejemplo a la cristianización de los nativos. De hecho, tanto los españoles
Fueran de grande o de reducida extensión, todas las lenguas y dialectos
como los criollos colaboraron a veces en este menester. En general, sin
americanos ofrecieron también la dificultad de carecer de términos para
embargo, el misionero americano prefirió no tenerlos en su propio poblado
explicar el contenido del cristianismo, o de entrañar tales matices de sonido,
porque vio más peligro en su mala conducta que beneficio en su ejemplari-
que aconsejaron a algunos franciscanos de Nueva España a limarse los
dad, si bien tampoco pudo evitar siempre esta presencia.
dientes para poder pronunciarlas con perfección. En contrapartida, los
evangelizadores disfrutaron para su aprendizaje de la doble ventaja de po-
seer el hábito del estudio y de encontrarse con idiomas menos desarrollados G) £1 nuevo orden político, económico y social
y estructurados que el castellano y el latín. Por ello no es de extrañar que se La imposición a los indígenas de un nuevo orden económico, político y
nos diga que el jesuita Diego de Acuña, por ejemplo, misionero del Amazo- social que acompañó siempre a la evangelización presentó la ventaja de
nas en el siglo XVII, dominaba seis lenguas; o que el dominico de Guatemala ofrecerle a esta última un campo más adecuado de cultivo, pero originó el
Domingo Vico sabía siete en el siglo XVI. Tampoco sorprende que el domini- inconveniente de que los nativos culparan al cristianismo de obligarles a
co guatemalteco Pedro Calvo aprendiera un idioma en veinte días, que esos romper con sus costumbres en este punto, de imponerles un nuevo y más
mismos dominicos de Guatemala, así como los jesuítas de México, tardaran duro sistema de trabajo y de complicar aún más la de por sí ya difícil tarea
como máximo tres meses, que los franciscanos de Guatemala le dedicaran misional.
ocho en 1667 al aprendizaje y que los franciscanos de Florida emplearan en Por añadidura, los encomenderos, aunque en ocasiones se preocuparan
aprender ciertos idiomas uno o dos años en 1723. (como les estaba preceptuado) de la cristianización de sus encomendados, ni
su labor evangelizadora ni el trato dispensado a los nativos constituyeron en
£) La presencia de las armas general un factor favorable a la evangelización.
El sistema de conquistas armadas, dentro de sus límites cronológicos y H) La destrucción de la idolatría
geográficos, presentó el inconveniente, puesto de relieve por los misioneros
contrarios a las mismas, de que podían enemistar contra el cristianismo a los El caso concreto de la destrucción de la idolatría (capítulo 31) favoreció
nativos que fueron objeto de sometimiento por establecer relación entre los a la evangelización porque contribuía a que los indígenas perdieran la fe en
dos hechos. En cambio ofreció la ventaja de que garantizó la seguridad sus dioses, pero presentó el inconveniente de que en ocasiones indignara a
personal del misionero, permitió la libertad de evangelización mediante la los indígenas y hasta les indujera a dar muerte a los misioneros.
previa anexión política del territorio y, en ocasiones, se convirtió para los Además, la costumbre de sustituir los templos paganos por iglesias
indios en una prueba de la falsedad e ineficacia de unos dioses que (en su cristianas y los ídolos por imágenes fue contraproducente en ocasiones
468 P.III. La Iglesia misional C.24. Dificultades y facilidades para la evangelización 469
p o r q u e a veces los indígenas n o vieron e n ello más q u e u n a nueva configura- misma m a n e r a q u e se h u b i e r a r e t r a s a d o m u c h o más, c o m o aconteció e n el
ción o u n a nueva r e p r e s e n t a c i ó n d e sus propias divinidades. dificilísimo O r i e n t e p e r u a n o y e n la Araucania, si n o h u b i e r a sido p o r los
factores favorables.
I) Los caciques
Historia de la Iglesia 17
496 P.III. La Iglesia misional
C.26. La metodología misional americana 497
Indias como, sobre todo, debido a los intercambios de experiencias caracte-
rísticos de los miembros de una misma Orden religiosa e incluso entre los de se podía prescindir de él, sobre la presencia de un factor tan poco evangélico
las diversas Ordenes entre sí. como el de las armas en el territorio misional.
A esta novedad, que nunca desapareció del todo, porque continuamen- Se llegará incluso, ya en las propias Antillas y principalmente en los
te se fueron abordando nuevos territorios y pueblos hasta ese momento primeros tiempos de la evangelización de Nueva España, a la sorprendente
desconocidos, se unieron la diversidad de las etnias que había que evangeli- conclusión de que, después de mil quinientos años de cristianismo, ninguna
zar y la complejidad de las circunstancias sociopolíticas en las que se desarro- región del mundo ofrecía tantas posibilidades para plantar en ella una iglesia
lló la evangelización, derivadas de la denominada colonización española. como la de los apóstoles, porque, en opinión de los propios evangelizadores,
De ahí las controversias surgidas entre los propios misioneros sobre nunca desde los tiempos apostólicos habían concurrido tantas circunstancias
determinados aspectos del proceso evangelizador; la afirmación del jesuíta favorables para ello como eran la idiosincrasia de los indígenas americanos,
José de Acosta, en 1589, sobre la dificultad para atinar con el sistema más su sistema «evangélico» de vida y el elevado número de las conversiones.
apropiado de evangelización (De procurando indorum salute, 1.2, e l ) ; las Este proyecto de iglesia apostólica o primitiva fue alimentado especial-
discusiones sobre este mismo punto a las que hace alusión el también jesuíta mente por los franciscanos, cuyo ideal de vivir en conformidad con el
Antonio Possevino en 1593 (Bibliotheca selecta de ratione studiorum [Coloniae Evangelio, interpretado literalmente, encontró en América un campo en el
Agrippinae 1607] 400), o la propuesta del dominico Tomás Campanella al que aplicar sus principios con todas las consecuencias. Este espíritu se revela
rey de España, en 1640, sobre la necesidad de que se fundara una nueva hasta en detalles a primera vista intrascendentes, como el de la denomina-
Orden religiosa destinada específicamente a la conversión de los indios ción de algunas de sus Provincias o circunscripciones americanas: Provincia
americanos (De monarchia hispánica discursus [Amsterdam 1640] 429). de la Santa Cruz de la Española, del Santo Evangelio de México, de los Doce
Tanto la novedad como la diversidad y la complejidad sociopolítica Apóstoles del Perú, de San Pedro y San Pablo de Michoacán, de Santiago de
acabadas de aludir influyeron de una manera inevitable en la tarea de Jalisco. Aún más: si la expedición franciscana a Nueva España de 1524
acertar con la metodología misional más adecuada para el Nuevo Mundo. estuvo integrada por los denominados Doce Apóstoles de México (doce más
Pero también es cierto que los misioneros americanos, al igual que los el superior) fue porque ese número había sido también el de los apóstoles de
evangelizadores de todos los tiempos, dispusieron para este fin, ya desde el Jesucristo.
primer momento, de un modelo válido para todos los tiempos y lugares Se trata de un detalle revelador que ya lo habían tenido en cuenta los
como era el de Jesucristo y sus apóstoles, además de una fuente de inspira- propios franciscanos en 1502 y que luego lo volvieron a repetir, sólo en la
ción como la tradición misional de la propia Orden religiosa. A estos dos primera mitad del siglo xvi, en 1532, 1541, 1546, 1548 y en dos ocasiones
recursos iniciales se fueron añadiendo con el tiempo, para aplicar los dos de 1549.
modelos anteriores a las circunstancias cambiantes de la realidad americana, Por su parte, y durante esta misma época, lo tuvieron también en cuenta
el propio estudio y conocimiento del indígena, la transmisión de las expe- los mercedarios en 1526, los dominicos en 1511 y 1526 y los agustinos en
riencias, la discusión colectiva de los métodos, la elaboración de normas y la 1536, 1539, 1547, 1550, 1552, 1555 y 1556. En realidad, este número
lectura de las obras de metodología misional, específicamente americanas O simbólico nunca cayó en el olvido.
de carácter universal. 2) La tradición misional de las Ordenes religiosas. Como fuente tam-
bién perenne de inspiración metodológica, los franciscanos contaron desde
el primer momento con el modelo de su propio fundador, San Francisco de
B) Modelos metodológicos perennes
Asís, quien no sólo los había precedido en el siglo XIII con su actuación
1) El modelo de Jesucristo y los apóstoles. Aunque se careciera total- evangelizadora personal entre los mahometanos, sino que en su Regla de
mente de referencias expresas a Jesucristo y los apóstoles como modelos de 1220 les había trazado incluso las líneas fundamentales de cómo debía ser el
evangelizadores, su adopción como tales por los misioneros americanos misionero de su Orden. Estas líneas y la conducta del fundador aparecen
sería de obligada suposición desde el momento en que ellos no eran más que casi como un estribillo en la documentación franciscana referente a la meto-
otros tantos apóstoles que se proponían cumplir con el precepto impartido dología misional americana.
por Jesucristo a los suyos. Tanto los franciscanos como los dominicos poseían además una rica
Es precisamente el carácter ineludible de ese punto de mira al que tradición misionera, acumulada a base de su labor evangelizadora en el
obedece el que a lo largo de todo el proceso evangelizador americano, y Oriente europeo, Norte africano, Oriente asiático próximo y, de manera
sobre todo en las etapas iniciales del mismo, ese doble modelo figure como más inmediata, en Canarias, Oriente Medio, Extremo Oriente y entre los
suprema y continua referencia tanto en las actuaciones y norma de conducta moriscos de Granada.
de los misioneros como en las obras de metodología misional, y hasta consti- Aunque de fácil suposición, esta inspiración en el pasado de la propia
tuya la base de una discusión, nunca definitivamente solucionada, porque no Orden no cuenta con muchas alusiones expresas. Sin embargo, valgan como
muestra las seis siguientes. Los superiores de las Ordenes misioneras de
498 P.I1I. La Iglesia misional
C.26. La metodología misional americana 499
Nueva España se fijaron en 1557 en lo sucedido con los moriscos de Grana-
da para reforzar su postura de que la evangelización americana debía correr manera u otra por los misioneros, aun cuando no todos llegaron a consig-
narlos con la misma minuciosidad que los franciscanos Bernardino de Saha-
a cargo de los religiosos exclusivamente. Consultado por el arzobispo de
gún, Jerónimo de Mendieta y Juan de Torquemada en México, el también
México sobre los problemas americanos, el dominico Miguel de Arcos le
franciscano Diego de Landa en Yucatán, el jesuíta Juan de Tovar y el
respondió en 1551 que el plan excogitado le parecía bien, pero siempre que
dominico Diego Duran en México y el jesuíta José de Acosta en el Perú,
«los indios vivieran en nuestro reino de Granada». todos ellos autores de sendas obras sobre este punto.
El franciscano Toribio Paredes de Benavente (Motolinía) establecía por Hasta la propia Corona española estaba interesada en que se le infor-
esa misma fecha un paralelo de contraste entre los moriscos granadinos y los mase de cómo eran los indígenas para dictar las normas más apropiadas para
indios recién convertidos en Nueva España. A finales del siglo XVI, el jesuíta su evangelización, como lo hizo en 1526 y 1531.
José de Acosta, en el Perú, y el franciscano Jerónimo de Mendieta en 2) La transmisión de las experiencias. En la elaboración y práctica de
México, pasan revista a las diferentes épocas de la historia de la Iglesia para la metodología misional americana desempeñó un papel decisivo la configu-
encontrar en ella algo parecido a lo que sucedía en América. El primero ración interna de las Ordenes misioneras en el sentido de que facilitó el
encuentra una semejanza en la conversión de los anglos, mientras que el intercambio y la comunicación de las experiencias entre unos religiosos y
segundo lo halla en las misiones franciscanas de Bulgaria hacia 1376. otros.
Entre los jesuítas es frecuente dirigir la vista hacia sus misioneros de la En este sentido, y como dato especialmente revelador, a raíz de la
India y Extremo Oriente para tomarlos por modelo de lo que convenía llegada de los primeros doce agustinos a Lima, en 1551, arribaron también
practicar en América, como lo hacen, por ejemplo, Luis López en el Perú, a esa misma ciudad en compañía del virrey novohispano dos agustinos
en 1570; Juan Vivero en Bolivia, en 1572; Juan de Polanco en Roma, en procedentes de México para que, en afirmación del cronista Bernardo de
1572; José de Acosta en el Perú, en 1589; Ernesto Steigmüller en el Orinoco Torres, «como experimentados en la Nueva España pudiesen instruir y
medio, en 1730, y Bernardo Recio en Quito, en 1773. adiestrar a los doce del Perú en la forma de predicar y enseñar a los indios
y en las demás funciones necesarias para el ministerio apostólico».
C) Recursos metodológicos americanos De manera ya no anecdótica, los diecisiete Colegios de Misiones francis-
1) Estudio y conocimiento del indígena. Desde que el ermitaño Ramón canos diseminados por toda América desde 1683 hasta 1824 constituyeron
Pane escribió en 1498 su Relación acerca de las antigüedades de los indios y los otros tantos centros de metodología misional impartida por los que hoy
primeros franciscanos de la isla Española emitieron en 1500 su opinión denominaríamos auténticos profesionales con experiencia personal de lo
que enseñaban.
sobre los mismos, la tarea inicial de todo misionero americano fue, como es
lógico, observar detenidamente a los habitantes de cada territorio para En este mismo orden de cosas, a los capuchinos de Venezuela se les
atinar con el modo más adecuado de relacionarse con ellos a fin de evangeli- ordenó en 1705 que en cada territorio misional se erigiera una Casa-Semina-
rio en la que los religiosos que fueran llegando de España se dedicaran
zarlos.
durante seis meses a aprender «el idioma de los indios, la forma de reducir-
A los jesuítas de Nueva España, por ejemplo, se les ordenó expresamen-
los y doctrinarlos, con todo lo demás que debieren observar con ellos para
te esta observación en 1610, pero, ordenada o no, en realidad la practicaron
su mayor aprovechamiento, aumento y progreso de nuestras misiones»
todos los misioneros, de manera idéntica o similar a como lo hacían los
(RlONEGRO, Relaciones, II, 58).
capuchinos de Venezuela en 1692: «Examinando la naturaleza y modo de
En 1646 se les aconsejaba a los jesuitas del Orinoco que en la descrip-
vivir de estos indios, y si tenían algún modo de gobierno entre sí y qué ley,
ción de sus viajes siguieran el modelo de sus colegas del Paraguay, a cuyo fin
falsa o verdadera, guardaban, qué modo de sujeción tenían y si daban
se les adjuntaba una copia. No se trata más que de un caso concreto. La vida
obediencia a algún superior que los sujetase y finalmente si al modo de otras
en comunidad, el sistema de actuación en equipo, la proximidad y las visitas
provincias y reino tenían alguna política y leyes, para aprender con ellos la
mutuas de unos misioneros a otros, eran otros tantos modos de intercambiar
predicación que se deseaba, al modo que en otras partes se ha ejecutado, vivencias, de ratificar aciertos o de corregir errores.
oyendo a los infieles y filosofando con sus razones naturales hasta quedar
Por su parte, la movilidad de estos mismos religiosos y la permanente
reducidos con actos de entendimiento, hallaron que dichos indios bárbaros
información que corría dentro de la Orden hacían que en unos territorios
de aquellos llanos [de Caracas] no sólo no se hallaba en ellos ningún género estuviesen al tanto de lo que se hacía en otros. Este hecho es el que explica,
de política, pero aun parecían irracionales» (CARROCERA, Misión en los Lla- por ejemplo, que la evangelización franciscana de Nueva España se tuviera
nos, I, 497). por modelo entre los franciscanos del Perú en el siglo XVI, como nos consta
Además de observar todos a los indígenas, muchos misioneros consig- que se tenía, o que en las misiones franciscanas de California se siguieran las
naron por escrito sus observaciones. De hecho, no hay pueblo indígena mismas normas que en las de Sierra Gorda, en el siglo xvm.
cuyos caracteres físicos y psíquicos, costumbres, tradiciones, mentalidad y Aún más: las cartas de los misioneros americanos a sus colegas de
sistema económico-laboral de vida no nos hayan sido transmitidos de una
500 P.III. La Iglesia misional C.26. La metodología misional americana 501
España, el regreso de los primeros a la Península, las correrías o las cartas Dando por supuestas las demás, por ser suficientemente conocidas o de
circulares de los reclutadores para solicitar voluntarios con destino a las obvia suposición, baste con recordar algunas de carácter concreto.
misiones de América y, por supuesto, las célebres Cartas Anuas de la Compa-
La primera de la que se tiene noticia es la circular de índole misional
ñía de Jesús, ejercieron la función de otros tantos y eficacísimos instrumen-
americana enviada en 1532 por Nicolás Herborn, comisario general de la
tos para que en España misma, e incluso fuera de ella, los miembros de las
familia Cismontana, a todos los franciscanos de su circunscripción (Bélgica,
expediciones misioneras supieran cómo se procedía en el territorio al que se
Francia, España y Portugal), en la que especifica las cualidades que debían
encaminaban ya antes de embarcarse con ese destino.
tener los misioneros americanos y los principios de índole general a los que
A esta información concurrieron también las Crónicas o Historias impre- se debían atener.
sas de las misiones americanas, en todas las cuales se expone de una u otra
manera la metodología seguida en el territorio objeto del relato, cuando no A ella sigue, en orden cronológico, la elaborada por los hermanos
fueron redactadas esas monografías con el fin expreso de «ilustrar a los Coronel, quienes «a pedimento y mandato de Su Majestad hicieron una
aspirantes» a misioneros, como es el caso, manifestado por sus propios instrucción y doctrina muy docta y curiosamente ordenada de cómo se les
autores, de la Conversión en Píritu, del franciscano Matías Ruiz Blanco, de había de dar a entender a estos indios las cosas de nuestra fe y misterios de
1690, o de El Orinoco ilustrado, del jesuíta José Gumilla, de 1741, quien ella por manera de historia, conforme a la relación que tenían de su capaci-
desciende hasta el detalle de completar su obra, de carácter etnológico- dad» (MENDIETA, Historia eclesiástica indiana, 1.3, c.3).
geográfico, con una serie de Avisos para los que se sintieran movidos a A momentos posteriores, y sin pretender agotar la lista, pertenecen las
dirigirse a ese territorio. normas siguientes:
3) La discusión colectiva de los métodos. Basados en la observación
- la Obediencia y la Instrucción entregadas en 1524 a los Doce Apóstoles
personal y directa del indígena, así como en la experiencia de los propios
franciscanos de México por el ministro general de la Orden, P. Francisco de
misioneros, los Capítulos o Congregaciones (reuniones oficiales periódicas)
los Angeles Quiñones;
de las respectivas Provincias religiosas, las Juntas eclesiásticas como las ca-
- las instrucciones impartidas a los primeros agustinos que llegaron a
torce celebradas en México entre 1532 y 1546, la de Gracias a Dios, de 1544,
Lima en 1551 por el provincial de Castilla;
o la de Lima, de 1549 (véase el capítulo 10 de esta obra); los dieciséis
Concilios provinciales celebrados entre 1551 y 1778; los numerosísimos - las entregadas por San Francisco de Borja a los primeros jesuítas
Sínodos diocesanos; las consultas periódicas de los misioneros de una misma enviados a Florida en 1567;
circunscripción, como las que acostumbraban a realizar los agustinos de - las que regían entre los franciscanos de Nueva España en 1570;
Nueva España en el siglo xvi, los franciscanos de Texas y Píritu (Venezuela) - las propuestas por el franciscano Ángel de Valencia para Jalisco y
en el siglo XVIII, los jesuítas de los Llanos colombianos a mediados de este Michoacán (México) en 1552;
mismo siglo y los del Amazonas en 1742; la conferencia vespertina sobre «el - las que nos consta que regían en Nueva Galicia y en Nueva Granada
modo de convertir, catequizar e instruir a los convertidos» preceptuada en entre los franciscanos de la segunda parte del siglo XVI;
los Colegios de Misiones franciscanos desde 1683, y las reuniones entre las - las establecidas para los jesuítas del noroeste de México en 1610,
autoridades religiosas y las civiles como las que se acostumbraban en Perú en 1662, 1678, 1681-1684, 1698, 1710, 1715 y 1722-1725;
1559 o las convocadas por Hernán Cortés en 1524 y por el presidente de la - las elaboradas por el franciscano Pedro Pérez de Mezquía para las
Audiencia de México en 1532, constituyeron otras tantas sesiones de discu- misiones de Sierra Gorda en el siglo xvin, adoptadas también por los fran-
sión sobre el modo de proceder en la evangelización de los indígenas. ciscanos de California;
- las confeccionadas por el arzobispo de Santa Fe, el franciscano Luis
Del mismo Consejo de Indias se nos dice en 1526, 1528, 1531 y 1533
Zapata de Cárdenas, en 1570;
que solía reunirse «muchas veces» para acertar con el modo de evangelizar a
- las elaboradas para el Perú por el arzobispo de Lima, el dominico
los nativos americanos.
Jerónimo de Loaysa, en 1545;
4) Normas sobre metodología misional. En estas discusiones colectivas - las confeccionadas por el mercedario Diego de Porres, también en
de los métodos no siempre se consignaron por escrito las conclusiones Perú, en la segunda mitad del siglo XVI;
adoptadas o éstas no han llegado hasta nosotros, pero los casos en que sí se - las establecidas por el franciscano Manuel de Sobrevida para las
hizo, junto con la iniciativa personal de algunos misioneros, dieron lugar a misiones del oriente peruano en 1792;
la elaboración de cinco clases de pautas que rigieron la cristianización de los - las impartidas para las misiones guaraníes de la Compañía de Jesús en
indios: las específicas de cada territorio, las propias de cada Orden y hasta de 1 6 0 4 , 1 6 0 9 , 1 6 1 0 , 1 6 3 7 y 1689;
cada Provincia religiosa, las dictadas por las Juntas eclesiásticas, los Conci- - los libros de normas que tenía cada párroco jesuíta de esas mismas
lios provinciales y los Sínodos diocesanos, y las decretadas por las autorida- misiones guaraníes, en los que se recogían las impartidas por los diversos
des civiles. prepósitos de la Compañía;
C.26. La metodología misional americana 503
502 P.III. La Iglesia misional
- J. DE ACOSTA, Instrucción para los que se embarcan y vienen a Indias
- las prescritas por los franciscanos del colegio de Chillan (Chile) en
1775 para sus misioneros de la Araucanía; (1589).
- los estatutos de los diecisiete Colegios de Misiones franciscanos fun- - L. J. DE ORÉ, Símbolo católico indiano (Lima, 1598).
dados a partir de 1683, tanto los de índole general para todos los colegios - A. DE LA PEÑA MONTENEGRO, Itinerario para párrocos de indios (Ma-
como los específicos de cada uno de estos centros. drid, 1668).
- M. RUIZ BLANCO, Manual para catequizar y administrar los santos sacra-
5) Las obras de metodología misional. Las monografías misionológicas
mentos a los indios que habitan en la Provincia de Cumaná (Burgos, 1683).
de que dispusieron los misioneros americanos para inspirarse en cómo
- P. J. DE PARRAS, Gobierno de los Regulares en la América, ajustado
proceder en la evangelización de los indios fueron de tres clases: de índole
religiosamente a la voluntad del Rey, 2 vols. (Madrid, 1783).
general, de carácter específicamente americano y de temas específicos.
Entre las primeras figuran las obras teológicas que llevaban consigo las Temas específicos abordaron, de una manera más bien práctica que
expediciones misioneras y, sobre todo, los tratados de misionología impre- teórica, los numerosísimos catecismos, doctrinas, sermonarios, confesiona-
sos en Europa, si bien de momento no nos consta qué uso pudieron hacer de rios, manuales para la administración de los sacramentos, etc., elaborados y
estos últimos los religiosos que emprendían viaje al Nuevo Mundo o los que publicados por los propios misioneros americanos como fruto de su expe-
ya se encontraban evangelizando en él. riencia y como normativa para los demás, imposibles de enumerar aquí por
Como muestra valga el dato concreto de que entre los libros de una su abundancia.
expedición de dominicos embarcada en 1533 para Venezuela figuraba un
ejemplar de la Summa contra gentiles de Santo Tomás de Aquino. O el de que
II. PRINCIPIOS METODOLÓGICOS BÁSICOS
más de uno consultara obras dirigidas específicamente a ellos, como las
siguientes:
Observando la teoría y la praxis evangelizadora se advierte que todos los
- A. MERMANNIUS, Theatrum conversionis gentium totius orbis (Amberes,
1567). misioneros compartieron una serie de principios de metodología misional
- J. GRACIÁN, Estímulo de la Propagación de la Fe (Lisboa, 1586). que pueden sintetizarse en los siguientes, acoplándolos bajo las distintas
- T. DE JESÚS, Stimulus missionum (Roma, 1610). clases de métodos aludidas anteriormente.
- T. DE JESÚS, De procuranda salute omnium gentium (Amberes, 1613).
- R. CARÓN, Apostolatus missionariorum per universum mundum cum obli- A) Métodos de preparación
gatione pastorum quoad manutenentiam Evangelii regulis actionum humanarum El primer principio metodológico fue la firme convicción de los evange-
et methodo conferendi cum haereticis quibuscumque ac infidelibus (París, 1660). lizadores de que, aun cuando algunos indígenas parecieran «monstruos
- J. DE CARABANTES, Práctica de misiones, guia de pecadores (León, 1670). racionales», como afirmó de algunas tribus de Talamanca (Costa Rica) el
Entre las de carácter propiamente americano, algunas de ellas editadas franciscano Isidro Félix de Espinosa en 1746, todos eran susceptibles de
varias veces, cabe citar éstas: cristianización precisamente por su racionalidad, por muy bajo que fuera el
- N. HERBORN, Epitome convertendi gentes Indiarum adfidem catholicam coeficiente intelectual o el nivel cultural que en ocasiones pudieran pre-
adeoque ad Ecclesiam sacrosanctam catholicam et apostolicam (Toulouse, 1532). sentar.
- J. F. LUMNIUS, De extremo Dei iudicio et indorum vocatione libri dúo
La observación es de sentido común, pues de lo contrario los misione-
(Amberes, 1567).
ros no hubieran intentado siquiera la evangelización, pero en el caso de
- A. DE NOCEÑA, Tractatus de administratione et regimine spirituali fide-
lium in Indis (México, 1568). América hay que consignarla para dejar claro que los misioneros, salvo
- B. DE ALBORNOZ, De la conversión y conquista de los indios (México, rarísimas y muy discutibles excepciones, como el caso del dominico Domin-
1573). go de Betanzos en México, en 1530-1531, no compartieron la postura de
quienes, a comienzos del siglo XVI, se dice que negaron o dudaron de la
- J. FOCHER, Itinerarium catholicum proficiscentium ad infideles converten-
capacidad de los nativos para el cristianismo por su cortedad intelectual.
dos (Sevilla, 1574).
Aún más: a lo largo de los siglos XVI a XIX se esforzaron por dejar en claro la
- D. DE VALADÉS, Rhetorica christiana ad concionandi et orandi usum injusticia de esa acusación e insistieron en las posibilidades de cristianización
(Perusa, 1579). que ofrecían los indígenas. Ello no impide que los propios misioneros los
- L. DE GRANADA, Breve tratado en que se declara la manera que se podrá calificaran a veces, desde el punto de vista intelectual, con adjetivos propios
proponer la doctrina de nuestra santa fe y religión cristiana a los nuevos fieles del lenguaje de la época, pero que a nosotros nos parecen excesivamente
(Salamanca, 1588). duros.
- J. DE ACOSTA, De promulgatione Evangelii apud barbaros, seu de procu-
Un segundo principio en el que coincidieron también todos los misione-
randa indorum salute libri sex (Salamanca, 1589).
ros fue el de la persuasión de que -como decían ellos mismos- «el indio, para
C.26. La metodología misional americana 505
504 P.III. La Iglesia misional
ser cristiano, necesitaba primero ser hombre», lo que dio lugar a uno de los En este punto, sin embargo, hay que tener en cuenta que nuestro actual
aspectos más sorprendentes de la evangelización americana, consistente en concepto de libertad no coincide totalmente con el de los evangelizadores
la tarea de elevar humanamente a los indígenas a fin de prepararlos o americanos, razón por la cual estos últimos tampoco se vieron obligados a
capacitarlos para el cristianismo. practicar el principio con la exquisitez con que se procedería ahora.
Todos los misioneros americanos estuvieron también acordes en que,
B) Métodos de difusión salvadas las innegables diferencias personales y sociales existentes entre
unos indios y otros y entre las diversas tribus o «naciones» entre sí, todos los
Otro punto común de partida fue la persuasión de que el Evangelio nativos del Nuevo Mundo eran como niños grandes a los que había que
había que predicarlo evangélicamente, si bien su interpretación no fue tratar como tales.
unánime porque admitía matices y porque las circunstancias americanas Esta persuasión influyó decisivamente en varios aspectos de la evangeli-
mediatizaban la práctica del ideal. zación, a los que se aludirá en su lugar. De momento baste con indicar que
Esta necesidad de elevar humanamente al indígena a fin de prepararlo fue ella la que indujo a los misioneros a adoptar un triple y característico
para el cristianismo, juntamente con la dispersión demográfica de la pobla- comportamiento respecto de los indígenas.
ción nativa, llevó a los evangelizadores a la convicción de que el único medio Desde el punto de vista intelectual: a considerarlos siempre y en todas
de promocionar a los indios y de poderlos evangelizar consistía en su previa partes, aunque no siempre en el mismo grado, como gentes de mentalidad
congregación en poblados (reducciones). infantil a la que había que suministrarle la doctrina evangélica en pequeñas
dosis, de manera sencilla y clara, reiteradamente, con autoridad más que
C) Métodos de catequización razonando filosóficamente y evitando cuanto pudiera dar lugar a confusión.
El quinto principio consistió en que la fe, aunque ciega, presuponía un Desde el punto de vista afectivo: a relacionarse con ellos como los
mayor o menor conocimiento de lo que se creía, convicción en la que se basó padres con los hijos, es decir, siempre con cariño, de palabra y obra y, en
el esfuerzo unánime de los evangelizadores por aprender las lenguas o ocasiones, con castigos, bajo la consigna universal de que nunca fuera el
idiomas indígenas y por catequizarlos en ellas. misionero en persona quien los ejecutara y de que las penas se impusieran
En lo referente a esta enseñanza del cristianismo, siempre se insistió en con moderación, por ejemplo, un máximo de seis azotes en circunstancias
el aspecto de la uniformidad, en el sentido de que a los mismos indios se les normales.
adoctrinara indefectiblemente de una manera similar para que no interpre- Desde el punto de vista psíquico: a considerarlos emocionalmente ines-
taran como contradicciones ideológicas lo que no eran más que diferencias tables, tornadizos, volubles, desconfiados y no siempre veraces, pero al
accidentales. De ahí la tendencia a que un mismo territorio fuera evangeliza- mismo tiempo dóciles una vez ganados afectivamente, por lo que la postura
do por los mismos religiosos, la oposición al excesivo número de Ordenes generalizada de los misioneros fue la de guardar siempre cierta reserva tanto
misioneras en América y los preceptos de que los evangelizadores utilizaran en el aspecto puramente religioso como incluso en el de la seguridad per-
solamente un determinado texto para el aprendizaje de lo que tenían que sonal.
saber de memoria. Un ulterior y octavo punto de coincidencia, prácticamente universal,
fue el de la apreciación de la «condición miserable» de los indios, en el
D) Métodos de persuasión sentido de considerarlos como seres indefensos ante otros más poderosos
(conquistadores, encomenderos, corregidores, caciques indígenas), ante
Un sexto principio, también unánimemente aceptado, fue el de la vo-
agentes externos (enfermedades, tragedias o convulsiones de la naturaleza)
luntariedad de la conversión, punto en el que han inducido a error determi-
y ante la dureza de la vida (alimentación, vestido, vivienda), situación esta
nadas conductas de pobladores españoles y criollos. El que la evangelización
última normal en un ambiente primitivo, pero que resultaba difícil de sopor-
estuviera durante algún tiempo precedida por la conquista armada y des-
tar para hombres como los misioneros, pertenecientes a un mundo mucho
pués más o menos protegida por la denominada «escolta», nunca indujo a los
más cómodo por más evolucionado. De ahí sus esfuerzos por simultanear la
misioneros a confundir la evangelización con la coacción. No sabemos de
evangelización con la tarea de defender al indígena y ayudarle en todas sus
ninguno que obligara a los indios a convertirse o a que se bautizaran, porque
necesidades, como lo prescribían las obras de misericordia que ellos mismos
todos sabían que la conversión, además de la gracia, presuponía la libre
inculcaban a los nativos.
voluntad del bautizado. Aún más: fueron muy numerosas las veces, sobre
todo durante la primera parte del siglo XVI, o etapa de las conquistas, en las
que se les insistió en que antes de bautizar a nadie se cercioraran de que el
indio no sólo quería nacerse cristiano voluntariamente, sino de que ni si-
quiera actuaba para ganarse el aprecio de los conquistadores, de los colonos
o de los propios evangelizadores.
C.26. La metodología misional americana 507
I. SISTEMAS DE PREDICACIÓN
tribu, los primeros misioneros tenían que valerse de intérpretes para expo- Fue precisamente la conveniencia de este aprendizaje lo que indujo a la
ner el mensaje de que eran portadores, si es que ellos mismos, como sucedía fundación de cátedras de lengua indígena en algunas universidades. De la
con mucha frecuencia, no habían aprendido ya la lengua de los indígenas misma manera que obedeció a este hecho el que se exigiera el conocimiento
que se proponían evangelizar. Desde el punto de vista cronológico, este del idioma nativo en el examen que precedía a la entrega de una doctrina o
primer momento solía ser muy breve aun en el caso de que los evangelizado- parroquia de indios.
res tuvieran que recurrir a la ayuda de los intérpretes, porque, si no lo En cambio, el conocimiento por los indios del castellano, más las estric-
conocían ya con anterioridad, los misioneros no tardaban en aprender el tas órdenes de la Corona en cuanto a su enseñanza, fueron los factores que
nuevo idioma una vez asentados en el territorio. indujeron, por ejemplo, a los capuchinos de Cumaná y a los jesuítas del
Transcurrido este momento inicial, el problema desaparecía debido a Meta-Casanare (Colombia), a comienzos del siglo XVIII, a predicar por las
que los evangelizadores de la segunda etapa ya disponían en los de la prime- mañanas en español y por la tarde en el idioma local, lo que movió a los
ra de maestros de la nueva lengua. franciscanos de Píritu (Venezuela), en 1761, a hacerlo cuatro días en caste-
En términos cronológicos puede decirse de una manera general que la llano y tres en idioma indígena y lo que impulsó a los jesuítas colombianos a
predicación en el idioma propio de los indios no registró prácticamente utilizar el español para todo a mediados del siglo XVIII.
ninguna excepción durante los primeros quince o veinte años de la evangeli- Como contrapartida, y valiéndose de los privilegios de que gozaban, los
zación de cada territorio, que es el período que, en general, duraba la jesuítas del Paraguay nunca abandonaron la enseñanza exclusivamente en
evangelización propiamente dicha en cada uno de ellos. guaraní, ya que estos indígenas no aprendieron el español.
Veremos más adelante cómo la norma más corriente fue que los misio-
neros aprendieran el idioma de los nativos para poder evangelizarlos en él. C) El aprendizaje de la lengua
Independientemente de esta constancia histórica, el indiscutible sentido de
responsabilidad de los misioneros hace impensable que trataran de exponer Desde el punto de vista lingüístico, América ofreció en algunas partes
a los indios su mensaje cristiano sin importarles que los indígenas lo com- una inestimable ventaja, mientras que en otras presentó una serie de graves
prendieran o no o lo interpretaran defectuosamente. Si de algo pecaron fue dificultades. La ventaja, considerada por los misioneros de la época como
precisamente de una especie de excesiva responsabilidad, lo que les llevó a algo realmente providencial, consistió en la unidad lingüística que en el siglo
no prescindir en su exposición del cristianismo de ningún aspecto de su xvi ofrecieron los imperios azteca, maya e incaico con el náhuatl, maya y
contenido, cuando podían haber aplazado para más tarde la enseñanza de quechua, respectivamente. La dificultad estribó en que, fuera de esos impe-
puntos especialmente difíciles y cuyo conocimiento no era absolutamente rios, los evangelizadores se encontraron poco menos que con un idioma
necesario desde el primer momento. distinto en cada nueva tribu que abordaban, cuando ya no sucedía, como en
Una vez cristianizados los nativos y a pesar de la tendencia de los las misiones jesuíticas del Marañón-Amazonas (Mainas), que en una sola
mejores a mantener la predicación en la lengua indígena, el decaimiento del comarca o circunscripción misional se hablaran nada menos que 39 idiomas
fervor inicial, el mayor o menor conocimiento del español por parte de los distintos, algunos de ellos tan dispares entre sí como el español y el alemán,
propios indígenas a partir de la segunda o tercera generación debido a su según afirman los propios evangelizadores.
contacto con los pobladores españoles y con el misionero y, sobre todo, al Las grandes unidades lingüísticas hicieron concebir en algunos misione-
crecimiento de los niños educados desde el primer momento en las escuelas ros la utopía de que, para facilitar el entendimiento entre ellos, todos los
misionales, así como las reiteradas órdenes de la Corona en el sentido de que nativos de Nueva España aprendieran el náhuatl y los del Perú el quechua.
se les enseñara el castellano, fueron otros tantos factores que dieron lugar a La Corona española, en cambio, desde 1550 y, sobre todo, a lo largo del
cierto relajamiento en la estricta conducta de los primeros tiempos, en siglo XVIII, optó por el aprendizaje universal del español. La mayoría de los
virtud del cual la enseñanza en castellano le fue comiendo terreno al idioma evangelizadores rechazó de plano la primera utopía y sólo fueron obedeci-
local en lo tocante a la predicación. das las órdenes oficiales en el caso de las escuelas infantiles y cuando se
Síntomas de este comportamiento, debido a la pérdida del fervor ini- trataba de indígenas adultos ya definitivamente insertados en el cristianis-
cial, lo constituyen el hecho de que los dominicos de Guatemala se pregunta- mo, que en realidad eran esos mismos indios que de pequeños habían
ran oficialmente en 1562 si era o no pecado ignorar la lengua de los nativos frecuentado las escuelas misionales.
y el de que los Concilios de Lima de 1567 y 1582, el Sínodo de Quito de Así pues, y exceptuados los casos ya aludidos anteriormente, los evange-
1570 y las Constituciones de 1730 elaboradas para los capuchinos de Cuma- lizadores se impusieron el cometido de ser ellos mismos los que aprendieran
ná (Venezuela) se vieran obligados a preceptuar bajo graves penas el apren- el idioma indígena, aprendizaje que entre los jesuítas de Nueva España era
dizaje por los párrocos de indios o doctrineros (no por los misioneros obligatorio en 1587 para poderse ordenar de sacerdote, lo que también
propiamente dichos que les habían precedido) del lenguaje local de unos propugnaba Santo Toribio de Mogrovejo en Lima en 1592. En este mismo
indígenas ya insertados en el cristianismo. sentido, los franciscanos de Guatemala tenían que dedicar a este aprendizaje
en 1667 ocho meses como máximo, so pena de ver reducida a la mitad la
518 P.III. La Iglesia misional C.27. Sistemas y lengua de la predicación 519
ración anual de chocolate y azúcar si no conseguían dominar el idioma en lenguas, o que el dominico de Guatemala Domingo Vico supiera a la perfec-
ese período de tiempo. ción siete en el siglo XVI.
En un primer momento, y debido a que carecían de todo medio de También resulta comprensible que el dominico Pedro Calvo consiguie-
aprendizaje, los misioneros tenían que aprender el idioma de los nuevos ra aprender un idioma en veinte días y que los dominicos de Guatemala, a
indios a base de los recursos que les dictara su iniciativa personal, el princi- mediados del siglo XVI, así como los jesuítas de México en 1579, tardaran
pal de los cuales consistió en valerse de los niños y de los intérpretes para como máximo tres meses; que los franciscanos del Perú pudieran dominar el
apuntar por escrito las palabras que oían, consignar su significado, compa- idioma campa, en los siglos XVII y XVIII, en medio año; que los franciscanos
rarlas con otras y poco a poco ir elaborando un vocabulario, el cual perfec- de Guatemala le dedicaran a este estudio ocho meses y que los franciscanos
cionarían con el tiempo. de Florida tardaran entre uno y dos años, en 1723, en hacerse con el idioma
de los apaches.
Superado este primer momento de total oscuridad, la situación cambia- En cuanto a la proporción de los misioneros que dominaban la lengua
ba rápidamente, ya que los misioneros de la segunda y sucesivas olas encon- indígena y la de quienes la desconocían, recojamos el caso de los francisca-
traban el campo desbrozado por quienes les habían precedido. El desbroza- nos de la Provincia del Santo Evangelio de México, de los que en 1570, de
miento fue doble. Tratándose de territorios ya abordados, los primeros un total de 150 que ya llevaban algún tiempo ejerciendo el ministerio sacer-
misioneros servían de maestros a quienes llegaban para ayudarles o les dotal, 17 sabían dos lenguas, 102 dominaban «muy bien» una, cinco la sabían
facilitaban el aprendizaje con los vocabularios y artes o gramáticas que regular, cuatro la estaban aprendiendo y 24 no sabían ninguna, debido,
acostumbraban a elaborar, tarea que en algunos casos les estaba expresa- sobre todo, a que acababan de llegar de la Península.
mente preceptuada, como lo hicieron los dominicos de Guatemala en nueve
Del total de 53 jesuítas que en 1596 había en Nueva España, 40 domina-
ocasiones comprendidas entre 1548 y 1593. En los territorios todavía no
ban perfectamente un idioma nativo, 18 sabían dos o más, 13 estaban
abordados, pero limítrofes con los primeros, fue corriente la costumbre de
aprendiendo uno o sólo lo sabían regularmente.
llevar niños voluntarios del nuevo territorio a un centro situado en el ante-
Estos mismos jesuítas sumaban un total de 111 en 1620, de los que
rior para que aprendiesen el español y enseñasen a su vez su propio idioma.
43 dominaban una lengua y 21 hablaban dos.
A este hecho obedecen los tres métodos fundamentales que durante
esta etapa se pusieron en práctica para el aprendizaje de las lenguas nativas.
El primero consistió en que, antes de dedicarse a la evangelización, los
nuevos misioneros invirtiesen algún tiempo en compañía de los veteranos NOTA BIBLIOGRÁFICA
que ya dominaban el idioma, como lo hacían, por ejemplo, los franciscanos
de Venezuela hacia 1690. El segundo, en aprenderlo en centros misionales Sistemas de evangelización
situados en la retaguardia de la evangelización, teniendo por profesores a los P. BORGES, Misión y civilización en América (Madrid, 1987), 104-137; P. CASTAÑE-
misioneros que habían trabajado ya entre los indios. A esta modalidad DA, Los memoriales del P. Silva sobre la predicación pacífica y los repartimientos (Madrid,
pertenecen, por ejemplo, los centros de lenguas jesuíticos de Pátzcuaro 1983), 3-80; ID., «LOS métodos misionales en América: ¿Evangelización o coacción?»,
(1579) y Tepotzotlan (1584); los 17 colegios de misiones fundados por los en Estudios sobre Bartolomé de las Casas (Sevilla, 1974), 123-189; E. D. DUSSEL, Historia
general de la Iglesia en América Latina 1 (Salamanca, 1983), 342-347; J. LÓPEZ GAY, «La
franciscanos en toda América entre 1683 y 1816, en los que era preceptiva evangelización pacífica. Misioneros jesuítas del siglo xvi»: Studia Missionalia 38 (Ro-
una clase diaria de idiomas indígenas; la Casa-Seminario que los capuchinos ma, 1989), 81-111; I. PÉREZ, «Análisis extrauniversitario de la conquista americana en
tenían en Trinidad en 1707, e incluso las cátedras universitarias que existie- los años 1534-1559», en Actas del I Simposio sobre la ética en la conquista de América
ron para este fin. El tercer sistema de aprendizaje consistió en el ya aludido (1492-1573) (Salamanca, 1984), 239-265, y La ética en la conquista de América (Madrid,
de que los propios indígenas ejercieran de profesores de los futuros misio- 1984), 118-162; J. RODRÍGUEZ CABÁS, «Conquista de Verapaz»: Missionalia Hispánica
24 (Madrid, 1967), 53-116; A. SAINT-LU, La Vera Paz. Esprit évangélique et colonisation
neros. (París, 1968).
Se dio incluso el caso de que algunos aspirantes a misiones llegaran a
América con un idioma indígena ya aprendido a base de los vocabularios y Problema de la lengua
artes o gramáticas de los que pudieron disponer en la propia España por Véase la bibliografía del capítulo 36.
haberlos editado sus colegas americanos.
En el aprendizaje de las lenguas los misioneros disfrutaron de la doble
ventaja de poseer el hábito del estudio y de encontrarse con idiomas menos
desarrollados que el castellano o el latín, e incluso el griego, que les eran
familiares. Por ello no es de extrañar que, por ejemplo, el jesuíta Diego
Acuña, misionero del Amazonas en el siglo XVII, llegara a dominar seis
CAPÍTULO 28
virrey don Francisco de Toledo y el también jesuíta José de Acosta, que se en que -como dice textualmente Pérez de Ribas- «lo político y humano en
expresan de manera idéntica. parte se presupone a lo divino y espiritual, conforme a lo del Apóstol: prius
Basándose en Acosta, el jurista Juan de Solórzano Pereira afirmaba en quod anímale est».
1647 que «para hacerlos cristianos era primero necesario hacerlos hombres Profundizando más en la cuestión, el primer Concilio de México afir-
y enseñarles a que se tuviesen por tales y como tales», mientras que el maba en 1555 que no era pequeña predicación «trabajar primero en hacer-
capuchino Lorenzo de Magallón, misionero en Venezuela, recoge este mis- los [a los indios] hombres políticos y humanos que sobre costumbres ferinas
mo pensamiento cuando asevera en 1655 que a los indios era necesario fundar la fe, que consigo trae por ornato la vida política y conversación
enseñarles primero «a ser hombres y vivir como tales que a ser cristianos». humana y cristiana».
Con él coincide también su hermano de hábito y misión Ildefonso de Zara- Con este Concilio de México coincidía el segundo de Lima al esgrimir
goza, quien opinaba que era conveniente «ponerles algún género de suje- en 1567-68 el argumento de que «la fe no puede mantenerse sin las costum-
ción que los redujese a ser hombres para poderles enseñar a ser cristianos». bres políticas».
En la misma Venezuela, y también en el siglo XVII, el jesuíta Ignacio En cambio, el ya aludido jesuíta Bartolomé Hernández, que escribía en
Toebast afirmaba en 1683 que los misioneros, «cuando han conquistado los Lima en 1572, hacía consistir la razón en que el habituado a costumbres tan
corazones y comienzan a hablar su lengua, les enseñan a vivir como hom- bárbaras como las indígenas no podía estar capacitado para adoptar una
bres; luego, los reúnen para la instrucción y los bautizan». religión tan elevada como el cristianismo. Es lo que pensaba también el
Ya en el siglo XVIII, el franciscano Juan Agustín de Morfi afirmaba en jesuíta José de Acosta, en 1589, al aseverar que sería inútil «enseñar lo divino
Nuevo México, en 1777, que los indígenas «jamás serán cristianos si primero y celestial a quien no cuida ni comprende lo humano», porque el cristianis-
no se les hace hombres», lo que ratificaba el también franciscano Ildefonso mo exige «hombres íntegros y de elevados pensamientos que sepan juzgar de
de Puertollano al decir en 1793 que «es preciso primero formarlos hombres la ley de la perfecta libertad».
para hacerlos después cristianos». El propio Pérez de Ribas completaba el pensamiento consignado ames
Ya no en el terreno de los principios, sino en el de la práctica, los añadiendo que era totalmente inútil, o poco menos, enseñar costumbres
jesuítas de los Llanos colombianos de los ríos Meta y Casanare afirmaban de divinas o espirituales a quienes ignoraban las humanas o naturales.
sí mismos, en pleno siglo xvill, que antes de enseñarles a ser cristianos
enseñaban a los indios a ser hombres, lo que coincide con lo que en 1761 C) La barbarie, como presupuesto del principio
afirmaba de los franciscanos de Píritu (Venezuela) el misionero e historiador Desde el momento en que los evangelizadores establecían el principio
Antonio Caulín, según el cual no era poco enseñarles a los indígenas a ser de que el indio, para ser cristiano, necesitaba primero ser hombre, estaban
hombres y cristianos. dando por sentado que los indígenas americanos no lo eran, no porque
En Nueva Granada, en 1789, un obispo había afirmado, por su parte, la careciesen de la racionalidad o porque tuviesen cuerpo pero no alma, sino
necesidad de que los indígenas «dejen de ser brutos, empiecen a ser hombres porque no se comportaban como personas humanas debido al estadio cultu-
y enséñeseles después a ser cristianos». ral en que se encontraban, que los propios evangelizadores definen con el
Unos ciento cincuenta años después que don Francisco de Toledo, el término de barbarie.
también virrey del Perú aseguraba en 1736 que «el arte de hacer cristianos Este estado de postración de los indígenas llamó hasta tal punto la
es la ciencia de criar hombres». atención de los misioneros, que en la literatura misional americana (e incluso
en la teológica del siglo xvi) es frecuente convertir en sinónimos los térmi-
B) Razón del principio nos de indio y de bárbaro. Los ejemplos serían innumerables, pero quizá el
Esta necesidad de la previa elevación humana del indio para que pudie- más llamativo sea el del jesuíta José de Acosta, quien en 1589 editó su
ra ser cristiano la basaba la Corona española, en 1538, y el obispo de célebre obra titulándola con este significativo epígrafe: De promulgatione
Guatemala Francisco Marroquín, en 1540, en que -según la primera- había Evangelii apud barbaros, cuyo significado especifica a continuación al aclarar
que «ponerlos en policía humana para que sea camino y medio de darles a que se trata de procuranda indorum salute.
conocer la divina» (ENCINAS, Cedulario IV, 355-56). O, como afirmaba en Los teóricos de la metodología misional, como José de Acosta en 1589,
1576 el franciscano Luis Zapata, arzobispo de Bogotá, la observancia de una el obispo Alonso de la Peña Montenegro en 1668, un capuchino de Caracas
vida digna del hombre servía «de escalón para lo espiritual». en 1745 y el jesuíta Bernardo Recio en 1773, e incluso dos seglares como el
Para el tercer Concilio de Lima, de 1582-83; para el franciscano Jeróni- jurista Juan de Solórzano Pereira en 1647 y el fiscal del Consejo de Indias en
mo de Mendieta, que escribía a finales del siglo XVI en México; para el 1692, catalogaron a los indígenas americanos en la categoría de bárbaros,
jesuíta Andrés Pérez de Ribas, que lo hacía en esa misma ciudad en 1645; pero distinguiendo entre los que podríamos denominar indios semibárbaros
para el Sínodo de Charcas (Bolivia) de 1692, y para el obispo de Guatemala o semicivilizados, indios simplemente bárbaros o sin civilizar e indios total-
en 1736, esa consideración de lo humano como base de lo divino se fundaba mente ajenos a la civilización o sumidos en la barbarie más profunda. Esta
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C.28. Primero hombres, luego cristianos 525
524 P.III. La Iglesia misional
ción, más por similitud que por rigurosa equivalencia de ambos conceptos,
escala de barbarie descendente la trazaron en conformidad con la mayor o el proceso se hizo consistir más bien en una europeización u occidentaliza-
menor aproximación de los nativos a la civilización occidental. En la primera ción del indígena que, por no ser nunca total, se puede designar con el
categoría incluyeron a los habitantes de los grandes imperios orientales, calificativo de mixta o con el sustantivo de transculturación, para significar
como los chinos y japoneses, porque tenían repúblicas estables, leyes, monu- simplemente el paso de una cultura a otra que participaba simultáneamente,
mentos y escritura. En la segunda, a los habitantes de los grandes imperios aunque no en el mismo grado, de la prehispánica y de la occidental o
americanos prehispánicos (aztecas, mayas e incas), porque gozaban también europea.
de sistemas de gobierno estables, pero observaban leyes y costumbres impro-
En teoría, la norma de esta transformación consistió en apartar a los
pias de la persona humana. En la tercera, a todo el resto de las etnias
nativos de las costumbres contrarias a la naturaleza y al cristianismo, en
americanas (aunque no a todas en el mismo grado) porque no tenían ni rey
conservar las buenas o indiferentes y en sustituir las primeras y complemen-
ni ley.
tar las segundas con las propias de la civilización occidental. Así lo estableció
El misionero común no suele detenerse, salvo casos especiales, en estas la Corona en 1530, 1555, 1558 y 1560, disposiciones recogidas en la Recopi-
distinciones. En general, los evangelizadores adoptan dos posturas funda- lación de leyes de los Reinos de las Indias, de 1681, y lo aconsejaban Juan Polo
mentales: la de quienes elogian sin reservas los aspectos positivos de las altas de Ondegardo en el Perú en 1570, los jesuítas de Juli (Perú) en 1578, el
culturas prehispánicas o las cualidades de determinadas tribus aisladas, al jesuíta José de Acosta en Perú en 1589 y Juan de Solórzano Pereira en 1647.
mismo tiempo que lamentan con la misma imparcialidad sus aspectos negati-
En la práctica, esto fue muy complejo por la dificultad de distinguir
vos, y la de quienes insisten en la barbarie de los pueblos que evangelizan
entre unas costumbres y otras, ya que la transformación a la que aspiraban
porque lo que predominaba en ellos era la ausencia de civilización. A la
los evangelizadores no era un concepto unívoco que evitase interpretaciones
primera corriente pertenecen los evangelizadores de los imperios prehispá-
divergentes.
nicos, más algún que otro misionero de diversos lugares y momentos. A la
Clasificando según esta triple división los diversos tipos de costumbres
segunda, los misioneros de las Antillas y de los territorios abordados desde
enumerados por los misioneros, el cuadro resultante es el siguiente:
finales del siglo XVI en adelante y situados en la denominada América mar-
1) El abandono de las costumbres «ferinas» o impropias de la persona
ginal.
supuso:
El lenguaje con el que casi todos describen los aspectos negativos de las
a) la supresión de prácticas consideradas por los evangelizadores con-
culturas prehispánicas o la barbarie de las tribus menos evolucionadas suele
trarias a la naturaleza, como los sacrificios humanos, la poligamia, el incesto,
ser hiperbólico, en el que abundan adjetivos como el de brutos, bestias, fieras,
la embriaguez, el entierro de la viuda con el cacique muerto, la desnudez, las
monstruos racionales, hombres que parecen fieras, indios aunque hombres, etc.,
deformaciones corporales, los nombres personales tomados de las fieras e
entonces habituales, aunque para nosotros resulten excesivamente duros.
incluso la vivienda distinta de la casa y formando poblados, porque no era
Se trataba de un lenguaje tan corriente y arraigado que Solórzano Pereira
propio de la persona humana habitar en cuevas, practicar el nomadismo o
dirá en 1647 que el calificativo de bestia era entonces general en España por
alimentarse de frutos silvestres al estilo de los animales;
influencia precisamente del modo de designar a los indios americanos.
b) la supresión de prácticas contrarias al cristianismo, como la idola-
D) La transculturación, consecuencia del principio tría (también considerada antinatural), las guerras tribales y cuanto tuviera
carácter pecaminoso, por razones religiosas y porque el cristianismo se
Si el indígena americano no podía insertarse plenamente en el cristia- consideraba como el complemento o perfeccionamiento de la ley natural.
nismo mientras no adoptase las costumbres propias de la persona humana 2) La conservación de las costumbres buenas o indiferentes entrañaba:
mediante el abandono de las anejas a la barbarie, la consecuencia inmediata a) la imitación por los misioneros de ciertos aspectos educacionales
era, y de hecho lo fue, que los nativos tenían que abrazar otro sistema de indígenas;
vida. b) la persistencia de las jerarquías sociales prehispánicas, como el
Los evangelizadores americanos expresan este pensamiento diciendo cacicazgo, la nobleza y la plebe;
que los indígenas tenían que vivir en policía, adoptar la vida política y civil, c) el gobierno municipal según las tradiciones nativas;
ponerse en civilidad, progresar hasta civilizarse, seguir una vida civilizada o d) la indiferencia de los misioneros ante el modo de vestir o calzar de
convertirse en civilizados. Se trata de otros tantos sinónimos que, en sentido los nativos (no ante el desnudismo);
negativo, significaban que el indio, para ser el hombre en que querían conver- e) la supervivencia de las lenguas indígenas, aspecto que los evangeli-
tirlo los misioneros, tenía que abandonar una serie de costumbres «ferinas» zadores nunca englobaron en el proceso de transformación o transcultura-
y, en sentido positivo, practicar las propias de la persona civilizada. ción del indio y a las que en ocasiones elogiaron por considerarlas especial-
Hasta 1530 aproximadamente, este doble proceso se identificó con la mente «pulidas»;
hispanización del indígena. Desde esa fecha en adelante, sin que en algunas f) el respeto a las tradiciones matrimoniales indígenas mientras no
ocasiones se deje de seguir identificando a la civilización con la hispaniza-
526 P.III. La Iglesia misional C.28. Primero hombres, luego cristianos 527
estuvieran reñidas con las prescripciones eclesiásticas una vez convertidos dictaminó en 1517 a favor de la racionalidad de los nativos y propuso que se
los indios al cristianismo; castigara severamente a quienes la negaran. El presidente y oidores de la
g) el respeto, e incluso el fomento, de las celebraciones sociales y de Audiencia de México en 1531, la Junta Eclesiástica de México de 1532 y el
las danzas y canciones tradicionales, pero eliminando de ellas sus posibles franciscano Juan de Tastera, misionero en México, en 1533, lamentaron una
connotaciones paganas. frase en este sentido del dominico Domingo de Betanzos, quien en su
3) El perfeccionamiento de la persona mediante la complementación con testamento de 1549 se retractó de ella. Finalmente, debido a la intervención
nuevas costumbres de la desaparición de unas prácticas y de la supervivencia de los dominicos Julián Garcés, obispo de Tlaxcala, y Bernardino de Minaya,
de otras obligó a los evangelizadores a tener que transformar radicalmente el papa Pablo III expidió en 1537 dos documentos pontificios en los que
el sistema de vida indígena, tanto en el plano individual como en el familiar, expresamente da por supuesta la racionalidad de los nativos.
social, laboral, económico y educacional. En adelante, a pesar de los ya aludidos calificativos utilizados a lo largo
de los siglos XVII y XVlii para describir el estado de postración en que estaban
sumidas determinadas tribus, nadie volvió a dudar, si es que en realidad lo
II. EL ESFUERZO MISIONERO DE DIGNIFICACIÓN llegó a hacer alguien seriamente en alguna ocasión, de que, como dejó
consignado Bartolomé de las Casas hacia 1560, «todas las naciones del
A) Promoción individual y familiar mundo son hombres, y de cada uno de ellos es una no más la definición, y
1) En el campo de la promoción individual y en el orden de las ideas, la ésta es que son racionales».
primera actuación de los misioneros americanos consistió en fomentar en En el terreno de lo concreto, los evangelizadores americanos dignifica-
los indígenas su conciencia de hombre y en defender ante los demás esa ron individualmente a los nativos, en primer lugar, sacándolos de su igno-
misma cualidad. rancia.
El primer Concilio de Lima, por ejemplo, ordenó en 1551-52 que se Son pocos los datos expresos que se poseen sobre este punto, pero
comenzara a catequizar a los indígenas haciéndoles ver su condición de suficientes para darnos una idea de su conducta. Presentaciones como la de
hombres y su diferencia de los animales. Compartiendo esta mentalidad, los Doce Apóstoles franciscanos de México de que procedían de «lejas
algunos catecismos americanos no comienzan preguntando quién es Dios ni tierras», y el hecho mismo de que era así, no podía menos de suscitar la
qué es ser cristiano, como nuestros clásicos Astete y Ripalda, sino qué es ser curiosidad de los nativos y obligar a los misioneros a explicarles la existencia
hombre y por qué lo eran los indios, como el del franciscano Luis Zapata, y características de un mundo para ellos inimaginable, tanto más cuanto que
arzobispo de Bogotá en 1576, o el Catecismo Mayor del concilio de Lima en muchos pueblos se consideraban a sí mismos como el centro del universo.
1583. En el marco de esas explicaciones, hilvanadas al contacto diario de los
Por su parte, la Instrucción de Jerónimo de Loaysa de 1545, el Tercero misioneros con los indios, el jesuíta José Gumilla, por ejemplo, se deleita en
Catecismo del Concilio de Lima (1585) y las Doctrinas explicadas, que exponen narrarnos la atención que prestaban los nativos cuando les explicaba el
el cristianismo «por manera de historia» o comenzando por los artículos de movimiento del sol y de las estrellas, la extensión de las tierras, mares y
la fe, suelen arrancar del tema de la creación para insistir en cómo el naciones, la causa de los eclipses o la grandeza del rey de España. El mismo
hombre, y por lo mismo el indio, fue creado por Dios mediante un proceso Gumilla añade que estas explicaciones sobre las criaturas facilitaban el paso
distinto al de los demás seres vivos, al mismo tiempo que repiten insistente- para explicarles el Creador. Se trataba de una manera de proceder que
mente a los oyentes que se diferenciaban de los animales, que no podían aparece también en otros evangelizadores, pero en este caso basada en la
actuar como ellos dada su superioridad y que determinados vicios, como la metodología de la predicación. El hecho, por ejemplo, de comenzar por la
embriaguez, la lujuria, etc., los rebajaban a la condición de brutos. explicación de los artículos de la fe, el primero de los cuales se refiere a la
La sensibilidad de los evangelizadores en este punto se refleja en la creación, les proporcionaba a los misioneros la ocasión de hablar amplia-
defensa que hicieron del carácter racional de los indígenas, porque la nega- mente de todo lo creado, como lo hace de un modo magistral la Doctrina de
ción del mismo suponía negarles su cualidad de seres humanos y equiparar- los dominicos de México de 1548.
los a los animales. La creencia (decimos creencia porque las interpretaciones Pertenece también a la dignificación del indígena como persona indivi-
de lo sucedido son opuestas) de que en las Antillas con anterioridad a 1512, dual el empeño de los evangelizadores en que los nativos anduvieran vesti-
y en México hacia 1530, algunos habían negado la racionalidad del indio, dos, practicaran la limpieza corporal y de la indumentaria, abandonaran las
levantó una verdadera tormenta en defensa de este último. prácticas sexuales prematrimoniales, hicieran decorosamente sus necesida-
Fray Bartolomé de las Casas propuso en 1516 a la Corona que mandase des corporales y rezaran al levantarse y acostarse, requisito este último no
imprimir sendos tratados del jurista Juan López de Palacios Rubios y del exigido por la civilización propiamente dicha, pero sí por la civilización
dominico Bernardo de Mesa para que todo el mundo se convenciera de cristiana tal y como se concebía entonces.
«cómo aquellos indios son hombres libres». La Universidad de Salamanca De todos los misioneros americanos se puede decir lo que el historiador
^^^g|^ Histnrin. tb> bi Fabtxvi *°
C.28. Primero hombres, luego cristianos 529
528 P.III. La Iglesia misional
Antonio de Remesal afirmaba de los dominicos de Guatemala en el siglo XVI: porque los nativos ya lo llevaban o porque no lo necesitaban, y mucho menos
estos religiosos se comportaban con los nativos «como madres suyas: peiná- en que se calzasen de una o de otra manera; que por razones de moralidad
banles el cabello, quitábanselo, cortábanles las uñas, lavábanles la cara y el y decoro obligaban a los indios a vestirse, pero siguiendo el principio de la
cuerpo, vestíanles camisas, poníanles gregüescos o calzones, juntábanles la facilidad y comodidad (a veces hasta les prohibieron vestir al estilo español),
ropa, ceñíansela, enseñábanles a cortar y coser y aun no se desdeñaban de y que nunca consideraron la enseñanza de la lengua española como un
decirles el modo de cumplir con sus necesidades corporales decentemente» requisito de civilización entre los adultos y, a veces, ni siquiera entre los
(Historia 1. 6 c.10). niños.
2) En el campo de la promoción familiar, los documentos que hablan de
B) Promoción social
lo que había que enseñar a los indígenas lo resumen en la monogamia; el
amor mutuo entre los esposos; el abandono de los incestos; la supresión de La promoción social revistió dos aspectos, el primero de los cuales, y
la costumbre de enterrar a la viuda o a los siervos con el cacique; el respeto más fundamental, consistió en el asentamiento de los nativos en poblados
y obediencia a los mayores; la morada en vivienda propia, limpia y distribui- (reducciones) allí donde no lo estuvieran.
da en habitaciones para evitar la promiscuidad; dormir en camas o barba- Con ello, según los evangelizadores, abandonaban la costumbre «feri-
coas, con separación de padres e hijos y de hermanos y hermanas entre sí; na» de vivir desparramados y al estilo de los irracionales, adoptaban la forma
comer en mesas, con manteles, y rezando antes y después de las comidas; la de vivir propia del hombre civilizado y se situaban en condiciones de irse
educación de los hijos; el aprendizaje por la esposa del arte de lavar, coser y civilizando ellos mismos mediante el nuevo sistema de vida que emprendían
guisar, y la supresión de la convivencia entre personas y animales domésticos desde ese mismo momento.
en una misma vivienda. El segundo aspecto de este tipo de promoción es el que se refiere a las
3) Sobre la actuación de los misioneros en los campos de la dignifica- costumbres de índole social de los nativos. Desde este punto de vista, los
ción individual y familiar de los nativos no abundan los datos concretos, si misioneros suelen insistir en que vivieran «concertadamente» en los pobla-
exceptuamos los muy abundantes relacionados con la monogamia y la lucha dos, bajo el gobierno y leyes adecuadas, con las plazas y calles limpias,
contra la embriaguez, que coinciden en resaltar la dificultad de implantar la obedeciendo a los caciques y mayores, ayudándose mutuamente en las nece-
primera y de hacer desaparecer la segunda, empeño que costó la vida a sidades y practicando la cortesía del saludo. También se preocuparon de que
algunos misioneros. En cambio, los restantes aspectos de este tipo de pro- abandonaran las guerras y rencillas entre ellos y que sus bailes, reuniones
moción no suelen ser objeto de relato porque, en realidad, tampoco se sociales o manifestaciones folclóricas perdieran su posible carácter erótico o
prestan a ello por tratarse de otros tantos procesos muy lentos, casi imper- pagano.
ceptibles y cuyos resultados nunca se palpaban de un modo repentino o En la mayoría de los casos, la actuación de los evangelizadores en este
simultáneo, sino con el transcurso del tiempo. campo consistió en suprimir las costumbres antinaturales y en conseguir,
Sin embargo, esta falta de datos concretos sobre el modo de actuar de mediante la predicación, el contacto personal y la vigilancia diaria, la adop-
los evangelizadores se compensa con los de orden general. ción de los restantes hábitos civilizados en un proceso fácilmente imagina-
Respecto de las costumbres contrarias a la naturaleza y al cristianismo, ble, pero imposible de describir.
nos consta que los misioneros las combatían en la predicación y en la catc- Por lo que se refiere a los bailes y el folclore, tendieron a conservar, e
quesis de la misma manera que procuraban fomentar las propias de la incluso civilizar, las prácticas indiferentes, a suprimir las inmorales o paga-
religión cristiana. Otras, como la limpieza personal y domiciliaria, el dormir nas cuando no las podían reformar, a moralizarlas e incluso cristianizarlas
en camas o el comer en mesas, no eran objeto a primera vista de esa cuando eran susceptibles de ello o a sustituirlas por otras más adecuadas a
predicación de índole religiosa, pero de hecho sabemos que los misioneros sus objetivos de promoción y evangelización. Es el caso, por ejemplo, de la
insistían en ellas porque formaban parte de su concepto de hombre cristiano sustitución por letras cristianas de textos originales eróticos o paganos, pero
y civilizado. conservando la música; la introducción de danzas cristianas que sustituyeran
a las paganas; el fomento del teatro religioso y de los autos sacramentales, o
A esa insistencia permanente en la catequesis y en la predicación se
la utilización con fines misionales de canciones prehispánicas.
añadía la enseñanza de estos mismos conceptos en las escuelas y el goteo
diario a través del contacto personal del misionero con los adultos y hasta la
vigilancia que ejercían por sí mismos o por medio de los indios fiscales, a C) Promoción económico-laboral
veces hasta inspeccionando los domicilios, para que los indios practicaran las Esta promoción fue una consecuencia lógica y hasta obligada del siste-
nuevas costumbres. ma de reducciones, ya que, una vez congregados los indígenas en poblados,
A este respecto cabe observar que, consecuentes con su objetivo de hubo que enseñarles el modo de sustentarse en ellos. Sin embargo, revistió
promocionar o civilizar al indio y no de insertarlo en ninguna cultura prede- también el carácter de aspecto civilizador con valor intrínseco en el sentido
terminada, los evangelizadores no insisten en el aspecto del calzado, o bien de que, para los misioneros, el indio nunca sería hombre integral mientras
530 P.II1. La Iglesia misional C.28. Primero hombres, luego cristianos 531
no aprendiera a solucionar sus necesidades vitales al estilo humano, supe- que estuviera sometida la región. En un segundo momento, los utensilios se
rando el de los animales silvestres. Como decía el capuchino Ildefonso de fabricaban en el propio poblado.
Zaragoza, misionero en Venezuela en 1692, con la enseñanza económico-
laboral cabía esperar que los indígenas aprendieran «a vivir como racionales D) Promoción educativa
en alguna economía y política cristiana». Por añadidura, y en concepto Simultáneamente con la promoción individual y familiar, social y econó-
también de los evangelizadores, el aprendizaje de lo temporal contribuía al mico-laboral de los adultos, los evangelizadores atendieron también a la
desarrollo espiritual y el trabajo constituía de por sí la mejor terapia contra formación de los niños y jóvenes de ambos sexos mediante ocho sistemas
el vicio de la ociosidad, germen de inmoralidades. distintos de centros de educación.
Esta promoción se concretó principalmente en la enseñanza y fomento 1) Educación de niños en España. Este sistema fue inaugurado en
de la agricultura, en la entrega de semillas y árboles frutales desconocidos 1503 con el hijo de un cacique de la Española y mandado poner en práctica
para los indígenas, en el fomento de la ganadería y en el aprendizaje de los en 1508-1510 por el rey Fernando el Católico, orden reiterada por Carlos V
oficios manuales o artes mecánicas (carpintería, cerrajería, orfebrería, alba- en 1526. Por iniciativa propia, Gil González Dávila en 1520, Hernán Cortés
ñilería, tejido, etc.) por los indios varones y de las labores culinarias y en 1522, Sebastián Caboto en 1530 y Pedro Menéndez de Aviles en 1570,
domésticas por las mujeres, así como en la iniciación de unos y otros en la enviaron también indios a España con fines educativos.
adecuada y previsora administración de los bienes y frutos cosechados. El Dentro de este sistema entraña un significado especial el propósito
predominio de este tipo de promoción agrario-manual obedeció a que para concebido hacia 1512 por los dominicos de la Española Pedro de Córdoba
los misioneros ésa era la manera de «vivir racionalmente», a que ellos no y Antonio de Montesinos de formar en España «religiosos misioneros de
podían enseñar sino lo que conocían y a que ése era también el sistema más indios», es decir, indígenas que luego se dedicaran a la evangelización antilla-
adecuado para subsistir en el poblado, el cual aconsejaba recurrir a medios na, aunque el proyecto parece que no llegó a producir los frutos apetecidos.
de vida compatibles con el mayor grado posible de sedentarismo.
2) Escuelas elementales. Fueron centros de alfabetización, catequiza-
Planteada la promoción económico-laboral de esta manera, cabe supo- ción y música, en su mayoría masculinos. Inaugurados en la Española en
ner que entre los pueblos prehispánicos agricultores la enseñanza misional 1503 y en Nueva España en 1523, posteriormente fueron estableciéndose
solamente tuvo carácter complementario, consistente en perfeccionar las en todos los restantes territorios misionales americanos desde el momento
técnicas que los indios ya conocían de manera más o menos rudimentaria y mismo de la evangelización de cada uno de ellos.
en enriquecer la gama de productos que ellos cultivaban. En cambio, entre El número de sus alumnos, siempre en régimen de externos, variaba en
los pueblos cazadores y recolectores el nuevo sistema representó una autén- conformidad con los habitantes de la aldea, razón por la cual en las misiones
tica revolución, tanto desde el punto de vista de la agricultura, porque la periféricas de los siglos XVII a XIX solía oscilar entre 50 y 100, mientras que
desconocían, como del de las artes u oficios, porque o no los practicaban o en la América nuclear, y más concretamente en la ciudad de México, hubo
no disponían más que de utensilios primitivos para su ejercicio. Entre estos escuelas hasta con 800 y 900 escolares.
mismos pueblos, los evangelizadores americanos perfeccionaron la habili- En un principio, estos centros estaban a cargo de los propios misione-
dad de los nativos en las artes de la caza y de la pesca (puntos en que los ros, pero con el tiempo muchos de ellos pasaron a estar regidos por uno o
indígenas superaban a los misioneros) proporcionándoles medios más efica- varios indios de confianza, quienes recibían por ello su compensación de
ces para practicarlas, como, por ejemplo, mejores anzuelos o trampas más tipo laboral o económico, y a veces hasta por españoles asalariados, siempre
perfeccionadas. bajo la iniciativa y vigilancia personal del misionero.
Por las razones acabadas de aludir, la labor realizada en este campo por En las misiones periféricas no se solía hacer distinción entre clases
los misioneros del siglo XVI, civilizadores de pueblos predominantemente sociales. En cambio, en los territorios evangelizados durante el siglo XVI, en
agricultores, resalta menos que la de sus sucesores de los siglos XVII a xix, los que el número de alumnos podía rebasar la capacidad docente, se prefi-
quienes trabajaron entre pueblos en su mayoría nómadas, cazadores, pesca- rió la admisión de niños nobles porque estaban llamados a desempeñar en el
dores o recolectores de frutos silvestres. futuro puestos de mayor responsabilidad que los plebeyos.
Aunque parezca sorprendente, esta enseñanza económico-laboral fue Los centros elementales femeninos constituyen más bien una excepción
obra personal del misionero, quien no tuvo inconveniente en manejar él y se orientaron más a la educación y a la catequización que a la enseñanza de
mismo la azada, el arado o la garlopa, así como en sembrar las cosechas y en las primeras letras.
plantar los frutales para que aprendieran los indios. 3) Centros de formación profesional. A veces, junto a la escuela ele-
Los aperos de labranza, las semillas y los árboles frutales, así como los mental, y a veces con independencia de ella, existieron los centros de forma-
utensilios necesarios para esta enseñanza, los llevaba consigo el misionero al ción profesional, inaugurados por el franciscano Pedro de Gante en México,
penetrar en un nuevo territorio o los recibía posteriormente de los centros en 1524, y por el también franciscano Jodoko Ricke en Quito, en 1535. Nos
de su propia Orden religiosa a la que pertenecía o de la autoridad civil a la consta su gran floración en Nueva España en el siglo XVI por obra, sobre
532 P.III. La Iglesia misional C.28. Primero hombres, luego cristianos 533
todo, de los franciscanos y agustinos. Pero, fuera de este territorio y de esa destinados a la juventud femenina, en México existieron entre 1529 y 1545
época, solamente conocemos la tendencia de los misioneros a fundarlos y la siete internados de esta misma índole al cargo de matronas pías; éstos
existencia concreta de varios de ellos, incluso en los lugares más apartados. estaban orientados a la formación de futuras esposas de niños educados en
Los hubo, aunque en edificios distintos, para los jóvenes de ambos los colegios. En Guatemala nació en 1546 el sistema de las denominadas
sexos, y en ellos se enseñaban técnicas como la albañilería, la sastrería, la Casas de Rosario, subsistentes en el siglo XVIII y destinadas a la educación de
pintura, la escultura, el tejido, la costura, el punto y demás oficios necesarios jóvenes en régimen de internado.
para la vida diaria.
4) Colegios de niños nobles. A diferencia de las escuelas elementales y
de los centros de formación profesional, los colegios de niños nobles, o III. APRECIACIONES SOBRE LA PROMOCIÓN
colegios de hijos de caciques, como se les denominó en su época, fueron
internados de carácter comarcal (fuera de las grandes ciudades) destinados Ante la imposibilidad de detallar cuál fue el fruto de este esfuerzo por
exclusivamente para los hijos de la nobleza, concebidos para formar a las promocionar humanamente al indio en cada territorio evangelizado, he aquí
futuras élites gobernantes y sostenidos por los padres de los propios algunas apreciaciones de índole general.
alumnos. El franciscano Juan Focher, hacia 1570, afirmaba en México: «En la
actualidad, cada indio tiene su casa propia, su campo y su huerta, con toda
Tras su inicio por los franciscanos de la Española en 1503 y 1509, la
clase de plantas y árboles plantados por sus propias manos. De todo esto
institución, fomentada por numerosas órdenes civiles y eclesiásticas, estuvo
carecían en absoluto antes de nuestra llegada, dado su estado de salvajismo
en pleno vigor en lo evangelizado hasta la segunda parte del siglo XVI,
y severísima esclavitud... Nuestros religiosos enseñaron a los neófitos a
momento desde el cual comenzó a decaer debido a que las reducciones o
cantar y a tocar toda clase de instrumentos musicales, a leer y a escribir, y
aldeas formadas a lo largo de los siglos XVII a XIX no proporcionaban alum-
también artes declamatorias y mecánicas... tratando en todo y por todo de
nado suficiente para mantener colegios de esta índole. Sin embargo, aún se
hacerles el bien, haciéndonos todo para todos con el fin de ganarlos a todos
fundaron algunos a comienzos del siglo XVII en Tucumán (1613) y Lima
para Cristo. Esta es la misión de los misioneros de la Iglesia de Dios» (Itine-
(1619), y en pleno siglo XVIII, en Chile, para los araucanos (1700, 1777 y
rario).
1786).
• Refiriéndose a los nativos del Río Grande del Zuaque, el jesuíta Andrés
Su carácter de internados facilitó una especial educación y formación
Pérez de Ribas afirmaba en 1645: «En lo político viven como los españoles
religiosa, pero parece que en el aspecto de la docencia estos colegios no
en sus casas, muy en orden de calles, limpieza en ellas; en los vestidos,
superaron el grado de alfabetización.
hombres y mujeres cubierto todo el cuerpo. En sus convites y fiestas del
5) Centros interraciales. Estos centros estaban integrados por alum-
pueblo y de casamientos de sus hijos, sus mesas concertadas y con división de
nos españoles e indios y fueron tanto elementales como superiores, de los
hombres y mujeres, enramadas que hacen aparte y con atención que sirvan
que conocemos diez de los primeros, fundados entre 1530 y 1770 en varios
varones a varones y mujeres a mujeres, y con modestia interior y compuesta»
lugares de América, y seis de los segundos, establecidos en Nueva España y
(Historia).
Quito entre 1529 y 1642.
6) Internados interclasistas. El carácter de las reducciones de los si- Según Juan de Solórzano Pereira, que escribía en 1647, a los indios se
glos XVII a XIX fue lo que dio lugar a la creación, durante esas mismas les había colocado «en vida social y política, desterrando su barbarie, trocan-
centurias, de internados interclasistas, de ámbito comarcal y propios casi do en humanas sus costumbres ferinas y comunicándoles tantas cosas, tan
exclusivamente de los jesuítas, quienes los cultivaron sobre todo en Nueva provechosas y necesarias como se les han llevado de nuestro orbe y enseñán-
España a partir de 1582. doles la verdadera cultura de la tierra, a edificar casas, a juntarse en pueblos,
a leer y escribir y otras muchas artes de que antes estaban totalmente ajenos»
El internado fue en muchas ocasiones doble: masculino y femenino,
(Política indiana).
pero con separación de sexos y regentados por un hombre o una matrona,
respectivamente, y sustentados por la misión. El obispo de Panamá, Remigio de la Santa y Ortega, agradecía a los
franciscanos, en 1795, que hubieran enseñado a los indios artes «como la
7) Colegios de enseñanza media. Únicos en su género fueron los cole-
albañilería de ladrillo y teja, de cerrajería, de madera, carpintería y en tejer
gios de Tlatelolco (México) y Quito, fundados por los franciscanos en 1536
ropas, hilando primero las materias, proveyéndoles de telares y demás ins-
y hacia 1560, respectivamente. En ellos se llegó a enseñar gramática latina,
trumentos y herramientas, antes desconocidas... cuyo mérito sólo puede
filosofía, retórica y hasta medicina y caligrafía. En el de Tlatelolco llegó a
conocer quien por la experiencia haya comprendido cuánta es la rusticidad,
haber profesorado indígena altamente cualificado, y durante algún tiempo
barbarie, inconstancia, flojedad, por no decir holgazanería, de estos indios».
el propio colegio estuvo al cargo exclusivo de los indígenas.
