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HISTORIA

DE LA IGLESIA
HISPANOAMÉRICA
Y FILIPINAS
I
OBRA DIRIGIDA POR

PEDRO BORGES
BIBLIOTECA HISTORIA DE LA IGLESIA
DE EN HISPANOAMÉRICA
AUTORES CRISTIANOS Y FILIPINAS
Declarada de interés nacional
37
(SIGLOS XV-XIX)
ESTA COLECCIÓN SE PUBLICA BAJO LOS AUSPICIOS Y ALTA
DIRECCIÓN DE LA PONTIFICIA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA
Volumen I: Aspectos generales
LA COMISIÓN DE DICHA PONTIFICA UNIVERSI-
DAD ENCARGADA DE LA INMEDIATA RELA-
CIÓN CON LA BAC ESTÁ INTEGRADA EN EL OBRA DIRIGIDA POR
ANO 1992 POR LOS SEÑORES SIGUIENTES:
PEDRO BORGES
PROFESOR DE HISTORIA DE AMERICA EN LA
UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID
PRESIDENTE:

Excmo. y Rvdmo. Sr. D. FERNANDO SEBASTIÁN AGUILAR, Arzobispo


coadjutor de Granada y Gran Canciller de la Universidad Pontificia.

VICEPRESIDENTE:

Excmo. Sr. D. JOSÉ MANUEL SÁNCHEZ CARO, Rector Magnífico.

VOCALES: Dr. JOSÉ ROMÁN FLECHA ANDRÉS, Vicerrector Académico y


Decano de la Facultad de Teología; Dr. JUAN LUIS ACEBAL LUJAN,
Decano de la Facultad de Derecho Canónico; Dr. LUCIANO PEREÑA
VICENTE, Decano de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología; Dr.
ALFONSO PÉREZ DE LABORDA, Decano de la Facultad de Filosofía;
Dr. JOSÉ OROZ RETA, Decano de la Facultad de Filología Bíblica
Trilingüe; Dr. VICENTE FAUBELL ZAPATA, Decano de la Facultad de
Pedagogía; Dra. M.a FRANCISCA MARTÍN TABERNERO, Decana de la
Facultad de Psicología; Dra. M.a TERESA AUBACH Guíu, Decana de la
Facultad de Ciencias de la Información; Dr. MARCELIANO ARRANZ B I B L I O T E C A DE A U T O R E S C R I S T I A N O S
RODRIGO, Secretario General de la Universidad Pontificia. E S T U D I O T E O L Ó G I C O DE SAN I L D E F O N S O
DE T O L E D O
SECRETARIO: Director del Departamento de Publicaciones.* Q U I N T O C E N T E N A R I O (ESPAÑA)
MADRID • MCMXCII
MADRID • MCMXCII
Esta obra ha sido editada con la participación de la COMISIÓN
NACIONAL PARA EL QUINTO CENTENARIO DEL DESCUBRIMIENTO D$
AMÉRICA. ÍNDICE GENERAL

Págs.

COLABORADORES DEL PRESENTE VOLUMEN xv


PRÓLOGO xvn

PARTE I

CUESTIONES GLOBALES

CAPÍTULO 1. La historia d e la I g l e s i a e n H i s p a n o a m é r i c a y Filipi-


nas, p o r Pedro Borges 5
I. Nociones 5
II. Historiografía de la Iglesia en Hispanoamérica 6
III. Sistematización d e la historia de la Iglesia en Hispanoamérica .. 11
Nota bibliográfica 15

CAPÍTULO 2. La I g l e s i a y e l d e s c u b r i m i e n t o d e América, p o r Luis


Arranz Márquez 19
I. La Iglesia y los descubrimientos antes de Colón 19
II. La religiosidad d e Colón y su proyecto descubridor 22
III. Colón y los eclesiásticos 29
Nota bibliográfica 32
CAPÍTULO 3. La d o n a c i ó n pontificia d e las Indias, por Antonio García
y García 33
I. Las bulas alejandrinas 33
II. Antecedentes medievales 35
III. Interpretaciones d e las bulas alejandrinas 38
Nota bibliográfica 44
CAPÍTULO 4. La Santa S e d e y la I g l e s i a americana, por Pedro Borges 47
I. Marginación directiva de la Santa Sede 47
II. El problema del representante pontificio en Indias 55
Nota bibliográfica 60

CAPÍTULO 5. El Patronato y e l Vicariato R e g i o e n Indias, por Alberto


de la Hera 63
I. Antecedentes del Patronato indiano 63
II. Génesis del Patronato indiano 67
III. Del Patronato al Vicariato indiano 74
Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1992,
Quinto CentenariojEspaña), Madrid 1992, Nota bibliográfica 78
y Estudio Teológico de San Ildefonso de Toledo, Toledo 1992.
Depósito legal: M. 44.375-1991. CAPITULO 6. El r e g a l i s m o i n d i a n o , por Alberto de la Hera 81
ISBN: 84-7914-053-4. Obra completa. I. Patronato-Vicariato-Regalías 82
ISBN: 84-7914-054-2. Tomo I.
Impreso en España. Printed in Spain.
índice general índice general IX
VIII
Págs.
Págs.

II. El regalismo 85 CAPÍTULO 12. Las O r d e n e s r e l i g i o s a s , por Pedro Borges 209


III. El regalismo en Indias 88
IV. Conclusión 95 I. Observaciones generales 209
Nota bibliográfica 96 II. Las Ordenes misioneras 212
III. Las Ordenes n o misioneras 226
IV. Las Ordenes y Congregaciones femeninas 230
CAPÍTULO 7. La e c o n o m í a d e la I g l e s i a americana, por Ronald Escobe- V. La vida religiosa n o institucionalizada 233
do Mansilla 99 Nota bibliográfica 234
I. Los diezmos 99
II. El sínodo parroquial y los estipendios 113 CAPÍTULO 13. La e x p u l s i ó n d e la C o m p a ñ í a de J e s ú s , por Magnus
III. Los ingresos de las Ordenes religiosas 114 Mórner 245
IV. La financiación de las misiones I. El decreto de expulsión 245
118 II. Ejecución del decreto 252
V. Los subsidios eclesiásticos 124 III. Reacciones ante la expulsión 254
VI. La consolidación de los vales reales 124 IV. Consecuencias de la expulsión 255
VII. Mesadas, medias anatas y anualidades eclesiásticas 129 V. Las «Temporalidades» 256
VIII. La Bula de la Santa Cruzada 130 Nota bibliográfica 258
Nota bibliográfica 133
CAPÍTULO 14. El c l e r o i n d í g e n a , p o r Juan B. Olaechea Labayen 261
PARTE II I. Primeras experiencias en las Antillas 261
II. Primeras experiencias en el continente 263
III. El largo proceso de consolidación 268
LA IGLESIA DIOCESANA IV. El clero mestizo 275
V. Episcopologio indígena 277
Nota bibliográfica 279
CAPÍTULO 8. Organización territorial d e la I g l e s i a , por Antonio Gar-
CAPÍTULO 15. La c r i o l l i z a c i ó n d e l c l e r o , p o r Bernard Lavallé 281
cía y García l^y
I. Archidiócesis o sedes metropolitanas 139 I. Los orígenes del criollismo 281
II. Las Ordenes religiosas y el problema criollo 285
II. Diócesis 14Ü
III. Otros factores de la lucha 292
III. Parroquias de españoles j^c
IV. Criollismo eclesiástico e ideología 295
IV. Doctrinas o parroquias de indios 1*^
Nota bibliográfica 296
Nota bibliográfica *5¿
CAPÍTULO 16. La Inquisición, por Elisa Luque Alcaide 299
CAPÍTULO 9. El e p i s c o p a d o , por Francisco Martín Hernández 155
I. Orígenes y tipos de la Inquisición en América 301
I. Implantación del episcopado en América 155 II. La Inquisición episcopal y monástica 302
II. Estructura episcopal 157 III. El Tribunal del Santo Oficio 305
III. Múltiple actuación de los obispos J^l IV. El Provisorato p a r a indios 315
IV. Radiografía de u n episcopado lj>5 Nota bibliográfica 317
V. Los obispos ante la emancipación americana 1°°
Nota bibliográfica 1'^ CAPÍTULO 17. La I g l e s i a y l o s n e g r o s , por Ildefonso Gutiérrez Azopardo 321
I. La Iglesia y la trata negrera 322
CAPÍTULO 10. Las asambleas jerárquicas, por Antonio García y García 175 II. Legislación religiosa sobre los negros 326
I. Juntas eclesiásticas | JJj III. La evangelización 327
II. Sínodos diocesanos j°¡? IV. Actuaciones especiales con los negros 331
III. Concilios provinciales 1|5 V. Los negros y la Iglesia 334
Nota bibliográfica *8 VI. La otra cara de la moneda 335
Nota bibliográfica 337
l 9 3
CAPÍTULO 1 1 . El c l e r o d i o c e s a n o , p o r Federico R. Aznar Gil
CAPÍTULO 18. P a n o r a m a d e la I g l e s i a d i o c e s a n a , por Eduardo Cár-
I. La constitución del clero secular |~!q denas 339
II. El modelo'del clérigo diocesano 19-;
III. Los curas de indios 20á I. El marco socio-religioso americano 339
IV. Conclusión 207 II. Luces y sombras de la cristiandad americana 346
Nota bibliográfica 208 Nota bibliográfica 358
índice general XI
X índice general
Págs.
Págs.
PARTE III
CAPÍTULO 19. Las prácticas piadosas. Los sacramentos, por Eduardo
Cárdenas 361 LA IGLESIA MISIONAL
I. La semana del cristiano y los días de fiesta 361
II. Las devociones populares 364
III. Los sacramentos 371 CAPÍTULO22. Estructura y características de la evangelización, por
IV. El año litúrgico 373 Pedro Borges 423
V. La muerte cristiana 377
Nota bibliográfica 380 I. La Corona, eje de la evangelización 423
II. Organización misional 429
III. Características generales de la evangelización 432
CAPÍTULO 20. Hagiografía hispanoamericana, por Lorenzo Galmés .. 383 Nota bibliográfica 435
Protomártires indígenas de América (1498) 383 CAPÍTULO 23. Los artífices de la evangelización, por Pedro Borges ... 437
Beatos indígenas mexicanos (1527, 1529 y 1539) 385
Venerable Luis Cáncer (f 1549) 385 I. Las Ordenes misioneras 437
San Luis Bertrán (1542-1569) 386 II. Los obispos y el clero diocesano 449
Venerable Gregorio López (1542-1596) 387 III. Los españoles y criollos seglares 450
Mártires mexicanos en Japón (1597, 1627 y 1632) 388 IV. Los colaboradores indígenas 451
Beato Sebastián de Aparicio (1502-1600) 388 Nota bibliográfica 453
Santo Toribio de Mogrovejo (1538-1606) 389 CAPÍTULO 24. Dificultades y facilidades para la evangelización, por
San Francisco Solano (1549-1610) 390
Santa Rosa de Lima (1586-1617) 390 Pedro Borges 457
Venerable Vicente Bernedo (1562-1619) 391 I. Factores adversos 457
Mártires jesuítas del Paraguay (1628) 392 II. Factores favorables 462
San Martín de Porres (1579-1639) 393 III. Factores mixtos 463
San Juan Macías (1585-1645) 394 IV. Apreciación de conjunto 468
Santa Mariana de Jesús (1618-1645) 395 Nota bibliográfica 469
Venerable Francisco de Pamplona (1597-1651) 395 CAPÍTULO 25. La expansión misional, por Pedro Borges 471
San Pedro Claver (1580-1654) 397
Venerable Pedro de Bethencourt (1626-1667) 397 I. Sistemas de despliegue misional 471
Beata Ana de los Angeles Monteagudo (1602-1686) 398 II. Curso crono-geográfico de la expansión 474
Venerable José de Carabantes (1628-1694) 399 Nota bibliográfica 494
Venerable Antonio Margil de Jesús (1657-1726) 400 CAPÍTULO 26. La metodología misional americana, por Pedro Borges 495
Beato Junípero Serra (1713-1784) 400
Nota bibliográfica 401 I. Elaboración de la metodología misional 495
II. Principios metodológicos básicos 503
CAPÍTULO 21. Pensadores eclesiásticos americanos, por Isaac Nota bibliográfica 506
Vázquez 405 CAPÍTULO 27. Sistemas y lengua de la predicación, por Pedro Borges 509
Bartolomé de las Casas (1484-1566) 405 I. Sistemas de predicación 509
Juan Focher (f 1572) 407 II. El problema de la lengua 514
Diego Valadés (n. 1533) 409 Nota bibliográfica 519
Alonso de Veracruz (1507-1584) 409
Luis López (t 1596) 410 CAPÍTULO 28. Primero hombres, luego cristianos: la transcultura-
José de Acosta (1540-1600) 410 ción, por Pedro Borges 521
Miguel Agía (f d. de 1604) 412 I. El principio de la dignificación del indígena 521
Jerónimo Moreno (mediados del siglo xvn) 414 II. El esfuerzo misionero de dignificación 526
Juan Rodríguez de León (mediados del siglo xvn) 414 III. Apreciaciones sobre la promoción 533
Alonso de Sandoval (1576-1651) 414 Nota bibliográfica 534
Juan de Alloza (1598-1666) 415
Pedro de Alva y Astorga (1601-1667) 415 CAPÍTULO29. El sistema de reducciones, por Jaime González Rodríguez 535
Juan de Almoguera (f 1676) 416 I. Orígenes y-evolución del sistema 535
Alonso deja Peña Montenegro (f 1687) 416 II. Doble proceso de reducción 540
Diego de Avendaño (1594-1688) 417 III. El pensamiento misionero sobre el sistema de reducciones 544
Andrés Miguel Pérez de Velasco (siglo xvm) 418 Nota bibliográfica 547
Pedro José Parras (1728-1784) 418
Nota bibliográfica 419
índice general XIII
XII índice general
Págs.
Págs.
II. Intervención: Etica de la conquista 638
CAPÍTULO 30. M é t o d o s d e catequización, por Josep-Ignasi Sarányana 549 III. Resultados: Pastoral de los derechos humanos 642
IV. Conclusión: Trascendencia histórica 646
I. Las primeras experiencias pastorales americanas 550 Nota bibliográfica 647
II. Las juntas eclesiásticas de México 551
III. La «Instrucción» de Jerónimo de Loaysa 554 CAPÍTULO 35. La I g l e s i a a m e r i c a n a y l o s p r o b l e m a s d e l i n d i o , por
IV. Los manuales para misioneros 557 Pedro Borges 649
V. Las síntesis misionológicas del III límense y del III mexicano ... 561 I. Observaciones sobre la actuación de los eclesiásticos 649
VI. Rasgos generales de la posterior catequesis americana 563 II. La Iglesia ante los problemas antillanos 651
Nota bibliográfica 569 III. La Iglesia ante las conquistas 655
CAPÍTULO 3 1 . M é t o d o s d e p e r s u a s i ó n , por Pedro Bprges 573 IV. La Iglesia ante los problemas laborales 659
V. La Iglesia ante el problema d e la racionalidad del indio 662
I. La captación de la benevolencia 573 VI. La Iglesia ante la esclavitud 665
II. Presentación atractiva del cristianismo 574 VII. La Iglesia y la imposición tributaria 667
III. La erradicación del paganismo 575 Nota bibliográfica 667
IV. La «extirpación de la idolatría» 578
V. La demostración directa del cristianismo 586 CAPÍTULO 36. La I g l e s i a y l a s culturas p r e h i s p á n i c a s , por Pedro
VI. Métodos de autoridad 587 Borges 671
VII. Métodos verticales 589 I. Supresión de las culturas indígenas 671
VIII. Métodos capilares o de contacto 589 II. Conservación y transmisión de las culturas indígenas 676
IX. Métodos de educación 590 Nota bibliográfica 682
Nota bibliográfica 591
CAPÍTULO 37. Los e c l e s i á s t i c o s y e l g o b i e r n o d e l a s I n d i a s , por
CAPÍTULO 32. La nueva cristiandad indiana, p o r Pedro Borges 593 Ismael Sánchez Bella 685
I. La respuesta cristiana del indio 593
I. Colaboración en las tareas públicas 685
II. El cultivo pastoral de los neoconversos 599 II. Eclesiásticos en cargos públicos 691
III. La vivencia indígena del cristianismo 604 III. Conclusión 695
Nota bibliográfica 611 Nota bibliográfica 695
CAPÍTULO 3 3 . G r a n d e s e v a n g e l i z a d o r e s a m e r i c a n o s , por Lorenzo CAPÍTULO 38. La I g l e s i a y la e n s e ñ a n z a s u p e r i o r , por Jaime González
615
Galmés Rodríguez 699
6
Ramón Pane (1493) }5¡ I. Las fuentes 699
Pedro de Córdoba y su Comunidad (1510-1521) 616 II. Centros superiores n o universitarios 700
Los doce apóstoles franciscanos de México (1524) 617 III. Las Universidades 706
J u a n de Zumárraga (1458-1548) 61S Nota bibliográfica 711
Domingo de Betanzos (1480-1549) 6iy
Gregorio de Beteta (f 1562) 6¿U CAPÍTULO 39. La I g l e s i a y la e n s e ñ a n z a e l e m e n t a l y secundaria, p o r
Pedro de Gante (t 1572) °*A Jaime González Rodríguez 715
Vasco de Quiroga (t 1578) %i I. Observaciones generales 715
Agustín de la Coruña (1508-1589) °£2 II. La enseñanza elemental para hijos de caciques 717
Gonzalo de Tapia (1561-1594) °/« III. La enseñanza elemental para la mujer 719
Diego de Porres (siglo xvi) ^.j.. IV. La enseñanza elemental para niños 722
Diego de Torres Bollo (1551-1638) °~g V. La Iglesia y la enseñanza secundaria 725
Antonio Llinás de Jesús María (1635-1693) „7 Nota bibliográfica 727
Eusebio Francisco Kino (1645-1711) fi9¿
Francisco Palou (1723-1790) °29 CAPÍTULO 40. Los e c l e s i á t i c o s y las c i e n c i a s profanas, por José Luis
Nota bibliográfica Abellán 73 j
I. Derecho internacional 73^
II. La guerra: una ruptura del orden internacional '.'.'.'.'.'.'.'.'.'. 734
PARTE IV III. La economía política 735
IV. Antropología cultural , 737
LA IRRADIACIÓN DE LA IGLESIA V. Una hazaña botánica: la de Mutis 739
VI. El americanismo de los jesuítas expulsos '.'.'.'.'.'.'.'.'.'.'. 741
CAPITULO 34. La a n e x i ó n d e A m é r i c a a l a luz d e la t e o l o g í a , por 6 3 3 VIL Conclusión ' ~¿4
Luciano Pereña Nota bibliográfica y. .
635
I. Protagonistas: Escuela de teólogos
xiv índice general
Págs.

CAPÍTULO 4 1 . Literatos e c l e s i á s t i c o s h i s p a n o a m e r i c a n o s , por Juana


Martínez Gómez 747 COLABORADORES DEL PRESENTE VOLUMEN
I. Crónicas en verso 747
II. El teatro 747
III. La poesía 751
IV. La prosa 755 ABELLÁN, JOSÉ LUIS, Doctor en Filosofía, Universidad Complutense, Madrid.
V. Sor J u a n a Inés d e la Cruz 758
AKRANZ MÁRQUEZ, LUIS, Doctor en Historia de América, Escuela Universitaria
Nota bibliográfica 760 Pablo Montesino, Madrid.
CAPÍTULO 42. La I g l e s i a y l a b e n e f i c e n c i a , p o r Josefina Muriel 761 AZNAR GIL, FEDERICO R., Doctor en Derecho Canónico, Universidad Pontificia,
I. Centros benéficos en las Antillas 762 Salamanca.
II. Centros benéficos e n Nueva España 763 BORGES, PEDRO, Doctor e n Historia d e América, Universidad Complutense, Ma-
III. Centros benéficos en Guatemala 772 drid.
IV. Centros benéficos en América del Sur 772 CÁRDENAS, EDUARDO, jesuíta, Doctor en Historia Eclesiástica, Universidad Grego-
Nota bibliográfica 778 riana (Roma) y Universidad Javeriana (Bogotá).
CAPÍTULO 4 3 . La I g l e s i a y l o s d e s c u b r i m i e n t o s g e o g r á f i c o s , p o r CUESTA, MARIANO, Doctor en Historia de América, Universidad Complutense,
Mariano Cuesta 781 Madrid.
I. Primer período: 1492-1550 782 ESCOBEDO MANSILLA, RONALD, Doctor e n Filosofía y Letras, Universidad del País
II. Segundo período: 1550-1824 784 Vasco, Vitoria.
Nota bibliográfica 796 GALMÉS, LORENZO, dominico, Doctor en Teología, Centro Teológico de los Pa-
dres Dominicos, Barcelona.
CAPITULO 44. La I g l e s i a y l a Ilustración, p o r Jaime González Rodríguez. 799 GARCÍA Y GARCÍA, ANTONIO, franciscano, Doctor en Derecho Canónico, Universi-
I. El clero y el regalismo 800 dad Pontificia, Salamanca.
II. El clero y las instituciones culturales 801 GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, JAIME, Doctor en Historia d e América, Universidad Com-
III. El clero y la enseñanza elemental y media 802 plutense, Madrid.
IV. El clero y la enseñanza superior 804
GUTIÉRREZ AZOPARDO, ILDEFONSO, Doctor en Antropología Americana, Universi-
Nota bibliográfica 811 dad de los Andes, Bogotá.
CAPÍTULO 4 5 . La I g l e s i a y l a i n d e p e n d e n c i a h i s p a n o a m e r i c a n a , p o r HERA, ALBERTO DE LA, Doctor en Derecho, Universidad Complutense, Madrid.
John Lynch • 815 LAVALLE, BERNARD, Doctor en Historia, Universidad de Burdeos-III.
I. La crisis d e la Iglesia colonial 815 LUQUE ALCAIDE, ELISA, Doctora e n Historia de América, Universidad de Navarra,
II. Las raíces ideológicas de la independencia 818 Pamplona.
III. Respuesta de la Iglesia a la independencia 822 LYNCH, JOHN, Doctor en Historia, Institute of Latín American Studies, Londres.
IV. Los libertadores y la Iglesia 828
MARTÍN BERRIO, RAÜL, Doctor en Historia d e América, Universidad Compluten-
V. La Iglesia poscolonial 830
Nota bibliográfica 832 se, Madrid.
MARTÍN HERNÁNDEZ, FRANCISCO, Doctor en Historia Eclesiástica, Universidad
CAPÍTULO 46. Arte r e l i g i o s o h i s p a n o a m e r i c a n o , p o r Raúl Martín Be- Pontificia, Salamanca.
rrio 835 MARTÍNEZ GÓMEZ, JUANA, Doctora en Filología Hispánica, Universidad Complu-
1/ La arquitectura 835 tense, Madrid.
II. La escultura 849 MÓRNER, MAGNUS, Doctor en Historia, Universidad de Góteborg (Suecia).
III. La pintura 853 MURIEL, JOSEFINA, Doctora en Historia, Instituto de Investigaciones Históricas,
Nota bibliográfica 854 México.
OLAECHEA LABAYEN, JUAN BAUTISTA, Doctor en Filosofía y Letras, C u e r p o Facul-
tativo de Archiveros y Bibliotecarios, Madrid.
PEREÑA, LUCIANO, Doctor en Filosofía y Letras, Consejo Superior de Investiga-
ciones Científicas (Madrid) y Universidad Pontificia de Salamanca (Ma-
drid).
SÁNCHEZ BELLA, ISMAEL, Doctor en Derecho, Universidad de Navarra, Pamplona.
SARANYANA, JOSEP-IGNASI, presbítero, Doctor en Teología, Universidad de Nava-
rra, Pamplona.
VÁZQUEZ, ISAAC, franciscano, Doctor en Historia Eclesiástica, Pontificio Ateneo
Antoniano, Roma.
PROLOGO

La presente Historia de la Iglesia aspira a plantear de una manera


imparcial y clara los diversos y complejos aspectos que presenta esta
institución en Hispanoamérica y Filipinas desde su descubrimiento hasta
su independencia.
En este primer volumen se abordan los aspectos generales o que se
refieren a la Iglesia hispanoamericana y filipina en su conjunto. En el
segundo se expondrán los aspectos territoriales, es decir, el curso de esa
misma Iglesia en las diversas regiones que se estudiarán.
Renunciando a una exhaustividad imposible, en ambos se ha procu- •
rodo conjugar la concisión con una moderada amplitud en la exposición
de los temas, a la que sigue una Nota Bibliográfica para que el interesa-
do pueda profundizar en ellos.
El tratamiento de cada tema se ha encomendado a un historiador
plenamente acreditado en la materia que aborda como, en muchas ocasio-
nes, lo evidencia la bibliografía de cada capítulo. En la selección de los
autores se ha seguido el criterio de su especialización, no el de sus ideas
ni el de su condición personal. Por ello, en la lista figuran españoles e
hispanoamericanos junto con franceses, ingleses y suecos. De ellos, unos
son religiosos o sacerdotes diocesanos; otros, seglares católicos; unos
terceros, seglares, desde el punto de vista religioso indiferentes, y algu-
nos, agnósticos.
La diversidad de autores ha originado repeticiones y hasta divergen-
cias de posturas en el enjuiciamiento de algunos hechos. Las primeras se
han mantenido para dejar debidamente enmarcada la exposición del
autor. Las segundas se han respetado porque la uniformidad de pensa-
miento se ha considerado menos importante que el incondicional respeto
al Ubre criterio de cada cual.
La obra no es la historia de la Iglesia de España en América. Es la
exposición del proceso religioso, humano y cultural compartido durante
una determinada y característica época por una comunidad de pueblos
unidos por la sangre, la historia, la cultura, la lengua, la religión y el
destino, pero actualmente demasiado disgregados aún en espíritu, en
unas ocasiones, por la subsistencia de prejuicios y, en las más, por el
desconocimiento o la incomprensión de nuestra común historia.
xvill Prólogo

Quede aquí constancia de la gratitud a todos los autores por su HISTORIA DE LA IGLESIA
generosa y valiosa colaboración, motivada principalmente por su deseo EN HISPANOAMÉRICA Y FILIPINAS
de aportar luz a un proceso histórico en el que todavía queda mucho que
profundizar. I
Madrid, 12 de octubre de 1991.

LA DIRECCIÓN
PARTE I

CUESTIONES GLOBALES
CAPÍTULO 1

LA HISTORIA DE LA IGLESIA EN HISPANOAMÉRICA


YFILIPINAS
Por PEDRO BORGES

Antes de exponer la historia de la Iglesia en Hispanoamérica y Filipinas


conviene aquilatar el sentido de los términos utilizados, proporcionar una
visión de cómo se ha venido abordando esta historia o, lo que es lo mismo,
analizar brevemente la historiografía eclesiástica americana, y razonar los
criterios o enfoque adoptados en la presente obra.

I. NOCIONES

A) Historia de la Iglesia

Por Historia de la Iglesia se entiende, en la presente obra, la narración de


la actividad humana o temporal de esta institución, a sabiendas de que para
el creyente esta actividad no es más que una parte de otro aspecto sobrena-
tural que el historiador no puede captar como tal y que lo da o no por
supuesto, según que comparta o no la fe del creyente.
Puesto que se trata de hacer historia, el propósito es narrar los hechos
acontecidos, situarlos en el lugar y momento en que ocurrieron y tratar de
explicarlos históricamente.
El hecho de que esta historia sea la de una actividad humana quiere
decir que su objetivo no es elaborar una historia del pueblo de Dios ni de la
salvación, porque esto entraña una connotación sobrenatural. Tampoco
consiste en trazar una teología de la historia, porque esto no le incumbe al
historiador, sino al teólogo. Excluye, además, todo intento de hacer lo que
hoy se denomina una historia comprometida, porque no se trata de defen-
der ni de atacar nada, sino sólo de exponer lo ocurrido y tal como ocurrió.
Desde el momento en que esta historia se enfoca bajo un prisma global,
se tomará a la Iglesia con sentido de totalidad. Esto exige un esfuerzo de
equilibrio que no deforme la visión insistiendo en unos aspectos más que en
otros, como suele acontecer cuando, por ejemplo, se considera a la Iglesia
bajo la óptica predominante de su cometido liberador.
6 P.I. Cuestiones globales C.l. Historia de la Iglesia en Hispanoamérica y rmyn

B) Hispanoamérica La mayor parte de ellos permanecen todavía inéditos, pero desde fina-
les del siglo XIX se vienen editando valiosísimas colecciones de los mismos,
Bajo el término de Hispanoamérica se engloban todos los territorios en siguiendo normalmente u n criterio territorial.
los que desarrolló su actividad España desde 1492 hasta 1824, fecha esta Dentro de su variadísima gama, estos documentos se pueden estructu-
última que se adopta, a pesar de su inexactitud, como el punto final del rar en cinco tipos fundamentales:
proceso de independencia o emancipación de las actuales naciones hispano- 1. Documentos pontificios, que suelen referirse al nombramiento de
americanas. Se trata, por lo mismo, de un concepto geográfico distinto de lo obispos, erección de diócesis, concesión de privilegios y promulgación de
que inadecuadamente se suele denominar América latina o Latinoamérica, indulgencias. Están constituidos por las bulas, breves y demás documentos
pues excluye a Brasil pero incluye también a California, todo el sur de los de la Santa Sede expedidos para el Nuevo Mundo o relacionados con él.
Estados Unidos y el sureste de esta misma nación.
2. Documentos legislativos, bien fueran de la Corona española o de las
C) Filipinas autoridades eclesiásticas, tanto americanas como españolas, los cuales tocan
todos los aspectos de la Iglesia americana. Suelen corresponder a la informa-
Es sabido que durante los siglos XVI a x v m y gran parte del xix la
ción recibida del lugar de los hechos a los que se refieren, razón por la cual
historia de Filipinas, incluida la eclesiástica, es inseparable de la de Hispano-
constituyen un reflejo de lo que sucedía en América y un indicador de cómo
américa, razón por la cual se ha optado por darle cabida también en la
se tenía que proceder en adelante.
presente obra.
De esta índole son las numerosísimas reales cédulas, reales órdenes o
Por tratarse de un aspecto territorial de la Iglesia, su estudio se inserta-
pragmáticas de la Corona referentes a asuntos eclesiásticos; las disposiciones
rá al final del segundo volumen, precedido del correspondiente análisis de la
de los obispos y de los superiores de las Ordenes religiosas; las normas de los
historiografía eclesiástica del archipiélago.
concilios provinciales, de los sínodos diocesanos y de los capítulos o congre-
Debe tenerse en cuenta, sin embargo, que en Filipinas rigieron los
gaciones de los religiosos.
mismos principios generales que en Hispanoamérica (por ejemplo, el Real
Patronato, el Vicariato Regio, el sistema de elección de los obispos, los 3. Documentos informativos, consistentes en cartas, memoriales, infor-
criterios de división de las diócesis, la transformación de las misiones en mes, atestados, relaciones de las visitas pastorales y las descripciones de una
doctrinas, etc.), por lo cual no se volverá a insistir en ellos al tratar de esas situación o de un hecho concreto. Normalmente se elaboraban para conoci-
islas. miento de las autoridades, sobre todo de la Corona, y sus autores actuaban
unas veces oficialmente, mientras que otras lo hacían a título particular.
Ahora bien, como de hecho tampoco se puede confundir con ella,
respecto de este archipiélago se ha adoptado u n criterio de exposición de la Este tipo de documentos suman muchos millares, describen toda clase
historia que le es propio. de acontecimientos, suelen descender incluso hasta lo personal y lo más
corriente es que el autor exponga al destinatario su propia opinión sobre lo
que estaba sucediendo o lo que convendría proveer. Por ello, constituyen
II. HISTORIOGRAFÍA DE LA IGLESIA EN HISPANOAMÉRICA
una fuente de información de primerísima mano y de una riqueza práctica-
Tomando el término de historiografía en su sentido más amplio, la mente inagotable.
narración de la actividad humana de la Iglesia en Hispanoamérica arranca 4. Documentos polémicos, destinados a mantener o ratificar una deter-
prácticamente desde el propio descubrimiento del Nuevo Mundo en 1492. minada postura o a socavar la contraria.
Puede decirse, incluso, que este punto de partida aún hay que adelantarlo Pueden revestir una forma cualquiera de las indicadas al hablar de los
más, puesto que los eclesiásticos intervinieron también en la gestión del documentos informativos, pero se distinguen de ellos en que ofrecen el
proyecto colombino y ya entonces se escribió sobre ello. peligro de la falta de objetividad. Su número es también muy elevado,
Lo escrito desde ese momento sobre la historia de la Iglesia en Hispano- debido a las numerosas controversias mantenidas en América, y se refieren,
américa puede clasificarse en cuatro grandes apartados: fuentes documenta- sobre todo, a los problemas relacionados con las conquistas armadas, las
les, fuentes narrativas, estudios monográficos e historias globales, lo que en encomiendas, la esclavitud de los indios, las diversas formas de predicar el
buena parte tiene aplicación también a Filipinas. Evangelio, las disputas mantenidas por los obispos y los religiosos a propósi-
to de los privilegios de estos últimos o de la entrega de las parroquias de
A) Fuentes documentales indios al clero diocesano, a las divergencias entre las autoridades civiles y las
Las fuentes documentales están constituidas por los documentos de eclesiásticas, a las disensiones surgidas dentro de las Ordenes religiosas y a
toda índole relacionados con la actividad de la Iglesia y que consisten en las diferencias entre los miembros de una misma Orden, sobre todo con
escritos unitarios con uno o varios destinatarios concretos, generalmente motivo de la cuestión de la alternativa o alternancia de los cargos entre
breves, y que, salvo excepciones, n o estaban llamados a difundirse por peninsulares y criollos.
medio de la imprenta. 5. Documentos propagandísticos, elaborados para resaltar los méritos
8 P.I. Cuestiones globales C.l. Historia de la Iglesia en Hispanoamérica y Filipinas 9
propios o los de la Orden a la que pertenece el autor, o bien con el fin de
5. Junto con esta sincera búsqueda de la verdad, al menos parcial, los
edificar a los lectores o de suscitar vocaciones misioneras. Las célebres
autores sienten una tentación irresistible hacia lo maravilloso, lo que les
Cartas Anuas de la Compañía de Jesús perseguían las dos últimas finalidades,
conduce a insistir en el carácter mesiánico, providencialista y hasta milagro-
mientras que las circulares que en el siglo XVIII distribuían por los conventos
so de los acontecimientos, hasta la primera mitad del siglo XVII. Desde esta
de España los reclutadores de voluntarios para las misiones representan
época en adelante, dicha tendencia cede el paso a la simple insistencia en lo
sendos ejemplos de la última.
extraordinario, pero ahora ya con más precauciones y menor insistencia en
El inconveniente de estos documentos no consiste en que falseen la
lo sobrenatural. El cambio obedeció al decreto promulgado por el papa
verdad para conseguir su objetivo, cosa que no hacen, sino en que insisten
Urbano VIII en 1625, y ratificado en 1634, por el que prohibió la impresión
o recogen casi exclusivamente lo que conviene para su objetivo, omitiendo
de obras que hablaran de milagros, revelaciones y dotes de santidad sin la
todo lo demás.
previa aprobación de la autoridad eclesiástica o de la Sagrada Congregación
B) Fuentes narrativas de Ritos.
6. Característica de toda esta producción histórica es también la insis-
Bajo esta denominación se incluyen las narraciones o exposiciones de la tencia en las grandes dificultades que la propia Orden o el personaje biogra-
actividad de la Iglesia en Hispanoamérica elaboradas con fines de difusión fiado tenían que vencer en la realización de su labor. Las dificultades fueron
por medio de la imprenta, aunque diversas circunstancias terminaran mu- reales, pero lo que sorprende es el deseo de hacerlas resaltar y la frecuente
chas veces por impedir la consecución de este objetivo. omisión, sobre todo desde el siglo XVII en adelante, de las también ciertas
Estas fuentes narrativas están constituidas fundamentalmente por las facilidades de que gozaban los protagonistas.
Historias propiamente dichas (a veces denominadas Crónicas, sobre todo en 7. En el contenido de estas obras predomina la narración del aconte-
el caso de franciscanos y agustinos), las Vidas o biografías de personajes cer eclesiástico, pero es muy frecuente que se les dedique asimismo una
eclesiásticos destacados y las Relaciones de una situación o de un hecho mayor o menor atención a los sucesos civiles o profanos, entre los que
determinado y que no son más que una especie de historias en pequeño. destacan la previa conquista armada del territorio y, en el caso de las histo-
Por su mismo objetivo, estas tres clases de fuentes entrañan diferencias rias misionales, la descripción de la historia y costumbres indígenas. De aquí
intrínsecas, en el sentido de que una Historia o Crónica, por necesidad, el valor etnográfico que suelen entrañar estos relatos.
abarca siempre un campo geográfico y cronológico más amplio que el de las
8. Exceptuados también casos muy concretos, como el ya citado de
otras dos, de las que las biografías se restringen, a su vez, a un solo persona-
Gil González Dávila (Teatro eclesiástico de la primitiva Iglesia de las Indias
je, mientras que las Relaciones pueden constituir una verdadera historia o
Occidentales, dos vols., Madrid, 1644-45), que se refiere a la jerarquía ameri-
ceñirse al simple relato de un acontecimiento.
cana, su carácter de religiosos y los objetivos que persiguen inducen a estos
Tanto unas como otras, sobre todo las Historias o Crónicas, revisten las autores a restringir la historia eclesiástica a la historia de la propia Orden
siguientes características: religiosa. Lo más corriente es que esta restricción geográfica y temática se
1. En la mayoría de los casos son obra de autores que escribían en el haga constar en el título de la obra. Pero a veces no se consigna, por lo que
Nuevo Mundo o que habían estado en él, aunque su impresión se efectuara sucede que, en casos como los de los franciscanos Toribio Paredes de Bena-
fuera de América, y más concretamente en España. Además, en muchos vente o Motolinia {Historia de los indios de Nueva España, hacia 1555), Jeróni-
casos, los autores son testigos personales de lo que relatan. mo de Mendieta (Historia eclesiástica indiana, de finales del siglo XVI) o José
2. Salvo casos muy concretos, como el de Gil González Dávila, perte- Torrubia (Monarquía indiana, comienzos del siglo XVII), el título hace espe-
neciente al clero secular, los autores suelen ser religiosos y obedecer en la rar un contenido eclesiástico más amplio del que se ofrece en realidad. El
elaboración de la obra al encargo de sus superiores. mismo González Dávila se restringe, en contrapartida, a la jerarquía eclesiás-
3. La narración de los hechos se basa en documentos auténticos o en tica cuando parece que su propósito es abarcar a toda la Iglesia.
el testimonio de quienes los presenciaron y hasta protagonizaron, razón por
9. Una obra como la de Francisco de Gonzaga (De origine Seraphicae
la cual constituyen una valiosísima fuente que sustituye a una documenta-
Religionis Franciscanae, Roma, 1587), junto con la de González Dávila, que
ción que no ha llegado hasta nosotros.
abarcan a toda América, constituyen, por lo mismo, una excepción en la
4. Tanto los superiores al encargar la obra como el autor al elaborarla tendencia general de este tipo de obras a restringirse a aquel o aquellos
persiguen dos fines fundamentales: el brillo de la propia Orden, implícita o territorios concretos que fueron escenario de la actividad de la propia
explícitamente deducido de la actuación de sus miembros, y la ejemplaridad Orden. Por añadidura, esta limitación territorial no sigue un criterio geográ-
del lector, perseguida mediante el relato de lo edificante. Este doble propó- fico, sino el del ámbito de la Provincia religiosa o Misión a la que pertenece
sito no excluye la veracidad de la historia, pues el autor siempre se propone el autor, de manera que la historia no es la de un territorio como tal, hi la del
narrar hechos ciertos, pero sí es corriente que la cercene, en el sentido de ocupado por una determinada Orden tomada en su conjunto, sino la del
omitir lo que no contribuya a su propósito. correspondiente a una determinada Provincia o Misión, circunstancia que
10 P-I- Cuestiones globales C. 1. Historia de la Iglesia en Hispanoamérica y Filipinas 11
suele figurar en el título de la obra. Esta es la razón de que, en conformidad bajo la forma de biografía o del estudio de su pensamiento u obra escrita;
con la extensión geográfica de la Provincia o Misión, a veces la narración se e) el análisis y edición de una obra inédita o que se considera necesitada de
limite a un territorio muy concreto, por ejemplo, Michoacán, Florida o una nueva edición o estudio.
Chiloé; en determinados casos y lugares, se escojan unos territorios y se 3. Historias de la Iglesia en una nación determinada, de las que algunos
prescinda de otros, lo que acontece entre los franciscanos de Nueva España, países poseen varias, pero cuya calidad, salvo excepciones, como las de
en la que tuvieron varias Provincias; en ocasiones se amplía a un territorio México, Colombia, Perú, Chile y Argentina, n o responde a las exigencias
muy extenso, por ejemplo, toda Nueva España o el Perú; en otras circuns- actuales y menos tratándose del período anterior a la independencia ameri-
tancias se yuxtaponen territorios muy alejados entre sí, hecho muy frecuen- cana.
te entre los franciscanos y jesuítas, por la diversidad de escenarios en los que
desarrollaron su actividad las Provincias y Colegios de Misiones. D) Historias globales de la Iglesia
10. La producción histórica de los jesuítas refleja una mentalidad más Las historias globales de la Iglesia en Hispanoamérica, es decir, las
moderna que la perteneciente a las restantes Ordenes religiosas. Por otra obras que tratan de abordar todos sus aspectos, son seis, pertenecientes a los
parte, tanto una como otra evolucionaron con el transcurso del tiempo. En autores siguientes:
todas se observa, sin embargo, una clara tendencia cronologista, consistente 1. Antonio Ybot León, a quien le incumbe el mérito de haber sido el
en una excesiva servidumbre a la sucesión de los años, de manera que estas primer autor moderno (1954-1963) que ha abordado el tema con una visión
historias, en ocasiones, terminan convirtiéndose en verdaderos anales, mien- global y científica, lo que hace que su obra aún siga teniendo valor a pesar de
tras que en otras se ordenan en función de la sucesión cronológica de los su antigüedad, si bien en algunos puntos ya ha quedado superada.
Provinciales o de las Congregaciones de la respectiva Provincia. 2. Leandro Tormo, quien en 1962 elaboró un breve resumen, difun-
11. Finalmente, en esta producción resalta también la importancia dido mecanográficamente, en el que predomina el criterio de la selección de
que se le concede a la fundación de conventos y a las biografías, hasta el temas, así como la claridad en la exposición.
punto de que alguna de estas obras, como, por ejemplo, la del dominico 3. León Lopetegui, Francisco Zubillaga y Antonio Egaña, cuya Histo-
Alonso Franco (Segunda parte de la historia de la Provincia de Santiago de ria, aparecida en 1965-1966, ofrece una visión satisfactoria de las cuestiones
México, Orden de Predicadores de la Nueva España, México, 1645), más que globales, aunque con excesiva mezcla de lo profano con lo religioso; en lo
una historia propiamente dicha es una especie de santoral no oficial, pues en referente a Nueva España, hay temas que se tratan exhaustivamente, mien-
la práctica se limita a trazar biografías. tras que otros puntos, e incluso períodos, apenas se tocan; en lo referente al
hemisferio meridional, su propio autor reconoce que trató de presentar
C) Estudios monográficos «más un episcopologio que una historia eclesiástica» (II p.XXII).
Ya en la época contemporánea, los estudios monográficos y, por lo 4. Enrique D. Dussel, autor de tres obras y director de una cuarta, en
mismo, de carácter restringido constituyen el modo actualmente más fre- las que desde 1967 viene ofreciendo una visión propia, en la que se esfuerza
cuente de abordar la historia de la Iglesia en la América española. por trazar una teología de la historia, pero incurre en tópicos ya superados,
En conjunto, estos estudios abordan los aspectos más dispares de la generaliza situaciones exclusivas del siglo XVI y, cuando intenta hacer histo-
Iglesia, bien con fines simplemente de divulgación, bien con objetivos y ria propiamente dicha, ofrece visiones generales a base de testimonios o
bases científicos. Esta disparidad impide su clasificación en este lugar, la cual situaciones concretos y unidireccionales.
viene a coincidir, por otra parte, con las diversas facetas eclesiásticas en que 5. Hans-Jürgen Prien, quien, en 1978 en alemán y en 1985 en caste-
está estructurada la presente obra. llano, ofrece una visión rica en datos concretos, pero carente de enfoque,
Desde el punto de vista de su forma y del ámbito de su contenido, una dirigida a demostrar posturas previamente adoptadas y en gran parte ana-
clasificación de los mismos puede ser la siguiente: crónicas, por desconocimiento de los avances realizados últimamente en
1. Artículos de revista, que constituyen el tipo más frecuente y cuyo este campo.
contenido es también el más restringido, tanto temática como cronológica-
mente. Esta limitación se ve compensada por la concretez y exactitud de los
datos y apreciaciones. III. SISTEMATIZACIÓN DE LA HISTORIA DE LA IGLESIA
2. Monografías propiamente dichas, mediante las cuales se procura EN HISPANOAMÉRICA
agotar el tema elegido. Suelen circunscribirse a los siguientes aspectos prin-
cipales, delimitados además geográfica y cronológicamente: a) una institu- Desde el momento en que se toma en todo su conjunto, aunque sólo sea
ción, principalmente bajo la forma de Obispado, Orden o Provincia religio- durante una época determinada, la historia de la Iglesia en Hispanoamérica,
sa; b) un territorio, diocesano o misional; c) una idea o corriente ideológica, debido precisamente a lo complejo de su actuación, plantea el difícil proble-
como la teocracia pontifical o el Real Patronato; d) un personaje eclesiástico, ma inicial de su sistematización.
C.l. Historia de la Iglesia en Hispanoamérica y Filipinas 13
12 P.I. Cuestiones globales
Dussel distingue cinco períodos cronológicos, a los que denomina: los
En este punto caben tres posibilidades: la sistematización geográfica, la
primeros pasos (1492-1519); las misiones en Nueva España y Perú
sistematización cronológica y la sistematización temática, según que se adop-
(1519-1551); la organización y afianzamiento de la Iglesia (1551-1620); los
te como criterio de estructuración la geografía, la cronología o los diversos
conflictos entre la Iglesia misionera y la civilización hispánica (1620-1700);
aspectos de la actividad eclesiástica.
la decadencia borbónica (1700-1808).
A) Sistematización geográfica La etapa comprendida entre 1492 y 1519 reviste, en efecto, caracteres
propios que la distinguen de las demás. La que se hace arrancar de 1519
Es la adoptada por L. Lopetegui, F. Zubillaga y A. de Egaña, quienes (inicio de la conquista de México por Hernán Cortés) es, indudablemente,
parten de la diferenciación entre los dos hemisferios para, dentro de ellos, de predominio misional, pero no se puede restringir a Nueva España y al
seguir utilizando el criterio geográfico al abordar los distintos temas, excep- Perú, ni clausurarse en 1551 (fecha de la celebración del primer concilio
to los de carácter global. provincial de México), porque en ese momento la evangelización estaba en
Esta sistematización ofrece el inconveniente de que, por una parte, no su plenitud en Nueva España, saliendo de sus graves dificultades iniciales en
corresponde a la realidad evolutiva de la Iglesia, y por otra, obliga a incurrir el Perú, sin acabar de asentarse en la Florida, comenzando en El Salvador,
en numerosas repeticiones, en ambos casos debido a la sustancial identidad Nicaragua, Nueva Granada y Tucumán, afianzándose en Guatemala, Ecua-
de la actividad de la Iglesia en cada región geográfica en una misma época o dor y Chile y sin haber penetrado todavía en el resto de América. En cuanto
momento. al período comprendido entre 1551 y 1620, resulta difícil comprender por
De hecho, y tomada en su conjunto, la Iglesia no evolucionó en Hispa- qué esa organización comienza en 1552, cuando es muy anterior, y se cierra
noamérica en función de un hemisferio o de otro, y ni siquiera en función de en 1620, cuando la Iglesia ya estaba definitivamente organizada y consolida-
los diversos territorios, sino que lo hizo practicando en todos una conducta da en la segunda parte del siglo XVI. Caracterizar al siglo XVII por los conflic-
que sólo se diferencia en detalles si se trata de una misma etapa. La evolu- tos entre la Iglesia misionera y la civilización hispánica es cercenar la historia
ción general se produce con el paso del tiempo, no con el cambio de región. misional - q u e hizo mucho más que originar conflictos- y dar por inexistente
A esto se añade la dificultad de delimitar los territorios geográficos, los a la Iglesia establecida. La etapa comprendida entre 1700 y 1808 es cierta-
cuales no coinciden tampoco con la evolución de la Iglesia. mente borbónica, y en algunos aspectos decadente, pero en otros fue de
Tratándose de América, el criterio geográfico sólo es posible, e incluso renovada prosperidad.
necesario, en el caso de territorios determinados, hasta el punto de que
Prien establece en 1978 y 1985 tres períodos sucesivos, aunque hacien-
incluso resulta de difícil aplicación cuando la historia de la Iglesia se estruc-
do la acertada advertencia previa de que la división no le satisface plenamen-
tura por naciones, debido a que éstas no se corresponden con las estructuras
te por la imposibilidad de hallar un principio que sirva de criterio indiscuti-
anteriores a 1824. A pesar de este inconveniente, y por razones que se
ble de periodización: el del choque entre la civilización ibérica y la amerin-
consignarán más adelante, así se estructura el segundo volumen de la pre-
dia; el del desarrollo del cristianismo latinoamericano bajo el signo del
sente obra, como lo hace también Dussel desde el segundo volumen de su
modelo de «Cristiandad», y el de la crisis de la «Cristiandad» latinoamericana
Historia General.
en la época de la Ilustración y de la emancipación política.
B) Sistematización cronológica El hecho del choque o, si se prefiere, encuentro entre las dos civilizacio-
nes no parece un criterio válido que se pueda aplicar a la historia de la
Egaña divide en 1966 la historia de la Iglesia en América del Sur en tres Iglesia, y, por otra parte, en el terreno misional se dio siempre. El modelo de
etapas, correspondientes a las tres dinastías que reinaron en España desde «Cristiandad», tal como entiende Prien este término, tampoco se circunscri-
1492 hasta 1824. Esta división ofrece el inconveniente de que el cambio de be a un período determinado. Durante la etapa de emancipación sí se puede
dinastía no supuso en la Iglesia el inicio de ninguna modificación suficiente- hablar de crisis, originada por las alteraciones políticas, pero el calificativo
mente profunda, amplia y generalizada como para hacer coincidir con ese no cuadra a la época de la Ilustración, deficiente en unos aspectos, pero
hecho el comienzo de una nueva etapa. brillante en otros.
Alberto Methol Ferré, al distinguir en 1968 una primera etapa de Esta disparidad de enfoques en la sistematización cronológica de la
expansión y organización (1492-1620), a la que hace seguir una segunda, de historia de la Iglesia en Hispanoamérica ya es por sí misma un síntoma de
dualismo entre Iglesia establecida y Misión (1620-1808), adopta una perio- que la periodización está muy lejos de ser fácil, porque -como observa
dización que de hecho refleja una realidad, pero sólo parcialmente. La atinadamente Prien- no se dispone de ninguna base clara para distinguir
expansión de la Iglesia continuó con posterioridad a 1620, y el dualismo etapas cronológicas.
entre las dos Iglesias, además de que comenzó desde finales del siglo XVI, no
Tomada en su conjunto, es decir, englobando bajo una misma perspec-
parece criterio válido para establecer una nueva etapa, pues ese dualismo no
tiva a la Iglesia establecida y a la Iglesia misionera o en vías de constitución,
dejó de ser un hecho externo, impuesto por las circunstancias, que no afectó
en la historia eclesiástica hispanoamericana solamente aparecen dos etapas
a la vida de la Iglesia tomada en todo su conjunto.
14 P.I. Cuestiones globales
C. 1. Historia de la Iglesia en Hispanoamérica y Filipinas \5
claramente distintas de las demás: la de 1492-1523, que fue de experimenta-
Esta sistematización temática es, asimismo, la adoptada en Quito en
ción o tanteos, y que ciertamente no se puede calificar de próspera, y la de
1973 por el Primer Encuentro de la Comisión de Estudios de Historia de la
1808-1824, que fue de crisis, al verse sacudida la Iglesia por los aconteci-
Iglesia en Latino-América (CEHILA), basado en la cual J. Villegas propone
mientos políticos. Tal vez, incluso, pueda distinguirse una tercera etapa,
en 1975, como grandes temas de estructuración, la evangelización, la orga-
comprendida entre 1523, fecha del paso definitivo de la evangelización al
nización de la Iglesia y la «vida cotidiana» de la cristiandad americana.
continente americano, y 1568, momento en el que ya se consideró definiti-
Cualquiera de estos criterios es válido. En la presente obra, sin embar-
vamente consolidada la Iglesia en el Nuevo Mundo y desde el cual comienza
go, se ha preferido partir del hecho incuestionable de que la Iglesia se
a distinguirse entre Iglesia establecida e Iglesia misionera, si bien la diferen-
desarrolló en Hispanoamérica desde el primer momento siguiendo dos vías
ciación definitiva no sobreviniera hasta finales de la centuria.
simultáneamente, en gran parte paralelas: la de la Iglesia diocesana o plena
Durante el resto del tiempo no cabe distinguir etapas suficientemente
y definitivamente constituida, y la de la evangelización o Iglesia en vías de
diferenciadas entre sí porque n o se produjo ninguna situación plenamente
constitución, que aquí denominaremos Iglesia misional.
distinta o porque los grandes hechos que ocurrieron no afectaron a la
Además, se tiene también en cuenta que, tanto desde una vía como
Iglesia, tomada en su totalidad, hasta el punto de poder hablar de una nueva
desde la otra, esta Iglesia desarrolló una actividad exterior o irradiación en
fase en ella.
cuya virtud influyó en mayor o menor grado, pero las más de las veces de una
Esto no quiere decir que la Iglesia del siglo XVIII no se distinguiera de
manera decisiva, en el mundo en que se desarrollaba, pero sin que esta
la de comienzos del siglo xvil o que hechos tan graves como la expulsión de
actuación formara parte intrínseca de la propia Iglesia.
la Compañía de Jesús en 1767 no afectaran profundamente a la Iglesia. Lo
Establecidos estos tres grandes campos de actividad eclesiástica, se ana-
que se quiere significar es que desde 1568 hasta 1808 no intervino ningún
lizan las principales manifestaciones o aspectos de la actuación de la Iglesia
elemento suficientemente decisivo como para considerar que toda la Iglesia
en cada uno de ellos, a sabiendas de que algunos de estos puntos se repiten,
hispanoamericana entró en una nueva etapa.
pero que lo hacen con un enfoque distinto según que se trate de la Iglesia
Para proceder a una división cronológica suficientemente fundada du-
diocesana o de la Iglesia misional.
rante este prolongado período de tiempo comprendido entre 1568 y 1808
El posterior estudio de la Iglesia siguiendo una sistematización geográ-
hay que distinguir entre Iglesia diocesana, es decir, la ya constituida y
fica está concebido —según se indicó ya anteriormente— como un comple-
consolidada definitivamente, e Iglesia misional o en vías de constitución,
mento de la visión global, es decir, para dejar constancia de cómo la Iglesia
porque en este caso ya se pueden establecer fechas que indican el comienzo
fue desarrollando en cada una de las unidades territoriales en las que se ha
de nuevas fases, generalmente no simultáneas, en cada una de ellas.
dividido Hispanoamérica (división, por otra parte, susceptible de otros mu-
De hecho, en esta misma obra, al abordar el tema de la expansión de la chos enfoques) una acción que, dentro de un mismo marco cronológico, fue
evangelización se establecerá una división cronológica o periodización basa- fundamentalmente idéntica en todo el subcontinente.
da en el curso de la acción misionera, pero que no vale para la Iglesia
constituida.
Cabe advertir, sin embargo, que ni en la Iglesia diocesana ni en la Iglesia
NOTA BIBLIOGRÁFICA
misional se dispone durante el período indicado de fechas divisorias tan
decisivas o claras que excluyan la posibilidad de toda otra sistematización
cronológica igualmente fundada. Bibliografías generales
R. STREIT, continuado por J. DIDINGER, J. ROMMERSKIRCHEN y J. METZI.ER, Bi-
C) Sistematización temática bliotheca Missionum, 1 (Münsteri. W., 1916: obras de índole teórica), 2 (Aachen, 1924:
obras de 1493 a 1699), 3 (Aachen, 1927: obras de 1700 a 1909), 24 (Roma-Friburgo-
El enfoque de la historia de la Iglesia en Hispanoamérica por temas es Viena, 1967: obras de 1910 a 1924), 25 (Roma-Friburgo-Viena, 1967: obras de 1925
a 1944), 26 (Roma, 1968: obras de 1945 a 1960); revista Bibliografía Missionaria,
el utilizado por A. Ybot León, quien estructura su obra en cinco grandes iniciada en 1933, de carácter anual y con una sección sobre Iberoamérica; F. ESTEVE
apartados o aspectos eclesiásticos: la Iglesia y el descubrimiento; la Iglesia y BARBA, Historiografía indiana (Madrid, 1964); A. SANTOS, Bibliografía misional 1-2
los naturales; la Iglesia y el Estado; la Iglesia y la conquista española; la (Santander, 1965). Abundante bibliografía en A. YBOT LEÓN, La Iglesia y los eclesiásti-
implantación de la jerarquía y la implantación de la fe, epígrafe este último cos españoles en la empresa de Indias 1-2 (Barcelona, 1954-1963).
bajo el cual aborda la acción de las Ordenes misioneras, sobre todo desde el
punto de vista de la evangelización. Selección de bibliografía moderna
Procediendo también por temas, L. Tormo distingue el de la evangeliza- E. DUSSEL, «Introducción bibliográfica de la historia de la Iglesia en América», en
ción y el de la Iglesia en la crisis de la independencia, cada uno de los cuales Para una historia (véase más adelante), 41-45, e Historia general de la Iglesia en América
constituye el objeto de cada uno de los dos volúmenes de que consta su obra, Latina 1 (Salamanca, 1983), 88-93; P. BORGES, «Historiografía de la evangelización
americana», en V. VÁZQUEZ DE PRADA e I. OLABARRI, Balance sobre la historiografía
a falta del segundo. iberoamericana, 1945-1986 (Pamplona, 1989), 187-219.
16 P.I. Cuestiones globales C.l. Historia de la Iglesia en Hispanoamérica y Filipinas 17

Fondos eclesiásticos americanos: Roma PARMIÑO, «Archivo arzobispal de Quito»: Boletín CEHILA 16-17 (1979), 15-17;
1. RESTREPO POSADA, «LOS archivos eclesiásticos colombianos»: Revista de la Academia
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18 P.I. Cuestiones globales CAPÍTULO 2
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Ibíd., 1253-1276. La historia de la Iglesia en América comienza con el papel que desempe-
ñó en la preparación del descubrimiento del Nuevo Mundo.
Es sabido, sin embargo, que la Historia tiene poco que ver con los saltos
en el vacío, y que cualquier acontecimiento, máxime si es trascendental, no
suele ser fruto de la casualidad, de lo repentino e insospechado. Antes bien,
suele ajustarse a procesos de lenta gestación, producto de muchas experien-
cias y saberes acumulados. En tal sentido, el hallazgo americano que culmina
en 1492 hinca sus raíces en varias centurias atrás.

I. LA IGLESIA Y LOS DESCUBRIMIENTOS ANTES DE COLON

Hasta el siglo XII, los geógrafos cristianos, totalmente condicionados


por la fe, sometieron la geografía y la cosmografía a los dictados del dogma.
Ni Ptolomeo ni el saber clásico en general podían contrarrestar el lenguaje
literal de la Biblia; Jerusalén y los Santos Lugares se convirtieron así, de la
mano de grandes y venerables Padres de la Iglesia, en el centro de cualquier
representación cartográfica, a la vez que la distribución de aguas y tierras
era dibujada de forma simétrica en los mapamundis de la época. Igualmen-
te, cada uno de los parajes que aparecían en las Sagradas Escrituras, como el
Paraíso Terrenal, los Jardines del Edén, Tarsis, Ofir, el reino de Sabá, las
tierras de Gog y Magog, se convirtieron en objetivo a localizar por los
geógrafos cristianos. Cada uno, a su modo, los situaba en lugares tan lejanos
como imprecisos. Y para lejanía e imprecisión, nada como el Oriente Extre-
mo, o el Norte, también extremo y frío.
El despertar de la cristiandad comenzó allá por el siglo XI, auténtico
jalón de una Edad Media conflictiva y guerrera, y se consolidó en el XIII. El
hecho va muy de la mano de ese acontecimiento espiritual, caballeresco,
económico y político, entre otras cosas más, que conocemos como las Cruza-
das. Con ellas se inauguraba la primera gran toma de contacto de la cristian-
dad con Oriente, aunque fuera el próximo, el más cercano a Europa. Detrás
de esos grandes desplazamientos de peregrinos a Tierra Santa, el impacto
del Oriente asiático encandiló al instante a no pocos espíritus inquietos.
20 P.I. Cuestiones globales C.2. La Iglesia y el descubrimiento de América 21
A) £1 relato de los grandes viajeros cristianos ce destacarse el esfuerzo ejemplar desarrollado por fray Juan de Montecor-
Los auténticos precursores de los grandes viajes en dirección a los vino, quien, haciendo gala de una paciencia verdaderamente franciscana y
confines de Asia fueron hombres de Iglesia, cristianos de hábito pertene- un positivo balance evangelizador, fue elevado a la dignidad de arzobispo de
cientes a las Ordenes mendicantes, franciscanos y dominicos, que entre los Cambalic (Pekín) en 1307. Su correspondencia, completada con la de otros
siglos XIII y XIV pusieron a prueba su gran celo misional y no poco espíritu de frailes (fray Peregrino de Castello y fray Andrés de Perugia), causó gran
aventura. impacto en la cristiandad y un deseo de avivar el flujo viajero hacia Oriente.
Tres hechos, de enorme impacto para la cristiandad de entonces, en- Otra experiencia digna de reseñar fue la de fray Odorico de Pordeno-
marcan este acontecer viajero desbrozando caminos y rutas. En primer ne, el cual, tras varios años recorriendo toda la China meridional, permane-
lugar, la formación del imperio mongol empezó a traspasar las tierras asiáti- ció tres años (de 1325 a 1328) en Cambalic. En la relación de su viaje dejó
cas y algunos grupos comenzaron a acercarse peligrosamente a la antesala de constancia de muchos detalles pintorescos sobre islas, ciudades, hombres y
Europa por el lado de Hungría y Polonia. Una segunda realidad habla, al leyendas que Marco Polo había silenciado.
comenzar el siglo xm, de un nuevo resurgimiento del Islam por las tierras Podemos cerrar el ciclo de grandes frailes viajeros pertenecientes a los
resecas del norte de África y cercano Oriente, con un balance de triunfo siglos XIII y XIV con la delegación papal que encabezó fray Juan de Marignolli
sobre los cristianos en Tierra Santa. Por último, y en correspondencia con lo en 1342. Tres años después, en vísperas de derrumbarse el imperio mongol,
anterior, el fracaso estrepitoso de ese gran empeño de la cristiandad, al que había recorrido Zaitón, Sumatra, Ceilán, Costa de Malabar, Golfo Pérsico,
llamamos Cruzadas, que quiso ser más de lo que fue. Ormuz y Tierra Santa. Su experiencia quedó reflejada en una crónica muy
En medio de este panorama político y religioso se enmarcaron diversos apreciada.
movimientos espirituales del Occidente cristiano prestos a divulgar el Evan- Además de los misioneros, debieron de ser numerosos los mercaderes
gelio entre los infieles. europeos que llegaron a China, aunque falten sus relatos al estilo del de
Los primeros en sentir esa Iglesia en marcha proyectándose sobre el Marco Polo, que residió en Catay (China) desde 1271 hasta 1295 y que nos
Próximo Oriente y norte de África fueron los franciscanos y los dominicos. legó su famoso Libro de las cosas maravillosas. Propiciaba este intercambio la
A partir del concilio de Lyon (1245), el papa Inocencio IV quiso sustituir la excelente organización del imperio mongol, su receptividad y tolerancia
Cruzada por la misión, impulsando varias expediciones de religiosos mendi- para con los demás pueblos. Pero todo entra en crisis, y a mediados del si-
cantes a tomar contacto con el mundo mongol. glo XIV sobreviene un paréntesis de más de un siglo en las ansias y necesidades
Aun cuando la primacía en el tiempo corresponde a los dominicos, han europeas por descubrir, cuando a la desintegración del pueblo tártaro le
de ser las expediciones franciscanas, mejor conocidas y documentadas, las sigue el cierre de fronteras de la dinastía Ming en China, el resurgir del islam
que más influyan en los viajes, navegaciones y descubrimientos posteriores. por el sur de Asia y Próximo Oriente, la crisis religiosa de la Iglesia católica
Fray Juan de Piancarpino pasa por ser uno de los primeros y más (cisma de Occidente, crisis de la Orden franciscana) y la caída social y
grandes expedicionarios. En 1245 emprendió viaje al imperio mongol en económica de Europa ocasionada por la peste negra.
calidad de legado papal. Llevaba la misión secreta de obtener toda la infor-
mación posible sobre el mundo tártaro. Sus impresiones quedaron refleja- B) El saber académico de la Iglesia
das en una obra titulada Ystoria mongolorum, la primera de este género de
literatura. Fue muy celebrada en su tiempo, al igual que las noticias sobre las La gran preocupación de los autores cristianos a partir del siglo x m será
tierras, climas, usos, costumbres y religión de los mongoles. Al hacerse eco cómo armonizar la experiencia de lo que se va comprobando con lo que
del famoso Preste Juan, alimentó una de las leyendas más sugestivas del bajo dicen los Libros Sagrados y el saber de los antiguos, que empieza a ser
Medievo. Siguió la ruta interior de Asia, la utilizada por las grandes invasio- conocido. En suma, había que adaptar herencia clásica, tradición cristiana y
nes asiáticas. experimentación, verdadero trípode en el que se apoyarán los grandes descu-
Por las mismas fechas (1253), el fraile flamenco Guillermo de Rubruc, brimientos geográficos. Para ello resultó decisiva la labor difusora de árabes
con el consentimiento del Papa y del rey de Francia, inicia otro viaje por ruta yjudíos a través de ese puente cultural que fue la Escuela de Traductores de
parecida a la de Piancarpino. A su regreso escribe una muy notable relación Toledo.
describiendo el trayecto seguido y aportando muchos datos geográficos, El mundo clásico había tenido en Ptolomeo el mejor compilador de la
etnológicos y lingüísticos de los mongoles y de la comunidad de cristianos Antigüedad en materia de Geografía y Astronomía. Su penetración en el
nestorianos que vivían entre los tártaros. Una vez en Europa, visita París, y Occidente cristiano se hizo a través de traducciones y comentarios árabes
allí relata sus conocimientos geográficos a Rogerio Bacon. Fue el primero que, a su vez, inspiraron y fundamentaron obras de destacados eclesiásticos
que dijo que el Catay era la zona que los antiguos llamaban Seres. y hombres de saber del mundo universitario europeo.
Metidos en el siglo XIV, los franciscanos en China y los dominicos en El tratado de Astronomía de Ptolomeo, que pasa al árabe con el título
Persia pretendían dar continuidad a las misiones de Asia. En tal labor mere- de Almagesto, será conocido y ampliamente popularizado en la cristiandad
22 P-I- Cuestiones globales C.2. La Iglesia y el descubrimiento de América 23
gracias a un resumen hecho a mediados del siglo XIII por Sacrobosco en su abastaba, y ansí de geometría y aritmética; y ingenio en el ánima y manos para
obra De Sphaera Mundi. dibujar esferas, y en ellas las ciudades, ríos y montañas, islas y puertos, todo en
Rogerio Bacon, un franciscano nada ajeno a lo que sus hermanos de su propio sitio. En este tiempo he yo visto y puesto estudio en ver de todas
escrituras, cosmografía, historias, crónicas yfilosofía,y de otras artes ansí que
Orden escribían sobre sus viajes asiáticos, sugería en su obra Opus Maius la me abrió Nuestro Señor el entendimiento con mano palpable, a que era
posibilidad de la existencia de otro continente, que tanto Asia como África hacedero navegar de aquí a las Indias, y me abrió la voluntad para la ejecución
podían extenderse más al sur, y que la zona tórrida era habitable. dello; y con este fuego vine a Vuestras Altezas...»
Sin embargo, el autor que sintetiza mejor el difícil equilibrio y la extra-
ña mezcolanza que estaban conformando los escritos geográficos es el car- B) El proyecto colombino
denal francés Pierre d'Ailly. Su obra Imago Mundi (1410), famosa por el gran
uso que de ella hará Cristóbal Colón, era un compendio de erudición bíbli- Este y otros pasajes de recuerdos parecidos nos trasladan al momento
ca, clásica y árabe; algo parecido a una enciclopedia del saber de su época. en que a Colón le sobreviene algo inesperado y crucial que le abre el
No faltan en ella fábulas y leyendas de todo tipo (pigmeos, monóculos, entendimiento «con mano palpable»; y ese algo se refería a que era posible
acéfalos, amazonas, teoría sobre las aguas...), la ubicación de lugares bíblicos navegar a las Indias atravesando el Océano, y con tales signos se le presentó
(Paraíso Terrenal, Tarsis, Ofir...), y las teorías de profetas o de pseudoprofe- que él, «pecador gravísimo», no dudó en considerarlo un «milagro evidentísi-
tas como Esdras, que reducía el Océano a algo perfectamente navegable en mo», con lo cual «me abrió la voluntad para la ejecución dello». A partir de
pocos días si el viento era favorable. esos momentos, «¿quién duda que esta lumbre no fuese del Espíritu Santo, así
como de mí?», dirá; es un fuego lo que tiene dentro, unos deseos incontenibles
por descubrir. Con la fe del elegido por la Divinidad, responderá aquello
II. LA RELIGIOSIDAD DE COLON Y SU PROYECTO que dijo San Mateo: «Oh Señor, que quisiste tener secreto tantas cosas a los
DESCUBRIDOR sabios y revelárselas a los inocentes». En tratándose de milagros y revelacio-
nes, los sabios podían ser preteridos a los inocentes e ignorantes, como se
A) La religiosidad de Colón sentía Colón. Así reza en los Libros Sagrados y así lo creía el futuro descu-
bridor.
Uno de los signos más destacados que caracterizan la personalidad de
Cristóbal Colón -aunque a algunos les parezca extraño- es el de ser y Los partidarios del predescubrimiento interpretan estos pasajes a la luz
sentirse, religiosa y culturalmente hablando, un hombre medieval, una per- de ese preconocimiento que tenía Colón de lo que quería descubrir a la otra
sona con la imaginación, credulidad e ignorancia características del Medievo orilla del Océano. Defienden que dicho conocimiento le había llegado al
y, como tal, proclive a dar a sus actos, ideas y proyectos, sobre todo si eran navegante a través de otras personas (un piloto cualquiera, por ejemplo, a
tan inesperados como trascendentales, un sentido religioso profundo. Y a quien el mar desplazó hasta allá y al regreso tuvo tiempo de informar a
medida que avanza el tiempo y se confirma la importancia de lo descubierto, Colón antes de morir), y no de una experiencia personal.
lejos de mitigarse ese sentimiento, se arraigará en él un mesianismo proféti- Por otra parte, al aceptar el predescubrimiento, la figura de Colón,
co, una profunda convicción de ser el siervo elegido por la Providencia, el además de su proyecto descubridor, ha tomado nuevos rumbos interpretati-
predestinado, el portador de Cristo (Cristo-ferens) o apóstol de los nuevos vos. El navegante genial, intuitivo, soñador y tenaz, y su grandioso proyecto
pueblos a través de cuya acción descubridora ha de extenderse el Evangelio. son de esta manera más comprensibles. Colón tiene un conocimiento muy
aproximado de lo que va a buscar y trata de adaptar todo (signos, lecturas,
Los que le conocieron, como el padre Las Casas, cuentan que «en las
testimonios bíblicos, opiniones de escritores y filósofos) a lo que sabe que
cosas de religión cristiana sin duda era católico y de mucha devoción; cuasi
existe a una distancia determinada que no es la que manejan los entendidos.
en cosa que hacía y decía o quería comenzar a hacer, siempre anteponía:
Religioso como es, atribuye a esta información secreta, que le ha llegado de
"En el nombre de la Santísima Trinidad haré esto..." Ayunaba los ayunos de
súbito, el carácter de signo providencial, por lo que un gran sentido religio-
la Iglesia observantísimamente; confesaba muchas veces y comulgaba; reza-
so empapa todas sus acciones. Y con el convencimiento del predestinado
ba todas las horas canónicas como los eclesiásticos o religiosos; enemicísimo
rectifica a quien haya que rectificar y elabora teorías originales y grandiosas.
de blasfemias y juramentos; era devotísimo de Nuestra Señora y del seráfico
padre San Francisco; pareció ser muy agradecido a Dios por los beneficios El año de 1480, aproximadamente, pudo ser el punto de arranque para
que de la divinal mano recibía, por lo cual, cuasi por proverbio, cada hora poner en marcha su proyecto descubridor. Sin embargo, por mucho secreto
traía que le había hecho Dios grandes mercedes, como a David...». que tuviera a su alcance y aunque ardiera en deseos de descubrir, no podía
•levar a cabo la empresa solo. Tenía que buscar apoyos, «convidar» a algún
En 1501, el mismo Cristóbal Colón resumía en parte su trayectoria
Principe que lo respaldara con dinero y hombres. Pero cualquier príncipe
personal al expresarse así:
exigía un proyecto viable o al menos razonablemente defendible ante cual-
«Hallé a Nuestro Señor muy propicio, y hube de El para ello espíritu de quier junta de expertos.
inteligencia. En la marinería me hizo abundoso; de astrología me dio lo que A Colón sólo le queda el camino de la preparación y el estudio. Como
24 P.I. Cuestiones globales
C.2. La Iglesia y el descubrimiento de América 25
navegante práctico puede defenderse, mas no así como teórico de saberes tico en lugar de seguir la ruta africana. El proyecto se parecía al plan
cosmográficos, astronómicos o matemáticos. En ese campo se va a entablar colombino, pero no era igual. Los portugueses, tras su estudio, lo archi-
la contienda a la hora de aprobar o rechazar tan revolucionario proyecto. Y varon.
es precisamente ahí donde la distancia entre su saber y el de la ciencia del Toscanelli había elaborado su propuesta con abundante información
momento se hace insalvable. Por ello ninguna junta de expertos, ni en proporcionada por los grandes viajeros de los siglos x m y xiv (misioneros y,
Portugal ni en Castilla, le será favorable. Aun así, lo sorprendente es que especialmente, Marco Polo) y alguno del siglo XV. Calculaba para el océano
triunfó. Atlántico una distancia casi doble de la actual, pero creía que esta dificultad
1. La biblioteca colombina. Es evidente que no todas las obras maneja- -poco menos que insalvable con los medios de la época- podía ser superada
das por el descubridor de América tienen el mismo valor. Con buen criterio, porque en el camino, a modo de escalas, situaba numerosas islas, como las de
los historiadores conceden prioridad absoluta a las lecturas que hace antes Antilla y el Cipango.
de 1492, porque es en ellas donde se apoya para allanar el camino del Sobre la isla Antilla había demasiada fantasía y no era muy de creer. Sin
triunfo. embargo, la referencia al Cipango, una isla distante del continente asiático
Metido con urgencia en un aprendizaje acelerado, allá por los años 1.500 millas o 375 leguas, a la que no pudo conquistar ni siquiera el Gran
ochenta del siglo xv, Colón empieza a manejar algunas obras que eran como Can, como había declarado Marco Polo, entusiasmaba al futuro descubridor
compendios o enciclopedias del saber de su tiempo. Huelga decir que la de América. Dicha isla pasaba por ser abundantísima en oro, perlas y piedras
utilidad de su consulta para un aprendiz como Colón, e incluso para cual- preciosas, hasta el punto de que los templos y casas reales se cubrían de oro
quier iniciado, era enorme, ya que en ella se podían encontrar referencias de puro. Descubrir el Cipango - n o se olvide- fue el objetivo principal del
todo tipo (clásicas, árabes, bíblicas) sin tener que acudir a las fuentes origina- primer viaje colombino.
les. A esta categoría pertenecen la Imago Mundi, del obispo Pierre d'Ailly o Del sabio florentino al que inspira Marco Polo recoge también detalles
Pedro de Alliaco, y la Historia rerum ubique gestarum, de Eneas Silvio Piccolo- referentes a la tierra firme continental, a las provincias o regiones del Catay,
mini, más tarde papa Pío II. Fueron sus dos grandes libros de cabecera, Mangi y Ciamba, que, según creían, formaba parte del imperio del Gran
como demuestran las cerca de 1.800 apostillas o anotaciones al margen Can. Y digo según creían porque a finales del siglo xv Europa aceptaba
pertenecientes a su pluma. En sus páginas encontró y subrayó distintas todavía el mundo descrito por Marco Polo; es decir, la situación política de
teorías sobre la reducción de las dimensiones del Océano (predominio de las Asia tal como era a finales del x m y principios del XIV. Tal situación -como
tierras sobre las aguas), con el especial relieve dado a la particularísima es sabido- no era ya ni parecida: el imperio mongol de Asia se había desinte-
teoría del pseudo Esdras, para el que, de las siete partes en que dividía la grado cien años antes de que escribiera Toscanelli y de que Cristóbal Colón
esfera terrestre, seis eran de tierras continentales y una sola de agua, por lo soñara con el Cipango y con las tierras del Gran Can.
que el Océano era fácilmente navegable. Igualmente mereció su atención Otras obras de consulta directa, como la Geografía de Ptolomeo, el Libro
todo lo que esos autores -especialmente Ailly— contaban de los parajes de Marco Polo o la Historia Natural de Plinio, por citar ejemplos concretos,
bíblicos, como el Paraíso Terrenal, Tarsis, Ofir, reino de Sabá, etc.; o de pueden ser consideradas de manejo más tardío o incluso secundario.
mitos clásicos, como el de las amazonas; o de fábulas y leyendas de mons-
2. Las tierras que encontró. El principal objetivo del primer viaje fue
truos.
descubrir el Cipango de Toscanelli y Marco Polo. Ahora bien, lo que para
También en esas obras encuentra y destaca referencias a cálculos y éstos era una isla lo redujo Colón a una simple región de la isla Española,
mediciones, a grados y millas. Por ejemplo, aun estando de acuerdo con que los indios llamaban Cibao, y en la que tiempo después se encontrarían
Alfragano en que el grado terrestre tenía 56 millas y 2 / 3 , a la hora de ricas minas de oro. El anuncio de su descubrimiento fue sorprendente.
traducir esto a medidas reales la discrepancia con respecto a las dimensiones Sucedió en el primer viaje. Había recorrido las Bahamas y llegado a Cuba, a
de la esfera terrestre era más que ostensible: Alfragano asignaba a la circun- la que identifica en principio con una provincia del Gran Can. Recorre parte
ferencia del ecuador unas medidas casi exactas (unos 40.000 kilómetros), de la costa y pasa a la isla Española (Haití). Y el 4 de enero de 1493, cuando
mientras que Colón las reducía una cuarta parte (unos 30.000 kilómetros). apenas se entiende con los indios, divisa Monte Cristi, un monte muy singu-
La explicación era que cada uno manejaba una milla distinta: la milla árabe, lar que, según el historiador Juan Manzano, es el que le sirve para orientarse
de casi 2.000 metros, para aquél, y la itálica, de unos 1.500 metros, para y encajar todas las noticias que tenía. En ese mismo momento dirá «que el
Colón. Cipango estaba en aquella isla», y añadirá que de allí a las minas de oro del
La tercera fuente informativa manejada por Colón por estas fechas Cibao -su Cipango- «no había veinte leguas». El 9 de enero exclamaba que
procedía de una carta y de un mapa que en 1474 envió el físico, astrónomo «había hallado lo que buscaba».
y matemático florentino Toscanelli al rey de Portugal a través de su amigo el Otra isla que parece tener perfectamente localizada era Yamaye o Ja-
canónigo lisboeta Fernando Martins. Ambos documentos condensaban el maica. El 6 de enero de 1493, sin ni siquiera haberse aproximado a ella, la
nuevo proyecto ofrecido a Portugal: llegar a las Indias atravesando el Atlán- situaba con toda precisión detrás de la isla de Cuba por la banda del sur, y
26 P.I. Cuestiones globales C.2. La Iglesia y el descubrimiento de América 27
añadía que distaba de la tierra firme «diez jornadas de canoa, que podían ser sólo en el tiempo, sino también en el espacio. Encajaba así en el impreciso
sesenta o setenta leguas, y que era la gente vestida allí...» Esa zona continental Oriente, o sea, tanto como no decir nada.
a la que se refiere Colón parece ser la de Paria o costa norte de América Personas muy sabias habían escrito que el Paraíso estaba en lugar pro-
del Sur. minente, entre montañas tan altas, tan altas que quedó a salvo del Diluvio, y
Además de islas, Colón situaba en su proyecto descubridor dos tierras que de su fuente manaban aguas abundantísimas que descendían en cuatro
firmes: una que suponía más lejana, la de «más allá», y que correspondería a grandes ríos paradisiales -Nilo, Ganges, Tigris y Eufrates- regando el Jardín
los dominios asiáticos del Gran Can, siguiendo en este caso a Toscanelli. La de las Delicias y distribuyendo el agua por la tierra, que esas aguas al caer
tierra firme de «más acá», sin embargo, podría referirse a la más cercana a provocaban un ruido ensordecedor y formaban un gran lago, que su clima
Europa; es decir, a la costa septentrional de América del Sur, desconocida era suave y estaba en un lugar lejano e impreciso del Oriente para unos,
por todos, excepto por él, y a la que llamará térra incógnita o Nuevo Mundo. mientras que otros hablaban de zonas equinocciales o australes.
En ambos casos pertenecería al ámbito asiático, bien como gran península A la vuelta del primer viaje, el Almirante de las Indias dirá en su Diario
continental (térra incógnita) o bien como tierra desgajada de Asia, formando que la templanza del ambiente, los aires bonancibles y la quietud de las aguas
así un mundo nuevo y también ignorado por todos. y de los mares antillanos eran tales que «aquellas tierras que agora él había
Mención especial merece la gran revelación hecha por Colón ese mismo descubierto» pertenecían al fin del Oriente y, por tanto, estaban próximas al
6 de enero de 1493 sobre la Isla de las Mujeres o Matininó y que amplía con Paraíso Terrenal.
detalles muy sugestivos en fechas siguientes, al igual que sobre la isla de El descubridor solía pasar con enorme facilidad de la creencia a la teoría
Carib, caribes o caníbales. y a la explicación del hecho que observaba o que quería observar. Llegado a
Cuando aún no había pisado ninguna de estas islas e incluso navegaba ese punto, los signos externos cobran gran fuerza y se convierten en piezas
lejos de ellas asegura que ambas distaban entre sí diez o doce leguas; que la de apoyo a la hora de elaborar su teoría cosmográfica de la Tierra.
isla de Carib era «la segunda a la entrada de las Indias», mientras que
La forma de la Tierra que imagina Colón no es propiamente esférica,
Matininó «es la primera isla, partiendo de España para las Indias, que se
sino «que es de la forma de una pera que sea toda muy redonda, salvo allí
halla».
donde tiene el pegón, que allí tiene más alto, o como quien tiene una pelota
A la hora de interpretar algunos signos y explicar al mundo algún que
muy redonda, y en un lugar de ella fuese como una teta de mujer allí puesta,
otro secreto, ni el tiempo ni el espacio serán barreras suficientes para
y que esta parte de este pecón sea la más alta e más propinca al cielo, y sea
contener la fértil imaginación colombina, como se verá a continuación.
debajo de la línea equinoccial».
3. Tierras y lugares de fantasía en el proyecto colombino. A nadie debe
extrañar que un hombre como Colón, plenamente convencido de ser instru- Sostiene que la Tierra se compone de dos partes o hemisferios distintos:
mento divino y que respiraba medievalismo por los cuatro costados, se sienta el occidental, que tenía forma semiesférica, y el hemisferio oriental, donde
autorizado -sobre todo después de su triunfo- a disputar con sabios y situaba las Indias, en forma de pera, con un vértice o pezón situado debajo
filósofos, a rectificar a geógrafos, astrónomos y astrólogos, a completar lo de la línea equinoccial. Justo en esa zona prominente, la «más propinca al
que han dicho santos doctores y sacros teólogos. A ese convencimiento se le cielo», en esa elevación de la Tierra imaginada por Colón, éste situaba el
unía otro: el orgullo del que no habla de oídas acerca de las tierras extremas Paraíso Terrenal. No se olvide que en sus lecturas previas había encontrado
que el Paraíso estaba en lugar prominente. Si esto era así -y así lo creía-, al
del Oriente que cree recorrer, sino por vista de ojos y con la autoridad que>
atravesar el Océano marchaba en pos del Paraíso. Por lo tanto, la Providen-
impone ser observador directo de tamaña experiencia.
cia a buen seguro le pondría en su camino signos evidentes de que ello era
Con tales convencimientos y un curioso juego de coincidencias y rela-
así y a él capacidad para interpretarlos. Esos aires temperantísimos, ese clima
ciones, la mente siempre predispuesta del descubridor confeccionará stí
delicioso como en abril en el Andalucía, esas manadas de hierba muy verde y que
propio mundo de fantasía y originalidad, un mundo realmente nuevo.
parecía hierbas de ríos que era el mar del Sargazo, esa corriente de agua que
Localizar los lugares que se citan en la Biblia se había convertido para atribuye a corriente fluvial y que le hace exclamar el 17 de septiembre de
todo buen cristiano en asunto de importancia durante la Edad Media. Si ese 1492, en contra de todo sentido común: «que el agua de la mar hallaba menos
buen cristiano se llamaba Colón, tenía aficiones geográficas y cosmográficas salada desde que salieron de las Canarias», eran signos evidentísimos de que
y además andaba fuertemente tocado de providencialismo, ubicar cualquier navegaba al encuentro del Paraíso.
paraje bíblico era no sólo importante, sino trascendental; era más aún: una
obligación irrenunciable que él, como siervo elegido por Dios, tenía para Existe un punto o línea oceánica que en Colón se va reafirmando como
con el resto de los mortales. una verdadera frontera de hemisferios, a partir de la cual se suceden los
sl
De entre todos los lugares bíblicos, el Paraíso Terrenal importaba de gnos citados: el meridiano que pasa a 100 leguas al oeste de las Azores. Fue
manera especial. Durante siglos, muchos habían especulado sobre sus carac- allí donde observó por primera vez la variación de las agujas de la brújula,
terísticas y localizacipn. La cristiandad fue acuñando la idea de su lejanía no que nordesteaban. Y es tal la importancia que asigna a ese meridiano, que
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llegará a explicarlo así: «En pasando de allí al Poniente, ya van los navios III. COLON Y LOS ECLESIÁSTICOS
aleándose hacia el cielo suavemente... como quien traspone una cuesta».
Por fin, en 1498 (tercer viaje), cuando recorría el golfo de Paria, en- A) El apoyo franciscano a Colón
cuentra la clave para ilustración de sus lectores: «Grandes indicios son estos
del Paraíso Terrenal, porque el sitio es conforme a la opinión de esos santos Cualquier historiador, con muy buen criterio, acostumbra a asociar
y sacros teólogos. Y asimismo las señales son muy conformes, que yo jamás indefectiblemente la figura de Colón y el descubrimiento de América con el
leí ni oí que tanta cantidad de agua dulce fuese así dentro e vezina con la convento de Santa María de-la Rábida y la Orden franciscana, sobre todo
salada; y en ello ayuda asimismo la suavísima temperancia. Y si de allí del entre 1485 y 1492. Durante esos siete •años que transcurren desde que
Paraíso no sale, parece aún mayor maravilla, porque no creo que se sepa en nuestro navegante abandona Portugal -primavera de 1 4 8 5 - y culmina su
el mundo de río tan grande y tan hondo». gesta descubridora, pocos lugares resultan tan decisivos para el éxito de su
La explicación que se forja don Cristóbal es la siguiente: el golfo de empresa como ese recinto franciscano enclavado en la margen izquierda del
Paria, casi cerrado al mar, parecía un gran lago de agua dulce por la aporta- río Tinto, en el cogollo de ese hervidero náutico que era la ría de Huelva. Sus
ción de los caudalosos ríos continentales que desembocaban allí. Impresionó frailes vivían la aventura del océano y las novedades en materia de descubri-
al Almirante cómo esa masa de agua dulce chocaba violentamente con la mientos y cosmografía o astrología no sólo por su directa vinculación con los
salada del mar, originándose continuos e intensos ruidos, algo similar a lo pueblos marineros de la zona, sino también por la gran preocupación cientí-
que Pierre d'Ailly había escrito del Paraíso. Y tan convencido estaba de esto fica y misionera consustanciales con el mejor espíritu franciscano. Antes de
que a una de las zonas cercanas a Paria la bautizó con el nombre de los que Colón llamara a sus puertas, frailes de La Rábida tenían en su haber ya
Jardines, quizá pensando en los mismísimos Jardines del Edén. acciones misionales tanto en Canarias como en el África occidental portu-
guesa.
Con ser importantísimo para Colón localizar el Paraíso, los parajes
bíblicos no se agotaban ahí. La siempre autorizada pluma del cardenal Cuentan que Cristóbal Colón salió a toda prisa de Portugal acompaña-
francés D'Ailly había escrito que en los confines del Oriente se encontraban do de su hijo de corta edad, Diego, y entró en Castilla por Palos de la
el reino de Tarsis y la isla de Ofir, adonde el rey Salomón había enviado a Frontera. La meta parecía ser Huelva, donde vivían Miguel Muliarte y
buscar tesoros para levantar su famoso templo. Pues bien, tras llegar a la isla Violante Muñiz, cuñados de Cristóbal Colón, los cuales podrían hacerse
Española, descubrir el Cibao -su Cipango- y conocer que al sur de la citada cargo del pequeño Diego mientras él gestionaba su proyecto descubridor en
isla había otras minas -las futuras de San Cristóbal, a orillas del Jaina-, la corte itinerante de los Reyes Católicos.
declarará tajante: «Tarsis y Ofir estaban precisamente en esa zona de la Entre Palos y Huelva se erguía el convento franciscano de Santa María
Española». Y para demostrar más autoridad aún, se ve en la obligación de de la Rábida, un lugar cuyas puertas siempre se abrían, según mandaba la
tener que rectificar a los imaginativos escritores medievales, que rodeaban regla del santo de Asís, a todo peregrino, extranjero, menesteroso; a todo
estas regiones de monstruos y dragones, porque él, tras recorrer la zona, viajero cansado que pidiese algo de comer o alojamiento. Quizá por necesi-
anuncia que no había encontrado ninguno y sí, en cambio, «gente de muy dad de los Colón, quizá por el prestigio de la propia comunidad franciscana
lindo acatamiento». en materia de descubrimientos y cosmografía, la visita a La Rábida cierta-
Otra isla y reino envueltos en leyenda de riqueza y sabor bíblico será mente estaba justificada.
Saba. También parecía estar esperando el mundo que el «apóstol» Colón se Para la mayoría de los historiadores hubo dos visitas de Colón a tan
la diera a conocer; hecho que sucedió durante el segundo viaje. Un testigo famoso convento: la primera, en 1485, y la segunda, en 1491. En ambas
- C u n e o - nos cuenta que poco antes de llegar a la «isla grossa» -poco recibió apoyos decisivos.
importa en este caso que sobre su localización no haya acuerdo entre los Durante la visita y estancia de 1485, el futuro descubridor entró en
historiadores- el Almirante, entre misterioso y teatral, pero muy seguro, se contacto con un «frayle astrólogo», un estrellero, que también se decía en
dirigió a la tripulación con estas palabras: «Señores míos: os quiero llevar al castellano; es decir, un experto en cosmografía. Su nombre ha quedado
lugar de donde salió uno de los tres reyes magos que vinieron a adorar a difuminado entre el anonimato y la confusión. No obstante, parece que
Cristo; el cual lugar se llama Saba. Y cuando hubimos llegado a aquel lugar nada tiene que ver este buen fraile con los muy conocidos nombres de fray
(sigue diciendo Cuneo) preguntamos a los naturales su nombre y nos dijeron Antonio de Marchena y de fray Juan Pérez. Tras su conversación y por
que se llamaba Sobo. Entonces el señor Almirante nos dijo que Saba y Sobo medio de su influencia, Colón debió de entrar en contacto con algún experi-
era la misma palabra, pero que no lo pronunciaban bien allí». mentado marinero de Palos. Y también es posible que obtuviera carta de
recomendación para algún franciscano de la corte, objetivo principal de
Colón una vez que dejara en Huelva a su hijo Diego, en casa de sus cuñados.
Sabemos poco acerca de dónde y cuándo se entabla amistad entre el
futuro descubridor y fray Antonio de Marchena. Quizá en la corte durante los
Primeros momentos. La primera entrevista del navegante con los Reyes
30 P.I. Cuestiones globales C.2. La Iglesia y el descubrimiento de América 31
Católicos - n o se olvide- data del 20 de enero de 1486. Pero que fray B) Relaciones de Colón con otros eclesiásticos
Antonio de Marchena fue un hombre decisivo en el triunfo colombino nadie
lo puede discutir: «Nunca yo hallé ayuda de nadie, salvo de fray Antonio de Otro de los frailes constantes, aquel que «siempre desque yo vine a
Marchena, después de aquella de Dios eterno», recordará tiempo después el Castilla, me ha favorecido y deseado honra», se llamaba fray Diego de Deza.
mismo Almirante. Reunía en su persona tres características de especial Pertenecía a la Orden dominica. Fue profesor de teología de la Universidad
valor: era buen astrólogo y experto en cosmografía; tenía influencia en su de Salamanca, maestro del príncipe d o n j u á n desde el verano de 1485 y
Orden y ante los reyes, y demostró ser partidario incondicional del proyecto también confesor del Rey Católico. Su influencia en la corte era evidente,
colombino. como evidente fue asimismo el apoyo firme que prestó al proyecto colombi-
En una carta de los monarcas a Colón, fechada el 5 de septiembre de no. El recuerdo de estos tiempos y su familiaridad quedan recogidos a la
•1493, ante los preparativos del segundo viaje, se recomendaba al Almirante perfección en aquella confidencia hecha a su hijo Diego en una carta de
que llevase consigo a «fray Antonio de Marchena, porque es buen astrólogo, 1505: «Si el señor obispo de Palencia (Deza) es venido o viene, dile cuánto
y siempre nos paresció que se conformaba con vuestro parescer». El cronista me ha placido su prosperidad, y que si yo voy allá, que he de posar con su
López de Gomara dice que Colón «en poridad descubrió su corazón» a merced aunque el non quiera, y que habernos de volver al primero amor
Marchena, es decir, en secreto, que bien pudo ser de confesión, con lo que fraterno, y que non le poderá negar porque mi servicio le hará que sea así».
quedaba a cubierto de indiscreciones. En secreto pudo descubrir a este buen Considera que «fue causa que sus Altezas oviesen las Indias, y que yo queda-
franciscano quién era él, de dónde venía, cuál había sido su actividad en se en Castilla, que ya estaba camino para fuera». Sin lugar a dudas, el peso
Portugal y qué información tenía acerca de las tierras que quería hallar. El del dominico actuó decisivamente ante el Rey Católico.
Almirante nos lo retratará como fraile constante. Como presidente de la Junta de expertos que estudió el proyecto co-
De la segunda visita y estancia de Colón en La Rábida -la de 1 4 9 1 - data lombino desde el principio, justo es señalar a fray Hernando de Talavera,
su relación con otro personaje clave: fray Juan Pérez. Colón, tras casi siete quien además ayudó económicamente al descubridor. No obstante, el apoyo
años de fracasos, se disponía a dejar Castilla. Pero antes lo vemos merodear de este buen fraile Jerónimo, con fama de santo varón y confesor de la reina,
por la ría de Huelva en compañía de su hijo Diego. Y como queriendo no fue - q u e sepamos- ni mucho menos comparable al de Deza y Marchena.
rememorar sus primeros pasos, acabará llamando a la puerta del convento y Eclesiástico también, aunque por vida y costumbres entra más en la
pidiendo «que le diesen para aquel niñico, que era niño, pan y agua que categoría de alta nobleza, fue don Pedro González de Mendoza, arzobispo de
bebiese». La escena, de tan repetida, se conoce a la perfección: le abre la Toledo y hombre de mucho prestigio y gran autoridad. Parece que a partir
puerta fray Juan Pérez, quien, al verle extranjero, se interesa por él y le de 1489 se mostró muy complaciente con Colón.
pregunta quién era y de dónde venía. Conversan ambos y, «viendo el dicho Por último, ya metido en horas bajas de crisis y desencanto, es decir,
fraile su razón», éste manda llamar a su amigo García Hernández, médico de posteriores al gran triunfo de 1492, el Almirante relega un tanto a la Orden
Palos y entendido en astronomía, para que opinase sobre los razonamientos franciscana, alguno de cuyos miembros ayudaron a la caída del virrey Colón,
colombinos. para volcarse en adelante con el monasterio cartujo de las Cuevas de Sevilla,
donde residía un fraile amigo y confidente: fray Gaspar Gorricio. La celda
Estos debieron de ser bastante convincentes, a juzgar por la actuación
de este italiano de Novara y, por extensión, el recinto de la Cartuja toda
posterior: fray Juan Pérez, que en su mocedad había servido en la casa de la
sirvieron, en las horas amargas del declive colombino, no sólo de lugar de
reina «en oficio de contadores», y como religioso le titulan confesor de la
paso y estancia frecuentemente, sino también de centro seguro donde custo-
misma, hombre, por tanto, con prestigio en la corte, escribe a la reina en
diar archivo y caudales de la familia Colón. El Libro de las Profecías es obra de
favor de Colón. Esta agradece el servicio y pide al fraile que se presente ante
ambos.
ella, dejando «al dicho Cristóbal Colón en seguridad de esperanza hasta que
su alteza le escribiese». Fray Juan Pérez será el representante colombino a la Dios elige a los suyos -siente Colón- para llevar a cabo señaladas
hora de redactar las Capitulaciones de Santa Fe de 1492. acciones, como la protagonizada por él al descubrir las Indias. Y con la
certeza de quien ha recorrido parajes indianos próximos al Paraíso Terrenal
Por último, el apoyo de los frailes de La Rábida fue crucial cuando llegó
proclama que «toda la cristiandad debe tomar alegría y facer grandes fiestas
la hora de formar las tripulaciones que gobernarían la Pinta, la Niña y la
y dar gracias solemnes a la Santa Trinidad», porque lo que estaba oculto se
Santa María. Es difícil pensar que sin el apoyo franciscano los Pinzones y
desveló para «refrigerio y ganancia» de todos los cristianos. Esto sentía y así
cuantos los seguían allá donde éstos fueran se hubieran decidido a cruzar la
lo anunciaba al mundo entero en su famosa carta al regreso del primer viaje.
Mar Tenebrosa mandados por un desconocido que se llamaba Cristóbal
Colón. Y para remate de fechas y símbolos, el 2 de agosto de 1492, festividad
de la Virgen de la Rábida, patrona de la comarca, en acabando los actos del
día, el Almirante mandó embarcar a toda la gente, iniciando, al amanecer del
día 3, el Gran Viaje descubridor.
NOTA BIBLIOGRÁFICA CAPÍTULO 3

Iglesia y descubrimientos antes de Colón LA DONACIÓN PONTIFICIA DÉLAS INDIAS


A. VAN DEN WINGAERT, Sínica franciscana 1 (Quaracchi-Florencia, 1929), donde se
recogen los escritos de los franciscanos que viajaron a Asia durante los siglos XIII y Por A N T O N I O GARCÍA Y GARCÍA
XIV; J. P. Roux, Les explorateurs au Moyen Age (París, 1967); M. MOLLAT, Les explora-
teurs du xiw et XIV siécle (París, 1984); L. PETECH, Ifrancescani nell Asia Céntrale e
Oriéntale nel XIu e xiv secólo, en Espansione del francescanesimo tra Occidente e Oriente nel
secólo xni (Assisi, 1979), 213-240; J. SÁNCHEZ HERRERO, «Precedentes franciscanos
del descubrimiento de América», en Actas del I Congreso Internacional sobre los francis-
canos en el Nuevo Mundo (Madrid, 1987), 15-75.
P o r d o n a c i ó n pontificia d e las Indias se e n t i e n d e la e n t r e g a q u e el p a p a
Religiosidad de Colón Alejandro VI hizo e n 1493 del N u e v o M u n d o a los reyes d e Castilla y L e ó n
m e d i a n t e la p r o m u l g a c i ó n d e c u a t r o d o c u m e n t o s d e n o m i n a d o s vulgarmen-
A. MlLHOU, Colón y su mentalidad mesiánica en el ambiente franciscanista español
(Valladolid, 1983). te bulas alejandrinas.

Colón y los franciscanos


A. ORTEGA, La Rábida. Historia documental crítica, 1-4 (Sevilla, 1925-6); A. RUMEU I. LAS BULAS ALEJANDRINAS
DE ARMAS, La Rábida y el descubrimiento de América (Madrid, 1968); J. MANZANO, Fray
Antonio de Marchena, principal depositario del gran secreto colombino, en Andalucía y Los d o c u m e n t o s pontificios e n cuestión son las bulas siguientes:
América (Sevilla, 1984), 514 ss; J. GIL FERNÁNDEZ, «Los franciscanos y Colón», en 1. ínter coetera, del 3 d e mayo d e 1 4 9 3 , p o r la q u e el P a p a c o n c e d e a
Actas del I Congreso Internacional sobre los franciscanos en el Nuevo Mundo (Madrid,
1987), 97-110. Este tema se aborda además en todas las monografías referentes a los reyes d e Castilla y L e ó n todas las islas y tierras firmes, descubiertas ya o
Colón al tratar de la etapa comprendida entre 1485 y 1492, entre las que destacan: q u e d e s c u b r i e r a n e n el f u t u r o , siempre q u e n o estuvieran ya sometidas a
J. MANZANO y MANZANO, Cristóbal Colón. Siete años decisivos de su vida, 1485-1492 algún p r í n c i p e cristiano y bajo la condición d e q u e enviaran a ellas evangeli-
(Sevilla, 1964); L. ARRANZ MÁRQUEZ, Don Diego Colón, almirante, virrey y gobernador de zadores.
las Indias 1 (Madrid, 1982), 33-72.
Es la d e n o m i n a d a b u l a d e donación, a la q u e M a n u e l G i m é n e z F e r n á n -
Colón y otros eclesiásticos dez señala la fecha del 17 d e mayo.
2. ínter coetera, del 4 d e mayo d e 1 4 9 3 , q u e r e c o g e m u c h o s pasajes d e
El tema aparece tratado en todas las biografías sobre Cristóbal Colón. Sobre los
dominicos concretamente, véase: J. L. ESPINEL, «Cristóbal Colón y Salamanca», en la anterior, a la q u e amplía y concreta, c o n c e d i é n d o l e a esos mismos reyes
J. L. ESPINEL y R. HERNÁNDEZ, Colón en Salamanca. Los dominicos (Salamanca, 1988), «todas las islas y tierras firmes descubiertas y p o r descubrir, halladas y p o r
18-49. hallar, hacia el occidente y mediodía, fabricando y c o n s t r u y e n d o u n a línea
del Polo Ártico, q u e es el s e p t e n t r i ó n , hasta el Polo Antartico, q u e es el
Financiación del viaje descubridor
mediodía, ... la cual línea diste d e las islas q u e v u l g a r m e n t e llaman Azores y
M. ANDRÉS «Contribución dineraria de la diócesis de Badajoz al descubrimiento C a b o V e r d e cien leguas hacia o c c i d e n t e y mediodía, siempre q u e n o p e r t e -
de América»: Archivo Ibero-Americano 47 (Madrid, 1987), 3-55; ID., Dinero, cultura y
espiritualidad en torno al descubrimiento y a la evangelización de América (Bogotá, 1991). neciesen ya a algún príncipe cristiano».
A este d o c u m e n t o , al q u e Giménez F e r n á n d e z señala la fecha del 2 8 d e
j u n i o , se le suele d e n o m i n a r b u l a de partición o d e demarcación. F u e modifica-
d o p o r el T r a t a d o d e Tordesillas d e 1494, e n el sentido d e q u e esa línea
q u e b r a d a señalada p o r el P a p a fuera sustituida p o r o t r a q u e c o r r i e r a d e
n o r t e a sur a 3 7 0 leguas al oeste d e C a b o V e r d e , lo q u e equivalía al meridia-
n o 46° 3 5 ' .
3. Eximiae devotionis, del 3 d e j u l i o d e 1 4 9 3 , r e p r o d u c c i ó n e n p a r t e d e
las dos a n t e r i o r e s y q u e c o n c e d e a los reyes d e Castilla y L e ó n , p a r a las
tierras q u e d e s c u b r i e r a n , los mismos privilegios o t o r g a d o s a n t e r i o r m e n t e a
P o r t u g a l p a r a los territorios descubiertos p o r él e n África.
4. Dudum siquidem, del 2 5 d e s e p t i e m b r e d e 1 4 9 3 , m u y breve e n
c o m p a r a c i ó n c o n las tres anteriores, p o r la q u e se amplía la d o n a c i ó n «a
34 P.I. Cuestiones globales C.3. La donación pontificia de las Indias 35
todas y cada una de las islas y tierras firmes halladas o por hallar, descubier-
tas o por descubrir, que estén, o fuesen, o apareciesen a los que navegan o II. ANTECEDENTES MEDIEVALES
marchan hacia el occidente y aun al mediodía, bien se hallen tanto en las Para la comprensión del tema resulta imprescindible exponer primero,
regiones occidentales como en las orientales y existen en la India». aunque sea muy sumariamente, cuál era el modelo de teoría política medie-
Es la denominada bula de ampliación. val, sobre todo por cuanto concierne a las relaciones entre el poder tempo-
Los cuatro documentos, sobre todo los tres primeros, contaban con los ral, por un lado, y el espiritual, por otro, o, como entonces se decía, entre el
antecedentes de las bulas expedidas a favor de Portugal, entre las que sacerdocio, de una parte, y el imperio y los reinos, de otra.
destacan la Romanus Pontifex de Nicolás V, del 8 de enero de 1455; la ínter Las diferentes teorías sobre esta materia se elaboran sobre todo a partir
coetera de Calixto III, del 13 de marzo de 1456; y la Aeterni Regis de Sixto IV, de la segunda mitad del siglo xil, y sus autores son principalmente los
del 21 de junio de 1481. canonistas, los civilistas y los teólogos.
La promulgación de estos documentos pontificios expedidos a favor de
Estos autores estaban de acuerdo en una sola cosa, dándose en lo demás
los reyes de Castilla y León estuvo sin duda motivada por el interés de los
un notable pluralismo de opiniones. Todos compartían la tesis de que todo
Reyes Católicos en mantener en exclusiva el dominio de los territorios
poder, tanto espiritual como temporal, viene de Dios. Pero los pareceres se
recién descubiertos y por descubrir, cortando el paso a las pretensiones de
dividían al querer determinar a través de quién se transmitía este poder a los
otros monarcas europeos que quisiesen participar en los frutos del descubri-
humanos. Desde este punto de vista cabe distinguir dos posiciones: la monis-
miento, como era de temer de inmediato, sobre todo por parte del rey
ta y la dualista.
portugués y del de Francia.
Los monistas defendían que el poder se transmitía de Dios a los hombres
Prescindiendo de otras cuestiones discutibles y discutidas que se agitan
a través de una única persona. Para unos esta persona era el Papa, y para
en torno a las bulas alejandrinas, emerge ante nosotros el principal proble-
otros el Emperador o los reyes. En el primer caso tenemos el llamado
ma para la finalidad del presente capítulo, a saber, el fundamento jurídico
monismo hierocrático. En el segundo, el monismo laico, que a su vez podía ser
en que se basó Alejandro VI para donar a los Reyes Católicos tan extensos
cesáreo o regio.
territorios. Es evidente que, por su extensión, este regalo pontificio es
territorialmente muy superior a la donación constantiniana de los falsifica- Representantes bien conocidos del monismo hierocrático son, entre los
dores pseudoisidorianos del siglo IX, y que, según algunos, constituye, como antiguos, Alvaro Pelagio, Egidio Romano, Jacobo de Viterbo, Agustín de
luego veremos, el fundamento jurídico que la donación de Indias tenía en la Ancona, Alejandro de Santo Elpidio, Guillermo de Cremona, etc. Entre los
mente de Alejandro VI. Otra diferencia entre ambas donaciones radica en el modernos se puede mencionar a A. Ybot León, J. Baumel, Barcia Trelles,
hecho de que la pseudoisidoriana era falsa, mientras que la de Alejandro VI P. Imbart de la Tour, M. Serrano Sanz, F. J. Montalbán y P. Castañeda.
emerge de documentos cuya autenticidad está fuera de toda duda. Pero hay Manuel Giménez Fernández y Alfonso García Gallo suponen que el
todavía otra diferencia que aquí nos interesa mucho subrayar. verdadero título fue el descubrimiento y ocupación, que las bulas no vinie-
Al filo del siglo IX todo el mundo sabía cuáles eran los territorios del ron más que a reconocerlo, a petición de los reyes de Castilla, con el fin de
antiguo Imperio romano, que coincidían con los límites de la mayor parte evitar las apetencias de otros soberanos europeos sobre aquellos territorios.
del mundo entonces conocido, mientras que ni Colón, ni Alejandro VI, ni Obviamente, tanto el uno como el otro estudian otros varios aspectos de las
los Reyes Católicos, ni nadie en 1493 tenía la más remota idea de que se bulas distintos del fundamento jurídico de la donación pontificia, sobre los
incluyera en la donación alejandrina lo que hoy llamamos América. Por el que hacen muchas observaciones que pueden ser atinadas. Ninguno de los
contrario, comenzando por Colón y acabando con todos los demás protago- dos admite ningún monismo propiamente dicho, ni hierocrático ni regio o
nistas de esta historia, se ignoraba la existencia de todo lo que media entre cesáreo.
las costas orientales de Asia y las islas Azores, espacio que se suponía, Como partidarios del monismo laico de tipo imperial es obligado recor-
erróneamente, mucho más pequeño de lo que es y además no se sospechaba dar a Marsilio de Padua, Guillermo Ockham, etc. Para el monismo regio es
la existencia de un continente como las Américas en dicha área, sino a lo típico el caso de los asesores jurídicos de Felipe el Hermoso, de Francia, en
sumo algunas islas o archipiélagos. De ahí el nombre de Indias con que se su lucha contra Bonifacio VIII.
designó a las tierras recién descubiertas, por considerarlas prolongación Es obvio que un episodio como la donación pontificia de las Indias
natural y cercana de la India y demás tierras orientales de Asia. encajaba perfectamente dentro de la teoría monista hierocrática, según la
Veamos por separado los antecedentes medievales de este tipo de dona- cual Dios había dado el dominio del mundo a Cristo hecho hombre. Cristo
ciones y las diversas interpretaciones que se han dado acerca de la naturaleza lo había dejado a San Pedro y sus sucesores con la condición de que lo
de la donación alejandrina de las Indias. evangelizaran. Uno de éstos, Alejandro VI, había a su vez donado una parte
del mundo, como eran las Indias, a los reyes de Castilla, Fernando e Isabel,
y a sus sucesores. Pero esta teoría, como veremos en seguida, era minoritaria
entre los autores de la Edad Media. Los autores de la teoría cesárea atri-
36 P.I. Cuestiones globales C. 3. La donación pontificia de las Indias 37
buían esto mismo al emperador, el cual, según ellos, era el dueño del mundo poder fáctico de cada uno de los protagonistas eclesiásticos y seculares de
(dominus orbis) y ejercía su dominio, ya directamente, ya concediendo en cada episodio histórico.
feudo alguna parte del mismo a los reyes y otros mandatarios temporales. El Por muy fácil que pueda parecer la distinción entre estas cuatro teorías
monismo cesáreo fue defendido por un grupo de autores más minoritario (monismo hierocrático, monismo laico, dualismo eclesiástico y dualismo
todavía que el monismo hierocrático. laico), hay que advertir que no eran en la práctica monolíticas e irreducti-
La mayoría de los autores medievales no es partidaria del monismo, sino bles. El paso de una a otra no era en la práctica tan brusco como pudiera
del dualismo. Según esta teoría, el poder viene de Dios a los hombres por dos parecer a primera vista. Un mismo asunto, como la suplencia de la justicia
vías, entre sí independientes, a saber: el poder secular, a través del príncipe secular, la deposición de un príncipe temporal, etc., podía a veces justificar-
temporal, y el poder espiritual, a través de los jerarcas de la Iglesia. se tanto desde un punto de vista monístico hierocrático como desde el
Dentro del dualismo había, a su vez, dos matices importantes: unos dualístico. Y, dentro del dualismo, había, obviamente, por lo menos dos
creían que el poder espiritual se transmitía de Dios a la Iglesia sólo a través modos de entenderlo y de aplicarlo, según que nos fijemos en los puntos de
del Papa, y otros también a través de los obispos. Algo parecido ocurría en vista de los representantes del poder espiritual o de los del temporal. Es
la esfera temporal, donde unos sostenían que el poder se transmitía sólo a obvio que cada uno de estos dos poderes trataba de amplificar las atribucio-
través del emperador, mientras que otros afirmaban que también se transmi- nes y de restringirlas a expensas del otro poder. Así, por ejemplo, la repre-
tía a través de los demás príncipes temporales que ejercían un poder sobera- sentación de la realeza castellana en las monedas medievales se realiza con
no, como era el caso de los reyes o de cualquier otro príncipe que fuese un fuerte sentido dualista en favor del rey, y lo mismo ocurría con las
realmente independiente de otros poderes temporales. coronaciones y unciones regias en Castilla, donde la intervención de la
La denominación de teocracia para explicar la teoría política medieval Iglesia es la excepción, mientras que su ausencia es lo normal.
creemos debe ser desechada, porque teocracia propiamente dicha es la En la práctica resultaba con frecuencia imposible solucionar satisfacto-
teoría según la cual es Dios quien directamente gobierna el mundo, diciendo riamente las relaciones entre ambos poderes a base de estas cuatro teorías.
en cada caso a sus representantes lo que tienen que hacer. Tal fue el caso de Y esto fue particularmente verdadero en el tránsito de la Edad Media a la
Israel en tiempos del caudillaje de Moisés y durante las monarquías de Israel Moderna. Por ello se recurrió a los concordatos o acuerdos especiales entre
y de Judá, así como en el caso de algunos grupos exaltados muy minoritarios ambos poderes, al margen del derecho canónico medieval, en los que la
del catolicismo y más tarde del protestantismo, que no ejercieron especial Iglesia encontró la ayuda material de las monarquías absolutas de entonces,
influjo en la historia de la cuestión que aquí nos ocupa. cediendo a éstas ciertos derechos que por el ordenamiento canónico común
Dentro de la posición dualista falta todavía explicar un punto muy pertenecían a la Iglesia en exclusiva. En este contexto se sitúa el Patronato
importante, cual es el de las relaciones entre el poder espiritual y el tempo- Regio de los reyes castellanos para Granada, Canarias y Puerto Real, prime-
ral. Sobre esta materia todos estaban de acuerdo en tres principios doctrina- ro, y para el Nuevo Mundo, después.
les, aunque no siempre en su aplicación práctica. Según dichos tres princi- La cristiandad medieval era una realidad más vivida que definida. En la
pios, ambos poderes, espiritual y temporal, eran distintos entre sí, y en práctica consistía en la agrupación de los reinos cristianos de Europa, bajo
principio también independientes el uno del otro. Ambos poderes debían la dirección de los Papas, sobre todo con fines de cruzada contra el Islam o
colaborar entre sí debido a su unidad de origen en Dios y al hecho de que eventualmente contra otros enemigos de la cristiandad o del bien público.
eran unos mismos los subditos de entrambas potestades, salvo en el caso de No se olvide que esta cristiandad medieval adquiere una configuración muy
los infieles, que en el Medievo eran considerados como enemigos comunes distinta según que se realice por una u otra de las cuatro teorías del poder
de entrambos poderes, espiritual y temporal, y por ello habitualmente se político que acabamos de exponer en apretada síntesis.
hallaban en guerra con los cristianos. Dicho sea de paso, infiel y mahometa- El síndrome del miedo al Islam estaba muy difundido en toda la cristian-
no era casi idéntico para el hombre medieval. dad medieval, sobre todo a partir de la caída de Constantinopla en manos de
Generalmente se admitía una cierta superioridad del poder espiritual los turcos, en 1453. Los príncipes cristianos, el pueblo y especialmente la
sobre el temporal. Pero la puesta en práctica de este principio constituyó Santa Sede, eran extremadamente sensibles a este problema. Los Papas
una fuente inagotable de problemas y litigios entre el poder espiritual y el fomentaron a lo largo de la Edad Media las cruzadas contra los mahometa-
temporal. Para unos esta superioridad del poder espiritual sobre el temporal nos, particularmente en el Próximo Oriente, norte de África y en la Penínsu-
facultaba al Papa o a los obispos, según los casos, para intervenir en la esfera la Ibérica. Los romanos pontífices de la segunda mitad del siglo xv dirigie-
del poder temporal, siempre que el gobierno del príncipe secular atrepella- ron unas 70 bulas a Portugal, de las que 47 abordan el tema de la cruzada
se, ajuicio de la Iglesia, algún valor ético o, como entonces se decía, ratione contra el Islam. En el contexto de los descubrimientos portugueses en África
peccati, es decir, por razón del pecado implícito en la actuación del poder y hacia Oriente, doblando el cabo de Buena Esperanza, se piensa en atacar
secular. Estas intervenciones eclesiásticas en lo temporal fueron mayores o a los mahometanos por la espalda, en una especie de operación tenaza. Para
menores según los diferentes pareceres, dependiendo en buena medida del este efecto se creyó contar con la ayuda potencial del supuesto Preste Juan,
38 P-I- Cuestiones globales C.3. La donación pontificia de las Indias 39
que, según la leyenda, era un príncipe cristiano cuyo reino estaba situado en En este pasaje la fundamentación del derecho a la posesión de las Indias
las costas del nordeste de África. en argumentos complementarios de la donación pontificia puede interpre-
En las bulas de cruzada dirigidas a los lusitanos se les facultaba para tarse como un síntoma del debilitamiento de valor de las bulas alejandrinas,
ocupar las tierras que descubrieran, porque se presumía que allí había de las que de hecho a lo largo del siglo xvn se fue prescindiendo cada
mahometanos, cosa que en unos casos era cierta, pero que en otros, como en vez más.
Canarias, era falsa. En todos estos casos no se impone a Portugal la obliga- En cuanto a los motivos y el alcance de la donación, las opiniones de los
ción de evangelizar las tierras descubiertas y ocupadas, porque era cosa juristas fueron evolucionando con el tiempo.
sabida que los mahometanos no se convertían al cristianismo. La propiedad
de dichas tierras se les concede sólo cuando las hayan ocupado de hecho. A) Desde 1493 hasta Francisco de Vitoria (1539)
Teniendo como telón de fondo el cuadro doctrinal que acabamos de
describir, se produjeron a lo largo de la Edad Media varias donaciones Durante este período la posición más común fue la monística hierocráti-
pontificias de territorios, si bien de escaso valor y significado. Hay un docu- ca; es decir, que el Papa había recibido de Cristo el dominio del mundo, y
mento apócrifo del siglo IX, llamado Constitutum Constantini, o donación Alejandro VI concedió las Indias, que son una parcela del mismo, a los reyes
constantiniana, elaborado por falsificadores anónimos, según el cual el em- castellanos, exigiéndoles a cambio que enviaran misioneros a evangelizarlas.
perador Constantino el Grande (306-337), al trasladar a Constantinopla la Así lo entendió también la Corona castellana.
capital del Imperio romano, donó al papa Silvestre (314-335) los territorios Veamos el parecer de algunos personajes de esta época sobre este
del Imperio romano de Occidente. Dichas tierras fueron ocupadas por los particular.
diversos reinos germánicos que en ellas se establecieron. Pero quedaban una Fr. Alonso de Loaysa, provincial de los dominicos, afirma en 1512 que
serie de islas mediterráneas, como Córcega, Cerdeña, Capri, Malta, Elba, el dominio de las Indias por la Corona española se basa en la donación
Capraia, etc., que no constituían reino alguno y que se suponía pertenecían pontificia y se hizo efectivo iure belli, es decir, con la conquista.
al patrimonio de San Pedro, o sea, a la Santa Sede, en virtud de la menciona- El también dominico Fr. Matías de Paz escribió en 1512 un tratado, De
da falsa donación de Constantino. De hecho, los papas medievales realizan a dominio regum Hispaniae super indos (Del dominio de los reyes de España sobre los
lo largo de la Edad Media varias donaciones a determinados reinos de estas indios), en el que considera todavía válida la falsa donación de Constantino
islas mediterráneas e incluso atlánticas, como la investidura que otorga del siglo IX. Conviene aclarar que la donación de Constantino fue entendida
Clemente VI de las islas Canarias a Luis de la Cerda, en 1344. de dos maneras por los autores que creían en su autenticidad: unos soste-
nían que Constantino no había hecho otra cosa que devolver al Papa lo que
era suyo ya en virtud de la donación del mundo por Cristo a sus sucesores;
III. INTERPRETACIONES DE LAS BULAS ALEJANDRINAS otros, en cambio, no relacionaban la pseudodonación constantiniana con el
hecho de que el Papa fuese o dejase de ser señor del mundo por derecho
Está claro que, puesto que las solicitaron y las acataron, los Reyes divino. En realidad, la falsedad de la donación constantiniana había sido
Católicos, así como los de Portugal, admitían la validez de la donación puesta en evidencia en 1440 por el humanista italiano Lorenzo Valla, a
pontificia, de la misma manera que lo hicieron también muchos de sus quien estos autores del siglo XVI parecen ignorar. Matías de Paz aduce,
sucesores. además, como algo distinto la donación del mundo por Cristo a sus suceso-
He aquí algunos ejemplos a este respecto. res los Papas. Añade todavía que los infieles pueden ser privados de su
Isabel la Católica consignaba en 1504, en una de las cláusulas de su soberanía o autonomía política por el mero hecho de ser infieles y no querer
testamento: «ítem, porque al tiempo que nos fueron concedidas por la Santa convertirse.
Sede Apostólica las islas y tierra firme del mar Océano descubiertas y por El consejero de la Corona por espacio de veinte años, Juan López de
descubrir...» Palacios Rubios, escribió entre 1 5 1 2 y l 5 1 6 s u obra De insulis maris Oceani
El jurista Juan de Ovando, presidente del Consejo de Indias, elaboró en ouas vulgus Indias appellat (De las islas del mar Océano vulgarmente llamadas
1571 una obra titulada Gobernación espiritual de las Indias, cuerpo legislativo, Indias). Es posible que interviniera también en el denominado Requerimiento
destinado a ser oficial, aunque no lo llegó a ser, en cuya introducción pone que había que hacer a los indígenas, dándoles la opción de someterse a la
en boca de Felipe II su agradecimiento a Dios por el hecho de que el Papa Corona española de grado o por fuerza, aduciendo como argumento que el
«les encargase y concediese a ellos y a sus sucesores los reyes de Castilla y r
ey de Castilla había recibido aquellas tierras del Papa y éste de Cristo. Por
León el reino, señorío y descubrimiento de aquel nuevo mundo incógnito». lo
que a nuestro tema se refiere, sostiene las mismas ideas que Matías de Paz,
La Recopilación de leyes de los Reinos de las Indias de 1681 inicia su libro es decir, el dominio directo del Papa sobre todo el mundo y en especial sobre
tercero dejando constancia de que, «por donación de la Sede Apostólica y !as tierras del antiguo Imperio romano en virtud de la doctrina monista
otros justos y legítimos títulos, somos señores de las Indias Occidentales, hierocrática y de la pseudodonación constantiniana.
islas y tierra firme del mar Qcéano descubiertas y por descubrir». Bernardo o Bernardino de Mesa, dominico, predicador del rey y obispo
C.3. La donación pontificia de las Indias 41
4
^ P.I. Cuestiones globales le fue concedida al Papa potestad temporal en todo aquello que sea necesario
de Badajoz de 1521 a 1524, afirmaba, según una referencia de Bartolomé de para la administración de las cosas espirituales.
»Por esta razón puede el Papa invalidar las leyes civiles que fomentan el
las Casas, que el fundamento de la conquista y dominio de España en Indias pecado, como derogó las leyes acerca de la prescripción de mala fe... Y por la
era la donación de Alejandro VI. misma razón cuando los príncipes están en discordia sobre los derechos de
El licenciado Gregorio López (1496-1560) sostenía que la donación algún reino y están para llegar por ello a la guerra, puede el Papa ser juez y
pontificia autorizaba a la Corona para hacer efectiva la soberanía sobre los examinar el derecho de las partes y dar sentencias, que han de aceptar los
indígenas en Indias, de las que ya era dueña en virtud de la donación de príncipes con el fin de evitar los daños espirituales que necesariamente habrían
de producirse al estallar la guerra entre principes cristianos. Y aun cuando el
Alejandro VI. Papa nunca o casi nunca haga esto, no es porque no pueda, ... sino por miedo
Idéntica doctrina encontramos también en Martín Fernández de Enci- al escándalo: no sea que los príncipes crean que le mueve la ambición; o
so, autor o coautor de las Leyes de Valladolid de 1513, quien en 1516 escribió también para evitar la rebeldía de los príncipes contra la Sede Apostólica. Por
un memorial en el que da por sentada la legitimidad de la donación pontifi- la misma razón también puede deponer en ocasiones a los reyes y nombrar
cia de las Indias, de acuerdo con el poder directo o dominio que tiene el otros nuevos, como ya ha sucedido. Y ciertamente que ningún verdadero
cristiano debería negar esta potestad al Papa...» (Relectio de indis, pars prima,
Papa en todo el mundo como vicario de Cristo. cap. 2, núm. 7).
La misma doctrina sostienen otros personajes de la época, como Miguel
de Salamanca, Barrios, Reginaldo de Morales, Vicente de Santamaría, etc. Es claro cómo Francisco de Vitoria desplaza toda esta cuestión del
Fr. Miguel de Salamanca conecta la donación pontificia con la evangeli- monismo hierocrático al dualismo o, dicho de otra manera, niega el poder
zación de los indígenas, aunque no se para a razonar este nuevo fundamento directo del Papa en los asuntos temporales; pero sostiene que puede tomar
de la donación. En todo caso, preludia la posición de Francisco de Vitoria. decisiones sobre ellos con el poder indirecto que le confiere el derecho y el
Como contrapunto, no faltan en este período algunos autores que deber de mirar por el bien espiritual de las almas. Según esto, el papa
sostienen la teoría monística cesárea. Estos autores niegan al Papa todo Alejandro VI no podía donar las Indias a los reyes castellanos con un poder
poder sobre el mundo, y a su donación todo valor, porque, según ellos, el directo que no tenía, pero sí con el poder indirecto que dimanaba de la
único dueño del mundo es el Emperador. Merecen recordarse en España,
obligación y el derecho del Papa de mirar por el bien espiritual de aquellos
bajo este aspecto, al navarro Miguel de Ulcurrun y al valenciano Fernando
infieles que habitaban el Nuevo Mundo.
de Loaces, quienes publican sus obras en 1525. Pero sostienen esta doctrina
en términos generales, sin aludir para nada al caso concreto de la donación El pensamiento de Vitoria es el que informa a los autores que en lo
de las Indias por Alejandro VI a la Corona castellana. sucesivo se ocuparon de esta materia. En la práctica, ni los monarcas euro-
peos que establecieron su dominio en tierras americanas se sintieron limita-
dos por los derechos de los reyes españoles, derivantes de la donación ponti-
B) De Francisco de Vitoria (1539) a Juan Solórzano ficia ni éstos la adujeron como título para excluir a los nuevos países coloni-
Pereira (1629) zadores de tierras americanas, como es el caso de los franceses, ingleses y
Esta etapa difiere de la anterior en que se pasa decididamente del holandeses. Por ello los autores extranjeros como Hugo Grozio y su escuela
monismo hierocrático al dualismo, es decir, que el Papa no tiene ningún citan reiteradamente las obras de Vitoria y otros autores de su escuela.
dominio temporal sobre el mundo ni puede por este título hacer ninguna
donación a nadie. Pero puede hacer todo aquello que sea preciso para C) De Juan Solórzano Pereira (1629) hasta la actualidad
cumplir con el derecho y el deber que tiene de anunciar el Evangelio y Juan Solórzano Pereira, en su obra De Indiarum ture sive de insta India-
proveer al bien espiritual de las almas que le están encomendadas. rum Occidentalium gubernatione 1-2 (Madrid, 1629 y 1639) y en su otra obra
He aquí el pasaje de Francisco de Vitoria más incisivo sobre esta ma- de la Política indiana (Madrid, 1647), trata por todos los medios de demos-
teria: s trar, contra Jean Bodin, Marta y otros, que España no había recibido en
«El Papa tiene potestad temporal en orden a las cosas espirituales, esto ea^ feudo las tierras de Indias, sino como simple donación pontificia. En la
en cuanto sea necesario para administrar las cosas espirituales... La prueba cU? primera de las obras citadas no explica si la donación pontificia se basa en un
ello está en que el arte a la que corresponde un fin superior es imperativa y supuesto poder directo del Papa en lo temporal o en un poder indirecto. En
preceptiva de las artes que se ocupan de fines inferiores subordinados a ese fin
superior, como se lee en Aristóteles. Ahora bien, el fin de la potestad espiritual la Política indiana, en cambio, sostiene el más rígido monismo hierocrático
es la felicidad última y, en cambio, el fin de la potestad civil es la felicidad del poder directo del Papa sobre el mundo, en el que se basaría, según
política; luego la potestad temporal está subordinada a la espiritual... Y se Solórzano, el papa Alejandro VI para donar las Indias a los monarcas his-
confirma por el hecho de que aquel a quien se le encarga el cumplimiento de panos.
una misión se entiende que se le ha concedido todo lo que para su cumplimien-
to es necesario. Ahora bien, el Papa por mandato del mismo Cristo es pastor La diferencia de Solórzano con respecto al regalismo borbój;
espiritual y esta misión no puede ser impedida por la potestad civil. Y como del siglo XVIII radica en que busca un fundamento de dere,
Dios y la naturaleza no pueden fallar en las cosas necesarias, indudablemente poder temporal en una donación pontificia que supuestame
42 P.I. Cuestiones globales C.3. La donación pontificia de las Indias 43

dicho derecho. Para los regalistas del siglo xvill la Corona tenía el dominio pues, una especificación ulterior de la teoría monística hierocrática. Solórza-
temporal conferido directamente por Dios, sin intervención de donaciones no Pereira dedicará en el siglo XVII no pocas páginas a la refutación de esta
pontificias. Por ello el control de la Iglesia del siglo XVIII por el poder teoría.
temporal es mucho más duro que en los tiempos de Solórzano Pereira. Otros, en fin, explican la donación de las Indias en virtud de una doctri-
A partir del final del antiguo régimen la cuestión de la donación pontifi- na del derecho romano, que constituye todavía hoy un título originario del
cia deja de ser actualidad y comienza a ser historia. dominio de las cosas, a saber, el hallazgo de las mismas sin que pertenezcan
Las teorías para explicar el fundamento jurídico de la donación pontifi- a ningún dueño. Se conoce como la teoría de la inventio o de la res nullius
cia se reducen a cinco: monística hierocrática, arbitral, feudal, el título de la (hallazgo o cosa sin dueño). Según esto, más que de una donación, se trataría
inventio o res nullius (hallazgo o cosa sin dueño) y la dualista. Veamos breve- de un reconocimiento por parte de la Santa Sede de que los reyes castellanos
mente en qué consiste cada una de estas teorías y su posible verosimilitud. poseían legítimamente las Indias en virtud del título de haberlas descubierto
Según la teoría monística hierocrática, Dios habría otorgado el dominio del y de que no tenían dueño o, lo que es lo mismo, no había allí reinos
mundo a Cristo, Cristo al Papa y éste habría donado a los reyes de Castilla constituidos. Ciertamente que al filo de 1493 tal vez se podía pensar de
una parte tan importante del orbe como son las Indias. Así entendieron la buena fe que ésta era la situación. Posteriormente, con el descubrimiento de
donación alejandrina la Corona española y la generalidad de los autores con reinos como el de los aztecas de México y el de los incas del Perú, ya no se
anterioridad al padre Francisco de Vitoria (1539). podía afirmar tal cosa. Pero, en todo caso, esta teoría parece contraria al
texto de las bulas alejandrinas, ya que allí no se habla de ningún reconoci-
También hay historiadores, incluso actuales, que adoptan esta teoría
miento, sino de donación, puesto que se usan las palabras concedemos y
para explicar la naturaleza de la donación alejandrina. La Corona, sin em-
donamos.
bargo, se muestra poco entusiasta de esta teoría a partir de Solórzano
Pereira. En los documentos de la donación no hay nada que apoye ni que A mi juicio, la donación alejandrina puede explicarse desde la teoría
contradiga esta teoría. En todo caso, hay que distinguir entre el modo como dualista, que más arriba quedó explicada, según la cual el Papa podía hacer
entendieron este problema los autores posteriores a 1493 y la mente de todo lo necesario para cumplir la misión espiritual de la Iglesia en el mundo
Alejandro VI cuando expidió los documentos de la donación de las Indias a en su doble vertiente, la salvación de los cristianos y la evangelización de los
los reyes de Castilla. Alejandro VI no dice una sola palabra acerca del que todavía eran infieles. Esta teoría del dualismo que Francisco de Vitoria
fundamento jurídico de su donación, por lo que las bulas alejandrinas son, aplicó al caso de la donación pontificia de las Indias había sido formulada
en rigor, compatibles con cualquiera de las teorías que tratan de explicar mucho antes por los canonistas medievales, como queda ya indicado en este
dicho fundamento. mismo capítulo al hablar de los antecedentes medievales. El mérito de Vito-
ria no está en la invención de esta doctrina, sino en su aplicación al problema
La teoría arbitral supone que el Papa actuaba como arbitro entre los
de las bulas alejandrinas.
reyes castellanos y el portugués, y estos documentos vienen a resolver la
cuestión de los límites entre los dominios de una y otra monarquía en su Es obvio que la Iglesia carecía de medios para llevar el Evangelio a tan
expansión hacia Occidente. En realidad, el lenguaje de la bula parece irre- lejanas tierras como las recién descubiertas en el Nuevo Mundo. Por lo que
conciliable con esta teoría del arbitraje, ya que en ella se afirma: concedimus pudo parecer lógico echar mano para ello de la ayuda de un príncipe
et donamus (concedemos y donamos) por la autoridad del Papa y no en virtud cristiano, pactando con él las condiciones en que ambas partes iban a cola-
de los poderes conferidos por las partes a un arbitro. Esta teoría fue sosteni- borar en este plan. Cuando estas bulas se expidieron aún no había noticias
da en tiempo de los Reyes Católicos por el italiano Pietro Martire di Anghie- de que allí existiesen reinos u organizaciones políticas de alguna entidad,
ra (Pedro Mártir de Anglería) y por Hugo Grozio en el siglo XVII. En reali- sino de unas sociedades en fase todavía tribal. En las bulas alejandrinas no se
dad, la donación alejandrina no fue un arbitraje técnicamente hablando, habla para nada del posible carácter de cruzada contra los musulmanes, si
pero el Papa sí tuvo que pronunciarse por una de las dos opciones posibles bien no se descarta que en la mente del Papa pudiera parecer conveniente
al solicitarle los reyes castellanos que se pronunciara por el dominio exclusi- para el interés del pueblo cristiano que los reyes castellanos ocupasen unas
vo de éstos sobre aquellos territorios. tierras que entonces se suponían mucho más cercanas de lo que realmente
eran de las fronteras orientales del poderío musulmán.
Otros autores, como Jean Bodin, Josef Hóffner, Jacobo Antonio Marta,
E. Stádler, Silvio A. Zavala, etc., explican este problema diciendo que el En todo caso, el elemento de juicio más seguro en toda esta cuestión es
Papa concede enfeudo aquellas tierras a los reyes castellanos, por lo que el que nos hallamos ante unos documentos pontificios solicitados por los pro-
título de conquista y retención de las tierras del Nuevo Mundo se basaría en pios monarcas castellanos no porque abrigaran dudas sobre la legitimidad
el hecho de que los reyes de Castilla poseían aquellos territorios como de su dominio en Indias, sino porque querían defenderlo contra los otros
feudatarios de la Santa Sede. Como es obvio, esta teoría feudal presupone la monarcas cristianos con un refrendo pontificio. En este sentido, la teoría
aceptación de la teoría monística hierocrática, en virtud de la cual podría el dualística, con apoyos notorios en la de la inventio y res nullius, es la más
Papa dar en feudo las tierras del Nuevo Mundo a los reyes de Castilla. Es, verosímil.
NOTA BIBLIOGRÁFICA C.3. La donación pontificia de las Indias 45

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F. de Asís Caballero (Madrid, 1957); A. GARCÍA GALLO, «Las bulas de Alejandro VI y
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Eximiaedevotionis), 17-18 (bula Dudum siquidem); F. MORALES PADRÓN, Teoría y leyes de
Anuario de Historia del Derecho Español 27-28 (Madrid, 1957-58), 461-829;
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G. FIGUERAS, La Iglesia y su doctrina en el descubrimiento de América (Caracas, 1960);
También reproducen los documentos M. Giménez Fernández y A. García Gallo, que
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se citarán más adelante.
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este tema; ID., «El derecho común medieval y los problemas del Nuevo Mundo»:
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Interpretaciones (selección por orden cronológico)


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Investitur der Krone Spanien von 1493»: Archiv fúr Urkundenforschung und Quellen-
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1418»: Ibíd., 17 (1941), 304-18; ID., «Die "Donatio Alexandrina" und die "Divisio
mundi" von 1493»: Archiv fúr katholisches Kirchenrecht 117 (1937), 363-402; ID., «Die
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MANZANO, «Los justos títulos de la dominación castellana de Indias»: Revista de
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al descubrimiento y conquista de las Indias del Poniente»: Revista de Indias 3 (Madrid,
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referentes a las Indias», en Memoria del IV Congreso Internacional de Historia del Derecho
Indiano (México, 1976), 327-59; M. GIMÉNEZ FERNÁNDEZ, Las bulas alejandrinas de
1493 referentes a las Indias. Nuevas consideraciones sobre la historia, sentido y valor de las
bulas alejandrinas de 1493 referentes a las Indias (Sevilla, 1944), tirada aparte de
Anuario de Estudios Americanos 1 (Sevilla, 1944), 107-168; L. WECKMAN, Las bulas
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papalsobre las islas, 1091-1493 (México, 1949); ID., «The Middle Ages in the Conquest
of America»: Speculum 26 (1951); ID., «The Alexandrine Bulls of 1493: Pseudo-Asiatic
Documents», en First Images of America. The Impact ofthe New World in the Oíd, ed. by
F. Chiappelli, 1 (Los Angeles, 1976), 201-9; V. D. SIERRA, «Nueva hipótesis sobre la
CAPÍTULO 4

LA SANTA SEDE Y LA IGLESIA AMERICANA


Por PEDRO BORGES

El hecho de que la historia de la Iglesia en América necesite un apartado


especial sobre las relaciones de la Santa Sede con esa misma Iglesia obedece
a que el papel desempeñado en ella por el Pontificado no fue el que cabría
esperar de su carácter de autoridad máxima y de director supremo de la
institución.
Este papel, cuyo conocimiento es imprescindible para comprender el
sistema de dirección de la Iglesia americana, consistió fundamentalmente en
que, por una serie de circunstancias, la Santa Sede permaneció en gran
parte marginada de la dirección de la Iglesia americana, hasta el punto de
que sólo intervino en aquellos asuntos en los que no podía ser sustituida por
ninguna otra autoridad o en los que le solicitó su intervención la Corona
española.
A este planteamiento fundamental cabe añadir los infructuosos esfuer-
zos que tanto la Corona como el Pontificado hicieron en determinados
momentos por incrementar su respectivo influjo en la Iglesia americana.

I. MARGINACION DIRECTIVA DE LA SANTA SEDE

A) Proceso de marginación
El proceso de marginación de la Santa Sede respecto de la Iglesia
americana arranca de las propias bulas ínter coetera, del 3 de mayo y 4 de
mayo de 1493, por las que el papa Alejandro VI le concedió las Indias a la
Corona de Castilla y trazó la línea de demarcación de las mismas. Ambos
documentos les imponen a los reyes castellanos la obligación de enviar al
Nuevo Mundo «varones probos y temerosos de Dios, instruidos y experi-
mentados, para adoctrinar a los indígenas y habitantes dichos en la fe católi-
ca e imponerlos en las buenas costumbres, poniendo la debida diligencia en
todo lo antedicho».
Esta cláusula, que reviste la forma de precepto gravemente vinculante,
entraña al mismo tiempo la concesión a los reyes de una facultad que en
principio no les competía. En adelante, la Corona no sólo no renunció
nunca a esta facultad de poder enviar misioneros a América, sino que la
ejerció siempre bajo la doble forma de fomentar el viaje al Nuevo Mundo de
48 P.I. Cuestiones globales C. 4. La Santa Sede y la Iglesia americana 49
los evangelizadores que consideraba necesarios y poseían la licencia del porque él se preocuparía de hacer llegar al conocimiento de los Padres
respectivo superior y la de negar el paso a los que no consideraba conve- conciliares los problemas de la naciente Iglesia novohispana.
nientes. Fuera de Pío V desde 1568 y de la Congregación de Propaganda Fide a
La Santa Sede, por su parte, no sólo no revocó tampoco nunca esta raíz de su fundación en 1622, a cuyas posturas se aludirá más adelante, la
facultad regia, sino que en determinados momentos, como en 1522, 1544 y Santa Sede ofreció pocas muestras de discordancia con esta marginación
1554, exigió que los futuros misioneros contasen con la licencia de la Coro- practicada por la Corona española, consciente tal vez de su impotencia, si ya
na además de con la del propio superior para dirigirse a ultramar, mientras no de los inconvenientes que su oposición entrañaría.
que en 1532 incluso autorizó al emperador Carlos V a enviar al Nuevo Entre estas pocas muestras figuran su deseo de estar representada en
Mundo, aunque por esta sola vez, a 120 franciscanos, 70 dominicos y 10 Indias por algún delegado pontificio, su oposición al proyecto de Patriarca
Jerónimos sin necesitar para ello la licencia de sus superiores. indiano concebido por la Corona española y sus reticencias ante la especie
A esta automarginación pontificia respecto del envío de misioneros la de código del derecho público de la Iglesia en América representado por el
propia Santa Sede añadió en el mismo año de 1493, mediante la bula Piis Libro de la Gobernación Espiritual de las Indias o Código Ovandino, de 1571,
fidelium, del 25 de junio, la concesión al benedictino fray Bernardo Boil o que la propia Corona no se atrevió a promulgar por la más que previsible
Buil, jefe de la primera expedición misionera que se dirigió a América, de oposición de la Santa Sede.
una serie de facultades que en la práctica lo convirtieron en vicario pontifi-
De este código solamente se promulgaría en 1574 la parte correspon-
cio para el Nuevo Mundo. La concesión no entrañó ulteriores consecuencias
diente al Real Patronato, la cual no dejó de originar varias protestas en la
porque Alejandro VI, obrando con clarividencia, no accedió al deseo de los
propia Iglesia americana, entre ellas la ya algún tanto tardía de Santo Tori-
Reyes Católicos de que esas facultades recayesen automáticamente en la
bio de Mogrovejo, arzobispo de Lima.
persona que ellos designaran, sino que las restringió a fray Bernardo Boil,
quien renunció implícitamente a ellas al regresar a España a finales de 1494.
B) Intervención pontificia en América
La marginación definitiva de la Santa Sede sobrevendría, desde comien-
zos del mismo siglo XVI, como consecuencia de una serie de concesiones Tres datos concretos, uno perteneciente a 1538, el segundo a 1571 y el
hechas por el Pontificado a la Corona española y de otra serie de facultades tercero a finales del siglo xvi, son especialmente reveladores de la situación
que los reyes castellanos se arrogaron por su cuenta, todo lo cual abocó en en que terminó encontrándose la Santa Sede respecto de la Iglesia ame-
los sistemas denominados del Patronato Real, del Vicariato Regio y del ricana.
Regalismo Borbónico (véanse los ce. 5 y 6). En 1538, el papa Paulo III tuvo que anular cierto breve anterior por-
Entre las facultades que la Corona se arrogó en este punto cabe desta- que, según le había comunicado el emperador Carlos V, el documento había
car la del pase regio, establecido en 1538 y consistente en que no se pudiera perturbado el estado próspero y el buen gobierno de las Indias. En 1571 se
ejecutar en América ninguna bula ni breve pontificio que no hubieran sido nos dice que Pío V se encontraba angustiado ante el dilema de considerarse
examinados y aprobados previamente por el Consejo de Indias (Recopilación obligado en conciencia a intervenir en América para reformar determinadas
de leyes de los Reinos de las Indias, libro 1, título 9, ley 2). deficiencias, pero que al mismo tiempo temía disgustar a Felipe II si lo hacía.
Esta prohibición, renovada y especificada en diversas ocasiones poste- Hacia 1590, Gregorio XIV se muestra entusiasmado en dos ocasiones distin-
riores y que estuvo vigente hasta la independencia, se completó en el mismo tas ante el ejercicio que los reyes españoles hacían de sus derechos y ante el
año de 1538 con la disposición de que el embajador de España en Roma no esfuerzo que, basados en esas facultades, realizaban para la propagación de
impetrara de la Santa Sede documento pontificio ninguno cuya gestión no le la fe.
fuera encomendada por el mismo Consejo de Indias (Recopilación, ley 9). Otra serie de hechos confirman lo que estos tres datos no hacen más
Fuera del ordenamiento jurídico institucionalizado, uno de los sínto- que reflejar: que Roma poseía un mayor o menor conocimiento de lo que
mas más claros de esta política oficial de marginación de la Santa Sede lo acontecía en América; que cuando intervino lo hizo sin tratar de alterar
representa la conducta de Carlos V con motivo de la celebración del concilio radicalmente la situación, si ya no es que, como Gregorio XIV, la aceptó
de Trento (1545-1563). incluso con entusiasmo, y que cuando intentó modificar por propia cuenta
Convocada la reunión, el obispo de Santo Domingo y presidente de la algún aspecto de esa situación se encontró con una grave dificultad para
Audiencia de Nueva España, Sebastián Ramírez de Fuenleal, junto con los hacerlo debido a la oposición de los reyes españoles, como se verá más
obispos de México, Juan de Zumárraga; de Tlaxcala, Julián Garcés; y de adelante.
Oaxaca, Juan de Zarate, reunidos en asamblea en la capital novohispana, le La Santa Sede dispuso de cuatro canales oficiales para saber lo que
expusieron al emperador en 1537 su deseo y su deber de asistir al concilio. acontecía en ultramar, consistentes en la embajada de España en el Vaticano
Llegaron incluso a destacar a España representantes suyos con esa misión. (de la que algún tiempo formó parte un agente especial para los asuntos de
La respuesta del Emperador fue que no era necesaria esa asistencia Indias), en su Nunciatura en Madrid, en las visitas ad limina, es decir, a la
50 P.I. Cuestiones globales C.4. La Santa Sede y la Iglesia americana 51
Santa Sede, de los obispos americanos, y en los informes de las Ordenes La afirmación corresponde plenamente a la verdad, pero cabe advertir
religiosas. que esa importante información es proporcionalmente exigua dadas la mag-
Los informes de la embajada estuvieron necesariamente mediatizados nitud y la complejidad del Nuevo Mundo.
por la Corona. Por lo que se refiere al aspecto concreto de la intervención pontificia,
Al nuncio de la Santa Sede en Madrid solían acudir, en cuanto les fuera de ella se deduce que la marginación de la Santa Sede no debe entenderse en
posible, los eclesiásticos americanos que estaban descontentos de la situa- sentido absoluto, como si se encontrara totalmente desligada del mundo
ción indiana, pero la Corona siguió la táctica de mantenerlo lo más alejado americano, sino en el de que no pudo o no quiso intervenir directamente en
posible de los asuntos americanos, conducta que renovó expresamente en la dirección de aquella Iglesia, dejándola en manos de la Corona castellana,
fechas tan tardías como 1755 y 1788. y en el de que su intervención activa y directa en esos asuntos solamente tuvo
La visita de los obispos americanos a la Santa Sede fue ordenada por el lugar en ocasiones y por motivos muy concretos.
papa Sixto V en 1585 y programada para cada cinco años, posteriormente
1. Intervención pontificia mediatizada. Para conocer hasta qué punto y
ampliados a diez. Pero quedó privada en gran parte de su valor desde el
en qué asuntos intervino la Santa Sede en la Iglesia americana nada mejor
momento en el que la Corona preceptuó que no la realizaran los obispos
que el análisis de los documentos pontificios promulgados al respecto.
personalmente, sino sus representantes o procuradores y que el informe
sobre el estado de la respectiva diócesis no se remitiese directamente al A falta de un bulario pontificio que recoja exhaustivamente esos docu-
Papa, sino al Consejo de Indias, el cual pondría en conocimiento del embaja- mentos, el mejor instrumento de estudio lo constituye de momento el elabo-
dor lo que juzgara conveniente para que éste lo hiciera llegar al Papa. rado en forma de Compendio por Baltasar de Tobar en 1694, el cual ofrece
Los informes oficiales de las Ordenes religiosas también estuvieron la ventaja de haber sido confeccionado para facilitar precisamente las tareas
sometidos al filtro del Consejo de Indias y en el caso de la franciscana, gubernativas del Consejo de Indias y la de haber constituido una colección
además, al del Comisario General residente en Madrid. Sin embargo, en este documental utilizada por ese organismo.
punto ya fue más difícil la mediatización del Consejo de Indias, porque los De los 502 documentos pontificios que se extractan en este Compendio,
Procuradores que la Compañía de Jesús destacaba a Roma tras la celebra- promulgados entre 1493 y 1644, de los que 449 se refieren a América y 53
ción de sus Congregaciones Provinciales americanas o los delegados que las a Filipinas y Extremo Oriente, 203 versan sobre los privilegios de los religio-
restantes Ordenes enviaban a sus respectivos Capítulos Generales, que se sos (77) y sobre cuestiones internas de las Ordenes (126), como creación de
solían celebrar en la Ciudad Eterna, podían informar al Papa sobre lo que Provincias, especificación de las facultades de los superiores o cuestión de la
sucedía en ultramar a través de sus superiores generales si ya no es que lo alternativa; 81 sobre la erección de iglesias catedrales o modificación de los
hacían ellos mismos personalmente. límites de las diócesis; 51 sobre nombramientos de obispos; 38 sobre conce-
Así pues, exceptuado el caso de estos últimos, la Santa Sede apenas sión de indulgencias; 16 sobre estudios y universidades; 10 sobre concesio-
podía recibir de América otra información oficial que la mediatizada por el nes pontificias a los reyes españoles; 9 sobre los indios, referentes a su
Consejo de Indias. esclavitud, bautismo, impedimentos matrimoniales, días de ayuno o absti-
Extraoficialmente, la situación se planteó en otros términos desde el nencia, cumplimiento pascual y absolución de casos reservados; 8 sobre
momento en que la Corona castellana nunca pudo impedir totalmente la concilios y sínodos; 7 sobre los diezmos; 3 sobre hospitales, y 72 sobre
filtración de noticias americanas al Pontificado. Sendos instrumentos de asuntos varios, como causas criminales de los clérigos, cruzada, Inquisición,
información lo constituyeron la publicación de obras referentes a América, días de ayuno, precepto pascual o Inmaculada Concepción.
la recepción de cartas y memoriales enviados desde ultramar sin pasar por el De estos 502 documentos, 313 abordan asuntos relacionados con la
Consejo de Indias y hasta los informes confidenciales de eclesiásticos, sobre potestad de Orden del Sumo Pontífice: erección de iglesias catedrales, facul-
todo religiosos, que viajaban hasta la Ciudad Eterna, a veces incluso de una tades espirituales de los obispos, privilegios de tipo espiritual de los religio-
manera más o menos clandestina. sos, concesión de indulgencias, prescripciones sobre los días festivos, de
Para comprender estos viajes hay que tener en cuenta que la Santa Sede ayuno y abstinencia o de cumplimiento pascual, composición de bienes mal
siempre constituyó el último y supremo recurso de los eclesiásticos america- adquiridos, absolución de eclesiásticos, regulación de estos últimos en cau-
nos, sobre todo de los que por algún motivo estuvieran descontentos de la sas criminales, dispensas de impedimentos matrimoniales para los indígenas,
situación oficial. normas sobre la administración de sacramentos, disposiciones sobre casos
En este sentido, Ismael Sánchez Bella ha recogido una abundante mues- reservados, declaraciones sobre la entonces pía creencia en la Inmaculada
tra de estos informes llegados a Roma entre 1567 y 1751 al margen de la Concepción y facultades de los superiores religiosos. Las restantes 47 dispo-
estrecha vigilancia del Consejo de Indias. Según él mismo, «esta relación, no siciones pontificias no atañen a la potestad de Orden, pero exigían la inter-
exhaustiva ni mucho menos, es una muestra de la importancia de la informa- vención del Papa precisamente para que pudieran ser tales, como los privile-
ción llegada a Roma sobre la(,Iglesia en Indias» (Iglesia y Estado, 57-62). gios concedidos a los reyes, la fundación de hospitales, la validez académica
52 P.I. Cuestiones globales C.4. La Santa Sede y la Iglesia americana 53
de los estudios o la ratificación pontificia de los estatutos de las Ordenes medios más adecuados para convertir al cristianismo a los indígenas ameri-
religiosas. canos a fin de sugerírselos a la Corona española con motivo del nombra-
Así pues, solamente queda el 28,2 por 100 de disposiciones pontificias miento de Martín Enríquez de Almansa para virrey de Nueva España (16 de
(un total de 142) que versan sobre asuntos de índole jurisdiccional, en su mayo) y de Francisco de Toledo para virrey del Perú (20 de mayo).
mayoría referentes a cuestiones internas de las Ordenes religiosas y sólo una
pequeña parte a la celebración de concilios y sínodos, aranceles o asuntos de Tras una serie de consultas con diversas personas informadas sobre las
régimen eclesiástico. Indias, la comisión adoptó un conjunto de conclusiones que dieron lugar al
envío por el Papa, a mediados de agosto, de seis Breves dirigidos a Felipe II
Añadiendo a estos documentos los referentes al nombramiento de los
y a otros cinco personajes de la corte en los que les invitaba a que se
obispos, omitidos por Tobar, la primera conclusión que se deduce es que la
preocupasen por el bien de los nativos americanos. En noviembre de ese
intervención de la Santa Sede en América se produjo sobre todo para
mismo año, el nuncio en Madrid entregó además a Felipe II una Instrucción
solucionar asuntos que entraban dentro de su irrenunciable e insustituible
en este mismo sentido. La respuesta del monarca fue que ya estaba todo
potestad de Orden y, por lo mismo, de tipo puramente espiritual, inalcanza-
debidamente encarrilado con las instrucciones entregadas a los nuevos
bles para la Corona. La segunda conclusión es que, como afirman muchos
virreyes.
de esos mismos documentos o sabemos por otras fuentes, su promulgación
no obedeció la mayoría de las veces a iniciativa personal del Papa de turno, b) A las presiones ejercidas por la Santa Sede obedece también el
sino a petición de la propia Corona española, fundándose en sus derechos o hecho de que Felipe II ordenara en 1588 la visita y reforma del Consejo de
presionando para la defensa de sus intereses. La tercera conclusión consiste Indias por don Pedro de Moya y Contreras, arzobispo de México.
en que las relativamente pocas veces que intervino en asuntos ajenos a su Con esta iniciativa, el monarca español puso término a las gestiones que
potestad de Orden se restringió a temas que también la Corona consideraba la Santa Sede llevaba realizando infructuosamente desde 1566 para que se le
de jurisdicción propia y en los cuales solicitó la intervención pontificia permitiera el envío de un Nuncio a América. Lo que no está claro es si
únicamente para reforzar o ratificar sus propios deseos o prescripciones. Felipe II arbitró esa medida para eludir las insistentes presiones pontificias
Si se tiene en cuenta la ya aludida práctica del placet regio o visto bueno o lo hizo personalmente convencido de que era necesario introducir refor-
de la Corona para todos los documentos relativos a América, pero ajenos a mas en la dirección de los asuntos americanos, como se le decía desde Roma.
ella, es fácil de imaginar las pocas posibilidades que le quedaban a la Santa c) La creación en Roma de la Congregación de Propaganda Fide el 22
Sede para poner en práctica en el Nuevo Mundo iniciativas propias o no de junio de 1622, ratificada el 14 de diciembre de ése mismo año, dio lugar
conformes con las directrices oficiales. a toda una serie de intentos de intervención directa por parte del nuevo
2. Intervención pontificia directa. Fuera de los casos ya aludidos o, dicho organismo en los asuntos indianos, de los que sólo llegaron a cristalizar
en otros términos, saliendo de la marginación y mediatización en que se algunos.
encontraba, la intervención activa y directa de la Santa Sede en asuntos La Congregación inició sus actividades integrada por 12 cardenales,
eclesiásticos indianos o relacionados de alguna manera con la Iglesia ameri- cada uno de ellos encargado de una región misional. América o las Indias
cana adquirió varias formas. Occidentales se confiaron al cardenal español Gil de Albornoz, quien, junto
a) Desde este punto de vista merece reseñarse en primer lugar la con el secretario, Francesco Ingoli, concibió el plan inicial de establecer en
actuación del papa Paulo III al declarar mediante la bula Sublimis Deus, del Madrid un Consejo permanente para los asuntos de las Indias Occidentales
2 de junio de 1537, que los indios, al igual que los demás hombres, «no han y Orientales bajo la dirección de la propia Congregación. El proyecto no
de estar privados ni se han de privar de su libertad ni del dominio de sus llegó a realizarse debido a la oposición de la Corona española.
cosas». Se trata de una de las pocas intervenciones pontificias que llegaron a La petición por parte del propio organismo de informes sobre los
adquirir verdadera trascendencia a pesar de haberse promulgado al margen diversos territorios misionales dio lugar a que de todos ellos llegaran memo-
de los círculos oficiales. La iniciativa de su promulgación partió del domini- riales a Roma, entre los que destacan, de entre los procedentes de ultramar,
co Julián Garcés, obispo de Tlaxcala, y fue gestionada por el también domi- los enviados por los franciscanos Gregorio Bolívar y Diego Ibáñez, los agus-
nico Bernardino de Minaya. tinos Pedro Nieto y Agustín Zamudio y el dominico Diego Collado. A base
Más directamente relacionada con el desarrollo de los asuntos america- de ellos redactó sendas memorias misionales Francesco Ingoli en 1625,
nos fue la creación en julio de 1568, por Pío V, de una comisión de cuatro 1628 y 1644, y estableció la Congregación su plan de actividades.
cardenales que elaborasen una serie de normas destinadas a enderezar unas Por lo que se refiere a América, además de estudiar el ya antiguo
Indias a las que el Papa consideraba «malísimamente gobernadas». proyecto de una Nunciatura indiana, así como el envío de visitadores y de
Concebida en un principio como un equipo permanente encargado de vicarios apostólicos, de los que se hablará en el apartado siguiente, la Con-
velar por «la conversión de los infieles en general, tanto orientales como gregación realizó una serie de intentos frustrados de intervenir en el Nuevo
occidentales», la comisión terminó restringiendo su objetivo a arbitrar los Mundo, al mismo tiempo que logró de hecho cierta influencia en él.
54 P.I. Cuestiones globales C.4. La Santa Sede y la Iglesia americana 55

Entre los primeros figuró el proyecto, acariciado en 1625, 1631 y 1632, de 1649. Aunque abandonada en 1653, esta misión del Darién fue la única
de enviar misioneros extranjeros a América, sobre todo italianos, sin que de toda América que durante su existencia dependió directamente de la
consiguiera alterar la política seguida hasta entonces por la Corona española Congregación, sin que por ello se independizase totalmente de la Corona
en este punto. española.
El 11 de septiembre de 1626 envió una Instrucción, ignoramos a quién, El mismo Francisco de Pamplona obtuvo de Propaganda, el 20 y 29 de
en la que abogaba por la evangelización de los indios del Marañón, cuya julio de 1649, la concesión a los capuchinos de la isla de Granada. Abando-
capital, Borja, se había fundado en 1619 y la cual se convirtió desde 1638 en nada ésta debido a la ocupación francesa, la Congregación lo autorizó a
el punto de partida para el establecimiento de las célebres misiones jesuíticas fundar la ciudad venezolana de Concepción como base para una misión en
de Mainas, del Marañón o del Amazonas. la región de Nueva Barcelona o Píritu. Esta última no llegó a establecerse
Al examinar la obra Advertencias para los confesores, publicada en 1633 debido a la prohibición regia de 1651, motivada por la intervención de
por el franciscano mexicano Juan Bautista Viseu, la misma Congregación Propaganda. El P. Pamplona intentó anular esa prohibición recurriendo de
volvió a intervenir en los asuntos,americanos, aunque infructuosamente, al nuevo a la institución romana, pero ahora ya sin efecto porque falleció el 31
negar no el derecho del Patronato Real sobre la Iglesia indiana en el caso de de agosto de ese mismo año.
los templos que fundaran los reyes, sino el carácter que estos últimos se Establecida la misión de Cumaná en 1657, los capuchinos siguieron
atribuían de delegados o vicarios de la Santa Sede en América. Esta postura relacionándose con la Congregación en el sentido de que ésta intervino
volvió a reiterarla en 1643 y 1644, fecha esta última en la que negó aún más durante algún tiempo en el nombramiento de los prefectos de la misión y en
explícitamente las facultades vicariales de los reyes españoles. La negación el de que éstos la informaban de sus vicisitudes, por lo menos hasta 1668.
volvió a manifestarla de nuevo en 1684. Posiblemente obedeciera también a iniciativa de Propaganda el memo-
En 1634 protestó, aunque de nuevo infructuosamente, por la real rial sobre la esclavitud de indios en Chile que a finales de 1674 entregó el
orden de que los religiosos que administraban Doctrinas o parroquias de nuncio al monarca español y que éste remitió al Consejo de Indias para que
indios quedaran en adelante sometidos a la jurisdicción de los obispos. lo estudiara y le informara de lo que acontecía.
En 1636 realizó otro intento de intervención directa en los asuntos de Un nuevo caso de intervención de Propaganda en los asuntos indianos
la Iglesia americana a la vista del memorial enviado a Roma por el agustino lo representan la autorización y los privilegios concedidos al franciscano
Pedro Nieto sobre las buenas perspectivas misionales apreciadas en Califor- Antonio Llinás para la fundación, en 1683, del Colegio de Misiones de
nia por los carmelitas descalzos. La Congregación estudió el asunto y, a Propaganda Fide de Querétaro (México). En 1685, la Corona concebiría
sugerencia suya, el Papa ordenó al Nuncio en Madrid que le propusiera al sospechas sobre esta intervención, pero esto no fue óbice, debido a las
Rey el envío a dicho territorio de misioneros agustinos y carmelitas. El gestiones del también franciscano Francisco Díaz de San Buenaventura,
Consejo de Indias, disgustado por el hecho de que los religiosos americanos para que el organismo pontificio autorizara posteriormente la fundación de
acudieran directamente a Roma, le respondió al Nuncio que todos los otros 16 Colegios de esta misma índole, resolviera las dudas sobre sus
asuntos indianos corrían a cargo de la Corona española y se desarrollaban estatutos, les concediera determinados privilegios y recibiera de ellos deta-
satisfactoriamente. llados informes misionales.
Finalmente, en 1669 negó el derecho de la Corona a imponer el pase Estas relaciones entre los Colegios franciscanos de Misiones y la Con-
regio o visto bueno del Consejo de Indias a todos los documentos proceden- gregación de Propaganda, que no excluían la actuación del Consejo de
tes de la Santa Sede para que se pudieran ejecutar en ultramar. La negación Indias, representan la intervención más duradera y permanente del instituto
del derecho a imponer esta medida tampoco surtió efecto alguno. pontificio en la Iglesia americana, aunque sólo fuera sobre puntos que la
Corona toleraba benévolamente.
La intervención más directa y eficaz de la Congregación de Propaganda
d) Como colofón de esta serie de intentos de intervenir en América
Fide en los asuntos americanos de las efectuadas hasta ahora tuvo lugar con
por parte de Propaganda cabe citar su nombramiento para Prefecto de
motivo de la fundación de las misiones capuchinas.
Guatemala del canónigo Juan Bautista Goggi, el cual resultó infructuoso
Como fruto de las gestiones realizadas por el capuchino Francisco de
debido a la oposición del Consejo de Indias.
Pamplona, la Congregación decidió el 3 de agosto de 1646 confiar a la
Provincia de Castilla la misión africana de Benin y la americana del Darién,
de las que sólo se responsabilizó de esta última. La iniciativa de Propaganda
suscitó graves recelos y la consiguiente oposición en el Consejo de Indias, II. EL PROBLEMA DEL REPRESENTANTE PONTIFICIO EN INDIAS
vencidos los cuales Francisco de Pamplona estableció la misión a comienzos
de 1647. Posteriormente, en 1648, la misma Congregación autorizó al Las ya aludidas delegación pontificia otorgada en 1493 a Fr. Bernardo
P. Pamplona a regresar a Madrid para gestionar el envío de una segunda Boil y la comisión cardenalicia instituida por Pío V en 1568 no son más que
expedición al Darién, cuyo viaje fue aprobado por Propaganda el 20 de julio sendos reflejos de la persuasión de que la Iglesia americana necesitaba una
56 P.I. Cuestiones globales C. 4. La Santa Sede y la Iglesia americana 57
autoridad eclesiástica que", en nombre de la Santa Sede, se preocupara sobre El segundo paso de la Santa Sede en este mismo sentido consistió en
el terreno de los asuntos espirituales del Nuevo Mundo. otorgar el carácter de legados suyos a los franciscanos Juan Glapion y
La percepción de esta necesidad fue general, sólo que la Santa Sede Francisco de los Angeles Quiñones cuando en 1523 se disponían a viajar a
trató de solucionarla a base de proyectos que intensificaran su presencia en Nueva España. Carlos V no estuvo de acuerdo con esta delegación, la cual
América con mengua de la oficial, mientras que la Corona española excogitó tampoco surtió efecto porque los religiosos no llegaron a emprender el
un sistema que marginara aún más al Pontificado. El resultado fue que, ante viaje.
este insalvable conflicto de intereses, el problema nunca llegó a solucionarse Aunque parezca extraño, porque no se conjuga bien con la tendencia
porque ese anhelado representante pontificio en Indias nunca llegó a monopolizadora de la Corona española, la Reina gobernadora de España se
existir. dirigió el 9 de octubre de 1549 al embajador español en Roma para comuni-
carle que había pedido al Papa que nombrara al arzobispo de México legado
A) Necesidad de una autoridad pontificia e n Indias a látere de Su Santidad «con plenísimo poder apostólico para proveer mu-
La persuasión de la Corona española y de la Santa Sede de que América chas cosas que se ofrecen y declarar dudas que cada día ocurren y remediar
necesitaba la presencia en ella de un representante pontificio la reflejarán otras que sólo Su Santidad o su Legado a látere pueden hacer» (E. LlSSON
los intentos realizados por ambas para el establecimiento de esa institución. CHAVES, La Iglesia de España en el Perú, I, n.° 4, 161). Accediendo segura-
En el campo extraoficial, y sin intentar agotar todos los testimonios al mente a esta petición oficial, el papa Paulo III designó en 1550 legado a
respecto, cabe destacar que esa necesidad la consignaron personajes tan látere de la Santa Sede a dicho arzobispo, sin que nos consten de momento
diversos entre sí, por su profesión y por el lugar y momento en los que la más detalles sobre este hecho más bien insólito dentro de las relaciones entre
hicieron constar, como los franciscanos de la Española en 1500, un domini- la Santa Sede y la Corona española.
co de esa misma isla en el segundo decenio del siglo XVI, Hernán Cortés en Pío V pensó de nuevo en el problema al concebir en 1568 la idea de
1524, el franciscano Martín de Valencia en México ese mismo año, un enviar a América a alguien que recogiera información veraz y completa
anónimo mexicano en 1526, el franciscano Juan de Zumárraga en 1537, sobre lo que sucedía en el Nuevo Mundo, proyecto que sustituyó poco
este mismo obispo mexicano junto con sus colegas de Nueva España tam- después por el de destacar a él un nuncio pontificio. Este segundo proyecto
bién en 1537, el provisor de Lima Luis Morales en 1541, los dominicos desagradó a Felipe II, por lo que el Papa desistió de la idea y centró su
Bartolomé de las Casas y Antonio de Valdivielso en Nicaragua en 1545, dos atención en la ya aludida comisión cardenalicia creada ese mismo año.
caciques colombianos en 1553, el seglar Pedro Gallo en México en 1569, el La ineficacia de los acuerdos adoptados por esta comisión le hizo recor-
franciscano Diego Salado de Estremera en México en 1570, el arzobispo de dar al Papa, en octubre de 1571, el proyecto de Nunciatura, al menos en el
Lima en 1613 y el agustino Pedro Nieto en 1636. Perú, bien por creerlo más factible en esta región debido a la presencia del
A este representante pontificio por el que abogan lo designan unas virrey don Francisco de Toledo o bien por considerar a ese territorio más
veces con el nombre de nuncio, otras con el de delegado y unas terceras con necesitado que los demás de un representante pontificio, pero su muerte en
el de legado a látere, delegado natural, legado nato, patriarca, juez o subde- 1572 le impidió seguir gestionando la idea.
legado, pero todos coinciden en reconocer la necesidad de que en el Nuevo Con el ascenso al solio pontificio de Gregorio XIII, este proyecto de
Mundo hubiera una autoridad suprema con especiales facultades pontificias Nunciatura indiana adquiriría el carácter de un auténtico y prolongado
para solucionar los problemas que allí se planteaban. La razón que esgrimen forcejeo diplomático entre la Santa Sede y la Corona española, si bien el
para ello consiste en que la lejanía de Roma impedía la pronta solución de renovador del mismo fue el nuncio en Madrid, quien le propuso el proyecto
esos mismos problemas. al cardenal secretario de Estado en enero de 1579. Aceptada la propuesta
Este mismo hecho lo reconocería el propio Felipe II en 1572 al afirmar por Roma, el nuncio lo gestionó primero de una manera extraoficial, hasta
que «si se hubiese de recurrir a Roma se dejarían de proveer o si se proveye- que en mayo se decidió a exponérselo a Felipe II.
sen vienen a tiempo que ya son partidas las flotas y navios y cuando llegan en La ausencia de respuesta por parte de este último a lo largo de 1579,
otras ya son mudadas las cosas». 1580 y 1581 aconsejó en marzo de 1582 cambiar de táctica y sustituir el
proyecto del nuncio por el de destacar visitadores, a lo que en 1584 se
B) Proyectos pontificios de solución añadió que estos visitadores fueran españoles. Gregorio XIII murió en abril
El primero en percibir y tratar de solucionar esta necesidad fue el papa de 1585 sin haber obtenido respuesta de Felipe II, aunque parece que éste
Alejandro VI; pero, tan pronto como en 1493 les propuso a los Reyes estuvo a punto de adoptar una decisión al respecto a finales de 1582, puesto
Católicos el envío de nuncios a las Antillas, los Reyes se opusieron al proyec- que el virrey del Perú le decía en carta del 15 de febrero de 1583 que «el
to y lograron transformarlo en la especie de delegación pontificia concedida Patriarca o Legado nato que se había de proveer en estas Provincias hasta
ese mismo año a Fr. Bernardo Boil y que en 1500 la desempeñaba un ahora no ha venido recaudo para esto» (LISSON CHAVES, Ibíd., IV, 377).
eclesiástico anónimo. > Con Sixto V, sucesor de Gregorio XIII desde el 24 de abril de 1585, se
64 P.I. Cuestiones globales C.5. El Patronato y el Vicariato Regio en Indias 65
La aparición de una doctrina que justifícase tal situación fáctica no que trabajasen en las tierras incorporadas a la soberanía de monarcas cristia-
podía hacerse esperar. Confundiendo -era casi inevitable que así sucediera- nos. Pero tal a priori hubiese sido una posibilidad abstracta, impensable o
lo que Cristo ha dado a Pedro con lo que Pedro ha recibido de la historia, se irrealizable entonces. La obligación de evangelizar correspondía a la adqui-
buscó el modo de apoyar doctrinalmente la realidad efectivamente vivida; la sición del dominio, del que constituía la condición y la consecuencia. Una
teocracia vino a constituir así la tesis teológica y jurídica que trató de funda- vez que existieron en Europa reinos cristianos constituidos y desarrollados
mentar en la voluntad divina el poder universal del Papa también en lo más allá de los primitivos reinos altomedievales, el Pontificado, que había
temporal. Y, pensemos lo que pensemos de la debilidad de sus argumentos llevado la iniciativa del envío de misioneros a las tierras bárbaras o no
-la teocracia hace siglos que aparece totalmente abandonada-, su efectiva romanizadas, cede esa tarea en manos del poder político, y surgen las institu-
aceptación durante el Medievo la convierte en un factor indeclinable para la ciones que hacen posible el ejercicio de tal tarea por parte de los señores
comprensión de aquellos momentos históricos. temporales.
Una de esas instituciones, posiblemente la de mayor trascendencia his-
Por otra parte, y presupuestos los datos de los que partía, el edificio
tórica, fue el Derecho de Patronaato. En esencia, consiste en la presentación
doctrinal teocrático poseía una lógica interna. Su base es la convicción de
por parte del poder político de las personas que han de ser investidas de los
que todos los hombres están llamados por Dios a la salvación, y la tarea de
cargos eclesiásticos -fundamentalmente se refiere a la estructura jerárquica
gobernarles ha de ser también tarea de facilitarles los medios y el camino de
de las diócesis: obispos, canónigos, párrocos-. Aunque se ha observado por
alcanzar aquélla. En consecuencia, y siendo Dios también el origen de todo
la doctrina que no necesariamente han de confundirse presentación y patro-
poder - n o hay potestad que no provenga de Dios-, hay que concluir que
nato, ya que puede darse derecho de presentación sin derecho de patronato,
solamente son legítimos los gobiernos temporales que cumplen la antedicha
y viceversa, lo cierto es que, después de los siglos de evolución de la figura,
finalidad. Ello conlleva la exigencia de que todo príncipe legítimo ha de ser
el Patronato se configura fundamentalmente como un derecho de presenta-
cristiano, puesto que los gobernantes infieles ni dirigirán a sus pueblos
ción para cubrir cargos eclesiásticos; la presentación -es decir, la selección
según la Ley divina ni les han de ayudar a obtener la salvación. En conse-
de candidatos- toca al poder político investido del derecho patronal, y la
cuencia, los príncipes infieles, no habiendo recibido de Dios su poder, no lo
potestad pontificia se reserva el nombramiento. Es a lo que alude Felipe II
poseen legítimamente; y los príncipes cristianos que lo ejerzan para conde-
cuando en la Ley 1, Título VI del Libro I de la Nueva Recopilación de 1565
nación y no para salvación de sus subditos, que no respeten en su acción de
afirma: «Por derecho y antigua costumbre y justos títulos y concesiones
gobierno la Ley divina, pierden por ello el derecho que de modo legítimo
apostólicas, somos patronos de todas las iglesias catedrales destos reinos, y
adquirieron.
nos pertenece la presentación de los arzobispados y obispados y prelacias y
De ello se deducen dos facultades para el Papa, Vicario de Dios en la abadías consistoriales...»
tierra y que en su nombre posee la potestad de asegurar los medios para que
todos los hombres puedan salvarse: la facultad de privar de su soberanía a
los gobernantes cristianos que la ejercieren para el mal y no para el bien y la B) El Patronato en la Edad Media
de conceder al príncipe cristiano que considere más adecuado para ello el
derecho de conquistar cada tierra de infieles, con el deber inherente de En la Edad Media se había hecho frecuente el recurso al Patronato
cristianizarlas y procurar así la salvación eterna a sus habitantes. como forma de implicar al poder político en la empresa de expansión del
cristianismo. El Derecho de Patronato no se concedía sin contraprestacio-
Los Papas ejercieron largamente ambos poderes a lo largo del Medievo, nes: por lo común, se pedía a los príncipes el esfuerzo económico preciso
las más de las veces a solicitud de los propios pueblos sometidos a un para establecer la Iglesia en los nuevos territorios infieles que se habían de
monarca cristiano prevaricador y de los mismos príncipes cristianos dispues- evangelizar. Surgen así los dos conceptos patronales de parte del Estado que
tos a la conquista y conversión de tierras paganas, de pueblos infieles. La suponen la prestación que éste hace a cambio del derecho de presentación
intensa actividad descubridora portuguesa, sobre todo durante los siglos XIV que la Iglesia le reconoce: tales dos conceptos son la fundación y la dotación.
y XV, se apoyó de forma constante en esta autoridad pontificia así reconoci- El poder político, en los lugares de conquista adquiridos mediante
da, y no fue otro el caso de Castilla, cuando quiso asegurar la conversión de concesión pontificia de la soberanía, adquiere el deber de establecer la
las tierras reconquistadas a los musulmanes en la Península Ibérica y cuando Iglesia y ayudarla en su obra cristianizadora. A tal efecto, recaerá sobre las
se lanzó también a las empresas descubridoras ultramarinas. autoridades civiles la obligación de fundar iglesias y edificios de culto y de
Pero la conversión de los pueblos infieles -condición de legitimidad de dotarlas adecuadamente para su mantenimiento y el de los clérigos que han
la concesión de soberanía por parte del Romano Pontífice- llevaba consigo de estar a su servicio; el derecho de presentación significará la contrapartida
la exigencia de un sistema de misionalización, primero, y de atención luego a este deber impuesto a los príncipes seculares.
a los nuevos cristianos. A priori hubiese sido natural que la labor evangeliza- Debe notarse que la contrapartida al esfuerzo económico de los monar-
dora correspondiese a misioneros enviados por la Jerarquía eclesiástica para cas que envían a su costa misioneros, que les edifican iglesias y que les
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conceden rentas para su mantenimiento, es la propia concesión de la sobera- de Calixto III, y Aeterni Regis, de Sixto IV- regulan la donación a Portugal
nía, que en ejercicio de la doctrina teocrática los Papas atribuyen a los de las tierras africanas y el consiguiente deber de evangelizarlas, e incluso
príncipes sobre las tierras de infieles con el deber paralelo y correspondiente establecen un sistema de dirección espiritual de la cristianización fuera de
de cristianizarlas. El Patronato aparece como un más aún, como aparecerán los márgenes propios del Derecho patronal.
en su momento las concesiones a los Reyes de las rentas de diezmos. Es
Una de estas tres bulas merece la pena que le prestemos una momentá-
decir, las Coronas ciertamente hicieron posible la extensión de la fe en
nea atención: la ínter coetera de Calixto III, del 13 de marzo de 1456. Me-
Europa primero, y luego en América y, en parte también, en Asia, África y
diante la anterior bula Romanus Pontifex, del 8 de enero de 1455, Nicolás V
Oceanía, pero se hicieron pagar triplemente: con la concesión de los títulos
había declarado que desde los cabos Boj ador y Num hasta toda la Guinea y
de dominio, con el Patronato y con los diezmos a cuya percepción renuncia
más allá hasta donde se extendiera la playa meridional africana, todo perte-
la Iglesia en favor del Estado. Muchas concesiones por parte de la Iglesia al
necería al Rey de Portugal y sus sucesores. En tales regiones, los monarcas
poder político; pero sin ellas no habría habido cristianización, dado que sólo
portugueses tendrían derecho de conquista y comercio, y asimismo de fun-
los recursos económicos estatales la hicieron posible en la mayor parte de los
dar iglesias y enviar clérigos. Estamos, pues, ante una clásica concesión de
casos.
soberanía y un plan evangelizador que la justifica. Pero, siendo necesario
No siempre, por supuesto, van todas estas instituciones unidas. El ejer- que tal plan se organice y desarrolle de forma que resulte eficaz, la subsi-
cicio de la potestad teocrática acompañó fundamentalmente -es el punto guiente bula ínter coetera, arriba citada, venía a conceder a la Orden de Cristo
que aquí nos interesa- a Portugal y Castilla en el desarrollo de sus empresas -una Orden religioso-militar cuyo Gran Maestre era el infante don Enrique
ultramarinas, jalonadas de intervenciones pontificias que donaban a los el Navegante, y tras él lo fueron los Reyes portugueses- toda la jurisdicción
reinos citados las tierras de infieles que descubriesen y conquistasen. Corres- y potestad en materia espiritual en las mismas tierras concedidas el año
pondientemente, en toda concesión papal va inserta la obligación cristiani- precedente mediante la bula Romanus Pontifex.
zadora que se impone a los Reyes. Pero no necesariamente -durante los
3) Canarias-Granada-Puerto Real. Tampoco, pues, se establece para
siglos descubridores, hasta el descubrimiento de América- aparecerá el
Portugal, propiamente hablando, un Derecho de Patronato como sistema de
Derecho de Patronato en cada uno de los casos en que una nueva concesión
intervención del poder político en la vida de la nueva cristiandad que se
papal somete a la soberanía de Portugal o Castilla un nuevo territorio.
pretende que surja en las tierras infieles a conquistar o conquistadas. En
cambio, sí que veremos aparecer el Patronato en un tercer momento, cuan-
C) Precedentes inmediatos del Patronato indiano
do la Corona de Castilla afronta la definitiva conquista de las islas Canarias
Así, conviene referirse, por constituir precedentes inmediatos del Pa- y del reino de Granada. Efectivamente, la bula Orthodoxae Fidei, del papa
tronato indiano, a los casos de la conquista y cristianización de las Canarias, Inocencio VIII, dada el 13 de diciembre de 1486, concedió a los Reyes
de la costa de África y del reino de Granada. Católicos el Patronato sobre todas las iglesias de Granada, las Canarias y
1) Canarias. En el caso canario, aquellas islas fueron convertidas en un Puerto Real, es decir, el derecho de presentación -como de forma expresa
principado y donadas al infante don Luis de la Cerda para su conquista y señala la bula- sobre las iglesias catedrales, monasterios, prioratos conven-
cristianización por el papa Clemente VI, mediante la bula Tuae devotionis tuales; un derecho de presentar a las personas idóneas ante la Sede Apostóli-
sinceritas, de 15 de noviembre de 1344. El así creado príncipe de la Fortuna; ca, a la que toca el nombramiento.
murió sin haber emprendido siquiera la empresa de conquista del archipiéla- Tardará aún siglos la concesión a los Reyes de España del Patronato
go; pero lo que nos interesa resaltar es que en esa primera intervención, universal sobre todos sus reinos, lo que no ocurrirá sino por obra del
pontificia, en orden a la expansión atlántica del cristianismo en relación con, Concordato de 1753, estipulado entre Benedicto XIV y Fernando VI.
España -puesto que al menos se trataba de un infante español, aunque Pero el Patronato universal para Granada y Canarias anticipará el deseo
exiliado en Francia-, aparece la concesión de soberanía y la obligación di de los Reyes Católicos de poseer ese derecho, que será la forma establecida
cristianizar, pero en ningún modo el Derecho patronal. legalmente para instaurar la religión cristiana en dos importantes terri-
2) Portugal. Otro tanto hay que indicar en el caso de la expansión torios infieles que la Corona de Castilla adquiere por conquista: Canarias y
portuguesa en el Atlántico. La muy larga labor de descubrimiento y coloni Granada.
zación llevada a cabo por Portugal -cuya reconquista peninsular concluy „
en fecha temprana, permitiéndole volcarse pronto en tareas ultramarinas-,
II. GÉNESIS DEL PATRONATO INDIANO
contó siempre con el respaldo pontificio. Fue, pues, una muy singular,
aplicación a una gran empresa descubridora de los principios de la teocra-
cia; sin embargo, tampoco el Derecho de Patronato intervino en la labor Se ha dicho que «desde los primeros momentos, al presentarse la Iglesia
e
cristianizadora encomendada por los Papas al Portugal medieval, cuyos tres n el suelo indiano, surgió en la mente de Fernando el Católico, maestro ya en
e
grandes documentos -las bulas Romanus Pontifex, de Nicolás V; ínter coetera l arte de estructurar una sólida política religiosa, la idea de organizar la
Iglesia ultramarina según el modelo de la Iglesia granadina, recientemente
68 P.I. Cuestiones globales C.5. El Patronato y el Vicariato Regio en Indias 69
establecida tras la conquista de aquel reducto del poder musulmán» (EGAÑA). una Orden similar ni podría actuar la portuguesa. Sexto, que por ello la bula
Tal afirmación debe ser matizada, pues el sistema patronal granadino fue Eximiae del 3 de mayo de 1493 fue útil a los solos efectos de equiparar a
efectivamente modelo del aplicado en América, pero no inmediatamente, sino Castilla con Portugal en cuanto al trato dado por la Santa Sede a ambas
en fecha tardía: solamente en 1508 aparecerá el Derecho de Patronato india- Coronas, pero careció de eficacia en lo que hace a servir para la organiza-
no, después de una serie de intentos de organizar la naciente cristiandad ción de la Iglesia en Indias.
americana según otros modelos. Tanto era así que los Reyes Católicos obtuvieron una cuarta bula, la Piis
fidelium, del 26 de junio del mismo año, nueva por completo y que rompe ya
A) Actuaciones pre-patronales con los precedentes portugueses, innovando para Castilla un sistema evan-
Como es sabido, apenas tenida noticia del descubrimiento de América, gelizador indiano: el de la aplicación del principio del «deberéis destinar»
va la Santa Sede a proceder a la donación de las nuevas tierras a Castilla, mediante la elección y destino por parte regia de un misionero; presentación
dentro del modelo teocrático que hasta aquí hemos dejado dibujado. Y, de éste por los Reyes al Papa, y bula pontificia dirigida a tal misionero -Fr.
como ha demostrado García-Gallo, el modelo seguido a tales efectos fue el Bernardo Boil, un fraile catalán de la Orden de los Mínimos que ya había
modelo portugués. Ya ha quedado indicado que Portugal recibió a lo largo servido en otros asuntos desde hacía años al rey don Fernando-, a él y no a
del siglo XV tres bulas fundamentales, que establecen el régimen de sus los Reyes, en la que el Papa le informa de que los monarcas han «decretado
conquistas africanas: por la Romanus Pontifex se le otorgó la soberanía sobre destinarte a estas partes -las nuevas tierras descubiertas- para que en ellas
las tierras que conquistase; por la ínter coetera se concedió a la Orden de por ti y por otros presbíteros seculares o religiosos idóneos para ello y
Cristo el gobierno espiritual de las tierras así donadas; por la Aeterni Regís se designados por ti se predique y siembre la palabra de Dios». Y, a tales
demarcaron las zonas de navegación y conquista entre Portugal y Castilla, efectos, el Papa concede a Boil una relación de facultades de gobierno en sí
dado que ésta tenía intereses en la zona a partir de su dominio sobre las propias de la Sede Apostólica, de manera que, aunque la palabra no se
Canarias. Castilla, en la primavera de 1493, obtuvo del papa Alejandro VI utilice expresamente, el fraile destinatario de la bula Piis se convierte en una
asimismo tres bulas, las famosas bulas alejandrinas, que han servido durante especie de vicario papal para la puesta en marcha de la Iglesia en las Indias
cuatro siglos para justificar y apoyar la incorporación de las Indias a la Occidentales.
Corona castellana. Ciertamente, el sistema de la bula Piis no es el sistema patronal.
Mucho se ha discutido sobre estas bulas. Lo único que a los efectos del Tiene con él de común la presentación regia ante el Papa del candidato
estudio del Patronato indiano interesa resaltar aquí es cuanto sigue. Prime- para cubrir un puesto eclesiástico, candidato que el Pontífice procede a
ro, que las tres bulas se corresponden en exacto paralelismo con las tres designar para el puesto en cuestión; pero ni se trata de una provisión de
bulas portuguesas, a las que siguen muy de cerca, de modo que la bula; beneficios eclesiásticos mediante la presentación, puesto que no se trata de
alejandrina ínter coetera de 3 de mayo de 1493 es una bula de donación de proveer beneficios, sino de enviar una misión, ni la Corona asume el deber
tierras y concesión de soberanía, la ínter coetera de 4 de mayo de 1493 lo es' -esencial como contraprestación al Patronato- de fundar y dotar las iglesias.
de demarcación de zonas de navegación y conquista entre Portugal y Castilla La misión Boil fracasó de modo absoluto. El vicario papal y el virrey
y la Eximiae devotionis de 3 de mayo de 1493 lo es de privilegios en orden al Colón no se entendieron, chocaron en todos los terrenos, y aunque cupo a
gobierno espiritual de las nuevas tierras. Segundo, que las bulas ínter coetera, Boil el honor de celebrar la primera misa que se dijo en el Nuevo Continen-
que conceden sobre las nuevas tierras un derecho de soberanía, lo hacen te, su labor se vio entorpecida por sus continuos enfrentamientos con el
imponiendo la obligación de evangelizar, sin la cual el Papa no podría Almirante descubridor y se vio obligado a regresar a la Metrópoli en la
justificar su intervención donando tierras infieles a un príncipe cristiano. primera ocasión en que ello fue posible.
Tercero, que esa obligación de evangelizar impuesta a los monarcas de El fracaso de Boil apartó al Rey Católico de seguir el mismo sistema
Castilla se contiene en las bulas ínter coetera de 1493 en forma expresa é* para en adelante. Limitarse a aplicar las bulas de 1493 significaba para la
idéntica en ambos documentos, indicándoles a los Reyes que «deberán desti- Corona poseer, sí, la facultad de seleccionar a los misioneros, pero nada
nar» a la evangelización «varones probos y temerosos de Dios, doctos, peri- más. Y una hipotética segunda bula Piis, que enviase a las Indias un nuevo
tos y expertos para instruir a los residentes y habitantes citados en la Fe vicario papal sucesor de Boil, podía conducir a resultados similares. Y ello
católica e inculcarles buenas costumbres». Cuarto, que la bula Eximiae, sin tener en cuenta que la conquista había de continuar y multiplicarse, y el
como paralela de la ínter coetera portuguesa, es la suma de privilegios espiri- sistema del envío unipersonal del religioso o clérigo así seleccionado no
tuales portugueses trasladados literalmente a Castilla. Quinto, que, a los Podía multiplicarse al infinito.
efectos de convertir en efectivo ese deber de destinar misioneros que las
bulas castellanas imponían, de nada sirve la Eximiae, pues el modelo portu- B) Concepción y gestión del Patronato
gués, basado en la atribución a la Orden de Cristo de una serie de facultades Debe de ser en ese momento cuando el Rey Católico concibe la idea y
espirituales en tierras de conquesta, no es trasladable a Castilla, donde ni hay toma la decisión de recurrir en Indias al sistema patronal, ya puesto en
70 P.I. Cuestiones globales C.5. El Patronato y el Vicariato Regio en Indias 71
marcha para Granada y las Canarias. Y no son claros los motivos por los que ción por parte de los monarcas de las personas destinadas al episcopado.
no obtuvo tal derecho durante el pontificado de Alejandro VI. Este Pontífi- Cuando Fernando el Católico solicita del Papa la erección de las prime-
ce, que tan generoso se había mostrado con los reyes de Castilla en 1493, ras diócesis americanas, desea también que se le confirmen los diezmos y que
nunca les otorgó el Patronato indiano; sin embargo, ya cercano al fin de su se le otorgue el Patronato, sin el cual las nuevas sedes quedarían ocupadas
vida, un año y medio antes de su muerte, otorgó a los Reyes Católicos el por prelados no elegidos por él. Pero Julio II no satisfizo esta parte de las
derecho de percibir los diezmos de las Iglesias de Indias. pretensiones regias. Mediante la bula Illius fulcüi prcesidio, del 15 de noviem-
La bula Eximiae devotionis del 15 de noviembre de 1501, que contiene bre de 1504, el Papa erigió las tres primeras diócesis indianas: la metropoli-
tal concesión, no puede pasarnos inadvertida. El Pontífice trató muy hábil- tana de Yaguata y las sufragáneas de Magua y Baynúa, las tres en la isla
mente, mediante la misma, de resolver el problema de la implantación de la Española -actual Santo Domingo-, pero sin mencionar en absoluto ni el
Iglesia en Indias sin necesidad de recurrir a la concesión del Derecho de Patronato ni los diezmos; es decir, accediendo al deseo regio de que se creen
Patronato. Que el concurso de la Corona para fundar y desarrollar la nueva las diócesis, pero sin atribuir algún tipo de derechos en ellas a la Corona.
cristiandad ultramarina resultaba imprescindible, era patente a todas luces. La fecha de la bulla Illius coincide con la muerte de Isabel la Católica.
La Santa Sede no podía por sí misma enviar misioneros a América, mante- La Corona de Castilla fue entonces a parar a su heredera, doña Juana,
nerlos allí y construir para ellos los edificios de culto, vivienda y asistencia casada con el archiduque de Austria don Felipe el Hermoso. Ausentes
precisos, dotándolos además con la renta precisa para su mantenimiento. ambos cónyuges de España al morir doña Isabel, el Rey Católico ocupará
Esto podía decirse de diócesis, monasterios, parroquias, de la totalidad interinamente la Regencia en nombre de su hija ausente. Y durante ese
de la necesaria estructura de la Iglesia indiana, a comenzar por el propio período en que don Fernando gobierna Castilla por doña Juana, a la espera
viaje atlántico de los evangelizadores, imposible de todo punto fuera de los de la llegada de ésta, el monarca rechazará la creación de las tres diócesis
buques controlados por la Corona y costoso por encima de los recursos precisamente por venir hecha sin concesión patronal. Y enviará a su embaja-
eclesiásticos. De modo que la intervención real a efectos de fundar y dotar dor en Roma, Francisco de Rojas, las instrucciones necesarias para que la
resultaba, como hemos dicho, imprescindible. Y precisamente fundación y cuestión se resuelva definitivamente, mediante la concesión del Derecho de
dotación son los dos conceptos patronales típicos, los que han estado pre- Patronato y la confirmación definitiva de los diezmos.
sentes durante todo el Medievo a medida que el Patronato se desarrolla, y el
El proceso se interrumpe como consecuencia de la nueva situación
derecho de presentación -el Patronato secular sobre los beneficios eclesiás-
política castellana. La llegada de la reina doña Juana supuso la toma del
ticos- era la normal contrapartida de aquellos conceptos de fundación y
poder por su marido, el archiduque Felipe, y la práctica expulsión de don
dotación.
Fernando de tierras de Castilla, de modo que tuvo que retirarse a sus estados
Alejandro VI, en 1501, pide a los reyes que funden y doten; es decir, de Aragón, de donde él era el rey y donde doña Juana no sería reina
que hagan la fuerte inversión inicial de carácter económico, necesaria cada mientras él viviese. La unidad española corrió así serio peligro de romperse,
vez y en cada lugar, para instaurar la Iglesia en Indias y garantizar su y la obra toda de los Reyes Católicos se había venido a tierra. Doña Juana y
funcionamiento. Y, en contrapartida, en lugar del Patronato, concede a los don Felipe no tenían aún treinta años, y poseían además un heredero, el
reyes los diezmos. Son éstos los tributos económicos que los fieles habían de futuro emperador Carlos, por lo que, pese a la locura de la reina, hubiesen
pagar anualmente a la Iglesia para contribuir a su mantenimiento; el Papa podido reinar en Castilla largo tiempo, quedando el poder en manos del rey
obtiene de la Corona en cada caso una especie de crédito, y lo devuelve con consorte. Don Fernando, consciente de esa realidad y que no esperaba ver
intereses a lo largo de los años futuros, permitiendo a los reyes hacer suyos -dada su edad- el final del reinado de su hija y de su yerno en Castilla, buscó
los diezmos que tocaría cobrar a la Iglesia. un heredero varón para sus reinos aragoneses, tratando así de evitar que un
Los Reyes Católicos habían solicitado los diezmos, y la concesión de día don Felipe llegase a reinar también en Aragón.
Alejandro VI responde a sus expectativas; pero para los monarcas se trataba Ese plan de don Fernando, nacido de su falta total de entendimiento
en aquellos momentos de un derecho menor, a largo plazo -tardaría tiempo con su yerno y de la locura de su hija, hubiese en efecto - d e salir según los
en resultar rentable-, y no susceptible de ocupar el lugar del Patronato. deseos del monarca- supuesto la exclusión de doña Juana de la herencia
De modo que la adquisición de este Derecho continúa siendo un interés aragonesa, que habría ido a parar al hijo varón de don Fernando, que éste
primordial de la Monarquía después de obtenida la donación decimal, y ya buscó mediante su segundo matrimonio, el celebrado con doña Germana de
durante el pontificado del nuevo papa Julio II. Con este Pontífice preparó Foix. Sin embargo, las cosas siguieron otro camino del todo diferente, pues
el rey Fernando la instauración en Indias de las primeras sedes diocesanas. ni doña Germana dio a don Fernando el deseado varón ni don Felipe reinó
La creación de diócesis y el nombramiento de obispos suponía ya la realidad en Castilla más de pocos meses. En el mismo año en que llegaron a Castilla
de una Iglesia organizada en los territorios indianos, y a la vez daba pie al los nuevos monarcas en primavera, falleció en otoño don Felipe; doña Juana
juego del Derecho patronal de haberse éste concedido, pues precisamente el quedó viuda y absolutamente privada de razón, y Castilla tuvo que llamar de
punto clave y central de todo ( Patronato regio sobre un reino es la presenta- nuevo a don Fernando, que ocupó la regencia hasta su propia muerte, que
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coincidió prácticamente con la mayoría de edad de Carlos V y su llegada al Benedicto XIV. Hecho éste singular, porque supone que el Derecho de
trono de Castilla y al de Aragón, es decir, de España. Indias va a servir de modelo para el de Castilla, después de siglos en que el
Baste este breve paréntesis para ambientar el momento en que don Derecho castellano se utilizó como modelo para crear el Derecho indiano.
Fernando vuelve a hacerse cargo del gobierno de Castilla, cuya reina, doña \ La bula Universalis Ecclesiae concede efectivamente el Patronato, pero
Juana, está impedida por la locura. Apenas tornado al viejo reino, el Rey j sin mención alguna ni de los diezmos ni de los límites diocesanos; los prime-
Católico reanuda su política atlántica, que su yerno había abandonado. Y el j ros habían sido concedidos en 1501 por Alejandro VI, pero Fernando el
papa Julio II verá llegar de nuevo al embajador del terco rey, que solicita de 1 Católico pretendía una nueva concesión ligada al Derecho patronal; el dere-
nuevo el Derecho de Patronato para las Indias Occidentales. cho de fijar los límites de las diócesis nunca había sido reconocido a los
Ya desde 1505, al rechazar la bula Ulitis, viene don Fernando apremian-1 reyes, y continuaba sin concederse después de no aparecer mencionado en
do al embajador en Roma para que el Patronato sea por fin concedido. En] la bula patronal.
la real cédula de Segovia de 13 de septiembre de aquel año, el rey advertía j Consecuencia inmediata de la concesión patronal fue entonces la revo-
a Rojas: «Yo mandé ver las bulas que se expidieron para la creación e ' cación de la anterior erección de las sedes de Yaguata, Magua y Baynúa, que
provisión del arzobispado e obispado de la Española -se refiere a la bula: no había agradado al rey. Se pensó ahora que no convenía situar en la
Illius fulciti- en las cuales no se nos concede el patronazgo de los dichos i Española las tres nuevas diócesis y que tampoco era deseable constituir con
arzobispado e obispados, ni de las dignidades e canonjías, raciones e benefi-! las tres una provincia eclesiástica con un metropolitano (recuérdese que
cios con cura o sin cura que en la dicha Isla Española se han de erigir.» Y} Yaguata tendría ese carácter) al frente. Como resultado de estas nuevas
adelantaba «el rey sus pretensiones, en tono casi de exigencia», afirma Bruno I propuestas regias, en el Consistorio del 6 al 13 de agosto de 1511 Julio II
en su obra El Derecho Público de la Iglesia en Indias. «El Papa -continúa este I erigió las que de hecho fueron por fin las tres primeras diócesis americanas,
autor- debía concederle el patronato ("es menester", decía) sobre los arzo- tres obispados sujetos al metropolitano de Sevilla: Santo Domingo y Con-
bispos y obispos de las Indias, y esto perpetuamente a mí e a los reyes que en ] cepción, en la Española, y San Juan de Puerto Rico.
estos Reinos de Castilla e de León sucedieren.» Y en relación, en la misma ]
Ligado al nombramiento de los tres primeros obispos - q u e lo fueron
línea, con otros beneficios eclesiásticos, insistía el monarca a su embajador:;
Fr. García de Padilla, don Pedro Suárez de Deza y don Alonso Manso,
«Es menester que en la dicha bula del patronazgo -la que el Rey quiere I
respectivamente para las tres diócesis indicadas- está el tema de la definitiva
conseguir- mande el Papa que no puedan ser erigidas las dichas dignidades \
concesión de los diezmos. Don Fernando sabía poseerlos desde 1501, y así lo
e canonjías e otros beneficios sino de mi consentimiento, como patrón.» «A
dice al embajador Rojas en su ya citada cédula de Segovia de 1505: «Ya
este privilegio -añade Bruno- debía acompañar el derecho de presentación |
sabéis como yo e la serenísima Reina mi mujer, que haya santa gloria,
real en la provisión canónica de sus titulares.» Y aún era más amplia la.j
teníamos por donación apostólica todos los diezmos y primicias de las Indias
solicitud real: «Es menester que Su Santidad mande que yo e la persona oj
e tierra firme del mar océano, al tiempo que acordamos de facer en la dicha
personas a quien yo se lo cometiere, faga la dicha división e apartamiento, e |
isla Española los dichos arzobispado e obispados -se refiere a los erigidos en
el dicho arzobispado e cada uno de los dichos obispados hayan de gozar de \
1504-.» Y añade el Rey: teníamos intención «así mesmo de facer donación a
ámbito e territorio que así les fuere señalado.»
los dichos arzobispo, y obispos, e iglesias, y beneficiados, de los dichos
diezmos e primicias, reserbando para Nos los dichos diezmos que en estos
C) Concesión pontificia del Patronato Reinos se dicen tercias...».
Tres, pues, eran las pretensiones del rey, cuyo contenido iba más allá del; Es evidente que el plan de don Fernando sobre los diezmos, que final-
mero Derecho patronal: la presentación -justamente el contenido esencial • mente pondrá en práctica después de obtenido el Patronato, venía también
del Patronato-, los diezmos y el derecho de fijar los límites de las diócesis. de antiguo. Ahora, cuando ya la bula Universalis le ha hecho Patronato de las
En todas ellas se ratifica apenas regresa a Castilla después de la muerte de] iglesias de Indias, aún obtendrá el Rey del Pontífice una nueva bula sobre
Felipe el Hermoso. El 3 de julio de 1508, un nuevo embajador, Fernandoi diezmos, la Eximiae devotionis, del 8 de abril de 1510, por la cual Julio II
Tello, volverá a insistir ante Julio II, y el 28 de ese mes y año otorgará el' otorgaba a los reyes don Fernando y doña Juana, su hija, y a sus sucesores,
Pontífice la bula Universalis Ecclesiae, documento capital de la historia ecle- el privilegio decimal a cambio de la construcción de iglesias y de su dotación.
siástica indiana y española: indiana, porque en ella se concede finalmente el Un año más tarde, el 8 de mayo de 1512, el rey concedía a los tres primeros
Derecho de Patronato, base y fundamento de toda la ordenación jurídica obispos, arriba ya citados, en la Concordia de Burgos, esos mismos diezmos
castellana acerca de la Iglesia en Indias; española, porque, aparte de que las que acababa de obtener del Papa. Y así los diezmos donados a la Corona, y
Indias eran parte de la Corona de España, el Patronato indiano será mencio- redonados por ésta a la Iglesia, se convirtieron en una fuente de alivio para
nado como un precedente a la hora de conceder el Patronato universal la Real Hacienda, que los utilizó para las atenciones a la propia Iglesia,
sobre los reinos de España -los territorios europeos de la Corona-, lo que cubriendo sus necesidades con los propios diezmos redonados; en un alivio
sucede en 1753 en el Concordato entonces firmado entre Fernando VI y segundo para el mismo erario real, que se reservó siempre una parte de los
74 PI- Cuestiones globales
C.5. El Patronato y el Vicariato Regio en Indias 75
mismos, y en una ayuda, en fin, para la Iglesia, que tuvo en los diezmos
cobrados y percibidos cada año la garantía de unos medios económicos que e inherente no a la persona, sino a la misma Corona, y ello privativamente.
le resultaban imprescindibles para su acción pastoral. Seguidamente se expone el ámbito de aplicación del Derecho patronal:
El otro objetivo, el derecho de fijar los límites de las diócesis, aunque 1) Provisión de todos los beneficios eclesiásticos de las Indias, incluso «cual-
asimismo deseado y solicitado por don Fernando, nunca fue concedido por quier oficio eclesiástico o religioso»; 2) Derecho de erección, del que no
la Santa Sede de modo general, pero sí que en cada caso particular pudo la queda excluida «iglesia catedral, ni parroquial, monasterio, hospital, iglesia
Corona obtener satisfacción; el desconocimiento de la geografía americana votiva, ni otro lugar pío ni religioso».
obligó a la Santa Sede a confiar muchas veces a los reyes la determinación de De este cuerpo jurídico, por el principio de que quien concede el fin
tales límites, pero en todo caso se trataba de mercedes aisladas, contenidas concede los medios necesarios para tal fin, resultaba que el rey estaba
ocasionalmente en las propias bulas que iban erigiendo las diócesis, y depen- capacitado para dar el pase a los misioneros y a sus superiores, presentar al
dió de cada momento y del punto de vista de cada Pontífice el que tales obispo los párrocos y doctrineros, y entender en su remoción, control y
concesiones fuesen más amplias o más restringidas, más raras o más fre- punición. Igualmente, caía bajo el examen regio toda la documentación
cuentes. eclesiástica referente a las Indias, de cualquier procedencia, bulas papales,
edictos conciliares y episcopales. A estos derechos correspondía la obliga-
ción regia de sostener todo el complejo de la obra misionera indiana, con lo
III. DEL PATRONATO AL VICARIATO INDIANO cual el Patronato obtenía la forma jurídica de contrato oneroso. Este carác-
ter precisamente, según Solórzano Pereira, hace que el Patronato indiano
Lo esencial del Patronato, sin embargo, no está ni en los diezmos ni en «sea inmune de la disciplina tridentina derogatoria de los derechos patrona-
los límites diocesanos, sino en las concesiones efectivamente contenidas en les en general» (EGAÑA).
la bula Universalis Ecclesiae, de 1508. A su tenor, nadie podrá, sin consenti- De este texto, que refleja bien la realidad patronal, podemos deducir
miento real, construir o erigir iglesias, y el rey poseerá el derecho de presen- unas consecuencias que se derivan igualmente del análisis del concepto que
tación en toda clase de beneficios. del Patronato tuvo, junto a la Corona, la doctrina oficial de los siglos del
De hecho, es el ejercicio habitual del Derecho de Presentación la base dominio español en Indias:
fundamental de la influencia del poder real en la Iglesia de Indias. Pero no 1.a) El Patronato no procede exclusivamente de la concesión papal,
se limitó a ello la interpretación y la utilización que la Corona hizo del sino que es propio de los reyes por haber incorporado las nuevas tierras al
Patronato. Sostenida por sus juristas, la Monarquía española fue paulatina- mundo cristiano.
mente ampliando la esfera de sus competencias en materia eclesiástica, hasta 2.a) Como un Patronato entendido tan ampliamente no puede ser el
conseguir un abanico amplísimo de facultades, que figuraron en la legisla- mucho más estrecho contenido en la bula Universalis de 1508 - q u e tiene un
ción y en la doctrina como propias del rey en virtud del Patronato, pero que tenor bastante preciso-, la concesión papal se pone en relación sobre todo
iban mucho más allá de los más amplios límites de interpretación del mismo, con las bulas alejandrinas de 1493, mucho más genéricas y que por decir
según aparece en la bula que lo concediera. menos podían entender como diciendo mucho más, es decir, que por ser
Convendrá, pues, fijar la atención en dos hechos: primero, cuáles fue- muy generales podían ser entendidas muy ampliamente y hacer residir en
ron esas competencias que extralimitan el Patronato y dónde quedaron ellas para en adelante la base del poder eclesiástico de los reyes en América.
fijadas y cómo quedaron establecidas, y, segundo, si los derechos así estable- 3.a) Dado que los derechos que tocan a los reyes en virtud del patrona-
cidos constituían o podían seguir siendo llamados Derechos de Patronato y, to conllevan para los mismos reyes el deber de erigir las iglesias y dotarlas, y
en caso negativo, cómo pueden ser calificados. los monarcas han cumplido con esta obligación, ya no pueden ser privados
nunca del Patronato, que así se ha hecho irreversible y escapa al propio
A) Prácticas superpatronales poder papal, que ya no tiene facultad para privar de él a la Corona.
4.a) Este Patronato ya no suprimible, debido a los reyes en cuanto que
Para determinar cuáles fueron las competencias que bajo el nombre de
éstos han cumplido con su contraprestación, no es ya el restringido patrona-
patronales llegó a ejercer la Corona, la doctrina suele fijarse en la real cédula
to de la bula Universalis -la presentación de candidatos para los oficios
de Felipe II dada en Madrid el 4 de julio de 1574, considerada la Cédula
eclesiásticos-, sino el amplísimo Patronato que arranca de la Real Cédula de
magna del Patronato regio. En ella, el Rey comienza asentando los títulos de
1574, y que se trasladará a las Leyes de Indias recopiladas en 1680.
dicho Patronato: título de descubrimiento, adquisición, edificación y dota-
ción de las tierras y de los edificios eclesiásticos en ellas erigidos; en segundo 5.a) Este Derecho patronal confiere a los reyes, sustancialmente: a) el
derecho de presentación a todos los beneficios de Indias; b) el pase regio o
término, derecho por concesión apostólica. Sobre estos dos títulos, uno de
control de todos los documentos eclesiásticos destinados a las Indias; c) la
Derecho de gentes y el otro de Derecho canónico, declara el Monarca
exigencia a los obispos de un juramento de fidelidad a la Corona; d) determi-
fundarse la forma jurídica del Patronato; forma imprescindible totalmente,
nadas limitaciones a los privilegios del fuero eclesiástico; e) los recursos de
76 P.I. Cuestiones globales C.5. El Patronato y el Vicariato Regio en Indias 77
fuerza, o apelación de los tribunales de la Iglesia a los del Estado; f) la de la que él mismo publicó una versión reducida en lengua española bajo el
supresión de las visitas ad limina de los obispos de Indias; g) el envío al título de Política indiana (1647). El De Indiarum Iure fue a parar al índice de
Consejo de Indias y no a Roma de los informes episcopales sobre el estado Libros Prohibidos y suscitó una polémica cuya otra parte fue el fiscal general
de las diócesis; h) el control de los traslados de clérigos y religiosos a Indias; de la Cámara Apostólica, Antonio Laelio. En resumen, se trata de lo siguien-
i) el control de las actividades de las órdenes religiosas, mediante informes te: el desarrollo de las funciones que los monarcas se autoatribuían - o que
que los superiores habían de dar periódicamente sobre las mismas; j) la los juristas les atribuían y los reyes aceptaban y ejercían- había alcanzado
intervención real en los Concilios y Sínodos; k) el gobierno de las diócesis tales cotas, las facultades reales eran ya tantas en cuanto a la dirección de la
por los presentados por el rey para las mismas, antes de que llegasen las Iglesia indiana, que ni podían ampararse ya bajo el nombre de Derecho de
bulas papales de nombramiento; l) la disposición regia sobre los bienes de Patronato ni podían suponerse concedidas en la bula patronal de 1508. Se
expolios y vacantes y en general sobre los diezmos; m) los límites al derecho arbitró entonces una fórmula nueva: la verdadera fuente de la concesión
de asilo. pontificia de facultades espirituales a los reyes no es ya la bula Universalis de
Probablemente, esta relación no es exhaustiva, pero está tomada de Julio II, sino las mucho más genéricas bulas alejandrinas, sobre cuya incon-
reales cédulas dictadas a lo largo de siglos y en especial de la Recopilación, y creción cabía basar cualquier supuesto. Y el supuesto que en ellas se basó
ayuda a hacerse una idea de en qué se convirtió el Derecho de Patronato con fue el del carácter de vicario papal en Indias que el Pontífice habría concedi-
el paso de los años, a partir del mero derecho de presentación concedido en do al rey de Castilla.
la bula de 1508. Los monarcas castellanos, pues, resultaban así ser vicarios pontificios
-así se afirmó- para el gobierno espiritual de las Indias, y por tanto no
B) Del Patronato al Vicariato poseían unas facultades limitadas y tasadas, sino cuantas fuesen necesarias
Esta misma relación de facultades que la Corona llega a poseer y ejerci- para dirigir a la Iglesia en Indias. De ahí la denominación de Vicariato que
tar nos obliga a plantearnos lo que anunciábamos como un segundo interro- se da a tal doctrina.
gante: ¿puede este conjunto de poderes regios seguir denominándose -y se Dado que este capítulo está dedicado al estudio del Patronato, dejare-
ejercían ya en la época de Felipe II, si no todos, sí la mayor parte- Derecho mos un mayor detalle sobre la evolución que convierte al Vicariato en
de Patronato? Regalía para el capítulo dedicado al estudio del Regalismo. Baste ahora decir
La doctrina ha solido distinguir tres épocas en la historia del Regio que el Vicariato -evolución amplificadora del Patronato propia del siglo
Patronato indiano: la época propiamente patronal, que coincidiría con el xvil- deja a su vez paso en el xvín a la nueva tesis de las regalías mayestáti-
siglo XVI; la época del Vicariato, a identificar con el siglo xvil; y la época del cas, en cuya virtud se pasará a afirmar que las facultades que posee el rey en
Regalismo, es decir, el siglo XVIII. A la exactitud de esta división y su coinci- Indias en materia espiritual no le vienen de una concesión pontificia -como
dencia con los tres siglos de dominio español en Indias ayuda el hecho de se decía que provenía el Vicariato-, sino de la propia esencia de la soberanía.
que cada uno de tales siglos posee una personalidad y una historia propia: Las facultades regias eran inherentes a la Corona, a la Majestad: eran rega-
Felipe II murió en 1598 y Carlos II en 1700, con lo que el siglo xvi es lías o derechos reales, y la doctrina que así lo sostuvo recibe el nombre de
exactamente el de los Austrias mayores, el xvil es el siglo de los Austrias Regalismo.
menores, y la Casa de Borbón llega a España precisamente en el inicio del Dejando para otro capítulo, pues, el estudio del Regalismo, diremos
xvill. Cada siglo, una historia; cada siglo, una etapa en las formas que adopta ahora sobre el Vicariato que coincide con el Patronato en que se trata de una
el Patronato Regio. concesión papal -real o pretendida-, y coincide con las regalías en que las
El período propiamente patronal va desde 1508 -concesión del Patro- facultades regias son tan amplias cuanto pueda ser preciso para el gobierno
n a t o - hasta 1574 -Real Cédula sobre el Patronato-. Con ésta quedan seña- de la Iglesia indiana en todas sus facetas.
ladas y establecidas unas facultades regias que sobrepasan ya el estricto Como ha expresado Leturia, los creadores originarios de la tesis vicarial
ámbito del Derecho de Patronato. Pero aún no se trata de unas facultades no fueron los juristas de corte, sino los religiosos, y en particular los francis-
nuevas extrañas al Patronato, sino nada más de una interpretación amplia canos. En efecto, las Ordenes religiosas habían sido las primeras en evangeli-
del mismo, y Felipe II se mantuvo durante todo su reinado relativamente zar América, y para facilitarles tal labor dictó Adriano VI, en 1522, la
dentro de esos márgenes en el ejercicio de sus poderes patronales sobre las famosa bula Omnímoda, que concedía amplias facultades cuasi-episcopales a
iglesias de Indias. Por tanto, bien puede aceptarse la tesis que identifica el los superiores de las Ordenes. Cuando luego se fue creando la jerarquía
siglo XVI con la etapa del Patronato. ordinaria diocesana, los obispos juzgaron que los privilegios excepcionales
El Regio Vicariato indiano resulta ser la doctrina que los juristas áulicos otorgados por la Omnímoda a los religiosos habían dejado de tener razón de
del XVII defendieron como la propia del derecho que tocaba a los reyes en ser, y pretendieron suprimirlos, apoyados en el concilio de Trento, que trató
sus posesiones atlánticas. Tiene su principal representante en Juan de Solór- de robustecer precisamente la autoridad episcopal. La larga lucha entre
zano Pereira, autor de una obra monumental, De Indiarum Iure (1629-1639), obispos y Ordenes que siguió y que dura hasta mediado el siglo XVIII, llevó
78 P.I. Cuestiones globales C.5. El Patronato y el Vicariato Regio en Indias 79
a los religiosos a buscar una y otra vez el apoyo real en favor de sus derechos,
P. RODRÍGUEZ DE CAMPOMANES, Colección de alegaciones fiscales (Madrid, 1841-1843);
y para fortalecer la autoridad regia en la que se amparaban construyeron la F. SALGADO DE SOMOZA, Tractatus de Regia Protectione (Lugduni, 1646); J. DE SOLÓR-
tesis vicarial, según la cual los reyes están instituidos como «delegados de la ZANO PEREIRA, De Indiarum lure (Lugduni, 1672); G. DE VILLARROEL, Gobierno Ecle-
Silla Apostólica y sus Vicarios generales, constituidos por la bula alejandrina siástico Pacífico (Madrid, 1738).
del año de 1493 y sus referentes que los elevaron y sublimaron a esta
Estudios modernos
dignidad» (ALVAREZ DE ABREU).
F. J. AYALA DELGADO, «Iglesia y Estado en las leyes de Indias»: Estudios Americanos
La base doctrinal la sentó el franciscano Fr. Juan Focher en su Itinera- 3 (Sevilla, 1949), 417-460; C. BRUNO, El derecho público de la Iglesia en Indias (Salaman-
rium catholicum proficiscentium ad infideles convertendos (publicada en 1574), y ca, 1967); F. CANTELAR RODRÍGUEZ, «Patronato y Vicariato Regio españoles en In-
la desarrollaron otra serie de autores religiosos. Solórzano la recibe y le da dias», en Derecho canónico y pastoral en los descubrimientos luso-españoles y perspectivas
su definitiva formulación técnica, y la Corte defendió siempre al autor actuales (Salamanca, 1989), 57-102, y Theologia 21 (Braga, 1986), 57-102; P. CASTA-
ÑEDA DELGADO, La teocracia pontificia! y la conquista de América (Vitoria, 1968); ID.,
contra las protestas y condenas procedentes de Roma, donde la Santa Sede
«Los franciscanos y el Regio Vicariato», en Actas del II Congreso Internacional sobre los
se negaba - y se negó siempre- a aceptar la afirmación de que los Papas franciscanos en el Nuevo Mundo (Madrid, 1988), 317-368; A. DE EGAÑA, La teoría del
hubiesen nunca delegado en los reyes sus facultades de gobierno para las Regio Vicariato español en Indias (Roma, 1958); A. GARCÍA-GALLO, «Las bulas de
Indias, constituyéndoles sus vicarios en ellas. Alejandro VI y el ordenamiento jurídico de la expansión portuguesa y castellana en
África e Indias»: Anuario de Historia del Derecho Español 27-28 (Madrid, 1957-1958),
Y no sólo la corte: un escritor tan insigne como el obispo Fr. Gaspar de 461-829; J. GARCÍA GUTIÉRREZ, Apuntes para la historia del origeny desenvolvimiento del
Villarroel, que ignoraba la condenación del libro de Solórzano cuando Regio Patronato Indiano hasta 1857 (México, 1941); R. GÓMEZ HOYOS, La Iglesia de
escribió en 1656 su Gobierno eclesiástico pacífico, aceptará de plano la tesis América en las leyes de Indias (Madrid, 1961); M. GÓMEZ ZAMORA, Regio Patronato
vicarial y dará como razón para aceptarla precisamente el dato de que era español e indiano (Madrid, 1897); M. GUTIÉRREZ DE ARCE, «Regio Patronato Indiano»:
defendida por Solórzano Pereira. Las palabras de Villarroel no dejan lugar Anuario de Estudios Americanos 11 (Sevilla, 1954), 107-168; A. DE LA HERA, «El Patro-
nato indiano en la historiografía eclesiástica»: Hispania Sacra 32 (Madrid, 1980),
a dudas sobre su pensamiento: «Aunque el patronazgo no da por su natura- 229-264; ID., «El Regio Patronato de Granada y las Canarias»: Anuario de Historia del
leza jurisdicción en las cosas eclesiásticas, no sucede así en el patronazgo de Derecho Español 27-28 (Madrid, 1957-8), 1-12; ID., «El Regio Patronato español de
nuestros Reyes Católicos, porque este patronazgo tiene gran suma de privi- Indias en las bulas de 1493»: Ibíd. 29 (Madrid, 1959), 317-349; ID., «El Regio Patrona-
legios, en virtud de los cuales unos doctores llaman al rey vicario general, to español en la historiografía eclesiástica», en Studi in memoria di Mario Condorelli 1
(Milano, 1988), 481-519; ID., «La legislación del siglo XVIII sobre el Patronato
otros (y muchas veces) legado a látere, porque el papa puede, aunque no sea indiano»: Anuario de Historia del Derecho Español 40 (Madrid, 1970), 287-311; A. DE
eclesiástico el rey, darle jurisdicción en lo civil y en lo criminal.» LA HERA-R. M. MARTÍNEZ DE CODES, «La Iglesia en el ordenamiento jurídico de las
Otros muchos autores del mismo siglo defendieron la tesis vicarial, tales leyes de Indias», en Recopilación de leyes de los Reinos de las Indias. Estudios histórico-
jurídicos (México, 1987), 101-140; P. DE LETURIA, Relaciones entre la Santa Sede e
como Frasso, Salgado, etc. Son confirmadores del pensamiento de Solórza-
Hispanoamérica 1 (Caracas, 1959); V. G. QuESADA, Derecho de Patronato (Buenos Aires,
no y precedentes de la aún más avanzada tesis regalista, que se insinúa 1910); I. SÁNCHEZ BELLA, Iglesia y Estado en la América Española (Pamplona, 1990);
durante la segunda parte del XVII y se consolida definitivamente en el nuevo L. SÁNCHEZ DE LAMADRID, El Concordato de 1753 (Jerez de la Frontera, 1937); W. E.
ambiente del XVIII, traído a España y a las Indias por las ideas ilustradas y la SCHEILS, King and Church: the Rise and Fall of the Patronato Real (Chicago, 1961);
Monarquía borbónica. I. TING PONG LEE, «La actitud de la Sagrada Congregación frente al Regio Patrona-
to», en Sacrae Congregationis de Propaganda Fide memoria rerum 1622-1952 2 (Roma,
1971), 353-438.

NOTA BIBLIOGRÁFICA

Obras clásicas
A. ALVAREZ ABREU, Víctima real legal (Madrid, 1769); M. CIRER, Propugnáculo
sobre el Real Patronato (Madrid, 1736); J. CHUMACERO-D. PIMENTEL, Memorial... sobre
diferentes agravios: J. TEJADA Y RAMIRO, Colección completa de concordatos españoles
(Madrid, 1862) 17; J. FOCHER, Itinerario del misionero en América (1574) (Madrid, '
1960); P. FRASSO, Tractatus de Regio Patronatu (Madrid, 1677); A. LAELIUS, Observatio-
nes ad Tractatum de Indiarum lure (Romae, 1641); M. DE MACANAZ, Proposiciones del
Fiscal del Reino:]. TEJADA y RAMIRO, Colección completa de concordatos españoles (Madrid,
1862); G. MAYANS, Observaciones legales sobre el Concordato de 1753 (Madrid, 1848);
A. MORALES, Patronato eclesiástico de los Reyes de España (Madrid, 1747); G. PÉREZ DE
ARACIEL, Información sobre el Patronato Real de Indias (Madrid, 1624); A. J. DE
RlVADENEYRA, Manual Compendio de el Regio Patronato Indiano (Madrid, 1755);
t r . - * — • „ j„ i„ j„¡ar¿„
CAPÍTULO 6

EL REGALISMO INDIANO
Por ALBERTO DE LA HERA

Durante los siglos XVI y XVII la Iglesia de Indias fue dirigida mediante
un sistema mixto, en el que concurrían las competencias tanto de la Santa
Sede como de la Monarquía española. Aquélla había concedido a ésta, al
producirse el Descubrimiento, la soberanía sobre los nuevos territorios
descubiertos y por descubrir; lo había hecho en virtud de las facultades que
la teocracia —doctrina predominante durante el Medievo para explicar las
mutuas relaciones entre el poder eclesiástico y el civil- reconocía al Sumo
Pontífice como señor del orbe, al que correspondía el derecho de conceder
a los príncipes cristianos las tierras de infieles a efectos de que las cristiani-
zasen.
La soberanía así adquirida, pues, entrañaba el deber de evangelizar, que
recaía, en consecuencia, sobre los nuevos soberanos establecidos por el Papa
sobre los pueblos paganos. De faltar aquéllos a esta obligación, la base de la
concesión de soberanía dejaría de estar presente y la concesión misma
quedaría invalidada. Pero, en contrapartida, si la cristianización se llevaba a
cabo por los príncipes, al haber quedado cumplida su parte en el pacto con
la Santa Sede, la soberanía otorgada por ésta se transformaba en irrevoca-
ble, transmitiéndose a los sucesores de los primeros príncipes de manera
perpetua.
De hecho, este sistema condujo al gobierno de la Iglesia indiana -dado
que en las Indias españolas se produjeron todos los acontecimientos que
conducían a una tal situación- por parte del poder político. Sobre la base de
la concesión efectuada a los Reyes Católicos por Alejandro VI en 1493, los
monarcas castellanos acometieron la empresa evangelizadora. Y una vez
acometida obtuvo don Fernando del papa Julio II, en 1507, el Derecho de
Patronato sobre todas las iglesias de Indias. Tal privilegio reafirmaba el
deber de cristianizar de los reyes, convirtiendo defacto a España en lo que se
ha llamado un Estado misionero; la conciencia de encontrarse ante un deber
ineludible, impuesto a España como requisito y fundamento de su propio
dominio sobre América, se convierte en la Monarquía hispana en una autén-
tica concepción religiosa de su obra política, «y es precisamente esa concien-
cia religiosa la que, al fusionarse con la vocación imperial, va a posibilitar la
formulación de una nueva concepción teológico-religiosa del Estado, plas-
mada en la idea del Estado-misión» (DE LA HERA-MARTÍNEZ DE CODES).
82 C.6. El regalismo indiano 83
P.I. Cuestiones globales
El Estado cargó así con la total responsabilidad, pero también con la para el gobierno eclesiástico de las Indias, es decir, en vicarios del Sumo
total competencia, sobre la dirección de la labor evangelizadora y, una vez Pontífice. Es la tesis vicarial, nacida en América por obra de algunos frailes
nacida allí y establecida definitivamente la Iglesia, sobre esta misma. El interesados en la protección real para sus privilegios y desarrollada luego
Derecho patronal solamente autorizaba a la Corona a proponer al Papa las por los juristas áulicos del siglo xvil, en particular por Juan de Solórzano. La
personas que habían de ser investidas de los cargos eclesiásticos; no es todo, aceptaron los sucesivos cultivadores del Derecho eclesiástico indiano; la
pero es mucho, puesto que ninguna dignidad ni ningún oficio, desde el aceptó la Corona y con ella el Consejo de Indias y los restantes organismos
arzobispado de Lima a la última parroquia, se confirió nunca a otro candida- de gobierno metropolitano y colonial, y la aceptaron los propios obispos y
to que al propuesto por la autoridad civil. E incluso sobre los superiores de eclesiásticos, en buena medida en virtud de la tolerancia de facto que la
las Ordenes religiosas, aun no produciéndose su nombramiento a propuesta Santa Sede le otorgó, pese a haber salvado siempre los principios, como lo
del monarca, existió en virtud del propio Patronato un estrecho control, prueba el que, de un lado, nunca se interrumpiera la designación de prela-
intensificado a partir de la real cédula de Felipe II de 1574 y del intento por dos y demás actuaciones ordinarias del Papado en relación con América, y
este rey de creación del cargo de comisario de Indias, que solamente llegó a de otro, el que la obra de Solórzano fuese incluida y mantenida a ultranza en
existir en la Orden franciscana. el índice de Libros Prohibidos, si bien este dato lo desconocieron en Améri-
ca los prelados, que mantuvieron durante tres siglos su dependencia de la
Corona, bajo la cual, efectivamente, el Nuevo Continente fue cristianizado
I. PATRONATO-VICARIATO-REGALIAS y se asentó en él una floreciente cristiandad (EGAÑA, BRUNO).
El Vicariato es, pues, un desarrollo abusivo del Patronato, pero que
El Derecho de Patronato fue entendido progresivamente de manera
tiene de común con él su condición de concesión de la Santa Sede a la
cada vez más favorable a la Corona. Algunas instituciones en especial inten-
Corona, es decir, su origen eclesiástico. Cierto que nunca lo concedió la
sificaron de manera muy notable la competencia civil sobre la vida eclesiásti-
Santa Sede, pero como concedido por ella se presenta por la doctrina oficial
ca indiana: a) el hecho de que los obispos hubiesen de prestar, al tomar
española, y Roma, si niega esa concesión, permite su aplicación en la prácti-
posesión de sus cargos, un juramento de fidelidad a la Santa Sede quedaba
ca. Comparando Patronato con Vicariato, escribe Giménez Fernández que
muy condicionado por la cláusula que se añadía al mismo, en cuya virtud los
«en su origen, el Real Patronato Indiano fue durante el siglo XVI, bajo el
obispos juraban tal fidelidad sin perjuicio de la debida al rey; b) la obliga-
influjo de Soto y Vitoria, y según la genial concepción de Juan de Ovando
ción de los obispos de enviar periódicamente un informe a la Santa Sede
(1570), una institución jurídico-eclesiástica por la que las autoridades de la
sobre el estado de sus diócesis la cumplían enviando dicho informe al Conse-
Iglesia universal confían a los reyes de Castilla la jurisdicción disciplinar en
j o de Indias, que no la hacía luego seguir hasta Roma; c) los obispos india-
materias canónicas mixtas de erecciones, provisiones, diezmos y misiones,
nos no efectuaban, bajo el pretexto de la distancia y consiguiente duración
con obligación de cristianizar y civilizar a los indígenas; la que, bajo el
del viaje, la visita ad limina, y aunque tal medida tomada por la Corona
criterio centralizador de la política de Felipe II a partir de 1580, transfor-
pareció ciertamente justificada por la razón antedicha, no hay duda de que
maron los legistas del Consejo de Indias, especialmente Araciel, Solórzano y
limitaba de modo excepcional el conocimiento e intervención de la Santa
Frasso en el Regio Vicariato indiano, institución jurídica eclesiástica y civil
Sede sobre la Iglesia indiana; d) los documentos papales atinentes a las
por la que los reyes de España ejercitan en Indias la plena potestad canónica
Indias habían de pasar por el control del Consejo, sin cuyo pase no se
disciplinar con implícita anuencia del Pontífice, actuando dentro del ámbito
tramitaban ni surtían efectos en América; e) los obispos y demás autoridades
fijado en las concesiones de los Pontífices y en la legislación conciliar de
de la Iglesia americana, en medio de este ambiente y a tenor de estas normas
Indias».
- q u e sustancialmente la Santa Sede toleró sin proponer otras ni protestar
las existentes-, vivieron siempre en la convicción de que obedeciendo al rey Las bases del Vicariato Regio son, pues, estas dos: que se trata de un
cumplían con su deber y su conciencia. Es decir, consideraban a la Corona poder disciplinar sobre la Iglesia indiana que abarca la totalidad de las
como la que reunía de hecho la efectiva competencia para el gobierno de la materias atinentes a su gobierno, en cuanto tal poder sea encomendable a
Iglesia indiana. seglares -es decir, en cuanto su ejercicio no requiera la potestad de orden ni
se refiera a lo dogmático-, y que los reyes lo poseen por delegación de la
Todo ello nos conduce, efectivamente, a la conclusión de que el poder
Santa Sede -delegación otorgada expresamente por los Papas en las bulas
de la Santa Sede sobre la Iglesia en América fue genérico, mientras recayó
alejandrinas o implícitamente aceptada por los Pontífices ante su ejercicio
específicamente sobre la Corona. La única verdadera intervención -nunca
de hecho-, lo cual, precisamente, les permite llamarse vicarios papales para
dejada en otras manos- de la Santa Sede fue el nombramiento de los obispos
las Indias.
y la creación de las diócesis. La evangelización fue llevada a cabo por los
misioneros, y el gobierno de la Iglesia ya establecida por las autoridades De manera clara encontramos expuesta esta doctrina también en los
eclesiásticas, bajo el control y dirección inmediata del poder civil. juristas del siglo XVIII:
Lo cual convirtió de hecho a los reyes en delegados de la Santa Sede
84 P.I. Cuestiones globales C. 6. El regalismo indiano 85
«Son nuestros Reyes -escribía Rivadeneyra- Delegados de la Santa Sede do y contra la autonomía disciplinar del Episcopado y de las Ordenes Religio-
Apostólica por la Bula de Alexandro VI que comienza ínter coetera, y como tales sas, en la llamada Regalía Soberana Patronal, institución jurídica meramente
Delegados y Vicarios Generales les compete el exercicio de la autoridad, juris- civil por la que los Reyes españoles borbónicos se arrogan la plena jurisdicción
dicción y gobierno Eclesiástico y Espiritual en todas las materias tocantes a lo canónica en Indias como atributo inseparable de su absoluto poder real,
Religioso y Eclesiástico de aquellos Reynos, con plena y absoluta potestad para fundamentándolo en las doctrinas antipontificias del absolutismo, el hispanis-
disponer a su arbitrio todo lo que les pareciera más conveniente al espiritual mo y el naturalismo».
gobierno, ampliación y extensión de la Religión cathólica, culto Eclesiástico,
conversión de los Infieles y progresos espirituales de los Fieles, como consta
expresamente en la misma Bula: es corriente entre todos nuestros Regnícolas: II. EL REGALISMO
supuesto y assentado inconcusamente en muchas Cédulas y Leyes citadas por
ellos». A) Concepto

La objeción de que no pueda encomendarse tal jurisdicción a seglares La Regalía no es, por supuesto, una creación ni del siglo XVIII ni tampo-
no les resulta desconocida a aquellos autores, pero, y ello puede dar muestra co -como de la alusión a Luis XIV pudiera desprenderse- de finales del xvn.
de la seguridad con que se pronuncian, en lugar de intentar probar que tal En sí misma, la Regalía no es sino un derecho de la Corona, un derecho
delegación de poderes pontificios en quienes no pertenecen a la jerarquía regio, algo que corresponde al rey por el hecho de serlo. El uso fue a lo largo
eclesiástica es en sí misma posible, para justificar a partir de ahí que se del tiempo reservando la palabra, si no de modo exclusivo, sí acercándose a
hiciera la concesión del Vicariato a los reyes -como pretenden que ocurrió-, ello, para los derechos de los monarcas en el terreno eclesiástico. Tanto que
siguen los juristas áulicos el camino inverso y prueban que la delegación de hoy llamamos Regalismo a la doctrina que consideró a los príncipes como
funciones eclesiásticas en personas civiles es posible porque los reyes de detentadores de un poder de gobierno sobre las materias eclesiásticas, no en
España la poseen. virtud de concesiones pontificias, sino en base a su propia condición de
soberanos. Por tal razón, Giménez Fernández, que ha denominado al Patro-
Así, por ejemplo, expresa esta idea Alvarez de Abreu:
nato institución eclesiástica y al Vicariato institución eclesiástica y civil -que-
«La confirmación de todo lo referido en orden a que no repugna el que en riendo reflejar que en aquélla la concesión es pontificia, y la misma proce-
un Príncipe temporal recaigan derechos Eclesiásticos y espirituales por merced dencia tiene su contenido, y que en ésta la concesión se supone pontificia y
Apostólica la podemos tomar de nuestros propios derechos, pues en virtud de su contenido es una ampliación civil de lo que los reyes realmente poseían
especiales concesiones, indultos y privilegios apostólicos están cometidas y por privilegios otorgados por los Papas-, llama a la Regalía institución
encargadas a nuestros Reyes en las Indias, sin limitación alguna (y no obstante
que un Romano Escritor intentó oscurecerlo —la referencia es obvio que alude meramente civil: ni su contenido procede de concesiones papales ni su
a Lelio y su refutación del pensamiento de Solórzano-) todas las veces, y origen tampoco; los reyes dicen poseer los derechos correspondientes por
autoridad de Su Santidad, y como Delegados de la Silla Apostólica, y sus su propia condición de soberanos, y tales derechos son fijados por la misma
Vicarios Generales, constituidos por la Bula Alexandrina del año 1493 y sus doctrina áulica que crea la teoría.
referentes, exercen la Eclesiástica y espiritual gobernación de aquellos Reynos,
así entre Seculares como entre Regulares, con plenaria potestad para disponer Pero no se trata ni de una doctrina ni de unos derechos que nazcan en
de todo aquello que les pareciere más conforme y seguro en el espiritual los siglos xvii-XVHl ni que en ellos se ejerciten por vez primera. En otro
gobierno, en orden a conferir, ampliar, establecer y promover la Religión lugar he sostenido que el Regalismo estaba ya presente en la acción regia en
Católica y el aumento espiritual de los fieles y conversión de los infieles que
habitan en ellos». las Indias desde el momento mismo de la primera conquista y que para
limitarlo, en el caso de España, al siglo x v m hay que añadirle el calificativo
Pero cuando Rivadeneyra y Abreu escriben, ya en el siglo xvm, se ha de borbónico. Quise con ello expresar que cabe, y existe, un concepto
dado un nuevo paso en la atribución de poderes a los monarcas en el amplio de regalismo, que en tal sentido sería aplicable a las relaciones
gobierno de la Iglesia. Ha aparecido, en efecto, una nueva figura, la Regalía, Iglesia-Estado y al correspondiente reparto de competencias desde los orí-
y una nueva doctrina, el Regalismo, que serán las propias y específicas de la genes mismos de la cristiandad.
tercera etapa de la acción cristianizadora de las Indias por parte de la En efecto, la Iglesia y el Estado -y no sólo en el ámbito del cristianismo,
Corona española. sino que se trata de un fenómeno común a todos los Estados y religiones-
Giménez Fernández la ha caracterizado en la misma línea que acabamos han competido siempre por el ejercicio del poder social. Diferentes doctri-
de ver que sigue para su descripción del Patronato y el Vicariato. Refirién- nas han ido con el pasar del tiempo proponiendo soluciones a la doble
dose a este último, escribe: competencia de ambas instituciones sobre unos mismos fenómenos de rela-
ciones humanas. Y por muchas variantes que tales relaciones hayan podido
«Pero ni aun esta amplísima jurisdicción bastó a los Borbones españoles, presentar y que las doctrinas hayan podido ofrecer, cabe hacer una síntesis
imbuidos del absolutismo nacionalista de Luis XIV; y a partir de Fernando VI, que las reduciría a tres: hierocratismo o teocracia -predominio de la Iglesia
por sus legistas (Olmedo, Rivadeneyra, Campomanes, Ayala) se inicia la evolu- sobre el Estado-, regalismo o cesaropapismo -predominio del Estado sobre
ción doctrinal que culmina en la reforma de la Iglesia Indiana intentada por
Campomanes y demás ministros de Carlos III, apoyándose, frente al Pontifica- la Iglesia- y separación entre ambos poderes, con índices mayores o meno-
86 P.I. Cuestiones globales C.6. El regalismo indiano 87

res de colaboración entre ambos. Siempre en líneas muy generales, el cesa- 2) el Concilio general ha de ser considerado superior al Papa; 3) el primado
ropapismo fue típico del Imperio romano cristiano; la teocracia predominó papal ha de ejercerse respetando los derechos de las iglesias locales; 4) los
durante la Edad Media, el regalismo caracteriza la Edad Moderna, y la decretos papales, en cuestiones de fe, no son irreformables mientras no
separación es lo propio de la Edad Contemporánea. reciban la conformidad de toda la Iglesia.
Varias razones explican el predominio del pensamiento regalista duran- Roma reaccionó contra esta doctrina, que traspasa los límites de lo
te los siglos xvi a xvni, en un ritmo de intensidad que aumenta progresiva- administrativo, para negar principios dogmáticos, y Luis XIV hubo de dar
mente desde el principio al fin de esa Edad, en tal medida que el siglo x v m marcha atrás. Pero de ahí arranca un fuerte Regalismo que en Francia recibe
resulta ser, efectivamente, el siglo regalista por antonomasia: de un lado, la el nombre de Galicanismo, que tenía raíces muy antiguas en aquel reino y
decadencia del Papado, que había alcanzado el fin de su inmenso prestigio que proclamará para todo el siglo x v m la competencia del príncipe en
medieval con ocasión del cisma de Occidente, y que ya nunca vuelve a tener cuestiones temporales de la Iglesia - p o r las que se entendió todo lo no
el poder que poseyera antes del cautiverio de Aviñón; de otro, el fortaleci- relacionado con la fe y aun se llegaba a rozar el control de las declaraciones
miento del Estado a partir del desarrollo de las nacionalidades en el paso del papales en tal terreno- en base, sobre todo, a dos argumentos: uno, que así
siglo xv al xvi, y, en fin, como última causa, la Reforma protestante. ha sido querido por Dios al dividir los poderes entre el Papa y el Monarca
por derecho divino, y dos, que tales son las antiguas libertades de la Iglesia
B) Origen galicana —entendiendo por tales los derechos de gobierno de las institucio-
nes eclesiásticas galas en momentos del Medievo, en que el Papado aún no
Que la decadencia del Papado y el fortalecimiento de los nuevos Esta- ha comenzado a ejercer sus facultades en la forma centralizada e inmediata
dos diesen pie a la sustitución de la teocracia por el regalismo es tan lógico sobre toda la Iglesia en que lo hizo posteriormente-, libertades que los
que no precisa explicación alguna. Conviene, en cambio, detenerse un mo- pontífices no pueden ni desconocer ni disminuir.
mento en la influencia sobre el Regalismo de la Reforma luterana. Martín
Lutero confió el supremo poder en las iglesias reformadas al poder civil; en
C) Difusión
los países en que el protestantismo se impuso, los monarcas se convirtieron
en auténticas cabezas de las correspondientes iglesias. La cantidad de poder Bajo diferentes formas el fenómeno regalista se extendió por toda la
que este fenómeno acumuló en las monarquías protestantes se comprende Europa católica y adoptó diferentes nombres según los varios países. En
bien si se piensa en la importancia que conservaba la vida eclesiástica en la Francia ya sabemos que se denominó Galicanismo. En Alemania, Febronia-
sociedad europea de aquel tiempo. Sobre esta base es fácil comprender que nismo, denominación tomada de Justino Febronio, el seudónimo utilizado
las monarquías católicas, que manteniéndose fieles al Papado no podían por Nicolás von Hontheim para publicar su libro De statu Ecclesiae, verdade-
disponer de poderes comparables a los que Lutero había puesto en manos ro compendio de ideas cesaropapistas que seguían una tradición que conta-
de los monarcas de la Reforma, añorasen la posesión de facultades de ba con nombres tan ilustres como Marsilio de Padua, el teorizante del poder
gobierno tan amplias como las disfrutadas por las coronas protestantes. imperial en las luchas contra el Pontificado en la Edad Media, y Van Espen,
Aunque tal hecho pudiese no ser consciente, motivó sin duda un movi- el profesor de Lovaina creador de la orientación regalista del Derecho
miento de acercamiento de las monarquías católicas a las tesis regalistas, en canónico moderno. En Austria se utilizó el nombre de Josefinismo, tomado
cuya virtud los príncipes poseerían poderes amplísimos en el campo eclesiás- del emperador José II, el Rey Sacristán -según el despectivo apelativo que le
tico. El Regalismo se nos presenta así como una herejía administrativa; la aplicara Federico el Grande-, que regulaba hasta el número de velas que
herejía en la que caen los países católicos en un terreno que, al no afectar a habían de lucir durante las funciones sagradas. En Italia, con el nombre de
lo dogmático y al no provocar tampoco el cisma, pues la sumisión al Papa Jurisdiccionalismo, presidió la política de los Borbones en Ñapóles y Parma,
como cabeza suprema de la Iglesia no se altera en lo esencial, permitió la y de los Habsburgo-Lorena, en Toscana. En Portugal bajo el marqués de
conservación de la unidad religiosa en contraste con su ruptura en el mundo Pombal, primer ministro de José I, y en España bajo los reyes de la Casa de
de la herejía doctrinal, es decir, en el ámbito dominado por el protestan- Borbón, instaurada a partir del comienzo del siglo x v m en virtud del testa-
tismo. mento de Carlos II y de la Guerra de Sucesión, el Regalismo -con esta
denominación- inspiró toda la obra de gobierno de la Ilustración y marcó
Naturalmente, la primera aparición del pensamiento regalista bajo la
profundamente las relaciones entre las dos Coronas peninsulares y la Santa
forma de una doctrina que reivindica poderes eclesiásticos para el monarca,
Sede.
en cuanto que supone un acercamiento a las tesis protestantes, había de
rondar verdaderamente la herejía no sólo administrativa -ya se comprende No deja de ser un interesante testimonio del modo en que el Regalismo
que utilizamos aquella palabra de un modo elástico-, sino también dogmáti- de la corte, y el de los autores que en torno a la misma giran era recibido por
ca. Tal fue el caso de la Asamblea del Clero francés, que patrocinó Luis XIV buena parte de la opinión nacional el hecho de que, en Portugal, se atribuya
en 1682, y que dictó los Cuatro Artículos Galicanos: 1) ni los Papas ni la la locura de la reina doña María I, entre otras causas, a su convicción de que
Iglesia tienen poder alguno sobre los príncipes temporales en cuanto tales; su padre, José I, se había condenado sin duda como consecuencia de su
88 P.I. Cuestiones globales te 6. El regalismo indiano 89
política regalista, y en España se considerase por muchos a los Borbones cia del poder real en las Indias que no se hubiesen manifestado con anterio-
como una dinastía antiespañola, contraria a nuestras tradiciones, y fomenta- ridad y,' por supuesto, en vano intentaríamos buscar una huella de la conce-
dora de una descristianización ilustrada de la nación, en contraste con la sión pontificia de privilegios regalistas. Por ello, nuestra atención se ha de
muy católica Casa de Austria, idea de la que se hará tardío pero significativo verter sobre los siguientes puntos: la política económica de Felipe V en
eco Menéndez Pelayo. Indias, en la que sí aparece alguna interesante novedad de éstas que no
El Regalismo se impone en España, en efecto, a todo lo largo del siglo existieron con anterioridad y resultan, por tanto, ser frutos del pensamiento
XVIII, y perduran muchos de sus principios en la centuria siguiente. Había regalista; la política conciliar de Carlos III, que constituye el principal ejem-
tenido precedentes, y no es conforme a la exactitud de los hechos atribuirlo plo de aplicación del Regalismo en Indias; algunas actuaciones aisladas de
en exclusiva a la Casa de Borbón. Bajo Felipe IV, el Memorial de Chumacero Carlos IV en Indias, que son consecuencia de actitudes suyas de gobierno en
y Pimentel ya recogía una importante serie de reivindicaciones de la Corona relación con la metrópoli; y el pensamiento que está detrás de todos estos
frente a la Sede Apostólica que pueden muy bien calificarse de regalistas. actos, los justifica y los apoya, dando lugar a un intento de revisión general
Pero es importante subrayar que el Regalismo borbónico, o dieciochesco, de la obra legislativa indiana, hasta pensarse en una nueva Recopilación que
no aumenta tanto - e n comparación con tiempos anteriores- las intromisio- sustituyese a la de Carlos II y que obedecería en materias eclesiásticas a los
nes reales en la disciplina eclesiástica cuanto modifica los fundamentos de principios informadores de la doctrina regalista.
tales intromisiones. Como se ha dicho anteriormente, en relación con el caso
indiano, el Patronato y el Vicariato se asemejan en que ambos son considera- A) Política económica de Felipe V
dos como concesiones pontificias, y se diferencian en que el segundo tiene
un contenido mucho más amplio que el primero. Cuando Felipe V ocupa definitivamente el trono de España no alienta el
propósito de alterar sustancialmente la política religiosa de sus predecesores
Pues bien, el Vicariato y la Regalía tienen prácticamente un mismo
en los territorios ultramarinos. Sin embargo, imbuido él y sus ministros del
contenido, apenas aumentan las intromisiones regias en el campo de lo
galicanismo de su abuelo Luis XIV, sí que comienza en la metrópoli una
eclesiástico al pasarse de aquél a ésta; la diferencia esencial está en que el
nueva era en lo que hace a las relaciones entre la Santa Sede y el poder civil.
Vicariato lo poseen los príncipes -según afirman- por haberles sido otorga-
Es sabido que Clemente XI se vio obligado en un momento dado a recono-
do por los Papas, y la Regalía es un derecho nato de la Corona que la Santa
cer al archiduque Carlos como rey de España durante la Guerra de Suce-
Sede tiene el deber de respetar. Por eso, el Memorial de Chumacero y
sión; ello dio motivo a varios cierres de la Nunciatura en Madrid, y la política
Pimentel, que constituye un lugar común cuando se quiere recurrir a los
religiosa del primer Borbón, conducida en diferentes épocas por el obispo
precedentes austrias del Regalismo borbónico, lo es en cuanto representa
de Málaga, don Gaspar de Molina, y por el abate Alberoni, llevará a no pocos
una reclamación real a Roma para que se reconozcan a los reyes más amplios
enfrentamientos con Roma, que fueron dejando su huella en las mutuas
derechos y competencias, pero en lo que hace a los fundamentos doctrinales
actitudes entre la Corona española y el Papado.
que lo sustentan no obedece aún a la idea típicamente regalista del derecho
divino de los reyes para ejercer el control y gobierno de la disciplina ecle- Pero, para las Indias, los reflejos de tales hechos fueron más bien
siástica. escasos. Las reivindicaciones anteriores de la época de Felipe IV, y las nue-
vas que Macanaz y otros autores ponen ahora en marcha, se referían a la
Esta doctrina aparece ya en el reinado de Felipe V, de la mano de los
península; las Indias poseían desde mucho atrás el Patronato universal, que
escritos de Macanaz y Alvarez de Abreu; inspirará las relaciones con Roma
se convierte, en cambio, en la metrópoli en la meta de todos los esfuerzos
de Fernando VI y sus ministros, defendida por Mayáns y Sisear; será la
regalistas, hasta lograr su reconocimiento en el Concordato de 1753. Todo
propia de los autores que escriben bajo Carlos III - u n Rivadeneyra, por
lo cual, para las Indias, carece de particular interés.
ejemplo, un Campomanes, igualmente- y de los ministros que con este
monarca gobernaron. Y, como es lógico, se aplicó a las Indias de manera El problema regalista indiano aparece por vez primera, de manera
decidida y aun atrevida, tratando de avanzar allí actitudes que luego se digna de especial atención, a raíz del planteamiento del problema de la
querría trasladar a la metrópoli. atribución de las rentas vacantes. «Con nombre de vacantes entendemos en
este Discurso -escribía Alvarez de Abreu- únicamente aquellos frutos, espe-
cies o rentas que por razón solamente del derecho decimal, concedido a los
III. EL REGALISMO EN INDIAS señores Reyes Católicos, se adeudan y causan en la Metrópoli, o Diócesis
Vacante, durante su orfandad: los mismos que en Sede plena habían de
Un estudio del Regalismo en Indias, pues, no es tanto una aportación percibir y gozar el Prelado Metropolitano, o Diocesano, y las Dignidades,
de intromisiones regias en la vida eclesiástica cuanto un análisis del pensa- Prebendados y demás Ministros de las Iglesias de Indias, por razón de
miento y la doctrina. Si en el capítulo sobre el Patronato los temas funda- estipendio, o congrua sustentación, en virtud de las erecciones y estatutos de
mentales eran su concesión a los reyes de Castilla para todos sus territorios las tales Iglesias, y órdenes de Su Majestad».
de América, al tratar del Regalismo son pocos los nuevos puntos de inciden- Fue precisamente Abreu quien convirtió este tema en una cuestión
90 P.I. Cuestiones globales C. 6. El regalismo indiano 91
candente, que para él mismo concluyó con la concesión de un título de reformas» (MORALES PADRÓN). Y entre tales reformas estaban las que se
nobleza, el marquesado de la Regalía -pocas veces un título reflejará con hacían precisas en la Iglesia. Era necesario crear nuevas diócesis y llegar
mayor precisión el motivo por el que fue otorgado-; para la Corona, en lo hasta confines hasta entonces inatendidos; dotar al clero de una formación
que se afirmó que significaba el descubrimiento de unas nuevas Indias -tal coherente con las nuevas corrientes filosóficas y científicas; someter más
fue el importe de las nuevas rentas que pasó a percibir-; para las relaciones estrechamente a las Ordenes religiosas - d e por sí autónomas frente a la
entre la Iglesia y el Estado, en la consagración primera de los principios Corona, como dependientes de órganos propios de poder situados en Ro-
regalistas de nuevo cuño en los albores del siglo de la Ilustración. ma, lejos del influjo real- a la vigilancia de los obispos. Los jesuítas controla-
La cuestión en sí no parecía justificar la trascendencia que llegó a ban en Indias los principales centros educativos y una de las zonas de mayor
revestir. Las rentas vacantes mayores, que correspondían a los arzobispados interés por el éxito de los métodos de evangelización y desarrollo aplicados:
y obispados, se habían atribuido siempre en las Indias a la Corona, a los solos las Reducciones. La orientación de los centros educativos a los que acudía la
efectos de su distribución en fines píos; se reservaban a los futuros ocupan- clase dirigente había de adecuarse a las nuevas corrientes, y era la Iglesia la
tes del cargo las rentas vacantes menores, como las de canonjías y preben- que dirigía tales centros. Se hacía, pues, necesaria una profunda reforma del
das. Así se mantuvo el tema durante dos siglos, no sin discusiones que sistema precedente, muy particularmente en este terreno.
trataban de llevar tales rentas a poder real, pero sin que ese cambio se Pero reformar la Iglesia resultaba tarea imposible para la Corona, aun
operase nunca. Alvarez de Abreu estudió detenidamente el tema y llegó a la recurriendo a las prácticas regalistas. Para reformar la Iglesia resultaba
conclusión de que las rentas de vacantes eran libre propiedad de la Corona, imprescindible contar con ella. Y la política de Carlos III buscó precisamen-
que podía darles el uso que estimase oportuno. Dada la extremada duración te eso: la aceptación por la propia Iglesia del sistema regalista, de modo que
de las vacantes indianas, como consecuencia del complicado sistema de la propia autoridad eclesiástica impusiese las reformas que la Corona desea-
provisión patronal de los cargos eclesiásticos, los productos de las vacantes ba. El rey pudo dar un golpe de fuerza: la expulsión de los jesuítas. Así
tenían un montante altísimo. Cuando Abreu logró convencer a los medios arruinó las Reducciones, pero privó a la Compañía de Jesús de su gran
oficiales y al rey, a través de un complejo proceso de estudios, Juntas y resorte de poder, prestigio y recursos, hasta lograr luego su extinción por
exámenes de la temática, la Corona vio aumentados en enorme medida sus decisión -arrancada por las Cortes católicas de Europa- de Clemente XIV.
ingresos provenientes de América, y si bien normalmente destinó tales ren- Privó así también a la clase dirigente de las orientaciones educativas que los
tas a atender necesidades de la propia Iglesia y de los pobres, ello le descargó jesuítas imponían. Eso ya era mucho. Pero el Regalismo no podía contentar-
del deber de atender estas obligaciones con otros fondos de la Real Hacien- se con eliminar a la Compañía; esto supuso remover el principal obstáculo a
da. El resultado económico para la hacienda pública resultó, en todo caso, la política de reformas - d a d o que los jesuítas, desde sus enfrentamientos
muy brillante, y Abreu debe buena parte de su fama a tal logro. con el galicanismo, significaban un importante bastión de defensa contra los
Lo importante en toda esta cuestión es que Alvarez de Abreu provocó derechos de las Coronas frente al Papado-, pero seguía siendo preciso llegar
con sus actuaciones una decisión real sobre un tema de administración a la reforma completa, en sentido ilustrado, del pensamiento, la enseñanza
eclesiástica en que se deja de lado cualquier entendimiento con la Santa y las estructuras y actuación de la Iglesia en Indias. A lograrlo tendieron las
Sede para tomarse una decisión innovadora en materia de primer orden por subsiguientes medidas de Carlos III, concretadas sobre todo en la puesta en
la sola autoridad de la Corona. Este es el Regalismo. Sin mediar ni privilegio marcha de la celebración de concilios provinciales en todos los territorios de
ni negociación, en materia en que durante dos siglos -bajo Patronato y América.
Vicariato- la norma había sido otra y la Santa Sede la había defacto aceptado, La idea Carolina de confiar a los concilios americanos la reforma de la
el rey actúa por su propia autoridad e innova radicalmente el tratamiento administración de la Iglesia en sentido regalista resulta sumamente inteli-
jurídico de la cuestión. Y ello en base a un razonamiento de corte doctrinal gente. Si se conseguía que fuesen los propios prelados de Indias quienes
regalista. Este es el punto que hay que subrayar, porque por vez primera el aprobasen las nuevas normas por las que debía regirse la Iglesia americana,
Regalismo incide sobre el gobierno eclesiástico de las Indias con todos los la Corona quedaría de un lado exculpada de haber promovido ella misma la
perfiles que le son propios. adopción de los principios regalistas, y de otro apoyada en su nueva política,
al consistir ésta en cuidar de la aplicación de lo que los propios prelados, a
B) Política conciliar de Carlos III través de los sínodos, hubiesen establecido.
Bajo Carlos III se programa una reestructuración general del gobierno A tal efecto, la real cédula de 21 de agosto de 1769, habitualmente
de las Indias. «Los políticos de la dinastía borbónica comprobaron, una vez denominada el Tomo Regio, procurará la puesta en marcha de la reunión de
más, que era imposible seguir gobernando las posesiones ultramarinas con una serie de concilios en todos los territorios indianos. En sí misma, la
los anticuados e inapropiados órganos disponibles de la administración. En iniciativa no podía merecer el menor reproche. Intensa durante el siglo XVI,
todos los sectores había surgido una inédita problemática que desbordaba a la celebración de sínodos en Indias había disminuido notablemente durante
los virreyes, carentes, por otrp lado, de colaboradores. Había que realizar el XVII. «El concilio de Trento —recuerda Bruno— había ordenado la celebra-
92 P.I. Cuestiones globales C.6. El regalismo indiano 93
ción de los concilios provinciales cada tres años. Por las distancias y dificulta- llevar de la mano a la jerarquía eclesiástica americana hacia el terreno en que
des de viajes obtuvo Felipe II el breve de San Pío V, de 12 de enero de 1570, la Corona tenía interés en promover una nueva normativa de sentido regalis-
que prorrogaba en Indias a cinco años el plazo de los concilios; plazo que ta; el Tomo señala que los concilios previstos tienen como objeto «exterminar
Gregorio XIII alargó a los siete años el 12 de julio de 1584 por pedido de las doctrinas relajadas y nuevas», es decir, el probabilismo jesuítico, «resta-
Santo Toribio de Mogrovejo. Finalmente, Paulo V, el 7 de diciembre de bleciendo también la exactitud de la disciplina eclesiástica y el fervor de la
1610, amplió esta facultad al permitir la celebración de concilios de doce en predicación». Se establecía que los sínodos debían examinar «los excesos que
doce años». cometan en la exacción de derechos los subalternos de sus tribunales ecle-
De hecho, los plazos no se cumplieron, y si bien hubo más numerosos siásticos; formar «un catecismo abreviado» y revisar los catecismos «puestos
sínodos diocesanos y escasos provinciales, la vida conciliar indiana pivotó en las lenguas naturales de los indios», siempre para liberar la enseñanza de
sobre dos series de concilios, que se agrupan en un estrecho margen de la fe de las doctrinas de los jesuítas, que son la bestia negra de esta política
tiempo a fines del siglo xvi: los tres concilios mexicanos y los cinco limeños, de reforma.
celebrados aquéllos en 1555, 1565 y 1585, y éstos en 1552, 1567, 1583, En la misma línea se dispuso en el Tomo Regio que los concilios prescri-
1591 y 1601. Con posterioridad no había vuelto a reunirse un concilio bieran que «no se enseñe en las cátedras por autores de la Compañía proscri-
provincial en ninguna de las dos grandes sedes antes del Tomo Regio de tos». Igualmente se ordenaba poner límites «en las fundaciones de capella-
Carlos III. Fueron el concilio III de México y el III de Lima, presididos, nías» y que no se permitiese «perpetuar los bienes de patrimonio», para no
respectivamente, por los arzobispos don Pedro Moya y Contreras y Santo «enajenar de las familias estas raíces ni sacarles del patrimonio de los secula-
Toribio de Mogrovejo, los que marcaron para siempre la legislación conci- res», primeros pasos, como se puede advertir, de la futura política desamor-
liar de Indias. En ambos virreinatos la vida eclesiástica se rigió en adelante tizadora.
por las normas emanadas de ambos concilios, en cuyas actas se reúne una El rey debía señalar el momento más oportuno para la celebración, y a
extensa regulación de cuantos puntos eran de interés para la administración ésta debían acudir y estar siempre presentes los representantes de la Corona
espiritual y temporal de la Iglesia; los concilios posteriores, hasta Carlos III, de Indias para «proteger al concilio y velar en que no se ofendan las regalías,
siguen en todos los territorios americanos muy de cerca el camino trazado jurisdicción, patronazgos y preeminencia real». «Más centralización -co-
por los dos concilios mencionados. menta Bruno- de la obra conciliar en manos del rey no era concebible sino
Carlos III y sus ministros encontraron, pues, fácil el camino para poten- en los Estados divididos del común tronco romano».
ciar una política favorable a la celebración de nuevos concilios provinciales; Tiene interés esta cita del historiador argentino, ya que conecta con
el resultado de su acción fueron los concilios IV mexicano y VI de Lima, de algo que más arriba hemos dejado indicado: hay en el regalismo una especie
1771 y 1772, y más tarde, en 1774-78, el de Charcas y algunos otros de de sueño de los monarcas católicos por disponer sobre la Iglesia de jurisdic-
menor trascendencia en relación a los de las dos capitales virreinales. ción semejante a la que en virtud de la Reforma adquirieron los monarcas
La preparación del Tomo Regio había sido objeto de una cuidadosa protestantes, y las prácticas regalistas, si bien se operan en un contexto
labor, en la que tuvieron mano los principales asesores de Carlos III, y muy general de mantenimiento de la fe católica y de sumisión al Romano Pontífi-
en particular Campomanes. Giménez Fernández ha descrito con abundan- ce, tienden sin duda a independizar a las iglesias nacionales de la directa
tes detalles el proceso en su monografía sobre el tema (vid. en la bibliogra- dependencia de Roma, sometiendo al episcopado en todo lo posible a la alta
fía). La real cédula o Tomo Regio de 1769 indicaba a sus destinatarios, de dirección de sus actuaciones que provenía de la Corona.
parte del monarca, «la obligación que me incumbe, en consecuencia de lo
La celebración de los dos importantes concilios IV mexicano y VI de
dispuesto por las leyes de mis Reinos, de los derechos de mi patronazgo real,
Lima tuvo lugar bajo estas coordenadas. En el caso de México, el arzobispo
de la protección que debo a los cánones y de la regalía aneja a la corona
Lorenzana se sometió en un todo a las indicaciones de la real cédula de
desde los principios de esta monarquía, a promover la congregación y cele-
1 769; las decisiones del concilio constituyen el más importante documento
bración de concilios nacionales o provinciales, indicando los puntos que se
legalista de origen eclesiástico que se produjo en orden al gobierno de la
han de tratar en ellos» (publica el texto del Tomo Regio Tejada y Ramiro, al
Iglesia indiana, y, de haberse llegado a aplicar, la orientación del Regalismo
frente de las actas del IV Concilio Límense, en su Colección de Cánones de la
hubiese sido un hecho consumado en la historia eclesiástica de América. Sin
Iglesia de España y de América).
embargo, nunca logró la Corona que la Santa Sede aprobase ese concilio;
Es cierto que ninguno de los concilios promovidos por Carlos III llegó incluso ni llegó a intentarlo seriamente. Y sin la aprobación de sus actas, su
a tener validez canónica; «una vez más, la invasión del poder civil impedía el inmediata aplicación en Indias sin contar para nada con el Romano Pontífi-
libre desenvolvimiento de la Iglesia» (GÓMEZ HOYOS). Pero ése es un punto ce hubiese significado un cisma, situación a la que Carlos III ciertamente no
a analizar más adelante. Valga ahora subrayar las últimas palabras del texto pretendía llegar.
del Tomo Regio que ha quedado insertado líneas arriba: el rey marcará los Algo se caminó en esa dirección bajo Carlos IV, cuando el ministro
puntos a tratar en los concilios. Con esta medida se trataba precisamente de Urquijo, durante la vacante de la Sede Apostólica a la muerte de Pío VI,
94 P.I. Cuestiones globales C. 6. El regalismo indiano 95
pretendió trasladar a la jurisdicción civil la competencia sobre multitud de literatura al respecto como la totalidad de la legislación recopilada y no
cuestiones eclesiásticas; pero el hecho no dejó huella en nuestra historia, y recopilada. Sus actas son, pues, el mejor documento que poseemos -conti-
no pasa de constituir una curiosa anécdota. Por lo que hace al Concilio VI núan inéditas en el Archivo de Indias de Sevilla, habiendo publicado Muro
de Lima, los prelados del virreinato peruano resultaron mucho más pruden- la mayor parte de su Proyecto de nuevo Libro I del Código indiano- para cono-
tes que los del de Nueva España; aceptaron las directrices regias para la cer el sentido de la política regalista y su reflejo en la legislación indiana, y,
celebración de la asamblea, y el programa que fijaba su contenido y orienta- por tanto, en la administración de la Iglesia en América. Si bien todo ello —al
ción, de forma muy matizada, y las actas consiguientes ni siguen la línea no haber entrado nunca en vigor la proyectada segunda Recopilación- no es
regalista del concilio mexicano, ni agradaron a la Corte, ni llegaron tampo- sino documentación doctrinal, no vida real del influjo del poder civil en la
co nunca a ponerse en práctica. Hasta el momento de la independencia, la Iglesia indiana.
América española continuó rigiéndose sustancialmente en este campo por Cuando la Junta entregó, en 1790, a Carlos IV el Proyecto de nuevo
las líneas maestras señaladas y establecidas en los concilios paralelos, ambos Libro I, el monarca no lo puso en vigor. Sin embargo, en una real cédula de
con el ordinal III, de México y Lima de finales del siglo XVI. 25 de marzo de 1792 estableció que se fueran «poniendo sucesivamente en
uso y práctica las decisiones comprendidas en dicho nuevo Código en todos
C) Actuaciones aisladas de Carlos IV los casos que ocurrieren, librando las cédulas y provisiones que resulten
Ya hemos apuntado que Carlos IV exacerbó la actitud regalista de su conforme a su tenor, al que deberán acomodar también su respuesta los
padre, pero lo hizo más en relación con la metrópoli que con los reinos de fiscales y promover su observancia». Curiosa forma de proceder con un
ultramar, a raíz del real decreto de 5 de septiembre de 1799, tildado de texto que ni se imprimió ni se dio a conocer, y al que deberían atenerse los
heterodoxo por Menéndez Pelayo y de cismático por Giménez Fernández, y fiscales, que no tenían acceso a él. Curiosa manera de hacer entrar en vigor
que éste atribuye sobre todo al ministro Marqués de Cavallero -«de quien no un texto, no directamente, sino a través de futuras disposiciones, que cuan-
se sabe decir si fue más infame que necio o más necio que infame»- y aquél do fueren necesarias sobre puntos concretos deberían dictarse a su tenor.
a don Mariano Luis de Urquijo, el futuro colaborador de José Bonaparte, La realidad es que nunca se dictó disposición alguna a tenor de ese
que como ministro de Carlos IV alentaba «sueños jansenistas de una Iglesia Proyecto de cuerpo legal ni es de creer que fiscal alguno lo tuviera nunca en
pura y nacional» (COMELLAS). cuenta; en cambio, el propio monarca sí que ordenó formalmente que
En relación con América, el regalismo de Carlos IV se concretó funda- algunas, muy pocas, de las nuevas normas del Proyecto tuviesen vigencia y se
mentalmente en el intento de puesta en práctica inmediata de nuevas leyes, aplicasen. Muro las ha reseñado, y ha de recordarse que su incidencia sobre
que limitaban notablemente el fuero eclesiástico, tanto personal como real. la vida indiana resultó totalmente negativa. Se trataba -como antes se ha
El hecho fue consecuencia del complicado sistema de dotar a las Indias de indicado- de leyes que limitaban el privilegio del fuero, y la inmediata
una nueva Recopilación que sustituyese a la de 1680, la cual por una parte se consecuencia de sus aislados intentos de aplicación resultó ser una altera-
había quedado evidentemente anticuada -aunque sólo fuese por la multitud ción grave de la estabilidad de las relaciones de la Iglesia y el Estado en
de nuevas normas legales emanadas por la Corona a lo largo de veinte años Indias, dándose lugar incluso a alteraciones del orden público, a la vista del
del siglo XVII y la primera mitad del XVIII-, y por otra estaba agotadísima y celo inusitado con que las justicias reales se dieron a liberar presos y abrir
resultaba prácticamente inencontrable, y no se quería reimprimir dado pre- cárceles eclesiásticas, y provocándose varias cartas de protesta al rey, hasta
cisamente el anterior factor de quedar ya muy anticuada. Para sustituirla, y caer en el olvido casi inmediato las nuevas medidas, que constituían el único
tras varios esfuerzos infructuosos anteriores, formó Carlos III una Junta, y desafortunado intento de aplicar a las Indias un sistema de gobierno en lo
encargada de elaborar lo que vino en denominarse Nuevo Código de las Leyes eclesiástico de carácter estrictamente regalista.
de Indias. Fue nombrada por real cédula de 9 de mayo de 1776 y desarrolla-
da a partir del 7 de septiembre de 1780, como continuación de trabajos
IV. CONCLUSIÓN
precedentes que han estudiado particularmente Manzano Manzano y Muro
Orejón. La labor de la Junta - q u e por otra parte existía todavía, y con igual Todo ello viene a probar que el regalismo, en la práctica, no llegó a
cometido, que nunca concluyó, en el reinado de Fernando V I I - durante el modificar la competencia de la Corona sobre la Iglesia indiana. Las pocas
reinado de Carlos III y Carlos IV se redujo a elaborar un nuevo Libro I de la veces que lo intentó seriamente -proyecto de nuevas leyes, concilios, supre-
Recopilación, precisamente el de las Leyes eclesiásticas. La doctrina ha estu- sión del Fuero-, a nada efectivo se llegó. Se trata, pues, ante todo, de un
diado este Proyecto de nuevo Libro I (Muro Orejón, De la Hera), para movimiento doctrinal, de una nueva forma de entender y explicar la autori-
concluir que se trata del más desarrollado de todos los intentos de aplicar el dad real sobre las materias eclesiásticas. Hijo del jansenismo (Miguélez),
Regalismo al gobierno de la Iglesia indiana. La Junta discutió a fondo tanto estrechamente emparentado con el galicanismo y luego con el Racionalismo
los principios doctrinales del Patronato, el Vicariato y el Regalismo, como y el pensamiento de la Ilustración, el regalismo indiano no alcanzó nunca
sus aplicaciones prácticas en Indias; repasó cuidadosamente tanto toda la los niveles prácticos que en la teoría propugnaron sus defensores y expósito-
96 P.I. Cuestiones globales C.6. El regalismo indiano 97
res. Rivadeneyra analizó con brillantez su naturaleza en u n famoso libro, su 1962), 567-580; ID., «Notas para el estudio del regalismo español en el siglo XVIII»:
Manual Compendio de el Regio Patronato Indiano, p e r o c u a n d o quiso pasar d e Anuario de Estudios Americanos 31 (Sevilla, 1974), 409-444; ID., «LOS precedentes del
la teoría a la práctica, c o m o asistente real en el IV Concilio Mexicano, regalismo borbónico según Menéndez Pelayo»: Estudios Americanos 14 (Sevilla, 1957),
33-39; ID., «Reforma de la inmunidad personal del clero en Indias bajo Carlos IV»:
solamente logró c o l a b o r a r en u n a o b r a inútil y sin futuro. Y C a m p o m a n e s Anuario de Historia del Derecho Español 30 (Madrid, 1960), 553-616; ID., voz «Regalis-
sobresalió, en su Tratado de la Regalía de Amortización o e n su Juicio imparcial mo»: Diccionario de Historia Eclesiástica de España 3 (Madrid, 1973); ID., El regalismo
sobre el Monitorio de Parma, c o m o formidable teórico de las nuevas opiniones, borbónico en su proyección indiana (Madrid, 1963); J. MANZANO, «El Nuevo Código de
p e r o su contribución a la redacción del Tomo Regio n o logró c o n d u c i r a b u e n las Leyes de Indias (Proyecto de Juan Crisóstomo de Ansótegui)»: Revista de Ciencias
lurídicasy Sociales 73-4 (Madrid, 1936), 5-82; J. LÓPEZ ORTIZ, El regalismo indiano en
p u e r t o el p r o y e c t o de involucrar a la Iglesia indiana en su p r o p i a r e f o r m a de el Gobierno Eclesiástico-Pacífico de don fray Gaspar de Villarroel (Madrid, 1947);
u n a m a n e r a suficientemente eficaz. I. MARTÍN MARTÍNEZ, Figura y pensamiento del cardenal Belluga a través de su -Memorial
Los reyes vigilaron siempre con e x t r a o r d i n a r i o celo q u e se respetasen antirregalista a Felipe V» (Murcia, 1960); ID., Fundamentos doctrinales e históricos de la
sus d e r e c h o s patronales; el 14 d e j u l i o d e 1765 Carlos I I I se a u t o p r o c l a m ó posición antirregalista del cardenal Belluga (Murcia, 1960); M. MENÉNDEZ PEÍ AYO, His-
toria de los heterodoxos españoles 5 (Santander, 1947); M. MIGUÉI.EZ, Jansenismo y rega-
«vicario y delegado de la Silla Apostólica», a s e g u r a n d o q u e «compete a mi lismo en España (Valladolid, 1985);F. MORALES PADRÓN, Historia de España, 14: Améri-
real potestad intervenir en t o d o lo c o n c e r n i e n t e al g o b i e r n o espiritual d e las ca Hispana hasta la creación de las nuevas naciones (Madrid, 1986); A. MURO OREJÓN,
Indias, con tanta amplitud, q u e n o sólo m e está concedida p o r la Santa Sede «Leyes del Nuevo Código vigentes en América»: Revista de Indias 1 (Madrid, 1944),
sus veces en lo e c o n ó m i c o de las d e p e n d e n c i a s y cosas eclesiásticas, sino 443-472; ID., «El Nuevo Código de las Leyes de Indias»: Revista de Ciencias Jurídicas y
Sociales 12-16 (Madrid, 1929-1935); V. RODRÍGUEZ CASADO, «Iglesia y Estado en el
también en lo jurisdiccional y contencioso, reservándose sólo la potestad d e reinado de Carlos III»: Estudios Americanos 1 (Sevilla, 1948), 5-57; J. SARRAILH, La
o r d e n , d e q u e n o son capaces los seculares». trise religieuse en Espagne á la fin du XVlll' siecle (Oxford, 1951); ID., L'Espagne éclairée
Un texto precioso, p e r o vicarial y n o regalista, c o m o su p r o p i a lectura de la seconde moitié du XVIII' siecle (París, 1954).
evidencia. Y si bien las regalías a p a r e c e r á n con frecuencia n o m b r a d a s j u n t o
al p a t r o n a t o y el vicariato en textos legales d e la época, lo h a r á n f o r m a n d o
u n t o d o las tres instituciones, y sin u n a v e r d a d e r a voluntad real d e i n t e r r u m -
pir la jurisdicción pontificia e i m p e d i r su proyección e n Indias.