8) Centros de educación femeninos. Además de las escuelas elementa-
les, de los centros de formación profesional y de los internados interclasistas
_ ^BU^,
NOTA BIBLIOGRÁFICA
CAPÍTULO 29
Visiones de conjunto
EL SISTEMA DE REDUCCIONES
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nista de los franciscanos en la Nueva España, 1524-1574»: Historia Mexicana 28 la Instrucción a Nicolás de Ovando del 16 de septiembre de 1501, ordena la
(México, 1978), 297-322; A. DE ZABALLA, «El uso del náhuatl como medio de incultu- Corona que los indios vivan en los pueblos de los españoles; es decir, que la
ración en la obra misional de Sahagún», en J. I. SARANYANA, Evangelización y teología 2, Corona piensa originariamente en una asimilación total de la población
1521-1540; H. ZAMORA, «Educación franciscana del indígena americano», en Actas del
¡Congreso Internacional sobre los franciscanos en el Nuevo Mundo (Madrid, 1987), indígena sin establecer siquiera barrios separados para ella. He aquí la idea
251-292; F. ZUBILLAGA, «Urbanización y labor misional entre los pueblos de indios inicial, que posteriormente se fue perfilando a medida que la experiencia de
nómadas del norte de México»: Revista de Indias 32 (Madrid, 1972), 269-290. la convivencia entre españoles e indios fue aportando nuevos datos. España
Sobre la promoción educativa, véase el capítulo 39. había heredado de Roma una civilización esencialmente urbana, y durante la
larga epopeya reconquistadora del Duero hacia el sur siempre había sido la
creación de municipios el modo de asegurar el territorio. España, pues, al
ocupar América no está creando en este punto, como en tantos otros, nada
nuevo: continúa una trayectoria.
536 P.III. La Iglesia misional C.29. El sistema de reducciones 537
Aparece clara, por tanto, desde el principio una convicción que se No podemos entrar en el detalle de todas las normas, de gran interés
mantuvo inconmovible en la política de la Corona: la de que los indígenas para pedagogos y antropólogos, establecidas durante estos años por el «Esta-
americanos debían llevar una vida humana, es decir, en sociedad, tal como do catequista», pero debemos destacar que en la organización de estos
concebían ésta los castellanos de finales del siglo xv, sin pasárseles siquiera pueblos indígenas todavía se asigna un papel destacado a la labor del aposto-
por las mientes que una determinada dispersión de la población indígena era lado seglar, a cuya colaboración había acudido el papa al confiar a los reyes
exigida por el tipo de agricultura que practicaban y que, como los modernos de España la evangelización de América, dada la escasez de sacerdotes en
antropólogos enseñan, era perfectamente compatible con una organización una Iglesia sumida todavía en profundas crisis.
política en la que no faltaban autoridades reconocidas, aunque muy poco En las Instrucciones del 20 y 29 de marzo de 1503, «una buena perso-
tenían que ver con el Estado moderno en fase de fortalecimiento que los na» sería la responsable del buen gobierno y vida civilizada en estos pueblos,
castellanos llevaron a América. en los que tampoco faltaría un sacerdote, encargado de enseñar a los niños
El origen, pues, de esa inconmovible convicción del Estado castellano a leer y escribir y de la formación religiosa de todos los habitantes.
de que los indios debían vivir concentrados en núcleos de población era, En las Leyes de Burgos (1512), esa «buena persona» seglar pasa a ser el
además de la tendencia natural a transmitir lo mismo que uno practica, la encomendero, a fin de que fuese más respetado por los nativos. En ellas se
exigencia propia de una estructura estatal que desde comienzos del siglo XV recurre, también, a la colaboración del apostolado seglar indígena, pues se
estaba montando sus instrumentos de gobierno, pero imponía como condi- considera que la catequesis sería más eficaz si, en vez de hacerla un sacerdo-
ción sine qua non para el ejercicio de sus funciones un grado de concentra- te, la ofreciese un joven indio, preferiblemente hijo de cacique, formado
ción del habitat muy superior al de las organizaciones tribales indígenas. previamente por los franciscanos si tenía menos de trece años. Utiliza, pues,
Dicho Estado estaba en condiciones de ofrecer al individuo una protección el Estado para sus fines el cacicazgo como elemento precolombino aprove-
y unos servicios de orden superior, como lo demostrará la brillante historia chable, con lo que se asegura la colaboración de la nobleza indígena, y si ésta
de la protección sobre el indígena americano ejercida por las Audiencias no se da, creará una nueva nobleza para sembrar la desunión en ese grupo
indianas. social; además, al ser los hijos de los caciques los propagadores de la nueva
Ahora bien: para el Estado castellano, que fundaba sus derechos sobre ideología, el olvido de la antigua será más rápido y eficaz.
las tierras y personas de las Indias en el encargo papal de evangelizar a los
indígenas, no había servicio más valioso que el de facilitar a los misioneros el Un año después (Leyes de Valladolid de 1513) se abría una puerta para
ejercicio de su función y arbitrar las normas de pedagogía religiosa condu- promocionar el progreso de los indígenas: a los más aventajados se les
centes a una más eficaz evangelización, para lo cual era indispensable la podría dar la opción de prescindir de la tutela castellana, viviendo en pue-
concentración de los indígenas en pueblos y ciudades al estilo castellano. blos autónomos.
Ofrecer a los individuos protección y servicios exigía también que el En las consultas llevadas a cabo por los reformadores Jerónimos en
Estado fuera eficaz en la recaudación de impuestos, lo que tampoco podía 1517, se volvía a solicitar la colaboración de los seglares, castellanos y
hacerse si la población vivía dispersa. Se trata, en definitiva, de que Castilla caciques indios. En estas consultas surge ya, como fruto de la experiencia de
llevó a América un nivel distinto de civilización, que tenía sus contrapartidas unos cuantos años, la duda acerca de la capacidad de los indios para vivir sin
para el individuo; por eso son inseparables los métodos misioneros emplea- la tutela castellana. En consecuencia, los Jerónimos optan por promover la
dos en América de las exigencias del Estado moderno. fundación de poblados indígenas de hasta 400 ó 500 personas, dirigidos por
un clérigo y un campesino casado; se sigue, pues, reclamando ayuda de los
B) Evolución laicos.
1) De 1503 a 1530. Sólo dos años después (1503) de la Instrucción a También en las dos poblaciones que se permite fundar a Rodrigo de
Nicolás de Ovando, esta idea inicial de convivencia total entre españoles e Figueroa, en tiempos ya del emperador (1520), con indios libres de enco-
indígenas se modifica en el sentido de que los indios vivan en pueblos mienda, junto a uno o dos sacerdotes, habría «un caballero» con funciones
separados. Según Magnus Mórner, dos son las causas de este cambio: la rectoras y algunas «buenas personas y de buena instrucción y costumbres»,
natural y mutua reticencia entre indios y españoles y la práctica habitual en preferiblemente labradores, para enseñar a los indios técnicas agrícolas.
las ciudades andaluzas de que las minorías étnicas (judíos y moros) habitaran Pero Rodrigo de Figueroa no quedó satisfecho del rendimiento de los
en barrios separados. Abona su opinión el hecho de que la misma segrega- indígenas, y lo mismo sucedió con Antonio de la Gama, que intentó una
ción se produjo más tarde en las minas y en otros centros de trabajo. Parece, experiencia parecida en Puerto Rico el mismo año 1520. En Cuba, Manuel
pues, que en un principio, y hasta que los indios tuvieron voz para expresar de Rojas seleccionó cuarenta indígenas (1534) para que, a las órdenes del
sus deseos y los misioneros suficiente fuerza como para hacer oír su protesta clérigo Francisco Maldonado y del laico Alonso de Poveda, viviesen en un
poblado. Pero tampoco esta vez la experiencia dio buen resultado.
por los abusos contra el indígena, la segregación fue una práctica tradicional
castellana. 2) De 1530 a 1551. Estos repetidos fracasos y el hundimiento de la
¡íttiiÍM
538 P.III. La Iglesia misional C.29. El sistema de reducciones 539
Era un paso decisivo que ponía en peligro la política de hispanización,
población indígena en las Antillas parece que fueron los causantes de que se
sobre todo teniendo en cuenta el celo puesto por la Corona en la promoción
plantease, hacia 1530, cuando ya las Ordenes religiosas estaban bien afinca-
de las lenguas indígenas en las universidades, creadas por esos años.
das en Indias, la conveniencia de relevar a los seglares particulares en los
3) De 1551 a 1570. Una vez excluidos los españoles de los pueblos
puestos de responsabilidad en la evangelización de América, reservándolos
de indios, había que aplicar la misma medida al resto de la población no
para el Estado y los miembros del clero, pero sin abandonar la convicción de
india. En 1551 fueron excluidos de las reducciones los negros. En 1570, los
que era necesario concentrar en pueblos a la población indígena. A partir de
mestizos y mulatos. Ocho años más tarde se promulga una prohibición
ahora, la contribución seglar a la evangelización de América será ejercida
general, para negros, mestizos y mulatos, de habitar en las reducciones, y
casi exclusivamente por los oficiales reales: será el Estado, cada vez más
finalmente, en 1600, son excluidos de ellas todos los españoles.
acaparador y omnipresente, el que se reserve esa responsabilidad y el consi-
Es, pues, a finales del siglo XVI cuando, para preservar la restante mano
guiente poder. La experiencia negativa acumulada en las Antillas y las ten-
de obra indígena, cristaliza la legislación segregacionista. En esta labor de
dencias religiosas (erasmianas, utópicas y milenaristas) dominantes en Nueva
preservación del indígena fueron los religiosos quienes más colaboraron con
España parece que coadyuvaron a que la Corona evolucionase en este
el Estado, en una coincidencia de objetivos que beneficiaba a ambos.
sentido.
4) De 1570a 1754. Hacia 1570, ante la alarmante disminución de la
Erasmo criticaba el triunfalismo de algunos religiosos que se vanagloria-
población indígena, con el consiguiente abandono de la agricultura, comien-
ban del número de indios bautizados, sin preocuparse lo bastante de su
za el Estado, eficazmente ayudado por los misioneros, a llevar a cabo una
instrucción religiosa. Como estudió Phelan, algunos mendicantes, imbuidos
política sistemática de reunión de los indígenas remanentes en grandes
de ideas milenaristas, pensaban que los indios eran la nueva cristiandad del
aldeas misioneras.
final de los tiempos, que había de preservarse del contagio de la vieja. El
Dos instituciones, sin embargo, operaban contra este proceso de reduc-
rumbo que había tomado en Nueva España la encomienda y su fracaso como
ción: la hacienda y el peonaje; ambas fueron absorbiendo población de las
sistema de tutela y evangelización del indio parecía también aconsejarlo.
reducciones, bien a la fuerza, para saldar deudas, bien de grado, para
Estamos, pues, ante un giro importante en la política de la Corona: ésta se va
conseguir un salario que redondease la economía del indígena. También el
a apoyar cada vez más en la Iglesia y en las Audiencias para poner coto a las
tributo obligó a muchos indígenas a trabajar de gañanes en las estancias
ambiciones de los encomenderos, y la evangelización se va a convertir en un
ganaderas, pero el desarrollo de la ganadería hacía tiempo que constituía
asunto exclusivamente clerical, sin más participación laica que la de las
una amenaza para las tierras de los pueblos de indios. La legislación segrega-
instituciones del Estado. El fuerte impulso misionero de los mendicantes
cionista chocaba asimismo con la política de mestizaje habitualmente segui-
hacía posible el cambio.
da por la Corona. Es decir, que, como Mórner subraya, otras realidades
En efecto, por estos años es cuando comienzan a oírse voces de descon- indianas estaban en conflicto con el desarrollo de la reducción.
fianza acerca de los efectos positivos de la convivencia entre indios y españo-
El desarrollo del latifundio (hacienda) se hizo muchas veces a costa del
les para la verdadera conversión de los indígenas. Los propios indios, quejo-
sos de los abusos cometidos por algunos españoles, pedían se les protegiese despojo de las tierras de los pueblos de indios; ante sus dificultades económi-
mediante leyes que les impidieran entrar en sus pueblos. Desde el momento cas, el Estado protector debió de olvidar su papel legalizando tales despojos
en que los indígenas pudieron hacer oír su voz reclamando justicia y pro- mediante la composición de tierras. El Estado, sin embargo, recuperó en
tección, la reducción dejó de ser un sistema segregacionista para convertir- 1591 parte de las tierras ilegalmente ocupadas y entregó algunas a los
se en un sistema protector de la vida y los bienes de los aborígenes ame- pueblos de indios que habían sido despojados.
ricanos. 5) De 1754 a 1830. La Instrucción sobre composición de tierras, de
Fue la segunda Audiencia de México la que primero aconsejó la segre- 1754, fue un intento de reestructurar la distribución de las reducciones para
gación de los indios para su beneficio religioso (1531). Esto llevó a la Coro- repartir tierras entre los blancos y mestizos carentes de ellas: se reagrupo a
na, en las Instrucciones de 1535, a aconsejar al virrey Antonio de Mendoza varios pueblos pequeños para formar otros mayores, haciendo, al mismo
que se enterase de si era conveniente que en los pueblos de indios hubiera tiempo, más racional la ocupación del espacio útil.
españoles. Ese mismo año, un laico, Vasco de Quiroga, oidor de la referida A finales del siglo XVIII, algunos ilustrados criollos, especialmente
Audiencia, en carta al Consejo de Indias comunicaba que había fundado el miembros de las Sociedades Económicas de Amigos del País, abogaron por
pueblo-hospital de Santa Fe para aislar a los indios del mal ejemplo de los la supresión de las leyes, recogidas en la Recopilación de 1681, que prohibían
españoles. Al año siguiente, el Estado promulga la primera norma que el acceso de españoles, negros, mestizos y vagabundos a las reducciones,
excluía a los españoles de las reducciones: sólo podrían permanecer en ellas porque las consideraban privilegios de los indios y, al mismo tiempo, un
el día de su llegada y el siguiente. En 1550, la prohibición se hizo explícita modo de mantenerlos aislados de la corriente general de la civilización y de
para los españoles vagabundos y solteros, cuyo ejemplo solía ser particular- sustraer un importante caudal de mano de obra al potencial productivo de
mente pernicioso. los diversos países.
540 P.III. La Iglesia misional C.29. El sistema de reducciones 541
Estos puntos de vista eran con frecuencia compartidos por las autorida- tributo a que estaban obligados. La labor de reducir a los indígenas fue
des virreinales, como Francisco de Paula Bucarelli, hermano del virrey de llevada a cabo unas veces por las autoridades civiles, otras por las eclesiásti-
Nueva España y gobernador del Río de la Plata, quien, tras ejecutar la orden cas y otras, en fin, mediante la colaboración de ambas.
de expulsión de los jesuítas del Paraguay, ordenó en 1768 que, en contra de Pero junto a estas características generales de la reducción de los pue-
lo establecido en la citada Recopilación, se permitiese la entrada de algunos blos sometidos es preciso tener en cuenta la diversidad de espacios geográfi-
españoles en las reducciones. cos, de substratos de población, de posibilidades económicas, el diverso
Santiago de Liniers, virrey del Río de la Plata, consideraba que con el grado de presencia del Estado moderno a través de sus instituciones, etc.,
mestizaje desaparecería la lengua indígena y, con ella, la barbarie: esta que se presentaban en las diversas regiones de América. Por eso, para
defensa del mestizaje creó tensiones en el seno de las reducciones, donde los conocer lo que fue la realidad concreta del sistema de reducciones no hay
cargos municipales eran electivos. El conde de Revillagigedo, virrey de más remedio que estudiarlo en los diferentes espacios geográficos.
Nueva España, elaboró en 1794 una Memoria sobre los males de la reduc- En las Antillas, la rápida desaparición de la población indígena pronto
ción. hizo que dejase de ser un problema su reducción a poblados.
Como reacción frente al empuje misionero del siglo XVIII, los ilustrados, La reducción de los indios en Guatemala, desde 1538, gracias a la
que además practicaron una política cultural de signo nacionalista, fueron insistencia del obispo Marroquín y a la colaboración de los licenciados
sensibles a la contradicción existente entre el sistema de reducciones y la Alonso Maldonado y Rogel, fue anterior y modelo de la llevada a cabo en
castellanización de la población indígena, lo que explica la reiterada nor- Nueva España. Los franciscanos, desde 1540, y los dominicos, desde 1549,
mativa de finales de siglo sobre el impulso del castellano, a despecho de hicieron de la reducción de los indios una de sus tareas esenciales.
las lenguas indígenas, promocionadas por el «Estado catequista» de los si- En Nueva España, tanto la Corona como los concilios provinciales, ante
glos xvi y XVII. el exiguo éxito de la política de reducción, tuvieron que reiterar repetidas
En la práctica, además, a mediados del XVIII los foráneos se habían veces su necesidad. Tras el fracaso de la campaña reduccionística llevada a
infiltrado en la inmensa mayoría de los pueblos de indios, en vías de conver- cabo en 1550 por el virrey Luis de Velasco, entre 1598 y 1606 los virreyes
tirse en villas de españoles, dado el mayor índice de fecundidad del mestizaje Gaspar de Zúñiga y Acevedo y Juan de Mendoza y Luna promovieron una
entre español e india. Por otra parte, la mayor necesidad de españoles en las segunda campaña, cuyo fruto fue, para el período 1602-1605, según Cline,
misiones periféricas hizo renacer en muchos misioneros la confianza en la la reducción de 245.000 indios, unos 60.000 tributarios, lo que suponía el
eficacia del «buen ejemplo» de los españoles para la evangelización. De tal 12 por 100 de la población en 187 pueblos. La contrapartida inevitable de
modo que, de las pocas misiones vivas que quedaban a comienzos del XIX, este esfuerzo fue la disminución de la población indígena por la potencia-
parece que sólo las de los capuchinos de Guayana permanecían cerradas a ción del efecto de las epidemias al concentrar la población.
los foráneos. En el virreinato del Perú la labor de reducción se vio impedida por las
El último capítulo de la historia de las reducciones es la supresión, por guerras civiles durante mucho tiempo. La primera campaña reduccionista
los nuevos gobiernos americanos independientes, de unas leyes de segrega- fue llevada a cabo, aunque con poco éxito, por el virrey conde de Nieva.
ción que ya apenas se cumplían. En 1813, la Junta de Gobierno de Chile Pero es a don Francisco de Toledo, llegado a Perú después de la celebración
permitió los matrimonios mixtos en los pueblos de indios. En 1826 se de la Junta Magna de 1568 con aires renovadores, a quien corresponde el
decretó en Costa Rica la libertad para vivir donde uno quisiera. mérito de haber realizado una labor reduccionista coherente y bien planea-
Hacia 1830, al disolverse la Gran Colombia, el nuevo Estado de Nueva da, emprendida tras un detenido reconocimiento del territorio en compañía
Granada suprimió las leyes de segregación, y lo mismo hizo el propio Estado de autoridades y expertos. Como fruto de sus esfuerzos, según Lohmann
español en Filipinas (1844). Villena, además de elaborar un empadronamiento general de la población
indígena del virreinato, que arrojó un saldo de 1.067.697 varones hábiles
para tributar, es decir, entre dieciocho y cincuenta años, mediante la crea-
II. DOBLE PROCESO DE REDUCCIÓN ción de núcleos urbanos compuestos de unas 400 familias, «consiguió refun-
dir en uno solo hasta 20 ó 30 rancherías dispersas en los más intrincados
A) Reducción de los indios ya sometidos lugares». Toledo fue también quien encargó a los jesuitas que colaborasen
en la labor reductora.
En la reducción de los indios ya sometidos, predominante hasta 1573,
aunque se prefirió persuadir a los nativos de la conveniencia de vivir en B) Reducción de los indios aún no sometidos
pueblos, a veces también se hizo uso de la compulsión, justificada por
tratarse de subditos de la Corona y, por tanto, obligados a plegarse a sus La reducción de los indios que aún no eran subditos
órdenes. De todos modos, la Corona compensó a los indígenas del perjuicio hacía generalmente por medios persuasivos, aunque a ve
que les ocasionaba el cambio de residencia mediante una reducción del iban acompañados de soldados para que les defendier;
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C.29. El sistema de reducciones 543
P.III. La Iglesia misional
labor, como se ha expuesto ya al hablar del sistema de predicación protegi- demás que de España han habido; y enseñado los oficios y artificios con que
da. Sobre la presencia de estos soldados son interesantes los datos que viven ricamente y que de todos estos bienes gozarán los que vinieren a
ofrece Pedro Borges acerca de las misiones capuchinas de los Llanos de conocimiento de nuestra santa fe católica y a nuestra obediencia».
Caracas: de las 40 incursiones realizadas por ellos con escolta, seis se hicie- No se puede expresar mejor el mensaje del Estado moderno, y esto era
ron con un número de soldados que oscilaba entre 19 y 50; dieciséis, entre lo que los nativos podían percibir, mejor que de ningún otro modo, viendo
51 y 100; entre 101 y 150, en once; con más de 300, en una, y el resto con la diferencia que existía entre su apariencia y la de los indios ya reducidos
una cifra indeterminada. Estos hombres armados no eran soldados profesio- que acompañaban al misionero.
nales, sino españoles de los pueblos vecinos que se ofrecían voluntariamente Pero además éste llevaba consigo mil baratijas, herramientas y, a veces,
o recibían por ello una compensación económica a cargo de la misión. Sólo comida para encandilar a los indios. Otra vez Pedro Borges consigna, a este
en cuatro de esas 40 incursiones con gente armada hubo combates con los respecto, que los franciscanos de la selva peruana pidieron en 1791 al
indios. Colegio de Misiones de Ocopa 400 hachas, 600 machetes, 200 cuchillos,
La intervención de la escolta militar exigía, como previo requisito, que cuatro quintales de hierro, dos arrobas de acero, media arroba de anzuelos
los superiores de la Orden en cuestión obtuviesen el debido permiso del pequeños, 1.000 navajas corvas, 8.000 agujas, una caja de chucherías, 500
virrey o del capitán de la guarnición más próxima; entre los capuchinos eslabones, cuatro tijeras podadoras, dos sortijas, 3.000 cruces y 1.000 varas
venezolanos del siglo x v m era el Prefecto de la misión y sus asesores los de tocuyo para vestir a los indios.
encargados de solicitar dicho permiso; en cambio, entre los jesuítas, interve- El ceremonial de presentación tenía mucha importancia, dada la menta-
nía el Provincial y hasta el obispo. lidad del nativo: según la Ordenanza 143 de las citadas, el primer contacto
Durante la época de la conquista, es decir, oficialmente hasta las orde- con los indígenas debía revestir la mayor solemnidad posible: «para que la
nanzas ovandinas de 1573, este tipo de reducción se empleó esporádicamen- oyan (la doctrina cristiana) con más veneración y admiración, estén revesti-
te; en cambio, después constituyó la forma habitual de llevarse a cabo la dos a lo menos con albas y sobrepellices y estolas y con la cruz en la mano,
concentración en pueblos. Fue una labor más lenta y laboriosa por tratarse siendo apercibidos los cristianos que la oyan con grandísimo acatamiento y
generalmente de zonas marginales, en las que no se había centrado la aten- veneración para que a su imitación los infieles se aficionen a ser enseñados
ción de la Corona en la etapa que va hasta 1573, y donde la dispersión del y si, para causar más admiración y atención en los infieles, les pareciere cosa
habitat era mayor, es decir, en el norte de México, oeste, sur y sudoeste de conveniente, podrán usar de música de cantores y ministriles altos y bajos
Estados Unidos, diversas regiones de América Central, selvas del Orinoco y para que provoquen a los indios a se juntar».
Amazonas, y la mayor parte de Chile, Argentina, Paraguay y Uruguay. Así lo hacían los misioneros, poniendo en juego toda su imaginación y
En estas zonas marginales, amenazadas por los pueblos vecinos, eran a celo para conseguir la atención de los indígenas, quienes, tras unos primeros
veces los mismos indígenas quienes solicitaban la reducción a poblados en momentos de admiración por los regalos de los misioneros, solían reaccio-
busca de una vida más segura. nar huyendo despavoridos, hasta que, perdido el miedo, volvían a acercarse
A veces los misioneros echaban mano de los indios ya reducidos para lentamente a los visitantes. No era frecuente la reacción violenta ante la
que los auxiliasen como acompañantes o intérpretes, a veces con armas si se llegada de los misioneros, sino después, como expresión de rechazo contra
trataba de reducir a otros indios peligrosos, pero lo más frecuente era que la disciplina exigida por los misioneros.
los propios misioneros se repartiesen la tarea de atender a los indios ya
reducidos y de reducir a otros, de común acuerdo u obedeciendo órdenes C) Las reducciones jesuíticas del Paraguay (1609-1767)
superiores. Las célebres reducciones jesuíticas del Paraguay fueron un conjunto de
El ejemplo de los indios ya reducidos, cuyo sólo aspecto era una demos- poblados que, en su máxima prosperidad, llegaron a treinta, establecidos
tración de las ventajas del nuevo género de vida, era también uno de los por los misioneros de la Compañía de Jesús en la conjunción de las actuales
medios de persuasión utilizados por los misioneros para convencer a los Repúblicas del Paraguay, Argentina, Uruguay y Brasil. Su celebridad no
indígenas de avenirse a su reducción. nace de la originalidad del sistema, practicado en América sin interrupción
Como decía la Ordenanza 141 de las ovandinas de 1573, «los mantene- desde 1501, sino de la perfección a la que fue elevado por los jesuítas debido
mos en justicia de manera que ninguno pueda agraviar a otro y los tenemos a su prolongada y exclusiva permanencia en ellas.
en paz para que no se maten, ni coman, ni sacrifiquen, como en algunas Iniciadas en 1609, a petición del gobernador de Tucumán, Hernando
partes se hacía, y puedan andar seguros por todos los caminos y tratar y Arias de Saavedra, estas reducciones, al igual que las del resto de América,
contratar y comerciar; áseles enseñado policía; visten y calzan y tienen otros pero en grado más avanzado, constituyeron sendas explotaciones agrope-
muchos bienes que antes les eran prohibidos; áseles quitado las cargas y cuarias autárquicas en las que coexistían la propiedad privada y la comunal,
servidumbres; áseles dado uso de pan, vino y aceite y otros muchos manteni- esta última para asegurar la supervivencia de los miembros de la comunidad
mientos; paño, seda, lienzo, caballos, ganados, herramientas, armas y todo lo impedidos para el trabajo. Al frente de cada una de ellas había un represen-
544 P.IIJ. La Iglesia misional C.29. El sistema de reducciones 545
tante del Estado (corregidor) elegido por el gobernador a propuesta del mentalidad rigorista que el encomendero arrepentido Bartolomé de las
Provincial de los jesuitas. Estos eran de uno a tres en cada reducción y Casas.
constituían la verdadera autoridad, puesto que de ellos dependía también la
elección de alcaldes, alcaldes de Hermandad, regidores, alféreces, alguaci- A) £1 pensamiento de Bartolomé de las Casas
les, mayordomos y secretarios. Las Casas, arbitrista incansable, propuso cuatro proyectos de reduc-
La sumisión de un número tan elevado de indios a tan pocos jesuitas se ción: en 1516 pensó en establecer en cada población española unas cuarenta
debió en buena parte a que éstos supieron estimularlos mediante la creación familias de labradores castellanos, a cada una de las cuales se confiarían
de élites o congregaciones. Los vínculos administrativos con el Estado eran cinco familias indígenas. Los castellanos enseñarían técnicas agrícolas a los
el tributo y las levas de soldados, pero cuando éstos aumentaban, el poder de indios y se tendrían que conformar con la mitad de la cosecha, ya que la otra
las reducciones era capaz de crear problemas al Estado. Manteníase, aunque mitad sería para los naturales. Pasado un tiempo, los indios podrían vivir
subordinada, la autoridad de los caciques, unos 30 ó 40 en cada reducción. solos.
La justicia en primera instancia era ejercida por tres padres para la cuenca Es interesante destacar, además de lo utópico del proyecto, que Las
del Paraná y otros tres para la del Paraguay, relacionados entre sí. Casas, en fecha tan tardía, seguía creyendo en la eficacia del buen ejemplo
Los hermanos coadjutores que habían ejercido la milicia en la vida civil de los españoles. No hay que olvidar que él era una vocación tardía.
entrenaban militarmente a los indios, pues fueron constantes desde 1611 los Pero al año siguiente, 1517, ya presenta el dominico un segundo pro-
ataques de los bandeirantes o paulistas. El poder económico y demográfico yecto, según el cual los campesinos se distribuirían de diez en diez familias
de estas reducciones superó al de todas las anteriores. La reducción de San por los poblados indígenas. A cada una de ellas se le confiarían seis familias
Ignacio de Guazú, por ejemplo, contaba ya en 1613 con 6.000 indios y 130 indias, como a los caciques. En cada pueblo habría dos alcaldes, uno cacique
niños en la escuela local. En 1690 había 26 reducciones con 77.646 indios, y el otro cristiano viejo. Abandona, pues, también Las Casas la fe en el
y éstos habían pasado a ser 114.599 en 1702. Esta dimensión económica y apostolado de los españoles como grupo y lo confía sólo a una minoría de
demográfica se tradujo en poder militar, utilizado en 1680 en apoyar con labradores.
3.000 indios armados a los 300 soldados españoles que recuperaron la Esa fe en el campesino como portador de los mejores valores morales y
Colonia del Sacramento, que había sido ocupada por los portugueses. religiosos es común a otros escritores en un momento histórico en que la
Cuando en 1750 el marqués de Pombal, por el Tratado de Límites, se clase social en auge es la del mercader y el negociante. El campesino, ade-
comprometió a devolver la Colonia del Sacramento, de nuevo ocupada por más, era el hombre duro que en un momento de necesidad podía trocarse en
los portugueses, a cambio de las siete reducciones situadas al oeste del soldado, y en su doble condición de campesino y soldado era el auxiliar ideal
Uruguay, todas las reducciones del Paraguay se rebelaron y hubieron de ser del misionero y el maestro ideal para el indio, a quien en el reparto del
sometidas en 1756 por las tropas mancomunadas de portugueses y españo- trabajo social se asignó la función de ser el campesino americano.
les. El Tratado de Límites de 1750 fue anulado por el nuevo rey Carlos III Al año siguiente (1518), influido por la Utopía de Tomás Moro, Las
en 1760, pero la revuelta jesuita del Paraguay había ocasionado una campa- Casas concibe la creación de pueblos de unos 1.000 indios, conveniente-
ña de ámbito europeo contra los miembros de la Compañía. La expulsión de mente alejados de los núcleos de población española, con cuatro o seis
los jesuitas del Paraguay se llevó a cabo en 1768. Había entonces allí 14 caciques al frente. En cada uno de ellos habría tres jóvenes, hijos de caci-
reducciones pertenecientes al obispado de Paraguay y 17 al de Uruguay, con ques, encargados de enseñar a los niños indios a leer, escribir y gramática.
un total de 91.045 indios reducidos. Franciscanos, dominicos y mercedarios
En 1519, Las Casas excogita un cuarto plan: al frente de los pueblos de
sustituyeron a los jesuitas al frente de ellas.
indios, también de unos 1.000 habitantes, habría una «buena persona y
política y que sepa instruirles en agricultura y en plantar viñas y huertas,
azúcares y otras cosas útiles»; recibiría un salario de la Corona y entregaría
III. EL PENSAMIENTO MISIONERO SOBRE EL SISTEMA
DE REDUCCIONES a los visitadores la parte de la cosecha correspondiente a la misma.
Como muchas veces se ha destacado, los mendicantes, que tanto celo B) El pensamiento de Vasco de Quiroga
derrocharon en las Indias, cuando llegaron allí acababan de ser reformados Como se ve, por estas fechas aún conservaba Las Casas alguna confian-
y era común entre ellos el ansia de cumplir estrictamente los consejos za en la función apostólica de algunos laicos escogidos, aunque más tarde, en
evangélicos y de ajustarse en el ejercicio de la labor apostólica a los métodos la Vera Paz, sería partidario de preservar totalmente a los indígenas del mal
de la Iglesia primitiva y de los apóstoles. Esta ansia de rigor evangélico, unida ejemplo de los españoles.
en muchos de ellos a una mentalidad milenarista, les hizo luchar, al menos Vasco de Quiroga, oidor de la segunda Audiencia de México cuando
desde 1530 aproximadamente, en pro de la constitución de pueblos de ésta, en 1531, comenzó a abogar por la segregación de los indios, y desde
indios libres del mal ejemplo de los españoles. Nadie representa mejor esa 1538 obispo de Michoacán, ideó en 1531 los pueblos-hospitales, que en la
546 P.III. La Iglesia misional C.29. El sistema de reducciones 547
formulación de 1535 tendrían más de 60.000 habitantes cada uno y dos acordó que los soldados acompañasen a los misioneros porque el goberna-
religiosos encargados de la cura de almas; es decir, un proyecto que intenta- dor, los cabildos eclesiástico y seglar y los superiores de las Ordenes reuni-
ba adecuarse a la proporción existente entonces en Nueva España entre el dos consideraron que era el único modo de poder llevar a cabo la reducción
número de religiosos y el de indios, y en el que se prescindía de la colabora- de los nativos. Dicha determinación, ratificada por real cédula de 1676, fue
ción de los laicos. Pero ya en 1532 había comenzado a llevar a la práctica su anulada por otra de 1689, hasta que, ante las quejas de los capuchinos y un
proyecto del año anterior con la fundación de dos pueblos-hospitales, o informe favorable del Consejo de Indias, fue ratificada por nueva real
benéficos, para indios pobres, ambos llamados Santa Fe, uno cerca de Méxi- cédula de 1692.
co (1532) y otro junto a la laguna de Pátzcuaro (Michoacán), en 1533. En cuanto a las misiones franciscanas de Texas, su historiador, fray
Dichos pueblos pretendían ser una recreación de la cristiandad primitiva y Isidro Félix de Espinosa, demostró en 1746, frente al parecer del brigadier
una alternativa al nuevo Estado moderno que estaba emergiendo en toda Pedro de Rivera, que la presencia de la «escolta» era necesaria para salva-
Europa. El Nuevo Mundo, así, y no por última vez, se convertía en acicate guardar la vida de los misioneros y conveniente para inducir a los indios a
para las nuevas ideas y en tierra abonada para la utopía. avenirse a la reducción.
Algunos, finalmente, sin abordar teóricamente la cuestión por conside-
C) La mentalidad misionera rarla espinosa, de hecho reconocían la necesidad práctica de que las armas
acompañasen a la cruz en la labor reductora, como el jesuíta Andrés Pérez
Probablemente a consecuencia del origen urbano de las Ordenes men-
de Ribas en México (1645), el franciscano Diego de Córdova y Salinas en
dicantes y de la formación filosófica (más concretamente, aristotélica) de sus
Perú (1651) y el también franciscano Matías Ruiz Blanco en Píritu (1690).
miembros, la mayoría de los misioneros americanos del siglo xvi considera-
ban la vida en pueblos y ciudades como natural al ser racional y político; y a
consecuencia de sus raíces culturales latinas (Roma había sido una civiliza-
NOTA BIBLIOGRÁFICA
ción basada en la vida urbana), identificaban dicho género de vida con la
civilización o como un medio para adquirirla. Generalidades
Pero no todos los misioneros fueron favorables a la reducción. Algunos, C. BAYLE, Los cabildos de indios en la América española (Madrid, 1951); P. BOR-
GES MORAN, Misión y civilización en América (Madrid, 1987); ID., «Evangelización y
especialmente los procedentes de regiones españolas con poblamiento dis-
civilización en América», en Doctrina Cristiana y catecismo para instrucción de los indios
perso, como los vascos y gallegos, fueron sensibles a los daños que represen- (Madrid, 1986), 229-262; J. LECHNER, «El concepto de policía y su presencia en la
taría para los indios un cambio brusco de vida como el que implicaba el obra de los primeros historiadores de Indias»: Revista de Indias 165-166 (Madrid,
reducirlos a poblados. 1984), 395-409; M. MERINO, «La reducción de indios en pueblos, medio de evangeli-
La presencia de soldados, tanto para auxiliar en la labor reductora zación»: Missionalia Hispánica 3 (Madrid, 1946), 184-194; L. B. SIMPSON, The Civil
Congregation (Berkeley, 1934); F. DE SOLANO, «Política de concentración de la pobla-
como para el establecimiento de misiones en territorio aún no sometido, o ción indígena: objetivos, proceso, problemas, resultados»: Revista de Indias 36 (Ma-
como destacamento permanente en territorio misional, no dejó de ser obje- drid, 1976), 7-29; E. DE LA TORRE VILLAR, «Las congregaciones de indios como una
to de discusión al plantear el problema de la licitud de la compulsión para la fase de la política de la población y colonización en América»: Estudios sobre política
extensión del Evangelio. Para algunos misioneros había que exponer la vida indigenista española en América 1 (Valladolid, 1975), 313-329.
en la propagación del Evangelio, labor en la que las armas debían estar
Segregación racial
absolutamente ausentes. Entre ellos destacaron en Nueva España, durante
M. MÓRNER, «Teoría y práctica de la segregación racial en la América colonial
la primera mitad del siglo xvi, el oidor erasmiano Vasco de Quiroga, los española»: Boletín de la Academia Nacional de la Historia 44 (Caracas, 1961); ID., «The
dominicos Pedro de Córdoba, Domingo de Betanzos y Gregorio de Beteta; Guarani Missions and the Segregation Policy of the Spanish Crown»: Archivum
Bartolomé de las Casas después de su conversión; los jesuitas Roque Gonzá- Historicum Societatis Iesu 30 (Roma, 1961), 367-386; ID., «La política de segregación y
lez en 1613 y Antonio Ruiz de Montoya en 1619; los franciscanos Juan de el mestizaje en la Audiencia de Guatemala»: Revista de Indias 24 (Madrid, 1964),
Silva en 1621-1630, Julián Chumillas en 1688, Pedro José de Parras en 1783 137-151; ID., «La infiltración mestiza en los cacicazgos y cabildos de indios (siglos xvi-
xvm)», en Congreso Internacional de Americanistas (Sevilla, 1964); ID., «Los esfuerzos
y Antonio Avellán en 1808; asimismo, el capuchino de Cumaná, Victoriano realizados por la Corona para separar negros e indios en Hispanoamérica durante el
de Castejón, en 1724. siglo xvi», en Homenaje. Estudios de filología e historia literaria lusohispanas e hispano-
Otros pensaban que los soldados debían estar presentes en la labor americanas publicados para celebrar el tercer lustro del Instituto de Estudios Hispánicos,
reductora para defender la vida de los misioneros, entre los que se contaban Portugueses e Iberoamericanos de la Universidad Estatal de Utrecht (La Haya, 1969); ID.,
La mezcla de razas en la historia de América Latina (Buenos Aires, 1972); ID., La Corona
el franciscano Juan Focher, en México, en 1574; el jesuíta José de Acosta, en española y los foráneos en los pueblos de indios en América (Estocolmo, 1970).
Perú, en 1589, y el obispo de Quito, Alonso de la Peña y Montenegro, en
1668. Estudios regionales
Ambas posturas se enfrentaron en las misiones capuchinas de Caracas, H. F. CLINE, «Civil Congregations of the Indians in New Spain, 1596-1606)»: The
a finales del XVII, y en las franciscanas de Texas en 1728. En las primeras se Hispanic American Historical Review 29 (Durham, 1949), 349-369; M. DURAN, «Reduc-
548 P.III. La Iglesia misional
ciones franciscanas en el Paraguay en el siglo XVII», en / / / Congreso Internacional sobre
losfranciscanosen el Nuevo Mundo (Madrid, 1991), 953-976; A. ECHÁNOVE, «La reduc-
ción de Juli, patrón y esquema de reducciones»: Missionalia Hispánica 13 (Madrid,
1956), 497-540; ID., «Origen y evolución de la idea jesuítica de reducciones en las CAPÍTULO 30
misiones del virreinato del Perú»: Ibt'd., 37 (Madrid, 1955), 95-144; F. J. EDER, Breve
descripción de las reducciones de Mojos, 1772 (Cochabamba, 1985); L. HANKE, LOS
primeros experimentos sociales en América (Madrid, 1946); R. DE LABOUGLE, «Reduccio- MÉTODOS DE CATEQUIZACION
nes franciscanas de la jurisdicción de Buenos Aires»: Archivum 8 (Buenos Aires,
1966), 207-220; A. MÁLAGA MEDINA, Las reducciones en el virreinato del Perú durante el Por JOSEP-IGNASI SARANYANA
gobierno de Toledo (Arequipa, 1971); ID., Establecimiento de las reducciones en Arequipa
por el virrey don Francisco de Toledo (Arequipa, 1973); ID., «Las reducciones en el Perú
(1532-1600)»: Historiay Cultura 8 (Lima, 1974), 141-172; S. D. MARKMANN, «Pueblos
de españoles y pueblos de indios en el reino de Guatemala»: Boletín del Centro de
Investigaciones Históricas y Estéticas 12 (Caracas, 1971), 76-97; R. A. MOLINA, «La obra
franciscana en el Paraguay y Rio de la Plata»: Missionalia Hispánica 11 (Madrid, 1954),
324-400 y 485-522; M. RODRÍGUEZ PAZOS, «Reducciones franciscanas en México»: En América, después de unos momentos iniciales en que la evangelización
Archivo Ibero-Americano 13 (Madrid, 1953), 129-164; C. SAENZ DE SANTAMARÍA, «La se desarrolló de forma más o menos espontánea y todavía según la praxis
reducción a poblados en el siglo XVI en Guatemala»: Anuario de Estudios Americanos 29 peninsular ensayada en Canarias y en Granada, vino una segunda etapa, en la
(Sevilla, 1972), 187-228; TH. SAIGNES, «Jésuits et franciscains face aux Chiriguano:
les ambigu'ítés de la réduction missionaire», en Eglise et Politique en Amérique Hispani-
cual los eclesiásticos establecieron pautas misionales conforme a las expe-
que (XVI-XVIII siécles). Eléments pour un débat (Bordeaux, 1984); F. ZuBILLAGA, «Urbani- riencias recogidas en las Antillas y en tierra firme. Esto sucedió principal-
zación y labor misional entre los pueblos de indios nómadas del norte de México»: mente en los años que van desde 1539 a 1549. Concluida esta segunda etapa
Revista de Indias 22 (Madrid, 1972), 269-290. con la erección de las iglesias metropolitanas de México, Lima y Santo
Domingo (1546), y posteriormente con la iglesia metropolitana de Santa Fe
Reducciones del Paraguay de Bogotá (1564), se abrió el período de los primeros concilios provinciales (I y
G. FURLONG, Misiones y sus pueblos de guaraníes (Buenos Aires, 1962); A. M. II de Lima y I y II de México). Continuó después la etapa de la reflexión
GALILEANO, Las reducciones guaraníticas (Buenos Aires, 1979); M. AUBERT, La vie misionológica, en la cual destacaron dos teólogos de nota: Juan Focher y José
quotidienne des indiens et des jésuits du Paraguay au temps des Missions (París, 1967); P.
HERNÁNDEZ, Organización social de las doctrinas guaraníes de la Compañía de Jesús 1-2 de Acosta, a quienes vamos a referirnos extensamente. Finalmente, la conso-
(Barcelona, 1913); L. NECKER, Indios guaraníes y chamanes franciscanos. Las primeras lidación llegó de la mano de los dos grandes Concilios americanos del qui-
reducciones del Paraguay (1580-1800) (Asunción, 1990); A. SANTOS HERNÁNDEZ, «Ac- nientos: el III de Lima (1582-83) y el III de México (1585). Con ellos puede
ción misionera de los jesuítas en la América meridional española», en J. J. ALEMANY considerarse por concluida la «evangelización fundante» americana.
(ed.), América (1492-1992). Contribución a un centenario (Madrid, 1988), 43-108; A.
SUSNIK, El rol de los indígenas en la formación y en la vivencia del Paraguay (Asunción, Concluido este ciclo de la «evangelización fundante» con la celebración
1982). de los dos grandes concilios provinciales de Lima y México, puede conside-
rarse plenamente aplicada a Hispanoamérica la Reforma tridentina. La
Iglesia en América estaba plenamente persuadida del universalismo de la
salvación, sin excluir a los habitantes del Nuevo Orbe. Al mismo tiempo
había comprendido que la fe necesaria para salvarse era la misma para todos
los hombres, sin reduccionismos improcedentes; por consiguiente, los in-
dios debían creer - e n circunstancias ordinarias- todos los principales miste-
rios cristianos: la Trinidad, la Encarnación y la Iglesia.
El bautismo, puerta de la justificación, no debía administrarse a los
adultos sin una seria preparación doctrinal y moral. La libertad debía que-
dar siempre a salvo a la hora de las conversiones, y los niños no podían nunca
ser bautizados contra la voluntad de sus padres infieles. Los naturales no
serían apartados de los sacramentos, tampoco de la sagrada eucaristía. De
todas formas, aunque nadie debía ser discriminado por razones étnicas en la
recepción de las órdenes sagradas, no se ordenó de mayores a los naturales
y a los mestizos, salvo en casos muy determinados. También se había llegado
a un acuerdo sobre el modo de impartir la catequesis, en los dos primeros
niveles, y en la forma de continuar la instrucción de los neófitos, y se había
apostado por un catecismo único, traducido a las lenguas de los naturales.
C.30. Métodos de catequización 551
55" P.III. La Iglesia misional
conquistadores que como una fe universal); no ocultaban las exigencias
Los catecismos (tres niveles) del tercer Concilio limense fueron publicados y principales de la nueva fe, como la monogamia y otras normas morales
tuvieron una gran difusión. No así los catecismos acordados en el tercer cristianas, y no bautizaban de inmediato, sino que esperaban cierto tiempo
Concilio mexicano, que no llegaron a redactarse. Gran importancia se con- a que los catecúmenos hubiesen dado señales fehacientes de su idoneidad (se
cedió a la vida de los ministros sagrados por su valor testimonial. Finalmen- habla de un catecumenado de dos años).
te, se recrudecieron las medidas contra los rebrotes de los cultos idolátricos,
Hubo también algunos mártires, como Juan Mateo, que había sido el
más o menos yuxtapuestos.
primer bautizado, en 1496, es decir, tres años después de comenzar la
evangelización, que murió a manos de los esbirros del cacique Guarionex.
La actividad misional se torció después por obra de la mala política de los
I. LAS PRIMERAS EXPERIENCIAS PASTORALES colonos españoles, si es exacto lo que nos narra Bartolomé de las Casas en su
AMERICANAS Historia de las Indias y en otros lugares.
B) La catequesis bautismal do posteriormente por José de Acosta y plasmado en el III Concilio límense,
Entre las medidas generales, la Instrucción disponía que «doctrinen y el de Santo Toribio de Mogrovejo. Fue esta Instrucción, por tanto, para los
enseñen los dichos naturales (...) conforme a lo contenido en las cartillas que virreinatos sureños, lo que la Junta eclesiástica de abril de 1539, y los
de España vienen impresas», evitando las cartillas en lenguas de los naturales acuerdos allí tomados, para el virreinato de México.
que todavía no hubiesen recibido las correspondientes licencias del Ordina-
rio; que usasen «de ciertos coloquios o pláticas que están hechos en su
IV. LOS MANUALES PARA MISIONEROS
lengua en las cuales se trata de la creación y de otras cosas útiles (...) y
tratarán que los niños hablen y sepan nuestra lengua, porque los que ya son
A) El «Itinerarium catholicum» de fray Juan Focher (1574)
hombres con mucha dificultad la tomarán»; que comenzasen la evangeliza-
ción por los «hijos de los principales del dicho repartimiento que está a su En 1574 se publicaba, en Sevilla, el Itinerarium catholicum del francisca-
cargo», de manera que después esos hijos de principales se convirtiesen ellos no Juan Focher, fallecido dos años antes, y dispuesto para la imprenta por
mismos en catequistas; que se edificase «una casa a manera de iglesia donde fray Diego de Valadés, correligionario suyo. Esta obra, que es un manual
los indios se junten a oír la doctrina cristiana y donde se diga misa, adornan- para los misioneros -prescindamos ahora de la discusión sobre su origen y
do el altar de la mejor manera que ser pudiere y poniendo en él alguna de los supuestos retoques introducidos por Valadés-, constituye obligada
imagen o imágenes; y para que en la dicha casa se administrasen los sacra- referencia para comprender el espíritu con que los franciscanos, y, en gene-
mentos del bautismo y matrimonio y penitencia». Ninguna alusión a la ral, los primeros evangelizadores, se allegaban a los naturales.
sagrada eucaristía ni aquí ni en el resto de la Instrucción. 1) Fundamentos de la evangelización. Dividido en tres partes, el libro
De estas indicaciones generales conviene subrayar la insistencia en que establece, en la primera de ellas (caps. I-III), los tres principios fundamenta-
se trabajase con niños, quizá porque se conocía la óptima experiencia mexi- les de la nueva misionología americana: primero, la consideración de la
cana en este sentido, cuando los franciscanos decidieron fundar el colegio voluntad salvífica universal de Dios, sin la cual no tendría sentido la tarea
de Tlatelolco, dirigido principalmente a los hijos de caciques. Y, quizá tam- evangelizadora; segundo, la firme convicción de que los misioneros que eran
bién por el mismo motivo, se insistía en la oportunidad de componer unos enviados a Indias —después de una selección rigurosísima- correspondían a
coloquios o sermones dialogados en lengua de los naturales, porque tam- una particular llamada divina, o sea, a una vocación específica a trabajar tan
bién en el norte se había manifestado esta práctica muy útil y eficaz, como lejos de su patria, donde habrían de superar peligros e incomodidades sin
testimonia Bernardino de Sahagún, que nos narra las pláticas que tuvieron número, y tercero, la determinación, y su posterior sistematización, de las
los frailes franciscanos con los principales aztecas y con los sátrapas. (Motoli- condiciones de idoneidad de los misioneros destinados a América. Sobre
nía insiste, en cambio, en que los frailes comenzaron dirigiéndose a los estos tres pivotes debía asentarse, según Focher, la tarea evangelizadora
niños.) americana y su planificación pastoral para que fuese fructuosa.
La Instrucción ofrece directrices concretas de carácter pastoral. Insiste Por los mismos años en que Focher reunía sus experiencias, Bernardino
en que la catequesis comience despertando a los naturales de la idolatría en de Sahagún, otro destacado franciscano, redactaba sus Coloquios y doctrina
que habían estado inmersos, moviéndoles al temor de Dios, que «está enoja- cristiana (1564), en los que también formulaba el tema de los primeros
do dellos» por sus pasados errores; recomienda que se les hable sobre la fundamentos de la evangelización americana. Sahagún establecía cuatro (cf.
inmortalidad del alma, «haciéndolos entender cómo, aunque los cuerpos prólogo): primero, la particular vocación divina de los frailes pasados a Amé-
mueren, las ánimas son inmóviles», en clara alusión a sus creencias metem- rica; segundo, el carácter «desinteresado» de la misión evangelizadora, por
psicóticas; señala que se prediquen especialmente los atributos divinos que parte de todos los que intervenían en ella; tercero, el origen divino de la
nos muestran la amabilidad de Dios, «suma bondad», «universal criador y doctrina que se trasmitía a los naturales, y cuarto, la concepción de la santa
hacedor nuestro y de todas las cosas», y que el hombre es el centro de la Iglesia católica como el reino de los cielos en el mundo, gobernada por Dios
creación; que se les comenten las razones de la Encarnación, hablándoles del y por su Vicario en la tierra, que habita en Roma.
primer pecado de Adán y Eva, de los engaños del demonio, de la universal Si comparamos los «fundamentos» misionológicos de Focher con los de
transmisión del pecado original, del nacimiento de Dios de una Virgen, Sahagún, advertimos algunas semejanzas, pero también diferencias. Lógica-
etcétera, y de los premios y castigos después de la muerte. mente, coinciden en afirmar el carácter sobrenatural de la evangelización
Esta Instrucción habría de tener una gran influencia en los planes misio- americana y en subrayar la particular vocación de los frailes que pasaban a
nológicos peruanos posteriores, pues encontramos rastros de ella tanto en América para llevarla a cabo. Pero mientras Sahagún parece inclinarse más
los tres primeros concilios limenses (1551-52, 1567-68 y 1582-83) como en por los planteamientos eclesiocéntrieos, presentando a la Iglesia de los
las constituciones sinodales de Santa Fe de Bogotá de 1576. Puede afirmar- viadores como reino de Dios en la tierra y comparando la conversión de los
se, pues, que la evangelización de Sudamérica fue llevada a cabo según el aztecas con la efusión pentecostal de los tiempos apostólicos, Focher ofrece
modelo misional concebido por Jerónimo de Loaysa, repensado y tematiza- una especulación más teocéntrica, donde la evangelización americana en-
558 P.III. La Iglesia misional C.30. Métodos de catequizarían 559
tronca con la voluntad salvífica universal.de Dios. Las dos perspectivas son,
B) Las ideas misionológicas de José de Acosta
ciertamente, complementarias, pero parecen responder a distintos intere-
ses: Focher, al de justificar que Dios llama a los paganos, según «la doble En 1572 llegaba a Perú el jesuíta José de Acosta. A los cuatro años, y
vocación divina a la fe» (primero a los judíos, después a los gentiles); Saha- después de visitar atentamente buena parte del extensísimo territorio de
gún, por el contrario, parece desenvolverse en un terreno más polémico, aquel virreinato, terminaba de redactar su famosa obra: De procurando indo-
quizá en el contexto de las discusiones eclesiológicas que agitaron los prime- rum salute (1576). Este opúsculo, que constituye uno de los manuales más
ros momentos de la evangelización americana. En todo caso, tanto uno importantes de la primera misionología americana, a los ochenta y cinco
como otro ponen de relieve la profunda reflexión teológico-misional que se años del primer viaje colombino, recapitula, de forma magistral, las tradicio-
estaba produciendo en Mezoamérica, apenas cincuenta años después de la nes teológicas salmantinas - q u e con frecuencia revisa-, las experiencias
llegada de los primeros misioneros. pastorales novohispanas y los contenidos principales de la Instrucción
2) Instrucción de los naturales. Focher recomienda seguir las disposi- loaysiana.
ciones pontificias sobre los tiempos y la forma de bautizar: esperar a la La dedicatoria al Prepósito general de la Compañía de Jesús, que está
Pascua y a Pentecostés, y comenzar por los exorcismos prescritos veinte días fechada en 1577, resume los fines que Acosta perseguía al redactar su libro:
antes de la fecha del bautismo. Señala que al exorcizar se debe preguntar: levantar el ánimo de los misioneros, algo decaído por la hasta entonces
«Os hemos enseñado, en efecto, estas cuatro cosas: lo que debéis creer, lo infecunda evangelización peruana, y resolver algunas cuestiones teológicas
que debéis evitar, lo que debéis hacer y las cosas que tenéis que pedir y que estaban en litigio en aquellas tierras sureñas. La obra quedó estructura-
esperar. ¿Estáis dispuestos a practicar estas cuatro cosas?» (II, c.IV). He aquí da en seis libros: sobre la esperanza de salvación de los naturales (I), cómo
las cuatro piezas fundamentales de la catequesis católica, tal como la halla- llegó el Evangelio al Perú y la cuestión de los títulos justos (II), la administra-
mos sistematizada desde San Agustín: credo, decálogo, sacramentos y ora- ción civil del Perú (III), los ministros espirituales del Perú (IV), sobre el
ción dominical. modo de catequizar (V) y sobre la administración de los sacramentos (VI).
Después del bautismo solemne, que Focher describe con todo detalle, Se pueden apreciar algunas semejanzas entre la obra de Focher y la de
como si se tratase de un ritual (al término de la obra publica las rúbricas: III, Acosta: tratan ambas el tema de la universal llamada a la salvación; las dos se
c.7), recomienda que los neófitos permanezcan unos días con los frailes para interesan por las condiciones de idoneidad de los agentes de la evangeliza-
facilitar su asistencia a la misa diaria y a los oficios (II, c.4). Cuando ello no ción; tanto una como otra prestan especial atención a la catequesis y a la
fuere posible, «adviértales (el fraile) que todos los días se pongan de rodillas administración de los sacramentos; finalmente, ambas estiman justificada
en dos o tres momentos en sus casas, o en otro lugar, recitando el Padre- - e n determinados casos y bajo condiciones bien precisas: siempre en legíti-
nuestro, Avemaria, Credo y Salve Regina, los mandamientos de Dios y ma defensa y respondiendo a provocaciones y ataques- la guerra contra los
demás cosas que aprendieron. Dígales que si pueden venir todos los días a naturales. Focher, en efecto, había recomendado la guerra contra los chichi-
misa no dejen de hacerlo, al menos los domingos y festivos. Que si están muy mecas (III, c.I-III), y ahora Acosta lo hace contra los indios del Perú: «no
distantes del lugar donde se celebra, vengan al menos en las grandes solem- sólo será lícito a los nuestros defenderse y protegerse, sino además resarcirse
nidades (...)». Entre otras recomendaciones sobre el descanso dominical, los de esos daños y vengar la afrenta recibida y, si fuese preciso, actuar con
ayunos establecidos, etc., Focher insiste en que se les recuerde la confesión energía y reivindicar su derecho por la guerra» (II, c.XV). Interesa aquí
anual, o si caen enfermos, y que «no frecuenten la compañía de los que destacar que para Acosta nunca era lícita la guerra contra los bárbaros por
todavía no son cristianos». causa de su infidelidad, aun contumaz (II, c.II), ni por sus crímenes contra
naturaleza (II, c.III y IV), ni tampoco para defender a los indios inocentes
En definitiva, este Itinerarium muestra una evangelización llevada a frente a sus propios tiranos (II, c.VI).
cabo concienzudamente, sin precipitaciones, en la que se concede mucha
importancia a la formación prebautismal y a las rúbricas del bautismo solem- 1) Universal llamada a la fe. Muy relacionado con el tema de la
ne; también denota la importancia que se concedía a la confesión sacramen- guerra, Acosta se cuestionó la conveniencia de la «evangelización pacífica»
tal, a la asistencia a misa y a la oración vocal. No hay, en cambio, referencias (II, c.XII). A tenor de la experiencia misional americana y asiática, rechazó
expresas a la comunión eucarística, lo cual quizá sea indicativo de una el método de la «predicación apostólica» -propugnado, p.ej., por Las Ca-
mentalidad restrictiva en la administración de este sacramento. La indica- sas-, que consideraba peligroso para los propios misioneros, pues se habían
ción de que los neófitos no se comuniquen con paganos responde a una perdido muchos en intentos anteriores, y propugnó el método de las «entra-
elemental norma de prudencia, que siempre ha recomendado la Iglesia, das», es decir, los misioneros protegidos por soldados. Pero veamos ya sus
sobre todo dificultando los matrimonios mixtos, y que veremos repetida por ideas sobre la universal llamada a la salvación.
Acosta. «No hay raza ninguna de hombres que esté excluida de la predicación
del Evangelio y de la fe» (I, c.I, n.l). «En definitiva, ningún linaje de hom-
bres, por inculto y salvaje que sea, se ha de considerar ajeno a la salvación del
Evangelio: Dios no llama a nadie sin concederle al mismo tiempo el entendí-
560
C.30. Métodos de catequizarían 561
P.III. La Iglesia misional
miento y la gracia proporcionada para alcanzar la meta a la que lo llama (...). la luz de la sagrada doctrina no las ilumina y de manera abundante, necesa-
A nosotros toca, ya que recibimos el mandato de ir a todos, no desatender a riamente los hombres quedarán envueltos en espesas tinieblas de ignoran-
nadie, llamar a todos, atraer a todos, reunir a todos» (I, c.VI, n.l). Acosta cia», y 3.°, porque las distancias con la metrópoli son inmensas, lo cual no
sostiene aquí, sobre la base de la universal llamada a la salvación eterna permite la consulta de los asuntos a las facultades españolas (cf. IV, c.XI).
-dogma de la única predestinación-, la tesis tomista clásica: Dios concede Como se sabe, por los años en que Acosta escribía estas páginas sobre la
siempre las gracias proporcionadas a cada uno para que pueda alcanzar los necesidad de buenos teólogos, ya estaba fundada la Universidad de Lima,
objetivos sobrenaturales a los que ha sido llamado. Pero bien entendido que pero no funcionaba a pleno rendimiento, hasta el punto de que el virrey
la gracia no destruye la naturaleza, sino que la supone y la perfecciona Toledo tuvo que aplicarse seriamente a reorganizarla.
(Summa Theologiae I q.l a.8 ad 2; q.2 a.2 ad 1). En este punto, Acosta se 3) Necesidad de la fe para salvarse. A mediados del siglo XVI, y a
revela como un humanista consecuente: la naturaleza humana puede, y debe propósito del descubrimiento de América, se discutía en Salamanca sobre la
ser dispuesta, para facilitar la acción de la gracia, por medio de una adecua- necesidad de la fe para salvarse, y, más en concreto, sobre qué verdades o
da labor educativa, entendida ésta en su sentido más amplio: «Mas el indio, artículos de la fe debían creerse para alcanzar la salvación. Se hablaba así,
se dirá, es de costumbres desvergonzadas, se deja llevar de la gula y de la glosando la carta a los Hebreos, de dos verdades necesarias para la primera
lujuria sin control alguno y practica con increíble tenacidad la superstición. justificación: creer en la existencia de Dios y creer que Dios es remunerador.
Pues bien -continuaba Acosta-: también para él hay salvación si se le educa» Acosta se enfrentó decididamente a estas tesis, insistiendo en que los natura-
(I, c.VII, n.3). Y aquí el teólogo jesuíta desarrolla su programa educativo, les debían ser adoctrinados, para el bautismo, no sólo en la existencia de
que ha pensado especialmente para los indios del Incario. Dios y en la retribución de nuestras obras, sino también en los misterios de
la Santísima Trinidad, de la Encarnación del Verbo y de la Iglesia, porque
Hay que atender, además, a otros obstáculos, que pueden dificultar la nadie podía salvarse sin creer en ellos (IV, c.I-VII), con las lógicas excepcio-
evangelización y que, de hecho, la habían frenado: el pésimo ejemplo de los nes de los indios viejos y los moribundos, que no podían ser catequizados
españoles, las molestias que los neófitos sufren de sus connaturales (curacas, con tanto detalle.
caciques y, sobre todo, hechiceros) y el profundo arraigo que tienen las
Sobre la administración de los sacramentos, recomendaba Acosta una
antiguas costumbres. Como se puede comprobar, son obstáculos que ya
preparación prebautismal de un año de duración por lo menos, salvo en
habían sido señalados al comienzo por Ramón Pane. Por ello, Acosta reco-
peligro de muerte (Pane había esperado hasta dos años); se adhería a la tesis
mienda: «Hay que retenerlos durante mucho y largo tiempo, a fin de que
de Tomás de Aquino sobre la ilicitud de bautizar a los niños contra la
entiendan lo que profesan, abandonen la vieja costumbre de la idolatría y se
voluntad de sus padres, incluso en peligro de muerte de los pequeños; se
revistan de nuevas costumbres» (II, c.XVIII, n.3). Una vez más, y como ya
lamentaba de que se apartase a los indios del sacramento de la comunión
vimos en la Relación de Pane, se prefiere esperar prudentemente, antes del
(siguiendo en esto al I límense) y pugnaba para que se les confesase con la
bautismo, y se insta a prestar una gran atención a los recién bautizados, para
debida frecuencia, e insistía en que se les confirmase. En cambio, no era
evitar que se pierda el esfuerzo evangelizados
partidario de la ordenación de indios ni de mestizos.
2) Idoneidad de los ministros. Supuesta la universal llamada a la salva-
ción, Acosta pasa revista a las condiciones de idoneidad de los misioneros.
Interesa destacar aquí el capítulo que dedica a la ciencia de los ministros: «de V. LAS SÍNTESIS MISIONOLOGICAS DEL III LÍMENSE
ciencia debe tener el nivel y medida que comúnmente se cree oportuna» (IV, Y DEL III MEXICANO
c.X, n.2). Concretamente, debe conocer el Catecismo tridentino, los rituales
para la administración de los sacramentos, los pecados reservados, los privi- A) El III Concilio provincial límense (1582-83)
legios concedidos por los sumos pontífices a los neófitos y «demás cosas por
el estilo». Debe, por último, estar bien informado sobre las costumbres Fue convocado el III Concilio límense por el arzobispo Toribio de
religiosas de los indios, así como también tener un conocimiento suficiente Mogrovejo, en 1581, de común acuerdo con el virrey Martín Enríquez de
de su lengua. Este programa de formación sacerdotal pasaría, pocos años Almansa. Se abrió el 15 de agosto de 1582 y se cerró el 13 de octubre de
después, a los instrumentos pastorales del III Concilio límense. 1583. No es quizá el momento de ponderar la trascendencia de este Concilio
para la evangelización del virreinato peruano, y aun del resto de Hispano-
Acosta recuerda la necesidad de que el Nuevo Orbe cuente con buenos
américa, pues ha estado vigente hasta el Concilio plenario de 1899, celebra-
teólogos. En esto se revela, una vez más, la perspicacia del hombre de
do en Roma. Bastará, pues, que demos noticia de las decisiones más impor-
gobierno, que prevé las dificultades más allá de los problemas diarios. Son
tantes adoptadas en él con vistas a la evangelización de aquel vasto continen-
tres las razones alegadas por Acosta: 1.°, porque la doctrina teológica es muy
te sureño.
necesaria para desarraigar completamente los viejos errores y defender la
nueva religión; 2.°, porque en el Nuevo Orbe habrá asuntos nuevos, costum- Este Concilio, como ha probado Antonio García ofreciendo completos
bres nuevas, leyes, contratos y, en fin, formas de vida todas muy distintas: «si cuadros estadísticos comparativos, expresa bien a las claras la tradición de
562 P.III. La Iglesia misional C.30. Métodos de catequización 563
los Concilios I y II limenses y los puntos de vista del P. José de Acosta, disciplinares tridentinos a la Nueva España. Fue, desde luego, el más com-
presente en él como destacado teólogo. A su vez, estas tradiciones misiono- pleto de los tenidos en el hemisferio norte, y su influencia resultó trascen-
lógicas son tributarias, en buena medida, de la Instrucción de Jerónimo de dental durante casi doscientos años, hasta la celebración del IV Concilio,
Loaysa. Se propone, «siguiendo los vestigios del Concilio de Trento, publi- que tuvo lugar en 1771. Por inspiración de Hinojosa, aprobó la elaboración
car un catecismo peculiar para toda esta provincia» (ses.II, c.III). Perseguía, de un catecismo único y universal, breve y sencillo, que no llegó a publicarse,
pues, implantar un catecismo único en tres niveles (cartilla, doctrina breve y quizá porque ya estaban impresos los instrumentos pastorales del III límen-
catecismo por sermones), traducido a las dos lenguas principales del Incario: se, que pudieron ser conocidos en México a finales de la primavera de 1586,
el quechua y el aymará. cuando Acosta pasó por allí camino de la metrópoli. «Pero -y es importante
Determinó, además, que todos los cristianos adultos supieran los princi- recordarlo aquí- no era su ánimo prohibir el catecismo hecho con autoridad
pales misterios de la fe (símbolo), el decálogo, los sacramentos y la oración del Sumo Pontífice» (1.1, t.I, c.III), en clara referencia al Catecismo de San
dominical, hasta el extremo de que prohibió bautizar a un adulto que no Pío V.
supiese de memoria al menos el credo y el padrenuestro. A los indios muy Estableció, entre otras disposiciones, que los párrocos y curas predica-
torpes y a los viejos se les había de exigir, al menos, aprender «que hay un sen -según el decreto tridentino- al menos los domingos y fiestas solemnes,
solo Dios autor de todas la cosas, que premia con la vida eterna a los que a siguiendo los siguientes criterios (1.1, t.I, c.II): la Sagrada Escritura debía
él se acercan y que en el otro siglo castiga con suplicios eternos a los malos interpretarse conforme al sentido de la Iglesia, los misterios de la fe debían
y rebeldes. Que este mismo Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo (...). Ade- ser propuestos tomando pie del Evangelio, debían dejarse de lado las cues-
más, que el Hijo de Dios, para reparar la salvación de los hombres, se hizo tiones vanas e inútiles, debía exhortarse al pueblo a obedecer a sus superio-
hombre de la Virgen María (...). Finalmente, que ninguno puede salvarse si res, se recomendaba cautela al reprender los vicios, sin señalar a nadie, y se
no cree en Jesucristo y, arrepentido de sus pecados, recibe los sacramentos, insistía en el valor testimonial del ejemplo de los ministros sagrados.
el del bautismo si es infiel y el de la confesión si ha pecado después» (ses.II, La «cartilla» debía enseñarse a los indios todos los domingos de Advien-
c.IV). Aquí se aprecia con toda claridad la intervención de Acosta al señalar to y desde septuagésima hasta el domingo de Pasión, de memoria y fuera de
la necesidad de creer en la Trinidad Beatísima, en Jesucristo y en la Iglesia la misa. La «doctrina breve», equivalente al segundo grado de la catequesis,
para poderse salvar. no debía memorizarse, sino explicarse todos los domingos durante una
Estableció también el III límense que los indios aprendieran las princi- hora. A los españoles, negros y mulatos, y chichimecas (!) se debía enseñar en
pales oraciones en su propia lengua, no en latín, y sólo subsidiariamente en castellano; a los demás indios, en cambio, en su lengua nativa (1.1, t.I, c.III).
castellano. También los maestros tenían que enseñar la doctrina, junto con los rudi-
También legisló que no se negase a los indios, por principio, la comu- mentos de las letras. Los adultos no podían ser admitidos al bautismo si
nión eucarística (ses.II, c.XX). Aprobó, asimismo, que no se apartara de las desconocían, en su lengua, el padrenuestro, credo y decálogo. No se debía
órdenes sagradas a nadie por razones estrictamente étnicas (ses.II, c.XXX- admitir al matrimonio a ningún español, indio o esclavo que ignorase las
XXXIII). Y ordenó, finalmente, a las autoridades civiles que los indios principales oraciones: credo, decálogo, mandamientos de la Iglesia, los sa-
fuesen separados de los adivinos y hechiceros de sus antiguas religiones, cramentos y los siete pecados capitales. Los niños debían ser bautizados
incluso recomendando que éstos fuesen encerrados de por vida (ses.II, antes de los nueve días. Los bautismos solemnes debían celebrarse en la
c.XLII). Resurrección del Señor y en Pentecostés.
Otras indicaciones de carácter pastoral se referían a las fiestas de los
B) El III Concilio provincial mexicano (1585) indios, intentando evitar los fenómenos de yuxtaposición religiosa que se
Presidido por don Pedro Moya de Contreras, arzobispo de México, dio habían presentado con ocasión de las diversiones de los naturales. También
comienzo el 20 de enero de 1585 el III Concilio mexicano. Estaban presen- se amonestaba a los gobernadores a que arrasasen enteramente los cues y
tes, además de los prelados de aquella provincia eclesiástica, varios teólogos demás lugares de culto y a que destruyesen todos los ídolos que se conserva-
de gran nombre, catedráticos de la Real y Pontificia Universidad de México: sen en las casas particulares.
fray Pedro de Pravia, fray Melchor de los Reyes, el doctor Fernando de
Hinojosa y fray Bartolomé de Ledesma, ahora obispo de Oaxaca y antes
VI. RASGOS GENERALES DE LA POSTERIOR CATEQUESIS
catedrático de Prima de Teología. Este ilustre eclesiástico había participado AMERICANA
en el III Concilio límense y puede considerarse como el puente entre los
planes pastorales de aquel Concilio límense y de este otro mexicano. Tam- Superada la etapa de la «evangelización fundante», es decir, a partir de
bién intervinieron, presentando pareceres de distinto tipo, otros teólogos, finales del siglo XVI, la catequesis de los neófitos, tomada en su conjunto y sin
como Pedro de Agurto, Juan de Contreras, Juan Adriano, etc. más limitaciones geográficas y cronológicas que las de la propia evangeliza-
Se propuso el III mexicano la aplicación de los principios doctrinales y ción, revistió dos formas, sucesivas en el tiempo y complementarias en
564 P.III. La Iglesia misional C.30. Métodos de catequización 565
cuanto al contenido: la catequesis rudimentaria y la catequesis sistemática. A) Circunstancias externas de la catequesis
La rudimentaria consistió en proporcionar a los nativos una idea del
cristianismo solamente inicial, y más o menos aproximada, ante la imposibili- Superados los factores que dieron lugar a la transitoria catequización
dad en ese momento de instruirlos adecuadamente en él, pero con la espe- rudimentaria, la enseñanza del cristianismo bajo la forma que hemos deno-
ranza de perfeccionar esa enseñanza embrionaria en su momento oportuno. minado de catequización sistematizada se llevó a cabo con una sorprendente
Se trata, por lo mismo, de un método de carácter transitorio, de duración uniformidad en lo que se refiere a sus circunstancias externas en toda
limitada e impuesto por las circunstancias. América y durante toda la época de la evangelización anterior a la indepen-
Los misioneros americanos se vieron obligados a recurrir a este tipo de dencia.
catequización, por sí mismos o por medio de intérpretes, en tres circunstan- El lugar era normalmente la pequeña iglesia que se edificaba como uno
cias distintas. de los primeros pasos para la evangelización, alguna dependencia de la
En primer lugar, al encontrarse a su llegada a un nuevo territorio con misma o alguna dependencia de los conventos, lugares sustituidos por la
enfermos que se hallaban en peligro de muerte, a los que en todas partes se plaza pública cuando la aglomeración de indios, la falta de iglesia o el
procuraba bautizar antes de que muriesen si sus familiares lo permitían. La ambiente sofocante del trópico así lo aconsejaban. La norma general, en
permisión o la negativa solía estar en relación con la mayor o menor disposi- ocasiones objeto de preceptos eclesiásticos, era que por razones de decoro
ción inicial de los familiares del enfermo hacia el cristianismo. el lugar de la catequesis estuviera conforme con la alta dignidad del cristia-
La segunda circunstancia coincidió con el período de tiempo compren- nismo, a fin de que los indios aprendieran a estimarlo.
dido entre la llegada del misionero a un nuevo territorio y su aprendizaje del En cuanto al tiempo, también fue costumbre general que a los niños se
idioma nativo. Hasta que no llegó a dominar la lengua de los indios, el les catequizase diariamente, incluso mañana y tarde. Tratándose de adultos,
misionero tuvo que recurrir a intérpretes o a representaciones más o menos se procuraba impartirles una enseñanza intensa: cuando se podía, diaria y
exactas (en muchos casos gráficas) de lo que quería exponer. A este tipo de preferiblemente por la mañana, antes de salir al trabajo, en los primeros
representaciones y a este momento concreto de la catequización es al que tiempos de su contacto con el cristianismo, para luego ir disminuyendo en
pertenecen, por ejemplo, los célebres y mal llamados catecismos en jeroglífi- intensidad conforme avanzaban en sus conocimientos. De todos modos, la
co (hoy denominados catecismos en pictogramas), utilizados en los primeros catequesis solía ser obligatoria los domingos y días festivos, como mínimo, y
momentos de la evangelización mexicana, así como la enseñanza de las en ocasiones otros tres días más a la semana.
oraciones, no del contenido del cristianismo, en latín. La enseñanza era mixta, en el sentido de que asistían a la catequesis los
Evidentemente, tanto la enseñanza por medio de intérpretes como la hombres y las mujeres, aunque ocupaban lugares separados. Los niños
exposición del cristianismo a base de gestos y representaciones gráficas, así aparecen en ocasiones asistiendo a ella con los adultos, mientras que en
como el aprendizaje de las oraciones en latín, dejaba mucho que desear, y de otras lo hacen independientemente.
hecho han sido objeto de sarcasmos, pero se trata de deficiencias que, por Cuando, cristianizado ya el grueso de un poblado, se establecían en él
circunstanciales y transitorias, carecen de la gravedad que parecen entrañar nuevos indios todavía gentiles, éstos compartían con los ya cristianos el
a primera vista. Debido a la ya aludida política del aprendizaje de los idiomas aprendizaje del catecismo, pero luego recibían aparte una instrucción que
nativos por parte de los misioneros, esta enseñanza rudimentaria sólo duró los demás ya no necesitaban.
el poco tiempo que los evangelizadores tardaban en dominar la lengua. Para que los indígenas no la considerasen cosa baladí, la catequesis se
La tercera circunstancia en la que se practicó este tipo de catequización solía rodear de la máxima solemnidad. Se rezaban o entonaban cantos religio-
fue la etapa anterior a la reducción o congregación de los indios en pobla- sos al comienzo y final de la misma; el misionero o el catequista que lo suplía
dos. Durante este lapso, cuya duración era muy variable, los indios gozaban adoptaban posturas solemnes y, si el lugar era abierto, se colocaba en el
de libertad para escuchar o no al misionero, por lo que éste no podía centro una cruz que se entronizaba a diario solemnemente.
implantar una catequización sistemática y profunda.
La asistencia era obligatoria y estaba vigilada por los indios fiscales. Las
A esta etapa pertenecen las clásicas representaciones en las que se nos ausencias injustificadas se sancionaban con castigos que podían variar entre
muestra al evangelizados de pie o sentado en el suelo, al aire libre, predican- un simple fruncimiento del ceño por parte del misionero o en hacerle más
do a indios armados con flechas, como hace Diego de Valadés, o los relatos preguntas que a los demás, hasta hacerle salir públicamente del grupo o
en los que se nos dice que los nativos sólo acudían a escuchar al misionero aplicarle por medio de otros indios una tanda de azotes, normalmente media
mientras éste disponía de comida o de regalos para obsequiarlos. docena.
El método desaparecía con la concentración de los indios en poblados, El catequista nato era el misionero, quien durante su ausencia para
señal inequívoca de que querían ser evangelizados, porque desde ese mo- atender otros poblados o por enfermedad era sustituido por uno de los
mento se establecía el método de la catequización sistemática. indios especialmente preparados para este cometido, cuya labor solía consis-
A esta última es a la que nos referiremos en adelante. tir no tanto en explicar la doctrina cuanto en exigir el catecismo de memo-
566 P.HI. La Iglesia misional C.30. Métodos de catequización 567
ria. La historia de las misiones no escatima elogios a la inestimable ayuda de potencias del alma, dones y frutos del Espíritu Santo, bienaventuranzas y
estos auxiliares del misionero. novísimos, a lo que algunos textos añadían y otros omitían la oración del
Del idioma utilizado en la catequesis ya se ha hablado en el capítulo 27. ángel de la guarda, el acto de contrición, los sacramentales, etc., e incluso la
bendición de la mesa, las dotes del cuerpo resucitado, el «Alabado» y hasta
B) Contenido de la enseñanza los misterios del rosario. En cambio, los catecismos no solían ser más que un
Fuera de casos especiales, lo normal fue enseñarles a los indígenas todo compendio de lo fundamental del cristianismo en forma de preguntas y
el contenido de la religión cristiana, sin eludir siquiera unos misterios tan respuestas. Por su parte, las doctrinas explicadas o largas eran una amplia-
difíciles de explicar como el de la Eucaristía o la Trinidad o preceptos tan ción de las breves. Con el tiempo, todas estas denominaciones terminaron
ingratos para los indios como la prohibición de las borracheras y la poli- por confluir, debido a la influencia del P. Juan Martínez de Ripalda, en la
gamia. única de catecismos, breves o explicados, de manera que los primeros agrupa-
ban las cartillas, doctrinas y catecismos del siglo xvi, como sucede actualmente.