NOTA BIBLIOGRÁFICA

La bibliografía que sigue completa la ofrecida en el capítulo sobre el Patronato


Regio, añadiendo algunos títulos específicos sobre el Regalismo, así como las obras
de consulta citadas en el texto.

Obras clásicas
A. DE CASTEJÓN, voz «Regalía», en Alphabetum iuridicum (Madrid, 1678);
J. FEBRONIUS, De statu Ecclesiae (Bullioni, 1768); MARSILIO DE PADUA, Defensorpacis, ed.
Scholz (Hannover, 1932-1933); F. DE RÁBAGO, Correspondencia reservada e inédita, ed.
Pérez Bustamante (Madrid, s. f.); Z. B. VAN ESPEN, IUS ecclesiasticum universum (Ma-
drid, 1791).

Estudios modernos
Q. ALDEA, Iglesia y Estado en la España del siglo xvn (Comillas, 1961); S. ALONSO, •
El pensamiento regalista de Francisco Salgado de Somoza (Salamanca, 1973);
J. L. COMELLAS, Historia de España Moderna y Contemporánea (Madrid, 1974);
A. DOMÍNGUEZ ORTIZ, La sociedad española en el siglo xvui (Madrid, 1956); M. GIMÉ-
NEZ FERNÁNDEZ, El Concilio IV Provincial Mexicano (Sevilla, 1939); ID., «Las Regalías
Mayestáticas en el derecho canónico indiano»: Anuario de Estudios Americanos 6 (Sevi-
lla, 1949), 799-812; A. J. GONZÁLEZ DE ZUMÁRRAGA, Problemas del Patronato indiano a
través del «Gobierno Eclesiástico» de fray Gaspar de Villarroel (Vitoria, 1961).
A. DE LA HERA, «Evolución de las doctrinas sobre las relaciones entre la Iglesia y
el poder temporal», en Derecho Canónico (Pamplona, 1975); ID., «La Junta para la
corrección de las Leyes de Indias»: Anuario de Historia del Derecho Español 32 (Madrid,
CAPÍTULO 7

LA ECONOMÍA DE LA IGLESIA AMERICANA

P o r RONALD ESCOBEDO MANSILLA

La Iglesia, por su origen, naturaleza y fines, es una institución sobrena-


tural, pero, por estar compuesta de hombres y dirigida a los hombres,
necesita de medios materiales para su sostenimiento y el cumplimiento de
sus fines. Historiográficamente constituye así un interesante objeto de estu-
dio, pero mucho más cuando, como ocurre con la Iglesia en Indias, la labor
misional incorpora todo un continente a la Cristiandad y casi todas las tareas
educativas y asistenciales están en sus manos, asumiendo así la responsabili-
dad que compete en primer lugar a la sociedad y después, por el principio de
subsidiariedad, al Estado.
El objeto de estudio cobra mayor interés por las especiales relaciones de
la Corona con la Iglesia en América, derivadas del Real Patronato y de la
donación pontificia de los diezmos. Mientras se mantuvo una perfecta sinto-
nía en la consecución de los fines espirituales, estas relaciones, pese a la
pérdida de autonomía de las autoridades eclesiásticas, fueron benéficas para
la Iglesia, el Estado y la sociedad, pero posteriormente, sobre todo a partir
del siglo xvni, las virtualidades regalistas de tales relaciones fueron utiliza-
das por la monarquía para, es justo decirlo, sin olvidar del todo sus compro-
misos con la Iglesia, intentar una instrumentalización y buscar afanosamente
mayores beneficios económicos.

I. LOS DIEZMOS

A) La concesión
El 16 de noviembre de 1501, por la bula Eximiae devotionis sinceritas del
papa Alejandro VI, se concedió a los Reyes Católicos la percepción de los
diezmos de todas las islas y provincias indianas. Es oportuno destacar que
este hecho coincide con el momento en que comienza a declinar la figura del
descubridor y virrey de las Indias, don Cristóbal Colón, quien, con su
personalidad y las amplísimas prerrogativas de las capitulaciones de Santa
Fe, había dominado los primeros años de la colonización, y con el momento
en que la Corona decide tomar directamente las riendas políticas de aquellos
nuevos y todavía misteriosos territorios, para instaurar definitivamente el
100 P.I. Cuestiones globales C. 7. La economía de la Iglesia americana 101
aparato estatal castellano en Indias, como efectivamente se hizo con la universal, sino un acuerdo marco, como se diría ahora, un modelo que tenía
llegada del primer gobernador, Nicolás de Ovando, a la isla de la Española. que actualizarse siempre y en cada caso en la erección de nuevas diócesis. El
La cesión decimal del papa Alejandro VI se hacía, como se expresa en acuerdo sobre la división de los diezmos que se estableció con la erección de
la bula, en consideración a la fidelidad católica de los reyes y a su decidido la diócesis de México se constituyó en el modelo y en el punto de referencia
empeño de extender la fe entre los nuevos gentiles. La contrapartida funda- obligado. La Recopilación de 1681, que recoge esta fórmula, consagra legal-
mental de la cesión era que los monarcas españoles se comprometían a dotar mente una práctica generalizada.
con bienes del Estado las iglesias que se erigiesen y a mantener dignamente
a los prelados y demás pastores, lo mismo que el culto divino. B) La distribución decimal
Es interesante anotar, aunque sin ánimo de introducirnos en una discu-
La división que se estableció -salvo algunas particularidades locales, en
sión jurídica, que la bula de concesión diezmal es anterior a la Universalis
la mayor parte de los casos sin mayor relevancia- fue la siguiente. Se dividió
Ecclesiae, del 28 de julio de 1508, por la que se otorgó a los monarcas
la masa decimal en dos mitades; de la primera correspondía la mitad al
. castellanos el Patronato indiano. En consecuencia, el origen de la cesión de
ordinario y la otra al cabildo catedralicio. De la segunda mitad se hacía una
los diezmos no arranca de los derechos patronales, pero también es cierto
nueva división en nueve partes, que se distribuían de la siguiente forma: dos
que, en la práctica, uno y otro derecho forman una unidad y se confunden.
novenos para el rey -para la Real Hacienda—, cuatro novenos para los
En 1504, a petición de los reyes, el papa Julio II creó las tres primeras párrocos -beneficíales- y uno y medio, respectivamente, para hospitales y
diócesis americanas, con una iglesia metropolitana y dos sufragáneas, a la fábricas de iglesias. Esta complicada, aunque no difícil, distribución de los
vez que se nombraban los respectivos titulares. La erección efectiva de las fondos ha llevado a algún error de bulto. Quizá se pueda visualizar mejor si
iglesias americanas tardaría, sin embargo, una década más. Al rey Fernando trasladamos la distribución a sus valores porcentuales.
-acababa de morir Isabel- no le agradaron en absoluto los términos de la
bula, en primer lugar porque la creación diocesana no se basaba en el %
derecho patronal, que aspiraba a conseguir para las Indias, y por el trata-
miento de la cuestión diezmal. Mientras sus embajadores trabajaban activa- Obispos 25
mente para conseguir una y otra cosa, no se hicieron efectivos los nombra- Cabildo 25
Rey 11,11
mientos episcopales y el rey siguió legislando y disponiendo de los diezmos, Beneficíales 22,22
construyendo iglesias y sosteniendo al clero. Fábrica de iglesias 8,33
Superadas en lo fundamental las dos cuestiones principales, se decidió Hospitales 8,33
proceder a la erección de las iglesias, pero antes, a petición del rey y de los Este es, insisto, el reparto habitual, pero en los documentos de creación
obispos electos, se efectuó una reforma de la nonnata organización eclesiás- de las diócesis podían pactarse algunas variantes, como las que recoge Du-
tica. Las tres primeras diócesis se asentaban en la isla de la Española; ahora, browsky, en algunos casos sumamente peculiares; por ejemplo, el de Córdo-
para dar respuesta a la expansión de la colonización y a su dotación econó- ba de Tucumán, en el que la Corona se reserva sólo dos veintisieteavos del
mica, se creaban sedes en las otras islas y se suprimía la archidiócesis para total -alrededor del 7,40 por 100-, o el de Buenos Aires, en el que la
pasar a depender de la de Sevilla. En efecto, una de las razones principales Corona se asigna dos tercios de las primicias -relativamente importantes en
para proceder a esta reestructuración era la dotación diezmal, exigua en sí, la zona por su producción ganadera- y nada de los diezmos, que, dicho sea
dadas las condiciones económicas de las islas, y más aún después de que la de paso, como señala el propio Dubrowsky, fueron escasos durante los siglos
Corona consiguiera exonerar definitivamente de los diezmos a la produc- XVI y xvii por la pobreza de la región y la resistencia de sus habitantes.
ción de metales preciosos y a las perlas. Sobre estas cargas, sin romper la división porcentual, se impusieron
Las principales características que tendrían en adelante los diezmos en nuevas obligaciones sobre la recaudación decimal, muy parecidas a los situa-
Indias se definen de alguna manera en la llamada Concordia de Burgos, dos que gravaban otros ingresos fiscales. Por ejemplo, sostenimiento de
pactada entre los reyes, los obispos electos y el poderoso administrador de seminarios y universidades, cuotas para el Patriarcado de Indias y los carde-
los asuntos indianos, el obispo de Palencia Juan Rodríguez de Fonseca. En nales romanos, etc. En algún caso concreto, como en las diócesis de Gua-
el documento, firmado por Fernando y su hija Juana el 8 de mayo de 1512, manga o Trujillo, en el Perú, antes de proceder al reparto decimal se
se realiza la redonación de los diezmos - q u e la Santa Sede había concedido separaban doscientos cincuenta pesos para el mayordomo, administrador de
a los monarcas- a los nuevos obispos y se determina de forma expresa el los diezmos en las respectivas diócesis.
destino de los fondos: «Los cuales diezmos es voluntad de sus altezas que se La modificación más importante de carácter general en la distribución
partan por los dichos obispos, iglesias, clerecía, fábricas y hospitales y otras decimal se dio al final del período español, dentro de un ambiente de crisis
cosas que adelante irán especificadas». fiscal generalizada y consecuente avidez recaudatoria de la Monarquía, que
Es conveniente señalar que éste no era, sin embargo, un compromiso estudiaremos más adelante. Me refiero a la práctica duplicación de la partici-
102 P.I. Cuestiones globales C. 7. La economía de la Iglesia americana 103
pación real en el producto de los diezmos. En efecto, en 1804, amparándose
lejos de sospechar las enormes posibilidades de la minería argentífera del
en un breve del papa Pío VII, que le concedía algunas gracias sobre las
continente. Otras exclusiones de menor entidad son las que gozaban los
rentas eclesiásticas, en consideración de las circunstancias bélicas y fiscales, materiales de construcción como la cal, ladrillos y tejas, o el producto de la
y «... usando de la suprema autoridad que me corresponde en los diezmos de caza y de la pesca.
las Iglesias de aquellos Dominios, mando que, sin alterar en nada el método
En definitiva, el diezmo en Indias quedó reducido a la producción
que, conforme a las leyes, está establecido para su cobranza y distribución,
agropecuaria, que, en principio y como se desprende del nombre, afecta a
se deduzca en cada Obispado un noveno de todo el valor de su gruesa antes
una décima parte de la producción, a la que habría que añadir las primicias,
de tocar en ella para la deducción de la casa excusada y demás divisiones y
es decir, los primeros frutos de la tierra o de los ganados. Pero este porcen-
aplicaciones que se harán después en el sobrante que resulte, y debiendo
taje es sólo orientativo, pues en cada diócesis se establecen tablas regulado-
dicho noveno entrar en la Caja de Consolidación».
ras para los diferentes productos, que se aproximan a esa proporción,
El nuevo noveno decimal se establecía, pues, sobre toda la recaudación, y aunque generalmente no la sobrepasan. Los pagos debían hacerse en espe-
no como los dos novenos tradicionales, que eran sobre la mitad. La partici- cies y no en dinero. Disposición taxativa que impidió encontrar una solución
pación de la Hacienda Real, en consecuencia, se duplicaba, y teniendo en sencilla para la contribución de algunos productos difíciles, como la caña de
cuenta además que era sobre la masa bruta, antes de cualquier descuento, la azúcar. En Canarias ya se había planteado el problema y en Indias se le dio
participación del rey, a partir de este momento, debió de afectar a no menos la misma solución: los productores debían contribuir en azúcar refinado y
de la cuarta parte de los ingresos decimales. no en su materia prima, como pretendían los agricultores.
C) Qué debía diezmar
D) Quiénes debían diezmar
Los diezmos, de raigambre bíblica, comienzan a adquirir formas jurídi-
Partiendo de los mismos principios que establecíamos en el epígrafe
cas en el derecho positivo de la Iglesia desde el siglo vi como un impuesto o
anterior, los sujetos de la contribución son todos los bautizados que se
tributo que obliga a todos los fieles cristianos a contribuir al sostenimiento
dediquen a las actividades afectadas por el impuesto. Aunque no afecte
del culto y de sus ministros con una décima parte de los frutos o ganancias
directamente a Indias, es interesante anotar el concepto de diezmo real, es
lícitamente adquiridos. Los usos y costumbres imperantes en Castilla a fina-
decir, el que se establece en función de la cosa y no de la persona, por el que
les del siglo XV y comienzos del XVI son los que determinan la implantación
en Castilla se obligaba a tributar a los judíos. En América no existió teórica-
y desarrollo inicial de los diezmos en Indias.
mente este problema, pero sí el de que muchos sectores sociales intentaron
Los diezmos podían ser de dos clases: prediales -los procedentes de los
escabullirse de esta obligación, como los encomenderos y los miembros de
frutos de la tierra- y personales -los que se originaban en las rentas labora-
las Ordenes militares. Los controvertidos y polémicos casos de los indios y
les-. En el momento de su introducción a Indias los diezmos personales
de las Ordenes religiosas merecen que les dediquemos, poco más adelante,
habían caído ya en desuso: el gravamen no supo adaptarse a las nuevas
un tratamiento más detenido.
formas económicas, producto del desarrollo capitalista; de tal forma que los
sectores más rentables quedaron exceptuados, en contra de los tradiciona- Las pretensiones de los caballeros de las Ordenes militares han sido
les, que habían perdido su importancia económica anterior. En efecto, estudiadas por Guillermo Lohmann. El caso más sonado y el que de alguna
diezmos personales y rediezmos quedaron expresamente prohibidos. Esta forma inicia la polémica es el del primer virrey novohispano, don Antonio de
última prohibición, la de los rediezmos, pretendía confirmar el principio de Mendoza, quien se negó a pagar diezmos con la excusa de su condición de
que un mismo producto no debía tributar dos veces o, dicho de otra manera, caballero de Santiago. La reacción de la Corona fue inmediata. En 1554 le
se dejaban excluidos los productos industriales o manufacturados. Sin em- ordenó no sólo contribuir normalmente como cualquier otro subdito, sino
bargo, la costumbre medieval estaba todavía muy cercana, de tal forma que además abonar los diezmos atrasados. La excusa del virrey tenía, sin embar-
el obispo Valverde -«el frayle de Cajamarca»- intentó cobrar diezmos perso- go, una base cierta: desde 1175 la Orden estaba autorizada a recibir los
nales a sus feligreses, quienes protestaron enérgicamente ante el rey, que diezmos de sus miembros.
reiteró la orden de que no se cobrara este tipo de tributo eclesiástico. Estos consiguieron en 1551 una provisión real por la que los caballeros
residentes en Indias diezmaran a favor del convento de Santiago de la
Desde los primeros momentos también quedaron excluidos de los diez- Espada, en Sevilla. La ambigüedad de la disposición podía interpretarse, y
mos los productos de las minas y de las pesquerías de perlas - q u e podían así lo hicieron los caballeros indianos, como dispensa de hacerlo en sus
considerarse frutos de la tierra-. Esta pretensión real fue concedida expre- respectivas diócesis. Desde ambos virreinatos las autoridades eclesiásticas
samente por la Santa Sede en 1510 y estipulada definitivamente en la Con- protestaron. En Nueva España, además, como una determinación colectiva
cordia de Burgos. No cabe duda de que con ello se quitaba a la Iglesia en de los obispos reunidos en el primer concilio mexicano. La respuesta del rey
América el rubro más sustancioso y el sector en el que la Corona tenía - e n 1558 para Nueva España y al año siguiente para el P e r ú - fue inequívo-
puestas sus esperanzas económicas y fiscales, y eso que todavía se estaba ca: recordando el precedente de don Antonio de Mendoza, se reiteraba la
104 P.I. Cuestiones globales
C. 7. La economía de la Iglesia americana 105
orden de que los caballeros de las Ordenes militares diezmaran en Indias.
Pese a que la voluntad real había quedado suficientemente clara, los Sandoval acordó lo contrario, la Corona estaba decidida a una clara imposi-
ción: la Real Cédula de 1544 mandaba pagar el diezmo de ganados, trigo y
pleitos entre los caballeros y las autoridades diocesanas continuaron por seda, con tal de que para cobrarlos se pongan arrendadores».
mucho tiempo, obligando a reiterar frecuentemente la orden de que vestir
los hábitos de tales Ordenes -Santiago, Alcántara, Calatrava, Montesa- no Por una cédula de 1555, ante las airadas protestas de las Ordenes
les daba ningún privilegio en este terreno. religiosas, el rey desautorizó el intento del episcopado novohispano de
extender la cobranza del diezmo a los naturales. Dos años después se reiteró
E) El indio y el diezmo la orden de exoneración y en el mismo sentido se escribió a la Audiencia de
Lima.
Los indios americanos, en general, fueron exceptuados de la obligación Todo esto no significa, por supuesto, que la polémica remita, pero poco
de diezmar. Una afirmación tajante y cierta, pero que necesita de muchas a poco las iglesias diocesanas se dan cuenta de que tienen la batalla perdida.
precisiones y matizaciones para comprender o intentar aproximarse a su En el segundo concilio mexicano, por ejemplo, en 1565, se admite ya la
verdadero alcance. exclusión de los indios del régimen decimal «excepto de las tres cosas que están
La cuestión fue ampliamente debatida en la época. Por una parte esta- mandadas pagar por la Ejecutoria Real», es decir, el ganado, el trigo y la seda,
ban los religiosos, quienes se mostraron siempre reacios a que los indios en consideración de que son productos de Castilla. Aquí nos encontramos
diezmaran, basando principalmente su argumentación en que los naturales precisamente ante una de esas matizaciones importantes a las que antes nos
eran nuevos en la fe y en que ya pagaban otras cargas al Estado, como los referíamos. La disposición se dictó por primera vez a la Audiencia de México
tributos, de los que estaban exonerados en Indias todos los españoles, y, en 1543 y se reiteró un año después en la Ejecutoria citada por Castañeda y
sobre todo, en que los indígenas no debían entender, ni remotamente, que que menciona el concilio. Entre octubre de 1549 y junio de 1557, como dice
su condición de cristianos comportaba una nueva carga económica. En el Dubrowsky, se hizo extensiva a los restantes territorios indianos.
otro lado estaban los obispos y el clero secular -apoyados muchas veces por Aunque no tengo la referencia legal exacta, en algunas regiones novo-
las autoridades locales-, quienes opinaban que los indios, como los demás hispanas debió de introducirse bastante pronto el llamado diezmo de conmuta-
cristianos, estaban obligados a pagar los diezmos para no hacer acepción de ción, es decir, el pago de cuatro reales y medio por cabeza, que liberaba a los
personas, sobre todo cuando, con el tiempo, iban dejando de ser nuevos en indios de cualquier otra carga en esta materia. De esta forma, cuando a
la fe; el que contribuyeran -decían- permitiría establecer un ordenamiento comienzos del siglo xix se intentó cobrar a los indios del obispado de Oaxaca
diocesano más funcional y eficaz, como en cualquier otro país católico. diezmos por los productos de las tierras alquiladas a españoles, por cédula
La argumentación de unos y otros es abundante, con razones pastorales, de 1808 se recordó que, por «costumbre inmemorial», con el diezmo de
jurídicas, históricas, económicas, y el lector de tales informes se siente conmutación se eximía a los naturales de cualquier otra contribución de-
confuso, como debieron de sentirse las autoridades que tuvieron que tomar cimal.
una decisión. Unos y otros tienen razón desde sus respectivos puntos de En el virreinato peruano la polémica fue igualmente dura. Pero las
vista. soluciones -quizá por contarse con la experiencia novohispana- fueron más
Esta confusión es la que, creo, explica la acción vacilante de la Corona en claras y lineales.
los primeros momentos, para tomar después una actitud más decidida a Ya en los primeros títulos de encomienda entregados por el gobernador
favor de exonerar a los indios de la renta decimal, aunque adoptando una don Francisco Pizarro se especificaban con claridad las obligaciones del
serie de medidas correctoras. encomendero para con el doctrinero, al tasarse los salarios y alimentos que
debía recibir, «... en tanto que no hay diezmos de que el dicho clérigo o
«Al principio los indios no diezmaban -nos dice Castañeda, que es quien religioso se pueda sustentar». Los obispos reunidos en el segundo concilio
mejor ha estudiado la cuestión inicial en la Nueva España-. Así lo reglamenta- límense (1567) reconocen su derrota en el intento de introducir a los indios
ba una Real Cédula fechada en Monzón el 2-VIII-1533; los indios no pagarían en el régimen decimal y aceptan esta fórmula para el sostenimiento de los
diezmos por ser nuevos en la fe, pero permitía a cambio tomar la cuarta parte
de los tributos que pagaban al Rey o al encomendero. Sólo unos meses más doctrineros; sólo piden que se les pague antes que a los encomenderos. En
tarde otra Real Cédula exponía abiertamente la conveniencia de que pagaran la Tasa General del virrey Toledo - q u e reglamentó definitivamente en Perú
los diezmos como en Castilla, a no ser que los inconvenientes fueran muy la cuestión tributaria- se separó una parte de los tributos -ya fueran de
graves. En las instrucciones al Virrey Mendoza se insiste en la necesidad de encomenderos o del rey- para la paga de corregidores, protectores de
hallar el medio adecuado para que los naturales paguen los diezmos eclesiásti- indios, curacas... y, lo que ahora interesa destacar, de los doctrineros.
cos "que según la ley divina y humana son obligados a pagar". Poco después,
el Obispo de Tlaxcala pidió los diezmos del pastel, azafrán y seda, y el virrey En algunas tasas, como la del repartimiento de Papres, en la provincia de
informó que lo debía "tomar por sí y un capítulo de la Instrucción". Una clara Huamanga, se especifica el reparto: para el encomendero, 529 pesos, 110
obligación, aunque limitada por el tiempo, se les impuso en 1538 [por dos piezas de ropa, 90 fanegas de maíz y 72 de papas; para los justicias, 100
años, los diezmos del pan y semillas] y aunque la Junta reunida con Tello de
pesos; para los caciques, 100 pesos; para el sínodo del doctrinero, 435 pesos,
106 P.I. Cuestiones globales C. 7. La economía de la Iglesia americana 107
y 30 más para la fábrica de la iglesia. Esta última aportación, unida a las de fallado favorablemente en 1597 por la Audiencia de los Reyes, no-logró la
las cofradías que se formaban en estas parroquias indígenas, sirvió para, confirmación del Consejo de Indias hasta 1655. En adelante los indios
como dice Lorenzo Huertas, dar realce a los templos de las zonas rurales y debían pagar un «diezmo» en razón de veinte a uno -la mitad del general, un
no solamente a los de las ciudades. 5 por 100- de todos los frutos que recogieren, pero en compensación se les
En este relato es importante no perder de vista una de las cuestiones liberaba de todas las otras contribuciones anejas; es decir, por una parte,
claves: que lo que s"e ventila es el sostenimiento económico de una buena debía descontárseles de la tasa del tributo lo correspondiente al doctrinero,
parte, si no de la mayoría, de sacerdotes con cura de almas, las de indios el tomín del hospital y el medio para la fábrica de la iglesia, y, por otra, del
cristianizados, que stricto sensu no puede considerarse ya labor misional y que diezmo de los frutos de Castilla, cuya recaudación debió de dar lugar a
componen la mayor parte de la población americana. equívocos y maltratos por parte de los diezmeros. La resolución del Consejo
De esta manera, en el núcleo de la polémica sobre la incorporación de no se puso en práctica hasta una década después. Los oidores de la Audien-
los indios al régimen general de los diezmos - q u e continuó con la misma cia, en funciones de gobierno por la muerte del virrey conde de Santisteban,
fuerza, aunque más espaciadamente, en las dos siguientes centurias- nos que ejecutaron la medida, expresan sus dudas: «Sobre si esto ha de ceder en
encontramos siempre dos grandes cuestiones de fondo. Una, estrictamente utilidad de los indios o engaño suyo, hay diferentes dictámenes; lo mostrará
económica: la insuficiencia de la recaudación decimal para mantener la el tiempo».
administración diocesana, hasta tal punto que es uno de los frenos para la
creación de nuevas diócesis. La de Arequipa, por ejemplo, creada por pri- F) El diezmo y las Ordenes religiosas
mera vez en 1577, tuvo que esperar hasta 1609 para su definitiva erección Poco más adelante trataremos del sostenimiento económico de las Orde-
por la oposición del obispado del Cuzco, del que se desmembraba. La otra nes religiosas y de sus obras apostólicas, pero ahora al tratar de los diezmos
cuestión es la pugna entre los dos cleros, en este caso por la ocupación de las es necesario adelantar ya algunos conceptos.
doctrinas de los indios. La paulatina incorporación de los curatos al clero
secular -la conocida como secularización de doctrinas-, que se acelera en el «Las Ordenes religiosas en América -nos dice Castañeda- al principio no
siglo XVIII, no comportó, sin embargo, ningún cambio resaltable en orden a tuvieron propiedades, "se fundaron en toda pobreza y así perseveraron por
la incorporación del indio a la administración general del diezmo. mucho tiempo". Pero, "de poco tiempo a esta parte", los dominicos y agusti-
nos comenzaron a adquirir bienes raíces e introdujeron diversas granjerias. Así
La única vez, que sepa yo, que se trató de modificar seriamente el escribía Su Majestad a la Audiencia del Perú. Era un hecho. Las constituciones
régimen decimal fue en la famosa Junta Magna de 1568, reforma que se tridentinas permitieron poseer en común a todos los religiosos —excepto a los
incluyó en las instrucciones secretas entregadas al virrey Toledo para que si, franciscanos- y, al aumentar el número de conventos y sus obligaciones apos-
llegado el caso, lo viera posible y conveniente, lo introdujera en el Perú. En tólicas, comenzaron a aceptar mandas y herencias y a tener bienes propios y
efecto, se sugería la conveniencia de introducir a los indios en el régimen otras granjerias. Una legislación abiertamente protectora los amparaba y el
fuerte sentimiento religioso de aquellas comunidades cristianas contribuía a
general para solucionar los problemas económicos de las iglesias diocesanas, que fuese realidad».
pero esta reforma comportaba una nueva distribución decimal que mirara a
la asistencia económica de los doctrineros. Las Ordenes tradicionales habían adquirido desde los siglos medievales
La masa decimal se dividía en tres partes: la primera, para el sustento del privilegios pontificios que las exoneraban de los diezmos. La Compañía de
obispo, del cabildo y demás beneficiados; la segunda, para «las iglesias, curas Jesús consiguió en el transcurso del siglo XVI los mismos derechos, expresa-
y beneficiados»; la tercera, de la que se pagaría la fábrica de iglesias y los dos dos aún con más fuerza y claridad. Tal derecho parecía, pues, incontroverti-
novenos a la Corona, pero ahora no de la mitad, sino del total de la masa; es ble. Las autoridades diocesanas reaccionaron de inmediato ante esta prácti-
decir, la Real Hacienda percibiría el doble, pero con compromiso de «soco- ca que atacaba directamente la economía de las iglesias locales, y mucho más
rrer a las obras pías de que hubiere necesidad, con tanto que quede congrua a partir de las últimas décadas del siglo XVI, en que las adquisiciones, por una
sustentación a las iglesias y a sus ministros». u otra vía, comienzan a aumentar de forma vertiginosa, detrayendo muchas
El proyecto, es ocioso advertirlo, no se llevó a la práctica, pero nos veces propiedades de españoles que hasta ese momento habían contribuido
muestra cuál era el pensamiento de los consejeros y su temor a las protestas con regularidad al sostenimiento de las iglesias diocesanas.
de los religiosos, expresado en el mismo documento, que les lleva a adoptar Las protestas de los obispos ante el Consejo de Indias y la Santa Sede,
la actitud de secreto y a recomendar al virrey que actúe con cautela. El amparadas en argumentos históricos y jurídicos que se remontaban a las
Código Ovandino recogía poco más tarde muchas de las conclusiones de la Siete Partidas, se alargan en juicios interminables, sin conseguir resultados
Junta Magna. positivos. La actitud de los consejeros hasta 1624 es dubitativa. Parece estar
También en el arzobispado de Lima los indios consiguieron un régimen en su ánimo el peso de los privilegios pontificios, pero ese año la actitud
tan excepcional como el diezmo de conmutación novohispano. En efecto, oficial cambia radicalmente, para hacer causa común con los obispos y las
desde finales del siglo XVI habían suscitado un contencioso que, aunque iglesias diocesanas. Se había encontrado, por fin, un argumento jurídico tan
108 P.I. Cuestiones globales ('.. 7. La economía de la Iglesia americana 109

poderoso como el que esgrimían los religiosos, es decir, considerar los buena fe del rey. No pudo estar, dice Carlos III, en el «ánimo del Rey mi
diezmos más como una regalía que como un impuesto eclesiástico, basándo- hermano conceder una gracia o privilegio tan exorbitante en perjuicio no
se precisamente en la Eximiae devotionis, que cedió los diezmos a la monar- sólo del Real Patrimonio, sino también de las Iglesias, Hospitales y Casas
quía con la obligación de mantener a la Iglesia y a sus ministros. Las conse- piadosas, y demás partícipes de los Diezmos». Por otra, el peligro del agravio
cuencias de este cambio de orientación eran, pues, elementales: por una comparativo para las demás Ordenes religiosas que con toda razón y méri-
parte, los privilegios pontificios perdían su peso argumentativo y, por otra, tos, se dice, querrán gozar de los mismos privilegios. En adelante, aunque
resultaba injusto con el Fisco Real retraerle los medios para cumplir con sus prácticamente no hubo tiempo para ello al decretarse poco después la
deberes económicos. expulsión, la Compañía debía pagar los diezmos por el régimen general del
La sentencia, aunque tardó todavía algunos años -se dictó el 20 de diez a uno.
febrero de 1655-, no podía ser de otra manera: las Ordenes religiosas
fueron condenadas a pagar «todos los diezmos que se adeudasen de sus G) La administración decimal
haciendas y bienes diezmables y los adeudados desde la contestación de la En la administración de los diezmos se puede establecer un principio
demanda». Ante el recurso de las religiones, dos años después, el 16 de junio general que, como ocurre con muchos otros aspectos de la cuestión diezmal,
de 1657, se modificó la sentencia en su parte más drástica, la que les admite todo tipo de excepciones y matizaciones: cuando la recaudación de
obligaba a pagar los retrasos. En adelante estarían obligados a pagar los los diezmos cubre las necesidades de una iglesia diocesana, éstos son admi-
diezmos desde la fecha de la sentencia de revista. nistrados por los propios eclesiásticos; en caso contrario, cuando el fisco
Todas las Ordenes religiosas se avinieron al cumplimiento de la disposi- tiene que cubrir, por insuficiencia de la recaudación, los salarios de los
ción judicial menos la Compañía de Jesús, que el 3 de julio de ese mismo año clérigos y obispos y las otras necesidades eclesiales, se administran por los
interpuso recurso de segunda suplicación, que le fue admitido. El juicio, oficiales reales.
removido ocasionalmente, se aletargó en el Consejo de Indias cerca de un La norma general que recoge la Recopilación de 1681 para establecer
siglo, durante el cual los bienes raíces de la Compañía continuaron, en una u otra administración es la dotación suficiente de la catedral, aunque sin
general, sin pagar los diezmos. En 1748 el Procurador General de la Compa- fijar una cantidad. Pero tenemos, por otra parte, un criterio - q u e se repite
ñía en Indias presentó ante el rey Fernando VI la propuesta de una solución frecuentemente en la legislación- que nos puede servir para este objetivo: la
pactada, transaccional, para solucionar «los gravísimos inconvenientes que congrua sustentación del obispo, que, se dice, no debe bajar de los quinien-
ocasionaba la litis pendencia en el dilatado tiempo de casi un siglo que había tos mil maravedís, es decir, los 1.835 pesos de a ocho, lo que -haciendo una
pasado sin terminarse el recurso de segunda suplicación». extrapolación aproximativa- supondría que la recaudación total debía ron-
La transacción, consultada a una Junta particular formada por cuatro dar los 7.340 pesos para que los diezmos fueran directamente administrados
miembros del Consejo de Castilla y aprobada por el Real Decreto de 9 de por la autoridad eclesiástica.
enero de 1750, consistía en que el rey, como «dueño absoluto y único de los Lo normal en los primeros momentos fue la administración de los oficia-
diezmos», daba por concluido definitivamente el pleito y la Compañía de les reales, pero poco a poco la gran mayoría de las diócesis indianas adquirie-
Jesús quedaba obligada a pagar este derecho «de todos los frutos diezmables ron una relativa solvencia y, por lo tanto, su autonomía administrativa.
de las haciendas y bienes que entonces poseía y en lo futuro adquiriese, La mayor parte de las diócesis debieron de alcanzar relativamente pron-
aunque fuesen novales», pero en la proporción de treinta a uno, en lugar del to esa mayoría de edad, como se puede ver, por ejemplo, en esta relación de
diez a uno general que pagaban los particulares y las Ordenes religiosas. El las iglesias peruanas correspondiente a los primeros años del siglo xvil:
privilegio real incluía, además, la posibilidad de que los administradores
Diócesis Diezmos Dos novenos
de las propiedades jesuíticas hicieran el pago con una simple declaración
jurada. Trujillo 39.392 4.376
Pese al «silencio perpetuo» que el Real Decreto imponía a todas las Quito 30.500 3.338
partes, «las Santas Iglesias de Nueva España y algunas del Perú» protestaron Guamanga 14.256 1.584
Cuzco 44.352 4.928
inmediata y enérgicamente por el privilegio concedido. Con el ascenso al Arequipa 24.744 2.749
trono de Carlos III los recursos de los apoderados eclesiásticos americanos La Paz 20.292 2.257
comenzaron a ser escuchados en la corte, donde las simpatías anteriores La Plata 45.094 7.898
habían cambiado muy desfavorablemente para los hijos de San Ignacio. El 4 Santa Cruz 14.820 1.649
de diciembre de 1766 se despachó una cédula por la que se declaraba írrita Tucumán 8.712 968
Paraguay 1.140 160
y sin ningún valor la concesión de Fernando VI.
Los argumentos utilizados para esta retractación son verdaderamente Castañeda, de quien tomamos estos datos cuantitativos, nos ofrece un
fuertes. Se acusa, por una parte, a la Compañía de haber sorprendido la cuadro más completo de la iglesia metropolitana de Los Reyes. En 1620, los
110 P.I. Cuestiones globales C. 7. La economía de la Iglesia americana 111
diezmos rindieron 170.160 pesos de a ocho, de los que, deducidos los 1.714 económicos directos en la recaudación, comenzando por los dos novenos y
de gastos generales -mayordomo, contador, solicitador de pleitos, aboga- otros beneficios que veremos más adelante.
dos, escribanos, etc.—, los 314 de la casa excusada y los 5.059 del 3 por 100 Aunque muchas veces, por la cortedad de los ingresos, la Corona hacía
que correspondía al Seminario, quedaron 163.582 pesos, sobre los que cesión temporal de la parte de los diezmos que les correspondía a las propias
hubo que efectuar la división prevista en la legislación. Al Arzobispo y al iglesias o la gastaba en obras piadosas, mantenía el criterio de que esta parte
Cabildo les correspondieron, respectivamente, 40.895 pesos. De esta últi- debía primero ingresar en las arcas reales. Por lo tanto, fue norma habitual
ma, la cuarta capitular, se pagaron: que a los remates asistieran los representantes del rey (funcionarios reales y
oidores) en las capitales audienciales y los corregidores en las provinciales,
Al deán 2.371 para controlar los intereses reales.
A cada una de las cuatro dignidades 2.055 La reunión de tan heterogéneos personajes fue también otra fuente de
A cada uno de los diez canónigos 1.580
A cada uno de los seis racioneros 1.106 litigios, ahora por cuestiones protocolarias, que sólo se resolverán en la
A cada uno de los seis medio racioneros 553 segunda mitad del siglo XVIII, en consonancia con los principios que inspi-
ran la política de entonces, es decir, el reforzamiento del regalismo y el
Eran cantidades con las que no debían sentirse muy satisfechos. La control más eficaz de los recursos fiscales.
gruesa ciertamente era mucho mayor que en otras diócesis, pero también En 1770 se ordenó, por ejemplo, a los virreyes de Lima y Santa Fe que
había que repartirla entre un número mayor de beneficiados. En 1763 el orden en los remates debía ser el siguiente: primero, el corregidor, segui-
consiguieron éstos una cédula por la que se ordenaba «que de las vacantes do por el juez eclesiástico, y por último los oficiales reales. En caso de
menores se completen al deán 3.200 pesos; a las dignidades, 2.600; a los ausencia, el corregidor debía ser sustituido en la presidencia por un funcio-
canónigos, 2.200; a los racioneros, 1.500, y a los medio racioneros, 800». nario real.
Los novenos y medio de fábricas de iglesias y hospitales sumaron 13.632 En efecto, a lo largo del siglo x v m se incrementaron los intentos de
pesos, respectivamente. De los cuatro novenos beneficiales, que suman intervención real en la administración decimal y, como dice Carmen Purroy,
36.351 pesos, cobraron sus haberes los párrocos, capellanes, sacristanes, durante el reinado de Carlos III se multiplicaron las medidas legislativas al
organistas, pertigueros, canicularios, etc. respecto:
En las diócesis de administración autónoma, generalmente nos encon-
tramos con un núcleo directivo formado por el mayordomo y dos jueces «Se darán disposiciones que afectarán al nombramiento de los contadores
hacedores, nombrados respectivamente por el Prelado y el Cabildo eclesiás- de diezmos y a la administración, arriendo y distribución de los diezmos. Se
intentará cortar todos los abusos que se dieran, señalar el interés de la Corona
tico, que debían estar, entre otras cosas, presentes en los remates y distribu- en los dos reales novenos, excusado, noveno y medio de fábricas y hospitales,
ción de los productos. La recaudación por menor se realizaba por personal cuatro novenos beneficiales, etc., y, finalmente, controlar a todos aquellos que
subalterno, los diezmeros, pero muchas veces se arrendaba a particulares, pudieran actuar en contra de sus intereses».
sistema habitual en la época con otro tipo de rentas, pero aquí el problema
radicaba en que muchos beneficiarios eran clérigos, lo que provocó la pro- En 1772, por una cédula circular dirigida a todas las altas autoridades
testa de los contribuyentes y de los oficiales reales. indianas, se ordenó la formación de juntas especiales, compuestas en las
Esta costumbre se abandonó por disposiciones reales y por la propia capitales audienciales por el prelado, como presidente, un oidor y un fiscal
condena de los concilios americanos, en cuanto que se oponía a los cánones de la Audiencia, y en las sedes provinciales por el prelado, el gobernador y
que prohibían a los eclesiásticos todo tipo de negocios. En este sentido, y su asesor, con el exclusivo fin de averiguar los diezmos, obvenciones y otras
aunque ahora nos refiramos a un aspecto absolutamente legal, una de las rentas que recibían los curas, en orden a regular los sínodos que percibían
mayores dificultades, tanto para los contribuyentes como para los funciona- de las cajas reales. En este mismo sentido se ordenó la convocatoria de
rios reales, era la firmeza e incluso dureza de los administradores eclesiásti- sínodos diocesanos, que pusieran «pronto remedio en los excesos y desórde-
cos, quienes estaban tentados de utilizar con excesiva frecuencia las excomu- nes» en este terreno.
niones reservadas al obispo. Para evitar estos problemas, aunque con escasos En 1772 se crearon en las capitales virreinales contadurías generales de
resultados, se ordenó que los mayordomos fueran seglares. diezmos con el fin de controlar mejor todos los intereses reales en la adminis-
El Estado trató de mantener siempre bajo su control la recaudación y tración de los diezmos. En Lima, por ejemplo, se nombró como contador a
distribución de los diezmos, incluso cuando la administración corría a cargo José Sánchez y se le asignó como colaboradores a dos oficiales amanuenses.
de los propios eclesiásticos, lo que, como fácilmente se puede deducir, El virrey Amat expresa en su Relación de Gobierno su satisfacción por la
provocó multitud de roces y enfrentamientos. Este interés se explica, por lo medida, que permitió - d i c e - poner orden en las cuentas y reactivar la renta
menos, por dos razones. En primer lugar, porque se trataba de reafirmar el en muchas diócesis, cobrándose los derechos reales en «los tiempos y plazos
carácter realengo de la renta, y después porque la Corona tenía intereses prevenidos».
C. 7. La economía de la Iglesia americana • 113
112 P.I. Cuestiones globales
decretó que tales rentas, las vacantes mayores, correspondían a la Corona, en
Dos años después, en 1774, en esta misma línea de actuación, se dio una
virtud de la concesión pontificia de los diezmos. En 1737 se ordenó lo
orden más trascendente y controvertida, al disponerse que en adelante los
mismo para las vacantes menores, es decir, para las que se producían a la
contadores de diezmos de las respectivas diócesis serían nombrados por la
muerte, traslado o renuncia de las dignidades, canónigos y demás beneficia-
Corona y no por los cabildos eclesiásticos. Sus atribuciones y salarios no
rios del cabildo catedralicio.
sufrirían variación, aunque se ordenaba su asistencia obligatoria a los arren-
Ambas rentas eran recaudadas por los funcionarios reales y llevadas en
damientos y distribución de los diezmos. La medida fue muy mal recibida
cuentas aparte como ramos separados de la Real Hacienda. Al menos teórica-
por los eclesiásticos indianos, muy especialmente por la Iglesia Metropolita-
mente, el producto de estos rubros debía emplearse en fines religiosos,
na de México. Y no era para menos, pues de alguna manera recortaba la
como costear los gastos que suponía el envío de misioneros desde la Penínsu-
autonomía administrativa que se había concedido a las diócesis con suficien-
la a América. Además de las pensiones de limosnas y obras pías, desde 1796
tes recursos y suponía, por otra parte, una intromisión en los asuntos inter-
se ordenó que se separara una tercera parte de la renta de ambas vacantes
nos de los obispados. Entre los muchos argumentos de oposición cabe
para el Montepío Militar y después mil pesos para el Montepío de Ministe-
destacar el de que dichos contadores no se ocupaban exclusivamente de
rios, aunque esta última carga la compartía con el fondo de la Pensión de la
asuntos relacionados con la administración decimal, sino de otras muchas y
Orden de Carlos III, para cuyo sustento se gravaron las rentas de los obispos
complejas cuestiones de la economía diocesana. Esta cédula de 1774 es
y prebendados del Cabildo. Al obispado de Caracas le correspondían, por
importante también por una declaración expresa de principios que intenta
ejemplo, 2.100 pesos, distribuidos de la siguiente manera: al obispo, 900
justificar medidas de esta naturaleza contra el estamento eclesiástico: los
pesos; al deán, 140; a las dignidades, 100; a los canónigos, 440 en total; a los
diezmos eran un bien patrimonial de la Corona, al que ésta no había renun-
racioneros y medio racioneros, 120 y 100 pesos respectivamente, también
ciado y que, por lo tanto, podía disponer libremente de ellos, con la sola
en conjunto.
condición de mantener a las iglesias.
En compensación de estos beneficios, el Estado español se mostró siem-
En diciembre de 1776 se ordenó que a los remates de los diezmos
pre generoso con la Iglesia indiana, asumiendo con responsabilidad los
asistiera un contador del Tribunal de Cuentas y el fiscal de la Real Hacienda,
compromisos que había adquirido con la Santa Sede de evangelizar a los
cargo de novísima creación, y cuatro meses después, en abril de 1777, se
naturales y de sostener las necesidades de la Iglesia y sus ministros. Sin poder
culminaba de alguna manera esta paulatina pero decidida intromisión del
hacer un balance exacto, se puede afirmar sin temor a equivocarse que en
Estado en la administración decimal con la creación de una Junta de Diezmos
los dos primeros siglos el sostenimiento de la Iglesia corrió no sólo a cargo
en cada obispado, compuesta por ministros reales y jueces hacedores, que
de los productos decimales, sino también de otros fondos fiscales, pero esta
debía controlar todos los pasos de la administración decimal según el regla-
afirmación creo que no se puede mantener a partir del siglo XVIII, cuando
mento que acompañaba a la cédula, reglamento que regulaba minuciosa-
la avidez recaudatoria del Estado, como hemos visto y tendremos oportuni-
mente la recaudación y distribución y que fue continuado en los años sucesi-
dad de volver sobre ello, apuntó directamente a la Iglesia y al estamento
vos con una abundante legislación que descendía a los más mínimos detalles.
eclesiástico.

H) Beneficios de la Real Hacienda sobre los diezmos


II. EL SÍNODO PARROQUIAL Y LOS ESTIPENDIOS
La redonación de los diezmos a las iglesias diocesanas redujo la partici-
Además de la parte correspondiente de los diezmos, la Iglesia americana
pación directa del Estado, como ya hemos visto, a los dos novenos. Y, como
dispuso de otras dos fuentes de ingresos, que fueron el sínodo y los estipen-
también ya se ha dicho, durante mucho tiempo la mayor parte de estos
dios.
ingresos revirtieron de una u otra manera a las iglesias. En el siglo XVIII la
El sínodo, en cuanto subvención parroquial (para distinguirlo del sínodo
Corona comenzó a engrosar con estas rentas las arcas reales, legislando, por
misional), era la cantidad que la Corona española asignaba a los párrocos de
ejemplo, que debían separarse de la masa decimal antes de cualquier carga
indios o doctrineros, fueran sacerdotes seculares o religiosos, «de los tribu-
o descuento que se hiciera sobre la recaudación total de los diezmos. Esta
tos que dan los indios», porcentaje que Antonio Acosta calcula para el Perú
política fiscal tiene su culminación con la duplicación de los novenos reales.
del siglo XVII entre el 20 y el 25 por 100 de esos tributos.
Desde 1617 comenzó a discutirse sobre la titularidad de las rentas de los
Esta asignación parece haberse establecido a mediados del siglo xvi,
prelados en sede vacante, es decir, desde el momento de la muerte o traslado
pero no fue nunca uniforme.
de un arzobispo u obispo hasta que el nuevo tomaba posesión del cargo o al
Ante la imposibilidad de trazar su proceso de evolución, he aquí dos
menos hasta que fuera confirmado con el fiat pontificio. Tiempo que en
ejemplos de la misma.
Indias generalmente, dadas la lejanía del poder central y las enormes distan-
En el arzobispado de Lima había en 1599 ún total de 237 doctrinas o
cias de sus territorios, tendía a dilatarse por largos períodos. En 1626, por
parroquias de indios, 118 de ellas a cargo de clérigos seculares y 122 al
una real cédula que fue recogida después por la Recopilación de 1681, se
114 P.I. Cuestiones globales C. 7. IM economía de la Iglesia americana 115
cuidado de religiosos. Los primeros percibían por término medio 400 pesos hizo que los religiosos abandonaran los escrúpulos iniciales de aceptar sólo
ensayados por doctrina, mientras que la cantidad asignada a los segundos las donaciones o los bienes patrimoniales, para comprar e invertir en estos
era de unos 350 pesos. bienes.
En 1598, la Corona entregaba las siguientes cantidades en los distritos
que se consignan a continuación: A) La limosna de vino y aceite
Lima 15.290 pesos y 3 tomines Uno de los rubros más interesantes y permanentes de la ayuda de la
Trujillo 8.852 pesos y 1 tomín Corona a la Iglesia fue la llamada limosna del vino y del aceite, que comprendía
Huánuco 4.871 pesos y 1 tomín además las velas y medicinas, y de la que se beneficiaron no sólo las parro-
Chachapoyas 2.677 pesos
quias, sino también las Ordenes religiosas. Castañeda nos proporciona nue-
De estas cantidades se detraía el 3 por 100 para el seminario. En total, vamente los datos cuantitativos de lo que percibían por este concepto los
950 pesos y 4 tomines. conventos de las diferentes Ordenes religiosas en el virreinato peruano:
Por lo que se refiere a los estipendios, los concilios segundo y tercero de
México (1567 y 1585), así como el primero, segundo y tercero de Lima Dominicos Franciscanos Agustinos Mercedaríos Jesuítas Total
(1552,1567 y 1582-83), prohibieron a los párrocos de indios que recibieran
Lima 5.397 5.230 3.518 3.446 2.049 19.642
donativo alguno por parte de los nativos por la administración de los sacra- Guamanga 528 522 - - 228 1.278
mentos. Cuzco 988 2.010 1.074 1.016 650 5.738
A pesar de ello, Antonio Acosta calcula para el Perú del siglo XVII que Arequipa 620 750 228 718 246 2.562
cada indígena adulto entregaba medio real de ofrenda en misas y festivida- La Paz 305 459 603 313 270 1.949
des, así como un peso por derechos de matrimonio, bautismo y entierros, Potosí 1.049 1.825 1.230 1.778 1.016 6.899
Huánuco 250 250 250 250 - 1.000
con lo que la cantidad anual percibida por cada doctrinero se podría calcular Trujillo 325 755 676 254 - 2.010
en 3.848 pesos. Loja 200 200 200 - - 600
Guayaquil 150 150 150 - 150 600
Chile 397 175 - 669 162 1.403
III. LOS INGRESOS DE LAS ORDENES RELIGIOSAS Chachapoyas - 220 - - - 220
Piura - - - 150 - 150
La labor misional, la incorporación al cristianismo del nuevo continen- Buenos Aires - 100 - 100 100 300
te, fue una tarea casi exclusiva de las Ordenes religiosas, y la atención de los
TOTAI 10.209 12.646 7.929 8.694 4.871 44.351
criollos recayó también en gran medida sobre los religiosos. Esta presencia
de los religiosos se prolonga además con otras muchas iniciativas educativas La limosna se pagó durante algún tiempo del fondo de tributos vacos, en
y asistenciales. Una tarea, en definitiva, de grandes proporciones que, como cumplimiento de órdenes reales, a la espera de que se situaran repartimien-
toda labor humana, requirió el sostén material de los recursos económicos. tos para ellos y, en todo caso, debía pagarse de la masa común. Según una
Las iglesias diocesanas contaban, como hemos visto, con unos impor- relación del Tribunal de Cuentas, en 1630, de los tributos vacos se pagaron
tantes, aunque limitados, recursos, procedentes de los diezmos, para reali- a los conventos como limosna del vino y del aceite 30.180 pesos.
zar más o menos parecidos fines. Las Ordenes religiosas, además de algunas
ayudas concretas por parte del Estado que veremos poco más adelante, B) Los bienes de las Ordenes religiosas
tenían como principal sustento lo que la generosidad de los fieles podía
ofrecerles. En los primeros momentos, las limosnas y las pequeñas ayudas Exceptuadas las Ordenes mendicantes (franciscanos, dominicos, agusti-
del Fisco fueron relativamente suficientes para sostener los reducidos nú- nos y capuchinos), todas las demás estaban legalmente capacitadas para
cleos de misioneros, pero a medida que los conventos crecen y se multiplica poseer bienes propios, ya que el voto de pobreza las obligaba individual,
el número de vocaciones criollas, que se da respuesta a las necesidades pero no colectivamente. Sin embargo, el Concilio de Trento (1545-1563)
culturales y asistenciales que plantea la sociedad indiana, que se construyen autorizó también a los dominicos y agustinos a poseer bienes comunitarios,
templos - q u e hoy son una parte importante del patrimonio artístico y monu- con lo que sólo los franciscanos y los capuchinos permanecieron obligados
mental, del que los países iberoamericanos se sienten orgullosos-, y, por a la pobreza individual y comunitaria. Por ello, las limosnas de los particula-
último, a medida que las misiones se extienden a los pueblos indígenas de la res a los pobres de San Francisco fueron siempre más generosas.
América marginal, las Ordenes religiosas tuvieron que aceptar no solamente No la posesión de estos bienes, sino la cuantía, que en algunos momen-
las limosnas en dinero o especie, sino bienes permanentes -propiedades tos y lugares se juzgó excesiva, dio lugar a desavenencias.
urbanas y rurales- que aseguraran rentas estables. La eficacia del sistema Las primeras reacciones contra la situación proceden de los prelados
diocesanos, en cuanto que suponía una merma de sus ingresos decimales. La
116 P.I. Cuestiones globales
C. 7. La economía de la Iglesia americana 117
Corona durante mucho tiempo mantuvo una actitud indiferente al respecto,
pese a que en una fecha tan temprana como 1535 prohibiera a los particula- que reciben los religiosos del Erario por sus funciones en las doctrinas de
res, bajo graves penas, vender tierras a las iglesias, monasterios o cualquier indios- y las limosnas del vino y del aceite que reciben las Ordenes, para
persona eclesiástica, disposición que nunca se derogó y que pasó de forma compararlas con el número de conventos y el número de religiosos. Del
textual a la Recopilación de 1681, pero que igualmente no tuvo tampoco resultado se pueden obtener muchas e interesantes conclusiones:
nunca ningún efecto práctico y objetivo.
La acumulación de bienes raíces en manos de los religiosos llegó a i Conventos
convertirse en un serio problema para la sociedad indiana y para el Estado. Capital por Rcli_iosos Capital por
cada uno cada uno
Los privilegios de las Ordenes religiosas las exoneró, como ya se ha dicho, de Santo Domingo .. 48 2.657,8 694 183,8
los diezmos hasta mediados del siglo XVII, y, en diferente medida y con San Francisco 71 523,5 789 47,1
dudosa legalidad, de otros impuestos civiles, como alcabalas y almojarifaz- San Agustín 44 2.248,8 549 180,2
La Merced 50 1.754,8 541 153,1
gos. Este hecho era considerado por los restantes productores, y no sin C. de Jesús 23 4.214,3 412 235,2
razón, como una injusta competencia. Pero la mayor competencia provenía
de la excelente administración de los fundos agropecuarios, especialmente TOTAL 236 1.900,3 2.985 150,2
de los que estaban bajo la dirección de los jesuítas. Estos factores, pero
sobre todo la inmovilidad de la propiedad en manos de los religiosos, co- Sánchez Bella recoge, por su parte, las quejas de las autoridades civiles
menzaron a preocupar al Estado. y eclesiásticas en el siglo xvni, entre las que cabe destacar la carta de la
Desde el siglo XVII son cada vez más numerosas las voces que denuncian Audiencia de México del 16 de mayo de 1735, en la que informa del crecido
las «enormes» propiedades y rentas de las Ordenes, que -se dice con hiper- número de propiedades que adquieren los regulares, especialmente los
bólica alarma, que habría que contrastarla con estudios sobre la propiedad, jesuítas:
que todavía no existen- acaparan la cuarta, la tercera parte, de las propieda- «Que dicha Religión de la Compañía era dueña de 80 haciendas de gana-
des inmobiliarias y que en definitiva amenazan con apoderarse de todo. La dos, labores e ingenios de azúcar en aquel distrito, que le producían sus frutos
rica información del expediente promovido en los primeros decenios del y esquilmos regularmente en cada año 400.000 pesos, de los cuales le corres-
siglo por los ordinarios indianos, y de forma especial por los peruanos, pondía pagar diezmos a S. M. y al Arzobispo, 40.000, y sólo había pagado en
el año antecedente de 1734 poco más de 7.000 pesos, con cuyos 400.000 pesos
contra las Ordenes religiosas, que se guarda en el Archivo de Indias, ha refiere que se mantiene hasta 155 religiosos que tienen los Colegios de aquella
permitido al profesor Castañeda sistematizar muchos de los datos económi- Provincia y que les sobran caudales para comprar más haciendas. Que los
cos que se recogen en él y del que ahora presentamos un breve resumen. Colegios que dicha Religión tenía en el Obispado de la Puebla, en el de
Michoacán, en el de Guadalajara y en el de Yucatán, se alimentaban de las
En el virreinato peruano, alrededor de 1612, las propiedades agrope- rentas y frutos de las haciendas de que eran dueños en dichos Obispados, y lo
cuarias de las diferentes Ordenes religiosas sumaban un total de «48 hacien- mismo sucedía con los demás Colegios que tenían en las Gobernaciones y
das, 12 molinos, 37 estancias de ganado, nueve trapiches, cinco estancias de distritos de las Audiencias de Guatemala y Santo Domingo. Que a los 120
muías, cuatro huertas, una estancia de vacas, dos tejares, 23 viñas y dos jesuítas misioneros que se mantenían en las Provincias de la Nueva Vizcaya se
estancias de panales: repartidas en las zonas agrícolamente más importantes. les pagaba de las Reales Cajas anualmente 39.705 pesos, 7 tomines y 11
granos».
Así, el 50 por 100 de las haciendas están situadas en torno a Lima, Cuzco,
Trujillo, Quito, Arequipa y Potosí. Concretamente, en Lima están más del' Las innumerables quejas y recursos llegaron a preocupar seriamente a
20 por 100. De igual modo, el 50 por 100 de los ganados se localiza e n : las autoridades centrales, y desde comienzos del siglo XVII se estudia el
Cuzco, Trujillo, Quito, Santiago de Chile y Guamanga. Y en cuanto a las . asunto concienzudamente en los consejos y en juntas especiales, aunque sin
viñas, casi el 70 por 100 se concentra en lea, Nazca, Guamanga y Mendoza. llegar nunca a un principio de solución. El anciano y experimentado jurista
Los molinos y trapiches están cerca de Lima, Quito y otras ciudades impor- Juan de Solórzano decía en 1647 al respecto que «había cerca de un siglo
tantes». que se había movido esta controversia y que estaba tan en los principios que
Según la misma documentación, las rentas que los religiosos obtenían j todavía no se había contestado».
anualmente en todo el virreinato peruano, excepto en la Presidencia de] El asunto era realmente difícil. La famosa ley de Carlos V, recogida en la
Santa Fe, por alquileres, censos o capellanías eran las siguientes: Recopilación de 1681, no se había cumplido nunca. Intentar hacerla cumplir
Dominicos 75.575 después de tantos años de práctica contraria era una tarea casi imposible.
Agustinos 75.100 ¿Cómo se podían distinguir los bienes que se habían adquirido por patrimo-
Mercedarios 49.600 nio, herencia, donación, etc., de los comprados a los laicos por los eclesiásti-
Jesuítas 79.160 cos, que era en definitiva lo único que prohibía la disposición de 1535?
Castañeda suma estas rentas a las procedentes de los sínodos -el salario Dictar una ley general prohibitoria se enfrentaba directamente con los
privilegios concedidos por la Corona y la Santa Sede a los religiosos y con los
C. 7. La economía de la Iglesia americana 119
118 P.I. Cuestiones globales
una amplia y magnífica monografía, por Pedro Borges, libro en el que se
derechos e inmunidad eclesiásticos y, lo que no se dice en la documentación, dedican dos capítulos a los aspectos económicos, que ahora resumimos con
socialmente muy costosa, por las protestas que generaría en los subditos las propias palabras del autor:
indianos cualquier medida violenta contra los regulares.
Las opiniones, sin embargo, están divididas. La mayor parte opina que «Si se ha observado, casi todos los aspectos económicos de las expediciones
en materias de regulación de la propiedad e impuestos fiscales el príncipe misioneras eran sufragados por la Real Hacienda».
tiene plenas facultades sobre los privilegios e inmunidades eclesiásticas, pero «Expresado este mismo pensamiento de una manera exacta, habría que
otros se inclinan a pensar que la situación no es tan grave como denuncian decir que el erario regio se hizo cargo de cuantos gastos llevaba consigo la
preparación de las expediciones misioneras, con la vista puesta en el pago
los prelados seculares y algunas autoridades civiles indianas, porque son oficial de todo lo estrictamente necesario para el viaje (matalotaje, vestuario,
necesarios para mantener a las Ordenes y sus obras y que incluso en la ajuar de dormir, pasaje, cámara, fletes y equipaje), a veces obrando incluso con
exención de tasas fiscales lo no pagado no es tan perjudicial para el Fisco, generosidad (adquisición ocasional de libros, utillaje y enseres varios), pero
porque el grueso de los impuestos al comercio se recauda con los productos procurando evitar siempre lo superfluo».
ultramarinos y no con la producción de la tierra, y que lo dejado de percibir «En el deseo de los monarcas españoles, el religioso que se dispusiese a ir
a América en calidad de misionero no debería verse obligado a solicitar ayuda
se compensa con las ventajas de la producción de los fundos en manos económica de nadie, ni siquiera de sus superiores, para realizar el viaje. Iba a
eclesiásticas. Pero ni unos ni otros se atreven a tomar una resolución en "descargar la conciencia regia" en lo referente a la obligación misionera de la
«materia tan escrupulosa» y coinciden en la solución: consultar con la Santa Corona y, por lo mismo, fue ésta la que corrió con los gastos anejos al desplaza-
Sede. miento».
El tiempo y la costumbre parecían jugar a favor de los religiosos. Ampa-
La subvención regia en algunos casos fue más que suficiente, permitien-
rados en esta confianza, no repararon en lo peligroso de la actitud de actuar
do a los expedicionarios, como lo atestiguan algunos testimonios, invertir en
bajo un régimen de excepción, de privilegios que ofendían a parte de la
libros, pero en otros muchos no cubría todas las necesidades, planteando a
sociedad civil. Y el Estado no supo distinguir dos elementos claros: el dere-
los religiosos verdaderas dificultades económicas y estrecheces en los viajes,
cho de todos los subditos -laicos o religiosos- a la propiedad, por una parte,
ya de por sí largos y penosos. Desde «finales del siglo XVI hasta 1680 se dio
y, por otra, la regulación de la misma o de los derechos tributarios que de
una clara desproporción entre lo aportado por la Corona y el coste real de
ella se derivaban.
los efectos». En 1607 se hizo un baremo de precios que, aparte de estar ya
De estas actitudes se originarán graves consecuencias para las Ordenes bajo su valor real, no se subieron, pese a la lenta devaluación monetaria,
religiosas y otros eclesiásticos. Durante el período español, las propiedades hasta 1680, diferencias que en raras ocasiones eran subsanadas con aporta-
directamente administradas por los religiosos no fueron afectadas -salvo la ciones extraordinarias. «Parece que con el aumento del presupuesto estable-
brutal desamortización que comportó la expulsión de los jesuítas-, pero a cido por la Recopilación de 1681 se aminoró la diferencia existente».
partir de la segunda mitad del siglo XVIII el regalismo borbónico - e n el que
Esta financiación de las expediciones misioneras no terminaba con la
actúan algunos políticos, todavía soterradamente, laicistas y anticlericales- y
llegada de los evangelizadores al primer puerto americano. En este punto
la avidez recaudatoria de la Monarquía, abocada a una grave crisis financie-
comenzaba un nuevo proceso de financiación, similar al anterior, pero en el
ra, vuelven sus ojos sobre los bienes de la Iglesia y de los eclesiásticos para
que las cantidades se cargaban a la Caja de la Real Hacienda del territorio al
iniciar una política gradualmente expoliatoria.
que iban destinadas las expediciones.
IV. LA FINANCIACIÓN DE LAS MISIONES B) El sínodo misional
Las concesiones de la Santa Sede a la Corona española, muy especial- Hasta bien entrado el siglo XVII, en la documentación fiscal no nos
mente la del Real Patronato, se hicieron con la condición de que los reyes se encontramos ordinariamente con partidas específicas para sustentar las
responsabilizaran de la evangelización de los aborígenes de las Indias. Esta obras misionales, si exceptuamos las esporádicas ayudas ordenadas por los
responsabilidad la cumplieron con gran celo desde los primeros momentos virreyes y gobernadores.
hasta la independencia de las repúblicas americanas, sobre todo en lo que Al llegar a este punto se hacen necesarias algunas precisiones. Por
respecta al envío de misioneros, hasta el punto de tomar la iniciativa cuando misiones ha de entenderse, como se hace en nuestros días, la labor religiosa
los superiores de las Ordenes religiosas ponían trabas o se olvidaban de sus entre indios infieles o muy recientemente convertidos. La primera evangeli-
deberes en este terreno. zación, que coincide con el núcleo de la colonización, la recibieron los
indígenas de la América nuclear, la de las altas culturas precolombinas, que
A) Financiación de las expediciones misioneras pronto se constituyeron en poblados o reducciones, pero que como nuevos
en la fe, según se decía en la época, necesitaban de una especial asistencia
El envío de misioneros es un tema bien estudiado, primero, por los
espiritual a cargo de doctrineros, subvencionados por los subsidios, como ya
artículos de Castro Seoane en la revista Missionalia Hispánica y, después, en
120 P.I. Cuestiones globales
ce. 7. La economía de la Iglesia americana 121
se ha visto en epígrafes anteriores; forman, así, una porción de la Iglesia que
comparte muchas de las formas eclesiales de la que, para entendernos, zos del XIX, a los veinticuatro capuchinos de Barinas se les pagaban ciento
podemos llamar Iglesia criolla, producto natural del trasplante de la Iglesia cincuenta pesos a los sacerdotes y cien a los legos. Trece dominicos de la
peninsular a América y que fundamentalmente se centra en las ciudades de misma provincia recibían doscientos pesos. En Cumaná, a los treinta y un
españoles. Así pues, habría que distinguir esos tres niveles eclesiales: el de la misioneros capuchinos se les asistía con ciento once pesos a cada uno. «En
que hemos llamado Iglesia criolla, en pueblos y ciudades de españoles; el de Barcelona existe la misión de los religiosos observantes de Piritú, o del
los curatos o doctrinas, y el misional propiamente dicho, en tierras de colegio de propaganda, con hospicio en la misma ciudad; mantienen em-
expansión de la frontera. pleados dieciocho religiosos en veintidós pueblos y gozan del estipendio de
De estas nuevas misiones se hicieron cargo, como ya era norma desde los ciento cincuenta pesos anuales». En una cédula de 1717 se hace mención a
primeros momentos de la cristianización de América, las Ordenes religiosas. otra de 1714 en la que se ordenaba que «a los doctrineros de las seis
Recibían el personal misionero enviado por la Corona española para que doctrinas establecidas en Piritú se les pagase el mismo estipendio que a los
obligatoriamente, al menos durante diez años, se dedicaran a las misiones misioneros, por la imposibilidad de contribuir los indios cosa alguna; de que
vivas, pero no los medios económicos suficientes para mantenerlas, por lo se deduce que en aquel tiempo debían llevar muchos años de conversión».
que, en consecuencia, tuvieron que ser sostenidas por las mismas Ordenes Los capuchinos de Guayana cobraban una asignación anual de doscientos
religiosas con sus propios ingresos, las limosnas de los fieles o con parte del pesos. Los de la provincia de Navarra y Cantabria en Maracaibo cobraban
producto de sus propiedades, a las que dedicaremos posteriormente un un sínodo de ciento cincuenta pesos, pero «gozan además veinticinco pesos
estudio aparte. de oblata asignados por juntas de Real Hacienda».
Desde finales del siglo XVII, pero sobre todo a lo largo del XVIII, la Limonta termina su informe con estas no menos interesantes palabras:
actividad misional se incrementa de forma sorprendente; se presta cada vez «la Real Hacienda costea a los misioneros en los términos que va expresado,
más interés, por ejemplo, a los indígenas de las selvas suramericanas o a los y aunque en algunas soberanas disposiciones se consignaron sus gastos sobre
que habitan las semidesérticas regiones del norte de la Nueva España. Este ramos determinados, hoy se hacen de la masa común, tanto en lo que
nuevo impulso misionero coincide con dos hechos fundamentales: la crea- corresponde a sus transportes como en lo que respecta a las pensiones,
ción desde 1683 de los Colegios franciscanos de Propaganda Fide -Queréta- sínodos o limosnas anuales».
ro, San Fernando, Ocopa, Moquegua, hasta un total de diecisiete- y la Lo mismo que en Venezuela sucede en otras regiones en donde se
expansión de las fronteras del Imperio español en América, que intenta dar realiza esta labor misionera.
respuesta a la inquietante presencia de potencias extranjeras en el nuevo
continente, aunque sería injusto atribuir el apoyo económico del Estado, del C) La Compañía de Jesús. El fondo piadoso
que vamos a hablar a continuación, a sólo un interés coyuntural o instru- Decíamos anteriormente que en gran medida el coste de la labor misio-
mental. nal en Indias corrió a cargo de las Ordenes religiosas y que el sostenimiento
En efecto, es alrededor de estas fechas cuando en las cajas reales co- de muchos centros misionales se hizo con el fruto de las denostadas propie-
mienzan a aparecer de forma regular subvenciones a los misioneros, aunque dades de esas mismas Ordenes. El caso de la Compañía de Jesús, muy activa
al obispo de Caracas, según nos dice el contador Limonta, le pareciera que en una y otra faceta, en la misional y en la administración de propiedades
esto era un hecho que contribuía a disminuir el celo y la eficacia de los para el sostenimiento de sus labores, nos puede ilustrar perfectamente la
religiosos «por haber enseñado la experiencia que en los años precedentes se comprensión de esta materia, mucho más cuando se cuenta con la abundan-
habían mantenido los operarios antecesores con mayores progresos en las te documentación de la Orden y la que generó su expulsión de los territorios
reducciones y edificación, sin el sufragio de la mencionada limosna; [...] se de la Monarquía.
había seguido, desde entonces, no pequeño perjuicio, e inquietudes a las En efecto, muchas de sus propiedades, después de la expulsión, o fueron
misiones, e igual atraso en la edificación y progresos; siendo cierto que sin la malbaratadas o mal administradas, dedicándose sus fondos a las necesidades
referida limosna se mantuvieron los religiosos con más crédito, tenían orna- del Erario -entre las que también está el mantenimiento de los expulsos-,
mentadas sus iglesias, y hechas para la reducción de los indios entradas muy pero buena parte de ellas fueron respetadas, bien por su innegable vincula-
costosas». Pero lo que no se nos dice es de dónde provenía el dinero necesa- ción con la atención espiritual o por sostener obras piadosas o culturales,
rio para realizar esta labor. cosa que en la Compañía no era difícil delimitar, porque generalmente había
Esta limosna a la que se refiere el obispo, denominada sínodo misional, es procurado la autonomía financiera de sus labores, asignándoles una fuente
la que se ordenó desde 1721 para los misioneros capuchinos de la provincia de ingresos concreta.
de Andalucía en Venezuela, consistente en cincuenta pesos para la compra En Chile, por ejemplo, y desde la vertiente misional que ahora nos
de hábitos, cera, pan y vino. Progresivamente se fue extendiendo el sínodo interesa, el presidente Balmaceda decidió que «se debía costear de Bucale-
y aumentando la asignación. De esta manera, a fines del siglo x v m y comien- mu, dos para Colchagua y dos para Maule; de Ligueimo, dos para Rancagua;
dos de San Pablo para Colina, Chacabuco, Ligua, Purutún y Petorca». Las
122 P.I. Cuestiones globales C. 7. La economía de la Iglesia americana 123
misiones del Arauco encargadas a los jesuitas, como dice Bravo Acevedo, se las cuantiosas limosnas que agenciaban, a la máxima prudencia de no mante-
financiaban con dinero procedente del Erario; por lo tanto, aquí el proble- ner en las misiones a religioso alguno que no fuere muy a propósito»; a que
ma era sólo designar a los religiosos que debían sustituirlos. En Venezuela se posteriormente se habían incrementado las enfermedades venéreas y, por
dispuso algo por el estilo, asignando algunas tierras para que los dominicos último, a que al ejecutarse la expulsión no fueron reemplazados con la
continuaran las misiones de los jesuitas expulsados. misma premura «y se entregaron las temporalidades a individuos ineptos y
Pero el caso más ilustrativo es el de la Nueva España, para el que codiciosos que las disiparon notablemente».
contamos con un documento de excepción, el informe general sobre las En muchas otras misiones las consecuencias fueron peores, más aún
misiones del virrey conde de Revillagigedo, del 30 de diciembre de 1793. En cuando se suman otros factores y, entre ellos, la secularización de algunas
el virreinato septentrional las labores misionales de la Compañía habían doctrinas, a cuyos nuevos curas no se les asignó un sínodo suficiente. La
alcanzado una gran expansión, muy especialmente en el norte y, consecuen- decadencia se hizo ostensible no sólo en el retroceso de los logros espiritua-
temente, siguiendo la línea argumentativa anterior, también eran de consi- les, sino también de los materiales, de tal manera que no es difícil elegir un
deración los bienes que servían para financiar esta vasta labor. Con la ejemplo entre los muchos casos que consigna el virrey: «pues es cierto que en
expulsión de los jesuitas, nos dice el virrey, «éstos dejaron más de 800.000 las Misiones de la Pimería Baja han ido cada día a su mayor decadencia,
pesos en dinero, efectos, cantidades impuestas a réditos y fincas rústicas que como lo acreditan las ruinas de sus iglesias, casas, trojes y almacenes, el
forman el fondo piadoso con que se sostienen y establecen las antiguas y despojo de sus bienes de campo (bien que se atribuye a las hostilidades de los
nuevas misiones». Revillagigedo aprovecha la ocasión de ofrecer estos datos bárbaros), la miseria en que viven los indios reducidos, sus faltas de subordi-
para arremeter contra el descuido de los administradores de los fondos, que nación y asistencia al trabajo y a las doctrinas...».
amenaza con destruirlos: Entre las nuevas misiones que se crearon después de la expulsión de la
Compañía destacan de forma ostensible las de la Alta California, gracias al
«En los tiempos presentes podrá llegar el caso de que el Erario del Rey se esfuerzo de los fernandinos o franciscanos procedentes del Colegio de San
constituya en nuevos y no cortos gravámenes para que se continúen los progre- Fernando de México, que recibían del fondo piadoso cuatrocientos pesos de
sos de la conquista espiritual de los indios californios, porque las fincas del sínodo, más una ayuda de mil pesos para cuando se iniciaba una nueva
fondo piadoso continúan con precipitación a su decadencia, y porque no hay
quien se dedique a la solicitud de otros bienhechores que [...] establecieron el misión. «Con este auxilio y con los que también facilitan en lo posible las
fondo con sus gruesas limosnas, siendo ellos por consecuencia los verdaderos misiones radicadas, con los que proporciona el afán o cuidado apostólico de
agentes de la propagación de la fe en la península de California y de la los padres ministros y con el trabajo personal de los indios, se fabrican las
extensión de los reales Dominios de Su Majestad, impidiendo que sean ocupa- iglesias y casas de pueblo, los trojes y almacenes, se compran y habilitan los
das por potencias extranjeras».
ornamentos y vasos sagrados, los utensilios y aperos de labranza y finalmente
las semillas para sembrar y el corto pie de ganados para la procreación de
Entre las antiguas misiones de las que nos habla el virrey hay unas que
ellos».
mantienen una buena administración espiritual y material y otras en las que
la decadencia es evidente. Entre las primeras destacan las de la Baja Califor- Revillagigedo nos traslada con evidente satisfacción los datos cuantitati-
nia, que habían estado casi exclusivamente en manos jesuitas, y que pasaron vos que avalan sus palabras: son ya 8.431 los indios que viven en los pueblos,
a franciscanos y dominicos, quienes comenzaron a percibir un sínodo de y sus fincas producen:
trescientos cincuenta pesos anuales sobre el fondo piadoso, sin recibir nada 24.640 cabezas de ganado vacuno
de los españoles, soldados, indios y castas de los presidios. Los edificios de las 26.286 cabezas de ganado lanar
iglesias se mantenían en buen estado -especialmente las de las diez primeras 4.040 cabezas de ganado caprino
misiones-, «bien provistas de ornamentos, vasos sagrados y plata labrada». 402 cabezas de ganado porcino
Igualmente se mantenía el sistema de reducción y trabajo de los indios: «los 3.338 cabezas de ganado equino
propios, rentas o fondos de cada pueblo de misión se reducen a la labranza 15.197 fanegas de trigo
del campo y cría de ganados, cuyas cosechas y esquilmos disfrutan los indios 2.497 fanegas de cebada
en comunidad, bajo la administración de sus misioneros, quienes hacen 7.625 fanegas de maíz
verdaderamente de padres espirituales y temporales, de suerte que el indio 1.719 fanegas de fréjoles, garbanzos, lentejas y habas.
trabaja cuando se lo mandan, y el producto de sus afanes se invierte en el
Pero lo más importante es que los «religiosos fernandinos y dominicos
sobrio sustento y humilde vestuario de ellos y de sus familias, aplicándose lo
desempeñan completamente las obligaciones de su sagrado instituto» y los
que sobra al culto divino y fomento de los mismos pueblos».
indios se convierten y avanzan en el conocimiento de la fe cristiana.
De todas formas, para Revillagigedo, que no puede ocultar su admira-
ción por los «regulares extinguidos», la comparación es favorable a las etapas
anteriores, «pero esto se atribuye a que podían sostenerlas y fomentarlas con
C. 7. La economía de la Iglesia americana 125
124 P.I. Cuestiones globales
nuevas emisiones e incluso a retirar los billetes en circulación. Pero lógica-
V. LOS SUBSIDIOS ECLESIÁSTICOS mente esta operación tenía un coste elevado. En 1798 se creó en Madrid una
Caja de Amortización.
Como antes se dijo, las largas discusiones sobre las propiedades eclesiás-
ticas no habían llegado a ninguna conclusión práctica, pero evidentemente «A esta Caja -nos dice Liehr- le transfirió una serie de impuestos propios,
todo ello conducía a reforzar la opinión subjetiva sobre el poder económico sin embargo insuficientes. Similar a Francia, la España tradicional y católica
del estamento eclesiástico y, unido a la multisecular tradición de acudir a los sólo podía impedir la bancarrota amenazante a causa del excesivo endeuda-
particulares con préstamos y servicios graciosos, en el siglo XVIII dio como miento estatal mediante la confiscación de bienes de la Iglesia. En el año de
resultado que las autoridades centrales, en sus siempre insatisfechas ne- 1798 comenzaron las autoridades de la Corona a ofrecer en pública subasta al
mejor postor, o bien a cancelar, los bienes raíces y censos de las cofradías,
cesidades económicas, vieran aquí una posibilidad de obtener pingües obras pías, memorias y patronatos de legos; a partir de 1805, también los de las
ganancias. casas de la misericordia, los hospitales y hospicios, así como los de las casas de
En España, el clero comenzó a contribuir a las necesidades fiscales con reclusión y de expósitos, y desde 1807 incluso los de capellanías y otras institu-
el llamado subsidio eclesiástico desde 1563, concedido por Pío IV a Feli- ciones eclesiásticas».
pe II en un Breve del 2 de marzo de 1560; pero, como dice el contador de
Caracas José de Limonta, «quedaron exentas por el mismo Breve las iglesias En compensación de tales ventas los acreedores eclesiásticos recibieron
de Indias y no hay memoria de que antes de 1700 se extendiese a estos el 3 por 100 de intereses anuales. Según los cálculos de Richard Herr, los
dominios la propia gracia». 1.600 millones de reales de vellón que ingresaron por este concepto en la
Caja de Consolidación suponían una sexta parte de los bienes eclesiásticos
La «gracia» concedida por el Papa en los mismos comienzos del siglo se
en España. Pero lo curioso de todo esto es que tan cuantiosos fondos no se
extendió a América, concediendo un millón de ducados «por una vez sobre
dedicaron al fin anunciado, a la amortización de los vales reales, que, dicho
las rentas del Estado eclesiástico de ambas Américas, a fin de sustentar la
sea de paso, entraron en una pendiente constante de devaluación, hasta
guerra contra los infieles, que habían intentado poblar el Darién, y otros
llegar a valer sólo un 10 por 100 de su valor nominal. El producto de la Caja
cualesquiera que intentasen ocupar y hostilizar sus provincias». La imposi-
de Amortización fue considerado como un ingreso fiscal más, que se dedicó
ción, encargada a los propios obispos indianos, debía cobrarse en partes
especialmente a los gastos militares.
proporcionales a lo largo de diez años, pero no hay constancia de que
surtiera el menor efecto. Hasta 1804 esta política hacendística se restringió a la Península, pero,
ante la continuidad de la crisis fiscal agravada por la guerra contra Inglate-
rra, se extendió a las posesiones ultramarinas, con las mismas o muy pareci-
VI. UNA CUASI DESAMORTIZACIÓN: LA CONSOLIDACIÓN das características que se han visto para la metrópoli. La diferencia más
DE LOS VALES REALES importante está en el tipo de interés de los vales, el 5 por 100, que era el
habitual en Indias. A imitación también de España, en América se crearon
Las medidas regalistas en contra de la Iglesia se acentúan a partir del en las principales capitales las llamadas Juntas Superiores de Consolidación, y
reinado de Carlos IV, que además coincide con el inicio de una de las etapas en las capitales de provincia, sedes de diócesis, las Juntas subalternas, todas
más agitadas de la vida de España, en la que su fiscalidad -siempre precaria- dependientes de un nuevo organismo central, la Comisión Gubernativa de
roza con la bancarrota, situación propiciada sobre todo por el enorme Consolidación.
esfuerzo bélico que tiene que soportar con sus exiguos recursos. Liehr, en Pero ni la ejecución práctica ni las consecuencias de estas medidas
un excelente artículo, plantea con relativa amplitud esta cuestión, y Sánchez radicales fueron las mismas que en Europa. A diferencia de España, en los
Bella resume todas las medidas exactorias contra la Iglesia y el estamento territorios americanos los bienes eclesiásticos -sobre todo los afectados por
clerical. la desamortización- no consistían básica y directamente en bienes raíces,
La medida general que se adoptó para solucionar la grave situación sino en censos sobre éstos. La propiedad estaba en manos de particulares,
fiscal fue la creación de los llamados vales reales, antecedente de alguna pero en general, por necesidades de capitalización, gravados con los censos
manera del actual papel moneda, cuyo origen, de esta forma, se podría fijar eclesiásticos. En consecuencia, los afectados no fueron sólo los organismos
en 1780. En un principio no tuvo otro valor que el de letras de cambio, con eclesiásticos, sino los pequeños y medianos propietarios, que no pudieron
un interés del 4 por 100 -inferior al crédito ordinario- y amortizable en hacer frente a los créditos pendientes. Tales medidas, que venían a romper
veinte años, que endosados podían ser negociados en las cajas reales y el uno de los principales circuitos financieros y crediticios, junto con el hundi-
comercio al por mayor. miento de muchos pequeños y medianos propietarios y productores, causa-
Este recurso comenzó a ser usado cada vez con más asiduidad, hasta ron tal malestar en la población indiana que muchos autores opinan que hay
convertirse en el medio más fácil de endeudamiento fiscal, pero las conse- que incluirlas dentro de las causas de la Independencia americana. En enero
cuencias fueron también inmediatas: la desconfianza del público y la infla- de 1809 la Junta Suprema Central Gubernativa de España e Indias dio
ción. Ante ello, la Corona, a partir de 1799, se vio obligada a restringir las
126 P.I. Cuestiones globales C. 7. La economía de la Iglesia americana 127
marcha atrás derogando la Real Orden de 1804, con enorme satisfacción y rentas veintinueve diócesis de las cuarenta y dos existentes; se habían recau-
alivio de los subditos americanos. dado aproximadamente quinientos mil ducados de los dos millones de los
Entre esos cinco años -sigo los cálculos de Liehr-, en las posesiones subsidios, y dos archidiócesis -México y Guatemala- y tres obispados -Cuba,
españolas de ultramar debieron de recaudarse por este concepto y por otro La Habana y Oaxaca- habían recaudado ya su parte correspondiente.
de mucha menor entidad -los excedentes de las cajas de censos de los A partir de este momento ya no hay ningún otro documento desde el
indios- más de quince millones de pesos, según la siguiente distribución: gobierno central que inste al cumplimiento de los subsidios, y, por lo tanto,
es imposible saber hasta qué punto tuvo efectividad, si no es de forma
Virreinato de la Nueva España 10.320.000
Virreinato del Perú 1.500.000 fraccionada. En la Caja de Caracas existe constancia, por ejemplo, de que
Virreinato de Nueva Granada 450.000 hasta el año 1804 se recaudaron un total de 84.653 pesos, de los que se
Virreinato del Río de la Plata 367.000 remitió poco más de la mitad. Es difícil saber, insisto, si se recaudó la
Capitanía General de Chile 164.000 cantidad total. Lo más probable es que se siguieran cobrando algunas canti-
Capitanía General de Caracas 350.000 dades, pero que nunca se llegara a cubrir el cupo de los dos millones de
Capitanía General de Cuba 350.000
Capitanía General de Guatemala 1.500.000 ducados.
Capitanía General de Filipinas 353.000 En España, por concesión de Benedicto XIV, la percepción del subsidio
se hizo perpetua en espera de la única contribución. La reforma fiscal, con
TOTAL (APROXIMADO) 15.400.000 el establecimiento de un impuesto personal y progresivo, se adelantaba así
De estos ingresos, descontados los gastos de administración, llegaron a exclusivamente con el estamento clerical. Con la tendencia a unificar la
Madrid unos catorce millones de pesos de a ocho, que, como en el caso de legislación indiana con la americana, no hubiera sido raro que también se
la desamortización española, no se dedicaron al fin aparentemente previsto, hubiera hecho en América si los acontecimientos de uno y otro lado del
la convalidación o amortización de los vales, sino a cubrir los enormes Atlántico no lo hubieran impedido, pero, por la vía de los hechos, el subsidio
huecos fiscales, especialmente los gastos de guerra y el pago del llamado era ya una contribución permanente. En 1795, por presión de los ministros
subsidio de neutralidad a Francia, que en realidad desde el principio había de Carlos IV, el papa Pío VI concedió un nuevo subsidio de treinta millones
sido la intención cuando se extendió esta controvertida medida a los territo- de reales distribuidos entre los dos cleros de Ultramar, para sostener, dice la
rios ultramarinos. bula, «la muy cruel y peligrosa guerra que está haciendo contra los impíos
El bien informado Contador sigue narrando cómo en 1717 el papa enemigos de la religión y de la potestad de los Reyes».
Clemente XI había concedido un segundo subsidio de millón y medio de El 7 de diciembre de 1799 se ordenó la cobranza de la mitad del subsi-
ducados, pero que no debió de tener tampoco ningún resultado, porque el dio, es decir, de quince millones de reales. Se encargó de la administración
8 de marzo de 1721 concedió el tercero, tomando ahora como disculpa la a las oficinas de la Santa Cruzada, en cuanto que tenía jurisdicción estatal y
prosecución del éxito de las armas españolas contra los moros en su asedio no eclesiástica. Se otorgaba un plazo de seis meses para las diócesis que
contra la ciudad de Ceuta; la cuota subía ahora a dos millones de ducados, todavía no hubieran entregado una relación de rentas eclesiásticas. Y se
cobrables del 6 por 100 de las rentas eclesiásticas. La nueva «gracia» corrió declaraban los ingresos mínimos que debían quedar exentos de la contribu-
la misma suerte que las primeras, es decir, la más completa indiferencia. ción, que, por otra parte, son los mismos que habían regido en los anteriores
En 1740 Fernando VI obtuvo un nuevo subsidio de dos millones de subsidios: tres mil ducados en las iglesias catedrales, cien en los curatos y
ducados, también sobre el 6 por 100 de las rentas eclesiásticas, que no veinticuatro ducados de oro en los beneficios simples.
anulaba el anterior, pero que al año siguiente, «atendiendo al estado ecle- La Contaduría General hizo el reparto de los quince millones de reales,
siástico de sus dominios de la América, se dignó perdonarle la mitad del que recoge Sánchez Bella de un documento de la sección Contaduría del
importe de los dos subsidios con tal que por los Prelados y Cabildos se Archivo de Indias, interesante para el propósito que ahora nos ocupa, pero
aprontase la otra mitad», es decir, se les condonaba la mitad con la condición sobre todo para hacernos cargo, al menos en la versión de las autoridades
de que efectivamente se cobrasen los dos millones de ducados. Esta disposi- centrales, de las posibilidades económicas -incluye todo tipo de rentas de
ción no fue suficiente para vencer las reticencias de los eclesiásticos, pese al ambos cleros- de las diferentes circunscripciones eclesiásticas americanas.
recuerdo reiterado de las órdenes reales. En 1783 sólo se habían cobrado (Las cantidades se ofrecen en pesos fuertes, que tiene cada uno veinte
272.210 ducados. Ese año se expidió una orden a todos los gobernantes reales:)
indianos para apremiar a los prelados a la confección de relaciones de las Principal Subsidio
rentas de los cleros regular y secular, de las que sobre el 6 por 100 debían
cobrarse los subsidios, bajo pena de cargo grave en sus respectivas residen- Caracas 207.000 15.510
cias. En 1790 se reiteró la misma orden. Cuba 189.461 14.196
La Habana 563.714 42.239
En el entretanto habían cumplido con confeccionar las relaciones de Luisiana 3.000 226
128 P.I. Cuestiones globales
C. 7. La economía de la Iglesia americana 129
Principal Subsidio
VII. MESADAS, MEDIAS ANATAS Y ANUALIDADES ECLESIÁSTICAS
Puerto Rico 15.000 1.123
Guayana 50.093 3.753 Desde 1 6 2 5 , p o r concesión del p a p a U r b a n o V I I I , t o d o s los cargos
México 1.170.746 87.723 eclesiásticos d e provisión real, lo mismo q u e lo venían h a c i e n d o d e s d e anti-
Puebla de los Angeles 866.666 64.940 g u o los civiles, d e b í a n p a g a r al E r a r i o u n a mesada, es decir, u n a dozava p a r t e
Michoacán 946.197 71.123
Oaxaca 472.574 35.410 del salario anual. Pocos a ñ o s después, e n 1 6 3 1 , c u a n d o esta c o n t r i b u c i ó n se
Guadalajara 447.091 33.500 multiplicó p o r seis p a r a los cargos seculares, convirtiéndose e n media anata,
Yucatán 170.839 12.806 los eclesiásticos siguieron a b o n a n d o exclusivamente la mesada. Esta situa-
Durango 204.295 15.308 ción se m a n t u v o hasta 1 7 5 4 , a ñ o e n q u e F e r n a n d o VI o b t u v o u n a b u l a p a r a
Nuevo León 104.986 7.866 c o b r a r la m e d i a a n a t a a t o d o s los eclesiásticos provistos p o r el rey e n cual-
Sonora 39.900 2.990
Manila 110.830 8.304 quier beneficio, pensión u oficio eclesiástico, c u a n d o la r e n t a a n u a l superase
Nueva Segovia 43.289 3.243 los trescientos d u c a d o s o su equivalente e n otras m o n e d a s . Sin e m b a r g o , n o
Nueva Cáceres 7.023 526 p a r e c e q u e tal disposición se llevara a la práctica e n América. E n 1 7 7 5 ,
Cebú 5.500 412 Carlos I I I r e i t e r ó c o n más fuerza la o r d e n y c o n la misma p e r e n t o r i e d a d se
Guatemala 481.988 36.116 recogió e n el artículo 2 0 9 d e la Instrucción d e I n t e n d e n t e s d e N u e v a Espa-
Comayagua 65.068 4.874
Nicaragua 43.481 10.750 ña, p r o m u l g a d a al a ñ o siguiente. De este n u e v o i m p u e s t o se e x c e p t u ó a los
Chiapas 93.653 7.015 p á r r o c o s , quienes, i n d e p e n d i e n t e m e n t e d e sus ingresos, seguirían a b o n a n d o
Lima 996.474 74.664 la mesada d e la f o r m a a c o s t u m b r a d a . U n o y o t r o gravamen c o n t i n u a r í a n
Arequipa : 370.867 27.790 p a g a n d o c o m o siempre u n 18 p o r 100 más, p a r a costear su r e m e s a a la
Trujillo 249.746 18.713
Península.
Quito 153.000 11.468
Cuzco 349.819 26.210 Las exacciones sobre la provisión d e cargos y beneficios eclesiásticos n o
Guamanga 266.849 19.994 p a r a r o n ahí. E n 1 7 9 5 se había c o n c e d i d o a la C o r o n a t o d o el p r o d u c t o d e las
Panamá 37.500 2.809 vacantes eclesiásticas p a r a la amortización d e los vales reales, pese al peligro
Chile 208.468 15.641
Concepción 62.443 4.677 q u e r e p r e s e n t a b a q u e estos cargos n o se proveyesen, b u s c a n d o el beneficio
Cuenca 115.677 8.667 e c o n ó m i c o del Erario. E n c o m p e n s a c i ó n d e q u e el m o n a r c a n o hiciera uso
Charcas 180.000 13.847 de este privilegio, Pío V I I concedió c o n el mismo fin - l a amortización d e los
La Paz 56.000 4.196 v a l e s - u n a anualidad d e «todos los beneficios eclesiásticos - e x c e p t u a n d o
Tucumán 66.612 4.989 n u e v a m e n t e a los curas p á r r o c o s y d o c t r i n e r o s - , seculares y regulares d e
Santa Cruz de la Sierra 69.352 5.197
Paraguay 25.907 1.941 cualquier g é n e r o o d e n o m i n a c i ó n q u e sean, c o m o dignidades mayores y
Buenos Aires 32.000 2.397 m e n o r e s , canonicatos, p r e b e n d a s , capellanías colativas, p r e s t a m e r a s , benefi-
Santa Fe 135.997 10.191 cios y oficios, bien sean d e los reservados a Su Santidad o d e p r e s e n t a c i ó n
Popayán 37.500 2.810 real u o r d i n a r i a , o d e p a t r o n a t o activo o pasivo, laical o eclesiástico, secular
Cartagena 124.717 9.346 o regular, q u e vacaren e n España, Indias e islas adyacentes».
Santa Marta 15.300 1.146
Maracaibo 49.852 3.736 La presión c o n t r a el e s t a m e n t o eclesiástico e r a tan g r a n d e q u e c u a n d o ,
e n 1810, se pensó c o b r a r u n a nueva exacción p a r a ayudar la financiación d e
TOTAL 10.006.474 750.000 la g u e r r a c o n t r a los franceses, el C o n t a d o r d e la C o n t a d u r í a del Consejo d e
Indias dirigió al g o b i e r n o u n escrito, q u e recoge Sánchez Bella, q u e es e n
este sentido muy ilustrativo:
Las dificultades p a r a hacer efectivo este n u e v o subsidio d e b i e r o n d e ser «Los prebendados de que se trata, además de las cargas de anualidades,
muy parecidas a las q u e obstaculizaron la c o b r a n z a d e los anteriores. subsidios y medio-annatas, tienen la del noveno, la de satisfacer en vida, con-
forme al estatuto o práctica general adoptada en los cabildos, el gasto funeral,
«En 1807 -nos dice Sánchez Bella- la Contaduría General informa sobre la que es de bastante consideración, sin los otros que son sabidos, de modo que
falta de noticias para poder ejecutarse el repartimiento de los 60 millones de los de primera entrada indistintamente no pueden contar en tres años cuando
los subsidios concedidos sobre las rentas del estado eclesiástico de Indias por menos con renta alguna. Estos enormes gravámenes y otros de que más adelan-
breves de 1795 y 1799, ni tampoco el prorroteo general del antiguo subsidio te se hará mérito, los ha sufrido el estado eclesiástico con un celo heroico, aun
de dos millones de ducados de plata. Faltan todavía los informes de Buenos sin concurrir la causa santa que en el día-defiende la Nación, y aunque se
Aires, La Paz, Quito, Popayán, Panamá, Caracas, Puerto Rico y Cebú. Cabe suponga como debe, en honor de aquél, que su espíritu se halle dispuesto a
pensar que lo mismo que, al parecer, ocurrió con el viejo subsidio, tampoco continuarlo, el agregar o imponerle en el día un descuento como el de la mitad
debió poder cobrarse en Indias más que una pequeña parte del nuevo». de la renta, es lo mismo que reducir a los prebendados a un estado de pobreza,
indecoroso a su elevado carácter».
130 P.I. Cuestiones globales
C. 7. La economía de la Iglesia americana 131
VIII. LA BULA DE LA SANTA CRUZADA
e) Mendicantes y mujeres de servicio, 2 tomines.
f) Caciques, 1 p. ensayado.
La bula de la Santa Cruzada es un ingreso de la Real Hacienda que en g) Los demás indios, negros y mulatos (hombres y mujeres), 2 tomines.
poco o nada benefició económicamente a la Iglesia indiana, pero se justifica h) Bulas de difuntos, 1 p. ensayado.
que la tratemos ahora en cuanto que su cobranza se hizo por concesiones i) Bulas de difuntos (tasas inferiores), 2 tomines.
pontificias y por aparentes razones religiosas o espirituales.
Esta limosna, que por su obligatoriedad tiene casi las características de En el cuadro precedente las cantidades se consignan en pesos ensayados
(doce reales). Solórzano, Limonta y otros autores registran las mismas clases
un impuesto, hunde sus raíces, como los diezmos, en las costumbres y
de tasas, aunque añadiendo una nueva: la de tercera clase, con el valor de un
legislación de la Castilla bajomedieval. Nació de las concesiones pontificias a
peso y que afectaba a los que tenían unas rentas sobre los seis mil pesos, pero
los reyes de las limosnas o donativos que hacían los fieles para sostener la
la diferencia fundamental está en que las tasas se registran en pesos de a
lucha de los cristianos contra la ocupación musulmana de la península
ocho, lo que significaría en la práctica una disminución del valor de la bula.
Ibérica. Con la caída del último bastión islámico, perdió su secular justifica-
En los primeros años del siglo xix -con el mismo motivo que encontramos
ción, pero no desapareció, sino que, como dice Carande, cambió exclusiva-
en el aumento o creación de nuevos gravámenes, es decir, la convalidación
mente su destino porque la reconquista de Granada es el «término de una
de vales reales- la limosna se aumentó en un 50 por 100.
lucha de siglos, pero es a la vez introito de una nueva era». La Monarquía
Además de estas clases de bulas existía otra llamada de composición, que
española, en efecto, se vio comprometida a partir de entonces en un doble
tenían que pagar las personas con presuntas ganancias malhabidas, los trans-
frente: en la lucha contra el turco más allá de sus fronteras y en la defensa de
gresores de normas eclesiásticas, los obligados por la concesión de algunas
la ortodoxia católica más cerca de ellas. La persistencia de ambos problemas dispensas eclesiásticas y algunos otros casos relacionados con el Derecho
le dio a la concesión un carácter permanente, aunque teóricamente tuviera Canónico.
que renovarse cada tres años.
Caravantes nos ofrece un cuadro del número y distribución de las bulas
La bula de la Santa Cruzada en esta nueva etapa fue concedida por en el virreinato peruano, interesante desde muchos puntos de vista, demo-
primera vez para Castilla por el papa Julio II en 1509 y extendida a las gráfico, sociológico y, desde el que ahora nos interesa, económico:
Indias por breve de Clemente VII del 24 de agosto de 1529. Sin embargo, la
introducción en los territorios americanos, como ocurre con otros impues- VIVOS DIFUNTOS
tos, se hizo gradualmente y de una forma que hace difícil precisar fechas y De com-
circunstancias. López de Caravantes da a entender que, aunque antes se 10 pesos 2 pesos 1 peso 2 tomines 1 peso 2 tomines posición
cobrara en las Indias, sólo a partir de la bula de Gregorio XIII de 1573
Lima 2 1.674 11.776 183.283 1.951 3.242 1.233
adquirió plena vigencia y universalidad. Por esta bula y otros documentos 596 5.500 174.888 1.163 2.741 548
Cuzco
pontificios, que consideraban su lejanía de la metrópoli y las grandes distan- Charcas, Tucu-
cias internas, se determinó que las predicaciones se hicieran cada dos años. mán, La Paz
Las concesiones de la Santa Sede se hacían para largos períodos. Así, por y La Barran-
ca 1.416 10.153 110.862 2.360 2.300 1.325
ejemplo, el papa Gregorio VII concedió a Felipe II en 1578 seis predicacio- 404 1.393 6.924 178 282 60
Chile
nes, pero antes de que se cumpliera el tiempo, en 1585, Sixto V otorgó otras Quito 715 4.215 28.570 467 759 429
seis predicaciones y así sucesivamente otros pontífices, de tal manera que Tierra Firme .. 204 1.556 6.370 227 629 119
López de Caravantes calculaba en 1614 que las predicaciones concedidas
llegaban hasta 1660. TOTAI.ES 2 5.009 34.593 510.897 6.346 9.953 3.714
Las tasas de las limosnas, siguiendo las directrices de la bula de 1573, La predicación bianual debía producir, por tanto, 184.903 pesos ensaya-
fueron fijadas por el Comisario General de la siguiente manera: dos. Después de descontar los gastos propios de la administración -20.339
de las comisiones de los tesoreros (un 11 por 100 de la recaudación) y 9.000
a) Virreyes y sus mujeres, 10 p. ensayados. pesos de salarios de los ministros del Tribunal- quedaban, o debían quedar,
b) Arzobispos, obispos, inquisidores, abades, priores, dignidades y canó- aproximadamente unos 155.000 pesos para la Hacienda.
nigos. Caballeros de las Ordenes militares. Presidentes, oidores, alcaldes, fisca-
les, alguaciles mayores, secretarios y relatores de las audiencias. Gobernadores, La primera consecuencia que se saca de la tasa de la bula es su universali-
corregidores, alcaldes y regidores. Encomenderos y pensionistas del Erario. dad, sin excepciones, sin distinción de razas, sexo ni estado civil: desde el
Capitanes generales, alcaides de castillos y fortalezas. Abogados. Hombres con virrey hasta el último negro pobre o fraile desvalido. Tan universal que
bienes superiores a los diez mil pesos. Y, en general, las mujeres de los mencio- incluso alcanza a los difuntos que no hubieran regularizado en vida su
nados, 2 p. ensayados. contribución y cuyos parientes quisieran ganarles las indulgencias concedi-
c) Todas las demás personas, excepto indios y negros, 1 p. ensayado. das. La segunda consecuencia es que, contrariamente al sistema impositivo
d) Frailes, monjas y otros españoles pobres, 2 tomines.
C. 7. La economía de la Iglesia americana 133
132 P.I. Cuestiones globales
m a n d ó e x p r e s a m e n t e seguir este m o d e l o . La disculpa inicial p a r a establecer
vigente, el valor d e la limosna es relativamente p r o p o r c i o n a l , g r a v a n d o más la bula del indulto fue la d e s o c o r r e r a los p o b r e s , p e r o muy p r o n t o , e n
a los más p u d i e n t e s . 1798, se aplicó a la amortización d e vales reales.
C o m o es lógico s u p o n e r , u n a c o n t r i b u c i ó n q u e afectaba a t o d a la pobla-
ción tenía q u e r e n d i r m u y b u e n o s beneficios al Estado, tal c o m o se c o m p r u e -
ba p o r las cifras q u e h e m o s a n o t a d o . La importancia económica y la conse- NOTA BIBLIOGRÁFICA
c u e n t e complejidad administrativa aconsejaron la creación d e tribunales d e
la Santa C r u z a d a e n cada u n a d e las sedes d e los distritos audienciales. La Obras de carácter general
cédula q u e así lo dispuso - 1 6 d e abril d e 1 6 0 9 - c o n c r e t ó también su c o m p o -
T. EGIDO, «El regalismo y las relaciones Iglesia-Estado en el siglo xvm», en R.
sición: u n comisario subdelegado, n o m b r a d o p o r el Comisario General, GARCIA-VILLOSLADA (dir.), Historia de la Iglesia en España 4 (Madrid, 1979) 123-249;
residente en España; u n asesor, q u e debía ser el o i d o r más antiguo, y u n R. ESCOBEDO MANSILLA, El tributo indígena en el Perú, siglos XVI y XVII (Pamplona,
c o n t a d o r , c a r g o q u e debía d e s e m p e ñ a r l o el funcionario real más a n t i g u o d e 1979); L. HANKE, LOS virreyes españoles en América durante el gobierno de la Casa de
la respectiva Caja, a u n q u e p o c o después, e n algunas sedes, d a d o el volumen Austria: México 1-5 (Madrid, 1975-1978); ID., Los virreyes españoles en América durante
el gobierno de la Casa de Austria: Perú 1-7 (Madrid, 1978-1980); J. C. GARAVIGLIA,
d e la r e c a u d a c i ó n y d e q u e su c o m e t i d o principal e r a c o n t r o l a r estos ingre-
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llegó a t e n e r g r a n relevancia en la administración indiana. de la real hacienda del departamento de Caracas (Caracas, 1962); E. LlSSON CHÁVEZ, La
La administración d e la renta, c o m o e n otros m u c h o s casos, se llevó d e Iglesia de España en el Perú 2 y 4 (Sevilla, 1944 y 1946); G. LOHMANN VIU.ENA, LOS
dos formas, bien p o r administración directa, es decir, e n m a n o s d e los americanos en las Ordenes nobiliarias (1529-1900) 1-2 (Madrid, 1947); F. LÓPEZ DE
CARAVANTES, Noticia general del Perú (Madrid, 1985-8).
oficiales reales, q u e recibían el fruto final r e c a u d a d o p o r tesoreros especia-
A. MARTIN GONZÁLEZ, Gobernación espiritual de Indias. Código Ovandino (Guate-
les, o bien p o r administradores particulares, c o n quienes se firmaba u n
mala, 1978); G. MARTÍNEZ REYES, Finanzas de las 44 diócesis de Indias, 1515-1816
asiento, forma esta última a la q u e se d i o preferencia. Los dos p r i m e r o s (Bogotá, 1980); J. MATRAYA Y RICCI, Catálogo cronológico pragmático. Cédulas, decretos,
asientos tuvieron u n carácter general p a r a casi t o d o s los territorios indianos, órdenes y resoluciones reales generales emanadas después de la Recopilación de las Leyes de
con u n o s beneficios d e la q u i n t a y sexta p a r t e d e la recaudación, respectiva- Indias (Buenos Aires, 1978); J. MIRANDA, El tributo indígena en Nueva España en el si-
m e n t e . El fracaso del s e g u n d o c o n t r a t o aconsejó q u e e n adelante los asien- glo XVI (México, 1952); Recopilación de Leyes de los reinos de las Indias, libro 1, título 16
(diezmos), 17 (mesada) y 20 (cruzada); libro 18, título 19 (media anata) y 24 (novenos
tos se firmaran, p a r t i c u l a r m e n t e , e n cada obispado.
y vacantes); V. RODRÍGUEZ CASADO, «Iglesia y Estado en el reinado de Carlos II»:
Pese a lo q u e h e m o s afirmado sobre q u e la limosna d e la bula d e la Santa Estudios Americanos 1 (Sevilla, 1948), 5-57; ID., «Notas sobre las relaciones entre la
C r u z a d a n o benefició e c o n ó m i c a m e n t e a la Iglesia, ya q u e el p r o d u c t o se Iglesia y el Estado en Indias en el reinado de Carlos III»: Revista de Indias 43-44
dedicaba casi e n su totalidad a los fines p r o p i o s del Estado, hasta la s e g u n d a (Madrid, 1957), 89-109.
mitad del siglo x v m se m a n t u v o u n a cierta a u t o n o m í a - l a r e n t a n o se incluía V. RODRÍGUEZ CASADO y F. PÉREZ EMBID, Memoria de Gobierno del virrey Amat
en la masa común d e la Real H a c i e n d a - y su administración se regía p o r (Sevilla, 1947); I. SÁNCHEZ BELLA, Iglesia y Estado en la América Española (Pamplona,
1990), 110-160; ID., La organización financiera de las Indias (siglo xvi) (Sevilla, 1968);
formas cuasieclesiásticas. P e r o incluso esta ficción a u t o n ó m i c a debió resul- J. F. SCHWALLER, Origins ofChurch Wealth in México: ecclesiastical Revenues and Church
tar molesta p a r a el regalismo b o r b ó n i c o . E n m a r z o d e 1 7 5 0 se consiguió u n Finances, 1523-1600 (Albuquerque, 1985); J. DE SOLÓRZANO PEREIRA, Política indiana
breve del p a p a Benedicto X I V q u e p e r m i t i ó la total secularización d e la (Madrid, 1930); B. DE TOBAR, Compendio bularlo índico 1-2 (Sevilla, 1954-1966).
renta, q u e pasó a ser considerada u n r a m o más d e la H a c i e n d a , y su adminis-
tración, incluido el T r i b u n a l privativo, fue reorganizada p a r a p o n e r l a direc- Diezmos
t a m e n t e e n m a n o s d e los funcionarios fiscales. L a O r d e n a n z a d e I n t e n d e n - J. E. ALVAREZ ARANGO, ¿Diezmos u obligación personal? (Medellín, Col., 1960); F.
tes d e B u e n o s Aires es e n este sentido s u m a m e n t e expresiva: « C o r r e s p o n d e DE ARMAS MEDINA, «Las propiedades de las Ordenes religiosas y el problema de los
diezmos en el virreinato peruano en la primera mitad del siglo xvn»: Anuario de
a mi s u p r e m a regalía la plena facultad d e administrar, r e c a u d a r y distribuir, Estudios Americanos 23 (Sevilla, 1966), 681-721; P. CASTAÑEDA, «Problemas sobre
con i n d e p e n d e n c i a absoluta del Comisario General d e C r u z a d a y d e m á s diezmos en las Antillas y Nueva España (1501-1585)», en Estructuras, gobierno y agentes
Apostólicos, t o d o el p r o d u c t o d e la Santa Bula». de la Administración en la América Española. Siglos xvi, XVII y xvm (Valladolid, 1984)
Desde finales del siglo XVin se c r e ó u n a nueva bula p a r a América, la del 61-93; S. DUBROWSKY, Los diezmos de Indias en la legislación (siglos xviy xvn) (Pamplo-
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indulto de las carnes saludables, p o r la q u e los beneficiarios p o d í a n c o m e r en Indias», en / / / Congreso del Instituto Internacional de Historia del Derecho Indiano
carnes, huevos y lacticinios e n C u a r e s m a y otros días d e abstinencia, c o n (Madrid, 1973); ID., El regalismo borbónico en su proyección indiana (Madrid, 1963)- I D
excepción del Miércoles d e Ceniza, d e los viernes d e Cuaresma, d e miércoles «La jurisdicción real sobre los diezmos en Indias», en Memoria del IV Congreso Interna-
a sábado d e la S e m a n a Santa y d e las vigilias d e las g r a n d e s fiestas litúrgicas. cional de Historia del Derecho Indiano (México, 1976); L. HUERTAS. «Tributos, diezmos
La concesión pontificia corría en E s p a ñ a desde 1779, p e r o Carlos I V consi- y economía regional», en VII Simposio Internacional de Historia Económica (Lima 1986V
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siguiendo el m o d e l o d e la Santa C r u z a d a y e n su administración también se mos en Indias en el siglo xvm»: Revista Chilena de Historia del Derecho 12 (Santiago
134 P.I. Cuestiones globales
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Financiación de las misiones


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F. DE ARMAS MEDINA, «Iglesia y Estado en las misiones americanas»: Estudios America-
nos 6 (Sevilla, 1950), 197-217; P. BORGES, El envío de misioneros a América durante la
época española (Salamanca, 1977); J. CASTRO SEOANE, «Aviamiento y catálogo de las
misiones que en el siglo xvi pasaron de España a Indias y Filipinas según los libros de
la Contratación»: serie de artículos aparecidos en Missionalia Hispánica durante los
años 1956 a 1986, en colaboración desde 1974 con R. Sanies; ID., «La traída de libros
y vestuarios en el siglo xvi de los misioneros desde sus conventos a Sevilla pagada por
el tesorero de la Casa de la Contratación»: Ibíd., 10 (Madrid, 1953), 495-584; 11
(1954), 55-133, 417-484; ID., «Matalotaje, pasaje y cámaras de los religiosos misione-
ros en el siglo xvi»: Ibíd., 9 (1952), 365-386; ID., «Vestuario, cama y entretenimiento
PARTE II

LA IGLESIA DIOCESANA
CAPÍTULO 8

ORGANIZACIÓN TERRITORIAL DE LA IGLESIA


Por ANTONIO GARCIA Y GARCÍA

Desde el punto de vista territorial, la Iglesia se estructuró en América de


dos distintas formas. Una de ellas, que podría denominarse Iglesia de estruc-
tura tradicional, estaba integrada por los españoles, los criollos y, según las
circunstancias, por los mestizos, y mantuvo siempre la organización territo-
rial de la vieja cristiandad europea: archidiócesis o sedes metropolitanas,
diócesis y parroquias. La razón que explica la identidad de estructura de esta
Iglesia americana con la europea radica en el hecho de que se trata de una
Iglesia constituida, desde el primer momento, a imagen y semejanza de la
que existía contemporáneamente en la Europa cristiana.
Se da, en cambio, prácticamente desde los primeros momentos en
América una Iglesia en vías de formación mediante la actividad evangeliza-
dora, integrada por los indígenas que se iban incorporando al cristianismo.
Esa Iglesia presentó dos formas o estructuras cronológicamente consecuti-
vas en cada territorio: la propiamente misional o en proceso de constitución
y la posmisional o Iglesia definitivamente constituida, la cual, salvo algunos
detalles, en su estructura no se diferencia de la Iglesia tradicional o hispano-
criolla, a la que en principio debía terminar integrándose.
La estructura de la Iglesia misional se aborda en la presente obra al
hablar de la evangelización. El presente capítulo se refiere únicamente a las
estructuras territoriales de la Iglesia constituida, tanto a la de carácter
tradicional o hispano-criolla como a la de carácter posmisional o integrada
por los indígenas desde el momento en el que, según los diversos territorios
y tiempos, se le consideró ya suficientemente evolucionada.
Las estructuras territoriales concretas a las que este capítulo se refiere
son las archidiócesis o sedes metropolitanas, las diócesis, las parroquias de
españoles y las doctrinas o parroquias de indios.

I. ARCHIDIÓCESIS O SEDES METROPOLITANAS

Hasta el año 1546, todas las diócesis americanas dependieron de la


archidiócesis de Sevilla (España). La enorme distancia que separaba a Sevilla
de América creaba situaciones insostenibles. Por ello, en 1533, 1536 y 1544
se pensó en fundar en América sedes arzobispales independientes. El plan
formulado en 1544 fue cursado a Roma en 1545. En él se pedían tres
arzobispados para el Nuevo Mundo, petición que encontró favorable acogi-
140 P.II. La Iglesia diocesana
C. 8. Organización territorial de la Iglesia 1^1
da en 1546. Las tres sedes elevadas a la dignidad metropolitana fueron
México, Santo Domingo y Lima. A) Difusión
Siguiendo el mismo proceso por el que se rigió la subdivisión de las Llama la atención el hecho de que en los territorios hispanos de Améri-
diócesis o la creación de nuevos obispados, en 1564 se creó la sede metropo- ca se crearon muy pronto y con gran rapidez los obispados, hasta cubrir
litana de Santa Fe de Bogotá y la de La Plata (Chuquisaca o Sucre) en 1609, enteramente aquellos inmensos territorios. Fue también rápida y efectiva la
elevando a la categoría de sedes metropolitanas los dos obispados corres-
subdivisión de una diócesis en varias, según lo fueron exigiendo las circuns-
pondientes.
tancias demográficas, el número de neoconversos y la excesiva extensión del
En el cuadro que sigue a continuación se recogen en la primera colum- territorio.
na las sedes metropolitanas, con la fecha de elevación a tal categoría, y en las He aquí el cuadro de todas las diócesis fundadas en América, incluyen-
columnas siguientes las diócesis asignadas a cada arzobispado desde 1504 a do también las que se suprimieron y las que fueron trasladadas a otra sede
1591, de 1592 a 1667, de 1668 a 1799 y desde 1800 hasta la independencia diferente de la fundacional.
americana. La fecha de fundación de cada una de estas diócesis puede verse La presentación en letra cursiva de los nombres de algunos obispados
en el cuadro que dedicamos a los obispados en el apartado siguiente. significa que éstos fueron proyectados, pero no llegaron a fundarse o desa-
parecieron bajo esa denominación, ya por haber sido suprimidos, ya por
ARZOBISPADO 1504-1591 1592-1667 1668-1799 1800... haberse trasladado a otras ciudades de las que deriva su nuevo nombre.
MÉXICO Antequera Durango Linares California En una primera columna damos el nombre de la diócesis; en la segunda,
1546 Chiapas Guatemala Sonora Chilapa la fecha de la real cédula cuando se conoce; en la tercera, la del consistorio
Guadalajara Nicaragua en que la Santa Sede aprobó la fundación de cada nueva diócesis; en la
Michoacán Comayagua
Tlaxcala cuarta, la fecha de erección, y en la quinta, las traslaciones (la abreviatura tr.
Vera Paz significa trasladada), supresiones y otras circunstancias:
Yucatán
Diócesis Real Cédula Consistorio Erección Traslado o s u p r e s i ó n
STO. DOMINGO Puerto Rico Santiago de Cuba Nueva Orleans
1546 Cuba Venezuela S. Cristóbal de la Habana Arequipa 1576 15- 4-1577 ?- 3-1620
Florida Guayana 20- 7-1609
Venezuela Antequera (Oaxaca) 1534 2 1 - 6-1535
Santa Marta Asunción de Baracoa
(Cuba) 11- 2-1517 28- 9-1522 tr. 1522
LIMA Arequipa Concepción Cuenca Cochabamba Asunción (Paraguay) 1546 1- 7-1547 10- 1-1548
1546 Cuzco Quito Guayaquil Baynúa (Isla Española) 15-11-1504
Charcas (La Plata) Guamanga Maynas Bogotá: ver Santa Fe
Río de la Plata Santiago de Chile Buenos Aires 1617 6- 3-1620 26- 6-1622
Tucumán Panamá Caracas 7- 3-1638
Popayán Trujillo Carolense (México) 1518 24- 1-1519 1-12-1526 tr. a Tlaxcala
Cartagena 1533 24- 4-1534 28- 6-1538
SANTA FE DE Concepción de la Vega
BOGOTÁ Cartagena Santa Marta Mérida (Isla Española) 8 y 13-11-1511
1564 Popayán Antioquia Concepción de Chile 8-12-1763
Quito Córdoba (Argentina) 1699
Ciudad Real (Chiapas) 26- 2-1538
LA PLATA Asunción Córdoba Comayagua 6- 9-1531
1609 Sta. Cruz de la Sierra Composiela (Nueva Gali-
La Paz cia) 18- 7-1548 tr. a Guadalajara en
Buenos Aires 1560
Tucumán Coro (Venezuela) 2 1 - 6-1531 tr. a Caracas en
7-3-1638
Cozumel (Yucatán) 24- 1-1519 1-12-1526 tr. a Mérida en 1561
Cuenca (Ecuador) 1786 .
Cuzco 5-10-1535 8- 1-1537 4- 9-1537
Durango (Nueva Vizca-
II. DIÓCESIS ya) 11-10-1620 1- 9-1623
Florida 5-12-1520 desaparece hacia 1527
Veamos sucesivamente la difusión de la institución diocesana en Améri- Guamanga (hoy Ayacu-
ca, límites, proceso fundacional, características o tipología. cho, Perú) 20- 7-1609 2- 1-1615
Guadalajara 10- 5-1560
Honduras 1609
Huamanga: ver Gua-
manga
142 P.II. La Iglesia diocesana
C.8. Organización territorial de la Iglesia 143
Diócesis R e a l Cédula Consistorio Erección Traslado o s u p r e s i ó n
Diócesis Real Cédula Consistorio Erección Traslado o s u p r e s i ó n
Tucumán: ver Santiago
Jamaica (abadía) 15- 3-1520
del Estero
La Habana 1787
Tzintzuntzán (Michoa-
La Paz 4- 7-1605
cán) 13-11-1534 18-8-1536 tr. en 1538 a Pátzcuaro
La Imperial (Chile) 1556 22- 3-1563 desaparece la ciudad en
Veragua 1527 tr. a Panamá
1599 y tr. a Penco
Vera Paz 1534 27- 6-1561
La Plata (Charcas) 1551 27- 6-1552 23- 2-1553 arzobispado desde
Yaguata (Isla Española) 11- 5-1504
1609
Yucatán 19-11-1561
León (Nicaragua) 26- 2-1531 3-11-1534
Lima 3 1 - 5-1541 7- 9-1543 arzobispado desde
1546
Magua (Isla Española) 15-11-1504 integrada en la diócesis
de Concepción de la La temprana y rápida fundación de las diócesis en la América hispana,
Vega así como su ulterior desdoblamiento de una diócesis en varias, contrasta con
Maynas (hoy Chachapo-
yas, Perú) 1805 la praxis seguida en el caso de los territorios de colonización portuguesa,
Mérida (Yucatán) 9- 7-1560 19-11-1561 donde este fenómeno se verifica más tardía y lentamente. Por ello, tampoco
México 1527 2- 9-1530 5- 9-1530 arzobispado desde la actividad conciliar y sinodal tiene en los territorios de expresión lusitana
1546
Michoacán 18- 8-1536 la relevancia que adquirió en la América de habla española.
Nicaragua 26- 2-1531
Nuevo León (México) 1777
Oaxaca: ver Antequera B) Delimitación de las diócesis
Panamá: ver Santa Ma-
ría del Darién hacia 1524 suprimida en 1626
Pátzcuaro 1540 8- 7-1550 1534 Las demarcaciones que constituían la geografía eclesiástica americana
Penco (Chile) 7- 2-1603 tr. a Concepción en se parecen a muchas de la primitiva Iglesia y de la Alta Edad Media, en que
1763 sus límites no son prevalentemente geográficos, sino demográficos. En In-
Popayán 27- 8-1546 8- 2-1547
Puebla de los Angeles 3-10-1539 dias, esta fluidez de límites es mayor al principio que en épocas más tardías
Puerto Rico: ver San del siglo XVII-XVIII. También es mayor en zonas muy extensas y poco pobla-
Juan das que en las de mayor densidad demográfica. La delimitación estaba bien
Quito 3 1 - 5-1540 8- 1-1546 27- 9-1579
Salta 1806 definida en el caso de obispados únicos insulares como, por ejemplo, Santo
San J u a n de Puerto Ri- Domingo, Cuba o Puerto Rico, mientras hubo en cada una de estas islas
co 8 y 13-11-1511 16- 9-1512
Santa Cruz de la Sierra 4- 7-1605
obispado único. Aunque con menos exactitud, la delimitación tampoco
Sania Cruz de la Vega 8 y 13-11-1511 integrada en Santo Do- ofrecía problemas mayores cuando se trataba de alguna diócesis única en
mingo todo un territorio, ya que entonces el obispado coincidía con la zona donde
Santa Fe de Bogotá 22- 2-1549 11- 9-1562 arzobispado desde
1564
se daba la presencia española. A veces también se situaba la frontera en
Santa María la Antigua algún accidente geográfico como, por ejemplo, el río Orinoco como fronte-
del Darién 9- 9-1513 1-12-1521 tr. a Panamá hacia 1524 ra meridional de la provincia eclesiástica de Santo Domingo, hasta que las
Santa Marta 1 9- 9-1531 10- 1-1534 tr. a Santa Fe en 1539
Santa Marta II 7-11-1574 15- 4-1577 sucesivas fundaciones de nuevas sedes episcopales vinieron a modificar la
Santiago de Cuba 20- 6-1637 7- 3-1638 geografía eclesiástica en este punto.
Santiago de Chile 1556 27- 6-1561
Santiago del Estero 10- 5-1570 tr. a Córdoba en 1699 Debido a la fluidez de fronteras diocesanas, en el mapa de las diócesis y
Santiago de Guatemala 1532 18-12-1534 20-10-1537 archidiócesis sólo aparecen los nombres de las sedes, sin fijar unos límites
Santo Domingo 8 y 13-11-1511 12- 5-1512 arzobispado desde
1546 concretos, que generalmente no tenían, al menos en el sentido actual de esta
Santo Tomás de la Gua- palabra.
yana (hoy Ciudad Bo-
lívar, Venezuela) 1790 Un sistema bastante corriente, pero impreciso, de fijar los límites entre
Sonora (Hermosillo) 1779 las diócesis consistía en asignar a una 15 millas en dirección a la otra diócesis
Tlaxcala 13-10-1525 tr. a la Puebla de los limítrofe, y viceversa, partiendo por su mitad la distancia que quedaba en
A n g e l e s en
3-10-1539 medio de estas dos franjas de 15 millas.
Trujillo (Honduras) 6- 9-1531 tr. en 1571 Por lo dicho se explica perfectamente el número, relativamente eleva-
Trujillo (Perú) 1576 15- 4-1577
20- 7-1609 do, de conflictos de competencias entre los obispados limítrofes cuando se
Túmbez (Perú) 23-10-1529 14-10-1616 suprimida trataba de cobrar los diezmos, realizar la visita canónica, asistencia del clero
Valladolid (Honduras) 1571
Valladolid (Michoacán) 28-12-1571
a los sínodos diocesanos y otros actos semejantes.
144 P.ll. La Iglesia diocesana C.8. Organización territorial de la Iglesia 145

C) Fundación de las diócesis obispo en América no era ante todo un administrador como en Europa, sino
un pastor que tenía que ocuparse no sólo de los pocos o muchos españoles
Por derecho común de la Iglesia, la única autoridad que desde el si- que hubiese en su diócesis, sino también de los naturales convertidos al
glo XI podía fijar y modificar los límites de las diócesis y archidiócesis era la cristianismo y colocados bajo su jurisdicción.
Santa Sede. Pero en América, en virtud del Real Patronato, la Corona Debido a la larga distancia para recurrir a Roma, pero también a esta
consiguió de la Santa Sede el derecho de proponer los límites de cada nueva finalidad misional, se otorgan a los obispos de América importantes faculta-
diócesis o la modificación de los ya existentes. La Corona intentó varias des que en la vieja cristiandad estaban reservadas a la Santa Sede. Tal era el
veces obtener la facultad de establecer los límites, y no sólo la de proponer- caso de los pecados y penas reservadas a la Sede Apostólica, incluso conteni-
los a la Santa Sede. Así, por ejemplo, Fernando el Católico solicitó dicha dos en una famosa bula que se daba cada año el día de Jueves Santo y que
facultad al Papa el 13 de septiembre de 1509, cuando se planeaba la funda- por ello es conocida como la bula In coena Domini; la dispensa de los grados
ción de las tres primeras diócesis de la isla Española (Santo Domingo), sin de consanguinidad y afinidad, que sólo podía otorgar la Santa Sede, etc.
que obtuviera respuesta alguna. El 26 de junio de 1513 reitera la misma
Por las mismas causas, la administración de la justicia en las diócesis de
propuesta, con el mismo resultado.
América era diferente que en Europa, ya que las apelaciones en primera
Dada la dificultad real de fijar desde Roma, con el más absoluto desco- instancia iban dirigidas al metropolitano o arzobispo, y en segunda instancia
nocimiento de la geografía americana, la delimitación de las nuevas diócesis, al obispo más próximo. Si las dos sentencias eran concordes, la decisión
en la práctica Roma no tuvo más remedio que aceptar las propuestas que pasaba a cosa juzgada, sin necesidad del recurso a la Santa Sede. Si no eran
sobre esto hacía la Corona al proponer, en virtud del derecho patronal de concordes, se recurría a otro obispo cercano, quien zanjaba definitiva e
presentación, el primer obispo electo a la Santa Sede. En todo caso, ésta se inapelablemente la cuestión debatida.
reservaba el derecho de oponer cualquier objeción si había fundamento Esta experiencia misional americana fue el precedente más notable del
para ello. La facultad de cambiar los límites no se dio de modo general, sino derecho canónico misional moderno, que se inspira ampliamente en el caso
para casos concretos, como ocurrió, por ejemplo, el 2 de junio de 1544 para americano, sobre todo en cuanto a la concesión a los misioneros y obispos de
el traslado de la sede episcopal de Tlaxcala a Puebla de los Angeles, o el 13 numerosas facultades que el derecho común reservaba a la Santa Sede.
de julio de 1548 para la fundación del obispado de Guadalajara. Otras estaban reservadas por derecho común a los obispos, y la Santa Sede
La localización de las diócesis, lo mismo que la de los centros del poder las extiende a los misioneros, que generalmente eran religiosos.
civil en el Nuevo Mundo, se realizó, en gran parte, en estrecha dependencia
El hecho de que la evangelización de América haya corrido en su mayor
de la expansión de la presencia hispana en América. Así se explica la funda-
parte a cargo de los religiosos hizo que se planteara varias veces la cuestión
ción de varias diócesis en la Española, que luego se integran en una sola, y la
de que las diócesis americanas fueran regulares y no seculares, es decir, que
de la capital y principales núcleos de población en ambos virreinatos de
estuviesen encomendadas a los religiosos y no a los clérigos seculares.
México y de Perú. En épocas más tardías se fundan también algunas diócesis
siguiendo la penetración de los misioneros y el ritmo de las conversiones. Los obispos de las diócesis de América fueron escogidos de ambos
cleros, secular y regular, con predominio del segundo sobre el primero hasta
1660, fecha en la que se invierte la relación.
D) Características de las diócesis americanas
Hernán Cortés estaba convencido de que las personas indicadas para la
Aparte de algunos aspectos especiales ya expuestos de las diócesis ame- evangelización no eran los clérigos seculares, sino los religiosos. Por ello
ricanas en relación con las del resto de la cristiandad, hay que subrayar aquí llega a proponer el cambio de la jerarquía tradicional de la vieja cristiandad
el carácter misional que se da en los comienzos de la mayoría de ellas. por la formada de miembros de las Ordenes mendicantes, entre cuyos
Recuérdese que la obligación impuesta a los monarcas españoles desde las miembros habría que escoger los obispos. Sugería asimismo la supresión de
bulas alejandrinas de 1493 era la evangelización de las tierras descubiertas y los canónigos y otras estructuras diocesanas, que en la Nueva España resul-
por descubrir. La Corona y la Iglesia española, especialmente las Ordenes taban gravosas y de escasa eficacia. Carlos V desestimó la sugerencia de
religiosas, hicieron honor a esta finalidad. Pero el derecho entonces vigente Cortés. Pero Felipe II, años más tarde, la consideró acertada y se la propuso
en toda la cristiandad se adaptaba mal a la situación americana. Por ello, la al Papa, que la rechazó. En realidad se conservó la jerarquía tradicional de
Santa Sede concede grandes privilegios a los protagonistas de la evangeliza- la Iglesia, pero aun esto quedó mitigado por el hecho de que la mayoría de
ción, que fueron los religiosos principalmente. Concedió asimismo a la los obispos de América fueron captados entre los miembros de las principa-
Corona un protagonismo grande en esta tarea, recogido en el Patronato les familias religiosas hasta mediados del siglo XVII.
Regio, que la Corona trató todavía de ampliar a base del Vicariato Regio. La Junta Magna de 1568 coincidía con la opinión de Felipe II en esta
Gracias a estas concesiones fue posible la evangelización, pero también materia. En 1572, el monarca propuso al Papa que los canónigos fuesen
debido a ellas surgieron no pocos conflictos entre la Santa Sede y la Corona, regulares, es decir, miembros de las Ordenes religiosas, basándose en el
por una parte, y entre el clero secular y los religiosos, por otra. Por ello, un mejor ejemplo de los religiosos y en el menor costo de su manutención.
146 P.H. La Iglesia diocesana C. 8. Organización territorial de la Iglesia 147
En realidad no se llegó a adoptar, como criterio general, esta propuesta las doctrinas, los argumentos de los religiosos en sentido contrario, así como
de 1572, pero en la práctica se nombró con frecuencia a obispos de la Orden el punto de vista de la Corona, están bien recogidos en la Relación que el
religiosa mayoritaria en la diócesis, que es justamente el criterio que siguió licenciado D. Juan Velázquez hizo ante el Consejo de Indias el 1 de octubre
y sigue todavía la Congregación de Propaganda Fide en los territorios de de 1632, que citamos en la bibliografía al final de este capítulo. Entre otras
misión. cosas, transcribe y comenta las reales cédulas de Felipe II, Felipe III y
La subdivisión de la diócesis en arciprestazgos, tomada del derecho Felipe IV, en las cuales unas veces se manda que las doctrinas de los religio-
común, se puso en práctica también en América. Pero la decisión la tomó sos pasen a los seculares, mientras que en otros casos se ordena que sigan en
frecuentemente el rey, oído el parecer de la autoridad eclesiástica. manos de los religiosos.
La posición cambiante de la Corona depende, entre otras cosas, de los
argumentos de una y otra parte y de la legislación de la Iglesia contenida en
III. PARROQUIAS DE ESPAÑOLES el concilio de Trento y en las bulas pontificias, especialmente en la Exponi
nobis de Pío V, del 24 de marzo de 1567, y en la Quantum animarum cura de
Como ya indicamos más arriba, las parroquias de régimen tradicional Gregorio XIV, del 16 de septiembre de 1591.
estaban integradas por españoles, criollos y a veces mestizos. Frecuentemen- En el título 13 de la Recopilación de Leyes de los Reinos de las Indias del año
te se las denomina «parroquias de españoles». Solían estar al cargo de un 1681 se recoge la legislación que regirá en lo sucesivo sobre los doctrineros
cura secular y se regían por el derecho común de la Iglesia universal, aunque seculares, aunque en parte afecta también a los doctrineros religiosos.
dentro de su territorio hubiera también indígenas ya convertidos al cristia- A estos últimos se refiere especialmente el título 15 de la misma Recopilación.
nismo. Omitimos aquí una descripción pormenorizada de su régimen, ya Y estas normas son las que, en principio, rigen en lo sucesivo para ambos
que éste es un tema que, según indicamos al principio, cae fuera de este tipos de doctrinas de seculares y de religiosos.
capítulo. Fueran clérigos seculares o religiosos, estos doctrineros o párrocos de
indios estaban sujetos al obispo del territorio, a diferencia de los misioneros,
que no lo estaban. Los doctrineros seculares estaban sujetos al obispo en
IV. DOCTRINAS O PARROQUIAS DE INDIOS todo, los religiosos sólo en cuanto a la cura pastoral.
En la presentación de los clérigos seculares para doctrineros intervenía
A) Concepto el obispo. En la de los religiosos lo hacía el superior religioso.
Eran las parroquias formadas por indígenas, las cuales adquirían su En ambos casos se solía exigir, entre otros requisitos, el de conocer la
condición jurídica de tales al perder su carácter inicial de «misión» a cargo de lengua de los indígenas de quienes iban a ser párrocos o doctrineros.
los evangelizadores. Los conceptos o categorías territoriales eclesiásticas que acabamos de
Las misiones o centros misionales solían convertirse en Doctrinas o describir tienen sus términos civiles correlativos. Pero conviene distinguir
Parroquias de indios después de diez o veinte años, según las diferentes perfectamente las instituciones eclesiásticas de las civiles. A la misión, llama-
épocas y zonas, de iniciada la evangelización de un territorio. da también a veces conversión, solía corresponder en lo civil una reducción o
En las fuentes contemporáneas se advierte con frecuencia una cierta agrupación de los indígenas en poblados. A la doctrina corresponde en lo
vacilación a la hora de identificar las doctrinas con las parroquias de indios. civil un pueblo o municipio.
La vacilación está justificada, ya que por un lado los indígenas convertidos Otro aspecto en que aparece nítida la distinción entre misión y doctrina
reciben en las doctrinas los mismos cuidados pastorales que los demás fieles radica en las diferentes normas por las que ambas instituciones se regían.
en las parroquias de tipo tradicional. Pero jurídicamente se dio con frecuen- Así, por ejemplo, el misionero no cobró sínodo a estipendio de parte de la
cia el caso de que los doctrineros o párrocos de indios no poseían el cargo a Corona hasta finales del siglo XVII, mientras que el doctrinero lo hizo desde
perpetuidad o, como se decía en términos más técnicos, no tenían un benefi- la segunda parte del XVI. Correlativamente, los indígenas no pagaban tribu-
cio parroquial perpetuo. Por derecho canónico común de la Iglesia univer- tos en las misiones, mientras que sí estaban obligados a pagarlos una vez
sal, era éste un elemento esencial en el concepto de párroco y de parroquia. integrados en las doctrinas.
Transformadas en una nueva unidad o institución jurídica, estas Doctri-
nas o Parroquias de indios a veces se entregaban al clero secular, a veces B) Evolución histórica
seguían al cargo de los misioneros, convertidos jurídicamente en doctrineros Veamos ahora el largo camino recorrido por las doctrinas a través de un
o párrocos de indios. Con el tiempo, y a veces tras largas discusiones y prolongado proceso, en el que cabe distinguir cuatro etapas:
controversias, los religiosos terminaban entregándolas al clero secular, ex- 1) Las doctrinas bajo los encomenderos o la autoridad regia (1524-52). En
cepto los jesuítas, que no acostumbraban a hacerlo. las Ordenanzas de buen gobierno, dictadas por Hernán Cortés el 20 de marzo
Las razones alegadas por los obispos para que pasaran al clero secular de 1524, las encomiendas y las doctrinas adquieren una configuración muy
148 P.II. La Iglesia diocesana C.8. Organización territorial de la Iglesia 149
precisa. Entre otras cosas, dispone Hernán Cortés que los encomenderos en parte, permite a los religiosos atenerse a la norma de San Pío V. En 1622,
posesión de más de un millar de indígenas estuvieran obligados a pagar un Gregorio XV vuelve a urgir las disposiciones del concilio tridentino, aunque
sacerdote que los instruyera en la fe católica. esta orden encontró fuerte oposición en América.
La provisión de los misioneros para evangelizar o atender pastoralmen- Todas estas disposiciones, en buena parte contrarias entre sí, se expli-
te a los indígenas de cada encomienda pertenecía al respectivo encomende- can, al menos en parte, por la insuficiencia del clero secular para hacerse
ro. En los territorios o indígenas directamente dependientes de la Corona cargo de un elevado número de doctrinas desparramadas en zonas muy
tocaba a ésta proveer de misioneros que se encargasen del cuidado espiritual extensas, circunstancia que dificultaba también el control episcopal tal como
de los naturales. lo concebía el concilio tridentino.
La duración del cargo del misionero en la doctrina era temporal y 3) Las doctrinas bajo el Real Patronato (1567-74). Por una Cédula Real
dependía de la autoridad del encomendero o de la autoridad regia, según del 3 de septiembre de 1567 se impone la presentación regia para el cargo
que se tratara de indígenas que estaban encomendados a algún español o de los clérigos doctrineros o encargados de las doctrinas de indígenas. Los
que dependían directamente del rey. obispos y superiores religiosos realizaban la colación o institución canónica
El salario o estipendio era pactado por ambas partes, es decir, por los en el cargo en favor del candidato presentado, según que se tratara de
doctrineros y la autoridad que los contrataba. clérigos seculares o religiosos. En caso de urgencia podían los obispos y
En esta primera etapa es claro que no es lo mismo doctrina que parro- superiores indicados proveer en el cargo a los misioneros, pero con la
quia, ya que esta última era un beneficio o cargo perpetuo, mientras que la promesa previa de recurrir antes de dos años al Consejo de Indias en
doctrina era temporal. demanda de la presentación regia.
2) Las doctrinas bajo los obispos (1552-67). Por una Real Cédula del 23 El estipendio de los doctrineros corre a cargo de los encomenderos, con
de septiembre de 1552 se ordena que en adelante los obispos nombraran a lo que sigue produciéndose una excesiva dependencia de los clérigos doctri-
los clérigos encargados de las encomiendas, retirándoseles a los encomende- neros con respecto a los encomenderos mencionados. Para evitarlo, el arzo-
ros tal atribución, sistema que defienden los concilios americanos que a bispo de Lima, Jerónimo de Loaysa, manda que el salario de los doctrineros
partir de Trento se celebran en aquellos territorios. Pero en las doctrinas de se pusiese aparte, al ser depositados los tributos recaudados, quienes lo
los religiosos, que eran la inmensa mayoría, esta norma no se observa, recibirían de los depositarios de los tributos y no directamente de los enco-
basándose los religiosos en sus privilegios, según los cuales les bastaba con menderos. Al introducirse el cargo de corregidor se encargó a éste de pagar
tener la autorización de los superiores de la respectiva Orden para el nom- a los doctrineros, liberándoles de la dependencia demasiado directa de los
bramiento y remoción de los religiosos que trabajaban en las doctrinas. encomenderos. Esto ocurría en la década de los años setenta del siglo XVI, y
La duración en el cargo era temporal en esta segunda etapa, como lo tardó por lo menos unos diez años en imponerse a escala general.
era en la anterior. La excesiva intervención de la Corona en esta etapa se basa en la
El estipendio o salario seguía a cargo de los encomenderos. pretendida e interesada identificación de las doctrinas con los beneficios
El concilio de Trento ordenó que la actividad pastoral se encuadrara en eclesiásticos perpetuos, ya que estos últimos eran de presentación regia, por
todas partes en territorios bien delimitados, otorgando a sus titulares carác- establecerlo así la bula de Julio II, por la que se crea el Real Patronato en
ter perpetuo e inamovible en el cargo. Correspondía a los obispos el examen favor de los reyes de España.
previo, el nombramiento, la visita y corrección, así como la remoción de los Los obispos se opusieron, aunque sin resultado positivo, a estas normas
doctrineros, tanto si eran religiosos como si eran seculares. de la Corona. Es innecesario decir que, en teoría, los obispos tenían razón.
San Pío V derogó esta norma, en cuanto afectaba a la labor de los Pero en la práctica no les fue reconocida por las autoridades temporales.
religiosos en América, los cuales podían seguir ateniéndose a sus antiguos 4) Las doctrinas bajo la reorganización del Real Patronato (1574 en ade-
privilegios, como antes del concilio de Trento. lante). La Junta Magna del Consejo de Indias de 1568 se planteó, con una
Las disposiciones reales mantienen el derecho de visita del obispo a las seriedad como nunca se había hecho hasta entonces, el problema de las
doctrinas, que los religiosos rechazan, sobre todo en Nueva España, por ser doctrinas al cargo de los regulares, debido a las desavenencias sobre el
contrarias a sus privilegios. nombramiento y la dependencia de los párrocos de indios surgidas entre los
En conclusión, las doctrinas atendidas por el clero secular, que eran las obispos y las Ordenes religiosas, en este caso los franciscanos, dominicos,
menos, dependían directamente del obispo, mientras que las de los religio- agustinos y mercedarios.
sos seguían rigiéndose por su derecho privilegiado de exención con respecto A pesar de las amenazas de los religiosos de abandonar incluso América
al obispo en cuanto al nombramiento, examen previo, visita canónica, remo- si se les sometía a la jurisdicción episcopal, la Junta reconoció las facultades
ción, etcétera. de los obispos en este punto. Al mismo tiempo, sin embargo, concibió el
El breve de San Pío V fue revocado por Gregorio XIII, quien urge la proyecto de que «las iglesias catedrales que de aquí adelante se erigieren
disciplina del concilio de Trento en esta materia. Gregorio XIV, por su sean regulares». Dicho en otros términos, que los obispos de América fueran
150 P.II. La Iglesia diocesana C. 8. Organización territorial de la Iglesia 151
escogidos en adelante de entre las Ordenes misioneras, con la esperanza de doctrinas, creando una cierta confusión en los lectores actuales y en no
que los religiosos doctrineros no tendrían inconveniente en someterse a los pocos estudiosos de estas materias. Al lado de las parroquias de españoles,
obispos. las antiguas doctrinas se llaman ahora parroquias de indios. En todo caso, el
Esta última idea no llegó a cuajar, pero aun así la siguió defendiendo en criterio para distinguir una doctrina de una parroquia consiste en ver si la
los años inmediatamente posteriores el franciscano Jerónimo de Mendieta, doctrina estaba constituida o no en beneficio perpetuo, en cuyo caso es
quien incluso le hizo recapacitar de nuevo sobre ella a Juan de Ovando, sinónimo de parroquia. Si no era perpetuo, entonces tal doctrina es algo
presidente del Consejo de Indias, cuando éste proyectaba el Libro de la jurídicamente diferente de la parroquia, aunque su finalidad y servicios
Gobernación Espiritual de las Indias. pastorales fueran idénticos.
La solución de la Junta Magna a este problema consistió en insistir en ía
necesidad de la presentación regia para ejercer el cargo de párroco de C) Régimen
indios, observando los siguientes trámites:
1) Examen previo de los candidatos por el obispo, requisito que ya La legislación civil y eclesiástica sobre las parroquias es aplicable en
había exigido el concilio de T r e n t e gran parte a las doctrinas, debido a la interrelación que existe entre ambas
instituciones.
2) El obispo diocesano escogía a los opositores más aptos, pasando los
1) Legislación civil. Según diferentes reales cédulas de varios monar-
nombres a la autoridad secular.
cas que van desde Carlos V hasta Felipe IV, recogidas en la Recopilación de
3) La autoridad secular elegía a uno de la lista y lo presentaba de leyes de los Reynos de Indias (lib. 1, tít. 2), la Corona puso gran empeño en
nuevo al obispo. proveer, en la parte que le tocaba, a la erección de los templos de las
4) El obispo daba la colación canónica e institución del cargo al pre- doctrinas y parroquias de América. En la ley 1 de dicho título se manda que
sentado. los virreyes, presidentes y gobernadores informen al rey sobre las iglesias
La Real Cédula del Patronato de 1574 insiste en que esto se hace no fundadas y las que conviniere fundar para la doctrina y conversión de los
sólo para los beneficios propiamente dichos, sino también para los reparti- naturales.
mientos de indígenas y para aquellos lugares en donde no hubiese beneficios En la ley 6 se especifica y se añade cuanto sigue: «Mandamos a nuestros
perpetuos constituidos. La colación de unos y otros debía hacerse de forma virreyes, presidentes y gobernadores que, guardando la forma que se les da
que los curas pudieran ser removidos del cargo según la voluntad del supe- por la ley primera de este título, tengan mucho cuidado de que en las
rior eclesiástico. Pero el rey se reservaba el derecho de presentar por su cabeceras de todos los pueblos de indios, así los que están incorporados a
cuenta, sin mediar los dos primeros requisitos o trámites que acabamos de nuestra Real Corona como encomendados a otras cualesquier personas, se
indicar, a los que él creyese conveniente, pudiendo en este caso otorgárseles edifiquen iglesias donde sean doctrinados y se les administren los santos
el cargo de forma perpetua e inamovible. Los virreyes y autoridades inferio- sacramentos, y para esto se aparte de los tributos que los indios hubiesen de
res sólo podían otorgarlos con carácter temporal. dar a nos y a sus encomenderos cada año lo que fuere necesario, hasta que
Los obispos protestaron por este sistema, según el cual su cometido se las iglesias estén acabadas, con que no exceda de la cuarta parte de los dichos
limitaba a una simple mediación entre las autoridades civiles y los candidatos tributos. Y esta cantidad se entregue a personas legas, nombradas por los
elegidos por la Corona, con la única intervención de dar a éstos la colación obispos, para que la gasten en hacer las iglesias a vista y parecer y con
canónica e informar sobre sus cualidades personales. Pero la única modifica- licencia de los dichos prelados y nuestros virreyes, presidentes y gobernado-
ción o correctivo de estas normas fue la inobservancia por parte de algunos res tomen las cuentas de lo que se gastare y de las iglesias que se hicieren y
obispos. Por otra parte, se concedió a las autoridades civiles inferiores al rey nos envíen relación de todo».
el otorgar también estos cargos con carácter perpetuo.
La ley 7 añade todavía: «Mandamos a los oficiales de nuestra Real
Más afortunados fueron los religiosos, quienes siguieron usando la vieja Hacienda que, con parecer del gobierno y prelado de la provincia, de
fórmula, en la que la intervención del patrono era casi teórica, ya que se cualesquier maravedís nuestros que sean a su cargo, provean a cada una de
limitaba a confirmar a aquellos religiosos que los superiores designaban las iglesias que se hicieren en pueblos de indios, puestos en nuestra Real
previamente. Corona, y encomendados a personas particulares, de un ornamento, un cáliz
Pero en 1624 se unifica el sistema de ambos tipos de doctrinas, es decir, con patena para celebrar el santo sacrificio de la misa, y una campana, por
de las del clero secular y de las de los religiosos. A partir de dicha fecha, los una vez, al tiempo que la iglesia se fundare».
religiosos elaboran una terna, y de ésta la autoridad civil presenta uno de los En las parroquias que se hicieron en pueblos de españoles, donde había
tres. La colación correspondía al superior religioso. indígenas que les estaban encomendados, se manda en la ley 3 que un tercio
A partir del siglo xvni, con la desaparición de las encomiendas, las del costo fuera a cargo de la Real Hacienda; otro, de los vecinos encomende-
doctrinas se denominan parroquias. El nombre de parroquias también se les ros de naturales, y otro, a cargo de los propios indígenas.
da a veces con anterioridad a esta fecha, pero se simultanea con el de En la ley 19 se ordena que los indígenas edifiquen las casas de los
152 P.II. La Iglesia diocesana C. 8. Organización territorial de la Iglesia 153
clérigos que están a sü cargo y que dichas casas queden anejas a las respecti- Indias (Madrid, 1681), libro 1, título 2 (iglesias catedrales y parroquiales), título 7
vas iglesias, donde prestan su servicio dichos clérigos. El resto de las leyes de (arzobispos, obispos y visitadores apostólicos), título 13 (curas y doctrineros), título
este título y otras concordantes con éstas tratan de controlar que se cumplan 15 (religiosos doctrineros); libro 6, título 9 (encomenderos). Véase el apartado Archi-
las normas establecidas sobre la erección de las iglesias, su financiación, sus diócesis y diócesis.
ornamentos, la administración de los bienes, etcétera.
2) Legislación eclesiástica. Las normas emanadas de los obispos, ya en Visiones globales
los concilios provinciales, ya en los sínodos diocesanos y visitas episcopales, F. DE ARMAS MEDINA, Cristianización del Perú, 1532-1600 (Sevilla, 1953); E. D.
así como en otros decretos de cada obispo diocesano, tratan preferentemen- DUSSEL y otros, Historia general de la Iglesia en América Latina 1 (Salamanca, 1983):
Introducción general; 6 (Salamanca, 1985): América Central; 7 (Salamanca, 1981):
te de las cualidades y deberes personales de los doctrineros y párrocos, así
Colombia y Venezuela; A. DE EGAÑA, Historia de la Iglesia en la América Española desde
como del buen funcionamiento y eficacia de la labor evangelizadora y pasto- el descubrimiento hasta comienzos del siglo XIX. Hemisferio sur (Madrid, 1966); A.
ral de los mismos. GARRIDO, La organización de la Iglesia en el reino de Granada y su proyección en Indias.
En el capítulo 10 de esta misma obra se indican los principales temas Siglo xvi (Sevilla, 1979); R. RlCARD, La conquista espiritual de México (México, 1947); V.
TRUJII.I.O, La legislación eclesiástica en el virreinato del Perú durante el siglo XVI con
tratados por los concilios y sínodos en relación con el presente argumento
especial aplicación a la jerarquía y a la organización diocesana (Lima, 1981); E. VÁZ-
de las doctrinas y parroquias. Destacan, entre otras normas, las que se QUEZ VÁZQUEZ, Distribución geográfica y organización de las Ordenes religiosas en Nueva
refieren a la obligación de conocer las lenguas indígenas por parte de los España. Siglo xvi (México, 1965); A. YBOT LEÓN, La Iglesia y los eclesiásticos españoles en
doctrineros y párrocos, el buen ejemplo que debían dar a los nativos, su la empresa de Indias 2 (Barcelona-Madrid, 1962).
dedicación a la predicación, a la instrucción de los mismos y al culto, j u n t o
con otras normas de conducta y de la metodología a seguir en el trato con los Archidiócesis y diócesis
indígenas. Creación y división: J. M. GARCÍA GUTIÉRREZ, Bulario de la Iglesia en México
Como valoración de conjunto, se puede afirmar que la rápida difusión (México, 1958); F. J. HERNÁEZ, Colección de bulas, breves y otros documentos relativos a la
e implantación de las misiones, de las doctrinas y parroquias de indios Iglesia en América y Eilipinas 2 (Bruselas, 1879), 5-346; B. DE TOBAR, Compendio bulario
constituyeron una sabia readaptación del derecho canónico común a las índico (1962) 1-2 (Sevilla, 1954-1966).
Estudios: E. D. DUSSEI., Les évéques hispanoaméricains, défenseurs et évangélisateurs
especiales condiciones del Nuevo Mundo. Su eficacia fue grande, pese a las de l'indien, 1504-1620 (Wiesbaden, 1970); G. VAN GULIK y otros, Hierarchia catholica
dificultades y controversias derivadas de la multiplicidad y complejidad de medii et recentioris aevi 3-7 (Münster-Patavii, 1922-1968); A. R. SlLVA, Documentos para
las cinco autoridades que, según los casos, podían intervenir en la regulación la historia de la diócesis de Mérida 1-5 (Caracas, 1927).
de la tarea evangelizadora y pastoral sobre los indígenas. Como queda ya
indicado, estas autoridades eran la Santa Sede, la Corona, los obispos, los Parroquias y doctrinas
superiores religiosos y los encomenderos. El resultado obtenido, que en F. DE ARMAS MEDINA, «Evolución histórica de las doctrinas de indios»: Anuario de
líneas generales es altamente positivo, se debe sobre todo al elevado espíritu estudios americanos 9 (Sevilla, 1952), 101-129; Cartas de Indias 1-3, en Biblioteca de
de sacrificio y abnegación de la mayor parte de los evangelizadores, que les Autores Españoles, vol. 264-266 (Madrid, 1974): frecuentes alusiones al tema, por
permitió afrontar y superar las inmensas dificultades y obstáculos que se ejemplo, cartas n. 8-10, 12, 19, 35, 53, 73 y 79; J. FRIEDE, «Los franciscanos y el clero
en Nueva Granada en el siglo XVI»: Missionalia Hispánica 14 (Madrid, 1957), 271-309;
oponían a su labor, como eran las grandes extensiones, con frecuencia poco A. GARCÍA Y GARCÍA, «LOS privilegios de los franciscanos en América», en Actas del II
pobladas, las distancias enormes que tenían que recorrer, sin contar con las Congreso Internacional sobre los franciscanos en el Nuevo Mundo (Madrid, 1988),
difíciles comunicaciones, y el complejo sistema vigente, en el que interve- 205-289; ID., «Los privilegios de los religiosos en Indias. El Breve «Exponi nobis», de
nían numerosas autoridades, cuyas atribuciones no eran siempre fáciles de Adriano VI», en Proceedings of the 8th international Congress of Medieval Canon Law
(Cittá del Vaticano, en prensa); J. GARCÍA ICAZBALCETA, Cartas de religiosos (México,
compaginar. 1941), 53-63, 163-178; L. GÓMEZ CAÑEDO, El reformismo misional en Nuevo México
(1760-1768). Ilusiones secularizadoras del obispo Tamarón (Guadalajara, México, 1981).
A. LÓPEZ, «Fray Esteban de Asensio y las doctrinas en el Nuevo Reino de
Granada (Colombia)»: Archivo Iberoamericano 21 (Madrid, 1924), 28-63; ID., «Misiones
o doctrinas de Michocán y Jalisco (Méjico) en el siglo xvi, 1525-1585»: Ibíd., 18 (Ma-
NOTA BIBLIOGRÁFICA drid, 1922), 341-435; 19 (1923), 235-279; F. MORAI.ES, «Pueblos y doctrinas en México,
1623»: Ibíd., 42 (1982), 941-964; P. J. DE PARRAS, Gobierno de los Regulares de la
Fuentes América, ajustado religiosamente a la voluntad del rey 1-2 (Madrid, 1783); V. PlHO, «La
secularización de las parroquias y la economía eclesiástica en la Nueva España»:
D. DE ENCINAS, Cedulario indiano (1596), ed. A. García Gallo 1 (Madrid, 1945), Journal de la Société des Américanistes 64 (París, 1977), 81-88; F. SCHOLES, Moderación
83-86: Real Cédula del Patronato del 1 de julio de 1574; R. LEVILLIER, Organización de doctrinas de la real Corona administradas por las Ordenes Mendicantes, 1623 (1959);
de la Iglesia y de las Ordenes religiosas en el virreinato del Perú en el siglo XVI1-2 (Madrid,
1919); A. MARTÍN GONZÁLEZ, Gobernación espiritual de Indias. Código ovandino (Guate- A. TIBESAR, «Doctrina vérsus Mission»: The Americas 14 (Washington, 1957), 115-124;
mala, 1977);J. OROZCO, Colección de documentos históricos inéditos referentes al arzobispa- B. VELASCO, «Conflicto entre el obispo del Cuzco y el Provincial de los agustinos sobre
do de Guadalajara 1-6 (Guadalajara, 1922-7); Recopilación de leyes de los Reinos de las la visita de doctrinas en el siglo xvill»: Missionalia Hispánica 19 (Madrid, 1962),
229-237.
154 P.II. La Iglesia diocesana
Aspectos concretos
Junta de 1568: P. DE LETURIA, Relaciones entre la Santa Sede e Hispanoamérica 1
(Roma-Caracas, 1959), 59-100; D. RAMOS, «La crisis indiana y la Junta Magna de
1568»: Jahrbuch für Geschichte von Staat, wirtschaft und gesellschaft Lateinamerikas 23 CAPÍTULO 9
(Kóln-Wien, 1986) 1-61; principalmente, 17-20.
Diócesis regulares: A. GARCÍA Y GARCÍA, «Orígenes franciscanos de praxis e institu- EL EPISCOPADO
ciones indianas», en Actas del I Congreso Internacional sobre los franciscanos en el Nuevo
Mundo (Madrid, 1988), 303-306.
Por FRANCISCO MARTÍN HERNÁNDEZ

La iniciativa de que se implantase el episcopado en América pertenece


a los franciscanos de la Española (actuales República Dominicana y Haití).
El 12 de octubre de 1500 le decía fray Juan de la Deule al cardenal
Cisneros, arzobispo de Toledo y confesor de Isabel la Católica, que en la isla
se necesitaban religiosos y clérigos «y sobre todo alguna persona buena para
prelado, pues hay tantos sobrados (en España) y la tierra de aquí es grande
y la gente de ella son tantas que son muy necesarios».
En otro documento de esa misma fecha, tanto fray Juan de la Deule
como sus compañeros fray Juan Robles y fray Juan de Trasierra dan por
supuesto, y se muestran favorables a ello, que la Corona enviaría a no tardar
a la isla «alguna persona idónea como conviene para plantar en esta tierra la
Iglesia para que, siendo tal, tenga cuidado de proveer todas las cosas necesa-
rias a su plantación».
Compartiendo esta misma idea, Nicolás de Ovando, gobernador de la
Española, le pedía también a la Corona, en 1504, que enviase a ella no sólo
sacerdotes, sino también obispos.

I. IMPLANTACIÓN DEL EPISCOPADO EN AMERICA

El 27 de diciembre de 1504 le respondía Fernando el Católico a Nicolás


de Ovando en los siguientes términos: «A lo que decís que hay necesidad de
un prelado, ya está proveído como conviene y, placiendo a Dios, presto irán
prelados». Igualmente estaba interesado fray Diego de Deza, obispo enton-
ces de Palencia, que tanto influía en el ánimo del monarca. Así se deja decir
el mismo Cristóbal Colón en carta que poco antes manda a su hijo Diego,
desde Sevilla, el 1 de diciembre: «Acá se dice que se ordena de enviar tres o
cuatro obispos de las Indias, y que al señor obispo de Palencia está remitido
esto».

A) Los primeros pasos


No andaba desacertado el Almirante, ya que a petición, sin duda, del
monarca, el 20 de noviembre del citado año había dado el papa Julio II la
bula Illius fulciti praesidio, por la que creaba las primeras diócesis america-
nas, asignando «perpetuamente toda la Isla Española como Provincia Metro-
156 P.II. La Iglesia diocesana C.9. El episcopado 157

politana de la Iglesia de Hyaguata, con un Arzobispo allí, mientras exista, y dificultades que se le presentaron, volvería pronto a España para no regre-
las diócesis de Magua y Bainoa», y nombrando a sus respectivos obispos: Fr. sar más a las Indias.
García de Padilla, Pedro Suárez de Deza y Alonso Manso. De este modo
quedaba proyectada la primera provincia eclesiástica de América.
II. ESTRUCTURA EPISCOPAL
Surge entonces el problema del Patronato Real y el rey Fernando no
permite que se publique la bula mientras no se le reconozca su prerrogativa
del Patronato, por el que el rey tendría en sus manos el derecho de presentar El «presto irán prelados» a América de Fernando el Católico, primer
los candidatos al episcopado, reservando al Papa la institución canónica, y el proyecto, como indicábamos, de su eclesialización, se fue cumpliendo en
nombramiento de todos los puestos de la Iglesia americana, además del rápidas y sucesivas etapas.
manejo de los diezmos, pero con la obligación de proveer las necesidades
económicas eclesiásticas. «Es menester que Su Santidad conceda el dicho A) Paulatino incremento de los obispos
Patronazgo de todo ello, perpetuamente, a mí o a los Reyes que en estos
reinos de Castilla o de León subcedieren...», comunica el rey a su embajador A las diócesis de Puerto Rico y de la Española le sigue la de Santa María
en Roma, Francisco de Rojas, el 13 de septiembre de 1505. la Antigua del Darién en 1513 (trasladada más tarde a Panamá) y la abadía de
Venció el firme propósito de Fernando y el 28 de julio de 1508 el Jamaica. Para el Darién fue nombrado fray Juan de Quevedo, franciscano,
mismo papa Julio II concedía el derecho de Patronato y de presentación de quien acepta el nombramiento «movido con muy buen celo y deseo del
los obispos de las iglesias del Nuevo Mundo a los soberanos españoles por la servicio de nuestro Señor y acrecentamiento de su santa fe», para procurar
bula Universalis Ecclesiae. Tampoco se dio curso a esta nueva bula, pues el «la conversión y salvación de las ánimas de los indios». Cuando llega, lo
primer proyecto había quedado anticuado y convenía tener presente, ade- encuentra todo desproveído. Vuelve a España y muere en Barcelona en
más, a la isla de Puerto Rico, que había sido incorporada recientemente a la 1519. Dos años antes se había fundado el obispado de Asunción de Baracoa
Corona. Tampoco interesaba constituir ya una provincia eclesiástica, sino (trasladado después a Santiago de Cuba); después (1519), la diócesis Caro-
que las tres diócesis propuestas quedaron como sufragáneas de Sevilla. lense, sin límites fijos (en Yucatán), y al año siguiente la de Tierra Florida,
Se resuelve el problema por medio de la bula Romanus Pontifex, que el también en Tierra Firme. Para la Carolense se nombra al dominico Julián
8 de agosto de 1511 da también Julio II, por la que quedaban erigidas las Garcés, quien pasará más tarde a México, pero ya como obispo de Tlaxcala.
diócesis de Santo Domingo y de Concepción de la Vega, en la Española, y la Desde 1524 es el Consejo de Indias el que se encargará de los proble-
de San Juan, en la isla de Puerto Rico. Los presentados para obispos seguían mas del episcopado hasta finales de la época colonial. A él se debe, en 1526,
siendo los mismos. el nombramiento de Garcés para Tlaxcala, sede que será trasladada más
tarde, en 1539, a Puebla de los Angeles. En 1527, a instancias del Empera-
B) «El primer obispo que a Indias pasó» dor, propone a fray Juan de Zumárraga para la nueva diócesis de México.
Viene éste a Nueva España antes de ser consagrado y tiene serias diferencias
Alvaro Huerga ha reivindicado para Puerto Rico el carácter de primera con la primera Audiencia. De vuelta a España, muestra ante el Consejo la
iglesia particular del Nuevo Mundo, ya que su obispo Alonso Manso fue el importancia de la institución episcopal en América, por lo que en adelante
primero que pasó y pastoreó personalmente su diócesis (La implantación de la tomará éste en mayor consideración el juicio de los obispos, sobre todo
Iglesia, 50). El P. Las Casas, que como testigo de vista estaba bien informado, como protectores de indios. Zumárraga es consagrado en 1534.
lo afirmó ya con toda claridad: «El primer obispo que... vino consagrado fue El historiador Ernest Scháfer indica como una de las causas de la
el licenciado D. Alonso Manso». aceleración en la fundación de los obispados un motivo propiamente misio-
Los tres que habían sido propuestos fueron consagrados en Sevilla y nal: «Casi al mismo tiempo o poco más tarde que en México, en el continente
D. Alonso llegó a Puerto Rico el 25 de diciembre de 1512. La fecha constitu- se fundaron también los obispados de Nicaragua, Guatemala, Honduras y
ye la primera piedra miliar de la eclesialización formal de América. García de Santa Marta, y no creemos equivocarnos suponiendo que esta labor fervoro-
Padilla murió en Getafe, en 1515, sin llegar a ocupar su sede. Suárez de sa esté en relación con las leyes de protección de los indios, salidas en 1526.
Deza se retrasó un año o poco más. Es seguro que a principios de 1514 ya Pues la defensa y conversión de los indios es declarada en los nombramien-
estaba allí. tos de los nuevos prelados como una de sus más importantes tareas y juega
A Padilla le sucede en la diócesis de Santo Domingo el italiano Alejan- un papel resaltante en las propuestas de personas hechas por el Consejo de
dro Geraldini: llega en 1516 y muere en 1524. Le sucede el Jerónimo Luis de Indias» (El Consejo real y supremo de las Indias II, 191).
Figueroa, que no llegó a consagrarse. Ya entonces se pensaba en fundir los El Consejo era partidario de duplicar los cargos. Así, en el caso de Juan
dos obispados - d e Concepción de la Vega y de Santo Domingo- en uno solo, de Talavera, prior del Prado de Valladolid, monje Jerónimo, a quien se
lo que se realizaría pocos años más tarde. También Suárez de Deza, ante las nombra obispo y gobernador de Honduras (Comayagua) en 1531. También
158 P.H. La Iglesia diocesana C. 9. El episcopado 159
Tomás de Berlanga fue presentado como obispo y gobernador de Panamá, obispado de Buenos Aires... En 1620 existían en Hispanoamérica 34 arzo-
y lo mismo sucede en otros casos. De este modo se ahorraba nuevos proble- bispados y obispados. Algunas habían sido suprimidas y otras no pasaron de
mas en la selección y nombramiento de un gobernador en tan difíciles mero proyecto. También hubo traslados de sede (v. gr., los de Tlaxcala,
territorios. Las diócesis van aumentando según iban aumentándose las nece- Michoacán o Chiapas), buscando núcleos de población de más importancia
sidades y la extensión territorial. Catorce diócesis existían ya en 1536, y el geográfica, cultural y económica.
Consejo había provisto a casi todas ellas siendo todavía sufragáneas de
Sevilla, lo que alargaba inmensamente los trámites judiciales. De nueva B) Trayectoria socio-política y religiosa
creación eran las diócesis de León de Nicaragua, Oaxaca, Michoacán (para También observamos correlaciones entre la situación de la colonización
la que fue propuesto el oidor de la segunda Audiencia de México y gran y de la misión y la fundación de los obispados, pues en ésta intervenían los
protector de los indios D. Vasco de Quiroga), Coro, Cartagena y Santa intereses financieros de las coronas ibéricas que, como titulares patronales,
Marta, en Venezuela. Ante las nuevas exigencias de administración el Conse- eran responsables de aquélla.
j o pensaba, desde 1533 y reiterado el 26 de enero de 1536 en la consulta Esto explica -extendiéndonos a todo el ámbito hispanoamericano- que
respectiva, que México debía ser constituida en metropolitana americana. el primer obispado de Brasil no llegue a fundarse hasta 1551 (el de San
Sin embargo, la Corona aplazó dicha fundación. Salvador de Bahía), cuando ya eran tan numerosos en los dominios hispanos.
El cabildo municipal de México realizó en 1544 una instancia ante el La historia de la Iglesia brasileña se caracteriza por la lenta conformación de
Consejo y éste se dirigió al Emperador el 8 de septiembre para pedirle la las estructuras eclesiásticas a través del influjo perturbador del regalismo.
elevación de México como metropolitana de Nueva España. En esto influyó No llegará a contar más que con un arzobispado, seis obispados y dos
mucho el licenciado Ramírez de Fuenleal, obispo de Cuenca, ex obispo de prelaturas hasta bien entrado el siglo xix. En ello influyeron las condiciones
Santo Domingo y segundo presidente de la Audiencia de México, pero sociales y políticas que se iban presentando.
proponiendo más bien el aplazamiento de la cuestión. Había de tenerse en Lo mismo ocurre en Hispanoamérica, aunque con significado contra-
cuenta, sin embargo, «porque consideraba incongruente que la Iglesia del rio. Siguiendo la huella de conquistadores, misioneros y colonizadores, se
Nuevo Mundo careciese del orden reinante en toda la cristiandad». fundan los primeros obispados en las Antillas Mayores y después en Tierra
El 20 de junio de 1545 se pide a la Santa Sede la erección de tres Firme. Pronto se pasa al golfo del Darién, a México y más tarde a Lima, en
arzobispados ultramarinos, y al año siguiente, en el consistorio de 11 de el corazón de América del Sur. De aquí parte una línea expansiva hacia el
febrero, eran creadas las tres primeras archidiócesis americanas: la de Santo norte -obispados de Quito, Popayán y Santa Marta- y hacia el sudeste, al
Domingo, con jurisdicción sobre las Antillas, la costa caribe y de Venezuela espacio rioplatense, con los obispados de La Plata en Chuquisaca, Río de la
y Colombia (diócesis de San Juan de Puerto Rico, Santiago de Cuba, Coro, Plata, en Asunción del Paraguay, y Tucumán, en Santiago del Estero. Una
Santa Marta, Cartagena y Honduras); la de México, sobre los territorios del tercera línea se dirige por el sur hacia Chile, donde en 1559 se funda el
Norte, desde Guatemala hasta el Mississippi (diócesis de Michoacán, Guate- obispado de Santiago de Chile. Es el camino que siguieron los misioneros,
mala, Chiapas, fundada en 1539, y Guadalajara, de 1548), y la de Lima, que siguieron los obispos y, aun cronológicamente, la fundación de los
diócesis erigida en 1541, y cuya archidiócesis iba a comprender todo el sur obispados.
americano, desde Nicaragua y Panamá, en el istmo, hasta la Tierra del Fuego De forma parecida, la fundación y subdivisión de los arzobispados
(diócesis de Cuzco, de 1537, Panamá, Nicaragua, Popayán y Quito, de responden a la creación de centros políticos, económicos y misioneros de
1546). cada momento. En el caso de Santo Domingo puede decirse que prima un
Si en 1536 existían 14 obispados, treinta años después eran 26. «Este criterio marítimo: todas las sedes eran ciudades-puertos que daban sobre el
número extraordinariamente alto muy probablemente, por lo menos en la Caribe, por lo que también pertenecía a su arzobispado Trujillo de Hondu-
mayoría de los casos, está relacionado con el fomento de los indios, especial- ras. En el caso de Lima se daba la primacía al Pacífico, y por ello Panamá y
mente vivo en las leyes en 1542-1543, pero, de otro lado, también con el León de Nicaragua eran sus sufragáneas. A México, jurisdicción territorial,
gran desarrollo de las colonias» (E. SCHÁFER, o. c , 207). En los cincuenta se le daba por límites los del imperio azteca y las culturas mayas.
años siguientes la situación se estabiliza. En 1570 se crea Tucumán y en 1577 En 1564 se funda el arzobispado de Santa Fe de Bogotá, que recibe de
Santa Marta (II). Santo Domingo las diócesis de Cartagena y Santa Marta, dada la menor
En la primera mitad del siglo xvn (de 1603 a 1620) es cuando el importancia socio-política y económica que iba teniendo aquélla. Lo contra-
Consejo de Indias realiza su último esfuerzo organizativo creando las dióce- rio ocurre en América Central, en la que por la importancia creciente que
sis que fijan definitivamente el panorama jerárquico de América hispana iba teniendo se favorece la elevación de Guatemala al rango arzobispal
hasta el siglo xix. Se divide Charcas, creando La Paz y Santa Cruz; entre (1743).
Quito y Lima se crea Trujillo; se separa del Cuzco la diócesis de Arequipa y Chile sigue vinculado a Lima dadas las fáciles comunicaciones maríti-
Guamanga (Ayacucho); se eleva a metropolitana la de Charcas; se crea el mas existentes entre ellos; pero en 1609, cuando se funda la archidiócesis de
160 P.II. La Iglesia diocesana
C. 9. El episcopado 161
La Plata, se separó de la de Lima la jurisdicción de la diócesis platense por
fueron de origen peninsular. A pesar de ello, tanto el Código Ovandino
el auge económico de Charcas, así como la de Paraguay y Tucumán, otor-
como la Real Cédula del Patronazgo consignan normas muy concretas sobre
gándosele igualmente las recientes diócesis de La Paz y Santa Cruz, y tiempo
el modo como los Virreyes, Audiencias, Obispos y Superiores religiosos
después la de Buenos Aires. Tales cambios de dependencia, además de un
debían proceder para seleccionar a los posibles obispos y proponerlos a la
progreso en la organización de la naciente Iglesia, indican la línea humana
Corona como candidatos al episcopado a fin de que ésta los presentara como
y de civilización que se iba desarrollando al par de su otra organización
tales a la Santa Sede.
política y económica.
La Recopilación de leyes de los Reinos de las Indias, recogiendo sendas
En resumen, puede observarse que en toda Hispanoamérica hubo en el
reales cédulas de 1629, 1663 y 1667, ordenó en 1681 que se siguiera
siglo XVI solamente cuatro archidiócesis (Santo Domingo, México, Lima y
practicando la «antigua costumbre» de que, antes de entregarle los docu-
Santa Fe de Bogotá); se agrega una en el XVII (La Plata, en la actual Bolivia),
mentos necesarios para su ordenación episcopal, el nombrado prestara jura-
y en el xvin llegan hasta diez (las de Guatemala, Quito y La Habana; se une
mento de que se comprometía formalmente a reconocer y respetar los
la de Caracas, que en realidad se funda en 1803). Durante el siglo XIX
derechos del Real Patronato de la Corona sobre la Iglesia americana (li-
llegarán a 16 los arzobispados.
bro 1, título 7, ley 1).
C) Sistema y criterios de selección Entre otras normas sobre los obispos contenidas en la legislación oficial
americana figuran la de trasladarse a su diócesis lo antes posible, la de residir
Ya se dijo en su lugar que una de las facultades de que gozaban los reyes en ella, la necesidad de la previa licencia oficial para viajar a España, la de
castellanos en virtud del Reaj Patronato era la de presentar candidatos para llevar una serie de libros de gobierno y la de visitar personalmente su
el desempeño de las dignidades y beneficios eclesiásticos, el más importante circunscripción, sobre cuyos resultados y necesidades debería informar por-
de los cuales era el episcopado. menorizadamente al Consejo de Indias.
Así, pues, desde 1508, el nombramiento de obispos para América por
parte del Papa estuvo siempre precedido de la presentación de la correspon-
diente terna de candidatos adelantada por la Corona a través de su embaja- III. MÚLTIPLE ACTUACIÓN DE LOS OBISPOS
dor ante la Santa Sede.
Sobre los requisitos que debían reunir los candidatos ofrece datos muy A) Relaciones interjurisdiccionales
específicos el Libro de la Gobernación Espiritual de las Indias, obra principal- Las relaciones interjurisdiccionales de los obispos fueron de diversa
mente del jurista Juan de Ovando, firmada y presentada a Felipe II en 1571 índole.
por siete miembros del Consejo de Indias para que se convirtiera en el A veces son ellos quienes colaboran también con la administración
código oficial indiano, aunque no lo consiguió. A pesar de ello, su texto es colonial. Son conocidas, por ejemplo, las actuaciones del arzobispo Juan de
muy importante porque refleja lo acostumbrado hasta entonces y porque en Zumárraga en México; las de Jerónimo de Loaysa, primer metropolitano
ella se inspira la denominada Real Cédula del Patronazgo expedida en San limeño, en la formación del Perú colonial por encima de las discordias y
Lorenzo del Escorial el 1 de junio de 1571. partidismos de almagristas y pizarristas; las de Santo Toribio de Mogrovejo,
En ambos documentos se especifica como primer requisito para el quien desde 1580 a 1606 dirige realmente la historia peruana, a pesar de
episcopado que los candidatos fueran «los más beneméritos», criterio de tener junto a él un virrey tan virtuoso como era don Francisco de Toledo.
selección que, en el caso de los residentes en América, se basa en una Otras veces ocurre que los obispos son quienes tienen que oponerse a
destacada labor espiritual entre los indígenas. Por supuesto, se tiene tam- los excesos y arbitrariedades de los conquistadores e incluso de los mismos
bién en cuenta la conducta personal y, además, la limpieza de sangre, com- gobernadores.
probada mediante una información que abarcara a los padres y cuatro
El primer obispo-arzobispo de México, fray Juan de Zumárraga, signifi-
abuelos del candidato.
cará la única oposición con autoridad ante la primera Audiencia, con perso-
Fue tal la importancia que en la segunda parte del siglo XVI se le dio a najes como Guzmán y Delgadillo. Durante los caóticos años de 1528-1532
la selección de los futuros obispos y a la erradicación en la Iglesia americana salió enaltecido el episcopado, no sólo por la acción que él mismo lleva a
de todo posible litigio entre un clero y otro, que la Junta del Consejo de cabo, sino igualmente por la del obispo de Santo Domingo, Sebastián Ramí-
Indias de 1568 y Juan de Ovando, personalmente, en 1571 e inspirándose rez de Fuenleal, que como presidente de la segunda Audiencia mexicana
en el franciscano Jerónimo de Mendieta, concibieron el proyecto de que los puso los fundamentos del nuevo orden colonial. Los obispos mexicanos
obispos americanos se escogieran exclusivamente de entre las Ordenes reli- siguen quejándose del autoritarismo que ejerce el Patronato sobre la admi-
giosas, para la formación en el Nuevo Mundo de una Iglesia integrada por nistración de la Iglesia y sobre ellos mismos. Así, el arzobispo Moya de
diócesis y parroquias de Regulares, es decir, de religiosos. Contreras o Juan Medina y Rincón, obispo de Michoacán. Los de la zona
La mayor parte de los obispos que gobernaron diócesis americanas maya se enfrentan a veces con situaciones más delicadas.
162 P.II. La Iglesia diocesana C.9. El episcopado 163
Un ejemplo típico de las relaciones con el poder civil fue el de fray diócesis. El rey, según concesión pontificia como parte del Patronato, no
Antonio de Valdivieso, de Nicaragua, el cual, como deja ver en sus cartas, tenía derecho a constituir los límites diocesanos, sino solamente a proponer-
tiene conciencia del peligro que corre ante el gobernador Contreras, sus los y cambiarlos. Pero en la práctica, Roma, que no tenía conocimientos
hijos y partidarios, aunque continúa inflexible en mantener su jurisdicción y locales exactos, seguía las proposiciones de Madrid, a pesar de que la cues-
defender a sus indios. Fue asesinado, como es bien sabido, en 1550. Andan- tión de límites era delicada, pues estaba ligada al problema de los diezmos,
do los años, en 1591, el obispo de Cuzco, fray Gregorio de Montalvo, llegará que los obispos tenían que colectar de sus diversas colectividades humanas.
a calificar de «luteranismo» la opresión de la Iglesia en nombre del Patronato Tocando a zonas fronterizas se entablan cuestiones o pleitos de límites, ya
Real. que uno u otro obispado cobraban o querían cobrar los diezmos; no sólo el
También fray Gaspar de Andrada, obispo de Guatemala, fue apresado obispo se interesaba, sino igualmente el cabildo y a veces hasta las autorida-
por el gobernador en 1611. El de Nicaragua, fray Juan Ramírez des civiles, porque (no siempre) los límites eclesiásticos eran los límites
(1601-1609), se opone igualmente a la Audiencia por las mismas causas y jurisdiccionales civiles. El 20 de febrero de 1534 el Consejo propuso por
muestra cómo los españoles producen escándalo en la conciencia de los Cédula Real una solución general al problema de los límites, que por tan
neófitos y perjudican profundamente la evangelización. En el Yucatán fue- ambigua casi resultó inútil y no pudo evitar sucesivos pleitos.
ron más graves aún los problemas, sobre todo durante el gobierno de fray Cuando ya se instalan las instituciones que regirán las Indias durante
Diego de Landa (1573-1579), que contó con la sistemática enemistad de los tres siglos -audiencias, virreinatos y gobernadores-, seguirán a veces los
gobernadores. Fray Tomás Castilla (1552-1567) se queja, en carta al rey, del enfrentamientos entre el poder civil, partidario en general de la clase enco-
cautiverio en que vive la Iglesia de Chiapas, «muy afligida y apocada» -le mendera, y la Iglesia, que, por medio de sus obispos, religiosos y doctrine-
dice— por las intromisiones del poder civil. Algo parecido ocurre en el ros, seguirá tomando la defensa del indio. El episcopado conserva todavía
Nuevo Reino de Granada, donde las relaciones entre prelados y gobernado- mucho de su poder espiritual, aunque a veces tenga que rendirse a la
res comenzaron mal desde sus mismos orígenes. El protector de los indios evidencia de que sigue siendo una institución más del engranaje de la Coro-
Tomás Ortiz, nombrado en 1528, debió regresar en 1532 porque su situa- na regalista española.
ción era insostenible; fray Sebastián de Ocampo fue desterrado y Lobo
Guerrero tuvo que enfrentarse al presidente Sande en Santa Fe.
B) Acción conjunta de los obispos
Dramático fue también el caso de Juan del Valle, primer obispo de
Popayán. De indomable coraje, pudo mantener incólume la jurisdicción Si en un principio, concretamente en el Caribe, se acusan arbitrarieda-
eclesiástica ante el teniente del gobernador Cepero, en 1552, ante el capitán des en el trato que se da a los indios: compra y venta de esclavos, el pago
Pedro de Cuéllar, ante el oidor licenciado Briceño, contra Luis de Guzmán exagerado de tributos, los trabajos forzados, etc., que suscitan las protestas,
y Falcón en 1556. Pide a la Audiencia de Santa Fe que le haga justicia, pero entre otros, de un Montesinos o un P. Las Casas, al instituirse la administra-
no le hacen caso. Viene a España para hablar con los del Consejo y le ocurre ción episcopal, ésta trata de oponerse con las fuerzas de que dispone.
lo mismo. Se propone ir a Roma para presentar sus quejas al Papa, y muere En Puerto Rico, el obispo Alonso Manso tiene serios problemas con
en el camino, en un lugar desconocido de Francia. ocasión de los diezmos, hasta el punto de que tuvo que dejar por algún
En Panamá, al primer obispo, fray Juan de Quevedo, le toca enfrentarse tiempo su gobierno. Pedro Suárez de Deza, en la Española, conoció también
con Pedrarias, apoyando, quizá con demasiado celo, la política de Vasco el desaire y la incomprensión. Los casos se repetirán después en Tierra
Núñez de Balboa. Si de momento se mostró partidario de que se «herrasen Firme. Según avanza el misionero, allí está presente, a su vez, la actividad del
y se vendieran públicamente los indios como esclavos», luego se opone a ello episcopado. Por eso no puede hablarse con exactitud, como a veces se ha
con toda su fuerza. pretendido, de diferencias y aun de conflictos que pudieran haber existido
Contra la venta de esclavos y el «herrar los indios» clama enérgicamente entre la Iglesia misionera y la que pudiéramos llamar la Iglesia colonial, de
Vasco de Quiroga en México, quien antes de ser nombrado obispo había ya la jerarquía.
escrito y dirigido a los del Consejo su célebre Información en Derecho, repleta El mismo Dussel (El episcopado latinoamericano, 254) ha demostrado que
de argumentos. En el Perú se suceden los casos. Fray Vicente Valverde sufre el lugar común, según el cual los obispos son los exponentes de la Iglesia
persecución de parte de autoridades y encomenderos. Santo Toribio de colonial y las Ordenes religiosas los de la Iglesia misionera, no coincide con
Mogrovejo -el más célebre de todos- ha de defenderse contra la imposición el resultado de la investigación histórica, por lo menos no en forma generali-
absolutista del Patronato, exponiéndose a repetidas y graves acusaciones. zada, y más en este período en el que se aprecia en muchos obispos hispano-
Llega a mandarse desde España que sea reprendido por la Audiencia y por americanos una profunda preocupación por la defensa de los indios. Se
el virrey. El caso se repetirá más tarde -aunque distintas fueran las circuns- desprende, además, de las actuaciones particulares de cada uno, de las
tancias- con el obispo de Puebla, en México, Juan Palafox y Mendoza. Juntas apostólicas o eclesiásticas que se tuvieron (la primera en la que
Punto de fricciones fue también el espinoso caso de la delimitación de participó un obispo se celebró en México en 1532) y de los concilios y
164 P.II. La Iglesia diocesana C.9. El episcopado 165
sínodos, donde queda bien clara su preocupación misionera y la labor con- lio III mexicano un memorial, Sobre el Seminario, que fue acogido por los
junta del episcopado en esta y en otras materias. padres conciliares. Otros obispos intentan establecerlos en sus diócesis, pero
Veamos alguna de sus características. sólo en el siglo xvm, sobre todo en la región mexicana, se fundan seminarios
La máxima significación corresponde a los concilios provinciales de conciliares propiamente dichos, como el de Puebla de los Angeles, en 1641.
México y del Perú, ya que estas circunscripciones eclesiásticas eran los Desde 1538 a 1809 son 50 los seminarios o centros de formación sacerdotal
centros más importantes de la organización eclesiástica de la América hispa- que pueden contarse en la América hispana. También Brasil, desde 1690 a
na. En los primeros (1551 Perú y 1555 México) se nota como una ruptura 1760, cuenta con ocho de ellos. Es la magnífica labor de un episcopado
entre la primera gran época misionera y la fase organizadora de la Iglesia, comprometido desde el primer momento en la formación de sus propias
que empieza con los sínodos. En los segundos (1567 y 1565, respectivamen- Iglesias.
te) se recoge la doctrina y los artículos de reforma del concilio de Trento,
que había sido clausurado en 1563. No fue fácil conseguir su celebración, y
no sólo por problemas de comunicación y de transporte. Las constituciones IV. RADIOGRAFÍA DE UN EPISCOPADO
del peruano de 1567 no fueron aceptadas por el Consejo de Indias y tampo-
co obtuvieron el refrendo del Rey ni del Papa, aunque sus declaraciones se Para una panorámica general, sin que queramos pormenorizar la vida y
adaptaban plenamente al espíritu del Tridentino, pero hablaban también de la actuación pastoral de cada uno de los obispos, presentamos estos datos,
derechos e internas autonomías. Serían aceptadas y revalidadas por los que entresacamos de los estudios que sobre el tema vienen realizando Pauli-
padres del Concilio III, y así las aprobaciones pontificia y real, que canoniza- no Castañeda Delgado y Juan Marchena Fernández.
ron todo el conjunto de este concilio, canonizaron también las constitucio-
nes del II. A) Número
El III de Lima se celebra bajo la presidencia, previa convocatoria, de su
arzobispo Santo Toribio de Mogrovejo en 1582. Es considerado como el Entre los años 1500 a 1800 fueron 681 los obispos que ocuparon las
«Concilio Tridentino de América» y por la importancia de sus constituciones diócesis americanas. Casi una cuarta parte del total (el 23,6 por 100) ocupa
supera incluso al III mexicano, celebrado tres años más tarde. El santo el espacio de 1500 a 1620, y esto nos indica el lento proceso de formación
arzobispo deseaba con urgencia un concilio que estableciera entre frailes y de la Iglesia diocesana de América, si lo comparamos con los más de 300
clérigos la uniformidad en la forma de catequizar a los indios, en el catecis- prelados que ocuparon sus sedes sólo en el siglo xvill. Pero si tenemos en
mo, en la administración de los sacramentos, en el rito de la misa, y en las cuenta que sólo también en cincuenta años (1511-1560) se erigieron 27
formas que habrían de adoptarse ante la nueva situación misionera. Lo diócesis y se nombraron 44 obispos, el esfuerzo parece importante y los
cumplió con creces el concilio. Igualmente, sirvió para que los obispos logros conseguidos de verdadero interés en lo institucional.
hispanoamericanos crecieran en la autoconciencia del papel relevante que Hubo sedes vacantes durante algunos años, pero en general el número
habían de seguir ejerciendo en aquella nueva Iglesia. de obispos que permanecen en sus diócesis es bastante elevado, a pesar de
las dificultades que se les presentaban desde que eran nombrados en España
Fuera de estas asambleas conciliares o sinodales, la obra conjunta de los
hasta el momento de llegar a América. Iban hacia una Iglesia todavía en
obispos se extiende a otros aspectos de su labor pastoral. Ellos cuidan de la
formación, sin medios suficientes para levantar su propia catedral, parro-
reforma del clero y se encargan de erigir parroquias. A finales del siglo XVI,
quias, seminario, etc. En ocasiones ni siquiera tenían señalados los límites de
por ejemplo, había en el arzobispado de México 470 parroquias, que llegan
la diócesis que iban a regentar; buena parte de la feligresía que se les
a 844 en 1755. En el de Lima llegaban a 161 en 1799, regentadas por 660
asignaba estaba todavía por convertir; el clero era reducido; la oposición a
sacerdotes. En cuanto a éstos, por poner otro caso, en la diócesis de Duran-
veces de parte de encomenderos y aun de gobernadores era manifiesta, y
go había 257 en 1765, mientras que en 1960 sólo llegaban a 101.
adversas las condiciones mismas de la climatología. Ellos habían dejado en
Igualmente, estos obispos se cuidaban de fundar colegios, de favorecer España cargos y puestos acomodados -canonjías, cátedras de universidad,
la creación de universidades (las de Lima y México, por citar algunas), prioratos o provincialatos-, para lanzarse a la aventura de América. Eran
ayudaban a los religiosos en la implantación de doctrinas o catequesis y en como los demás misioneros u otros sacerdotes seculares que se enrolaban
las tierras de misión, erigían colegiatas y catedrales y atendían a la formación para la conquista espiritual de aquellas tierras.
del clero, tema este de no pocos concilios provinciales. Ya Ramírez de
Fuenleal trata de establecer un preseminario en la Española. Zumárraga está
presente en la fundación del colegio de Santa Cruz en Santiago de Tlatelol- B) Procedencia
co, donde se atiende también a la formación sacerdotal y que luego llevarán Los prelados del siglo xvi proceden en su mayoría de la Península. Pero
los franciscanos. Vasco de Quiroga funda una especie de seminario en es significativo que también en este siglo haya algún obispo americano, lo
Pátzcuaro de Michoacán. El P. Juan de la Plaza, jesuita, presenta al conci- que indica un proceso de criollización, que irá acentuándose a lo largo del
166 P.II. La Iglesia diocesana es 9. El episcopado 167

siglo xvii: de los diecinueve prelados criollos, cuatro corresponden a este dez de Ángulo, letrado de los Consejos e insigne predicador en la corte; a
siglo y quince son nombrados en el siguiente. Sebastián Ramírez de Fuenleal, consejero de los monarcas; a Alonso de
El 70 por 100 de los peninsulares procede de Castilla, Extremadura y Fuenmayor, presidente del Consejo de Navarra y catedrático en Salamanca;
Andalucía, tradicionalmente más relacionadas con el mundo americano. a Diego de Covarrubias, conocido canonista; a Santo Toribio de Mogrovejo,
Notable es la aportación de las Ordenes religiosas y de los centros culturales de excelente carrera universitaria en Salamanca. En este primer período
y universitarios, como pueden ser los de Salamanca y Valladolid. También en doblan en número al total de los demás obispos.
América se mueven en torno a los centros máximos de población y de Más tarde predominan los seculares: los franciscanos en tiempo de
cultura: México y Perú. Felipe II, en el que se mantienen también los Jerónimos; los agustinos en el
de su sucesor, Felipe III, y los dominicos en todo tiempo. A finales de siglo
C) Origen social tienen éstos 26 obispos en América, cifra no alcanzada por los seculares
No son muchos -apuntan los referidos autores- los datos que ofrece la hasta bien avanzado el siglo XVII. Pero si al principio es mayor el número de
documentación. religiosos, con el siglo XVIII aumenta el número de obispos que proceden del
Es común a todos las exigencias que se aplicaban a cualquiera que en clero secular.
aquel tiempo quería acceder al estamento clerical, bien fueran religiosos o
sacerdotes seculares. Es decir, la limpieza de sangre, legitimidad, buenas E) Formación académica
costumbres, probanzas de hidalguía y nobleza, etc. Estas se presuponían, Puede decirse, siguiendo a los dos autores citados, que el episcopado
por lo que no suelen constar en las ejecutorias que se realizan para su americano poseyó en general un alto grado de formación académica y
elevación al episcopado. Sí aparecen otras que avalan sus méritos o condicio- cultural.
nes particulares: si son doctores, licenciados, catedráticos, canónigos, prio- Hasta 1620 abundan los licenciados, luego son los doctores y maestros.
res, provinciales, misioneros, sin que se hagan alusiones a su origen familiar Han seguido los cursos de Teología, también los de Derecho y algo menos
humilde o plebeyo. Se ignoran, o simplemente se callan. los de Escritura. En el segundo período decrecen los de Derecho, desapare-
No pocos procedían de la nobleza, en su acepción más genérica («cali- cen los licenciados en Escritura y se incrementan los doctores en Teología,
dad noble»), y aun del estamento militar, lo que también nos indica la de un 40 a un 80 por 100. Hay también doctores y licenciados en Derecho
relación que existía en un principio entre la élite política y administrativa y Canónico, en ambos Derechos, en Artes, en Filosofía, etc. Como puede
la Iglesia americana. De parte de allá se observa una tendencia a reafirmar su verse, más importan los conocedores de la teología y prácticas pastorales que
clase criolla, bien pertenezcan al clero secular o regular. Tienen a gala los eminentes juristas.
presentarse como descendientes de los conquistadores o de los primeros Por las Universidades de Salamanca y de Valladolid pasan un 50 por
pobladores, de solar conocido y de rancia nobleza castellana, o de las fami- 100 de los obispos que marchan a América. Y los que, de jóvenes, llegan
lias más ilustres de Indias. De este modo se ponían en pie de igualdad todavía en período de formación, buena parte de ellos hace estudios en las
respecto a los que llevaban el gobierno de aquellas tierras. Universidades de México y de Lima, prefiriéndose, además, a los que mues-
tran más experiencia americana.
D) Procedencia clerical A esta formación académica se une el que pudiéramos llamar «cursus
Hasta 1660, la mayor parte de los prelados americanos pertenecen al honorum» de los elegidos. El mayor número lo ofrecen los cargos desempe-
clero regular. Tal vez porque, fuera de los centros de población o de las ñados en las Ordenes religiosas. En cuanto al clero secular, predominan los
regiones marítimas, los extensos territorios que se asignaban a las diócesis que pertenecen a los cabildos catedralicios, eran capellanes y confesores en
seguían siendo campos de misión, en los que trabajaban generalmente los la corte, o se dedicaban a la carrera docente. No son muchos los que
religiosos. Abundan, por tanto, los obispos que son dominicos, franciscanos, proceden de parroquias o de campos de misión, quizá por exigírseles una
mercedarios, agustinos, Jerónimos, benedictinos, de San Francisco de Paula, mayor experiencia para la administración diocesana. Encontramos asimismo
carmelitas, cartujos y jesuítas: unos 111 sobre los 161 de este período. algunos obispos auxiliares, que son nombrados después prelados ordinarios.
Sobresalen, entre ellos, los mendicantes: casi el 50 por 100 del total de las El caso se repite entre los criollos. Los del clero secular eran chantres,
prelaturas recayeron, por ejemplo, en los dominicos. Lo mismo ocurre con deanes o arcedianos de sedes importantes; el resto, priores, comisarios
los obispos criollos, pues 13 de los 19 pertenecen asimismo al clero regular. generales, etc. Solamente uno fue catedrático en Lima.
Sin embargo, vemos por otra parte que durante el reinado de Carlos I Puede decirse, haciendo una última valoración, que el episcopado ame-
y parte del de Felipe II se hacen esfuerzos por mantener prelados del clero ricano está a la par del episcopado que queda en la Península. De sedes
secular y de señalada importancia. Recordemos a Alonso Manso, canónigo españolas van algunos a América, y de sedes americanas son igualmente
de Salamanca y que fue rector de su Universidad; a Vasco de Quiroga, oidor trasladados a España. Nunca se pensó en una Iglesia de América y en otra de
de la segunda Audiencia de México y excelente humanista; a Juan F. Fernan- la Península. Unos y otros pertenecen a una misma Iglesia, diríamos nació-
168 P.II. La Iglesia diocesana ta 9. El episcopado 169
nal. Son elegidos en condiciones igualitarias, de formación intelectual y de tud cundió por doquiera. Hasta entonces se había considerado al rey como
apostolado. Esto explica el rápido afianzamiento y crecimiento de la Iglesia representante de Dios. Como aquél había abdicado, ¿quién tenía ahora la
americana, caso poco frecuente en la historia de las misiones y en tan legítima autoridad? La oposición a las autoridades intrusas fue general. Pero
extensos e inexplorados territorios como eran aquéllos. quedó también sembrada la semilla del desconcierto.
A finales del siglo xvi estaba ya organizada la Iglesia en América. Sigue Aunque se ha repetido que el episcopado se opuso a la independencia,
consolidándose después, pero siempre con sentido de permanencia estable es falso. Lo que sí es cierto es que, en las circunstancias tan confusas que se
cual había sido y seguía siendo la de España. Figuras eminentes del episcopa- produjeron, tampoco en América hubo una autoridad reconocida por to-
do pasan por ella, santos algunos de ellos, excelentes organizadores, buenos dos. La actitud de los pueblos va a ser varia, como también la de sus
pastores y reformadores, defensores siempre de la causa de los indios. directores, tanto políticos como eclesiásticos.
Algunos padecieron y hasta murieron por ella. No es caso de hacer ahora el
recuento de ellos ni de seguir cada uno de sus pasos, pues excede los límites B) De 1808 a 1814
de este estudio. Sólo recordar alguno de los nombres principales: Alonso
En una primera fase, la que va de 1808 a 1814, la situación es caótica;
Manso, Ramírez de Fuenleal, Juan de Quevedo, Juan de Zumárraga, Vasco
la invasión napoleónica de España no tiene aceptación ninguna en América,
de Quiroga, P. Las Casas, Julián Garcés, Juan del Valle, Antonio Valdivieso,
pero sigue aumentando la duda: ¿cuál es la autoridad legítima? Algunos
Francisco Marroquín, Alonso de Montúfar, Vicente Valverde, Toribio de
reconocen a la Junta Central de Cádiz, pero otros protestan contra esta
Mogrovejo, Bartolomé de Ledesma, Bernardo de Alburquerque, Domingo
resolución, sobre todo cuando tienen noticia de la Constitución que allí se
de Santo Tomás, Agustín de la Coruña, Pedro de la Peña, Pablo de Torres,
había jurado, a todas luces, según ellos, antirreligiosa y anticlerical. El cura
Diego de Medellín, Juan Palafox y Mendoza...
Hidalgo encabeza la rebelión armada contra «el mal gobierno» y al grito de
Así fue aflorando este episcopado, hasta que le llegan los años difíciles «Viva la Virgen de Guadalupe». Se establecen Juntas en Quito, Buenos Aires
de la emancipación americana. Algo tuvieron que ver con ella y por eso y Caracas, que desconocen a las españolas, llegando algunas hasta a procla-
ofrecemos algunas referencias como capítulo final del presente estudio. mar su independencia. Cuando torna Fernando VII, las aguas parecen vol-
ver a su curso, pero de nuevo se levanta la protesta -segunda fase- cuando
éste se ve obligado a jurar una Constitución que suprime las Ordenes religio-
V. LOS OBISPOS EN LA EMANCIPACIÓN AMERICANA
sas y lastima los sentimientos de los católicos fervientes. El movimiento
Los obispos americanos, como ocurre de ordinario con los de España, armado contra España se generaliza: Itúrbide en México, San Martín en
se habían mostrado siempre fieles a la Corona, pues, en definitiva, por razón Argentina y Chile, Bolívar en Venezuela, Colombia y Perú. De poco sirve
del Patronato y por medio del Consejo de Indias, a ella le debían su asigna- que poco antes, el 30 de enero de 1816, el papa Pío VII hubiera exhortado,
ción al episcopado y la ayuda que se les prestaba. por medio de la encíclica Etsi longissimo, a los pueblos de América a sujetarse
de nuevo a la autoridad del monarca español.
A) Durante la preindependencia La actitud de los obispos, como la del clero y el pueblo fiel, no pudo ser
uniforme en aquellas condiciones tan diversas. En un primer momento,
Los primeros movimientos insurreccionales iban a poner a prueba su hasta 1814, el desconcierto es general y refleja el caos de la Península. Por
lealtad a la Corona por una parte y por otra la fidelidad a sus diocesanos y ello mismo, no puede hablarse de actitud cerrada del episcopado. Así tene-
a la causa de emancipación que se fue extendiendo por la América hispana. mos que si, por ejemplo, los arzobispos de Charcas y de Caracas aceptan la
La Iglesia de las Indias iba quedando decapitada con ocasión de tales movi- independencia, o el obispo de Quito, para evitar la discordia, encabeza la
mientos. Lo peor era que los gobernantes de la Península, en cuyas manos Junta independiente, no todos obran así. Encontramos, citando un caso
estaba el nombramiento de los obispos, estaban inficionados de ideas rega- contrario, a un arzobispo de México y a los obispos de Puebla y Oaxaca, los
listas y antirromanas, de modo que trataban de obtener el nombramiento de cuales reiteran la excomunión en que el gobernador de la mitra de Michoa-
prelados sumisos al poder regio, aunque no fueran ni muy apostólicos ni cán ha declarado incursos al cura Hidalgo y a todos sus seguidores.
muy ejemplares. El episcopado de las Indias era dócil instrumento de los
funcionarios reales para mantener en obediencia al monarca sus extensos
dominios. C) De 1814 a 1824
Al comenzar el siglo, no eran muchos los habitantes inquietos de las Más uniformidad puede hallarse en la segunda fase, pues ni los obispos
novedades políticas. Aquella obediencia hubiera quedado inalterada, al me- ni el clero desconocen abiertamente la autoridad del rey que ha sido resta-
nos por una larga serie de años, de no haber ocurrido en España la invasión blecido en el trono. Mientras la lucha independentista sigue su curso, buena
napoleónica. Pero desde que se propaló por América la noticia de la abdica- parte del episcopado continúa adicta a la Corona. En Venezuela, donde se
ción de los Borbones y de la usurpación del trono por Napoleón, la inquie- combate ferozmente, el gobierno español obliga al arzobispo de Caracas a
170 P.II. La Iglesia diocesana C. 9. El episcopado 171

regresar a la Península. Hubiera hecho lo mismo con el obispo de Quito, que te fanático; exigía a los fieles que gritasen «viva el rey» al entrar y salir de la
muere en Lima desterrado de su diócesis. Fernando VII hace nombrar en catedral y llegó a calificar a los patriotas en una carta pastoral de «enemigos
estos años 28 obispos para las sedes que habían ido vacando, y es natural que de Dios y del rey». Tuvo que escapar de Cartagena, como lo hizo su colega
designara sujetos fieles a la Corona, aunque fueran criollos. Jiménez Enciso, de Popayán, el cual llegó a forzar a muchos que le siguieran
El desconcierto se hace todavía más general cuando el monarca tiene y unirse a las tropas reales en su retirada. Tachó de «hijo del diablo» al
que jurar la Constitución de Cádiz. Los mismos católicos y no pocos eclesiás- provisor Manuel María Urrutia, nombrado sin su consentimiento. Se recon-
ticos empiezan entonces a dudar. Por otra parte, acostumbrado como estaba cilió después con Bolívar y los patriotas y volvió a ocupar la sede, prometien-
el clero a recibir todo de España, ve que ahora se encuentra desamparado. do fidelidad al nuevo gobierno constituido. En 1823 escribía a Pío VII que
Además, los obispos, de acuerdo con la tradición plurisecular de la iglesia creía «no haber ningún movimiento revolucionario en el mundo que hubiera
patronal, estaban obligados a prestar un juramento de fidelidad personal al perjudicado menos a la religión que el de Nueva Granada».
rey como cabeza del Patronato. Con frecuencia los obispos también creye- Es verdad que en 1821 había todavía muchos obispos que residían en
ron ver en los rebeldes masones o liberales a unos enemigos de la Iglesia, a sus diócesis, pero se daban también algunas vacantes. Además, algunos
pesar de que los jefes locales trataron con todas sus fuerzas de asegurarse la obispos, desconcertados ante la revolución, habían regresado a España o los
simpatía de la Iglesia oficial. También hay que tener en cuenta que la habían obligado a irse. Notable fue el caso del arzobispo de México, Pedro
jerarquía, por el nombramiento de los 28 obispos de las 42 diócesis hispano- Fonte, que creyó contra su conciencia coronar a Itúrbide emperador y se
americanas, de absoluta fidelidad realista, ya no presentaba la misma compo- salió de la capital, so pretexto de visitar la archidiócesis; apenas llegó a un
sición. puerto del golfo, se embarcó para España, en donde ya vivían varios de la
Como muestra de este desconcierto puede citarse el caso del referido América del Sur, algunos trasladados a diócesis de la Península. En la etapa
arzobispo de Caracas, Narcís Coll y Prat. A diferencia de otros prelados, que final de la independencia, las cosas variaron también en México: allí había
cuando se inicia la revolución se limitan a retirarse de su cargo, él quiso sido desencadenada por el levantamiento liberal de España (1820). A causa
permanecer con su rebaño. Fracasada la segunda república de Venezuela, y de los decretos, al parecer antieclesiásticos, de las Cortes españolas, muchos
como se preocupara de consolidar nuevamente las estructuras eclesiásticas, miembros de la jerarquía mexicana y del clero creían deber apoyar el movi-
después de que el clero durante años se hubiera dividido entre patriotas y miento de independencia para defensa de la religión, para salvar a México
realistas, en 1816 fue separado de su sede y llamado a la Península. Según del influjo de los liberales. Y esto ayudó a aumentar más el desconcierto. En
una tradición no garantizada, habría respondido al reproche del monarca las sedes en donde seguía residiendo el obispo legítimo se mantenía la vida
por no haber manifestado una actitud íntegramente fiel al rey: «Que él no cristiana en sus cauces, pero en donde la sede no estaba ocupada, o por
había ido a Venezuela a ser capitán general, sino a guiar su rebaño como muerte o por ausencia del prelado, no siempre se mantuvo la debida discipli-
arzobispo». Aquí se refleja el dilema de la jerarquía: tanto los realistas como na, y o había dudas sobre la legitimidad del vicario, o el gobierno se entreme-
los rebeldes patriotas exigían de ella una postura clara y definida, a la que no tía para nombrar gobernador de la mitra.
podían arriesgarse habida cuenta de los cambios que continuamente se Algún caso se presentó entre los pocos obispos criollos. Uno de ellos,
sucedían y que despojarían a la Iglesia de su dirección. Rafael Lasso de la Vega, de Panamá, fue presentado por Fernando VII,
Coll y Prat había aceptado antes la independencia como hecho consu- como ferviente realista, para la sede de Mérida de Maracaibo, donde hizo un
mado, declarando en el acto solemne: «Si Venezuela se gloría de haber llamamiento a la fidelidad al rey y hasta 1820 defendió tenazmente la causa
entrado al círculo de naciones, mi iglesia venezolana también puede gloriar- de España. Luego de una entrevista con Bolívar, se convirtió en íntimo
se de ocupar su sitio entre las iglesias católicas nacionales...» (1811). No le colaborador para la reconstrucción de la jerarquía eclesiástica en la antigua
faltaron diferencias con el insurrecto Miranda ni con el propio Bolívar, Nueva Granada. El 31 de julio de 1823 suplicaba a Roma, de acuerdo con
pero, abierta o solapadamente, siguió al lado de los patriotas, llegando Bolívar, la preconización de nuevos obispos de Guayana, Santa Marta, Car-
incluso a llamar a todos los cristianos «a profesar la independencia y a tagena, Antioquia, Quito y Cuenca, dos arzobispos para Bogotá y Caracas,
someterse a la obediencia del gobierno libre». Simultáneamente había decla- un auxiliar para sí mismo, más la erección de una nueva sede en Guayaquil.
rado disuelto el Patronato, sometiendo su iglesia directamente al Papa, Todo ello a espaldas del Regio Patronato, indicando los nombres aceptos al
medida que no fue aceptada ni por los propios patriotas. gobierno republicano. Naturalmente, Fernando VII reaccionó con tonos
Otros obispos se mostraron, sin embargo, realistas inflexibles. Así, fray violentos en 1827.
Custodio Díaz Carrillo, de Cartagena, quien, frente a la mayoría de su En cambio, el ya mencionado obispo de Quito, Cuero y Caicedo, tam-
cabildo eclesiástico, no quiso prestar el juramento a la junta local en 1810, bién criollo, se dejó persuadir en 1810 por el cabildo para aceptar la presi-
lo que le supondría la expatriación y una vacancia de cuatro años. Su dencia siquiera honorífica de la segunda junta revolucionaria; en 1812
sucesor, instalado bajo el signo de la restauración monárquica en 1817, el movilizó todos los medios disponibles eclesiásticos en defensa de la revolu-
basiliano Gregorio José Rodríguez, demostró ser un realista verdaderamen- ción y tras los primeros triunfos de las tropas realistas tuvo que abandonar
172 P-ll. La Iglesia diocesana

Quito. Siguió un enfrentamiento jurisdiccional entre el provisor capitular


nombrado por el obispo y el nombrado anticanónicamente por las autorida- NOTA BIBLIOGRÁFICA
des españolas y el cabildo. No pudo ocupar su sede y fue expulsado en 1815;
se confiscaron sus rentas, muriendo en 1816 en Lima en una completa Fuentes
miseria. D. DE ENCINAS. Cedulario indiano (1596) 1 (Madrid, 1945), 83-137;
F. J. HERNÁEZ, Colección de bulas, breves y otros documentos relativos a la Iglesia de
D) Durante la posindependencia América y Filipinas 2 (Bruselas, 1879), 5-346; A. MARTÍN GONZÁLEZ, Gobierno espiritual
de Indias. Código Ovandino (Guatemala, 1978), 175-190; Recopilación de Leyes de los
A punto de consumarse la independencia, y a instancias de algunos reinos de las Indias (1681), libro 1, tít. 7; R. RlTZEER, «Procesos informativos de los
obispos y de otros eclesiásticos que llegaron a Roma, tratóse desde aquí de obispos de España y sus dominios en el Archivo Vaticano»: Anthologica Annua 7
solucionar de alguna manera la situación. Pío VII decidió entablar relacio- (Roma, 1957), 313-415; J. VILLEGAS, «Consultas del Consejo de Indias al rey para
nombrar a los arzobispos y obispos de las Iglesias de Indias, 1577-160 l»:Jahrbuchfür
nes con los obispos de Colombia y enviar a Chile al obispo Muzi como vicario Geschichte von Staat, Wirtschaft und Gesellschaft Lateinamerika 9 (Colonia, 1972),
apostólico, acompañado por dos monseñores, Mastai Ferreti, que llegaría a 102-136.
ser el papa Pío IX, y Sallusti. La embajada de Muzi fracasó y el Papa siguien-
te, León XII, constreñido por el embajador español, firma el breve Etsi iam Visiones generales
diu, en el que deploraba los grandes males que aquejaban a la Iglesia en P. CASTAÑEDA, «Facultades de los obispos indianos para dispensar de ilegitimi-
América y exhortaba a los obispos a enaltecer los méritos de Fernando VIL dad»: Missionalia Hispánica 38 (Madrid, 1981), 227-248; P. CASTAÑEDA y J. MARCHE-
NA, «La jerarquía de la Iglesia en América, 1500-1850»: Hispania Sacra 40 (Madrid,
La indignación que el breve provocó en las repúblicas americanas fue incon- 1988), 701 -730; E. DUSSEL, El episcopado latinoamericano. Institución misionera en defen-
tenible. Ello hizo que el Papa se decidiera, al fin, a nombrar dos arzobispos sa del indio (1504-1620) 1-9 (Cuernavaca, 1969-1971); ID., El episcopado latinoamerica-
y cinco obispos para la Gran Colombia, lo que motivó la expulsión del no y la liberación de los pobres, 1504-1620 (México, 1979); B. GAMS, Series episcoporum
nuncio de Madrid. Desde España se hizo lo posible para que no siguieran Ecclesiae Caiholicae (Graz, 1957); G. VAN GULIK y otros, Hierarchia catholica medii et
nuevos nombramientos. El Papa siguiente, Pío VIII, tampoco se atrevió a recentioris aevi 3-7 (Münster-Patavii, 1922-1968); G. GONZÁLEZ DÁVILA, Teatro ecle-
siástico de la primitiva Iglesia de las Indias Occidentales: vidas de sus arzobispos, obispos y
romper con España y se limitó a nombrar algunos vicarios apostólicos, cosas memorables de sus sedes 1-2 (Madrid, 1649-1655); E. SCHAFER, El Consejo Real y
aunque sí envió a Río de Janeiro un nuncio, Pietro Ostini, con facultades Supremo de las Indias 1-2 (Sevilla, 1935-1947).
para toda América; pero el regalismo imperante en el nuevo Imperio, aun
entre el clero, hizo fracasar al prelado. Estudios por épocas
Desde México había llegado también a Roma un enviado oficial del P. CASTAÑEDA y j . MARCHENA, «Lajerarquía de la Iglesia en Indias, 1504-1620»,
en J. I. SARANYANA y otros, Evangelizacióny teología en América (siglo xvi) 1 (Pamplona,
nuevo gobierno, el canónigo Vázquez. El 26 de abril de 1829 muere el 1990), 299-346; J. M. CUENCA TORIBIO, Sociología del episcopado español e hispano-
último obispo residente en la República, el de Puebla, y el enviado trata de americano (1789-1985) (Madrid, 1986); F. FITA, «Primeros años del episcopado en
conseguir el nombramiento de nuevos obispos. Gregorio XVI nombra a seis América»: Boletín de la Real Academia de la Historia 20 (Madrid, 1892), 261-300; A.
de los candidatos que proponía el gobierno mexicano para las sedes vacan- HUERCA, La implantación de la Iglesia en el Nuevo Mundo (Ponce, 1987); F. MATEOS,
tes. No tardó en hacer lo mismo con otras de América del Sur, de modo que «La Iglesia americana durante el reinado de Carlos V, 1517-1558»: Missionalia Hispa-
nica 15 (Madrid, 1958), 327-374; S. MÉNDEZ ARCEO, Primer siglo del episcopado de la
para 1836 sólo había ocho sedes vacantes en las nuevas repúblicas. Queda- América española y de las islas Filipinas (promanuscripto de tesis doctoral presentada
ban algunos prelados desterrados, cuya renuncia el Papa acabó por obtener en la Universidad Gregoriana de Roma, 1938).
(como la de los de México y Antequera). A la muerte de Fernando VII, el
mismo Papa decidió entrar en tratos con los gobiernos independientes: Obispos en el hemisferio septentrional
reconoció primero al de Nueva Granada (1833), a México y al Ecuador J. BRAVO UGARTE, Diócesis y obispos de la Iglesia mexicana (1519-1939) (México,
(1836) y a Chile (1840). 1941); J. GARCÍA GUTIÉRREZ, Arzobispos de la arquidiócesis de México (México, 1948); V.
MURGA y A. HUERCA, Episcopologio de Puerto Rico (Ponce, 1987); A. PANIAGUA, Episco-
Fuera de las islas de Cuba y de Puerto Rico, cuna de la Iglesia america- pologio portorricense (San Juan, 1917); J. M. PÉREZ CABRERA, «En torno al primer
na, había dejado de existir oficialmente la dominación española en América. obispo de Cuba»: Missionalia Hispánica 23 (Madrid, 1966), 373-382; C. Ruiz CAJAR,
«La jerarquía eclesiástica en Panamá durante el siglo XVI»: Missionalia Hispánica 46
(Madrid, 1959), 5-86; V. SANABRIA MARTÍNEZ, Episcopologio de la diócesis de Nicaragua
y Costa Rica, 1531-1850 (San José, 1943); C. UTRERA, Episcopologio dominicopolitano
(Ciudad Trujillo, 1956).

Obispos en el hemisferio meridional


A. E. ALBUJA, «El obispado de Quito en el siglo xvi»: Missionalia Hispánica 18
(Madrid, 1961), 161-209; F. ALIAGA ROJAS, «Relaciones a la Santa Sede enviadas por
los obispos del Chile colonial. Introducción y textos»: Anales de la Facultad de Teología
25 (Santiago, 1974), 1-148; A. EGAÑA, Historia de la Iglesia en la América Española 2
174 P.II. La Iglesia diocesana
(Madrid, 1966); G. FURLONG, Diócesis y obispos de la Iglesia argentina (1572-1942)
(Buenos Aires, 1942); L. GARCÍA BENÍTEZ, Reseña histórica de los obispos que han
regentado la diócesis de Santa Marta, 1534-1891 (Bogotá, 1953); F. A. MALDONADO, LOS
primeros obispos de la Iglesia venezolana en la época hispánica (1532-1600) 1-2 (Caracas, CAPÍTULO 10
1973); S. MARTÍNEZ, La diócesis de Arequipa y sus obispos (Arequipa, 1931); C. E. MESA,
«El arzobispado de Santa Fe de Bogotá (1562-1625)»: Missionalia Hispánica 41 (Ma- LAS ASAMBLEAS JERÁRQUICAS
drid, 1984), 249-292; ID., «Primeras diócesis novogranadinas y sus prelados»: Ibid., 31
(Madrid, 1974), 129-171; J. M. PACHECO, «LOS obispos de Santa Marta durante el
siglo XVI»: RevistaJaveriana 40 (Bogotá, 1953); ID., «LOS primeros obispos de Cartage- Por A N T O N I O GARCÍA Y G A R C Í A
na (de 1534-1577): Revista Eclesiástica Xaveriana 6 (Bogotá, 1956), 357-392; J.
RESTREPO POSADA, Arquidiócesis de Bogotá. Datos biográficos de sus prelados 1-3 (Bogotá,
1961-1966); ID., «Cronología de los obispos de Cartagena de Indias»: Boletín de
Historia y Antigüedades 2 (Bogotá, 1955), 301-320; C. OVIEDO CAVADA, LOS obispos de
Chile, 1561-1978 (Santiago, 1979); R. VARGAS UGARTE, «Episcopado de las diócesis
del virreinato de La Plata desde los orígenes hasta mediados del siglo XVII»: Revista del Las asambleas jerárquicas de que se trata en este capítulo son, por
Instituto de Investigaciones Históricas 24 (Buenos Aires, 1940), 1-31. orden cronológico de su aparición en la Iglesia hispanoamericana, las juntas
eclesiásticas, los sínodos diocesanos y los concilios provinciales.
Otros estudios regionales
Las juntas eclesiásticas carecen de las formalidades jurídicas de los conci-
P. CASTAÑEDA y J. MARCHENA, «Los obispos extremeños en las diócesis del Nuevo
Mundo, 1500-1850», en Extremadura en la evangelizarían del Nuevo Mundo (Madrid, lios y sínodos, tales c o m o convocatoria oficial, personas con derecho y
1990), 63-76. obligación de asistir, normas que afectan al desarrollo de tales asambleas
conciliares y sinodales, etc. Por ello, estas juntas son de menor rango jurídi-
Obispos de Ordenes religiosas co que los concilios y sínodos, aunque n o necesariamente menos eficaces
E. A. ARIZA, Arzobispos y obispos dominicos en Colombia (Bogotá, 1947); ID., Episco- para el gobierno y reforma de la Iglesia. El más antiguo ejemplo que se
pologio dominicano en Colombia (Chiquinquirá, 1937); P. CASTAÑEDA y J. MARCHENA, conoce de estas juntas es el llamado concilio de Jerusalén, celebrado hacia el
«La aportación franciscana a la jerarquía de la Iglesia en Indias», en Actas del
I Congreso Internacional sobre los franciscanos en el Nuevo Mundo (Madrid, 1987), año 52, que en realidad n o fue un concilio, sino una asamblea del mismo
511-534; ID., «Dominicos en la jerarquía de la Iglesia en Indias», en Los dominicos y el género que las juntas eclesiásticas.
Nuevo Mundo. Actas del I Congreso Internacional (Madrid, 1988), 715-738; ID., «Presen- El sínodo diocesano es la asamblea del obispo con el clero de su diócesis
cia de los agustinos en la jerarquía de la Iglesia americana», en Agustinos en América y que ejerce la cura de almas, los representantes de los monjes y de los
Filipinas. Actas del Congreso Internacional (Valladolid, 1990), 483-502; S. GARCÍA,
«Presencia franciscana extremeña en instituciones eclesiales, políticas y culturales de religiosos y, eventualmente, con la presencia de algunos seglares. Su celebra-
Indias», en Congreso Franciscanos Extremeños en el Nuevo Mundo (Guadalupe, 1986), ción anual es obligatoria desde el concilio IV Lateranense de 1215.
293-363 (Obispos, 296-312); R. HERNÁNDEZ, «Primeros obispos dominicos en Améri- Prescindiendo de otras clases de concilios particulares, nos interesan aquí
ca procedentes del convento de San Esteban de Salamanca», en J. L. ESPINEL y R. los provinciales, en los que se reúne el arzobispo metropolitano con los
HERNÁNDEZ, Colón en Salamanca. Los dominicos (Salamanca, 1988), 83-131; E.
HERNÁNDEZ DE LA TORRE, Episcopado agustino en América latina (Santiago de Chile, obispos sufragáneos de su provincia eclesiástica, praxis que se realiza en la
1981); A. MESANZA, Obispos de la Orden dominicana en América (Einsiedeln, 1939); Iglesia desde la segunda mitad del siglo II. Estas asambleas conciliares debían
P. N. PÉREZ, Los obispos de la Orden de la Merced en América (1601-1926). Documentos del celebrarse semestralmente desde el siglo IV, anualmente desde el siglo x m y
Archivo de Indias (Santiago de Chile, 1927). cada tres años a partir del concilio de Trento (1545-1563). Los concilios
provinciales cobran especial importancia en la nueva cristiandad americana,
Otros aspectos mientras su frecuencia e interés decae en Europa.
R. ROBRES y V. CATELL, «La visita ad limina durante el pontificado de Sixto V
(1585-1590). Datos para una estadística general. Su cumplimiento en Iberoamérica»:
Anthologica Annua 7 (Roma, 1959), 147-212; R. ZORRAQUÍN BECÚ, «El juramento de
los obispos»: Revista del Instituto de Historia del Derecho Ricardo Levene 15 (Buenos I. JUNTAS ECLESIÁSTICAS
Aires, 1964), 199-207. Sobre el episcopologio indígena véase el capítulo 14.
Aunque los misioneros trataron de aplicar en América el derecho canó-
Notas nico entonces vigente en toda la cristiandad, pronto se percataron de que el
Por su elevadísimo número se omiten los estudios existentes sobre obispos derecho común de la Vieja Europa era impracticable, bajo más de un aspec-
concretos. to, en el Nuevo Mundo. Así, por ejemplo, era imposible celebrar sínodos ni
Sobre la bibliografía acerca de los obispos y la independencia hispanoamericana concilios provinciales en América, donde no existía provincia eclesiástica
véase el capítulo 45.
alguna con anterioridad a 1546, sino que desde 1512 pertenecían a la
archidiócesis de Sevilla todas las iglesias y posibles diócesis americanas. En
algunos territorios tampoco había obispos diocesanos, con lo cual tampoco
podía tener lugar la celebración de los sínodos.
C. 10. Las asambleas jerárquicas 177
176 P.II. La Iglesia diocesana
La confirmación no planteaba problemas desde el momento en que
Este desfase entre la disciplina de la Iglesia prevista para Europa y las podían administrarla los religiosos en virtud de los privilegios contenidos en
realidades del Nuevo Mundo trató de obviarse concediendo a los misioneros el breve de Adriano VI antes aludido.
facultades especiales, como las contenidas en el breve Exponi nobis de Adria-
no VI, del 10 de mayo de 1522, por el que se autoriza a los misioneros de las B) Juntas de México de 1532
órdenes mendicantes para realizar todo lo necesario donde no hubiese Según las recientes y nuevas conclusiones de Fernando Gil, en 1532 se
obispos o distasen más de dos dietas (unos cuarenta kilómetros), excepto celebraron en México cinco juntas eclesiásticas, cuatro más de las conocidas
para aquellos actos que requerían carácter episcopal. hasta ahora.
Pero los problemas emergentes de la predicación de la fe a los indígenas A la primera, convocada por el presidente de la Audiencia, Sebastián
y de la administración de los sacramentos a los recién convertidos eran Ramírez de Fuenleal, para comienzos de 1532, asistieron los superiores de
tantos y tales, que los religiosos optaron por reunirse en las juntas eclesiásti- los franciscanos y dominicos para estudiar las dudas surgidas en la evangeli-
cas que tuvieron lugar entre 1524 y 1546. Estas asambleas se conocen zación, así como las quejas que algunos españoles tenían de los religiosos.
comúnmente como juntas eclesiásticas, salvo la primera, que se denomina En la segunda, celebrada a comienzos de abril, participaron los obispos
también junta apostólica, debido al papel preponderante que jugaron en de México, Juan de Zumárraga, y de Tlaxcala, Julián Garcés, más una
ella los franciscanos llamados los Doce apóstoles de México. representación de los religiosos. En ella se trató de la moderación de los
támemes o tributos indígenas.
A) Junta Apostólica de México, 1524
El día 1 de mayo inició sus sesiones una tercera junta, en la que partici-
Esta junta tuvo lugar en la Iglesia de San José de la capital azteca en el paron Ramírez de Fuenleal, Zumárraga, varias autoridades seculares, cuatro
verano de 1524. Como los antiguos concilios y sínodos, dio comienzo con la franciscanos y cuatro dominicos.
celebración de la santa misa y con la profesión de fe. Presidió la reunión el Se conservan las actas de esta junta en el Archivo General de Indias de
superior de los franciscanos, fray Martín de Valencia. Los restantes miem- Sevilla. El motivo para esta reunión de las autoridades civiles y eclesiásticas
bros de la asamblea eran Hernán Cortés, otros trece o catorce franciscanos, fue una carta del emperador Carlos V, en la que les pedía un censo de los
cinco sacerdotes seculares y tres o cuatro laicos. No había ningún obispo habitantes de Nueva España, junto con otros detalles sobre los indígenas, en
entre los participantes. El primer obispo de México fue el franciscano fray orden a un mejor gobierno de aquellas tierras. Lo más interesante de la
Juan de Zumárraga, electo en 1528, consagrado en 1533 y elevado al rango respuesta de la junta, por cuanto concierne al presente argumento, es la
de arzobispo en 1548. impresión positiva que sus miembros reflejan respecto de los naturales,
No se conservan actas de esta primera asamblea. Hay, en cambio, un tanto en lo referente a su capacidad para la vida civil como para la cristiana:
resumen que permite hacerse una idea bastante cabal de sus decisiones. Se Todos dixeron que no hay dubda de aver capacidad y suficiencia en los naturales, y
obligaba a los gobernadores de los poblados a enviar a los indígenas a la que aman mucho la doctrina de la fe, y se ha hecho y se hace mucho fruto, y las
iglesia para asistir a las funciones sagradas y oír la instrucción religiosa. Se mugeres son honestas y amigas de las cosas de la fe y trabajadoras (LLAGUNO, La
ordenó impartir a los niños una instrucción religiosa acomodada a su capaci- personalidad, 13).
dad y se les enseñaba, además, a cantar. Algunos sacramentos presentaban Es sintomática la observación que formulan los miembros de la junta
especiales dificultades, por lo que merecieron especial atención por parte de acerca de que los indígenas debían ser evangelizados únicamente por los
la junta. Así, se planteó el problema del grado de instrucción religiosa religiosos, sin la intervención de los otros españoles, tema que vuelve a
necesario antes del bautismo, tanto para los niños como para los adultos. En aparecer repetidas veces en los años subsiguientes.
relación también con el bautismo, se comprobó la imposibilidad de ungir al El 23 de mayo tuvo lugar una nueva junta, ahora con la presencia de
bautizado con los santos óleos debido a que no había olivos en aquellas Hernán Cortés y de representantes del cabildo secular, para revisar las
tierras que suministrasen el aceite para confeccionar el crisma. El desconoci- conclusiones de la celebrada a comienzos de abril, las cuales habían sembra-
miento de las lenguas indígenas hacía prácticamente imposible la confesión do descontento entre los colonos. En esta del 23 de mayo y en la de comien-
de los nativos en aquellos comienzos de la evangelización de Nueva España. zos de abril se inspiró la real cédula del 13 de septiembre de 1533 sobre los
La junta se mostró más bien restrictiva en conceder la Eucaristía a los tributos de los indios.
indígenas, decidiendo administrársela sólo a los más instruidos. Finalmente, el 27 de mayo, Zumárraga, la Audiencia y el cabildo ecle-
El matrimonio planteaba muchos problemas. El principal era, sin duda, siástico celebraron otra junta para tratar de los diezmos y de la designación
el de la validez de los matrimonios que los indígenas habían contraído de los dignatarios eclesiásticos.
anteriormente a la conversión, asunto realmente difícil, porque la realidad
americana no encajaba dentro de los supuestos de la teología y de la discipli-
na matrimonial que entonces estaban en vigor en Europa. Prudentemente,
la junta no adoptó acuerdo alguno sobre esta materia.
178 P.II. La Iglesia diocesana C. 10. Las asambleas jerárquicas 179

C) Junta de México de 1535 En la de 1539 tomaron parte Zumárraga, Zarate y el obispo de Guate-
mala, Francisco Marroquín, varios franciscanos, el provincial de los agusti-
El mismo historiador Fernando Gil opina que a finales de noviembre de nos y otros peritos.
1535 se celebró en México una junta, retrasada por otros hasta el mismo
A comienzos de 1540, reunidos en nueva junta, los tres obispos escri-
mes del año siguiente.
bieron al Emperador para informarle de los acuerdos adoptados en 1539.
El virrey de Nueva España, don Antonio de Mendoza, convocó a ella a
Sebastián Ramírez de Fuenleal y a los obispos Zumárraga y Garcés «para G) Junta de México de 1541
poner concordia y armonía entre los religiosos de las Ordenes mendicantes»
sobre los ritos que debían observarse en la administración del bautismo. La celebró el obispo Zumárraga en su propia casa con los representan-
tes de los franciscanos, dominicos y agustinos a raíz de lo que el mismo
D) Juntas de México de 1536 Zumárraga denomina Unión Santa o asociación de estas tres órdenes para,
en reuniones periódicas, «conformarse en todas sus acciones» contra el
Siempre según las nuevas conclusiones de Fernando Gil, en 1536 se proyecto de organizar el territorio en parroquias al cargo del clero secular.
celebraron en México dos nuevas juntas, ambas por indicación de la Corona
Los reunidos llegaron a la conclusión de que debían preferirse los
y convocadas por el virrey.
religiosos a los clérigos seculares en la administración de las parroquias de
En la primera, celebrada en abril, se estudió una «minuta» elaborada
indios y en la atención espiritual a los indígenas de las encomiendas.
por el Consejo de Indias para que, a base de ella, la Audiencia, los prelados
y los religiosos redactasen una «memoria de las cosas que les pareciesen de H) Juntas de México de 1544
que los naturales de aquella tierra debían ser avisados y apercibidos así en las
idolatrías y sacrificios que solían hacer como en los otros malos ritos y En 1542 las denominadas Leyes Nuevas reformaron las encomiendas de
costumbres». Sus conclusiones se recogieron en una real cédula del 10 de indígenas que se hacían a favor de los colonos españoles, medida que alboro-
junio de 1539. tó a estos últimos. Para estudiar la cuestión, primero por propia iniciativa y
En la segunda, celebrada a comienzos del verano, se volvió a abordar el luego convocados por Francisco Tello de Sandoval, llegado a Nueva España
tema de los tributos de los indios, ya tratado en 1532. en calidad de visitador para promulgar dichas leyes, se reunieron en 1544
los obispos Zumárraga y Zarate, además del deán de Oaxaca y de los repre-
E) Junta de México de 1537 sentantes de los franciscanos, dominicos y agustinos.
Una Relación sumaria, emanada de esta junta y enviada a la corte,
Se reunieron Ramírez de Fuenleal, Zumárraga, Garcés y el obispo de
constituye una reafirmación tajante de la conveniencia de que se mantuvie-
Oaxaca, Juan de Zarate. Los tres, en carta dirigida al Emperador, le insisten
ran las encomiendas. Sin ellas, los miembros de la asamblea no veían forma
en el deber y el derecho que los obispos de Nueva España tenían de asistir al
de llevar a cabo la colonización de aquellas tierras ni la evangelización de los
concilio de Mantua; en la conveniencia de congregar a los indígenas en
indios.
poblados para su mejor promoción humana y religiosa; en la necesidad de
aumentar el número de los religiosos y de reducir el de clérigos seculares
I) Junta de Gracias a Dios (Honduras) de 1544-1545
debido a la mayor dificultad existente para proveer a la congrua sustenta-
ción de los segundos; en la conveniencia de no exigir diezmos completos a En esta junta se reunieron Francisco Marroquín, Bartolomé de las
los indios, y en el traído y llevado tema de la reincidencia de los indígenas en Casas y Antonio de Valdivielso, obispos de Guatemala, Chiapas y Nicaragua,
la idolatría. respectivamente. Se desconoce a qué conclusiones llegaron.
La cuestión de la asistencia de los obispos de Nueva España al concilio
de Mantua (que no se llegó a celebrar) fue respondida negativamente por el J) Junta de México de 1546
Emperador, alegando que él haría llegar a dicho concilio los problemas El visitador Tello de Sandoval reunió esta junta, a la que acudieron los
americanos. obispos Zumárraga, Marroquín, López de Zarate, Vasco de Quiroga y Bar-
Las demás cuestiones siguieron todavía recorriendo un largo camino en tolomé de las Casas, que representaban a las diócesis de México, Guatemala,
ulteriores reuniones, concilios, sínodos, pragmáticas reales, etcétera. Oaxaca, Michoacán y Chiapas, respectivamente. No se conservan sus actas,
pero los resultados aparecen reflejados en los cronistas de la época. Entre
F) Juntas de México de 1539-1540 sus conclusiones destacan las siguientes: la legitimidad del poder político de
La junta de 1539, denominada por algunos primer concilio mexicano, los reinos indígenas y, por consiguiente, la obligación de mantener en sus
se celebró por orden del Emperador, influyendo también en ella una bula de puestos a los jefes nativos; ilegitimidad de las guerras contra los indios;
Paulo III que obligaba a una revisión de la praxis bautismal, tratando de legitimidad de la evangelización, la que sólo podía y debía hacerse por
dirimir la controversia planteada ya en la junta de 1535. medios pacíficos; obligación de los reyes de Castilla de sostener económica-
180 P.II. La Iglesia diocesana
mente la evangelización americana; obligación de restituir por parte de
todos los que no habían observado estos principios, como era el caso de los & to
conquistadores, encomenderos y cuantos con ellos habían colaborado en
conculcar estos principios. Este contexto se recoge bien en el Catecismo de >
Bartolomé de las Casas, publicado en el mismo año de 1546.
Se acordó también redactar catecismos o doctrinas para los indígenas, a
los que ya se había adelantado, entre otros, el propio Juan de Zumárraga.
Esta conjunción de catecismos y doctrinas tiene claros precedentes en síno-
dos medievales de la península Ibérica y de otras partes, y será el logro
mayor del Concilio III de Lima de 1582-83.

K) ¿Junta de Lima, 1545? Z


O
Suelen hablar los autores de una supuesta junta celebrada por el arzo-
bispo de Lima, fray Jerónimo de Loaysa. Pero más bien parece tratarse de 33
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un escrito de dicho prelado titulado Instrucción de la orden que se ha de tener _¡
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en la doctrina de los naturales, que no consta suficientemente haber sido <J
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aprobado por junta alguna. Q
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II. SÍNODOS DIOCESANOS n.
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A) Distribución geográfica y cronológica w
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Tanto la celebración de sínodos diocesanos como la de concilios se O
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divide en América en dos grandes períodos: uno que corre des'de finales de Q
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la primera mitad del siglo xvi hasta las mismas fechas del siglo XVII; y otro as
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que cubre el resto hasta más allá del final de la época colonial. En el primer S
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período se crea todo un cuerpo de normas de Derecho canónico en el que Z
se integra la disciplina común de la Iglesia y la específica de las Iglesias
americanas. Este conjunto constituye el capítulo más importante del Dere-
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cho canónico indiano, en el sentido de que es también el más cercano a la to <o
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vida cotidiana de la población.
He aquí un cuadro en el que se indican las ciudades donde se celebra- "* ÍS °* ° —•
ron los sínodos americanos desde mediados del siglo XVI hasta mediados del oo <N I-H <N
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XVII, así como las fechas y la frecuencia en cada una de las sedes episcopales:
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to. 10. Las asambleas jerárquicas 183
182 P-H- La Iglesia diocesana
to antes de su publicación. En efecto, hay indicaciones en varios de los
El segundo período de los sínodos americanos vive de las rentas de un sínodos editados según las cuales la autoridad civil pone en entredicho las
cuerpo de disciplina ya creado y en el que se introducen pocas innovaciones. normas sinodales que creía atentaban contra los derechos de la Corona
A esta serie pertenecen los siguientes, cuya existencia no está suficientemen- inherentes al Regio Patronato. Otros sínodos no llegaron a publicarse por-
te comprobada en todos los casos. El siguiente cuadro sintetiza los datos que no consiguieron esta aprobación de las autoridades civiles.
esenciales sobre estos sínodos: A la celebración de cada sínodo solía preceder una visita del obispo a
toda la diócesis para informarse de los problemas existentes y someterlos a
SÍNODOS AMERICANOS ENTRE MEDIADOS DEL SIGLO XVII discusión y decisión del sínodo.
Y MEDIADOS DEL XVIII
El siguiente paso consistía en la convocatoria de la reunión dirigida por
el obispo a todo el clero con cura de almas y a los superiores de las órdenes
NUMERO DE ORDEN Y FECHAS DE CELEBRACIÓN religiosas que allí ejercían su apostolado. El obispo nombraba también un
CIUDADES equipo de consultores y otros oficiales del sínodo, designando el lugar y la
I II III IV V VI VII fecha en que debía celebrarse.
San Juan de Puerto Rico .. 1645 1647 1697 C) Celebración
Santiago de Chile 1663 1668 1673 1688 1763 1764 1771
Guamanga (Perú) 1672 1725 La celebración de los sínodos estaba rodeada de grandes solemnidades
Santiago de Cuba 1681 religiosas que, con ligeras variantes, se ajustaban al siguiente esquema. El día
Santo Domingo 1683 1685
Arequipa 1684 de la inauguración salía el obispo de su palacio procesionalmente, acompa-
Santiago de León-Caracas 1687 ñado de los sinodales convocados, de las autoridades civiles y de gran con-
Tucumán 1700 1702 curso del pueblo. Llegados a la catedral, se celebraba la misa del Espíritu
Córdoba 1700 Santo. Durante la misa o después de ella predicaba el obispo, tomando como
Popayán 1717 lema algún pasaje del Evangelio más adaptado a esta circunstancia, como
Yucatán 1723 1725
La Paz 1738 1739 aquel que comienza con las palabras Yo soy el buen pastor (Jn 10,11-14). En
Lima 1739 este sermón se explicaba la razón de ser y los objetivos que se proponía el
Concepción (Chile) 1744 sínodo. El tañido de campanas, los fuegos artificiales y el ambiente festivo
La Plata o Charcas (Sucre) 1773 que se producía subrayaban la importancia y las expectativas que se abriga-
Santiago de Cuba 1778 ban en relación con la asamblea.
Cartagena de Indias 1782 ó 1789
Después de la profesión de fe de los sinodales y de otras formalidades
comenzaban las sesiones técnicas del sínodo, que solían tener lugar en el
B) Normas sobre los sínodos palacio episcopal, durante las cuales se discutían los temas que se habían
seleccionado para tal efecto. Finalmente se ultimaba el texto de las constitu-
Aparte de las normas eclesiásticas por las que se regía la celebración de ciones, para cuyo efecto el obispo, normalmente, llevaba ya un borrador
los sínodos, diversas disposiciones recogidas en la Recopilación de leyes de los susceptible de recibir modificaciones. La sesión de clausura revestía la mis-
Reinos de las Indias, de 1681 (libro 1, título 8), se ocupan también de este ma solemnidad que la de apertura. En ella se proclamaban las constituciones
tema. La ley tercera de ese título, basada en sendas reales cédulas de 1570, del sínodo.
1591 y 1621, ordenaba que en los arzobispados y obispados de América se
El paso siguiente era la presentación del texto de las constituciones a las
celebraran cada año sínodos diocesanos, y que los virreyes, presidentes,
autoridades seculares competentes, pidiendo la autorización para publicar-
Audiencias y gobernadores escribieran todos los años a los prelados de sus
las, la cual, como dijimos más arriba, a veces no se dio o se otorgó con
distritos recordándoles esta obligación. Justo es constatar que el legislador
restricciones.
secular tampoco consiguió que se cumpliera la sin duda excesiva frecuencia
Era obligatorio, para todos los convocados al sínodo, tener copia de sus
anual en la celebración de estas asambleas. En América, además, las distan-
constituciones, de las que eran examinados para cerciorarse de que estaban
cias eran mucho mayores que en Europa, donde tampoco se cumplía la
en condiciones de comunicar al pueblo su contenido. Para este efecto estaba
norma de celebrarlos cada año.
previsto que el contenido de las constituciones sinodales se expusiera a los
Llama la atención la ausencia casi total de sínodos en Nueva España, fieles en la medida en que les afectaba, particularmente durante la Cua-
debida aparentemente al hecho de que los concilios provinciales de México resma.
llenaron este vacío gracias a unas mejores comunicaciones.
En la ley 6 de esa misma Recopilación, extractada de dos reales cédulas
de 1560 y 1590, se manda que las constituciones de los sínodos diocesanos
sean examinadas por los virreyes, presidentes y oidores del respectivo distri-
184 P.II. La Iglesia diocesana 185
C. 10. Las asambleas jerárquicas
D) Originalidad y contenido
disposiciones de los concilios provinciales no fue puramente mecánica, sino
Los sínodos diocesanos de América no son especialmente novedosos en que supuso en muchos casos la promulgación de nuevas normas no conteni-
lo referente a la disciplina que afectaba a los seglares españoles, a los clérigos das en los concilios, requeridas para la promoción espiritual y material de los
seculares y a los religiosos. En este campo reflejan, salvo raras excepciones, indígenas y, por supuesto, de los españoles y criollos que allí se encontraban.
el tradicionalismo, la meticulosidad y el rigor tridentinos, que en definitiva Como los concilios, los sínodos exigen más de los hispano-criollos que de los
eran herencia medieval, ya que Trento no modifica la óptica del Medievo en indios. También se ocupan de los esclavos negros, a los que generalmente les
cuanto a disciplina eclesiástica se refiere. Por lo mismo son relativamente aplican las mismas normas que a los indios, salvo en algunos casos aislados,
pocas las normas relativas a las cualidades positivas de las personas, mientras en que dictan medidas especiales para ellos.
que son innumerables las que se refieren a asuntos tan nimios e incluso
pintorescos como la indumentaria, el arreglo personal, el uso del tabaco,
etc. Desde este punto de vista los sínodos americanos no difieren sustancial- III. CONCILIOS PROVINCIALES
mente de los que contemporáneamente se celebraban en Europa. Aun así,
no es raro encontrar en ellos alguna que otra información sobre aspectos A) Distribución geográfica y cronológica
locales que resultan de gran utilidad para el estudio de los más diversos La norma de celebrar concilios provinciales cada tres años fue mal
aspectos de la sociedad hispano-criolla de la época colonial. cumplida en todas partes. Los celebrados en América dan una media muy
Estos mismos sínodos presentan, en cambio, una gran originalidad en superior a la de Castilla, donde durante más de trescientos años sólo hubo,
todo lo relacionado con los indígenas, su educación y su evangelización, así después de Trento, un concilio por cada provincia eclesiástica, pese a que la
como otros problemas con ellos relacionados. Ahora bien, su originalidad en norma trianual del concilio tridentino estaba reforzada por una orden ex-
esta materia sólo es relativa, ya que la comparten con las autoridades civiles. presa de Felipe II.
Disposiciones civiles y eclesiásticas se influyen mutuamente, siendo a veces La edad de oro de los concilios provinciales americanos se sitúa entre
difícil esclarecer de quién parte la primera iniciativa de unas normas que 1550 y 1630, tal como se refleja en el siguiente cuadro:
después comparten ambas autoridades.
Al consultar estos sínodos, el lector puede sacar una impresión demasia-
do negativa y deprimente de cuanto ocurría en América. Ello se debe a que CONCILIOS AMERICANOS DE LOS SIGLOS XVI Y XVII
la finalidad de los sínodos no era canonizar ninguna conducta, sino corregir
los abusos. Y esto lo cumplieron con gran valentía, llegando incluso a en- NUMERO DE ORDEN Y FECHAS DE CELEBRACIÓN
frentamientos con las autoridades civiles por este motivo. Para su informa- CIUDADES
ción deberá el historiador contrastarla con las demás fuentes de la época, I II III IV
para conocer los aspectos positivos, que también los había. El mérito y la
limitación de los sínodos consiste precisamente en que no intentan nunca Lima 1551-52 1567-68 1582-83 1591-1601
tejer un elogio de nadie ni de nada, sino poner de relieve lo que es digno de México 1555 1565 1585
corrección, mientras que no pocas de las restantes fuentes encierran el Santo Domingo 1622-23
Santa Fe de Bogotá 1625
propósito de dar buena imagen de la propia persona o institución. La Plata o Charcas (Sucre) 1629
Por las páginas de los sínodos suelen desfilar las más variadas situacio-
nes humanas: la religiosidad y la picaresca, las creencias y las supersticiones,
la pobreza y la opulencia, la caridad o la justicia y la explotación, el trabajo De todos estos concilios sólo recibieron la doble aprobación regia y
y las finanzas, el amor y el odio, junto con los momentos estelares de la vida pontificia el I y el III de México, y el III límense, en el que implícitamente
humana, tales como el bautismo, la primera comunión, el casamiento, las se aprueba el II de Lima.
fiestas, las exequias, etc. Todas y cada una de las disciplinas históricas pue- Durante el reinado de Carlos III (1759-1788) tuvo lugar otra serie de
den beneficiarse ampliamente de este filón documental de los sínodos, don- concilios provinciales cuya principal característica es el ambiente de presión
de se encuentran interesantes aportaciones a la historia de la religiosidad, de regalista en que se celebraron. Pese a esta actitud regalista de las autoridades
la economía, de la sociología, de la demografía, de la geografía, de la historia civiles españolas, en el II de Charcas consiguieron los padres conciliares
eclesiástica y profana, del Derecho canónico, de la liturgia, del folklore y, en hacer oír su voz. Prescindiendo de algunos intentos frustrados de celebra-
suma, de la cultura. ción de concilios, éste es el cuadro de los celebrados en la década de los años
Los sínodos trataron de aplicar en cada área de América, a escala setenta del siglo xvm:
diocesana, lo que disponían los concilios provinciales, de los que nos ocupa-
mos en el siguiente apartado de este capítulo. Pero la aplicación de las
186 P.IL La Iglesia diocesana CIO. Las asambleas jerárquicas 187

CONCILIOS AMERICANOS DEL SIGLO XVIII debido a que sólo este último obtuvo la doble aprobación regia y pontificia.
Un Sumario de este II concilio de Lima, en castellano, fue impuesto como
obligatorio por el concilio III limense.
NUMERO DE ORDEN Y FECHAS DE CELEBRACIÓN 3. Concilio III de Lima, 1582-83. Este concilio, convocado por el
CIUDADES
arzobispo de Lima, Santo Toribio de Mogrovejo, representa el punto cenital
n iv vi
de la actividad conciliar en el virreinato del Perú. Los problemas de aquel
México 1771 virreinato eran tantos y tales a fines de la década de los años setenta del si-
Lima 1772 glo XVI, que estaban necesitando un concilio como el presente. La provincia
La Plata o Charcas (Sucre) 1774 eclesiástica limense comprendía entonces todos los territorios ocupados por
Santa Fe de Bogotá 1774 los españoles desde la actual Nicaragua hasta la Tierra del Fuego. La inmen-
sa labor realizada por este concilio fue posible gracias al coraje del arzobispo
Fue nula, o por lo menos de escaso relieve, la influencia de estos convocante, a la ayuda de un numerosísimo cuadro de clérigos y religiosos,
concilios del siglo XVIII en la vida y disciplina eclesiástica hispanoamericana, entre ellos muchos teólogos, canonistas y otros expertos. Entre ellos destaca
si se exceptúa la del II de Charcas, del año 1774. la labor del lingüista franciscano Luis Jerónimo de Oré, así como la del
jesuíta José de Acosta, que no sólo fue el principal coordinador de la ardua
B) Concilios limenses tarea de redactar los textos conciliares, sino también el agente capaz de
conseguir la doble aprobación regia y pontificia mediante una difícil gestión
1. Concilio I de Lima, 1551-52. El prelado convocante de este conci- diplomática llevada a cabo en la corte de España y ante la Santa Sede. Por
lio fue el arzobispo de Lima, Jerónimo de Loaysa. En 1545 escribió una añadidura, su obra titulada De promulgatione Evangelii apud barbaros, seu de
Instrucción de la orden que se ha de tener en la doctrina de los naturales, en buena procuranda Indorum salute reforzó mucho la aceptación y cumplimiento de
parte recogida literalmente en los capítulos 38-40 de las constituciones para este concilio.
los naturales de este primer concilio limense, el cual dedica una serie de 40
Para evaluar debidamente las reformas de este concilio es preciso tener
constituciones a los indígenas y otra de 132 a los españoles. En estas últimas
en cuenta el objeto de estas reformas y el modo como las realizó, así como
se insiste a su vez en las relaciones de estos últimos con los primeros.
los resultados de las mismas.
Los temas centrales de este concilio son la unidad de la doctrina, la
El concilio trató, ante todo, no sólo de reformar los abusos existentes,
uniformidad de su presentación a los indígenas y la mejor distribución y
sino también de suprimir las causas de los mismos. Aparte de una reorgani-
dedicación de los misioneros y demás clérigos a la obra de la evangelización
zación general de la disciplina eclesiástica tendente a reformar las conductas
de los naturales. En sucesivas constituciones se trata de conseguir estos fines
inaceptables de clérigos y fieles, procuró aprovechar mejor los recursos de
insistiendo en la organización de las doctrinas; en la catequesis de los indíge-
personas y de medios para la evangelización y para la cura pastoral de los ya
nas, para lo que se preceptúa el uso de una Cartilla; en la construcción de
cristianos.
iglesias donde antes había huacas del antiguo culto pagano; en el uso de las
lenguas nativas por parte de los misioneros, así como en el modo de recibir Para conseguir esto promulgó un gran cuerpo de constituciones, dis-
a los nuevos conversos a los sacramentos y en la forma de administrárselos. puestas en cinco sesiones, y mandó componer toda una larga serie de instru-
mentos de carácter pastoral, entre los que destacan la Doctrina christiana, el
2. Concilio II de Lima, 1567-68. Convocado y presidido por el mis-
Catecismo Mayor, el Confessionario para los curas de indios, la Instrucción contra
mo Jerónimo de Loaysa, este concilio tuvo lugar en un momento histórico
la idolatría, la Exhortación... para bien morir y el Tercero Catecismo. Estos textos
en que estaba en pleno auge el clima conciliar creado por las exigencias del
están redactados en castellano, aymará y quechua, ordenando que se tradu-
concilio de Trento, entre las cuales se mandaba celebrar concilios provincia-
jeran a otras lenguas locales donde no estuvieran en vigor el quechua y el
les cada tres años, aunque para América hubo sucesivas ampliaciones de este
aymará, como así se hizo. Los resultados de las reformas de este concilio III
plazo de tiempo. Sus constituciones, escritas en latín, y no en castellano
de Lima fueron importantes.
como las del primero, se dividen en dos series: una de 132 para los españoles
y otra de 122 para los indígenas. Debido a su doble aprobación permaneció vigente en América hasta la
Aparte de la incorporación de normas tridentinas, en este segundo Independencia, tanto como ley de la Iglesia como por la aprobación civil que
concilio se ponen al día y se perfilan mejor aspectos ya tocados en el primero se le da en la Recopilación de 1680 (lib. 1 tít. 8 ley 7), la cual recoge las
limense, aparte de otros nuevos relativos a la evangelización y cura pastoral aprobaciones del concilio III de Lima y del III de México, dadas anterior-
de los nativos. Este concilio II de Lima es superior al III desde el punto de mente en 1591, 1593 y 1628. Los sínodos diocesanos, por su parte, trataron
vista de su elaboración teológica, aunque es sensiblemente inferior desde el de poner en práctica el espíritu y la letra de este concilio limense hasta
punto de vista práctico de las normas concretas contenidas en uno y otro. El finales del siglo XIX. Este influjo fue más intenso en la provincia eclesiástica
impacto de los dos primeros concilios limenses es muy inferior al del tercero de Lima, pero también fue aceptado por algunos sínodos de otras latitudes.
C.10. Las asambleas jerárquicas 189
188 P.II. La Iglesia diocesana
sos aspectos del culto divino. Los mismos temas misionales de los dos prime-
En conclusión, pocos concilios particulares, si es que hubo alguno en la ros concilios mexicanos vuelven a estar presentes en este tercero.
historia moderna de la Iglesia, ejerció un influjo tan extenso en el tiempo y Se consiguió la doble aprobación de este concilio por parte de la Santa
en el espacio. No seríamos justos silenciando lo mucho que este límense Sede (1589) y de la Corona, que autorizó la impresión de sus constituciones
tercero toma de los dos primeros que le antecedieron, de la experiencia en 1621.
novohispana e incluso ibérica y tridentina. El concilio asume, cataliza y Este concilio III mexicano es, sin duda, tan importante como el III de
rebasa con creces los citados influjos recibidos. Lima en muchos de sus aspectos. Fue menos afortunado en cuanto a la
Los demás concilios limenses revisten un interés mucho menor que el rapidez de la doble aprobación civil y eclesiástica. Tampoco contó con un
de los tres aquí reseñados. Acosta que acertara a inspirar y coordinar la redacción, aprobación y edi-
ción de los textos. Pero aventaja al límense por su mayor impacto en otros
C) Concilios nuexicanos concilios posteriores de dentro y fuera de México.
1. Concilio I de México, 1555. Convocado por el arzobispo de Méxi- 4. Concilio IV de México, 1771. Este concilio sólo ha pasado a la
co, Alonso de Montúfar, este concilio da prioridad en sus 93 constituciones historia por su carácter regalista y no por el resto de su legislación, reiterati-
al tema misional. Subraya la necesidad de usar las lenguas indígenas en la va de la de anteriores concilios. Fue convocado por el rey Carlos III y no por
evangelización, la suficiente instrucción que se debe dar a los indígenas la legítima autoridad eclesiástica. Al frente de los obispos aparece el carde-
antes de bautizarlos, la pastoral a seguir ante los rebrotes de la idolatría, las nal y arzobispo de México, Francisco Antonio de Lorenzana. A lo largo de
reducciones o congregación de los naturales en poblados, la administración 126 reuniones, los representantes regios consiguieron que la jerarquía ecle-
de los sacramentos a los neoconversos, etc. Este concilio obtuvo la doble siástica aprobara la secularización de la Compañía de Jesús y otras medidas
aprobación pontificia (1563) y regia (1564). tendentes a una mayor sumisión de la Iglesia al poder secular. Por más
esfuerzos que hizo la Corona, Roma nunca aprobó los 623 cánones de este
2. Concilio II de México, 1565. Fue el mismo arzobispo Montúfar
concilio, 101 de los cuales recibieron modificaciones de carácter regalista
quien convocó y presidió este concilio. Aparte de insistir, como el anterior,
por parte de la corte de Carlos III.
en temas comunes sobre la reforma de las costumbres del clero y del pueblo,
a lo largo de sus 28 constituciones comparte también su misma preocupa-
ción misional, aunque insiste todavía más en el estudio de las lenguas indíge- NOTA BIBLIOGRÁFICA
nas. En un escrito enviado al rey, los obispos piden más clérigos y religiosos
que con su doctrina y con su ejemplo les ayudaran a convertir a los na-
Juntas eclesiásticas
turales.
E. J. BURRUS, «Key Decisions of the 1541 Mexican Conference»: Neue Zeitschrift
3. Concilio III de México, 1585. Este concilio, convocado por el arz- für Missionswissenschaft 28 (Immensee, 1972), 253-263; A. GARCÍA Y GARCÍA, Iglesia,
obispo de México, Pedro de Moya y Contreras, presenta una fisonomía en sociedad y derecho 1 (Salamanca, 1985), 399-405; J. GARCÍA ICAZBALCETA, Don Fray
parte coincidente y en parte diversa de la del tercero límense. La principal Juan de Zumárraga, primer obispo y arzobispo de México (ed. México, 1947), Apéndices;
diferencia radica en la abundante serie de memoriales que presentaron F. GIL, «Las Juntas Eclesiásticas durante el episcopado de Fray Juan de Zumárraga
oficialmente al concilio muchos de los participantes en él, cosa que no se dio (1528-1548). Algunas precisiones históricas», en Teología 26 (Buenos Aires, 1989),
3-30, y J. I. SARANYANA y otros, Evangelización y teología en América (siglo XVI) 1
en los precedentes concilios de América. Los autores de los memoriales (Pamplona, 1990), 497-521; J. Li-AGUNO, La personalidad jurídica del indio y el III
representaban a los principales estamentos interesados en la obra del conci- concilio provincial mexicano (1585) (México, 1983), 7-29 y 151-156.
lio: Ordenes religiosas, clero secular e incluso personas privadas. En gene-
ral, no afloran nuevos problemas en dichos dictámenes, aunque sí a veces Sínodos y concilios
una mayor inmediatez del conocimiento de primera mano que muestran J. SPECKER, Die Missionsmethode in Spanisch-Amerika im 16. Jahrhundert. Mit Beson
poseer algunos autores de estos informes en torno a los problemas que derer Berücksichtigung der Konzilien und Synoden (Schóneck-Beckenried, 1953); ID..
tocan. «La predicación de la fe en la América Española tal como se refleja en los concilios y
sínodos americanos»: Revista de la Academia Colombiana de Historia Eclesiástica 38
Las prohibiciones y normas concretas de este concilio se refieren siem- (Medellín, 1980), 65-81.
pre a los clérigos y religiosos, mientras que a las autoridades seculares y a los
laicos se dirigen sólo normas generales y exhortaciones, como ocurre en el Sínodos (general)
caso típico de los repartimientos, pidiendo al rey que dé una solución F. CANTE1.AR RODRÍGUEZ, Catálogo de la colección sinodal «Lamberto de Echeverría
práctica a este enojoso y grave asunto. Los decretos contienen disposiciones 1-2 (Salamanca, 1980-1987).
muy enjundiosas para los ministros de la evangelización y de la cura de Sínodos antillano-mexicanos
almas, para los obispos, para los visitadores, insistiendo particularmente en D. FERNÁNDEZ NAVARRETE, Synodo diocesano del arzobispado de Santo Domingo,
la predicación y la enseñanza, en la preparación de los indígenas para recibir 1683 (Madrid, 1685); J. GARCÍA DE PALACIOS, Sínodo de Santiago de Cuba de 1681, ed.
los sacramentos y en la administración de los miamos, así como sobre diver-
190 P.II. La Iglesia diocesana C. 10. Las asambleas jerárquicas 191
García-García y Santiago-Otero (Madrid, 1982); O. GÓMEZ PÁRENTE, «Sínodo dioce- (Buenos Aires, 1979), 101-130; J. M. ARANCIBIA y N. C. DELLAFERRA, LOS sínodos del
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cristiana y catecismo para instrucción de los indios (Madrid, 1986), 163-226; ID., «Sala-
manca y los concilios de Lima», en D. BOROBIO GARCÍA y otros, Evangelización en Por FEDERICO R. AZNAR G I L
América (Salamanca, 1988), 241-348; ID., «Vigencia, recepción y uso del concilio
tercero de Lima en los concilios y sínodos de Indias», en La protección del indio
(Salamanca, 1989), 11-40; L. LOPETEGUI, «Labor del P. Acosta, S. J., en el concilio
tercero de Lima, 1582-1583»: Revista de Indias 2 (Madrid, 1941), 63-84; ID., «Notas
sobre la edición del tercer concilio provincial de Lima»: Gregorianum 22 (Roma,
1941), 252-272; F. MATEOS, «Los dos concilios limenses de Jerónimo de Loaysa»:
Missionalia Hispánica 4 (Madrid, 1947), 479-524; P. TINEO, LOS concilios limenses en la Según el ordenamiento canónico, la expresión clero diocesano tiene
evangelización latinoamericana. Labor organizativa y pastoral del tercer concilio limense diferentes significados: puede referirse a todo el clero que está en una
(Pamplona, 1990). Sobre los documentos pastorales emanados del tercer concilio de
Lima, véase el capítulo 30. diócesis, o bien, únicamente, al que se dedica a actividades pastorales dioce-
sanas. Dentro de este último grupo también cabe hacer otra clasificación:
Concilio de Charcas según esté o no bajo la jurisdicción del obispo diocesano. Y aun dentro de
B. VELASCO, «El concilio provincial de Charcas de 1692»: Missionalia Hispánica esta última división, es necesario distinguir entre el clero secular y el clero
21 (Madrid, 1964), 79-130 (el concilio se celebró en 1629). religioso o regular, puesto que estos últimos, como es bien sabido, sólo
parcialmente están sujetos a la jurisdicción diocesana.
Nosotros analizaremos aquí al clero secular dependiente del obispo
diocesano: más exactamente, la figura del sacerdote diocesano, puesto que
no hay que olvidar que clérigo era, en la época aquí estudiada, el fiel
cristiano que había recibido la tonsura, aunque no tomase las restantes
órdenes. Nos fijaremos, fundamentalmente, en algunos aspectos signifi-
cativos que configuraron su estatuto, dejando de lado otras cuestiones que
merecen un estudio específico, tales como la administración de los
sacramentos, la predicación y la catequesis, los diezmos y las primicias,
etcétera.

I. LA CONSTITUCIÓN DEL CLERO SECULAR

La primera evangelización fue llevada a cabo por religiosos, con algunas


intervenciones aisladas de clérigos diocesanos. Una vez erigidas las diócesis
y dotadas de un obispo, cabe hablar como tal del clero diocesano, que en la
América española tuvo dos orígenes principales: español y criollo, dejando
aparte el indígena, objeto de otro capítulo y en el que se enmarca tanto el
clero secular como el regular.