Las excepciones en este punto las constituyeron aquellos casos aislados
A pesar de ello, y por vía de ejemplo, en 1758 aún nos encontramos en
en los que, sobre todo tratándose de la poligamia, se prefirió aplazar su
México con una Doctrina pequeña, del jesuíta Ignacio de Paredes, que en
explicación y exigencia para el momento en el que los indígenas estuvieran
realidad equivale a una doctrina-catecismo del siglo XVI.
ya más capacitados para comprenderla y practicarla, o aquellos otros en los
que no se explicaba el sacramento del Orden sacerdotal porque se partía del Puesto que cada idioma indígena necesitaba su propio manual de
principio de que los nativos no iban a recibirlo, hecho este último que se dio aprendizaje del cristianismo, el número de estos catecismos y doctrinas hay
en las misiones franciscanas de Píritu (Venezuela) en los siglos XVII y XVIII. que calcularlo por el de las lenguas o dialectos distintos, pero con la circuns-
En esta enseñanza se distinguió siempre entre la prebautismal y la tancia de que las grandes lenguas americanas, como el náhuatl y el quechua,
posbautismal. llegaron a disponer de varios, hecho que en varias ocasiones se procuró
La primera, cuya duración estableció el primer concilio de Lima evitar para no desorientar a los indígenas con textos sólo aparentemente
(1551-52) en treinta días como mínimo, no obedeció en realidad a ninguna distintos.
norma de tiempo, sino a criterios de preparación. Su contenido, en el caso Así, y sólo a modo de ejemplo, el primer concilio de Lima (1551-52)
de los adultos, se restringía a las verdades cristianas fundamentales, es decir, aprobó su propia cartilla, aunque permitió también usar, por su difusión,
a lo necesario para recibir el sacramento. Pocas son las veces en las que se otra «cartilla y ciertos coloquios en quechua», mientras que el segundo
nos concreta cuáles eran en realidad estas verdades fundamentales, pero de concilio de esa misma ciudad (1567-68) ordenó que cada obispo obligara a
lo que no hay duda es que los misioneros gozaron en este aspecto de cierta elaborar el catecismo que se debería usar en su propia diócesis. El sínodo de
libertad de criterio, hasta el punto de que, sobre todo en el México de Asunción de 1603 impuso como obligatorio el catecismo del franciscano
mediados del siglo XVI, unos consideraban suficiente lo que a otros no les Luis de Bolaños, mientras que a los franciscanos de Chillan (Chile) se les
parecía tal. La enseñanza posbautismal se encargaba de ir completando y ordenó en 1758 utilizar un catecismo antiguo manuscrito «por ser más
ampliando los rudimentos aprendidos antes del bautismo. inteligible y sucinto que el del P. Fabres». En 1776 se elogia el Catecismo en
Aunque no siempre sucedió así, todo parece indicar que la instrucción lengua zapoteca, del dominico Leonardo Levanto, por su utilidad para uni-
prebautismal coincidía en términos generales con el aprendizaje de memo- formar la enseñanza de la doctrina en esa lengua mexicana.
ria y la comprensión del contenido de las cartillas, catecismos y doctrinas En la explicación detallada del cristianismo, al no tenerse que atener a
breves, mientras que la posbautismal abarcaba una explicación más detalla- textos concretos, los misioneros gozaron de mayor libertad de iniciativa.
da del cristianismo, la cual revistió dos formas: la propiamente catequética, Para dar facilidades a su labor, e incluso para que los nativos ya alfabetizados
tal como la reflejan las doctrinas o catecismos explicados, junto con los restan- profundizaran en sus conocimientos por medio de la lectura, dispusieron de
tes tratados de índole catequética, y la de carácter homilético o predicación. una especie de guías denominadas también doctrinas y catecismos ampliados,
Los catecismos, cartillas y doctrinas breves eran compendios de la doctrina así como explicaciones de la doctrina cristiana, pláticas doctrinales, etc., redacta-
cristiana redactados en la lengua propia de los indios, existentes en todas las das unas veces en español, otras en español y en la respectiva lengua indíge-
misiones, muchas veces impresos y destinados a ser aprendidos de memoria. na al mismo tiempo y, las menos, sólo en esta última. Su número no fue,
Su elaboración era tan cuidadosa, que frecuentemente es fácil encontrar en lógicamente, tan elevado como el de los anteriores, pero a cambio su conte-
ellos anotaciones donde el autor explica cómo se deben pronunciar determi- nido es mucho más amplio y variado, ya que cada autor adopta su propio
nadas palabras o por qué utiliza un término y no otro. orden de exposición; los criterios de amplitud son siempre distintos y la
En el siglo XVI las cartillas y doctrinas breves solían incluir las oraciones riqueza de pensamiento, así como los recursos utilizados para hacerlo más
principales (señal de la cruz, padrenuestro, avemaria, salve), artículos de la diáfano, varían mucho de unos a otros.
fe, preceptos del decálogo y de la Iglesia, sacramentos, obras de misericor- Complemento de estos manuales catequísticos eran las obras que versa-
dia, pecados y virtudes capitales, sentidos corporales, virtudes teologales, ban sobre puntos concretos del cristianismo, como los Confessionarios, los
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568 P.III. La Iglesia misional
Sermonarios (entre los q u e destaca el d e n o m i n a d o Tercero Catecismo de Lima,
d e 1583) y las explicaciones d e los sacramentos.
La catequesis p r o p i a m e n t e dicha se perfeccionaba con la predicación NOTA BIBLIOGRÁFICA
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MÉTODOS DE PERSUASIÓN
I. LA CAPTACIÓN DE LA BENEVOLENCIA
españoles de la antigua Tenochtitlan el temor a que los aztecas reaccionaran idolátricas, el hecho es que no siempre desaparecieron todas y que, por el
violentamente contra los destructores de sus dioses, temor corroborado por contrario, en ocasiones se eliminaron demasiadas.
la muerte de tres niños que colaboraron con los religiosos en esa tarea. No El historiador franciscano Jerónimo de Mendieta, que habla de la des-
fue el único caso que se dio, pero también es cierto que no abundan las trucción en un sentido total y absoluto, reconoce la subsistencia en la cúspi-
muertes de evangelizadores por esta causa. Lo corriente fue que los indios de de una pirámide de la ciudad de México de un enorme ídolo, cuya
no reaccionaran violentamente por una de estas cuatro razones principales magnitud desaconsejaba su derrocamiento. Por su parte, el segundo Conci-
o por todas ellas simultáneamente: porque no osaban atacar a aquellos ante lio de Lima reconocía en 1567-68 que todavía seguían incólumes en el Perú
quienes sus propios dioses se mostraban impotentes; porque la estupefac- muchos idolillos colocados en las bifurcaciones de los caminos, cuya destruc-
ción que les producía la destrucción les impedía reaccionar; por temor a la ción recomienda. Finalmente, el célebre etnólogo franciscano Bernardino
posible represalia de los españoles y (quizá lo más probable) porque los de Sahagún lamentaba, en la segunda parte del siglo XVI, que los religiosos
misioneros no dejaran de actuar con un mínimo de tacto y prudencia, es dejasen de destruir manifestaciones idolátricas que consideraban «boberías»
decir, sólo cuando las circunstancias les aconsejaran hacerlo. o «niñerías», cuando en realidad no lo eran.
De hecho, entre los obstáculos que los propios evangelizadores consig- En contrapartida, el misionólogo jesuíta José de Acosta se quejaba en
nan para suprimir las manifestaciones externas del paganismo no figuran Perú, a finales de la década de 1580, de que algunos misioneros destruyeran,
tanto la oposición de los idólatras cuanto la enorme cantidad de lugares y por creer erróneamente que eran idolátricas, representaciones pictóricas
objetos de culto que tenían que hacer desaparecer y la dificultad de atinar que, de hecho, carecían de significado religioso.
con todos ellos, pues muchos se encontraban en parajes poco menos que
inaccesibles o eran ocultados por sus adoradores. C) La extirpación desde 1550-1573 hasta 1824
La destrucción reunió una serie de notas comunes, las cuales pueden
En lo evangelizado tras la supresión de las conquistas armadas, es decir,
resumirse en que fue universal, sistemática, espectacular, despectiva, solem-
durante la mayor parte del período misional, y de los territorios cristianiza-
ne y sustitutiva.
dos hasta la independencia de las naciones americanas, la supresión de la
Universal, en el sentido de que, antes o después de haberse convertido idolatría adoptó un rumbo totalmente diverso del seguido hasta entonces.
los indígenas, la practicaron todos los misioneros conscientes de su deber en Las características del nuevo período fueron dos. En primer lugar, ya
todos los territorios a los que llegaban. Sistemática, en cuanto que la des- no se acostumbró a practicar la extirpación sin el previo consentimiento de
trucción abarcaba todas las manifestaciones idolátricas, salvo los templos los indígenas, quienes, todavía no sometidos políticamente, bastante hacían
mayores de los ídolos y las estatuillas que los indígenas guardaban en sus con permitir la presencia del misionero entre ellos, por lo que toda impru-
casas y que se negaban a entregar. Espectacular y despectiva, porque se dencia o precipitación podría resultar trágica. Además, el hecho de haber
destruía cada lugar u objeto idolátrico delante de los nativos, teatralmente y tenido que esperar para la extirpación hasta el momento en que los nativos
con desprecio, a fin de impresionar a los presentes, y en no pocas ocasiones estuvieran dispuestos a tolerarla, basados en el respeto que les merecía el
reuniendo en un lugar todos los objetos encontrados para prenderlos fuego misionero o en la desconfianza que hubieran comenzado a ofrecerles sus
irrisoria y públicamente. Solemne, porque a veces la destrucción se llevó a dioses, dio por resultado que fueran los propios indígenas los que espontá-
cabo tras la congregación de los indígenas en un lugar para que, acompa- neamente, o por indicación del respectivo evangelizador, procedieran a la
ñando al misionero, revestido de sobrepelliz, se dirigieran en procesión al destrucción de unos ídolos en los que ya habían dejado de creer.
punto donde se encontraban los adoratorios paganos, en los que se destro-
naba a los ídolos de sus pedestales. Sustitutiva, porque se tendió a sustituir La necesidad de contar con el previo consentimiento de los nativos para
estos adoratorios paganos por ermitas o simples cruces y a los ídolos por proceder a la extirpación de sus idolatrías la impuso el sistema de evangeliza-
imágenes cristianas, así como a convertir los templos en iglesias, aunque en ción imperante, salvo algunas excepciones, durante estos doscientos setenta
un segundo momento se desistió de esta práctica ante el peligro de que los años de acción misional. Ni el método de evangelización protegida, ni mu-
indígenas siguieran viendo en ellos una continuación del paganismo. cho menos el apostólico, evangélico o pacífico, garantizaban plenamente la
vida de los misioneros, por lo que éstos no podían exponerse a la posible
Los mismos misioneros, o sus historiadores, llevados de una comprensi- irritación generalizada de los infieles si se precipitaban en la supresión de las
ble tendencia a la hipérbole para resaltar lo que consideraban una hazaña o manifestaciones del paganismo. •
una labor especialmente meritoria, nos dicen haber destruido «infinitos»
Además de este motivo, también influyó la persuasión de que por razo-
ídolos o «innumerables huacas», de manera que a mediados del siglo xvi no
nes de metodología misional no convenía destruir la idolatría hasta que los
quedaba en Nueva España o el Perú vestigio ninguno de idolatría pública.
nativos estuvieran más o menos cristianizados; es un punto imposible de
Se trata, sin embargo, de afirmaciones que hay que matizar. Sin menos- afirmar o de negar, ya que no hay datos que lo corroboren en ningún
cabo de la tendencia general a la supresión de todas las manifestaciones sentido. Dado el concepto que tenían del paganismo, quizá sea lo más
584 P.III. La Iglesia misional C.31. Métodos de persuasión 585
probable opinar que los evangelizadores hubieran procedido con cierta hubiera obrado mal en conciencia (y no faltan algunos reproches en este
rapidez a la destrucción si hubieran estado seguros de su impunidad. sentido) si antes o después, siguiendo un sistema u otro, no hubiera procedi-
El consentimiento de los indígenas, y con mucha mayor razón su perso- do a la extirpación, porque en este supuesto no hubiera cumplido con el
nal labor extirpadora, solía sobrevenir en el momento en que comenzaban a deber que a él mismo y a todos sus contemporáneos creían incumbirles.
persuadirse, o estaban ya plenamente convencidos, de la falsedad de sus 2) Aspecto humano de los indígenas. Desde este punto de vista, la
ídolos. Son precisamente los misioneros o sus historiadores quienes estable- extirpación puede criticarse por el peligro que encerraba de herir los senti-
cen la secuencia conversión-destrucción, presentando la segunda como mientos religiosos de los nativos o de atentar contra su derecho de pro-
efecto de la primera. piedad.
Esta circunstancia, más el hecho de que el avance geográfico de la En cuanto a lo primero, hemos visto anteriormente que esta crítica ya se
evangelización durante este prolongado período fue relativamente lento, dio también entonces, pero es necesario puntualizar que sólo tuvo, y que
convierten a la supresión de la idolatría en una labor que territorialmente se sigue teniendo, validez para lo evangelizado desde 1525 hasta 1550-1573,
fue poniendo en práctica de una manera paulatina, conforme avanzaba la aproximadamente, y sólo en aquellos casos en los que la destrucción se llevó
labor misional y conforme se iban con virtiendo los nativos. a cabo contra la voluntad de los nativos. Fuera de estos casos y de ese
Por su parte, las características religiosas de las tribus evangelizadas período no se violentó la voluntad de los indígenas ni se despreciaron sus
durante esta etapa le hicieron perder a la destrucción algunas de las caracte- sentimientos religiosos, porque no se procedió a la extirpación hasta el
rísticas propias del período comprendido entre 1525 y 1550-1573. Como es momento en que los nativos estuvieron dispuestos a tolerarla, si ya no es que
lógico, siguió siendo universal y sistemática, pero dejó de ser espectacular, ellos mismos eran incluso partidarios de la misma.
despectiva, solemne y sustitutiva, porque tratándose de sistemas religiosos Asimismo, dentro del período 1525 a 1550-1573, y sólo en los casos en
fetichistas o animistas, como eran los de estos pueblos, en muchos de ellos que se procedió contra la voluntad de los indios, la ya aludida conculcación
no existían templos ni ídolos propiamente dichos, sino simples lugares, del derecho de propiedad sobre sus manifestaciones paganas fue un plantea-
elementos y objetos de la naturaleza (árboles, ríos, montes, piedras, etc.) miento que no encontró eco, porque se consideró que la previa anexión
considerados sagrados, pero no susceptibles de destrucción. política del territorio, considerada lícita, traspasó este derecho a la Corona
española y porque se opinaba además que ese derecho indígena no existía en
D) Una apreciación de la extirpación realidad, por tratarse de la posesión de bienes en sí mismos ilícitos.
La conducta de los misioneros americanos en cuanto a extirpar la En esos mismos casos, y desde este punto de vista, la conducta de los
idolatría no representó en su momento ninguna acción inédita hasta enton- misioneros americanos es inadmisible para nuestra sensibilidad actual. Su
ces en la historia de la humanidad por lo que se refiere al comportamiento comportamiento se explica porque la mentalidad entonces predominante
de unos pueblos con otros en el terreno de lo religioso; se desarrolló en unas no era la de ahora, ni en España ni fuera de ella, de modo que los evangeliza-
circunstancias político-religiosas muy frecuentes, asimismo, en la historia de dores no podían parar mientes en algo entonces inexistente, tanto más que
las religiones; pero constituye al mismo tiempo una actuación prácticamente actuaban de ese modo para hacer un bien a los nativos que se proponían
única en la historia de las misiones católicas y, en determinados aspectos, evangelizar, aun cuando éstos no se percataran de ello. Lo sorprendente
inconcebible en el modo actual de evangelizar. hubiera sido la práctica, sólo por razones de humanidad, de una delicadeza
que no era virtud precisamente de esa época, a pesar de lo cual no dejaron
Para enjuiciarla debidamente hay que distinguir en ella cuatro vertien-
tampoco de pensar en ello.
tes fundamentales: la personal del misionero, la humana desde el punto de
vista de los indígenas, la misionológica y la cultural. 3) Punto de vista misionológico. Misionológicamente hablando, la ex-
1) Punto de vista personal del misionero. Teniendo en cuenta su ya tirpación de la idolatría no es susceptible de juicio suficientemente fundado,
aludido concepto del paganismo y las razones en que basó su conducta, la por carencia de datos, durante la etapa comprendida entre 1493 y 1525; no
extirpación era para el misionero obligatoria; persuasión compartida por la tiene nada que objetar durante el largo período que corre entre 1550-1573
opinión común de entonces, razón esta última por la que, además, se la y 1824, y exige una distinción en lo que se refiere a la etapa enmarcada entre
prescribían las leyes eclesiásticas y civiles. De hecho, la duda que llegaron a 1525 y 1550-1573.
plantearse algunos teóricos de la acción misional sobre la posible ilicitud de Cuando la extirpación se llevó a la práctica con el consentimiento de los
la extirpación, por una parte, se restringió al caso de que la destrucción se indígenas, y mucho más si se hizo con su colaboración o la realizaron ellos
llevara a cabo contra la voluntad de los nativos, y, por otra, no parece haber personalmente, misionológicamente no tiene nada de criticable. Aún más,
sobrepasado el marco de muy pocos pensadores, que planteaban el proble- hubiera sido ineludible aun cuando los misioneros no se hubieran preocupa-
ma basados en la posible propiedad pública por los nativos de sus manifesta- do de ella, porque los propios nativos, una vez convertidos al cristianismo,
ciones paganas. hubieran procedido a la destrucción de sus antiguas manifestaciones paga-
En virtud de ello, y desde este punto de vista, el misionero americano nas, como de hecho lo hicieron en más de una ocasión.
586 P.III. La Iglesia misional C.31. Métodos de persuasión 587
En cambio, puede ser objeto de discusión cuando la eliminación física necesitaban mayor demostración: tal o cual punto era verdadero porque lo
de los ídolos y lugares sagrados se hizo contra la voluntad de sus adoradores decía la Sagrada Escritura, lo enseñaba la Iglesia, lo habían admitido como
o sin estar éstos todavía dispuestos a convertirse. En estos casos seguía tal los santos o lo creían los propios cristianos.
manteniendo intacto su poder de convicción para los indígenas, porque Las comparaciones para aclarar conceptos eran, en cambio, numerosas
mostraba la falsedad de los ídolos. Pero presenta el problema de hasta qué y rebosantes de ingenio. Así, por ejemplo, la resurrección era similar al
punto era correcto que los misioneros utilizaran un argumento en el que despertar de ciertas aves tras el período de hibernación; la persona humana
seguramente ellos mismos no creían, y, además, ofrece el inconveniente de está compuesta de alma y cuerpo, a la manera como un cirio consta de pabilo
que la destrucción podía irritar a los indígenas y con ello dificultar su y cera; los sacramentos son en el plano espiritual lo que las medicinas en el
cristianización o poner en peligro la vida de los misioneros. corporal; Jesucristo dejó intacta al nacer la virginidad de su madre, del
El hecho, sin embargo, de que en la práctica no se materializara ningu- mismo modo que el sol deja intacto el cristal que atraviesa y nosotros
na de estas posibilidades, fuera de casos aislados, induce a opinar que dejamos intacto un cristal cuando miramos a través de él o el agua cuando
misionológicamente los evangelizadores americanos actuaron con acierto, miramos lo que hay en su fondo.
perfectos conocedores de las reacciones de los nativos. Ya en el terreno de los argumentos caseros y materiales de los que habla
4) El aspecto cultural de la destrucción se abordará al hablar de la Iglesia Gumilla, sorprende el que, a finales del siglo XVIII, aducía el franciscano
y las culturas indígenas. Juan de Santa Gertrudis ante los indígenas del Caquetá-Putumayo para
demostrarles la necesidad de la monogamia. Al argumento de los nativos de
V. LA DEMOSTRACIÓN DIRECTA DEL CRISTIANISMO que los gallos tenían muchas gallinas y los cerdos muchas cerdas, él replicaba
-según confesión propia- que los loros, los guacamayos, los pauquíes y los
En 1783 aseveraba el franciscano Pedro José de Parras, ex misionero en caramares sólo tenían una hembra, lo mismo que los tigres, los leones, los
Argentina, que «no es menester una predicación metódica para las conver- osos, etc.
siones. Todo sermón estudiado será inútil». Con esta frase no hacía más que Refiriéndose a este mismo punto de las objeciones, los misioneros nos
establecer una norma que en realidad venía a reflejar una práctica, porque dicen, por una parte, que no convenía que el propio evangelizador las
todo indica que, fuera de las homilías, el misionero americano, más que suscitase, a fin de no infundir dudas en los oyentes, y por otra, que estos
predicar, lo que hacía era dialogar con los nativos. últimos hacían pocas y ninguna con profundidad, por no estar capacitados
Respecto de este diálogo, el jesuíta José Gumilla afirmaría, en 1741, para ello. Más que objeciones serias, los nativos solían plantear preguntas
que los nativos del Orinoco, «como no tienen capacidad para penetrar el infantiles, ante las cuales los evangelizadores tenían por norma responder,
nervio de una razón urgente, les hace fuerza y se convencen de un argumen- pero tratando de no demostrar nada, sino de hacer más comprensible su
to casero y material». pensamiento o de refutarlas con ejemplos contrarios.
Aunque Gumilla se refiere exclusivamente a los indígenas del Orinoco Durante todo el tiempo de la evangelización americana predominó la
medio, a los que en general presenta con una capacidad de penetración persuasión de que los nativos apenas si tenían objeciones de índole intelec-
intelectual especialmente obtusa, de hecho no hace tampoco más que for- tual que oponer al cristianismo, por lo que, más que largos raciocinios o
mular con carácter de norma lo que se hacía en la práctica desde el comienzo profundas argumentaciones, lo que necesitaban era una explicación lo más
mismo de la evangelización americana. diáfana posible. La convicción estaba en una relación directa con la com-
Para demostrar la verdad del cristianismo, los misioneros no recurrie- prensión.
ron nunca -como lo indican las Doctrinas o manuales de predicación- a
grandes argumentos filosóficos o teológicos, porque sabían que los indíge-
nas no los necesitaban ni los hubieran comprendido. Su argumentación se VI. MÉTODOS DE AUTORIDAD
basó en la afirmación tajante y reiterada, en la presentación de algunas
pruebas de autoridad, en la aclaración de conceptos mediante comparacio- Conscientes de que una religión como la cristiana hubiera sido (y de
nes sencillas y en la respuesta a las escasas e infantiles objeciones que les hecho lo fue más de una vez) objeto de irrisión y desprecio para los nativos
presentasen los oyentes. Como en tantas otras cosas, también en este punto por su carácter de aparente debilidad, y sabedores también de que los
adoptaron la postura del maestro que explica una lección a los niños, segu- indígenas no aceptarían aquello que no estimaban, cuantos desde el siglo XV
ros de que los indígenas no necesitaban tanto de pruebas apodícticas e al xix se preocuparon por la cristianización de América pusieron un énfasis
irrefutables cuanto de claridad de conceptos y de rotundidad en las asevera- especial en conseguir que los infieles profesasen la máxima estima tanto a los
ciones. evangelizadores como a su religión.
Las pruebas propiamente dichas eran más bien escasas y consistían, en Para suscitar el aprecio hacia esta última, en América se rodeó al cristia-
último término, en razones de autoridad, que, en el caso de los nativos, no nismo de una característica aureola de solemnidad.
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En su primer contacto con los indígenas, el misionero y sus acompañan-
VIL MÉTODOS VERTICALES
tes solían plantar solemnemente la cruz y adorarla o celebrar misa al son de
arcabuces. Todas las nuevas reducciones o poblados se inauguraban con una Denominamos verticales a los métodos de persuasión consistentes en
solemnísima ceremonia religiosa, organizada también en derredor de la valerse de la autoridad y prestigio de las altas capas de la sociedad indígena
cruz. La capilla, por ser la casa de Dios, fue siempre el primero y mejor para provocar la conversión al cristianismo de los restantes miembros de esa
edificio de la aldea. A los ornamentos y utensilios de culto, y hasta a las misma sociedad, es decir, del común de los nativos.
campanas, se les concedió tanta importancia, que muchas veces fue la Coro- En América, los representantes típicos de la autoridad y los poseedores
na misma la que corrió con ese gasto. La catequesis, más que una clase de de prestigio eran los caciques, curacas, mandones o jefes de tribu, cuyas
religión, era un acto religioso rodeado de la máxima solemnidad, en el que palabras y conducta seguían ciegamente sus subordinados. Apercibidos de
la doctrina no se enseñaba, sino que se «rezaba» o cantaba. El misionero ello desde el primer momento, cuantos estuvieron interesados en la empresa
explicaba «algo que los indios nunca habían visto ni oído». En la celebración misional procuraron extraer de este hecho sus inmensas posibilidades, pro-
de la misa, en la administración de los sacramentos y en la conmemoración curando, antes de nada, que fueran los caciques quienes se convirtieran.
de las festividades religiosas se procuraba desplegar al máximo, incluso en Se trata de una conducta tan común y generalizada, que no admite ni
las aldeas más apartadas, los múltiples y variadísimos recursos de la liturgia una sola excepción de tipo cronológico o geográfico, y tan sencilla al mismo
cristiana. tiempo, que, so pena de incurrir en un pintoresco anecdotario, lo único que
Por su parte, la autoridad del misionero se fomentó asimismo mediante se puede decir de ella es que consistió en ganarse ante todo a esos caciques
los más variados recursos. o los jefes de la respectiva tribu, comenzando por respetar su autoridad,
Los conquistadores y encomenderos en el siglo XVI, los militares explo- siguiendo por granjearse su amistad tratándolos con especial afecto y defe-
radores o destinados en las misiones durante los siglos XVII y XVIII, así como rencia y terminando por prestarle una atención especial a su cristianización.
los simples pobladores de todos los tiempos, tenían orden (y normalmente la Para asegurar que esta influencia subsistiese posteriormente se procuró
cumplían) de rodear al misionero de las muestras del máximo respeto. Este al mismo tiempo que los hijos de los caciques, futuros herederos de sus
último se hacía besar la mano por parte de los colonos y de los indios al padres, recibiesen una educación especial en los colegios especialmente
practicar el saludo y al comenzar o terminar la catequesis. Ante los indígenas fundados para ellos.
se presentaba como el enviado de un «muy grande Señor» (Dios) que lo había Estos colegios comenzaron ya en España con anterioridad a 1509, por
llevado a América desde «muy lejanas tierras». El compañero que llegaba por obra de los franciscanos, y pasaron al continente con la propia evangeliza-
primera vez para ayudarle era presentado ante los nativos besándole las ción. La época de su mayor esplendor coincidió con el período de tiempo
manos arrodillado. Prescindiendo de todo rubor o de toda falsa modestia, comprendido entre 1530 y 1570 aproximadamente, que fue también el de
no tenía inconveniente en decir a los indígenas que él era más sabio que sus mayor empuje misional. Posteriormente, la institución comenzó a languide-
hechiceros y antepasados. cer, porque los territorios abordados desde la segunda mitad del siglo XVI no
Estos y similares recursos externos, generadores de autoridad, estuvie- presentaban una sociedad tan estructurada jerárquicamente como los ante-
ron acompañados de un sinfín de preceptos en los que se ordenaba a los riores, no disponían del suficiente número de caciques como para, a base de
evangelizadores que, para ganar o conservar el prestigio ante los nativos, ellos, poder levantar colegios especiales, ni las posibilidades misionales eran
practicasen determinada conducta o evitasen ciertos actos. Entre estos pre- las mismas que anteriormente por razón del terreno.
ceptos, son especialmente numerosos y tajantes los que les ordenaban que En la actualidad, esta preferencia especial dispensada a los caciques y a
observasen la máxima austeridad de vida, que no infundiesen la más leve sus hijos puede interpretarse como discriminación, pero cabe advertir que
sospecha en materia de castidad, que se mostrasen desprendidos en cuestión no se practicaba por prejuicios sociales, sino copiando a veces costumbres
de dinero, que se abstuviesen del juego y del ejercicio del comercio y que no indígenas prehispánicas, por razones de eficacia misional y acoplándose a
dejasen traslucir el menor síntoma de codicia. una época en la que la deferencia a la nobleza era preceptiva.
Como medidas de precaución, la Corona española y las Ordenes religio-
sas no permitían el paso a América de religiosos que no ofreciesen garantías
morales, y ordenaban la expulsión de quienes en el Nuevo Mundo se hubie- VIII. MÉTODOS CAPILARES O DE CONTACTO
ran desviado.
Naturalmente, no todos los misioneros fueron ejemplares, pero sí pue- En contraposición con los métodos verticales, los de contacto o capila-
de decirse que la tónica de su comportamiento fue superior a la media. El res consistieron en utilizar la influencia de los simples cristianos para la
hecho mismo de ofrecerse voluntariamente para las misiones era ya por sí un cristianización de los simples gentiles, situándonos por lo mismo al nivel de
signo de selección. las personas corrientes, integradas en este caso por los españoles, los criollos
y los nativos.
La influencia de los dos primeros para la conversión de los últimos fue
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u n a posibilidad e n la q u e la C o r o n a española creyó hasta 1 5 3 5 , é p o c a sus hijos... les van a b r i e n d o los ojos p a r a q u e vean c u á n t o mejor es la vida
d u r a n t e la cual f o m e n t ó ese c o n t a c t o m u t u o , o r d e n a n d o q u e u n o s y o t r o s civil q u e aquella suya tosca y silvestre, y van c o b r a n d o a m o r a la n u e v a
convivieran e n los mismos poblados. Sin e m b a r g o , la experiencia t e r m i n ó población y a la religión cristiana q u e tan b u e n a s enseñanzas trae consigo».
p o r convencerla d e q u e ese c o n t a c t o e r a e n realidad nocivo, p o r lo q u e e n P o r su p a r t e , los franciscanos d e Nueva E s p a ñ a n o se cansan d e elogiar en el
dicha fecha l o p r o h i b i ó , hasta q u e e n 1 6 8 1 volvió a autorizarlo d e n u e v o . siglo XVI la l a b o r misional realizada p o r los niños y j ó v e n e s indígenas.
E n t r e los misioneros h u b o siempre división d e opiniones al r e s p e c t o , Este último p u n t o se a b o r d a con más detalle al hablar d e los artífices d e
a u n q u e c o n p r e d o m i n i o , hasta finales del siglo XVII y comienzos del XVIII, d e la evangelización, mientras q u e la educación cristiana d e la infancia se trata
la q u e consideraba a los españoles y criollos más bien perjudiciales q u e en el capítulo titulado Primero hombres, luego cristianos, p o r p e r t e n e c e r más a
favorecedores d e la cristianización d e los indios, p o r q u e su c o n d u c t a - s e g ú n la transformación d e la sociedad indígena q u e a los m é t o d o s d e persuasión,
e l l o s - n o solía servir d e ejemplo p a r a los infieles. de los q u e n o f o r m a n más q u e u n c o m p l e m e n t o .
H a b l a n d o e n general, la separación d e u n o s y o t r o s n u n c a fue total,
p e r o d e h e c h o , c o n posterioridad al siglo XVI, los blancos n o se p o d í a n
establecer e n los p o b l a d o s d e los indios (por razones d e subsistencia) hasta NOTA BIBLIOGRÁFICA
b i e n s u p e r a d o ya el p e r í o d o d e la conversión. Esta circunstancia, más el
h e c h o d e q u e d u r a n t e el siglo XVI la convivencia d e u n o s y o t r o s sólo se d a b a Véase la bibliografía correspondiente al capítulo 26.
e n los centros u r b a n o s d e alguna importancia, r e d u c e al mínimo la influen- Monografías específicas
cia d e los españoles y criollos e n los nativos d u r a n t e el p e r í o d o d e la evangeli- P. BORGES, Métodos misionales en la cristianización de América. Siglo XVI (Madrid,
zación. 1960); R. NEBEL, Altmexikanische Religión und christliche Heilsbotschaft (Immensee,
En c u a n t o a la influencia d e los indígenas e n t r e sí, y d e j a n d o a p a r t e los 1983).
casos e n q u e los p r o p i o s misioneros se valieron d e nativos c o m o p e r s o n a l
Extirpación de la idolatría
auxiliar p a r a la conversión d e o t r o s indígenas, es m u y p o c o lo q u e sabemos
A. ACOSTA RODRÍGUEZ, «LOS doctrineros y la extirpación de la religión indígena
d e la labor d e proselitismo q u e los indios ya convertidos ejercían sobre los
en el arzobispado de Lima»: Jahrbuch fúr Geschichte von Staat, Wirtschaft und Gesells-
q u e a ú n p e r m a n e c í a n e n la infidelidad. chaft Lateinamerikas 19 (Kóln-Wien, 1982), 69-109; C. BAYLE, «Los clérigos y la
En cambio son más a b u n d a n t e s los datos en sentido c o n t r a r i o , referen- extirpación de la idolatría entre los neófitos americanos»: Missionalia Hispánica 3
tes a la actuación anticristiana d e los todavía gentiles o d e los apóstatas, los (Madrid, 1946), 53-98; P. BORGES, «La extirpación de la idolatría como método
cuales a veces disuadían d e la práctica d e la religión a los ya cristianos o se misional»: Ibt'd., 47 (1957), 193-270; J. BOTERO RESTREPO, «La idolatría y su extirpa-
ción en la Nueva Granada»: Revista de la Academia Colombiana de Historia Eclesiástica
m o f a b a n del cristianismo. P a r a evitar esta labor d e destrucción, los domini- 21-22 (Medellín, 1971), 60-71; J. G. DURAN, «La refutación de la idolatría incaica en
cos d e G u a t e m a l a , e n 1 5 6 4 , y los franciscanos d e la Florida, a finales del el Sermonario del tercer Concilio provincial de Lima (1585)»: Teología 20 (Buenos
siglo XVI, a p a r t a b a n a los idólatras o apóstatas d e los nuevos cristianos, Aires, 1983), 99-176; P. DuviOLS, La destrucción de las religiones andinas (conquista y
práctica q u e n u n c a p u d o ser general d e b i d o al sistema d e reducciones o colonia), trad. (México, 1977); R. M. MARTÍNEZ DE CODES, «La reglamentación sobre
idolatría en la legislación conciliar límense del siglo xvi», en J. I. SARANYANA y otros,
congregación d e los nativos e n p o b l a d o s ; el g o b e r n a d o r d e Yucatán, e n Evangelización y teología en América (siglo xvi) 1 (Pamplona, 1990), 523-540; C. E.
1552, y el s e g u n d o Concilio d e Lima, e n 1 5 6 7 , o r d e n a r o n q u e se castigará MESA, «La idolatría y su extirpación en el Nuevo Reino de Granada»: Missionalia
d e b i d a m e n t e a los p r i m e r o s ; mientras q u e los capuchinos d e la misión vene- Hispánica 30 (Madrid, 1973), 225-252; J. L. MORA MÉRIDA, «Reflexiones históricas
zolana d e Los Llanos, e n 1 6 9 6 - 1 7 0 2 , y el franciscano R a m ó n B u e n o , mi- acerca del problema idolátrico hispanoamericano en el siglo xvi», en SARANYANA,
Evangelización 1 (Pamplona, 1990), 689-698.
sionero también e n Venezuela, e n 1 8 0 0 , o p t a b a n p o r la separación d e los
niños r e s p e c t o d e los adultos p a r a q u e éstos n o los iniciaran e n las malas
Demostración del cristianismo
costumbres.
J. B. OLAECHEA, «El problema teológico sobre la enseñanza de los misterios de la
fe a los neoconversos americanos»: Revista Española de Teología 36 (Madrid, 1976),
287-299.
IX. MÉTODOS DE EDUCACIÓN
Métodos de contacto
Aunque no enfocado desde el punto de vista misional, véase M. MORNER, La
C o m o c o m p l e m e n t o d e t o d o s los sistemas anteriores, los evangelizado- Corona española y los foráneos en los pueblos de indios de América (Estocolmo, 1970).
res americanos r e c u r r i e r o n también al d e e d u c a r a los niños e n el cristianis-
m o p a r a d e esta m a n e r a influir e n sus p a d r e s y, sobre t o d o , a s e g u r a r el
f u t u r o cristiano del territorio.
C o m o decía el j e s u í t a J o s é Gumilla e n 1 7 4 1 , refiriéndose a los nativos
del O r i n o c o m e d i o , «la b u e n a crianza q u e los ministros del Evangelio d a n a
Hieímtin A» la írrlttin
CAPÍTULO 32
hermano Antón, a manos de otro cacique. Ambos pertenecían a la familia preceptuados en 1509 y 1512, dieron por fruto la inserción de la población
del cacique Guanaocónobel, de la que abrazaron el cristianismo las dieciséis en el cristianismo, al parecer, de una manera lenta. De hecho, a partir de
o diecisiete personas que la constituían. 1515-1520, aproximadamente, ya no se vuelve a hablar de las Antillas como
de un archipiélago en curso de evangelización, por considerar a la más o
El hecho de que transcurrieran tres años (desde 1493, fecha de la
menos numerosa población indígena ya insertada en el cristianismo.
llegada de la primera expedición misionera a la Española, hasta 1496, fecha
de la administración del primer bautismo americano) parece indicar que el
B) En la América nuclear (1523-1573)
ritmo de las conversiones en este momento inicial de la evangelización fue
más bien lento. Aún más: el propio Ramón Pane se nos presenta tratando de A diferencia de lo que ocurre con la primera etapa, la documentación
convertir pacientemente al cacique Guarionex, sin que lo consiguiera des- existente sobre la evangelización de la América nuclear es abundantísima.
pués de dos años continuos de labor. En esta segunda etapa la respuesta cristiana del indio se nos presenta como
En un segundo momento los franciscanos Juan de la Deule o Bermejo, multitudinaria, en un proceso de afluencia masiva de los indígenas al cristia-
Juan Tisín o Cosín y Juan de Robles nos hablan de la buena disposición de nismo que deja de ser tal hacia 1573, como lo indica el ritmo de los bautis-
los nativos hacia el cristianismo y del bautismo de «más de dos mil ánimas», mos administrados en cada territorio misional.
o de que «se baptizaron más de tres mil ánimas» en sólo la primera quincena En este punto son espectaculares las cifras proporcionadas por los
de octubre de 1500. En este caso se trata de un proceso de conversión muy franciscanos del México central. En 1532 y 1533 se afirma que cada uno de
rápido si esos bautizados fueron convertidos por los mismos franciscanos ellos había bautizado a más de cien mil personas, afluencia que en 1544 se
que nos hablan de él o (lo que parece más probable) por el propio Ramón describe gráficamente diciendo que los indígenas acudían al sacramento «a
Pane y los franciscanos De la Deule y Tisín durante el tiempo que permane- banderas desplegadas», sin que los religiosos pudieran dar abasto a tantos
cieron en la Española tras su llegada en 1493. En cambio, el proceso aparece nativos como se convertían.
mucho más moderado si es que en la Española permanecieron más religiosos Fray Juan de Zumárraga, entonces obispo de México, afirma en 1531
entre 1593 y 1500. que sólo los franciscanos habían «baptizado más de un millón de personas».
A partir de este momento surge toda una serie de contradicciones sobre Fray Toribio Paredes de Benavente (Motolinía), que asegura hablar de cifras
este punto. Bartolomé de las Casas nos presenta una situación desoladora, exactas, proporciona la cantidad de más de cuatro millones de nativos bauti-
en el sentido de que, salvo los dominicos llegados en 1510, nadie se preocu- zados para 1536, balance que en 1609 se eleva a dieciséis millones de
paba de la evangelización de los nativos. La Corona aparece en 1509 y 1512 bautizados en toda Nueva España sólo por los franciscanos.
ordenando que los encomenderos encargaran a alguien que adoctrinara Por lo que se refiere a los dominicos, en 1569 aseguran que los indios
diariamente a los indios, aunque ella misma reconoce en 1511 la convenien- desde el primer momento «comenzaron a tropel a bautizarse innumerables
cia de que en Puerto Rico «se debe tener mucho cuidado en ordenar las dellos», dato que recoge un historiador a finales de la centuria para consig-
cosas de manera que sean mejor doctrinados los indios de aquella isla que lo nar la afirmación de que «se iban convirtiendo provincias enteras de más de
han sido los de ésa en nuestra santa fe católica». veinte mil y cincuenta mil indios».
Por su parte, los reformadores de la Orden de San Jerónimo enviados En América Central, del mercedario Francisco de Bobadilla se nos
a la Española por el cardenal Cisneros en 1516 ordenaron en esta misma asegura que entre 1538 y 1539 bautizó en sólo seis meses a 52.558 personas.
fecha que en cada estancia hubiera un clérigo que enseñara la doctrina En Perú, una vez superada la etapa de las guerras civiles, se repitió el
cristiana a los nativos. proceso de Nueva España, aunque en proporción algo más atenuada. El
Por añadidura, resulta difícil pensar que los religiosos que se dirigieron virrey de Lima calculaba en 1565 que para entonces se habían bautizado
a las Antillas a partir de 1509 se olvidaran al llegar allí de su objetivo unos 300.000 adultos, de manera que prácticamente lo estaban todos los de
evangelizados De la misma manera que no concuerda con la visión lascasia- la región. En la visita al virreinato ordenada por don Francisco de Toledo
na el hecho de que en 1511 se nos hable de «los muchos indios que allí hacia 1580, los visitadores pudieron comprobar que en la mayoría de las
(Puerto Rico) se han convertido a nuestra santa fe católica», ni con la provincias sólo quedaban sin bautizar «algunos dellos». A comienzos del
afirmación de que en 1512 un franciscano y dos dominicos hubiesen conver- siglo XVII se consideraban totalmente cristianizadas las provincias situadas
tido en Cuba a «algunos indios», estampada por el propio Bartolomé de las entre el Pacífico y los Andes. Como en Nueva España, en 1565 se habla
Casas. también de religiosos que en un solo día habían bautizado a más de diez mil
Dejando para más adelante la cuestión de la vivencia del cristianismo indígenas. El mercedario Diego de Porres afirma de sí mismo que en nueve
por los indígenas antillanos, la impresión que se deduce de la documenta- años bautizó a más de 15.000 nativos.
ción contradictoria referente a esta primera etapa es que la predicación de Independientemente de la mayor o menor exactitud de estas y otras
los religiosos a los adultos, la educación de los niños en los colegios y la muchas cifras de indios convertidos que se nos proporcionan sobre la Amé-
mayor o menor labor, aunque indudablemente deficiente, de los doctrineros rica nuclear, la impresión que se deduce de los abundantísimos testimonios
596 P.III. La Iglesia misional C.32. La nueva cristiandad indiana 597
existentes al respecto es que, transcurrido un período inicial de resistencia, tino cambio de religión operaron tres factores fundamentales, que parecen
que en México, por ejemplo, duró cinco años, los indios acudieron multitu- haber sido el estrepitoso derrumbamiento de las creencias religiosas paga-
dinariamente al bautismo, de manera que a los pocos años de iniciada la nas de los indios, la fe en su comportamiento y en sus palabras que supieron
evangelización de un territorio solamente quedaban en él sin convertir granjearse los evangelizadores, y la acertada utilización por éstos de los
pequeños sectores de población, como los ancianos o las tribus que por resortes (métodos de persuasión) más adecuados para provocar la conver-
diversas circunstancias permanecían al margen de la acción misional. sión sobre todo de los caciques, quienes arrastraban consigo a sus subordi-
Este paso multitudinario de los indios al cristianismo recuerda los cam- nados.
bios colectivos de religión protagonizados por pueblos enteros que jalonan Se trata de otros tantos motivos de credibilidad de los que, volviendo de
la historia de las religiones y de la que este fenómeno de la América nuclear nuevo a la teología, se diría que se valió la gracia divina para inducir a los
es, de momento, el último ejemplo. Además, y sintomáticamente, esta indígenas a convertirse.
afluencia de los indios al bautismo «a banderas desplegadas» o «en tropel»
coincide con el repentino derrumbamiento político, social, económico y C) En la América marginal (1573-1824)
religioso del mundo indígena prehispánico y parece confirmar la frase del
Desde 1573 en adelante, es decir, a lo largo de los doscientos cincuenta
cronista Francisco López de Gomara de que los españoles, en este caso los
y un años que corrieron hasta 1824, el ritmo de la cristianización fue mucho
misioneros, «convirtieron a cuantos conquistaron».
más lento que durante la etapa anterior, porque también lo fue la expansión
Semejante comportamiento de los nativos hace concebir la sospecha de evangelizadora y los misioneros actuaron premeditadamente con mayor
que en todo esto sucedió algo extraño. O, dicho de otra manera, plantea la lentitud. Sin embargo, se dio, asimismo, el fenómeno de que los misioneros
pregunta de si en realidad los indígenas americanos se bautizaban porque terminaron por convertir, tarde o temprano, a la práctica totalidad de
creían de veras en un cristianismo que sólo acababan de conocer o si única- cuantos indígenas congregaron en poblados, es decir, a cuantos evangeliza-
mente se limitaban a dar gusto a los nuevos dueños del territorio, sin ron, de manera que el número de conversiones terminó coincidiendo, antes
atribuirle demasiada importancia a un rito en el que no creían o al que o después, con el número de los nativos reducidos.
consideraban uno más dentro de su politeísmo. He aquí algunas muestras al respecto, tomadas por sus autores de los
Dando por sentado, como los mismos evangelizadores lo reconocen, registros parroquiales.
que hubo de hecho bautismos que no se debieron administrar pero que en En la misión de Tarahumara (México), los jesuítas no bautizaron desde
realidad tampoco modifican la perspectiva general, las precauciones adopta- su llegada en 1613 hasta 1682 más que a 8.000 indígenas, al promedio de 43
das para su administración por esos mismos misioneros son un signo de que por año. En Talamanca (Costa Rica), los franciscanos bautizaron a 1.650
éstos estaban sobre aviso. Por otra parte, su sentido de la responsabilidad nativos entre 1697 y 1699, quedando en la última fecha más de dos mil sin
constituye garantía suficiente para desechar toda sospecha de que en gene- bautizar. En Píritu (Venezuela), los franciscanos bautizaron entre 1656 y
ral actuaran frivolamente en un asunto que para ellos era de la máxima 1755 a algo más de 58.000, a un promedio de 580 por año. Los capuchinos
seriedad (la controversia surgida en México acerca del bautismo no se refie- de Cumaná (Venezuela) bautizaron a 40.109 entre 1660 y 1780 (promedio,
re a la sinceridad de la conversión, sino al grado de conocimiento más 345 por año), o, según otro cálculo, a 52.864 (promedio, 455 por año). En
adecuado para la administración del sacramento). Por lo mismo, y so pena Guayana, estos mismos capuchinos bautizaron a 22.722 entre 1724 y 1773,
de achacar a los misioneros una inconsciencia o una ceguera en manera al promedio de 463 por año. En California, los franciscanos no bautizaron
alguna presumibles en ellos como tónica general, hay que compartir con en la reducción de Monterrey, a lo largo de 1778, más que a 57 personas, de
ellos la seguridad de que los indios actuaban sinceramente. ellas 23 adultos y los restantes párvulos, lo que no era obstáculo para que
Esto no quiere decir que los indígenas tuvieran una idea perfectamente fray Junípero Serra opinara que «la conquista espiritual camina próspera-
clara del cristianismo. Los propios evangelizadores (en su mayor parte fran- mente, gracias a Dios, aunque sea con más lento paso del que quisiéramos».
ciscanos), que afirman haber administrado bautismos por millares, añaden En su reducción paraguaya de San Francisco de Paula, de Huaylas, los
que la profundización en el cristianismo la aplazaban para más adelante, dominicos sólo habían bautizado en 1784, después de diez años de evangeli-
pues de momento bastaba con que los nativos creyesen en lo esencial de la zación, a 273 párvulos y 14 adultos, de un total de 600 habitantes.
nueva religión y recibieran una gracia bautismal que les ayudaría a compren-* Estos datos sobre California y Paraguay son especialmente valiosos
der mejor y a practicar el sistema religioso en el que se habían insertado. porque distinguen expresamente entre bautismos de adultos y bautismos de
Interpretando esta reacción o conducta indígena desde un ángulo pro- párvulos. Las restantes estadísticas aducidas no establecen esta distinción,
videncialista, los evangelizadores vieron en ella la mano de Dios, quien pero parece claro que, lo mismo que en California y Paraguay, el mayor
movió directamente los corazones de los nativos para que se convirtieran. número de bautismos correspondía a los niños, ya que el de adultos seguía
Desde un punto de vista histórico, perfectamente compatible con la visión un proceso más lento.
teológica, el hecho puede explicarse en el sentido de que en este casi repen- Los misioneros aplazaban la administración del sacramento hasta estar
598 P.III. La Iglesia misional C.32. La nueva cristiandad indiana 599
seguros de que los indígenas no lo pedían por creer que así garantizaban su zadores no percibieron entre estas tribus el entusiasmo de los indios de las
manutención, o de que ya no había peligro de que abandonaran el poblado denominadas altas culturas de la América nuclear, y sí, en cambio, una
y regresasen al paganismo, o bien porque los nativos no acababan de estar actitud de mayor indolencia, lo que, unido a la posibilidad de que con el
suficientemente preparados. tiempo abandonaran la reducción y se olvidaran de su carácter de cristianos,
Así, por ejemplo, el jesuíta José Gumilla especifica además que al fin los indujo a proceder muy poco a poco, sustituyendo los bautismos multitu-
terminaban por convertirse todos, si bien algunos se resistían por rudeza o dinarios de la etapa anterior por una administración del sacramento más
por terquedad. Por su parte, el capuchino Jerónimo de Ecija afirma en individualizada.
1717, refiriéndose a las misiones de Cumaná, que los indígenas no se halla- Todo ello quiere decir que, a lo largo de estos doscientos cincuenta y un
ban en condiciones de recibir el bautismo hasta los ocho años de haberse años de evangelización, la respuesta cristiana del indio fue misionológica-
congregado en el poblado misional. Lo mismo sucedía en las misiones fran- mente normal dentro del contexto americano; es decir, que careció de la
ciscanas de Manoa (Perú) en 1763. rapidez y espectacularidad contempladas en la América nuclear de 1523 a
Algunas estadísticas confirman estas aseveraciones. Los jesuítas de los 1573, pero que al mismo tiempo no fue tampoco tan lenta como una especie
Llanos colombianos de los ríos Casanare y Meta podían haber bautizado de de goteo individualizado.
1661 a 1665 (según su cronista, Juan de Rivero) a más de dos mil adultos, Se trató de un proceso intermedio en cuya virtud cada territorio misio-
pero no lo hicieron «por andar remirados en este punto» hasta que los nal terminaba siendo cristiano a lo largo de un período relativamente breve
neófitos estuvieran bien instruidos. Si en la misión capuchina de Maracaibo y que la legislación oficial sitúa entre diez y veinte años a partir del momento
vivieron desde 1724 hasta 1773 un total de 25.126 personas, de las que se de haberse iniciado la evangelización de una comarca, según las épocas y las
habían bautizado 22.722, el hecho quiere decir que 2.278 no habían recibi- regiones.
do el sacramento. En esa misma misión el número de gentiles superaba en Ese fue, en efecto, el período señalado por la Corona española para
1786 al de los bautizados, pues los primeros eran 643 y los segundos 612. considerar a cada territorio plenamente cristianizado, momento a partir del
Asimismo, en seis de las reducciones atendidas desde 1748 en Tamaulipas cual, y teóricamente al menos, los nuevos cristianos comenzarían a pagar
(México) por el Colegio de Misiones franciscano de Zacatecas vivían en 1786 tributo (impuestos) y el territorio debería transformarse de misión en doctri-
un total de 635 nativos, de los que sólo estaban bautizados 271. En las na o parroquia de indios, es decir, de comarca en vías de cristianización en
misiones franciscanas de Talamanca (Costa Rica) vivían en 1697 un total de comarca ya definitivamente cristianizada.
5.750 indígenas, de los que estaban bautizados 1.647; mientras que desde
1697hasta 1699 sólo se bautizaron 1.650 y permanecían sin bautizar más de
dos mil. En las ya aludidas misiones jesuítas del Meta había en 1727 un total II. EL CULTIVO PASTORAL DE LOS NEOCONVERSOS
de 4.991 cristianos y 496 catecúmenos.
Puesto que no había razón para diferir el bautismo de los niños y nos Una vez que los indígenas estaban dispuestos a abrazar el cristianismo,
consta además que los misioneros procuraban bautizarlos pronto, siguiendo los evangelizadores los insertaban en él mediante el bautismo y luego procu-
la tradición universal de la Iglesia, es prácticamente cierto que esos indíge- raban ratificarlos y perfeccionarlos en la nueva religión mediante la adminis-
nas sin bautizar que convivían con los ya bautizados eran indios adultos. tración de los sacramentos y la aplicación de los numerosos recursos de
La documentación misional de esta prolongada etapa coincide con la índole pastoral excogitados por la Iglesia para este fin.
perteneciente al período 1523-1573 en afirmar que no eran los profundo? La descripción de esta metodología pastoral no es fácil en el caso de la
razonamientos teológicos lo que inducía a los nativos a convertirse. Como América española porque, fuera de la administración de los sacramentos, en
afirma el franciscano Pedro José de Parras en 1783, no era menester una unas ocasiones se aplicaban los mismos métodos a los ya cristianos y a los
predicación metódica, pues todo sermón estudiado era inútil. todavía paganos simultáneamente, pero que ya estaban dispuestos a bauti-
zarse, mientras que en otras ignoramos cuándo se distinguía entre unos
Lo totalmente distinto entre una etapa y otra fue el ritmo de los bautis-
indígenas y otros, hasta el punto de no poder distinguir entre lo practicado
mos. Durante esta etapa de las misiones radiales o periféricas ya no se dio la
en una misión y lo acostumbrado en una doctrina.
afluencia de los indios al bautismo «a banderas desplegadas» ni a los misione-
ros «se les cansaba el brazo de tanto bautizar». Debido a la utilización de los
A) Administración de los sacramentos
acertados métodos de persuasión, los misioneros supieron atraer a los indí-
genas al cristianismo, pero éstos encontraron serias dificultades para abra- El bautismo se procuró administrar siempre y en todas partes a los
zarlo a causa de la difícil comprensión de sus dogmas y a la dificultad del adultos en peligro de muerte.
cumplimiento de sus preceptos, además de que entre ellos no se dio el Idéntica práctica se siguió con los niños, aun en el caso de que no
espectacular y repentino derrumbamiento de sus sistemas religiosos prehis- peligrara su vida.
pánicos porque en realidad casi carecían de ellos. Por su parte, los evangeli- En cualquiera de estas dos circunstancias se contaba siempre con el
600 P.III. La Iglesia misional C.32. La nueva cristiandad indiana 601
consentimiento de los familiares o de los padres de quienes se iban a bau- que el número de los que comulgaban era inferior al de los que se habían
tizar. confesado, y hasta el de hombres más reducido que el de mujeres.
Debido a esta costumbre, a la que no solían oponerse los adultos y de la Valga como ejemplo lo que sucedía en 1711 en la misión capuchina de
que ya hemos dicho que a veces surtió efectos adversos, puede decirse que Cumaná, donde en seis poblados se confesaron por Pascua 2.033 indígenas,
todas las regiones americanas, aunque con las excepciones de rigor (la más de los que solamente comulgaron 856.
notoria de las cuales fue el momento inicial de Nueva España), la implanta- En realidad, la administración de este sacramento varió mucho de un
ción del cristianismo en un territorio o entre una nueva etnia comenzaba, no momento o de un lugar a otro, con la circunstancia de que el criterio ni
con el bautismo de los adultos, sino con el de los niños, es decir, con la siquiera fue unánime entre los misioneros de una misma Orden religiosa o
administración del sacramento a hijos de padres aún no bautizados, pero de un mismo territorio.
que consentían en ello. En esa administración intervino un factor de mentalidad y otro de
En el caso de los adultos, el bautismo estuvo precedido siempre de una apreciación personal.
preparación que varió con el tiempo, con las Ordenes misioneras y con los El de mentalidad, que cambió con las Ordenes religiosas, con el tiempo
territorios. y hasta con las etnias, estuvo en función de que se considerara el sacramento
El problema más grave que se planteó fue el suscitado con motivo de las o bien como un alimento espiritual propio únicamente de cristianos ya
conversiones masivas de Nueva España, ya expuesto al hablar de los métodos robustecidos en la fe, como un medio de lograr ese robustecimiento o como
de catequización y solucionado por el papa Paulo III en 1537 en relación un alimento tan exquisito que solamente era propio de los muy preparados,
con la observancia de las ceremonias propias del sacramento y por la Univer- o bien como un alimento del que necesitaban precisamente los que tenían
sidad de Salamanca en 1542 respecto de la preparación de los bautizandos. que robustecerse, postura esta última que parece haber sido la frecuente
Fuera de este caso concreto, y hablando en general, la administración entre los franciscanos.
de este sacramento tendió a ser rápida en la América nuclear (siglo xvi) y El factor personal intervino en el sentido de que cada misionero mante-
más bien lenta en la América marginal (siglos xvil-xix), en conformidad con nía su propio criterio sobre el grado de preparación de los indígenas para la
el ya aludido ritmo de las conversiones. recepción del sacramento.
Por esta razón y en estos últimos territorios, fue normal que durante los , La conjunción de ambos factores impide establecer ninguna pauta
primeros tiempos convivieran en una misma reducción o poblado misional general en este punto, aunque parece haber predominado la de carácter
indígenas ya bautizados y nativos todavía por bautizar, pero que estaban a la restrictivo.
espera de ello. El matrimonio revistió la peculiaridad de poderse administrar a los indios
Como norma, la preparación exigida para la administración del sacra- en grados no permitidos entre los españoles y criollos, restringidos por el
mento a los neófitos era el conocimiento o aprendizaje de las Doctrinas breves papa Paulo III en 1537 a los dos primeros de consanguinidad y de afinidad.
y de los Catecismos por preguntas y respuestas, generalmente de memoria. El mismo Papa y en esa misma fecha otorgó a los nativos el privilegio de
En la práctica de la confesión, los neófitos americanos gozaron del privi- poderse casar con la mujer que prefirieran si no recordaban cuál había sido
legio de no tener casos reservados al obispo. la primera con la que habían contraído matrimonio en sus tiempos de
El sacramento aparece siempre como obligatorio en Pascua y frecuente gentilidad.
en los días festivos. Ya se aludió anteriormente a la enorme dificultad que suponía el esta-
El principal problema que planteó fue el de la acomodación de la blecimiento del matrimonio monogámico entre las etnias que practicaban la
mentalidad indígena a un sacramento como éste, que exigía la manifestación, poligamia.
de algunas acciones cuya inmoralidad era difícil de comprender por los| La confirmación es un sacramento al que no se suele aludir en la literatu-
nativos, así como la especificación de un número que no era fácil de retener] ra misional. En realidad, y fuera de los problemas de índole jurisdiccional
en la memoria. planteados en los primeros tiempos de la evangelización de Nueva España
Los evangelizadores trataron de facilitar la administración del sacra-' con motivo de los privilegios de los religiosos, se carece de datos acerca de
mentó mediante la elaboración de Confessionarios o modelos de confesión; su administración.
tanto en castellano como en el idioma propio del lugar, tan frecuentes eni Por eso merecen anotarse dos datos que pueden servir de índice para
cada territorio como las Cartillas y los Catecismos utilizados para el aprendí- ; deducir lo que sucedía.
zaje del cristianismo. En 1623, el dominico Adrián de Santo Tomás llevó a la ciudad de
La Eucaristía, a diferencia de la confesión, se presenta con muchas Panamá a 580 indígenas guaimíes para que los confirmara el obispo, lo que
frecuencia como un sacramento de selectos, hasta el punto de que en los; se hizo con la máxima solemnidad.
primeros tiempos de la evangelización de un territorio ni siquiera aparece; El superior de las misiones jesuíticas de Mainas, en virtud de la bula Non
como obligatoria en Pascua. En virtud de ello son frecuentes los casos en los solum, promulgada por Benedicto XIV en 1751, podía confirmar personal-
602 P.III. La Iglesia misional C.32. La nueva cristiandad indiana 603
mente a los ya bautizados debido a que las grandes distancias dificultaban la En este punto de las festividades religiosas, los indígenas americanos se
visita del obispo. distinguieron del resto de la cristiandad en que desde 1537 estuvieron
Este solía administrar el sacramento en el curso de sus visitas pastorales, exentos de algunas de ellas. Así, mientras Paulo III redujo en dicha fecha
poco frecuentes en la América marginal o, dicho de otra manera, en los para los indios el número de días festivos (fuera de los domingos) a doce, en
territorios ya evangelizados a partir de finales del siglo XVI o a comienzos lugar de los 43 que regían en toda la cristiandad, el concilio de Quito de
del XVII. 1570 estableció 40 para los hispano-criollos y 16 para los indígenas, trece de
A falta de obispos, la administración del sacramento corrió a cargo de ellas con carácter general y tres con carácter local.
los religiosos misioneros o doctrineros, siguiendo las mismas vicisitudes que Asimismo, fue también el papa Paulo III quien en 1537 redujo para los
la bula Exponi nobis (Omnímoda) de Adriano VI, del 9 de mayo de 1522, por indios los días de ayuno a la vigilia de Navidad, a la de Resurrección y a los
la que se concedió a los religiosos este privilegio. viernes de cuaresma, mientras que en el caso de la abstinencia los autorizó
El Orden fue un sacramento de reducidísima administración a los indios, para tomar los mismos alimentos que si obtuvieran la Bula de la Cruzada.
entre los que ya sabemos que apenas existió clero indígena. Todo ello para hacerles más llevadera la observancia de las exigencias disci-
La Extrema Unción o Unción de los enfermos no ofreció en América más plinares del cristianismo.
peculiaridades que la consistente en que los indios denominados fiscales
debían avisar al misionero cuando alguien se encontraba en peligro de C) Otros instrumentos de pastoral
muerte para que fuera a administrarle este sacramento. Además de la catequesis impartida a los indígenas todavía no bautiza-
Su carácter de rito practicado en circunstancias tan especiales propor- dos, a la que con frecuencia asistían también los que ya habían recibido el
cionó un argumento a los hechiceros, lo mismo que el bautizo de los adultos bautismo, los evangelizadores americanos cultivaron a los neoconversos
en peligro de muerte, para atribuir al sacramento el fin de la vida. mediante el recurso a la predicación durante la misa y demás actos de culto,
a las representaciones teatrales de índole religiosa y a la lectura de libros de
B) Prácticas religiosas y disciplinares piedad por parte de los nativos.
La Misa, obligatoria siempre y en todas partes los días festivos desde la Las representaciones teatrales consistían en la escenificación de relatos
recepción del bautismo, en los laborales solía acompañarla la catequesis. Por bíblicos, de vidas de santos o de acontecimientos moralizantes, protagoniza-
ello, la asistencia a la misma estaba en relación con la frecuencia de esa dos por los propios indígenas bajo la dirección de los evangelizadores. Su
enseñanza, siempre que el catequista fuera el propio misionero. celebración solía tener lugar los días festivos especialmente señalados.
Lo más frecuente fue que en los primeros tiempos de la evangelización Las alusiones a estas representaciones son frecuentes, pero normalmen-
de un territorio esa asistencia fuera diaria. te excesivamente concisas. En este sentido, y por vía de ejemplo, el francisca-
Los catecúmenos no asistían a ella o solamente la presenciaban hasta el no Toribio Paredes de Benavente nos habla hacia 1555 de la escenificación
ofertorio. en Tlaxcala (México) de piezas teatrales religiosas tituladas La toma dejerusa-
En todas las misiones aparecen también prácticas religiosas consistentes lén, La tentación de Cristo, La predicación de Jesucristo a los pájaros, El sacrificio
en las devociones especiales de cada Orden misionera. Así, por ejemplo, los de Abrakán, La adoración de los reyes, El juicio final, La caída de Adán y Eva y La
dominicos fomentaron con especial interés el rezo del Rosario, si bien la destrucción de Jerusalén.
práctica no fue exclusiva de ellos, mientras que los franciscanos, en su En las lecturas de libros por parte de los indios se siguió la doble táctica
especial cultivo de la devoción a la Inmaculada, prefirieron fomentar el rezo de evitar que leyeran los que se consideraban nocivos y de fomentar la
de la Corona (similar al Rosario) y la práctica de la Sabatina o rito en honor lectura de los considerados convenientes.
de la Virgen, propio de los sábados. Entre los primeros figuraban los libros de romances o de historias vanas
La casi increíble existencia de una escolanía en la inmensa mayoría de las y profanas «como son los de Amadís», es decir, los Libros de Caballería
misiones, incluso en las más remotas e impensables, debido a la especial (novelas), prohibidos, por ejemplo, en 1531, 1536 y 1543 para Nueva Espa-
atención prestada a los adolescentes, proporcionaba a las celebraciones ña, prohibición esta última que aparece recogida en la Recopilación de leyes de
religiosas un atractivo y una solemnidad muy del gusto de los indígenas y que los reinos de las Indias de 1681 (libro 1, tít. 24, ley 4).
los misioneros y sus historiadores describen con todo orgullo y detalle. A este mismo deseo obedeció la corriente, al parecer sólo temporal, de
Lo mismo sucedía con las grandes festividades de la cristiandad (Pascua, que los indígenas no leyeran obras referentes a sus antiguas concepciones
Corpus Christi, Navidad, la Asunción, etc.) o con las propias de cada Orden paganas para que no recayeran en ellas, compartida por los dominicos de
misionera (San Francisco, Santo Domingo, San Agustín, San Ignacio de Guatemala en la segunda parte del siglo XVI y que fue la causa de que se le
Loyola, la Virgen de la Merced). Tanto en ellas como en Semana Santa, las prohibiese al franciscano Bernardino de Sahagún la publicación de su Histo-
celebraciones religiosas alcanzaban una policromía y una solemnidad que los ria general de las cosas de Nueva España.
misioneros suelen comparar e incluso anteponer a las de Castilla. En cuanto al fomento de la lectura de libros piadosos, el primer concilio
604 P.III. La Iglesia misional C.32. La nueva cristiandad indiana 605
provincial de México se mostró contrario en 1555 a que los indios los En cambio, el radical pesimismo de Las Casas sobre este punto y la
leyeran si no estaban previamente aprobados por la autoridad competente. afirmación de la propia Corona, en 1511, de que en la Española los indíge-
Por su parte, el primer concilio provincial de Lima ordenó en 1552 que no nas «no tienen de cristianos sino el nombre, salvo los muchachos que crían
se les permitiese leer a los nativos sino libros de «buena doctrina». los frailes, que aquellos diz que lo hacen bien», hacen pensar que el cristia-
Entre estas obras recomendables figuraban las Doctrinas de índole cate- nismo de los neoconversos era más bien deficiente.
quética y los Sermonarios, aunque el objetivo perseguido con su publicación Lo más probable parece ser que ese cristianismo indígena antillano
era más bien el de ayudar a los propios evangelizadores. nunca llegó a ser próspero debido a las deficiencias de la evangelización y a
A pesar de ello, el franciscano Francisco Pareja, misionero en la Flori- las adversas condiciones económico-laborales en que se vio sumida la pobla-
da, afirma en 1614 que éstos y otros tratados «no se les caen a los indios de ción nativa.
las manos», mientras que el jesuita Ignacio Paredes publicó en 1678 un
B) En la América nuclear (1523-1573)
pequeño catecismo al que antepone un «prólogo en el que se exhorta y
persuade a los indios / a / que / l o / lean y aprendan». 1) Apreciaciones globales. En la América nuclear, tras las conversio-
Junto con estas obras catequéticas, los evangelizadores elaboraron, ya nes masivas del momento inmediatamente posterior a la conquista armada
con destino a los nativos, otras de índole diversa, principalmente biografías de cada territorio, la manera como los indígenas se volcaron en el cristianis-
de santos. mo, más el hecho del bautismo de los recién nacidos y de la educación
Hubo incluso indígenas que compusieron tratados religiosos con desti- especial que se le procuró impartir a la infancia, debieran haber producido
no precisamente a los miembros de su misma etnia, de los que en Paraguay, un florecimiento sin par del cristianismo.
por ejemplo, se llegaron a imprimir una docena. De hecho, ya sabemos que, por ejemplo, los franciscanos de México
De estos mismos indígenas de las reducciones jesuíticas del Paraguay intentaron, y durante algún tiempo creyeron haberlo conseguido, fundar en
nos consta que «leían con avidez» todos los impresos y manuscritos que caían Nueva España una Iglesia como la de los Apóstoles. Sin embargo, surgió la
en sus manos. circunstancia inesperada de que, conforme corrían los años, un sector de los
La dificultad en este punto consistió, no en el analfabetismo de los nuevos cristianos de todos los territorios acabados de evangelizar, en lugar
indígenas, sino en la reducida difusión de este tipo de obras. A ella alude en de avanzar, retrocedían en el cristianismo. A ello se añadió el agravante de
el siglo XVIII en Guatemala el dominico Francisco Ximénez, mientras que los que ese retroceso no consistía solamente en la defectuosa comprensión del
jesuítas de Nueva Granada y del Paraguay trataron de solucionarla mediante cristianismo, en la ignorancia de su contenido o en una observancia más o
el establecimiento de imprentas misionales en 1741 y 1759-1760, respectiva- menos deficiente de la religión cristiana, sino que llegaba a la práctica de
mente. nuevo de la idolatría, aunque de una manera clandestina.
Esta especie de degradación, considerada en términos generales, no fue
idéntica en todas partes.
III. LA VIVENCIA INDÍGENA DEL CRISTIANISMO Respecto de Nueva España, son muchos los misioneros que se sienten
entusiasmados por las muestras de piedad de los neoconversos y no veían en
En la práctica del cristianismo por los nuevos cristianos hay que distin- sus deficiencias religiosas motivos especiales de alarma, convencidos de que
guir las mismas tres etapas establecidas para analizar el ritmo de las conver- exigirles desde el primer momento un cristianismo perfecto era, en frase del
siones. franciscano Motolinía, como darle un pedazo de pan a un borrego y acto
seguido palparle el rabo para comprobar si había engordado. Para otros, en
A) En las Antillas (1493-1540) cambio, el cristianismo no había desalojado totalmente al paganismo del
alma de los indígenas, y las prácticas que los primeros consideraban «bobe-
La escasez y contradicción de los datos aludidos al hablar del ritmo de
rías», en frase del también franciscano Bernardino de Sahagún, eran auténti-
las conversiones vuelven a surgir ahora respecto de la vivencia de la nueva
cos ritos idolátricos.
religión por los neoconversos antillanos.
El hecho de que el primer indio cristiano de América, Juan Mateo, A diferencia de en Nueva España, en Perú parece predominar la visión
prefiriera morir, junto con su hermano Antón, antes que renunciar al cris- pesimista, consistente en que, por una parte, los nuevos cristianos no llega-
tianismo (aunque Las Casas atribuye la muerte a motivos extrarreligiosos) es ron a mostrar el mismo fervor cristiano que los aztecas y, por otra, sus
un índice claro de su arraigo en la fe. Asimismo, el optimismo que respira- deficiencias eran más acusadas, sobre todo en lo referente a la vuelta a la
ban los franciscanos en 1500 respecto de la Española y el que se fomentaba idolatría.
en 1509 y 1511 respecto de Puerto Rico y Cuba, hacen pensar en la po- En las demás regiones, la visión favorable no suele ser tan optimista
sibilidad de que los nuevos cristianos fueran consecuentes con sus nuevas como en Nueva España, pero la desfavorable tampoco es tan pesimista como
creencias. en el Perú.
606 P.III. La Iglesia misional C.32. La nueva cristiandad indiana 607
2) El rebrote de la idolatría. Dijimos anteriormente que, entre las de todos los indígenas, y luego exageraban el número de idólatras detecta-
deficiencias religiosas de los nuevos cristianos, la que más alarmó a los dos para hacer resaltar los propios méritos, mientras que otros se inclinaban
evangelizadores fue el rebrote de la idolatría, practicada clandestinamente. a la comprensión y procuraban paliar el problema. Por su lado, los indios lo
Esta clandestinidad consistía en reponer a los ídolos en lugares agrestes, en mismo negaban su verdadera reincidencia en la idolatría (para evitar las
pedestales del propio domicilio e incluso detrás o debajo de las imágenes consiguientes sanciones) que trataban de congraciarse con los misioneros y
cristianas, así como en tributarles culto a espaldas del misionero y hasta ratificar sus sospechas llevándoles ídolos abandonados, fabricando incluso
durante los actos litúrgicos cristianos, aunque disimuladamente. otros nuevos o confesando una falsa pero leve culpabilidad que les permitie-
Desde el punto de vista geográfico, este rebrote de la idolatría aparece se acogerse sin más problemas a la promesa de absolución o sólo les acarrea-
en todas partes a los pocos años de la evangelización de cada territorio, y su se, a cambio de la paz o de una sospecha más grave, una leve sanción.
evolución parece que fue en aumento durante algún tiempo debido tanto al A diferencia de lo ocurrido durante la etapa de la idolatría pública, el
enfriamiento religioso de los neoconversos como al descuido, a la confianza problema que este rebrote oculto planteó a los misioneros no consistió en la
o a las excesivas tareas pastorales de los evangelizadores. Una vez percatados cantidad de signos idolátricos que había que destruir, sino en atinar quiénes
éstos de lo que sucedía, iniciaron el proceso de sofocamiento. eran realmente los que idolatraban y dónde lo hacían.
La desaparición o no del rebrote estuvo en relación con la mayor o
Los evangelizadores trataron de solucionar el problema, en primer
menor vigilancia de los encargados de la cura pastoral de los indígenas. Esto
lugar, insistiendo en sus predicaciones y confesiones en la ilicitud de volver
explica que en el Perú, por ejemplo, en lugar de desaparecer o disminuir
a idolatrar y en la obligación de denunciar lo que ocurriera en este punto.
con el tiempo, se descubriera en 1608 que era alarmante en la provincia de
Además, se valieron de los niños que educaban en sus escuelas y colegios, así
Huarochirí y en sus colindantes del este de Lima.
como de los denominados fiscales, para que les avisaran de los cultos idolá-
Esta universalidad geográfica no significa universalidad demográfica, tricos clandestinos. Finalmente, contaron con la colaboración de los visita-
en el sentido de que volvieran a practicar la idolatría todos o la mayor parte dores, eclesiásticos o civiles, nombrados oficialmente para este cometido,
de los neoconversos de todos los territorios. Todo parece indicar que, al entre los que destacan los designados en la archidiócesis de Lima entre 1610
menos en un principio, quienes recayeron en ella sólo representaban una y 1640. La misma Corona intervino en este punto ordenando a las autorida-
minoría, aunque cualificada, porque entre ellos abundaron los caciques y los des civiles y a las eclesiásticas que procuraran sofocar el rebrote.
hechiceros. Posteriormente, la práctica debió de ampliarse a algunos secto-
res populares, y sólo en casos ya muy tardíos, situados fuera del período de A los sospechosos se les incoaba proceso, se les condenaba a diversas
la evangelización, parece que adquirió mayores dimensiones, pero sin que penas si se demostraba su culpabilidad, y los objetos idolátricos se destruían
nunca llegara a ser un hecho generalizado. con métodos similares a los del comienzo de la evangelización por tratarse
De hecho, los misioneros de la primera y segunda generación, a pesar de un delito político-religioso.
del espíritu de alarma con que se expresan a este respecto, a veces presentan Dentro de esta tónica fueron excepcionales, y por ello duramente criti-
el rebrote como un hecho general, mientras que otras lo restringen a «algu- cados en su momento, la ejecución en 1539, por el brazo secular, del
nos» o a «muchos» de los nuevos cristianos. cacique de Tezcoco (México) don Carlos Ometochtzim o de Mendoza, pro-
Las cifras concretas escasean tratándose de la etapa que siguió inmedia- cesado por idolatría y bigamia por el obispo Juan de Zumárraga, y los duros
tamente a la conversión, laguna que a veces se trata de rellenar recurriendo procesos sustanciados en Maní y otras varias localidades de Yucatán por el
a los ya más abundantes datos de momentos posteriores, sobre todo a los franciscano Diego de Landa en 1562, inmediatamente rectificados por el
procesos incoados a comienzos del siglo XVII, sin tener en cuenta que estas obispo, también franciscano, Francisco de Toral.
cifras reflejan una situación distinta y son fruto en gran parte de un paulati- 3) Interpretaciones del cristianismo indígena. Partiendo del hecho in-
no deterioro del cristianismo, no achacable al misionero, sino al doctrinero, negable de que, como afirman en 1557 los superiores de las Ordenes misio-
fuera religioso o clérigo secular. neras de Nueva España, «los ministros, ayudados de la gracia divina, han
Una de las pocas cifras disponibles referentes a este período inmediata- hecho más que hombres», para juzgar el cristianismo indígena de esta etapa
mente posterior a la conversión es la que nos proporcionan los agustinos del comprendida entre 1523 y 1573 hay que tener en cuenta que, como decía el
Perú en 1559, según los cuales en esa fecha descubrieron tres mil indígenas jesuíta José de Acosta en 1589, no obstante su marcado pesimismo en este
idólatras en la región de Huaylas, lo que no representa un rebrote alar- punto, no todo eran deficiencias, pues muchos miles de indios eran sinceros
mante. cristianos, proporción que elevaba a «los más» el canónigo Pedro Sánchez de
De todas las maneras, ni estas ni las restantes cifras concretas son Aguilar en Yucatán en 1639, a pesar también de su obsesión por el rebrote
totalmente fiables, porque al descubrirse un foco de rebrote idolátrico de la idolatría.
solían intervenir varios factores que las suelen alterar. Por una parte, unos En este punto nos encontramos con las características generalizaciones
misioneros tendían a incurrir, escandalizados, en la sospecha generalizada alarmistas de los escritores del siglo XVI, quienes solían tomar la parte por el
608 P.III. La Iglesia misional
C.B2. La nueva cristiandad indiana 609
todo y valerse de la hipérbole para justificar sus apreciaciones, tanto más
cuanto que las expresaban envueltas en un sentimiento de decepción. la práctica de la idolatría se ha tratado de interpretar de diversas maneras,
El mismo Acosta participa de esta tendencia cuando califica la fe de los incurriendo casi siempre en una excesiva simplificación y generalización de
indígenas como algo puramente externo, superficial y fruto de la coacción, los hechos tomando la parte por el todo yjuzgando a pueblos primitivos con
sin darse cuenta de que en otros lugares califica los frutos de «inmensos» y de la mentalidad de las sociedades avanzadas occidentales.
que con la apreciación anterior niega implícitamente la validez del bautismo Robert Ricard (1932 y 1947) se abstiene de opinar sobre una cuestión
y de la comunión, cosa que en realidad no hace cuando trata de esos tan delicada que pertenece al fuero interno de los indígenas, pero rehusa de
sacramentos. Asimismo, el franciscano Bernardino de Sahagún, al que ante- plano la teoría, acabada de surgir en los años treinta, de que los nativos
riormente hemos visto afirmar que las prácticas idolátricas de los indios practican hoy una religión mixta heredada en gran parte de lo acontecido en
estaban muy lejos de ser «boberías», como creían algunos, no tiene inconve- el siglo XVI.
niente en aseverar hacia 1570 que «después de la primitiva Iglesia acá no ha Los jesuítas Mariano Cuevas (1928), Constantino Bayle (1946 y 1950),
hecho en el mundo nuestro Señor Dios cosa tan señalada como la conver- Rubén Vargas Ugarte (1959 y 1962) y M. Marzal (1983 y 1985), junto con
sión de los gentiles». los seglares Víctor A. Belaúnde (1931) y Fernando de Armas Medina (1944),
Por otra parte, no se puede olvidar tampoco que la talla de cada cual consideran el cristianismo indígena fundamentalmente auténtico, aunque
está en relación con el listón que se señale, y los misioneros americanos, que accidentalmente imperfecto. En el lado opuesto, los también seglares José
aspiraban al máximo, lo establecían quizá demasiado alto. Esperar que pue- Carlos Mariátegui (1928), Luis E. Valcárcel (1945), George Kubler (1946) y
blos enteros, con una poderosísima tradición cultural y religiosa pagana, Wigberto Jiménez Rueda (1946) lo consideran puramente superficial y ex-
practicaran desde el primer momento un cristianismo perfecto era aspirar a terno, sin más contenido que las apariencias o manifestaciones exteriores.
lo que ni siquiera actualmente se consigue en el mundo occidental después En la actualidad, Pierre Duviols (1971 y 1977), Richard Nebel (1983) y
de muchos siglos de cristianismo, sobre todo entre la población culturalmen- Christian Duverger (1987) ven en la nueva situación religiosa de los nativos
te atrasada. un sincretismo religioso consistente en que estos últimos incorporaron el
Por ello resulta totalmente normal, y más si se tiene en cuenta el cristianismo a un paganismo al que no habían renunciado y en que incluso
decaimiento evangelizador que siguió al intensísimo fervor inicial, que los en algunos aspectos identificaron a ambas religiones. Enrique E. Dussel
neoconversos de esta etapa, al mismo tiempo que daban edificantes mues- (1985) considera el cristianismo de los neoconversos como un claroscuro en
tras de cristianismo, adolecieran de una serie de defectos imposibles de el que no se puede distinguir dónde termina el paganismo y dónde comienza
desarraigar de toda una sociedad en un breve lapso de tiempo. el cristianismo.