A) Clero español

El paso de sacerdotes diocesanos españoles a Hispanoamérica desde el


siglo XVI es un hecho cierto, si bien ni de forma tan organizada ni tan
numerosa como el envío de misioneros religiosos. Aunque sobre ellos no
disponemos de una información tan amplia como sobre los religiosos, re-
cientes investigaciones sobre archivos, protocolos notariales, etc., ofrecen
nuevos datos, aunque parciales, sobre el particular.
194 P.II. La Iglesia diocesana C.ll. El clero diocesano 195
Las autoridades eclesiásticas y seculares intentaron desde el primer se completaban con otra muy semejante: todos los clérigos que llegasen a las
momento controlar a los clérigos que pasaban a América para evitar, como diócesis debían presentarse en el plazo de tres o cuatro días al ordinario
se dice en una real cédula del 15 de junio de 1510, que marcharan religiosos respectivo. Las obligaciones de este clero coincidían con las establecidas de
sin la habilidad necesaria «para administrar los santos sacramentos ni para forma general, como veremos a continuación.
las otras cosas que son necesarias». O, como se afirma en otra real cédula del
26 de enero de 1538, para evitar que pasaran «algunos clérigos que han sido B) Clero criollo
frayles, que no son de buena vida ni exemplo, como se requiere para la
1) Requisitos. Para la ordenación de los clérigos residentes o nacidos
conversión de los naturales dessas partes a nuestra santa fe católica» o «sin
en la propia América, los concilios y sínodos americanos recuerdan los
nuestra licencia ni de su perlado».
requisitos ya establecidos en la legislación canónica general, con cierta insis-
De aquí que se exigieran ambas licencias, del prelado y del rey, para que tencia en algunos de ellos.
el clérigo pudiera pasar al Nuevo Mundo, pidiéndose a los obispos america- Se determina cuidadosamente, por ejemplo, cuál era el mínimo de
nos que a los clérigos y religiosos que fueran sin estas licencias no les ciencia requerido en los ordenandos según la diferente escala de las órde-
permitieran decir misa, ni administrar los sacramentos, ni adoctrinar a los nes: grados (órdenes menores), epístola (subdiácono), evangelio (diácono),
indígenas; por contra, los debían embarcar y devolver a España. Los que misa (presbítero), cantar misa, curas (párroco) y ordenados por Roma. De
pasaban con las licencias citadas debían presentarlas ante los jueces de la una forma menos concreta que la anterior, el sínodo de Quito de 1570 dirá
Casa de Contratación de Sevilla, notando en ella «como el clérigo o religioso que «los que han de recibir órdenes han de ser por lo menos buenos gramáti-
que la lleva es el contenido» (Recopilación de leyes de los Reinos de Indias, 1681, cos, e han de saber cantar, e han de entender el cómputo...»
lib. 1 tít. 8).
Otro requisito frecuentemente recordado es la dignidad de vida del
Estos textos son suficientemente claros y expresivos sobre el alcance de ordenando: no debía haber sido infamado, ni descender -decía el primer
las citadas licencias. Control que no sólo se estableció en el punto de partida, concilio provincial de México- de «padres o abuelos quemados o reconcilia-
sino también en el de llegada. dos o de linaje de moros» (un sínodo especificará que no debían ser ascendi-
Los concilios provinciales y sínodos diocesanos recordarán continua- dos a las sagradas órdenes «los hijos de los que fueren castigados por el Santo
mente que «el título y principal fin para que todos, en especial los eclesiásti- Oficio, siendo descendiente en primero y segundo grado respecto del padre,
cos, venimos a estas partes es la doctrina e conversión de los naturales dellas y en primero respecto de la madre») por la indecencia que de ello resultaba al
a nuestra santa fee católica y administración de los sacramentos y servicios estado eclesiástico, escándalo y otros inconvenientes que se habían seguido en
de las iglesias», por lo que se estableció otro control, para ver si efectivamen- las Indias por haber ordenado a semejantes personas; debía haber vivido
te habían cumplido esta misión, en los siguientes términos: cuando alguno limpiamente y haber estado apartado del pecado carnal; no tenía que haber
quisiera salir de su diócesis, se debía examinar en qué se había ocupado. Y si sido jugador de juegos ilícitos y prohibidos; tenía que tener costumbre de
no hubiere servido en una iglesia o en un pueblo de los naturales en su confesarse y comulgar; no debía estar acostumbrado a blasfemar; debía ser de
doctrina y conversión, debían tomarle la mitad de los bienes que tuviere. legítimo matrimonio; no tenía que haber cometido delito por el que mereciera
Sin todo lo anteriormente dicho no se debía dar licencia a nadie para que pena de sangre; no tenía que padecer algún defecto natural.
pudiera venirse a América, exigiendo además que hubiera servido al menos El sínodo de Santiago de Cuba de 1681 recapitulaba así las diligencias
cuatro años en la diócesis. Se advertía, incluso, que se avisaría al Real que debían hacer los que quisieran ser promovidos a las órdenes: fe de
Consejo de Indias para que detuviesen en Sevilla a los clérigos que no bautismo; información de su buena vida y costumbres, y ser hijos legítimos
llevasen testimonio de cómo habían servido en una diócesis americana. de padres cristianos viejos, limpios de toda mala raza, de judíos, herejes,
Que tales avisos no eran huecos, lo vemos confirmado en la misma moros o recién convertidos a la fe católica; suficiencia de doctrina; hábito
Recopilación, cuando establece que ningún clérigo secular ni religioso podía eclesiástico, y estar confirmados. La edad exigida era la general canónica:
regresar a la Península sin las siguientes licencias o permisos: a) licencia de para la primera tonsura, siete años cumplidos; para los tres primeros grados,
sus prelados, que no la debían dar si no les constaba que, al menos, habían doce años, y para el último, catorce (si bien algunos sínodos exigirán tener
residido durante diez años en la diócesis, y b) licencia del virrey o gobernador catorce años para la recepción de la tonsura); veintiún años cumplidos, y
en cuyo distrito hubieran estado (Recopilación, lib. 2 tít. 16). entrado en los veintidós, para subdiácono; veintidós años cumplidos, y en-
La finalidad de estas normas era obvia: evitar que pasaran clérigos trado en los veintitrés, para diácono; veinticuatro años cumplidos, y entrado
indignos que serían un obstáculo para la evangelización y, al mismo tiempo, en los veinticinco, para sacerdote.
controlar que el clérigo había cumplido la misión para la que se le dio la Otro de los requisitos exigidos para la ordenación era que el ordenando
licencia. Especial énfasis se puso en intentar evitar que los clérigos religiosos tuviera algún beneficio o suficiente patrimonio para poder vivir honesta-
que habían abandonado su orden y pasado sin licencia sirvieran en oficios mente. Condición que también en América se exige, intentando garantizar
eclesiásticos: debían ser expulsados y reenviados a la Península. Normas que de diferentes maneras que el título de beneficio o patrimonio presentado
C.ll. El clero diocesano 197
196 P.II. La Iglesia diocesana
En algún caso, finalmente, se establecen precauciones para evitar los
por el candidato fuera verdadero y suficiente, es decir, que cubriera real- excesos de los simples clérigos coronados o tonsurados que tantos proble-
mente las necesidades o conveniencias del sacerdote. Y se recuerdan en este mas causaron en Europa durante los siglos xiv y xv.
sentido las penas establecidas por el concilio Tridentino contra los que se Sabido es que el clérigo, por ser tal, gozaba en esta época de la inmuni-
ordenaban con un título falso o de forma simoníaca. dad eclesiástica, que, básicamente, consistía en que los clérigos y sus posesio-
Hasta qué punto se cumplía esto, no lo sabemos con certeza; es, sin nes estaban libres de las cargas laicales y que sólo podían ser juzgados por un
embargo, bastante significativo que el sínodo de Arequipa, celebrado en tribunal eclesiástico. Como en el orden clerical se ingresaba por la recepción
1684, estableciera que la congrua resultante del título presentado para la de la tonsura, sin necesidad de recibir las restantes órdenes, era relativamen-
ordenación debía ser, por lo menos, de doscientos pesos de a ocho reales y te frecuente el caso de laicos que recibían la citada tonsura para quedar
prohibiera unas capellanías temporales, que en realidad eran falsas y no exentos de la jurisdicción secular.
garantizaban el sustento económico del sacerdote. En América, lógicamente, existía este mismo peligro, por lo que ya el
El juicio del citado sínodo es el siguiente: «Ha sido mayor el arrojo y primer concilio provincial de México, en 1555, estableció la siguiente medi-
facilidad con que hemos reconocido que en esta diócesis se ha obrado en da para evitar estos peligros: «Porque tenemos muy entendido que muchos
esta materia, sin atender a las graves penas de suspensión perpetua», expli- se ordenan de primera corona, mas con intento de aprovecharse de el
cando los males de aquí derivados, tales como «por cuyo medio se facilita y privilegio clerical para sus delitos, si los hicieren, que para ser de el número
abre camino para que en estas partes aya muchos más clérigos de los que de los que sirven en la Iglesia y suerte de el Señor [...] mandamos [...] que
conviene y son necesarios. Y a la mayor parte de los clérigos de esta ciudad ninguno de hoy más se ordene de prima tonsura, ni de grados, si no fuere de
hemos hallado ordenados de esta forma y sin congrua alguna para su susten- edad de catorce años cumplidos y sin que primero, assí ellos como sus padres
to. Y aviéndonos certificado de la verdad de lo que en esto pasa, hemos o las personas que los tienen debajo de su administración, juren en forma
procurado negar las órdenes a semejantes títulos». que quieren con verdad y con efecto ser de la Iglesia y que los presentan
Conjuntamente con lo anterior, se admitió como suficiente el denomi- para que sean de el número y suerte de los ministros de ella».
nado titulum indorum, equivalente al título de servicio a la diócesis, puesto No tenemos la suficiente información como para conocer la existencia,
que éste tenía garantizada una base patrimonial suficiente. alcance y actuación de estos simples tonsurados en América, pero casi un
Otra precaución en los trámites previos a la ordenación se tomaba siglo después, en 1622-1623, el concilio provincial de Santo Domingo repe-
cuando el ordenando no era diocesano propio, sino que procedía de otra tía idénticas disposiciones al determinar que «los que desearen recibir la
diócesis: se reforzaban, en este caso, las medidas previsoras sobre su vida y primera tonsura tengan cumplidos catorce años [...] a no ser aquellos que,
costumbres a través de las pertinentes letras o cartas dimisorias. «Sobre todo usando sotana y roquete, se hayan dedicado, por espacio de dos años, al
-dirá el tercer concilio provincial de Lima— con aquellos que vienen de servicio de la iglesia catedral o parroquial. Y hagan previamente, sus padres
Europa y con cualesquiera otros que no son suficientemente conocidos. o tutores y los mismos ordenandos, el juramento de querer continuar en el
Ninguno sea promovido (a las órdenes) por un obispo ajeno a no ser que servicio de la Iglesia».
presente cartas testimoniales de su ordinario sobre todas las cosas dichas». Tal era, en líneas generales, el conjunto de los requisitos exigidos para
Diferentes concilios y sínodos penalizarán muy severamente la práctica garantizar la idoneidad canónica de los ordenandos. Coinciden en su globa-
de conferir órdenes a aquellos que sólo tenían domicilio jurado en la diócesis. lidad con los establecidos de forma general por la Iglesia en aquella época,
Tal práctica era, en realidad, un fraude y consistía en que personas que no si bien se acentúan algunos de ellos, los que hemos señalado, por la especial
tenían legítimo domicilio en la diócesis juraban que se iban a quedar allí, incidencia o problemática que podían causar en el Nuevo Mundo.
siendo por eso mismo admitidos a las órdenes sin las dimisorias de su 2) Formación. El concilio de Trento (1545-1563) decretó la funda-
legítimo ordinario. ción de seminarios para la formación de los aspirantes al sacerdocio.
Fácilmente pueden comprenderse los riesgos de esta actuación, tolera- En América, aunque su efectiva constitución tuvo lugar más tarde (por
da en algunos casos por la escasez de sacerdotes: ordenación de personas ejemplo, el seminario conciliar de Lima comenzó en 1590, el de Quito en
indignas, abandono de la diócesis donde juraron permanecer para irse a 1594, etc.), ya el segundo concilio provincial de Lima, celebrado durante los
otra, etc. Medidas que se tornaban aún más exigentes y especiales cuando se años 1567 a 1568, exhortó y requirió a los obispos de la provincia para que
trataba de ordenandos que habían pertenecido a una orden religiosa: para erigieran seminarios y colegios de niños, según lo establecido por el concilio
evitar los «muchos y muy graves inconvenientes a causa de la peregrinación de Trento, lo más pronto que pudieran.
de los regulares, que vagan durante años y pasan de una en otra diócesis con
el título de recibir órdenes, con perjuicio para sus religiones y para sí
mismos» (concilio provincial de Santo Domingo, 1622-1623), se recuerda a
los superiores religiosos que extiendan las dimisorias según la forma estable-
cida por la legislación general de la Iglesia.
LOS SEMINARIOS DIOCESANOS FUNDADOS EN AMERICA FUERON CAÍ. El clero diocesano 199
LOS SIGUIENTES: II. EL MODELO DE CLÉRIGO DIOCESANO

Fundación Ubicación Fundación Ubicación La actuación del clero diocesano en Hispanoamérica, en general poco
conocida por no haber sido aún suficientemente estudiada y analizada, es de
1562 Oaxaca 1622 Buenos Aires muy difícil valoración por su amplitud y por su acción evangelizadora aisla-
1573 México 1625 Comayagua da, a diferencia de los religiosos. Igual sucede cuando se trata de hacer una
1573 Bogotá 1639 Popayán
1584 Guadalajara 1644 Puebla valoración de sus personas: por lo común, nos encontramos con juicios
1585 Santiago 1665 Huamanga genéricos que son equívocos y no completamente ciertos. Así, por ejemplo,
1586 La Plata 1670 León de Nicaragua se dice que el clero secular tuvo tres problemas principales: la pobreza
1586 Paraguay 1676 Asunción económica extrema, con algunas pocas excepciones; la escasa formación
1588 Quito 1680 Comayagua
1589 La Imperial 1702 Durango intelectual, y la moral sexual. Juicios globalizados que, por ser tan generales,
1589 Tucumán 1716 Córdoba realmente poco dicen. Hubo, ciertamente, clérigos seculares que acompaña-
1590 Lima 1718 Concepción ban a las expediciones militares, clérigos que fueron asesores de señores y
1594 Santo Domingo 1752 Chiapas príncipes seculares o que desempeñaron funciones de mayordomos, curas-
1596 Guatemala 1770 Valladolid soldados, etc. Pero no parece que fuera ésa la tónica general.
1601 Cuzco 1772 La Habana
1609 Caracas 1773 Buenos Aires Nosotros vamos a describir el modelo de clérigo diocesano a grandes
1616 Arequipa 1775 Cartagena rasgos propugnado por los concilios y sínodos americanos y teniendo en
1618 Mérida 1794 Monterrey
1809
cuenta que dichos textos, por lo general, son más negativos que positivos; es
1621 Trujillo Santa Marta
decir, tienden más a la reforma que a la alabanza, sin indicar la amplitud del
mal denunciado. Obvio es decir que esta imagen debe ser contrastada con
los informes, relaciones ad limina, visitas pastorales, procesos, etc., que nos
Para su mantenimiento económico, al no haber diezmos ni beneficios, muestran el grado de cumplimiento de las normas fijadas.
que eran la base de lo fijado en Trento, se determinó que una parte tenue de
los estipendios que los encomenderos de indios daban a los sacerdotes se A) Vida y honestidad
asignara para este fin.
Mucho más seria y decididamente, el tercer concilio provincial de Lima, La tradición eclesiástica anterior al siglo XVI incluía en los textos dedi-
de 1582-1583, estableció unas bases económicas para financiar los semina- cados al clero un apartado titulado sobre la vida y honestidad de los clérigos,
rios diocesanos: se debía aplicar para ellos un 3 por 100 de todas las rentas bajo cuyo epígrafe se comprendían toda una serie de actividades prohibidas
eclesiásticas (diezmos, beneficios, capellanías, hospitales, cofradías, etc.), porque se consideraban incompatibles con el estado clerical.
fueran éstas episcopales, capitulares o beneficíales, e incluyendo también las Otro tanto sucede en la América española: se recuerda que los clérigos
doctrinas de los indígenas, aunque estuvieran en manos de religiosos. deben mantener una «gravedad y seriedad» en sus charlas y conversaciones;
El cumplimiento de este impuesto o cuota, impugnado por el Cabildo que deben llevar el traje talar clerical («mantos e ropas largas al menos hasta
de Lima y religiosos ante el rey y la Sede Apostólica, fue recordado en el empeine del pie»), evitando las sedas, los paños de colores, los panuflos de
sucesivos concilios y sínodos celebrados en la provincia eclesiástica de Lima: calzas, los jubones, los pantuflos, los collares de camisas labradas, etc., así
sínodo diocesano de Lima de 1594; sínodo diocesano de Tucumán de 1597, como las becas magisteriales si no tenían derecho a ellas; que no debían
que mandó fundar el seminario en la villa de Nueva Madrid de las Juntas, participar en danzas, bailes o cantares deshonestos ni «en juntas de gente ni
dotándolo con el citado 3 por 100 y estableciendo «que los que quisieren en otro regocijo ni negocio público», ni ir a las corridas de toros; que no
poner sus hijos en el dicho seminario les provean del sustento necesario para debían andar de noche después del toque de queda de la campana, ni llevar
que puedan sustentarse, hasta que haya alguna más abundancia en los frutos armas ofensivas o defensivas de cualquier condición que fueran, aunque en
y rentas de esta tierra...»; concilio provincial de Charcas de 1629; sínodo algún sínodo se permite «que yendo de camino, habiendo causa justa, las
diocesano de Caracas de 1687, etc. Otro tanto hizo el concilio provincial de lleven, como no sean de las prohibidas, y no las lleven con publicidad y nota»,
Santo Domingo de 1622-1623: manda que se creen y funden seminarios en etcétera. Prohibiciones que, como decimos, ya se encontraban en la legisla-
cada diócesis, pero, a diferencia de la provincia limense, recurre a la genero- ción eclesiástica general.
sidad del rey para su financiación. Conjuntamente con la constitución de Y prohibiciones que, en algún caso, parecían absurdas en esas nuevas
esta base económica, se establecieron reglamentos que regulaban ios dife- tierras: pensemos, por ejemplo, en la exigencia del traje talar. Ya el primer
rentes aspectos de su régimen. concilio provincial de México (1555) se vio obligado, «teniendo considera-
ción a la calidad de esta tierra», a dispensar para que los clérigos pudieran
C. 11. El clero diocesano 201
200 P.II. La Iglesia diocesana decir, para defender a la Iglesia y a los pobres), etc. Prohibiciones que
usar ropas de tafetán y chamelote de color negro y leonado o morado también eran recogidas por la legislación secular: el clérigo no podía ser
oscuro. Sínodos limenses posteriores permitirán el uso, en algunas circuns- alcalde, abogado, escribano, factor, contratista, ni podía tener canoas en las
tancias, de un traje más corto. granjerias de perlas, ni beneficiarse de las minas, etc.
Hay, sin embargo, una insistencia sobre algunas prohibiciones especia- 3) Los juegos prohibidos. También se prohibe, igualmente, que los
les, que parecen indicar que causaron, o al menos podían, más problemas en clérigos jueguen a naipes, dados o cualquier otro. El concilio provincial de
la acción evangelizadora. México de 1555 hace esta gráfica descripción de los juegos prohibidos a los
1) El trato con las mujeres. Ya desde el primer momento, siguiendo la clérigos: «no jueguen público ni secreto juegos prohibidos de derecho,
tradición canónica, se determinó que los sacerdotes debían evitar el trato especialmente las tablas, dados y naipes al parar, ni primera, ni dobladilla, ni
con las mujeres sospechosas, definiendo como tales a las que no fueran su torillo, ni otros juegos, dinero, ni joyas, ni preseas, ni presten dineros a otros
madre o sus hermanas o, como se dice más concretamente en el sínodo de para jugar, ni asistan para atenerse a algunos que juegan o jueguen por
Puerto Rico de 1645, «la que no fuere madre o hermana o prima hermana ellos, ni tengan tablajería de tales juegos deshonestos y prohibidos en sus
que estuviere dentro del segundo grado de parentesco inclusive, y éstas casas, ni vayan a ver jugar a las casas donde obiere las tablajerías». Única-
siendo ellas de buena vida y fama, que no lo siendo también son sospechosas; mente se permite un mero juego de pasatiempo o entretenimiento con otros
o las que por su edad o virtud u otras circunstancias no lo son (sospe- clérigos o con laicos honestos y que no fueran públicos jugadores.
chosas)». Para evitar posibles violaciones de esta norma se llega a determinar qué
Se prohibe, lógicamente, que las tuvieran en su casa para su servicio. es lo que se permite jugar: algunas cosas de comer y de beber hasta una
Prohibición que en los pueblos de indígenas se hacía más radical: no podían determinada cantidad, v. g., dos pesos corrientes de a nueve reales, para
tener en su casa a mujeres indígenas, aunque estuvieran casadas, si bien colación y comida, «los cuales dichos dos pesos se entienda en todo un día y
posteriormente se permitió que, cuando no pudiera encontrarse otra forma, noche una vez ganando o perdiendo...» (sínodo diocesano de Lima, 1585;
pudieran tomar para su servicio a mujeres negras o indígenas ancianas, tercer concilio provincial de México, 1585; concilio provincial de Charcas,
carentes de toda sospecha y unidas en matrimonio a ser posible. Prohibición, 1629). Prohibición que también se recogía en las leyes seculares y que es una
incluso, que comprende el acompañar de paseo a las mujeres, el llevarlas de constante en posteriores siglos.
la mano o en las ancas del caballo. Todavía en el sínodo diocesano de La Paz de 1638 se recordaba que los
Algún concilio provincial establecerá incluso una norma similar a la clérigos no debían tener tablajes de juegos de naipes, o de dados o de otros
fijada para los españoles que llegaban al Nuevo Mundo acompañados de prohibidos, así como tampoco podían entrar en ninguna casa de juegos.
alguna mujer: los clérigos que venían de España y traían mujeres bajo título Únicamente se les permitía algún juego honesto para pasar el rato con tal de
de parientas suyas debían mostrar testimonio fehaciente de que, efectiva- que no se jugase más allá de los dos consabidos pesos: «por el mal ejemplo
mente, lo eran. O también se prohibirá que las muchachas de la doctrina que dan con ello, y el tiempo que pierden, quando todo el que es posible se
sirvieran a los propios sacerdotes. En este contexto se recordarán las consa- a de ocupar en vacar a Dios Nuestro Señor, sin tener por entretenimiento la
bidas penas canónicas contra los clérigos concubinarios y contra los hijos de asistencia que allí hacen, no diferenciándose de los demás del pueblo y sin
los clérigos: no podían suceder a su padre en la iglesia, ni éste podía dejar advertir lo que el profeta Isaías dice de la desventura que ay en la República
nada de los bienes eclesiásticos a su concubina y a sus hijos, siendo nulo ese quando llega a tanto mal que los sacerdotes son como la gente popular».
legado si así lo hacía, ni podía tenerlos en su casa, etcétera. 4) Los descubrimientos y las expediciones. Ya hemos dicho anterior-
2) Los oficios prohibidos. El clérigo estaba destinado a la propagación mente que se prohibía que los clérigos llevasen cualquier clase de armas.
de la fe católica; por consiguiente, como se dice en los concilios provinciales, Otra prohibición más específica, en este mismo sentido, fue la de que
«emplearse los eclesiásticos en otros tratos y aprovechamientos, demás de pudieran participar en descubrimientos y expediciones.
serles prohibido y de mal ejemplo y escándalo, es contra el fin para que así El primer concilio provincial de Lima (1552-1553) prohibió tajante-
vienen y porque Su Majestad da licencia y manda que pasen». De aquí, en mente, bajo pena de excomunión mayor latae sententiae y la pérdida de la
consecuencia, que se enumere toda una serie de actividades y oficios que se mitad de sus bienes, «que ningún clérigo vaya a ningún descubrimiento o
consideran incompatibles con el estado clerical. castigo de indios sin licencia in scriptis de su perlado», determinando que los
De forma especial se prohiben todas las actividades comerciales: no clérigos a quienes dieren licencia debían ser personas de confianza y celosas
debían ser mercaderes, ni negociadores de ninguna mercancía, ni tener de la conservación y conversión de los indios. También el sínodo de Santa Fe
negocios de minas, ni ser arrendadores o fiadores o prestamistas de dinero de Bogotá del año 1556 aplicó esta prohibición y, nuevamente, el tercer
para esas actividades, ni ser ecónomos o administradores de personas no concilio provincial de Lima (1582-1583) repitió esta norma: ningún clérigo
eclesiásticas, ni comprar esclavos para alquilarlos a otros por un salario, ni debía ir a estas expediciones sin licencia expresa de su obispo. Todavía en
ser los encargados de cuidar sus fincas de labranzas o de crías de ganado, no 1629, el concilio provincial de Charcas reiteraba idéntica prohibición.
debían ejercer de abogados si no era en los casos permitidos en derecho (es
202 P.II. La Iglesia diocesana CU. El clero diocesano 203

Se buscaba, en suma, que el clérigo, por su forma de vida, no fuera un tener unos conocimientos intelectuales básicos. Esta preocupación se man-
obstáculo a la evangelización, sino todo lo contrario: para ello se repiten las tiene, al menos teóricamente, una vez recibido el orden sacerdotal: varios
disposiciones eclesiásticas generales, subrayando algunos aspectos que po- concilios y sínodos recuerdan al sacerdote la obligación del estudio, e inclu-
dían tener una mayor incidencia en las tierras americanas. so el segundo concilio provincial de México de 1565 determinará «que todos
los curas tengan biblias y algunas sumas de casos de conciencia en latín o en
B) £1 oficio eclesiástico romance, assí como la Suma de Navarro o Defecerunt de San Antonino, o
Silvestrina, o Angélica, y algún libro sacramental».
Diversas tareas, como es lógico, ocupaban el quehacer diario del sacer-
Insistencia especial se hace en que los sacerdotes aprendan las lenguas
dote: la catequesis y la predicación, la administración de los sacramentos,
indígenas, determinando incluso el segundo concilio provincial de Lima que
etcétera. Cuestiones todas ellas que, como hemos dicho al inicio, tienen una
los sacerdotes de pueblos de españoles que tuviesen aneja la cura pastoral de
entidad propia y específica. Aquí nos fijamos únicamente en algunos temas
indígenas, debían evangelizarlos en su misma lengua materna. Y si no supie-
de manera más directa relacionados con el mismo oficio eclesiástico desem-
ren dicha lengua, el obispo le encargará esta tarea a otra persona a expensas
peñado y que son recordados en sucesivas ocasiones.
del estipendio del citado sacerdote. Norma que será repetida en sucesivas
1) La encomienda de un oficio. El sacerdote diocesano, fuera español
ocasiones: los indígenas debían ser evangelizados en su propia lengua, y para
o criollo, debía dedicarse a su ministerio específico: de aquí que, además de
ello el sacerdote la debía conocer. Requisito, por otra parte, que las Leyes de
las anteriores prohibiciones, no se permita el servicio eclesiástico como tal a
Indias también asumían: los clérigos y religiosos no debían ser admitidos a
particulares, salvo en los casos del virrey, presidente o gobernador; se deter-
las doctrinas sin saber al menos la lengua general de los indígenas que habían
mina que todos los clérigos que vinieran de fuera de la diócesis se debían
de evangelizar.
presentar en el plazo de tres o cuatro días ante el prelado correspondiente
para que, una vez examinadas sus cartas dimisorias, se les asignara una tarea
específica y se evitara así la proliferación de los sacerdotes «vagos» o «acéfa-
III. LOS CURAS DE INDIOS
los» o «peregrinos»; prohibición específica para no admitir a los clérigos
peregrinos que no portasen las adecuadas letras testimoniales.
A) Obligaciones
Todas estas medidas, dirigidas principalmente a evitar la proliferación
de sacerdotes sin ningún superior, se concretaron en la exigencia de enco- Amén de los anteriores requisitos exigidos para todos los sacerdotes
mendar a cada clérigo un oficio eclesiástico, de forma que incluso se deter- diocesanos, se establecen unas normas más específicas para regular la vida y
minó que no se ordenase a nadie «que no fuera útil o necesario para alguna actuación de los sacerdotes que tenían encomendada la cura de almas de
iglesia o lugar pío». Hasta qué punto se cumplió esto, no lo sabemos con indígenas. Se era consciente de la influencia que tenía la figura del sacerdote
certeza, pero resulta por lo menos chocante que una real cédula dada por entre los propios indígenas para su adecuada evangelización. Como se decía
Felipe IV en Madrid el 7 de febrero de 1636 dijera a los prelados que en el sínodo de Quito de 1570, «de parte de los ministros tres cosas son
evitasen ordenar a tantos clérigos como ordenaban. necesarias: que sean sacerdotes doctos, que den buen ejemplo con vida y
2) La permanencia en el oficio. Normas igualmente rígidas se dieron costumbres y que sepan la lengua de los incas que es general en este nuestro
para evitar otro fraude: que el sacerdote, abandonando el oficio que se le obispado».
había encomendado, se fuera a otro mejor, vagando de distrito en distrito A conseguir este ideal parece encaminarse el siguiente conjunto de
como un «sacerdote furtivo». Para evitar este problema, además de determi- normas específicas establecido sobre estos sacerdotes.
nar que no se les dejara ejercer en diócesis ajena, el segundo concilio Debían saber, como es obvio, la lengua nativa de los indígenas, así como
provincial de Lima, 1567-1568, estableció que el que fuera ordenado ad enseñar la doctrina y el catecismo, predicar, etc., en la misma. Requisito
titulum indorum debía residir y permanecer en dicho oficio por lo menos seis exigido bajo diferentes sanciones: si el sacerdote no la sabía, debía pagar a
años continuos. sus expensas a un sacerdote suplente que la supiera; debían ser examinados
Norma que se repitió en sínodos posteriores, especialmente para las sobre la suficiencia de la misma antes de la colación de los beneficios, no
parroquias de indígenas, regulándose incluso sus ausencias. Ya hemos indi- pudiendo ser admitidos al cargo parroquial quienes la ignorasen, etcétera.
cado, por otra parte, cómo uno de los requisitos exigidos para poder regre- La razón de ello viene gráficamente descrita así en el concilio provincial
sar a España era el permiso escrito dado por el obispo de la diócesis donde de Charcas de 1629: «El fin principal de la instrucción o del catecismo es la
se había cumplido la misión correspondiente, señalando las Leyes de Indias percepción de la fe, pues creemos con corazón para la justicia lo que confe-
que los prelados no dieran fácilmente dicha licencia a los clérigos para samos con la boca para la salvación. Por lo que cada uno debe ser instruido
regresar a España. de forma que lo entienda: el español, en español; el indígena, en indígena...
3) La cultura y lenguas indígenas. Ya se ha señalado anteriormente Por tanto, en adelante, ninguno de los indígenas sea obligado a aprender las
que entre las exigencias para ser promovido a las órdenes se enumera el oraciones o la catequesis en latín, cuando es sobradamente suficiente pro-
204 P.H. La Iglesia diocesana
C. 11. El clero diocesano 205
nunciarlas en su idioma. O, si algunos de ellos quisieran, pueden también
añadir el español, que ya usan muchos, a lo cual les animen los curas. forzosa, puedan hacer ausencia de un mes. Y todos los demás días, que por
Además de esta lengua, exigir otra a los indígenas es superfluo». Requisito su culpa faltaren de su doctrina, se les descuente pro rata del estipendio que
exigido en toda la América española. se les debía». Prohibición de abandonar la parroquia sin licencia del prelado
Su sustento económico, a tenor de una Real Instrucción dada en Grana- que, en algún caso, se conmina bajo la amenaza de excomunión. Para mayor
da el 27 de noviembre de 1526, debía ser sufragado por los encomenderos garantía de su cumplimiento se suele establecer el tiempo que, como míni-
de indios. La cantidad concreta, como es lógico, variaba según las circuns- mo, debían estar en la doctrina: por ejemplo, seis años continuos, según ya
tancias de cada lugar y debía ser establecida por cada prelado. El primer hemos visto.
concilio provincial de Lima (1552-1553) estableció, por ejemplo, que ade- Particular atención se pone en recalcar el cuidadoso trato que debía
más de lo tasado se les debía dar «ornamento con que digan misa y cada un tener el sacerdote con las mujeres, especialmente con las indígenas: aplican-
año tres arrobas de vino y una arroba de cera». El sínodo de Santa Fe de do la normativa general eclesiástica, se prohibe que el sacerdote tenga en su
Bogotá del año 1556 determinó «que ningún sacerdote lleve más de doscien- compañía a ninguna mujer, indígena o no, ni siquiera para su servicio. El
tos pesos de oro por su salario y los alimentos que están tasados por los primer concilio provincial de Lima establecerá tajantemente que «le guisen
Señores Presidente y Oydores de esta Real Audiencia». Y el sínodo de de comer indios, y si alguna india tuviere para esto, sea casada y que esté con
Tucumán de 1597 fijó en un peso o peso y medio por cada indio, según los su marido apartada de donde estuviere el dicho sacerdote». Otro sínodo
lugares, el estipendio que debía pagar el encomendero al sacerdote. recordará que el sacerdote no debía emplear para su servicio a las mucha-
Para los religiosos que estaban en las doctrinas de los indígenas bajo la chas que iban a la doctrina. Otro, mucho más riguroso, mandará «que
dependencia del obispo diocesano, dado que, por una parte, no podían ningún sacerdote se sirva de indias mozas, casadas ni solteras, ni entren a
tener propiedades ni recibir salario por la profesión del voto de pobreza, y barrer ni regar sus casas, ni a traerles agua, ni a cosas semejantes». Se llegará,
por otra, era justo y necesario que recibieran una congrua sustentación por incluso, a prohibir que los sacerdotes tuvieran bajo su custodia a mujeres
su trabajo, ya que sin ella -se dice- no se puede pasar la vida humana ni indígenas en su propia casa. Se quería evitar, en suma, cualquier asomo de
celebrar las cosas sagradas ni administrar los sacramentos, 'se establece que sospecha o abuso en esta delicada materia.
los encomenderos les deben dar el sustento en especie: «vestuario, vino,
vinagre, azeyte y conservas y todo lo demás necessario [...] hasta en cantidad B) Prohibiciones
de los dichos doscientos pesos de buen oro que mandamos dar a los otros Ya hemos visto anteriormente la insistencia en que los sacerdotes no se
sacerdotes». vieran mezclados en negocios seculares, que consistían, en general, en pe-
El segundo concilio provincial de Lima concretará esta aportación en queñas industrias, algún trabajo de minas, explotaciones agrícolas y ganade-
los siguientes términos: el encomendero le debía dar al religioso doctrinero ras, con el consiguiente comercio de los productos. La mano de obra era
ornamentos íntegros y decentes; dos libros (uno de bautizados y otro de indígena las más de las veces y el comercio de los productos se hacía indife-
casados); los animales necesarios para su transporte, bien entendido que rentemente con indígenas y españoles. Lo lamentable no era sólo el entre-
dichos animales no pertenecían a los religiosos, sino a la parroquia, así como garse a ocupaciones ajenas al ministerio eclesiástico, sino que se realizaba la
veinticuatro herraduras anuales por cada animal; el paño necesario para explotación y el comercio con los mismos fieles indígenas.
confeccionar el hábito del religioso y quince brazos de lino; para la celebra- También sobre esta materia hay prohibiciones muy estrictas para que
ción de las misas, seis ánforas o arrobas de vino español y una de candelas de los sacerdotes no tuvieran con los indígenas granjerias, rescates, tierras o
cera, así como diversos alimentos. cualquier otro negocio de los ya citados. Se llega, incluso, a limitar el ganado
En cualquier caso, hay una continua llamada a que los sacerdotes se que podían tener: una o dos yeguas y hasta quince o veinte cabras, o no más
contenten con el estipendio o sustento fijado, a que no exijan nada a los de doce carneros y doce cabras y dos puercos. Se prohibe, asimismo, que
indígenas por la administración de los sacramentos, a que no acepten rega- sean los recolectores de los tributos de los encomenderos o de cualquier otra
los, etcétera. persona, que ejerzan la tarea de ecónomo para personas seculares o de
El clérigo al que se le había encargado la cura pastoral de una doctrina intermediarios económicos entre los indígenas y los negociantes, puesto que
indígena debía residir en ella y no podía dejarla sin licencia de su obispo. Tal «ellos son predicadores del santo evangelio y no mediadores o contratistas
norma, establecida para evitar fraudes y desamparo cristiano a los indígenas, para realizar negocios», etc. Se prohibe también que los sacerdotes puedan
contemplaba en algunos casos incluso el tiempo que podía estar el clérigo vender o conmutar lo que recibieran de los indígenas o de los encomenderos
fuera de ella para realizar diferentes gestiones, por ejemplo, confesarse: en concepto de estipendio. El tercer concilio provincial de Lima
«Algunas veces -se dice en el sínodo de Tucumán de 1597— tendrán los curas (1582-1583), culminando todo lo anterior, prohibirá bajo pena de excomu-
de indios que acudir a algún pueblo de los españoles, para lo cual les damos nión que los párrocos de indios realizaran actividades mercantiles de cual-
licencia que en diversas veces del año, cuando se les ofreciere alguna ocasión quier clase que fueran, porque «quienes asumieron el ministerio de evangeli-
zar no pueden servir al mismo tiempo a Dios y a Mamón».
206 P.II. La Iglesia diocesana CAÍ. El clero diocesano 207
Estas prohibiciones de mezclarse en negocios seculares, que fueron de la ley de Dios arguye el contrario a la doctrina cristiana. Trayan siempre
mucho más estrictas y penalizadas que en el caso de los curas de españoles, su hábito y vestido decente y no laical, abierta la corona y barba cortada,
puesto que se consideraba que perjudicaban mucho a la evangelización de recen sus horas y digan misa ordinariamente, ocupen el tiempo en obras
los indígenas, se prolongaron durante mucho tiempo. Así, por ejemplo, el virtuosas con frecuente predicación, consolando a los tristes, dando reme-
concilio provincial de Santo Domingo (1622-1623) penalizará con la exco- dio a los pobres y amparando a los huérfanos, administrando los santos
munión mayor latae sententiae al párroco de indios que por sí o por persona sacramentos con mucha diligencia y cuidado, enseñando los niños en la
interpuesta ejerciera el comercio con alguno de los indígenas o que vendie- escuela y doctrina. Consideren el alto oficio de su sacerdocio y a lo que están
ra, comprara, cambiara o intentase cualquier cosa semejante, o que cultivase obligados en el beneficio de esta viña de Dios».
los campos, o que tuviera caballos o muías de alquiler de las que los indíge- Estas normas específicas para los curas de indios siguieron recordándo-
nas fueran sus cuidadores. Se quería, evidentemente, no sólo evitar que los se durante los siglos siguientes: el sínodo diocesano de Huamanga de 1629
sacerdotes se dedicasen a menesteres que no parecían muy compatibles con insistirá en que los curas de indígenas no debían desamparar sus doctrinas
el ministerio sacerdotal, sino, además, evitar fáciles abusos con los indígenas, sin licencia del prelado bajo pena de cuatro pesos por cada día de los que
faltaren. El de La Paz de 1638 denunciará el siguiente abuso: que cuando se
amén de que no perjudicaran a la general tarea de la evangelización.
hacía el reparto de los indígenas de mita para las minas de Potosí concurrían
Varios textos recuerdan otra prohibición para los curas o párrocos de a esos lugares los curas de los dichos indígenas bajo título de que eran
indios: no debían admitir huéspedes permanentes, sino, como mucho, tem- feligreses suyos y les tenían que administrar los sacramentos necesarios. Se
porales. Uno o dos días, dice el segundo concilio provincial límense, y sólo si ordena bajo severísimas penas que los sacerdotes se queden en sus doctrinas
eran sus padres o sus hermanos. Todo lo más, se les permitía que acogieran y no las abandonen por este motivo. Otros sínodos recordarán otros defec-
a alguna persona pobre y le dieran una comida. La razón de esta norma un tos, aunque progresivamente se fueron unificando las disposiciones para los
tanto sorprendente nos viene descrita así en el concilio provincial de Santo sacerdotes diocesanos en general y para los sacerdotes de indígenas.
Domingo (1622-1623): «Los párrocos no hospeden hombres vagos, jugado-
res y otros de sospechosa o mala fama, para que así gocen de la tranquilidad
sacerdotal y se eviten los pecados en que las mujeres, por su gran fragilidad, IV. CONCLUSIÓN
fácilmente resbalan. Y no reciban huéspedes seglares más allá de tres días en
sus casas, ni parientas suyas fuera de la madre y hermanas para que los
Se ha dicho muy acertadamente que la ausencia de estudios referentes
neoconversos no sufran escándalo desconociendo el parentesco». La razón
al clero diocesano de Hispanoamérica dificulta el análisis más o menos
de fondo de esta norma, por consiguiente, parece estar en el intento de
riguroso de su actuación: a diferencia de lo sucedido con los religiosos,
evitar personas extrañas en los pueblos de indígenas.
donde existe una amplia bibliografía, el clero diocesano no ha tenido tanta
Conjuntamente con todo lo anterior, se recuerdan las restantes prohi- fortuna, por lo que no se pueden hacer grandes afirmaciones con un míni-
biciones clericales que intentaban modelar al sacerdote diocesano: los curas mo de seriedad intelectual.
de indígenas no debían ser cazadores, siempre tenían que llevar el decente La figura o modelo de clérigo diocesano que hemos ido presentando,
hábito talar, no debían portar en público ciertas clases de armas - e n contra- según viene delineada principalmente por las decisiones conciliares y sinoda-
posición con la prohibición general establecida-, no podían jugar a los les americanas de la época, no tiene en principio grandes novedades en
naipes, a los dados, etc., cosa alguna -también en contraposición con lo, relación con la del resto de la Iglesia. Coincide, en líneas generales, con la
permitido de forma general-, y posteriormente, en el sínodo diocesano de, fijada en la legislación general eclesiástica: se quiere conseguir, en definitiva,
Lima de 1586, se determinó que no podían jugar a ningún juego prohibido, un clero ejemplar dedicado a su misión evangelizadora. Dada, por otra
no podían castigar con sus propias manos a los indígenas, y todavía algún parte, la importancia que su figura tenía en la conversión de los indígenas,
concilio provincial determinó que se debían evitar aun los encarcelamientos es natural que se recuerden y refuercen las prohibiciones sobre todo aquello
y demás castigos físicos, etcétera. que se consideraba que podía ser un obstáculo para la misma.
Llama la atención en este contexto la insistencia en algunos temas; por
C) Otras normas ejemplo, el evitar todas las actividades y negocios seculares, la vida y conduc-
El número de indígenas que debía haber por cada parroquia debía ser. ta en general del clérigo, la severa normativa sobre la residencia en la cura
de unos cuatrocientos, según lo estableció el segundo concilio provincial de almas, el férreo control establecido para evitar clérigos vagos o peregri-
límense. De esta manera, se pensaba, el sacerdote podría cumplir su labor. nos, la tajante prohibición de los juegos, etc., mientras que otras cuestiones,
Se trataba, en suma, de ir configurando a través de estas normas un modelo por ejemplo, el trato con las mujeres, los diferentes aspectos de la moral
de sacerdote diocesano según estas hermosas palabras del sínodo de Quito sexual de los clérigos, la preocupación por la cultura, etc., no merecen un
de 1570: «Encargamos a los curas de los indios que sean muy ejemplares y especial tratamiento.
que no se descuiden, porque el demonio con las malas obras de los ministros
208 P.II. La Iglesia diocesana

Cabe p r e g u n t a r s e , lógicamente, hasta q u é p u n t o se cumplió este m o d e -


lo clerical o si dichas n o r m a s están i n d i c a n d o los principales vicios o defectos
d e los sacerdotes diocesanos. N o lo sabemos. A simple vista son n o r m a s q u e CAPÍTULO 12
i n t e n t a n c o n t r o l a r y perfilar p o c o a p o c o a los clérigos p r o p i o s , c o n las
lógicas dificultades derivadas d e e n c o n t r a r s e c o n clérigos llegados d e dióce- LAS ORDENES RELIGIOSAS
sis ajenas y c o n clérigos nativos, p o c o más q u e neófitos e n la fe cristiana.
Las pocas investigaciones realizadas hasta a h o r a p r e s e n t a n u n c u a d r o Por PEDRO BORGES
claroscuro d o n d e coexisten clérigos dedicados a su o s c u r a l a b o r diaria c o n
o t r o s cuya vida dejaba m u c h o q u e desear. Algunos a u t o r e s h a n a p u n t a d o
q u e el clero diocesano d e la América española tenía p r i n c i p a l m e n t e d o s
taras: u n alto g r a d o d e incultura y u n a s serias deficiencias morales (inconti-
nencia, dados al j u e g o y a la ociosidad, codicia...). Es posible q u e así fuera.
En H i s p a n o a m é r i c a , lo mismo q u e en el resto d e la cristiandad, las
P e r o , c o m o ya h e indicado a n t e r i o r m e n t e , hay q u e analizar más informes,
O r d e n e s religiosas constituyeron, y siguen constituyendo, u n m u n d o vario-
visitas pastorales, relaciones ad limina, etc., p a r a sacar conclusiones más
p i n t o y muy complejo, difícil d e sintetizar p o r su e n o r m e variedad y p o r
seguras. En cualquier caso, c r e o q u e n o se p u e d e n e g a r el i n t e n t o realizado
h a b e r seguido cada institución u n c u r s o i n t e r n o , cronológico y geográfico,
p o r formar p r o g r e s i v a m e n t e u n clero h o n e s t o y d e d i c a d o a la evangeliza-
distinto del d e las demás.
ción, tal c o m o también manifiestan los manuales de párrocos q u e muy p r o n t o
c o m e n z a r o n a a p a r e c e r e n América, destinados p r e c i s a m e n t e al clero secu-
lar diocesano.
I. OBSERVACIONES GENERALES

NOTA BIBLIOGRÁFICA
A) Ordenes españolas y Ordenes americanas
Fuentes C o m o sucede c o n otras m u c h a s instituciones civiles, la n o r m a general es
A. MARTÍN GONZÁLEZ, Gobernación espiritual de Indias. Código Ovandino (Guatema- q u e e n la América española t e n d i e r o n a establecerse las mismas O r d e n e s o
la, 1977), 201 -207 y 321; A. DE LA PEÑA MONTENEGRO, Itinerario para párrocos de indios Congregaciones religiosas ya existentes e n España y q u e las q u e lo hicieron
(Madrid, 1668); Recopilación de leyes de los Reinos de las Indias, lib. 1 títs. 12, 13 y 23;
sobre la legislación de los concilios y sínodos, véase el capítulo 10. llegaron a ella p r o c e d e n t e s d e la Península.
Las excepciones a esta n o r m a son tres. La p r i m e r a es q u e h u b o O r d e -
Estudios nes, muy pocas, q u e n o se sintieron atraídas p o r América, p o r ejemplo, los
A. ACOSTA, «Los curas doctrineros en la economía colonial (Lima, 1600-1630)»: cistercienses, los trapenses, los p r e m o n s t r a t e n s e s y los camaldulenses. La
Allpanchis 16 (Lima, 1982), 117-150; C. BAYLE, «El campo propio del clero secular en s e g u n d a consiste e n q u e , d e n t r o d e las O r d e n e s establecidas e n América, la
la evangelización de América»: Missionalia Hispánica 3 (Madrid, 1946), 469-510; ID., de las ursulinas fue la única q u e n o p r o c e d i ó de E s p a ñ a p o r h a b e r s e dirigido
«Los clérigos y la extirpación de la idolatría entre los neófitos americanos»: Ibtd., 3
(1946), 53-98; ID., «Planes antiguos de seminarios de misiones y de reclutar clero a u n t e r r i t o r i o colonizado p o r Francia (Luisiana) y q u e sólo p e r t e n e c i ó a
secular para la evangelización de América»: Ibtd., 6 (Madrid, 1949), 379-388; ID., El España desde 1762 hasta 1 8 0 1 . La t e r c e r a estuvo constituida p o r el h e c h o
clero secular y la evangelización de América (Madrid, 1950), donde se reproducen los d e q u e h u b o c u a t r o O r d e n e s q u e n o viajaron d e España a América, sino q u e
artículos anteriores; M. C. BRAVO GUERREIRA, «El clero secular en las doctrinas de n a c i e r o n e n este último c o n t i n e n t e y q u e incluso algunas d e ellas se traslada-
indios del virreinato del Perú», e n j . I. SARANYANA y otros, Evangelización y teología en
r o n desde él a España, e n r i q u e c i e n d o a ú n más ese m u n d o d e los institutos
América (siglo XVI) 1 (Pamplona, 1990), 627-642; F. G. FERNÁNDEZ SERRANO, «Apor-
tación del clero diocesano y de las Ordenes Militares de Extremadura a la evangeliza- religiosos, ya d e p o r sí muy n u m e r o s o y variado.
ción de América», en Extremadura en la evangelización del Nuevo Mundo. Actas y estudios Estas O r d e n e s religiosas nacidas e n la p r o p i a América fueron las d e la
(Madrid, 1990), 413-440. Caridad d e San Hipólito, la Betlemítica d e varones y d e mujeres y el Institu-
M. P. PÉREZ ALVAREZ, «Las Ordenes religiosas y el clero secular en la evangeliza- to d e Terciarias Carmelitas Descalzas d e Santa Teresa d e J e s ú s .
ción del Perú. Proyección de su labor misionera», en SARANYANA, Evangelización I,
699-711; S. POOLE, «The Third Mexican Council of 1585 and the Reform of the En cierto sentido también fueron O r d e n religiosa americana los Recole-
diocesan Clergy», en J. A. COLÉ (ed.), The Church and Society in Latin America (New tos d e San Agustín, p u e s nacieron en 1604 en Colombia, p e r o lo hicieron a
Orleans, 1984); G. PORRAS MUÑOZ, El clero secular y la evangelización de Nueva España imitación d e los Recoletos españoles, existentes desde 1 5 5 8 .
(México, 1987); V. RODRÍGUEZ VALENCIA, «El clero secular de Suramérica en tiempos E x c e p t u a d a la r a m a femenina d e la C o n g r e g a c i ó n Betlemítica, d e ori-
de Santo Toribio de Mogrovejo»: Anthologica Annua 5 (Roma, 1957), 313-415;
B. VELASCO, «LOS clérigos en la conquista de América»: Missionalia Hispánica 20 gen criollo, las tres instituciones restantes fueron fundadas p o r españoles
(Madrid, 1963), 5-28. asentados e n suelo a m e r i c a n o .
210 P.II. La Iglesia diocesana C.12. Las Ordenes religiosas 211

B) Identificación y clasificación Denominación Año Lugar


T é c n i c a m e n t e , es decir, d e s d e el p u n t o d e vista c a n ó n i c o , la p r i m e r a
Ordenes misioneras
distinción q u e se i m p o n e e n el m u n d o d e los institutos religiosos es su
Franciscanos (O. de Frailes Menores: OFM) 1493 Española
clasificación e n O r d e n e s y e n Congregaciones, según q u e los votos emitidos Mercedarios (O. N. S. de la Merced: OdeM) 1493 Española
en la profesión fueran solemnes y p e r p e t u o s o simples y temporales. A esta Dominicos (Orden de Predicadores: OP) 1510 Española
distinción inicial h a b r í a q u e a ñ a d i r la d e institutos clericales e institutos Agustinos (Orden de San Agustín: OSA) 1533 México
laicales, la d e institutos exentos y n o exentos, la d e O r d e n e s monásticas, Jesuítas (Compañía de Jesús: SJ) 1566 Florida
Agustinos Recoletos (OAR) 1604 Colombia
m e n d i c a n t e s y d e clérigos regulares, y la d e O r d e n e s d e vida contemplativa,
Capuchinos (O. de Fr. Menores Capuchinos:
mixta o activa. OFMCap) 1647 Darién
P o r razones d e claridad, y a t e n d i e n d o sobre t o d o al c o m e t i d o d e s e m p e -
ñ a d o d e n t r o d e la sociedad, aquí se prescindirá d e las distinciones canónicas Ordenes pastorales
Carmelitas Calzados (OCarm) 1527 Española
p a r a c o m e n z a r clasificando a estas instituciones e n institutos d e varones e
Trinitarios (O. Sma. Trinidad: OSST) 1534 Española
institutos d e mujeres, ya q u e la f o r m a d e vida y la actividad desplegada Carmelitas Descalzos (OCD) 1585 México
f u e r o n totalmente distintas según el sexo. A u n q u e n o sean institutos religio- Paúles o Congregación de la Misión 1625 La Habana
sos p r o p i a m e n t e dichos, a ellos se a ñ a d i r á n , p o r simples razones d e simili- Mínimos de San Francisco de Paula 1646 Lima
tud, las formas d e vida religiosa n o institucionalizada. Oratorianos, Filipenses o d e San Felipe Neri s. xvn México
Padres del Salvador s. xvm Chile
Los institutos femeninos g u a r d a r o n g r a n semejanza e n t r e sí. Los Servitas o Siervos de María s. xvm México
masculinos, e n cambio, p r e s e n t a n u n a g r a n diversidad.
Estos últimos se p u e d e n clasificar en O r d e n e s misioneras, O r d e n e s Ordenes asistenciales
pastorales, O r d e n e s asistenciales y O r d e n e s monásticas. Caridad de San Hipólito 1567 México
Hermanos de San J u a n de Dios (Juaninos) 1602 La Habana
En América, p o r Ordenes misioneras se e n t i e n d e n siempre los institutos Guatemala
Betlemitas 1667
religiosos cuyos m i e m b r o s se d e d i c a r o n a la evangelización o conversión d e Camilos o Cruciferos 1707 Perú
los indios al cristianismo, bien c o m o p a r t e d e u n a actividad más amplia, q u e Canónigos de San Antonio Abad s. xvm México
es el caso de la mayoría, bien c o m o objetivo p r á c t i c a m e n t e exclusivo, c o m o
Ordenes monásticas masculinas
lo hicieron los capuchinos. R. de la Plata
Jerónimos (Orden de San Jerónimo: OSH) 1535
Bajo el n o m b r e d e Ordenes pastorales se engloba a las O r d e n e s religiosas Cartujos (Orden de San Bruno) 1558 Paraguay
d e varones q u e n o se d e d i c a r o n a la conversión d e los indígenas ni a o t r a Benedictinos (Orden de San Benito: OSB) 1601 Lima
actividad característica suya, sino a la atención espiritual d e la población ya
Ordenes y Congregaciones femeninas
cristiana bajo las diversas formas del ministerio pastoral, consistente sobre México
Concepcionistas 1540
t o d o en la administración d e los sacramentos y en la predicación p o p u l a r , Clarisas 1551 Santo Domingo
a u n q u e a veces d e s e m p e ñ a r o n también u n a labor educacional. Cistercienses 1571 Osorno
Ordenes asistenciales fueron las q u e se d e d i c a r o n , d e u n a m a n e r a u otra, Dominicas 1576 Oaxaca
al c u i d a d o d e los e n f e r m o s y necesitados. Jerónimas 1579 Guatemala
Agustinas 1598 México
P o r Ordenes monásticas se e n t i e n d e n las O r d e n e s religiosas cuyos miem- Puebla
Carmelitas Descalzas 1604
bros, los monjes, se d e d i c a r o n sobre t o d o a la vida contemplativa, al m a r g e n Capuchinas 1666 México
d e toda actividad misionera o asistencial y con r e d u c i d a labor pastoral. Betlemitas 1668 Guatemala
A g r u p a d a s e n estos diversos tipos, h e aquí la d e n o m i n a c i ó n d e las O r d e n de Santa Brígida 1744 México
Compañía de María 1754 México
O r d e n e s y C o n g r e g a c i o n e s religiosas q u e llegaron a existir en la América
Ursulinas Luisiana
española, con la indicación del a ñ o d e su a s e n t a m i e n t o y el p r i m e r lugar e n Terciarias Carmelitas Descalzas 1784 Córdoba
el q u e lo hicieron:
Vida religiosa no institucionalizada
Beateríos (femeninos)
Recogimientos (femeninos)
Eremitismo (masculino)
212 P.II. La Iglesia diocesana C. 12. Las Ordenes religiosas 213
II. LAS ORDENES MISIONERAS criollos, mediante el sistema de la alternativa en el desempeño de los oficios
internos de la institución (véase el capítulo 15).
A) Características comunes El elevado número de los franciscanos, mercedarios, dominicos y agus-
Las siete Ordenes calificadas de misioneras fueron todas de carácter tinos, considerado ya excesivo a finales del siglo XVI, indujo a la Corona
clerical, en el doble sentido de que entre sus miembros predominaron los española a reiterar en 1593 que no fundaran más conventos sin licencia
religiosos sacerdotes sobre los que no lo eran y en el de que los primeros regia, a solicitar del papa Paulo V que en 1615 ordenara la supresión de los
eran los verdaderos promotores de la actividad propia de la respectiva conventos habitados por menos de ocho religiosos, a prohibir en 1704, 1705
Orden, dentro de la cual los segundos realizaban tareas de servicio. y 1717 la fundación de nuevos conventos y a intentar de nuevo en 1771 que
El término de misioneras con el que se designa a estas Ordenes entraña ningún convento tuviera menos de ocho religiosos.
carácter de exclusividad en relación con todas las demás, pero no respecto Esta misma abundancia de personal, más la prosperidad económica,
de la labor realizada por ellas mismas. indujo asimismo a la Corona española a excogitar en. 1768 una Visita-
Estas Ordenes supieron compatibilizar la evangelización o conversión Reforma de los religiosos encaminada a restablecer entre ellos la vida común
de los indígenas americanos al cristianismo con otras tres actividades simul- y una mayor observancia de los votos, aunque Ismael Sánchez Bella admite
táneas: la atención a esos mismos indígenas ya cristianos mediante la admi- también la posibilidad de que el proyecto aspirara al mismo tiempo a evitar
nistración de las doctrinas o parroquias de indios; el ejercicio del ministerio «una posible insubordinación de los subditos americanos».
pastoral entre la población hispano-criolla en igual grado que las Ordenes Según este mismo autor, los franciscanos consiguieron eludir hábilmen-
pastorales, y la atención a los enfermos, aunque en menor medida que las te la Visita-Reforma, mientras que los restantes religiosos impidieron que
Ordenes asistenciales. Practicaron incluso la vida contemplativa a semejanza surtiera todos los efectos que con ella se perseguían.
de los monjes y de la mayor parte de las Ordenes religiosas femeninas, pero Dadas su dedicación a todas las formas de apostolado y su íntima cone-
compartiéndola con la vida activa o actividad exterior. Además se dedicaron xión con todos los sectores poblacionales, los miembros de esas Ordenes
a la enseñanza en todas sus formas, aunque esta modalidad de apostolado no fueron también los característicos eclesiásticos que se distinguieron por su
la ejercieron los recoletos ni los capuchinos. intervención en todos los problemas planteados en América. Es a ellos, en
En cuanto misioneras, estas Ordenes representaron la vanguardia de la efecto, a quienes pertenecen la más destacada actuación y la mayor parte de
Iglesia americana. Esta última fue avanzando entre los indígenas conforme los informes referentes a la situación del mundo americano, tanto del hispa-
lo hacían esas Ordenes hasta el punto de que, durante la etapa misional de no-criollo como del indígena y lo mismo en el aspecto religioso que en el
cada territorio, es decir, durante los primeros diez o quince años siguientes profano.
a la penetración de cada Orden en una determinada región, la historia de la Para la realización de su múltiple labor, los religiosos de estas Ordenes
Iglesia se confunde con la historia de la Orden evangelizadora. En el caso de estuvieron exentos de la jurisdicción de los obispos y gozaron de determina-
la población hispano-criolla y de la indígena ya cristiana, estas Ordenes dos privilegios.
misioneras desempeñaron, junto con el clero secular, una función de reta- La exención, normal en lo que se refiere al régimen interior de la
guardia y su historia no es más que parte de la historia global de la Iglesia. respectiva Orden, en la América española revistió el tinte característico de
Desde el punto de vista de su composición interna, y exceptuados otra casi permanente conflictividad con los obispos por el ya aludido problema
vez los recoletos, estas Ordenes estuvieron integradas por cifras de personal de las doctrinas, planteado bajo el doble aspecto de los religiosos doctrine-
muy superiores a las de las restantes Ordenes de varones. Esta es la circuns- ros y de la administración de las mismas. Este último dio lugar a las poco
tancia que les permitió (salvo en el caso de los recoletos y de los capuchinos) ejemplares desavenencias con los obispos y el clero secular por la posesión
su gran difusión por casi todo el continente americano, así como su dedica- de unas parroquias que, además de campos de apostolado, constituían una
ción a todas las formas de apostolado. fuente de ingresos económicos. Planteada desde la segunda parte del si-
Entre este personal, en las misiones o territorios de vanguardia predo- glo xvi y tras diversos altibajos en lo sucesivo, la controversia se fue extinguien-
minó el de origen europeo, sobre todo el procedente de España. En la do poco a poco desde que en 1751 el Papa y en 1753 la Corona española
retaguardia, desde comienzos del siglo XVII, comenzaron a predominar los ordenaron la secularización general de las doctrinas, es decir, su paulatina
religiosos criollos. entrega al clero secular.
La abundancia de estos últimos hizo concebir en varias ocasiones a Los privilegios, de origen medieval como la exención, representaron
partir de la década de 1570 la posibilidad (que no se llegó a poner en algo muy importante para las Ordenes misioneras.
práctica) de atender a las misiones desde la propia América, prescindiendo Prescindiendo de los referentes a sus asuntos internos, los más impor-
de la aportación de religiosos procedentes de España. También dio lugar a tantes en el caso de América fueron los recogidos y ampliados en la bula
que, fuera de los jesuitas, de los recoletos y de los capuchinos, los religiosos Exponi nobis, de Adriano VI (denominada Bula Omnímoda por la amplitud de
peninsulares tuvieran que compartir el gobierno de la propia Orden con los las concesiones), del 9 de mayo de 1522, confirmada y ampliada por otros
214 P.H. La Iglesia diocesana C.12. Las Ordenes religiosas 215
nuevos documentos pontificios hasta 1565. La bula posibilitaba el viaje a hacer, ahora junto con los dominicos, en la región septentrional venezolana
América de los religiosos que lo deseaban, regulaba las relaciones entre los de Cumaná.
subditos y los superiores, ratificaba a los evangelizadores todos los privile- Desde 1523 y sobre todo desde 1524 iniciaron la evangelización de
gios de que disfrutaran anteriormente y, sobre todo, les otorgaba facultad Nueva España. Posteriormente se fueron estableciendo en Perú (1531),
omnímoda en ambos fueros para realizar cuanto creyeran necesario o conve- Chile (1533), Ecuador (1533), Río de la Plata (1536), Guatemala (1540) y
niente para la conversión de los indios, para el cuidado pastoral de los Colombia (1550), terminando por establecerse prácticamente en toda His-
indígenas que se fueran convirtiendo y para la atención espiritual de los panoamérica mediante un proceso expansivo permanente.
colonos cristianos. Esta facultad omnímoda quedaba limitada por cuatro Este amplio despliegue se lo permitió la elevada cifra de personal con
circunstancias. Los misioneros no la podrían ejercer sino a juicio de sus que contó siempre la Orden, reflejada en el siguiente cuadro:
superiores, donde hubiera obispos a menos de dos dietas (unos 42 kilóme-
tros) de distancia, en los casos que dicho ejercicio requiriese la consagración Año Conventos Franciscanos
episcopal y si la Santa Sede dispusiera otra cosa.
1586 282 1.720
El concilio de Trento (1545-1563), que suprimió los privilegios de los 1635 más de 700 más de 5.000
religiosos en lo referente a la cura de almas y la administración de los 1680 445 5.104
sacramentos, dio lugar a un auténtico forcejeo entre las Ordenes misione- 1700 599 5.329
ras, por un lado, favorecidas hasta cierto punto por la Corona española, y la 1780 800
Santa Sede y los obispos, por otro. 2) Organización. Las casas franciscanas (conventos, vicarías y misio-
Oficialmente, la cuestión la sustanció de una manera definitiva en con- nes) estaban gobernadas por un superior local denominado guardián o
tra de las Ordenes misioneras el papa Gregorio XV en 1615 y 1623. A pesar presidente, según que se tratara de conventos o de vicarías y misiones.
de ello, como observa Antonio García y García, «en la práctica los religiosos El conjunto de casas de una región solía comenzar constituyendo una
siguieron usando sus privilegios, en mayor o menor medida, hasta la bula Custodia, la que con el tiempo normalmente evolucionaba hasta convertirse
Inescrutabili, de Benedicto XV, del 26 de noviembre de 1751, por la que se en una Provincia autónoma bajo el mando del respectivo Ministro Provin-
secularizan las doctrinas de los religiosos». cial. Sin embargo, hubo Custodias que nunca llegaron a transformarse en
Cabe anotar, finalmente, que todas las Ordenes misioneras, excepto los Provincias y que incluso funcionaron como estas últimas.
mercedarios y los jesuítas, fueron Ordenes mendicantes, es decir, compro- Tanto estas Custodias autónomas como las Provincias celebraban perió-
metidas a vivir de las limosnas de los fieles por no poder poseer nada ni dicamente sus respectivos Capítulos custodíales o provinciales para proce-
personal ni colectivamente. der al nombramiento de los cargos directivos y a la adopción de las medidas
Los franciscanos y los capuchinos mantuvieron siempre este su carácter necesarias para el régimen de la circunscripción.
fundacional. En cambio, los dominicos y los agustinos, facultados por el Autónomas entre sí, las Custodias y las Provincias estuvieron agrupadas
concilio de Trento, terminaron asimilándose a los mercedarios y a los jesuí- en la Comisaría General de Nueva España (1547-1769) y en la del Perú
tas en el disfrute de las propiedades (casas, sembrados, granjas, molinos, (1548-1769), cada una de ellas bajo el mando del respectivo Comisario
trapiches o fábricas) que en diversos momentos llegaron a alarmar a los General, residente en México y Lima, respectivamente. También existieron
propios gobernantes, no obstante la licitud de su posesión (lo que se puso en durante algún tiempo la Comisaría General de Indias de la Española
tela de juicio no fue la licitud, sino la abundancia) y su necesidad para (1505-1547) y la del Nuevo Reino de Granada (1587-1614).
atender a las misiones y a las numerosas obras de beneficencia que practi- Desde 1683, a las circunscripciones territoriales de las Custodias y de las
caban. Provincias se añadieron las unidades locales de los Colegios de Misiones de
Propaganda Fide, autónomos entre sí como las Provincias, con funciones
idénticas a ellas y dependientes del Comisario General de la respectiva
B) Los franciscanos región.
En América, los franciscanos estuvieron organizados en Descalzos (po- Por su parte, los territorios misionales solían formar circunscripciones
co numerosos) y Observantes. Estos últimos, que constituyeron el grueso de dependientes de una determinada Provincia, Custodia o Colegio, aunque en
la Orden, contaron con un ulterior sector, de vida más rígida, integrado por ocasiones gozaron asimismo de autonomía propia o se identificaron con
los Recoletos. Por tratarse de una estructura puramente interna y actual- alguna Custodia.
mente desaparecida, aquí se prescindirá de ella, englobando a todos bajo la Desde 1569, el superior general inmediato de todos los franciscanos de
única denominación de franciscanos. la América española fue el Comisario general de Indias (1569-1831), resi-
1) Expansión. Los franciscanos llegaron a América en 1493. En dente en Madrid, quien a su vez (aunque con gran autonomía en su actua-
1513 ampliaron su presencia a Panamá y de 1516 a 1522 lo intentaron ción) estaba sujeto al Ministro General de la Orden, residente en Roma.
216 P.II. La Iglesia diocesana C.12. Las Ordenes religiosas 217
Llegado el momento, las Provincias participaban por medio de sus re- San Carlos de San Lorenzo (Argentina) 1784
presentantes en los Capítulos Generales de toda la Orden. San Francisco de Panamá 1785
Prescindiendo de las misiones, cuyos cambios fueron constantes, los Purísima Concepción de Píritu (Venezuela) 1787
franciscanos de América estuvieron organizados en las Provincias, Custodias Ntra. Sra. del Mayor Dolor de Moquegua (Perú) .. 1795
San José de Tárata (Bolivia) 1796
autónomas y Colegios de Misiones que se indican en el siguiente cuadro, en San José de la Gracia de Orizaba (México) 1799
el que, cuando se consignan dos fechas, en el caso de las Provincias, la Ntra. Sra. de Zapopán (México) 1813
primera señala el año de institución de la Custodia y la segunda el de su
transformación en Provincia:
3) Características. La primera característica de los franciscanos en
América es la posesión en exclusiva de tres notas que ninguna otra Orden
Provincias religiosa reúne simultáneamente: la de su presencia permanente en el Nuevo
Sta. Cruz de la Española 1505 Mundo desde el comienzo de la evangelización en 1493 hasta la independen-
Santo Evangelio de México 1524-1535 cia de las actuales naciones hispanoamericanas en 1824; la de que esta
Doce Apóstoles del Perú 1535-1553 presencia se produjo de una manera estable e intensa en prácticamente
San José de Yucatán 1539-1564 todas las regiones de la América española, y la del mantenimiento de un gran
San Antonio de los Charcas 1540-1565
Sta. Fe del Nuevo Reino de Granada 1554-1565 impulso evangelizador en todas las regiones y en todos los tiempos.
Santísima Trinidad de Chile 1553-1565 Esta última nota la comparten parcialmente con la Compañía de Jesús,
San Pedro y San Pablo de Michoacán 1535-1565 de la que se diferencian en que ésta no desarrolló su impulso misional hasta
San Francisco de Quito 1533-1565 en una segunda etapa tras su establecimiento definitivo en América y en que
Smo. Nombre de Jesús de Guatemala 1548-1565
San Jorge de Nicaragua 1548-1565 tuvo que renunciar a él ante su expulsión del continente en 1767.
Santa Cruz de Caracas 1565-1587 También es característica de los franciscanos su compleja organización.
San Diego de México (Descalzos) 1593-1599 Sus Provincias constituyen una estructura normal entre las Ordenes religio-
San Francisco de Zacatecas 1603 sas, pero no así las Custodias ni los Colegios de Misiones, como tampoco las
Santiago de Jalisco 1535-1606 Comisarías Generales de Nueva España y del Perú, si bien los Colegios y las
Asunción del Río de la Plata 1538-1612
Santa Elena de Florida 1588-1609 Comisarías no dejan de encontrar similitudes en otras Ordenes. Por su
parte, la Comisaría General de Indias la compartieron con los capuchinos,
Custodias misioneras aunque con matices diferenciadores.
San Carlos de Campeche 1549 Puesto que la constitución de Provincias estaba en relación con el núme-
San José de Tucumán 1565-1567 ro de conventos y de religiosos asentados en una región determinada, las
San Salvador de Tampico 1569 Provincias, las Custodias y los Colegios son un índice claro de la prosperidad
Panuco 1580 de la Orden, la cual, de hecho, contó siempre con una cifra muy elevada de
Santa Catalina de Rioverde 1621-1645 religiosos, ya indicada anteriormente.
Conversión de San Pablo de Nuevo México 1616
San Antonio del Parral 1714 Su principal campo de acción lo constituyó Nueva España, cuyo poten-
Concepción de Nuevo México 1783 cial numérico, superior al 60 por 100 del resto de la Orden en América a
San Carlos de Sonora 1783-1791 finales del siglo xvi, osciló entre el 35 y el 45 por 100 en siglos posteriores.
San Gabriel de California 1783 A Nueva España le siguieron Perú, Nueva Granada y Bolivia. Los campos de
San Antonio de Nueva Vizcaya 1783
Chiloé y Valdivia 1784 menor expansión de la Orden fueron Chile, Florida y las Antillas.
En conformidad con el espíritu y la tradición de su Orden, los francisca-
Colegios de Misiones nos centraron primordialmente su actividad en el apostolado popular bajo
Santa Cruz de Querétaro (México) 1683 sus dos facetas de evangelizar a los infieles y de ejercer el ministerio pastoral
Cristo Crucificado de Guatemala 1702 entre la población hispano-criolla y los indígenas ya convertidos al cristianis-
Ntra. Sra. de Guadalupe de Zacatecas 1707 mo. No dejaron tampoco de cultivar la enseñanza, incluso la universitaria,
San Fernando de México 1724 pero esta faceta es de segundo orden entre ellos.
San Francisco de Pachuca (Descalzos, Méx.) 1732 Una ulterior característica de esta Orden en América fue su espíritu
Ntra. Sra. de las Gracias de Popayán 1755
Ntra. Sra. de los Angeles de Tarija 1755 innovador y de riesgo. Este último se refleja en el cultivo misional de territo-
San Joaquín de Cali 1756 rios especialmente difíciles. Del primero es un índice su influencia en la
San Ildefonso de Chillan (Chile) 1756 legislación oficial de la Corona española, la cual hasta utiliza términos pro-
Santa Rosa de Ocopa (Perú) 1758 pios de esta Orden.
218 P.II. La Iglesia diocesana C.12. Las Ordenes religiosas 219
C) Los dominicos Estado mexicano de Oaxaca. En cambio fue muy reducida su presencia en
1) Expansión. La Orden de Santo Domingo o de Predicadores se América Central, fuera de Guatemala, así como en la América marginal.
estableció en América, y más concretamente en la ciudad de Santo Domin- Ante el deslumbramiento de dominicos tan célebres como Antonio
go, en 1510. De 1516 a 1521 intentó evangelizar Cumaná, junto con los Montesinos, Bartolomé de las Casas y algunos discípulos del también domi-
franciscanos, en 1526 se estableció en México, en 1529 en Guatemala y en nico Francisco de Vitoria, catedrático de la Universidad de Salamanca, es
1530 en Perú. Desde aquí se fue extendiendo paulatinamente al resto de corriente distorsionar involuntariamente la imagen de esta Orden restrin-
América del Sur: Nueva Granada (1539), Quito (1541) y Chile (1553). giéndola a su oposición al sistema de colonización española de América y
El potencial numérico de la Orden se calcula en 40 casas y 210 religio- más concretamente a las conquistas armadas y a las encomiendas. La reali-
sos en Nueva España en 1540, en unos 900 religiosos en toda América en dad es que, divididos en estos puntos de manera similar a los miembros de las
1601 y en dos millares en 1650, drásticamente reducidos en la segunda restantes Ordenes religiosas, los dominicos no le fueron en zaga a ninguno
mitad del siglo XVIII. en su múltiple y eficaz labor religiosa en todos los lugares en los que se
2) Organización. Los conventos dominicos, gobernados por un establecieron.
prior, dependieron de un delegado o vicario del Provincial de la Provincia
de España hasta 1518, fecha en la que pasaron a depender de un Vicario D) Los mercedarios
Provincial delegado de la Provincia Bética.
1) Expansión. Aunque los primeros mercedarios llegaron a América
En 1530 comenzaron a organizarse en Provincias autónomas entre sí y en 1493, la Orden de Nuestra Señora de la Merced no se asentó definitiva-
gobernadas por el respectivo Prior Provincial. mente en el Nuevo Mundo hasta 1514, fecha de la fundación de su convento
Estas Provincias, agrupadas durante algún tiempo bajo la autoridad de de Santo Domingo.
un Vicario General residente en España, dependieron durante la mayor
A diferencia de las restantes Ordenes misioneras, las cuales colocaron a
parte del tiempo del Maestro General de Orden residente en Roma, ya que
México en uno de sus primeros puntos de mira, los mercedarios no se
Felipe II y Felipe III no consiguieron introducir en esta Orden la figura de
establecieron en la capital novohispana hasta 1594. Tras su asentamiento en
la Comisaría General de Indias que estuvo vigente entre los franciscanos y
la Española, en 1527 fundaron el convento de León de Nicaragua y en 1536
los capuchinos.
el de Guatemala, con lo que iniciaron su expansión por el sur de Nueva
Sus Provincias americanas fueron: España y por el resto de América Central.
Constitución Denominación En Perú se asentaron definitivamente en 1535 con la fundación del
convento de Piura, al que siguieron los de Lima y Cuzco en 1536. Desde el
1530 Santa Cruz de las Antillas Perú ampliaron su expansión a Quito (1535), Bogotá (1550), La Paz (1550),
1532 Santiago de México
1539 San J u a n Bautista del Perú Santiago del Estero (Argentina, 1557) y Chile (1566).
1551 San Vicente de Chiapa y Guatemala El número de mercedarios existentes en Hispanoamérica se calcula en
1551 San Antonino del Nuevo Reino de Granada unos 250 en 1601, en unos 700 en 1650 y en aproximadamente un millar a
1584 Santa Catalina Mártir de Quito mediados del siglo xvm. Aunque una real orden de 1789 anuló otra anterior
1588 San Lorenzo Mártir de Chile, Tucumán y Río de la Plata
1592 San Hipólito Mártir de Oaxaca (México)
de 1771, esta última asestó un duro golpe a la Orden de la Merced porque
1656 San Miguel y Santos Angeles de Puebla había prohibido que hubiera en ella ningún convento de menos de ocho
1724 San Agustín del Río de la Plata religiosos.
2) Organización. Los conventos mercedarios americanos, goberna-
3) Características. Segundos en establecerse definitivamente en Amé-
dos por el respectivo comendador, se independizaron en 1564 de la Provin-
rica, los dominicos alimentaron un ferviente espíritu misionero hasta finales
cia española de Castilla. Desde esa fecha en adelante llegaron a constituir las
del siglo XVI. A partir de esta época decayeron en su labor evangelizadora,
siguientes Provincias:
aunque sin abandonarla nunca totalmente, y se dedicaron primordialmente
a la actividad pastoral entre la población hispano-criolla y entre la indígena Constitución Denominación
evangelizada por ellos mismos durante la etapa anterior. 1564 Presentación de Guatemala
En esta labor, similar a la de las restantes Ordenes religiosas, sobresale 1564 Los Reyes o Lima
su faceta de dedicación especial a la enseñanza universitaria. 1564 Cuzco
Sus principales campos de actividad, tanto misionera como pastoral, lo 1566 Chile
1593 Santa Bárbara del Tucumán y Río de la Plata
constituyeron Nueva España y Guatemala, con la doble característica de que 1604 San Lorenzo Mártir de las Antillas y Venezuela
en la primera centraron sus esfuerzos en el nordeste y en el sureste de la 1615 Quito
capital y de que a ellos les pertenece casi en exclusiva la evangelización del 1616 Visitación de México
220 P.ll. La Iglesia diocesana C.12. Las Ordenes religiosas 221
La Provincia de Quito incluía también a Colombia, mientras que en la Paz, 1562) y Santiago de Chile (1595), lugar este último desde el que pene-
del Cuzco estuvieron integradas la parte meridional del Perú y toda Bolivia, tró en Argentina, más concretamente en San Juan de Cuyo (1642).
y en la de Chile la región argentina de Mendoza. Estos religiosos estuvieron ausentes de Paraguay y Uruguay, muy poco
Hasta 1574, las Provincias mercedarias dependieron directamente de un presentes en las Antillas y en Centroamérica, donde sólo contaron con los
Vicario del Maestro General de la Orden para Indias, cargo que desempeña- conventos de La Habana desde 1608, de Guatemala desde 1610 y de Carta-
ba el Provincial de Castilla. Desde 1587 y hasta 1790 este cargo estuvo go (Costa Rica) desde 1645 hasta 1678. Además, su presencia en Argentina
desdoblado en Vicario General de Nueva España y Vicario General del Perú, fue también muy reducida, puesto que se limitó a la fundación de únicamen-
similares a los Comisarios Generales franciscanos del mismo nombre. te cuatro conventos, en fechas ya muy tardías y sólo en la región de Mendoza
3) Características. Desde 1543 hasta 1575 los mercedarios (caso úni- y en Buenos Aires.
co entre las Ordenes misioneras) mantuvieron unas difíciles relaciones con Desde el punto de vista de la cifra personal, los agustinos ocuparon un
la Corona española, hasta el punto de que estuvieron amenazados de extin- lugar intermedio dentro de las Ordenes misioneras. En Nueva España,
ción en América. En 1575, mediante la reforma de la Orden, consiguieron donde llegaron a contar con 108 fundaciones, ascendían en 1569 a 212, y a
superar esta etapa de crisis y lograron ser considerados oficialmente como mediados del siglo XVII a unos 800, cifra esta última que mermó notable-
Orden misionera, lo que no quiere decir que hasta entonces no se hubieran mente a raíz de que en 1754 les ordenara la Corona cerrar los noviciados
dedicado a la evangelización. durante diez años para evitar el exceso de personal. En Perú y Bolivia, donde
Una segunda característica propia de estos religiosos es su frecuente llegaron a tener hasta un total de 59 casas, ascendían en 1651 a 850,
participación en la conquista armada de un territorio, hasta el punto de que distribuidos en 36 conventos y 40 doctrinas, mientras que en 1701 sumaban
en la mayoría de los casos los primeros mercedarios que llegaron a las la cifra de unos 1.400. En Chile, cuyas casas alcanzaron el número total de
diversas regiones lo hicieron en compañía de los conquistadores y fueron 19, los 67 religiosos existentes en 1610 habían ascendido a 152 en 1790.
premiados con tierras y solares a semejanza de ellos, ya que no era Orden 2) Organización. Las unidades locales agustinas recibían el nombre
mendicante. de prioratos en el caso de los conventos formalmente constituidos, y de
Su principal campo de actividad lo constituyeron las actuales Repúblicas conventillos, vicarías o vicariatos, hasta 1775, en el caso de las residencias de
centroamericanas de Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua, en las personal reducido. Estos mismos conventos pequeños recibían el nombre de
que llegaron a fundar 29 conventos. A ellas siguieron las de Ecuador, con prioratos de anillo o prioratos de indios cuando estaban situados entre
13; México, con 22; Perú, con 26; Colombia, con 11; Chile, con 16; Argenti- población exclusivamente indígena.
na, con 13; Bolivia, con 8; la Española, con 6, y Venezuela, con 1. Algunas casas, especialmente rígidas en su sistema de vida, recibían
En todos estos lugares realizaron la labor, exclusiva de ellos, de recolec- (como en la Orden franciscana) el nombre de conventos de Recolección,
tar donativos para enviarlos a España con destino a la redención de cautivos, conventos de Descalzos o Recoletas, los cuales no se distinguían de los
por constituir esta actividad uno de los objetivos esenciales de la Orden. restantes de la Provincia a la que pertenecían más que en la observancia más
Simultáneamente se dedicaron también al apostolado entre la población estricta de la común Regla de San Agustín.
ya cristiana, lo mismo que casi todas las demás Ordenes religiosas, así como Todos los conventos estaban gobernados por el respectivo prior.
a la evangelización de los infieles, actividad que durante el siglo XVI fue muy Las Provincias o conjunto de conventos de una determinada región, a
reducida en las Antillas y Venezuela, intensa en América Central, similar a la cuyo frente se encontraba el Prior Provincial, celebraban Capítulo cada tres
de las restantes Ordenes en América del Sur, excepto en Chile y Río de la o cuatro años (según las épocas) para la elección de los distintos superiores
Plata, donde fue más bien reducida. de la circunscripción y dependían directamente del Prior General, residente
Desde comienzos del siglo XVII su labor evangelizadora se limitó, como en Roma.
en el caso de los dominicos y de los agustinos, a territorios geográficamente Entre este último y los Provinciales no existió más autoridad intermedia
reducidos y no cultivados con asiduidad, restringiendo su labor primordial- que los Visitadores Generales destacados circunstancialmente a alguna Pro-
mente a la población ya cristiana, tanto hispano-criolla como indígena. vincia por el Prior General.
Las Provincias agustinas en América fueron:
E) Los agustinos
Constitución Denominación
1) Expansión. Los agustinos, entendiendo por tales a los denomina- 1543 Santísimo Nombre de Jesús de México
dos hasta 1959 Ermitaños de San Agustín, fueron la cuarta Orden misionera 1551 San Agustín del Perú
que se estableció en América, donde comenzó por México en 1533. Poste- 1579 San Miguel de Quito
1602 San Nicolás de Tolentino de Michoacán
riormente lo hizo en Perú (1551), desde donde se extendió por el norte 1603 Nuestra Señora de Gracia del Nuevo Reino de Granada
hacia Quito (1573) y Bogotá (1575), y por el sur en dirección a Bolivia (La 1611 San Agustín de Chile
C. 12. Las Ordenes religiosas 223
222 P.II. La Iglesia diocesana
2) Organización. A diferencia de lo que sucedió entre las demás Orde-
3) Características. La primera nota característica de los agustinos en nes misioneras, las residencias de los jesuítas ubicadas en un territorio
América fue la ya aludida limitación de su expansión o difusión geográfica.
determinado constituyeron desde el primer momento una entidad autóno-
Dentro de los espacios en los que se establecieron cabe distinguir dos
ma denominada también Provincia o Vice-Provincia, gobernada en el pri-
tipos: el de Nueva España y el del resto de Hispanoamérica.
mer caso por un Prepósito Provincial dependiente directamente del Prepó-
En Nueva España, la fecha todavía temprana (1533) en la que llegaron
sito General, residente en Roma, y en el segundo por un Vice-Provincial
les permitió dedicarse plenamente a la evangelización de los indios, aunque
con la circunstancia de que su labor se restringió al corazón del virreinato, dependiente de la Provincia matriz.
es decir, a un círculo en derredor de la capital novohispana, con una pro- Las Provincias celebraban periódicamente sus Congregaciones Provin-
nunciada prolongación hacia el oeste de la misma, esto es, hacia Michoacán ciales, cuyas conclusiones se ponían en conocimiento del Prepósito General
y Jalisco, donde llegaron a establecer una Provincia. por medio del envío a Roma del respectivo Procurador. A la vista de ellas, el
En el resto de Hispanoamérica, por haber llegado en fechas ya muy Prepósito General adoptaba las medidas que consideraba más apropiadas y
tardías, su labor misional no adquirió la intensidad alcanzada por la de los designaba personalmente a los superiores.
franciscanos, dominicos y, en parte, los mercedarios. A ello hay que añadir, Las circunscripciones territoriales o Provincias en que estuvo organiza-
por esa misma razón, que muchas veces es imposible distinguir con toda da la Compañía de Jesús en América fueron las siguientes:
claridad si su labor fue propiamente misional o consistió en el ministerio
pastoral entre indígenas ya convertidos al cristianismo. Constitución Denominación
Al igual que los dominicos y los mercedarios, hasta finales del siglo XVI 1568 Perú
los agustinos conjugaron la actividad pastoral entre los hispano-criollos con 1572 México
la labor evangelizadora entre los indígenas, pero a partir de entonces esta 1606 Vice-Provincia de Quito y del Nuevo Reino
última la restringieron a puntos y a momentos muy concretos. 1606 Paraguay
También como en el caso de los dominicos, dentro del apostolado entre 1624 Vice-Provincia de Chile
la población hispano-criolla le prestaron una importancia especial a la ense- 1696 Provincia de Quito
1696 Provincia del Nuevo Reino de Granada
ñanza universitaria.
Es asimismo característico de esta Orden la grandiosidad y la suntuosi- 3) Características. Lo primero que llama la atención en la Compañía de
dad de sus conventos, sobre todo en Nueva España. Jesús es su tardía incorporación a América, debida simultáneamente a que
en un primer momento prefirió dirigirse al Oriente z ciático, a que inicial-
F) Los jesuítas
mente mantuvo relaciones frías con la Corona española y a que durante la
1) Expansión. Tras una tenaz resistencia, el Consejo de Indias accedió primera parte del siglo XVI América fue un campo prácticamente reservado
en 1565 a la incorporación de la Compañía de Jesús a la evangelización para las Ordenes mendicantes más los mercedarios.
americana, hasta entonces reservada a los franciscanos, dominicos, merce- También sorprende en ella que, prescindiendo de Nueva España y del
darios y agustinos. En virtud de ello, los jesuítas iniciaron esa evangelización Perú, iniciara su presencia con la Florida, que esta presencia fuera tan breve
en Florida en 1566, donde permanecieron hasta 1572, fecha en la que y que la llegada al Perú resulte totalmente anómala.
abandonaron voluntariamente el territorio ante las dificultades que presen- Su proceso de expansión, lento a lo largo de la segunda mitad del siglo
taba. XVI y prácticamente restringido a lugares de población predominantemente
En 1567, la propia Compañía de Jesús fletó un barco en el que viajaron hispano-criolla, a finales de esta centuria comenzó a ampliarse también a
los primeros jesuítas al Perú, cuya estancia y su posterior establecimiento en regiones de población exclusivamente indígena. Además, desde comienzos
América fue definitivamente autorizado por la Corona española en 1568 del siglo XVII la inicial lentitud se transformó en rapidez.
con el carácter de Orden misionera.
Caracteriza también a la Compañía de Jesús su acentuado centralismo,
Sucesivamente la Compañía fue estableciéndose en México (1572) y en reflejado en su reducido número de Provincias y en su directa y total
toda la América del Sur a partir de 1586, dejando en un segundo lugar a
dependencia del Prepósito General, residente en Roma, lo que contrasta
América Central y a las Antillas, donde su presencia fue escasa.
con la descentralización y el espíritu democrático de las restantes Ordenes
El potencial numérico de los jesuítas ascendía a medio millar de religio-
misioneras.
sos en 1601, a 1.263 en 1653, a 1.933 en 1710, a 2.050 en 1749 y a 2.617
en 1767, cifras que la convierten en la segunda Orden misionera de Améri- Su principal campo de actividad lo constituyó Nueva España, tanto
ca, después de los franciscanos, desde el punto de vista del personal. desde el punto de vista de su labor entre los hispano-criollos como del de su
En 1767 los jesuítas americanos recibieron, lo mismo que los españoles, trabajo de evangelización de los indios. A Nueva España siguieron Perú, Río
la orden de expulsión decretada por Carlos III. de la Plata, Bolivia, Chile, Ecuador y Nueva Granada, aunque el territorio
más célebre sean sus reducciones del Paraguay.
224 P.1I. La Iglesia diocesana
C.12. Las Ordenes religiosas 225
La Compañía de Jesús comparte con la Orden franciscana su presencia
en la mayor parte de los territorios americanos y su dedicación simultánea Darién, pero su expansión terminó centrándose sobre todo en Venezuela.
Fuera de ella lo hicieron también en la isla Trinidad (1682-1714), en Colom-
(con las salvedades cronológicas aludidas anteriormente) al ministerio pasto-
bia (1696) y en Luisiana (1772).
ral entre la población ya cristiana y a la evangelización de los infieles.
2) Organización. A diferencia de todas las demás Ordenes misioneras,
Entre la población hispano-criolla, los jesuitas le prestaron una atención
los capuchinos apenas tuvieron conventos. Solamente se pueden considerar
especial a la educación, tanto a la secundaria como a la superior.
tales, y aun eso parcialmente, los siete «hospicios» u hospederías fundados en
Desde el punto de vista misional son características de la Compañía de
Venezuela, las residencias colombianas de Bogotá (1778) y del Socorro
Jesús la facultad de contar con misioneros extranjeros y la práctica de
(1787) y el Colegio de Misiones de La Habana (1783).
mantenerse en la mayor parte de los territorios evangelizados por ella hasta
Los lugares normales de vida de los capuchinos en América fueron las
el momento de su expulsión del continente. Esto le permitió organizarlos y
misiones o residencias misionales, habitadas por uno o dos religiosos y cuyo
atenderlos con una autonomía no lograda por las restantes Ordenes misio-
superior se denominaba Presidente.
neras, las cuales tuvieron que desprenderse con mucha mayor frecuencia de
El conjunto de misiones o residencias locales ubicadas en determinado
sus doctrinas o parroquias de indios ya evangelizados en beneficio del clero
distrito formaban no una Provincia, sino una Misión o circunscripción terri-
secular.
torial con entidad propia, autónoma respecto a las demás y gobernada por
G) Los agustinos recoletos el respectivo Prefecto, quien a su vez dependía de la correspondiente Pro-
vincia española.
Lo mismo que entre los franciscanos, también entre los agustinos se dio
El superior general de todas las misiones era el Comisario General de
un sector de religiosos, denominados recoletos, que practicaron una vida de
Indias (del que se hablará en el capítulo 22), quien a su vez dependía, aunque
mayor recogimiento y austeridad. Este sector en unos casos no llegó a
con gran autonomía, del Ministro General de la Orden, residente en Roma.
separarse del resto de la Provincia a la que pertenecían, mientras que en Las Misiones o circunscripciones territoriales de los capuchinos en
otros llegó a constituir Provincias propias en pie de igualdad con las restan- América fueron las siguientes:
tes de la Orden.
Este último es el caso de los agustinos recoletos, quienes hasta 1912 • Constitución Denominación
constituyeron Provincias propias dentro de la misma Orden que los agusti-
nos ermitaños, pero que desde esa fecha se erigieron en Orden distinta, 1647-1672 Urabá-Darién-Chocó
razón por la cual aquí se les da un tratamiento aparte. 1657 Cumaná (Venezuela)
En la América española, los agustinos recoletos nacieron en 1604 al 1658 Llanos de Caracas (Venezuela)
1682 Trinidad (1682-1714) y Guayana
ingresar en la Orden agustiniana los ermitaños que en ese momento vivían 1694-1749 Santa Marta-Riohacha-Maracaibo
en el paraje denominado Desierto de la Candelaria (Colombia), del que se 1749 Maracaibo-Mérida-La Grita (Venezuela)
deriva el nombre de Candelarios con el que se les suele conocer. 1749 Santa Marta-La Goajira-Riohacha
Tras un atormentado proceso, estos recoletos consiguieron separarse de 1763-1772 Alto Orinoco-Río Negro (Venezuela)
1772 Luisiana (EE. UU.)
la Provincia matriz de Nuestra Señora de Gracia de Colombia y constituirse
en Provincia propia, denominada de Nuestra Señora de Gracia de la Cande- 3) Características. Además del carácter limitado de su expansión y de
laria, en 1640 y definitivamente en 1648. un tipo de organización exclusivo de ellos, los capuchinos ofrecen la nota
Esta Provincia no llegó a contar nunca con un número de conventos propia, no compartida tampoco por ninguna otra Orden misionera, de que
superior a la decena y su cifra total de religiosos osciló en derredor del no llegaron a América procedentes directamente de España, sino de África,
y además sin la preceptiva licencia previa del Consejo de Indias.
centenar.
Su expansión se restringió prácticamente a la actual Colombia, donde, Es asimismo exclusiva de ellos la dependencia especial que en un princi-
además de practicar una vida más rigurosa que la de los agustinos ermitaños, pio mantuvieron con la Congregación de Propaganda Fide, la cual no dejó
de crearles problemas con la Corona española.
se dedicaron también al apostolado entre los fieles y a evangelizar algunos
territorios de indígenas, razón esta última por la que pertenecen al sector de También es característico de ellos.que cada Misión o territorio misional
las llamadas Ordenes misioneras americanas. dependiera de una Provincia española, que era la que la surtía de personal,
lo que a su vez dio lugar, puesto que no disponían de Provincias americanas,
H) Los capuchinos a que los misioneros capuchinos fueran exclusivamente españoles.
Su número, reducido en términos absolutos si se compara con el de las
1) Expansión. Los capuchinos iniciaron su presencia en Hispanoaméri- restantes Ordenes misioneras, fue relativamente muy elevado si se tiene en
ca, estableciéndose, primero, en la región de Urabá-Darién, en 1647, y luego cuenta el estrecho marco de su actuación, pues los capuchinos llegados de
en Venezuela, en 1657. Posteriormente intentaron establecerse de nuevo en España rondaron la cifra de 800.
226 P.II. La Iglesia diocesana C.12. Las Ordenes religiosas 227
Su labor, a diferencia asimismo de las restantes Ordenes misioneras, se doctrinas o parroquias de indios que la de San Sebastián de la capital
desarrolló de una manera casi exclusiva entre los indios, la mayor parte del novohispana desde 1586 hasta 1611.
tiempo como misioneros y en determinados momentos como doctrineros, Una ulterior característica suya es la existencia entre ellos de los denomi-
en este último caso entre indígenas previamente evangelizados por ellos nados Desiertos, o lugares en los que los religiosos vivían en chozas aisladas
mismos. al estilo de los ermitaños. Estos Desiertos fueron el de los Leones, situado en
Las excepciones a esta norma la constituyen la Misión de Luisiana y la Santa Fe, en las proximidades de la capital novohispana (1606-1796), y el de
labor pastoral entre hispano-criollos e indígenas realizada desde algunos de Tenancingo (1796).
los «hospicios» y desde los conventos aludidos anteriormente. 3) Mínimos de San Francisco de Paula. De esta Orden, a la que perte-
En virtud de ello puede decirse que la actividad de los capuchinos en neció fray Bernardo Boil o Buil, quien en 1493-94 ejerció en la Española la
América fue casi exclusivamente misional. función de delegado pontificio, se sabe que contó en América con un con-
Sus misiones venezolanas fueron célebres por los hatos de ganado vacu- vento en Lima (1646) habitado en 1764 por 24 religiosos, más otro en
no y caballar establecidos en Cumaná, Llanos de Caracas y Guayana como Huamanga o Ayacucho y un tercero en Puebla (México).
medio de subsistencia propia y de los indígenas, los cuales fueron el origen Consta asimismo la presencia aislada de estos religiosos en otros lugares
de la prosperidad económica de las tres regiones. y que en el siglo xvni la Orden regentaba en la Universidad limeña de San
Marcos una cátedra de Teología no remunerada.
III. LAS ORDENES NO MISIONERAS 4) Oratorianos o filipenses. Se establecieron en México, Guatemala
(desde 1644), Panamá, Colombia y Lima, ciudad esta última en la que en
1683 se hicieron cargo del hospital del Espíritu Santo.
A) Ordenes pastorales
Su principal fundación fue la de San Miguel el Grande (México) en
1) Carmelitas calzados. Fueron autorizados a trasladarse a América 1712, en la que en 1753 inauguraron el célebre Colegio de San Francisco de
por el papa Adriano VI en 1522, pero la Corona española les prohibió el Sales, cuyos estudios estaban reconocidos por la Universidad de México.
paso en fecha indeterminada anterior a 1584 y luego en 1586, 1588 y 1604. 5) De los Padres del Salvador solamente se sabe que a finales del siglo
Consta de la presencia en América de varios carmelitas aislados en xvm había algunos en Santiago de Chile.
diferentes momentos y lugares e incluso de la fundación de algunos conven- 6) Paúles. Los paúles, lazaristas o miembros de la Congregación de la
tos, como el ecuatoriano de Tacunga (1684-1704) y el colombiano de Popa- Misión se establecieron en 1625 en las Antillas y fundaron una casa en la
yán (1689-1704). También debieron fundar alguno en Nueva España, toda ciudad de México a finales del siglo xvm.
vez que en 1633 ordenó la Corona que se destruyeran los existentes en el 7) Servitas o Siervos de María. Estos religiosos poseyeron desde 1791
virreinato, y en 1640 preceptuó el embarque para España de los carmelitas un convento en la capital novohispana.
calzados que se habían instalado sin licencia en Guadalajara y en Zacatecas. 8) Trinitarios. La Orden de la Santísima Trinidad tuvo religiosos
2) Carmelitas descalzos. La del Carmen Descalzo, fundada por Santa destacados personal y circunstancialmente en América, pero no llegó a
Teresa, fue la más numerosa de las Ordenes pastorales asentadas en Hispa- disponer de más conventos que el fundado en el Cuzco en 1532 y que
noamérica. desapareció en 1538.
Estos religiosos llegaron a México, a iniciativa de Felipe II, en 1585. En? Oficialmente se les prohibió la fundación de conventos en 1560 y 1584.
1588 pasaron a depender de la Provincia de San Felipe de Portugal, pero en¡
1590 erigieron su propia Provincia bajo la denominación de San Alberto d e B) Ordenes asistenciales
México, la cual pasó a depender, desde 1593, del Superior General de la
De entre los cinco institutos religiosos dedicados al cuidado o asistencia
Descalcez.
de los enfermos, cuatro desarrollaron su labor en los hospitales (Hermanos
El virreinato mexicano fue el único territorio americano en el que, . de la Caridad de San Hipólito, Hermanos de San Juan de Dios, betlemitas y
llegaron a establecerse los carmelitas descalzos, quienes en 1597 sumaban ya canónigos regulares de San Antonio Abad), mientras que el quinto (los
81 religiosos; en 1601, 150; en 1664, 228; en 1775, 609, y en 1822, 243, en Camilos) lo hizo fuera de las casas de salud.
su mayoría criollos, a pesar de las cortapisas impuestas al ingreso de estos
Los cuatro primeros gozaron en América de una difusión mucho mayor
últimos en la Orden en 1597, 1604 y 1701.
que el quinto.
Su actividad se restringió a la población blanca y a los indígenas residen- Este último fue de carácter clerical, mientras que los restantes fueron
tes en las ciudades hispano-criollas. institutos predominantemente laicales.
A pesar de que su transplante a Hispanoamérica lo hicieron con objeti- Fuera de los betlemitas, ninguno contó con su correspondiente rama
vos evangelizadores, en realidad nunca llegaron a dedicarse a la conversión femenina.
de indios infieles, de la misma manera que tampoco administraron más Estos mismos betlemitas compatibilizaron el cuidado de los enfermos
228 P.II. La Iglesia diocesana
C.12. Las Ordenes religiosas 229
con la enseñanza elemental impartida en las escuelas fundadas junto a los
hospitales y fueron, junto con los Hermanos de la Caridad de San Hipólito, talario el de la educación de la infancia y en 1728 fueron autorizados a
una de las cuatro Ordenes o Congregaciones religiosas nacidas en la propia poseer dos religiosos sacerdotes, como máximo, en cada hospital.
América. La Orden, restaurada recientemente, fue suprimida en 1820.
Para su régimen interno, los betlemitas estuvieron organizados en dos
1) Hermanos de la Caridad de San Hipólito. Fueron fundados en Méxi-
Provincias: la de Nueva España y la del Perú, y dispusieron de sendos
co por el español Bernardino Alvarez en 1567, primero como instituto
conventos en México, Quito y Cuzco para la formación de sus religiosos.
religioso de votos simples, convertido en Orden propiamente dicha por el
papa Clemente VIII. El número total de hospitales que llegaron a atender fue de 29: dos en
La Habana, ocho en Nueva España, dos en Guatemala, tres en Ecuador,
Fuera de un hospital en La Habana, fundado en 1567, y del Hospital once en Perú, uno en Bolivia y dos en Argentina.
Real de, Guatemala, del que se hizo cargo en el siglo xvn, la Orden restringió
4) Los Camilos, denominados también Agonizantes, Padres de la Buena
su presencia al virreinato de Nueva España, en el que llegó a atender trece
Muerte, Hermanos del Bello Morir y Cruciferos, se establecieron en México
hospitales.
en 1735, casa a la que en 1740 añadieron una segunda. El número de
Según Josefina Muriel, la Orden atendió de 1756 a 1766 a un total de conventos debió de ir aumentando paulatinamente, toda vez que los religio-
1.067 mujeres enfermas, de las que sanaron 777 y fallecieron 272. sos novohispanos formaron una Provincia propia en la segunda mitad del
2) Los Hermanos de San Juan de Dios, ojuaninos, que tienen el honor de siglo xvin.
contar con un apartado especial en la Recopilación de leyes de los reinos de las También poseyeron un convento en Popayán (Colombia) desde 1766
Indias de 1681 (libro 1, título 4), tras una breve oposición por parte de la hasta 1821, dos en Lima en 1764, uno en Arequipa y otro en Huamanga o
Corona española lograron establecerse en América en 1602. En esta fecha Ayacucho.
se hicieron cargo del hospital de San Felipe y Santiago de La Habana, al que Estos conventos no eran hospitalarios, sino centros de la Orden desde
posteriormente añadieron otros dos en la misma isla de Cuba. los que sus religiosos atendían a los enfermos en sus respectivas casas o en
En México, tras su llegarla a Guadalajara en 1608, lograron administrar los hospitales de la ciudad.
24 hospitales a lo largo de los siglos XVII y XVIII. En América Central adminis- 5) De los Canónigos regulares de San Antonio Abad, o Antoninos, sola-
traron, a partir de 1624, dos en Guatemala, otros dos en Nicaragua, uno en mente se sabe que administraban un hospital en México en 1787, fecha en
El Salvador y otro en Honduras. En Panamá, adonde llegaron en 1621, la que el papa Pío VI suprimió la Orden en España y América.
poseyeron dos, frente a los 18 administrados en Colombia desde 1610 en
adelante. En Perú se hicieron cargo de siete desde 1608; en Bolivia, de otros C) Ordenes monásticas masculinas
siete desde 1613; en Chile, de diez desde 1616, y en Argentina, de cinco A pesar de que entre 1493 y 1824 se realizaron diez intentos como
desde su llegada a Córdoba en 1618. mínimo para la fundación de monasterios de monjes en América, en reali-
No poseyeron ninguno en Costa Rica, Venezuela, Ecuador, Paraguay y dad no llegó a haber en ella más que dos pequeños centros benedictinos,
Uruguay, como tampoco en las Antillas, fuera de Cuba. uno en Lima desde 1601 y otro en México desde 1602, ambos dependientes
Cada hospital suponía la existencia junto a él de una residencia para los del monasterio español de Montserrat e imposibilitados, por prohibición
religiosos que lo atendían. oficial, para recibir novicios.
Además de estas residencias, la Orden dispuso de seis casas o conventos Esta ausencia de monasterios de monjes en Hispanoamérica se ha atri-
sin carácter hospitalario, destinadas a las necesidades de la propia Orden. buido a la carencia de tradición misional entre los monjes españoles o a la
Estas casas estuvieron ubicadas en México, Panamá, Lima, Santa Fe de política antimonástica de la Corona de Castilla. Esta última la practicaron de
Bogotá, Potosí y Santiago de Chile. hecho Felipe II en 1563 y 1576 y Felipe III en 1601, quienes prohibieron la
Las tres primeras fueron sede, hasta 1805, del respectivo Comisario o fundación de monasterios, aunque el segundo toleró la fundación de los de
Vicario General, que hacía las veces del Prepósito General de la Orden. Lima y México, por no ser partidarios del establecimiento en América de
Esta última no podía contar entre sus miembros más que uno o dos más Ordenes religiosas que las misioneras. En cambio, Carlos V intentó en
sacerdotes por hospital. 1532 que los Jerónimos se asociaran a la evangelización americana, y en
1535, 1539 y 1558 permitió el paso de algunos monjes a ultramar. La
3) Los Betlemitas, fundados en la ciudad de Guatemala por el canario
carencia de tradición misionera también es cierta, pero su valor como argu-
Pedro de San José Bethencourt o Betancur (1626-1667), comenzaron en
mento se extingue una vez superados los primeros tiempos de la evangeliza-
1663 siendo una simple confraternidad de espíritu franciscano, hasta que en ción del Nuevo Mundo.
1667 se transformaron en instituto religioso y en 1710 en Orden de votos
La verdadera razón de esta penuria monacal en la América española
solemnes y exenta del obispo local.
parece haber estribado, en parte, en los dos motivos acabados de aludir,
En 1717 añadieron a su cometido hasta entonces exclusivamente hospi--
pero sobre todo y fundamentalmente en la persuasión de las propias Orde-
*¿v P.II. La Iglesia diocesana C.12. Las Ordenes religiosas 231
nes monásticas españolas d e q u e su sistema d e vida n o era a p t o p a r a u n
Lugar Número Lugar Número
m u n d o c o m o el a m e r i c a n o , en el q u e la evangelización d e los indígenas e r a
difícil d e compatibilizar con la vida d e oración y e n el q u e la distribución d e Antillas Colombia
los recursos difícilmente les h u b i e r a p e r m i t i d o m a n t e n e r su p r o p i o y tradi- Sto. Domingo 1 Bogotá 4
cional sistema e c o n ó m i c o d e vida, b a s a d o e n las g r a n d e s posesiones rurales. La Habana 3 Cartagena 2
Puerto Rico 1 Tunja 2
De h e c h o , los esfuerzos d e las p r o p i a s O r d e n e s monásticas p o r estable-
Luisiana Pamplona 1
cerse e n América f u e r o n p r á c t i c a m e n t e nulos, salvo casos d e monjes particu- Popayán 1
lares. Nueva Orleans 1
México Ecuador
Sin e m b a r g o , la presencia d e los monjes e n América n o se limitó a los Quito 5
México 22
dos monasterios d e Lima y México. Puebla 12 Riobamba 1
En 1493 viajó a La Española el e r m i t a ñ o d e San J e r ó n i m o R a m ó n P a n e , Guadalajara 6 Perú
quien, además d e dedicarse a la evangelización d e los indígenas, e l a b o r ó e n Oaxaca 5 Lima 9
1496 su Relación acerca de las antigüedades de los indios, p r i m e r t r a t a d o d e Querétaro 5 Cuzco 3
Morelia 2 Huamanga (Ayacucho) 2
a n t r o p o l o g í a cultural r e d a c t a d o en el N u e v o M u n d o . El cardenal Cisneros,
Salvatierra 2 Trujillo 1
e n t o n c e s r e g e n t e del reino, se valió e n 1516 d e tres religiosos J e r ó n i m o s Lagos (Jalisco) 1 Arequipa 1
p a r a i n t e n t a r llevar a c a b o su p r o y e c t o d e r e f o r m a d e la situación antillana. Irapuato 1
Agúascalientes 1 Bolivia
En 1 5 3 5 viajaron c u a t r o monjes J e r ó n i m o s al Río d e la Plata, e n 1539 lo
Atlixco 1 Chuquisaca (Sucre) 3
hicieron seis a Nicaragua y e n 1558 se dirigieron dos cartujos al Paraguay. Cochabamba 1,
Pátzcuaro 1
En o t r o o r d e n d e cosas, fue frecuente el caso d e monjes q u e viajaron S. Miguel el Grande 1 Potosí 2
p o r H i s p a n o a m é r i c a p a r a la colectación d e fondos con destino a m o n a s t e - C. Real de Chiapa 1 Chile
rios españoles, objetivo p a r a el q u e los J e r ó n i m o s d e El Escorial establecie- Guatemala Santiago 4
r o n sendas sucursales o p r o c u r a s en México, Lima y Cuzco. Guatemala 7 Osorno 1
T e n i e n d o e n c u e n t a la casi inexistencia d e monasterios americanos, n o La Imperial 1
Panamá
deja d e s o r p r e n d e r q u e e n t r e los obispos d e Indias figuren, c o m o mínimo, Panamá 1 Paraguay
q u i n c e monjes benedictinos, diez J e r ó n i m o s , cinco basilios, o t r o s cinco cis- Villarma 1
Venezuela
tercienses y u n cartujo. Caracas 1 Argentina
Mérida 1 Buenos Aires 3
Córdoba 3
Mendoza 1
IV. LAS ORDENES Y CONGREGACIONES FEMENINAS Corrientes 1
El trasplante d e O r d e n e s religiosas d e mujeres a América fue p r o p u g -
La irregularidad d e esta distribución resalta más a ú n si se tiene e n
n a d o p o r el franciscano J u a n d e Z u m á r r a g a , obispo d e México, desde 1530.
c u e n t a q u e , d e los 22 conventos existentes e n la ciudad d e México, siete e r a n
La C o r o n a española se o p u s o inicialmente a la p r o p u e s t a , p e r o al fin termi-
de concepcionistas, c u a t r o d e clarisas, tres d e agustinas, dos d e capuchinas,
n ó a c c e d i e n d o a ella, e n virtud d e lo cual e n 1540 p u d o establecerse e n
de carmelitas descalzas y d e j e r ó n i m a s ; d e los 12 d e Puebla, tres e r a n d e
México la p r i m e r a institución d e esta índole, q u e fue la d e las concepcio-
clarisas y dos d e agustinas, d e carmelitas y d e concepcionistas; d e los nueve
nistas.
d e Lima, tres e r a n d e agustinas y dos d e concepcionistas.
1) Expansión. El n ú m e r o total d e conventos q u e cada O r d e n y C o n -
2) Características. Las p r i m e r a s religiosas f u n d a d o r a s d e la p r o p i a
gregación femenina llegó a t e n e r e n la América española, cuya suma total
O r d e n e n América p r o c e d i e r o n siempre d e España, e x c e p t u a d o s los casos
asciende a 130, fue el siguiente:
de las betlemitas y d e las terciarias carmelitas descalzas, institutos religiosos
Agustinas 12 Concepcionistas 21 q u e n a c i e r o n e n G u a t e m a l a e n 1688 y e n C ó r d o b a (Argentina) e n 1784,
Betlemitas 1 Dominicas 13
Capuchinas 11 Jerónimas 6 respectivamente, así c o m o el d e las ursulinas, q u e e r a n religiosas francesas y
Carmelitas descalzas 21 Santa Brígida J canadienses.
Cistercienses 2 Terciarias carmelitas 1 D u r a n t e el siglo XVI, e n la fundación d e los m o n a s t e r i o s femeninos
Clarisas 34 Ursulinas 1 p r e d o m i n ó la finalidad d e d a r acogida a las hijas y nietas d e c o n q u i s t a d o r e s
Compañía de María 6 q u e p e r m a n e c í a n célibes. C o m o es lógico, este objetivo fue difuminándose
La distribución geográfica d e estos 130 conventos fue muy irregular, con el t i e m p o , d e m a n e r a q u e e n t r e las religiosas t e r m i n a r o n p r e d o m i n a n d o
c o m o se d e s p r e n d e del siguiente c u a d r o : las criollas.
Las excepciones a esta n o r m a están r e p r e s e n t a d a s , a d e m á s d e p o r las
232 P.II. La Iglesia diocesana C.12. Las Ordenes religiosas 233

ursulinas, por los tres únicos monasterios destinados para indias nobles, los Esta autonomía impidió que incluso los monasterios de una misma
tres ubicados en Nueva España y pertenecientes a la Orden de Santa Clara: Orden formaran (como sucedía entre las Ordenes de varones) un cuerpo u
el del Corpus Christi de México, fundado en 1724 por religiosas criollas organismo unificado dirigido por una autoridad común y organizado en
procedentes del monasterio de San Juan de la Penitencia de esa misma circunscripciones o Provincias. Por esta razón, la historia de cada Orden
ciudad; el de Nuestra Señora de Cosamaloapan, fundado en Valladolid femenina tiene que limitarse a la historia de cada monasterio. Las excepcio-
(Morelia) en 1737, y el de Nuestra Señora de los Ángel es de Oaxaca o nes las constituyen la Compañía de María y las terciarias carmelitas descalzas
Antequera, fundado en 1782. de Santa Teresa.
El número de religiosas moradoras en cada monasterio fue muy variable, Con anterioridad al concilio de Trento (1545-1563) fue frecuente que
pues solía oscilar entre 25 y uno o dos centenares, cifra que en algún caso los monasterios femeninos de una Orden religiosa que tenía corresponden-
llegaba a tres. cia con otra de varones (clarisas, concepcionistas, agustinas y dominicas)
mantuvieran cierta dependencia de los superiores provinciales o locales de
Dos normas esenciales de todo monasterio femenino fueron la vida de
la Orden masculina. Sin embargo, lo más corriente fue, sobre todo con
oración y la clausura, en cuyo mayor o menor rigor influyeron las caracterís-
posterioridad a dicho concilio, que los monasterios femeninos dependieran
ticas de cada Orden y la dedicación o no a otros menesteres.
del obispo local, quien no solía intervenir en ellos más que en los casos de
Entre estos últimos son de destacar las casi universales labores manuales
relajación de la vida monástica o de conflictos entre las religiosas.
(que no influían ni en la vida de oración ni en la clausura) y los propios de los
objetivos específicos de cada Orden, como fueron la beneficencia entre las A pesar de la vida de clausura que rigió en la inmensa mayoría de los
betlemitas y las ursulinas, así como la enseñanza entre estas últimas, entre las monasterios, las religiosas ejercieron una gran influencia en la sociedad local
religiosas de la Compañía de María y entre las terciarias carmelitas descalzas debido a sus lazos de parentesco con las familias mejor situadas de la ciudad,
de Santa Teresa. a la enseñanza que impartían a las niñas o futuras matronas, a las frecuentes
y a veces nutridas visitas que recibían y a sus relaciones con las autoridades.
Aunque ajeno al objetivo fundacional de la Orden, en América fue muy
Sobre este último punto es sintomático que la Recopilación de leyes de los
corriente que los monasterios (excepción hecha de los de indias nobles,
reinos de las Indias de 1681, recogiendo una real cédula de 1634, ordene
betlemitas, carmelitas descalzas y religiosas de Santa Brígida) se dedicaran
también a la enseñanza de las niñas que con este fin moraban con las «que los presidentes, oidores, ministros ni sus mujeres no entren en los
religiosas. monasterios de monjas ni vayan a ellos en ninguna hora extraordinaria»
(libro 2, título 16, ley 91).
Fue también muy corriente que en los monasterios vivieran un mayor o
menor número de criadas para el servicio de las religiosas y de las niñas que
se educaban en ellos. V. LA VIDA RELIGIOSA NO INSTITUCIONALIZADA
Ambas prácticas fueron prohibidas por la Corona española en 1774,
aunque en 1796 se volvió a levantar la prohibición en lo referente a la Además de los religiosos y religiosas propiamente dichos, en Hispano-
enseñanza. américa, lo mismo que en el resto de la cristiandad, se dieron tres formas de
La suma de religiosas, educandas y criadas residentes en un mismo vida religiosa no institucionalizada. Sus integrantes no se consagraban a Dios
monasterio originaba casos como el de la Encarnación de las agustinas de de una manera oficial por medio de la profesión religiosa, sino que lo hacían
Lima en 1631, en el que ascendía a más de 800 el número de mujeres que de una manera privada.
vivían en un mismo recinto. Estas tres formas estuvieron constituidas por los beateríos, los recogi-
El sostenimiento económico de los monasterios se basó, en todos los mientos y el eremitismo.
casos, en los fondos legados por los fundadores y en las labores realizadas
A) Los beateríos
por las religiosas (ornamentos sagrados, dulces, bebidas). A este doble fondo
de ingresos se añadían en casi todos los casos el de las dotes aportadas por Los beateríos eran grupos aislados y más o menos numerosos de donce-
las aspirantes a la vida religiosa, cuya cantidad era variable, y en muchos las llas o matronas que vivían comunitariamente en un lugar adaptado a este fin
posesiones legadas a los monasterios o adquiridas por las propias religiosas, o en una casa particular, normalmente en la de la fundadora, bajo el sistema
como fincas rústicas, trapiches (fábricas), talleres, viñas o inmuebles urba- de clausura y en conformidad, generalmente, con la Regla de San Agustín.
nos, propiedades que las religiosas solían explotar en alquiler. Lo más corriente fue que un beaterío viviera y muriera encerrado en sí
Aunque pertenecieran a una misma Orden religiosa, cada monasterio mismo. Sin embargo, son también frecuentes los casos en los que las beatas
constituía una unidad autónoma encerrada en sí misma, sin más relaciones se dedicaron a la formación de las jóvenes o a la beneficencia, así como
con otro que las derivadas de la observancia de una misma Regla o las aquellos otros en los que terminaron convirtiéndose en monasterios de
nacidas de la circunstancia de que determinado monasterio fuera fundado monjas e incluso en Orden religiosa, como sucedió con la Compañía Betle-
por religiosas procedentes de otro fundado con anterioridad. mítica de mujeres y con las Terciarias Carmelitas Descalzas de Santa Teresa.
234 P.II. La Iglesia diocesana
C. 12. Las Ordenes religiosas 235
El p r i m e r b e a t e r í o del q u e se tiene noticia e n América es el f u n d a d o e n
T e x c o c o (México) p o r doncellas indígenas con a n t e r i o r i d a d a 1529. Ordenes misioneras: general
C o n p o s t e r i o r i d a d a esta fecha los h u b o e n t o d o el c o n t i n e n t e , e n u n a L. DE ASPURZ, «Magnitud del esfuerzo misionero de España»: Missionalia Hispáni-
cifra q u e a ú n está p o r calcular. ca 3 (Madrid, 1946), 99-173; P. BORGES, «Características sociológicas de las Ordenes
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t e r c e r o s p o r hispano-criollas, q u e p a r e c e n h a b e r sido los q u e más a b u n - Las Ordenes religiosas de España y la colonización de América en la segunda mitad del si-
daron. glo XVIII. Estadísticas y otros documentos 1-2 (Barcelona, 1918-1929); P. J. PARRAS,
Gobierno de los Regulares de la América ajustado religiosamente a la voluntad del rey 1 -2
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Los recogimientos fueron también c e n t r o s femeninos d e vida c o m u n i - VÁZQUEZ, Distribución geográfica y organización de las Ordenes religiosas en Nueva Espa-
taria q u e revistieron tres formas distintas según q u e se d e s t i n a r a n p a r a ña (siglo XVI) (México, 1965); A. YBOT LEÓN, La Iglesia y los eclesiásticos españoles en la
empresa de Indias 2 (Barcelona-Madrid, 1963), 243-510: franciscanos; 511-631: domi-
mujeres honestas, p a r a mujeres a r r e p e n t i d a s o p a r a j ó v e n e s con fines d e
nicos; 632-688: mercedarios; 689-794: agustinos; 795-840: agustinos recoletos;
educación. 841-994: jesuitas; 995-1.028: capuchinos.
En los p r i m e r o s «se recogían» doncellas o m a t r o n a s q u e , p o r su orfan-
d a d , viudedad, la p r o l o n g a d a ausencia del m a r i d o o los trámites d e separa- Ordenes misioneras: aspectos concretos
ción matrimonial, o p t a b a n p o r este sistema d e vida p a r a dedicarse a la P. BORGES, «En torno a los Comisarios generales de Indias entre las Ordenes
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La vida eremítica o e n lugares desérticos (eremos) fue u n a forma d e los religiosos, véase la bibliografía del capítulo 7.
servir a Dios exclusiva d e varones y q u e revistió dos modalidades: la estricta-
m e n t e individual y la (en cierto m o d o ) comunitaria, en el sentido d e q u e los Franciscanos: general
e r m i t a ñ o s d e u n d e t e r m i n a d o lugar se relacionaban d e u n a m a n e r a u o t r a Nota. Sobre los franciscanos es indispensable la consulta de la revista Archivo
Ibero-Americano, publicada en Madrid desde 1914 (índice general, en 1989), así como
e n t r e sí.
las Actas de los Congresos que se citarán a continuación, cuyos numerosísimos artícu-
La p r i m e r a m o d a l i d a d fue la practicada, p o r ejemplo, p o r el célebre los o estudios impiden su consignación en este lugar.
G r e g o r i o López (1542-1596) e n N u e v a España. Actas del I (II y III) Congreso Internacional sobre los franciscanos en el Nuevo Mundo
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C a m p o m a n e s , del 31 d e diciembre d e 1 7 6 6 , e n el q u e r e c o m i e n d a la expul-
Eremitismo sión, y o t r a d o c u m e n t a c i ó n nueva p e r t i n e n t e n o s p e r m i t e n a h o r a discutir el
A. ABADÍE-AICARDI, «El canónigo Juan González, rector universitario y ermitaño a s u n t o c o n m u c h a más precisión.
en la Nueva España del siglo xvi»: Missionalia Hispánica 29 (Madrid, 1972), 279-327;
F. LOSA, Vida que el siervo de Dios Gregorio López hizo en algunos lugares de esta Nueva
España (Lisboa, 1615, y México, 1674); F. OCARANZA, Gregorio López, el hombre celestial A) El m o t í n d e E s q u i l a d l e
(México, 1944); M. MATTHEI, «LOS núcleos comunitarios indígenas en la cristianiza-
ción de Hispanoamérica»: Anales de la Facultad de Teología 1-18 (Santiago, 1966); ID.,
«Noticias acerca de la vida eremítica en Hispanoamérica»: Yermo 3 (1965), 171-188; Siempre se h a d i c h o q u e el llamado m o t í n d e E s q u i l a d l e , o c u r r i d o e n
E. DE LA TORRE VILLAR, «Sobre los orígenes del eremitismo en Nueva España», en Madrid a fines d e m a r z o d e 1 7 6 6 , fue lo q u e p r o v o c ó d i r e c t a m e n t e la
J. I. SARANYANA y otros, Evangelización y teología en América (siglo xvi) 2 (Pamplona, expulsión. Investigaciones recientes h a n i n c r e m e n t a d o m u c h o n u e s t r o co-
1990), 1351-1397. n o c i m i e n t o al r e s p e c t o , p o r lo cual hoy sabemos q u e ese m o t í n f o r m ó p a r t e
de u n total d e c i n c u e n t a c o n m o c i o n e s p o p u l a r e s q u e s a c u d i e r o n E s p a ñ a e n
la p r i m a v e r a d e 1 7 6 6 , «típicas d e los movimientos d e crisis d e subsistencias»,
e n afirmación del h i s t o r i a d o r economista G o n z a l o Anes. T a m b i é n es cierto,
sin e m b a r g o , q u e ese motín fue el más i m p o r t a n t e y q u e p r e s e n t a rasgos
peculiares. Las d e m a n d a s d e los a m o t i n a d o s m a d r i l e ñ o s , e n el o r d e n e n q u e
f u e r o n p r e s e n t a d a s al t e m e r o s o m o n a r c a , c o m p r e n d í a n : 1) el d e s t i e r r o del
ministro siciliano Squillace (Esquilache), q u i e n se había h e c h o m u y i m p o p u -
lar; 2) q u e e n a d e l a n t e t o d o s los ministros del rey fueran españoles; 3) la
extinción d e la G u a r d i a W a l o n a del m o n a r c a , o d i a d a e n particular d e s p u é s
d e u n suceso q u e había c o s t a d o varias vidas; 4) la supresión d e u n a J u n t a d e
Abastos establecida p a r a resolver el p r o b l e m a d e la carestía, p e r o considera-
C.13. La expulsión de la Compañía de Jesús 247
246 P.II. La Iglesia diocesana
en este y otros lugares del Dictamen era por el principio de la obediencia
da contraproducente; 5) la rebaja de los precios de los comestibles; 6) el
ciega que se propaga a toda esta Orden religiosa y a su organización estricta-
mantenimiento de la capa larga y del sombrero redondo, traje tradicional
mente jerárquica, con el padre general en Roma como cabeza y último
abolido por Squillace en su afán modernizador.
arbitro».
Fue esta última demanda la que en un principio encendió a las masas.
Con respecto al papel de la carestía, parece que el factor económico no fue Resulta evidente que el rey se dejaba convencer por los argumentos del
«básico» en el caso de Madrid, donde había abasto mejor que en las ciudades fiscal y que el motín de Madrid le había asustado profundamente. Vio en él
de provincia. En cambio, los muchos pasquines y sátiras que fueron puestos la justificación primordial de la expulsión. En abril de 1767, según un
en circulación clandestina presuponían autores cultos. Al decir del embaja- despacho del embajador francés en Madrid, Carlos III le había dicho en
dor de Francia, observador perspicaz, en un despacho redactado cuatro días gran confidencia que detrás de los motines de 1766 el «fondo del proyecto»
después del motín, se trataba del «pueblo más bajo, pero verosímilmente por parte de la Compañía «era exterminar a los Borbones de España». Si el
fomentado y sostenido por los sacerdotes, por los frailes y por gente de una mismo rey «tenía algún reproche que hacerse... era el de no haber tratado»
especie más considerable que el bajo pueblo o simples artesanos» (FERRER a los reos «según el rigor de la justicia», comenta el francés.
BENIMELI, El motín, 195). Para la alta aristocracia, Squillace era un arribista En su Dictamen, Campomanes deduce una conclusión, en su opinión
vulgar y peligroso. Otro grupo hostil sería el eclesiástico, y entre ellos los fundamental (Dictamen, 84):
jesuítas. Como primer historiador, el padre Teófanes Egido pudo usar parte
de la documentación producida por la llamada «Pesquisa secreta», efectuada «el jesuíta, ni la Compañía, no se mira como vasallo; es enemigo de la
a cargo de Campomanes, a la cual se refiere a menudo en su Dictamen del soberanía, depende de un gobierno despótico residente en el extranjero; allí
31 de diciembre de 1766. Aunque, como se podría esperar, la encuentra remite sus riquezas, de allí recibe sus instrucciones...»
muy tendenciosa en la selección de testigos y en el carácter chismoso de los
testimonios, Egido no la rechaza como fuente, sin más. Le parece sugerir Luego pasa a examinar los demás «vicios» de la Compañía, lo que parece
que los jesuítas «se habían tornado los portavoces, quizá inconscientes (!), de reflejar su convicción de que el caso contra los jesuitas no debía basarse en
antirreformismos». su complicidad en una conspiración política contra el régimen, sin más, sino
que debía ubicarse incluso dentro de un marco ideológico y político-histórico
más amplio.
B) El Dictamen de Campomanes Primero, el fiscal pone de relieve la codicia y acumulación de riquezas
por parte de los jesuitas, lo que de inmediato le lleva a examinar su compor-
El pánico del rey y de la corte ante el motín, que dio lugar a la caída de tamiento en Hispanoamérica y Filipinas. Un elemento importante del Real
Squillace, se debía sin duda a que sospechaban que había fuerzas más peli- Patronato indiano era la cesión de los diezmos a favor de la Corona. Las
grosas detrás del mero populacho madrileño. Al fiscal del Consejo de Casti- Ordenes religiosas habían pretendido que sus exenciones pontificias les
lla, Campomanes, se le encargó el 21 de abril de 1766 que llevara a cabo la librasen del pago de diezmos sobre su propia producción agrícola e indus-
pesquisa secreta referida. Aunque los indicios que presenta en su Dictamen , trial. Dueños de vastas propiedades que solían manejar directamente sin
como tales apenas pueden convencer a un lector de hoy de su culpabilidad, dejarlas en arrendamiento, como solían hacerlo las demás Ordenes, los
el fiscal, cuya oposición ideológica a la Compañía era sin duda sincera, supo
jesuitas se resistieron con gran energía al tratar las autoridades de hacerles
construir el caso contra los jesuítas con gran habilidad y aparente lógica
pagar diezmos por su producción. A partir de 1624 se entabló un gran pleito
impecable. Observa que los precios del pan eran más bajos en Madrid que en
al respecto. Por fin, en 1750, la Corona aceptó un compromiso según el cual
otras ciudades, de lo que deduce que si fue precisamente allí donde se
los jesuitas sólo tendrían que pagar en «diezmo» un treintavo sobre su
organizó la primera revuelta importante, ello obedeció a instigación de los
producción. Campomanes destaca la importancia del asunto haciendo re-
jesuítas, quienes querrían reemplazar a Squillace por el marqués de la Ense-
caer la culpa del compromiso sobre el confesor del rey Fernando VI, el
nada, el cual, antes de perder su puesto de ministro en 1754, les había
jesuíta Francisco Rábago, mientras, por supuesto, celebra la cédula real del
favorecido y protegido en alto grado. Cayó Squillace, pero hubo otro reem-
plazo, no obstante las intrigas de los padres. 4 de diciembre de 1766, que obligaba a los jesuitas indianos a pagar el
diezmo entero. Basado en su estudio de esta documentación copiosa, Cam-
¿Cómo explicar semejante conducta horrorosa y traidora por parte de pomanes caracteriza con cierta perspicacia las tácticas de los padres: cómo
los jesuítas? Campomanes se apoya en la analogía que, según él, había con la buscan asociados, cómo saben fatigar a sus oponentes, cómo usan ofertas
actuación de los jesuítas portugueses en favor de la revolución de los Bra- de compromisos para prolongar un litigio y cómo ocultan expedientes ad-
ganza y la sucesión de España en 1640. Alude incluso a la aplicación de la versos.
«doctrina jesuíta» (mejor dicho, del padre Juan de Mariana) en defensa del
No obstante, al historiador le sorprende que el fiscal no se haya detenido
tiranicidio. Con mucho tino, Campomanes admite que, «en justicia, el delito
más en su Dictamen en el hecho del latifundismo jesuíta y en sus extensas
de un particular no podía atribuirse a toda la Compañía, pero que si lo hace
248 P.II. La Iglesia diocesana C. 13. La expulsión de la Compañía de Jesús 249
actividades comerciales y crediticias en Indias a mediados del siglo XVIII. Al parte de un plan para erigir un imperio o reino en el corazón de Sudaméri-
parecer, no estaba muy familiarizado con las condiciones de ultramar. Cier- ca? ¿Hubo hasta un rey indio, llamado Nicolás, de este flamante Estado? La
to que se refiere repetidamente al famoso opositor de los jesuítas de la investigación histórica posterior ha comprobado que, de hecho, un visitador
Nueva España del siglo xvn, Juan de Palafox, obispo de Puebla. Es que la enviado a este fin por el padre general y los jesuítas en puestos de mayor
beatificación de este prelado era asunto pendiente en los años 1760. El afán responsabilidad hicieron cuanto estuvo de su parte para calmar a los indios
del gobierno español de promover la causa de Palafox había encontrado una sublevados. Ciertas dudas persisten, no obstante, con respecto a algunos curas
resistencia inquebrantable por parte de la Compañía y sus aliados en el \ jesuítas de las doctrinas afectadas, quienes en su desesperación podrían haber
Vaticano. Campomanes también se refiere al personaje análogo y contem- mostrado su simpatía para con la rebelión y aun contribuido a la misma. La
poráneo de Palafox en el Paraguay, el obispo franciscano fray Bernardino de I caída del poder del marqués de la Ensenada, primero, y del padre Rábago,
Cárdenas. También menciona brevemente el conflicto entre jesuítas y comu- después, debe ser situada en el contexto de su oposición al Tratado. El papa
neros en el Paraguay en la primera mitad del siglo XVIII. No falta tampoco, Benedicto XIV escribió a un amigo epistolar: «Este jesuíta y el Marqués de la
claro está, una referencia al asunto más dramático de la historia jesuíta en ¡ Ensenada eran casi una misma persona, y no es de extrañar que la caída del
América, o sea, la resistencia de los jesuítas del Río de la Plata contra la j uno haya producido la del otro» (PÉREZ BUSTAMANTE, Correspondencia, 195).
ejecución del Tratado hispano-portugués de Límites de 1750, seguida por la j Por otra parte, dentro de pocos años, el gobierno español iba a arrepentirse
rebelión abierta de sus indios contra las tropas luso-españolas. de la política que le había llevado al Tratado y hasta inició una breve campaña
Las misiones (o más exactamente, «doctrinas») entre los guaraníes, por j militar contra los portugueses en el Río de la Plata en 1761.
varias razones, habían sido controvertidas desde la época de Cárdenas y aun Cuando se trata de toda esta serie de acontecimientos dramáticos,
antes. controvertidos y violentos, Campomanes se refiere a las dos fuentes favori-
No obstante, en un momento para ellos oportuno, en 1743, los jesuítas \ tas de los estudiosos antijesuitas; es decir, al diario de Tadeo Henis, jesuíta
habían logrado obtener del Consejo de Indias una cédula real que confirma- misionero nacido en Bohemia, y a la colección de documentos y testimonios
ba los diversos privilegios y particularidades de este distrito misionero. Así, I más tarde reunidos en forma de libro, El Reino jesuítico del Paraguay (1770),
sólo debían pagar los indios una tasa muy baja de tributo a cambio de laj del ex jesuíta Bernardo Ibáñez de Echévarri. En su relato sorprendentemen-
obligación de constituir siempre una milicia a las órdenes de las autoridades | te breve al respecto, el fiscal, sin embargo, hace mayor uso de un par de
reales Luego, podían retener su sistema económico-social peculiar las co- documentos escritos en latín por un jesuíta anónimo en 1765. Podemos
munidades guaraníes (aunque no tan excepcional como suele ser presentado! conjeturar que estas autocríticas procedían o del nuevo visitador del padre
en la literatura). Además, se mantendría la forma muy suave con que funcio-| general, Nicolás Contucci, o del nuevo provincial «reformista», Pedro Juan
naba el Patronato Real en este distrito misionero. El historiador podrá] Andreu. En cualquier caso, debe tratarse de documentos interceptados
preguntarse cómo habría utilizado Campomanes los documentos que prue-f mediante la censura del correo jesuíta recién establecido. No deja de ser
ban haberse efectuado transferencias de fondos considerables por los jesui-j significativo, sea como sea, que el número de párrafos dedicados a los
tas rioplatenses ilegalmente vía Lisboa y Londres en esta conexión y \os\ jesuítas de América y de Filipinas sólo asciende al 30 por 100 del número
pagos de sobornos a los funcionarios encargados de la preparación de la I total del Dictamen de Campomanes, mientras estos jesuítas eran tan numero-
«Cédula Grande» de 1743. Pero de esto el fiscal no sabía nada. sos como los de España.
El Tratado de Límites de 1750 significó un cambio dramático en la En la última parte del Dictamen, Campomanes analiza con más deten-
situación del próspero distrito guaraní. Estipuló que todo el territorio espa-» ción las «perniciosas doctrinas» jesuitas del probabilismo y del tiranicidio.
ñol al sur del río Uruguay, con siete doctrinas populosas de indios, debía ser Subraya además el uso frecuente de la sátira y de pasquines anónimos de los
trocado por la Colonia del Sacramento, baluarte portugués en las orillas del jesuitas para combatir al gobierno español y a sus enemigos de entre los
Río de la Plata. El tratado fue una sorpresa muy desagradable para los cleros regular y secular.
jesuítas de la Provincia «Paracuaria» de la Orden, correspondiente aproxi- Apenas sorprende la conclusión final que deduce el fiscal: será «indis-
madamente a las repúblicas de Argentina y Paraguay de hoy, y protestaron pensablemente necesario para la seguridad de la sagrada persona de S. M. y
contra la cesión, pero en vano. No pudieron evitar la llegada de una comi- del reino entero» que el monarca haga uso de su «potestad económica»
sión hispano-portuguesa que iba a efectuar lo estipulado. Entonces, los (poder ejecutivo) para proclamar el extrañamiento del reino de los jesuitas
guaraníes de los siete pueblos cedidos se levantaron en armas, oponiéndose y la expropiación de sus bienes.
a la evacuación estipulada. Resultaron necesarias dos expediciones mili- En resumen, la Compañía de Jesús fue juzgada y condenada sobre la
tares hispano-portuguesas en gran escala, en 1754 y 1756, para sofocar la base de constituir una monolítica, centralizada y ciega milicia papal en
rebelión. defensa de los intereses del Vaticano. Si la realidad histórica no siempre se
Estos eventos produjeron un nubarrón de rumores por todo el Occi- había conformado con esta imagen, los enemigos de la Orden dejarían de
dente. ¿Había sido instigada la rebelión por los mismos jesuítas? ¿Formaba reconocerlo.
250 P.II. La Iglesia diocesana C.13. La expulsión de la Compañía de Jesús 251

C) Explicaciones de la expulsión ejemplo, en otros dominios de la Corona en Italia y Flandes. Pero en 1654
esto fue estrictamente prohibido por el rey. Los jesuítas, sin embargo, por
La nueva documentación comprueba lo equívoco de algunas explicacio- diversas maniobras, pronto lograron obtener licencia para reclutar hasta
nes tradicionales de la expulsión. No se trataba de una conjura masónica de una tercera parte de su personal fuera de España, entre ellos algunos de los
«volterianos» españoles de acuerdo con los deseos del gobierno británico. más famosos en el campo misionero.
Tampoco aparece el conde de Aranda, el personaje más relacionado con los No obstante, al correr del tiempo, este privilegio exclusivo de los jesuí-
círculos «ilustrados» de Francia, como protagonista principal, pese a ser tas se convirtió en blanco de ataques y calumnias. Al ocupar las tropas luso-
presidente del Real Consejo Supremo de Castilla desde 1766. Los más españolas las siete doctrinas rebeldes del Uruguay en 1756 encontraron que
activos eran figuras de origen más modesto, quienes años más tarde se había varios extranjeros entre los curas jesuítas, lo que parecía alarmante.
encontrarían en franca oposición contra este aristócrata aragonés; es decir, Apenas sorprende que la Corona revocara en 1760 la licencia en cuestión.
además de Campomanes, José Moñino y, sobre todo, Manuel de Roda y Como Hispanoamérica era región en principio (aunque menos en la prácti-
Arrieta, secretario de Gracia y Justicia. La expulsión de los jesuítas no fue ca) cerrada para todo extranjero, el abuso sospechado de los jesuítas parecía
una lucha entre «la religión» o el «oscurantismo», por un lado, y la «impie- muy grave desde el criterio regalista español. Comenta Campomanes en su
dad», el «jansenismo» o la «Ilustración», por otro, como antes afirmaban de Dictamen: «El amor nacional en tales misioneros es ninguno y el interés de la
común acuerdo los historiadores conservadores y sus colegas liberales, aun- Compañía es el único estímulo en sus acciones» (Dictamen, 130). En total, la
que haciendo uso de vocabularios distintos. Tampoco -y es necesario insistir expulsión de los jesuítas de Hispanoamérica resultó para la Corona un
en ello en un manual de historia eclesiástica hispanoamericana- nos parece medio de fortalecer y extender su control, muy amplio ya, de la Iglesia
que lo sucedido en Indias tuviera importancia fundamental para la expul- ultramarina y de este modo vigilar aún más la sociedad americana entera.
sión. Esta fue ante todo dictada por circunstancias españolas en un clima
El regalismo español se nutría de los privilegios extraordinarios que la
político-intelectual europeo. La «Guerra guaranítica» tuvo al parecer mayor
Corona ya poseía en América. En 1755, el famoso jurisconsulto Joaquín
impacto directo sobre la expulsión de los jesuítas del reino lusitano que en
Antonio de Ribadeneyra, en su Manual compendio de el Regio Patronato India-
el caso español. En éste, la importancia de los sucesos ocurridos en el Río de
no, concluyó que éste no dependía de ia concesión papal, sino que era un
la Plata fue ante todo de índole indirecta, al provocar la caída del poder de
poder implícito en la soberanía temporal. Por eso, tal doctrina se podía
Ensenada y de Rábago. Pero no desapareció tampoco la influencia de los
aplicar incluso en la península. Por otra parte, el regalismo dieciochesco en
jesuítas en la corte de súbito a raíz de este hecho. La reina madre, Isabel de
España estuvo asimismo inspirado por fuentes nuevas y ajenas, el galicanis-
Farnesio, conocida por ser muy amiga de los jesuítas, no fallecería sino el 11
mo francés y las obras antipapales de, por ejemplo, Johann Nicolaus von
de julio de 1766. Fue en el curso de los años 1760, sin embargo, cuando
Hontheim (Febronius). Su mensaje en De statu Ecclesiae, publicado en 1763
actores decididos a acabar con la Compañía lograrían, uno tras otro, alcan-
y puesto en el índice romano un año después, era que la pureza de la Iglesia
zar posiciones claves. Campomanes obtuvo su puesto en 1762, Roda el suyo
primitiva debía ser restaurada con el apoyo directo de los príncipes tempora-
en 1765 y Aranda su presidencia en abril de 1766. El Confesonario Real,
les. Aunque el febronianismo y otras ideas radicales no alcanzarían mayor
puesto de importancia quizá aún mayor en el asunto, fue ocupado en 1761
difusión en España sino por las décadas de 1770 y 1780, podrían haber
por el franciscano fray Joaquín de Eleta (más tarde obispo de Osma), acérri-
penetrado en las mentes de algunos personajes ya antes de 1767.
mo enemigo de la Compañía.
No obstante, la mayoría de los regalistas españoles tenían miras mucho
más moderadas. Por su parte, la actitud de los mismos jesuitas -importa
D) £1 regalismo, base de la expulsión destacarlo- no fue nada monolítica al respecto. En efecto, parece probable
Está claro que la base ideológico-política de la crucial decisión de 1767 que la mayoría de los intelectuales jesuitas del siglo xvm en España fueron
fue el regalismo. Al ser definido como la afirmación de los derechos del más o menos regalistas en su opinión sobre la relación entre la Iglesia y el
soberano en asuntos eclesiásticos a expensas del Papa, desde hacía ya siglos, Estado. Se sabe, por cierto, que algunos de los confesores jesuitas de los
la política de los reyes de España había estado imbuida de regalismo tanto en reyes eran regalistas convencidos. Incluso entre los jesuitas expulsados de
la península como en las posesiones ultramarinas. A partir de 1508 la condi- Hispanoamérica hubo algunos destacados, como el padre Domingo Muriel,
ción de la Iglesia fue más sumisa a la Corona en Hispanoamérica que en de «Paracuaria». Sucedió a veces que los jesuitas españoles hasta optaron por
España. Se debió a la suspicacia regalista y nacionalista del rey Felipe II ante actuar claramente en contra de los deseos de la Santa Sede.
el carácter internacionalista de la Compañía de Jesús el que sus miembros no Los opositores y enemigos de los jesuitas quedaron un poco desconcer-
fueran admitidos en las Indias sino a fines de los años 1560. Una vez tados ante casos de semejante desobediencia jesuíta al Papa. Campomanes y
admitidos, no tardaron en demostrar su calidad excepcionalmente alta en Moñino tenían que admitir en su informe del 26 de noviembre de 1767 que
educación y en actividades misioneras. Ellos, más que las restantes Ordenes «el voto especial de obediencia de los jesuitas al Romano Pontífice no parece
religiosas, solían reclutar parte de sus misioneros fuera de España, por que versa en las materias de fe y de religión, porque en eso le desprecian
C.13. La expulsión de la Compañía de Jesús 253
252 P.1I. La Iglesia diocesana
cuando les acomoda, y sólo se entiende para las questiones de Inmunidad y desde Buenos Aires por el gobernador Francisco Bucareli con una tropa de
Jurisdicción Eclesiástica, para engrandecerla en perjuicio de los Sobera- 80 soldados, tocó, de súbito, la campanilla de la portería del colegio Máximo
nos...» (DANVILA Y COLLADO, Reinado, 653). Por lo tanto, aunque los «jesuí- de Córdoba, centro principal de los jesuitas en la vasta región del Río de La
tas regalistas» no dejaron de confundir al regalismo antijesuita, éste se Plata. Uno de los padres tan bruscamente despertados, José Peramás, nos
concentró entonces, como tan bien se desprende del Dictamen de Campoma- cuenta que al abrirse la puerta Fabro le puso dos pistolas al pecho del
nes, en lo pernicioso de la misma organización de la Compañía, su principio portero. «¿Para qué fue esta precipitación y aparato de armas?», se pregunta
de obediencia interna y su fuerte centralización, que dejaba tanto poder al retóricamente Peramás antes de contar cómo Fabro y sus soldados, con
padre general en Roma. bayoneta calada, reunirían, uno tras otro, a los 133 jesuitas del colegio,
profesos, coadjutores y novicios, en una sala para escuchar la dura y enigmá-
El programa reformista concebido por los dirigentes del gobierno espa-
tica Pragmática del rey que ordenaba la expulsión de todos los jesuitas y la
ñol iba a afectar más tarde de manera sensible a todo el clero regular. En
expropiación de todas sus propiedades. Luego, pasarían diez días encarcela-
efecto, la expulsión de los jesuitas se podía interpretar como una adverten-
dos en el comedor, sin ni siquiera permitirles salir «ad necessaria quidem
cia dirigida al clero regular de no oponerse a la voluntad real, mientras que
naturae». Una vez inventariados los cuantiosos bienes, Fabro, decepcionado
armonizaba con los esfuerzos de la Corona por enaltecer la posición del
por no encontrar sino 5.900 pesos en efectivo, se dedicó a presionar al
episcopado nacional, a saber, un episcopado sumiso y disciplinado. Así, por
padre rector para que revelase dónde había más. Repuso éste con firmeza:
lo menos, se podrían entender los términos empleados en la consulta del
«Señor comandante, mire que soy religioso, que por ningún caso echaré una
Consejo Extraordinario del 30 de abril de 1767 al recibirse un mensaje
mentira» (FURLONG,/. M. Peramás, 92-99).
papal lamentando la expulsión:
El 23 de julio todos los jesuitas cordobeses, metidos en carretas, fueron
«El admitir un Orden regular, mantenerlo en el reino o expelerlo de él es despachados al puerto de Buenos Aires, en donde, j u n t o con jesuitas de
un acto providencial y meramente de gobierno, porque ningún Orden regular otras partes de la región, fueron embarcados el 19 de agosto a bordo de una
es indispensablemente necesario a la Iglesia, al modo que lo es el clero secular fragata que les llevaría a España. La travesía fue larga. Por fin, llegados al
de obispos y párrocos, pues si lo fuere lo habría establecido Jesucristo...» Puerto de Santa María el 6 de enero de 1768, tendrían que permanecer allí
(DANVILA Y COLLADO, Reinado, 631).
durante medio año, en incertidumbre y amargura, junto con otros jesuitas
Una vez derrotada la Orden más eficiente y de mayor calidad intelectual, expulsados de colegios y de misiones entre los indios de todas partes de
sin ella sería más fácil imponer el programa de reforma eclesiástica. Hispanoamérica. Tras otro viaje marítimo prolongado, en septiembre llega-
Con lógica implacable, el gobierno de Carlos III no tardaría en aliarse a ron finalmente a la costa italiana. El Papa, a regañadientes, había sido
los de Portugal y de Francia, que ya habían efectuado la misma medida de obligado a recibir a unos 5.000 jesuitas de España y de Hispanoamérica, en
expulsión en 1759 y 1765, respectivamente, para arrancar al Papa el breve gran parte criollos, subvencionados con cien pesos anuales por la Corona de
Dominus ac Redemptor, del 27 de julio de 1773. En consecuencia, la Compa- España, quienes iban a dividir su tiempo entre oraciones, estudios y la pre-
ñía de Jesús quedó suprimida y extinguida hasta su restauración por Pío VII paración de trabajos basados en sus experiencias de América. Esta última ta-
en 1814. rea, desafortunadamente, se hizo más difícil por no habérseles permitido a los
padres llevar consigo desde el Nuevo Mundo manuscritos o apunte alguno.
Mientras tanto, para regresar al Río de La Plata, el gobernador Bucare-
II. EJECUCIÓN DEL DECRETO li, que temía una repetición de la guerra guaranítica, sólo procedió a ejecu-
tar la expulsión en las famosas doctrinas de los guaraníes después de haber
La «operación sorpresa» había sido aprobada por una junta especial el reunido un verdadero ejército para el propósito. Otra causa, tal vez la
20 de febrero de 1767 y luego por el rey, quien el día 27 encargó al conde principal, del atraso fue la dificultad de encontrar a otros sacerdotes para
de Aranda, presidente del Consejo, que llevase a cabo la ejecución con el reemplazar a los jesuitas. Este reemplazo y la introducción de un nuevo
mayor secreto. Se verificó, primero, el 31 de marzo por la noche en Madrid grupo de administradores seculares se hicieron sin incidente alguno. Sabe-
y el día 2 de abril en otras ciudades de España. Luego, de acuerdo con un mos que no siguió ninguna destrucción inmediata a la expulsión, tal como
plan pormenorizado, en las diversas provincias americanas. Sin embargo, la los escritores projesuitas suelen afirmar. Sí hubo un proceso lento de deca-
medida no se verificaría sino en julio de 1767 en las famosas doctrinas dencia y de desintegración, acelerado bajo el impacto de las guerras fronte-
guaraníes de las orillas de los ríos Alto Paraná y Uruguay, o sea, el llamado rizas de comienzos del siglo XIX.
«Estado jesuítico del Paraguay». En total fueron afectados por la expulsión
unos 2.630 jesuitas residentes en América, entre peninsulares, criollos o de De esta manera fueron detenidos y expulsados los jesuitas de todos los
otros países europeos. colegios, estancias y misiones de la Compañía en cualquier rincón de Hispa-
noamérica en fechas predeterminadas desde Madrid y por las autoridades
Para tomar un caso concreto, fue a las tres de la mañana del 12 de julio
virreinales encargadas de la ejecución de la Real Pragmática.
de 1767 cuando un oficial militar de nombre Fernando Fabro, enviado
254 P.II. La Iglesia diocesana C. 13. La expulsión de la Compañía de Jesús 255
III. REACCIONES ANTE LA EXPULSIÓN IV. CONSECUENCIAS DE LA EXPULSIÓN
La «operación sorpresa» fue, sin duda, la medida administrativa mejor
¿Cuáles fueron las consecuencias de la expulsión en Hispanoamérica?
preparada y coordinada en toda la historia del Antiguo Régimen español. En
Tradicionalmente, la evaluación por parte de los historiadores, no sólo
términos generales, no hubo resistencia significativa por parte de los parti-
conservadores sino aún liberales, se ha dibujado con colores muy sombríos.
darios y neófitos de los jesuítas. Los motines, que sí hubo en algunos centros
mineros del norte de Nueva España -sobre todo en San Luis de Potosí-, Salvador de Madariaga, por ejemplo, destaca su importancia funesta para
fueron suprimidos con severidad y eficacia -y con toda probabilidad la España y aún más para Hispanoamérica, en paralelo con las expulsiones
expulsión de los jesuítas no había sido sino una de varias causas-. En cual- anteriores de los judíos y de los moriscos.
quier caso, costó la vida de un centenar y otros muchos amotinados fueron Según algunos cálculos (EGIDO, La expulsión, 756), los jesuitas españo-
encarcelados o desterrados. Fue el visitador José de Gálvez quien, con 500 les residentes en las provincias de ultramar en octubre de 1766 sumaban un
hombres «de buena tropa», restableció el orden en menos de cinco meses. total de 2.630, distribuidos de la siguiente manera:
En otras partes no hubo sino a lo más una que otra expresión de pesar y de
duelo. Por lo tanto, la movilización auténticamente masiva de fuerzas de México 778
seguridad y todo lo secreto de la medida podría parecer exagerado. «¿Para Paraguay 490
Santa Fe 193
qué fue esta precipitación y aparato de armas?», podemos volver a pregun- Quito 269
tarnos con el padre Peramás. Evidentemente, las autoridades, engañadas Perú 400
por los rumores en boga, habían calculado una resistencia mucho mayor por Chile 348
parte de los partidarios de los «regulares extrañados». Filipinas 152
En efecto, lo que resalta, al sobrevenir el extrañamiento, es el aislamien- 2.630
to de los jesuítas, no obstante la gratitud y amistad de tantos ex alumnos. Se
trata, en primer lugar, de la actitud del episcopado. La Compañía había sido Como misioneros, tenían que dejar un número de neófitos impresionan-
siempre en Indias campeona de las exenciones regulares y ya hemos aludido te. Según un cálculo, se trataba de un total de 478.000 individuos en Hispa-
a su tenacidad y vigorosa oposición al pago de diezmos a lo largo de 150 noamérica y Filipinas, de ellos el 26 por 100 en Nueva España, el 24 por 100
años. Además, perduraban otros muchos puntos conflictivos desde la época en «Paracuaria» y el 35 por 100 en el lejano archipiélago asiático. Calificar la
lejana de Palafox. expulsión como desastrosa para las misiones podrá derivarse de dos actitu-
Mientras la distinción y oposición, diríamos «institucional», era la que des opuestas. O se considera al misionero jesuíta como insustituible, o se
mediaba entre el clero secular y el regular, los jesuítas también se encontra- subraya el carácter artificial de su actuación. Ambas tendencias podrán ser
ban muy aislados dentro del clero regular. El «odio teológico» derivado de ejemplificadas en la literatura.
muchas polémicas sofisticadas y amargas les había distanciado, ante todo, de Investigaciones más recientes tienden a favorecer interpretaciones más
los dominicos y agustinos. Rivalidades dentro del campo educativo contri- moderadas. En el caso de las famosas doctrinas guaraníes, su declive a partir
buían a lo mismo. Su poderío impresionante en Indias resultó difícil de de 1768 fue muy gradual y sólo acelerado desde 1801 debido a las guerras.
tolerar, especialmente por parte de los franciscanos, quienes a veces forma- Al mismo tiempo, el mayor grado de integración de esta zona en los territo-
ban un verdadero proletariado eclesiástico, pero que a la vez eran una rios adyacentes fue con toda probabilidad provechosa para el desarrollo
Orden de la cual se reclutaban numerosos obispos americanos. regional. En California, los franciscanos iban a continuar con el mismo o
No pocos gobernadores y otros altos funcionarios indianos tenían rela- mayor empuje la ofensiva misionera iniciada por los jesuitas. En otros distri-
ciones muy amistosas con los jesuítas. En 1766, el gobernador Pedro de tos misioneros, ante todo en la selva, en cambio, la salida de los misioneros
Cevallos, quizá el más destacado de ellos, regresó a España, pero las esperan- jesuitas puso de veras fin a un proceso de contacto y a una integración
zas de los jesuítas de que iba a tener un puesto de ministro resultaron vanas. pacífica de los nativos.
En lo que se refiere a los grandes comerciantes peninsulares, quizá veían en En el curso de las investigaciones sobre la Ilustración en la América
los jesuítas más bien a competidores que a maestros de sus hijos. De entre los española durante las últimas décadas, la evaluación de la pérdida de los
grandes terratenientes criollos, los padres seguramente tenían muchos ad- jesuitas también resultó más compleja de lo que pareciera. Es obvio que no
miradores y amigos por razones tanto espirituales como de índole material. pocos jesuitas del siglo XVIII, algunos de ellos desterrados, eran agentes de
Sin embargo, en ese momento dado no podían oponerse a la actitud firme las nuevas ideas, de lo que Mario Góngora llama la Ilustración Católica.
del monarca. Con respecto a los indios de las misiones, los jesuítas mismos, Profesores jesuitas en Quito y en Buenos Aires enseñaban las ideas de
al parecer, ayudaron a calmarlos. De lo contrario, la situación de los mismos Leibniz y de Descartes. En México, Francisco Xavier Clavijero iba aún más
jesuitas se hubiera empeorado todavía más. lejos. Por otra parte, las reformas educativas que de veras abrieron las
puertas para los nuevos pensamientos sólo se verificarían después de la
256 P.H. La Iglesia diocesana
C. 13. La expulsión de la Compañía de Jesús 257
salida de los jesuítas. Fue entonces cuando se establecieron las nuevas cáte-
dras de historia eclesiástica, de literatura patrística y de otras disciplinas Ante todo, tenemos muy pocos datos todavía sobre quiénes compraban
«modernas», es decir, la derrota del escolasticismo y del aristotelismo. Vista las antiguas haciendas de la Compañía, entre ellas algunas de las más pro-
desde esta perspectiva, la expulsión hasta parece inevitable para la «moder- ductivas y rentables de América, a las Juntas de Temporalidades. Parece, sin
nización» de la enseñanza universitaria. embargo, que salieron favorecidas las capas de terratenientes y empresarios
criollos que tenían poca relación con la metrópoli. En la Audiencia de Quito,
Más difíciles todavía de evaluar son las consecuencias políticas de la
el marqués de Selva Alegre compró una hacienda de la Compañía en Chillos.
expulsión. Algunos historiadores han subrayado el impacto psicológico ne-
Ahí mismo, a finales de 1808, convocó a un grupo de criollos conjurados
gativo sufrido por los muchos amigos y partidarios que tenía la Compañía,
que iban a capitanear uno de los primeros movimientos de liberación en
sobre todo entre la capa acomodada criolla. Al decir de Madariaga, con la
Hispanoamérica.
expulsión el rey cortó con su propia mano el lazo más sólido que unía a la
Corona con sus subditos allende el mar. Sin embargo, los casos concretos El historiador Guillermo Bravo Acevedo ha efectuado recientemente el
para ilustrar semejante interpretación resultan muy escasos. El ex jesuíta y siguiente cálculo sobre el valor de las Temporalidades en Chile, incluyendo
procer intelectual peruano abate Juan Pablo Vizcardo, autor de la famosa los réditos (Los bienes temporales, 43):
Lettre aux Espagnols-Américains (1799), es un caso excepcional. Tampoco Pesos Reales
resulta fácil vincular la enseñanza neotomista, con sus expresiones populis-
tas, de los jesuítas con anterioridad a 1767 con la conciencia revolucionaria 1. Dinero en efectivo 11.732 5
de la generación militante de 1810, como lo hace, por ejemplo, el historia- 2. Mercaderías, créditos activos y efectos diversos .. 65.094 7
3. Valor calculado de 1.190 esclavos 220.170 4
dor jesuíta Guillermo Furlong. Quizá los cambios económicos producidos 4. Ganado mayor, menor y otros animales 265.635
por la expulsión han sido, a la larga, de mayor relevancia política al fortale- 5. Valor final real de los inmuebles 1.398.515 3
cer la base de la aristocracia terrateniente criolla.
1.961.148 19
Al terminar esta breve discusión de un tema muy difícil cabe hacer una
aclaración obligada. En virtud de la excelente selección y entrenamiento de Como se ve, se trata de un caudal impresionante. Según Bravo, el presu-
sus miembros, su organización, sumamente eficiente, y el empuje e inteli- puesto anual de la Capitanía General de Chile sólo alcanzaba la cuarta parte
gencia del jesuíta medio, la Compañía de Jesús dejó una huella de veras en esta época. Del valor de los bienes muebles destacan las cantidades
importante en la historia de Hispanoamérica. Pero no hay que olvidar referentes a ganados y esclavos. Merece mencionarse que sólo se trataba de
tampoco que los dominicos ocupaban aproximadamente el mismo nivel una sexta parte de todos los esclavos negros de los colegios jesuítas en
intelectual y que la labor misionera de los franciscanos, tanto antes como América. El valor total de los esclavos sería, por lo tanto, de entre un millón
después de 1767, era aún más extensa. Además, dos instituciones funda- y millón y medio de pesos.
mentales de la Iglesia indiana, el Episcopado y la Inquisición, funcionaban Sin embargo, no hay que exagerar tampoco la importancia de las Tem-
sin jesuíta alguno. poralidades dentro de un contexto regional. En el sur peruano, los inmue-
bles de los colegios de Arequipa y de Moquegua tenían un valor de alrededor
de 600.000 pesos. No obstante, Kendall W. Brown acaba de calcular que las
V. LAS «TEMPORALIDADES» propiedades jesuítas solamente representaban el 2,2 por 100 de la produc-
ción de vino de Moquegua, y en Arequipa el 2 por 100 de la del trigo y el 0,7
por 100 de la del maíz. Con respecto al Cuzco, las haciendas jesuítas eran
La Instrucción de lo que debían ejecutar los comisionados para el extrañamiento pocas, pero de entre las más valiosas y grandes de la diócesis.
y ocupación de bienes y haciendas de los jesuítas..., enviada en el pliego secretísi-
Ante la inexistencia de una obra de conjunto, resulta aún imposible
mo destinado a todas las autoridades encargadas junto con la Pragmática del
evaluar la magnitud, naturaleza y consecuencias de la enajenación de los
2 de abril, era muy detallada. Se harían en seguida inventarios de todos los
imponentes bienes de la Orden religiosa más rica y terrateniente principal
bienes de la Compañía y de sus miembros. Al comienzo, sin embargo, la
de Hispanoamérica. Cierto que las rentas e ingresos de las ventas de tierras,
administración de los bienes tuvo un carácter provisional. Luego, de acuer-
esclavos y bienes materiales eran enormes. Deberían, al mismo tiempo,
do con la real cédula del 27 de marzo de 1769, fueron creadas Juntas
usarse para financiar el traslado de unos 2.630 jesuítas a Europa, dando
provinciales y municipales de Temporalidades para encargarse de su admi-
además a cada uno de ellos una pensión anual de 100 pesos hasta el fin de
nistración. Los arrendamientos iniciales de las haciendas fueron reemplaza-
sus días. Además, es muy probable que la burocracia fuera poco eficiente en
dos por ventas en subasta pública. Sin embargo, la enajenación fue un
su tarea. De acuerdo con el historiador jesuíta Nicholas Cushner, su inefica-
proceso muy lento y no concluido aún al ser suprimida la administración
cia y no la escasez de efectivo para adquirir las propiedades ex jesuitas fue la
especial hacia 1789. No existe, por extraño que parezca, un trabajo de
causa principal de la lentitud de las ventas. Sin embargo, en el caso de la
conjunto sobre este tema importante, sino sólo algunos estudios parciales.
Nueva España, una investigación detallada de Hermes Tovar, sorprendente-
258 P.H. La Iglesia diocesana C.13. La expulsión de la Compañía de Jesús 259

m e n t e , d e m u e s t r a mejores resultados económicos d u r a n t e el p r i m e r quin- M. F. BACIGALUPO, «Bernardo Ibáñez de Echévarri and the Image of the Jesuit
q u e n i o d e la administración estatal q u e d u r a n t e el q u i n q u e n i o a n t e r i o r a Missions of Paraguay»: The Americas 35 (Washington, 1979), 475-494; F. BECKER, Die
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1767, al p a r e c e r u n p e r í o d o d e dificultades económicas. Además, m e p a r e c e
um den «Jesuiten Kónig» Nicolaus von Paraguay (Kóln-Wien, 1980); ID., «La guerra
q u e el h e c h o d e h a c e r s e el p a g o d e los bienes p u e s t o s a la venta a n t e t o d o e n guaranítica desde una nueva perspectiva: historia, ficción e historiografía»: Boletín
censos redimibles sugiere la i m p o r t a n c i a d e la escasez d e efectivo. E n Americanista 32 (Barcelona, 1983), 7-37; G. FURLONG, «El expulso Bernardo Ibáñez
1 8 0 8 / 0 9 , el total d e inmuebles d e las T e m p o r a l i d a d e s en América sin alienar de Echévarri y sus obras sobre las misiones del Paraguay»: Archivum Historicum
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tiago, 1979), 103-205. Véase el capítulo 7. EL CLERO INDÍGENA
Jesuítas en el exilio
Por JUAN B. OLAECHEA LABAYEN
Numerosos trabajos de M. BATLLORI reseñados en Archivum Historicum Societatis
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Diario del destierro (1768) (Buenos Aires, 1952); ID., Los jesuítas y la escisión del Reino
de Indias (Buenos Aires, 1958).
El término de clero indígena debe entenderse aquí en su sentido estric-
to, es decir, en lo concerniente a la participación del sacramento del orden
por los amerindios y, en todo caso, cuando se señala expresamente, por los
mestizos o hijos de padre europeo y de madre india, o al revés. La ordena-
ción sacerdotal de los originarios europeos perteneció a la rutina de la vida
normal de la Iglesia indiana y no fue en ningún caso un problema eclesiásti-
co, sino, a lo sumo, un obstáculo para la promoción clerical indígena por su
suficiencia numérica para cubrir las necesidades pastorales de las extensas
diócesis americanas.

I. PRIMERAS EXPERIENCIAS EN LAS ANTILLAS

Existen razonables indicios para conjeturar que la Iglesia indiana pensó


desde el primer momento de su establecimiento en las tierras recién descu-
biertas en la formación sacerdotal de los. aborígenes. De todas formas,
cualquier realización en este sentido tuvo que ser posterior al año 1510,
pues Bartolomé de las Casas, recordando su primera misa celebrada en ese
año, dice que «fue la primera que se cantó nueva en todas estas islas».
Las fuentes históricas dan a conocer que en el año 1513 funcionaban en
Concepción de la Vega y en Santo Domingo, es decir, en las dos poblaciones
dominicanas en las que el año anterior se habían erigido obispados, sendos
internados de hijos de caciques, en el último de los cuales, al menos, se
enseñaba la gramática latina. No cabe duda de que dichos internados no
podían albergar nada más que un número muy reducido de alumnos, pero
el dato de su existencia merece ser tenido en consideración en cuanto a la
enseñanza de la lengua latina y en cuanto que sientan un precedente de los
futuros colegios de hijos de caciques que tendrían un influjo considerable
en la selección de vocaciones sacerdotales indígenas.
La presunta intencionalidad de formar sacerdotes indígenas con la
enseñanza de la gramática latina parece confirmarse con la petición que
hacía el obispo don Pedro Suárez de Deza de poner estudio en su diócesis de
Concepción de la Vega, como lo tenía la de Santo Domingo, y con la
respuesta que le dirige el monarca español que acerca de educar muchachos
indios para eclesiásticos se ordenaron los maestrescuelas y que, además,
estaba el bachiller Suárez.
262 P.II. La Iglesia diocesana C.14. El clero indígena 263
A) La actitud de los franciscanos B) La actitud de los dominicos
El citado bachiller, Hernán Xuárez, o Suárez en grafía moderna, figura Sin embargo, no parece que se intentó formar a estos niños para el
también en sendas cédulas reales del repetido año de 1513, la primera sacerdocio, pero sí tuvieron dicha intención los dominicos unos años antes
dirigida a los jueces de apelación de la Española, en la que se dice que dicho con motivo de la fundación en Sevilla de una casa para formar misioneros
clérigo llevaba mucho tiempo en dicha isla, y se recomienda a los jueces para América. El provincial de la Española, fray Pedro de Córdoba, y el
tutelar su labor de instrucción en la gramática y en otras cosas de ciencia y durísimo denunciante de los abusos de los españoles contra los indios, fray
se les encarga otorgarle un sueldo anual de 200 pesos de oro. La segunda Antonio de Montesinos, concibieron la idea de que en dicha casa se forma-
cédula estaba dirigida a los franciscanos que regían el referido internado, sen, en turnos sucesivos, quince indios aspirantes al ingreso en la Orden, con
encomendándoles la máxima diligencia en su labor. Las repetidas referen- cuya convivencia, además, los aspirantes españoles aprenderían lenguas. El
cias a la cuestión se justifican quizá por el tema y por destacar la figura monarca dio su consentimiento al proyecto y el arzobispo hispalense, fray
del citado clérigo, primer titular de una cátedra regentada en el Nuevo Diego de Deza, se comprometió a sufragar los gastos de estancia de los
Mundo. quince amerindios.
No hay constancia de que ningún nativo de la isla dominicana hubiese El programa se realizó ciertamente, aunque no sabemos en qué medida.
llegado a ordenarse sacerdote, pero sí consta que el año en cuestión de 1513 Como prueba de que en los primeros tiempos de la evangelización america-
residía en la casa provincial de los franciscanos de la Española un fraile indio na hubo cierta propensión a admitir a los indios al hábito religioso, el
de Tierra Firme, cuyo envío a su lugar natal de las actuales tierras venezola- cronista dominico Juan de la Cruz y Moya transcribe un breve de Su Santi-
nas sugiere el rey Fernando el Católico, agregado a otros religiosos que dad Pablo III, diligenciado por fray Bernardino de Minaya en 1537, en el
debían ir con una expedición española de asentamiento en aquellos parajes. que se conceden determinados beneficios espirituales a las personas que
Por otra parte, la rápida extinción de los aborígenes no facilitó mucho la concurrieran con alguna limosna al rescate de un religioso indio, cautivo en
empresa, aunque unas décadas más tarde se presenta ya el problema de los poder de los turcos. El breve explica que Juan y Jorge, profesos ambos en la
clérigos mestizos, como en la advertencia que en 1548 realiza el doctor Orden de los Predicadores, fueron, acompañados de una hermana suya,
Montano, con motivo de erigirse en metropolitana la catedral de Santo Margarita de Tineda, a visitar los Santos Lugares, y al regreso fueron apresa-
Domingo, sobre el cuidado que se debía tener en la colación de beneficios y dos y conducidos a Constantinopla. Se expresa que, a pesar de que se les
prebendas a quienes, conforme a los estatutos de erección, estaban exclui- hizo violencia para que renegasen, ellos se mantuvieron fieles a la fe. Juan
dos por no ser de limpia generación. Así, unos años más tarde, Felipe II se fue rescatado por Andrea Doria mediante el pago de 40 ducados de oro,
dirigía al arzobispo del lugar para pedir aclaración sobre la colación de pero no Jorge y Margarita, por cuyo rescate se pedían 50 ducados.
un beneficio a un mestizo o indio que, además, estaba en irregularidad ca-
nónica. Los dos mencionados religiosos se mantuvieron fieles a la fe, pero algo
extraño debió de ocurrir con otros indios admitidos al hábito cuando al
Otra posibilidad que se dio en los albores de la evangelización america-
crearse en 1532 la provincia dominicana de México, desmembrada de la de
na para la formación del clero indígena se cifra en la llegada de un número
la Santa Cruz de la Española, se determinó en capítulo no admitir a los
considerable de niños indios, preferentemente hijos de principales, a Espa-
estudios de la Orden ni a la profesión religiosa a los indios y a los mestizos.
ña para ser educados en monasterios y conventos, y que a su regreso aprove-
La razón aludida para esta exclusión, que fue ratificada por el Papa, se
charan a los naturales en beneficio de sus ánimas.
cifraba en que se había dado el hábito a algunos indios principales y mesti-
El primero de quien consta que vino a Europa con esa finalidad es el zos, pero la experiencia mostró que no eran aún aptos para el estado
hijo de un cacique de la Española que, enviado por Ovando, llegó a Sevilla religioso.
a primeros del año 1505. Pero en 1526 se despachó una provisión real a fin
de que en cada uno de los territorios americanos se seleccionase cierto
número de niños indios para ser enviados a la península. A Cuba se asigna- II. PRIMERAS EXPERIENCIAS EN EL CONTINENTE
ron doce niños, veinte a México, y así sucesivamente. Aunque los veinte
mexicanos no fueron enviados -el colegio de Santiago de Tlatelolco fue la La decepción de los dominicos no llegó a desbaratar totalmente las
causa-, unos cincuenta niños llegaron a Sevilla a consecuencia de la mencio- actitudes favorables a la constitución del clero amerindio, pero es más que
nada provisión. presumible que contribuyó a aumentar recelos y desconfianzas. Por fortuna,
la situación cultural y las formas de vida y organización social de los nativos
de la Nueva España no eran comparables con las de los antillanos, sino muy
superiores, y esto pudo amortiguar los efectos de la mencionada decepción
en determinados sectores de la nueva población europea, tanto eclesiástica
como civil, que se estableció en las tierras conquistadas por Hernán Cortés.
264 P.II. La Iglesia diocesana C. 14. El clero indígena 265
A los diez años de la conquista, es decir, en 1531, el panorama pastoral naturales la posibilidad de demostrar con el tiempo su capacidad y aptitud
de lo que entonces se llamó la Nueva España se cifraba en un inmenso para la vida religiosa, ya que los cronistas de las diversas instituciones regula-
campo de mies, por usar la imagen bíblica, consistente en cinco o seis res se hacen eco de los méritos y ejemplaridad de vida de algunos de esos
millones de indios, y muy pocos segadores, cien sacerdotes, según escribían donados, bien fuesen indios, bien mestizos o de cualquier otra casta.
los jueces de apelación de dicho lugar al monarca. En esa situación eran
muchos los que naturalmente pensaban en la conveniencia de reclutar sega- B) El colegio de Santiago de Tlatelolco
dores entre los mismos indígenas, y en ese sentido se podrían recoger El colegio de Santiago de Tlatelolco, o Tlaltelolco, quizá más correcta-
algunas manifestaciones de personas conspicuas de la nueva sociedad mexi- mente, es una de las instituciones docentes americanas primitivas que han
cana exaltando la necesidad de poner estudios y facultades a fin de orientar sido objeto de mayor atención por parte de los estudiosos. No obstante,
y preparar a los naturales para el ejercicio de la labor pastoral. existen todavía puntos oscuros en su historia, como concretamente la finali-
En los conventos principales de las Ordenes religiosas existían dichos dad por la que fue erigido por sus fundadores. La inauguración del colegio,
estudios para preparar a los aspirantes a sus respectivas comunidades. En con la más solemne pompa y la asistencia de todas las máximas autoridades
ellos eran admitidos también algunos alumnos externos que no iban orienta- del virreinato, se efectuó el 6 de enero de 1536, es decir, en una época en la
dos a dicha finalidad, entre los cuales consta que se encontraban algunos que todavía el número de sacerdotes y misioneros era claramente insuficien-
indios, aunque es prácticamente seguro que ninguno de esta raza se ordenó te para la ingente labor de evangelización de la población nativa. El colegio
de sacerdote, ni siquiera don Pablo Caltzontzin, nieto del último rey tarasco, no surgió por generación espontánea, sino por una evolución, con salto
a pesar de afirmarlo así historiadores serios, como Cuevas. hasta cierto punto cualitativo, del colegio de San José, que habían implanta-
do los franciscanos en su convento del citado lugar, situado en los arrabales
A) Franciscanos indios en México de la capital, y en el que con el favor expreso del presidente de la Audiencia,
Lo que realizaron los dominicos en la isla que lleva el nombre de su el obispo Ramírez de Fuenleal, se inició la enseñanza de la gramática roman-
fundador lo repitieron casi literalmente los franciscanos en México. El año zada en lengua mexicana, es decir, del latín, utilizando el soporte de la
1527 los frailes menores admitieron al noviciado a dos o tres indios, pero lengua náhuatl.
antes de terminar este período anual se percataron de que ellos no eran para El comienzo del salto cualitativo se cifra en el paso de este procedimien-
el estado religioso, por probarlos antes de tiempo, según prudente asevera- to de enseñanza al del método utilizado a nivel de la facultad de gramática
ción de Motolinia. A pesar de ello, los franciscanos quizá no se opusieron en con el mínimo apoyo en la lengua vulgar y se prosigue con la implantación
un principio a la admisión de algún natural más en las filas de la Orden, pues de los estudios de filosofía e incluso de la teología. El enfoque en cuanto a
el mismo cronista citado escribe que tres intérpretes que tuvo para predicar la amplitud de las disciplinas del programa docente no estaba exento de
fray Martín de Valencia vinieron a ser frailes y salieron muy buenos religio- ambición. Tampoco de envergadura en cuanto al número de estudiantes,
sos. La incógnita que a este respecto cabe plantear es la de si dichos tres pues el colegio se inauguró con 60 alumnos, seleccionados por su capacidad
intérpretes eran realmente indios puros, como parece más probable, pues en las escuelas anexas a los conventos de los hijos de San Francisco de la
de ser mestizos serían realmente muy niños. Pero pronto seguirían a los región, aunque al año siguiente dicho número, seguramente por un proceso
dominicos por las sendas restrictivas, puesto que también en las constitucio- lógico de selección, había bajado a 50. Se les asignó un uniforme, especie de
nes de la provincia religiosa mexicana del Santo Evangelio se vetó la admi- sotana llamada hopa, y, naturalmente, se les impuso la beca de color azul,
sión de indios o mestizos en la Orden. cuyo cruce sobre el pecho y las volandas de la espalda proclamaban el fervor
Más o menos, las demás Ordenes religiosas establecidas en América concepcionista. El régimen de vida, de estricto internado, se hallaba inspira-
adoptaron las mismas disposiciones. Concretamente, los agustinos, quienes do en las casas de formación de las Ordenes mendicantes, con los correspon-
en un principio parece que trajeron a Europa algunos indios para preparar- dientes ejercicios de austera piedad y las horas de estudio y clases.
los a recibir el hábito, y los jesuítas. Pero, sin duda, el veto a la admisión de Tanto el régimen de vida como, sobre todo, el programa de estudios del
los naturales a la vida religiosa debía de parecer a los frailes una medida muy colegio inducen a pensar que en dicho centro se pretendía que aquellos
dura y que sería de evidente desconsuelo para muchos de aquellos neófitos alumnos, hijos de caciques, recibieran una formación que les capacitara para
que mostraban tan buena voluntad e incluso tan buena disposición, aunque recibir el sacerdocio. Por un informe de los frailes sabemos que se les enseñó
no suficiente al parecer. Por eso trataron de buscar una especie de sustituti- la gramática, las artes y aun parte de la teología escolástica. La enseñanza
vo en la institución de los donados. Esta consistía en la admisión de sujetos sólo parcial de esta última disciplina parece sugerir una interrupción de la
voluntarios en la vida comunitaria del convento, con un hábito similar o misma, la cual debió de suceder en el año 1540 cuando precisamente el
idéntico, según los casos, pero sin el rigor de compromisos de los profesos, arzobispo fray Juan de Zumárraga comunica al Emperador su decepción e
y generalmente con la obligación de realizar labores comunes. Se trataba, sin incertidumbre sobre el futuro del colegio por el hecho de que los estudian-
duda, de un sucedáneo más bien pobre, pero este recurso proporcionó a los tes, los mejores gramáticos, se mostraban más inclinados al matrimonio que
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a la continencia. En dicho año, en efecto, aquellos niños que en 1533 unos propósitos firmes y tenaces de conseguir los objetivos propuestos. La
comenzaron a estudiar los rudimentos de latín con fray Arnaldo de Bassac- historia comparada enseñará más tarde las dificultades que envuelve la tarea
cio bien pudieron haber pasado por la gramática y las artes e iniciar el de conducir al estado del sacerdocio católico a quienes se acaban de erguir
estudio de la teología, coincidiendo con el fin de la pubertad y el paso a la del peso de la idolatría; pero entonces no existían todavía precedentes en los
edad nubil. que apoyarse para realizar una política tenaz en la idea de que la aceptación
Mientras el colegio de Santiago de Tlatelolco seguía un proceso satisfac- responsable de las exigencias del sacerdocio, especialmente del celibato en la
torio para muchas personas, entre las cuales se debían contar las autoridades Iglesia latina, requería la mentalización previa de los aspirantes. La decep-
religiosas y civiles, sin excluir entre estas últimas al virrey Mendoza, que legó ción sufrida en los propósitos iniciales del colegio de Santiago de Tlatelolco
a la institución varias fincas de su propiedad, no faltaban otras personas que retrasó, sin duda, el ascenso de los naturales de América a las filas del clero.
lo miraban con verdadero recelo y advertían por palabra y por escrito de lo
C) La disciplina conciliar
peligroso que podía resultar poner en conocimiento de unos neófitos sin
reciedumbre y solera cristiana los misterios de la fe. Pero esta actitud se hizo La disciplina conciliar de la Iglesia indiana, manifestada principalmente
más peligrosa y adquirió mayores vuelos con el fracaso de los proyectos en los concilios provinciales de ambas provincias eclesiásticas o archidiócesis
iniciales del colegio de Tlatelolco, a lo que se unió el proceso de herejía del de México y Lima, respecto al tema de este epígrafe no es más que un reflejo
cacique de Texcoco don Carlos, instruido precisamente en este mismo cole- de la realidad circundante. La atípica Junta Eclesiástica reunida en México
gio, lo cual trascendía de la pura anécdota en aquellos momentos en los que en 1539 corroboró la posibilidad de conferir el orden sagrado a los miem-
en Europa se habían originado las luchas religiosas con el nacimiento de la bros de la raza americana: «pues se les fía el bautismo, que no es menos que
Reforma protestante. Si los indios no habían de ser sacerdotes y si, por el sacerdocio». Esta frase de profundo contenido teológico se estampó en un
añadidura, podían caer en la herejía, ¿a qué venía enseñarles, no ya la momento en el que existían unas expectativas reales con el colegio de
teología, sino ni siquiera las ciencias? Tlatelolco, pero al cabo de pocos años se adoptará un giro diferente.
Semejante razonamiento se propagó con tanta fuerza y las voces de 1. El primer concilio provincial de México (1555). Entre las muchas
alarma llegaron tan repetidamente a la cámara regia, que los consejeros de cuestiones que tuvieron que estudiar en el primer concilio provincial, cele-
Indias consideraron necesario evacuar una consulta a los teólogos y jurispe- brado en 1555, los obispos de la archidiócesis mexicana para hacer frente a
ritos más destacados del momento, lo cual dio lugar a una respuesta escrita los peculiares problemas de una Iglesia nueva, figura la de la selección de los
en latín en forma de tratado breve redactado por el franciscano Alfonso de aspirantes al sacerdocio. En esta cuestión se advierte un cambio de situación
Castro, considerado como el creador del derecho penal, cuya doctrina re- respecto a las décadas anteriores en lo relativo al número de sacerdotes, de
frendan al final otros autores insignes, como el propio Francisco de Vitoria. cuya insuficiencia no existen quejas, sino, al contrario, se ajustan los requisi-
La tesis de fray Alfonso parte de la vocación cristiana de los indios que tos para la admisión de los aspirantes con los impedimentos de derecho
debe ser plena, sin medias tintas, por lo que no cabe ocultarles los misterios común y especial, excluyendo a los que tuvieran infamia, a los descendientes
de la fe. Precisamente, cuanto mejor los conozcan perseverarán más fiel- de padres o abuelos quemados o reconciliados o de linaje de moros, así
mente en sus principios. Por supuesto, además de las ciencias religiosas, hay como a los mestizos, indios o mulatos.
que mostrarles también las artes liberales, que son como la sierva de aquéllas La parte final de este canon conciliar no supone una novedad en cuanto
y constituyen, en frase de San Agustín, el oro y la plata de los egipcios con los a la exclusión por motivos raciales, pues existía ya anteriormente en lo
que se confeccionó el tabernáculo. relativo a los moros, sino en cuanto a la extensión de la misma no solamente
El mencionado tratado tuvo la virtud de contrarrestar los argumentos a los indios, sino también a otras castas originadas en el solar americano y
de los detractores de la enseñanza superior de los indios, pues el mismo año que contribuyeron a otorgar a la epidermis social del Nuevo Continente una
en que fue refrendado, 1543, el Rey otorgó un subsidio económico a la fisonomía abigarrada.
institución y encargó velar por ella al visitador que en dicha fecha era 2. El segundo concilio de Lima (1567). Doce años más tarde se oía en
enviado a inspeccionar los asuntos públicos de México. la América del Sur el eco de esta prohibición al establecer el segundo
concilio provincial de Lima que los nuevos conversos a la fe no debían ser
Pero no cabe duda de que la decepción en los pronósticos iniciales del
por ese tiempo iniciados en ninguna Orden sagrada, aunque permite que se
colegio minó los cimientos del mismo y que a partir de ahora comenzará a
vistan con la sobrepelliz para ayudar en misa o en las procesiones, pero no
advertirse una progresiva languidez que se manifiesta en la supresión de los
con los ornamentos para cantar la epístola. Seguidamente exhorta a los
estudios teológicos, que fueron sustituidos por una formación de tipo más
sacerdotes para que persuadan a los padres a que entreguen a sus hijos a
general, incluyendo algunos temas que facultaban para el ejercicio de la
servir a Dios y se les enseñe a leer, escribir y canto.
medicina.
Tanto en el desarrollo del colegio de Santiago de Tlatelolco como de la El retraso con que la Iglesia limense legisla a este respecto sobre el
empresa de la formación del clero nativo en general se advierte la falta de mexicano tiene una explicación obvia: la ausencia de una formación acadé-
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mica adecuada de los naturales, que no empieza a conformarse hasta la manifiesto en una carta colectiva que escriben al monarca el arzobispo Santo
fundación franciscana del colegio de San Andrés en Quito, hacia el año Toribio de Mogrovejo y los obispos de La Imperial, Santiago de Chile,
1560, y con ciertas posibilidades de que los naturales estudiaran en otros Cuzco, Tucumán, La Plata y Río de la Plata expresando su esperanza de que
centros comunes y en la nueva Universidad de San Marcos. por este medio los naturales llegarán a ser buenos cristianos, se harán aptos
y suficientes para estudiar y aun para ser ministros de la palabra de Dios en
D) Por qué no se ordenan los indios su nación. Pero no hay que confundir estos colegios con los seminarios de
formación clerical ordenados por el concilio de Trento, aunque dicho man-
A la mentalidad moderna no deja de extrañar la expuesta disciplina, e
dato es invocado en alguna de estas fundaciones. En ellas no se pretende la
incluso no vacilaría en condenarla con todo vigor. Sin embargo, la historia
formación homogénea de los hijos de caciques para el sacerdocio, sino su
debe ser interpretada o, por lo menos, comprendida con la mentalidad de la
educación especial con un carácter selectivo de los más capacitados.
época. Existen numerosos testimonios de por qué se aleja a los indios de las
El agustino Luis López de Solís, obispo de Quito, no firma la menciona-
órdenes sagradas, pero el más autorizado es seguramente el del arzobispo
da carta, pero fue el primero en organizar uno de estos colegios como anexo
Montúfar, que presidió el mencionado concilio mexicano y que a continua-
al seminario de españoles y regidos ambos por los jesuítas. No hay pruebas
ción escribe al rey de España cifrando las razones de la prohibición en la
documentales, pero se cree que de él salió algún sacerdote indio. También
flaqueza de la carne, el poco temor de Dios y la poca fíabilidad de su
los demás obispos, al regresar a sus sedes, pusieron manos a la obra en este
constancia en la fe.
aspecto y, en consecuencia, se crearon numerosas instituciones de la expre-
La única experiencia contemporánea comparable con la americana es la
sada naturaleza, pero de desigual fortuna, sobre alguna de las cuales debere-
de la India. Es curioso comprobar que las razones aludidas en la península
mos volver más tarde. El obispo de Cuzco, Sebastián de Lartaun, piensa
indostánica para alejar a los naturales del sacerdocio, según el estudio de
incluso en escuelas universitarias.
Meló, son prácticamente un calco de las esgrimidas por la Iglesia americana.
2. El mexicano III. El texto impreso por el arzobispo Lorenzana del
concilio de 1585 prohibe que sean admitidos a las órdenes los descendientes
III. EL LARGO PROCESO DE CONSOLIDACIÓN de los condenados por la Inquisición en primer grado por línea materna o
en segundo por línea paterna. Tampoco deben ser admitidos sino con mu-
Si las primeras experiencias de formación de clero indígena en la Amé- cha cautela los mestizos tanto de indio como de moro, así como los descen-
rica hispana se cierran tristemente con unos cánones conciliares, otros cáno- dientes en primer grado de un padre o madre etíope (negro).
nes iniciarán una apertura, quizá un tanto tímida todavía, hacia la formación Está claro que este texto supone cierto progreso sobre la disciplina
del mismo, y otros más tarde ratificarán clara y decididamente su necesidad. conciliar anterior, pero seguramente estuvo motivado por una imposición
de la Santa Sede, pues el manuscrito enviado a Roma para su aprobación
A) Los concilios de la apertura habla simplemente de prohibir dicha ordenación y la Sagrada Congregación
del Concilio seguramente añadió la cláusula de la admisión a la misma,
Los concilios que comienzan a entornar la puerta son los terceros aunque recomendando cautela.
provinciales de Lima y México, que se celebran, respectivamente, en los La mitigación de la disposición original por la curia romana debió estar
años 1582 y 1585. motivada por la alegación de los mestizos peruanos contra la real cédula que
1. El tercer concilio de Lima. En ninguno de los cánones establecidos prohibía ordenarlos, pues contra ella presentaron recurso tanto en Madrid
en Lima en 1582 se hace mención a lo relativo a las órdenes sagradas ni de como en Roma, e incluso esta última advirtió al monarca que el tema de los
indios, ni de europeos, ni de las demás castas que poblaban el Perú, sino que sacramentos no era de su competencia. En cualquier caso, después del
se limita a establecer al respecto las normas de derecho común. En todo caso referido concilio los obispos podían proceder más libremente a ordenar a
se favorece la posibilidad de la ordenación de los nativos al admitir hacerlo los naturales y a las mezclas en primer grado y absolutamente libres para
a título de indios siempre que se tenga conocimiento de su lengua. Pero aún ordenar a las mezclas en todos los sucesivos grados.
hay más. Por documentos existentes en el Archivo de Indias se sabe que los
De hecho, a partir de ese momento la ordenación sacerdotal de los
obispos de la archidiócesis límense quisieron derogar las cláusulas prohibiti-
indios comenzó a no ser tan rara, y así vemos todavía en el siglo XVI a Pedro
vas del concilio de 1562 atendiendo una reclamación presentada por los
Ponce, salido del colegio de Tlatelolco, como párroco de Tzompahuacán,
mestizos del Perú. La misma conclusión se puede extraer de la conducta
famoso por sus conocimientos de los dioses y ritos de la gentilidad. El
subsiguiente de los obispos que participaron en dicho concilio, principal-
cronista Basalanque testifica también que en su tiempo de estudiante (lo era
mente en lo concerniente a la fundación de colegios de hijos de caciques,
en 1590) tuvo compañeros indios en México y luego conoció a otros en
recomendada ya en los textos conciliares.
Michoacán, de los que afirma haberse ordenado algunos de sacerdote y ser
La intencionalidad de la erección de dichos colegios está puesta de muy capaces, pero se lamenta de que se den excesivamente al vino.
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B) Los colegios de caciques Inalicán, fue intermediario entre dichos indios y el general San Martín
cuando éste se disponía a cruzar la sierra.
En el reclutamiento sacerdotal indígena se deben considerar dos instru-
2. Otros colegios sur americanos. Con fines de formación genérica de
mentos, aunque uno a plazo más largo que el otro, recomendados por los
los naturales se establecieron otros colegios en América del Sur. Algunos
mencionados concilios provinciales, haciéndose eco de las disposiciones
eran fundados por la autoridad del vicepatrono con la pertinente aproba-
tridentinas. Se refieren a la constitución de los seminarios conciliares o
ción regia; otros, por los religiosos, como ocurría con los franciscanos que
tridentinos que se debía realizar en cada diócesis para la formación del clero
regentaban el de San Andrés en Quito, el que disponían para sus doctrinas
y a una institución peculiar americana que se conforma como reflejo del
de la provincia de Caracas, cuya cátedra de gramática estaba subvencionada
mandato tridentino, es decir, los colegios de hijos de caciques.
por el rey en el año 1600, y el de San Francisco de Asís en Bogotá para los
No tendría demasiado objeto hacer una relación de los colegios de hijos niños de la nobleza india. Tampoco faltó a este respecto la iniciativa privada
de caciques que se fueron creando a lo largo de la geografía americana con sus legados específicos.
porque, entre otras razones, ellos fueron de una importancia muy desigual
En el primer y tercer caso, las preferencias para regir estas fundaciones
y la mayor parte de los mismos no tuvieron mucho que ver con nuestra
se dirigían a los jesuítas, como ocurrió en los dos ejemplos argentinos de la
cuestión.
Administración de Misiones y de San Miguel de Tucumán. Dichas preferen-
Pero sí hubo algunos colegios de hijos de caciques que en diversa
cias se repetían en el colegio de San Antonio Abad, del Cuzco, donde
medida proporcionaron vocaciones sacerdotales, incluso situados en am-
estudió Juan de Espinosa Medrano, «El Lunarejo», cuyo humilde origen de
bientes geográficos y sociales bastante extraños.
labriegos indígenas no impidió que alcanzara un relumbre literario a la zaga
1. Colegios chilenos. Tales ambientes podrían ser, por ejemplo, los
sólo del inca Garcilaso en el antiguo Perú ni tampoco la canonjía magistral
territorios araucanos de Chile, donde se instruyeron algunos hijos de caci-
y la de tesorero y chantre en la catedral de Cuzco, pero sí la de Arcediano,
ques de los de guerra, de los que a fines del siglo xvil por lo menos dos se
cuya propuesta consiguieron hacer fracasar quienes veían una remora en su
habían ordenado de sacerdotes. Quizá motivado en ello, el gobierno español
sangre.
mandó a la Audiencia de Chile crear un colegio-seminario para educar a
unos veinte niños araucanos y circunvecinos en el año 1697, donde, además 3. El colegio del Príncipe. Mención especial merece el colegio que
de la instrucción primaria, se enseñaría la gramática y la teología moral. fundó el año 1619 en Lima el príncipe de Esquilache y es conocido por el
Pero no se conocen datos posteriores sobre esta institución y no es título del fundador. Como cualquier institución humana, este colegio, desti-
verosímil que se la pueda relacionar con el colegio propuesto por el virrey nado a la educación de la nobleza incaica, conoció momentos de mayor o
Amat en el que, como un recurso de pacificación, se educaría a los hijos de menor esplendor en su larga historia, pero en líneas generales se consolidó
los indómitos araucanos aplicando a algunos de ellos al estado eclesiástico y con el transcurso del tiempo hasta obtener el fruto de numerosas vocaciones
a otros a diferentes empleos políticos. El colegio se puso en marcha en 1777 sacerdotales y religiosas, amén de abogados, a cuyo estado y profesión se
en Santiago, regido por el clero secular, pero poco después fue trasladado a inclinaban los gustos de los alumnos al decir del viajero inglés Stevenson,
Chillan, por cuyo nombre es conocido, quedando a cargo de los franciscanos que, a principios del siglo Xix, testifica que de dicho colegio salieron muchos
de Propaganda Fide establecidos en dicho lugar. indios que han brillado en el pulpito y el foro.
Las constituciones del colegio de Chillan, aprobadas por don Ambrosio En efecto, por lo menos en la segunda parte del siglo xvm, un impor-
O'Higgins, establecían que si los alumnos aprendían a leer, escribir y contar tante número de estudiantes indios coronaban sus estudios humanísticos
después de los dieciocho años se les induciría a tomar oficio; si antes de los para proseguir los estudios superiores. Conocemos el programa de fin de
dieciséis, se les pondría en la gramática sin consultar su deseo de salir del curso y exámenes, editado en latín, correspondiente al año 1787, los cuales
seminario, y si entre los dieciséis y los dieciocho, quedaría a su elección el eran presididos por el rector de la Universidad. En dicho programa constan
seguir estudios o tomar oficio. con sus nombres y apellidos dieciocho alumnos que se tenían que examinar
Parece que se cumplió, con mayor o menor fidelidad, el programa para poder pasar a los estudios universitarios y seis más que habían demora-
propuesto, pues por una representación hecha al rey de España el año 1816 do el examen por hallarse enfermos. Figuran, además, otros cinco nombres
consta que, para dicha fecha, de este centro salieron maestros de escuela, que, por su edad más avanzada, pasan sin examen a los estudios mayores y
militares con plazas de distinguidos, algún abogado, un par de médicos y de cuatro que habían ingresado en religión, seguramente en alguna Orden
sacerdotes seculares, un dominico sacerdote y dos franciscanos. Uno de mendicante por la expresión latina: cucullum induerunt, vistieron la capucha.
estos dos últimos fue destinado por su prelado para profesor de gramática 4. Colegios novohispanos. Los franciscanos y, sobre todo, los jesuítas
en Mendoza y se hallaba de capellán de la guarnición de un fuerte construi- pusieron también en marcha en las tierras del hemisferio norte cierto núme-
do a la otra banda de la cordillera para resguardo de los indios pehuenches ro de instituciones docentes consagradas a la formación de la juventud india.
a fin de que los aconsejase como hermanos. Más tarde se supo que tales El colegio de San Gregorio, fundado en la capital azteca por los jesuítas,
consejos fueron nocivos para el dominio español, pues este fraile, Francisco quedó reservado a partir de 1582 a los indígenas y se constituyó en una
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especie de prototipo para otras fundaciones de igual fin. No se impartía en internado de los estudiantes y suponía también la creación de cierto número
él la enseñanza superior, pero su marcado carácter selectivo condujo a que de becas que hasta la segunda parte del siglo XVIII no podían en la legislación
cierto número de alumnos aventajados pudieran cursar en facultades. española disfrutar los hijos de oficiales mecánicos. Esto hacía que la erección
Una importancia paralela a su modelo alcanzó en Puebla el colegio de de estos centros fuese una labor dificultosa desde varios puntos de vista,
San Francisco Javier, el cual fue fundado por el jesuíta Antonio de Herdoña- incluyendo el económico. Aunque el Patrono Regio había dispuesto una
na mediante la liberalidad de su madre y continuó en manos de la Compañía especie de impuesto del tres por ciento sobre la congrua de los doctrineros,
hasta su expulsión. los religiosos afectados se resistían a su pago por considerarlo ajeno a sus
Cabe conjeturar con bastante fundamento que estos dos colegios tuvie- obligaciones, con lo que quedaba viciada en muchas diócesis una de las
ron bastante que ver con el grupo de caciques adornados con títulos univer- fuentes económicas más importantes para la fundación de dichas insti-
sitarios cuya constancia existe en el Archivo General de la Nación en papeles tuciones.
de fines del siglo xvn y primeras décadas del XVIII. Se considera como un acto grandemente meritorio la fundación de
Haciendo caso omiso de otras fundaciones, resulta curioso resaltar la seminarios que unos pocos prelados realizaron antes del concilio de Trento.
que promovieron el año 1783 en Pótam los franciscanos. Las constituciones Uno de ellos fue el obispo de Michoacán, don Vasco de Quiroga, que fundó
de este colegio fueron redactadas de orden del rey por el obispo de Sonora, en Pátzcuaro el colegio de San Nicolás en los años 1540-41 con el fin de
y el carácter selectivo de las mismas permitió que pronto se ordenaran de formar, como dice el venerable obispo en su testamento, los sacerdotes de su
sacerdotes dos de sus alumnos pertenecientes al laborioso y todavía poco
diócesis. Pablo IV facultó a los obispos de aquella sede a ordenar a los
cultivado grupo yaqui.
alumnos de todas las órdenes sagradas sin reverencias ni dimisorias de otros
5. Tlatelolco, otra vez. Con una vida más bien precaria, el colegio de prelados.
Tlatelolco siguió funcionando como escuela primaria hasta aproximada-
mente el año 1622. A partir de esa fecha cayó en la ruina y sólo se salvó como Aunque el legendario obispo, conocido por Tata Vasco, dispuso que los
recuerdo de su grandeza pasada un lienzo de pared que precisamente alber- indios tuviesen acceso a todos los estudios de este colegio, ya que fueron
gaba el escudo de Carlos V. Un siglo después los franciscanos pretenden ellos los que construyeron el edificio, no parece que pensara todavía en
abrirlo de nuevo. En 1728 un magistrado de la Audiencia mexicana giró una ordenarlos. Otra cosa podía ocurrir con los titulares de las diez becas que se
visita de inspección y encontró un crecido número de alumnos indios de ¡ les otorgaron más adelante y que no siempre se llegaban a cubrir por no
primera enseñanza y se inició un movido expediente para otorgarle el anti- poder los indios sufragar la vestimenta reglamentaria, pues el colegio ha
guo rango perdido. Impacientes, los frailes promueven con limosnas diez] perdurado hasta la época presente. Alumnos ilustres de este colegio fueron
becas que conmovieron a la juventud india. Las becas eran por nueve años, don Pedro y don Pablo Caltzontzin, nieto y hermano del último rey tarasco,
al objeto de asistir a las clases del convento de San Buenaventura, donde se ¡ cuya ordenación sacerdotal y adscripción formal a la Compañía de Jesús,
albergarían provisionalmente, y luego de la universidad. respectivamente, deben ser rechazadas según los últimos datos históricos
disponibles, que incluso dudan de la existencia real del primero.
Con la pretensión de restaurar este colegio coinciden las gestiones del ;
bachiller Julián Cirilo de Castilla, presbítero, cacique principal de Tlaxcala, Tampoco debió de situar la mente en los indígenas el obispo de Guada-
en la corte madrileña, a fin de establecer en Guadalupe una comunidad de lajara, don Domingo de Alzóla, al comunicar al rey en 1584 la erección del
sacerdotes indios. Don Julián chocó con una burocracia lentísima y detallista seminario de su diócesis de tan brillante historial futuro, igual que unos años
que le retuvo en Madrid durante varias décadas con la necesidad de tener j más tarde Santo Toribio de Mogrovejo al erigir el no menos glorioso de
que ser auxiliado económicamente por la Corona. Los informes solicitados ] Lima.
a las autoridades mexicanas sobre la pretensión inicial del presbítero cacique! Ello se debía en buena parte a que se consideraba perjudicial para los
fueron negativos, porque se consideraba que había pocos sacerdotes indios] indios la convivencia con los alumnos de origen europeo, que se mofaban de
para dicha fundación. Entonces desvió sus pretensiones hacia la restaura* ellos e impedían el desarrollo pleno de su capacidad. Precisamente, cuando
ción del colegio de Tlatelolco, lo cual dio origen a un largo y minuciosoij se comenzaba a tratar de crear el seminario de México llegó al Consejo de
expediente sobre los bienes raíces del mismo y de la posibilidad de su'í Indias una representación del obispo de Nicaragua defendiendo que indios
recuperación. Este cacique murió en Madrid sin haber alcanzado ningunaí y españoles debían formarse juntos en su seminario recién creado y no en
de sus pretensiones. edificio anejo, como quería la Corona. Este aviso llegó justamente en el
momento en que los consejeros del Patrono Regio estudiaban la forma en
C) Seminarios diocesanos que el seminario mexicano pudiera preparar también a los naturales para el
Aunque los seminarios tridentinos no tenían todavía un carácter vincu- sacerdocio. Fue así cómo al aprobar Carlos II en 1691 la fundación del
lante para las ordenaciones sacerdotales, su importancia para dotar a las seminario de la capital azteca dispuso que tanto en él como en todos los que
diócesis de un clero bien capacitado era indudable. El seminario implicaba el se fundaren en el futuro se reservase para los indios la cuarta parte de las
274 P.H. La Iglesia diocesana C. 14. El clero indígena 275

becas, cuyo número en el caso concreto fue de dieciséis, de las que efectiva- IV. EL CLERO MESTIZO
mente a ellos se reservaron cuatro.
A causa de la tendencia y resultados demográficos, la pauta del clero
D) £1 panorama vocacional indígena indígena en Hispanoamérica debería quedar cifrada más bien en el mestiza-
je. El mestizo fue fruto de una unión espontánea y las más de las veces
Esta disposición en favor de los naturales con motivo de la erección del ocasional entre miembros de dos razas distintas. A pesar de que generalmen-
seminario mexicano, que, en expresión de los jesuitas expulsos, produjo te se distinguía por su origen ilegítimo, las primeras generaciones mestizas
unos eclesiásticos que eran los capuchinos del clero, comparados especial- integradas en la sociedad blanca, casi siempre paterna, produjeron indivi-
mente con los de Italia, fue de gran trascendencia porque rompe los prejui- duos que desempeñaron importantes funciones en esferas civiles, militares y
cios de formar por separado a españoles e indios y porque constituye el eclesiásticas. En estas últimas, además, aventajaban a los españoles por
exordio de una serie de medidas regias que culminan con la «Cédula de conocer mejor las lenguas indígenas; por todo lo cual, los obispos mexicanos
Honores» y el «Tomo Regio», documento este último que motivó los conci- pidieron en 1540 a Roma la facultad de otorgar la dispensa de la ilegitimi-
lios provinciales de Lima y México de la época de la Ilustración que, en dad, lo cual les fue concedido por Gregorio XIII.
medio de su acendrado regalismo, alcanzan una altura rayana con la perfec-
ción en lo relativo a la promoción del clero indígena. Y documento el A) Las primeras generaciones
anterior que equiparaba, en cuanto al derecho a preeminencias y honores, a
la clase de los caciques con los hijosdalgo y a los indios de la clase llana con La historia ha conservado los nombres de algunos mestizos distinguidos
los limpios de sangre de Castilla. de la primera época en las filas del clero tanto secular como regular. El
procurador del colegio mexicano de San Juan de Letrán, dedicado a los
Con unas y otras medidas se llegó a formar un grupo considerable de
mestizos, por ejemplo, informaba en 1552 al Consejo de que de allí habían
sacerdotes indígenas, sobre cuyo número se pueden realizar algunas consi-
salido más de veinte mozos para frailes. En el campo de las letras se puede
deraciones. Hay que recordar en primer lugar el testimonjo de Clavigero,
citar a Cristóbal de Molina, colaborador del virrey Toledo; al jesuita Blas
quien, en su historia de México escrita hacia el año 1780, habla de la
Valera y a Diego Lobato, hijo de una de las mujeres de Atahualpa, distingui-
existencia de millares de sacerdotes indios desde que comenzaron a orde-
do, además, por su modélica actividad pastoral en Quito. Cabe mencionar
narse a fines del siglo XVI. Una cifra tan imprecisa y abultada ha sembrado el
también al chileno Juan Blas, a quien su obispo, fray Diego de Medellín,
escepticismo en algunos autores modernos en el sentido de interpretar
presentaba como su mejor eclesiástico y digno de cualquier merced de Su
dicha cifra como si se refiriese a sacerdotes criollos; pero el jesuita expulso
Majestad.
habla ciertamente de indios en sentido estricto, pues dice que el concilio de
1585 permitió su ordenación e incluso existió un obispo de la misma condi- Pero a medida que aumentaba su número se fue al mismo tiempo
ción. consolidando una casta biológicamente intermedia entre españoles e indios,
Se podrían citar otros testimonios similares, como el del obispo de pero jurídica y socialmente marginada al no haberse previsto para ellos los
Tegucigalpa, Alonso de Vargas, que ya en 1683 escribe al rey en favor de correspondientes estatutos y abocada a utilizar con frecuencia discutibles
admitir en su seminario a indios aspirantes al sacerdocio, ya que en aquellas recursos para sobrevivir, a lo que se unía el estigma del origen ilegítimo. De
provincias de la Nueva España había muchos indios que habían salido doctos este modo, se forjó de los mestizos una corriente de opinión peyorativa que
y buenos eclesiásticos. indujo a tomar medidas restrictivas que se manifiestan en los concilios
provinciales mencionados al hablar de los indios, pero estallan con motivo
En este mismo sentido se manifiestan algunos otros historiadores con-
de la intervención real.
temporáneos, como Gumilla, todo lo cual deja entrever dos cosas: la prime-
ra, que es posible admitir la existencia de millares de sacerdotes indios,
siempre que este plural no se exagere, pues al informar en 1755 desfavora- B) El yeto regio
blemente sobre las pretensiones del bachiller Castilla de crear una comuni- La primera real cédula circular de Felipe II prohibiendo a los obispos
dad de sacerdotes indios en Guadalupe, el arzobispo Rubio y Salinas dice indianos la ordenación sacerdotal de los mestizos es del 2 de diciembre de
apenas contar con una cincuentena de ellos, cifra que quizá se podría 1578. Aunque la medida se decía temporal y se refería a ilegítimos, produjo
multiplicar por diez para la misma época con los demás obispados, y el una vivísima reacción, sobre todo en el Perú. Destacados grupos de mestizos
resultado por cuatro o cinco por otras tantas generaciones. La segunda de Lima y de otros lugares del Perú, con apellidos y filiación de conocidos
observación es que la provincia eclesiástica mexicana, que incluía la América conquistadores, instrumentaron varias probanzas y poderes para reclamar
Central, debió de contar, según sólidos indicios, con mayor número de contra dicha disposición con recurso previo al concilio provincial de 1582
sacerdotes indios que la América Austral. que se acababa de inaugurar. Las razones alegadas por los mestizos se
ajustaban plenamente a derecho recordando su condición de cristianos, su
naturaleza derivada de los antiguos dueños de la tierra y de los conquistado-
276 P.II. La Iglesia diocesana C. 14. El clero indígena 277
res, la probidad de los clérigos mestizos existentes según testigos y el privile- legítimos de ascendencia caciquil con los hijosdalgo de Castilla y de los
gio gregoriano de que los obispos americanos dispensasen del impedimento indios y mestizos de la clase llana con los viejos castellanos limpios de sangre.
canónico de la ilegitimidad. Esta disposición, conocida como la Cédula de los Honores, evoca en alguna
Los prelados reunidos en concilio se conformaron con las pretensiones medida el decreto de Caracalla extendiendo la ciudadanía romana a todos
de los mestizos y extendieron el correspondiente certificado, que éstos los habitantes del Imperio. Su efecto no fue universal ni inmediato, pero
presentaron no sólo en la corte castellana, sino también en la romana, contribuyó a eliminar asperezas raciales y a forjar el actual clima de convi-
recabando de la primera la derogación del veto y una manifestación favora- vencia humana.
ble de la segunda. El clero indio y el clero mestizo se desenvolvían en los estratos y oficios
eclesiásticos más bajos, pero en adelante a sus miembros más capacitados y
C) Una política fluctuante mejor preparados se les presentará la opción de escalar, como declara el
documento, a las prebendas y dignidades eclesiásticas hasta la del obispado.
Pero no con ello se puede decir que desaparecen todos los obstáculos y
para siempre en la cuestión de la ordenación de los mestizos. Más bien se
establece como un clima de libertad en el que cada pastor diocesano pueda
V. EPISCOPOLOGIO INDÍGENA
obrar según su propio sentir, pero sin que se destierren todavía los prejui-
cios manifestados a menudo en denuncias por ordenar a mestizos e ilegíti- En su manuscrito compuesto en México en 1782 con el título de Memo-
mos, lo cual da motivo a que el Patrono Regio y no pocos obispos sigan rias Piadosas de la Nación Indiana, el franciscano andaluz Díaz de la Vega
durante bastante tiempo una política fluctuante y hasta contradictoria. afirma la existencia de cuatro indios que habían alcanzado la dignidad
episcopal y que se podía contemplar el retrato de tres de ellos en el colegio
D) Las diligencias del mestizo Núñez Vela de indias de Nuestra Señora de Guadalupe de aquella capital. En el prólogo
El año 1691 el presbítero Juan Núñez Vela, que se presentó como hijo de la segunda edición de 1775 del libro de las Constituciones de la Universidad
de conquistador y descendiente de los incas, obtuvo del monarca un benefi- de México se lee, a su vez, que ésta dio 84 arzobispos y obispos, de los que tres
cio de ración en la catedral de Arequipa. Quiso entonces que en el nombra- fueron indios.
miento figurase su condición de «mestizo, descendiente de gentiles», a lo que
se avino el Consejo de Indias porque resultó en consulta que nada se oponía A) Obispos indios
a ello. La doble afirmación demuestra que había un clima propicio a aceptar la
Pero el beneficiado mestizo continuó en la corte con otras diligencias. existencia de tales obispos indios, pero la crítica histórica se ve precisada a
Una de ellas tan peregrina como que los sacerdotes descendientes de indios ponderar bien los datos. En sendos medallones o tarjetas de los menciona-
pudiesen tomar la bula de laticinio o de la cruzada, de lo que a la Real dos retratos se leían, según la citada fuente, los correspondientes datos
Hacienda resultaría un beneficio de más de doscientos pesos al año. La bula biográficos. Unos correspondían a Francisco de Siles, colegial que fue de
era un privilegio que eximía de ciertas obligaciones penitenciales y confería Todos los Santos, canónigo de la Iglesia mexicana y catedrático de la Univer-
algunas gracias, pero sólo se había aplicado a los europeos y a los indios sidad. El franciscano gaditano agrega en su manuscrito que Siles fue consa-
mediante el pago de una limosna, mas no a los mestizos, constituyendo el grado como arzobispo de Manila, aunque murió antes de tomar posesión.
tema una laguna más de su estatuto jurídico. A este respecto hay que decir que no llegó a recibir la consagración episco-
La tasa de la bula estaba regulada en aquellos momentos en el Perú en pal, pues murió antes de que le llegara la real cédula de presentación, y que
tres reales de plata para los europeos, y el peso tenía ocho reales. Entonces, no existen otros datos que ratifiquen la creencia de su condición india, pues
una simple operación nos da la cifra de sacerdotes descendientes de indios no basta que estudiase en el colegio de Todos los Santos y que fuese notoria-
que calculaba Núñez Vela: 533, aproximadamente un sacerdote por cada mente tan pobre que la Universidad accediera a la colación sin pompa de su
mil mestizos. grado de doctor en teología.
Estas cifras hay que interpretarlas en un sentido más bien estricto, pues Otro de los presuntos obispos indígenas es Nicolás del Puerto, de quien
en general a la tercera generación de descendencia india se salía de la el manuscrito en cuestión dice que tuvo que salir a pie de su valle de Oaxaca
condición de mestizo para entrar en la de español con todas las consecuen- porque le negaron las órdenes y a él volvió años más tarde como obispo de
cias. Incluso en algunas regiones de escasa presencia española como el Antequera. Pero hoy se sabe que dicho prelado, que arrastraba una amplia
Paraguay, la masa social se componía de sujetos de gran porcentaje de leyenda de su condición zapoteca, era hijo de un hidalgo vizcaíno y de la
sangre indígena que ocupaban los oficios eclesiásticos y civiles más comunes. heredera de un rico minero de Oaxaca.
El segundo negocio, mucho más trascendental, del racionero mestizo Finalmente estaba el retrato de Juan de Merlo, obispo de Honduras,
fue la declaración de equivalencia sociojurídica de los indios y mestizos cuya naturaleza india está avalada por Clavigero y también en viejos papeles
278 P.II. La Iglesia diocesana
provenientes del Real Consejo de Indias, organismo que tenía que presentar
a los candidatos episcopales. Merlo fue catedrático de la Universidad Mexi-
cana y vicario general de Puebla con Palafox y Mendoza, quien, tan bien NOTA BIBLIOGRÁFICA
inclinado hacia los indios, pudo tener parte en el nombramiento. Cabe
considerar a Merlo como el segundo obispo de color de la era moderna Visiones de conjunto
después del brahmán Castro Meló, que le precedió unos años, y le siguió J. ALVAREZ MEJÍA, «La cuestión del clero indígena en la época colonial»: Revista
pronto el chino Gregorio Lo, castellanizado López durante sus estudios en Javenana 44 (Bogotá, 1955), 225-233; 45 (1956), 57-65, 208-219; C. BAYLE, «España
Manila con los dominicos. y el clero indígena en América»: RazónyFe 94 (Madrid, 1931), 213-225, 521-535; M.
CUEVAS, Historia de la Iglesia en México 1-5 (El Paso, 1928); G. FlGUERA, La formación
B) Obispos mestizos del clero indígena en la historia eclesiástica de América, 1500-1810 (Caracas, 1945); R.
KONETZKE, Colección de documentos para la historia social de Hispanoamérica 1-3 (Madrid,
A partir del siglo xvn, más de la mitad de los obispos indianos eran 1958-1962); F. MORALES, Ethnic and Social Background of the Franciscan Friars in
nacidos en América. Sus genealogías estarían, sin duda, entroncadas en Seventeenth Century México (Washington, 1973); C. SANTI, II problema del clero indígeno
nell'America Spagnola del secólo XVI (Asissi, 1962); J. SPECKER, «Der einheimi-
algunos casos con generaciones indígenas, aunque ni ellos ni nadie podían sche Klerus in Spanisch-Amerika im 16. Jahrhundert», en Der einheimische Klerus in
tener interés en airear tal circunstancia a no ser que les ennobleciera, como Geschichte und Gegenwart (Schóneck-Beckenried, 1950), 37-97.
en el caso de Lucas Fernández de Piedrahíta, descendiente de una princesa
inca, que ocupó las sedes de Santa Marta y Panamá, o de José de Moctezu- Aspectos concretos
ma, lejano sucesor de Bartolomé de las Casas en la sede de Chiapas, cuyo F. R. AZNAR GIL, «La capacidad e idoneidad canónica de los indios para recibir los
apellido ofrece luz inequívoca de su ascendencia imperial azteca como sexto sacramentos en las fuentes canónicas del siglo XVI», en D. BOROBIO y otros, Evangelización
nieto en línea recta. en América (Salamanca, 1988), 227-236; A. LEE LÓPEZ, «Clero indígena en el arzobispa-
do de Santa Fe en el siglo XVI»: Boletín de Historia y Antigüedades 50 (Bogotá, 1963),
Para cambiar del matiz de la epidermis hay que recordar a Francisco 3-86; C. M. MELÓ, The Recruitment and Formation ofnative Clergy in India (16th-19th
Xavier de Luna Victoria, que en 1751 ocupó la sede de su ciudad natal de Century) (Lisboa, 1955); J. B. OIAECHEA, «Cómo abordaron la cuestión del clero
Panamá y murió siendo obispo de Trujillo. Un tanto extraña resulta la indígena los primeros misioneros de México»: Missionalia Hispánica 25 (Madrid,
literatura que discute su naturaleza negra o mulata e incluso blanca. Pero 1968), 95-124; ID., «Experiencias cristianas con el indio antillano»: Anuario de Estudios
Americanos 26 (Sevilla, 1969), 65-114; ID., «LOS Concilios Provinciales de América y la
cualquiera de las hipótesis es perfectamente admisible, siendo más probable ordenación sacerdotal de los indios»: Revista Española de Derecho Canónico 24 (Sala-
la segunda, pues en Panamá y en otros lugares de América había en la época manca, 1968), 489-514; ID., «LOS indios en las Ordenes religiosas»: Missionalia Hispa-
personajes distinguidos de ascendencia africana, y en lo que respecta al nica 29 (Madrid, 1972), 241-256; ID., «Las Universidades hispanas de América y el
episcopado está Pedro Agustín Morel de Santa Cruz. indio»: Anuario de Estudios Americanos 33 (Sevilla, 1976), 855-874; ID., «Promoción
indígena en el siglo xvm mexicano»: Revista Internacional de Sociología 25 (Madrid,
Era el menor de cuatro hermanos nacidos en la isla dominicana a fines 1978), 51-89; ID., «Sacerdotes indios en América del Sur en el siglo XVIII»: Revista de
del siglo xvn, hijos de un militar español y de una mulata de madre negra y Indias 29 (Madrid, 1969), 370-391; H. POLANCO BRITO, «El concilio provincial de
que constituyen una de las familias pardas más distinguidas de la América Santo Domingo y la ordenación de los negros e indios»: Revista Española de Derecho
virreinal. Al hacer la presentación de sujetos beneméritos en 1735, el arzo- Canónico 25 (Salamanca, 1969), 697-705; F. ZUBILLAGA, «Intento de clero indígena en
bispo de Santo Domingo refería que entre los sacristanes mayores ninguno Nueva España en el siglo XVI y los jesuítas»: Anuario de Estudios Americanos 29 (Sevilla,
1969), 427-691; Sobre el colegio de Tlatelolco y los colegios para hijos de caciques,
había proporcionado para la Iglesia a excepción de don Joseph Morel de véase el capítulo 39.
Santa Cruz, cuyo óbice de pardo no había embarazado ni a él ni a ninguno
de sus hermanos para obtener los primeros cargos de la república. Episcopologio indígena
Se refería a dos hermanos con alta graduación militar y a nuestro J. B. OLAECHEA LABAYEN, «Obispos indios en la América hispana»: Boletín de la
personaje, deán a la sazón de Santiago de Cuba, donde también fue provisor Real Academia de la Historia 168 (Madrid, 1971), 421-439.
y vicario general, hasta que en 1749 fue presentado para obispo de Nicara- Clero mestizo
gua y en 1753 para la sede de Cuba, la que gobernó fecunda y ejemplarmen-
L. LOPETEGUI, «El papa Gregorio XIII y la ordenación de mestizos hispanoameri-
te durante quince años. canos»: Miscellanea Historiae Pontificiae 7 (Roma, 1943), 179-203; J. OLAECHEA
LABAYEN, «El binomio Roma-Madrid y la dispensa de la ilegitimidad de los mestizos»:
Anuario de Historia del Derecho Español (Madrid, 1975), 239-272; ID., «La Ilustración
y el clero mestizo en América»: Missionalia Hispánica 33 (Madrid, 1976), 165-180; ID.,
«La primera generación mestiza de América en el clero»: Boletín de la Real Academia
de la Historia 172 (Madrid, 1975), 647-683; ID., «Un recurso al rey de la primera
generación mestiza del Perú. Ordenaciones sacerdotales»: Anuario de Estudios Ameri-
canos 32 (Sevilla, 1975), 155-186.
CAPÍTULO 15

LA CRIOLLIZACION DEL CLERO

Por BERNARD LAVALLÉ

Desde hace mucho tiempo, las diversas facetas y manifestaciones del


criollismo se han considerado como un fenómeno sin lugar a dudas funda-
mental para entender el devenir de las sociedades hispanoamericanas duran-
te la época colonial y aún gran parte del siglo XIX. Sin embargo, este proceso
ha tardado mucho en suscitar estudios de envergadura y análisis detenidos
que fueran más allá de las manifestaciones inmediatas del consabido antago-
nismo entre peninsulares y americanos, así como de afirmaciones más pe-
rentorias política e históricamente valederas en cuanto a su papel real en las
turbulencias por las que atravesó el imperio español en su período final.
En lo tocante a los aspectos eclesiásticos de dicho criollismo, práctica-
mente los estudios han tenido que esperar al decenio de 1970-1980 para
disponer de trabajos que no se contentaran con repetir, sin demasiado
criterio, los testimonios no siempre fiables de los cronistas de convento del
siglo XVII, los reiterados altercados de tal o cual obispo peninsular con su
cabildo criollo después de largos años de sede vacante o los episodios de lo
que el peruano Ricardo Palma llamó las batallas de frailes. Estas gustaron por
sus anécdotas de color subido, pero, desgraciadamente, recibieron a menu-
do un tratamiento que, si bien las enriqueció mucho desde una perspectiva
literaria, en lo histórico distorsionó su sentido y redujo su alcance.

I. LOS ORÍGENES DEL CRIOLLISMO

A) Del espíritu colonial a la reivindicación criolla


No es éste el lugar de exponer en detalle los orígenes y albores del
criollismo como fenómeno global. Existe hoy al respecto una bibliografía a
la que remitimos. En pocas palabras, las reivindicaciones criollas que con
mucho precedieron a la afirmación de una verdadera aunque contradictoria
identidad americana procedieron directamente -y en nada se diferenciaron
en un principio— de los resabios, frustraciones y desengaños de la primera
generación de españoles que se establecieron en América: los conquistado-
res y pobladores.
Estos advirtieron pronto, en gran parte acertadamente, que para afian-
zar su propio poderío la Corona y sus representantes restaban en lo posible
las ventajas que la conquista había podido deparar a aquellos que la habían
282 P.H. La Iglesia diocesana C.15. La criollización del clero 283
llevado a cabo. Piénsese, por ejemplo, en las disposiciones de las Leyes B) Primeras manifestaciones del criollismo eclesiástico
Nuevas de 1542 y en el debate, tan largo como virulento y a veces sangrien- De modo muy natural, los primeros criollos que se destinaron al estado
to, que surgió a propósito del porvenir de las encomiendas. eclesiástico adujeron esa prelación que les privilegiaba específicamente. La
Con el transcurso de los años, los antiguos en la tierra, como significati- argüyeron para exigir curatos y doctrinas, vitales para ellos, tanto más
vamente solían llamarse, tuvieron sobradas pruebas de que tanto el favor cuanto que en muchas regiones de América hubo una impresionante infla-
real como el de los funcionarios coloniales tendían a postergarlos y benefi- ción vocacional y, por lo tanto, una verdadera y a veces dramática escasez de
ciaban más bien a aquellos recién llegados cuyo único mérito y hoja de beneficios curados.
servicios consistía en tratar a tal o cual virrey, en ser allegados de tal o cual Dado el momento en que se planteó, esta primera reivindicación del
oidor. criollismo eclesiástico tomó un cariz muy particular y, en realidad, por
Sinceramente dolidos, los antiguos en la tierra y sus hijos, los primeros haberse insinuado en una problemática más amplia y de índole en gran parte
criollos, no vacilaron en poner la voz en grito. Aquéllos adujeron sus haza- diferente, como tal ha pasado inadvertida a los estudiosos durante mucho
ñas pasadas, hicieron hincapié en todo lo que habían padecido sin provecho tiempo.
mayor. Estos se encontraban a menudo empobrecidos, socialmente en peli- En efecto, en esos decenios de 1570-1590, al igual que estaba pasando
gro de verse desplazados por nuevos sectores emergentes, en particular en la sociedad en general, los criollos no constituían todavía en la Iglesia un
mercantiles, y angustiados en cuanto al porvenir, ya que seguía sin novedad grupo suficientemente individualizado y numeroso, respaldado por un con-
la cuestión de la tan ansiada perpetuidad de las encomiendas. texto ideológico sólido y un basamento sociológico concienciado por largas
En nombre de los méritos reales o soñados de sus padres, y por esto se luchas, como sucedería en el siglo siguiente.
autodenominaban beneméritos, con términos y tono cada vez más apremian- Ya existente, pero, por incipiente, incapaz de autonomía, el naciente
tes y clamorosos, los criollos se pusieron a pedir, y luego a exigir, lo que criollismo eclesiástico tuvo que colarse en la oportunidad que ofrecían las
consideraban como su merecido en cuanto a beneficios, plazas y honores circunstancias: la reactivación en América de la secular competencia entre
con que obsequiaba la ya bien vertebrada sociedad colonial. clero secular y regular. Bien se sabe, en efecto, que, gracias a su organiza-
En Nueva España, y poco después en el virreinato peruano, la reivindi- ción interna, éste fue el primero en instalarse en Indias y, por las mismas
cación criolla siguió, pues, naturalmente los caminos ya abiertos en lo tocan- razones, ocupó desde los inicios, a veces a manera casi de monopolio, el
te a la atribución de los corregimientos, encomiendas y repartimientos, de terreno de la evangelización de las masas indígenas.
las plazas de gentileshombres y lanzas de la guarda del reino y, por supuesto, Ahora bien, si tanto los seminarios diocesanos como los noviciados
cuando se trató de proveer los curatos y doctrinas de indios, de constituir los conventuales atrajeron rápidamente a muchos criollos, la estructura jerár-
cabildos eclesiásticos de las flamantes catedrales. quica y en gran parte gerontocrática de las Ordenes hizo que, de momento,
A propósito de estas últimas, como bien lo recuerda Juan de Solórzano la minoría criolla que abrigaban se viese mantenida a raya y, por entonces,
Pereira en su Política indiana (lib. IV, cap. 19), cuando se erigió el primer siguiese sin encontrar posibilidades de manifestarse. Al contrario, en el clero
obispado, el de la isla Española, la Corona, fiel a la antigua tradición castella- secular, cuya organización es diferente, cuya jerarquía estaba sin duda más
na de privilegiar en tales casos a los hijos patrimoniales, decidió que los vinculada con la sociedad laica y, por tanto, más asequible a sus presiones,
beneficios que vacasen o se proveyeran se diesen a los hijos nacidos de los los nuevos sacerdotes americanos pudieron expresarse con mayor facilidad
castellanos en las Indias, con tal de que fuesen de reconocida virtud y saber y, sobre todo, encontraron mejor acogida en sus superiores, tanto más
y fuesen examinados por oposición como en el obispado de Palencia. cuanto que no pocos de éstos veían con alarma el papel excesivo de los
En adelante, esta preferencia o prelación figuró en las constituciones de frailes en territorios de su jurisdicción.
todos los obispos americanos en virtud de un texto real que lo estipuló Empujados por sus clérigos criollos, quizá para congraciárselos, no
terminantemente. faltaron obispos que, secundados por algunos prebendados y los propios
Reiterado en diversas ocasiones ya desde finales del siglo XVI y comien- sacerdotes criollos que no quedaron a la zaga con sus memoriales, pidieron
zos del XVII, el principio de la prelación se fue extendiendo paulatinamente con vigor que las Ordenes abandonasen las doctrinas que estaban sirviendo
fuera de lo eclesiástico, y una real cédula del 12 de diciembre de 1619, desde los orígenes y que, casi siempre, estaban encargadas a frailes proce-
dirigida a todos los funcionarios del imperio, la impuso para todos los dentes de España.
oficios, provisiones y encomiendas, obligación que, ya se sabe, tanto los En tal contexto se empezaron a esgrimir razones que iban a constituir el
funcionarios como la propia Corona se cuidaron poco en realidad de respe- meollo de la argumentación criolla a lo largo de los siglos posteriores:
tar escrupulosamente. vínculo visceral de los hijos de la tierra con su patria; idoneidad y eficacia,
pues sabían los idiomas indígenas y conocían perfectamente el país; necesi-
dad de recompensar a los hijos patrimoniales para no dejar frustrados los
esfuerzos y la virtud; cumplimiento de la prelación, etc.
284 P.II. La Iglesia diocesana C.15. La criollización del clero 285

Se abrió así un debate en el que tuvo que mediar la Corona. Esta ordeno han dejado de ir de aquí tantos religiosos como solian, enseñados en los
en algunos casos a los frailes que abandonasen sus doctrinas y se recogiesen conventos de España a la observancia de las reglas de su orden, y como la tierra
de allá es libre y viciosa y no están hechos a la aspereza y rigor de acá, han dado
a sus claustros, lo cual no hicieron sino parcialmente y, por supuesto, sólo muy gran caída según la relación que se tiene de los virreyes, obispos y religio-
después de utilizar todos los recursos posibles. sos de las mismas Ordenes que con mucho celo y sentimiento representan el
En los últimos decenios del XVI el virreinato de Lima manifiesta estas peligroso estado que tiene todo y el gran daño que se puede temer resultará si
tensiones en casi todos los obispados entonces existentes, en los que los no se remedia con brevedad».
prelados tenían muchos problemas para colocar a los numerosísimos sacer-
¿Reacción amplificada de los medios madrileños a raíz de informaciones
dotes, entre ellos la mayoría criollos, que se ordenaban a veces con demasia-
procedentes de América y no exentas de exageraciones malintencionadas?
da facilidad. En Nueva España, aun antes de la época arriba indicada, se
¿Expresión de un problema real cuya magnitud ya no podía dejar de preocu-
puede observar el mismo fenómeno. Allí, esta lucha por las doctrinas entre
par a un gobierno responsable y siempre receloso de todo lo que podía
seculares y regulares se vio agudizada por el hecho de que parece haber
cuestionar sus prerrogativas y la tranquilidad de las provincias ultramarinas?
existido desde mucho tiempo atrás una alianza de hecho entre frailes y
Ambas explicaciones entrañan, sin duda, una parte de verdad.
funcionarios contra los colonos, dada la actitud asumida por las Ordenes en
lo tocante a la defensa de los indígenas. De todas formas, hay un hecho insoslayable. Desde comienzos del XVII, el
lugar privilegiado de las luchas criollas en América fue el mundo conventual.
C) Aparición del criollismo conventual La afirmación cada vez más atrevida de la identidad y de las reivindicaciones
criollas constituyó obviamente uno de los hechos más notables de,la evolu-
Esto no significa, sin embargo, que las propias Ordenes mientras tanto ción hispanoamericana a lo largo del siglo XVII. Se trató de un vasto, profun-
estuvieran libres de problemas de este tipo, ni mucho menos. Ya desde do y polifacético movimiento de toma de conciencia. No hubo región donde,
mediados del decenio 1580-1590, varios informantes de Nueva España, el de una manera u otra, no apareciera. El criollismo concernió e implicó a
cronista agustino fray Juan de Grijalva y el comisario general franciscano, todas las capas de la población de origen europeo. Prácticamente ningún
fray Alonso Ponce, atestiguan notables tensiones entre frailes gachupines y aspecto de la vida social escapó de sus cuestionamientos, de las tiranteces y
novohispanos. Quizá con menos nitidez, en las provincias sudamericanas rivalidades que suscitó directamente o que, por caminos a veces muy sutiles
surgieron aquí y allá síntomas inequívocos de lo mismo. Por ejemplo, a raíz e inesperados, surgieron a causa de él. Si sus constantes saltan a la vista, un
de los acontecimientos que suscitó en Quito la imposición de la alcabala en análisis pormenorizado y regionalizado revela, sin embargo, matices o dife-
1592, el problema criollo en los conventos fue rápidamente señalado como rencias, pero éstas se deben más a las circunstancias y a los ritmos locales que
uno de los elementos que más contribuyeron a exacerbar la situación. a su naturaleza profunda.
Sin que trascendiesen abiertamente sus preocupaciones, algunas Orde- Aunque ningún sector social pudo mantenerse alejado de la problemáti-
nes intentaron solapadamente tomar medidas encaminadas a restringir y ca que cristalizó alrededor del fenómeno criollo, cada uno, evidentemente,
dificultar el ingreso de los criollos, cuyo número muchos informantes penin.. reaccionó y participó en el debate según diversas variables: su importancia
sulares juzgaban ya excesivo en los conventos americanos. Sin duda, aleccio, en la sociedad, las características de su posición y las peculiaridades de su
nada por lo que vio al llegar a América, la Compañía de Jesús, con algunas estructura y de sus intereses.
vacilaciones, trató de exigir de sus novicios criollos más edad y requisitos de Para determinar el papel desempeñado por las Ordenes religiosas en ese
los que solía pedir en Europa. Con el mismo fin, no declarado, los capítulos gran proceso y señalar hasta qué punto fue decisivo, es necesario recordar,
generales franciscanos de 1583 y 1587 prohibieron admitir a los votos ^ aunque sólo sea brevemente, cuáles fueron el peso social, la inserción y las
criollos menores de veintidós años, esperando así tener vocaciones más funciones de los frailes en el mundo colonial.
acendradas y desanimar a los demás.
Una carta de Felipe II a su embajador ante la Santa Sede, fechada el 2o
de febrero de 1595, plantea muy a las claras el problema en sus diversa^ II. LAS ORDENES RELIGIOSAS Y EL PROBLEMA CRIOLLO
facetas y, sobre todo, revela bien la preocupación de las esferas más elevadas
del Estado en aquella época ante una situación que sus delegados en ej
A) La inserción social de las Ordenes
Imperio la dibujaban ya con trazos alarmantes:
Es sabido que en la España de la época los regulares conocieron un auge
«En las Indias, comenzaron muy floridamente las religiones en sus princü extraordinario: creación de Ordenes, fuerte aumento de la población con-
pios y duró aquello algunos años resultando mucho servicio y gloria a Nuestr^ ventual y del número de conventos, intervención cada vez mayor de los
Señor, por el fervor y espíritu con que se disponían muchos religiosos a ij.
destos reinos a la conversión y doctrina de los infieles. Mas después que lo s religiosos en las maneras de expresar la fe y en todos los aspectos de la vida
hijos de los españoles que nacieron en las Indias comenzaron a profesar en la$ social, todo lo cual, comparado con otros países europeos, había de dar al
religiones y se han apoderado de los oficios y gobierno della», por esta caus^ catolicismo español algunas de sus características.
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Los diversos motivos de tal evolución, tempranamente denunciada por suerte que por nacimiento había sido desfavorable. Otras, en fin, veían en
arbitristas y políticos, se han analizado de manera bastante satisfactoria, las Ordenes, sencillamente, una garantía material para sus hijos.
aunque se siguen debatiendo todavía algunos puntos, como la relación entre Este atractivo hacia las Ordenes se manifestaba en un número muy
el pauperismo de la sociedad y la inflación galopante de las vocaciones elevado de vocaciones de sentido muy diverso y se concretaba además en el
regulares. fortísimo interés de los laicos por todo aquello que se refiriese a la vida
En los virreinatos americanos, esas características no podían sino mani- conventual. Todo el mundo tenía en este o en aquel convento un hermano,
festarse de múltiples maneras. Allí, el movimiento incluso se amplificó. Ya un tío, un hijo, y en tal Orden unos amigos, deudos cercanos o lejanos, pero
desde la conquista, la evangelización indígena y la asistencia religiosa de los siempre muy íntimamente vinculados con su entorno familiar, ya que la
españoles exigieron muchos más sacerdotes de los que el clero secular, inserción social de los religiosos era entonces mucho más fuerte y distaba
entonces casi inexistente en América, podía ofrecer. Además, por su organi- mucho de lo que el transcurso del tiempo y otras mentalidades habían de
zación y sus tradiciones, las Ordenes se prestaban para este tipo de empresa imponer más tarde.
misionera. Si añadimos a esto la emotividad social de la época, tan dispuesta a
Con el transcurso del tiempo, la creación de obispados y la estructura- enardecerse y a tomar partido en el ámbito reducido de la colonia, entende-
ción del clero secular redujeron el papel de los frailes a proporciones más remos mucho mejor por qué nada de lo que pasaba en los conventos dejaba
razonables; pero éste, no obstante, siguió siendo importante y mayor de lo indiferentes a los laicos, y menos aún cuando se trataba de los debates
que era en la metrópoli. suscitados por el antagonismo hispano-criollo, ante el cual estaban ya todos,
La tarea evangelizadora explica por qué en América el número de frailes fuera cual fuera su bando, agudísimamente sensibilizados por las experien-
fue, proporcionalmente a la población blanca, mayor que en España, aun- cias de la vida cotidiana.
que durante mucho tiempo muy pocas Ordenes masculinas pudieran insta-
larse allí. Ya desde finales del XVI las capitales virreinales abrigaban una B) De las luchas por el poder al antagonismo hispano-criollo
cantidad de frailes comparable con la de las mayores ciudades españolas, a Todas estas razones, por muy importantes que sean, no bastan sin em-
pesar de que estas últimas eran mucho más populosas. Guardando las pro- bargo para explicar el papel relevante de las Ordenes en la contienda crio-
porciones, lo mismo pasaba en las capitales regionales o en los pueblos, llista. Hubo otras, con sus caracteres propios, vinculadas con lo específico de
cuyos ediles, a pesar de la carga que representaban esos frailes, se opusieron su organización.
enérgicamente a las tímidas tentativas de la Corona destinadas a cerrar los En efecto, si exceptuamos a la Compañía de Jesús, organizada según un
conventos demasiado pequeños o aislados, en los que era difícil cumplir la modelo muy jerarquizado, las comunidades regulares gozaban, desde su
regla y la disciplina. Durante el siglo XVII, el aumento de los efectivos con- creación en el Medievo, de una estructura relativamente descentralizada y,
ventuales fue constante en toda América y sólo a finales de la centuria por lo tanto, de cierta autonomía gracias a su organización en provincias.
empezó a decrecer el número de los regulares en las poblaciones secunda- Cada tres años, los representantes elegidos de los diversos conventos de cada
rias, mientras seguía el aumento en los grandes centros. una de esas provincias se reunían en capítulos provinciales y escogían a
El apego de los vecinos a sus frailes no carecía dé fundamento. En una quienes las iban a dirigir durante el siguiente trienio. Por supuesto, en
época en que la religión acompasaba, solemnizaba y daba sentido a la vida América estas votaciones tenían que ser ratificadas por las autoridades colo-
individual y colectiva, no podía ser de otra manera. Además, muchas formas niales, virreyes o presidentes de audiencias, quienes además velaban por el
de piedad de la época parecen haber encontrado en los conventos una buen desarrollo de dichos capítulos.
acogida más adecuada. Se añadían a esto las obras caritativas, la enseñanza No obstante, éstos no eran modelos de democracia. Sólo votaban, direc-
y, a veces, la atención médica, servicios que estrechaban aún más los vínculos tamente o por delegación, los frailes sacerdotes, lo cual excluía a novicios y
con la población y que el clero secular no ofrecía o, por lo menos, no del legos. Además, el mundo conventual funcionaba según principios geronto-
mismo modo. Finalmente, no hay que olvidar que las funciones religiosas y cráticos muy marcados. Finalmente, dada la naturaleza humana, esas elec-
sociales de los conventos se apoyaban en una potencia material a menudo ciones suscitaban a menudo rivalidades y maniobras. Por lo mismo, ya antes
considerable que las hacía posibles. de que surgiese el problema criollo las autoridades habían tenido que recor-
Por estos motivos, más recordados aquí sintéticamente por imprescindi- dar a los frailes los deberes de la confraternidad y de la Regla.
bles que verdaderamente analizados, las Ordenes ejercían una poderosa La organización conventual y este sistema electivo presentaban, sin em-
atracción sobre todos los sectores sociales. Los conventos reproducían por bargo, en el mundo colonial una originalidad fundamental que iba a revelar-
lo tanto, de manera bastante fiel, todo el espectro social laico, desde las se de excepcional importancia en el antagonismo hispano-criollo. En Améri-
familias más nobles hasta las más humildes. Aquéllas encontraban para sus ca, fuera de las funciones municipales, muy limitadas y estrechamente vigila-
hijos la casi seguridad de una posición conforme con su rango. Estas los das por el aparato administrativo, las responsabilidades conventuales eran
metían en los claustros para que mejoraran con el estudio y la virtud una las únicas que se confiaban después de debates y elecciones. Todos los demás
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cargos oficiales de alguna importancia, en la administración o en el clero los dos bandos dieron lugar a infinitos excesos verbales y, a veces, físicos. Las
secular, se proveían al contrario en un contexto fuertemente centralizado, relaciones personales y colectivas se agriaron, juzgándose cada uno víctima
emanando todos los nombramientos de la metrópoli, de Lima o de México, de injusticias y maniobras. Sobre todo, dada la inserción social de los frailes
donde dependían del virrey, representante del poder central. y su lugar en el siglo, esos problemas no tardaron en desbordarse del mero
Preparados durante meses, los capítulos conventuales eran grandes marco conventual para implicar también a toda la población laica, que
acontecimientos sociales. El virrey o el presidente de la Audiencia presencia- seguía apasionadamente los combates de sus frailes.
ba la proclamación de los resultados. Las comunidades celebraban la elec-
ción con grandes procesiones y festejos. Numerosos parientes y amigos de C) El problema de la «alternativa»
los religiosos esperaban con ansiedad e interés los resultados y que algún Rápidamente, el punto clave de la contienda lo representó la cuestión de
familiar o amigo suyo accediese a altos cargos que los honrarían y de los la alternativa; esto es, la atribución del poder provincial cada trienio, alterna-
cuales, quizá, ellos mismos pudiesen sacar provecho. tivamente, a uno u otro grupo, según normas previamente establecidas.
En un principio, los criollos sólo constituyeron en las Ordenes una No era ninguna innovación. En casi todos los países de Europa, las
minoría de jóvenes a quienes su poca edad, su falta de estudios y su inexpe- Ordenes habían recurrido a ese sistema para suavizar o suprimir rivalidades
riencia apartaban de las responsabilidades asumidas desde los comienzos en las provincias donde coexistían grupos nacionales o regionales bien indi-
por los padres de España. Con el transcurso del tiempo, esos frailes america- vidualizados. El sistema era viable y estaba justificado cuando esos grupos
nos, cada vez más numerosos y mejor formados, fueron adquiriendo aptitud tenían un peso equilibrado. Así se evitaban discusiones tan vanas como
para ocupar cualquier cargo en su provincia, meta que desearon ardiente- inacabables, ya que la alternativa daba a cada uno una parte más o menos
mente y por muchas razones. equivalente de poder y, sobre todo, preveía de antemano cómo y cuándo se
Este anhelo criollo en las Ordenes correspondió cronológicamente con había de efectuar el reparto.
el momento en que tomaban cuerpo los prejuicios y prevenciones en contra Ahora bien, en América, las cosas no se presentaron así. La inflación de
de los nacidos en América, así como el cuestionamiento nada benévolo de las vocaciones criollas, las dificultades cada vez mayores de una España
sus aptitudes. Por supuesto, esto ño ocultaba sino la voluntad del grupo exhausta para seguir mandando a las provincias religiosos de calidad y
metropolitano, tanto en los conventos como en la sociedad laica, de mante- suficientemente numerosos, el envejecimiento y la disminución del grupo
nerse en el poder y en lo posible de no compartirlo. español que de ello resultó, hicieron que ya desde fecha bastante temprana,
Ya se entiende, por lo mismo, lo que no podía faltar. Los capítulos se esto es, desde comienzos del siglo XVII, en muchísimas provincias, aunque en
convirtieron en el lugar predilecto, prácticamente el único en el que se proporciones variables, los criollos fueran ya los más numerosos, y con
podían expresar, de las rivalidades entre peninsulares y criollos. Se esforza- mucho.
ban aquéllos en conservar su posición dominante, tratando éstos de suplan- Por el mero juego electivo, a corto plazo, los frailes españoles no podían
tarlos con un éxito, primero, muy desigual e inestable, pero cada trienio más sino terminar desplazados. Para evitarlo pidieron a su protector natural, el
decisivo conforme aumentaba el número de las vocaciones criollas y, por lo poder político que ejercía el Patronato Real, que se impusiera una alternati-
tanto, el de sus votos, en las comunidades y los capítulos. va. Este era, según pensaban, el único medio de garantizar sus intereses, esto
En todo el imperio, incluyendo Filipinas, llegó a haber varias decenas de es, su presencia, uno de cada dos trienios, a la cabeza de las provincias.
provincias religiosas, lo cual significa que, andando el tiempo, se celebraron Por consiguiente, un asunto en principio estrictamente conventual se
centenares de capítulos. No todos suscitaron tensiones o enfrentamientos, transformó rápidamente en una cuestión política. El rey, el Consejo de
pero no es exagerado afirmar que desde comienzos del XVII hubo constante- Indias, el embajador ante la Santa Sede, intervinieron repetida e insistente-
mente en uno u otro virreinato un capítulo de tal o cual Orden en el que el mente ante el Papa y los superiores generales de las Ordenes para que se
antagonismo hispano-criollo estuvo a la orden del día y había provocado, concediesen esas alternativas que las insistentes peticiones de los padres
provocaba o iba a provocar dificultades. españoles no habían podido conseguir en las provincias americanas, dada la
Dichos capítulos se convirtieron por ello en una especie de barómetro negativa obstinada de los criollos. Los representantes del poder colonial,
ultrasensible de las relaciones entre peninsulares y americanos. Por las repe- virreyes, presidentes y obispos, también tuvieron que mediar en la contienda
tidas controversias, las reflexiones y los textos teóricos que suscitaron, se y presionar con toda su autoridad para que las decisiones romanas se hicie-
transformaron en el foro predilecto, y privilegiado, del criollismo y del sen realidad y no quedasen en letra muerta. El criollismo conventual ameri-
anticriollismo más militantes y hasta virulentos. Hicieron así las veces de cano, polarizado alrededor de la alternativa, se transformó así en un enfren-
espita para esas rivalidades y rencillas que en la sociedad laica no tenían tamiento de carácter periódico entre el poder político metropolitano y los
ocasión de manifestarse abiertamente, sino de manera muy epidérmica. hispanoamericanos, lo cual, indudablemente, contribuyó a concienciar más
Los capítulos concretaron para todos los hispanoamericanos, fuesen a estos últimos, a exacerbar las oposiciones y a modificar notablemente el
frailes o no, la voluntad metropolitana de mantenerlos a raya y vigilarlos. En sentido de éstas.
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La imposición de la alternativa llegó a originar tal exasperación que, a apenas se pudo aplicar parcialmente, ya que los padres de España no eran
causa de ella, varias ciudades estuvieron a punto de protagonizar gravísimos siquiera bastantes para ocupar los puestos que la alternativa les reservaba.
disturbios: Cuzco, en 1678, cuando el obispo trató de obligar a los francisca- Tampoco se ha de olvidar que si en el ambiente exacerbado del antago-
nos de la provincia de Charcas y salió malparado mientras la población de la nismo hispano-criollo la alternativa se convirtió en el punto clave que hemos
capital incaica se arremolinaba; Lima, dos años más tarde, cuando el virrey dicho, no era fundamentalmente sino una manera de resolver un problema
cercó el convento de San Francisco durante varios días con compañías de de reparto de poder en las comunidades. Así, ya antes de que apareciese el
soldados hasta que se produjo lo irreparable, esto es, la muerte por un problema criollo, hubo casos de alternativas en ciertas provincias religiosas
balazo de un estudiante, cuyo entierro fue motivo de una sentida manifesta- de América, como en la de los dominicos de Lima, entre los frailes que
ción multitudinaria e hizo temer una explosión popular de imprevisibles habían tomado el hábito en el Perú y los que habían llegado ya ordenados de
consecuencias; Quito, en 1685, cuando la Audiencia colocó un cañón frente la península. Entre los dominicos de Nueva Granada, a comienzos del siglo
a la puerta del convento de San Agustín para que cediesen los frailes, XVII, un visitador llegó a idear una alternativa entre padres castellanos y
atrincherados y armados. andaluces, quienes desde hacía algunos años competían por el control de la
provincia.
D) ¿Alternativa o alternativas? De todos modos, la actitud de los grupos que intervinieron en este
El fenómeno de la alternativa viene llamando la atención desde hace ya asunto de la alternativa parece haber estado dictada más por consideracio-
mucho tiempo, por lo menos en sus manifestaciones y consecuencias más nes de intereses inmediatos que por posiciones de principio firmemente
visibles. Sin embargo, no se puede estudiar así, fuera del contexto y del nacional. Partidarios acérrimos de la alternativa, los frailes españoles se la
desarrollo generales del antagonismo hispano-criollo en el conjunto del negaron obstinadamente a los hispanoamericanos en todos los casos en que
imperio e incluso en España, donde se gestaban y alimentaban los prejuicios éstos se encontraban en una posición minoritaria. Tal fue el caso de Filipi-
antiamericanos. Sólo una perspectiva global le da su sentido cabal y su nas, donde los criollos, casi todos oriundos de Nueva España, la pidieron en
alcance verdadero. Por no haberlo hecho así, a veces se han trazado imáge- vano repetidas veces. En Guatemala, donde las Ordenes habían practicado
nes simplistas y por lo tanto erróneas que han desembocado más bien en una una selección al parecer bastante más rígida en cuanto a la admisión de los
especie de folclore conventual teatralizado y más literario que real. criollos, fueron precisamente éstos, tanto entre los franciscanos como entre
Además, la alternativa no fue, ni mucho menos, un proceso uniforme. los dominicos, quienes tuvieron que pedir la alternativa, tardando los espa-
Aunque en conjunto siguió el esquema arriba indicado, conoció también ñoles en concederla más de treinta años en el primer caso y más de quince
variantes notables. Su contenido, las circunstancias de su imposición y sus en el segundo.
consecuencias difirieron de manera bastante notable según las Ordenes, las Se dio incluso la circunstancia de que los bandos peninsular e hispano-
provincias, la relación de fuerzas a menudo fluctuante en las comunidades americano cambiaran varias veces de parecer sobre la urgente necesidad de
regulares, la voluntad y la obstinación de grupos o personalidades, la flexibi- implantar la alternativa según las variaciones del equilibrio de fuerzas en la
lidad de ciertas situaciones locales, las vacilaciones o, a veces, las inconse- provincia. Tal fue el caso de los mercedarios de Quito en la segunda mitad
cuencias del poder español. del siglo XVII, época en la que tanto los españoles como los criollos cambia-
Por ejemplo, entre los dominicos del Perú, como ya desde finales del ron tres veces de posición dado el inestable equilibrio de la provincia, que
siglo xvi los criollos dominaban por completo la provincia, prácticamente favorecía a unos u otros según las circunstancias.
nunca se habló allí de implantar la alternativa, mientras que los franciscanos Finalmente, no se puede silenciar el hecho de que llegó a haber alterna-
españoles de esa misma región tuvieron que luchar mucho tiempo para que tivas que, al margen del antagonismo hispano-criollo, tuvieron sencillamen-
por fin, en 1680, se impusiese el reparto alternativo de los provincialatos. En te por objeto atajar las rivalidades entre diferentes componentes de tal o
Quito, ese sistema electivo fue impuesto en 1624-1626 a la provincia domi- cual provincia. Así sucedió entre los dominicos de Nueva España, donde
nicana, no sin muchos esfuerzos de un visitador y de la Audiencia para estaban en pugna los conventos de México y Puebla, hasta el punto de que
proteger los intereses de la minoría peninsular. Por esas mismas fechas, un se tuvo que dividir la provincia; o entre los también dominicos de Nueva
precepto con semejante fin destinado a los agustinos quiteños fue retenido Granada, para los cuales, en los años 50 del siglo XVII, se decidió una
por el Consejo de Indias y resurgió cuarenta años más tarde, suscitando alternativa entre los frailes de Cartagena y Santa Marta, llamados hijos de la
entonces muchas y largas dificultades. costa, y los hijos del reino, esto es, de las regiones de Santa Fe y Tunja,
Hasta hubo casos, como el de la provincia agustina de Nueva Granada, agregándose autoritariamente los españoles llegados en misión a los prime-
en los que, olvidada de todos, la alternativa se convirtió en un verdadero ros por ser los menos numerosos, mientras que los peninsulares que toma-
problema a fines del siglo xvii con los trámites reiterados y obstinados de un ron el hábito en el Nuevo Reino pertenecerían al grupo con el cual habían
solo fraile español que, durante varios decenios, parece haber empleado efectuado su noviciado.
toda su energía en lograr que se impusiera. Cuando por fin lo consiguió,
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III. OTRAS FACETAS DE LA LUCHA perversión más del sistema. La calidad, a veces dudosa, de los misioneros
llegados de España y sus ascensos demasiado rápidos, al amparo de la alter-
A) Alistamiento misionero y vocaciones locales nativa, perjudicaban gravemente la paz, unión y labor de las Ordenes, de-
Aunque la alternativa fue la manifestación más visible de las rivalidades mostrando a los americanos la injusticia del sistema, siempre encaminado a
entre frailes criollos y peninsulares, distó mucho de ser la única. Lo prueba beneficiar a los peninsulares.
el que las provincias americanas de la Compañía de Jesús, las cuales no Estos contestaban que tampoco los criollos estaban exentos de culpa.
tenían capítulos ni elecciones, sino sencillamente congregaciones cuyo po- En todas las largas controversias que sustentaron para conseguir la alternati-
der se reducía a hacer propuestas, experimentaron también dificultades en va, los frailes europeos insistían en el hecho de que los padres americanos
cuanto a la coexistencia de las dos naciones, como entonces se decía. Estos aprovechaban sus provincialatos para aumentar sus filas. Aceptaban para
roces nunca trascendieron abiertamente al público debido a la tradicional novicio a cualquier candidato con tal de que hubiera nacido en América,
cohesión de la Compañía, pero no dejaron de preocupar a los responsables, aunque no tuviera la edad requerida, presentara fallos morales o no corres-
quienes circunstancialmente tuvieron que intervenir, a veces de una manera pondiese a los requisitos raciales que las provincias imponían para impedir
muy enérgica, en Nueva España, Perú, Nueva Granada o Chile para sofocar el ingreso en sus filas de mulatos y mestizos. Por lo mismo, los defensores
todo aquello que significase rivalidad o animadversión e hiciese peligrar la españoles de la alternativa afirmaban que sólo con la presencia de peninsula-
confraternidad y la disciplina. res a la cabeza de las provincias, un trienio de cada dos, se podría impedir la
colonización de dichas provincias por las castas, acusación exagerada, pero
Dada la importancia que en esos enfrentamientos entre criollos y penin-
que se relaciona probablemente con el hecho de que los criollos, no forzosa-
sulares tuvieron el número y las fuerzas respectivas de cada bando, los
mente por cálculo, sino por relaciones de familia o amistad, pudieron ser
aspectos del ingreso en las Ordenes y de la llegada de misioneros desde
menos estrictos en cuanto a la admisión de candidatos que tenían sangre de
España se convirtieron en puntos claves. Arguyendo que los criollos no
casta.
servían para la dura labor de las misiones situadas en zonas marginales o
difíciles, los padres españoles reclamaban constantemente que se les envia-
sen misioneros de la metrópoli. Según los criollos, ésos en realidad no iban B) Visitadores, comisarios y vicarios generales
a servir en las misiones. El objetivo era utilizarlos para aumentar el grupo La intervención exterior de la metrópoli en los conventos se ejercía
español, mantenerlo artificialmente a cierto nivel numérico y asegurar así el también de otra manera. Ya se sabe que las Ordenes enviaban a las provin-
funcionamiento o la supervivencia de la alternativa que, sin ellos, habría cias, para inspeccionarlas, representantes directos de los superiores genera-
caído en desuso por falta de padres de España. les. En el caso de América, este sistema llegó a cobrar mucha importancia.
Durante todo el siglo XVII menudearon esas quejas de los religiosos Esos inspectores tenían el título de visitadores entre los dominicos, jesuítas
americanos, quienes, además, subrayaban cómo el valor de esos misioneros y agustinos, y de vicarios generales entre los mercedarios. En cierto sentido
distaba mucho de lo que cabía esperar. Estas acusaciones están confirmadas también se puede considerar como tales a los comisarios generales francisca-
por fuentes peninsulares, ya que, andando el tiempo, el hecho de ir a nos de Nueva España y del Perú. En las tres primeras Ordenes solamente se
misiones parece haber presentado cada vez menos atractivo en los conventos enviaban visitadores a América cuando algún problema grave o difícil de
de España. No pocos comisarios de misiones se quejaban de que las comuni- resolver se señalaba a las autoridades superiores, pero mientras los jesuítas
dades peninsulares les escondían los mejores candidatos. siguieron practicando el sistema regularmente, andando el tiempo los domi-
Además, la coyuntura española de la época, y más concretamente la nicos y los agustinos recurrieron cada vez menos a él, hasta el punto de que
depresión demográfica y la crisis económica del Estado, que normalmente llegó a ser, inclusive, excepcional en el siglo XVII.
sufragaba los gastos de las misiones, no era nada favorable y contribuyó a En el caso de los franciscanos y de los mercedarios, el envío de comisa-
dificultar el paso continuo de misioneros a América. A la larga, desde co- rios y vicarios generales a las provincias ultramarinas fue continuo. Además,
mienzos del siglo XVIII en adelante, esto había de llevar a que en muchas como bien lo indica su título, comisarios y vicarios generales iban con amplí-
provincias la alternativa prácticamente no pudiese funcionar ya de manera simos poderes, prácticamente los del propio general.
normal. En bastantes casos cayó en desuso o se redujo a un sistema pura- El papel de esos comisarios y vicarios generales consistió en velar por el
mente formal en el que, si bien se elegía cada dos trienios a un provincial y buen funcionamiento de las provincias ultramarinas en todo lo referente a la
definidores de España, éstos en realidad no representaban sino a tal o cual vida conventual, así como vigilar para que se cumpliesen las órdenes del
grupo predominantemente criollo. Así sucedía, por ejemplo, entre los agus- poder político metropolitano, del que, al fin y al cabo, eran en alguna forma
tinos del Perú. los representantes, dado el sistema del Real Patronato.
Todo ello contribuyó a convencer más aún a los criollos de que la Ya desde fecha muy temprana, antes de que surgiese el problema crio-
necesidad de mantener, aunque fuese artificialmente, un grupo de padres llo, las provincias americanas se quejaron de manera insistente de los pode-
españoles para que siguiese funcionando la alternativa no era sino una res excesivos de los comisarios y vicarios generales. Al parecer, esto los
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llevaba a veces a intervenir abiertamente en los capítulos, unas veces presio- IV. CRIOLLISMO ECLESIÁSTICO E IDEOLOGÍA
nando para que se eligiesen frailes de su devoción o que les habían sido
recomendados, otras veces anulando las votaciones de capítulos ya celebra- A) La afirmación protocolonial
dos y cuyos resultados no correspondían a lo que ellos esperaban. Provoca-
ron así, dentro de las comunidades, graves crisis y perturbaciones, a veces Seria muy injusto, y por tanto inexacto, reducir el proceso de criolliza-
duraderas, que en alguna que otra ocasión llegaron a preocupar al propio ción a interminables roces y renci'las, a enfrentamientos por el poder. Todo
poder político. esto, si bien existió, no constituyó sino la parte más visible de un gran
Siendo los capítulos el lugar donde se manejaba el poder provincial y, cuestionamiento cuya amplitud, fuerza y atrevimiento iban aumentando
por tanto, los intereses materiales, la mayor parte de las quejas los acusaban cada día y que, conforme se desarrollaba, fue generando toda una serie de
de manejar, fuera de todo control, cantidades enormes que salían de las construcciones ideológicas. Estas al mismo tiempo lo justificaban y le daban
provincias no tanto en provecho personal de los vicarios y comisarios gene- nuevos alientos en esa inacabable contienda. Por estar, digámoslo así, en
rales, sino más bien para las provincias de que provenían en España. Era primera línea y por desempeñar un papel relevante tanto en la producción
frecuente escuchar que vicarios y comisarios generales «sangraban» a las como en la difusión del saber y de la cultura, los eclesiásticos contribuyeron
provincias de Indias, y a veces hubo tales excesos en esto que los propios también de manera decisiva a la elaboración teórica de ese vasto sistema de
virreyes se vieron obligados a intervenir para moderarlos. justificación del empeño criollo.
Por supuesto, en conventos rápidamente polarizados alrededor del Además de los argumentos que, tanto en memoriales como en prédicas
antagonismo entre españoles y criollos los abusos manifiestos de los vicarios y disputas, esgrimieron los portavoces del bando criollo en los innumerables
y comisarios generales, su connivencia con el poder colonial y sus compatrio- encuentros que tuvieron con sus contrincantes peninsulares ya desde la
tas oriundos de la metrópoli no podían sino aumentar la animadversión para primera mitad del siglo XVII, las crónicas de convento se transformaron
con ellos y deteriorar más aún las relaciones, ya bien tirantes y difíciles, entre también en verdaderos manifiestos del criollismo militante. Pormenorizada-
los grupos peninsular y criollo. Además, los comisarios y los vicarios genera- mente dejaron constancia de la larga y enrevesada historia de los problemas
les estaban encargados de velar por la aplicación estricta de la alternativa en suscitados por la alternativa, pero, además y sobre todo, sus autores supie-
las provincias donde ésta existía para defender a la minoría española, lo cual ron transformar sus áridas y reiterativas cronologías en vigorosos y vibrantes
siempre suscitaba dificultades y renovaba rencores. alegatos de su causa. No vacilaron en abandonar durante uno o varios
capítulos el hilo de los hechos para demostrar los fundamentos irrefutables
Fieles a la lógica de la política peninsular al respecto, trataron en lo
de una identidad americana verdadera, aunque, ya lo vemos, en algunos
posible de impedir que dicha alternativa se implantase cuando no les parecía
aspectos ambigua. Combatieron con sobrados argumentos los hirientes pre-
necesaria a los frailes chapetones. Tal fue el caso de las provincias francisca-
juicios europeos para con el mundo tropical. En fin, exaltaron la patria del
nas de Lima y Charcas. Durante la mayor parte del siglo xvn no se habló allí
criollo, sus bellezas naturales y las excelencias de su civilización, signos
de alternativa, dado que la presencia permanente en el Perú de un comisario
indudables para ellos de que esa patria estaba señalada por la mano de Dios
general permitía salvaguardar los intereses de los peninsulares mediante
y, por tanto, llamada con sus habitantes a un destino extraordinario.
presiones y, a veces, verdaderos golpes de Estado internos. Cuando, ya bien
entrada la segunda mitad del siglo, la desproporción entre los dos bandos A manera de ejemplos basta con pensar, para América del Sur, en los
fue tal que en adelante sólo la alternativa en la perspectiva peninsular podía franciscanos limeños Buenaventura de Salinas y Córdoba y Diego de Córdo-
arreglar definitivamente el problema, los comisarios generales se transfor- ba Salinas; en el dominico, también limeño, Juan Meléndez; en el agustino
maron en los abanderados y portavoces más activos de este sistema, que no altoperuano Antonio de la Calancha; en el jesuíta chileno Antonio de Ova-
se impuso sino después de grandes conmociones internas. lie; en el dominico neogranadino Alonso de Zamora. En cuanto a Nueva
Lo mismo pasaba en la Merced. A mediados del siglo XVII, un general de España, desde fechas muy tempranas, los frailes, y en menor medida los
la Orden llegó a escribir oficialmente, para defender la función de vicario clérigos, contribuyeron notablemente a insertar a la Virgen de Guadalupe y
general, que el objetivo de ésta era precisamente mantener a raya a los al dios prehispánico Quetzalcoatl en grandes mitos criollos que a lo largo de
criollos y que, estando en una provincia americana un vicario general, poco toda la época colonial, y con más intensidad en los tiempos de la Indepen-
importaba que hubiera o no alternativa, dado que la realidad del poder la dencia, iban a servir de hilo conductor en el largo proceso de afirmación de
detentaba él, y no el provincial, con su definitorio. la nacionalidad mexicana.