Por lo que se refiere al rebrote de la idolatría, el hecho de que ignore- Para interpretar lo acontecido no tenemos más fuentes que los propios
mos sus verdaderas dimensiones e incluso todo parezca indicar que estuvo evangelizadores, quienes afirman que esos indios eran cristianos sin dejar de
muy lejos de ser general, convierte en radicalmente falso el planteamiento ser paganos, lo que significa que compaginaban o, más exactamente, yuxta-
de juzgar a todo el cristianismo de los neoconversos por las prácticas idolátri- ponían con la misma sinceridad o convicción dos sistemas religiosos para
cas de un solo sector. nosotros antagónicos, pero que para ellos no lo eran, de la misma manera
Tampoco se puede juzgar este rebrote inmediato a la conversión por el que tampoco veían contradicción en una teogonia prehispánica para noso-
que practicaran los sucesores de los convertidos, porque su reincidencia en tros claramente contradictoria e imposible de aglutinar en un único sistema
la idolatría ya no está en relación con la mayor o menor sinceridad en la religioso.
aceptación del cristianismo, sino con la atención que se les prestó a los ya Parece incluso que su mente los llevaba al cristianismo, pero que los
cristianos de nacimiento. sentimientos (tradición, supersticiones, miedo) los sujetaban al paganismo,
Finalmente, tampoco se puede aplicar a la América marginal de los con la irracionalidad e invencibilidad de estos sentimientos. Se trata del
siglos XVII, XVIII y parte del XIX lo que únicamente aconteció en la América consabido sí, pero... que condiciona hasta a los más lúcidos y practicado ya
nuclear durante una parte del siglo XVI. en numerosas ocasiones por el antiguo pueblo de Israel, cuando, sin dejar
Cuestión distinta es la de calibrar la gravedad ideológica de esa reinci- de creer en el Dios de Moisés, volvía los ojos a Baal, conducta humana a la
dencia en la idolatría o, lo que es lo mismo, sopesar qué había de cristianis- que, en el terreno de lo religioso, alude el mismo Evangelio.
mo y qué de paganismo en ese sector de cristianos-idólatras, puntos en los En esta interpretación, que ya expusimos en 1960 aunque atribuyendo
que ni siquiera los evangelizadores contemporáneos estuvieron de acuerdo. al rebrote de la idolatría más importancia de la debida, no todos los indios,
El propio Acosta, tan crítico en este tema, en unos pasajes considera esas sino únicamente el minoritario sector de los que volvieron a idolatrar, eran
prácticas como verdadera idolatría, en tanto que en otros las califica de sinceros cristianos y sinceros paganos al mismo tiempo, practicando una
simples supersticiones. religión yuxtapuesta o yuxtaposicionismo religioso contradictorio en sus
Modernamente, esta coexistencia en los conversos del cristianismo y de propios términos e incomprensible para nosotros, pero muy frecuente entre
610 P.III. La Iglesia misional
Música religiosa
Sacramentos
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matrimonio de indios en Nueva España», en SARANYANA, Evangelización y teología,
1293-1308.
superiores y fue sustituido en el cargo. Su zona de misión era muy dura, y los suprimida la Compañía. Fray Francisco formó parte del grupo enviado bajo
pimas eran mal vistos por los hispano-criollos. la presidencia de fray Junípero. En 1768 es asignado al puesto misionero de
En 1696 marchó a la capital para disipar los prejuicios contra los pimas, San Francisco Javier y al año siguiente nombrado presidente de la Baja
recoger nuevos misioneros e impulsar la evangelización de California. Allí se California.
dio cuenta de que sus métodos misionales y la organización impresa a su vida En 1773 dejaron los franciscanos las misiones de la península para
religiosa le habían indispuesto con sus superiores. Aclaráronse las cosas, y ya centrar su actividad en la Alta California, donde fray Junípero había descu-
pudo pensar en nuevas fundaciones y en robustecer las existentes. bierto un intensísimo campo apostólico. El padre Palou volvió de nuevo al
En 1698 organizó otro grupo, que siguiendo el río Gila llegó hasta el lado del padre Serra y fue su más eficiente colaborador y fraternal ayuda
golfo californiano, convenciéndose de que California estaba unida al conti- ante las dificultades que presentaron gobernadores como Nevé y Fagés. En
nente. De una excursión a la confluencia del Colorado con el Gila regresó 1776 tuvo la gloria de ser el fundador de San Francisco, la misión más
gravemente enfermo. Se le seguía considerando problemático. Le acusaban querida de Palou.
de no haber estabilizado su misión ni fortalecido contra los temibles apa- Muerto fray Junípero en 1784, ante las noticias de la posible expulsión
ches. Le pusieron un visitador, pero Kino pudo demostrar las florecientes de los misioneros, fray Francisco se desplazó hasta México para defender la
cristiandades existentes, por lo que se le autorizó a que misionase seis meses acción franciscana ante el visitador José de Gálvez. Palou había trabajado en
en Pimería y seis en California. California desde 1773 hasta 1785. En esta ocasión fue elegido superior del
Una entrada en 1700 se orientó a averiguar el carácter peninsular de Colegio de Misiones de San Fernando, de la ciudad de México. Aprovechó
California, pues resultaba vital saber que se podía ir por tierra. Kino, desde la circunstancia para organizar el material recogido durante años y escribió
su Pimería Alta, conjugaba la evangelización con la promoción humana, su voluminosa obra Noticias de la Antigua y Nueva California. Y como acto de
sabedor de que la eficacia dependía de disponer de una base económica justicia, remató su obra de escritor con la biografía de fray Junípero Serra,
fuerte. cuyos pasos había seguido tan de cerca.
Después de una vida de santo y andariego, murió entre sus neófitos el Murió santamente en el Colegio de Misiones de Querétaro, al que había
15 de marzo de 1711, habiendo sufrido incomprensiones y calumnias, cami- ido de visitador, el 6 de abril de 1790.
nado más de seis mil leguas, dominando diversos idiomas indios, haber
llevado a cabo una decisiva labor como cartógrafo, sin más ayuda que su
saber y buena y decidida voluntad, confiando siempre en Dios y en el destino NOTA BIBLIOGRÁFICA
de la humanidad a la luz de la fe y de la ciencia.
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634 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.34. La anexión de América a la luz de la teología 635
natural, en las cuales los juristas, dice Vitoria, no eran lo bastante competen- I. PROTAGONISTAS: ESCUELA DE TEÓLOGOS
tes para definir por sí mismos semejantes cuestiones morales.
Desde esta perspectiva teológica, Francisco de Vitoria sometió a juicio A) Reflexión teológica
crítico la «duda indiana». Dio a la enseñanza de la teología sentido dinámico El magisterio de Francisco de Vitoria hace escuela. La Facultad de
y de actualización social. A través de sus glosas a la Suma teológica de Santo Teología de la Universidad de Salamanca es su centro nuclear. Después del
Tomás, que él impuso como texto en sus lecturas académicas de la Universi- maestro Vitoria, Domingo de Soto llega a ser la fuente más importante para
dad de Salamanca, fue abordando los problemas más acuciantes de la con- definir la licitud o ilicitud de las guerras de conquista. Las lecturas de
quista de América. Trató de aclarar la licitud de ciertas guerras emprendidas Melchor Cano representan la segunda glosa a las relecciones del maestro.
por los conquistadores españoles contra los indios recientemente descubier- Utiliza sus manuscritos, y se nota evidentemente esta dependencia, que a
tos, la licitud de ciertos métodos de evangelización ensayados con los nuevos veces parece casi copia. Diego de Chaves tiene a la vista los manuscritos de
infieles y la licitud de ciertas formas de apropiación y sometimiento que se Soto y Cano y a veces lee por ellos en clase. Lo mismo hay que decir de Juan
habían aplicado en la política colonial. Eran los distintos aspectos o dimen- Gil de la Nava, Vicente Barrón y Domingo de las Cuevas. Miguel de Palacios
siones de la «duda indiana». Por su método histórico y por sus preocupacio- resalta por el pragmatismo de sus comentarios teológicos. Y a pesar de
nes sociales, su doctrina teológica terminó en ética de la conquista de Améri- ciertas enmiendas en el tratamiento de la «duda indiana», Alfonso de Castro
ca. Su magisterio hace escuela. terminó también por identificarse con las respuestas de Vitoria. Desde la
La escuela teológica de Vitoria colaboró de manera muy significativa en cátedra de vísperas de la Facultad de Teología, Pedro de Sotomayor realiza
la configuración política de las Indias. Los teólogos tenían conciencia clara la tercera glosa de Vitoria cuando sus relecciones todavía siguen inéditas.
de que estaban en los comienzos de la Nueva América. No se puede olvidar Es sorprendente la irrupción de la doctrina teológica de Francisco de
la importancia excepcional de su magisterio. Y éste deriva principalmente de Vitoria en las universidades españolas. Las principales cátedras de Teología
la conciencia que tenían de la crisis nacional provocada por la conquista de eran ocupadas por discípulos de Vitoria. Diego de Chaves y Juan Gallo
las Indias. Su criticismo político caracteriza su magisterio académico. Refle- marcharon a Santiago de Compostela; Mancio de Corpus Christi, a Sevilla y
xión teológica y experiencia indiana se conjugaron entonces sorprendente- Alcalá; Felipe Hernández, a Zaragoza; Pedro Guerrero y Bartolomé Torres,
mente. Comprometidos con la crisis de su tiempo, aquella escuela de teólo- a Toledo; Vicente Barrón, a Sigüenza.
gos decidió en gran parte el rumbo de la historia americana. Los manuscritos de sus lecturas, que formaban parte del bagaje intelec-
Sus lecturas académicas sobre los problemas de las Indias fueron fuen- tual para los nuevos profesores, se fueron convirtiendo en fuentes colectivas
tes determinantes de aquel proceso. Recordamos las obras ya clásicas sobre por la incorporación y yuxtaposición de glosas diferentes de profesores que
el problema de América, publicadas en multitud de ediciones. Comprenden pertenecen a generaciones sucesivas. Se formaron así desde el principio
lecturas de clase, centenares de informes y proyectos, instrucciones y discur- verdaderos equipos de investigación teológica sobre la conquista de América
sos morales y políticos. Hasta un total de 125 tratados pueden jerarquizarse. que trabajaban sobre unas mismas fuentes e incorporaban su aportación
En ellos, directa o indirectamente, se aborda la conquista de América en sus personal al esfuerzo colectivo.
distintas implicaciones políticas y morales. Los veinte tratados más impor- Se distinguen tres generaciones sucesivas de esta escuela de teólogos.
tantes tienen el valor de fuentes y fueron perfilando críticamente los límites La primera generación, creadora y más revolucionaria, va de Francisco de
de la tesis indiana. Elevaron la hipótesis de Vitoria a doctrina científica. Pero Vitoria a Domingo de Soto (1534-1558). Trataba de sacar las últimas conse-
las más quedaron en simples medios de difusión cultural. Con ellas y sus cuencias prácticas y políticas al someter a proceso crítico las guerras de
propias glosas y comentarios los teólogos de la conquista terminaron por conquista. La segunda generación, de expansión cultural y proyección ame-
imponerse en las distintas universidades americanas. Significó el cauce más ricana, corre entre Juan de la Peña y Bartolomé de Medina (1559-1580).
importante de su influencia teológica en la polémica. Trató de restar legitimidad, licitud y validez a las guerras de conquista que
Sólo a la luz de la teología - d e sus protagonistas, de sus intervenciones prioritariamente habían justificado hasta entonces la permanencia española
y de sus conclusiones— se puede exactamente valorar la identidad y el proce- en América. La tercera generación se caracteriza por su sistematización
so de formación histórica de América. En síntesis vamos a demostrarlo. doctrinal y la aplicación práctica de la tesis vitoriana entre el paréntesis
Báñez-Suárez (1584-1615). Llegó a condenar cualquier forma de política
imperialista con todas sus consecuencias para la esclavitud de los indios,
expropiación de sus bienes y la ocupación de sus territorios.
Este proceso se caracteriza por la actitud común de los teólogos sobre
la legitimidad de la conquista de las Indias en función de una misma comuni-
dad de preocupaciones, de fuentes y de métodos. La fe en el indio y en su
capacidad de libertad define la nueva ética de la conquista. La humanización
636 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.34. La anexión de América a la luz de la teología 637
de las relaciones entre indios y españoles condiciona su moralidad. Y el dad de la Escuela. El valor de los testimonios que aportaban testigos directos
descubrimiento del indio como hombre y su razón histórica se constituye en de la realidad indiana tuvo para los teólogos de la conquista importancia
objetivo prioritario de su tratamiento metodológico. La escuela adquiere su especial. Esta aproximación a los hechos les llegó a través de la experiencia
propia unidad dinámica en la comunidad de pensamiento y en ese esfuerzo de los misioneros y teólogos tan representativos como fray Bartolomé de las
común que culmina en grandes síntesis académicas. Casas, Domingo de Santo Tomás, Tomás Mercado, Luis López, Jerónimo de
Loaysa, Alonso de Veracruz y José de Acosta. Los catálogos de denuncias y
B) Notas de identidad memoriales de agravios y remedios permitieron a los teólogos de las univer-
La configuración americanista de Vitoria es un hecho histórico. Su sidades españolas enjuiciar con realismo las guerras de conquista.
hipótesis sobre los títulos de conquista es aceptada sin reservas. Esta indiscu-
tible filiación vitoriana constituye la primera nota de identidad de la escuela C) Experiencia indiana
condicionada por el dinamismo de su pensamiento, su conciencia de unidad A partir de la década de los cincuenta se realiza y tiene lugar ese
y su fuerza de expansión. trasplante o transferencia del magisterio teológico de la Universidad de
Cuando la «duda indiana» se hace conciencia nacional, los teólogos Salamanca a las Indias Occidentales. Maestros teólogos de la Universidad de
españoles se dedicaron en profundidad a estudiar la legitimidad de la em- México y de Lima y de los colegios universitarios de Santo Domingo, del
presa española. Se abre ese largo proceso académico a las guerras de con- Perú, de Nueva España, de Bogotá, de Quito y de Guatemala se encargaron
quista que culminó en aquella declaración de derechos humanos. Los teólo- de adecuar el pensamiento de Vitoria a los problemas de la realidad indiana.
gos de la segunda generación ejercieron una especie de presión académica Este ciclo se abre con el magisterio de Fray Alonso de Veracruz (1553)
sobre la Corona. y se cierra con la publicación del tratado De procurando indorum salute en
Para hacerla más eficaz montaron lo que hoy llamamos un programa, Salamanca (1589) quejóse de Acosta elabora en Lima (1576). Es un período
colectivo y en equipo, de investigación teológica. Por su prestigio y por su decisivo. Señala el paso de las guerras de conquista al régimen de expansión
influencia, el teólogo Juan de la Peña parecía el coordinador o investigador pacífica. Se sientan las bases de un nuevo modelo de sociedad colonial. Y el
principal, directamente vinculado a la polémica Las Casas-Sepúlveda. Cola- magisterio teológico de la Escuela sirvió de cauce principal.
boraron con trabajos de significación especial los teólogos Pedro de Soto- Hemos estudiado la influencia de los teólogos Alonso de Veracruz,
mayor, Juan de Guevara, Mando de Corpus Christi, Antonio de Córdoba, Bartolomé de Ledesma, Tomás Mercado, José de Acosta, Pedro de la Peña,
fray Luis de León y Bartolomé de Medina. Como ayudantes por el interés de Pedro de Pravia, Pedro de Ortigosa, José de Herrera, Pedro de Arguto, Juan
sus estudios quedaron Pedro de Aragón, Juan Gallo, Luis García del Casti- Pérez de Menacho, Miguel de Agia, Antonio de Hervás, Juan de Lorenzana,
llo, Juan Vicente y Domingo de Guzmán. En Domingo Báñez, Bartolomé Domingo de Salazar, Andrés de Tordehumos y Juan de Zapata y Sandoval.
Salón, Luis de Molina, Juan de Salas y Pedro de Ledesma culminaron las Teólogos universitarios debían explicar la Suma de Santo Tomás y hacer
síntesis finales de la teología de la conquista. repeticiones y relecciones de acuerdo con el modelo salmantino. Estaban
Este programa de investigación teológica cumplió tres objetivos priori- obligados a estudiar los mismos temas sobre la conquista, evangelización y
tarios, intrínsecamente conexos y de máxima eficacia cultural y política. colonización de las Indias, pero adecuándolos a la realidad indiana.
Trataban -primer objetivo- de quitar legitimidad a las guerras de conquista. Misioneros y asesores de virreyes y obispos, aquellos teólogos catedráti-
Llegaron con ello a condenar -segundo objetivo- cualquier forma de políti- cos americanos aportan los datos de la propia experiencia, comprueban
ca colonialista, con todas sus consecuencias umversalmente aceptadas en experimentalmente la exactitud o la eficacia de las nuevas ideas de la Escuela
aquella coyuntura histórica de Europa. Para terminar -tercer objetivo- y les dan, simplemente por pensadas y realizadas en las Indias, mayor univer-
obligando a la rectificación o reconversión colonial a través de un verdadero salidad y más humanidad. Lo que se enseña en México y Lima es exactamen-
proceso de humanización de las instituciones para una convivencia más te lo que se profesa en Salamanca, pero contrastándolo con los efectos de la
cristiana entre indios y españoles. Segunda nota de identidad. experiencia. Más vitales y experimentados, trataron de adecuar la ética de la
El método histórico se fue imponiendo con rigor totalmente nuevo. Los conquista a la realidad indiana. En esto consistió la aportación del pensa-
teólogos se esforzaron por confrontar la hipótesis de Vitoria con los supues- miento iberoamericano.
tos de hecho americanos. Partían de su conciencia social para criticar y Esta conjunción entre especulación salmanticense y experiencia ameri-
enjuiciar la realidad indiana. Esta presencia histórica de los hechos determi- cana marca un hito definitivo en la formación dinámica de la Escuela. Señala
nó su ética de la conquista. Fue el objetivo de sus ensayos teológicos y de los el punto de partida de la tercera generación. La humanización, la educación
informes morales que redactaron para formular y defender la tesis de recon- y la pacificación, como proyecto y condición de la nueva comunidad política,
versión colonial. es su característica más diferenciadora. La solución pacífica de conflictos
Este empeño por aproximar los principios a los hechos, por adecuar la abre nuevos cauces de teorización de la Escuela.
hipótesis vitoriana a la realidad indiana constituye la tercera nota de identi- El pensamiento teológico, tanto español como americano, se caracteri-
638 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.34. La anexión de América a la luz de la teología 639
za por su filiación salmantina, por la experiencia indiana y por el criticismo territorios. Impunemente y con toda justicia los pueblos indios tenían dere-
político. Quiere decir que, a base de textos y fuentes, es posible detectar una cho a defenderse y hacer la guerra a los españoles.
verdadera simbiosis entre la especulación salmantina y la experiencia india- La crítica y análisis del «Requerimiento» llevó a Francisco de Vitoria a
na, entre los principios definidos por la Escuela de Vitoria y los datos de la conclusiones teológicas definitivas. Su catálogo de principios de moral y
experiencia comprobados y contrastados por los teólogos americanos. Y en derecho natural ponía en entredicho la política de represión de los primeros
virtud de esta conjunción entre especulación y experiencia surge un pensa- conquistadores. Para bien de la paz y solidaridad de la humanidad, desde
miento más rico, más vital y más realista sobre la conquista y la colonización este momento histórico la nueva teología iba a imponer su nueva interpreta-
de América por España. ción de las bulas alejandrinas, de las que el «Requerimiento» oficial no era
más que una versión política o una declaración de guerra. Y por obra y
gracia del teólogo de Salamanca aquel pretexto de represión quedó invalida-
II. INTERVENCIÓN: ETICA DE LA CONQUISTA do para siempre. La teología había dado el primer paso importante en el
proceso de la ética de la conquista.
A) Desmontaje del «Requerimiento» El mandato de evangelización, explícito en las bulas de Alejandro VI,
quedaba reducido al derecho de predicar y anunciar el evangelio en las
Francisco de Vitoria empezó por desmontar los fundamentos teológi- provincias de los indios, al derecho de protección de los indios que, de
cos del «Requerimiento», tesis oficial de la conquista llevada desde 1514 por voluntad o por fuerza, se habían convertido al cristianismo, y al derecho de
los conquistadores hasta sus últimas consecuencias políticas. Sus títulos eran defensa de los cristianos perseguidos por su religión o creencias cristianas.
invalidados, y mal se podían aplicar a la conquista de América, por estar Y en razón de estos tres derechos la evangelización podía ser defendida por
originariamente viciados por el miedo y por la ignorancia de los indios: los medio de la guerra, la ocupación de territorios y el cambio de gobernantes
conquistadores españoles hacían la guerra a los indios para imponer la cuando se ponían obstáculos a la predicación, cuando peligraba la fe de los
obediencia y acatamiento a la autoridad universal del Papa. Los esclavizaban convertidos y cuando se oprimía a los cristianos. Y la conquista se justificaba
y se apoderaban de sus bienes para castigar la rebeldía contra el Emperador, por el derecho de todo hombre a enseñar y aprender la verdad, por el
que tenía la «donación» pontificia. Y ocupaban territorios y repartían sus derecho de amistad y sociedad humana del Emperador originada por la
indios para hacer posible el mandato pontificio de la evangelización. conversión, y por el derecho del Papa a defender la religión y fe cristiana de
El teólogo de Salamanca entró en el fondo del problema. Denunció la los convertidos.
teocracia pontificia del «Requerimiento» y sometió a proceso crítico los Sólo la oposición armada a esta evangelización dará ocasión para la
argumentos teológicos utilizados por los teorizantes oficiales de la Corona. guerra justa y para la conquista. Sólo cuando los indios se convirtieran al
Fue uno de los resultados más importantes de la reflexión teológica de la cristianismo y sus príncipes, por la fuerza o por el miedo, quisieran volverlos
Escuela. Pocas veces un esfuerzo dialéctico fue más contundente sin dar a la idolatría, podían aplicar los derechos de guerra. Sólo cuando buena
lugar a peligrosas ambigüedades o interpretaciones contradictorias. Con su parte de los indios se hubieran convertido, mayoría o minoría del pueblo,
crítica provocó una verdadera crisis nacional. Representa un nuevo hito podía el Papa con justa causa, pídanlo ellos o no, darles un príncipe cristiano
histórico de su revisionismo o criticismo político. Es significativo para la y deponer a sus antiguos señores.
historia de América. La aplicación de estos principios se hizo hipotética, hasta confusa y
En apretada síntesis reproduce Vitoria las líneas maestras del «Requeri- peligrosa. Adolece de concesiones e insuficiencias. El mismo Vitoria recono-
miento». Y a través de un proceso lento de investigación y reflexión teológica cía que la aplicación de este título de evangelización se había prestado a
Francisco de Vitoria fue desmontando pieza por pieza sus pruebas y los abusos e injusticias. Pudo servir de pretexto y de manipulación política. Era
presupuestos de los teólogos y canonistas medievales. Su análisis parecía muy difícil desplacentarse totalmente del clima ideológico y teológico que
irrefutable: el Papa no era Señor del Orbe ni podía nombrar príncipes de los dominaba y condicionaba la teología de la época. El derecho a la solidaridad
indios a los Reyes de España. Tampoco el Emperador es Señor universal ni quedaba ya insinuado. Su perfeccionamiento y desarrollo significó el segun-
le correspondía la soberanía de las Indias por delegación del Papa. Injusta- do paso en el proceso de la ética de la conquista.
mente «requerían» los conquistadores a los indios y les obligaban por la
guerra a reconocer y acatar la obediencia del Papa y del Emperador; ni tal B) Solidaridad y comunicación
dominio y expropiación de poderes se les podía demostrar con simples La alternativa Vitoria al colonialismo de la primera conquista se funda-
razones naturales y humanas. menta sobre principios de derecho natural y de derecho de gentes. El ius
Además, aunque los indios no quisieran o se negaran a reconocer la societatis et communicationis condiciona el nuevo concepto de la ética de la
soberanía del Emperador y del Papa, no sería lícito ni justo, por razón de conquista. La vocación universalista y solidaria del hombre, que Vitoria
esta resistencia, hacer la guerra a los indios y apoderarse de sus bienes y cuidadosamente define, quiere ser la base «constitucional» de la Nueva
C.34. La anexión de América a la luz de la teología 641
640 P.IV. La irradiación de la Iglesia
y polemizaron sobre la licitud de guerras concretas y la legitimidad de sus
América. Partiendo de la «hominidad» de los indios, de su reconocimiento
aplicaciones que se sucedieron en Perú, México, Guatemala y Chile. La
como hombres, el teólogo va definiendo y desplegando una serie de dere-
opción ética de la escuela terminó en pura casuística, no en condena o
chos y deberes políticos y sociales, igualmente comunes a colonizadores y
aprobación global de la política colonial española.
colonizados.
Los índices de valoración moral se van definiendo progresivamente en
Su tesis se articula sobre tres principios claves: el derecho fundamental un esfuerzo por concretar, actualizar y aplicar el esquema tradicional de la
de los indios a ser hombres y ser tratados como seres libres, el derecho guerra justa a los problemas indianos. Existe un proceso de diferenciación
fundamental de los pueblos indios a tener y defender su propia soberanía, y muy claro y un empeño sistemático muy bien logrado por acotar responsabi-
el derecho fundamental del orbe a hacer y colaborar en bien de la paz y lidades políticas y delimitar efectos morales a base de fijar el alcance de los
solidaridad internacional. Y a partir de estas coordenadas determinó el principios clásicos y la validez de las instituciones, históricas y dinámicas, que
teólogo de Salamanca el alcance político de los títulos justos e injustos de la sirven de cauce y soporte a ciertos derechos y a ciertas reivindicaciones.
conquista y definió los derechos y deberes de la Corona española para
De aquí deriva el empeño reiterado de la escuela por precisar hasta
intervenir y permanecer en las Indias. Las condiciones del gobierno colonial
términos increíbles el dinamismo del derecho de guerra, la positividad del
fueron las conclusiones definitivas de su alternativa.
derecho de gentes y el carácter esencialmente democrático del poder políti-
Los principios «constitucionales» de la alternativa Vitoria pueden redu- co. La ética de la conquista viene definida por estos tres condicionamientos
cirse a cinco. Primero, indios y españoles son fundamentalmente iguales en que se articulan racionalmente para diagnosticar la licitud, en un momento
cuanto hombres. Segundo, igualmente solidarios y libres, el retraso de los histórico determinado, de cada una de las guerras que se someten a juicio
indios se debe en gran parte a falta de educación y a sus bárbaras costum- crítico y moral. La humanización de la guerra, del derecho de gentes y del
bres. Tercero, los indios son verdaderos dueños de sus bienes, al igual que poder político fueron necesarios índices de referencia de licitud y legiti-
los cristianos, y en consecuencia no pueden ser desposeídos de esos bienes midad.
por razón de incultura. Cuarto, los indios podían ser confiados a la tutela y
Las guerras de los conquistadores quedaron legitimadas y moralmente
protección de los españoles mientras estuvieran en situación de subdesarro-
fueron justificadas en cuanto se sometían a principios de derecho natural
11o. Quinto, el consentimiento mutuo y la elección libre de los indios consti-
definidos por la alternativa Vitoria, y en cuanto obedecían las leyes restricti-
tuía, en última instancia, el título prioritario de intervención y de gobierno.
vas de guerra promulgadas por el emperador si no extralimitaban los dere-
Cuando la crisis del «Requerimiento» se hace conciencia nacional, Fran- chos de ocupación y apropiación de bienes determinados por ley y se respe-
cisco de Vitoria con su alternativa teológica abre así la tercera vía de su taban los acuerdos de paz y convivencia pacífica libremente convenidos con
criticismo político que terminará por configurar la identidad americana. los indios. Consecuentes con estos principios de responsabilidad moral y
Porque el reconocimiento y aplicación de estos principios fundamentales política, obligaron aquellos teólogos a la restitución de bienes tomados a los
fueron la base de la nueva ética colonial. La alternativa Vitoria fue asumida indios y pretendieron a veces que fueran repuestos sus caciques o indemni-
plenamente por la escuela de teólogos y llevada a la práctica hasta sus zados suficientemente.
últimas consecuencias. Fue el tercer paso en el proceso de la ética de la
conquista. C) Protectorado político
Desde 1550 a 1575 los teólogos de la escuela, catedráticos de las univer-
sidades españolas y americanas, fueron tomando conciencia de la alternativa Los conquistadores debían actuar con autoridad regia y licencia del
Vitoria y en función de ella unánimemente condenaron los abusos de los emperador, pero también debían proceder de acuerdo con sus instrucciones
conquistadores. Son numerosos los hechos duramente criticados de palabra de respeto a la vida y libertad de los indios. La expropiación de bienes de los
y por escrito en lecturas de clase y en informes académicos. No ocultaron indios sometidos y la esclavitud, aun en guerra justa, quedaban excluidas,
responsabilidades ni las disculparon. por más que lo permitiera el derecho de guerra comúnmente aceptado entre
los príncipes cristianos. La ocupación y permanencia eran lícitas primordial-
Los abusos fueron condenados sin reservas desde Vitoria a Acosta. mente para la promoción y el bienestar de los indios.
Pero, como diría Roa Dávila, esas conductas personales y sociales no invali-
Los títulos de conquista, invocados normalmente desde el principio de
daban el derecho fundamental de la Corona al dominio español.
la conquista, teóricamente fueron abandonados poco a poco por los teólo-
Aquellos teólogos ni siquiera dudaban de la legitimidad de la presencia gos de la escuela y muchos terminaron prácticamente por ser invalidados.
española en Indias. Ya Vitoria distinguía claramente entre la conquista en sí Esta operación científica parte de Vitoria como protagonista principal. Con
misma, entendida como sometimiento político y ocupación por España de el correr de los años, en confrontación con la realidad, y desgwégftde oír a
los territorios americanos descubiertos, y las distintas guerras de expansión testigos fidedignos, los nuevos teólogos de la conquista/^suí depurando
y ocupación militar. No se cuestionaba la conquista globalmente considera- aquella serie de títulos justos. Muchos son abandonados p f j ^ a l t a j ^ g p u ^ a s
da. Suponían que la conquista era legítima y hasta lícita por razón de o por falta de adecuación al problema indiano.
descubrimiento, ocupación de buena fe y prescripción legítima. Discutieron
642 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.34. La anexión de América a la luz de la teología 643
En este proceso de legitimación, al final ya de la segunda generación de al Concilio de Trento con el fin de responsabilizar a la Corona y a la Santa
la escuela quedan prácticamente reducidos a dos títulos fundamentales: a la Sede. Por la declaración de libertades con la reivindicación de derechos y
liberación de los oprimidos y al libre consentimiento y espontáneo de los deberes que indiscriminadamente correspondían a indios y españoles. Por la
indios dominados. Pero aun estos dos títulos para Alonso de Veracruz y José política de restituciones a indios y caciques a través de la presión de concien-
de Acosta quedaron reducidos a uno solo fundamental y radical: la sobera- cia de reyes y encomenderos, de la mentalización universitaria, de informes
nía de España sobre las Indias venía legitimada, en última instancia, por la y memoriales de aplicación práctica, y de la influencia de consejeros y
voluntad popular de las naciones ocupadas. Por consentimiento expreso o responsables políticos formados en sus aulas. La autocrítica dio sus resul-
tácito de los indios, España continuaba en América. A pesar de los abusos de tados.
los conquistadores, insistía el teólogo José de Acosta en 1576, la conquista
había prescrito. De aquí derivó el reiterado empeño de la escuela por susti- A) Denuncia de la represión
tuir las guerras de conquista por la expansión pacífica. Y la nueva teología Francisco de Vitoria empezó por denunciar la conquista del Perú por
dio el último paso decisivo en el proceso de la ética de la conquista. Francisco Pizarro y cuestionó la legitimidad de la ocupación de México por
La prescripción legítima, concluía Juan Roa Dávila en un esfuerzo de Hernán Cortés. Alonso de Veracruz acusó de agresión a los conquistadores
síntesis de la escuela, culminaría en cesión y abandono de los territorios de México, y José de Acosta calificó de invasión la conquista del Perú. El
ocupados a no ser que los conquistados dieran su consentimiento a la pliego de cargos fue aumentando a lo largo del siglo XVI.
permanencia de los españoles. La colonización podía culminar en la inde- Denunciaron la excesiva y casi innumerable suma de oro y plata que los
pendencia política de los pueblos conquistados. El principio había sido conquistadores habían sacado y traído para España hasta esquilmar a los
académicamente formulado por primera vez por Bartolomé de Carranza en pueblos de los indios, empobreciéndolos y privándolos de sus tesoros y
1540. La ocupación de las Indias por España no parecía indefinida y perpe- riquezas acumuladas desde siglos por sus fundadores y predecesores a través
tua, sino provisional y temporal. Tenía un límite objetivo: se conquistaba y de generaciones sucesivas.
permanecía en Indias para la promoción social de los naturales. Pero tenía Denunciaron la ambición de tantos encomenderos o nuevos pobladores
también un límite temporal: «Cuando estuviera esto hecho, España debía de aquellos pueblos recientemente descubiertos, los cuales se habían preci-
retirarse». pitado en el lujo y en el despilfarro, con mayor exceso y demasía, a costa de
Los teólogos de Salamanca primero y después sus discípulos en otras la pobreza y miseria de tan desgraciadas gentes, retrayéndolas y arrinconán-
universidades de España y América, al final de cuentas, concibieron la dolas, «sin que tengan a veces tierras para sembrar ni un poco de maíz para
intervención de España en América como un protectorado político. Senta- comer».
ron las bases éticas de una comunidad de pueblos bajo la protección de la Denunciaron los abusos y petulancia de las autoridades coloniales que
Corona. Y sólo al servicio y para la promoción de estos ideales definieron la comprometidas con propios intereses y en el juego de sus propias competen-
ética de la conquista. cias no se preocupaban en el negocio que al estado y repúblicas de indios
En conclusión, la Corona española mantenía su imperio soberano sobre correspondía y más les convenía, ni se dedicaban a promocionar y ayudar a
los pueblos y reyes de las Indias. Su poder imperial debía ser compatible con los naturales del Nuevo Mundo para lo que fueron enviados, «comiendo
los pueblos y naciones indias. Existían derechos y deberes mutuos que todos de mogollón y del sudor de aquellas pobres gentes».
condicionaban y limitaban mutuamente las dos soberanías, la india y la Denunciaron la contradicción legal de la Corona que ordenaba y man-
española, mutuamente compartidas en los territorios del Nuevo Orbe. Es daba derogar las cargas excesivas, moderar el trabajo en las minas y los
sorprendente el detalle de esta casuística que terminó en un catálogo de servicios personales, el régimen de encomiendas y las guerras de conquista,
restituciones y devoluciones en la medida en que hacía posible conjugar los mientras mantenía la cantidad de oro y plata que debía exportarse a la
intereses legítimos de los indios que la Corona de hecho debía respetar y los metrópoli y aumentaba cada día el nivel de tributos que procedían de las
derechos generales de la Corona que los indios debían asumir. Esta colisión Indias.
de derechos y deberes entre protector y protegido era la base y el supuesto
.Denunciaron, finalmente, el mal funcionamiento de la justicia en favor
a la vez de la ética de la conquista. El derecho de colonización tenía su
de los naturales que se perdía en trampas y pleitos con interminables dilacio-
fundamento de legitimidad en un pacto de colaboración o en un mandato de
nes y falsas relaciones de los procuradores enviados por los colonos a la
protección y defensa de los derechos humanos.
Corte, los cuales volvían a las Indias cargados de Cédulas Reales y Provisio-
nes para la ejecución de sus perniciosos fines, comprometiendo a los predi-
III. RESULTADOS: PASTORAL DE LOS DERECHOS HUMANOS cadores del evangelio.
La primera lección de esta nueva pastoral fue la valentía y objetividad
La escuela de teólogos puso en marcha la pastoral de los derechos de la denuncia contra toda forma política de represión. No callaron ni
humanos. Por la denuncia con sus recursos al Real Consejo de Indias y hasta toleraron los atentados contra los derechos de los pobres indios, cristianos
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y no cristianos, pero actuaron con la máxima prudencia y equidad, enfren- libertades. Porque la evangelización era ante todo un problema de promo-
tándose por igual a los fanáticos intransigentes que se creían iluminados y a ción humana y de liberación social. La cristianización tenía que ir precedida
la permisividad de los comprometidos con el poder y los intereses económi- de un proceso de humanización. Y esta humanización debía partir de su
cos. Aquella denuncia profética fue su primer testimonio de fidelidad a la recuperación como hombres y como personas. El respeto de su libertad, la
Iglesia de los débiles y marginados. educación de esa libertad y la formación de la fe en la libertad constituían los
tres requisitos o condiciones de cristianización de los indios. Y sobre estos
B) Reivindicación de libertades supuestos reivindicó Francisco de Vitoria la «carta magna de los indios».
Los teólogos de la escuela apelaron a la Corona para que cumpliera e
hiciera cumplir las leyes. Comprometieron a la Iglesia para que presionara C) Código de restituciones
sobre la conciencia de los españoles. Y responsabilizaron a los mismos indios A partir de este catálogo de denuncias, y precisamente para aplicar su
para que tomaran conciencia de sus propios derechos y deberes y aprendie- carta de reivindicaciones, los teólogos de la escuela colaboraron eficazmente
ran a defenderlos y hacerlos respetar. La pastoral de la denuncia puso en con la Corona española y la Nueva Iglesia de las Indias. En aquella tensión
marcha un nuevo programa de reivindicaciones. entre utopía vitoriana y realidad indiana fueron protagonistas de la constitu-
Programa que se orientó a hacer coherente la vida social y política de los ción de la «Nueva América»: por su adecuación indiana de las hipótesis de
conquistadores con sus creencias cristianas, a adecuar progresivamente la Vitoria, por su intervención legislativa en el desarrollo de leyes orgánicas y
transmisión de la fe a las posibilidades de los indios con vistas a su liberación por la ejecución política de la reconversión colonial. Y el resultado fue el
social y religiosa, y a hacer real y eficaz la administración con el fin de mejor mestizaje social, cultural y político que está en la raíz constitutiva de
proteger y promover principalmente a los pobres y a los débiles. Testigos de América.
excepción, tenían conciencia clara de que se estaba en los principios de la La junta de teólogos celebrada en México en 1546 había sido convoca-
Nueva Cristiandad y que de su esfuerzo dependía la construcción de la da por el visitador general y discípulo de Salamanca Francisco Tello de
Nueva América y de su identidad cristiana. Sandoval. Dominada por tres ilustres discípulos de Vitoria -Alonso de Vera-
Empezaron por reivindicar el derecho de los indios a la libertad de cruz, Tomás de Casillas y Tomás de Torres-, decidieron en consecuencia
conciencia como base y punto de partida para encontrar una solución a la sobre las reducciones, las encomiendas y las doctrinas de indios. Sus conclu-
crisis de la Nueva Cristiandad. La evangelización a la fuerza y por coacción siones, elevadas al Consejo de Indias y hechas ley por Real Ordenanza del 16
podía reconvertirse únicamente a partir del respeto, defensa y promoción de de abril de 1550, fueron remitidas a todos y cada uno de los encomenderos
la libertad de conciencia como presupuesto y requisito indispensable para la en particular por reales órdenes de 10 de mayo de 1554 dirigidas a los
conversión de los indios recientemente descubiertos. Concebían que la coac- virreyes de Nueva España y del Perú, al presidente y oidores de las Reales
ción, aun a la predicación de la fe cristiana, era un atentado a la propia Audiencias y Gobernaciones de las Provincias de Indias.
libertad de la persona. Bajo su plena responsabilidad los indios debían En función de la libertad fundamental del hombre y por razones de
decidir libre y voluntariamente el abandono de sus tradicionales creencias solidaridad humana los teólogos de la escuela reivindicaron para los indios el
de acuerdo con su propia conciencia. reconocimiento y promoción de su libertad natural. Por presión académica
En consecuencia, a las autoridades coloniales exigieron respeto para la y por la influencia política de los teólogos consejeros, catedráticos y misione-
distinta condición humana de los indios, para su distinta posibilidad de vida ros, la Corona española proclamó la libertad fundamental de los indios y
y capacidad de desarrollo hasta la tolerancia y transigencia con tradiciones abolió oficialmente la esclavitud en todos sus territorios. Es un hecho que no
históricas y religiosas por negativas que fueran, mientras promovieran y se vamos a silenciar.
orientaran al progreso humano. El cristianismo, como liberación del hom- Finalmente, los teólogos colaboraron a la pacificación de Indias y con-
bre, sólo era posible después de plazos razonables y posibles a través de una tribuyeron a liquidar el contencioso entre los conquistadores españoles y los
lenta adecuación de reformas y cambios de los indios por medio de la vencidos indios. A los veinticinco años de las denuncias de Vitoria a la
educación humana y formación en la fe. conquista del Perú por Francisco Pizarro logró su doctrina el mayor nivel de
Exigieron para ello que el rey de España y la Nueva Iglesia responsable inserción en la sociedad indiana, vía presión de conciencia, a través de
fueran promulgando leyes progresivas para que los indios participaran en juntas, sínodos y concilios provinciales, y se fue incorporando en el derecho
los beneficios de la fe, poniendo los medios para que fueran suficientemente indiano, en el Consejo de Indias, en las Audiencias y en las distintas goberna-
instruidos en los errores de su religión y ritos paganos con el fin de conven- ciones de Indias, para culminar en la política de pacificación de García de
cerlos y atraerlos hábilmente a escuchar las verdades cristianas, para que por Castro, catedrático también de la Universidad de Salamanca y gobernador
su propia voluntad y libremente decidieran ellos mismos su propia con- general de las provincias del Perú.
versión. Las reglas de restitución, académicamente formuladas por Francisco de
Esta pastoral de reivindicaciones culminó en una verdadera carta de Vitoria, fueron comentadas y desarrolladas sucesivamente por Soto, Azpil-
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646 P.IV. La irradiación de la Iglesia
cueta, Medina, Covarrubias, Córdoba y Peña, y expresamente aplicadas al Pero a pesar de este fracaso político del proyecto, aquel mensaje de
fenómeno indiano por Alonso de Veracruz, Tomás Mercado, Luis López y solidaridad ha tenido trascendencia histórica. La doctrina elaborada por los
José de Acosta en contacto directo con los conflictos desde las universidades teólogos de la nueva escuela, a resultas del proceso a la conquista de Améri-
de México, Lima y Santa Fe, y formando parte de juntas de teólogos consti- ca y en razón de su profundo enraizamiento en la conciencia de sus pueblos,
tuidas al efecto. ha tenido influencia especial en los momentos decisivos de la historia de
Su programa de restituciones se orientó entonces a buscar la reconcilia- América.
ción entre indios y españoles sobre la base del mutuo respeto de derechos La teología se hizo ciencia en las universidades, derecho canónico en los
mutuamente reconocidos como base de política colonial. Para los teólogos sínodos y concilios provinciales, y política colonial en los Consejos y Reales
de la nueva escuela, no se adquirían derechos absolutos por ninguna de las Audiencias de las Indias. La independencia de los pueblos americanos, en
dos partes, y en función de esta nueva perspectiva, que condicionaba la rebeldía contra el despotismo borbónico, parece el resultado natural y lógi-
nueva comunidad de las Indias integradas por criollos y nativos, progresiva- co desenlace de la doctrina de la soberanía popular configurada y defendida
mente se fue delimitando la norma de aquel empeño por descubrir bases por Francisco de Vitoria y Francisco Suárez.
más firmes de pacificación y de integración. Conquista política de la Nueva Este mensaje de pacificación y reconciliación, de rehumanización y
Teología. dignificación humana, de solidaridad y comunicación de bienes, de denun-
cia y de rebeldía contra la injusticia social, está abierto a la comprensión y al
progreso solidario de los pueblos de América. Por obra y gracia de los
IV. CONCLUSIÓN: TRASCENDENCIA HISTÓRICA teólogos de la conquista está en la raíz misma de la identidad cristiana de
América.
La década de los sesenta señala una fase histórica en el proceso de
Cualquiera otra versión o interpretación es un fraude a la conciencia
presión de conciencia que aceleró el desenlace político de la pacificación de
americana y una falsificación de su historia. Sólo a la luz de la teología se
las Indias. 1567 pudo ser el año de la reconciliación nacional: la Nueva
puede comprender el pasado de América.
Iglesia de las Indias aprueba oficialmente las reglas de restitución para
conquistadores y encomenderos por la junta extraordinaria de teólogos
convocada por García de Castro y presidida por el arzobispo de Lima,
NOTA BIBLIOGRÁFICA
Jerónimo de Loaysa. El procurador general Francisco Falcón presenta en el
segundo concilio provincial de Lima el proyecto del protectorado de España Fuentes
para las Indias. J. DE ACOSTA, De procurando, indorum salute, ed. bilingüe L. Pereña y otros 1-2
También en 1567 se ratifica por el rey Felipe II y el inca Tito Cusi (Madrid, 1984-1987): Corpus Hispanorum de Pace (CHP), XXIII-XXIV; E. J. BuRRUS,
Yupanqui el tratado de amistad y paz perpetua. Y el gobernador general del The Writings of Alonso de la Veracruz 1-5 (Romae-St. Louis, 1968-1976); B. DE LAS
Perú, Lope García de Castro, notificaba a Su Majestad el Rey y al Real CASAS, De regiapotestate, ed. crítica J. González Rodríguez (Madrid, 1990); L. HANKE,
Cuerpo de documentos del siglo XVI sobre los derechos de España en las Indias y Filipina
Consejo de Indias, el 20 de diciembre de 1567, que todos los encomenderos (México, 1943); R. HERNÁNDEZ, Derechos humanos en Francisco de Vitoria. Antología
habían liquidado sus respectivas deudas con los nativos en cumplimiento de (Salamanca, 1984); M. DE PAZ, Del dominio de los reyes de España sobre los indios, ed. S.
la sentencia a favor de los indios que habían demandado a los conquista- Zavala (México, 1954).
dores. J. DE LA PEÑA, De bello contra insulanos. Intervención de España en América, ed. L. Pe
reña y otros 1-2 (Madrid, 1982; CHP, IX-X), donde, además de la obra de Juan de
Hay que reconocer que aquel proyecto de pacificación en gran parte se la Peña y de varios estudios, en el primer volumen se insertan, entre otros documen-
perdió en la utopía y sólo parcialmente y en raras ocasiones quedó en simple tos, el dictamen de la Universidad de Salamanca acerca de una obra de Juan Ginés de
ensayo de política colonial. Sería ingenuo tratar de ocultar las crueldades y Sepúlveda, el Sumario de Domingo de Soto sobre la polémica entre Sepúlveda y
atrocidades cometidas por los españoles en la conquista de América. Deter- Bartolomé de las Casas, y textos sobre las guerras de conquista y sobre el derecho de
España a las Indias de Bartolomé de Carranza, Melchor Cano, Diego de Covarrubias,
minantes de este fracaso político fueron la razón de Estado, el regalismo de Domingo de Soto, Alfonso de Castro, Domingo de Santo Tomás y Pedro de Sotoma-
la Corona y la hostilidad de la Europa reformada. El teólogo Luis López de yor (I, págs. 499-612). En el segundo volumen (págs. 156-485) se añaden nuevos
Solís, discípulo de Salamanca, catedrático de Lima y obispo de Quito, pudo textos o se proporcionan datos de Pedro de Sotomayor, Juan de Guevara, Mancio de
dar la clave de este fracaso. Corpus Christi, Luis de León, Bartolomé de Medina, Domingo Báñez, Pedro de
Aragón, Luis García del Castillo, Pedro de Ledesma, Domingo de Guzmán, Juan
Fue la administración colonial la principal responsable del fracaso polí- Vicente, Antonio de Córdoba, Bartolomé de Ledesma, Tomás Mercado, Bartolomé
tico. Solís denunció expresamente la represión de los regidores de indios, el Frías de Albornoz, Francisco Ovando Mogollón, Luis López, Miguel de Palacios, Luis
fraude de los protectores de indios y la confabulación de los administradores de Molina, Pedro Barbosa, Manuel Soares, Francisco de Toledo, Francisco Suárez,
de indios. El resultado fue, muchas veces, la explotación económica, la Juan de Salas y José de Acosta.
frustración de las instituciones y la hipocresía de los compromisarios polí- L. PEREÑA, Escuela de Salamanca. Carta Magna de los Indios. Fuentes constitucionales
ticos. 1534-1609 (Madrid, 1988: CHP, XXVII); J. G. DE SEPÚLVEDA, Demócrates Segundo o de
648 P.IV. La irradiación de la Iglesia
las justas causas de la guerra contra los indios, ed. bilingüe A. Losada (Madrid, 1951);
F. DE VITORIA, Relectio de Indis o Libertad de los indios, ed. L. Pereña y otros (Madrid,
1967: CHP, V), donde se insertan también (págs. 135-218) cartas de Francisco de
Vitoria o recibidas por él acerca de este punto, así como sendos textos de Gregorio CAPÍTULO 35
López y de Domingo de las Cuevas; ID., Relectio de iure belli o Paz dinámica, ed.
L. Pereña y otros (Madrid, 1981: CHP, VI), con reproducción además (págs. 299-382)
de pasajes sobre la licitud de la guerra de Domingo de Soto, Melchor Cano, Diego de LA IGLESIA AMERICANA Y LOS PROBLEMAS DEL INDIO
Covarrubias, Francisco de Vitoria, Pedro de Sotomayor, Diego de Chaves, Alonso de
Veracruz, Alfonso de Castro, Vicente Barrón, Martín de Azpilcueta, Juan de Medina, Por PEDRO BORGES
Martín de Ledesma, Bartolomé Carranza y Francisco de Meneses.
Visiones generales
Actas del I Simposio sobre la ética en la conquista de América (1492-1573) (Salamanca
y Madrid, 1984: CHP, XXV); V. D. CARRO, La teología y los teólogos-juristas españoles
ante la conquista de América, segunda ed. (Salamanca, 1951); L. HANKE, La lucha por la
justicia en la conquista de América (Madrid, 1967); J. HOFFNER, La ética colonial española El indio p r e s e n t ó e n la América española d o s tipos d e p r o b l e m a s : u n o s ,
del Siglo de Oro. Cristianismo y dignidad humana (Madrid, 1957). d e índole general; o t r o s , d e carácter c o n c r e t o .
Los p r i m e r o s p u e d e n sintetizarse e n la situación desfavorable e n la q u e
Escuela de Salamanca q u e d a s u m i d o t o d o p u e b l o al pasar al d o m i n i o d e u n e x t r a ñ o o, si se q u i e r e ,
V. ABRIL, «Bartolomé de las Casas y la Escuela de Salamanca», en PEÑA, De bello al establecer c o n t a c t o c o n o t r o p o r a l g u n a r a z ó n (militar, política, técnica,
contra insulanos II, 489-518; S. ALVAREZ TURIENZO, «Fray Luis de León ante el cultural) s u p e r i o r a él. E n casos c o m o éstos, t a n frecuentes q u e e n realidad
descubrimiento y la evangelización de América», en S. ALVAREZ TURIENZO y otros,
Evangelización en América. Los agustinos (Salamanca, 1988), 141-198; C. BACIERO, se identifican c o n la historia d e la h u m a n i d a d , el nativo se convierte indefec-
«Los teólogos jesuítas y la segunda generación», en PEÑA, De bello contra insulanos, tiblemente e n víctima del recién llegado, el cual d e m a n e r a inevitable actúa
333-350; J. BARRIENTOS, «Juan de Guevara y Pedro de Aragón en la disputa jurisdic- sociológicamente c o m o d o m i n a d o r , si ya n o es q u e su posición d e privilegio
cional sobre Indias», en ALVAREZ TURIENZO, Los agustinos, 103-139; J. BUFRAU, La i n d u c e a sus c o m p o n e n t e s a p e r p e t u a r abusos d e índole p e r s o n a l .
Escuela de Salamanca ante el descubrimiento del Nuevo Mundo en el V centenario del
descubrimiento de América (Salamanca, 1989); R. HERNÁNDEZ, «La Escuela dominicana N i n g u n a situación t a n propicia c o m o ésta p a r a la actuación d e la
de Salamanca ante el descubrimiento de América», en Los dominicos y el Nuevo Mundo. Iglesia.
Actas del I Congreso Internacional (Madrid, 1988), 101-132; ID., «Presupuestos de
Francisco de Vitoria a su doctrina indiana»: La Ciencia Tomista 111 (Salamanca,
1984), 6-86; A. ORTEGA, «El humanismo salmantino en la conquista de América», en I. OBSERVACIONES SOBRE LA ACTUACIÓN
F. MARTÍN HERNÁNDEZ y otros, Humanismo cristiano (Salamanca, 1989), 135-195; DE LOS ECLESIÁSTICOS
L. PEREÑA, La Escuela de Salamanca. Proceso a la conquista de América (Salamanca, 1986);
ID., «Extremadura y la Escuela de Salamanca», en Extremadura en la evangelización del
Nuevo Mundo. Actas y estudios (Madrid, 1990), 291-311; ID., «La Escuela de Salamanca,
los agustinos y América», en Agustinos en América y Filipinas. Actas del Congreso Los eclesiásticos, s o b r e t o d o los religiosos, e n c o n t r a r o n e n el N u e v o
Internacional 1 (Valladolid, 1990), 351-384. M u n d o u n a ocasión c o m o pocas p a r a colocarse a favor del débil y, a m p a r a -
dos y hasta estimulados p o r la C o r o n a española, la a p r o v e c h a r o n al m á x i m o .
Otros aspectos P a r t i e r o n del principio d e la condición «miserable» o situación d e des-
C. BACIERO, «La ética en la conquista de América y los primeros jesuítas del Perú», ventaja d e los nativos y se convirtieron e n p r o t e c t o r e s n a t o s del mismo,
e n j . J. ALEMANY, América (1492-1992). Contribuciones a un centenario (Madrid, 1988), c o m e t i d o y d e n o m i n a c i ó n esta última q u e llegó a t e n e r c a r á c t e r oficial y q u e
129-164; P. BORGES, «Proceso a las guerras de conquista», en J. DE LA PEÑA, De bello
en el c a m p o d e lo eclesiástico iba aneja a la dignidad episcopal.
contra insulanos II, 17-66; P. CEREZO, Alonso de Veracruz y el derecho de gentes (México,
1985); Diritti dell'uomo e la pace nel pensiero di Francesco de Vitoria e Bartolomé de las Conscientes d e q u e c o n ello «descargaban» la conciencia real y la p r o p i a
Casas (Roma, 1988); J. GONZÁLEZ, «Los amigos franciscanos de Sepúlveda», en Actas (frase q u e e n la d o c u m e n t a c i ó n eclesiástica se repite hasta la saciedad),
del II Congreso Internacional sobre los franciscanos en el Nuevo Mundo (Madrid, 1988), a d e m á s d e actuar e n ese sentido, a p e n a s e l a b o r a r o n u n d o c u m e n t o d e
873-893; ID., «Fray Bernardino de Arévalo en la Junta de Valladolid (1550-1551) a
través del epistolario de Juan Ginés de Sepúlveda»: Ibíd., 1 (Madrid, 1987), 699-717; índole sociológica o descriptiva d e la situación r e i n a n t e en el q u e n o aparez-
V. HENKEL, «Una contribución de los agustinos a la ética colonial», en Agustinos en can a favor del indígena.
América y Filipinas 1, 333-350; G. LOHMANN, «Pensamiento de agustinos ilustres del Este tipo d e d o c u m e n t a c i ó n , e n c u a n t o d e l a t o r a d e u n a situación desfa-
Perú en los siglos xvi y xvn»: Ibíd., 205-236; G. HIGUERA, «La conquista de América, vorable d e los indígenas y s u g e r i d o r a d e soluciones p a r a sus p r o b l e m a s , es
el derecho internacional y los derechos humanos», en ALEMANY, América, 7-42;
L. PEREÑA (coord.), Carta magna de los indios (Salamanca, 1987); ID., Proceso de leyenda a b r u m a d o r a en la América nuclear, s o b r e t o d o e n el siglo XVI, p e r o casi
negra (Madrid, 1989); ID., Descubrimiento y conquista. ¿Genocidio? (Salamanca, 1990); inexistente e n la América marginal.
A. YBOT LEÓN. «Juntas de teólogos asesores del Estado para Indias»: Anuario de Estudios La r a z ó n estriba en q u e se trata d e d o s espacios geográficos t o t a l m e n t e
Americanos 5 (Sevilla, 1948), 397-138. distintos. E n la América n u c l e a r o d e las d e n o m i n a d a s Altas C u l t u r a s prehis-
650 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.35. Iglesia americana y los problemas del indio 651
pánicas se dio un contacto íntimo y permanente entre los dos pueblos, el preocupó por el indígena americano con la mentalidad propia de cada
dominador y el dominado, especialmente conflictivo en sus comienzos. En la época, sino que incluso hasta se excedió en ello desde el punto de vista
América marginal ese contacto desapareció prácticamente porque la rela- político, económico y social, puesto que trató de supeditar una sociedad a
ción se estableció de una manera casi exclusiva entre los indios y el misio- los más humanos y más elevados intereses de la religión. La Iglesia aspiró a
nero. convertir la «República de los Indios» en un imposible Reino de Dios en
La manera de denunciar y de intentar solucionar los problemas de los América.
indígenas convierte a los religiosos en autores de una documentación de La tarea es improcedente porque, dado el carácter de esa preocupa-
carácter eminentemente pesimista en la que como es lógico, puesto que eso ción, exponerla en sus manifestaciones equivaldría a elaborar una intermi-
es lo que persiguen, el indio aparece siempre como una víctima impotente y nable lista de delaciones que, por una parte, exigirían una comprobación de
hasta el propio religioso, solidarizado con él, se presenta también, y paradó- su exactitud, y, por otra, una justa pero dificilísima apreciación de las
jicamente, como un desfavorecido en su labor redentora porque no siempre mismas a la contraluz de otras apreciaciones contrarias que apenas existen
consigue todo lo que quisiera, muchas veces inalcanzable. porque solamente las hubieran podido elaborar los propios eclesiásticos que
se proponen precisamente lo contrario.
Ninguno de ellos oculta que al proceder así lo hacen movidos de la
De estas delaciones genéricas, las únicas de valor indiscutible serían las
compasión o de la caridad al mismo tiempo que del deseo de favorecer
referentes al actualmente denominado genocidio o exterminio premeditado
la evangelización. Así, con ello, inconsciente y automáticamente se sitúan
de la población indígena prehispánica, porque se trataría de un hecho
en un plano en el que la utopía es muy difícil de compaginar con la rea-
cuantificable.
lidad.
Sin embargo, estas delaciones no se dan fuera de Bartolomé de las Casas
Utilizadas como instrumento para describir e intentar reformar la situa-
o de algún que otro religioso de primera hora que interpretan el hecho de
ción del indio, en estas descripciones necesariamente pesimistas recurren a
la mortandad indígena erróneamente o como medio para conseguir sus
tres sistemas, que pueden darse por separado o simultáneamente.
fines, ocultando que la mortandad se dio también entre los colonos espa-
En unas ocasiones denuncian situaciones de hecho desfavorables para
ñoles.
los indígenas, pero que en realidad eran consecuencia ineludible de la nueva
En este punto los eclesiásticos no hablan de genocidio porque no se dio.
situación política, social y laboral de un pueblo sometido a otro de cultura
Lo que hacen es lamentarse de la mortandad indígena, pero no con ánimo
distinta, situación que no se podía reformar globalmente sino mediante un
de delación, sino con sensación de impotencia, porque eran conscientes
cambio radical del sistema (como se hizo en la América marginal), solución
(como hoy está ya perfectamente comprobado) de que esa mortandad, invo-
que los religiosos no propugnan sino de manera excepcional, pues era
luntaria por parte de todos, obedecía a factores imposibles de evitar por
prácticamente inviable. En estos casos los religiosos aspiraban a más de lo
surgir del contacto de dos pueblos distintos como eran, por ejemplo, las
que podían conseguir fuera de un imperio puramente teocrático.
epidemias o los desajustes sociales, económicos y hasta psicológicos surgidos
En otras coyunturas las denuncias versan sobre situaciones concretas, del nuevo orden.
consideradas como abusivas por los religiosos. Se trata de hechos que unas
Por estos motivos las páginas que siguen versarán únicamente sobre
veces parecen verdaderos abusos, que en otras son difíciles de clasificar y
problemas muy concretos, pero que fueron determinantes para la vida del
que en todas son negadas por sus autores.
indígena americano.
En no pocas circunstancias las denuncias delatan deficiencias de una
manera tan genérica («los indios son muy maltratados») o de modo tan
universal («no hay español que mire por los indios») que su misma impreci- II. LA IGLESIA ANTE LOS PROBLEMAS ANTILLANOS
sión las priva de valor y su universalidad evidencia la aplicación a todos de lo
que solamente era conducta de algunos.
A) La supuesta complicidad eclesiástica
En casi todas las descripciones se recurre al instrumento literario de la
hipérbole, es decir, a exageraciones que a veces se utilizan premeditadamen- Los eclesiásticos estuvieron presentes en las Antillas desde finales de
te para conseguir el bien mediante la ponderación del mal, pero que normal- 1493. Esta madrugadora presencia no fue óbice para que los habitantes del
mente son espontáneas e inconscientes por formar parte de un lenguaje archipiélago se vieran obligados a padecer una situación que Bartolomé de
común menos preciso que el nuestro y que los contemporáneos, a diferencia las Casas describe con todo detalle, aunque con no menor parcialidad y
de nosotros, sabían interpretar en su justo alcance. apasionamiento, como verdaderamente trágica.
Abordar la actuación de la Iglesia en América ante los problemas del Prescindiendo de la mayor o menor veracidad de la discutible versión
indio desde esta óptica general es tarea superflua al mismo tiempo que lascasiana, llama la atención en ella que la Iglesia aparezca como testigo
improcedente. mudo o como cómplice de esa tragedia hasta el punto de que los religiosos
Es superflua porque no necesita demostrarse que la Iglesia no sólo se Jerónimos, enviados por el cardenal Cisneros a reformar la situación, apro-
C.35. Iglesia americana y los problemas del indio 653
652 P.IV. La irradiación de la Iglesia
baran esta última al optar en 1517 por la permanencia del sistema de hacia los indígenas, consignadas por ellos mismos en 1500, así como acerca
encomiendas, causa, según Las Casas, de todos los infortunios de los nativos. de la preocupación que les causaban los desaciertos de Cristóbal Colón en
Esta impresión de complicidad o de insensibilidad de la Iglesia para con cuanto gobernador de la Española y el temor que les infundía la presencia en
la situación de los indios la insinúa el propio Las Casas al calificar de «felice» esa isla de genoveses, porque todo ello amenazaba con «destruir» la tierra.
la llegada de los primeros cuatro dominicos a la isla Española en 1510 como Precisamente porque no eran indiferentes a la situación, comisionados por
si los treinta y tres religiosos, en su mayoría franciscanos, llegados con Cisneros intervinieron en 1500 en el prendimiento de Colón y en su envío a
anterioridad, no hubieran hecho nada, a los que describe como «buenas España.
personas», pero limitados a vivir en sus conventos «religiosamente», aunque De una manera ya más expresa, uno de esos mismos franciscanos nos
en realidad desentendidos de los indígenas. proporciona en 1502 un breve pero sintomático dato acerca de su postura
Idéntica impresión vuelve a ratificarla al presentarse a sí mismo en 1515 ante los problemas de los indígenas.
como el primero que denunció la situación ante la Corona española y al Al referirse a ciertas extralimitaciones de Rodrigo de Bastidas, esos
afirmar que, hasta comienzos del siglo XVI, «los desventurados indios no franciscanos se enfrentaron a dos de sus hombres «de parte de Sus Altezas
tenían, como nunca tuvieron, quien por ellos abogase y defendiese y dijese -dicen- por la carta patente que teníamos a favor de los indios». En esa
la verdad a los reyes» (Historia de las Indias, libro 2, cap. 19). coyuntura concreta su actuación resultó estéril, pero ellos mismos añaden
Lo más corriente es admitir esta versión de Las Casas tal y como él la que «si no fuera por los frailes, que lo estorbaron, toda aquella parte de la
propone para que se admita, sin caer en la cuenta de que no deja de ser isla fuera destruida». A pesar de ello no pudieron evitar dos expediciones
sospechosa ante las omisiones y contradicciones que oculta. armadas contra los nativos.
Hoy sabemos que esos franciscanos hicieron mucho más que limitarse a También pertenece a 1502, y posiblemente estuvo inspirada por Cisne-
vivir «religiosamente» en sus dos conventos de la Española. También sabe- ros, la liberación de indios que se encontraban esclavos en España efectuada
mos que esos franciscanos se adelantaron a los dominicos en la denuncia de en Sevilla por el franciscano Alonso del Espinar al emprender viaje al Nuevo
la situación. Por otra parte, al referirse a su llegada a España en 1515, Las Mundo junto con otros dieciséis religiosos de su misma Orden.
Casas olvida que, lejos de ser el primero en hacerlo, estuvo precedido por los
franciscanos en 1500 y por los franciscanos y dominicos en 1512. Tampoco C) Franciscanos y dominicos, moderadores de las encomiendas
(1511-1513)
cae en la cuenta de que en otro pasaje él mismo reconoce que al entrar en
1516 en contacto con el cardenal Cisneros, entonces regente del Reino, éste Con la llegada de los primeros cuatro dominicos al Nuevo Mundo, en
ya estaba informado de lo que sucedía por advertencia de los religiosos de su 1510, surge un nuevo dato acerca de la compenetración de los religiosos con
misma Orden, cuyo viaje a América lo había patrocinado el propio cardenal los problemas del indio. Se trata de un proceso esta vez transmitido por
franciscano. Bartolomé de las Casas en un relato aparentemente diáfano, pero en reali-
Todo esto infunde graves sospechas sobre la veracidad de la versión dad repleto de puntos oscuros.
lascasiana, hasta el punto de que los propios dominicos que él admira Para nuestro caso, lo indiscutible en él parece reducirse a que los días
terminan siendo también supuestos cómplices de la situación (cuando sabe- 21 y 28 de diciembre de 1511 fray Antonio Montesinos, en nombre de los
mos que no lo fueron), puesto que en 1514 ellos mismos se beneficiaron, restantes dominicos de la isla, denunció públicamente en sendos sermones el
aunque Las Casas no lo dice al anatematizar el hecho, del repartimiento derecho de la Corona de Castilla a la posesión y administración de las Indias,
efectuado por Rodrigo de Alburquerque, quien les asignó en encomienda así como las vejaciones de que eran víctimas los nativos, obligados contra su
una cacica y trece indígenas para la construcción del convento. voluntad a trabajar para los colonos españoles (encomiendas) en condicio-
Desechada por parcial e incompleta una versión como la de Bartolomé nes injustas.
de las Casas, que incurre en omisiones, contradicciones y afirmaciones ine- El escándalo originado por los sermones obligó a Montesinos a viajar a
xactas, a base de ella no cabe hablar de complicidad de los eclesiásticos con España para explicar su postura, lo que también hizo el franciscano Alonso
una situación que él presenta como inadmisible. del Espinar, en afirmación de Las Casas, para defender la posición contraria
Tampoco se puede hablar, por falta de datos, de una postura eclesiásti- al dominico.
ca decidida y umversalmente beligerante contra esa situación, pero los que Los acontecimientos posteriores dejan suficientemente claro que no se
se poseen inclinan la balanza más hacia la insatisfacción que hacia la supues- trataba de dos posturas antagónicas, sino que ambos religiosos convenían en
ta complicidad. condenar los abusos que se perpetraban en las encomiendas mientras que
disentían en el punto de si la Corona gozaba o no del derecho a concederlas.
B) Los franciscanos, protodefensores del indio (1502) Sólo así se explica que en un repentino cambio de decorado, que Las
Aunque Bartolomé de las Casas no lo dice, hoy ya poseemos algunas Casas no explica suficientemente, una vez en España, Montesinos y Espinar
aunque escasas noticias sobre las simpatías de los primeros franciscanos aparezcan reconciliados hasta el punto de que el dominico, que no tenía
654 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.35. Iglesia americana y los problemas del indio 655
acceso a las deliberaciones de la junta designada para estudiar el asunto,
nos y aceptó en parte las sugerencias lascasianas sobre el carácter de la
aparezca aconsejando amigablemente al franciscano sobre las medidas que reforma.
convenía adoptar acerca de las encomiendas. Una vez en la Española, los reformadores Jerónimos, en contra de la
El resultado fue que, como fruto de las deliberaciones de la junta y con opinión de Las Casas y de los dominicos de la isla pero compartiendo la
la participación personal de Espinar, el 27 de diciembre de 1512 firmó la opinión de los franciscanos y de los colonos españoles, llegaron a la conclu-
Corona las denominadas leyes de Burgos, cuyas treinta y cinco ordenanzas sión de que no se podían suprimir las encomiendas, aunque sí dulcificarlas
regulaban, suavizándolo, el sistema de las encomiendas. mediante una segunda reforma de las leyes de Burgos de 1512.
Posteriormente esas mismas leyes experimentaron una ulterior modera- Cisneros aprobó en 1517 la decisión de los Jerónimos.
ción mediante la introducción en ellas de cinco reformas promulgadas en
Valladolid el 28 de julio de 1513, en cuya elaboración intervino fray Pedro
F) Utopías y proyectos antillanos (1518-1526)
de Córdoba, superior de los dominicos de la Española.
En lo sucesivo, y por lo que se refiere a las Antillas, la falta de documen-
D) Primeras actuaciones de Bartolomé de las Casas tación únicamente nos permite aludir al encargo que Carlos V les hizo en
1526 al franciscano Pedro Mexía y al dominico Reginaldo Montesinos de
Después de haber combatido contra los indios y de haber sido y seguir que se trasladaran a Cuba para poner a los indios que con ese fin habían
siendo posteriormente encomendero, Bartolomé de las Casas participó de quedado libres de los encomenderos desde hacía seis meses «en aquella
1512 a 1514, en calidad del clérigo que era entonces, en la conquista de libertad y manera de vivir que viéredes que de justicia y razón deben tener
Cuba, llevada a cabo por Diego Velázquez y Panfilo de Narváez. y conviene... según la capacidad de sus personas».
El mismo nos relata al pormenor cómo evitó durante la campaña «har- Se trató de un proyecto consistente en que los indígenas, libres de los
tas muertes de indios», cómo recriminaba a Narváez las extralimitaciones de encomenderos, vivieran al estilo de los labradores de Castilla. El intento,
los soldados, cómo se adelantaba a los expedicionarios para señalar los ensayado en la Española (1518-1520), en Puerto Rico (1520) y en Cuba
sectores que en cada poblado debían ocupar los soldados y los nativos para (1526-1535), terminó fracasando. En Cuba concretamente se seleccionó
evitar roces entre ellos, cómo hacía de improvisado médico entre los indíge- con ese objetivo a cuarenta indígenas, que fueron confiados al clérigo Fran-
nas y cómo, dada la amistad que los unía, Velázquez «hacía muchas cosas cisco Maldonado y al colono español Alonso Poveda.
buenas por su parecer». Simultáneamente, durante los años 1518 a 1522, Bartolomé de las
Es también el mismo Las Casas quien relata que a finales de mayo de Casas, todavía clérigo, excogitó una serie de utopías, que se quedaron en
1514, siendo en Cuba un clérigo encomendero con fama de codicioso y eso, destinadas a sustituir el sistema de las encomiendas al mismo tiempo que
despreocupado por la atención espiritual a los indios, comenzó a recapacitar gestionó en la Corte varios proyectos de colonización de América a base de
en la ilicitud de las encomiendas, lo que le indujo a renunciar a la suya labradores, en los que fracasó.
públicamente en un sermón pronunciado el día 15 de agosto de 1514.
Desde ese momento inició una campaña contra el sistema, apoyado en
Cuba por cuatro dominicos llegados a la isla en marzo de 1515, para prose- III. LA IGLESIA ANTE LAS CONQUISTAS
guir la cual ese mismo año se embarcó para España a fin de trabajar en la
Corte por la supresión de las encomiendas.
A) De 1513 a 1531
E) La reforma cisneriana de las Indias (1516-1517) Dejando aparte la cuestión de si fray Antonio Montesinos planteó o no
la duda sobre la licitud de las-conquistas armadas en sus sermones del 21 y
La muerte del rey Fernando el Católico a finales de 1515 obligó a Las 28 de diciembre de 1511, el problema ciertamente se abordó en 1513, en las
Casas a despachar con el cardenal Jiménez de Cisneros, que se había hecho juntas celebradas en Valladolid, en las que participó el dominico fray Pedro
cargo de la regencia del Reino. de Córdoba.
Para sorpresa del clérigo, y en afirmación expresa del mismo, el carde- Estas deliberaciones abocaron en la elaboración, el 12 de junio de 1514,
nal franciscano ya estaba tan perfectamente informado por los religiosos de del célebre Requerimiento o invitación a los indios a que se sometieran de paz
su Orden residentes en América sobre la situación antillana que le pareció y voluntariamente al dominio español so pena de que en caso contrario se les
parca en demasía la lista de diecinueve «agravios y sinrazones» que el propio declararía la guerra, con las trágicas consecuencias que eso llevaría consigo.
Las Casas le presentó en marzo de 1516. Esta disyuntiva parte del principio de la licitud de las conquistas armadas en
Decidido a reformar la situación con anterioridad incluso a la llegada de el caso de que, requeridos de paz, los indígenas no se avinieran a someterse
Las Casas, Cisneros se valió de este último para seleccionar a los tres religio- de buen grado al conquistador.
sos Jerónimos que se encargaron de poner en práctica los proyectos cisneria- Mientras no aparezcan nuevos datos, los actualmente conocidos indican
Hieinrin A» Isi IOIMSÍH
656 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.35. Iglesia americana y los problemas del indio 657
que los primeros eclesiásticos que se opusieron a las conquistas armadas sin
B) De 1531 a 1549
admitir ninguna circunstancia que las justificara (aparte de los franciscanos
de 1502, pero cuyos razonamientos desconocemos) fueron Bartolomé de las Las críticas aisladas a las conquistas emitidas entre 1519y 1531 termi-
Casas, todavía clérigo, y el franciscano Remigio de Faulx, ambos en 1518. naron por convertirse en una campaña sistemática contra ese sistema de
Bartolomé de las Casas lo hizo de momento basado, no en la ilicitud anexión territorial tras la conquista del Perú.
intrínseca de toda guerra, sino en los inevitables daños que lleva consigo. El En el desarrollo de esta campaña cabe distinguir varias etapas.
franciscano, según Las Casas, «propuso una cuestión diciendo que con qué 1) El escándalo del Perú (1531-1537). Ya antes de su encuentro con
justicia o poder se pudo entrar en estas Indias de la manera que los españo- Atahualpa, en el mismo año de 1531, el dominico Bernardino de Minaya le
les entraron en ellas». advirtió a Francisco Pizarro que «viese lo que hacía» y le pidió que les
A ambos siguió el también franciscano Juan de Quevedo, obispo de proporcionase a él y a sus compañeros un intérprete para ir a predicarle al
Santa María del Darién, quien, según un extraño relato de Las Casas, prime- inca, el cual o admitía la predicación o les daba muerte, hecho este del que
ro justificó y luego reprobó las conquistas en la controversia mantenida con se seguiría el bien del martirio para los religiosos y el motivo que justificaría
el clérigo en Molíns del Rey (Barcelona) en 1519. la guerra. Pizarro le respondió a Minaya que «había venido de México a
Un hecho de tanta resonancia como la conquista del imperio azteca por quitarle su ganancia y que no haría lo que le pedía». Por añadidura, les quitó
Hernán Cortés (1519-1521) parecía llamado como ninguno a suscitar una a los dominicos el «mantenimiento».
reflexión crítica, pero parece que de momento originó más bien entusiasmo A diferencia de lo sucedido con Hernán Cortés en Nueva España, la
debido seguramente a su brillantez, al modo como supo presentarlo el conducta de Pizarro en el Perú constituyó un verdadero escándalo, refleja-
propio conquistador y al tinte mesiánico con que lo impregnaron los francis- do en el disgusto del emperador por la muerte de Atahualpa, comunicado en
canos.
1535 al cabildo de Lima por el dominico Tomás de Berlanga; en la justifica-
De todas las maneras, la promulgación de las Ordenanzas de Granada ción que en 1535 tuvo que hacer de su participación en la muerte del inca
del 17 de noviembre de 1526, por las que se reglamentaron las conquistas
el también dominico Vicente de Valverde; en las consultas que algunos
para evitar abusos, le confieren probabilidad a la conjetura de que más de un
conquistadores hicieron en 1535 en Valladolid y Salamanca sobre la licitud
religioso americano se había quejado ya de las expediciones armadas, aun
de la posesión de lo adquirido en el reparto del tesoro del inca, y en el hecho
cuando no conozcamos sus denuncias. En cualquier caso, esas Ordenanzas
de que fray Francisco de Vitoria, catedrático de la Universidad de Salaman-
les conceden a los eclesiásticos un especial protagonismo en las conquistas al
ca, afirmara en 1534 que no «entendía» la justicia de aquella guerra y que se
confiar a los dos clérigos o religiosos que en adelante debían acompañar a
le «helaba la sangre» al oír las funestas consecuencias de la misma.
todo conquistador la responsabilidad de decidir cuándo se podía declarar la
Por lo que se refiere a los religiosos que llegaron al Perú inmediatamen-
guerra a los indios y la vigilancia sobre el comportamiento de los conquista-
dores. te después de la conquista, el franciscano Marcos de Niza la criticaba dura-
mente, a juzgar por el memorial escrito sobre ella en 1537, ya en Nueva
Las denuncias contra las expediciones armadas vuelven a aparecer ex-
España. Por su parte, el también franciscano Juan de San Filiberto afirmaba
presamente en 1531, primero con Bartolomé de las Casas y después con
de sí mismo que en el Perú fue «crudamente perseguido por la tiranía
varios religiosos de Nueva España.
pizarreña» por predicar públicamente «la justicia» de Dios y del emperador.
Las Casas afirmaba categóricamente a comienzos de 1531 que «no ha
habido guerra justa ninguna hasta hoy de parte de los cristianos», se quejaba El mismo Bartolomé de las Casas se preguntaba en 1535, ya dominico,
de las «tan encendidas y horribles guerras», las calificaba de contrarias a si el Consejo de Indias se había planteado la cuestión de «que haya sido
«todo derecho divino y natural» o de «guerras injustas y violentas» y justifica- aquella muerte de Atahualpa hecha en justicia y la privación de su reino y la
ba las mantenidas por los indios contra los españoles. cual despojó de sus grandes tesoros».
Entre los religiosos de Nueva España consultados por la Audiencia de En este mismo sentido, el franciscano fray Juan de Zumárraga, obispo
México acerca de la licitud de la guerra emprendida a finales de 1530 por de México, informado de lo sucedido en el Perú por fray Marcos de Niza, no
Ñuño de Guzmán en Nueva Galicia, los franciscanos Juan de Zumárraga y solamente le ordenó a éste en 1537 que elaborara el ya aludido memorial
Francisco Jiménez la consideraban ilícita por falta de autorización, pero sobre esa conquista, sino que él mismo añade de su cuenta que cuanto se
legitimada porque favorecía la evangelización. En cambio, los también fran- hizo en ella «no han sido sino carnecerías».
ciscanos Martín de Valencia y Francisco de Soto, más los dominicos Julián 2) Inicio de la corriente antibelicista (1534-1542). La conquista del Perú,
Garcés, obispo de Tlaxcala, Reginaldo de Morales y Vicente de Santa María y más concretamente el ajusticiamiento de Atahualpa, constituyó una espe-
admitían su licitud. cie de sacudida de las conciencias que dio lugar al nacimiento de una clara
corriente antibelicista.
Como era de esperar, Bartolomé de las Casas, fiel a su pensamiento de
1518, 1519 y 1531, vuelve a condenar las guerras de conquista, por su
658 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.35. Iglesia americana y los problemas del indio 659
ilicitud intrínseca y por los males que se seguían de ellas para los indios, en los inevitables daños que causaban. Por ello, en 1556 las prohibió si había
1534, 1535 y 1542. otro medio de anexión política del territorio, de lo que debería juzgar la
Esta misma actitud contraria a la conquista la manifestaron en Nueva Audiencia local.
España la Junta Eclesiástica de México de 1536, el obispo de la ciudad, fray A partir de este momento, el ambiente entre los eclesiásticos america-
Juan de Zumárraga, en 1537, y nueve agustinos novohispanos, entre ellos nos se perfiló cada vez con mayor nitidez contrario a la guerra.
Alonso de Veracruz, en ese mismo año; en Guatemala, el obispo Francisco El doctor Vázquez afirmaba en 1559 en Valladolid que, en el caso de las
Marroquín en 1537 y tres dominicos en 1539; en Honduras, el obispo conquistas, en América coexistían dos bandos: el de los conquistadores y
Cristóbal de Pedraza en 1538. encomenderos, que las defendían, y el de los religiosos, que las condenaban.
3) De las Leyes Nuevas (1542) a la suspensión cautelar (1549). En confor- Por su parte, Pedro Sarmiento de Gamboa y Juan Polo de Ondegardo, en el
midad con el deseo expresado por Bartolomé de las Casas en 1542, las Leyes Perú en 1572, presentan a los religiosos como un sector unánimemente
Nuevas de Barcelona, del 20 de noviembre de ese mismo año, ya no hablan contrario a la licitud de la guerra contra los indios.
de conquistas, sino de descubrimientos, pero en realidad todavía no aporta- En realidad, las opiniones estaban divididas, como afirmaba en 1569,
ron nada sustancialmente nuevo en materia de guerras. Las Leyes se limitan refiriéndose al Perú, el jesuíta Luis López, si bien parece mayoritario el
a especificar las formalidades jurídicas que debían preceder y seguir a los sector de los críticos.
«descubrimientos», a prohibir que las autoridades locales tomaran parte en En México, por ejemplo, defendían su licitud el obispo Vasco de Quiro-
ellos y a ordenar que en los mismos se observaran las ordenanzas reales y las ga en 1553 y el franciscano Pedro de Azuaga en 1573, mientras que en el
instrucciones impartidas por las Audiencias. Perú, respecto del cual afirmaba en 1567 el licenciado Falcón que había
Bartolomé de las Casas, junto con el también dominico Rodrigo de «algunos» que las justificaban, escribieron a favor de ellas el clérigo secular
Ladrada, aunque vieron en esas Leyes Nuevas «lumbre y día de vida y Pedro de Quiroga en 1558 y el dominico García de Toledo en 1571.
libertad» porque con ellas hubieran terminado por desaparecer las enco- En contra de ellas se pronunciaron en México un religioso anónimo en
miendas, también se percataron de que, de hecho, el documento no prohi- 1552, un teólogo, también anónimo, en 1554, los dominicos de Oaxaca en
bía «guerra ni conquista alguna» y hasta daba pie, con su alusión a los 1564 y el franciscano Alonso Maldonado de Buendía en 1566 y 1570. En
esclavos, para que alguien las reanudase. Por ello, ambos vuelven a insistir Guatemala las condenaron los dominicos en 1558. En el Perú las declararon
en la ilicitud de las conquistas y en la legitimidad de la defensa de los indios, ilícitas el arzobispo de Lima y los provinciales de las Ordenes religiosas en
lo que les induce a reclamar del emperador la pública y tajante prohibición 1560, el franciscano Francisco Morales en 1561 y el licenciado Francisco
de las expediciones armadas, a menos que se tratara de la defensa propia. Falcón en 1567.