B) Criollismo y preindependencia
Durante el siglo XVII y comienzos del siguiente el problema criollista no
tuvo en el clero secular, por las razones ya dichas, ese carácter a la vez
reiterativo, complejo y, sobre todo, espectacular que hemos encontrado en
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C. 15. La criollización del clero 297
las Ordenes. Se redujo en él a las repercusiones del ambiente general del
reveladoras del incipiente criollismo sudamericano»: Anuario de Estudios Americanos
antagonismo entre criollos y peninsulares, y sólo surgió abiertamente, o 26 (Sevilla, 1979), 447-465.
disfrazado por otras rivalidades, cuando se plantearon, por ejemplo, conflic-
tos de poder o interés, sea entre obispos y cabildos eclesiásticos, sea entre Las Ordenes religiosas y el criollismo
curas y autoridades episcopales. A. ARCE, «Orígenes de la alternativa de oficios en las Provincias franciscanas del
Con el siglo x v m , sin embargo, los rasgos y lugares de expresión del Perú (año 1676)»: Archivo Ibero-Americano 16 (Madrid, 1921), 145-162; J. GONZÁ-
LEZ ECHENIQUE, «Notas sobre la "Alternativa" en las Provincias religiosas del Chile
criollismo eclesiástico cambiaron de manera sustancial. Las Ordenes atrave- indiano»: Revista Histórica 2 (Santiago, 1962-3), 178-196; R. JARAMILLO, «Los agusti-
saron entonces un período de decadencia relativa cuya consecuencia fue nos criollos en México, 1575-1650»: Congreso Internacional «Agustinos en América y
reactivar en ellas el enfrentamiento entre criollos y españoles. En efecto, Filipinas» (Valladolid, 1990), 117-160; J. LAFAYE, «La regle de l'alternance dans la
para tratar de ir en contra de la corriente, las autoridades españolas volvie- province dominicaine de Nouvelle Espagne au XVIIe siécle»: Cahiers des Amériques
latines 6 (París, 1964), 101-106; B. LAVALLÉ, «Créolisme et alternance: les Augustins
ron a utilizar a los visitadores, cuya labor en muchos casos no sirvió sino para de Quito au xvn<- siécle»: Bulletin Hispanique 81 (Burdeos, 1979), 223-264; ID., Recher-
exacerbar a las provincias en contra de ellos. Incluso en algunos casos, con ches sur l'apparition de la consciente creóle dans la vice-royauté du Pérou: l'antagonisme
todas las consecuencias que se pueden imaginar, intentaron reactivar o hispano-créole dans les ordres religieux (xvi'-xvw sueles) (Lille, 1982); ID., «Un chapitre
instaurar la alternativa en provincias en las que este sistema hacía ya mucho oublié du créolisme conventuel: la Province dominicaine de Nouvelle Granade
(1620-1640)», en Hommage des hispanistes francais a Noel Salomón (París, 1978),
tiempo que había caído en desuso o nunca se había implantado. Pero, por
487-497; I D , «Antecedentes e inicios de la rivalidad hispano-criolla en las Provincias
otra parte, desde mediados del siglo, la sociedad colonial sufrió cambios franciscanas del Perú», en Actas del II Congreso Internacional sobre los franciscanos en el
notables. Su dinámica propia, las tensiones y contradicciones que de ella Nuevo Mundo (Madrid, 1988), 729-70; L. C. MANTILLA, Los franciscanos en Colombia 2
surgieron, los nuevos rumbos y las nuevas exigencias de la política borbóni- (Bogotá, 1987), 27-61; I D , «La criollización de la Orden franciscana en el Nuevo
ca, las condiciones también renovadas de la vida económica, las influencias Reino de Granada», en Actas del II Congreso Internacional sobre los franciscanos en el
Nuevo Mundo (Madrid, 1988), 685-727; F. MORALES, Ethnic and Social Background of
e ideas exteriores, crearon, como es bien sabido, un contexto en el que todos the Franciscan Friars in seventeenth Century México (Washington, 1973); I D , «Sociode-
los elementos contribuyeron a reforzar y renovar tanto los motivos de des- mografía de la Orden franciscana en América», en Actas del I Congreso Internacional
contento de los criollos como las manifestaciones de su toma de conciencia sobre los franciscanos en el Nuevo Mundo (Madrid, 1987), 473-510; lD„ «Criollización
cada vez más atrevida y cuestionadora en todos los sectores de la sociedad. de la Orden franciscana en Nueva España. Siglo xvi», en Actas del II Congreso Interna-
cional (véase L. C. Mantilla), 661-684; A. TIBESAR, «The Alternativa: A Study in Spa-
Intimamente vinculados con su siglo, implicados en el gran movimiento nish-Creole Relations in seventeenth-Century Perú»: The Americas 11 (Washington,
de renovación intelectual de signo muy variado que conocieron estos dece- 1955), 229-284.
nios, los miembros del clero secular estuvieron prácticamente presentes en
todos los grandes debates y en todas las conmociones que agitaron el impe- Otras facetas del criollismo
rio a partir de la mitad de siglo. El criollismo siguió teniendo abogados L. ARROYO, Comisarios generales del Perú (Madrid, 1950); M. MERINO, «El alista-
brillantes entre las Ordenes. Basta con pensar en los jesuítas expulsados, el miento misionero en el siglo XVII o avisos para los comisarios reclutadores»: Missiona-
lia Hispánica 2 (Madrid, 1945), 291-364; A. SAINT LU, Condition coloniale et conscience
mexicano Clavigero, el peruano Viscardo y Guzmán, el cuyano Godoy, o en creóle au Guatemala (París, 1970).
la interesantísima figura del dominico mexicano Servando de Teresa y Mier.
Sin embargo, las Ordenes habían dejado ya de ser el lugar privilegiado de la Criollismo eclesiástico e ideología
contienda, y el criollismo, tanto el laico como el eclesiástico, se fundió en el D. A. BRADING, Los orígenes del nacionalismo mexicano (México, 1973); J. LAFAYE,
gran movimiento de reconsideración de la relación con España que desem- Quetzalcóatl y Guadalupe: la formación de la conciencia nacional en México (Madrid,
bocó más tarde en el proceso independentista, en el que el clero secular 1977); B. LAVALLÉ, «El espacio en la reivindicación criolla del Perú colonial»: Cuader-
nos Hispanoamericanos, nro. 399 (Madrid, sept. 1983), 20-39; I D , «Planteamientos
desempeñó, en algunos países como México, un papel decisivo. lascasianos y reivindicación criolla en el siglo xvm (el borrador de Fr. Raimundo
Hurtado)»: Histórica 4 (Lima, 1980), 197-220; I D , Recherches sur l'apparition de la
conscience creóle dan la vice-royauté du Pérou (Lille, 1982); J. PÉREZ, Los movimientos
precursores de la emancipación en Hispanoamérica (Madrid, 1977).
NOTA BIBLIOGRÁFICA

Orígenes del criollismo


M. BATAILLON, «Origines intellectuelles et religieuses du sentiment américain en
Amérique latine»: Cahiers des Amériques latines 6 (París, 1964), 49-55; J. FRIEDE, Los
gérmenes de la emancipación americana en el siglo XVI (Bogotá, 1960); J. I. ISRAEL, Razas,
clases sociales y vida política en el México colonial, 1610-1670 (México, 1980);
B. LAVALLÉ, «Del espíritu colonial a la reivindicación criolla, o los albores del criollis-
mo peruano»: Histórica 2 (Lima, 1978), 39-61; ID., «Las "Doctrinas" de frailes como
CAPÍTULO 16

LA INQUISICIÓN
Por ELISA LUQUE ALCAIDE

Desde el siglo XIII se denominó con el término inquisición, que significa


literalmente «investigación», a los tribunales encargados de detectar la here-
jía, entendida como desestabüizadora de un orden social apoyado sobre una
ley civil coherente con la ley cristiana. Su origen se remonta al 20 de abril de
1232, en que el papa Gregorio IX la erigió accediendo a las instancias de los
reyes de Francia e Inglaterra para poner remedio a la difusión del catarismo
albigense y a las revueltas sociales que ocasionaba.
El Papa otorgó mandato al provincial de los dominicos del Languedoc
para designar a los religiosos encargados de la investigación de la herejía;
una vez probada la herejía, entregarían a los confesos de ella al poder civil,
que aplicaría las penas.
Desde 1235, el mismo Gregorio IX asoció a esta tarea también a los
franciscanos.
El acta por la que se encargaba a estas dos Ordenes, de reciente funda-
ción, de la «causa de la fe», les confiaba a la vez una «predicación general»
contra la herejía, que al llevarse a cabo por la región francesa del Languedoc
vuelve a muchos a la fe de la Iglesia; va acompañada de una gran difusión de
la práctica de la confesión de los fieles que testimonia la «institución del
confesonario», iniciada entonces.
Desde Francia la Inquisición se difunde por Bohemia, Hungría, Flan-
des, Aragón, el Milanesado, Sicilia, Florencia; el edicto de Rávena de 1232
la extiende a toda Europa, excepto a Inglaterra, donde el Parlamento vota
su implantación en 1401. Aparece en ella la figura del inquisidor, legado
pontificio y juez extraordinario de la fe, con jurisdicción independiente de
la de los obispos.
Los primeros legados suelen ser dominicos y franciscanos; por una
razón jurídica: gozando estas Ordenes de independencia o exención de los
obispos, se convertían en instrumentos apropiados de una administración de
justicia autónoma; también por la formación doctrinal alcanzada por su
instituto y por su finalidad fueron vistos como expertos eficaces para dicta-
minar en puntos relacionados con la doctrina de la fe.
Los histoi íadores de la Inquisición medieval están de acuerdo, hasta la
fecha, en sostener que no se introdujo en Castilla la institución inquisitorial
que hasta aquí venimos examinando por darse la convivencia de las tres
religiones monoteístas en muchos momentos de la vida medieval castellana,
300 P.II. La Iglesia diocesana C.16. La Inquisición 301
de la que la Escuela de Traductores de Toledo es ya proverbial ejemplo. principio que rige en los precedentes inmediatos al descubrimiento del
Influyó también el que, desde Fernando III el Santo hasta Juan II, cuando Nuevo Mundo: a) el olvido de la esencial diferenciación del poder espiritual
hubo represión de la herejía entre los cristianos se llevó a cabo por los y del poder secular -y, por ello, el peligro de la herejía y las implicaciones
príncipes seculares, y la legisló la normativa secular -los Fueros, las Partidas- desestabilizadoras que implicaba- impulsaron el recurso al brazo secular
en contraste con lo que ocurría en el resto de Europa y en Aragón. para extirparla, y b) se desdibuja que el único camino para conducir a los
El 1 de noviembre de 1478 Sixto IV, por la bula Exigit sincerae devotio- espíritus a la fe es la predicación que respeta la libertad de las conciencias en
nis, erige la Inquisición española. Solicitada por Enrique IV en torno a 1460, su búsqueda de la verdad.
la novedad de la institución hispana con respecto a la Inquisición medieval es Este doble planteamiento hizo que se aceptasen los criterios seculares
la de someter el nombramiento pontificio de los inquisidores a la presenta- de penalización para el hereje; derivaba, como hemos señalado, de verlo
ción regia. como perturbador del orden social y como un elemento peligroso para el
Funciona esta moderna Inquisición española desde 1480 y estaba consti- bien común del reino; sólo así se explica - n o se justifica- la admisión de la
tuida por: 1) un Consejo de la Suprema Inquisición, también llamado la Supre- pena de muerte para el hereje que se confiesa como tal.
ma, con un presidente y un inquisidor general -cargos que con el tiempo se
identifican-, nombrados por el Rey y confirmados por el Papa, y unos
consejeros, designados por la Corona y presentados por el inquisidor gene- I. ORÍGENES Y TIPOS DE LA INQUISICIÓN EN AMERICA
ral; 2) unos Tribunales, compuestos por los inquisidores y ministros, nombra-
dos por el inquisidor general. Los inquisidores tenían facultad de nombrar En 1509 el Rey Católico ordenaba a Diego Colón, gobernador de La
a los funcionarios, que debían a su vez ser confirmados por el inquisidor Española, que para la conservación de los indios en la fe católica no consin-
general como ministros del Santo Oficio. tiese que fuesen a poblar aquellas tierras «moros, ni herejes, ni judíos, ni
La organización inquisitorial se debe a los primeros inquisidores gene- reconciliados, ni personas nuevamente convertidas a nuestra santa fe». En
rales, que elaboraron las Instrucciones antiguas, iniciadas por Torquemada en años sucesivos insistió la Corona en disposiciones semejantes de modo que,
1484 y completadas por Deza, y las Instrucciones nuevas, que comenzó Manri- entre los requisitos para obtener la autorización para pasar a las Indias, se
que y completó Fernando Valdés en 1561; fueron recopiladas todas ellas encontraba la prueba de ser cristiano «viejo». Análogamente, en la prohibi-
por Arguello en 1630. ción a los extranjeros de pasar al Nuevo Mundo -entre otras razones-
En el contexto cultural en que surge la Inquisición española se sigue pesaba también el hecho de evitar la contaminación de las nuevas herejías
viendo al hereje -criptojudío en este caso- como un elemento de perturba- protestantes.
ción social; contra él, en diversas ocasiones e injustamente, se desencadena En 1516, cinco años después de la erección de los tres primeros obispa-
la ira popular; es visible en los desmanes cometidos en Toledo en julio de dos antillanos otorgada por Julio II en agosto de 1511, solicitaba Bartolomé
1467, que ocasionaron numerosos muertos, quema de casas y desafueros sin de las Casas en su Memorial de remedios para las Indias al cardenal Cisneros:
cuento; a éstos se suceden los de Sepúlveda en 1468, Córdoba y Jaén en «Y asimismo suplico a Vuestra Reverendísima Señoría... que mande enviar a
1473, y Segovia en 1474. aquellas islas de Indias la Santa Inquisición, de la cual creo yo que hay muy
En 1477 la anarquía reinaba en Sevilla debido a las luchas entre los gran necesidad, porque donde nuevamente se ha de plantar la fe, como en
bandos del duque de Medina-Sidonia y del marqués de Cádiz. También aquellas tierras, no haya quizá quien siembre alguna pésima cizaña de here-
jugaban un papel principal en la difusión del crimen los falsos conversos: no jía». Fruto de esta petición lascasiana en sintonía con la convicta adhesión de
había una herejía, era una apostasía muy generalizada. Los Reyes Católicos, Cisneros a la Inquisición, legada por los Reyes Católicos, fue el decreto del
que llegan a la ciudad en la segunda mitad del año, deciden poner remedio; 21 de julio de 1517 dirigido a los tres obispos americanos del momento
someten a la nobleza levantisca y, para acabar con el problema de orden (Santa María del Darién, en Panamá; Santo Domingo y Concepción de la
religioso, acuden a la solución incoada por Enrique IV. Se configura así la Vega, en la Española) por el que los instituye «inquisidores apostólicos»,
idea de una Inquisición que, impulsada por la Corona, contribuya a la dándoles facultad para proceder judicialmente contra los presuntos herejes.
unidad del reino, concebida en torno a la religión católica. Es una medida El 8 de noviembre del mismo año fallecía el Cardenal y el decreto quedó
institucional que se sitúa en línea con la reforma eclesiástica emprendida por paralizado hasta la revisión conjunta de la política indiana que haría el nuevo
los reyes para lograr la elevación espiritual y doctrinal del clero secular y gobierno.
regular. Mientras fueron nombrados los primeros inquisidores apostólicos en tie-
Asistimos a los orígenes hispanos de la Monarquía centralizada que el rras americanas - e n 1519, por el inquisidor general de los reinos de España,
Renacimiento está gestando en la Europa occidental. Al estudiar los hechos cardenal Adriano de Utrecht-, las funciones de velar por la ortodoxia de la
religiosos que en ella se sucedieron nos vemos precisados a hacerlo analizan- fe y denunciar la herejía corrieron a cargo de los provinciales de las Ordenes
do la labor emprendida por la Monarquía. Es un dato significativo del doble religiosas y, después, de los obispos tan pronto se erigieron y formalizaron
I
302 P.II. La Iglesia diocesana C.16. La Inquisición 303

las primeras diócesis americanas. Surgen así los dos primeros tipos de Inqui- en el área antillana, avanzada de la colonización, se había iniciado una nueva
sición americana: la episcopal y la monástica, que funcionaron hasta la fase institucional. A principios de 1519 la Corona y el inquisidor general de
implantación del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en 1569, que España, cardenal Adriano de Utrecht, nombraron dos inquisidores «apostó-
sería la tercera modalidad. A estos tres tipos se añade un cuarto de cuño licos», es decir, vinculados de algún modo con la jurisdicción pontificia que
típicamente americano: el Provisorato del Tribunal del Santo Oficio para los respaldaba al Tribunal de la Inquisición peninsular y, por tanto, exentos de
indios. la episcopal. Son Alonso Manso, obispo de San Juan (Puerto Rico) y fray
Las cuatro instituciones se proponían velar por la conservación de la Pedro de Córdoba, provincial de la Orden de Santo Domingo, quienes
doctrina cristiana en las nuevas cristiandades americanas. Para ello debían reciben poderes inquisitoriales sobre todo el territorio de las Indias conoci-
cortar cualquier brote de doctrina heterodoxa y también asegurar una bue- do en el momento: las Antillas, Castilla del Oro (Panamá) y las costas de
na práctica moral de los «cristianos viejos». Es un panorama en cierto modo Venezuela.
diverso del peninsular. También en este campo las características propias de La temprana muerte de fray Pedro de Córdoba, el 4 de mayo de 1521,
la empresa americana impregnan de un estilo peculiar las instituciones que hizo que la responsabilidad inquisitorial cayese sobre Manso. Este obispo
surgen en el Nuevo Mundo. ejerció como inquisidor en la zona antillana hasta su muerte, el 21 de
septiembre de 1539. Entre los procesos que abrió figuran el de Blas de
Villasante, acusado de judaizante, y el del llamado maestre Juan, flamenco y
II. LA INQUISICIÓN EPISCOPAL Y MONÁSTICA luterano, que sería el primero hecho en tierras americanas a un protestante,
aunque al no haberse encontrado aún las actas no se conoce el «iter» del
La jurisdicción ordinaria de los obispos incluía la función de ser guar- juicio. Alvaro Huerga destaca la actuación benigna de Manso para con el
dianes o custodios de la fe. En tierras americanas antes de la erección de que se desviaba de la doctrina de la fe, pero enzarzada en temas menores de
diócesis episcopales llegaron los religiosos misioneros. Por la bula Exponi competencias jurisdiccionales.
nobis, de 1522, conocida en el mundo hispano como la Omnímoda, Adria- En 1532 fray Juan de Zumárraga se hizo cargo del obispado de México
no VI autorizó a los prelados de las Ordenes religiosas asentadas en tierras y a la vez recibió el título de inquisidor apostólico. Entre sus actuaciones
americanas para realizar las funciones episcopales, excepto la ordenación inquisitoriales se cuenta el conocido proceso por idolatría al cacique don
sacerdotal. Entre estas funciones se encontraba la de vigilar por la doctrina Carlos de Texcoco, quien fue relajado al brazo secular y acabó en la hoguera
de la fe o cometido inquisitorial. en 1539. La severidad de la condena mereció la reprobación de la Corona al
Se conservan datos que manifiestan que los prelados de las Ordenes obispo mexicano e influyó después en la determinación del gobierno penin-
religiosas actuaron como inquisidores en los años anteriores a la erección de sular de excluir del Tribunal de la Inquisición a los indios recién converti-
los obispados; también se conocen casos del ejercicio inquisitorial por los dos, exclusión que quedará reflejada en la Recopilación de leyes de los Reynos
religiosos en tierras distantes de las sedes episcopales ya erigidas. de Indias de 1681 (libro 6, tít. 1, ley 35).
En concreto, en México los religiosos ejercieron los primeros años esta En 1543, el nuevo inquisidor general de España, Juan Tavera, nombra
función, que se sumó a la que el poder civil había hecho y hacía en el campo dos inquisidores apostólicos para las Indias: Alonso López de Cerrato, para las
de la protección de la fe y las costumbres. En 1520, Hernán Cortés había Antillas y costas de Venezuela, y Francisco Tello de Sandoval, para México,
iniciado una campaña contra los blasfemos con una severa ordenanza en la donde sucederá en esta función a Zumárraga (Perú, empeñada en ese mo-
que advertía que se aplicarían los castigos que la legislación española prescri- mento en las luchas entre los conquistadores, no se vio desde la Corte en
bía, y los culpables serían multados con quince castellanos de oro. La multa condiciones para recibir un inquisidor).
se repartiría a partes iguales entre la Cofradía de Nuestra Señora, el tesoro Los nuevos inquisidores apostólicos reciben unas instrucciones muy limi-
real y el juez encargado del juicio. tadas para el ejercicio de sus funciones; sus competencias se ceñían práctica-
Dos edictos de 1523 contra los herejes, dirigidos a los judíos y contra la mente a lo administrativo -revisar las cuentas de lo realizado hasta la fecha-
gente que de dicho o hecho hiciese cosas «que parezcan pecado», parecen y rectificar los casos en que las sentencias anteriores habían sido excesivas,
redactados por la Iglesia y el Estado conjuntamente para frenar en el segun- como es el caso de la devolución de los bienes confiscados a Francisco
do caso las blasfemias. Sánchez, dictaminada por Manso. De hecho, la labor de vigilancia sobre la
Se tienen noticias del primer juicio inquisitorial llevado a cabo por los doctrina y la moral corrió a cargo de los obispos de las diócesis. Así la ejercen
religiosos a un indio, Marcos de Acolhuacán, acusado de concubinato en fray Juan de Zumárraga y fray Alonso de Montúfar en la archidiócesis
1522, aunque hasta ahora no se ha podido localizar el proceso; también se mexicana; fray Juan de Quevedo en el Darién; fray Vicente de Valverde
conservan referencias sobre procesos realizados por el franciscano Martín como primer obispo del Perú, y fray Domingo de Santo Tomás en la diócesis
de Valencia a indios idólatras en 1526 y contra un español en 1527. de Charcas (Bolivia).
Mientras la Inquisición en Nueva España corría por estos derroteros, Se caracteriza, pues, esta primera etapa de la Inquisición en Indias
Historia dg la Ifflesia 11
304 P.II. La Iglesia diocesana C.16. La Inquisición 305
(1519-1570), denominada por algunos preinquisitorial, por la discontinui- III. EL TRIBUNAL DEL SANTO OFICIO
dad institucional en el ejercicio de la función inquisidora; se alternan e
incluso actúan simultáneamente la inquisición monástica, la episcopal y, en A) Trasplante a América
algunos períodos, los inquisidores apostólicos.
La alarma despertada por el peligro de la difusión en el Nuevo Mundo
Los procesos localizados contemplan los siguientes delitos:
de la herejía protestante y la necesidad de sanear la moralidad pública en
a) El mayor número corresponde a infracciones de la moralidad pú-
aquellos reinos fueron determinantes en la decisión de la Corona de solicitar
blica: son los celebrados a blasfemos y a bigamos y a los hallados en concubi-
la erección en Indias del Tribunal del Santo Oficio con características simila-
nato. Entrarían en la actividad inquisitorial encaminada a la protección de la
res al existente en la península.
cristiandad naciente en las Indias.
Para Bartolomé Escandell prevalece el primer motivo -la defensa frente
b) Se señalan también un cierto número de procesos a indios conver-
al peligro de contagio exterior de la herejía- en la implantación del Tribunal
tidos al cristianismo que recaen en los cultos y prácticas idolátricas; el más
inquisitorial americano. Lo deduce de la misma real cédula de erección
conocido es el realizado por Zumárraga al cacique de Texcoco, que acabaría
otorgada por Felipe II el 25 de enero de 1569: «y porque los que están fuera
en el auto de fe de 1539. En 1562, fray Diego de Landa, provincial francisca-
de la obediencia y devoción de la Santa Iglesia Católica romana, obstinados
no de Yucatán, procesa por idolatría a varios indios caciques, actuación que
en sus errores y herejías, siempre procuran pervertir y apartar de nuestra
dio lugar a un debate eclesiástico sobre si aún estaban en vigor las facultades
sancta fe cathólica a los fieles y devotos cristianos... el verdadero remedio
otorgadas por la Omnímoda a los superiores religiosos en materia inquisito-
consiste en desviar y excluir del todo la comunicación con los herejes y
rial. El debate acabó con un dictamen a favor del derecho del prelado
sospechosos, castigando y extirpando sus errores, por evitar y estorbar que
franciscano a celebrar estos procesos. Son los primeros contactos con la
pase tan gran ofensa de la santa fe y religión católica a aquellas partes y que
llamada religión yuxtapuesta que será objeto de los afanes misionales duran-
los naturales dellas sean pervertidos con nuevas, falsas y reprobadas doctri-
te toda la época colonial.
nas...» (Recopilación, libro 1, tít. 19, ley 1).
c) Por último, se tienen datos de pi ocesos celebrados por herejía: los
La decisión estuvo precedida por el estudio de la situación de las Indias
que se hacen a criptojudíos, más numerosos en las primeras décadas, y los
encomendado por el rey a una comisión de Estado, la llamada/unto Magna,
formalizados a los luteranos, que se intensifican en el último decenio ante-
presidida por el cardenal Espinosa, en la que'intervinieron miembros del
rior al establecimiento del Tribunal de la Inquisición en las Indias. Entre los
Consejo de Indias, del Consejo de Estado, del de Ordenes, de la Cámara de
primeros destaca el auto de fe celebrado en México en 1528, sobre el que
Castilla, de Hacienda, el entonces Visitador del Consejo de Indias, Juan de
tenemos noticia de que murieron en la hoguera dos judaizantes: Hernando
Ovando, varios miembros de Ordenes religiosas y el recién nombrado virrey
Alonso y Gonzalo de Morales. Los celebrados por adherirse a doctrinas
del Perú, Francisco de Toledo. La Junta celebró sus sesiones entre agosto y
protestantes se dirigen generalmente a extranjeros: es el caso del proceso
diciembre de 1568 y sus deliberaciones son complementarias de la acción
hecho por Manso al maestre Juan, flamenco. Carlos V, por una real cédula
reformadora del Consejo de Indias llevada a cabo por el Visitador Juan de
del 15 de julio de 1559, advertía a los obispos de Indias del peligro protes-
Ovando.
tante en el Nuevo Mundo. A partir de esta fecha se intensifica la investiga-
ción y esto dio lugar a varios procesos, como el celebrado en 1560 por el Se trataba de proteger el Nuevo Mundo de la difusión de doctrinas
obispo de México, Montúfar, al inglés Robert Thompson; el llevado a cabo heréticas. Se tenían noticias del establecimiento de hugonotes en la Florida
el mismo año por el obispo de Yucatán, Francisco Navarro, a un inglés y a y se pretendía cortar toda contaminación evitando la entrada de personas
diez franceses, y el que se celebra en 1569 en Guadalajara (México) a un pasadas a la herejía, y también de libros que la contuvieran. Esto explicará el
holandés «por cosas de Lutero contra el poder del Papa». asentamiento burocrático del Tribunal, que se caracteriza por una cuidada
cobertura del litoral.
Como conclusión, y en palabras de Alvaro Huerga, «el balance de
La implantación del Tribunal de la Inquisición en América se realizó el
procesos y castigos de la pre-inquisición hispanoamericana no arroja núme-
29 de enero de 1570, en Lima, por el Inquisidor Servan de Cerezuela, y el
ros sensacionales. En el arco cronológico de 1512 a 1568, el Santo Oficio,
4 de noviembre de 1571, en México, por Pedro Moya de Contreras, que
superada la crisis, tocó el vértice de su plenitud dinámica en la metrópoli; en
sería el tercer arzobispo mexicano. Ante la dificultad de atender el enorme
cambio, mantuvo volitivamente una marcha lenta en Indias» (La pre-inquisi-
distrito que abarcaban, una real cédula del 8 de mayo de 1610 erige un
ción, 699).
tercer tribunal con sede en Cartagena de Indias, que cubriría las Antillas,
Venezuela y Colombia; éste inicia sus tareas el 30 de noviembre del mismo
año con Juan de Mañozca y Pedro Mateo de Salcedo como inquisidores.
Los tres tribunales perdurarían hasta la independencia.
C. 16. La Inquisición 307
306 P.II. La Iglesia diocesana
B) Organización y funcionamiento y en el derecho se ocupaba de juzgar los casos relacionados con la doctrina
de la fe. Este cuerpo estuvo integrado por los Inquisidores, el Fiscal, los
1) Características generales. El aparato inquisitorial en Indias se adapta Secretarios (cargos remunerados), los Consultores, los Calificadores, los
a la estructura de la administración civil y eclesiástica. Se erigen dos tribuna- Comisarios, los Familiares y las denominadas Personas honestas (cargos no
les, que abarcarían los territorios de los dos virreinatos existentes en el remunerados).
Nuevo Mundo -Nueva España y P e r ú - y que tendrían su sede en las capita- Los Inquisidores eran los responsables directos de la labor del Tribunal.
les respectivas, México y Lima. Al iniciarse la Inquisición medieval predominaron los inquisidores teó-
Aparece ya aquí una primera característica de la Inquisición americana: logos de las Ordenes mendicantes. Con el paso del tiempo se acentuó la
la amplitud territorial, que contrasta con la peninsular (dos millones de necesidad de buenos juristas; siendo el Santo Oficio un Tribunal, necesitaba
kilómetros cuadrados para la mexicana y casi tres millones para la límense, de especialistas en leyes para llevar a cabo su labor; las Instrucciones de 1498,
frente a los noventa mil kilómetros cuadrados de la de Valladolid, que era la elaboradas por Torquemada, establecían que de los dos inquisidores previs-
más extensa en los reinos peninsulares). tos para cada tribunal uno fuese teólogo y otro jurista, o ambos juristas. De
La cobertura de ese inmenso territorio se haría mediante los funciona- hecho, la balanza se inclinó hacia los juristas. Kamen aduce el testimonio de
rios ya existentes en la península: comisarios y familiares. Los primeros se Diego de Simancas, quien afirmaba que «es más útil elegir inquisidores
situarían en las capitales de las Audiencias, en las sedes episcopales y en los juristas que teólogos», y lo confirma exponiendo el caso del tribunal de
puertos de mar; los segundos cubrirían los pueblos de españoles. Se estable- Toledo, que de los 57 inquisidores que tuvo entre 1482 y 1598, todos,
ce así una red que es exigua comparada con la peninsular (250 comisarios y excepto dos, eran licenciados o doctores en leyes. Paulino Castañeda y Pilar
familiares para el distrito limeño, frente a los 1.215 del distrito de Zaragoza; Hernández afirman que la totalidad de los inquisidores limeños del período
12 familiares en Lima, frente a 78 en Córdoba o 57 en Valencia). Es signifi- que estudian (1570-1635) eran juristas.
cativo el hecho de que los comisarios de puertos de mar habían de ser
Las Instrucciones de Torquemada de 1498 preveían dos inquisidores en
«religiosos» y «letrados», esto es, personas con preparación doctrinal para
cada tribunal; si faltaba uno de ellos se nombraba un Asesor o Asociado que
poder realizar la «visita de navios», es decir, el control de la importación de
asistiese en la labor del inquisidor. Tenían bajo su jurisdicción un determina-
libros.
do territorio y el personal adscrito al Tribunal. Les competía promulgar la
El Consejo de la Suprema Inquisición o Consejo de la Suprema, esto es, el inquisición en la zona que les estaba asignada, recoger los testimonios,
órgano inquisitorial superior de los reinos peninsulares, elabora las Instruc- estudiarlos, convocar a los que reconociesen culpables o sospechosos y abrir
ciones del 15 de febrero de 1569 para el ejercicio inquisitorial en Indias, en los procesos según las normas previstas. En las decisiones claves del proceso
las que aparecen las características propias de la institución americana:
los inquisidores debían contar con el voto del obispo del lugar, a quien, por
a) control de la penetración ideológica y de lá infiltración extranjera, su jurisdicción ordinaria, correspondía intervenir en las cuestiones relacio-
reflejado en el asentamiento de los puntos inquisitoriales cubiertos por los
nadas con la doctrina de la fe.
comisarios;
Uno de los dos inquisidores, el decano, presidía la labor del tribunal,
b) exclusión de los indios de la jurisdicción inquisitorial; por ser neó-
pero en la mayoría de las fases de la causa, así como de la información o en
fitos en la fe «se os advierte -señalaban las Instrucciones- que no habéis de
caso de recurso a la Suprema, habían de actuar conjuntamente.
proceder contra los indios... es nuestra voluntad que sólo uséis de ello
Kamen afirma de los inquisidores que, al menos en los siglos XVI y XVII,
contra los cristianos viejos y sus descendientes, y las otras personas contra
fueron «una élite burocrática» que se formaba en las mismas instituciones
quien en estos reinos se suele proceder...»;
que preparaban al personal de los consejos de Estado, los corregimientos y
c) carácter urbano del aparato administrativo, derivado de centrar su
las audiencias, es decir, en las Universidades, y muchos de ellos en los
función de vigilancia sobre los españoles, residentes en los «pueblos de
Colegios Mayores, de tanto peso en la vida intelectual española de la Edad
españoles», ciudades principalmente comerciales y marítimas;
Moderna.
d) mayor autonomía de los tribunales territoriales respecto de la Su-
prema. En la península, si no se da un acuerdo^entre los inquisidores y el El Fiscal era el primero de los oficiales del Tribunal. Promovía la incoa-
ordinario en el dictamen de las causas, han de remitir al citado Consejo el ción y el proseguimiento del proceso hasta su conclusión y elaboraba los
expediente del proceso para que decida. La lejanía territorial hizo que, para informes de la causa, pero no intervenía en las deliberaciones ni tenía voto
evitar el retraso en las causas, se indicase que en Indias sólo se le remitirían en la sentencia. Afirman Castañeda y Hernández que, por disposición de
los juicios con discordia en los votos y que tuviesen un dictamen de «relaja- Felipe II, desde 1595 y 1608 habían de ser juristas y sacerdotes, ya que con
ción al brazo secular». Este veredicto, que implicaba la pena de muerte, frecuencia eran promovidos a inquisidores. Señalan también estos autores
debía ser decidido, en caso dudoso, por el Consejo de la Suprema, máxima que, con el paso del tiempo, gozaron de diversas preeminencias hasta que
garantía procesal. una real cédula de 1660 les otorgó la misma categoría y honores de los
inquisidores y se les denominó Inquisidor-fiscal.
2) Organigrama judicial. Un cuerpo de expertos en la ciencia teológica
308 P.II. La Iglesia diocesana C.16. La Inquisición 309
Los Secretarios o Notarios del Secreto solían ser tres en cada Tribunal. biese para subsistir ningún ingreso regular es el aspecto más sorprendente
Participaban en todas las actuaciones de los inquisidores y del fiscal para de la administración del Santo Oficio. Este mismo autor añade que lo ordi-
levantar acta de los actos oficiales del Tribunal. Les estaba prohibido exami- nario era que los tribunales españoles se encontraran en situación deficita-
nar a los testigos por sí solos sin la presencia de un inquisidor. ria. Castañeda y Hernández sostienen que el Tribunal de Lima, durante el
Los Consultores eran letrados que intervenían en las causas de fe con período que estudian (1570-1635), fue una institución pobre.
derecho a voto, tanto en las distintas etapas del proceso como en la sentencia Las fuentes de ingresos eran las confiscaciones de bienes de los reos, las
definitiva. Se les pedía su parecer en caso de conflicto de competencias penas pecuniarias que se imponían y los censos. Así proyectó el Inquisidor
jurisdiccionales. En 1596 y 1598 se especificó que de los seis que había de general Manrique el inicio preinquisitorial antillano en un decreto de 1524.
contar cada Tribunal al menos dos fuesen teólogos y los demás juristas. Como afirma Huerga, el sistema no dio resultados, y aduce el testimonio del
Los Calificadores eran los expertos teólogos a los que acudía el Tribunal Inquisidor apostólico Manso, que no llegó a cobrar un solo real. Tras esta
para que juzgasen de las proposiciones de los acusados y de las doctrinas experiencia, la Corona, por la real cédula de 1569 de erección del Tribunal
contenidas en libros y documentos sospechosos de herejía. Generalmente de Indias, asumió una parte de los gastos del Santo Oficio en el Nuevo
eran miembros de Ordenes religiosas. Las Ordenanzas de Valdés, de 1561, Mundo. A estos ingresos se sumaron, en ocasiones, donaciones como la del
establecían que fueran teólogos, y en 1607 se recomienda que fuesen «las obispo de Quito, fray Pedro de la Peña, que permitió la compra e instalación
más eminentes personas de edad, virtud y prudencia», como recogen Casta- de las casas para el Tribunal de Lima. A partir de 1629 se añade también el
ñeda y Hernández. Debían tener cuarenta y cinco años cumplidos, aunque fruto de una canonjía de las iglesias americanas con más de cinco prebenda-
en Lima -afirman estos autores- no se tuvo en cuenta este requisito. Fue un dos, concedido por un Breve de 1628, que hizo extensiva a las Indias la
cargo de prestigio, y a los que lo ejercían se les expedía una certificación concesión de las rentas de la primera canonjía y la primera prebenda que
personal que constaba entre los méritos de su titular. En 1607 la Suprema quedaran vacantes en todas las iglesias metropolitanas otorgada a la Inquisi-
ordenó que sólo se extendiese este documento a los que lo hubieran ejercido ción española por Paulo IV en 1559.
al menos durante cuatro años. Los funcionarios inquisitoriales que llevaron la gestión y administración
Los Comisarios eran los representantes del Santo Oficio en las ciudades de los bienes fueron los siguientes.
y villas del distrito inquisitorial. Debían ser clérigos virtuosos. En las Indias, El Receptor, responsable de la administración de los bienes inquisitoria-
por la escasez de clero secular preparado, con frecuencia fueron regulares les. Anotaba en el Libro de receptoría las operaciones económicas del Tribu-
y se establecieron en las ciudades y villas del interior y en los puertos donde nal: los gastos -sueldos de funcionarios, reparaciones de las casas, compra
controlaban las cargas que traían los navios, asegurando especialmente que de edificios, mantenimiento de los presos, consignaciones a la Suprema,
los libros que entraban no contuvieran herejías. etcétera- y los ingresos. Rendía anualmente cuentas de la gestión, las cuales,
Los Familiares, figura conocida, según Kamen, de la Inquisición medie- revisadas por el contador y el fiscal, pasaban a la aprobación de los inquisi-
val que pasó al Tribunal español, eran esencialmente servidores laicos del dores y a la Suprema.
Santo Oficio, dispuestos en todo momento a cumplir con sus deberes al El Contador, al que correspondía revisar las cuentas del receptor y
servicio del Tribunal. A cambio se les permitía llevar armas y disfrutaban de dictaminar sobre ellas.
diversos privilegios comunes a los otros funcionarios, como el quedar suje- El Notario de secuestros, encargado de presenciar el embargo de bienes de
tos al fuero institucional y exentos de la jurisdicción civil. los reos, hacer una relación pormenorizada de los mismos; asistir a la venta
Por considerarlo un alto honor, en las primeras décadas de la historia de los bienes confiscados y dar cuenta de los gastos del mantenimiento de los
de la Inquisición se contó con una alta proporción de nobles entre los presos, que se descontaba de la hacienda del reo, si la tenía, o corría a cargo
familiares. A principios del XVI los familiares constituyeron una hermandad del Tribunal en caso contrario. A la salida del reo de la prisión el notario le
o cofradía bajo la advocación de San Pedro Mártir, inquisidor que sufrió devolvía los bienes secuestrados, menos los gastos de su sustentación.
martirio en 1252. A mitad del siglo XVI se determinó que fueran casados, de Además del Alguacil mayor, que llevaba a cabo la captura de los reos y
más de veinticinco años de edad y de ascendencia cristiana probada. asistía al secuestro de sus bienes, el Tribunal contó con otros varios funcio-
Colaboraron también con el Tribunal las llamadas personas honestas, a las narios: nuncio, portero, alcaide, despensero, médico, cirujano, boticario y barbero
que se recurría, por ejemplo, para presenciar las ratificaciones de los tes- para el servicio de los presos.
tigos.
C) El proceso inquisitorial
3) Organigrama administrativo. Podemos considerar dos grupos de
funcionarios administrativos del Santo Oficio: los que gestionaban la econo- Los procesos inquisitoriales en Indias siguieron en todo la praxis penin-
mía del Tribunal y los que atendían los demás servicios. sular. La única característica americana que se señala es el volumen de
El Tribunal español se sostuvo desde sus principios con los fondos que procesos no concluidos, por la dificultad que las distancias suponían para
le proporcionaron sus propias actividades. Para Kamen, el que nunca reci- recoger las testificaciones y decidir en los asuntos. En las Instrucciones de
310 P.II. La Iglesia diocesana C.16. La Inquisición 311

Valdés de 1561 había quedado fijada para la Inquisición española la estruc- hizo en pocos casos, uno de los cuales fue en el célebre proceso al arzobispo
tura procesal. Como afirma González Novalín, Valdés hizo unas ordenanzas Carranza, quien logró que sus jueces fueran sustituidos.
procesales muy minuciosas impregnadas de originalidad y experiencia. Este 3) La sentencia. Examinada la defensa del acusado, se procedía a la
fue el modelo que se vivió en América y que seguía las siguientes etapas: votación del caso. En ella intervenían, además de los inquisidores, los consul-
tores y el obispo del lugar. El veredicto debía atenerse a lo previsto en las
1) Acusación. Al recaer la sospecha de herejía sobre una persona, los
Instrucciones, las cuales dividían a los reos en tres clases: confitentes, que eran
inquisidores habían de contar con el dictamen de los teólogos calificadores
admitidos a reconciliación y a los que se imponían algunas penas; pertinaces,
sobre los cargos al imputado. Sobre ese dictamen el fiscal, actuando de
que eran relajados al brazo secular, lo que implicaba la pena de muerte, y
oficio, presentaba la denuncia que daba pie a la prisión del reo.
semiplenamente convictos, que debían abjurar o retractarse de vehementi,
Decidida la prisión del imputado por los inquisidores y consultores del cuando eran gravemente sospechosos de herejía, o de levi, cuando sólo lo
tribunal, se procedía a la misma y al secuestro de los bienes que estuvieran eran levemente.
en su poder para costear los gastos del prisionero. El reo tenía la posibilidad de suplicar de la sentencia, lo que implicaba
Ya en la cárcel del Santo Oficio, los inquisidores le examinaban sobre su la revisión por parte del tribunal. También podía apelar a la Suprema. Estas
genealogía, estilo de vida y formación religiosa. Si el reo no confesaba, el últimas apelaciones, aunque limitadas, se dieron en algunos casos.
fiscal procedía a la denuncia formal de la supuesta herejía y le conminaba a Las sentencias se pronunciaban en el denominado Auto de Fe, que,
exponer la verdad de los hechos. según la solemnidad con que se celebrara y el número de reos implicados,
2) Desarrollo del proceso. Según González Novalín, por ser la finalidad era general, particular y singular.
del Tribunal más bien medicinal que vindicativa, su acción se encaminaba a El principal era el primero. En él se leían públicamente las sentencias,
que el reo reconociera y se retractara de su error. Por ello se procedía a un tras lo cual se entregaba al brazo secular a los «relajados», se conducía a la
careo entre el tribunal y el imputado a discreción de los inquisidores, que cárcel a los condenados a prisión, se imponía el sambenito a los sentenciados
gozaban de un fuerte poder decisorio: admitir o rechazar a los testigos, a esta pena o se conminaba a los demás el cumplimiento de la propia.
dictaminar de la suficiencia de las pruebas y de la posible aplicación de la Las sentencias condenatorias, aunque de índole personal para el reo, se
tortura. convertían en lo sucesivo, para él y para sus descendientes, en una infamia
Entre los medios de que disponía el Tribunal para llegar a la confesión que los imposibilitaba para el ejercicio de cuanto exigiese limpieza de
del reo figuraba el de la tortura, recurso que se tiende a considerar como sangre.
específico de la Inquisición sin tener en cuenta que hasta época muy recien-
te ha sido una práctica generalizada de la humanidad, de la que aún hoy D) Delitos, procesos j sanciones
mismo no ha sido totalmente desterrada.
Kamen afirma, citando las Instrucciones de 1561 que venimos conside- 1) Delitos. Los delitos perseguidos por la Inquisición hispanoamerica-
rando, que su aplicación debía estar de acuerdo con «la conciencia y arbitrio na fueron muy numerosos y se pueden clasificar de muy diversas maneras.
de los jueces, regulados según derecho, razón y buena conciencia. Deben los Unos eran de índole doctrinal, como la herejía (protestantes o lutera-
Inquisidores mirar mucho que la sentencia del tormento sea justificada y nos), la reincidencia en el judaismo de los neoconversos (criptojudíos o
precediendo legítimos indicios». El mismo Kamen llega a la conclusión de judaizantes), la práctica del islamismo (moriscos) y la defensa de tesis (propo-
que, teniendo en cuenta la praxis procesal de la época, la Inquisición espa- siciones) contrarias a la doctrina de la Iglesia en materia de dogma o de
ñola siguió una política de benignidad y circunspección que la deja en lugar moral, delito este último que muchos asimilan al de blasfemia.
favorable si se la compara con cualquier otra institución. A este respecto Otros eran contrarios a la moral cristiana, entre los que figuraban la
proporciona algunos datos sobre la misma. Por ejemplo, el de que en Grana- bigamia, el concubinato, la blasfemia y la usura.
da, de 1573 a 1577, se aplicó a un siete por ciento de acusados y en Sevilla, Unos terceros guardaban relación con el orden sacerdotal (delitos del
de 1606 a 1612, a un once por ciento. En Lima, durante el siglo XVIII, sólo clero), como las propuestas deshonestas por parte del sacerdote en el marco
se aplicó en el dos por ciento de los casos. de la confesión (solicitación), la celebración de la misa por personas carentes
El acusado tenía medios para su defensa. Podía manifestar qué personas del sacerdocio, el matrimonio de los eclesiásticos o el abandono no autoriza-
consideraba enemigos suyos que, por serlo, no podrían ser convocados do del estado eclesiástico.
como testigos; podía servirse de un abogado defensor de oficio, que repre- Finalmente, y ya en el capítulo de varios, figuraban delitos como el de
senta una innovación de la Inquisición española respecto de la medieval; a la las manifestaciones de un exaltado y sospechoso misticismo (alumbrados), la
vista de las actas de la acusación que se le entregaban, el reo preparaba su magia, la superstición, los sortilegios, la brujería, la astrología, el pacto con
defensa asesorado por su abogado; podía llamar a testigos que probasen su el demonio, la actuación contra el propio Santo Oficio (difamación de la
inocencia; también tenía la posibilidad de recusar a los jueces, aunque se institución, compra o coacción de los testigos, declaraciones falsas, incum-
312 P.ll. La Iglesia diocesana C.16. La Inquisición 313
plimiento de las sentencias) y, desde la segunda parte del siglo XVIII, la Delitos México Cartagena Lima Total
masonería.
Además de sancionar los delitos, la Inquisición ejerció también el con- Protestantes 97 70 62 229
trol sobre la difusión de libros que consideraba inconvenientes desde el Judaizantes 158 59 215 432
punto de vista doctrinal-religioso. Bigamia 198 56 252 506
Proposiciones/blasfemias 233 97 396 726
Respecto de esta variada gama de delitos merece observarse que los Delitos del clero 76 19 98 193
protestantes, judaizantes y moriscos tenían prohibido, en principio, viajar a Brujería, hechicería, etc 74 169 136 379
América. Varios 114 90 200 404
Diego de Encinas (Cedulario, I, 455) recoge sendas reales cédulas de
TOTAL 950 560 1.359 2.869
1501 y 1552 en las que se ordenaba que no se permitiese el paso a Indias de
«moros, judíos, ni herejes, ni reconciliados, ni personas nuevamente conver-
tidas a nuestra fe». Otra real cédula de 1559 (Ibt'd., 454-5) advertía a los Los datos referentes al siglo XVIII, suministrados por L. A. Tambs en el
obispos americanos del peligro de que se estableciesen en el Nuevo Mundo caso de México, J. L. Molina Moreno en el de Cartagena y P. Pérez Cantó en
«algunos luteranos, moros o judíos y que tengan algunas herejías», a los que el de Lima, son menos completos. He aquí algunos, con la advertencia de
las autoridades civiles debían remitir a la península para que fueran juzgados que los referentes a Cartagena solamente cubren el período de 1701 a 1793:
por la Inquisición. Por su parte, la Recopilación de leyes de los Reinos de las
Indias, que recoge una real cédula de 1543, ordenó en 1681 a las autorida-
des civiles americanas que averiguasen qué «nuevamente convertidos de Delitos México Cartagena Lima
moros e hijos de judíos residen en las Indias y echen de ellas a los que
hallaren enviándolos a estos reinos en los primeros navios que vengan» (libro Protestantes 23 36
Judaizantes — -17
7, título 5, ley 29). Bigamia 228 (hasta 1789) 77
La presencia de los judaizantes y moriscos se intensificó en América a Proposiciones/blasfemias . . 5 9 -
partir de 1580, tras la unión de las Coronas castellana y portuguesa. Esta Delitos del clero - 20
misma presencia recibió un nuevo impulso a raíz de que la Corona suprimie- Brujería, hechicería, etc. ... - 90
Varios 77 26
se en 1601 la prohibición de su paso a Indias y de que el papa Clemente VIII
facultase en 1606 al Santo Oficio para indultar a los judaizantes (en su TOTAL 367 184 266
mayoría portugueses) residentes en el Nuevo Mundo. Su elevado número
dio lugar al sobresalto originado en 1636 por la denominada Gran Complici- Obsérvese que el Tribunal de Lima fue mucho más activo que el de
dad, que se sustanció con el auto de fe celebrado en Lima en 1639, en el que México y éste más que el de Cartagena, fundado bastante más tarde que el
se juzgó a 69 conversos portugueses, de los que 11 fueron relajados o mexicano y el límense, aunque esta inferior actividad suya subsiste en el si-
entregados al brazo secular para que juzgase de su posible condena a glo XVIII.
muerte. Merece observarse también que en los procesos de los siglos XVI y XVII el
Por lo que se refiere a los protestantes o luteranos, la Corona, tras un delito más frecuente fue el de las proposiciones y blasfemias, tan abundantes
pacto suscrito con Inglaterra y Holanda, comunicó en 1605 al Tribunal de en el castellano, seguido del de bigamia, que se veía favorecido por las
la Inquisición de México que en las capitulaciones firmadas con Inglaterra y circunstancias sociológicas del mundo hispanoamericano. Entre los delitos
Escocia se había estipulado que los subditos ingleses «no fuesen molestados de índole doctrinal, llama la atención el elevado número de los judaizantes
por motivos religiosos en los dominios del rey de España; éste proveerá para procesados, cifra que, por otra parte, es lógico que doble prácticamente a la
que puedan ir, comerciar y volver sin tacha y sin miedo». de protestantes.
2) Procesos. Para los siglos XVI y XVII se dispone ya de datos concretos, Los procesos sustanciados, lo mismo que el número de delitos juzgados,
aunque no todos coincidentes entre sí, sobre los procesos sustanciados por atravesaron distintas etapas según los tiempos y los tribunales. En conjunto,
la Inquisición hispanoamericana, gracias a los estudios de A. Huerga, J. el siglo XVI, especialmente sensibilizado por el espíritu de contrarreforma
Contreras y S. Alberro sobre el Tribunal de México, de M. Tejado Fernán- suscitado por el Concilio de Trento (1545-1563), fue más activo que el XVII y
dez y T. Escribano Vidal sobre el de Cartagena y de B. Escandell y P. Pérez éste más que el XVIII.
Cantó sobre el de Lima. Por lo que se refiere a los procesados, las primeras víctimas de la Inquisi-
Combinadas las cifras suministradas por estos autores, la Inquisición ción fueron numéricamente los españoles y los criollos. He aquí dos cuadros
hispanoamericana sustanció los siguientes procesos durante los siglos XVI referentes al Tribunal de Lima durante la etapa 1570-1599 y al de Cartage-
y XVII: na durante la de 1610-1700:
P.II. La Iglesia diocesana C.16. La Inquisición 315
314
Etnia Lima Cartagena Total De entre las diversas sanciones merece un comentario especial la relaja-
ción, por llevar aparejada consigo la pena de muerte.
Españoles y criollos 391 288 679 Respecto de ella, Alvaro Huerga calcula su número en toda Hispano-
Extranjeros 86 110 196 américa en 25 ó 30 penitenciados.
Negros y mezclas raciales 21 131 152 La cifra parece algo corta, aunque probablemente tampoco pueda llegar
Entre los extranjeros predominaron los portugueses, así como los deli- a doblarse. Su reducida proporción justifica el juicio que Salvador de Mada-
tos de índole doctrinal. Los negros y las mezclas raciales (mestizos, mulatos, riaga emite acerca de este castigo, que tanto ha contribuido a criticar a la
zambos) aparecen especialmente involucrados en supersticiones, brujerías y Inquisición: «¿Qué historiador con sentido común perderá el sentido de la
hechicerías. Entre los españoles y criollos descuellan los delitos de proposi- proporción hasta negarse a reconocer que en último término resulta la
ciones/blasfemias y bigamia. Dentro de este último sector, los delitos del Inquisición de las Indias una de las aberraciones humanas que menos muer-
clero abundaron más entre los criollos que entre los peninsulares. Las tes lleva a su cargo en la historia de los hombres? Sólo en Inglaterra, bajo la
mujeres representan un porcentaje reducidísimo respecto de los hombres y dinastía de los Tudor, las víctimas de la persecución religiosa, ya de católicos,
aparecen implicadas, sobre todo, en casos de brujería, hechicería y sorti- ya de reformados, exceden de quinientas» (El auge del imperio español en
legios. América, Buenos Aires, 207-208).
3) Sanciones. Las penas impuestas a los reos eran muy variadas y depen-
dían de la gravedad del delito. IV. EL PROVISORATO PARA INDIOS
Entre ellas cabe enumerar la relajación o entrega al brazo secular, que
solía llevar consigo la pena de muerte, normalmente en la hoguera; la cárcel, Tras los procesos a indios en la primera etapa inquisitorial, algunos de
con posibilidad de redención; la confiscación de los bienes o las multas; la los cuales se sustanciaron con la aplicación de la pena capital -es el caso del
deportación o destierro á otro lugar; el servicio de galeras o condena «al proceso seguido por Zumárraga contra el cacique de Tezcoco-, la Corona
remo»; la imposición del sambenito o escapulario de color amarillo con una ordena que se trate con benignidad a los indígenas recién convertidos;
cruz roja en el pecho y en la espalda; la vergüenza pública o recorrido por Felipe II por real cédula del 22 de noviembre de 1540 prohibía que se
las calles, entre azotes, a lomo de un asno, el torso cubierto por una camisa, impusiese la pena de muerte a los indios, ya que eran «plantas verdes en
con dogal al cuello y con mordaza; cierto número de ayunos; asistencia a la fe».
determinados actos religiosos (misas, sermones, etc.), o la reclusión en un En esta misma línea, al erigirse el Tribunal del Santo Oficio por la real
convento en el caso de clérigos. cédula de 1569, ya citada, se excluyó a los indígenas de su jurisdicción.
Pilar Pérez Cantó cifra las sentencias del Tribunal de Lima durante los Influyó también en esta medida la petición de diversas autoridades indianas.
años 1600 a 1700 en 28 relajaciones, 359 abjuraciones, 124 reconciliacio- El mismo Zumárraga solicitó insistentemente a la Corona en 1537 que
nes, 34 absoluciones y 54 causas suspendidas. Puesto que esta misma autora pusiera a los indios bajo la supervisión menos severa de los obispos.
asigna a dicho tribunal durante la etapa indicada la celebración de 650 Después de 1571 el control real sobre la ortodoxia de los indios volvió a
procesos, las 511 condenas representan el 85 por 100 de las sentencias, las oficinas del obispado o del arzobispado y fue confiado al provisor o vicario
mientras que las absoluciones y los sobreseimientos representan el 13,35 general de la diócesis. Para desempeñar esta función el provisor se fue
por 100. El elevado número de las relajaciones obedece a las 11 decretadas rodeando de algunos ayudantes de oficio, que formaron un organismo
en la Gran Complicidad de 1639. diocesano, y que tuvieron legados y comisarios en las provincias. Este orga-
Más concretamente, refiriéndose a este mismo Tribunal limeño, Paulino nismo recibió numerosas denominaciones: Provisorato de Naturales, Vicariato
Castañeda y Pilar Hernández ofrecen el siguiente cuadro de penitenciados de Indios, Juzgado de Naturales, Tribunal de la Fe de los Indios, Inquisición
durante la etapa 1570-1635: ordinaria, y funcionó hasta finalizar la colonia.
Delitos 1570-1602 Porcentaje 1603-1635 Porcentaje Se investigó sobre los delitos contra la fe de los indios hasta la segunda
decena del siglo XIX. Además de los casos instruidos por concubinato y por
Bigamia 49 8,64 54 24,41 no respetar los grados de consanguinidad en el sacramento del matrimonio,
Hechicería 42 7,40 21 9,41 el mayor interés y número de investigaciones fueron sobre idolatría, supers-
Delitos del clero .... 61 10,75 14 6,27 ticiones y hechicerías reiteradas.
Proposiciones 134 23,63 43 19,28 Entre 1620 y 1700 se centró la atención sobre la evaluación de la
Blasfemias 97 17,10 29 13,00
Luteranismo 7,23 1,79 actividad misional contra las continuas prácticas paganas y el sincretismo
41 4
Judaismo 31 5,46 53 23,76 religioso o religión yuxtapuesta. Se encargaron informes a religiosos de
Varios 112 19,75 5 2,24 diversas Ordenes, que reflejan bien -según expresa Greenleaf- el temor de
TOTAL 567 223
los inquisidores y de los ordinarios en cuanto a la extensión del paganismo.
316 P.II. La Iglesia diocesana

Algunos d e estos informes se h a n publicado; es c o n o c i d o el clásico memorial


d e Gonzalo d e Basalobre: Relación auténtica de las idolatrías, supersticiones, NOTA BIBLIOGRÁFICA
vanas observaciones de los indios del obispado de Oaxaca, p u b l i c a d o e n México
en 1656.
Inquisición en general
En la práctica, el m o d o d e p r o c e d e r del Provisorato d e indios siguió la
C. BÁEZ CAMARGO, Protestantes enjuiciados por la Inquisición en Iberoamérica (Méxi-
praxis del Santo Oficio: se c e l e b r a r o n procesos y se i m p u s i e r o n p e n a s , c o n co, 1959); B. ESCANDELL, «La Inquisición española en Indias y las condiciones ameri-
exclusión de la capital, se tuvieron a u t o s públicos d e fe. canas de su funcionamiento», en J. PÉREZ-ViLLANUEVA, La Inquisición española. Nueva
El paralelismo d e funciones y p r o c e d i m i e n t o d i o lugar a n u m e r o s o s visión, nuevos horizontes (Madrid, 1982), 81-92; ID., «Sobre la peculiarización america-
conflictos jurisdiccionales e n t r e a m b o s tribunales. D e h e c h o , la Inquisición na de la Inquisición española en Indias»: Archivum 22 (Oviedo, 1972) 395-415; G. S.
FERNÁNDEZ DE RECAS, Aspirantes americanos a cargos del Santo Oficio. Sus genealogías
indagó a veces e n a s u n t o s indígenas; es el caso, p o r ejemplo, d e la informa- ascendentes (Madrid, 1950); J. A. FERRER BENIMELI, Masonería e Inquisición en Latinoa-
ción p e d i d a p o r el S a n t o Oficio m e x i c a n o e n 1 6 0 7 s o b r e la idolatría d e los mérica durante el siglo xvm (Caracas, 1973); L. GAJARDO, Estudio sobre el Tribunal del
indios d e Yucatán, y q u e recogió el comisario d e la Inquisición d e C a m p e - Santo Oficio de la Inquisición. Su organización, competencia y procedimiento (Santiago de
che, fray F e r n a n d o d e Nava, religioso franciscano. T a m b i é n se tienen d a t o s Chile, 1946); H. C. LEA, The Inquisition in Spanish Dependencies (Nueva York, 1908);
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CAPÍTULO 17

LA IGLESIA Y LOS NEGROS


Por ILDEFONSO GUTIÉRREZ AZOPARDO

La presencia de los negros en el mundo hispanoamericano estuvo ligada


a su existencia en Europa, y más concretamente en España.
El dato documental más antiguo encontrado hasta la fecha sobre la
presencia del negro en España data del año 1415; pero la existencia de los
negros en la península bien podría remontarse a la época de las invasiones
almorávides, cuyos ejércitos arrastraron consigo a negros de etnias subsaha-
rianas. Durante todo el siglo XV, la piratería del Mediterráneo depositó en
los puertos del Levante a negros cautivos; a éstos habría que añadir los
esclavos conseguidos por las navegaciones portuguesas y por mercaderes
sevillanos, comprados o rescatados a los reyezuelos de las costas africanas.
Hacia el año 1475, su número e importancia fue tal, que los Reyes Católicos
nombraron un juez especial para su gobierno. Cien años más tarde se
calculaban en España no menos de 50.000 negros.
Fueron negros ladinos los primeros que pasaron al Nuevo Mundo al
servicio de sus amos y como auxiliares de conquista. Cuando cedió la con-
quista y el objetivo se puso en el beneficio de las minas y en la explotación de
los recursos naturales, dada la escasez de mano de obra y la prohibición de
esclavizar a los indios, se echó mano de los negros y se continuó en América
el comercio de esclavos iniciado en las islas de Madeira, Santo Tomé y
Canarias, pero incrementando en grandes proporciones la trata al ser mayor
la demanda. La Corona española, viendo en el tráfico negrero una fuente de
ingresos, y para mantener el control sobre él, adoptó diversos sistemas para
organizarlo a lo largo del período hispánico, cuyas etapas han sido denomi-
nadas así: etapa de las licencias, de 1493 a 1595; etapa de los asientos, de
1595 a 1789; y etapa del libre comercio, de 1789 a 1812. Como puertos de
entrada de este tráfico fueron fijados, entre otros, los de Cartagena de
Indias, Portobelo, Veracruz y Buenos Aires.
En cuanto al número, y de acuerdo con diversos autores, se pueden
calcular en cerca de un millón los esclavos negros introducidos en Hispano-
américa durante todo el período.
322 P.II. La Iglesia diocesana C.17. La Iglesia y los negros 323
I. LA IGLESIA Y LA TRATA NEGRERA La bula de Paulo III manifiesta cierta intencionalidad cuando habla de
«las demás gentes». Pero ni ésta ni la de Pío II fueron utilizadas, quizá por
Todos los autores que investigan sobre la Iglesia y los negros en Hispa- desconocidas, por los misioneros y teólogos que propugnaron la libertad de
noamérica se centran indefectiblemente en esta pregunta: ¿Cuál fue la acti- los esclavos. Las bulas de Urbano VIII y de Benedicto XIV están claramente
tud de la Iglesia ante la trata negrera? dirigidas a los indios de América, aunque la de este último Papa fue aplicada
Para contestarla parece lo más adecuado analizar primero los documen- también a la esclavitud negra y enviada como tal al prefecto de los capuchi-
tos de la Santa Sede sobre la esclavitud, exponer después la doctrina de los nos del Congo en el año 1758.
teólogos y finalizar con una visión sucinta de lo que fue una corriente Es evidente que hasta los papas Pío VII y Gregorio XVI no se condena
libertadora de algunos estamentos eclesiales en pro de los negros. en ningún documento papal el tráfico negrero. Sin embargo, existieron
otros documentos de dicasterios romanos en los que, de una u otra forma,
A) Los Papas
se condenó negocio tan infame: las letras del cardenal Cybo, secretario de la
Los documentos pontificios que trataron sobre la esclavitud desde el Congregación de Propaganda Fide, a los capuchinos de Angola, en 1683; la
siglo XV al XIX son los siguientes: comunicación del Santo Oficio del 20 de marzo de 1686, y la instrucción de
Nicolás V, en su breve Divino amare communiti, del 16 de junio de 1454, Propaganda Fide a los nuncios de Lisboa y Madrid en 1707.
dirigido al rey Alfonso de Portugal, en el preludio de la trata negrera, ¿Prudencia y cautela ante asunto tan espinoso? ¿Injerencia del Estado
autoriza a los portugueses a reducir a esclavitud a «los sarracenos, paganos, español sobre la Iglesia mediante el patronato y el placel regio? ¿Participa-
infieles y enemigos de Cristo». ción de la mentalidad entonces más generalizada en el mundo, tanto en el
Pío II, en sus letras del 7 de octubre de 1462 dirigidas al obispo de occidental como fuera de él? Las tres son explicaciones que tienen su valor,
Rubicón de las Canarias, que se dirigía a Guinea, condena el tráfico negrero pero para muchos historiadores el silencio de dos siglos sin una condena
como un gran crimen y fulmina censuras eclesiásticas contra los cristianos tajante de la trata negrera parece desdecir de un papado que tiene el deber
que se atrevían a esclavizar a los neófitos negros. de levantar su voz de denuncia profética cada vez que en la sociedad está en
Paulo III, en sus letras del 29 de mayo de 1537 al cardenal Tabera, causa el derecho a la libertad y a la integridad de las personas, aunque
arzobispo de Toledo, ordena que los indios no sean reducidos a esclavitud. también es cierto que la apreciación de este derecho no ha sido siempre la
En su bula Ventas ipsa, del 7 de octubre de 1537, dice textualmente así: misma (y ni siquiere hoy lo sigue siendo) en todos los tiempos y lugares.
«Declaramos que los dichos indios y todas las demás gentes que de aquí en
adelante vinieren a noticia de los cristianos, aunque estén fuera de la fe de B) Los juristas y teólogos
Cristo, no están privadas ni deben serlo de su libertad». La cruda realidad de la trata negrera inquietó la conciencia de muchos
Urbano VIII, en la bula Cómmissum nobis, del 22 de abril de 1639, cristianos de la península y de América, quienes buscaron en los juristas y
dirigida al colector general de la Cámara Apostólica de Portugal, renueva las teólogos la luz que clarificara su situación.
letras de sus antecesores sobre la esclavitud y defiende la libertad de los Para alguno de éstos seguía teniendo vigencia la doctrina aristotélica de
indios de Brasil, Paraguay y Río de la Plata. la esclavitud, como lo sostuvo Juan Ginés de Sepúlveda, para quien los
Benedicto XIV, en la constitución apostólica Inmensa Pastorum, del 20 indios y los negros eran esclavos por naturaleza. Otros llegaron a ver en la
de diciembre de 1741, dirigida a los obispos de Brasil y al rey de Portugal, esclavitud de los negros un hecho providencial para la protección de los
defiende de nuevo la libertad de los indios de Brasil, Paraguay y Río de la indígenas americanos. Los más, como Domingo de Soto y Vitoria, basados
Plata. en el derecho de gentes, admitían la esclavitud causada por la venta de sí
Pío VII dice así en su carta del 20 de septiembre de 1814 al rey de mismo, por la guerra justa, como castigo de ciertos delitos, por conmutación
Francia: «Y nosotros prohibimos a cualquier eclesiástico o laico el atreverse de la pena de muerte y por la venta de hijos realizada por los padres en casos
a afirmar como lícito, bajo cualquier pretexto, este comercio de negros». de extrema necesidad. La condenaban si el individuo había sido hecho
Gregorio XVI, en su bula In supremo apostolatus fastigio, del 3 de diciem- esclavo mediante el fraude o el engaño.
bre de 1837, prohibe el comercio de africanos e indios, y cita nuevamente las Fray Tomás de Mercado, dominico, tras su experiencia americana,
letras de sus predecesores sobre la esclavitud. abordó en el capítulo XV de su obra Suma de tratos y contratos, del año 1587,
La postura del papa Nicolás V tiene su explicación, dentro del intento destinada especialmente a los mercaderes de Sevilla, el estudio del comercio
de este Papa de levantar una cruzada tras la pérdida de Constantinopla y del de esclavos. Admitía la trata según el derecho de gentes, pero llegó a la
contexto de la piratería, en la que de una y otra parte se tomaban cautivos conclusión, por la evidencia de los hechos, de que tal comercio era ilícito,
para después exigir rescate o realizar intercambio. Las letras de Pío II, aunque fuera permitido por las leyes.
surgidas a raíz del clamor de los misioneros de las costas de Guinea, aunque Más allá fue fray Bartolomé de Albornoz, profesor de la Universidad de
terminantes, se refieren expresamente a los negros recién convertidos. México y después de la de Talavera, quien en 1573 publicaba en Valencia su
324 P.II. La Iglesia diocesana
C.17. La Iglesia y los negros 325
libro Arte de contratos. «Esto es cosa clara - d i c e - que es contra conciencia,
porque es guerra injusta y robo manifiesto», y añadía que la guerra que se No menos duras fueron las denuncias de Alonso de Sandoval y Pedro
hacía contra los negros ni, según Aristóteles, era justa, y mucho menos Claver.
según Jesucristo, que trata diferente filosofía que los otros. A quienes justifi- En la línea de la libertad, el obispo Benavides defendió a toda costa,
caban la trata para hacer cristianos a los negros les propuso que se metieran contra las autoridades, la libertad de los hijos de los negros leprosos. La
mejor entre aquellos bárbaros a enseñarles la ley de Jesucristo, porque no misma libertad pidieron también para los esclavos prófugos el doctrinero
cree que la libertad del ánima se haya de pagar con la servidumbre del Miguel del Toro y el canónigo Baltasar de la Fuente, objetivo que fue
cuerpo. El libro de Albornoz fue incluido en el índice y su lectura y reimpre- conseguido por el obispo Cassiani, protector del palenque de negros de San
sión prohibidas por el Santo Oficio. Basilio, que decía: «No alcanzo razón por qué los negros han de ser es-
Entre los jesuítas que terciaron en el asunto encontramos a Fernáo clavos».
Rebello, Tomás Sánchez y Luis de Molina. Este último, profesor de la Esta corriente libertadora bien pudo tener conexión con las actividades
Universidad de Evora, en Portugal (1568-1583), después de riguroso exa- y escritos de los capuchinos Francisco José de Jaca y Epifanio de Moirans,
men e información de primera mano sobre el comercio negrero de los considerados en estos momentos como los primeros y más avanzados aboli-
portugueses, deja tranquila la conciencia de los dueños mientras no hubiera cionistas.
pruebas de la injusticia en la reducción de los esclavos. Aunque con muchas Español el uno y francés el otro, se encontraron en La Habana en 1681,
reservas admite la esclavitud, esto no obsta para que considere mejor funda- y allí redactaron sendos alegatos, hallados en el año 1960 en el Archivo de
do que este comercio es injusto e impío y que todos los que intervienen en Indias. Destinados a las misiones de Venezuela, fray Francisco residió en
Cartagena algún tiempo en espera de pasar al Darién. En Cartagena es muy
él pecan gravemente. Sus conclusiones fueron determinantes para el padre
probable que hiciera contactos con los jesuítas, nunca con San Pedro Claver
Sandoval y para su obra. Apoyado en ellas, no se atrevió a condenar, como
ni Alonso de Sandoval, que ya habían muerto, y con los eclesiásticos que
quizá pensaba en su interior, la trata negrera. Es importante escuchar a otro
propugnaban la libertad de los esclavos. Camino de España, pasaron a La
jesuíta, el padre Francisco Javier Alegre, mexicano de mediados del siglo
Habana, en espera de la flota, y aprovecharon el tiempo para redactar sus
XVIII, quien resumiendo la anterior doctrina atacaba a quienes, dejados
memoriales, titulado el de fray Francisco Resolución sobre la libertad de los
llevar del celo en favor de los indios, impusieron a las naciones de África el
negros y sus originarios, en el estado de paganos y después ya cristianos, y el de fray
durísimo yugo de la esclavitud.
Epifanio Siervos libres o la justa defensa de la libertad natural de los esclavos.
Estos escritos estuvieron acompañados de una febril actividad, predicando
C) Voces de protesta y corriente libertadora desde los pulpitos que los esclavos eran libres y los amos los tenían contra
derecho.
En medio del consenso silencioso de la sociedad hispano-criolla, surgie- La doctrina abolicionista de estos dos capuchinos, fundamentada en la
ron voces de protesta que, aunque ahogadas por intereses personales y más clásica escolástica tomista, se resumía así: 1) La esclavitud africana es
económicos, fueron una constante manifestación del espíritu de justicia que injusta; 2) los esclavos son libres; 3) es de rigor y justicia restituirles; 4) no se
animaba a más de un eclesiástico. puede dar la absolución a los amos que no permitan liberar a sus esclavos.
Fray Bartolomé de las Casas, que había sugerido en 1516 la traída de Esto les valió ser detenidos y enviados a España. Allí, entre procesos y
esclavos a las Antillas, hacia 1560 rectificó afirmando que el cautiverio de los prisiones, lograron que sus escritos llegaran al Consejo de Indias y a Propa-
negros era tan injusto como el de los indios. Ese mismo parecer mantuvo el ganda Fide. El Consejo dictaminó que se corría un grave peligro para el
obispo Vasco de Quiroga, y años más tarde el arzobispo de México fray Estado si se daba libertad a los negros, prohibió a los dos padres volver a
Alonso de Montúfar, quien en carta al Rey decía así: «No sabemos qué causa América y ratificó de nuevo el tráfico negrero. La Santa Sede, en cambio,
haya para que los negros sean más cautivos que los indios, pues de buena motivada seguramente por estas denuncias, emitió los documentos de Pro-
voluntad reciben el santo Evangelio y no hacen guerra a los cristianos». paganda Fide de 1683 y del Santo Oficio de 1686 contra la trata antes
El proceder del clero y religiosos de Cartagena de Indias durante el enunciados.
siglo XVII es muy significativo en este sentido. En 1614, predicando el padre Hasta ahí llegaron los esfuerzos de estos dos audaces misioneros. Fray
Luis de Frías en el distrito minero de Zaragoza, lanzó esta afirmación desde Francisco murió en Daroca (España) no antes de 1688, y fray Epifanio en
el pulpito: «Es mayor pecado dar un bofetón a un moreno que a un Cristo Tours (Francia) en 1689. Con ellos se cerró una hermosa página de la vida
(señalando con la mano el crucifijo que estaba en el altar), porque dar un de la Iglesia americana y siguió abierta otra: la de la injusticia, que mantuvo
bofetón a un moreno es darlo a una imagen viva de Dios, y dárselo a un explotados, durante otro siglo y medio más, a millones de hombres negros.
Cristo de madera es dárselo a una imagen muerta». Semejante afirmación
causó tal revuelo, que, denunciado ante la Inquisición, se envió su proceso
a España, donde fue calificado cual nuevo Lutero.
326 P-U- La Iglesia diocesana C.17. La Iglesia y los negros 327
II. LEGISLACIÓN RELIGIOSA SOBRE LOS NEGROS Durante el siglo XVII hablan sobre los negros, entre otros, los sínodos
santafereño de 1606, el de Lima de 1613, el de Puerto Rico de 1645, el de
A) Legislación de la Corona española Santiago de Cuba de 1680, el tercero de Caracas de 1687 y el de Santiago de
Como consecuencia de las obligaciones contraídas con los papas en el Chile de 1688. Lógicamente, los que les dedican más atención son los de las
descubrimiento de América, los reyes de España asumieron el gobierno regiones, v.gr., del Caribe, donde aquéllos constituían la mayoría de la
espiritual de las Indias y legislaron también sobre la evangelización de los población. Todavía en el siglo XVIII vuelven sobre el asunto los sínodos de
negros. Concepción y Santiago de Chile y el concilio VI de Lima.
Las primeras disposiciones reales en esta materia las encontramos en las 2) Cuestiones más importantes. En cuanto al bautismo, insisten en que
instrucciones dadas a Ovando y a Diego Colón como medidas preventivas, los esclavos sean bautizados cuanto antes en los mismos puertos de desem-
prohibiendo la entrada de negros criados entre moros y sólo permitiendo la barque, pero sobre todo muestran especial interés en que la preparación
de los que hubieran nacido en poder de cristianos. para este sacramento sea lo más completa posible. No quieren de ninguna
En su calidad de regente del reino, el cardenal Cisneros adoptó en 1516 manera que se les haga cristianos sin su consentimiento manifiesto.
y 1517 diversas medidas contra el tráfico negrero. En el tema de la instrucción religiosa y del precepto dominical, los
Abundan las reales cédulas durante el período hispánico, dirigidas tan- concilios y sínodos son reiterativos e insistentes. La catequesis al menos
to a las autoridades civiles (gobernadores, virreyes y cabildos) como a las semanal y el rezo diario de las oraciones más comunes son considerados
eclesiásticas, y en ellas se reflejan las preocupaciones de los reyes sobre como los puntos neurálgicos del trabajo pastoral con los negros. La asisten-
asuntos como la instrucción religiosa de los negros, la administración de los cia a la misa queda supeditada a las distancias, pero se exige que se cumpla
sacramentos, el precepto y descanso dominical, regulación del matrimonio y con el descanso dominical. La libertad para contraer matrimonio la defien-
de las órdenes sagradas, organización de parroquias e incluso normas sobre den apasionadamente, lo mismo que la consecuente convivencia marital,
el comportamiento moral y costumbres. oponiéndose a que sean separados los esposos esclavos. Se conmina con
Estas reales cédulas, que estuvieron orientadas a la solución de casos penas canónicas a quienes atenten contra esta libertad. Sin embargo, ningún
particulares, fueron incluidas en la Recopilación de Leyes de los Reinos de las concilio ni sínodo se atrevió a poner en tela de juicio la licitud de la trata de
negros.
Indias (1681) como normas y principios de contenido universal.
Además de título V del libro VII de la Recopilación, que trata expresa-
mente de los mulatos y de los negros, otras leyes contemplaron también la III. LA EVANGELIZACIÓN
atención espiritual a éstos. Así, las leyes XII, XIII y XVII del título I del li-
bro I sobre la santa fe católica. Finalizando el siglo XVIII, toda esta extensa La tarea misionera en la América hispana giró principalmente en torno
legislación de cédulas y leyes vino a resumirse en el llamado Código Carolino a la conversión de los indígenas y a su integración en el seno de la Iglesia
Negro, dado a conocer por la real cédula del 31 de mayo de 1789, de católica. Se impidió a toda costa que su fe peligrara ante la presencia de otras
Carlos IV. De sus catorce capítulos, el primero es el que trata sobre la vida religiones, como el islamismo y el judaismo, y ante las doctrinas heréticas de
religiosa de los negros e impone a los dueños de esclavos la obligación de la Reforma. Por esto, la Corona puso especial cuidado en que no pasaran a
instruirlos y facilitarles el cumplimiento de sus deberes cristianos. Los sacer- las Indias personas que pudieran transmitir tales ideas; de ahí que se exigiera
dotes encargados de asistirlos debían ser sostenidos por los amos. Pero este de los primeros negros que llegaron a América que fueran cristianos y
Código, alabado por muchos, ni siquiera fue promulgado en América ante la criados entre cristianos, prohibiéndose la presencia de moriscos. Cuando las
oposición de los dueños de esclavos. necesidades económico-sociales exigieron el aporte de negros esclavos no
B) Los concilios provinciales y los sínodos cristianos, la Iglesia y la Corona, unidas en su proyecto de nueva cristiandad,
iniciaron también la tarea de evangelizar a esos negros.
1) Concilios y sínodos que tratan sobre los negros. Destacan durante la
segunda mitad del siglo XVI los tres primeros concilios provinciales de Lima A) Períodos de la evangelización
(1551-1552, 1567-1568 y 1582-1583) y México (1555, 1565 y 1585). Los
limenses mencionan al negro expresamente en ocho de sus capítulos, mien- 1) Período inicial: 1493-1551. Se caracteriza porque las normas y
tras que los mexicanos lo hacen en once de sus constituciones. Uno de los disposiciones sobre la evangelización de los negros emanan de las cédulas
sínodos más tempranos, el de Santo Domingo, anterior a 1540, ya se plan- reales. Al final hacen su aparición los primeros sínodos, con constituciones
teaba seriamente los problemas pastorales que presentaban los negros. De sobre el adoctrinamiento de los negros. En los primeros años, el elemento
ellos volvieron a hacer mención el concilio celebrado en la misma ciudad en negro, por su número y escasa expansión geográfica (islas y costas del
1576 y los sínodos de 1583 y 1585. Hasta el lejano Tucumán, en su sínodo Caribe), apenas constituyó un problema; incluso cuando se difundió por
de 1597, se hacía eco de estas preocupaciones. otras áreas del continente fue fácil su incorporación a la Iglesia. A medida
328 P.II. La Iglesia diocesana C.17. La Iglesia y los negros 329
promedio para una buena preparación se estableció el de un mes. Pero la
que el número de esclavos fue creciendo, se vio la necesidad de organizar
catequesis continuaba de por vida. A ella debían asistir negros y mulatos los
mejor el trabajo de su conversión.
domingos y días de fiesta, como ordenaban las constituciones sinodales y las
2) Segundo período: 1551-1608. En esta segunda mitad del siglo XVI
reales cédulas, durante una hora. Los demás días rezarían las oraciones
es la Iglesia la que afronta la tarea de evangelización de los negros y son los
antes de dirigirse al trabajo por la mañana y al atardecer, acompañadas
sínodos los que la organizan y regulan a través de sus cánones y constitu-
generalmente a esta hora del rezo del rosario. Los lugares de la catequesis
ciones.
fueron, en la ciudad, las iglesias y conventos, y en las zonas rurales, las
3) Tercer período: 1608-1683. Con el proyecto de la misión de Gui-
capillas y ermitas de las plantaciones, haciendas y minas. También en las
nea, los jesuitas intensifican su trabajo con los negros. Cartagena y Lima
casas de los dueños, tanto en la ciudad como en el campo. Incluso en los
fueron los centros donde se planificó la evangelización. Durante estos años
palenques, los negros huidos y en libertad siguieron rezando sus oraciones.
se generó entre los eclesiásticos una corriente crítica en contra de la trata y
en defensa de la dignidad del negro, que se atrevió, al final del período, a Otra fue la catequesis popular, que se celebraba en las plazas públicas,
pedir abiertamente la libertad para los esclavos. mercados y lugares de concurrencia de los negros. A ésta dieron mucha
importancia los jesuitas.
4) Cuarto período. De 1683 hasta la abolición total de la esclavitud. Pro-
paganda Fide y el Santo Oficio se hicieron eco de los alegatos de los padres La diversidad de lenguas de los diferentes grupos étnicos africanos
Francisco de Jaca y Epifanio de Moirans por la libertad de los esclavos, obligó al uso de intérpretes para la enseñanza de la doctrina. Pero la llamada
aunque la Corona ratificó su postura ante la trata negrera. El entusiasmo del lengua de Angola, interlingua utilizada por muchos grupos africanos, fue
período anterior disminuyó, pero el crecimiento demográfico de los negros aprendida por curas y religiosos, llegando incluso a editarse en ella catecis-
siguió preocupando a la Iglesia. Los papas, al final, condenaron la esclavitud mos y libros de oraciones.
de los negros. La responsabilidad de este trabajo recayó sobre los párrocos, fueran
éstos clérigos o religiosos. En las ciudades donde existía un colegio de
B) La catequesis jesuitas, éstos fueron los que se encargaron de esta tarea. En donde no
existiera clero, los dueños de esclavos quedaban obligados por los sínodos a
Los negros, al igual que los indios, fueron considerados por la Iglesia impartir la catequesis a sus siervos. No faltó en este quehacer el aporte de los
como gentiles e infieles, almas redimidas por la sangre de Cristo a las que era seglares negros como colaboradores y auxiliares en la catequización de sus
necesario convertir y procurar la salvación. Los concilios y sínodos instaban hermanos, tanto a nivel personal como formando parte de las asociaciones
a que desde el momento de su llegada se les adoctrinara en las verdades de piadosas establecidas para dar continuidad y ambiente propicio a la vida
la fe, para que pudieran recibir el bautismo. Las constituciones sinodales cristiana.
especificaban qué era lo que tenían que saber y conocer: el credo, los
artículos de la fe, el padrenuestro, los mandamientos de la ley de Dios y de C) Los sacramentos
la Iglesia y los sacramentos.
La experiencia adquirida en la catequización de los indígenas fue tam- Al negro nunca se le negó el atributo de la racionalidad y fue reconoci-
bién aplicada en el adoctrinamiento de los negros. Se dio suma importancia da su capacidad para recibir los sacramentos.
a la enseñanza religiosa procurando que fuera lo más firme y profunda 1) El bautismo. Se les administró sin ningún tipo de distinción, siem-
posible de acuerdo con las circunstancias de tiempo, lugar y personas. La pre que reunieran las condiciones establecidas por la Iglesia. Se hicieron
práctica catequética se basaba en la repetición de las respuestas del catecis- excepciones en cuanto a la preparación en el caso de los esclavos recién
mo adecuada al entendimiento de los negros, utilizando una doble vía: la importados y en el de los niños, que podían ser bautizados aun en contra de
memorística, hasta que se lo aprendieran y fueran capaces de repetirlo de la voluntad de sus padres infieles.
memoria, y la explicación del sacerdote sobre lo aprendido. Se emplearon Ante la prohibición de introducir negros que no fueran cristianos, éstos
dos compendios o catecismos: uno breve, para los casos urgentes de enfer- debían ser bautizados en los puertos de embarque africanos. Con el tiempo
medad o cuando se disponía de poco tiempo, y otro más extenso, para la se advirtió que muchos llegaban sin el bautismo o con un bautismo recibido
catequesis ordinaria. En la catequesis se echó mano de todos los recursos en condiciones de clara nulidad o, cuando menos, planteando serias dudas.
pedagógicos: la música, los cantos, las láminas, las imágenes, las procesiones Se iniciaron las investigaciones a uno y otro lado del Atlántico, comprobán-
y toda una liturgia que impresionaba fuertemente el alma del catecúmeno. dose mediante testimonios e interrogatorios que era cierta la sospecha. Para
remediar la situación, el arzobispo de Sevilla don Pedro de Castro y Quiño-
Otra cosa fue el grado de conocimiento que se les había de exigir, pues,
nes dictó, en febrero de 1614, una instrucción para su diócesis, que fue
al ser considerados como gente ruda y de poco entendimiento, se pensaba
presto adoptada también en otras ciudades de América.
que con un conocimiento elemental de las verdades de la fe era suficiente.
Otros, en cambio, exigían una instrucción lo más completa posible, para que La forma extraordinaria de administrar el bautismo utilizada por los
pudieran acceder al bautismo y a los demás sacramentos. Como tiempo jesuitas, de acuerdo con sus privilegios como misioneros, planteó un enfren-
330 P.II. La Iglesia diocesana C.17. La Iglesia y los negros 331
tamiento con el clero secular que se resolvió favorablemente para los prime- negros esclavos o de pardos y morenos, en especial los que servían para asentar
ros, dadas las circunstancias de extrema urgencia y necesidad en que llega- las partidas de bautismo.
ban los negros esclavos.
2) La eucaristía. En cuanto a este sacramento, quedó bien clara la E) Dificultades para la evangelización
actitud de la Iglesia, reflejada en el primer sínodo provincial mexicano de Múltiples fueron las dificultades que surgieron para llevar a cabo la
1555, que dispuso que los curas podían administrar a indios y negros, en evangelización.
quienes conocieran tener la suficiente preparación y dieran señales de devo- El tiempo disponible para el adoctrinamiento durante los primeros días
ción y deseo de recibirla. El tercero mexicano añadió más: que no se podía fue muy breve y se redujo al de la estancia de los esclavos en los barracones
aprobar el celo imprudente de quienes querían impedir que los negros mientras duraba el mercado en que fueran vendidos.
recibieran este sacramento, ya que, como niños en la fe cristiana, necesita- Las lenguas constituyeron un muro casi infranqueable para la comuni-
ban de tan saludable alimento. Esta doctrina se extendió a la recepción del cación, tanto por su diversidad como por el número de hablantes, a veces
viático y a la comunión pascual. reducido, por lo que en una misma armazón podían llegar grupos de diez
3) La penitencia, confirmación y extremaunción. La penitencia, general- lenguas distintas.
mente como previa a otros sacramentos, formó parte de la pastoral de los La dispersión representó otro nuevo obstáculo. Una vez vendido el
negros, especificándose pormenorizadamente su administración en la ins- esclavo, se dispersaba en sus lugares de trabajo por regiones extensas y
trucción del arzobispo de Sevilla y en los capítulos 18 y 19 del libro tercero apartadas, distantes de los centros urbanos, perdiendo todo contacto con los
de la obra del padre Sandoval, autorizándose incluso la utilización de intér- agentes de la pastoral.
pretes. La confirmación y extremaunción, según consta en numerosos docu- Los amos, por su parte, impedían toda relación con la Iglesia, pues el
mentos, fueron administradas a los negros en su debido tiempo. negro bautizado y con instrucción religiosa era considerado ladino, perdien- •
4) El matrimonio. El derecho a este sacramento fue siempre manteni- do precio y valor. Con el afán de obtener del esclavo el máximo rendimiento,
do por la Iglesia hispanoamericana, que defendió denodadamente la liber- lo apartaban de toda actividad que pudiera alejarlo del trabajo. Asimismo, el
tad del negro, libre o esclavo, contra quienes le coaccionaban o impedían total desprecio que sentían por los esclavos les hacía considerar como tiem-
recibirlo, amenazando con penas de excomunión a los amos que procedían po perdido toda enseñanza que éstos recibieran.
de esa forma. Buscó con la pastoral matrimonial eliminar el concubinato El clero, unas veces no estaba motivado y otras carecía de preparación
entre los negros, oponiéndose a la vez a comportamientos culturales como el necesaria para un apostolado que exigía entrega y sacrificio. El sistema
llamado matrimonio de fuga o la unión consensual, hoy todavía existentes en retributivo de aranceles hacía apreciar como poco apetecible el trabajo con
la América hispana. Aplicó también a los negros el privilegio paulino, permi- los pobres negros.
tiendo contraer nuevas nupcias con la esposa cristiana. Aunque la Iglesia Los propios negros, aunque en los primeros momentos aceptaban de
aprobó, en ocasiones, las disposiciones de la Corona que se oponían al buena gana a los sacerdotes, por ser los únicos de quienes recibían alguna
matrimonio del negro con blancas e indias, bendijo las uniones mixtas que muestra de afecto, con el tiempo perdían ese interés, y hasta ocultaban la
solucionaban situaciones no legales, como el matrimonio de blancos con sus carencia del bautismo por no ser menos que sus compañeros. Cansados del
concubinas negras. También propugnó la cohabitación de los esclavos casa- trabajo, o necesitados de lo que no tenían o no les proporcionaban los
dos, prohibiendo la separación de los esposos, esfuerzo este que no siempre dueños, dedicaban el tiempo libre a cultivar sus parcelas o a sus pequeños
se vio cumplido ante los intereses económicos de los dueños. negocios, cuando no a sus fiestas, bailes y reuniones.
5) El sacerdocio. Las órdenes sagradas estuvieron vedadas a negros,
mulatos y descendientes inmediatos de éstos hasta finales del período hispá-
nico, en que se permitió su ingreso en universidades y seminarios y la IV. ACTUACIONES ESPECIALES CON LOS NEGROS
obtención de títulos universitarios. Hubo, sin embargo, algunas excepcio-
nes. Los prejuicios de la época, como el ser descendiente de infieles o A) Los obispos y el clero
esclavos y el ser considerados los mulatos como hijos ilegítimos, fueron los
Los obispos y el clero fueron los ejecutores tanto de las constituciones
motivos esgrimidos para alejar a los negros del sacerdocio.
de los sínodos como de las leyes y cédulas reales. Sin intención de generali-
zar, encontramos suficientes ejemplos de que tales disposiciones no cayeron
D) Libros de registro de los sacramentos
en tierra estéril. Entre otros prelados encontramos al arzobispo Carvajal
A la hora de dejar constancia de la recepción de los sacramentos, los (1519), a don Francisco de la Cueva (1661) y a don Fernando Portillo
negros y sus castas fueron marginados, pues fue norma común inscribirlos (1784), en Santo Domingo; a fray Alonso de Montúfar (1551), en México; a
en libros aparte de los hispanos y criollos. Libros que a veces compartían con fray Andrés Navas (1649), en Nicaragua; a fray Diego Torres (1618), a don
los indios, y otros fueron exclusivamente para ellos bajo el título de Libros de Diego Ramírez (1627), a don Miguel A. Benavides (1638) y a fray Ignacio
332 P.II. La Iglesia diocesana C.17. La Iglesia y los negros 333

Urbina (1690), en Colombia; a don Santiago Hernández (1802), en Vene- Sandoval, en Cartagena, y el padre Villarroel, de paso por la Española, sólo
zuela; a don Hernando Arias (1628) y a don Francisco Godoy (1652), en por citar algunos casos.
Perú, y a d o n Julián de Cortázar (1618), en Argentina, quienes dedicaron su 1) El proyecto de la «Misión de Guinea». A fin de dar una forma estable
actividad apostólica al servicio de los negros, llamando la atención sobre la al trabajo que venían realizando las residencias de los jesuitas, el padre
situación en que se encontraban y poniendo los remedios oportunos. Martín de Funes, procurador de la viceprovincia del Nuevo Reino de Grana-
Uno de éstos fue la creación de parroquias y pueblos exclusivos de los da, propuso en el año 1608, en un memorial entregado al padre Aquaviva,
negros. Se crearon así algunas parroquias en Perú, Colombia, Santo Domin- general de la Compañía, un proyecto denominado «Misión de Guinea», que
go y Cuba, y se elevaron a ese rango las capillas de los ingenios y de las contemplaba los siguientes puntos: 1) creación de doctrinas para los negros,
haciendas para poder atender espiritualmente a negros libres y esclavos. Los tal y como lo habían sugerido algunas cédulas reales, pero atendidas por
pueblos, en ocasiones, se fundaron para acoger a los negros cimarrones que, miembros de la Compañía de Jesús; 2) nombramiento de un padre superior
tras pactos con las autoridades reales, iniciaron su vida de hombres libres para toda la América, que tendría autoridad sobre todos los superiores de las
bajo los auspicios de la Iglesia. Al frente de las parroquias se colocó a un residencias y rectores de los colegios en lo referente a la evangelización de
cura sustentado con el aporte de los amos de esclavos y con los aranceles y los negros; 3) asignación en cada residencia de la Compañía de un sacerdote
diezmos de los negros libres. Estas parroquias de negros fueron también y un hermano coadjutor para que recorrieran los campos adoctrinando a los
atendidas por los prelados en las visitas pastorales. En cuanto a la labor negros, y de un sacerdote en la ciudad con la misma función para ir creando
pastoral con los negros, el bajo clero adoptó una actitud ambigua, sin la parroquia para los negros.
descuidar por completo a la población de color, especialmente cuando El proyecto, que debía ser sometido a la aprobación del papa y del rey,
reportaba claras ventajas económicas. fue bien acogido por el padre Aquaviva, menos en lo del superior continen-
Las Ordenes religiosas, a excepción de los jesuitas, no sobresalieron por tal para la misión de los negros. Se pidió a la Corte que instara a los prelados
su dedicación a los negros. Hubo, sin embargo, casos dignos de mención, para ponerlo en marcha, cosa que hicieron muchos obispos.
como el de fray Mariano Freiré, dominico, abnegado apóstol de los negros 2) Los colegios de San Pablo de Lima y de Cartagena de Indias. Como
del valle del Chota, en Ecuador; el de los agustinos del distrito de Triana, en modelos de este proyecto se distinguieron los colegios de la Compañía en
Lima; el del padre Caicedo y Velasco, otro agustino bogotano entregado por Lima y Cartagena de Indias. En Lima, entre otros jesuitas dedicados a este
completo a los negros de Barinas, y el de los capuchinos Salvador de Cádiz ministerio, encontramos a los padres López, Pinas, Portillo y González, y en
y Tomás de Pons, en Venezuela. Cartagena, a los padres Sandoval, Claver, Mayoral, Agustín, Fariña, Felices,
Vergara y los hermanos González y Bomparte, y ya en el siglo XVIII, al padre
B) Los jesuitas Rodrigo de Celada. Su primer paso fue la utilización de la lengua «angola»
como medio de comunicación. Muchos jesuitas llegaron a dominarla, y en
El apostolado de las Ordenes religiosas establecidas en un principio se
ella se compusieron y editaron en Lima manuales de catequesis, libros de
dirigió preferentemente hacia los indígenas. Los negros no constituyeron su
oraciones y hasta una gramática, de la que se tiraron 1.440 ejemplares en
objetivo primordial. Fue necesario que aumentara su número, a partir de la
1636. Para el acceso a otros grupos lingüísticos se oficializó el uso de
segunda mitad del siglo XVI, para que llamase la atención de la Iglesia. En
intérpretes, destinados exclusivamente a este servicio, de los cuales el cole-
este momento hicieron su aparición los jesuitas. El impacto que causó en
gio de Cartagena llegó a tener 21, con dominio, alguno de ellos, de once
ellos la presencia de tantos negros y sus miserables condiciones de vida y
lenguas y dialectos africanos. Se aplicó para la catequesis la pedagogía más
abandono espiritual hizo que decidieran entregarse a ellos con especial
avanzada y hasta se crearon grupos de músicos negros para la liturgia. En
dedicación.
ambos centros se establecieron congregaciones piadosas, tanto para hom-
Salieron los jesuitas al encuentro de los negros allí donde se encontra- bres como para mujeres, en las que se inculcaba la devoción al Santísimo
ban: los navios recién llegados, los depósitos de los negreros, las plazas Sacramento y a la Virgen María. Esta pastoral incluyó también la visita
públicas, los obrajes e incluso las mismas casas donde servían. Después los regular a las cárceles, hospitales, leproserías y calabozos de la Inquisición.
atrajeron hacia sus iglesias, dirigiendo sus esfuerzos hacia tres aspectos Para la asistencia material, medicinas y ropas, contaban principalmente con
importantes: la administración del bautismo a los recién llegados que no lo la ayuda económica proveniente de los presupuestos del colegio y de los
hubieran recibido, la catequesis como preparación a la recepción de los bienhechores de la Compañía. En todas las actividades colaboraron con los
sacramentos y el afianzamiento de la vida cristiana mediante la pertenencia jesuitas auxiliares negros de ambos sexos.
a alguna asociación o congregación piadosa. Esto se hizo en todos los lugares
donde se fundó un colegio o una residencia de la Compañía, e incluso donde 3) El padre Sandoval y su obra «De instauranda aethiopum salute». Nacido
el paso de los jesuitas fue sólo accidental o por un tiempo limitado. El padre en Sevilla y criado en Lima, el padre Alonso de Sandoval llegó a Cartagena
López lo inició en Lima; el padre Rogel, en La Habana; el padre Guillen, en en 1605. Salvo un espacio de dos años, en que fue a Lima, permaneció en
Veracruz; el padre Gabriel de la Vega, en Santiago de Chile; el padre Cartagena hasta su muerte, en 1642.
334 P.II. La Iglesia diocesana C.17. La Iglesia y los negros 335
Más que por su labor misionera se distingue el padre Sandoval por multiplicándose por las principales ciudades hispanoamericanas al abrigo de
haber escrito una obra, única en ese tiempo, sobre los negros africanos las parroquias y de las iglesias de las Ordenes religiosas. Sólo en Lima, en
traídos como esclavos a Hispanoamérica. En ella volcó todas sus vivencias y 1619, existían 19 de estas cofradías. Bajo la advocación de un santo o de un
experiencias, que no fueron pocas, en Lima y Cartagena, y el fruto de sus misterio de la fe, sirvieron también para cohesionar la conciencia colectiva
estudios e investigaciones realizadas a uno y otro lado del Atlántico. La obra de pertenencia al grupo. Pero también, so color de las devociones cristianas,
lleva por título Naturaleza, policía sagrada y profana, costumbres y ritos, discipli- mantuvieron los negros los rasgos culturales de sus religiones ancestrales,
na y catecismo evangélico de todos los etíopes (así llamados entonces los negros). dando origen a cultos y religiones sincréticas todavía hoy existentes.
No obstante esta portada, el autor pensó desde un principio titularla De
instaurando aethiopum salute, inspirándose evidentemente en la obra del B) Un santo negro: San Martín de Porres
padre José de Acosta sobre los indios. Redactada en Lima en los años de
1 6 1 7 a l 6 1 9 , fue editada en Sevilla en 1627, con la aprobación y parabienes Martín de Porres y Velázquez nació en 1579, en Lima, hijo natural de
de los superiores de la Compañía de Jesús. Comprende cuatro libros, que Ana Velázquez, negra libre, y de donjuán de Porres, caballero español de la
son como un compendio de etnología y pastoral del mundo negro entonces Orden de Alcántara. A los quince años ingresó en el convento de los domini-
conocido. cos como donado, sin voz ni voto. A petición de su padre fue admitido como
lego y, por sus conocimientos de barbero, encargado de la enfermería,
No conforme con este estudio, publicó una segunda edición en Madrid
pronunciando sus votos en 1603. Su oficio lo llevó a la entrega total en favor
en 1647. De ésta sólo se conserva el primer tomo, tan ampliado y corregido
de los pobres y necesitados, negros y blancos, añadiendo a su vida el gesto
que más bien constituye una nueva versión de la obra.
franciscano del amor a los animales. Muerto en 1639, fue beatificado por
4) San Pedro Claver. El esclavo de los esclavos. Pedro Claver, discípulo
Gregorio XVI y canonizado por Juan XXIII. Si los santos son el fruto madu-
y compañero del padre Sandoval, nació en Verdú (España) en 1580. Ya
ro de la Iglesia, San Martín es la síntesis y mejor colofón del camino de luces
clérigo, ingresó en el noviciado de la Compañía en Tarragona, llegando a
y sombras de la historia de la Iglesia y los negros en la América hispana.
Cartagena de Indias en 1610. Pasó a Bogotá y Tunja a terminar sus estudios,
y volvió a Cartagena en 1615, donde fue ordenado sacerdote. Allí comenzó
su apostolado con los negros. Al pronunciar sus votos en 1622 firmó: Pedro
Claver, esclavo de los negros para siempre. Y lo cumplió. Cuarenta años de VI. LA OTRA CARA DE LA MONEDA
catequesis y administración de sacramentos, de idas y venidas al puerto, a los
depósitos de esclavos, a la leprosería de San Lázaro y adondequiera lo A) Insuficiente atención espiritual
reclamara un negro enfermo, necesitado o moribundo. Siempre rodeado de Contrastando con la legislación y el trabajo pastoral, hallamos a cada
negros. Aun enfermo se hacía llevar en silla de manos para seguir su ministe- paso las denuncias de las autoridades reales y de los prelados, que nos
rio. Moría en Cartagena el 8 de septiembre de 1654. En 1888 era canoniza- permiten afirmar que a cada intento de adoctrinamiento corresponde un
do por el papa León XIII. anterior estado de abandono espiritual. En el siglo XVI, la Corona manifesta-
ba al arzobispo de Lima su preocupación por lo que consideraba un escan-
daloso descuido de la cristianización de los negros. Parecida denuncia eleva-
V. LOS NEGROS Y LA IGLESIA ba desde Santo Domingo el oidor Echagoian. En el siglo siguiente, los
obispos de la Española, Carvajal y de la Cueva, decían de los negros que
A) Religiosidad y cofradías vivían tan bárbaramente en lo espiritual como en lo temporal. Otras dos
Al ser trasladados a América encontraron los negros en la religión veces intervino el rey en Perú solicitando a los virreyes Chinchón y Monte-
católica un espacio que encajaba con sus más fundamentales valores. No fue rrey informes sobre las frecuentes denuncias de la descristianización de los
difícil que se incorporaran a la Iglesia, y más cuando en este espacio descu- negros. Las descripciones de los padres Funes y Sandoval sobre los negros
brieron porciones de la libertad que les negaba la esclavitud y a través de él de la actual Colombia eran en verdad patéticas: tan ignorantes estaban los
podían conservar su espíritu de comunidad. Las relaciones con la Iglesia que habían sido bautizados como los que estaban sin bautizar. Y así decenas
fueron, por supuesto, más fuertes en las ciudades que en el campo. Pero su de casos, con los que se podría demostrar que en muchas ocasiones las leyes
práctica religiosa se orientó hacia aquellos aspectos, como las devociones, y disposiciones sinodales fueron letra muerta.
procesiones, fiestas, cofradías, etc., que estaban más en consonancia con su
cultura. En estas últimas fue donde el negro se sintió más a sus anchas. B) Los esclavos de los eclesiásticos y de las Ordenes religiosas
Siguiendo la tradición de España, donde habían existido cofradías de Fueron el clero y las Ordenes religiosas quienes poseyeron mayor nú-
negros, éstas fueron estructuradas según líneas tribales (las llamadas nacio- mero de esclavos en la América hispana. Los conventos de los religiosos y
nes), sociales (negros libres y esclavos) o de color (mulatos, pardos, etc.), aun los de las monjas de clausura tenían esclavos a su servicio, viviendo, en
336 P.II. La Iglesia diocesana

ocasiones, gracias a los ingresos que éstos les proporcionaban. La Compañía NOTA BIBLIOGRÁFICA
de Jesús, en casi todas sus provincias americanas, dependió, en gran parte,
de una economía que se sustentaba de las haciendas trabajadas por los
Los negros e n Hispanoamérica (selección)
esclavos. Cuando los obispos pasaban a Indias llevaban consigo esclavos
P. D. CURTIN, The Atlantic Slave Trade. A Census (Madison, 1970); H. S. KLEIN, La
como criados. De un obispo de Cartagena se dijo que era tan pobre que sólo esclavitud africana en América Latina y el Caribe, tr. por G. Sánchez Albornoz (Madrid,
poseía dos. Harto frecuentes son los testamentos de los clérigos que dejan 1986); D. P. MANIX-M. COWLEY, Historia de la trata de negros (Madrid, 1962); R.
esclavos por herencia. MELLAFÉ, Breve historia de la esclavitud en América Latina (México, 1973); J. A.
RAWLEY, The transatlantic Slave Trade. A History (Londres, 1981); E. VlLA VlLAR,
C) La Inquisición Hispanoamérica y el comercio de esclavos (Sevilla, 1977).

A pesar de que el negro fue considerado como neófito, no por esto La Iglesia y la trata de negros
quedó exento de la jurisdicción del tribunal de la Inquisición, como lo L. CONTI, «La Iglesia y la trata negrera», en La trata negrera del siglo XV al xix (París.
fueron los indios en virtud de su reciente cristianismo. En una ojeada a los 1981), 311-320; F. CERECEDA, «Un asiento de esclavos para América del año 1553 y
procesos de los tribunales de México, Lima y Cartagena de Indias hemos parecer de varios teólogos sobre su licitud»: Missionalia Hispánica 3 (Madrid, 1946),
580-597; P. CASTAÑEDA, Don Vasco de Quiroga y su «Información en derecho» (Madrid,
encontrado suficientes casos para poder apreciar cuáles fueron las desvia- 1974); I. GUTIÉRREZ AZOPARDO, «Los franciscanos y los negros en el siglo xvn», en
ciones más frecuentes respecto a la fe y moral católicas entre los negros de Actas del III Congreso Internacional sobre los franciscanos en el Nuevo Mundo (Madrid,
Hispanoamérica. 1991), 593-620; J. T. LÓPEZ GARCÍA, DOS defensores de los esclavos negros en el siglo xvil:
No bien se hubo instalado el tribunal de la Inquisición en Cartagena, en Francisco José de Jaca, OFM Cap, y Epifanio de Moirans, OFM Cap (Caracas, 1982);
1610, cuando los obispos de Cuba y Panamá pedían que se acabara con la T. MERCADO, Tratos y contratos de mercaderes (Salamanca, 1569); E. OTTE, «Los Jerónimos
y el tráfico humano en el Caribe: una rectificación»: Anuario de Estudios Americanos 32
plaga de brujería practicada por los negros en sus diócesis. De los 767 reos (Sevilla, 1975), 187-204.
que, según José Toribio Medina, fueron sentenciados por el tribunal de
Cartagena, 76 eran negros vecinos de la misma ciudad; de ellos, 41 hombres Catecismos para negros
y 35 mujeres. Parecidas proporciones encontramos en Lima, donde entre N. DUQUE DE ESTRADA, Explicación de la doctrina cristiana acomodada a la capacidad
los años 1570 y 1779 fueron procesados más de 100 negros. En México, de los negros bozales (La Habana, 1797; ed. J. Laviña, Barcelona, 1989).
desde el establecimiento del tribunal hasta el siglo xvm, fueron enjuiciados
Legislación religiosa sobre los negros
unos 80 negros.
Recopilación de leyes de los Reinos de las Indias, 1681, título V, libro VII, y título VII,
Los delitos más comunes que se les imputaron fueron los de brujería, libro I, leyes 12-17; R. KONETZKE, Colección de documentos para la historia de la formación
hechicería, sortilegios, supersticiones, blasfemias hereticales, reniegos, pac- social de Hispanoamérica 1-3 (Madrid, 1958-1962). Sobre la legislación de los concilios
tos con el demonio, bigamia y doctrinas perniciosas sobre el sexto manda- y sínodos, véase el capítulo de esta obra referente a los mismos.
miento. Los que fueron convictos y confesos sufrieron las mismas penas que
Actuación de los jesuítas
los demás reos culpables de los mismos delitos: azotes, destierro, confisca-
ción de bienes y galeras. Pero gozaron también de las mismas garantías: J. M. PACHECO, Los jesuítas en Colombia 1-2 (Bogotá, 1959); A. VALTIERRA, San
Pedro Claver 1-2 (Bogotá, 1980); A. LOSADA, «Diego de Avendaño, S. I., moralista y
proceso legal, testigos y defensor. Aunque, cuando se sospechaba que ocul- jurista, defensor de la dignidad humana de indios y negros en América»: Missionalia
taban la verdad, también se les aplicaron las torturas y tormentos para que Hispánica 39 (Madrid, 1982) 1-18; A. DE SANDOVAL, Un tratado sobre la esclavitud, ed.
confesaran. Los procesos más sonados tuvieron lugar en Cartagena, y estu- E. Vila Vilar (Madrid, 1987).
vieron relacionados con grupos de brujas, blancas y negras, cuyos aquelarres
dicen que se celebraban en el cerro de la Popa, cercano a la ciudad, y en las
minas de Zaragoza y en la villa de Tolú. En Lima hubo otro muy célebre en
1736 contra 23 brujos, la mayoría negros y mulatos.
La introducción de esclavos, a finales del siglo XVII, procedentes de
Jamaica y Curacao, influidos por doctrinas protestantes, indujo a la Inquisi-
ción a proponer el establecimiento de un tribunal especial a cargo de los
jesuítas. Esta propuesta no se llevó a cabo.
CAPÍTULO 18

PANORAMA DE LA IGLESIA DIOCESANA


Por EDUARDO CÁRDENAS

El objeto de nuestro estudio es la sociedad eclesial ya constituida e


integrada por los hispano-criollos y por los indígenas ya definitivamente
cristianizados. Quedan excluidos de él los indios en proceso de evangeliza-
ción, así como los negros, por tratarse de sectores sociales a los que en esta
misma obra se les dedica el correspondiente análisis especial.
Como norma general, el estudio versa primordialmente sobre la situa-
ción imperante durante los siglos XVII y XVIII, con un preludio inmediata-
mente anterior marcado por los concilios de Lima y México en la década de
1580 y con el epílogo de los quince o veinte primeros años del siglo xix.

I. EL MARCO SOCIO-RELIGIOSO AMERICANO

A) La población
A mediados del siglo XVII y en la segunda mitaddel XVIH, según los datos
proporcionados por los historiadores Guillermo Céspedes del Castillo y
Mario Hernández Sánchez-Barba, respectivamente, el cuadro aproximativo
de la población americana era el siguiente:

Siglo xvu % Siglo xvni %


Indios 8.405.000 80,9 6.925.000 46
Blancos 655.000 6,4 3.057.193 20
Negros 715.000 6,9 1.189.000 8
Mestizos 358.000 3,5 4.087.290 26
Mulatos 236.000 2,3
TOTAL 10.369.000 15.258.483
Hay que tener en cuenta la composición étnica para apreciar el com-
portamiento religioso de la población. Dentro de su autenticidad, el indio
y el negro tuvieron, sin duda, una peculiar experiencia de la religión cris-
tiana.
También se deben tener presentes algunas nociones sobre demografía
urbana y campesina. Contamos con el estudio de C. Esteva Fabregat refe-
rente al siglo XVIII. Lo empleamos aquí porque sus estadísticas no difieren
mucho de las presentadas por M. Hernández Sánchez-Barba, exceptoten lo
340 P.II. La Iglesia diocesana en 18. Panorama de la Iglesia diocesana 341
concerniente a los mestizos. Aunque tales datos pertenecen a un período mala le parecían a un intrépido viajero, Antonio José Irisarri, a principios
determinado, ayudan a orientarnos acerca de la situación anterior. del XIX, «escalas de Jacob», donde las muías debían ser «como ardillas y osos
En la segunda mitad del siglo XVIII se contaban en América española colmeneros» y los viajes se hacían «nadando en pozos de fango». De los
8.478 localidades, distribuidas así: 8.004 pueblos, 229 villas y 245 ciudades. caminos de la Nueva Granada (Colombia) escriben unos religiosos betlemi-
La media de la población de los pueblos era de 740 habitantes; la de las tas hacia 1770 que los habían recorrido por la cordillera de los Andes y que
villas, de unos 6.000, y la de las ciudades, de casi 11.000. Asimilando como frente a ellos «los celebrados Alpes parecerían amenas alamedas». Los cami-
localidades de cultura urbana las ciudades, las villas y 120 centros mineros, nos de Indias eran, pues, cornisas disimuladas sobre los precipicios, trochas
resultarían 594 concentraciones urbanas y 7.884 campesinas. El porcentaje que se colmaban de maraña, barrizales enormes y cuestas agotadoras. Los
de .población urbana sería de un 33 por 100 y el de campesina de 67. Si adjetivos reservados a las comunicaciones coloniales por los obispos en sus
atendemos a la América española continental tendríamos que en las localida- relaciones de visita pastoral coinciden en designarlas como fragosas, horro-
des urbanas vivían 4.000.000 de habitantes, y en las campesinas un poco más rosas, intransitables, asperísimas. Se interponían centenares de ríos y no
de 8.000.000. El 75 por 100 de la población campesina estaba formada por había puentes. En el Alto Perú, por ejemplo, había un solo puente colgante
indios. sobre el río Pilcomayo.
En las Antillas españolas, la población urbana llegaba a 612.000 habitan- Las visitas pastorales requerían años de imponderable fatiga. A princi-
tes, y la campesina, a 1.888.000. Un 54 por 100 de la población campesina pios del siglo xvn, los arzobispos de Santa Fe de Bogotá, Lobo Guerrero y
era negra. Arias de Ugarte, emplearon entre cuatro y cinco años cada uno en recorrer
En el estudio de la acción pastoral de la Iglesia, de la religiosidad popu- el territorio diocesano. Cinco años gastó también Santo Toribio en su última
lar y de la práctica sacramental, se ha de tener presente la coexistencia de las visita a la arquidiócesis límense. Trasladado el arzobispo Arias de Ugarte de
«dos repúblicas», india y blanca, con el tercer componente que fue el mundo Bogotá a Lima, gasta un año, de agosto de 1625 a julio de 1626, hasta llegar
negro. Se verificó un proceso de mestización de las culturas, y aunque a su sede. Dos obispos de Popayán (Colombia) del siglo XVII hablan de 500
prevaleció la hispánica, ésta no se conservó en forma pura; se llegó a un o de 600 leguas «de peregrinaciones de visita». Los obispos de Santiago
sincretismo cultural. habían de trasmontar los Andes para visitar la región de Mendoza. Notabilí-
Hay divergencia de cálculos sobre el volumen de inmigración española. sima es la visita pastoral de la diócesis de Caracas emprendida por el obispo
Probablemente pasaron a Indias 250.000 ó 300.000 personas de España el Mariano Martí, que le llevó trece años (1771-1784).
siglo xvi, 200.000 el xvn y 50.000 el xvm.
Encontramos mayor diferencia en la estimación de la inmigración negra.
C) El problema pastoral de la dispersión
No puede hablarse de millones de africanos transportados al Nuevo Mundo.
Debió de llegar a los dominios españoles medio millón entre los años 1500 La dispersión de los campesinos fue causa de infinitas quejas de párro-
y 1650, y como mucho unos 490.000 entre 1700 y 1810. A fines del x v m la cos y obispos. El sínodo de Santiago de 1626 lamenta que gran parte de los
raza negra constituía el 7 por 100 de la población, altamente concentrada en españoles vivía «vida licenciosa» por su lejanía. El obispo de Nicaragua, fray
el área del mar Caribe. Alonso Briceño, escribe en 1649 que ni las excomuniones eran parte para
Intermedia entre las «dos repúblicas» surgió poco a poco la clase o etnia atraer a los campesinos a poblado. Un obispo de Chile informa al rey en
de los mestizos, que de un 3,5 por 100 demográfico a mitad del siglo XVII 1746 de la dispersión de los feligreses «entre aquellos desiertos y lugares
pasó al 26 por 100 a fines del xvm. «Etnia culturalmente confusa, oscilante donde se crían entre la barbarie». En Guatemala el arzobispo Cortés y
en sus lealtades entre la indígena y la española», hubo de soportar la fama de Larraz propone, en 1768, apelar a la excomunión para reducir a poblado a
sus orígenes ilegítimos. los habitantes, pues dice que «las haciendas, pajuides y rancherías son asilo
B) La geografía de ladrones, matadores y amancebados (...), no hay quien gobierne y cada
uno vive a su arbitrio. Las haciendas, trapiches, valles, pajuides, salinas son •
La geografía se alzaba interminable y colosal, y las Indias estaban, por lo unas fortalezas del demonio».
demás, despobladas. Aprisionadas dentro de la anarquía geográfica, las El arzobispo de Trujillo, Martínez Compañón, registra en un auto de
poblaciones distaban días y semanas unas de otras. La inexistencia de bue- visita de 1781 «el abismo de ignorancia, de libertinaje y de brutalidad que
nos caminos y la dispersión de los habitantes significaban un formidable son como inseparables de una vida solitaria y silvestre desde la primera
obstáculo para la acción pastoral de obispos y de párrocos. Decir que en edad». Por la misma época el misionero capuchino itinerante Joaquín Fines-
Indias existían casi 8.000 poblaciones campesinas no significa que ellas trad, visitando una parte relativamente cultivada y habitada de GrfCBU^NW
concentraran orgánicamente a los habitantes. afirmaba que había visto «una confusa masa de cristianismo y gea^lismoLt.TÍW^
«Los caminos de la tierra -escribe el P.José de Acosta a finales del si- ¿Qué puede ofrecer la vida solitaria en unas criaturas ignorant/^pene-frapajj, w
glo XVI— son más bien para gamos y cabras que para hombres». Los de Guate- de un condenable idiotismo, que viven en los montes y sus hon^raf»WStán- m
342 P.II. La Iglesia diocesana C.18. Panorama de la Iglesia diocesana 343
tes de sus respectivas parroquias, quiénes a un día entero de camino, quiénes Nicaragua en 1780 refiere que en Costa Rica 12.000 feligreses de su curato
a medio día?» no asistían a misa a causa de las inmensas distancias, la pobreza extrema y la
necesidad de quedarse en sus estancias por motivos de seguridad.
D) El problema pastoral de las estructuras eclesiásticas
E) Los problemas de la «república de los indios»
La Iglesia, al terminar el período español, contaba siete archidiócesis y
36 diócesis sufragáneas. Siete de ellas fueron creadas después de 1700. En 1) Circunstancias negativas en su experiencia religiosa. Durante los
todo el período los obispos peninsulares fueron 706 y los criollos 105. La tres siglos del período español, el mayor volumen de la población estuvo
inmensidad geográfica de las diócesis, muchas de ellas «grandes como un formado por los indios. Desde la segunda mitad del siglo XVII, superada la
reino», volvía bastante anónima la acción pastoral de los obispos. La mayor crisis del retorno a la idolatría, la masa indígena podía llamarse cristiana, es
parte de la población tenía sentido de pertenencia a la Iglesia solamente a cierto, pero en el estudio de la religiosidad del pueblo indohispanoame-
través de la parroquia. A falta de estadísticas completas sobre el número de ricano no ha de perderse de vista la identidad de la «república de los indios».
parroquias indianas, aducimos un muestreo aproximativo de algunas regio- El indio socialmente permaneció sumido en un complejo de inferioridad, y
nes correspondiente a fechas diversas que pueden ser controladas: es verosímil que también religiosamente viviera una experiencia semejante.
Quizá se sintió a menudo como cristiano de segunda clase. El concepto de
N.'de N.'de
indio no sólo designó una etnia, sino también una situación psicosocial
Región Año parroquias habitantes
peyorativa. El arzobispo de México, Pérez de Lanziego (1711-1728), escri-
México ca. 1750 844 5.000.000 bía al rey de España que si los naturales seguían tratados como estaba
Guatemala (y Centro América) ... 1760 123 850.000 ocurriendo, «los indios serán siempre indios».
Venezuela 1784 178 345.000
Colombia 1800 576 800.000 En los siglos xvn y XVIII continuaron las tiranías sobre los indios. El
Ecuador 1669 205 580.000 obispo de Santiago, Francisco Salcedo, en 1626; el de Popayán, Diego del
Perú 1776 527 1.300.000 Corro, en 1755, y el de Guatemala, Cortés y Larraz, en 1770, hablan de una
Bolivia 1776 236 800.000 aversión («odio grande», dice el de Popayán) a la religión cristiana entre
Chile ca. 1690 44 550.000
algunos grupos indígenas por la opresión a que se les continuaba some-
Pero los pueblos campesinos o villas con párroco eran mucho menos que tiendo.
el número de poblaciones. Por esto, una real cédula de 1764 pidió que se A fines del XVI se interrogaba Pedro Quiroga en sus Coloquios de la
proveyera de sacerdotes seculares o regulares a los lugares que, a mayor verdad cómo podían amar los indios la religión de tales opresores. Y el
distancia de cuatro leguas de la cabecera, carecieran de sacerdote. Creemos P. Acosta se pregunta: «Porque si a pesar de tanta maldad de nuestros
que nunca se llegó a cumplir este deseo, y no por escasez de clero. Ya antes, hombres los indios creen en Dios, ¿qué sucedería si hubiesen visto los pies
el tercer concilio de Lima, en 1583, el de Charcas, en 1629, y un sínodo de hermosos de los que anuncian el evangelio de la paz?» El autor del Lazarillo
Tucumán, en 1607, por ejemplo, determinaban que hubiera un sacerdote de ciegos caminantes (1775-1776) dice que «los indios miran a los españoles
por cada 300 ó 500 indios doctrineros. como a unos tiranos y única causa de sus miserias».
No tocamos aquí el problema del traspaso de las doctrinas y curatos de Comparar la suerte de los indios con la de los cristianos esclavizados por
religiosos al clero diocesano. Por citar un caso, en 1623 el arzobispado de los mahometanos parece que se hizo lugar común entre los defensores de los
Lima tenía 165 parroquias y doctrinas, de las que 55 eran de religiosos. En indios. Así se expresan, por ejemplo, en 1600 el P. Francisco Morales,
la archidiócesis de México en 1772, 149 parroquias o doctrinas estaban en franciscano; en 1606, el sínodo de Santa Fe de Bogotá; en 1626, el obispo de
manos del clero regular. El historiador de la Iglesia no puede olvidar que el Cartagena; a mitad del XVII, el de Popayán, y a finales del mismo, un párroco
sentimiento religioso de amplias regiones de Hispanoamérica debió de que- del obispado de Quito, don Francisco Rodríguez Fernández, en vehemente
dar marcado por la espiritualidad propia de cada una de las tres Ordenes, requisitoria de corte lascasiano a los cabildos de aquella ciudad.
franciscanos, dominicos y agustinos, que durante un largo período tuvieron Paralelamente a este candente testimonio no faltan las denuncias de
a su cargo ese ministerio parroquial. La cuestión quedó definitivamente personas de Iglesia que, sobre todo en el siglo XVII, manifiestan su protesta
resuelta hacia 1753, con la determinación pontificia y real de la seculariza- frente a la tiranía de los blancos. El sínodo de Asunción en 1603 hace
ción de las doctrinas o parroquias de indios. explícita su convicción de que los blancos más parecen demonios, «siendo
Nada se ha dicho aduciendo estadísticas con números de parroquias si causa de que el nombre de Dios sea blasfemado entre los indios». En 1618 el
no se tiene en cuenta la dramática situación de la dispersión desesperante de jesuíta Alvarez de Paz no descarta una sublevación de los indios. En 1624 el
los fieles. El obispo de Tucumán informa al rey en 1620 que las doctrinas obispo de Huamanga (Perú) describe los horrores que la mita llevaba consi-
tenían 30, 40, 50 leguas. En el Cuzco había en 1790 parroquias con lugares go. El obispo de Santiago habla de los trabajos de los indios guarpes en
anejos que distaban entre 8 y 20 leguas de la cabecera, y el obispo de Chile, que «pagan los miserables con su sangre y sudor». El concilio de
344 P.II. La Iglesia diocesana C. 18. Panorama de la Iglesia diocesana 345
Charcas de 1629 registra la violencia de los opresores blancos, es decir, de fortunas». De los indios de la altiplanicie central de Colombia afirma el oidor
los hispano-criollos. Moreno y Escandrón que «no puede imaginarse mayor postración y mise-
A mitad del siglo xvn, el obispo de Santiago, Diego Huamanzoro, clama ria». Contemporáneamente, el arzobispo de Guatemala, Cortés y Larraz, no
contra la crueldad ejercida sobre los indios. El obispo de Concepción se duda en creer que «los indios forman el pueblo más miserable y desgraciado
rebela por el mismo motivo. Más patética es, a fines del xvn, la invectiva, ya de la tierra».
mencionada, del párroco quiteño don Francisco Rodríguez Fernández: «Los Pero al mismo tiempo algunos de estos observadores anotaban que tal
indios gimen atareados sin dejarlos resollar. Sepultados impíamente en estado de pobreza colocaba a los indios en una favorable predisposición
aquellos minerales y aherrojados a la cruel mazmorra de un obraje. Ultraja- para vivir el Evangelio.
dos, aperreados impía, cruel y continuamente de nosotros [...] a infamias, a 3) El juicio positivo sobre las capacidades de los indios. Aunque existie-
golpes, a puntillazos, a sangre. ¡Faraones! ¿Qué pecado tan enorme cometie- ran dos repúblicas jurídicamente separadas, una larga convivencia llevó a la
ron estos pobres en reducirse a la fe, que a tantas miserias los condujo?» realimentación de las culturas. Se ha hablado hasta de «una indianización del
Tenemos asimismo el testimonio, que no debe rechazarse globalmente, culto católico». Esta mutua aculturación se verificó sobre todo en las regio-
de las Noticias secretas de América, en las que aparecen también doctrineros nes donde florecieron grandes civilizaciones precolombinas. Otro sería el
sin ninguna conciencia pastoral, que explotaban para su provecho al indio caso de los grupos sociales cristianos que vivían en excepción por la inmedia-
acobardado. ta vecindad de indios irreductibles. Tal era la condición en Costa Rica con
Nuestra pregunta es ésta: ¿hasta qué punto siguió obrando en la con- los indios talamancas, o la de Santa Marta (Colombia) con los goajiros y
ciencia de muchos indios o de muchas comunidades indígenas una soterrada chimilas, y especialmente la de Concepción, en Chile, con los araucanos. En
actitud de rechazo o de poco entusiasmo por el cristianismo, cuando ya esta ciudad, aun a fines del siglo xvm, indios araucanos convivían con los
estaba descartado un retorno a las antiguas religiones? cristianos, y, sin embargo, se prohibía bautizar a sus hijos porque regresaban
Identificando lo hispano-criollo con lo cristiano, pero sin renegar de la al paganismo.
fe cristiana, unos indios de Barquisimeto, cuando se suprimieron las enco- Pero no toda la apreciación sobre el indio fue pesimista. Existen mu-
miendas en 1686, dejaron de asistir a misa. Los reprende el párroco y le chos testimonios acerca de sus capacidades y de sus realizaciones. No podían
responden: «Padre, ¿a qué hemos de ir a misa si ya somos libres?» En su ser menos que los europeos los aztecas, los mayas o los incas. El obispo de
acentuado pesimismo sobre el cristianismo de muchos indios de Guatemala, Huamanga escribe a Felipe IV en 1676 ponderando las disposiciones y
el arzobispo Cortés señala como la causa principal un error fundamental: se logros artísticos de los indios. Veinticinco años más tarde, el P. Bernabé
bautizó sin evangelizar. Los párrocos sacaban una conclusión amarga y Cobo, acucioso observador, los llama «aventajados artífices», y exalta sus
realista: será que debe de haber otro Evangelio para los indios. magníficas cualidades para las artes plásticas y musicales. A mitad del siglo
Cuando más adelante nos refiramos a los testimonios positivos sobre la xvm, el P. Recio manifiesta su admiración por las disposiciones que demues-
autenticidad del cristianismo de los indios, la conclusión será que la realidad tran en el campo del arte y «de la mecánica». Un deán de la catedral de
cristiana de aquellos pueblos indígenas presenta dos aspectos contrapues- Guatemala, a fines del mismo siglo, niega que los indios del sur de México o
tos: en unos, el cristianismo tuvo el carácter de algo que poco o nunca fue los de Guatemala hubieran dejado de trabajar por perezosos. Ocurrió que
asimilado; en otros alcanzó la categoría genuina de novedad bíblica que se no pudieron competir con el comercio del cacao de México y Venezuela.
vivió con entusiasmo. A principios del siglo XIX, el autor de El cristiano errante, Antonio José
2) La proverbial pobreza de los indios. La pobreza de los indios se hizo Irisarri, describe a los de la misma región como «laboriosos, inteligentes,
proverbial. Don Francisco Rodríguez Fernández dice en 1696 que «el indio ágiles, despiertos, bien formados, aplicados a la agricultura, al comercio y a
más descansado» apenas posee «cuatro o seis ovejuelas, uno o dos cerdos», y las artes». Don Antonio Villacorta asegura que había indios ricos, con casas
lo llama «Macario de estos yermos, cubierto de una burda camiseta, apenas cómodas y amuebladas, con pueblos de aguas abundantes y limpias. Se
mantenido de legumbres». encuentran afirmaciones parecidas sobre indios y mestizos del Ecuador y del
Oigamos algunos juicios de la segunda mitad del siglo xvill. El padre Perú, que incluso llegaron a poseer buenas fortunas. Con todo, la aprecia-
Bernardo Recio conoció bien a los indios de la Audiencia de Quito y recoge ción general que resulta de tanto juicio emitido sobre la población indígena
conmovido la impresión de resignación que le causaba su pobreza. El céle- es más bien sombría y pesimista, lo que no quiere decir que sea siempre
bre Concolorcorvo, que recorrió la región que va de Buenos Aires al Cuzco, objetiva.
escribe en 1776 que «todos los muebles de una familia indígena no valen 4) La demonomanía. Coexistiendo ya como cristianas las dos repúbli-
cuatro pesos», y que su casa es «una choza cubierta de paja, con una puerta cas, debió de pesar sobre la de los indios una amarga afirmación que luego
que con dificultad se entra por ella». De los indios de su diócesis de Trujillo alcanzó también a los criollos: que las civilizaciones indígenas y que las
dice en 1786 el obispo Martínez Compañón que son «gente miserable sobre tierras de Indias habían sido durante siglos posesión del demonio. El domi-
todo encarecimiento, en sus almas y en sus cuerpos, en sus honras y en sus nico fray Servando de Santa Teresa Mier, en su Disertación sobre la predicación
346 C.18. Panorama de la Iglesia diocesana 347
P.II. La Iglesia diocesana
en América antes de la Conquista (Londres, 1813), protesta contra semejante olvidemos que los sínodos, los obispos y los párrocos propendían al tremen-
creencia: «Los españoles y los misioneros, empeñados en no ver sino al dismo, predispuestos a pulsar demasiado las debilidades humanas.
diablo aun en las cruces, todo lo endiablaron sin escrúpulo». Aquella persua- Las lacras mayormente denunciadas son la vagancia, la embriaguez, el
sión se halla en grandes evangelizadores, como Sahagún, Las Casas, Mendie- juego, el adulterio y el concubinato. De los indios escribe un jesuíta de
ta, Arriaga, o en historiadores religiosos como Calancha, Ocaña, Cobo. En Quito, a mediados del siglo xvm, que aprendieron de los españoles no sólo
1607 escribía fray Gregorio García, refiriéndose a México, que «el demonio, «las buenas devociones, sino también sus vicios, abusos y desórdenes. Ojalá
por tener tan buen entendimiento, sabía por conjeturas que la Ley evangéli- -concluye- se hubieran quedado hundidos en el mar».
ca había de ser predicada en aquellos reinos» y que por esto había producido El arzobispo de Guatemala, por los mismos años, cuenta que encontró
la Babel lingüística de América. sus vastísimas diócesis «sin Dios, sin rey y sin ley». A principios del siglo XVII,
Esta demonomanía se acentúa en la campaña antiidolátrica del si- el arzobispo de Bogotá, Lobo Guerrero, la describe como «la tierra más
glo XVII: el retorno al paganismo es un esfuerzo del diablo para recuperar sus estragada en costumbres y en todo género de vicios de cuantas tiene su
dominios. Sus agentes son los «hechiceros y dogmatizadores», a quienes, Majestad», y doscientos años más tarde otro arzobispo, en denuncia a la Real
según el P. Arriaga, se les aparece continuamente en el Perú. Hace otro Audiencia, dice que se ve «no sólo sumergido, sino perdido pie en el cieno
tanto, de preferencia en las borracheras, en la Nueva Granada, de acuerdo más asqueroso» que inunda el territorio diocesano.
con lo que asegura el P. Alonso de Medrano, jesuíta, en su Descripción del Una relación de mitad del siglo XVII presenta a Buenos Aires como una
Nuevo Reino. En curiosa carta al P. Arriaga, otro jesuíta le transmite el ciudad de libertinos y holgazanes, y un siglo después el obispo Manuel de la
informe de un párroco: «Treinta y tres demonios me dijo que había en un Torre habla de que «el obispado está en condiciones que es preciso hacerlo
pueblo, con nombres conocidos». Corrió el rumor en Trujillo, hacia 1678, todo de nuevo desde el per signum crucis».
de que algunas monjas de Santa Clara estaban endemoniadas: el comisario Sobre el estado moral de las ciudades basten estas tres referencias. Fray
franciscano dice que «de ochenta religiosas, sesenta están espiritadas». El Juan de Torquemada describe a México, a principios del siglo XVII, como
obispo, en cambio, creía que no lo estaban, pero que lo parecían a causa de una «Babilonia llena de mestizos, negros y mulatos, demás de las multitudes
su relajamiento. de españoles derramados». Sobre Guatemala informa al rey el presidente
Troncoso, en 1794, que está construyendo un coliseo «a fin de suavizar las
Fray Antonio Caulín, que conoció bien vastas regiones de América,
feroces costumbres de la plebe de esta capital, sanguinaria hasta no más y
ofrece diez remedios para librarse de las asechanzas diabólicas: los sacra-
propensa a la embriaguez», donde son frecuentes las muertes y heridas. El
mentos, la comunión, el agua bendita, los exorcismos, las reliquias, el cirio
gobernador de Costa Rica escribía en 1738 sobre la ciudad de Cartago que
bendito, la cruz, la oración, etc. El buen franciscano procedía dentro de la
era población llena de vagabundos y de ociosos.
tradición ortodoxa de la Iglesia.
La vagancia y ociosidad es dato que aparece forzosamente en multitud
La leyenda de que un apóstol había evangelizado a América fue asumi-
da, sobre todo por los criollos, como respuesta a las teorías diabolizantes de documentos civiles y eclesiásticos. Las Relaciones de Mando hablan de
acerca de Indias. Pudo haber sido o Santo Tomás o San Bartolomé. Fundan «población vaga y volante», y es frecuente oír hablar de tantas gentes «holga-
su creencia, primero, en la Escritura, que habla de la universalidad de la zanas, ociosas, vagas y mal entretenidas». Mario Hernández calcula en el 16
predicación del Evangelio; luego, en las tradiciones indígenas sobre Zumé, por 100 la población de desocupados en la América española a fines del
Vira-Cocha, Bochica, Quetzalcóatl, Cuculcán y, finalmente, en su patriotis- siglo xvili, y Humboldt estimaba entre 20.000 y 30.000 personas sin trabajo
mo autóctono. Les parece una iniquidad de los peninsulares que le nieguen para la capital de México, entonces con unos 100.000 a 110.000 habitantes.
a medio mundo la presencia de un apóstol, mientras la pequeña España Sobre los juegos de azar llovieron infinidad de disposiciones. Están
pretende haber contado con la visita de Santiago y de San Pablo. El tema ha prohibidos -recuerda el sínodo de Cuba de 1 6 8 1 - «por derecho canónico y
sido estudiado brillantemente por J. Lafaye. Así queda más serenada la por leyes de estos reinos, por los muchos pecados, perjurios y blasfemias que
conciencia india y criolla: pertenecen a una cristiandad de origen apostólico. de ellos se ocasionan [...] en que se pierde no sólo la hacienda, sino el alma».
«Juegan las haciendas y la honestidad», se escribe de El Salvador un siglo
después. La referencia a los estragos del juego es quizá la más frecuente en
II. LUCES Y SOMBRAS DE LA CRISTIANDAD AMERICANA la visita del obispo de Caracas, que duró, como se indicó anteriormente, de
1771 a 1783. A mitad del siglo xvm había en Potosí 36 casas de juego, y se
dice que se jugaban diariamente entre 50.000 y 80.000 pesos.
A) Aspectos negativos
La masa popular, sobre todo, se refugiaba en la bebida. No hubo poder
1) La inmoralidad de las costumbres. Si nos atenemos a los juicios de humano para controlarla. En México se fabricaba «el maldito pulque», y ni
los responsables de la vida social y religiosa de la sociedad americana, la la dureza de los castigos impuestos por la autoridad ni las censuras eclesiásti-
moralidad de las costumbres parecería ofrecer un cuadro désolador. No cas, como las adoptadas en 1635, tuvieron efecto duradero. Más o menos en
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el mismo año se pidió al arzobispo de Santa Fe de Bogotá la excomunión factores, pero, sobre todo, del mayor o menor cultivo espiritual y celo de los
para fabricantes y propagadores del aguardiente y de la chicha. Hubo mu- párrocos.
chas censuras eclesiásticas a lo largo del período colonial, pero, como co- El maravillosismo y milagrería, por demás explicables en el contexto
menta un historiador colombiano, las pobres gentes preferían beberse me- americano, contribuyeron al desprestigio de la religión, palpable en los
dia docena de excomuniones a dejar su licor. En el Ecuador se celebraron en primeros decenios del siglo XIX. Contábase en Costa Rica, al finalizar el si-
diversas ocasiones reuniones de «canónigos, religiosos y personas graves» glo XVII, que el santo fraile Antonio Margil había obligado a servirle de cabalga-
para reprimir la embriaguez, y el obispo de Quito, Luis de Solís, además de dura a un tigre que mató a su muía. Pero no sólo el pueblo rústico, sino
la consabida excomunión, propuso trasquilar a los borrachos, medida muy gente ilustrada, caía en parecidas ocurrencias. Un oidor de Quito de princi-
afrentosa entre los indios. pios del XVIII, Cristóbal de Ceballos, creyó ver en la servilleta de su empana-
Por algunos estudios parciales realizados sobre parroquias del norte de da una imagen de la Virgen. Al punto se gritó «¡milagro!» y hasta se celebró
Chile, concernientes al período de 1690-1720, resulta un 25 por 100 de una misa «a Nuestra Señora de la Empanada».
hijos ilegítimos, que sube al 40 por 100 entre 1740-1749. De una investiga- Tanto relato, multiplicado en número y exageración, tenía que producir
ción que hicimos sobre diversas poblaciones colombianas referente al perío- más tarde una actitud de escepticismo. Hacia 1800, el periodista guatemalteco
do de 1780 a 1810-1820, poblaciones por otra parte con fama de mucha Simón Bergain y Villegas decía a una señora, su amiga, a quien había encon-
cristiandad, como Pasto, Popayán, Cali, Tunja, Medellín, dedujimos que, a trado leyendo el Flos Sanctorum, «que aquello eran pendejadas y que bastaba
excepción de Medellín, una tercera parte, a veces casi la mitad de los niños para ser cristiano guardar los mandamientos de la ley de Dios». Naturalmente,
bautizados, habían nacido fuera de matrimonio. fue denunciado. Por el mismo tiempo hacía burla de esta inflación milagrera
Tampoco «los justicias» y visitadores salen bien librados. Refiriéndose a en Bogotá el procer de la independencia Antonio Nariño.
los de los Andes del Ecuador, un párroco de fines del XVII los presenta como Abundaron las supersticiones en América. Los sínodos diocesanos las
«ladrones de la miserable hacienda de los indios». Serían bien recibidos, dice, condenan severamente. El de Santiago, en 1626, fulmina excomunión con-
si fueran «un San Luis Bertrán o un San Francisco de Borja». En la Nueva tra los que consultan a magos y hechiceros. El de Concepción, en 1744, hace
Granada aparecen, a veces, como venales e incompetentes, y de los alcaldes, un elenco de supersticiones y las declara pecado reservado. El obispo Martí,
en general, se ha escrito modernamente que era «el más corrupto de cuantos de Caracas, redacta otra lista de curiosas fórmulas, como la de la «Oración
cargos burocráticos existían en Indias». del juez», la «del Santo Sepulcro», y prácticas como las «Luces al alma de
En algunas regiones americanas, como en México, se registra con alar- Curavigua», al «Hermano penitente» y al «Diablo al revés».
ma la llegada de soldados mercenarios en la segunda mitad del xvm. Entre Pero lo que principalmente agotó, y sin éxito, la paciencia de sínodos,
ellos venían luteranos, renegados, sicilianos y napolitanos con jefes descreí- obispos y párrocos fueron los excesos cometidos en las fiestas patronales.
dos. En 1761 cuatro obispos denuncian ante el rey la presencia de soldados Después de la misa y procesión llegaban el toreo, el licor, la francachela, el
abusivos, exactores y blasfemos. En Colombia y Venezuela hay quejas de la baile y la velada. Nuestras pobres gentes de América, dentro de su dura
inmoralidad de destacamentos militares formados por soldadesca relajada a existencia, honraban con sinceridad a su patrono celestial, pero no desapro-
partir de las insurrecciones de «los comuneros» en 1780. Para esta época ya vechaban la ocasión para un muchas veces desaforado esparcimiento. No
aparecen en México los «léperos», que provenían de mestizos y mulatos. Se permite el espacio de estas páginas montar el retablo de las más graciosas y
encarnizaban en las imágenes sagradas. Ellos formarán el siglo siguiente las curiosas costumbres y del duelo trabado entre la severa disciplina eclesiásti-
bandas al servicio de los anticlericales agresivos en tiempo de Juárez. ca y la imaginación y terquedad popular para burlarla.
Permanece, finalmente, el hecho de una sociedad escindida. Su funda- El escamoteo en el pago de los diezmos y el apremio, incluso con la
mento, en último término, es el color de la piel, pero al mismo tiempo se da excomunión, para cumplirlo pueden interpretarse como escasa solidaridad
el fenómeno de una endémica agresividad de los negros y mestizos contra los con las necesidades de la Iglesia. «Su omisión y dolo -amonesta el sínodo de
indios, hasta el punto de que éstos solían llamar a sus perros con el reclamo Concepción, en 1744- es el origen y fontana de todas las penurias, pobrezas
de «mestizos». y miserias que se padecen en las haciendas y labranzas».
2) Otras deficiencias. El siglo x v m se presenta, en opinión de algún Herejía, masonería, impiedad, no pueden figurar en el cuadro generali-
historiador (Vargas Ugarte), como siglo en camino de degradación paulati- zado de la sociedad indiana. Su hora será el siglo XIX.
na. Otros, como Rómula Carbia para Argentina, o González Suárez para el
B) Aspectos positivos
Ecuador, critican la incoherencia entre las expresiones externas de religiosi-
dad y la conducta moral. Querríamos señalar aquí algunas patologías de la No obstante los aspectos negativos, la sociedad americana dio a su vida
cristiandad indiana. La más grave es quizá la ignorancia religiosa, fustigada un sentido profundamente religioso. Todo lo vivió y lo juzgó con criterio
en las visitas pastorales de los obispos y en los sínodos diocesanos. El afina- trascendente y con una persuasión connatural de la presencia intrahumana
miento religioso o la relajación e indiferencia dependieron de diversos de Dios.
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1) Testimoniosfavorables. El P. Calancha habla de «una hidropesía espi- Por el mismo tiempo vivió otro en Arequipa que exhortó mucho a la conver-
ritual» refiriéndose al Perú del siglo xvn. La archidiócesis de Santa Fe (Bo- sión en los desastres volcánicos de 1600.
gotá) era llamada «la recoleta de todas las Indias» y de su capital se escribía Se echa de menos un sentimiento más intenso de vinculación con el
en 1800: «Santa Fe ha sido un lugar tan devoto, tan piadoso y tan religioso, Papa, aunque el P. Leturia afirme lo contrario. No se olvide que la Iglesia de
que bien se puede decir que ha sido la Tebaida de América». Fray Agustín de América encontraba la barrera del Patronato en su comunicación con Ro-
Vetancurt exalta en 1690 «la devoción a lo divino» que había en la ciudad de ma. Sin embargo, fue grande la aflicción de los mexicanos cuando, en 1605,
México, cuyo arzobispo informa en 1752 al rey acerca de la fe maciza y de la el arzobispo denunció en un edicto la falta de obediencia al Papa, recordan-
magnificencia que los mexicanos desplegaban en todo lo referente a Dios. El do que «así se había perdido la fe en Inglaterra y otros reinos».
Jueves Santo de 1810, la población de Caracas permaneció arrodillada y Una manifestación elocuente de la impregnación cristiana de la vida
orando en las calles para que se le abrieran las iglesias, que, por razones personal y social se advierte en la connotación religiosa que se da al delito.
políticas, había mandado cerrar la Junta Suprema Revolucionaria. Cuando, En los documentos de juicios criminales aparece siempre la referencia de «la
en 1649, cuatro ladroncillos profanaron el sagrario de las clarisas de Quito, grave ofensa que se ha causado a Dios Nuestro Señor».
la conmoción fue general en todo el obispado y la ciudad vistió de luto por 2) Los buenos españoles. No ha de admitirse que de parte de los criollos
varios meses. Una reacción parecida se registró en Lima en 1711. y españoles todo haya sido explotación y tiranía. Fueron muchísimos los
A mitad del siglo XVII, el P. Cobo pondera la mucha piedad y religión de buenos y cristianos peninsulares y criollos que hicieron honor a su fe y a su
los limeños, entre los que «muchos seglares, hombres y mujeres [...] pueden patria. Valgan algunos testimonios como reflejo de un cuadro admirable y
ser maestros de vida espiritual y perfecta». Presenta como ejemplos auténti- positivo. El «gran milagro de Indias -escribía el P. Calancha- es la conver-
cos de ese fervor social «la piedad y misericordia con los prójimos», especial- sión de tantos infieles». Los buenos españoles se distinguieron, sobre todo,
mente con los enfermos, los pobres y los desamparados. El obispo de Are- por su vida edificante, su devoción al culto divino y caridad con los pobres.
quipa, en su relación ad limina, enviada al Papa en 1759, alaba «la piedad y De ellos poco se ocupa cierta historiografía religiosa. En México y en el
religión del pueblo alto y bajo». Perú, los dos grandes virreinatos indianos, fue en donde singularmente
También abundan los ejemplos de fervor cristiano en las pequeñas floreció esta manifestación de cristiandad.
poblaciones. Algunos párrocos de Guatemala requeridos por el arzobispo Hombres como Manuel Fernández Fíallo, Andrés Tapia Carvajal, Fran-
en 1768 ponderan la docilidad y devoción de muchos feligreses. De mucho cisco Echeveste, Pedro Terreros, en México, dejaron ingentes sumas de
interés son los detallados informes que fue dejando de cada lugarejo de su dinero para la construcción y adorno de las iglesias y para obras de caridad:
diócesis de Caracas, a lo largo de su visita, el obispo Mariano Martí. De la para huérfanos, hospitales, niños pobres, dotación de muchachas pobres y
población blanca, mestiza, mulata y negra de Tinaquillo dice que es «gente obras de enseñanza. Y tales ejemplos no sólo brillaron en la capital, sino
devota, muchos de misa diaria, y que frecuenta los sacramentos». De los de también en ciudades como Guadalajara y Puebla. Un compasivo sacerdote
Ocumare escribe: «Me dice este cura que estas gentes son de un genio tal, que quiso construir un refugio para mujeres recogidas dice que encontró
que si las convidan para un baile, todas acuden a él; y si los convidan para un «entre la mucha piedad de esta ciudad (México) diferentes personas que con
ejercicio piadoso en la iglesia, acuden igualmente todos». De los vecinos del sus limosnas les ayudaron al natural sustento con tanta largueza que lo pasan
pueblecillo de Parapara observa que son «dóciles, de buen genio y que cómodamente».
frecuentan los sacramentos». Y de esta suerte sigue mencionando otras El P. Cobo, hablando de Lima, menciona, «entre innumerables bienhe-
poblaciones. Otro tanto puede afirmarse de numerosas parroquias rurales chores de los pobres», a tres vecinos de Lima que dejaron cuantiosísimas
de Colombia, sobre las que un sacerdote de la actual región de Santander donaciones «que se expenden todos los años en socorrer necesidades de
escribía que eran «el regocijo de Sión». pobres». La Hermandad de la Caridad y de la Misericordia, creada en Lima
Una de las mayores preocupaciones del mundo rural fue no carecer de a causa de la peste de 1559, continuó su trabajo en el siglo XVII. Fundó un
sacerdotes y mantener en sus pobres iglesias el sacramento eucarístico. En hospital con la advocación de los Santos Cosme y Damián para enfermos
las ciudades y en las haciendas, numerosas familias tenían oratorios; mu- españoles y mestizos. Pedía limosna para huérfanas, pobres vergonzantes y
chos, de singular riqueza. Doscientos menciona el P. Cobo para Lima en para sepultar los cadáveres de los indios y de los ajusticiados. Extendió su
1651. En Santiago de Chile había 136, y en La Serena, 13, sobre lo cual apostolado a las cárceles, obra que también hacía la Cofradía del Niño Jesús
legisla el sínodo de 1763. cada domingo o los congregantes de las Congregaciones Marianas de los
Tenemos referencias de la existencia de ermitaños, a quienes les dedica jesuitas, yendo a servir cada domingo a los pobres y enfermos de los hospita-
una de sus plumillas Guarnan Poma de Ayala. La ermita levantada a la les. Una señora «rica y virtuosa» fundó con su fortuna un hospital de caridad
imagen de la Virgen de la Caridad en Cuba en 1597 quedó a cargo de un en Caracas en 1723. En la ciudad colombiana de Popayán, un criollo,
ermitaño, Matías Olivera. En Quito fue célebre el soldado asturiano Juan Cristóbal de Mosquera, dejó en 1732 una herencia en favor de los indios
Gavilanes, verdadero evangelizador en la región de Quijos, muerto en 1615. paeces y, según dice, «los había amado como hijos». La Hermandad de la

xirmít.
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Caridad, de Buenos Aires, constituida a raíz de la epidemia de 1727, además que toda es cristiana de corazón», y no por miedo, como aseveraba Raynal.
de encargarse de la sepultura de los pobres, fundó más tarde un asilo de En Guatemala se halla fuerte divergencia de opiniones entre los párrocos y
huérfanas y un hospital para mujeres. el arzobispo acerca de los indios en el decenio de 1770.
Otras personas adineradas se preocuparon por el cultivo espiritual de la Por esto se han de distinguir situaciones, regiones, épocas, y se han de
sociedad y, a lo largo del siglo XVIII, fundaron casas de ejercicios espirituales tener en cuenta las condiciones de los informantes. También de los historia-
en Buenos Aires, Córdoba, Lima, Arequipa, Santiago, Quito y Bogotá. dores modernos: es muy diversa la conclusión a que llegan escritores hostiles
Tuvieron mucha aceptación las «Escuelas de Cristo», cuyo establecimiento se al catolicismo, como los peruanos José Carlos Mariátegui y Emilio Romero,
debe al jesuita Francisco del Castillo, en 1660, en Lima. Sus socios no sólo que niegan la autenticidad del cristianismo de los indios peruanos, y la que
atendieron al propio bien espiritual, sino que desplegaron una vasta acción deducen otros, como Fernando de Armas Medina, favorables a él.
de beneficencia. Se extendieron a muchas ciudades de la América española. No nos corresponde hablar aquí del fenómeno del retorno a las anti-
Terminamos este incompleto recorrido refiriendo tres casos ejem- guas religiones registrado en el mismo siglo XVI, a raíz de la conversión de los
plares. indígenas, es decir, durante la etapa simultánea e inmediatamente posterior
En 1625, un joven español sobreviviente de un naufragio cayó en poder a la primera evangelización de un determinado territorio (etapa misional).
de los indios del Darién, en las costas colombianas. Les ganó la voluntad, Este punto lo han tratado últimamente con mucha competencia Pierre
aprendió su lengua, los catequizó y logró que se redujeran a tres pueblos. La Duviols y el jesuita Manuel Marzal para el Perú, el jesuita Carmelo Sáez de
«conquista espiritual» de los indios de la región de San Cristóbal, en Vene- Santa María y José María García Añoveros para Guatemala, el claretiano
zuela, se debió -según informa el P. Caulín- a un soldado llamado Francisco Carlos Mesa para Colombia y, en general, Pedro Borges, en su sólida investi-
Rodríguez Leite. Viendo las consecuencias de las tropelías de antiguos con- gación sobre los métodos misionales.
quistadores, escribió en 1625 al obispo de Puerto Rico para pedirle ocho Aquí vamos a referirnos únicamente a la etapa posterior o parroquial,
franciscanos, ofreciéndose a enseñarles la lengua indígena. Se logró realizar correspondiente al momento durante el cual el cristianismo indígena ya se
su petición. Causa, finalmente, agradable sorpresa leer la amplia relación de debe suponer definitivamente consolidado. Con la advertencia ulterior de
visita pastoral de don Mariano Martí en Venezuela por la multitud de noti- que los testimonios que se recogerán solamente se refieren a la América
cias que aporta acerca del trabajo callado y humilde de los laicos en los más nuclear o de las altas culturas, es decir, a los territorios evangelizados duran-
apartados pueblecillos. Cuenta, por citar un ejemplo, que en Valencia la te el siglo XVI, en los que se dio el fenómeno de las conversiones masivas, no
hermana del párroco había instituido una especie de escuela de oración a los enormes espacios geográficos de la América marginal, evangelizados
mental, a la que diariamente acudía un grupo de personas. desde comienzos del siglo XVII en adelante.
En el decenio de 1680 el obispo de Oaxaca (México) encontró aún
C) El problema del cristianismo indígena vestigios de idolatría y en una sola población reconcilió a 124 idólatras.
1) Apreciaciones contrapuestas. Para juzgar la vida cristiana de la po- Pertenece a la mitad del siglo xvn el Manual de ministros de indios, de don
blación indígena durante la etapa posterior a la evangelización, es decir, Jacinto de la Serna, para alertar en México sobre el renacimiento de la
desde el momento cronológicamente indefinible en el que ya se la consideró idolatría. A principios del x v m el célebre franciscano Antonio Margil habla,
plenamente insertada en el cristianismo, hay que proceder con cautela fren- entre otros casos, de «dos malditos papas» en un territorio de Guatemala,
te al optimismo que respiran muchos documentos. Se encuentra además, asistidos por 600 «obispos» que practicaban una curiosa reinterpretación del
sobre todo a finales del siglo xvi y comienzos del XVII, el hecho que causó cristianismo. Setenta años más tarde el arzobispo Cortés y Larraz estaba
pánico, desaliento y agresividad pastoral: el retorno a la idolatría de grandes convencido de una actitud idolátrica casi generalizada entre los indios.
masas indígenas. En la actual Colombia se dio el mismo caso, aunque menos clamoroso,
El historiador queda un poco desorientado leyendo apreciaciones rela- tal vez porque la civilización chibcha fue débil para crear resistencia comuni-
tivamente cercanas en tiempo y en espacio sobre la conducta religiosa de los taria. Ya en 1600 el arzobispo de Bogotá, Lobo Guerrero, escribía que «los
indios. indios estaban tan gentiles e idólatras como antes que vinieran los españo-
El padre Acosta dice que en Perú, fuera de la lujuria y embriaguez, ellos les». Veinte años después otro arzobispo, Arias de Ugarte, visitando un
no tenían otras causas de reproche. En cambio, el padre Arriaga, abandera- centenar de poblaciones las encontró muy idolatrantes, pero a escondidas.
do de la extirpación de la idolatría, reprueba su ignorancia «y la poca o En la audiencia de Quito, de acuerdo con la observación del acucioso obispo
ninguna estima que tienen de las ceremonias eclesiásticas del culto divino y De la Peña y Montenegro (1653-1687), después de ciento treinta años de
de los sufragios de la Iglesia». cristianismo no se había podido borrar la idolatría del corazón de los indios.
En la segunda mitad del XVIII, el virrey Amat del Perú o el obispo de En el Perú, siguiendo el estudio de Duviols, oímos al visitador Francisco
Trujillo encarecen la miseria espiritual de los indios, mientras el jesuita de Avila que en 1609 no encontraba un indio de la región de Huarochirí que
padre Arteta, refutando a Raynal, habla de «aquella buena nación indiana fuera realmente católico. En Jauja, en 1615, de 35.000 indios ninguno
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estaba exento de idolatría. En 1624 el arzobispo límense Gonzalo de Campo Caracas, Mariano Martí, en su entrada hasta los indios achaguas en 1780.
aseguraba que, tras noventa años de conquista, la idolatría se conservaba Ordena tratarlos con afecto, no comenzar reprendiéndoles sus vicios, no
como en sus primeros tiempos. Y todavía en 1804 el presbítero José Ignacio suprimir de tajo su poligamia, pues los indios no lo entenderían y se seguiría
Moreno afirmaba haber descubierto «el mal que tantos tiempos ha estado el escándalo. Había que hacerles apreciar el ideal cristiano del matrimonio y
oculto». El concilio de Charcas de 1629 señaló síntomas concretos y genera- luego abandonarían la poligamia.
lizados de idolatría en el Alto Perú. Sin embargo, puede admitirse que hacia Escribía en 1657 el padre Francisco de la Cruz al virrey del Perú que él
1660 las religiones autóctonas concluían, en general, su ciclo de super- conocía bien el virreinato y que, efectivamente, los indios habían sido mal
vivencia. adoctrinados, pero que «instruidos en la verdad la abrazaban con demostra-
2) Interpretaciones benévolas. Valgan las referencias anteriores para ciones de gusto y devoción, llegando a besar la tierra que pisa el que doctri-
entender que no toda la población indígena fue homogéneamente cristiana. na». Ya en 1626 el obispo de Huamanga, fray Francisco Verdugo, negaba la
Ahora sólo pretendemos hablar de las comunidades de indios que aparecen, incapacidad de los indios para aceptar la fe cristiana. Treinta años más tarde
según el testimonio de quienes las conocieron y juzgaron, como efectiva- un sucesor suyo, Francisco de Godoy, reconoce su terrible ignorancia reli-
mente cristianas. giosa, pero pasa a ponderar la maleabilidad y disponibilidad que tienen para
No faltaron mentalidades abiertas frente a las contaminaciones del la fe.
cristianismo de los indios. Se suele citar el juicio de Baltasar Ramírez en el Hablando de los indios de Chile de principios del siglo xvil, el cronista
siglo XVI: los indios «no son tan idólatras como solían ser, ni son cristianos González de Nájera dice que «es llevarlos como por los cabellos a que se
como deseamos, y así, cojeando con entrambos pies, acuden a lo uno y a lo junten a rezar la doctrina y las oraciones, y van de tan mala gana que los
otro». En la Monarquía Indiana Torquemada escribía a principios del xvil demonios no huyan más de las cruces que ellos de las que en tal ejercicio les
que lo de los indios «no es más asqueroso que [lo que] son otros muchos en obligan a llevar». En cambio, los jesuítas recién llegados a Chile lograron
nuestro Hispanismo, en el cual conocemos hechiceros y brujos, los cuales resultados excelentes, pues se dieron cuenta de que el indio no era ni rudo
son castigados a cada paso por el Santo Oficio». ni hostil, sino que el problema de sus reacciones residía en los métodos que
A propósito del Manual de ministros de indios, citado anteriormente, se habían empleado.
Carmelo Sáenz de Santa María encontró en uno de sus ejemplares esta nota Fueron, pues, muchos los indios que recibieron y vivieron el cristianis-
tardía de un lector: «Si este señor hubiera nacido en España y experimenta- mo con sinceridad y entusiasmo a lo largo del período español. Los aspectos
do sus pueblos, viera a los ensalmadores, que son como estos curanderos que resaltan principalmente en su manera de vivir la fe son los siguientes:
que él refiere, después de mil setecientos sesenta y ocho años, más o menos, gran devoción a todas las cosas de la Iglesia, festiva participación en las
que son cristianos»; y cuando a mitad del siglo xvil se admiraban algunos de solemnidades litúrgicas, especial devoción al Santísimo Sacramento y a
que aún hubiera idolatrías, el arzobispo de Lima don Pedro de Villagómez Nuestra Señora, veneración y respeto por los sacerdotes, una gran capaci-
decía en su Carta pastoral de instrucción y exhortación contra idolatrías que éstas dad de sacrificio en su vida cotidiana, deseo y gusto de participar en las
en España habían sobrevivido tres siglos después de su evangelización, citan- cofradías. La frecuencia de los sacramentos está condicionada por multitud
do además el caso de los judíos y moriscos falsamente convertidos. de circunstancias.
3) Optimismo sobre las capacidades religiosas del indio. Frente a la opi- 4) Los indios, cristianos admirables. Empecemos citando un juicio ge-
nión pesimista y de remotos orígenes de las capacidades religiosas de los neralizado del padre Antonio de Velasco, que conoció bien gran parte de la
indios, responde en México todavía en el siglo xvil el arzobispo Pérez de región y escribe para los primeros decenios del siglo xvil:
Lanziego en carta al rey negando que los indios sean cerrados para com-
prender la fe. Ha faltado celo en los sacerdotes, pero asegura que «con la
frecuencia y trato de los ministros de la religión se domesticarán y con su «En todos los pueblos de Indias, así de Nueva España, Honduras, Nicara-
gua, Nuevo Reino y Perú, aunque sean pequeños, tienen señalados cantores y
doctrina y ejemplo serán racionales y aun santos, porque no considero maestros de capilla que con gran solemnidad y devoción ofician la misa, cantan
- a ñ a d e - en el mundo nación alguna más dócil, más humilde, más obsequio- sus vísperas a canto de órgano y celebran sus fiestas mucho mejor que los
sa e inclinada a la adoración, menos codiciosa y avarienta, y así me dicen en españoles. Todos los días acuden con mucho cuidado, como si fueran religio-
mis visitas los hombres de juicio que los indios serán como nosotros quisié- sos y canónigos, a rezar en su coro en la iglesia el oficio de Nuestra Señora, que
remos». inviolablemente se reza todos los días con mucho cuidado y devoción. Son muy
curiosos en adornar una iglesia, dejándonos muy atrás con su buen ejemplo, y
Los indios de la sabana de Bogotá y sus vecinos los panches, cien años tienen mucha caridad con los necesitados, y en particular con los sacerdotes,
después de la fundación de Santa Fe, estaban aún excluidos de la comunión. que los respetan y reverencian como ministros de Cristo».
Bastó que hacia 1636 el arzobispo Cristóbal de Torres se empeñara en la
abolición de semejante práctica para ver acudir millares de indios al sacra- Los indios cristianos de México supieron conservar en los siglos XVII y
mento eucarístico. Es notabilísimo un auto de visita pastoral del obispo de XVIII la bella fama que se granjearon en el XVI. Al terminar este siglo, el
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padre Jerónimo de Mendieta encarecía la mucha cristiandad de la comuni- no se cumpla exactísimamente el precepto de la confesión y comunión
dad indígena: su generosidad con el culto divino hasta extremos que no se pascual». Son devotísimos de la Virgen María y de asistir a las celebraciones
veían entre los españoles, la afición a la liturgia y a cuanto concernía a la del Santísimo.
Iglesia, el esplendor de sus celebraciones, sobre todo del Corpus Christi, y el El arzobispo de Bogotá, Francisco de Cossío (1706-1714), según refiere
fenómeno de enteras comunidades poblacionales que se entregaron a vivir el jesuíta padre José Gumilla, buen conocedor de la situación, estaba con-
como anacoretas de la Tebaida. vencido de que la dura vida de los indios llevada con tan cristiana fortaleza
Fray Juan de Torquemada escribe en 1615 que, no obstante ser la era el mejor y ordinario camino para su salvación. Quienes necesitaban de
ciudad de México «una Babilonia», «se hallan centenares de indias y, aunque caminos extraordinarios eran los europeos. Gumilla comenta: «Los hurtos
viejas, doncellas, que en tanto número de años la gracia divinal ha conserva- de los indios no pasan de una niñería. Hurtan cuatro mazorcas de maíz, un
do en su pureza y limpieza (...), y otras mozas que con no poder evitar de salir racimo de plátanos, dos pinas y otras cosas semejantes».
a los mercados a comprar su menester están tan enteras en la guarda de su De los indios del Ecuador tuvo esta impresión y formuló este juicio el
virginidad como las muy encerradas hijas de españoles metidas detrás de padre Bernardo Recio a mitad del siglo xvni: «Caras funestas que parecen
veinte paredes». Todas éstas andan preocupadas por el ornato de las iglesias, infernales y son verdaderamente tan felices por su inocencia y costumbres
guían las cofradías, enseñan la doctrina, ayudan a los moribundos y prepa- [como] templos del Espíritu Santo. Pálidos, mal parecidos, mas muy bien
ran para la comunión. También son aficionados a tener oratorios en sus hallados con su estado humilde, con gran paz en el interior y con una alegría
casas, observación que más tarde harán el obispo Palafox y, en el siglo tan sólida por lo recto de sus obras». Extiende tal juicio a los negros,
siguiente, el padre Francisco Javier Alegre. A Torquemada le parece que no mestizos y mulatos. Le impresionó verlos madrugar para llenar las iglesias,
ha habido pueblos tan dispuestos a recibir el Evangelio como los de la Nueva adonde iban cantando el rosario. «Son muy dados - d i c e - a obsequiar a sus
España, y elogia su propensión a la pobreza como una disposición funda- santos, gustan mucho de fiestas de iglesia, su recreo es incensar en las
mental cristiana. Mendieta y Torquemada observaron la devoción de los procesiones y en todo se entregan al mayor culto divino en todas las funcio-
indios por los sacramentales de la Iglesia y en especial por el agua que se nes que ejercen».
bendecía en las vigilias de Pascua y de Pentecostés. El tercer concilio de Lima (1783) había recomendado el esplendor de las
El obispo de Puebla, Juan de Palafox, escribiendo a mitad del siglo XVII, celebraciones litúrgicas porque respondían adecuadamente a la psicología
describe la belleza de sus oratorios que los indios llaman «Santo Cali», lugar de los indios. Su respuesta se halla en las exuberantes manifestaciones del
de oración después de haber comulgado. La víspera de la comunión ayunan, culto, sobre todo eucarístico y mariano.
sobre todo las indias; van a comulgar con ropa limpia y por respeto entran El padre Acosta escribía que escuchaba con mayor tranquilidad «las
descalzos a la iglesia. confesiones mal urdidas de los pobres indios» que «las muy pulidas y con
A finales del seiscientos, fray Agustín de Vetancurt, que fue párroco de mucha significación de dolor de los españoles».
indios durante cuarenta años, habla de las numerosísimas cofradías y fiestas Después de recorrer centenares de leguas desde Buenos Aires hasta
religiosas de los indios: «En cualquiera procesión de Letanías y Corpus Lima, el curioso viajero Concolorcorvo (pseudónimo del español Carrió de
- d i c e - tardan en pasar dos horas las imágenes y estandartes de los indios» en la Vandera) encontró a los indios muy sensibles a la piedad «con sus lágrimas
la ciudad de México. Describe la plasticidad con que celebran la Semana y sollozos» y se admiró de su seriedad y compostura en los templos. Hablan-
Santa con sus procesiones de crucifijos o de trompetas el día de Resurrec- do del pueblo de Lambayeque, en la diócesis de Trujillo, su párroco y otros
ción. En la relación de su diócesis enviada a Roma en 1688, el obispo de buenos eclesiásticos ponderan la asombrosa frecuencia de sacramentos, la
Oaxaca pondera la piedad de sus feligreses indios y la costumbre de discipli- asistencia generalizada a la misa semanal y la profunda devoción a Nuestra
narse en las procesiones, «llevando algunas [indias] debajo del brazo izquierdo Señora. Existieron numerosas cofradías de indios en el Perú, de modo que
a los hijuelos de pecho, cosa que edifica y enternece». Apunta que tal piedad casi no había iglesia ni capilla que no las tuviera. Las cofradías, en observa-
es herencia que dejaron los grandes misioneros de los orígenes, cultivada ción de M. Marzal, vinieron a cumplir el papel de los ayllus. En Lima, a mitad
por el celo de sus actuales párrocos. del siglo XVII, funcionaban 18 cofradías de indios.
Un siglo más tarde el arzobispo de México, Manuel Rubio, también en Uno de los jesuítas llegados a Chile al empezar el seiscientos, en carta al
una relación enviada a la Santa Sede, exalta la piedad de los indios, «que general de la Compañía de Jesús, cuenta sobre una misión en la isla de Santa
siempre se encargan del culto de la Iglesia, administrando y acrecentando María, y comenta: «Certifico a V. R. que en mi vida he confesado a tan
con toda fidelidad sus ornamentos, que tienen muy limpios, y vasos sagrados buenos cristianos como éstos, que parecen son de aquellos de la primitiva
preciosos que saben conservar muy bien». Iglesia y en muchos de ellos no se hallaba materia de absolución de pecados
Sobre los indios de la diócesis de Yucatán, su obispo, el agustino Ignacio mortales, y de lo que quedé espantado fue de la fidelidad que se guardan los
Padilla, teje un elogio en la relación de 1759: es «la pobrecita y neófita casados con tener antes muchas mujeres». Otros testimonios ponderan la
nación de los indios mayas sin que haya un solo pueblo, lugar ni aldea donde habilidad de los indios chilenos para el canto y su asidua asistencia a las
358 P.II. La Iglesia diocesana C. 18. Panorama de la Iglesia diocesana 359

ceremonias d e la Iglesia. «Era hermosoj—escribe el j e s u i t a Diego d e R o s a l e s - SANTA MARÍA, «Un formulario mágico mexicano: el "Manual de Ministros de Indios"
oírlos e n sus casas y c a m p o s e n t o n a r las oraciones y los c a n t a r e s q u e los del doctor Jacinto de la Serna»: Revista de Indias, 29 (Madrid, 1969), 531-579; H.
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CAPÍTULO 19

LAS PRACTICAS PIADOSAS. LOS SACRAMENTOS

Por EDUARDO CÁRDENAS

I. LA SEMANA DEL CRISTIANO Y LOS DÍAS DE FIESTA

A) La semana

No es difícil reconstruir con la imaginación el transcurso de una semana


cristiana en América. Existe, por lo demás, una sorprendente homogenei-
dad de criterios y actitudes en la sociedad indiana prácticamente conservada
hasta el advenimiento de la independencia.
Al amanecer resonaban «los clamores» o repiques de las campanas, cuyo
sonido marcaba el ritmo de vida del día y de la semana. Las campanas de
muchas catedrales eran, magníficas, como La Doña María y La Ronca de
México, La Cantabria de Lima, La María Angola del Cuzco. Para los fieles, el
sonido de sus campanas tenía el carácter de exorcismo contra las tempesta-
des, como se expresaba un obispo de Santa Marta (Colombia) en 1716,
«porque en las tempestades andan los espíritus malignos que se alejan con su
repique aunque no estén benditas». Era obispo cisterciense y se llamaba
Antonio Monroy y Meneses. Ciudades como Quito vibraban durante toda la
mañana y aun por la noche con su tañido. El padre Recio escribe que «hay
comunidades que usan tocar a maitines de noche, que mueve mucho». Las
campanas acompañaban las vicisitudes lugareñas, convocaban para apagar
incendios y en las aldeas sonaba una para anunciar «la queda» nocturna.
Cuenta el mismo padre Recio que estando La Habana en poder de los
ingleses en 1762, «cuando en las fiestas redoblaban las campanas, se asusta-
ba el gobernador inglés». En las aldeas eran pequeñas y chillonas, pero «estar
a son de campana» significaba vivir en confianza social. En el siglo XVIII
hubo diversas intervenciones oficiales y eclesiásticas para reprimir el exceso
de tanto repique.
Tres veces al día resonaban las campanas para el rezo del Ángelus,
acompañado de muchas indulgencias. La práctica de rezar el Ángelus se
observó puntualmente en América española. Un arzobispo de Santo Domin-
go, don Francisco de la Cueva, anotaba en 1662 que al escucharse la campa-
na del mediodía todo el mundo se hincaba de rodillas y la ciudad quedaba
en silencio. A las nueve de la noche se escuchaba nuevamente su tañido
«para pedir por los agonizantes y los que estén en pecado mortal». Todos los
días repicaba la campana mayor en el momento de la consagración de la misa
362 P.II. La Iglesia diocesana C.19. Las prácticas piadosas. Los sacramentos 363
capitular de las catedrales para que, como aconseja el sínodo de Santiago de encontramos una severa y detallada legislación de obispos y de sínodos
Cuba en 1681, las gentes interrumpieran su trabajo y adoraran el misterio diocesanos contra aquellos procedimientos de la gente que llevaban a trans-
eucarístico. gredir la santificación del domingo. Eran los mercados, las tiendas y pulpe-
rías, los viajes y carretas, los juegos y el toreo. El domingo se prestaba mucho
B) Días de fiesta y precepto dominical a borracheras y riñas, por lo que la autoridad eclesiástica se mostraba impla-
cable con sanciones y excomuniones para apremiar a la santificación de los
Además de los domingos, las fiestas de guardar eran demasiado nume- días festivos.
rosas. Urbano VIII en 1642 las redujo a 33, y Benedicto XIV en 1750
suprimió otras. Aun así quedaron 70 días de fiesta, incluidos los domingos.
C) El canto y la música
A los indios y negros sólo les obligaban 12 días de fiesta más los domingos,
y se multiplicaron los apremios y sanciones contra los blancos que los forza- En las catedrales y en las iglesias de religiosos existieron magníficas
ran a trabajar en días de fiesta que no obligaban a la población india o negra. capillas musicales. Se elogia la música de la catedral de Guatemala, superior
El cumplimiento del precepto dominical era muy alto en las villas y «a la cítara de Apolo y al acento dulcísimo de Atlante». El padre Recio
ciudades, pero acerca de los pueblos los testimonios son divergentes. Habría pondera la profusión musical y armonía en muchas iglesias que conoció en
que tener en cuenta las épocas y las regiones. El provincial de los jesuítas de la audiencia de Quito. Lo más notable le pareció el uso del arpa, que no
Chile, padre Diego de Rosales, describe el modo masivo y coreográfico con perdonaban los indios, y anota que en los pueblos podían faltar sastres,
que asistía la población india y blanca a la misa en Concepción a principios zapateros, pan, carne y vino, pero no el arpa, empleada en la misa, los
del siglo XVII. Un provincial dominico del Perú, en 1726, se muestra muy bautizos, la salve y el vía crucis. En la catedral de Lima cantaba un bello coro
pesimista sobre los pueblos indígenas, y, en cambio, Concolorcorvo afirma de niños acompañados de indios músicos del barrio del Cercado. El padre
que los indios eran muy puntuales. En una suerte de encuesta hecha entre Calancha refiere que algunas iglesias de los agustinos del Perú y Bolivia se
97 párrocos y doctrineros de Guatemala en 1768, 57 respondieron que en distinguían por la música, «la primera de Indias y bien celebrada aun en
general se cumplía con la obligación dominical. Europa». Un edicto del arzobispo de Lima en 1669 y el sínodo de Concep-
En las doctrinas de indios se apelaba a un argumento eficaz: seis u ocho ción en 1744 alertan contra el abuso de arias y melodías profanas en las
azotes a los renuentes, aplicados o por el corregidor o por los fiscales. Hubo celebraciones litúrgicas.
escaramuzas graciosas entre fieles y párrocos si éstos se desmandaban, como En Quito existió una fábrica bien floreciente de órganos, y llama la
cuando los indios del pueblo de Soacha, cercano a Bogotá, «capitularon al atención lo que registra el obispo Mariano Martí sobre el pueblecillo de
cura por haber azotado a unos indios en el bautisterio y a calzón quitado». Guanare, en Venezuela: por una parte, su iglesia estaba plagada de murcié-
En los pueblos se tomaba lista de los asistentes y además intervenía la rústica lagos, y por otra, «tenía el mayor órgano que hayamos visto en esta provin-
autoridad del lugar. «Más temen al bastón del juez que al cayado del pastor», cia, fuera de Caracas».
decía un doctrinero de Guatemala, pero aun así, se advertía en la región una
renuencia generalizada. «Sólo por miedo al cuero vienen a la misa», escribe D) La misa del domingo y la misa entre semana
otro doctrinero. La coacción física como medio para obligar al cumpli-
miento de la misa dominical o del precepto pascual subleva el espíritu La misa dominical seguía un ritmo marcado por la legislación litúrgica
de un prelado «ilustrado», el muy conocido arzobispo Cortés y Larraz, que y civil. El párroco salía a la puerta a dar agua bendita a las autoridades,
juzga en tales casos inválidas y aun sacrilegas muchas confesiones o comu- celosísimas, por otra parte, de esta prerrogativa. Se hacía el asperges al
niones. pueblo y se recitaban los actos de fe, esperanza y caridad. En muchas
Obstáculo casi insalvable para asistir el domingo al templo fueron las parroquias rurales se entonaba después de la consagración un canto eucarís-
distancias. No hay necesidad de ponderar la circunstancia ni el heroísmo y tico. La hora de la celebración debía tener en cuenta la distancia de los
fidelidad de muchos campesinos. Diversos sínodos o edictos episcopales feligreses. Entre semana la misa se celebraba a una hora que estuviera de
determinaron las condiciones para sentirse dispensados del cumplimiento acuerdo con el clima. El domingo solía alargarse mucho, sobre todo en
del precepto: cuántas leguas de distancia del centro parroquial podían ate- determinados tiempos en que se habían de leer edictos, amonestaciones
nuar su obligación, cuántas veces, por lo menos, sí se debía frecuentar la para matrimonios, listas de bautizados y reprimendas, muchas veces nomina-
iglesia. Otra causa o pretexto para excusarse se encontró en la suma pobreza les, a los que habitualmente no concurrían. La impresión que emerge es la
de las gentes de cierta distinción, avergonzadas de presentarse con un mise- de una piadosa rutina, pacientemente vivida por párrocos y feligreses.
rable vestido. El motivo debía de estar generalizado, ya que existen testimo- Los lunes, la cofradía de ánimas cuidaba de la misa por los difuntos, los
nios del mismo en regiones tan distanciadas como Costa Rica, Colombia, jueves solía celebrarse misa del Santísimo y los sábados la de la Virgen. La
Venezuela, el Perú y Santo Domingo. devoción a la misa es característica de la sociedad americana. Donde había
A lo largo de los siglos XVII y XVIII y de la vasta geografía de Indias saturación de clero, como en México, Puebla, Guadalajara, Bogotá, Quito,
364 P.II. La Iglesia diocesana C.19. Las prácticas piadosas. Los sacramentos 365
Lima y otras ciudades, el número de misas que pedían los fíeles subía a Santo Cristo, y mientras oraba, la imagen se volvió negra, porque absorbió
millares durante el año, sobre todo en las iglesias de religiosos. Era común el veneno que había comido el pastelero.
el ejercicio del vía crucis los viernes y estaba ordenado el canto de la Salve al Recordemos que la imagen del Santo Cristo de Esquipulas es casi un
atardecer del sábado. símbolo nacional de Guatemala. En Quito y en Lima se veneró al Santo
Cristo de Burgos, con un historial legendario colmado de maravillas, cuyo
original español «había pertenecido a Nicodemus». El Señor de los Milagros
II. LAS DEVOCIONES POPULARES de Lima fue y sigue siendo una devoción nacional, y atribuyen su origen a
una cofradía de negros y a un humilde pintor mulato. Su historia colonial
A) Las devociones cristológicas está igualmente nimbada de lo maravilloso. Fueron y siguen siendo célebres
La veneración de la Cruz acompaña la historia de Hispanoamérica las imágenes del Señor de Huaman en Trujillo, de la Soledad en Huaraz, de
desde el desembarco de los españoles. En 1564 el licenciado Echagayan los Temblores en el Cuzco, de Luren en lea, el de Locumba en el extremo
informaba a Felipe II sobre la famosa Cruz de Concepción de la Vega en sur del Perú.
Santo Domingo, cuyos orígenes atribuye a Colón. En torno de ella fue
creciendo una frondosa leyenda y a esa Cruz atribuyeron las generaciones B) £1 culto del Santísimo
posteriores la implantación de la fe en las Antillas. Otra Cruz, asimismo Desborda toda ponderación la devoción que profesó la sociedad ameri-
legendaria, fue la de Tarabuco, que, decían, había sido plantada cerca del cana al Sacramento Eucarístico. La fiesta de Corpus Christi es llamada «la
lago Titicaca por el apóstol San Bartolomé. Mendieta y Torquemada encare- reina de las fiestas». Sus vísperas, la procesión el día de la fiesta y en la octava,
cen la mucha devoción de los indios mexicanos a la Cruz. Las levantaban en se convertían en un alarde de fe y de imaginación. Como en las vísperas de
las encrucijadas de los caminos, las colocaban frente a sus casas, peregrina- «La Purísima», así también en la de Corpus la noche se convertía en una
ban con ellas, y también tuvo México en Tizatlán su Cruz de misteriosos constelación de fogatas, luminarias y faroles en todos los lugares de América
orígenes. En el actual Ecuador, y esto en el siglo xvm, se dieron casos como española.
robarse los pueblos mutuamente sus cruces para atraerse sus bendiciones, Para la gran procesión las calles se embellecían de flores y yerbas oloro-
llegando a veces a refriegas locales. El padre Recio, tan favorable a los sas, desfilaban los gigantones y la tarasca, asombro de los muchachos, de
indios, no está de acuerdo con estos piadosos desmanes. modo que «en todos los pueblos de España e Indias se celebraba esta fiesta
Entre las devociones cristológicas, la que venera la Pasión de Cristo fue con seriedad jocosa», escribe Concolorcorvo. Venían en las procesiones
sin duda la más popular y la más hondamente sentida en la América española grupos de indios que danzaban, seguían los gremios y cofradías con ricos
colonial. Hubo una explosión iconográfica relacionada con la Pasión y estandartes, los religiosos con las imágenes de sus fundadores, las parro-
Muerte del Señor, que ha llevado a algunos historiadores y antropólogos a quias «con sus cruces y mucha farolería», el clero, el cabildo, las universida-
crear teorías que deberían cribarse más. des, el virrey o el gobernador de provincia, la Real Audiencia y el Santísimo
En México, el culto a la Pasión queda acreditado por la enorme produc- Sacramento bajo palio. Todo iba acompañado de «mucha música de trompe-
ción de imágenes trabajadas por indios y por blancos. En una sola iglesia - d e tas y atabales, campanas, chirimías y otros instrumentos que se tañían enci-
acuerdo con un estudio moderno-, en la de San Andrés Ocotlán (estado de ma de las bóvedas o azoteas de las iglesias», como refiere Torquemada sobre
México), se encuentran hasta 17 esculturas relacionadas con la Pasión, y en México. Vázquez de Espinosa a principios del siglo XVII y Concolorcorvo a
una procesión de Semana Santa se veían desfilar millares de indios llevando fines del XVIII no pueden reprimir su admiración por todo aquel suntuoso
cada cual su crucifijo. Otro historiador relativamente moderno, el canónigo aparato coreográfico desplegado en Lima o en el Cuzco. En Lima y en otras
Luis Hernández, ha recogido más de cien nombres topográficos o advoca- ciudades doctas disfrutaba además el pueblo de la representación de los más
cionales para venerar al Crucificado: Santo Cristo de Chalma, de Tiripetío, bellos Autos sacramentales de Calderón o de Lope.
de Matehuala, etc. Entre las advocaciones aducimos éstas: El Señor de la
Hagamos una fugaz alusión a las custodias hispanoamericanas. No hu-
Preciosa Sangre, del Perdón, de la Salud, del Socorro, de la Misericordia, de
bo población, por pequeña que fuese, que no se hubiese esmerado en
la Expiración, del Veneno, del Buen Despacho, de los Milagros, de la Pie-
fabricar un trono para el Santísimo Sacramento. En 1773 se estrenó una en
dad, de la Clemencia, de las Maravillas, de los Desamparados. El nombre «de
la catedral de México hecha toda «de oro amarillo macizo, cuajada de dia-
la Misericordia» aparece doce veces.
mantes del Brasil». La de la catedral de Bogotá tenía casi dos mil diamantes,
Este solo elenco habla del sentimiento popular y de la ternura religiosa 1.295 esmeraldas y 59 amatistas. La de la iglesia de San Ignacio de esa
de los pueblos de América y descalifica las afirmaciones generalizadas de que ciudad es todavía más rica. La de la Compañía en Quito «pesaba catorce
nuestros mayores sólo habían oído hablar de un Dios tonante y vengativo. marcos de oro y quince de plata, más las esmeraldas y pedrería». La de la
«El Santo Cristo del Veneno» se refiere al caso de un pastelero en Michoacán catedral de Lima pesaba «cuarenta y cuatro marcos de plata y sesenta y ocho
que, decían las gentes, había tomado veneno. Fue a hacer su visita diaria al libras de oro» y su sol poseía 7.200 piedras y topacios.
366 P.II. La Iglesia diocesana C.19. Las prácticas piadosas. Los sacramentos 367
Otras funciones eucarísticas se escalonaban a lo largo de los meses. El
indios lo son». La misma circunstancia rodeaba la devoción a Nuestra Seño-
tercer domingo de cada mes, llamado «de Minerva» por su relación con la
ra de Copacabana.
devoción y culto introducido en Roma en la iglesia de Santa María sopra
Evangelizada por religiosos la América española, cada una de las gran-
Minerva, se tenía una procesión por el interior de las parroquias para
des Ordenes trajo consigo su advocación mañana y propagó su devoción. La
celebrar la renovación de la Hostia que había de servir en el culto del mes
propia Corona española, con Felipe IV en 1643 y con Carlos II en 1679,
siguiente. La solemnísima conducción del Viático o del Sacramento a las
proclamó a la Virgen María Patrona de todos sus dominios. La geografía
cárceles y a los enfermos, acompañada de mucho pueblo, luces y campanas,
hispanoamericana está constelada de advocaciones marianas. Un estudio
merecería para aquella sociedad creyente el apelativo, no exagerado, de
presentado en 1921 al Congreso de Geografía de México enumera 1.756
«una sociedad en estado de adoración».
lugares embellecidos en ese país con el nombre de la Virgen: Santa María,
C) La presencia de Nuestra Señora 221 lugares; La Soledad, 154; Concepción y la Purísima, 229; Dolores, 109;
Jesús-María, 7; Natividad, 54; Candelaria, 46. Hay 526 Guadalupes, 136
La vida social de la colonia y los años de la primera república se desarro- Refugios, 155 del Carmen, 120 del Rosario.
llaron también bajo el signo de la presencia de Nuestra Señora. Es éste uno Durante las guerras de independencia, realistas y patriotas se dispu-
de los aspectos más emotivos e intensos de la vida litúrgica y popular: la taron el patrocinio de Nuestra Señora. La de las Mercedes se tuvo como
sociedad americana vivió compenetrada del sentimiento profundo de que la abogada de los bravos combatientes realistas de Pasto, en Colombia, pero
Virgen se hacía presente en todas las vicisitudes de la existencia personal y también de los ejércitos patriotas de Bolivia y de Chile. También fue muy
social. Lejos de abstracciones, los fíeles hacen objetivo tal sentimiento a popular en los ejércitos chilenos Nuestra Señora del Carmen, mientras
través de advocaciones, imágenes, santuarios, devociones, en que se mezclan Belgrano y San Martín consagraron sus tropas a la Virgen de Lujan.
la piedad ortodoxa y la fantasía popular. Las advocaciones de la Virgen María en América española son plásticas
La presencia de Nuestra Señora en el Nuevo Mundo tuvo una interpre- y emotivas. Detrás de cada una hay una primorosa leyenda: Nuestra Señora
tación original y patriótica en un famoso sermón del dominico fray Servando de la Aurora, de la Pobreza, del Rayo, de la Bala (por haber librado a una
de Santa Teresa Mier, quien en 1794 negó la autenticidad de las apariciones mujer de las iras de su esposo), del Buen Suceso, del Buen Viaje, de la
de Guadalupe. ¿Pero por qué? Precisamente porque, según el fraile domini- Consolación, del Consuelo, de los Desamparados, del Incendio (cuando
co, la tilma de Juan Diego no era tal, sino la capa del apóstol Santo Tomás, Salta se libró en 1735 de una agresión de indios), de las Lágrimas, de la
agraciado en tierra azteca con la aparición de María, como lo había sido Misericordia, del Terremoto. Curiosa la advocación de «La Borradora»,
Santiago en Zaragoza. porque en Quito habría borrado las firmas de los jueces que condenaban a
Para finales del siglo XVI y plenamente en el XVII, españoles, criollos e muerte a un inocente.
indios tuvieron por cierta la leyenda de una intervención de la Virgen en La sociedad americana fue muy devota de la práctica del rosario, que se
defensa de los blancos sitiados por Manco Capac en el Cuzco. También en rezaba en las iglesias, en las casas y en las calles. Es práctica ordenada y
México, cuando en 1541 se rebelaron los indios en Zapopán, se contaba que vigilada por los sínodos y los edictos episcopales. Pronto la iniciativa popular
habían visto a Nuestra Señora en la parte de los españoles rodeada de la desplazó a las calles, rezándolo y cantándolo procesionalmente. Los indios
resplandores. Razones de más para que los indios la fueran viendo como le eran muy aficionados, «usando mientras caminaban de muchas adoracio-
algo propio, porque no tuvo intervenciones militares, sino evangélicas. nes y genuflexiones al nombrar a María y a Jesús», refiere el P. Recio, quien
Garcilaso hace un recuento de los poéticos títulos con que sus compa- dice de sí mismo que «se movía a ternura escuchando en devoto barbarismo
triotas empezaron a honrar a la Virgen María. Es bien notable que la mayor a los pobres indios las palabras del Ave María». En Lima adquirieron reso-
parte de los relatos aparicionistas tengan como protagonista a un indio o a nancia, y «los Rosarios» salían a la madrugada y a la noche, a veces de 15
un negro. Así, en Guadalupe, en Ocotlán, en el valle de Tlaxcala, en Guada- iglesias diversas, con música y disparos de cohetes, que provocaron muchas
lajara, son indios e indias los favorecidos. En las líricas leyendas mariofáni- competencias y emulaciones entre los feligreses y hubieron de ser encauza-
cas, como la de Nuestra Señora de los Angeles en Costa Rica, de Chiquinqui- das por la autoridad eclesiástica. En Trujillo llegaron a durar hasta las once
rá en Colombia, de Coromoto en Venezuela, del Quinche en el Ecuador, de de la noche.
la Caridad en Cuba, actúa un indio, una india, un negro, o un esclavito que
La costumbre de llevar el rosario al cuello fue muy generalizada. Un
empieza a cuidar de la ermita de Lujan.
párroco de Guatemala dice en 1770 que los indios en la confesión «besan y
Muchas de estas Vírgenes son morenas. El andariego fraile Jerónimo cogen el santísimo rosario que tienen en el cuello». En el Perú, más de un
Diego de Ocaña, no obstante haber pintado una Virgen española o «chape- español hacía negocio llevando multitud de rosarios para irlos vendiendo
tona», en palabras del mismo, que en la jerga de entonces se aplicaba a los conforme iba transcurriendo la visita pastoral. Su ausencia se tenía como
peninsulares, cuenta que los indios de Potosí le cobraron gran devoción y le contraseña de poca cristiandad. Un pobre montaraz del pueblecillo de Pa-
llamaban La Linda, «porque -dice el fraile- la pinté un poquito morena y los cho, cerca de Bogotá, atribuía su crimen al diablo, que lo había tentado por
C. 19. Las prácticas piadosas. Los sacramentos 369
368 P.II. La Iglesia diocesana
extendido rápidamente a toda la América del Sur. México y Guatemala
no llevar esa insignia sagrada, y otro cronista bogotano, para demostrar que seguían órdenes semejantes de los concilios mexicanos.
ciertos jefes del ejército patriota eran masones, dice que entró la tropa en la
capital «hato de rangálidos y cosa particular se vido: que ninguno traía D) La devoción a los santos
rosario».
La devoción mariana más popular fue la de la Inmaculada Concepción, La sociedad colonial orientó también su actividad religiosa al culto de
originada por el movimiento concepcionista iniciado en Sevilla en 1615. los santos, con quienes vino a establecer una familiar convivencia a través de
Todas las poblaciones vibraron de entusiasmo cuando se fue conociendo el la iconografía, las novenas, las fiestas y el anhelo de su protección. Gran
decreto de Paulo V que, a petición de Felipe III, prohibía enseñar en públi- parte del santoral está formado por nombres anteriores al concilio de Tren-
co la sentencia contraria a la concepción inmaculada de María. A lo largo del to y a la Reforma, lo que indica que vinieron con los conquistadores y
siglo xvil las audiencias, cabildos, universidades, hicieron el voto de defen- primeros misioneros. Las Ordenes religiosas trajeron consigo sus glorias
derla. Cuando llegaban nuevas noticias en torno a esta sentencia teológica, familiares, pero no creemos que exista el «santo hispanoamericano» cuya
había luminarias, repiques, procesiones, como en Bogotá en 1616, o en figura hubiese descollado precisamente por responder a una aspiración
México en 1652, al hacer el voto concepcionista la Real Universidad, lo que típica de la cristiandad nacida en los dominios españoles de ultramar. El
se celebró «con altares, sermones, panegíricos, certámenes, poesías, jeroglí- dominico Antonio de Remesal, en su Historia General de las Indias, admira
ficos, comedias, máscaras y torneos». cómo la geografía se fue poblando de advocaciones cristianas de modo que,
recorriendo los territorios, dice que «más parecen templos o conventos
Muchas veces, quienes salieron pagando su exagerado tomismo fueron
fundados por religiosos que ciudades o lugares nombrados por gente seglar
los Padres Dominicos, que se mostraban reticentes frente a esta creencia. En
y de guerra».
Bogotá, Tunja y Cartagena hubo verdaderas refriegas, y en Lima, en 1662,
protesta y manifestación general porque algún fraile, al empezar el sermón, El catecismo trilingüe del Perú de 1584 no menciona, por pedagogía, a
había omitido la segunda parte de la invocación con que empezaban los los santos, aunque sí aparecen en los sermones explicativos del concilio
sermones y que decía así: «Alabado sea el Santísimo Sacramento y la Pura y editados en 1585. Observa M. Marzal que ante los indios los santos forma-
Limpia Concepción de la Virgen Nuestra Señora concebida sin mancha de ban parte del panteón cristiano. Todavía subsistía esta creencia en la Guate-
pecado original». La fiesta de la Inmaculada, declarada de precepto para mala del siglo XVIII.
España en 1644, fue extendida como tal a todos los dominios españoles en La popularidad de algunos santos puede inferirse, como lo ha hecho
.1679 por Inocencio XI. Gabriel Guarda para Chile, a través de las advocaciones de las iglesias. De
322 templos, sobre 574, hay 61 con la advocación de San José, 43 de San
Es explicable el maravillosismo mariano de nuestra cristiandad america-
Antonio, 27 de San Francisco, 23 de San Miguel, 19 de San Pedro, 18 de San
na. Temerario sería querer reducir a síntesis la explosión taumatúrgica
Carlos, 17 de Santa Rosa, y por debajo de los 15 están San Felipe, San Juan
vivida por las gentes a lo largo de estos dos siglos bajo los auspicios de la
Bautista, San Nicolás, San Agustín, San Francisco Javier, San Vicente Fe-
Virgen. Por citar un ejemplo, en la Crónica moralizada del agustino fray
rrer, Santiago, San Diego, Santa Ana y Santo Domingo.
Antonio de la Calancha, publicada en 1653, se dedican 618 páginas a referir
los milagros realizados en el santuario de Copacabana (citamos la edición de En su relación de la visita pastoral a la diócesis de Caracas, el obispo
1974-1982): se curaban las pestes, la lepra, los tullidos, resucitaban muertos Martí recorre por lo menos 80 pueblos con nombres de santos, entre los que
y «la cinta o medida de la Madre de Dios», o sea, cintas de tela que se abundan sobre todo las advocaciones de San Antonio, San Francisco, San
aplicaban a la imagen para llevarlas consigo, desvirtuaban rayos, picaduras José, San Juan Bautista, San Miguel, San Pedro, Santa Ana, Santa Bárbara y
de víboras, curaban hidropesías, disenterías, posesiones diabólicas. Hubo un Santa Isabel. Por su parte, otro obispo de Caracas, don Antonio Diez Ma-
forcejeo entre el diablo y Nuestra Señora frente a los intentos de un indio droñera, estableció un mapa religioso de la ciudad en el que calles y cuadras
suicida. aparecen denominadas con misterios crísticos y marianos y las casas se van
poniendo bajo la protección de algún santo.
No murió porque «tenía esta medida de su imagen de Copacabana».
Claro está que tanta ingenuidad e inflación no podía contribuir a una Hay fundamento para ver mucho de utilitarismo en la devoción a los
evangelización auténtica, pero eran otros tiempos. En Lujan también se santos de la sociedad indiana. Sin embargo, un investigador moderno del
hicieron populares «las medidas de la Virgen», consistentes en una cinta Perú, el jesuita Sánchez Arjona, que ha examinado un centenar de novenas
blanca y azul que recibían los fieles, y las llevaban como escapularios. Incluso en la biblioteca Vargas-Ugarte, pone de relieve su orientación pastoral. Se
los dudantes se las ataban a las muñecas. invita, en efecto, a tomar al santo como protector y modelo, exhortando a
los devotos a la frecuencia de sacramentos, al ayuno, a las obras de miseri-
La presencia de la Virgen se hacía más incisiva a través de sus más de
cordia con los pobres, encarcelados y hambrientos, a la enseñanza de la
200 santuarios insignes repartidos en todo el continente indohispánico. La
doctrina y a la oración por los pecadores.
semana se cerraba siempre con el canto de la Salve, según indicamos ante-
riormente, ordenado para su jurisdicción por el tercer concilio de Lima y En México se decía que habían sido los ángeles quienes se aparecieron
370 P.II. La Iglesia diocesana C.19. Las prácticas piadosas. Los sacramentos 371
al obispo para elegir el lugar de fundación de Puebla, y fray Agustín de Santos Cosme y Damián o San Rafael, de los médicos. Tiene también interés
Vetancurt cuenta cómo en México algunos miembros de una cofradía fran- histórico y religioso conocer los que Gabriel Le Bras llama «los santos
ciscana no se cubrían la cabeza por respeto a los ángeles de la guarda. En profilácticos». En México escribió una amplia obra de medicina el hermano
una iglesia de Caracas había altares dedicados a San Miguel, San Rafael «y a jesuíta Juan de Esteynheffer (Steinhóffer), que había nacido en Moravia en
los nueve coros de los ángeles». La figura de San Miguel fue muy popular en 1664 y vivió muchos años en Nueva España. Su título es Florilegio medicinal
México, Guatemala y Bolivia. Aquí en tal forma que su imagen no faltaba en de todas las enfermedades para bien de los pobres y de los que tienen falta de médicos.
ninguna casa y se colocaba detrás de la puerta principal. Además de innumerables recetas, trae la lista de 152 santos abogados en
La devoción a San José se cultivó intensamente. En 1679 fue nombrado determinadas enfermedades.
patrono «de todos los dominios del rey católico» y se concedió a numerosas Las beatificaciones y canonizaciones de los santos que tuvieron que ver
catedrales e iglesias la misa y el oficio propios en los días 19 de cada mes. con América española se celebraban en forma esplendorosa. Así ocurrió en
Pío VI elevó, a petición de muchos obispos de España y América, el patroci- las de San Ignacio y San Francisco Javier, de San Luis Bertrán, de Santa Rosa
nio del santo a fiesta de primera clase. de Lima, de Santo Toribio de Mogrovejo.
El españolísimo Santiago entró con los españoles en América. Corrie-
ron muchas leyendas sobre sus milagrosas intervenciones en México y en el III. LOS SACRAMENTOS
Perú a favor de los conquistadores, así como en las guerras de independen-
cia unas veces lo hacen aparecer a favor de los americanos, como en México, A) El bautismo
otras de los patriotas, como en el sur de Colombia. Comenta Guarnan Poma: Más que una teología elaborada del bautismo es la actitud de los fieles
«Y se debe guardar esta dicha fiesta del Señor Sanctiago como Pascua en este la que refleja el aprecio que se tuvo del sacramento. Quizá obraron también
reino». No falta su imagen en ninguna iglesia de Nicaragua o del Perú. En motivaciones nada correctas para pedirlo, pero es legítimo pensar que en la
México hay más de 150 ciudades y pueblos que llevan su nombre. De sociedad americana, compuesta en altísima proporción por pueblos recién
Santiago de Cuba, pasando por Santiago de Tunja y Santiago de Cali, se llegados a la fe cristiana, las razones teológicas pesaron mucho. «A los niños
llega a Santiago de Chile. de pocos años -reza el concilio de Charcas (1629)- no se les ha dejado otra
Las gentes coloniales poseían sus estereotipos para designar a los san- forma de salvación si no se les administra el bautismo, de modo que si no
tos, aunque todos eran gloriosísimos y milagrosos. Tenemos así «al gran renacen para Dios por la gracia del bautismo son procreados por sus padres
Padre San Agustín», a «nuestro seráfico Padre San Francisco», «al glorioso para una miseria y perdición eterna».
Padre Santo Domingo». La imaginación popular debió de ser cultivada y La legislación conciliar y sinodal ordenaba celebrar el bautismo lo más
exaltada en donde proliferó el teatro español, como en Lima, de acuerdo pronto posible, a más tardar dentro de quince días después de nacidos «so
con el eruditísimo estudio de Guillermo Lohmann Villena. Así podían enten- pena de excomunión», dice el sínodo de Santiago de Cuba en 1681. Debía
der a San Isidro como «El Lucero de Madrid», a San Pascual Baylón como celebrarse en la iglesia parroquial, o en las capillas públicas o viceparroquias
«El ángel, lego y pastor» y a San Martín de Porres, aún no beatificado, como en los campos. Se sabe de algunos grupos indígenas cristianizados que
«el Pardo de Mejor Amo». incluso a fines del siglo XVIII diferían por algunos años el bautismo. Así
A propósito de un milagro atribuido en Lima al joven novicio jesuíta ocurría en Guatemala hacia 1770.
San Estanislao de Kotska, una relación empieza así: «Milagro es que los Todavía en los primeros decenios del siglo XVII los padrinos de indios se
Santos no hagan milagros». La sociedad americana, impotente ante las cala- escogían entre los españoles, o sólo entre «indios virtuosos y ancianos», y se
midades naturales de pestes, terremotos, tempestades, sequías, langostas y insistía en que se dieran nombres cristianos a los niños. De todos modos, el
otras plagas, acudía con seriedad a sus patronos celestiales. Lo que hoy se bautismo fue el sacramento cuya recepción nadie omitió. Hay frecuentes
toma superficialmente como folclor tenía significado para los cristianos indicaciones sobre la llamada «agua de socorro», o bautismo administrado
coloniales. Al ocurrir alguna de estas desventuras de terribles consecuencias por seglares o parteras en caso de necesidad. La alta mortalidad infantil y las
sociales, los vecinos, o los cabildos, o las autoridades se reunían para lograr distancias imponían acudir a esta solución. Los sínodos piden gente bien
un intercesor ante Dios. Solía hacerse sacando por suerte el nombre de instruida para administrarlo.
algún santo. Así entendemos por qué inesperadamente se encuentra San En 1782, visitando su diócesis de Trujillo, el obispo Martínez Compa-
Agustín como abogado contra la langosta en un lugar o San Marcelo en otro. ñón exige que se le vayan presentando los fiscales y parteras autorizados
O San Jerónimo contra los temblores y San Valerio contra los ratones. para bautizar a los niños en peligro de muerte, pues quería examinarlos. El
En toda América española aparecen advocaciones constantes que ya obispo de Caracas, pasando por Coro en visita pastoral (1774), castiga con
pertenecían a la religiosidad popular católica: San José, patrono de los excomunión a los laicos que bautizaran fuera de extrema necesidad, pues
carpinteros; San Eloy, de los plateros; Santa Ana, de los sederos; San Homo- dice que «se origina duda de su validez por la rusticidad de los bautizantes».
bono, de los sastres; los Santos Crispín y Crispiniano, de los zapateros; los Y en ocasiones era tanta que el culto y festivo párroco de Bucaramanga, en
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la archidiócesis de Bogotá, don Eloy Valenzuela, anota en el libro bautismal
de 1819: «Fue bautizado el niño Valentín Ríos en una estancia sin agua». C) La frecuencia de la confesión y comunión
El año litúrgico, tal como se vivía en Indias, fue poco cristocéntrico.
B) La confirmación Fuera de la Semana Santa y de la Navidad, su ritmo fue marcado más bien
Sobre el sacramento de la confirmación se han de tener en cuenta estas por el santoral, que por sí mismo ya invitaba a una alta participación sacra-
observaciones: solamente los fieles de ciudades diocesanas o cercanos a ellas mental. Valga la siguiente cita tomada del obispo de Santiago de Chile, don
tenían posibilidad de recibirlo normalmente, y los demás únicamente al paso Gaspar de Villarroel (1638-1653), que puede aplicarse tranquilamente a
de la visita pastoral. En los siglos XVII-XVIII no se concedió a los sacerdotes el muchos otros lugares.
poder administrarla. El obispo de Concepción, Salvador Bermúdez «No pondero que comulgan a menudo, porque acá no causa asombro.
(1731-1742), pidió a Clemente XII la extensión de este privilegio para algu- De personas que comulgan a menudo hay un admirable número en esta
nos sacerdotes de la isla de Chiloé. El Papa remitió el asunto al Rey, pero la tierra. Yo tengo devoción de comulgar a mi pueblo y cada vez traigo propósi-
Cámara de Indias prefirió que se nombrara un obispo auxiliar. to de no repetir esta mi devoción porque vuelvo a mi casa con el corazón en
Por falta de visita pastoral, con veinte, treinta, sesenta años sin ver prensa, viendo unos caballeros tan galanes y tantas mujeres hermosísimas
obispo, en innumerables parroquias campesinas el único confirmado era el derramando arroyos de lágrimas, tantos niños y niñas, tantos indios e indias,
párroco. Ocurrió a veces que muchos clérigos recibieran en un mismo día la y tanto número de negros y negras acusando mi devoción tibia».
confirmación, las órdenes menores y el subdiaconado. También entre algu- Los criterios pastorales de la época no permitían la comunión diaria. Si
nos grupos indígenas de América Central se dio el caso de atribuir a la no diaria, era frecuente. Recuerda su práctica el arzobispo de Bogotá,
confirmación efectos nocivos, y por eso la rehuían, o, al contrario, procura- Francisco Cossío, en 1709. Ochenta años más tarde, los visitadores de reli-
ban pedirla varias veces para crear lazos de compadrazgo. El paso de un giosos que pasaron por la actual Colombia alaban la participación sacramen-
obispo provocaba desplazamientos multitudinarios para recibir el sacramen- tal en sus iglesias, así como de las poblaciones del Ecuador, y sobre todo de
to, y aunque no pocas veces la visita pastoral iba precedida de misiones Quito lo afirma el P. Recio. Un párroco de Medellín escribe a fines del si-
preparatorias, es difícil pensar que los fieles se acercaran con una adecuada glo XVIII: «Tomar agua bendita, ir a misa los días de trabajo, rezar el Ave María,
preparación. En algunas relaciones se habla de centenares de confirmacio- se acostumbra aquí desde que la villa es villa». De pequeñas poblaciones de
nes administradas en pequeñas y miserables iglesias campestres y se pondera su diócesis caraqueña observa el obispo Martí que registran algunas decenas
la fatiga que esto suponía para el obispo además del desorden con que se de comuniones y confesiones cada domingo. Es, por lo demás, lugar común
verificaba el rito. de todos los cronistas ponderar el voluminoso número de confesiones en
tiempo de jubileos, misiones y especialmente en calamidades naturales, co-
Ofrecemos un cuadro, incompleto pero orientador, de esta actividad
mo los terremotos.
episcopal. Lo presentamos desplazándonos de norte a sur y nos atenemos a
los datos suministrados por los obispos:
D) El sacramento del matrimonio
Diócesis Obispo Año o años N.° de confirmados
Sobre el sacramento del matrimonio difícilmente se encontrará una
México Feo. Aguiar 1684 100.000 elaboración teológica, mientras que la atención recaía en sus aspectos jurídi-
México A. Núñez de Haro 1802-1815 Dos millones (sic)
Michoacán Feo. Rivera 1654 54.000 cos. Eran éstos las amonestaciones, la defensa de la libertad de los indios,
Antequera Feo. Calderón 1732 120.000 negros o esclavos para contraerlo, los tiempos litúrgicos para su celebración,
Chiapas Mnl. García 1770 14.000 los problemas concernientes a la consanguinidad o afinidad y «las velacio-
Guatemala Andrés Navas 1690 119.000 nes», a las que se daba mucha importancia, como que estaban prescritas por
Bogotá Feo. del Rincón 1718 107.000 las rúbricas. Se dio, por tanto, una gran pobreza pastoral.
Bogotá J. B. Sacristán 1810 11.000
Caracas Mariano Martí 1772-1783 294.264
Lima Sto. Toribio 1581-1599 600.000
Lima Gonz. del Campo 1626 22.000 IV. EL AÑO LITÚRGICO
Trujillo P. Díaz Cienfuegos 1700 25.000
Trujillo J. Martínez Compañón 1779-1782 162.000
Arequipa P. Villagómez 1633 20.000 A) El tiempo de Navidad
Arequipa Ant. de León 1677 20.000
Santiago Chile .. Bdo. Carrasco 1681 20.000 Las festividades de Navidad despertaban en los fieles un sentimiento de
Santiago Chile .. Mnl. Alday 1754 35.000 religiosa alegría. Se iniciaban con la novena de Aguinaldo, que la autoridad
Santiago ChUe .. José Marán 1800 24.000 eclesiástica trataba de reglamentar. El tiempo de Adviento parece más popu-
Concepción Salv. Bermúdez 1735 «Muchos millares»
lar que teológico. Las diversiones, bailes y reuniones en torno de los pese-
C.19. Las prácticas piadosas. Los sacramentos 375
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circunstancias muy concretas de dispersión, de distancia y de nomadismo
bres domésticos merecieron agrias censuras y aun excomuniones, como la que sólo podían superarse aplicando la autoridad, y nadie le negaba autori-
impuesta por el sínodo de Santiago de Cuba en 1681. dad a la Iglesia. Se tomaban en serio de parte de sus responsables los
Los indios arreglaban sus pesebres y celebraban la Navidad con singular compromisos sociales que imponía ser católicos. Tales procedimientos no
esmero. Hablando de México dice Mendieta que las luminarias convertían la parecerán hoy modelos ni ideales de acción pastoral, pero sólo así en tantos
noche en un cielo estrellado y que se colmaban las iglesias para la Misa del casos podía crearse un cierto espíritu de corporación.
Gallo. Fue famoso el pesebre del barrio de El Cercado, en Lima, habitado Consta además que muchos fieles cumplían gustosos con este manda-
por indios y gentes pobres de todo color. La incontrolable imaginación miento eclesiástico. De 109 párrocos interrogados en Guatemala hacia
popular introdujo extraños abusos en la novena natalicia y en la misa de 1770, 106 respondieron afirmativamente, aunque algunos lo atribuyeron
media noche: villancicos burlescos, lectura de amonestaciones para inverosí- también a la presión de la autoridad. En 1772 hubo en Caracas 13.109
miles matrimonios, sonidos destemplados de flautas. Muy generalizada y comuniones, cuando la ciudad contaba 18.669 feligreses. Hemos visto cons-
terca debió de ser tal costumbre como se infiere de prohibiciones tajantes en tancias de parroquias de la diócesis de Popayán con una masiva participa-
Santa Marta en 1716, en Concepción en 1744, en Santiago en 1763, en ción de sacramentos sin que aparezcan temores al rigor. El obispo de Yuca-
Popayán en 1793. tán, fray Ignacio Padilla, escribe a mitad del siglo x v m que sus indios son
cristianísimos y que «no hay pueblo ni lugar ni aldea donde no se cumpla
B) La cuaresma y la Pascua exactísimamente con el precepto». Por otra parte, la sociedad indiana tenía
gran aprecio de estos sacramentos, y así, el franciscano P. Miguel Pallares,
1) El precepto pascual, contraseña de cristiandad. El tiempo de cuaresma
viajando de Veracruz a México en el tardío 1820, cuenta que los indios y
y de Pascua tenía como centro de actividad de sacerdotes y feligreses el
pobladores «hambrientos de doctrina cristiana, sin tener pastor que los
cumplimiento del precepto pascual; o sea, que los mayores, de jóvenes para
hubiera alimentado», lo asediaban a todo lo largo del camino para pedirle
arriba, debían confesarse y comulgar con ocasión de la Pascua de Resurrec-
confesión, de que habían estado privados durante años a causa de las vicisi-
ción. Los decretos sinodales o episcopales se remiten a los concilios IV de
tudes bélicas.
Letrán, de Trento, y los dos terceros de México y de Lima. El P. Pablo José
de Arriaga, S. J., en su tratado sobre La extirpación de la idolatría, cuenta lo 2) El ayuno y la abstinencia. Fueron observados por nuestros mayores
que oyó de propia boca del papa Clemente VIII a principios del siglo XVII: del tiempo colonial con ejemplar fidelidad. De acuerdo con el tercer conci-
«Los indios no serán verdaderos cristianos mientras no comulguen por lio límense, se anunciaban en las misas y se fijaban sus días en las puertas de
Pascua». El cumplimiento de este precepto fue en toda la cristiandad una las iglesias. A los indios y a los negros bozales, «como que eran verdaderos
tessera orthodoxiae, contraseña de fidelidad cristiana. neófitos», solamente les obligaba el ayuno los viernes de cuaresma, el sábado
Empezaba la cuaresma con el «Miércoles de ceniza», que en América santo y la vigilia de Navidad. A los españoles y criollos les correspondían en
tuvo tal veneración al decir de Torquemada sobre México que no se conside- el año unos 70 días de ayuno, cuyas normas estaban cuidadosamente fijadas
raba cristiano quien no la hubiera recibido, y el P. Alonso de Zamora, O. P., por los moralistas. Carecemos de noticias sobre la motivación teológica y
a principios del xvm, anota que nunca los pueblos de la Nueva Granada pastoral que se hiciera de esta antiquísima práctica de la Iglesia.
vieron tanto indio reunido como ese día. Al empezar la cuaresma, los párro-
cos formaban el padrón o censo de todos sus feligreses. A cada uno de los C) La semana santa
que se confesaban se les entregaba una «cédula de confesión» y otro tanto se El Domingo de Ramos, iglesias, calles y plazas semejaban un bosque de
hacía cuando comulgaban. Tal cédula era una garantía para presumírseles palmas. Según Torquemada, el júbilo del triunfo del Señor volvía los lugares
buenos cristianos. Hemos encontrado casos de pobres gentes fallecidas sin «como el valle de Josafat acabado el juicio y despedidos y echados al infierno
el auxilio del sacerdote, o de suicidas, a quienes se dio por muertos en paz de los dañados». Entonces toda la cristiandad indiana entraba en trance -de
la Iglesia o cuyo accidente se atribuyó a demencia, precisamente porque se procesión. Cada región, cada enclave de América española, cuenta con uno
les encontró la cédula de confesión. El tiempo de cumplimiento del precep- o muchos cronistas que, a lo largo de tres siglos coloniales, fueron consig-
to pascual fue muy amplio para los indios, negros y las que llamaban «castas»: nando esmeradamente los detalles de aquellas movilizaciones multitudina-
desde la Epifanía hasta la fiesta de Corpus. rias que recorrían piadosamente las calles, henchían las plazas e inundaban
Los sínodos y documentos eclesiásticos apelan a menudo a la pena de los templos, del lunes al viernes santo, para celebrar los misterios de la
excomunión contra los indolentes. Sus nombres debían ser colocados «en Redención. Veinte mil indios y tres mil penitentes se contaron en México al
tablilla a la puerta de las iglesias parroquiales», y ya desde la octava de la empezar el siglo xvn. En Lima, del miércoles al viernes se movían simultá-
Pascua se daba lectura desde el pulpito a los nombres de los recalcitrantes. neamente cinco procesiones con sus emotivos nombres: los Nazarenos, la
Se buscaba además el apoyo «del brazo secular», corregidores y justicias, Veracruz, el Santo Cristo de Burgos, la Soledad de Nuestra Señora. Memo-
para obligarlos a cumplir. Esto no quiere decir que tal coacción respondiera rables fueron en las villas y ciudades las «procesiones de sangre», o cruentas
siempre a una indiferencia generalizada o a voluntaria negligencia. Existían
376 P.II. La Iglesia diocesana
C.19. Las prácticas piadosas. Los sacramentos 377
o de penitentes que se disciplinaban. Hasta 7.000 desfilaban en México y
varios miles en Lima, pero aun en pequeñas poblaciones de América Central posiciones eclesiásticas y autos de buen gobierno recordando a las gentes
no faltaban estas procesiones penitenciales que casi nunca pudo ni controlar que habían de salir con sus mejores vestidos, y, efectivamente, no pocas
ni suprimir la autoridad. cofradías desfilaban con túnicas blancas. En muchas partes de América
En la procesión tomaba parte toda la sociedad indiana. Continuamente española, sea el sábado santo o el día de Resurrección, el pueblo asistía
aluden los documentos a las cofradías de negros o morenos, de indios, de bullicioso a «La quema de Judas».
mulatos, con sus imágenes y con sus insignias. Solían empezar cuando ano-
checía, pero mientras en Santiago de Chile la procesión de sangre de la
Veracruz partía hacia la medianoche entre el jueves y el viernes santo, en V. LA MUERTE CRISTIANA
Cuba se prohibieron desde 1681 las procesiones nocturnas.
A) El viático y la «extremaunción»
El jueves santo se celebraba la misa In Coena Domini. Solemnísima en las
catedrales y en los grandes templos de religiosos, sin embargo en todas las El cuidado pastoral con los enfermos y moribundos empezaba con el
iglesias había esmero por su celebración especialmente suntuosa, cuanto lo apremio hecho a los médicos, a quienes la legislación eclesiástica indiana
permitieran las posibilidades. El jueves santo y el Corpus Christi se hacían recuerda frecuentemente, de acuerdo con lo prescrito por Pío V, que avisa-
competencia, sobre todo por la procesión del Santísimo al monumento y el ran al enfermo sobre su gravedad y lo indujeran a pedir el confesor.
gasto grande que se hacía en cera, el mejor termómetro para medir la Sorprende con desagrado que persistiera por más de un siglo desde los
popularidad y rango de una fiesta. A toda la gente de América se puede principios de la evangelización del continente la mentalidad generalizada en
aplicar el juicio del P. Mendieta sobre México: «En el hacer el monumento muchos clérigos de negar la comunión a los indios aun administrada por
parece claro que no son como los moriscos de Granada, sino verdaderos viático. Y esto, a pesar de las disposiciones de los dos primeros concilios de
cristianos». Lima de 1551 y 1567: El sínodo de Asunción de 1603 prescribe lo siguiente:
La misma terminología para referirse al sacramento eucarístico descu- «No debemos negar a los indios lo que Jesu Cristo, Nuestro Bien, instituyó
bre el grado de veneración y de fe de nuestros mayores: Nuestro Amo, también para ellos con inmenso amor». A los encomenderos y pobleros les
Nuestro Amo Sacramentado, Su Divina Majestad, Su Majestad, el Divinísi- recuerda que los indios «por el poco regalo que tienen en pequeña enferme-
mo, Todo un Señor Sacramentado. En la procesión llevaba el guión del dad se mueren. Tengan cuidado dellos en sus enfermedades como hijos de
Santísimo o el virrey, o el gobernador, o el pobre alcalde de pueblo. Cuando Dios y hermanos suyos». El concilio de Charcas (1629) y el sínodo de Santia-
se cerraba el sagrario hubo costumbre de entregar su llave a la que era en el go de Cuba (1681), entre otros, vuelven sobre lo mismo. Pero sin duda
lugar máxima autoridad civil, lo que originó curiosas perplejidades teológi- exageraba el arzobispo Cortés, de Guatemala, cuando aseguraba que verosí-
cas y a veces ruidosas desavenencias. También el jueves santo se tenía la milmente en toda América, aun en la segunda mitad del siglo xvm, estaba
ceremonia de El Mandato o lavatorio de los pies a 12 pobres. Muchas veces ocurriendo lo mismo: la sistemática negación de la comunión por viático a
lo hicieron los virreyes en su palacio. Con esta ocasión se hacían buenas los indios.
limosnas a los pobres. La Iglesia se mostró muy solícita en la administración del viático y de la
El viernes santo se observaba en todas partes un religioso silencio, aun- extremaunción, hoy llamada unción de los enfermos. Su mayor dificultad
que en las calles se escuchaba el murmullo de las oraciones que por grupos provenía de las imponderables distancias en que se hallaban los feligreses.
iban recitando las gentes, cristiana práctica que llamó la atención de algunos Diversas disposiciones hablaron de trasladar a los enfermos a lugares cerca-
viajeros no españoles que pasaron por América en el siglo x v m y a principios nos o capillas construidas para este efecto en los contornos de las ciudades.
del XIX. El pueblo era convocado a los oficios litúrgicos por el sonido de la Ironiza un poco un deán de Guadalajara cuando comenta: «Resultan de ello
«matraca», ya que las campanas habían dejado de repicar desde el Gloria del más muertos que de enfermedades y pestilencias». El sínodo de Santiago de
jueves santo. La adoración de la Cruz y la ceremonia del «Descendimiento», Cuba recomienda la administración de la unción «a los negros bozales por
con la procesión del «Santo Sepulcro» que luego le seguía, era la celebración ser los que más la necesitan».
popular que llenaba la tarde y parte de la noche. Se trataba de una dramati- En ocasiones, las pobres gentes, sobre todo los indios, mal instruidos,
zación del relato evangélico, en que tomaba parte el pueblo y acompañaba al apenas entendían el significado de estos sacramentos. «En doliéndoles un
Señor hasta el sepulcro. Todavía está en vigor esta costumbre. dedo ya piden el santo óleo», escribe el siempre pesimista arzobispo Cortés,
En muchas iglesias se predicaba, entre las doce y las tres de la tarde, el «o porque lo consideran antídoto especial contra todo género de enferme-
«Sermón de las Agonías» o de «Las siete Palabras», cuyo origen se atribuye al dad». Sobre un episodio con sus montaraces feligreses indígenas cuenta un
P. Francisco del Castillo, S. J., en Lima, hacia 1660. párroco de la diócesis de Popayán: «Si por buena suerte llaman al cura para
Sin cansancio por toda la actividad precedente, el Domingo de Resu- un moribundo, encuentra un miserable hombre que sale de esta vida sin
rrección tenía lugar una nueva procesión de carácter jubiloso. Existen dis- saber adonde va, ni tampoco por qué han llamado al cura».
En la conducción del viático y en las exequias, la sociedad americana
378 P.II. La Iglesia diocesana C.19. Las prácticas piadosas. Los sacramentos 379

demostró un amplio sentido de solidaridad. Funcionaron en muchos lugares antepasados no hablaban de escatología, pero sí oraban mucho por los
cofradías de caridad o Esclavitudes del Santísimo para acompañar al sacer- difuntos.
dote que portaba el viático. En todas partes se hacía el desfile con estudiada El respeto por ellos estuvo mezclado de sentimiento cristiano y de visos
solemnidad. Para ello se habían dispuesto coches tirados por muías o caba- de superstición. Se dieron contradicciones rigurosas como la de descuartizar
llos ricamente enjaezados, sillas de mano, abundancia de luces y de instru- los cadáveres de algunos ajusticiados y exponerlos en las vías públicas para
mentos musicales. El sínodo de Santiago de Cuba elogiaba la piedad de los escarmiento de los habitantes. A la actitud de respeto obedece la premura
habaneros y les exhortaba a que realizaran tales demostraciones «para honor por la abundancia de cera en las exequias, la conducción solemne de los
de Nuestro Señor y confusión de los herejes». Hablando de Lima anota difuntos a la iglesia y al cementerio, donde lo había; el despliegue funeral,
Vázquez de Espinosa que «en pocas partes de la cristiandad sale el Santísimo que a veces se excedía tanto que ha sido designado hoy como «pompas
tan acompañado». barrocas».
Las leyes de España y de Indias ordenaban que toda autoridad y perso- Ya a principios del siglo xvil el sínodo de Asunción recomendaba aten-
na, del rey para abajo, que se encontrase con el sacerdote que llevaba el der «más al bien de las almas que al humo mundanal», y el de Santiago de
viático se arrodillase donde estuviese y luego continuara acompañando al Cuba, al finalizar el mismo siglo, prevenía contra alaridos y plañideras que
Santísimo. Como ejemplo aducimos lo ocurrido en Bogotá en 1809 cuando, «no eran dignas de cristianos y causaban, al enterrar a los difuntos, mucha
saliendo de la catedral el virrey Amat con los tribunales, encontró al sacerdo- confusión». Un edicto del obispo de La Habana, que se hizo extensivo por
te que iba a administrar a una pobre enferma. El con los tribunales y la tropa real orden a toda Hispanoamérica, reza así: «Repugna al carácter de cristia-
que se encontraba en la plaza mayor lo acompañó hasta la casa de la humilde no que al que para conseguirlo por el bautismo renunció expresamente a la
mujer. También con aparato se llevaba el viático a los que iban a ser ajusticia- pompa y vanidad del mundo, en su muerte lo presenten al templo con
dos. Pero cuando los enfermos residían a más de cuatro leguas de camino, la aparato soberbio a tiempo que los herederos deben implorar la misericordia
legislación prevenía no llevar hasta tales distancias el sacramento eucarístico. de Dios».
Siendo la americana una sociedad escindida y clasista, las diferencias
sociales también se hicieron presentes en la muerte. Por una parte, la solem-
B) La oración y la misa por los difuntos nidad de las exequias respondía a la posibilidad económica para pagar los
La Iglesia educó a la sociedad hispanoamericana en un sentido de viva aranceles; por otra, había disposiciones demasiado cuadriculadas sobre el
fraternidad por los que morían. En las catedrales y parroquias se tañía la lugar de sepultura asignado en las iglesias a blancos, a indios, a negros. Los
campana cuando uno de los fieles entraba en agonía. Las gentes fueron muy pobres de solemnidad debían ser sepultados gratuitamente y se fundaron
devotas de mandar celebrar misas por los difuntos. En las constituciones de diversas hermandades y cofradías para la atención de estos casos. El ejem-
las catedrales o en las ejecutoriales de creación de diócesis se ordenaba la plar obispo de Santiago de Chile, fray Bernardo Carrasco y Saavedra, O. P.
celebración de una misa por las almas de los difuntos los primeros lunes de (1679-1694), asistía con el capítulo catedral a los funerales de los pobres. El
cada mes. Vázquez de Espinosa, a principios del siglo XVII, y el P. Cobo, a tercer sínodo de Tucumán (1607) exhorta a los encomenderos y pobleros
mediados del mismo, hablan de 10.000 ó 16.000 misas celebradas en algu- mandar celebrar misas por sus indios, «por la reverencia del Señor que dio
nos años en la sola catedral, lo que equivale a más o menos 40 misas diarias, la vida por ellos». Es interesante anotar que, en muchas parroquias, de las
cifra no increíble dado el crecido número de sacerdotes que la servían. El tres cofradías que funcionaban obligatoriamente, la del Santísimo, de Nues-
ejemplo lo daban los reyes: Carlos II encargó 100.000 misas en el Perú por tra Señora y de Animas, era esta última la más rica y la de mayor actividad.
su esposa, María Luisa de Orleáns, a costa del erario real, y Carlos III pidió La velación de los difuntos se prestó a no pocos abusos condenados
en su testamento 30.000 en sufragio por su alma. repetidamente por la autoridad eclesiástica. Se convertía en reuniones de
gente que pasaba toda la noche «con música, comida y bebida abundantes»,
leemos de Guatemala, o con «niños que reemplazaban el canto litúrgico, con
C) «Las Benditas Almas» clarines y trompetas marciales con muchos faroles», se escribe de Buenos
Aires. Ambos son testimonios del decenio de 1760. Nunca se pudo extirpar
La forma generalizada con que los fieles designaban a los difuntos
la costumbre de los «velorios de angelitos», o sea, de niños muertos antes de
refleja el sentido sagrado que siempre tuvieron de la muerte: «Las Benditas
los siete años. La reprueban numerosos documentos eclesiásticos de Chile,
Almas». En las puertas de las iglesias se solía colocar una tablilla con la
Ecuador, Colombia, Venezuela, Costa Rica, Santo Domingo, aunque recien-
indicación siguiente: tal día «se saca ánima», hábito que también entró a los
temente se ha hecho notar que aún a principios del siglo XX tenía vigencia en
almanaques cuando empezaron a editarse. De acuerdo con el pensamiento
algunas aldeas de Valencia y Extremadura (M. Marzal).
de la época y con una concepción del purgatorio excesivamente materializa-
da, con tal fórmula se querían señalar los días que por disposición de la A lo largo de la época colonial, y siguiendo las costumbres de España, los
Iglesia tenían especial virtud para interceder por los muertos. Nuestros cristianos encontraban el descanso de sus despojos mortales en el templo
C.19. Las prácticas piadosas. Los sacramentos 381
380 P.II. La Iglesia diocesana
Nuestra Señora en las misiones franciscanas de México»: Ibíd., 13 (Madrid, 1953),
parroquial y, a veces, en las iglesias de los religiosos que fueran de especial 329-352; V. M. SuÁREZ, «La Asunción en la antigua Provincia franciscana de San
devoción del difunto. Habiendo vivido dentro de la Iglesia, los fieles querían José, en el hoy Estado de Yucatán, México»: Ibíd., 14 (Madrid, 1954), 101-118; A.
ALVAREZ, «El culto a Santa María de Guadalupe en Indias y los franciscanos», en
ser sepultados en sus templos. Congreso Franciscanos extremeñas en el Nuevo Mundo (Guadalupe, 1986), 209-233;
De acuerdo con una Memoria de Gaspar de Jovellanos escrita en 1781, la R. VARGAS UGARTE, Historia del culto de María en Hispanoamérica 1-2 (Madrid, 1958).
costumbre estaba justificada por las Leyes de Partida, «porque los diablos no
se puedan acercar a los cuerpos que descansan en los cementerios». Apenas Sacramentos
podemos imaginar la repugnancia que se producía en tales ambientes. Por C. BAYI.E, «La comunión entre los indios americanos»: Missionalia Hispánica 1
eso, entre otros, el obispo Martí, de Venezuela, prohibió continuar sepul- (Madrid, 1944), 13-72, y Revista de Indias 4 (Madrid, 1943), 197-254; C. MESA, «La
administración de los sacramentos en el Nuevo Reino de Granada»: Missionalia Hispa-
tando en las iglesias, «por haber llegado la tierra a una total corrupción», y nica 30 (Madrid, 1973), 5-48; ID., «La administración de los sacramentos en el perío-
otro tanto hizo el obispo Espada en Cuba. Carlos III, en 1789, publicó una do colonial»: Revista de la Academia Colombiana de Historia Eclesiástica 21-22 (Medellín,
real cédula para incitar a la construcción de cementerios fuera de las pobla- 1971), 72-106; J. B. OLAECHEA LABAYEN, «Progresiva apertura de los amerindios a la
ciones, y en Santa Fe de Bogotá el arzobispo Martínez Compañón desplegó comunión»: Revista de Espiritualidad 27 (Madrid, 1968), 57-74; A. YBOT LEÓN, La
mucha energía para convencer a sus habitantes de las bondades de tal Iglesia y los eclesiásticos españoles en la empresa de Indias 1 (Barcelona, 1954).
ordenación. Sin embargo, de tan diversos lugares como Buenos Aires, en Otros aspectos
1690, o Santo Domingo, cien años más tarde, sabemos que contaban con
E. TROCONIS DE VERACOECHEA, Las obras pías en la Iglesia colonial venezolana
cementerios separados del recinto parroquial. (Caracas, 1971).
Los fieles cristianos sabían que a su muerte no serían olvidados, mientras
el dogma del purgatorio se solía presentar en la iconografía y en la literatura
oficial y piadosa en forma impresionante. La motivación para adquirir la
llamada Bula de difuntos sonaba, en su inicio, así: «Tantas son y tan rigorosas
las penas del Purgatorio, que, en sentir del Angélico Doctor Santo Tomás,
exceden a las que Cristo Nuestro Señor padeció en la Cruz, habiendo sido
éstas más que cuanto sufrieron los Santos Mártires».
Nuestros antepasados nunca debieron de sentirse menos solos que al
abandonar su mundo de contornos terrestres tan limitados y tan crueles
como emergían en las vastas y despobladas Indias, pero tan abiertos a la
esperanza cristiana. Al partir de la tierra cuyo espacio se había mostrado
avaro y duro con ellos, sabían que la comunidad de los creyentes quedaba
orando por ellos. Sabían que cada lunes del año se ofrecería una misa en
sufragio de sus almas, y que el último reclamo que todas las noches transmi-
tía la Iglesia desde los campanarios sería precisamente para que se elevase a
Dios una plegaria por ellos.

NOTA BIBLIOGRÁFICA

Visiones de conjunto

Véase la bibliografía del capítulo anterior.

Prácticas piadosas
C. BAYLE, El culto del Santísimo en Indias (Madrid, 1951); ID., Santa María en Indias.
La devoción a Nuestra Señora y los descubridores, conquistadores y pobladores de América
(Madrid, 1928); J. DE ESTEYNHEFFER (Steinhóffer), Florilegio medicinal de todas las
enfermedades para bien de los pobres y de los que tienen falta de médicos (1712) 1-2 (México,
1978); G. LOHMANN VILLENA, El arte dramático en Lima durante el virreinato (Madrid,
1945); M. RODRÍGUEZ PAZOS, «El apóstol Santiago en las misiones franciscanas de
México»: Archivo Ibero-Americano 14 (Madrid, 1954), 5-31; ID., «La Asunción de
CAPÍTULO 20

HAGIOGRAFÍA HISPANOAMERICANA

Por LORENZO GALMÉS

De entre los siervos de Dios que nacieron o vivieron en la América


española, la Iglesia tiene reconocidas oficialmente las virtudes de doce san-
tos y nueve beatos. Otros siervos de Dios tienen incoado el proceso de
beatificación. Unos terceros gozaron en su vida y siguen gozando aún de
fama de santidad.
Las páginas que siguen aspiran a trazar la semblanza de los santos y
beatos reconocidos oficialmente. A ellos se añadirá una selección de los que
en el campo de la hagiografía se denominan venerables. Antes de todo ello se
hablará, aunque no pertenezcan a ninguna de esas categorías, de los que se
pueden considerar piadosamente como los protomártires indígenas de Amé-
rica, por su especialísimo significado dentro de la Iglesia hispanoamericana.

Protomártires indígenas de América (1498)

La Iglesia católica comenzó en Hispanoamérica, como lo ha hecho


desde su fundación en otros tantos lugares, viendo derramar la sangre de sus
primeros fieles.
Luego aludiremos a otros tres casos. Aquí nos referiremos únicamente
al primero de estos derramamientos, acaecido al norte de la actual Repúbli-
ca Dominicana ya en el año 1498. Lo relata Ramón Pane, uno de los
primeros evangelizadores del Nuevo Mundo, quien vivió los hechos perso-
nalmente muy de cerca. La reproducción literal de sus pasajes evitará toda
interpretación subjetiva.
Pane comienza presentando una síntesis de lo ocurrido: «Plugo a Dios
iluminar con la santa fe católica toda una casa de la gente principal de la
sobredicha provincia de la Magdalena, cuya provincia se llamaba ya Macorís,
y el señor de ella se llamaba Guanáoboconel, que quiere decir Guanáobo-
con. En dicha casa estaban sus servidores y favoritos, que son llamados
naborías, y eran en total dieciséis personas, todos parientes, entre los cuales
había cinco hermanos varones. De éstos murió uno y los otros cuatro reci-
bieron el agua del santo bautismo, y creo que murieron mártires, por lo que
en su muerte y constancia se vio.
»E1 primero que recibió la muerte y el agua del santo bautismo fue un
indio llamado Guatícaba, que después tuvo el nombre de Juan. Este fue el
primer cristiano que padeció muerte cruel, y tengo por cierto que tuvo
384 P.II. La Iglesia diocesana
C.20. Hagiografía hispanoamericana 385
muerte de mártir. Porque he sabido por algunos que estuvieron presentes a
su muerte que decía: Dios naboría daca, que quiere decir: Yo soy siervo de Dios. Beatos indígenas mexicanos (1527,1529 y 1539)
Y así murió su hermano Antón, y con él otro diciendo lo mismo» (Relación,
c. 24). El papa Juan Pablo II, durante sus recientes viajes a México, beatificó a
Sobre el bautismo de Juan especifica más adelante: «El primero que los indígenas Cristóbal, Antonio y Juan en calidad de mártires, así como al
recibió el santo bautismo en la isla Española fue Juan Mateo, el cual se también indígena Juan Diego.
bautizó el día del evangelista San Mateo [24 de septiembre] el año 1496, y 1) Mártires Cristóbal, Antonio y Juan. Cristóbal, joven «muy bonito y bien
después toda su casa, en la que hubo muchos cristianos» (Relación, c. 26). acondicionado y hábil», en afirmación de Motolinia, era hijo del cacique
Trasladado de la provincia de Macorís a la del cacique Guarionex y de Axcotécatl y se educaba con los franciscanos. Basada en que Cristóbal afea-
la de éste a la del cacique Mabiatué, Ramón Pane afirma que en la de ba a su padre el desarreglo de conducta y le destruía los ídolos, una de sus
Guarionex dejó construida una ermita con imágenes al cargo de «la madre, sesenta concubinas indujo a Axcotécatl a que lo matara. Cristóbal murió en
los hermanos y los parientes del mencionado Juan Mateo, el primer cristia- 1527, invocando a Dios, a consecuencia de los golpes y de las quemaduras de
no, a los que se juntaron otros siete [...], de modo que toda la referida que fue víctima por parte de su padre.
familia quedaba para guardar dicho adoratorio» o ermita. Antonio, hijo también de un cacique de Tlaxcala y educado asimismo
Ante el intento de un grupo de hombres de Guarionex de apoderarse y con los franciscanos, acompañó al dominico Bernardino Minaya a la vecina
destruir las imágenes de la ermita, «los seis criados que fueron allí encontra- región de Tepeaca, junto con su amigo Diego y su criado Juan. Antonio y
ron a los seis muchachos que custodiaban el oratorio, temiendo lo que Juan murieron en 1529, en el poblado de Quautinchan, apaleados por dos
después sucedió. Y los muchachos, así doctrinados, dijeron que no querían indios principales por haber destruido los ídolos que encontraban.
que entrasen; mas ellos entraron a la fuerza y tomaron las imágenes y se las 2) Juan Diego. Indígena azteca que recibió la gracia de que se le
llevaron» (Relación, c. 25 bis). apareciera la Virgen María el 9 de diciembre de 1539, en el cerro del
Pane había dicho anteriormente que Guarionex estuvo en un principio Tepeyac, al noroeste de la ciudad de México, para comunicarle el deseo de
bien dispuesto a hacerse cristiano, pero que posteriormente «se enojó y que se le erigiera un santuario en ese lugar. Juan Diego visitó con este fin al
abandonó su buen propósito por culpa de otros principales de aquella obispo de México, Juan de Zumárraga, quien le exigió una prueba de la
tierra, los cuales le reprendían porque deseaba obedecer la ley de los cristia- veracidad de su relato. Tras una nueva aparición, acaecida el día 11 de
nos, siendo así que los cristianos eran malvados y se habían apoderado de sus diciembre, Juan Diego visitó de nuevo a Zumárraga y al abrir su manto, tima
tierras por la fuerza. Por eso le aconsejaban que no se ocupara más de las o ayate, apareció dibujada en él una imagen de la Virgen, y se desprendieron
cosas de los cristianos, sino que se concertasen y conjurasen para matarlos» del mismo valias rosas. Ante ello, sumado a la curación de una grave enfer-
(Relación, c. 25). medad de Juan Bernardino, pariente de Juan Diego, Zumárraga colocó una
Pane concluye el relato diciendo que, no obstante el descubrimiento de imagen de Nuestra Señora en su oratorio.
una conjura en este sentido y los consiguientes apresamientos, Guarionex y En 1553 se erigió una capilla en el lugar de las apariciones, convertida
sus vasallos «perseveraron en su perverso propósito y, poniéndolo por obra, en santuario en 1695, sustituido por la actual basílica en 1709. Pío X declaró
mataron a cuatro hombres y a Juan Mateo, primer cristiano, y a su hermano a la Virgen de Guadalupe en 1910 Patrona de toda Hispanoamérica.
Antón, que había recibido el santo bautismo. Y corriendo a donde habían
escondido las santas imágenes, las hicieron pedazos» (Relación, c. 26). Venerable Luis Cáncer (f 1549)
Del relato de Pane se deduce que los jóvenes arrostraron la muerte por
Figura poco estudiada, no obstante ser una de las más completas y
razones religiosas, motivación que induce a Pane a considerarlos mártires.
fascinantes de aquellas décadas. A él se debe en gran parte el éxito consegui-
Bartolomé de las Casas, que recoge este relato de Pane, niega a los do en la experiencia de evangelización pacífica en tierras de Tezulutlán, hoy
jóvenes ese carácter porque -según é l - los vasallos de Guarionex no los Verapaz (Guatemala), y en la definitiva organización de la predicación del
mataron por razones de fe, «sino porque vivían con los españoles, o les Evangelio en la Florida. Heroico misionero aragonés, de la distinguida
loaban o defendían a quienes todos tanto desamaban o porque quizá les familia de los Cáncer, oriunda de Barbastro. Dotado de grandes cualidades,
hacían aquellos indios, por mandado de los españoles, algún daño» (Apologé- recibió también una excelente preparación humana. Profesó como fraile
tica historia sumaria, c. 167). dominico en su tierra natal.
Se trasladó a Indias pocos años después de la llegada de los primeros
dominicos. En 1521 pasó a Puerto Rico, de cuyo convento es considerado
fundador y primer superior. Al comprobar las escasas posibilidades de ac-
ción misionera de la agreste isla de Borinquen, comparadas con las inmensas
que se daban en otras partes de las Indias, pensó como tantos otros en la
posibilidad de una mayor actividad misionera.
386 P.II. La Iglesia diocesana C.20. Hagiografía hispanoamericana 387

El encuentro con Bartolomé de las Casas le abrió el camino. Después de falto de salud, no se sintió capaz de mantener la lucha bravia de otros
un malogrado intento en Nicaragua, ambos fueron a Guatemala en 1535, misioneros. A pesar de haber conseguido miles de conversiones pidió que se
donde prepararon la evangelización de Tezulutlán sin más medios que la le autorizase para retirarse a Valencia para bien morir. Se le concedió, y su
palabra y el ejemplo. Fray Luis hizo un viaje a España para reclutar nuevos recuerdo se ha mantenido firme durante siglos.
misioneros. En 1541 estaba de regreso en Nueva España con un grupo de Colombia le venera como patrono. Fue canonizado por Clemente X en
franciscanos. Bajo la experimentada orientación de Las Casas, asumió la 1671.
evangelización pacífica de Tezulutlán. Con la preparación previa, creando
un ambiente favorable, y la intervención de Cáncer, buen conocedor de las Venerable Gregorio López (1542-1596)
lenguas nativas, ayudado por una catequesis musicalizada a la que los indios
Carismático personaje, nacido en Madrid en 1542, y de cuya infancia y
eran muy sensibles, se consiguieron resultados altamente positivos. Fueron
juventud se sabe poco, pues nunca quiso hablar de sí ni de su familia. Su vida
unos ocho años de gran repercusión, pues sirvieron para demostrar que la
en Indias tiene, en cambio, el sello de una deslumbrante originalidad. Sien-
evangelización pacífica, a pesar de sus indiscutibles riesgos, era posible.
do el menor de varios hermanos, su padre lo colocó de paje en la Corte de
Intervino con Las Casas en la Junta de obispos de México de 1546. Se Valladolid a raíz de una experiencia eremítica, adolescente, en Navarra, bajo
comentaba entonces lo peligrosa que resultaba la evangelización de la Flori- la dirección de un ermitaño.
da. La experiencia verapacense animó a Cáncer a aplicarla allí. Una cédula
La vocación de eremita se impuso en una visita a la Virgen del Sagrario,
real autorizó la expedición en 1547. Fray Luis, al frente de cuatro dominicos
de Toledo, y al llegar peregrinando a Guadalupe tomó la decisión de secun-
más, pusieron rumbo a la Florida, adonde llegaron a fines de mayo de 1549.
darla. Se trasladó a Nueva España en 1562 y después de un breve tiempo al
Aunque no consiguió Cáncer que le llevasen la nave al lugar propuesto, se
servicio de un escribano y del secretario Turcios, puso por obra su ideal.
decidió a desembarcar a pesar del peligro. Solo y con la cruz en la mano, fue
Contaba veintiún años.
sacrificado por los indios sobre las doradas arenas de una playa a la vista de
Pasó a Zacatecas, donde encontró el lugar adecuado en el valle de
marineros y frailes protegidos en la nave. Se le considera mártir y venerable.
Amayae, entre los chichimecas. Se despojó de sus ricas vestiduras, tomó un
sayal con un cordón y descalzo se presentó al capitán Pedro Carrillo, del que
San Luis Bertrán (1562-1569)
dependía el lugar. Impresionado por la juventud y porte distinguido del
Dominico valenciano, vigoroso y entusiasta predicador popular en su ermitaño en ciernes, Carrillo le hizo muchas preguntas y acabó admirando
tierra natal y al mismo tiempo eficiente formador de jóvenes para la vida su decisión, por lo que le facilitó construir su ermita. Allí se retiró para pasar
religiosa, quien misteriosamente sintió la llamada de la necesitada Iglesia de inadvertido, pero no lo consiguió. Enseñaba las primeras letras a los hijos
Indias y quiso secundarla. del capitán. Y mientras algunos le veneraban, otros le tildaban de hereje y
Siete años de misionero en el Nuevo Reino de Granada parece poco luterano, pues por la distancia no podía ir a misa los domingos. Padeció,
tiempo. Su intensa dedicación y los poderes taumatúrgicos que Dios le dio además, agravios de soldados españoles que rondaban por aquellos lugares
compensaron con creces lo que el tiempo pudo escamotear. Después de una para cautivar indios.
breve estancia en Cartagena de Indias, penetró tierra adentro, evangelizan- Tres años estuvo en aquel eremitorio. Para evitar el mal ejemplo que
do la zona de Tubará, donde llegó a bautizar a todos los indígenas. Después significaba para muchos el que no fuera a misa trasladó su residencia a los
lo enviaron a Santa Marta. En vista de sus óptimos resultados fue destinado pueblos de Alonso de Avalos, donde estuvo dos años, y después a las estan-
a Tenerife, puerto del Magdalena, centro de comunicaciones y residencia de cias de Pedro Mexía. Predicaba por sus contornos el dominico fray Domingo
numerosos colonizadores. Las dificultades que había encontrado en Santa de Salazar con gran predicamento. Hicieron una buena amistad y fray
Marta y Tubará, que le habían afectado mucho, arreciaron en Tenerife, Domingo le ofreció un puesto entre los dominicos. Se dirigió a Santo Do-
planteándole un grave problema de conciencia. mingo de México. Salazar estaba fuera y se le hizo ver que para ocupar un
Favorecido con el don de lenguas, era entendido por los nativos sin puesto entre los frailes tendría que profesar y ofreciéronle recibirle con los
necesidad de intérpretes. Sus intervenciones milagrosas y la dureza de sus brazos abiertos. Se impuso el carisma estrictamente personal y Gregorio
penitencias reafirmaron su fama de santo. La admiración de unos se trans- volvió a su ermita.
formó en envidia en otros. No faltó quien intentase asesinarlo. Le levanta- Incomprendido por cierto sector, fue perseguido por algunos y otros le
ron denigrantes calumnias. Con todo, su ejemplaridad se imponía y fray acusaron ante el arzobispo. Don Pedro Moya de Contreras encargó el exa-
Luis llegó a ser objeto de veneración popular. Pudo con todo, menos con la men del acusado al jesuíta P. Alonso Sánchez, quien quedó admirado de la
injusticia para con los indios. profundidad espiritual de Gregorio. Después de una estancia en el hospital
Agobiado por escrúpulos de conciencia, acudió a Las Casas. Fray Barto- de Guastepex, regresa a México aquejado de una grave enfermedad.
lomé le aconsejó que mirase bien cómo absolvía a quienes tenían indios El 22 de mayo de 1589 se retiró a Santa Fe, donde le cedieron una casa
esclavos. Desolado por la ineficacia de su gestión para liberar a los indios y apartada del pueblo, en la que continuó su vida de penitencia y de soledad.
C.20. Hagiografía hispanoamericana 389
388 P.II. La Iglesia diocesana
Santo Toribio de Mogrovejo (1538-1606)
En mayo de 1596 enfermó gravemente. Al mes siguiente le dieron los
últimos sacramentos, muriendo santamente el 20 de julio de 1596. El Concilio plenario latinoamericano de Roma calificó en 1900 a Tori-
Tras la luminosa estela dejada por su fama de santo iba una serie de bio de Mogrovejo como la mayor luz de todo el obispado americano. Para
hechos extraordinarios, que permitieron iniciar su causa de beatificación. sus contemporáneos fue el obispo más adecuado que en aquellos tiempos se
Dejó también algunos escritos, un devoto comentario de orientación cristo- pudo enviar a Indias. Nació en Mayorga de Campos (León), en el seno de
lógica, del Apocalipsis, y unos estudios sobre las propiedades curativas de una noble y antigua familia, de prosapia cantábrica, de prestigio siempre
ciertas hierbas. mantenido y de una ininterrumpida tradición de juristas.
El joven Toribio Alfonso siguió la tradición familiar, y después de
Mártires mexicanos e n Japón (1597,1627 y 1632) estudiar en Valladolid, Salamanca, Coimbra y Santiago, se convirtió en un
verdadero experto en ambos derechos. Siendo colegial mayor de Oviedo, en
1) San Felipe de Jesús o de las Casas (1597). Nació en la ciudad de
1573, fue inesperadamente llamado a Granada para el cargo de inquisidor.
México en 1572. Su primer intento de hacerse franciscano en Puebla no
Era entonces oidor de la Cancillería de Granada don Diego de Zúñiga, que
tardó en abandonarlo para de nuevo hacerse franciscano, en Filipinas, en
había sido colegial de Oviedo y conocía las cualidades de Toribio. Su influen-
1596.
cia consiguió el traslado. Nada, empero, hacía presagiar una vocación india-
Al regresar a México para recibir el orden sacerdotal, el galeón fue
na en el letrado Toribio de Mogrovejo.
llevado por las tempestades al Japón. Aquí, en la ciudad de Nagasaki, fue
crucificado con otros varios religiosos durante la persecución desatada por En 1575 murió el arzobispo de Lima fray Jerónimo de Loaysa. Dejaba
el emperador Taicosama en 1597. Fue canonizado por Pío IX en 1862. una gran obra legislativa escrita, pero había que completarla y aplicarla. La
2) Beato Bartolomé Laruel (1627). Nació en El Puerto de Santa María diócesis era inmensa y, en gran parte, desconocida. El mundo incaico pedía
(España) y, tras haber emigrado con sus padres a México, ingresó en la un pastor de almas capaz de escalar aquella tierra de águilas. De nuevo
Orden franciscana, en Morelia, en 1616, precedido de la fama de buen intervino el señor De Zúñiga y Toribio fue propuesto para arzobispo de
cirujano. Lima, a pesar de no ser más que clérigo de primera tonsura. Gregorio XIII
En 1618 se trasladó a Filipinas y en 1623 al Japón. Murió quemado vivo aceptó la propuesta y en 1579 lo preconizó arzobispo de Lima, dispensándo-
en Nagasaki, en 1627, y fue beatificado por Pío IX en 1867. le los plazos establecidos para recibir todas las órdenes cuanto antes. En
3) Beato Bartolomé' Gutiérrez (1632). Junto con el anterior fue beatifica- agosto de 1580 fue consagrado obispo en Sevilla. Le esperaba la diócesis de
do también el agustino Bartolomé Gutiérrez, mexicano, que había viajado a Lima, que de hecho se había convertido en norma de conducta para las otras
Manila en 1606 y al Japón en 1612, donde murió en la hoguera en 1632. diócesis. Asumía, pues, una gran responsabilidad. El 11 de mayo de 1581
entraba solemnemente en la capital de su diócesis.
Beato Sebastián de Aparicio (1502-1600) Toribio de Mogrovejo se encontró con una diócesis cuyo territorio
tenía mil kilómetros de largo, trescientos de anchura y unos tres mil de
Humilde figura de emigrante que, como tal, cumplió una notable fun-
perímetro. La espina dorsal separaba la zona costera del resto, formado por
ción social en México. Se le conoce como el «santo carretero». De joven
una combinación de sierras, valles y llanos, de variadas altitudes, con dife-
había trabajado el campo en su Galicia natal. Después de trabajar tierras de
rencias climáticas tan acusadas que los habitantes de uno no podían aclima-
otros en Salamanca y Zafra decidió emigrar a Indias. En 1535 llegó a Nueva
tarse bien a otro. Los habitantes se distribuían en cinco ciudades principales,
España. Demostró especial habilidad en la técnica de domar novillos. Des-
diversas villas y pueblos de españoles, unas doscientas reducciones de indios
pués estableció una flota de carros entre Veracruz, México y Puebla. No
y un incontable número de tribus situadas en los grandes contrafuertes y
sabía leer ni escribir, pero en 1552 era considerado un hombre rico. Traspa- macizos montañosos, cuyos habitantes rehuían cualquier comunicación con
só el negocio y volvió al cultivo de tierras propias. Sus bienes le permitieron la religión y la cultura. Sin embargo, todos constituían la grey del arzobispo
hacer numerosas obras de caridad. Ya mayor, se casó dos veces, pero enviu- Toribio. A unos los tendría que mantener y confirmar en la fe recibida.
dó pronto.
A otros tendría que atraerlos a la fe que anunciaba.
En 1566, una enfermedad le puso a las puertas de la muerte. La venció
y, agradecido a Dios, hizo donación de sus bienes a las clarisas de México y Su labor pastoral tuvo dos vertientes fundamentales: la celebración de
él se quedó como criado. A los setenta años vistió el hábito franciscano en concilios provinciales y las visitas pastorales. Afianzó el movimiento de legis-
México mismo. Destinado a Puebla, le dedicaron al antiguo menester de lación adecuada iniciado por su antecesor. Con ello señaló pautas. Con las
domar toros salvajes y al oficio de carretero. Sin brillo de ninguna clase, visitas llegó a todos, pues fueron su gran instrumento. Se calcula que reco-
llegó a realizar un bien social inmenso. rrió unos cuarenta mil kilómetros. Siempre a pie o a lo más en muía. Nunca
A su muerte se percataron de que aquella humilde apariencia había quiso utilizar la litera.
escondido un santo. Pío VI lo beatificó en 1789. Varón de heroicas virtudes, destacó también por su equilibrio humano.
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C.20. Hagiografía hispanoamericana 391
Las críticas que se le hicieron son debidas a las ausencias que le imponían las
visitas pastorales, pues no podían ser cortas ni fáciles. Superó toda clase de muy larga, pero excepcionalmente intensa y fecunda. A los once años reci-
climas, escaló montes, tuvo que vadear ríos, a menudo con peligro de su bió el bautismo de manos de Santo Toribio. Era aún una niña cuando ya hizo
vida. Nunca desfalleció. Su muerte ocurrió en 1606 durante una visita voto de virginidad. Aunque su temperamento era delicado y frágil, resultó
pastoral, en un Jueves Santo, y en la humilde vivienda de un párroco de de fuerza sobrehumana para el sufrimiento físico o moral. Con la misma
indios. Fue canonizado por Benedicto XIII en 1726. gracia con que rasgueaba la guitarra se entregaba después a las más duras
penitencias. Consagrada a Dios, renunció a diversas y tentadoras propuestas
San Francisco Solano (1549-1610) del más legítimo amor humano. La atraía la vida contemplativa, pero, subyu-
gada por la personalidad de Santa Catalina de Siena, profesó en la Orden
A Francisco Solano hay que colocarlo entre los grandes misioneros seglar dominicana a los veinticuatro años.
itinerantes y forjadores de comunidades cristianas. Natural de Montilla La angustiaba el problema de los indios, en especial el referente a su
(Córdoba), vivió la inquietud por el apostolado entre musulmanes y por los conversión. Por ellos ofreció a Dios su vida. Aseguraba que nada más agra-
destellos cada vez más luminosos de las misiones en Indias. Estudió con los dable a Dios que la actividad de los misioneros. En una curiosa intuición de
jesuítas y en 1569 ingresó en los franciscanos. En 1576 fue ordenado sacer- nuevos tiempos lamentaba que por ser mujer no se le permitiese dedicarse
dote. Ejemplo de virtudes religiosas desde joven, resultó un excelente maes- a las misiones. Admiradora de la predicación de San Francisco Solano, le
tro de novicios. Su talante misionero le llevó a predicar entre la gente acompañaba con sus oraciones y penitencias. Las cartas dirigidas a misione-
sencilla, con gran aceptación popular. El, en cambio, suspiraba por la gloria ros, sobre todo de la Orden dominicana, son el mejor exponente de su
del martirio. temple apostólico.
Maduro de experiencia misionera entre fieles, se pensó en él para la Su vida contemplativa y su método de oración no pasaron inadvertidos.
experiencia misionera entre infieles. En 1589 fue incluido en el grupo de Sus consejos rezumaban sabiduría que no había aprendido en libros. Sus
franciscanos destinados a las misiones del Perú. En la nave donde viajaban escritos tocaban, a veces, cuestiones delicadas. Todo fue sometido a un
coincidieron con un grupo de esclavos negros. Durante la travesía, Solano se riguroso examen inquisitorial. Había que aquilatar el contenido de las ex-
desvivió por ellos, prodigándoles toda clase de cuidados. A causa de un presiones que tocaban a la teología mística. Nada se encontró merecedor de
temporal tuvieron que estar más de dos meses en una isla. Francisco fue el reprensión o condena. Entusiasta propagadora de la devoción del Rosario,
ángel tutelar de aquellos negros, hasta que todos fueron reembarcados. Al decía que había que rezarlo con la palabra y tenerlo grabado en el corazón.
llegar a Lima en 1598, todos los negros se habían convertido a la fe cristiana. Al morir, todos se dieron cuenta de que había vivido entre ellos una
Anhelando evangelizar a indios, fue enviado como doctrinero a los de verdadera santa, la primera de América. Clemente XII la canonizó en 1671.
Soconusco. La acción militar y colonizadora se orientaba entonces hacia
Buenos Aires y abrazaba la amplia región del Tucumán, ocupada por diver- Venerable Vicente Bernedo (1562-1619)
sas tribus indias. Zona mal atendida religiosamente por falta de misioneros,
en ella desarrolló Francisco Solano una desbordante actividad evangelizado- Misionero dominico nacido en Puente la Reina (Navarra), desarrolló su
ra que duró unos quince años. En poco tiempo dominó el idioma de los apostolado en el Alto Perú, en la Audiencia de Charcas, y más concretamen-
te en la Villa Imperial de la Plata y en Potosí. En su vida se dieron dos etapas.
nativos. Como en otros lugares, aprovechó el instinto musical de los nativos
Una, en la España de Felipe II y sus altos ideales, y otra, en Indias, que le
para llevar a cabo una catequesis de alto rendimiento. Con la elocuencia de
ocupó los últimos veintiún años de su vida. En ella se dibujan tres líneas:
su ejemplo, el ímpetu del celo apostólico, el vigor de su palabra y el don de
una, caracterizada por su actitud de búsqueda y peregrinación; otra, en el
hacer milagros con que le regaló el Señor, dio cima a una obra admirable por
convento de Santo Domingo de Potosí preparándose para un apostolado de
muchos conceptos. En Argentina, Paraguay y Perú es conocido como el
frontera, y la tercera, la más larga, de plena entrega a la actividad apostólica
taumaturgo del Nuevo Mundo.
y que justifica con creces su presencia en las Indias, en cuya historia ocupa
Los últimos años de su vida los pasó en Lima con cargos de responsabili-
un puesto de honor.
dad dentro de la Orden franciscana. Murió santamente mientras asistía a la
misa conventual de sus frailes. Benedicto XIII lo canonizó en 1726. Concluidos los años de estudio y formación en Navarra, Alcalá y Sala-
manca, y ordenado sacerdote, se dedicó al ministerio de la predicación en
Santa Rosa de Lima (1586-1617) tierras navarras y logroñesas. Estando en Atocha se inscribió para una
expedición misionera al Perú, hacia donde viajó en 1596-1597.
Para la familia era Isabel Flores de Oliva. Sus padres eran de noble Después de una corta estancia en Cartagena de Indias, pasó a Santa Fe
ascendencia, pero de fortuna escasa. Por su singular belleza y porque al de Bogotá a hacerse cargo de una cátedra en la Universidad. En 1600
nacer lo hizo como las rosas, sin causar dolor, la llamaron Rosa. Por el amor emprendió un viaje-peregrinación asignado al convento de Lima. De Lima
que siempre tuvo a la Virgen quiso ella ser llamada de Santa María. Vida no pasó al Cuzco, donde los dominicos tenían un centro misionero para pe-
netrar en las inmensas regiones del este. Al oleaje de aquel movimiento
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Los últimos nueve años los dedicó a recorrer las márgenes del Uruguay.
misional, a fray Vicente le tocó el convento de Santo Domingo de Potosí. El trato hábil mantenido con los caciques le facilitó llevar a cabo nuevas
Siguió un tiempo de conventual, en el que se distinguió por su santa vida, sus fundaciones. Fundó Concepción y, a finales de 1628, Asunción, al norte del
penitencias y su amor a los pobres, siendo llamado «padre de los pobres». río Grande Iyuí. Zona peligrosísima por estar bajo la influencia del hechice-
Como doctrinero en la parroquia de San Pedro, que atendían los dominicos, ro Nezú, considerado semidiós. Por instigación del hechicero y su grupo se
ejercitó cierta actividad pastoral y pudo profundizar en su vida de estudio y organizó una verdadera persecución de los misioneros, en la que varios
contemplación. La presencia de gracias extraordinarias en su vida, como recibieron la corona del martirio. Roque González de Santa Cruz murió a
levitación y curaciones instantáneas, ratificaron su fama de hombre santo. golpes de hachas de piedra.
Colmó su medida apostólica al ser enviado como predicador itinerante
Los mártires jesuítas del Paraguay forman un grupo. Juan Pablo II
en el amplio mundo andino. Tuvo que recorrer la cordillera y el altiplano,
canonizó solemnemente en 1988, en concreto, a Roque González de Santa
atravesar inhóspitos valles y zonas subandinas, sufriendo las inclemencias de
Cruz y a sus compañeros Pedro Alonso Rodríguez y Juan del Castillo.
climas extremos y opuestos. Topó también con las dificultades de los coloni-
zadores, sobre todo las de la «mita del Potosí», para extraer la plata, que San Martin de Porres (1579-1639)
tantos sufrimientos y sacrificio de vidas humanas llevaba consigo. Las leyes
favorecían a los indios, pero a veces el trato no correspondía a lo legislado. Tuvo el mayor inconveniente que podía tener un hombre en su tiempo:
Bernedo salió en defensa de los nativos. Al ver la ineficacia de su denuncia, ser mulato. La escala social hispanoamericana se dividía en blancos en la
pensó regresar a España para hacer valer los derechos de los indios o cúspide, indios en medio, negros abajo y, lo más despreciado, los mulatos.
marcharse a misionar entre otros infieles. La muerte le sorprendió antes de Martín perteneció toda su vida al estrato inferior, y no le importaba autode-
poder realizarlo. Una gran muchedumbre acudió a honrar los restos morta- finirse como «perro mulato». Muchas puertas le estaban cerradas, y los más
les del «padre santo de Santo Domingo». Tiene introducida la causa de nobles caminos, vedados. Incluso el de las órdenes sagradas o el de la vida
canonización. religiosa en plenitud de derechos, Es triste, pero así era. Como Dios no mira
el color de la piel, tuvo Martín la gracia divina a raudales, y se le abrieron de
Mártires jesuítas del Paraguay (1628) par en par las puertas de la santidad. En el camino de hacer bien a todos,
tuvo paso franco. No podía abrazar la carrera de las armas, pero luchó
Roque González recapitula el aspecto martirial de la gesta de las reduc- denodadamente para imponer la ley del amor a Dios y a los hombres.
ciones jesuítas del Paraguay. Su padre era un burgalés de muy buena familia, emigrado a Indias en
El criollo paraguayo Roque González (1576-1628) contaba quince años busca de riquezas y honores. Su madre era de color, por lo que no podía
de edad cuando se sintió atraído por la espiritualidad del desierto. Más tarde unirse en santo matrimonio con el progenitor de Martín y de su hermana. El
oyó la voz angustiosa del indio, que le pedía ayuda. Ordenado sacerdote en padre tuvo la honradez de reconocerlos, pero no accedió a legitimarlos.
1599, se consagró con todas sus energías al servicio del indígena oprimido Martín tuvo que resignarse a ser un hijo ilegítimo y además mulato. Estando
por la encomienda. Ante el buen resultado de su gestión, el obispo quiso con su padre en Guayaquil, y desde pequeño, saboreó la amargura del que
nombrarle párroco y vicario general. Otra decisión había madurado en el tenía la tez morena. No dejó que su condición social le afectase, y se aplicó
espíritu de González. Renunciando a todo, ingresó en la Compañía de Jesús a la profesión de barbero-cirujano-boticario, extraña mezcla de actividades
en 1609. Con ello entraba a formar parte de la obra social de los jesuítas en en aquella época. Con su habilidad manual y la bondad de su carácter,
el Paraguay. dispuesto siempre a hacer todo el bien posible, Martín de Porres hizo ma-
En 1609 fue enviado a Guaycurú, cuyos belicosos indios tenían atemori- ravillas.
zada la región. No tuvo éxito, pues se negaban a abandonar sus costumbres A los quince años llamó a las puertas del convento de Santo Domingo de
ancestrales. Dos años después le mandaron a San Ignacio Guazú, donde Lima, con la aspiración de ser admitido como terciario conventual. Era lo
realizó una gran labor social, enseñando a los nativos a construir casas, más a que podía aspirar y se conformaba con ello. La vida acaba imponién-
trabajar la madera y cultivar la tierra. Se sirvió del temperamento y facilidad dose, y Martín se impuso por su vida. Nueve años después fray Martín era
del indio guaraní para la música como medio de catequesis y de cultura aceptado a la profesión solemne, como excepción. Era su gran ideal.
humana. Cuatro años fecundos que le estimularon a nuevas y más compro-
Su actividad en favor de pobres y marginados era no sólo proverbial y
metidas fundaciones.
popular, sino que rozaba lo taumatúrgico. Su celda conventual se había
Con sentido profético remontó las orillas del Paraná en busca de la convertido en un dispensario en el que no todas las curaciones eran obra de
numerosa grey que no conocía al buen pastor. Durante cinco años fue un manos humanas. De ella salió un orfanato y una cocina para pobres. Desde
misionero-explorador que, a pesar de la angustiosa falta de medios, fue la misma celda se llegaba hasta pobres de solemnidad que no podían pare-
organizando nuevas reducciones como Itapua, Santa Ana y Yaguapoa. Las cerlo. Tan amplio era el radio de acción de fray Martín, que hay que pensar
increíbles privaciones y sufrimientos que la empresa llevaba consigo no en el fenómeno de la bilocación. Fray Martín, con el pan del cuerpo, daba
pudieron hacerle desistir de su proyecto misionero y humanista.
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también el pan de la palabra. Dotado de un saber que no lo explicaban los que Dios le llamó a la eternidad. Hubo que esperar a su muerte para poder
estudios hechos, se convirtió en consejero de muchos, incluidas grandes calibrar lo que había sido su vida. Juan XXIII lo canonizó en 1960.
personalidades. Y así toda su vida. Renunció a irse con su padre a Panamá al
ser nombrado gobernador. Santa Mariana de Jesús (1618-1645)
La humildad y la penitencia fueron su santo y seña, hasta llegar a límites La criolla Mariana de Paredes, más conocida como la «azucena de
heroicos. Aquejado por la grave enfermedad del tifus, se durmió en el Señor Quito», es una muestra de la santidad en el mundo secular hispanoamerica-
en medio de la consternación popular. Juan XXIII lo canonizó en 1962. no. Rosa desde Lima y Mariana desde Quito parecen querer abrazar todo el
mundo andino y atraer a la gran América al mundo de la fe cristiana por el
San Juan Macias (1585-1645)
camino del sacrificio.
Al emigrante Juan Macias le hizo hombre recio Extremadura. América Los padres de Mariana procedían de la alta sociedad española. Vivieron
lo hizo santo. Por esto lo contamos entre las figuras de la Iglesia en América. en Quito en tiempos duros. Muchos miraban sólo a la fortuna posible. Por
Ni conquistador ni colonizador. Sencillamente, santo al servicio de los más suerte, no faltaban quienes iban movidos por ideales humanitarios y que en
pobres. Es uno de los casos de quienes no fueron a Indias a medrar. Tampo- todo querían servir a Dios desde la secularidad. La familia de Mariana
co fue como misionero, pues no era sacerdote y carecía de estudios. Fue a pertenecía a estos últimos.
servir en la humildad y sencillez. Huérfana a los seis años de edad, quedó bajo el cuidado de su hermana
Huérfano a los cuatro años de edad, pasó a depender de un tío suyo, mayor, ya casada. Recibió una educación esmerada propia de familia de alto
que a causa de su pobreza no pudo darle instrucción humana. Tuvo que rango. Aprendió a leer y a escribir bien, así como las labores propias de su
ejercer el oficio de pastor. El campo le endureció, pero afianzó su piedad estado, sin que le faltase una oportuna educación musical, pues tocaba la
personal. El vago recuerdo que le quedaba de sus padres consistía en un guitarra con soltura. Desde muy joven intuyó la importancia de la evangeli-
rosario de la madre y en la idea de haberlo rezado en familia. De sus años de zación, especialmente entre los indígenas. Hasta llegó a pensar en huir de
pastor le quedó otro recuerdo, un tanto descarnado: el de un niño misterio- casa para dedicarse a la catequización de los indios Main. Viendo su herma-
so que le habló de reinos superiores a lo que veía. na que la pequeña Mariana daba muestras de llevar una vida de piedad muy
Extremadura ha dado muchos emigrantes, y por muy diversos motivos intensa, la llevó al P. Camacho, jesuíta, para que recibiese la orientación
Juan es uno de ellos. No le movía el deseo de glorias ni el de aventuras. oportuna. Mariana hizo unos votos particulares y privados, llamándose a
Sentíase invitado a cambiar de vida por motivos superiores. Sabía que su partir de entonces Mariana de Jesús. Desde su casa fue una excelente após-
inquietud venía de un mundo superior. Estaba seguro de que era la voluntad tol. Catequista para los niños, colaboradora en obras de caridad social y en
de Dios y decidió secundarla. Tenía veinticinco años. Emprendió una larga diálogo constante con toda clase de personas. Su ideal evangelizador se
peregrinación por campos y ciudades. Buena ocasión para reflexionar. Du- convirtió en una realidad.
rante el camino, su oración libró a un animalito de morir ahogado en un Sus penitencias impresionaban, y era consciente de que el sacrificio es
pozo por auxiliar a su dueño. Llegó a Sevilla, la esplendorosa ciudad cuya fecundo para la santidad. De su sangre inocente y virginal brotó una azucena
frivolidad pudo costarle caro, por atentar contra su virtud. Su ingenuidad que ha quedado como un símbolo.
no le permitía ver las asechanzas del mal. Dios le libró. En Jerez trabajó de En 1645 un fuerte terremoto destruyó Riobamba. Quito se libró, pero
pastor, pero no era Andalucía su destino definitivo. tuvo que hacer frente al estrago de la peste. Oyendo un sermón que pedía
Las naves que ponían proa hacia las Indias Occidentales le ayudaron a una conversión sincera, ofreció en público su vida para salvar la de sus
ver. Un mercader que le ofreció un puesto de ayudante le dio la ocasión. Al paisanos. Acto seguido se apoderó de ella una extraña enfermedad, en
constatar la falta de cultura del joven, el mercader, en cuanto llegaron a forma de aguda hidropesía, que superó durante semanas sin probar el agua.
Cartagena de Indias, se desentendió de él. Juan tuvo que emprender otra Después de dolorosos sufrimientos, llevados con especial alegría, edificó a
peregrinación, en extrema pobreza, para buscar el puesto que Dios le había todos con una muerte santa. Pío XII la canonizó en 1950.
asignado en la vida. Después de cuatro meses y medio de inesperadas peripe-
cias y grandes sufrimientos, llegó a Lima. Era el mes de febrero de 1620. Venerable Francisco de Pamplona (1597-1651)
Buscando la preciosa margarita de la parábola evangélica, la encontró Muestra de cómo un talante aventurero y luchador, puesto al servicio
en la portería del convento de Santo Domingo: era fray Martín de Porres. del ideal misionero, puede dar excelentes resultados.
Conoció a los dominicos, y aquel encuentro resultó definitivo. El 23 de Tiburcio Redín y Cruzat, barón de Bigüeda, nació en Pamplona, en
enero de 1622 ingresaba en la Orden en calidad de hermano cooperador. agosto de 1597. Fue el menor de cuatro hermanos, que ocuparon elevados
Lo demás resultó muy sencillo. Caridad inagotable para con todos, sobre puestos en la sociedad de su tiempo: Juan fue abad, Martín llegó a gran
todo para con los pobres, a los que socorría a base de milagros incluso. maestre de la Orden de Malta, Miguel consiguió un almirantazgo y Tiburcio,
Humildad sin alardes y ejemplaridad a ultranza. Día a día, hora a hora, hasta después de conseguir alta graduación en la vida militar, cambió la escala de
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valores y profesó en la Orden capuchina. Debió de influir en ellos la educa- San Pedro Claver (1580-1654)
ción espartana que les había dado su madre, mujer de mucho carácter y Jesuíta leridano, gran apóstol entre los esclavos negros en Cartagena de
viuda prematuramente, que se propuso hacer de sus hijos hombres útiles y Indias. Junto a los grandes defensores de los derechos de los indios brilla
de ejemplo para la sociedad. con luminosidad propia Pedro Claver en la defensa de los derechos de los
Tiburcio, con decidida «inclinación a las armas», abrazó la carrera mili- hombres de color, con el mérito de haberlo hecho cuando la Iglesia no había
tar a los catorce años y marchó a Italia. A los veinticuatro era ya capitán. tomado aún una actitud enérgica.
Sirvió en la Armada de Indias, llegando a ser general de galeones. Sus Poco se sabe de sus primeros años. De familia humilde, fue novicio
aventuras (no siempre encomiables) y hechos de armas (de bravura incontro- jesuíta en Tarragona. En 1605 fue enviado a Palma de Mallorca a estudiar
lada) le granjearon aduladores por una parte y enemigos por otra. Una filosofía. En Montesión se encontraron dos santos: Alonso Rodríguez, de
pedrada en la sien, durante una reyerta en calles madrileñas, le puso a las
setenta y tres años, que se hallaba ya en la recta final, y Pedro Claver, de
puertas de la muerte. Oró a la Virgen y la enfermedad fue vencida. Con la
veinticinco, que iniciaba la carrera. Muchas cosas buenas enseñó Alonso a
curación triunfó la gracia y el que se había lucido haciendo filigranas con la
Pedro, pero, sobre todo, sembró en él la vocación americanista. Bastó una
espada iba a hacer maravillas como organizador y conductor de misioneros.
frase: «Cuántos que están ociosos en Europa podrían ser apóstoles en Amé-
A los cuarenta años vistió el hábito capuchino y adoptó el nombre de
rica». Y lo calificó de «gran cosa».
Francisco. Embebido en humildad franciscana quiso ser de los más humildes
y se quedó en hermano lego. Después de hacer el noviciado en Tarazona, En 1610 se embarcó para Cartagena de Indias, desde donde pasó a
profesó en 1638, siendo destinado a Tudela, primero, y después a Zaragoza. Bogotá con la idea de ser hermano coadjutor, como Alonso en la isla de
En 1642 se enteró de que a unos capuchinos italianos, que iban de Mallorca. Los superiores, en cambio, decidieron que continuase los estu-
misioneros al Congo, se les había negado el paso en Lisboa. Fray Francisco, dios. Dos años después volvió a Cartagena, siendo allí designado como
fiado en su amistad personal con Felipe IV, se comprometió a conseguir la ayudante del P. Sandoval, el cual se distinguía por su actividad en favor de
autorización necesaria si se le incluía en la lista. La estratagema dio buen los esclavos negros. Pedro le acompañaba en su visita a los barracones,
resultado. El grupo misionero, en compañía de fray Francisco, recalaba en siendo testigo de la miseria de aquellos desgraciados y de la injusticia que
la desembocadura del Congo en junio de 1645. La misión congoleña dio un con ellos se cometía. La cruda realidad abrió los ojos de Claver y descubrió
buen resultado y pronto necesitaron refuerzos. Fray Francisco fue enviado la razón de ser de su vida apostólica.
a España para hacer las gestiones oportunas. En 1616 fue ordenado sacerdote. Cuando el P. Sandoval fue trasladado
Después de un accidentado viaje, que le llevó a Roma a través de al Perú, Pedro Claver quedó encargado de continuar su obra. Estaba prepa-
Inglaterra y Francia, pudo comprobar que la misión del Congo había susci- rado, bien informado y dispuesto. Había asimilado bien las ideas y la táctica
tado muchas vocaciones misioneras entre los capuchinos. La Congregación del gran iniciador del movimiento en favor de los esclavos negros. Para
de Propaganda Fide preparaba nuevas fundaciones misioneras para su Or- Pedro se convirtieron en la carne y sangre de su actividad apostólica. En
den y aprovechó la influencia de fray Francisco ante el rey de España para 1622, la Compañía de Jesús le concedió la gracia de hacer la profesión
enviar la primera expedición de capuchinos a América. En octubre de 1647 solemne. Era el reconocimiento de sus indiscutibles méritos personales. Su
embarcaba con ellos rumbo a Darién. labor consistía siempre en lo mismo: visitar las naves recién llegadas y, con
Dos años después volvía a Europa para reclutar más misioneros. En ayuda de intérprete, prestar atención material y espiritual a los pobres
Roma formalizó la fundación de una misión en la isla de Granada, región negros, hacinados en condiciones infrahumanas. El derroche de caridad y
por la que sentía especial predilección, pues allí le habían ayudado durante humanitarismo de Pedro Claver escapa a todo control. Pudo afirmar que
su carrera militar. Aspiraba a que fuera su campo de trabajo apostólico, había bautizado a unos trescientos mil negros. Simultáneamente llevaba la
pero estaba ocupada por los franceses. Pasaron a Cumaná, y en el valle dirección espiritual de los hospitales de San Juan de Dios y de San Lázaro.
venezolano del Píritu estableció una misión que dio excelente resultado. En 1650 se le declaró una enfermedad que le iba reduciendo la posibili-
Ante la falta de misioneros decidieron enviar de nuevo a fray Francisco a dad de moverse y que coincidió con la terrible peste de 1651 en Cartagena.
Europa en búsqueda de religiosos. Pero el santo varón había dado su medi- Los últimos cuatro años de su vida fueron un calvario, que abrazó con
da, y a pesar de no contar más de cincuenta y seis años de edad murió generosidad sin límites. Paralítico y medio desconocido vio el final de sus
santamente en el puerto de La Guaira, en 1651. Llevaba veintiséis años de días. La talla gigantesca de la figura del padre de los negros se impuso con
capuchino y los hechos extraordinarios acaecidos alrededor de su tumba toda la grandeza a raíz de su muerte. León XIII lo canonizó en 1888.
confirmaron su fama de santidad.
Venerable Pedro de Bethencourt (1626-1667)
Siervo de Dios, fundador de los betlemitas. Natural de Tenerife e hijo
de hidalgos y cristianos viejos. Aconsejado por una tía suya, abandonó la
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octogenaria. De corazón y con toda generosidad había asumido y mantenido
casa paterna para seguir la divina voluntad, embarcó para América y en su papel de víctima. Reconocida la heroicidad de sus virtudes, Juan Pablo II
1651 estaba en Guatemala trabajando como hilandero en la fábrica de la beatificó en 1985 en la misma ciudad de Arequipa.
Almeral, al mismo tiempo que estudiaba en los jesuítas. Por su torpeza en
gramática aprovechó poco en los estudios, por lo que el P. Lobo le aconsejó Venerable José de Carabantes (1628-1694)
que dejase de estudiar y que se consagrase a obras de caridad, en las que
Figura estelar entre los misioneros capuchinos de América. Su nombre
podría hacer mucho bien. El estudio no le había deparado más que burlas de
era José Velázquez Fresneda. Nació en Carabantes (Soria), el 27 de junio de
sus compañeros.
1628. Ingresó en la Orden de los franciscanos capuchinos en 1645, siendo
Gracias a su esfuerzo personal consiguió reconstruir el Calvario de la ordenado sacerdote en 1652. Misionero de cuerpo entero, por vocación y
ciudad. Al lado del mismo construyó una casita, a la que se retiró para convicción, se entregó con todas sus fuerzas al ministerio al que se consideró
entregarse a la oración y a la penitencia. No le faltaron discípulos y aquel llamado desde el momento de su ordenación sacerdotal. Unos cuarenta años
centro espiritual se convirtió en iglesia y en hospital, del que nacieron los de su vida no conocieron otro quehacer. Sentíase atraído por la misión entre
betlemitas. Fue una obra que llegó a tener un gran ascendiente en América, infieles. Dudaba, empero, de su capacidad y de sus fuerzas. Consultó con la
donde pervive en la rama femenina. Venerable Madre Agreda, la cual le aconsejó que no dudase de su espíritu
Posteriormente amplió su actividad a recoger niños expósitos. Además misionero, pero que el lugar y el modo lo dejase a la obediencia religiosa,
fundó las ermitas de Animas en las entradas de los pueblos, devoción que consejo al que se mantuvo fiel durante toda su vida.
llegó a tener un gran arraigo popular.
Pocos años llevaba entregado a las misiones populares en España cuan-
Una vida más bien corta, salpicada de actos heroicos, que desentonarían do sonó la llamada de América. Dos misioneros capuchinos de Cumaná
ante la mentalidad actual, pero que en su medio ambiente le dieron fama de habían venido a España para defender a su misión ante la Corona. Brilló la
ser un santo varón. Vivió pobrísimamente, muriendo como pobre y en cama verdad y la Corte no sólo aceptó aquella misión, sino que quiso potenciarla
prestada de un hospital de pobres. Tiene incoado el proceso de canoni- con más misioneros capuchinos. Fue la hora del P. José de Carabantes. En
zación. otoño de 1657 desembarcó con otro compañero en la isla Margarita, donde
tuvieron que esperar la llegada de los otros misioneros. Aprovechó la oca-
Beata Ana de los Angeles Monteagudo (1602-1686) sión para predicar en sendas misiones populares en los núcleos urbanos de
Su vida constituye un ejemplo elocuente de carisma dominicano y de Cumaná y Caracas. Los frutos de conversión fueron sensacionales. El ardor
monja contemplativa en Hispanoamérica en el siglo XVII. Hija del español de su palabra se vio robustecido con el de su caridad, que brilló con motivo
Sebastián de Monteagudo y de la arequipeña Francisca Ponce de León, el de una peste que asoló aquellas regiones.
retrato que de ella tenemos nos permite vislumbrar cierto trasfondo incaico Finalmente, al Venerable Padre se le dio la oportunidad de dedicarse a
en su mirada. Toda su vida transcurrió en su ciudad natal, Arequipa. la evangelización de los caribes, cuya ferocidad era proverbial. A punto
A los tres años fue internada en el monasterio de dominicas de Santa estuvo de que lo sacrificaran, pero circunstancias providenciales hicieron
Catalina de Arequipa para su formación humana y cristiana. Asimiló bien el ver a los indígenas que tenían delante a un gran hombre. El siervo de Dios
ambiente religioso, su disciplina y su austeridad. A los catorce años sus se consagró de lleno a su cristianización. Comenzó aprendiendo su lengua,
padres la sacaron en orden a un ventajoso matrimonio. Pudo más la piedad que a pesar de su dificultad consiguió dominar hasta poder escribir una
y la soledad del monasterio que la brillante propuesta de sus padres. La gramática para otros misioneros. Años tensos dedicados a evangelizar, fun-
adolescente huyó de su casa y pidió ser aceptada como monja en el monaste- dar ciudades y penetrar tierra adentro, convirtiendo a cinco caciques. Su
rio dominicano. Sus progenitores se opusieron tajantemente. Algunas mon- predicación iba acompañada de extraordinaria ejemplaridad y de hechos
jas lo consideraban prematuro. Todo eran dificultades. Ana, empero, se taumatúrgicos, como el de haber liberado a sus neófitos de una plaga de
mantuvo firme y acabó triunfando. En 1619 se consagraba definitivamente langosta.
a Dios mediante la profesión religiosa en la Orden de Santo Domingo. Cosa de nueve años llevaba entregado a su arriesgada misión apostólica
Llevada de su espíritu de abnegación, buscó los oficios más humildes cuando tuvo que regresar a España para defender a sus misioneros, falsa-
del convento. Se distinguió por su esmero en el cuidado del culto a Dios y del mente calumniados. No dudó un momento, a pesar de ser el peor tiempo
Oficio Divino. Fue también una excelente maestra de novicias. Elegida para navegar. Tanto ante la Corona como ante la corte pontificia defendió
superiora del monasterio, se aplicó con energía a imponer el espíritu de la verdad y el honor de sus misioneros. Se le agasajó y le dieron toda clase de
observancia regular y reforma en su país, hermanó con rara perfección la regalos para estos últimos. A punto estaba de regresar cuando la obediencia
vida contemplativa con la inquietud de los misioneros y muchos de ellos religiosa dispuso que se quedase a misionar en España, precepto que obede-
aseguraban haber recibido su beneficiosa influencia. ció con la generosidad de siempre.
Una terrible enfermedad, que la dejó ciega durante los últimos diez En 1668 inició la tercera y última etapa de su vida, sin dejar de ser lo
años de su vida, colmó sus ansias de penitencia. Abrazada a su cruz murió ya I-Iicifvri/i A* ln Talexia. 14
400 P.II. La Iglesia diocesana C.20. Hagiografía hispanoamericana 401
que fue su santo y seña: misionar. Y misionando le llegó la hora de Dios, en tierras de California, la gesta de los mejores evangelizadores del Nuevo
Monforte de Lemos, el 11 de abril de 1694. Tiene introducida la causa de Mundo del siglo xvi.
canonización. Natural de Petra, profesó en la Orden de San Francisco en 1731. Cursó
Dejó escritos varios opúsculos pastorales que adquirieron una notoria los estudios eclesiásticos, siendo ordenado sacerdote en 1737. Lector de i
popularidad, entre ellos un Tratado sobre el ejercicio de las misiones, y una serie filosofía y catedrático de teología en la Universidad Luliana de Palma de
de pláticas doctrinales para la formación de los fieles. Mallorca, se distinguió tanto por su dedicación al estudio y a la enseñanza
como a la predicación popular y misionera, para la que demostró tener
Venerable Antonio Margil de Jesús (1657-1726) grandes cualidades. Sin embargo, un cambio decisivo se iba a fraguar en el
La excepcional gesta evangelizadora del franciscano fray Antonio Mar- fondo de su espíritu, dando un giro notable a su vocación apostólica. Los
gil de Jesús nos ubica en los ricos, policromos y variados países centroameri- superiores esperaban de él que fuese un gran maestro. Fray Junípero aspira-
canos. Toma forma de vigoroso misionero, infatigable difusor de la fe cris- ba a misionero y a santo. Vencidas muchas dificultades, pudo embarcar
tiana, con talante de incansable peregrino, siempre a pie, sin más armas ni rumbo a Nueva España en 1749.
defensa que su palabra evangélica. En alas de un amor y celo apostólico por Entre 1750 y 1758 estuvo entre los indios pame, a los que siguieron
la salvación de las almas tanto para con los indios paganos como para los siete años más dedicado a la evangelización de los apaches. Contaba ya más
cristianos desorientados, recorrió incontables caminos entre parajes de de cincuenta años cuando, en 1767, fue enviado, en calidad de presidente,
exultante belleza o triste soledad, ángel portador de paz y bien, teniendo a hacerse cargo de las misiones de la península de California, que los jesuítas
que vencer todo género de dificultades. Fray Antonio llegó a personificar tuvieron que dejar a raíz de la extinción de la Compañía. En 1769 inició la
constancia y energía en grado heroico. evangelización de Alta California y en ella dejó lo mejor de su vida. Fueron
Nació en Valencia, en 1657, e ingresó en la Orden franciscana en 1673, quince años de entrega absoluta a una labor imponente, en la que fue
siendo ordenado sacerdote en 1682. Al año siguiente embarcó hacia Méxi- misionero, explorador, descubridor, escritor y hasta peón de albañil. Por
co. Querétaro fue el primer centro de su actividad, pero ya en 1683 dio encima de todo, se le recordará como fundador de centros misioneros que
comienzo a su fabulosa etapa de más de diez años de duración, que, partien- se han convertido en urbes de primera magnitud, como San Francisco de
do de México, le llevó a recorrer Guatemala, Honduras, Nicaragua y Costa California y Los Angeles. Unía a su robustecida santidad personal un ex-
traordinario carisma misionero, un cálido sentido de humanidad, grandes
Rica. Fueron especialmente intensas las campañas en la Verapaz de Guate-
dotes de gobierno, impresionante capacidad de trabajo y una gran dosis de
mala y en Talamanca de Costa Rica. Su entrada entre los indios costarricen-
sentido práctico de la vida. Organizador y calculador, supo superar abusos
ses térrabas causó sensación entre los contemporáneos.
y deficiencias propios de la colonización de primera hora, aunque no pudie-
En 1696 fue nombrado superior del colegio de Querétaro y recibió el
se llegar a todos.
encargo de fundar el colegio misionero de Zacatecas de México. Providen-
cial disposición que le permitió demostrar sus cualidades de superior mode- Fray Junípero Serra representa a finales de la edad moderna la encarna-
lo y ejemplar. ción del espíritu tradicional misionero, de molde hispánico, actualizado y en
En 1703 organizó una especial expedición en las regiones nicaragüen- pleno vigor. Tenía como centro la defensa del indio en cuanto hombre;
ses de Segapo y Matagalpa con el objetivo de atacar los centros fuertes de como fin, su conversión a la fe en Cristo, y como medios, una inagotable
magia, brujería e idolatría. No sin riesgo, acompañó su predicación con la paciencia por su parte y la promoción humana para con el indígena. Firme
destrucción de lugares e ídolos más representativos. en su decisión de no mirar atrás, siguió impertérrito la trayectoria misionera
que la obediencia religiosa le había señalado y a la que había consagrado su
En 1711 inició otra etapa de expansión misionera en nuevos territorios,
vida. Nunca más volvió a su patria.
como Nayarit, Cohauila, Nueva León y Texas. Otros diez años de misionar
sin cansancio, aunque el tiempo no pasaba en balde y fray Antonio experi- Murió en 1784 rodeado de sus indios, amado por sus frailes y admirado
por los españoles que lo trataron. Juan Pablo II lo proclamó beato en 1988.
mentó sus consecuencias. Los últimos años de su vida los pasó en los colegios
de Querétaro y Zacatecas.
El 6 de agosto de 1726 murió santamente en la enfermería de México,
después de una vida de santidad en la que no faltaron hechos que fueron NOTA BIBLIOGRÁFICA
considerados milagrosos. Se dice que había convertido unos ochenta mil
indios. Tiene introducido el proceso de beatificación. Protomártires y beatos indígenas mexicanos
Beato Junípero Serra (1713-1784) R. PANE, Relación acerca de las antigüedades de los indios, las cuales con diligencia,
como hombre que sabe el idioma de éstos, recogió por mandato del Almirante (1498), con
Franciscano mallorquín que con una cruz en la mano como signo, una varias ediciones modernas; B. DE LAS CASAS, Apologética historia sumaria, c. 167.
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CAPÍTULO 21

PENSADORES ECLESIÁSTICOS AMERICANOS

Por ISAAC VÁZQUEZ

Aunque últimamente se está avanzando mucho en este punto, la histo-


ria de la teología en América todavía está por hacer. Por lo mismo, las
páginas que siguen no aspiran a proporcionar una visión de conjunto de esa
historia. Lo único que se proponen es presentar una muestra de los pensa-
dores de la Iglesia americana más caracterizados, sin pretender tampoco una
exhaustividad imposible y siguiendo un criterio de selección necesariamente
subjetivo y susceptible de no ser compartido por todos.
Se han seleccionado solamente diecisiete autores, con un único deno-
minador común: que nacieron o vivieron en América y que escribieron
de asuntos eclesiásticos. Son muchos más los que poseen idénticos títulos
para figurar en la lista, pero la alusión a los mismos en otros capítulos
de esta misma obra o la necesidad de selección han obligado a prescindir
de ellos.
No todos los pensadores incluidos aquí son de primera fila, pero quizá
no ocupen tampoco el último lugar. Por lo demás, se sabe que el interés de
unas ideas no depende muchas veces de quien las formula sino de las razones
en que se apoyan.
El carro de la historia, así en el terreno de los hechos como en el de las
ideas, no siempre va conducido por héroes de primera magnitud.