Las Casas, de una manera individual, respondería a dichas leyes con la Inducida por la opinión mayoritaria adversa a las conquistas, la Corona
elaboración de la celebérrima Brevísima relación de la destruición de las Indias, terminó prohibiéndolas como sistema de anexión política de un territorio el
de diciembre de 1542. Posteriormente, en 1545 exigió la prohibición de las 13 de julio de 1573, a menos que tuvieran carácter defensivo.
expediciones armadas que entonces se estaban llevando a cabo en Yucatán, Esta postura la compartieron, entre otros, el franciscano Juan Focher
en 1546 defendió que los conquistadores tenían obligación de restituir a los en México en 1574, y los jesuítas peruanos Luis López en 1580 y José de
conquistados los bienes que les hubieran arrebatado, en 1547 afirmó «no Acosta en 1589.
haber tenido los españoles contra los indios justa guerra en ninguna parte
de las Indias hasta hoy», y en 1548 calificó esas guerras de «nulas y de ningún
valor de derecho, injustas, inicuas, tiránicas y por todas las leyes condena-
IV. LA IGLESIA ANTE LOS PROBLEMAS LABORALES
das».
Con esta postura de Las Casas coincidían los dominicos de México en A) La Iglesia y las encomiendas
1544, así como los asistentes a la Junta Eclesiástica de México de 1546.
La Corona, sumida en la duda ante esta corriente antibelicista ya defini- Geográficamente fuera de las Antillas y cronológicamente desde 1523,
tivamente perfilada, suspendió en 1549 las expediciones armadas a la espera la encomienda fue el sistema en cuya virtud, en atención a los servicios
de las conclusiones a que llegase la Junta de Valladolid de 1550-51, reunida prestados o a los méritos adquiridos, se entregaban a un particular (enco-
para estudiar el problema. mendero) cierto número de indios (encomendados) para que en lugar de la
Corona lo recompensasen con el tributo estipulado en cada caso.
C) De 1550 a 1573 Las encomiendas fueron objeto de preocupación para los eclesiásticos
americanos porque cercenaban en mayor o menor medida la libertad de los
A la vista de las conclusiones a las que llegaron los miembros, muchos de nativos, porque la facultad de concederlas estaba en relación con el proble-
ellos teólogos, de la Junta de Valladolid reunida en 1550 y 1551, la Corona ma del derecho de la Corona de Castilla a la posesión de las Indias, porque
española dedujo que las conquistas eran peligrosas para su conciencia por su carácter de recompensa a los conquistadores las hacía lícitas o ilícitas en
660 P.IV. La irradiación de la Iglesia
C.35. Iglesia americana y los problemas del indio 661
conformidad con la licitud o ilicitud de la guerra que las había precedido,
porque los encomenderos estaban obligados a evangelizar a los nativos y a y conventos de religiosos que fueron ellos mismos titulares de encomiendas,
restituir lo obtenido de ellos si no los cristianizaban y porque el trato que los aunque se les prohibieron en diversas ocasiones.
encomenderos dispensaran a los indios que les estaban encomendados re- La presión de la corriente decididamente opuesta al sistema fue la que,
percutía en la cristianización de estos últimos. capitalizada por Bartolomé de las Casas, contribuyó a que en 1542 se reno-
vara la prohibición de que poseyeran encomiendas los funcionarios reales,
De hecho, los eclesiásticos también intervinieron en la cuestión de si las
los obispos y los conventos de religiosos y, sobre todo, a que se adoptara la
encomiendas debían concederse con carácter perpetuo o sólo temporalmen-
medida de que en adelante, además de no poder encomendarse más indios,
te, pero este punto atañe más bien al campo del gobierno de las Indias.
los encomendados pasaran a tributar a la Corona conforme fueran murien-
En el continente, y con anterioridad a 1523, el sistema de encomiendas
do los entonces titulares de encomiendas.
lo habían condenado en 1519 los franciscanos Remigio de Faulx, un anóni-
La medida, verdaderamente revolucionaria y causante de una auténtica
mo franciscano de Picardía y hasta el obispo de Tierra Firme, el también
conmoción en todas las Indias y, más concretamente, de la cuarta guerra
franciscano Juan de Quevedo. El dato es interesante por su procedencia
civil del Perú (1544-1548), no dejó de encontrar oposición en un sector de
geográfica, pero para nuestro caso todavía no refleja la situación continental
religiosos hasta que se anuló en 1556.
porque esas encomiendas no eran más que una prolongación de las antilla-
Entre opiniones a favor y opiniones en contra entre los eclesiásticos
nas, en las que el encomendero no recibía un tributo, sino un servicio
americanos, las encomiendas siguieron subsistiendo hasta 1718.
laboral.
Con el pensamiento puesto también aún en la encomienda antillana, o
de servicios, la Corona le prohibió a Hernán Cortés la implantación del B) La Iglesia y los repartimientos
sistema en Nueva España en 1523, una vez estudiado el problema por el
Consejo de Indias, por teólogos, por religiosos y por otras personas letradas El término repartimiento significó en la América española el hecho de
y virtuosas. La prohibición estribó en que el mal trato dispensado por los distribuir (repartir) entre los colonos los indios que le hubieran correspondi-
encomenderos a los indios impedía la cristianización de estos últimos. do en encomienda, al mismo tiempo que el sistema (significado en que lo
Es la misma Corona la que en 1525 se plantea ya la duda de si convenía entenderemos aquí) en cuya virtud la autoridad competente del lugar de que
o no encomendar a los nativos y encarga al licenciado Luis Ponce de León, se trate, normalmente a petición del interesado, designaba a un grupo de
juez de residencia de Nueva España, que estudiara el asunto «principalmen- nativos para que durante un tiempo determinado y a cambio de un salario
te con los religiosos que allá están» y que aprobara las concedidas por Cortés realizasen un trabajo considerado de interés público, como un edificio o una
(que hizo caso omiso de la prohibición de 1523) si comprobaba que eran de obra, la recolección de las cosechas o, sobre todo, la explotación de las
utilidad para la propia Corona al mismo tiempo que «la mejor manera para minas.
que ellos vengan en conocimiento de nuestra santa fe católica». El sistema, que en la práctica viene a coincidir con los denominados
La duda persistía en los ambientes oficiales en 1527. Sin embargo, al servicios personales, recibió el nombre de cuatequil en México y de mita en el
año siguiente, vistas las informaciones de Hernán Cortés, de los religiosos y Perú, referido sobre todo al trabajo en las minas.
de otras personas consultadas al efecto, la Corona aprobó definitivamente el El mejor síntoma de la importancia que la Iglesia americana le concedió
sistema, al que siempre estuvo anexa la doble obligación de que los enco- a este problema y el mejor reflejo de su postura ante él son los dictámenes
menderos trataran bien a los indios que les estaban encomendados y se colectivos de teólogos y las conclusiones adoptadas en asambleas de carácter
valieran de clérigos o religiosos para que los atendieran espiritualmente. oficial.
Según Bartolomé de las Casas, en las reuniones con los prelados de las
A base de estas disposiciones está claro que los eclesiásticos americanos,
Ordenes y con otros religiosos doctos mantenidas por él en 1546 en México
sobre todo los religiosos, y más concretamente los franciscanos, influyeron
para tratar los temas de la esclavitud y de los repartimientos, vetados por el
decisivamente en el establecimiento de la encomienda continental o de
virrey a la asamblea de obispos que se estaba celebrando entonces, «todos
tributos, más suave que la antillana o de servicios.
condenaron los servicios personales».
A partir de este momento, en una abrumadora sucesión cronológica y
Preguntados al respecto por el gobernador del Perú y presidente de la
geográfica de opiniones, los eclesiásticos americanos estuvieron siempre
Audiencia de Lima, Lope García de Castro, el arzobispo de Lima y los
divididos entre quienes se oponían al sistema por considerarlo ilícito o, por
superiores de las Ordenes religiosas le respondieron en 1567 asentando el
lo menos, perjudicial para los indios tanto desde el punto de vista de su
principio de que los indios eran libres, por lo que no se les podía obligar a
situación laboral como de su cristianización, y entre quienes transigían por
trabajar bajo el sistema de los repartimientos. Acto seguido reconocen la
él ante la imposibilidad de suprimirlo, aun reconociendo que la conducta de
necesidad de los trabajos encaminados al bien común, razón por la cual
los encomenderos dejaba muchas veces que desear.
admiten la licitud de los repartimientos bajo la triple condición de que, a
A esta última corriente pertenecían aquellos obispos, clérigos seculares
poder ser, los indígenas se alistaran voluntariamente en las cuadrillas, que el
662 P.IV. La irradiación de la Iglesia
C.35. Iglesia americana y los problemas del indio 663
trabajo no durara más que el tiempo estrictamente necesario y que su
realización se hiciera en las debidas condiciones. quienes le negaron al indígena su capacidad racional, es decir, su carácter de
Este dictamen dio pie para que el virrey don Francisco de Toledo, tras hombres, entre los que parecen haber figurado algunos religiosos.
asesorarse de una junta integrada por el arzobispo de Lima (que al morir se
retractaría de su postura), tres dominicos y un jesuíta, considerara lícito el A) Los testimonios
empleo de la coacción en los repartimientos. Dejando aparte la denuncia del dominico Antonio Montesinos de 1511,
Los franciscanos Jerónimo de Villacarrillo y Juan del Campo le objeta- en la que se preguntó si los indios no eran hombres, porque el interrogante
ron en 1575 que las conclusiones de la junta de 1567 declaraban la libertad no alude necesariamente a la posible negación por alguien de la racionalidad
de los indios, restringiendo la coacción únicamente para el caso de los de los indígenas, la primera alusión clara a esta postura pertenece a Bartolo-
holgazanes y sólo para los sectores de la construcción y de la agricultura, no mé de las Casas. El entonces todavía clérigo sugirió al cardenal Cisneros en
para el de las minas. 1516 que imprimiera y difundiera en la isla Española sendas obras del jurista
Con este mismo motivo se opusieron también a la coacción el rector de Juan López de Palacios Rubios y del teólogo dominico Matías de Paz para
la Universidad de San Marcos, los dominicos Gaspar de Carvajal, Alonso de que todo el mundo se convenciera de «cómo aquellos indios son hombres y
la Cerda y Miguel Adrián, más el licenciado Francisco Falcón. libres».
A los diez años de plantearse esta controversia en el Perú, el franciscano Informado seguramente por Las Casas de la existencia de esta corrien-
Gaspar de Recarte presentó en 1585 al tercer concilio provincial de México te, y hasta tal vez aconsejado por él, su amigo el dominico Reginaldo Monte-
un Tratado en el que, basado en el principio de la libertad innata del indio, sinos sometió en 1517 al dictamen de la Universidad de Salamanca la tesis de
llegaba a la conclusión de que los repartimientos «son ilícitos y malos, pues que, pues no eran racionales, los indios no estaban capacitados para la fe.
hacen a los indios esclavos de los españoles y aun de todos los negros y La misma Corona española dejaba constancia en 1518 de «los dos
negras», razón por la cual eran muchos los que siempre habían clamado pareceres que hay de que los indios son capaces de creer en nuestra fe y
contra ellos. gobernarse, y que no lo son».
El Tratado, j u n t o con las opiniones posteriores de los asesores concilia- A mediados del siglo XVI, el franciscano Toribio Paredes de Benavente
res, indujo a los ocho obispos reunidos en concilio, de los que seis eran o Motolinia vuelve a aludir a esta corriente, pero como a algo ya superado,
religiosos, a enviar a Felipe II un informe en el que reprobaban el modo en al elogiar a «una gente hasta ahora tenida por tan bestial» y criticar a los que
viajaban a Castilla a decir que los indios eran «gente inhábil y sin razón».
el que se hacían los repartimientos, exceptuado el caso de las minas, que lo
El propio Bartolomé de las Casas vuelve a afirmar en 1559 que hacia
condenan sin distinción ninguna.
1500 había en la Española quienes negaban la capacidad racional de los
También en México se pronunciaron en 1594 en contra de los reparti-
nativos, a los que por lo mismo consideraban necesitados de tutores, tesis
mientos un grupo de teólogos franciscanos, dominicos y jesuitas, consulta-
que aún seguían defendiendo en 1512.
dos por el virrey ante la oposición al sistema mantenida por los religiosos.
Otro dominico, Agustín Dávila Padilla, acota en 1596 que «hubo gente,
Descendiendo ya a opiniones espontáneas de eclesiásticos particulares, y no sin letras», que defendió esa misma tesis, con lo que quizá aluda a su
condenaron los repartimientos, en unos casos por su ilicitud intrínseca y en hermano de hábito Domingo de Betanzos, del que se hablará más adelante.
otros por el modo como se hacían, los jesuitas Pedro Rubio y Pedro de El cronista oficial Antonio de Herrera afirma en 1601 que hacia 1516
Ortigosa, en 1580; el arzobispo de México, Pedro Moya de Contreras, en había en las Antillas «muchos religiosos que tuvieron opinión que éstos [los
1585; el franciscano Alonso Messía, en 1603; el también franciscano Juan de indios] no eran hombres naturales», aseveración que el jurista Juan de
Silva, en 1618, y el arzobispo de México en 1629. Solórzano Pereira interpreta en 1647 en el sentido de que esos religiosos
Se mostraron a favor de ellos, de una manera más o menos matizada, el opinaban que los indios «no eran verdaderamente hombres».
jesuitajosé de Acosta en 1589; cinco mercedarios en 1603, y el franciscano En esta misma línea histórica, el dominico Antonio de Remesal especifi-
Miguel de Agía en 1604. ca en 1619 que en la Española hubo quienes negaron que los indios fueran
El sistema se prohibió en 1609 y 1633 en la América nuclear y en hombres, «opinión diabólica» que «muchos», especialmente soldados, difun-
diversas fechas posteriores en la marginal. dieron por México y Guatemala.
El historiador franciscano Francisco Vázquez consigna en 1714 que el
también franciscano Gonzalo Méndez (1505-1582) procuraba en Guatemala
V. LA IGLESIA ANTE EL PROBLEMA DE LA RACIONALIDAD que los niños de sus escuelas recogieran por escrito las tradiciones orales
DEL INDIO prehispánicas «para que se supiera en el mundo que [los indios] eran ra-
cionales y deslumhrar la postura de algunos zoilos y para que se conociese
que eran nobles y hermanos de los españoles, descendientes todos de
El problema de la racionalidad del indio se plantea porque, según
Adán y Eva».
diversos testimonios, durante el primer tercio del siglo XVI hubo en América
664 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.35. Iglesia americana y los problemas del indio 665
Finalmente, a mediados del siglo x v m vuelve a aludir a esta corriente ^ que «para ser cristiano el indio necesitaba primero ser hombre», ya expuesta
historiador dominico Juan José Moya. anteriormente.
El dominico Tomás Ortiz calificaría en 1527 a los indígenas de Santa
B) La postura de la Iglesia Marta de «brutos animales». Se trata de una locución a primera vista negado-
Ni que decir tiene que la Iglesia no admitió, ni podía admitir, la tesis H ra de la racionalidad de los nativos, pero que en realidad es muy frecuente
la irracionalidad del indio y de su consiguiente incapacidad para la fe. En t^. en el lenguaje de los religiosos americanos cuando se proponen describir,
caso no hubiera procurado su evangelización ni se hubiera preocupado p ^ simplemente, el atraso cultural de los nativos.
sus problemas. Finalmente, el también dominico Domingo de Betanzos calificó en
La única pregunta que cabe plantearse a este respecto es la de su actitu^ 1531 de «brutos» a los indígenas novohispanos, lo que suscitó una airada
ante esa corriente y la de si en realidad hubo algún eclesiástico que de hech^ reacción contra él de los franciscanos Luis de Fuensalida y Jacobo de Taste-
considerara al indio como un ser irracional. ra, del presidente de la Audiencia de Santo Domingo, el obispo Sebastián
Prescindiendo de la discutible cuestión de hasta qué punto se dio es^ Ramírez de Fuenleal, entonces en México, y el oidor de esa misma Audien-
corriente entre los colonos españoles y de su verdadero contenido, la actítq^ cia, licenciado Salmerón. Betanzos, presionado por Bartolomé de las Casas,
de la Iglesia en este punto de la racionalidad del indio es meridiana. se retractó del calificativo en su testamento de 1549.
Todos los eclesiásticos que aluden a su existencia la condenan de u r ^ El calificativo, que no entraña necesariamente el concepto de irraciona-
manera u otra, en general sin detenerse a refutarla por considerarla ab. lidad, fue condenado en México como totalmente inoportuno por haberlo
surda. pronunciado en un momento en el que se trataba de desvalorar la capacidad
Independientemente de ello, la Universidad de Salamanca la condenó de los nativos para facilitar el establecimiento del sistema de encomiendas.
en 1517, el papa Paulo III la rechazó expresamente en su bula Sublimis Den¿t Es posible, pues, que algunos religiosos, a semejanza de éstos acabados
del 2 de junio de 1537, al calificarla de algo «inaudito» o de «atrevimiento», de citar, emitiesen opiniones desfavorables para la capacidad o preparación
y al dar por supuesto que «los indios, como verdaderos hombres», eran intelectual de los indios, como luego lo harían, y profusamente, a lo largo de
plenamente capaces de la fe, varios eclesiásticos denunciaron con motivo de los siglos XVII y XVIII refiriéndose a los habitantes de la América marginal.
esta cuestión al dominico Domingo de Betanzos en 1531-1532 y la Junta Sin embargo, nada induce a creer que negaran formalmente la capacidad
Eclesiástica de México de 1546, de la misma manera que el primer concilio racional de los indígenas, es decir, su cualidad de verdaderos hombres.
provincial de esa ciudad (1555), dejaron constancia de la racionalidad de los
indios en clara respuesta a la tesis contraria.
VI. LA IGLESIA ANTE LA ESCLAVITUD
En lo que se refiere a la participación de eclesiásticos en la corriente de
la irracionalidad, cabe anotar que solamente alude a ella el ya tardío cronista En la América española, y hasta 1530, se permitió la esclavitud de los
Antonio de Herrera, y que tal vez esté pensando en alguno de ellos Remesal indios, en virtud del derecho entonces vigente en el reino de Castilla, en tres
al consignar que no todos sus defensores eran iletrados. casos concretos: el de los caribes, por considerarlos antropófagos y enemi-
La afirmación de Herrera resulta sospechosa desde el momento en que gos natos tanto de los restantes indios como de los españoles; el de los indios
habla de «muchos» religiosos, adjetivo numeral totalmente improbable, tan- apresados en guerra justa y, más concretamente, en la declarada ante su
to más cuanto que es difícil de comprender que Bartolomé de las Casas y resistencia a someterse voluntariamente, y el de la compra (rescate) de los
Julián Garcés, al lamentarse de que hubiera quien defendía esa tesis, no esclavos que poseían los caciques prehispánicos.
ratificaran su postura con el hecho de que en la corriente figuraran también A esta mentalidad, heredada de la Edad Media, es a lo que hay que
religiosos. La acotación de Remesal, si es que con ella estaba pensando en atribuir probablemente la inexistencia (al menos aparente y juzgando a base
eclesiásticos, puede interpretarse muy bien (e incluso con la máxima proba- de la escasa documentación conocida hasta ahora) de toda oposición por
bilidad) como una velada alusión al caso de su hermano de hábito Domingo parte de los eclesiásticos americanos a una práctica como ésta, admitida y
de Betanzos, a quien tenía que conocer por necesidad. hasta aconsejada parcialmente por Bartolomé de las Casas hasta su cambio
Restringiéndonos a la corriente del primer tercio del siglo XVI, el fran- de postura en 1534.
ciscano Francisco Ruiz, que había estado en la Española en 1500, aseveraba Sabedora (ignoramos por quién) de las extralimitaciones cometidas en
en 1516 que el nativo «no es gente capaz ni de juicio natural para recibir la este punto, la Corona española ordenó en 1522 que se revisase la posesión
fe ni las otras virtudes de crianza necesarias para su conversión y salvación»- de los esclavos hechos hasta entonces y que en adelante se procediera
La frase, a primera vista alarmante en un religioso, en realidad no escrupulosamente en hacerlos. Luego, en 1529, ordenó que el hierro para
quiere decir que los tainos de la Española no estuvieran capacitados para la marcar esclavos se guardase bajo dos llaves, una de las cuales estuviera en
fe por ser irracionales, sino que, en su estadio cultural, no estaban prepara- posesión del obispo, con lo que implícitamente da por supuesta la postura
dos para recibirla, tesis que entra de lleno en la concepción generalizada de de la Iglesia favorable, o al menos tolerante, con la esclavitud. En ese
"66 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.35. Iglesia americana y los problemas del indio 667
momento, el obispo de México era el franciscano fray Juan de Zumárraga, abordaron fueron los prelados y religiosos particulares reunidos en México
quien en 1536 confesaría que, con esa llave en la mano, «por las Leyes de las por Bartolomé de las Casas, quienes «determinaron ser mal hechos todos los
Partidas hallaba libres» a cuantos se esclavizaban. esclavos y estar en mal estado todos los que los tenían», aunque los hubieran
La misma Corona, en 1530, prohibió tajantemente la práctica, aunque capturado en la guerra contra los indómitos chichimecas de 1541.
en 1534 volvió a permitirla de nuevo en el caso de guerra justa, si bien sólo
tratándose de los guerreros.
VIL LA IGLESIA Y LA IMPOSICIÓN TRIBUTARIA
Por extraño que resulte, es posible que en esa autorización influyeran
los argumentos aducidos, entre otros, por religiosos que nos son desconoci- El historiador Paulino Castañeda, único que ha estudiado este punto
dos. Su intervención puede adivinarse en las razones en que se basaba la desde el ángulo eclesiástico, hace notar que Bartolomé de las Casas defendió
nueva permisión, aunque también es cierto que puede tratarse de pretextos la tesis de que los reyes españoles estaban «estrechísimamente» obligados a
aducidos por los colonos españoles. Por una parte, al haber desaparecido la eximir a los indios de todo tipo de impuestos, pero que, hablando en gene-
amenaza de la esclavitud, los indios se envalentonaban contra los «cristia- ral, los eclesiásticos nunca pidieron la total exención tributaria de los indíge-
nos», lo que daba lugar a mayor número de guerras, y con ello a mayor nas ni la Corona la otorgó tampoco, salvo en determinadas ocasiones. '
número de muertes entre los nativos. Por otra, si los esclavos indígenas Lo que sí hicieron los evangelizadores y concedió la Corona fue la
permanecían en poder de sus dueños, al no estar permitido rescatarlos, exención temporal de impuestos para que la tributación no obstaculizara la
seguirían viviendo en la idolatría. conversión al cristianismo.
Probablemente fue la reacción de condena suscitada por la conquista En este sentido, por ejemplo, se dirigieron al emperador los francisca-
del Perú lo que a su vez originó en la Iglesia americana una clara oposición nos de México en 1539 a favor de los chichimecas, para quienes obtuvieron
a la real cédula de 1534. la exención de pagar impuestos durante los primeros diez años de su conver-
Bartolomé de las Casas escribió contra ella ese mismo año. Zumárraga, sión. De manera similar actuaron también los dominicos novohispanos en
consultado al efecto, le comunicó al virrey de Nueva España que hasta 1549.
entonces no había encontrado justificación para la práctica de la esclavitud Esta exención de impuestos durante diez años, solicitada frecuente-
en ley ninguna «divina, natural, ni positiva, ni humana, ni eclesiástica, ni mente por los evangelizadores, se convirtió en norma general en 1556; fue
civil». «Ciertos religiosos» le preguntaron a Bernal Díaz del Castillo que les ratificada en 1559, 1568, 1573, 1607 y 1618, hasta que en 1681 pasó a la
explicase por qué se herraba a indios e indias en toda la Nueva España. Recopilación de leyes de los Reinos de las Indias (libro 6, tít. 5, ley 3).
Vasco de Quiroga elaboró una prolija Información en derecho para demostrar Fueron también las peticiones de los evangelizadores las que en 1687
la ilicitud e inconvenientes de la esclavitud. Once franciscanos de México le consiguieron ampliar a veinte esta exención de diez años.
demostraron también al monarca español que la esclavitud atentaba contra En el plano de la teología moral, y dentro del marco americano, la
los intereses de la Corona, contra todo sistema de buen gobierno, contra la cuestión de la imposición de tributos fue abordada, entre otros, por el
ley divina y contra el romano pontífice. agustino Alonso de Veracruz (1507-1584), el jesuíta José de Acosta
De todas estas denuncias, la que más efecto surtió fue la del obispo de (1540-1600), el agustino Juan de Zapata y Sandoval (f 1630), el jesuíta
Tlaxcala, el dominico Julián Garcés, referente a quienes negaban la capaci- Diego de Avendaño (1594-1688) y el obispo Alonso de la Peña Montenegro
dad racional de los indios y que, llevada a Roma por el también dominico (t 1687), todos ellos estudiados por Paulino Castañeda.
Bernardino de Minaya, dio lugar a que el papa Paulo III declarase en su bula
Sublimis Deus, del 2 de junio de 1537, que a los indios, dado su carácter de
hombres, no se les podía privar de su libertad ni del dominio de las cosas, NOTA BIBLIOGRÁFICA
como tampoco reducir a esclavitud, aunque no fueran cristianos.
En el mismo sentido, pero con fecha 29 de mayo de 1537, Paulo III le Visiones generales
dirigió al cardenal de Toledo el breve Pastorale officium, cuya anulación C. BAYLE, «El protector de indios»: Anuario de Estudios Americanos 2 (Sevilla,
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anterior.
P. CASTAÑEDA, «Un problema ciudadano: la tributación urbana»: Revista de Indias
34-35 (Madrid, 1973-1974), 493-550. LA IGLESIA Y LAS CULTURAS PREHISPANICAS
Por PEDRO BORGES
A) La transculturación
Desde el momento en que los misioneros identificaron al indio-hombre
o civilizado con el indio-europeizado u occidentalizado, transformaron radi-
calmente a la sociedad indígena, con lo que ello supuso de pérdida de la
identidad prehispánica.
Este proceso de transculturación entraña sus matices.
Desde el punto de vista geográfico, esta transculturación misionera fue
menor en la América nuclear que en la marginal debido a que los pueblos
azteca, maya e inca gozaban de un grado de evolución superior al de los
territorios restantes. Desde el punto de vista cronológico, en el siglo XVI,
"'* P.IV. La irradiación de la Iglesia C.36. La Iglesia y las culturas prehispánicas 673
época de la evangelización de esos pueblos poseedores de las denominadas Hay que tener en cuenta, además, que la desaparición de lo autóctono
altas culturas, la labor transculturizadora fue asimismo inferior a la de las anejo al proceso de transculturación, por una parte, no fue total, y por otra,
centurias posteriores, durante las cuales se evangelizaron los territorios tuvo carácter sustitutivo.
marginales o periféricos.
No fue total porque los evangelizadores no se preocuparon por modifi-
Si se considera desde el punto de vista de su amplitud, en este proceso car determinados aspectos de la sociedad indígena y porque ellos mismos
de transculturación cabe observar que los misioneros no hablan de puntos nos han transmitido el conocimiento de lo que hicieron desaparecer. De
tan importantes como el de la lengua, calzado, manera de vestir o folclore hecho, más adelante veremos cómo apenas hay pueblo indígena cuyos aspec-
indígena. Como de lo que se trataba era de preparar al indio para el cristia- tos culturales fundamentales no fueran recogidos por los misioneros.
nismo, el folclore no les preocupó como manifestación cultural (sí les preo-
cuparía como posible manifestación religiosa) por considerarlo indiferente. El carácter sustitutivo de la transculturación consistió en que no se trató
Lo mismo cabe decir del calzado o de la forma de vestir, aspectos en los que de la simple destrucción o desaparición de unas culturas, sino de la sustitu-
dejaron en libertad a los nativos, aunque éstos trataran a veces, por iniciativa ción de una variada serie de culturas por otra. En términos de evolución
propia, de imitar a los españoles y criollos. histórica, lo que los misioneros hicieron fue lograr a los dos o tres lustros de
su llegada a un territorio americano determinado lo que la humanidad más
Una actuación de esta índole se presta a múltiples e insolubles contro-
avanzada había tardado en conseguir varios millares de años: evolucionar
versias, porque el proceso transculturizador no consistió ni pudo consistir
del paleolítico en la mayor parte de los casos, o del neolítico en algunos de
en una labor de simple beneficencia o en la mera enseñanza de la urbanidad
ellos, al estadio cultural europeo de los siglos XVI, XVII, XVIII o XIX, según el
y buenas maneras que exige la vida en sociedad, sino que supuso una radical
momento y territorio de que se trate.
transformación de las formas culturales autóctonas. Debido a ello, ofrece
tres ángulos de enfoque distintos. Ante ello, el enjuiciamiento de su actuación depende de que se ante-
Uno, el de quienes lo consideran desde el ángulo del interés cultural de ponga o no el atraso al progreso, lo primitivo a lo evolucionado, un estadio
la actualidad y ven en esa transformación, ante todo, la desaparición de las de evolución inferior, por ser propio o característico de un pueblo, a otro
culturas indígenas prehispánicas; para ellos, lo importante es la cultura superior por ser ajeno.
autóctona, la cual debería haberse conservado para aumentar nuestros co- Para el propugnador de lo avanzado (en realidad, para todo hombre
nocimientos aun a costa del progreso y del mayor bienestar de los indígenas. culto), lo ideal hubiera sido la compaginación de un sistema con el otro. Sólo
Otro, el de quienes se interesan por la cultura en sí misma, sea autóctona o que esto, de ser posible, hubiera supuesto la prematura e insólita posesión
no, y prefieren la más a la menos desarrollada. Un tercero, el de los que, sin por los misioneros de una mentalidad entonces inexistente. Algo así como si
dejar de apreciar la cultura autóctona, supeditan este valor al de la persona nosotros pensáramos en estos momentos tal como se pensará dentro de
y optan por su conservación cuando la consideran posible, pero prescinden doscientos o quinientos años.
de ella y la sustituyen por otra cuando de esa manera resulta beneficiado el Este proceso de transculturación practicado en Hispanoamérica fue
nativo, porque se inserta en un nivel intelectual, moral, sanitario y hasta similar, en cierto sentido, a la helenización, a la romanización y a la europei-
económico superior. Para ellos, lo primero es el hombre; después, las formas zación de los pueblos germánicos practicadas en tiempos anteriores.
culturales.
Los evangelizadores americanos adoptaron la tercera postura, pues lo B) La extirpación de la idolatría
que se proponían era beneficiar al indígena, anteponiendo su persona a la
conservación sistemática de sus manifestaciones culturales. Lógicamente, en La extirpación o destrucción de la idolatría y de los objetos de culto
este esfuerzo de promoción o elevación humana del nativo actuaron en pagano obedeció a motivos más concretos que la transculturación, pues lo
conformidad con unos conceptos que no siempre coinciden con los nues- que los misioneros se propusieron con ella fue eliminar, por motivos religio-
tros, pero que exigen respeto, ya que sería caer en un anacronismo exigir sos, lo que tuviera carácter idolátrico, pero siempre respetando lo que no
que esos conceptos estuvieran en los siglos XVI a xix tan evolucionados como estuviera relacionado con el paganismo.
lo están ahora, de la misma manera que los nuestros se verán superados por En teoría, esta distinción parece fácil y hasta diáfana, pero en la realidad
los del futuro. del mundo indígena americano resultó de hecho complejísima debido a la
Otra cosa es que, en el terreno de lo concreto, es decir, en la sustitución imbricación de lo religioso con lo profano en la sociedad nativa. De ahí que
de unos aspectos culturales por otros, los evangelizadores incurrieran a los evangelizadores se vieran obligados a hacer desaparecer aspectos a pri-
veces en equivocaciones. Es indiscutible que, como hombres que eran, en mera vista indiferentes, pero que en realidad no lo eran, y que en unas
ocasiones cometieron errores o podían haber actuado de otra manera, pero ocasiones pecaran por defecto y en otras por exceso a causa de no saber o no
resulta curioso que fueran ellos mismos los primeros en lamentarlo por el poder distinguir entre lo que era pagano y lo que no lo era.
respeto que les merecía el nativo y su cultura al mismo tiempo. Por tratarse de costumbres aparentemente inocuas, pero en realidad
674 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.36. La Iglesia y las culturas prehispánicas 675
idolátricas, se persiguieron, por ejemplo, ciertas deformaciones de la cabeza añadidura, estas manifestaciones idolátricas pertenecían precisamente a los
de los recién nacidos, determinados trenzados del cabello, las fiestas estacio- pueblos de mayor evolución cultural de toda la América prehispánica, como
nales, las canciones de las danzas y hasta algunas máscaras utilizadas en los eran los aztecas y sus colindantes, los mayas, los incas y, en menor grado, los
bailes. chibchas de la actual Colombia.
Al pecado por defecto se suele aludir con especial hincapié en la etapa El hecho, como hemos visto, no tiene las dimensiones ni la gravedad que
inmediatamente posterior a las conversiones masivas de los años centrales se le suele atribuir y, por supuesto, no se puede tomar como norma, ni
del siglo XVI, cuando los misioneros terminaron por darse cuenta de que siquiera como índice, de lo realizado en el resto de América. Las abundantes
muchas costumbres indígenas tenían un soterrado carácter pagano que no muestras de templos, ídolos y amuletos (incluso de oro) que hoy conocemos,
afloraba a la superficie y que, por lo mismo, habían respetado hasta enton- a base de las cuales hasta organizamos riquísimas exposiciones, demuestran
ces. En cambio, al pecado por exceso se alude mucho menos, lo que parece bien a las claras que la destrucción estuvo lejos de ser total. Sin embargo,
indicar que, en general, los evangelizadores no acostumbraron a sobrepasar- también es cierto que, aun dentro de sus limitaciones cuantitativa, cualitati-
se en la destrucción de lo que no era idolátrico. Esto no impidió que a veces va y cronológica, sí encierra la suficiente importancia como para que desde
protagonizaran inadvertidamente algún caso clamoroso de destrucción de el punto de vista cultural lamentemos esa bienintencionada y hasta explica-
objetos religiosamente indiferentes, lo que no dejó de ser motivo de duras ble, pero desafortunada para nosotros, actuación de los evangelizadores.
críticas por parte de otros misioneros. Ahora bien, tampoco sería justo condenar a estos últimos como a ciegos
Para hacernos un juicio exacto de este delicado aspecto de la evangeli- enemigos de la cultura indígena.
zación americana comencemos por dejar sentado que, en su labor de des- Repitamos que su fobia no iba dirigida contra las manifestaciones cultu-
trucción de la idolatría, el misionero no perseguía las manifestaciones cultu- rales de los pueblos que evangelizaban, sino contra sus manifestaciones
rales de los pueblos que evangelizaba, sino únicamente las manifestaciones paganas, punto en el que antepusieron su consciente obligación de evangeli-
religiosas del paganismo, por las razones expuestas en su lugar y que en zadores a su aprecio (que lo poseyeron) por la cultura tradicional de los
conciencia le obligaban a proceder así. nativos.
Desde el punto de vista propia y exclusivamente cultural, el problema No hay duda de que en más de un caso ambas cosas hubieran podido
apenas si se plantea con anterioridad a 1525, fecha del comienzo de la conciliarse y de que a casi medio milenio de distancia nosotros las compagi-
destrucción sistemática de la idolatría en Nueva España, ni con posteriori- namos perfectamente, pero también es cierto que esa conciliación era muy
dad a 1573, año en el que la práctica supresión de las conquistas armadas difícil, por no decir imposible, en aquellos momentos de confrontación
imprimió un nuevo sesgo a la expansión evangelizadora. religiosa, sobre todo si se tiene en cuenta el inconmensurable celo evangeli-
Las manifestaciones religiosas paganas de los pueblos evangelizados zador de los misioneros y la base concreta y material de las concepciones
antes de 1525 y después de 1573, pertenecientes todos ellos a la América religiosas de los nativos.
marginal o periférica, cuyo grado de evolución cultural era especialmente Por otra parte, hoy tendemos a aplicar al pasado criterios culturales que
atrasado, estaban constituidas, en general, por materiales pobres, eran de en realidad son muy recientes. No nos damos cuenta, en primer lugar, de
entidad reducida y poseían pocos alientos artísticos, las cuales hubieran que los evangelizadores de 1525 a 1573 no eran anticuarios ni podían
perecido de todas las maneras con el simple paso del tiempo. O no eran ni cultivar una ciencia, como la arqueología, que entonces precisamente acaba-
siquiera formas manufacturadas, sino simples totems producto de la natura- ba de nacer en Roma. Además olvidamos que toda civilización es sustitutiva,
leza, pero sacralizados por sus adoradores. en el sentido de que destruye y reemplaza en ese momento lo que no
En ambos casos, la destrucción (que -repetimos- desde 1573 se llevó considera útil o lo que le estorba, y evolutiva, en cuanto que cada cual es hijo
a cabo con el consentimiento de los indios, con su colaboración y hasta a de su tiempo y la escala de valores o la mentalidad cambia con él. ¿Qué se nos
iniciativa personal suya) sólo se les puede recriminar si se exige de los reprochará a nosotros, que nos consideramos cultos, dentro de cuatrocien-
evangelizadores que, además de misioneros, fueran también arqueólogos. A tos o quinientos años si las mismas generaciones nuevas abrigan ya preocu-
menos que, en nombre de la cultura, se quieran discutir las bases de la paciones culturales inexistentes hace solamente tres lustros?
propia evangelización, lo cual plantearía un problema cuya discusión no es
Nosotros mismos prescindimos hoy de toda consideración cultural al
de este lugar.
destruir tantas cosas valiosas con motivo de una guerra, de una revolución o
A diferencia de lo ocurrido con anterioridad a 1525 y posterioridad a de un simple cambio de régimen político; permitimos que desaparezcan, por
1573 aproximadamente, los cuarenta y ocho años transcurridos entre esas incuria o simple conveniencia, cosas a las que no damos valor, pero que
dos fechas sí plantean un problema cultural digno de consideración. Duran- posiblemente lo tendrán mañana; o sólo ahora comenzamos a prestar aten-
te ese breve período de tiempo se destruyeron o transformaron verdaderos ción a aspectos, como el de la conservación de la naturaleza o ecologismo,
templos y ermitas, se modificaron literariamente las canciones religiosas que son trascendentales no sólo para la cultura, sino hasta para la subsisten-
paganas y se cambiaron costumbres relacionadas con el paganismo. Por cia de la propia humanidad.
676 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.36. La Iglesia y las culturas prehispánicas 677
Añadamos finalmente que, al igual que en el proceso de transcultura- deformaciones corporales de los individuos; de la vivienda y de los poblados;
ción, tampoco en este de la supresión de la idolatría fue todo destrucción. de la alimentación y los cultivos; de los múltiples aspectos de la vida indígena
Por una parte, las manifestaciones paganas de los nativos fueron susti- en sociedad, y de las creencias y costumbres de índole religiosa. Es decir, de
tuidas y hasta compensadas con creces, debido a los esfuerzos de los propios todos y cada uno de los aspectos de la vida indígena prehispánica.
misioneros americanos por la arquitectura, pintura, escultura y demás artes Los misioneros americanos o sus historiadores consignan estos datos de
plásticas cristianas, todas ellas teñidas de un característico matiz indígena antropología cultural unas veces por la simple inclinación natural a dar a
que las diferencia de las europeas, lo que sucedió también con las restantes conocer lo extraño; otras, obedeciendo órdenes de la Corona o de los
manifestaciones del espíritu popular. Despreciar este aspecto por no ser propios superiores; unas terceras, para ilustrar a los propios evangelizadores
plenamente autóctono o primitivo es menospreciar una cultura en sí misma. colegas suyos o a los candidatos a las misiones; otras, muy numerosas por
Por otra, se da la paradoja de que fueron también los evangelizadores cierto, para cumplir honradamente con su cometido de historiadores.
americanos quienes se preocuparon de transmitirnos por escrito las concep- Los escritos en los que figuran estas detalladas descripciones de la vida
ciones religiosas de los indios evangelizados y contra las que ellos luchaban, indígena prehispánica son de tres clases.
dejando definitivamente establecida una auténtica ciencia de antropología La primera está constituida por las simples, pero numerosísimas, cartas
cultural americana de la época prehispánica, con lo que se adelantaron a su o memoriales de los propios misioneros, de las que la mayor parte de las
propia época. conservadas son las dirigidas al rey, al Consejo de Indias o a los propios
Resumamos todas estas consideraciones diciendo que, desde el punto superiores religiosos, entre los que destacan los de la Compañía de Jesús por
de vista de la extirpación de la idolatría, la destrucción cultural propiamente haber mantenido una correspondencia más intensa con América y por haber
dicha solamente se dio durante los elásticos cuarenta años comprendidos desaparecido la mayor parte de los archivos de las restantes Ordenes religio-
entre 1525 y 1573, pero que estuvo acompañada de una serie de limitacio- sas. Se trata de la fuente de información más abundante, pero también
nes y de determinadas características de las que no se puede prescindir si se menos rica y detallada, de entre todas las otras, debido a la obligada breve-
aspira a juzgar con equidad la actuación de los evangelizadores. dad del género epistolar.
La segunda clase de estos escritos, menos abundante, pero más detalla-
da que la anterior, la integran los relatos de carácter histórico de los propios
II. CONSERVACIÓN Y TRANSMISIÓN DE LAS misioneros, elaborados en forma de relación, crónica o historia con el fin de
CULTURAS INDÍGENAS
dar a conocer la actividad de la propia Orden en un territorio determinado.
En este tipo de obras, que podríamos denominar de carácter general, al
Aparte de los aspectos culturales respetados por los procesos de trans-
menos de una manera relativa, siempre se dedican los correspondientes
culturación y de destrucción de la idolatría, los evangelizadores americanos
apartados a describir las diversas etnias del territorio en cuestión como
colaboraron a la supervivencia de las culturas autóctonas transmitiéndonos
marco en el que se desarrolló la actuación de los protagonistas. Como
el conocimiento de todos los aspectos de la vida de los indígenas prehispáni-
simples ejemplos de un modo de historiar que no cuenta con excepciones,
cos, así como conservando y normalizando sus lenguas.
valga el del franciscano Toribio Paredes de Benavente (Motolinía), quien en
su Historia de los indios de Nueva España (1550) dedica nueve de sus 49
A) Transmisión de las culturas capítulos a las costumbres de los indígenas prehispánicos; o el del también
Como fruto de la observación personal y del estudio sistemático que franciscano Jerónimo de Mendieta, quien a finales del siglo XVI consagra a
realizaron al efecto, los misioneros americanos tienen el mérito de haber este mismo tema todo el libro segundo de los cinco que integran su Historia
transmitido a la posteridad, mediante su consignación por escrito, hasta los eclesiástica indiana, es decir, 41 de los 232 capítulos de la obra.
detalles más triviales sobre las concepciones religiosas y profanas, las prácti- Debido a que no hay región americana o territorio misional que no
cas cultuales, las costumbres personales, familiares y sociales, las leyendas y cuente con su propia historia, bien sea específica o bien esté englobada en el
relatos históricos y hasta la manera de vestir y de danzar de los nativos en el marco más general de la Provincia religiosa que se trata de historiar, este
momento del contacto con los españoles. tipo de obras cubre en su conjunto prácticamente todas las etnias america-
El historiador franciscano Rafael Mota ha extractado recientemente los nas, incluso las más recónditas, porque a todas ellas llegó la acción evangeli-
datos que veintiséis autores de su misma Orden proporcionan a este respec- zadora.
to. Estos veintiséis autores hablan con todo detalle del nacimiento, infancia Inferiores en número, pero mucho más ricas en contenido, son las
y adolescencia del niño; del matrimonio y de la familia; de lo relacionado con monografías específicamente o en gran parte dedicadas a la descripción de
la monogamia, la poligamia, divorcio y repudio; del adulterio y sus penas; del las culturas autóctonas prehispánicas. Entre ellas cabe enumerar las siguien-
incesto; de los comportamientos sexuales marginales; de la vejez, enferme- tes, dispuestas por orden geográfico descendente dentro del continente
dad y muerte; de los ritos y costumbres funerarias; del vestido, adornos y hispanoamericano:
678 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.36. La Iglesia y las culturas prehispánicas 679
1) De índole general: conquistas, conversiones y otras cosas maravillosas de la misma tierra (Sevilla,
J. DE ACOSTA, Historia natural y moral de las Indias (Sevilla, 1590). 1615).
B. DE LAS CASAS, Apologética historia sumaria (1555-59). M. DE VEGA, Antigüedades mexicanas (1792).
G. GARCÍA, Origen de los indios del Nuevo Mundo e Indias Occidentales, 4) Colombia y Venezuela:
averiguado con discursos de opiniones (Madrid, 1607).
C. DE ARMELLADA, Por la Venezuela indígena. Relatos de misioneros capu-
chinos en viaje por la Venezuela indígena durante los siglos XVII, XVIII y XIX
2) Antillas: (Caracas, 1960).
R. PANE, Relación acerca de las antigüedades de los indios (1498). R. BUENO, Año de 1800. Tratado histórico en que se especifican muchas
N. HERBORN, Relatio vera de novis insulis (Toulouse, 1532). variedades de animales terrestres y marítimos. Contiene al mismo tiempo un Diario
J. ROMÁN, República de las Indias Occidentales (1575). en que se relaciona lo más particular ocurrente y una explicación por menor del
vestuario de varias naciones de indios, vanas observancias y un género de idolatría
que conoció en ellos su autor (1800).
3) Nueva España y Guatemala:
A. CAULIN, Historia corográfica, natural y evangélica de la Nueva Andalu-
E. DE AVILES, Historia y Crónica franciscana de la Provincia del Santísimo cía y Provincias de Cumaná, Nueva Barcelona, Guayana y vertientes del río
Nombre de Jesús de Guatemala, que trata de la conversión de los indios del Reino Orinoco (1755).
de Utlatan y de Goathemala a la ley de Dios, con noticias del estado que tenían en J. GUMILLA, El Orinoco ilustrado y defendido (Madrid, 1741).
su infidelidad y gentilicio, ritos y costumbres que observaban, gobierno y policía con J. DE SANTA GERTRUDIS, Maravillas de la naturaleza (siglo xvín).
que se regían y leyes con que se gobernaban independientes del imperio mexicano
5) Perú:
(1663).
ANÓNIMO JESUÍTA, Relación de las costumbres antiguas de los naturales del
F. DEL BARRIO O BARRIOS, Relación sobre los indios coras, tepehuanes, cheles
Perú (finales del siglo XVI).
y guaimotas (siglo XVI).
F. DE AVILA, De priscorum huarochiriensium origine et institutis (siglo XVI).
T. DE BENAVENTE (MOTOLINÍA), De moribus indorum (siglo XVI).
F. GARCÍA DE TOLEDO, Dominio de los yngas en el Perú y del que Su
ID., Relación de las idolatrías, ritos y ceremonias de la Nueva España (si-
Magestad tiene en dichos reynos (anónimo de Yucay) (1571).
glo XVI).
C DE MOLINA (El Cuzqueño), Fábulas y ritos de los indios (1574).
M. DE LA CORUÑA, Relación de las ceremonias y ritos de la Provincia de
M. DE MURÚA, Historia general del Perú. Origen y descendencia de los incas
Michoacán (1549).
(1590).
D. DURAN, Historia de los indios de la Nueva España e islas de la Tierra
A. OLIVA, Historia del reino y provincias del Perú (1598).
Firme (1579).
Relación de la religión y ritos del Perú, por los primeros agustinos (1560).
D. DE LANDA, Relación de las cosas de Yucatán (hacía 1556).
B. SALINAS Y CÓRDOVA, Memorial de las historias del Nuevo Mundo y Perú
F. DE LAS NAVAS, Calendario índico de los indios del mar océano y de las
(Lima, 1630).
partes de este Nuevo Mundo y población y gobernación de los indios (siglo xvi).
B. VALERA, De los indios del Perú, sus costumbres y pacificación (finales del
A. DE OLMOS, Exhortación de un padre a su hijo (siglo XVI).
siglo XVI).
ID., Pláticas que los señores mexicanos hacían a sus hijos y vasallos (si-
ID., Historia occidentalis (finales del siglo XVI).
glo xvr).
ID., Ophir de España. Memorias historiales y políticas del Perú (finales del
ID., Suma de las antigüedades mexicanas (siglo XVI).
siglo xvi).
ID., Tratado de las antigüedades mexicanas (1539).
B. DE SAHAGÚN, Breve compendio de los ritos idolátricos de Nueva España 6) Río de la Plata y Chile:
(1570). P. LOZANO, Descripción corográfica del terreno, ríos, árboles y animales de las
ID., Calendario mexicano, latino y castellano (siglo XVI). dilatadísimas Provincias del Gran Chaco, Gualamba, y de sus ritos y costumbres de
ID., Historia general de las cosas de Nueva España (1577). las innumerables naciones bárbaras e infieles que lo habitan, con una cabal relación
J. DE ToVAR, Historia mexicana (finales del siglo XVI). histórica de lo que en ellos han obrado algunos gobernadores y ministros reales y los
J. BAUTISTA VISEO, Huehuetlahtolli, que contiene las pláticas que los padres misioneros jesuitas para reducirlas a la fe del verdadero Dios (1733).
y madres hicieron a sus hijos y a sus hijas y los señores a sus vasallos, todas llenas F. PAUCKE, Hacia allá y para acá (una estadía entre los indios mocobíes,
de doctrina moral y política (México, 1601). 1749-1767) (siglo xvín).
J. DE TORQUEMADA, Los veintiún librosritualesy Monarquía indiana, con el P. GONZÁLEZ AGÜEROS, Descripción historial de la Provincia y Archipiélago
origen y guerra de los indios occidentales, de sus poblaciones, descubrimientos, de Chiloé (1791).
680 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.36. La Iglesia y las culturas prehispánicas 681
Como se ve, la mayor parte de estas obras dedicadas a describir las cho que se exagere, como fue la introducción del alfabeto latino, con lo que
denominadas «antiguallas» de los indios pertenecen al siglo XVI. La razón ello significó para la representación, fijación y posibilidades de transmisión
estriba en que en la década de 1570 comenzó a pensarse que recordar estas del lenguaje.
«antiguallas» podía resultar perjudicial para los indígenas e inducirlos a La segunda consistió en la utilización de los mismos sistemas de expre-
volverlas a practicar, como lo atestigua la prohibición de que se publicara la sión gráfica que los indígenas para la exposición de las ideas que se propo-
Historia General de Sahagún y lo confirma el historiador dominico Antonio nían. A esta clase pertenecen los denominados catecismos pictográficos o en
de Remesal (Historia de Chiapa y Guatemala 1.6 c.7). Por otra parte, con jeroglíficos, de los que se conocen los siguientes ejemplos, según Luis Resi-
posterioridad al siglo XVI no volvieron a aparecer culturas indígenas tan nes, especialista en el tema:
difundidas y sistematizadas como la azteca, maya e incaica, que ofrecieran Catecismo en pictogramas del franciscano Pedro de Gante (1524).
una novedad y un campo tan amplio para la elaboración de este tipo de Catecismo en pictogramas del franciscano Bernardino de Sahagún (si-
monografías específicas. glo XVI).
Catecismo pictográfico tolucano (siglo XVI).
B) Conservación de las lenguas indígenas Tres Catecismos pictográficos mexicanos del siglo XVI, anónimos.
Catecismo pictográfico de Domingo Lucas Mathe (1714).
Además de transmitirnos su profundo conocimiento del mundo indíge-
na prehispánico, los misioneros americanos contribuyeron a la cultura nati- Catecismo pictográfico de Felipe de S. Tiago y Cruz (1719).
va aprendiendo, conservando y perfeccionando las lenguas índicas, no im- Dos Catecismos pictográficos anónimos del siglo XVIII.
pulsados, ciertamente, por motivos puramente filológicos, sino por razones La tercera manera de conservar y transmitir las lenguas indígenas está
pastorales, de la misma manera que en lo que destruyeron estuvieron movi- representada por las gramáticas o artes, vocabularios (a veces trilingües),
dos por estos mismos motivos también religiosos y no por desprecio hacia la diccionarios o calepinos, silabarios, tratados de ortografía, tratados de pro-
cultura autóctona. nunciación y modos de aprendizaje de un idioma elaborados por los misio-
neros.
Cabe advertir, sin embargo, que los evangelizadores tampoco fueron
En este punto puede afirmarse que no hubo lengua ni dialecto indígena
insensibles a la hermosura de esos idiomas que aprendieron y que nos han
que no llegara a contar con su propio arte o gramática, así como con el
conservado.
complemento de su vocabulario, pues ya sabemos que los evangelizadores
Refiriéndose al quechua, por ejemplo, el dominico Domingo de Santo
no sólo tenían preceptuada la elaboración de esos instrumentos filológicos,
Tomás teje el siguiente panegírico: «La abundancia de vocablos, la conve-
sino que, independientemente de ese precepto, ellos mismos eran los más
niencia que tiene con las cosas que significan, las maneras diversas y curiosas
interesados en la confección para que sus compañeros y seguidores pudie-
de hablar, el suave y buen sonido al oído de la pronunciación della, la
ran desempeñar mejor su cometido misional.
facilidad para escribirse con nuestros caracteres y letras, cuan fácil y dulce
sea a la pronunciación de nuestra lengua, el estar adornada y ordenada con También puede asegurarse que esa elaboración quizá no llegara a ser
propiedad del nombre, modos, tiempos y personas del verbo... Lengua, perfecta a la luz de los modernos conocimientos filológicos, pero que cierta-
pues, tan pulida y abundante, regulada y encerrada debajo de las reglas y mente los misioneros la hicieron a conciencia y lo más perfectamente que
preceptos de la latina como es ésta...» (Gramática o Arte de la lengua general de pudieron. Por una parte, nos consta que dominaban el idioma a la perfec-
los indios del Perú [Valladolid, 1540] prólogo). ción y en ocasiones hasta mejor que los propios indígenas, como éstos
llegaban a confesar. Por otra, los prólogos de esas gramáticas y vocabularios
También en relación con el quechua, José de Acosta afirmaba en 1589:
suelen estar precedidos de un pequeño tratado de filología en el que el autor
«Mas en aquélla, como en su inculta barbarie, tienen unos modismos tan
explica por qué adopta una determinada palabra y no otra, un determinado
bellos y elegantes, y unos giros y expresiones redondas por su admirable
giro o modismo en lugar de otro y por qué cree que una idea se debe
concisión, que deleitan sobremanera, y quien quisiera expresar en latín ó
expresar mediante determinado morfema.
castellano toda la fuerza de uno de sus vocablos apenas podría hacerlo él con
muchas palabras» (De procuranda 1.4 c.9). La exactitud o acierto en estos puntos, aspecto que en ocasiones dio
lugar a auténticas controversias entre los propios misioneros, entrañaban
A finales del siglo XVI, el franciscano Jerónimo de Mendieta afirmaba
para ellos una importancia trascendental por referirse en general a términos
sobre el náhuatl que «no es menos curiosa que la latina, y aun pienso que más
religiosos como Dios, Iglesia, sacramentos, pecado, etc., cuya exacta com-
artizada en composición y derivación de vocablos y en metáforas» (Historia
prensión por parte de los indígenas era absolutamente necesaria, pero al
eclesiástica 1.4 c.44).
mismo tiempo muy difícil de expresar por la inexistencia entre los indios de
Cuatro fueron las maneras en que los evangelizadores americanos con-
esos conceptos y de los correspondientes vocablos que los significaran en el
tribuyeron a la conservación y perfeccionamiento de los idiomas nativos.
mismo sentido que el catolicismo.
La primera está constituida por lo que Robert Ricard califica de revolu-
De aquí la nueva característica de estas obras, consistente en la intro-
ción intelectual, cuyo alcance no se medirá nunca suficientemente por mu-
682 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.36. La Iglesia y las culturas prehispánicas 683
ducción e n los idiomas indígenas d e neologismos castellanos o latinos y d e Culturas indígenas (general)
giros q u e sustituyeran a los m o r f e m a s inexistentes, a l o q u e h a y q u e a ñ a d i r E. BURRUS, «Jesuit Authors of Indian Materials in colonial Times»: Archivum
Historicum Societatis Iesu 53 (Roma, 1984), 469-504; F. ESTEVE BARBA, Cultura virrei-
la dificultad u l t e r i o r d e r e p r e s e n t a r u n a p r o n u n c i a c i ó n q u e a m e n u d o tam-
nal (Madrid, 1965); ID., Historiografía indiana (Madrid, 1964); R. MOTA, «Transmisión
p o c o e n c o n t r a b a equivalencias fonéticas c o n el castellano. franciscana de las culturas americanas prehispánicas», en Actas del I Congreso Interna-
El principio d e q u e t o d a lengua o dialecto c o n t ó c o n su respectivo arte cional sobre los franciscanos en el Nuevo Mundo (Madrid, 1987), 331-404.
y vocabulario hay q u e aquilatarlo d i c i e n d o q u e n o e n todas las ocasiones n o s
consta e x p r e s a m e n t e q u e eso fuera así, mientras q u e e n otras sabemos q u e Culturas indígenas (hemisferio norte)
fueron m u y n u m e r o s o s los q u e se e l a b o r a r o n r e s p e c t o d e u n a misma lengua,
J. O. ARAGÓN, Fray Toribio de Motolinia. Relación de los ritos antiguos, idolatrías y
c o m o sucedió c o n el n á h u a t l y el q u e c h u a . sacrificios de los indios de la Nueva España y de la maravillosa conversión que Dios en ellos
Todavía está p o r e l a b o r a r u n índice c o m p l e t o d e esas gramáticas y ha obrado (México, 1979); G. BAUDOT, «Apariciones diabólicas en un texto náhuatl de
vocabularios, p e r o los q u e existen n o s p r o p o r c i o n a n u n a idea del n ú m e r o d e fray Andrés de Olmos»: Estudios de Cultura Náhuatl 10 (México, 1972), 349-357; ID.,
este tipo d e o b r a s . «Fray Andrés de Olmos y su Tratado de los pecados mortales en lengua náhuatl»: Ibíd., 12
(México, 1976), 33-59; ID., «Les Antiquités mexicaines du P. Díaz de la Vega, OFM»,
El c o n d e d e la Vinaza identificó e n 1 8 9 2 u n total d e 3 1 gramáticas y en Mélanges Casa de Velázquez 2 (París, 1966), 283-310, y Estudios de Cultura Náhuatl 8
vocabularios e l a b o r a d o s e n el siglo XVI, 5 4 e n el XVII, 6 6 e n el XVIII, y n u e v e (México, 1969), 223-256; ID., «Les premieres enquétes etnographiques américaines.
en el XIX, hasta 1824. E n total, 160 c o r r e s p o n d i e n t e s a 4 4 lenguas o dialec- Fray Toribio de Motolinia: quelques documents inédits et quelques remarques»:
tos. R o b e r t Ricard r e c o g e e n 1 9 4 7 u n total d e 2 6 p a r a el México a n t e r i o r a Cahiers du Monde Hispanique 17 (Toulouse, 1971), 7-35; ID., Tratado de hechicerías y
sortilegios de fray Andrés de Olmos. Edición del texto náhuatl con traducción y notas en
1572, d e las q u e 2 0 c o r r e s p o n d e n a franciscanos, tres a dominicos, d o s a
francés (México, 1979); ID., Utopía e historia en México. Los primeros cronistas de la
agustinos y u n a a n ó n i m a . P o r O r d e n e s religiosas, E. B. A d a m s recoge e n civilización mexicana (1520-1569) (Madrid, 1983); N. D'OLWER, Cronistas de las cultu-
1953 u n total d e 5 9 , p e r t e n e c i e n t e s a franciscanos c e n t r o a m e r i c a n o s d e los ras precolombinas (México, 1963); M. FONCERRADA DE MOLINA, «Fray Diego de Landa
siglos XVI a XViii; M a n u e l d e Castro, 5 6 , c o r r e s p o n d i e n t e s a los franciscanos y la historia maya de Yucatán»: Missionalia Hispánica 25 (Madrid, 1968), 369-372;
d e t o d a América del siglo XVI y comienzos del XVII, y Pilar H e r n á n d e z , 4 2 , J. GARCÍA ICAZBALCETA, Bibliografía mexicana del siglo xvi (México, 1954); J. GARCÍA
yuiNTANO, «Exhortación de un padre a su hijo. Texto recogido por Andrés de
p e r t e n e c i e n t e s a dominicos d e t o d a América. Olmos»: Estudios de lengua náhuatl 11 (México, 1974), 137-182; A. LÓPEZ, «La rela-
Idénticas observaciones q u e p a r a las gramáticas y vocabularios hay q u e ción de ceremonias y ritos de la Provincia de Michoacán ¿hase publicado íntegramen-
h a c e r p a r a la c u a r t a clase d e o b r a s lingüísticas, m u c h a s veces bilingües y e n te y se sabe quién fue su autor?»: Archivo Ibero-Americano 13 (Madrid, 1920), 262-271;
ID:, «LOS indios coras, tepehuanes, chales y guaimotas (México)»: Ibíd. (Madrid, 1916),
ocasiones hasta trilingües, elaboradas p o r los evangelizadores americanos y
242-263; L. OLIGER, «Breve compendio de los ritos idolátricos de Nueva España por
q u e están r e p r e s e n t a d a s p o r las doctrinas largas, doctrinas breves, catecis- Bernardino de Sahagún»: Antonianum 12 (Roma, 1942), 3-38, 133-174; M. RODRÍ-
mos, cartillas, confesionarios, sacramentarios, seminarios, libros d e la Sagra- GUEZ PAZOS, «Antología de textos penitenciales y sacrificiales en el México precorte-
d a Escritura, a u t o s sacramentales, hagiografías y o t r o s t r a t a d o s d e t e m a m u y siano»: Archivo Ibero-Americano 35 (Madrid, 1975), 189-213.
diverso.
El c o n d e d e la Vinaza e n u m e r a u n total d e 2 5 5 p a r a t o d a América, 6 5 Culturas indígenas (hemisferio sur)
c o r r e s p o n d i e n t e s al siglo XVI, 9 4 al XVII, 8 2 al XVIII y 14 al XIX, hasta 1 8 2 4 .
R o b e r t Ricard r e c o g e u n total d e 6 3 p a r a el México a n t e r i o r a 1 5 7 2 , d e los F. ESTEVE BARBA, Crónicas peruanas de interés indígena (Madrid, 1968); E. MESA,
«Creencias religiosas de los pueblos indígenas que habitaban en el territorio de la
q u e 4 0 p e r t e n e c e n a franciscanos, 14 a dominicos, cinco a agustinos y c u a t r o futura Colombia»: Missionalia Hispánica 37 (Madrid, 1980), 111-142; F. DEL PINO,
son anónimas. E. B. A d a m s consigna 6 9 p a r a los franciscanos d e C e n t r o - «Contribución del P. Acosta a la constitución de la etnología. Su evolucionismo»:
américa d e los siglos XVI a XVIII; M. d e Castro, 2 1 0 p a r a los franciscanos d e Revista de Indias 38 (Madrid, 1978), 507-546; J. I. SARANYANA, «Ritos confesionales
t o d a América d u r a n t e el siglo XVI; Pilar H e r n á n d e z , 6 8 p e r t e n e c i e n t e s a incaicos precolombinos»: Scripta Theologica 19 (Pamplona, 1987), 795-813; A. TORO,
dominicos d e t o d a América d e los siglos XVI a XVIII. «Importancia etnográfica y lingüística de las obras del P. Bernardino de Sahagún»:
Anales del Museo Nacional de Arqueología. Historia y Etnografía 2 (México, 1923);
F. VICENTE CASTRO y J. L. RODRÍGUEZ MOLINERO, Bernardino de Sahagún, primer
antropólogo en Nueva España (siglo xvi) (Salamanca, 1986).
«La fidelidad que a Vuestra Majestad debo, así por ser mi rey y señor valiosa. La de los visitadores generales -entre los que abundan los eclesiásti-
natural, como porque, despidiéndome de V. M. en Majaran Broz el año cos- era objeto de especial atención por la valía de los sujetos y por su
pasado de 61 me mandó le escribiese la verdad de las cosas de esta tierra y independencia de criterio.
haberlo yo prometido hacer, me obligan a hacerlo», escribe al rey, en 1562, Ahora bien, si esta información sobre materias de gobierno de los
el dominico Domingo de Santo Tomás (LISSON, II 193). «En la flota pasada
eclesiásticos no sólo era bien vista, sino estimulada por el rey y sus conseje-
escribí largo a V. M., conforme a lo que por las suyas me tiene mandado,
ros, también se recordaba -como hizo Felipe II en 1590- a los prelados de
dando aviso de lo que para el buen gobierno y conservación de estos Reinos
Indias «que no se entrometan en las materias del gobierno ni lo permitan a
me ocurrió, como hombre que ha años que en él resido», indica en 1572 el
sus religiosos y dejen a los gobernantes proveer lo que les pareciere conve-
padre Juan Vivero al monarca (LlSSON, II 655-662). «Por cumplir con mi
obligación y lo que V. M. me tiene mandado y V. A. también, en particular niente, porque de lo contrario nos tendremos por deservido» (Recopilación,
que dé aviso de lo que en este obispado y reino hubiere que remediar», libro 1, tít. 14, ley 66).
escribe en 1601 el obispo del Cuzco, Antonio de Raya, al rey (LlSSON, IV
394-402). B) Atesoramiento
Felipe II, en 1595, en una real cédula recogida en la Recopilación (li- La Corona deseaba también contar con el consejo de los religiosos,
bro 6, tít. 10, ley 7), encarga a los prelados «que en todas las ocasiones de tanto en la actuación de los caudillos militares como en la elaboración de las
flotas y armadas nos envíen relación muy particular del tratamiento que se leyes para las Indias.
hace a los indios en sus distritos, si van en aumento o disminución, si reciben Según las Instrucciones para descubrimientos de 1526 - q u e se incorpo-
molestias o vejaciones y en qué cosas, si les falta doctrina y adonde, si gozan raron a las respectivas Capitulaciones hasta 1542-, era preceptivo que los
de libertad o son oprimidos, si tienen protectores y qué personas lo son, si jefes de la expedición actuaran «con acuerdo y parecer» de los religiosos o
los ayudan y defienden, haciendo fiel y diligentemente sus oficios o con clérigos que les acompañaban. Estos debían velar porque los indios fueran
descuido y negligencia, si reciben algo de los indios, qué instrucciones bien tratados y debían avisar de los abusos al Consejo para que fueran
tienen, cómo las guardan, lo que convendrá proveer para su mejor enseñan- castigados con todo rigor. También, según esa Instrucción, eran los re-
za y conservación y lo que más les ocurriere acerca de esto». ligiosos los que tenían que decidir si convenía o no dar los indios en enco-
La abundante información que envían al rey los prelados y religiosos se mienda.
hace con ánimo de «descargar la conciencia» propia y también la del rey. Su Fueron frecuentes las Juntas de teólogos, convocadas por el monarca o
contenido es variado, pero, aparte de los asuntos específicamente religiosos, los virreyes, para decidir sobre hacer guerra a los indios, enviarlos a las
predomina la información referente a los agravios sufridos por los indígenas minas, venderlos como esclavos, etc.
y las cuestiones referentes a la encomienda y a los tributos, así como también
Ybot Léon ha estudiado las Juntas de teólogos convocadas por los
hay continuas referencias a la actuación de los virreyes, presidentes y gober-
monarcas en la primera mitad del siglo XVI.
nadores, abusos de los corregidores, etc. Existen cartas extensas en las que
se abordan todos los puntos de interés, eclesiástico y civil, del territorio, En la habida en 1512, de la que saldrían las Leyes de Burgos del 27 de
como ocurre para el Perú con las del obispo del Cuzco, fray Vicente Valver- diciembre de este año, hay, además del letrado eclesiástico De Sosa, más
de, en 1539 (LlSSON, II 99-133); la del provisor Luis de Morales, en 1541 tarde obispo de Almería, los teólogos dominicos fray Pedro de Covarrubias,
(LlSSON, I 48-98); y el Memorial de los obispos del Cuzco, Popayán y fray Tomás Duran y fray Matías de Paz, catedrático este último de Salaman-
Quito, de 1601, sobre nueve causas del malestar de los naturales y su ca, junto con el clérigo licenciado Gregorio, predicador del rey. Todavía se
remedio (LlSSON, IV 492-497). pidió informe, por separado, al citado Gregorio y al dominico fray Bernardo
Abundan también las sugerencias sobre materias de gobierno. Ya en de Mesa, más tarde obispo preconizado de Cuba. En la génesis y decisiones
1500, los franciscanos de la Española escribían a Cisneros contra Colón y los de la Junta fueron también decisivas las actuaciones del dominico fray
genoveses de la isla, así como acerca de las franquicias que habría de conce- Antonio Montesinos, enviado por sus hermanos de la Española, y del fran-
derse a los vecinos. En 1561, el franciscano Francisco de Mena escribía ciscano Alonso del Espinar. Montesinos tuvo incluso la audacia de presen-
sobre asuntos de gobierno, y en 1582 el agustino Pedro Suárez de Escobar tarse ante el rey Fernando para denunciar los abusos que se cometían en
remitía doce capítulos tocantes al «estado secular» junto a otros tantos sobre la isla.
el «estado eclesiástico». Lo mismo informan sobre los pueblos de una provin- La reunión de 1513 en Valladolid de otra Junta para revisar las Leyes de
cia que sobre un viaje de descubrimiento. Burgos estaba presidida por el obispo Juan Rodríguez Fonseca, y a ella
La correspondencia regular de los prelados con el monarca presentaba asistieron los teólogos licenciado Matienzo, confesor del rey, fray Alonso del
muchas veces puntos de vista distintos al de virreyes, presidentes y goberna- Bustillo y, de nuevo, el predicador real licenciado Gregorio. La Junta fue
dores, y, por tanto, aportaba al Consejo de Indias una información muy informada por el vicario provincial de los dominicos de la Española, fray
Historia d* Ll ínlesia 23
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Pedro de Córdoba, de los sucesos de la isla. Obra de la Junta fueron las leyes enviaron a España a Francisco de Soto y a un fray Francisco de Vitoria.
complementarias de julio de 1513. Como es sabido, finalmente, las leyes fueron suavizadas.
El cardenal Cisneros consultó en 1516 al padre Las Casas y a fray Hubo otra Junta de teólogos de Salamanca y Alcalá en 1548, la cual
Antonio de Montesinos en compañía del jurista Palacios Rubios. De hecho, consideró improcedente la publicación del Democrates alter de Juan Ginés de
fue Las Casas quien redactó el informe que sirvió de base a la reforma que Sepúlveda.
se encargó a los Jerónimos.
En la Junta de Valladolid de 1550, para tratar de la conversión de los
En 1518, trece maestros de teología de Salamanca, en una reunión no' indios y de las ordenanzas para nuevas conquistas, estuvieron presentes los
convocada por los gobernantes, defendieron la racionalidad del indio. Es famosos dominicos Domingo de Soto, Melchor Cano y Bartolomé Carranza
posible que su escrito influyera en las Instrucciones para el juez de residen- de Miranda, así como el franciscano Bernardino de Arévalo.
cia licenciado Rodríguez de Figueroa.
En la denominada Junta magna de Indias, de 1568, una de las más
Otra reunión, no oficial, convocada por Las Casas en 1519, en el
concienzudamente preparadas y de las de mayor alcance, participaron, ade-
convento dominico de Santa Catalina, en Valladolid, de once eclesiásticos más del cardenal Diego de Espinosa, obispo de Sigüenza, presidente del
-entre los que se encontraban los ocho predicadores del rey-, sirve para Consejo de Castilla e inquisidor general, que ejerció de presidente de la
denunciar la encomienda y proponer métodos para que los indios fueran reunión, el inquisidor Juan de Ovando; el obispo de Cuenca, Bernardo de
bien gobernados y en libertad. Fresneda; el agustino fray Bernardino de Alvarado; el dominico fray Diego
Carlos V convocó en Barcelona ese mismo año de 1519 una Junta en la de Chaves, confesor del príncipe don Carlos, y el franciscano P. Medina,
que, con el gran canciller Xiévres y el almirante Diego Colón, estaban independientemente de que habían influido en su celebración el dominico
Fonseca, obispo de Badajoz, fray Juan de Quevedo, obispo del Darién, el fray Bartolomé de las Casas y el franciscano fray Alonso Maldonado de
padre Las Casas, un franciscano y otras personas. No resultó nada concreto Buendía, quienes habían insistido en la necesidad de que se convocara para
por muerte de Quevedo. Ese año, el cardenal Adriano consultó también a solucionar los problemas planteados por una Iglesia y una colonización,
los predicadores hermanos Pedro y Alfonso Coronel sobre el problema como las americanas, en pleno desarrollo.
moral de los encomenderos que habían obtenido oro con excesivo trabajo
de los indios y sin abonarles jornal. Las ordenanzas de nuevos descubrimientos, poblaciones y pacificacio-
nes que promulgó Felipe II en 1573 fueron elaboradas por el inquisidor
De la Junta de La Coruña de 1520, en la que intervinieron el obispo Juan de Ovando, presidente del Consejo de Indias, como parte del Código
Fonseca y Cobos, salieron las capitulaciones de evangelización pacífica de la que proyectaba. Consolidaron el sistema de actuación pacífica en las nuevas
península de Paria hasta Santa Marta concedidas a Las Casas. expediciones. Se prohibió la voz «conquista» y se dio preferencia al método
En enero de 1539, Carlos V pidió al padre Vitoria que se reuniera con evangélico; se respetaba la voluntad del indio frente al cristianismo y se
otros teólogos y dieran por escrito dictamen sobre las dudas que «se han reconocía su independencia, pues antes de tratar de obtener su sumisión se
ofrecido acerca de la instrucción y conversión de los naturales de ella a había de procurar conseguir su amistad y alianza; se mantenía una posición
nuestra santa fe, las cuales con él (el agustino fray Juan de Oseguera) vistas, conciliadora ante la negativa de los indios a recibir la fe y se reducía el uso
por ser cosas teologales, ha parecido que conviene que sean vistas y examina- de la violencia a la defensa ineludible.
das por personas teólogas» (A. YBOT, Juntas 427). En los territorios americanos esta labor de asesoramiento cerca de los
En la Junta celebrada en Valladolid en 1541, a la que asistieron el virreyes se ejercitaba también normalmente por Juntas de teólogos convoca-
obispo de Cuenca, Sebastián Ramírez de Fuenleal, presidente de la Cnanci- das por ellos. El monarca veía con agrado la celebración de estas Juntas.
llería de Valladolid y, antes, de las Audiencias de la Española y México, y el Cuando se suspendió en 1559 la que se venía celebrando en Lima, por
padre Las Casas, éste tuvo una intervención destacada, proponiendo dieci- iniciativa del arzobispo, para el remedio de las necesidades de los indios, con
séis remedios, entre ellos el de la supresión de las encomiendas, y el tratado asistencia del prelado, oidores y prelados de las Ordenes, por la excusa que
Veinte razones muy jurídicas. De estas sesiones resultaron las famosas Leyes dio el virrey, agobiado por la abundancia de negocios, el monarca insistió en
Nuevas de 1542-43. Gómez Cañedo ha resaltado recientemente el papel del que se continuase, «pues era cosa tan importante al bien de los naturales de
franciscano Jacobo de Tastera, que había sido predicador del emperador, esa tierra y al descargo de nuestra conciencia» (LlSSON, III 97).
quien tomó parte importante en las negociaciones preparatorias. El y Las
También el asesoramiento a los virreyes se hizo de manera más discreta,
Casas dieron los últimos retoques, en 1543, a las Leyes Nuevas. Carlos V
a través de sus capellanes, quienes en ocasiones se excedieron. Al menos así
encargó el cumplimiento de esas leyes al ex provincial franciscano fray
lo pensaba, en 1643, el visitador general de México, Juan de Palafox, cuan-
Antonio de Ciudad Rodrigo. Junto al virrey Mendoza y los encomenderos, el do escribía a Felipe IV que «tres virreyes (Villamanrique, Villena y Salvatie-
obispo Zumárraga y los religiosos recomendaron a la Corona la supresión o rra) ha habido, Señor, en estas provincias que se han gobernado absoluta-
modificaciones y prudencia y calma en la manera de aplicarlas. Insistieron y mente por religiosos, y todos han tenido infelices sucesos en su gobierno y
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en el gobierno de vuestra majestad» (SÁNCHEZ BELLA, Los visitadores genera- de las fábricas de aguardiente de caña. Hasta la Audiencia de México se
les 84). permitió, en 1756, solicitar de los curas que dieran a entender a los indios
A veces, para resolver problemas de gobierno -como ocurrió en Méxi- que no debían contribuir con cosa alguna en las visitas a las matrículas de
co, en 1778, con los desórdenes de las pulperías-, el monarca ordenaba la tributarios, certificando bajo juramento, al terminar la visita, que había sido
formación de una Junta, de la que formaba parte, junto con el virrey, que la cumplido puntualmente el auto dictado por aquel tribunal.
presidía, el regente y el fiscal más antiguo de la Audiencia y el superinten-
dente de la Aduana, el propio arzobispo de México.
Además del asesoramiento de las Juntas de eclesiásticos convocadas en II. ECLESIÁSTICOS EN CARGOS PÚBLICOS
España y en América, fueron numerosísimos los «pareceres» dados por
religiosos sobre materias de gobierno de las Indias, muchas veces a iniciativa Además de la labor de información y asesoramiento de la Corona,
propia. Lino Gómez Cañedo ha recogido una extensa relación de los dados común a todo el estamento eclesiástico, fueron muchos los que desempeña-
por franciscanos, indicando que la lista contiene sólo algunos - n o todos, ni ron cargos públicos en el gobierno de las Indias.
siquiera la mayor p a r t e - de los escritos en que opinaron cómo debían ser
tratados y gobernados los indígenas americanos. A) Presidentes del Consejo de Indias
Llenos de buena voluntad, los obispos de México escribieron en 1540 a Ya antes de la creación del Consejo de Indias, en 1523 ó 1524, hay que
Carlos V que, enterados de que el monarca había dado abundantes cédulas destacar el importante papel del obispo de Burgos (y antes obispo de Bada-
e instrucciones para el bien espiritual y temporal de las Indias que se olvida- joz, Córdoba y Palencia), Juan Rodríguez de Fonseca, figura clave en la
ban o no se cumplían, le rogaban que se les enviaran también a ellos: «por lo organización de las primeras expediciones a Indias, hombre de confianza de
que somos obligados a velar y hacer la guardia y atalaya sobre todo el los Reyes Católicos. Su actuación ha sido objeto de censuras, primero por
ganado, deseamos saberlas y ser los solicitadores de ellas» (PASO Y TRONCO- Fernando, el hijo de Colón, Las Casas y Cortés, y en nuestros días por
SO, Epistolario de Nueva España IV 12). historiadores, entre los que destaca, por su acritud, Manuel Giménez Fer-
Un autor chileno, Javier González Echenique, a la vista de la intensa nández. Tomás Teresa León ha intentado tímidamente cierta rehabilitación
actuación de los obispos en los asuntos seculares de Indias por encargo de de este personaje: «Los testimonios que nos han llegado de Fonseca -escri-
los reyes, ha llegado a plantearse el tema de si se les puede considerar como b e - son apasionados e interesados, y los pocos desinteresados y sinceros nos
funcionarios de la Corona, pero aunque en la práctica, según él, aparezcan hablan de una inquebrantable firmeza de carácter, de una meritoria entrega
como «delegatarios, participantes o como se les quiera llamar, de la potestad al servicio de la Corona y de u n cúmulo de virtudes humanas muy dignas de
real», tiene que reconocer que su condición es distinta a la de los funciona- tener en cuenta» (El obispo D. Juan Rodríguez Fonseca, 290).
rios. César García Belsunce ha rechazado enérgicamente la idea de que la El primer presidente del Consejo de Indias fue el arzobispo de Sevilla,
función administrativa de los clérigos fuera una consecuencia de una partici- fray García de Loaysa (1524-1546). Después, aunque en el Consejo de
pación de la potestad real, y piensa que es más propiamente la de un agente. Castilla se siguió nombrando presidente a insignes prelados, en el de Indias
Desde luego, llama la atención la frecuencia con que los monarcas se prefirió a los juristas, entre los cuales figuran dos eminentes eclesiásticos:
solicitaban de los obispos información sobre temas seculares: qué sujetos el inquisidor Juan de Ovando (1570-1575) y el arzobispo de México, tam-
beneméritos de capa y espada había en su distrito, los excesos de los seglares, bién inquisidor, Pedro Moya de Contreras (1591).
el envío anual de certificados de los libros de bautismo y defunción con fines
fiscales; la descripción de la tierra y estimación del número de vecinos y B) Virreyes
pobladores; el trato que se tenía con los indios; los sometidos a esclavitud; si En cambio fueron más frecuentes los nombramientos de prelados como
los gobernadores y los corregidores molestaban a los indios cuando iban a virreyes interinos de Indias, aunque la práctica acostumbrada era que fuera
las doctrinas o a cumplir sus deberes religiosos; la participación de los la Audiencia, corporativamente, la que gobernara hasta la toma de posesión
indígenas en el secado y beneficio de la hierba; la publicidad de la Cédula de del nuevo virrey. En Nueva España encontramos los nombres de Pedro
1697 haciendo capaces a los indios de empleos; el velar para que los curas Moya de Contreras, arzobispo de México (1584); fray García Guerra, tam-
enviasen padrones de su feligresía, con distinción de clases, estados y castas; bién arzobispo de México (1611-12); Juan de Palafox y Mendoza, obispo de
informar sobre qué minerales de oro eran trabajados en el Paraguay por los Puebla (1642); Marcos de Torres y Rueda, de Yucatán (1648-49); Diego
portugueses, etcétera. Osorio de Escobar y Llamas, de Puebla (1664); fray Payo Enríquez de
En otras ocasiones el rey pide la colaboración de los obispos para el Ribera, arzobispo de México (1673-80); Juan Ortega Montañés, de Michoa-
restablecimiento de la quietud y paz y para evitar la penetración de ideolo- cán (1696); Juan Antonio de Vizarrón y Eguiarreta (1734-1740), Alonso
gías subversivas desde Francia; o bien para la destrucción de obrajes, bata- Núñez de Haro y Peralta (1786-1787) y Francisco Javier de Lizana y Beau-
nes y trapiches instalados sin licencia real; o para lograr el desmantelamiento mont (1809-1810).
£92 P.IV. La irradiación de la Iglesia
C.37. Eclesiásticos y el gobierno de las Indias 693
En Perú, Melchor de Liñán y Cisneros, arzobispo de Lima (1678-1681); Sánchez Bella y Arregui Zamorano. Aunque no pudo completarla, puso
Diego Ladrón de Guevara, obispo de Quito (1710-1716), y fray Diego orden en la administración de justicia, preparó nuevas ordenanzas para
Morcillo Rubio de Auñón, arzobispo de Charcas (1716 y 1720-1724). varios tribunales (aunque, al parecer, no llegaran a entrar en vigor, salvo las
En Nueva Granada, fray Francisco del Rincón, arzobispo de Santa Fe que hizo también para la Universidad) y extendió su inspección a los organis-
(1717-1718); fray Francisco Cossío Otero, también arzobispo de Santa Fe mos de la Hacienda.
(1771), y Antonio Caballero y Góngora, arzobispo de la misma diócesis La visita girada a Perú por Fernández de Bonilla, de 1590 a 1600, ha
(1783-1788). empezado a ser estudiada por Lewis Hanke. Fue muy minucioso y el expe-
Lo más llamativo es que algunos de esos prelados fueron nombrados diente final llegó a contar con 49.555 hojas. La visita comprendía también la
virreyes en propiedad, no con carácter interino (es el caso de Ladrón de conducta del virrey conde del Villar, de los funcionarios de Hacienda y de la
Guevara, Diego Morcillo y Caballero y Góngora). El hecho es más destacable Universidad. El principal defecto del visitador fue su extremada lentitud,
debido a la fuerte prevención que en algunos momentos se dio por parte del pero su larga permanencia en Lima sirvió, sin duda, de freno eficaz para
Consejo de Indias a causa de los peligros que tenía para el ejercicio del Real evitar abusos de los funcionarios.
Patronato la acumulación de un cargo de tanto relieve como el de virrey al
de arzobispo u obispo. Incluso se llegó a dar en 1739 una real cédula D) Protectores de los indios
prohibiendo la reunión de los gobiernos eclesiástico y político en una sola
persona. También en 1789 se reiteró que el gobierno interino de los virrei- En la primera mitad del siglo XVI, una importante función encomenda-
natos correspondía a la Audiencia. A pesar de estas disposiciones, se volvió da a todos los obispos fue la de ser protectores y defensores de la población
a acudir al nombramiento de algunos prelados. indígena. La designación de protector se hacía por provisión real, como los
demás oficios. Se le señalaban, como facultades propias, la de poder enviar
En cambio, no llegó a ser realidad el nombramiento de obispos-gober-
personas a visitar a cualquier parte dentro de los términos de su protecturía,
nadores, como se pretendió en 1531 con los de Honduras y'Santa María del
con tal de que fueran aprobadas por el gobernador respectivo. Esas perso-
Darién, ni el de obispos-presidentes de la Audiencia, con alguna excepción,
nas podían hacer informaciones y pesquisas sobre los malos tratos que se
como la de Ramírez de Fuenleal, que fue un excelente presidente de las
hiciesen a los indios. Pero solamente podía el obispo-protector condenar
Audiencias de la Española (1527-1530) y México (1530-35). Antes que él
con multas inferiores a 50 pesos de oro y hasta diez días de cárcel. Si el delito
fueron designados presidentes de la Audiencia de Santo Domingo el obispo
merecía pena corporal o privación de oficio, debía remitirse la decisión al
de la Concepción, Pedro Suárez de Deza (1521), y el Jerónimo fray Luis de
gobernador. Si el culpable era un corregidor, alguacil u otra justicia, la
Figueroa (1523), pero no llegaron a desempeñar el cargo.
información debía enviarse en todo caso al gobernador, pues «no es nuestra
intención ni voluntad que los protectores tengan superioridad alguna sobre
C) Visitadores generales
nuestras justicias». Ni el protector ni nadie en su nombre podía conocer en
En la Edad Moderna era práctica acostumbrada el recurrir a eclesiásti- causas criminales entre indios. Persistían las dudas y nunca se llegó a aclarar
cos, especialmente inquisidores, para la tarea de visitadores generales. Su del todo, como pedía al emperador el obispo-protector de Guatemala, Fran-
preparación jurídica, su rectitud y su independencia eran una garantía de cisco Marroquín, que se declarara «qué cosa es el protector y a qué se
acierto. Algunos de los visitadores generales de Indias fueron personajes de extiende, y si somos jueces, y si como tales podemos nombrar ejecutores
categoría, como Pedro Moya de Contreras y Juan de Palafox, visitadores alguaciles para nuestros mandamientos, y asimismo escribanos, y si los visita-
generales de Nueva España, o, en el Perú, Alonso Fernández de Bonilla, dores que enviamos podrán llevar varas, pues van como jueces; y si esto
designado durante la visita arzobispo de México, aunque no llegara a tomar compete solamente a los protectores y no a los gobernadores, pues a ellos
posesión. De esos tres, el primero era inquisidor y arzobispo de México; el solos es encomendada la protectoría y visitación». Únicamente se les conce-
segundo, obispo de Puebla, y el tercero, también inquisidor. Desempeñaron dió el tener escribano propio.
su delicada tarea con gran eficacia. Los prelados actuaron con mucho celo en este encargo de proteger a
Stafford Poole ha estudiado la visita de Moya de Contreras en 1583. los indios. Por ejemplo, Felipe II felicitó por ello al obispo de Popayán, Juan
Averiguó el visitador que algunos oidores eran culpables de negocios y de del Valle, quien, entre otras cosas, evitó que los indios fueran cargados con
matrimonios realizados sin licencia real, por lo que suspendió a cuatro de dos o tres arrobas a cuestas, los reunió en pueblos, donde fundó iglesias,
ellos. También suspendió e hizo encarcelar a los tres oficiales reales de la adoctrinó a los españoles sobre cómo debían conducirse con los naturales y
Hacienda de México y mandó vender todos sus bienes. Quitó también el la restitución que les debían hacer.
oficio y multó al tesorero y al contador de Veracruz y a otros funcionarios Con todo, la experiencia no fue del todo buena. La jurisdicción era
menores. La sentencia del Consejo de Indias confirmó en parte la decisión insuficiente para ser eficaz y aun así despertaba el recelo de los órganos
tomada por Moya de Contreras. judiciales. Tampoco los obispos disponían de tiempo para atender esta tarea
En 1640 le tocó el turno a Palafox. Su visita ha sido estudiada por personalmente. El prestigioso obispo-presidente de la segunda Audiencia de
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México, Ramírez de Fuenleal, que también era protector, manifestaba al sobre los de España una vez que hubiesen sido destinados a esos territorios.
monarca que este oficio era dañoso a los naturales, porque los gobernantes El cargo perduró hasta la supresión de las Ordenes religiosas en España en
se olvidaban de ellos y se enzarzaban en disputas con los protectores. En su 1835-36.
opinión, «el que fuese obispo más fruto sacará sin poder de protector, con
su doctrina y ejemplo y consejo, y con mandarle que haga relación, que no G) Un caso especial: los Jerónimos de la Española
con tener jurisdicción». El cardenal Cisneros quiso remediar los problemas de la Española con
La tendencia fue traspasar esta función a los fiscales de las Audiencias el envío, en 1516, de padres Jerónimos, revestidos de amplias facultades de
(1554). En la época del virrey Toledo existían funcionarios especiales con el gobierno. Su actuación ha sido estudiada especialmente por Serrano Sanz y
título de protectores generales de los indios en catorce lugares del distrito. Giménez Fernández. El juicio del primero les es favorable. El último piensa
Se suprimió y de nuevo se creó el cargo de protector de indios con carácter que hubo una «fundamental desafección a las ideas básicas del plan» por
autónomo y como magistrado independiente. En 1666, en la Audiencia de parte de los Jerónimos, especialmente por el más representativo de ellos,
Lima se distinguía el fiscal del fiscal protector general, pero, en todo caso, fray Luis de Figueroa, y también que «la ejecución de la Reforma cisneriana
en el siglo XVII los obispos ya no eran protectores, aunque no se les eximiera fue radicalmente viciada por la pusilanimidad de sus capitales ejecutores»,
de que siguieran velando por el buen trato a los indios, ya que, como se quienes tienen en su haber la fundación de pueblos de indios bajo la inspec-
indica al quitar esa jurisdicción a los obispos de Filipinas, «no es nuestra ción de mayordomos. Para Las Casas, su misión principal era poner remedio
intención quitar a los obispos la superintendencia y protección de los indios en la libertad de los indios, «a los cuales ningún bien hicieron, antes erraron
en general». muy gravemente, según el juicio de los hombres» {Bartolomé de las Casas I
375).
E) Los confesores reales «La reforma cisneriana - h a escrito Pedro Borges- fue un noble intento
de saneamiento general de las Indias, cuyo embrión, y al mismo tiempo
No se ha prestado hasta ahora la debida atención al importante papel
objetivo primordial, lo constituyó el proyecto de encauzar definitivamente el
desempeñado por los confesores reales, por pensar, quizá, que se limitaba a
sistema sociolaboral de los indios, considerado injusto y, además, dañino
la administración del sacramento de la penitencia. En realidad, se trataba de
para la conservación de la población indígena». Piensa que la reforma fraca-
un oficio real como otro cualquiera, y su titular debía emitir regularmente
só en gran parte porque los religiosos se encontraron desasistidos (Historia
dictámenes o consultas por encargo del rey en materias relacionadas con la
general de España y América VII 218-219).
vida eclesiástica y, de manera especial, sobre los nombramientos que propo-
nían las Cámaras de Castilla e Indias. Su voto fue decisivo en numerosas
ocasiones. Durante mucho tiempo fue escogido un religioso, en especial de III. CONCLUSIÓN
la Compañía de Jesús.
Como habrá podido observarse por esta rápida enumeración de la
F) Los comisarios generales de Indias actuación de los eclesiásticos en el gobierno de las Indias, ésta revistió
importancia especialmente en las tareas de información, asesoramiento,
Felipe II consiguió de los franciscanos la concesión de un comisario inspección de los tribunales de justicia y en la defensa del indio. Los monar-
general, nombrado a propuesta suya, para organizar y supervisar los envíos
cas los utilizaron, no como se ha llegado a pensar, como una pieza de un
de misioneros. Aunque esto suponía una fuerte dependencia de la Corona,
maquiavélico sistema de contrapesos para enfrentar y dividir a las autorida-
la eficacia de esta medida fue, sin duda, grande. Las demás Ordenes religio-
des de América, sino como ayuda valiosa para el gobierno de un Estado
sas - q u e contaban con un volumen notablemente inferior de miembros en
confesional, como fue el de la España de la Edad Moderna.
las Indias- rehusaron seguir el ejemplo de los franciscanos.
La idea debió de surgir en la famosa Junta magna de 1568. En 1571 se
designó ya comisario general de Indias al franciscano fray Blasco Tello, pero
no llegó a ejercer el cargo. El monarca alegará la necesidad de organizar NOTA BIBLIOGRÁFICA
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CAPÍTULO 38
I. LAS FUENTES
mente pobres, y convictores que se pagaban su pensión, así como convicto- (México) contaba en 1792 con tres instituciones de estudios mayores (dos
rios para aspirantes religiosos, con un régimen de vida más piadoso y recole- colegios-seminarios y la universidad) y 19 escuelas de primeras letras.
to. En el colegio seminario del Señor San José de Guadalajara los estudiantes Se fundaron colegios durante los tres siglos de la dominación española,
se levantaban en invierno a las cinco y media de la mañana y a las cinco en aunque, al parecer, en menor número durante el siglo XVIII, como se des-
verano; las clases duraban de ocho y media a doce y de tres a cinco; había dos prende del siguiente cuadro:
recreos, uno de media hora, después de comer, y otro de tres cuartos de COLEGIOS UNIVERSITARIOS
hora, después de merendar, y dos estudios, recluido cada estudiante en su Fundación Denominación Ubicación
cuarto, uno después de desayunar y otro después del recreo de la tarde. Las
1534 San Nicolás Pátzcuaro (México)
clases comenzaban y terminaban con una oración, que hacían de rodillas.
1540 San Agustín Tiripitío (México)
Carecieron los colegios americanos de la influencia social de los cole- 1551-3 San Ildefonso México
gios mayores españoles, verdadera correa de transmisión de la influencia de 1551-3 San Marcos Lima
la universidad en las altas esferas de la política, pero fueron el semillero de 1562 Santo Tomás Guatemala
las élites administrativas de la sociedad hispanoamericana. De los 5.000 1568 San Pedro y San Pablo Lima
1573 Mayor de Todos los Santos México
alumnos que pasaron por las aulas del colegio jesuítico de San Martín de 1574 Santo Tomás Oaxaca
Lima entre 1582 y 1767, nueve llegaron a ser arzobispos, 41 obispos y 139 1576 San Gregorio México
catedráticos de universidad, de ellos, 40 rectores. 1576 San Bernardo México
Los colegios jesuítas fueron los más numerosos y los que contaron con 1576 San Miguel México
más alumnado. A fines del siglo XVII había 33 colegios jesuítas en Indias: 1577 Dominicos Potosí
1578 Puebla
once en Nueva España, ocho en Perú, cinco en Colombia, tres en Argentina, 1578 Valladolid (Morelia)
tres en Chile y uno en Cuba, Guatemala y Panamá, respectivamente. Los 1582 Real de San Martín Lima
colegios propiamente dichos se diferenciaban de las escuelas de primeras 1585 San Miguel Tepozotlán (México)
letras por su carácter de internados; eran, por tanto, centros de pago. 1586 Guadalajara
1588-1611 San Ildefonso México
Sus maestros, que generalmente no quisieron ocupar cátedras universi- 1589 San Antonio La Habana
tarias para poder ejercer a su modo el apostolado educativo y docente, 1592 San Felipe y San Marcos La Habana
centraron su labor en los colegios, considerados por ellos como fundamento 1592 San Felipe Lima
de las nuevas cristiandades y semillero de vocaciones religiosas y sacerdota- 1596 Durango (México)
les. Para algunos historiadores ha sido decisivo en la historia de Hispano- 1603 San Fulgencio Quito
1606 San Lucas Guatemala
américa el influjo de los principios educativos inculcados por los jesuítas en 1610 De Cristo
la minoría española y criolla. Sus colegios destacaron por la formación 1611 San Francisco Javier Mérida
humanística en ellos impartida, copia de los métodos del Colegio Romano, 1611 San Buenaventura Bogotá
expresados en la Ratio studiorum. De acuerdo con ella, los estudios de latini- 1613 San Ignacio Buenos Aires
1613 San Francisco Javier Córdoba (Arg.)
dad se dividían en cinco cursos (ínfimo, medio, supremo, retórica y poética).
1619 San Bernardo Cuzco
Quien los coronase debería ser capaz de hablar correctamente en latín y 1622 Sto. Tomás de Villanueva Santiago de Chile
escribir versos en dicha lengua. 1623 San Luis Potosí
La actividad escolar tenía siempre en estos centros una proyección 1623 San Francisco Javier Santiago de Chile
social en forma de solemnes actos públicos, que estimulaban a los alumnos 1623 San Gregorio Quito
1625 San Ignacio Querétaro
y aumentaban el prestigio de sus maestros. Dicho prestigio traía frecuente- 1625 San Ildefonso Puebla
mente consigo la concesión a los jesuítas de donaciones de particulares. Así 1625 Tepozotlán (México)
proliferaron sus colegios. Algunos de ellos fueron tan concurridos como el 1628 San Francisco de Borja Lima
de Guadalupe (Zacatecas), que en 1721 contaba con 700 alumnos, y el de 1629 San Francisco de Borja Guatemala
San Ildefonso (México), que tenía 800 en 1645 y 1.500 en 1680. 1680-2 Huamanga
1686 Chiapas
Muchos son los que han achacado a estos centros el haber transmitido 1688 Guadalajara
una formación intelectual excesivamente retórica y poco crítica. Aunque se 1724 San José La Habana
ha dicho también que la labor universitaria de España en América era un 1728 Antioquia (Colombia)
1732 Guanajuato (México)
edificio carente de base social, porque no existía un número suficiente de 1744 Santa Fe y Real de Minas Guanajuato (México)
centros educativos elementales, algunos estudios monográficos revelan que 1779 Asunción
la situación fue mejorando con el tiempo; así, por ejemplo, Guadalajara 1789 San Ignacio Buenos Aires
706 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.38. La Iglesia y la enseñanza superior 707
III. LAS UNIVERSIDADES des europeas llevan hoy a algunos autores a no querer insistir en la depen-
dencia de las universidades hispanoamericanas respecto a la de Salamanca.
Fue muy directa la acción de la Iglesia sobre ellas, pues, además de que En América además hubo que adaptarse a las precarias condiciones de una
muchas veces surgieron de estudios conventuales, casi siempre se crearon sociedad en fase de consolidación. En realidad queda por hacer todo un
por iniciativa de los religiosos o de los obispos y conservaron un acentuado estudio crítico acerca de la relación entre las universidades de uno y otro
tono eclesiástico, dadas las carreras preferentemente eclesiásticas que se lado del Atlántico. La carencia de jurisdicción del rector y de exención fiscal
cursaban en ellas. A mediados del siglo XVIII había 25 universidades en del profesorado son otras dos diferencias iniciales importantes respecto al
América: México, Mérida de Yucatán, Guadalajara, dos en Santo Domingo, modelo salmantino. En México, además, desde 1613 los religiosos podían
La Habana, Guatemala, Nicaragua, Panamá, Charcas, dos en Bogotá, dos en votar en la dotación de cátedras, contra la costumbre de Salamanca. Con el
Venezuela, cuatro en Quito, Lima, Huamanga, dos en Cuzco, dos en Santia- auge de la mentalidad criolla en las universidades hispanoamericanas se
go y Córdoba de Tucumán. Excesivas, si se tiene en cuenta el número de fueron resaltando las diferencias con el modelo salmantino.
alumnos, pero necesarias pensando en las distancias que las separaban. En ocasiones la autoridad civil intenta, como en el caso de las constitu-
La mayoría de ellas fueron fundadas durante el siglo XVII. Cada una ciones del virrey Toledo (1581) para la Universidad de Lima, que el rector
tenía caracteres muy específicos. Humboldt, que conoció algunas, dijo: «Me sea, al menos alternativamente, un eclesiástico y un seglar, pero que no sea
ha parecido que en México y en Santa Fe de Bogotá hay una tendencia en ningún caso un religioso. Se trata de un proceso de secularización que no
notable al estudio profundo de las ciencias; en Quito y en Lima más gusto se da siempre; así, por ejemplo, todos los rectores de la Universidad de
por las letras y por todo aquello que tiene una imaginación ardiente y activa Guadalajara, fundada en 1791, fueron sacerdotes seculares. Y en 1656 el
y más luces sobre las relaciones políticas entre las naciones, y mejores nocio- Consejo de Indias dispuso que fuesen excluidos en México del cargo de
nes sobre el estado de las colonias y de sus metrópolis en Caracas y en La rector los casados, porque ello podía desentonar en una comunidad de
Habana». Nosotros, por limitaciones de espacio, sólo intentaremos delinear docentes que tanto tenía de eclesiástica. En esto como en todo, las directri-
algunos de sus rasgos generales. ces generales no nos deben hacer olvidar las diferencias existentes entre
sociedades muy alejadas físicamente entre sí, sin olvidar tampoco el influjo
A) Aspecto jurídico de los factores individuales, como en el caso del virrey Toledo.
Sostienen algunos autores que en las cláusulas del regio patronato no se Carecemos también de un estudio sistemático de la política de la Santa
incluía la fundación de universidades, por lo que las de Indias conservaron Sede respecto a las universidades de la América española, pero sabemos que
el carácter eclesiástico que habían tenido desde la Edad Media las europeas, después de una etapa de indecisión en que la Corona se adelanta a la Iglesia
y el pase regio, al menos en los primeros años, no fue indispensable. Otros en la concesión del pase regio a las universidades mayores de Lima y México,
autores, en cambio, subrayan que surgen en un momento de auge de la desde 1619, haciéndose eco de las dificultades materiales que implicaba en
autoridad de los monarcas, por lo que el pase regio, si no de derecho, de Hispanoamérica hacer una carrera universitaria, indispensable para la for-
hecho se hizo indispensable y en más de una ocasión fueron necesarios mación de los cuadros rectores de la Iglesia local, concedió a los dominicos
muchos años de gestiones ante el Consejo de Indias, previo el informe por diez años la facultad de regir universidades a doscientas millas, al menos,
favorable del fiscal de la Audiencia respectiva, para conseguir la fundación de distancia de la universidad más cercana. En 1621 concedió lo mismo a los
de una universidad, teniendo que costear los solicitantes la presencia en jesuítas, y en 1634 emitió un breve de carácter general.
Sevilla de un delegado o representante que gestionase la fundación. En el aspecto institucional hay que diferenciar además las universidades
Los monarcas españoles, además de hacer necesario el pase regio, exi- mayores, en realidad sólo dos en toda la América hispana, México y Lima, y
gieron que la futura universidad tuviera asegurada su subsistencia económi- las universidades menores, diferenciadas de las anteriores por carecer de
ca, a base muchas veces de fondos y rentas eclesiásticos. Esa dependencia alguna de las facultades o, en ocasiones, por no poder además otorgar
política de las universidades respecto a la Corona se manifestó además en grados más que intra claustra o con validez sólo en América. Las universida-
una acentuada presencia de la autoridad del virrey en el gobierno y en el des mayores hicieron todos los esfuerzos posibles para mantener el monopo-
protocolo de las mismas. En México hasta 1638 no se liberaron las autorida- lio de su rango dentro de sus áreas geográficas respectivas.
des académicas de la obligación de salir a recibir al nuevo virrey.
B) Política del Consejo de Indias
Hasta la Recopilación de 1681 no estuvieron jurídicamente reguladas las
universidades hispanoamericanas. En esa legislación se reafirmaba un aspec- No se ha hecho todavía un estudio sistemático de la política del Consejo
to jurídicamente característico: el reforzamiento de la autoridad del rector de Indias respecto a las universidades indianas; la historiografía sobre el
frente a la del maestrescuela, excepto en el caso de la Universidad de tema se ha limitado hasta ahora a consignar los datos, sin atreverse a caracte-
Caracas, en la que en 1742 se definen las funciones del cancelario, general- rizar los procesos; pero se pueden adelantar algunas líneas maestras de dicha
mente el maestrescuela de la catedral. Estas diferencias con las universida- política. En general, el Consejo se preocupó sobre todo de que no se funda-
708 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.38. La Iglesia y la enseñanza superior 709
sen universidades prematuramente o entrando en conflicto con otras ya rios a los pobres (en 1770 se redujeron los gastos para la obtención del
existentes. grado de bachiller a quienes pudiesen demostrar su pobreza, y en 1788 se
En el siglo XVI, dos temas parecen preocupar al Consejo: el que los estableció que uno de cada diez bachilleres pudiese obtener gratuitamente
miembros de la Audiencia ocupasen o no el cargo de rectores y el uso que se el grado) y marginados (en 1812 se obligó a la Universidad de Caracas a
hiciese de la imprenta en las universidades. En el primer tema la tendencia admitir africanos en sus aulas).
del Consejo a finales de siglo fue, tanto en Lima (1589 y 1598) como en 4) La tendencia de las universidades a convertirse en órganos del
México (1597) la de excluir a oidores y fiscales del cargo de rectores, aunque Estado para el control de la enseñanza superior. En 1801, por ejemplo, se
muchos decían que ello acarrearía dificultades económicas a las universida- estableció un censor regio en la Universidad de Caracas para la supervisión
des. Respecto al segundo tema, en 1583 el Consejo permitió que se impri- de las opiniones vertidas en las publicaciones y en la docencia.
mieran en dichos centros libros que estuviesen en consonancia con la virtud. 5) Tendencia a suprimir las cátedras de lengua indígena, establecidas
Durante el siglo XVII el acceso de los miembros de las Audiencias al cargo obligatoriamente y favorecidas de diversos modos en el siglo XVI, para fo-
de rector oscila entre la aprobación para México en 1609 y la vuelta a la mentar la implantación del castellano (1770).
prohibición para la misma universidad en 1646 y 1649 (Constituciones del
obispo de Puebla Juan de Palafox y Mendoza). El Consejo tomó también la C) Aspecto socioeconómico
iniciativa de rogar al Papa en 1617 concediera a dominicos y jesuítas la Parece, ante todo, que las universidades hispanoamericanas fueron
validez académica de los estudios de filosofía y teología impartidos en cole- centros escasos en fondos y que sólo la condición eclesiástica de muchos de
gios y conventos de dichas Ordenes situados lejos de las universidades ya sus profesores y alumnos aseguró su pervivencia, ya que el dedicarse a la
existentes, y tendió también a intervenir en los conflictos académicos entre docencia universitaria era una especie de honor que en modo alguno podía
dominicos y jesuítas a favor de la equiparación académica de ambos (p. ej., garantizar el mantenimiento digno de un intelectual. En 1594, el sueldo del
en Bogotá, en 1655 y 1681, y en Quito, en 1649). Favoreció asimismo el catedrático de gramática de la Universidad de México no representaba sino
Consejo durante el siglo XVII la creación de cátedras escotistas y suaristas, la cuarta parte del gasto anual de una persona (250 pesos), y poco antes
regentadas por franciscanos y jesuítas, respectivamente, no sabemos todavía (1571) los catedráticos de dicha universidad se quejaban, incluso, de que no
con qué fines. En las constituciones de la Universidad de Guatemala, apro- cobraban.
badas en 1685, el Consejo impuso una añadidura a la constitución 107 a Quizá por esta penuria eran tan elevados los gastos de obtención de
favor del estudio de doctrinas filosóficas distintas. Según el obispo Payo de grados, lo que, sin duda, excluyó de la universidad a las clases bajas o a los
Rivera, era una medida útil para desenvolverse en un mundo lleno de que no contasen con alguna ayuda. En 1792, en la Universidad de Caracas,
controversias, como el de la Contrarreforma. equivalían a dos años de sueldo de un catedrático.
A mediados de este siglo (México, 1657) comienza también el Consejo a Algunas universidades del Nuevo Mundo tardaron mucho en tener
pedir informes a las universidades sobre la conveniencia de que los alumnos edificio propio, y a veces loables deseos de reforma, como los del virrey
votasen en la adjudicación de cátedras. Amat en Lima, fracasaron por motivos económicos (1771). En la Universi-
Pero es sin duda durante el siglo xvill y comienzos del xix cuando la dad de San Cristóbal (Huamanga) sólo había en 1792 dos cátedras (artes y
política del Consejo adquiere mayor interés, y por ese motivo ha sido algo teología) por falta de fondos.
más estudiada. Podemos destacar las siguientes directrices: El Estado fue cicatero en la concesión de medios, por lo que las univer-
1) Tendencia del Estado español a que fuesen seglares quienes impar- sidades tuvieron que sostenerse gracias a rentas eclesiásticas y donaciones
tiesen las cátedras de derecho (San Gregorio de Quito, en 1704 y 1724) para privadas.
contrarrestar el influjo de las doctrinas antirregalistas defendidas por los En estas condiciones, había pocos estímulos, aparte la vanagloria, que
jesuítas. En 1738 se creó en Chile la Universidad de San Felipe expresamen- tanto suele encandilar al intelectual, para la consolidación de una verdadera
te para dotarla de estudios de derecho. carrera universitaria. En consecuencia, los estímulos para estudiar en la
2) La medida política más importante adoptada por el Consejo en el universidad se encontraban fuera de ella; en este sentido, la Iglesia era la que
siglo x v m fue la expulsión de los jesuítas (1767), en un esfuerzo claro por ofrecía mayores perspectivas de trabajo: era indispensable, por ejemplo, una
arrebatar a la Iglesia el predominio en el ámbito educativo, apoderarse de licenciatura universitaria para aspirar a canonjías y curatos; y, evidentemen-
los cuantiosos bienes culturales acumulados por losjesuítas y anular definiti- te, se necesitaban más sacerdotes que médicos o abogados para el funciona-
vamente el influjo ejercido por ellos sobre las conciencias. En la Universidad miento de la sociedad indiana. Así se explica que sólo después de la expul-
de Córdoba, por ejemplo, no se permitió que ejerciesen la docencia después sión de los jesuítas (1767) comenzó a aumentar en las universidades hispano-
de la expulsión ni siquiera los sacerdotes seculares que habían sido educados americanas el profesorado seglar. Todavía en 1758 un informe del arzobis-
por los jesuítas. po de Lima, Pedro Antonio Barroeta, acusaba a los religiosos de acumular
3) Una tendencia clara a favorecer el acceso a los estudios universita- cátedras.
710 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.38. La Iglesia y la enseñanza superior 711
Así se nos configura la universidad hispanoamericana como clerical y diera el paso definitivo a una física totalmente desconectada de la teología.
elitista, sobre todo desde que fue perdiendo la herencia medieval de partici- A medida que avanza el siglo se oyen voces cada vez más numerosas
pación estudiantil en el gobierno interno y en la selección del profesorado contra Aristóteles y la metafísica. José Baquijano, por ejemplo, en su proyec-
(en México, ya lo hemos dicho, desde 1657; en Lima, desde 1684). En to de reforma de Lima en 1783. También en Lima en 1791 se pidió que los
México, los oidores de la Audiencia se quejaban del predominio clerical en exámenes de filosofía no se siguiesen haciendo sobre los textos de Aris-
la universidad (1684). Ya en 1589 todos los catedráticos de Lima eran tóteles.
criollos. En cuanto a la medicina, separada de las matemáticas en México desde
Ese carácter clerical y elitista de la universidad de las Indias aparece más 1773, José Hipólito Unanúe funda en 1811 en Lima el Colegio de San
claro si examinamos el número de alumnos que la frecuentaban. La de Fernando, donde la filosofía aristotélica era sustituida por la física experi-
México contaba en 1630 con 120 alumnos de retórica, 187 de artes, 42 de mental.
teología, 65 de cánones, 10 de leyes y 14 de medicina (obsérvese que, 4) La introducción del libro de texto en la enseñanza frente al viejo y
dejando aparte los alumnos de base, retórica y artes, consideradas facultades lento método del dictado, como se hizo en 1767 en la Universidad de San
menores, hay una proporción de 107 alumnos de carreras eclesiásticas fren- Felipe (Chile) y en 1791 en la Academia Carolina de Charcas. Predominaron
te a 24 de carreras civiles, es decir, la cuarta parte). Dicha proporción se los textos extranjeros de tendencia conservadora.
mantenía en 1791, ya que había en dicha universidad cinco cátedras de 5) La introducción de los estudios históricos en la universidad. En
teología, una de cánones, una de derecho y una de medicina. 1804 se creó una cátedra de historia de la Iglesia en Caracas.
En cuanto a Lima, sabemos que el colegio jesuíta de San Pedro y San Las críticas de los positivistas a que nos hemos referido al principio
Pablo, con sus 300 alumnos, planteaba una seria competencia a una univer- tuvieron inicio en la propia autocrítica que surgió en las universidades
sidad casi vacía, y lo mismo seguía diciendo el informe de 1758 a que nos indianas al llegar el siglo XVIII. Sin olvidar todos sus defectos, ellas fueron el
hemos referido. cimiento de la religión y de la cultura en Hispanoamérica. La de San Felipe,
En las universidades de más reciente fundación, como la de Cuba por ejemplo, produjo 299 doctores entre 1738, fecha de su fundación, y
(1728), fundada por los dominicos en su convento, parecen orientarse más 1810. La de Guatemala, fundada en 1676, graduó 23 bachilleres en 1746,
los estudios a las carreras civiles: en 1775 se matricularon 183 alumnos y en una ciudad que contaba con unos 20.000 habitantes en 1788.
había dos cátedras de teología escolástica, dos de leyes, dos de derecho real, El celo inigualable de muchos eclesiásticos hizo posible en América una
una de sentencias, una de Santo Tomás, cuatro de medicina, una de filosofía, labor seguramente desproporcionada respecto a los medios empleados por
una de matemáticas y una de gramática: es decir, dejando a un lado las de el Estado.
filosofía y gramática, había cuatro cátedras eclesiásticas y nueve civiles.
NOTA BIBLIOGRÁFICA
D) Régimen de estudios y aspecto científico Repertorios de fuentes impresas
Ese predominio de la Iglesia en las universidades no las libró de la R. GIBERT, «Bibliografía sobre Universidades hispánicas», en Bibliographie Inter-
corrupción y de la decadencia. En México, por ejemplo, donde hacia 1575 nationale de l'Histoire des Universités (Ginebra, 1973), 1-100; I. LEAL, Cedulario de la
las cenas y convites tenían más importancia para la consecución de grados Universidad de Caracas, 1721-1820 (Caracas, 1965), 7-15.
que los propios exámenes, se rebajaron a dos los años de teología y hacia Obras generales sobre enseñanza superior
1618 era habitual la corrupción en las oposiciones. Todavía en 1738 era muy
A. ALVAREZ MORALES, La Ilustración y la reforma de la Universidad en la España del
frecuente la venta de grados académicos. siglo xvni (Madrid, 1971); M. C. BENASSY y otros: Etudes sur l'impact culturel du
A medida que avanza el siglo XVIII, sin embargo, hay indicios de refor- Nouveau Monde (París, 1981); C. A. CABALLERO, Historia de la educación peruana.
mismo y de inconformismo intelectual, cuyo origen, como dijimos, estaba a Período de la colonia (lea, 1964); C. CASTAÑEDA, La educación en Guadalajara durante la
veces más en los colegios y seminarios que en las propias universidades. colonia, 1552-1821 (México, 1984); G. FURLONG, Una estimación del desarrollo de las
ciencias matemáticas, físicas y naturales en el Río de la Plata entre 1536 y 1810 (Córdoba
Podemos resumir esos indicios de renovación en los siguientes: [Argentina], 1970); L. GÓMEZ CAÑEDO, La educación de los marginados en la época
1) La importancia creciente dada a las bibliotecas en las universida- colonial (México, 1982); C. GONZÁLEZ ORELLANA, Historia de la educación en Guatemala
des. En México se creó en 1726 una sala de librería en la Universidad, que (Guatemala, 1970); P. HENRÍQUEZ UREÑA, Historia de la cultura en la América Hispana
llegó a tener 20.000 volúmenes en 1784. (México, 1947). Véase también la Recopilación de leyes de los reinos de las Indias, libro
1, título 22.
2) El establecimiento de exámenes anuales. En la Universidad de
Córdoba, por ejemplo, desde 1683 en teología y desde 1757 en filosofía. Centros superiores de las Ordenes religiosas
3) Introducción de las matemáticas en 1650 en Lima, cátedra regen- A. ALVAREZ, «El Colegio de San Buenaventura de Guadalupe en Lima
tada por un mercedario, y de la física experimental junto a la especulativa (1611-1821)»: Missionalia Hispánica 28 (Madrid, 1971), 77-105; F. CAMPO DEL Pozo,
(en Guatemala, en 1765; en Caracas, en 1786), aunque no parece que se El agustinismo y la »ratio studiorum* de la Provincia de Nuestra Señora de Gracia en el
C.38. La Iglesia y la enseñanza superior 713
712 P.IV. La irradiación de la Iglesia
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CAPÍTULO 39
I. OBSERVACIONES GENERALES
IV. LA ENSEÑANZA ELEMENTAL PARA NIÑOS ordenó que, como en España sucedía, los sacristanes se encargasen en cada
pueblo de la enseñanza de los indígenas.
A) Ámbito del sistema Para esas escuelas de misión se utilizaron siempre también maestros
naturales, es decir, los propios indígenas o alumnos más aventajados, que se
Sin duda la población masculina fue el sujeto básico de la educación en
convertían en maestros de sus compañeros. En una fecha tan temprana
América y Filipinas, aunque, como ya hemos dicho, ante la dificultad de
como 1550 había unas 60 doctrinas dominicas en Chiapas, y hacia 1577
atender a todas las necesidades, fue preciso conceder una atención especial
tenían unas 200 en el Nuevo Reino de Granada. En 1630 los franciscanos
a los hijos de caciques. Por encima de esta minoría merecieron una atención
tenían 30 en Nuevo México y 74 en 1780.
especial de evangelizadores y educadores, naturalmente, los hijos de españo-
les, sobre todo los de los conquistadores, beneméritos y primeros poblado- Un informe del comisario apostólico de los franciscanos, fray Manuel
res, y los criollos. de Silva, al rey en 1699 acerca de la situación de la enseñanza en Venezuela
podía afirmar: «Por lo que mira a la enseñanza del idioma español y habilida-
También los mestizos, especialmente los menos afortunados, es decir,
des de leer, escribir y contar, aseguro a V. M. que en los más pueblos hay
los abandonados por sus padres, fueron objeto de la atención caritativa de la
escuela para este efecto». En Píritu (Venezuela), donde los capuchinos cata-
Iglesia. Hacia 1547, fray Juan de Zumárraga fundó en México el colegio de
lanes habían entrado tres años antes, había ya en 1653 más de 200 niños que
San Juan de Letrán para «niños huérfanos hijos de españoles e indias»,
sabían leer. En 1779 los franciscanos tenían trece pueblos con escuela
institución que fue favorecida por el Estado en 1548 al concedérsele por
dependientes del colegio de misiones de Ocopa. En 1785, el obispo de
diez años la mitad del ganado mostrenco de Nueva España y Nueva Galicia.
Trujillo, Baltasar Martínez Compañón, había abierto 42 escuelas de doctri-
Este colegio admitía también a niños criollos y tenía un preceptor de gramá-
na en su diócesis.
tica indio con un salario de 100 pesos anuales. Tuvo este colegio constitucio-
nes propias desde 1557, según las cuales dos consiliarios teólogos ayudarían Una institución de raíz medieval como las escuelas monacales, centros
al rector en la dirección del centro y otro para enseñar latín a los profesores de cultura literaria, artesanal y agrícola, desempeñaron también en América
y a los alumnos más aventajados, entre quienes se seleccionaban seis alum- y Filipinas una amplia e inestimable labor ya desde el tiempo del obispo
nos por año para que siguieran estudios universitarios. Los alumnos hacían Zumárraga, quien afirmaba en una carta de 1531 que «los conventos tienen
vocabularios y traducciones de textos indígenas. junto a sí una casa para educación de los niños, y allí tienen su capilla, su
general, refectorio y dormitorio».
A veces era el Estado el que tomaba la iniciativa de crear estos centros,
como en Guatemala, por real cédula de 1549, y en el Nuevo Reino de El convento significaba, frente a la vida con frecuencia itinerante del
Granada, por real cédula de 1554. misionero, obligado a desplazarse en busca de las almas, la estabilidad y
continuidad que la labor educativa requieren. Consecuente con ello, el
En cuanto al resto de la población indígena masculina, allí donde había
virrey del Perú ordenó que siempre permaneciesen en él al menos dos frailes
un poblamiento concentrado en pueblos fue mucho más fácil ejercer la
para hacerse cargo de los educandos. Como ya hemos indicado, en los
función educativa. En cambio, donde la población estaba diseminada, como
conventos franciscanos de Nueva España los indios vivían en régimen de
en buena parte de América Central, hubo que hacer un esfuerzo mucho
internado, como en los «calmécac» aztecas. Los franciscanos comenzaron ya
mayor; los resultados, lógicamente, fueron más modestos. Esta es una nor-
en 1523, en su convento de Texcoco, a educar a los indígenas, y al año
ma que se deriva de la naturaleza de las cosas y es aplicable al conjunto de la
siguiente, apoyados por el conquistador humanista Cortés, reunieron en su
presencia española en América, que fue más rápida e intensa allí donde
convento de México unos mil alumnos indígenas. Y según el cronista Men-
existía ya una estructura social y estatal, valioso punto de apoyo para la
dieta, fray Alonso de Escalona reunió casi 600 en Tlaxcala en 1527.
implantación de la nueva cultura.
Según Constantino Bayle, hacia 1650 había en Hispanoamérica unos
400 conventos, la mayoría de los cuales, de una u otra manera, contribuían
B) Formas que presentó la educación de los niños
a la labor educativa. Donde el poblamiento era disperso y no había conven-
Sin duda, la más importante, por su alcance y extensión, fue la ejercida tos, la falta de centros docentes podía ser angustiosa. En 1621, los vecinos de
por los misioneros, doctrineros, sacerdotes y sacristanes a la sombra de la Realejo (Nicaragua) solicitaron la fundación de un colegio jesuíta «porque
iglesita de la misión. No disponemos aún de mapas que recojan la extensión hasta ahora no ha habido ni hay convento alguno». Para Centroamérica, a
y densidad de esta red de focos de cultura elemental que representa un dato finales del siglo xvm, da la cifra de unos 100 conventos mayores (30 merce-
de primer orden para conocer el capital educativo de las distintas zonas. darios, 13 dominicos, 54 franciscanos), cada uno de los cuales tendría cuatro
Ya en 1503 se ordena a Ovando que construya casas junto a las iglesias o cinco doctrinas.
para que un sacerdote enseñe dos veces al día el catecismo, lectura y escritu- Muchas veces las escuelas de primeras letras fueron también escuelas de
ra. En 1509 se le reitera la orden y se establece una remuneración especial artes y oficios, es decir, de artes para los alumnos nobles y de oficios para los
para el sacerdote enseñante. En la instrucción a los Jerónimos de 1516 se plebeyos, como en el colegio de Tiripitío, fundado por los agustinos en
724 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.39. Iglesia y enseñanza elemental y secundaria 725
Michoacán en 1537. En su etapa de oidor de la segunda Audiencia de elemental hispanoamericana. Fue, así, la asistencia a las necesidades del
México (1530-37), Vasco de Quiroga fundó en Pátzcuaro el complejo de culto estímulo natural para la adquisición de conocimientos y habilidades de
Santa Fe de la Laguna, que constaba de un hospital y una granja-escuela nivel medio y, con frecuencia, superior.
donde, según el pedagógico humanista, «a manera de regocijo, juego y El afán de ofrecer al indígena el nivel más alto posible de enseñanza
pasatiempo, una hora o dos cada día» los indios aprendían las técnicas condujo con frecuencia a la necesidad de establecer grupos o grados para
agrícolas los días que no aprendían la doctrina, pues el que luego sería poder atender mejor a los alumnos más aventajados. En 1820 las escuelas
obispo de Michoacán consideraba dicho aprendizaje como «doctrina y moral monacales de México tenían organizada la enseñanza en dos grados: de
de buenas costumbres». lectura y de escritura, nivel superior este último que incluía conocimientos
Los colegios jesuitas aportaron una nueva pedagogía, que brilló espe- de aritmética y urbanidad.
cialmente en la enseñanza secundaria y en los Colegios Mayores, pero tam-
Los jesuítas se propusieron dar una enseñanza de élite a quienes podían
bién en las escuelas elementales introdujeron el espíritu de competencia y
ocupar puestos de responsabilidad, pero sin olvidar las escuelas elementales
selección: por ejemplo, los alumnos más aventajados leían en latín y castella-
gratuitas. En 1568, por ejemplo, fundaron en La Habana un internado para
no a los religiosos durante la refección.
la aristocracia india y española, pero poco después (1594) crearon uno
Al llegar el siglo XVIII, como ya hemos apuntado, se hace más viva en
gratuito, el de San Luis de la Paz, para los chichimecas, y luego otros cuatro
todos los sectores de la sociedad la conciencia de la necesidad de hacer
para los sinaloas, topias, tepehuanes y parras.
extensiva la educación con carácter gratuito a todos los niños en edad
escolar; surgen, por ello, escuelas públicas, promovidas muy frecuentemen- Generalmente, mientras los padres impartían conocimientos de grado
te por la Iglesia. Ya en 1764 el obispo de Puerto Rico, Mariano Martí, las medio o superior en colegios de pago, los hermanos regentaban una escuela
fundó en Bayamón y Guaynabo. En 1783 se hicieron preceptivas por real gratuita. Es lo que sucedía en Guatemala en el colegio de San Lucas, funda-
provisión las escuelas públicas en todos los pueblos de indios. En 1808 el do en 1607. En 1610 un hermano coadjutor tenía en Asunción más de 400
Ayuntamiento de México exigió que las escuelas públicas de la ciudad fueran alumnos. En 1613 había en la reducción de San Ignacio del Paraná escuelas
gratuitas. para 300 niños y niñas. El gran éxito que alcanzaron como renovadores
pedagógicos y educadores de las élites españolas, criollas e indígenas les
C) Contenido de la enseñanza para niños atrajo el celo del Estado regalista. Su expulsión de todos los reinos de la
Corona en 1767 causó un gran vacío en la estructura cultural de la América
A los niños, aunque plebeyos, se les daba acceso a un grado de cultura hispana, ya que algunas Ordenes, como los franciscanos, pioneros otrora de
superior al de las mujeres, pues se les necesitaba como acólitos o cantores en la enseñanza, se habían apartado de las tareas docentes. También causó más
las funciones litúrgicas y también porque entonces todo el mundo, incluidos de una decepción en quienes habían abrigado demasiadas esperanzas en los
los indios, consideraban que el varón necesitaba más conocimientos para bienes de los expulsos.
desempeñar sus funciones sociales. Por todo ello, siempre que se podía se
procuraba que los niños más aventajados fueran capaces de leer latín: a ello Aunque ya desde los primeros años (1550) el Estado promovió, median-
se refieren las clases de «latinidad», que no gramática, de que nos hablan las te reales cédulas, la enseñanza del castellano, vehículo natural de los concep-
fuentes americanistas. tos religiosos del catolicismo, hay que esperar hasta las reales cédulas de
1632, 1683 y 1690, que establecían trato de favor para los indígenas hispa-
La gramática era un saber de grado medio, que a veces se enseñaba en
la propia universidad, y consistía en el estudio del latín, lengua científica nohablantes, para poder hablar de una verdadera política de castellaniza-
hasta el siglo XVIII, en la que se impartía la enseñanza universitaria. «Latini- ción orquestada por el Estado. En 1686 se fundaron las primeras escuelas
dad» era enseñar a los acólitos a leer y, con frecuencia, hacer copias en latín, para la enseñanza del castellano, «pareciendo que esto lo pueden hacer bien
lo que, dada la carestía de los libros, era un buen auxiliar de la labor cultural los sacristanes de las iglesias». En el siglo XVIII se generaliza el estudio de la
desempeñada por los eclesiásticos. Los alumnos de Santa Cruz de Tlatelolco gramática castellana, que va desplazando al latín en las universidades.
realizaban primorosas copias en castellano, latín y lenguas indígenas, gracias
a lo cual se produjo entre los indios convertidos una importante circulación
de libros «de mano» (comentarios bíblicos, historias del mundo indígena, V. LA IGLESIA Y LA ENSEÑANZA SECUNDARIA
sermones...) que llegaría a inquietar a la Inquisición de Nueva España. En las
reducciones del Paraguay los jesuítas enseñaban a leer en castellano, latín y Cuando pasamos de la enseñanza elemental a la secundaria, la estructu-
guaraní. Los copistas guaraníes rayaron a un nivel de destreza tan alto como ra educacional de la América hispana se estrecha considerablemente, refle-
el de los de Nueva España. jando una sociedad de base muy ancha, pero dé cúspide restringida, en la
Por las mismas razones se incluía muy frecuentemente la música, im- que sólo unos pocos, los llamados a ocupar los puestos en la administración
prescindible para el esplendor del culto, en el diseño curricular de la escuela eclesiástica y civil, tenían acceso a una educación más elevada.
726 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.39. Iglesia y enseñanza elemental y secundaria 727
También en este nivel fueron los conventos los focos naturales y esen- composición del día. Luego se estudiaba la poesía latina y griega, siempre a
ciales de difusión de la cultura. En 1533, por ejemplo, comienza la enseñan- través de los textos. Terminaba la jornada con una concertación o batalla
za del latín en el convento franciscano de México, a instancias del segundo entre los dos bandos en que se agrupaban los alumnos. Completaban el
presidente de la Audiencia de México, Sebastián Ramírez de Fuenleal. En sistema educativo las composiciones escritas, las academias para amplia-
1553 los dominicos comenzaron la enseñanza del latín en su convento de ción de temas y las representaciones teatrales y actos públicos de carácter
Santo Domingo. En 1562, los franciscanos daban clases de gramática y artes, literario.
probablemente a nobles en régimen de internado, en su convento de Santa Frente a la rutina de una escolástica que se iba apartando del pluralismo
Fe, y al año siguiente establecieron cátedra de gramática los dominicos en la medieval, sin duda este método, que alternaba la teoría con la práctica y
misma ciudad. explotaba ampliamente la emulación, debió de ser un buen avance hacia el
Es muy importante la historia del Colegio de Santa Cruz de Santiago de ideal humanista de una pedagogía natural basada en lo que más tarde se
Tlatelolco para conocer los orígenes y los problemas surgidos en torno al llamarían centros de interés y el placer de saborear la belleza de los grandes
acceso de los indígenas a la cultura secundaria y superior. Fue inaugurado textos literarios. El éxito pedagógico de los jesuítas fue completo y sería
por Zumárraga en 1536, en un barrio periférico de México y dotado por el interminable recoger aquí la lista de todos sus colegios en América. A ellos
virrey Antonio de Mendoza con estancias y haciendas. Funcionaba en cone- les cumple el mérito y la responsabilidad de haber formado a buena parte de
xión con los estudios del convento, pues ya en 1538 se incorporaron al las élites hispanoamericanas durante tres siglos.
colegio los 60 alumnos más aventajados del convento y 70 al año siguiente. A veces son las antiguas escuelas catedralicias las que, a falta de otros
Impartía conocimientos de latín (a veces el profesor era un bachiller indio), educadores, reasumen su antiguo papel. Así, en Puerto Rico, ya en 1542, se
retórica, filosofía, música y medicina india. Fue un centro importante de cubre el cargo de maestrescuela de la catedral para clases de gramática.
estudio de las lenguas indígenas, pero no consiguió el fin que se habían Estas clases en la catedral duraron hasta 1773. Más tarde, de 1814 a 1825,
propuesto los fundadores de formar sacerdotes indígenas. Comenzó a de- fueron dos las clases de gramática allí impartidas. En 1548 una real cédula
caer al fundarse la Universidad de México en 1551, y también contribuyeron autorizaba a establecer en Guatemala preceptor en gramática con una pre-
a su decadencia las normas contra el clero indígena del primer Concilio benda catedralicia. En 1595 se crea en la misma Guatemala una cátedra de
mexicano (1555). Al año de su creación pasó a propiedad de la Corona y a teología en la capilla de San Pedro de la catedral. Por otra parte, también en
los diez años quedó en manos de los discípulos. En 1570 vuelven a intervenir este grado de enseñanza era frecuente que los sacerdotes ayudasen econó-
los franciscanos para hacer una reforma del reglamento. micamente a los menos acomodados. En 1749 el presbítero Francisco Xavier
Nada más llegar a Nueva España, los jesuítas fundan el Colegio Mayor de Luna Victoria dota tres cátedras en el colegio jesuíta de Panamá. En
de San Pedro y San Pablo, y en su entorno varios otros colegios mayores Santiago de Chile era, en 1578, el cura mestizo Juan Blas quien impartía
destinados a albergar en régimen de internado a la población estudiantil de cursos de gramática.
grado secundario y superior de la región. Fue en el grado medio y superior La Iglesia, pues, Mater et Magistra, brilló muy especialmente en la edu-
donde los jesuítas alcanzaron mayor éxito por las importantes novedades cación de la juventud hispanoamericana, primando el valor sobrenatural de
pedagógicas que aportaron. la caridad, que es su más valioso tesoro.
Su plan de estudios, concebido para alumnos comprendidos entre los
doce y los diecisiete años y establecido en Nueva España por el padre NOTA BIBLIOGRÁFICA
Vincenzio Lanuchi, consistente en tres cursos de gramática, uno de humani-
dades y uno de retórica, era una preparación sólida para el ingreso en la Fuentes documentales
Universidad; fue consagrado con carácter general para todos sus centros I. LEAL, Documentos para la historia de la educación en Venezuela (Caracas, 1968);
cuando se publicó en 1599 el curriculum, studiorum del Colegio Romano. Era G. HERNÁNDEZ DE ALBA, Documentos para la historia de la educación en Colombia 1
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la superación de un examen presidido por el prefecto de estudios. El régi-
men de trabajo diario comenzaba a las siete de la mañana, con el estudio Visiones de conjunto
memorístico opensum de un trozo latino. Seguía la prelección o explicación P. J. BARTH, Franciscan Education and Social Order in Spanish North America
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mente de historiadores. Obsérvese el espacio concedido, de acuerdo con la C. CASTAÑEDA, La educación en Guadalajara durante la colonia (1552-1821) (Guadalaja-
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A la una de la tarde se reemprendía el trabajo con otro estudio opensum de San Alberto en la Audiencia de Charcas, 1768-1810 (Zaragoza, 1990); P. GONZALBO
como, el de la mañana. A continuación el profesor explicaba el tema de AlZPURU, La educación en la época colonial. El mundo indígena (México, 1990);
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CAPÍTULO 40
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1977).
CAPÍTULO 41
I. CRÓNICAS EN VERSO
Son dos autores religiosos, cuyas obras además inauguran las literaturas
de sus respectivos países, los primeros que relatan los sucesos de la conquista
en forma poética.
Luis de Miranda de Villafaña, nacido en Plasencia en fecha desconoci-
da, narra en su poema Romance elegiaco los desastres padecidos por los
fundadores de la actual capital argentina. En 1535 se embarcó hacia Améri-
ca como clérigo de la expedición que se dirigía al Río de la Plata. Allí
participó en la fundación de Buenos Aires y fue testigo de todas las vicisitu-
des que padecieron sus primeros pobladores. Fue capellán del fortín del
Corpus Christi y más tarde de una iglesia bonaerense, hasta que se vio
obligado a marchar a Asunción, donde se incorporó al grupo de hombres
leales a Alvar Núñez Cabeza de Vaca. Miranda entonces perdió su capellanía
y sufrió prisión en dos ocasiones, acusado de mal sacerdote, blasfemo y
conspirador. En 1545 quedó en libertad, permaneciendo en Asunción -ciu-
dad en la que escribió su poema en fecha incierta- hasta su muerte, proba-
blemente ocurrida después de 1558.
El Romance elegiaco tiene el valor documental de recoger el primer acto
de la conquista española en el Río de la Plata. Apareció incorporado a un
memorial dirigido al presidente del Consejo de Indias, como un argumento
más entre otros que reclamaban ayuda ante la angustiosa situación en que se
hallaban los primeros habitantes de la ciudad porteña. Luis de Miranda elige
la modalidad discursiva del poema narrativo, vinculado a los romances de
tema épico, pero lo construye con muchos de los rasgos específicos del
748 P.IV. La irradiación de la Iglesia CAL Literatos eclesiásticos hispanoamericanos 749
poema elegiaco, inspirado en el dolor que produce la muerte. Es continua-
dor de la tradición medieval de los juglares, que divulgaban las hazañas de II. EL TEATRO
los cantares de gesta, y su poema evoca, sin duda, el tono de los romances
populares que ellos cantaban. Pero no deja de ser paradójico que un poema La aparición del teatro hispanoamericano estuvo estrechamente ligada
fundacional, que debiera integrar todas las categorías vitales de lo heroico, a la labor evangelizadora de los misioneros. En todas las Ordenes religiosas,
se transforme en un canto funeral, con toda la carga de emotividad que pero especialmente entre los jesuítas, se encuentra un gran número de
proporciona el hecho de la muerte. autores que colaboraron a la creación de un importante corpus de obras
dramáticas. Muchas de ellas adaptaron elementos del primitivo teatro preco-
Si Luis de Miranda cifra su atención en los sufrimientos y la muerte de
lombino e incluso fueron escritas en lenguas aborígenes con el fin de cate-
los seres anónimos que participan en la conquista, Juan de Castellanos
quizar eficazmente a los indígenas; otras, continuadoras del teatro medieval,
(1522-1607) ofrece una visión retrospectiva de los dirigentes de la misma
contribuyeron al adoctrinamiento de españoles y criollos. Así, inspirados en
-personajes individualizados- con el fin de guardar para la posteridad sus
los evangelios, los dogmas, los sacramentos y cualquier historia sagrada y
grandes hazañas. Oriundo de Sevilla, pasó a América en su juventud y acabó
edificante, se compusieron autos, coloquios y comedias sagradas y alegóri-
en Colombia tras recalar en diversos lugares. Recorrió varias ciudades co-
cas. De todos los autores dramáticos, sólo un reducido número de ellos llegó
lombianas hasta instalarse definitivamente en Tunja, donde desempeñó el
a alcanzar cierto renombre.
cargo de cura párroco. Escribió un extensísimo poema, de más de mil versos,
titulado Elegías de varones ilustres de Indias (1589, primera parte), en el que Fernán González de Eslava (1534-1610?), nacido en España, llegó a
pretende hacer una crónica versificada del descubrimiento y la conquista, México en 1558. Hacia 1575 era clérigo, y presbítero en 1578. Su produc-
desde los viajes de Colón hasta la creación del Nuevo Reino de Granada. La ción literaria no es de las menos fecundas entre los autores de su época.
valoración literaria del poema no debe oscurecer los límites de su verdadera Además de su obra más importante, Coloquios espirituales y sacramentales
dimensión y su carácter de auténtico documento histórico, ya que relata (1610), de tema religioso, compuso otras obras sueltas, como sonetos, can-
acontecimientos vividos por el autor o relatados a él de primera mano. ciones, villancicos, etc., que aún permanecen inéditas. Fue hombre conoci-
do y estimado en su época por el valor de su obra literaria. También debió
Como poema se inscribe en el marco de una poesía épica que empieza de labrarse cierta fama de inconformista y revolucionario, lo que le costó la
a proliferar por estos años en América y cuyo modelo y máximo exponente cárcel en más de una ocasión, avalado por una obra de compromiso con la
está en La Araucana, de Alonso de Ercilla. Es decir, corresponde a una sociedad que le tocó vivir. Aunque en los Coloquios sigue la tradición alegóri-
poesía renacentista, en la cual, aunque todavía permanecen reminiscencias ca del teatro medieval religioso, en algunos de ellos logra, sin embargo, un
medievales, se percibe una clara toma de postura a favor de nuevas concep- significativo equilibrio entre la expresión alegórica y el reflejo de la realidad
ciones literarias. Actitud esta evidenciada tanto por la adaptación de los de su tiempo.
aportes métricos italianos como por la recreación de una épica de ruptura
A través de la actuación de unos personajes semialegóricos, el lector
con los viejos dogmas que imponían la unidad de tiempo, acción, personaje
asiste al cambio de valores producido en la sociedad colonial a finales del
y lugar. Todo ello ocurre al incorporar a la literatura una nueva concepción
siglo XVI, cuando se está entrando en una etapa más sedentaria que la
del mundo que rechaza al héroe como ser superior para privilegiar al repre-
anterior y comienza a primar el gusto por el dinero, el lujo y la ostentación.
sentante o portavoz de un grupo, lo cual está reflejando el nuevo estado de
conciencia que empieza a implantarse en la sociedad naciente. De Juan Pérez Ramírez (1545-?), presbítero mexicano, sólo se conoce
una obra de circunstancia, Desposorio espiritual del Pastor Pedro y la Iglesia
A imitación de la mencionada obra de Ercilla, Martín del Barco Cente- mexicana, escrita y representada en 1574 con motivo de la consagración del
nera (1535?-?) escribió una larga composición sobre la conquista del Río de arzobispo Pedro Moya de Contreras. La celebración de tal acto le ofrece al
la Plata titulada Argentina (1602). Un poema épico de más de 10.000 versos autor la posibilidad de hacer una composición a base de diálogos alegóricos
sobre el que la crítica coincide en una valoración no excesivamente positiva, de tono pastoril que, sin embargo, acaban por obstaculizar la construcción
ya que, junto a las intenciones históricas y didácticas, los propósitos poéticos de una sólida estructura dramática.
quedan bastante oscurecidos y escasos de calidad estética. El autor, extreme-
El dominicano Cristóbal de Llerena (1540?-1610?), de vida privada muy
ño, de familia acomodada, llega a Asunción en 1572, con el adelantado Juan
agitada, fue sacerdote desde 1571 y más tarde capellán y canónigo. Destacó
Ortiz de Zarate, que dirige la tercera expedición al Río de la Plata. En
también como organista de la catedral de Santo Domingo y como catedráti-
distintas poblaciones ejerce dignidades eclesiásticas, como las de arcediano,
co de gramática latina. De su obra sólo se ha conservado un Entremés, que
capellán de la Audiencia, vicario y comisario del Santo Oficio, cargo del que
fue estrenado en la octava del Corpus de 1588 en la catedral. El autor no
se le destituyó por el carácter poco ejemplar de su vida privada. Hacia 1595
aborda un tema religioso, sino que se adentra en datos referenciales que
volvió a España. Martín del Barco acuña con el título de su poema el nombre
hacen alusión directa a la política gubernamental. Su representación provo-
de la futura nación argentina, en una clara alusión a los escondidos tesoros
có tan sonado escándalo por su crítica a la situación social de la época que
que los conquistadores esperaban descubrir en su suelo.
obligó al exilio a su autor. Guarda así un gran valor testimonial, al tiempo
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que constituye una pieza rica en variedad de elementos dramáticos y una de Sin embargo, a través de un género tan actual como es la parodia
las primeras obras empeñadas en la difícil tarea de la sátira política.
satírica, se propone atacar ese estilo entonces imperante y criticar a la
El teatro barroco avanza técnicamente, respecto a la producción dra- sociedad de su tiempo.
mática del siglo XVI, debido a la gran influencia que ejercen las obras de
Calderón y otros dramaturgos españoles. Los temas preferidos por los auto-
res eclesiásticos hispanoamericanos no se apartan notablemente de la línea III. LA POESÍA
religiosa dominante entre sus antecesores. A) Poesía religiosa
Buena muestra de ello es la Comedia de San Francisco de Borja (1641), del El espíritu contrarreformista impone la necesidad de afianzar unas
jesuíta mexicano Matías de Bocanegra (1612-1681), conocido en su época señas de identidad religiosas que se extienden por todo el imperio español y
por su talante ingenioso y su erudición. Su obra narra parte de la vida del determinan un enorme corpus de poesía religiosa. Con el fin de ensalzar el
duque de Gandía con el propósito de ensalzar la labor jesuítica. El mismo catolicismo se utilizan poéticamente sus signos: se canta a la Virgen María
asunto desarrolla el jesuíta peruano Pedro López de Lara en El Fénix de junto a santos y mártires de la fe como imágenes vivas de la Iglesia católica.
España, San Francisco de Borja (1674). De tema mañano se compusieron La figura de Cristo y la de algunos de los grandes patriarcas, como Santo
también varias obras, entre las que destaca la Comedia de Nuestra Señora de Tomás de Aquino y San Ignacio de Loyola, capitalizan, en el papel de
Guadalupe y sus milagros, del religioso Jerónimo Diego de Ocaña (P-1608), personajes principales, la acción de numerosos poemas. Raro será el poeta
representada en Potosí en 1601. -religioso o n o - que no contabilice entre su producción alguna composición
De mayor envergadura es la obra del peruano Juan Espinosa Medrano religiosa de signo marcadamente católico.
(1619P-1688). Conocido por su apodo «El Lunarejo», es un ejemplo poco Se puede destacar con mayor importancia un grupo de poemas mayores
frecuente de indígena que logra abrirse camino en el ámbito religioso y junto a otro de composiciones más breves.
cultural de una sociedad organizada por criollos. Pese a su origen humilde, Entre estos últimos cabe reseñar los poemas de Leonor de Ovando, la
logró destacar en el mundo virreinal por su inteligencia prodigiosa, aplicada primera poetisa de América, nacida en Santo Domingo, que fue religiosa del
a distintos campos del conocimiento. Desde niño sobresalió en el uso de Monasterio de Regina en la Española. Su obra, compuesta por cinco sonetos
instrumentos musicales, llegando a ser catedrático de artes a los dieciséis y una serie de versos sueltos, .escritos con motivo de varias fiestas religiosas,
años. Demostró una gran facilidad para el aprendizaje de idiomas, ya que, fue recogida a finales del siglo XVI por el oidor Eugenio Salazar de Alarcón
además de español y quechua, conoció siendo muy joven el latín, lengua en en su antología Silva de poesía.
la que, incluso, podía versificar; más adelante aprendió también el griego y En la misma antología aparecen cuatro de los siete poemas conocidos
el hebreo. Ingresó en el seminario y desarrolló una brillante carrera eclesiás- del primer poeta guatemalteco, Pedro de Liévana (P-1602), quien estudió la
tica, reconocida tanto en su cátedra de teología como a través del pulpito, en carrera sacerdotal en Guadalupe, su ciudad natal, y una vez ordenado sacer-
el que llegó a ser un afamado predicador. Todo ello le valió varios títulos, dote marchó a las Indias, donde desempeñó distintas funciones eclesiásticas.
como el de «doctor sublime» y el «Demóstenes peruano», entre otros. La A su llegada fue nombrado arcediano de la iglesia metropolitana guatemal-
totalidad de su obra, extensa y variada, hace incursiones en distintos géneros teca y más adelante tesorero, maestrescuela, canónigo y, por último, deán de
que serán abordados más adelante. Como dramaturgo compuso El hijo la catedral de Guatemala. Sólo dos de sus poemas son de tema religioso,
pródigo, auto sacramental en quechua, y El robo de Proserpina y Amar su propia pero todos ellos, junto a los de Leonor de Ovando, resultan una viva mues-
muerte, en los que temas clásicos y bíblicos son tratados con el estilo gongo- tra de la rápida incorporación del Renacimiento en algunos sectores de
rista que Espinosa defendió ardientemente. Hispanoamérica.
En Perú, el franciscano Juan de Ayllón (1604-1662), considerado intro-
También en Perú sobresalió fray Francisco del Castillo (1716-1770),
ductor del gongorismo en su país, compuso un denso poema culterano
religioso lego de la Orden de la Merced, que fue conocido como «El ciego de sobre Las fiestas a la canonización de los 23 mártires del Japón (1630).
la Merced» por una enfermedad que le debilitó la vista. Famoso como poeta
Poco más tarde, el dominico limeño fray Adriano de Alecio (P-1650),
repentista, demostró, sin embargo, su talento literario en la expresión de
calígrafo y miniaturista, autor de una biografía de fray Martín de Porres,
varios géneros. El teatro fue uno de los que más ampliamente cultivó en
escribió un poema titulado El Angélico (1645), en honor de Santo Tomás. La
forma de saínetes, comedias y autos, en los que trata temas religiosos, obra se resiente formalmente porque su autor, ferviente admirador de
históricos y legendarios. La crítica destaca el Entremés de Justicia y litigantes Góngora, se excede en el uso de procedimientos culteranos y en el número
por el factor costumbrista que anima la obra. de detalles sobre la vida del santo.
En Colombia destacó el monje cartujo Fernando Fernández de Valen- Luis de Tejeda (1604-1680), primer poeta nacido en Argentina, des-
zuela (1616-1677) por su entremés Laurea crítica, escrito con un perfecto pués de una vida aventurera, viudo y con diez hijos, ingresa en la Orden
dominio de los recursos léxicos y sintácticos del gongorismo. dominicana en 1663. De su obra sólo se conoce la producción de su etapa
CAÍ. Literatos eclesiásticos hispanoamericanos 753
752 P.IV. La irradiación de la Iglesia
interés de la lectura. El poema presenta una gran dinamicidad, derivada
conventual, destacándose de ella algunos sonetos y el poema titulado El tanto de la diversidad de los recursos estilísticos empleados como del movi-
peregrino en Babilonia, una larga composición constituida por una mezcla de miento vertical, que se establece de la comunicación espacial entre cielo,
pasajes autobiográficos con temas marianos abordados desde una perspecti- tierra e infierno, y también del juego temporal con el pasado, el presente y
va mística. A lo largo de su obra se pueden observar, asimilados de forma el futuro, que sirve para entrelazar el plano natural y el sobrenatural. El
desigual, procedimientos propios del estilo de Góngora. personaje principal, Cristo, aparece en su doble condición de hombre y de
El agustino, de posible origen mexicano, Miguel de Guevara fue autor Dios, con todas las contradicciones que ello implica y las subsiguientes
de varias poesías religiosas. Se le atribuye el famoso soneto No me mueve, mi dificultades que afectan al personaje como héroe épico. Sin embargo, Hoje-
Dios, para quererte (1638), cuya perfección en el empleo de procedimientos da lo utiliza para profundizar en el carácter de Cristo y en el sentido ecumé-
barrocos puede marcar el ingreso de dicho estilo en México. nico de su pasión, consiguiendo un personalísimo poema épico-religioso.
Por último, cabe mencionar en este grupo parte de la obra del jesuíta El bogotano Hernando Domínguez Camargo (1606-1659) escribe otro
ecuatoriano Juan Bautista Aguirre (1725-1786), conocido por su afán de largo poema sobre la vida del fundador de la Compañía de Jesús. En su San
experimentación y por su espíritu crítico. Fue catedrático de Filosofía y Ignacio de Loyola. Poema heroico (1666) se extiende desde el nacimiento del
Teología moral en la Universidad de San Gregorio Magno de Quito, en cuyo santo hasta su partida hacia Roma para fundar la Compañía, logrando
claustro introdujo los aires revolucionarios que emergían en su época. Goza- destacarlo entre los muchos poemas que, tanto en Europa como en Améri-
ba de gran prestigio cuando los jesuítas fueron expulsados de América en ca, se le dedican a San Ignacio para ensalzar su figura luchadora y su espíritu
1767 y su obligada estancia en Italia acrecentó aún más la fama de hombre contrarreformista y católico. El autor inicia su vida religiosa en la Compañía
sabio que ya se había labrado anteriormente. A pesar de su personalidad de Jesús en Tunja, pero pronto la abandona, expulsado por motivos desco-
innovadora, contagiada de la Ilustración, fue, de forma anacrónica, uno de nocidos, para ordenarse sacerdote. Se establece después en Lima y Quito,
los últimos gongoristas de Hispanoamérica, motivo por el cual su obra donde se relaciona con los círculos literarios; tras ocupar cargos eclesiásticos
poética permaneció inédita hasta el siglo XX, cuando también fue rescatada en distintas localidades, regresa a Tunja como beneficiado de su iglesia,
la gongorina. Su poesía religiosa, considerada como lo más estimable de donde escribe su extenso, aunque inconcluso, poema.
toda su variada producción, está compuesta por un poema inconcluso a Se le ha considerado el «primogénito» de Góngora por ser el más fiel de
San Ignacio de Loyola y por poemas sueltos inspirados sobre todo en la sus innumerables epígonos. Precisamente por este hecho fue un poeta olvi-
Biblia. dado hasta que la generación del 27 rescató a Góngora y descubrió a sus
Mayor relevancia literaria alcanzan los dos poemas mayores de asunto seguidores. Gerardo Diego dio a conocer la obra de Domínguez Camargo en
religioso, que corresponden al género épico: La Cristiada (1611) y San la antología que confeccionó en honor del poeta español y Dámaso Alonso
Ignacio de Loyola. Poema heroico (1666), cuyos autores son eclesiásticos. emitió los primeros juicios laudatorios sobre el colombiano, quien había
El autor del primero, Diego de Hojeda (1571P-1615), sevillano, ingresó asimilado el estilo de su maestro sobrepasando los límites de la simple
muy joven en la Orden de los dominicos de Lima, donde llegó a ser profesor imitación para lograr auténticas creaciones poéticas. Domínguez Camargo
de teología. Se dio a conocer como hombre austero, piadoso y caritativo y, reúne en su poema todos los procedimientos culteranos inspirados en Gón-
en reconocimiento a su temperamento y valía, se le concedieron varios gora para realzar la imagen del protagonista, San Ignacio; pero, además,
cargos de responsabilidad en la Orden. Llegó a ocupar el priorato de Lima, para dar la visión de una realidad en la cual privilegia el entorno natural, que
pero a causa de una intriga conventual se le despojó del cargo y se le se erige ante el lector con toda la fuerza de lo vivo y lo sensual, desviando el
desterró. Había participado activamente en la vida cultural del virreinato, poema de su trayectoria épica para llevarlo por el camino de la lírica.
produciendo poemas laudatorios y trabajos de encargo que le supusieron un
gran prestigio y lo relacionaron estrechamente con los hombres de letras de B) Poesía descriptiva
entonces, entre quienes ocupó un lugar significativo. Una de las vertientes más importantes de la poesía lírica hispanoameri-
Su poema, La Cristiada, escrito en octavas reales, estrofa propia de la cana lo constituye un tipo de composiciones empeñadas en la captación del
épica, se compone de doce cantos en los que narra de forma desigual la entorno americano. Tanto la naturaleza como las nuevas ciudades serán
pasión y muerte de Jesucristo: junto a fragmentos de hondura, sentimiento motivo de observación y recreación poética para el escritor, quien encon-
y aciertos poéticos, discurren otros pobres de recursos y vulgares de expre- trará en la realidad americana un nuevo espacio literario para sus crea-
sión. Guiado por la filosofía tomista y el espíritu de la Contrarreforma, el ciones.
autor pretende construir un poema teológico, para el que utiliza como base Un famoso poema descriptivo es el titulado A un salto por donde se
temática la Biblia y como referencias literarias la clásica de Virgilio y las despeña el arroyo de Chillo, del ya mencionado Hernando Domínguez Camar-
contemporáneas de la mística y la épica renacentista italiana. De todas ellas go, que pone de manifiesto el carácter agreste de la naturaleza americana.
aprende a afrontar dignamente un tema que entraña enormes dificultades y Esta composición destaca entre otras del mismo autor, publicadas en una
logra orquestar procedimientos que mantienen la agilidad discursiva y el
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antología poética de asuntos varios, Ramillete de varias flores poéticas (1676), C) Poesía satírica
que había sido compilada por el ecuatoriano Jacinto de Evía, quien incluye, Aunque la sátira es un modo de expresión poética importante en algu-
además, poesías suyas y del jesuíta sevillano afincado en Guayaquil Antonio nas zonas de Hispanoamérica, no es de los géneros más cultivados entre los
de Bastidas. La crítica destaca el valor literario del citado poema de Camargo autores religiosos.
y su clara adscripción al gongorismo. El poeta colombiano se inspira en unos En México, dos poetas entroncan con la sátira clásica a través de Queve-
versos de la Soledad segunda de Góngora y, aunque recoge del español el do, aunque sus obras, más que una crítica seria a la sociedad, constituyen
tema y la estructura metafórica, inviste sus versos de una agilidad y un brillo una burla alegre de carácter popular. El clérigo Pedro de Avendaño
nuevo que le otorgan un carácter original. (1654-1705?) retoma en sus versos el tema de la pugna entre españoles y
Un siglo más tarde encontramos otro famoso poema descriptivo, Rusti- criollos, de antigua tradición en la sátira mexicana. Más directamente influi-
catio mexicana (1781), del jesuíta guatemalteco Rafael de Landívar do por Quevedo, el dominico Juan Villa (1683-1766) compone algunos
(1731-1793). Para realizar estudios eclesiásticos marchó a México, donde poemas de tema vario.
residió largo tiempo. Regresó a Guatemala como rector del colegio de los Más famosa es la figura del antes mencionado «Ciego de la Merced», él
jesuítas, pero poco después (1767) tuvo lugar la expulsión de la orden, que dramaturgo peruano Francisco del Castillo, que escribió una extensa obra
lo obligó a partir a Italia. Allí escribió en latín su extenso poema exaltando poética de la que destacan sobre todo sus romances. Con un lenguaje
la vida rural y la naturaleza mexicana y guatemalteca, que, por su influencia sencillo de tono popular, el poeta denuncia algunos aspectos de la vida
de Virgilio, ha recibido el calificativo de Geórgicas americanas. cotidiana de su tiempo, incorporando una buena dosis de elementos cos-
tumbristas y tipos sociales, que hoy convierten su obra en un testimonio vivo
Las ciudades americanas comienzan a ser descritas literariamente para
de su época.
conocimiento y disfrute de los lectores, quienes en la mayoría de los casos
De características similares son las composiciones del también peruano
actúan como mecenas de los escritores. El propio Domínguez Camargo
José Joaquín Larriva (1780-1832). Este clérigo limeño compone su obra
compone un poema sobre la ciudad de Guatavita, y el ya citado Juan Bautista
satírica en los años de la emancipación, diseminada por los distintos periódi-
Aguirre describe las ciudades de Guayaquil y Quito en otro. Pero es Bernar-
cos de la época, y está cargada de críticas mordaces, pero de gracia popular
do de Balbuena (1562-1627) el escritor que compone el más famoso poema
y criolla, a personajes políticos y situaciones sociales de entonces.
descriptivo de carácter urbano con su Grandeza mexicana (1604).
Balbuena desempeñó el cargo de cura párroco en varias localidades
campesinas y mineras. Siempre deseó conseguir, con no demasiada fortuna,
IV. LA PROSA
más altas jerarquías eclesiásticas que le permitiesen vivir en ambientes de
mayor actividad social. En 1610 recibió el nombramiento de abad de Jamai-
ca, lugar que tampoco le ofreció demasiadas satisfacciones culturales. Des- A) Crítica literaria
pués de residir brevemente en Santo Domingo, donde fue consagrado obis- Le cabe la honra de ser el primer crítico literario hispanoamericano al
po, llegó en 1623 a Puerto Rico para desempeñar dicho cargo hasta su escritor, anteriormente mencionado como dramaturgo, Juan Espinosa Me-
muerte. drano. Además del teatro, la mayor parte de su obra está constituida por una
Guiado seguramente por el propósito de hacer méritos para conseguir extensa colección de oraciones y sermones panegíricos, escritos en alabanza
ascensos eclesiásticos, Balbuena escribe su Grandeza mexicana, y le adjunta de la Virgen y los santos, desbordados en citas eruditas, que se recopilaron
poemas laudatorios dedicados al conde Lemos y al arzobispo de México. El con el título de La Novena Maravilla (1695). Pero su mayor fama se la debe
motivo explícito del poema es presentar las «grandezas» de México a la al éxito del Apologético en favor de don Luis de Góngora, príncipe de los poetas
señora doña Isabel de Tobar y Guzmán, que se disponía a ir a la ciudad para líricos de España (1662). El motivo de la composición de esta obra arranca de
ingresar en la vida religiosa. Con este propósito el autor va desgranando los ataques que el crítico portugués Manuel de Faria e Souza profiere contra
minuciosamente las características de una ciudad, recreada idealmente por Góngora con el fin de exaltar la figura de Camoens. Esta actitud solivianta a
un entusiasmo urbano que se acrecienta a partir de su experiencia cotidiana Espinosa, quien decide salir en defensa del poeta español con un minucioso
en zonas rurales. Un poema introductorio sintetiza el argumento, que luego análisis de la retórica gongorina: entre la introducción y los doce capítulos
irá desarrollando en cantos sucesivos y anticipa al lector la diversidad de desmonta los argumentos del portugués en una prosa que reúne todos los
temas que va a tratar: localización, origen, arquitectura, costumbres socia- elementos del culteranismo. El autor demuestra toda su habilidad para la
les, artes, oficios, clima, religión, gobierno, etc. Balbuena organiza un plan polémica, reconociendo siempre, con un tono apasionado y elegante, los
medido y calculado en el que, a pesar de la gran acumulación de elementos, méritos de su oponente. A partir de su formación clásica y de sus conoci-
no se pierde el orden descriptivo, destacable por su gran riqueza de imáge- mientos literarios, Espinosa va realizando un laborioso estudio de los valores
nes pictóricas y musicales. poéticos de la lengua de Góngora, desde su léxico hasta los procedimientos
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estilísticos, dedicando especial atención a la metáfora y al hipérbaton. Con
su obra, Espinosa inaugura la crítica literaria en Hispanoamérica y contribu- por ser ésta el género en prosa de mayor vigencia durante los siglos xvi
ye al entendimiento de la obra de Góngora con un procedimiento analítico y XVII, dotando su discurso de abundantes registros históricos.
todavía válido en la actualidad. Así ocurre con la obra del mercedario chileno Juan de Barrenechea y
Albis (?-l 707), Restauración de la Imperial y almas infieles (1693), que narra las
B) Tendencias narrativas aventuras del indio Carilab, cautivo de los españoles.