Bartolomé de las Casas (1484-1566)


Nació en Sevilla en 1484. En 1502 viajó a América, donde fue enco-
mendero, conquistador y sacerdote, esto último desde 1507 y sin por ello
dejar de ser ambas cosas. En 1514 se convenció de la ilicitud de las enco-
miendas y renunció a la suya encontrándose en Cuba. Acto seguido regresó
a España para luchar contra el sistema de las encomiendas, d e l 5 1 6 a l 5 1 7
participó en el intento de reforma de las Indias patrocinado por el cardenal
Cisneros, y de 1518 a 1522 trató de implantar en el Nuevo Mundo un
sistema de colonización por medio de labradores, empeño en el que fracasó.
Tras su ingreso en 1522 en la Orden de Predicadores, en 1531 reanudó
sus gestiones para cambiar el signo de la colonización española de América;
en 1542 intervino en la elaboración de las denominadas Leyes Nuevas,
originadoras, entre otras alteraciones, de la cuarta guerra civil del Perú; de
1544 a 1546 ejerció el episcopado en la región mexicana de Chiapas, al que
renunció en 1551;yde 1550a 1556 participó en Madrid en las controversias
406 P.II. La Iglesia diocesana C.21. Pensadores eclesiásticos americanos 407
que se mantenían entonces sobre las conquistas y las encomiendas. Murió en La esclavitud de los negros, admitida y hasta aconsejada por él en 1516,
Madrid en 1566. 1518, 1519 y 1539, no comenzó a considerarla ilícita hasta 1552.
El especialista en temas lascasianos padre Isacio Pérez, dominico, calcu- En afirmación del mismo Pedro Borges, «enfocado desde el ángulo de
la en un mínimo de 22.442 leguas las recorridas por Bartolomé de las Casas su pensamiento, Bartolomé de las Casas tiene el incuestionable mérito de
en la gestión de sus proyectos y en 369 los libros, memoriales y cartas que haber reflexionado y escrito sobre los más acuciantes y trascendentales
escribió. Entre los primeros destacan el De único vocationis modo omnium problemas de la América de su tiempo y de haberlo hecho con exhaustivi-
gentium ad veram religionem, iniciado en 1522; la Historia de las Indias, inicia- dad. Es, sin embargo, poco original y difícil de comprender por las caracte-
da también en 1522, pero no concluida hasta 1559; la Brevísima relación de rísticas de su estilo» (Quién era B. de las Casas, 291).
la destruición de las Indias, elaborada en 1542 y completada y editada por él
mismo diez arlos más tarde, y la Apologética historia sumaria, compuesta entre Juan Focher (f 1572)
1555 y 1559. Franciscano de origen francés: a esto se reduce todo lo que sabemos de
Aparte de concebir al indio como genus angelicum, o como lo que en el la primera parte de su vida. Sin embargo, visto que más adelante demostrará
siglo XVIII se comenzó a denominar el buen salvaje, el pensamiento lascasia- haber adquirido una sólida formación teológico-jurídica, se puede conjetu-
no, tal como lo sintetiza Pedro Borges, es el siguiente: rar que realizó estudios superiores, probablemente en el antiguo y famoso
En 1514 comenzó a defender la ilicitud de las encomiendas, postura Studium franciscano de París, que continuaba concediendo títulos acadé-
que mantuvo hasta su muerte, a la que desde 1518 añadió la ilicitud también micos.
de las conquistas armadas, por lo que desde este mismo año, y sobre todo A pesar de su origen, Focher logró inscribirse entre los misioneros de
desde 1522, defendió la necesidad de sustituir la anexión de territorios por Nueva España, donde ya se encontraba en 1540. Fue profesor en el colegio
medio de las armas por el sistema de la evangelización de los mismos sin de Tlatelolco y debió pasar toda su vida de misionero o la mayor parte de ella
ellas, del que se seguiría la cristianización y la anexión pacíficas. en la ciudad de México. Aquí murió en 1572.
Obras: 1) Itinerarium catholicum proficiscentium ad infideles convertendos
En ese mismo año de 1518 ideó su plan de colonización del Nuevo (Sevilla, 1574), edición postuma, preparada por fray Diego Valadés, quien
Mundo por medio de labradores, de cuya posibilidad se desengañó al fraca- añadió, suprimió y cambió varias cosas y puso los índices; 2) Declaratio
sar en los proyectos de esta índole en 1522. duorunt indultorum Pauli Papae IV; 3) Declaratio summaria tussu Novae Hispa-
También fue en 1518, aunque la elaboración definitiva del sistema no la niae Proregis D. Ludovici de Velasco... privilegiorum quae Fratribus Ordinum
efectuó hasta 1531, cuando concibió su tesis de la misión salvífica del impe- Mendicantium in Florida abeuntibus concessa sunt tribus bullís authenticis Leo-
rio, consistente en considerar la presencia española en América y su labor nis X, Adriani VIet Pii V (Manila, 1630); 4) Enchiridion baptismi adultorum et
colonizadora como encaminadas primordialmente a la cristianización de los matrimonii baptizandorum (escrito en 1544); 5) Tractatus de baptismo et matri-
indígenas con miras a su salvación eterna. monio noviter conversorum adfidem (compuesto en 1546).
De sus tesis sobre la ilicitud de las encomiendas y de las conquistas, De todas las obras de Focher la que más nos interesa es su Itinerario, no
concebidas e n l 5 1 4 y l 5 1 8 , respectivamente, dedujo desde 1531 la conclu- sólo por su volumen, sino porque parece constituir, él solo, el punto de
sión de que los colonos españoles estaban obligados a restituir a los indios lo convergencia o la suma de todos los tratados anteriores que el editor Valadés
que hubieran adquirido en el curso de la práctica de los dos sistemas ante- trató de reducir a unidad. Trátase de una guía que explica todo lo que el
dichos. misionero debe saber y practicar para convertir al indio americano y poder
convivir con él hecho ya cristiano. El primer mérito de una obra semejante
Hasta 1534, en que cambió definitivamente de postura en este punto, es el de su primado cronológico: «Hasta el presente -advierte el editor
admitió la licitud de la esclavización de los indígenas. Valadés en el prólogo- no ha habido quien se haya propuesto ex professo
A su actitud sobre la anexión política del Nuevo Mundo añadió en 1543 darnos normas sobre el particular». «En este libro -continúa hablando el
la tesis de que la Corona de Castilla no podía ejercer el dominio sobre editor-, quien tan sólo lo recorriere una vez encontrará expuesto con clari-
ningún territorio americano sin el previo consenso de sus habitantes, así dad meridiana, en lenguaje bello y preciso, cuanto, con un orden confuso,
como la de que eran lícitas las guerras de los indios contra los españoles. acumularon los doctores escolásticos y jurisconsultos sobre la conversión de
Profundizando cada vez más en este mismo tema, en 1548 comenzó a los infieles».
defender la postura de que la Corona de Castilla no podía ejercer en Indias Según el criterio del editor, la obra se presenta dividida en tres partes.
más dominio que el etéreo del «imperio soberano y universal», lo que en La primera parte, subdividida a su vez en trece capítulos, constituye el
1555 lo llevó a propugnar la necesidad de que no quedaran en Indias más planteamiento de los principios fundamentales, o sea, de aquellos proble-
españoles (fuera de los misioneros) que los estrictamente necesarios para mas misionológicos de orden general cuyo conocimiento tenía directa apli-
representar simbólicamente el aludido imperio. cación en Indias. Se abre el Itinerario con el abordamiento del primer requi-
408 P.II. La Iglesia diocesana C.21. Pensadores eclesiásticos americanos 409
sito del misionero: la vocación (c.1-2). Pero lo que aquí se propone ilustrar olvidar, sin embargo, que en todo momento él se considera más canonista y
Focher no es tanto la vocación que debe poseer el misionero cuanto el hecho teólogo que profeta. Tal vez sea ése su mérito.
innegable de la vocación o de la llamada a la salvación que todos los infieles Por haber resuelto los problemas americanos a la luz de la ciencia
han recibido de Dios; es decir, para nuestro autor la conversión de infieles teológica, Mendieta lo calificó como «luz de aquella nueva iglesia».
forma parte de la voluntad salvífica de Dios. Establecida esta base, quedaba
justificada toda la obra misional. En efecto, de la llamada de Cristo a la Diego Valadés (n. 1533)
salvación por medio del Evangelio se sigue para la Iglesia un derecho-deber Nació en 1533. Se le venía haciendo natural de Tlaxcala e hijo ilegítimo
de evangelizar y para los infieles un derecho-deber de ser evangelizados. En de un español y de una india; según los indicios que he recogido en mi
ambos casos, trátase de un derecho-deber prioritario, dado que el objetivo estudio que cito en la bibliografía, creo que no hay motivo para dudar de su
que se desea obtener, que no es otro que la salvación, debe anteponerse a origen español. En temprana edad pasó a México, donde permaneció hasta
cualquier otro objetivo. 1571-1572, en que regresó definitivamente a España; nombrado procura-
Puesta bien en claro la esencia misionera de la Iglesia y de cada uno de dor general en la Curia Romana en 1575, hubo de renunciar poco tiempo
sus miembros, Focher pasa a tratar en el capítulo tercero de la idoneidad del después. En 1583 continuaba residiendo en Roma como miembro de la
misionero. Presupuestas las tres virtudes de fe, esperanza y caridad, exige Congregación romana antimagdebúrgica.
otras tres cualidades para que al misionero se le pueda considerar idóneo: Valadés interesa a la literatura teológica de América por haber editado
santidad de vida, ciencia y espíritu paternal; dentro de la santidad de vida, las el Itinerarium de J. Focher y por ser autor de la Rhetorica christiana (Perusa
circunstancias de Indias hacían especialmente recomendable la castidad. 1579), uno de los primeros monumentos del humanismo mexicano.
Sentados los dos requisitos más esenciales, el de la vocación y el de la
Alonso de Veracruz (1507-1584)
idoneidad, el autor expone a continuación (c.4-6) los diversos modos de
evangelizar, proponiendo como principio fundamental la norma evangélica Alonso Gutiérrez y Gutiérrez, que así se apellidaba, nació en 1507 en
de Cristo y de los apostóles; presta especial atención a los problemas que Caspueñas, provincia de Guadalajara. Estudió humanidades en Alcalá y
creaba en Indias la administración del bautismo (c.7-8); concluye la primera teología en Salamanca con F. de Vitoria. En 1535, ordenado ya sacerdote,
parte con el análisis de las cuestiones sobre el sustento (c.8-10) y el envío de decidió irse de misionero a América; se embarcó en compañía de doce
los misioneros ( e l 1-13). religiosos agustinos y llegó a Veracruz el 22 de junio de 1536; aquí vistió el
hábito de los agustinos y cambió sus apellidos por el nombre de Veracruz. El
En la segunda parte, y a lo largo de diecisiete capítulos, Focher estudia
2 de julio de 1536 entraba en la ciudad de México, que iba a ser teatro de sus
la incardinación de los indios en el cristianismo. Esto le lleva a desarrollar
múltiples y prolongadas actividades.
tres temas: a) el del bautismo, sacramento de la incardinación (c.1-6);
b) problemas relativos al sacramento del matrimonio, tanto antes como En 1540 inicia sus tareas de profesor y de escritor; es autor de los
después del bautismo (c.7-16); c) los nuevos cristianos (el6-17). El autor se primeros tratados filosóficos escritos y publicados en México; en 1542 estu-
muestra en los dos primeros apartados un buen canonista y moralista, mien- vo al frente del gobierno de la diócesis de Michoacán, en ausencia de su
tras que en el tercero da consejos pastorales sobre cómo había que conti- obispo, Vasco de Quiroga; desde 1548, y por cuatro veces consecutivas,
nuar cultivando la fe en los nuevos cristianos. ejerció el cargo de ministro provincial de los agustinos. Desde 1553, en que
comenzó a funcionar la Universidad de México, fray Alonso de Veracruz fue
Como se ha podido observar, Focher se ha limitado hasta aquí a tratar profesor de Sagrada Escritura y tuvo en propiedad la cátedra de teología de
problemas de carácter puramente religioso o espiritual; estando dirigido, Santo Tomás. Dejó la enseñanza universitaria en 1557. Por asuntos de la
por otra parte, el Itinerario a servir de manual a los misioneros en la obra de Orden y en fuerza de su cargo realizó varios viajes a España; en 1573 volvió
la evangelización, el autor hubiera podido concluir su obra con el último por tercera y última vez a la Nueva España. Murió en 1584.
capítulo de la segunda parte. Sin embargo, la tercera parte no está de sobra. Obras principales: 1) Recognitio Summularum (México 1554 y tres eds.
A lo largo de siete capítulos, Focher aborda en ella los problemas de índole más en Salamanca); 2) Dialéctica resolutio cum textu Aristotelis (México 1554 y
mixta que surgían en los comienzos de la cristiandad indiana: la guerra a los cuatro eds. más en Salamanca y Madrid); 3) Speculum coniugiorum (México
indios (c.1-3), el uso de sus bienes temporales (c.4-5), las reducciones (c.6) y 1556 y tres eds. más en Salamanca, Alcalá y Milán); 4) Physica speculatio
la administración de los sacramentos (c.7). (México 1557 y tres eds. más en Salamanca); 5) De dominio infidelium et iusto
Focher no sólo admite que la guerra a los indios, en ciertas condiciones, bello, compuesta hacia 1542-1545 y publicada más tarde; 6) De decimis,
no sólo puede ser justa, sino también necesaria: en cuanto a las reducciones, compuesta hacia 1555-1557 y publicada más tarde.
las ve también legítimas en orden a una mejor cristianización de los indíge- Fray Alonso de Veracruz es un auténtico pionero de las ciencias filosófi-
nas. Puede ser que Focher, en su amplia aceptación de la guerra justa, se co-teológicas en México; justamente se le considera como «el padre de la
sintiese fuertemente influido por el caso de los chichimecas. No hay que filosofía mexicana»; en la enseñanza de la lógica fue partidario de la reforma
C.2I. Pensadores eclesiásticos americanos 411
410 P.H. La Iglesia diocesana
que estaban llevando a cabo en Europa renacentistas, gramáticos y retóricos. enseñó humanidades. A continuación residió también en Plasencia, Lisboa,
En las restantes obras abordó casi todos los problemas que la acción misional Coimbra, Valladolid y Segovia; estudió Artes y Teología en Alcalá, siendo
iba planteando en su tiempo. Adelantándose a J. Focher, resolvió muchas ordenado sacerdote en 1566. Enseñó Teología en Ocaña y Plasencia
cuestiones relativas al matrimonio poligámico de los indios; escribió sobre el (1567-1571).
regio vicariato indiano, si bien sus ideas sobre este tema fueron publicadas En este último año fue enviado al Perú; su nueva actividad se desenvol-
con posterioridad a las de Focher; defendió enérgicamente los privilegios de vió especialmente en Lima, en donde enseñó Teología en la Universidad y en
los religiosos frente a las reclamaciones de los obispos; contra las exigencias el colegio de jesuítas, del que llegó a ser rector. Fue provincial desde 1576
de éstos sostuvo también que los indios estaban exentos de pagar los diez- a 1581; en 1582 asistió al tercer concilio limense, siendo su teólogo más
mos eclesiásticos. La defensa de muchas de estas ideas le acarrearon no insigne: fue él, en efecto, quien redactó las actas y razonó los cánones que
pocos sinsabores. después votaron los Padres; compuso asimismo el texto castellano de los tres
A él le corresponde indudablemente un protagonismo de primera fila catecismos y tuvo parte principal en la redacción del confesionario y los
en la historia eclesiástica mexicana de la segunda mitad del siglo XVI. sermones.
En 1587 regresó a España. Se concluía así su estancia en América, pero
Luis López (f 1596) no su actividad americanista, que continuará hasta su muerte, sea con la
pluma o con sus gestiones ante Felipe II y ante el papa Clemente VIH.
Nació en Madrid e ingresó en la Orden de dominicos en el convento de Estaba ejerciendo el cargo de rector del colegio de Salamanca cuando le
Atocha. Como miembro de la provincia de España, debió de haber seguido sorprendió la muerte el 15 de febrero de 1600.
sus estudios en Salamanca. Siendo ya bachiller en Teología, partió misionero Además de su intervención en los tres catecismos, el confesionario y el
para América, residiendo en Chiapas y en Guatemala. No se sabe el tiempo sermonario publicados por orden del tercer concilio de Lima, Acosta publi-
que pasó en las Indias ni el motivo que le movió a regresar a España, en có las siguientes obras de interés americanista: 1) De natura novi orbis (Sala-
donde ocurrió su muerte el 27 de septiembre de 1596. manca 1588 y 1589, Colonia 1596, Lyon 1670); 2) Depromulgatione Evange-
Obras: 1) Instructorium conscientiae (Salamanca 1585, 1592 y 1594, Lyon lii apud barbaros, seu de procuranda Indorum salute, publicada junto con la
1587); 2) Instructorium negotiantium duobus contentis libris... Ubi de contractibus anterior (Salamanca 1588 y en otras); 3) Historia natural y moral de las Indias,
et negotiationibus quaestiones earumque resolutiones perutiles quidem atque neces- traducción del De natura novi orbis (Sevilla 1590, Barcelona 1591, Madrid
sariae praeponuntur, accurateque discutiuntur et traduntur, praessiusque tam mo- 1608, 1792, 1954, México 1962); 4) De temporibus novissimis libri quatuor,
dernorum quam antiquorum opinionibus libratis atque perpensis statuitur ventas... junto con el De Christo reveíalo (Lyon 1592).
(Salamanca 1589), y bajo el título de Tractatus de contratibus et negotiationibus Esta última obra, aunque por el título no lo parece, está relacionada con
(Salamanca 1592, Lyon 1594, Brescia 1596). la actividad americana de Acosta; en efecto, el autor combate ciertas ideas
La segunda obra interesa más de cerca para nuestro tema. El autor trata que el P. Lope Delgado iba esparciendo en sus predicaciones limeñas de
en ella de todos los problemas que puede plantear el derecho de los contra- sabor un poco milenaristas.
tos; su conocimiento de la situación indiana le lleva también a ocuparse, en José de Acosta no sólo es el primer escritor jesuíta de cosas de América,
concreto, de los problemas que surgían en aquellas tierras del hecho mismo sino que ocupa también un puesto de primer plano entre los misionólogos
de las relaciones entre españoles e indígenas. de todos los tiempos.
Dedica los capítulos cuarto y quinto del libro primero a los negros Dos obras le aseguran este puesto.
(«aethiopes»), pero no en cuanto posibles negociantes, sino en cuanto eran La primera es su Historia natural y moral de las Indias. Esta obra interesa
considerados como mercancía o materia de contrato. Comienza por pregun- desde un doble punto de vista: científico y misional. Bajo el primer aspecto,
tarse «si una persona libre puede ser objeto de venta»; más adelante trata de la Historia de Acosta no cabe duda que abre la serie de obras científicas sobre
los varios títulos que pueden justificar la esclavitud y termina sentenciando el nuevo mundo por los innumerables datos de toda índole que va recogien-
que pecan gravemente los que con fraude y engaño embarcan a los negros do relativos a las Antillas, a Perú y a México, lugares visitados personalmente
y los venden. por Acosta. Bajo el aspecto misionológico, la Historia no resulta menos
Los autores posteriores señalan en fray Luis López una inclinación al interesante. El mismo Acosta confiesa que quiso ofrecer en ella una especie
laxismo, como advierte B. Alonso Rodríguez. de introducción o propedéutica a la labor evangelizadora, poniendo «lo
natural a los pies del evangelio».
José de Acosta (1540-1600) La otra obra, De procuranda Indorum salute, es la que mejor revela a
Acosta como teólogo, como moralista y como misionero. Es, por consiguien-
Procedente de una familia de conversos, nació en Medina del Campo
te, la que más nos interesa destacar aquí. Comprende seis libros, cuyos
(Valladolid) en 1540. Entró en la Compañía de Jesús en Salamanca en 1552
epígrafes nos pueden dar ya una idea de su contenido: libro 1.", «La predica-
y dos años después emitió los primeros votos en su ciudad natal, en donde
412 P.II. La Iglesia diocesana C.21. Pensadores eclesiásticos americanos 413
ción del evangelio a los indios, aunque difícil, es necesaria y rica de fruto»; ciudad». Aquí fijó su nueva residencia en 1604, última fecha que conocemos
libro 2.°, «De la ida y entrada a las naciones bárbaras para predicarles la fe»; de su vida y en la que era profesor de Teología en San Francisco de Lima.
libro 3.°, «Del gobierno y administración de los indios en lo político y civil»; Obras: 1) De exhibendis auxiliis sive de invocatione utriusque brachii tracta-
libro 4.°, «Cuáles deben ser los ministros del evangelio que predican la fe, y tus (Madrid 1600); 2) Tratado que contiene tres pareceres graves en derecho que
de qué medios podrán ayudarse»; libro 5.°, «De la doctrina cristiana y ense- ha compuesto el Padre... Sobre la verdadera inteligencia, declaración y justificación
ñanza de los indios en la fe y mandamientos»; libro 6.°, «De la administración de una Cédula Real de su Magestad... (Lima 1604).
de los sacramentos a los indios». La primera obra es un tratado sobre las relaciones entre la Iglesia y el
El objetivo primordial que Acosta se propone es indudablemente la Estado. El autor se sitúa obviamente en la línea teocrática tradicional procla-
conversión a la fe católica de los indígenas de América; obviamente se mando la superioridad del poder espiritual sobre el temporal aun en los
enfrenta con los problemas generales de toda evangelización, pero sus ob- casos mixtos; desde ese punto de vista expone con claridad y precisión la
servaciones y apreciaciones no se quedan en meras abstracciones, sino que competencia de ambos poderes.
se centran en los problemas más candentes que surgían en América ante el El segundo libro se ocupa del espinoso problema de los servicios perso-
hecho de la conquista por parte de los españoles. nales de los indios concretamente en la explotación de las minas. Sobre eso
Precisamente, la composición de este libro entre 1575 y 1576 coincide mismo Agía había presentado el parecer del 17 de mayo de 1601, con cuyas
con el período en que se pone sobre el tapete la «duda indiana», o sea, la conclusiones de entonces confiesa no estar ahora de acuerdo y las desmiente
cuestión de la licitud de la presencia española en Indias. Acosta interviene con el presente Tratado. La ocasión para escribirlo se la ofreció la real cédula
activamente en la polémica. Se muestra optimista y esperanzado en el futuro de Felipe III del 24 de noviembre de 1601, «que trata del servicio personal
de la evangelización, pero sin embargo denuncia con descarnada franqueza y repartimientos de indios».
los abusos y atropellos que los españoles venían cometiendo en América. El Tratado comprende tres pareceres o apartados: los dos primeros se
• Con ímpetu profético clama contra la esclavitud, contra los tributos refieren a la real cédula en sí misma, el tercero contempla su aplicación
injustos, contra los métodos de represión y explotación, el desenfreno y el concreta. Agía justifica plenamente la real cédula, en cuanto que ve en ella
salvajismo de los conquistadores, contra las guerras de conquista, contra la una medida eficaz para desterrar toda injusticia en el trabajo de los nativos.
avaricia y la rapiña y, en fin, contra el escándalo y el mal ejemplo de los Otra cosa era su aplicación, la cual, en gran parte, se dejaba al arbitrio de los
clérigos y religiosos. virreyes y otros gobernadores de Indias. Y precisamente sobre esto fue
No se vaya a pensar, sin embargo, que Acosta es un simple profeta de invitado Agía a pronunciarse.
calamidades. Junto a lo malo sabe también descubrir lo bueno, y con la Comienza por distinguir los servicios personales de los indios de los
denuncia negativa sabe proporcionar también la propuesta o sugerencia repartimientos o encomiendas de los nativos. El se ocupa solamente de los
positiva. En este libro, los problemas encuentran su solución «casi siempre servicios personales. Con un grande bagaje doctrinal por delante, admite la
definitiva», opina F. Mateos (ed. 1954, p.XXXVII), «por lo cual se convirtió licitud de las servidumbres personales, siempre y cuando no vayan contra el
desde su aparición en guía segura y autoridad indiscutible en materia de derecho natural, la caridad cristiana y el bien común de la sociedad. El
Indias». juzgar cómo se cumplen en los diversos casos estas condiciones, es ya cues-
tión no de doctrina, sino de experiencia.
Miguel Agía (f después de 1604) Hemos dicho ya cómo Agía se preparó para dar este parecer recorrien-
El mismo se dice natural de Valencia. En 1563 pasó a Nueva España. do «cerca de mil leguas de tierra». Cargado de ciencia y experiencia, Agía
Fue miembro de la provincia franciscana del Santísimo Nombre de Jesús, en termina su tercer parecer formulando con implacable firmeza el cierre
donde enseñó Teología y fue, repetidas veces, guardián y definidor. Hacia inmediato de las minas o «socabón grande» de Guancavelica: «entré en el
finales de 1594 viajó a España por asuntos de la Orden; en 1600 se encon- dicho socabón grande... y vi por vista de ojos la lavor... y el modo como
traba todavía en Madrid; probablemente seguía allí el 17 de mayo de 1601, travajan los indios y considerado el lugar y su gran profundidad y la malicia
fecha en que presentaba al rey y al Consejo de Indias un parecer sobre el y viscosidad de los metales... Digo... que tiene obligación el Rey nuestro
servicio personal de los indios. señor, y el señor virrey en su nombre, de mandar cerrar el dicho socabón...,
para desta manera evitar tan gran destrozo y daño de muertes... Y siento en
A partir de esta última fecha debió de emprender el viaje de regreso a
Dios y en mi conciencia».
las Indias, en compañía del nuevo comisario general del Perú, fray Juan
Venido, del que fue secretario. El mismo refiere (Tratado, p.l) que ambos El Tratado puede ofrecer todavía hoy notable interés para los turistas y
visitaron «las provincias y custodias de los Reynos del Perú y Tierra firme, sociólogos de las cosas de Indias.
desde que salimos de la ciudad de Cartagena para esta ciudad de Lima por
los distritos de las reales audiencias del Nuevo Reyno de Granada y de Sant
Francisco del Quito, que son cerca de mil leguas de tierra hasta llegar a esta
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Jerónimo Moreno (mediados del siglo XVII) Juan de Alloza (1598-1666)


Dominico. Editó: Reglas ciertas y precisamente necesarias para jueces y Nació en Lima, en mayo de 1598; entró en la Compañía de Jesús en
ministros de justicia de las Indias y para sus confesores (México, 1637). 1618; enseñó primero humanidades y luego durante muchos años teología
El opúsculo reúne los principios fundamentales del derecho civil y moral; fue superior del seminario de Lima y vicerrector del noviciado; murió
canónico que estaban en vigor en América. Hoy constituye una fuente útil el 6 de noviembre de 1666.
para el estudio del derecho misional de la época. Entre otras obras, publicó: Flores Summarum seu Alphabetum morale om-
nium fere casuum qui confessoribus contingere possunt, ex selectioribus doctoribus
Juan Rodríguez de León (mediados del siglo XVH) praecipue Societatis Iesu, ex utroque iure ac manuscriptis peruanis (Lyon, 1665;
Canónigo de la iglesia de Tlaxcala. Es autor de la siguiente obra: El Liége, 1665; Lyon, 1666; Colonia, 1669 y 1677; Milán, 1677, y Colonia,
Predicador de las gentes San Pablo. Ciencia, preceptos, avisos y obligaciones de los 1705 y 1715).
predicadores evangélicos con doctrina del Apóstol (Madrid, 1638). Trátase de una de las clásicas Sumas de moral casuística de la época
El interés de esta obrita está en el hecho de proponer al Apóstol como postridentina; sus muchas ediciones indican claramente la aceptación que
modelo para los predicadores del tiempo. Contiene, además, normas especí- encontró. Su difusión coincide precisamente con el momento en que el
ficas sobre la predicación a los indígenas de América; de hecho, el capítulo prepósito general Tirso González trata de imponer enconadamente el siste-
10 del libro III se intitula: «Modo de predicar a los gentiles de las Indias, ma del probabiliorismo en el seno de la Compañía. El Alphabetum morale de
mereciendo las gracias de la Sede Apostólica y dilatando la fe de la ley Alloza sigue tal vez una tendencia menos rigorista, como parece desprender-
christiana». se de la advertencia que figura en el frontispicio de su cuarta edición (Colo-
nia, 1669), en la que se dice que todos los casos de moral, «quantum licet,
Alonso de Sandoval (1576-1651) benigne digeruntur». En la «Disputatio III» se da cabida a varios casos toma-
Nació en 1576 en Sevilla, aunque de origen toledano; por eso en la dos de los «indios peruanos».
portada de su obra él mismo se considera «natural de Toledo»; sobrino del
conocido escritor asceta Diego Alvarez de Paz, S. J. Estudió en el seminario Pedro de Alva y Astorga (1601-1667)
de San Martín de Lima y entró en la Compañía de Jesús en 1593. En 1605
fue destinado al colegio de Cartagena de Indias, donde estuvo hasta 1617; el Nació hacia 1601-1602 en Carbajales (Zamora). De edad de unos ocho
trienio siguiente lo pasó en Lima; desde 1619 residió en Cartagena hasta años fue llevado al Perú y naturalizado en el Cuzco, lo que explica que
1651, año en que murió; en 1627 desempeñó el cargo de rector del colegio muchos autores posteriores considerasen esta ciudad como lugar de su
de dicha ciudad. nacimiento. Frecuentó el colegio de San Antón, que era el seminario del
Obra: De instauranda Aethiopum salute. Naturaleza, policía sagrada y profa- obispado del Cuzco. Hacia 1621, mientras seguía los estudios teológicos en
na, costumbres, ritos, disciplina y catechismo evangélico de todos Etíopes (Sevilla, el colegio de San Martín, en Lima, ingresó en la provincia franciscana de los
1627, y Madrid, 1647). Doce Apóstoles del Perú. Ordenado sacerdote, ejerce simultáneamente la
Alonso de Sandoval es un precursor de San Pedro Claver en el apostola- enseñanza, la predicación y diversos cargos de gobierno. En 1641 era ya
do de los negros africanos transportados a América. Desde que llegó a profesor jubilado.
Cartagena salió por la ciudad en busca de negros; d e l 6 0 7 a l 6 1 0 desembar- Por esa fecha o un poco antes vino a España como procurador de su
caban en Cartagena de doce a catorce navios negreros registrados. A estos provincia; concluía así su estancia en las Indias. Como custodio de su provin-
pobres esclavos dedicó, pues, Alonso de Sandoval su vida apostólica y tam- cia participó de vocal en el capítulo general de Toledo en 1645 y en la
bién su actividad científica. congregación general celebrada en la misma ciudad en 1648. En 1650 pasó
La obra comprende cuatro libros. El primero trata «de las principales a Roma como procurador de la Causa de beatificación del misionero ameri-
naciones de Etíopes, que se conocen en el mundo»: una mezcla de geografía, cano Francisco Solano; en 1654 fue nombrado procurador general de la
historia y leyenda de los pueblos negros del África. El segundo contiene una Orden; a los pocos meses, renunció a este cargo y regresó a España; hacia
descripción «de los males que padecen estos negros», especialmente a causa 1661 ó 1662 se trasladó a los Países Bajos y montó una imprenta en Lovaina
de la esclavitud. El tercero se ocupa «del modo de ayudar a la salvación de para editar sus propias obras; ésta dejó de crujir sólo cuando fray Pedro dejó
estos negros»: una verdadera metodología misional sacada de la propia de existir en 1667.
experiencia; métodos de bautismos y catecismo; uso de ficheros e intérpre- Este franciscano zamorano fue un portento de actividad. Su nombre
tes; los problemas de los rebautismos y confesiones por intérpretes; este quedó unido a la acalorada controversia sobre la Inmaculada Concepción, a
libro, como afirma Valtierra, debió ser, sin duda alguna, el vademécum de la que van dedicadas muchas de sus obras. He aquí algunas: 1) Bibliotheca
todos los que trabajaban con negros en su época. El libro cuarto es una Virginalis, 2 vols. (Madrid, 1648); 2) Armamentarium Seraphicum et Regestum
apología de su obra. universale pro tuendo titulo Immaculatae Conceptionis (Madrid, 1649); 3) 5o/
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Veritatis (Madrid, 1650); 4) Militia Immaculatae Conceptionis (Lovaina, portamiento del doctrinero ante las diversas situaciones generadas por los
1663); 5) Monumenta antiqua Immaculatae Conceptionis (Lovaina, 1664); indígenas.
6) Monumenta antiqua seraphica pro Immaculata Conceptione (Lovaina, 1665). El enfoque eminentemente práctico de la obra añade a su valor canóni-
co-moral el ulterior de que permite deducir de los problemas que plantea el
conocimiento de la situación religioso-social de los indios ya cristianos.
Juan de Almoguera (f 1676)
Desde este punto de vista es especialmente rico el libro segundo, en el que
Religioso trinitario, fue obispo de Arequipa desde 1659 hasta 1673, y se habla de los tributos, de los contratos, de la idolatría, de los hechiceros, de
arzobispo de Lima, desde este año hasta el de 1676, en que murió. Publicó los caciques, de los encomenderos, de los corregidores y de la embriaguez,
la siguiente obra: Instrucción de sacerdotes con aplicación individuada a curas y a la que, por ejemplo, describe como un hecho tan generalizado entre los
eclesiásticos de las Indias, donde se escrive... Dirigida al Rey Nuestro Señor... nativos, que el autor no considera calumnia llamarle borracho a un indio,
(Madrid, 1671). porque, según él, se embriagaban prácticamente todos.
Obra importante para la formación del sacerdote en general y del Como puntos más concretos dignos de especial mención merecen resal-
sacerdote misionero en América. Comprende cuatro tratados: 1) la sublimi- tarse la insistencia, en un momento ya tan tardío como 1668, y refiriéndose
dad del estado sacerdotal; 2) el mal ejemplo de los sacerdotes es pésimo en a los doctrineros, en proponer a los Apóstoles como modelos de párrocos
la Iglesia universal, pero especialmente en tierra de misiones; 3) pecados que (libro 1, tratado 10, sesión 1), la afirmación de que «es engaño muy grande
ocasionan los litigios y avaricia de los eclesiásticos, especialmente de los dezir y entender que no es menester para entre los indios theología» (ibid.,
párrocos, en Indias y, sobre todo, en el Perú; 4) la ciencia necesaria que sesión 17) y el juicio moral que formula sobre los agravios hechos a indios:
deben poseer los eclesiásticos. «Tengo por cosa llana que es mayor pecado agraviar a los indios que a los
españoles» (libro 1, tratado 1, sesión 6).
Alonso de la Peña Montenegro (f 1687) Respecto del escritor, se puede buenamente pensar que Peña Montene-
El mismo autor nos ofrece en la portada de su obra los datos esenciales gro formaba parte del círculo de aquellos obispos de indios de los que él
de su ficha biográfica. Primeramente fue colegial en el colegio de la Univer- mismo dice que «están obligados a ser tutores y defensores de los indios y
sidad de Santiago, y en 1632 entró en el Colegio Viejo de San Bartolomé de otros pobres» (libro 2, sesión 8).
Salamanca. Canónigo magistral, sucesivamente, de la iglesia colegiata de Iria Las frases que hemos transcrito y otras muchas que esmaltan el Itinera-
Flavia (Coruña), de la catedral de Mondoñedo y de la catedral metropolitana rio de Peña Montenegro hubieran podido caer de la boca o de la pluma de
de Santiago de Composfela. Aquí ocupó también la cátedra de Escritura en un San Carlos Borromeo o de cualquier otro obispo ideal de la reforma
la Universidad. A partir de 1653 le espera nuevo destino y también nuevo católica postridentina.
mundo. En efecto, el 18 de agosto de ese año fue nombrado para regir el
obispado de Quito, en el que permaneció hasta su muerte, en 1687. Diego de Avendaño (1594-1688)
Es autor de la siguiente obra: Itinerario para parochos de indios. En que se
Nació en Segovia, en 1594. Estudió gramática latina en su ciudad natal
tratan las materias más particulares, tocantes a ellos, para su buena administración
(Madrid, 1668; Lyon, 1679; Amberes, 1698, 1726 y 1754; Madrid, 1771). y, a continuación, cursó filosofía en Sevilla, en el colegio de Maese Rodrigo.
En esta ciudad conoció al que sería su futuro mentor, Juan Solórzano
Esta obra recuerda por el título el Itinerarium de fray Juan Focher, del
Pereira, célebre autor de la Política indiana, con el que se embarcó para
que nos hemos ocupado más arriba, pero es muy superior a éste, por
extensión de páginas y amplitud temática, y tuvo también mayor aceptación América en 1610.
ante el público a lo largo de todo un siglo, como lo ponen de manifiesto las Ya en Lima, y apoyado por el propio Solórzano, ingresó en el colegio de
seis ediciones que alcanzó. los jesuítas de San Martín. Aquí se sintió llamado a la Compañía de Jesús y
El voluminoso in-folio comprende cinco libros, con un total de 562 en 1612 emitía los primeros votos. Terminados sus estudios de filosofía y
páginas de texto, más 72 de preámbulos e índices. A su vez, el libro primero teología, recibió la ordenación sacerdotal en 1619.
se subdivide en trece tratados; el segundo, en doce; el tercero, en diez; el Inicia entonces una brillante carrera de predicador, de profesor, de
cuarto, en seis; y finalmente, el quinto, en cuatro. gobernante y de escritor. Fue director del colegio de Cuzco, rector del
La obra reviste un carácter eminentemente práctico y está destinada a colegio y Universidad de Charcas, rector de la Universidad de Chuquisaca,
resolverle al doctrinero o párroco de indios, basándose en los principios del en la que ocupó la cátedra de Prima de Teología por dos veces. De aquí pasó
derecho canónico y de la moral, cuantos problemas se le plantearan en el a Lima, de cuyo Colegio Máximo de San Pablo fue profesor y rector. De
ejercicio de su ministerio. 1661 a 1669 gobernó la provincia jesuítica del Perú. Cúpole a él reunir la
Esos problemas se pueden englobar bajo tres epígrafes fundamentales: decimoquinta Congregación provincial en 1665. Fue también rector del
obligaciones del doctrinero, obligaciones y privilegios de los indios, y com- noviciado de la Compañía en Lima y consultor de la Inquisición. En el
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colegio de San Pablo de esta ciudad entregó su alma a Dios en 1688, a los El primero se refiere a la prioridad que se debe dar a la evangelización.
noventa y cuatro años de edad. No se va a América sólo para ser fraile y vivir encerrado dentro de un
Obras: 1) Thesaurus Indicus seu generalis instructor pro regimine conscien- convento; se debe ir sobre todo para convertir infieles: «Vuelvan otra vez las
tiae in iis quae ad Indias spectant, 2 vols. (Amberes, 1668); 2) Auctarium Provincias a reconocer el ejercicio de las misiones por el fin más principal de
Indicum (Amberes, 1675); 3) Auctarii Indici tomus secundas (Amberes, 1676); su establecimiento en las provincias de América» (Gobierno 2, 58).
4) Auctarii Indici tomus tertius (Amberes, 1678); 5) Auctarii Indici tomus quar- El segundo concepto versa sobre la necesidad y rigor del examen de
tus (Amberes, 1686); 6) Cursus consummatus sive recognitiones theologicae... idoneidad de los candidatos (Ibíd., p. 108-136). A este propósito escribe
utilia multa et specialia continentes generaliter et pro Indiis circa earum Thesau- Pedro Borges {El envío, 274): «Creo no equivocarme si afirmo que es el
rum (Amberes, 1686). franciscano Pedro José Parras, ... el que con más lucidez ha desarrollado una
Avendaño fue un decidido defensor de los derechos tanto de los indios teoría sobre la idoneidad requerida en el aspirante a las misiones». Traza
americanos como de los negros africanos. Sus ideas, sin embargo, tienen sobre ello toda una teología misional. Se inspira en San Buenaventura, en
poco de originales. Están recopiladas de autores anteriores, como Focher, San Juan de Capistrano y en los Capítulos de la Orden. Pero por la perfecta
Acosta, Agía y Sandoval. coincidencia temática se diría que Parras parece estar copiando, sin citarlo,
a uno de los primeros teóricos de la evangelización, Juan Focher, ya mencio-
Andrés Miguel Pérez de Velasco (siglo x v m ) nado.
El mismo se profesa en la portada de sus obras «Colegial que fue de
oposición en el Real de San Ignacio de la Puebla, cura beneficiado, vicario
NOTA BIBLIOGRÁFICA
y juez eclesiástico de la parrochia de Santo Domingo Ytzocan, comisario del
Santo Oficio de la Inquisición y su revisor».
Escribió las dos obras siguientes: El pretendiente de curatos instruido para Historia de la teología
si lograre su pretensión y desengañado para que, si no es únicamente la honra de Ámbito general: E. D. DüSSEL, «Hipótesis para una historia de la teología en
Dios y el bien de las almas quien le mueve, desista de pretender, y no sea cura América latina», en Para una historia de la evangelización en América latina (Barcelona,
1987), 271-319; F. MATEOS, «Ensayo sobre la espiritualidad en América del Sur
(Puebla de los Angeles, 1765); El ayudante de cura instruido en el porte a que le (1510-1580)»: Missionalia Hispánica 15 (Madrid, 1958), 85-118; J. MESEGUER, «Pensa-
obliga su dignidad en los deberes a que le estrecha su empleo y en la fructuosa miento franciscano en América», en Actas del I Congreso Internacional sobre los francisca-
práctica de su ministerio (Puebla de los Angeles, 1766). nos en el Nuevo Mundo (Madrid, 1987), 405-441; P. RICARD (ed.), Materiales para una
La segunda obra es continuación de la primera. Ambas forman un historia de la teología en América latina (San José, 1981); ID., Raíces de la teología
latinoamericana. Nuevos materiales para la historia de la teología (San José, 1985).
precioso manual de pastoral parroquial, en el que el autor ha sabido volcar
Aspectos concretos: M. ANDRÉS: «Espiritualidad agustiniana en Nueva España (si-
su larga experiencia apostólica de más de cuarenta años. glos xvi y XVII)», en Congreso Internacional Agustinos en América y Filipinas (Valladolid,
1990), 161-188; M. G. CRESPO PONCE, Estudio histérico-teológico de la "Doctrina cristia-
Pedro José Parras (1728-1784) na para instrucción e información de los indios por manera de historia» de fray Pedro de
Córdoba, O. P. (f 1521) (Pamplona, 1988); G. S. FERNÁNDEZ DE RECAS, Grados de
Franciscano de la provincia de Aragón, cursó sus estudios sacerdotales licenciados, maestros y doctores en Artes, Leyes, Teología y todas las Facultades de la Real y
en el convento de San Francisco de Zaragoza. Se encontraba en La Almunia Pontificia Universidad de México (México, 1963); J. A. SALAZAR, Los estudios eclesiásticos
de Doña Godina (Zaragoza) cuando el 2 de agosto de 1748 recibió la invita- superiores en el Nuevo Reino de Granada (Madrid, 1946); J. I. SARANYANA y otros,
ción para formar parte de una expedición misionera para el Río de la Plata. Evangelización y teología en América (siglo XVI) 1-2 (Pamplona, 1990), donde se inser-
Superadas las dudas iniciales, aceptó, y el día 5 de diciembre de 1748 se tan numerosos estudios relacionados con la historia de la teología en América; A. DE
ZABALLA, Transculturación y misión en Nueva España. Estudio histórico-doctrinal del libro
hallaba ya en Cádiz, donde se embarcó en febrero de 1749 en compañía de de los «Coloquios» de Bernardino de Sahagún (Pamplona, 1990).
otros seis franciscanos. Escritores eclesiásticos hispanoamericanos: Además de las bibliografías de índole
Después de veinte años de misionero en América regresó a España general, E. B. ADAMS, A Bio-Bibliography of Franciscan Authors in colonial Central
definitivamente. En 1768 fue vocal del capítulo general de la Orden celebra- America (Washington, 1953); J. DEL REY FAJARDO, Bibliografía de los jesuítas en la
Venezuela colonial (Caracas, 1974); F. ZAMBRANO, Diccionario bibliográfico de la Compa-
do en Valencia; durante algún tiempo, secretario del comisario general de ñía de Jesús en México 1-3 (México, 1961-1963).
Indias en Madrid y, finalmente, guardián del convento de Zaragoza. Murió
en 1784. Bartolomé de las Casas
Obras: 1) Diario y derrotero de sus viajes, 1749-1753: España, Río de la P. BORGES, Quién era Bartolomé de las Casas (Madrid, 1990); L. GAI.MÉS, Bartolomé
Plata, Paraguay (Buenos Aires, 1943); 2) Gobierno de los regulares de la Améri- de las Casas, defensor de los derechos humanos (Madrid, 1982); M. GIMÉNEZ FERNÁNDEZ,
ca ajustado religiosamente a la voluntad del rey, dos vols. (Madrid, 1783). Bartolomé de las Casas 1-2 (Sevilla, 1984), que abarca de 1516 a 1523; L. HANKE y M.
GIMÉNEZ FERNÁNDEZ, Bartolomé de las Casas, 1474-1566. Bibliografía crítica (Santiago
Parras es un hombre típico de la Ilustración. Aquí, sin embargo, vamos de Chile, 1954); A. LOSADA, Bartolomé de las Casas a la luz de la moderna crítica (Madrid,
a limitarnos a destacar dos conceptos suyos eminentemente misionales. 1970); I. PÉREZ, Inventario documentado de los escritos de fray Bartolomé de las Casas
420 P.II. La Iglesia diocesana
(Bayamón, P. Rico, 1981); ID., Cronología documentada de los viajes, estancias y actuacio-
nes de fray Bartolomé de las Casas (Bayamón, 1984). Actualmente se está publicando en PARTE III
Sevilla una edición crítica de las obras de Las Casas.

Juan Focher y Diego Valadés


LA IGLESIA MISIONAL
J. FOCHER, Itinerario del misionero en América, ed. A. Eguíluz, bilingüe (Madrid,
1960); ID., Declaratio duorum indultorum Pauli Papae IV, en J. GARCÍA ICAZBALCETA,
Códice franciscano (México, 1889), 115-126, en latín (México, 1941), 103-114, en
castellano; A. EGUÍLUZ, «El "Enchiridion" y el "Tractatus de baptismo et matrimo-
nio" de Fr. Juan Focher, O. F. M.»: Missionalia Hispánica 19 (Madrid, 1962),
331-370.
L. OLIGUER, «De vita et scriptis Didaci Valadés»: Archivum Franciscanum Histori-
cum 36 (Quaracchi, 1943), 32-53; E. J. PALOMERA, Fray Diego Valadés, O. F. Ai.,
evangelizador y humanista de la Nueva España. Su obra (México, 1962); ID., Fray Diego
Valadés... El hombre y su época (México, 1963); I. VÁZQUEZ, «Fray Diego Valadés. Nueva
aproximación a su biografía», en Actas del II Congreso Internacional sobre los franciscanos
en el Nuevo Mundo (Madrid, 1988), 843-871.

A. de Veracruz y José de Acosta


P. O'CAI.LAGHAN, «Estudio soteriológico de los sermones cuaresmales de fray
Alonso de Veracruz, O. S. A.», en SARANYANA, Evangelización, 1221-1235; P. CEREZO
DE DIEGO, Alonso de Veracruz y el derecho de gentes (México, 1985), donde se recoge la
abundante bibliografía sobre Veracruz aparecida hasta ese momento; M. OLIMÓN
NOLASCO, «Teología y predicación de fray Alonso de Veracruz (México, 1555)», en
SARANYANA, Evangelización, 1237-1251; E. TEJERO, «La primera valoración doctrinal
del matrimonio de indios en Nueva España (A. de Veracruz)», en SARANYANA: Ibíd.,
1293-1308.
J. DE ACOSTA, Obras, ed. F. Mateos, Biblioteca de Autores Españoles, vol. 73
(Madrid, 1954); ID., Deprocuranda indorum salute, ed. L. Pereña y otros, 1-2 (Madrid,
1984-1987); C. BACIERO, «Acosta y el Catecismo límense: una nueva pedagogía», en
L. PEREÑA y otros, Inculturación del indio (Madrid, 1988), 201-262; L. LOPETEGUI, El
P. fosé de Acosta, S. I., y las misiones (Madrid, 1942); J. M. PANIAGUA, La evangelización
de América en las obras del P. fosé de Acosta (Pamplona, 1989).

Pensadores restantes
M. AGÍA, Servidumbres personales de indios, ed. F. J. Ayala (Sevilla, 1946).
A. DE SANDOVAL, De instauranda Aethiopum salute. El mundo de la esclavitud negra
en América, ed. A. Valtierra (Bogotá, 1956); ID., Un tratado sobre la esclavitud, ed. E.
Vila Vilar (Madrid, 1987); J. P. TARDIEU, «DU bon usage de la monstruosité. La visión
de l'Afrique chez Alfonso de Sandoval (1627)»: Bulletin Hispanique 86 (Toulouse,
1984), 164-178.
L. CEYSSENS, «Pedro de Alva y Astorga, O. F. M., y su imprenta de la Inmaculada
Concepción de Lovaina (1663-1666)»: Archivo Ibero-Americano 11 (Madrid, 1951),
5-35; A. EGUÍLUZ, «Fr. Pedro de Alva y Astorga, O. F. M., en las controversias in-
maculistas»: Verdad y Vida 12 (Madrid, 1954), 247-272; ID., «E1P. Alva y Astorga y sus
escritos inmaculistas»: Archivo Ibero-Americano 15 (Madrid, 1955), 497-594.
A. LOSADA, «Diego de Avendaño, S. J., moralista y jurista, defensor de la digni-
dad humana de indios y negros en América»: Missionalia Hispánica 39 (Madrid, 1982),
1-18.
CAPÍTULO 22

ESTRUCTURA Y CARACTERÍSTICAS DE LA
EVANGELIZARON AMERICANA
Por PEDRO BORGES

La evangelización americana, al igual que la filipina, ofrece una estruc-


tura y unas características generales que les son propias dentro del marco
histórico de las misiones católicas. Ambas facetas se derivan de tres factores
fundamentales, consistentes en el especialísimo papel que la Corona españo-
la desempeñó en el proceso evangelizador, en las también especialísimas
circunstancias en las que se desarrolló ese mismo proceso y en las particula-
ridades que ofreció el mundo americano, sobre todo el de las sociedades
indígenas prehispánicas.

I. LA CORONA, EJE DE LA EVANGELIZACIÓN

Es indudable que, una vez descubierta en 1492, América se hubiera


terminado por convertir, probablemente desde el primer momento, en un
campo misional para las Ordenes religiosas, las cuales se hubieran desplaza-
do al Nuevo Mundo por propia iniciativa para evangelizar a los nativos
americanos. De hecho, sin embargo, las primeras alusiones al Nuevo Mundo
como campo misional son las que se consignan en el Diario del primer viaje
de Cristóbal Colón y en la controvertida Carta anunciadora del descubri-
miento (1493), tras lo cual la iniciativa evangelizadora pasó a la Corona
española, que terminó convirtiéndose en impulsora y directora de toda la
acción misional americana.

A) Derecho y deber misional de la Corona

Las relaciones de la Corona española con la evangelización del Nuevo


Mundo arrancan de la bula ínter coetera del 3 de mayo de 1493, por la que el
papa Alejandro VI, tras recoger el deseo y la promesa expresados por los
Reyes Católicos en este sentido, les impone la obligación de enviar a las islas
y tierras nuevas descubiertas «varones probos, temerosos de Dios, doctos,
instruidos y experimentados», para que convirtieran al cristianismo a los
indígenas recién descubiertos.
Ya se ha dicho (capítulos 3 y 5) que este precepto evangelizador impues-
to a los reyes españoles era un requisito conforme a la tradición bajomedie-
C.22. Estructura y características de la evangelización americana 425
424 P.III. La Iglesia misional
Indias que, pospuesto todo otro respeto de aprovechamiento e interés nues-
val reflejada en los casos de las Canarias y de las exploraciones portuguesas tro, tengan por principal cuidado las cosas de la conversión y doctrina y, sobre
en el litoral occidental africano. Entraña, en cambio, la novedad de que todo, se desvelen y ocupen, con todas sus fuerzas y entendimiento, en proveer
confía expresamente a la Corona española el derecho y la obligación de y poner ministros suficientes para ello y todos los otros medios necesarios y
enviar misioneros a América, a diferencia de los documentos pontificios convenientes para que los indios y naturales se conviertan y conserven en el
conocimiento de Dios, honra y alabanza de su santo nombre, de forma que,
anteriores, en los que no se especifica cómo se debería realizar la cristianiza- cumpliendo nos con esta parte que tanto nos obliga, y a que tanto deseamos
ción de las tierras que se descubrieren u ocuparen. satisfacer, los del nuestro Consejo descarguen sus conciencias, pues con ellos
A esta inicial obligación, restringida al envío de un personal misionero descargamos la nuestra» (libro 2, título ^ ley 8).
que en principio no era incumbencia de la Corona, se le fueron añadiendo
paulatinamente el derecho y las obligaciones anejos a los sistemas de Patro- Este mismo código, ahora sin aludir a documentos oficiales anteriores,
nato Real, del Vicariato Regio y del Regalismo Borbónico (capítulos 5 y 6) sino consignando un pensamiento del promulgador, Carlos II, arranca con
para que la Corona terminara asumiendo prácticamente todas las facultades las siguientes palabras:
y deberes exigidos por la propagación del Evangelio, incluso con una preme-
ditada y sistemática marginación de la Santa Sede, que era la llamada a «Dios nuestro Señor, por su infinita misericordia y bondad, se ha servido
dirigir ese proceso (capítulo 4). de darnos, sin merecimientos nuestros, tan grande parte en el señorío de este
mundo... Y teniéndonos por más obligado que otro ningún príncipe del mun-
Los documentos oficiales dan por supuesto ese estado de cosas, conoci- do a procurar su servicio y la gloria de su santo nombre y emplear todas las
do por todos y admitido casi por unanimidad, y no suelen aludir a las fuerzas y poder que nos ha dado en trabajar que sea conocido y adorado en
todo el mundo por verdadero Dios..., felizmente hemos conseguido traer al
facultades de la Corona en este punto, sino en casos especiales o controverti- gremio de la santa Iglesia católica romana las innumerables gentes y naciones
dos. En cambio, insisten hasta la saciedad en lo referente a los deseos que habitan las Indias Occidentales» (libro 1, título 1, ley 1).
evangelizadores de los reyes, así como en la obligación misional que creían
incumbirles. Este sentimiento de deber lo hacen derivar unas veces (mien- En 1787, Carlos III afirmaba que «la primera de mis obligaciones y de
tras se consideró válida la donación pontificia de las nuevas tierras a España) todos los sucesores de mi Corona es la de proteger la religión católica en
del precepto de Alejandro VI de 1493, mientras que en la mayor parte de los todos los dominios de esta vasta monarquía».
casos lo fundamentan en el sentimiento de gratitud a Dios por los beneficios Por su parte, Carlos IV les advertía a los intendentes en 1803 que «la
recibidos de El, entre los que destacan el descubrimiento y la posesión de la primera acción de estas visitas ha de ser informarse si los indios son bien
propia América. A la verdadera razón, que consistía en que la evangelización doctrinados y tienen toda la asistencia espiritual que se requiere».
del Nuevo Mundo representaba una de las contrapartidas de los derechos Todo parece indicar que los reyes españoles, desde el siglo XV hasta el
del Real Patronato, no suelen aludir. xix, eran sinceros cuando manifestaban este su deseo y deber evangelizado-
Los testimonios a este respecto se cuentan por millares. Como muestras res, lo que no quiere decir (ellos tampoco lo dicen nunca) que persiguieran
más representativas valgan estas tres. única y exclusivamente la evangelización ni que renunciaran o ignoraran los
beneficios de índole política y económica que esa misma evangelización les
Recogiendo el contenido de sendas reales cédulas de 1542, 1571 y
reportaba. Lo primero, además de ingenuo, sería distorsionar el cometido
1636, la Recopilación de leyes de los Reinos de las Indias inserta el siguiente
propio de la Corona. Lo segundo equivaldría a suponer en ellos una hipo-
texto en 1681:
cresía, celosísimamente guardada siglo tras siglo, que no llegó a atisbar
ninguno de sus contemporáneos, porque todos creyeron en la sinceridad de
«Considerando los grandes beneficios y mercedes que de la benignidad
soberana hemos recibido y cada día recibimos con el acrecentamiento y amplia- los propósitos evangelizadores de los monarcas, ignorar la indiscutible reli-
ción de los reinos y señoríos de nuestras Indias, y entendiendo bien la obliga- giosidad imperante en todos los estratos sociales de la época y aplicarles a
ción y cargo que con ellos se nos impone, procuramos de nuestra parte (des- ellos nuestra mentalidad actual recurriendo a una acronía inadmisible.
pués del favor divino) poner medios convenientes para que tan grandes reinos Lo que habría que demostrar en este punto no es que la Corona españo-
y señoríos sean regidos y gobernados como conviene» (libro 1, título 2, ley 1).
la se preocupara sinceramente de la evangelización, sino que, yendo contra
corriente, se desentendiera de ella o sólo se preocupara de la misma por
En otro pasaje, ahora basándose en las Ordenanzas del Consejo de
apetencias políticas.
Indias y en una real cédula de 1636, la misma Recopilación afirma:
Con la misma claridad que la propia Corona percibieron este derecho y,
«Según la obligación y cargo con que somos Señor de las Indias, ninguna sobre todo, esta obligación misional de los reyes cuantos se interesaron por
cosa deseamos más que la publicación y ampliación de la ley evangélica y la la evangelización, especialmente los propios misioneros.
conversión de los indios a nuestra santa fe católica. Y porque a esto, como al Las continuas solicitudes dirigidas a los monarcas para que enviaran más
principal intento que tenemos, enderezamos nuestros pensamientos y cuida- religiosos a América, las tan frecuentes peticiones de ayuda económica a la
do, mandamos, y cuanto podemos encargamos a los del nuestro Consejo de las
426 P.III. La Iglesia misional C.22. Estructura y características de la evangelización americana 427
t a r e a misional o las sugerencias d e q u e p r e c e p t u a s e n algo q u e favorecía a la las Indias del c u m p l i m i e n t o p o r los reyes d e su obligación evangelizadora, la
evangelización o d e q u e p r o h i b i e r a n aquello o t r o q u e la perjudicaba, son de quienes s u p e d i t a r o n el f u t u r o del N u e v o M u n d o (la p r o s p e r i d a d o la
o t r o s tantos signos d e esta convicción ambiental, las más d e las veces consig- destrucción) a la realización e n él de los planes misionales d e Dios y la d e
n a d a e x p r e s a m e n t e , las m e n o s sólo d e u n a m a n e r a implícita, p e r o n u n c a quienes o p i n a r o n q u e los m o n a r c a s n o cumplían con su d e b e r si descuida-
i m p u g n a d a p o r nadie, ni eclesiásticos ni seglares, p o r q u e la c o m p a r t í a n b a n la l a b o r misional. Las dos p r i m e r a s p o s t u r a s fueron m a n t e n i d a s p r e d o -
todos. m i n a n t e m e n t e p o r los eclesiásticos, incluso hasta finales del siglo XVIII,
A esta ausencia d e impugnaciones d e algo q u e se consideraba incuestio- mientras q u e la t e r c e r a fue sostenida p o r eclesiásticos y seglares.
nable se adiciona la circunstancia d e q u e , p o r esa misma razón, nadie t r a t ó
t a m p o c o d e d e m o s t r a r l o con largos r a z o n a m i e n t o s . Se p a r t i ó siempre d e u n
h e c h o admitido p o r t o d o s y cuya raíz se dio también p o r sabida, d e m a n e r a B) Ejercicio de los derechos y deberes oficiales
q u e o n o necesitaba d e u n a exhaustiva a r g u m e n t a c i ó n o bastaba con aludir
Los reyes ejercieron su c o m e t i d o d e directores s u p r e m o s d e la actividad
a sus f u n d a m e n t o s .
misionera interviniendo, o reservándose el d e r e c h o a intervenir, e n t o d o s los
Estos se h a c e n consistir o bien en el p r e c e p t o pontificio d e 1 4 9 3 , o bien aspectos d e índole disciplinar d e la misma m a n e r a q u e lo h u b i e r a p o d i d o
e n las obligaciones anejas a los d e r e c h o s del Real P a t r o n a t o , o bien e n el hacer la Santa Sede. Solamente se c o n s i d e r a r o n incapacitados p a r a interve-
d e b e r d e justicia y caridad q u e la C o r o n a tenía c o n t r a í d o p a r a c o n los indios. nir en los asuntos relativos al d o g m a y en aquellos o t r o s p a r a cuya solución
En último t é r m i n o , e n q u e p o r u n a r a z ó n u otra, o p o r todas simultánea- se r e q u e r í a la posesión del o r d e n sacerdotal, c o m o consagración d e obispos,
m e n t e , la presencia d e España e n América estaba indisolublemente u n i d a a erección canónica d e iglesias y diócesis, o r d e n a c i ó n d e clérigos, administra-
su evangelización, y esta última era incumbencia ineludible d e la C o r o n a ción de sacramentos o concesión d e indulgencias.
española.
R e s u m i e n d o b r e v e m e n t e las principales facetas d e su intervención, ésta
Las afirmaciones e n este sentido constituyen u n a u t é n t i c o estribillo e n
la practicaron enviando a América p e r s o n a l evangelizador, legislando copio-
la d o c u m e n t a c i ó n americana, cuya repetición sería enojosa.
samente sobre las misiones, sosteniéndolas e c o n ó m i c a m e n t e , p r o t e g i é n d o -
C o m o ejemplo d e inusual a r g u m e n t a c i ó n del d e b e r misional d e la C o r o -
las d e posibles enemigos y r e m o v i e n d o los obstáculos q u e se o p o n í a n a la
n a valga el siguiente pasaje del franciscano J e r ó n i m o d e Mendieta, consigna-
difusión del Evangelio.
d o e n Nueva E s p a ñ a en 1587:
Los misioneros q u e viajaron a América lo hicieron m u c h a s veces a
La Corona tenía «obligación de mirar por el bien así espiritual como solicitud d e la p r o p i a C o r o n a , siempre tras la previa selección y a p r o b a c i ó n
temporal de los indios con más cuidado, advertencia y vigilancia que por el de d e la misma, e n el n ú m e r o q u e ésta d e t e r m i n a b a y con el destino q u e les
los otros vasallos. Lo primero, por estar particularmente los indios para este
fin encomendados por la Silla Apostólica a S. M. y a los demás reyes de Castilla señalaba.
en la concesión que se les hizo de estos reinos. Lo segundo, porque los Reyes La legislación oficial d e carácter misional, cuyos d o c u m e n t o s se c u e n t a n
Católicos, en su nombre y en el de todos sus sucesores, se profirieron y p o r millares, abarca t o d o s los aspectos d e la evangelización, desde la distri-
obligaron a este cuidado cuando pidieron la dicha concesión a la Silla Apostóli-
ca. Lo tercero, por ley natural y divina, que obliga al que rige y gobierna a bución geográfica d e los misioneros hasta la m a n e r a c o m o debían ejercer su
mirar más por el pobre que por el rico, por el débil y flaco que por el poderoso, ministerio; desde el r e c u e r d o y exigencia del c u m p l i m i e n t o d e sus obligacio-
por el ignorante que por el que sabe, por el descuidado que por el cuidadoso» nes hasta la indicación d e c ó m o debían relacionarse con los nativos; desde el
(GARCÍA ICAZBALCETA, Nueva colección, V, 7). m o d o d e c o n g r e g a r a los indígenas e n p o b l a d o s p a r a facilitar su evangeliza-
ción hasta la m a n e r a c o m o debían solucionar los misioneros sus diferencias;
C o m o m u e s t r a d e simple r e c u e r d o d e u n d e b e r q u e se d a b a p o r consa-
desde la señalización del t i e m p o mínimo d u r a n t e el cual d e b í a n p e r m a n e c e r
b i d o , h e aquí u n pasaje d e la Consulta celebrada p o r el Consejo d e Indias el
en las misiones hasta la indicación d e las causas y m o d o p o r las q u e se debía
14 d e mayo d e 1 6 4 8 :
expulsar del territorio a los relajados; desde la especificación d e q u é O r d e -
«Pondera siempre el Consejo a V. M. la gran obligación en que V. M. se nes religiosas p o d í a n dedicarse a la evangelización hasta la permisión o
halla de enviar ministros del Evangelio a las Indias y el procurar ensanchar en prohibición d e a c o m e t e r la cristianización d e u n n u e v o territorio.
aquellos reinos tan remotos nuestra sagrada religión, pues es ésta la primera y
más sagrada obligación con que V. M. posee aquel tan dilatado imperio... Desde el p u n t o d e vista e c o n ó m i c o , a d e m á s d e sufragar los n u m e r o s o s
quedando el Consejo, como queda, con particular cuidado de proponer a c o n c e p t o s d e gastos d e cada expedición misionera (desde el viaje hasta los
V. M. y ejecutar lo que tuviere por más conveniente a la conversión de aquellas
víveres y la r o p a interior), la C o r o n a solía a c u d i r e n ayuda d e las misiones
almas, consuelo de los vasallos de V. M. y descargo de su real conciencia»
(CARROCERA, Misión en los Llanos, I, 268). p r o p o r c i o n á n d o l e s la d e n o m i n a d a limosna d e vino y aceite p a r a los actos
litúrgicos, los o r n a m e n t o s y utensilios necesarios p a r a el culto y los artículos
De la p e r c e p c i ó n generalizada d e este d e b e r oficial fue d e d o n d e nació imprescindibles p a r a la n u e v a vida d e los convertidos, c o m o hachas, azado-
la persuasión d e aquellos q u e hicieron d e p e n d e r el d e r e c h o a la posesión d e nes, m a c h e t e s y anzuelos. A ello adicionó desde el siglo XVII la e n t r e g a del
428 P.III. La Iglesia misional C.22. Estructura y características de la evangelización americana 429

denominado sínodo misional o subvención oficial para el sustento de cada II. ORGANIZACIÓN MISIONAL
misionero durante los primeros diez o veinte años (según la época) de la
En la estructura concreta de la evangelización americana hay que distin-
evangelización de cada territorio.
guir entre la organización jurídica y la organización territorial.
Como ejemplos de esta ayuda valgan los siguientes. En 1606 abonaba
8.250 maravedises por cada misionero, sólo en concepto de avituallamiento A) Organización jurídica
para la travesía marítima e independientemente del coste del viaje desde el
respectivo convento hasta el punto de embarque, del transporte del equipa- En conformidad con lo expuesto en el apartado anterior, la evangeliza-
je, de la estancia en el puerto, del pasaje marítimo y del flete del equipaje, ción americana dependió jurídicamente de la Corona, la cual, en el orden
conceptos que se volvían a repetir desde el puerto de desembarco en Améri- lógico del proceso misional, comenzó ejerciendo sus facultades en este
ca hasta el punto final de destino. punto limitando el número de Ordenes misioneras a los franciscanos, mer-
cedarios, dominicos, agustinos, jesuítas y capuchinos, así como restringien-
En 1715, el sínodo de los jesuítas que misionaban en Venezuela se
do el paso a América de los miembros no españoles de esas mismas Ordenes
aumentó de 180 a 200 pesos anuales por misionero, mientras que a los del
religiosas (véase el capítulo 23).
Amazonas en 1656 se les entregaban 400 pesos ensayados. A los capuchinos
de Cumaná (Venezuela) se les abonaron 50 pesos por misionero y año desde Desde el punto de vista de su dependencia de la Corona, la actividad
1696, 111 desde 1754 y algo más de 183 desde 1761. misionera no se diferenció en nada de las restantes actuaciones de la Orden
La protección oficial de las misiones consistió en el destacamento en las religiosa que la realizaba. Así pues, los jesuítas gozaron en este punto de
mismas, para defenderlas de los ataques indígenas, de unidades militares mayor independencia que los restantes religiosos en el sentido de que man-
sostenidas asimismo a costa del erario real. tuvieron mayor relación con el prepósito general de la Compañía, residente
en Roma. Los franciscanos y capuchinos dependieron de un comisario
La remoción de los obstáculos que impedían la evangelización se puso
general de Indias, residente en Madrid y en Sevilla, respectivamente, que
en práctica ordenando la retirada del campo misional de los misioneros no
transmitía directamente las directrices recibidas de los organismos oficiales.
aptos para el desempeño de su cometido, preceptuando a las autoridades
Las Ordenes religiosas restantes representaron un término medio entre los
locales que colaboraran en la destrucción de la idolatría y en la anulación de
jesuítas, por una parte, y los franciscanos y capuchinos, por otra.
los hechiceros, prohibiendo las expediciones armadas para no dificultar la
evangelización y eximiendo de tributo a los indios durante diez o veinte años Por lo que se refiere al régimen jurídico interno de estas Ordenes
(según la época) a fin de que este gravamen no los disuadiera de ingresar en misioneras, durante la mayor parte del siglo XVI tanto los evangelizadores
el cristianismo. como el territorio evangelizado formaron parte de la respectiva Provincia
religiosa a la que pertenecían y dependían del superior provincial de la
La Corona ejerció esta variadísima colaboración misional a través del
misma manera que los religiosos y los conventos que no se dedicaran exclusi-
Consejo de Indias, que fue durante la mayor parte del tiempo el encargado
vamente a la evangelización. La única diferencia entre unos y otros estribaba
de proponer al rey y de transmitir a América las reales cédulas o reales
en que los religiosos dedicados a la tarea misional practicaban por necesidad
órdenes dirigidas directamente a los misioneros o a las autoridades civiles y
una vida de párrocos sensiblemente distinta de la conventual.
eclesiásticas. Como principio, estas directrices partían directamente de la
Corona y solían obedecer a sugerencias procedentes de la propia América, Desde finales del siglo XVI y hasta la independencia de las actuales
de ahí que a veces incurran en contradicciones. Sin embargo, hubo también naciones hispanoamericanas, con el alejamiento de la actividad misional de
casos en los que se conjugó esta intervención oficial directa con la obtención los territorios ocupados por las Provincias religiosas fundadas a lo largo de
de la Santa Sede (en raras ocasiones) o de los superiores de las Ordenes esa centuria, los territorios en vías de evangelización se transformaron en
misioneras en España (hecho frecuente entre los franciscanos) de los docu- entidades más o menos autónomas, según las diversas Ordenes religiosas.
mentos que consideraba necesarios para el progreso de la evangelización. Entre los dominicos y agustinos, esos territorios siempre dependieron
de la Provincia religiosa que los había fundado y surtía de personal. Goza-
En el plano de los principios, esta actuación de la Corona española
ban, sin embargo, de cierta autonomía en el sentido de que disponían de
resulta extraña para nuestra mentalidad actual. En el terreno de los hechos,
superior propio, el cual a su vez estaba sujeto al respectivo provincial.
y salvo excepciones particulares, la Santa Sede transigió por ella, los teólo-
gos y canonistas de la época la dieron en su mayoría por buena y los Entre los franciscanos se dieron nada menos que cinco situaciones
misioneros no sólo la agradecieron, sino que hasta la exigieron como un jurídicas distintas.
deber. La más frecuente consistió en que los territorios misionales dependie-
Si Hispanoamérica es el único continente totalmente cristianizado de ran de la Provincia o del Colegio de Misiones que los había fundado, en
los evangelizados desde el siglo XV, ello se debe, en gran parte, a que la cuyos capítulos o congregaciones trienales se elegía al presidente y conseje-
Corona, poseedora de medios de los que no disponía la Iglesia, posibilitó esa ros de la Misión, con dependencia siempre de la Provincia o Colegio matriz.
evangelización. Un segundo caso fue el de las Custodias misioneras (véase el capítulo 12)
430 P.III. La Iglesia misional C. 22. Estructura y características de la evangelización americana 431
o circunscripciones en vías de evangelización, jurídicamente intermedias Este prefecto lo nombró la Congregación de Propaganda Fide desde 1657
entre la Misión propiamente dicha y la Provincia. Estas Custodias estaban hasta 1667; el comisario general de Indias, residente en Sevilla, desde 1667
bajo el mando de un custodio, que en unas ocasiones dependió del superior hasta 1676; los propios misioneros, desde 1676 hasta 1689; de nuevo el
de la Provincia que había fundado y que surtía de personal a la Custodia, y comisario general de Indias, desde 1689 hasta 1692, y finalmente, los misio-
que en otras estaba sujeto directamente al comisario general de Indias neros del territorio, desde esta última fecha en adelante.
residente en Madrid, en las mismas condiciones que la Provincia de la que se El prefecto dependió a su vez del comisario general de Indias, residente
había originado. en Sevilla, desde 1662 hasta 1749, año en el que cada territorio pasó a
Además se dieron los dos casos, excepcionales dentro de la Orden, de depender de un comisario, que era el provincial de la Provincia española que
las misiones de la Florida y de Píritu (Venezuela). surtía de personal a cada misión: los Llanos de Caracas y Alto Orinoco, del
La primera comenzó en 1573, bajo la forma jurídica de Comisaría, con de Andalucía; Cumaná, del de Aragón; Maracaibo, del de Navarra; Santa
su comisario y consejeros (definidores) propios, pero dependiendo del comi- Marta-Río Hacha, del de Valencia; Guayana, del de Cataluña.
sario general de Indias, residente en Madrid, no del comisario general de
Nueva España, que hubiera sido lo lógico. En esa misma situación perduró B) Organización territorial
durante su etapa de Custodia (1588-1609) y de Provincia (1609-1764), fecha 1) Misiones nucleares (1493-1573). Ya hemos dicho que los territo-
esta última en la que desapareció. rios de la América nuclear o de las Altas Culturas prehispánicas, evangeliza-
La misión de Píritu comenzó también como Comisaría en 1656 y se dos desde 1493 hasta, aproximadamente, 1573, denominados hoy misiones
mantuvo bajo esta forma hasta 1787, fecha en la que, con la fundación del nucleares, no obedecían en su delimitación a razones geográficas, sino que
Colegio de Misiones de Nueva Barcelona, pasó a depender de éste en lugar abarcaban lo que la propia Provincia religiosa que los había fundado y que
de seguir dependiendo del comisario general de Indias. Desde su sujeción al los atendía espiritualmente. Como tales territorios, nunca recibieron tampo-
Colegio de Nueva Barcelona, esta misma misión de Píritu estuvo dividida en co el nombre de misión, porque este concepto territorial apareció más
varios distritos, gobernados por el respectivo presidente, el cual dependía tarde.
del guardián o superior del Colegio. En estas mismas regiones, y durante esta misma época, las Ordenes
En los territorios evangelizados por la Compañía de Jesús se dieron tres misioneras convivían en los núcleos urbanos más importantes, pero fuera de
casos distintos. La Misión de la Florida (1566-1572) dependió directamente ellos, y, siempre salvo excepciones, cada Orden terminó por cultivar un
del prepósito general, residente en Roma, quien tuvo destacado en ella a un territorio que le era propio, distinto del de las demás y, en la práctica, vetado
superior. La de los guaraníes comenzó en 1610, bajo la forma de Provincia a ellas. Incluso cada Provincia cultivaba su propio predio dentro de la propia
del Paraguay, fundada en 1607 precisamente para este fin, de la que con el Orden religiosa a la que pertenecía.
tiempo dependieron otros territorios misionales (esta Provincia del Para- En algunos casos, como Nueva España, es factible diferenciar, al menos
guay representa el único caso dentro de la Compañía de Jesús en el que una a grandes líneas, los territorios cultivados por cada Orden misionera. Sin
Misión se convierte en Provincia). Fuera de estos dos casos, todas las misio- embargo, en la mayor parte de esta América nuclear, esa diferenciación
nes jesuíticas restantes constituyeron unidades geográficas dependientes de resulta imposible, porque la división geográfica no se hizo por regiones, sino
la Provincia que las había fundado y que les proporcionaba misioneros. El por simples comarcas e incluso por valles o sierras y hasta por aldeas.
representante en ellas de esa Provincia era el superior de la Misión, del que 2) Misiones radiales o periféricas (1573-1824). Desde 15 73 en adelan-
a su vez dependían los vicesuperiores (en Mainas) o rectores (en el noroeste te, aunque la fecha solamente es aproximada, predominó una organización
mexicano), encargados de los varios distritos en los que estuviera subdividi- misional ya claramente territorial, en el sentido de que cada Orden o cada
do el territorio. Provincia religiosa se responsabilizó, con carácter exclusivo, de un área
Las misiones jesuíticas del noroeste de México se erigieron en 1725 en geográfica determinada, distinta de las cultivadas por otras Ordenes o Pro-
una especie de seis Provincias en total al cargo del respectivo visitador o vincias y con límites más o menos bien definidos.
viceprovincial, que ejercía las veces de delegado del provincial de México. A estos territorios se les denomina hoy misiones radiales, porque la
En las de Mainas (Amazonas), el superior del territorio nunca dejó de expansión misional se hizo en forma de radio, partiendo del centro, repre-
depender del provincial de Quito, pero durante algún tiempo fue elegido sentado por la América nuclear. El nombre de periféricas alude al mismo
directamente por el prepósito general de la Compañía. carácter de centro o núcleo atribuido a las regiones de las Altas Culturas.
Las misiones capuchinas, de las que ya hemos dicho que ninguna llegó A diferencia de la etapa anterior, en la presente ya se habla de misiones
a erigirse en Provincia autónoma ni a depender de ninguna Provincia ameri- con el significado de áreas geográficas en vías de evangelización, término
cana, porque no hubo Provincias capuchinas en América, estuvieron estruc- que con el tiempo se enriquecerá con otros sinónimos.
turadas en unidades geográficas gobernadas durante tres años por el respec- 3) Doctrina, cabecera, misión, aledaño, anejo, visita, estancia. Tanto las
tivo prefecto, asistido por consejeros denominados conjueces o asistentes. misiones nucleares como las radiales o periféricas constaron de unidades
432 P.III. La Iglesia misional C.22. Estructura y características de la evangelización americana 433
más pequeñas, consistentes en una población principal, lugar de residencia Lo sorprendente del hecho es que ese conjunto de notas características
habitual del o de los misioneros, desde la que se atendía periódicamente a se diera a pesar de la diversidad de las Ordenes misioneras, y no obstante la
otras varias aldeas del contorno. Esa especie de comarca o conjunto de complejidad geográfica, étnica y cultural de un espacio tan amplio como
poblados recibe desde finales del siglo XVI la denominación de doctrina, al Hispanoamérica.
poblado principal se le denomina cabecera, y a los dependientes de él se les
Lo primero que resalta en esta evangelización es su doble objetivo. Como
llama indistintamente aledaños, anejos, visitas, estancias o misión, término este
misioneros, los evangelizadores americanos se proponían ante todo difundir
último que en el presente caso siempre entraña una acepción puramente
el Evangelio, pero también eran conscientes, y, salvo excepciones, nunca
local.
renunciaron a ello, de que la evangelización entrañaba la anexión política a
Cabe advertir, sin embargo, que el sustantivo doctrina llegó a convertirse España del territorio evangelizado, aunque esta incardinación no la hicieran
con el tiempo en un término técnico con el que se designó ya no un punto más que de un modo implícito. Esta duplicidad de objetivos la alimentó
misional cualquiera, sino al poblado o poblados cuyos habitantes ya llevaban también la Corona al dirigir y proteger la evangelización, sin por ello renun-
algunos años insertados en el cristianismo y que de la jurisdicción de los ciar a la anexión política de lo evangelizado y, por supuesto, con el propósito
religiosos evangelizadores pasaban a la del obispo, quedando a cargo de un de que un proceso arrastrara al otro.
sacerdote diocesano o de los mismos religiosos que los habían evangelizado.
Llegado ese momento, el poblado o poblados dejaban de ser misión y se Este doble objetivo, actualmente inconcebible, ha generado la acusa-
convertían en doctrina o parroquia de indios (véase el capítulo 8). ción de que la Iglesia utilizó a la Corona para sus fines religiosos y de que la
4) Misiones, conversiones, reducciones. Durante la prolongada etapa Corona se valió de la Iglesia para sus proyectos políticos. La manera exacta
de las misiones radiales o periféricas, además de los términos acabados de de expresar este hecho es que ambas instituciones colaboraron entre sí para
consignar, se utilizaron también en el lenguaje misional los de misión, conver- conseguir ambos fines: la Iglesia, persiguiendo directamente la evangeliza-
sión y reducción. ción e indirectamente la anexión política; la Corona, con miras a ambos
El término misión, usado en singular, nunca perdió su significado inicial objetivos simultánea y directamente. En realidad, ninguna utilizó a la otra,
de carácter local, pero desde el siglo XVII se utilizó también para designar un porque, en la mentalidad de la época, ambas tenían obligación de proceder
territorio determinado en vías de evangelización, en cuyo caso se suele de esa manera. Es decir, una y otra se limitaron a cumplir con su cometido.
utilizar más bien la forma plural de misiones y, con el tiempo, la de misiones Dada la íntima relación existente entre ellas, la Iglesia, además de evangeli-
vivas. zar, se consideraba en la obligación de colaborar con la Corona, aparte de
que no tenía por qué renunciar a algo, como la anexión política, que juzgaba
Sinónimo de misión, en cuanto espacio geográfico más o menos amplio,
beneficioso para la misma evangelización. La Corona, obligada a fomentar la
es el de conversión o conversiones, utilizado predominantemente en plural,
evangelización como contrapartida de los derechos del Real Patronato,
pero nunca con acepción puramente local.
actuaba, lógicamente, persiguiendo la anexión política, propósito al que no
Con el término de reducción, que técnicamente no es religioso, sino
tenía por qué renunciar ante el hecho de que esta incardinación se derivase
profano, se designa siempre a un poblado misional o en vías de evangeliza-
de la propia evangelización.
ción, por lo que equivale a misión en sentido local y religioso. Por su parte,
el de reducciones abarca siempre un conjunto de poblados o misiones locales. La segunda característica del proceso evangelizador americano consiste
En el campo de lo jurídico, al pasar la misión a doctrina, la reducción pasaba en la amplitud geográfica, que contrasta con su brevedad cronológica. Ambos
a pueblo o municipio, con sus autoridades y tributos normales, aunque tam- aspectos se reflejan en el hecho de que a lo largo de sólo los trescientos
bién es cierto que estas distinciones lingüísticas no se tuvieron siempre en treinta y un años que corrieron desde 1493 hasta 1824 se evangelizaron
cuenta, ni siquiera en el lenguaje oficial. unos catorce millones y medio de kilómetros cuadrados, equivalentes a
veintinueve veces España, y en el de que la evangelización propiamente
dicha de un territorio se cifraba en sólo diez o veinte años, transcurridos los
III. CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LA EVANGELIZACIÓN cuales se consideraba ya definitivamente insertado en el cristianismo. Se
trata, por lo mismo, de un proceso único, por su amplitud y rapidez, en la
Como consecuencia principalmente de la dirección casi única y eminen- acción misional de la Iglesia, no igualado ni siquiera por el de la cristianiza-
temente centralizadora de la Corona española, y como fruto al mismo tiem- ción del imperio romano, que es con el que guarda mayor similitud.
po de una concepción ambiental sustancialmente uniforme del Nuevo Mun- A esta característica hay que añadir la de que esa evangelización fue
do, la evangelización americana reunió una serie de características propias realizada por sólo unos veinte mil misioneros, como máximo, cifra sorpren-
que la configuran como un conjunto unitario en sí mismo, y que la diferen- dentemente reducida si se tienen en cuenta las dimensiones espaciales del
cian meridianamente de cuantos procesos se han dado hasta ahora, y que campo misional.
probablemente es irrepetible en la historia de las misiones católicas. A la posibilidad de evangelizar un espacio geográfico tan extenso, en
434 P.III. La Iglesia misional C.22. Estructura y características de la evangelización americana 435

tan poco tiempo y con tan reducido número de personal, colaboraron en la variedad de la organización jurídica de los respectivos territorios
simultáneamente los siguientes factores: misionales, en los que, por otra parte, se acaba de observar una pauta
fundamentalmente común. Estas mismas Ordenes actuarán siempre con el
- el decidido apoyo prestado a la evangelización por la Corona;
espíritu propio de cada una de ellas, pero se trata de una simple modalidad
- la calidad humana y el fervor religioso de los misioneros selecciona-
de forma.
dos para realizar ese cometido;
Es, asimismo, característico de la evangelización americana el que se
- el acierto en los métodos puestos en práctica para atraer a los indíge-
llevara a cabo acompañándola siempre y en todas partes de la simultánea
nas al cristianismo, entre los que destacan la acomodación a su idiosincrasia,
promoción, civilización o transculturación del indígena como medio de prepa-
la táctica de comenzar por los caciques y la educación cristiana de la infancia
rarlo para el cristianismo.
y juventud;
También la caracteriza el recurso a la congregación en poblados (reduc-
- la inexistencia de oposición por parte de los nativos (hablando en
ción) de la población nativa para posibilitar su cristianización y civilización.
general) a la nueva religión;
Es propio, asimismo, de ella la ya aludida colaboración de la Corona, así
- el sistema de congregar en poblados (reducción) a una población
como el doble hecho de que durante algún tiempo estuviera precedida por
cuya dispersión hubiera imposibilitado abordarla misionalmente;
unas conquistas armadas y siempre acompañada de un orden político y social
- el previo sometimiento político de los territorios evangelizados hasta
que en unos aspectos la favorecieron y en otros la perjudicaron.
1573;
También cabe destacar en ella la circunstancia de que no estuviera
- la escasez numérica de la población indígena fuera de las áreas de las
abierta a todas las Ordenes religiosas que tal vez hubieran querido colaborar
Altas Culturas;
en la cristianización de los indígenas, sino únicamente a las seis permitidas
- el apoyo que supuso la existencia de una retaguardia hispanocriolla.
por la Corona.
Otro aspecto característico fue la unidad sustancial del proceso a lo Merece resaltarse, asimismo, la oposición de los evangelizadores a las
largo de las diferentes etapas por las que atravesó. Esta faceta se refleja en: normas oficiales que consideraban desacertadas o a las conductas que juzga-
- la unidad de dirección suprema y centralizada practicada por la ban reprobables en los españoles, criollos y mestizos.
Corona, cuyas directrices llegaban a América partiendo de un solo foco y a Finalmente, y aunque no sea exclusiva de América, destaca también en
través de canales perfectamente jerarquizados, como fueron las autoridades su evangelización la defensa sistemática que los misioneros hicieron siempre y
civiles y los superiores religiosos; en todas partes de los indígenas, conducta que contrasta con el menor
- la unidad instrumental o de medios, consistente en las normas comu- interés demostrado por los negros, punto en el que, salvo excepciones que
nes sobre la selección de los evangelizadores, su despliegue en América y su nadaron contra corriente, ni siquiera la Iglesia supo sobreponerse al am-
modo de proceder; biente general, sino que toleró y hasta practicó una lacra socialmente admiti-
- la unidad general de organización aludida en el apartado anterior; da, como ya lo había hecho en los primeros tiempos del cristianismo.
- la unidad sustancial de la metodología misional, tanto en los métodos
de difusión como en los de catequización, de persuasión y de cura pastoral;
- la unidad de resultados, consistente en un ingreso de los indios en el NOTA BIBLIOGRÁFICA
cristianismo general desde el punto de vista demográfico y rápido desde el
punto de vista cronológico, hecho que se dio en todas partes, aunque no Obligación y colaboración misional de la Corona
siempre con idéntica celeridad. F. DE ARMAS MEDINA, «Iglesia y Estado en las misiones americanas»: Estudios
Americanos 4 (Sevilla, 1950), 197-218; F. J. AYALA, «Iglesia y Estado en las leyes de
Esta unidad sustancial no excluye la existencia de una diversidad cir- Indias»: Estudios Americanos 3 (Sevilla, 1949), 417-460; C. BAYLE, «Ideales misioneros
cunstancial impuesta por la cronología, la geografía, la mentalidad de los de los Reyes Católicos»: Missionalia Hispánica 9 (Madrid, 1952), 233-275; ID., «Senti-
evangelizadores y las particularidades de las Ordenes misioneras, pero que do misional de la conquista de América»: Razón y Fe 139 (Madrid, 1949), 170-174;
no rompe el conjunto unitario. G. FIGUERA, La Iglesia y su doctrina en el descubrimiento de América (Caracas, 1960);
R. GÓMEZ HOYOS, La Iglesia de América en las leyes de Indias (Madrid, 1961); A. M.
La cronología y la geografía darán lugar, por ejemplo, a una diversidad HEINRICHS, La cooperación del poder civil en la evangelización de Hispanoamérica y de la
en cuanto a los sistemas de expansión, diversidad que encuentra un punto islas Filipinas (Montreal, 1971); A. DE LA HERA- R. M. MARTÍNEZ DE CODES, «La
común según el momento y lugar en que se practicaran. Las diferentes Iglesia en el ordenamiento jurídico de las leyes de Indias», en Recopilación de leyes de
mentalidades generaron posturas contrapuestas en la apreciación de las los Reinos de las Indias. Estudios histórico-jurídicos (México, 1987), 101-140; J. A.
MARAVALL, «Sentido misional de la empresa de Indias»: Revista de Estudios Políticos 1
conquistas armadas y en la opción por los diferentes sistemas de predica- (Madrid, 1941), 102-120; V. D. SIERRA, El sentido misional de la conquista de América
ción, cuestiones ambas que se plantearon precisamente para solucionar el (Buenos Aires, 1942); R. G.-VILLOSLADA, «El sentido de la conquista y evangelización
problema unitario de que el Evangelio había que predicarlo evangélicamen- de América según las bulas de Alejandro VI (1493)»: Anthologica Annua 24-25 (Roma,
te. Las particularidades de las Ordenes misioneras se reflejan, por ejemplo, 1977-1978), 381-452.
436 P.III. La Iglesia misional

El futuro de América, dependiente de la actuación de la Corona


P. BORGES, «El sentido trascendente del descubrimiento y conversión de Indias»:
Missionalia Hispánica 13 (Madrid, 1956), 141-177; A. MiLHOU, «De la destmction de
l'Espagne á la destruction des Indes: histoire sacrée et combats idéologiques», en CAPÍTULO 23
Études sur l'impact culturel du Nouveau Monde 1 (París, 1981), 25-74; 3 (París, 1983),
11 -54; ID., «Destrucción de España y destrucción de las Indias»: Communio 18 (Sevilla,
1985), 31-58; ID., «El concepto de "destrucción" en el evangelismo milenario francis- LOS ARTÍFICES DE LA EVANGELIZARON
cano», en Actas del II Congreso Internacional sobre los franciscanos en el Nuevo Mundo
(Madrid, 1988), 297-315; J. L. PHELAN, El reino milenario de los franciscanos en Nueva Por PEDRO BORGES
España, tr. (México, 1972).
Los aspectos restantes o carecen de bibliografía especializada o se abordan en los
respectivos capítulos de la presente obra.

Dejando aparte la ya aludida participación de la Corona española, la


evangelización americana, en cuanto labor directamente encaminada a la
difusión del Evangelio entre los indígenas que lo desconocían (labor distinta
de la de carácter pastoral entre los nativos ya cristianos de las doctrinas o
parroquias de indios), fue obra principalmente de las denominadas Ordenes
misioneras de América, las cuales la llevaron a cabo con un total aproximado
de 20.000 evangelizadores.
Junto con ellas colaboraron también en esta actividad, en menor grado
y cada cual a su manera, los obispos y el clero secular, los españoles y criollos
seglares y los indígenas ya cristianizados.

I. LAS ORDENES MISIONERAS

A) Observaciones generales

Ya se dijo al hablar de las Ordenes religiosas que, tratándose de la


América española, con el nombre de Ordenes misioneras se designa a aque-
llas instituciones religiosas de varones que se dedicaron a la evangelización
o conversión al cristianismo de los indígenas, bien de una manera casi
exclusiva, como los capuchinos, bien como parte (principal o complementa-
ria) de su labor espiritual en el Nuevo Mundo, que fue lo que hicieron las
demás. Estas Ordenes fueron la de San Francisco (franciscanos), de Santo
Domingo o de Predicadores (dominicos), de la Merced (mercedarios), de
San Agustín (agustinos calzados o ermitaños y agustinos descalzos o recole-
tos), la Compañía de Jesús (jesuítas) y la de los capuchinos.
De entre las Ordenes religiosas restantes, algunos Jerónimos pasaron a
Nicaragua en calidad de misioneros en 1539, mientras que en 1582, 1595,
1597 y 1673 lo hicieron también algunos carmelitas descalzos a Nueva
España, aunque al final no llegaron a dedicarse a la evangelización de los
nativos.
Los franciscanos evangelizaron en América desde 1493 hasta la indepen-
dencia de las naciones hispanoamericanas, comenzando por las Antillas.
En el hemisferio norte, tras haberse asentado en el Darién y en Panamá
en 1513, desde 1523, año en que llegaron a México, evangelizaron gran
438 P.III. La Iglesia misional C.23. Los artífices de la evangelización 439

parte de la Nueva España comprendida entre los alrededores de la capital y de América Central, aunque apenas lo hicieron en Nicaragua y Costa Rica.
el Trópico de Cáncer, junto con Yucatán, y desde 1573 en Florida, desde En América del Sur misionaron en todas las regiones anexionadas política-
donde continuaron avanzando hasta los actuales Estados norteamericanos mente a la Corona de Castilla.
de Alabama y Georgia del Sur. A comienzos del siglo XVII redujeron drásticamente su labor evangeliza-
dora, la cual se circunscribió a la región mexicana de Sierra Gorda (1686), a
A lo largo del siglo XVII cultivaron misionalmente los Estados mexica-
la panameña de Veragua (1622-1642), a las venezolanas de Barinas y Apure
nos de Durango, Chihuahua y Coahuila, más el norteamericano de Nuevo
(1614 y 1710-1738), a la colombiana de Guavio (desde 1662) y algunos otros
México, mientras que a lo largo del XVIII trabajaron en el mexicano de
enclaves, como el de los Lacandones de Guatemala (1627), el ecuatoriano de
Tamaulipas y en los norteamericanos de Luisiana, Arizona y Texas. En 1768
Baeza (1597) y el boliviano de Urubamba (1760).
sustituyeron además a los jesuítas, junto con el clero secular, en sus misiones
de los Estados mexicanos de Nayarit, Sinaloa, Sonora, Chihuahua, Durango, Tras la expulsión de la Compañía de Jesús en 1767 sustituyeron a los
Coahuila y, temporalmente, Baja California, así como en las del Estado jesuítas en las doctrinas de la región colombiana del Casanare y desde 1773
norteamericano de Arizona. En 1769 iniciaron la evangelización de la actual en las de la Baja California.
California norteamericana. Los agustinos ermitaños o calzados, ausentes prácticamente de las Anti-
llas y de América Central, evangelizaron intensamente en el corazón de
En América Central, desde mediados del siglo XVI evangelizaron Guate- Nueva España desde 1533, con la capital como centro de irradiación, desde
mala, Honduras, El Salvador y Nicaragua; desde finales del XVII, parte de donde ampliaron su labor en una acentuada prolongación hacia el oeste del
Costa Rica, y en el xvm, Panamá, en cuya región del Darién ya habían virreinato. En el resto de América, y a lo largo de la segunda parte del si-
intentado establecerse en 1513. glo XVI, realizaron una labor mitad misional, mitad pastoral, muy difícil de
En América del Sur, tras el intento de evangelizar Cumaná (Venezuela) clasificar.
de 1516 a 1522, desde mediados del siglo XVI misionaron en numerosos Desde comienzos del siglo XVII su labor misional se restringió de una
puntos de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, norte argentino y Chile. Desde manera temporal a los territorios bolivianos de Moxos y Apolobamba, y de
mediados del siglo xvn y a lo largo de todo el x v m lo hicieron en Venezuela, manera más permanente a los Llanos colombianos de San Martín desde
Llanos colombianos de San Juan, costa occidental colombiana, selvas ecua- 1662, así como a diversos puntos de Venezuela y Colombia, entre los que
toriana, peruana y boliviana y centro del Paraguay. En el x v m penetraron sobresalen las Misiones de los Tunebos (1729-1818), de Neiva-Timaná
además entre los araucanos de Chile y descendieron hasta el archipiélago de (1704-1718) y de Valledupar (1705-1761).
Chiloé, territorios a los que, tras la expulsión de la Compañía de Jesús en Los jesuítas, tras una breve estancia en Florida, de 1566 a 1572, cultiva-
1767, añadieron el tramo medio del Orinoco y la misión de los Moxos ron dos tipos de campos misionales totalmente distintos.
bolivianos junto con la Amazonia ecuatoriano-peruana a comienzos del Desde 1576 hasta mediados del siglo xvil evangelizaron una numerosa
siglo xix. serie de territorios geográficamente reducidos en Ecuador, Perú, Bolivia y
Los mercedarios, tras llegar circunstancialmente a las Antillas en 1493, Chile. Junto con ellos, y hasta su expulsión de América en 1767, cultivaron
permanecieron ausentes de América hasta 1514, fecha en la que se asenta- también, desde 1591, los grandes espacios representados por los Estados
ron en Santo Domingo. mexicanos de Nayarit, Sinaloa, Sonora, Baja California y parte del Estado
Desde el punto de vista misional y durante el siglo XVI, su labor fue norteamericano de Arizona.
prácticamente nula en las Antillas, muy reducida en Nueva España, intensa En 1609 iniciaron las célebres reducciones del Paraguay. En 1613
en América Central (excepción hecha de Costa Rica) y comedida en el resto descendieron hasta el archipiélago de Chiloé, mientras que en 1638 dieron
de América del Sur, salvo en Chile y en los países del Plata, donde más bien comienzo a su expansión por la amplísima cuenca del Amazonas, denomina-
resultó escasa en su conjunto. da por ellos Misiones del Marañón o de Mainas. Desde finales del siglo xvil y
A lo largo de los siglos XVII y x v m evangelizaron diversos territorios a lo largo del xvm evangelizaron también puntos aislados del Darién, Pana-
aislados en Yucatán, Guatemala, Nicaragua, Panamá, Colombia y Ecuador, má y Bolivia, así como los grandes espacios geográficos de las cuencas de los
todos ellos geográficamente reducidos y durante breve tiempo, excepto el ríos Casanare, Meta y Orinoco Medio, más los territorios de los Moxos y
ecuatoriano de Esmeraldas, en el que permanecieron desde 1589 hasta Chiquitos bolivianos y el Chaco y Pampa argentinos.
mediados del siglo XVIII. Los agustinos recoletos no iniciaron su labor misional hasta comienzos del
Los dominicos, que trabajaron en las Antillas desde 1510, intentaron siglo XVII y la centraron, las más de las veces con carácter discontinuo, en
evangelizar Cumaná, junto con los franciscanos, de 1516 a 1520. En 1526 Darién, Urabá y Chocó durante la primera mitad de esa centuria, en los
iniciaron la evangelización de Nueva España, avanzando desde la capital en Llanos colombianos de Santiago desde 1662 y en las regiones colombianas
dirección sur-occidental hasta el istmo de Tehuantepec. En la década de de los ríos Cuiloto y Meta desde finales del siglo xvm.
1530 iniciaron la evangelización del extremo meridional de Nueva España y Los capuchinos, tras varios intentos de evangelizar Darién y Urabá desde
440 P.III. La Iglesia misional C.23. Los artífices de la evangelización 441
1647 hasta 1653, reanudados en 1665 y 1681, en 1650 intentaron también superior a la señalada. Lo más probable parece ser que esa cifra real oscilara
evangelizar la isla Trinidad y la región venezolana de Píritu. entre 15.000 y 15.500 religiosos españoles como máximo.
Su labor evangelizadora comenzó definitivamente en 1657 con su asen- En el reclutamiento para las misiones americanas de estos miles de
tamiento en Cumaná, región desde la que en 1658 ampliaron su labor a los religiosos se siguieron dos sistemas fundamentales.
Llanos de Caracas. Posteriormente evangelizaron también la isla Trinidad
(1682-1714), desde donde intentaron asentarse en Guayana, lo que no El más general consistió en que un religioso designado al efecto, residen-
consiguieron hasta 1724. A estos tres amplios territorios de Cumaná, Llanos te en España o llegado de América (razón por la que a veces era criollo) con
de Caracas y Guayana añadieron, de 1725 a 1807, los de la región venezola- este objetivo específico o con otro cualquiera, recorriese los conventos
na de Maracaibo y de la colombiana de Riohacha, Santa Marta o La Goajira. españoles solicitando voluntarios para viajar al Nuevo Mundo en calidad de
evangelizadores. Sin desdeñar este sistema, entre los jesuítas y capuchinos se
Además, en 1766 se instalaron en la Luisiana, recientemente cedida por
estiló también que los que espontáneamente se decidieran a viajar a América
Francia a España; desde 1763 hasta 1772 misionaron en el Alto Orinoco y
(indípetas, entre los jesuítas) comunicasen su deseo al general de la Orden o
Rionegro, y desde 1789 hasta 1795 evangelizaron la cuenca del río colom-
al respectivo ministro provincial, quien daba a conocer el nombí e de estos
biano Cuiloto.
peticionarios al procurador que cada Provincia jesuítica de América enviaba
B) El misionero español periódicamente a Roma a dar cuenta de la Congregación acabada de cele-
brar, o, entre los capuchinos, a su comisario general de Indias o al encarga-
Estos evangelizadores de América fueron en su mayoría españoles. do de dirigir la expedición misionera de cada momento.
Durante los siglos XVI y xvii salieron para el Nuevo Mundo procedentes
sobre todo de los diversos reinos que entonces integraban la Corona de El alistamiento distaba mucho de ser improvisado. En él influyeron
Castilla. Desde finales del siglo XVII, y principalmente a lo largo del XVIII, se factores favorables, como la labor de persuasión de los reclutadores por
unieron también a ellos, en cuantía ya apreciable, los pertenecientes a los medio del contacto personal o del envío de circulares, la propaganda ejerci-
reinos de Aragón, Valencia, Cataluña y Baleares. da por otros religiosos, las exhortaciones al alistamiento procedentes de
América o de los superiores de las Ordenes religiosas, las relaciones históri-
La razón de este predominio de los misioneros españoles estribó (como
co-descriptivas de las misiones americanas, las cartas privadas de los misione-
veremos más adelante) en que los religiosos criollos prefirieron dedicarse a
ros de ultramar, las célebres «Cartas Anuas» entre los jesuítas y la existencia
la labor pastoral en la Iglesia de retaguardia, y en que los religiosos portu-
de colegios de misiones en España entre los franciscanos y los capuchinos.
gueses y centroeuropeos encontraron trabas oficiales para viajar a América,
si bien la Compañía de Jesús logró superarlas hasta cierto punto. En contra del alistamiento operaban factores como la labor disuasora de
El número de estos religiosos españoles dedicados a la evangelización otros religiosos, las relaciones y conceptos adversos a las misiones, la resis-
de los nativos aún no está definitivamente cuantificado. En estos momentos tencia de algunos superiores a desprenderse de subordinados, la falta de
se conoce la cifra de 14.894, distribuidos de la siguiente manera (las personal de las Provincias religiosas españolas y un cierto ambiente de
siglas utilizadas a c o n t i n u a c i ó n significan: Cap = C a p u c h i n o s ; entibiamiento misional surgido durante la segunda parte del siglo XVIH.
OdeM = Mercedarios; OCD = Carmelitas; OFM = Franciscanos; OP = Do- Una vez confeccionada la lista de voluntarios, el reclutador, denomina-
minicos; OSA = Agustinos; SJ = Jesuítas): do oficialmente procurador entre los jesuítas y comisario entre las restantes
Ordenes religiosas, presentaba los nombres a la aprobación de la Corona, la
Orden S.xv S.xvi S.xvn S.xvni S.xix Total Porcent. cual se basaba para otorgarla o denegarla en los datos personales del volun-
tario. Otorgada la aprobación oficial, los expedicionarios iniciaban el viaje al
OFM 2 2.713 2.201 2.736 711 8.363 56,92 puerto de embarque (normalmente Sevilla hasta 1720 y Cádiz desde esa
SJ - 332 943 1.065 - 2.340 15,92 fecha), donde los funcionarios de la Casa de la Contratación comprobaban
OP - 2.061 138 116 4 2.259 15,16
Cap - - 205 581 41 827 5,62 la identidad de cada religioso aprobado antes de permitirle subir al barco.
OSA - 530 31 1 - 562 3,77 Con los gastos sufragados por la Real Hacienda (véase el capítulo 22), los
OdeM 3 327 73 - - 400 2,68 alistados se hacían a la mar en forma de grupos o expediciones (misiones, en
OCD - 28 12 - - 40 0,27
Varios 2 18 - - - 20 0,13 el lenguaje de la época) bajo el mando de un superior, que solía ser el propio
comisario o procurador al que habían dado su nombre para evangelizar un
TOTAL . 7 6.039 3.603 4.499 756 14.894 territorio concreto, al que tenían que dirigirse una vez llegados a América,
excepto en el caso de los franciscanos, que se alistaban para un determinado
Como se trata de una cifra mínima, es decir, de los que en estos momen- colegio de misiones, y también entre los jesuítas, los cuales QJ^WÍíSWiH,. a
tos consta que viajaron de España a América sufragados por la Corona disposición de la respectiva Provincia americana.
española con fines oficialmente misionales, es evidente que la cifra real es Las notas características de este misionero español son la ^ p i ó r u
442 P.III. La Iglesia misional C.23. Los artífices de la evangelizarían 443

ca, la voluntariedad, la selección, la obligatoriedad de destino y el propósito consistente en el cumplimiento de los deberes propios del estado religioso.
de perpetuidad. En virtud de esta exigencia, el misionero español en América fue, por
1) La misión canónica consistió en la autorización de los propios supe- principio y salvo siempre las excepciones de rigor, un religioso moralmente
riores para dirigirse a las misiones americanas, autorización que, según normal dentro de su estado, ya de por sí selecto. Si además se tiene en cuenta
algunos autores, podía suplirla la Corona en virtud de la delegación pontifi- que los reclutadores insistían en la necesidad de que sólo se alistaran quienes
cia de que gozaba en opinión también de ellos. se sintieran llamados por Dios y estuvieran dispuestos a arrostrar mil priva-
2) La voluntariedad fue un requisito que siempre estuvo vigente y del ciones y sacrificios, así como que los alistados sabían que la vida en Indias
que no se dieron excepciones, debido a que, por una parte, no se podía sería más difícil que la de España, cabe deducir que los candidatos a misiones
obligar a nadie a emprender un viaje como el desplazamiento a América, que fueron de un nivel espiritual superior al del medio ambiente, considerados
siempre se consideró una acción heroica y al que no se extendía el voto de en relación con los demás religiosos de su misma Orden o convento.
obediencia, y por otra, el propio carácter de la labor misional desaconsejaba Fuera, asimismo, de casos muy concretos, no se acostumbró a exigir a los
enviar a ella a religiosos contra su voluntad. candidatos ninguna preparación intelectual especial, por haberse considera-
Esta voluntariedad dejaba de ser norma obligada desde el momento en do que bastaba con la exigida para la ordenación sacerdotal, si bien desde
que el religioso emprendía el viaje desde su convento con destino al puerto 1603 se preceptuó a los reclutadores de expediciones que no admitieran a
de embarque, porque, a partir de ese momento, debido a los gastos que le nadie en la suya sin tener primero noticia «de su vida y doctrina». La razón de
ocasionaba a la Corona, tanto ésta como las Ordenes religiosas le prohibían que, hablando en general, no se le prestara una atención específica a la
la vuelta atrás e incluso sancionaban a los que se arrepintiesen. preparación intelectual de los misioneros estribó en la persuasión de que en
Los arrepentimientos no dejaban de darse con alguna frecuencia, y América, a diferencia de lo que sucedía en Extremo Oriente, los indígenas
solían obedecer a que el religioso en cuestión terminaba vencido por los no presentaban dificultades de orden ideológico al cristianismo.
sufrimientos del viaje hasta el puerto de embarque, por las incomodidades Las ocasiones en las que se insiste en que los candidatos poseyeran una
del alojamiento a la espera (a veces de meses enteros) de hacerse a la mar, preparación intelectual especial pertenecen en su mayoría al siglo xvi,
por la pérdida del fervor inicial al sumirse en otro ambiente durante ese y la exigencia se basa no tanto en la necesidad de contar con misioneros que
mismo lapso de espera, e incluso por el terror que se apoderaba de él al ver pudieran dialogar teológicamente con los nativos cuanto en la urgencia de
por primera vez el mar. solucionar los numerosos y gravísimos problemas que se derivaban de las
3) La selección consistió en no permitir el alistamiento para las misiones conquistas armadas, de las encomiendas, de la metodología misional o de la
sino sólo a quienes reuniesen los requisitos necesarios, cometido que corría administración de los sacramentos; es decir, para solucionarles problemas
a cargo del comisario o procurador que organizaba cada expedición, así morales a los propios cristianos y a los mismos religiosos ya residentes en el
como del Consejo de Indias. Nuevo Mundo. Por esta razón, una vez superada la etapa de incertidumbre
A este respecto son frecuentes las quejas de que algunos superiores del siglo XVI y que en la propia América se dispuso de teólogos y moralistas
procuraban que se ofreciesen para viajar a América religiosos de los que suficientemente preparados, esta exigencia perdió la relativa intensidad que
ellos se querían desprender. También se conocen nombres concretos de había entrañado hasta entonces.
voluntarios que no se deberían haber alistado. Ambas son excepciones a una En el terreno de los hechos, entre los misioneros americanos proceden-
tónica general en cuyo mantenimiento estaban interesados tanto la Corona tes de la península Ibérica no faltan, pero tampoco abundan, grandes lum-
como los organizadores de las expediciones, por el sentido de la responsabi- breras teológicas o canonistas, ni siquiera religiosos más o menos destacados
lidad y porque ni a la primera ni a los segundos les interesaba que evangeliza- por su preparación intelectual en relación con el medio ambiente. Desde
sen entre indios religiosos relajados o díscolos que pusieran en peligro una este punto de vista, el misionero americano parece haber sido un religioso
empresa tan delicada. de tipo medio, es decir, inferior al sector de los que podríamos denominar
Este hecho, más la circunstancia de que tanto la Corona como los comi- intelectuales, pero superior al de quienes solamente poseían la preparación
sarios o procuradores de las expediciones eran conscientes de esta posibili- estrictamente necesaria para el ejercicio del sacerdocio. Incluso se le puede
dad (son ellos mismos quienes alertan sobre ella), el simple alistamiento y la situar en una media alta en el caso de los franciscanos y capuchinos del si-
consiguiente aprobación para viajar a América, hay que considerarlos por glo xvni, entre los que predominan los poseedores de títulos conventuales,
principio como un signo de selección. Tanto más cuanto que el hecho de que como el de predicador, el de confesor y el de predicador y confesor al mismo
posteriormente algún alistado dejara que desear no obedecía necesariamen- tiempo, los cuales son signos de cierta cualificación intelectual.
te a falta de selección previa, sino que podía radicar en la pérdida de su En este mismo campo de la selección se parte siempre de que el candi-
espíritu inicial. dato es sacerdote, a menos que se especifique lo contrario. Las excepciones
Además de la ya aludida voluntariedad, un requisito que también se a este respecto las constituyen los estudiantes y los hermanos legos o coadju-
exigió siempre, sin excepción alguna, fue el de la ejemplaridad de vida, tores.
444 P.III. La Iglesia misional C.23. Los artífices de la evangelización 445

La cifra de estos últimos se puede situar en unos 800 aproximadamen- el indiscutible empuje que siempre acompañó a la evangelización americana.
te, lo que representa el 5,37 por 100 del total de misioneros españoles, pero 4) La obligatoriedad de destino fue un requisito impuesto por la Coro-
con la circunstancia de que, excepto unos 40 capuchinos, los restantes se na, en cuya virtud el alistado no podía dirigirse a otro. Sin embargo, se dio
reparten en proporción muy similar entre los franciscanos y los jesuítas, la circunstancia de que este destino no tenía que ser necesariamente misio-
pues las demás Ordenes apenas si recurrieron a ellos. Aún más, hasta 1639 nal en el caso de los jesuítas, pero sí en el de las restantes Ordenes misio-
estuvo en vigor la política oficial de que los expedicionarios fueran acompa- neras.
ñados por criados que los atendieran en sus necesidades, y no por hermanos 5) El propósito de perpetuidad debe interpretarse en el sentido de que,
legos o coadjutores, quienes, por lo mismo, no comienzan a predominar por principio, el religioso se alistaba para las misiones americanas para toda
hasta esa fecha aproximadamente, si bien en este punto nunca se observó su vida o, por lo menos, por tiempo indefinido.
dicho precepto literalmente. Hasta 1563 se dio por sentado que ese alistamiento era vitalicio, salvo
Como se deduce de esa misma orden oficial de 1639, estos religiosos no que una enfermedad u otra razón muy poderosa obligase al evangelizador a
sacerdotes siempre tuvieron el carácter de auxiliares domésticos de los abandonar el campo misional. En 1563, 1589, 1626 y 1681 se exigió el
misioneros, hecho en el que se basa el que se prefiriera para este menester cumplimiento de diez años como mínimo de labor evangelizadora (ley del
a los criados seglares. Sin embargo, fue también frecuente, sobre todo entre decenio) para que los superiores autorizasen a un religioso a abandonar las
los jesuítas, que estos hermanos legos o coadjutores ejercieran en las misio- misiones. Desde 1686 en adelante, esta exigencia del decenio misional se
nes el cometido de catequistas. transformó, de requisito que impedía el abandono de la evangelización, en
Los estudiantes ascendieron a unos 1.240, por lo que representan el facultad para poder hacerlo, al menos entre los franciscanos y capuchinos.
8,32 por 100 de los expedicionarios, y abundan sobre todo entre los jesuítas, Entre los jesuitas no parece haber estado en vigor esta exigencia o esta
seguidos a cierta distancia por los franciscanos y, ya muy de lejos, por los posibilidad, sino que el tiempo de permanencia en las misiones dependió de
dominicos y capuchinos. la voluntad de los superiores. Entre los mismos franciscanos y capuchinos
Su objetivo era terminar ascendiendo al sacerdocio, y su viaje al Nuevo subsistió una corriente contraria a esta ley, es decir, defensora del alista-
Mundo estuvo en relación con las posibilidades que cada Orden religiosa miento a perpetuidad o por lo menos indefinido. Parece, incluso, que los
tuviera para que concluyeran su formación en la propia América. Por ello, misioneros no hicieron uso sistemático de esta posibilidad de abandonar la
entre los jesuítas comienzan a abundar desde finales del siglo xvi, mientras evangelización, hasta el punto, por ejemplo, de que durante el período
que entre los franciscanos solamente lo hacen a partir del XVIII, debido a que comprendido entre 1783 y 1787 se incardinaron en las misiones americanas
para entonces dicha Orden ya disponía de los denominados colegios de un total de 562 franciscanos y capuchinos, y sólo las abandonaron veinte, es
misiones, los cuales ejercían desde este punto de vista el cometido de semi- decir, un 3,55 por 100, entre los que además figuran algunos enfermos.
narios.
C) £1 misionero europeo
Al igual que sobre la preparación intelectual, tampoco hubo legislado
nada acerca de la edad de los candidatos a misiones. Con el calificativo de europeos designamos a los misioneros americanos
En la práctica, fuera del caso de los estudiantes, no convenía a nadie que procedentes de Europa, pero de fuera de España.
los alistados fueran demasiado jóvenes o demasiado viejos. Lo primero, En su reclutamiento no se distinguieron esencialmente de los españoles,
porque la inexperiencia podía constituir un factor adverso, y lo segundo, como tampoco en sus características. Sí se diferencian, en cambio, en cuanto
porque a una edad determinada o no se estaba en condiciones de soportar a sus posibilidades de trasladarse al Nuevo Mundo, las cuales fueron muy
las dificultades de la evangelización o se imponía la necesidad de suplir al inferiores a las de los españoles por razones políticas, por el deseo oficial de
poco tiempo a los impedidos a causa de la edad por medio de nuevos evitar posibles infiltraciones de herejes e incluso para ahorrar los mayores
religiosos, con los consiguientes y elevadísimos gastos que originaba cada gastos que suponía el desplazamiento desde fuera de España.
expedición. La primera vez que en el caso de los religiosos se exige el requisito de la
De ahí que predominaran los religiosos comprendidos entre los veinti- nacionalidad española para poder viajar a América es en 1519, exigencia
cuatro y los cuarenta años, con claro predominio, al menos entre los francis- que se vuelve a repetir en 1530 y que se incluyó en la Recopilación de leyes de
canos, de los comprendidos entre los veintitrés y los treinta y dos, que suman los Reinos de las Indias de 1681.
el 64,4 por 100 de sus expedicionarios, lo que representa un elevado núme- Tal vez por esta prohibición, que siempre estuvo oficialmente vigente,
ro de religiosos poseedores de una juventud ya madura. los mercedarios, dominicos, agustinos y capuchinos apenas si cuentan con
Esta circunstancia de que los expedicionarios se encontraran en la extranjeros entre sus misioneros americanos, aunque tampoco hay que olvi-
máxima plenitud de sus fuerzas físicas y morales, pero que al mismo tiempo dar que se trata de Ordenes religiosas que poseyeron una organización
hubieran superado ya la etapa de la inexperiencia juvenil, es uno de los eminentemente nacional y que no experimentaron la necesidad acuciante de
factores fundamentales que hay que tener en cuenta para poderse explicar acudir en este punto a religiosos de fuera de España por las dimensiones
446 P.III. La Iglesia misional C.23. Los artífices de la evangelización 447
relativamente reducidas de sus respectivos campos de evangelización. Esa Como se ve, el número de misioneros europeos no españoles que viaja-
misma prohibición fue indudablemente la que influyó en que la presencia de ron a América solamente representa el 6,21 por 100 de cuantos religiosos
extranjeros en las expediciones franciscanas no sea tan numerosa como emprendieron el viaje con este fin.
cabría esperar de una Orden eminentemente supranacional y en la que el Respecto de los franciscanos, es llamativa la presencia de franceses, a los
fervor misional americano se despertó desde el momento mismo del descu- que siguen, aunque a larga distancia, los italianos. De esos 76 extranjeros, 57
brimiento del Nuevo Mundo. Ahora bien, como también es cierto que hasta realizaron el viaje entre 1493 y 1533, fecha esta última a partir de la cual los
mediados del siglo XVI dicho requisito no se exigió con excesivo rigor, a extranjeros ya no participan en las expediciones misioneras sino de una
pesar de lo cual, desde 1530 en adelante, escasean los extranjeros en las manera esporádica, cuando antes lo habían hecho en grupos de hasta 16 en
expediciones franciscanas, cabe suponer con toda probabilidad que a la 1516, de siete en 1531 y de 12 en 1533. Este dato hace pensar en la
existencia de la prohibición se unió el hecho de la abundancia de religiosos probabilidad de que la prohibición de 1530 surtió verdadero efecto.
en España para prescindir de los de fuera de ella. Por lo que se refiere a los jesuítas, merece observarse la preponderancia
A diferencia de estas cinco Ordenes religiosas, la Compañía de Jesús, de de los italianos, con la característica de que entre ellos predominan los
espíritu aún más supranacionalista, fuertemente centralizada, especialísima- procedentes de los Estados pontificios, Ñapóles y Sicilia, seguidos de los del
mente sensible a los deseos de la Santa Sede y con insuficiente número de Milanesado, es decir, de los pertenecientes a circunscripciones políticamen-
personal para las necesidades a que tenía que atender en España, experi- te no sospechosas, factor al que hay que atribuir también la destacada
mentó siempre la imperiosa necesidad de recurrir a religiosos no españoles abundancia de alemanes y bohemios, cuyo descenso numérico en relación
para la realización de su labor misional en el Nuevo Mundo. con los italianos obedeció, indudablemente, a la menor población católica
Esto dio lugar al mantenimiento por la Compañía de un permanente de esos territorios.
forcejeo con la Corona española para que le permitiera la participación de Desde el punto de vista cronológico, la permisividad practicada por la
extranjeros en sus expediciones misioneras. Tras unas dificultades iniciales Corona hasta 1609 dio lugar al paso de 38 jesuítas extranjeros desde 1574
impuestas en 1603, la prohibición del paso a América de jesuítas extranjeros hasta esa fecha, mientras que la tajante prohibición de dicho año originó que
se convirtió en tajante en 1609, se suavizó de nuevo en 1616 y volvió a solamente viajara uno entre 1609 y 1615. A partir de 1616 vuelven a
endurecerse en 1645 y 1654. Tras una nueva suavización en 1674 y en 1707, abundar los extranjeros entre los expedicionarios de la Compañía hasta
en 1760 volvió a exigírsele con nuevo rigor la observancia de la prohibición. 1643, mientras que casi vuelven a desaparecer desde esa fecha hasta 1675.
El número y la nacionalidad de los misioneros europeos no españoles La nueva política de permisividad obtenida por la Compañía en 1674 y
que viajaron a América los especifica el siguiente cuadro, basado en los datos ratificada en 1707 dio lugar a una auténtica avalancha de jesuítas extranje-
que proporciona Lázaro de Aspurz f restringidos únicamente a los francis- ros a partir de 1678, hasta el punto de que el número de los que se embarca-
canos (OFM) y jesuítas (SJ), únicas Ordenes en las que es apreciable el ron desde ese año hasta 1760 asciende nada menos que a 833. La última y
número de misioneros extranjeros: definitiva prohibición de 1760 sólo permitió el paso de tres nuevos extranje-
ros hasta 1765, fecha de la última expedición jesuítica.
OFM: 82 SJ: 849
Siglos TOTAL D) El misionero americano

XVI XVII XVI XVII XVIII Hasta finales del siglo XVI no cabe pensar que los religiosos americanos
o criollos pudieran sustituir en la evangelización a los misioneros extraame-
Portugal 5 ricanos, porque su número, relativamente escaso, no se lo hubiera permitido
Francia 42 aunque hubiera sido ése su propósito.
Francia-Flandes 14 5 19
Bélgica 34- 18 55 La situación comenzó a cambiar a finales de esa centuria, como se
Alemania 17 228 248 deduce del triple hecho de que por esa época abundan las afirmaciones
Austria 12 61 74 sobre el gran número de religiosos existentes en América (1593, 1608,
Bohemia 34 72 106 1633); aunque parte de ellos eran peninsulares, se concibe incluso la posibi-
Dacia 1 lidad de que la evangelización corriera a cargo de esos religiosos, hasta el
Suiza 1
Italia 85 185 308 punto de que se prescindiera de las costosísimas expediciones misioneras
Inglaterra 1 1 (1570, 1574, 1624), y durante la primera mitad del siglo XVII se estableció
Escocia 1 1 entre las Ordenes misioneras americanas el sistema de alternancia (alternati-
Irlanda 1 2 va) en los puestos de gobierno debido al gran número de criollos que
Nac. desconocida 6 56 63 poblaban los conventos.
TOTAL 76 6 19 205 625 926 En realidad, todavía carecemos de cifras concretas sobre los religiosos
448 P.III. La Iglesia misional C.23. Los artífices de la evangelización 449

criollos que se dedicaron a la evangelización, pero las que se poseen indican en Roma, aseveraba en 1673: «Los jesuítas europeos que van a Indias... son
que su número fue escaso en proporción con el de los que trabajaban en mucho más a propósito para las misiones de Indias que no los indianos, en
retaguardia y de los que llegaron a las misiones procedentes de fuera del cuanto los europeos que van a Indias todos llevan vocación especial para
Nuevo Mundo. ellas, la cual tienen los menos de las Provincias indianas».
Como simples muestras, valgan las siguientes. De los catorce misioneros Según el virrey de Santa Fe, en 1768 eran «pocos los de las Indias que se
jesuítas que en 1767 había en Casanare (Colombia), eran criollos siete; de los dedican a este tan santo como penoso instituto», cual era el cometido del
ocho destinados en el Orinoco medio, uno; de los veintiuno que misionaban colegio franciscano de misiones de Popayán.
en la Amazonia (Mainas), cuatro. Entre los franciscanos, desde 1702 hasta
1790, sólo profesaron en el colegio de misiones de Cristo Crucificado, de II. LOS OBISPOS Y EL CLERO DIOCESANO
Guatemala, noventa y ocho, de los que cuarenta y seis fueron hermanos
legos; en el colegio de San Fernando, de México, sólo tomaron el hábito La intervención de los obispos en la actividad misional americana fue
ciento trece entre 1738 y 1810. Entre estos mismos franciscanos, desde directa hasta 1570, aproximadamente, fecha desde la cual su labor pastoral
1698 hasta 1800, solamente ingresaron en el colegio de Querétaro (México) perdió el carácter de evangelización propiamente dicha.
un total de cincuenta y dos, procedentes de las Provincias normales, y En cuanto artífices de la evangelización, los obispos no se dedicaron, ni
cincuenta y tres en el de San Fernando de México de 1731 a 1810. se pudieron dedicar, a la conversión de infieles. Su carácter de tales radica
En el caso de los capuchinos, la inexistencia de misioneros criollos fue en la legislación de índole misional promulgada de una manera personal, en
prácticamente total y obedeció al hecho de que estos religiosos no contaron esta misma legislación emanada colectivamente de las juntas eclesiásticas, de
con vocaciones americanas debido a que su labor fue casi exclusivamente los concilios provinciales y de los sínodos diocesanos celebrados durante esa
misional y no dispusieron de seminarios de formación. época, en la colaboración que les prestaron a los misioneros propiamente
Por lo que se refiere a las restantes Ordenes misioneras, en el caso de los dichos y en los informes que sobre la evangelización elevaban a las autorida-
mercedarios, dominicos y agustinos, la criollización sobrevino cuando estos des virreinales o a la propia Corona.
religiosos ya habían desistido prácticamente de su labor propiamente evan- Desde 1570, aproximadamente, debido a la paulatina delimitación entre
gelizadora, mientras que los jesuítas contaron con el filón de los religiosos territorios misionales y no misionales, así como al derecho de exención de
extranjeros o centroeuropeos, cuyo menor dominio del castellano (aunque los religiosos, esos concilios y sínodos perdieron, en general, su carácter
tenían obligación de aprenderlo) los convertía en más adecuados para misio- misional (el de Lima de 1582-3 y el de México de 1585, al tratar de los
nar entre los indígenas que para trabajar entre los hispanocriollos, con lo indígenas, lo hacen más bien en plan pastoral que en plan misional, pues se
que la colaboración de estos últimos en la evangelización se hacía menos trata de una población nativa ya cristiana).
necesaria. A consecuencia de ello, los obispos ya no intervinieron en esos territo-
Por otra parte, además de estas motivaciones concretas, concurrieron rios sino desde el momento en que las misiones (a los diez o veinte años de
otros dos factores de índole general para generar la, al parecer, escasa iniciadas) se convertían en doctrinas o parroquias de indios y pasaban a la
participación de los criollos en la evangelización. jurisdicción episcopal, pero que por eso mismo perdían también su carácter
Exceptuados los capuchinos, todas las Ordenes restantes fueron vícti- evangelizador.
mas, por una parte, de su propia prosperidad, y por otra, del ambiente Como prolongaciones de la situación anterior a la fecha aproximada de
americano. 1570 deben considerarse aquellos territorios que, como Tucumán, Para-
Lo primero, porque sus numerosos compromisos pastorales para con la guay y Chile, siguieron manteniendo su carácter misional hasta comienzos
población hispanocriolla y los indígenas ya nacidos dentro del cristianismo del siglo xvil, razón por la cual los obispos intervinieron también en la
les exigían mucho personal. Lo segundo, porque en la propia América, evangelización propiamente dicha de idéntica manera a como lo habían
además de que nunca se tuvo en gran estima al indígena y, por lo mismo, hecho hasta entonces, y que se refleja, por ejemplo, en los sínodos y conci-
nunca se apreció tampoco debidamente la labor entre ellos, los religiosos lios celebrados en esas regiones, los cuales conservan un carácter misional ya
criollos tampoco se sintieron especialmente llamados a evangelizarlos. no acostumbrado en el resto de América.
El comisario general franciscano de Nueva España afirmaba a este res- El clero diocesano no constituyó un sector eclesiástico propiamente
pecto en 1624, refiriéndose a las misiones de Tampico y Nuevo México: evangelizador, sino que acostumbró a ejercer su labor entre indígenas ya
«Como es tierra tan trabajosa de tantas conversiones y tan apostólicas que no insertados en el cristianismo por los misioneros bajo la forma de doctrineros
se diferencian de la Florida, huyen todos el cuerpo a las dificultades... o párrocos de indios. No obstante, durante el siglo xvi, además de excepcio-
ninguno quiere dejar esta tierra donde para lo espiritual hay tantas conver- nes personales a esta norma, se dan casos frecuentes en los que entre la
siones y para lo corporal los mejores lugares y temples de la Nueva España». población encomendada a sacerdotes diocesanos aún había indígenas que
Eljesuita Sebastián Izquierdo, asistente general de la Compañía de Jesús seguían siendo paganos.
450 P.HL La Iglesia misional C.23. Los artífices de la evangelización 451
III. LOS ESPAÑOLES Y CRIOLLOS SEGLARES ción especial y personal por la evangelización, como lo hicieron Pedro de
Rentería en la Española a comienzos del siglo xvi, Julián Gutiérrez en
Tratándose de la evangelización de América, es corriente querer ver en Colombia-Panamá hacia 1532 o Francisco Rodríguez Leite en Píritu (Vene-
los conquistadores de los años centrales del siglo XVI (fuera de esa época, zuela) a mediados del siglo xvn.
esta figura no existió) a una especie de evangelizadores laicos que inducían
a los indígenas a que recibieran el bautismo, a veces incluso con fines no
honestos. IV. LOS COLABORADORES INDÍGENAS
Estos últimos casos, resabios de una tradición deformada no exclusiva de
No hay duda alguna de que los indígenas que más colaboraron en la
América, representan simples anécdotas o prácticas ajenas totalmente al
evangelización americana fueron los niños y adolescentes, hasta el punto de
campo de la evangelización. En cambio, el deseo sincero de que los nativos
que el franciscano Jerónimo de Mendieta afirmara a finales del siglo xvi que
abrazaran el cristianismo es lógico suponerlo en hombres profundamente
Dios quiso «que se hiciese la conversión de este Nuevo Mundo... no por otro
religiosos, quienes probablemente sí influyeron con sus admoniciones y con
instrumento sino [el] de los niños».
su prestigio en que los indígenas se cristianizaran, como de hecho nos consta
que lo hicieron en numerosas ocasiones. Los niños y jóvenes aparecen en todas partes y en todos los momentos
de la evangelización americana, sin excepción alguna, sirviendo de maestros
Además de con esta labor directamente misional, los conquistadores
y de intérpretes a los misioneros, colaborando en la destrucción de la idola-
facilitaron la evangelización con el previo sometimiento político de los in-
tría pública y en el descubrimiento de la oculta, haciendo de evangelizadores
dios, persiguieran o no este objetivo.
en sus propias casas (cometido que también desempeñaban las niñas), ejer-
Estos mismos conquistadores, junto con los pobladores españoles y los ciendo a veces de auténticos evangelizadores de extraños, sustituyendo en la
criollos, representaron durante el siglo XVI, con su simple presencia, un catequesis al misionero e integrando la escolanía que solemnizaba el culto en
factor de disuasión ante posibles levantamientos armados de los nativos y la todos los poblados misionales. A ese respecto son célebres la muerte de un
consiguiente destrucción de la labor misional, de la que por lo mismo se niño en Tlaxcala por su propio padre en 1527, debido a que le recriminaba
convirtieron en salvaguardia, y así los vieron muchos misioneros. La labor de la idolatría, y la de otros dos en Tepeaca, en 1530, así como la de un
proselitismo que ejercieran con su palabra o con su ejemplo se prestó, en sacerdote pagano en Tlaxcala por los niños ya cristianos hacia esas mismas
cambio, a diversas interpretaciones. fechas.
Durante los siglos XVI, XVII y XVIII, esos mismos pobladores españoles y Entre estos niños y adolescentes, activos colaboradores en la evangeliza-
criollos colaboraron en numerosas ocasiones con los misioneros en la con- ción, gozaron de una especial preparación para ello los educados en el
gregación de los indios en poblados (reducción), a veces los sustituyeron en colegio franciscano de enseñanza media de Tlatelolco, fundado en 1536; los
la catequesis y desde finales del siglo XVI los protegieron en cuanto miem- niños nobles educados en España en virtud de sendas reales cédulas de
bros de la «escolta» o de los «presidios» (destacamentos militares) emplaza- 1503-4, 1508-1510 y 1528, con el fin precisamente de que a su regreso a
dos en buen número de misiones. Por su parte, los encomenderos estaban América sirvieran de evangelizadores; los alumnos de los numerosos cole-
obligados por ley a mantener a costa propia a algún clérigo o religioso que gios para hijos de caciques fundados a lo largo de todo el siglo xvi y los
atendiese espiritualmente a los indios de su encomienda. alumnos de los internados comarcales e interclasistas (masculinos y femeni-
Carácter defensivo de la evangelización entrañaron asimismo las aldeas nos) erigidos durante los siglos xvil y x v m en las misiones periféricas,
fundadas para proteger la labor misional. En este sistema destacaron los principalmente por los jesuítas. En un segundo lugar, aunque fueron más
capuchinos de Venezuela, con la organización a finales del siglo XVII de numerosos, se encuentran los alumnos de las escuelas elementales, existen-
expediciones de seglares para que desde España se fueran a establecer en sus tes en prácticamente todos los conventos del siglo XVI y en los poblados
misiones y con la fundación de las villas españolas de San Carlos (1671), misionales de los siglos XVII y xvm.
Cojedes (1694), Araure (1694), Calabozo (1724), El Pao (1727), San Felipe También hay que considerar como evangelizadores a aquellos oblatos o
(1728), Cachicamo (1752), San Jaime (1752), San Carlos Zulia (1778) y San donados indígenas que, sin ser religiosos, vivían en los conventos en número
Fernando (1788). todavía sin cuantificar y de los que nos consta que a veces se dedicaron a la
Económicamente colaboraron en la evangelización las asociaciones pia- evangelización con gran éxito.
dosas de seglares fundadas con este fin en las principales ciudades america- Los adultos indígenas ya cristianos sustituyeron a veces a los misioneros
nas y que, al parecer, fueron fomentadas sobre todo por los jesuítas en los en la tarea de congregar en poblados a los nativos todavía diseminados,
siglos xvn y xvili. como en 1622 se les aconsejaba que lo hicieran a los jesuítas del noroeste de
La labor directa y exclusivamente evangélica no fue, ni pudo serlo, México, y como lo practicaron, con diversos resultados, los capuchinos de
cometido específico de los españoles o de los criollos seglares, lo que tampo- Venezuela en 1724 y 1743, los jesuítas del Chaco argentino en 1760 y, por
co excluye que cristianos especialmente piadosos fomentaran una preocupa- las mismas fechas, los del Amazonas. Lo más corriente era, sin embargo, que
452 P.III. La Iglesia misional

esos indios cristianos acompañaran en !a labor reduccionística a los misione-


ros, a veces en cantidades de hasta 200 y 300, como hicieron los franciscanos
de la selva peruana en 1661 y 1761, respectivamente. El cometido de estos NOTA BIBLIOGRÁFICA
colaboradores en la reducción era defender al misionero, servirle de intér-
prete y persuadir a las tribus abordadas de que se congregaran en poblados.
Adultos de entre cincuenta y sesenta años, según la Recopilación de Leyes Actividad misionera de las Ordenes religiosas
de los Reinos de las Indias de 1681, pero en ocasiones jóvenes, eran también Cada Orden misionera dispone de sus propias monografías sobre la labor reali-
los indígenas denominados fiscales, que colaboraban con el misionero en zada por sus miembros en las distintas naciones e incluso regiones hispanoamerica-
cada una de las reducciones o poblados misionales. Su número era variable, nas, de la que forma parte su actividad evangelizadora (véanse los ce. 12 y 25).
en conformidad con los habitantes de la aldea. Así, mientras la Recopilación Visiones de conjunto sobre los evangelizadores
señala uno por cada cien habitantes, los jesuitas del Amazonas disponían en
P. BORGES, «Características sociológicas de las Ordenes misioneras americanas»,
el siglo XVIII (por elección anual) de tres en la mayoría de los casos, y en J. I. SARANYANA y otros, Evangelización y teología en América (siglo xvi) 1 (Pamplona,
frecuentemente de cinco, y los franciscanos de Chiloé contaban con 61 en el 1990), 619-625; A. HUERGA, «Las Ordenes religiosas, el clero secular y los laicos en la
total de 67 poblados que atendían en 1791. evangelización americana»: Ibíd., 569-602; M. B. PÉREZ ALVAREZ, «Las Ordenes reli-
giosas y el clero secular en la evangelización del Perú»: Ibíd., 699-711.
El cometido de estos indios fiscales era hacer de sacristanes para todo lo
referente al culto, pero al mismo tiempo sustituían al misionero en la catc- Aportación de misioneros (general)
quesis durante su ausencia, vigilaban la asistencia a la catequesis y a los actos L. DE ASPURZ, «Magnitud del esfuerzo misionero de España»: Missionalia Hispáni-
litúrgicos, se preocupaban por la administración de los sacramentos a los ca 3 (Madrid, 1946), 99-73; P. BORGES, El envío de misioneros a América durante la época
enfermos y advertían al misionero de cuanto anormal o defectuoso aconte- española (Salamanca, 1977); ID., «La emigración de eclesiásticos a América en el si-
ciese en la aldea. glo xvi. Criterios para su estudio», en América y la España del siglo xvi, II (Madrid,
1983), 47-62; ID., «Primeras expediciones misioneras a América»: Archivo Ibero-Ameri-
Finalmente, los indígenas colaboraban también en la evangelización cano 27 (1967), 121-133; ID., «Trámites para la organización de las expediciones
convirtiéndose en una especie de levadura entre nativos todavía paganos misioneras a América (1780)»: Ibíd., 26 (Madrid, 1966), 405-472; J. CASTRO SEOANE,
mediante su traslado desde la propia comarca a territorios todavía sin evan- «Aviamiento y catálogo de las misiones que en el siglo xvi pasaron de España a Indias
gelizar o en vías de cristianización, constituyendo lo que alguien ha denomi- y Filipinas según los libros de la Contratación,» serie de artículos aparecidos en
Missionalia Hispánica desde 1956 hasta 1988, los últimos a cargo de R. Sanies; F. DE
nado grupos apostólicos de seglares. LEJARZA, «Las levas misioneras en el siglo xix»: Missionalia Hispánica 13 (Madrid,
A la primera modalidad pertenecen, por ejemplo, los indios educados 1966), 179-190; J. M. VARGAS, Misioneros españoles que pasaron a América en el siglo XVI
por los franciscanos de México, que en 1541 se trasladaron con los domini- (Quito, 1980).
cos a Guatemala para, con su dominio de la música, atraer al cristianismo a
los difíciles lacandones. Aportación de misioneros (Ordenes religiosas)
Entre la segunda cabe enumerar a las familias cristianas que, también J. R. Al.VAREZ, «La Orden de la Merced. Su aportación a la evangelización
americana», en J. I. SARANYANA y otros, Evangelización y teología en América (siglo XVI)
voluntariamente, se establecían en otras aldeas e incluso se trasladaban a 1 (Pamplona, 1990), 713-743; I. ARENAS, «Expediciones franciscanas a Indias,
territorios alejados por indicación de los misioneros. El sistema de traslado 1625-1650», en Actas del III Congreso Internacional sobre los franciscanos en el Nuevo
a poblaciones vecinas fue recurso general de los franciscanos de Píritu Mundo (Madrid, 1991), 823-857; A. E. ARIZA, Misioneros dominicos de España en
(Venezuela) desde mediados del siglo XVII en adelante, quienes denomina- América y Filipinas en el siglo XVI (Bogotá, 1971); L. DE ASPURZ, «Despertar misionero
en la Orden franciscana en la época de los descubrimientos (1493-1530)»: Estudios
ban «madrinas» a esas familias. Al traslado de una región a otra recurrían los franciscanos 50 (Barcelona, 1949), 415-438; ID., «La vocación misionera entre los
jesuitas del noroeste de México en el siglo XVII, los franciscanos de Sierra capuchinos españoles en la segunda mitad del siglo xvm»: Miscelánea Melchor de
Gorda (México) a mediados del XVIII y los franciscanos de California en la Pobladura 2 (Roma, 1948), 427-454; P. BORGES, «Análisis sociológico de las expedicio-
segunda parte de este mismo siglo. nes de misioneros franciscanos a América», en Actas del I Congreso Internacional sobre
los franciscanos en el Nuevo Mundo (Madrid, 1987), 443-471; C. CEBRIÁN, «Expedicio-
Quienes más se distinguieron en esta forma de apostolado fueron los nes franciscanas en el siglo xvn (1650-1675)», en Actas III Congreso sobre los francisca-
tlaxcaltecas, de los que se valieron los franciscanos para evangelizar a los nos, 859-884; A. GALAN, «Expediciones franciscanas a Indias, 1600-1626»: Ibíd.,
chichimecas a finales del siglo XVI, y los franciscanos y jesuitas para que 813-822; O. GÓMEZ PÁRENTE, «Misioneros franciscanos a Indias y Extremo Oriente
colaboraran con ellos en Coahuila (1598, 1645, 1690, 1694), Nuevo León despachados por la Casa de Contratación»: Archivo Ibero-Americano 37 (Madrid,
1977), 439-490; B. HACKETT, «The Irish augustinians presence in the Americas and
(1675), Nuevo México (1680), Nueva Vizcaya (1687, 1715, 1730-1) y Río the Philippines in the seventeenth century»: Agustinos en América y Filipinas. Actas del
Grande (1698). Émulos suyos, aunque en grado menor, fueron los ópatas Congreso Internacional (Valladolid, 1990), 1051-1078; M. E. MARTÍN ACOSTA, «Inter-
del noroeste de México, los cuales colaboraban con los jesuitas a comienzos vención del Consejo de Hacienda en el arribo de los agustinos a América y Filipinas»:
del siglo XVII y que, sustituidos los jesuitas por los franciscanos en 1767, aún Ibíd., 955-960; M. C. MARTÍNEZ MARTÍNEZ, «Participación de los agustinos en la
evangelización de América y Filipinas según los libros de Pasajeros de la Casa de la
seguían colaborando con estos últimos en 1793.
454 P.III. La Iglesia misional C.23. Los artífices de la evangelización 455
Contratación (1600-1650)»: Ibíd., 961-984; F. MATEOS, «Misioneros jesuítas españo- (Pamplona, 643-656); G. GUARDA, LOS laicos en la cristianización de América. Siglos xva
les en el Perú durante el siglo xvi.: Missionalia Hispánica 1 (Madrid, 1944), 559-571; xix (Santiago, 1987); M. HERNÁNDEZ SÁNCHEZ-BARBA, «Los seglares y la evangeliza-
ID., «Primera expedición de misioneros jesuítas al Perú (1565-1568)»: Ibíd., 2 (Ma- ción de América», e n j . I. SARANYANA y otros, Evangelización y teología, 673-677; C. E.
drid, 1945), 41-108; P. N. PÉREZ, Religiosos déla Merced que han pasado a la América MESA, «LOS laicos en la edificación de la Iglesia novogranadina»: Missionalia Hispáni-
Española (Sevilla, 1924); M. DE POBLADURA, «Génesis del movimiento misional en las ca, 35-36 (Madrid, 1978-1979), 53-89; L. TORMO, «Los pecadores en la evangeliza-
Provincias capuchinas de España (1618-1650)»: Estudios Franciscanos 50 (Barcelona, ción de Indias»: Ibíd., 25 (Madrid, 1968), 245-256.
1948), 209-230 y 353-385.
Participación de los indígenas
Aportación de misioneros (regiones)
C. BAYLE, «Los niños indígenas en la cristianización de América»: Razón y Fe 130
P. BORGES, «Expediciones misioneras al colegio de Querétaro (Méjico), (Madrid, 1944); G. GUARDA, «El apostolado seglar en la cristianización de América: la
1683-1822»: Archivo Ibero-Americano 42 (Madrid, 1982), 809-858; ID., «Franciscanos institución de los fiscales»: Historia 7 (Santiago, 1968), 205-225; M. MATTHEI, «Los
extremeños en los virreinatos sudamericanos», en Congreso Franciscanos Extremeños en núcleos comunitarios indígenas en la cristianización de Hispanoamérica»: Anales de la
el Nuevo Mundo (Guadalupe, 1986), 625-659; ID., «Perfil sociológico de los misioneros Facultadde Teología 17-18 (Santiago, 1966), 41-68; J. B. OLAECHEA, «Participación de
extremeños en América», en Extremadura en la evangelización del Nuevo Mundo. Actas los indios en la tarea evangélica»: Missionalia Hispánica 26 (Madrid, 1969), 241-256.
y estudios (Madrid, 1990), 179-210; B. DE CARROCERA, «Expediciones de capuchinos
de la Provincia de Cataluña a la misión de Guayana»: Missionalia Hispánica 37 (Ma-
drid, 1980), 211-262; M. DE CASTRO, «Misioneros de la Provincia de Castilla en
América, siglos xvi y XVII»: Archivo Ibero-Americano 47 (Madrid, 1987), 219-259; T.
FERNÁNDEZ SÁNCHEZ, «Franciscanos extremeños en Nueva España», en Congreso Fran-
ciscanos Extremeños, 625-659; B. GARCÉS FERRÁ, «Relación de jesuítas de la Provincia
de Aragón enviados a Indias en los siglos xvn y XVIII»: Revista de Indias 8 (Madrid,
1947), 521-537; M. GEIGER, «The Mallorcan contribution to the Franciscan Califor-
nia»: The Americas 3 (Washington, 1947-1948), 98-176; ID., Franciscan Missionaries in
Hispanic California, 1769-1818. A Biographical Dictionary (San Marino, California,
1969); J. HERAS, Libro de incorporaciones del Colegio de Propaganda Fide de Ocopa
(1752-1907) (Lima, 1970); F. DE LEJARZA, «Notas para la historia misionera de la
Provincia de la Concepción»: Archivo Ibero-Americano, 8 (Madrid, 1948), 9-103;
H. STORMI, Catálogo de la Provincia del Paraguay (Cuenca del Plata), 1585-1769 (Roma,
1980); H. ZAMORA, «Presencia de los franciscanos extremeños en Nueva España», en
Congreso Franciscanos Extremeños, 435-466.
Aportación extranjera
L. DE ASPURZ, La aportación extranjera a las misiones españolas del Patronato Regio
(Madrid, 1946); P. DELATTRE-E. LAMALLE, «Jésuites wallons, flamands, francais, mis-
sionaires au Paraguay, 1668-1767»: Archivum Historicum Societatis Iesu 16 (Roma,
1947), 98-176; Z. KALISTA, «Los misioneros de los países checos que en los siglos xvi y
xvn actuaban en América Latina»: Ibero-Americana Pragensia 2 (Praga, 1968),
117-160; F. MATEOS, «Sobre misioneros extranjeros en ultramar»: Missionalia Hispa-
nica 15 (Madrid, 1958), 245-251; V. D. SIERRA, Los jesuítas germanos en la conquista
espiritual de Hispanoamérica. Siglos XVIy XVII (Buenos Aires, 1944).
Misioneros criollos
J. DEL REY FAJARDO, «Jesuítas criollos que trabajaron en las misiones llaneras»:
Boletín de la Academia Nacional de la Historia 54 (Caracas, 1971), 458-488.

Obispos y clero diocesano


C. BAYLE, El clero secular y la evangelización de América (Madrid, 1950); D.
DRESSENDORFER, «Hacia una reconsideración del papel del clero en la «conquista
espiritual» de América»: Jahrbuch fiir Geschichte von Staat, Wirtschaft und Gesellschaft
Lateinamerikas 22 (Kóln-Wien 1985), 23-38; E. D. DUSSEL, El episcopado latinoamerica-
no y la evangelización de los pobres, 1504-1620 (México, 1979); G. PORRAS MuÑOZ, El
clero secular y la evangelización de Nueva España (México, 1987).

Participación de los seglares


L. DIAZ-TRECHUELO, «La contribución de los seglares a la evangelización de
América», en J. I. SARANYANA y otros, Evangelización y teología en América (siglo xvi) 1
CAPÍTULO 24

DIFICULTADES Y FACILIDADES PARA LA EVANGELIZARON


Por PEDRO BORGES

El hecho de que sólo en trescientos treinta y dos años se evangelizara


todo un mundo extendido a lo largo y ancho de unos catorce millones y
medio de kilómetros cuadrados, y con una orografía y climas hostiles para
los europeos, puede producir la falsa impresión de que la evangelización
americana no encontró obstáculos de importancia.
La apreciación no sería nueva. El jesuita José de Acosta ya advierte, en
1589, que quienes observaban de lejos la evangelización del Nuevo Mundo
la consideraban tarea fácil, pero que para quienes lo hacían de cerca o
estaban consagrados a ella resultaba tan difícil «que a punto están de caer en
desesperación» (Deprocurando,, 1.1, e l ) . En idéntico sentido, el historiador
agustino Juan de Grijalva rechazaba en 1624, en México, la opinión de
quienes creían que bastaba con decirles algo a los indígenas para que acepta-
ran el cristianismo, sin necesidad de mayores esfuerzos (Crónica, f.41v).
La realidad fue que esta evangelización tuvo que afrontar diversas
dificultades, al mismo tiempo que contó con determinadas ventajas, unas y
otras de índole e intensidad muy diversas, cronológica y geográficamente
variables, no susceptibles de comparación entre sí, algunas comunes a todas
las misiones católicas y otras específicamente americanas, pero que todas
contribuyeron, cada una a su manera y en su respectivo grado, a obstaculizar
o favorecer la difusión y aceptación del mensaje cristiano por los indí-
genas.
Estas dificultades y facilidades se pueden agrupar en factores adversos,
factores favorables y factores mixtos.

I. FACTORES ADVERSOS

A) Obstáculos de la naturaleza
Los obstáculos ofrecidos por la naturaleza son fáciles de imaginar, tanto
más cuanto que hoy mismo aún no se han podido superar totalmente. Entre
ellos cabe destacar tres tipos.
1. Geográficos, entre los que figuran montañas como los Andes o la
Sierra Madre; selvas como las de la Orinoquía o de la Amazonia; desiertos
como el de Atacama; ciénagas como las del Darién o Venezuela, y ríos como
el Orinoco, el Amazonas o el Paraguay.
458 P.III. La Iglesia misional C.24. Dificultades y facilidades para la evangelización 459

2. Climáticos, tanto más sensibles cuanto que la mayoría de los evange- D) Oposición sistemática de los hechiceros
lizadores procedían de climas templados, y que oscilaban entre el calor y la Los hechiceros o dogmatizadores constituyeron siempre y en todas
humedad de los trópicos y el frío de las punas sudamericanas. partes un sector activamente combativo contra el cristianismo, al que ataca-
3. Biológicos, como las fieras, las serpientes y los mosquitos. ban desprestigiando al misionero, a veces hasta con comparaciones obsce-
nas, organizando conjuras contra él hasta el punto de que muchas rebelio-
B) La dispersión demográfica nes indígenas fueron instigadas por ellos, disuadiendo a los nativos de que se
convirtieran, amenazándoles o pronosticándoles lo peor si se bautizaban y
La ubicación de los poblados indígenas dificultó la evangelización, en el atribuyendo al bautismo la muerte de los niños que fallecieran tras haberlo
sentido de que en la América marginal se practicó una auténtica dispersión recibido.
demográfica y en el de que la mayor concentración poblacional de la Améri- El franciscano Matías Ruiz Blanco, misionero en Venezuela, los califica-
ca nuclear representaba de hecho una auténtica dispersión para los evangeli- ba en 1690 de «los peores enemigos que tenemos los misioneros» (Conversión
zadores, debido a su número proporcionalmente escaso. Esta fue precisa- en Píritu, c.4 n.41), por lo que no es de extrañar que estos últimos pusieran
mente una de las razones por las que en todas partes se practicó el sistema un particular empeño en anularlos.
de reducciones o congregación de los nativos en poblados, menos numero- Sobre su eficacia disuasiva había dicho en 1571 el virrey del Perú, don
sos pero de mayor número de habitantes que los prehispánicos (véase el Francisco de Toledo, que con una sola palabra convertían ellos más indios
capítulo 29 de esta obra). que cien frailes juntos (LEVILLIER, Gobernantes, III, 509-510), a lo que el
Técnicamente dispersas o no, las aldeas indígenas presentaban además tercer concilio de Lima había añadido en 1583 que en sólo un día destruían
la dificultad de las comunicaciones entre sí o la de una total incomunicación, lo que los misioneros tardaban un año en edificar.
así como la de que -como dice el franciscano Motolinia- «los unos pueblos Esta oposición y su eficacia fue lo que indujo a los evangelizadores a
están en lo alto de los montes, otros están en lo profundo de los valles, y por desarrollar una actividad especial contra ellos, enmarcada dentro de su
esto es menester que los frailes suban a las nubes [...] y otras tienen de bajar esfuerzo por erradicar el paganismo.
a los abismos [...] no pueden los pobres frailes hacer estos caminos sin
padecer en ellos grandes trabajos y fatigas (Historia, trat.3, c.10). E) Oposición de la población indígena
El sistema de reducciones procuró solucionar esta dificultad, pero nun- Contra lo que pudiera parecer, y hablando en general, la población
ca pudo resolver el problema del alejamiento y de la falta de comunica- indígena no acostumbró a oponerse activamente a la evangelización y, de
ciones. hecho, una vez superado el primer momento de sorpresa, indecisión o
desconfianza, terminó por acceder a ella. En los territorios conquistados por
las armas, es decir, en la América nuclear evangelizada desde 1524 hasta
C) Estado rudimentario de la población indígena
aproximadamente 1573, la población nativa quedó privada de la capacidad
Teniendo en cuenta que los evangelizadores eran hombres cultos, que de resistencia y, por lo mismo, de la posibilidad de oposición a los evangeliza-
vivían en conventos generalmente amplios, que estaban habituados a un dores, mientras que en las regiones restantes tampoco la ejerció, en unas
sistema de vida más o menos pobre, pero decoroso, y que procedían de ocasiones porque el misionero iba acompañado unas veces por un grupo de
ambientes para entonces evolucionados, es fácil de comprender lo duro que hombres armados (escolta) y en otras precisamente porque iba inerme y no
les resultaría tener que habitar en viviendas que muchas veces no eran más representaba ningún peligro para los nativos que quería evangelizar. Esta es
que chozas, en ocasiones dormir al aire libre y hasta con una boa como la razón de que los mártires americanos no haya que buscarlos tanto en un
almohada, y tenerse que mantener a base de alimentos para ellos totalmente primero como en un segundo momento de la evangelización, es decir, en el
extraños y vitamínicamente insuficientes. de las rebeliones o ataques indígenas.
En casos ya más extremos, como el de los lacandones de Guatemala, Las principales excepciones a esta norma la representan los apaches de
todos podían decir como el dominico Tomás de la Torre en el siglo XVI: «En Florida, cuya evangelización no se consiguió consolidar hasta 1573, después
todo ponía grima y espanto: desnudos, pintados con tinta negra, y las muje- de los sucesivos intentos de 1526, 1527, 1529, 1539, 1542, 1549, 1550,
res hediondas con no sé qué almagre... Cuando acabábamos el sermón 1553, 1558 y 1566; los apaches de Texas, a los que se intentó evangelizar en
quedaba todo regado de orines; las uñas como águilas; el cabello, encrespa- 1632,1675,1680,1689 y, definitivamente, en 1716; los también apaches de
do, que era espanto verlos. Digo verdad, para concluir, que ellos eran bestias Nuevo México, en los que la acción misional no se consolidó hasta 1609,
en figuras de hombres» (XIMÉNEZ, Historia, 1.2, c.49). después de haberla intentado en 1540, 1580 y 1598; los moxos bolivianos,
quienes no aceptaron definitivamente a los misioneros hasta 1681, tras los
rechazos de 1595, 1615, 1620 y 1668; los chunchos bolivianos, que se
460 P.III. La Iglesia misional C.24. Dificultades y facilidades para la evangelización 461

resistieron hasta 1757, tras sus negativas de 1607, 1608,1635, 1686 y 1725, derar solamente esporádicas, comb se desprende del siguiente cuadro, en el
y los araucanos chilenos, cuya evangelización estuvo en función de las accio- que se recogen las más numerosas:
nes bélicas que hubo que mantener con ellos.
Porcentaje
Una vez iniciada y hasta consolidada la evangelización de un territorio,
Territorio Número Orden Período anual
un primer tipo de oposición a ella lo constituyeron los ataques de las tribus
aún no sometidas políticamente y fronterizas con las que se encontraban en Noroeste mex. 14 sj 1594-1750 0,08
vías de cristianización. Entre ellas destacaron los tepehuanes del noroeste Zacatecas 8 OFM 1570-1596 0,30
Colorado 4 OFM 1781
mexicano a mediados del siglo XVII, los caribes de Venezuela desde media-
Píritu 5 OFM 1680-1735 0,09
dos del siglo xvii y a lo largo del XVIII, y las diversas etnias del Oriente Orinoco 8 1684-1715 0,25
peruano en el XVII, todos ellos célebres por sus sangrientas incursiones
SJ
Llanos venez. 5 O F M Cap. 1666-1737 0,07
contra los poblados misionales. Mainas 7 SJ 1659-1736 0,09
Otro tipo de oposición estuvo constituido por las rebeliones de nativos
El número total de misioneros sacrificados por los nativos americanos
ya en vías de cristianización, obedeciendo a iniciativa propia, a conjuras de
parece oscilar en dos centenares, cifra proporcionalmente reducida si se
los hechiceros o a persuasiones de tribus fronterizas. Estas rebeliones co-
tiene en cuenta que murieron a lo largo de trescientos treinta y dos años, en
menzaron pronto, en 1516 y 1521, en Cumaná (Venezuela), con la muerte
una extensión de aproximadamente catorce millones y medio de kilómetros
de varios franciscanos y dominicos. Su número total es elevado, y para la
cuadrados y entre pueblos o tribus imposibles de enumerar.
evangelización del territorio en el que se produjeron significaban muchas
veces la ruina, pero su carácter más bien local y esporádico hace que en De ellos, los más célebres son los jesuítas Alonso Rodríguez, Juan del
realidad representen poco dentro del conjunto americano. Castillo y Roque González, martirizados por los guaraníes en 1628 a instiga-
ción de un hechicero y canonizados en Asunción por el papa Juan Pablo II
De ellas, las más frecuentes se dieron en el noroeste mexicano, donde en 1988.
ocurrieron nueve entre 1597 y 1750, y en el Orinoco medio, donde se
registraron cinco entre 1683 y 1731. Entre las más trágicas por su extensión, F) Hechos o situaciones circunstanciales
destrucción y duración hay que catalogar la de Nueva Galicia en 1541
(denominada de El Mixton), en la que perecieron tres franciscanos; la de El propio sistema de evangelización generó tres tipos de dificultades,
Nuevo México en 1680, en la que murieron veintiún franciscanos y unos totalmente dispares entre sí. La primera fue la permanente insuficiencia
cuatrocientos españoles, además de quedar destruidos veinticuatro pobla- numérica del personal evangelizador, ya aludida al hablar de la organización
dos misionales; la de Juan Santos Atahualpa, en el Cerro de la Sal (Perú), en misional. La segunda, consistente en que los misioneros bautizaban a los
1742-1747, donde murieron veintiséis franciscanos y quedaron destruidas niños y ancianos en peligro de muerte, hizo que los hechiceros o los propios
treinta y dos misiones, y la de Runcato, en Manoa (Perú), en 1766-1767, indígenas interpretaran la defunción del bautizado como un efecto del
donde murieron diecisiete franciscanos, varios indios y quedaron destruidas sacramento. La tercera estribó en las disensiones a que dio lugar entre el
doce reducciones. clero secular y el regular la conversión de las misiones en doctrinas o parro-
quias de indios y la entrega de estas últimas al clero diocesano.
Un último tipo de oposición lo constituyeron los ataques de los mamelu-
cos o bandeirantes brasileños a las reducciones guaraníes de la Compañía de G) Escasez del personal evangelizador
Jesús, quienes en sus incursiones, casi anuales entre 1614 y 1638, cautivaron
a unos 300.000 indios, así como las también frecuentes de los portugueses a Es lógico que en los primeros tiempos, es decir, hasta finales del siglo XVI
las misiones jesuíticas del Marañón (Amazonas). aproximadamente, la abundancia de la mies superara con creces al número
Fuera de los casos especialmente trágicos de Nuevo México, Cerro de la de los operarios, por muchos que éstos fueran. A partir de ese momento, las
Sal y Manoa, acabados de aludir, las muertes de los misioneros no dependie- Ordenes misioneras recibieron un gran impulso cuantitativo con el ingreso
ron tanto del número de rebeliones cuanto de las características de las tribus en ellas de religiosos criollos, quienes a finales de la centuria superaban ya
que evangelizaban. en número a los peninsulares. A pesar de ello, la necesidad de seguir culti-
Desde este punto de vista, dos territorios fueron especialmente peligro- vando lo sembrado con anterioridad, junto con la clara preferencia de los
sos en relación con los demás: Florida, donde murieron dos dominicos en religiosos por la labor pastoral entre la población ya cristiana, hizo que
1546, otro en 1549, dos agustinos en 1550, tres dominicos en 1553, un siguiera subsistiendo siempre la necesidad de evangelizadores.
jesuíta en 1566, otros siete en 1571 y cinco franciscanos en 1597; y, sobre De hecho, a finales del siglo XVI se hicieron ya sugerencias de que
todo, el Oriente peruano, donde perecieron setenta y dos franciscanos entre convenía prescindir de las expediciones de misioneros procedentes de Espa-
1637 y 1766 más trescientos veintidós indígenas cristianos. ña por la abundancia de religiosos en la retaguardia americana. Sin embar-
En los territorios restantes, las muertes de misioneros se pueden consi- go, nunca se pudo prescindir de esas expediciones, cuya solicitud se basó
462 P.III. La Iglesia misional C.24. Dificultades y facilidades para la evangelización 463
siempre en la necesidad de personal y cuya cifra de expedicionarios apenas sobre los candidatos, fomentado en ellos desde su mismo ingreso en la
solucionaba las necesidades. respectiva Orden religiosa y apto como ningún otro para soportar las adver-
En realidad, la evangelización propiamente dicha fue obra en su mayor sidades anejas a la actividad misionera.
parte de los misioneros llegados de fuera de América, hasta el punto de que 4. Prestancia personal ante los nativos, derivada de su pertenencia a un
este recurso puede considerarse como una de las deficiencias más notorias mundo mucho más avanzado y a una nación más poderosa, así como de su
del sistema evangelizador americano, el cual, al menos en principio, pudo y propia superioridad intelectual y moral, todo lo cual contribuyó a granjear-
debió surtirse de personal del continente. les el necesario prestigio y autoridad ante sus evangelizados.
5. Capacidad de penetración en el alma indígena, en cuya virtud observa-
H) Problemas internos de la evangelización ron su modo de ser, llegaron a conocerlo profundamente y dedujeron el
comportamiento que debían adoptar a este respecto.
Los propios evangelizadores se crearon también sus propias dificul- 6. Capacidad de adaptación, virtud que les permitió acomodarse a la
tades. manera de vivir de los nativos, tratarlos personalmente como querían y
La costumbre de bautizar a los niños recién nacidos y a los ancianos en necesitaban ser tratados y adecuar en lo posible el mensaje evangélico al
peligro de muerte, para asegurar su salvación, se convirtió con mucha fre- modo de captar y de sentir de los indígenas.
cuencia en un instrumento contra el cristianismo. La defunción de los 7. Conciencia de la propia responsabilidad, lo que les llevó a anteponer la
ancianos y el elevado porcentaje de la mortalidad infantil eran aprovechados evangelización a cualquier otro compromiso, razón por la cual defendieron
por los hechiceros o por los propios indígenas para presentar esas muertes y protegieron sistemáticamente a los nativos, lo que consideraron como
como una consecuencia del bautismo. deber suyo, se opusieron a las conquistas armadas y a las encomiendas o se
Una ulterior dificultad estribó en las disensiones surgidas entre las Or- impusieron la ingrata tarea de promocionar humanamente a los indígenas.
denes misioneras entre sí por cuestiones de jurisdicción, entre los religiosos 8. Juventud madura, consistente en que entre los voluntarios para las
y los obispos por los amplísimos privilegios de que gozaban los primeros, misiones americanas predominaron los alistados entre los veinticuatro y
entre los religiosos y los obispos (ahora secundados éstos por el clero secu- treinta y cinco años, circunstancia que les permitía combinar el entusiasmo
lar) por la posesión de las doctrinas o parroquias de indios, y entre los de la juventud con la responsabilidad de la madurez, así como dedicar la
religiosos y las autoridades civiles por diferencias de criterio y por motivos mayor y mejor parte de la vida a la tarea evangelizadora.
de competencia.
La documentación misional americana está repleta de lamentaciones en B) La protección oficial
este sentido y de descarnadas descripciones de cómo estas desavenencias
perjudicaban la labor evangelizadora. A las características personales de los misioneros americanos se unió,
para favorecer la evangelización, el hecho, también decisivo, de que la
Corona española la protegiese oficial y sistemáticamente.
Esta protección fue la que facilitó las expediciones misioneras, el soste-
II. FACTORES FAVORABLES
nimiento económico de la acción misional con sus limosnas y «sínodos», la
salvaguarda personal del evangelizador y de las misiones mediante el estable-
A) Las características de los evangelizadores
cimiento de «presidios» o la facilitación de la «escolta», y la que fomentó la
El factor favorable más fundamental y decisivo en el éxito de la evangeli- labor evangelizadora con su prohibición de las prácticas prehispánicas ad-
zación americana lo constituyeron las especiales características de los misio- versas a la naturaleza o al cristianismo y la adopción de cuantas medidas la
neros, de todos los cuales se puede afirmar en términos generales lo que favorecieran.
Christian Duverger asevera al decir que «la mayor parte de los franciscanos
de Nueva España, en el siglo XVI, son personajes fuera de lo común» (La III. FACTORES MIXTOS
conversión 159), aun a sabiendas de que no todos fueron perfectos.
Las características más destacadas de los evangelizadores pueden resu- A) La idiosincrasia del nativo americano
mirse en las siguientes:
1. Voluntariedad, la cual convirtió a la evangelización en un compromi- Desde el punto de vista de sus cualidades intelectuales, los nativos
so libremente adquirido y en un objetivo de entusiasta desafío personal. americanos ofrecieron a la evangelización la inestimable ventaja, puesta de
2. Selección, en cuya virtud se escogió a los candidatos más adecuados relieve por los propios misioneros, de ser como «tabla rasa» y «cera muy
para la empresa misional, con acertada preferencia de sus cualidades mora- blanda» para imprimir en ellos lo que se quisiera, cualidad a la que se
les sobre su preparación intelectual. unieron su ausencia de prejuicios y su insaciable curiosidad. En contraparti-
3. Espíritu de austeridad y sacrificio, requisito en el que más se insistía da, presentaron la dificultad de su falta de cultivo intelectual, agravada a
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464 P.III. La Iglesia misional C.24. Dificultades y facilidades para la evangelización 465
veces por su corta capacidad mental y por su imposibilidad de fijar la doctrina cristiana representa ya por sí mismo una formidable cumbre. Ense-
atención. ña, en efecto, verdades que superan toda razón y no las prueba; inculca un
Desde el punto de vista de sus condiciones morales, ofrecieron la venta- modo de conducta alejado de toda codicia y gloria, tras haber extirpado de
ja de un carácter dócil e impresionable, así como la de su innata humildad, raíz todos los vicios que colman la naturaleza humana y están arraigadísimos
pero opusieron los obstáculos de su pasividad e inconstancia. en ella por hábitos inveterados; promete premios que no se ven, y los que se
Desde el punto de vista religioso, en unas partes ofrecieron la ventaja de ven manda menospreciarlos; transfiere el sentido humano a objetos inacce-
su profunda religiosidad, junto con el inconveniente del apego afectivo a sus sibles; quiere de los hombres que lleven una vida sobrehumana... ¿Quién
lares; mientras que en otras aparecían como carentes de religión, lo que puede, por consiguiente, tener por cosa fácil y grata transformar unas
unos misioneros interpretan como factor favorable y otros como circunstan- bestias en ángeles, y esto contando con el consentimiento libre de esos
cia adversa. mismos a quienes se les hace fuerza?» (De procuranda, 1. 1, c. 3).
Con ser difícil desde el punto de vista dogmático, no fue este aspecto del
B) Los sistemas religiosos indígenas cristianismo el que más dificultades creó a los indígenas, pues, como afirma-
El paganismo americano ofreció al Evangelio la ventaja de su endeblez ba en 1779 el franciscano Antonio Caulín respecto de los indígenas venezo-
estructural, sus contradicciones internas, sus exigencias a veces dolorosas lanos, no eran menester «muchos argumentos con que convencerlos, porque
(como los sacrificios humanos), algunas similitudes conceptuales y rituales toda su repugnancia más era efecto de la voluntad que del entendimiento,
con el cristianismo (el concepto de creación, la idea de un Dios supremo, la pues éste fácilmente se convenciera al asenso de nuestra ley si la voluntad se
existencia de una Madre de la divinidad, ciertas especies de bautismo o resolviera a abrazar las dificultades de su observancia» (Historia corográfica de
confesión, la creencia en el más allá) y, según algunos misioneros, el cumpli- la Nueva Andalucía, 1. 3, c. 17).
miento con la llegada de los evangelizadores de ciertos vaticinios y presagios Para el historiador franciscano esas dificultades se cifraban sobre todo
prehispánicos. Como afirma José de Acosta en 1589, «hasta las mismas cosas en la necesidad de abandonar la poligamia, hasta el punto de que muchos
que el demonio hurtó de nuestra ley evangélica (...) sirvieron para que la aplazaran el bautismo hasta la hora de la muerte por no tener que renunciar
recibiesen bien en la verdad los que en la mentira las habían recibido». a la pluralidad de mujeres. Con él coinciden prácticamente todos los histo-
Los aspectos desfavorables consistían en la identificación del sistema riadores de las misiones, sea cualquiera el territorio y el momento cronológi-
religioso con la propia identidad política o tribal, en su íntima conexión con co al que se refieran, pues todos están conformes en afirmar, como el
la tradición familiar o los antepasados, en el miedo a abandonar a unos franciscano Matías Ruiz Blanco en 1690, que la poligamia era «el obstáculo
dioses vengadores o unas prácticas supersticiosas y en que la religión indíge- mayor que esta gente tiene para reducirse y hacerse cristianos» (Conversión
na permitía mayor libertad de costumbres que el cristianismo. en Píritu, c. 7, n. 56); o como el jesuita Pedro Mercado en 1682, que «esta
Digamos que el paganismo indígena ofrecía para la evangelización de conversión no ha tenido pequeña dificultad por la poligamia o multiplicidad
los nativos ventajas de orden intelectual, pero obstáculos de tipo afectivo y de mujeres, porque (...) como la ley de Dios se opone a la de la carne y estas
moral. gentes se han connaturalizado en ésta, es como arrancarles los corazones el
querer quitarles las mujeres» (Historia, 1. 8, c. 9).
C) Naturaleza del cristianismo La oposición a abandonar la poligamia originó unas veces situaciones
Por su misma naturaleza, el cristianismo tuvo a su favor su firme estruc- personales tan desgarradoras como las que nos relata, a finales del siglo XVIÍ,
tura ideológica, su innegable belleza litúrgica, sus promesas de inmortalidad el franciscano Pablo de Rebullida respecto de Talamanca (Costa Rica); otras,
y felicidad eternas, su capacidad de darle sentido a la vida humana, su el abandono de la misión; unas terceras, el propósito de los indios de
satisfacción de necesidades innatas al hombre y su fundamentación en el destruir la reducción o poblado misional, como estuvo a punto de acontecer
amor, aspectos que los misioneros supieron utilizar en beneficio de la evan- con los guaraníes de San Ignacio Guazú y de Loreto al poco de su fundación;
gelización. cuando no es por esta causa que perdieran la vida los propios misioneros,
En contra suya operaron aspectos como el de su carácter eminentemen- como les sucedió a tres jesuítas en Ajacán (Virginia) en 1571, a cinco francis-
te cultural y basado en profundísimos misterios, que lo hacían difícil de canos en Guale (Georgia) en 1593 y a los recientemente canonizados Roque
captar por mentes no cultivadas; la abierta oposición de algunos de sus González, Alonso Rodríguez y Juan del Castillo, de quienes se afirma expre-
principios (la mansedumbre, el perdón de los enemigos) a los conceptos samente que murieron en Caro (Paraguay), en 1628, por impedirles a los
indígenas y, sobre todo, la incompatibilidad de la moral cristiana con ciertas- indígenas la poligamia y la embriaguez.
prácticas indígenas difíciles de desarraigar, como la idolatría, el alcoholismo* Para vencer esta dificultad, el dominico Francisco de la Cruz propuso,
o la poligamia. a mediados del siglo XVI, en Perú, que se tolerase la poligamia a los indígenas
Refiriéndose a este punto, el jesuíta José de Acosta sintetiza acertada- durante algún tiempo, propuesta que también hicieron los encomenderos
mente estas dificultades de la siguiente manera: «El contenido global de la de Chiapas a los dominicos.
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466 P.III. La Iglesia misional C.24. Dificultades y facilidades para la evangelización 467

En el terreno de las actuaciones personales sabemos que los francisca- mentalidad, no en la del misionero) no fueron capaces de defenderlos con-
nos de Michoacán «fueron mitigando y disimulando» en este punto hacia tra el de los cristianos.
1541, y que los capuchinos de Cumaná trataban de solucionar el problema Por su parte, la «escolta» o destacamento de soldados establecido en
«tolerándoles estas y otras muchas cosas por no desazonarlos y el temor de numerosas misiones con carácter defensivo desde comienzos del siglo xvn
que se ausentasen», y que, según el jesuíta Ernesto Steigmüller, misionero en ofreció la innegable ventaja de proteger la evangelización y de favorecer al
Casanare en 1725, cuando se iniciaba la exposición del cristianismo no cristianismo cuando los militares se comportaban ejemplarmente, pero lo
convenía ser demasiado exigente con los hombres que tenían varias mujeres. perjudicaban cuando su conducta era irregular.
Ya hemos visto que, respecto de las conquistas armadas, terminó predo-
D) La lengua minando la opinión de que más bien obstaculizaban la evangelización, razón
por la cual se terminó prohibiéndolas, mientras que la «escolta», por su
Desde el punto de vista lingüístico, América ofreció en unas partes una carácter eminentemente defensivo, constituyó siempre un sistema contro-
inestimable ventaja para la evangelización, mientras que en otras presentó vertido, aceptado por unos y rechazado por otros.
una serie de graves dificultades. La ventaja, considerada por los misioneros
de la época como algo realmente providencial, consistió en la unidad lingüís- F) La convivencia con los españoles y criollos
tica que en el siglo XVI ofrecieron los imperios azteca, maya e incaico con el
La doble vertiente de escándalo o de ejemplaridad, según los casos,
náhuatl, maya y quechua, respectivamente. La dificultad estribó en que,
aneja a la presencia en las misiones de los soldados de la «escolta», se repitió
fuera de esos imperios, los misioneros se encontraron poco menos que con
en los casos de la convivencia en una misma población o lugar de los españo-
un idioma en cada nueva tribu que abordaban, cuando no sucedía, como en
les y de los criollos con los indígenas.
las misiones jesuíticas del Marañón-Amazonas, que en una sola comarca o
circunscripción misional se hablaran nada menos que 39 idiomas distintos, Al hablar de los métodos de persuasión veremos que en un principio se
algunos de ellos tan dispares entre sí como el español y el alemán. pensó en la posibilidad de que los primeros contribuyeran con sus palabras
y ejemplo a la cristianización de los nativos. De hecho, tanto los españoles
Fueran de grande o de reducida extensión, todas las lenguas y dialectos
como los criollos colaboraron a veces en este menester. En general, sin
americanos ofrecieron también la dificultad de carecer de términos para
embargo, el misionero americano prefirió no tenerlos en su propio poblado
explicar el contenido del cristianismo, o de entrañar tales matices de sonido,
porque vio más peligro en su mala conducta que beneficio en su ejemplari-
que aconsejaron a algunos franciscanos de Nueva España a limarse los
dad, si bien tampoco pudo evitar siempre esta presencia.
dientes para poder pronunciarlas con perfección. En contrapartida, los
evangelizadores disfrutaron para su aprendizaje de la doble ventaja de po-
seer el hábito del estudio y de encontrarse con idiomas menos desarrollados G) £1 nuevo orden político, económico y social
y estructurados que el castellano y el latín. Por ello no es de extrañar que se La imposición a los indígenas de un nuevo orden económico, político y
nos diga que el jesuita Diego de Acuña, por ejemplo, misionero del Amazo- social que acompañó siempre a la evangelización presentó la ventaja de
nas en el siglo XVII, dominaba seis lenguas; o que el dominico de Guatemala ofrecerle a esta última un campo más adecuado de cultivo, pero originó el
Domingo Vico sabía siete en el siglo XVI. Tampoco sorprende que el domini- inconveniente de que los nativos culparan al cristianismo de obligarles a
co guatemalteco Pedro Calvo aprendiera un idioma en veinte días, que esos romper con sus costumbres en este punto, de imponerles un nuevo y más
mismos dominicos de Guatemala, así como los jesuítas de México, tardaran duro sistema de trabajo y de complicar aún más la de por sí ya difícil tarea
como máximo tres meses, que los franciscanos de Guatemala le dedicaran misional.
ocho en 1667 al aprendizaje y que los franciscanos de Florida emplearan en Por añadidura, los encomenderos, aunque en ocasiones se preocuparan
aprender ciertos idiomas uno o dos años en 1723. (como les estaba preceptuado) de la cristianización de sus encomendados, ni
su labor evangelizadora ni el trato dispensado a los nativos constituyeron en
£) La presencia de las armas general un factor favorable a la evangelización.
El sistema de conquistas armadas, dentro de sus límites cronológicos y H) La destrucción de la idolatría
geográficos, presentó el inconveniente, puesto de relieve por los misioneros
contrarios a las mismas, de que podían enemistar contra el cristianismo a los El caso concreto de la destrucción de la idolatría (capítulo 31) favoreció
nativos que fueron objeto de sometimiento por establecer relación entre los a la evangelización porque contribuía a que los indígenas perdieran la fe en
dos hechos. En cambio ofreció la ventaja de que garantizó la seguridad sus dioses, pero presentó el inconveniente de que en ocasiones indignara a
personal del misionero, permitió la libertad de evangelización mediante la los indígenas y hasta les indujera a dar muerte a los misioneros.
previa anexión política del territorio y, en ocasiones, se convirtió para los Además, la costumbre de sustituir los templos paganos por iglesias
indios en una prueba de la falsedad e ineficacia de unos dioses que (en su cristianas y los ídolos por imágenes fue contraproducente en ocasiones
468 P.III. La Iglesia misional C.24. Dificultades y facilidades para la evangelización 469
p o r q u e a veces los indígenas n o vieron e n ello más q u e u n a nueva configura- misma m a n e r a q u e se h u b i e r a r e t r a s a d o m u c h o más, c o m o aconteció e n el
ción o u n a nueva r e p r e s e n t a c i ó n d e sus propias divinidades. dificilísimo O r i e n t e p e r u a n o y e n la Araucania, si n o h u b i e r a sido p o r los
factores favorables.
I) Los caciques

D e b i d o a su indiscutible a u t o r i d a d a n t e sus s u b o r d i n a d o s , los caciques NOTA BIBLIOGRÁFICA


dificultaban la evangelización c u a n d o se o p o n í a n a ella y la facilitaban e n
caso c o n t r a r i o , t a n t o p o r q u e impedían o n o la acción misional c u a n t o por- Visiones de conjunto
q u e con su influencia alejaban o a r r a s t r a b a n hacia el cristianismo a los El tema de las dificultades y facilidades para la evangelización carece de estudios
restantes sectores d e la población. monográficos.
Algunos aspectos concretos: P. BORGES, Métodos misionales en la cristianización de
América. Siglo xvi (Madrid, 1960), 183-193; ID., «Conquista y evangelización: influen-
IV. APRECIACIÓN DE C O N J U N T O cias mutuas», en La huella de España en América (Madrid, 1988), 281-297; D. BOROBIO,
«Planteamientos y posibilidades de aquella evangelización», en D. BOROBIO y otros,
Evangelización en América (Salamanca, 1988), 16-36; J. I. SARANYANA, «Ritos confesio-
C o m o se ve, fueron m u c h o s los factores q u e influyeron e n la evangeliza- nales incaicos precolombinos»: Scripta Theologica 19 (Pamplona, 1987), 795-813.
ción americana, d e los q u e u n o s lo hicieron d e forma favorable, o t r o s d e
f o r m a adversa y u n o s terceros, p r e c i s a m e n t e los más n u m e r o s o s , ofrecieron Rebeliones o sublevaciones indígenas contra las misiones
ventajas e inconvenientes al mismo t i e m p o . H. BRADLEY BENEDICT, «El saqueo de las misiones de Chihuahua, 1767-1777»:
Historia Mexicana 22 (México, 1972), 24-33; V. CASARRUBIAS, Rebeliones indígenas en
Resulta t o t a l m e n t e imposible calibrar si las dificultades fueron superio- la Nueva España (México, 1945); J. CORTESÁO, Jesuítas e bandeirantes no Guayrá,
res a las ventajas, o viceversa, p o r q u e la intensidad del influjo, e n u n sentido 1594-1640 (Río de Janeiro, 1951); M. E. GALAVIZ DE CAPDEVILLE, Rebeliones indígenas
o e n o t r o , p o r u n a p a r t e , variaba m u c h o e n t r e sí, y d e o t r a , d e p e n d i ó d e la en el norte de Nueva España (siglos XVI y XVIl) (México, 1967); E. DE GANDÍA, Los jesuítas
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Pueblo Indians of México and Gtermin's attempted Reconquest, 1680-1682 1-2 (Albuquer-
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Los resultados evidencian q u e los misioneros y c u a n t o s c o l a b o r a r o n (México, 1976); M. T. HUERTA PRECIADO, Rebeliones indígenas en el noroeste de México
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cieran de i m p o r t a n c i a o p o r q u e fueran m e n o r e s q u e los favorables, sino españolas en América del Sur»: Missionalia Hispánica 5 (Madrid, 1948), 459-504; ID.,
«La guerra guaranítica y las misiones del Paraguay. Primera campaña (1753-1754)»:
p o r q u e , además d e verse ayudados p o r estos últimos, s u p i e r o n s o b r e p o n e r - Ibíd. 8 (1951), 241-416; L. NAVARRO GARCÍA, La sublevación yoqui de 1740 (Sevilla,
se a los p r i m e r o s m e d i a n t e el p r o p i o esfuerzo y la a d o p c i ó n d e u n a m e t o d o - 1966).
logía misional a d e c u a d a , lo q u e n o quiere decir q u e fuera fácil.
Esto, e n u n a apreciación de c o n j u n t o del p r o c e s o evangelizador. Des- Mártires
c e n d i e n d o a casos particulares, los factores favorables, j u n t o con la sabidu- G. ARCILA ROBLEDO, Mártires franciscanos en Colombia (Bogotá, 1955); F. DEL
ría misional, p e r m i t i e r o n cosechar frutos tan espectaculares c o m o la cristia- CAMPO, «Los mártires agustinos en la misión de Aricagua (Venezuela)», en Agustinos
en América y Filipinas. Actas del Congreso Internacional 2 (Valladolid, 1990), 933-945;
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adversas condiciones socio-económicas hicieron fracasar la evangelización jesuítas de las misiones del Paraguay: Roque González de Santa Cruz, Alfonso Rodríguez y
d e las Antillas, la decidida oposición de los indios, con la consiguiente Juan del Castillo (Bilbao, 1934); J. GUTIÉRREZ CASILLAS, Mártires jesuítas de los tepehua-
nes (México, 1981); J. HERAS, «Mártires franciscanos en el Perú», en Libro de incorpora-
m u e r t e d e n u m e r o s o s misioneros, impidió la evangelización total del Orienr ciones del Colegio de Propaganda Fide de Ocopa, 1752-1907 (Lima, 1970), 144-152; F.
te p e r u a n o y d e la Araucania chilena, o retrasó la d e N u e v o México y la del DE LEJARZA, «Escenas de martirio en el río San Sabá»: Archivo Ibero-Americano 3
n o r o e s t e mexicano. C o m o t é r m i n o m e d i o e n t r e los dos e x t r e m o s , la evange- (Madrid, 1943), 441-495; I. OMAECHEVARRÍA, «Fray José de Santisteban, OFM. Un
lización del P e r ú se vio frenada p o r las g u e r r a s civiles; la d e Nicaragua, Costa, mártir navarro entre los apaches de Texas (1758)»: Missionalia Hispánica 10 (Madrid,
1958), 375-382; ID., «LOS mártires de Talamanca»: Missionalia Hispánica 21 (Madrid,
Rica y P a n a m á n u n c a llegó a destacar d e b i d o a las dificultades geográfica^ 1964), 25-78; ID., «Mártires franciscanos de Georgia. Informes y relaciones sobre su
y a la oposición d e los indígenas, y la d e la costa del Pacífico q u e c o r r e muerte»: Missionalia Hispánica 12 (Madrid, 1955), 5-93, 291-370; ID., Sangre vizcaína
d e s d e P a n a m á hasta Guayaquil p e r m a n e c i ó sin evangelizar d u r a n t e m u c h o en los pantanos de Florida. Fray Francisco de Beráscola, OFM, 1564-1597, mártir, natural
t i e m p o , e incluso atravesó n u m e r o s o s altibajos, d e b i d o a la configuración de Gordejuela (Vitoria, 1948); L. J. DE ORÉ, The martyrs of Florida (1513-1616) (Nueva
York, 1936); M. RODRÍGUEZ PAZOS, «El P. Pablo de Rebullida, OFM, apóstol y mártir
del t e r r e n o . en Costa Rica»: Missionalia Hispánica 2 (Madrid, 1945), 417-512; R. ROMERO CABOT,
Si n o h u b i e r a sido p o r las dificultades q u e e n c o n t r ó la evangelización, la «La evangelización franciscana de Apalache: los mártires de Ayubale», en Actas del I
d u r a c i ó n del p r o c e s o cristianizador d e cada territorio se h u b i e r a r e d u c i d o Congreso Internacional sobre los Franciscanos en el Nuevo Mundo (Madrid, 1987),
p r o b a b l e m e n t e a la mitad, c o m o sucedió en el c e n t r o d e México. De la 823-835.
470 P.III. La Iglesia misional
Obras citadas en el texto
J. DE ACOSTA, De promulgatione Evangelii apud barbaros seu de procurando indorum
salute libri sex (Salmanticae, 1589); A. CAULÍN, Historia corográfica, natural y evangélica
de la Nueva Andalucía, Provincias de Cumaná, Nueva Barcelona, Guayana y vertientes del CAPÍTULO 25
río Orinoco (siglo XVIII) (Madrid, 1958); CHR. DUVERGER, La conversión des indiens de
Nouvelle Espagne (París, 1987);J. DEGRIJALVA, Crónica de la Orden de N. P. San Agustín
en las Provincias de Nueva España (México, 1624); R. LEVILLIER, Gobernantes del Perú. LA EXPANSIÓN MISIONAL
Cartas y otros documentos. Siglo XVI. Documentos del Archivo de Indias 1-12 (Madrid,
1913-1926); P. DE MERCADO, Historia de la Provincia del Nuevo Reino y Quito de la Por PEDRO BORGES
Compañía de Jesús (siglo xvm) (Bogotá, 1957); M. Ruiz BLANCO, Conversión en Píritu de
indios cumanagotos y palenques, con la práctica que se observa en la enseñanza de los
naturales en lengua cumanagota (1690) (Madrid, 1892); T. PAREDES DE BENAVENTE
(MOTOLINIA), Historia de los indios de Nueva España (mediados siglo xvi) (Madrid,
1985); F. XlMÉNEZ, Historia de la Provincia de San Vicente de Chiapay Guatemala (1721)
(Guatemala, 1929-1936). La táctica empleada por los misioneros americanos para difundir el
Evangelio estuvo condicionada por las circunstancias políticas de cada mo-
mento, por el curso de los descubrimientos geográficos, por la índole de los
pueblos a los que se proponían evangelizar, por las posibilidades de personal
de cada Orden misionera, por la configuración geográfica de cada territorio
y, como es de suponer, por las exigencias del propio Evangelio o, si se
prefiere, por las diversas interpretaciones del mismo.
Esta difusión, que en términos territoriales recibe el nombre de expan-
sión, ofrece dos aspectos fundamentales: el de los sistemas de despliegue
geográfico misional y el del curso cronogeográfico de esa misma expansión.

I. SISTEMAS DE DESPLIEGUE MISIONAL

En los territorios evangelizados tras la anexión política por España


mediante las conquistas armadas, es decir, en la mayor parte de lo evangeli-
zado hasta 1573, aproximadamente (Antillas, gran parte de México y Améri-
ca Central, vertiente occidental de los Andes, altiplano boliviano, norte
argentino y región central de Chile), el nativo no pudo ofrecer resistencia
activa a la evangelización. Era libre para convertirse al cristianismo o para
continuar en la infidelidad, pero carecía de medios para rechazar al misione-
ro, y de hecho, fuera de casos esporádicos, no le opuso resistencia física. De
ahí las características del despliegue evangelizador llevado a cabo en esos
lugares.
Los misioneros, siguiendo la táctica del paracaidismo misional, se fue-
ron estableciendo en los puntos qué creyeron más convenientes, desde los
cuales, practicando un auténtico sistema de ocupación, fueron ensanchando
paulatina y constantemente su campo de acción en forma de círculos con-
céntricos, hasta que, tocándose estos innumerables círculos, el territorio
terminó siendo cristiano.
La ausencia de trabas por parte de los indios, el extraordinario fervor
misional vivido en esta época de la primera parte del siglo xvi, la colabora-
ción de las autoridades civiles y la configuración geográfica de esos territo-
rios fueron otros tantos factores que contribuyeron a que ese despliegue se
realizara de una forma extraordinariamente rápida.
472 P.III. La Iglesia misional C.25. La expansión misional 473
La suspensión cautelar de las conquistas armadas en 1549 y su definiti'
capuchinas de Venezuela, las jesuíticas del oriente colombiano o la de Ama-
va prohibición en 1573 dieron lugar a que este sistema de paracaidismo y
zonia ecuatoriano-peruana, las franciscanas del oriente del Perú y las jesuíti-
posterior ocupación o expansión concéntrica se viera paulatinamente susti'
cas de los moxos y chiquitos bolivianos.
tuido por otros tres, practicados simultáneamente, aunque en lugares distirt'
tos entre sí: el de las bolsas, el de los enclaves y el de la penetración o prolonga' Cualquiera que fuese el sistema de expansión adoptado, y a diferencia
ción en cuña. de lo que había sucedido durante la etapa anterior a 1549-1573, en esta
El sistema de bolsas consistió en la evangelización de determinados terri- segunda, que coincidió con el período de florecimiento de lo que luego
torios geográficamente insertos en otros ya evangelizados con anterioridad, denominaremos evangelización apostólica y protegida, los misioneros ya no
pero que, debido a su aislamiento geográfico, a la resistencia de sus habitan- se establecieron donde quisieron, sino donde pudieron o les permitieron los
tes o a otros factores cualesquiera, habían quedado inicialmente marginados indios, pues el avance misional se realizaba entre indígenas no sometidos
de la evangelización, por lo que hubo que acudir a ellos más tarde. Fue el políticamente (se irían sometiendo conforme se iban evangelizando) y de-
caso, por ejemplo, de los indómitos chichimecas mexicanos, de los habitan- pendía de que los nativos accedieran o no a que se les evangelizase.
tes de la región mexicana de Sierra Gorda y de las diversas tribus que en la Estos territorios así abordados presentaban en general una geografía
primera mitad del siglo xvi quedaron olvidadas en el occidente colombiano especialmente hostil, siempre pobre y poco habitada, en muchos casos escar-
y ecuatoriano, en el sur de Colombia y norte del Ecuador, en la cordillera pada y montañosa (Sierra Madre, cordillera Centroamericana, cordillera de
peruana y en el norte argentino, cuya evangelización se realizó en diversos los Andes), en otros poco menos que desértica (Texas, Nuevo México,
momentos de los siglos XVI y XVII, e incluso (en algunos casos aislados) del California, Chaco y Pampa argentinos) y en unos terceros dificilísima de
siglo xvili. dominar a causa de las selvas e inundaciones del trópico (Orinoquía, Amazo-
El sistema de enclave consistió en la evangelización de territorios aislados nia, selvas peruana y boliviana). Todo ello contribuyó a que la expansión
y hasta alejados geográficamente de los cristianizados en un momento ante- misional fuera relativamente lenta, al menos si la comparamos con la del
rior a los que se llegó en forma de salto y que durante algún tiempo perma- período anterior.
necieron rodeados no de cristianos (como en el caso anterior), sino de En cuanto a los métodos de penetración en cada territorio, fue norma
gentiles. general la de abstenerse de abordar, mientras durase la contienda, a toda
EJ sino de estos enclaves fue doble. Muchas veces no pasaron de simples tribu que estuviera en guerra con otra limítrofe o con los españoles, por la
intentos de evangelización de una comarca a la que con el tiempo hubo que obvia razón de que el momento no era propicio para la presentación del
abandonar ante la oposición de los indígenas, la muerte de los misioneros o mensaje evangélico.
la falta de apoyo, como sucedió con los intentos dominicos y franciscanos de En circunstancias normales, los sistemas de abordaje de nuevas tribus
evangelizar Cumaná de 1514 a 1521, con la célebre experiencia lascasiana fueron variadísimos, sin que quepa establecer una norma general porque no
de Verapaz (Guatemala) de 1537 a 1550 y con la mayor parte de las denomi- existió. A veces eran los propios nativos quienes se adelantaban a pedir
nadas entradas pacíficas o sin armas realizadas durante los años centrales del misioneros que los evangelizasen, inducidos a ello por el superior sistema de
siglo xvi. En otras ocasiones, estos enclaves constituyeron el punto de arran- vida que observaban en las tribus vecinas que estaban en vías de cristianiza-
que de la definitiva expansión misional por ese territorio, como sucedió con ción y que habitaban en las reducciones. En otras ocasiones, las más frecuen-
las misiones jesuíticas del noroeste de México, la amplísima franciscana de tes, eran los misioneros quienes se adelantaban a enviar mensajeros indíge-
Nuevo México, las franciscanas y jesuíticas del Paraguay y las franciscanas de nas ya cristianos o iban ellos mismos, por lo común acompañados de indios
Chile. cristianos que conocían la lengua de la tribu limítrofe, a requerir a los
La selección de estos enclaves solía obedecer a tres causas principales: o infieles para que se dejasen evangelizar.
bien al deseo de los misioneros de abordar indios que no hubieran tenido el El resultado de la misión podía consistir en la muerte de los emisarios,
menor contacto con los extraños, o bien al de evitar todo posible roce con en la precipitada huida de los infieles ante la aparición de esos seres extraños
otras Ordenes misioneras que evangelizaban territorios intermedios, o bien (como les sucedió a los franciscanos con los lacandones de Guatemala en
al de aprovechar las especiales características que ofreciesen el paraje o sus 1692), en la aceptación de la propuesta o, las más de las veces, en el aplaza-
habitantes, entre las que no pocas veces la que más pesó fue la de sus miento de la respuesta por parte de los indios a fecha posterior para decidir
especiales dificultades. en consejo tribal si la aceptaban o no.
El sistema de prolongación o penetración en cuña o flecha consistió en Este proceso de abordaje podía ser muy breve o durar años y hasta
evangelizar territorios que, en realidad, eran una continuación geográfica y décadas.
misional de los ya evangelizados anteriormente, a los que se llegó en virtud Siempre y en todos los lugares, prácticamente sin excepción ninguna,
del incesante avance geográfico de la labor evangelizadora. Valgan como este primer contacto del misionero con el indígena iba acompañado de la
ejemplo las misiones franciscanas del norte de México, las franciscanas y entrega de regalos por parte del primero (cuchillos, navajas, hachas, anzue-
C.25. La expansión misional 475
474 P.III. La Iglesia misional
los, espejos, cuentas de colores, etc.), so pena de, en caso contrario, expo- nes, la conquista) de un territorio determinado y en los focos, bases o puntos
nerse al fracaso. de partida de esa misma expansión.
Inicialmente, el único foco lo constituyó la propia España. Más tarde,
una vez asentadas las Ordenes misioneras en las Antillas y en la América
II. CURSO CRONO-GEOGRAFICO DE LA EXPANSIÓN nuclear, los focos o bases estuvieron representados, además de por la Penín-
sula, por las Provincias religiosas y los Colegios de Misiones franciscanos
A) Observaciones generales establecidos en la propia América. Si tenemos en cuenta que esas Provincias
llegaron a sumar un total de 61 y que el número de los Colegios ascendió a
1) Sistematización de la expansión misional. Desde el punto de vista 17, es fácil imaginarse que una expansión misional basada en 78 puntos de
territorial, Dussel {Historia, 363-396) distingue en la expansión misionera partida autónomos, más la propia España, y que además dependió del paula-
hispanoamericana tres ciclos, cada uno de ellos con sus respectivos frentes. tino y a veces hasta fortuito descubrimiento de nuevos territorios, tuvo que
Los primarios o centrales, en los que la evangelización contó con más ser por necesidad geográficamente anárquica si se la observa desde el exte-
personal y adquirió su máxima intensidad. Los intermedios, que sirvieron rior y en todo su conjunto.
como de plataforma o lugar de paso para la evangelización de otros territo-
Esta anarquía geográfica, agravada por la anarquía cronológica deriva-
rios. Los secundarios, en los que el esfuerzo misionero llegó a la frontera
da de esos mismos factores y por el hecho de que la evangelización cubrió un
misma y no tiene continuación en otro ciclo.
territorio de aproximadamente catorce millones y medio de kilómetros cua-
Disponiéndolos por orden geográfico, el mismo Dussel establece los drados, es lo que impide trazar ninguna línea determinada en la expansión
siguientes: 1, Caribe; 2, mexicano; 3, norte de México; 4, centroamericano; crono-geográfica misional.
5, peruano; 6, colombiano; 7, chileno, y 8, platense.
Ante esta imposibilidad, lo más adecuado para describir el curso expan-
Siguiendo este mismo criterio geográfico, lo más corriente es dividir la sivo de la evangelización americana, procurando conjugar entre sí los aspec-
expansión evangelizadora en misiones nucleares o centrales y misiones ra- tos geográfico y cronológico, es englobar bajo un mismo período las modifi-
diales o periféricas. Las primeras fueron escenario de la máxima actividad caciones importantes de tipo territorial que fueron apareciendo en el trans-
misional, sirvieron de centro o punto de partida para una ulterior expan- curso de los años.
sión, vienen a coincidir con la denominada América nuclear y están consti-
Esto conduce a una sistematización del proceso expansivo que no con-
tuidas por aquellos territorios en los que se puso en práctica el sistema de
siste en etapas cronológicas ni geográficas cerradas, sino en fases que, al no
despliegue misional en forma de ocupación o círculos concéntricos. A las
suponer la desaparición de las demás, pueden seguir subsistiendo con las
segundas pertenecen aquellos territorios a los que la evangelización llegó,
iniciadas anteriormente sin por ello dejar de reflejar un nuevo período de
las más de las veces, partiendo de las anteriores en forma de radio, se
expansión.
extendió siguiendo los sistemas de cuña, salto o enclave y se desarrolló
siempre en regiones política y religiosamente periféricas, hasta el punto de
B) Fases crono-geográficas de la expansión
que las fronteras políticas solían coincidir en cada momento con las fronte-
ras del Evangelio, porque eran los misioneros quienes las trazaban con su 1) Fase del Caribe (1493-1524). El período comprendido entre 1493
labor. En realidad, sin embargo, estas misiones fronterizas no constituían y 1524 se presenta como una etapa de tanteo durante la cual se abordó la
más que un aspecto de las periféricas, y el calificativo de tales sólo les evangelización de las Antillas y se intentó evangelizar el Darién (Colombia),
cuadraba en tanto la frontera no se moviese más hacia el interior del respec- los alrededores de la actual ciudad de Panamá y la costa septentrional
tivo territorio. venezolana de Cumaná.
Ambas sistematizaciones son válidas y ambas presentan sus respectivos La expansión misional siguió el sistema de ocupación o círculos concén-
inconvenientes. Desde el punto de vista exclusivamente geográfico, ninguna tricos en la Española (Repúblicas de Haití y Santo Domingo), Puerto Rico,
tiene nada que objetar, pues las dos reflejan la realidad de lo que aconteció. Cuba, Jamaica, Darién y Panamá. En cambio, en la costa de Cumaná adoptó
En cambio, tanto la una como la otra prescinden de la visión cronológica el sistema de penetración en cuña.
global, a lo que se añade que, en el caso de la segunda, las misiones periféri- El inicio de esta expansión evangelizadora hay que colocarlo en la
cas abarcan unas regiones y un período cronológico desproporcionadamen- llegada de la primera expedición misionera al Nuevo Mundo en 1493, si bien
te superiores a las nucleares y engloban territorios misionales totalmente el primer bautizo no parece haberse administrado hasta el 21 de septiembre
dispares entre sí. de 1496, fecha en la que lo recibió el noble Guatícaba, al que se le impuso
el nombre de Juan Mateo.
2) Criterios y focos de expansión. En su curso de expansión, la evange-
lización hispanoamericana no obedeció, tomada en su conjunto, a ningún Son muy pocos los datos que se conservan sobre el curso posterior de la
criterio territorial preestablecido, sino que estuvo en función de dos facto- acción misional durante esta primera fase, pero parece que en Darién y en
res fundamentales, consistentes en el descubrimiento (y, en muchas ocasio- Panamá fue muy reducida; en Cumaná, ciertamente efímera por la rebelión
476 P.IH. La Iglesia misional
C.25. La expansión misional 477
de los indígenas y la muerte de los misioneros, y en el resto de las Antillas
en la América marginal. A grandes líneas, en México se evangelizó el territo-
más bien restringida debido a la situación sociolaboral y a la rápida desapari-
rio comprendido entre Yucatán, por el sur, y una línea quebrada que ascen-
ción de los indígenas.
día por el norte desde Tepic (Estado de Nayarit) hasta Durango, para desde
Los hechos más importantes de esta fase, desde el ángulo de la expan-
ahí descender a Veracruz. En América Central se misionó la mitad meridio-
sión de la labor evangelizadora, son los siguientes:
nal de Guatemala, todo El Salvador, más la mitad occidental de Honduras y
1493: Inicio de la evangelización sistemática e ininterrumpida de la Nicaragua, así como parte de Costa Rica. En Colombia, las cuencas de los
Española con la llegada a ella de la primera expedición misione- ríos Magdalena y Cauca. En Ecuador y Perú, toda la vertiente occidental de
ra, integrada por fray Bernardo Boil y varios franciscanos y los Andes. En Bolivia, el altiplano y la parte occidental de la selva. En Chile,
mercedarios. el centro, hasta la Araucanía. En Argentina, la parte más septentrional de
1496: Administración del primer bautismo en el Nuevo Mundo, el día Tucumán.
21 de septiembre. Propicio como ningún otro sistema para dejar atrás puntos aislados sin
1508: Inicio de la evangelización de Puerto Rico con la llegada de los evangelizar, durante esa etapa de ocupación se formaron bolsas como la de
primeros franciscanos a la isla. los chichimecas, al norte del Estado mexicano de Guanajuato; Sierra Gorda,
1510: Llegada de los primeros dominicos a la Española. en el Estado mexicano de Querétaro; pequeñas, pero muy numerosas, en la
1512: Inicio de la evangelización de Cuba por los franciscanos y cordillera colombiana; la región noroccidental de la provincia ecuatoriana
dominicos. de Esmeraldas; las comarcas occidentales ecuatorianas de Cara y Angamar-
1513-1521: Intento franciscano y dominico de evangelizar Darién. ca, así como varios en las regiones septentrionales peruanas de Trujillo,
1514: Establecimiento de los mercedarios en Santo Domingo. Cajamarquilla y Chachapoyas.
1516-1522: Sucesivos intentos de los dominicos y franciscanos de Al mismo tiempo que se dejaron atrás estas bolsas se establecieron
evangelizar las comarcas venezolanas de Chiribichi y Cumaná, también diversos enclaves, consistentes en las denominadas entradas pacíficas
respectivamente, frustrados por la rebelión de los indígenas y la o sin armas para tratar de evangelizar un territorio sin conquistar, entradas
muerte de algunos misioneros. cuyo número fue muy elevado, pero exiguo el fruto, entre las que destaca el
1518: Llegada de los primeros mercedarios a Cuba. intento dominico de evangelizar la región guatemalteca de Verapaz
1521: Establecimiento de la Iglesia en Panamá. (1537-1550). Aunque no propiamente misionales, a esta etapa pertenecen
también los enclaves colombianos de Santa Marta y Cartagena de Indias, así
2) Fase de la América nuclear (1524-1573). Cronológicamente, esta como varios de la costa septentrional venezolana, consistentes en poblacio-
fase comienza con la llegada a Tenochtitlan de los denominados Doce Após- nes españolas desde las que en realidad no se llegó a efectuar una acción
toles franciscanos de México en mayo de 1524, aunque estuvieron precedi- misional entre los indígenas de los alrededores.
dos por la llegada de otros tres franciscanos flamencos en 1523, y termina
También se dieron a lo largo de ella varios intentos de penetración en
con la prohibición definitiva de las conquistas armadas como sistema de
cuña, los más importantes de los cuales fueron los de la evangelización de la
anexión territorial mediante real cédula del 13 de julio de 1573.
Florida, región que, con el tiempo, terminaría convirtiéndose en un próspe-
Geográficamente, la acción misionera se desarrolla fundamentalmente, ro territorio misional.
aunque no de una manera exclusiva, en las áreas de las denominadas Altas
Ordenados cronológicamente, los hechos principales se sucedieron de
Culturas americanas prehispánicas asentadas en los actuales México, Améri-
la siguiente manera:
ca Central, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, norte argentino y centro de
Chile. 1523: Llegada de tres franciscanos flamencos a México.
Por tratarse de la época del predominio de la expansión en forma de 1524: Llegada a México de los Doce Apóstoles franciscanos, con lo
ocupación, el proceso expansivo no siguió en ninguno de estos grandes que se inicia definitivamente la evangelización del imperio
territorios una ruta geográfica rectilínea, sino la ya aludida de círculos azteca.
concéntricos. Esto significa que el establecimiento en un punto misional 1526: Establecimiento de los dominicos en México.
avanzado no supone la culminación, sino el comienzo, de la evangelización 1526: Penetración franciscana en Jalisco (Nueva Galicia).
del territorio comprendido entre ese punto y el anterior más próximo a él, 1526: Primer intento dominico de evangelizar Florida (véase 1527).
labor que podía durar lustros enteros. 1527: Intento franciscano de evangelizar Florida (véanse 1526 y
1529).
Una segunda característica de esta fase es la de representar el momento
más culminante de la evangelización hispanoamericana en el sentido de que 1527: Establecimiento de los mercedarios en Santa Marta (Colom-
durante ella se realizó una deslumbrante acción misional, se evangelizó el bia).
corazón del continente y se sentaron las bases para posteriormente penetrar 1528: Establecimiento de los mercedarios en Nicaragua e intento de
establecimiento de los dominicos.
478 P.III. La Iglesia misional
C.25. La expansión misional 479
1528-29: Correrías misionales del franciscano Toribio Paredes de
Benavente (Motolinía) desde México hasta Nicaragua. 1549: Llegada de los mercedarios a Chile.
1529: Nuevo intento de franciscanos y dominicos de evangelizar Flo- 1550: Séptimo intento de evangelizar Florida, llevado a cabo por los
rida (véanse 1527 y 1539). agustinos (véase 1549 y 1553).
1529: Intento de los dominicos de establecerse en Santiago de los 1550: Establecimiento de los mercedarios en Honduras.
Caballeros (Guatemala) (véase 1538). 1550: Segundo intento de establecimiento de los franciscanos en Ni-
1530: Intento franciscano de establecerse en Nicaragua (véase 1532). caragua (véase 1532 y 1557).
1531-1554: Primer establecimiento de los dominicos en Nicaragua. 1550: Inicio de la evangelización de Nueva Granada, con la llegada de
los primeros franciscanos y dominicos a Santa Fe.
1532: Intento de establecimiento de los franciscanos en Nicaragua
1550: Penetración de los dominicos en Tucumán.
(véase 1550).
1551: Llegada de los primeros agustinos al Perú.
1532: Inicio de la evangelización sistemática e ininterrumpida del
1551: Celebración del primer Concilio provincial de Lima, de carác-
Perú por los dominicos y franciscanos.
ter marcadamente misional.
1533 Llegada de los primeros agustinos a México. 1551: Segundo intento dominico de establecerse en Chile (véase
1533 Llegada de los primeros mercedarios al Perú. 1540 y 1553).
1534 Llegada de los dominicos a Quito. 1553: Octavo intento de evangelizar Florida, llevado a cabo por los
1534 Llegada de los franciscanos a Paraguay (véase 1575). dominicos (véase 1550 y 1558).
1535 Llegada de los mercedarios a Chiapas. 1553: Definitivo establecimiento de los dominicos en Chile (véase
1535 Establecimiento de los dominicos en Bolivia. 1551).
1536 Tercer intento de establecimiento de los franciscanos en Yuca-
1553 Establecimiento de los franciscanos en Chile.
tán tras haberlo intentado en 1534 y 1535 (véase 1544). 1556 Llegada de los primeros franciscanos a Tucumán (véase 1565).
1536 Establecimiento de los dominicos en Cartagena de Indias. 1557 Definitivo establecimiento de los franciscanos en Nicaragua
1536 Establecimiento de los mercedarios en Nicaragua. (véase 1550).
1537 Establecimiento de los mercedarios en Guatemala y de los fran- 1558-1561: Noveno intento de evangelizar Florida, llevado a cabo
ciscanos en el Río de la Plata. por los dominicos, que perecieron a manos de los indios (véase
1537-1550: Intento de fray Bartolomé de las Casas y otros dominicos 1553 y 1566).
de evangelizar pacíficamente la región guatemalteca de Vera- 1560: Penetración de los franciscanos en Chihuahua (México).
paz. 1560-1614: Misiones dominicas de Barinas, Pedraza y Apure (véase
1538: Los agustinos inician la evangelización de Michoacán. 1710).
1538: Los franciscanos inician la evangelización de Nayarit (México). 1563: Establecimiento de los agustinos en Quito y La Paz.
1538: Definitivo establecimiento de los mercedarios y dominicos en 1565: Definitivo establecimiento de los franciscanos en Tucumán
Guatemala (véase 1529). (véase 1556).
1539: Cuarto intento de evangelizar Florida, llevado a cabo por fran- 1566-1572: Décimo intento de evangelizar Florida, llevado a cabo
ciscanos, dominicos y clérigos diocesanos (véase 1529 y 1542). por los jesuítas (véase 1558 y 1573).
1539: Llegada de los franciscanos a Guatemala. 1566: Inicio de la misión dominica entre los quijos ecuatorianos.
1540: Primer intento franciscano de evangelizar Nuevo México (véa- 1566-1568: Evangelización de los agustinos en Vilcabamba (Perú).
se 1581). 1567: Penetración de los mercedarios en Apolobamba (Bolivia).
1568: Llegada de los primeros jesuítas al Perú.
1540: Llegada de los franciscanos a Chuquisaca (Bolivia).
1568: Intento agustino de evangelizar Urubamba-Vilcabamba.
1540: Primer intento dominico de establecerse en Chile (véase 1551).
1569: Llegada de los agustinos a Quito.
1542: Quinto intento de evangelizar Florida, llevado a cabo por el 1570: Intentos de evangelizar las montañas de Tarma (Junín) por los
dominico Luis de Cáncer, con el resultado de la muerte de tres
dominicos, los alrededores del Cuzco y márgenes del Titicaca
religiosos por los indios (véase 1539 y 1549).
por los agustinos y los chunchos del este del Cuzco, así como la
1544: Definitivo establecimiento de los franciscanos en Yucatán (véa- Provincia de los collaguas por los franciscanos.
se 1536). 1572: Llegada de los jesuítas a México.
1545: Inicio de la evangelización de Chiapas por los dominicos.
1548: Llegada de los primeros dominicos a El Salvador. 3) Fase de las áreas periféricas intermedias (1573-1683). Con la supre-
1549: Sexto intento de evangelizar Florida, llevado a cabo por los sión de las conquistas armadas como sistema de expansión territorial en
dominicos (véase 1542 y 1550).
480 P.IIL La Iglesia misional C.25. La expansión misional 481
1573, medida que puso fin simultáneamente al sistema de expansión misio- entre las áreas nucleares y aquellas otras (que luego denominaremos termí-
nal en forma de ocupación o de círculos concéntricos, comienza definitiva- nales) en las que la evangelización fue sorprendida por la independencia.
mente la modalidad de expansión evangelizadora en forma de flecha o cuña Así, por ejemplo, las extensísimas misiones jesuíticas del noroeste mexi-
o, si se prefiere, comienza el período de las misiones periféricas o radiales. cano, de Mainas y de Moxos, asi como las capuchinas y franciscanas de
Tanto el sistema como el período van a subsistir hasta la independencia, Venezuela o las franciscanas, jesuíticas y agustinas de Colombia, iniciadas a
pero con diversas modalidades, cada una de las cuales configurará las distin- finales del siglo xvi o a lo largo del XVII y que seguían subsistiendo en el
tas fases que se sucederán en adelante. momento de la independencia, en el siglo x v m evolucionaron de manera
La primera de estas fases puede situarse entre 1573, por la razón distinta que en el anterior. Por su parte, las franciscanas de Nuevo México
acabada de indicar, y 1683, fecha de la fundación en Querétaro (México) del y del oriente peruano, que se encontraron en el mismo caso, sobrevivieron
primero de los diecisiete Colegios de Misiones de Propaganda Fide que los hasta la independencia, porque las primeras se restauraron en 1692 y las
franciscanos llegaron a establecer a todo lo largo y ancho de Hispanoaméri- segundas en 1708 y 1759. Lo mismo sucedió con las dominicas de Barinas,
ca con anterioridad a la independencia. Estos Colegios de Misiones poseen Pedraza y Apure, cultivadas desde 1560 hasta 1614, pero restablecidas en
la entidad suficiente como para deslindar el fin de una fase y el comienzo de
1710. Finalmente, las franciscanas de la Florida, iniciadas en 1573, fueron
otra, porque, además de imprimir un nuevo impulso a la expansión evangeli-
destruidas y restauradas en 1702.
zadora, representaron una nueva concepción misional al consistir en centros
autonómicos concebidos única y expresamente para la evangelización de Así pues, y ya en el terreno de lo concreto, entendemos por áreas
fieles e infieles y, por añadidura, fueron los focos desde los que se llegó a periféricas intermedias, fundamentalmente, lo evangelizado hasta aproxi-
gran parte de los límites geográficos alcanzados por la evangelización. madamente en 1683 en Florida, en el espacio mexicano situado al sur de la
Otros acontecimientos especialmente importantes ocurridos durante actual frontera de los Estados Unidos, en la Orinoquía venezolana y colom-
esta etapa, como la definitiva incorporación, en 1591, de la Compañía de biana, en la Amazonia colombiana, ecuatoriana y peruana, en el oriente del
Jesús a la tarea misional, tras su experimento de la Florida de 1566 a 1572, Perú, en la selva boliviana, en la región de los guaraníes y en la Pampa
y la de los capuchinos, en 1647, representaron también un impulso sustan- argentina.
cial a la expansión evangelizadora, pero no definen ninguna etapa, porque Independiente y simultáneamente, junto con estos territorios en los
no revistieron las otras dos características de los Colegios de Misiones fran- que la expansión evangelizadora se desarrolló de forma permanente, se
ciscanos. evangelizaron otros que constituían sendas bolsas dejadas atrás durante la
Enmarcadas cronológicamente entre 1573 y 1683, las áreas periféricas fase anterior, como los chichimecas mexicanos y los numerosos puntos
intermedias que configuran la presente fase están constituidas, como su abordados en los Andes colombiano-ecuatorianos.
misma denominación indica, por territorios misionales ubicados entre los De igual manera, otros muchos territorios se trataron de evangelizar en
límites de la ya sobrepasada América nuclear y los de las regiones que se forma de flecha o cuña, aunque con distinto éxito.
encontraban en vías de evangelización al sobrevenir la independencia de las En unos se logró establecer una evangelización permanente durante
actuales naciones hispanoamericanas. esta misma etapa y tras una prolongada serie de intentos infructuosos, que
Esto quiere decir que el criterio diferenciador en el que se basa esta en Nuevo México, por ejemplo, se prolongaron desde 1540 hasta 1609. En
denominación de áreas intermedias lo constituye el hecho de que esas regio- otros, hubo que esperar hasta la fase siguiente para lograr ese mismo fin,
nes coincidieran durante algún tiempo con la línea fronteriza de la evangeli- como así sucedió en Texas desde 1632 hasta 1716, en Guayana desde 1682
zación y de la ocupación política española, pero que la mayoría de ellas hasta 1720, entre los chiquitos bolivianos desde 1612 hasta 1691 y entre los
terminaron perdiendo ese carácter con el correr de los años, debido precisa- chiriguanos de Bolivia desde 1612 hasta 1691. En unos terceros, como en la
mente al continuo avance de la evangelización. Taguzgalpa y Tologalpa hondureno-nicaragüenses y entre los chunchos bo-
Cabe notar, sin embargo, que el calificativo de intermedias solamente se livianos, esos intentos no lograron asentar una evangelización definitiva.
refiere a las áreas periféricas misionales más importantes y que la definición Estos repetidos intentos, frustrados o no, constituyen por su elevado
de tales se basa en criterios geográficos, n o en conceptos de organización
número una de las características de la presente etapa, debido a la resisten-
jurídica misional. Desde este último punto de vista hubo muchos territorios
cia de los indígenas a dejarse evangelizar.
misionales que en el momento de la independencia seguían constituyendo la
misma unidad misional con la que habían comenzado a finales del siglo XVI o Por lo que se refiere a las Ordenes misioneras, además de la ya aludida
a lo largo del XVII por seguir perteneciendo a la misma Orden o Provincia incorporación a la acción misional de los jesuítas y capuchinos, merece
religiosa, pero desde el punto de vista geográfico, e incluso desde el de la anotarse la asociación a la misma de los agustinos recoletos o candelarios y
evangelización, lo cultivado durante la presente fase representó un territo- la negativa a hacerlo de los carmelitas descalzos. Por su parte, los merceda-
rio que, por una razón u otra, era cronológica y geográficamente intermedio rios, dominicos y agustinos redujeron sustancialmente su participación,
mientras que los franciscanos le imprimieron un nuevo impulso a la suya,
C.25. La expansión misional 483
482 P.III. La Iglesia misional
tras cierto decaimiento experimentado a finales del siglo XVI y comienzos 1598: Fundación de la misión jesuítica de Parras (Coahuila-México).
del XVII. 1598: Evangelización de la costa ecuatoriana de Esmeraldas por los
La sucesión cronológica de los hechos principales fue la siguiente: mercedarios y los jesuítas, abandonada por estos últimos en
1613.
1573: Inicio de la misión franciscana de la Florida (véase 1566 y
1702). 1598: Destrucción de las misiones franciscanas entre los araucanos de
1574: Establecimiento de los franciscanos en Honduras. Chile con el incendio de cinco conventos y la muerte de tres
1575: Definitivo establecimiento de los franciscanos en Nicaragua. religiosos (véase 1580 y 1650).
1575: Llegada de los primeros agustinos a Bogotá. 1599: Llegada de los primeros jesuítas a Bogotá.
1575: Comienzo de las misiones franciscanas del Paraguay (véase 1600: Llegada de los primeros jesuítas a Guatemala.
1534). Siglo XVII: Evangelización por los agustinos de los yumbos ecuato-
1576: Evangelización por los jesuítas de la provincia de Chucuito rianos.
(Titicaca). Siglo XVII: Penetración de los dominicos entre los chiriguanos de Bo-
1580: Inicio de las 24 reducciones franciscanas del Paraguay. livia y los colorados de Angamarca (Ecuador).
1580: Intento de evangelización de los araucanos por los franciscanos 1602: Penetración de los franciscanos en Nuevo León (México) (véa-
(véase 1598). se 1675).
1581: Segundo intento de penetración franciscana en Nuevo México 1602-1612: Evangelización por los jesuítas de los cofanes y paeces
(véase 1540 y 1598). ecuatorianos (véase 1637).
1585: Llegada de los primeros carmelitas descalzos a México. 1604: Primer intento franciscano de evangelizar la región hondurena
1586: Llegada de los primeros jesuítas a Quito. de Taguzgalpa (véase 1610).
1586: Llegada de los jesuítas a Tucumán. 1605: Llegada de los jesuítas a Nicaragua.
1588: Penetración de los agustinos entre los chiriguanos de Bolivia. 1606: Evangelización por los mercedarios de la región panameña de
1590: Evangelización de los chichimecas mexicanos por los francisca- Chiriquí o Veragua, donde permanecieron hasta 1671.
nos y jesuítas. 1606: Cultivo por los mercedarios, hasta 1626, de la misión nicara-
1591: Inicio de la evangelización de Sinaloa por los jesuítas. güense del río Muymuy.
1591: Establecimiento de los jesuítas en Santa Cruz de la Sierra (Boli- 1607: Reanudación de las misiones franciscanas de Rioverde (San
via). Luis Potosí, México).
1592: Inicio de la misión jesuítica de Topia (México) entre los indios 1607: Inicio de la misión franciscana de Marinilla (Colombia).
acaxees de Sinaloa-Durango. 1607: Primer intento de los jesuítas de evangelizar a los chiriguanos
1593: Llegada de los jesuítas a Chile. de Bolivia (véase 1635).
1594: Establecimiento de los mercedarios en México. 1608: Fundación de la misión jesuítica de la Tarahumara Baja, en el
1594-1597: Primer intento de evangelización de los chunchos bolivia- sureste de Chihuahua (México).
nos llevado a cabo por los jesuítas (véase 1621-1622). 1609: Definitivo establecimiento de los franciscanos en Nuevo Méxi-
1595: Penetración de los jesuítas entre los ricolzones de Jauja y los co (véase 1598 y 1680).
chunchos del norte del Titicaca. 1609: Inicio de las reducciones jesuíticas del Paraguay (Guayrá, Gua-
1595: Primer intento de los jesuítas de evangelizar a los moxos boli- ranés, Paraná y Tape).
vianos (véase 1615). 1610-1612: Segundo intento de penetración franciscana en Taguz-
1595: Llegada de los agustinos a Chile. galpa (véase 1604 y 1622).
1596: Fundación de la misión jesuítica de los tepehuanes de Durango
1610: Inicio de evangelización de los malabas del Ecuador por los
(México).
mercedarios.
1597: Evangelización de los agustinos en los Estados venezolanos de
1612: Primer intento de los jesuítas de evangelizar a los chiquitos
Mérida (Aricagua), Barinas y Táchira.
bolivianos (véase 1691).
1597: Penetración de los dominicos entre los indios de Baeza, Ha-
tumquijo y Cosanga (Ecuador). 1613: Inicio de la misión jesuítica de los xiximíes del sur de Sinaloa
1597: Primer intento jesuíta de evangelizar Apolobamba (Bolivia) (México).
(véase 1615). 1613: Inicio de la misión jesuítica de la Tarahumara Alta (México).
1598-1601: Tercer intento franciscano de penetración en Nuevo Mé- 1613: Evangelización por los jesuítas de la región ecuatoriana de
xico (véase 1581 y 1609). Cara, hasta 1638.
1613: Inicio de la evangelización de Chiloé (Chile) por los jesuítas.
j P.IIÍ. La Iglesia misional C.25. La expansión misional 485
1614: Inicio de la evangelización por los jesuitas de los mayos del sur payansos del Huallaga, los shetebos y callisecas del Bajo Ucayali
de Sinaloa (México). (1657) y los hibitos y cholones del Huallaga (véase 1708).
1614: Abandono por los dominicos de la misión venezolana de Bari- 1632-1640: Primer intento de penetración franciscana en Texas (véa-
nas (véase 1560 y 1712). se 1675).
1615: Evangelización por los agustinos, hasta 1629, entre los moxos 1632-1642: Evangelización por los jesuitas de los barbacoas ecuato-
de Bolivia (véase 1633). rianos.
1616: Intento agustino de evangelizar a los mainas de Borja (Perú). 1633: Segundo intento agustino de evangelizar a los moxos bolivianos
1617: Inicio por los jesuitas de la misión de los yaquis de Sonora (véase 1615 y 1673).
(México). 1634-1740: Evangelización por los franciscanos de los sucumbíos del
1619: Inicio de la misión jesuítica de los tepehuanes del este de Sono- Ecuador.
ra (México). 1635: Inicio de las misiones franciscanas del Caquetá, Putumayo y
1620: Primer intento de los agustinos de evangelizar a los chunchos Ñapo (Colombia-Ecuador).
bolivianos (véase 1629). 1635-1641: Misiones franciscanas de Tarma en Chanchamayo, Qui-
1621: Comienzo de la misión jesuítica de los chínipas del sureste de miri, Cerro de la Sal y río Perene (véase 1685 y 1708).
Chihuahua (México). 1635-1649: Tercer intento agustino de evangelizar a los chunchos
1621: Inicio de la misión jesuítica del río Ñapo. bolivianos (véase 1629).
1621: Penetración de los dominicos en los Llanos colombianos de 1635: Segundo intento de los jesuitas de evangelizar a los chiriguanos
Guavio (véase 1662). de Bolivia (véase 1607 y 1686).
1621-1622: Segundo intento de evangelización de los chunchos boli- 1636: Inicio de la evangelización por los jesuitas de los ópatas de
vianos llevado a cabo por el franciscano Gregorio de Bolívar Sonora (México).
(véase 1594). 1636: Redescubrimiento del Amazonas por los franciscanos Domin-
1621-1631: Nuevos intentos de evangelización de la región boliviana go de Brieva y Andrés de Toledo.
de Apolobamba (chunchos y moxos) llevada a cabo por los 1637-1651: Evangelización de los dominicos en Darién.
franciscanos (véase 1615). 1637-1697: Evangelización de los agustinos recoletos en Darién y
1622-1623: Tercer intento de penetración franciscana en Taguzgalpa Chocó (véase 1626).
(véase 1610 y 1667). 1637: Evangelización por los franciscanos de los cofanes y paeces
1622-1642: Evangelización de los dominicos en Veragua (Panamá). ecuatorianos (véase 1602 y 1655).
1625-1628: Primer intento de evangelización por los jesuitas de la 1638: Inicio de la misión jesuítica de Mainas (Ecuador-Perú) (véase
cuenca del río Casanare, Colombia (véase 1662). 1647).
1626-1636: Evangelización de los agustinos recoletos en Darién y 1645: Inicio de la misión jesuítica de la Tarahumara Alta (México).
Urabá. 1646-1648: Primer intento de los jesuitas de penetrar en Guayana
1626-1650: Evangelización por los jesuitas de los panatahuas y caza- (véase 1653).
pachos de Huánuco (Perú) (véase 1630). 1647-1689: Intentos franciscanos de evangelizar en Darién y Urabá.
1627: Intento dominico de evangelizar a los lacandones de Guate- 1647: Llegada de los primeros capuchinos a América mediante su
mala. establecimiento en Urabá (1647-1648) y Darién (1647-1653)
1627: Evangelización de los franciscanos en Urabá. (véase 1665).
1627: Penetración del franciscano Gregorio de Bolívar entre los moti- 1647-1653: Expansión de los jesuitas hacia el sureste de Mainas (véa-
lones peruanos de Chachapoyas (véase 1621 y 1630). se 1638 y 1657).
1629-1654: Evangelización por los jesuitas de las regiones colombia- 1648: Evangelización de los franciscanos en el Chocó (Colombia)
nas de Neiva y Tierradentro. (véase 1652).
1629-1687: Evangelización por los jesuitas de la región colombiana 1650-1656: Intentos capuchinos de evangelizar Trinidad y Píritu (Ve-
de Popayán. nezuela) (véase 1682).
1629: Segundo intento de los agustinos de evangelizar a los chunchos 1650: Evangelización de los jesuitas en la región ecuatoriana de Mo-
bolivianos (véase 1620 y 1635). coa.
1630: Penetración de los jesuitas entre los chachapoyas peruanos 1650: Evangelización de los jesuitas en la región peruana de Urubam-
(véase 1627). ba o Vilcabamba (véase 1768).
1630-1708: Misiones franciscanas de Huánuco entre los panatahuas y 1650: Inicio de las misiones jesuíticas de la Araucanía (véase 1591).
486 P.III. La Iglesia misional C.25. La expansión misional 487
1651-1654: Intento de los agustinos de evangelizar el Apure.
1675: Segundo intento de penetración franciscana en Texas (véase
1652: Intento capuchino de evangelizar el Chocó (véase 1672).
1632 y 1680).
1653-1654: Segundo intento de los jesuítas de evangelizar Guayana
1675: Reanudación de las misiones franciscanas de Nuevo León (véa-
(véase 1646 y 1664).
1654-1700: Exploración por los franciscanos de los ríos Madre de se 1602).
Dios y sus afluentes. 1675: Intento franciscano de evangelización de la Tologalpa (Nicara-
1655: Evangelización de los franciscanos entre los paeces ecuatoria- gua).
nos (véase 1637). 1676: Inicio de las misiones franciscanas de Cajamarquilla entre los
hibitos y cholones de la ribera occidental del Huallaga.
1656: Inicio de la misión franciscana de Píritu, en Venezuela (véase
1678-1816: Misión agustiniana de Aricagua y Maracaibo (véase
1750).
1597).
1657-1687: Evangelización de los jesuítas en Urabá y Chocó.
1679: Segundo intento de los jesuítas de evangelizar el Orinoco me-
1657: Inicio de la misión capuchina venezolana de Cumaná.
dio (véase 1669 y 1681).
1657: Expansión de los jesuítas hacia Mainas septentrional (véase
1680: Tercer intento franciscano de evangelizar Texas (véase 1675 y
1647).
1689).
1658: Inicio de la misión capuchina de los Llanos de Caracas.
1680: Destrucción de las misiones franciscanas de Nuevo México
1661: Evangelización de los franciscanos entre los xicaques de Hon- (véase 1609 y 1692).
duras. 1680: Cuarto intento franciscano de evangelizar el Chocó (véase
1661: Comienzo de la evangelización definitiva de los chunchos de 1670).
Apolobamba (Carabaya) por los franciscanos (véase 1621). 1681-1689: Cuarto intento capuchino de evangelizar Darién (véase
1662: Inicio de las misiones colombianas de los Llanos Orientales por 1665).
los jesuítas (Casanare), franciscanos (Llanos de San Juan), agus- 1681-1684: Tercer intento de los jesuítas de evangelizar el Orinoco
tinos (Llanos de San Martín), agustinos recoletos (Santiago de medio (véase 1679 y 1692).
las Atalayas) y dominicos (Llanos de Guavio) (véase 1621).
1681: Definitivo establecimiento de los jesuítas entre los moxos boli-
1664-1665: Tercer intento de los jesuítas de evangelizar Guayana vianos (véase 1633).
(véase 1653 y 1668). 1682-1714: Evangelización de Trinidad por los capuchinos (véase
1665: Segundo intento capuchino de evangelizar Darién (véase 1647 1650).
y 1681).
1682-1724: Primer intento capuchino de evangelizar Guayana (véase
1665: Los agustinos recoletos suceden a los jesuítas en el intento de 1724).
evangelizar Guayana (véase 1647 y 1682).
1667: Cuarto intento franciscano de penetración en Taguzgalpa (véa-
4) Fase de las áreas periféricas terminales (1683-1767). Entre 1683,
se 1622 y 1695).
fecha del comienzo del sistema de Colegios de Misiones franciscanos, y
1668-1681: Cuarto intento de los jesuítas de penetrar en Guayana
1767, año de la expulsión de la Compañía de Jesús, la evangelización ameri-
(véase 1664, 1665 y 1682). cana llegó a la mayor parte de las regiones en las que se encontraba en el
1669-1679: Primer intento de los jesuítas de evangelizar el Orinoco momento de la independencia. De hecho, con posterioridad a 1767 avanza-
medio (véase 1681). ría ya muy poco, si se exceptúan los casos de la Alta California, Rionegro
1670: Tercer intento franciscano de evangelizar el Chocó (véase 1648 (Venezuela) y Chiloé (Chile).
y 1680). Es durante esta fase o período cuando en el extremo septentrional de la
1672: Reanudación de la misión capuchina del Chocó (véase 1652). América española se establecen los capuchinos en la Luisiana (1766), los
1673-1687: Misiones franciscanas de Jauja o Andamarca entre los franciscanos inician definitivamente la tantas veces intentada evangelización
campas, piros y cunibos de los ríos Tambo, Pachitea y Alto de Texas (1716) y restablecen las destruidas misiones de Nuevo México
Ucayali (véase 1708). (1692), mientras que los jesuítas abordan definitivamente la Baja California
1673-1680: Tercer intento de los agustinos de evangelizar a los rao- (1697).
xos bolivianos (véase 1633). En América Central los franciscanos fundan su misión costarricense de
1674: Inicio de las misiones franciscanas de Río Grande o Coahuila. Talamanca(1698).
1674: Reanudación de las misiones franciscanas del Cerro de la Sal, En el norte de América del Sur los capuchinos evangelizan la isla de
en el Perú (véase 1685). Trinidad (1682), inician la evangelización definitiva de Maracaibo (1692),
Santa Marta-Riohacha (1694) y Guayana (1724) y cruzan el Orinoco hacia el
488 P.III. La Iglesia misional C.25. La expansión misional 489
sur (1763), lo que ya habían efectuado con anterioridad los jesuítas del
1695-1727: Evangelización de los mercedarios entre los lacandones
Orinoco medio en 1731 y los franciscanos de Píritu en 1750.
de Guatemala.
En la América del Sur media, los franciscanos restauran en 1708 y 1759
1695: Quinto intento franciscano de evangelizar la Taguzgalpa (véase
sus difícilísimas misiones del oriente peruano e inician la evangelización
1667).
definitiva de los chiriguanos bolivianos (1757), mientras que los jesuítas
1697: Inicio de la evangelización definitiva de la Baja California por
inician la evangelización del Chaco (1683) y de la Pampa argentinos (1740).
los jesuitas (véase 1683).
En el extremo meridional suramericano los jesuítas inician en 1684 la
1697-1700: Evangelización de los mercedarios entre los jicaques de
evangelización de Patagonia y en 1691 reanudan su misión de la Araucania
Nicaragua.
chilena.
1698: Inicio de la evangelización de la sierra costarricense de Tala-
Entre las bolsas evangelizadas durante esta fase merecen citarse la de
manca por los franciscanos.
Sierra Gorda (1686 y 1740), la del Nuevo Santander (1748) y la de Barinas,
Apure y Pedraza (1710), abordadas por los franciscanos y los dominicos. 1698: Misión franciscana del río Sinú (Urabá).
He aquí los principales momentos de la expansión durante la presente 1701: Fundación del Colegio de Misiones franciscano de Guatemala.
fase: 1701-1767: Evangelización por los jesuitas de los guaimíes paname-
ños (véase 1795).
1702: Destrucción de las misiones franciscanas de Florida por los
1683: Fundación del Colegio de Misiones franciscano de Querétaro
ingleses y sus aliados indígenas (véase 1573 y 1764).
(México), con el que se implanta este sistema en América.
1704: Evangelización de los agustinos en Neiva y Timaná (Colombia).
1683: Intento de los jesuítas de evangelizar la Baja California (véase
1705-1761: Evangelización de los agustinos entre los acanayutos de
1697).
Valledupar (Colombia).
1683: Inicio de las misiones jesuíticas del Chaco entre los abipones, a
1707: Fundación del Colegio de Misiones franciscano de Zacatecas.
las que seguirán las de los tobas, mataguayos, vuelas y mocobíes
(véase 1735). 1708-1742: Restauración de las misiones franciscanas de los panata-
1684-1703: Evangelización por los agustinos de los ninarvas del curso huas, chanchamayos, Cerro de la Sal y Pangoa, y fundación de
las de Pozuzo (1712), Pampa del Sacramento o del río Pachitea
medio del río Apurímac.
(1721), Gran Pajonal (1733), río Mantara y Apurímac (1738)
1684: Intento de los jesuítas de evangelizar la Patagonia (véase 1740).
(véase 1630, 1635, 1673, 1685 y 1742).
1685-1690: Nuevo intento franciscano de evangelizar el Cerro de la
Sal, Perú (véase 1674 y 1708). 1710-1838: Reanudación por los dominicos de las misiones venezola-
1686: Inicio de la evangelización por los dominicos de Sierra Gorda, nas de Barinas, Apure y Pedraza (véase 1560).
México (véase 1740). 1713: Penetración de los franciscanos en la región boliviana de Apo-
1686-1695: Tercer intento de los jesuítas de evangelizar a los chiri- lobamba.
guanos de Bolivia (véase 1635 y 1725). 1716: Establecimiento definitivo de las misiones franciscanas de Te-
1689-1694: Cuarto intento franciscano de evangelizar Texas (véase xas (véase 1689).
1680 y 1716). 1716-1721: Reanudación por los capuchinos de las misiones de Santa
1691: Inicio de las misiones jesuíticas de los chiquitos bolivianos (véa- Marta y Riohacha (véase 1694 y 1725).
se 1612). 1718-1796: Misión agustina de Mapiri (Bolivia).
1691: Reanudación por los jesuítas de las misiones de la Araucania 1721: Penetración de los jesuitas en Nayarit (México).
(véase 1650). 1723: Inicio de las misiones jesuíticas del Meta colombiano, comple-
1692: Restauración de las misiones franciscanas de Nuevo México mento de las del Casanare (véase 1662).
(véase 1680). 1724: Reanudación definitiva por los capuchinos de la misión de
1692: Inicio de las misiones capuchinas de Maracaibo. Guayana (véase 1682).
1692: Cuarto intento de los jesuítas de evangelizar el Orinoco medio 1725-1807: Regreso definitivo de los capuchinos a la región de Santa
(véase 1681 y 1694). Marta y Riohacha (véase 1716).
1693-1704: Evangelización de los mercedarios en el Petén-Itzá. 1725: Fundación del Colegio de Misiones franciscano de Ocopa
1694-1702: Evangelización por los capuchinos de las regiones de (Perú).
Santa Marta y Riohacha (véase 1716). 1725-1735: Cuarto intento de los jesuitas de evangelizar a los chiri-
1694: Quinto intento de los jesuitas de evangelizar el Orinoco medio guanos (véase 1686 y 1757).
(véase 1692 y 1731). 1729-1819: Misión (Prefectura) de los agustinos entre los tunebos
colombianos.
490 P.III. La Iglesia misional C.25. La expansión misional 491
1730: Inicio por los jesuítas de la misión de la Tarahumara Alta, en la misional, porque era este Instituto, junto con la Orden franciscana y los
Chihuahua Central (México). capuchinos, uno de los grandes soportes de la acción misionera americana.
1731: Inicio de la evangelización definitiva por los jesuítas del Orino-
Por una parte, los territorios hasta entonces cultivados por los jesuitas
co medio (véase 1694).
tuvieron que ser confiados o bien al clero secular o bien a otras Ordenes
1732: Fundación por los franciscanos de los Colegios de Misiones de
religiosas, lo que desde el punto de vista de la expansión misionera produjo
San Fernando de México y de Pachuca (México).
la consecuencia de que ésta quedó prácticamente estancada en muchos
1735: Penetración de los jesuítas entre los vuelas del Chaco argentino
territorios al transformarse éstos de misiones en doctrinas o parroquias de
(véase 1683).
indios. Así sucedió, por ejemplo, en el noroeste mexicano, en los Llanos
1740-1770: Evangelización de Sierra Gorda (México) por los francis-
colombianos del Meta y Casanare, en la Amazonia o Misiones de Mainas y en
canos (véase 1686).
las regiones de los moxos y chiquitos bolivianos. En todos estos puntos, la
1740: Penetración de los franciscanos entre los andaquíes de los ríos independencia sorprendería a la evangelización en el mismo lugar en que la
Caquetá y Putumayo. habían dejado los jesuitas, porque los religiosos o clérigos diocesanos suce-
1740: Inicio de la evangelización por los jesuitas de la Patagonia sores suyos no pudieron atender sus compromisos anteriores a 1767 y seguir
(véase 1684). al mismo tiempo avanzando en los heredados de los jesuitas. Independiente-
1741: Intento de evangelización de Darién por los jesuitas. mente de que estos últimos ya se encontraban también prácticamente estan-
1742-1750: Destrucción por Santos Atahualpa de las misiones fran- cados desde el punto de vista geográfico en el momento de su expulsión.
ciscanas del oriente del Perú (véase 1708 y 1753).
1743: Inicio de la evangelización por los jesuitas de los mocobíes Por otra, y sorprendentemente, la encomienda a otras Ordenes religio-
argentinos. sas de los territorios abandonados por los jesuitas fue precisamente el origen
1744-1771: Evangelización de Veragua (Panamá) por los jesuitas. de que los nuevos misioneros le imprimieran en algunos lugares a la evange-
1748: Inicio de las misiones franciscanas del Nuevo Santander o Ta- lización un nuevo impulso, como sucedió en la Alta California, en el Alto
maulipas (México). Orinoco y en el archipiélago de Chiloé, donde los franciscanos iniciaron una
1748: Penetración de los jesuitas entre los abipones del Chaco. nueva expansión.
1750: Los franciscanos de Píritu cruzan la ribera meridional del Ori- A este estancamiento en unos territorios y al nuevo impulso expansivo
noco (véase 1656). en otros hay que añadir la paulatina expansión que los franciscanos y capu-
1750: Inicio de las misiones franciscanas de Urubamba, Apolobamba chinos venían realizando desde antes de 1767 en sus misiones tradicionales.
y Cocabambilla (Perú-Bolivia). La sucesión de los hechos principales es la siguiente:
1753: Fundación por los franciscanos del Colegio de Misiones de
Popayán.
1753: Restauración de las misiones franciscanas peruanas de Pozuzo, 1767-1768: Abandono de sus misiones por los jesuitas debido al de-
Pampa del Sacramento y Pachitea (véase 1742 y 1759). creto de expulsión, en las que fueron sustituidos por otras
1755: Fundación del Colegio de Misiones franciscano de Tarija. Ordenes o por el clero diocesano.
1756: Fundación por los franciscanos de los Colegios de Misiones de 1768-1798: Evangelización por los dominicos de Urubamba-Vilca-
Cali (Colombia) y Chillan (Chile). bamba (véase 1650).
1757: Inicio de las misiones franciscanas de los chiriguanos. 1769: Fray Junípero Serra inicia la evangelización de Alta California.
1759-1766: Restauración de las misiones franciscanas entre los hibi- 1769-1771: Evangelización por los franciscanos de los chachapoyas
tos y cholones del Huallaga, así como entre los panos, shipibos peruanos.
y cunibos, destruidas en 1766 por Runcato (véase 1742 y 1770-1784: Intentos franciscanos de restaurar las misiones peruanas
1791). del Cerro de la Sal (véase 1742).
1760: Intentos de los dominicos de evangelizar la región peruana de 1772: Llegada de los capuchinos españoles a Luisiana.
Santa Ana de Urubamba. 1773: Los dominicos se hacen cargo de la misión de Baja California,
1763-1772: Misión capuchina del Alto Orinoco y Río Negro. abandonada por los jesuitas en 1767.
1765-1780: Misión de los franciscanos del Colegio de Popayán en el 1773: Los franciscanos suceden a los capuchinos en el Alto Orinoco
río Yurumangui. y Río Negro (véase 1763).
1780: Intento franciscano de evangelizar el Petén-Itzá.
5) Fase de replanteamiento misional (1767-1824). Con la expulsión en 1780: Inicio de la misión franciscana de Veragua (Panamá).
1767 de la Compañía de Jesús hubo que proceder a un replanteamiento 1783: Fundación del Colegio de Misiones capuchino de La Habana.
1783-1790: Misión mercedaria del río Putumayo.
492 P.III. La Iglesia misional C.25. La expansión misional 493
1784: F u n d a c i ó n del Colegio d e Misiones franciscano d e San Carlos
Territorio Pueblos Indígenas Orden Misioneros
e n la ciudad a r g e n t i n a d e San L o r e n z o .
1785: F u n d a c i ó n del Colegio d e Misiones franciscano d e Panamá.
América Central (1780)
1787: Llegada d e los franciscanos a Luisiana. OFM
Comayagua 1
1787: F u n d a c i ó n p o r los franciscanos del Colegio d e Píritu o Nueva Río Tinto 1 OFM
Barcelona. Talamanca 4 OFM
1788-1789: I n t e n t o franciscano d e evangelizar la M o s q u i n a nicara- Panamá (1780)
güense. Veragua OFM
1 7 8 9 - 1 7 9 5 : Misión capuchina del río Cuiloto (Colombia) (véase Colombia (1789)
1796). Santa Marta-Riohacha .. 10 Cap.
1 7 9 1 : Restauración d e las misiones franciscanas d e M a n o a y del Uca- Meta 6 Recoletos
yali (véase 1759). Casanare 6 OP
1795: Evangelización d e los guaimíes p a n a m e ñ o s p o r los francisca- Llanos de San J u a n 12 OFM 20 (1780)
nos. Llanos de Santiago 6 Recoletos
Popayán-Neiva OFM
1795: F u n d a c i ó n del Colegio d e Misiones franciscano d e M o q u e g u a . OFM 17 (1780)
Putumayo-Caquetá 10
1796: Misión d e los agustinos recoletos del río Cuiloto (véase 1789).
1796: F u n d a c i ó n del Colegio d e Misiones franciscano d e T a r a t a (Boli- Venezuela (1780)
Cumaná (1789) 17 5.701 Cap.
via). Cap.
Maracaibo 8
1809: Restauración de las misiones franciscanas d e Pashqui (Perú). Guayana 20 Cap.
1812: F u n d a c i ó n del Colegio d e Misiones franciscano d e Z a p o p á n Alto Orinoco-Rionegro . 19 5.711 OFM
(México). Nueva Guayana 11 OFM
Píritu 16 OFM
Barinas-Pedraza (1789) . 14 OP
A finales del siglo XVIII se consideraban «misiones vivas», es decir, regio-
nes e n curso más o m e n o s avanzado d e evangelización, los siguientes territo- Ecuador-Perú (1780)
Mainas 32 Clérigos 12
rios, dispuestos en el c u a d r o q u e sigue p o r o r d e n geográfico, d e n o r t e a sur,
d e n t r o del c o n t i n e n t e a m e r i c a n o y e n m a r c a d o s c r o n o l ó g i c a m e n t e e n la Perú (1780)
fecha consignada e n t r e paréntesis: Huánuco 2 OFM 16
Cajamarquilla 4 OFM 12
Lamas-Trujillo 3 Clérigos
Bolivia
Territorio Pueblos Chiriguanos OFM 6
Indígenas Orden Misioneros
Salinas OFM 2
Chañé OFM 2
Estados Unidos (1793) OFM 6
Chiquitos
Alta California 18 3.000 OFM 12 Clérigos 14
Chiquitos
Nuevo México 25 10.775 OFM 34 (1780) Moxos OFM 16
Texas 8 457 OFM 17(1780) Moxos Clérigos 16
México (1793) Apolobamba OFM
Baja California 13 3.000 OP 5 Argentina (1780)
Sonora y Sinaloa 116 OFM 37(1780) Río Cuarto , 1 OFM
Tarahumara Alta 11 10.020 Clérigos Corrientes 4 OFM
Tarahumara Baja 18 13.363 OFM Paraná 3 OFM
Conchos 8 2.034 OFM Gran Chaco 11 OFM
Coahuila 8 1.641 OFM 8(1780)
Nuevo León — 890 OFM 8 (1780) Paraguay (1780)
Nuevo Santander 27 3.791 OFM 20(1780) Paraguay 10 OdeM
Tampico 15 7.573 OFM Paraguay 9 OP
Rioverde 9 8.042 OFM 10(1780)
Nayarit 14 2.982 OFM Chile (1780)
8 17
Colotlán 2 225 OFM Chiloé 83 OFM
2
Petén-Itzá 1 OFM Valdivia 8 OFM 20
Arauco 5 OFM 12
NOTA BIBLIOGRÁFICA CAPÍTULO 26

Obras de carácter general LA METODOLOGÍA MISIONAL AMERICANA


A. YBOT LEÓN, La Iglesia y los eclesiásticos españoles en la empresa de Indio^ t
(Barcelona, 1963), donde se expone la expansión misional de cada una de las 0 r < 0 Por PEDRO BORGES
nes misioneras; E. D. DUSSEL, Historia de la Iglesia en América Latina. Coloniaje "
liberación (Madrid, 1983), 363-396; ID., Historia general de la Iglesia en América Lati^
1 (Salamanca, 1983), 299-329 y 706-716; A. SANTOS, «Las misiones católicas», ^ ;
A. FLICHE y V. MARTÍN, Historia de la Iglesia 29 (Valencia, 1978), 212-298.

Ordenes religiosas concretas


J. CASTRO SEOANE, «La expansión de la Merced en la América colonial»: Missio-^ Métodos misionales americanos son los diversos sistemas adoptados por
lia Hispánica 1 (Madrid, 1944), 73-108; 2 (1945), 231-290; A. LARIOS RAMOS, « J ^ ! los misioneros para evangelizar a los nativos del Nuevo Mundo.
expansión misional de la Orden por América», en Los dominicos y el Nuevo Muti^* En un sentido amplio, la metodología misional termina identificándose
Actas del I Congreso Internacional (Madrid, 1988), 133-156; J. L. MORA MÉRIDA, «Sit^-
ción de las misiones franciscanas en América a finales del siglo XVI», en Actas del j . '•
con la evangelización misma para convertirse de hecho en una historia que
Congreso Internacional sobre los franciscanos en el Nuevo Mundo (siglo xvi) (Madrj^j abarca todos los aspectos del proceso evangelizador. En un sentido estricto,
1988), 649-659; A. MORALES, La Orden de la Merced en la evangelizarían de Amén' bajo el cual se interpretará aquí, esos sistemas son únicamente los medios
(siglos XVI-XVlll) (Bogotá, 1986); P. N. PÉREZ, Historia de las misiones mercedarias Jr puestos en práctica por los evangelizadores americanos para insertar a los
América (Madrid, 1966); J. M. Pou, «Relación del P. Serrano de Castro sobre ^ nativos en el cristianismo. No todo lo relacionado con la evangelización son
misiones franciscanas (1637-1638)»: Archivo Ibero-Americano 2 (1942), 417-450; ^
«Estado de la Orden franciscana y de sus misiones en América y Extremo O r i e r ^ métodos misionales, sino únicamente aquellas facetas de carácter instru-
en el año de 1635»: Ibíd. 27 (1927), 196-250; 28 (1927), 38-92; 30 (1928), 33-}£ mental que de una manera u otra estuvieron encaminadas, o se utilizaron,
A. SANTOS, «Acción misionera de los jesuítas en la América meridional española», - •': para la transformación religiosa del indio.
J . J . Al.EMANY (ed.), América (1492-1992). Contribuciones a un centenario (Madri^ Desde este punto de vista hay que considerar como tales las teorías y
1988), 43-106.
prácticas dirigidas a capacitar tanto al misionero como al indígena para
Expansión misional por territorios conseguir el objetivo de la conversión de este último al cristianismo (méto-
Véase el volumen segundo de la presente obra. dos de preparación), la predicación propiamente dicha del Evangelio (méto-
dos de difusión), la enseñanza del cristianismo y su conocimiento por parte
Estadística final del capítulo de los infieles (métodos de catequización), la demostración del nuevo siste-
O. MAAS, Las Ordenes religiosas de España y la colonización de América en la segun^ ma religioso para su aceptación por parte de los oyentes (métodos de persua-
parte del siglo XVlll. Estadísticas y otros documentos 1 (Barcelona, 1918), 67-79 (1780) y sión) y el cultivo religioso de los nuevos cristianos por parte de los evangeli-
103-110 (1789); 2 (Barcelona, 1929), 9-16 (1789) y 103-192 (1793). zadores (métodos pastorales).
Antes de estudiar por separado cada uno de esos métodos o sistemas
conviene analizar las cuestiones de conjunto que se refieren a todos ellos, lo
que equivale a exponer el modo como se llegó a la concepción de la metodo-
logía misional americana.