Algunos de los autores ya abordados hacen incursiones también en el Mayor difusión, sin embargo, ha tenido la narración titulada Infortunios
terreno de la prosa de ficción, de tan difícil realización en unos años en los de Alonso Ramírez (1690), del mexicano Carlos de Sigüenza y Góngora
que pesan fuertemente distintas prohibiciones reales acerca de la impresión (1645-1700). Expulsado de la Compañía de Jesús después de haber perma-
e importación de novelas en Hispanoamérica. Es de notar que la mayoría de necido en ella durante algunos años, persistió en su vida religiosa como
las obras novelescas que se conocen van perdiendo paulatinamente los ele- sacerdote secular, ocupando la capellanía del hospital del Amor de Dios.
mentos narrativos que las integran para adentrarse en el ámbito de la alego- Alcanzó un alto prestigio entre los intelectuales de su tiempo como investi-
ría y quedar absorbidas en un corpus literario cuya finalidad es enteramente gador polémico y erudito. Fue catedrático de matemáticas y astrología en la
religiosa. Universidad de México y desempeñó el cargo de cosmógrafo real. Además
de obras de carácter histórico y científico, realizó composiciones en verso
Las tres primeras obras publicadas presentan una vinculación desigual
dentro del estilo barroco de la época. Infortunios es una obra aislada dentro
con la novela pastoril, de gran popularidad en España en el siglo XVI.
de la producción de Sigüenza y Góngora que supone su ingreso en el
La primera de ellas es El siglo de oro en las selvas de Enfile (Madrid,
terreno, poco usual entonces, de la prosa de ficción, y, sin embargo, llega a
1608), del obispo español, ya mencionado, Bernardo de Balbuena. En su
ser uno de los relatos del virreinato mejor construidos desde el punto de
obra se encuentran todos los elementos invariables de la novela pastoril
vista narrativo. La obra, que podría considerarse un antecedente de la
española fijados por Jorge de Montemayor y Gil Polo, pero ya incorpora una
novela de aventuras del tipo de Robinson Crusoe, cuenta las desdichas de
simbología cristiana que constituye el primer paso de la evolución de esa
Alonso Ramírez, quien después de caer en poder de piratas ingleses acaba
modalidad ficcional hacia un proyecto narrativo ascético.
por dar una vuelta al mundo. Aunque a veces afloran sus dotes de cosmógra-
Los sirgueros de la Virgen (1620), primera novela publicada en América, fo en descripciones minuciosas que retardan el desarrollo de la acción, el
aun conservando algunos de los componentes básicos de la novela bucólica, narrador logra suscitar un gran interés en el lector. Entreverados con el hilo
presenta abiertamente una finalidad religiosa: ensalzar a la Virgen María. Su argumental, se ofrecen datos referenciales que no apartan a la novela de la
autor, el clérigo mexicano Francisco Bramón (fechas desconocidas), se pro- historia y hacen de ella una crónica entretenida de su tiempo.
pone defender el misterio de la Inmaculada Concepción de María en un
relato salpicado de referencias autobiográficas. Desde una perspectiva ale-
C) Las autobiografías
górica, los «sirgueros» (jilgueros) son los pastores que cantan a la Virgen, en
lugar de las pastoras, convirtiéndola a ella en objeto de sus anhelos amoro- Siguiendo El libro de su vida, de Santa Teresa, y también a instancia de
sos. La nostalgia de un pasado ideal se sustituye por una revalorización del sus confesores, un considerable número de religiosas hispanoamericanas
presente, presente que está regido por el ideal contrarreformista en el cual reconstruyen su biografía dentro de los cauces propios de la mística.
la imagen de la Virgen es signo patente del catolicismo. Es en México donde conocemos mayor número de estas escritoras,
El también español Juan de Palafox y Mendoza (1600-1659), que llega entre las que cabe mencionar a las carmelitas descalzas María de San José
a ser virrey de Nueva España y obispo de Puebla, compone la tercera obra (Juana Palacios Menéndez) (1656-1719) y Micaela Josefa de la Purificación
narrativa, El pastor de Noche Buena (1644), que debe a la novela pastoril Luque (1681-1752), a la monja jerónima María Magdalena de Lorravaquio
mucho menos que las anteriores. Es, en realidad, un tratado ascético que se Muñoz (1572-1663) y a la religiosa de la Purísima Concepción Sebastiana de
vale de símbolos, parábolas y alegorías para presentar el viaje de un pastor las Vírgenes Villanueva (1671-1737).
por los ámbitos del vicio y de la virtud. Pero es, sin duda, la colombiana Madre Castillo, Francisca Josefa del
El franciscano mexicano Joaquín Bolaños, predicador apostólico del Castillo y Guevara (1671-1742), monja clarisa, la más conocida en el ámbito
Colegio de Misiones de Propaganda Fide de Nuestra Señora de Guadalupe literario. Su obra está compuesta por Mi vida y Sentimientos espirituales. En el
en Zacatecas, compone, pero ya de forma anacrónica, La portentosa vida de la primer libro relata sus experiencias vitales antes de la entrada en el conven-
muerte (1792): evocación de las alegorías medievales sobre la muerte, de to, como una etapa preparatoria para su entrada en la vía mística. En el
escasas cualidades narrativas. segundo se interna en los procesos espirituales, tratados por el misticismo
Junto a estos relatos, que privilegian el contenido religioso, debido sin español, en una prosa anacrónicamente trabajada según los místicos del
duda a la dificultad de imprimir obras de carácter profano, otras narracio- siglo XVI que le sirven de modelo.
nes, sin perder jamás la perspectiva religiosa, se contaminan de la crónica,
P.JV. La irradiación de la Iglesia CAÍ. Literatos eclesiásticos hispanoamericanos 759
758
D) Prosa política vocación investigadora. Entró muy joven en la corte reclamada por los
propios virreyes, marqueses de Mancera, y en seguida fue reconocido su
En la confluencia entre el siglo XVIII y el XIX, la producción literaria talento literario por la aristocracia, que la solicitaba continuamente para
asume un compromiso político acorde con el proceso de la independencia celebrar en verso todo tipo de acontecimiento social. Sin embargo, Juana
de las colonias españolas. Hay un grupo de escritores, propulsores de la abandona el bullicio cortesano y, después de una tentativa en el convento de
emancipación, que otorgan a sus creaciones una función política e ideológi- las carmelitas, ingresa en el de San Jerónimo a los diecisiete años. El resto de
ca construida con el fin de despertar el sentimiento patriótico de sus con- su vida, sin apartarse por completo de la corte, lo dedica a la literatura y al
temporáneos y alentarlos a la lucha. Entre ellos destacan, como figuras estudio, convirtiéndose en la figura literaria e intelectual más valiosa del
sobresalientes, algunos religiosos cuya obra se inscribe dentro de un corpus virreinato.
de literatura en prosa de tono exaltado y rebelde, utilizado como arma eficaz Su obra es extensa y ampliamente variada. Cultivó casi todos los géneros
para los fines liberadores. y empleó numerosos metros y estrofas. Como dramaturga escribió dos co-
Con motivo del tercer centenario del descubrimiento, el peruano Juan medias de enredo, según los cánones de la comedia de capa y espada calde-
Pablo Vizcardo (1747-1798),Jesuíta expulso, escribió desde su destierro en roniana: Los empeños de una casa (representada en 1683) y Amor es más
París su Carta a los españoles americanos, en la que hacía expresa la primera laberinto (representada en 1689). También compuso tres autos sacramenta-
declaración de la independencia. La emancipación debía llegar, según él, les y varias loas. La mayor parte de su teatro es circunstancial: escrito en
como culminación de un proceso natural y como exigencia de la sociedad honor de personajes principales de la corte virreinal y ajustado a los precep-
americana que había alcanzado la madurez después de tres siglos de esclavi- tos del teatro español del Siglo de Oro, sin eludir por ello rasgos de auténtica
tud e injusticia. Vizcardo, que era un hombre de sólida formación ilustrada mexicanidad.
y creía firmemente en los principios de libertad, igualdad y fraternidad, se
Su obra poética, que abarca muy variados ámbitos, aborda tanto los
sintió obligado a escribir su carta ante la indignación que le produjo el
temas religiosos como los profanos, temas estos últimos en los que a veces
recrudecimiento de la represión colonial que se estaba efectuando en el
abandona el tono serio, reflexivo e intelectualizado que predomina y carac-
Perú a causa de distintos puntos de rebeldía que habían brotado.
teriza su poesía para tratarlos por la vía de la sátira y el humor. Un grupo
Otra personalidad relevante es la del dominico mexicano fray Servando importante lo constituye su obra de circunstancia, que Sor Juana escribió
Teresa de Mier (1763-1824), perseguido por sus originales ideas sobre las como tributo a la aristocracia, en la cual se encuentran un buen número de
apariciones de la Virgen de Guadalupe. Fue uno de los ideólogos y promoto- felicitaciones, retratos, homenajes, etc., como índices del estrecho vínculo
res de la independencia de su país a través de sus escritos, especialmente de que la monja mantuvo con la corte. Los poemas amorosos suscitan un
su Historia de la revolución de la Nueva España. enorme interés por la originalidad con que canta al amor, de forma analítica
También sobresale el chileno fray Camilo Henríquez (1769-1826), y racionalmente introspectiva. El poema cumbre de Sor Juana es El primero
quien más tarde abandonará los hábitos para dedicarse a su vocación perio- sueño (1692), una larga composición, síntesis de sus más íntimas preocupa-
dística y a las tareas políticas. Aunque compuso teatro y poesía, interesa más ciones y exponente de todos los conocimientos que había adquirido durante
su título de fundador del primer diario de su país, La Aurora de Chile (1810), sus horas de estudio: mitología, geografía, astronomía, filosofía, teología,
en el cual empieza a difundir las ideas independentistas. También es espe- fisiología, etc. La poetisa, tras asumir la tradición literaria anterior sobre el
cialmente significativa su obra El catecismo de los patriotas, en la que emplea sueño, utiliza éste como medio de conocimiento y adopta con todo su
las fórmulas clásicas del catecismo religioso, a base de preguntas y respues- talento literario las formas culteranas de Góngora para desarrollar la anda-
tas, para iniciar al lector en conceptos políticos relacionados con la patria, la dura del alma en busca de la verdad absoluta. Sor Juana logra integrar
libertad y el civismo. sabiamente poesía, ciencia y filosofía en un poema de los más complejos y
profundos de la época.
V. SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ En prosa, aparte de algunas obras de carácter religioso y Neptuno alegó-
rico, escrita para conmemorar la entrada de los virreyes, marqueses de la
Laguna, en 1680, compuso dos piezas fundamentales: Crisis de un sermón
Como síntesis y superación de casi todos los géneros y las tendencias
(1690) y Respuesta a Sor Filotea de la Cruz (1691). La primera es un ensayo
antes aludidos emerge la obra de la monja mexicana sor Juana Inés de la
teológico escrito con el fin de rebatir ciertas teorías, siguiendo un riguroso
Cruz, conocida como la «décima musa». Juana de Asbaje y Ramírez
método analítico pleno de erudición, que pone de manifiesto la altura
(1651-1695) se configura como una mujer extraordinaria ya desde los años
intelectual de Sor Juana. El obispo de Puebla, al conocer el ensayo, le
de su infancia, cuando, engañando a su madre, se escapa a la escuela con su
atribuyó el elogioso título de Carta Atenagórica con que lo publicó, pero le
hermana para aprender a leer. Más tarde, en una sociedad en la que el papel
agregó una carta firmada con el seudónimo de Sor Filotea de la Cruz en la
activo de la mujer está sumamente reducido, se manifestará su personalidad
cual criticaba la actividad intelectual de Sor Juana. La monja reaccionó
conflictiva regida por una gran inteligencia y un espíritu apasionado de
760 P.IV. La irradiación de la Iglesia
NOTA BIBLIOGRÁFICA
Entre los establecimientos benéficos de Hispanoamérica ocupan el pri-
mer lugar, tanto por el momento de aparición como por su número y la
Obras de carácter general
acción realizada en ellos, los hospitales que, abiertos a toda necesidad,
J. J. ARROM, Historia del teatro hispanoamericano (Época colonial) (México, 1967);
defendieron la vida humana de todas las razas, dieron techo al desvalido,
F. AYALA POVEDA, Manual de literatura colombiana (Bogotá, 1984); E. CARILLA, Estudios
de literatura argentina (Tucumán, 1968); ID., La literatura barroca en Hispanoamérica comida al hambriento y amparo al huérfano. Su obra tuvo tanta trascenden-
(Madrid, 1972); C. GOIC, Historia y crítica de la literatura hispanoamericana. I: Época cia que el cronista franciscano Agustín de Vetancourt dice que a ellos debía
colonial (Barcelona, 1988); P. HENRÍQUEZ UREÑA, Obra critica México, 1960); el rey tener vasallos.
L. IÑIGO MADRIGAL, Historia de la literatura hispanoamericana. Época colonial (Madrid, Los hospitales surgen ante la temprana y urgente necesidad de ayudar
1982); G. LOHMANN ViLLENA, El arte dramático en Lima durante el virreinato (Madrid,
1945); J. MURIEL, Cultura femenina novohispana (México, 1982); A. REYES, Letras de la a los hombres que pasan a las nuevas tierras sin familia y sin bienes de
Nueva España (México, 1948); A. TAMAYO VARGAS, Literatura peruana 1 (Lima, 1953). fortuna, que enferman por insuficiencia alimentaria en los meses de navega-
ción, por padecimientos que contraen en las insalubres costas tropicales o
Autores más importantes que regresan heridos y mutilados de las expediciones de conquista. A ello
G. MEO ZILIO, Estudio sobre Hernando Domínguez Camargo (Florencia, 1967); hay que sumar la aparición de enfermedades antes desconocidas para los
F. PiERCE, La poesía épica del Siglo de Oro [para Diego de Hojeda] (Madrid, 1961); indios, que se extendieron con extraordinaria rapidez, produciendo epide-
J. ROJAS GARCIDUEÑAS, Bernardo de Balbuena: la vida y la obra (México, 1958); ID., Don
Carlos de Sigüenza y Góngora, erudito barroco (México, 1945).
mias que ocasionaron mortandades de millones.
La obra hospitalaria tuvo, desde sus inicios en Hispanoamérica, tres
Sor Juana Inés de la Cruz componentes actuantes al unísono: los eclesiásticos, los laicos y un Estado
A. ARROYO, Razón y pasión de Sor Juana (México, 1952); O. PAZ, Sor Juana Inés de católico. Los eclesiásticos estuvieron constituidos por los obispos, sacer-
la Cruz o las tramas de la fe (Barcelona, 1982); D. PUCCINI, Sor Juana Inés de la Cruz: dotes seculares, Ordenes misioneras (franciscanos, agustinos, jesuítas, do-
Studio d'una personalitá del barocco messicano (Roma, 1967); R. XIRAU, Genio y figura de minicos, mercedarios) y Ordenes hospitalarias, como los Hermanos de
Sor Juana Inés de la Cruz (Buenos Aires, 1967).
Nuestra Señora de Belén, los de San Juan de Dios y los de la Caridad de San
Otros literatos Hipólito.
J. MARTÍNEZ GÓMEZ, «Dos clérigos extremeños en la literatura hispanoamericana: Los laicos fueron un grupo importantísimo formado por hombres y
Pedro de Liévana y Luis de Miranda de Villafaña», en Extremadura en la evangelización mujeres españoles, criollos, mestizos, indios, negros y castas, que llenos de
del Nuevo Mundo (Madrid, 1990), 367-377. virtudes humanas y divinas se entregaron a las obras benéficas establecién-
dolas, sosteniéndolas y sirviendo en ellas heroicamente. Esto lo hicieron
generalmente unidos en cofradías o hermandades, congregaciones como las
marianas, dirigidas por los jesuítas, y las Terceras Ordenes, dependientes de
los franciscanos, agustinos y carmelitas. Otros laicos, aisladamente, constitu-
yeron obras de tal bondad que acabaron atrayendo a sus semejantes, gente
generosa también, que en ocasiones se unieron y constituyeron Ordenes
hospitalarias.
Los monarcas hispanos no quedaron al margen de las obras benéficas.
Existió una política hospitalaria manifiesta en sus leyes, como lo fueron,
entre otras, las instrucciones a sus autoridades para favorecer el establecí-
762 P.IV. La irradiación de la Iglesia C. 42. La Iglesia y la beneficencia 763
miento de hospitales, las disposiciones urbanísticas en las cuales se ordenaba salas. Se sostuvo con limosnas de los vecinos y gozaba de los privilegios del
que en la traza de las ciudades se reservara un lugar para el hospital y que el de San Lázaro de Sevilla. El rey le concedió en 1764 una ayuda de 2.000
de los leprosos quedara fuera de ellas. Las referentes a que de los novenos pesos. Sufrió el hospital los desmanes del pirata Drake y graves daños por el
de los diezmos se destinaran tres partes para la fábrica de la iglesia catedral terremoto de 1751, pero la generosidad de los vecinos lo reparó siempre.
y hospital. El primer obispo, fray García de Padilla, proyectó hacia 1512 el hospital
A esa colaboración de Iglesia-Estado en favor de los pobres se añadie- de San Andrés para atender a los indios. Sin embargo, no se sabe que
ron otras acciones, como el otorgamiento de algunas ayudas para construir funcionara hasta 1524. El obispado lo sostenía con el cuatro por ciento de
o reconstruir los edificios y las mercedes de tierras cuyos productos se sus diezmos.
destinan al mantenimiento de los enfermos. Hubo también otros pequeños hospitales en el interior de la isla que
Pero todo ello entendido básicamente como acción caritativa de los funcionaron bajo los auspicios de los franciscanos en el siglo XVI.
monarcas, sus virreyes y gobernadores, aunque hubiera también intereses de Consta, asimismo, que los hubo en Cuba, ruta obligada hacia el virreina-
política poblacional. to de Nueva España y donde hacia 1515-1519 se fundó en San Cristóbal de
La Habana un albergue para indios y negros que años más tarde se convirtió
en el hospital de San Felipe, atendido desde 1602 por los Hermanos de San
I. CENTROS BENÉFICOS EN LAS ANTILLAS Juan de Dios.
En las tierras recién descubiertas por Cristóbal Colón en aquella isla Por su parte, el adelantado de la Florida, Pedro Menéndez de Aviles,
denominada entonces la Española, fue una mujer de raza negra quien se fundó en 1566 el hospital de Santiago, para militares.
entregó a la misericordiosa tarea de acoger a los pobres enfermos, según sus En cambio, el de San Francisco de Paula, fundado hacia 1665 por el
posibilidades y la ayuda de los escasos vecinos. Su obra, iniciada entre agosto sacerdote Nicolás Estévez Borjes, para mujeres, estuvo al cuidado de la
de 1502 y 1503 en su rudimentario hospital, anexo a la capilla de Nuestra cofradía de ese mismo nombre. La ayuda que le proporcionaron el obispado
Señora de Altagracia, marca el principio de las obras de beneficencia en y la condesa de Santa Clara lo convirtieron en el más importante de Cuba en
tierras de América. el siglo XVIIÍ.
Poco después, el gobernador frey Nicolás de Ovando, en cumplimiento Hacia 1704-1712 se estableció el de los Betlemitas, por obra del obispo
de las instrucciones dadas por los Reyes Católicos en marzo de 1503, que le Evelino Vélez Compostela, mientras que en 1714 el gobernador, Marqués
ordenaban «hacer en las poblaciones, donde viere necesario casa para hospi- de Casa Torres, edificaba el hospital de San Lázaro.
tales en que se acojan y curen los pobres, así los españoles como los indios», El mismo obispo Vélez Compostela fundó también en La Habana el
sustituía el primitivo hospital por el de San Nicolás de Barí. Lo erigió con sus Colegio de San Francisco de Sales, con el carácter de asilo para huérfanos.
propios bienes, a los que sumó la ayuda de alcaldes regidores y vecinos de la
ciudad. El mismo redactó sus ordenanzas de gobierno. Un grupo de vecinos, II. CENTROS BENÉFICOS EN NUEVA ESPAÑA
deseosos de ejercer la caridad, constituyeron la cofradía de Nuestra Señora
de la Concepción, que por medio de sus diputados se encargó de recoger A) Hospitales urbanos y rurales
limosnas para sostenerlo y velar por el buen servicio a los enfermos, median-
te médico cirujano, enfermeros y botica. Más adelante, el rey le concedió En México, constituido entonces como el virreinato de Nueva España,
diversas mercedes y los papas lo enriquecieron con privilegios, vinculándolo surgieron muy temprano los hospitales y se desarrollaron ampliamente por-
al del Santo Espíritu de Roma. que fueron considerados como la obra benéfica fundamental, tanto para los
En el hospital de San Nicolás hallaban cabida hombres enfermos, heri- indios como para los nuevos pobladores. Unos se establecieron en las zonas
dos, sifilíticos y mujeres pobres. urbanas y otros en las rurales. En los primeros se atendía a los españoles,
En tiempos de Ovando se fundaron dos hospitales más, el de San criollos, indios, negros y mezclas, y sus servicios se desarrollaron de acuerdo
Buenaventura y el de la Concepción en la Vega Antigua, que luego pasó a la a los lincamientos que tenían las instituciones hispanas, tanto por lo que
Vega Nueva, a los que la Reina Católica les dio como limosna 200 pesos de respecta a condiciones de erección y construcción de edificios como en lo
oro. Estos hospitales que ella promueve los va realizando el gobernador que toca al personal que los atendía, formado por médicos, cirujanos y
apoyado en la caridad de los vecinos, que los erigen y sostienen con sus boticarios examinados, enfermeros, enfermeras, todos asalariados. Esto va-
limosnas constantes y aun con su servicio personal. riaba cuando había frailes hospitalarios.
Al margen de la ciudad de Santo Domingo se estableció el hospital de El primer hospital novohispano lo fundó Hernán Cortés en la ciudad de
San Lázaro, en las primeras décadas del siglo xvi. La primitiva construcción México el año 1523, titulándolo de Nuestra Señora de la Concepción. La
de madera se sustituyó después por un sólido edificio, en el que Juan toma de la gran Tenochtitlán se había consumado dos años antes, por lo que
Melgarejo Ponce de León hizo a sus expensas la iglesia y la Audiencia las no es extraño que lo atendiera el Capellán del conquistador, fray Bartolomé
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764 P.IV. La irradiación de la Iglesia
los pueblos y a los administradores del hospital, y allí también se organizaban
de Olmedo, y que en él sirvieran «por hacer caridad» soldados de Cortés las fiestas a la patrona de la cofradía, Nuestra Señora de la Concepción.
como Antonio de Villarroel y Juan de Cáceres, ni que el doctor Ojeda, el Los cofrades, hombres y mujeres, se turnaban semanalmente para ser-
médico que los acompañaba, trabajara en él. Todos ellos con otros poblado- vir en el hospital, al que llamaban «Casa de María Santísima», en donde ellas
res constituyeron la Cofradía de la Caridad. Atendía especialmente a espa- atendían a los enfermos, mientras sus maridos trabajaban las tierras con que
ñoles, aunque había sala para indios. Se regía por las Ordenanzas del de Las se sostenía la institución.
Llagas, de Sevilla. La estancia en el hospital de los semaneros iba dando paulatinamente a
La generosa dotación que el conquistador le dio y el interés que en él todo el pueblo instrucción en la doctrina cristiana que allí se estudiaba, a la
puso su hijo, segundo marqués del Valle, hicieron de él uno de los mejores vez que la práctica de la caridad, lo cual les creaba y daba sentido a una
de la ciudad. Tradición que ha continuado hasta nuestros días, perdurando conciencia de responsabilidad comunitaria. Como el gobierno de los hospi-
así la obra benéfica que Hernán Cortés legara a los pobres. tales y pueblos estaba en manos indígenas, al elegir a sus autoridades iban
Las fundaciones realizadas en favor de los indígenas en las zonas rurales adquiriendo la responsabilidad personal del sistema democrático.
se iniciaron poco después. Así fueron desarrollándose simultáneamente En los actos de asistencia a los enfermos, que aprendían en el hospital,
ambos tipos de hospitales, de acuerdo a las necesidades en una u otra zona. les enseñaban que los puestos públicos eran para servir a la comunidad y no
Los de tipo rural fueron creados para los indígenas durante los siglos para ensoberbecerse y enriquecerse.
xvi y xvil. Su primer propósito fue defender su salud física ante las epide- La medicina que se ejerció en ellos fue de dos tipos: la indígena, porque
mias. El segundo objetivo fue organizarlos en pueblos, en los que la acción las ordenanzas de estas instituciones disponían que «los sabios indios» que
comunitaria cristiana de verdad les permitiese conseguir para todos una vida conocían las virtudes de las hierbas fueran a servir en los hospitales, y
mejor dentro de esa cultura occidental y nueva organización política que se además la medicina española, ya que las ordenanzas indicaban también que
les había impuesto, destruyendo sus organizaciones económicas, sociales, debían contratarse a médicos, cirujanos y boticarios.
religiosas y políticas. Estos hospitales de indios fueron importantes centros de salud, cuyos
Este sistema hospitalario fue iniciado por Vasco de Quiroga, primero beneficios constató y valoró el indígena, según lo demuestran sus constantes
en sus hospitales-pueblos de Santa Fe de México (1528) y Santa Fe de La solicitudes de erección que presentaban ellos en sus propias lenguas a los
Laguna, en Michoacán; después, en el hospital de la Concepción y Santa virreyes.
Marta de Pátzcuaro, y los demás que fundó, en los curatos de su vasto La expansión de los hospitales indígenas no alcanzamos aún a precisarla
obispado. Paralelamente, y al lado de Quiroga, están los agustinos y los con exactitud. Hasta ahora hemos constatado más de ciento setenta institu-
franciscanos, que abandonaron «la descansada vida» de sus conventos hispa- ciones distribuidas en una zona que abarca desde Yucatán, en el sudeste,
nos y se metieron en el «mundanal ruido» de la lucha para defender la hasta Durango, en el norte, y desde Colima y la Tierra Caliente, en el
justicia, enseñar las verdades de la fe cristiana y vivir en caridad con aquellos Pacífico, hasta las costas del Golfo de México.
que los suyos habían subyugado. Por ejemplo, mencionaremos a los grandes También en la ciudad de México hubo un hospital para indígenas: el
hospitalarios franciscanos y agustinos, fundadores de pueblos, como el fran- Real de San José de los Naturales, que fue el único en zona urbana dedicado
ciscano Juan de San Miguel; el agustino Francisco de Villafuerte, llamado el a ellos. Se erigió a petición de la Real Audiencia ante el desamparo de los
esculapio de la Tierra Caliente; los franciscanos Alonso de Molina, Andrés que llegaban a la ciudad española o vivían en los barrios indígenas.
de Olmos, etc.
El príncipe don Felipe lo aprobó, tomando la responsabilidad de edifi-
Nombres que no pueden separarse de pueblos y hospitales que entrega- carlo a costa de la Real Hacienda, con una dotación de 2.000 pesos de oro.
damente fundaron, como Uruapán, Angangueo, Tetlán, Erongarícuaro, Pe- Se inauguró siendo virrey don Luis de Velasco I, y se amplió y hermoseó,
ribán, Autlán, Tiripetío, Acámbaro, Yuriria, Guango, Cuitzeo, etc., y los de haciendo de él un gran hospital, bajo el gobierno de don Martín Enríquez,
la sierra de Puebla y los que establecieron en los actuales estados de Tlaxca- en 1568. Para sustentarlo, el rey le asignó 400 pesos anuales y el «medio real
la, México, Guerrero, Colima, Jalisco, Morelos, Yucatán, Chiapas y Oaxaca. de hospital» que todos los indígenas debían pagar anualmente para tener
Zonas estas dos últimas en las que intervinieron también los dominicos. ellos y sus familias derecho a los servicios. Esto fue, en otras palabras, el
Apoyan la obra de los hospitales de indios los virreyes Luis de Velasco, establecimiento de un seguro médico para los naturales, sistema que perdu-
Martín Enríquez y otros más que les concedieran mercedes de tierras. ró hasta la independencia.
Al erigir los pueblos, los fundadores colocaban en el centro el hospital La institución estuvo siempre a cargo del gobierno civil. Esta disposi-
con su capilla y en ella establecían la Cofradía de la Limpia Concepción. Este ción se hizo extensiva a todos los hospitales de indios sujetos al Patronato.
fue el fundamento del servicio hospitalario y vínculo de unión entre el Su funcionamiento estaba a cargo de un mayordomo y un administra-
pueblo (sanos) y el hospital (enfermos). La institución era el centro integra- dor, al que hay que añadir una amplia plantilla de médicos cirujanos, botica-
dor de salud, vida religiosa, social y política. Allí se curaba a los enfermos y rio, enfermeros, enfermeras y capellanes, que sabían las más importantes
se hospedaba a los peregrinos; en él se elegía a los gobernantes indígenas de
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lenguas indígenas, como el náhuatl y el otomí. Los servicios médico-quirúr- El obispo Manuel Fernández de Santa Cruz (1677-1699) lo renovó total-
gicos tuvieron gran importancia, ya que la institución funcionaba como mente, agrandando el edificio y reorganizando sus servicios.
hospital universitario. En él se hizo, en 1576-1577, la primera autopsia de Hacia 1722, el racionero de la catedral, don Ignacio Domenech, siendo
que se tiene noticia en Nueva España. rector del hospital de San Pedro, lo convirtió en el más avanzado nosocomio
En el siglo XVIII funcionaba allí la Academia de Anatomía y se daban los de Nueva España, tanto por los amplios servicios sociales que en él se
cursos de cirugía, estableciéndose la Real Escuela de Cirugía en 1770. prestaban como por el inmejorable servicio médico. Entre aquéllos se cuen-
Establecido por los franciscanos frente a su convento, en la ciudad de ta la atención a las familias de los hospitalizados, el cuidado de los niños de
México hubo en el siglo XVI un hospital infantil para indígenas, mientras que madres enfermas, proporcionándoles casa-cuna y escuela, y la organización
en el hospital de Santa Fe había casa-cuna. de sacerdotes visitadores, hoy diríamos asistentes sociales, que buscaban a
los pobres para llevarlos a la institución. Para un mejor ejercicio de la
B) Fundaciones de obispos novohispanos medicina y la cirugía había un anfiteatro de anatomía en donde se realizaban
En México, capital del virreinato, fray Juan de Zumárraga fundó en investigaciones médicas, ya que fue también hospital universitario. En 1802
1539-1541 el hospital del Amor de Dios para enfermos de sífilis, hombres y se fundó allí la Academia de Medicina de Puebla.
mujeres, los cuales no eran recibidos en el hospital de Cortés por temor al En la ciudad de Mérida, Yucatán, el obispo franciscano Francisco de
contagio. Toral, aprovechando la donación que de sus casas habían hecho Gaspar
El gobierno le dio por edificio unas casas que él había mandado cons- Suárez de Avila y su mujer, Isabel Cervantes, estableció el hospital de Nues-
truir y le asignó para su sostenimiento, además de los novenos de los diezmos tra Señora del Rosario. Como obra diocesana fue favorecida por otros
de su catedral, las rentas de tres casas. La caridad constante de este prelado obispos, como el franciscano Diego de Landa, el agustino Gonzalo de Sala-
se manifestaba a diario en la atención personal a los enfermos, a quienes zar y muy especialmente por ese gran hospitalero padre de los pobres que
visitaba, consolaba y aun daba de comer. fue el obispo Antonio Alcalde. Estos prelados contribuyeron a conservar,
Esta obra benéfica estuvo en servicio y al cuidado de la archidiócesis ampliar el edificio y dar mejores servicios ,a los pobres, no sólo con los
más de tres siglos. En ella se esmeraron los sucesores de Zumárraga tanto en diezmos correspondientes sino con sus rentas personales, y consiguiendo del
mejorar como en ampliar el edificio y ejercer en él su caridad personal con rey y de los cristianos pudientes fuertes limosnas. En el siglo XVII fue puesto
los pobres enfermos. Dejó de existir en 1788, cuando el obispo Núñez de al cuidado de los juaninos, que lo atendieron hasta los inicios del XIX.
Haro lo refundió en el general de San Andrés. En su antiguo edificio se En la ciudad de Morelia, Michoacán, recién trasladada la sede episcopal
instaló la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos. que estableciera en Pátzcuaro Vasco de Quiroga, el obispo agustino Juan de
En la capital del virreinato, el último hospital episcopal fue el de San Medina Rincón (1580-1588) estableció el hospital del Nombre de Jesús,
Andrés, establecido en 1779, de forma provisional, por el obispo Alonso que, como los antes citados, se sostenía con los diezmos de la diócesis. El
Núñez de Haro y Peralta, ante la epidemia de viruela que asolaba a la ciudad obispo Juan Ortega y Montañés, deseando la mejor atención para los po-
de México. En 1788, con el aplauso regio, le dio carácter definitivo, hacien- bres, cedió al hospital, en 1694, el palacio que se había construido.
do de él un hospital general moderno con capacidad de mil camas. No fue Poco antes de 1557, un grupo de pobladores de la ciudad de Guadalaja-
sólo un asilo de indigentes, sino un centro de salud en el que todos, excepto ra (Audiencia de la Nueva Galicia) formó una cofradía y estableció el hospi-
los miserables, pagaban sus estancias. Contó con el mejor servicio médico- tal de la Santa Veracruz. En ella se reunieron seglares y sacerdotes seculares
quirúrgico, farmacia, laboratorio de investigaciones y una cátedra de medi- con el objeto de socorrer a los enfermos. Hicieron el edificio y sostenían
cina clínica. A este arzobispo se debió la conclusión de la casa-cuna del Señor todos los gastos de la institución a base de recoger limosnas entre los veci-
San José, que iniciara su antecesor, don Antonio de Lorenzana, en 1771. nos. El crecimiento de la población y la consecuente mayor demanda en los
En la ciudad de Puebla de los Angeles los regidores habían establecido servicios les hizo acudir al rey, quien lo tomó bajo su protección y le otorgó
hacia 1539 el hospital de San Juan de Letrán, que se sostenía con las 5.000 pesos en oro de minas. En el siglo XVI atendía sólo a sifilíticos y daba
limosnas de los vecinos, pero como por disposición pontificia el patronato albergue a viajeros desvalidos.
había pasado al primer obispo, fray Julián Garcés, y sus sucesores, la mitra lo En la misma ciudad de Guadalajara, el obispo fray Domingo Arzola
tomó a su cargo. En esa misma ciudad, el cabildo catedralicio -sede vacante- (1582-1590), considerando las extremas necesidades en su amplísimo obis-
fundó en 1545 el hospital de San Pedro, al que sostenía con los diezmos. De pado neogallego, de acuerdo con el deán y cabildo, fundó en 1587 el
acuerdo al interés que en los pobres tuvieron los distintos obispos, el hospi- Hospital General de San Miguel, estableciéndolo en las casas que ocupaban
tal vivió períodos de mediocridad o de gran auge, como fueron entre estos las monjas dominicas, a las cuales había dado nuevo convento. De acuerdo a
últimos las prelacias de don Pedro de Nogales Dávila y d o n j u á n de Palafox la erección de aquella catedral, destinó al hospital la decimoctava parte y
y Mendoza (1640-1655), que le anexionó el de San Juan de Letrán, que media de los diezmos y algunas propiedades más. A él acudían tanto españo-
atendía sólo a mujeres, dándole categoría de hospital general de la ciudad. les como indios, mestizos, negros, mulatos, libres y esclavos, que empezaban
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a poblar aquellas vastas regiones: Sinaloa, Nayarit, Sonora, Chihuahua,
Durango y Zacatecas. menso corazón, iniciando así la cadena de hospitales más importante de
En el siglo XVII sufrió un período de decadencia, acentuada, pese a los Nueva España. Al mismo tiempo, con un grupo de amigos organiza una
esfuerzos del obispo Colmenero, a causa de la disminución de los diezmos Hermandad, que será la base de la primera Orden hospitalaria hispano-
por la división de la diócesis. Empero, en el xvin, el gran obispo Antonio americana: los Hermanos de la Caridad de San Hipólito. Con esto, su vida y
Alcalde, considerando que el hombre más pobre y desvalido es el enfermo, obra trascenderán y durarán por siglos.
le dio nueva vida e hizo a sus expensas el gran edificio que en forma radial Para auxiliar a los viajeros que llegaban enfermos por las rutas del
construiría el arquitecto Martín Ciprés. El hospital fue inaugurado el 3 de Atlántico y del Pacífico estableció hospitales. Y en recuas de muías, primiti-
mayo de 1734. Sus sucesores fijaron a la puerta un letrero que dice: «Anto- vas ambulancias, dirigidas por los hermanos, los llevaban a la ciudad de
nio Alcalde, a la humanidad doliente». Durante algunos años los betlemitas México, donde los recién llegados hallaban en San Hipólito hospedaje mien-
estuvieron encargados de los servicios hospitalarios. En la actualidad, bajo tras restauraban su salud.
un patronato civil, sigue funcionando como hospital de caridad. A la isla de Cuba envía, en 1566, a los hermanos Domingo Nieto y
En Nombre de Dios, pequeña población del estado de Durango, antes Cristóbal Anaya, «bien experimentados en el amor de Dios y del prójimo»,
provincia de Nueva Vizcaya, el generoso vecino Juan de Espinosa dio su casa para que funden allí un hospital que anticipara la recepción de enfermos. En
para establecer en ella un hospital. El obispo aprobó la fundación y le dio esa puerta de entrada a Nueva España que era la antigua Veracruz estableció
por titular La Caridad. Aunque al principio vivió de la limosna pública, hacia un hospital en 1569 y otro más en la misma fecha en la isla de San Juan de
1595 empezó a gozar de parte de los diezmos de la catedral de Guadalajara, Ulúa, hospitales que cobraron mayor importancia después al ser trasladados
diócesis en la que estaba comprendido. El hospital tenía salas para españoles a la Nueva Veracruz, donde unidos formaron en 1606 el de San Juan de
y otras para indios. Montesclaros.
La ruta hospitalaria se continuó con los hospitales de la Concepción en
C) Fundaciones de laicos y de Ordenes hospitalarias Jalapa, en 1569, y el de San Roque en Puebla, en 1596.
En ese siglo XVI, que bien puede llamarse el de las grandes fundaciones También se prolongaba la ruta hacia el sur, penetrando primero en el
hospitalarias, la acción de la caridad fue ejercida ampliamente por los segla- actual estado de Morelos. Allí, en Oaxtepec, donde los sabios indígenas
res. Laicos que actuaban solos, como fue el caso de Hernán Cortés, o bien cultivaban las hierbas medicinales, levantó el hospital de la Santa Cruz, que
que se agrupaban en hermandades para hacer más efectivas sus obras. no sólo fue un centro de salud, sino lugar de investigaciones botánicas
Ante el abandono que padecían los leprosos, deambulantes por las aplicadas a la medicina; en ese lugar el siervo de Dios Gregorio López,
calles de la ciudad de México, un médico, el doctor Pedro López, estableció residente en el hospital, escribió su libro Tesoro de la Medicina, obra que los
en 1572 el hospital de San Lázaro. No obstante su preeminente posición en Hermanos de la Caridad utilizarían en copias manuscritas como manual
la corte virreinal y en la universidad, amó tanto a los leprosos, que los para curar a los enfermos en todos sus hospitales, mezclando así la medicina
cuidaba personalmente, muriendo entre ellos. Para los negros, mulatos y hispana con la local.
demás mezclas dejaba ya funcionando desde 1586 el hospital de la Epifanía, Hasta el puerto de Acapulco llegó Bernardino, levantando ahí el hospi-
mostrando así con el simbólico nombre que en el amor cristiano también tal de Nuestra Señora de la Consolación en 1584, para auxilio de los que en
ellos tenían cabida. Al lado de dicho hospital había establecido desde 1590 las naos llegaban de las Filipinas, de China y del Perú.
el de Nuestra Señora de los Desamparados, casa-cuna, para salvar la vida de Los Hermanos de la Caridad atendieron, además de los hospitales
los niños que las madres desechaban por ser fruto del mestizaje violento de fundados por ellos, otros a los que fueron llamados, entre los que se cuentan
la conquista. el de Nuestra Señora de Belén, en Perote, Veracruz, desde 1568; el de
A mediados del siglo XVI, un joven español llamado Bernardino Alvarez, Nuestra Señora de Loreto, para mujeres sifilíticas y prostitutas en general,
enriquecido en Perú, regresó a Nueva España, de la que había escapado por fundado por el cirujano Pedro Ronson en el puerto de Veracruz; el Real de
líos con la justicia. La muerte de su madre le hace reflexionar sobre el Nuestra Señora de la Concepción, en Querétaro, establecido por el cacique
efímero valor de la riqueza mundana y en un sincero y definitivo desprecio otomí don Diego de Tapia en 1586 y entregado a los hipólitos en 1624; el de
de ella va volcando sus arcas y entregando su propia vida al servicio de los San Cosme y San Damián, fundado hacia 1570 por el obispado oaxaqueño,
enfermos, en especial de los dementes. Para ellos establece en 1566 el y entregando en 1613; el hospital del Espíritu Santo, establecido en 1602
hospital de San Hipólito, que fue la matriz de todos los que se establecieron por ese matrimonio generoso que formaban Alonso Rodríguez de Vado y
después. Ana de Zaldívar, fue puesto a su cuidado por los propios fundadores. En la
El amparo que ofrece a los locos no le hace olvidar a los cuerdos. Para ciudad de Guatemala tomaron a su cargo el Hospital Real. Todo ello hace un
éstos, que ha conocido enfermos en los largos caminos que él ha recorrido, total de quince instituciones atendidas durante más de doscientos años. En
el hoy venerable Bernardino Alvarez extiende también los brazos y su in- el siglo XIX, la Orden de la Caridad fue suprimida.
La atención a los pobres enfermos y convalecientes se incrementó a
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partir del siglo XVII con la llegada de dos Ordenes hospitalarias: los juaninos Tercera y sus familias. El sostenimiento de la institución estribaba en las
o Hermanos de San Juan de Dios, en 1606, y los betlemitas, en 1675. Los grandes donaciones de los ricos y en las cortas limosnas de los pobres.
primeros vinieron a hacerse cargo de hospitales ya existentes que se encon-
traban en mal estado en cuanto a locales y peor en cuanto a servicios. Su E) Hospitales para trabajadores
Orden, constituida por hermanos enfermeros y médicos, efectuó una verda-
dera renovación de los servicios y de los edificios, los cuales hoy son conside- Hubo un sistema de seguro médico: el de las cofradías gremiales que
rados como joyas de la arquitectura nacional mexicana. agrupaban a los artesanos de las ciudades. Estas daban a sus miembros una
La aceptación que tuvo su obra entre los novohispanos hizo que llega- ayuda cálida y generosa, consistente en servicios médicos domiciliarios o
ran a tener a su cargo diecinueve hospitales urbanos, muchos de los cuales atención en hospitales contratados por las cofradías; ayuda a la familia
fueron fundación propia. En todos ellos hubo frailes, que fervorosamente mientras el cofrade estaba incapacitado, y en los casos de fallecimiento, el
entregaron sus vidas sirviendo a los pobres. Sin embargo, no todos durante pago del entierro y misas. Posteriormente extendían su ayuda a la viuda y
dos siglos fueron heroicos, pues hubo acusaciones y quejas en su contra a huérfanos. El seguro médico va constituyendo para quien lo disfruta un
fines del XVIII, época decadente que coincide con la pérdida de la mística sistema digno que encaja en el concepto de justicia social, que aún no dejaba
hospitalaria en todo el mundo. de ser caridad.
Los betlemitas vinieron a llenar una necesidad básica en la obtención de Este sistema se extendió a los hospitales de la ruta del comercio maríti-
la salud: la eficaz convalecencia que los pobres no podían recibir en sus mo desde el siglo XVI. Así lo vemos funcionando en el hospital de Nuestra
hogares. Esta Orden, iniciada en Guatemala por el venerable Pedro de San Señora de la Consolación de Acapulco, en el de Nuestra Señora de los
José de Betancur, llegó a México en 1675. Con el apoyo del arzobispo Payo Remedios de Campeche, en el de la Caridad o San Juan de Montesclaros de
Enríquez de Rivera tuvieron un pequeño hospital que poco después trans- Veracruz, donde los miembros de la armada, los alijadores y los esclavos del
formaron en el gran hospital de Nuestra Señora de Belén. Su obra se rey hallaban cabida.
extendió al hospital de San Cosme y San Damián (Guadalupe) de Oaxaca, al En forma semejante funcionaban los hospitales de los centros mineros,
de Nuestra Señora de Belén de Puebla y al hospital diocesano de Guadalaja- dispuestos por orden de Felipe II (Recopilación de leyes de los Reinos de las
ra ya mencionado. Indias, libro 6, tít. 15, ley 1) y establecidos por los dueños de las minas por
Una de las razones que acrecentó el aprecio de la sociedad virreinal a los intereses, diríamos, económico-humanitarios, en los que la caridad se queda
betlemitas fue el que, además de atender a los convalecientes, realizaban con en una interrogante. Así, los hubo en Guanajuato; en Ramos, Jalisco; en San
gran interés la gran obra de misericordia de enseñar a los niños pobres en José del Parral, Chihuahua; en Taxco, Guerrero, y en Pachuca, Hidalgo.
escuelas que establecían en sus propios hospitales. Todos éstos atendían a los trabajadores negros, indios, mulatos y mezclas, y
a sus familias, mediante un descuento de su salario.
D) Fundaciones de asociaciones religiosas Los trabajadores y esclavos de los ingenios azucareros se atendían en
enfermerías dentro de cada uno de ellos, pero, en caso de requerir un
El sentido de confraternidad que existió entre los miembros de asocia-
especial cuidado, los dueños de los trapiches les pagaban su estancia en
ciones religiosas hizo surgir en la ciudad de México tres importantes hospi-
hospitales urbanos.
tales.
Uno de ellos fue el de San Pedro, fundado en 1689 por el abad de la
Congregación de Sacerdotes y tesorero de la catedral, don Manuel Escalante F) Casas-cuna y hospicios
y Mendoza, con el propósito de que fuese colegio para fomentar la vida Para recoger a las niñas mestizas en edad escolar, la cofradía del Santísi-
religiosa en el clero secular, hospedería para alojar a los sacerdotes foráneos mo Sacramento fundó el colegio de niñas de Nuestra Señora de la Caridad
o carentes de familia y hospital para los ancianos y dementes. en 1548. Los franciscanos establecieron para los niños mestizos el colegio de
La congregación de laicos titulada El Divino Salvador, dirigida por los San Juan de Letrán. Procurando amparar a las doncellas huérfanas y viudas
jesuítas, tomó a su cargo el cuidado de las mujeres dementes que el generoso pobres se crearon recogimientos piadosos en toda Nueva España. En gene-
carpintero José de Záyago había iniciado con la ayuda del obispo don Fran- ral fueron obra de terciarias franciscanas y carmelitas.
cisco Aguiar y Seijas. Los congregantes construyeron a su costa un impor- En la ciudad de Puebla de los Angeles el presbítero Cristóbal de Rivera
tante edificio y tomaron para sí la responsabilidad de atender en todo a las y su hermana doña María fundaron la casa-cuna de San Cristóbal en 1604.
enfermas, haciéndolo siempre con gran generosidad. La institución funcio- El chantre de la catedral de México, don Francisco Ortiz Cortés, con sus
nó en esta forma hasta la expulsión de los jesuítas, después de la cual se propios bienes, fundó en 1774 el Hospicio de Pobres, magna institución
encargó de ella el gobierno. dedicada al socorro de los miserables.
Los terciarios franciscanos de la ciudad de México establecieron en el En la ciudad de Guadalajara, el obispo don Juan Ruiz de Cabanas
año de 1760-1761 un gran hospital para atender a los miembros de la Orden levantó a su costa, en 1809, el más importante hospicio del virreinato.
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de la conquista, la institución benéfica por excelencia, la de los hospitales, y
En la ciudad de Querétaro, Bárbara Josefa Dominga Vergara fue la Ciudad de los Reyes, Lima, la primera en tenerlos.
(1747-1809) fundó y dotó una de las más completas obras en beneficio del El 16 de marzo de 1538, Francisco Pizarro, justicia y regidores de la
prójimo: hospicio de pobres, casa de expósitos y ayuda a los campesinos. ciudad señalaron los solares para la edificación del hospital de Nuestra
Actualmente es la Fundación Vergara. Señora de la Concepción. Tanto interés se tuvo en ello, que a finales del
mismo mes ya desempeñaba la mayordomía, que tenía a su cargo los trabajos
Juan Meco o Mesa; este hospital llegó a tener una capacidad de cuarenta
III. CENTROS BENÉFICOS EN GUATEMALA camas.
La institución, dedicada al amparo de los españoles que llegaban enfer-
En Guatemala, los dominicos fray Matías de Paz y fray Pedro de Ángulo,
mos y carecían de alojamiento y trabajo, fue objeto de la ayuda no sólo del
movidos ante el desamparo de los indios esclavos y enfermos pobres, inicia-
ayuntamiento limeño, sino también de los virreyes y aun del rey mismo. Para
ron en una rústica vivienda con techo de paja el hospital de San Alejo, que
mejorarlo, en 1545 se le cambió de lugar, y después, bajo el gobierno del
en 1548 tuvo edificio formal frente al convento de Santo Domingo. El
virrey Andrés Hurtado de Mendoza, se reedificó totalmente, haciendo un
obispo don Francisco Marroquín fundó en 1559 el hospital de Santiago para
gran edificio que ocupaba toda una manzana. Se tituló entonces de San
españoles, ofreciendo el patronato al rey, quien le dotó con 1.000 pesos. En
Andrés, en honor de su patrocinador. Disponía de salas para españoles, para
1636, estando a cargo de los juaninos, ambos se unieron.
mujeres y para dementes. El virrey Francisco Toledo hizo sus ordenanzas de
En 1638, el capitán general Alvaro Quiñones Osario, marqués de Lo-
gobierno.
renzana, fundó el hospital de San Lázaro.
Orígenes más modestos, aunque destino más grande, tuvo el hospital de En 1602, otro virrey, don Luis de Velasco, bajo consejo del sacerdote
Nuestra Señora de Belén. Su fundador fue Pedro de San José Betancur, jesuíta Juan Sebastián, organizó una hermandad de hombres honrados y
nacido en 1626 en la isla de Tenerife, Canarias. Llegado a Guatemala, ricos que tomaron a su cargo el manejo del hospital. Fue su primer mayor-
conoció los sufrimientos de los pobres al hospedarse en un qbraje, donde a domo don Juan Rodríguez de Cepeda.
manera de prisión trabajaban los esclavos castigados por sus amos. Profesó Es muy importante mencionar la existencia de hermandades en casi
como terciario franciscano y, desprendiéndose de todo, se entregó al servi- todos los hospitales sudamericanos, organizaciones de laicos que, deseando
cio de enfermos e ignorantes. practicar la caridad, lo hacen a través de las instituciones hospitalarias. Ellos
En 1666 obtuvo del ayuntamiento un terreno en donde hizo un rústico recogían limosnas, vigilaban la buena atención a los enfermos, peregrinos y
hospital con techo de paja, colocando en el oratorio una imagen de Nuestra huérfanos, a lo cual algunos añadieron su servicio personal.
Señora de Belén, como titular de su obra. Poco después, con las limosnas de En 1550, el arzobispo Jerónimo de Loaysa, conmovido por la pobreza
los vecinos y bajo la aprobación y apoyo del obispo Payo Enríquez de Rivera, y enfermedades de los indios que servían en las encomiendas y ranchos de
que lo consideró «varón grande y digno de reverencia», inició la construc- españoles, estableció el hospital de Santa Ana con el propósito de que en él
ción de un gran edificio e iglesia y dispuso en él celdas para sus compañeros, hallaran remedio «las dolencias del cuerpo y salud de sus almas con la
que se habían constituido en hermandad. catequesis y bautismo».
El venerable Pedro de San José Betancur murió en 1674 sin ver conclui- Los arzobispos Loaysa y Santo Toribio de Mogrovejo tuvieron enfren-
do el hospital, pero su sucesor, el marqués Rodrigo Arias Maldonado, con- tamientos con las autoridades civiles, las cuales obstaculizaban las fundacio-
vertido en fray Rodrigo de la Cruz en 1668, terminaría la obra material y nes de hospitales para indios, negándoles los dineros que les correspondían
lograría transformar la Hermandad en la Orden hospitalaria betlemita apro- para la hospitalidad, pues por ley se disponía que de los tributos pagados por
bada por el papa Clemente X. los indios se separase un tomín o cinco reales para los hospitales que debían
Las terciarias franciscanas Agustina de Mesa y su hija Mariana de Jesús establecerse en la cabecera de cada cacicazgo o repartimiento. Empero,
pidieron a fray Rodrigo de la Cruz que las admitiese en la Orden para gracias al esfuerzo hecho por las autoridades eclesiásticas, Ordenes religio-
formar la rama femenina. En 1706 profesaron y denominaron a su hospital sas y hermandades, se logró que en todas las ciudades del Perú y pueblos de
Portal de Belén. indios hubiese siempre «casa de salud». El hospital de Santa Ana de Lima se
comenzó a edificar en 1549 y se inauguró el 2 de enero de 1550.
En 1607 se organizó una hermandad de personas ricas de la ciudad,
IV. CENTROS BENÉFICOS EN AMERICA DEL SUR siendo su primer mayordomo don Jerónimo de Avellaneda. Las ordenanzas
de esta cofradía fueron aprobadas por el virrey, marqués de Montesclaros,
A) Hospitales e n Lima en 1609.
En 1624 se hicieron mejores enfermerías, que aumentaron la capacidad
Al extenso virreinato del Perú, que dio lugar a las nueve naciones que de sus servicios a 300 camas, y se reedificó la iglesia.
hoy componen la Sudamérica española, se extendió también, desde los años
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En el siglo XVI, acercándose a las necesidades de los limeños pobres, se
B) Hospitales en otros lugares del Perú
fundaron cuatro hospitales más. La Hermandad de la Caridad y Misericor-
dia estableció y sostuvo desde 1559 el hospital de la Caridad San Cosme y Simultáneamente, la obra hospitalaria fue extendiéndose a las capitales
San Damián, dedicado al amparo de las mujeres enfermas y doncellas huér- de provincia y pueblos de todo el Perú. En el Cuzco, en la segunda mitad del
fanas, por lo que funcionó también como colegio. La hermandad les daba siglo XVI, surgen en 1550 el hospital de San Lázaro, obra de Juan de Villalo-
dote para el matrimonio o para el monjío. Además, ofrecía atención médica bos, y en 1556 el de naturales de Nuestra Señora de los Remedios, promovi-
y medicinas a las pobres vergonzantes y extendía su acción más allá de la do por los vecinos y el cabildo de la ciudad. Para españoles, se establecieron
muerte sepultando a las miserables y mandando decir misas por enfermas y el hospital de San Bartolomé y el de San Andrés, fundados por Andrés Pérez
difuntas. de Castro para mujeres y colegio de doncellas huérfanas. El obispo Molline-
Hacia 1563, el espadero Antón Sánchez, en las afueras de la ciudad de do estableció en 1696 el de Nuestra Señora de la Almudena para atender a
Lima, fundó un hospital para leprosos bajo el título de San Lázaro, donde los convalecientes y sacerdotes.
atendió a los enfermos, hasta su muerte. El presbítero Cristóbal López El obispo Bartolomé Díaz de las Heras (1791-1806) fundó en el pueblo
prosiguió su obra. Años después, en 1632, la Hermandad de San Lázaro de Sincuani un hospital para indígenas, e igual hizo en Huaura el obispo
reconstruyó el edificio y cuidó de los enfermos durante más de cien años. En Juan Castañeda Velázquez. Aun cuando para servicio de los enfermos exis-
el siglo XVIII fue nuevamente ampliado mediante la ayuda virreinal, conti- tían las hermandades, los obispos, ayuntamientos, los virreyes, y aun las
nuando así su existencia hasta la independencia. hermandades mismas, van a apoyarse en las Ordenes hospitalarias, ya que
En 1586, doña María Esquivel, esposa del capitán Cristóbal Sánchez, entre ellos muchos eran médicos, enfermeros y aun boticarios.
construyó a sus expensas el hospital de San Diego para atender a las convale- Cerca de la diócesis de Guamanga, el cabildo civil estableció en 1555 un
cientes. Su institución estuvo primeramente a cargo de una hermandad de la hospital para indígenas, en el que se distinguió por su inmensa caridad
que ella formaba parte, sirviendo a los enfermos personalmente bajo el Pedro Hernández Barchilón, soldado de la conquista y prófugo político que
título de «sierva de los pobres». Al morir su marido, lo entregó a los Herma- dedicó su vida al servicio de los pobres. Su nombre quedó desde entonces
nos de San Juan de Dios. como sustantivo propio de los buenos enfermeros. A su lado se destacó el
Hubo en Lima un hospital, titulado del Espíritu Santo, dedicado a los noble indio Martín de Ayala, descendiente de Tupac Yupanqui, quien, orde-
marinos que llegaban del puerto de Callao y del de San Pedro, establecido nado sacerdote, dio sus bienes a los pobres y se entregó al servicio de los
por una cofradía formada por veinticuatro sacerdotes, que en 1597, con la enfermos en calidad de capellán. En 1628, la institución fue entregada a los
anuencia del virrey don Luis de Velasco, lo edificaron, dedicándolo a sus Hermanos de San Juan de Dios.
congéneres. A partir de 1683 se hizo cargo de la institución la Congregación En el noroeste del Perú hubo varios hospitales, como el de Huarás,
del Oratorio de San Felipe Neri, representada por el presbítero Alonso
fundado por el cura del lugar y los hermanos betlemitas, y los varios de
Riero de Pastrana.
Huánuco, atendidos por una congregación de mujeres Terciarias Francisca-
Durante el siglo XVII surgen cuatro hospitales más, que van llenando nas de la Inmaculada.
necesidades no atendidas durante la centuria anterior, como lo fueron en Los cristianos vecinos de Cajamarca establecieron en 1677 el de Nues-
1600 el Hospital Infantil, obra de Luis Pecador Ojeda. La institución tuvo tra Señora de la Piedad, para españoles e indios. En Chachapoyas, desde el
como finalidad atender, además de a niños enfermos, a los abandonados, siglo XVI, se hizo hospital de indios, que en 1674, a petición del pueblo, se
funcionando también como orfanato y escuela de primeras letras. Se ocupa- entregó a los betlemitas. El hospital de Santa Ana, en Piura, fundado en
ba de ello la Hermandad de Nuestra Señora de Atocha. 1678, fue la última avanzada de protección al pobre en el norte.
Hacia 1642 aparece como obra del jesuíta Francisco del Castillo el En el sur existieron el hospital de Huanta, fundado en 1680 por el
hospital de San Bartolomé, dedicado a los negros. obispo de Guamanga, Cristóbal Castillo Zamora, mientras en Arequipa el
Para ayudar a los pobres convalecientes se establecieron dos hospitales. obispo Juan Almoguera había establecido desde 1670 otro que puso a cargo
El de Nuestra Señora del Carmen, fundado por el indio Juan Cordero y de los Hermanos de San Juan de Dios.
apoyado por el sacerdote Antonio de Avila, recibía a los naturales que salían Más al sur, en San Juan de Frontera de los Chapoya, el vecino Pero
del hospital de Santa Ana. A partir de 1671 quedó a cargo de los betlemitas. Jiménez había fundado en el siglo XVI, con licencia del arzobispo Loaysa, el
Al sacerdote burgalés Antonio de Avila se debió el otro, dedicado en 1677 a hospital de San Juan, gracias a las limosnas del capitán Juan Pérez de
las mujeres convalecientes y nombrado de San Pedro de Alcántara. Guevara y los vecinos, quienes para atenderlo constituyeron una her-
Fue el agustino fray José de Figueroa quien en la segunda década del mandad.
siglo XVIII fundó el hospital de incurables, conocido como de Nuestra Seño- En Moquegua, el presbítero Fernández Maldonado y el cabildo civil
ra del Refugio. Posteriormente lo tuvieron a su cargo los betlemitas. establecieron otro más hacia 1726.
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monarca, y en Nombre de Dios ya existía en 1531 una institución hospitala-
C) Hospitales fuera del Perú ria y otra en Nata.
La obra hospitalaria se extendió a toda la población donde había necesi- Esta proliferación de hospitales en una extensión territorial tan corta
dades de ayudar al pobre. En Cali, Colombia, se levantó el hospital de Santa indica el auxilio requerido por quienes cruzaban el insalubre territorio para
María de las Nieves hacia 1551; en 1556, el rey ordenaba a la Audiencia del embarcarse hacia el virreinato del Perú, y asimismo muestra la generosidad
Nuevo Reino de Santa Fe hacer uno más, y posteriormente el franciscano de quienes los crearon recabando limosnas, pidiendo indulgencias para los
Juan de Barrios, obispo de Santa Fe, donó su casa para hacer el general de moribundos y sirviéndolos aun en los trágicos momentos de los ataques
San Pedro, que encomendó a los Hermanos de San Juan de Dios. En Tunja piratas, como el de Morgan en 1668.
y en Medellín tampoco faltaron hospitales. Bajando por la costa del Pacífico se hallaban el de Santa Ana, fundado
En la que era entonces Villa de San Francisco de Quito, el presidente de en Paita hacia 1678, y el de San Sebastián en Trujillo, obra del obispo Juan
la Audiencia, Hernando Santillán, fundó en 1565 el hospital de la Santa de la Calle y Cienfuegos, que estuvieron a cargo de los betlemitas.
Misericordia, que estuvo a cargo de la hermandad de este nombre. Atendía Llegando al puerto de Callao, estaban para recibir a los viajeros el de
a españoles e indios. Se sostuvo con el noveno y medio de los diezmos del Nuestra Señora de Covadonga y el de San Nicolás, atendidos primero por
obispado, limosnas y legados de los vecinos. En 1706 se encargaron de él los seglares y después entregados a los hermanos de San Juan de Dios.
betlemitas. En la ruta de la costa chilena existió un hospital en La Serena, atendido
En Argentina, el obispo de Chile, Manuel Alday, fundó hacia 1763 el por juaninos. En la primera década del XVII el gobernador Alonso de Rivera
hospital de San Juan de Dios, que puso a cargo de los juaninos, y el de les encargó los hospitales de Santiago y La Concepción.
Mendoza, que encomendó a los betlemitas. En la ciudad de Buenos Aires la
hermandad de la Santa Caridad fundó el hospital de Nuestra Señora de los E) Hospitales en los centros mineros
Remedios, dedicado a mujeres, que era a la vez asilo que amparaba niñas
tanto de esa ciudad como del Uruguay. Los duros y deteriorantes trabajos de la explotación minera hicieron
surgir hospitales para atender a los que la realizaban.
Ejemplo de ellos son los de la villa imperial de Potosí, Bolivia, donde
D) Hospitales e n las rutas marítimas de la colonización desde el siglo XVI hubo varios, cuya fundación es un tanto espuria, pues no
La necesidad de auxiliar a los inmigrantes que en las flotas llegaban de respondía tanto al propósito de caridad como al interés de mantener vivos a
España obligó a erigir hospitales en las rutas portuarias, instituciones que, los trabajadores indios, negros y aun españoles. Con apoyo del virrey, conde
en forma semejante a los de Nueva España, crearían una verdadera cadena de la Moncloa, el betlemita fray Rodrigo de la Cruz, en compañía de ocho
hospitalaria que, naciendo desde el mencionado de San Nicolás, en la isla de hermanos, se hizo cargo de un viejo hospital, reedificándolo y haciendo de
Santo Domingo, se extendería a la tierra firme. él una gran institución de caridad.
Por el norte, en la actual Venezuela, hubo uno, fundado por el goberna- En el Real de Minas de Oruro, Bolivia, también había hospital.
dor Diego de Osorio (1589-97), más el de Santiago de Caracas. En Colombia En ese otro rico centro minero establecido en 1571 que fue Huancaveli-
hubo el de Santa Marta, al que la Corona mandó dar ayuda desde el tempra- ca, Perú, donde se explotaban las minas de azogue con el que se beneficia-
no año de 1528. Antes de 1615 había ya en el puerto de Cartagena de Indias rían el oro y la plata de toda Hispanoamérica, se fundó en 1595 el hospital
dos hospitales, el de San Sebastián y el de San Lázaro. El primero, dedicado de San Bartolomé, que atendieron los juaninos o Hermanos de San Juan de
a los españoles y prisioneros de guerra (piratas); el segundo, a los negros Dios.
congoleses, arares, mandingas, biafas y demás infelices que, secuestrados de Igualmente, hubo hospitales en los centros mineros de Colombia, Ecua-
sus pueblos africanos por los comerciantes de esclavos, llegaban a Cartagena dor, Chile, etc.
para ser vendidos. En ese hospital de San Lázaro se amontonaban los infeli- La ruta comercial marítima por donde iba a España la producción
ces leprosos, elefanciacos y demás negros enfermos. Y allí, a su servicio, minera estaba totalmente cubierta por los servicios hospitalarios menciona-
amándolos, se hizo santo el jesuíta Pedro Claver; aquí mismo el también dos atrás.
jesuíta Alonso Sandoval lograba organizar a los negros en una congregación
mariana que se ocupara de los enfermos. F) Hospicios, casas-cuna y recogimientos de doncellas
En Panamá, tanto en la Antigua como en la Nueva, se crearon hospita-
En Lima, el hospicio de Nuestra Señora de los Remedios, para niñas y
les, que en la ruta de uno a otro océano socorrían a los viajeros. Uno de los
doncellas mestizas pobres, funcionó desde 1553, y el de Nuestra Señora del
más antiguos fue el de Santa María del Darién, llamado de Santiago, que fue
Socorro, para las de raza española, se fundó en 1562. Estas instituciones
obra obispal. El rey don Fernando el Católico le aplicó 200 pesos de oro a
funcionaban bajo el amparo de hermandades y eran atendidas por mujeres
partir de 1515. En Portobello hubo otro que también gozó de subvención
seglares, generalmente viudas, o terciarias. Para las huérfanas ya mayorcitas
real, por curarse en él soldados, esclavos reales y «gente de las fábricas» del
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q u e salían del hospital d e A t o c h a se f u n d ó el hospicio d e la Santa Cruz, hacia Centros benéficos e n Nueva España
1655. C. CABRERA Y QUINTERO, Escudo de armas de México (México, 1746); M. CUEVAS,
P a r a p r o t e c c i ó n d e las doncellas y viudas p o b r e s se establecieron recogi- Historia de la Iglesia en México 4 (México, 1924); G. DECORME, La obra de los jesuítas
m i e n t o s piadosos. E n Lima existió, e n t r e o t r o s , el d e Santa Teresa. E n C u z c o mexicanos durante laépocacolonial (1572-1767)2 (México, 1941);J. MURIEL, Hospitales
existió el d e Doncellas mestizas, f u n d a d o e n 1559 p o r la terciaria francisca- de la Nueva España. Fundaciones del siglo XVI (México, 1956); ID., Hospitales de la
Nueva España. Fundaciones de los siglos XVII y XVIII (México, 1960); A. ORTEGA, «Fray
n a Francisca Ortiz. P a r a niñas indias e r a el d e N u e s t r a S e ñ o r a del C a r m e n , Juan de Paredes y la fundación de los hospitales de San Juan de Uiúa-Veracruz»:
y p a r a huérfanas españolas, el d e San A n d r é s . Archivo Ibero-Americano 34 (1931), 266-277; M. RODRÍGUEZ PAZOS, «Los misioneros
E n Q u i t o existían d e s d e 1 5 5 1 asilos d e h u é r f a n o s mestizos e indios franciscanos de México y sus hospitales para indios»: Archivo Ibero-Americano 14
fundados p o r los agustinos. (Madrid, 1954), 339-378; J. TOSCANO MORENO, «Los hospitales y la "hospitalidad" de
los franciscanos en Nueva Galicia»: Boletín del Instituto de Investigaciones Bibliográficas
E n B u e n o s Aires fueron notables el hospicio q u e hacia 1 6 1 6 f u n d ó 4 (México, 1970), 389-404.
H e r n a n d a r i a s , al q u e siguió e n 1660 el d e N u e s t r a S e ñ o r a d e los R e m e d i o s ,
o b r a d e e s a i m p o r t a n t e organización benéfica q u e fue la Santa C a r i d a d d e Centros benéficos e n América del Sur
B u e n o s Aires. Este asilo a m p a r a b a a niñas t a n t o d e esta ciudad c o m o del R. D. CARLES, Arquitectura colonial de Panamá. Doscientos años del período colonial
Uruguay. de Panamá (s.f.); B. COBO, Fundación de Lima 1 (Lima, 1935); L. HANKE, Historia de la
E n Chile, e n el siglo XVIII, la o b r a más i m p o r t a n t e , e n c u a n t o a los villa imperial de Potosí (Lima, 1966); A. MILLÉ, Crónica de la Orden Franciscana en la
alcances q u e su f u n d a d o r le fijó, fue sin d u d a la establecida p o r el m a r q u é s conquista del Perú, Paraguay y el Tucumán y su convento del antiguo Buenos Aires,
1212-1807 (Buenos Aires, 1964); ID., Itinerario de la Orden dominicana en la conquista
d e M o n t e p í o . Semejante al H o s p i c i o d e P o b r e s d e México, y a la Santa del Perú, Chile y el Tucumány su convento del antiguo Buenos Aires, 1212-1807 (Buenos
Misericordia d e Manila, e r a asilo d o n d e los p o b r e s hallaban a m p a r o y traba- Aires, 1964); R. PALMA, Tradiciones peruanas (Madrid, 1946); D. RÍPODAS ARDANAZ,
j o , r e c o g i m i e n t o d e mujeres y casa d e expósitos. L a o b r a fue a p r o b a d a c o n «Barchilón, enfermero de Indias. Del hospital de Huamanga al Diccionario de la
aplauso p o r el r e y e n 1761 y más t a r d e subvencionada c o n diferentes m e r - Lengua», en Estudios sobre política indigenista española en América 3 (Valladolid, 1977),
cedes. 367-374; H. ROSELLI, Historia de la psiquiatría en Colombia 1-2 (Bogotá, 1968);
R. VARGAS UGARTE, El monasterio de la Concepción de la Ciudad de los Reyes (Lima, 1942);
ID., Historia de la Iglesia en el Perú 1-4 (Lima, 1953-Burgos, 1961).
Ordenes hospitalarias
Además de la bibliografía reseñada en el cap. 12, véase Constituciones de la
Sagrada Religión de la Charidad de San Hipólito Martyr. Fundada en las Indias Occidenta-
les por el Venerable Padre Bernardino Alvarez (México, 1749).
Hospitales en Guatemala
L. LUJAN MUÑOZ, «El primer testimonio iconográfico de la ciudad de Santiago de
Guatemala», en Anales de la Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala (Guatemala,
1947); J. PARDO, P. ZAMORA CASTELLANOS y L. LUJAN MUÑOZ, Guia de la Antigua
Guatemala (Guatemala, 1969).
CAPÍTULO 43
D e índole general
E. J. BuRRUS, La obra cartográfica de la provincia mexicana de la Compañía de Jesús,
1567-1967 1-2 (Madrid, 1967); A. HENNESSY, The Frontier in Latín American History
(Londres, 1978); M. CUESTA DOMINGO, «Aportación franciscana a la geografía de
América», en Actas del I Congreso Internacional sobre los franciscanos en el Nuevo Mundo
(Madrid, 1987), 535-576; M. CUESTA DOMINGO y M. MURIEL, Atlas toponímico extreme-
ño-americano (Madrid, 1988).
Primera época
M. CUESTA DOMINGO, «LOS descubrimientos náuticos y geográficos de fray Tomás
Martínez Gómez, OP, obispo de Panamá», en Los dominicos en el Nuevo Mundo. Actas
del I Congreso Internacional (Madrid, 1988), 401-430; J. M. VARGAS ARÉVALO, «Fray
Tomás de Berlanga, OP, y el descubrimiento de las islas Galápagos», en Ibt'd.,
385-398.
California
J. F. BANNON, The Spanish Borderland Frontier, 1513-1821 (Nueva York, 1970);
C. BAYLE, Historia de los descubrimientos y colonización de los padres de la Compartía de Jesús
en la Baja California (Madrid, 1946); ID., Misión de la Baja California (Madrid, 1946);
H. E. BOLTON, Fray Juan Crespí. Missionary Explorer on the Pacifico Coast (Berkeley,
1927); E. BURRUS, Kino' Planfor the Development qf Pimería Alta, Arizona And Upper
California: a Report to the Mexican Viceroy (1703) (Tucson, 1971); A. M. CARRENO, Los
padres Salvatierra y Kino y la península de California (México, 1944); CH. E. CHAPMAN,
The Founding of Spanish California. The Northwest Expansión ofNew Spain (1687-1783)
(Nueva York, 1916); S. L. HlLTON, Descripción de las costas de California de Iñigo Abad
Lasierra (Madrid, 1981); M. MATHES, California I y II 1-4 (Madrid, 1965-1971);
F. OCARANZA, Crónica y relaciones del Occidente de México (México, I937);J. G. M. PlETTE,
«The Diarios of.early California»: The Americas 1 (Washington, 1946-47), 409 y ss.;
H. R. WAGNER, The Cartography of the Northwest Coast of America to the Year 1800
(Berkeley, 1937).
LA IGLESIA Y LA ILUSTRACIÓN
El clero estuvo muy dividido en su respuesta a la Ilustración. Unos si la cabeza estuviera sujeta a los pies. En Chile, los franciscanos, bajo la
fueron ultramontanos y otros regalistas. Unos apoyaron la independencia y inspiración del comisario general de Indias, Manuel María Trujillo (1786),
otros no. Unos apoyaron la ciencia nueva y otros no. Feijoo ejerció una reformador ilustrado de los estudios en los Colegios Apostólicos de Propa-
saludable influencia, especialmente entre el clero criollo, porque su mensaje ganda Fide, tuvieron un representante del episcopalismo en Fernando
cultural comportaba una fuerte crítica a la cultura española y una apasiona- García.
da defensa de las cualidades de los americanos. Casi todos los sacerdotes y los obispos aceptaron la tendencia estatal al
No predominan los eclesiásticos monolíticamente ilustrados. La misma despotismo ilustrado y justificaron la expulsión de los jesuítas como un
persona podía adherirse a determinados contenidos de la Ilustración y no a medio de defenderse del peligro de subversión implícito en la defensa del
otros. probabilismo y el constitucionalismo de Suárez y Mariana. Sonado fue el
Fue la hispanoamericana una Ilustración más de individualidades que caso del arzobispo de México, Francisco Antonio de Lorenzana (1766), muy
de instituciones públicas o universidades. Instituciones privadas, como las crítico con la actuación de los jesuítas, quien consiguió que el IV concilio
sociedades económicas y las tertulias literarias, ejercieron una labor más provincial (1770) solicitara la secularización de los hijos de San Ignacio.
decidida en pro de la modernidad que las universidades, como había sucedi- Desde 1820 ejercieron su influencia en Hispanoamérica corrientes an-
do ya en épocas anteriores. tirromanistas, jansenistas y episcopalistas, cuyas fuentes eran Grégoire, Lló-
rente y el autor desconocido de Ensayo sobre las libertades de la Iglesia española
en ambos mundos.
I. ELCLEROYELREGALISMO
de Quito, órgano de la sociedad y primer periódico de la ciudad. El director docencia a las monjas que no lo tuvieron como propio de su Instituto, y los
de dicha sociedad fue el obispo Pérez Calama, antiguo gobernador diocesa- antiguos beateríos y colegios-recogimientos se transformaron en centros
no de Michoacán. En 1819, fray Matías de Córdoba fundó una Sociedad educativos públicos y gratuitos.
Económica en Chiapas. En 1768, el obispo Lorenzana, en su visita pastoral a Querétaro, esta-
Con frecuencia, sacerdotes fueron también los promotores de revistas bleció en el beaterío carmelita un colegio gratuito para las niñas españolas
literarias y científicas, aunque en éstas se solían ladear los temas vidriosos de de la ciudad. Hizo construir dos aulas, una de labores y otra para aprender
filosofía y teología. En 1787, José Pérez Calama intentó crear en Valladolid lectura, escritura y catecismo. Dos colegialas residentes en el beaterío serían
(Michoacán) una tertulia literaria para erradicar «el ocio antiliterario e inac- las profesoras. De acuerdo con la tendencia marcada por la real cédula de
ción político-literaria» y donde se tratasen temas relacionados con la reli- 1774, estableció que más adelante se podrían admitir en el colegio pensio-
gión, la historia y la política. nistas debidamente separadas de las monjas.
También en México, José Antonio Álzate fundó varios periódicos entre En Guatemala, los jesuítas ignoraron en sus colegios las normas legales
1768 y 1794. La Gazeta de Guatemala fue suspendida por ser el vehículo de que impedían el acceso a los estudios a los hijos ilegítimos. Y lo mismo
expresión de una campaña organizada por los religiosos profesores de la sucedía en la Universidad de San Carlos. Por su parte, el rector del Semina-
Universidad de San Carlos Antonio García Redondo, José Antonio Goicoe- rio de Guatemala, Juan José González Batres, estableció en 1766 doce becas
chea y Matías de Córdoba para la europeización del indio. para indígenas y construyó habitaciones para ellos, para todo lo cual consi-
En el Semanario del Nuevo Reino de Granada, de Francisco José Caldas, guió del rey 500 ducados mensuales.
discípulo de Mutis, seis sacerdotes escribieron artículos científicos en él. De
En Santa Fe, el arzobispo Jaime Martínez Compañón creó en 1791
los 300 suscriptores originales del Mercurio Peruano, 27 eran sacerdotes,
becas para niñas del Colegio de la Enseñanza o del Pilar, fundado en 1770
varios de ellos prelados.
por doña Clemencia Caycedo y Vélez, y concedió ayudas económicas a las 25
El clero desempeñó, asimismo, un interesante papel en los círculos y
educadoras con que aumentó la plantilla educativa del centro.
tertulias, que constituían el nuevo espacio cultural.
En Tucumán, el obispo carmelita José Antonio de San Alberto realizó
una gran labor pedagógica, convirtiendo en internado para niñas huérfanas
III. EL CLERO Y LA ENSEÑANZA ELEMENTAL Y MEDIA el colegio ex jesuítico de Montserrat, que se trasladó al Colegio Máximo
(1782). No deseando el rey encargar a beatas la dirección del centro, San
Alberto fundó una congregación de Terciarias Carmelitas de Santa Teresa
Uno de los aspectos de la política ilustrada fue la toma de conciencia del
de Jesús o Huérfanas entre las alumnas del colegio.
interés de la educación y el intentar dar acceso a ella a todos, eliminando
barreras legales, abaratando los costes de los estudios, etc. El Colegio de San Elevado a la archidiócesis de Charcas en 1784 en premio a su docilidad
Gregorio, con su iglesia, biblioteca y rentas, por ejemplo, tras la expulsión al rey, solicitó a través de José de Gálvez fundar en La Plata un colegio de
de los jesuítas en 1767, se aplicó a Seminario de indios (Archivo Histórico niñas nobles huérfanas, que abrió sus aulas en 1792 con 44 niñas y que
Nacional, Madrid, Jesuítas 248-17). Y, en consonancia con esta actitud del estuvo bajo la dirección del presbítero Salvador Ximénez Padilla (1799),
Estado, numerosos hombres y mujeres de Iglesia supieron adecuarse a las utilizando como base del profesorado a las beatas. Puso también las bases de
nuevas tendencias educativas. un Colegio de Niñas Nobles Huérfanas en Catamarca (1809), regido por las
En México, la Compañía de María abrió en 1755 con cinco colegialas mismas constituciones del de Córdoba y que confió a Patricio Torrico,
españolas legítimas el Pensionado de Nuestra Señora del Pilar y Enseñanza, familiar suyo.
escuela pública femenina, verdadera novedad educativa, pues hasta enton- En 1785 se promulgó la real cédula que aprobaba los colegios de niños
ces los centros docentes femeninos eran colegios-recogimientos, no cole- huérfanos fundados por fray José Antonio de San Alberto. El «director
gios-escuelas. La nueva institución supuso una notable elevación del nivel principal» era el prelado, pero apoyado por una Junta directiva, que se
cultural del plan de estudios femeninos. Los puestos de responsabilidad del reuniría una vez al mes. La plantilla del centro constaba del capellán, un
internado se cubrían mediante cargos conventuales dirigidos directamente a administrador, una rectora, una maestra general y las maestras. Las alumnas
la enseñanza: maestra de clases, maestra de colegialas, porteras de clases y podían ser porteras, sacristanas y enfermeras. No debían pasar de 40 y eran
bibliotecaria, inspirados en los jesuíticos. Se daban clases de lectura (en latín preferidas en la admisión las huérfanas y abandonadas. Debían ser hijas de
y romance), escritura, aritmética y costura. padres conocidos y honrados y no tener defecto natural ni enfermedad
Un año después contaba el centro con 20 pensionistas y 400 externas de contagiosa. El período educativo era de los cinco a quince años. La solicitud
toda raza y condición y con enseñanza gratuita. Al Colegio del Pilar siguie- de admisión se hacía mediante un memorial acompañado de una certifica-
ron fundaciones similares en Irapuato y Aguascalientes (1807). Como conse- ción del cura. Había tres horas de clases por la mañana y otras tres por la
cuencia de estos cambios, una real cédula de 1774 prohibió el ejercicio de la tarde. En la enseñanza de los niños había tres niveles: cartilleros, romance-
804 P.IV. La irradiación de la Iglesia
C. 44. La Iglesia y la Ilustración 805
ros o escribientes y latinos o contadores. Los más adelantados pasaban a l Qs
seminarios o a la universidad. En cuanto a la actitud de la Iglesia hacia las nuevas corrientes científicas
En Mendoza, el obispo Manuel de Alday promovió en 1760 la funda- y pedagógicas universitarias, los máximos responsables de la institución
ción de un colegio para niñas, que confió a la Compañía de María (1780), educativa por antonomasia en la América del siglo XVTH, los jesuítas, adopta-
tomando como base las clarisas de Santiago. ron una actitud cauta ante las nuevas ideas. Así, por ejemplo, la Congrega-
Según un informe del obispo de Concepción-Santiago, a finales d e j ción General de 1706 recomendaba se «prohibiese al mismo tiempo severa-
siglo xvill todos los párrocos regentaban escuelas primarias. Lo mismo mente el patrocinar ciertas proposiciones peregrinas de filósofos modernos
sucedía en Río de la Plata, donde se dio una ejemplar colaboración entre l a s y, en particular, ciertos principios del sistema de Descartes, ya otras veces
autoridades civiles y eclesiásticas, y en 1791 el virrey, marqués de Sobretnon- proscritos en la Compañía». Pero, al propio tiempo, insistían las congrega-
te, dirigía a los párrocos unas instrucciones para las escuelas de primeras ciones generales en evitar desprestigiarse tratando temas obsoletos en el
letras. El obispo de Trujülo, Baltasar Jaime Martínez Compañón, creó en su estudio de la filosofía y la teología.
diócesis 54 internados para niños de ambos sexos. Este equilibrio entre conservadurismo y modernidad puede considerar-
En la enseñanza secundaria fue particularmente grave el efecto de l a se la tónica general de la respuesta eclesiástica hacia la modernidad. Esta
expulsión de los jesuítas, dada la gran labor realizada por ellos, especialmen- tendencia a adaptarse moderadamente a las nuevas corrientes culturales
te en el campo de la formación humanística de los aspirantes a hacer una parece la predominante en las instituciones educativas dependientes de la
carrera universitaria. La prevención contra ellos provenía, en parte, de la Iglesia e implicó la necesidad de reajustes en el sistema de enseñanza porque
creencia en su poder económico. Por ejemplo, cuando en 1705 se concedió algunas de las nuevas materias de estudio (Derecho, Física, Ciencias Natura-
licencia para fundar un colegio jesuita en Guayaquil, se hizo con la condi- les y Medicina) estaban vedadas a los regulares por las disposiciones canóni-
ción de que no pudiera adquirir nuevas haciendas (Archivo Histórico Nacio- cas y por las Siete Partidas. En general, puede decirse que fueron más
nal, Madrid, Códices, lib.754B, n.33). La realidad era que su trabajo inteli- abiertas a los cambios las universidades que habían sido de los jesuitas o las
gente y eficaz despertó el celo del despotismo ilustrado. Cuando en junio de pequeñas universidades amenazadas de extinción, que, para evitarla, debie-
1767 tuvo lugar la ocupación del Colegio de Santo Tomás de Guadalajara, ron abrirse más decididamente a los cambios.
los libros de la biblioteca se evaluaron en 2.911,2 pesos y en 1.666,6 pesos Las nuevas orientaciones de los estudios superiores, como el auge de la
los de los aposentos. La plantilla educativa estaba formada por cuatro reli- teología positiva, de la historia de la Iglesia, de la historia profana y de la
giosos de cuatro votos (el rector, un misionero, un maestro en teología y el disciplina antigua y, en general, un intelectualismo pragmático y moralista,
célebre Francisco Javier Clavigero, prefecto de la Congregación del Popó- el auge de la lengua vulgar y de las lenguas llegaron a España a través de
lo); tres de tres votos (un operario, un maestro en filosofía y un escolar Mabillon, Fleury y Rollin.
maestro de gramática) y tres coadjutores (el despensero y dos que se ocupa-
ban de la hacienda de Toculilla). En el momento de la ocupación se daban en A) Antillas
el centro clases de latinidad, que quedaron suspendidas, y cátedras de filoso- El obispo José Hechavarría introdujo la enseñanza de la historia y de la
fía y teología, dotadas por el canónigo Conejero, que no consta continuaran
disciplina eclesiástica en los seminarios de La Habana y Santiago.
después de la expatriación (Archivo Histórico Nacional, Madrid, Jesuítas
En cuanto a la Universidad de La Habana, se mantuvo anclada en los
124-11).
antiguos métodos y la labor más innovadora la ejerció allí la Sociedad Econó-
mica de Amigos del País a través de su órgano oficioso, el Papel Periódico de
La Habana.
IV. EL CLERO Y LA ENSEÑANZA SUPERIOR
B) Nueva España
También en el nivel superior de enseñanza el Estado salió, por fin, de su
casi total inhibición, en parte por temor a la influencia de los jesuítas. El Pablo González Casanova ha delineado la existencia en México de una
Estado se esforzó también en este campo en hacer llegar la educación a los tendencia ecléctica en filosofía, muy general, por otra parte, en Hispano-
menos favorecidos o marginados. Así, una real cédula de 1770 ordenaba américa, en la que incluye a jesuitas «modernos», a oratorianos como Gama-
graduar gratuitamente uno de cada diez bachilleres, y como no se cumplía, rra y a presbíteros como José Antonio Álzate. No obstante, calcula que sólo
una circular impresa de 1788 volvió a recalcar la normativa. una cuarta parte, aproximadamente, de los autores conocidos sobre filosofía
Desde el punto de vista de los contenidos educativos, interesó especial- en la Nueva España del x v m eran partidarios de las nuevas ideas. La Ilustra-
mente al Estado la erradicación de la escuela jesuítica: una real cédula de ción, además, surge en México de espaldas a la Universidad, que permaneció
1801 prohibió la enseñanza de doctrinas opuestas a la autoridad y regalías bastante anclada en los viejos métodos. En 1786, sin embargo, se establecie^
de la Corona o favorables al regicidio y tiranicidio. ron como texto de filosofía los Elementa recentiores Philosophiae, del oratoria-
no Juan Benito Díaz de Gamarra. En 1804, el arzobispo Lizana y Baumont
806 P.IV. La irradiación de la Iglesia C. 44. La Iglesia y la Ilustración 807
creó una cátedra de disciplina eclesiástica, confirmando para su docencia al metódica y positiva fundada en la Escritura y la Tradición, pero también en
profesor P. J. Fonte, que ya la venía enseñando. otras ciencias, como la historia, la cronología, la geografía y la crítica. El
Lorenzana se mostró bastante conservador en el plan de estudios del trabajo de Miguel Hidalgo fue premiado por el gobernador eclesiástico,
seminario de México al establecer el texto de Goudin para filosofía, el de Pérez Calama, con doce medallas de plata.
Gonet para teología y el de Larraga para moral. Más avanzado fue el arzobis- Durante la crisis agrícola que asoló Michoacán en 1785, José Pérez
po Núñez de Haro, que introdujo los estudios de historia de la Iglesia en el Calama se inspiró en los Consejos útiles para socorrer a la necesidad en tiempo que
seminario de Tepotzotlán (1777) y en el de México (1787). escasean los comestibles, impresos aquel año en México por José Antonio
En Puebla, el obispo Fabián y Fuero creó una Academia de Bellas Artes Álzate, para poner en marcha una teología político-caritativa. índice de las
para impulsar el latín y la retórica y estableció (1770), en su Seminario de preocupaciones económicas del clero ilustrado es también su Carta histórica
San Pedro y San Pablo, la enseñanza de los concilios, la historia eclesiástica sobre siembras extemporáneas de maíz y otras precauciones para el futuro contra la
y la disciplina antigua. El obispo Manuel Ignacio González del Campillo dio escasez, que publicó en la Gazeta de México en 1786.
pública muestra de su apoyo a la modernidad al dar a conocer una pastoral A despecho de las intrigas de sus émulos, el premio de la Corona a la
que animaba a sus fieles a someterse a la vacunación. trayectoria de Pérez Calama fue su promoción al obispado de Quito en
Entre los jesuítas de Michoacán se produjo una irrupción tardía y súbita 1789. Pero en Michoacán, como en otras partes, el estallido de la Revolu-
del espíritu moderno como consecuencia de la Oratio latina, del catedrático ción francesa hizo dudar a muchos, como al obispo fray Antonio de San
de filosofía Francisco Javier Clavigero en la inauguración del curso académi- Miguel, sobre el valor y la oportunidad de las nuevas ideas.
co en el colegio de Valladolid en 1763, según testimonio de su compañero y En el Seminario de San José de Guadalajara las enseñanzas se seguían
biógrafo José Luis Maneiro. El propósito de Clavigero era tanto dar entrada dando con arreglo a los antiguos métodos memorísticos, pero cuando se
a los filósofos modernos como volver al conocimiento de los griegos. Pero, crea allí la Universidad en 1792 se estableció en sus Constituciones que la
en 1766, Clavigero abandonó Valladolid, dejando también acéfalo el movi- teología debía tratarse de tal modo que no se «consumiera el tiempo en
miento renovador, y en 1770 abrió sus puertas el seminario del obispado, cuestiones reflejas de mera sutileza, mal introducidas en la teología».
con una orientación netamente tradicional.
C) Guatemala
Aquel mismo año, sin embargo, regresaba de Europa el filipense Juan
Benito Díaz de Gamarra, nombrado en seguida rector y catedrático de Tate Lanning calcula que en la Universidad de San Carlos había siete
filosofía del colegio de San Francisco de Sales de San Miguel el Grande. Pero profesores defensores de las nuevas ideas, tres de los cuales eran sacerdotes
Gamarra fue destituido como regente de estudios y tuvo que abandonar su o religiosos.
cátedra en 1775 por oposición contra él dentro de su familia religiosa y a Entre 1781 y 1785 enseñó allí el franciscano escotista Félix de Castro,
pesar del apoyo del obispo de Valladolid, Luis Fernando de Hoyos y Mier. quien daba amplia entrada en sus cursos a la nueva física newtoniana,
Regresó a su cargo en 1779 a consecuencia de un cambio de actitud del aunque con sentido crítico y selectivo. Igualmente destacó por su defensa de
claustro del colegio, que se negó a ser visitado por el nuevo obispo de las nuevas ideas el franciscano José Antonio de Liendo y Goicoechea, quien
Valladolid, Juan Ignacio de la Rocha. Cuando pudo realizar su visita, acom- en su plan de reforma universitaria de 1782 daba cabida a la historia y la
pañado del visitador apostólico, José Pérez Calama, el obispo hizo a Gama- cronología. En general, da la sensación de que el foco escotista guatemalteco
rra culpable de la actitud del claustro. Posteriormente, el visitador Pérez era más progresista que el de la Universidad de México.
Calama excomulgó a todos los filipenses de San Miguel. Madrid dio la razón También se adecuaban al eclecticismo imperante la enseñanza filosófica
a los filipenses en 1792 al negar al obispo de Michoacán facultad para visitar del jesuíta Miguel Gutiérrez y la del dominico Miguel Francesch. Pero los
el colegio. actos literarios organizados por la Universidad solían versar allí, como por
Luego se produce un nuevo rebrote de modernidad en Valladolid, doquier, sobre temas fútiles que no ocasionaran problemas con las auto-
promovido ahora por Pérez Calama, desde 1784 gobernador de la diócesis, ridades.
en unión con otros sacerdotes pertenecientes a la Sociedad Vascongada de D) Nueva Granada
Amigos del País, creada por él para promover la industria y la educación.
El gobernador diocesano intentó establecer en el seminario de Vallado- Muestra muy elocuente del recelo con que se veían aún entre muchos
lid una Academia de Bellas Letras Político-Cristianas. Convocó oposiciones sectores eclesiásticos dogmas científicos tan trillados ya como el sistema
para proveer las cátedras de dicho centro y hasta se ofreció a prestar libros copernicano fueron unos actos de conclusiones celebrados en Santa Fe en
de su biblioteca a los opositores, entre los que se encontraba el futuro líder 1774, en que los dominicos quisieron presentar a José Celestino Mutis como
independentista Miguel Hidalgo y Costilla. En su Disertación sobre el verdade- contrario a dicho sistema.
ro método de estudiar teología escolástica, éste rechazaba la escolástica tradicio- El conflicto produjo el efecto positivo de que la Junta de Temporalida-
nal, «fundada en las opiniones de Aristóteles», y proponía una teología des encargase a Moreno y Escandón actualizar su Plan de Estudios de 1768.
808 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.44. La Iglesia y la Ilustración 809
El nuevo plan se aprobó en 1774, y cuatro años después se creó una Junta
de Estudios para el seguimiento de su puesta en práctica. En dicho plan se F) Quito
subrayaba la importancia de la ética para la formación de todo individuo que En 1791, el obispo José Pérez Calama, destacada figura de la Ilustra-
tuviera responsabilidades públicas. Se insistía en que se estudiara el derecho ción, cuya trayectoria en Michoacán hemos seguido, imprimió un plan de
canónico con arreglo al Tomo Regio, redactado por inspiración de Campo- estudios para la Universidad de Santo Tomás de Aquino, reinaugurada en
manes y expresión cabal de la posición galicano-goticista de la Monarquía 1788, en el que insistía en la utilidad de la historia y la política para el
española del XVIII. También se establecían las Instituciones de Filosofía Moral, teólogo. Concebía esta disciplina como una especie de economía política con
de Gregorio Mayáns, obra que omite toda referencia a la escolástica y nociones de urbanidad a la que debería tener acceso todo el público. Aspira-
contiene referencias favorables a Descartes y Bacon, como libro de texto en ba el obispo a «que los teólogos, además de asistir a sus dos cátedras de prima
los colegios de San Bartolomé y del Rosario. Se proponía la creación de una y vísperas, puedan asistir también a la de historia sagrada y nacional, pues un
universidad pública a la que prestó su voto en un primer momento (1771) el teólogo sin historia es tuerto a lo menos... es muy útil también a todo teólogo
arzobispo dominico Agustín Manuel Camacho y Rojas, antiguo catedrático estar instruido en la política personal y gubernativa y en la economía políti-
de la Universidad Tomista, pero luego, ante la protesta de sus hermanos de ca». En consecuencia, las horas de clase quedaban establecidas de tal manera
hábito, lo retiró. que los estudiantes de teología y de ambos derechos, canónico y civil, pudie-
El fondo político de la cuestión era, sin duda, el temor del Estado a que ran asistir diariamente a las cátedras de historia y política. La sustancia de la
las cátedras, que se proveían por mayoría de votos, recayeran en los discípu- reforma era adquirir conocimientos útiles expresados en un lenguaje ase-
los de los jesuítas. Pero en 1779 se daba un paso atrás «para cautelar que con quible.
una absoluta novedad se sientan los malos efectos que ésta suele atraer» y se Fundó también Pérez Calama, en Quito (1791), una Sociedad Patriótica
volvió en filosofía al conservador texto de Goudin, el mismo que se usaba en de Amigos del País para «conocer las enfermedades políticas que tienen
Alcalá para la cátedra de Artes desde 1771. postrado (a Quito y su jurisdicción), investigar las causas que las ocasionan
y hallar, a costa de observación y de estudio, los medios más proporcionados
Los conflictos entre la Iglesia y el Estado tuvieron su vertiente política
para su restablecimiento».
a causa de las intromisiones del poder civil en el gobierno del seminario: la
Junta de Temporalidades nombró por su cuenta nuevo rector y, por su
parte, el virrey, Manuel de Guirior, intentó echar de San Bartolomé, funda- G) Perú
do como colegio seglar y seminario, a los seminaristas. Pero una real cédula En la Universidad de San Marcos, una real cédula de 1768 encargaba al
de 1796 resolvió dedicar todo el edificio para la formación de sacerdotes y virrey Amat emprender la reforma de los estudios, que culminó con la
sometido a las autoridades eclesiásticas. instauración de las Constituciones Nuevas de 1771. Pero no llegaron a cum-
El arzobispo-virrey Antonio Caballero y Góngora creó una cátedra de plirse porque en 1783 fue derrotada en votación de claustro la reforma,
matemáticas y medicina en el colegio dominico del Rosario y otra en el defendida por José Baquijano.
Seminario de San Bartolomé. También introdujo allí las Instituciones del Este y sus partidarios hallaron nuevo campo de acción en el Convictorio
sacerdote matemático francés Jacquier en el curso de filosofía y la historia Carolino (Real Colegio de San Carlos), que en tiempo del vicerrector, pres-
en su plan de estudios de 1787. Fue el máximo impulsor de la Exposición bítero Toribio Rodríguez de Mendoza, recibió el impacto de las nuevas
Botánica, instituto de ciencias naturales. También promovió los trabajos ideas. Su Plan de Estudios de 1778, deudor de las reformas emprendidas en
botánicos del sacerdote José Celestino Mutis y se encargó de proteger a los Alcalá, en el Seminario de Nobles de Madrid, en los seminarios de Murcia y
mineralogistas protestantes alemanes que en 1782 fueron a estudiar las Trujillo y del francés Rollin, insistía en las matemáticas, enseñadas por el
minas de plata de Mariquita, cuidándose de que no se les impidiese traer sus manual de Benito Bails, y en Newton para la física.
libros. De este triunfo de la modernidad en el colegio de San Carlos se deriva
la reforma del seminario conciliar de Arequipa, de la mano del obispo Pedro
£) Venezuela José Chaves de la Rosa.
En 1797 se abrió en la Universidad de Caracas (1722), antiguo semina-
rio de Santa Rosa, un curso de «Filosofía para seglares» y, según García H) Río de la Plata
Bacca, se iba introduciendo un «vago esplritualismo». En diciembre de 1817
En Tucumán hallamos figuras defensoras del eclecticismo como el obis-
se establecieron constituciones nuevas, a las puertas ya de la independencia,
po Manuel Abad Illana, quien contestaba así a los estudiantes que solicitan
marcadas, a la par, por una clara apertura a las nuevas ideas, especialmente
la sustitución de los franciscanos por el clero secular en el gobierno de la
en medicina, y por el temor al liberalismo que ya se preveía irrefrenable. Universidad: «Criado con la leche de la escuela de Santo Tomás, esto sólo me
duró el tiempo de mi niñez literaria; cuando me tuve por adulto en la
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tenment (Londres, 1971); V. RODRÍGUEZ CASADO, «Notas sobre las relaciones de la 31-54; M. BATLLORI, La cultura hispano-italiana de los jesuítas expulsos (Madrid, 1966);
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CAPÍTULO 45
esfuerzos fueron anulados por la reacción conservadora. Las obras de Bent- vacantes. Por lo mismo, la responsabilidad de las diócesis vacantes debe ser
ham se convirtieron en objeto de ataque por parte del clero y de los otros compartida por Roma, que se abstuvo del reconocimiento, y por los gobier-
conservadores, y el materialismo, el escepticismo y el anticlericalismo del nos liberales, que planteaban el dilema de que se aceptaran sus propios
filósofo inglés fueron declarados nocivos para la religión católica. Bolívar se nombramientos o ninguno.
vio obligado a adoptar decisiones dolorosas. Convencido, para este momen- En Argentina, Chile y Uruguay, la jerarquía ordinaria no se restableció
to, de que la Constitución y las leyes de Colombia eran excesivamente hasta 1832, y en Perú, hasta 1834-35. En el momento de su independencia,
liberales y amenazaban con la disolución del Estado y de la sociedad, y Bolivia no tenía ni un solo obispo, situación en la que permaneció hasta
percatado además de que el clero constituía un poderoso grupo de intereses 1829. Tras la muerte del obispo de Puebla, en abril de 1826, México perma-
capaz de minarle su posición, Bolívar tuvo que definirse. En 1828 prohibió neció sin obispos hasta 1831, fecha en la que Roma cedió y reconoció a los
la enseñanza de los Tratados de legislación civil y penal en las universidades obispos presentados para las sedes vacantes. Inexistente la jerarquía, no
colombianas y ordenó que esos cursos fueran sustituidos por el estudio de la había nadie que pudiera hablar en nombre de la Iglesia, pues la ausencia de
religión católica. Desde este momento comenzó en Colombia un prolongado un obispo significa la pérdida de la autoridad docente en una diócesis, la
proceso de conflictos entre la Iglesia y el Estado, entre la religión y el falta de gobierno y de disciplina y la imposibilidad de administrar ordenacio-
secularismo, entre el conservadurismo y el liberalismo. nes y confirmaciones. La penuria de obispos iba indefectiblemente acompa-
ñada de penuria de sacerdotes y de religiosos. La Iglesia quizá llegara a
perder durante estos años el cincuenta por ciento de su clero secular y una
V. LA IGLESIA POSCOLONIAL cifra todavía mayor de su clero regular. El número total de eclesiásticos
mexicanos descendió de 9.439 en 1810 a 7.019 en 1834, descenso que en
una población de 6.200.000 personas significó una reducción del 2 por
La Iglesia quedó debilitada como consecuencia de la independencia.
1.000 habitantes en 1810 al 1,1 por 1.000 (PÉREZ MEMEN, 271-272). En
Sus lazos con la Corona habían sido tan estrechos que el derrocamiento de
Perú descendió tanto la cantidad como la calidad de las vocaciones; en
la segunda no pudo menos que repercutir en la primera. Esto representó
Bolivia estaban vacantes ochenta parroquias en el momento de la indepen-
una oportunidad, al mismo tiempo que una pérdida. La Iglesia americana,
dencia; en Venezuela había en 1837 doscientos sacerdotes menos que en
libre del sofocante puño del Estado borbónico, ahora se encontraba en
1810. En los nuevos países, las parroquias quedaron desatendidas, no había
situación de volverse más directamente hacia Roma en busca de dirección y
quien celebrara misas ni administrara sacramentos y los sermones y la catc-
de autoridad; al comienzo su búsqueda fue vana, pero, con el tiempo,
quesis se espaciaron. Fue ahora cuando apareció en la América española la
cuando el Papado respondió a las necesidades americanas, la Iglesia giró de
escasez de vocaciones, momento en el que España había dejado de ser la
España hacia Roma, de la religión ibérica hacia la religión universal. Esto
fuente automática de reposición de las mismas.
evitó el surgimiento de iglesias nacionales, pero no aventó la amenaza del
control estatal de la Iglesia. El patronato, el derecho de los reyes a la También los fondos económicos de la Iglesia se vieron dañados por la
presentación de candidatos para los beneficios eclesiásticos, fue reclamado independencia. Los ejércitos armados requisaban el dinero, la plata de las
ahora por los gobiernos nacionales y colocado en manos de políticos libera- iglesias, los edificios, la tierra y los almacenes. Los diezmos, fuente vital de
les y agnósticos. El tema fue objeto de discusión durante largos años. En ingresos para la Iglesia, primero fueron reducidos por el vendaval de las
México se dio un prolongado e inflexible debate entre los políticos, que guerras y luego por la acción de los nuevos gobiernos, los cuales suprimie-
querían el patronato para el Estado, y el clero, que propugnaba un papel ron las prescripciones estatales para su colectación, en Argentina en 1821 y
para el Papado y la Iglesia. En Argentina, Rivadavia estableció un control en Perú en 1846. El gobierno liberal de México suprimió en 1833-34 la
casi completo del Estado sobre las personas y las propiedades de la Iglesia, colectación forzosa de los diezmos y trató de limitar la independencia fiscal
tradición que conservó Juan Manuel de Rosas y que traspasó a sus sucesores. de las corporaciones eclesiásticas. A lo largo y ancho de toda la América
Sólo de una manera gradual llegaron los Estados seculares a considerar el española el interés de los préstamos eclesiásticos decayó debido a que los
patronato como un anacronismo y clausuraron el asunto mediante la separa- nuevos gobiernos.dominados por latifundistas, adoptaron diversas medidas
ción de la Iglesia y el Estado. para reducir los pagos de las hipotecas y otras anualidades debidas a la
Iglesia. Los nuevos gobernantes, igual conservadores que liberales, codicia-
A lo largo de los años posteriores a 1820 se percibió con claridad que la
ban las propiedades y rentas eclesiásticas, no necesariamente para reinvertir-
independencia había debilitado las estructuras básicas de la Iglesia. Muchos
las en el bienestar o en el desarrollo, sino para convertirlas en ingresos
obispos, como el arzobispo Fonte, de México, habían abandonado su dióce-
estatales.
sis y regresado a España, mientras que otros habían sido expulsados y unos
terceros habían muerto y no habían sido sustituidos. Presionada por el De esta manera, la secularización de las propiedades eclesiásticas, inicia-
gobierno español, Roma se negó a repetir en el caso de México lo que había da por los Borbones mediante la confiscación de las propiedades de la
hecho en el de Colombia al reconocer a los obispos colocados en las sedes Compañía de Jesús en 1767, fue continuada ahora a un ritmo más veloz por
832 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.45. Iglesia e independencia hispanoamericana 833
los g o b i e r n o s republicanos, la mayoría d e los cuales a d o p t a r o n medidas n o
época, 1781-1821 1-2 (Bogotá, 1962); M. L. PÉREZ MARCHAND, DOS etapas ideológicas
sólo p a r a atacar a las p r o p i e d a d e s d e las diócesis, sino también p a r a d e s p o - del siglo xvill en México a través de los papeles de la Inquisición (México, 1945); J. L.
seer d e sus bienes a las O r d e n e s religiosas. Estas m e d i d a s constituyen u n PHELAN, The People and the King. The Comunero Revolution in Colombia, 1781 (Madi-
p u n t o d e partida d e la erosión d e las p r o p i e d a d e s eclesiásticas a lo largo del son, 1978); O. C. STOETZER, The Scholastic Roots of the Spanish American Revolution
siglo XIX, y, p o r a ñ a d i d u r a , debilitaron la infraestructura d e la Iglesia. Los (Nueva York, 1979).
obispos, los sacerdotes y las organizaciones religiosas se vieron obligados a
México
buscar sus fuentes d e ingresos, n o e n los recursos i n d e p e n d i e n t e s d e la
D. A. BRADING, «El clero mexicano y el movimiento insurgente en 1810», en
Iglesia, sino e n las aportaciones d e los fieles o e n los subsidios del Estado. Relaciones. Estudios de historia y sociedad. El Colegio de Michoacán 2 (Morelia, 1981),
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marginales. La composición d e la Iglesia era, e n p a r t e , u n espejo d e la MEMEN, El episcopado y la independencia de México, 1810-1836 (México, 1977); K. M.
composición d e la.sociedad. Los obispos y el alto clero constituían la élite, SCHMITT, «The Clergy and the Independence of New Spain»: Hispanic American
j u n t o con los latifundistas, los funcionarios y los comerciantes. P o r el c o n - Historical Review 34 (Durham, 1954), 289-312.
trario, m u c h o s m i e m b r o s del bajo clero se identificaban c o n los p o b r e s y
Venezuela-Colombia-Ecuador
seguían r e c o r d a n d o las o b r a s d e misericordia corporales. A pesar d e estos
fallos estructurales, la Iglesia siguió siendo u n a institución p o p u l a r y conser- F. CAMPO DEL POZO, «Los agustinos y la independencia de la Gran Colombia»:
Boletín de la Academia Nacional de la Historia 55 (Caracas, 1972), 624-640; C. FELICE
vó la lealtad d e las masas p o p u l a r e s : criollos, mestizos e indios. Así es c o m o CARDOT, «La Iglesia ante la emancipación de Venezuela», en Historia general de la
p u d o sobrevivir a la i n d e p e n d e n c i a , c o n su misión defendida, p e r o inactiva; Iglesia en América latina 7 (Salamanca, Cehila, 1981), 276-298; F. GONZÁLEZ, «La
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controlar, gravar y limitar a la Iglesia, así c o m o i n t e n t a n d o cambiar la
balanza a su favor. Esto fue lo q u e constituyó el siguiente desafío d e la
Perú-Argentina-Chile
Iglesia poscolonial.
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CAPÍTULO 46
I. LA ARQUITECTURA
A) Santo Domingo
1. Conventos. Franciscanos, dominicos y mercedarios son los religio-
sos que acometen inicialmente la evangelización de las Indias. Y aquí tuvie-
ron sus Ordenes casas-conventos, dotadas de iglesia. Aunque solamente se
yergue la de los dominicos, podemos pensar sin peligro de grandes errores
que todas tenían una definición y unos rasgos comunes. El modelo arquitec-
tónico sería éste: una nave amplia, de estilo gótico isabelino, con un ábside
ochavado y capillas laterales entre los contrafuertes
Rodrigo de Liendo pasa a Indias en 1527 y declara en 1555 haber
edificado la iglesia del convento de los mercedarios. Piratas, terremotos y
desidia generalizada acabaron con ella. Hoy es un recuerdo.
Los franciscanos cavan los cimientos de su iglesia en 1544, para termi-
narla en 1644. También los movimientos sísmicos la asolaron.
Los dominicos inician los trabajos de la suya en 1524, para terminarla
poco después, en 1535.
Con respecto al esquema general del templo conventual, ya aludido, los
dominicos ofrecen la novedad de adoptar un estilo que es una variante del
gótico-catalán, influido por el espíritu de la Contrarreforma. Su iglesia
presenta unas capillas laterales comunicadas entre sí, aunque sin galería;
también incluye una especie de nave transversal situada entre el testero y
tramas occidentales, que no sobrepasa la profundidad de las capillas. La
836 P.IV. La irradiación de la Iglesia 837
C. 46. Arte religioso hispanoamericano
cabecera del templo se caracteriza por su hipertrofia, que avanza el desarro-
adivinar su traza inicial, que fue de tres naves rematadas en tres capillas que
llo del espacio de la cúpula. Se penetra en su interior por siete vanos
constituyen la cabecera.
dispuestos a tal efecto.
El elevado nivel cultural de los puertorriqueños facilitará la llegada a la
2. Catedral. La catedral de Santo Domingo se construye, como era isla del estilo neoclásico a finales del siglo XVIII, aunque sin la fuerza necesa-
de esperar de una sociedad altamente imbuida en una mentalidad tardo- ria para alejar a las aficiones anteriores.
medieval, de acuerdo con el gusto por lo gótico. La iglesia mayor de San Germán es un buen ejemplo de ello. El neoclasi-
Hay que mantener como fecha de iniciación de obras el período com- cismo preside su fachada de los pies, mientras que su interior es mudejar en
prendido entre 1520 y 1525. En 1527 se ejecutaba la puerta de los pies o cubiertas y soportes.
principal y diez años más tarde se ponían las bóvedas. Todo debía estar
acabado o casi acabado cuando en 1541 es consagrado el templo. En lo
C) Cuba
fundamental, los materiales empleados habían sido las vigas de madera, el
lodo y el barro, por lo que los primeros comentarios que sobre ella se El barroco afecta a la arquitectura cubana de manera apreciable. Las
recogen no se muestran muy entusiasmados por la obra. influencias necesarias para ello llegan de España, y en la isla son convenien-
La traza no tiene autor conocido. La ejecución de la obra pudiera temente transmutadas, adaptándolas al clima, materiales y costumbres
deberse a la dirección de Luis Maya y a Rodrigo de Liendo. locales.
Formalmente se trata de tres naves de similar altura, como corresponde Hay construcciones que, con respecto al tiempo histórico del barroco,
al arquetipo de la iglesia-salón. La nave central, en el extremo de su cabece- resultan arcaizantes. De 1738 es la iglesia de San Francisco, dotada de torre-
ra, está rematada por un ábside; sin embargo, los laterales acaban en un fachada y gran austeridad decorativa. De 1745 es la iglesia de los mínimos de
paramento plano. La torre del campanario y las capillas laterales completan San Francisco de Paula, también de sencillísima decoración, pero en esta
el conjunto arquitectónico, que en suma es de una extremada pesadez de ocasión el templo fue dotado en su exterior de una espadaña mixtilínea, y la
formas, careciendo de espacios amplios. iglesia de San Agustín, que pese a poseer una torre que la embellece por
encima de lo que consigue el resto de lo construido, también está presidida
Después de 1625, el Renacimiento influyó en el gusto de los habitantes
por un aire general de sencillez. Estas construcciones compartieron el tiem-
de Santo Domingo. Por ello, las obras de la mejora y reforma que en su
po con otras de neto sabor mudejar.
catedral se llevan a cabo recogen ya esta tendencia estilística.
Durante la primera mitad del siglo XVIII, los elementos arquitectónicos
En 1535 se ejecuta la capilla de Santa Ana, considerada como la obra más usuales son el pilar ochavado, las torres de planta octogonal, alfices y
renacentista más antigua de Santo Domingo. Su bóveda, de media naranja, arcos semioctogonales, siendo su uso frecuente, por ejemplo, en la iglesia
descansa sobre veneras a manera de pechinas. De muy parecidas característi- del seminario y en la del Cristo del Buen Viaje. Todavía es más frecuente su
cas será la capilla-sepulcro del obispo Geraldini. uso en ciudades como Santiago y Guanabacoa.
La portada principal posee un aire de indefinición, aunque sus formas La afición por lo mudejar justifica que las jerarquías eclesiásticas de
nos avisan ya de un estilo renacentista próximo. Su disposición de dos Santiago opten por un templo de madera de cinco naves, diseñado por
cuerpos, flanqueados por columnas pareadas enmarcando el conjunto, tie- Pedro Fernández en 1806 sobre otro proyecto próximo al barroco propues-
ne el inconveniente de no conseguir una deseada unidad con el retablo que to por Bucéta, de clara inspiración peruana.
ocupa la parte central. El intento de efecto clasicista insinuado por un friso En 1735 hay voluntad de construir una iglesia mayor, pero los esfuerzos
con grutescos se pierde ante la presencia de una doble puerta central de para ello no cuajaron. Durante muchos años La Habana no tuvo una iglesia
grandes proporciones. Sensación que se acentúa por la existencia de un o templo de alguna calidad artística estimable. Cuando se produjo la expul-
parteluz estrictamente medieval. No obstante, sus decoraciones son extre- sión de los jesuítas de los territorios pertenecientes al Estado español (1767),
madamente delicadas y de fina ejecución. en La Habana la iglesia estaba en obras de construcción desde 1748. Fue
terminada y dedicada a parroquia mayor, para después ser elevada a la
B) Puerto Rico categoría catedralicia.
En San Juan se alza la iglesia de San José. Su planta es de cruz latina y Es un edificio religioso importante dentro del área antillana. Sus pilares
de una sola nave, tiene una bóveda de crucería y su decoración está inspirada hablan del barroco limeño, de cuyo modelo son diseñados, al igual que los
en motivos renacentistas. entablamentos y los claves de los arcos. Por el contrario, en la planta se
rompe el vínculo peruano, al proyectarse cuadrangular y estática, sin movi-
La catedral de Puerto Rico ha sufrido gran número de modificaciones miento. Pero, en el exterior, el movimiento hace su aparición a través de
sobre el modelo original, y aun de reconstrucciones obligadas por el paso de sinuosidades y riquezas ornamentales; todo queda intensificado por la dis-
los años y los avatares que la han venido afectando. No obstante, se puede posición de unas columnas sumamente esbeltas. El barroquismo de la obra
838 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.46. Arte religioso hispanoamericano 839
se confirma con la traza de un remate mixtilíneo, torres de desigual forma y Sin embargo, la decoración, por el empleo masivo de grotescas formas
proporciones y una portada festoneada con gruesos baquetones. vegetales o animales, sí está más identificada con lo clásico. Portadas como
A finales del siglo XVIII llegan también a Cuba las propuestas de los la del convento de Acolman contienen profusamente una rica variedad y
modelos neoclásicos. Más que un estilo fue una moda, cuya aceptación elementos que permiten considerarlo como una muestra del plateresco
llevaba implícito el descanso del barroco. Sí se hicieron algunas cosas con- mexicano.
forme a la nueva tendencia, pero en Cuba sobrevive (tan hondo había Es comúnmente aceptado el ordenamiento que del Renacimiento mexi-
calado) el gusto por las formas barrocas y mudejares. cano estableció el eminente historiador, del arte Diego Ángulo Iñíguez.
Según él, en una fase inicial (1535-1550) se da una mezcla de formas
D) México góticas y renacentistas. Dentro de ella se construyeron los grandes conven-
1. Conventos mexicanos del siglo XVI. La arquitectura religiosa se cen- tos góticos, en los que ya emerge ocasionalmente la decoración de sus
tra en sus comienzos en la construcción de conventos, caracterizados por su portadas, como ocurre en los conventos de Atlixco, Calpan, Texcoco y en la
amplitud, dada la enorme feligresía indígena que hay que atender dentro de capilla de indios de Tlalmanalco.
él, y por su indudable utilidad de fortificación, desde donde poder defender- A ésta siguió una segunda fase, de 1550 a 1564, en la que las estructuras
se en caso de peligro exterior. góticas se mantienen coexistiendo ya con un plateresco nítido, sobre todo en
Las construcciones conventuales, góticas y mudejares en sus inicios, a las capillas abiertas y en las portadas, entre las que destacan las de Yecapix-
los pocos años añaden a estos estilos un tercero: el renacentista. Por tanto, tla, Acolman, Yririá y Cuitzco.
desde el punto de vista arquitectónico, este pluralismo hace difícil su equipa- Por último, durante un tercer período, que abarca desde 1565 hasta los
ración cronológica con los edificios, que en cuanto a evolución estilística últimos años del XVI, el esfuerzo constructor se centra en la edificación de
siguen un desarrollo tradicional. A esto hay que sumar que ninguna de las las grandes catedrales mexicanas, renacentistas en su ejecución. Se buscará
expresiones estilísticas aquí encontradas lo son en su sentido más puro, o a en este momento, globalmente conceptuado como claroscurista, la simplici-
la manera europea de iguales fechas, con excepción de algunas portadas o dad ornamental, dejando a un lado el exceso de motivos del plateresco. Se
capillas de indios, pero nunca como obras de conjunto, sino sólo en alguno impone en las portadas lo geométrico, en formas de almohadillas, puntas de
de sus detalles. diamante, casetones y molduras, como sucede en las de Actopan, Yanhui-
Pero siempre primaron las construcciones que evidenciaban su signifi- tlan, Tecali y Coixtlahueca.
cado cristiano y una cierta intención de permanencia definitiva en aquellos El mundo indígena está presente en las tres fases por dos factores: uno,
lugares. Nada en ellas era provisional o circunstancial. por la interpretación que su sensibilidad indígena hace de los elementos
El gótico peninsular ya decadente fue trasplantado, como lo suyo, por decorativos foráneos; otro, por el aporte de motivos propios que introduce
aquellos cristianos viejos, que así prolongaban su vigencia arquitectónica. en el conjunto, de los que los más abundantes son los de carácter vegetal,
Sus iglesias son de planta de nave única con cabeceras poligonales y como el cacto y los quiotes, o los tallos de maguey, el maíz y los enormes
crucería en sus altas bóvedas. Las arquerías siguen en templos y claustros los pétalos.
modelos carpanales y escarzanos, y en menor proporción también emplean Motivos mitológicos aztecas aparecen con frecuencia en las pilas bautis-
los trilobulados y los conopiales, sobre todo en las portadas. males. Otros, considerados de aportación indígena, son los glifos, los rode-
Arquitectos peninsulares y frailes extranjeros dedicados a la escultura tes, las gotas de agua y las líneas de molduras paralelas y horizontales.
serán los principales introductores del Renacimiento en Nueva España. El convento, como muestra de la arquitectura religiosa, es básicamente
Aparece y convive con el gótico, que se resiste a desaparecer, razón por la una pluralidad de disposiciones funcionales. Comprende un atrio cercado y
que no hay un solo convento de estilo renacimiento puro. Su implantación en los ángulos de sus extremos capillas-posas, mientras en el centro tiene
plena está sumida en progresos y represiones continuas. dispuestas unas gradas sobre las que descansa una cruz. Traspasado el atrio,
Los dominicos imponen en el último tercio del XVI los templos con y al fondo, está situado el templo, flanqueado por la casa-convento y la
crucero, en sustitución de los góticos de nave única. También se va a genera- capilla de indios, respectivamente.
lizar por estas fechas el empleo de las cubiertas de cañón, gracias a los El atrio cercado destaca por su singularidad con respecto a sus antece-
agustinos, quienes desde años tempranos las introducen en sus edificaciones dentes andaluces inmediatos. Esto es por su extensión y por cobijar las
religiosas. posas. Puede ser que su tamaño excesivo con respecto al total de lo construi-
Las columnas renacentistas de fuste liso son muy utilizadas en claustros do no buscase efectos estéticos, sino que simplemente sea la consecuencia de
y portadas de conventos, pero los capiteles que rematan no se ajustan en sus obtener un espacio controlado y suficiente como para acoger la mayor
formas y motivos decorativos a lo renacentista. Igual fenómeno sucede con cantidad posible de indígenas.
los arcos, que, aun siendo de traza renacentista, mantienen secciones go- Las posas son de planta cuadrada y adosadas en los paramentos que
ticistas. forman los ángulos. Sus frentes se abren mediante arcos de medio punto.
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Fueron concebidas para dignificar el espacio que las aloja, para celebracio- Todas las catedrales mexicanas tienen su antecedente en alguna iglesia
nes rituales y también para evangelizar indígenas. mayor, que presta sus ruinas y cimientos para que parcialmente sirvan de
La cruz, decorada con flores y escenas de la Pasión, colocada en el arranque a su alzado.
centro del atrio, anuncia la cercanía del templo, lugar fundamentalmente La catedral de México se comenzó a construir en 1563, pero no se abrió
sagrado. formalmente al culto hasta 1667. Inició su construcción Claudio de Arcinie-
La iglesia o templo consiste normalmente en una nave larga, limpia de ga e intervinieron posteriormente en ella Juan Miguel de Agüero y Juan
crucero y de capillas laterales. Su cabecera tiene forma poligonal. No obs- Gómez de Mora.
tante, y como excepción, pueden hallarse iglesias de cabeza plana y con Su planta es rectangular, de 110 por 55 metros. El testero, plano,
cuerpo de tres naves, sobre todo durante los primeros años. Después los sobresaliendo únicamente en su parte central un perímetro semihexagonal
dominicos las generalizan en las alzadas por ellos. Las naves quedan separa- que aloja por el interior la cabecera de la capilla de los Reyes.
das por columnas de estilo gótico-mudejar. Planta y alzada son góticas. Los cuatro ángulos de la planta tenían en el proyecto original cuatro
Construyen dos coros, dos vanos de entrada, uno a los pies y otro en el lado torres, de las que sólo se alzan dos, las de los pies, y como obra tardía.
del evangelio, y emplean para cubrir el conjunto bóvedas y terceletes sim- Se diseñaron y ejecutaron tres puertas a los pies del templo, dos en el
ples, enriquecidos con círculos y conopios sobre el altar. Los agustinos testero, más otras dos en el extremo de los brazos del crucero. Esta disposi-
utilizaron sobrias bóvedas de cañón para cubrir. ción y número de vanos de acceso refleja una indudable reminiscencia del
La torre es una elevación aprovechando uno de los contrafuertes que gusto por lo gótico.
flanquean la portada. Generalmente se eleva poco, excepto en el caso de los Su planta es grandiosa y espectacular. Consta de tres naves más dos
agustinos, en el que suele estar dispuesta por el exterior, adosada y con una capillas laterales, todas atravesadas por la del crucero, de sección superior a
sensación de robustez y altura suficiente como para recordarnos las atalayas las anteriores. La nave central es más ancha que las laterales; en ella se sitúan
de un fuerte militar. Sensación que se intensifica con la existencia de los el coro, la capilla mayor y la capilla de los Reyes.
caminos de ronda y en cuyos vértices se alzan pequeñas garitas con aber- Los soportes que recogen el peso de las cubiertas y separan las naves
turas convenientemente dispuestas para desde ellas agredir a un hipotético son dos pilares con medias columnas toscanas adosadas a sus frentes. Dada
ofensor. la altura con que se proyectan las cubiertas, los soportes resultaron excesiva-
También como espacio dedicado al culto, el convento posee la capilla de mente largos con respecto a los cánones clásicos.
indios. Se diferencia radicalmente del templo en que es un espacio abierto, Sus cubiertas, en proyecto, fueron góticas, como se observa en las que
aunque no en su totalidad. Su ábside está cubierto, pero no la nave o lo que cubren las capillas existentes entre la cabecera y el crucero. Sin embargo, se
sería lógicamente la nave. Este espacio resultaba altamente conveniente por utiliza la bóveda váida para cubrir las laterales. Igual sucede en las capillas
su informalidad para disponer a los indígenas con más libertad y desahogo, laterales, desde el crucero hasta los pies, donde vuelven a darse las bóvedas
en un ambiente más próximo a la naturaleza que el que ofrecía el templo váidas, recorridas radialmente por una decoración de dibujos.
cerrado y convencional. Capillas de indios que merecen ser tenidas en
En el siglo XVII, la nave central fue cubierta con una bóveda de cañón
cuenta por su representatividad son las de Teposcolula, la de Cuernavaca, la
con lunetas, y sobre el crucero se dispuso una cúpula de planta octogonal,
de San José de los Naturales de la ciudad de México, la Real de Cholula y la
mientras la capilla de los Reyes quedó con una bóveda esquifada.
de Tlalmanalco.
Aunque en sus orígenes su trazado buscó la semejanza con la catedral
La casa-convento se levanta junto al lado de la epístola del templo. Su de Sevilla, idea que pronto quedó abandonada por el cúmulo de inconve-
dimensión es mediana o reducida, ya que no se concibe para alojar a una nientes que encerraba, es evidentemente con la catedral de Jaén con la que
comunidad extensa. Se dispone en torno a un claustro muy reducido, con tiene reiterados y abundantes parecidos.
columnas y dos galerías. Cada lado tenía dos o tres arcos nada más. Sus
La catedral de Puebla, coetánea a la de México, tiene una disposición de
cubiertas fueron generalmente bajas y de madera policromada las francisca-
su interior muy similar también a la de esta última, aunque también posee
nas; de crucería y más altas, como correspondía a claustros más amplios, las
una mayor unidad de estilo y un tono menor en lo general que el logrado
de los agustinos, destacando las de Acolman, Actopan, Ixmiquilpan y
para el templo metropolitano. Destacan por su airosidad las dos torres de
Yuriría.
que está dotada.
2. Catedrales mexicanas del siglo XVI. Como superación de las creacio- A la catedral de Mérida, las dos adjetivaciones que mejor la definen son
nes platerescas y claroscuristas de los franciscanos, agustinos y dominicos, las de primorosa y elegante, debido a sus bóvedas, magníficamente apa-
sobrevienen en México las formas renacentistas, que, al alcanzar su pleni- rejadas.
tud, se manifiestan rotundamente en la construcción de las catedrales. Sus obras pertenecen a la segunda mitad del siglo xvi;
Los órdenes clásicos quedan fielmente observados y mantenidos en la piedra tallada empleada en sus muros de traza de sillería,
estructuras y alzadas, con la impronta de algún arcaísmo. la dirección de los trabajos Pedro de Aulestia y Juan Migu<
842 P.IV. La irradiación de la Iglesia
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indudablemente no son los primeros: hubo alguien más antes. Estaba termi-
nado el templo catedralicio en 1598. dicular al eje de la calle, con coro alto sobre la entrada principal, que suele
ser única. También puede haber otro coro en el lado de la epístola, en el
Su planta está recorrida por tres naves con grandes columnas dóricas
que soportan unas bóvedas váidas. Hay decoración de casetones en la nave presbiterio.
principal y la cúpula del crucero. La fachada en su conjunto está enmarcada La renovación del templo de las concepcionistas data de 1655. Utili-
por dos torres. La portada, a su vez, lo está por pilares dobles rematados por zan por primera vez en sus portadas los arcos poligonales, de sabor prehis-
pináculos. pánico.
La catedral de Guadalajara también es obra de la segunda mitad del Fray Andrés de San Miguel, monje carmelita y arquitecto andaluz, es el
siglo XVI; de ella se puede decir que está sumida en una concepción más defensor y mantenedor de la llamada carpintería de lo blanco en varios de
regresiva, un tanto arcaizante, que las anteriores. los conventos mexicanos del interior, en los que influye con sus bocetos y
dibujos, base de ulteriores realizaciones, como sucedió en la reconstrucción
Se desconoce el nombre del autor de los planos originales. En 1599, la
del templo de los mercedarios (1634-1654), cuya techumbre se perdió en el
obra remataba ya la cubierta. En este momento toma la dirección de las
XIX, pero de la que existen abundantes descripciones que establecen su
obras el arquitecto Martín Casillas, amigo de Francisco Becerra. Ambos
magnificencia. Subsiste el claustro, de dos galerías; la alta tiene el doble de
pertenecen al llamado «purismo renacentista».
magnitud en altura que la baja, que, sin embargo, está dotada de abundante
Su interior es suntuoso. La planta consta de tres naves de igual altura.
decoración. Tapa el fuste de las columnas y recubre las dovelas de los arcos.
No hay capillas laterales. Utilizan pilares de sección cuadrada con medias
La galería alta sólo decora los intradoses de los arcos.
columnas toscanas adosadas por sus frentes. Más arriba del capitel se cons-
truye un entablamento similar al de Siloé, en Granada. En Puebla se llevan a cabo las obras de remate de la catedral, en lo que
no tiene pequeño mérito el esfuerzo del obispo Palafox. El interior se da por
La capilla mayor, cuadrangular, está coronada por una cúpula. Las
finalizado en 1649, cerrándose con una monumental cúpula de tambor
cubiertas de las naves son de bóvedas de crucería, con terceletes, con nervios
octogonal, nacida del ingenio de Mosén Pedro García Ferrer. Utiliza arbo-
centrales en la nave central, no así en las laterales, donde la crucería es
tantes, que llevan hasta los muros los empujes de sus ochavos.
simple. Sus vanos son rectangulares enmarcados por dos óculos.
En el siglo XVII se añaden por los pies dos torres, que desaparecen en el Los trabajos de yesería tienen un claro antecedente en España, concre-
XIX, y cuando se reconstruyan lo serán dentro del estilo neogótico imperan- tamente en los que con igual materia se realizan en Sevilla. El yeso fue bien
te, quedando así rota la armonía exterior. trabajado por la mano de obra nativa, que plasma a través de él su propia
La catedral de Oaxaca es de características similares a las ya citadas. Es sensibilidad, incorporándola al conjunto de la obra.
obra del siglo XVII. El terremoto de 1714 la destruyó en gran parte, pero la Puede ser que la realización en yeso más antigua (1611) sea la de la
reconstrucción (1728) respetó y aprovechó lo que se mantuvo en pie. bóveda de la iglesia de Santo Domingo de Puebla. Los elementos que sirven
Su planta es rectangular, de tres naves, más dos de capillas de gran para su decoración están afectados por el manierismo, del que emanan, pues
desarrollo. Dispone como soportes de pilares con medias columnas de fuste son tarjas, apéndices y red de trazas geométricas.
liso con peanas dóricas y capiteles toscanos. Su aspecto exterior es horizon- El máximo esplendor, en cuanto a riqueza de formas, se da en la capilla
tal y gravitante. del Rosario del convento poblano de Santo Domingo. La profusión de
3. Arquitectura mexicana del siglo XVII. En la arquitectura religiosa de formas llega a marear. Allí se encuentran pequeños motivos, que, por su
este siglo sobresale la realización de las portadas de la catedral de México, disposición asimétrica y desordenada, consiguen esta sensación, cubriendo
tres en los pies y dos en el crucero, fechadas en su último tercio. En las partes el espacio disponible hasta la altura del zócalo: brotan desde la estrella
bajas de los primeros cuerpos existen afectaciones manieristas, mientras que central de la bóveda y en cascada se dispersan por doquier; los arabescos se
en las altas aparecen arcos poligonales y columnas salomónicas. entremezclan con cintas prehispánicas y con roleos, todo matizado por una
extensa gama de colores y filetes de oro.
La portada principal de la nave central es de Luis Gómez de Trasmonte.
Las del crucero se finalizan entre 1688-1689 y son atribuidas a Cristóbal Muchas de las capillas alzadas inmediatamente después quedan bajo su
Medina de Vargas. directa influencia. Así ocurre en Tlaxcala, o en Atlixco, así como en otros
lugares del entorno. El yeso elaborado está presente hasta en las obras
A mitad de siglo se levanta el primer cimborrio, reformado, posterior-
del siglo XVIII.
mente, junto con las torres, conforme al gusto neoclásico.
Durante todo el siglo XVII se construyen abundantes conventos de mon- En ornamentación, sobre todo en la de las fachadas, son frecuentes las
jas. Suelen ser de una sola nave paralela al sentido de la calle en la que se puntas de diamante, las columnas abalaustradas y, de uso más selectivo, los
sitúa el edificio. Tienen doble portada y atrio, uno de cuyos extremos queda muros almohadillados, todos ellos ya utilizados en el xvi; pero ahora las
bloqueado por una torre próxima a la acera. fachadas incorporarán otros motivos, como las cintas, espacios rectangula-
Por el contrario, las carmelitas disponen sus templos con planta perpen- res muy separados unos de otros. Unos y otros fueron ganando en barro-
quismo. Ejemplo barroco en Oaxaca es el templo de la Soledad, con porta-
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da-retablo de 1689. En cuanto a obras en yeso, merece la pena citar la capilla te. Los espacios se cubren con cúpulas de planta octogonal con bóvedas
del Santo Cristo de Teposcoluta, trasunto de la del Rosario de Puebla. esquifadas. La decoración se enriquece con respecto al exterior por la
4. La arquitectura mexicana del siglo xvill. Las recargadas ornamen- presencia de retablos, esculturas exentas, pinturas, rejerías y orfebrería. Y
taciones del barroco mexicano están en relación directa con el vigor y la todavía se emplea ocasionalmente la yesería para decorar el interior de las
opulencia de una sociedad criolla dueña de grandes extensiones de tierra y cúpulas y en los presbiterios.
de cuanto en ellas se produce o vive, de ubérrimas minas o de tinglados y Lo vistoso queda conseguido con uso del color y de las tonalidades
rutas comerciales extremadamente prósperas. Su religiosidad, al igual que la como unos elementos más del barroco mexicano.
de los indios y mestizos, encontró un cauce de expresión para su acendrado En la ciudad de México, la actividad de canteros, maestros y arquitectos
fervor en la realización de construcciones religiosas. es intensa. Nombres importantes, por lo que representan sus obras para la
El barroco mexicano, como estilo, cobra impulso en torno a la decora- evolución de la arquitectura en este período, son Pedro Arrieta, Miguel
ción y sus elementos. Son los juegos de luz perspectivas sabiamente dispues- Custodio Duran y Antonio Alvarez, entre otros muchos.
tas para resaltar los espacios cupulados y rematados los ejes axiales por Pedro Arrieta levantó en el Cerro del Tepeyac un santuario dedicado a
retablos, que, bañados en oro, refulgen llamativos. La sensación de majes- la Virgen de Guadalupe. Entre 1695 y 1709 construyó un templo de planta
tuosidad y riqueza quedaban conseguidos. casi cuadrada. Lo dotó de una cúpula central de grandes proporciones,
Las plantas, por el contrario, tienen un fuerte carácter continuista. Sí flanqueada por otras cuatro menores. En los ángulos de la planta dispuso
rompen con el pasado las torres y las cúpulas. Los arquitectos las utilizan cuatro torres.
para dejar libre su genio proyectivo. En el norte y en el sur de México, más en el primero que en el segundo,
Las torres adoptan formas caprichosas, maximalizadas al llegar a los se siguen desarrollando las tendencias evolutivas ya anunciadas en el siglo
campanarios, cuya decoración compite en riqueza y profusión de formas pasado. Pero con quien cobra verdadero auge el barroco mexicano será con
con la de las portadas. las obras de Jerónimo de Balbás y las de Lorenzo Rodríguez.
Es en la decoración de éstas donde hay que detenerse para poder hacer Balbás, imbuido por las enseñanzas de José de Churriguera, es de una
una apreciación exacta de la evolución del estilo que arranca de la columna imaginación portentosa, como queda reflejada en sus retablos. Sus obras y
salomónica para llegar al estípite y finaliza con la consiguiente reacción su fama le llevan a México en 1718. Se le encargó la ejecución del retablo de
lineal o regreso a la columna clásica al final de la centuria. La libertad de la capilla de los Reyes. En 1737 es ya una realidad. Con este trabajo, Balbás
composición, vulnerando constantemente los órdenes clásicos, es expresión introduce el estípite, o soporte formado por troncos de pirámides inverti-
de la fundamentalidad barroca. das. Es la antítesis de lo curvilíneo. Con él, el movimiento tiene trayectoria
Los arcos poligonales, ya empleados con anterioridad, consiguen ahora inversa, va de arriba abajo.
un gran desarrollo y cumplen su función alternando con los mixtilíneos. Son
El estípite va a tener una amplia difusión, primero entre los carpinteros,
éstos arcos semihexagonales, semioctogonales y lobulados, generalizándose
que lo tallan en la madera, para después generalizarse en los trabajos en
su uso.
piedra.
Las torres, en la traza de sus líneas, adquieren una riqueza de movi-
Estípite y arquitecto alcanzan la fama con motivo de la construcción del
mientos inusitada. Son habituales las octogonales y las de sección mixtilínea,
templo del Sagrario de la catedral de México, sufragada con fondos del
con cuerpos decrecientes y altos, como consecencia de situar los cubos al
mismo nivel que el que tiene el remate de la fachada. Santísimo Sacramento.
La curva, la recta y la contracurva tienen uso profuso en los vanos de Fue concebido como un monumental relicario con cúpula dominante,
luz, sean ventanas o claraboyas, como se puede observar en las de Taxco, cúpula de triunfo. Utiliza L. Rodríguez la planta central de cruz griega
Tepotzotlan y Ocotlan, o en las de dintel estrellado de la capilla del Pozito. extremada hasta un perímetro cuadrangular que recoge todo lo construido.
Se busca el contraste formal, los efectos de luces, de imágenes recortadas Sobre el crucero, una gran cúpula, y sobre los ángulos de la planta, otras
por un espectro lumínico pensados como estrellas o como sustancias que se cuatro menores.
mueven, rompiendo la monotonía de la superficie de los paramentos lisos. Es en el exterior donde el arquitecto se luce mediante el empleo de la
La decoración afecta al interior y al exterior de los edificios, pero suele policromía y sus efectos cromáticos. Los paramentos serán de piedra rojiza
alcanzar el éxtasis formal en portadas y campanarios, o al menos el esplen- y mixtilíneos en sus remates. La fachada se mantiene con dos contrafuertes
dor en grado máximo. Los motivos ornamentales más utilizados son los construidos en piedra grisácea. Las portadas, dos, son de dos cuerpos mixti-
vegetales, de apariencia carnosa o plana, junto a esculturas de todas las líneos en sus zonas altas. No son portadas tradicionales: son verdaderos
proporciones, escudos, carteles de dibujos, cintas y placas retorcidas, festo- retablos en piedra. No hay soportes distribuyendo los espacios y los entabla-
nes mixtilíneos y los pretéritos pináculos tallados al gusto. mentos tampoco están. La idea básica es cubrir todo el paramento sin dejar
En el interior, el atiborramiento de formas y expresiones es contunden- espacios vacíos. Emplea los estípites, dispuestos en pedestales altos y cubier-
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tos con abundantísima decoración. Su estípite no da la sensación de soportar Alonso Beltrán, en 1564, hace el proyecto de la catedral de Lima.
presiones, sino la de cerramiento de espacios. Es la oclusión decorativa. Dispone un gran templo rectangular de cinco naves, a las que añade dos de
La fase final del barroco mexicano es una reacción negativa con respec- capillas. Emplea en el diseño bóvedas para la cubierta. Como elementos
to al empleo del estípite y el recargamiento de formas decorativas. Resurge sustentantes propone pilares de planta cruciforme con medias adosadas. El
el uso de la columna clásica. Los efectos dinámicos ahora van a estar en los proyecto será en su momento reformado por Francisco Becerra.
movimientos en las trazas de las plantas.. Posiblemente este proyecto y otras construcciones desaparecidas fue-
La ciudad de México, y en ella el arquitecto mexicano Francisco Anto- ron los ejemplos más próximos al purismo renacentista en Lima, estilo de
nio Guerrero y Torres, será el exponente de esta última evolución artística. cortísima vigencia al que siguió otro período, el manierista, de más larga
Supo alternar lo clásico con lo dinámico. Algunos historiadores han creído duración.
ver en sus ejecuciones arquitectónicas ciertas premoniciones del ya próximo Se conserva el artesonado de una sala contigua a la portería del conven-
neoclasicismo. to de los dominicos. Es de dibujos geométricos renacentistas. Es posible que
Guerrero fijó la oposición al uso del estípite, ostensiblemente recusado pertenezca al siglo XVII, pero es una muestra tardía de lo que debió ser muy
en beneficio de la utilización de la columna clásica. común en el interior de las techumbres.
A él se debe una de las joyas no ya del barroco mexicano, sino del arte La casi totalidad de los templos limeños del siglo XVII fueron del modo
hispanoamericano: lá capilla del Pocito, construida entre 1771 y 1791, muy gotico-mudéjar de una nave; alguno también de tres naves separadas por
próxima a la basílica de la Virgen de Guadalupe. pilares ochavados. Los limeños desaparecieron hace muchos años, por lo
que se desconocen detalles relativos a su ornamentación, pero es probable
£) Colombia que se parecieran a los mexicanos. Por el exterior, los muros serían de
Durante el siglo xvi se levanta la catedral de Tunja, que tiene su comien- ladriflo, coronados por listeles simples, con remates en forma de almenas.
zo de obras ya a finales del siglo, en 1569. Es de tres naves cubiertas de En el contrato d e obras para la capilla de Santiago, el artífice Alonso de
madera, con arcos apuntados sobre columnas. El Renacimiento se encuen- Morales se compromete a ejecutar alfices flanqueando lo» vanos y figuras de
tra en su portada, de gran belleza y austeridad, con columnas pareadas, cerámica en las enjutas y frisos de las portadas, y que éstas tenían que ser de
entablamento y hornacina. igual traza a la de la capilla de la Vera-Cruz, sita entonces en el interior del
También en el siglo XVI, en 1577, se inicia la construcción de la catedral convento de Santo Domingo.
de Cartagena de Indias. El edificio sufrió incendios, asaltos, pillaje y todo Estas portadas debieron de ser muy numerosas. Han quedado de ellas
tipo de agresiones físicas, pero siempre fue reconstruido buscando la fideli- algún zócalo de azulejos, unas veces con dibujos renacentistas, otras con
dad con su estructura y formas iniciales. lacerías moriscas,- también algún que otro pilar ochavado y alguna techum-
Su interior es claramente renacentista. En él hay tres naves separadas bre de madera. Estas fueron hechas a tres o cinco paños, con tirantas y
por columnas coronadas por capiteles toscanos. decoración de lazos y estrellas. Como fueron las de la segunda catedral,
terminada en 1551; la iglesia de Santa Ana, de 1553; San Francisco, 1560; la
F) Perú Encarnación, 1562; Santo Domingo, 1575; la Concepción, 1573; San Pablo,
1569; San Agustín, 1600; Santa Clara, 1604.
1. Lima. A mediados del siglo XVI, Perú, bajo el gobierno del mar-
qués de Cañete, logró la estabilidad política necesaria para promover el Hoy, lo mudejar en Lima hay que conocerlo en las descripciones de las
desarrollo arquitectónico, actuando el marqués como un verdadero mece- viejas crónicas y los libros de Cabildo.
nas que favoreció la construcción de edificios religiosos, fundamentalmente Los claustros limeños recogen el gusto por lo mudejar mezclado con
en Lima. formas y decoraciones renacentistas. Grandes y de planta cuadrada. Sus
En primer lugar, es el gótico el que como estilo alcanza una expresión galerías están recorridas por arcos de medio punto que descansan en pilares
considerable. Se trataba, en realidad, de un estilo ya rebasado, utilizado para ochavados; las galerías altas se perdieron. Subsisten las bajas, en las que
el alzado de edificios populares. Hay constancia de dos capillas laterales están los citados soportes y arcos de rosca con molduras. Y azulejos cubrien-
construidas por Jerónimo Delgado en 1547, en la antigua iglesia de Santo do los zócalos de los paramentos interiores. Las cubiertas son de madera y
Domingo, y en las que utiliza bóvedas de nervios. Es admisible que se planas, con dibujos. A finales del XVI estaban finalizados los claustros de los
hiciesen más construcciones de estilo gótico, como las dos primeras catedra- dominicos, franciscanos, mercedarios, jesuítas y los de los monasterios de la
les, las primitivas iglesias de dominicos, franciscanos, mercedarios y parro- Encarnación y la Concepción.
quia de Santa Ana, con plantas de una nave, con testeros planos o poligona- 2. Cuzco. Es en la arquitectura del XVI donde se aprecia la superpo-
les y en cuyo exterior figuraron contrafuertes, pero también lo es que en sición de culturas. Circunstancia que se observa perfectamente en la casa-
todas estas obras utilizaron el arco de medio punto que nos introduce en el convento de Santo Domingo, erigida sobre la cimentación del antiguo tem-
ambiente renacentista. plo del Sol. El templo dominico debió de tener inicialmente tres naves, en
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C.46. Arte religioso hispanoamericano 849
gótico mudejar, con pilares y testero plano. Asolado en 1650, fue posterior-
mente alzado de nuevo. Se aprovechó por ello, de lo que había quedado en catedral de Lima. Encarga las obras a Alonso Beltrán. Es también notoria la
pie, la portada lateral. intervención de Francisco Becerra, que introduce modificaciones en el plan
El manierismo del XVII está presente en su traza. Pero hay columnas general de obras, inspirándose para ello en la catedral de Sevilla.
dóricas de fustes estriados, mientras que a poca distancia se sitúan hornaci- Es un conjunto reducido considerándolo desde una dimensión catedra-
nas superpuestas, manifiestamente anticlásicas; son similares a las practica- licia. Su planta es de tres naves, rematadas en un testero plano. Las bóvedas
das en las pilastras del arco de ingreso; en ellas están presentes temas de crucería son recibidas por pilares cuneiformes con pilastras.
decorativos como las veneras, más propias del plateresco; siguiendo las
G) Chile
tendencias claroscuristas, la rosca del arco se decora con casetones, y aun lo
herreriano coexiste con todo lo anterior en los ejes de los soportes pinácu- En la antigua Capitanía General de Chile son evidentes, en sus edifica-
los. Todo queda reafirmado, en cuanto a diversidad, por la composición del ciones, las influencias arquitectónicas de Lima.
entablamento convexo y de casetones mixtilíneos en el segundo cuerpo. Hay que destacar la iglesia de Achao, muy reproducida en sus formas en
El claustro cuzqueño queda a gran altura con el de San Francisco. Es de otros lugares de Chile. En el exterior hay dispuesto un pórtico bajo la torre,
planta cuadrada y de dos galerías. En la baja, los arcos son de rosca con una, que no hay más. En el interior, tres naves separadas por columnas que
molduras y flanqueados por alfices. Las columnas arrancan de unas basas; reciben arcos escarzanos y unas bóvedas lobuladas hechas con madera de
unos plintos, con decoración de hojas, reciben sus fustes lisos coronados con alerce y ciprés.
capiteles bellísimos. Y sobre éstos, cimacios cuadrados. En la alta, los arcos En el norte, desértico, se levanta un tipo de templo de gran sencillez.
son carpaneles, también encuadrados p o r alfices. Aquí, las columnas son Un prototipo debió de ser la iglesia de Chiu-Chiu, de principios del XVII. La
más bajas y se apoyan en un pretil. Los capiteles son parecidos en belleza. actual es consecuencia de las reformas habidas. Ofrece una planta sencilla.
En éste también se da, como en el de México, el gusto por el Renaci- Cimientos en piedra y muros en adobe y madera, sustentados por enormes
contrafuertes. El templo es de una horizontalidad absoluta. No hay nada que
miento, aunque en tono menor en cuanto a abundancia y originalidad de
pueda romper la tremenda austeridad que le caracteriza. Hay otros templos
temas.
en los que existe una torre y algo de decoración, fruto de la influencia del
En Ayacucho predomina el estilo plateresco. Aquí, el convento de Santo
barroco del Potosí; este influjo es notorio en la planta del templo de San
Domingo nos ofrece en su fachada principal una columnata que recuerda a
Pedro de Atacama y en las portadas esculpidas según el ejemplo tomado de
las toledanas por su disposición y ornamentación. la del Coyao, que se hallan en los lugares de Mocha, Chiapa y en la de
Por su fachada renacentista, del tipo castellano, debe ser tenida en Usmagama, decorada con tallas planiformes.
cuenta la iglesia de San Blas. Acoge un arco con molduras, dotado de un
escudo en su clave, esculturas y relieves en las enjutas. Unas columnas
adosadas buscan ascendiendo un frontón que corona el conjunto. II. LA ESCULTURA
El ladrillo como material constructivo en los templos peruanos hay que
tenerlo en cuenta a partir de la edificación de la iglesia de Paurcarolla, de la Durante todo el XVI llegan desde Sevilla a Santo Domingo, Puerto Rico
que procede, y en piedra, de la de Chucuito, que se puede citar por su y Cuba gran número de esculturas, según consta en los Archivos de Protoco-
decoración efectista, en la que se emplean círculos y rectángulos de alto los y de Indias. La mayoría ardieron, las perdieron o fueron robadas por
relieve. visitantes indeseables.
La catedral de Cuzco nace en planos por obra de Francisco de Becerra.
Los trabajos de ejecución los inicia en 1562 el maestro de obras Juan Miguel A) Santo Domingo
Veramendi. Está inspirada en las diseñadas por Diego de Siloé y Vandelvira. Muestras residuales de estas esculturas llegadas desde Sevilla son la
Su planta alberga tres naves separadas por pilares de perfil esquinado; sus estatua yacente del obispo Bastidas, situada en la catedral, en la que queda
capiteles están decorados por abundantes molduras y duro entablado, muy también, de entonces, la Virgen con el Niño, que debió de salir de alguna
saliente en sus formas. Las bóvedas que integran la cubierta son de crucería. mano cercana a Juan Bautista Vázquez el Viejo.
Dispone en sus pies de una fachada enmarcada por dos torres en sus ángu- Sevilla estará siempre presente en el trabajo de los escultores que labra-
los, de paramentos ciegos casi en su totalidad, coronadas por sendos campa- ron en los talleres de la isla, sobre todo en el período comprendido entre
narios de escasa altura, lo que configura una sensación de extraordinaria 1540 y 1550. Esto queda patente en los relieves de medallones con cabezas
pesadez, no obstante su portada principal, flanqueada simétricamente por de regulares proporciones que decoran la capilla de Alonso de Zuazo. Igual
otras dos secundarias, que con dos cuerpos y una hornacina como remate sensación produce el observar los trabajos de cantería, realizados en la
final parece que intentan aligerar la gravidez general. portada catedralicia por los artífices del lugar, nativos o importados.
Es el virrey Velasco quien, en 1598, impulsará la construcción de la La escultura barroca de los siglos xvil y XVIII es aquí y en el resto de las
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Antillas extremadamente escasa, y Sevilla sigue influyendo, aunque sin po- junto con otros mudejares y precortesianos. Ello ocurre en las Posas y en la
der llegar a crear escuelas que, con andadura propia, perpetuasen la escultu- portada del convento de Calpan, o en el anejo estado de Morelos, en la
ra barroca. portada del convento de Tepozlan.
En talla resulta muy original, por la iconografía representada, la decora- De más arriba en la escala de la perfección son los trabajos en piedra de
ción de la capilla del Rosario de la iglesia de los dominicos de Santo Domin- las portadas agustinas de Acolman y Yuridia. Las dos son platerescas y muy
go. Los trabajos se acabaron en 1684. La decoración afecta a la bóveda de imitadas.
la capilla. Allí quedan representados en talla el sol, los signos del zodiaco y La sensibilidad indígena interpreta la ejecución de la excepcional capi-
cuatro planetas: Júpiter, Marte, Mercurio y Saturno, cada uno en un ángulo. lla abierta de Tlalmanalco. Sus figuras son alegorías referidas al triunfo del
La posible interpretación del conjunto es muy variada, al igual que sus bien y de la virtud. Las tallas alcanzaron rápidamente el favor de las gentes.
antecedentes. Son imágenes notables, llegadas desde Sevilla, el Cristo de los Conquistado-
res y el del Buen Despacho, de la catedral de la Ciudad de México; la Virgen
B) Puerto Rico de la Merced y la Inmaculada, del Museo de Tepotzotlán, o el conjunto de
Santa Ana, la Virgen y el Niño, de la iglesia de Santa Mónica de Puebla.
En esta isla, lo más refinado en talla son las imágenes de madera policro- Obra importantísima es el retablo mayor de Huejotzingo. Su traza es
mada del Cristo de los Ponce y la de la Virgen con el Niño del Seminario. Las arquitectónica y sirve para ofrecer historias hechas con pinturas, pero tam-
dos son de concepción sevillana. bién hay en él esculturas que nos recuerdan el estilo velazqueño.
En los archivos de la isla hay constancia fehaciente de la remisión desde
Durante los primeros años del siglo XVII siguieron llegando a México,
Sevilla de tallas, que debieron de ser de factura barroca, aunque se descono-
desde Sevilla, esculturas y escultores, siendo notable la influencia de Juan
cen sus temas y su posible localización. Sí se conserva una imagen de San
Martínez Montañés, a pesar de la distancia en las habilidades dé casi todos,
José con el Niño en brazos, depositada en el Instituto de Cultura de San
como sucede con el Niño cautivo de la catedral de México y con la Virgen y
Juan y a la que por sus características similares a sus iguales sevillanas se la
el Niño del museo de la basílica de Guadalupe. Los grandes trabajos de los
fecha en torno a los años finales del XVI, momentos en el que el taller de
escultores locales son los retablos y las sillerías de coro.
Pedro Roldan dominaba el estilo. Hace que dudemos de su procedencia
Lucas Méndez hace el retablo de la capilla de los Reyes, en la catedral de
hispalense la blandura de los volúmenes y la expresión del rostro, presumi-
Puebla. Posee una inmensa riqueza en formas doradas.
blemente locales.
Al criollo Salvador de Ocampo se debió la sillería del desaparecido
C) Cuba templo de San Agustín, de repertorio muy rico y variado.
Obras destacadas del XVII, en piedra, son los relieves del convento de la
En Cuba son también pocas las tallas que se conservan de esta época, Encarnación de México y el de San Agustín, hoy en la Biblioteca Nacional,
aunque igualmente se sabe que llegaron en cantidad estimable. Entre lo que acabado en 1692.
queda está un San Cristóbal en la catedral de La Habana, tallado en madera Las portadas de la catedral de Puebla se deben a Juan de Solé González,
encarnada y policromada. Es obra ejecutada en 1632 por Martín de Andújar con tallas de la Concepción, San José, San Juan y Santiago.
en Sevilla. La piedra también es esculpida en Oaxaca. El relieve más importante es
el de San Agustín, de factura suelta, posiblemente de 1722, el cual guarda
D) México una cierta relación con el autor de los relieves de la portada de la Soledad.
La escultura es una faceta artística original. La calidad comparte el Sus matices recuerdan a Zurbarán y Murillo.
panorama con la tosquedad en composiciones y acabados de las facturas en La escultura monumental está asociada a los relieves de portadas. Los
piedra. Las figuras en madera o pasta son interesantes por las expresiones de la basílica de Guadalupe narran las apariciones de la Virgen al indio Juan
conseguidas y por las técnicas de elaboración, pero carecen de ese toque de Diego. Dirigió su ejecución Pedro de Arrieta, al que hay que citar también
delicadeza que sería de desear. en La Profesa, donde existe, en relieve, un San Ignacio sobre la puerta
En los siglos XVI y XVII, los temas de la escultura decorativa son muy principal, realizado con tosquedad y partiendo de un grabado previo.
variados; su interpretación transcurre por etapas como el gótico, el mude- Son de algún mérito las historias que componen la fachada del conven-
jar, el precortesiano, el plateresco, el claroscurista y el manierismo. Al final to de Santo Domingo. Hiératicas, pero importantes, son las esculturas de la
de este proceso hace acto de presencia el barroco, que se desarrolla a iglesia de Guadalupe de Zacatecas, ciudad en la que hay que destacar tam-
impulsos de la fantasía. La talla de madera sigue un ritmo similar. Las dos bién el relieve de la portada de la iglesia de San Agustín.
producciones se engloban dentro de la temática religiosa. La madera es muy trabajada en la etapa barroca. De factura dinámica y
En Puebla y zonas próximas, los conventos franciscanos son los prime- excelente policromía son las tallas de los arcángeles Miguel y Rafael en la
ros que ofrecen realizaciones decorativas, en las que hay elementos góticos capilla doméstica de Tepotzotlán.
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Durante el XVIII destacan en Puebla los trabajos de los Cora. A José De Juan de Oviedo se conserva el recibo de lo que cobró por la hechura
Zacarías Cora se debe la escultura de San Cristóbal, en la iglesia de igual y encorvado de una imagen de Nuestra Señora de la Candelaria.
nombre.
Lo dramático y tremendista está en las creaciones populares de escultu-
ra en madera policromada; a través del color buscan el realismo. Así se III. LA PINTURA
observa en las figuras de Cristo crucificado. Tanto las imágenes del altar
como las procesionales parecen poseer capacidad de comunicación, como A) México
sucede con el Cristo de Santa María Tonanzintla; la de Cristo peregrino del
El primer tercio del siglo xvil es una prolongación de los últimos años
santuario de Atotonilco, en Guanajuato; el Cristo Rey de Burlas, de Queré-
del anterior.
taro; el Santo Cristo del Rebozo, del templo de Santo Domingo, de la ciudad
El pintor que va por delante de los demás es Luis Juárez, cuyo estilo
de México.
destaca dentro del manierismo sevillano, dada la inimitable suavidad de sus
La imágenes marianas poseen facciones de belleza sublime; con esto pinturas. Posee buena técnica colorista. Sus personajes parecen bellos mu-
bastaría para considerar apreciable su factura. El fervor popular, en su ñecos. Su obra más famosa son los Desposorios rústicos de Santa Catalina,
deseo de conseguir un realismo más evidente, dota a estas tallas de pelucas, posiblemente influida por la Epifanía, de Echave Orio, pero con juegos de
postizos y mantos, que les dan un aspecto muy singular, como sucede con la luces propios. Los esfumados y los aires vaporosos están logrados en la
Virgen de Ocotlán. Imposición de la casulla a San Ildefonso y en el Martirio de Santa Úrsula.
Rompiendo con este estilo, hizo el San Simón Stock recibiendo el escapulario, de
E) Perú
composición mixta, pues oscila entre el realismo y el manierismo rafaelesco.
Pocas esculturas quedan correspondientes a los años que transcurren Baltasar Echave Ibia es otro de los grandes pintores del momento. A él
de 1535 a 1580. Sabemos algo de ellas a través de noticias documentales. se deben un San Mateo, de gestos preconcebidos, y una espléndida Concep-
Conocemos su existencia. Las hubo exentas de madera y piedra, en retablos ción. Ambos se conservan en la Academia de Bellas Artes. Sabe combinar la
y portadas, de procedencia sevillana o estrictamente locales. suavidad con la luz, dulce, que acaricia las figuras. Su dibujo es firme, con lo
Con los últimos años del siglo XVI aparecen en la región andina artistas que realza los detalles.
indígenas, como, por ejemplo, Francisco Tito Yupanqui, de Copacabana, al Alonso López de Herrera es otro pintor del mismo momento histórico,
que se debe la imagen de la Virgen del mismo nombre, inspirada en la aunque de características diferentes a los anteriores. Llegó a ser nominado
Virgen de la Candelaria de la iglesia de los dominicos de Potosí. el divino Herrera. Fue religioso dominico y ejecutó el retablo mayor de la
De este artista arranca una escuela de imagineros dedicada al retablo. iglesia de su convento en México. Es dibujante seguro y detallista. No elude
Son indígenas, y entre ellos destaca Sebastián Acóstopa Inca. Guarda rela- lo prolijo ni siquiera en lo menudo. Su obra más conocida es la Asunción, de
ción con Tito Yupanqui el grupo indio de Chuquisaca, del que sobresale la Academia de Bellas Artes. En ella aparecen los apóstoles en gesto airado
Diego Quispe. y actitud violenta. También es de él el Cristo Resucitado, y en muchas ocasio-
A Roque de Bolduque, que tiene taller en Sevilla, pertenece la Virgen nes repitió el tema de la Santa Faz.
de la catedral de Lima, «La Sola».
En la segunda mitad del siglo XVI hubo en Sevilla un grupo de esculto- B) Perú
res formados en el bajo Renacimiento, entre los que están Juan Bautista
Vázquez y Jerónimo Hernández, que ejerce una influencia importante entre En 1958 se elaboró un catálogo de las obras europeas del siglo XV
los Oviedo, Miguel Adán, Juan Bautista Vázquez el Moro, Gaspar del Águila existentes en la región andina. Eran una veintena aproximadamente, mu-
y Núñez Delgado, de 1560 a 1600. Este grupo tuvo una relación profesional, chas influidas por los manieristas de Amberes, destacando la tabla de la
que cabe estimar como intensa, con el Perú. El maestro del grupo es Juan Piedad del Museo de Charcas. Su composición está influida por la inspira-
Bautista Vázquez el Viejo. Hizo un calvario para Tunja y existe el documen- ción de Quintín Massys, a quien se atribuye la Virgen Orante, de Bogotá, al
to del retablo que hizo para Santo Domingo de Lima. También se le atribuye igual que la Sagrada Familia del Museo de la Moneda de Potosí. Otro trabajo
la Virgen con el Niño de la Universidad Católica de Lima. destacable por su factura es la Adoración de los Pastores, del Museo Nacio-
Jerónimo Hernández influye en iconografías marianas, como es eviden- nal de La Paz. Hay, ya próximo al estilo de Van Cleef, un San Jerónimo en
te en la Virgen de la Candelaria de La Paz. Representa una Virgen sentada San Francisco de Lima.
en trono con el Niño de pie sobre sus rodillas. Pero el pintor que tuvo un peso profesional más importante y que
Gaspar Núñez Delgado trabaja con marfil y barro cocido. En la ahora influyó más es Martín de Vos, más conocido en América que en Europa. Su
Bolivia existe un Ecce Homo, depositado en el convento de la Concepción, estilo es de transición ya en los últimos años del manierismo flamenco. Obra
de la capital. Es una talla de 40 centímetros y se halla bien conservada. destacable suya sería la Incredulidad de Santo Tomás. Igualmente se deben a él
854 P.IV. La irradiación de la Iglesia
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