I. ELABORACIÓN DE LA METODOLOGÍA MISIONAL

A) La novedad metodológica americana

En un primer momento, los misioneros americanos se encontraron en


el Nuevo Mundo con una realidad totalmente inédita para ellos. Esta nove-
dad, inicialmente absoluta, no tardó en convertirse sólo en relativa por el
paulatino conocimiento que se fue adquiriendo de las nuevas tierras, tanto
a base de los relatos escritos u orales que comenzaron a proliferar sobre las

Historia de la Iglesia 17
496 P.III. La Iglesia misional
C.26. La metodología misional americana 497
Indias como, sobre todo, debido a los intercambios de experiencias caracte-
rísticos de los miembros de una misma Orden religiosa e incluso entre los de se podía prescindir de él, sobre la presencia de un factor tan poco evangélico
las diversas Ordenes entre sí. como el de las armas en el territorio misional.
A esta novedad, que nunca desapareció del todo, porque continuamen- Se llegará incluso, ya en las propias Antillas y principalmente en los
te se fueron abordando nuevos territorios y pueblos hasta ese momento primeros tiempos de la evangelización de Nueva España, a la sorprendente
desconocidos, se unieron la diversidad de las etnias que había que evangeli- conclusión de que, después de mil quinientos años de cristianismo, ninguna
zar y la complejidad de las circunstancias sociopolíticas en las que se desarro- región del mundo ofrecía tantas posibilidades para plantar en ella una iglesia
lló la evangelización, derivadas de la denominada colonización española. como la de los apóstoles, porque, en opinión de los propios evangelizadores,
De ahí las controversias surgidas entre los propios misioneros sobre nunca desde los tiempos apostólicos habían concurrido tantas circunstancias
determinados aspectos del proceso evangelizador; la afirmación del jesuíta favorables para ello como eran la idiosincrasia de los indígenas americanos,
José de Acosta, en 1589, sobre la dificultad para atinar con el sistema más su sistema «evangélico» de vida y el elevado número de las conversiones.
apropiado de evangelización (De procurando indorum salute, 1.2, e l ) ; las Este proyecto de iglesia apostólica o primitiva fue alimentado especial-
discusiones sobre este mismo punto a las que hace alusión el también jesuíta mente por los franciscanos, cuyo ideal de vivir en conformidad con el
Antonio Possevino en 1593 (Bibliotheca selecta de ratione studiorum [Coloniae Evangelio, interpretado literalmente, encontró en América un campo en el
Agrippinae 1607] 400), o la propuesta del dominico Tomás Campanella al que aplicar sus principios con todas las consecuencias. Este espíritu se revela
rey de España, en 1640, sobre la necesidad de que se fundara una nueva hasta en detalles a primera vista intrascendentes, como el de la denomina-
Orden religiosa destinada específicamente a la conversión de los indios ción de algunas de sus Provincias o circunscripciones americanas: Provincia
americanos (De monarchia hispánica discursus [Amsterdam 1640] 429). de la Santa Cruz de la Española, del Santo Evangelio de México, de los Doce
Tanto la novedad como la diversidad y la complejidad sociopolítica Apóstoles del Perú, de San Pedro y San Pablo de Michoacán, de Santiago de
acabadas de aludir influyeron de una manera inevitable en la tarea de Jalisco. Aún más: si la expedición franciscana a Nueva España de 1524
acertar con la metodología misional más adecuada para el Nuevo Mundo. estuvo integrada por los denominados Doce Apóstoles de México (doce más
Pero también es cierto que los misioneros americanos, al igual que los el superior) fue porque ese número había sido también el de los apóstoles de
evangelizadores de todos los tiempos, dispusieron para este fin, ya desde el Jesucristo.
primer momento, de un modelo válido para todos los tiempos y lugares Se trata de un detalle revelador que ya lo habían tenido en cuenta los
como era el de Jesucristo y sus apóstoles, además de una fuente de inspira- propios franciscanos en 1502 y que luego lo volvieron a repetir, sólo en la
ción como la tradición misional de la propia Orden religiosa. A estos dos primera mitad del siglo xvi, en 1532, 1541, 1546, 1548 y en dos ocasiones
recursos iniciales se fueron añadiendo con el tiempo, para aplicar los dos de 1549.
modelos anteriores a las circunstancias cambiantes de la realidad americana, Por su parte, y durante esta misma época, lo tuvieron también en cuenta
el propio estudio y conocimiento del indígena, la transmisión de las expe- los mercedarios en 1526, los dominicos en 1511 y 1526 y los agustinos en
riencias, la discusión colectiva de los métodos, la elaboración de normas y la 1536, 1539, 1547, 1550, 1552, 1555 y 1556. En realidad, este número
lectura de las obras de metodología misional, específicamente americanas O simbólico nunca cayó en el olvido.
de carácter universal. 2) La tradición misional de las Ordenes religiosas. Como fuente tam-
bién perenne de inspiración metodológica, los franciscanos contaron desde
el primer momento con el modelo de su propio fundador, San Francisco de
B) Modelos metodológicos perennes
Asís, quien no sólo los había precedido en el siglo XIII con su actuación
1) El modelo de Jesucristo y los apóstoles. Aunque se careciera total- evangelizadora personal entre los mahometanos, sino que en su Regla de
mente de referencias expresas a Jesucristo y los apóstoles como modelos de 1220 les había trazado incluso las líneas fundamentales de cómo debía ser el
evangelizadores, su adopción como tales por los misioneros americanos misionero de su Orden. Estas líneas y la conducta del fundador aparecen
sería de obligada suposición desde el momento en que ellos no eran más que casi como un estribillo en la documentación franciscana referente a la meto-
otros tantos apóstoles que se proponían cumplir con el precepto impartido dología misional americana.
por Jesucristo a los suyos. Tanto los franciscanos como los dominicos poseían además una rica
Es precisamente el carácter ineludible de ese punto de mira al que tradición misionera, acumulada a base de su labor evangelizadora en el
obedece el que a lo largo de todo el proceso evangelizador americano, y Oriente europeo, Norte africano, Oriente asiático próximo y, de manera
sobre todo en las etapas iniciales del mismo, ese doble modelo figure como más inmediata, en Canarias, Oriente Medio, Extremo Oriente y entre los
suprema y continua referencia tanto en las actuaciones y norma de conducta moriscos de Granada.
de los misioneros como en las obras de metodología misional, y hasta consti- Aunque de fácil suposición, esta inspiración en el pasado de la propia
tuya la base de una discusión, nunca definitivamente solucionada, porque no Orden no cuenta con muchas alusiones expresas. Sin embargo, valgan como
muestra las seis siguientes. Los superiores de las Ordenes misioneras de
498 P.I1I. La Iglesia misional
C.26. La metodología misional americana 499
Nueva España se fijaron en 1557 en lo sucedido con los moriscos de Grana-
da para reforzar su postura de que la evangelización americana debía correr manera u otra por los misioneros, aun cuando no todos llegaron a consig-
narlos con la misma minuciosidad que los franciscanos Bernardino de Saha-
a cargo de los religiosos exclusivamente. Consultado por el arzobispo de
gún, Jerónimo de Mendieta y Juan de Torquemada en México, el también
México sobre los problemas americanos, el dominico Miguel de Arcos le
franciscano Diego de Landa en Yucatán, el jesuíta Juan de Tovar y el
respondió en 1551 que el plan excogitado le parecía bien, pero siempre que
dominico Diego Duran en México y el jesuíta José de Acosta en el Perú,
«los indios vivieran en nuestro reino de Granada». todos ellos autores de sendas obras sobre este punto.
El franciscano Toribio Paredes de Benavente (Motolinía) establecía por Hasta la propia Corona española estaba interesada en que se le infor-
esa misma fecha un paralelo de contraste entre los moriscos granadinos y los mase de cómo eran los indígenas para dictar las normas más apropiadas para
indios recién convertidos en Nueva España. A finales del siglo XVI, el jesuíta su evangelización, como lo hizo en 1526 y 1531.
José de Acosta, en el Perú, y el franciscano Jerónimo de Mendieta en 2) La transmisión de las experiencias. En la elaboración y práctica de
México, pasan revista a las diferentes épocas de la historia de la Iglesia para la metodología misional americana desempeñó un papel decisivo la configu-
encontrar en ella algo parecido a lo que sucedía en América. El primero ración interna de las Ordenes misioneras en el sentido de que facilitó el
encuentra una semejanza en la conversión de los anglos, mientras que el intercambio y la comunicación de las experiencias entre unos religiosos y
segundo lo halla en las misiones franciscanas de Bulgaria hacia 1376. otros.
Entre los jesuítas es frecuente dirigir la vista hacia sus misioneros de la En este sentido, y como dato especialmente revelador, a raíz de la
India y Extremo Oriente para tomarlos por modelo de lo que convenía llegada de los primeros doce agustinos a Lima, en 1551, arribaron también
practicar en América, como lo hacen, por ejemplo, Luis López en el Perú, a esa misma ciudad en compañía del virrey novohispano dos agustinos
en 1570; Juan Vivero en Bolivia, en 1572; Juan de Polanco en Roma, en procedentes de México para que, en afirmación del cronista Bernardo de
1572; José de Acosta en el Perú, en 1589; Ernesto Steigmüller en el Orinoco Torres, «como experimentados en la Nueva España pudiesen instruir y
medio, en 1730, y Bernardo Recio en Quito, en 1773. adiestrar a los doce del Perú en la forma de predicar y enseñar a los indios
y en las demás funciones necesarias para el ministerio apostólico».
C) Recursos metodológicos americanos De manera ya no anecdótica, los diecisiete Colegios de Misiones francis-
1) Estudio y conocimiento del indígena. Desde que el ermitaño Ramón canos diseminados por toda América desde 1683 hasta 1824 constituyeron
Pane escribió en 1498 su Relación acerca de las antigüedades de los indios y los otros tantos centros de metodología misional impartida por los que hoy
primeros franciscanos de la isla Española emitieron en 1500 su opinión denominaríamos auténticos profesionales con experiencia personal de lo
que enseñaban.
sobre los mismos, la tarea inicial de todo misionero americano fue, como es
lógico, observar detenidamente a los habitantes de cada territorio para En este mismo orden de cosas, a los capuchinos de Venezuela se les
atinar con el modo más adecuado de relacionarse con ellos a fin de evangeli- ordenó en 1705 que en cada territorio misional se erigiera una Casa-Semina-
rio en la que los religiosos que fueran llegando de España se dedicaran
zarlos.
durante seis meses a aprender «el idioma de los indios, la forma de reducir-
A los jesuítas de Nueva España, por ejemplo, se les ordenó expresamen-
los y doctrinarlos, con todo lo demás que debieren observar con ellos para
te esta observación en 1610, pero, ordenada o no, en realidad la practicaron
su mayor aprovechamiento, aumento y progreso de nuestras misiones»
todos los misioneros, de manera idéntica o similar a como lo hacían los
(RlONEGRO, Relaciones, II, 58).
capuchinos de Venezuela en 1692: «Examinando la naturaleza y modo de
En 1646 se les aconsejaba a los jesuitas del Orinoco que en la descrip-
vivir de estos indios, y si tenían algún modo de gobierno entre sí y qué ley,
ción de sus viajes siguieran el modelo de sus colegas del Paraguay, a cuyo fin
falsa o verdadera, guardaban, qué modo de sujeción tenían y si daban
se les adjuntaba una copia. No se trata más que de un caso concreto. La vida
obediencia a algún superior que los sujetase y finalmente si al modo de otras
en comunidad, el sistema de actuación en equipo, la proximidad y las visitas
provincias y reino tenían alguna política y leyes, para aprender con ellos la
mutuas de unos misioneros a otros, eran otros tantos modos de intercambiar
predicación que se deseaba, al modo que en otras partes se ha ejecutado, vivencias, de ratificar aciertos o de corregir errores.
oyendo a los infieles y filosofando con sus razones naturales hasta quedar
Por su parte, la movilidad de estos mismos religiosos y la permanente
reducidos con actos de entendimiento, hallaron que dichos indios bárbaros
información que corría dentro de la Orden hacían que en unos territorios
de aquellos llanos [de Caracas] no sólo no se hallaba en ellos ningún género estuviesen al tanto de lo que se hacía en otros. Este hecho es el que explica,
de política, pero aun parecían irracionales» (CARROCERA, Misión en los Lla- por ejemplo, que la evangelización franciscana de Nueva España se tuviera
nos, I, 497). por modelo entre los franciscanos del Perú en el siglo XVI, como nos consta
Además de observar todos a los indígenas, muchos misioneros consig- que se tenía, o que en las misiones franciscanas de California se siguieran las
naron por escrito sus observaciones. De hecho, no hay pueblo indígena mismas normas que en las de Sierra Gorda, en el siglo xvm.
cuyos caracteres físicos y psíquicos, costumbres, tradiciones, mentalidad y Aún más: las cartas de los misioneros americanos a sus colegas de
sistema económico-laboral de vida no nos hayan sido transmitidos de una
500 P.III. La Iglesia misional C.26. La metodología misional americana 501
España, el regreso de los primeros a la Península, las correrías o las cartas Dando por supuestas las demás, por ser suficientemente conocidas o de
circulares de los reclutadores para solicitar voluntarios con destino a las obvia suposición, baste con recordar algunas de carácter concreto.
misiones de América y, por supuesto, las célebres Cartas Anuas de la Compa-
La primera de la que se tiene noticia es la circular de índole misional
ñía de Jesús, ejercieron la función de otros tantos y eficacísimos instrumen-
americana enviada en 1532 por Nicolás Herborn, comisario general de la
tos para que en España misma, e incluso fuera de ella, los miembros de las
familia Cismontana, a todos los franciscanos de su circunscripción (Bélgica,
expediciones misioneras supieran cómo se procedía en el territorio al que se
Francia, España y Portugal), en la que especifica las cualidades que debían
encaminaban ya antes de embarcarse con ese destino.
tener los misioneros americanos y los principios de índole general a los que
A esta información concurrieron también las Crónicas o Historias impre- se debían atener.
sas de las misiones americanas, en todas las cuales se expone de una u otra
manera la metodología seguida en el territorio objeto del relato, cuando no A ella sigue, en orden cronológico, la elaborada por los hermanos
fueron redactadas esas monografías con el fin expreso de «ilustrar a los Coronel, quienes «a pedimento y mandato de Su Majestad hicieron una
aspirantes» a misioneros, como es el caso, manifestado por sus propios instrucción y doctrina muy docta y curiosamente ordenada de cómo se les
autores, de la Conversión en Píritu, del franciscano Matías Ruiz Blanco, de había de dar a entender a estos indios las cosas de nuestra fe y misterios de
1690, o de El Orinoco ilustrado, del jesuíta José Gumilla, de 1741, quien ella por manera de historia, conforme a la relación que tenían de su capaci-
desciende hasta el detalle de completar su obra, de carácter etnológico- dad» (MENDIETA, Historia eclesiástica indiana, 1.3, c.3).
geográfico, con una serie de Avisos para los que se sintieran movidos a A momentos posteriores, y sin pretender agotar la lista, pertenecen las
dirigirse a ese territorio. normas siguientes:
3) La discusión colectiva de los métodos. Basados en la observación
- la Obediencia y la Instrucción entregadas en 1524 a los Doce Apóstoles
personal y directa del indígena, así como en la experiencia de los propios
franciscanos de México por el ministro general de la Orden, P. Francisco de
misioneros, los Capítulos o Congregaciones (reuniones oficiales periódicas)
los Angeles Quiñones;
de las respectivas Provincias religiosas, las Juntas eclesiásticas como las ca-
- las instrucciones impartidas a los primeros agustinos que llegaron a
torce celebradas en México entre 1532 y 1546, la de Gracias a Dios, de 1544,
Lima en 1551 por el provincial de Castilla;
o la de Lima, de 1549 (véase el capítulo 10 de esta obra); los dieciséis
Concilios provinciales celebrados entre 1551 y 1778; los numerosísimos - las entregadas por San Francisco de Borja a los primeros jesuítas
Sínodos diocesanos; las consultas periódicas de los misioneros de una misma enviados a Florida en 1567;
circunscripción, como las que acostumbraban a realizar los agustinos de - las que regían entre los franciscanos de Nueva España en 1570;
Nueva España en el siglo xvi, los franciscanos de Texas y Píritu (Venezuela) - las propuestas por el franciscano Ángel de Valencia para Jalisco y
en el siglo XVIII, los jesuítas de los Llanos colombianos a mediados de este Michoacán (México) en 1552;
mismo siglo y los del Amazonas en 1742; la conferencia vespertina sobre «el - las que nos consta que regían en Nueva Galicia y en Nueva Granada
modo de convertir, catequizar e instruir a los convertidos» preceptuada en entre los franciscanos de la segunda parte del siglo XVI;
los Colegios de Misiones franciscanos desde 1683, y las reuniones entre las - las establecidas para los jesuítas del noroeste de México en 1610,
autoridades religiosas y las civiles como las que se acostumbraban en Perú en 1662, 1678, 1681-1684, 1698, 1710, 1715 y 1722-1725;
1559 o las convocadas por Hernán Cortés en 1524 y por el presidente de la - las elaboradas por el franciscano Pedro Pérez de Mezquía para las
Audiencia de México en 1532, constituyeron otras tantas sesiones de discu- misiones de Sierra Gorda en el siglo xvin, adoptadas también por los fran-
sión sobre el modo de proceder en la evangelización de los indígenas. ciscanos de California;
- las confeccionadas por el arzobispo de Santa Fe, el franciscano Luis
Del mismo Consejo de Indias se nos dice en 1526, 1528, 1531 y 1533
Zapata de Cárdenas, en 1570;
que solía reunirse «muchas veces» para acertar con el modo de evangelizar a
- las elaboradas para el Perú por el arzobispo de Lima, el dominico
los nativos americanos.
Jerónimo de Loaysa, en 1545;
4) Normas sobre metodología misional. En estas discusiones colectivas - las confeccionadas por el mercedario Diego de Porres, también en
de los métodos no siempre se consignaron por escrito las conclusiones Perú, en la segunda mitad del siglo XVI;
adoptadas o éstas no han llegado hasta nosotros, pero los casos en que sí se - las establecidas por el franciscano Manuel de Sobrevida para las
hizo, junto con la iniciativa personal de algunos misioneros, dieron lugar a misiones del oriente peruano en 1792;
la elaboración de cinco clases de pautas que rigieron la cristianización de los - las impartidas para las misiones guaraníes de la Compañía de Jesús en
indios: las específicas de cada territorio, las propias de cada Orden y hasta de 1 6 0 4 , 1 6 0 9 , 1 6 1 0 , 1 6 3 7 y 1689;
cada Provincia religiosa, las dictadas por las Juntas eclesiásticas, los Conci- - los libros de normas que tenía cada párroco jesuíta de esas mismas
lios provinciales y los Sínodos diocesanos, y las decretadas por las autorida- misiones guaraníes, en los que se recogían las impartidas por los diversos
des civiles. prepósitos de la Compañía;
C.26. La metodología misional americana 503
502 P.III. La Iglesia misional
- J. DE ACOSTA, Instrucción para los que se embarcan y vienen a Indias
- las prescritas por los franciscanos del colegio de Chillan (Chile) en
1775 para sus misioneros de la Araucanía; (1589).
- los estatutos de los diecisiete Colegios de Misiones franciscanos fun- - L. J. DE ORÉ, Símbolo católico indiano (Lima, 1598).
dados a partir de 1683, tanto los de índole general para todos los colegios - A. DE LA PEÑA MONTENEGRO, Itinerario para párrocos de indios (Ma-
como los específicos de cada uno de estos centros. drid, 1668).
- M. RUIZ BLANCO, Manual para catequizar y administrar los santos sacra-
5) Las obras de metodología misional. Las monografías misionológicas
mentos a los indios que habitan en la Provincia de Cumaná (Burgos, 1683).
de que dispusieron los misioneros americanos para inspirarse en cómo
- P. J. DE PARRAS, Gobierno de los Regulares en la América, ajustado
proceder en la evangelización de los indios fueron de tres clases: de índole
religiosamente a la voluntad del Rey, 2 vols. (Madrid, 1783).
general, de carácter específicamente americano y de temas específicos.
Entre las primeras figuran las obras teológicas que llevaban consigo las Temas específicos abordaron, de una manera más bien práctica que
expediciones misioneras y, sobre todo, los tratados de misionología impre- teórica, los numerosísimos catecismos, doctrinas, sermonarios, confesiona-
sos en Europa, si bien de momento no nos consta qué uso pudieron hacer de rios, manuales para la administración de los sacramentos, etc., elaborados y
estos últimos los religiosos que emprendían viaje al Nuevo Mundo o los que publicados por los propios misioneros americanos como fruto de su expe-
ya se encontraban evangelizando en él. riencia y como normativa para los demás, imposibles de enumerar aquí por
Como muestra valga el dato concreto de que entre los libros de una su abundancia.
expedición de dominicos embarcada en 1533 para Venezuela figuraba un
ejemplar de la Summa contra gentiles de Santo Tomás de Aquino. O el de que
II. PRINCIPIOS METODOLÓGICOS BÁSICOS
más de uno consultara obras dirigidas específicamente a ellos, como las
siguientes:
Observando la teoría y la praxis evangelizadora se advierte que todos los
- A. MERMANNIUS, Theatrum conversionis gentium totius orbis (Amberes,
1567). misioneros compartieron una serie de principios de metodología misional
- J. GRACIÁN, Estímulo de la Propagación de la Fe (Lisboa, 1586). que pueden sintetizarse en los siguientes, acoplándolos bajo las distintas
- T. DE JESÚS, Stimulus missionum (Roma, 1610). clases de métodos aludidas anteriormente.
- T. DE JESÚS, De procuranda salute omnium gentium (Amberes, 1613).
- R. CARÓN, Apostolatus missionariorum per universum mundum cum obli- A) Métodos de preparación
gatione pastorum quoad manutenentiam Evangelii regulis actionum humanarum El primer principio metodológico fue la firme convicción de los evange-
et methodo conferendi cum haereticis quibuscumque ac infidelibus (París, 1660). lizadores de que, aun cuando algunos indígenas parecieran «monstruos
- J. DE CARABANTES, Práctica de misiones, guia de pecadores (León, 1670). racionales», como afirmó de algunas tribus de Talamanca (Costa Rica) el
Entre las de carácter propiamente americano, algunas de ellas editadas franciscano Isidro Félix de Espinosa en 1746, todos eran susceptibles de
varias veces, cabe citar éstas: cristianización precisamente por su racionalidad, por muy bajo que fuera el
- N. HERBORN, Epitome convertendi gentes Indiarum adfidem catholicam coeficiente intelectual o el nivel cultural que en ocasiones pudieran pre-
adeoque ad Ecclesiam sacrosanctam catholicam et apostolicam (Toulouse, 1532). sentar.
- J. F. LUMNIUS, De extremo Dei iudicio et indorum vocatione libri dúo
La observación es de sentido común, pues de lo contrario los misione-
(Amberes, 1567).
ros no hubieran intentado siquiera la evangelización, pero en el caso de
- A. DE NOCEÑA, Tractatus de administratione et regimine spirituali fide-
lium in Indis (México, 1568). América hay que consignarla para dejar claro que los misioneros, salvo
- B. DE ALBORNOZ, De la conversión y conquista de los indios (México, rarísimas y muy discutibles excepciones, como el caso del dominico Domin-
1573). go de Betanzos en México, en 1530-1531, no compartieron la postura de
quienes, a comienzos del siglo XVI, se dice que negaron o dudaron de la
- J. FOCHER, Itinerarium catholicum proficiscentium ad infideles converten-
capacidad de los nativos para el cristianismo por su cortedad intelectual.
dos (Sevilla, 1574).
Aún más: a lo largo de los siglos XVI a XIX se esforzaron por dejar en claro la
- D. DE VALADÉS, Rhetorica christiana ad concionandi et orandi usum injusticia de esa acusación e insistieron en las posibilidades de cristianización
(Perusa, 1579). que ofrecían los indígenas. Ello no impide que los propios misioneros los
- L. DE GRANADA, Breve tratado en que se declara la manera que se podrá calificaran a veces, desde el punto de vista intelectual, con adjetivos propios
proponer la doctrina de nuestra santa fe y religión cristiana a los nuevos fieles del lenguaje de la época, pero que a nosotros nos parecen excesivamente
(Salamanca, 1588). duros.
- J. DE ACOSTA, De promulgatione Evangelii apud barbaros, seu de procu-
Un segundo principio en el que coincidieron también todos los misione-
randa indorum salute libri sex (Salamanca, 1589).
ros fue el de la persuasión de que -como decían ellos mismos- «el indio, para
C.26. La metodología misional americana 505
504 P.III. La Iglesia misional
ser cristiano, necesitaba primero ser hombre», lo que dio lugar a uno de los En este punto, sin embargo, hay que tener en cuenta que nuestro actual
aspectos más sorprendentes de la evangelización americana, consistente en concepto de libertad no coincide totalmente con el de los evangelizadores
la tarea de elevar humanamente a los indígenas a fin de prepararlos o americanos, razón por la cual estos últimos tampoco se vieron obligados a
capacitarlos para el cristianismo. practicar el principio con la exquisitez con que se procedería ahora.
Todos los misioneros americanos estuvieron también acordes en que,
B) Métodos de difusión salvadas las innegables diferencias personales y sociales existentes entre
unos indios y otros y entre las diversas tribus o «naciones» entre sí, todos los
Otro punto común de partida fue la persuasión de que el Evangelio nativos del Nuevo Mundo eran como niños grandes a los que había que
había que predicarlo evangélicamente, si bien su interpretación no fue tratar como tales.
unánime porque admitía matices y porque las circunstancias americanas Esta persuasión influyó decisivamente en varios aspectos de la evangeli-
mediatizaban la práctica del ideal. zación, a los que se aludirá en su lugar. De momento baste con indicar que
Esta necesidad de elevar humanamente al indígena a fin de prepararlo fue ella la que indujo a los misioneros a adoptar un triple y característico
para el cristianismo, juntamente con la dispersión demográfica de la pobla- comportamiento respecto de los indígenas.
ción nativa, llevó a los evangelizadores a la convicción de que el único medio Desde el punto de vista intelectual: a considerarlos siempre y en todas
de promocionar a los indios y de poderlos evangelizar consistía en su previa partes, aunque no siempre en el mismo grado, como gentes de mentalidad
congregación en poblados (reducciones). infantil a la que había que suministrarle la doctrina evangélica en pequeñas
dosis, de manera sencilla y clara, reiteradamente, con autoridad más que
C) Métodos de catequización razonando filosóficamente y evitando cuanto pudiera dar lugar a confusión.
El quinto principio consistió en que la fe, aunque ciega, presuponía un Desde el punto de vista afectivo: a relacionarse con ellos como los
mayor o menor conocimiento de lo que se creía, convicción en la que se basó padres con los hijos, es decir, siempre con cariño, de palabra y obra y, en
el esfuerzo unánime de los evangelizadores por aprender las lenguas o ocasiones, con castigos, bajo la consigna universal de que nunca fuera el
idiomas indígenas y por catequizarlos en ellas. misionero en persona quien los ejecutara y de que las penas se impusieran
En lo referente a esta enseñanza del cristianismo, siempre se insistió en con moderación, por ejemplo, un máximo de seis azotes en circunstancias
el aspecto de la uniformidad, en el sentido de que a los mismos indios se les normales.
adoctrinara indefectiblemente de una manera similar para que no interpre- Desde el punto de vista psíquico: a considerarlos emocionalmente ines-
taran como contradicciones ideológicas lo que no eran más que diferencias tables, tornadizos, volubles, desconfiados y no siempre veraces, pero al
accidentales. De ahí la tendencia a que un mismo territorio fuera evangeliza- mismo tiempo dóciles una vez ganados afectivamente, por lo que la postura
do por los mismos religiosos, la oposición al excesivo número de Ordenes generalizada de los misioneros fue la de guardar siempre cierta reserva tanto
misioneras en América y los preceptos de que los evangelizadores utilizaran en el aspecto puramente religioso como incluso en el de la seguridad per-
solamente un determinado texto para el aprendizaje de lo que tenían que sonal.
saber de memoria. Un ulterior y octavo punto de coincidencia, prácticamente universal,
fue el de la apreciación de la «condición miserable» de los indios, en el
D) Métodos de persuasión sentido de considerarlos como seres indefensos ante otros más poderosos
(conquistadores, encomenderos, corregidores, caciques indígenas), ante
Un sexto principio, también unánimemente aceptado, fue el de la vo-
agentes externos (enfermedades, tragedias o convulsiones de la naturaleza)
luntariedad de la conversión, punto en el que han inducido a error determi-
y ante la dureza de la vida (alimentación, vestido, vivienda), situación esta
nadas conductas de pobladores españoles y criollos. El que la evangelización
última normal en un ambiente primitivo, pero que resultaba difícil de sopor-
estuviera durante algún tiempo precedida por la conquista armada y des-
tar para hombres como los misioneros, pertenecientes a un mundo mucho
pués más o menos protegida por la denominada «escolta», nunca indujo a los
más cómodo por más evolucionado. De ahí sus esfuerzos por simultanear la
misioneros a confundir la evangelización con la coacción. No sabemos de
evangelización con la tarea de defender al indígena y ayudarle en todas sus
ninguno que obligara a los indios a convertirse o a que se bautizaran, porque
necesidades, como lo prescribían las obras de misericordia que ellos mismos
todos sabían que la conversión, además de la gracia, presuponía la libre
inculcaban a los nativos.
voluntad del bautizado. Aún más: fueron muy numerosas las veces, sobre
todo durante la primera parte del siglo XVI, o etapa de las conquistas, en las
que se les insistió en que antes de bautizar a nadie se cercioraran de que el
indio no sólo quería nacerse cristiano voluntariamente, sino de que ni si-
quiera actuaba para ganarse el aprecio de los conquistadores, de los colonos
o de los propios evangelizadores.
C.26. La metodología misional americana 507

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CAPITULO 27

SISTEMAS Y LENGUA DE LA PREDICACIÓN

Por PEDRO BORGES

En el orden lógico de las ideas, la acción misional entre los indígenas


americanos estuvo precedida por el planteamiento de dos cuestiones preli-
minares, consistentes en el modo y en la lengua que se debían utilizar en la
predicación del Evangelio.

I. SISTEMAS DE PREDICACIÓN

La cuestión del modo se derivó del ya aludido principio básico de que el


Evangelio había que predicarlo evangélicamente, a lo que se oponían, al
menos a primera vista, la presencia de las armas y la posible actitud agresiva
de los nativos.
Se trata de un problema de metodología misional, que tanto en la teoría
como en la práctica se resolvió mediante tres soluciones distintas, las cuales
pueden denominarse: sistema de predicación apostólica o evangélica, siste-
ma de predicación posbélica y sistema de evangelización protegida. El pri-
mero consistió en la predicación sin la presencia previa ni simultánea de
acciones ni hombres armados en el territorio misional y hasta, a ser posible,
sin la presencia de ninguna fuerza externa que influyese en la conversión de
los indios. El segundo consistió en predicar el Evangelio una vez sometido
por las armas el territorio misional. El tercero, en predicarlo en territorios
todavía sin conquistar, pero de manera que los misioneros realizaran su
labor acompañados de una fuerza bélica, más o menos simbólica, cuyo
objetivo no era atacar o someter a los indígenas, sino simplemente proteger
o salvaguardar la evangelización.

A) Sistema de predicación apostólica o evangélica


El sistema apostólico o evangélico, al que durante gran parte del si-
glo XVI se le designó impropiamente con el nombre de evangelización pacífica,
para contraponerlo a la que aquí denominamos posbélica, se basó en la
conducta de Jesucristo tal como se refleja en los Evangelios, así como en el
hecho de que el propio Jesucristo enviara a los apóstoles a predicar por todo
el mundo sin llevar consigo más armas ni equipaje que el Evangelio mismo.
Aplicados ambos hechos a las circunstancias americanas, el principio
entrañaba la necesidad de que el misionero prescindiera totalmente de la
510 P.III. La Iglesia misional C.27. Sistemas y lengua de la predicación 511
previa conquista armada del territorio, de toda presencia de soldados en él
Durante la mayor parte del siglo xvi, por entrañar una actuación diver-
con fines bélicos y hasta de la presencia de simples colonos españoles que
gente del sistema político oficial y del modo más generalizado de evangeli-
pudieran influir en la predicación desde fuera de la predicación misma, lo
zar, este sistema de predicación apostólica o evangélica no se reflejó en la
que podrían ejercer abusando de cualquier manera de los indígenas.
práctica más que en una serie de intentos que en realidad representan otras
Como teoría, o como principio, esta postura significaba la acomodación tantas excepciones o «rupturas» en relación con lo que entonces se acostum-
literal al ideal evangélico, pero en la práctica chocaba con una realidad, braba a hacer. Con la circunstancia ulterior de que, en la mayor parte de los
como la americana, que desde 1508 hasta 1549 se basó políticamente en el casos, estos intentos o bien terminaron fracasando debido a la oposición de
sistema de conquistas armadas como medio de anexión territorial, que desde los indios o bien no pasaron de conatos evangelizadores muy elogiables y
1550 hasta 1573 siguió utilizando este mismo sistema esporádicamente, que muy meritorios por parte de sus protagonistas, pero en realidad de poca
desde 1573 en adelante prosiguió valiéndose de él en ocasiones aisladas y trascendencia dentro del universo de la evangelización americana.
que desde 1492 hasta la independencia de las actuales naciones hispano-
De entre esta serie de intentos, cuyo elevado número impide su enume-
americanas se basó siempre en el asentamiento de colonos españoles en los
ración completa, destacan los llevados a cabo por los franciscanos y domini-
territorios previamente conquistados, coexistiendo por lo mismo con la
cos en Chichirivichi y Cumaná (norte de Venezuela) de 1516 a 1522, que
acción misional y mediatizándola de una manera u otra.
terminaron con la muerte de varios religiosos; el célebre de la Verapaz
Ante la colisión del principio con la realidad, los sostenedores del ideal (Guatemala), planeado por Bartolomé de las Casas como demostración de su
evangelizador se vieron obligados a mostrarse contrarios al sistema de con- teoría, de 1537 a 1550; los varios que tuvieron lugar en Florida a lo largo de
quistas armadas, no por considerarlas ilícitas en sí mismas (cuestión que toda la primera mitad del siglo XVI; los de los franciscanos Jacobo de Tastera
algunos de ellos no se plantearon y que pertenecía a otro orden de cosas), en Yucatán en 1537, Hernando de Arbolancha en Guatemala en 1550,
sino porque contrariaba el principio evangélico del que ellos partían. En Rodrigo de la Cruz en Nueva Galicia en 1550, Jacinto de San Francisco en
último término, la conclusión a que llegaban, explícita o implícitamente, era Michoacán en 1561 y Francisco de la Ascensión en California en 1602; el de
que la política oficial americana debía girar en torno de la evangelización y los dominicos Gregorio de Beteta y otros varios religiosos de su misma
no la evangelización en torno de la política. Por esta misma razón, algunos Orden entre los araucas venezolanos en 1553; y los de los jesuítas Juan B. de
de ellos se opusieron también hasta al asentamiento de los españoles en Segura y Juan Font en el Perú en 1570 y 1600, respectivamente.
Indias, permitiendo como máximo una fuerza prácticamente simbólica co-
mo signo de la soberanía de los reyes españoles en el Nuevo Mundo. Desaparecido el sistema de las conquistas armadas, es decir, desde 1573
en adelante, como fecha únicamente aproximada, esta modalidad evangeli-
Dentro de una numerosa gama de posturas no totalmente coincidentes
zadora perdió su carácter de espectacularidad o excepcionalidad y se simul-
entre sí en cuanto a las consecuencias políticas, pero confluyentes todas en
taneó con el sistema de predicación protegida, sin que sea posible de mo-
el principio de la predicación sin armas, defendieron este sistema de evange-
mento afirmar cuál de los dos predominó y, a veces, hasta sin posibilidad de
lización apostólica o evangélica, entre otros, los dominicos de la Española,
distinguir entre uno y otro.
en 1516, entre los que sobresale Pedro de Córdoba; Vasco de Quiroga,
obispo de Michoacán, en 1535; el franciscano Juan de Zumárraga, obispo de Sin pretender agotar la lista, nos consta, por ejemplo, que practicaron
México, en 1537; varios dominicos de México, en 1539; el dominico Domin- este sistema los franciscanos del Paraguay a finales del siglo XVI; los del
go de Betanzos, en México, en 1540; Bartolomé de las Casas a lo largo de la oriente peruano desde mediados del xvn hasta el XIX, entre continuas adver-
mayor parte del siglo XVI, quien además escribió sobre este tema su obra De sidades y con la muerte de 68 religiosos entre 1637 y 1766; los de Sierra
único vocationis modo; los dominicos Gregorio de Beteta, en México, y Fran- Gorda (México) en el siglo xvni; y los de Píritu (Venezuela) en 1730, fecha
cisco de la Cruz, en el Perú, en 1550; varios franciscanos de Nueva Galicia en la que decidieron abordar sin armas a los temibles caribes después de
en 1552; el primer Concilio de México en 1555; los franciscanos Andrés de analizar detenidamente el problema. También lo practicaron los jesuítas del
Olmos en 1556, y Alonso Maldonado de Buendía en 1566 y 1570, ambos en Paraguay desde 1610 en adelante.
México, así como Lorenzo de Bienvenida, en Yucatán, y Francisco de Arme-
llones, en Lima, en 1555; el dominico Gil González, en Chile, en 1557; el B) Sistema de evangelización posbélica
agustino Francisco Ortega en 1597; los franciscanos Juan de Silva en
1621-1630, Juan de Mendoza en 1658, Julián Chumillas y Francisco Ayeta Como teoría, este sistema de predicar el Evangelio con posterioridad a
en 1688, Matías Ruiz Blanco en 1690, Pedro José de Parras en 1783 y la conquista armada del territorio no ignoró la conducta de Jesucristo y sus
Antonio Avellán en 1808; los jesuítas Roque González en 1613 y Antonio apóstoles, principio en el que se basaba el anterior, sino que la consideró
Ruiz de Montoya en 1619, ambos en el Paraguay; los capuchinos de Cumaná como un modo de obrar en unas determinadas circunstancias, no como
(Venezuela) de 1657 a 1660 y los también capuchinos venezolanos Francisco precepto vinculante en todos los tiempos y lugares. Su base teológica estribó
de Tauste en 1684 y Victoriano Castejón en 1724. o bien en el pasaje evangélico en el que se afirma impelle eos intrate (oblígalos
512 P.III. La Iglesia misional C.27. Sistemas y lengua de la predicación 513
a entrar) o bien en la licitud y conveniencia de conquistar previamente el Ayala, en 1562, y Juan Focher, en 1570, ambos en Nueva España; el agusti-
territorio con fines de evangelización. no Baltasar de Torres, en 1567, y el jesuita José de Acosta, en 1589, ambos
También como teoría, y por basarse precisamente en principios teológi- en el Perú; los franciscanos Francisco Hurtado, en el Chocó (Colombia), a
camente muy discutibles, el sistema no contó con destacados ni numerosos comienzos del siglo XVII, y Juan Antonio de Solís, en Venezuela, en 1640;
defensores. Entre ellos cabe enumerar al dominico Vicente Palatino de Alonso de la Peña Montenegro, obispo de Quito, en 1668; varios capuchi-
Curzola en 1559; a los franciscanos Toribio Paredes de Benavente (Motoli- nos venezolanos, en 1672; el franciscano colombiano Manuel Caycedo, en
nía) hacia 1550, Alonso de Santiago en 1562, Pedro de Azuaga en 1570, los 1724; el jesuita Pedro Lozano, en el Paraguay, en 1733; los franciscanos
tres en Nueva España, y Juan Gallegos en Chile en 1557; al carmelita Isidro Félix de Espinosa, en Nueva España, en 1746, y Francisco de San
Antonio Vázquez de Espinosa en 1621; al jesuíta Juan de Rivero en 1730, y José, en el Perú, en 1766, si bien el primero prefería la presencia de familias
al franciscano Juan Domingo Arricivita en 1792. criollas a la de soldados; el jesuita José Gumilla, en el Orinoco medio, en
Débil desde el punto de vista teórico, este sistema encontró un incon- 1745; el franciscano Juan Domingo Arricivita, en Nueva España, en 1792, y
movible apoyo en el hecho de la realidad americana de los años centrales del el dominico Francisco Cortázar, en Venezuela, en 1793.
siglo XVI. Prescindiendo de que las conquistas armadas fueran o no lícitas, y En la práctica, éste fue el sistema que comenzó a sustituir al posbélico
ni siquiera convenientes o no, el hecho incuestionable era que estas conquis- desde la suspensión cautelar de las conquistas armadas en 1549 y el que lo
tas se daban y, por lo mismo, no cabía otra opción que predicar el Evangelio suplantó definitivamente desde 1573, fechas ambas en las que comenzó a
tras el previo sometimiento armado del territorio. simultanearse con el apostólico, del que apenas se distingue en ocasiones
Esta es la razón de que tal sistema fuera el predominante desde 1508 por la lejanía o ineficacia de las armas que teóricamente estaban llamadas a
hasta 1573, etapa durante la cual se evangelizaron la mayor parte de las proteger la evangelización.
Antillas, los imperios azteca y maya, puntos aislados del litoral comprendido Su puesta en práctica revistió tres modalidades, según que los soldados,
entre Honduras y Panamá, puntos aislados también de las costas septentrio- denominados «escolta», acompañaran a los misioneros en sus exploraciones
nales de Colombia y Venezuela, la vertiente occidental de los Andes, el geográfico-evangélicas o en el abordaje (entradas) de indios nuevos; según
altiplano boliviano, el centro de Chile, el norte argentino y la región para- que estuvieran destacados permanentemente en los poblados misionales o
guaya de Asunción. Desde la suspensión cautelar de las conquistas armadas reducciones (también «escolta»); o según que protegieran todo un territorio
en 1549 y, sobre todo, desde su prohibición en 1573, el sistema comenzó a o comarca misional desde un punto clave, denominado presidio o fuerte. La
caer en desuso, de manera que en adelante ya no se volvió a practicar más primera modalidad fue muy frecuente y se dio sobre todo en las grandes
que en casos aislados de tribus especialmente belicosas a las que hubo que exploraciones misioneras de finales del siglo XVII y de todo el XVIII. La
someter políticamente por la fuerza, pero que en el conjunto de la evangeli- segunda se dio en una medida imposible de establecer, porque en este punto
zación significan poco. no se siguió más criterio que el de la belicosidad de los nativos y el grado de
intrepidez de los evangelizadores, en cuya virtud unos lo practicaron y otros
C) Sistema de evangelización protegida no. La tercera comenzó a ponerse en práctica a finales del siglo XVI en el
noroeste de México, pero la extensión del territorio misional que cubría, la
Intermedio entre el sistema de evangelización apostólica o evangélica y lejanía del fuerte o lo accidentado del terreno privaban muchas veces de
el de evangelización posbélica, el de la evangelización protegida siguió consi- eficacia disuasora a esta modalidad.
derando la conducta de Jesucristo y de sus apóstoles como el supremo ideal La presencia de esta «escolta» junto al misionero se considera como un
de evangelización, pero cuya práctica en América, teniendo en cuenta la hecho normal en las misiones jesuíticas del noroeste mexicano desde finales
realidad, significaba una «extrema estupidez», en palabras del jesuita José de del siglo xvi hasta la mitad del XVII, en las del Casanare y Meta (Colombia),
Acosta, consignadas en el Perú en 1589 (De procuranda indorum salute, 1.2 en 1725; en las del Orinoco medio, en 1696; en las de los Moxos bolivianos,
c.8). entre 1595 y 1618, y en las del Chaco argentino a mediados del siglo xvm.
No quiere decirse con esto que los propugnadores del sistema optaran, Entre los franciscanos, los Colegios de Misiones de Querétaro y Guatemala
como los defensores de la evangelización posbélica, por unas conquistas tenían por norma, desde finales del siglo xvii, que sus misioneros de Texas
armadas para entonces ya en su ocaso, cuando no totalmente olvidadas. El y Talamanca (Costa Rica) evangelizaran protegidos por soldados, como lo
medio que excogitaron para vencer la agresividad de los indios o su oposi- hacían también los de California desde 1768 y los de Apolobamba (Bolivia)
ción a la acción misional consistió en proteger a esta última mediante el a finales del siglo x v m y comienzos del XIX. Practicaron, asimismo, este
acompañamiento de los misioneros por soldados como fuerza de defensa o sistema los capuchinos de los Llanos venezolanos durante los siglos XVII
de disuasión, nunca como instrumento de ataque o de sometimiento. y XVIII, e incluso los de Cumaná, quienes en 1660 tuvieron que recurrir a
En el plano de la teoría, el sistema lo defendieron, entre otros, el él una vez «desengañados» de que yendo solos no conseguían ni siquiera
dominico Domingo de Santa María, en 1558; los franciscanos Pedro de abordar a los indígenas.
4 C.27. Sistemas y lengua de la predicación 515
P.III. La Iglesia misional
La necesidad de esta «escolta» que protegiese a los misioneros y a las ciones de unos eclesiásticos contra otros (muchas de ellas nacidas de los
misiones se consideró en ocasiones tan imprescindible que los capuchinos de intereses económicos anejos a las adjudicaciones de las doctrinas o parro-
los Llanos de Caracas, en 1725, y los franciscanos de Otahití, en 1775, quias de indios) en el sentido de que ignoraban la lengua de los nativos.
renunciaron a emprender la evangelización de esos territorios por no dispo- Para dilucidar en qué lengua se evangelizó en América hay que distin-
ner de hombres armados que los defendiesen, mientras que los franciscanos guir, en primer lugar, entre oraciones o plegarias y catequesis o exposición
de Talamanca (Costa Rica), entre 1691 y 1705, así como los dominicos de del contenido del cristianismo.
Bannas (Venezuela), en 1779-1788, clamaban angustiosamente por el envío
de la «escolta», porque sin ella se veían imposibilitados para realizar la labor A) La lengua de las oraciones
evangelizadora. En Barinas, el dominico Francisco de Cortázar afirmaba en En cuanto a las oraciones, incluyendo en ellas a veces todas las fórmulas
1793 que mientras dispusieron de escolta pudieron hacer algo, pero, una contenidas en las denominadas técnicamente Doctrinas breves en el siglo XVI,
vez que quedaron privados de ella, no podían hacer nada. no hubo uniformidad durante esta centuria. Así, y al igual que los Doce
Esta «escolta» misional estaba integrada por un puñado de hombres Apóstoles franciscanos de México, los primeros evangelizadores de las Anti-
armados, cuyo número variaba enormemente en los casos de que trataran de llas las enseñaban en latín. La Instrucción del arzobispo de Lima, Jerónimo de
proteger a los misioneros que se dedicaban a explorar territorios o a congre- Loaysa, de 1545, prescribía que se enseñasen en latín o castellano. El Conci-
gar indios en poblados. En cambio, la cifra no solía sobrepasar la docena, e lio de Lima de 1551 y el Sínodo de Quito de 1570 ordenan su enseñanza en
incluso reducirse a uno o dos hombres armados, cuando se trataba de esta última lengua. El Concilio de Lima de 1567 preceptuó que se enseñaran
defender un puesto o poblado misional. en quechua, mientras que el de 1582-83 ordenó que no se obligara a nadie
Lo normal era que los gastos de la «escolta» corriesen a cuenta de la a que las aprendiera en latín, pues bastaba con que las supieran en quechua.
Real Hacienda, pero también que el pago de sus honorarios se hiciese con Influidos por la tradición castellana, a la que pertenecían las primas
retraso. Doctrinas breves, y deseosos de evitar el peligro de que un texto en lengua
No hay duda de que la presencia de estos soldados constituía una indígena contuviera inexactitudes o errores teológicos, los evangelizadores
garantía de seguridad para los misioneros y los indios de la misión en americanos prefirieron que los nativos aprendieran de memoria las oracio-
circunstancias normales. Pero también es cierto que su eficacia era práctica- nes en un idioma que no entendían y que pronunciaban mal, pero que Dios
mente nula o muy reducida cuando tribus especialmente belicosas, como los lo comprendía perfectamente, a que desde el primer momento lo hicieran
apaches, los caribes, los campas o los chiriguanos, se decidían a atacar en
de una manera teológicamente defectuosa. En realidad, con ello no hacían
seno un territorio misional y a no alejarse sin el correspondiente botín o sin
más que aplicar al caso de los indios lo que entonces (y hasta época reciente)
dejar constancia de su venganza. En estos casos, la ruina de las misiones
siempre fue inevitable, lo mismo que la muerte de los misioneros que no se hacía en toda la cristiandad, en la que las oraciones litúrgicas y varias de
lograron huir a tiempo. índole popular se recitaban en latín, aunque la mayoría de los fieles no
comprendieran esta lengua.
En los territorios evangelizados desde finales del siglo XVI en adelante
II. EL PROBLEMA DE LA LENGUA aún se siguieron dando algunos casos de esa misma índole y por idénticos
motivos, pero la experiencia acumulada anteriormente y la presencia de
... ' o s Doce Apóstoles franciscanos de México se nos dice que en 1524 unas lenguas menos estructuradas que el náhuatl o el quechua permitieron
iniciaron su labor evangelizadora «con mudez y solas señas, señalando el
(adelantándose a los tiempos modernos) que lo normal fuera enseñar esas
cielo y diciendo estar allí sólo Dios», a lo que añadieron la enseñanza de las
mismas oraciones en el idioma local, al que se traducían desde el primer
oraciones cristianas en latín (MENDIETA, Historia eclesiástica indiana, 1.3,
e l 5). momento de la evangelización.
En este y en otros casos similares se trata del momento especialísimo de B) La lengua de la catequesis
una inicial y total incomunicación lingüística entre los evangelizadores y los
evangelizados, incomunicación que no se tardaba en superar debido al El proceso seguido en la catequesis o en la exposición del mensaje
aprendizaje del idioma local por los misioneros, que, por otra parte, tampo- cristiano fue distinto del adoptado en el terreno de las oraciones, pero
co rué muy frecuente debido a la utilización de intérpretes ante otro idioma también hay que distinguir en él dos etapas consecutivas, correspondientes
a
de momento totalmente desconocido. la de la evangelización propiamente dicha y a la de la cristianización ya
El punto de la lengua utilizada en la evangelización ha dado lugar a normalizada.
numerosos malentendidos, derivados en gran parte de esa enseñanza de las Durante la primera etapa, es decir, en tanto los nativos estuvieron en
oraciones en latín, de los preceptos de la Corona encaminados a que los vías de cristianización, la lengua misional fue siempre y en todas partes la
misioneros enseñaran el español a los indígenas y de las abundantes acusa- hablada por los habitantes del territorio que se evangelizaba. Como es
lógico, en el momento inicial de la evangelización de un nuevo pueblo o
P.III. La Iglesia misional C. 2 7. Sistemas y lengua de la predicación 517

tribu, los primeros misioneros tenían que valerse de intérpretes para expo- Fue precisamente la conveniencia de este aprendizaje lo que indujo a la
ner el mensaje de que eran portadores, si es que ellos mismos, como sucedía fundación de cátedras de lengua indígena en algunas universidades. De la
con mucha frecuencia, no habían aprendido ya la lengua de los indígenas misma manera que obedeció a este hecho el que se exigiera el conocimiento
que se proponían evangelizar. Desde el punto de vista cronológico, este del idioma nativo en el examen que precedía a la entrega de una doctrina o
primer momento solía ser muy breve aun en el caso de que los evangelizado- parroquia de indios.
res tuvieran que recurrir a la ayuda de los intérpretes, porque, si no lo En cambio, el conocimiento por los indios del castellano, más las estric-
conocían ya con anterioridad, los misioneros no tardaban en aprender el tas órdenes de la Corona en cuanto a su enseñanza, fueron los factores que
nuevo idioma una vez asentados en el territorio. indujeron, por ejemplo, a los capuchinos de Cumaná y a los jesuítas del
Transcurrido este momento inicial, el problema desaparecía debido a Meta-Casanare (Colombia), a comienzos del siglo XVIII, a predicar por las
que los evangelizadores de la segunda etapa ya disponían en los de la prime- mañanas en español y por la tarde en el idioma local, lo que movió a los
ra de maestros de la nueva lengua. franciscanos de Píritu (Venezuela), en 1761, a hacerlo cuatro días en caste-
En términos cronológicos puede decirse de una manera general que la llano y tres en idioma indígena y lo que impulsó a los jesuítas colombianos a
predicación en el idioma propio de los indios no registró prácticamente utilizar el español para todo a mediados del siglo XVIII.
ninguna excepción durante los primeros quince o veinte años de la evangeli- Como contrapartida, y valiéndose de los privilegios de que gozaban, los
zación de cada territorio, que es el período que, en general, duraba la jesuítas del Paraguay nunca abandonaron la enseñanza exclusivamente en
evangelización propiamente dicha en cada uno de ellos. guaraní, ya que estos indígenas no aprendieron el español.
Veremos más adelante cómo la norma más corriente fue que los misio-
neros aprendieran el idioma de los nativos para poder evangelizarlos en él. C) El aprendizaje de la lengua
Independientemente de esta constancia histórica, el indiscutible sentido de
responsabilidad de los misioneros hace impensable que trataran de exponer Desde el punto de vista lingüístico, América ofreció en algunas partes
a los indios su mensaje cristiano sin importarles que los indígenas lo com- una inestimable ventaja, mientras que en otras presentó una serie de graves
prendieran o no o lo interpretaran defectuosamente. Si de algo pecaron fue dificultades. La ventaja, considerada por los misioneros de la época como
precisamente de una especie de excesiva responsabilidad, lo que les llevó a algo realmente providencial, consistió en la unidad lingüística que en el siglo
no prescindir en su exposición del cristianismo de ningún aspecto de su xvi ofrecieron los imperios azteca, maya e incaico con el náhuatl, maya y
contenido, cuando podían haber aplazado para más tarde la enseñanza de quechua, respectivamente. La dificultad estribó en que, fuera de esos impe-
puntos especialmente difíciles y cuyo conocimiento no era absolutamente rios, los evangelizadores se encontraron poco menos que con un idioma
necesario desde el primer momento. distinto en cada nueva tribu que abordaban, cuando ya no sucedía, como en
Una vez cristianizados los nativos y a pesar de la tendencia de los las misiones jesuíticas del Marañón-Amazonas (Mainas), que en una sola
mejores a mantener la predicación en la lengua indígena, el decaimiento del comarca o circunscripción misional se hablaran nada menos que 39 idiomas
fervor inicial, el mayor o menor conocimiento del español por parte de los distintos, algunos de ellos tan dispares entre sí como el español y el alemán,
propios indígenas a partir de la segunda o tercera generación debido a su según afirman los propios evangelizadores.
contacto con los pobladores españoles y con el misionero y, sobre todo, al Las grandes unidades lingüísticas hicieron concebir en algunos misione-
crecimiento de los niños educados desde el primer momento en las escuelas ros la utopía de que, para facilitar el entendimiento entre ellos, todos los
misionales, así como las reiteradas órdenes de la Corona en el sentido de que nativos de Nueva España aprendieran el náhuatl y los del Perú el quechua.
se les enseñara el castellano, fueron otros tantos factores que dieron lugar a La Corona española, en cambio, desde 1550 y, sobre todo, a lo largo del
cierto relajamiento en la estricta conducta de los primeros tiempos, en siglo XVIII, optó por el aprendizaje universal del español. La mayoría de los
virtud del cual la enseñanza en castellano le fue comiendo terreno al idioma evangelizadores rechazó de plano la primera utopía y sólo fueron obedeci-
local en lo tocante a la predicación. das las órdenes oficiales en el caso de las escuelas infantiles y cuando se
Síntomas de este comportamiento, debido a la pérdida del fervor ini- trataba de indígenas adultos ya definitivamente insertados en el cristianis-
cial, lo constituyen el hecho de que los dominicos de Guatemala se pregunta- mo, que en realidad eran esos mismos indios que de pequeños habían
ran oficialmente en 1562 si era o no pecado ignorar la lengua de los nativos frecuentado las escuelas misionales.
y el de que los Concilios de Lima de 1567 y 1582, el Sínodo de Quito de Así pues, y exceptuados los casos ya aludidos anteriormente, los evange-
1570 y las Constituciones de 1730 elaboradas para los capuchinos de Cuma- lizadores se impusieron el cometido de ser ellos mismos los que aprendieran
ná (Venezuela) se vieran obligados a preceptuar bajo graves penas el apren- el idioma indígena, aprendizaje que entre los jesuítas de Nueva España era
dizaje por los párrocos de indios o doctrineros (no por los misioneros obligatorio en 1587 para poderse ordenar de sacerdote, lo que también
propiamente dichos que les habían precedido) del lenguaje local de unos propugnaba Santo Toribio de Mogrovejo en Lima en 1592. En este mismo
indígenas ya insertados en el cristianismo. sentido, los franciscanos de Guatemala tenían que dedicar a este aprendizaje
en 1667 ocho meses como máximo, so pena de ver reducida a la mitad la
518 P.III. La Iglesia misional C.27. Sistemas y lengua de la predicación 519

ración anual de chocolate y azúcar si no conseguían dominar el idioma en lenguas, o que el dominico de Guatemala Domingo Vico supiera a la perfec-
ese período de tiempo. ción siete en el siglo XVI.
En un primer momento, y debido a que carecían de todo medio de También resulta comprensible que el dominico Pedro Calvo consiguie-
aprendizaje, los misioneros tenían que aprender el idioma de los nuevos ra aprender un idioma en veinte días y que los dominicos de Guatemala, a
indios a base de los recursos que les dictara su iniciativa personal, el princi- mediados del siglo XVI, así como los jesuítas de México en 1579, tardaran
pal de los cuales consistió en valerse de los niños y de los intérpretes para como máximo tres meses; que los franciscanos del Perú pudieran dominar el
apuntar por escrito las palabras que oían, consignar su significado, compa- idioma campa, en los siglos XVII y XVIII, en medio año; que los franciscanos
rarlas con otras y poco a poco ir elaborando un vocabulario, el cual perfec- de Guatemala le dedicaran a este estudio ocho meses y que los franciscanos
cionarían con el tiempo. de Florida tardaran entre uno y dos años, en 1723, en hacerse con el idioma
de los apaches.
Superado este primer momento de total oscuridad, la situación cambia- En cuanto a la proporción de los misioneros que dominaban la lengua
ba rápidamente, ya que los misioneros de la segunda y sucesivas olas encon- indígena y la de quienes la desconocían, recojamos el caso de los francisca-
traban el campo desbrozado por quienes les habían precedido. El desbroza- nos de la Provincia del Santo Evangelio de México, de los que en 1570, de
miento fue doble. Tratándose de territorios ya abordados, los primeros un total de 150 que ya llevaban algún tiempo ejerciendo el ministerio sacer-
misioneros servían de maestros a quienes llegaban para ayudarles o les dotal, 17 sabían dos lenguas, 102 dominaban «muy bien» una, cinco la sabían
facilitaban el aprendizaje con los vocabularios y artes o gramáticas que regular, cuatro la estaban aprendiendo y 24 no sabían ninguna, debido,
acostumbraban a elaborar, tarea que en algunos casos les estaba expresa- sobre todo, a que acababan de llegar de la Península.
mente preceptuada, como lo hicieron los dominicos de Guatemala en nueve
Del total de 53 jesuítas que en 1596 había en Nueva España, 40 domina-
ocasiones comprendidas entre 1548 y 1593. En los territorios todavía no
ban perfectamente un idioma nativo, 18 sabían dos o más, 13 estaban
abordados, pero limítrofes con los primeros, fue corriente la costumbre de
aprendiendo uno o sólo lo sabían regularmente.
llevar niños voluntarios del nuevo territorio a un centro situado en el ante-
Estos mismos jesuítas sumaban un total de 111 en 1620, de los que
rior para que aprendiesen el español y enseñasen a su vez su propio idioma.
43 dominaban una lengua y 21 hablaban dos.
A este hecho obedecen los tres métodos fundamentales que durante
esta etapa se pusieron en práctica para el aprendizaje de las lenguas nativas.
El primero consistió en que, antes de dedicarse a la evangelización, los
nuevos misioneros invirtiesen algún tiempo en compañía de los veteranos NOTA BIBLIOGRÁFICA
que ya dominaban el idioma, como lo hacían, por ejemplo, los franciscanos
de Venezuela hacia 1690. El segundo, en aprenderlo en centros misionales Sistemas de evangelización
situados en la retaguardia de la evangelización, teniendo por profesores a los P. BORGES, Misión y civilización en América (Madrid, 1987), 104-137; P. CASTAÑE-
misioneros que habían trabajado ya entre los indios. A esta modalidad DA, Los memoriales del P. Silva sobre la predicación pacífica y los repartimientos (Madrid,
pertenecen, por ejemplo, los centros de lenguas jesuíticos de Pátzcuaro 1983), 3-80; ID., «LOS métodos misionales en América: ¿Evangelización o coacción?»,
(1579) y Tepotzotlan (1584); los 17 colegios de misiones fundados por los en Estudios sobre Bartolomé de las Casas (Sevilla, 1974), 123-189; E. D. DUSSEL, Historia
general de la Iglesia en América Latina 1 (Salamanca, 1983), 342-347; J. LÓPEZ GAY, «La
franciscanos en toda América entre 1683 y 1816, en los que era preceptiva evangelización pacífica. Misioneros jesuítas del siglo xvi»: Studia Missionalia 38 (Ro-
una clase diaria de idiomas indígenas; la Casa-Seminario que los capuchinos ma, 1989), 81-111; I. PÉREZ, «Análisis extrauniversitario de la conquista americana en
tenían en Trinidad en 1707, e incluso las cátedras universitarias que existie- los años 1534-1559», en Actas del I Simposio sobre la ética en la conquista de América
ron para este fin. El tercer sistema de aprendizaje consistió en el ya aludido (1492-1573) (Salamanca, 1984), 239-265, y La ética en la conquista de América (Madrid,
de que los propios indígenas ejercieran de profesores de los futuros misio- 1984), 118-162; J. RODRÍGUEZ CABÁS, «Conquista de Verapaz»: Missionalia Hispánica
24 (Madrid, 1967), 53-116; A. SAINT-LU, La Vera Paz. Esprit évangélique et colonisation
neros. (París, 1968).
Se dio incluso el caso de que algunos aspirantes a misiones llegaran a
América con un idioma indígena ya aprendido a base de los vocabularios y Problema de la lengua
artes o gramáticas de los que pudieron disponer en la propia España por Véase la bibliografía del capítulo 36.
haberlos editado sus colegas americanos.
En el aprendizaje de las lenguas los misioneros disfrutaron de la doble
ventaja de poseer el hábito del estudio y de encontrarse con idiomas menos
desarrollados que el castellano o el latín, e incluso el griego, que les eran
familiares. Por ello no es de extrañar que, por ejemplo, el jesuíta Diego
Acuña, misionero del Amazonas en el siglo XVII, llegara a dominar seis
CAPÍTULO 28

PRIMERO HOMBRES, LUEGO CRISTIANOS:


LA TRANSCULTURACION
Por PEDRO BORGES

Una de las características de la Iglesia católica es su labor civilizadora,


en el sentido de que siempre ha terminado por elevar humanamente a los
pueblos que ha evangelizado. Normalmente, esta elevación o dignificación
puramente humana ha sido una consecuencia de la previa cristianización, en
cuanto que la aceptación y vivencia del cristianismo, en lo que tiene de
ratificación y complementariedad de la ley natural, ya suponen de por sí un
perfeccionamiento de la persona humana porque la eleva respecto del esta-
do en que se encontraba en el paganismo.
En América, en cambio, se procedió a la inversa, porque se consideró a
la civilización, promoción o dignificación del indio como un requisito nece-
sario para su cristianización. Es el pensamiento que los evangelizadores
americanos expresan con la lapidaria frase de que el indio, para ser cristia-
no, necesitaba primero ser hombre.
Esta teoría, con sus repercusiones en la práctica misional, es lo que va a
constituir el objeto del presente capítulo, cuyos puntos de estudio serán los
correspondientes al enfoque de esta promoción o dignificación humana del
indígena americano tal como la plantearon los evangelizadores.

I. EL PRINCIPIO DE LA DIGNIFICACIÓN DEL INDÍGENA

A) Enunciación del principio


El principio de que el indio, para ser cristiano, necesitaba primero ser
hombre, es decir, pensar y vivir como persona, constituye casi un estribillo en
la historia de la evangelización americana, como lo evidencian las siguientes
muestras.
El jesuíta Bartolomé Hernández lo consignó en Lima, en 1572, dicien-
do que «primero es necesario que [los indios] sean hombres, que vivan
políticamente, para hacerlos cristianos».
Es probable que en él se inspirara el jurista Juan Polo de Ondegardo
cuando afirmó por esas mismas fechas que «primero hay que cuidar que los
bárbaros aprendan a ser hombres y después a ser cristianos», así como el
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virrey don Francisco de Toledo y el también jesuíta José de Acosta, que se en que -como dice textualmente Pérez de Ribas- «lo político y humano en
expresan de manera idéntica. parte se presupone a lo divino y espiritual, conforme a lo del Apóstol: prius
Basándose en Acosta, el jurista Juan de Solórzano Pereira afirmaba en quod anímale est».
1647 que «para hacerlos cristianos era primero necesario hacerlos hombres Profundizando más en la cuestión, el primer Concilio de México afir-
y enseñarles a que se tuviesen por tales y como tales», mientras que el maba en 1555 que no era pequeña predicación «trabajar primero en hacer-
capuchino Lorenzo de Magallón, misionero en Venezuela, recoge este mis- los [a los indios] hombres políticos y humanos que sobre costumbres ferinas
mo pensamiento cuando asevera en 1655 que a los indios era necesario fundar la fe, que consigo trae por ornato la vida política y conversación
enseñarles primero «a ser hombres y vivir como tales que a ser cristianos». humana y cristiana».
Con él coincide también su hermano de hábito y misión Ildefonso de Zara- Con este Concilio de México coincidía el segundo de Lima al esgrimir
goza, quien opinaba que era conveniente «ponerles algún género de suje- en 1567-68 el argumento de que «la fe no puede mantenerse sin las costum-
ción que los redujese a ser hombres para poderles enseñar a ser cristianos». bres políticas».
En la misma Venezuela, y también en el siglo XVII, el jesuíta Ignacio En cambio, el ya aludido jesuíta Bartolomé Hernández, que escribía en
Toebast afirmaba en 1683 que los misioneros, «cuando han conquistado los Lima en 1572, hacía consistir la razón en que el habituado a costumbres tan
corazones y comienzan a hablar su lengua, les enseñan a vivir como hom- bárbaras como las indígenas no podía estar capacitado para adoptar una
bres; luego, los reúnen para la instrucción y los bautizan». religión tan elevada como el cristianismo. Es lo que pensaba también el
Ya en el siglo XVIII, el franciscano Juan Agustín de Morfi afirmaba en jesuíta José de Acosta, en 1589, al aseverar que sería inútil «enseñar lo divino
Nuevo México, en 1777, que los indígenas «jamás serán cristianos si primero y celestial a quien no cuida ni comprende lo humano», porque el cristianis-
no se les hace hombres», lo que ratificaba el también franciscano Ildefonso mo exige «hombres íntegros y de elevados pensamientos que sepan juzgar de
de Puertollano al decir en 1793 que «es preciso primero formarlos hombres la ley de la perfecta libertad».
para hacerlos después cristianos». El propio Pérez de Ribas completaba el pensamiento consignado ames
Ya no en el terreno de los principios, sino en el de la práctica, los añadiendo que era totalmente inútil, o poco menos, enseñar costumbres
jesuítas de los Llanos colombianos de los ríos Meta y Casanare afirmaban de divinas o espirituales a quienes ignoraban las humanas o naturales.
sí mismos, en pleno siglo xvill, que antes de enseñarles a ser cristianos
enseñaban a los indios a ser hombres, lo que coincide con lo que en 1761 C) La barbarie, como presupuesto del principio
afirmaba de los franciscanos de Píritu (Venezuela) el misionero e historiador Desde el momento en que los evangelizadores establecían el principio
Antonio Caulín, según el cual no era poco enseñarles a los indígenas a ser de que el indio, para ser cristiano, necesitaba primero ser hombre, estaban
hombres y cristianos. dando por sentado que los indígenas americanos no lo eran, no porque
En Nueva Granada, en 1789, un obispo había afirmado, por su parte, la careciesen de la racionalidad o porque tuviesen cuerpo pero no alma, sino
necesidad de que los indígenas «dejen de ser brutos, empiecen a ser hombres porque no se comportaban como personas humanas debido al estadio cultu-
y enséñeseles después a ser cristianos». ral en que se encontraban, que los propios evangelizadores definen con el
Unos ciento cincuenta años después que don Francisco de Toledo, el término de barbarie.
también virrey del Perú aseguraba en 1736 que «el arte de hacer cristianos Este estado de postración de los indígenas llamó hasta tal punto la
es la ciencia de criar hombres». atención de los misioneros, que en la literatura misional americana (e incluso
en la teológica del siglo xvi) es frecuente convertir en sinónimos los térmi-
B) Razón del principio nos de indio y de bárbaro. Los ejemplos serían innumerables, pero quizá el
Esta necesidad de la previa elevación humana del indio para que pudie- más llamativo sea el del jesuíta José de Acosta, quien en 1589 editó su
ra ser cristiano la basaba la Corona española, en 1538, y el obispo de célebre obra titulándola con este significativo epígrafe: De promulgatione
Guatemala Francisco Marroquín, en 1540, en que -según la primera- había Evangelii apud barbaros, cuyo significado especifica a continuación al aclarar
que «ponerlos en policía humana para que sea camino y medio de darles a que se trata de procuranda indorum salute.
conocer la divina» (ENCINAS, Cedulario IV, 355-56). O, como afirmaba en Los teóricos de la metodología misional, como José de Acosta en 1589,
1576 el franciscano Luis Zapata, arzobispo de Bogotá, la observancia de una el obispo Alonso de la Peña Montenegro en 1668, un capuchino de Caracas
vida digna del hombre servía «de escalón para lo espiritual». en 1745 y el jesuíta Bernardo Recio en 1773, e incluso dos seglares como el
Para el tercer Concilio de Lima, de 1582-83; para el franciscano Jeróni- jurista Juan de Solórzano Pereira en 1647 y el fiscal del Consejo de Indias en
mo de Mendieta, que escribía a finales del siglo XVI en México; para el 1692, catalogaron a los indígenas americanos en la categoría de bárbaros,
jesuíta Andrés Pérez de Ribas, que lo hacía en esa misma ciudad en 1645; pero distinguiendo entre los que podríamos denominar indios semibárbaros
para el Sínodo de Charcas (Bolivia) de 1692, y para el obispo de Guatemala o semicivilizados, indios simplemente bárbaros o sin civilizar e indios total-
en 1736, esa consideración de lo humano como base de lo divino se fundaba mente ajenos a la civilización o sumidos en la barbarie más profunda. Esta
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ción, más por similitud que por rigurosa equivalencia de ambos conceptos,
escala de barbarie descendente la trazaron en conformidad con la mayor o el proceso se hizo consistir más bien en una europeización u occidentaliza-
menor aproximación de los nativos a la civilización occidental. En la primera ción del indígena que, por no ser nunca total, se puede designar con el
categoría incluyeron a los habitantes de los grandes imperios orientales, calificativo de mixta o con el sustantivo de transculturación, para significar
como los chinos y japoneses, porque tenían repúblicas estables, leyes, monu- simplemente el paso de una cultura a otra que participaba simultáneamente,
mentos y escritura. En la segunda, a los habitantes de los grandes imperios aunque no en el mismo grado, de la prehispánica y de la occidental o
americanos prehispánicos (aztecas, mayas e incas), porque gozaban también europea.
de sistemas de gobierno estables, pero observaban leyes y costumbres impro-
En teoría, la norma de esta transformación consistió en apartar a los
pias de la persona humana. En la tercera, a todo el resto de las etnias
nativos de las costumbres contrarias a la naturaleza y al cristianismo, en
americanas (aunque no a todas en el mismo grado) porque no tenían ni rey
conservar las buenas o indiferentes y en sustituir las primeras y complemen-
ni ley.
tar las segundas con las propias de la civilización occidental. Así lo estableció
El misionero común no suele detenerse, salvo casos especiales, en estas la Corona en 1530, 1555, 1558 y 1560, disposiciones recogidas en la Recopi-
distinciones. En general, los evangelizadores adoptan dos posturas funda- lación de leyes de los Reinos de las Indias, de 1681, y lo aconsejaban Juan Polo
mentales: la de quienes elogian sin reservas los aspectos positivos de las altas de Ondegardo en el Perú en 1570, los jesuítas de Juli (Perú) en 1578, el
culturas prehispánicas o las cualidades de determinadas tribus aisladas, al jesuíta José de Acosta en Perú en 1589 y Juan de Solórzano Pereira en 1647.
mismo tiempo que lamentan con la misma imparcialidad sus aspectos negati-
En la práctica, esto fue muy complejo por la dificultad de distinguir
vos, y la de quienes insisten en la barbarie de los pueblos que evangelizan
entre unas costumbres y otras, ya que la transformación a la que aspiraban
porque lo que predominaba en ellos era la ausencia de civilización. A la
los evangelizadores no era un concepto unívoco que evitase interpretaciones
primera corriente pertenecen los evangelizadores de los imperios prehispá-
divergentes.
nicos, más algún que otro misionero de diversos lugares y momentos. A la
Clasificando según esta triple división los diversos tipos de costumbres
segunda, los misioneros de las Antillas y de los territorios abordados desde
enumerados por los misioneros, el cuadro resultante es el siguiente:
finales del siglo XVI en adelante y situados en la denominada América mar-
1) El abandono de las costumbres «ferinas» o impropias de la persona
ginal.
supuso:
El lenguaje con el que casi todos describen los aspectos negativos de las
a) la supresión de prácticas consideradas por los evangelizadores con-
culturas prehispánicas o la barbarie de las tribus menos evolucionadas suele
trarias a la naturaleza, como los sacrificios humanos, la poligamia, el incesto,
ser hiperbólico, en el que abundan adjetivos como el de brutos, bestias, fieras,
la embriaguez, el entierro de la viuda con el cacique muerto, la desnudez, las
monstruos racionales, hombres que parecen fieras, indios aunque hombres, etc.,
deformaciones corporales, los nombres personales tomados de las fieras e
entonces habituales, aunque para nosotros resulten excesivamente duros.
incluso la vivienda distinta de la casa y formando poblados, porque no era
Se trataba de un lenguaje tan corriente y arraigado que Solórzano Pereira
propio de la persona humana habitar en cuevas, practicar el nomadismo o
dirá en 1647 que el calificativo de bestia era entonces general en España por
alimentarse de frutos silvestres al estilo de los animales;
influencia precisamente del modo de designar a los indios americanos.
b) la supresión de prácticas contrarias al cristianismo, como la idola-
D) La transculturación, consecuencia del principio tría (también considerada antinatural), las guerras tribales y cuanto tuviera
carácter pecaminoso, por razones religiosas y porque el cristianismo se
Si el indígena americano no podía insertarse plenamente en el cristia- consideraba como el complemento o perfeccionamiento de la ley natural.
nismo mientras no adoptase las costumbres propias de la persona humana 2) La conservación de las costumbres buenas o indiferentes entrañaba:
mediante el abandono de las anejas a la barbarie, la consecuencia inmediata a) la imitación por los misioneros de ciertos aspectos educacionales
era, y de hecho lo fue, que los nativos tenían que abrazar otro sistema de indígenas;
vida. b) la persistencia de las jerarquías sociales prehispánicas, como el
Los evangelizadores americanos expresan este pensamiento diciendo cacicazgo, la nobleza y la plebe;
que los indígenas tenían que vivir en policía, adoptar la vida política y civil, c) el gobierno municipal según las tradiciones nativas;
ponerse en civilidad, progresar hasta civilizarse, seguir una vida civilizada o d) la indiferencia de los misioneros ante el modo de vestir o calzar de
convertirse en civilizados. Se trata de otros tantos sinónimos que, en sentido los nativos (no ante el desnudismo);
negativo, significaban que el indio, para ser el hombre en que querían conver- e) la supervivencia de las lenguas indígenas, aspecto que los evangeli-
tirlo los misioneros, tenía que abandonar una serie de costumbres «ferinas» zadores nunca englobaron en el proceso de transformación o transcultura-
y, en sentido positivo, practicar las propias de la persona civilizada. ción del indio y a las que en ocasiones elogiaron por considerarlas especial-
Hasta 1530 aproximadamente, este doble proceso se identificó con la mente «pulidas»;
hispanización del indígena. Desde esa fecha en adelante, sin que en algunas f) el respeto a las tradiciones matrimoniales indígenas mientras no
ocasiones se deje de seguir identificando a la civilización con la hispaniza-
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estuvieran reñidas con las prescripciones eclesiásticas una vez convertidos dictaminó en 1517 a favor de la racionalidad de los nativos y propuso que se
los indios al cristianismo; castigara severamente a quienes la negaran. El presidente y oidores de la
g) el respeto, e incluso el fomento, de las celebraciones sociales y de Audiencia de México en 1531, la Junta Eclesiástica de México de 1532 y el
las danzas y canciones tradicionales, pero eliminando de ellas sus posibles franciscano Juan de Tastera, misionero en México, en 1533, lamentaron una
connotaciones paganas. frase en este sentido del dominico Domingo de Betanzos, quien en su
3) El perfeccionamiento de la persona mediante la complementación con testamento de 1549 se retractó de ella. Finalmente, debido a la intervención
nuevas costumbres de la desaparición de unas prácticas y de la supervivencia de los dominicos Julián Garcés, obispo de Tlaxcala, y Bernardino de Minaya,
de otras obligó a los evangelizadores a tener que transformar radicalmente el papa Pablo III expidió en 1537 dos documentos pontificios en los que
el sistema de vida indígena, tanto en el plano individual como en el familiar, expresamente da por supuesta la racionalidad de los nativos.
social, laboral, económico y educacional. En adelante, a pesar de los ya aludidos calificativos utilizados a lo largo
de los siglos XVII y XVlii para describir el estado de postración en que estaban
sumidas determinadas tribus, nadie volvió a dudar, si es que en realidad lo
II. EL ESFUERZO MISIONERO DE DIGNIFICACIÓN llegó a hacer alguien seriamente en alguna ocasión, de que, como dejó
consignado Bartolomé de las Casas hacia 1560, «todas las naciones del
A) Promoción individual y familiar mundo son hombres, y de cada uno de ellos es una no más la definición, y
1) En el campo de la promoción individual y en el orden de las ideas, la ésta es que son racionales».
primera actuación de los misioneros americanos consistió en fomentar en En el terreno de lo concreto, los evangelizadores americanos dignifica-
los indígenas su conciencia de hombre y en defender ante los demás esa ron individualmente a los nativos, en primer lugar, sacándolos de su igno-
misma cualidad. rancia.
El primer Concilio de Lima, por ejemplo, ordenó en 1551-52 que se Son pocos los datos expresos que se poseen sobre este punto, pero
comenzara a catequizar a los indígenas haciéndoles ver su condición de suficientes para darnos una idea de su conducta. Presentaciones como la de
hombres y su diferencia de los animales. Compartiendo esta mentalidad, los Doce Apóstoles franciscanos de México de que procedían de «lejas
algunos catecismos americanos no comienzan preguntando quién es Dios ni tierras», y el hecho mismo de que era así, no podía menos de suscitar la
qué es ser cristiano, como nuestros clásicos Astete y Ripalda, sino qué es ser curiosidad de los nativos y obligar a los misioneros a explicarles la existencia
hombre y por qué lo eran los indios, como el del franciscano Luis Zapata, y características de un mundo para ellos inimaginable, tanto más cuanto que
arzobispo de Bogotá en 1576, o el Catecismo Mayor del concilio de Lima en muchos pueblos se consideraban a sí mismos como el centro del universo.
1583. En el marco de esas explicaciones, hilvanadas al contacto diario de los
Por su parte, la Instrucción de Jerónimo de Loaysa de 1545, el Tercero misioneros con los indios, el jesuíta José Gumilla, por ejemplo, se deleita en
Catecismo del Concilio de Lima (1585) y las Doctrinas explicadas, que exponen narrarnos la atención que prestaban los nativos cuando les explicaba el
el cristianismo «por manera de historia» o comenzando por los artículos de movimiento del sol y de las estrellas, la extensión de las tierras, mares y
la fe, suelen arrancar del tema de la creación para insistir en cómo el naciones, la causa de los eclipses o la grandeza del rey de España. El mismo
hombre, y por lo mismo el indio, fue creado por Dios mediante un proceso Gumilla añade que estas explicaciones sobre las criaturas facilitaban el paso
distinto al de los demás seres vivos, al mismo tiempo que repiten insistente- para explicarles el Creador. Se trataba de una manera de proceder que
mente a los oyentes que se diferenciaban de los animales, que no podían aparece también en otros evangelizadores, pero en este caso basada en la
actuar como ellos dada su superioridad y que determinados vicios, como la metodología de la predicación. El hecho, por ejemplo, de comenzar por la
embriaguez, la lujuria, etc., los rebajaban a la condición de brutos. explicación de los artículos de la fe, el primero de los cuales se refiere a la
La sensibilidad de los evangelizadores en este punto se refleja en la creación, les proporcionaba a los misioneros la ocasión de hablar amplia-
defensa que hicieron del carácter racional de los indígenas, porque la nega- mente de todo lo creado, como lo hace de un modo magistral la Doctrina de
ción del mismo suponía negarles su cualidad de seres humanos y equiparar- los dominicos de México de 1548.
los a los animales. La creencia (decimos creencia porque las interpretaciones Pertenece también a la dignificación del indígena como persona indivi-
de lo sucedido son opuestas) de que en las Antillas con anterioridad a 1512, dual el empeño de los evangelizadores en que los nativos anduvieran vesti-
y en México hacia 1530, algunos habían negado la racionalidad del indio, dos, practicaran la limpieza corporal y de la indumentaria, abandonaran las
levantó una verdadera tormenta en defensa de este último. prácticas sexuales prematrimoniales, hicieran decorosamente sus necesida-
Fray Bartolomé de las Casas propuso en 1516 a la Corona que mandase des corporales y rezaran al levantarse y acostarse, requisito este último no
imprimir sendos tratados del jurista Juan López de Palacios Rubios y del exigido por la civilización propiamente dicha, pero sí por la civilización
dominico Bernardo de Mesa para que todo el mundo se convenciera de cristiana tal y como se concebía entonces.
«cómo aquellos indios son hombres libres». La Universidad de Salamanca De todos los misioneros americanos se puede decir lo que el historiador
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Antonio de Remesal afirmaba de los dominicos de Guatemala en el siglo XVI: porque los nativos ya lo llevaban o porque no lo necesitaban, y mucho menos
estos religiosos se comportaban con los nativos «como madres suyas: peiná- en que se calzasen de una o de otra manera; que por razones de moralidad
banles el cabello, quitábanselo, cortábanles las uñas, lavábanles la cara y el y decoro obligaban a los indios a vestirse, pero siguiendo el principio de la
cuerpo, vestíanles camisas, poníanles gregüescos o calzones, juntábanles la facilidad y comodidad (a veces hasta les prohibieron vestir al estilo español),
ropa, ceñíansela, enseñábanles a cortar y coser y aun no se desdeñaban de y que nunca consideraron la enseñanza de la lengua española como un
decirles el modo de cumplir con sus necesidades corporales decentemente» requisito de civilización entre los adultos y, a veces, ni siquiera entre los
(Historia 1. 6 c.10). niños.
2) En el campo de la promoción familiar, los documentos que hablan de
B) Promoción social
lo que había que enseñar a los indígenas lo resumen en la monogamia; el
amor mutuo entre los esposos; el abandono de los incestos; la supresión de La promoción social revistió dos aspectos, el primero de los cuales, y
la costumbre de enterrar a la viuda o a los siervos con el cacique; el respeto más fundamental, consistió en el asentamiento de los nativos en poblados
y obediencia a los mayores; la morada en vivienda propia, limpia y distribui- (reducciones) allí donde no lo estuvieran.
da en habitaciones para evitar la promiscuidad; dormir en camas o barba- Con ello, según los evangelizadores, abandonaban la costumbre «feri-
coas, con separación de padres e hijos y de hermanos y hermanas entre sí; na» de vivir desparramados y al estilo de los irracionales, adoptaban la forma
comer en mesas, con manteles, y rezando antes y después de las comidas; la de vivir propia del hombre civilizado y se situaban en condiciones de irse
educación de los hijos; el aprendizaje por la esposa del arte de lavar, coser y civilizando ellos mismos mediante el nuevo sistema de vida que emprendían
guisar, y la supresión de la convivencia entre personas y animales domésticos desde ese mismo momento.
en una misma vivienda. El segundo aspecto de este tipo de promoción es el que se refiere a las
3) Sobre la actuación de los misioneros en los campos de la dignifica- costumbres de índole social de los nativos. Desde este punto de vista, los
ción individual y familiar de los nativos no abundan los datos concretos, si misioneros suelen insistir en que vivieran «concertadamente» en los pobla-
exceptuamos los muy abundantes relacionados con la monogamia y la lucha dos, bajo el gobierno y leyes adecuadas, con las plazas y calles limpias,
contra la embriaguez, que coinciden en resaltar la dificultad de implantar la obedeciendo a los caciques y mayores, ayudándose mutuamente en las nece-
primera y de hacer desaparecer la segunda, empeño que costó la vida a sidades y practicando la cortesía del saludo. También se preocuparon de que
algunos misioneros. En cambio, los restantes aspectos de este tipo de pro- abandonaran las guerras y rencillas entre ellos y que sus bailes, reuniones
moción no suelen ser objeto de relato porque, en realidad, tampoco se sociales o manifestaciones folclóricas perdieran su posible carácter erótico o
prestan a ello por tratarse de otros tantos procesos muy lentos, casi imper- pagano.
ceptibles y cuyos resultados nunca se palpaban de un modo repentino o En la mayoría de los casos, la actuación de los evangelizadores en este
simultáneo, sino con el transcurso del tiempo. campo consistió en suprimir las costumbres antinaturales y en conseguir,
Sin embargo, esta falta de datos concretos sobre el modo de actuar de mediante la predicación, el contacto personal y la vigilancia diaria, la adop-
los evangelizadores se compensa con los de orden general. ción de los restantes hábitos civilizados en un proceso fácilmente imagina-
Respecto de las costumbres contrarias a la naturaleza y al cristianismo, ble, pero imposible de describir.
nos consta que los misioneros las combatían en la predicación y en la catc- Por lo que se refiere a los bailes y el folclore, tendieron a conservar, e
quesis de la misma manera que procuraban fomentar las propias de la incluso civilizar, las prácticas indiferentes, a suprimir las inmorales o paga-
religión cristiana. Otras, como la limpieza personal y domiciliaria, el dormir nas cuando no las podían reformar, a moralizarlas e incluso cristianizarlas
en camas o el comer en mesas, no eran objeto a primera vista de esa cuando eran susceptibles de ello o a sustituirlas por otras más adecuadas a
predicación de índole religiosa, pero de hecho sabemos que los misioneros sus objetivos de promoción y evangelización. Es el caso, por ejemplo, de la
insistían en ellas porque formaban parte de su concepto de hombre cristiano sustitución por letras cristianas de textos originales eróticos o paganos, pero
y civilizado. conservando la música; la introducción de danzas cristianas que sustituyeran
a las paganas; el fomento del teatro religioso y de los autos sacramentales, o
A esa insistencia permanente en la catequesis y en la predicación se
la utilización con fines misionales de canciones prehispánicas.
añadía la enseñanza de estos mismos conceptos en las escuelas y el goteo
diario a través del contacto personal del misionero con los adultos y hasta la
vigilancia que ejercían por sí mismos o por medio de los indios fiscales, a C) Promoción económico-laboral
veces hasta inspeccionando los domicilios, para que los indios practicaran las Esta promoción fue una consecuencia lógica y hasta obligada del siste-
nuevas costumbres. ma de reducciones, ya que, una vez congregados los indígenas en poblados,
A este respecto cabe observar que, consecuentes con su objetivo de hubo que enseñarles el modo de sustentarse en ellos. Sin embargo, revistió
promocionar o civilizar al indio y no de insertarlo en ninguna cultura prede- también el carácter de aspecto civilizador con valor intrínseco en el sentido
terminada, los evangelizadores no insisten en el aspecto del calzado, o bien de que, para los misioneros, el indio nunca sería hombre integral mientras
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no aprendiera a solucionar sus necesidades vitales al estilo humano, supe- que estuviera sometida la región. En un segundo momento, los utensilios se
rando el de los animales silvestres. Como decía el capuchino Ildefonso de fabricaban en el propio poblado.
Zaragoza, misionero en Venezuela en 1692, con la enseñanza económico-
laboral cabía esperar que los indígenas aprendieran «a vivir como racionales D) Promoción educativa
en alguna economía y política cristiana». Por añadidura, y en concepto Simultáneamente con la promoción individual y familiar, social y econó-
también de los evangelizadores, el aprendizaje de lo temporal contribuía al mico-laboral de los adultos, los evangelizadores atendieron también a la
desarrollo espiritual y el trabajo constituía de por sí la mejor terapia contra formación de los niños y jóvenes de ambos sexos mediante ocho sistemas
el vicio de la ociosidad, germen de inmoralidades. distintos de centros de educación.
Esta promoción se concretó principalmente en la enseñanza y fomento 1) Educación de niños en España. Este sistema fue inaugurado en
de la agricultura, en la entrega de semillas y árboles frutales desconocidos 1503 con el hijo de un cacique de la Española y mandado poner en práctica
para los indígenas, en el fomento de la ganadería y en el aprendizaje de los en 1508-1510 por el rey Fernando el Católico, orden reiterada por Carlos V
oficios manuales o artes mecánicas (carpintería, cerrajería, orfebrería, alba- en 1526. Por iniciativa propia, Gil González Dávila en 1520, Hernán Cortés
ñilería, tejido, etc.) por los indios varones y de las labores culinarias y en 1522, Sebastián Caboto en 1530 y Pedro Menéndez de Aviles en 1570,
domésticas por las mujeres, así como en la iniciación de unos y otros en la enviaron también indios a España con fines educativos.
adecuada y previsora administración de los bienes y frutos cosechados. El Dentro de este sistema entraña un significado especial el propósito
predominio de este tipo de promoción agrario-manual obedeció a que para concebido hacia 1512 por los dominicos de la Española Pedro de Córdoba
los misioneros ésa era la manera de «vivir racionalmente», a que ellos no y Antonio de Montesinos de formar en España «religiosos misioneros de
podían enseñar sino lo que conocían y a que ése era también el sistema más indios», es decir, indígenas que luego se dedicaran a la evangelización antilla-
adecuado para subsistir en el poblado, el cual aconsejaba recurrir a medios na, aunque el proyecto parece que no llegó a producir los frutos apetecidos.
de vida compatibles con el mayor grado posible de sedentarismo.
2) Escuelas elementales. Fueron centros de alfabetización, catequiza-
Planteada la promoción económico-laboral de esta manera, cabe supo- ción y música, en su mayoría masculinos. Inaugurados en la Española en
ner que entre los pueblos prehispánicos agricultores la enseñanza misional 1503 y en Nueva España en 1523, posteriormente fueron estableciéndose
solamente tuvo carácter complementario, consistente en perfeccionar las en todos los restantes territorios misionales americanos desde el momento
técnicas que los indios ya conocían de manera más o menos rudimentaria y mismo de la evangelización de cada uno de ellos.
en enriquecer la gama de productos que ellos cultivaban. En cambio, entre El número de sus alumnos, siempre en régimen de externos, variaba en
los pueblos cazadores y recolectores el nuevo sistema representó una autén- conformidad con los habitantes de la aldea, razón por la cual en las misiones
tica revolución, tanto desde el punto de vista de la agricultura, porque la periféricas de los siglos XVII a XIX solía oscilar entre 50 y 100, mientras que
desconocían, como del de las artes u oficios, porque o no los practicaban o en la América nuclear, y más concretamente en la ciudad de México, hubo
no disponían más que de utensilios primitivos para su ejercicio. Entre estos escuelas hasta con 800 y 900 escolares.
mismos pueblos, los evangelizadores americanos perfeccionaron la habili- En un principio, estos centros estaban a cargo de los propios misione-
dad de los nativos en las artes de la caza y de la pesca (puntos en que los ros, pero con el tiempo muchos de ellos pasaron a estar regidos por uno o
indígenas superaban a los misioneros) proporcionándoles medios más efica- varios indios de confianza, quienes recibían por ello su compensación de
ces para practicarlas, como, por ejemplo, mejores anzuelos o trampas más tipo laboral o económico, y a veces hasta por españoles asalariados, siempre
perfeccionadas. bajo la iniciativa y vigilancia personal del misionero.
Por las razones acabadas de aludir, la labor realizada en este campo por En las misiones periféricas no se solía hacer distinción entre clases
los misioneros del siglo XVI, civilizadores de pueblos predominantemente sociales. En cambio, en los territorios evangelizados durante el siglo XVI, en
agricultores, resalta menos que la de sus sucesores de los siglos XVII a xix, los que el número de alumnos podía rebasar la capacidad docente, se prefi-
quienes trabajaron entre pueblos en su mayoría nómadas, cazadores, pesca- rió la admisión de niños nobles porque estaban llamados a desempeñar en el
dores o recolectores de frutos silvestres. futuro puestos de mayor responsabilidad que los plebeyos.
Aunque parezca sorprendente, esta enseñanza económico-laboral fue Los centros elementales femeninos constituyen más bien una excepción
obra personal del misionero, quien no tuvo inconveniente en manejar él y se orientaron más a la educación y a la catequización que a la enseñanza de
mismo la azada, el arado o la garlopa, así como en sembrar las cosechas y en las primeras letras.
plantar los frutales para que aprendieran los indios. 3) Centros de formación profesional. A veces, junto a la escuela ele-
Los aperos de labranza, las semillas y los árboles frutales, así como los mental, y a veces con independencia de ella, existieron los centros de forma-
utensilios necesarios para esta enseñanza, los llevaba consigo el misionero al ción profesional, inaugurados por el franciscano Pedro de Gante en México,
penetrar en un nuevo territorio o los recibía posteriormente de los centros en 1524, y por el también franciscano Jodoko Ricke en Quito, en 1535. Nos
de su propia Orden religiosa a la que pertenecía o de la autoridad civil a la consta su gran floración en Nueva España en el siglo XVI por obra, sobre
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todo, de los franciscanos y agustinos. Pero, fuera de este territorio y de esa destinados a la juventud femenina, en México existieron entre 1529 y 1545
época, solamente conocemos la tendencia de los misioneros a fundarlos y la siete internados de esta misma índole al cargo de matronas pías; éstos
existencia concreta de varios de ellos, incluso en los lugares más apartados. estaban orientados a la formación de futuras esposas de niños educados en
Los hubo, aunque en edificios distintos, para los jóvenes de ambos los colegios. En Guatemala nació en 1546 el sistema de las denominadas
sexos, y en ellos se enseñaban técnicas como la albañilería, la sastrería, la Casas de Rosario, subsistentes en el siglo XVIII y destinadas a la educación de
pintura, la escultura, el tejido, la costura, el punto y demás oficios necesarios jóvenes en régimen de internado.
para la vida diaria.
4) Colegios de niños nobles. A diferencia de las escuelas elementales y
de los centros de formación profesional, los colegios de niños nobles, o III. APRECIACIONES SOBRE LA PROMOCIÓN
colegios de hijos de caciques, como se les denominó en su época, fueron
internados de carácter comarcal (fuera de las grandes ciudades) destinados Ante la imposibilidad de detallar cuál fue el fruto de este esfuerzo por
exclusivamente para los hijos de la nobleza, concebidos para formar a las promocionar humanamente al indio en cada territorio evangelizado, he aquí
futuras élites gobernantes y sostenidos por los padres de los propios algunas apreciaciones de índole general.
alumnos. El franciscano Juan Focher, hacia 1570, afirmaba en México: «En la
actualidad, cada indio tiene su casa propia, su campo y su huerta, con toda
Tras su inicio por los franciscanos de la Española en 1503 y 1509, la
clase de plantas y árboles plantados por sus propias manos. De todo esto
institución, fomentada por numerosas órdenes civiles y eclesiásticas, estuvo
carecían en absoluto antes de nuestra llegada, dado su estado de salvajismo
en pleno vigor en lo evangelizado hasta la segunda parte del siglo XVI,
y severísima esclavitud... Nuestros religiosos enseñaron a los neófitos a
momento desde el cual comenzó a decaer debido a que las reducciones o
cantar y a tocar toda clase de instrumentos musicales, a leer y a escribir, y
aldeas formadas a lo largo de los siglos XVII a XIX no proporcionaban alum-
también artes declamatorias y mecánicas... tratando en todo y por todo de
nado suficiente para mantener colegios de esta índole. Sin embargo, aún se
hacerles el bien, haciéndonos todo para todos con el fin de ganarlos a todos
fundaron algunos a comienzos del siglo XVII en Tucumán (1613) y Lima
para Cristo. Esta es la misión de los misioneros de la Iglesia de Dios» (Itine-
(1619), y en pleno siglo XVIII, en Chile, para los araucanos (1700, 1777 y
rario).
1786).
• Refiriéndose a los nativos del Río Grande del Zuaque, el jesuíta Andrés
Su carácter de internados facilitó una especial educación y formación
Pérez de Ribas afirmaba en 1645: «En lo político viven como los españoles
religiosa, pero parece que en el aspecto de la docencia estos colegios no
en sus casas, muy en orden de calles, limpieza en ellas; en los vestidos,
superaron el grado de alfabetización.
hombres y mujeres cubierto todo el cuerpo. En sus convites y fiestas del
5) Centros interraciales. Estos centros estaban integrados por alum-
pueblo y de casamientos de sus hijos, sus mesas concertadas y con división de
nos españoles e indios y fueron tanto elementales como superiores, de los
hombres y mujeres, enramadas que hacen aparte y con atención que sirvan
que conocemos diez de los primeros, fundados entre 1530 y 1770 en varios
varones a varones y mujeres a mujeres, y con modestia interior y compuesta»
lugares de América, y seis de los segundos, establecidos en Nueva España y
(Historia).
Quito entre 1529 y 1642.
6) Internados interclasistas. El carácter de las reducciones de los si- Según Juan de Solórzano Pereira, que escribía en 1647, a los indios se
glos XVII a XIX fue lo que dio lugar a la creación, durante esas mismas les había colocado «en vida social y política, desterrando su barbarie, trocan-
centurias, de internados interclasistas, de ámbito comarcal y propios casi do en humanas sus costumbres ferinas y comunicándoles tantas cosas, tan
exclusivamente de los jesuítas, quienes los cultivaron sobre todo en Nueva provechosas y necesarias como se les han llevado de nuestro orbe y enseñán-
España a partir de 1582. doles la verdadera cultura de la tierra, a edificar casas, a juntarse en pueblos,
a leer y escribir y otras muchas artes de que antes estaban totalmente ajenos»
El internado fue en muchas ocasiones doble: masculino y femenino,
(Política indiana).
pero con separación de sexos y regentados por un hombre o una matrona,
respectivamente, y sustentados por la misión. El obispo de Panamá, Remigio de la Santa y Ortega, agradecía a los
franciscanos, en 1795, que hubieran enseñado a los indios artes «como la
7) Colegios de enseñanza media. Únicos en su género fueron los cole-
albañilería de ladrillo y teja, de cerrajería, de madera, carpintería y en tejer
gios de Tlatelolco (México) y Quito, fundados por los franciscanos en 1536
ropas, hilando primero las materias, proveyéndoles de telares y demás ins-
y hacia 1560, respectivamente. En ellos se llegó a enseñar gramática latina,
trumentos y herramientas, antes desconocidas... cuyo mérito sólo puede
filosofía, retórica y hasta medicina y caligrafía. En el de Tlatelolco llegó a
conocer quien por la experiencia haya comprendido cuánta es la rusticidad,
haber profesorado indígena altamente cualificado, y durante algún tiempo
barbarie, inconstancia, flojedad, por no decir holgazanería, de estos indios».
el propio colegio estuvo al cargo exclusivo de los indígenas.
8) Centros de educación femeninos. Además de las escuelas elementa-
les, de los centros de formación profesional y de los internados interclasistas

_ ^BU^,
NOTA BIBLIOGRÁFICA
CAPÍTULO 29

Visiones de conjunto
EL SISTEMA DE REDUCCIONES
X. ALBO, «Jesuitas y culturas indígenas en Perú, 1568-1606. Su actitud, métodos
y criterios de aculturación»: América indígena 26-27 (México, 1966), 249-308 y
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Acosta», en L. PEREÑA, Del genocidio a la promoción del indio (Madrid, 1986), 117-162;
P. BORGES, «Evangelización y civilización en América»: Ibíd., 227-262; ID., Misión y
civilización en América (Madrid, 1987); ID., «La transculturación del indio peruano en
el siglo xvi», en L. PEREÑA, La protección del indio (Salamanca, 1989), 111-153; SH. F.
COOK, The Conflict between the Californian Indians and White Civilization (Berkeley-Los
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F. L. LlSl, El tercer concilio límense y la aculturación de los indígenas americanos (Salaman- especial el sistema de reducciones.
ca, 1990); D. D. MCGARRY, «Educational methods of the franciscans in Spanish Con este término se designa, en unas ocasiones, el proceso de congre-
California»: The Americas& (Washington, 1950), 335-358; J. B. OLAECHEA, «Experien- gar a los indígenas en poblados estables; en otras, el poblado resultante de
cias cristianas con el indio antillano»: Anuario de Estudios Americanos 26 (Sevilla, ese proceso de concentración demográfica; en unas terceras, pero ahora
1969), 65-114; ID., «Acceso del indio a las profesiones liberales y a los empleos de
honor»: Revista de Indias 38 (1978), 653-670; L. PEREÑA y otros, Inculturación del indio siempre bajo la forma plural, el conjunto de poblados establecidos en una
(Salamanca, 1988); I. DEL RÍO, Conquista y aculturación de la California jesuítica, determinada circunscripción o territorio, que podía ser geográfico, político
1697-1768 (México, 1984); A. SANTOS, «Promoción humana y formación profesional o de índole religiosa.
del indio», en PEREÑA, La protección..., 155-200; B. SuÑÉ, «La educación en Guatemala Desde el punto de vista misional, esa concentración en poblados evitaba
(siglo xvi) como un proceso de inculturación-aculturación»: Anuario de Estudios Ame-
ricanos 38 (Sevilla, 1981), 215-250; A. DE ZABALLA, Transculturación y misión en Nueva una dispersión demográfica que impedía la evangelización por la insuficien-
España (Pamplona, 1990). cia del personal misionero, posibilitaba la necesaria elevación humana del
indio expuesta en el capítulo anterior y constituía, según la mentalidad
Aspectos concretos predominante entonces, el modo de vida propio del hombre civilizado.
B. AIRES, «Las danzas de los indios: un camino para la evangelización»: Revista de Tomado en su conjunto, este proceso no fue de índole exclusivamente
Indias 44 (Madrid, 1984), 445-463; A. BUSHNELL, «The demonic Game: The Cam- religiosa, pues entrañó también diversas connotaciones de carácter históri-
paign to stop Pelota playing in Spanish Florida, 1675-1864»: The Americas 3 (Wash- co, demográfico, económico y político. Por ello, al abordarlo hay que tener
ington, 1978); M. RODRÍGUEZ PAZOS, «LOS franciscanos y la educación literaria de los
indios mejicanos»: Archivo Ibero-Americano 13 (Madrid, 1953), 1-59; ID., «LOS misione- también en cuenta estos factores.
ros franciscanos de Méjico y la enseñanza técnica que dieron a los indios»: Ibíd.,
129-164; J. SÁNCHEZ HERRERO, «Alfabetización y catcquesis en América durante el
siglo xvi»: Theologia 21 (Braga, 1986), 113-172, y Derecho canónico y pastoral en los
descubrimientos luso-españoles y perspectivas actuales (Salamanca, 1989), 113-172; ID., I. ORÍGENES Y EVOLUCIÓN DEL SISTEMA
«Alfabetización y catequesis en España y en América durante el siglo XVI», en J. I.
SARANYANA y otros, Evangelización y teología en América (siglo XVI) (Pamplona, 1990),
237-263; ID., «Alfabetización y catequesis franciscana en América durante el si- A) Orígenes
glo XVI», en Actas del II Congreso Internacional sobre los franciscanos en el Nuevo Mundo
(Madrid, 1988), 589-648; F. DE SOLANO, «La modelación social como política indige- En los albores mismos de la presencia española en el Nuevo Mundo, en
nista de los franciscanos en la Nueva España, 1524-1574»: Historia Mexicana 28 la Instrucción a Nicolás de Ovando del 16 de septiembre de 1501, ordena la
(México, 1978), 297-322; A. DE ZABALLA, «El uso del náhuatl como medio de incultu- Corona que los indios vivan en los pueblos de los españoles; es decir, que la
ración en la obra misional de Sahagún», en J. I. SARANYANA, Evangelización y teología 2, Corona piensa originariamente en una asimilación total de la población
1521-1540; H. ZAMORA, «Educación franciscana del indígena americano», en Actas del
¡Congreso Internacional sobre los franciscanos en el Nuevo Mundo (Madrid, 1987), indígena sin establecer siquiera barrios separados para ella. He aquí la idea
251-292; F. ZUBILLAGA, «Urbanización y labor misional entre los pueblos de indios inicial, que posteriormente se fue perfilando a medida que la experiencia de
nómadas del norte de México»: Revista de Indias 32 (Madrid, 1972), 269-290. la convivencia entre españoles e indios fue aportando nuevos datos. España
Sobre la promoción educativa, véase el capítulo 39. había heredado de Roma una civilización esencialmente urbana, y durante la
larga epopeya reconquistadora del Duero hacia el sur siempre había sido la
creación de municipios el modo de asegurar el territorio. España, pues, al
ocupar América no está creando en este punto, como en tantos otros, nada
nuevo: continúa una trayectoria.
536 P.III. La Iglesia misional C.29. El sistema de reducciones 537
Aparece clara, por tanto, desde el principio una convicción que se No podemos entrar en el detalle de todas las normas, de gran interés
mantuvo inconmovible en la política de la Corona: la de que los indígenas para pedagogos y antropólogos, establecidas durante estos años por el «Esta-
americanos debían llevar una vida humana, es decir, en sociedad, tal como do catequista», pero debemos destacar que en la organización de estos
concebían ésta los castellanos de finales del siglo xv, sin pasárseles siquiera pueblos indígenas todavía se asigna un papel destacado a la labor del aposto-
por las mientes que una determinada dispersión de la población indígena era lado seglar, a cuya colaboración había acudido el papa al confiar a los reyes
exigida por el tipo de agricultura que practicaban y que, como los modernos de España la evangelización de América, dada la escasez de sacerdotes en
antropólogos enseñan, era perfectamente compatible con una organización una Iglesia sumida todavía en profundas crisis.
política en la que no faltaban autoridades reconocidas, aunque muy poco En las Instrucciones del 20 y 29 de marzo de 1503, «una buena perso-
tenían que ver con el Estado moderno en fase de fortalecimiento que los na» sería la responsable del buen gobierno y vida civilizada en estos pueblos,
castellanos llevaron a América. en los que tampoco faltaría un sacerdote, encargado de enseñar a los niños
El origen, pues, de esa inconmovible convicción del Estado castellano a leer y escribir y de la formación religiosa de todos los habitantes.
de que los indios debían vivir concentrados en núcleos de población era, En las Leyes de Burgos (1512), esa «buena persona» seglar pasa a ser el
además de la tendencia natural a transmitir lo mismo que uno practica, la encomendero, a fin de que fuese más respetado por los nativos. En ellas se
exigencia propia de una estructura estatal que desde comienzos del siglo XV recurre, también, a la colaboración del apostolado seglar indígena, pues se
estaba montando sus instrumentos de gobierno, pero imponía como condi- considera que la catequesis sería más eficaz si, en vez de hacerla un sacerdo-
ción sine qua non para el ejercicio de sus funciones un grado de concentra- te, la ofreciese un joven indio, preferiblemente hijo de cacique, formado
ción del habitat muy superior al de las organizaciones tribales indígenas. previamente por los franciscanos si tenía menos de trece años. Utiliza, pues,
Dicho Estado estaba en condiciones de ofrecer al individuo una protección el Estado para sus fines el cacicazgo como elemento precolombino aprove-
y unos servicios de orden superior, como lo demostrará la brillante historia chable, con lo que se asegura la colaboración de la nobleza indígena, y si ésta
de la protección sobre el indígena americano ejercida por las Audiencias no se da, creará una nueva nobleza para sembrar la desunión en ese grupo
indianas. social; además, al ser los hijos de los caciques los propagadores de la nueva
Ahora bien: para el Estado castellano, que fundaba sus derechos sobre ideología, el olvido de la antigua será más rápido y eficaz.
las tierras y personas de las Indias en el encargo papal de evangelizar a los
indígenas, no había servicio más valioso que el de facilitar a los misioneros el Un año después (Leyes de Valladolid de 1513) se abría una puerta para
ejercicio de su función y arbitrar las normas de pedagogía religiosa condu- promocionar el progreso de los indígenas: a los más aventajados se les
centes a una más eficaz evangelización, para lo cual era indispensable la podría dar la opción de prescindir de la tutela castellana, viviendo en pue-
concentración de los indígenas en pueblos y ciudades al estilo castellano. blos autónomos.
Ofrecer a los individuos protección y servicios exigía también que el En las consultas llevadas a cabo por los reformadores Jerónimos en
Estado fuera eficaz en la recaudación de impuestos, lo que tampoco podía 1517, se volvía a solicitar la colaboración de los seglares, castellanos y
hacerse si la población vivía dispersa. Se trata, en definitiva, de que Castilla caciques indios. En estas consultas surge ya, como fruto de la experiencia de
llevó a América un nivel distinto de civilización, que tenía sus contrapartidas unos cuantos años, la duda acerca de la capacidad de los indios para vivir sin
para el individuo; por eso son inseparables los métodos misioneros emplea- la tutela castellana. En consecuencia, los Jerónimos optan por promover la
dos en América de las exigencias del Estado moderno. fundación de poblados indígenas de hasta 400 ó 500 personas, dirigidos por
un clérigo y un campesino casado; se sigue, pues, reclamando ayuda de los
B) Evolución laicos.
1) De 1503 a 1530. Sólo dos años después (1503) de la Instrucción a También en las dos poblaciones que se permite fundar a Rodrigo de
Nicolás de Ovando, esta idea inicial de convivencia total entre españoles e Figueroa, en tiempos ya del emperador (1520), con indios libres de enco-
indígenas se modifica en el sentido de que los indios vivan en pueblos mienda, junto a uno o dos sacerdotes, habría «un caballero» con funciones
separados. Según Magnus Mórner, dos son las causas de este cambio: la rectoras y algunas «buenas personas y de buena instrucción y costumbres»,
natural y mutua reticencia entre indios y españoles y la práctica habitual en preferiblemente labradores, para enseñar a los indios técnicas agrícolas.
las ciudades andaluzas de que las minorías étnicas (judíos y moros) habitaran Pero Rodrigo de Figueroa no quedó satisfecho del rendimiento de los
en barrios separados. Abona su opinión el hecho de que la misma segrega- indígenas, y lo mismo sucedió con Antonio de la Gama, que intentó una
ción se produjo más tarde en las minas y en otros centros de trabajo. Parece, experiencia parecida en Puerto Rico el mismo año 1520. En Cuba, Manuel
pues, que en un principio, y hasta que los indios tuvieron voz para expresar de Rojas seleccionó cuarenta indígenas (1534) para que, a las órdenes del
sus deseos y los misioneros suficiente fuerza como para hacer oír su protesta clérigo Francisco Maldonado y del laico Alonso de Poveda, viviesen en un
poblado. Pero tampoco esta vez la experiencia dio buen resultado.
por los abusos contra el indígena, la segregación fue una práctica tradicional
castellana. 2) De 1530 a 1551. Estos repetidos fracasos y el hundimiento de la
¡íttiiÍM
538 P.III. La Iglesia misional C.29. El sistema de reducciones 539
Era un paso decisivo que ponía en peligro la política de hispanización,
población indígena en las Antillas parece que fueron los causantes de que se
sobre todo teniendo en cuenta el celo puesto por la Corona en la promoción
plantease, hacia 1530, cuando ya las Ordenes religiosas estaban bien afinca-
de las lenguas indígenas en las universidades, creadas por esos años.
das en Indias, la conveniencia de relevar a los seglares particulares en los
3) De 1551 a 1570. Una vez excluidos los españoles de los pueblos
puestos de responsabilidad en la evangelización de América, reservándolos
de indios, había que aplicar la misma medida al resto de la población no
para el Estado y los miembros del clero, pero sin abandonar la convicción de
india. En 1551 fueron excluidos de las reducciones los negros. En 1570, los
que era necesario concentrar en pueblos a la población indígena. A partir de
mestizos y mulatos. Ocho años más tarde se promulga una prohibición
ahora, la contribución seglar a la evangelización de América será ejercida
general, para negros, mestizos y mulatos, de habitar en las reducciones, y
casi exclusivamente por los oficiales reales: será el Estado, cada vez más
finalmente, en 1600, son excluidos de ellas todos los españoles.
acaparador y omnipresente, el que se reserve esa responsabilidad y el consi-
Es, pues, a finales del siglo XVI cuando, para preservar la restante mano
guiente poder. La experiencia negativa acumulada en las Antillas y las ten-
de obra indígena, cristaliza la legislación segregacionista. En esta labor de
dencias religiosas (erasmianas, utópicas y milenaristas) dominantes en Nueva
preservación del indígena fueron los religiosos quienes más colaboraron con
España parece que coadyuvaron a que la Corona evolucionase en este
el Estado, en una coincidencia de objetivos que beneficiaba a ambos.
sentido.
4) De 1570a 1754. Hacia 1570, ante la alarmante disminución de la
Erasmo criticaba el triunfalismo de algunos religiosos que se vanagloria-
población indígena, con el consiguiente abandono de la agricultura, comien-
ban del número de indios bautizados, sin preocuparse lo bastante de su
za el Estado, eficazmente ayudado por los misioneros, a llevar a cabo una
instrucción religiosa. Como estudió Phelan, algunos mendicantes, imbuidos
política sistemática de reunión de los indígenas remanentes en grandes
de ideas milenaristas, pensaban que los indios eran la nueva cristiandad del
aldeas misioneras.
final de los tiempos, que había de preservarse del contagio de la vieja. El
Dos instituciones, sin embargo, operaban contra este proceso de reduc-
rumbo que había tomado en Nueva España la encomienda y su fracaso como
ción: la hacienda y el peonaje; ambas fueron absorbiendo población de las
sistema de tutela y evangelización del indio parecía también aconsejarlo.
reducciones, bien a la fuerza, para saldar deudas, bien de grado, para
Estamos, pues, ante un giro importante en la política de la Corona: ésta se va
conseguir un salario que redondease la economía del indígena. También el
a apoyar cada vez más en la Iglesia y en las Audiencias para poner coto a las
tributo obligó a muchos indígenas a trabajar de gañanes en las estancias
ambiciones de los encomenderos, y la evangelización se va a convertir en un
ganaderas, pero el desarrollo de la ganadería hacía tiempo que constituía
asunto exclusivamente clerical, sin más participación laica que la de las
una amenaza para las tierras de los pueblos de indios. La legislación segrega-
instituciones del Estado. El fuerte impulso misionero de los mendicantes
cionista chocaba asimismo con la política de mestizaje habitualmente segui-
hacía posible el cambio.
da por la Corona. Es decir, que, como Mórner subraya, otras realidades
En efecto, por estos años es cuando comienzan a oírse voces de descon- indianas estaban en conflicto con el desarrollo de la reducción.
fianza acerca de los efectos positivos de la convivencia entre indios y españo-
El desarrollo del latifundio (hacienda) se hizo muchas veces a costa del
les para la verdadera conversión de los indígenas. Los propios indios, quejo-
sos de los abusos cometidos por algunos españoles, pedían se les protegiese despojo de las tierras de los pueblos de indios; ante sus dificultades económi-
mediante leyes que les impidieran entrar en sus pueblos. Desde el momento cas, el Estado protector debió de olvidar su papel legalizando tales despojos
en que los indígenas pudieron hacer oír su voz reclamando justicia y pro- mediante la composición de tierras. El Estado, sin embargo, recuperó en
tección, la reducción dejó de ser un sistema segregacionista para convertir- 1591 parte de las tierras ilegalmente ocupadas y entregó algunas a los
se en un sistema protector de la vida y los bienes de los aborígenes ame- pueblos de indios que habían sido despojados.
ricanos. 5) De 1754 a 1830. La Instrucción sobre composición de tierras, de
Fue la segunda Audiencia de México la que primero aconsejó la segre- 1754, fue un intento de reestructurar la distribución de las reducciones para
gación de los indios para su beneficio religioso (1531). Esto llevó a la Coro- repartir tierras entre los blancos y mestizos carentes de ellas: se reagrupo a
na, en las Instrucciones de 1535, a aconsejar al virrey Antonio de Mendoza varios pueblos pequeños para formar otros mayores, haciendo, al mismo
que se enterase de si era conveniente que en los pueblos de indios hubiera tiempo, más racional la ocupación del espacio útil.
españoles. Ese mismo año, un laico, Vasco de Quiroga, oidor de la referida A finales del siglo XVIII, algunos ilustrados criollos, especialmente
Audiencia, en carta al Consejo de Indias comunicaba que había fundado el miembros de las Sociedades Económicas de Amigos del País, abogaron por
pueblo-hospital de Santa Fe para aislar a los indios del mal ejemplo de los la supresión de las leyes, recogidas en la Recopilación de 1681, que prohibían
españoles. Al año siguiente, el Estado promulga la primera norma que el acceso de españoles, negros, mestizos y vagabundos a las reducciones,
excluía a los españoles de las reducciones: sólo podrían permanecer en ellas porque las consideraban privilegios de los indios y, al mismo tiempo, un
el día de su llegada y el siguiente. En 1550, la prohibición se hizo explícita modo de mantenerlos aislados de la corriente general de la civilización y de
para los españoles vagabundos y solteros, cuyo ejemplo solía ser particular- sustraer un importante caudal de mano de obra al potencial productivo de
mente pernicioso. los diversos países.
540 P.III. La Iglesia misional C.29. El sistema de reducciones 541
Estos puntos de vista eran con frecuencia compartidos por las autorida- tributo a que estaban obligados. La labor de reducir a los indígenas fue
des virreinales, como Francisco de Paula Bucarelli, hermano del virrey de llevada a cabo unas veces por las autoridades civiles, otras por las eclesiásti-
Nueva España y gobernador del Río de la Plata, quien, tras ejecutar la orden cas y otras, en fin, mediante la colaboración de ambas.
de expulsión de los jesuítas del Paraguay, ordenó en 1768 que, en contra de Pero junto a estas características generales de la reducción de los pue-
lo establecido en la citada Recopilación, se permitiese la entrada de algunos blos sometidos es preciso tener en cuenta la diversidad de espacios geográfi-
españoles en las reducciones. cos, de substratos de población, de posibilidades económicas, el diverso
Santiago de Liniers, virrey del Río de la Plata, consideraba que con el grado de presencia del Estado moderno a través de sus instituciones, etc.,
mestizaje desaparecería la lengua indígena y, con ella, la barbarie: esta que se presentaban en las diversas regiones de América. Por eso, para
defensa del mestizaje creó tensiones en el seno de las reducciones, donde los conocer lo que fue la realidad concreta del sistema de reducciones no hay
cargos municipales eran electivos. El conde de Revillagigedo, virrey de más remedio que estudiarlo en los diferentes espacios geográficos.
Nueva España, elaboró en 1794 una Memoria sobre los males de la reduc- En las Antillas, la rápida desaparición de la población indígena pronto
ción. hizo que dejase de ser un problema su reducción a poblados.
Como reacción frente al empuje misionero del siglo XVIII, los ilustrados, La reducción de los indios en Guatemala, desde 1538, gracias a la
que además practicaron una política cultural de signo nacionalista, fueron insistencia del obispo Marroquín y a la colaboración de los licenciados
sensibles a la contradicción existente entre el sistema de reducciones y la Alonso Maldonado y Rogel, fue anterior y modelo de la llevada a cabo en
castellanización de la población indígena, lo que explica la reiterada nor- Nueva España. Los franciscanos, desde 1540, y los dominicos, desde 1549,
mativa de finales de siglo sobre el impulso del castellano, a despecho de hicieron de la reducción de los indios una de sus tareas esenciales.
las lenguas indígenas, promocionadas por el «Estado catequista» de los si- En Nueva España, tanto la Corona como los concilios provinciales, ante
glos xvi y XVII. el exiguo éxito de la política de reducción, tuvieron que reiterar repetidas
En la práctica, además, a mediados del XVIII los foráneos se habían veces su necesidad. Tras el fracaso de la campaña reduccionística llevada a
infiltrado en la inmensa mayoría de los pueblos de indios, en vías de conver- cabo en 1550 por el virrey Luis de Velasco, entre 1598 y 1606 los virreyes
tirse en villas de españoles, dado el mayor índice de fecundidad del mestizaje Gaspar de Zúñiga y Acevedo y Juan de Mendoza y Luna promovieron una
entre español e india. Por otra parte, la mayor necesidad de españoles en las segunda campaña, cuyo fruto fue, para el período 1602-1605, según Cline,
misiones periféricas hizo renacer en muchos misioneros la confianza en la la reducción de 245.000 indios, unos 60.000 tributarios, lo que suponía el
eficacia del «buen ejemplo» de los españoles para la evangelización. De tal 12 por 100 de la población en 187 pueblos. La contrapartida inevitable de
modo que, de las pocas misiones vivas que quedaban a comienzos del XIX, este esfuerzo fue la disminución de la población indígena por la potencia-
parece que sólo las de los capuchinos de Guayana permanecían cerradas a ción del efecto de las epidemias al concentrar la población.
los foráneos. En el virreinato del Perú la labor de reducción se vio impedida por las
El último capítulo de la historia de las reducciones es la supresión, por guerras civiles durante mucho tiempo. La primera campaña reduccionista
los nuevos gobiernos americanos independientes, de unas leyes de segrega- fue llevada a cabo, aunque con poco éxito, por el virrey conde de Nieva.
ción que ya apenas se cumplían. En 1813, la Junta de Gobierno de Chile Pero es a don Francisco de Toledo, llegado a Perú después de la celebración
permitió los matrimonios mixtos en los pueblos de indios. En 1826 se de la Junta Magna de 1568 con aires renovadores, a quien corresponde el
decretó en Costa Rica la libertad para vivir donde uno quisiera. mérito de haber realizado una labor reduccionista coherente y bien planea-
Hacia 1830, al disolverse la Gran Colombia, el nuevo Estado de Nueva da, emprendida tras un detenido reconocimiento del territorio en compañía
Granada suprimió las leyes de segregación, y lo mismo hizo el propio Estado de autoridades y expertos. Como fruto de sus esfuerzos, según Lohmann
español en Filipinas (1844). Villena, además de elaborar un empadronamiento general de la población
indígena del virreinato, que arrojó un saldo de 1.067.697 varones hábiles
para tributar, es decir, entre dieciocho y cincuenta años, mediante la crea-
II. DOBLE PROCESO DE REDUCCIÓN ción de núcleos urbanos compuestos de unas 400 familias, «consiguió refun-
dir en uno solo hasta 20 ó 30 rancherías dispersas en los más intrincados
A) Reducción de los indios ya sometidos lugares». Toledo fue también quien encargó a los jesuitas que colaborasen
en la labor reductora.
En la reducción de los indios ya sometidos, predominante hasta 1573,
aunque se prefirió persuadir a los nativos de la conveniencia de vivir en B) Reducción de los indios aún no sometidos
pueblos, a veces también se hizo uso de la compulsión, justificada por
tratarse de subditos de la Corona y, por tanto, obligados a plegarse a sus La reducción de los indios que aún no eran subditos
órdenes. De todos modos, la Corona compensó a los indígenas del perjuicio hacía generalmente por medios persuasivos, aunque a ve
que les ocasionaba el cambio de residencia mediante una reducción del iban acompañados de soldados para que les defendier;
542
C.29. El sistema de reducciones 543
P.III. La Iglesia misional
labor, como se ha expuesto ya al hablar del sistema de predicación protegi- demás que de España han habido; y enseñado los oficios y artificios con que
da. Sobre la presencia de estos soldados son interesantes los datos que viven ricamente y que de todos estos bienes gozarán los que vinieren a
ofrece Pedro Borges acerca de las misiones capuchinas de los Llanos de conocimiento de nuestra santa fe católica y a nuestra obediencia».
Caracas: de las 40 incursiones realizadas por ellos con escolta, seis se hicie- No se puede expresar mejor el mensaje del Estado moderno, y esto era
ron con un número de soldados que oscilaba entre 19 y 50; dieciséis, entre lo que los nativos podían percibir, mejor que de ningún otro modo, viendo
51 y 100; entre 101 y 150, en once; con más de 300, en una, y el resto con la diferencia que existía entre su apariencia y la de los indios ya reducidos
una cifra indeterminada. Estos hombres armados no eran soldados profesio- que acompañaban al misionero.
nales, sino españoles de los pueblos vecinos que se ofrecían voluntariamente Pero además éste llevaba consigo mil baratijas, herramientas y, a veces,
o recibían por ello una compensación económica a cargo de la misión. Sólo comida para encandilar a los indios. Otra vez Pedro Borges consigna, a este
en cuatro de esas 40 incursiones con gente armada hubo combates con los respecto, que los franciscanos de la selva peruana pidieron en 1791 al
indios. Colegio de Misiones de Ocopa 400 hachas, 600 machetes, 200 cuchillos,
La intervención de la escolta militar exigía, como previo requisito, que cuatro quintales de hierro, dos arrobas de acero, media arroba de anzuelos
los superiores de la Orden en cuestión obtuviesen el debido permiso del pequeños, 1.000 navajas corvas, 8.000 agujas, una caja de chucherías, 500
virrey o del capitán de la guarnición más próxima; entre los capuchinos eslabones, cuatro tijeras podadoras, dos sortijas, 3.000 cruces y 1.000 varas
venezolanos del siglo x v m era el Prefecto de la misión y sus asesores los de tocuyo para vestir a los indios.
encargados de solicitar dicho permiso; en cambio, entre los jesuítas, interve- El ceremonial de presentación tenía mucha importancia, dada la menta-
nía el Provincial y hasta el obispo. lidad del nativo: según la Ordenanza 143 de las citadas, el primer contacto
Durante la época de la conquista, es decir, oficialmente hasta las orde- con los indígenas debía revestir la mayor solemnidad posible: «para que la
nanzas ovandinas de 1573, este tipo de reducción se empleó esporádicamen- oyan (la doctrina cristiana) con más veneración y admiración, estén revesti-
te; en cambio, después constituyó la forma habitual de llevarse a cabo la dos a lo menos con albas y sobrepellices y estolas y con la cruz en la mano,
concentración en pueblos. Fue una labor más lenta y laboriosa por tratarse siendo apercibidos los cristianos que la oyan con grandísimo acatamiento y
generalmente de zonas marginales, en las que no se había centrado la aten- veneración para que a su imitación los infieles se aficionen a ser enseñados
ción de la Corona en la etapa que va hasta 1573, y donde la dispersión del y si, para causar más admiración y atención en los infieles, les pareciere cosa
habitat era mayor, es decir, en el norte de México, oeste, sur y sudoeste de conveniente, podrán usar de música de cantores y ministriles altos y bajos
Estados Unidos, diversas regiones de América Central, selvas del Orinoco y para que provoquen a los indios a se juntar».
Amazonas, y la mayor parte de Chile, Argentina, Paraguay y Uruguay. Así lo hacían los misioneros, poniendo en juego toda su imaginación y
En estas zonas marginales, amenazadas por los pueblos vecinos, eran a celo para conseguir la atención de los indígenas, quienes, tras unos primeros
veces los mismos indígenas quienes solicitaban la reducción a poblados en momentos de admiración por los regalos de los misioneros, solían reaccio-
busca de una vida más segura. nar huyendo despavoridos, hasta que, perdido el miedo, volvían a acercarse
A veces los misioneros echaban mano de los indios ya reducidos para lentamente a los visitantes. No era frecuente la reacción violenta ante la
que los auxiliasen como acompañantes o intérpretes, a veces con armas si se llegada de los misioneros, sino después, como expresión de rechazo contra
trataba de reducir a otros indios peligrosos, pero lo más frecuente era que la disciplina exigida por los misioneros.
los propios misioneros se repartiesen la tarea de atender a los indios ya
reducidos y de reducir a otros, de común acuerdo u obedeciendo órdenes C) Las reducciones jesuíticas del Paraguay (1609-1767)
superiores. Las célebres reducciones jesuíticas del Paraguay fueron un conjunto de
El ejemplo de los indios ya reducidos, cuyo sólo aspecto era una demos- poblados que, en su máxima prosperidad, llegaron a treinta, establecidos
tración de las ventajas del nuevo género de vida, era también uno de los por los misioneros de la Compañía de Jesús en la conjunción de las actuales
medios de persuasión utilizados por los misioneros para convencer a los Repúblicas del Paraguay, Argentina, Uruguay y Brasil. Su celebridad no
indígenas de avenirse a su reducción. nace de la originalidad del sistema, practicado en América sin interrupción
Como decía la Ordenanza 141 de las ovandinas de 1573, «los mantene- desde 1501, sino de la perfección a la que fue elevado por los jesuítas debido
mos en justicia de manera que ninguno pueda agraviar a otro y los tenemos a su prolongada y exclusiva permanencia en ellas.
en paz para que no se maten, ni coman, ni sacrifiquen, como en algunas Iniciadas en 1609, a petición del gobernador de Tucumán, Hernando
partes se hacía, y puedan andar seguros por todos los caminos y tratar y Arias de Saavedra, estas reducciones, al igual que las del resto de América,
contratar y comerciar; áseles enseñado policía; visten y calzan y tienen otros pero en grado más avanzado, constituyeron sendas explotaciones agrope-
muchos bienes que antes les eran prohibidos; áseles quitado las cargas y cuarias autárquicas en las que coexistían la propiedad privada y la comunal,
servidumbres; áseles dado uso de pan, vino y aceite y otros muchos manteni- esta última para asegurar la supervivencia de los miembros de la comunidad
mientos; paño, seda, lienzo, caballos, ganados, herramientas, armas y todo lo impedidos para el trabajo. Al frente de cada una de ellas había un represen-
544 P.IIJ. La Iglesia misional C.29. El sistema de reducciones 545
tante del Estado (corregidor) elegido por el gobernador a propuesta del mentalidad rigorista que el encomendero arrepentido Bartolomé de las
Provincial de los jesuitas. Estos eran de uno a tres en cada reducción y Casas.
constituían la verdadera autoridad, puesto que de ellos dependía también la
elección de alcaldes, alcaldes de Hermandad, regidores, alféreces, alguaci- A) £1 pensamiento de Bartolomé de las Casas
les, mayordomos y secretarios. Las Casas, arbitrista incansable, propuso cuatro proyectos de reduc-
La sumisión de un número tan elevado de indios a tan pocos jesuitas se ción: en 1516 pensó en establecer en cada población española unas cuarenta
debió en buena parte a que éstos supieron estimularlos mediante la creación familias de labradores castellanos, a cada una de las cuales se confiarían
de élites o congregaciones. Los vínculos administrativos con el Estado eran cinco familias indígenas. Los castellanos enseñarían técnicas agrícolas a los
el tributo y las levas de soldados, pero cuando éstos aumentaban, el poder de indios y se tendrían que conformar con la mitad de la cosecha, ya que la otra
las reducciones era capaz de crear problemas al Estado. Manteníase, aunque mitad sería para los naturales. Pasado un tiempo, los indios podrían vivir
subordinada, la autoridad de los caciques, unos 30 ó 40 en cada reducción. solos.
La justicia en primera instancia era ejercida por tres padres para la cuenca Es interesante destacar, además de lo utópico del proyecto, que Las
del Paraná y otros tres para la del Paraguay, relacionados entre sí. Casas, en fecha tan tardía, seguía creyendo en la eficacia del buen ejemplo
Los hermanos coadjutores que habían ejercido la milicia en la vida civil de los españoles. No hay que olvidar que él era una vocación tardía.
entrenaban militarmente a los indios, pues fueron constantes desde 1611 los Pero al año siguiente, 1517, ya presenta el dominico un segundo pro-
ataques de los bandeirantes o paulistas. El poder económico y demográfico yecto, según el cual los campesinos se distribuirían de diez en diez familias
de estas reducciones superó al de todas las anteriores. La reducción de San por los poblados indígenas. A cada una de ellas se le confiarían seis familias
Ignacio de Guazú, por ejemplo, contaba ya en 1613 con 6.000 indios y 130 indias, como a los caciques. En cada pueblo habría dos alcaldes, uno cacique
niños en la escuela local. En 1690 había 26 reducciones con 77.646 indios, y el otro cristiano viejo. Abandona, pues, también Las Casas la fe en el
y éstos habían pasado a ser 114.599 en 1702. Esta dimensión económica y apostolado de los españoles como grupo y lo confía sólo a una minoría de
demográfica se tradujo en poder militar, utilizado en 1680 en apoyar con labradores.
3.000 indios armados a los 300 soldados españoles que recuperaron la Esa fe en el campesino como portador de los mejores valores morales y
Colonia del Sacramento, que había sido ocupada por los portugueses. religiosos es común a otros escritores en un momento histórico en que la
Cuando en 1750 el marqués de Pombal, por el Tratado de Límites, se clase social en auge es la del mercader y el negociante. El campesino, ade-
comprometió a devolver la Colonia del Sacramento, de nuevo ocupada por más, era el hombre duro que en un momento de necesidad podía trocarse en
los portugueses, a cambio de las siete reducciones situadas al oeste del soldado, y en su doble condición de campesino y soldado era el auxiliar ideal
Uruguay, todas las reducciones del Paraguay se rebelaron y hubieron de ser del misionero y el maestro ideal para el indio, a quien en el reparto del
sometidas en 1756 por las tropas mancomunadas de portugueses y españo- trabajo social se asignó la función de ser el campesino americano.
les. El Tratado de Límites de 1750 fue anulado por el nuevo rey Carlos III Al año siguiente (1518), influido por la Utopía de Tomás Moro, Las
en 1760, pero la revuelta jesuita del Paraguay había ocasionado una campa- Casas concibe la creación de pueblos de unos 1.000 indios, conveniente-
ña de ámbito europeo contra los miembros de la Compañía. La expulsión de mente alejados de los núcleos de población española, con cuatro o seis
los jesuitas del Paraguay se llevó a cabo en 1768. Había entonces allí 14 caciques al frente. En cada uno de ellos habría tres jóvenes, hijos de caci-
reducciones pertenecientes al obispado de Paraguay y 17 al de Uruguay, con ques, encargados de enseñar a los niños indios a leer, escribir y gramática.
un total de 91.045 indios reducidos. Franciscanos, dominicos y mercedarios
En 1519, Las Casas excogita un cuarto plan: al frente de los pueblos de
sustituyeron a los jesuitas al frente de ellas.
indios, también de unos 1.000 habitantes, habría una «buena persona y
política y que sepa instruirles en agricultura y en plantar viñas y huertas,
azúcares y otras cosas útiles»; recibiría un salario de la Corona y entregaría
III. EL PENSAMIENTO MISIONERO SOBRE EL SISTEMA
DE REDUCCIONES a los visitadores la parte de la cosecha correspondiente a la misma.

Como muchas veces se ha destacado, los mendicantes, que tanto celo B) El pensamiento de Vasco de Quiroga
derrocharon en las Indias, cuando llegaron allí acababan de ser reformados Como se ve, por estas fechas aún conservaba Las Casas alguna confian-
y era común entre ellos el ansia de cumplir estrictamente los consejos za en la función apostólica de algunos laicos escogidos, aunque más tarde, en
evangélicos y de ajustarse en el ejercicio de la labor apostólica a los métodos la Vera Paz, sería partidario de preservar totalmente a los indígenas del mal
de la Iglesia primitiva y de los apóstoles. Esta ansia de rigor evangélico, unida ejemplo de los españoles.
en muchos de ellos a una mentalidad milenarista, les hizo luchar, al menos Vasco de Quiroga, oidor de la segunda Audiencia de México cuando
desde 1530 aproximadamente, en pro de la constitución de pueblos de ésta, en 1531, comenzó a abogar por la segregación de los indios, y desde
indios libres del mal ejemplo de los españoles. Nadie representa mejor esa 1538 obispo de Michoacán, ideó en 1531 los pueblos-hospitales, que en la
546 P.III. La Iglesia misional C.29. El sistema de reducciones 547

formulación de 1535 tendrían más de 60.000 habitantes cada uno y dos acordó que los soldados acompañasen a los misioneros porque el goberna-
religiosos encargados de la cura de almas; es decir, un proyecto que intenta- dor, los cabildos eclesiástico y seglar y los superiores de las Ordenes reuni-
ba adecuarse a la proporción existente entonces en Nueva España entre el dos consideraron que era el único modo de poder llevar a cabo la reducción
número de religiosos y el de indios, y en el que se prescindía de la colabora- de los nativos. Dicha determinación, ratificada por real cédula de 1676, fue
ción de los laicos. Pero ya en 1532 había comenzado a llevar a la práctica su anulada por otra de 1689, hasta que, ante las quejas de los capuchinos y un
proyecto del año anterior con la fundación de dos pueblos-hospitales, o informe favorable del Consejo de Indias, fue ratificada por nueva real
benéficos, para indios pobres, ambos llamados Santa Fe, uno cerca de Méxi- cédula de 1692.
co (1532) y otro junto a la laguna de Pátzcuaro (Michoacán), en 1533. En cuanto a las misiones franciscanas de Texas, su historiador, fray
Dichos pueblos pretendían ser una recreación de la cristiandad primitiva y Isidro Félix de Espinosa, demostró en 1746, frente al parecer del brigadier
una alternativa al nuevo Estado moderno que estaba emergiendo en toda Pedro de Rivera, que la presencia de la «escolta» era necesaria para salva-
Europa. El Nuevo Mundo, así, y no por última vez, se convertía en acicate guardar la vida de los misioneros y conveniente para inducir a los indios a
para las nuevas ideas y en tierra abonada para la utopía. avenirse a la reducción.
Algunos, finalmente, sin abordar teóricamente la cuestión por conside-
C) La mentalidad misionera rarla espinosa, de hecho reconocían la necesidad práctica de que las armas
acompañasen a la cruz en la labor reductora, como el jesuíta Andrés Pérez
Probablemente a consecuencia del origen urbano de las Ordenes men-
de Ribas en México (1645), el franciscano Diego de Córdova y Salinas en
dicantes y de la formación filosófica (más concretamente, aristotélica) de sus
Perú (1651) y el también franciscano Matías Ruiz Blanco en Píritu (1690).
miembros, la mayoría de los misioneros americanos del siglo xvi considera-
ban la vida en pueblos y ciudades como natural al ser racional y político; y a
consecuencia de sus raíces culturales latinas (Roma había sido una civiliza-
NOTA BIBLIOGRÁFICA
ción basada en la vida urbana), identificaban dicho género de vida con la
civilización o como un medio para adquirirla. Generalidades
Pero no todos los misioneros fueron favorables a la reducción. Algunos, C. BAYLE, Los cabildos de indios en la América española (Madrid, 1951); P. BOR-
GES MORAN, Misión y civilización en América (Madrid, 1987); ID., «Evangelización y
especialmente los procedentes de regiones españolas con poblamiento dis-
civilización en América», en Doctrina Cristiana y catecismo para instrucción de los indios
perso, como los vascos y gallegos, fueron sensibles a los daños que represen- (Madrid, 1986), 229-262; J. LECHNER, «El concepto de policía y su presencia en la
taría para los indios un cambio brusco de vida como el que implicaba el obra de los primeros historiadores de Indias»: Revista de Indias 165-166 (Madrid,
reducirlos a poblados. 1984), 395-409; M. MERINO, «La reducción de indios en pueblos, medio de evangeli-
La presencia de soldados, tanto para auxiliar en la labor reductora zación»: Missionalia Hispánica 3 (Madrid, 1946), 184-194; L. B. SIMPSON, The Civil
Congregation (Berkeley, 1934); F. DE SOLANO, «Política de concentración de la pobla-
como para el establecimiento de misiones en territorio aún no sometido, o ción indígena: objetivos, proceso, problemas, resultados»: Revista de Indias 36 (Ma-
como destacamento permanente en territorio misional, no dejó de ser obje- drid, 1976), 7-29; E. DE LA TORRE VILLAR, «Las congregaciones de indios como una
to de discusión al plantear el problema de la licitud de la compulsión para la fase de la política de la población y colonización en América»: Estudios sobre política
extensión del Evangelio. Para algunos misioneros había que exponer la vida indigenista española en América 1 (Valladolid, 1975), 313-329.
en la propagación del Evangelio, labor en la que las armas debían estar
Segregación racial
absolutamente ausentes. Entre ellos destacaron en Nueva España, durante
M. MÓRNER, «Teoría y práctica de la segregación racial en la América colonial
la primera mitad del siglo xvi, el oidor erasmiano Vasco de Quiroga, los española»: Boletín de la Academia Nacional de la Historia 44 (Caracas, 1961); ID., «The
dominicos Pedro de Córdoba, Domingo de Betanzos y Gregorio de Beteta; Guarani Missions and the Segregation Policy of the Spanish Crown»: Archivum
Bartolomé de las Casas después de su conversión; los jesuitas Roque Gonzá- Historicum Societatis Iesu 30 (Roma, 1961), 367-386; ID., «La política de segregación y
lez en 1613 y Antonio Ruiz de Montoya en 1619; los franciscanos Juan de el mestizaje en la Audiencia de Guatemala»: Revista de Indias 24 (Madrid, 1964),
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xvm)», en Congreso Internacional de Americanistas (Sevilla, 1964); ID., «Los esfuerzos
y Antonio Avellán en 1808; asimismo, el capuchino de Cumaná, Victoriano realizados por la Corona para separar negros e indios en Hispanoamérica durante el
de Castejón, en 1724. siglo xvi», en Homenaje. Estudios de filología e historia literaria lusohispanas e hispano-
Otros pensaban que los soldados debían estar presentes en la labor americanas publicados para celebrar el tercer lustro del Instituto de Estudios Hispánicos,
reductora para defender la vida de los misioneros, entre los que se contaban Portugueses e Iberoamericanos de la Universidad Estatal de Utrecht (La Haya, 1969); ID.,
La mezcla de razas en la historia de América Latina (Buenos Aires, 1972); ID., La Corona
el franciscano Juan Focher, en México, en 1574; el jesuíta José de Acosta, en española y los foráneos en los pueblos de indios en América (Estocolmo, 1970).
Perú, en 1589, y el obispo de Quito, Alonso de la Peña y Montenegro, en
1668. Estudios regionales
Ambas posturas se enfrentaron en las misiones capuchinas de Caracas, H. F. CLINE, «Civil Congregations of the Indians in New Spain, 1596-1606)»: The
a finales del XVII, y en las franciscanas de Texas en 1728. En las primeras se Hispanic American Historical Review 29 (Durham, 1949), 349-369; M. DURAN, «Reduc-
548 P.III. La Iglesia misional
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losfranciscanosen el Nuevo Mundo (Madrid, 1991), 953-976; A. ECHÁNOVE, «La reduc-
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primeros experimentos sociales en América (Madrid, 1946); R. DE LABOUGLE, «Reduccio- MÉTODOS DE CATEQUIZACION
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gobierno de Toledo (Arequipa, 1971); ID., Establecimiento de las reducciones en Arequipa
por el virrey don Francisco de Toledo (Arequipa, 1973); ID., «Las reducciones en el Perú
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reducción a poblados en el siglo XVI en Guatemala»: Anuario de Estudios Americanos 29 peninsular ensayada en Canarias y en Granada, vino una segunda etapa, en la
(Sevilla, 1972), 187-228; TH. SAIGNES, «Jésuits et franciscains face aux Chiriguano:
les ambigu'ítés de la réduction missionaire», en Eglise et Politique en Amérique Hispani-
cual los eclesiásticos establecieron pautas misionales conforme a las expe-
que (XVI-XVIII siécles). Eléments pour un débat (Bordeaux, 1984); F. ZuBILLAGA, «Urbani- riencias recogidas en las Antillas y en tierra firme. Esto sucedió principal-
zación y labor misional entre los pueblos de indios nómadas del norte de México»: mente en los años que van desde 1539 a 1549. Concluida esta segunda etapa
Revista de Indias 22 (Madrid, 1972), 269-290. con la erección de las iglesias metropolitanas de México, Lima y Santo
Domingo (1546), y posteriormente con la iglesia metropolitana de Santa Fe
Reducciones del Paraguay de Bogotá (1564), se abrió el período de los primeros concilios provinciales (I y
G. FURLONG, Misiones y sus pueblos de guaraníes (Buenos Aires, 1962); A. M. II de Lima y I y II de México). Continuó después la etapa de la reflexión
GALILEANO, Las reducciones guaraníticas (Buenos Aires, 1979); M. AUBERT, La vie misionológica, en la cual destacaron dos teólogos de nota: Juan Focher y José
quotidienne des indiens et des jésuits du Paraguay au temps des Missions (París, 1967); P.
HERNÁNDEZ, Organización social de las doctrinas guaraníes de la Compañía de Jesús 1-2 de Acosta, a quienes vamos a referirnos extensamente. Finalmente, la conso-
(Barcelona, 1913); L. NECKER, Indios guaraníes y chamanes franciscanos. Las primeras lidación llegó de la mano de los dos grandes Concilios americanos del qui-
reducciones del Paraguay (1580-1800) (Asunción, 1990); A. SANTOS HERNÁNDEZ, «Ac- nientos: el III de Lima (1582-83) y el III de México (1585). Con ellos puede
ción misionera de los jesuítas en la América meridional española», en J. J. ALEMANY considerarse por concluida la «evangelización fundante» americana.
(ed.), América (1492-1992). Contribución a un centenario (Madrid, 1988), 43-108; A.
SUSNIK, El rol de los indígenas en la formación y en la vivencia del Paraguay (Asunción, Concluido este ciclo de la «evangelización fundante» con la celebración
1982). de los dos grandes concilios provinciales de Lima y México, puede conside-
rarse plenamente aplicada a Hispanoamérica la Reforma tridentina. La
Iglesia en América estaba plenamente persuadida del universalismo de la
salvación, sin excluir a los habitantes del Nuevo Orbe. Al mismo tiempo
había comprendido que la fe necesaria para salvarse era la misma para todos
los hombres, sin reduccionismos improcedentes; por consiguiente, los in-
dios debían creer - e n circunstancias ordinarias- todos los principales miste-
rios cristianos: la Trinidad, la Encarnación y la Iglesia.
El bautismo, puerta de la justificación, no debía administrarse a los
adultos sin una seria preparación doctrinal y moral. La libertad debía que-
dar siempre a salvo a la hora de las conversiones, y los niños no podían nunca
ser bautizados contra la voluntad de sus padres infieles. Los naturales no
serían apartados de los sacramentos, tampoco de la sagrada eucaristía. De
todas formas, aunque nadie debía ser discriminado por razones étnicas en la
recepción de las órdenes sagradas, no se ordenó de mayores a los naturales
y a los mestizos, salvo en casos muy determinados. También se había llegado
a un acuerdo sobre el modo de impartir la catequesis, en los dos primeros
niveles, y en la forma de continuar la instrucción de los neófitos, y se había
apostado por un catecismo único, traducido a las lenguas de los naturales.
C.30. Métodos de catequización 551
55" P.III. La Iglesia misional
conquistadores que como una fe universal); no ocultaban las exigencias
Los catecismos (tres niveles) del tercer Concilio limense fueron publicados y principales de la nueva fe, como la monogamia y otras normas morales
tuvieron una gran difusión. No así los catecismos acordados en el tercer cristianas, y no bautizaban de inmediato, sino que esperaban cierto tiempo
Concilio mexicano, que no llegaron a redactarse. Gran importancia se con- a que los catecúmenos hubiesen dado señales fehacientes de su idoneidad (se
cedió a la vida de los ministros sagrados por su valor testimonial. Finalmen- habla de un catecumenado de dos años).
te, se recrudecieron las medidas contra los rebrotes de los cultos idolátricos,
Hubo también algunos mártires, como Juan Mateo, que había sido el
más o menos yuxtapuestos.
primer bautizado, en 1496, es decir, tres años después de comenzar la
evangelización, que murió a manos de los esbirros del cacique Guarionex.
La actividad misional se torció después por obra de la mala política de los
I. LAS PRIMERAS EXPERIENCIAS PASTORALES colonos españoles, si es exacto lo que nos narra Bartolomé de las Casas en su
AMERICANAS Historia de las Indias y en otros lugares.

Las primeras experiencias pastorales tuvieron lugar en el marco antilla-


no, a partir del segundo viaje colombino, realizado en 1493. Lógicamente, II. LAS JUNTAS ECLESIÁSTICAS DE MÉXICO
los misioneros no reflexionaron de modo expreso sobre la empresa que iban
a desarrollar; se limitaron a evangelizar y escribieron después, de forma Siguiendo la costumbre peninsular de convocar periódicamente con-
ingenua y sin afán científico ninguno, sus personales impresiones sobre la gregaciones eclesiásticas (distintas de las asambleas, en las que sólo participa-
labor realizada. ban eclesiásticos y que tenían finalidad económica, es decir, determinar
La Relación de fray Ramón Pane, un ermitaño que viajó en esa segunda cómo debía recogerse el «subsidio» que la Iglesia pagaba a la Corona),
expedición, escrita en 1496 y recogida, muchos años después, por Hernan- Hernán Cortés reunió una primera Junta en 1524, que fue denominada
do Colón en su Historia del Almirante, constituye el testimonio más próximo «Junta apostólica». En ella se «juntaron» los doce frailes franciscanos, recién
y fidedigno. llegados a Tenochtitlán, con Hernán Cortés y algunos eclesiásticos y letra-
Pane refiere que se dirigió primeramente a dos caciques, cuyos nom- dos, para deliberar en común sobre los diversos desafíos que presentaba la
bres eran Guarionex y Mabiatué. Enseñó al primero, y a los de su casa, las evangelización de las tierras mezoamericanas, y determinaron, acerca del
principales oraciones (paternóster, avemaria y credo) «y todas las otras ora- bautismo, «que se administrase dos veces en cada semana a los catequiza-
ciones y cosas que son propias de un cristiano», obviamente en lengua taina, dos», el domingo por la mañana y el jueves por la tarde. Estas Juntas fueron
pero no obtuvo ningún resultado, a pesar de haber dedicado dos años a esta particularmente frecuentes en tiempos del obispo fray Juan de Zumárraga
catequesis, porque el tal Guarionex acabó enojándose con Pane y lo echó (1528-1548), y algunas tuvieron un carácter parecido a los concilios provin-
(Relación, c. 25), pues algunos caciques le reprochaban que siguiese la ley ciales, aun cuando la archidiócesis de México no fue erigida hasta 1546.
cristiana. Vamos a fijarnos ahora sólo en aquellas Juntas que estudiaron expresamente
Otros, en cambio, aceptaron la fe. Pane les predicaba la unicidad divina asuntos relacionados con la catequización.
y la creación. Y así Naboría y otros de su casa «se hicieron cristianos con
solamente darles a conocer que hay un Dios que ha hecho todas las cosas y A) Normas sobre la instrucción prebautismal
creó el cielo y la tierra, sin discutir acerca de otra cosa, ni se les diese más a y la comunión
entender, porque eran propensos a la fe» (c. 26). También Mahubiatíbire se
En noviembre de 1535 se congregaron los religiosos de la Nueva Espa-
convirtió y perseveró en la fe, e hizo el propósito de tener una sola esposa,
ña, en presencia de Fuenleal y de Zumárraga, para tratar sobre el bautismo
«aunque suelen tener dos o tres, y los principales hasta diez, quince y veinte»
de los indígenas. Como se sabe, se polemizaba sobre la preparación que
(c. 26).
debía exigirse a los naturales y sobre la forma como debía administrarse el
De las escuetas informaciones transmitidas por Pane podemos deducir sacramento. Los dominicos entendían que debía posponerse hasta que los
lo siguiente: los primeros evangelizadores se dirigían a los naturales en su indios estuviesen suficientemente dispuestos, no sólo por el conocimiento
lengua; procuraban adoctrinar primero a los caciques; les enseñaban las de la doctrina, sino incluso habiendo demostrado fehacientemente que eran
principales oraciones y sólo los artículos de la fe más fácilmente comprensi- capaces de practicar la moral cristiana. Los franciscanos, en cambio, eran
bles por la razón humana -como la unicidad y la creación- y que más mucho más indulgentes. Ambas posiciones tenían sus ventajas y sus inconve-
claramente diferenciaban la fe católica de sus creencias ancestrales; tropeza- nientes, y los misioneros no llegaban a un acuerdo. Es probable que en la
ban con las lógicas dificultades de orden social, que dificultaban la labor, Junta también tomara parte el virrey Antonio de Mendoza (1535-1550),
como la recriminación de que eran objeto los catecúmenos por parte de recién llegado a México.
otros caciques de colaborar con los españoles (esto prueba que la religión
A mediados de 1536 se reunió otra Junta, convocada por el virrey, en la
era vista por los naturales más como una forma cultural propia de los
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que se estudió cómo «debían apartarse (los naturales) de las idolatrías y de ren de bautizar se les ponga óleo y crisma, y que esto se guarde por todos
los sacrificios que solían hacer y de los otros ritos y costumbres (suyas)». Las inviolablemente, así con pocos como con muchos, salvo en urgente necesi-
conclusiones de la Junta fueron enviadas a la metrópoli, de donde volvieron dad. Sobre esta palabra urgente hubo hartas diferencias y pareceres contra-
incorporadas a una real cédula de 10 de junio de 1539. rios, sobre cuál se entendería urgente necesidad, porque en tal tiempo una
Fue, sin embargo, en abril de 1539 cuando tuvo lugar la Junta de mayor mujer, y un indio, y aun un moro, pueden bautizar en fe de la iglesia, y por
importancia para la planificación de la evangelización mezoamericana, en la esto fue puesto silencio al bautismo de los adultos, y en muchas partes no se
que intervinieron Juan de Zumárraga, obispo de México, Vasco de Quiroga, bautizaban sino niños o enfermos» (Historia de los indios de la Nueva España,
obispo de Michoacán, y Juan de Zarate, obispo de Oaxaca. Julián Garcés, II, c.4, n.215).
obispo de Tlaxcala, firmó también las actas aunque no estuvo presente. Como puede advertirse, continuaba la polémica, por lo cual hubo otra
Asistieron también los religiosos de las tres Ordenes mendicantes que traba- Tunta de obispos en 1540 sobre los mismos temas. Los franciscanos, como el
jaban en México. Fue debatido el modo de administrar el bautismo, a citado Motolinía, siguiendo en esto las opiniones de fray Juan Tecto (f 1525
propósito de la bula Altitudo divini consilii, de Pablo III, del 1 de junio de en México), procuraban simplificar al máximo las ceremonias del bautismo,
1537. limitándose, en muchos casos, al puro signo sacramental. Los otros, sobre
De esta Junta se conservan las actas, donde se detalla en veinticinco todo los dominicos, insistían en que el bautismo se administrase como se
puntos todo lo tratado, dando traslado al rey. Es interesante consignar que hacía en España.
los obispos determinaron que se hiciera un «manual» o ritual, «para que Como no llegase la paz, a pesar de la intervención pontificia de 1537,
todos los ministros lo sepan». Este manual se publicó al año siguiente, con el Carlos V convocó una Junta de teólogos, que se reunió en Salamanca, en
título de Manual de adultos. Desgraciadamente, sólo se conservan dos folios julio de 1541. Los teólogos, entre los cuales se contaba Francisco de Vitoria,
de aquel importantísimo ritual. El comienzo de este manual reza así: Chris- respondieron: «Esos bárbaros infieles no han de ser bautizados antes de que
tophorus Cabrera Burgensis ad lectorem sacri baptismi ministrum: Bicolon Icasti- hayan sido suficientemente instruidos, no sólo en la fe, sino también en la
chon. conducta cristiana, por lo menos en lo que es necesario para la salvación, y
También determinaron los prelados administrar las órdenes menores a no antes de que sea muy verosímil que entiendan lo que se les administra».
algunos mestizos e indios, elegidos entre los más hábiles, y conocedores de (Quedaba pendiente, pues, cuál era la mínima instrucción necesaria para
lenguas, capaces de administrar el bautismo a los naturales. Además, se poder ser bautizado y qué misterios de la fe debían creerse para alcanzar la
tomaron algunas medidas para evitar el peligro, siempre próximo, de sincre- salvación, sobre lo cual hubo también una larga polémica entre los teólogos
tismo religioso, limitando el número de oratorios y de iglesias, «que tienen españoles, como veremos más adelante, y en la que Acosta destacó por su
en mucha cantidad, cada indio casi la suya, como solían tener sus dioses prudencia y buen tino.)
particulares cada uno», y regulando también la celebración de fiestas litúrgi-
cas en el interior de los templos, de forma que no se introdujesen en ellos B) Determinación de las dos «doctrinas» sinodales
restos del folclore indígena que tenía sabor a culto pagano, como los «vola- A mediados de junio de 1546 se reunió en México la más importante
dores». Junta de obispos habida hasta entonces, con la presencia de los prelados de
Sobre la comunión eucarística, los obispos insistieron en que se cum- México, Guatemala, Oaxaca y Michoacán, sumándose el de Chiapas (Las
pliese por Pascua, recordando también la necesidad de confesar, lo cual les Casas) cuando ya estaba iniciada. Faltó el de Tlaxcala, por estar vacante esta
parecía de especial urgencia en aquellas tierras, más «que en Castilla, por la sede. Las sesiones duraron cuatro meses, y se sabe que acordaron un buen
mucha disolución y aparejos que hay de haber tantos amancebados y solte- número de materias, entre ellas la edición de dos «doctrinas» para la evange-
ros y casados, y por otras muchas legítimas causas que tenemos para lo ansí lización de aquellas tierras, una corta y una larga, que debían traducirse a las
hacer y mandar cumplir». En todo caso, los naturales no debían ser privados lenguas de los naturales. Se acordó que la breve fuese la Doctrina cristiana
del bien de la eucaristía con tal de que estuviesen bien dispuestos y tuviesen que había preparado el franciscano Alonso de Molina, y que la larga fuese la
capacidad de «discernir entre el Pan sacramental y el material», pues este Doctrina cristiana para instrucción de indios, elaborada por los dominicos sobre
sacramento «no se da por mérito, sino por remedio y medicina de los que lo unos materiales de fray Pedro de Córdoba. También se estudió la adminis-
reciben como deben». tración de la eucaristía a los naturales, y las condiciones que debían exigirse
Por lo que respecta al litigio del bautismo, testimonia fray Toribio de para su administración. Los dos catecismos citados fueron publicados en
Benavente, uno de los más directamente implicados en la polémica, que los 1546 y 1548, respectivamente. Por su indudable calidad técnica, y por su
obispos determinaron, en su Junta de 1539, que la bula pontificia se guarda- condición bilingüe, contribuyeron sobremanera a la implantación de la Igle-
se de la siguiente forma: «El catecismo dejáronle al albedrío del ministro; el sia entre los naturales.
exorcismo, que es el oficio del bautismo, abreviáronle cuanto fue posible, El catecismo alonsiano era una breve cartilla, inspirada en la catequesis
rigiéndose por un misal romano, y mandaron que a todos los que se hubie- de la metrópoli y acorde, por tanto, con las prescripciones sinodales penin-
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sulares. Algunos historiadores piensan que pudo inspirarse en una cartilla aquellas fechas Lima no era todavía arzobispado y el Perú se hallaba inmerso
similar, redactada por San Juan de Avila en fecha incierta, quizá entre 1527 en las largas y sangrientas guerras civiles. Por ello Loaysa tuvo que confor-
y 1540. Constaba de 12 pequeños capítulos, en los que se exponían las marse con publicar una importante Instrucción, en forma de sinodales, dirigi-
principales oraciones del cristiano, los artículos de la fe, los mandamientos da a los sacerdotes que eran curas o doctrineros de indios. La Instrucción fue
de Dios y de la Iglesia, los sacramentos, etcétera. En un apéndice final terminada en 1545 e impuesta como obligatoria a todos los curas que
figuraba un breve cuestionario con «preguntas que se han de hacer a los estaban bajo su jurisdicción.
adultos cuando se bautizan» y una breve «amonestación para los que se Dominada por La Gasea la rebelión de Gonzalo Pizarro y pacificado el
acaban de bautizar». En el colofón se indicaba que «esta doctrina sirve para Perú, volvió Loaysa a ocuparse de su Instrucción, que corrigió y revisó,
los indios que saben leer, y para los que la quieren hacer leer en sus casas, y comunicándola con el mismo La Gasea, con el obispo de Quito y con el oidor
para los niños que estudian en las escuelas, los cuales la dicen cada día a de Lima. Acabada la corrección en febrero de 1549, fue firmada por el
voces, toda o la mayor parte de ella». He aquí unas noticias de gran valor arzobispo y entregada para su ejecución. En primer lugar, y como justifica-
sobre cómo se daba la catequesis a los comienzos de la evangelización ción de la presencia de los españoles en América, y en clara alusión a la
mexicana, tanto en familia como en las escuelas. Al mismo tiempo, este polémica sobre los títulos de conquista, la Instrucción afirmaba: «Por cuanto
colofón parece indicar que se había llegado ya a un cierto acuerdo sobre la el título y fin del descubrimiento y conquista destas partes ha sido la predica-
preparación prebautismal. ción del Evangelio y conversión de los naturales dellas al conocimiento de
La doctrina cordobiana, en cambio, que era una reelaboración de la Dios nuestro Señor y, aunque esto generalmente obliga a todos los cristianos
edición primera, auspiciada por Zumárraga en 1544, tenía otro carácter. que acá han pasado, especialmente, y de oficio, incumbe a los prelados en
Precedida también por una brevísima cartilla en forma de preguntas y sus diócesis».
respuestas, constaba de cuarenta sermones, distribuidos en varios aparta-
dos: sobre los artículos de la fe, los mandamientos, los sacramentos, las obras A) Sobre la obligación de bautizarse
de misericordia, otras verdades (escatología, virginidad cristiana y unidad de
Asimismo trataba sobre la obligatoriedad del bautismo de los indios - n o
la Iglesia católica), significado de la cruz, catequesis mistagógica (es decir,
sobre la preparación requerida-. El tema de la obligatoriedad era también
instrucción relativa a los recién bautizados). Por el colofón sabemos que este
cuestión debatida por la teología de aquellos años, pues en última instancia
catecismo estaba destinado «en especial para los naturales de esta tierra,
estaba enjuego la verdadera libertad del hombre en su fuero íntimo. Como
para que sean fundados y roborados en las cosas de nuestra santa fe católica.
se sabe, la misma cuestión se había presentado en la Edad Media, cuando los
Y animados para la guarda de los mandamientos divinos (...)». Los obispos
teólogos analizaron la libertad de los judíos y de los musulmanes frente a la
habían elegido este catecismo para la segunda etapa de la formación de los
predicación de los católicos y la licitud o no de resistirse al bautismo sacra-
naturales, para facilitar la predicación de los sacerdotes en la lengua méxica,
mental; y todas las facultades de teología y los estudios generales de las
y también para que los fiscales de indios pudiesen sustituir a los sacerdotes
Ordenes religiosas enseñaban las tres posiciones clásicas sobre el tema: la de
en la catequesis, cuando escasease el clero.
Santo Tomás, la de Juan Duns Escoto y la de Durando de San Porciano.
Sentado por la Instrucción el principio de que nadie puede ser compelido a
abrazar la fe, sino sólo persuadido con la verdad del Evangelio y con la ley de
III. LA «INSTRUCCIÓN» DE JERÓNIMO DE LOAYSA la gracia, insistía aquélla en la necesidad de cerciorarse, antes de bautizar a
(1545-1549) adultos, si acudían libremente a recibir tal sacramento, y, en caso de niños,
si se contaba con la autorización de sus padres: «Ninguno bautice niños o
Por los mismos años en que Zumárraga impulsaba la evangelización en muchachos que no hayan llegado al uso de razón sin voluntad de sus padres
Mezoamérica, la labor apostólica era lenta y difícil en el Incario, conquistado naturales, si los tienen, o de las personas que están en lugar de padres y los
en 1533 por Francisco Pizarro. Uno de los primeros documentos america- tienen a cargo». Esto para los hijos de paganos. (Como ya se sabe, ésta era la
nos que intentaron sistematizar la catequización en aquellas tierras y poten- tesis de Santo Tomás.) Para los naturales ya cristianos, la Instrucción estable-
ciarla fue la Instrucción para curas de indios, del obispo de Lima fray Jerónimo cía el mismo comportamiento que para los hijos de españoles. En todo caso,
de Loaysa, religioso dominico, que ocupó aquella sede desde 1537 a 1575 y para bautizar a un adulto prescribía que, en caso de peligro de muerte,
que fue también su primer arzobispo. Felipe II, entonces todavía regente de «primero supiera signarse y santiguarse y el credo y paternóster y avemaria
España, le había animado, en 1544: «Si acaso a esa ciudad (Lima) se viniesen y los mandamientos». De no estar en urgente necesidad, exigía una cateque-
a juntar los obispos del Cuzco y Quito, vos y ellos platicaréis las cosas que sis más detallada, «platicándoles los artículos de la fe y diez mandamientos»,
viéredes que son necesarias proveerse tocantes al aumento y ampliación de que debía durar un mes. El bautismo debía administrarse con toda solemni-
nuestra santa fe católica y a la edificación y buen servicio de las iglesias de dad, es decir, con óleo y crisma y en la iglesia.
vuestros obispados y proveeréis en ello lo que viéredes que conviene». En
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B) La catequesis bautismal do posteriormente por José de Acosta y plasmado en el III Concilio límense,
Entre las medidas generales, la Instrucción disponía que «doctrinen y el de Santo Toribio de Mogrovejo. Fue esta Instrucción, por tanto, para los
enseñen los dichos naturales (...) conforme a lo contenido en las cartillas que virreinatos sureños, lo que la Junta eclesiástica de abril de 1539, y los
de España vienen impresas», evitando las cartillas en lenguas de los naturales acuerdos allí tomados, para el virreinato de México.
que todavía no hubiesen recibido las correspondientes licencias del Ordina-
rio; que usasen «de ciertos coloquios o pláticas que están hechos en su
IV. LOS MANUALES PARA MISIONEROS
lengua en las cuales se trata de la creación y de otras cosas útiles (...) y
tratarán que los niños hablen y sepan nuestra lengua, porque los que ya son
A) El «Itinerarium catholicum» de fray Juan Focher (1574)
hombres con mucha dificultad la tomarán»; que comenzasen la evangeliza-
ción por los «hijos de los principales del dicho repartimiento que está a su En 1574 se publicaba, en Sevilla, el Itinerarium catholicum del francisca-
cargo», de manera que después esos hijos de principales se convirtiesen ellos no Juan Focher, fallecido dos años antes, y dispuesto para la imprenta por
mismos en catequistas; que se edificase «una casa a manera de iglesia donde fray Diego de Valadés, correligionario suyo. Esta obra, que es un manual
los indios se junten a oír la doctrina cristiana y donde se diga misa, adornan- para los misioneros -prescindamos ahora de la discusión sobre su origen y
do el altar de la mejor manera que ser pudiere y poniendo en él alguna de los supuestos retoques introducidos por Valadés-, constituye obligada
imagen o imágenes; y para que en la dicha casa se administrasen los sacra- referencia para comprender el espíritu con que los franciscanos, y, en gene-
mentos del bautismo y matrimonio y penitencia». Ninguna alusión a la ral, los primeros evangelizadores, se allegaban a los naturales.
sagrada eucaristía ni aquí ni en el resto de la Instrucción. 1) Fundamentos de la evangelización. Dividido en tres partes, el libro
De estas indicaciones generales conviene subrayar la insistencia en que establece, en la primera de ellas (caps. I-III), los tres principios fundamenta-
se trabajase con niños, quizá porque se conocía la óptima experiencia mexi- les de la nueva misionología americana: primero, la consideración de la
cana en este sentido, cuando los franciscanos decidieron fundar el colegio voluntad salvífica universal de Dios, sin la cual no tendría sentido la tarea
de Tlatelolco, dirigido principalmente a los hijos de caciques. Y, quizá tam- evangelizadora; segundo, la firme convicción de que los misioneros que eran
bién por el mismo motivo, se insistía en la oportunidad de componer unos enviados a Indias —después de una selección rigurosísima- correspondían a
coloquios o sermones dialogados en lengua de los naturales, porque tam- una particular llamada divina, o sea, a una vocación específica a trabajar tan
bién en el norte se había manifestado esta práctica muy útil y eficaz, como lejos de su patria, donde habrían de superar peligros e incomodidades sin
testimonia Bernardino de Sahagún, que nos narra las pláticas que tuvieron número, y tercero, la determinación, y su posterior sistematización, de las
los frailes franciscanos con los principales aztecas y con los sátrapas. (Motoli- condiciones de idoneidad de los misioneros destinados a América. Sobre
nía insiste, en cambio, en que los frailes comenzaron dirigiéndose a los estos tres pivotes debía asentarse, según Focher, la tarea evangelizadora
niños.) americana y su planificación pastoral para que fuese fructuosa.
La Instrucción ofrece directrices concretas de carácter pastoral. Insiste Por los mismos años en que Focher reunía sus experiencias, Bernardino
en que la catequesis comience despertando a los naturales de la idolatría en de Sahagún, otro destacado franciscano, redactaba sus Coloquios y doctrina
que habían estado inmersos, moviéndoles al temor de Dios, que «está enoja- cristiana (1564), en los que también formulaba el tema de los primeros
do dellos» por sus pasados errores; recomienda que se les hable sobre la fundamentos de la evangelización americana. Sahagún establecía cuatro (cf.
inmortalidad del alma, «haciéndolos entender cómo, aunque los cuerpos prólogo): primero, la particular vocación divina de los frailes pasados a Amé-
mueren, las ánimas son inmóviles», en clara alusión a sus creencias metem- rica; segundo, el carácter «desinteresado» de la misión evangelizadora, por
psicóticas; señala que se prediquen especialmente los atributos divinos que parte de todos los que intervenían en ella; tercero, el origen divino de la
nos muestran la amabilidad de Dios, «suma bondad», «universal criador y doctrina que se trasmitía a los naturales, y cuarto, la concepción de la santa
hacedor nuestro y de todas las cosas», y que el hombre es el centro de la Iglesia católica como el reino de los cielos en el mundo, gobernada por Dios
creación; que se les comenten las razones de la Encarnación, hablándoles del y por su Vicario en la tierra, que habita en Roma.
primer pecado de Adán y Eva, de los engaños del demonio, de la universal Si comparamos los «fundamentos» misionológicos de Focher con los de
transmisión del pecado original, del nacimiento de Dios de una Virgen, Sahagún, advertimos algunas semejanzas, pero también diferencias. Lógica-
etcétera, y de los premios y castigos después de la muerte. mente, coinciden en afirmar el carácter sobrenatural de la evangelización
Esta Instrucción habría de tener una gran influencia en los planes misio- americana y en subrayar la particular vocación de los frailes que pasaban a
nológicos peruanos posteriores, pues encontramos rastros de ella tanto en América para llevarla a cabo. Pero mientras Sahagún parece inclinarse más
los tres primeros concilios limenses (1551-52, 1567-68 y 1582-83) como en por los planteamientos eclesiocéntrieos, presentando a la Iglesia de los
las constituciones sinodales de Santa Fe de Bogotá de 1576. Puede afirmar- viadores como reino de Dios en la tierra y comparando la conversión de los
se, pues, que la evangelización de Sudamérica fue llevada a cabo según el aztecas con la efusión pentecostal de los tiempos apostólicos, Focher ofrece
modelo misional concebido por Jerónimo de Loaysa, repensado y tematiza- una especulación más teocéntrica, donde la evangelización americana en-
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tronca con la voluntad salvífica universal.de Dios. Las dos perspectivas son,
B) Las ideas misionológicas de José de Acosta
ciertamente, complementarias, pero parecen responder a distintos intere-
ses: Focher, al de justificar que Dios llama a los paganos, según «la doble En 1572 llegaba a Perú el jesuíta José de Acosta. A los cuatro años, y
vocación divina a la fe» (primero a los judíos, después a los gentiles); Saha- después de visitar atentamente buena parte del extensísimo territorio de
gún, por el contrario, parece desenvolverse en un terreno más polémico, aquel virreinato, terminaba de redactar su famosa obra: De procurando indo-
quizá en el contexto de las discusiones eclesiológicas que agitaron los prime- rum salute (1576). Este opúsculo, que constituye uno de los manuales más
ros momentos de la evangelización americana. En todo caso, tanto uno importantes de la primera misionología americana, a los ochenta y cinco
como otro ponen de relieve la profunda reflexión teológico-misional que se años del primer viaje colombino, recapitula, de forma magistral, las tradicio-
estaba produciendo en Mezoamérica, apenas cincuenta años después de la nes teológicas salmantinas - q u e con frecuencia revisa-, las experiencias
llegada de los primeros misioneros. pastorales novohispanas y los contenidos principales de la Instrucción
2) Instrucción de los naturales. Focher recomienda seguir las disposi- loaysiana.
ciones pontificias sobre los tiempos y la forma de bautizar: esperar a la La dedicatoria al Prepósito general de la Compañía de Jesús, que está
Pascua y a Pentecostés, y comenzar por los exorcismos prescritos veinte días fechada en 1577, resume los fines que Acosta perseguía al redactar su libro:
antes de la fecha del bautismo. Señala que al exorcizar se debe preguntar: levantar el ánimo de los misioneros, algo decaído por la hasta entonces
«Os hemos enseñado, en efecto, estas cuatro cosas: lo que debéis creer, lo infecunda evangelización peruana, y resolver algunas cuestiones teológicas
que debéis evitar, lo que debéis hacer y las cosas que tenéis que pedir y que estaban en litigio en aquellas tierras sureñas. La obra quedó estructura-
esperar. ¿Estáis dispuestos a practicar estas cuatro cosas?» (II, c.IV). He aquí da en seis libros: sobre la esperanza de salvación de los naturales (I), cómo
las cuatro piezas fundamentales de la catequesis católica, tal como la halla- llegó el Evangelio al Perú y la cuestión de los títulos justos (II), la administra-
mos sistematizada desde San Agustín: credo, decálogo, sacramentos y ora- ción civil del Perú (III), los ministros espirituales del Perú (IV), sobre el
ción dominical. modo de catequizar (V) y sobre la administración de los sacramentos (VI).
Después del bautismo solemne, que Focher describe con todo detalle, Se pueden apreciar algunas semejanzas entre la obra de Focher y la de
como si se tratase de un ritual (al término de la obra publica las rúbricas: III, Acosta: tratan ambas el tema de la universal llamada a la salvación; las dos se
c.7), recomienda que los neófitos permanezcan unos días con los frailes para interesan por las condiciones de idoneidad de los agentes de la evangeliza-
facilitar su asistencia a la misa diaria y a los oficios (II, c.4). Cuando ello no ción; tanto una como otra prestan especial atención a la catequesis y a la
fuere posible, «adviértales (el fraile) que todos los días se pongan de rodillas administración de los sacramentos; finalmente, ambas estiman justificada
en dos o tres momentos en sus casas, o en otro lugar, recitando el Padre- - e n determinados casos y bajo condiciones bien precisas: siempre en legíti-
nuestro, Avemaria, Credo y Salve Regina, los mandamientos de Dios y ma defensa y respondiendo a provocaciones y ataques- la guerra contra los
demás cosas que aprendieron. Dígales que si pueden venir todos los días a naturales. Focher, en efecto, había recomendado la guerra contra los chichi-
misa no dejen de hacerlo, al menos los domingos y festivos. Que si están muy mecas (III, c.I-III), y ahora Acosta lo hace contra los indios del Perú: «no
distantes del lugar donde se celebra, vengan al menos en las grandes solem- sólo será lícito a los nuestros defenderse y protegerse, sino además resarcirse
nidades (...)». Entre otras recomendaciones sobre el descanso dominical, los de esos daños y vengar la afrenta recibida y, si fuese preciso, actuar con
ayunos establecidos, etc., Focher insiste en que se les recuerde la confesión energía y reivindicar su derecho por la guerra» (II, c.XV). Interesa aquí
anual, o si caen enfermos, y que «no frecuenten la compañía de los que destacar que para Acosta nunca era lícita la guerra contra los bárbaros por
todavía no son cristianos». causa de su infidelidad, aun contumaz (II, c.II), ni por sus crímenes contra
naturaleza (II, c.III y IV), ni tampoco para defender a los indios inocentes
En definitiva, este Itinerarium muestra una evangelización llevada a frente a sus propios tiranos (II, c.VI).
cabo concienzudamente, sin precipitaciones, en la que se concede mucha
importancia a la formación prebautismal y a las rúbricas del bautismo solem- 1) Universal llamada a la fe. Muy relacionado con el tema de la
ne; también denota la importancia que se concedía a la confesión sacramen- guerra, Acosta se cuestionó la conveniencia de la «evangelización pacífica»
tal, a la asistencia a misa y a la oración vocal. No hay, en cambio, referencias (II, c.XII). A tenor de la experiencia misional americana y asiática, rechazó
expresas a la comunión eucarística, lo cual quizá sea indicativo de una el método de la «predicación apostólica» -propugnado, p.ej., por Las Ca-
mentalidad restrictiva en la administración de este sacramento. La indica- sas-, que consideraba peligroso para los propios misioneros, pues se habían
ción de que los neófitos no se comuniquen con paganos responde a una perdido muchos en intentos anteriores, y propugnó el método de las «entra-
elemental norma de prudencia, que siempre ha recomendado la Iglesia, das», es decir, los misioneros protegidos por soldados. Pero veamos ya sus
sobre todo dificultando los matrimonios mixtos, y que veremos repetida por ideas sobre la universal llamada a la salvación.
Acosta. «No hay raza ninguna de hombres que esté excluida de la predicación
del Evangelio y de la fe» (I, c.I, n.l). «En definitiva, ningún linaje de hom-
bres, por inculto y salvaje que sea, se ha de considerar ajeno a la salvación del
Evangelio: Dios no llama a nadie sin concederle al mismo tiempo el entendí-
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miento y la gracia proporcionada para alcanzar la meta a la que lo llama (...). la luz de la sagrada doctrina no las ilumina y de manera abundante, necesa-
A nosotros toca, ya que recibimos el mandato de ir a todos, no desatender a riamente los hombres quedarán envueltos en espesas tinieblas de ignoran-
nadie, llamar a todos, atraer a todos, reunir a todos» (I, c.VI, n.l). Acosta cia», y 3.°, porque las distancias con la metrópoli son inmensas, lo cual no
sostiene aquí, sobre la base de la universal llamada a la salvación eterna permite la consulta de los asuntos a las facultades españolas (cf. IV, c.XI).
-dogma de la única predestinación-, la tesis tomista clásica: Dios concede Como se sabe, por los años en que Acosta escribía estas páginas sobre la
siempre las gracias proporcionadas a cada uno para que pueda alcanzar los necesidad de buenos teólogos, ya estaba fundada la Universidad de Lima,
objetivos sobrenaturales a los que ha sido llamado. Pero bien entendido que pero no funcionaba a pleno rendimiento, hasta el punto de que el virrey
la gracia no destruye la naturaleza, sino que la supone y la perfecciona Toledo tuvo que aplicarse seriamente a reorganizarla.
(Summa Theologiae I q.l a.8 ad 2; q.2 a.2 ad 1). En este punto, Acosta se 3) Necesidad de la fe para salvarse. A mediados del siglo XVI, y a
revela como un humanista consecuente: la naturaleza humana puede, y debe propósito del descubrimiento de América, se discutía en Salamanca sobre la
ser dispuesta, para facilitar la acción de la gracia, por medio de una adecua- necesidad de la fe para salvarse, y, más en concreto, sobre qué verdades o
da labor educativa, entendida ésta en su sentido más amplio: «Mas el indio, artículos de la fe debían creerse para alcanzar la salvación. Se hablaba así,
se dirá, es de costumbres desvergonzadas, se deja llevar de la gula y de la glosando la carta a los Hebreos, de dos verdades necesarias para la primera
lujuria sin control alguno y practica con increíble tenacidad la superstición. justificación: creer en la existencia de Dios y creer que Dios es remunerador.
Pues bien -continuaba Acosta-: también para él hay salvación si se le educa» Acosta se enfrentó decididamente a estas tesis, insistiendo en que los natura-
(I, c.VII, n.3). Y aquí el teólogo jesuíta desarrolla su programa educativo, les debían ser adoctrinados, para el bautismo, no sólo en la existencia de
que ha pensado especialmente para los indios del Incario. Dios y en la retribución de nuestras obras, sino también en los misterios de
la Santísima Trinidad, de la Encarnación del Verbo y de la Iglesia, porque
Hay que atender, además, a otros obstáculos, que pueden dificultar la nadie podía salvarse sin creer en ellos (IV, c.I-VII), con las lógicas excepcio-
evangelización y que, de hecho, la habían frenado: el pésimo ejemplo de los nes de los indios viejos y los moribundos, que no podían ser catequizados
españoles, las molestias que los neófitos sufren de sus connaturales (curacas, con tanto detalle.
caciques y, sobre todo, hechiceros) y el profundo arraigo que tienen las
Sobre la administración de los sacramentos, recomendaba Acosta una
antiguas costumbres. Como se puede comprobar, son obstáculos que ya
preparación prebautismal de un año de duración por lo menos, salvo en
habían sido señalados al comienzo por Ramón Pane. Por ello, Acosta reco-
peligro de muerte (Pane había esperado hasta dos años); se adhería a la tesis
mienda: «Hay que retenerlos durante mucho y largo tiempo, a fin de que
de Tomás de Aquino sobre la ilicitud de bautizar a los niños contra la
entiendan lo que profesan, abandonen la vieja costumbre de la idolatría y se
voluntad de sus padres, incluso en peligro de muerte de los pequeños; se
revistan de nuevas costumbres» (II, c.XVIII, n.3). Una vez más, y como ya
lamentaba de que se apartase a los indios del sacramento de la comunión
vimos en la Relación de Pane, se prefiere esperar prudentemente, antes del
(siguiendo en esto al I límense) y pugnaba para que se les confesase con la
bautismo, y se insta a prestar una gran atención a los recién bautizados, para
debida frecuencia, e insistía en que se les confirmase. En cambio, no era
evitar que se pierda el esfuerzo evangelizados
partidario de la ordenación de indios ni de mestizos.
2) Idoneidad de los ministros. Supuesta la universal llamada a la salva-
ción, Acosta pasa revista a las condiciones de idoneidad de los misioneros.
Interesa destacar aquí el capítulo que dedica a la ciencia de los ministros: «de V. LAS SÍNTESIS MISIONOLOGICAS DEL III LÍMENSE
ciencia debe tener el nivel y medida que comúnmente se cree oportuna» (IV, Y DEL III MEXICANO
c.X, n.2). Concretamente, debe conocer el Catecismo tridentino, los rituales
para la administración de los sacramentos, los pecados reservados, los privi- A) El III Concilio provincial límense (1582-83)
legios concedidos por los sumos pontífices a los neófitos y «demás cosas por
el estilo». Debe, por último, estar bien informado sobre las costumbres Fue convocado el III Concilio límense por el arzobispo Toribio de
religiosas de los indios, así como también tener un conocimiento suficiente Mogrovejo, en 1581, de común acuerdo con el virrey Martín Enríquez de
de su lengua. Este programa de formación sacerdotal pasaría, pocos años Almansa. Se abrió el 15 de agosto de 1582 y se cerró el 13 de octubre de
después, a los instrumentos pastorales del III Concilio límense. 1583. No es quizá el momento de ponderar la trascendencia de este Concilio
para la evangelización del virreinato peruano, y aun del resto de Hispano-
Acosta recuerda la necesidad de que el Nuevo Orbe cuente con buenos
américa, pues ha estado vigente hasta el Concilio plenario de 1899, celebra-
teólogos. En esto se revela, una vez más, la perspicacia del hombre de
do en Roma. Bastará, pues, que demos noticia de las decisiones más impor-
gobierno, que prevé las dificultades más allá de los problemas diarios. Son
tantes adoptadas en él con vistas a la evangelización de aquel vasto continen-
tres las razones alegadas por Acosta: 1.°, porque la doctrina teológica es muy
te sureño.
necesaria para desarraigar completamente los viejos errores y defender la
nueva religión; 2.°, porque en el Nuevo Orbe habrá asuntos nuevos, costum- Este Concilio, como ha probado Antonio García ofreciendo completos
bres nuevas, leyes, contratos y, en fin, formas de vida todas muy distintas: «si cuadros estadísticos comparativos, expresa bien a las claras la tradición de
562 P.III. La Iglesia misional C.30. Métodos de catequización 563

los Concilios I y II limenses y los puntos de vista del P. José de Acosta, disciplinares tridentinos a la Nueva España. Fue, desde luego, el más com-
presente en él como destacado teólogo. A su vez, estas tradiciones misiono- pleto de los tenidos en el hemisferio norte, y su influencia resultó trascen-
lógicas son tributarias, en buena medida, de la Instrucción de Jerónimo de dental durante casi doscientos años, hasta la celebración del IV Concilio,
Loaysa. Se propone, «siguiendo los vestigios del Concilio de Trento, publi- que tuvo lugar en 1771. Por inspiración de Hinojosa, aprobó la elaboración
car un catecismo peculiar para toda esta provincia» (ses.II, c.III). Perseguía, de un catecismo único y universal, breve y sencillo, que no llegó a publicarse,
pues, implantar un catecismo único en tres niveles (cartilla, doctrina breve y quizá porque ya estaban impresos los instrumentos pastorales del III límen-
catecismo por sermones), traducido a las dos lenguas principales del Incario: se, que pudieron ser conocidos en México a finales de la primavera de 1586,
el quechua y el aymará. cuando Acosta pasó por allí camino de la metrópoli. «Pero -y es importante
Determinó, además, que todos los cristianos adultos supieran los princi- recordarlo aquí- no era su ánimo prohibir el catecismo hecho con autoridad
pales misterios de la fe (símbolo), el decálogo, los sacramentos y la oración del Sumo Pontífice» (1.1, t.I, c.III), en clara referencia al Catecismo de San
dominical, hasta el extremo de que prohibió bautizar a un adulto que no Pío V.
supiese de memoria al menos el credo y el padrenuestro. A los indios muy Estableció, entre otras disposiciones, que los párrocos y curas predica-
torpes y a los viejos se les había de exigir, al menos, aprender «que hay un sen -según el decreto tridentino- al menos los domingos y fiestas solemnes,
solo Dios autor de todas la cosas, que premia con la vida eterna a los que a siguiendo los siguientes criterios (1.1, t.I, c.II): la Sagrada Escritura debía
él se acercan y que en el otro siglo castiga con suplicios eternos a los malos interpretarse conforme al sentido de la Iglesia, los misterios de la fe debían
y rebeldes. Que este mismo Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo (...). Ade- ser propuestos tomando pie del Evangelio, debían dejarse de lado las cues-
más, que el Hijo de Dios, para reparar la salvación de los hombres, se hizo tiones vanas e inútiles, debía exhortarse al pueblo a obedecer a sus superio-
hombre de la Virgen María (...). Finalmente, que ninguno puede salvarse si res, se recomendaba cautela al reprender los vicios, sin señalar a nadie, y se
no cree en Jesucristo y, arrepentido de sus pecados, recibe los sacramentos, insistía en el valor testimonial del ejemplo de los ministros sagrados.
el del bautismo si es infiel y el de la confesión si ha pecado después» (ses.II, La «cartilla» debía enseñarse a los indios todos los domingos de Advien-
c.IV). Aquí se aprecia con toda claridad la intervención de Acosta al señalar to y desde septuagésima hasta el domingo de Pasión, de memoria y fuera de
la necesidad de creer en la Trinidad Beatísima, en Jesucristo y en la Iglesia la misa. La «doctrina breve», equivalente al segundo grado de la catequesis,
para poderse salvar. no debía memorizarse, sino explicarse todos los domingos durante una
Estableció también el III límense que los indios aprendieran las princi- hora. A los españoles, negros y mulatos, y chichimecas (!) se debía enseñar en
pales oraciones en su propia lengua, no en latín, y sólo subsidiariamente en castellano; a los demás indios, en cambio, en su lengua nativa (1.1, t.I, c.III).
castellano. También los maestros tenían que enseñar la doctrina, junto con los rudi-
También legisló que no se negase a los indios, por principio, la comu- mentos de las letras. Los adultos no podían ser admitidos al bautismo si
nión eucarística (ses.II, c.XX). Aprobó, asimismo, que no se apartara de las desconocían, en su lengua, el padrenuestro, credo y decálogo. No se debía
órdenes sagradas a nadie por razones estrictamente étnicas (ses.II, c.XXX- admitir al matrimonio a ningún español, indio o esclavo que ignorase las
XXXIII). Y ordenó, finalmente, a las autoridades civiles que los indios principales oraciones: credo, decálogo, mandamientos de la Iglesia, los sa-
fuesen separados de los adivinos y hechiceros de sus antiguas religiones, cramentos y los siete pecados capitales. Los niños debían ser bautizados
incluso recomendando que éstos fuesen encerrados de por vida (ses.II, antes de los nueve días. Los bautismos solemnes debían celebrarse en la
c.XLII). Resurrección del Señor y en Pentecostés.
Otras indicaciones de carácter pastoral se referían a las fiestas de los
B) El III Concilio provincial mexicano (1585) indios, intentando evitar los fenómenos de yuxtaposición religiosa que se
Presidido por don Pedro Moya de Contreras, arzobispo de México, dio habían presentado con ocasión de las diversiones de los naturales. También
comienzo el 20 de enero de 1585 el III Concilio mexicano. Estaban presen- se amonestaba a los gobernadores a que arrasasen enteramente los cues y
tes, además de los prelados de aquella provincia eclesiástica, varios teólogos demás lugares de culto y a que destruyesen todos los ídolos que se conserva-
de gran nombre, catedráticos de la Real y Pontificia Universidad de México: sen en las casas particulares.
fray Pedro de Pravia, fray Melchor de los Reyes, el doctor Fernando de
Hinojosa y fray Bartolomé de Ledesma, ahora obispo de Oaxaca y antes
VI. RASGOS GENERALES DE LA POSTERIOR CATEQUESIS
catedrático de Prima de Teología. Este ilustre eclesiástico había participado AMERICANA
en el III Concilio límense y puede considerarse como el puente entre los
planes pastorales de aquel Concilio límense y de este otro mexicano. Tam- Superada la etapa de la «evangelización fundante», es decir, a partir de
bién intervinieron, presentando pareceres de distinto tipo, otros teólogos, finales del siglo XVI, la catequesis de los neófitos, tomada en su conjunto y sin
como Pedro de Agurto, Juan de Contreras, Juan Adriano, etc. más limitaciones geográficas y cronológicas que las de la propia evangeliza-
Se propuso el III mexicano la aplicación de los principios doctrinales y ción, revistió dos formas, sucesivas en el tiempo y complementarias en
564 P.III. La Iglesia misional C.30. Métodos de catequización 565
cuanto al contenido: la catequesis rudimentaria y la catequesis sistemática. A) Circunstancias externas de la catequesis
La rudimentaria consistió en proporcionar a los nativos una idea del
cristianismo solamente inicial, y más o menos aproximada, ante la imposibili- Superados los factores que dieron lugar a la transitoria catequización
dad en ese momento de instruirlos adecuadamente en él, pero con la espe- rudimentaria, la enseñanza del cristianismo bajo la forma que hemos deno-
ranza de perfeccionar esa enseñanza embrionaria en su momento oportuno. minado de catequización sistematizada se llevó a cabo con una sorprendente
Se trata, por lo mismo, de un método de carácter transitorio, de duración uniformidad en lo que se refiere a sus circunstancias externas en toda
limitada e impuesto por las circunstancias. América y durante toda la época de la evangelización anterior a la indepen-
Los misioneros americanos se vieron obligados a recurrir a este tipo de dencia.
catequización, por sí mismos o por medio de intérpretes, en tres circunstan- El lugar era normalmente la pequeña iglesia que se edificaba como uno
cias distintas. de los primeros pasos para la evangelización, alguna dependencia de la
En primer lugar, al encontrarse a su llegada a un nuevo territorio con misma o alguna dependencia de los conventos, lugares sustituidos por la
enfermos que se hallaban en peligro de muerte, a los que en todas partes se plaza pública cuando la aglomeración de indios, la falta de iglesia o el
procuraba bautizar antes de que muriesen si sus familiares lo permitían. La ambiente sofocante del trópico así lo aconsejaban. La norma general, en
permisión o la negativa solía estar en relación con la mayor o menor disposi- ocasiones objeto de preceptos eclesiásticos, era que por razones de decoro
ción inicial de los familiares del enfermo hacia el cristianismo. el lugar de la catequesis estuviera conforme con la alta dignidad del cristia-
La segunda circunstancia coincidió con el período de tiempo compren- nismo, a fin de que los indios aprendieran a estimarlo.
dido entre la llegada del misionero a un nuevo territorio y su aprendizaje del En cuanto al tiempo, también fue costumbre general que a los niños se
idioma nativo. Hasta que no llegó a dominar la lengua de los indios, el les catequizase diariamente, incluso mañana y tarde. Tratándose de adultos,
misionero tuvo que recurrir a intérpretes o a representaciones más o menos se procuraba impartirles una enseñanza intensa: cuando se podía, diaria y
exactas (en muchos casos gráficas) de lo que quería exponer. A este tipo de preferiblemente por la mañana, antes de salir al trabajo, en los primeros
representaciones y a este momento concreto de la catequización es al que tiempos de su contacto con el cristianismo, para luego ir disminuyendo en
pertenecen, por ejemplo, los célebres y mal llamados catecismos en jeroglífi- intensidad conforme avanzaban en sus conocimientos. De todos modos, la
co (hoy denominados catecismos en pictogramas), utilizados en los primeros catequesis solía ser obligatoria los domingos y días festivos, como mínimo, y
momentos de la evangelización mexicana, así como la enseñanza de las en ocasiones otros tres días más a la semana.
oraciones, no del contenido del cristianismo, en latín. La enseñanza era mixta, en el sentido de que asistían a la catequesis los
Evidentemente, tanto la enseñanza por medio de intérpretes como la hombres y las mujeres, aunque ocupaban lugares separados. Los niños
exposición del cristianismo a base de gestos y representaciones gráficas, así aparecen en ocasiones asistiendo a ella con los adultos, mientras que en
como el aprendizaje de las oraciones en latín, dejaba mucho que desear, y de otras lo hacen independientemente.
hecho han sido objeto de sarcasmos, pero se trata de deficiencias que, por Cuando, cristianizado ya el grueso de un poblado, se establecían en él
circunstanciales y transitorias, carecen de la gravedad que parecen entrañar nuevos indios todavía gentiles, éstos compartían con los ya cristianos el
a primera vista. Debido a la ya aludida política del aprendizaje de los idiomas aprendizaje del catecismo, pero luego recibían aparte una instrucción que
nativos por parte de los misioneros, esta enseñanza rudimentaria sólo duró los demás ya no necesitaban.
el poco tiempo que los evangelizadores tardaban en dominar la lengua. Para que los indígenas no la considerasen cosa baladí, la catequesis se
La tercera circunstancia en la que se practicó este tipo de catequización solía rodear de la máxima solemnidad. Se rezaban o entonaban cantos religio-
fue la etapa anterior a la reducción o congregación de los indios en pobla- sos al comienzo y final de la misma; el misionero o el catequista que lo suplía
dos. Durante este lapso, cuya duración era muy variable, los indios gozaban adoptaban posturas solemnes y, si el lugar era abierto, se colocaba en el
de libertad para escuchar o no al misionero, por lo que éste no podía centro una cruz que se entronizaba a diario solemnemente.
implantar una catequización sistemática y profunda.
La asistencia era obligatoria y estaba vigilada por los indios fiscales. Las
A esta etapa pertenecen las clásicas representaciones en las que se nos ausencias injustificadas se sancionaban con castigos que podían variar entre
muestra al evangelizados de pie o sentado en el suelo, al aire libre, predican- un simple fruncimiento del ceño por parte del misionero o en hacerle más
do a indios armados con flechas, como hace Diego de Valadés, o los relatos preguntas que a los demás, hasta hacerle salir públicamente del grupo o
en los que se nos dice que los nativos sólo acudían a escuchar al misionero aplicarle por medio de otros indios una tanda de azotes, normalmente media
mientras éste disponía de comida o de regalos para obsequiarlos. docena.
El método desaparecía con la concentración de los indios en poblados, El catequista nato era el misionero, quien durante su ausencia para
señal inequívoca de que querían ser evangelizados, porque desde ese mo- atender otros poblados o por enfermedad era sustituido por uno de los
mento se establecía el método de la catequización sistemática. indios especialmente preparados para este cometido, cuya labor solía consis-
A esta última es a la que nos referiremos en adelante. tir no tanto en explicar la doctrina cuanto en exigir el catecismo de memo-
566 P.HI. La Iglesia misional C.30. Métodos de catequización 567

ria. La historia de las misiones no escatima elogios a la inestimable ayuda de potencias del alma, dones y frutos del Espíritu Santo, bienaventuranzas y
estos auxiliares del misionero. novísimos, a lo que algunos textos añadían y otros omitían la oración del
Del idioma utilizado en la catequesis ya se ha hablado en el capítulo 27. ángel de la guarda, el acto de contrición, los sacramentales, etc., e incluso la
bendición de la mesa, las dotes del cuerpo resucitado, el «Alabado» y hasta
B) Contenido de la enseñanza los misterios del rosario. En cambio, los catecismos no solían ser más que un
Fuera de casos especiales, lo normal fue enseñarles a los indígenas todo compendio de lo fundamental del cristianismo en forma de preguntas y
el contenido de la religión cristiana, sin eludir siquiera unos misterios tan respuestas. Por su parte, las doctrinas explicadas o largas eran una amplia-
difíciles de explicar como el de la Eucaristía o la Trinidad o preceptos tan ción de las breves. Con el tiempo, todas estas denominaciones terminaron
ingratos para los indios como la prohibición de las borracheras y la poli- por confluir, debido a la influencia del P. Juan Martínez de Ripalda, en la
gamia. única de catecismos, breves o explicados, de manera que los primeros agrupa-
ban las cartillas, doctrinas y catecismos del siglo xvi, como sucede actualmente.
Las excepciones en este punto las constituyeron aquellos casos aislados
A pesar de ello, y por vía de ejemplo, en 1758 aún nos encontramos en
en los que, sobre todo tratándose de la poligamia, se prefirió aplazar su
México con una Doctrina pequeña, del jesuíta Ignacio de Paredes, que en
explicación y exigencia para el momento en el que los indígenas estuvieran
realidad equivale a una doctrina-catecismo del siglo XVI.
ya más capacitados para comprenderla y practicarla, o aquellos otros en los
que no se explicaba el sacramento del Orden sacerdotal porque se partía del Puesto que cada idioma indígena necesitaba su propio manual de
principio de que los nativos no iban a recibirlo, hecho este último que se dio aprendizaje del cristianismo, el número de estos catecismos y doctrinas hay
en las misiones franciscanas de Píritu (Venezuela) en los siglos XVII y XVIII. que calcularlo por el de las lenguas o dialectos distintos, pero con la circuns-
En esta enseñanza se distinguió siempre entre la prebautismal y la tancia de que las grandes lenguas americanas, como el náhuatl y el quechua,
posbautismal. llegaron a disponer de varios, hecho que en varias ocasiones se procuró
La primera, cuya duración estableció el primer concilio de Lima evitar para no desorientar a los indígenas con textos sólo aparentemente
(1551-52) en treinta días como mínimo, no obedeció en realidad a ninguna distintos.
norma de tiempo, sino a criterios de preparación. Su contenido, en el caso Así, y sólo a modo de ejemplo, el primer concilio de Lima (1551-52)
de los adultos, se restringía a las verdades cristianas fundamentales, es decir, aprobó su propia cartilla, aunque permitió también usar, por su difusión,
a lo necesario para recibir el sacramento. Pocas son las veces en las que se otra «cartilla y ciertos coloquios en quechua», mientras que el segundo
nos concreta cuáles eran en realidad estas verdades fundamentales, pero de concilio de esa misma ciudad (1567-68) ordenó que cada obispo obligara a
lo que no hay duda es que los misioneros gozaron en este aspecto de cierta elaborar el catecismo que se debería usar en su propia diócesis. El sínodo de
libertad de criterio, hasta el punto de que, sobre todo en el México de Asunción de 1603 impuso como obligatorio el catecismo del franciscano
mediados del siglo XVI, unos consideraban suficiente lo que a otros no les Luis de Bolaños, mientras que a los franciscanos de Chillan (Chile) se les
parecía tal. La enseñanza posbautismal se encargaba de ir completando y ordenó en 1758 utilizar un catecismo antiguo manuscrito «por ser más
ampliando los rudimentos aprendidos antes del bautismo. inteligible y sucinto que el del P. Fabres». En 1776 se elogia el Catecismo en
Aunque no siempre sucedió así, todo parece indicar que la instrucción lengua zapoteca, del dominico Leonardo Levanto, por su utilidad para uni-
prebautismal coincidía en términos generales con el aprendizaje de memo- formar la enseñanza de la doctrina en esa lengua mexicana.
ria y la comprensión del contenido de las cartillas, catecismos y doctrinas En la explicación detallada del cristianismo, al no tenerse que atener a
breves, mientras que la posbautismal abarcaba una explicación más detalla- textos concretos, los misioneros gozaron de mayor libertad de iniciativa.
da del cristianismo, la cual revistió dos formas: la propiamente catequética, Para dar facilidades a su labor, e incluso para que los nativos ya alfabetizados
tal como la reflejan las doctrinas o catecismos explicados, junto con los restan- profundizaran en sus conocimientos por medio de la lectura, dispusieron de
tes tratados de índole catequética, y la de carácter homilético o predicación. una especie de guías denominadas también doctrinas y catecismos ampliados,
Los catecismos, cartillas y doctrinas breves eran compendios de la doctrina así como explicaciones de la doctrina cristiana, pláticas doctrinales, etc., redacta-
cristiana redactados en la lengua propia de los indios, existentes en todas las das unas veces en español, otras en español y en la respectiva lengua indíge-
misiones, muchas veces impresos y destinados a ser aprendidos de memoria. na al mismo tiempo y, las menos, sólo en esta última. Su número no fue,
Su elaboración era tan cuidadosa, que frecuentemente es fácil encontrar en lógicamente, tan elevado como el de los anteriores, pero a cambio su conte-
ellos anotaciones donde el autor explica cómo se deben pronunciar determi- nido es mucho más amplio y variado, ya que cada autor adopta su propio
nadas palabras o por qué utiliza un término y no otro. orden de exposición; los criterios de amplitud son siempre distintos y la
En el siglo XVI las cartillas y doctrinas breves solían incluir las oraciones riqueza de pensamiento, así como los recursos utilizados para hacerlo más
principales (señal de la cruz, padrenuestro, avemaria, salve), artículos de la diáfano, varían mucho de unos a otros.
fe, preceptos del decálogo y de la Iglesia, sacramentos, obras de misericor- Complemento de estos manuales catequísticos eran las obras que versa-
dia, pecados y virtudes capitales, sentidos corporales, virtudes teologales, ban sobre puntos concretos del cristianismo, como los Confessionarios, los
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568 P.III. La Iglesia misional
Sermonarios (entre los q u e destaca el d e n o m i n a d o Tercero Catecismo de Lima,
d e 1583) y las explicaciones d e los sacramentos.
La catequesis p r o p i a m e n t e dicha se perfeccionaba con la predicación NOTA BIBLIOGRÁFICA
d u r a n t e la misa u homilía, obligatoria e n los días festivos.

C) Características de la e x p o s i c i ó n Juntas eclesiásticas y Concilios provinciales


Véase el capítulo 10.
La enseñanza del catecismo o doctrina breve r e ú n e c u a t r o características
p r o p i a s , las tres p r i m e r a s d e las cuales n o se d a n e n las doctrinas o catecismos Juan Focher y José de Acosta
amplios: el texto se a p r e n d í a d e m e m o r i a , se rezaba, se cantaba y frecuente- Véase el capítulo 21.
m e n t e se ilustraba con gráficos, dibujos o estampas.
La memorización solía r e p r e s e n t a r u n a v e r d a d e r a odisea p a r a los adul- Instrumentos catequéticos: Bibliografía
tos, quienes sólo conseguían r e t e n e r l o a base d e r e p e t i r l o y a y u d á n d o s e e n F. CAMPO DEL POZO, «Catecismos agustinianos utilizados en Hispanoamérica»:
ocasiones con piedrecitas o lazos d e colores, c o m o n o s c u e n t a n los p r i m e r o s Estudio Agustiniano 23 (Valladolid, 1988), 170-175; J. CASTRILLO, Catecismos peruanos
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franciscanos d e México d e sus neófitos. La c o s t u m b r e del r e z o estribaba e n mitidas por los franciscanos del siglo xvi», en Actas del II Congreso Internacional sobre
q u e este aprendizaje n o e r a c o n s i d e r a d o solamente c o m o u n a clase teórica, los franciscanos en el Nuevo Mundo (Madrid, 1988), 485-572; Catecismos y métodos
sino también c o m o u n acto d e oración, hasta el p u n t o d e q u e los misioneros evangelizadores en el siglo XVI (León, México, 1979); D. ECHABIDE, «Catecismos misio-
a c o s t u m b r a n a h a b l a r d e «rezar la doctrina». El c a n t o consistía e n a d a p t a r el neros jesuítas en las misiones del Patronato»: España Misionera 8 (Madrid, 1951),
16-39; M. I. GONZÁLEZ DEL CAMPO, «Cartillas de la Doctrina Cristiana impresas por la
t e x t o a u n a melodía p o p u l a r («canto llano y gracioso»), española o indígena, catedral de Valladolid y enviadas a América desde 1583», en J. I. SARANYANA y otros,
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trabajo. Las ilustraciones gráficas, manuscritas o impresas, constituyeron u n ESPINEL y R. HERNÁNDEZ, Colón en Salamanca. Los dominicos (Salamanca, 1988),
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r e c u r s o t a n t o e n la explicación breve c o m o e n la amplia d e la d o c t r i n a nas en las bibliotecas de Madrid», en Actas del II Congreso sobre los franciscanos,
cristiana. 573-588; ID., «Catecismos, sermonarios... de los dominicos en las bibliotecas españo-
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me, clara hasta la diafanidad, afirmativa, afectuosa y reiterativa. (Braga, 1986), 113-172, y Derecho canónico y Pastoral en los descubrimientos luso-españo-
Sencilla e n palabras y c o n c e p t o s , evitando t o d o p r u r i t o d e p r o f u n d i d a d , les y perspectivas actuales (Salamanca, 1989), 113-172; ID., «Alfabetización y catequesis
hasta el p u n t o d e q u e - c o m o dice algún m i s i o n e r o - lo mismo p u d i e r a en España y América durante el siglo xvi», en SARANYANA, Evangelización y teología,
238-263; ID., «Alfabetización y catequesis franciscana en América durante el siglo
e n s e ñ a r la d o c t r i n a u n s a c e r d o t e q u e u n h e r m a n o lego o coadjutor. Unifor- xvi», en Actas del II Congreso sobre los Franciscanos, 589-648; L. RESINES, «Catecismos
me, e n el doble sentido d e q u e t o d o s los misioneros e n s e ñ a r a n d e m a n e r a americanos de religiosos agustinos en el siglo XVI», en Agustinos en América y Filipinas.
similar a u n o s mismos indios y d e q u e cada evangelizador observara siempre Actas del Congreso Internacional. (Valladolid, 1990), 503-524; J. I. SARANYANA, «Cate-
las mismas pautas e idéntico lenguaje p a r a evitar el peligro d e q u e los nativos cismos hispanoamericanos del siglo xvi»: Scripta Theologica 18 (Pamplona, 1986),
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a p r e c i a r a n contradicciones d o n d e sólo había diferencias externas. Buenos Aires 4 (Buenos Aires, 1982), 3-80.
Clara, d e m a n e r a q u e los oyentes percibieran c o n nitidez lo q u e se les
e n s e ñ a b a , p a r a lo cual se debían valer lo más posible d e c o m p a r a c i o n e s o Ediciones modernas de fuentes catequéticas
semejanzas t o m a d a s d e la vida diaria d e los indígenas. Afirmativa, e n el
J. CORTÉS CASTELLANOS, El catecismo en pictogramas de Fray Pedro de Gante (Ma-
sentido d e aseverar c o n a u t o r i d a d y firmeza, excluyendo t o d a sensación d e drid, 1987); Doctrina Christiana en lengua española y mexicana, por los religiosos de la
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das q u e n o fueran las q u e surgieran d e los p r o p i o s indios. Afectuosa, e n el cristiana para instrucción e información de los indios por manera de historia, ed. facsímil
sentido d e hablar a los oyentes con cariño, c o m o los p a d r e s a los hijos, (Ciudad Trujillo, 1945); Doctrina cristianay Catecismo para instrucción de los indios (del
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sobre la doctrina... Instrucción de la orden que se hade tener en la doctrina de los naturales
570 P.III. La Iglesia misional C.30. Métodos de catequización 571

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septuagésimo aniversario (Pamplona, 1988), 567-594; A. DE ZABALLA, Transcultura-
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Instrumentos catequéticos concretos


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fray Juan de Zumárraga (1547)», en SARANYANA, Evangelización y teología II, 887-910;
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otros, Inculturación del indio (Madrid, 1988), 201-262; R. BORIA, «Un esquema de
sermón postbautismal predicado a los indígenas del Caribe hacia 1520»: Liturgia 37
(Madrid, 1946), 321-382; M. G. CRESPO PONCE, Estudio histórico-teológico de la «Doctri-
na cristiana para instrucción e información de los indios por manera de historia» de fray
Pedro de Córdoba (f 1521) (Pamplona, 1988); J. G. DURAN, «El catecismo de fray Juan
de la Anunciación, OSA (1577). Un aporte de la misionología agustiniana a la evange-
CAPÍTULO 31

MÉTODOS DE PERSUASIÓN

Por PEDRO BORGES

El que la fe sea obra de la gracia no eximió a los misioneros americanos


de la obligación de poner de su parte todos los medios posibles para que los
indígenas se persuadieran de la verdad de lo que les enseñaban.
Estos medios o métodos de persuasión fueron de muy diversa índole y,
por supuesto, simultáneos, por lo que aquí se seguirá en su exposición un
orden puramente lógico.

I. LA CAPTACIÓN DE LA BENEVOLENCIA

Los evangelizadores americanos fueron siempre conscientes, y así lo


consignan ellos mismos de una manera expresa, de que los indígenas no les
escucharían ni prestarían ninguna fe a sus palabras si primero no les cobra-
ban afecto.
Esta necesidad fue más imperiosa en el siglo XVI que en las épocas
restantes, por el peligro de que los nativos extendieran a los misioneros su
posible desafecto a los conquistadores y encomenderos. Sin embargo, esta
captación de la benevolencia constituyó un requisito que siempre estuvo
vigente. Como decía en 1655, en Venezuela, el capuchino Lorenzo de
Magallón, «es cosa constante que ayuda mucho a creer los misterios de
nuestra santa fe al infiel la afección, amor y buen concepto que el que ha de
convertir tiene al ministro evangélico que le predica y enseña».
Persuadidos de este hecho, al iniciar en 1524 sus conversaciones o
coloquios con los caciques de la ciudad, los denominados Doce Apóstoles
franciscanos de México lo primero que hicieron fue tratar de despertar la
simpatía de sus oyentes, ponderándoles la lejanía de las tierras de las que
procedían y las dificultades que habían tenido que soportar para llegar hasta
ellos. Fue un recurso en cuya conveniencia insistía en 1741, en el Orinoco,
el jesuita José Gumilla, quien añade que a nativos tan apegados a su tierra
como los que él evangelizaba «estas razones... les hacen gravísima fuerza y
producen muy buenos efectos».
Tras esta o similar presentación inicial, los evangelizadores trataron de
captarse el afecto o benevolencia de los nativos, evitando todo cuanto pudie-
ra malquistarlos con su persona o haciendo cuanto pudiera ganarles su
simpatía.
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574 P.III. La Iglesia misional C. 31. Métodos de persuasión 575
Desde el primer punto de vista descuella el interés que se puso en que para salvar a los hombres; a los santos, como hermanos de los hombres que
los misioneros apareciesen como personas distintas de los conquistadores, desde el cielo se preocupan por ellos, y al paraíso, como un lugar donde los
de los encomenderos y, en general, de los simples cristianos o «españoles», elegidos disfrutan de la agradable compañía de ese Padre y de esos her-
para que los indígenas no los identificaran con quienes tal vez estuvieran manos.
resentidos. A ello obedece, por ejemplo, el que en 1526 se ordenara que no Es tal el esfuerzo por destacar estos aspectos atractivos del cristianismo,
acompañaran a los conquistadores sino capellanes intachables; el que en que casi puede decirse que los misioneros incurren en una especie de antro-
1541, 1542, 1582-83 y 1597 se pusieran serias trabas a la participación de pomorfismo religioso, lo que no les impide que simultáneamente describan
sacerdotes en las expediciones armadas, así como el que los propios misione- con vivos colores las penas del infierno para apartar a los indígenas del
ros se esforzaran expresamente en sus conversaciones y predicación en dejar pecado. Ello a pesar de que, como sucedía en la misión boliviana de Moxos
perfectamente claro que ellos no eran como los restantes españoles. hacia 1670, algunos indios, al oír hablar de las penas eternas, le decían al
A este mismo propósito obedecen las numerosas disposiciones en el misionero: «Calla, que ya tengo miedo», lo que ocurría también en la Florida
sentido de que los evangelizadores administraran gratuitamente los sacra- en 1569.
mentos, que no obligaran a los nativos a que les sirvieran o a que les En cambio, en lo que apenas insisten las Doctrinas es en la belleza de la
cultivasen gratuitamente la parcela de la misión, que no tuvieran consigo moral cristiana, a sabiendas de que era difícil que los indígenas la captaran
parientes, huéspedes o cabalgaduras cuyo sustento pudiera recaer sobre los o la supieran apreciar. Lo más que pudo hacerse con una moral como la
indígenas y que, si llegaba el momento de tener que castigar a estos últimos, cristiana, ya de por sí difícil de cumplir, fue, por una parte, afear los vicios
no lo hicieran personalmente. contrarios a ella, sobre todo el de la embriaguez, y por otra, disimular hasta
Este mismo objetivo fue el que se perseguía con el precepto de que los cierto punto (aunque al parecer en pocas ocasiones) con prácticas como la
misioneros se abstuvieran de cobrar los tributos, acción que en 1730 se les poligamia.
prohibió a los capuchinos de Cumaná (Venezuela) bajo excomunión y multa, En otro orden de cosas, pero con este mismo objetivo de hacer atractivo
«porque de estos ejercicios cogen los indios tedio a sus pastores, no oyen con el cristianismo, los misioneros rodearon de la máxima solemnidad la simple
gusto la doctrina y se perjudica el bien espiritual de los indios». catequesis y el culto cristiano. En todas partes y en todas las épocas hubo una
Entre los medios adoptados para despertar positivamente la simpatía de auténtica escolanía de niños indígenas que amenizaban y solemnizaban con
los nativos hacia los evangelizadores y el cristianismo destacan el trato cari- música vocal e instrumental la misa y demás actos religiosos. Por su parte, las
ñoso a los indígenas y el propósito de no impacientarse ante sus impertinen- procesiones eran muy frecuentes, y las festividades religiosas especiales,
cias infantiles, conducta esta última cuya dificultad de practicar ponen de como las de la Semana Santa, Corpus Christi o Navidad, se convertían en
relieve los propios misioneros. una auténtica explosión religiosa repleta de colorido y que -como nos dice
A esta captación de la benevolencia concurrieron también, aunque no algún misionero- superaban en solemnidad a las celebraciones de Castilla.
se realizaran expresamente con este fin, la multitud de actos que el misione- Finalmente, se procuró aliviar la disciplina eclesiástica eximiendo a los
ro ejerció en favor de los indígenas y que se resumen en lo que un francisca- nativos del pago de los diezmos, administrándoles gratuitamente los sacra-
no de México afirmaba, en 1579, con palabras aplicables a todos los tiempos mentos, no obligándoles a pagar tributo durante los primeros diez o veinte
y lugares: «los religiosos solamente son sus padres y madres, sus letrados y años (según las épocas) de evangelización y reduciéndoles desde 1537 el
procuradores, sus amparos y defensores, sus escudos y protectores, que por número de días de ayuno y abstinencia.
ellos reciben los golpes de cualquier adversidad, sus médicos y curadores así
de las llagas y enfermedades como también de los pecados y culpas que
III. LA ERRADICACIÓN DEL PAGANISMO
cometen como flacos y miserables; a ellos acuden en sus trabajos y persecu-
ciones, hambres y necesidades, y con ellos descansan llorando y quejándose Dada la incompatibilidad intrínseca entre cristianismo y paganismo, en
como los niños con sus madres». su esfuerzo por implantar el primero, los misioneros americanos se impusie-
ron la tarea de erradicar el segundo. La razón estribó en que, como decía el
II. PRESENTACIÓN ATRACTIVA DEL CRISTIANISMO Confessionario del tercer Concilio de Lima, en 1585, recogiendo una actitud
generalizada, «para sentar la doctrina del Evangelio en cualquier nación
Junto con su propia persona, los misioneros procuraron también hacer- donde se predica de nuevo del todo es necesario quitar los errores contra-
les agradable a los indígenas la doctrina que les predicaban. rios que los infieles tienen... y "mientras no les desengañaren de sus errores
Todos los modelos de predicación o Doctrinas largas que han llegado los que doctrinen, por demás es pensar que han de recibir la fe estos indios».
hasta nosotros hacen los máximos esfuerzos por presentar al Dios cristiano Para los evangelizadores, esta incompatibilidad entre ambas religiones,
bajo el aspecto casi exclusivamente de Padre excelso que amaba entrañable- que obligaba a eliminar de antemano el paganismo, se basaba en que consi-
mente a los indios; a Jesucristo, como al Hijo de Dios que vino a la tierra deraban a éste como una invasión del demonio que obstaculizaba la fe, no
576 P.III. La Iglesia misional C.31. Métodos de persuasión 577
sólo por su carácter de religión distinta y contraria al cristianismo, sino rio descender a tanto detalle y se limitaban a una refutación genérica de las
también por tratarse de un sistema contrario a la naturaleza humana, tanto concepciones religiosas de los indígenas.
por su doctrina (politeísmo) como por su moral (sacrificios humanos en Los argumentos utilizados pueden agruparse en dos clases, según que
algunas partes, poligamia, embriaguez), aspectos ambos que obligaban a estuvieran enfocados directamente a demostrar la falsedad de los dioses o
identificarlo con la barbarie. encaminados a minar los fundamentos de la religión de los nativos.
La necesidad de su eliminación era tan obvia para los misioneros que la Entre los primeros cabe recoger los basados, sorprendentemente (por
práctica no sólo se adelantó a la legislación, sino que ésta, reflejada sobre razones de autoridad), en la Sagrada Escritura, en la impotencia de los
todo en las primeras disposiciones eclesiásticas para determinados territo- dioses para defenderse a sí mismos y para liberar a sus adoradores de los
rios, fue poco relevante, por superflua, en comparación con aquélla. españoles (argumento válido para los nativos, pero no para los evangelizado-
La labor de erradicación se hizo consistir en cuatro procedimientos res), en la imposibilidad metafísica de la existencia de varios dioses (argu-
fundamentales: la refutación teórica del paganismo indígena, la anulación mento raramente esgrimido por su contenido filosófico), en la contradicción
de sus defensores los hechiceros, el socavamiento de las bases que suponía la de los atributos que los indios suponían en sus deidades y hasta en la
autoridad de los antepasados indígenas, y la supresión o destrucción de las repugnante fealdad con que los representaban. A ello añadían el socava-
manifestaciones paganas, es decir, de la idolatría. Los cuatro se pusieron en miento de la autoridad de los hechiceros y de los antepasados indígenas, del
práctica de una manera simultánea y se completaban entre sí por estar que nos ocuparemos en seguida.
íntimamente conexionados. Su grado de espectacularidad fue muy diverso Una vez afianzados los neófitos en el cristianismo, unos misioneros
(el cuarto superó con creces a los otros tres), pero no hay datos para afirmar proseguían refutando en sus predicaciones la idolatría para evitar que los
que los misioneros prestaran más atención a uno que a otro o que atendie- nuevos cristianos recayeran en ella, mientras que otros preferían silenciarla,
sen a éste para descuidar aquél, aunque a veces produzcan la impresión temerosos de esa misma recaída si se les recordaba el paganismo con motivo
errónea de que se dedicaron primordialmente a la destrucción física de las de su refutación.
manifestaciones paganas.
En teoría, la erradicación debiera haber sido una labor limitada a los B) Anulación de los hechiceros
primeros tiempos de la evangelización de un territorio, transcurridos los
cuales la región quedaba insertada en el cristianismo. Sin embargo, la concu- Como ha sucedido siempre en todas las religiones, también los indíge-
rrencia de una serie de factores originó en determinados lugares y momen- nas americanos tenían sus propios mentores religiosos, a los que lógicamen-
tos una recaída en el paganismo que obligó a los misioneros a tener que te no podía agradar la llegada de un nuevo sistema religioso que suponía su
seguir luchando contra él aun después de la conversión inicial de los indí- desaparición. De hecho, ya sabemos que estos mentores, a los que la literatu-
genas. ra misional americana les denomina indistintamente hechiceros, sortílegos o
dogmatizadores, aparecen casi siempre y en casi todos los rincones del
A) Refutación teórica Nuevo Mundo oponiendo una decidida y eficacísima resistencia a la conver-
sión de los indios.
Con sorpresa para nuestra mentalidad cartesiana, pero acomodándose Sin embargo, su labor fue solamente temporal, porque los misioneros,
perfectamente a la manera de pensar de los nativos, los misioneros america- tarde o temprano, terminaban por anularla.
nos no acostumbraron a basar la refutación teórica del paganismo en nume-
Para ello recurrieron, siempre y en todas partes, al sistema de desen-
rosos y profundos razonamientos de orden filosófico o teológico, sabedores
mascararlos ante sus seguidores, poniendo en evidencia la fragilidad de sus
de que los indígenas no los comprenderían.
asertos, el incumplimiento de sus amenazas y hasta su ignorancia personal.
Además, parece que esta refutación no experimentó ninguna evolución Se acostumbró además, sobre todo en México y Perú durante el siglo XVI y
cronológica como sistema, si bien tampoco parece haberse practicado de la comienzos del XVII, en unas ocasiones, a juzgarlos y condenarlos judicial-
misma manera en todas partes. Dejando por sentado que todos los misione- mente, en otras a castigarlos, y en unas terceras, en conformidad con lo
ros intentaron persuadir a los indios de que su paganismo era falso, parece dispuesto por los Concilios de México de 1555 y 1585 y de Lima de 1552,
que unos iniciaban la evangelización demostrando esa falsedad, mientras 1567 y 1582-83, a aislarlos en locales especiales hasta que depusieran su
que otros-preferían no tocar el tema sino después de haber cantado las oposición y estuvieran dispuestos a desdecirse públicamente de lo predicado
excelencias del Dios de los cristianos, para de esta manera evitar la posible hasta ese momento.
irritación de sus oyentes.
En los tres casos se trató de medidas adoptadas para sofocar lo que se
En cuanto al modo de demostración, nos consta de misioneros que, en consideraba como un peligro político-religioso y cuya posibilidad estribó en
su anhelo de perfeccionismo, probaban la falsedad de todos y cada uno de la previa anexión política del territorio, por lo que su aplicación es menos
los dioses de la teogonia índica, a diferencia de quienes no juzgaban necesa- frecuente a lo largo de los siglos XVII-XIX que en el siglo xvi.
•lillJÉÉIllll I
578 P.III. La Iglesia misional C.31. Métodos de persuasión 579
C) Desautorización de los antepasados indígenas dor del cristianismo e invención del demonio, del que los ídolos eran una
En cuanto teoría, la religión indígena se fundamentaba en las enseñan- representación, los templos o adoratorios su morada y los actos de culto
zas de los antepasados. Este es un punto en el que los misioneros no se prácticas demoníacas.
cansan de insistir, pese a lo cual son más bien escasos los datos que propor- Por todas estas razones de tipo religioso, los evangelizadores america-
cionan sobre su conducta en ese punto. nos hubieran procedido probablemente a la extirpación de una manera
Su labor de persuasión se centró en socavar la creencia indígena de que espontánea (y en un principio así lo hicieron), aun cuando nadie se lo
el paganismo fuera indiscutible porque lo habían practicado y se lo habían hubiera impuesto, si motivaciones de otra índole, como sucederá desde
transmitido sus mayores, para lo cual trataban de minar la autoridad de estos 1573 en adelante, no les hubieran disuadido de ello.
últimos haciéndolos aparecer ante los nativos como simples y equivocados De hecho, sin embargo, su labor extirpadora contó con el precepto y el
transmisores de un error a quienes los imitaban. respaldo de las leyes, tanto eclesiásticas como civiles.
En la argumentación de los misioneros, tal como se refleja en las Doctri- Las primeras abundan sobre todo en las juntas eclesiásticas, sínodos
nas y restantes documentos similares, no es que estos antepasados, a diferen- diocesanos y concilios provinciales de carácter misional, principalmente en
cia de los hechiceros, obraran con mala voluntad o a sabiendas de lo que los del siglo XVI, así como en la legislación propia de cada Orden misionera.
hacían. Si transmitieron sus errores fue «porque sabían poco y eran como De las segundas son una muestra las recogidas sintéticamente en la
niños ante el saber de Dios» (Tercero Catecismo de Lima, 1583) o porque, Recopilación de leyes de los Reinos de las Indias, de 1681. Este código legislati-
ignorantes de las Sagradas Escrituras, «se dejaron engañar de diversos erro- vo, compendio de lo legislado hasta entonces y norma para lo venidero,
res de los demonios vuestros enemigos» (B. de Sahagún). ordena a las autoridades que «pongan mucho cuidado en procurar se des-
La prueba de todo ello estribaba en la falsedad de todos y cada uno de arraiguen las idolatrías de entre los indios, dando para ello el favor y ayuda
los principios de la religión transmitida y en que era precisamente la equivo- conveniente» a los eclesiásticos, así como que destruyeran o mandaran des-
cación en que vivían los indígenas lo que había inducido a los evangelizado- truir los templos y adoratorios paganos y que prohibieran bajo penas los
res, más sabios que los ancestros de los indios, a llegarse hasta los nativos sacrificios humanos, la antropofagia y todas las prácticas contrarias a la ley
para desengañarlos de ese error heredado de sus mayores. natural y al cristianismo (libro 1, tít. 1, leyes 6 y 7).
Las autoridades españolas (p. ej., las del Perú en 1639), e incluso los
simples conquistadores y pobladores, participaron de hecho en esta destruc-
IV. LA «EXTIRPACIÓN DE LA IDOLATRÍA» ción, aunque en conjunto su labor en este sentido palidece ante las dimen-
siones de la acción de los misioneros.
La refutación teórica del paganismo, la anulación de los hechiceros y la Esta última ofreció diversas modalidades, en conformidad con los dis-
desautorización de los antepasados indígenas estuvieron acompañadas por tintos territorios y la fecha de la evangelización. De una manera general, hay
la supresión de las manifestaciones idolátricas, en el doble sentido de que los que distinguir entre lo evangelizado con anterioridad a 1525, lo abordado
misioneros (y a veces también las autoridades civiles y los colonos) no sólo desde esta fecha hasta 1550-1573, y lo cristianizado a partir de entonces y
procuraron impedir los cultos idolátricos, sino que procuraron destruir hasta la independencia de las actuales naciones hispanoamericanas.
físicamente los lugares y objetos paganos, especialmente los ídolos.
A esta destrucción es a lo que en el lenguaje del siglo XVI se le denominó A) La extirpación antes de 1525
extirpación de la idolatría, la cual constituye el aspecto más llamativo de la Es escaso lo que conocemos sobre la extirpación o destrucción de la
lucha contra el paganismo y el que ha dado lugar a más dispares interpreta- idolatría en los territorios evangelizados durante este período, que fueron
ciones. Por esta razón y porque entraña además una delicada vertiente las Antillas mayores, la región oriental de la Florida, parajes aislados del
cultural, aquí se le prestará una atención más detenida. Darién y de la actual ciudad de Panamá y diversos puntos, también aislados,
Esta supresión física de los lugares y objetos de culto pagano era, para del litoral septentrional de Colombia y Venezuela.
los evangelizadores, conveniente y necesaria al mismo tiempo. Conveniente, Los escasos testimonios conservados sobre este particular, así como la
porque unos ídolos que permitían su destrucción o la de sus templos deja- mentalidad entonces predominante, inducen a opinar que los misioneros de
ban patente (en concepto de los indígenas) una impotencia que estaba estos territorios procuraron de hecho eliminar de la vista de los indígenas los
reñida con su pretendida divinidad, razón por la cual su destrucción se lugares y objetos idolátricos, aunque ignoramos el momento, las circunstan-
convertía en un argumento contra el paganismo. Necesaria, porque los cias y las modalidades en que lo hicieron.
propios misioneros, por razones de conciencia, se veían obligados a eliminar
las manifestaciones externas de un sistema religioso como el pagano, al que B) La extirpación desde 1525 hasta 1550-1573
consideraban contrario a la ley natural por sus principios, asociado a prácti- La fecha de 1525 significa el arranque, en México, del sistema de la
cas antinaturales, como los sacrificios humanos y la poligamia, obstaculiza- destrucción de la idolatría que podemos denominar sistemático o que, por lo
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menos, así aparece en la documentación actualmente conocida. Esta des- desempeñaron una parte activa en la destrucción de las manifestaciones
trucción se vio posibilitada por la previa conquista armada de los territorios externas de un sistema religioso en el que habían dejado de creer.
en los que se practicó, conquista que se prohibió temporalmente el 31 de 2) La extirpación bajo el método posbélico. En los territorios en los que
diciembre de 1549, y de una manera definitiva en 1573, aunque esporádica- se practicó el sistema de evangelización posbélica, es decir, en los que la
mente volviera a ponerse en práctica en algunos territorios y momentos evangelización estuvo precedida por la conquista armada o por la previa
posteriores. anexión política de la región, que fueron la mayoría de los abordados
Geográficamente, se trata de territorios en los que estuvieron asentadas misionalmente durante este período, se comenzó por extirpar la idolatría
las denominadas altas culturas prehispánicas y que, en líneas generales, pública, entendiendo por tal los templos, cues (ermitas), lugares de significa-
comprendían desde Michoacán-Zacatecas-Tamaulipas hasta la región cen- do religioso, ídolos y demás objetos de culto paganos existentes a la luz del
tral de Nicaragua, junto con el litoral septentrional colombiano, la vertiente día, como algo plenamente normal dentro del sistema de vida indígena a la
occidental de los Andes (aunque con varias excepciones) hasta la Araucanía llegada de los misioneros al territorio en cuestión.
chilena y el sector norte de la actual Argentina. El comienzo de esta modalidad de extirpación tiene una fecha, unos
Misionalmente, en estos territorios predominó el sistema de evangeliza- autores y un lugar perfectamente identificados. El día 1 de enero de 1525
ción posbélica; es decir, la evangelización estuvo precedida, en general, por los franciscanos de México acordaron por unanimidad destruir total y siste-
la conquista armada, hecho que para nuestro caso es muy importante. máticamente cuanto tuviese carácter idolátrico. Para ello estos 15 religiosos
Desde el punto de vista religioso, el denominador común de todos estos se repartieron «por las provincias más populosas, derribando innumerables
territorios consistió en que en ellos se practicaba la idolatría en el grado cues y templos», ayudados por los niños indígenas que educaban en sus
máximo de intensidad y organización que llegó a adquirir en la América escuelas.
prehispánica. El paganismo era un auténtico sistema religioso, muy superior Esta es como la señal de salida, pero no todos los corredores siguieron
al simple animismo o fetichismo de otros lugares, perfectamente estructura- la misma ruta ni llegaron a idéntico destino, aunque la espectacularidad y la
do, con una auténtica red de lugares sagrados que a veces eran verdaderos celebridad de esta acción haya hecho creer muchas veces que todos los
edificios y con ídolos más o menos deformes para nuestros gustos estéticos, demás misioneros procedieron como ellos. Estos franciscanos pertenecen a
pero que consistían en verdaderas esculturas, fueran o no materialmente la tendencia de quienes creían conveniente comenzar por el derrocamiento
valiosas. de los templos e ídolos, por ver en ello el medio más eficaz de demostrar a
La extirpación de la idolatría revistió en estos territorios tres modalida- los nativos su falsedad, de vencer y humillar al demonio en su propio terreno
des distintas, según que se llevara a cabo en lugares evangelizados siguiendo y de eliminar las prácticas antinaturales, con lo que creían dejar expedito el
el método apostólico, siguiendo el método de la evangelización posbélica camino para la implantación del cristianismo. La posibilidad de llevar a cabo
(etapa de la destrucción de la idolatría pública) o siguiendo uno de los esta persuasión se vio favorecida por la doble circunstancia de contar con la
métodos pastorales (etapa de la destrucción de la idolatría oculta, de la que entonces excepcional autoridad de Hernán Cortés y de desenvolverse en
se hablará en su lugar). medio de una población aturdida y atemorizada por el estrepitoso derrum-
bamiento de su sistema político-religioso.
1) La extirpación bajo el método apostólico. Sobre los territorios evan-
gelizados mediante el sistema apostólico, evangélico o pacífico, es decir, A estos franciscanos se contraponían quienes, compartiendo por idénti-
cultivados sin la previa ni simultánea presencia de soldados, apenas se con- cas razones que ellos la convicción de que era necesario extirpar la idolatría,
servan datos. Nos consta de la existencia de este tipo de territorios, pero juzgaban más conveniente limitarse a destruirla sólo en aquellos lugares
desconocemos su número, su amplitud y, sobre todo, el proceder de los cuyos habitantes se habían convertido al cristianismo, por el bien de los
evangelizadores en lo referente a la idolatría. propios indios, según el primer Concilio de Lima (1551-52), o simultanear la
destrucción con la predicación e incluso aplazarla hasta el momento en que
Sólo cabe suponer que los misioneros eliminaron las manifestaciones
los indígenas estuvieran ya mentalizados para tolerarla, aunque no se hubie-
externas del paganismo con cierta cautela y cuando estuvieran plenamente
ran convertido aún a la religión cristiana.
seguros de que los indígenas tolerarían de buen grado la destrucción de sus
ídolos y lugares sagrados. Así induce a pensar el doble hecho de que se No estamos en condiciones de dilucidar cuál de las dos tendencias fue
trataba de misioneros decididamente contrarios a todo signo de violencia y la que predominó. Los documentos hablan con amplitud de la extirpación y
de personas totalmente desprotegidas, a las que una elemental precaución hasta la presentan con cierta dosis de exageración, por ser un hecho espec-
aconsejaba evitar todo acto que pudiese desencadenar la reacción armada tacular y constituir un timbre de gloria y de méritos para sus autores, pero,
de los nativos, contra la que no podrían defenderse. en general, no descienden a detallar cuándo precedía, acompañaba o seguía
a la predicación o conversión de los nativos. Por otro lado, y ya en el terreno
Por ello, todo hace conjeturar, a su vez, que la extirpación no tuvo lugar
de los hechos concretos, hay ejemplos de las tres clases.
hasta que los indígenas no estuvieran convertidos, lo que permite suponer
La conducta de los franciscanos de México en 1525 originó en los
fundadamente que estos últimos no sólo toleraron, sino que ellos mismos
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españoles de la antigua Tenochtitlan el temor a que los aztecas reaccionaran idolátricas, el hecho es que no siempre desaparecieron todas y que, por el
violentamente contra los destructores de sus dioses, temor corroborado por contrario, en ocasiones se eliminaron demasiadas.
la muerte de tres niños que colaboraron con los religiosos en esa tarea. No El historiador franciscano Jerónimo de Mendieta, que habla de la des-
fue el único caso que se dio, pero también es cierto que no abundan las trucción en un sentido total y absoluto, reconoce la subsistencia en la cúspi-
muertes de evangelizadores por esta causa. Lo corriente fue que los indios de de una pirámide de la ciudad de México de un enorme ídolo, cuya
no reaccionaran violentamente por una de estas cuatro razones principales magnitud desaconsejaba su derrocamiento. Por su parte, el segundo Conci-
o por todas ellas simultáneamente: porque no osaban atacar a aquellos ante lio de Lima reconocía en 1567-68 que todavía seguían incólumes en el Perú
quienes sus propios dioses se mostraban impotentes; porque la estupefac- muchos idolillos colocados en las bifurcaciones de los caminos, cuya destruc-
ción que les producía la destrucción les impedía reaccionar; por temor a la ción recomienda. Finalmente, el célebre etnólogo franciscano Bernardino
posible represalia de los españoles y (quizá lo más probable) porque los de Sahagún lamentaba, en la segunda parte del siglo XVI, que los religiosos
misioneros no dejaran de actuar con un mínimo de tacto y prudencia, es dejasen de destruir manifestaciones idolátricas que consideraban «boberías»
decir, sólo cuando las circunstancias les aconsejaran hacerlo. o «niñerías», cuando en realidad no lo eran.
De hecho, entre los obstáculos que los propios evangelizadores consig- En contrapartida, el misionólogo jesuíta José de Acosta se quejaba en
nan para suprimir las manifestaciones externas del paganismo no figuran Perú, a finales de la década de 1580, de que algunos misioneros destruyeran,
tanto la oposición de los idólatras cuanto la enorme cantidad de lugares y por creer erróneamente que eran idolátricas, representaciones pictóricas
objetos de culto que tenían que hacer desaparecer y la dificultad de atinar que, de hecho, carecían de significado religioso.
con todos ellos, pues muchos se encontraban en parajes poco menos que
inaccesibles o eran ocultados por sus adoradores. C) La extirpación desde 1550-1573 hasta 1824
La destrucción reunió una serie de notas comunes, las cuales pueden
En lo evangelizado tras la supresión de las conquistas armadas, es decir,
resumirse en que fue universal, sistemática, espectacular, despectiva, solem-
durante la mayor parte del período misional, y de los territorios cristianiza-
ne y sustitutiva.
dos hasta la independencia de las naciones americanas, la supresión de la
Universal, en el sentido de que, antes o después de haberse convertido idolatría adoptó un rumbo totalmente diverso del seguido hasta entonces.
los indígenas, la practicaron todos los misioneros conscientes de su deber en Las características del nuevo período fueron dos. En primer lugar, ya
todos los territorios a los que llegaban. Sistemática, en cuanto que la des- no se acostumbró a practicar la extirpación sin el previo consentimiento de
trucción abarcaba todas las manifestaciones idolátricas, salvo los templos los indígenas, quienes, todavía no sometidos políticamente, bastante hacían
mayores de los ídolos y las estatuillas que los indígenas guardaban en sus con permitir la presencia del misionero entre ellos, por lo que toda impru-
casas y que se negaban a entregar. Espectacular y despectiva, porque se dencia o precipitación podría resultar trágica. Además, el hecho de haber
destruía cada lugar u objeto idolátrico delante de los nativos, teatralmente y tenido que esperar para la extirpación hasta el momento en que los nativos
con desprecio, a fin de impresionar a los presentes, y en no pocas ocasiones estuvieran dispuestos a tolerarla, basados en el respeto que les merecía el
reuniendo en un lugar todos los objetos encontrados para prenderlos fuego misionero o en la desconfianza que hubieran comenzado a ofrecerles sus
irrisoria y públicamente. Solemne, porque a veces la destrucción se llevó a dioses, dio por resultado que fueran los propios indígenas los que espontá-
cabo tras la congregación de los indígenas en un lugar para que, acompa- neamente, o por indicación del respectivo evangelizador, procedieran a la
ñando al misionero, revestido de sobrepelliz, se dirigieran en procesión al destrucción de unos ídolos en los que ya habían dejado de creer.
punto donde se encontraban los adoratorios paganos, en los que se destro-
naba a los ídolos de sus pedestales. Sustitutiva, porque se tendió a sustituir La necesidad de contar con el previo consentimiento de los nativos para
estos adoratorios paganos por ermitas o simples cruces y a los ídolos por proceder a la extirpación de sus idolatrías la impuso el sistema de evangeliza-
imágenes cristianas, así como a convertir los templos en iglesias, aunque en ción imperante, salvo algunas excepciones, durante estos doscientos setenta
un segundo momento se desistió de esta práctica ante el peligro de que los años de acción misional. Ni el método de evangelización protegida, ni mu-
indígenas siguieran viendo en ellos una continuación del paganismo. cho menos el apostólico, evangélico o pacífico, garantizaban plenamente la
vida de los misioneros, por lo que éstos no podían exponerse a la posible
Los mismos misioneros, o sus historiadores, llevados de una comprensi- irritación generalizada de los infieles si se precipitaban en la supresión de las
ble tendencia a la hipérbole para resaltar lo que consideraban una hazaña o manifestaciones del paganismo. •
una labor especialmente meritoria, nos dicen haber destruido «infinitos»
Además de este motivo, también influyó la persuasión de que por razo-
ídolos o «innumerables huacas», de manera que a mediados del siglo xvi no
nes de metodología misional no convenía destruir la idolatría hasta que los
quedaba en Nueva España o el Perú vestigio ninguno de idolatría pública.
nativos estuvieran más o menos cristianizados; es un punto imposible de
Se trata, sin embargo, de afirmaciones que hay que matizar. Sin menos- afirmar o de negar, ya que no hay datos que lo corroboren en ningún
cabo de la tendencia general a la supresión de todas las manifestaciones sentido. Dado el concepto que tenían del paganismo, quizá sea lo más
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probable opinar que los evangelizadores hubieran procedido con cierta hubiera obrado mal en conciencia (y no faltan algunos reproches en este
rapidez a la destrucción si hubieran estado seguros de su impunidad. sentido) si antes o después, siguiendo un sistema u otro, no hubiera procedi-
El consentimiento de los indígenas, y con mucha mayor razón su perso- do a la extirpación, porque en este supuesto no hubiera cumplido con el
nal labor extirpadora, solía sobrevenir en el momento en que comenzaban a deber que a él mismo y a todos sus contemporáneos creían incumbirles.
persuadirse, o estaban ya plenamente convencidos, de la falsedad de sus 2) Aspecto humano de los indígenas. Desde este punto de vista, la
ídolos. Son precisamente los misioneros o sus historiadores quienes estable- extirpación puede criticarse por el peligro que encerraba de herir los senti-
cen la secuencia conversión-destrucción, presentando la segunda como mientos religiosos de los nativos o de atentar contra su derecho de pro-
efecto de la primera. piedad.
Esta circunstancia, más el hecho de que el avance geográfico de la En cuanto a lo primero, hemos visto anteriormente que esta crítica ya se
evangelización durante este prolongado período fue relativamente lento, dio también entonces, pero es necesario puntualizar que sólo tuvo, y que
convierten a la supresión de la idolatría en una labor que territorialmente se sigue teniendo, validez para lo evangelizado desde 1525 hasta 1550-1573,
fue poniendo en práctica de una manera paulatina, conforme avanzaba la aproximadamente, y sólo en aquellos casos en los que la destrucción se llevó
labor misional y conforme se iban con virtiendo los nativos. a cabo contra la voluntad de los nativos. Fuera de estos casos y de ese
Por su parte, las características religiosas de las tribus evangelizadas período no se violentó la voluntad de los indígenas ni se despreciaron sus
durante esta etapa le hicieron perder a la destrucción algunas de las caracte- sentimientos religiosos, porque no se procedió a la extirpación hasta el
rísticas propias del período comprendido entre 1525 y 1550-1573. Como es momento en que los nativos estuvieron dispuestos a tolerarla, si ya no es que
lógico, siguió siendo universal y sistemática, pero dejó de ser espectacular, ellos mismos eran incluso partidarios de la misma.
despectiva, solemne y sustitutiva, porque tratándose de sistemas religiosos Asimismo, dentro del período 1525 a 1550-1573, y sólo en los casos en
fetichistas o animistas, como eran los de estos pueblos, en muchos de ellos que se procedió contra la voluntad de los indios, la ya aludida conculcación
no existían templos ni ídolos propiamente dichos, sino simples lugares, del derecho de propiedad sobre sus manifestaciones paganas fue un plantea-
elementos y objetos de la naturaleza (árboles, ríos, montes, piedras, etc.) miento que no encontró eco, porque se consideró que la previa anexión
considerados sagrados, pero no susceptibles de destrucción. política del territorio, considerada lícita, traspasó este derecho a la Corona
española y porque se opinaba además que ese derecho indígena no existía en
D) Una apreciación de la extirpación realidad, por tratarse de la posesión de bienes en sí mismos ilícitos.
La conducta de los misioneros americanos en cuanto a extirpar la En esos mismos casos, y desde este punto de vista, la conducta de los
idolatría no representó en su momento ninguna acción inédita hasta enton- misioneros americanos es inadmisible para nuestra sensibilidad actual. Su
ces en la historia de la humanidad por lo que se refiere al comportamiento comportamiento se explica porque la mentalidad entonces predominante
de unos pueblos con otros en el terreno de lo religioso; se desarrolló en unas no era la de ahora, ni en España ni fuera de ella, de modo que los evangeliza-
circunstancias político-religiosas muy frecuentes, asimismo, en la historia de dores no podían parar mientes en algo entonces inexistente, tanto más que
las religiones; pero constituye al mismo tiempo una actuación prácticamente actuaban de ese modo para hacer un bien a los nativos que se proponían
única en la historia de las misiones católicas y, en determinados aspectos, evangelizar, aun cuando éstos no se percataran de ello. Lo sorprendente
inconcebible en el modo actual de evangelizar. hubiera sido la práctica, sólo por razones de humanidad, de una delicadeza
que no era virtud precisamente de esa época, a pesar de lo cual no dejaron
Para enjuiciarla debidamente hay que distinguir en ella cuatro vertien-
tampoco de pensar en ello.
tes fundamentales: la personal del misionero, la humana desde el punto de
vista de los indígenas, la misionológica y la cultural. 3) Punto de vista misionológico. Misionológicamente hablando, la ex-
1) Punto de vista personal del misionero. Teniendo en cuenta su ya tirpación de la idolatría no es susceptible de juicio suficientemente fundado,
aludido concepto del paganismo y las razones en que basó su conducta, la por carencia de datos, durante la etapa comprendida entre 1493 y 1525; no
extirpación era para el misionero obligatoria; persuasión compartida por la tiene nada que objetar durante el largo período que corre entre 1550-1573
opinión común de entonces, razón esta última por la que, además, se la y 1824, y exige una distinción en lo que se refiere a la etapa enmarcada entre
prescribían las leyes eclesiásticas y civiles. De hecho, la duda que llegaron a 1525 y 1550-1573.
plantearse algunos teóricos de la acción misional sobre la posible ilicitud de Cuando la extirpación se llevó a la práctica con el consentimiento de los
la extirpación, por una parte, se restringió al caso de que la destrucción se indígenas, y mucho más si se hizo con su colaboración o la realizaron ellos
llevara a cabo contra la voluntad de los nativos, y, por otra, no parece haber personalmente, misionológicamente no tiene nada de criticable. Aún más,
sobrepasado el marco de muy pocos pensadores, que planteaban el proble- hubiera sido ineludible aun cuando los misioneros no se hubieran preocupa-
ma basados en la posible propiedad pública por los nativos de sus manifesta- do de ella, porque los propios nativos, una vez convertidos al cristianismo,
ciones paganas. hubieran procedido a la destrucción de sus antiguas manifestaciones paga-
En virtud de ello, y desde este punto de vista, el misionero americano nas, como de hecho lo hicieron en más de una ocasión.
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En cambio, puede ser objeto de discusión cuando la eliminación física necesitaban mayor demostración: tal o cual punto era verdadero porque lo
de los ídolos y lugares sagrados se hizo contra la voluntad de sus adoradores decía la Sagrada Escritura, lo enseñaba la Iglesia, lo habían admitido como
o sin estar éstos todavía dispuestos a convertirse. En estos casos seguía tal los santos o lo creían los propios cristianos.
manteniendo intacto su poder de convicción para los indígenas, porque Las comparaciones para aclarar conceptos eran, en cambio, numerosas
mostraba la falsedad de los ídolos. Pero presenta el problema de hasta qué y rebosantes de ingenio. Así, por ejemplo, la resurrección era similar al
punto era correcto que los misioneros utilizaran un argumento en el que despertar de ciertas aves tras el período de hibernación; la persona humana
seguramente ellos mismos no creían, y, además, ofrece el inconveniente de está compuesta de alma y cuerpo, a la manera como un cirio consta de pabilo
que la destrucción podía irritar a los indígenas y con ello dificultar su y cera; los sacramentos son en el plano espiritual lo que las medicinas en el
cristianización o poner en peligro la vida de los misioneros. corporal; Jesucristo dejó intacta al nacer la virginidad de su madre, del
El hecho, sin embargo, de que en la práctica no se materializara ningu- mismo modo que el sol deja intacto el cristal que atraviesa y nosotros
na de estas posibilidades, fuera de casos aislados, induce a opinar que dejamos intacto un cristal cuando miramos a través de él o el agua cuando
misionológicamente los evangelizadores americanos actuaron con acierto, miramos lo que hay en su fondo.
perfectos conocedores de las reacciones de los nativos. Ya en el terreno de los argumentos caseros y materiales de los que habla
4) El aspecto cultural de la destrucción se abordará al hablar de la Iglesia Gumilla, sorprende el que, a finales del siglo XVIII, aducía el franciscano
y las culturas indígenas. Juan de Santa Gertrudis ante los indígenas del Caquetá-Putumayo para
demostrarles la necesidad de la monogamia. Al argumento de los nativos de
V. LA DEMOSTRACIÓN DIRECTA DEL CRISTIANISMO que los gallos tenían muchas gallinas y los cerdos muchas cerdas, él replicaba
-según confesión propia- que los loros, los guacamayos, los pauquíes y los
En 1783 aseveraba el franciscano Pedro José de Parras, ex misionero en caramares sólo tenían una hembra, lo mismo que los tigres, los leones, los
Argentina, que «no es menester una predicación metódica para las conver- osos, etc.
siones. Todo sermón estudiado será inútil». Con esta frase no hacía más que Refiriéndose a este mismo punto de las objeciones, los misioneros nos
establecer una norma que en realidad venía a reflejar una práctica, porque dicen, por una parte, que no convenía que el propio evangelizador las
todo indica que, fuera de las homilías, el misionero americano, más que suscitase, a fin de no infundir dudas en los oyentes, y por otra, que estos
predicar, lo que hacía era dialogar con los nativos. últimos hacían pocas y ninguna con profundidad, por no estar capacitados
Respecto de este diálogo, el jesuíta José Gumilla afirmaría, en 1741, para ello. Más que objeciones serias, los nativos solían plantear preguntas
que los nativos del Orinoco, «como no tienen capacidad para penetrar el infantiles, ante las cuales los evangelizadores tenían por norma responder,
nervio de una razón urgente, les hace fuerza y se convencen de un argumen- pero tratando de no demostrar nada, sino de hacer más comprensible su
to casero y material». pensamiento o de refutarlas con ejemplos contrarios.
Aunque Gumilla se refiere exclusivamente a los indígenas del Orinoco Durante todo el tiempo de la evangelización americana predominó la
medio, a los que en general presenta con una capacidad de penetración persuasión de que los nativos apenas si tenían objeciones de índole intelec-
intelectual especialmente obtusa, de hecho no hace tampoco más que for- tual que oponer al cristianismo, por lo que, más que largos raciocinios o
mular con carácter de norma lo que se hacía en la práctica desde el comienzo profundas argumentaciones, lo que necesitaban era una explicación lo más
mismo de la evangelización americana. diáfana posible. La convicción estaba en una relación directa con la com-
Para demostrar la verdad del cristianismo, los misioneros no recurrie- prensión.
ron nunca -como lo indican las Doctrinas o manuales de predicación- a
grandes argumentos filosóficos o teológicos, porque sabían que los indíge-
nas no los necesitaban ni los hubieran comprendido. Su argumentación se VI. MÉTODOS DE AUTORIDAD
basó en la afirmación tajante y reiterada, en la presentación de algunas
pruebas de autoridad, en la aclaración de conceptos mediante comparacio- Conscientes de que una religión como la cristiana hubiera sido (y de
nes sencillas y en la respuesta a las escasas e infantiles objeciones que les hecho lo fue más de una vez) objeto de irrisión y desprecio para los nativos
presentasen los oyentes. Como en tantas otras cosas, también en este punto por su carácter de aparente debilidad, y sabedores también de que los
adoptaron la postura del maestro que explica una lección a los niños, segu- indígenas no aceptarían aquello que no estimaban, cuantos desde el siglo XV
ros de que los indígenas no necesitaban tanto de pruebas apodícticas e al xix se preocuparon por la cristianización de América pusieron un énfasis
irrefutables cuanto de claridad de conceptos y de rotundidad en las asevera- especial en conseguir que los infieles profesasen la máxima estima tanto a los
ciones. evangelizadores como a su religión.
Las pruebas propiamente dichas eran más bien escasas y consistían, en Para suscitar el aprecio hacia esta última, en América se rodeó al cristia-
último término, en razones de autoridad, que, en el caso de los nativos, no nismo de una característica aureola de solemnidad.
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En su primer contacto con los indígenas, el misionero y sus acompañan-
VIL MÉTODOS VERTICALES
tes solían plantar solemnemente la cruz y adorarla o celebrar misa al son de
arcabuces. Todas las nuevas reducciones o poblados se inauguraban con una Denominamos verticales a los métodos de persuasión consistentes en
solemnísima ceremonia religiosa, organizada también en derredor de la valerse de la autoridad y prestigio de las altas capas de la sociedad indígena
cruz. La capilla, por ser la casa de Dios, fue siempre el primero y mejor para provocar la conversión al cristianismo de los restantes miembros de esa
edificio de la aldea. A los ornamentos y utensilios de culto, y hasta a las misma sociedad, es decir, del común de los nativos.
campanas, se les concedió tanta importancia, que muchas veces fue la Coro- En América, los representantes típicos de la autoridad y los poseedores
na misma la que corrió con ese gasto. La catequesis, más que una clase de de prestigio eran los caciques, curacas, mandones o jefes de tribu, cuyas
religión, era un acto religioso rodeado de la máxima solemnidad, en el que palabras y conducta seguían ciegamente sus subordinados. Apercibidos de
la doctrina no se enseñaba, sino que se «rezaba» o cantaba. El misionero ello desde el primer momento, cuantos estuvieron interesados en la empresa
explicaba «algo que los indios nunca habían visto ni oído». En la celebración misional procuraron extraer de este hecho sus inmensas posibilidades, pro-
de la misa, en la administración de los sacramentos y en la conmemoración curando, antes de nada, que fueran los caciques quienes se convirtieran.
de las festividades religiosas se procuraba desplegar al máximo, incluso en Se trata de una conducta tan común y generalizada, que no admite ni
las aldeas más apartadas, los múltiples y variadísimos recursos de la liturgia una sola excepción de tipo cronológico o geográfico, y tan sencilla al mismo
cristiana. tiempo, que, so pena de incurrir en un pintoresco anecdotario, lo único que
Por su parte, la autoridad del misionero se fomentó asimismo mediante se puede decir de ella es que consistió en ganarse ante todo a esos caciques
los más variados recursos. o los jefes de la respectiva tribu, comenzando por respetar su autoridad,
Los conquistadores y encomenderos en el siglo XVI, los militares explo- siguiendo por granjearse su amistad tratándolos con especial afecto y defe-
radores o destinados en las misiones durante los siglos XVII y XVIII, así como rencia y terminando por prestarle una atención especial a su cristianización.
los simples pobladores de todos los tiempos, tenían orden (y normalmente la Para asegurar que esta influencia subsistiese posteriormente se procuró
cumplían) de rodear al misionero de las muestras del máximo respeto. Este al mismo tiempo que los hijos de los caciques, futuros herederos de sus
último se hacía besar la mano por parte de los colonos y de los indios al padres, recibiesen una educación especial en los colegios especialmente
practicar el saludo y al comenzar o terminar la catequesis. Ante los indígenas fundados para ellos.
se presentaba como el enviado de un «muy grande Señor» (Dios) que lo había Estos colegios comenzaron ya en España con anterioridad a 1509, por
llevado a América desde «muy lejanas tierras». El compañero que llegaba por obra de los franciscanos, y pasaron al continente con la propia evangeliza-
primera vez para ayudarle era presentado ante los nativos besándole las ción. La época de su mayor esplendor coincidió con el período de tiempo
manos arrodillado. Prescindiendo de todo rubor o de toda falsa modestia, comprendido entre 1530 y 1570 aproximadamente, que fue también el de
no tenía inconveniente en decir a los indígenas que él era más sabio que sus mayor empuje misional. Posteriormente, la institución comenzó a languide-
hechiceros y antepasados. cer, porque los territorios abordados desde la segunda mitad del siglo XVI no
Estos y similares recursos externos, generadores de autoridad, estuvie- presentaban una sociedad tan estructurada jerárquicamente como los ante-
ron acompañados de un sinfín de preceptos en los que se ordenaba a los riores, no disponían del suficiente número de caciques como para, a base de
evangelizadores que, para ganar o conservar el prestigio ante los nativos, ellos, poder levantar colegios especiales, ni las posibilidades misionales eran
practicasen determinada conducta o evitasen ciertos actos. Entre estos pre- las mismas que anteriormente por razón del terreno.
ceptos, son especialmente numerosos y tajantes los que les ordenaban que En la actualidad, esta preferencia especial dispensada a los caciques y a
observasen la máxima austeridad de vida, que no infundiesen la más leve sus hijos puede interpretarse como discriminación, pero cabe advertir que
sospecha en materia de castidad, que se mostrasen desprendidos en cuestión no se practicaba por prejuicios sociales, sino copiando a veces costumbres
de dinero, que se abstuviesen del juego y del ejercicio del comercio y que no indígenas prehispánicas, por razones de eficacia misional y acoplándose a
dejasen traslucir el menor síntoma de codicia. una época en la que la deferencia a la nobleza era preceptiva.
Como medidas de precaución, la Corona española y las Ordenes religio-
sas no permitían el paso a América de religiosos que no ofreciesen garantías
morales, y ordenaban la expulsión de quienes en el Nuevo Mundo se hubie- VIII. MÉTODOS CAPILARES O DE CONTACTO
ran desviado.
Naturalmente, no todos los misioneros fueron ejemplares, pero sí pue- En contraposición con los métodos verticales, los de contacto o capila-
de decirse que la tónica de su comportamiento fue superior a la media. El res consistieron en utilizar la influencia de los simples cristianos para la
hecho mismo de ofrecerse voluntariamente para las misiones era ya por sí un cristianización de los simples gentiles, situándonos por lo mismo al nivel de
signo de selección. las personas corrientes, integradas en este caso por los españoles, los criollos
y los nativos.
La influencia de los dos primeros para la conversión de los últimos fue
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u n a posibilidad e n la q u e la C o r o n a española creyó hasta 1 5 3 5 , é p o c a sus hijos... les van a b r i e n d o los ojos p a r a q u e vean c u á n t o mejor es la vida
d u r a n t e la cual f o m e n t ó ese c o n t a c t o m u t u o , o r d e n a n d o q u e u n o s y o t r o s civil q u e aquella suya tosca y silvestre, y van c o b r a n d o a m o r a la n u e v a
convivieran e n los mismos poblados. Sin e m b a r g o , la experiencia t e r m i n ó población y a la religión cristiana q u e tan b u e n a s enseñanzas trae consigo».
p o r convencerla d e q u e ese c o n t a c t o e r a e n realidad nocivo, p o r lo q u e e n P o r su p a r t e , los franciscanos d e Nueva E s p a ñ a n o se cansan d e elogiar en el
dicha fecha l o p r o h i b i ó , hasta q u e e n 1 6 8 1 volvió a autorizarlo d e n u e v o . siglo XVI la l a b o r misional realizada p o r los niños y j ó v e n e s indígenas.
E n t r e los misioneros h u b o siempre división d e opiniones al r e s p e c t o , Este último p u n t o se a b o r d a con más detalle al hablar d e los artífices d e
a u n q u e c o n p r e d o m i n i o , hasta finales del siglo XVII y comienzos del XVIII, d e la evangelización, mientras q u e la educación cristiana d e la infancia se trata
la q u e consideraba a los españoles y criollos más bien perjudiciales q u e en el capítulo titulado Primero hombres, luego cristianos, p o r p e r t e n e c e r más a
favorecedores d e la cristianización d e los indios, p o r q u e su c o n d u c t a - s e g ú n la transformación d e la sociedad indígena q u e a los m é t o d o s d e persuasión,
e l l o s - n o solía servir d e ejemplo p a r a los infieles. de los q u e n o f o r m a n más q u e u n c o m p l e m e n t o .
H a b l a n d o e n general, la separación d e u n o s y o t r o s n u n c a fue total,
p e r o d e h e c h o , c o n posterioridad al siglo XVI, los blancos n o se p o d í a n
establecer e n los p o b l a d o s d e los indios (por razones d e subsistencia) hasta NOTA BIBLIOGRÁFICA
b i e n s u p e r a d o ya el p e r í o d o d e la conversión. Esta circunstancia, más el
h e c h o d e q u e d u r a n t e el siglo XVI la convivencia d e u n o s y o t r o s sólo se d a b a Véase la bibliografía correspondiente al capítulo 26.
e n los centros u r b a n o s d e alguna importancia, r e d u c e al mínimo la influen- Monografías específicas
cia d e los españoles y criollos e n los nativos d u r a n t e el p e r í o d o d e la evangeli- P. BORGES, Métodos misionales en la cristianización de América. Siglo XVI (Madrid,
zación. 1960); R. NEBEL, Altmexikanische Religión und christliche Heilsbotschaft (Immensee,
En c u a n t o a la influencia d e los indígenas e n t r e sí, y d e j a n d o a p a r t e los 1983).
casos e n q u e los p r o p i o s misioneros se valieron d e nativos c o m o p e r s o n a l
Extirpación de la idolatría
auxiliar p a r a la conversión d e o t r o s indígenas, es m u y p o c o lo q u e sabemos
A. ACOSTA RODRÍGUEZ, «LOS doctrineros y la extirpación de la religión indígena
d e la labor d e proselitismo q u e los indios ya convertidos ejercían sobre los
en el arzobispado de Lima»: Jahrbuch fúr Geschichte von Staat, Wirtschaft und Gesells-
q u e a ú n p e r m a n e c í a n e n la infidelidad. chaft Lateinamerikas 19 (Kóln-Wien, 1982), 69-109; C. BAYLE, «Los clérigos y la
En cambio son más a b u n d a n t e s los datos en sentido c o n t r a r i o , referen- extirpación de la idolatría entre los neófitos americanos»: Missionalia Hispánica 3
tes a la actuación anticristiana d e los todavía gentiles o d e los apóstatas, los (Madrid, 1946), 53-98; P. BORGES, «La extirpación de la idolatría como método
cuales a veces disuadían d e la práctica d e la religión a los ya cristianos o se misional»: Ibt'd., 47 (1957), 193-270; J. BOTERO RESTREPO, «La idolatría y su extirpa-
ción en la Nueva Granada»: Revista de la Academia Colombiana de Historia Eclesiástica
m o f a b a n del cristianismo. P a r a evitar esta labor d e destrucción, los domini- 21-22 (Medellín, 1971), 60-71; J. G. DURAN, «La refutación de la idolatría incaica en
cos d e G u a t e m a l a , e n 1 5 6 4 , y los franciscanos d e la Florida, a finales del el Sermonario del tercer Concilio provincial de Lima (1585)»: Teología 20 (Buenos
siglo XVI, a p a r t a b a n a los idólatras o apóstatas d e los nuevos cristianos, Aires, 1983), 99-176; P. DuviOLS, La destrucción de las religiones andinas (conquista y
práctica q u e n u n c a p u d o ser general d e b i d o al sistema d e reducciones o colonia), trad. (México, 1977); R. M. MARTÍNEZ DE CODES, «La reglamentación sobre
idolatría en la legislación conciliar límense del siglo xvi», en J. I. SARANYANA y otros,
congregación d e los nativos e n p o b l a d o s ; el g o b e r n a d o r d e Yucatán, e n Evangelización y teología en América (siglo xvi) 1 (Pamplona, 1990), 523-540; C. E.
1552, y el s e g u n d o Concilio d e Lima, e n 1 5 6 7 , o r d e n a r o n q u e se castigará MESA, «La idolatría y su extirpación en el Nuevo Reino de Granada»: Missionalia
d e b i d a m e n t e a los p r i m e r o s ; mientras q u e los capuchinos d e la misión vene- Hispánica 30 (Madrid, 1973), 225-252; J. L. MORA MÉRIDA, «Reflexiones históricas
zolana d e Los Llanos, e n 1 6 9 6 - 1 7 0 2 , y el franciscano R a m ó n B u e n o , mi- acerca del problema idolátrico hispanoamericano en el siglo xvi», en SARANYANA,
Evangelización 1 (Pamplona, 1990), 689-698.
sionero también e n Venezuela, e n 1 8 0 0 , o p t a b a n p o r la separación d e los
niños r e s p e c t o d e los adultos p a r a q u e éstos n o los iniciaran e n las malas
Demostración del cristianismo
costumbres.
J. B. OLAECHEA, «El problema teológico sobre la enseñanza de los misterios de la
fe a los neoconversos americanos»: Revista Española de Teología 36 (Madrid, 1976),
287-299.
IX. MÉTODOS DE EDUCACIÓN
Métodos de contacto
Aunque no enfocado desde el punto de vista misional, véase M. MORNER, La
C o m o c o m p l e m e n t o d e t o d o s los sistemas anteriores, los evangelizado- Corona española y los foráneos en los pueblos de indios de América (Estocolmo, 1970).
res americanos r e c u r r i e r o n también al d e e d u c a r a los niños e n el cristianis-
m o p a r a d e esta m a n e r a influir e n sus p a d r e s y, sobre t o d o , a s e g u r a r el
f u t u r o cristiano del territorio.
C o m o decía el j e s u í t a J o s é Gumilla e n 1 7 4 1 , refiriéndose a los nativos
del O r i n o c o m e d i o , «la b u e n a crianza q u e los ministros del Evangelio d a n a
Hieímtin A» la írrlttin
CAPÍTULO 32

LA NUEVA CRISTIANDAD INDIANA


Por PEDRO BORGES

La evangelización de Hispanoamérica estuvo encaminada a la cristiani-


zación de los nativos, punto que ofrece tres vertientes principales: la del
modo en que efectivamente respondió el indígena americano al esfuerzo
cristianizador de los evangelizadores, la de los métodos pastorales o cultivo
espiritual de los neoconversos y la de la vivencia por estos últimos del
cristianismo.

I. LA RESPUESTA CRISTIANA DEL INDIO

La inserción del mundo indígena americano en el cristianismo se efec-


tuó como consecuencia de la conversión de los jóvenes y adultos paganos
que vivían en cada territorio en el momento de acometerse la evangelización
(momento que osciló entre 1493 y 1824, según las diversas regiones o
comarcas) y, simultáneamente, como fruto del bautismo y de la educación
cristiana de la infancia indígena, con lo que se intentó asegurar el cristianis-
mo de los futuros adultos.
Desde el punto de vista de esta inserción, la de los niños se confunde en
realidad con el proceso de la educación de la infancia, en el que no cabe
buscar motivaciones religiosas especiales por tratarse de personas real o
prácticamente nacidas ya en el seno de la nueva religión. En cambio, la
conversión de los jóvenes y adultos sí exige un análisis por separado.
Para llevar a cabo este análisis es preciso tener en cuenta que se trata de
un proceso desarrollado en tres etapas consecutivas, similares entre sí en lo
que se refiere a las causas, pero dispares en sus consecuencias.

A) En las Antillas (1493-1540)

De los frutos cosechados durante la primera etapa de la evangelización


americana ignoramos todo lo referente a Panamá, Darién y costa septentrio-
nal de Venezuela; incluso, respecto de las Antillas, sólo poseemos algunos
datos acerca de lo sucedido en la Española. En esta última aparece el ermita-
ño Ramón Pane como autor de la conversión del primer cristiano indígena
de América, el noble Guaticabá, bautizado el día 21 de septiembre de 1496
con el nombre de Juan Mateo, quien poco después moriría, junto con su
594 P.III. La Iglesia misional C.32. La nueva cristiandad indiana 595

hermano Antón, a manos de otro cacique. Ambos pertenecían a la familia preceptuados en 1509 y 1512, dieron por fruto la inserción de la población
del cacique Guanaocónobel, de la que abrazaron el cristianismo las dieciséis en el cristianismo, al parecer, de una manera lenta. De hecho, a partir de
o diecisiete personas que la constituían. 1515-1520, aproximadamente, ya no se vuelve a hablar de las Antillas como
de un archipiélago en curso de evangelización, por considerar a la más o
El hecho de que transcurrieran tres años (desde 1493, fecha de la
menos numerosa población indígena ya insertada en el cristianismo.
llegada de la primera expedición misionera a la Española, hasta 1496, fecha
de la administración del primer bautismo americano) parece indicar que el
B) En la América nuclear (1523-1573)
ritmo de las conversiones en este momento inicial de la evangelización fue
más bien lento. Aún más: el propio Ramón Pane se nos presenta tratando de A diferencia de lo que ocurre con la primera etapa, la documentación
convertir pacientemente al cacique Guarionex, sin que lo consiguiera des- existente sobre la evangelización de la América nuclear es abundantísima.
pués de dos años continuos de labor. En esta segunda etapa la respuesta cristiana del indio se nos presenta como
En un segundo momento los franciscanos Juan de la Deule o Bermejo, multitudinaria, en un proceso de afluencia masiva de los indígenas al cristia-
Juan Tisín o Cosín y Juan de Robles nos hablan de la buena disposición de nismo que deja de ser tal hacia 1573, como lo indica el ritmo de los bautis-
los nativos hacia el cristianismo y del bautismo de «más de dos mil ánimas», mos administrados en cada territorio misional.
o de que «se baptizaron más de tres mil ánimas» en sólo la primera quincena En este punto son espectaculares las cifras proporcionadas por los
de octubre de 1500. En este caso se trata de un proceso de conversión muy franciscanos del México central. En 1532 y 1533 se afirma que cada uno de
rápido si esos bautizados fueron convertidos por los mismos franciscanos ellos había bautizado a más de cien mil personas, afluencia que en 1544 se
que nos hablan de él o (lo que parece más probable) por el propio Ramón describe gráficamente diciendo que los indígenas acudían al sacramento «a
Pane y los franciscanos De la Deule y Tisín durante el tiempo que permane- banderas desplegadas», sin que los religiosos pudieran dar abasto a tantos
cieron en la Española tras su llegada en 1493. En cambio, el proceso aparece nativos como se convertían.
mucho más moderado si es que en la Española permanecieron más religiosos Fray Juan de Zumárraga, entonces obispo de México, afirma en 1531
entre 1593 y 1500. que sólo los franciscanos habían «baptizado más de un millón de personas».
A partir de este momento surge toda una serie de contradicciones sobre Fray Toribio Paredes de Benavente (Motolinía), que asegura hablar de cifras
este punto. Bartolomé de las Casas nos presenta una situación desoladora, exactas, proporciona la cantidad de más de cuatro millones de nativos bauti-
en el sentido de que, salvo los dominicos llegados en 1510, nadie se preocu- zados para 1536, balance que en 1609 se eleva a dieciséis millones de
paba de la evangelización de los nativos. La Corona aparece en 1509 y 1512 bautizados en toda Nueva España sólo por los franciscanos.
ordenando que los encomenderos encargaran a alguien que adoctrinara Por lo que se refiere a los dominicos, en 1569 aseguran que los indios
diariamente a los indios, aunque ella misma reconoce en 1511 la convenien- desde el primer momento «comenzaron a tropel a bautizarse innumerables
cia de que en Puerto Rico «se debe tener mucho cuidado en ordenar las dellos», dato que recoge un historiador a finales de la centuria para consig-
cosas de manera que sean mejor doctrinados los indios de aquella isla que lo nar la afirmación de que «se iban convirtiendo provincias enteras de más de
han sido los de ésa en nuestra santa fe católica». veinte mil y cincuenta mil indios».
Por su parte, los reformadores de la Orden de San Jerónimo enviados En América Central, del mercedario Francisco de Bobadilla se nos
a la Española por el cardenal Cisneros en 1516 ordenaron en esta misma asegura que entre 1538 y 1539 bautizó en sólo seis meses a 52.558 personas.
fecha que en cada estancia hubiera un clérigo que enseñara la doctrina En Perú, una vez superada la etapa de las guerras civiles, se repitió el
cristiana a los nativos. proceso de Nueva España, aunque en proporción algo más atenuada. El
Por añadidura, resulta difícil pensar que los religiosos que se dirigieron virrey de Lima calculaba en 1565 que para entonces se habían bautizado
a las Antillas a partir de 1509 se olvidaran al llegar allí de su objetivo unos 300.000 adultos, de manera que prácticamente lo estaban todos los de
evangelizados De la misma manera que no concuerda con la visión lascasia- la región. En la visita al virreinato ordenada por don Francisco de Toledo
na el hecho de que en 1511 se nos hable de «los muchos indios que allí hacia 1580, los visitadores pudieron comprobar que en la mayoría de las
(Puerto Rico) se han convertido a nuestra santa fe católica», ni con la provincias sólo quedaban sin bautizar «algunos dellos». A comienzos del
afirmación de que en 1512 un franciscano y dos dominicos hubiesen conver- siglo XVII se consideraban totalmente cristianizadas las provincias situadas
tido en Cuba a «algunos indios», estampada por el propio Bartolomé de las entre el Pacífico y los Andes. Como en Nueva España, en 1565 se habla
Casas. también de religiosos que en un solo día habían bautizado a más de diez mil
Dejando para más adelante la cuestión de la vivencia del cristianismo indígenas. El mercedario Diego de Porres afirma de sí mismo que en nueve
por los indígenas antillanos, la impresión que se deduce de la documenta- años bautizó a más de 15.000 nativos.
ción contradictoria referente a esta primera etapa es que la predicación de Independientemente de la mayor o menor exactitud de estas y otras
los religiosos a los adultos, la educación de los niños en los colegios y la muchas cifras de indios convertidos que se nos proporcionan sobre la Amé-
mayor o menor labor, aunque indudablemente deficiente, de los doctrineros rica nuclear, la impresión que se deduce de los abundantísimos testimonios
596 P.III. La Iglesia misional C.32. La nueva cristiandad indiana 597
existentes al respecto es que, transcurrido un período inicial de resistencia, tino cambio de religión operaron tres factores fundamentales, que parecen
que en México, por ejemplo, duró cinco años, los indios acudieron multitu- haber sido el estrepitoso derrumbamiento de las creencias religiosas paga-
dinariamente al bautismo, de manera que a los pocos años de iniciada la nas de los indios, la fe en su comportamiento y en sus palabras que supieron
evangelización de un territorio solamente quedaban en él sin convertir granjearse los evangelizadores, y la acertada utilización por éstos de los
pequeños sectores de población, como los ancianos o las tribus que por resortes (métodos de persuasión) más adecuados para provocar la conver-
diversas circunstancias permanecían al margen de la acción misional. sión sobre todo de los caciques, quienes arrastraban consigo a sus subordi-
Este paso multitudinario de los indios al cristianismo recuerda los cam- nados.
bios colectivos de religión protagonizados por pueblos enteros que jalonan Se trata de otros tantos motivos de credibilidad de los que, volviendo de
la historia de las religiones y de la que este fenómeno de la América nuclear nuevo a la teología, se diría que se valió la gracia divina para inducir a los
es, de momento, el último ejemplo. Además, y sintomáticamente, esta indígenas a convertirse.
afluencia de los indios al bautismo «a banderas desplegadas» o «en tropel»
coincide con el repentino derrumbamiento político, social, económico y C) En la América marginal (1573-1824)
religioso del mundo indígena prehispánico y parece confirmar la frase del
Desde 1573 en adelante, es decir, a lo largo de los doscientos cincuenta
cronista Francisco López de Gomara de que los españoles, en este caso los
y un años que corrieron hasta 1824, el ritmo de la cristianización fue mucho
misioneros, «convirtieron a cuantos conquistaron».
más lento que durante la etapa anterior, porque también lo fue la expansión
Semejante comportamiento de los nativos hace concebir la sospecha de evangelizadora y los misioneros actuaron premeditadamente con mayor
que en todo esto sucedió algo extraño. O, dicho de otra manera, plantea la lentitud. Sin embargo, se dio, asimismo, el fenómeno de que los misioneros
pregunta de si en realidad los indígenas americanos se bautizaban porque terminaron por convertir, tarde o temprano, a la práctica totalidad de
creían de veras en un cristianismo que sólo acababan de conocer o si única- cuantos indígenas congregaron en poblados, es decir, a cuantos evangeliza-
mente se limitaban a dar gusto a los nuevos dueños del territorio, sin ron, de manera que el número de conversiones terminó coincidiendo, antes
atribuirle demasiada importancia a un rito en el que no creían o al que o después, con el número de los nativos reducidos.
consideraban uno más dentro de su politeísmo. He aquí algunas muestras al respecto, tomadas por sus autores de los
Dando por sentado, como los mismos evangelizadores lo reconocen, registros parroquiales.
que hubo de hecho bautismos que no se debieron administrar pero que en En la misión de Tarahumara (México), los jesuítas no bautizaron desde
realidad tampoco modifican la perspectiva general, las precauciones adopta- su llegada en 1613 hasta 1682 más que a 8.000 indígenas, al promedio de 43
das para su administración por esos mismos misioneros son un signo de que por año. En Talamanca (Costa Rica), los franciscanos bautizaron a 1.650
éstos estaban sobre aviso. Por otra parte, su sentido de la responsabilidad nativos entre 1697 y 1699, quedando en la última fecha más de dos mil sin
constituye garantía suficiente para desechar toda sospecha de que en gene- bautizar. En Píritu (Venezuela), los franciscanos bautizaron entre 1656 y
ral actuaran frivolamente en un asunto que para ellos era de la máxima 1755 a algo más de 58.000, a un promedio de 580 por año. Los capuchinos
seriedad (la controversia surgida en México acerca del bautismo no se refie- de Cumaná (Venezuela) bautizaron a 40.109 entre 1660 y 1780 (promedio,
re a la sinceridad de la conversión, sino al grado de conocimiento más 345 por año), o, según otro cálculo, a 52.864 (promedio, 455 por año). En
adecuado para la administración del sacramento). Por lo mismo, y so pena Guayana, estos mismos capuchinos bautizaron a 22.722 entre 1724 y 1773,
de achacar a los misioneros una inconsciencia o una ceguera en manera al promedio de 463 por año. En California, los franciscanos no bautizaron
alguna presumibles en ellos como tónica general, hay que compartir con en la reducción de Monterrey, a lo largo de 1778, más que a 57 personas, de
ellos la seguridad de que los indios actuaban sinceramente. ellas 23 adultos y los restantes párvulos, lo que no era obstáculo para que
Esto no quiere decir que los indígenas tuvieran una idea perfectamente fray Junípero Serra opinara que «la conquista espiritual camina próspera-
clara del cristianismo. Los propios evangelizadores (en su mayor parte fran- mente, gracias a Dios, aunque sea con más lento paso del que quisiéramos».
ciscanos), que afirman haber administrado bautismos por millares, añaden En su reducción paraguaya de San Francisco de Paula, de Huaylas, los
que la profundización en el cristianismo la aplazaban para más adelante, dominicos sólo habían bautizado en 1784, después de diez años de evangeli-
pues de momento bastaba con que los nativos creyesen en lo esencial de la zación, a 273 párvulos y 14 adultos, de un total de 600 habitantes.
nueva religión y recibieran una gracia bautismal que les ayudaría a compren-* Estos datos sobre California y Paraguay son especialmente valiosos
der mejor y a practicar el sistema religioso en el que se habían insertado. porque distinguen expresamente entre bautismos de adultos y bautismos de
Interpretando esta reacción o conducta indígena desde un ángulo pro- párvulos. Las restantes estadísticas aducidas no establecen esta distinción,
videncialista, los evangelizadores vieron en ella la mano de Dios, quien pero parece claro que, lo mismo que en California y Paraguay, el mayor
movió directamente los corazones de los nativos para que se convirtieran. número de bautismos correspondía a los niños, ya que el de adultos seguía
Desde un punto de vista histórico, perfectamente compatible con la visión un proceso más lento.
teológica, el hecho puede explicarse en el sentido de que en este casi repen- Los misioneros aplazaban la administración del sacramento hasta estar
598 P.III. La Iglesia misional C.32. La nueva cristiandad indiana 599
seguros de que los indígenas no lo pedían por creer que así garantizaban su zadores no percibieron entre estas tribus el entusiasmo de los indios de las
manutención, o de que ya no había peligro de que abandonaran el poblado denominadas altas culturas de la América nuclear, y sí, en cambio, una
y regresasen al paganismo, o bien porque los nativos no acababan de estar actitud de mayor indolencia, lo que, unido a la posibilidad de que con el
suficientemente preparados. tiempo abandonaran la reducción y se olvidaran de su carácter de cristianos,
Así, por ejemplo, el jesuíta José Gumilla especifica además que al fin los indujo a proceder muy poco a poco, sustituyendo los bautismos multitu-
terminaban por convertirse todos, si bien algunos se resistían por rudeza o dinarios de la etapa anterior por una administración del sacramento más
por terquedad. Por su parte, el capuchino Jerónimo de Ecija afirma en individualizada.
1717, refiriéndose a las misiones de Cumaná, que los indígenas no se halla- Todo ello quiere decir que, a lo largo de estos doscientos cincuenta y un
ban en condiciones de recibir el bautismo hasta los ocho años de haberse años de evangelización, la respuesta cristiana del indio fue misionológica-
congregado en el poblado misional. Lo mismo sucedía en las misiones fran- mente normal dentro del contexto americano; es decir, que careció de la
ciscanas de Manoa (Perú) en 1763. rapidez y espectacularidad contempladas en la América nuclear de 1523 a
Algunas estadísticas confirman estas aseveraciones. Los jesuítas de los 1573, pero que al mismo tiempo no fue tampoco tan lenta como una especie
Llanos colombianos de los ríos Casanare y Meta podían haber bautizado de de goteo individualizado.
1661 a 1665 (según su cronista, Juan de Rivero) a más de dos mil adultos, Se trató de un proceso intermedio en cuya virtud cada territorio misio-
pero no lo hicieron «por andar remirados en este punto» hasta que los nal terminaba siendo cristiano a lo largo de un período relativamente breve
neófitos estuvieran bien instruidos. Si en la misión capuchina de Maracaibo y que la legislación oficial sitúa entre diez y veinte años a partir del momento
vivieron desde 1724 hasta 1773 un total de 25.126 personas, de las que se de haberse iniciado la evangelización de una comarca, según las épocas y las
habían bautizado 22.722, el hecho quiere decir que 2.278 no habían recibi- regiones.
do el sacramento. En esa misma misión el número de gentiles superaba en Ese fue, en efecto, el período señalado por la Corona española para
1786 al de los bautizados, pues los primeros eran 643 y los segundos 612. considerar a cada territorio plenamente cristianizado, momento a partir del
Asimismo, en seis de las reducciones atendidas desde 1748 en Tamaulipas cual, y teóricamente al menos, los nuevos cristianos comenzarían a pagar
(México) por el Colegio de Misiones franciscano de Zacatecas vivían en 1786 tributo (impuestos) y el territorio debería transformarse de misión en doctri-
un total de 635 nativos, de los que sólo estaban bautizados 271. En las na o parroquia de indios, es decir, de comarca en vías de cristianización en
misiones franciscanas de Talamanca (Costa Rica) vivían en 1697 un total de comarca ya definitivamente cristianizada.
5.750 indígenas, de los que estaban bautizados 1.647; mientras que desde
1697hasta 1699 sólo se bautizaron 1.650 y permanecían sin bautizar más de
dos mil. En las ya aludidas misiones jesuítas del Meta había en 1727 un total II. EL CULTIVO PASTORAL DE LOS NEOCONVERSOS
de 4.991 cristianos y 496 catecúmenos.
Puesto que no había razón para diferir el bautismo de los niños y nos Una vez que los indígenas estaban dispuestos a abrazar el cristianismo,
consta además que los misioneros procuraban bautizarlos pronto, siguiendo los evangelizadores los insertaban en él mediante el bautismo y luego procu-
la tradición universal de la Iglesia, es prácticamente cierto que esos indíge- raban ratificarlos y perfeccionarlos en la nueva religión mediante la adminis-
nas sin bautizar que convivían con los ya bautizados eran indios adultos. tración de los sacramentos y la aplicación de los numerosos recursos de
La documentación misional de esta prolongada etapa coincide con la índole pastoral excogitados por la Iglesia para este fin.
perteneciente al período 1523-1573 en afirmar que no eran los profundo? La descripción de esta metodología pastoral no es fácil en el caso de la
razonamientos teológicos lo que inducía a los nativos a convertirse. Como América española porque, fuera de la administración de los sacramentos, en
afirma el franciscano Pedro José de Parras en 1783, no era menester una unas ocasiones se aplicaban los mismos métodos a los ya cristianos y a los
predicación metódica, pues todo sermón estudiado era inútil. todavía paganos simultáneamente, pero que ya estaban dispuestos a bauti-
zarse, mientras que en otras ignoramos cuándo se distinguía entre unos
Lo totalmente distinto entre una etapa y otra fue el ritmo de los bautis-
indígenas y otros, hasta el punto de no poder distinguir entre lo practicado
mos. Durante esta etapa de las misiones radiales o periféricas ya no se dio la
en una misión y lo acostumbrado en una doctrina.
afluencia de los indios al bautismo «a banderas desplegadas» ni a los misione-
ros «se les cansaba el brazo de tanto bautizar». Debido a la utilización de los
A) Administración de los sacramentos
acertados métodos de persuasión, los misioneros supieron atraer a los indí-
genas al cristianismo, pero éstos encontraron serias dificultades para abra- El bautismo se procuró administrar siempre y en todas partes a los
zarlo a causa de la difícil comprensión de sus dogmas y a la dificultad del adultos en peligro de muerte.
cumplimiento de sus preceptos, además de que entre ellos no se dio el Idéntica práctica se siguió con los niños, aun en el caso de que no
espectacular y repentino derrumbamiento de sus sistemas religiosos prehis- peligrara su vida.
pánicos porque en realidad casi carecían de ellos. Por su parte, los evangeli- En cualquiera de estas dos circunstancias se contaba siempre con el
600 P.III. La Iglesia misional C.32. La nueva cristiandad indiana 601
consentimiento de los familiares o de los padres de quienes se iban a bau- que el número de los que comulgaban era inferior al de los que se habían
tizar. confesado, y hasta el de hombres más reducido que el de mujeres.
Debido a esta costumbre, a la que no solían oponerse los adultos y de la Valga como ejemplo lo que sucedía en 1711 en la misión capuchina de
que ya hemos dicho que a veces surtió efectos adversos, puede decirse que Cumaná, donde en seis poblados se confesaron por Pascua 2.033 indígenas,
todas las regiones americanas, aunque con las excepciones de rigor (la más de los que solamente comulgaron 856.
notoria de las cuales fue el momento inicial de Nueva España), la implanta- En realidad, la administración de este sacramento varió mucho de un
ción del cristianismo en un territorio o entre una nueva etnia comenzaba, no momento o de un lugar a otro, con la circunstancia de que el criterio ni
con el bautismo de los adultos, sino con el de los niños, es decir, con la siquiera fue unánime entre los misioneros de una misma Orden religiosa o
administración del sacramento a hijos de padres aún no bautizados, pero de un mismo territorio.
que consentían en ello. En esa administración intervino un factor de mentalidad y otro de
En el caso de los adultos, el bautismo estuvo precedido siempre de una apreciación personal.
preparación que varió con el tiempo, con las Ordenes misioneras y con los El de mentalidad, que cambió con las Ordenes religiosas, con el tiempo
territorios. y hasta con las etnias, estuvo en función de que se considerara el sacramento
El problema más grave que se planteó fue el suscitado con motivo de las o bien como un alimento espiritual propio únicamente de cristianos ya
conversiones masivas de Nueva España, ya expuesto al hablar de los métodos robustecidos en la fe, como un medio de lograr ese robustecimiento o como
de catequización y solucionado por el papa Paulo III en 1537 en relación un alimento tan exquisito que solamente era propio de los muy preparados,
con la observancia de las ceremonias propias del sacramento y por la Univer- o bien como un alimento del que necesitaban precisamente los que tenían
sidad de Salamanca en 1542 respecto de la preparación de los bautizandos. que robustecerse, postura esta última que parece haber sido la frecuente
Fuera de este caso concreto, y hablando en general, la administración entre los franciscanos.
de este sacramento tendió a ser rápida en la América nuclear (siglo xvi) y El factor personal intervino en el sentido de que cada misionero mante-
más bien lenta en la América marginal (siglos xvil-xix), en conformidad con nía su propio criterio sobre el grado de preparación de los indígenas para la
el ya aludido ritmo de las conversiones. recepción del sacramento.
Por esta razón y en estos últimos territorios, fue normal que durante los , La conjunción de ambos factores impide establecer ninguna pauta
primeros tiempos convivieran en una misma reducción o poblado misional general en este punto, aunque parece haber predominado la de carácter
indígenas ya bautizados y nativos todavía por bautizar, pero que estaban a la restrictivo.
espera de ello. El matrimonio revistió la peculiaridad de poderse administrar a los indios
Como norma, la preparación exigida para la administración del sacra- en grados no permitidos entre los españoles y criollos, restringidos por el
mento a los neófitos era el conocimiento o aprendizaje de las Doctrinas breves papa Paulo III en 1537 a los dos primeros de consanguinidad y de afinidad.
y de los Catecismos por preguntas y respuestas, generalmente de memoria. El mismo Papa y en esa misma fecha otorgó a los nativos el privilegio de
En la práctica de la confesión, los neófitos americanos gozaron del privi- poderse casar con la mujer que prefirieran si no recordaban cuál había sido
legio de no tener casos reservados al obispo. la primera con la que habían contraído matrimonio en sus tiempos de
El sacramento aparece siempre como obligatorio en Pascua y frecuente gentilidad.
en los días festivos. Ya se aludió anteriormente a la enorme dificultad que suponía el esta-
El principal problema que planteó fue el de la acomodación de la blecimiento del matrimonio monogámico entre las etnias que practicaban la
mentalidad indígena a un sacramento como éste, que exigía la manifestación, poligamia.
de algunas acciones cuya inmoralidad era difícil de comprender por los| La confirmación es un sacramento al que no se suele aludir en la literatu-
nativos, así como la especificación de un número que no era fácil de retener] ra misional. En realidad, y fuera de los problemas de índole jurisdiccional
en la memoria. planteados en los primeros tiempos de la evangelización de Nueva España
Los evangelizadores trataron de facilitar la administración del sacra-' con motivo de los privilegios de los religiosos, se carece de datos acerca de
mentó mediante la elaboración de Confessionarios o modelos de confesión; su administración.
tanto en castellano como en el idioma propio del lugar, tan frecuentes eni Por eso merecen anotarse dos datos que pueden servir de índice para
cada territorio como las Cartillas y los Catecismos utilizados para el aprendí- ; deducir lo que sucedía.
zaje del cristianismo. En 1623, el dominico Adrián de Santo Tomás llevó a la ciudad de
La Eucaristía, a diferencia de la confesión, se presenta con muchas Panamá a 580 indígenas guaimíes para que los confirmara el obispo, lo que
frecuencia como un sacramento de selectos, hasta el punto de que en los; se hizo con la máxima solemnidad.
primeros tiempos de la evangelización de un territorio ni siquiera aparece; El superior de las misiones jesuíticas de Mainas, en virtud de la bula Non
como obligatoria en Pascua. En virtud de ello son frecuentes los casos en los solum, promulgada por Benedicto XIV en 1751, podía confirmar personal-
602 P.III. La Iglesia misional C.32. La nueva cristiandad indiana 603

mente a los ya bautizados debido a que las grandes distancias dificultaban la En este punto de las festividades religiosas, los indígenas americanos se
visita del obispo. distinguieron del resto de la cristiandad en que desde 1537 estuvieron
Este solía administrar el sacramento en el curso de sus visitas pastorales, exentos de algunas de ellas. Así, mientras Paulo III redujo en dicha fecha
poco frecuentes en la América marginal o, dicho de otra manera, en los para los indios el número de días festivos (fuera de los domingos) a doce, en
territorios ya evangelizados a partir de finales del siglo XVI o a comienzos lugar de los 43 que regían en toda la cristiandad, el concilio de Quito de
del XVII. 1570 estableció 40 para los hispano-criollos y 16 para los indígenas, trece de
A falta de obispos, la administración del sacramento corrió a cargo de ellas con carácter general y tres con carácter local.
los religiosos misioneros o doctrineros, siguiendo las mismas vicisitudes que Asimismo, fue también el papa Paulo III quien en 1537 redujo para los
la bula Exponi nobis (Omnímoda) de Adriano VI, del 9 de mayo de 1522, por indios los días de ayuno a la vigilia de Navidad, a la de Resurrección y a los
la que se concedió a los religiosos este privilegio. viernes de cuaresma, mientras que en el caso de la abstinencia los autorizó
El Orden fue un sacramento de reducidísima administración a los indios, para tomar los mismos alimentos que si obtuvieran la Bula de la Cruzada.
entre los que ya sabemos que apenas existió clero indígena. Todo ello para hacerles más llevadera la observancia de las exigencias disci-
La Extrema Unción o Unción de los enfermos no ofreció en América más plinares del cristianismo.
peculiaridades que la consistente en que los indios denominados fiscales
debían avisar al misionero cuando alguien se encontraba en peligro de C) Otros instrumentos de pastoral
muerte para que fuera a administrarle este sacramento. Además de la catequesis impartida a los indígenas todavía no bautiza-
Su carácter de rito practicado en circunstancias tan especiales propor- dos, a la que con frecuencia asistían también los que ya habían recibido el
cionó un argumento a los hechiceros, lo mismo que el bautizo de los adultos bautismo, los evangelizadores americanos cultivaron a los neoconversos
en peligro de muerte, para atribuir al sacramento el fin de la vida. mediante el recurso a la predicación durante la misa y demás actos de culto,
a las representaciones teatrales de índole religiosa y a la lectura de libros de
B) Prácticas religiosas y disciplinares piedad por parte de los nativos.
La Misa, obligatoria siempre y en todas partes los días festivos desde la Las representaciones teatrales consistían en la escenificación de relatos
recepción del bautismo, en los laborales solía acompañarla la catequesis. Por bíblicos, de vidas de santos o de acontecimientos moralizantes, protagoniza-
ello, la asistencia a la misma estaba en relación con la frecuencia de esa dos por los propios indígenas bajo la dirección de los evangelizadores. Su
enseñanza, siempre que el catequista fuera el propio misionero. celebración solía tener lugar los días festivos especialmente señalados.
Lo más frecuente fue que en los primeros tiempos de la evangelización Las alusiones a estas representaciones son frecuentes, pero normalmen-
de un territorio esa asistencia fuera diaria. te excesivamente concisas. En este sentido, y por vía de ejemplo, el francisca-
Los catecúmenos no asistían a ella o solamente la presenciaban hasta el no Toribio Paredes de Benavente nos habla hacia 1555 de la escenificación
ofertorio. en Tlaxcala (México) de piezas teatrales religiosas tituladas La toma dejerusa-
En todas las misiones aparecen también prácticas religiosas consistentes lén, La tentación de Cristo, La predicación de Jesucristo a los pájaros, El sacrificio
en las devociones especiales de cada Orden misionera. Así, por ejemplo, los de Abrakán, La adoración de los reyes, El juicio final, La caída de Adán y Eva y La
dominicos fomentaron con especial interés el rezo del Rosario, si bien la destrucción de Jerusalén.
práctica no fue exclusiva de ellos, mientras que los franciscanos, en su En las lecturas de libros por parte de los indios se siguió la doble táctica
especial cultivo de la devoción a la Inmaculada, prefirieron fomentar el rezo de evitar que leyeran los que se consideraban nocivos y de fomentar la
de la Corona (similar al Rosario) y la práctica de la Sabatina o rito en honor lectura de los considerados convenientes.
de la Virgen, propio de los sábados. Entre los primeros figuraban los libros de romances o de historias vanas
La casi increíble existencia de una escolanía en la inmensa mayoría de las y profanas «como son los de Amadís», es decir, los Libros de Caballería
misiones, incluso en las más remotas e impensables, debido a la especial (novelas), prohibidos, por ejemplo, en 1531, 1536 y 1543 para Nueva Espa-
atención prestada a los adolescentes, proporcionaba a las celebraciones ña, prohibición esta última que aparece recogida en la Recopilación de leyes de
religiosas un atractivo y una solemnidad muy del gusto de los indígenas y que los reinos de las Indias de 1681 (libro 1, tít. 24, ley 4).
los misioneros y sus historiadores describen con todo orgullo y detalle. A este mismo deseo obedeció la corriente, al parecer sólo temporal, de
Lo mismo sucedía con las grandes festividades de la cristiandad (Pascua, que los indígenas no leyeran obras referentes a sus antiguas concepciones
Corpus Christi, Navidad, la Asunción, etc.) o con las propias de cada Orden paganas para que no recayeran en ellas, compartida por los dominicos de
misionera (San Francisco, Santo Domingo, San Agustín, San Ignacio de Guatemala en la segunda parte del siglo XVI y que fue la causa de que se le
Loyola, la Virgen de la Merced). Tanto en ellas como en Semana Santa, las prohibiese al franciscano Bernardino de Sahagún la publicación de su Histo-
celebraciones religiosas alcanzaban una policromía y una solemnidad que los ria general de las cosas de Nueva España.
misioneros suelen comparar e incluso anteponer a las de Castilla. En cuanto al fomento de la lectura de libros piadosos, el primer concilio
604 P.III. La Iglesia misional C.32. La nueva cristiandad indiana 605

provincial de México se mostró contrario en 1555 a que los indios los En cambio, el radical pesimismo de Las Casas sobre este punto y la
leyeran si no estaban previamente aprobados por la autoridad competente. afirmación de la propia Corona, en 1511, de que en la Española los indíge-
Por su parte, el primer concilio provincial de Lima ordenó en 1552 que no nas «no tienen de cristianos sino el nombre, salvo los muchachos que crían
se les permitiese leer a los nativos sino libros de «buena doctrina». los frailes, que aquellos diz que lo hacen bien», hacen pensar que el cristia-
Entre estas obras recomendables figuraban las Doctrinas de índole cate- nismo de los neoconversos era más bien deficiente.
quética y los Sermonarios, aunque el objetivo perseguido con su publicación Lo más probable parece ser que ese cristianismo indígena antillano
era más bien el de ayudar a los propios evangelizadores. nunca llegó a ser próspero debido a las deficiencias de la evangelización y a
A pesar de ello, el franciscano Francisco Pareja, misionero en la Flori- las adversas condiciones económico-laborales en que se vio sumida la pobla-
da, afirma en 1614 que éstos y otros tratados «no se les caen a los indios de ción nativa.
las manos», mientras que el jesuita Ignacio Paredes publicó en 1678 un
B) En la América nuclear (1523-1573)
pequeño catecismo al que antepone un «prólogo en el que se exhorta y
persuade a los indios / a / que / l o / lean y aprendan». 1) Apreciaciones globales. En la América nuclear, tras las conversio-
Junto con estas obras catequéticas, los evangelizadores elaboraron, ya nes masivas del momento inmediatamente posterior a la conquista armada
con destino a los nativos, otras de índole diversa, principalmente biografías de cada territorio, la manera como los indígenas se volcaron en el cristianis-
de santos. mo, más el hecho del bautismo de los recién nacidos y de la educación
Hubo incluso indígenas que compusieron tratados religiosos con desti- especial que se le procuró impartir a la infancia, debieran haber producido
no precisamente a los miembros de su misma etnia, de los que en Paraguay, un florecimiento sin par del cristianismo.
por ejemplo, se llegaron a imprimir una docena. De hecho, ya sabemos que, por ejemplo, los franciscanos de México
De estos mismos indígenas de las reducciones jesuíticas del Paraguay intentaron, y durante algún tiempo creyeron haberlo conseguido, fundar en
nos consta que «leían con avidez» todos los impresos y manuscritos que caían Nueva España una Iglesia como la de los Apóstoles. Sin embargo, surgió la
en sus manos. circunstancia inesperada de que, conforme corrían los años, un sector de los
La dificultad en este punto consistió, no en el analfabetismo de los nuevos cristianos de todos los territorios acabados de evangelizar, en lugar
indígenas, sino en la reducida difusión de este tipo de obras. A ella alude en de avanzar, retrocedían en el cristianismo. A ello se añadió el agravante de
el siglo XVIII en Guatemala el dominico Francisco Ximénez, mientras que los que ese retroceso no consistía solamente en la defectuosa comprensión del
jesuítas de Nueva Granada y del Paraguay trataron de solucionarla mediante cristianismo, en la ignorancia de su contenido o en una observancia más o
el establecimiento de imprentas misionales en 1741 y 1759-1760, respectiva- menos deficiente de la religión cristiana, sino que llegaba a la práctica de
mente. nuevo de la idolatría, aunque de una manera clandestina.
Esta especie de degradación, considerada en términos generales, no fue
idéntica en todas partes.
III. LA VIVENCIA INDÍGENA DEL CRISTIANISMO Respecto de Nueva España, son muchos los misioneros que se sienten
entusiasmados por las muestras de piedad de los neoconversos y no veían en
En la práctica del cristianismo por los nuevos cristianos hay que distin- sus deficiencias religiosas motivos especiales de alarma, convencidos de que
guir las mismas tres etapas establecidas para analizar el ritmo de las conver- exigirles desde el primer momento un cristianismo perfecto era, en frase del
siones. franciscano Motolinía, como darle un pedazo de pan a un borrego y acto
seguido palparle el rabo para comprobar si había engordado. Para otros, en
A) En las Antillas (1493-1540) cambio, el cristianismo no había desalojado totalmente al paganismo del
alma de los indígenas, y las prácticas que los primeros consideraban «bobe-
La escasez y contradicción de los datos aludidos al hablar del ritmo de
rías», en frase del también franciscano Bernardino de Sahagún, eran auténti-
las conversiones vuelven a surgir ahora respecto de la vivencia de la nueva
cos ritos idolátricos.
religión por los neoconversos antillanos.
El hecho de que el primer indio cristiano de América, Juan Mateo, A diferencia de en Nueva España, en Perú parece predominar la visión
prefiriera morir, junto con su hermano Antón, antes que renunciar al cris- pesimista, consistente en que, por una parte, los nuevos cristianos no llega-
tianismo (aunque Las Casas atribuye la muerte a motivos extrarreligiosos) es ron a mostrar el mismo fervor cristiano que los aztecas y, por otra, sus
un índice claro de su arraigo en la fe. Asimismo, el optimismo que respira- deficiencias eran más acusadas, sobre todo en lo referente a la vuelta a la
ban los franciscanos en 1500 respecto de la Española y el que se fomentaba idolatría.
en 1509 y 1511 respecto de Puerto Rico y Cuba, hacen pensar en la po- En las demás regiones, la visión favorable no suele ser tan optimista
sibilidad de que los nuevos cristianos fueran consecuentes con sus nuevas como en Nueva España, pero la desfavorable tampoco es tan pesimista como
creencias. en el Perú.
606 P.III. La Iglesia misional C.32. La nueva cristiandad indiana 607
2) El rebrote de la idolatría. Dijimos anteriormente que, entre las de todos los indígenas, y luego exageraban el número de idólatras detecta-
deficiencias religiosas de los nuevos cristianos, la que más alarmó a los dos para hacer resaltar los propios méritos, mientras que otros se inclinaban
evangelizadores fue el rebrote de la idolatría, practicada clandestinamente. a la comprensión y procuraban paliar el problema. Por su lado, los indios lo
Esta clandestinidad consistía en reponer a los ídolos en lugares agrestes, en mismo negaban su verdadera reincidencia en la idolatría (para evitar las
pedestales del propio domicilio e incluso detrás o debajo de las imágenes consiguientes sanciones) que trataban de congraciarse con los misioneros y
cristianas, así como en tributarles culto a espaldas del misionero y hasta ratificar sus sospechas llevándoles ídolos abandonados, fabricando incluso
durante los actos litúrgicos cristianos, aunque disimuladamente. otros nuevos o confesando una falsa pero leve culpabilidad que les permitie-
Desde el punto de vista geográfico, este rebrote de la idolatría aparece se acogerse sin más problemas a la promesa de absolución o sólo les acarrea-
en todas partes a los pocos años de la evangelización de cada territorio, y su se, a cambio de la paz o de una sospecha más grave, una leve sanción.
evolución parece que fue en aumento durante algún tiempo debido tanto al A diferencia de lo ocurrido durante la etapa de la idolatría pública, el
enfriamiento religioso de los neoconversos como al descuido, a la confianza problema que este rebrote oculto planteó a los misioneros no consistió en la
o a las excesivas tareas pastorales de los evangelizadores. Una vez percatados cantidad de signos idolátricos que había que destruir, sino en atinar quiénes
éstos de lo que sucedía, iniciaron el proceso de sofocamiento. eran realmente los que idolatraban y dónde lo hacían.
La desaparición o no del rebrote estuvo en relación con la mayor o
Los evangelizadores trataron de solucionar el problema, en primer
menor vigilancia de los encargados de la cura pastoral de los indígenas. Esto
lugar, insistiendo en sus predicaciones y confesiones en la ilicitud de volver
explica que en el Perú, por ejemplo, en lugar de desaparecer o disminuir
a idolatrar y en la obligación de denunciar lo que ocurriera en este punto.
con el tiempo, se descubriera en 1608 que era alarmante en la provincia de
Además, se valieron de los niños que educaban en sus escuelas y colegios, así
Huarochirí y en sus colindantes del este de Lima.
como de los denominados fiscales, para que les avisaran de los cultos idolá-
Esta universalidad geográfica no significa universalidad demográfica, tricos clandestinos. Finalmente, contaron con la colaboración de los visita-
en el sentido de que volvieran a practicar la idolatría todos o la mayor parte dores, eclesiásticos o civiles, nombrados oficialmente para este cometido,
de los neoconversos de todos los territorios. Todo parece indicar que, al entre los que destacan los designados en la archidiócesis de Lima entre 1610
menos en un principio, quienes recayeron en ella sólo representaban una y 1640. La misma Corona intervino en este punto ordenando a las autorida-
minoría, aunque cualificada, porque entre ellos abundaron los caciques y los des civiles y a las eclesiásticas que procuraran sofocar el rebrote.
hechiceros. Posteriormente, la práctica debió de ampliarse a algunos secto-
res populares, y sólo en casos ya muy tardíos, situados fuera del período de A los sospechosos se les incoaba proceso, se les condenaba a diversas
la evangelización, parece que adquirió mayores dimensiones, pero sin que penas si se demostraba su culpabilidad, y los objetos idolátricos se destruían
nunca llegara a ser un hecho generalizado. con métodos similares a los del comienzo de la evangelización por tratarse
De hecho, los misioneros de la primera y segunda generación, a pesar de un delito político-religioso.
del espíritu de alarma con que se expresan a este respecto, a veces presentan Dentro de esta tónica fueron excepcionales, y por ello duramente criti-
el rebrote como un hecho general, mientras que otras lo restringen a «algu- cados en su momento, la ejecución en 1539, por el brazo secular, del
nos» o a «muchos» de los nuevos cristianos. cacique de Tezcoco (México) don Carlos Ometochtzim o de Mendoza, pro-
Las cifras concretas escasean tratándose de la etapa que siguió inmedia- cesado por idolatría y bigamia por el obispo Juan de Zumárraga, y los duros
tamente a la conversión, laguna que a veces se trata de rellenar recurriendo procesos sustanciados en Maní y otras varias localidades de Yucatán por el
a los ya más abundantes datos de momentos posteriores, sobre todo a los franciscano Diego de Landa en 1562, inmediatamente rectificados por el
procesos incoados a comienzos del siglo XVII, sin tener en cuenta que estas obispo, también franciscano, Francisco de Toral.
cifras reflejan una situación distinta y son fruto en gran parte de un paulati- 3) Interpretaciones del cristianismo indígena. Partiendo del hecho in-
no deterioro del cristianismo, no achacable al misionero, sino al doctrinero, negable de que, como afirman en 1557 los superiores de las Ordenes misio-
fuera religioso o clérigo secular. neras de Nueva España, «los ministros, ayudados de la gracia divina, han
Una de las pocas cifras disponibles referentes a este período inmediata- hecho más que hombres», para juzgar el cristianismo indígena de esta etapa
mente posterior a la conversión es la que nos proporcionan los agustinos del comprendida entre 1523 y 1573 hay que tener en cuenta que, como decía el
Perú en 1559, según los cuales en esa fecha descubrieron tres mil indígenas jesuíta José de Acosta en 1589, no obstante su marcado pesimismo en este
idólatras en la región de Huaylas, lo que no representa un rebrote alar- punto, no todo eran deficiencias, pues muchos miles de indios eran sinceros
mante. cristianos, proporción que elevaba a «los más» el canónigo Pedro Sánchez de
De todas las maneras, ni estas ni las restantes cifras concretas son Aguilar en Yucatán en 1639, a pesar también de su obsesión por el rebrote
totalmente fiables, porque al descubrirse un foco de rebrote idolátrico de la idolatría.
solían intervenir varios factores que las suelen alterar. Por una parte, unos En este punto nos encontramos con las características generalizaciones
misioneros tendían a incurrir, escandalizados, en la sospecha generalizada alarmistas de los escritores del siglo XVI, quienes solían tomar la parte por el
608 P.III. La Iglesia misional
C.B2. La nueva cristiandad indiana 609
todo y valerse de la hipérbole para justificar sus apreciaciones, tanto más
cuanto que las expresaban envueltas en un sentimiento de decepción. la práctica de la idolatría se ha tratado de interpretar de diversas maneras,
El mismo Acosta participa de esta tendencia cuando califica la fe de los incurriendo casi siempre en una excesiva simplificación y generalización de
indígenas como algo puramente externo, superficial y fruto de la coacción, los hechos tomando la parte por el todo yjuzgando a pueblos primitivos con
sin darse cuenta de que en otros lugares califica los frutos de «inmensos» y de la mentalidad de las sociedades avanzadas occidentales.
que con la apreciación anterior niega implícitamente la validez del bautismo Robert Ricard (1932 y 1947) se abstiene de opinar sobre una cuestión
y de la comunión, cosa que en realidad no hace cuando trata de esos tan delicada que pertenece al fuero interno de los indígenas, pero rehusa de
sacramentos. Asimismo, el franciscano Bernardino de Sahagún, al que ante- plano la teoría, acabada de surgir en los años treinta, de que los nativos
riormente hemos visto afirmar que las prácticas idolátricas de los indios practican hoy una religión mixta heredada en gran parte de lo acontecido en
estaban muy lejos de ser «boberías», como creían algunos, no tiene inconve- el siglo XVI.
niente en aseverar hacia 1570 que «después de la primitiva Iglesia acá no ha Los jesuítas Mariano Cuevas (1928), Constantino Bayle (1946 y 1950),
hecho en el mundo nuestro Señor Dios cosa tan señalada como la conver- Rubén Vargas Ugarte (1959 y 1962) y M. Marzal (1983 y 1985), junto con
sión de los gentiles». los seglares Víctor A. Belaúnde (1931) y Fernando de Armas Medina (1944),
Por otra parte, no se puede olvidar tampoco que la talla de cada cual consideran el cristianismo indígena fundamentalmente auténtico, aunque
está en relación con el listón que se señale, y los misioneros americanos, que accidentalmente imperfecto. En el lado opuesto, los también seglares José
aspiraban al máximo, lo establecían quizá demasiado alto. Esperar que pue- Carlos Mariátegui (1928), Luis E. Valcárcel (1945), George Kubler (1946) y
blos enteros, con una poderosísima tradición cultural y religiosa pagana, Wigberto Jiménez Rueda (1946) lo consideran puramente superficial y ex-
practicaran desde el primer momento un cristianismo perfecto era aspirar a terno, sin más contenido que las apariencias o manifestaciones exteriores.
lo que ni siquiera actualmente se consigue en el mundo occidental después En la actualidad, Pierre Duviols (1971 y 1977), Richard Nebel (1983) y
de muchos siglos de cristianismo, sobre todo entre la población culturalmen- Christian Duverger (1987) ven en la nueva situación religiosa de los nativos
te atrasada. un sincretismo religioso consistente en que estos últimos incorporaron el
Por ello resulta totalmente normal, y más si se tiene en cuenta el cristianismo a un paganismo al que no habían renunciado y en que incluso
decaimiento evangelizador que siguió al intensísimo fervor inicial, que los en algunos aspectos identificaron a ambas religiones. Enrique E. Dussel
neoconversos de esta etapa, al mismo tiempo que daban edificantes mues- (1985) considera el cristianismo de los neoconversos como un claroscuro en
tras de cristianismo, adolecieran de una serie de defectos imposibles de el que no se puede distinguir dónde termina el paganismo y dónde comienza
desarraigar de toda una sociedad en un breve lapso de tiempo. el cristianismo.
Por lo que se refiere al rebrote de la idolatría, el hecho de que ignore- Para interpretar lo acontecido no tenemos más fuentes que los propios
mos sus verdaderas dimensiones e incluso todo parezca indicar que estuvo evangelizadores, quienes afirman que esos indios eran cristianos sin dejar de
muy lejos de ser general, convierte en radicalmente falso el planteamiento ser paganos, lo que significa que compaginaban o, más exactamente, yuxta-
de juzgar a todo el cristianismo de los neoconversos por las prácticas idolátri- ponían con la misma sinceridad o convicción dos sistemas religiosos para
cas de un solo sector. nosotros antagónicos, pero que para ellos no lo eran, de la misma manera
Tampoco se puede juzgar este rebrote inmediato a la conversión por el que tampoco veían contradicción en una teogonia prehispánica para noso-
que practicaran los sucesores de los convertidos, porque su reincidencia en tros claramente contradictoria e imposible de aglutinar en un único sistema
la idolatría ya no está en relación con la mayor o menor sinceridad en la religioso.
aceptación del cristianismo, sino con la atención que se les prestó a los ya Parece incluso que su mente los llevaba al cristianismo, pero que los
cristianos de nacimiento. sentimientos (tradición, supersticiones, miedo) los sujetaban al paganismo,
Finalmente, tampoco se puede aplicar a la América marginal de los con la irracionalidad e invencibilidad de estos sentimientos. Se trata del
siglos XVII, XVIII y parte del XIX lo que únicamente aconteció en la América consabido sí, pero... que condiciona hasta a los más lúcidos y practicado ya
nuclear durante una parte del siglo XVI. en numerosas ocasiones por el antiguo pueblo de Israel, cuando, sin dejar
Cuestión distinta es la de calibrar la gravedad ideológica de esa reinci- de creer en el Dios de Moisés, volvía los ojos a Baal, conducta humana a la
dencia en la idolatría o, lo que es lo mismo, sopesar qué había de cristianis- que, en el terreno de lo religioso, alude el mismo Evangelio.
mo y qué de paganismo en ese sector de cristianos-idólatras, puntos en los En esta interpretación, que ya expusimos en 1960 aunque atribuyendo
que ni siquiera los evangelizadores contemporáneos estuvieron de acuerdo. al rebrote de la idolatría más importancia de la debida, no todos los indios,
El propio Acosta, tan crítico en este tema, en unos pasajes considera esas sino únicamente el minoritario sector de los que volvieron a idolatrar, eran
prácticas como verdadera idolatría, en tanto que en otros las califica de sinceros cristianos y sinceros paganos al mismo tiempo, practicando una
simples supersticiones. religión yuxtapuesta o yuxtaposicionismo religioso contradictorio en sus
Modernamente, esta coexistencia en los conversos del cristianismo y de propios términos e incomprensible para nosotros, pero muy frecuente entre
610 P.III. La Iglesia misional

los pueblos primitivos, interpretación que en 1971 adopta también Nathan


Watchel para el caso del Perú.

C) En la América marginal (1573-1824) NOTA BIBLIOGRÁFICA


La vivencia del cristianismo por los nativos convertidos durante la etapa
comprendida entre 1573 y 1824 no presenta dificultades especiales porque Conversiones y vivencia en general
el proceso de conversiones fue más lento, los misioneros solamente abarca- C. BAYLE, «LOS clérigos y la extirpación de la idolatría entre los neófitos america-
ron lo que pudieron cultivar y el número de indígenas a su cargo era, en nos»: Missionalia Hispánica 3 (Madrid, 1946), 56-58, repetido en El clero secular y la
evangelización de América (Madrid, 1950), 240-256; P. BORGES, Métodos misionales en la
general, reducido, por lo que pudieron prestarles la adecuada atención. cristianización de América. Siglo xvi (Madrid, 1960), 457-551; ID., «Observaciones
Durante esta época, los nuevos cristianos, libres de las ataduras a que se sobre la reacción al cristianismo de los aztecas, mayas e incas», en Estudios sobre política
vieron sujetos los de la etapa anterior, evolucionaron en la forma normal de indigenista española en América 2 (Valladolid, 1976), 71-83; ID., «Conquista y evangeli-
menos a más. Al comienzo, con más o menos deficiencias y con mayores o zación: influencias mutuas», en La huella de España en América (Madrid, 1988),
281-297; E. D. DUSSEL, Historia de la Iglesia en América Latina. Coloniaje y liberación
menores dificultades (ya aludidas anteriormente), hasta que poco a poco se (Salamanca, 1971), 77-88; ID., Historia general de la Iglesia en América Latina 1 (Sala-
iba cristianizando definitivamente el ambiente. manca, 1983), 355-365; J. L. MORA MÉRIDA, «Reflexiones históricas acerca del pro-
Según un misionero jesuita del Orinoco medio, que escribía en 1744, blema idolátrico hispanoamericano en el siglo xvi», en J. I. SARANYANA y otros,
esta plena y definitiva cristianización no solía ocurrir hasta la tercera genera- Evangelización y teología en América (siglo xvi) 1 (Pamplona, 1990), 689-698.
ción. Según el misionero e historiador franciscano Antonio Caulín, que
Conversiones y vivencia en las Antillas
escribía en 1761, el proceso necesitaba un período de muchos años e incluso
siglos. Los franciscanos que misionaban en el oriente peruano en 1792 no P. BORGES, «La primera etapa de la evangelización de América», en La Huella,
145-163.
esperaban conseguir que los adultos llegaran a ser cristianos perfectos hasta
que no crecieran los niños y jóvenes de ese momento. Conversiones y vivencia en Nueva España
A estas deficiencias iniciales en el cristianismo se les pueden aplicar las F. R. AZNAR GIL, «La libertad religiosa del indio en autores franciscanos del si-
palabras consignadas por el misionero e historiador jesuita Andrés Pérez de glo xvi», en Actas del II Congreso Internacional sobre los franciscanos en el Nuevo Mundo
Ribas en 1645, referentes a los indígenas de Sinaloa (México): «Nacieron y se (Madrid, 1988), 391-439; ID., «Regulación jurídica de la libertad de conciencia den-
tro del plan de reconversión colonial», en L. PEREÑA y otros, La protección del indio
criaron en medio de espesas tinieblas de lo divino y de lo humano; no sabían (Madrid, 1989), 41-109; I. CLENDINNEN, «Reading the inquisitorial record in Yuca-
que hubiera gentes políticas y sabias en el mundo ni Señor que lo hubiese tan. Factor of Fantasy?»: The Americas 38 (Washington, 1981-82), 327-345; M.
criado; y, aun después que les llega la luz de la doctrina, ésa la oyen de un CUEVAS, Historia de la Iglesia en México 1 (El Paso, 1928), 192-193; CHR. DUVERGER, La
Padre que ven en sus tierras pobre, desconocido y como caído de las nubes. conversión des indiens de Nouvelle Espagne (París, 1987), 242-244; E. G. GlLLOW
Pues cuando esta gente falte y quebrante algún precepto divino o de la ZAVAI.ZA, Apuntes históricos sobre la idolatría y la introducción del cristianismo en la diócesis
de Oaxaca (Graz, 1978); W. JIMÉNEZ MORENO, «The indians of America and Christia-
Iglesia que se les predica, ¿cuánta mayor razón hay para decir que no saben nity»: The Americas 14 (Washington, 1958), 411-431; R. NEBEL, Alt mexikanische
lo que hacen?» Religión und christliche Heilsbotschaft (Immensee, 1983), 229-236; R. RlCARD, La con-
En general, y salvo excepciones, ese quebrantamiento de los preceptos quista espiritual de México (México, 1947); ID., «Reflexiones acerca de la evangeliza-
ción de México por los misioneros españoles en el siglo XVI»: Revista de Indias 4
divinos a que alude Pérez de Ribas era de orden moral o de cultivo de (Madrid, 1944), 7-25; F. V. SCHOLES-R. L. ROYS, Fray Diego de Landa and the problem
simples supersticiones, como sucede hoy mismo en los ambientes cristianos ofidolatry in Yucatán (Washington, 1938).
de deficiente formación cultural.
A diferencia de la etapa anterior, en estos inmensos territorios el rebro- Conversiones y vivencia en el Perú
te de la idolatría o no se dio o no llegó a adquirir dimensiones especialmente F. DE ARMAS MEDINA, Cristianización del Perú (1532-1600) (Sevilla, 1953),
graves. De hecho, la documentación misional no suele hablar de la vuelta de 563-599; P. DuviOLS, La destrucción de las religiones andinas (conquista y colonia) (Méxi-
los neoconversos a una idolatría apenas practicada anteriormente o hecha co, 1977); M. MARZAL, La transformación religiosa peruana (Lima, 1983); ID., El sincre-
tismo iberoamericano (Lima, 1985); R. VARGAS UGARTE, Historia de la Iglesia en el Perú
desaparecer con el consentimiento de los propios indios, independiente- 1-5 (Burgos, 1956-1959); N. WACHTEL, Los vencidos: los indios del Perú frente a la
mente de que la vigilancia de los evangelizadores era también más estrecha. conquista española (1530-1570) (Madrid, 1976).
Lo que sí se dio fueron las deserciones del cristianismo en forma de
abandono pacífico de la reducción o poblado misional, o uniéndose a una Cultivo pastoral en general
rebelión indígena, lo que suponía el regreso a su sistema de vida anterior, D. BOROBIO, «Teólogos salmantinos e iniciación cristiana en la evangelización de
América durante el siglo XVI», en D. BOROBIO y otros, Evangelización en América
incluso desde el punto de vista religioso. Pero ya se dijo en su lugar que estos (Salamanca, 1988), 7-165; P. CASTAÑEDA, «La condición miserable del indio y sus
hechos representan numéricamente poco en el conjunto de la evangeliza- privilegios»: Anuario de Estudios Americanos 28 (Sevilla, 1971), 245-335; L. GÓMEZ
ción americana, aunque localmente constituyeran una verdadera tragedia. HOYOS, Los privilegios de América latina en su parte histérico-cronológica (1493-1892)
C.32. La nueva cristiandad indiana 613
612 P.III. La Iglesia misional
(Roma, 1938); P. HERNÁEZ, Colección de bulas, breves y otros documentos relativos a la Teatro religioso
Iglesia en América y Filipinas 1 (Bruselas, 1879), 50-174 (privilegios religiosos de los O. ARRÓNIZ, Teatro de evangelización en Nueva España (México, 1979); C. BAYLE,
indios); F. DE LEJARZA, «Las borracheras y el problema de las conversiones en Indias»: «Notas acerca del teatro religioso en la América colonial»: Razón y Fe 131 (Madrid,
Archivo Ibero-Americano 1 (Madrid, 1941), 111-142 y 229-269; J. I. SARANYANA, «La 1945), 369-382; M. G. CRESPO PONCE, Estudio histérico-teológico de la «Doctrina cristia-
vida cotidiana en Nueva España según los primeros instrumentos de pastoral»: Scripta na para instrucción e información de los indios por manera de historia» de fray Pedro de
Theologica 19 (Pamplona, 1987), 387-408; F. DE VENTOSA, «Alfonso de Castro y los Córdoba, OP (f 1521) (Pamplona, 1988), 102-115; 1. MARTÍNEZ CERDA, «El misterio de
problemas de la Nueva Cristiandad»: Estudios Franciscanos 60 (Barcelona, 1959), Elche y su posible influencia en la evangelización de América»: Archivo Ibero-America-
203-246; A. YBOT LEÓN, La Iglesia y los eclesiásticos españoles en la empresa de Indias 1 no 45 (1985), 153-166; M. RODRÍGUEZ PAZOS, «El teatro franciscano en México
(Barcelona, 1954), 643-745. durante el siglo xvi»: Archivo Ibero-Americano 11 (Madrid, 1951), 129-189.

Música religiosa
Sacramentos
C. BAYLE, «Educación musical de los indios americanos»: Revista Nacional de
F. R. AZNAR GIL, «El impedimento matrimonial del parentesco por consanguini- Educación 3 (Madrid, 1943), 45-54; P. BORGES, Misión y civilización en América (Ma-
dad en los concilios y sínodos diocesanos (siglo XVl)», en J. I. SARANYANA, Evangeliza- drid, 1986), 232-233.
cióny teología, 451-486; ID., La introducción del matrimonio cristiano en Indias: aportación
canónica (siglo xvi) (Salamanca, 1985); ID., «La capacidad e idoneidad canónica de los Libros piadosos
indios para recibir los sacramentos en las fuentes canónicas indianas del siglo XVI», en
BOROBIO, Evangelizarían, 167-240; ID., «La institución matrimonial en los autores BORGES, Misión y civilización, 241-244.
franciscanos americanos», en Actas del I Congreso Internacional sobre los franciscanos en
el Nuevo Mundo (Madrid, 1987), 781-808; C. BAYLE, «La comunión entre los indios
americanos»: Missionalia Hispánica 1 (Madrid, 1944), 13-72, y Revista de Indias 4
(Madrid, 1943), 197-254; D. BOROBIO, «Los teólogos salmantinos ante el problema
bautismal en la evangelización de América»: Salmanticensis 32 (Salamanca, 1986),
179-206. P. CASTAÑEDA, «El matrimonio legítimo de los indios y su canonización»:
Anuario de Estudios Americanos 31 (Sevilla, 1976), 157-188; I D , «El matrimonio de los
indios: problemas y privilegios», en Homenaje a don Agustín Millares Cario 2 (Las
Palmas, 1975), 659-697; C. CECCHERELLI, «El bautismo y los franciscanos en México
(1524-1539)»: Missionalia Hispánica 12 (Madrid, 1955), 209-281; A. EGUILUZ, «El
Enchiridion y el Tractatus de baptismo et matrimonio de Fr. Juan Focher, OFM»: Missio-
nalia Hispánica 19 (Madrid, 1962), 331-370; C E. MESA, «La administración de los
sacramentos en el Nuevo Reino de Granada»: Missionalia Hispánica 30 (Madrid,
1973), 5-48; ID., «La administración de los sacramentos en el período colonial»:
Revista de la Academia Colombiana de Historia Eclesiástica 21-22 (Medellín, 1971),
72-106. H. MONTAÑÉS, «La pastoral del sacramento de la penitencia en Santa Fe de
Bogotá (1556-1576)», en SARANYANA, Evangelización y teología, 541-547; J. B.
OLAECHEA, «Progresiva apertura de los amerindios a la comunión»: Revista de Espiri-
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referente al matrimonio en Indias»: Anuario de Estudios Americanos 15 (Sevilla, 1958),
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gica 19 (Pamplona, 1987), 795-813; E. TEJERO, «La primera valoración doctrinal del
matrimonio de indios en Nueva España», en SARANYANA, Evangelización y teología,
1293-1308.

Confesionarios, doctrinas, sermonarios


C J. ALEJOS, «Análisis doctrinal del Confessionario de fray Joan Baptista
(1555-1607/1613)», en Actas del III Congreso Internacional sobre los franciscanos en el
Nuevo Mundo (Madrid, 1991), 473-491; M. CASTRO, «Lenguas indígenas americanas
transmitidas por los franciscanos del siglo XVI», en Actas del II Congreso sobre los
franciscanos, 485-572; P. HERNÁNDEZ, «Gramáticas, vocabulario y Doctrinas francisca-
nas en las bibliotecas de Madrid»: Ibíd., 573-588; ID., «Catecismos, Sermonarios..., de
los dominicos en las bibliotecas españolas», en Los dominicos y el Nuevo Mundo. Actas
del I Congreso Internacional (Madrid, 1988), 335-349; J. SÁNCHEZ HERRERO, «Alfabeti-
zación y catequesis en América durante el siglo xvi», en Derecho canónico y pastoral en
los descubrimientos luso-españoles y perspectivas actuales (Salamanca, 1989), 114-172; ID.,
«Alfabetización y catequesis en España y en América durante el siglo XVI», en
SARANYANA, Evangelización y teología, 237-263; ID., «Alfabetización y catequesis fran-
ciscana en América durante el siglo XVI», en Actas del II Congreso sobre los franciscanos,
589-648; véase la bibliografía del cap. 30.
CAPÍTULO 33

GRANDES EVANGELIZADORES AMERICANOS


Por LORENZO GALMÉS

El firmamento de la evangelización hispanoamericana está repleto de


estrellas de primera magnitud. Describirlas, y ni siquiera enumerarlas, es
imposible. Sin olvidar las ya aludidas al trazar la hagiografía americana, aquí
se recogerán únicamente las más representativas por un concepto o por
otro. Es una selección inevitablemente incompleta, subjetiva y controverti-
ble. Una simple muestra, desprovista de todo sentido de comparación, de la
riqueza y variedad de ese firmamento de evangelizadores.

Ramón Pane (1493)


Figura mítica, tan admirable como desconcertante, cuya vida y obra es
más para poetizar que analizar críticamente. «Catalán de nación», según Las
Casas, Pane se autopresenta como «un pobre ermitaño de la orden de San
Jerónimo». No por esto se le debe vincular a la españolísima Orden de los
Jerónimos. Más bien parece corresponder al grupo de ermitaños autócto-
nos, herencia medieval, que se acogían al patrocinio del gran Padre San
Jerónimo. Su libertad de movimientos les permitía unirse a empresas espe-
ciales, como la de Cristóbal Colón.
Al amanecer del 25 de septiembre de 1493 levaba anclas en el puerto de
Cádiz la gran flota de 17 barcos y unas 1.500 personas protagonistas del
segundo viaje de Colón a Indias. En ella iba un grupo de sacerdotes para
iniciar la primera evangelización del Nuevo Mundo, a cuyo frente estaba
fray Bernal Boyl, ermitaño de Montserrat, provisto de excepcionales faculta-
des pontificias. Boyl no pudo o no supo estar a la altura de lo que exigía
aquella misión histórica. Llamado a la corte, fue sustituido en su cargo. En
cambio, Ramón Pane se entregó de tal manera al servicio del cometido
misionero que se ganó la confianza del Almirante.
La flota llegó al fuerte de Navidad y comprobó que el edificio había sido
incendiado y sus moradores asesinados. Dirigiéronse después hacia la Isabe-
la, desembarcando el 2 de enero de 1494. Pane comprendió inmediatamen-
te que para llevar a buen término la misión encomendada era imprescindible
entender y hacerse entender por los nativos, por lo que había que dominar
su idioma. Fue el primer europeo que llegó a conocer una lengua indígena,
en concreto la de la provincia llamada Marcorís de Abajo. En vista de ello
quiso el Almirante que aprendiese la lengua general de la isla, la hablada en
el cacicazgo de Guarionex.
C.33. Grandes evangelizadores americanos 617
616 P.III. La Iglesia misional
En compañía de un indio que le servía de ayuda y de intermediario observancia regular. Ni cobardía ante las dificultades ni concesiones ante la
residió en el cacicazgo de Guarionex entre 1495 y 1496. Allí inicia una fragilidad a que se prestaban aquellas circunstancias. El primer convento fue
elemental catequización de los nativos a base de hacerles aprender el Pater una choza de paja, y bastó. Al año siguiente llegaron dos expediciones, y el
noster y el Ave María. Lleva a cabo un largo recorrido entre los indios, número de frailes predicadores llegó a quince. La vida conventual se organi-
haciendo cristianos y al mismo tiempo aprendiendo sus creencias y costum- zó con todo su rigor.
bres. Esta experiencia le valió el encargo de Colón de que escribiese una Poco tiempo necesitaron para darse cuenta de la grave opresión a que
relación sobre las creencias de los mismos. eran sometidos los indios. En conciencia, se creyeron en el deber de denun-
En 1498 entregó al Almirante el original de su manuscrito, Relación ciarlo. La Comunidad estudió la situación, redactó la denuncia y asumió la
acerca de las antigüedades de los indios, obra clásica en la antropología america- responsabilidad. El portavoz público fue fray Antonio Montesinos. Su ser-
na y que le ha valido a su autor el dictado de «primer etnólogo y antropólo- món de 1511 hizo época. Entre los colonizadores el alboroto fue enorme.
go». Es la única fuente directa de aquellos tiempos sobre los pobladores de Fray Pedro, representante de la Comunidad, hizo frente a las quejas. Pudo
las Antillas, y de ella se beneficiaron Pedro Mártir de Anglería y Bartolomé terminar en tragedia. De momento quedó en una grave acusación contra
de las Casas. Fray Pedro y sus frailes enviada a la corte.
Después de unos cinco años de estancia en la isla Española, se pierde de Fernando el Católico, molesto, exigió la intervención del Provincial de
vista Ramón Pane, y su figura vuelve a quedar en la oscuridad que caracteri- los dominicos de Castilla. Seriamente amonestado, fray Pedro tuvo que
za sus comienzos. regresar a España a dar cuenta de su gestión. Le esperaba un ambiente tenso
y desabrido. Seguro de la verdad, de la justicia y de la caridad de su causa, no
Pedro de Córdoba y su Comunidad (1510-1521) se acobardó. Aunque le negaron la audiencia con el rey, logró hábilmente
colarse y consiguió que el monarca le escuchase. El soberano quedó impre-
Puede afirmarse con certeza que fue la primera comunidad evangeliza- sionado y comprendió que estaba ante un caso grave. Las leyes de Indias
dora de las Indias Occidentales y una de las de mayor repercusión social en fueron revisadas en 1512, pero no con el rigor que el caso requería. Fray
la historia de las misiones cristianas. Una de las primeras denuncias evangéli- Pedro regresó a Santo Domingo, desengañado de la corte. Quería anunciar
cas en favor de los derechos humanos de los indios salió de su seno y su eco la fe cristiana donde los colonizadores no pudieran estorbarlo, y las Indias le
sigue resonando. ofrecían un campo inmenso.
Fray Pedro, varón de grandes prendas personales, predicador eminente Entre 1514y 1516 alternó experiencias apostólicas en el interior de la
y profesor de renombre, estaba integrado a fondo en el grupo de dominicos isla y en las costas venezolanas. Fueron los años de la intervención de los
de la «reforma» de la vida religiosa, luchando por acrecentar el entusiasmo Jerónimos, cuyo resultado no convenció a fray Pedro, considerándose en el
primitivo y el heroísmo religioso que habían protagonizado los hijos de deber de impugnarlo. Emprende otro viaje a España para recoger religiosos
Santo Domingo en los primeros tiempos de la fundación. Se trataba de y apoyar la gestión de Montesinos en orden a conseguir un territorio donde
mantener en toda su pujanza el carisma de fraile predicador tal como lo experimentar la evangelización pacífica. De nuevo en la Española, reem-
había practicado y enseñado Domingo de Guzmán. Era una misión que bien prendió sus viajes a costas venezolanas y llegó hasta la isla Margarita. Un año
valía una vida. Sin embargo, en la de fray Pedro se cruzó otra misión, que antes de morir hizo otro viaje a España para reclutar misioneros.
habría entusiasmado al fundador. La llamada de Indias, propuesta por el
El 4 de mayo de 1521, después de una molesta pulmonía tuberculosa
Maestro de la Orden, Tomás de Vio Cayetano, decidió secundarla, pero no
agravada por un estado físico muy deteriorado, murió en la paz de Cristo. Su
personalmente, sino en comunidad, como un rebrote de vida dominicana en
testamento espiritual consistió en insistir ante los frailes en que permanecie-
las lejanas islas del mar Océano. Fueron a plantar la Orden, y con simiente
sen a ultranza en el puesto de la misión que la Orden tenía en Indias, tan
pura, sin adulteraciones. Asumieron la vida comunitaria con todas sus exi-
necesitada de evangelizadores, y que mantuviesen vigorosa su fidelidad al
gencias y sacrificios. No se podía empezar mejor, y no era prudente empezar
carisma dominicano de estudio, oración y estricta observancia regular.
de otra manera. A lo puramente apostólico.
Fray Pedro contaba veintiocho años de edad cuando, en 1510, embarcó Los Doce Apóstoles franciscanos de México (1524)
para las Indias en calidad de superior de otros tres religiosos, siendo los
primeros dominicos que fueron al Nuevo Mundo. Eran fray Antonio Monte- Hallábanse los herederos del espíritu de Pedro de Córdoba empeñados
sinos, fray Bernardo de Santo Domingo y el cooperador fray Domingo. En en la empresa apostólica y liberadora en el agitado ambiente del Caribe
el mes de septiembre pisaron por primera vez las cálidas tierras de la Españo- cuando brilló una nueva luz en la comunidad cristiana de Nueva España, que
la. Sin dilación emprendieron la organización de la vida religiosa y la predi- iba tanteando sus primeros pasos. Una corazonada del Ministro General de
cación evangélica. Dos cosas había que salvar: la autenticidad del anuncio Ja Orden franciscana, asumida por el mismo Romano Pontífice, en 1524, le
del Evangelio y la fidelidad al carisma dominicano mediante la estricta impulsó a enviar a Indias «un prelado con doce compañeros, porque éste fue
618 P.III. La Iglesia misional C.33. Grandes evangelizadores americanos 619
el número que Cristo tomó de su compañía para hacer la conversión del le propuso para obispo de México en 1528. Fray Juan hizo lo que pudo para
mundo». evitar que la propuesta prosperase. Aceptó por impulsos de obediencia
La prelacia recayó sobre la rica personalidad de fray Martín de Valen- religiosa.
cia, místico de altos vuelos, extraordinario penitente y a cuya intercesión se Embarcó para México en calidad de obispo preconizado, iniciando una
atribuyen varios milagros. Le acompañaban fray Francisco de Soto, emotiva intensa labor pastoral, que, ya desde sus comienzos, se distinguió por su
encarnación de la pobreza franciscana de puro cuño evangélico; el extático singular energía en la defensa de los derechos humanos de los indios, los más
fray Martín de la Coruña; el aguerrido apóstol fray Juan Suárez, que, junto perjudicados, y también de los españoles que estaban en conflicto con la ley.
con fray Juan de Palos, sacrificó su vida en la heroica empresa de cristianizar Sus denuncias públicas y los informes que envió le granjearon peligrosos
la Florida; fray Antonio de Ciudad Rodrigo, que se distinguió como hábil enemigos. Perseguido y calumniado, sufrió incluso un intento de asesinato.
gobernante y celoso defensor de los derechos de los indígenas; el piadoso Presentábanlo como un prelado arrogante y turbulento, siempre en lucha
fray Toribio de Benavente o Motolinía, fino observador de la naturaleza y de con el poder civil, acusación que la vida del santo varón desmintió sobrada-
las costumbres de los nativos e infatigable escritor; fray García de Cisneros, mente. Zumárraga se había enfrentado con la Audiencia cuando se trató de
primer Provincial de la recién creada Provincia; fray Luis de Fuensalida, defender a los indios y a la Iglesia. Sus cartas fueron interceptadas, y la corte
entusiasta aspirante al martirio y que renunció a la mitra de Michoacán; fray no conoció más que lo adverso. Un arriesgado marinero vizcaíno se compro-
Juan de Ribas, defensor a ultranza del mantenimiento del espíritu de la metió a sacar algunas cartas y entregarlas al emperador. Burló, con habili-
reforma religiosa; fray Francisco Jiménez, varón de intensa vida espiritual y dad, la vigilancia, y tuvo la suerte de poder entregarlas a la misma empe-
a la vez hábil canonista, y, por último, fray Andrés de Córdoba, que en su ratriz.
sencilla y candorosa espiritualidad irradió una enorme influencia en el país. Con todo, el sexagenario fray Juan, pobre y desacreditado, se presentó
Fieles a la consigna de no claudicar jamás de la pobreza franciscana, al ante la corte imperial a dar cuenta de su misión. La verdad se impuso.
desembarcar después de la larga travesía recorrieron a pie y descalzos las Destituidos gobernador y oidores, no tuvo más dificultades con los repre-
sesenta leguas que separan el puerto de Veracruz de la ciudad de México. sentantes del Rey. En 1533 fue consagrado obispo y regresó a su diócesis.
Hernán Cortés los recibió con muestras de veneración y los agasajó solem- Mantuvo el género de vida de fraile franciscano. Viajaba a pie y en suma
nemente. Los franciscanos fueron un aldabonazo para los españoles y un pobreza. Su casa tenía más de pobre convento que de residencia episcopal.
descubrimiento para los indios. El contraste resultaba llamativo. Seguíanles Lo único de valor que había era su biblioteca, que tenía en gran estima. El
y rodeábanles los indios sin parar, hablando en el idioma local, del que los Zumárraga pastor de almas era a la vez hombre de estudio y cultura. Desea-
piadosos hijos de San Francisco no sacaban en limpio más que una constante ba que las Sagradas Escrituras se tradujeran a todos los idiomas y estuviesen
repetición de la palabra motolínea. La machacona insistencia de los nativos al alcance de todos. Al mismo tiempo fundaba escuelas y colegios, trajo de
les picó la curiosidad y preguntaron qué significaba aquel vocablo. Les Europa la primera imprenta de América y escribía libros llenos de sana
contestaron que quería decir pobre o pobres. El impetuoso fray Toribio de doctrina. Trajo religiosas para enseñanza de las niñas. Pidió que le autoriza-
Benavente, llevado de su entusiasmo, hizo de aquella palabra india su propio sen a llevar algunas familias de moriscos para enseñar a los indios el arte de
apellido. la seda. Emprendió una intensa campaña para conseguir que los indios
Una vez asentados en la región, pidieron a los caciques y principales que fuesen exonerados de los tributos que pesaban sobre ellos. A los misioneros
les enviasen sus hijos para educarlos en la fe cristiana. No les resultó fácil les exigía que aprendiesen el idioma de los nativos. Su actividad resultaba
convencer a los respectivos progenitores, pero no se desalentaron, y los agotadora para sus colaboradores. El ni parecía darse cuenta. Durante los
colegios franciscanos resultaron una institución de primer rango en el Méxi- los años de su mandato se celebraron las Juntas eclesiásticas de 1539, 1544
co cristiano. Además, se convencieron pronto de que era necesario dominar y 1546.
el idioma de los nativos y llegaron a ser maestros en un menester tan Poco antes de morir fue honrado con el título de arzobispo. Tanto le
humanista. Celebraron un Capítulo franciscano y dividieron la extensa re- molestó el honor que el venerable Betanzos, su confesor, tuvo que animarle
gión en cuatro provincias, que fueron la base de la definitiva organización restándole importancia. Murió como un santo en brazos de su también santo
franciscana en tierras mexicanas. confesor.

Juan de Zumárraga (1458-1548) Domingo de Betanzos (1480-1549)


Eminente religioso franciscano y primer arzobispo de México. Nació en Figura de personalidad un tanto enigmática y sin embargo de prodigio-
Durango (Vizcaya) y murió en la capital de Nueva España. En su Orden sa actividad apostólica e indiscutible santidad. De estudiante y profesor en
había sido superior local, definidor o consejero y provincial. Impresionado Salamanca, pasó a la vida eremítica en el sur de Italia por espacio de cinco
Carlos V al verle celebrar los Sagrados Oficios en el Abrojo, Recoleta fran- años. En 1511 profesó en la Orden de Predicadores en Salamanca. Coinci-
ciscana de intensa reforma de la que salieron heroicos varones apostólicos, dió con los años en que se vivía la experiencia de los primeros dominicos en
620 P.III. La Iglesia misional C.33. Grandes evangelizadores americanos 621
Indias. Dos años después embarcó rumbo a Santo Domingo, donde se unió además del odio hacia los españoles. La primera vez que emprendió la
al equipo de fray Pedro de Córdoba. Destacó por su impetuosidad apostóli- aventura lo hizo a pie, porque le aseguraron que era más fácil y al mismo
ca y su honda ejemplaridad religiosa. Atrajo a la Orden al entonces clérigo tiempo podría evangelizar los pueblos que encontrase por el camino. Puesto
Bartolomé de las Casas. en ruta con su compañero de misión, tuvieron que atravesar inhóspitos
En 1526 formó parte de la expedición de fray Tomás Ortiz para implan- desiertos, pasaron hambre y sed y poco pudieron hacer como evangelizado-
tar la Orden de Santo Domingo en Nueva España. Al tener que viajar Ortiz res. Regresaron exhaustos y medio muertos, pero con la luz de la Florida
para España quedó Betanzos en calidad de vicario y constató las dificultades encendida.
que había para relacionarse con la sede de la provincia en la isla Española. Después lo asociaron a la misión de fray Domingo de Salazar, entre los
Gestionó la creación de la provincia dominicana de México, de la que fue su indios araucas, más arriba de Cartagena. Misión difícil, con grandes penali-
primer provincial, en 1535. dades, que tuvieron que dejar por falta de correspondencia.
Preocupado por la promoción y evangelización de los indígenas, impu- De nuevo en México, se encontró con fray Luis Cáncer, que venía
so a los frailes la obligación de aprender el idioma de los mismos. Influyó en entusiasmado de la experiencia de evangelización pacífica en la guatemalte-
la declaración de Paulo III en favor de la racionalidad del indio. Aunque se ca Verapaz y proyectaba repetirla en la Florida. Fray Gregorio sintió renacer
le atribuyen algunas expresiones que parecen poner en tela de juicio la las esperanzas. En junio de 1548 embarcó el nuevo equipo, después de
plenitud humana del indígena, el testimonio que dejó escrito sobre proble- asegurar que desembarcarían en lugares de indios no contaminados por los
ma tan grave y delicado y la entrega con que se dio a la evangelización de los españoles. El piloto no secundó la consigna de los misioneros, y fray Luis
mismos demuestran lo infundado de tal acusación. Cáncer, con dos compañeros, desembarcaron en una zona de indios hosti-
Amigo íntimo y mentor espiritual del arzobispo Zumárraga, le asistió en les, que los sacrificaron inmediatamente. Fray Gregorio, testigo impotente
la hora de la muerte. A impulsos de su inquietud misionera, siempre renova- en la nave, nada pudo hacer para libertarlos, a pesar de poner en peligro su
da y en efervescencia, e insatisfecho con la actividad de misionero en las propia vida. Regresaron a Santa Cruz el 19 de julio. La sangre de sus
Indias Occidentales, puso proa hacia la evangelización de China, llegando a compañeros estimuló más el deseo de evangelizar la Florida.
entusiasmar al mismo Las Casas y a Zumárraga. No pudiendo dejar su labor En 1550 se le abrió un inesperado camino. Fue propuesto para obispo
pastoral los dos primeros, Betanzos se decidió a irse solo. Conseguidas las de Cartagena. Mucho le presionaron para que aceptase. Recurrió a Roma y
licencias necesarias y preparando el complicado viaje, le sorprendió la muer- consiguió que se le aceptase la renuncia. En 1561 encontró al capitán Ángel
te en San Pablo de Valladolid, en 1549. de Villafañe, que se dirigía a la Florida para llevar socorros a la región.
Aceptado fray Gregorio como miembro de la expedición, pudo desembarcar
Gregorio de Beteta (f 1562) en la anhelada Florida. Comprobó lo agreste de la región y la imposibilidad
Hijo único de padres ricos y muy cristianos, nació entre 1505-1510. de contactar con los nativos existentes. La empresa era por entonces invia-
Formado en Salamanca como alumno del clásico Colegio de San Miguel y ble. Dolorido, enfermo y achacoso, tuvo que regresar a La Habana.
graduado en Leyes, «decidió emplear su vida en un buen lance». Murió en diciembre de 1562, en el convento de Toledo. Ni su ideal ni
Ingresó en los dominicos de San Esteban, y, a pesar de su robustez el sacrificio de sus compañeros fueron estériles. La evangelización de la
física, una grave enfermedad estuvo a punto de costarle la profesión. Su Florida fue organizada posteriormente en las condiciones debidas y con las
curación fue atribuida a la intercesión de San Luis, rey de Francia, emitien- garantías necesarias.
do sus votos religiosos en 1533.
Se unió al grupo de frailes reformados, que pugnaban por la estricta Pedro de Gante (f 1572)
observancia. Entregado al estudio, se especializó en el comentario de la Hermano franciscano, procedente del convento de Gante, vinculado a
Sagrada Escritura, al mismo tiempo que se distinguía por su celo y eficacia la corte de Carlos V, cuyo nombre era Pedro van der Moere. A impulsos del
en el ministerio de la predicación. entusiasmo suscitado por la ocupación de México y las inquietudes evangeli-
Atraído por la llamada de las Indias, fue enviado a Nueva España, zadoras de Cortés, se trasladó a Nueva España junto con otros dos sacerdo-
donde pronto destacó entre los demás. Se le encargó del cuidado de una tes franciscanos, Juan de Tecto, superior del convento de Gante, y Juan de
administración de indios y al poco tiempo había aprendido la lengua zapote- Ayora. Murieron los dos últimos a poco de estar allí y quedó fray Pedro solo,
ca. Su celo apostólico, incansable energía en la evangelización de los nativos unido al grupo de franciscanos españoles que llegaron en 1524. Pedro de
y prudente proceder aumentaban su prestigio. Gante demostró tener una personalidad misionera y humanista fuera de
Allí se enteró de las necesidades de la Florida, que atraía a muchos, serie. Pero no le resultó fácil desarrollarla. Más de tres años le costó hacerse
idealizada por la fantasía del nombre. Fray Gregorio se propuso promover con los indígenas, que huían de cualquier comunicación con los cristianos.
la evangelización de la misma. Tres veces lo intentó a lo largo de su vida. Los Partiendo de los niños, consiguió atraer a los mayores.
indios de la Florida se distinguían por su valor, ferocidad y belicosidad, Como primera medida aprendió el idioma náhuatl, en Texcoco, pasan-
C.33. Grandes evangelizadores americanos 623
622 P.III. La Iglesia misional
pueblos-hospitales para ayudar a los nativos. Muchos de ellos se transforma-
do después a México, donde residió casi toda su vida, salvo una etapa breve
ron en ciudades importantes para la vida del país. Hábil pacificador, atrajo
de estancia en Tlaxcala. Unos cincuenta años al servicio de la evangelización
a muchos indígenas a los poblados. Concibió un sistema de fraternidad y
en Nueva España. No le faltaron motivos ni momentos de desaliento. El
trabajo juntos, con distribución equitativa de bienes, que produjo un nota-
trato de los españoles a los indígenas le impulsó a veces a volver a su añorado
ble movimiento de promoción humana y cristiana.
Gante. Pudo más la llamada a la evangelización y defensa de los indios, y de
En 1536 fue preconizado obispo de Michoacán, diócesis recién funda-
su promoción humana, que las conocidas dificultades que frenaban la acción
da. El oidor Quiroga pasaba a ser un cuidadoso pastor de almas. La ciencia
misionera.
humana fue en sus manos un precioso instrumento de acción ministerial.
Comenzó con una etapa preevangelizadora, ordenada a elevar el nivel
Fundó el Colegio de San Nicolás, para estudios eclesiásticos de jóvenes
humano del indio. Construyó un colegio para enseñanza de las primeras
españoles, en el que convivían con jóvenes indios para aprender el idioma
letras a los niños, que llegó a albergar de 500 a 600 diariamente. Siguió con
local. Esta fundación fue la base de la universidad michoacana de San
una enfermería, que, sin poder llegar a todo, atendía más de 300 enfermos.
Nicolás de Hidalgo. Si de oidor había sabido defender la dignidad y la
Siguió la fase evangelizadora, caracterizada por la construcción de tem-
libertad de los indios, como obispo se consagró en cuerpo y alma a prestarles
plos, que sumaron más de un centenar, y la destrucción de centros idolátri-
un servicio pastoral adaptado a su idiosincrasia. Tuvo la rara virtud de
cos. Llevó a cabo una gran labor preparando para la recepción de los
entender y hacerse comprender tanto por los españoles como por los crio-
sacramentos de Bautismo, Eucaristía y Matrimonio entre indígenas. Para su
llos y los indios. Fue un extraordinario formador de hombres, en especial de
catequesis entre adultos compuso canciones glosando los misterios de la
varones destinados al sacerdocio en tierras mexicanas. Hombre de orden y
religión cristiana, que influyeron hasta fuera de México. En ausencia del
de paz, no desdeñó la lucha cuando hacía falta. Incansable durante toda su
sacerdote, fray Pedro predicaba, pues llegó a poseer un extraordinario
vida, la muerte le sorprendió haciendo una visita pastoral.
conocimiento del idioma de los nativos.
Algunos escritores han considerado el ideario de Vasco de Quiroga un
Como actividad postevangelizadora escribió doctrinas para los indios en
tanto utópico. Sin embargo, la mayoría de sus intervenciones demostraron
su propio idioma, organizó cofradías, fundó un coro para solemnizar el
que sabía bien lo que llevaba entre manos.
culto, enseñó a confeccionar ornamentos litúrgicos, a labrar imágenes y
construir andas para procesiones, de gran arraigo popular. Les instruyó en
Agustín de la Corona (1508-1589)
oficios manuales y manifestaciones artísticas, para lo que demostraron los
indios grandes facultades. Uno de los primeros agustinos misioneros de México, obispo de Popa-
En el orden social defendió con singular energía a los indígenas de los yán, en medio de grandes dificultades, y que mereció ser reconocido como
atropellos a que los sometían ciertos españoles, a base de cartas de dramática el «obispo santo». Nació en Coruña del Conde (Burgos) hacia el 1508. En
elocuencia al Emperador. 1524 ingresó en los agustinos de Salamanca. Nueve años después fue envia-
Decía de sí mismo que había «usado el oficio de Marta», por no ser do a México, donde estuvo dedicado a la actividad misionera, hasta que en
sacerdote. Por lo mismo, tuvo más tiempo y ocasiones, y sobresalió en ello en 1560 fue elegido Provincial de los agustinos de Nueva España. Poco después
grado eximio. tuvo que salir con rumbo a España, en compañía de los provinciales de
Su actitud ante el hecho del descubrimiento y colonización de Indias franciscanos y dominicos, para defender los derechos de los religiosos ante
está en la línea de la más alta espiritualidad, pues «no fueron descubiertos Felipe II. Al llegar a España se encontró con que había sido propuesto para
sino para buscarles la salvación». Responsabilizaba gravemente al Empera- obispo de Popayán.
dor si no tomaba las medidas necesarias para conseguirlo. Confirmado en 1564, fue consagrado en Madrid, embarcó para Améri-
Murió en 1572 en medio de una indescriptible veneración popular. ca en 1565 acompañando al virrey Francisco de Toledo en la visita al Virrei-
Había llegado a ser el padre de todos. nato y redacción de las ordenanzas convenientes. Incorporado a su diócesis,
se dio cuenta del mal estado de la misma a causa de los desórdenes sociales
Vasco de Quiroga (1578) y de la necesidad de tener mano firme. Llevó a cabo la aplicación de los
decretos del Concilio de Trento. Cuando se trataba de la verdad y de la
La trayectoria de Vasco de Quiroga cabe en pocas palabras: de oidor de justicia no retrocedía ante nadie. Su episcopado fue uno de los más acciden-
la Audiencia de México a obispo de Michoacán. Su vida demuestra que el tados.
servir bien a los hombres es la mejor manera de prepararse para servir bien
En 1570 se enfrentó con el gobernador de Popayán, Alvaro de Mendo-
a Dios. Castellano de Madrigal de las Altas Torres (Avila), aunque su familia
za, porque exigía un libramiento suyo para hacer efectiva la nómina de los
procedía de Galicia y de linaje ilustre, estudió Leyes y sirvió en la corte de
doctrineros, en contra de los derechos eclesiásticos. Llegó el Obispo a
Carlos V. Viendo su honradez y preparación, el rey lo envió a la segunda
excomulgar al Gobernador. Amenazado de destierro, salió para Cartagena
Audiencia de México. Gracias a su serenidad y claridad de visión, sintonizó
con el fin de embarcar para España, pero no le autorizaron la salida. Pasó a
pronto con el temperamento de los indios. Puso en marcha la fundación de
21
Historia de la Iglesia '
"24 P.III. La Iglesia misional C.33. Grandes evangelizadores americanos 625
Lima, desde donde envió la renuncia de su Obispado al Consejo. Rechazada les. Aquella misma noche entró en su habitación Nacabebo, indio célebre en
su renuncia, le mandaron que se reincorporase a su diócesis. Siguió en su la zona, y acompañado de otros alancearon al santo varón, que se había fiado
postura de defensa de los indígenas, a base de enviar diversos memoriales, y de ellos. Malherido y agonizante salió, y aún pudo dirigirse a una cruz al lado
la de los derechos de la Iglesia. de la iglesia, y abrazado a ella, le remataron los asesinos. Amanecía un nuevo
En 1582, acusado de intromisión en asuntos civiles, fue violentamente día. Para Gonzalo amaneció la eternidad.
apresado y enviado preso a Quito, por el gobernador García del Encinar, el
cual se apropió de los fondos de la casa del Obispo. Este le excomulgó, y los
Diego de Porres (siglo XVI)
Obispos reunidos en el tercer concilio de Lima protestaron ante Felipe II,
excomulgando a los que habían apresado al prelado. Cinco años estuvo El vigoroso mercedario fray Diego de Porres, que en tierras peruanas
desterrado en Quito, donde ejercía como humilde párroco, hasta que pudo dio muestras de un temple poco común, parece un personaje arrancado de
regresar a su diócesis en 1588. Felipe II mandó ofrecer actos de desagravio cualquier epopeya heroica, servidor a carta cabal de Dios y del Rey. Se
por la injusticia cometida con fray Agustín de la Coruña. desconocen tanto los primeros como los últimos años de su vida. Los treinta
Murió piadosamente el 24 de noviembre de 1589. Había sido uno de los y tantos del período central, como soldado y como fraile después, demues-
grandes indigenistas en aquellos difíciles años. tran sus muchos merecimientos y leales servicios en las nobles causas a las
que comprometió su vida.
Gonzalo de Tapia (1561-1594) Fiel vasallo del Rey, le sirvió como soldado en Indias, de manera espe-
Es el fundador de la primera misión permanente de los jesuítas en cial a raíz de la rebelión protagonizada por don Diego de Mendoza.
Nueva España y a la vez el protomártir de los jesuítas en México. Oriundo de Siendo sacerdote y religioso mercedario, sirvió a Dios con idéntica o
León, había nacido en 1561. Ingresó en la Compañía de Jesús en 1576, mayor lealtad, también en Indias, como apóstol andante en doce provincias
siendo ya sacerdote secular. En 1584 embarcó con destino a México, donde sucesivas. Cronológicamente nos situamos entre 1558 y 1591. Más de diez
desarrolló una intensa actividad misionera entre los indios tarascos de Pátz- años los pasó en Santa Cruz de la Sierra, como cura y vicario general,
cuaro, cuyo idioma llegó a dominar bien. volcado en cuerpo y alma a su actividad misionera y sin recibir el salario
En 1591 fundó la misión de Sinaloa. Al mes de estar entre sus morado- estipulado por el Virreinato. El Capítulo Provincial de 1582 le nombró
res ya podía entenderse en sus dos principales lenguas, cahita y ocoroní, de Procurador general, ampliando su poder para los reinos de España, ante la
las que ha dejado una buena gramática y un catecismo, ayudado por cancio- Santa Sede.
nes. Persuadido de la importancia de las obras y del ejemplo, para borrar la Por su preparación en buenas letras, astrología y matemáticas, se distin-
mala impresión del proceder de ciertos españoles, puso todo su empeño en guió como explorador y cartógrafo de tierras nuevas. En cuanto misionero,
predicar con la palabra y la vida. Sabíase constantemente observado por los se entregó a la catequización de los indígenas, llegando a dominar el idioma
indios, y no sin suspicacia. chiriguano. En sus métodos se ceñía a las grandes líneas entonces en boga:
En cuanto se hizo con el idioma más común en aquella región, se lanzó predicar, administrar sacramentos, construir iglesias y, si se terciaba el caso,
a la evangelización de las tribus del interior, hasta el río del Fuerte, en la lanzarse a la destrucción de centros de culto idolátrico. Se da por hecho que
vertiente superior del Sinaloa. El resultado fue sorprendente, y pudo ser bautizó a miles de indios, construyó más de cien iglesias y fundó seis con-
considerado como de buen augurio. Pero las promesas de aquella empresa ventos.
evangelizadora, con tanto optimismo iniciada, sufrió un rudo golpe en 1593, En el aspecto social es de resaltar su acción pacificadora ante los itati-
con una terrible peste que invadió la zona, cobrándose incontables víctimas. nes, de los que llegó a presentar a doce de sus caciques ante la Audiencia de
Situación crítica, agravada más aún por un terrible terremoto que sembró el Charcas como muestra de su buena disposición. El ideal del P. Porres era
pánico entre los habitantes. organizar pueblos «en policía y en cristiandad». Formar hombres que supie-
Los misioneros, Gonzalo y su compañero, siguieron impertérritos en ran ser fieles ante los postulados religiosos y humanistas.
sus puestos, irradiando humanidad y amor entre aquellos desgraciados. Fray Diego respondió siempre de sus actos ante la Corte y ante el
Pasada la crisis, reemprendieron la actividad misionera en ambas vertientes Consejo. Presentó al Rey sus experiencias en forma de relaciones, diseños y
del Sinaloa con nuevos bríos. Gonzalo se multiplicaba llegando a todas descripciones de sus trabajos como misionero y como explorador. Las varias
partes, incansable y siempre animoso. cédulas reales libradas a favor de su obra demuestran el aprecio en que
El 10 de julio de 1594, bien acompañado, fue a visitar a los habitantes fueron tenidas.
de Tovoroba, entre quienes celebró, además, la Eucaristía. Pidiéronle los
indios que se quedase un tiempo entre ellos. Los acompañantes del padre Diego de Torres Bollo (1551-1638)
procuraron disuadirle. No les inspiraban confianza. Pero el piadoso varón, Natural de Villalpando (Zamora), nació alrededor de 1551. En 1572
movido de una bondad y piedad de corte evangélico, prefirió no defraudar- ingresó en la Compañía de Jesús. Rondaba los treinta años cuando fue
626 P.III. La Iglesia misional C.33. Grandes evangelizadores americanos 627
destinado al Perú. Diego de Torres unía a su celoso espíritu de misionero el deseo de dedicarse a la docencia, pasó a México en 1664. Entre 1665 y
grandes cualidades de mando. Tuvo cargo de Superior en diversos puestos 1667 leyó Artes en Querétaro, y de 1667-1668 lo hizo en Celaya. Desde
de misión, además de haber sido rector del Cuzco y de Quito. En el Nuevo 1668 a 1691 fue catedrático de Teología en Valladolid (Morelia), de cuyo
Reino de Granada ostentó la responsabilidad de Viceprovincial. En 1600 fue convento fue elegido superior. Parece que una pesadilla nocturna o una
enviado a Roma en calidad de Procurador. Pero fue entre 1604 al 1614 extraña visión fúnebre le impresionó vivamente, y se sintió llamado a mayor
cuando demostró la talla de su personalidad como primer Provincial de la santidad y dedicación al bien de las almas. A partir de 1679 dejó la enseñan-
Compañía en Paraguay y promotor de la presencia jesuíta en el país, de tanta za y se dedicó a las misiones.
importancia histórica. A finales del mismo año tuvo que regresar a España para asistir al
Desde su cargo de Provincial fue el gran impulsor de las misiones Capítulo General de su Orden. Aprovechó los días libres para dedicarse a la
paraguayas, por medio de la fundación de pueblos cristianos, que cristaliza- predicación popular y gestionar la fundación de un Colegio de Misioneros
ron en las célebres reducciones. Pero tuvo que empezar por ordenar las en Querétaro. Conseguida la autorización, regresó a México en 1683, con
casas religiosas, y el trabajo apostólico de la naciente Provincia, antes de la otros veintidós franciscanos, para fundar el Colegio de Querétaro. Dos años
plena dedicación al indígena. Fomentó desde los comienzos el conocimiento después regresa de nuevo a España con la intención de fundar colegios en
de las lenguas indígenas, medio imprescindible de comunicación social. ella. Entre 1689 y 1691 lleva a cabo una desbordante actividad como funda-
Tuvo clara idea de su deber para con los religiosos y para con los indios, dor de colegios de misioneros. Sus frutos fueron el de San Miguel de
que, en inmensas cantidades, vivían en estado salvaje, esperando la palabra Escornalbou, en Cataluña; Nuestra Señora de la Oliva, en la provincia de
de la salvación. En 1609 dio la primera instrucción para misiones y misione- Toledo; el dedicado a San Roque, en Calamocha (Teruel); en la región
ros, que es una elocuente muestra de su sentido de previsión, inteligencia y murciana el de San Miguel de Cehegín, y el colegio valenciano del Santo
buen sentido tanto para con los indios como para con los misioneros, cuya Espíritu del Monte. Llegó hasta la isla de Cerdeña, donde fundó el Colegio
necesidad material y moral tenía que atender y solventar. de Ozzier, Sassari. No prosperó la idea de fundar un colegio en la mallorquí-
Superando la fácil tentación de la improvisación, o de la confianza falta na villa de SóUer. Todo fue posible gracias a su gran capacidad de trabajo y
de base, exigía que las fundaciones se realizasen en lugares provistos de su firme voluntad de sufrir por Cristo todo lo que se terciase.
agua, con posibilidad de pesca, con buena tierra y sin peligro de inundacio- Se trasladó a Madrid con el propósito de fundar un colegio en los
nes, buen clima y sin incomodidades. Lugares donde pudieran mantenerse aledaños de la capital. Allí le sorprendió la muerte, el 29 de junio de 1693.
muchos indios. Sabía que los indios tenían que ser ganados muy poco a Su muerte fue la de un santo, cuya fama continuó incluso durante muchos
poco, para sembrar en ellos la sana semilla de Cristo. años. De su espléndida actividad misionera se calcula que convirtió unas
No desconocía la aversión que los indios sentían hacia los españoles, veintidós mil personas. Fue el resultado de más de un cuarto de siglo de
ante la dura servidumbre que les imponían. Por esto su norma constante era plena entrega al servicio de las misiones.
que no les impusieran pesadas cargas. Consiguió que durante los primeros
diez años se eximiese a los indios del pago de tributos. Centró la actividad Eusebio Francisco Kino (1645-1711)
misionera en tres puntos claves. Hubo grandes dificultades, y en algunos Kino, o el ideal de descubrir tierras y convertir almas, nació en Segno,
puestos hubo que desistir de momento. Los indígenas se debatían entre la junto a Trento, en 1645, siendo bautizado con el nombre de Eusebio. De
rebeldía y la indiferencia. Aquel grupo de misioneros no desistió de su estudiante, una enfermedad puso en peligro su vida. Encomendado a San
empresa, y bajo la dirección de Diego de Torres prepararon los gloriosos Francisco Javier, curó, y después ingresó en la Compañía de Jesús, añadien-
días de las misiones jesuítas del Paraguay. do a su nombre propio el de Francisco. Ordenado sacerdote en 1676, pidió
Murió en La Plata, hoy Sucre (Bolivia), en 1638. ser enviado a Indias, después de renunciar a una cátedra de matemáticas en
Ingolstadt. En 1681 llegaba a Veracruz.
Antonio Llinás de Jesús María (1635-1693)
En México fue adscrito, como misionero y cosmógrafo del rey, a la
Figura de gran misionero, profesor de calidad, forjador de misioneros expedición a California bajo las órdenes del capitán Atondo, que se hizo a la
y fundador de centros de formación misionera, con nota de sobresaliente en mar en 1683. La experiencia no dio resultado, y la expedición tuvo que
todo. Incansable en el trabajo, viajero empedernido, nada le asustaba con tal regresar. Con todo, California se había convertido en el ideal de la vida de
de servir a las misiones. Kino.
Natural de Arta, isla de Mallorca, había nacido en 1635, recibiendo la En 1686 fue enviado a la misión de Pimería, en la Sonora, que se
primera formación humanista en los franciscanos de su villa natal. A los convirtió en su centro de operaciones. Nombrado rector en 1689, empren-
diecisiete años ingresó en el convento de San Francisco de Palma, recibien- dió una nutrida expedición para explorar el territorio. Llegó a la desembo-
do la ordenación sacerdotal en 1659. Su primera actividad ministerial se cadura del Magdalena, desde donde pudo contemplar paisajes california-
balanceaba entre la enseñanza de la Filosofía y la predicación popular. Con nos, a los que quiso llegar a través de Caborca. No se lo autorizaron los
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superiores y fue sustituido en el cargo. Su zona de misión era muy dura, y los suprimida la Compañía. Fray Francisco formó parte del grupo enviado bajo
pimas eran mal vistos por los hispano-criollos. la presidencia de fray Junípero. En 1768 es asignado al puesto misionero de
En 1696 marchó a la capital para disipar los prejuicios contra los pimas, San Francisco Javier y al año siguiente nombrado presidente de la Baja
recoger nuevos misioneros e impulsar la evangelización de California. Allí se California.
dio cuenta de que sus métodos misionales y la organización impresa a su vida En 1773 dejaron los franciscanos las misiones de la península para
religiosa le habían indispuesto con sus superiores. Aclaráronse las cosas, y ya centrar su actividad en la Alta California, donde fray Junípero había descu-
pudo pensar en nuevas fundaciones y en robustecer las existentes. bierto un intensísimo campo apostólico. El padre Palou volvió de nuevo al
En 1698 organizó otro grupo, que siguiendo el río Gila llegó hasta el lado del padre Serra y fue su más eficiente colaborador y fraternal ayuda
golfo californiano, convenciéndose de que California estaba unida al conti- ante las dificultades que presentaron gobernadores como Nevé y Fagés. En
nente. De una excursión a la confluencia del Colorado con el Gila regresó 1776 tuvo la gloria de ser el fundador de San Francisco, la misión más
gravemente enfermo. Se le seguía considerando problemático. Le acusaban querida de Palou.
de no haber estabilizado su misión ni fortalecido contra los temibles apa- Muerto fray Junípero en 1784, ante las noticias de la posible expulsión
ches. Le pusieron un visitador, pero Kino pudo demostrar las florecientes de los misioneros, fray Francisco se desplazó hasta México para defender la
cristiandades existentes, por lo que se le autorizó a que misionase seis meses acción franciscana ante el visitador José de Gálvez. Palou había trabajado en
en Pimería y seis en California. California desde 1773 hasta 1785. En esta ocasión fue elegido superior del
Una entrada en 1700 se orientó a averiguar el carácter peninsular de Colegio de Misiones de San Fernando, de la ciudad de México. Aprovechó
California, pues resultaba vital saber que se podía ir por tierra. Kino, desde la circunstancia para organizar el material recogido durante años y escribió
su Pimería Alta, conjugaba la evangelización con la promoción humana, su voluminosa obra Noticias de la Antigua y Nueva California. Y como acto de
sabedor de que la eficacia dependía de disponer de una base económica justicia, remató su obra de escritor con la biografía de fray Junípero Serra,
fuerte. cuyos pasos había seguido tan de cerca.
Después de una vida de santo y andariego, murió entre sus neófitos el Murió santamente en el Colegio de Misiones de Querétaro, al que había
15 de marzo de 1711, habiendo sufrido incomprensiones y calumnias, cami- ido de visitador, el 6 de abril de 1790.
nado más de seis mil leguas, dominando diversos idiomas indios, haber
llevado a cabo una decisiva labor como cartógrafo, sin más ayuda que su
saber y buena y decidida voluntad, confiando siempre en Dios y en el destino NOTA BIBLIOGRÁFICA
de la humanidad a la luz de la fe y de la ciencia.

Francisco Palou (1723-1790) Pane, Córdoba y los Doce Apóstoles de México


R. PANE, Relación acerca de las antigüedades de los indios, las cuales, con diligencia,
Biógrafo fundamental del bienaventurado Junípero Serra y escritor como hombre que sabe el idioma de éstos, recogió por mandato del Almirante, escrita en 1498
cuidadoso de las curiosidades de California, donde fue a la vez intrépido y editada modernamente en diversas ocasiones, con la respectiva introducción sobre
misionero. su autor; F. FERNÁNDEZ SERRANO, «Fray Ramón Pane, primer ermitaño del Nuevo
Mundo»: España Eremítica (Pamplona, 1970).
Francisco Palou nació en Palma de Mallorca, el 21 de enero de 1723;
M. A. MEDINA, Una comunidad al servicio del indio. La obra de fray Pedro de Córdo-
Profesó en el convento de San Francisco de la misma ciudad, y siendo u n ba, OP (Madrid, 1983).
joven sacerdote sintió la vocación americanista, al mismo tiempo que fray L. GÓMEZ CAÑEDO, Pioneros de la cruz en México. Fray Toribio de Motolinia y sus
Junípero. En 1749 embarcaron los dos rumbo a Nueva España. Desde 1750 compañeros (Madrid, 1988); A. LÓPEZ, «Vida de fray Martín de Valencia, escrita por su
trabajaron juntos entre los indios pames en Sierra Gorda, hoy estado d« compañero fray Francisco Jiménez»: Archivo Ibero-Americano 26 (Madrid, 1926),
Querétaro. Aprendieron el idioma y llevaron a cabo una intensa labor 48-83; J. DE MENDIETA, Historia eclesiástica indiana / finales siglo xvi, / libro quinto,
primera parte; T. DE MOTOLINIA, Epistolario (1526-1555), ed. J. A. Aragón (México,
evangelizadora y de promoción humana. 1986); ID., Historia de los indios de la Nueva España, ed. G. Baudot (Madrid, 1985).
En 1759 recibieron el encargo de ir juntos a la difícil misión de San
Saba, en Texas. Antes de emprender la marcha, las autoridades virreinales Zumárraga, Betanzos y Beteta
desistieron de la empresa, pues aquellos apaches acababan de matar a un M. CARREÑO, Don fray Juan de Zumárraga, primer obispo y arzobispo de México
misionero. Palou fue nombrado entonces presidente de Sierra Gorda, don* (México, 1941); F. DEJ. CHAUVET, Fray Juan de Zumárraga (México, 1948); J. GARCÍA
ICAZBALCETA, Don fray Juan de Zumárraga, primer obispo y arzobispo de México (México,
de estuvo varios años, y que le sirvió de punto de partida para numerosas 1881), con varias ediciones posteriores; J. Ruiz DE LARRÍNAGA, Juan de Zumárraga.
intervenciones misioneras en Puebla, Valladolid (Morelia) y Oaxaca. Fray Biografía del egregio durangués, primer obispo y arzobispo de México (Bilbao, 1948).
Junípero había sido enviado al Colegio de San Fernando, de México. J. R. CABAL, Betanzos, evangelizador de México (Villava-Pamplona, 1968); P. G.
En 1767 encargó la Corona a los franciscanos que se hicieran cargo d e KEEGAN y L. TORMO, Experiencia misionera en la Florida (Madrid, 1957); V. O'DANIEL,
las misiones que los jesuitas habían atendido en California, por haber sido Dominicans in early Florida (Nueva York, 1930).
630 P.III. La Iglesia misional

Gante, Quiroga, Corana y Tapia


E. CHÁVEZ, El primero de los grandes educadores de América: fray Pedro de Gante
(México, 1934); ID., Fray Pedro de Gante. El ambiente geográfico, histórico y social de su
vida y de su obra hasta el año 1523 (México, 1943); E. DE LA TORRE, Fray Pedro de Gante,
maestro y civilizador de América (México, 1973).
P. BORGES, «Vasco de Quiroga en el ambiente misionero de la Nueva España»:
Missionalia Hispánica 69 (Madrid, 1966), 207-340; P. CASTAÑEDA, Don Vasco de Quiro-
ga y su "Información en derecho» (Madrid, 1974); M. J. CEBALLOS GARCÍA, La acción
pastoral de Don Vasco de Quiroga (Mérida de Yucatán, 1988); F. B. WARREN, Vasco de
Quiroga and his pueblo-hospitals of Santa Fe (Washington, 1963).
Agustín de la Coruña y Gonzalo de Tapia aparecen biografiados en todas las
Crónicas agustinianas de México y en las Historias de la Compañía de Jesús sobre
Nueva España, respectivamente.

Porres, Torres Bollo, Llinás, Kino y Palou


J. CASTRO SEOANE, «La Merced en el Perú (1534-1584). Comentando el memorial
del P. Porres»: Missionalia Hispánica 3 (Madrid, 1946), 243-320; 4 (1947), 137-169;
7 (1950), 55-80.
A. EGAÑA, Monumenta Peruana 1-6 (Roma, 1954-1974).
I. F. DE ESPINOSA, Crónica de los Colegios de Propaganda Fide de la Nueva España, ed.
L. Gómez Cañedo (Washington, 1964); E. FAUS, «El P. Antonio Llinás y los Colegios
de Misiones hispanoamericanos»: Archivo Ibero-Americano 17 (Madrid, 1922),
176-244; M. RODRÍGUEZ PAZOS, De P. Antonio Llinás, Collegiorum Missionariorum in
Hispania et America fundatore, 1635-1693 (Vich, 1936), biografía aparecida en 1935
en Archivo Ibero-Americano.
C. BAYLE, Historia de los descubrimientos y colonización de los padres de la Compañía de
Jesús en la Baja California (Madrid, 1933); ID., Misión de la Baja California (Madrid,
1946); E. J. BURRUS, Kino and Cartography of Northwestern New Spain (Tucson, 1965);
ID., La obra cartográfica de la Provincia mexicana de la Compañía de Jesús (1567-1967)
1-2 (Madrid, 1967); ID., Kino reports to Headquarters (Tucson, 1979); E. F. KINO, Viajes
misionales por la Pimeria Alta (Madrid, 1954).
F. PALOU, Noticias de la Nueva California, con varias ediciones desde la primera de
México de 1857; ID., Relación histórica de la vida y apostólicas tareas del V. P. Fr. Junípero,
Serra (México, 1787), con varias ediciones posteriores bajo diversos títulos.
CAPÍTULO 34

LA ANEXIÓN DE AMERICA A LA LUZ DE LA TEOLOGÍA

Por LUCIANO PEREÑA

Francisco de Vitoria, catedrático de teología de la Universidad de Sala-


manca, pronunció su primera relección o conferencia sobre las Indias el 1.°
de enero de 1539. Ante el pleno de la universidad protestaba que los
teólogos no hubieran sido consultados en los asuntos de América. Son sus
palabras: «No sé con certeza que alguna vez hayan sido llamados para discu-
tir o dilucidar esta cuestión de la justicia de la conquista teólogos que
pudieran dignamente ser oídos sobre materia de tal importancia».
Podía sorprender la ignorancia o falta de información de Vitoria, pues
teólogos habían intervenido en las Juntas de Burgos (1512) y de Valladolid
(1513), en la Junta Extraoficial de Salamanca (1518), en la Junta de Barcelo-
na (1520), en la Junta de La Corana (1520) y en las Juntas sobre Capitulacio-
nes (1520) y Encomiendas (1536). Precisamente dominicos eran los teólogos
consultados fray Bernardo de Mesa, fray Matías de Paz, fray Pedro de
Córdoba, fray Vicente de Valverde y el clérigo fray Bartolomé de las Casas.
Pero éstos habían intervenido como confesores, obispos o misioneros de las
Indias.
Francisco de Vitoria, por el contrario, pedía la intervención de teólogos
en cuanto teólogos para enjuiciar el problema de las Indias con método
teológico y desde postulados y principios de la teología. Reivindicaba la
intervención de la ciencia teológica sobre la justicia de la conquista de
América.
Y esto por varias razones, decía él:
Primero, para tranquilidad de las conciencias. Porque en materias du-
dosas, como eran las guerras de conquista, debía consultarse a los teólogos,
que eran los únicos competentes para informar con seguridad de conciencia
sobre la licitud o ilicitud de las guerras de conquista.
Segundo, para profundizar en el proceso de la polémica. Porque aun
admitiendo que no existiera ninguna duda sobre la legitimidad de la con-
quista, la discusión teológica metodológicamente serviría para investigar y
construir los fundamentos doctrinales de la legitimidad de las conquistas.
Tercero, para resolver definitivamente la polémica sobre los títulos de
legitimidad. Porque esta discusión no pertenecía a los juristas, o al menos no
a ellos en exclusiva. Porque los indios no estaban sometidos al derecho
positivo vigente y, por tanto, sus problemas no se habían de examinar y
resolver por leyes humanas, sino por las divinas o principios de derecho

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634 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.34. La anexión de América a la luz de la teología 635
natural, en las cuales los juristas, dice Vitoria, no eran lo bastante competen- I. PROTAGONISTAS: ESCUELA DE TEÓLOGOS
tes para definir por sí mismos semejantes cuestiones morales.
Desde esta perspectiva teológica, Francisco de Vitoria sometió a juicio A) Reflexión teológica
crítico la «duda indiana». Dio a la enseñanza de la teología sentido dinámico El magisterio de Francisco de Vitoria hace escuela. La Facultad de
y de actualización social. A través de sus glosas a la Suma teológica de Santo Teología de la Universidad de Salamanca es su centro nuclear. Después del
Tomás, que él impuso como texto en sus lecturas académicas de la Universi- maestro Vitoria, Domingo de Soto llega a ser la fuente más importante para
dad de Salamanca, fue abordando los problemas más acuciantes de la con- definir la licitud o ilicitud de las guerras de conquista. Las lecturas de
quista de América. Trató de aclarar la licitud de ciertas guerras emprendidas Melchor Cano representan la segunda glosa a las relecciones del maestro.
por los conquistadores españoles contra los indios recientemente descubier- Utiliza sus manuscritos, y se nota evidentemente esta dependencia, que a
tos, la licitud de ciertos métodos de evangelización ensayados con los nuevos veces parece casi copia. Diego de Chaves tiene a la vista los manuscritos de
infieles y la licitud de ciertas formas de apropiación y sometimiento que se Soto y Cano y a veces lee por ellos en clase. Lo mismo hay que decir de Juan
habían aplicado en la política colonial. Eran los distintos aspectos o dimen- Gil de la Nava, Vicente Barrón y Domingo de las Cuevas. Miguel de Palacios
siones de la «duda indiana». Por su método histórico y por sus preocupacio- resalta por el pragmatismo de sus comentarios teológicos. Y a pesar de
nes sociales, su doctrina teológica terminó en ética de la conquista de Améri- ciertas enmiendas en el tratamiento de la «duda indiana», Alfonso de Castro
ca. Su magisterio hace escuela. terminó también por identificarse con las respuestas de Vitoria. Desde la
La escuela teológica de Vitoria colaboró de manera muy significativa en cátedra de vísperas de la Facultad de Teología, Pedro de Sotomayor realiza
la configuración política de las Indias. Los teólogos tenían conciencia clara la tercera glosa de Vitoria cuando sus relecciones todavía siguen inéditas.
de que estaban en los comienzos de la Nueva América. No se puede olvidar Es sorprendente la irrupción de la doctrina teológica de Francisco de
la importancia excepcional de su magisterio. Y éste deriva principalmente de Vitoria en las universidades españolas. Las principales cátedras de Teología
la conciencia que tenían de la crisis nacional provocada por la conquista de eran ocupadas por discípulos de Vitoria. Diego de Chaves y Juan Gallo
las Indias. Su criticismo político caracteriza su magisterio académico. Refle- marcharon a Santiago de Compostela; Mancio de Corpus Christi, a Sevilla y
xión teológica y experiencia indiana se conjugaron entonces sorprendente- Alcalá; Felipe Hernández, a Zaragoza; Pedro Guerrero y Bartolomé Torres,
mente. Comprometidos con la crisis de su tiempo, aquella escuela de teólo- a Toledo; Vicente Barrón, a Sigüenza.
gos decidió en gran parte el rumbo de la historia americana. Los manuscritos de sus lecturas, que formaban parte del bagaje intelec-
Sus lecturas académicas sobre los problemas de las Indias fueron fuen- tual para los nuevos profesores, se fueron convirtiendo en fuentes colectivas
tes determinantes de aquel proceso. Recordamos las obras ya clásicas sobre por la incorporación y yuxtaposición de glosas diferentes de profesores que
el problema de América, publicadas en multitud de ediciones. Comprenden pertenecen a generaciones sucesivas. Se formaron así desde el principio
lecturas de clase, centenares de informes y proyectos, instrucciones y discur- verdaderos equipos de investigación teológica sobre la conquista de América
sos morales y políticos. Hasta un total de 125 tratados pueden jerarquizarse. que trabajaban sobre unas mismas fuentes e incorporaban su aportación
En ellos, directa o indirectamente, se aborda la conquista de América en sus personal al esfuerzo colectivo.
distintas implicaciones políticas y morales. Los veinte tratados más impor- Se distinguen tres generaciones sucesivas de esta escuela de teólogos.
tantes tienen el valor de fuentes y fueron perfilando críticamente los límites La primera generación, creadora y más revolucionaria, va de Francisco de
de la tesis indiana. Elevaron la hipótesis de Vitoria a doctrina científica. Pero Vitoria a Domingo de Soto (1534-1558). Trataba de sacar las últimas conse-
las más quedaron en simples medios de difusión cultural. Con ellas y sus cuencias prácticas y políticas al someter a proceso crítico las guerras de
propias glosas y comentarios los teólogos de la conquista terminaron por conquista. La segunda generación, de expansión cultural y proyección ame-
imponerse en las distintas universidades americanas. Significó el cauce más ricana, corre entre Juan de la Peña y Bartolomé de Medina (1559-1580).
importante de su influencia teológica en la polémica. Trató de restar legitimidad, licitud y validez a las guerras de conquista que
Sólo a la luz de la teología - d e sus protagonistas, de sus intervenciones prioritariamente habían justificado hasta entonces la permanencia española
y de sus conclusiones— se puede exactamente valorar la identidad y el proce- en América. La tercera generación se caracteriza por su sistematización
so de formación histórica de América. En síntesis vamos a demostrarlo. doctrinal y la aplicación práctica de la tesis vitoriana entre el paréntesis
Báñez-Suárez (1584-1615). Llegó a condenar cualquier forma de política
imperialista con todas sus consecuencias para la esclavitud de los indios,
expropiación de sus bienes y la ocupación de sus territorios.
Este proceso se caracteriza por la actitud común de los teólogos sobre
la legitimidad de la conquista de las Indias en función de una misma comuni-
dad de preocupaciones, de fuentes y de métodos. La fe en el indio y en su
capacidad de libertad define la nueva ética de la conquista. La humanización
636 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.34. La anexión de América a la luz de la teología 637
de las relaciones entre indios y españoles condiciona su moralidad. Y el dad de la Escuela. El valor de los testimonios que aportaban testigos directos
descubrimiento del indio como hombre y su razón histórica se constituye en de la realidad indiana tuvo para los teólogos de la conquista importancia
objetivo prioritario de su tratamiento metodológico. La escuela adquiere su especial. Esta aproximación a los hechos les llegó a través de la experiencia
propia unidad dinámica en la comunidad de pensamiento y en ese esfuerzo de los misioneros y teólogos tan representativos como fray Bartolomé de las
común que culmina en grandes síntesis académicas. Casas, Domingo de Santo Tomás, Tomás Mercado, Luis López, Jerónimo de
Loaysa, Alonso de Veracruz y José de Acosta. Los catálogos de denuncias y
B) Notas de identidad memoriales de agravios y remedios permitieron a los teólogos de las univer-
La configuración americanista de Vitoria es un hecho histórico. Su sidades españolas enjuiciar con realismo las guerras de conquista.
hipótesis sobre los títulos de conquista es aceptada sin reservas. Esta indiscu-
tible filiación vitoriana constituye la primera nota de identidad de la escuela C) Experiencia indiana
condicionada por el dinamismo de su pensamiento, su conciencia de unidad A partir de la década de los cincuenta se realiza y tiene lugar ese
y su fuerza de expansión. trasplante o transferencia del magisterio teológico de la Universidad de
Cuando la «duda indiana» se hace conciencia nacional, los teólogos Salamanca a las Indias Occidentales. Maestros teólogos de la Universidad de
españoles se dedicaron en profundidad a estudiar la legitimidad de la em- México y de Lima y de los colegios universitarios de Santo Domingo, del
presa española. Se abre ese largo proceso académico a las guerras de con- Perú, de Nueva España, de Bogotá, de Quito y de Guatemala se encargaron
quista que culminó en aquella declaración de derechos humanos. Los teólo- de adecuar el pensamiento de Vitoria a los problemas de la realidad indiana.
gos de la segunda generación ejercieron una especie de presión académica Este ciclo se abre con el magisterio de Fray Alonso de Veracruz (1553)
sobre la Corona. y se cierra con la publicación del tratado De procurando indorum salute en
Para hacerla más eficaz montaron lo que hoy llamamos un programa, Salamanca (1589) quejóse de Acosta elabora en Lima (1576). Es un período
colectivo y en equipo, de investigación teológica. Por su prestigio y por su decisivo. Señala el paso de las guerras de conquista al régimen de expansión
influencia, el teólogo Juan de la Peña parecía el coordinador o investigador pacífica. Se sientan las bases de un nuevo modelo de sociedad colonial. Y el
principal, directamente vinculado a la polémica Las Casas-Sepúlveda. Cola- magisterio teológico de la Escuela sirvió de cauce principal.
boraron con trabajos de significación especial los teólogos Pedro de Soto- Hemos estudiado la influencia de los teólogos Alonso de Veracruz,
mayor, Juan de Guevara, Mando de Corpus Christi, Antonio de Córdoba, Bartolomé de Ledesma, Tomás Mercado, José de Acosta, Pedro de la Peña,
fray Luis de León y Bartolomé de Medina. Como ayudantes por el interés de Pedro de Pravia, Pedro de Ortigosa, José de Herrera, Pedro de Arguto, Juan
sus estudios quedaron Pedro de Aragón, Juan Gallo, Luis García del Casti- Pérez de Menacho, Miguel de Agia, Antonio de Hervás, Juan de Lorenzana,
llo, Juan Vicente y Domingo de Guzmán. En Domingo Báñez, Bartolomé Domingo de Salazar, Andrés de Tordehumos y Juan de Zapata y Sandoval.
Salón, Luis de Molina, Juan de Salas y Pedro de Ledesma culminaron las Teólogos universitarios debían explicar la Suma de Santo Tomás y hacer
síntesis finales de la teología de la conquista. repeticiones y relecciones de acuerdo con el modelo salmantino. Estaban
Este programa de investigación teológica cumplió tres objetivos priori- obligados a estudiar los mismos temas sobre la conquista, evangelización y
tarios, intrínsecamente conexos y de máxima eficacia cultural y política. colonización de las Indias, pero adecuándolos a la realidad indiana.
Trataban -primer objetivo- de quitar legitimidad a las guerras de conquista. Misioneros y asesores de virreyes y obispos, aquellos teólogos catedráti-
Llegaron con ello a condenar -segundo objetivo- cualquier forma de políti- cos americanos aportan los datos de la propia experiencia, comprueban
ca colonialista, con todas sus consecuencias umversalmente aceptadas en experimentalmente la exactitud o la eficacia de las nuevas ideas de la Escuela
aquella coyuntura histórica de Europa. Para terminar -tercer objetivo- y les dan, simplemente por pensadas y realizadas en las Indias, mayor univer-
obligando a la rectificación o reconversión colonial a través de un verdadero salidad y más humanidad. Lo que se enseña en México y Lima es exactamen-
proceso de humanización de las instituciones para una convivencia más te lo que se profesa en Salamanca, pero contrastándolo con los efectos de la
cristiana entre indios y españoles. Segunda nota de identidad. experiencia. Más vitales y experimentados, trataron de adecuar la ética de la
El método histórico se fue imponiendo con rigor totalmente nuevo. Los conquista a la realidad indiana. En esto consistió la aportación del pensa-
teólogos se esforzaron por confrontar la hipótesis de Vitoria con los supues- miento iberoamericano.
tos de hecho americanos. Partían de su conciencia social para criticar y Esta conjunción entre especulación salmanticense y experiencia ameri-
enjuiciar la realidad indiana. Esta presencia histórica de los hechos determi- cana marca un hito definitivo en la formación dinámica de la Escuela. Señala
nó su ética de la conquista. Fue el objetivo de sus ensayos teológicos y de los el punto de partida de la tercera generación. La humanización, la educación
informes morales que redactaron para formular y defender la tesis de recon- y la pacificación, como proyecto y condición de la nueva comunidad política,
versión colonial. es su característica más diferenciadora. La solución pacífica de conflictos
Este empeño por aproximar los principios a los hechos, por adecuar la abre nuevos cauces de teorización de la Escuela.
hipótesis vitoriana a la realidad indiana constituye la tercera nota de identi- El pensamiento teológico, tanto español como americano, se caracteri-
638 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.34. La anexión de América a la luz de la teología 639
za por su filiación salmantina, por la experiencia indiana y por el criticismo territorios. Impunemente y con toda justicia los pueblos indios tenían dere-
político. Quiere decir que, a base de textos y fuentes, es posible detectar una cho a defenderse y hacer la guerra a los españoles.
verdadera simbiosis entre la especulación salmantina y la experiencia india- La crítica y análisis del «Requerimiento» llevó a Francisco de Vitoria a
na, entre los principios definidos por la Escuela de Vitoria y los datos de la conclusiones teológicas definitivas. Su catálogo de principios de moral y
experiencia comprobados y contrastados por los teólogos americanos. Y en derecho natural ponía en entredicho la política de represión de los primeros
virtud de esta conjunción entre especulación y experiencia surge un pensa- conquistadores. Para bien de la paz y solidaridad de la humanidad, desde
miento más rico, más vital y más realista sobre la conquista y la colonización este momento histórico la nueva teología iba a imponer su nueva interpreta-
de América por España. ción de las bulas alejandrinas, de las que el «Requerimiento» oficial no era
más que una versión política o una declaración de guerra. Y por obra y
gracia del teólogo de Salamanca aquel pretexto de represión quedó invalida-
II. INTERVENCIÓN: ETICA DE LA CONQUISTA do para siempre. La teología había dado el primer paso importante en el
proceso de la ética de la conquista.
A) Desmontaje del «Requerimiento» El mandato de evangelización, explícito en las bulas de Alejandro VI,
quedaba reducido al derecho de predicar y anunciar el evangelio en las
Francisco de Vitoria empezó por desmontar los fundamentos teológi- provincias de los indios, al derecho de protección de los indios que, de
cos del «Requerimiento», tesis oficial de la conquista llevada desde 1514 por voluntad o por fuerza, se habían convertido al cristianismo, y al derecho de
los conquistadores hasta sus últimas consecuencias políticas. Sus títulos eran defensa de los cristianos perseguidos por su religión o creencias cristianas.
invalidados, y mal se podían aplicar a la conquista de América, por estar Y en razón de estos tres derechos la evangelización podía ser defendida por
originariamente viciados por el miedo y por la ignorancia de los indios: los medio de la guerra, la ocupación de territorios y el cambio de gobernantes
conquistadores españoles hacían la guerra a los indios para imponer la cuando se ponían obstáculos a la predicación, cuando peligraba la fe de los
obediencia y acatamiento a la autoridad universal del Papa. Los esclavizaban convertidos y cuando se oprimía a los cristianos. Y la conquista se justificaba
y se apoderaban de sus bienes para castigar la rebeldía contra el Emperador, por el derecho de todo hombre a enseñar y aprender la verdad, por el
que tenía la «donación» pontificia. Y ocupaban territorios y repartían sus derecho de amistad y sociedad humana del Emperador originada por la
indios para hacer posible el mandato pontificio de la evangelización. conversión, y por el derecho del Papa a defender la religión y fe cristiana de
El teólogo de Salamanca entró en el fondo del problema. Denunció la los convertidos.
teocracia pontificia del «Requerimiento» y sometió a proceso crítico los Sólo la oposición armada a esta evangelización dará ocasión para la
argumentos teológicos utilizados por los teorizantes oficiales de la Corona. guerra justa y para la conquista. Sólo cuando los indios se convirtieran al
Fue uno de los resultados más importantes de la reflexión teológica de la cristianismo y sus príncipes, por la fuerza o por el miedo, quisieran volverlos
Escuela. Pocas veces un esfuerzo dialéctico fue más contundente sin dar a la idolatría, podían aplicar los derechos de guerra. Sólo cuando buena
lugar a peligrosas ambigüedades o interpretaciones contradictorias. Con su parte de los indios se hubieran convertido, mayoría o minoría del pueblo,
crítica provocó una verdadera crisis nacional. Representa un nuevo hito podía el Papa con justa causa, pídanlo ellos o no, darles un príncipe cristiano
histórico de su revisionismo o criticismo político. Es significativo para la y deponer a sus antiguos señores.
historia de América. La aplicación de estos principios se hizo hipotética, hasta confusa y
En apretada síntesis reproduce Vitoria las líneas maestras del «Requeri- peligrosa. Adolece de concesiones e insuficiencias. El mismo Vitoria recono-
miento». Y a través de un proceso lento de investigación y reflexión teológica cía que la aplicación de este título de evangelización se había prestado a
Francisco de Vitoria fue desmontando pieza por pieza sus pruebas y los abusos e injusticias. Pudo servir de pretexto y de manipulación política. Era
presupuestos de los teólogos y canonistas medievales. Su análisis parecía muy difícil desplacentarse totalmente del clima ideológico y teológico que
irrefutable: el Papa no era Señor del Orbe ni podía nombrar príncipes de los dominaba y condicionaba la teología de la época. El derecho a la solidaridad
indios a los Reyes de España. Tampoco el Emperador es Señor universal ni quedaba ya insinuado. Su perfeccionamiento y desarrollo significó el segun-
le correspondía la soberanía de las Indias por delegación del Papa. Injusta- do paso en el proceso de la ética de la conquista.
mente «requerían» los conquistadores a los indios y les obligaban por la
guerra a reconocer y acatar la obediencia del Papa y del Emperador; ni tal B) Solidaridad y comunicación
dominio y expropiación de poderes se les podía demostrar con simples La alternativa Vitoria al colonialismo de la primera conquista se funda-
razones naturales y humanas. menta sobre principios de derecho natural y de derecho de gentes. El ius
Además, aunque los indios no quisieran o se negaran a reconocer la societatis et communicationis condiciona el nuevo concepto de la ética de la
soberanía del Emperador y del Papa, no sería lícito ni justo, por razón de conquista. La vocación universalista y solidaria del hombre, que Vitoria
esta resistencia, hacer la guerra a los indios y apoderarse de sus bienes y cuidadosamente define, quiere ser la base «constitucional» de la Nueva
C.34. La anexión de América a la luz de la teología 641
640 P.IV. La irradiación de la Iglesia
y polemizaron sobre la licitud de guerras concretas y la legitimidad de sus
América. Partiendo de la «hominidad» de los indios, de su reconocimiento
aplicaciones que se sucedieron en Perú, México, Guatemala y Chile. La
como hombres, el teólogo va definiendo y desplegando una serie de dere-
opción ética de la escuela terminó en pura casuística, no en condena o
chos y deberes políticos y sociales, igualmente comunes a colonizadores y
aprobación global de la política colonial española.
colonizados.
Los índices de valoración moral se van definiendo progresivamente en
Su tesis se articula sobre tres principios claves: el derecho fundamental un esfuerzo por concretar, actualizar y aplicar el esquema tradicional de la
de los indios a ser hombres y ser tratados como seres libres, el derecho guerra justa a los problemas indianos. Existe un proceso de diferenciación
fundamental de los pueblos indios a tener y defender su propia soberanía, y muy claro y un empeño sistemático muy bien logrado por acotar responsabi-
el derecho fundamental del orbe a hacer y colaborar en bien de la paz y lidades políticas y delimitar efectos morales a base de fijar el alcance de los
solidaridad internacional. Y a partir de estas coordenadas determinó el principios clásicos y la validez de las instituciones, históricas y dinámicas, que
teólogo de Salamanca el alcance político de los títulos justos e injustos de la sirven de cauce y soporte a ciertos derechos y a ciertas reivindicaciones.
conquista y definió los derechos y deberes de la Corona española para
De aquí deriva el empeño reiterado de la escuela por precisar hasta
intervenir y permanecer en las Indias. Las condiciones del gobierno colonial
términos increíbles el dinamismo del derecho de guerra, la positividad del
fueron las conclusiones definitivas de su alternativa.
derecho de gentes y el carácter esencialmente democrático del poder políti-
Los principios «constitucionales» de la alternativa Vitoria pueden redu- co. La ética de la conquista viene definida por estos tres condicionamientos
cirse a cinco. Primero, indios y españoles son fundamentalmente iguales en que se articulan racionalmente para diagnosticar la licitud, en un momento
cuanto hombres. Segundo, igualmente solidarios y libres, el retraso de los histórico determinado, de cada una de las guerras que se someten a juicio
indios se debe en gran parte a falta de educación y a sus bárbaras costum- crítico y moral. La humanización de la guerra, del derecho de gentes y del
bres. Tercero, los indios son verdaderos dueños de sus bienes, al igual que poder político fueron necesarios índices de referencia de licitud y legiti-
los cristianos, y en consecuencia no pueden ser desposeídos de esos bienes midad.
por razón de incultura. Cuarto, los indios podían ser confiados a la tutela y
Las guerras de los conquistadores quedaron legitimadas y moralmente
protección de los españoles mientras estuvieran en situación de subdesarro-
fueron justificadas en cuanto se sometían a principios de derecho natural
11o. Quinto, el consentimiento mutuo y la elección libre de los indios consti-
definidos por la alternativa Vitoria, y en cuanto obedecían las leyes restricti-
tuía, en última instancia, el título prioritario de intervención y de gobierno.
vas de guerra promulgadas por el emperador si no extralimitaban los dere-
Cuando la crisis del «Requerimiento» se hace conciencia nacional, Fran- chos de ocupación y apropiación de bienes determinados por ley y se respe-
cisco de Vitoria con su alternativa teológica abre así la tercera vía de su taban los acuerdos de paz y convivencia pacífica libremente convenidos con
criticismo político que terminará por configurar la identidad americana. los indios. Consecuentes con estos principios de responsabilidad moral y
Porque el reconocimiento y aplicación de estos principios fundamentales política, obligaron aquellos teólogos a la restitución de bienes tomados a los
fueron la base de la nueva ética colonial. La alternativa Vitoria fue asumida indios y pretendieron a veces que fueran repuestos sus caciques o indemni-
plenamente por la escuela de teólogos y llevada a la práctica hasta sus zados suficientemente.
últimas consecuencias. Fue el tercer paso en el proceso de la ética de la
conquista. C) Protectorado político
Desde 1550 a 1575 los teólogos de la escuela, catedráticos de las univer-
sidades españolas y americanas, fueron tomando conciencia de la alternativa Los conquistadores debían actuar con autoridad regia y licencia del
Vitoria y en función de ella unánimemente condenaron los abusos de los emperador, pero también debían proceder de acuerdo con sus instrucciones
conquistadores. Son numerosos los hechos duramente criticados de palabra de respeto a la vida y libertad de los indios. La expropiación de bienes de los
y por escrito en lecturas de clase y en informes académicos. No ocultaron indios sometidos y la esclavitud, aun en guerra justa, quedaban excluidas,
responsabilidades ni las disculparon. por más que lo permitiera el derecho de guerra comúnmente aceptado entre
los príncipes cristianos. La ocupación y permanencia eran lícitas primordial-
Los abusos fueron condenados sin reservas desde Vitoria a Acosta. mente para la promoción y el bienestar de los indios.
Pero, como diría Roa Dávila, esas conductas personales y sociales no invali-
Los títulos de conquista, invocados normalmente desde el principio de
daban el derecho fundamental de la Corona al dominio español.
la conquista, teóricamente fueron abandonados poco a poco por los teólo-
Aquellos teólogos ni siquiera dudaban de la legitimidad de la presencia gos de la escuela y muchos terminaron prácticamente por ser invalidados.
española en Indias. Ya Vitoria distinguía claramente entre la conquista en sí Esta operación científica parte de Vitoria como protagonista principal. Con
misma, entendida como sometimiento político y ocupación por España de el correr de los años, en confrontación con la realidad, y desgwégftde oír a
los territorios americanos descubiertos, y las distintas guerras de expansión testigos fidedignos, los nuevos teólogos de la conquista/^suí depurando
y ocupación militar. No se cuestionaba la conquista globalmente considera- aquella serie de títulos justos. Muchos son abandonados p f j ^ a l t a j ^ g p u ^ a s
da. Suponían que la conquista era legítima y hasta lícita por razón de o por falta de adecuación al problema indiano.
descubrimiento, ocupación de buena fe y prescripción legítima. Discutieron
642 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.34. La anexión de América a la luz de la teología 643
En este proceso de legitimación, al final ya de la segunda generación de al Concilio de Trento con el fin de responsabilizar a la Corona y a la Santa
la escuela quedan prácticamente reducidos a dos títulos fundamentales: a la Sede. Por la declaración de libertades con la reivindicación de derechos y
liberación de los oprimidos y al libre consentimiento y espontáneo de los deberes que indiscriminadamente correspondían a indios y españoles. Por la
indios dominados. Pero aun estos dos títulos para Alonso de Veracruz y José política de restituciones a indios y caciques a través de la presión de concien-
de Acosta quedaron reducidos a uno solo fundamental y radical: la sobera- cia de reyes y encomenderos, de la mentalización universitaria, de informes
nía de España sobre las Indias venía legitimada, en última instancia, por la y memoriales de aplicación práctica, y de la influencia de consejeros y
voluntad popular de las naciones ocupadas. Por consentimiento expreso o responsables políticos formados en sus aulas. La autocrítica dio sus resul-
tácito de los indios, España continuaba en América. A pesar de los abusos de tados.
los conquistadores, insistía el teólogo José de Acosta en 1576, la conquista
había prescrito. De aquí derivó el reiterado empeño de la escuela por susti- A) Denuncia de la represión
tuir las guerras de conquista por la expansión pacífica. Y la nueva teología Francisco de Vitoria empezó por denunciar la conquista del Perú por
dio el último paso decisivo en el proceso de la ética de la conquista. Francisco Pizarro y cuestionó la legitimidad de la ocupación de México por
La prescripción legítima, concluía Juan Roa Dávila en un esfuerzo de Hernán Cortés. Alonso de Veracruz acusó de agresión a los conquistadores
síntesis de la escuela, culminaría en cesión y abandono de los territorios de México, y José de Acosta calificó de invasión la conquista del Perú. El
ocupados a no ser que los conquistados dieran su consentimiento a la pliego de cargos fue aumentando a lo largo del siglo XVI.
permanencia de los españoles. La colonización podía culminar en la inde- Denunciaron la excesiva y casi innumerable suma de oro y plata que los
pendencia política de los pueblos conquistados. El principio había sido conquistadores habían sacado y traído para España hasta esquilmar a los
académicamente formulado por primera vez por Bartolomé de Carranza en pueblos de los indios, empobreciéndolos y privándolos de sus tesoros y
1540. La ocupación de las Indias por España no parecía indefinida y perpe- riquezas acumuladas desde siglos por sus fundadores y predecesores a través
tua, sino provisional y temporal. Tenía un límite objetivo: se conquistaba y de generaciones sucesivas.
permanecía en Indias para la promoción social de los naturales. Pero tenía Denunciaron la ambición de tantos encomenderos o nuevos pobladores
también un límite temporal: «Cuando estuviera esto hecho, España debía de aquellos pueblos recientemente descubiertos, los cuales se habían preci-
retirarse». pitado en el lujo y en el despilfarro, con mayor exceso y demasía, a costa de
Los teólogos de Salamanca primero y después sus discípulos en otras la pobreza y miseria de tan desgraciadas gentes, retrayéndolas y arrinconán-
universidades de España y América, al final de cuentas, concibieron la dolas, «sin que tengan a veces tierras para sembrar ni un poco de maíz para
intervención de España en América como un protectorado político. Senta- comer».
ron las bases éticas de una comunidad de pueblos bajo la protección de la Denunciaron los abusos y petulancia de las autoridades coloniales que
Corona. Y sólo al servicio y para la promoción de estos ideales definieron la comprometidas con propios intereses y en el juego de sus propias competen-
ética de la conquista. cias no se preocupaban en el negocio que al estado y repúblicas de indios
En conclusión, la Corona española mantenía su imperio soberano sobre correspondía y más les convenía, ni se dedicaban a promocionar y ayudar a
los pueblos y reyes de las Indias. Su poder imperial debía ser compatible con los naturales del Nuevo Mundo para lo que fueron enviados, «comiendo
los pueblos y naciones indias. Existían derechos y deberes mutuos que todos de mogollón y del sudor de aquellas pobres gentes».
condicionaban y limitaban mutuamente las dos soberanías, la india y la Denunciaron la contradicción legal de la Corona que ordenaba y man-
española, mutuamente compartidas en los territorios del Nuevo Orbe. Es daba derogar las cargas excesivas, moderar el trabajo en las minas y los
sorprendente el detalle de esta casuística que terminó en un catálogo de servicios personales, el régimen de encomiendas y las guerras de conquista,
restituciones y devoluciones en la medida en que hacía posible conjugar los mientras mantenía la cantidad de oro y plata que debía exportarse a la
intereses legítimos de los indios que la Corona de hecho debía respetar y los metrópoli y aumentaba cada día el nivel de tributos que procedían de las
derechos generales de la Corona que los indios debían asumir. Esta colisión Indias.
de derechos y deberes entre protector y protegido era la base y el supuesto
.Denunciaron, finalmente, el mal funcionamiento de la justicia en favor
a la vez de la ética de la conquista. El derecho de colonización tenía su
de los naturales que se perdía en trampas y pleitos con interminables dilacio-
fundamento de legitimidad en un pacto de colaboración o en un mandato de
nes y falsas relaciones de los procuradores enviados por los colonos a la
protección y defensa de los derechos humanos.
Corte, los cuales volvían a las Indias cargados de Cédulas Reales y Provisio-
nes para la ejecución de sus perniciosos fines, comprometiendo a los predi-
III. RESULTADOS: PASTORAL DE LOS DERECHOS HUMANOS cadores del evangelio.
La primera lección de esta nueva pastoral fue la valentía y objetividad
La escuela de teólogos puso en marcha la pastoral de los derechos de la denuncia contra toda forma política de represión. No callaron ni
humanos. Por la denuncia con sus recursos al Real Consejo de Indias y hasta toleraron los atentados contra los derechos de los pobres indios, cristianos
644 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.34. La. anexión de América a la luz de la teología 645
y no cristianos, pero actuaron con la máxima prudencia y equidad, enfren- libertades. Porque la evangelización era ante todo un problema de promo-
tándose por igual a los fanáticos intransigentes que se creían iluminados y a ción humana y de liberación social. La cristianización tenía que ir precedida
la permisividad de los comprometidos con el poder y los intereses económi- de un proceso de humanización. Y esta humanización debía partir de su
cos. Aquella denuncia profética fue su primer testimonio de fidelidad a la recuperación como hombres y como personas. El respeto de su libertad, la
Iglesia de los débiles y marginados. educación de esa libertad y la formación de la fe en la libertad constituían los
tres requisitos o condiciones de cristianización de los indios. Y sobre estos
B) Reivindicación de libertades supuestos reivindicó Francisco de Vitoria la «carta magna de los indios».
Los teólogos de la escuela apelaron a la Corona para que cumpliera e
hiciera cumplir las leyes. Comprometieron a la Iglesia para que presionara C) Código de restituciones
sobre la conciencia de los españoles. Y responsabilizaron a los mismos indios A partir de este catálogo de denuncias, y precisamente para aplicar su
para que tomaran conciencia de sus propios derechos y deberes y aprendie- carta de reivindicaciones, los teólogos de la escuela colaboraron eficazmente
ran a defenderlos y hacerlos respetar. La pastoral de la denuncia puso en con la Corona española y la Nueva Iglesia de las Indias. En aquella tensión
marcha un nuevo programa de reivindicaciones. entre utopía vitoriana y realidad indiana fueron protagonistas de la constitu-
Programa que se orientó a hacer coherente la vida social y política de los ción de la «Nueva América»: por su adecuación indiana de las hipótesis de
conquistadores con sus creencias cristianas, a adecuar progresivamente la Vitoria, por su intervención legislativa en el desarrollo de leyes orgánicas y
transmisión de la fe a las posibilidades de los indios con vistas a su liberación por la ejecución política de la reconversión colonial. Y el resultado fue el
social y religiosa, y a hacer real y eficaz la administración con el fin de mejor mestizaje social, cultural y político que está en la raíz constitutiva de
proteger y promover principalmente a los pobres y a los débiles. Testigos de América.
excepción, tenían conciencia clara de que se estaba en los principios de la La junta de teólogos celebrada en México en 1546 había sido convoca-
Nueva Cristiandad y que de su esfuerzo dependía la construcción de la da por el visitador general y discípulo de Salamanca Francisco Tello de
Nueva América y de su identidad cristiana. Sandoval. Dominada por tres ilustres discípulos de Vitoria -Alonso de Vera-
Empezaron por reivindicar el derecho de los indios a la libertad de cruz, Tomás de Casillas y Tomás de Torres-, decidieron en consecuencia
conciencia como base y punto de partida para encontrar una solución a la sobre las reducciones, las encomiendas y las doctrinas de indios. Sus conclu-
crisis de la Nueva Cristiandad. La evangelización a la fuerza y por coacción siones, elevadas al Consejo de Indias y hechas ley por Real Ordenanza del 16
podía reconvertirse únicamente a partir del respeto, defensa y promoción de de abril de 1550, fueron remitidas a todos y cada uno de los encomenderos
la libertad de conciencia como presupuesto y requisito indispensable para la en particular por reales órdenes de 10 de mayo de 1554 dirigidas a los
conversión de los indios recientemente descubiertos. Concebían que la coac- virreyes de Nueva España y del Perú, al presidente y oidores de las Reales
ción, aun a la predicación de la fe cristiana, era un atentado a la propia Audiencias y Gobernaciones de las Provincias de Indias.
libertad de la persona. Bajo su plena responsabilidad los indios debían En función de la libertad fundamental del hombre y por razones de
decidir libre y voluntariamente el abandono de sus tradicionales creencias solidaridad humana los teólogos de la escuela reivindicaron para los indios el
de acuerdo con su propia conciencia. reconocimiento y promoción de su libertad natural. Por presión académica
En consecuencia, a las autoridades coloniales exigieron respeto para la y por la influencia política de los teólogos consejeros, catedráticos y misione-
distinta condición humana de los indios, para su distinta posibilidad de vida ros, la Corona española proclamó la libertad fundamental de los indios y
y capacidad de desarrollo hasta la tolerancia y transigencia con tradiciones abolió oficialmente la esclavitud en todos sus territorios. Es un hecho que no
históricas y religiosas por negativas que fueran, mientras promovieran y se vamos a silenciar.
orientaran al progreso humano. El cristianismo, como liberación del hom- Finalmente, los teólogos colaboraron a la pacificación de Indias y con-
bre, sólo era posible después de plazos razonables y posibles a través de una tribuyeron a liquidar el contencioso entre los conquistadores españoles y los
lenta adecuación de reformas y cambios de los indios por medio de la vencidos indios. A los veinticinco años de las denuncias de Vitoria a la
educación humana y formación en la fe. conquista del Perú por Francisco Pizarro logró su doctrina el mayor nivel de
Exigieron para ello que el rey de España y la Nueva Iglesia responsable inserción en la sociedad indiana, vía presión de conciencia, a través de
fueran promulgando leyes progresivas para que los indios participaran en juntas, sínodos y concilios provinciales, y se fue incorporando en el derecho
los beneficios de la fe, poniendo los medios para que fueran suficientemente indiano, en el Consejo de Indias, en las Audiencias y en las distintas goberna-
instruidos en los errores de su religión y ritos paganos con el fin de conven- ciones de Indias, para culminar en la política de pacificación de García de
cerlos y atraerlos hábilmente a escuchar las verdades cristianas, para que por Castro, catedrático también de la Universidad de Salamanca y gobernador
su propia voluntad y libremente decidieran ellos mismos su propia con- general de las provincias del Perú.
versión. Las reglas de restitución, académicamente formuladas por Francisco de
Esta pastoral de reivindicaciones culminó en una verdadera carta de Vitoria, fueron comentadas y desarrolladas sucesivamente por Soto, Azpil-
C.34. La anexión de América a la luz de la teología 647
646 P.IV. La irradiación de la Iglesia
cueta, Medina, Covarrubias, Córdoba y Peña, y expresamente aplicadas al Pero a pesar de este fracaso político del proyecto, aquel mensaje de
fenómeno indiano por Alonso de Veracruz, Tomás Mercado, Luis López y solidaridad ha tenido trascendencia histórica. La doctrina elaborada por los
José de Acosta en contacto directo con los conflictos desde las universidades teólogos de la nueva escuela, a resultas del proceso a la conquista de Améri-
de México, Lima y Santa Fe, y formando parte de juntas de teólogos consti- ca y en razón de su profundo enraizamiento en la conciencia de sus pueblos,
tuidas al efecto. ha tenido influencia especial en los momentos decisivos de la historia de
Su programa de restituciones se orientó entonces a buscar la reconcilia- América.
ción entre indios y españoles sobre la base del mutuo respeto de derechos La teología se hizo ciencia en las universidades, derecho canónico en los
mutuamente reconocidos como base de política colonial. Para los teólogos sínodos y concilios provinciales, y política colonial en los Consejos y Reales
de la nueva escuela, no se adquirían derechos absolutos por ninguna de las Audiencias de las Indias. La independencia de los pueblos americanos, en
dos partes, y en función de esta nueva perspectiva, que condicionaba la rebeldía contra el despotismo borbónico, parece el resultado natural y lógi-
nueva comunidad de las Indias integradas por criollos y nativos, progresiva- co desenlace de la doctrina de la soberanía popular configurada y defendida
mente se fue delimitando la norma de aquel empeño por descubrir bases por Francisco de Vitoria y Francisco Suárez.
más firmes de pacificación y de integración. Conquista política de la Nueva Este mensaje de pacificación y reconciliación, de rehumanización y
Teología. dignificación humana, de solidaridad y comunicación de bienes, de denun-
cia y de rebeldía contra la injusticia social, está abierto a la comprensión y al
progreso solidario de los pueblos de América. Por obra y gracia de los
IV. CONCLUSIÓN: TRASCENDENCIA HISTÓRICA teólogos de la conquista está en la raíz misma de la identidad cristiana de
América.
La década de los sesenta señala una fase histórica en el proceso de
Cualquiera otra versión o interpretación es un fraude a la conciencia
presión de conciencia que aceleró el desenlace político de la pacificación de
americana y una falsificación de su historia. Sólo a la luz de la teología se
las Indias. 1567 pudo ser el año de la reconciliación nacional: la Nueva
puede comprender el pasado de América.
Iglesia de las Indias aprueba oficialmente las reglas de restitución para
conquistadores y encomenderos por la junta extraordinaria de teólogos
convocada por García de Castro y presidida por el arzobispo de Lima,
NOTA BIBLIOGRÁFICA
Jerónimo de Loaysa. El procurador general Francisco Falcón presenta en el
segundo concilio provincial de Lima el proyecto del protectorado de España Fuentes
para las Indias. J. DE ACOSTA, De procurando, indorum salute, ed. bilingüe L. Pereña y otros 1-2
También en 1567 se ratifica por el rey Felipe II y el inca Tito Cusi (Madrid, 1984-1987): Corpus Hispanorum de Pace (CHP), XXIII-XXIV; E. J. BuRRUS,
Yupanqui el tratado de amistad y paz perpetua. Y el gobernador general del The Writings of Alonso de la Veracruz 1-5 (Romae-St. Louis, 1968-1976); B. DE LAS
Perú, Lope García de Castro, notificaba a Su Majestad el Rey y al Real CASAS, De regiapotestate, ed. crítica J. González Rodríguez (Madrid, 1990); L. HANKE,
Cuerpo de documentos del siglo XVI sobre los derechos de España en las Indias y Filipina
Consejo de Indias, el 20 de diciembre de 1567, que todos los encomenderos (México, 1943); R. HERNÁNDEZ, Derechos humanos en Francisco de Vitoria. Antología
habían liquidado sus respectivas deudas con los nativos en cumplimiento de (Salamanca, 1984); M. DE PAZ, Del dominio de los reyes de España sobre los indios, ed. S.
la sentencia a favor de los indios que habían demandado a los conquista- Zavala (México, 1954).
dores. J. DE LA PEÑA, De bello contra insulanos. Intervención de España en América, ed. L. Pe
reña y otros 1-2 (Madrid, 1982; CHP, IX-X), donde, además de la obra de Juan de
Hay que reconocer que aquel proyecto de pacificación en gran parte se la Peña y de varios estudios, en el primer volumen se insertan, entre otros documen-
perdió en la utopía y sólo parcialmente y en raras ocasiones quedó en simple tos, el dictamen de la Universidad de Salamanca acerca de una obra de Juan Ginés de
ensayo de política colonial. Sería ingenuo tratar de ocultar las crueldades y Sepúlveda, el Sumario de Domingo de Soto sobre la polémica entre Sepúlveda y
atrocidades cometidas por los españoles en la conquista de América. Deter- Bartolomé de las Casas, y textos sobre las guerras de conquista y sobre el derecho de
España a las Indias de Bartolomé de Carranza, Melchor Cano, Diego de Covarrubias,
minantes de este fracaso político fueron la razón de Estado, el regalismo de Domingo de Soto, Alfonso de Castro, Domingo de Santo Tomás y Pedro de Sotoma-
la Corona y la hostilidad de la Europa reformada. El teólogo Luis López de yor (I, págs. 499-612). En el segundo volumen (págs. 156-485) se añaden nuevos
Solís, discípulo de Salamanca, catedrático de Lima y obispo de Quito, pudo textos o se proporcionan datos de Pedro de Sotomayor, Juan de Guevara, Mancio de
dar la clave de este fracaso. Corpus Christi, Luis de León, Bartolomé de Medina, Domingo Báñez, Pedro de
Aragón, Luis García del Castillo, Pedro de Ledesma, Domingo de Guzmán, Juan
Fue la administración colonial la principal responsable del fracaso polí- Vicente, Antonio de Córdoba, Bartolomé de Ledesma, Tomás Mercado, Bartolomé
tico. Solís denunció expresamente la represión de los regidores de indios, el Frías de Albornoz, Francisco Ovando Mogollón, Luis López, Miguel de Palacios, Luis
fraude de los protectores de indios y la confabulación de los administradores de Molina, Pedro Barbosa, Manuel Soares, Francisco de Toledo, Francisco Suárez,
de indios. El resultado fue, muchas veces, la explotación económica, la Juan de Salas y José de Acosta.
frustración de las instituciones y la hipocresía de los compromisarios polí- L. PEREÑA, Escuela de Salamanca. Carta Magna de los Indios. Fuentes constitucionales
ticos. 1534-1609 (Madrid, 1988: CHP, XXVII); J. G. DE SEPÚLVEDA, Demócrates Segundo o de
648 P.IV. La irradiación de la Iglesia

las justas causas de la guerra contra los indios, ed. bilingüe A. Losada (Madrid, 1951);
F. DE VITORIA, Relectio de Indis o Libertad de los indios, ed. L. Pereña y otros (Madrid,
1967: CHP, V), donde se insertan también (págs. 135-218) cartas de Francisco de
Vitoria o recibidas por él acerca de este punto, así como sendos textos de Gregorio CAPÍTULO 35
López y de Domingo de las Cuevas; ID., Relectio de iure belli o Paz dinámica, ed.
L. Pereña y otros (Madrid, 1981: CHP, VI), con reproducción además (págs. 299-382)
de pasajes sobre la licitud de la guerra de Domingo de Soto, Melchor Cano, Diego de LA IGLESIA AMERICANA Y LOS PROBLEMAS DEL INDIO
Covarrubias, Francisco de Vitoria, Pedro de Sotomayor, Diego de Chaves, Alonso de
Veracruz, Alfonso de Castro, Vicente Barrón, Martín de Azpilcueta, Juan de Medina, Por PEDRO BORGES
Martín de Ledesma, Bartolomé Carranza y Francisco de Meneses.

Visiones generales
Actas del I Simposio sobre la ética en la conquista de América (1492-1573) (Salamanca
y Madrid, 1984: CHP, XXV); V. D. CARRO, La teología y los teólogos-juristas españoles
ante la conquista de América, segunda ed. (Salamanca, 1951); L. HANKE, La lucha por la
justicia en la conquista de América (Madrid, 1967); J. HOFFNER, La ética colonial española El indio p r e s e n t ó e n la América española d o s tipos d e p r o b l e m a s : u n o s ,
del Siglo de Oro. Cristianismo y dignidad humana (Madrid, 1957). d e índole general; o t r o s , d e carácter c o n c r e t o .
Los p r i m e r o s p u e d e n sintetizarse e n la situación desfavorable e n la q u e
Escuela de Salamanca q u e d a s u m i d o t o d o p u e b l o al pasar al d o m i n i o d e u n e x t r a ñ o o, si se q u i e r e ,
V. ABRIL, «Bartolomé de las Casas y la Escuela de Salamanca», en PEÑA, De bello al establecer c o n t a c t o c o n o t r o p o r a l g u n a r a z ó n (militar, política, técnica,
contra insulanos II, 489-518; S. ALVAREZ TURIENZO, «Fray Luis de León ante el cultural) s u p e r i o r a él. E n casos c o m o éstos, t a n frecuentes q u e e n realidad
descubrimiento y la evangelización de América», en S. ALVAREZ TURIENZO y otros,
Evangelización en América. Los agustinos (Salamanca, 1988), 141-198; C. BACIERO, se identifican c o n la historia d e la h u m a n i d a d , el nativo se convierte indefec-
«Los teólogos jesuítas y la segunda generación», en PEÑA, De bello contra insulanos, tiblemente e n víctima del recién llegado, el cual d e m a n e r a inevitable actúa
333-350; J. BARRIENTOS, «Juan de Guevara y Pedro de Aragón en la disputa jurisdic- sociológicamente c o m o d o m i n a d o r , si ya n o es q u e su posición d e privilegio
cional sobre Indias», en ALVAREZ TURIENZO, Los agustinos, 103-139; J. BUFRAU, La i n d u c e a sus c o m p o n e n t e s a p e r p e t u a r abusos d e índole p e r s o n a l .
Escuela de Salamanca ante el descubrimiento del Nuevo Mundo en el V centenario del
descubrimiento de América (Salamanca, 1989); R. HERNÁNDEZ, «La Escuela dominicana N i n g u n a situación t a n propicia c o m o ésta p a r a la actuación d e la
de Salamanca ante el descubrimiento de América», en Los dominicos y el Nuevo Mundo. Iglesia.
Actas del I Congreso Internacional (Madrid, 1988), 101-132; ID., «Presupuestos de
Francisco de Vitoria a su doctrina indiana»: La Ciencia Tomista 111 (Salamanca,
1984), 6-86; A. ORTEGA, «El humanismo salmantino en la conquista de América», en I. OBSERVACIONES SOBRE LA ACTUACIÓN
F. MARTÍN HERNÁNDEZ y otros, Humanismo cristiano (Salamanca, 1989), 135-195; DE LOS ECLESIÁSTICOS
L. PEREÑA, La Escuela de Salamanca. Proceso a la conquista de América (Salamanca, 1986);
ID., «Extremadura y la Escuela de Salamanca», en Extremadura en la evangelización del
Nuevo Mundo. Actas y estudios (Madrid, 1990), 291-311; ID., «La Escuela de Salamanca,
los agustinos y América», en Agustinos en América y Filipinas. Actas del Congreso Los eclesiásticos, s o b r e t o d o los religiosos, e n c o n t r a r o n e n el N u e v o
Internacional 1 (Valladolid, 1990), 351-384. M u n d o u n a ocasión c o m o pocas p a r a colocarse a favor del débil y, a m p a r a -
dos y hasta estimulados p o r la C o r o n a española, la a p r o v e c h a r o n al m á x i m o .
Otros aspectos P a r t i e r o n del principio d e la condición «miserable» o situación d e des-
C. BACIERO, «La ética en la conquista de América y los primeros jesuítas del Perú», ventaja d e los nativos y se convirtieron e n p r o t e c t o r e s n a t o s del mismo,
e n j . J. ALEMANY, América (1492-1992). Contribuciones a un centenario (Madrid, 1988), c o m e t i d o y d e n o m i n a c i ó n esta última q u e llegó a t e n e r c a r á c t e r oficial y q u e
129-164; P. BORGES, «Proceso a las guerras de conquista», en J. DE LA PEÑA, De bello
en el c a m p o d e lo eclesiástico iba aneja a la dignidad episcopal.
contra insulanos II, 17-66; P. CEREZO, Alonso de Veracruz y el derecho de gentes (México,
1985); Diritti dell'uomo e la pace nel pensiero di Francesco de Vitoria e Bartolomé de las Conscientes d e q u e c o n ello «descargaban» la conciencia real y la p r o p i a
Casas (Roma, 1988); J. GONZÁLEZ, «Los amigos franciscanos de Sepúlveda», en Actas (frase q u e e n la d o c u m e n t a c i ó n eclesiástica se repite hasta la saciedad),
del II Congreso Internacional sobre los franciscanos en el Nuevo Mundo (Madrid, 1988), a d e m á s d e actuar e n ese sentido, a p e n a s e l a b o r a r o n u n d o c u m e n t o d e
873-893; ID., «Fray Bernardino de Arévalo en la Junta de Valladolid (1550-1551) a
través del epistolario de Juan Ginés de Sepúlveda»: Ibíd., 1 (Madrid, 1987), 699-717; índole sociológica o descriptiva d e la situación r e i n a n t e en el q u e n o aparez-
V. HENKEL, «Una contribución de los agustinos a la ética colonial», en Agustinos en can a favor del indígena.
América y Filipinas 1, 333-350; G. LOHMANN, «Pensamiento de agustinos ilustres del Este tipo d e d o c u m e n t a c i ó n , e n c u a n t o d e l a t o r a d e u n a situación desfa-
Perú en los siglos xvi y xvn»: Ibíd., 205-236; G. HIGUERA, «La conquista de América, vorable d e los indígenas y s u g e r i d o r a d e soluciones p a r a sus p r o b l e m a s , es
el derecho internacional y los derechos humanos», en ALEMANY, América, 7-42;
L. PEREÑA (coord.), Carta magna de los indios (Salamanca, 1987); ID., Proceso de leyenda a b r u m a d o r a en la América nuclear, s o b r e t o d o e n el siglo XVI, p e r o casi
negra (Madrid, 1989); ID., Descubrimiento y conquista. ¿Genocidio? (Salamanca, 1990); inexistente e n la América marginal.
A. YBOT LEÓN. «Juntas de teólogos asesores del Estado para Indias»: Anuario de Estudios La r a z ó n estriba en q u e se trata d e d o s espacios geográficos t o t a l m e n t e
Americanos 5 (Sevilla, 1948), 397-138. distintos. E n la América n u c l e a r o d e las d e n o m i n a d a s Altas C u l t u r a s prehis-
650 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.35. Iglesia americana y los problemas del indio 651
pánicas se dio un contacto íntimo y permanente entre los dos pueblos, el preocupó por el indígena americano con la mentalidad propia de cada
dominador y el dominado, especialmente conflictivo en sus comienzos. En la época, sino que incluso hasta se excedió en ello desde el punto de vista
América marginal ese contacto desapareció prácticamente porque la rela- político, económico y social, puesto que trató de supeditar una sociedad a
ción se estableció de una manera casi exclusiva entre los indios y el misio- los más humanos y más elevados intereses de la religión. La Iglesia aspiró a
nero. convertir la «República de los Indios» en un imposible Reino de Dios en
La manera de denunciar y de intentar solucionar los problemas de los América.
indígenas convierte a los religiosos en autores de una documentación de La tarea es improcedente porque, dado el carácter de esa preocupa-
carácter eminentemente pesimista en la que como es lógico, puesto que eso ción, exponerla en sus manifestaciones equivaldría a elaborar una intermi-
es lo que persiguen, el indio aparece siempre como una víctima impotente y nable lista de delaciones que, por una parte, exigirían una comprobación de
hasta el propio religioso, solidarizado con él, se presenta también, y paradó- su exactitud, y, por otra, una justa pero dificilísima apreciación de las
jicamente, como un desfavorecido en su labor redentora porque no siempre mismas a la contraluz de otras apreciaciones contrarias que apenas existen
consigue todo lo que quisiera, muchas veces inalcanzable. porque solamente las hubieran podido elaborar los propios eclesiásticos que
se proponen precisamente lo contrario.
Ninguno de ellos oculta que al proceder así lo hacen movidos de la
De estas delaciones genéricas, las únicas de valor indiscutible serían las
compasión o de la caridad al mismo tiempo que del deseo de favorecer
referentes al actualmente denominado genocidio o exterminio premeditado
la evangelización. Así, con ello, inconsciente y automáticamente se sitúan
de la población indígena prehispánica, porque se trataría de un hecho
en un plano en el que la utopía es muy difícil de compaginar con la rea-
cuantificable.
lidad.
Sin embargo, estas delaciones no se dan fuera de Bartolomé de las Casas
Utilizadas como instrumento para describir e intentar reformar la situa-
o de algún que otro religioso de primera hora que interpretan el hecho de
ción del indio, en estas descripciones necesariamente pesimistas recurren a
la mortandad indígena erróneamente o como medio para conseguir sus
tres sistemas, que pueden darse por separado o simultáneamente.
fines, ocultando que la mortandad se dio también entre los colonos espa-
En unas ocasiones denuncian situaciones de hecho desfavorables para
ñoles.
los indígenas, pero que en realidad eran consecuencia ineludible de la nueva
En este punto los eclesiásticos no hablan de genocidio porque no se dio.
situación política, social y laboral de un pueblo sometido a otro de cultura
Lo que hacen es lamentarse de la mortandad indígena, pero no con ánimo
distinta, situación que no se podía reformar globalmente sino mediante un
de delación, sino con sensación de impotencia, porque eran conscientes
cambio radical del sistema (como se hizo en la América marginal), solución
(como hoy está ya perfectamente comprobado) de que esa mortandad, invo-
que los religiosos no propugnan sino de manera excepcional, pues era
luntaria por parte de todos, obedecía a factores imposibles de evitar por
prácticamente inviable. En estos casos los religiosos aspiraban a más de lo
surgir del contacto de dos pueblos distintos como eran, por ejemplo, las
que podían conseguir fuera de un imperio puramente teocrático.
epidemias o los desajustes sociales, económicos y hasta psicológicos surgidos
En otras coyunturas las denuncias versan sobre situaciones concretas, del nuevo orden.
consideradas como abusivas por los religiosos. Se trata de hechos que unas
Por estos motivos las páginas que siguen versarán únicamente sobre
veces parecen verdaderos abusos, que en otras son difíciles de clasificar y
problemas muy concretos, pero que fueron determinantes para la vida del
que en todas son negadas por sus autores.
indígena americano.
En no pocas circunstancias las denuncias delatan deficiencias de una
manera tan genérica («los indios son muy maltratados») o de modo tan
universal («no hay español que mire por los indios») que su misma impreci- II. LA IGLESIA ANTE LOS PROBLEMAS ANTILLANOS
sión las priva de valor y su universalidad evidencia la aplicación a todos de lo
que solamente era conducta de algunos.
A) La supuesta complicidad eclesiástica
En casi todas las descripciones se recurre al instrumento literario de la
hipérbole, es decir, a exageraciones que a veces se utilizan premeditadamen- Los eclesiásticos estuvieron presentes en las Antillas desde finales de
te para conseguir el bien mediante la ponderación del mal, pero que normal- 1493. Esta madrugadora presencia no fue óbice para que los habitantes del
mente son espontáneas e inconscientes por formar parte de un lenguaje archipiélago se vieran obligados a padecer una situación que Bartolomé de
común menos preciso que el nuestro y que los contemporáneos, a diferencia las Casas describe con todo detalle, aunque con no menor parcialidad y
de nosotros, sabían interpretar en su justo alcance. apasionamiento, como verdaderamente trágica.
Abordar la actuación de la Iglesia en América ante los problemas del Prescindiendo de la mayor o menor veracidad de la discutible versión
indio desde esta óptica general es tarea superflua al mismo tiempo que lascasiana, llama la atención en ella que la Iglesia aparezca como testigo
improcedente. mudo o como cómplice de esa tragedia hasta el punto de que los religiosos
Es superflua porque no necesita demostrarse que la Iglesia no sólo se Jerónimos, enviados por el cardenal Cisneros a reformar la situación, apro-
C.35. Iglesia americana y los problemas del indio 653
652 P.IV. La irradiación de la Iglesia
baran esta última al optar en 1517 por la permanencia del sistema de hacia los indígenas, consignadas por ellos mismos en 1500, así como acerca
encomiendas, causa, según Las Casas, de todos los infortunios de los nativos. de la preocupación que les causaban los desaciertos de Cristóbal Colón en
Esta impresión de complicidad o de insensibilidad de la Iglesia para con cuanto gobernador de la Española y el temor que les infundía la presencia en
la situación de los indios la insinúa el propio Las Casas al calificar de «felice» esa isla de genoveses, porque todo ello amenazaba con «destruir» la tierra.
la llegada de los primeros cuatro dominicos a la isla Española en 1510 como Precisamente porque no eran indiferentes a la situación, comisionados por
si los treinta y tres religiosos, en su mayoría franciscanos, llegados con Cisneros intervinieron en 1500 en el prendimiento de Colón y en su envío a
anterioridad, no hubieran hecho nada, a los que describe como «buenas España.
personas», pero limitados a vivir en sus conventos «religiosamente», aunque De una manera ya más expresa, uno de esos mismos franciscanos nos
en realidad desentendidos de los indígenas. proporciona en 1502 un breve pero sintomático dato acerca de su postura
Idéntica impresión vuelve a ratificarla al presentarse a sí mismo en 1515 ante los problemas de los indígenas.
como el primero que denunció la situación ante la Corona española y al Al referirse a ciertas extralimitaciones de Rodrigo de Bastidas, esos
afirmar que, hasta comienzos del siglo XVI, «los desventurados indios no franciscanos se enfrentaron a dos de sus hombres «de parte de Sus Altezas
tenían, como nunca tuvieron, quien por ellos abogase y defendiese y dijese -dicen- por la carta patente que teníamos a favor de los indios». En esa
la verdad a los reyes» (Historia de las Indias, libro 2, cap. 19). coyuntura concreta su actuación resultó estéril, pero ellos mismos añaden
Lo más corriente es admitir esta versión de Las Casas tal y como él la que «si no fuera por los frailes, que lo estorbaron, toda aquella parte de la
propone para que se admita, sin caer en la cuenta de que no deja de ser isla fuera destruida». A pesar de ello no pudieron evitar dos expediciones
sospechosa ante las omisiones y contradicciones que oculta. armadas contra los nativos.
Hoy sabemos que esos franciscanos hicieron mucho más que limitarse a También pertenece a 1502, y posiblemente estuvo inspirada por Cisne-
vivir «religiosamente» en sus dos conventos de la Española. También sabe- ros, la liberación de indios que se encontraban esclavos en España efectuada
mos que esos franciscanos se adelantaron a los dominicos en la denuncia de en Sevilla por el franciscano Alonso del Espinar al emprender viaje al Nuevo
la situación. Por otra parte, al referirse a su llegada a España en 1515, Las Mundo junto con otros dieciséis religiosos de su misma Orden.
Casas olvida que, lejos de ser el primero en hacerlo, estuvo precedido por los
franciscanos en 1500 y por los franciscanos y dominicos en 1512. Tampoco C) Franciscanos y dominicos, moderadores de las encomiendas
(1511-1513)
cae en la cuenta de que en otro pasaje él mismo reconoce que al entrar en
1516 en contacto con el cardenal Cisneros, entonces regente del Reino, éste Con la llegada de los primeros cuatro dominicos al Nuevo Mundo, en
ya estaba informado de lo que sucedía por advertencia de los religiosos de su 1510, surge un nuevo dato acerca de la compenetración de los religiosos con
misma Orden, cuyo viaje a América lo había patrocinado el propio cardenal los problemas del indio. Se trata de un proceso esta vez transmitido por
franciscano. Bartolomé de las Casas en un relato aparentemente diáfano, pero en reali-
Todo esto infunde graves sospechas sobre la veracidad de la versión dad repleto de puntos oscuros.
lascasiana, hasta el punto de que los propios dominicos que él admira Para nuestro caso, lo indiscutible en él parece reducirse a que los días
terminan siendo también supuestos cómplices de la situación (cuando sabe- 21 y 28 de diciembre de 1511 fray Antonio Montesinos, en nombre de los
mos que no lo fueron), puesto que en 1514 ellos mismos se beneficiaron, restantes dominicos de la isla, denunció públicamente en sendos sermones el
aunque Las Casas no lo dice al anatematizar el hecho, del repartimiento derecho de la Corona de Castilla a la posesión y administración de las Indias,
efectuado por Rodrigo de Alburquerque, quien les asignó en encomienda así como las vejaciones de que eran víctimas los nativos, obligados contra su
una cacica y trece indígenas para la construcción del convento. voluntad a trabajar para los colonos españoles (encomiendas) en condicio-
Desechada por parcial e incompleta una versión como la de Bartolomé nes injustas.
de las Casas, que incurre en omisiones, contradicciones y afirmaciones ine- El escándalo originado por los sermones obligó a Montesinos a viajar a
xactas, a base de ella no cabe hablar de complicidad de los eclesiásticos con España para explicar su postura, lo que también hizo el franciscano Alonso
una situación que él presenta como inadmisible. del Espinar, en afirmación de Las Casas, para defender la posición contraria
Tampoco se puede hablar, por falta de datos, de una postura eclesiásti- al dominico.
ca decidida y umversalmente beligerante contra esa situación, pero los que Los acontecimientos posteriores dejan suficientemente claro que no se
se poseen inclinan la balanza más hacia la insatisfacción que hacia la supues- trataba de dos posturas antagónicas, sino que ambos religiosos convenían en
ta complicidad. condenar los abusos que se perpetraban en las encomiendas mientras que
disentían en el punto de si la Corona gozaba o no del derecho a concederlas.
B) Los franciscanos, protodefensores del indio (1502) Sólo así se explica que en un repentino cambio de decorado, que Las
Aunque Bartolomé de las Casas no lo dice, hoy ya poseemos algunas Casas no explica suficientemente, una vez en España, Montesinos y Espinar
aunque escasas noticias sobre las simpatías de los primeros franciscanos aparezcan reconciliados hasta el punto de que el dominico, que no tenía
654 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.35. Iglesia americana y los problemas del indio 655
acceso a las deliberaciones de la junta designada para estudiar el asunto,
nos y aceptó en parte las sugerencias lascasianas sobre el carácter de la
aparezca aconsejando amigablemente al franciscano sobre las medidas que reforma.
convenía adoptar acerca de las encomiendas. Una vez en la Española, los reformadores Jerónimos, en contra de la
El resultado fue que, como fruto de las deliberaciones de la junta y con opinión de Las Casas y de los dominicos de la isla pero compartiendo la
la participación personal de Espinar, el 27 de diciembre de 1512 firmó la opinión de los franciscanos y de los colonos españoles, llegaron a la conclu-
Corona las denominadas leyes de Burgos, cuyas treinta y cinco ordenanzas sión de que no se podían suprimir las encomiendas, aunque sí dulcificarlas
regulaban, suavizándolo, el sistema de las encomiendas. mediante una segunda reforma de las leyes de Burgos de 1512.
Posteriormente esas mismas leyes experimentaron una ulterior modera- Cisneros aprobó en 1517 la decisión de los Jerónimos.
ción mediante la introducción en ellas de cinco reformas promulgadas en
Valladolid el 28 de julio de 1513, en cuya elaboración intervino fray Pedro
F) Utopías y proyectos antillanos (1518-1526)
de Córdoba, superior de los dominicos de la Española.
En lo sucesivo, y por lo que se refiere a las Antillas, la falta de documen-
D) Primeras actuaciones de Bartolomé de las Casas tación únicamente nos permite aludir al encargo que Carlos V les hizo en
1526 al franciscano Pedro Mexía y al dominico Reginaldo Montesinos de
Después de haber combatido contra los indios y de haber sido y seguir que se trasladaran a Cuba para poner a los indios que con ese fin habían
siendo posteriormente encomendero, Bartolomé de las Casas participó de quedado libres de los encomenderos desde hacía seis meses «en aquella
1512 a 1514, en calidad del clérigo que era entonces, en la conquista de libertad y manera de vivir que viéredes que de justicia y razón deben tener
Cuba, llevada a cabo por Diego Velázquez y Panfilo de Narváez. y conviene... según la capacidad de sus personas».
El mismo nos relata al pormenor cómo evitó durante la campaña «har- Se trató de un proyecto consistente en que los indígenas, libres de los
tas muertes de indios», cómo recriminaba a Narváez las extralimitaciones de encomenderos, vivieran al estilo de los labradores de Castilla. El intento,
los soldados, cómo se adelantaba a los expedicionarios para señalar los ensayado en la Española (1518-1520), en Puerto Rico (1520) y en Cuba
sectores que en cada poblado debían ocupar los soldados y los nativos para (1526-1535), terminó fracasando. En Cuba concretamente se seleccionó
evitar roces entre ellos, cómo hacía de improvisado médico entre los indíge- con ese objetivo a cuarenta indígenas, que fueron confiados al clérigo Fran-
nas y cómo, dada la amistad que los unía, Velázquez «hacía muchas cosas cisco Maldonado y al colono español Alonso Poveda.
buenas por su parecer». Simultáneamente, durante los años 1518 a 1522, Bartolomé de las
Es también el mismo Las Casas quien relata que a finales de mayo de Casas, todavía clérigo, excogitó una serie de utopías, que se quedaron en
1514, siendo en Cuba un clérigo encomendero con fama de codicioso y eso, destinadas a sustituir el sistema de las encomiendas al mismo tiempo que
despreocupado por la atención espiritual a los indios, comenzó a recapacitar gestionó en la Corte varios proyectos de colonización de América a base de
en la ilicitud de las encomiendas, lo que le indujo a renunciar a la suya labradores, en los que fracasó.
públicamente en un sermón pronunciado el día 15 de agosto de 1514.
Desde ese momento inició una campaña contra el sistema, apoyado en
Cuba por cuatro dominicos llegados a la isla en marzo de 1515, para prose- III. LA IGLESIA ANTE LAS CONQUISTAS
guir la cual ese mismo año se embarcó para España a fin de trabajar en la
Corte por la supresión de las encomiendas.
A) De 1513 a 1531
E) La reforma cisneriana de las Indias (1516-1517) Dejando aparte la cuestión de si fray Antonio Montesinos planteó o no
la duda sobre la licitud de las-conquistas armadas en sus sermones del 21 y
La muerte del rey Fernando el Católico a finales de 1515 obligó a Las 28 de diciembre de 1511, el problema ciertamente se abordó en 1513, en las
Casas a despachar con el cardenal Jiménez de Cisneros, que se había hecho juntas celebradas en Valladolid, en las que participó el dominico fray Pedro
cargo de la regencia del Reino. de Córdoba.
Para sorpresa del clérigo, y en afirmación expresa del mismo, el carde- Estas deliberaciones abocaron en la elaboración, el 12 de junio de 1514,
nal franciscano ya estaba tan perfectamente informado por los religiosos de del célebre Requerimiento o invitación a los indios a que se sometieran de paz
su Orden residentes en América sobre la situación antillana que le pareció y voluntariamente al dominio español so pena de que en caso contrario se les
parca en demasía la lista de diecinueve «agravios y sinrazones» que el propio declararía la guerra, con las trágicas consecuencias que eso llevaría consigo.
Las Casas le presentó en marzo de 1516. Esta disyuntiva parte del principio de la licitud de las conquistas armadas en
Decidido a reformar la situación con anterioridad incluso a la llegada de el caso de que, requeridos de paz, los indígenas no se avinieran a someterse
Las Casas, Cisneros se valió de este último para seleccionar a los tres religio- de buen grado al conquistador.
sos Jerónimos que se encargaron de poner en práctica los proyectos cisneria- Mientras no aparezcan nuevos datos, los actualmente conocidos indican
Hieinrin A» Isi IOIMSÍH
656 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.35. Iglesia americana y los problemas del indio 657
que los primeros eclesiásticos que se opusieron a las conquistas armadas sin
B) De 1531 a 1549
admitir ninguna circunstancia que las justificara (aparte de los franciscanos
de 1502, pero cuyos razonamientos desconocemos) fueron Bartolomé de las Las críticas aisladas a las conquistas emitidas entre 1519y 1531 termi-
Casas, todavía clérigo, y el franciscano Remigio de Faulx, ambos en 1518. naron por convertirse en una campaña sistemática contra ese sistema de
Bartolomé de las Casas lo hizo de momento basado, no en la ilicitud anexión territorial tras la conquista del Perú.
intrínseca de toda guerra, sino en los inevitables daños que lleva consigo. El En el desarrollo de esta campaña cabe distinguir varias etapas.
franciscano, según Las Casas, «propuso una cuestión diciendo que con qué 1) El escándalo del Perú (1531-1537). Ya antes de su encuentro con
justicia o poder se pudo entrar en estas Indias de la manera que los españo- Atahualpa, en el mismo año de 1531, el dominico Bernardino de Minaya le
les entraron en ellas». advirtió a Francisco Pizarro que «viese lo que hacía» y le pidió que les
A ambos siguió el también franciscano Juan de Quevedo, obispo de proporcionase a él y a sus compañeros un intérprete para ir a predicarle al
Santa María del Darién, quien, según un extraño relato de Las Casas, prime- inca, el cual o admitía la predicación o les daba muerte, hecho este del que
ro justificó y luego reprobó las conquistas en la controversia mantenida con se seguiría el bien del martirio para los religiosos y el motivo que justificaría
el clérigo en Molíns del Rey (Barcelona) en 1519. la guerra. Pizarro le respondió a Minaya que «había venido de México a
Un hecho de tanta resonancia como la conquista del imperio azteca por quitarle su ganancia y que no haría lo que le pedía». Por añadidura, les quitó
Hernán Cortés (1519-1521) parecía llamado como ninguno a suscitar una a los dominicos el «mantenimiento».
reflexión crítica, pero parece que de momento originó más bien entusiasmo A diferencia de lo sucedido con Hernán Cortés en Nueva España, la
debido seguramente a su brillantez, al modo como supo presentarlo el conducta de Pizarro en el Perú constituyó un verdadero escándalo, refleja-
propio conquistador y al tinte mesiánico con que lo impregnaron los francis- do en el disgusto del emperador por la muerte de Atahualpa, comunicado en
canos.
1535 al cabildo de Lima por el dominico Tomás de Berlanga; en la justifica-
De todas las maneras, la promulgación de las Ordenanzas de Granada ción que en 1535 tuvo que hacer de su participación en la muerte del inca
del 17 de noviembre de 1526, por las que se reglamentaron las conquistas
el también dominico Vicente de Valverde; en las consultas que algunos
para evitar abusos, le confieren probabilidad a la conjetura de que más de un
conquistadores hicieron en 1535 en Valladolid y Salamanca sobre la licitud
religioso americano se había quejado ya de las expediciones armadas, aun
de la posesión de lo adquirido en el reparto del tesoro del inca, y en el hecho
cuando no conozcamos sus denuncias. En cualquier caso, esas Ordenanzas
de que fray Francisco de Vitoria, catedrático de la Universidad de Salaman-
les conceden a los eclesiásticos un especial protagonismo en las conquistas al
ca, afirmara en 1534 que no «entendía» la justicia de aquella guerra y que se
confiar a los dos clérigos o religiosos que en adelante debían acompañar a
le «helaba la sangre» al oír las funestas consecuencias de la misma.
todo conquistador la responsabilidad de decidir cuándo se podía declarar la
Por lo que se refiere a los religiosos que llegaron al Perú inmediatamen-
guerra a los indios y la vigilancia sobre el comportamiento de los conquista-
dores. te después de la conquista, el franciscano Marcos de Niza la criticaba dura-
mente, a juzgar por el memorial escrito sobre ella en 1537, ya en Nueva
Las denuncias contra las expediciones armadas vuelven a aparecer ex-
España. Por su parte, el también franciscano Juan de San Filiberto afirmaba
presamente en 1531, primero con Bartolomé de las Casas y después con
de sí mismo que en el Perú fue «crudamente perseguido por la tiranía
varios religiosos de Nueva España.
pizarreña» por predicar públicamente «la justicia» de Dios y del emperador.
Las Casas afirmaba categóricamente a comienzos de 1531 que «no ha
habido guerra justa ninguna hasta hoy de parte de los cristianos», se quejaba El mismo Bartolomé de las Casas se preguntaba en 1535, ya dominico,
de las «tan encendidas y horribles guerras», las calificaba de contrarias a si el Consejo de Indias se había planteado la cuestión de «que haya sido
«todo derecho divino y natural» o de «guerras injustas y violentas» y justifica- aquella muerte de Atahualpa hecha en justicia y la privación de su reino y la
ba las mantenidas por los indios contra los españoles. cual despojó de sus grandes tesoros».
Entre los religiosos de Nueva España consultados por la Audiencia de En este mismo sentido, el franciscano fray Juan de Zumárraga, obispo
México acerca de la licitud de la guerra emprendida a finales de 1530 por de México, informado de lo sucedido en el Perú por fray Marcos de Niza, no
Ñuño de Guzmán en Nueva Galicia, los franciscanos Juan de Zumárraga y solamente le ordenó a éste en 1537 que elaborara el ya aludido memorial
Francisco Jiménez la consideraban ilícita por falta de autorización, pero sobre esa conquista, sino que él mismo añade de su cuenta que cuanto se
legitimada porque favorecía la evangelización. En cambio, los también fran- hizo en ella «no han sido sino carnecerías».
ciscanos Martín de Valencia y Francisco de Soto, más los dominicos Julián 2) Inicio de la corriente antibelicista (1534-1542). La conquista del Perú,
Garcés, obispo de Tlaxcala, Reginaldo de Morales y Vicente de Santa María y más concretamente el ajusticiamiento de Atahualpa, constituyó una espe-
admitían su licitud. cie de sacudida de las conciencias que dio lugar al nacimiento de una clara
corriente antibelicista.
Como era de esperar, Bartolomé de las Casas, fiel a su pensamiento de
1518, 1519 y 1531, vuelve a condenar las guerras de conquista, por su
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ilicitud intrínseca y por los males que se seguían de ellas para los indios, en los inevitables daños que causaban. Por ello, en 1556 las prohibió si había
1534, 1535 y 1542. otro medio de anexión política del territorio, de lo que debería juzgar la
Esta misma actitud contraria a la conquista la manifestaron en Nueva Audiencia local.
España la Junta Eclesiástica de México de 1536, el obispo de la ciudad, fray A partir de este momento, el ambiente entre los eclesiásticos america-
Juan de Zumárraga, en 1537, y nueve agustinos novohispanos, entre ellos nos se perfiló cada vez con mayor nitidez contrario a la guerra.
Alonso de Veracruz, en ese mismo año; en Guatemala, el obispo Francisco El doctor Vázquez afirmaba en 1559 en Valladolid que, en el caso de las
Marroquín en 1537 y tres dominicos en 1539; en Honduras, el obispo conquistas, en América coexistían dos bandos: el de los conquistadores y
Cristóbal de Pedraza en 1538. encomenderos, que las defendían, y el de los religiosos, que las condenaban.
3) De las Leyes Nuevas (1542) a la suspensión cautelar (1549). En confor- Por su parte, Pedro Sarmiento de Gamboa y Juan Polo de Ondegardo, en el
midad con el deseo expresado por Bartolomé de las Casas en 1542, las Leyes Perú en 1572, presentan a los religiosos como un sector unánimemente
Nuevas de Barcelona, del 20 de noviembre de ese mismo año, ya no hablan contrario a la licitud de la guerra contra los indios.
de conquistas, sino de descubrimientos, pero en realidad todavía no aporta- En realidad, las opiniones estaban divididas, como afirmaba en 1569,
ron nada sustancialmente nuevo en materia de guerras. Las Leyes se limitan refiriéndose al Perú, el jesuíta Luis López, si bien parece mayoritario el
a especificar las formalidades jurídicas que debían preceder y seguir a los sector de los críticos.
«descubrimientos», a prohibir que las autoridades locales tomaran parte en En México, por ejemplo, defendían su licitud el obispo Vasco de Quiro-
ellos y a ordenar que en los mismos se observaran las ordenanzas reales y las ga en 1553 y el franciscano Pedro de Azuaga en 1573, mientras que en el
instrucciones impartidas por las Audiencias. Perú, respecto del cual afirmaba en 1567 el licenciado Falcón que había
Bartolomé de las Casas, junto con el también dominico Rodrigo de «algunos» que las justificaban, escribieron a favor de ellas el clérigo secular
Ladrada, aunque vieron en esas Leyes Nuevas «lumbre y día de vida y Pedro de Quiroga en 1558 y el dominico García de Toledo en 1571.
libertad» porque con ellas hubieran terminado por desaparecer las enco- En contra de ellas se pronunciaron en México un religioso anónimo en
miendas, también se percataron de que, de hecho, el documento no prohi- 1552, un teólogo, también anónimo, en 1554, los dominicos de Oaxaca en
bía «guerra ni conquista alguna» y hasta daba pie, con su alusión a los 1564 y el franciscano Alonso Maldonado de Buendía en 1566 y 1570. En
esclavos, para que alguien las reanudase. Por ello, ambos vuelven a insistir Guatemala las condenaron los dominicos en 1558. En el Perú las declararon
en la ilicitud de las conquistas y en la legitimidad de la defensa de los indios, ilícitas el arzobispo de Lima y los provinciales de las Ordenes religiosas en
lo que les induce a reclamar del emperador la pública y tajante prohibición 1560, el franciscano Francisco Morales en 1561 y el licenciado Francisco
de las expediciones armadas, a menos que se tratara de la defensa propia. Falcón en 1567.
Las Casas, de una manera individual, respondería a dichas leyes con la Inducida por la opinión mayoritaria adversa a las conquistas, la Corona
elaboración de la celebérrima Brevísima relación de la destruición de las Indias, terminó prohibiéndolas como sistema de anexión política de un territorio el
de diciembre de 1542. Posteriormente, en 1545 exigió la prohibición de las 13 de julio de 1573, a menos que tuvieran carácter defensivo.
expediciones armadas que entonces se estaban llevando a cabo en Yucatán, Esta postura la compartieron, entre otros, el franciscano Juan Focher
en 1546 defendió que los conquistadores tenían obligación de restituir a los en México en 1574, y los jesuítas peruanos Luis López en 1580 y José de
conquistados los bienes que les hubieran arrebatado, en 1547 afirmó «no Acosta en 1589.
haber tenido los españoles contra los indios justa guerra en ninguna parte
de las Indias hasta hoy», y en 1548 calificó esas guerras de «nulas y de ningún
valor de derecho, injustas, inicuas, tiránicas y por todas las leyes condena-
IV. LA IGLESIA ANTE LOS PROBLEMAS LABORALES
das».
Con esta postura de Las Casas coincidían los dominicos de México en A) La Iglesia y las encomiendas
1544, así como los asistentes a la Junta Eclesiástica de México de 1546.
La Corona, sumida en la duda ante esta corriente antibelicista ya defini- Geográficamente fuera de las Antillas y cronológicamente desde 1523,
tivamente perfilada, suspendió en 1549 las expediciones armadas a la espera la encomienda fue el sistema en cuya virtud, en atención a los servicios
de las conclusiones a que llegase la Junta de Valladolid de 1550-51, reunida prestados o a los méritos adquiridos, se entregaban a un particular (enco-
para estudiar el problema. mendero) cierto número de indios (encomendados) para que en lugar de la
Corona lo recompensasen con el tributo estipulado en cada caso.
C) De 1550 a 1573 Las encomiendas fueron objeto de preocupación para los eclesiásticos
americanos porque cercenaban en mayor o menor medida la libertad de los
A la vista de las conclusiones a las que llegaron los miembros, muchos de nativos, porque la facultad de concederlas estaba en relación con el proble-
ellos teólogos, de la Junta de Valladolid reunida en 1550 y 1551, la Corona ma del derecho de la Corona de Castilla a la posesión de las Indias, porque
española dedujo que las conquistas eran peligrosas para su conciencia por su carácter de recompensa a los conquistadores las hacía lícitas o ilícitas en
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C.35. Iglesia americana y los problemas del indio 661
conformidad con la licitud o ilicitud de la guerra que las había precedido,
porque los encomenderos estaban obligados a evangelizar a los nativos y a y conventos de religiosos que fueron ellos mismos titulares de encomiendas,
restituir lo obtenido de ellos si no los cristianizaban y porque el trato que los aunque se les prohibieron en diversas ocasiones.
encomenderos dispensaran a los indios que les estaban encomendados re- La presión de la corriente decididamente opuesta al sistema fue la que,
percutía en la cristianización de estos últimos. capitalizada por Bartolomé de las Casas, contribuyó a que en 1542 se reno-
vara la prohibición de que poseyeran encomiendas los funcionarios reales,
De hecho, los eclesiásticos también intervinieron en la cuestión de si las
los obispos y los conventos de religiosos y, sobre todo, a que se adoptara la
encomiendas debían concederse con carácter perpetuo o sólo temporalmen-
medida de que en adelante, además de no poder encomendarse más indios,
te, pero este punto atañe más bien al campo del gobierno de las Indias.
los encomendados pasaran a tributar a la Corona conforme fueran murien-
En el continente, y con anterioridad a 1523, el sistema de encomiendas
do los entonces titulares de encomiendas.
lo habían condenado en 1519 los franciscanos Remigio de Faulx, un anóni-
La medida, verdaderamente revolucionaria y causante de una auténtica
mo franciscano de Picardía y hasta el obispo de Tierra Firme, el también
conmoción en todas las Indias y, más concretamente, de la cuarta guerra
franciscano Juan de Quevedo. El dato es interesante por su procedencia
civil del Perú (1544-1548), no dejó de encontrar oposición en un sector de
geográfica, pero para nuestro caso todavía no refleja la situación continental
religiosos hasta que se anuló en 1556.
porque esas encomiendas no eran más que una prolongación de las antilla-
Entre opiniones a favor y opiniones en contra entre los eclesiásticos
nas, en las que el encomendero no recibía un tributo, sino un servicio
americanos, las encomiendas siguieron subsistiendo hasta 1718.
laboral.
Con el pensamiento puesto también aún en la encomienda antillana, o
de servicios, la Corona le prohibió a Hernán Cortés la implantación del B) La Iglesia y los repartimientos
sistema en Nueva España en 1523, una vez estudiado el problema por el
Consejo de Indias, por teólogos, por religiosos y por otras personas letradas El término repartimiento significó en la América española el hecho de
y virtuosas. La prohibición estribó en que el mal trato dispensado por los distribuir (repartir) entre los colonos los indios que le hubieran correspondi-
encomenderos a los indios impedía la cristianización de estos últimos. do en encomienda, al mismo tiempo que el sistema (significado en que lo
Es la misma Corona la que en 1525 se plantea ya la duda de si convenía entenderemos aquí) en cuya virtud la autoridad competente del lugar de que
o no encomendar a los nativos y encarga al licenciado Luis Ponce de León, se trate, normalmente a petición del interesado, designaba a un grupo de
juez de residencia de Nueva España, que estudiara el asunto «principalmen- nativos para que durante un tiempo determinado y a cambio de un salario
te con los religiosos que allá están» y que aprobara las concedidas por Cortés realizasen un trabajo considerado de interés público, como un edificio o una
(que hizo caso omiso de la prohibición de 1523) si comprobaba que eran de obra, la recolección de las cosechas o, sobre todo, la explotación de las
utilidad para la propia Corona al mismo tiempo que «la mejor manera para minas.
que ellos vengan en conocimiento de nuestra santa fe católica». El sistema, que en la práctica viene a coincidir con los denominados
La duda persistía en los ambientes oficiales en 1527. Sin embargo, al servicios personales, recibió el nombre de cuatequil en México y de mita en el
año siguiente, vistas las informaciones de Hernán Cortés, de los religiosos y Perú, referido sobre todo al trabajo en las minas.
de otras personas consultadas al efecto, la Corona aprobó definitivamente el El mejor síntoma de la importancia que la Iglesia americana le concedió
sistema, al que siempre estuvo anexa la doble obligación de que los enco- a este problema y el mejor reflejo de su postura ante él son los dictámenes
menderos trataran bien a los indios que les estaban encomendados y se colectivos de teólogos y las conclusiones adoptadas en asambleas de carácter
valieran de clérigos o religiosos para que los atendieran espiritualmente. oficial.
Según Bartolomé de las Casas, en las reuniones con los prelados de las
A base de estas disposiciones está claro que los eclesiásticos americanos,
Ordenes y con otros religiosos doctos mantenidas por él en 1546 en México
sobre todo los religiosos, y más concretamente los franciscanos, influyeron
para tratar los temas de la esclavitud y de los repartimientos, vetados por el
decisivamente en el establecimiento de la encomienda continental o de
virrey a la asamblea de obispos que se estaba celebrando entonces, «todos
tributos, más suave que la antillana o de servicios.
condenaron los servicios personales».
A partir de este momento, en una abrumadora sucesión cronológica y
Preguntados al respecto por el gobernador del Perú y presidente de la
geográfica de opiniones, los eclesiásticos americanos estuvieron siempre
Audiencia de Lima, Lope García de Castro, el arzobispo de Lima y los
divididos entre quienes se oponían al sistema por considerarlo ilícito o, por
superiores de las Ordenes religiosas le respondieron en 1567 asentando el
lo menos, perjudicial para los indios tanto desde el punto de vista de su
principio de que los indios eran libres, por lo que no se les podía obligar a
situación laboral como de su cristianización, y entre quienes transigían por
trabajar bajo el sistema de los repartimientos. Acto seguido reconocen la
él ante la imposibilidad de suprimirlo, aun reconociendo que la conducta de
necesidad de los trabajos encaminados al bien común, razón por la cual
los encomenderos dejaba muchas veces que desear.
admiten la licitud de los repartimientos bajo la triple condición de que, a
A esta última corriente pertenecían aquellos obispos, clérigos seculares
poder ser, los indígenas se alistaran voluntariamente en las cuadrillas, que el
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C.35. Iglesia americana y los problemas del indio 663
trabajo no durara más que el tiempo estrictamente necesario y que su
realización se hiciera en las debidas condiciones. quienes le negaron al indígena su capacidad racional, es decir, su carácter de
Este dictamen dio pie para que el virrey don Francisco de Toledo, tras hombres, entre los que parecen haber figurado algunos religiosos.
asesorarse de una junta integrada por el arzobispo de Lima (que al morir se
retractaría de su postura), tres dominicos y un jesuíta, considerara lícito el A) Los testimonios
empleo de la coacción en los repartimientos. Dejando aparte la denuncia del dominico Antonio Montesinos de 1511,
Los franciscanos Jerónimo de Villacarrillo y Juan del Campo le objeta- en la que se preguntó si los indios no eran hombres, porque el interrogante
ron en 1575 que las conclusiones de la junta de 1567 declaraban la libertad no alude necesariamente a la posible negación por alguien de la racionalidad
de los indios, restringiendo la coacción únicamente para el caso de los de los indígenas, la primera alusión clara a esta postura pertenece a Bartolo-
holgazanes y sólo para los sectores de la construcción y de la agricultura, no mé de las Casas. El entonces todavía clérigo sugirió al cardenal Cisneros en
para el de las minas. 1516 que imprimiera y difundiera en la isla Española sendas obras del jurista
Con este mismo motivo se opusieron también a la coacción el rector de Juan López de Palacios Rubios y del teólogo dominico Matías de Paz para
la Universidad de San Marcos, los dominicos Gaspar de Carvajal, Alonso de que todo el mundo se convenciera de «cómo aquellos indios son hombres y
la Cerda y Miguel Adrián, más el licenciado Francisco Falcón. libres».
A los diez años de plantearse esta controversia en el Perú, el franciscano Informado seguramente por Las Casas de la existencia de esta corrien-
Gaspar de Recarte presentó en 1585 al tercer concilio provincial de México te, y hasta tal vez aconsejado por él, su amigo el dominico Reginaldo Monte-
un Tratado en el que, basado en el principio de la libertad innata del indio, sinos sometió en 1517 al dictamen de la Universidad de Salamanca la tesis de
llegaba a la conclusión de que los repartimientos «son ilícitos y malos, pues que, pues no eran racionales, los indios no estaban capacitados para la fe.
hacen a los indios esclavos de los españoles y aun de todos los negros y La misma Corona española dejaba constancia en 1518 de «los dos
negras», razón por la cual eran muchos los que siempre habían clamado pareceres que hay de que los indios son capaces de creer en nuestra fe y
contra ellos. gobernarse, y que no lo son».
El Tratado, j u n t o con las opiniones posteriores de los asesores concilia- A mediados del siglo XVI, el franciscano Toribio Paredes de Benavente
res, indujo a los ocho obispos reunidos en concilio, de los que seis eran o Motolinia vuelve a aludir a esta corriente, pero como a algo ya superado,
religiosos, a enviar a Felipe II un informe en el que reprobaban el modo en al elogiar a «una gente hasta ahora tenida por tan bestial» y criticar a los que
viajaban a Castilla a decir que los indios eran «gente inhábil y sin razón».
el que se hacían los repartimientos, exceptuado el caso de las minas, que lo
El propio Bartolomé de las Casas vuelve a afirmar en 1559 que hacia
condenan sin distinción ninguna.
1500 había en la Española quienes negaban la capacidad racional de los
También en México se pronunciaron en 1594 en contra de los reparti-
nativos, a los que por lo mismo consideraban necesitados de tutores, tesis
mientos un grupo de teólogos franciscanos, dominicos y jesuitas, consulta-
que aún seguían defendiendo en 1512.
dos por el virrey ante la oposición al sistema mantenida por los religiosos.
Otro dominico, Agustín Dávila Padilla, acota en 1596 que «hubo gente,
Descendiendo ya a opiniones espontáneas de eclesiásticos particulares, y no sin letras», que defendió esa misma tesis, con lo que quizá aluda a su
condenaron los repartimientos, en unos casos por su ilicitud intrínseca y en hermano de hábito Domingo de Betanzos, del que se hablará más adelante.
otros por el modo como se hacían, los jesuitas Pedro Rubio y Pedro de El cronista oficial Antonio de Herrera afirma en 1601 que hacia 1516
Ortigosa, en 1580; el arzobispo de México, Pedro Moya de Contreras, en había en las Antillas «muchos religiosos que tuvieron opinión que éstos [los
1585; el franciscano Alonso Messía, en 1603; el también franciscano Juan de indios] no eran hombres naturales», aseveración que el jurista Juan de
Silva, en 1618, y el arzobispo de México en 1629. Solórzano Pereira interpreta en 1647 en el sentido de que esos religiosos
Se mostraron a favor de ellos, de una manera más o menos matizada, el opinaban que los indios «no eran verdaderamente hombres».
jesuitajosé de Acosta en 1589; cinco mercedarios en 1603, y el franciscano En esta misma línea histórica, el dominico Antonio de Remesal especifi-
Miguel de Agía en 1604. ca en 1619 que en la Española hubo quienes negaron que los indios fueran
El sistema se prohibió en 1609 y 1633 en la América nuclear y en hombres, «opinión diabólica» que «muchos», especialmente soldados, difun-
diversas fechas posteriores en la marginal. dieron por México y Guatemala.
El historiador franciscano Francisco Vázquez consigna en 1714 que el
también franciscano Gonzalo Méndez (1505-1582) procuraba en Guatemala
V. LA IGLESIA ANTE EL PROBLEMA DE LA RACIONALIDAD que los niños de sus escuelas recogieran por escrito las tradiciones orales
DEL INDIO prehispánicas «para que se supiera en el mundo que [los indios] eran ra-
cionales y deslumhrar la postura de algunos zoilos y para que se conociese
que eran nobles y hermanos de los españoles, descendientes todos de
El problema de la racionalidad del indio se plantea porque, según
Adán y Eva».
diversos testimonios, durante el primer tercio del siglo XVI hubo en América
664 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.35. Iglesia americana y los problemas del indio 665
Finalmente, a mediados del siglo x v m vuelve a aludir a esta corriente ^ que «para ser cristiano el indio necesitaba primero ser hombre», ya expuesta
historiador dominico Juan José Moya. anteriormente.
El dominico Tomás Ortiz calificaría en 1527 a los indígenas de Santa
B) La postura de la Iglesia Marta de «brutos animales». Se trata de una locución a primera vista negado-
Ni que decir tiene que la Iglesia no admitió, ni podía admitir, la tesis H ra de la racionalidad de los nativos, pero que en realidad es muy frecuente
la irracionalidad del indio y de su consiguiente incapacidad para la fe. En t^. en el lenguaje de los religiosos americanos cuando se proponen describir,
caso no hubiera procurado su evangelización ni se hubiera preocupado p ^ simplemente, el atraso cultural de los nativos.
sus problemas. Finalmente, el también dominico Domingo de Betanzos calificó en
La única pregunta que cabe plantearse a este respecto es la de su actitu^ 1531 de «brutos» a los indígenas novohispanos, lo que suscitó una airada
ante esa corriente y la de si en realidad hubo algún eclesiástico que de hech^ reacción contra él de los franciscanos Luis de Fuensalida y Jacobo de Taste-
considerara al indio como un ser irracional. ra, del presidente de la Audiencia de Santo Domingo, el obispo Sebastián
Prescindiendo de la discutible cuestión de hasta qué punto se dio es^ Ramírez de Fuenleal, entonces en México, y el oidor de esa misma Audien-
corriente entre los colonos españoles y de su verdadero contenido, la actítq^ cia, licenciado Salmerón. Betanzos, presionado por Bartolomé de las Casas,
de la Iglesia en este punto de la racionalidad del indio es meridiana. se retractó del calificativo en su testamento de 1549.
Todos los eclesiásticos que aluden a su existencia la condenan de u r ^ El calificativo, que no entraña necesariamente el concepto de irraciona-
manera u otra, en general sin detenerse a refutarla por considerarla ab. lidad, fue condenado en México como totalmente inoportuno por haberlo
surda. pronunciado en un momento en el que se trataba de desvalorar la capacidad
Independientemente de ello, la Universidad de Salamanca la condenó de los nativos para facilitar el establecimiento del sistema de encomiendas.
en 1517, el papa Paulo III la rechazó expresamente en su bula Sublimis Den¿t Es posible, pues, que algunos religiosos, a semejanza de éstos acabados
del 2 de junio de 1537, al calificarla de algo «inaudito» o de «atrevimiento», de citar, emitiesen opiniones desfavorables para la capacidad o preparación
y al dar por supuesto que «los indios, como verdaderos hombres», eran intelectual de los indios, como luego lo harían, y profusamente, a lo largo de
plenamente capaces de la fe, varios eclesiásticos denunciaron con motivo de los siglos XVII y XVIII refiriéndose a los habitantes de la América marginal.
esta cuestión al dominico Domingo de Betanzos en 1531-1532 y la Junta Sin embargo, nada induce a creer que negaran formalmente la capacidad
Eclesiástica de México de 1546, de la misma manera que el primer concilio racional de los indígenas, es decir, su cualidad de verdaderos hombres.
provincial de esa ciudad (1555), dejaron constancia de la racionalidad de los
indios en clara respuesta a la tesis contraria.
VI. LA IGLESIA ANTE LA ESCLAVITUD
En lo que se refiere a la participación de eclesiásticos en la corriente de
la irracionalidad, cabe anotar que solamente alude a ella el ya tardío cronista En la América española, y hasta 1530, se permitió la esclavitud de los
Antonio de Herrera, y que tal vez esté pensando en alguno de ellos Remesal indios, en virtud del derecho entonces vigente en el reino de Castilla, en tres
al consignar que no todos sus defensores eran iletrados. casos concretos: el de los caribes, por considerarlos antropófagos y enemi-
La afirmación de Herrera resulta sospechosa desde el momento en que gos natos tanto de los restantes indios como de los españoles; el de los indios
habla de «muchos» religiosos, adjetivo numeral totalmente improbable, tan- apresados en guerra justa y, más concretamente, en la declarada ante su
to más cuanto que es difícil de comprender que Bartolomé de las Casas y resistencia a someterse voluntariamente, y el de la compra (rescate) de los
Julián Garcés, al lamentarse de que hubiera quien defendía esa tesis, no esclavos que poseían los caciques prehispánicos.
ratificaran su postura con el hecho de que en la corriente figuraran también A esta mentalidad, heredada de la Edad Media, es a lo que hay que
religiosos. La acotación de Remesal, si es que con ella estaba pensando en atribuir probablemente la inexistencia (al menos aparente y juzgando a base
eclesiásticos, puede interpretarse muy bien (e incluso con la máxima proba- de la escasa documentación conocida hasta ahora) de toda oposición por
bilidad) como una velada alusión al caso de su hermano de hábito Domingo parte de los eclesiásticos americanos a una práctica como ésta, admitida y
de Betanzos, a quien tenía que conocer por necesidad. hasta aconsejada parcialmente por Bartolomé de las Casas hasta su cambio
Restringiéndonos a la corriente del primer tercio del siglo XVI, el fran- de postura en 1534.
ciscano Francisco Ruiz, que había estado en la Española en 1500, aseveraba Sabedora (ignoramos por quién) de las extralimitaciones cometidas en
en 1516 que el nativo «no es gente capaz ni de juicio natural para recibir la este punto, la Corona española ordenó en 1522 que se revisase la posesión
fe ni las otras virtudes de crianza necesarias para su conversión y salvación»- de los esclavos hechos hasta entonces y que en adelante se procediera
La frase, a primera vista alarmante en un religioso, en realidad no escrupulosamente en hacerlos. Luego, en 1529, ordenó que el hierro para
quiere decir que los tainos de la Española no estuvieran capacitados para la marcar esclavos se guardase bajo dos llaves, una de las cuales estuviera en
fe por ser irracionales, sino que, en su estadio cultural, no estaban prepara- posesión del obispo, con lo que implícitamente da por supuesta la postura
dos para recibirla, tesis que entra de lleno en la concepción generalizada de de la Iglesia favorable, o al menos tolerante, con la esclavitud. En ese
"66 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.35. Iglesia americana y los problemas del indio 667
momento, el obispo de México era el franciscano fray Juan de Zumárraga, abordaron fueron los prelados y religiosos particulares reunidos en México
quien en 1536 confesaría que, con esa llave en la mano, «por las Leyes de las por Bartolomé de las Casas, quienes «determinaron ser mal hechos todos los
Partidas hallaba libres» a cuantos se esclavizaban. esclavos y estar en mal estado todos los que los tenían», aunque los hubieran
La misma Corona, en 1530, prohibió tajantemente la práctica, aunque capturado en la guerra contra los indómitos chichimecas de 1541.
en 1534 volvió a permitirla de nuevo en el caso de guerra justa, si bien sólo
tratándose de los guerreros.
VIL LA IGLESIA Y LA IMPOSICIÓN TRIBUTARIA
Por extraño que resulte, es posible que en esa autorización influyeran
los argumentos aducidos, entre otros, por religiosos que nos son desconoci- El historiador Paulino Castañeda, único que ha estudiado este punto
dos. Su intervención puede adivinarse en las razones en que se basaba la desde el ángulo eclesiástico, hace notar que Bartolomé de las Casas defendió
nueva permisión, aunque también es cierto que puede tratarse de pretextos la tesis de que los reyes españoles estaban «estrechísimamente» obligados a
aducidos por los colonos españoles. Por una parte, al haber desaparecido la eximir a los indios de todo tipo de impuestos, pero que, hablando en gene-
amenaza de la esclavitud, los indios se envalentonaban contra los «cristia- ral, los eclesiásticos nunca pidieron la total exención tributaria de los indíge-
nos», lo que daba lugar a mayor número de guerras, y con ello a mayor nas ni la Corona la otorgó tampoco, salvo en determinadas ocasiones. '
número de muertes entre los nativos. Por otra, si los esclavos indígenas Lo que sí hicieron los evangelizadores y concedió la Corona fue la
permanecían en poder de sus dueños, al no estar permitido rescatarlos, exención temporal de impuestos para que la tributación no obstaculizara la
seguirían viviendo en la idolatría. conversión al cristianismo.
Probablemente fue la reacción de condena suscitada por la conquista En este sentido, por ejemplo, se dirigieron al emperador los francisca-
del Perú lo que a su vez originó en la Iglesia americana una clara oposición nos de México en 1539 a favor de los chichimecas, para quienes obtuvieron
a la real cédula de 1534. la exención de pagar impuestos durante los primeros diez años de su conver-
Bartolomé de las Casas escribió contra ella ese mismo año. Zumárraga, sión. De manera similar actuaron también los dominicos novohispanos en
consultado al efecto, le comunicó al virrey de Nueva España que hasta 1549.
entonces no había encontrado justificación para la práctica de la esclavitud Esta exención de impuestos durante diez años, solicitada frecuente-
en ley ninguna «divina, natural, ni positiva, ni humana, ni eclesiástica, ni mente por los evangelizadores, se convirtió en norma general en 1556; fue
civil». «Ciertos religiosos» le preguntaron a Bernal Díaz del Castillo que les ratificada en 1559, 1568, 1573, 1607 y 1618, hasta que en 1681 pasó a la
explicase por qué se herraba a indios e indias en toda la Nueva España. Recopilación de leyes de los Reinos de las Indias (libro 6, tít. 5, ley 3).
Vasco de Quiroga elaboró una prolija Información en derecho para demostrar Fueron también las peticiones de los evangelizadores las que en 1687
la ilicitud e inconvenientes de la esclavitud. Once franciscanos de México le consiguieron ampliar a veinte esta exención de diez años.
demostraron también al monarca español que la esclavitud atentaba contra En el plano de la teología moral, y dentro del marco americano, la
los intereses de la Corona, contra todo sistema de buen gobierno, contra la cuestión de la imposición de tributos fue abordada, entre otros, por el
ley divina y contra el romano pontífice. agustino Alonso de Veracruz (1507-1584), el jesuíta José de Acosta
De todas estas denuncias, la que más efecto surtió fue la del obispo de (1540-1600), el agustino Juan de Zapata y Sandoval (f 1630), el jesuíta
Tlaxcala, el dominico Julián Garcés, referente a quienes negaban la capaci- Diego de Avendaño (1594-1688) y el obispo Alonso de la Peña Montenegro
dad racional de los indios y que, llevada a Roma por el también dominico (t 1687), todos ellos estudiados por Paulino Castañeda.
Bernardino de Minaya, dio lugar a que el papa Paulo III declarase en su bula
Sublimis Deus, del 2 de junio de 1537, que a los indios, dado su carácter de
hombres, no se les podía privar de su libertad ni del dominio de las cosas, NOTA BIBLIOGRÁFICA
como tampoco reducir a esclavitud, aunque no fueran cristianos.
En el mismo sentido, pero con fecha 29 de mayo de 1537, Paulo III le Visiones generales
dirigió al cardenal de Toledo el breve Pastorale officium, cuya anulación C. BAYLE, «El protector de indios»: Anuario de Estudios Americanos 2 (Sevilla,
1945), 1-180; P. CASTAÑEDA, «La condición "miserable" del indio y sus privilegios»:
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cardenal de Toledo y no al Consejo de Indias. Luego, en 1538, intentó hispano-américains, défenseurs et évangélisateurs de l'indien (Wiesbaden, 1970);
retener el breve para que no llegara a América, pero no lo consiguió. J. FRIEDB, Vida y luchas de don Juan del Valle, primer obispo de Popayán y protector
En 1542, la Corona prohibió definitivamente la esclavitud y ordenó la de los indios (Popayán, 1961); ID., «Los franciscanos en el Nuevo Reino de Granada
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que el propietario demostrara que había actuado legalmente. del Nuevo Mundo»: Rivista Internazionale di Diritto Commune 1 (Roma, 1990),
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668 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.35. Iglesia americana y los problemas del indio 669

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anterior.
P. CASTAÑEDA, «Un problema ciudadano: la tributación urbana»: Revista de Indias
34-35 (Madrid, 1973-1974), 493-550. LA IGLESIA Y LAS CULTURAS PREHISPANICAS
Por PEDRO BORGES

Las relaciones de la Iglesia con las culturas indígenas americanas ofre-


cen dos aspectos de índole contraria entre sí, como son el de la supresión y
el de la conservación o transmisión de esas culturas.

I. SUPRESIÓN DE LAS CULTURAS INDÍGENAS

En la América española de los siglos XVI a XIX se dieron dos formas de


supresión de las culturas autóctonas, ambas llevadas a cabo por los misione-
ros. La primera, más lenta y silenciosa, pero más trascendental y olvidada,
fue la sustitución parcial de esas culturas por la europea u occidental en un
proceso (véase el capítulo 28) de dignificación o civilización del indio en
cuanto practicado por los evangelizadores y de transculturación si se enfoca
desde el punto de vista cultural. La segunda, más aparatosa, pero de menor
repercusión desde el ángulo de la cultura, consistió en la destrucción de
todo cuanto tuviese carácter religioso pagano, que se suele conocer con el
nombre, dado por los propios misioneros, de extirpación de la idolatría
(véase el capítulo 31).
Ambas fueron puestas en práctica por los evangelizadores americanos
de una manera sistemática y premeditada, con carácter universal, con el
apoyo de la Corona española y con fines misionales. Sus diferencias estriban
en el distinto carácter de uno y otro procesos y en la diferente manera de
llevarlos a cabo en conformidad con la diversidad de tiempos, lugares,
personas y situaciones.

A) La transculturación
Desde el momento en que los misioneros identificaron al indio-hombre
o civilizado con el indio-europeizado u occidentalizado, transformaron radi-
calmente a la sociedad indígena, con lo que ello supuso de pérdida de la
identidad prehispánica.
Este proceso de transculturación entraña sus matices.
Desde el punto de vista geográfico, esta transculturación misionera fue
menor en la América nuclear que en la marginal debido a que los pueblos
azteca, maya e inca gozaban de un grado de evolución superior al de los
territorios restantes. Desde el punto de vista cronológico, en el siglo XVI,
"'* P.IV. La irradiación de la Iglesia C.36. La Iglesia y las culturas prehispánicas 673
época de la evangelización de esos pueblos poseedores de las denominadas Hay que tener en cuenta, además, que la desaparición de lo autóctono
altas culturas, la labor transculturizadora fue asimismo inferior a la de las anejo al proceso de transculturación, por una parte, no fue total, y por otra,
centurias posteriores, durante las cuales se evangelizaron los territorios tuvo carácter sustitutivo.
marginales o periféricos.
No fue total porque los evangelizadores no se preocuparon por modifi-
Si se considera desde el punto de vista de su amplitud, en este proceso car determinados aspectos de la sociedad indígena y porque ellos mismos
de transculturación cabe observar que los misioneros no hablan de puntos nos han transmitido el conocimiento de lo que hicieron desaparecer. De
tan importantes como el de la lengua, calzado, manera de vestir o folclore hecho, más adelante veremos cómo apenas hay pueblo indígena cuyos aspec-
indígena. Como de lo que se trataba era de preparar al indio para el cristia- tos culturales fundamentales no fueran recogidos por los misioneros.
nismo, el folclore no les preocupó como manifestación cultural (sí les preo-
cuparía como posible manifestación religiosa) por considerarlo indiferente. El carácter sustitutivo de la transculturación consistió en que no se trató
Lo mismo cabe decir del calzado o de la forma de vestir, aspectos en los que de la simple destrucción o desaparición de unas culturas, sino de la sustitu-
dejaron en libertad a los nativos, aunque éstos trataran a veces, por iniciativa ción de una variada serie de culturas por otra. En términos de evolución
propia, de imitar a los españoles y criollos. histórica, lo que los misioneros hicieron fue lograr a los dos o tres lustros de
su llegada a un territorio americano determinado lo que la humanidad más
Una actuación de esta índole se presta a múltiples e insolubles contro-
avanzada había tardado en conseguir varios millares de años: evolucionar
versias, porque el proceso transculturizador no consistió ni pudo consistir
del paleolítico en la mayor parte de los casos, o del neolítico en algunos de
en una labor de simple beneficencia o en la mera enseñanza de la urbanidad
ellos, al estadio cultural europeo de los siglos XVI, XVII, XVIII o XIX, según el
y buenas maneras que exige la vida en sociedad, sino que supuso una radical
momento y territorio de que se trate.
transformación de las formas culturales autóctonas. Debido a ello, ofrece
tres ángulos de enfoque distintos. Ante ello, el enjuiciamiento de su actuación depende de que se ante-
Uno, el de quienes lo consideran desde el ángulo del interés cultural de ponga o no el atraso al progreso, lo primitivo a lo evolucionado, un estadio
la actualidad y ven en esa transformación, ante todo, la desaparición de las de evolución inferior, por ser propio o característico de un pueblo, a otro
culturas indígenas prehispánicas; para ellos, lo importante es la cultura superior por ser ajeno.
autóctona, la cual debería haberse conservado para aumentar nuestros co- Para el propugnador de lo avanzado (en realidad, para todo hombre
nocimientos aun a costa del progreso y del mayor bienestar de los indígenas. culto), lo ideal hubiera sido la compaginación de un sistema con el otro. Sólo
Otro, el de quienes se interesan por la cultura en sí misma, sea autóctona o que esto, de ser posible, hubiera supuesto la prematura e insólita posesión
no, y prefieren la más a la menos desarrollada. Un tercero, el de los que, sin por los misioneros de una mentalidad entonces inexistente. Algo así como si
dejar de apreciar la cultura autóctona, supeditan este valor al de la persona nosotros pensáramos en estos momentos tal como se pensará dentro de
y optan por su conservación cuando la consideran posible, pero prescinden doscientos o quinientos años.
de ella y la sustituyen por otra cuando de esa manera resulta beneficiado el Este proceso de transculturación practicado en Hispanoamérica fue
nativo, porque se inserta en un nivel intelectual, moral, sanitario y hasta similar, en cierto sentido, a la helenización, a la romanización y a la europei-
económico superior. Para ellos, lo primero es el hombre; después, las formas zación de los pueblos germánicos practicadas en tiempos anteriores.
culturales.
Los evangelizadores americanos adoptaron la tercera postura, pues lo B) La extirpación de la idolatría
que se proponían era beneficiar al indígena, anteponiendo su persona a la
conservación sistemática de sus manifestaciones culturales. Lógicamente, en La extirpación o destrucción de la idolatría y de los objetos de culto
este esfuerzo de promoción o elevación humana del nativo actuaron en pagano obedeció a motivos más concretos que la transculturación, pues lo
conformidad con unos conceptos que no siempre coinciden con los nues- que los misioneros se propusieron con ella fue eliminar, por motivos religio-
tros, pero que exigen respeto, ya que sería caer en un anacronismo exigir sos, lo que tuviera carácter idolátrico, pero siempre respetando lo que no
que esos conceptos estuvieran en los siglos XVI a xix tan evolucionados como estuviera relacionado con el paganismo.
lo están ahora, de la misma manera que los nuestros se verán superados por En teoría, esta distinción parece fácil y hasta diáfana, pero en la realidad
los del futuro. del mundo indígena americano resultó de hecho complejísima debido a la
Otra cosa es que, en el terreno de lo concreto, es decir, en la sustitución imbricación de lo religioso con lo profano en la sociedad nativa. De ahí que
de unos aspectos culturales por otros, los evangelizadores incurrieran a los evangelizadores se vieran obligados a hacer desaparecer aspectos a pri-
veces en equivocaciones. Es indiscutible que, como hombres que eran, en mera vista indiferentes, pero que en realidad no lo eran, y que en unas
ocasiones cometieron errores o podían haber actuado de otra manera, pero ocasiones pecaran por defecto y en otras por exceso a causa de no saber o no
resulta curioso que fueran ellos mismos los primeros en lamentarlo por el poder distinguir entre lo que era pagano y lo que no lo era.
respeto que les merecía el nativo y su cultura al mismo tiempo. Por tratarse de costumbres aparentemente inocuas, pero en realidad
674 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.36. La Iglesia y las culturas prehispánicas 675
idolátricas, se persiguieron, por ejemplo, ciertas deformaciones de la cabeza añadidura, estas manifestaciones idolátricas pertenecían precisamente a los
de los recién nacidos, determinados trenzados del cabello, las fiestas estacio- pueblos de mayor evolución cultural de toda la América prehispánica, como
nales, las canciones de las danzas y hasta algunas máscaras utilizadas en los eran los aztecas y sus colindantes, los mayas, los incas y, en menor grado, los
bailes. chibchas de la actual Colombia.
Al pecado por defecto se suele aludir con especial hincapié en la etapa El hecho, como hemos visto, no tiene las dimensiones ni la gravedad que
inmediatamente posterior a las conversiones masivas de los años centrales se le suele atribuir y, por supuesto, no se puede tomar como norma, ni
del siglo XVI, cuando los misioneros terminaron por darse cuenta de que siquiera como índice, de lo realizado en el resto de América. Las abundantes
muchas costumbres indígenas tenían un soterrado carácter pagano que no muestras de templos, ídolos y amuletos (incluso de oro) que hoy conocemos,
afloraba a la superficie y que, por lo mismo, habían respetado hasta enton- a base de las cuales hasta organizamos riquísimas exposiciones, demuestran
ces. En cambio, al pecado por exceso se alude mucho menos, lo que parece bien a las claras que la destrucción estuvo lejos de ser total. Sin embargo,
indicar que, en general, los evangelizadores no acostumbraron a sobrepasar- también es cierto que, aun dentro de sus limitaciones cuantitativa, cualitati-
se en la destrucción de lo que no era idolátrico. Esto no impidió que a veces va y cronológica, sí encierra la suficiente importancia como para que desde
protagonizaran inadvertidamente algún caso clamoroso de destrucción de el punto de vista cultural lamentemos esa bienintencionada y hasta explica-
objetos religiosamente indiferentes, lo que no dejó de ser motivo de duras ble, pero desafortunada para nosotros, actuación de los evangelizadores.
críticas por parte de otros misioneros. Ahora bien, tampoco sería justo condenar a estos últimos como a ciegos
Para hacernos un juicio exacto de este delicado aspecto de la evangeli- enemigos de la cultura indígena.
zación americana comencemos por dejar sentado que, en su labor de des- Repitamos que su fobia no iba dirigida contra las manifestaciones cultu-
trucción de la idolatría, el misionero no perseguía las manifestaciones cultu- rales de los pueblos que evangelizaban, sino contra sus manifestaciones
rales de los pueblos que evangelizaba, sino únicamente las manifestaciones paganas, punto en el que antepusieron su consciente obligación de evangeli-
religiosas del paganismo, por las razones expuestas en su lugar y que en zadores a su aprecio (que lo poseyeron) por la cultura tradicional de los
conciencia le obligaban a proceder así. nativos.
Desde el punto de vista propia y exclusivamente cultural, el problema No hay duda de que en más de un caso ambas cosas hubieran podido
apenas si se plantea con anterioridad a 1525, fecha del comienzo de la conciliarse y de que a casi medio milenio de distancia nosotros las compagi-
destrucción sistemática de la idolatría en Nueva España, ni con posteriori- namos perfectamente, pero también es cierto que esa conciliación era muy
dad a 1573, año en el que la práctica supresión de las conquistas armadas difícil, por no decir imposible, en aquellos momentos de confrontación
imprimió un nuevo sesgo a la expansión evangelizadora. religiosa, sobre todo si se tiene en cuenta el inconmensurable celo evangeli-
Las manifestaciones religiosas paganas de los pueblos evangelizados zador de los misioneros y la base concreta y material de las concepciones
antes de 1525 y después de 1573, pertenecientes todos ellos a la América religiosas de los nativos.
marginal o periférica, cuyo grado de evolución cultural era especialmente Por otra parte, hoy tendemos a aplicar al pasado criterios culturales que
atrasado, estaban constituidas, en general, por materiales pobres, eran de en realidad son muy recientes. No nos damos cuenta, en primer lugar, de
entidad reducida y poseían pocos alientos artísticos, las cuales hubieran que los evangelizadores de 1525 a 1573 no eran anticuarios ni podían
perecido de todas las maneras con el simple paso del tiempo. O no eran ni cultivar una ciencia, como la arqueología, que entonces precisamente acaba-
siquiera formas manufacturadas, sino simples totems producto de la natura- ba de nacer en Roma. Además olvidamos que toda civilización es sustitutiva,
leza, pero sacralizados por sus adoradores. en el sentido de que destruye y reemplaza en ese momento lo que no
En ambos casos, la destrucción (que -repetimos- desde 1573 se llevó considera útil o lo que le estorba, y evolutiva, en cuanto que cada cual es hijo
a cabo con el consentimiento de los indios, con su colaboración y hasta a de su tiempo y la escala de valores o la mentalidad cambia con él. ¿Qué se nos
iniciativa personal suya) sólo se les puede recriminar si se exige de los reprochará a nosotros, que nos consideramos cultos, dentro de cuatrocien-
evangelizadores que, además de misioneros, fueran también arqueólogos. A tos o quinientos años si las mismas generaciones nuevas abrigan ya preocu-
menos que, en nombre de la cultura, se quieran discutir las bases de la paciones culturales inexistentes hace solamente tres lustros?
propia evangelización, lo cual plantearía un problema cuya discusión no es
Nosotros mismos prescindimos hoy de toda consideración cultural al
de este lugar.
destruir tantas cosas valiosas con motivo de una guerra, de una revolución o
A diferencia de lo ocurrido con anterioridad a 1525 y posterioridad a de un simple cambio de régimen político; permitimos que desaparezcan, por
1573 aproximadamente, los cuarenta y ocho años transcurridos entre esas incuria o simple conveniencia, cosas a las que no damos valor, pero que
dos fechas sí plantean un problema cultural digno de consideración. Duran- posiblemente lo tendrán mañana; o sólo ahora comenzamos a prestar aten-
te ese breve período de tiempo se destruyeron o transformaron verdaderos ción a aspectos, como el de la conservación de la naturaleza o ecologismo,
templos y ermitas, se modificaron literariamente las canciones religiosas que son trascendentales no sólo para la cultura, sino hasta para la subsisten-
paganas y se cambiaron costumbres relacionadas con el paganismo. Por cia de la propia humanidad.
676 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.36. La Iglesia y las culturas prehispánicas 677
Añadamos finalmente que, al igual que en el proceso de transcultura- deformaciones corporales de los individuos; de la vivienda y de los poblados;
ción, tampoco en este de la supresión de la idolatría fue todo destrucción. de la alimentación y los cultivos; de los múltiples aspectos de la vida indígena
Por una parte, las manifestaciones paganas de los nativos fueron susti- en sociedad, y de las creencias y costumbres de índole religiosa. Es decir, de
tuidas y hasta compensadas con creces, debido a los esfuerzos de los propios todos y cada uno de los aspectos de la vida indígena prehispánica.
misioneros americanos por la arquitectura, pintura, escultura y demás artes Los misioneros americanos o sus historiadores consignan estos datos de
plásticas cristianas, todas ellas teñidas de un característico matiz indígena antropología cultural unas veces por la simple inclinación natural a dar a
que las diferencia de las europeas, lo que sucedió también con las restantes conocer lo extraño; otras, obedeciendo órdenes de la Corona o de los
manifestaciones del espíritu popular. Despreciar este aspecto por no ser propios superiores; unas terceras, para ilustrar a los propios evangelizadores
plenamente autóctono o primitivo es menospreciar una cultura en sí misma. colegas suyos o a los candidatos a las misiones; otras, muy numerosas por
Por otra, se da la paradoja de que fueron también los evangelizadores cierto, para cumplir honradamente con su cometido de historiadores.
americanos quienes se preocuparon de transmitirnos por escrito las concep- Los escritos en los que figuran estas detalladas descripciones de la vida
ciones religiosas de los indios evangelizados y contra las que ellos luchaban, indígena prehispánica son de tres clases.
dejando definitivamente establecida una auténtica ciencia de antropología La primera está constituida por las simples, pero numerosísimas, cartas
cultural americana de la época prehispánica, con lo que se adelantaron a su o memoriales de los propios misioneros, de las que la mayor parte de las
propia época. conservadas son las dirigidas al rey, al Consejo de Indias o a los propios
Resumamos todas estas consideraciones diciendo que, desde el punto superiores religiosos, entre los que destacan los de la Compañía de Jesús por
de vista de la extirpación de la idolatría, la destrucción cultural propiamente haber mantenido una correspondencia más intensa con América y por haber
dicha solamente se dio durante los elásticos cuarenta años comprendidos desaparecido la mayor parte de los archivos de las restantes Ordenes religio-
entre 1525 y 1573, pero que estuvo acompañada de una serie de limitacio- sas. Se trata de la fuente de información más abundante, pero también
nes y de determinadas características de las que no se puede prescindir si se menos rica y detallada, de entre todas las otras, debido a la obligada breve-
aspira a juzgar con equidad la actuación de los evangelizadores. dad del género epistolar.
La segunda clase de estos escritos, menos abundante, pero más detalla-
da que la anterior, la integran los relatos de carácter histórico de los propios
II. CONSERVACIÓN Y TRANSMISIÓN DE LAS misioneros, elaborados en forma de relación, crónica o historia con el fin de
CULTURAS INDÍGENAS
dar a conocer la actividad de la propia Orden en un territorio determinado.
En este tipo de obras, que podríamos denominar de carácter general, al
Aparte de los aspectos culturales respetados por los procesos de trans-
menos de una manera relativa, siempre se dedican los correspondientes
culturación y de destrucción de la idolatría, los evangelizadores americanos
apartados a describir las diversas etnias del territorio en cuestión como
colaboraron a la supervivencia de las culturas autóctonas transmitiéndonos
marco en el que se desarrolló la actuación de los protagonistas. Como
el conocimiento de todos los aspectos de la vida de los indígenas prehispáni-
simples ejemplos de un modo de historiar que no cuenta con excepciones,
cos, así como conservando y normalizando sus lenguas.
valga el del franciscano Toribio Paredes de Benavente (Motolinía), quien en
su Historia de los indios de Nueva España (1550) dedica nueve de sus 49
A) Transmisión de las culturas capítulos a las costumbres de los indígenas prehispánicos; o el del también
Como fruto de la observación personal y del estudio sistemático que franciscano Jerónimo de Mendieta, quien a finales del siglo XVI consagra a
realizaron al efecto, los misioneros americanos tienen el mérito de haber este mismo tema todo el libro segundo de los cinco que integran su Historia
transmitido a la posteridad, mediante su consignación por escrito, hasta los eclesiástica indiana, es decir, 41 de los 232 capítulos de la obra.
detalles más triviales sobre las concepciones religiosas y profanas, las prácti- Debido a que no hay región americana o territorio misional que no
cas cultuales, las costumbres personales, familiares y sociales, las leyendas y cuente con su propia historia, bien sea específica o bien esté englobada en el
relatos históricos y hasta la manera de vestir y de danzar de los nativos en el marco más general de la Provincia religiosa que se trata de historiar, este
momento del contacto con los españoles. tipo de obras cubre en su conjunto prácticamente todas las etnias america-
El historiador franciscano Rafael Mota ha extractado recientemente los nas, incluso las más recónditas, porque a todas ellas llegó la acción evangeli-
datos que veintiséis autores de su misma Orden proporcionan a este respec- zadora.
to. Estos veintiséis autores hablan con todo detalle del nacimiento, infancia Inferiores en número, pero mucho más ricas en contenido, son las
y adolescencia del niño; del matrimonio y de la familia; de lo relacionado con monografías específicamente o en gran parte dedicadas a la descripción de
la monogamia, la poligamia, divorcio y repudio; del adulterio y sus penas; del las culturas autóctonas prehispánicas. Entre ellas cabe enumerar las siguien-
incesto; de los comportamientos sexuales marginales; de la vejez, enferme- tes, dispuestas por orden geográfico descendente dentro del continente
dad y muerte; de los ritos y costumbres funerarias; del vestido, adornos y hispanoamericano:
678 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.36. La Iglesia y las culturas prehispánicas 679
1) De índole general: conquistas, conversiones y otras cosas maravillosas de la misma tierra (Sevilla,
J. DE ACOSTA, Historia natural y moral de las Indias (Sevilla, 1590). 1615).
B. DE LAS CASAS, Apologética historia sumaria (1555-59). M. DE VEGA, Antigüedades mexicanas (1792).
G. GARCÍA, Origen de los indios del Nuevo Mundo e Indias Occidentales, 4) Colombia y Venezuela:
averiguado con discursos de opiniones (Madrid, 1607).
C. DE ARMELLADA, Por la Venezuela indígena. Relatos de misioneros capu-
chinos en viaje por la Venezuela indígena durante los siglos XVII, XVIII y XIX
2) Antillas: (Caracas, 1960).
R. PANE, Relación acerca de las antigüedades de los indios (1498). R. BUENO, Año de 1800. Tratado histórico en que se especifican muchas
N. HERBORN, Relatio vera de novis insulis (Toulouse, 1532). variedades de animales terrestres y marítimos. Contiene al mismo tiempo un Diario
J. ROMÁN, República de las Indias Occidentales (1575). en que se relaciona lo más particular ocurrente y una explicación por menor del
vestuario de varias naciones de indios, vanas observancias y un género de idolatría
que conoció en ellos su autor (1800).
3) Nueva España y Guatemala:
A. CAULIN, Historia corográfica, natural y evangélica de la Nueva Andalu-
E. DE AVILES, Historia y Crónica franciscana de la Provincia del Santísimo cía y Provincias de Cumaná, Nueva Barcelona, Guayana y vertientes del río
Nombre de Jesús de Guatemala, que trata de la conversión de los indios del Reino Orinoco (1755).
de Utlatan y de Goathemala a la ley de Dios, con noticias del estado que tenían en J. GUMILLA, El Orinoco ilustrado y defendido (Madrid, 1741).
su infidelidad y gentilicio, ritos y costumbres que observaban, gobierno y policía con J. DE SANTA GERTRUDIS, Maravillas de la naturaleza (siglo xvín).
que se regían y leyes con que se gobernaban independientes del imperio mexicano
5) Perú:
(1663).
ANÓNIMO JESUÍTA, Relación de las costumbres antiguas de los naturales del
F. DEL BARRIO O BARRIOS, Relación sobre los indios coras, tepehuanes, cheles
Perú (finales del siglo XVI).
y guaimotas (siglo XVI).
F. DE AVILA, De priscorum huarochiriensium origine et institutis (siglo XVI).
T. DE BENAVENTE (MOTOLINÍA), De moribus indorum (siglo XVI).
F. GARCÍA DE TOLEDO, Dominio de los yngas en el Perú y del que Su
ID., Relación de las idolatrías, ritos y ceremonias de la Nueva España (si-
Magestad tiene en dichos reynos (anónimo de Yucay) (1571).
glo XVI).
C DE MOLINA (El Cuzqueño), Fábulas y ritos de los indios (1574).
M. DE LA CORUÑA, Relación de las ceremonias y ritos de la Provincia de
M. DE MURÚA, Historia general del Perú. Origen y descendencia de los incas
Michoacán (1549).
(1590).
D. DURAN, Historia de los indios de la Nueva España e islas de la Tierra
A. OLIVA, Historia del reino y provincias del Perú (1598).
Firme (1579).
Relación de la religión y ritos del Perú, por los primeros agustinos (1560).
D. DE LANDA, Relación de las cosas de Yucatán (hacía 1556).
B. SALINAS Y CÓRDOVA, Memorial de las historias del Nuevo Mundo y Perú
F. DE LAS NAVAS, Calendario índico de los indios del mar océano y de las
(Lima, 1630).
partes de este Nuevo Mundo y población y gobernación de los indios (siglo xvi).
B. VALERA, De los indios del Perú, sus costumbres y pacificación (finales del
A. DE OLMOS, Exhortación de un padre a su hijo (siglo XVI).
siglo XVI).
ID., Pláticas que los señores mexicanos hacían a sus hijos y vasallos (si-
ID., Historia occidentalis (finales del siglo XVI).
glo xvr).
ID., Ophir de España. Memorias historiales y políticas del Perú (finales del
ID., Suma de las antigüedades mexicanas (siglo XVI).
siglo xvi).
ID., Tratado de las antigüedades mexicanas (1539).
B. DE SAHAGÚN, Breve compendio de los ritos idolátricos de Nueva España 6) Río de la Plata y Chile:
(1570). P. LOZANO, Descripción corográfica del terreno, ríos, árboles y animales de las
ID., Calendario mexicano, latino y castellano (siglo XVI). dilatadísimas Provincias del Gran Chaco, Gualamba, y de sus ritos y costumbres de
ID., Historia general de las cosas de Nueva España (1577). las innumerables naciones bárbaras e infieles que lo habitan, con una cabal relación
J. DE ToVAR, Historia mexicana (finales del siglo XVI). histórica de lo que en ellos han obrado algunos gobernadores y ministros reales y los
J. BAUTISTA VISEO, Huehuetlahtolli, que contiene las pláticas que los padres misioneros jesuitas para reducirlas a la fe del verdadero Dios (1733).
y madres hicieron a sus hijos y a sus hijas y los señores a sus vasallos, todas llenas F. PAUCKE, Hacia allá y para acá (una estadía entre los indios mocobíes,
de doctrina moral y política (México, 1601). 1749-1767) (siglo xvín).
J. DE TORQUEMADA, Los veintiún librosritualesy Monarquía indiana, con el P. GONZÁLEZ AGÜEROS, Descripción historial de la Provincia y Archipiélago
origen y guerra de los indios occidentales, de sus poblaciones, descubrimientos, de Chiloé (1791).
680 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.36. La Iglesia y las culturas prehispánicas 681

Como se ve, la mayor parte de estas obras dedicadas a describir las cho que se exagere, como fue la introducción del alfabeto latino, con lo que
denominadas «antiguallas» de los indios pertenecen al siglo XVI. La razón ello significó para la representación, fijación y posibilidades de transmisión
estriba en que en la década de 1570 comenzó a pensarse que recordar estas del lenguaje.
«antiguallas» podía resultar perjudicial para los indígenas e inducirlos a La segunda consistió en la utilización de los mismos sistemas de expre-
volverlas a practicar, como lo atestigua la prohibición de que se publicara la sión gráfica que los indígenas para la exposición de las ideas que se propo-
Historia General de Sahagún y lo confirma el historiador dominico Antonio nían. A esta clase pertenecen los denominados catecismos pictográficos o en
de Remesal (Historia de Chiapa y Guatemala 1.6 c.7). Por otra parte, con jeroglíficos, de los que se conocen los siguientes ejemplos, según Luis Resi-
posterioridad al siglo XVI no volvieron a aparecer culturas indígenas tan nes, especialista en el tema:
difundidas y sistematizadas como la azteca, maya e incaica, que ofrecieran Catecismo en pictogramas del franciscano Pedro de Gante (1524).
una novedad y un campo tan amplio para la elaboración de este tipo de Catecismo en pictogramas del franciscano Bernardino de Sahagún (si-
monografías específicas. glo XVI).
Catecismo pictográfico tolucano (siglo XVI).
B) Conservación de las lenguas indígenas Tres Catecismos pictográficos mexicanos del siglo XVI, anónimos.
Catecismo pictográfico de Domingo Lucas Mathe (1714).
Además de transmitirnos su profundo conocimiento del mundo indíge-
na prehispánico, los misioneros americanos contribuyeron a la cultura nati- Catecismo pictográfico de Felipe de S. Tiago y Cruz (1719).
va aprendiendo, conservando y perfeccionando las lenguas índicas, no im- Dos Catecismos pictográficos anónimos del siglo XVIII.
pulsados, ciertamente, por motivos puramente filológicos, sino por razones La tercera manera de conservar y transmitir las lenguas indígenas está
pastorales, de la misma manera que en lo que destruyeron estuvieron movi- representada por las gramáticas o artes, vocabularios (a veces trilingües),
dos por estos mismos motivos también religiosos y no por desprecio hacia la diccionarios o calepinos, silabarios, tratados de ortografía, tratados de pro-
cultura autóctona. nunciación y modos de aprendizaje de un idioma elaborados por los misio-
neros.
Cabe advertir, sin embargo, que los evangelizadores tampoco fueron
En este punto puede afirmarse que no hubo lengua ni dialecto indígena
insensibles a la hermosura de esos idiomas que aprendieron y que nos han
que no llegara a contar con su propio arte o gramática, así como con el
conservado.
complemento de su vocabulario, pues ya sabemos que los evangelizadores
Refiriéndose al quechua, por ejemplo, el dominico Domingo de Santo
no sólo tenían preceptuada la elaboración de esos instrumentos filológicos,
Tomás teje el siguiente panegírico: «La abundancia de vocablos, la conve-
sino que, independientemente de ese precepto, ellos mismos eran los más
niencia que tiene con las cosas que significan, las maneras diversas y curiosas
interesados en la confección para que sus compañeros y seguidores pudie-
de hablar, el suave y buen sonido al oído de la pronunciación della, la
ran desempeñar mejor su cometido misional.
facilidad para escribirse con nuestros caracteres y letras, cuan fácil y dulce
sea a la pronunciación de nuestra lengua, el estar adornada y ordenada con También puede asegurarse que esa elaboración quizá no llegara a ser
propiedad del nombre, modos, tiempos y personas del verbo... Lengua, perfecta a la luz de los modernos conocimientos filológicos, pero que cierta-
pues, tan pulida y abundante, regulada y encerrada debajo de las reglas y mente los misioneros la hicieron a conciencia y lo más perfectamente que
preceptos de la latina como es ésta...» (Gramática o Arte de la lengua general de pudieron. Por una parte, nos consta que dominaban el idioma a la perfec-
los indios del Perú [Valladolid, 1540] prólogo). ción y en ocasiones hasta mejor que los propios indígenas, como éstos
llegaban a confesar. Por otra, los prólogos de esas gramáticas y vocabularios
También en relación con el quechua, José de Acosta afirmaba en 1589:
suelen estar precedidos de un pequeño tratado de filología en el que el autor
«Mas en aquélla, como en su inculta barbarie, tienen unos modismos tan
explica por qué adopta una determinada palabra y no otra, un determinado
bellos y elegantes, y unos giros y expresiones redondas por su admirable
giro o modismo en lugar de otro y por qué cree que una idea se debe
concisión, que deleitan sobremanera, y quien quisiera expresar en latín ó
expresar mediante determinado morfema.
castellano toda la fuerza de uno de sus vocablos apenas podría hacerlo él con
muchas palabras» (De procuranda 1.4 c.9). La exactitud o acierto en estos puntos, aspecto que en ocasiones dio
lugar a auténticas controversias entre los propios misioneros, entrañaban
A finales del siglo XVI, el franciscano Jerónimo de Mendieta afirmaba
para ellos una importancia trascendental por referirse en general a términos
sobre el náhuatl que «no es menos curiosa que la latina, y aun pienso que más
religiosos como Dios, Iglesia, sacramentos, pecado, etc., cuya exacta com-
artizada en composición y derivación de vocablos y en metáforas» (Historia
prensión por parte de los indígenas era absolutamente necesaria, pero al
eclesiástica 1.4 c.44).
mismo tiempo muy difícil de expresar por la inexistencia entre los indios de
Cuatro fueron las maneras en que los evangelizadores americanos con-
esos conceptos y de los correspondientes vocablos que los significaran en el
tribuyeron a la conservación y perfeccionamiento de los idiomas nativos.
mismo sentido que el catolicismo.
La primera está constituida por lo que Robert Ricard califica de revolu-
De aquí la nueva característica de estas obras, consistente en la intro-
ción intelectual, cuyo alcance no se medirá nunca suficientemente por mu-
682 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.36. La Iglesia y las culturas prehispánicas 683

ducción e n los idiomas indígenas d e neologismos castellanos o latinos y d e Culturas indígenas (general)
giros q u e sustituyeran a los m o r f e m a s inexistentes, a l o q u e h a y q u e a ñ a d i r E. BURRUS, «Jesuit Authors of Indian Materials in colonial Times»: Archivum
Historicum Societatis Iesu 53 (Roma, 1984), 469-504; F. ESTEVE BARBA, Cultura virrei-
la dificultad u l t e r i o r d e r e p r e s e n t a r u n a p r o n u n c i a c i ó n q u e a m e n u d o tam-
nal (Madrid, 1965); ID., Historiografía indiana (Madrid, 1964); R. MOTA, «Transmisión
p o c o e n c o n t r a b a equivalencias fonéticas c o n el castellano. franciscana de las culturas americanas prehispánicas», en Actas del I Congreso Interna-
El principio d e q u e t o d a lengua o dialecto c o n t ó c o n su respectivo arte cional sobre los franciscanos en el Nuevo Mundo (Madrid, 1987), 331-404.
y vocabulario hay q u e aquilatarlo d i c i e n d o q u e n o e n todas las ocasiones n o s
consta e x p r e s a m e n t e q u e eso fuera así, mientras q u e e n otras sabemos q u e Culturas indígenas (hemisferio norte)
fueron m u y n u m e r o s o s los q u e se e l a b o r a r o n r e s p e c t o d e u n a misma lengua,
J. O. ARAGÓN, Fray Toribio de Motolinia. Relación de los ritos antiguos, idolatrías y
c o m o sucedió c o n el n á h u a t l y el q u e c h u a . sacrificios de los indios de la Nueva España y de la maravillosa conversión que Dios en ellos
Todavía está p o r e l a b o r a r u n índice c o m p l e t o d e esas gramáticas y ha obrado (México, 1979); G. BAUDOT, «Apariciones diabólicas en un texto náhuatl de
vocabularios, p e r o los q u e existen n o s p r o p o r c i o n a n u n a idea del n ú m e r o d e fray Andrés de Olmos»: Estudios de Cultura Náhuatl 10 (México, 1972), 349-357; ID.,
este tipo d e o b r a s . «Fray Andrés de Olmos y su Tratado de los pecados mortales en lengua náhuatl»: Ibíd., 12
(México, 1976), 33-59; ID., «Les Antiquités mexicaines du P. Díaz de la Vega, OFM»,
El c o n d e d e la Vinaza identificó e n 1 8 9 2 u n total d e 3 1 gramáticas y en Mélanges Casa de Velázquez 2 (París, 1966), 283-310, y Estudios de Cultura Náhuatl 8
vocabularios e l a b o r a d o s e n el siglo XVI, 5 4 e n el XVII, 6 6 e n el XVIII, y n u e v e (México, 1969), 223-256; ID., «Les premieres enquétes etnographiques américaines.
en el XIX, hasta 1824. E n total, 160 c o r r e s p o n d i e n t e s a 4 4 lenguas o dialec- Fray Toribio de Motolinia: quelques documents inédits et quelques remarques»:
tos. R o b e r t Ricard r e c o g e e n 1 9 4 7 u n total d e 2 6 p a r a el México a n t e r i o r a Cahiers du Monde Hispanique 17 (Toulouse, 1971), 7-35; ID., Tratado de hechicerías y
sortilegios de fray Andrés de Olmos. Edición del texto náhuatl con traducción y notas en
1572, d e las q u e 2 0 c o r r e s p o n d e n a franciscanos, tres a dominicos, d o s a
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diverso.
El c o n d e d e la Vinaza e n u m e r a u n total d e 2 5 5 p a r a t o d a América, 6 5 Culturas indígenas (hemisferio sur)
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para el buen gobierno de la Monarquía española, y todo el mundo veía como
Lenguas indígenas (hemisferio sur) un hecho natural la actuación de los eclesiásticos en la esfera civil.
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A) Información
El rey y su Consejo de Indias necesitaban contar, para tomar decisiones
en asuntos de América, con una previa información, facilitada no sólo por
los gobernantes de aquellos territorios, sino también por el estamento ecle-
siástico, que fue invitado con insistencia a informar, y no únicamente sobre
asuntos de carácter religioso.
«Os ruego y encargo -escribe el rey al obispo del Cuzco, fray Vicente de
Valverde, en 1540- que siempre que se ofrezcan cosas de que Nos debamos
ser avisados, nos hagáis relación de ello» (LISSON, I 15). En 1543, Carlos V
remite al Consejo de Indias al padre Las Casas y a fray Rodrigo de Adrada
«para que en él informen de lo que conviene que debamos ser avisados y se
deba proveer en servicio de Dios Nuestro Señor y ensalzamiento de su Santa
Fe Católica», permaneciendo todo el tiempo que convenga «para informar
de las cosas de las Indias» (MANZANO, La incorporación de las Indias 135). «Los
religiosos que a estas partes pasamos -escribe al rey, en 1555, el dominico
Tomás de Santa María- tenemos obligación de avisar a Vuestra Majestad de
las cosas que entendemos tienen necesidad de remedio», especialmente en lo
que se refiere al buen trato de los nativos (LISSON, II 55-56). «Por el Consejo
de Vuestra Majestad me fue mandado que diese por escrito lo que es
necesario al servicio de Dios y de V. M. en los R.einos del Perú», escribe en
1561 el Provincial de los franciscanos del Perú, fray Francisco Morales
(LISSON, II 179).
686 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.37. Eclesiásticos y el gobierno de las Indias 687

«La fidelidad que a Vuestra Majestad debo, así por ser mi rey y señor valiosa. La de los visitadores generales -entre los que abundan los eclesiásti-
natural, como porque, despidiéndome de V. M. en Majaran Broz el año cos- era objeto de especial atención por la valía de los sujetos y por su
pasado de 61 me mandó le escribiese la verdad de las cosas de esta tierra y independencia de criterio.
haberlo yo prometido hacer, me obligan a hacerlo», escribe al rey, en 1562, Ahora bien, si esta información sobre materias de gobierno de los
el dominico Domingo de Santo Tomás (LISSON, II 193). «En la flota pasada
eclesiásticos no sólo era bien vista, sino estimulada por el rey y sus conseje-
escribí largo a V. M., conforme a lo que por las suyas me tiene mandado,
ros, también se recordaba -como hizo Felipe II en 1590- a los prelados de
dando aviso de lo que para el buen gobierno y conservación de estos Reinos
Indias «que no se entrometan en las materias del gobierno ni lo permitan a
me ocurrió, como hombre que ha años que en él resido», indica en 1572 el
sus religiosos y dejen a los gobernantes proveer lo que les pareciere conve-
padre Juan Vivero al monarca (LlSSON, II 655-662). «Por cumplir con mi
obligación y lo que V. M. me tiene mandado y V. A. también, en particular niente, porque de lo contrario nos tendremos por deservido» (Recopilación,
que dé aviso de lo que en este obispado y reino hubiere que remediar», libro 1, tít. 14, ley 66).
escribe en 1601 el obispo del Cuzco, Antonio de Raya, al rey (LlSSON, IV
394-402). B) Atesoramiento
Felipe II, en 1595, en una real cédula recogida en la Recopilación (li- La Corona deseaba también contar con el consejo de los religiosos,
bro 6, tít. 10, ley 7), encarga a los prelados «que en todas las ocasiones de tanto en la actuación de los caudillos militares como en la elaboración de las
flotas y armadas nos envíen relación muy particular del tratamiento que se leyes para las Indias.
hace a los indios en sus distritos, si van en aumento o disminución, si reciben Según las Instrucciones para descubrimientos de 1526 - q u e se incorpo-
molestias o vejaciones y en qué cosas, si les falta doctrina y adonde, si gozan raron a las respectivas Capitulaciones hasta 1542-, era preceptivo que los
de libertad o son oprimidos, si tienen protectores y qué personas lo son, si jefes de la expedición actuaran «con acuerdo y parecer» de los religiosos o
los ayudan y defienden, haciendo fiel y diligentemente sus oficios o con clérigos que les acompañaban. Estos debían velar porque los indios fueran
descuido y negligencia, si reciben algo de los indios, qué instrucciones bien tratados y debían avisar de los abusos al Consejo para que fueran
tienen, cómo las guardan, lo que convendrá proveer para su mejor enseñan- castigados con todo rigor. También, según esa Instrucción, eran los re-
za y conservación y lo que más les ocurriere acerca de esto». ligiosos los que tenían que decidir si convenía o no dar los indios en enco-
La abundante información que envían al rey los prelados y religiosos se mienda.
hace con ánimo de «descargar la conciencia» propia y también la del rey. Su Fueron frecuentes las Juntas de teólogos, convocadas por el monarca o
contenido es variado, pero, aparte de los asuntos específicamente religiosos, los virreyes, para decidir sobre hacer guerra a los indios, enviarlos a las
predomina la información referente a los agravios sufridos por los indígenas minas, venderlos como esclavos, etc.
y las cuestiones referentes a la encomienda y a los tributos, así como también
Ybot Léon ha estudiado las Juntas de teólogos convocadas por los
hay continuas referencias a la actuación de los virreyes, presidentes y gober-
monarcas en la primera mitad del siglo XVI.
nadores, abusos de los corregidores, etc. Existen cartas extensas en las que
se abordan todos los puntos de interés, eclesiástico y civil, del territorio, En la habida en 1512, de la que saldrían las Leyes de Burgos del 27 de
como ocurre para el Perú con las del obispo del Cuzco, fray Vicente Valver- diciembre de este año, hay, además del letrado eclesiástico De Sosa, más
de, en 1539 (LlSSON, II 99-133); la del provisor Luis de Morales, en 1541 tarde obispo de Almería, los teólogos dominicos fray Pedro de Covarrubias,
(LlSSON, I 48-98); y el Memorial de los obispos del Cuzco, Popayán y fray Tomás Duran y fray Matías de Paz, catedrático este último de Salaman-
Quito, de 1601, sobre nueve causas del malestar de los naturales y su ca, junto con el clérigo licenciado Gregorio, predicador del rey. Todavía se
remedio (LlSSON, IV 492-497). pidió informe, por separado, al citado Gregorio y al dominico fray Bernardo
Abundan también las sugerencias sobre materias de gobierno. Ya en de Mesa, más tarde obispo preconizado de Cuba. En la génesis y decisiones
1500, los franciscanos de la Española escribían a Cisneros contra Colón y los de la Junta fueron también decisivas las actuaciones del dominico fray
genoveses de la isla, así como acerca de las franquicias que habría de conce- Antonio Montesinos, enviado por sus hermanos de la Española, y del fran-
derse a los vecinos. En 1561, el franciscano Francisco de Mena escribía ciscano Alonso del Espinar. Montesinos tuvo incluso la audacia de presen-
sobre asuntos de gobierno, y en 1582 el agustino Pedro Suárez de Escobar tarse ante el rey Fernando para denunciar los abusos que se cometían en
remitía doce capítulos tocantes al «estado secular» junto a otros tantos sobre la isla.
el «estado eclesiástico». Lo mismo informan sobre los pueblos de una provin- La reunión de 1513 en Valladolid de otra Junta para revisar las Leyes de
cia que sobre un viaje de descubrimiento. Burgos estaba presidida por el obispo Juan Rodríguez Fonseca, y a ella
La correspondencia regular de los prelados con el monarca presentaba asistieron los teólogos licenciado Matienzo, confesor del rey, fray Alonso del
muchas veces puntos de vista distintos al de virreyes, presidentes y goberna- Bustillo y, de nuevo, el predicador real licenciado Gregorio. La Junta fue
dores, y, por tanto, aportaba al Consejo de Indias una información muy informada por el vicario provincial de los dominicos de la Española, fray
Historia d* Ll ínlesia 23
688 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.37. Eclesiásticos y el gobierno de las Indias 689
Pedro de Córdoba, de los sucesos de la isla. Obra de la Junta fueron las leyes enviaron a España a Francisco de Soto y a un fray Francisco de Vitoria.
complementarias de julio de 1513. Como es sabido, finalmente, las leyes fueron suavizadas.
El cardenal Cisneros consultó en 1516 al padre Las Casas y a fray Hubo otra Junta de teólogos de Salamanca y Alcalá en 1548, la cual
Antonio de Montesinos en compañía del jurista Palacios Rubios. De hecho, consideró improcedente la publicación del Democrates alter de Juan Ginés de
fue Las Casas quien redactó el informe que sirvió de base a la reforma que Sepúlveda.
se encargó a los Jerónimos.
En la Junta de Valladolid de 1550, para tratar de la conversión de los
En 1518, trece maestros de teología de Salamanca, en una reunión no' indios y de las ordenanzas para nuevas conquistas, estuvieron presentes los
convocada por los gobernantes, defendieron la racionalidad del indio. Es famosos dominicos Domingo de Soto, Melchor Cano y Bartolomé Carranza
posible que su escrito influyera en las Instrucciones para el juez de residen- de Miranda, así como el franciscano Bernardino de Arévalo.
cia licenciado Rodríguez de Figueroa.
En la denominada Junta magna de Indias, de 1568, una de las más
Otra reunión, no oficial, convocada por Las Casas en 1519, en el
concienzudamente preparadas y de las de mayor alcance, participaron, ade-
convento dominico de Santa Catalina, en Valladolid, de once eclesiásticos más del cardenal Diego de Espinosa, obispo de Sigüenza, presidente del
-entre los que se encontraban los ocho predicadores del rey-, sirve para Consejo de Castilla e inquisidor general, que ejerció de presidente de la
denunciar la encomienda y proponer métodos para que los indios fueran reunión, el inquisidor Juan de Ovando; el obispo de Cuenca, Bernardo de
bien gobernados y en libertad. Fresneda; el agustino fray Bernardino de Alvarado; el dominico fray Diego
Carlos V convocó en Barcelona ese mismo año de 1519 una Junta en la de Chaves, confesor del príncipe don Carlos, y el franciscano P. Medina,
que, con el gran canciller Xiévres y el almirante Diego Colón, estaban independientemente de que habían influido en su celebración el dominico
Fonseca, obispo de Badajoz, fray Juan de Quevedo, obispo del Darién, el fray Bartolomé de las Casas y el franciscano fray Alonso Maldonado de
padre Las Casas, un franciscano y otras personas. No resultó nada concreto Buendía, quienes habían insistido en la necesidad de que se convocara para
por muerte de Quevedo. Ese año, el cardenal Adriano consultó también a solucionar los problemas planteados por una Iglesia y una colonización,
los predicadores hermanos Pedro y Alfonso Coronel sobre el problema como las americanas, en pleno desarrollo.
moral de los encomenderos que habían obtenido oro con excesivo trabajo
de los indios y sin abonarles jornal. Las ordenanzas de nuevos descubrimientos, poblaciones y pacificacio-
nes que promulgó Felipe II en 1573 fueron elaboradas por el inquisidor
De la Junta de La Coruña de 1520, en la que intervinieron el obispo Juan de Ovando, presidente del Consejo de Indias, como parte del Código
Fonseca y Cobos, salieron las capitulaciones de evangelización pacífica de la que proyectaba. Consolidaron el sistema de actuación pacífica en las nuevas
península de Paria hasta Santa Marta concedidas a Las Casas. expediciones. Se prohibió la voz «conquista» y se dio preferencia al método
En enero de 1539, Carlos V pidió al padre Vitoria que se reuniera con evangélico; se respetaba la voluntad del indio frente al cristianismo y se
otros teólogos y dieran por escrito dictamen sobre las dudas que «se han reconocía su independencia, pues antes de tratar de obtener su sumisión se
ofrecido acerca de la instrucción y conversión de los naturales de ella a había de procurar conseguir su amistad y alianza; se mantenía una posición
nuestra santa fe, las cuales con él (el agustino fray Juan de Oseguera) vistas, conciliadora ante la negativa de los indios a recibir la fe y se reducía el uso
por ser cosas teologales, ha parecido que conviene que sean vistas y examina- de la violencia a la defensa ineludible.
das por personas teólogas» (A. YBOT, Juntas 427). En los territorios americanos esta labor de asesoramiento cerca de los
En la Junta celebrada en Valladolid en 1541, a la que asistieron el virreyes se ejercitaba también normalmente por Juntas de teólogos convoca-
obispo de Cuenca, Sebastián Ramírez de Fuenleal, presidente de la Cnanci- das por ellos. El monarca veía con agrado la celebración de estas Juntas.
llería de Valladolid y, antes, de las Audiencias de la Española y México, y el Cuando se suspendió en 1559 la que se venía celebrando en Lima, por
padre Las Casas, éste tuvo una intervención destacada, proponiendo dieci- iniciativa del arzobispo, para el remedio de las necesidades de los indios, con
séis remedios, entre ellos el de la supresión de las encomiendas, y el tratado asistencia del prelado, oidores y prelados de las Ordenes, por la excusa que
Veinte razones muy jurídicas. De estas sesiones resultaron las famosas Leyes dio el virrey, agobiado por la abundancia de negocios, el monarca insistió en
Nuevas de 1542-43. Gómez Cañedo ha resaltado recientemente el papel del que se continuase, «pues era cosa tan importante al bien de los naturales de
franciscano Jacobo de Tastera, que había sido predicador del emperador, esa tierra y al descargo de nuestra conciencia» (LlSSON, III 97).
quien tomó parte importante en las negociaciones preparatorias. El y Las
También el asesoramiento a los virreyes se hizo de manera más discreta,
Casas dieron los últimos retoques, en 1543, a las Leyes Nuevas. Carlos V
a través de sus capellanes, quienes en ocasiones se excedieron. Al menos así
encargó el cumplimiento de esas leyes al ex provincial franciscano fray
lo pensaba, en 1643, el visitador general de México, Juan de Palafox, cuan-
Antonio de Ciudad Rodrigo. Junto al virrey Mendoza y los encomenderos, el do escribía a Felipe IV que «tres virreyes (Villamanrique, Villena y Salvatie-
obispo Zumárraga y los religiosos recomendaron a la Corona la supresión o rra) ha habido, Señor, en estas provincias que se han gobernado absoluta-
modificaciones y prudencia y calma en la manera de aplicarlas. Insistieron y mente por religiosos, y todos han tenido infelices sucesos en su gobierno y
690 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.37. Eclesiásticos y el gobierno de las Indias 691
en el gobierno de vuestra majestad» (SÁNCHEZ BELLA, Los visitadores genera- de las fábricas de aguardiente de caña. Hasta la Audiencia de México se
les 84). permitió, en 1756, solicitar de los curas que dieran a entender a los indios
A veces, para resolver problemas de gobierno -como ocurrió en Méxi- que no debían contribuir con cosa alguna en las visitas a las matrículas de
co, en 1778, con los desórdenes de las pulperías-, el monarca ordenaba la tributarios, certificando bajo juramento, al terminar la visita, que había sido
formación de una Junta, de la que formaba parte, junto con el virrey, que la cumplido puntualmente el auto dictado por aquel tribunal.
presidía, el regente y el fiscal más antiguo de la Audiencia y el superinten-
dente de la Aduana, el propio arzobispo de México.
Además del asesoramiento de las Juntas de eclesiásticos convocadas en II. ECLESIÁSTICOS EN CARGOS PÚBLICOS
España y en América, fueron numerosísimos los «pareceres» dados por
religiosos sobre materias de gobierno de las Indias, muchas veces a iniciativa Además de la labor de información y asesoramiento de la Corona,
propia. Lino Gómez Cañedo ha recogido una extensa relación de los dados común a todo el estamento eclesiástico, fueron muchos los que desempeña-
por franciscanos, indicando que la lista contiene sólo algunos - n o todos, ni ron cargos públicos en el gobierno de las Indias.
siquiera la mayor p a r t e - de los escritos en que opinaron cómo debían ser
tratados y gobernados los indígenas americanos. A) Presidentes del Consejo de Indias
Llenos de buena voluntad, los obispos de México escribieron en 1540 a Ya antes de la creación del Consejo de Indias, en 1523 ó 1524, hay que
Carlos V que, enterados de que el monarca había dado abundantes cédulas destacar el importante papel del obispo de Burgos (y antes obispo de Bada-
e instrucciones para el bien espiritual y temporal de las Indias que se olvida- joz, Córdoba y Palencia), Juan Rodríguez de Fonseca, figura clave en la
ban o no se cumplían, le rogaban que se les enviaran también a ellos: «por lo organización de las primeras expediciones a Indias, hombre de confianza de
que somos obligados a velar y hacer la guardia y atalaya sobre todo el los Reyes Católicos. Su actuación ha sido objeto de censuras, primero por
ganado, deseamos saberlas y ser los solicitadores de ellas» (PASO Y TRONCO- Fernando, el hijo de Colón, Las Casas y Cortés, y en nuestros días por
SO, Epistolario de Nueva España IV 12). historiadores, entre los que destaca, por su acritud, Manuel Giménez Fer-
Un autor chileno, Javier González Echenique, a la vista de la intensa nández. Tomás Teresa León ha intentado tímidamente cierta rehabilitación
actuación de los obispos en los asuntos seculares de Indias por encargo de de este personaje: «Los testimonios que nos han llegado de Fonseca -escri-
los reyes, ha llegado a plantearse el tema de si se les puede considerar como b e - son apasionados e interesados, y los pocos desinteresados y sinceros nos
funcionarios de la Corona, pero aunque en la práctica, según él, aparezcan hablan de una inquebrantable firmeza de carácter, de una meritoria entrega
como «delegatarios, participantes o como se les quiera llamar, de la potestad al servicio de la Corona y de u n cúmulo de virtudes humanas muy dignas de
real», tiene que reconocer que su condición es distinta a la de los funciona- tener en cuenta» (El obispo D. Juan Rodríguez Fonseca, 290).
rios. César García Belsunce ha rechazado enérgicamente la idea de que la El primer presidente del Consejo de Indias fue el arzobispo de Sevilla,
función administrativa de los clérigos fuera una consecuencia de una partici- fray García de Loaysa (1524-1546). Después, aunque en el Consejo de
pación de la potestad real, y piensa que es más propiamente la de un agente. Castilla se siguió nombrando presidente a insignes prelados, en el de Indias
Desde luego, llama la atención la frecuencia con que los monarcas se prefirió a los juristas, entre los cuales figuran dos eminentes eclesiásticos:
solicitaban de los obispos información sobre temas seculares: qué sujetos el inquisidor Juan de Ovando (1570-1575) y el arzobispo de México, tam-
beneméritos de capa y espada había en su distrito, los excesos de los seglares, bién inquisidor, Pedro Moya de Contreras (1591).
el envío anual de certificados de los libros de bautismo y defunción con fines
fiscales; la descripción de la tierra y estimación del número de vecinos y B) Virreyes
pobladores; el trato que se tenía con los indios; los sometidos a esclavitud; si En cambio fueron más frecuentes los nombramientos de prelados como
los gobernadores y los corregidores molestaban a los indios cuando iban a virreyes interinos de Indias, aunque la práctica acostumbrada era que fuera
las doctrinas o a cumplir sus deberes religiosos; la participación de los la Audiencia, corporativamente, la que gobernara hasta la toma de posesión
indígenas en el secado y beneficio de la hierba; la publicidad de la Cédula de del nuevo virrey. En Nueva España encontramos los nombres de Pedro
1697 haciendo capaces a los indios de empleos; el velar para que los curas Moya de Contreras, arzobispo de México (1584); fray García Guerra, tam-
enviasen padrones de su feligresía, con distinción de clases, estados y castas; bién arzobispo de México (1611-12); Juan de Palafox y Mendoza, obispo de
informar sobre qué minerales de oro eran trabajados en el Paraguay por los Puebla (1642); Marcos de Torres y Rueda, de Yucatán (1648-49); Diego
portugueses, etcétera. Osorio de Escobar y Llamas, de Puebla (1664); fray Payo Enríquez de
En otras ocasiones el rey pide la colaboración de los obispos para el Ribera, arzobispo de México (1673-80); Juan Ortega Montañés, de Michoa-
restablecimiento de la quietud y paz y para evitar la penetración de ideolo- cán (1696); Juan Antonio de Vizarrón y Eguiarreta (1734-1740), Alonso
gías subversivas desde Francia; o bien para la destrucción de obrajes, bata- Núñez de Haro y Peralta (1786-1787) y Francisco Javier de Lizana y Beau-
nes y trapiches instalados sin licencia real; o para lograr el desmantelamiento mont (1809-1810).
£92 P.IV. La irradiación de la Iglesia
C.37. Eclesiásticos y el gobierno de las Indias 693
En Perú, Melchor de Liñán y Cisneros, arzobispo de Lima (1678-1681); Sánchez Bella y Arregui Zamorano. Aunque no pudo completarla, puso
Diego Ladrón de Guevara, obispo de Quito (1710-1716), y fray Diego orden en la administración de justicia, preparó nuevas ordenanzas para
Morcillo Rubio de Auñón, arzobispo de Charcas (1716 y 1720-1724). varios tribunales (aunque, al parecer, no llegaran a entrar en vigor, salvo las
En Nueva Granada, fray Francisco del Rincón, arzobispo de Santa Fe que hizo también para la Universidad) y extendió su inspección a los organis-
(1717-1718); fray Francisco Cossío Otero, también arzobispo de Santa Fe mos de la Hacienda.
(1771), y Antonio Caballero y Góngora, arzobispo de la misma diócesis La visita girada a Perú por Fernández de Bonilla, de 1590 a 1600, ha
(1783-1788). empezado a ser estudiada por Lewis Hanke. Fue muy minucioso y el expe-
Lo más llamativo es que algunos de esos prelados fueron nombrados diente final llegó a contar con 49.555 hojas. La visita comprendía también la
virreyes en propiedad, no con carácter interino (es el caso de Ladrón de conducta del virrey conde del Villar, de los funcionarios de Hacienda y de la
Guevara, Diego Morcillo y Caballero y Góngora). El hecho es más destacable Universidad. El principal defecto del visitador fue su extremada lentitud,
debido a la fuerte prevención que en algunos momentos se dio por parte del pero su larga permanencia en Lima sirvió, sin duda, de freno eficaz para
Consejo de Indias a causa de los peligros que tenía para el ejercicio del Real evitar abusos de los funcionarios.
Patronato la acumulación de un cargo de tanto relieve como el de virrey al
de arzobispo u obispo. Incluso se llegó a dar en 1739 una real cédula D) Protectores de los indios
prohibiendo la reunión de los gobiernos eclesiástico y político en una sola
persona. También en 1789 se reiteró que el gobierno interino de los virrei- En la primera mitad del siglo XVI, una importante función encomenda-
natos correspondía a la Audiencia. A pesar de estas disposiciones, se volvió da a todos los obispos fue la de ser protectores y defensores de la población
a acudir al nombramiento de algunos prelados. indígena. La designación de protector se hacía por provisión real, como los
demás oficios. Se le señalaban, como facultades propias, la de poder enviar
En cambio, no llegó a ser realidad el nombramiento de obispos-gober-
personas a visitar a cualquier parte dentro de los términos de su protecturía,
nadores, como se pretendió en 1531 con los de Honduras y'Santa María del
con tal de que fueran aprobadas por el gobernador respectivo. Esas perso-
Darién, ni el de obispos-presidentes de la Audiencia, con alguna excepción,
nas podían hacer informaciones y pesquisas sobre los malos tratos que se
como la de Ramírez de Fuenleal, que fue un excelente presidente de las
hiciesen a los indios. Pero solamente podía el obispo-protector condenar
Audiencias de la Española (1527-1530) y México (1530-35). Antes que él
con multas inferiores a 50 pesos de oro y hasta diez días de cárcel. Si el delito
fueron designados presidentes de la Audiencia de Santo Domingo el obispo
merecía pena corporal o privación de oficio, debía remitirse la decisión al
de la Concepción, Pedro Suárez de Deza (1521), y el Jerónimo fray Luis de
gobernador. Si el culpable era un corregidor, alguacil u otra justicia, la
Figueroa (1523), pero no llegaron a desempeñar el cargo.
información debía enviarse en todo caso al gobernador, pues «no es nuestra
intención ni voluntad que los protectores tengan superioridad alguna sobre
C) Visitadores generales
nuestras justicias». Ni el protector ni nadie en su nombre podía conocer en
En la Edad Moderna era práctica acostumbrada el recurrir a eclesiásti- causas criminales entre indios. Persistían las dudas y nunca se llegó a aclarar
cos, especialmente inquisidores, para la tarea de visitadores generales. Su del todo, como pedía al emperador el obispo-protector de Guatemala, Fran-
preparación jurídica, su rectitud y su independencia eran una garantía de cisco Marroquín, que se declarara «qué cosa es el protector y a qué se
acierto. Algunos de los visitadores generales de Indias fueron personajes de extiende, y si somos jueces, y si como tales podemos nombrar ejecutores
categoría, como Pedro Moya de Contreras y Juan de Palafox, visitadores alguaciles para nuestros mandamientos, y asimismo escribanos, y si los visita-
generales de Nueva España, o, en el Perú, Alonso Fernández de Bonilla, dores que enviamos podrán llevar varas, pues van como jueces; y si esto
designado durante la visita arzobispo de México, aunque no llegara a tomar compete solamente a los protectores y no a los gobernadores, pues a ellos
posesión. De esos tres, el primero era inquisidor y arzobispo de México; el solos es encomendada la protectoría y visitación». Únicamente se les conce-
segundo, obispo de Puebla, y el tercero, también inquisidor. Desempeñaron dió el tener escribano propio.
su delicada tarea con gran eficacia. Los prelados actuaron con mucho celo en este encargo de proteger a
Stafford Poole ha estudiado la visita de Moya de Contreras en 1583. los indios. Por ejemplo, Felipe II felicitó por ello al obispo de Popayán, Juan
Averiguó el visitador que algunos oidores eran culpables de negocios y de del Valle, quien, entre otras cosas, evitó que los indios fueran cargados con
matrimonios realizados sin licencia real, por lo que suspendió a cuatro de dos o tres arrobas a cuestas, los reunió en pueblos, donde fundó iglesias,
ellos. También suspendió e hizo encarcelar a los tres oficiales reales de la adoctrinó a los españoles sobre cómo debían conducirse con los naturales y
Hacienda de México y mandó vender todos sus bienes. Quitó también el la restitución que les debían hacer.
oficio y multó al tesorero y al contador de Veracruz y a otros funcionarios Con todo, la experiencia no fue del todo buena. La jurisdicción era
menores. La sentencia del Consejo de Indias confirmó en parte la decisión insuficiente para ser eficaz y aun así despertaba el recelo de los órganos
tomada por Moya de Contreras. judiciales. Tampoco los obispos disponían de tiempo para atender esta tarea
En 1640 le tocó el turno a Palafox. Su visita ha sido estudiada por personalmente. El prestigioso obispo-presidente de la segunda Audiencia de
694 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.37. Eclesiásticos y el gobierno de las Indias 695

México, Ramírez de Fuenleal, que también era protector, manifestaba al sobre los de España una vez que hubiesen sido destinados a esos territorios.
monarca que este oficio era dañoso a los naturales, porque los gobernantes El cargo perduró hasta la supresión de las Ordenes religiosas en España en
se olvidaban de ellos y se enzarzaban en disputas con los protectores. En su 1835-36.
opinión, «el que fuese obispo más fruto sacará sin poder de protector, con
su doctrina y ejemplo y consejo, y con mandarle que haga relación, que no G) Un caso especial: los Jerónimos de la Española
con tener jurisdicción». El cardenal Cisneros quiso remediar los problemas de la Española con
La tendencia fue traspasar esta función a los fiscales de las Audiencias el envío, en 1516, de padres Jerónimos, revestidos de amplias facultades de
(1554). En la época del virrey Toledo existían funcionarios especiales con el gobierno. Su actuación ha sido estudiada especialmente por Serrano Sanz y
título de protectores generales de los indios en catorce lugares del distrito. Giménez Fernández. El juicio del primero les es favorable. El último piensa
Se suprimió y de nuevo se creó el cargo de protector de indios con carácter que hubo una «fundamental desafección a las ideas básicas del plan» por
autónomo y como magistrado independiente. En 1666, en la Audiencia de parte de los Jerónimos, especialmente por el más representativo de ellos,
Lima se distinguía el fiscal del fiscal protector general, pero, en todo caso, fray Luis de Figueroa, y también que «la ejecución de la Reforma cisneriana
en el siglo XVII los obispos ya no eran protectores, aunque no se les eximiera fue radicalmente viciada por la pusilanimidad de sus capitales ejecutores»,
de que siguieran velando por el buen trato a los indios, ya que, como se quienes tienen en su haber la fundación de pueblos de indios bajo la inspec-
indica al quitar esa jurisdicción a los obispos de Filipinas, «no es nuestra ción de mayordomos. Para Las Casas, su misión principal era poner remedio
intención quitar a los obispos la superintendencia y protección de los indios en la libertad de los indios, «a los cuales ningún bien hicieron, antes erraron
en general». muy gravemente, según el juicio de los hombres» {Bartolomé de las Casas I
375).
E) Los confesores reales «La reforma cisneriana - h a escrito Pedro Borges- fue un noble intento
de saneamiento general de las Indias, cuyo embrión, y al mismo tiempo
No se ha prestado hasta ahora la debida atención al importante papel
objetivo primordial, lo constituyó el proyecto de encauzar definitivamente el
desempeñado por los confesores reales, por pensar, quizá, que se limitaba a
sistema sociolaboral de los indios, considerado injusto y, además, dañino
la administración del sacramento de la penitencia. En realidad, se trataba de
para la conservación de la población indígena». Piensa que la reforma fraca-
un oficio real como otro cualquiera, y su titular debía emitir regularmente
só en gran parte porque los religiosos se encontraron desasistidos (Historia
dictámenes o consultas por encargo del rey en materias relacionadas con la
general de España y América VII 218-219).
vida eclesiástica y, de manera especial, sobre los nombramientos que propo-
nían las Cámaras de Castilla e Indias. Su voto fue decisivo en numerosas
ocasiones. Durante mucho tiempo fue escogido un religioso, en especial de III. CONCLUSIÓN
la Compañía de Jesús.
Como habrá podido observarse por esta rápida enumeración de la
F) Los comisarios generales de Indias actuación de los eclesiásticos en el gobierno de las Indias, ésta revistió
importancia especialmente en las tareas de información, asesoramiento,
Felipe II consiguió de los franciscanos la concesión de un comisario inspección de los tribunales de justicia y en la defensa del indio. Los monar-
general, nombrado a propuesta suya, para organizar y supervisar los envíos
cas los utilizaron, no como se ha llegado a pensar, como una pieza de un
de misioneros. Aunque esto suponía una fuerte dependencia de la Corona,
maquiavélico sistema de contrapesos para enfrentar y dividir a las autorida-
la eficacia de esta medida fue, sin duda, grande. Las demás Ordenes religio-
des de América, sino como ayuda valiosa para el gobierno de un Estado
sas - q u e contaban con un volumen notablemente inferior de miembros en
confesional, como fue el de la España de la Edad Moderna.
las Indias- rehusaron seguir el ejemplo de los franciscanos.
La idea debió de surgir en la famosa Junta magna de 1568. En 1571 se
designó ya comisario general de Indias al franciscano fray Blasco Tello, pero
no llegó a ejercer el cargo. El monarca alegará la necesidad de organizar NOTA BIBLIOGRÁFICA
expediciones misioneras, la venida de religiosos de Indias y el gobierno de Información
las Ordenes religiosas de América para dar al oficio un matiz centralizador. E. LiSSON CHÁVEZ, La Iglesia de España en el Perú 1-4 (Sevilla, 1943-1947);
El general de los franciscanos dio su conformidad, y en 1572 designará J. MANZANO MANZANO, La incorporación de las Indias a la Corona de Castilla (Madrid,
comisario general a fray Francisco de Guzmán. El establecimiento jurídico 1948); Recopilación de leyes de los Reinos de las Indias 1-4 (Madrid, 1681).
del oficio se efectuó en la congregación celebrada en Toledo en 1583. El Asesoramiento
papa Sixto V confirmó el cargo en 1587. El comisario ejercía su autoridad L. ARRANZ MÁRQUEZ, «Alonso del Espinar, OFM, y las leyes de 1512-1513», en
sobre todos los franciscanos de Hispanoamérica y de Filipinas, y también Actas del I Congreso Internacional sobre los franciscanos en el Nuevo Mundo (Madrid,
696 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.37. Eclesiásticos y el gobierno de las Indias 697
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actuación de Montesinos de 1511 a 1512», en Actas del II Congreso Internacional sobre para los Tribunales de México del visitador Palafox (1646)», en Tercer Congreso del
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J. F. O'HARA, «Juan Rodríguez de Fonseca: First President of the Indies
(1493-1523)»: The Catholic Histórica! Review 3 (1917), 131-150; T. TERESA LEÓN, «El
obispo don Juan Rodríguez Fonseca, diplomático, mecenas y ministro de Indias»:
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Presidentes del Consejo de Indias
E. SCHÁFFER, El Consejo Real y Supremo de las Indias 1-2 (Sevilla, 1935-1947).
Virreyes y gobernadores
A. CALLE, Quién fue el virrey fraile (Bogotá, 1953); P. CASTAÑEDA, «Fray Payo de
Rivera, undécimo obispo de Guatemala»: Missionalia Hispánica 40 (Madrid, 1983),
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Antonio Caballero y Góngora, virrey y arzobispo de Santa Fe, .1723-1796 (Bogotá, 1951);
G. PORRAS MUÑOZ, «Don Marcos de Torres y Rueda y el gobierno de la Nueva
España»: Anuario de Estudios Americanos 23 (Sevilla, 1966), 669-680; E. SÁNCHEZ
PEDROTE, «LOS prelados virreyes»: Anuario de Estudios Americanos 7 (Sevilla, 1950),
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Visitadores generales
P. ARREGUI ZAMORANO, La Audiencia de México según los visitadores (México,
1981); L. HANKE, «El visitador licenciado Alonso Fernández de Bonilla y el virrey del
Perú, el conde de Villar (1590-1593)», en Memorias del Segundo Congreso Venezolano de
Historia 2 (Caracas, 1975), 13-127; S. POOLE, «La visita de Moya de Contreras»: Ibíd.,
419-441; I. SÁNCHEZ BELLA, «Los visitadores generales de Indias y el gobierno de los
CAPÍTULO 38

LA IGLESIA Y LA ENSEÑANZA SUPERIOR

Por JAIME GONZÁLEZ RODRÍGUEZ

La Iglesia colaboró de diversas maneras y de modo muy relevante a que


las Indias contasen pronto con centros adecuados de enseñanza superior.
Ella asumió en muchas ocasiones la iniciativa de pedir a la Corona que los
crease o contribuyó a través de muchos de sus miembros a mantenerlos.
Eclesiásticos muy destacados nos han dejado ejemplos de interés por la
promoción de la enseñanza superior en América: el obispo Marroquín fun-
dó en 1562 el colegio de Santo Tomás en Guatemala; Vasco de Quiroga
fundó el colegio de San Nicolás en Pátzcuaro. Puede decirse que la creación
de dichos centros obedeció tanto a que la difusión del saber y la cultura es
una actividad habitual de la Iglesia en su calidad de mater et magistra como a
la expansión y madurez de las Indias españolas, necesitadas de élites admi-
nistrativas y rectoras (sacerdotes, médicos, abogados, etc.).
Desde la época positivista se ha venido calificando en el ambiente cultu-
ral hispanoamericano esa labor de la Iglesia española de abstracta, dogmáti-
ca, retórica, medieval y acientífica. También se la ha tachado con frecuencia
de elitista y era inevitable que lo fuese, pues lo era toda la cultura de la
época, ya que en una sociedad en que aún no abundaba la riqueza, la
mayoría debía trabajar para que una minoría pudiese dedicarse al ocio y al
estudio.
Con un talante abierto a estas críticas, vamos a intentar presentar un
estado de la cuestión, así como las directrices por las que discurre hoy la
investigación en este campo.

I. LAS FUENTES

Además de los archivos americanos, especialmente los universitarios,


disponemos hoy de numerosas fuentes impresas, como cedularios generales,
y de un número considerable de recopilaciones de fuentes especialmente
referidas a las instituciones de enseñanza. Hay también repertorios de con-
sultas del Consejo de Indias y algunas colecciones de documentos, como las
de Muñoz y Mata Linares, que incluyen a menudo fuentes relacionadas con
el tema que nos ocupa. Además, en las monografías bien documentadas
podemos encontrar referencias concretas a documentos del Archivo de
Indias, arsenal inagotable de datos que nos son aún desconocidos. Podemos,
asimismo, hallar datos de interés en las historias particulares de las Ordenes
700 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.38. La Iglesia y la enseñanza superior 701
religiosas que se dedicaron a la enseñanza superior en América y en sus externos a mediados del siglo xvn. Los conventos solían firmar contratos
archivos, así como en los archivos eclesiásticos y pontificios. con los municipios para atender a dichos alumnos externos. De cualquier
Frecuentemente, la historiografía acerca de la labor educativa de Espa- modo, en el x v m se advierte la tendencia a separar los centros religiosos de
ña en América se ha dejado llevar por el tópico laudatorio y encomiástico. los seglares.
Pero hoy, ante la necesidad de entablar un verdadero diálogo a uno y, Estas casas de estudios fueron en muchos casos origen y semilla de
otro lado del Atlántico, estamos asistiendo a una renovación del interés por futuras universidades, pero nunca tuvieron más que estudios superiores de
el estudio de las instituciones de enseñanza en la América hispana. Ello hace latinidad, artes, teología y lengua indígena. Si tenían facultad para conceder
que se enriquezca y complete la visión que hasta ahora se tenía del tema: la grados, éstos podían tener validez sólo intra claustra o ser válidos tanto para
historia cuantitativa y la de las mentalidades no han hecho más que iniciar su incorporarse a la universidad como para presentarse a oposiciones.
andadura en este campo; el estudio jurídico de las instituciones; el estudio Deben considerarse como un caso especial dentro de este apartado los
de los centros educativos dentro de su contexto económico y social; el Colegios Apostólicos de Propaganda Fide franciscanos, el primero de los
conocimiento, a través de la historia de la ciencia, del nivel de las enseñanzas cuales fue fundado en Querétaro, en 1683, por iniciativa de fray Antonio
impartidas y de la adecuación de las instituciones sociales al desarrollo de la Llinás de Jesús María para la formación de misioneros y que luego se
actividad científica y el influjo de la educación en la conformación de la extendieron a toda América durante los siglos xvm y xix. En ellos se cursa-
mentalidad criolla son algunos de los aspectos preferidos hoy por los investi- ban estudios de teología mística, moral y lengua indígena y disponían de
gadores. Sería necesario, además, dedicar mayor atención a la relación de lo apreciables bibliotecas.
que en el plano educativo pasaba en América con lo que contemporánea- Con frecuencia estas casas de estudios de los religiosos fueron focos de
mente estaba ocurriendo en España. renovación cultural más importantes que las propias universidades. En
Para delinear un estado de la cuestión distinguiremos cuatro clases de 1786, el provincial franciscano Manuel María Trujillo, en su Exhortación
centros de enseñanza superior en América durante la dominación española: pastoral, avisos importantes y reglamentos útiles para la mejor observación de la
las casas de estudio de las Ordenes religiosas, los seminarios, los colegios en disciplina regular e ilustración de toda literatura en todas las provincias y colegios
sus diversas formas y las universidades, mayores y menores. apostólicos de América y Filipinas, recomendaba que en la formación de los
Advertimos, antes de seguir adelante, que, dada la obligada brevedad de misioneros no se abandonasen los estudios de física moderna para ponerse
nuestro trabajo, tendremos que contentarnos con hacer generalizaciones a tono con las nuevas corrientes científicas.
que no podrán evitar ser simplificaciones de una realidad siempre muy
compleja y varia. Recomendamos, por ello, acudir a monografías para obte- B) Los seminarios conciliares
ner un conocimiento de los datos en su correspondiente contexto social.
Los primeros seminarios de la América hispana fueron las universida-
des, que aun después de Trento siguieron cumpliendo dicha función. Según
II. CENTROS SUPERIORES NO UNIVERSITARIOS la reglamentación de Trento (1563), los seminarios debían ser sólo para
aspirantes a clérigos y regidos por el obispo y los canónigos. En Hispano-
A) LAS casas de estudio de las Ordenes religiosas
américa, por las necesidades especiales del medio, se intentó a veces que
Las Ordenes establecidas en América exigían para la fundación de una fuesen admitidos alumnos de fuera: así, por ejemplo, el seminario de Puebla
provincia la existencia en ella de al menos una casa de estudios superiores. solicitó en 1746 se le concediesen cátedras de leyes y cánones para cubrir las
Los dominicos exigieron, además, desde 1650, dos años de estudio de la necesidades de dichos alumnos.
lengua indígena para poderse dedicar al apostolado en América. En la Aunque su fundación fue generalmente iniciativa de los obispos, quie-
congregación general franciscana de Toledo (1583) se estableció que la nes, de acuerdo con lo dispuesto en Trento, debían destinar al sostenimiento
provincia que no dispusiera de tres casas de estudios superiores fuera rele- de los seminarios el 3 por ciento de las rentas eclesiásticas, a veces era el
gada a la categoría de custodia y agregada a otra provincia. Consejo de Indias el que instaba a ello: en 1641, una real cédula urgía a don
Las autoridades de estos estudios conventuales, como es lógico, eran Juan de Palafox a que fundase un seminario conciliar en Puebla. Solía
nombradas por los superiores de la Orden, por lo que sus poderes eran también correr a cargo del obispo el sustento económico de los seminarios;
limitados. Los profesores eran seleccionados por oposición, celebrada entre además, frecuentemente, los prebendados contribuían a subvencionar los
los franciscanos ante el provincial y su consejo, más dos o tres lectores de estudios de los futuros sacerdotes dotando becas. Estas se daban a veces con
teología. preferencia a quienes conocían la lengua indígena. El obispo solía también
Aunque estas casas de estudios frecuentemente atendían alumnos de contribuir con sus libros a la formación de la biblioteca del seminario.
fuera del convento, éstos se veían abandonados en las épocas, como Cuares- Las condiciones de admisión solían ser, además de provenir de buena
ma, en que los religiosos interrumpían las clases. A pesar de ello, el convento familia conocida y, por tanto, blanca, tener catorce años y saber leer y
de San Francisco de Guadalajara, por ejemplo, contaba con 60 ó 70 alumnos escribir.
702 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.38. La Iglesia y la enseñanza superior 703
Dada la cuantía de los gastos de desplazamiento a la universidad más que las lecciones de una misma materia no se impartieran a la misma hora en
cercana y los de obtención de los grados académicos, algunos seminarios la universidad y en el colegio, como sucedió en 1580 en el centro jesuíta de
consiguieron otorgar éstos. San Pedro y San Pablo de Lima. Para evitar esa competencia, dicho colegio
Como las casas de estudios, algunos seminarios compitieron con las se convirtió desde 1621 en el lugar obligado para cursar humanidades antes
universidades en la modernidad de la orientación de sus estudios. Por influ- de ingresar en la universidad de San Marcos, y se consideraba parte de dicha
j o del Convictorio Carolino de Lima, y dentro de un plan de estudios universidad. En México, el Consejo decretó en 1769 que en los colegios y
impuesto por el Estado reformista, en el de San Jerónimo de Arequipa se seminarios sólo se pudiese otorgar el grado de bachiller en artes y teología.
enseñaba a Newton en 1802, aunque interpretado más como filósofo que Hasta en el aspecto científico y en la modernidad de la orientación de su
como físico. El Estado también procuraba, a veces, que las nuevas corrientes enseñanza hacían a veces los colegios competencia a la universidad. El Plan
científicas se enseñasen de modo que los futuros sacerdotes aprendiesen General de los Estudios Médicos, elaborado y propuesto en 1802 y 1805 por
además a ser buenos defensores del Estado: es el caso del seminario de Santa José Celestino Mutis y Miguel de Isla, se puso en marcha en el Colegio Real
Rosa de Caracas, donde leía la cátedra de Instituto, en 1715 el regalista Mayor de Nuestra Señora del Rosario de Bogotá. Dicho plan constituía un
Antonio José Alvarez de Abreu, alcalde visitador de la Veeduría y Conserva- decidido mentís a la escolástica y al espíritu de escuela, y estaba claramente
duría general de los Derechos Reales del comercio entre Castilla y las Indias. influido por el plan de Olavide de 1768 para la Universidad de Sevilla. Y
Hacia comienzos del XIX se observa en la organización interna de los cuando en 1783 fracasó en San Marcos de Lima, por 94 votos contra 91, el
seminarios la misma evolución que en las universidades hacia la exclusión de plan de estudios elaborado por José Baquijano, duro ataque también contra
los alumnos de los órganos de gobierno como vicerrectores o consiliarios. las disciplinas metafísicas, «en las que con pretexto de profundizar las verda-
El número de alumnos de estos centros variaba mucho de unas regiones des y ejercitar los entendimientos, se desperdicia dolorosamente el tiempo
a otras. El seminario de San Carlos (Cuba) tenía en 1772 veintinueve alum- en perjuicio de los esenciales principios y sólidos conocimientos», fue el
nos y siete catedráticos. El de Cartagena contaba en 1791 con 159. El de San Convictorio Carolino el reducto preferido por los partidarios de la reforma,
Jerónimo de Arequipa, dieciocho en 1796. Para el de San José de Guadalaja- que terminó triunfando en San Marcos en 1793.
ra se han calculado 1.164 seminaristas entre 1699 y 1800, el 30,8 por ciento Eran, pues, los colegios instituciones de carácter minoritario, pero no
de los cuales acabaron sus estudios, pero el abandono no se debió en la elitista, al menos en el sentido de que sólo los ricos tuvieran acceso a ellos;
mayoría de los casos al fracaso en los estudios, sino a pérdida del interés por sí lo eran en cuanto a que, en una sociedad como la indiana, en que la
la vida sacerdotal. decencia venía dada por el color de la piel, los negros, indios, mulatos y
El plan de estudios solía constar de unos tres años de gramática y mestizos muy difícilmente eran admitidos en sus aulas, salvo casos aislados,
retórica; tres de filosofía, acabados los cuales podían graduarse de bachille- como el colegio para hijos de caciques de Tlatelolco, fundado en 1535. Pero
res en artes a una edad en torno a los veinte años; la carrera se coronaba con tanto el rey como los particulares, sobre todo quienes ya habían coronado
cuatro años de teología. sus estudios, creaban frecuentemente becas de estudio. Junto a los alumnos
Se fundaron seminarios, a partir de 1563, durante los tres siglos de ricos o porcionistas, que se pagaban su pensión, había, pues, alumnos mer-
dominación española en América, pero parece que las fundaciones fueron cenarios, como se denominaban los que disfrutaban de una beca. Había
más numerosas durante el siglo XVII (véase el cap. 11). también mercenarios supernumerarios, que podían ser de cuatro clases: los
«de piso», que pagaban sólo el alojamiento y comían fuera; los «de oficio»,
C) Los colegios que trabajaban dentro del colegio para pagarse la pensión; los «de oposi-
Aún no se había roto entonces la relación entre lo que hoy llamamos ción», que habían aprobado el examen para conseguir una beca de merced,
enseñanza media y la universidad, y los centros donde se adquiría el grado de y los «seculares», que sólo venían al colegio para los estudios.
bachiller se consideraban parte integrante de los estudios superiores. Tam- A veces también se creaban colegios, como el de San Felipe de Lima,
poco había llegado a los colegios la masificación que, como consecuencia del fundado en 1592, para hijos de conquistadores pobres.
acceso a ellos de una parte considerable de la población, se producirá más Como los obispos comprendieron que los colegios eran el fundamento
tarde y que les obligará a separarse de la universidad. Durante todo el de su acción pastoral, fueron muchas veces sus fundadores, lo que ocasionó
tiempo de la dominación española en América fueron la base imprescindible más de un conflicto sobre el patronazgo entre el obispo y la Audiencia o
para la existencia de la universidad, ya que se accedía a ellos sólo con saber algún bienhechor particular.
leer y escribir y debían proporcionar al alumno un nivel universitario de Había diversos tipos de colegios: junto a los externados había convicto-
conocimientos en humanidades. rios, donde convivían profesores y alumnos, para los alumnos forasteros;
Incluso fue frecuente que las universidades se sintieran celosas de la solían disponer de servicios comunes para dos o más colegios, y en ellos se
competencia que les hacían los colegios mejor atendidos y, en consecuencia, celebraban Relecciones o repeticiones y actos académicos.
más concurridos que ellas. Eso las obligó a conseguir del Consejo de Indias Había además colegios-seminarios, con alumnos seminaristas, general-
704 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.38. La Iglesia y la enseñanza superior 705

mente pobres, y convictores que se pagaban su pensión, así como convicto- (México) contaba en 1792 con tres instituciones de estudios mayores (dos
rios para aspirantes religiosos, con un régimen de vida más piadoso y recole- colegios-seminarios y la universidad) y 19 escuelas de primeras letras.
to. En el colegio seminario del Señor San José de Guadalajara los estudiantes Se fundaron colegios durante los tres siglos de la dominación española,
se levantaban en invierno a las cinco y media de la mañana y a las cinco en aunque, al parecer, en menor número durante el siglo XVIII, como se des-
verano; las clases duraban de ocho y media a doce y de tres a cinco; había dos prende del siguiente cuadro:
recreos, uno de media hora, después de comer, y otro de tres cuartos de COLEGIOS UNIVERSITARIOS
hora, después de merendar, y dos estudios, recluido cada estudiante en su Fundación Denominación Ubicación
cuarto, uno después de desayunar y otro después del recreo de la tarde. Las
1534 San Nicolás Pátzcuaro (México)
clases comenzaban y terminaban con una oración, que hacían de rodillas.
1540 San Agustín Tiripitío (México)
Carecieron los colegios americanos de la influencia social de los cole- 1551-3 San Ildefonso México
gios mayores españoles, verdadera correa de transmisión de la influencia de 1551-3 San Marcos Lima
la universidad en las altas esferas de la política, pero fueron el semillero de 1562 Santo Tomás Guatemala
las élites administrativas de la sociedad hispanoamericana. De los 5.000 1568 San Pedro y San Pablo Lima
1573 Mayor de Todos los Santos México
alumnos que pasaron por las aulas del colegio jesuítico de San Martín de 1574 Santo Tomás Oaxaca
Lima entre 1582 y 1767, nueve llegaron a ser arzobispos, 41 obispos y 139 1576 San Gregorio México
catedráticos de universidad, de ellos, 40 rectores. 1576 San Bernardo México
Los colegios jesuítas fueron los más numerosos y los que contaron con 1576 San Miguel México
más alumnado. A fines del siglo XVII había 33 colegios jesuítas en Indias: 1577 Dominicos Potosí
1578 Puebla
once en Nueva España, ocho en Perú, cinco en Colombia, tres en Argentina, 1578 Valladolid (Morelia)
tres en Chile y uno en Cuba, Guatemala y Panamá, respectivamente. Los 1582 Real de San Martín Lima
colegios propiamente dichos se diferenciaban de las escuelas de primeras 1585 San Miguel Tepozotlán (México)
letras por su carácter de internados; eran, por tanto, centros de pago. 1586 Guadalajara
1588-1611 San Ildefonso México
Sus maestros, que generalmente no quisieron ocupar cátedras universi- 1589 San Antonio La Habana
tarias para poder ejercer a su modo el apostolado educativo y docente, 1592 San Felipe y San Marcos La Habana
centraron su labor en los colegios, considerados por ellos como fundamento 1592 San Felipe Lima
de las nuevas cristiandades y semillero de vocaciones religiosas y sacerdota- 1596 Durango (México)
les. Para algunos historiadores ha sido decisivo en la historia de Hispano- 1603 San Fulgencio Quito
1606 San Lucas Guatemala
américa el influjo de los principios educativos inculcados por los jesuítas en 1610 De Cristo
la minoría española y criolla. Sus colegios destacaron por la formación 1611 San Francisco Javier Mérida
humanística en ellos impartida, copia de los métodos del Colegio Romano, 1611 San Buenaventura Bogotá
expresados en la Ratio studiorum. De acuerdo con ella, los estudios de latini- 1613 San Ignacio Buenos Aires
1613 San Francisco Javier Córdoba (Arg.)
dad se dividían en cinco cursos (ínfimo, medio, supremo, retórica y poética).
1619 San Bernardo Cuzco
Quien los coronase debería ser capaz de hablar correctamente en latín y 1622 Sto. Tomás de Villanueva Santiago de Chile
escribir versos en dicha lengua. 1623 San Luis Potosí
La actividad escolar tenía siempre en estos centros una proyección 1623 San Francisco Javier Santiago de Chile
social en forma de solemnes actos públicos, que estimulaban a los alumnos 1623 San Gregorio Quito
1625 San Ignacio Querétaro
y aumentaban el prestigio de sus maestros. Dicho prestigio traía frecuente- 1625 San Ildefonso Puebla
mente consigo la concesión a los jesuítas de donaciones de particulares. Así 1625 Tepozotlán (México)
proliferaron sus colegios. Algunos de ellos fueron tan concurridos como el 1628 San Francisco de Borja Lima
de Guadalupe (Zacatecas), que en 1721 contaba con 700 alumnos, y el de 1629 San Francisco de Borja Guatemala
San Ildefonso (México), que tenía 800 en 1645 y 1.500 en 1680. 1680-2 Huamanga
1686 Chiapas
Muchos son los que han achacado a estos centros el haber transmitido 1688 Guadalajara
una formación intelectual excesivamente retórica y poco crítica. Aunque se 1724 San José La Habana
ha dicho también que la labor universitaria de España en América era un 1728 Antioquia (Colombia)
1732 Guanajuato (México)
edificio carente de base social, porque no existía un número suficiente de 1744 Santa Fe y Real de Minas Guanajuato (México)
centros educativos elementales, algunos estudios monográficos revelan que 1779 Asunción
la situación fue mejorando con el tiempo; así, por ejemplo, Guadalajara 1789 San Ignacio Buenos Aires
706 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.38. La Iglesia y la enseñanza superior 707
III. LAS UNIVERSIDADES des europeas llevan hoy a algunos autores a no querer insistir en la depen-
dencia de las universidades hispanoamericanas respecto a la de Salamanca.
Fue muy directa la acción de la Iglesia sobre ellas, pues, además de que En América además hubo que adaptarse a las precarias condiciones de una
muchas veces surgieron de estudios conventuales, casi siempre se crearon sociedad en fase de consolidación. En realidad queda por hacer todo un
por iniciativa de los religiosos o de los obispos y conservaron un acentuado estudio crítico acerca de la relación entre las universidades de uno y otro
tono eclesiástico, dadas las carreras preferentemente eclesiásticas que se lado del Atlántico. La carencia de jurisdicción del rector y de exención fiscal
cursaban en ellas. A mediados del siglo XVIII había 25 universidades en del profesorado son otras dos diferencias iniciales importantes respecto al
América: México, Mérida de Yucatán, Guadalajara, dos en Santo Domingo, modelo salmantino. En México, además, desde 1613 los religiosos podían
La Habana, Guatemala, Nicaragua, Panamá, Charcas, dos en Bogotá, dos en votar en la dotación de cátedras, contra la costumbre de Salamanca. Con el
Venezuela, cuatro en Quito, Lima, Huamanga, dos en Cuzco, dos en Santia- auge de la mentalidad criolla en las universidades hispanoamericanas se
go y Córdoba de Tucumán. Excesivas, si se tiene en cuenta el número de fueron resaltando las diferencias con el modelo salmantino.
alumnos, pero necesarias pensando en las distancias que las separaban. En ocasiones la autoridad civil intenta, como en el caso de las constitu-
La mayoría de ellas fueron fundadas durante el siglo XVII. Cada una ciones del virrey Toledo (1581) para la Universidad de Lima, que el rector
tenía caracteres muy específicos. Humboldt, que conoció algunas, dijo: «Me sea, al menos alternativamente, un eclesiástico y un seglar, pero que no sea
ha parecido que en México y en Santa Fe de Bogotá hay una tendencia en ningún caso un religioso. Se trata de un proceso de secularización que no
notable al estudio profundo de las ciencias; en Quito y en Lima más gusto se da siempre; así, por ejemplo, todos los rectores de la Universidad de
por las letras y por todo aquello que tiene una imaginación ardiente y activa Guadalajara, fundada en 1791, fueron sacerdotes seculares. Y en 1656 el
y más luces sobre las relaciones políticas entre las naciones, y mejores nocio- Consejo de Indias dispuso que fuesen excluidos en México del cargo de
nes sobre el estado de las colonias y de sus metrópolis en Caracas y en La rector los casados, porque ello podía desentonar en una comunidad de
Habana». Nosotros, por limitaciones de espacio, sólo intentaremos delinear docentes que tanto tenía de eclesiástica. En esto como en todo, las directri-
algunos de sus rasgos generales. ces generales no nos deben hacer olvidar las diferencias existentes entre
sociedades muy alejadas físicamente entre sí, sin olvidar tampoco el influjo
A) Aspecto jurídico de los factores individuales, como en el caso del virrey Toledo.
Sostienen algunos autores que en las cláusulas del regio patronato no se Carecemos también de un estudio sistemático de la política de la Santa
incluía la fundación de universidades, por lo que las de Indias conservaron Sede respecto a las universidades de la América española, pero sabemos que
el carácter eclesiástico que habían tenido desde la Edad Media las europeas, después de una etapa de indecisión en que la Corona se adelanta a la Iglesia
y el pase regio, al menos en los primeros años, no fue indispensable. Otros en la concesión del pase regio a las universidades mayores de Lima y México,
autores, en cambio, subrayan que surgen en un momento de auge de la desde 1619, haciéndose eco de las dificultades materiales que implicaba en
autoridad de los monarcas, por lo que el pase regio, si no de derecho, de Hispanoamérica hacer una carrera universitaria, indispensable para la for-
hecho se hizo indispensable y en más de una ocasión fueron necesarios mación de los cuadros rectores de la Iglesia local, concedió a los dominicos
muchos años de gestiones ante el Consejo de Indias, previo el informe por diez años la facultad de regir universidades a doscientas millas, al menos,
favorable del fiscal de la Audiencia respectiva, para conseguir la fundación de distancia de la universidad más cercana. En 1621 concedió lo mismo a los
de una universidad, teniendo que costear los solicitantes la presencia en jesuítas, y en 1634 emitió un breve de carácter general.
Sevilla de un delegado o representante que gestionase la fundación. En el aspecto institucional hay que diferenciar además las universidades
Los monarcas españoles, además de hacer necesario el pase regio, exi- mayores, en realidad sólo dos en toda la América hispana, México y Lima, y
gieron que la futura universidad tuviera asegurada su subsistencia económi- las universidades menores, diferenciadas de las anteriores por carecer de
ca, a base muchas veces de fondos y rentas eclesiásticos. Esa dependencia alguna de las facultades o, en ocasiones, por no poder además otorgar
política de las universidades respecto a la Corona se manifestó además en grados más que intra claustra o con validez sólo en América. Las universida-
una acentuada presencia de la autoridad del virrey en el gobierno y en el des mayores hicieron todos los esfuerzos posibles para mantener el monopo-
protocolo de las mismas. En México hasta 1638 no se liberaron las autorida- lio de su rango dentro de sus áreas geográficas respectivas.
des académicas de la obligación de salir a recibir al nuevo virrey.
B) Política del Consejo de Indias
Hasta la Recopilación de 1681 no estuvieron jurídicamente reguladas las
universidades hispanoamericanas. En esa legislación se reafirmaba un aspec- No se ha hecho todavía un estudio sistemático de la política del Consejo
to jurídicamente característico: el reforzamiento de la autoridad del rector de Indias respecto a las universidades indianas; la historiografía sobre el
frente a la del maestrescuela, excepto en el caso de la Universidad de tema se ha limitado hasta ahora a consignar los datos, sin atreverse a caracte-
Caracas, en la que en 1742 se definen las funciones del cancelario, general- rizar los procesos; pero se pueden adelantar algunas líneas maestras de dicha
mente el maestrescuela de la catedral. Estas diferencias con las universida- política. En general, el Consejo se preocupó sobre todo de que no se funda-
708 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.38. La Iglesia y la enseñanza superior 709
sen universidades prematuramente o entrando en conflicto con otras ya rios a los pobres (en 1770 se redujeron los gastos para la obtención del
existentes. grado de bachiller a quienes pudiesen demostrar su pobreza, y en 1788 se
En el siglo XVI, dos temas parecen preocupar al Consejo: el que los estableció que uno de cada diez bachilleres pudiese obtener gratuitamente
miembros de la Audiencia ocupasen o no el cargo de rectores y el uso que se el grado) y marginados (en 1812 se obligó a la Universidad de Caracas a
hiciese de la imprenta en las universidades. En el primer tema la tendencia admitir africanos en sus aulas).
del Consejo a finales de siglo fue, tanto en Lima (1589 y 1598) como en 4) La tendencia de las universidades a convertirse en órganos del
México (1597) la de excluir a oidores y fiscales del cargo de rectores, aunque Estado para el control de la enseñanza superior. En 1801, por ejemplo, se
muchos decían que ello acarrearía dificultades económicas a las universida- estableció un censor regio en la Universidad de Caracas para la supervisión
des. Respecto al segundo tema, en 1583 el Consejo permitió que se impri- de las opiniones vertidas en las publicaciones y en la docencia.
mieran en dichos centros libros que estuviesen en consonancia con la virtud. 5) Tendencia a suprimir las cátedras de lengua indígena, establecidas
Durante el siglo XVII el acceso de los miembros de las Audiencias al cargo obligatoriamente y favorecidas de diversos modos en el siglo XVI, para fo-
de rector oscila entre la aprobación para México en 1609 y la vuelta a la mentar la implantación del castellano (1770).
prohibición para la misma universidad en 1646 y 1649 (Constituciones del
obispo de Puebla Juan de Palafox y Mendoza). El Consejo tomó también la C) Aspecto socioeconómico
iniciativa de rogar al Papa en 1617 concediera a dominicos y jesuítas la Parece, ante todo, que las universidades hispanoamericanas fueron
validez académica de los estudios de filosofía y teología impartidos en cole- centros escasos en fondos y que sólo la condición eclesiástica de muchos de
gios y conventos de dichas Ordenes situados lejos de las universidades ya sus profesores y alumnos aseguró su pervivencia, ya que el dedicarse a la
existentes, y tendió también a intervenir en los conflictos académicos entre docencia universitaria era una especie de honor que en modo alguno podía
dominicos y jesuítas a favor de la equiparación académica de ambos (p. ej., garantizar el mantenimiento digno de un intelectual. En 1594, el sueldo del
en Bogotá, en 1655 y 1681, y en Quito, en 1649). Favoreció asimismo el catedrático de gramática de la Universidad de México no representaba sino
Consejo durante el siglo XVII la creación de cátedras escotistas y suaristas, la cuarta parte del gasto anual de una persona (250 pesos), y poco antes
regentadas por franciscanos y jesuítas, respectivamente, no sabemos todavía (1571) los catedráticos de dicha universidad se quejaban, incluso, de que no
con qué fines. En las constituciones de la Universidad de Guatemala, apro- cobraban.
badas en 1685, el Consejo impuso una añadidura a la constitución 107 a Quizá por esta penuria eran tan elevados los gastos de obtención de
favor del estudio de doctrinas filosóficas distintas. Según el obispo Payo de grados, lo que, sin duda, excluyó de la universidad a las clases bajas o a los
Rivera, era una medida útil para desenvolverse en un mundo lleno de que no contasen con alguna ayuda. En 1792, en la Universidad de Caracas,
controversias, como el de la Contrarreforma. equivalían a dos años de sueldo de un catedrático.
A mediados de este siglo (México, 1657) comienza también el Consejo a Algunas universidades del Nuevo Mundo tardaron mucho en tener
pedir informes a las universidades sobre la conveniencia de que los alumnos edificio propio, y a veces loables deseos de reforma, como los del virrey
votasen en la adjudicación de cátedras. Amat en Lima, fracasaron por motivos económicos (1771). En la Universi-
Pero es sin duda durante el siglo xvill y comienzos del xix cuando la dad de San Cristóbal (Huamanga) sólo había en 1792 dos cátedras (artes y
política del Consejo adquiere mayor interés, y por ese motivo ha sido algo teología) por falta de fondos.
más estudiada. Podemos destacar las siguientes directrices: El Estado fue cicatero en la concesión de medios, por lo que las univer-
1) Tendencia del Estado español a que fuesen seglares quienes impar- sidades tuvieron que sostenerse gracias a rentas eclesiásticas y donaciones
tiesen las cátedras de derecho (San Gregorio de Quito, en 1704 y 1724) para privadas.
contrarrestar el influjo de las doctrinas antirregalistas defendidas por los En estas condiciones, había pocos estímulos, aparte la vanagloria, que
jesuítas. En 1738 se creó en Chile la Universidad de San Felipe expresamen- tanto suele encandilar al intelectual, para la consolidación de una verdadera
te para dotarla de estudios de derecho. carrera universitaria. En consecuencia, los estímulos para estudiar en la
2) La medida política más importante adoptada por el Consejo en el universidad se encontraban fuera de ella; en este sentido, la Iglesia era la que
siglo x v m fue la expulsión de los jesuítas (1767), en un esfuerzo claro por ofrecía mayores perspectivas de trabajo: era indispensable, por ejemplo, una
arrebatar a la Iglesia el predominio en el ámbito educativo, apoderarse de licenciatura universitaria para aspirar a canonjías y curatos; y, evidentemen-
los cuantiosos bienes culturales acumulados por losjesuítas y anular definiti- te, se necesitaban más sacerdotes que médicos o abogados para el funciona-
vamente el influjo ejercido por ellos sobre las conciencias. En la Universidad miento de la sociedad indiana. Así se explica que sólo después de la expul-
de Córdoba, por ejemplo, no se permitió que ejerciesen la docencia después sión de los jesuítas (1767) comenzó a aumentar en las universidades hispano-
de la expulsión ni siquiera los sacerdotes seculares que habían sido educados americanas el profesorado seglar. Todavía en 1758 un informe del arzobis-
por los jesuítas. po de Lima, Pedro Antonio Barroeta, acusaba a los religiosos de acumular
3) Una tendencia clara a favorecer el acceso a los estudios universita- cátedras.
710 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.38. La Iglesia y la enseñanza superior 711
Así se nos configura la universidad hispanoamericana como clerical y diera el paso definitivo a una física totalmente desconectada de la teología.
elitista, sobre todo desde que fue perdiendo la herencia medieval de partici- A medida que avanza el siglo se oyen voces cada vez más numerosas
pación estudiantil en el gobierno interno y en la selección del profesorado contra Aristóteles y la metafísica. José Baquijano, por ejemplo, en su proyec-
(en México, ya lo hemos dicho, desde 1657; en Lima, desde 1684). En to de reforma de Lima en 1783. También en Lima en 1791 se pidió que los
México, los oidores de la Audiencia se quejaban del predominio clerical en exámenes de filosofía no se siguiesen haciendo sobre los textos de Aris-
la universidad (1684). Ya en 1589 todos los catedráticos de Lima eran tóteles.
criollos. En cuanto a la medicina, separada de las matemáticas en México desde
Ese carácter clerical y elitista de la universidad de las Indias aparece más 1773, José Hipólito Unanúe funda en 1811 en Lima el Colegio de San
claro si examinamos el número de alumnos que la frecuentaban. La de Fernando, donde la filosofía aristotélica era sustituida por la física experi-
México contaba en 1630 con 120 alumnos de retórica, 187 de artes, 42 de mental.
teología, 65 de cánones, 10 de leyes y 14 de medicina (obsérvese que, 4) La introducción del libro de texto en la enseñanza frente al viejo y
dejando aparte los alumnos de base, retórica y artes, consideradas facultades lento método del dictado, como se hizo en 1767 en la Universidad de San
menores, hay una proporción de 107 alumnos de carreras eclesiásticas fren- Felipe (Chile) y en 1791 en la Academia Carolina de Charcas. Predominaron
te a 24 de carreras civiles, es decir, la cuarta parte). Dicha proporción se los textos extranjeros de tendencia conservadora.
mantenía en 1791, ya que había en dicha universidad cinco cátedras de 5) La introducción de los estudios históricos en la universidad. En
teología, una de cánones, una de derecho y una de medicina. 1804 se creó una cátedra de historia de la Iglesia en Caracas.
En cuanto a Lima, sabemos que el colegio jesuíta de San Pedro y San Las críticas de los positivistas a que nos hemos referido al principio
Pablo, con sus 300 alumnos, planteaba una seria competencia a una univer- tuvieron inicio en la propia autocrítica que surgió en las universidades
sidad casi vacía, y lo mismo seguía diciendo el informe de 1758 a que nos indianas al llegar el siglo XVIII. Sin olvidar todos sus defectos, ellas fueron el
hemos referido. cimiento de la religión y de la cultura en Hispanoamérica. La de San Felipe,
En las universidades de más reciente fundación, como la de Cuba por ejemplo, produjo 299 doctores entre 1738, fecha de su fundación, y
(1728), fundada por los dominicos en su convento, parecen orientarse más 1810. La de Guatemala, fundada en 1676, graduó 23 bachilleres en 1746,
los estudios a las carreras civiles: en 1775 se matricularon 183 alumnos y en una ciudad que contaba con unos 20.000 habitantes en 1788.
había dos cátedras de teología escolástica, dos de leyes, dos de derecho real, El celo inigualable de muchos eclesiásticos hizo posible en América una
una de sentencias, una de Santo Tomás, cuatro de medicina, una de filosofía, labor seguramente desproporcionada respecto a los medios empleados por
una de matemáticas y una de gramática: es decir, dejando a un lado las de el Estado.
filosofía y gramática, había cuatro cátedras eclesiásticas y nueve civiles.
NOTA BIBLIOGRÁFICA
D) Régimen de estudios y aspecto científico Repertorios de fuentes impresas
Ese predominio de la Iglesia en las universidades no las libró de la R. GIBERT, «Bibliografía sobre Universidades hispánicas», en Bibliographie Inter-
corrupción y de la decadencia. En México, por ejemplo, donde hacia 1575 nationale de l'Histoire des Universités (Ginebra, 1973), 1-100; I. LEAL, Cedulario de la
las cenas y convites tenían más importancia para la consecución de grados Universidad de Caracas, 1721-1820 (Caracas, 1965), 7-15.
que los propios exámenes, se rebajaron a dos los años de teología y hacia Obras generales sobre enseñanza superior
1618 era habitual la corrupción en las oposiciones. Todavía en 1738 era muy
A. ALVAREZ MORALES, La Ilustración y la reforma de la Universidad en la España del
frecuente la venta de grados académicos. siglo xvni (Madrid, 1971); M. C. BENASSY y otros: Etudes sur l'impact culturel du
A medida que avanza el siglo XVIII, sin embargo, hay indicios de refor- Nouveau Monde (París, 1981); C. A. CABALLERO, Historia de la educación peruana.
mismo y de inconformismo intelectual, cuyo origen, como dijimos, estaba a Período de la colonia (lea, 1964); C. CASTAÑEDA, La educación en Guadalajara durante la
veces más en los colegios y seminarios que en las propias universidades. colonia, 1552-1821 (México, 1984); G. FURLONG, Una estimación del desarrollo de las
ciencias matemáticas, físicas y naturales en el Río de la Plata entre 1536 y 1810 (Córdoba
Podemos resumir esos indicios de renovación en los siguientes: [Argentina], 1970); L. GÓMEZ CAÑEDO, La educación de los marginados en la época
1) La importancia creciente dada a las bibliotecas en las universida- colonial (México, 1982); C. GONZÁLEZ ORELLANA, Historia de la educación en Guatemala
des. En México se creó en 1726 una sala de librería en la Universidad, que (Guatemala, 1970); P. HENRÍQUEZ UREÑA, Historia de la cultura en la América Hispana
llegó a tener 20.000 volúmenes en 1784. (México, 1947). Véase también la Recopilación de leyes de los reinos de las Indias, libro
1, título 22.
2) El establecimiento de exámenes anuales. En la Universidad de
Córdoba, por ejemplo, desde 1683 en teología y desde 1757 en filosofía. Centros superiores de las Ordenes religiosas
3) Introducción de las matemáticas en 1650 en Lima, cátedra regen- A. ALVAREZ, «El Colegio de San Buenaventura de Guadalupe en Lima
tada por un mercedario, y de la física experimental junto a la especulativa (1611-1821)»: Missionalia Hispánica 28 (Madrid, 1971), 77-105; F. CAMPO DEL Pozo,
(en Guatemala, en 1765; en Caracas, en 1786), aunque no parece que se El agustinismo y la »ratio studiorum* de la Provincia de Nuestra Señora de Gracia en el
C.38. La Iglesia y la enseñanza superior 713
712 P.IV. La irradiación de la Iglesia
Nuevo Reino de Granada (San Cristóbal [Venezuela], 1984); G. FURLONG CARDIFF, en Guatemala, 1548-1688 (Guatemala, 1954); ID., Universidad de Guatemala: su origen,
Historia del Colegio del Salvador y sus irradiaciones culturales y espirituales en la ciudad de fundación y organización (Guatemala, 1976).
Buenos Aires, 1617-1943 (Buenos Aires, 1944); D. RUBIO, «Fundación del Colegio de
San Ildefonso (Lima)»: Archivo Agustiniano 45 (Valladolid, 1951), 298-323; C. SAENZ Universidades bolivarianas
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CAPÍTULO 39

LA IGLESIA Y LA ENSEÑANZA ELEMENTAL


YSECUNDARIA

Por JAIME GONZÁLEZ RODRÍGUEZ

Renunciamos a hacer aquí un recuento completo de todas las institucio-


nes docentes de la Iglesia en América, ya que, además de la falta de espacio
para ello, se requiere aún un largo trabajo de documentación de primera
mano para tener conocimiento seguro de muchas de ellas.
Los cronistas de las Ordenes religiosas suelen silenciar el tema de la
enseñanza, y los datos de que disponemos sobre centros docentes son a
menudo contradictorios. Por ello, los trabajos monográficos realizados con
documentación de archivo son el más seguro apoyo para el conocimiento del
tema que nos ocupa.

I. OBSERVACIONES GENERALES

La estructura educacional de la América hispana estuvo marcada por


un condicionamiento: la abrumadora desproporción entre el espacio y la
población cuyas necesidades había que cubrir, por un lado, y el potencial
demográfico con el que contaba España para realizar la tarea educativa y la
escasez de sacerdotes, por otro. No hay que perder nunca de vista el hecho
esencial de que el Regio Patronato no fue sino consecuencia de una Iglesia
sumida en una profunda crisis y en una angustiosa carencia de clérigos,
sobre todo bien formados. Muchos de los aspectos de la educación elemen-
tal y media de Hispanoamérica sólo se entienden a la luz de este fenómeno
básico.
Para encontrar solución a este problema es evidente que la Iglesia,
cuyos representantes se sentaban en los órganos más importantes del Estado
durante los tres siglos de la etapa colonial, trabajó de consuno con los
políticos, pues debió de ser evidente desde el primer momento que una
religión como la católica exigía en el catecúmeno un cierto grado de alfabeti-
zación y que no se podía evangelizar a los indígenas sin antes elevar su nivel
cultural según las pautas occidentales. Por eso, desde el primer momento, la
catequesis estuvo, siempre que fue posible, acompañada de las enseñanzas
básicas de lectura, escritura y, a veces, aritmética.
Aunque los primeros misionólogos formularon esa convicción diciendo
que era necesario hacer a los indígenas «primero hombres y luego cristia-
nos», en la práctica, dado el abismo de ignorancia en que, a los ojos de los
716 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.39. Iglesia y enseñanza elemental y secundaria 717
europeos, los indios se encontraban, ambas metas eran inseparables, y se interés, tanto de la Iglesia como del Estado y de las instituciones culturales
puede decir que nunca la catequesis se dio separada de la enseñanza elemen- y locales, por atender la educación de la población, ahora con carácter de
tal. Así pues, la extensión de la enseñanza elemental en América está íntima- servicio público, mediante la fundación de escuelas interclasistas y gratuitas,
mente relacionada con las exigencias de la evangelización. aunque sin olvidar del todo ciertos prejuicios clasistas y raciales.
De este modo lo entendió el Estado catequista, y ya desde 1503 una
ordenanza dirigida a Nicolás de Ovando, gobernador de la Española, la
primera conocida en materia de enseñanza, prescribía hacer una casa donde II. LA ENSEÑANZA ELEMENTAL PARA HIJOS
DE CACIQUES
el cura de cada población reuniera a los niños para enseñarles a leer y
escribir a la par que los catequizaba. Un elemental sentido de la realidad
aconsejaba, además, comenzar la educación de los indígenas por los niños, A) Razones de su implantación
más maleables que sus padres. Consecuencia de esa colaboración estrecha Es evidente que los misioneros dedicaron desde los primeros tiempos
entre la Iglesia y el Estado catequista fue que, a mediados del siglo XVII, no una atención especial a los hijos de caciques, sobre todo a los que gozaban
había pueblo ni rancho donde la escuela faltase. de derechos sucesorios, y que dicha preferencia no se debió exclusivamente
Esta vinculación de la enseñanza elemental a la evangelización propor- a razones de marginación social de los menos afortunados. La causa princi-
cionó al Estado, casi gratuitamente, un considerable número de incultura- pal de este fenómeno fue, sin duda, la escasez de clérigos, que imponía una
dores dispuestos a elevar, con miras a la expansión de la fe cristiana, el nivel selección de los beneficiarios del escaso capital educativo disponible.
cultural de los nuevos subditos americanos, lo que facilitaría enormemente Todavía en 1746, las ciudades argentinas de Mendoza y San Juan sólo
su inserción en las estructuras estatales. La Iglesia, por su parte, acuciada tenían un cura cada una. Dicha escasez aconsejaba preferir como educandos
por la penuria de sacerdotes, intentó desde el primer momento dar acceso al a quienes, por su ascendiente social, podían convertirse pronto en eficaces
indígena a la cultura superior, especialmente con miras a que hubiera sacer- colaboradores del clérigo evangelizador. Dicha colaboración fue, sin duda,
dotes nativos. una de las primeras y más eficientes formas de apostolado laical en la
Además del esfuerzo bien conocido del colegio de Santa Cruz de Santia- evangelización de América.
go de Tlatelolco (México), es prueba de ello que ya en 1538 el obispo de El Estado catequista tuvo siempre presente esta necesidad, como lo
Cartagena, Jerónimo de Loaysa, solicitara una escuela para la formación del demuestra el que ya en las Leyes de Burgos (1512) se ordenase que los
clero indígena. encomenderos entregaran a los franciscanos los hijos de los caciques; en
Pero este objetivo de inculturación del indígena, por diversas razones, 1518 se concretaba que se les entregasen a ellos o a los dominicos los
entre ellas el fracaso en obtener sacerdotes nativos y el peligro de herejías e menores de diez años, ampliándose dicha edad en 1528 hasta los trece años.
insurrecciones entre ellos, se fue limitando en sus metas a la enseñanza Por eso es un hecho recurrente el que, nada más terminada la conquis-
elemental o a los conocimientos (como la música y la lectura del latín) que ta, se mande a los encomenderos, como obligación inherente a su cargo, el
podían convertir al indígena en auxiliar del servicio al culto. Así, por ejem- que se hagan responsables de la educación de los vastagos de los indios
plo, en 1695 una real cédula ordenaba al obispo de Caracas que vedase a los principales. En Guatemala lo impuso así, en 1549, el licenciado Cerrato. En
doctrineros otras escuelas que las de leer, escribir y contar. Santa Marta, en 1530, es el dominico Tomás Ortiz quien ordena a los
Por tanto, en líneas generales, puede decirse que la estructura cultural encomenderos educar en su casa a uno o dos caciquillos. En Perú, Pizarro da
creada por España en América fue una estructura de base muy amplia, pero orden a los encomenderos, en 1534, de enviar a los caciquillos a los conven-
de cúspide restringida, es decir, que las instituciones de nivel superior eran tos, adelantándose a las ordenanzas reales de 1536, en las que se establecía
escasas y con alumnado poco numeroso, pero que, aunque a veces el carác- que los encomenderos se hiciesen cargo de la manutención de los caciquillos
ter minoritario de la enseñanza superior fue producto de prejuicios sociales mientras estuviesen educándose con los misioneros. En 1541, que se encar-
y raciales muy enraizados en la sociedad, generalmente se tuvo más en gara de su educación en los pueblos de españoles el párroco u otra persona
cuenta las cualidades intelectuales de los candidatos que su fortuna y condi- que entendiera la lengua de los indios.
ción social. Debe decirse también que la Iglesia intentó contrarrestar el afán La Iglesia actuó del mismo modo. El primer Concilio de Lima, en 1552,
de lucro que animó con frecuencia la enseñanza privada, en Hispanoaméri- obligó a que se destinase una casa en cada pueblo cabecera de distrito para
ca como por doquier, animando a las instituciones religiosas a que diesen los caciquillos, donde se recogieran tres o cuatro por aldea. En Santa Fe, el
ejemplo de caridad con los marginados. arzobispo Zapata ordena, en 1573, que cada doctrinero tenga en su casa
En cuanto al desarrollo evolutivo de la enseñanza elemental, se advierte veinte hijos de caciques para enseñarles lectura, escritura y aritmética, y así
que, agotado el espíritu de conquista espiritual de los primeros años, que convertirlos en educadores de sus congéneres.
produjo ejemplos tan gloriosos de entrega total a la educación como el de J u n t o a la penuria como fuente del sistema, ha de verse también el
fray Pedro de Gante, vuelve a producirse en el siglo xvill un renovado instinto de los misioneros, especialmente los franciscanos novohispanos, de
718 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.39. Iglesia y enseñanza elemental y secundaria 719
adaptarse a las estructuras educativas vigentes ya entre los mexicas, quienes
plebeyos, que aprendían oficios mecánicos. Vemos cómo los jesuítas incor-
concedían una atención especial en los «calmécac» a los hijos de la nobleza.
poran desde los comienzos a su pedagogía el interés mediante la emulación.
Se intentó imitar incluso, por adaptarse a la mentalidad indígena, la dureza
El colegio de El Parral (Chihuahua) era para los indios nobles de Sinaloa y
de la vida en el «calmécac».
Sonora.
No extrañe, por ello, que en los internados adosados a los conventos los
hijos de caciques estuvieran sometidos a un régimen de vida que en poco A veces, el Estado asumió el sostenimiento de la educación de los hijos
difería del de los frailes. Los alumnos del colegio jesuíta del Príncipe o de de caciques, aunque ya en época posterior. Así, por ejemplo, en 1697
San Francisco de Borja, en Lima, hacían diariamente examen de conciencia Carlos II encarga a los jesuítas la fundación en Santiago de una escuela para
y se aplicaban disciplinas. Por otra parte, esa concepción de que quienes veinte caciquillos becarios. El rector cobraba 280 pesos anuales, y 220 cada
estaban llamados a desempeñar una tarea de gobierno necesitaban una uno de los veintidós maestros. El rey contribuyó con 1.920 pesos. En 1723,
educación de más largo alcance, a fuer de natural en una situación de gran una sublevación acabó con el centro.
penuria como aquélla, coincidía con lo que se pensaba entre los españoles
sobre el tema. III. LA ENSEÑANZA ELEMENTAL DE LA MUJER
Ya en 1570, sin embargo, se lamentaban los franciscanos de haber
dejado de prestar atención exclusiva a los hijos de los caciques. Pero el Diversas causas entorpecieron el desarrollo de la educación de la mujer,
sistema, armónico con la naturaleza de los hechos, no desapareció. En 1589, que no estaba llamada a ejercer funciones de cooperación en la celebración
el general jesuíta Aquaviva se manifiesta interesado por él en carta al provin- del culto. Por ejemplo, los educadores natos en la América hispana, los
cial de Nueva España. religiosos, no eran los más indicados para mantener con las indias el trato
continuo que exige una labor educativa. La mentalidad discriminatoria,
B) Modalidades del sistema especialmente la de los indígenas, en el tema de la educación, a la que ya nos
En la Española, en tiempo de Nicolás de Ovando, comienzan los francis- hemos referido repetidamente, tampoco la favorecía. En Nueva España, por
canos a prestar una atención especial a los hijos de los caciques en sus dos ejemplo, en tiempos del obispo Zumárraga los indios educados con los
conventos de Santo Domingo y Concepción de la Vega, aunque, según Las franciscanos no querían casarse con las indias que recibían educación pare-
Casas, sólo les enseñaban buenas costumbres. En Cumaná, ya en 1516, cida, porque, según el patrón vigente en España, el marido debería alimen-
fundaron un convento donde educaban a los hijos de los caciques. tar a su esposa, mientras según el patrón indígena la costumbre era la
Los mismos hijos de San Francisco fueron también paladines del siste- inversa.
ma en Nueva España desde que en 1524 ordenara Cortés que los encomen- Pero hubo también factores que alentaron a dedicar atención a la
deros enviaran los caciquillos a los frailes, al párroco o a persona hábil o mujer, como la necesidad de buscar adecuadas compañeras a los indígenas
suficiente. En 1525 fundaron en México el colegio de San José, anejo al educados por los misioneros y la necesidad de sustraer a las indias de los
convento de San Francisco, que recogía los caciquillos de la comarca. Otrd abusos de los caciques.
fundaron en Zinepécuaro (Michoacán) para caciquillos chichimecas, y en
1531 Jacobo de Tastera otro en Champotón, que tuvo que abandonar por A) Formas que presentó la educación de la mujer
los abusos de los españoles. En Nicaragua, los franciscanos educaban eri
1533 a noventa caciquillos, uno por encomienda. En 1542 enseñaban, en su La forma más antigua fue la educación recibida en los patios de los
convento de Quito, a dos hijos de Atahualpa. conventos franciscanos, donde las niñas indias, juntas nobles y plebeyas,
En cuanto a los dominicos, tuvieron un colegio para caciquillos ett aprendían bajo la tutela de matronas o madres espirituales, quienes las
Chiribichi (Cumaná) y más tarde otro en Sombrerete (Nueva España). recogían por los barrios, las distribuían en corrillos para la enseñanza y las
Los jesuítas fundaron en La Habana, en 1568, un colegio para caciqui- acompañaban luego a sus casas. Una vez que estaban ya agrupadas, un niño
llos a sugerencia de Pedro Meléndez de Aviles, efímero, sin embargo, por de los que se educaban con los frailes les enseñaba en cada corrillo hasta que
muerte de dos de los tres alumnos que tenía. Suyo fue también el de San alguna más adelantada podía enseñar a las otras. Como se ve, era un sistema
Martín Tepotzotlán (1582), fundado a instancias del cacique Martín de que intentaba obviar la penuria de evangelizadores echando mano de la
Maldonado para indígenas, caciques y plebeyos. Era una especie de escuela ayuda mutua de los educandos, convertidos en responsables y protagonistas
graduada en que los alumnos estaban divididos en tres niveles: catecismo de la educación de sus congéneres. Se trataba de conseguir la colaboración
para todos, escritura para los más adelantados, especialmente nobles, y de los propios indígenas en la extirpación de la idolatría.
música y canto para los acólitos, quienes iban uniformados con un atuendo Los franciscanos conservaban en Panamá, en una fecha tan avanzada
mitad español mitad indígena. También en la enseñanza de los oficios s e como 1796, su costumbre de los primeros años de impartir enseñanza a
hacía distinción entre los nobles, a quienes se enseñaban las artes, y los niños de ambos sexos, a quienes, en este caso, proporcionaban además ropa
720 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.39. Iglesia y enseñanza elemental y secundaria 721
y comida. Y lo mismo sucedía por la misma época (1795) en las misiones B) Contenido de la enseñanza para mujeres
franciscanas de Tarija.
Según fray Juan de Torquemada, esas matronas o madres espirituales La mentalidad abiertamente discriminatoria a que antes nos hemos
recibieron el nombre de beatas «y ayudaron mucho a los frailes en las cosas referido consideraba que las funciones reservadas a la mujer en la estructura
de la doctrina y policía cristiana». Una real cédula de 1531 establecía que las social eran las relacionadas con la maternidad y el cuidado de la casa. Por
beatas dependieran del obispo, «pues al presente no han de ser profesas». eso, generalmente, la enseñanza dirigida a ella se limitó a catecismo y labo-
res.
Pero fueron las monjas quienes más contribuyeron a la educación de la
mujer americana. Cortés, en su viaje a España en 1528, negoció el envío a Cuando en 1754 surgen los colegios de la Compañía de María, dicha
Nueva España de terciarias franciscanas. En 1771 el cuarto Concilio mexica- enseñanza se amplía a la lectura (en latín y romance), escritura y aritmética.
no quiso salir al paso de la pérdida del vigor de la vida monástica que muy En 1768, el arzobispo de México, Francisco Antonio de Lorenzana, educa-
frecuentemente traía consigo la convivencia de alumnas con las monjas en do con los jesuítas, en su visita pastoral a Querétaro estableció en el beaterío
las celdas de los conventos, ordenando que las niñas salieran de los monaste- carmelita de la ciudad una escuela gratuita para indias y criollas con dos
rios. Dicha medida se vio reforzada por una real orden de 1774, que prohi- aulas, una para labores y otra para la enseñanza de lectura, escritura y
bía también tener educandas en los conventos. Pero la experiencia demostró catecismo. Dos colegialas residentes en el centro ejercerían de profesoras.
que la estructura educativa existente entonces en México no era capaz de Más adelante se admitirían pensionistas debidamente separadas de las mon-
cubrir la atención a la mujer educanda sin la colaboración de los conventos, jas.
y en 1796 se vuelve a permitir la educación femenina en los monasterios. En
1817, un Estado cada vez más responsabilizado en proporcionar educación C) Modalidades principales
pública y gratuita a los ciudadanos pedía que fuesen gratuitas todas las
Con frecuencia, los centros docentes de la Iglesia eran los únicos gratui-
escuelas de los conventos de religiosas.
tos. Según un informe hecho por encargo de la Real Sociedad Económica,
También fue muy frecuente la enseñanza privada ejercida por mujeres en 1793 había en La Habana 32 escuelas para niñas, de un total de 39,
sin cualificación especial en las llamadas «amigas». En las Ordenanzas de dirigidas muchas veces por negras y mulatas libres, y sólo la de Belén era
1600 para Nueva España se exigía, para abrir una «amiga», una solicitud gratuita. También en Guatemala, en 1781, los betlemitas abrieron escuela
cursada al juez de informaciones de maestros de escuela, acompañada de fe pública. En Puerto Rico no había en 1799 más escuelas para niñas que las de
de bautismo y certificado de buena conducta y de tener instrucción religiosa la Iglesia.
expedido por el párroco. Estas maestras privadas, también llamadas beatas, Muchos sacerdotes emplearon su dinero en la fundación de centros
frecuentemente carecieron del debido nivel cultural, como reflejó un infor- docentes, como el chantre de la catedral guatemalteca, Jerónimo Romero,
me oficial de 1813. quien en 1592 solicitó la aprobación del Colegio de Nuestra Señora de la
Hubo también casas de recogimiento, donde un grupo de niñas o Presentación, destinado a hijas naturales de conquistadores, en régimen de
mujeres se recogían sin que la institución tuviera carácter de beaterío ni de internado, pero admitía también externas. Cuatro monjas concepcionistas
convento, como fue el caso de la casa de recogidas educandas en Córdoba, eran las profesoras. Además de catecismo y labores, enseñaban lectura y
confiada en 1796 a tres matronas. escritura. En 1799, el sacerdote Salvador Ximénez Padilla, siguiendo el
modelo de un centro fundado por fray José Antonio de San Alberto, creó en
La primera institución religiosa dedicada en América específicamente a
Potosí un colegio para huérfanas, usando beatas como núcleo del profesora-
la educación de la mujer fue el Colegio de la Enseñanza de la Compañía de
do. El sacerdote Antonio de Zúñiga organizó en Peumo (Chile), en 1690, un
María de México, fundado en 1754, influido por los sistemas educativos de
convento para enseñantes.
la Compañía de Jesús. Dicha institución contaba ya con cargos conventuales
específicamente docentes: maestra de clases, maestra de colegialas, portera También los prelados fueron particularmente sensibles a la necesidad
de clases, bibliotecaria. de centros docentes, como el obispo carmelita descalzo de Tucumán fray
Hubo también casas para niñas perdidas, como el Colegio de Doncellas José Antonio de San Alberto, quien fundó un internado para niñas huérfa-
de Nuestra Señora de la Caridad, fundado por la Cofradía de la Caridad o nas en Córdoba (1782), en el antiguo colegio jesuíta de Montserrat; La Plata
del Santísimo en 1545. Estaba regido por el rector y diputados de dicha (1792), para huérfanas nobles; una clase pública dirigida por dos beatas en
Cofradía y dirigido por una o dos españolas virtuosas. Este centro recibe en Catamarca (1809), que confió a Patricio Torrico Ximénez, familiar suyo, y
1548, al igual que el Colegio de San Juan de Letrán, al que se aludirá más con las mismas constituciones que el internado de Córdoba.
adelante, la mitad del ganado mostrenco de Nueva España y Nueva Galicia.
Un oidor de la Audiencia de México visitaba anualmente este centro, que
tenía en 1558, además de las colegialas, pupilas ricas de pago.
722 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.39. Iglesia y enseñanza elemental y secundaria 723

IV. LA ENSEÑANZA ELEMENTAL PARA NIÑOS ordenó que, como en España sucedía, los sacristanes se encargasen en cada
pueblo de la enseñanza de los indígenas.
A) Ámbito del sistema Para esas escuelas de misión se utilizaron siempre también maestros
naturales, es decir, los propios indígenas o alumnos más aventajados, que se
Sin duda la población masculina fue el sujeto básico de la educación en
convertían en maestros de sus compañeros. En una fecha tan temprana
América y Filipinas, aunque, como ya hemos dicho, ante la dificultad de
como 1550 había unas 60 doctrinas dominicas en Chiapas, y hacia 1577
atender a todas las necesidades, fue preciso conceder una atención especial
tenían unas 200 en el Nuevo Reino de Granada. En 1630 los franciscanos
a los hijos de caciques. Por encima de esta minoría merecieron una atención
tenían 30 en Nuevo México y 74 en 1780.
especial de evangelizadores y educadores, naturalmente, los hijos de españo-
les, sobre todo los de los conquistadores, beneméritos y primeros poblado- Un informe del comisario apostólico de los franciscanos, fray Manuel
res, y los criollos. de Silva, al rey en 1699 acerca de la situación de la enseñanza en Venezuela
podía afirmar: «Por lo que mira a la enseñanza del idioma español y habilida-
También los mestizos, especialmente los menos afortunados, es decir,
des de leer, escribir y contar, aseguro a V. M. que en los más pueblos hay
los abandonados por sus padres, fueron objeto de la atención caritativa de la
escuela para este efecto». En Píritu (Venezuela), donde los capuchinos cata-
Iglesia. Hacia 1547, fray Juan de Zumárraga fundó en México el colegio de
lanes habían entrado tres años antes, había ya en 1653 más de 200 niños que
San Juan de Letrán para «niños huérfanos hijos de españoles e indias»,
sabían leer. En 1779 los franciscanos tenían trece pueblos con escuela
institución que fue favorecida por el Estado en 1548 al concedérsele por
dependientes del colegio de misiones de Ocopa. En 1785, el obispo de
diez años la mitad del ganado mostrenco de Nueva España y Nueva Galicia.
Trujillo, Baltasar Martínez Compañón, había abierto 42 escuelas de doctri-
Este colegio admitía también a niños criollos y tenía un preceptor de gramá-
na en su diócesis.
tica indio con un salario de 100 pesos anuales. Tuvo este colegio constitucio-
nes propias desde 1557, según las cuales dos consiliarios teólogos ayudarían Una institución de raíz medieval como las escuelas monacales, centros
al rector en la dirección del centro y otro para enseñar latín a los profesores de cultura literaria, artesanal y agrícola, desempeñaron también en América
y a los alumnos más aventajados, entre quienes se seleccionaban seis alum- y Filipinas una amplia e inestimable labor ya desde el tiempo del obispo
nos por año para que siguieran estudios universitarios. Los alumnos hacían Zumárraga, quien afirmaba en una carta de 1531 que «los conventos tienen
vocabularios y traducciones de textos indígenas. junto a sí una casa para educación de los niños, y allí tienen su capilla, su
general, refectorio y dormitorio».
A veces era el Estado el que tomaba la iniciativa de crear estos centros,
como en Guatemala, por real cédula de 1549, y en el Nuevo Reino de El convento significaba, frente a la vida con frecuencia itinerante del
Granada, por real cédula de 1554. misionero, obligado a desplazarse en busca de las almas, la estabilidad y
continuidad que la labor educativa requieren. Consecuente con ello, el
En cuanto al resto de la población indígena masculina, allí donde había
virrey del Perú ordenó que siempre permaneciesen en él al menos dos frailes
un poblamiento concentrado en pueblos fue mucho más fácil ejercer la
para hacerse cargo de los educandos. Como ya hemos indicado, en los
función educativa. En cambio, donde la población estaba diseminada, como
conventos franciscanos de Nueva España los indios vivían en régimen de
en buena parte de América Central, hubo que hacer un esfuerzo mucho
internado, como en los «calmécac» aztecas. Los franciscanos comenzaron ya
mayor; los resultados, lógicamente, fueron más modestos. Esta es una nor-
en 1523, en su convento de Texcoco, a educar a los indígenas, y al año
ma que se deriva de la naturaleza de las cosas y es aplicable al conjunto de la
siguiente, apoyados por el conquistador humanista Cortés, reunieron en su
presencia española en América, que fue más rápida e intensa allí donde
convento de México unos mil alumnos indígenas. Y según el cronista Men-
existía ya una estructura social y estatal, valioso punto de apoyo para la
dieta, fray Alonso de Escalona reunió casi 600 en Tlaxcala en 1527.
implantación de la nueva cultura.
Según Constantino Bayle, hacia 1650 había en Hispanoamérica unos
400 conventos, la mayoría de los cuales, de una u otra manera, contribuían
B) Formas que presentó la educación de los niños
a la labor educativa. Donde el poblamiento era disperso y no había conven-
Sin duda, la más importante, por su alcance y extensión, fue la ejercida tos, la falta de centros docentes podía ser angustiosa. En 1621, los vecinos de
por los misioneros, doctrineros, sacerdotes y sacristanes a la sombra de la Realejo (Nicaragua) solicitaron la fundación de un colegio jesuíta «porque
iglesita de la misión. No disponemos aún de mapas que recojan la extensión hasta ahora no ha habido ni hay convento alguno». Para Centroamérica, a
y densidad de esta red de focos de cultura elemental que representa un dato finales del siglo xvm, da la cifra de unos 100 conventos mayores (30 merce-
de primer orden para conocer el capital educativo de las distintas zonas. darios, 13 dominicos, 54 franciscanos), cada uno de los cuales tendría cuatro
Ya en 1503 se ordena a Ovando que construya casas junto a las iglesias o cinco doctrinas.
para que un sacerdote enseñe dos veces al día el catecismo, lectura y escritu- Muchas veces las escuelas de primeras letras fueron también escuelas de
ra. En 1509 se le reitera la orden y se establece una remuneración especial artes y oficios, es decir, de artes para los alumnos nobles y de oficios para los
para el sacerdote enseñante. En la instrucción a los Jerónimos de 1516 se plebeyos, como en el colegio de Tiripitío, fundado por los agustinos en
724 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.39. Iglesia y enseñanza elemental y secundaria 725
Michoacán en 1537. En su etapa de oidor de la segunda Audiencia de elemental hispanoamericana. Fue, así, la asistencia a las necesidades del
México (1530-37), Vasco de Quiroga fundó en Pátzcuaro el complejo de culto estímulo natural para la adquisición de conocimientos y habilidades de
Santa Fe de la Laguna, que constaba de un hospital y una granja-escuela nivel medio y, con frecuencia, superior.
donde, según el pedagógico humanista, «a manera de regocijo, juego y El afán de ofrecer al indígena el nivel más alto posible de enseñanza
pasatiempo, una hora o dos cada día» los indios aprendían las técnicas condujo con frecuencia a la necesidad de establecer grupos o grados para
agrícolas los días que no aprendían la doctrina, pues el que luego sería poder atender mejor a los alumnos más aventajados. En 1820 las escuelas
obispo de Michoacán consideraba dicho aprendizaje como «doctrina y moral monacales de México tenían organizada la enseñanza en dos grados: de
de buenas costumbres». lectura y de escritura, nivel superior este último que incluía conocimientos
Los colegios jesuitas aportaron una nueva pedagogía, que brilló espe- de aritmética y urbanidad.
cialmente en la enseñanza secundaria y en los Colegios Mayores, pero tam-
Los jesuítas se propusieron dar una enseñanza de élite a quienes podían
bién en las escuelas elementales introdujeron el espíritu de competencia y
ocupar puestos de responsabilidad, pero sin olvidar las escuelas elementales
selección: por ejemplo, los alumnos más aventajados leían en latín y castella-
gratuitas. En 1568, por ejemplo, fundaron en La Habana un internado para
no a los religiosos durante la refección.
la aristocracia india y española, pero poco después (1594) crearon uno
Al llegar el siglo XVIII, como ya hemos apuntado, se hace más viva en
gratuito, el de San Luis de la Paz, para los chichimecas, y luego otros cuatro
todos los sectores de la sociedad la conciencia de la necesidad de hacer
para los sinaloas, topias, tepehuanes y parras.
extensiva la educación con carácter gratuito a todos los niños en edad
escolar; surgen, por ello, escuelas públicas, promovidas muy frecuentemen- Generalmente, mientras los padres impartían conocimientos de grado
te por la Iglesia. Ya en 1764 el obispo de Puerto Rico, Mariano Martí, las medio o superior en colegios de pago, los hermanos regentaban una escuela
fundó en Bayamón y Guaynabo. En 1783 se hicieron preceptivas por real gratuita. Es lo que sucedía en Guatemala en el colegio de San Lucas, funda-
provisión las escuelas públicas en todos los pueblos de indios. En 1808 el do en 1607. En 1610 un hermano coadjutor tenía en Asunción más de 400
Ayuntamiento de México exigió que las escuelas públicas de la ciudad fueran alumnos. En 1613 había en la reducción de San Ignacio del Paraná escuelas
gratuitas. para 300 niños y niñas. El gran éxito que alcanzaron como renovadores
pedagógicos y educadores de las élites españolas, criollas e indígenas les
C) Contenido de la enseñanza para niños atrajo el celo del Estado regalista. Su expulsión de todos los reinos de la
Corona en 1767 causó un gran vacío en la estructura cultural de la América
A los niños, aunque plebeyos, se les daba acceso a un grado de cultura hispana, ya que algunas Ordenes, como los franciscanos, pioneros otrora de
superior al de las mujeres, pues se les necesitaba como acólitos o cantores en la enseñanza, se habían apartado de las tareas docentes. También causó más
las funciones litúrgicas y también porque entonces todo el mundo, incluidos de una decepción en quienes habían abrigado demasiadas esperanzas en los
los indios, consideraban que el varón necesitaba más conocimientos para bienes de los expulsos.
desempeñar sus funciones sociales. Por todo ello, siempre que se podía se
procuraba que los niños más aventajados fueran capaces de leer latín: a ello Aunque ya desde los primeros años (1550) el Estado promovió, median-
se refieren las clases de «latinidad», que no gramática, de que nos hablan las te reales cédulas, la enseñanza del castellano, vehículo natural de los concep-
fuentes americanistas. tos religiosos del catolicismo, hay que esperar hasta las reales cédulas de
1632, 1683 y 1690, que establecían trato de favor para los indígenas hispa-
La gramática era un saber de grado medio, que a veces se enseñaba en
la propia universidad, y consistía en el estudio del latín, lengua científica nohablantes, para poder hablar de una verdadera política de castellaniza-
hasta el siglo XVIII, en la que se impartía la enseñanza universitaria. «Latini- ción orquestada por el Estado. En 1686 se fundaron las primeras escuelas
dad» era enseñar a los acólitos a leer y, con frecuencia, hacer copias en latín, para la enseñanza del castellano, «pareciendo que esto lo pueden hacer bien
lo que, dada la carestía de los libros, era un buen auxiliar de la labor cultural los sacristanes de las iglesias». En el siglo XVIII se generaliza el estudio de la
desempeñada por los eclesiásticos. Los alumnos de Santa Cruz de Tlatelolco gramática castellana, que va desplazando al latín en las universidades.
realizaban primorosas copias en castellano, latín y lenguas indígenas, gracias
a lo cual se produjo entre los indios convertidos una importante circulación
de libros «de mano» (comentarios bíblicos, historias del mundo indígena, V. LA IGLESIA Y LA ENSEÑANZA SECUNDARIA
sermones...) que llegaría a inquietar a la Inquisición de Nueva España. En las
reducciones del Paraguay los jesuítas enseñaban a leer en castellano, latín y Cuando pasamos de la enseñanza elemental a la secundaria, la estructu-
guaraní. Los copistas guaraníes rayaron a un nivel de destreza tan alto como ra educacional de la América hispana se estrecha considerablemente, refle-
el de los de Nueva España. jando una sociedad de base muy ancha, pero dé cúspide restringida, en la
Por las mismas razones se incluía muy frecuentemente la música, im- que sólo unos pocos, los llamados a ocupar los puestos en la administración
prescindible para el esplendor del culto, en el diseño curricular de la escuela eclesiástica y civil, tenían acceso a una educación más elevada.
726 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.39. Iglesia y enseñanza elemental y secundaria 727

También en este nivel fueron los conventos los focos naturales y esen- composición del día. Luego se estudiaba la poesía latina y griega, siempre a
ciales de difusión de la cultura. En 1533, por ejemplo, comienza la enseñan- través de los textos. Terminaba la jornada con una concertación o batalla
za del latín en el convento franciscano de México, a instancias del segundo entre los dos bandos en que se agrupaban los alumnos. Completaban el
presidente de la Audiencia de México, Sebastián Ramírez de Fuenleal. En sistema educativo las composiciones escritas, las academias para amplia-
1553 los dominicos comenzaron la enseñanza del latín en su convento de ción de temas y las representaciones teatrales y actos públicos de carácter
Santo Domingo. En 1562, los franciscanos daban clases de gramática y artes, literario.
probablemente a nobles en régimen de internado, en su convento de Santa Frente a la rutina de una escolástica que se iba apartando del pluralismo
Fe, y al año siguiente establecieron cátedra de gramática los dominicos en la medieval, sin duda este método, que alternaba la teoría con la práctica y
misma ciudad. explotaba ampliamente la emulación, debió de ser un buen avance hacia el
Es muy importante la historia del Colegio de Santa Cruz de Santiago de ideal humanista de una pedagogía natural basada en lo que más tarde se
Tlatelolco para conocer los orígenes y los problemas surgidos en torno al llamarían centros de interés y el placer de saborear la belleza de los grandes
acceso de los indígenas a la cultura secundaria y superior. Fue inaugurado textos literarios. El éxito pedagógico de los jesuítas fue completo y sería
por Zumárraga en 1536, en un barrio periférico de México y dotado por el interminable recoger aquí la lista de todos sus colegios en América. A ellos
virrey Antonio de Mendoza con estancias y haciendas. Funcionaba en cone- les cumple el mérito y la responsabilidad de haber formado a buena parte de
xión con los estudios del convento, pues ya en 1538 se incorporaron al las élites hispanoamericanas durante tres siglos.
colegio los 60 alumnos más aventajados del convento y 70 al año siguiente. A veces son las antiguas escuelas catedralicias las que, a falta de otros
Impartía conocimientos de latín (a veces el profesor era un bachiller indio), educadores, reasumen su antiguo papel. Así, en Puerto Rico, ya en 1542, se
retórica, filosofía, música y medicina india. Fue un centro importante de cubre el cargo de maestrescuela de la catedral para clases de gramática.
estudio de las lenguas indígenas, pero no consiguió el fin que se habían Estas clases en la catedral duraron hasta 1773. Más tarde, de 1814 a 1825,
propuesto los fundadores de formar sacerdotes indígenas. Comenzó a de- fueron dos las clases de gramática allí impartidas. En 1548 una real cédula
caer al fundarse la Universidad de México en 1551, y también contribuyeron autorizaba a establecer en Guatemala preceptor en gramática con una pre-
a su decadencia las normas contra el clero indígena del primer Concilio benda catedralicia. En 1595 se crea en la misma Guatemala una cátedra de
mexicano (1555). Al año de su creación pasó a propiedad de la Corona y a teología en la capilla de San Pedro de la catedral. Por otra parte, también en
los diez años quedó en manos de los discípulos. En 1570 vuelven a intervenir este grado de enseñanza era frecuente que los sacerdotes ayudasen econó-
los franciscanos para hacer una reforma del reglamento. micamente a los menos acomodados. En 1749 el presbítero Francisco Xavier
Nada más llegar a Nueva España, los jesuítas fundan el Colegio Mayor de Luna Victoria dota tres cátedras en el colegio jesuíta de Panamá. En
de San Pedro y San Pablo, y en su entorno varios otros colegios mayores Santiago de Chile era, en 1578, el cura mestizo Juan Blas quien impartía
destinados a albergar en régimen de internado a la población estudiantil de cursos de gramática.
grado secundario y superior de la región. Fue en el grado medio y superior La Iglesia, pues, Mater et Magistra, brilló muy especialmente en la edu-
donde los jesuítas alcanzaron mayor éxito por las importantes novedades cación de la juventud hispanoamericana, primando el valor sobrenatural de
pedagógicas que aportaron. la caridad, que es su más valioso tesoro.
Su plan de estudios, concebido para alumnos comprendidos entre los
doce y los diecisiete años y establecido en Nueva España por el padre NOTA BIBLIOGRÁFICA
Vincenzio Lanuchi, consistente en tres cursos de gramática, uno de humani-
dades y uno de retórica, era una preparación sólida para el ingreso en la Fuentes documentales
Universidad; fue consagrado con carácter general para todos sus centros I. LEAL, Documentos para la historia de la educación en Venezuela (Caracas, 1968);
cuando se publicó en 1599 el curriculum, studiorum del Colegio Romano. Era G. HERNÁNDEZ DE ALBA, Documentos para la historia de la educación en Colombia 1
un sistema de carácter gradual y selectivo en el que el paso de grado exigía (Bogotá, 1969); A. DE EGAÑA, Monumento Peruana 1-6 (Roma, 1954-1974);
F. ZUBILLAGA, Monumenta Mexicana 1-6 (Roma, 1956-1976).
la superación de un examen presidido por el prefecto de estudios. El régi-
men de trabajo diario comenzaba a las siete de la mañana, con el estudio Visiones de conjunto
memorístico opensum de un trozo latino. Seguía la prelección o explicación P. J. BARTH, Franciscan Education and Social Order in Spanish North America
de las cuestiones léxicas, gramaticales, históricas, etc., relacionadas con el (1502-1821) (Chicago, 1945); C. BAYLE, España y la educación popular en América
texto. La mañana terminaba con la lectura de fragmentos latinos, especial- (Madrid, 1941); P. BORGES, Misión y civilización en América (Madrid, 1987);
mente de historiadores. Obsérvese el espacio concedido, de acuerdo con la C. CASTAÑEDA, La educación en Guadalajara durante la colonia (1552-1821) (Guadalaja-
ra, 1984); G. FURLONG, La cultura femenina en la época colonial (Buenos Aires, 1951);
mentalidad humanista, al conocimiento histórico, y, por tanto, crítico. P. GATO CASTAÑO, La educación en el virreinato del Río de la Plata. Acción de José Antonio
A la una de la tarde se reemprendía el trabajo con otro estudio opensum de San Alberto en la Audiencia de Charcas, 1768-1810 (Zaragoza, 1990); P. GONZALBO
como, el de la mañana. A continuación el profesor explicaba el tema de AlZPURU, La educación en la época colonial. El mundo indígena (México, 1990);
728 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.39. Iglesia y enseñanza elemental y secundaria 729
J. V. JACOBSEN, Educational Foundations ofthejesuits in Sixteenth Century New Spain (Berke- de Pátzcuaro (Cuernavaca, 1967); F. OCARANZA, El imperial Colegio de Santiago de
ley, 1938); J. M. KOBAYASHI, La educación como conquista (empresa franciscana en México) Tlatelolco (México, 1934); J. B. OLAECHEA, «El Colegio de San Juan de Letrán en
(México, 1974); A. LABARCA, Historia de la enseñanza en Chile (Santiago, 1939); México»: Anuario de Estudios Americanos 29 (Sevilla, 1972), 585-596; A. ORTEGA, «Las
E. LuQUE ALCAIDE, La educación en Nueva España en el siglo XVIII (Sevilla, 1970). primeras maestras y sus colegios-escuelas de niñas en México»: Archivo Ibero-America-
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R. RICARD, La conquista espiritual de México (México, 1947); C. SAENZ DE SANTAMARÍA, Santa Cruz de Tlatelolco (México, 1944).
Historia de la educación jesuítica en Guatemala (Madrid, 1978); B. SuÑÉ, «La educación
en Guatemala (siglo XVI) como un proceso de inculturación-aculturación»: Anuario
de Estudios Americanos 38 (Sevilla, 1981), 215-250; F. DE OSORES, Historia de todos los
colegios de la ciudad de México desde la conquista hasta 1780 (México, 1929); D. TANCK
ESTRADA, La educación ilustrada, 1786-1836 (México, 1984); D. VALCARCEL, Historia
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indígena americano», en Actas del I Congreso Internacional sobre los franciscanos en el
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Alfabetización
J. SÁNCHEZ HERRERO, Alfabetización y catequesis (véase el capítulo 30); J. TORRE
REVELLO, «Las cartillas para enseñar a leer a los niños en la América Española»:
Thesaurus 15 (Bogotá, 1960), 214-234; E. VALTON, El primer libro de catequización en
América. Cartilla para enseñar a leer impresa por Pedro Ocharte en México, 1569 (México,
1947); C. VELASCO CEBALLOS, La alfabetización en la Nueva España (México, 1945).

Enseñanzas concretas
L. GÓMEZ CAÑEDO, La educación de los marginados durante la época colonial. Escue-
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GÓMEZ, «El Consejo de Indias y la difusión del castellano», en El Consejo de Indias en
el siglo XVI (Valladolid, 1970), 191 -210; M. MATEOS, «Escuelas primarias en el Perú en
el siglo XVI»: Missionalia Hispánica 8 (Madrid, 1951), 591-599; R. RICARD, «Le
probléme de l'enseignement du castillan aux indiens d'Amérique dans la période
coloniale»: Bulletin de la Faculté de Lettres de Strassbourg 39 (Estrasburgo, 1961); M.
RODRÍGUEZ PAZOS, «LOS franciscanos y la educación literaria de los indios mejicanos»:
Archivo Ibero-Americano 13 (Madrid, 1953), 1-59; ID., «Los misioneros franciscanos de
México y la enseñanza técnica que dieron a los indios»: Ibíd, 129-164.

Educación de los hijos de caciques


H. AGUILERA, «Reales Colegios de nobles araucanos»: Archivo Ibero-Americano 30
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los jesuítas en los colegios de hijos de caciques»: Estudios de Deusto 21 (Bilbao, 1973),
405-427; ID., «LOS colegios de los hijos de caciques a raíz de los terceros Concilios de
Lima y México»: Missionalia Hispánica 25 (Madrid, 1968), 95-124.

Colegios concretos
P. CASTAÑEDA, «El colegio de San Juan de Letrán de México (Apuntes para su
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revolución pedagógica en Nueva España (1754-1820). (María I guacia de Azlory Echeverz
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colegio politécnico en Sudamérica»: España Misionera 5 (Madrid, 1948), 142-161 y
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Pedro y San Pablo (México, 1954); E. LUQUE ALCAIDE, «El Colegio de las Vizcaínas,
iniciativa vasco-navarra para la educación de la mujer en la Nueva España del siglo
XVIII», en J. I. SARANYANA y otros, Evangelización y teología en América (siglo XVI) 2
(Pamplona, 1990), 1443-1454; ID., «Colegio de la Caridad, primer establecimiento
educativo para la mujer en el México virreinal»: Anuario de Estudios Americanos (Suple-
mento) 47 (Sevilla, 1990), 3-25; F. MIRANDA GODÍNEZ, El Real Colegio de San Nicolás
CAPÍTULO 40

LOS ECLESIÁSTICOS Y LAS CIENCIAS PROFANAS

Por JOSÉ LUIS ABELLÁN

El descubrimiento de América en 1492 supuso una impresionante am-


pliación del horizonte geográfico y humano para los pueblos del occidente
europeo, traducido en nuevos conocimientos de hechos físicos y naturales
hasta entonces ignorados. Pero se limitaría mucho esta ampliación del hori-
zonte si sólo nos refiriésemos a dichos hechos, ya sean geográficos, maríti-
mos, botánicos o zoológicos; fue también el horizonte humano, moral,
espiritual y filosófico el que se dilató, planteando problemas, hasta entonces
inéditos, a los teólogos, filósofos y pensadores del momento. Es así la esfera
mental, espiritual y cultural la que también se amplía, configurando la
entrada en un nuevo período de la historia humana. El perfil de la Edad
Moderna es inconcebible sin ese conjunto de hechos y problemas que va a
traer la presencia del continente descubierto.
Desde un punto de vista científico, la intervención institucional de la
Iglesia católica en el acontecimiento fue muy parca, aunque, dentro de esa
parquedad, no dejase de ser decisiva en algún momento, como cuando el
papa Alejandro VI, mediante la bula ínter coetera, deslinda lo que en el
futuro serán posesiones castellanas y portuguesas. En el nacimiento de las
ciencias profanas a que el descubrimiento dará origen -tema específico de
nuestra preocupación en este escrito-, la Iglesia no interviene -lo recalca-
mos- tanto de manera institucional cuanto en la participación individual de
destacados eclesiásticos que harán aportaciones decisivas a través de desa-
rrollos filosóficos y doctrinales de primer orden, sin que falten tampoco, en
algunos casos señalados, investigaciones científicas decisivas. Al tema le
dedicaremos la parte fundamental de lo que sigue.

I. DERECHO INTERNACIONAL

Una vez producido el descubrimiento se inicia el poblamiento de las


nuevas tierras -sea bajo la forma de conquista o de colonización-, lo que
implica ya algunos problemas político-morales: ¿tiene España derecho al
dominio político de aquellas tierras? ¿Presupone ese dominio la legitimidad
de la soberanía española? Si la justificación jurídica para la ocupación es la
concesión pontificia, ¿implica esa justificación jurídica un derecho al domi-
nio político? Justificación jurídica y política ¿son suficientes para una justifi-
cación moral y religiosa?
732 P.IV. La irradiación de la Iglesia C. 40. Eclesiásticos y ciencias profanas 733
He aquí un buen plantel de problemas que servirán de base para deba- que llevasen el cuidado, y nada importa que se encomendase a uno o a
tes y discusiones interminables. muchos» (De potestate civili 8, p. 162).
En medio de esta gran polémica se levanta la figura de Francisco de Esta teoría, válida para las sociedades nacionales, plantea problemas
Vitoria (1492-1546) como uno de los pensadores más destacados del mo- aparentemente insalvables en lo referente a las relaciones internacionales,
mento. Era fraile dominico del convento salmantino de San Esteban, y desde donde los intereses pueden aparecer encontrados y aun contrapuestos. Aquí
su cátedra de prima en la Universidad de Salamanca desarrollará una labor manifiesta Vitoria su genialidad al introducir el concepto de «comunidad
intelectual de primer orden, basada en el rigor y la pulcritud de los plantea- universal», mediante el que apela a la sociabilidad natural de todos los
mientos, lo que le permitirá poner los fundamentos filosóficos del futuro hombres, condición anterior y superior a la división de éstos en naciones o
derecho internacional. Su pensamiento está expuesto en las famosas Relec- estados diferentes. Esa «comunidad internacional» estará regida, en conse-
tiones theologicae (1557). cuencia, por principios de derecho natural (ius naturale) y de derecho de
Como tomista, Vitoria llevará los planteamientos escolásticos hasta sus gentes (ius gentium), a los que debe atenerse la convivencia entre pueblos o
consecuencias extremas. El punto de partida es una clara distinción entre el naciones distintas. Se aleja, en este punto, de los planteamientos medievales
orden natural y el sobrenatural; si aquél da lugar a la sociedad civil, éste será que daban primacía institucional al emperador o al pontífice, para atenerse
la base de la eclesiástica. Ambas tienen su origen en la distinción antropoló- a planteamientos racionales de estricta modernidad.
gica entre el cuerpo, asiento del orden natural, y el alma, fundamento del He aquí su planteamiento: «No puede dudarse de que el mundo entero,
sobrenatural. que es en cierto modo una república, tiene derecho a dictar leyes justas y
El centro neurálgico de dicha concepción antropológica es el concepto convenientes a todos sus miembros, semejantes a las dispuestas en el dere-
de persona humana, considerada como ser racional, libre, moral y responsa- cho de gentes... De ello se sigue que pecan mortalmente quienes violan el
ble, con su correspondiente traducción jurídica de sujeto de derechos natu- derecho de gentes, sea en la paz, sea en la guerra, y que en asuntos de
rales innatos. importancia, tales como la inviolabilidad de los embajadores, a ninguna
Sobre la base de estos supuestos desarrolla toda una teoría de la socie- república le es lícito negarse a cumplir con el derecho de gentes... Así como
dad civil, fundada en la dimensión social de la persona humana, con las la mayoría en la república puede constituir sobre ella un rey, así también la
implicaciones políticas que de ello se derivan. La sociedad política emana de mayoría de los cristianos, aun no queriéndolo la minoría, puede nombrar un
la civil y presupone, por ello mismo, que es una sociedad de derecho natural, soberano, a quien todos estén obligados a obedecer» (De potestate civili 21,
cuyo principio rector es el «bien común», al mismo tiempo trascendente e pp. 191-92, y 14, pp. 178-79).
inmanente a los individuos, dado que en él se supone el bien particular de Al aplicar este planteamiento a la cuestión americana, Vitoria se ve
cada uno de ellos como el de la comunidad en su conjunto. La ordenación lógicamente obligado a rechazar los títulos que la tradición invocaba para
interna de la convivencia hacia ese fin exige una autoridad civil regida por el justificar la ocupación española en las tierras descubiertas -donación ponti-
derecho natural, donde los derechos del individuo y los de la comunidad se ficia, pecados contra naturam, derecho de descubrimiento-, considerándolos
complementan mediante un buen gobierno. En este sentido, el gobierno de como «ilegítimos». A ellos contrapone los que él llama títulos legítimos, entre
un país, en cuanto supone ejercicio de la autoridad política, no es sino dirigir los cuales sobresale uno que fundamenta a todos los demás: el derecho de
la sociedad humana en su conjunto a la consecución del bien común. La sociedad natural y libre comunicación, al que se ha llamado también derecho
definición de la autoridad como «ordenación de la razón al bien común» nos de libre paso, instalación y comercio. Según este derecho, los españoles
da idea de la orientación democrática del pensamiento de Vitoria, para pueden recorrer aquellas provincias y permanecer allí, sin que les hagan
quien todos los miembros de la sociedad son iguales entre sí ante el propio daño alguno los bárbaros, ni pueden prohibírselo de ningún modo, siempre
derecho natural. que los españoles vayan en son de paz. No se les puede impedir el derecho
He aquí cómo lo expresa: «Si, antes de que convengan los hombres en a viajar y a permanecer allí como huéspedes y peregrinos pacíficos, como
formar una ciudad, ninguno es superior a los demás, no hay razón alguna tampoco puede negárseles el derecho a comerciar, importando mercancías
para que en la misma sociedad constituida alguien quiera atribuirse autori- de que los indios carecían y exportando otras de que carecíamos (oro, pla-
dad sobre los otros; máxime teniendo en cuenta que por derecho natural ta, etc.). Ni los caciques indios a sus subditos ni los soberanos españoles a los
todo hombre tiene poder y derecho de defenderse, y nada hay más natural suyos pueden prohibirles comerciar entre sí, como tampoco puede nadie
que rechazar la fuerza con la fuerza» (De potestate civili 7, p. 159). privar a los españoles de apoderarse de las cosas sin dueño (res nullius) de la
tierra o del mar. La negativa persistente en los indios a que los españoles
El que la sociedad designe una persona para su gobierno no es sino una
ejerciten estos derechos da a éstos licencia para hacerlo por la fuerza si
cuestión de conveniencia práctica, ya que, «no pudiendo ser ejercido este
poder por la misma multitud (que no podría cómodamente dictar leyes, fuera necesario, ocupando sus tierras y acometiéndolos cuando la propia
proponer edictos, dirimir pleitos y castigar a los transgresores), fue necesa- seguridad lo requiriese.
rio que la administración (de ese poder) se encomendase a alguno o algunos Es, como vemos, un derecho eminentemente natural, confirmado secu-
734 P.IV. La irradiación de la Iglesia CAO. Eclesiásticos y ciencias profanas 735
lamiente además por el ius gentium, como Vitoria se encarga de señalar posibles casus belli, aunque sí rechaza tres motivos habitualmente invocados
pormenorizadamente en sus relecciones De indis. Estas van a constituirse así por los tratadistas de la época, como eran la diversidad de religión, el
en base teórica irrevocable que justifica el estatuto jurídico del que con el impulso a extender el propio territorio, o la gloria personal de un príncipe;
tiempo será llamado derecho internacional, cuya paternidad en justicia co- ninguno de ellos era causa legítima de guerra, en opinión de Vitoria. En
rresponderá siempre al teólogo salmantino. cambio, sí aceptaba otras motivaciones particularmente relacionadas con el
dominio español en América: proteger a los indios en defensa de la fe
cristiana que habían aceptado, evitarles tratos crueles o injustos, defender a
II. LA GUERRA: UNA RUPTURA DEL ORDEN
INTERNACIONAL los convertidos de las agresiones ajenas o deponer a los caciques que opri-
mían a aquellos indios libremente convertidos.
La teoría de la «guerra justa» que elabora Francisco de Vitoria en su
relección De indis posterior -también conocida en su subtítulo como De iure III. ECONOMÍA POLÍTICA
belli- debe considerarse como un apartado específico de su concepción del
derecho internacional. Este tiene por objeto la convivencia pacífica y orde- A los confesores que tuvieron relación con los «indianos» -muy princi-
nada entre las naciones, lo cual no quiere decir que se cumpla irrevocable- palmente los entonces llamados peruleros, por ser Perú el lugar donde con
mente; la guerra es una alteración violenta y grave de esa convivencia, que más rapidez se enriquecían- se les plantearon problemas morales inéditos.
produce la ruptura del orden internacional. Como hecho que se da reitera- Francisco de Vitoria veía que aquellos beneficios increíbles extraídos en
damente en la historia, el pensador no sólo no puede ignorarlo, sino que poco tiempo, a base de apoderarse muchas veces de bienes ajenos, no eran
debe enfrentarse a él con las armas intelectuales apropiadas. El teólogo y el lícitos moralmente, pero tampoco sabía con qué criterio enjuiciarlos: «No
jurista tienen la obligación moral de ofrecer una respuesta adecuada a su veo bien la seguridad y justicia que hay en ello -decía-, que lo consulten con
gravedad. En este sentido, la teoría de Vitoria sobre la legitimidad de la otros que lo entiendan mejor». La incertidumbre y la inseguridad priman
guerra constituye un hecho intelectual de primera importancia. Al decir de sobre sus otros sentimientos, aunque ve bien claro que allí hay un problema
Guillermo Fraile, «es la primera codificación del derecho de guerra y signifi- moral que le espanta; cuando le hablan de las cosas de Indias en ese aspecto
ca la superación definitiva del concepto medieval que hasta entonces había moral, no duda en decirlo: «Se me hiela la sangre en el cuerpo en mentándo-
prevalecido» (FRAILE, Historia 299). melas».
La guerra no puede sino terminar con la restauración del orden que ella Aunque a Vitoria no le falte arrojo en lo referente a la ocupación de las
misma ha roto. El ideal sería que ello estuviese a cargo de una autoridad nuevas tierras, enfrentándose en este punto a algunas ideas del emperador,
supranacional debidamente legitimada, pero mientras ésta no exista, no muy otra es su actitud ante el tema económico, como acabamos de ver. Sin
podemos limitarnos a repudiar su existencia. El que así deba ser en la embargo, hay un compañero de la Orden de Predicadores que se atreverá
mayoría de los casos no quiere decir que no existan causas legítimas de con esos temas que a él le daban tanto miedo. Me refiero al dominico fray
guerra: éstas tienen siempre su origen en una conculcación del derecho Tomás de Mercado (1530-1576), que había vivido en México y en Sevilla,
natural o del derecho de gentes y su finalidad es reparar y hacer respetar el lugares ambos desde los que había podido observar los efectos de las tran-
derecho conculcado. En este sentido, la única justificación de la guerra es su sacciones económicas entre ambos continentes. En Sevilla, las operaciones
carácter de castigo o sanción (ius puniendi) y su objetivo es restablecer el comerciales habían convertido aquella ciudad en uno de los grandes merca-
orden internacional justo. dos de la cristiandad.
Así lo describe Mercado: «A Flandes cargan lanas, aceites y bastardos;
Ahora bien: para que se pueda hablar de una «guerra justa» deben de allá traen todo género de mercaderías, tapicería, librería. A Florencia
producirse tres condiciones: a) autoridad legítima para declararla; b) causa envían cochinilla, cueros; traen oro hilado, brocados, sedas, y de todas
justa que la respalde moralmente; c) recta intención en su ejecución y aquellas partes, gran multitud de lienzos. En Cabo Verde tienen el trato de
consecuentes limitaciones. En esto Vitoria sigue la doctrina tomista, aunque los negros, negocio de gran caudal y mucho interés. A todas las Indias envían
en algún punto concreto rectifica o añade algo a lo ya sabido. Es importante, grandes cargazones de toda suerte de ropa; traen de allá oro, plata, perlas,
por ejemplo, el énfasis que Vitoria pone en la legitimidad moral de ciertas grana y cueros en grandísima cantidad» (MERCADO, Suma 374).
guerras; no se trata, pues, sólo de regularlas por razones humanitarias, sino
El tráfico de comercio ultramarino, visto desde México, también es
de un derecho que en determinadas ocasiones es obligado ejercer. Así
objeto de su atención:
ocurre, por ejemplo, en los casos de injuria o agravio intolerable contra el
derecho de una nación, sobre todo cuando esa injuria grave se hace de «En las Indias Occidentales -dice-, después que los españoles alcanzaron
forma consciente y mantenida en el tiempo. y poseen con quietud el señorío y jurisdicción sobre los naturales, tienen
comúnmente uno de dos tratos: o son mineros o mercaderes. O se dan a sacar
En lo que se refiere a las causas justas, Vitoria no señala en concreto los oro y plata o a llevar y vender la ropa que va de España, porque todo aquel
736 P.IV. La irradiación de la Iglesia ce 40. Eclesiásticos y ciencias profanas 737
imperio es fértilísimo de estos ricos y preciados metales y estéril y falto, a lo ció la relación entre el tesoro americano y la subida de los precios (es decir,
menos hasta ahora, casi de todo lo que es menester para una vida política y algo
regalada, que ni hay paños finos, ni sedas, ni lienzo, ni vino, ni aceite, sin lo cual la conexión masa monetaria-nivel de precios), sino que determina la influen-
no se pasa ni puede pasar bien la gente, en especial la española, criada en tanta cia de dichos factores sobre el cambio exterior, justificando las diferencias
abundancia de todo. Por esto, los hombres que moran en aquella parte o se de éste por las diferencias del poder adquisitivo de la moneda en los distintos
dan a esquilmar la tierra de estos tesoros que engendra y produce en gran países. Si en el primer caso la enunciación de la teoría cuantitativa está clara,
cantidad, o a proveerla y henchirla de estas mercaderías de que tiene tanta
necesidad, porque para lo uno y la otra hallan en su disposición oportunidad en el segundo hay una anticipación genial de la teoría de la paridad del
y favor». poder adquisitivo de la moneda.
Y un poco más adelante sigue: «Pero de sesenta años a esta parte, que se He aquí cómo lo describe Mercado y lo justifica moralmente: «Los
descubrieron las Indias Occidentales, se le recreció para ello una gran comodi- cambios modernos se fundan en la diversa estimación del dinero, como se
dad y una ocasión tan oportuna para adquirir grandezas, que convidó y atrajo entiende que ha de ser universal, de todo un reino, o provincia, o universi-
a algunos de los príncipes a ser mercaderes, viendo en ello pujantísima ganan-
cia, porque se habían de proveer de aquí muchas provincias -la isla Española, dad, no particular de dos, o tres, o cincuenta necesitados en el pueblo, sino,
Cuba, Honduras, toda la grandeza del Perú-, casi de todo género de ropa y de según los ejemplos puestos declaran, en toda una república, como vemos
muchos mantenimientos y, en parte, aun hasta el trigo y harina que se ha de que en toda Flandes, en toda Roma, se estiman más que en toda Sevilla, y en
comer, lo cual todo puesto allá, a causa de la gran penuria y falta que hay de Sevilla más que en Indias... Esto basta para justificar la ganancia que en
ello y de la mucha plata y oro, valía y vale, como dicen, un Perú». (MERCADO,
Suma 62-63). cambios se alcanza». (Suma 391-92).
Los historiadores actuales de la economía -Pierre Vilar, Marjorie Gri-
El efecto de la nueva situación es una proliferación de actividades ce-Huntchinson, Earl J. Hamilton- vienen a coincidir en que las teorías de
mercantiles: aumento de la compraventa, alteración de los precios, subida los teólogos de lo que llaman «Escuela de Salamanca» -Martín de Azpilcueta,
de la inflación ante el flujo de la masa monetaria (plata y oro), préstamos Domingo de Soto, Bartolomé Medina, Tomás de Mercado- no sólo desarro-
usurarios... Al confesor se le plantean problemas morales que no sabe cómo llan por primera vez el cuantitativismo económico, sino que ponen las bases
resolver: ¿cuándo un préstamo es usurario?, ¿cuáles son los límites del de lo que muy pronto se llamará economía política, en cuanto disciplina
interés para que éste no se convierta en moralmente inaceptable?, ¿qué científica independiente y autónoma.
justificación tienen los cambios en la paridad de la moneda?... Mercado
expone sus observaciones y las reflexiones pertinentes en un libro que se ha IV. ANTROPOLOGÍA CULTURAL
hecho famoso: Suma de tratos y contratos (1571), donde le preocupan tales
cuestiones y sus implicaciones morales en cuanto confesor de muchos de los Un tema que se destaca como preocupación central de misioneros y
que intervenían en tales transacciones. La necesidad de formarse un juicio colonos será el que se refiere a la naturaleza del indio americano, una
moral para su debida aplicación en el confesonario le obliga a entender la cuestión evidentemente de primer orden para determinar la conducta a
nueva realidad económica y a profundizar en ella, lo que a su vez le converti- seguir con los indígenas. Cualquier conclusión que fuese en detrimento de
rá en un teórico de la economía. En este punto apelaremos a la descripción su naturaleza humana habría de justificar actitudes de paternalismo o tutela-
que ya hicimos en otro lugar. j e poco acordes con la plena dignidad del hombre, si es que no conducían a
A través de la observación de estos fenómenos que Tomás de Mercado actitudes claramente esclavistas. Es obvio, por otro lado, que las considera-
vivió tan de cerca y tanto le impresionaron va elaborando toda una teoría del ciones sobre la naturaleza del indio americano habrían de comportar inevi-
dinero, en la que desempeñan factor fundamental dos construcciones: la tables planteamientos antropológicos.
teoría sobre la paridad del poder adquisitivo y la teoría cuantitativa. A fin de En el nivel teórico de la cuestión, tal como lo acabamos de exponer,
su desarrollo coherente distingue entre el valor de uso de la moneda y su surgen preguntas sobre la racionalidad o animalidad de los indios; el grado
estima social, siendo esta diferente estima en unos u otros lugares uno de los de participación que tenían en la naturaleza humana y su posible considera-
factores que influyen decisivamente en el nivel de los precios; pero a su vez ción como esclavos por naturaleza. A partir de las meditaciones que se
dicha estima depende de la abundancia o carestía de dinero. Por eso dice: despiertan sobre el tema pueden detectarse elementos intelectuales que
«En toda Flandes, en toda Roma, se estima más que en toda Sevilla, y en ponen las bases de lo que luego se llamará el mito del «buen salvaje» y la
Sevilla más que en Indias, y en Indias más en Santo Domingo que en Nueva elaboración doctrinal de una antropología utópica, que tendrá en fray Bar-
España, y en Nueva España más que en Perú». Esta gradación es expresiva tolomé de las Casas (1484-1566) su exponente más destacado; aunque la
de la relación entre el volumen de los medios de pago y la fortaleza de la teoría antropológica allí desarrollada tuvo una larga elaboración, su exposi-
moneda. Por eso insiste una y otra vez en la necesidad de que la relatividad ción más completa y coherente es la que aparece en la Apologética historia
del valor monetario esté compensada con la fortaleza y estabilidad de la sumaria (1555-59), obra en la que el indio aparece adornado de las mejores
unidad monetaria, garantía del orden social y económico. Pero lo que nos condiciones físicas, naturales y espirituales, para realizar la utopía cristiana
indican las anteriores ideas es principalmente que Mercado no sólo estable- por excelencia. Estos planteamientos habían encontrado ya antecedentes en
738 P.IV. La irradiación de la Iglesia
C.40. Eclesiásticos y ciencias profanas 739
las actitudes d e las misiones franciscanas d e Nueva España, y muy especial-
des y extrañezas, no implica una derogación del orden universal, se hizo
m e n t e e n la labor evangelizadora d e Vasco d e Q u i r o g a , obispo d e Michoa- extensiva, claro está, a la realidad antropológica americana. Fue así, entonces,
cán. Más t a r d e serán también c o m p a r t i d a s p o r los jesuitas q u e evangelizaron como el concepto de "cuarta parte del mundo" implicó, además, la afirmación
a los guaraníes e n Paraguay, d o n d e establecieron las «misiones», cuyos fabu- de que, no obstante las peculiaridades corporales, culturales y espirituales de
losos restos todavía p u e d e n c o n t e m p l a r s e hoy. los habitantes autóctonos del Nuevo Mundo, se trataba de una parte integran-
te del género humano, concebido como constituido por entes naturales dota-
Las a p o r t a c i o n e s más sólidas e interesantes a la a n t r o p o l o g í a cultural n o
dos no sólo de alma intuitiva, sensitiva y racional, sino de alma inmortal
v e n d r á n t a n t o d e la dimensión u t ó p i c a señalada c u a n t o d e las investigacio- beneficiaría de la Redención» (Estudio preliminar p. L).
nes realizadas p o r algunos misioneros con vistas a u n a evangelización funda-
Es obvio, p u e s , q u e la o b r a del p a d r e Acosta constituye u n hito decisivo
m e n t a d a en el más preciso c o n o c i m i e n t o d e las culturas indígenas. En este
en la c o n q u i s t a d e la idea d e h u m a n i d a d c o m o u n t o d o indiviso, q u e él apoya
sentido hay q u e destacar la i m p o r t a n t e labor r e c o p i l a d o r a d e gramáticas y
en consideraciones científicas derivadas del análisis del o r d e n físico y cultu-
vocabularios d e lenguas aborígenes: el n á h u a t l , el azteca, el t a r a h u m a r a , el
ral q u e caracterizaba a las culturas americanas.
tarasco, el maya, el q u e c h u a , el a r a u c a n o y muchísimos o t r o s fueron codifi-
cados y estudiados con el mayor rigor, p e r m i t i e n d o q u e haya llegado hasta La a n t r o p o l o g í a cultural p r o g r e s a r á , sin d u d a , sobre t o d o e n los si-
n o s o t r o s lo q u e constituye u n v e r d a d e r o t e s o r o lingüístico. glos x i x y XX, c o m o consecuencia d e la extensión d e la cultura e u r o p e a a otros
continentes y regiones del planeta, p e r o n o cabe d u d a d e q u e los misioneros
J u n t o a lo a n t e r i o r hay q u e colocar el trabajo d e investigación a n t r o p o -
españoles del siglo XVI c o n t r i b u y e r o n a p o n e r los p r i m e r o s cimientos d e u n a
lógica realizado p o r fray Diego D u r a n , Cieza d e L e ó n , Diego d e L a n d a ,
disciplina hoy e n p l e n o a u g e .
Motolinia. E n t r e ellos destaca fray B e r n a r d i n o d e S a h a g ú n , a u t o r d e la
i m p r e s i o n a n t e Historia de las cosas de Nueva España, en d o c e volúmenes,
d o n d e , m e d i a n t e u n a d e p u r a c i ó n crítica d e i n d u d a b l e valor científico, reali- V. UNA HAZAÑA BOTÁNICA: LA DE MUTIS
za u n a investigación c o m p l e t a d e la mitología, la e s t r u c t u r a social y la con-
cepción del m u n d o d e los indígenas mexicanos. Desde u n p u n t o d e vista El siglo XVIII está t o d o él m a r c a d o p o r los ideales d e la Ilustración, q u e
filosófico, más i m p o r t a n c i a tiene la o b r a d e J o s é Acosta, quien e n su Historia s u p o n í a n u n a vuelta a la n a t u r a l e z a y a los p l a n t e a m i e n t o s derivados d e esa
natural y moral de las Indias realiza u n e x a m e n j e r á r q u i c o de la e s t r u c t u r a del p r e o c u p a c i ó n p o r lo n a t u r a l ; desde el p u n t o d e vista e c o n ó m i c o , eso s u p o n e
m u n d o indígena - a través d e las civilizaciones mexicana y p e r u a n a - , d o n d e u n r e c h a z o del mercantilismo y u n a revalorización d e la fisiocracia y d e los
el m u n d o n a t u r a l y cultural están e n estrecha conexión, al mismo t i e m p o p l a n t e a m i e n t o s fisiocráticos. Desde luego, se p o n e n d e m o d a la agricultura
q u e integra el N u e v o M u n d o d e n t r o d e la llamada ecumene, o m u n d o habita- y todas aquellas técnicas q u e la potencian: cultivos racionales, riegos, cana-
d o p o r el h o m b r e . Es u n o d e los p r i m e r o s e n d e f e n d e r la u n i d a d del o r b e les, a b o n o s , fertilizantes, etc. En este a m b i e n t e d e exaltación d e la naturale-
a m e r i c a n o con el resto del m u n d o . za se c o m p r e n d e q u e los científicos d e la é p o c a dirijan su atención a la
«El n u e v o o r b e - d i c e - , q u e llamamos Indias, n o está del t o d o diviso y botánica, la zoología y las ciencias naturales e n general m u c h o más q u e hacia
a p a r t a d o del o t r o orbe». Y a ú n a ñ a d e : las ciencias físico-químicas. Así se p r o d u c e la proliferación d e j a r d i n e s botá-
nicos y d e gabinetes d e historia natural.
«Tengo para mí, días ha, que la una tierra y la otra [América, con el resto
Es este a m b i e n t e el ú n i c o q u e p u e d e explicar el surgimiento d e la figura
del globo] en alguna parte se juntan y continúan, o a lo menos se avecinan y
allegan mucho. Hasta agora, a lo menos no hay certidumbre de lo contrario; del s a c e r d o t e J o s é Celestino Mutis (1732-1808) y su apasionada dedicación
porque el polo Ártico, que llaman Norte, no está descubierto y sabida toda la a la botánica. H a b í a e s t u d i a d o e n Cádiz, e n Sevilla y e n Madrid; su forma-
longitud de la tierra, y no faltan muchos que afirmen que sobre la Florida corre ción fue, sobre t o d o , de carácter médico, p e r o su afición era la d e naturalis-
la tierra larguísimamente al Septentrión, la cual dicen que llega hasta el mar ta, q u e n o p u d o r e p r i m i r su vocación. De ahí a r r a n c a su interés p o r trasla-
Scytico o hasta el Germánico... Así que ni hay razón en contrario ni experiencia
darse al c o n t i n e n t e a m e r i c a n o , d o n d e realizará u n a auténtica h a z a ñ a cientí-
que deshaga mi imaginación u opinión de que toda la tierra se junta y continúa
en alguna parte; a lo menos, se allega mucho. Si esto es verdad, como en efecto fica. E n M a d r i d llegó a ser n o m b r a d o auxiliar d e la c á t e d r a d e anatomía,
me lo parece, fácil respuesta tiene la duda tan difícil que habíamos propuesto: p e r o su inclinación hacia el naturalismo era irrefrenable y n o p a r ó hasta q u e
cómo pasaron a las Indias los primeros pobladores de ellas, porque se ha de logró e m b a r c a r s e hacia el N u e v o M u n d o . Allí realizará u n a labor muy a p r e -
decir que pasaron no tanto navegando por mar como caminando por tierra. Y ciada p o r L i n n e o y p o r H u m b o l d t ; i n t r o d u j o la enseñanza de las matemáti-
ese camino lo hicieron muy sin pensar, mudando sitios y tierras su poco a poco,
cas y d e la física n e w t o n i a n a e n Bogotá e impulsó la creación y edificación del
y unos poblando las ya halladas, otros buscando otras de nuevo, vinieron por
discurso de tiempo a henchir las tierras de Indias de tantas naciones y gentes O b s e r v a t o r i o d e Santa Fe (1803). Escribió tres t r a t a d o s sobre la quina, d e los
y lenguas» (ACOSTA, Historia 56). cuales el más c o m p l e t o se conserva inédito e n el J a r d í n Botánico d e Madrid.
Las a p o r t a c i o n e s fundamentales d e Mutis están todas relacionadas con su
Esta p o s t u r a es c o m e n t a d a p o r E d m u n d o O ' G o r m a n e n este sentido: larga estancia e n Colombia, d o n d e pasó la mayor p a r t e d e su vida. Su
«Esa afirmación general que, en definitiva, consiste en pensar que la exis- condición d e sacerdote - s e había o r d e n a d o c o m o tal e n 1862— exige q u e
tencia de América, independientemente de su novedad y de sus particularida- d e m o s aquí c u e n t a d e su hazaña.
740 P.IV. La irradiación de la Iglesia
CAO. Eclesiásticos y ciencias profáfias' 741
En 1760 emprende su navegación en la Real Expedición Botánica al
Virreinato de Nueva Granada, que tendrá el sucesivo patrocinio de Car- VI. EL AMERICANISMO DE LOS JESUÍTAS EXPULSOS
los III, Carlos IV y Fernando VII. La expedición queda dividida en dos etapas
a partir del año 1783, en que Mutis adquiere la representación real que Las circunstancias en que se produjo en 1767 la expulsión de los
había solicitado para la misma; ese año podemos considerar que es la diviso- jesuítas van a hacer que aquella decisión política adquiera una trascendencia
ria entre ambas etapas. La importancia del comienzo de la expedición en cultural insospechada, determinada básicamente por el hecho de haberse
1760 tampoco debe ser, en cualquier caso, desdeñada; Francisco José de asentado los expulsos en un pequeño grupo de ciudades italianas. El espacio
Caldas se refiere a la llegada de Mutis con estas palabras: «El año 1760 geográfico, relativamente pequeño, en que por necesidad tuvieron que
desembarcó en Cartagena, año para siempre memorable en los fastos de convivir facilitó la comunicación intelectual entre ellos, lo que a su vez
nuestros conocimientos y año en que comenzaron a reinar las ciencias útiles aumentó la densidad cultural del medio. A Italia fueron los profesores de la
sobre nuestro horizonte». pujante Universidad de Cervera, uno de los focos de la intelectualidad
Cuando, en 1801, Alexander von Humboldt le visita en reconocimiento española del siglo xvill, y allí coincidieron con ellos algunos de los humanis-
a su extraordinaria labor científica, Mutis ya ha realizado la parte más tas y eruditos más destacados que provenían del continente americano. Si a
importante de su trabajo, cuyo fin era recopilar toda la flora de Bogotá, a la esto unimos las naturales relaciones de amistad y colaboración con intelec-
que pensaba poner como título: Flora de la América Septentrional o Flora del tuales italianos, se produce una extraordinaria crecida del nivel cultural y
Nuevo Reino de Granada. En esa tarea estuvo trabajando durante más de del intercambio científico, hasta tal punto que creo no es exagerado hablar
veinticinco años; aunque el texto por desgracia se ha perdido, aún se conser- de la cultura hispano-italiana del período, como lo ha hecho el padre Miguel
van las láminas, que constituyen un total de más de seis millares ordenadas Batllori en su famoso libro sobre el tema, citado en la bibliografía final.
en cincuenta y un volúmenes, conservados en el Jardín Botánico de Madrid. La conjunción señalada de jesuitas que provenían de la Península Ibéri-
En 1954 se inició la publicación de dichos volúmenes por el Instituto de ca y los que llegaban de las colonias españolas de Ultramar va a redundar en
Cultura Hispánica, en una colaboración conjunta entre los gobiernos de el surgimiento de un importante movimiento americanista, dentro del cual
Colombia y España; la obra lleva por título Flora de la Real Expedición ocupará un lugar de primerísima importancia la obra de Lorenzo Hervás y
Botánica del Nuevo Reino de Granada. En el tomo I hay una serie de estudios Panduro (1735-1809), que supo reunir un ingente material histórico y lin-
que llevan el siguiente título general: La Real Expedición Botánica del Nuevo güístico como base documental de trabajo para una de las aportaciones
Reino de Granada, donde se pone de manifiesto el impresionante trabajo decisivas al americanismo del momento. Residió en Forli y en Cesena, termi-
realizado, con ayuda de un pequeño grupo de viajeros y herbolarios, entre nando su vida en Roma como bibliotecario del Quirinal.
los cuales cabe citar a Francisco José de Caldas, el padre Diego García, Hervás escribió en italiano una especie de enciclopedia titulada Idea
Sinforoso Mutis y Francisco Antonio Zea. «Todos -se dice allí- colectaron dell'Universo (1778-1787), con un total de veintiún tomos. En los dieciséis
ejemplares; todos, sin duda, llevaban la orden de elaborar sus diarios con esa primeros realiza una historia antropológica, cosmológica y mundial con
minuciosidad horaria con que el maestro mismo los llevaba..; todos debían carácter divulgativo y enciclopédico, sin que representen una aportación
tomar notas gráficas y cromáticas que pudieran guiar los pinceles insupera- original. A partir del tomo XVII cambia esa perspectiva, pues nos ofrece una
bles» (pág. 87). Enrique Pérez Arbeláez, de quien son las anteriores pala- exploración de importancia definitiva para fundar la filología comparada.
bras, nos da cuenta del ambicioso proyecto, que era mucho más amplio que En el conjunto de tomos que van del XVII al XXI puso las bases del Catálogo
un mero estudio de la flora recopilada: «Mutis - d i c e - se adelantó a su época de las lenguas de las naciones conocidas y enumeración, división y clases de éstas
y logró fundar un verdadero instituto de ciencias naturales, donde la flora, según la diversidad de sus idiomas y dialectos (1800-1805; 6 vols.). Reúne allí
que sería la primera en ver la luz, tendría un carácter nacional y donde se noticias de más de 300 idiomas, procurándose para ello todas las gramáticas
resolverían en forma duradera y exhaustiva los problemas que se relaciona- y diccionarios que pudo hallar, así como continuas consultas a los misione-
ran con plantas y con la vida de todo un pueblo. Así se empezaba a lo ros que encontró. La obra está estructurada de acuerdo con el siguiente
interminable, pero también inauguraba una época que no debía morir. plan: I. Principios generales y lenguas de América; II. Islas del Pacífico, del Indico
Porque mientras la nación viviera era forzoso que buscara en el conocimien- y Asia continental; III. Lenguas de las naciones advenedizas de Europa; IV, V
to de su propia naturaleza los elementos para sustentarse y prosperar» y VI. Naciones europeas primitivas (íberos, celtas, vacones).
(pág. 87). En el siglo pasado, Max Müller y Alexander von Humboldt elogiaron
mucho su valor, haciendo justicia a su trabajo; no obstante, en España se ha
tardado más en reconocer el valor de su obra. En nuestro siglo le han
dedicado atención Julián Zarco (Estudios sobre L. Hervás ^^SffeWSÜ Miguel
Batllori (varios estudios en la obra citada) y F. Lázaro í&rreter (efe. ideas
lingüísticas en España durante el siglo xvín). I§ ^wfr ^
Cuando Max Müller le dedica su atención en el s i g ^ p a ^ j S ^ ^ t S i j a ya
742 P.IV. La irradiación de la Iglesia CAO. Eclesiásticos y ciencias profanas 743
algunas de sus aportaciones más importantes: establecer por primera vez el necesario analizar las sintaxis con que se ordenan; y esta observación y cotejo
parentesco de las lenguas semíticas; desechar el error secular que identifica- he procurado hacer en mi obra intitulada Ensayo práctico de las lenguas» (págs.
ba al hebreo con la lengua primitiva; fijar el grupo fino-hungrio; precisar 106-107).
que el vasco no es un dialecto céltico, sino autóctono; afirmar la extensión
de las lenguas malayas y polinesias, y demostrar que la verdadera afinidad de En una palabra: que la idea fundamental de Hervás está en considerar la
las lenguas debe ser determinada por la estructura gramatical y no por el esencia de una lengua en su constitutivo formal, esto es, en su morfología y
simple parecido de las palabras. sintaxis. Y en ello está -como dice Lázaro Carreter- «el mérito gigantesco de
Una de las opiniones que se encuentran más afianzadas en su ánimo es Hervás», que no consiste tanto en haber sentado dicho principio -cosa que
la inconsistencia de la teoría que defiende la unidad originaria de las len- ya hicieron otros- como «en haberle dado entrada en un trabajo constructi-
guas. Aunque como cristiano acepta la diversidad lingüística producida en vo, de inmediata aplicación práctica». Y el ilustre académico a quien segui-
Babel, no es ésta la razón básica para un hombre de ciencia. Hervás conside- mos termina su comentario con estas palabras: «Esto es lo que levanta a
ra que no existe método racional de reducir dicha diversidad a un tipo Hervás sobre los investigadores coetáneos, sobre Court de Gébelin, por
común; lo más persistente y característico de un idioma es su estructura ejemplo, y le coloca en la línea científica de la lingüística comparada, de la
gramatical, y de acuerdo con esa idea, considera que la sintaxis moldea el que, justamente, con esa restricción inicial, puede atribuírsele la paterni-
pensamiento humano: «El orden de las ideas en cada hombre - d i c e - es dad» (pág. 110). Conclusión, como podemos ver, que viene a coincidir con
según el de las palabras de su lengua o es según el orden que el artificio la anterior de Menéndez Pelayo, si bien ahora de forma más matizada y
gramatical de ésta da a las palabras». precisa.
Fernando Lázaro Carreter, que ha estudiado con acuidad las ideas Una aportación singular de Hervás -y sin duda la más original de todas
lingüísticas de Hervás, afirma que éste realizó el primer esfuerzo tendente a las suyas- es la valoración que hace del elemento fónico del lenguaje, tradi-
establecer las lenguas como base etnográfica. Ello es consecuencia del punto cionalmente descuidado por los lingüistas por considerarlo como elemento
de partida tomado por el jesuita, que consistía en estudiar las lenguas al accidental frente a la morfología. Como dice nuestro jesuita: «La respectiva
servicio de la historia humana. Mientras en la Historia de la vida del hombre se o propia pronunciación de cada idioma es lo más característico de las nacio-
estudia a éste aislado, ahora Hervás toma en cuenta otros medios naturales nes, en las que a mi parecer es indeleble». Establece así el sonido como
-las costumbres, las razas, las lenguas-, mediante los que establece una principio característico e indeleble de las naciones, sobre una base irrefuta-
relación entre pueblo y lengua. Sobre esta base se crea la primera metodolo- ble: la experiencia nos enseña que hay personas que dominan perfectamente
gía científica para el estudio de las lenguas -aunque luego se demuestre que una lengua extraña y que incluso la escriben con absoluta corrección, pero
es un método erróneo-, iniciando así una nueva etapa en la ciencia del que basta que la hablen para comprobar que no es su lengua nativa.
lenguaje. Como dice Lázaro Carreter: «En los umbrales del siglo xix Hervás Así, dice: «A mi parecer, se puede establecer, por regla general, que
liquida un período de la ciencia del lenguaje, abriendo ante ella nuevos y todas las naciones siempre conservan sustancialmente la pronunciación anti-
nunca hallados caminos» (pág. 104).
gua de sus respectivos idiomas primitivos y que la conservan no sólo aquellos
Aun dejando a un lado esa salvedad, está claro que Hervás establece el que siempre la han hablado o hablan dialectos de ellos, mas también las que,
principio lingüístico que debe regir la comparación de las lenguas. He aquí habiéndolos abandonado, hablan lenguas forasteras».
sus propias palabras:
Y comenta Lázaro Carreter este principio con gran entusiasmo, dicien-
«El método y los medios que he tenido a la vista para formar la distinción, do: «Es el más original; si al otro hemos podido hallarle antecedentes más o
graduación y clasificación de las naciones que se nombran en la presente obra, menos próximos, en vano los buscaremos aquí. En la enunciación de este
y son casi todas las conocidas en el mundo, consisten principalmente en la principio de la indelebilidad de la fonética reside la más original aportación
observación de las palabras de sus respectivos lenguajes, y principalmente del que el jesuita español hace a la lingüística posterior. Tanto este principio
artificio gramatical de ellas. Este artificio ha sido, en mi observación, el princi-
pal medio de que me he valido para conocer la afinidad o diferencia de las como el de la permanencia de los sistemas gramaticales rigen hoy las investi-
lenguas conocidas y reducirlas a determinadas clases. El artificio particular con gaciones comparativas» (pág. 111). Y aún añade: «Si las dificultades para la
que, en cada lengua, se ordenan las palabras no depende de la invención aplicación de esta doctrina no hubieran sido insalvables, Hervás nos habría
humana, y menos del capricho: él es principio de cada lengua, de la que forma dado los primeros resultados de un método que fructifica medio siglo des-
el fondo. Las naciones, con la civilidad y con las ciencias, salen del estado de
barbarie y se hacen más o menos civiles o sabias: mas nunca mudan el fondo del pués» (pág. 112).
artificio gramatical de sus respectivas lenguas». La obra de Hervás quedó inconclusa. Cuando murió llevaba años traba-
jando en un nuevo libro, cuya parte principal la iban a constituir los resúme-
Y aún añade unas páginas después: nes gramaticales de las lenguas que él consideraba matrices, con un pequeño
«Para observar bien y cotejar la diversidad de los artificios gramaticales de vocabulario de cada una de ellas. Sus papeles inéditos, sin embargo, fueron
las lenguas no basta el superficial conocimiento de sus palabras aisladas, mas es aprovechados por Humboldt, con quien estuvo en contacto durante la
744 P.IV. La irradiación de la Iglesia C. 40. Eclesiásticos y ciencias profanas 745
estancia de éste en Roma, y a través de él pasaron al filólogo J. S. Vater, que Antropología cultural
también los aprovechó. Los esfuerzos de Hervás para una fundamentación J. DE ACOSTA, Historia natural y moral de las Indias (ed. México, 1962), con un
científica de la lingüística, por tanto, no se perdieron. Gracias a Humboldt, estudio preliminar de E. O'GORMAN; B. DE LAS CASAS, Apologética historia sumaria, ed.
aquellos aspectos que tenían más valor pasaron a formar parte del acervo de E. O'GORMAN 1-2 (México, 1967); E. O'GORMAN, «La idea antropológica del padre Las
la filología europea, aunque en España permaneciesen desconocidos e igno- Casas: Edad Media y Modernidad»: Historia mexicana 16 (México, 1967), 309-319;
F. DEL PINO PÍAZ, «Contribución del padre Acosta a la construcción de la etnología. Su
rados, como tantas veces ha ocurrido en nuestra historia científica e inte- evolucionismo»: Revista de Indias 38 (Madrid, 1978), 507-545; F. VICENTE CASTRO y
lectual. J. L. RODRÍGUEZ MOLINERO, Bernardino de Sahagún, primer antropólogo en Nueva Espa-
ña (siglo xvi) (Salamanca, 1986).
VIL CONCLUSIÓN
Botánica
Al finalizar este breve repaso a la contribución de la Iglesia católica en el La Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada (Madrid, 1954);
desarrollo de las ciencias profanas en relación con el mundo iberoamerica- L. GUTIÉRREZ COLOMER, Contribución al estudiofármaco-botánico de laflorade México que
no, una conclusión se impone por encima de todo. La presencia eclesiástica describe Sahagún en el siglo xvi (Madrid, 1948).
en Iberoamérica no fue sólo una mera presencia institucional, relacionada Americanismo de los jesuítas expulsos
con el mundo de las creencias religiosas y su organización estructural desde M. BATLLORI, La cultura hispano-italiana de los jesuítas expulsos (Madrid, 1966);
la jerarquía. Muchos eclesiásticos, en cuanto individuos, contribuyeron con F. LÁZARO CARRETER, Las ideas lingüísticas en España en el siglo xvui (Madrid, 1949);
sus planteamientos intelectuales rigurosos y amplios al desarrollo de ciencias M. MILLER, Lectures on the Science of Language (Londres, 1862); J. ZARCO y
inéditas hasta entonces, y en este aspecto el balance es claramente positivo. J. A. SÁNCHEZ PÉREZ, Estudios sobre L. Hervás y Panduro 1-2 (Madrid, 1936).
Un conjunto de actitudes intelectuales profundas y serias llevó a un pequeño
pero glorioso grupo de frailes, misioneros y sacerdotes a aceptar el reto que
la realidad americana les imponía.
Así, surgen disciplinas nuevas como el derecho internacional, la econo-
mía política, la antropología cultural, la botánica americana y la filología
comparada, producto del esfuerzo mental y científico de ese pequeño gru-
po. Aunque conocemos -y no las negamos- algunas de las fallas y deficien-
cias de la presencia española en los siglos de la colonización americana, un
mínimo espíritu de rigor y de justicia nos obliga a señalar esta contribución
positiva. Sólo el ánimo sereno y ecuánime que está dispuesto a rectificar lo
malo y a perseverar en lo bueno puede inspirar el conocimiento y el acerca-
miento entre pueblos vinculados por parámetros culturales y axiológicos
comunes; al menos, con esa intención hemos redactado las anteriores
páginas.

NOTA BIBLIOGRÁFICA
Bibliografía general
J. L. ABELLÁN, Historia crítica del pensamiento español 1-5 (Madrid, 1979-89);
G. FRAii.E,.//¿íton'a de la filosofía española (Madrid, 1971-72).
Derecho internacional y teoría sobre la guerra
T. URDANOZ, Obras de Francisco de Vitoria (Madrid, 1960); F. DE VITORIA, Relectio
de indis o Libertad de los indios, ed. L. PEREÑA y J. M. PÉREZ PRENDES (Madrid, 1967);
ID., Relectio de Iure belli o Paz dinámica, ed. L. PEREÑA y otros (Madrid, 1981); J. DE LA
PEÑA, De bello contra insulanos: intervención de España en América, ed. L. PEREÑA y otros
1-2 (Madrid, 1982); Actas del I Simposio Internacional sobre la ética en la conquista de
América (1492-1573) (Salamanca, 1984).
Economía política
T. DE MERCADO, Suma de tratos y contratos, ed. N. SÁNCHEZ ALBORNOZ (Madrid,
1977).
CAPÍTULO 41

LITERATOS ECLESIÁSTICOS HISPANOAMERICANOS

Por JUANA MARTÍNEZ GÓMEZ

La historia de la literatura hispanoamericana virreinal está fuertemente


determinada por la presencia constante de la Iglesia católica. Ello es espe-
cialmente evidente en el gran número de escritores eclesiásticos con que
cuenta esta literatura, convertidos en auténticos artífices de la creación
literaria de aquellos siglos. En todos los estilos y en todos los géneros, los
autores religiosos mantienen su producción desde las primeras manifesta-
ciones de la literatura conocida del Nuevo Mundo hasta los momentos claves
de la independencia americana. Muy pocos son, realmente, los escritores no
eclesiásticos de la literatura hispanoamericana de la colonia.

I. CRÓNICAS EN VERSO

Son dos autores religiosos, cuyas obras además inauguran las literaturas
de sus respectivos países, los primeros que relatan los sucesos de la conquista
en forma poética.
Luis de Miranda de Villafaña, nacido en Plasencia en fecha desconoci-
da, narra en su poema Romance elegiaco los desastres padecidos por los
fundadores de la actual capital argentina. En 1535 se embarcó hacia Améri-
ca como clérigo de la expedición que se dirigía al Río de la Plata. Allí
participó en la fundación de Buenos Aires y fue testigo de todas las vicisitu-
des que padecieron sus primeros pobladores. Fue capellán del fortín del
Corpus Christi y más tarde de una iglesia bonaerense, hasta que se vio
obligado a marchar a Asunción, donde se incorporó al grupo de hombres
leales a Alvar Núñez Cabeza de Vaca. Miranda entonces perdió su capellanía
y sufrió prisión en dos ocasiones, acusado de mal sacerdote, blasfemo y
conspirador. En 1545 quedó en libertad, permaneciendo en Asunción -ciu-
dad en la que escribió su poema en fecha incierta- hasta su muerte, proba-
blemente ocurrida después de 1558.
El Romance elegiaco tiene el valor documental de recoger el primer acto
de la conquista española en el Río de la Plata. Apareció incorporado a un
memorial dirigido al presidente del Consejo de Indias, como un argumento
más entre otros que reclamaban ayuda ante la angustiosa situación en que se
hallaban los primeros habitantes de la ciudad porteña. Luis de Miranda elige
la modalidad discursiva del poema narrativo, vinculado a los romances de
tema épico, pero lo construye con muchos de los rasgos específicos del
748 P.IV. La irradiación de la Iglesia CAL Literatos eclesiásticos hispanoamericanos 749
poema elegiaco, inspirado en el dolor que produce la muerte. Es continua-
dor de la tradición medieval de los juglares, que divulgaban las hazañas de II. EL TEATRO
los cantares de gesta, y su poema evoca, sin duda, el tono de los romances
populares que ellos cantaban. Pero no deja de ser paradójico que un poema La aparición del teatro hispanoamericano estuvo estrechamente ligada
fundacional, que debiera integrar todas las categorías vitales de lo heroico, a la labor evangelizadora de los misioneros. En todas las Ordenes religiosas,
se transforme en un canto funeral, con toda la carga de emotividad que pero especialmente entre los jesuítas, se encuentra un gran número de
proporciona el hecho de la muerte. autores que colaboraron a la creación de un importante corpus de obras
dramáticas. Muchas de ellas adaptaron elementos del primitivo teatro preco-
Si Luis de Miranda cifra su atención en los sufrimientos y la muerte de
lombino e incluso fueron escritas en lenguas aborígenes con el fin de cate-
los seres anónimos que participan en la conquista, Juan de Castellanos
quizar eficazmente a los indígenas; otras, continuadoras del teatro medieval,
(1522-1607) ofrece una visión retrospectiva de los dirigentes de la misma
contribuyeron al adoctrinamiento de españoles y criollos. Así, inspirados en
-personajes individualizados- con el fin de guardar para la posteridad sus
los evangelios, los dogmas, los sacramentos y cualquier historia sagrada y
grandes hazañas. Oriundo de Sevilla, pasó a América en su juventud y acabó
edificante, se compusieron autos, coloquios y comedias sagradas y alegóri-
en Colombia tras recalar en diversos lugares. Recorrió varias ciudades co-
cas. De todos los autores dramáticos, sólo un reducido número de ellos llegó
lombianas hasta instalarse definitivamente en Tunja, donde desempeñó el
a alcanzar cierto renombre.
cargo de cura párroco. Escribió un extensísimo poema, de más de mil versos,
titulado Elegías de varones ilustres de Indias (1589, primera parte), en el que Fernán González de Eslava (1534-1610?), nacido en España, llegó a
pretende hacer una crónica versificada del descubrimiento y la conquista, México en 1558. Hacia 1575 era clérigo, y presbítero en 1578. Su produc-
desde los viajes de Colón hasta la creación del Nuevo Reino de Granada. La ción literaria no es de las menos fecundas entre los autores de su época.
valoración literaria del poema no debe oscurecer los límites de su verdadera Además de su obra más importante, Coloquios espirituales y sacramentales
dimensión y su carácter de auténtico documento histórico, ya que relata (1610), de tema religioso, compuso otras obras sueltas, como sonetos, can-
acontecimientos vividos por el autor o relatados a él de primera mano. ciones, villancicos, etc., que aún permanecen inéditas. Fue hombre conoci-
do y estimado en su época por el valor de su obra literaria. También debió
Como poema se inscribe en el marco de una poesía épica que empieza de labrarse cierta fama de inconformista y revolucionario, lo que le costó la
a proliferar por estos años en América y cuyo modelo y máximo exponente cárcel en más de una ocasión, avalado por una obra de compromiso con la
está en La Araucana, de Alonso de Ercilla. Es decir, corresponde a una sociedad que le tocó vivir. Aunque en los Coloquios sigue la tradición alegóri-
poesía renacentista, en la cual, aunque todavía permanecen reminiscencias ca del teatro medieval religioso, en algunos de ellos logra, sin embargo, un
medievales, se percibe una clara toma de postura a favor de nuevas concep- significativo equilibrio entre la expresión alegórica y el reflejo de la realidad
ciones literarias. Actitud esta evidenciada tanto por la adaptación de los de su tiempo.
aportes métricos italianos como por la recreación de una épica de ruptura
A través de la actuación de unos personajes semialegóricos, el lector
con los viejos dogmas que imponían la unidad de tiempo, acción, personaje
asiste al cambio de valores producido en la sociedad colonial a finales del
y lugar. Todo ello ocurre al incorporar a la literatura una nueva concepción
siglo XVI, cuando se está entrando en una etapa más sedentaria que la
del mundo que rechaza al héroe como ser superior para privilegiar al repre-
anterior y comienza a primar el gusto por el dinero, el lujo y la ostentación.
sentante o portavoz de un grupo, lo cual está reflejando el nuevo estado de
conciencia que empieza a implantarse en la sociedad naciente. De Juan Pérez Ramírez (1545-?), presbítero mexicano, sólo se conoce
una obra de circunstancia, Desposorio espiritual del Pastor Pedro y la Iglesia
A imitación de la mencionada obra de Ercilla, Martín del Barco Cente- mexicana, escrita y representada en 1574 con motivo de la consagración del
nera (1535?-?) escribió una larga composición sobre la conquista del Río de arzobispo Pedro Moya de Contreras. La celebración de tal acto le ofrece al
la Plata titulada Argentina (1602). Un poema épico de más de 10.000 versos autor la posibilidad de hacer una composición a base de diálogos alegóricos
sobre el que la crítica coincide en una valoración no excesivamente positiva, de tono pastoril que, sin embargo, acaban por obstaculizar la construcción
ya que, junto a las intenciones históricas y didácticas, los propósitos poéticos de una sólida estructura dramática.
quedan bastante oscurecidos y escasos de calidad estética. El autor, extreme-
El dominicano Cristóbal de Llerena (1540?-1610?), de vida privada muy
ño, de familia acomodada, llega a Asunción en 1572, con el adelantado Juan
agitada, fue sacerdote desde 1571 y más tarde capellán y canónigo. Destacó
Ortiz de Zarate, que dirige la tercera expedición al Río de la Plata. En
también como organista de la catedral de Santo Domingo y como catedráti-
distintas poblaciones ejerce dignidades eclesiásticas, como las de arcediano,
co de gramática latina. De su obra sólo se ha conservado un Entremés, que
capellán de la Audiencia, vicario y comisario del Santo Oficio, cargo del que
fue estrenado en la octava del Corpus de 1588 en la catedral. El autor no
se le destituyó por el carácter poco ejemplar de su vida privada. Hacia 1595
aborda un tema religioso, sino que se adentra en datos referenciales que
volvió a España. Martín del Barco acuña con el título de su poema el nombre
hacen alusión directa a la política gubernamental. Su representación provo-
de la futura nación argentina, en una clara alusión a los escondidos tesoros
có tan sonado escándalo por su crítica a la situación social de la época que
que los conquistadores esperaban descubrir en su suelo.
obligó al exilio a su autor. Guarda así un gran valor testimonial, al tiempo
750 P.IV. La irradiación de la Iglesia CAÍ. Literatos eclesiásticos hispanoamericanos 751
que constituye una pieza rica en variedad de elementos dramáticos y una de Sin embargo, a través de un género tan actual como es la parodia
las primeras obras empeñadas en la difícil tarea de la sátira política.
satírica, se propone atacar ese estilo entonces imperante y criticar a la
El teatro barroco avanza técnicamente, respecto a la producción dra- sociedad de su tiempo.
mática del siglo XVI, debido a la gran influencia que ejercen las obras de
Calderón y otros dramaturgos españoles. Los temas preferidos por los auto-
res eclesiásticos hispanoamericanos no se apartan notablemente de la línea III. LA POESÍA
religiosa dominante entre sus antecesores. A) Poesía religiosa
Buena muestra de ello es la Comedia de San Francisco de Borja (1641), del El espíritu contrarreformista impone la necesidad de afianzar unas
jesuíta mexicano Matías de Bocanegra (1612-1681), conocido en su época señas de identidad religiosas que se extienden por todo el imperio español y
por su talante ingenioso y su erudición. Su obra narra parte de la vida del determinan un enorme corpus de poesía religiosa. Con el fin de ensalzar el
duque de Gandía con el propósito de ensalzar la labor jesuítica. El mismo catolicismo se utilizan poéticamente sus signos: se canta a la Virgen María
asunto desarrolla el jesuíta peruano Pedro López de Lara en El Fénix de junto a santos y mártires de la fe como imágenes vivas de la Iglesia católica.
España, San Francisco de Borja (1674). De tema mañano se compusieron La figura de Cristo y la de algunos de los grandes patriarcas, como Santo
también varias obras, entre las que destaca la Comedia de Nuestra Señora de Tomás de Aquino y San Ignacio de Loyola, capitalizan, en el papel de
Guadalupe y sus milagros, del religioso Jerónimo Diego de Ocaña (P-1608), personajes principales, la acción de numerosos poemas. Raro será el poeta
representada en Potosí en 1601. -religioso o n o - que no contabilice entre su producción alguna composición
De mayor envergadura es la obra del peruano Juan Espinosa Medrano religiosa de signo marcadamente católico.
(1619P-1688). Conocido por su apodo «El Lunarejo», es un ejemplo poco Se puede destacar con mayor importancia un grupo de poemas mayores
frecuente de indígena que logra abrirse camino en el ámbito religioso y junto a otro de composiciones más breves.
cultural de una sociedad organizada por criollos. Pese a su origen humilde, Entre estos últimos cabe reseñar los poemas de Leonor de Ovando, la
logró destacar en el mundo virreinal por su inteligencia prodigiosa, aplicada primera poetisa de América, nacida en Santo Domingo, que fue religiosa del
a distintos campos del conocimiento. Desde niño sobresalió en el uso de Monasterio de Regina en la Española. Su obra, compuesta por cinco sonetos
instrumentos musicales, llegando a ser catedrático de artes a los dieciséis y una serie de versos sueltos, .escritos con motivo de varias fiestas religiosas,
años. Demostró una gran facilidad para el aprendizaje de idiomas, ya que, fue recogida a finales del siglo XVI por el oidor Eugenio Salazar de Alarcón
además de español y quechua, conoció siendo muy joven el latín, lengua en en su antología Silva de poesía.
la que, incluso, podía versificar; más adelante aprendió también el griego y En la misma antología aparecen cuatro de los siete poemas conocidos
el hebreo. Ingresó en el seminario y desarrolló una brillante carrera eclesiás- del primer poeta guatemalteco, Pedro de Liévana (P-1602), quien estudió la
tica, reconocida tanto en su cátedra de teología como a través del pulpito, en carrera sacerdotal en Guadalupe, su ciudad natal, y una vez ordenado sacer-
el que llegó a ser un afamado predicador. Todo ello le valió varios títulos, dote marchó a las Indias, donde desempeñó distintas funciones eclesiásticas.
como el de «doctor sublime» y el «Demóstenes peruano», entre otros. La A su llegada fue nombrado arcediano de la iglesia metropolitana guatemal-
totalidad de su obra, extensa y variada, hace incursiones en distintos géneros teca y más adelante tesorero, maestrescuela, canónigo y, por último, deán de
que serán abordados más adelante. Como dramaturgo compuso El hijo la catedral de Guatemala. Sólo dos de sus poemas son de tema religioso,
pródigo, auto sacramental en quechua, y El robo de Proserpina y Amar su propia pero todos ellos, junto a los de Leonor de Ovando, resultan una viva mues-
muerte, en los que temas clásicos y bíblicos son tratados con el estilo gongo- tra de la rápida incorporación del Renacimiento en algunos sectores de
rista que Espinosa defendió ardientemente. Hispanoamérica.
En Perú, el franciscano Juan de Ayllón (1604-1662), considerado intro-
También en Perú sobresalió fray Francisco del Castillo (1716-1770),
ductor del gongorismo en su país, compuso un denso poema culterano
religioso lego de la Orden de la Merced, que fue conocido como «El ciego de sobre Las fiestas a la canonización de los 23 mártires del Japón (1630).
la Merced» por una enfermedad que le debilitó la vista. Famoso como poeta
Poco más tarde, el dominico limeño fray Adriano de Alecio (P-1650),
repentista, demostró, sin embargo, su talento literario en la expresión de
calígrafo y miniaturista, autor de una biografía de fray Martín de Porres,
varios géneros. El teatro fue uno de los que más ampliamente cultivó en
escribió un poema titulado El Angélico (1645), en honor de Santo Tomás. La
forma de saínetes, comedias y autos, en los que trata temas religiosos, obra se resiente formalmente porque su autor, ferviente admirador de
históricos y legendarios. La crítica destaca el Entremés de Justicia y litigantes Góngora, se excede en el uso de procedimientos culteranos y en el número
por el factor costumbrista que anima la obra. de detalles sobre la vida del santo.
En Colombia destacó el monje cartujo Fernando Fernández de Valen- Luis de Tejeda (1604-1680), primer poeta nacido en Argentina, des-
zuela (1616-1677) por su entremés Laurea crítica, escrito con un perfecto pués de una vida aventurera, viudo y con diez hijos, ingresa en la Orden
dominio de los recursos léxicos y sintácticos del gongorismo. dominicana en 1663. De su obra sólo se conoce la producción de su etapa
CAÍ. Literatos eclesiásticos hispanoamericanos 753
752 P.IV. La irradiación de la Iglesia
interés de la lectura. El poema presenta una gran dinamicidad, derivada
conventual, destacándose de ella algunos sonetos y el poema titulado El tanto de la diversidad de los recursos estilísticos empleados como del movi-
peregrino en Babilonia, una larga composición constituida por una mezcla de miento vertical, que se establece de la comunicación espacial entre cielo,
pasajes autobiográficos con temas marianos abordados desde una perspecti- tierra e infierno, y también del juego temporal con el pasado, el presente y
va mística. A lo largo de su obra se pueden observar, asimilados de forma el futuro, que sirve para entrelazar el plano natural y el sobrenatural. El
desigual, procedimientos propios del estilo de Góngora. personaje principal, Cristo, aparece en su doble condición de hombre y de
El agustino, de posible origen mexicano, Miguel de Guevara fue autor Dios, con todas las contradicciones que ello implica y las subsiguientes
de varias poesías religiosas. Se le atribuye el famoso soneto No me mueve, mi dificultades que afectan al personaje como héroe épico. Sin embargo, Hoje-
Dios, para quererte (1638), cuya perfección en el empleo de procedimientos da lo utiliza para profundizar en el carácter de Cristo y en el sentido ecumé-
barrocos puede marcar el ingreso de dicho estilo en México. nico de su pasión, consiguiendo un personalísimo poema épico-religioso.
Por último, cabe mencionar en este grupo parte de la obra del jesuíta El bogotano Hernando Domínguez Camargo (1606-1659) escribe otro
ecuatoriano Juan Bautista Aguirre (1725-1786), conocido por su afán de largo poema sobre la vida del fundador de la Compañía de Jesús. En su San
experimentación y por su espíritu crítico. Fue catedrático de Filosofía y Ignacio de Loyola. Poema heroico (1666) se extiende desde el nacimiento del
Teología moral en la Universidad de San Gregorio Magno de Quito, en cuyo santo hasta su partida hacia Roma para fundar la Compañía, logrando
claustro introdujo los aires revolucionarios que emergían en su época. Goza- destacarlo entre los muchos poemas que, tanto en Europa como en Améri-
ba de gran prestigio cuando los jesuítas fueron expulsados de América en ca, se le dedican a San Ignacio para ensalzar su figura luchadora y su espíritu
1767 y su obligada estancia en Italia acrecentó aún más la fama de hombre contrarreformista y católico. El autor inicia su vida religiosa en la Compañía
sabio que ya se había labrado anteriormente. A pesar de su personalidad de Jesús en Tunja, pero pronto la abandona, expulsado por motivos desco-
innovadora, contagiada de la Ilustración, fue, de forma anacrónica, uno de nocidos, para ordenarse sacerdote. Se establece después en Lima y Quito,
los últimos gongoristas de Hispanoamérica, motivo por el cual su obra donde se relaciona con los círculos literarios; tras ocupar cargos eclesiásticos
poética permaneció inédita hasta el siglo XX, cuando también fue rescatada en distintas localidades, regresa a Tunja como beneficiado de su iglesia,
la gongorina. Su poesía religiosa, considerada como lo más estimable de donde escribe su extenso, aunque inconcluso, poema.
toda su variada producción, está compuesta por un poema inconcluso a Se le ha considerado el «primogénito» de Góngora por ser el más fiel de
San Ignacio de Loyola y por poemas sueltos inspirados sobre todo en la sus innumerables epígonos. Precisamente por este hecho fue un poeta olvi-
Biblia. dado hasta que la generación del 27 rescató a Góngora y descubrió a sus
Mayor relevancia literaria alcanzan los dos poemas mayores de asunto seguidores. Gerardo Diego dio a conocer la obra de Domínguez Camargo en
religioso, que corresponden al género épico: La Cristiada (1611) y San la antología que confeccionó en honor del poeta español y Dámaso Alonso
Ignacio de Loyola. Poema heroico (1666), cuyos autores son eclesiásticos. emitió los primeros juicios laudatorios sobre el colombiano, quien había
El autor del primero, Diego de Hojeda (1571P-1615), sevillano, ingresó asimilado el estilo de su maestro sobrepasando los límites de la simple
muy joven en la Orden de los dominicos de Lima, donde llegó a ser profesor imitación para lograr auténticas creaciones poéticas. Domínguez Camargo
de teología. Se dio a conocer como hombre austero, piadoso y caritativo y, reúne en su poema todos los procedimientos culteranos inspirados en Gón-
en reconocimiento a su temperamento y valía, se le concedieron varios gora para realzar la imagen del protagonista, San Ignacio; pero, además,
cargos de responsabilidad en la Orden. Llegó a ocupar el priorato de Lima, para dar la visión de una realidad en la cual privilegia el entorno natural, que
pero a causa de una intriga conventual se le despojó del cargo y se le se erige ante el lector con toda la fuerza de lo vivo y lo sensual, desviando el
desterró. Había participado activamente en la vida cultural del virreinato, poema de su trayectoria épica para llevarlo por el camino de la lírica.
produciendo poemas laudatorios y trabajos de encargo que le supusieron un
gran prestigio y lo relacionaron estrechamente con los hombres de letras de B) Poesía descriptiva
entonces, entre quienes ocupó un lugar significativo. Una de las vertientes más importantes de la poesía lírica hispanoameri-
Su poema, La Cristiada, escrito en octavas reales, estrofa propia de la cana lo constituye un tipo de composiciones empeñadas en la captación del
épica, se compone de doce cantos en los que narra de forma desigual la entorno americano. Tanto la naturaleza como las nuevas ciudades serán
pasión y muerte de Jesucristo: junto a fragmentos de hondura, sentimiento motivo de observación y recreación poética para el escritor, quien encon-
y aciertos poéticos, discurren otros pobres de recursos y vulgares de expre- trará en la realidad americana un nuevo espacio literario para sus crea-
sión. Guiado por la filosofía tomista y el espíritu de la Contrarreforma, el ciones.
autor pretende construir un poema teológico, para el que utiliza como base Un famoso poema descriptivo es el titulado A un salto por donde se
temática la Biblia y como referencias literarias la clásica de Virgilio y las despeña el arroyo de Chillo, del ya mencionado Hernando Domínguez Camar-
contemporáneas de la mística y la épica renacentista italiana. De todas ellas go, que pone de manifiesto el carácter agreste de la naturaleza americana.
aprende a afrontar dignamente un tema que entraña enormes dificultades y Esta composición destaca entre otras del mismo autor, publicadas en una
logra orquestar procedimientos que mantienen la agilidad discursiva y el
754 P.IV. La irradiación de la Iglesia CAÍ. Literatos eclesiásticos hispanoamericanos 755

antología poética de asuntos varios, Ramillete de varias flores poéticas (1676), C) Poesía satírica
que había sido compilada por el ecuatoriano Jacinto de Evía, quien incluye, Aunque la sátira es un modo de expresión poética importante en algu-
además, poesías suyas y del jesuíta sevillano afincado en Guayaquil Antonio nas zonas de Hispanoamérica, no es de los géneros más cultivados entre los
de Bastidas. La crítica destaca el valor literario del citado poema de Camargo autores religiosos.
y su clara adscripción al gongorismo. El poeta colombiano se inspira en unos En México, dos poetas entroncan con la sátira clásica a través de Queve-
versos de la Soledad segunda de Góngora y, aunque recoge del español el do, aunque sus obras, más que una crítica seria a la sociedad, constituyen
tema y la estructura metafórica, inviste sus versos de una agilidad y un brillo una burla alegre de carácter popular. El clérigo Pedro de Avendaño
nuevo que le otorgan un carácter original. (1654-1705?) retoma en sus versos el tema de la pugna entre españoles y
Un siglo más tarde encontramos otro famoso poema descriptivo, Rusti- criollos, de antigua tradición en la sátira mexicana. Más directamente influi-
catio mexicana (1781), del jesuíta guatemalteco Rafael de Landívar do por Quevedo, el dominico Juan Villa (1683-1766) compone algunos
(1731-1793). Para realizar estudios eclesiásticos marchó a México, donde poemas de tema vario.
residió largo tiempo. Regresó a Guatemala como rector del colegio de los Más famosa es la figura del antes mencionado «Ciego de la Merced», él
jesuítas, pero poco después (1767) tuvo lugar la expulsión de la orden, que dramaturgo peruano Francisco del Castillo, que escribió una extensa obra
lo obligó a partir a Italia. Allí escribió en latín su extenso poema exaltando poética de la que destacan sobre todo sus romances. Con un lenguaje
la vida rural y la naturaleza mexicana y guatemalteca, que, por su influencia sencillo de tono popular, el poeta denuncia algunos aspectos de la vida
de Virgilio, ha recibido el calificativo de Geórgicas americanas. cotidiana de su tiempo, incorporando una buena dosis de elementos cos-
tumbristas y tipos sociales, que hoy convierten su obra en un testimonio vivo
Las ciudades americanas comienzan a ser descritas literariamente para
de su época.
conocimiento y disfrute de los lectores, quienes en la mayoría de los casos
De características similares son las composiciones del también peruano
actúan como mecenas de los escritores. El propio Domínguez Camargo
José Joaquín Larriva (1780-1832). Este clérigo limeño compone su obra
compone un poema sobre la ciudad de Guatavita, y el ya citado Juan Bautista
satírica en los años de la emancipación, diseminada por los distintos periódi-
Aguirre describe las ciudades de Guayaquil y Quito en otro. Pero es Bernar-
cos de la época, y está cargada de críticas mordaces, pero de gracia popular
do de Balbuena (1562-1627) el escritor que compone el más famoso poema
y criolla, a personajes políticos y situaciones sociales de entonces.
descriptivo de carácter urbano con su Grandeza mexicana (1604).
Balbuena desempeñó el cargo de cura párroco en varias localidades
campesinas y mineras. Siempre deseó conseguir, con no demasiada fortuna,
IV. LA PROSA
más altas jerarquías eclesiásticas que le permitiesen vivir en ambientes de
mayor actividad social. En 1610 recibió el nombramiento de abad de Jamai-
ca, lugar que tampoco le ofreció demasiadas satisfacciones culturales. Des- A) Crítica literaria
pués de residir brevemente en Santo Domingo, donde fue consagrado obis- Le cabe la honra de ser el primer crítico literario hispanoamericano al
po, llegó en 1623 a Puerto Rico para desempeñar dicho cargo hasta su escritor, anteriormente mencionado como dramaturgo, Juan Espinosa Me-
muerte. drano. Además del teatro, la mayor parte de su obra está constituida por una
Guiado seguramente por el propósito de hacer méritos para conseguir extensa colección de oraciones y sermones panegíricos, escritos en alabanza
ascensos eclesiásticos, Balbuena escribe su Grandeza mexicana, y le adjunta de la Virgen y los santos, desbordados en citas eruditas, que se recopilaron
poemas laudatorios dedicados al conde Lemos y al arzobispo de México. El con el título de La Novena Maravilla (1695). Pero su mayor fama se la debe
motivo explícito del poema es presentar las «grandezas» de México a la al éxito del Apologético en favor de don Luis de Góngora, príncipe de los poetas
señora doña Isabel de Tobar y Guzmán, que se disponía a ir a la ciudad para líricos de España (1662). El motivo de la composición de esta obra arranca de
ingresar en la vida religiosa. Con este propósito el autor va desgranando los ataques que el crítico portugués Manuel de Faria e Souza profiere contra
minuciosamente las características de una ciudad, recreada idealmente por Góngora con el fin de exaltar la figura de Camoens. Esta actitud solivianta a
un entusiasmo urbano que se acrecienta a partir de su experiencia cotidiana Espinosa, quien decide salir en defensa del poeta español con un minucioso
en zonas rurales. Un poema introductorio sintetiza el argumento, que luego análisis de la retórica gongorina: entre la introducción y los doce capítulos
irá desarrollando en cantos sucesivos y anticipa al lector la diversidad de desmonta los argumentos del portugués en una prosa que reúne todos los
temas que va a tratar: localización, origen, arquitectura, costumbres socia- elementos del culteranismo. El autor demuestra toda su habilidad para la
les, artes, oficios, clima, religión, gobierno, etc. Balbuena organiza un plan polémica, reconociendo siempre, con un tono apasionado y elegante, los
medido y calculado en el que, a pesar de la gran acumulación de elementos, méritos de su oponente. A partir de su formación clásica y de sus conoci-
no se pierde el orden descriptivo, destacable por su gran riqueza de imáge- mientos literarios, Espinosa va realizando un laborioso estudio de los valores
nes pictóricas y musicales. poéticos de la lengua de Góngora, desde su léxico hasta los procedimientos
756 P.IV. La irradiación de la Iglesia
CAÍ. Literatos eclesiásticos hispanoamericanos 757
estilísticos, dedicando especial atención a la metáfora y al hipérbaton. Con
su obra, Espinosa inaugura la crítica literaria en Hispanoamérica y contribu- por ser ésta el género en prosa de mayor vigencia durante los siglos xvi
ye al entendimiento de la obra de Góngora con un procedimiento analítico y XVII, dotando su discurso de abundantes registros históricos.
todavía válido en la actualidad. Así ocurre con la obra del mercedario chileno Juan de Barrenechea y
Albis (?-l 707), Restauración de la Imperial y almas infieles (1693), que narra las
B) Tendencias narrativas aventuras del indio Carilab, cautivo de los españoles.
Algunos de los autores ya abordados hacen incursiones también en el Mayor difusión, sin embargo, ha tenido la narración titulada Infortunios
terreno de la prosa de ficción, de tan difícil realización en unos años en los de Alonso Ramírez (1690), del mexicano Carlos de Sigüenza y Góngora
que pesan fuertemente distintas prohibiciones reales acerca de la impresión (1645-1700). Expulsado de la Compañía de Jesús después de haber perma-
e importación de novelas en Hispanoamérica. Es de notar que la mayoría de necido en ella durante algunos años, persistió en su vida religiosa como
las obras novelescas que se conocen van perdiendo paulatinamente los ele- sacerdote secular, ocupando la capellanía del hospital del Amor de Dios.
mentos narrativos que las integran para adentrarse en el ámbito de la alego- Alcanzó un alto prestigio entre los intelectuales de su tiempo como investi-
ría y quedar absorbidas en un corpus literario cuya finalidad es enteramente gador polémico y erudito. Fue catedrático de matemáticas y astrología en la
religiosa. Universidad de México y desempeñó el cargo de cosmógrafo real. Además
de obras de carácter histórico y científico, realizó composiciones en verso
Las tres primeras obras publicadas presentan una vinculación desigual
dentro del estilo barroco de la época. Infortunios es una obra aislada dentro
con la novela pastoril, de gran popularidad en España en el siglo XVI.
de la producción de Sigüenza y Góngora que supone su ingreso en el
La primera de ellas es El siglo de oro en las selvas de Enfile (Madrid,
terreno, poco usual entonces, de la prosa de ficción, y, sin embargo, llega a
1608), del obispo español, ya mencionado, Bernardo de Balbuena. En su
ser uno de los relatos del virreinato mejor construidos desde el punto de
obra se encuentran todos los elementos invariables de la novela pastoril
vista narrativo. La obra, que podría considerarse un antecedente de la
española fijados por Jorge de Montemayor y Gil Polo, pero ya incorpora una
novela de aventuras del tipo de Robinson Crusoe, cuenta las desdichas de
simbología cristiana que constituye el primer paso de la evolución de esa
Alonso Ramírez, quien después de caer en poder de piratas ingleses acaba
modalidad ficcional hacia un proyecto narrativo ascético.
por dar una vuelta al mundo. Aunque a veces afloran sus dotes de cosmógra-
Los sirgueros de la Virgen (1620), primera novela publicada en América, fo en descripciones minuciosas que retardan el desarrollo de la acción, el
aun conservando algunos de los componentes básicos de la novela bucólica, narrador logra suscitar un gran interés en el lector. Entreverados con el hilo
presenta abiertamente una finalidad religiosa: ensalzar a la Virgen María. Su argumental, se ofrecen datos referenciales que no apartan a la novela de la
autor, el clérigo mexicano Francisco Bramón (fechas desconocidas), se pro- historia y hacen de ella una crónica entretenida de su tiempo.
pone defender el misterio de la Inmaculada Concepción de María en un
relato salpicado de referencias autobiográficas. Desde una perspectiva ale-
C) Las autobiografías
górica, los «sirgueros» (jilgueros) son los pastores que cantan a la Virgen, en
lugar de las pastoras, convirtiéndola a ella en objeto de sus anhelos amoro- Siguiendo El libro de su vida, de Santa Teresa, y también a instancia de
sos. La nostalgia de un pasado ideal se sustituye por una revalorización del sus confesores, un considerable número de religiosas hispanoamericanas
presente, presente que está regido por el ideal contrarreformista en el cual reconstruyen su biografía dentro de los cauces propios de la mística.
la imagen de la Virgen es signo patente del catolicismo. Es en México donde conocemos mayor número de estas escritoras,
El también español Juan de Palafox y Mendoza (1600-1659), que llega entre las que cabe mencionar a las carmelitas descalzas María de San José
a ser virrey de Nueva España y obispo de Puebla, compone la tercera obra (Juana Palacios Menéndez) (1656-1719) y Micaela Josefa de la Purificación
narrativa, El pastor de Noche Buena (1644), que debe a la novela pastoril Luque (1681-1752), a la monja jerónima María Magdalena de Lorravaquio
mucho menos que las anteriores. Es, en realidad, un tratado ascético que se Muñoz (1572-1663) y a la religiosa de la Purísima Concepción Sebastiana de
vale de símbolos, parábolas y alegorías para presentar el viaje de un pastor las Vírgenes Villanueva (1671-1737).
por los ámbitos del vicio y de la virtud. Pero es, sin duda, la colombiana Madre Castillo, Francisca Josefa del
El franciscano mexicano Joaquín Bolaños, predicador apostólico del Castillo y Guevara (1671-1742), monja clarisa, la más conocida en el ámbito
Colegio de Misiones de Propaganda Fide de Nuestra Señora de Guadalupe literario. Su obra está compuesta por Mi vida y Sentimientos espirituales. En el
en Zacatecas, compone, pero ya de forma anacrónica, La portentosa vida de la primer libro relata sus experiencias vitales antes de la entrada en el conven-
muerte (1792): evocación de las alegorías medievales sobre la muerte, de to, como una etapa preparatoria para su entrada en la vía mística. En el
escasas cualidades narrativas. segundo se interna en los procesos espirituales, tratados por el misticismo
Junto a estos relatos, que privilegian el contenido religioso, debido sin español, en una prosa anacrónicamente trabajada según los místicos del
duda a la dificultad de imprimir obras de carácter profano, otras narracio- siglo XVI que le sirven de modelo.
nes, sin perder jamás la perspectiva religiosa, se contaminan de la crónica,
P.JV. La irradiación de la Iglesia CAÍ. Literatos eclesiásticos hispanoamericanos 759
758
D) Prosa política vocación investigadora. Entró muy joven en la corte reclamada por los
propios virreyes, marqueses de Mancera, y en seguida fue reconocido su
En la confluencia entre el siglo XVIII y el XIX, la producción literaria talento literario por la aristocracia, que la solicitaba continuamente para
asume un compromiso político acorde con el proceso de la independencia celebrar en verso todo tipo de acontecimiento social. Sin embargo, Juana
de las colonias españolas. Hay un grupo de escritores, propulsores de la abandona el bullicio cortesano y, después de una tentativa en el convento de
emancipación, que otorgan a sus creaciones una función política e ideológi- las carmelitas, ingresa en el de San Jerónimo a los diecisiete años. El resto de
ca construida con el fin de despertar el sentimiento patriótico de sus con- su vida, sin apartarse por completo de la corte, lo dedica a la literatura y al
temporáneos y alentarlos a la lucha. Entre ellos destacan, como figuras estudio, convirtiéndose en la figura literaria e intelectual más valiosa del
sobresalientes, algunos religiosos cuya obra se inscribe dentro de un corpus virreinato.
de literatura en prosa de tono exaltado y rebelde, utilizado como arma eficaz Su obra es extensa y ampliamente variada. Cultivó casi todos los géneros
para los fines liberadores. y empleó numerosos metros y estrofas. Como dramaturga escribió dos co-
Con motivo del tercer centenario del descubrimiento, el peruano Juan medias de enredo, según los cánones de la comedia de capa y espada calde-
Pablo Vizcardo (1747-1798),Jesuíta expulso, escribió desde su destierro en roniana: Los empeños de una casa (representada en 1683) y Amor es más
París su Carta a los españoles americanos, en la que hacía expresa la primera laberinto (representada en 1689). También compuso tres autos sacramenta-
declaración de la independencia. La emancipación debía llegar, según él, les y varias loas. La mayor parte de su teatro es circunstancial: escrito en
como culminación de un proceso natural y como exigencia de la sociedad honor de personajes principales de la corte virreinal y ajustado a los precep-
americana que había alcanzado la madurez después de tres siglos de esclavi- tos del teatro español del Siglo de Oro, sin eludir por ello rasgos de auténtica
tud e injusticia. Vizcardo, que era un hombre de sólida formación ilustrada mexicanidad.
y creía firmemente en los principios de libertad, igualdad y fraternidad, se
Su obra poética, que abarca muy variados ámbitos, aborda tanto los
sintió obligado a escribir su carta ante la indignación que le produjo el
temas religiosos como los profanos, temas estos últimos en los que a veces
recrudecimiento de la represión colonial que se estaba efectuando en el
abandona el tono serio, reflexivo e intelectualizado que predomina y carac-
Perú a causa de distintos puntos de rebeldía que habían brotado.
teriza su poesía para tratarlos por la vía de la sátira y el humor. Un grupo
Otra personalidad relevante es la del dominico mexicano fray Servando importante lo constituye su obra de circunstancia, que Sor Juana escribió
Teresa de Mier (1763-1824), perseguido por sus originales ideas sobre las como tributo a la aristocracia, en la cual se encuentran un buen número de
apariciones de la Virgen de Guadalupe. Fue uno de los ideólogos y promoto- felicitaciones, retratos, homenajes, etc., como índices del estrecho vínculo
res de la independencia de su país a través de sus escritos, especialmente de que la monja mantuvo con la corte. Los poemas amorosos suscitan un
su Historia de la revolución de la Nueva España. enorme interés por la originalidad con que canta al amor, de forma analítica
También sobresale el chileno fray Camilo Henríquez (1769-1826), y racionalmente introspectiva. El poema cumbre de Sor Juana es El primero
quien más tarde abandonará los hábitos para dedicarse a su vocación perio- sueño (1692), una larga composición, síntesis de sus más íntimas preocupa-
dística y a las tareas políticas. Aunque compuso teatro y poesía, interesa más ciones y exponente de todos los conocimientos que había adquirido durante
su título de fundador del primer diario de su país, La Aurora de Chile (1810), sus horas de estudio: mitología, geografía, astronomía, filosofía, teología,
en el cual empieza a difundir las ideas independentistas. También es espe- fisiología, etc. La poetisa, tras asumir la tradición literaria anterior sobre el
cialmente significativa su obra El catecismo de los patriotas, en la que emplea sueño, utiliza éste como medio de conocimiento y adopta con todo su
las fórmulas clásicas del catecismo religioso, a base de preguntas y respues- talento literario las formas culteranas de Góngora para desarrollar la anda-
tas, para iniciar al lector en conceptos políticos relacionados con la patria, la dura del alma en busca de la verdad absoluta. Sor Juana logra integrar
libertad y el civismo. sabiamente poesía, ciencia y filosofía en un poema de los más complejos y
profundos de la época.
V. SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ En prosa, aparte de algunas obras de carácter religioso y Neptuno alegó-
rico, escrita para conmemorar la entrada de los virreyes, marqueses de la
Laguna, en 1680, compuso dos piezas fundamentales: Crisis de un sermón
Como síntesis y superación de casi todos los géneros y las tendencias
(1690) y Respuesta a Sor Filotea de la Cruz (1691). La primera es un ensayo
antes aludidos emerge la obra de la monja mexicana sor Juana Inés de la
teológico escrito con el fin de rebatir ciertas teorías, siguiendo un riguroso
Cruz, conocida como la «décima musa». Juana de Asbaje y Ramírez
método analítico pleno de erudición, que pone de manifiesto la altura
(1651-1695) se configura como una mujer extraordinaria ya desde los años
intelectual de Sor Juana. El obispo de Puebla, al conocer el ensayo, le
de su infancia, cuando, engañando a su madre, se escapa a la escuela con su
atribuyó el elogioso título de Carta Atenagórica con que lo publicó, pero le
hermana para aprender a leer. Más tarde, en una sociedad en la que el papel
agregó una carta firmada con el seudónimo de Sor Filotea de la Cruz en la
activo de la mujer está sumamente reducido, se manifestará su personalidad
cual criticaba la actividad intelectual de Sor Juana. La monja reaccionó
conflictiva regida por una gran inteligencia y un espíritu apasionado de
760 P.IV. La irradiación de la Iglesia

inmediatamente con su Respuesta, ensayo autobiográfico, ágil y entretenido,


en el que expone todas las razones que fundamentan su vida y su dedicación
al estudio y la literatura. Ella defiende su derecho a introducirse en los
ámbitos de la ciencia y el pensamiento, así como el derecho de toda mujer a CAPÍTULO 42
participar en las actividades intelectuales de las que habitualmente se las
alejaba en su época. A partir de este escrito, Sor Juana, sumergida en la duda LA IGLESIA Y LA BENEFICENCIA
y acosada por distintas presiones, abandona el cultivo de la literatura y pocos
años más tarde, al cuidar a sus hermanas, enfermas de peste que asoló el Por JOSEFINA MURIEL
convento, murió contagiada.

NOTA BIBLIOGRÁFICA
Entre los establecimientos benéficos de Hispanoamérica ocupan el pri-
mer lugar, tanto por el momento de aparición como por su número y la
Obras de carácter general
acción realizada en ellos, los hospitales que, abiertos a toda necesidad,
J. J. ARROM, Historia del teatro hispanoamericano (Época colonial) (México, 1967);
defendieron la vida humana de todas las razas, dieron techo al desvalido,
F. AYALA POVEDA, Manual de literatura colombiana (Bogotá, 1984); E. CARILLA, Estudios
de literatura argentina (Tucumán, 1968); ID., La literatura barroca en Hispanoamérica comida al hambriento y amparo al huérfano. Su obra tuvo tanta trascenden-
(Madrid, 1972); C. GOIC, Historia y crítica de la literatura hispanoamericana. I: Época cia que el cronista franciscano Agustín de Vetancourt dice que a ellos debía
colonial (Barcelona, 1988); P. HENRÍQUEZ UREÑA, Obra critica México, 1960); el rey tener vasallos.
L. IÑIGO MADRIGAL, Historia de la literatura hispanoamericana. Época colonial (Madrid, Los hospitales surgen ante la temprana y urgente necesidad de ayudar
1982); G. LOHMANN ViLLENA, El arte dramático en Lima durante el virreinato (Madrid,
1945); J. MURIEL, Cultura femenina novohispana (México, 1982); A. REYES, Letras de la a los hombres que pasan a las nuevas tierras sin familia y sin bienes de
Nueva España (México, 1948); A. TAMAYO VARGAS, Literatura peruana 1 (Lima, 1953). fortuna, que enferman por insuficiencia alimentaria en los meses de navega-
ción, por padecimientos que contraen en las insalubres costas tropicales o
Autores más importantes que regresan heridos y mutilados de las expediciones de conquista. A ello
G. MEO ZILIO, Estudio sobre Hernando Domínguez Camargo (Florencia, 1967); hay que sumar la aparición de enfermedades antes desconocidas para los
F. PiERCE, La poesía épica del Siglo de Oro [para Diego de Hojeda] (Madrid, 1961); indios, que se extendieron con extraordinaria rapidez, produciendo epide-
J. ROJAS GARCIDUEÑAS, Bernardo de Balbuena: la vida y la obra (México, 1958); ID., Don
Carlos de Sigüenza y Góngora, erudito barroco (México, 1945).
mias que ocasionaron mortandades de millones.
La obra hospitalaria tuvo, desde sus inicios en Hispanoamérica, tres
Sor Juana Inés de la Cruz componentes actuantes al unísono: los eclesiásticos, los laicos y un Estado
A. ARROYO, Razón y pasión de Sor Juana (México, 1952); O. PAZ, Sor Juana Inés de católico. Los eclesiásticos estuvieron constituidos por los obispos, sacer-
la Cruz o las tramas de la fe (Barcelona, 1982); D. PUCCINI, Sor Juana Inés de la Cruz: dotes seculares, Ordenes misioneras (franciscanos, agustinos, jesuítas, do-
Studio d'una personalitá del barocco messicano (Roma, 1967); R. XIRAU, Genio y figura de minicos, mercedarios) y Ordenes hospitalarias, como los Hermanos de
Sor Juana Inés de la Cruz (Buenos Aires, 1967).
Nuestra Señora de Belén, los de San Juan de Dios y los de la Caridad de San
Otros literatos Hipólito.
J. MARTÍNEZ GÓMEZ, «Dos clérigos extremeños en la literatura hispanoamericana: Los laicos fueron un grupo importantísimo formado por hombres y
Pedro de Liévana y Luis de Miranda de Villafaña», en Extremadura en la evangelización mujeres españoles, criollos, mestizos, indios, negros y castas, que llenos de
del Nuevo Mundo (Madrid, 1990), 367-377. virtudes humanas y divinas se entregaron a las obras benéficas establecién-
dolas, sosteniéndolas y sirviendo en ellas heroicamente. Esto lo hicieron
generalmente unidos en cofradías o hermandades, congregaciones como las
marianas, dirigidas por los jesuítas, y las Terceras Ordenes, dependientes de
los franciscanos, agustinos y carmelitas. Otros laicos, aisladamente, constitu-
yeron obras de tal bondad que acabaron atrayendo a sus semejantes, gente
generosa también, que en ocasiones se unieron y constituyeron Ordenes
hospitalarias.
Los monarcas hispanos no quedaron al margen de las obras benéficas.
Existió una política hospitalaria manifiesta en sus leyes, como lo fueron,
entre otras, las instrucciones a sus autoridades para favorecer el establecí-
762 P.IV. La irradiación de la Iglesia C. 42. La Iglesia y la beneficencia 763

miento de hospitales, las disposiciones urbanísticas en las cuales se ordenaba salas. Se sostuvo con limosnas de los vecinos y gozaba de los privilegios del
que en la traza de las ciudades se reservara un lugar para el hospital y que el de San Lázaro de Sevilla. El rey le concedió en 1764 una ayuda de 2.000
de los leprosos quedara fuera de ellas. Las referentes a que de los novenos pesos. Sufrió el hospital los desmanes del pirata Drake y graves daños por el
de los diezmos se destinaran tres partes para la fábrica de la iglesia catedral terremoto de 1751, pero la generosidad de los vecinos lo reparó siempre.
y hospital. El primer obispo, fray García de Padilla, proyectó hacia 1512 el hospital
A esa colaboración de Iglesia-Estado en favor de los pobres se añadie- de San Andrés para atender a los indios. Sin embargo, no se sabe que
ron otras acciones, como el otorgamiento de algunas ayudas para construir funcionara hasta 1524. El obispado lo sostenía con el cuatro por ciento de
o reconstruir los edificios y las mercedes de tierras cuyos productos se sus diezmos.
destinan al mantenimiento de los enfermos. Hubo también otros pequeños hospitales en el interior de la isla que
Pero todo ello entendido básicamente como acción caritativa de los funcionaron bajo los auspicios de los franciscanos en el siglo XVI.
monarcas, sus virreyes y gobernadores, aunque hubiera también intereses de Consta, asimismo, que los hubo en Cuba, ruta obligada hacia el virreina-
política poblacional. to de Nueva España y donde hacia 1515-1519 se fundó en San Cristóbal de
La Habana un albergue para indios y negros que años más tarde se convirtió
en el hospital de San Felipe, atendido desde 1602 por los Hermanos de San
I. CENTROS BENÉFICOS EN LAS ANTILLAS Juan de Dios.
En las tierras recién descubiertas por Cristóbal Colón en aquella isla Por su parte, el adelantado de la Florida, Pedro Menéndez de Aviles,
denominada entonces la Española, fue una mujer de raza negra quien se fundó en 1566 el hospital de Santiago, para militares.
entregó a la misericordiosa tarea de acoger a los pobres enfermos, según sus En cambio, el de San Francisco de Paula, fundado hacia 1665 por el
posibilidades y la ayuda de los escasos vecinos. Su obra, iniciada entre agosto sacerdote Nicolás Estévez Borjes, para mujeres, estuvo al cuidado de la
de 1502 y 1503 en su rudimentario hospital, anexo a la capilla de Nuestra cofradía de ese mismo nombre. La ayuda que le proporcionaron el obispado
Señora de Altagracia, marca el principio de las obras de beneficencia en y la condesa de Santa Clara lo convirtieron en el más importante de Cuba en
tierras de América. el siglo XVIIÍ.
Poco después, el gobernador frey Nicolás de Ovando, en cumplimiento Hacia 1704-1712 se estableció el de los Betlemitas, por obra del obispo
de las instrucciones dadas por los Reyes Católicos en marzo de 1503, que le Evelino Vélez Compostela, mientras que en 1714 el gobernador, Marqués
ordenaban «hacer en las poblaciones, donde viere necesario casa para hospi- de Casa Torres, edificaba el hospital de San Lázaro.
tales en que se acojan y curen los pobres, así los españoles como los indios», El mismo obispo Vélez Compostela fundó también en La Habana el
sustituía el primitivo hospital por el de San Nicolás de Barí. Lo erigió con sus Colegio de San Francisco de Sales, con el carácter de asilo para huérfanos.
propios bienes, a los que sumó la ayuda de alcaldes regidores y vecinos de la
ciudad. El mismo redactó sus ordenanzas de gobierno. Un grupo de vecinos, II. CENTROS BENÉFICOS EN NUEVA ESPAÑA
deseosos de ejercer la caridad, constituyeron la cofradía de Nuestra Señora
de la Concepción, que por medio de sus diputados se encargó de recoger A) Hospitales urbanos y rurales
limosnas para sostenerlo y velar por el buen servicio a los enfermos, median-
te médico cirujano, enfermeros y botica. Más adelante, el rey le concedió En México, constituido entonces como el virreinato de Nueva España,
diversas mercedes y los papas lo enriquecieron con privilegios, vinculándolo surgieron muy temprano los hospitales y se desarrollaron ampliamente por-
al del Santo Espíritu de Roma. que fueron considerados como la obra benéfica fundamental, tanto para los
En el hospital de San Nicolás hallaban cabida hombres enfermos, heri- indios como para los nuevos pobladores. Unos se establecieron en las zonas
dos, sifilíticos y mujeres pobres. urbanas y otros en las rurales. En los primeros se atendía a los españoles,
En tiempos de Ovando se fundaron dos hospitales más, el de San criollos, indios, negros y mezclas, y sus servicios se desarrollaron de acuerdo
Buenaventura y el de la Concepción en la Vega Antigua, que luego pasó a la a los lincamientos que tenían las instituciones hispanas, tanto por lo que
Vega Nueva, a los que la Reina Católica les dio como limosna 200 pesos de respecta a condiciones de erección y construcción de edificios como en lo
oro. Estos hospitales que ella promueve los va realizando el gobernador que toca al personal que los atendía, formado por médicos, cirujanos y
apoyado en la caridad de los vecinos, que los erigen y sostienen con sus boticarios examinados, enfermeros, enfermeras, todos asalariados. Esto va-
limosnas constantes y aun con su servicio personal. riaba cuando había frailes hospitalarios.
Al margen de la ciudad de Santo Domingo se estableció el hospital de El primer hospital novohispano lo fundó Hernán Cortés en la ciudad de
San Lázaro, en las primeras décadas del siglo xvi. La primitiva construcción México el año 1523, titulándolo de Nuestra Señora de la Concepción. La
de madera se sustituyó después por un sólido edificio, en el que Juan toma de la gran Tenochtitlán se había consumado dos años antes, por lo que
Melgarejo Ponce de León hizo a sus expensas la iglesia y la Audiencia las no es extraño que lo atendiera el Capellán del conquistador, fray Bartolomé
C. 42. La Iglesia y la beneficencia 765
764 P.IV. La irradiación de la Iglesia
los pueblos y a los administradores del hospital, y allí también se organizaban
de Olmedo, y que en él sirvieran «por hacer caridad» soldados de Cortés las fiestas a la patrona de la cofradía, Nuestra Señora de la Concepción.
como Antonio de Villarroel y Juan de Cáceres, ni que el doctor Ojeda, el Los cofrades, hombres y mujeres, se turnaban semanalmente para ser-
médico que los acompañaba, trabajara en él. Todos ellos con otros poblado- vir en el hospital, al que llamaban «Casa de María Santísima», en donde ellas
res constituyeron la Cofradía de la Caridad. Atendía especialmente a espa- atendían a los enfermos, mientras sus maridos trabajaban las tierras con que
ñoles, aunque había sala para indios. Se regía por las Ordenanzas del de Las se sostenía la institución.
Llagas, de Sevilla. La estancia en el hospital de los semaneros iba dando paulatinamente a
La generosa dotación que el conquistador le dio y el interés que en él todo el pueblo instrucción en la doctrina cristiana que allí se estudiaba, a la
puso su hijo, segundo marqués del Valle, hicieron de él uno de los mejores vez que la práctica de la caridad, lo cual les creaba y daba sentido a una
de la ciudad. Tradición que ha continuado hasta nuestros días, perdurando conciencia de responsabilidad comunitaria. Como el gobierno de los hospi-
así la obra benéfica que Hernán Cortés legara a los pobres. tales y pueblos estaba en manos indígenas, al elegir a sus autoridades iban
Las fundaciones realizadas en favor de los indígenas en las zonas rurales adquiriendo la responsabilidad personal del sistema democrático.
se iniciaron poco después. Así fueron desarrollándose simultáneamente En los actos de asistencia a los enfermos, que aprendían en el hospital,
ambos tipos de hospitales, de acuerdo a las necesidades en una u otra zona. les enseñaban que los puestos públicos eran para servir a la comunidad y no
Los de tipo rural fueron creados para los indígenas durante los siglos para ensoberbecerse y enriquecerse.
xvi y xvil. Su primer propósito fue defender su salud física ante las epide- La medicina que se ejerció en ellos fue de dos tipos: la indígena, porque
mias. El segundo objetivo fue organizarlos en pueblos, en los que la acción las ordenanzas de estas instituciones disponían que «los sabios indios» que
comunitaria cristiana de verdad les permitiese conseguir para todos una vida conocían las virtudes de las hierbas fueran a servir en los hospitales, y
mejor dentro de esa cultura occidental y nueva organización política que se además la medicina española, ya que las ordenanzas indicaban también que
les había impuesto, destruyendo sus organizaciones económicas, sociales, debían contratarse a médicos, cirujanos y boticarios.
religiosas y políticas. Estos hospitales de indios fueron importantes centros de salud, cuyos
Este sistema hospitalario fue iniciado por Vasco de Quiroga, primero beneficios constató y valoró el indígena, según lo demuestran sus constantes
en sus hospitales-pueblos de Santa Fe de México (1528) y Santa Fe de La solicitudes de erección que presentaban ellos en sus propias lenguas a los
Laguna, en Michoacán; después, en el hospital de la Concepción y Santa virreyes.
Marta de Pátzcuaro, y los demás que fundó, en los curatos de su vasto La expansión de los hospitales indígenas no alcanzamos aún a precisarla
obispado. Paralelamente, y al lado de Quiroga, están los agustinos y los con exactitud. Hasta ahora hemos constatado más de ciento setenta institu-
franciscanos, que abandonaron «la descansada vida» de sus conventos hispa- ciones distribuidas en una zona que abarca desde Yucatán, en el sudeste,
nos y se metieron en el «mundanal ruido» de la lucha para defender la hasta Durango, en el norte, y desde Colima y la Tierra Caliente, en el
justicia, enseñar las verdades de la fe cristiana y vivir en caridad con aquellos Pacífico, hasta las costas del Golfo de México.
que los suyos habían subyugado. Por ejemplo, mencionaremos a los grandes También en la ciudad de México hubo un hospital para indígenas: el
hospitalarios franciscanos y agustinos, fundadores de pueblos, como el fran- Real de San José de los Naturales, que fue el único en zona urbana dedicado
ciscano Juan de San Miguel; el agustino Francisco de Villafuerte, llamado el a ellos. Se erigió a petición de la Real Audiencia ante el desamparo de los
esculapio de la Tierra Caliente; los franciscanos Alonso de Molina, Andrés que llegaban a la ciudad española o vivían en los barrios indígenas.
de Olmos, etc.
El príncipe don Felipe lo aprobó, tomando la responsabilidad de edifi-
Nombres que no pueden separarse de pueblos y hospitales que entrega- carlo a costa de la Real Hacienda, con una dotación de 2.000 pesos de oro.
damente fundaron, como Uruapán, Angangueo, Tetlán, Erongarícuaro, Pe- Se inauguró siendo virrey don Luis de Velasco I, y se amplió y hermoseó,
ribán, Autlán, Tiripetío, Acámbaro, Yuriria, Guango, Cuitzeo, etc., y los de haciendo de él un gran hospital, bajo el gobierno de don Martín Enríquez,
la sierra de Puebla y los que establecieron en los actuales estados de Tlaxca- en 1568. Para sustentarlo, el rey le asignó 400 pesos anuales y el «medio real
la, México, Guerrero, Colima, Jalisco, Morelos, Yucatán, Chiapas y Oaxaca. de hospital» que todos los indígenas debían pagar anualmente para tener
Zonas estas dos últimas en las que intervinieron también los dominicos. ellos y sus familias derecho a los servicios. Esto fue, en otras palabras, el
Apoyan la obra de los hospitales de indios los virreyes Luis de Velasco, establecimiento de un seguro médico para los naturales, sistema que perdu-
Martín Enríquez y otros más que les concedieran mercedes de tierras. ró hasta la independencia.
Al erigir los pueblos, los fundadores colocaban en el centro el hospital La institución estuvo siempre a cargo del gobierno civil. Esta disposi-
con su capilla y en ella establecían la Cofradía de la Limpia Concepción. Este ción se hizo extensiva a todos los hospitales de indios sujetos al Patronato.
fue el fundamento del servicio hospitalario y vínculo de unión entre el Su funcionamiento estaba a cargo de un mayordomo y un administra-
pueblo (sanos) y el hospital (enfermos). La institución era el centro integra- dor, al que hay que añadir una amplia plantilla de médicos cirujanos, botica-
dor de salud, vida religiosa, social y política. Allí se curaba a los enfermos y rio, enfermeros, enfermeras y capellanes, que sabían las más importantes
se hospedaba a los peregrinos; en él se elegía a los gobernantes indígenas de
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lenguas indígenas, como el náhuatl y el otomí. Los servicios médico-quirúr- El obispo Manuel Fernández de Santa Cruz (1677-1699) lo renovó total-
gicos tuvieron gran importancia, ya que la institución funcionaba como mente, agrandando el edificio y reorganizando sus servicios.
hospital universitario. En él se hizo, en 1576-1577, la primera autopsia de Hacia 1722, el racionero de la catedral, don Ignacio Domenech, siendo
que se tiene noticia en Nueva España. rector del hospital de San Pedro, lo convirtió en el más avanzado nosocomio
En el siglo XVIII funcionaba allí la Academia de Anatomía y se daban los de Nueva España, tanto por los amplios servicios sociales que en él se
cursos de cirugía, estableciéndose la Real Escuela de Cirugía en 1770. prestaban como por el inmejorable servicio médico. Entre aquéllos se cuen-
Establecido por los franciscanos frente a su convento, en la ciudad de ta la atención a las familias de los hospitalizados, el cuidado de los niños de
México hubo en el siglo XVI un hospital infantil para indígenas, mientras que madres enfermas, proporcionándoles casa-cuna y escuela, y la organización
en el hospital de Santa Fe había casa-cuna. de sacerdotes visitadores, hoy diríamos asistentes sociales, que buscaban a
los pobres para llevarlos a la institución. Para un mejor ejercicio de la
B) Fundaciones de obispos novohispanos medicina y la cirugía había un anfiteatro de anatomía en donde se realizaban
En México, capital del virreinato, fray Juan de Zumárraga fundó en investigaciones médicas, ya que fue también hospital universitario. En 1802
1539-1541 el hospital del Amor de Dios para enfermos de sífilis, hombres y se fundó allí la Academia de Medicina de Puebla.
mujeres, los cuales no eran recibidos en el hospital de Cortés por temor al En la ciudad de Mérida, Yucatán, el obispo franciscano Francisco de
contagio. Toral, aprovechando la donación que de sus casas habían hecho Gaspar
El gobierno le dio por edificio unas casas que él había mandado cons- Suárez de Avila y su mujer, Isabel Cervantes, estableció el hospital de Nues-
truir y le asignó para su sostenimiento, además de los novenos de los diezmos tra Señora del Rosario. Como obra diocesana fue favorecida por otros
de su catedral, las rentas de tres casas. La caridad constante de este prelado obispos, como el franciscano Diego de Landa, el agustino Gonzalo de Sala-
se manifestaba a diario en la atención personal a los enfermos, a quienes zar y muy especialmente por ese gran hospitalero padre de los pobres que
visitaba, consolaba y aun daba de comer. fue el obispo Antonio Alcalde. Estos prelados contribuyeron a conservar,
Esta obra benéfica estuvo en servicio y al cuidado de la archidiócesis ampliar el edificio y dar mejores servicios ,a los pobres, no sólo con los
más de tres siglos. En ella se esmeraron los sucesores de Zumárraga tanto en diezmos correspondientes sino con sus rentas personales, y consiguiendo del
mejorar como en ampliar el edificio y ejercer en él su caridad personal con rey y de los cristianos pudientes fuertes limosnas. En el siglo XVII fue puesto
los pobres enfermos. Dejó de existir en 1788, cuando el obispo Núñez de al cuidado de los juaninos, que lo atendieron hasta los inicios del XIX.
Haro lo refundió en el general de San Andrés. En su antiguo edificio se En la ciudad de Morelia, Michoacán, recién trasladada la sede episcopal
instaló la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos. que estableciera en Pátzcuaro Vasco de Quiroga, el obispo agustino Juan de
En la capital del virreinato, el último hospital episcopal fue el de San Medina Rincón (1580-1588) estableció el hospital del Nombre de Jesús,
Andrés, establecido en 1779, de forma provisional, por el obispo Alonso que, como los antes citados, se sostenía con los diezmos de la diócesis. El
Núñez de Haro y Peralta, ante la epidemia de viruela que asolaba a la ciudad obispo Juan Ortega y Montañés, deseando la mejor atención para los po-
de México. En 1788, con el aplauso regio, le dio carácter definitivo, hacien- bres, cedió al hospital, en 1694, el palacio que se había construido.
do de él un hospital general moderno con capacidad de mil camas. No fue Poco antes de 1557, un grupo de pobladores de la ciudad de Guadalaja-
sólo un asilo de indigentes, sino un centro de salud en el que todos, excepto ra (Audiencia de la Nueva Galicia) formó una cofradía y estableció el hospi-
los miserables, pagaban sus estancias. Contó con el mejor servicio médico- tal de la Santa Veracruz. En ella se reunieron seglares y sacerdotes seculares
quirúrgico, farmacia, laboratorio de investigaciones y una cátedra de medi- con el objeto de socorrer a los enfermos. Hicieron el edificio y sostenían
cina clínica. A este arzobispo se debió la conclusión de la casa-cuna del Señor todos los gastos de la institución a base de recoger limosnas entre los veci-
San José, que iniciara su antecesor, don Antonio de Lorenzana, en 1771. nos. El crecimiento de la población y la consecuente mayor demanda en los
En la ciudad de Puebla de los Angeles los regidores habían establecido servicios les hizo acudir al rey, quien lo tomó bajo su protección y le otorgó
hacia 1539 el hospital de San Juan de Letrán, que se sostenía con las 5.000 pesos en oro de minas. En el siglo XVI atendía sólo a sifilíticos y daba
limosnas de los vecinos, pero como por disposición pontificia el patronato albergue a viajeros desvalidos.
había pasado al primer obispo, fray Julián Garcés, y sus sucesores, la mitra lo En la misma ciudad de Guadalajara, el obispo fray Domingo Arzola
tomó a su cargo. En esa misma ciudad, el cabildo catedralicio -sede vacante- (1582-1590), considerando las extremas necesidades en su amplísimo obis-
fundó en 1545 el hospital de San Pedro, al que sostenía con los diezmos. De pado neogallego, de acuerdo con el deán y cabildo, fundó en 1587 el
acuerdo al interés que en los pobres tuvieron los distintos obispos, el hospi- Hospital General de San Miguel, estableciéndolo en las casas que ocupaban
tal vivió períodos de mediocridad o de gran auge, como fueron entre estos las monjas dominicas, a las cuales había dado nuevo convento. De acuerdo a
últimos las prelacias de don Pedro de Nogales Dávila y d o n j u á n de Palafox la erección de aquella catedral, destinó al hospital la decimoctava parte y
y Mendoza (1640-1655), que le anexionó el de San Juan de Letrán, que media de los diezmos y algunas propiedades más. A él acudían tanto españo-
atendía sólo a mujeres, dándole categoría de hospital general de la ciudad. les como indios, mestizos, negros, mulatos, libres y esclavos, que empezaban
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C.42. La Iglesia y la beneficencia 769
a poblar aquellas vastas regiones: Sinaloa, Nayarit, Sonora, Chihuahua,
Durango y Zacatecas. menso corazón, iniciando así la cadena de hospitales más importante de
En el siglo XVII sufrió un período de decadencia, acentuada, pese a los Nueva España. Al mismo tiempo, con un grupo de amigos organiza una
esfuerzos del obispo Colmenero, a causa de la disminución de los diezmos Hermandad, que será la base de la primera Orden hospitalaria hispano-
por la división de la diócesis. Empero, en el xvin, el gran obispo Antonio americana: los Hermanos de la Caridad de San Hipólito. Con esto, su vida y
Alcalde, considerando que el hombre más pobre y desvalido es el enfermo, obra trascenderán y durarán por siglos.
le dio nueva vida e hizo a sus expensas el gran edificio que en forma radial Para auxiliar a los viajeros que llegaban enfermos por las rutas del
construiría el arquitecto Martín Ciprés. El hospital fue inaugurado el 3 de Atlántico y del Pacífico estableció hospitales. Y en recuas de muías, primiti-
mayo de 1734. Sus sucesores fijaron a la puerta un letrero que dice: «Anto- vas ambulancias, dirigidas por los hermanos, los llevaban a la ciudad de
nio Alcalde, a la humanidad doliente». Durante algunos años los betlemitas México, donde los recién llegados hallaban en San Hipólito hospedaje mien-
estuvieron encargados de los servicios hospitalarios. En la actualidad, bajo tras restauraban su salud.
un patronato civil, sigue funcionando como hospital de caridad. A la isla de Cuba envía, en 1566, a los hermanos Domingo Nieto y
En Nombre de Dios, pequeña población del estado de Durango, antes Cristóbal Anaya, «bien experimentados en el amor de Dios y del prójimo»,
provincia de Nueva Vizcaya, el generoso vecino Juan de Espinosa dio su casa para que funden allí un hospital que anticipara la recepción de enfermos. En
para establecer en ella un hospital. El obispo aprobó la fundación y le dio esa puerta de entrada a Nueva España que era la antigua Veracruz estableció
por titular La Caridad. Aunque al principio vivió de la limosna pública, hacia un hospital en 1569 y otro más en la misma fecha en la isla de San Juan de
1595 empezó a gozar de parte de los diezmos de la catedral de Guadalajara, Ulúa, hospitales que cobraron mayor importancia después al ser trasladados
diócesis en la que estaba comprendido. El hospital tenía salas para españoles a la Nueva Veracruz, donde unidos formaron en 1606 el de San Juan de
y otras para indios. Montesclaros.
La ruta hospitalaria se continuó con los hospitales de la Concepción en
C) Fundaciones de laicos y de Ordenes hospitalarias Jalapa, en 1569, y el de San Roque en Puebla, en 1596.
En ese siglo XVI, que bien puede llamarse el de las grandes fundaciones También se prolongaba la ruta hacia el sur, penetrando primero en el
hospitalarias, la acción de la caridad fue ejercida ampliamente por los segla- actual estado de Morelos. Allí, en Oaxtepec, donde los sabios indígenas
res. Laicos que actuaban solos, como fue el caso de Hernán Cortés, o bien cultivaban las hierbas medicinales, levantó el hospital de la Santa Cruz, que
que se agrupaban en hermandades para hacer más efectivas sus obras. no sólo fue un centro de salud, sino lugar de investigaciones botánicas
Ante el abandono que padecían los leprosos, deambulantes por las aplicadas a la medicina; en ese lugar el siervo de Dios Gregorio López,
calles de la ciudad de México, un médico, el doctor Pedro López, estableció residente en el hospital, escribió su libro Tesoro de la Medicina, obra que los
en 1572 el hospital de San Lázaro. No obstante su preeminente posición en Hermanos de la Caridad utilizarían en copias manuscritas como manual
la corte virreinal y en la universidad, amó tanto a los leprosos, que los para curar a los enfermos en todos sus hospitales, mezclando así la medicina
cuidaba personalmente, muriendo entre ellos. Para los negros, mulatos y hispana con la local.
demás mezclas dejaba ya funcionando desde 1586 el hospital de la Epifanía, Hasta el puerto de Acapulco llegó Bernardino, levantando ahí el hospi-
mostrando así con el simbólico nombre que en el amor cristiano también tal de Nuestra Señora de la Consolación en 1584, para auxilio de los que en
ellos tenían cabida. Al lado de dicho hospital había establecido desde 1590 las naos llegaban de las Filipinas, de China y del Perú.
el de Nuestra Señora de los Desamparados, casa-cuna, para salvar la vida de Los Hermanos de la Caridad atendieron, además de los hospitales
los niños que las madres desechaban por ser fruto del mestizaje violento de fundados por ellos, otros a los que fueron llamados, entre los que se cuentan
la conquista. el de Nuestra Señora de Belén, en Perote, Veracruz, desde 1568; el de
A mediados del siglo XVI, un joven español llamado Bernardino Alvarez, Nuestra Señora de Loreto, para mujeres sifilíticas y prostitutas en general,
enriquecido en Perú, regresó a Nueva España, de la que había escapado por fundado por el cirujano Pedro Ronson en el puerto de Veracruz; el Real de
líos con la justicia. La muerte de su madre le hace reflexionar sobre el Nuestra Señora de la Concepción, en Querétaro, establecido por el cacique
efímero valor de la riqueza mundana y en un sincero y definitivo desprecio otomí don Diego de Tapia en 1586 y entregado a los hipólitos en 1624; el de
de ella va volcando sus arcas y entregando su propia vida al servicio de los San Cosme y San Damián, fundado hacia 1570 por el obispado oaxaqueño,
enfermos, en especial de los dementes. Para ellos establece en 1566 el y entregando en 1613; el hospital del Espíritu Santo, establecido en 1602
hospital de San Hipólito, que fue la matriz de todos los que se establecieron por ese matrimonio generoso que formaban Alonso Rodríguez de Vado y
después. Ana de Zaldívar, fue puesto a su cuidado por los propios fundadores. En la
El amparo que ofrece a los locos no le hace olvidar a los cuerdos. Para ciudad de Guatemala tomaron a su cargo el Hospital Real. Todo ello hace un
éstos, que ha conocido enfermos en los largos caminos que él ha recorrido, total de quince instituciones atendidas durante más de doscientos años. En
el hoy venerable Bernardino Alvarez extiende también los brazos y su in- el siglo XIX, la Orden de la Caridad fue suprimida.
La atención a los pobres enfermos y convalecientes se incrementó a
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partir del siglo XVII con la llegada de dos Ordenes hospitalarias: los juaninos Tercera y sus familias. El sostenimiento de la institución estribaba en las
o Hermanos de San Juan de Dios, en 1606, y los betlemitas, en 1675. Los grandes donaciones de los ricos y en las cortas limosnas de los pobres.
primeros vinieron a hacerse cargo de hospitales ya existentes que se encon-
traban en mal estado en cuanto a locales y peor en cuanto a servicios. Su E) Hospitales para trabajadores
Orden, constituida por hermanos enfermeros y médicos, efectuó una verda-
dera renovación de los servicios y de los edificios, los cuales hoy son conside- Hubo un sistema de seguro médico: el de las cofradías gremiales que
rados como joyas de la arquitectura nacional mexicana. agrupaban a los artesanos de las ciudades. Estas daban a sus miembros una
La aceptación que tuvo su obra entre los novohispanos hizo que llega- ayuda cálida y generosa, consistente en servicios médicos domiciliarios o
ran a tener a su cargo diecinueve hospitales urbanos, muchos de los cuales atención en hospitales contratados por las cofradías; ayuda a la familia
fueron fundación propia. En todos ellos hubo frailes, que fervorosamente mientras el cofrade estaba incapacitado, y en los casos de fallecimiento, el
entregaron sus vidas sirviendo a los pobres. Sin embargo, no todos durante pago del entierro y misas. Posteriormente extendían su ayuda a la viuda y
dos siglos fueron heroicos, pues hubo acusaciones y quejas en su contra a huérfanos. El seguro médico va constituyendo para quien lo disfruta un
fines del XVIII, época decadente que coincide con la pérdida de la mística sistema digno que encaja en el concepto de justicia social, que aún no dejaba
hospitalaria en todo el mundo. de ser caridad.
Los betlemitas vinieron a llenar una necesidad básica en la obtención de Este sistema se extendió a los hospitales de la ruta del comercio maríti-
la salud: la eficaz convalecencia que los pobres no podían recibir en sus mo desde el siglo XVI. Así lo vemos funcionando en el hospital de Nuestra
hogares. Esta Orden, iniciada en Guatemala por el venerable Pedro de San Señora de la Consolación de Acapulco, en el de Nuestra Señora de los
José de Betancur, llegó a México en 1675. Con el apoyo del arzobispo Payo Remedios de Campeche, en el de la Caridad o San Juan de Montesclaros de
Enríquez de Rivera tuvieron un pequeño hospital que poco después trans- Veracruz, donde los miembros de la armada, los alijadores y los esclavos del
formaron en el gran hospital de Nuestra Señora de Belén. Su obra se rey hallaban cabida.
extendió al hospital de San Cosme y San Damián (Guadalupe) de Oaxaca, al En forma semejante funcionaban los hospitales de los centros mineros,
de Nuestra Señora de Belén de Puebla y al hospital diocesano de Guadalaja- dispuestos por orden de Felipe II (Recopilación de leyes de los Reinos de las
ra ya mencionado. Indias, libro 6, tít. 15, ley 1) y establecidos por los dueños de las minas por
Una de las razones que acrecentó el aprecio de la sociedad virreinal a los intereses, diríamos, económico-humanitarios, en los que la caridad se queda
betlemitas fue el que, además de atender a los convalecientes, realizaban con en una interrogante. Así, los hubo en Guanajuato; en Ramos, Jalisco; en San
gran interés la gran obra de misericordia de enseñar a los niños pobres en José del Parral, Chihuahua; en Taxco, Guerrero, y en Pachuca, Hidalgo.
escuelas que establecían en sus propios hospitales. Todos éstos atendían a los trabajadores negros, indios, mulatos y mezclas, y
a sus familias, mediante un descuento de su salario.
D) Fundaciones de asociaciones religiosas Los trabajadores y esclavos de los ingenios azucareros se atendían en
enfermerías dentro de cada uno de ellos, pero, en caso de requerir un
El sentido de confraternidad que existió entre los miembros de asocia-
especial cuidado, los dueños de los trapiches les pagaban su estancia en
ciones religiosas hizo surgir en la ciudad de México tres importantes hospi-
hospitales urbanos.
tales.
Uno de ellos fue el de San Pedro, fundado en 1689 por el abad de la
Congregación de Sacerdotes y tesorero de la catedral, don Manuel Escalante F) Casas-cuna y hospicios
y Mendoza, con el propósito de que fuese colegio para fomentar la vida Para recoger a las niñas mestizas en edad escolar, la cofradía del Santísi-
religiosa en el clero secular, hospedería para alojar a los sacerdotes foráneos mo Sacramento fundó el colegio de niñas de Nuestra Señora de la Caridad
o carentes de familia y hospital para los ancianos y dementes. en 1548. Los franciscanos establecieron para los niños mestizos el colegio de
La congregación de laicos titulada El Divino Salvador, dirigida por los San Juan de Letrán. Procurando amparar a las doncellas huérfanas y viudas
jesuítas, tomó a su cargo el cuidado de las mujeres dementes que el generoso pobres se crearon recogimientos piadosos en toda Nueva España. En gene-
carpintero José de Záyago había iniciado con la ayuda del obispo don Fran- ral fueron obra de terciarias franciscanas y carmelitas.
cisco Aguiar y Seijas. Los congregantes construyeron a su costa un impor- En la ciudad de Puebla de los Angeles el presbítero Cristóbal de Rivera
tante edificio y tomaron para sí la responsabilidad de atender en todo a las y su hermana doña María fundaron la casa-cuna de San Cristóbal en 1604.
enfermas, haciéndolo siempre con gran generosidad. La institución funcio- El chantre de la catedral de México, don Francisco Ortiz Cortés, con sus
nó en esta forma hasta la expulsión de los jesuítas, después de la cual se propios bienes, fundó en 1774 el Hospicio de Pobres, magna institución
encargó de ella el gobierno. dedicada al socorro de los miserables.
Los terciarios franciscanos de la ciudad de México establecieron en el En la ciudad de Guadalajara, el obispo don Juan Ruiz de Cabanas
año de 1760-1761 un gran hospital para atender a los miembros de la Orden levantó a su costa, en 1809, el más importante hospicio del virreinato.
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de la conquista, la institución benéfica por excelencia, la de los hospitales, y
En la ciudad de Querétaro, Bárbara Josefa Dominga Vergara fue la Ciudad de los Reyes, Lima, la primera en tenerlos.
(1747-1809) fundó y dotó una de las más completas obras en beneficio del El 16 de marzo de 1538, Francisco Pizarro, justicia y regidores de la
prójimo: hospicio de pobres, casa de expósitos y ayuda a los campesinos. ciudad señalaron los solares para la edificación del hospital de Nuestra
Actualmente es la Fundación Vergara. Señora de la Concepción. Tanto interés se tuvo en ello, que a finales del
mismo mes ya desempeñaba la mayordomía, que tenía a su cargo los trabajos
Juan Meco o Mesa; este hospital llegó a tener una capacidad de cuarenta
III. CENTROS BENÉFICOS EN GUATEMALA camas.
La institución, dedicada al amparo de los españoles que llegaban enfer-
En Guatemala, los dominicos fray Matías de Paz y fray Pedro de Ángulo,
mos y carecían de alojamiento y trabajo, fue objeto de la ayuda no sólo del
movidos ante el desamparo de los indios esclavos y enfermos pobres, inicia-
ayuntamiento limeño, sino también de los virreyes y aun del rey mismo. Para
ron en una rústica vivienda con techo de paja el hospital de San Alejo, que
mejorarlo, en 1545 se le cambió de lugar, y después, bajo el gobierno del
en 1548 tuvo edificio formal frente al convento de Santo Domingo. El
virrey Andrés Hurtado de Mendoza, se reedificó totalmente, haciendo un
obispo don Francisco Marroquín fundó en 1559 el hospital de Santiago para
gran edificio que ocupaba toda una manzana. Se tituló entonces de San
españoles, ofreciendo el patronato al rey, quien le dotó con 1.000 pesos. En
Andrés, en honor de su patrocinador. Disponía de salas para españoles, para
1636, estando a cargo de los juaninos, ambos se unieron.
mujeres y para dementes. El virrey Francisco Toledo hizo sus ordenanzas de
En 1638, el capitán general Alvaro Quiñones Osario, marqués de Lo-
gobierno.
renzana, fundó el hospital de San Lázaro.
Orígenes más modestos, aunque destino más grande, tuvo el hospital de En 1602, otro virrey, don Luis de Velasco, bajo consejo del sacerdote
Nuestra Señora de Belén. Su fundador fue Pedro de San José Betancur, jesuíta Juan Sebastián, organizó una hermandad de hombres honrados y
nacido en 1626 en la isla de Tenerife, Canarias. Llegado a Guatemala, ricos que tomaron a su cargo el manejo del hospital. Fue su primer mayor-
conoció los sufrimientos de los pobres al hospedarse en un qbraje, donde a domo don Juan Rodríguez de Cepeda.
manera de prisión trabajaban los esclavos castigados por sus amos. Profesó Es muy importante mencionar la existencia de hermandades en casi
como terciario franciscano y, desprendiéndose de todo, se entregó al servi- todos los hospitales sudamericanos, organizaciones de laicos que, deseando
cio de enfermos e ignorantes. practicar la caridad, lo hacen a través de las instituciones hospitalarias. Ellos
En 1666 obtuvo del ayuntamiento un terreno en donde hizo un rústico recogían limosnas, vigilaban la buena atención a los enfermos, peregrinos y
hospital con techo de paja, colocando en el oratorio una imagen de Nuestra huérfanos, a lo cual algunos añadieron su servicio personal.
Señora de Belén, como titular de su obra. Poco después, con las limosnas de En 1550, el arzobispo Jerónimo de Loaysa, conmovido por la pobreza
los vecinos y bajo la aprobación y apoyo del obispo Payo Enríquez de Rivera, y enfermedades de los indios que servían en las encomiendas y ranchos de
que lo consideró «varón grande y digno de reverencia», inició la construc- españoles, estableció el hospital de Santa Ana con el propósito de que en él
ción de un gran edificio e iglesia y dispuso en él celdas para sus compañeros, hallaran remedio «las dolencias del cuerpo y salud de sus almas con la
que se habían constituido en hermandad. catequesis y bautismo».
El venerable Pedro de San José Betancur murió en 1674 sin ver conclui- Los arzobispos Loaysa y Santo Toribio de Mogrovejo tuvieron enfren-
do el hospital, pero su sucesor, el marqués Rodrigo Arias Maldonado, con- tamientos con las autoridades civiles, las cuales obstaculizaban las fundacio-
vertido en fray Rodrigo de la Cruz en 1668, terminaría la obra material y nes de hospitales para indios, negándoles los dineros que les correspondían
lograría transformar la Hermandad en la Orden hospitalaria betlemita apro- para la hospitalidad, pues por ley se disponía que de los tributos pagados por
bada por el papa Clemente X. los indios se separase un tomín o cinco reales para los hospitales que debían
Las terciarias franciscanas Agustina de Mesa y su hija Mariana de Jesús establecerse en la cabecera de cada cacicazgo o repartimiento. Empero,
pidieron a fray Rodrigo de la Cruz que las admitiese en la Orden para gracias al esfuerzo hecho por las autoridades eclesiásticas, Ordenes religio-
formar la rama femenina. En 1706 profesaron y denominaron a su hospital sas y hermandades, se logró que en todas las ciudades del Perú y pueblos de
Portal de Belén. indios hubiese siempre «casa de salud». El hospital de Santa Ana de Lima se
comenzó a edificar en 1549 y se inauguró el 2 de enero de 1550.
En 1607 se organizó una hermandad de personas ricas de la ciudad,
IV. CENTROS BENÉFICOS EN AMERICA DEL SUR siendo su primer mayordomo don Jerónimo de Avellaneda. Las ordenanzas
de esta cofradía fueron aprobadas por el virrey, marqués de Montesclaros,
A) Hospitales e n Lima en 1609.
En 1624 se hicieron mejores enfermerías, que aumentaron la capacidad
Al extenso virreinato del Perú, que dio lugar a las nueve naciones que de sus servicios a 300 camas, y se reedificó la iglesia.
hoy componen la Sudamérica española, se extendió también, desde los años
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En el siglo XVI, acercándose a las necesidades de los limeños pobres, se
B) Hospitales en otros lugares del Perú
fundaron cuatro hospitales más. La Hermandad de la Caridad y Misericor-
dia estableció y sostuvo desde 1559 el hospital de la Caridad San Cosme y Simultáneamente, la obra hospitalaria fue extendiéndose a las capitales
San Damián, dedicado al amparo de las mujeres enfermas y doncellas huér- de provincia y pueblos de todo el Perú. En el Cuzco, en la segunda mitad del
fanas, por lo que funcionó también como colegio. La hermandad les daba siglo XVI, surgen en 1550 el hospital de San Lázaro, obra de Juan de Villalo-
dote para el matrimonio o para el monjío. Además, ofrecía atención médica bos, y en 1556 el de naturales de Nuestra Señora de los Remedios, promovi-
y medicinas a las pobres vergonzantes y extendía su acción más allá de la do por los vecinos y el cabildo de la ciudad. Para españoles, se establecieron
muerte sepultando a las miserables y mandando decir misas por enfermas y el hospital de San Bartolomé y el de San Andrés, fundados por Andrés Pérez
difuntas. de Castro para mujeres y colegio de doncellas huérfanas. El obispo Molline-
Hacia 1563, el espadero Antón Sánchez, en las afueras de la ciudad de do estableció en 1696 el de Nuestra Señora de la Almudena para atender a
Lima, fundó un hospital para leprosos bajo el título de San Lázaro, donde los convalecientes y sacerdotes.
atendió a los enfermos, hasta su muerte. El presbítero Cristóbal López El obispo Bartolomé Díaz de las Heras (1791-1806) fundó en el pueblo
prosiguió su obra. Años después, en 1632, la Hermandad de San Lázaro de Sincuani un hospital para indígenas, e igual hizo en Huaura el obispo
reconstruyó el edificio y cuidó de los enfermos durante más de cien años. En Juan Castañeda Velázquez. Aun cuando para servicio de los enfermos exis-
el siglo XVIII fue nuevamente ampliado mediante la ayuda virreinal, conti- tían las hermandades, los obispos, ayuntamientos, los virreyes, y aun las
nuando así su existencia hasta la independencia. hermandades mismas, van a apoyarse en las Ordenes hospitalarias, ya que
En 1586, doña María Esquivel, esposa del capitán Cristóbal Sánchez, entre ellos muchos eran médicos, enfermeros y aun boticarios.
construyó a sus expensas el hospital de San Diego para atender a las convale- Cerca de la diócesis de Guamanga, el cabildo civil estableció en 1555 un
cientes. Su institución estuvo primeramente a cargo de una hermandad de la hospital para indígenas, en el que se distinguió por su inmensa caridad
que ella formaba parte, sirviendo a los enfermos personalmente bajo el Pedro Hernández Barchilón, soldado de la conquista y prófugo político que
título de «sierva de los pobres». Al morir su marido, lo entregó a los Herma- dedicó su vida al servicio de los pobres. Su nombre quedó desde entonces
nos de San Juan de Dios. como sustantivo propio de los buenos enfermeros. A su lado se destacó el
Hubo en Lima un hospital, titulado del Espíritu Santo, dedicado a los noble indio Martín de Ayala, descendiente de Tupac Yupanqui, quien, orde-
marinos que llegaban del puerto de Callao y del de San Pedro, establecido nado sacerdote, dio sus bienes a los pobres y se entregó al servicio de los
por una cofradía formada por veinticuatro sacerdotes, que en 1597, con la enfermos en calidad de capellán. En 1628, la institución fue entregada a los
anuencia del virrey don Luis de Velasco, lo edificaron, dedicándolo a sus Hermanos de San Juan de Dios.
congéneres. A partir de 1683 se hizo cargo de la institución la Congregación En el noroeste del Perú hubo varios hospitales, como el de Huarás,
del Oratorio de San Felipe Neri, representada por el presbítero Alonso
fundado por el cura del lugar y los hermanos betlemitas, y los varios de
Riero de Pastrana.
Huánuco, atendidos por una congregación de mujeres Terciarias Francisca-
Durante el siglo XVII surgen cuatro hospitales más, que van llenando nas de la Inmaculada.
necesidades no atendidas durante la centuria anterior, como lo fueron en Los cristianos vecinos de Cajamarca establecieron en 1677 el de Nues-
1600 el Hospital Infantil, obra de Luis Pecador Ojeda. La institución tuvo tra Señora de la Piedad, para españoles e indios. En Chachapoyas, desde el
como finalidad atender, además de a niños enfermos, a los abandonados, siglo XVI, se hizo hospital de indios, que en 1674, a petición del pueblo, se
funcionando también como orfanato y escuela de primeras letras. Se ocupa- entregó a los betlemitas. El hospital de Santa Ana, en Piura, fundado en
ba de ello la Hermandad de Nuestra Señora de Atocha. 1678, fue la última avanzada de protección al pobre en el norte.
Hacia 1642 aparece como obra del jesuíta Francisco del Castillo el En el sur existieron el hospital de Huanta, fundado en 1680 por el
hospital de San Bartolomé, dedicado a los negros. obispo de Guamanga, Cristóbal Castillo Zamora, mientras en Arequipa el
Para ayudar a los pobres convalecientes se establecieron dos hospitales. obispo Juan Almoguera había establecido desde 1670 otro que puso a cargo
El de Nuestra Señora del Carmen, fundado por el indio Juan Cordero y de los Hermanos de San Juan de Dios.
apoyado por el sacerdote Antonio de Avila, recibía a los naturales que salían Más al sur, en San Juan de Frontera de los Chapoya, el vecino Pero
del hospital de Santa Ana. A partir de 1671 quedó a cargo de los betlemitas. Jiménez había fundado en el siglo XVI, con licencia del arzobispo Loaysa, el
Al sacerdote burgalés Antonio de Avila se debió el otro, dedicado en 1677 a hospital de San Juan, gracias a las limosnas del capitán Juan Pérez de
las mujeres convalecientes y nombrado de San Pedro de Alcántara. Guevara y los vecinos, quienes para atenderlo constituyeron una her-
Fue el agustino fray José de Figueroa quien en la segunda década del mandad.
siglo XVIII fundó el hospital de incurables, conocido como de Nuestra Seño- En Moquegua, el presbítero Fernández Maldonado y el cabildo civil
ra del Refugio. Posteriormente lo tuvieron a su cargo los betlemitas. establecieron otro más hacia 1726.
C. 42. La Iglesia y la beneficencia 777
776 P.IV. La irradiación de la Iglesia
monarca, y en Nombre de Dios ya existía en 1531 una institución hospitala-
C) Hospitales fuera del Perú ria y otra en Nata.
La obra hospitalaria se extendió a toda la población donde había necesi- Esta proliferación de hospitales en una extensión territorial tan corta
dades de ayudar al pobre. En Cali, Colombia, se levantó el hospital de Santa indica el auxilio requerido por quienes cruzaban el insalubre territorio para
María de las Nieves hacia 1551; en 1556, el rey ordenaba a la Audiencia del embarcarse hacia el virreinato del Perú, y asimismo muestra la generosidad
Nuevo Reino de Santa Fe hacer uno más, y posteriormente el franciscano de quienes los crearon recabando limosnas, pidiendo indulgencias para los
Juan de Barrios, obispo de Santa Fe, donó su casa para hacer el general de moribundos y sirviéndolos aun en los trágicos momentos de los ataques
San Pedro, que encomendó a los Hermanos de San Juan de Dios. En Tunja piratas, como el de Morgan en 1668.
y en Medellín tampoco faltaron hospitales. Bajando por la costa del Pacífico se hallaban el de Santa Ana, fundado
En la que era entonces Villa de San Francisco de Quito, el presidente de en Paita hacia 1678, y el de San Sebastián en Trujillo, obra del obispo Juan
la Audiencia, Hernando Santillán, fundó en 1565 el hospital de la Santa de la Calle y Cienfuegos, que estuvieron a cargo de los betlemitas.
Misericordia, que estuvo a cargo de la hermandad de este nombre. Atendía Llegando al puerto de Callao, estaban para recibir a los viajeros el de
a españoles e indios. Se sostuvo con el noveno y medio de los diezmos del Nuestra Señora de Covadonga y el de San Nicolás, atendidos primero por
obispado, limosnas y legados de los vecinos. En 1706 se encargaron de él los seglares y después entregados a los hermanos de San Juan de Dios.
betlemitas. En la ruta de la costa chilena existió un hospital en La Serena, atendido
En Argentina, el obispo de Chile, Manuel Alday, fundó hacia 1763 el por juaninos. En la primera década del XVII el gobernador Alonso de Rivera
hospital de San Juan de Dios, que puso a cargo de los juaninos, y el de les encargó los hospitales de Santiago y La Concepción.
Mendoza, que encomendó a los betlemitas. En la ciudad de Buenos Aires la
hermandad de la Santa Caridad fundó el hospital de Nuestra Señora de los E) Hospitales en los centros mineros
Remedios, dedicado a mujeres, que era a la vez asilo que amparaba niñas
tanto de esa ciudad como del Uruguay. Los duros y deteriorantes trabajos de la explotación minera hicieron
surgir hospitales para atender a los que la realizaban.
Ejemplo de ellos son los de la villa imperial de Potosí, Bolivia, donde
D) Hospitales e n las rutas marítimas de la colonización desde el siglo XVI hubo varios, cuya fundación es un tanto espuria, pues no
La necesidad de auxiliar a los inmigrantes que en las flotas llegaban de respondía tanto al propósito de caridad como al interés de mantener vivos a
España obligó a erigir hospitales en las rutas portuarias, instituciones que, los trabajadores indios, negros y aun españoles. Con apoyo del virrey, conde
en forma semejante a los de Nueva España, crearían una verdadera cadena de la Moncloa, el betlemita fray Rodrigo de la Cruz, en compañía de ocho
hospitalaria que, naciendo desde el mencionado de San Nicolás, en la isla de hermanos, se hizo cargo de un viejo hospital, reedificándolo y haciendo de
Santo Domingo, se extendería a la tierra firme. él una gran institución de caridad.
Por el norte, en la actual Venezuela, hubo uno, fundado por el goberna- En el Real de Minas de Oruro, Bolivia, también había hospital.
dor Diego de Osorio (1589-97), más el de Santiago de Caracas. En Colombia En ese otro rico centro minero establecido en 1571 que fue Huancaveli-
hubo el de Santa Marta, al que la Corona mandó dar ayuda desde el tempra- ca, Perú, donde se explotaban las minas de azogue con el que se beneficia-
no año de 1528. Antes de 1615 había ya en el puerto de Cartagena de Indias rían el oro y la plata de toda Hispanoamérica, se fundó en 1595 el hospital
dos hospitales, el de San Sebastián y el de San Lázaro. El primero, dedicado de San Bartolomé, que atendieron los juaninos o Hermanos de San Juan de
a los españoles y prisioneros de guerra (piratas); el segundo, a los negros Dios.
congoleses, arares, mandingas, biafas y demás infelices que, secuestrados de Igualmente, hubo hospitales en los centros mineros de Colombia, Ecua-
sus pueblos africanos por los comerciantes de esclavos, llegaban a Cartagena dor, Chile, etc.
para ser vendidos. En ese hospital de San Lázaro se amontonaban los infeli- La ruta comercial marítima por donde iba a España la producción
ces leprosos, elefanciacos y demás negros enfermos. Y allí, a su servicio, minera estaba totalmente cubierta por los servicios hospitalarios menciona-
amándolos, se hizo santo el jesuíta Pedro Claver; aquí mismo el también dos atrás.
jesuíta Alonso Sandoval lograba organizar a los negros en una congregación
mariana que se ocupara de los enfermos. F) Hospicios, casas-cuna y recogimientos de doncellas
En Panamá, tanto en la Antigua como en la Nueva, se crearon hospita-
En Lima, el hospicio de Nuestra Señora de los Remedios, para niñas y
les, que en la ruta de uno a otro océano socorrían a los viajeros. Uno de los
doncellas mestizas pobres, funcionó desde 1553, y el de Nuestra Señora del
más antiguos fue el de Santa María del Darién, llamado de Santiago, que fue
Socorro, para las de raza española, se fundó en 1562. Estas instituciones
obra obispal. El rey don Fernando el Católico le aplicó 200 pesos de oro a
funcionaban bajo el amparo de hermandades y eran atendidas por mujeres
partir de 1515. En Portobello hubo otro que también gozó de subvención
seglares, generalmente viudas, o terciarias. Para las huérfanas ya mayorcitas
real, por curarse en él soldados, esclavos reales y «gente de las fábricas» del
778 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.42. La Iglesia y la beneficencia 779

q u e salían del hospital d e A t o c h a se f u n d ó el hospicio d e la Santa Cruz, hacia Centros benéficos e n Nueva España
1655. C. CABRERA Y QUINTERO, Escudo de armas de México (México, 1746); M. CUEVAS,
P a r a p r o t e c c i ó n d e las doncellas y viudas p o b r e s se establecieron recogi- Historia de la Iglesia en México 4 (México, 1924); G. DECORME, La obra de los jesuítas
m i e n t o s piadosos. E n Lima existió, e n t r e o t r o s , el d e Santa Teresa. E n C u z c o mexicanos durante laépocacolonial (1572-1767)2 (México, 1941);J. MURIEL, Hospitales
existió el d e Doncellas mestizas, f u n d a d o e n 1559 p o r la terciaria francisca- de la Nueva España. Fundaciones del siglo XVI (México, 1956); ID., Hospitales de la
Nueva España. Fundaciones de los siglos XVII y XVIII (México, 1960); A. ORTEGA, «Fray
n a Francisca Ortiz. P a r a niñas indias e r a el d e N u e s t r a S e ñ o r a del C a r m e n , Juan de Paredes y la fundación de los hospitales de San Juan de Uiúa-Veracruz»:
y p a r a huérfanas españolas, el d e San A n d r é s . Archivo Ibero-Americano 34 (1931), 266-277; M. RODRÍGUEZ PAZOS, «Los misioneros
E n Q u i t o existían d e s d e 1 5 5 1 asilos d e h u é r f a n o s mestizos e indios franciscanos de México y sus hospitales para indios»: Archivo Ibero-Americano 14
fundados p o r los agustinos. (Madrid, 1954), 339-378; J. TOSCANO MORENO, «Los hospitales y la "hospitalidad" de
los franciscanos en Nueva Galicia»: Boletín del Instituto de Investigaciones Bibliográficas
E n B u e n o s Aires fueron notables el hospicio q u e hacia 1 6 1 6 f u n d ó 4 (México, 1970), 389-404.
H e r n a n d a r i a s , al q u e siguió e n 1660 el d e N u e s t r a S e ñ o r a d e los R e m e d i o s ,
o b r a d e e s a i m p o r t a n t e organización benéfica q u e fue la Santa C a r i d a d d e Centros benéficos e n América del Sur
B u e n o s Aires. Este asilo a m p a r a b a a niñas t a n t o d e esta ciudad c o m o del R. D. CARLES, Arquitectura colonial de Panamá. Doscientos años del período colonial
Uruguay. de Panamá (s.f.); B. COBO, Fundación de Lima 1 (Lima, 1935); L. HANKE, Historia de la
E n Chile, e n el siglo XVIII, la o b r a más i m p o r t a n t e , e n c u a n t o a los villa imperial de Potosí (Lima, 1966); A. MILLÉ, Crónica de la Orden Franciscana en la
alcances q u e su f u n d a d o r le fijó, fue sin d u d a la establecida p o r el m a r q u é s conquista del Perú, Paraguay y el Tucumán y su convento del antiguo Buenos Aires,
1212-1807 (Buenos Aires, 1964); ID., Itinerario de la Orden dominicana en la conquista
d e M o n t e p í o . Semejante al H o s p i c i o d e P o b r e s d e México, y a la Santa del Perú, Chile y el Tucumány su convento del antiguo Buenos Aires, 1212-1807 (Buenos
Misericordia d e Manila, e r a asilo d o n d e los p o b r e s hallaban a m p a r o y traba- Aires, 1964); R. PALMA, Tradiciones peruanas (Madrid, 1946); D. RÍPODAS ARDANAZ,
j o , r e c o g i m i e n t o d e mujeres y casa d e expósitos. L a o b r a fue a p r o b a d a c o n «Barchilón, enfermero de Indias. Del hospital de Huamanga al Diccionario de la
aplauso p o r el r e y e n 1761 y más t a r d e subvencionada c o n diferentes m e r - Lengua», en Estudios sobre política indigenista española en América 3 (Valladolid, 1977),
cedes. 367-374; H. ROSELLI, Historia de la psiquiatría en Colombia 1-2 (Bogotá, 1968);
R. VARGAS UGARTE, El monasterio de la Concepción de la Ciudad de los Reyes (Lima, 1942);
ID., Historia de la Iglesia en el Perú 1-4 (Lima, 1953-Burgos, 1961).

Vasco de Quiroga, Gregorio López y Pedro Betancur


NOTA BIBLIOGRÁFICA
Sobre Vasco de Quiroga, véase el cap. 33.
Sobre Gregorio López y Pedro Betancur, véase el cap. 20.

Obras de índole general


E. COBOS MANCEBO, Nuevos mundos, nuevos santos. Temas de España ante el mundo
(Madrid, 1961); G. CÉSPEDES, América Latina colonial (México, 1976); D. DE ENCINAS,
Cedulario indiano [1596] (Madrid, 1946); G. GUARDIA, LOS laicos en la cristianización de
América, siglos XV-XIX 2 (Santiago de Chile, 1973); J. HERRAEZ S. DE ESCARICHE,
Beneficencia de España en Indias (Sevilla, 1949); L. LOPETEGUI, F. ZUBILLAGA y
A. EGANA, Historia de la Iglesia en la América española 1-2 (Madrid, 1965-1966); Recopila-
ción de leyes de los Reinos de las Indias [1681] (Madrid, 1943); A. J. RIBADENEIRA,
Manual compendio del Regio Patronato Indiano (Madrid, 1755).

Ordenes hospitalarias
Además de la bibliografía reseñada en el cap. 12, véase Constituciones de la
Sagrada Religión de la Charidad de San Hipólito Martyr. Fundada en las Indias Occidenta-
les por el Venerable Padre Bernardino Alvarez (México, 1749).

Hospitales en las Antillas


J. LE-ROY Y CASSÁ, Historia del hospital de San Francisco de Paula (La Habana,
1958); E. W. PALM, LOS hospitales antiguos de la Española (Ciudad Trujillo, 1950).

Hospitales en Guatemala
L. LUJAN MUÑOZ, «El primer testimonio iconográfico de la ciudad de Santiago de
Guatemala», en Anales de la Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala (Guatemala,
1947); J. PARDO, P. ZAMORA CASTELLANOS y L. LUJAN MUÑOZ, Guia de la Antigua
Guatemala (Guatemala, 1969).
CAPÍTULO 43

LA IGLESIA Y LOS DESCUBRIMIENTOS GEOGRÁFICOS

Por MARIANO CUESTA

La Iglesia se halla presente en todo el gran proceso histórico america-


no, desde la génesis del descubrimiento hasta la actualidad. Su participación
económica, concluyente, en el viaje de 1492, así como los diálogos entre
insignes eclesiásticos (Marchena, Pérez, Mendoza, Talavera, Deza) con el
descubridor por antonomasia - e n un tercer nivel de lenguaje del genovés-
resultaron claves para el magno descubrimiento; en el otro extremo del
proceso, en los tiempos actuales, la participación de la Iglesia está presente
permanentemente en los medios de comunicación social, reflejo ineludible
de una realidad manifiesta. A lo largo de este amplio lapso, la actividad de la
Iglesia y de los eclesiásticos en América ha sido tan importante como esta
obra muestra. Sin embargo, hay un aspecto que no se suele apreciar debida-
mente: es el que ocupará las próximas páginas.
Durante el desarrollo de los descubrimientos geográficos y puesta en
contacto con las diversas culturas del continente americano pueden estable-
cerse dos períodos desiguales: el fundamentalmente reconocedor y verte-
brador de una realidad geográfica -física y humana- (fines del siglo XV y
primera mitad del xvi), cuya nota dominante es la inmensidad, y el de
desarrollo de la monarquía indiana. Es evidente que el segundo tuvo su
fundamento en el anterior; del mismo puede afirmarse que durante el
último se prosiguieron los descubrimientos geográficos con apreciables
cambios en sujetos agentes y pacientes, como tendremos ocasión de sub-
rayar.
En el primero, la participación de los eclesiásticos fue -para este tema-
complementaria. Su presencia tenía la misión específica de atención espiri-
tual al grupo español desplazado, luchar por lograr una justicia compatible
con los intereses materiales e iniciar la obra cultural de difusión de la fe de
que eran portadores; el apoyo de la Corona y de los propios descubridores-
conquistadores fue crucial. En el aspecto de los descubrimientos, su aporta-
ción fue sencillamente instrumental en cuanto medio para lograr sus obje-
tivos.
A lo largo de la segunda mitad del siglo XVI, y después en el XVII y XVIII,
la obra de los eclesiásticos regulares tuvo singulares aportaciones de carácter
geográfico-descubridor por añadidura a sus altos objetivos espirituales (el
clero secular, en este sentido, no tuvo ninguna por evidentes razones organi-
zativas). Por otra parte, hay dos conceptos frecuentemente usados en la
782 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.43. La Iglesia y los descubrimientos geográficos 783
historia de América cuyo recuerdo aquí es pertinente. Se trata, por un lado, Ciudad Rodrigo y de Zumárraga, encomienda -dado su curriculum- la ex-
de la distinción entre la América nuclear (Mesoamérica y región central ploración de algunos espacios recorridos por Cabeza de Vaca en ocho años
andina, prehispánicas) -como áreas de alta cultura indígena- y la América de andanza. Se ha discutido la existencia de otro viaje anterior protagoniza-
marginal (macroespacios de cultura escasamente evolucionada en el mo- do por otros dos franciscanos (Juan de la Asunción y Pedro Nadal) no
mento del contacto). En la época colonial, por otra parte, de forma en cierta suficientemente documentado.
medida coincidente con lo anterior, se habla de centros y periferia como Marcos de Niza realizó su viaje descubridor por territorios actualmente
áreas de concentración hispánica frente a los espacios poco conocidos y no norteamericanos en busca de las Siete Ciudades de Cíbola. Corría el año
dominados. Son características que pesarán sobre la acción de la Iglesia en 1538 cuando el franciscano pasó a Culiacán para hacer los preparativos; el
América y, particularmente, sobre su aportación a los descubrimientos geo- viaje fue iniciado al año siguiente y tuvo resultados desalentadores. Marchó
gráficos. en avanzadilla con el negro Estebanico, que murió en las montañas Zuñis a
No obstante, es posible hacer ya algunas referencias a sus aportaciones manos de los indios; fray Marcos, atemorizado, regresó a la base de partida,
de carácter geográfico-descubridor si analizamos los grandes escritos relati- alentando con sus erróneos datos la geografía legendaria. La imposibilidad
vos a América realizados por eclesiásticos; nos referimos a parte de una obra de identificar la trayectoria seguida por Niza, cuando realizó Vázquez Coro-
(Las Casas) o a toda en su conjunto (Vázquez de Espinosa), por poner nado su expedición, originó dudas razonables sobre aspectos del viaje de
solamente dos ejemplos. cuya historicidad nadie duda. Sus más entusiastas defensores (Lummis y
Bandelier) muestran una certidumbre absoluta; para otros (Cortés entre
ellos), el viaje quedaba enormemente minimizado en su amplitud. Las ciuda-
I. PRIMER PERIODO: 1492-1550 des de Cíbola no existían de acuerdo con los cánones previstos; no obstante,
el acicate que supuso la difusión de evidencias de algunas realidades materia-
les notables en aquellas latitudes explica la realización de una serie de
Durante este período, Corona y particulares estuvieron interesados al
nuevos viajes más o menos notorios, pero siempre interesantes desde la
máximo tanto en el descubrimiento de nuevas tierras y sus pobladores como
óptica geográfico-descubridora.
en la reordenación del territorio con el deseo de rentabilizar el esfuerzo.
Como sabemos, la Iglesia colaboró intensamente en todo ello con su partici- Fray Marcos «volvió contando maravillas de Siete Ciudades de Cíbola,
pación activa y hasta, en ocasiones, utópica, pero siempre con el conjunto que no tenía fin aquella tierra y que cuanto más al poniente se extendía tanto
del cuerpo social inmigrado, por lo que eran tan descubridores como cual- más poblada y rica de oro, turquesas y ganados de lana era»; solamente la
quier otro individuo del conjunto. magnitud de los espacios continentales coincidía con la realidad, pero el
estímulo surtió su efecto. El virrey organizó con prontitud una nueva expe-
El descubridor presenta una serie de características (intencionalidad, dición que ya no sería puramente informativa -la de Vázquez Coronado,
preparación, medios, determinada escala de valores, etc.) escasamente com- con la participación de Marcos de Niza y otros franciscanos-; sirvió para
patibles para individuos ataviados con vestido talar. Y, sin embargo, existen desvanecer todo espejismo de riqueza metalífera fácil. Alcanzaron territorio
sendos ejemplos -dos religiosos- que son considerados verdaderos descu- zuñi y apreciaron muestras de culturas relativamente avanzadas con patro-
bridores, con independencia de otra valoración pertinente. Son Marcos de nes de asentamiento muy peculiares. Pero el franciscano, totalmente desa-
Niza y Tomás Martínez Gómez. creditado en cuanto a sus dotes de observación, regresó a México; sus
El primero tuvo su lugar en plena actividad estructuradora de Nueva hermanos permanecieron en el territorio: Luis de Escalante en la cuenca del
España. Desde el centro mexicano se efectuó una intensa acción centrífuga río Pecos, Juan de la Cruz en la comarca de Bernalillo, y Juan de Padilla
de ampliación de horizontes geográficos; la actividad fue trepidante y con -incansable andarín- recorrió un amplio espacio. Fray Marcos no volvió a
participación del propio Cortés. Uno de esos vectores de orientación de desviarse de su misión religiosa después de realizar aquel interesante descu-
descubrimientos tomó sentido septentrional, rumbo a un amplio espacio brimiento por Arizona, entre los indios pueblo y sobre la cuenca del río Gila,
marginal que fue denominado el «norte de Nueva España», y que con aspi- de cuya actividad dejó testimonio documental.
raciones de hallar riquezas, económicas y culturales, comparables a las ha- Sobre el ámbito sudamericano, durante este lapso, la actividad comenzó
lladas en la meseta del Anahuac, recibió el pomposo nombre de Nuevo algo más tarde, pero con características análogas, con matices, a las dadas en
México. el subcontinente septentrional; el ejemplo tomado, no obstante, se aparta
El protagonista es el franciscano Marcos de Niza, cuya aportación fue, del modelo anteriormente visto. Nos referimos al obispo de Panamá, el
en esta ocasión, de índole geográfico-descubridora por encima de lo pura- dominico fray Tomás Martínez Gómez (conocido por el topónimo del pue-
mente religioso. Era un baquiano curtido en una actividad intensa en Indias blo soriano en que vio la luz: Tomás de Berlanga). Fray Tomás, recién
(Nueva España, Perú, Quito, Guatemala y, nuevamente, en México) durante nombrado obispo de Castilla del Oro (Panamá), accedió al istmo, donde hizo
un lustro, a quien el virrey Mendoza, con el decidido apoyo de Antonio de un estimable diagnóstico de la situación de la región (descripción de la
784 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.43. La Iglesia y los descubrimientos geográficos 785
geografía humana sobre unas pinceladas de la física); inmediatamente partió este período se produjo un ingente proceso de descubrimiento, anexión y
hacia el Perú en cumplimiento de una misión real fiscalizadora, apaciguado- reordenación de millones de kilómetros cuadrados; pero también es cierto
ra y de reconciliación entre las primeras figuras de la conquista andina, que durante dos siglos y medio no brillaron figuras ampliadoras de las
Pizarro y Almagro. En este viaje efectuó un interesante descubrimiento fronteras tales como los Colón o Vespucio, los Cortés, Pizarro, Almagro,
geográfico (las islas Galápagos) y náutico (enunciación de los mecanismos de Soto, Orellana y demás individualidades.
navegación a vela en el Pacífico). Aportaciones geográfico-descubridoras Pero los descubrimientos de la geografía americana (medio físico y
que el dominico hizo concisamente y con precisión en sendas cartas desde grupos humanos que lo habitaban) fueron mucho más que todo eso. Resultó
Panamá (22 de febrero) y desde Villanueva de Puerto Viejo (26 de abril de una obra laboriosa, callada y de ritmo muy lento en que la aportación de los
1535). eclesiásticos fue tan sobresaliente que su identificación sería enormemente
En la carta de Panamá se analiza la situación del istmo panameño en sus prolija y su análisis y valoración resultan abrumadores. Fue un comporta-
aspectos económicos, sociales y políticos, proponiendo alternativas lúcidas miento de frontera, y si hubo alguna institución fronteriza por excelencia,
paliadoras de la problemática: malestar social, pobreza y abuso («cueva de ésa fue la eclesiástico-misional, realizada por unos hombres que iban en
ladrones y sepultura de peregrinos», donde «los que tienen algo quedan vanguardia incorporando almas a su fe y subditos a su Corona, a quienes se
pobres y los pobres mueren de hambre» ante las «extorsiones e injusticias debe, en gran medida, la pacificación, consolidación, ampliación territorial,
que allí se hacen»..., principalmente «por los que las habían de remediar»); cimentación de la nueva sociedad y hasta la fijación de límites frente a las
propuesta de traslado de la insalubre ciudad de Nombre de Dios hacia un aspiraciones expansionistas de otros pueblos europeos (Portugal, Holanda,
lugar, en la desembocadura del Chagres, más acogedor; sobre capacidad Francia, Inglaterra, Rusia) sobre áreas marginales en la época prehispánica
agrícola, jerarquización urbana, valoración geoestratégica y notas sobre el que prosiguen en el mismo estadio de desarrollo en nuestros días.
medio ambiente y su influencia en la morbilidad. Tan dilatada como intensa acción misional daba lugar a una extensa,
En la carta de Puerto Viejo se describe, de manera sencilla y con minuciosa y nutrida documentación de altísimo valor como fuente para
caracteres precientíficos, el descubrimiento de las islas Galápagos o archipié- estudios sociológicos, antropológicos, económicos, demográficos, geográfi-
lago de Colón, efectuando una valoración económica de sus posibilidades y cos e históricos en general, aunque siga insuficientemente explotada.
una descripción de su excepcional naturaleza, sin población humana -total- Macrorregiones marginales de escasa y dispersa población, con cultura
mente ratificada por Darwin siglos después-; hace asimismo una apreciación mínimamente evolucionada, que padecen climas insanos o durísimos (ári-
del valor estratégico de aquellas no buscadas islas y realiza un esfuerzo por dos, gélidos o con altísimo grado de humedad), con vegetación rala o asfi-
hallar sus coordenadas y descripción náutica de una navegación, la primera xiante, de rivalidades intergrupales, de comunicación casi impracticable y
a vela (salvo algún esporádico contacto indígena desde el Guayas) en un área carentes de riqueza atractiva al europeo (oro, especias, perlas, hombres que
del océano Pacífico ciertamente complicada por efecto de la corriente sud- produjeran otras), a pesar de las cantadas por una geografía legendaria de
ecuatorial y contracorriente ecuatorial añadidas a los alisios del nordeste y difícil desarraigo (Dorado, Cíbola, Quivira, los Césares...). Es una clara
sudeste en el triángulo Panamá-Galápagos-Caráquez. Por todo ello, la apor- frontera en cuanto que el espacio a ocupar lo era mediante una pintoresca
tación geográfica del dominico, totalmente diferente a la de Marcos de Niza, interpretación del concepto jurídico de res nullius. Y es que, de no limitarse
no es por ello menos apreciable. a los espacios de la América nuclear y Caribe -lo que no era desdeñable y se
estaba actuando con la máxima intensidad-, no podía evitarse el ampliar los
horizontes geográficos hispanos, continentales, tratando de minimizar in-
II. SEGUNDO PERIODO: 1550-1824 versiones, aprovechando todo tipo de informantes y apoyando, con peque-
ños grupos armados, las iniciativas surgidas a otros impulsos: los puramente
Durante el segundo período, amplísimo, las Indias constituyen, a todos económicos (mineros) o los de expansión de la fe (misionales). Las diferen-
los efectos, un teatro de operaciones de magnitud y variabilidad casi ilimita- cias entre uno u otro grupo son evidentes: los mineros actuarán en función
das. La relativa simplicidad del lapso anterior tuvo por brillante resultado la de la rentabilidad obtenida; los misioneros, siempre, a cualquier precio - q u e
configuración epidérmica de América, la conquista y reordenación de las suelen pagar ellos mismos- y a pesar de todo lujo de infortunios, soportables
áreas nucleares (la América bien poblada, compleja y organizada en el e incluso insoportables.
momento del descubrimiento) y la evaluación del espacio continental me- Es obvio que los religiosos ofrecían grandes ventajas: lealtad, desinterés
diante vectores trazados en todas las direcciones por minúsculos grupos con material, discreción, entrega, renuncia, sobriedad, movilidad, autosuficien-
tanta velocidad como inconsistencia. No obstante, el territorio dominado cia sobre el terreno, capacidad de adaptación, superación e incluso alegría
por los inmigrantes era proporcionalmente escaso comparado con las gran- ante el peligro susceptible de transformarlos en mártires, dotes de observa-
des extensiones que, conocidas suficientemente, sustentaron las nuevas re- ción y, con frecuencia, alta preparación (respecto al cuerpo social del que
públicas desde comienzos del siglo XIX. Es evidente, pues, que a lo largo de emergen) moral, intelectual e incluso científica (recuérdese que, por ejem-
C.43. La Iglesia y los descubrimientos geográficos 787
786 P.IV. La irradiación de la Iglesia
He aquí una buena razón para organizar nuevos viajes bajo el signo de
pío, el franciscano José Amich fue piloto antes que fraile). La panorámica no
la recuperación de aquellos hombres de forma oficial, pero bajo intereses
puede ser mejor y, sin embargo, alguna servidumbre debía tener esta empre-
económicos (expedición de Espejo). En el grupo viajó un franciscano -Bel-
sa tan poco gravosa y con plenitud de posibilidades. Ciertamente, las tenía:
trán-, pero el resultado material fue decepcionante, dejando vía libre a los
por un lado, la fragilidad, y por el otro, sus secuelas, la explotación que de
misioneros, que sí lograron éxito (en 1630 tenían 60.000 almas agrupadas
su obra hicieron el resto de la sociedad o sus agentes (la Corona, las autori-
en 25 misiones), dando pie a que se calificara a los franciscanos de «construc-
dades delegadas, los particulares en general). La precariedad y fragilidad se
tores del Nuevo México hispánico». Los levantamientos de 1680 dieron al
manifestó ante reacciones virulentas del mundo indígena (revueltas entre
traste con los frágiles asentamientos; la recuperación fue lenta y definitiva
1650 y 1680, que arrasaron todo vestigio misional), pero cada nuevo ensayo
con la reorganización neohispana y el relanzamiento de las expediciones
fracasado proporcionaba mayor firmeza al siguiente y la obra iba consoli-
descubridoras.
dándose, en ocasiones regada por la propia sangre de los precedentes her-
manos. Siempre permanecía un substrato perceptible en el relanzamiento Fray Antonio de Olivares (1709) realizó un circuito, desde río Grande
de un nuevo intento: el conocimiento de la geografía física y humana de la del Norte, por una región árida («aridamérica»), cuya nota sobresaliente es el
región, fundamental para dotar de solidez, estabilidad y firmeza a la obra en énfasis puesto en los ríos que cruzó (San Marcos, Nueces, Frío, Jondo,
construcción. Chapa, Chiltipique, Róbalos, Medina, San Marcos, Guadalupe, Garrapatas,
Salado, San Antonio, San Pedro, León, sin alcanzar el buscado del Espíritu
A) En el continente norteamericano Santo o Colorado). Ríos de alto valor estratégico y económico en una región
desértica y con población escasa.
1) Al norte, el espacio periférico a la Nueva España se hallaba asimis- Avanzado el siglo, surgen dos importantes figuras: los también francis-
mo poblado por gentes de cultura marginal asentadas sobre un medio poco canos Escalante y Garcés.
acogedor. Eran regiones de gran magnitud que constituían una frontera Fray Silvestre Vélez de Escalante pretendió hallar el camino hacia Cali-
turneriana, abierta; su inmensidad permite, en aras a su más fácil compren- fornia a través del país moqui. Después, con fray Agustín Domínguez, buscó
sión, una parcelación o sistematización: Nuevo México, las Californias, Te- un río largo que corría en dirección de los paralelos (quizá el San Joaquín o
xas y la Florida. Sacramento) y descubrió una amplia zona al noroeste, siguiendo cursos
La actividad en estos territorios es bien conocida; si hubiera permaneci- fluviales en una región abrupta (Montañas Rocosas), hasta Utah. Trazó
do en ellos toda la toponimia impuesta en los primeros días de su descubri- algunos ingenuos mapas y es recordado en la toponimia actual.
miento y exploración o se estudiara minuciosamente la cartografía histórica Fray Francisco Garcés también realizó importantes aportes a los descu-
(jesuítica, por ejemplo), no harían falta más datos para valorar certeramente brimientos geográficos de la macrorregión norteamericana, los cuales han
la aportación misional a la geografía histórica americana. Algo se ha apunta- quedado plasmados en sus cartas. Realizó un extraordinario viaje y su diario
do con motivo de las andanzas de Marcos de Niza. Su fracaso, que supuso el es muy apreciado como documento geográfico, capital para el conocimiento
de Coronado, retardó medio siglo el avance al otro lado del río Bravo. El de la geografía histórica estadounidense. Había reconocido el curso del
horizonte abierto reclamaba la atención de los interesados en hallar riquezas Colorado entre los 30° y 60° de latitud norte en un recorrido de 1.000
(mineros) o evangelizar aquellas almas (misioneros); algunos franciscanos leguas, a una media de 15 kilómetros por día, lo que permite deducir que su
habían dejado ya sus vidas. actividad fue mucho más descubridora que misional.
Fray Agustín Rodríguez difundió noticias sobre la existencia de grandes Documentalmente, disponemqs de los escritos de sus protagonistas:
ciudades; consiguió fácilmente que se le autorizara una expedición (fue la de Olivares, con su Diario derrotero de la entrada y viaje que hizo; Escalante, a
Chamuscado). En verdad, se hizo un reconocimiento territorial; su aporta- través de su Diario de viaje; Domínguez, asimismo, con su Diario de viaje,
ción fue el fijar puntos y objetivos más próximos y tangibles que los pura- como hiciera el propio Garcés, y, finalmente, el Diario y derrotero, de fray
mente religiosos en regiones a las que sólo osaban acceder frailes o soldados. Juan Agustín Morfi.
Fray Agustín se estableció en Santa Bárbara y exploró su entorno hasta el río 2) California. Su descubrimiento era inevitable - u n a vez alcanzado
Conchos; le acompañaron los hermanos López y Santa María en un viaje de el Mar del Sur-, pero no por ello fue inmediato ni fácil. El ciclo cortesiano
reconocimiento (1581) desde Santa Bárbara hacia el río Conchos, río Bravo, y sus sucesores realizaron importantes esfuerzos náuticos y la presencia de
río Santa Fe, en un trayecto claramente calculado en que el valor del agua piratas sirvió de acicate. Por su parte, la Compañía de Jesús inició su activi-
era alto sobre un medio árido. dad en el siglo XVII y erigió la misión de Nuestra Señora de Loreto (1697),
no cejando en su actividad hasta 1767. Eusebio Francisco Kino había inter-
Fray Juan de Santa María, «el astrólogo», hizo un tornaviaje a México venido —más como cosmógrafo que como eclesiástico- en la expedición de
por una ruta nueva, mientras el resto continuaba hasta Taos, cruzando el Atondo; realizó sus primeros descubrimientos y establecimientos con la
«llano de los búfalos» y sobrepasando la latitud de Albuquerque. Al regreso consabida fragilidad inicial sobre tierras marginales. Prosiguió su actividad
de la expedición, los religiosos permanecieron sobre el terreno.
788 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.43. La Iglesia y los descubrimientos geográficos 789
descubridora y misional en el Alto Sonora, ampliando los horizontes geográ- B) En el continente sudamericano
ficos hispanos hacia el norte. Su obra fue continuada por el también jesuita
Juan María Salvatierra en la Baja California. Sus aportaciones a los descubri- En el año 1573 -cuando López de Velasco escribió su Geografía y se
mientos geográficos y a la cartografía histórica son umversalmente reconoci- sancionaron las Ordenanzas sobre nuevos descubrimientos y población- se
dos. conocía poco más que la epidermis del subcontinente meridional americano
La Alta California fue alcanzada por tierra por el franciscano fray Juan y el área central andina, anteriormente dominada por los incas, ampliada
Crespí en una ruta sobrehumana, de forma coordinada con Gaspar de hacia el norte en los Andes de los actuales estados de Ecuador, Colombia y
Portóla y fray Junípero Serra, que iban por mar (1769). La obra descubrido- Venezuela y hacia el sur sobre pequeños espacios de la República Argentina
y notoriamente de Chile. El resto de América del Sur, la inmensa vertiente
ra de Crespí y de fray Junípero es indiscutida y su aportación valiosa en años
atlántica, marginal, solamente había sido cruzada linealmente en dos o tres
de rivalidad internacional en que los espacios vacíos eran fuente de peligro,
paralelos y en pequeños trayectos en posición normal a la costa.
áreas geoestratégicas negativas por la debilidad española en el mar.
La obra de eclesiásticos, interesante para los descubrimientos, la carto- El límite entre lo hispánico y lo indígena puede apreciarse con nitidez.
grafía y la geografía histórica, es ampliamente conocida -se apuntará sucin- El resto es la gran frontera abierta, lo ignorado, lo que provocó la curiosidad
tamente en la nota bibliográfica-, pero es oportuno subrayar las aportacio- y atrajo a los insaciables, a los que llegaron tarde, a los que perdieron todo
cuanto lograron ganar; es lo que constituyó el objeto de reconocimiento,
nes de algunos destacados frailes en la materia a través de sus Diarios,
atención y trabajo de los misioneros. El cambio de actitud oficial sobre la
Relaciones y Mapas: Crespí, Kino, Serra, etc.
conquista vino propiciado por el ejercicio, brillante, de la autocrítica - n o
3) En Texas y la Florida, la participación eclesiástica en los descubri- exclusivamente lascasiana-, que comenzó en época temprana, de forma
mientos y exploraciones geográficas (físicas y humanas) es inmediata; los persuasiva, en una «lucha por la justicia», haciendo brotar, incluso, una
franciscanos actuaron con prontitud en la Florida, y sus misiones (testimo- conciencia de fracaso para dar lugar a una evolución ideológica y a una
nio fehaciente de su labor geográfica además de misional) fueron muy preocupación formal por justificar la conquista: era la solución legal. La
numerosas; el precio que pagaron tampoco fue escaso, como reconoce la carencia de un estudio de conjunto dificulta enormemente el conocimiento
literatura histórica. del proceso sobre cómo fue avanzando la expansión hispana desde 1573,
El avance de la frontera en Texas también fue realizado con importante cómo surge en 1810-21 un espacio dominado inmensamente mayor, qué
participación misional; los franciscanos De la Cruz, Peñasco, Larios y Bue- impacto se produjo sobre aquellas regiones y sus pobladores, cómo se modi-
naventura actuaron de inmediato y la expedición de la Salle supuso un ficó la situación territorial, cultural y política de unos y otros.
poderoso estímulo para el reconocimiento litoral desde la fachada occiden- La magnitud espacial, la disparidad cronológica y su desarrollo por
tal de la Florida. El franciscano Mazenet trabajó con entusiasmo entre los regiones o ámbitos con independencia entre sí exige que el estudio se
indios texas y, como todos los religiosos, con el beneplácito de las autorida- efectúe de forma parcelada; no obstante, se aprecian reiteradamente analo-
des indianas, que aprovechaban sus descubrimientos e informaciones geo- gías en lo geográfico humano y un factor común en lo antropológico: su
gráficas. marginalidad. El espacio sigue gozando o padeciendo de la característica de
Sobre Texas, los frailes nos han dejado interesantes escritos, como la enormidad y la sistematización no puede realizarse en compartimentos es-
Relación de Casañas; los Planes de colonización del obispo Garavito; el Diario tancos; por otra parte, el proceso no presenta la brillantez, espectacularidad
de Mazenet, etc. Asimismo, es abundante el material documental sobre la ni dramatismo que las denominadas conquistas armadas y, por ende, ha
Florida, como se apunta en la bibliografía. preocupado menos a los investigadores, ha ocupado menos tiempo y, conse-
4) No sería oportuno concluir estas breves palabras sin hacer referen- cuentemente, ha producido, proporcionalmente, mucha menos literatura
cia a otro eclesiástico notable en los descubrimientos geográficos, fray An- histórica. Es una acción de peculiar característica: tuvo lugar mediante la
drés de Urdaneta. Se trata de un agustino de vocación tardía (cuarenta y incorporación a la Corona, tras la voluntaria congregación de sus habitantes
cinco años) que tenía un amplio curriculum en Indias, incluido el Extremo en poblados, sin sometimiento forzoso, aunque en ocasiones también se
Oriente. Su experiencia fue aprovechada por el virrey Velasco en una expe- ejerció merced a la acción de misioneros con la connivencia de las autorida-
dición organizada en la Nueva España, cuya misión era cruzar el océano des indianas y con el respaldo de la Corona; fue un proceso expansivo desde
Pacífico. Tras vicisitudes diversas alcanzó, con Legazpi, las Filipinas (1565), bases muy frágiles: menos de un centenar de poblaciones hispánicas (4.000
y, comisionado para regresar e informar en México, realizó el más importan- inmigrados), de eventual apoyo, congregadas en áreas muy concretas. El
te descubrimiento del Pacífico: el mecanismo de superficie que permitía la desarrollo fue, a la vez, religioso y político y siempre con importantes reper-
navegación a vela desde Filipinas hasta América, la denominada ruta de cusiones geográficas.
tornaviaje, que posibilitaba la acción política y cultural -sin olvidar el ensayo La actuación misional de descubrimiento y subsiguiente anexión tuvo
económico- de España en Extremo Oriente. lugar merced a la acción sobre áreas mejor o peor definidas: Guayanas,
790 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.43. La Iglesia y los descubrimientos geográficos 791
Cumaná, Píritu, Llanos de Caracas, Alto Orinoco-Río Negro, Orinoco Me- varias fases: primero, hasta el río Guarapiche; a continuación la península de
dio, Llanos del Casanare y Meta, Caquetá-Putumayo, Mainas, la Montaña Paria; posteriormente se llevó la frontera hasta el rio Tigre, para, finalmen-
peruana y sus proyecciones, Brasil y Paraguay. te, intentar dominar el dificilísimo bajo Orinoco septentrional. El esfuerzo
1) Venezuela. La denominada Guayana -gran región de medio am- capuchino de control del espacio mediante la creación de poblados, reduc-
biente enormemente refractario- constituía una frontera dura, un telón de ción de indios y trazado de caminos fue importante.
floresta impenetrable por lo inhóspito, escasamente poblado por gentes La tercera área, Píritu, descrita por Matías Ruiz Blanco (Conversión en
«más bestias que hombres» -decía Gumilla- a quienes, en 1720, como zona Píritu, Madrid, 1690), Antonio Caulín (Descripción corográfica de la Nueva
de refugio, se sumaron los caribes. La aportación geográfica de los eclesiásti- Andalucía, Madrid, 1779) y Ramón Bueno (Tratado histórico, 1800), tiene una
cos sobre este espacio no fue escasa: se congregaron 10.000 indios en entidad propia derivada de la acción misional franciscana más que de una
poblados separados entre una y nueve leguas (en total fueron fundados inexistente homogeneidad geográfica, física o humana. Su mosaico etnológi-
medio centenar, de los que dieciocho permanecen); el primero y más impor- co presenta nombres destacables, entre ellos los píritus, por habérselo dado
tante fue Santo Tomé de la Guayana -posteriormente cambiado su asenta- el área, y los caribes, por su aguerrida agresividad. No obstante, el balance
miento-, y el último, Nuestra Señora de Belén de Tumeremo (1788). Hubie- geográfico-descubridor fue muy positivo: fue reconocido y controlado el
ron de organizar la autodefensa de la denominada «Puerta de Guayana» espacio comprendido entre la costa y los ríos Orinoco-Caroní merced a la
(uno de los puntos más débiles de la monarquía indiana por su indefensión creación de poblados estables y el establecimiento de unos rudimentos de
estática y dinámica, logística y estratégica, frente al acoso caribe y holandés). comunicación entre ellos. Económicamente se lograron apreciables éxitos:
Desde el punto de vista económico, los capuchinos procedieron a modificar Diguja (1763) refiere haber visto 121 hatos con un total de 55.000 cabezas
la fauna local con la importación, desde Nueva Barcelona, de una punta de capaces de producir un ingreso bruto de 30.000 pesos.
ganado, germen de una floreciente cabana. Fiscalmente, los gobernadores No fue fácil. Los intentos de conquista armada -ejercidos hasta media-
presionaron para obtener recursos, y alguno (Centurión) apoyó la expan- dos del siglo XVII- fracasaron; sólo existían, entonces, tres poblaciones
sión y otro (Diguja) valoró muy positivamente el balance de la obra misional (Nueva Barcelona -plaza dé armas-, Uñare y Uchire o Nueva Tarragona).
en sus aspectos cultural, económico y político. Desde el punto de vista En 1656, los franciscanos establecieron el núcleo expansivo de Concepción
poblacional, aparte del mencionado, debe subrayarse el estímulo a una de Píritu, desde donde efectuaron una brillante ampliación de fronteras
pequeña inmigración canaria y catalana (apoyo y catalizador de su obra) y, hasta dominar todo el territorio, a veces con actividades pecuarias - v a c u n o -
merced a ello y a las fundaciones de poblados, el control de la margen que sirvieron para reducir caribes a uno y otro margen del Orinoco no sin
derecha del bajo Orinoco, del Caroní y el espacio situado entre ambos tras antes deslindar espacios interterritoriales hispánicos (Guayana, Píritu, Ori-
un largo e infructuoso esfuerzo de los jesuitas y una prolongada acción de noco medio). En 1767, la situación del territorio (descrita por fray Alonso de
los capuchinos. Hinestrosa) significó una reorientación de los trabajos mediante un reajuste
Durante los siglos XVII y XVIII la continuación territorial al norte de jurisdiccional con eje en Cuchiveros, la acción franciscana se suplemento
Guayana fue Cumaná, una gran región tan heterogénea en su medio físico con la iniciativa de las autoridades civiles y se logró la colaboración de varios
como en el etnológico (hasta «once naciones indias» la poblaban, entre ellas caciques, lo que permitió que en el momento de la independencia existieran
los cumanagotos); en ella no se dieron conquistas armadas propiamente 60 poblados, algunos fundados por los mismos caciques (notable efecto de
dichas -la Corona lo impidió-, pero sí alguna repercusión de las realizadas transculturación).
en territorio limítrofe. Los Llanos de Caracas constituyen un mosaico étnico (hasta 22 «nacio-
La expansión -naturalmente misionera- tuvo un lento despegar; había nes indias» se citan) en medio de un ambiente variado de suelo rico. Sobre él
penetrado mínimamente en el continente, lo suficiente para levantar el se ejerció una ampliación de fronteras siguiendo la orientación que imprime
poblado de San Felipe (1598), que exigió, por dos veces, un cambio de la cordillera de Mérida con iguales protagonistas y análogo impulso que los
asentamiento para, finalmente, continuar en la penuria. A fines del si- anteriormente apuntados y, sin embargo, con características peculiares:
glo XVII las posiciones seguían siendo leves y epidérmicas, con excepción de mayor profundidad de la presencia española, bases estables españolas desde
la vieja Cumaná; la indefensión y abandono eran totales; la miseria, general, las que pueden emitirse o apoyarse «entradas» y la realidad de esas «entra-
y la aportación a la Hacienda, mínima. Durante el gobierno de Diguja se das» como recurso a la fuerza que podían ocultar otros intereses más que los
censaron -con escasa Habilidad- 10.000 familias. Con frecuencia surgían puramente expansivos; la acción de capuchinos y dominicos al efecto fue
alianzas de caribes y franceses y ataques ingleses o franceses, por separado. concluyeme.
Los capuchinos aragoneses llegaron a erigir una treintena de poblados El límite español estaba establecido en una línea de orientación noroes-
-aquejados de cimarronazgo-, que fueron suficientes para dominar una te-sudoeste, desde Caracas a Barquisimeto y Barinas, y desde Mérida a
franja inmediata a la costa, sin salida al mar más que por la capital. Posterior- Pamplona. Sus características son: se deja atrás un territorio fuera de la
mente (mediados del siglo xvm) ampliaron los horizontes geográficos en Orinoquía, pero teatro de operaciones del mismo proceso expansivo con los
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mismos protagonistas e igual impulso; es un espacio de frontera hispánica
cuya influencia era más profunda; sus asentamientos eran base de posterio- tuvo la oportunidad de establecer varios poblados junto al Orinoco, frente
res expediciones, donde las entradas eran recurso a la fuerza que ocultaban al Meta. La expulsión jesuítica supuso el protagonismo capuchino y, poste-
otros intereses, ante los cuales la posición de franciscanos y dominicos fue riormente, franciscano.
determinante. Además del reconocimiento geográfico y la fundación de poblados
Los Llanos eran bien conocidos - e n líneas generales- en el siglo XVII; reductores de los nativos, la repercusión descubridora misional tuvo un
los viajes de Antequera, Ruiz Maldonado y el dominico Jacinto de Carvajal, importante matiz defensivo; por un lado, frente a los reiterados ataques
autor este último de la Relación del descubrimiento del río Apure, fueron caribes (no fueron controlados hasta mediado el siglo XVIII), y, posterior-
ilustrativos y la llegada de los capuchinos supuso la penetración sistemática mente, por la agresiva actividad perturbadora, económica y esclavizadora de
de la expansión con deseos de un beneficio social, económico y religioso del los portugueses con base en el Amazonas. La actividad holandesa -aliados
indio, cuyo proceso se hallaba estancado. La inestabilidad de los ensayos con los caribes (incluso camuflados como tales, según explica Gumilla)- dio
iniciales dio un fruto: la fundación de la base expansiva (San Carlos de pie a una autodefensa organizada por los jesuítas.
Austria) y otras de corta vida (en el actual estado de Cojedes) por el cimarro- 2) Colombia. Una interesante región es la de los Llanos de Casanare
nazgo. La base de San Carlos fue decisiva para la ampliación de horizontes y Meta. Planicie oriental andina de la vertiente atlántica colombiana -descri-
geográficos hasta mediado el siglo XVIH, y supuso el reconocimiento de los ta por los jesuítas (Mercado)- poblada por gentes de cultura marginal, muy
territorios que forman los actuales estados de Aragua y Portuguesa (poco poco apreciada por los jesuítas hasta Rivero (mediados del xvill). El proceso
después se alcanzó el límite Orinoco-Río Negro), así como el establecimien- descubridor llevó a la Compañía a un reconocimiento de las cuencas citadas
to de numerosos poblados y conocimiento de su población. Finalmente, se y a establecer diversos asentamientos con una población que oscilaba entre
imprimió la orientación expansiva hacia el Apure y Meta, consecuencia de la los 70 y 1.600 habitantes cada uno. Las únicas dificultades fueron plantea-
expulsión jesuítica y entrada de los capuchinos en el área, una estrategia de das por pequeñas escaramuzas.
aproximación al Orinoco y deseo de comunicación con otras áreas misiona- De características geográficas análogas a la región anterior, pero presi-
les. El resultado sería una importante acción reductora de indios en pobla- didas por una independencia de acción, surge un nuevo espacio, las cuencas
dos, un crecimiento de la población, no tanto vegetativo como inmigratorio del Caquetá-Putumayo. Actuación autónoma por la acción reiterada de las
(españoles, criollos y mestizos) y un verdadero descubrimiento de aquel «naciones indias» mocoa (acción jesuítica), sucumbía (jesuítas y francisca-
espacio. nos), cafan (jesuítas y franciscanos) y encabellados (franciscanos), que difi-
Un territorio de denominación bien precisa es el Alto Orinoco-Río cultaron los trabajos de los misioneros. No obstante, se descubrió suficiente-
Negro, encabalgado sobre los límites venezolano-colombianos más el espa- mente el espacio, se establecieron numerosos asentamientos y se controló la
cio comprendido entre el alto Río Negro-Casiquiare-Orinoco. Su localiza- población nativa.
ción hizo que la expansión hispánica no le afectara hasta mediado el siglo 3) Ecuador-Perú. Un área particularmente notoria en el aspecto geo-
XVIII, en que la Comisión de Límites realizó una importante actividad reco- gráfico-descubridor fue Mainas. Es un inmenso espacio vertebrado por las
nocedora y fundacional. El resto del período hispánico fue llenado por los corrientes del Marañón-Amazonas - e n el sentido de los paralelos- y del
trabajos de capuchinos (merced a gestiones de José de Iturriaga) y francisca- Pastaza, Ñapo, Huallaga y Ucayali - e n el de los meridianos-, con una ampli-
nos de Píritu, quienes consiguieron un descubrimiento del espacio indicado tud máxima que alcanzó desde el Pongo de Manseriche hasta la confluencia
con el establecimiento de numerosas, poco pobladas y abigarradas poblacio- del Negro y el Amazonas; Portugal tuvo una postura muy beligerante en la
nes sobre los cursos del Orinoco y el Negro. disputa fronteriza. El mosaico étnico era muy abigarrado en torno a las
Núcleo autónomo en la expansión fue el Orinoco medio, descrito en corrientes fluviales. Las incursiones iniciales (Orellana -con el dominico
1741 por el jesuíta José Gumilla en El Orinoco ilustrado y defendido. Su Gaspar de Carvajal-, Ursúa, Aguirre) fueron proseguidas por el jesuíta
proceso descubridor y reordenador siguió sensiblemente el curso fluvial y su Rafael Ferrer y, sin embargo, hasta entrado el siglo XVII no se produjo el
característica sobresaliente es la seguridad, comodidad, control comunica- primer asentamiento español en la región: Borja. Los jesuítas fueron los
cional y rapidez en la puesta en contacto del Atlántico con los Llanos encargados de la ardua misión, que tuvo la consecuencia geográfico-descu-
colombianos con un establecimiento destacado, Cabruta (poblado de gran bridora de nuestro interés aquí.
renombre al polarizar los conflictos limítrofes jurisdiccionales interórde- El proceso expansivo, con base en Borja, tuvo un desarrollo centrífugo:
nes), en la margen izquierda del gran río. Esta comunicabilidad fue iniciativa primero, en el espacio central; en seguida hacia el sudeste, en torno al
de los jesuítas (Monteverde y Castán); otro intento por el río Vichada fue Huallaga y Ucayali (con la fundación de nueve asentamientos y la reducción
infructuoso como consecuencia de la falta de comunicaciones con la Nueva de 75.000 indios); después, hacia el norte del Marañen, junto a los ríos
Granada y por una inadaptación al medio. En 1731, un nuevo intento Pastaza, Ñapo y Cururay, y finalmente, una ampliación de horizontes geo-
protagonizado por el también jesuíta José Gumilla, con apoyo de los salivas, gráficos multidireccional (del siglo XVII al XVIII). El jesuíta Samuel Fritz
realizó una intensa acción organizadora del territorio, que continuaron
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Richter y otros, hasta conseguir fijar las líneas maestras de la actual frontera
peruano-brasileña; se incrementó la actividad en los cursos medios del Pasta- contacto con diferentes etnias. El Cerro de la Sal fue recobrado -tras las
za y Ñapo; se controló el espacio jíbaro con una fijación de 170.000 indios revueltas indias- y fray Francisco de San José estableció un centro de incal-
(muchos se perdieron: epidemias, capturas esclavizadoras portuguesas, su- culable valor -Santa Rosa de Ocopa- para la expansión descubridora con
blevaciones); se avanza (1760) hasta la fundación de Nuestra Señora de emisión de numerosas expediciones (1726, 1727, 1731, 1732, 1733, 1734
Loreto de los Tirunas, punto más lejano, a 224 kilómetros aguas abajo de 1735), cuyo resultado más brillante fue el geográfico, del que merece resal-
la confluencia Napo-Amazonas. La expulsión de la Compañía en 1767 su- tarse la Pampa del Sacramento. Poco después, el franciscano De la Marca,
puso una crisis en el proceso expansivo y un vacío en la información en el transcurso de un lustro, reconoció el Gran Pajonal, dejando una
geográfica. magnífica descripción.
El mayor lastre del territorio fue la difícil comunicación. Desde Quito, Tras la gran rebelión del xvill, los franciscanos obtuvieron la concesión
camino de Borja, había que pasar por Cuenca, Loja, Zamora y Santiago de de las misiones de Caxamarquilla - a tres meses de Ocopa-, que fray Manuel
las Montañas. Era un despilfarro de tiempo y energía que conducía a un de Sobrevida consiguió comunicar en dieciocho días (no fue el único aporte
«pongo» por donde descendía con fuerza un tributario del Marañón. La geográfico-descubridor franciscano). Los trabajos de Abad, Amich, Sobre-
misión jesuítica que acompañó a Texeira en su tornaviaje amazónico sólo vida y Girbal, entre otros varios, constituyeron grandes aportaciones descu-
fue de interés informativo; otro miembro de la Compañía -Santa Cruz- bridoras, de defensa de las fronteras frente a los portugueses, capitales
realizó un interesante viaje de tres meses por territorio maina, haciendo trabajos de trazado de caminos y excelentes descripciones geográficas acom-
interesantes descubrimientos geográficos; otros prosiguieron su labor de pañados de mapas corográfícos y estadillos del mayor interés. Se consiguie-
trazado de nuevas rutas, acortando distancias y abriendo cuatro vías de ron, además, otros dos centros más, proyecciones de Ocopa, que estarían
acceso entre Quito y Mainas: Pasto-Sucumbíos-Mocoa, Archidona-Patate- llamados a desempeñar un gran papel de ampliación de horizontes geográfi-
Canela, Jaén-Borja y Moyobamba-Paranapuras. La comunicación con Lima cos: Santa María de los Angeles de Tanja y San Ildefonso de Chillan.
se efectuaba a través del Ucayali hasta el Cuzco.
La expansión meridional de los franciscanos de Ocopa se vio impulsada
El dominico Gaspar de Carvajal (Relación del descubrimiento del río Ore-
por el deseo de cubrir el hueco dejado como consecuencia de la expulsión
llana), el jesuíta Cristóbal de Acuña (Nuevo descubrimiento del río de las Amazo-
de los jesuítas. Así, Menéndez viajó hacia Chile y se adentró por un medio
nas) y el franciscano Laureano de la Cruz (Relación del descubrimiento del río
dispar, marítimo de altas latitudes meridionales, fundamentalmente frías y
de las Amazonas, siglo XVIl) nos han transmitido valiosas descripciones de sus
recorridos fluviales. habitadas por grupos de cultura marginal, escasamente poblados, pobres en
recursos y una geografía física refractaria por el frío y hielos que no exigía
La acción jesuítica fue contestada por alguna sublevación, con las con-
menos fortaleza que la selva peruana. Los trabajos de fray Pedro González
sabidas, y más testimoniales que espectaculares, secuelas. También tropezó
de Agüeros -también geográfico-descriptivos-, Fernández, Sánchez, Marín,
con los intereses portugueses, cuya actuación trajo graves consecuencias
Real y Menéndez fueron excelentes en cuanto a la búsqueda de pasos en la
sociales (destrucciones y capturas) y políticas (importantes pérdidas territo-
cordillera andina hacia el este, que les hizo reconocer la región (ríos, lagos,
riales: entre la actual frontera peruana y los ríos Blanco, Negro y Madeira),
glaciares, etc.).
ante las que los jesuítas (Acuña, por ejemplo) tomaron decidido partido y su
acción fue decisiva. Pero la aportación de estos franciscanos no se limitó al sencillo o com-
plejo descubrimiento, sino que fue más allá, al dejar una rica documentación
4) Perú. Dado que Brasil y Paraguay son objeto de otros capítulos,
del máximo interés geográfico, en el más amplio sentido del término. Véanse
haremos énfasis en lo que denominamos la Montaña (vertiente atlántica de
algunos ejemplos: en 1771 fray José Amich concluyó su Historia de las
los Andes centrales) y su proyección. Su superficie es variada en su aspecto
misiones del convento de Santa Rosa de Ocopa y en años sucesivos plasmarán sus
corológico y homogénea en el ambiental, con una biogeografía condiciona-
diarios Sobrevida, Alvarez de Villanueva y Gómez (Viaje a las conversiones de
da por los anteriores y una pluralidad etnográfica importante.
Huanaco), Méndez (Diario desde Huanta a Huamanga), Sobrevida («a las
A fines del siglo XVI arribaron al río Mantaro los jesuítas (Font), mien-
montañas y fronteras de Jauja», «a las montañas de Huanta y fronteras de
tras los franciscanos alcanzaban la Ceja de la montaña (selva) y las cabeceras
Tarma» y «Caxamarquilla hasta el Marañón»), Girbal, Márquez y otros («a las
del Urubamba y Madre de Dios. Pronto -y durante el siglo XVII- apreciaron
tierras del Ucayali»), etc.
los misioneros el valor geoestratégico del Cerro de la Sal y con su dominio
fue fácil, relativamente, progresar en su entorno; Biedma -«el genio de la 5) Chile. En la extensión franciscana de Chillan deben subrayarse
selva», según Raimondi- hizo avanzar la frontera hispánica hasta el río los escritos de fray Pedro González de Agüeros (Descripción historial de la
Perene, atravesando un espacio pleno de dificultades; posteriormente lo provincia y archipiélago de Chiloé), las expediciones de los padres Marín y
hizo hasta el Mantaro, Apurímac, Ucayali y confluencia del Ene y Perene, en Real, así como la Segunda expedición a los archipiélagos de Guaitecasy Guayame-
un proceso de descubrimientos geográficos, trazado de caminos y puesta en co por los frailes Real y Menéndez. Para la de Tanja disponemos, por
ejemplo, de la obra de Conrado, El colegio franciscano de Tarija y sus misiones.
C.43. La Iglesia y los descubrimientos geográficos 797

1981); A. CUERVO, Colección de documentos sobre la geografía e historia de Colombia


(Bogotá, 1893); M. CUESTA, «LOS exploradores franciscanos Domingo de Brieva y
NOTA BIBLIOGRÁFICA Laureano de la Cruz», en Actas del III Congreso Internacional sobre los franciscanos en el
NuevoMundo (Madrid, 1991), 1139-1177; J. HERAS, «Expediciones de los misioneros
franciscanos de Ocopa (1709-1786), por el P. Pedro González de Agüeros»: Archivo
Todas las historias misionales, al describir los territorios evangelizados o narrar el Ibero-Americano 45 (Madrid, 1985), 3-112; F. FONCK, Diarios de Fr. Francisco Menéndez,
curso de la evangelización, ofrecen abundantes datos sobre los descubrimientos OFM (Valparaíso, 1900); J. HERAS, Los franciscanos en el Pangoa, Tambo y Alto Ucayali
geográficos realizados por los misioneros. La indicación de estas obras se da en el afines del siglo XVII (Lima, 1978); B. IZAGUIRRE , Historia de las misiones franciscanas y
volumen II de la presente Historia, al hablar de cada territorio misional, por lo que narración de los progresos de la geografía en el Oriente del Perú 1-14 (Lima, 1922-29);
esta Nota bibliográfica se ceñirá únicamente a las de carácter puramente descubridor F. MORALES PADRÓN y J. LLAVADOR, Mapas, planos y dibujos sobre Venezuela existentes en
o geográfico. el Archivo General de Indias (Sevilla, 1964).

D e índole general
E. J. BuRRUS, La obra cartográfica de la provincia mexicana de la Compañía de Jesús,
1567-1967 1-2 (Madrid, 1967); A. HENNESSY, The Frontier in Latín American History
(Londres, 1978); M. CUESTA DOMINGO, «Aportación franciscana a la geografía de
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(Madrid, 1987), 535-576; M. CUESTA DOMINGO y M. MURIEL, Atlas toponímico extreme-
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CAPÍTULO 44

LA IGLESIA Y LA ILUSTRACIÓN

Por JAIME GONZÁLEZ RODRÍGUEZ

Podemos resumir el contenido ideológico de la Ilustración en los si-


guientes principios:
1) Declive, de origen francés, del legado cultural jesuítico.
2) Tendencia hacia una cultura laica y secularizada.
3) Actitud decididamente racionalista, de herencia cartesiana: no se
admiten barreras a la razón, concebida como herramienta de liberación. Por
tanto, choque frontal con una concepción del saber limitado por el dogma,
tal como dominaba en las universidades hispanoamericanas, concebidas
desde sus orígenes como instrumentos de propagación y defensa de las
verdades reveladas.
4) Criticismo ante la constitución y prácticas de la Iglesia (influencia de
Fleury y del galicanismo).
5) Desde el punto de vista político, dualismo entre despotismo ilustra-
do y tendencia al constitucionalismo.
Ante la Ilustración, concebida de esta manera, la Iglesia hispanoameri-
cana desempeñó un papel importante, con diferencia de grados de un lugar
a otro, pero no de naturaleza. Por ello, la Ilustración hispanoamericana fue
una Ilustración católica, es decir, un movimiento ilustrado de raíces autócto-
nas. De modo que, sin desdeñar la influencia extranjera, las bases de esta
Ilustración son internas y hunden sus raíces en los fermentos fecundos de
los dos siglos anteriores, entre ellos en el humanismo de los colegios jesuítas.
Pero, puesto que la actitud de los eclesiásticos hacia la Ilustración no
fue, ni mucho menos, unitaria, hemos de dar mucho valor a los escasos datos
estadísticos de que disponemos, como los que nos han ofrecido Tate Lan-
ning o González Casanova, acerca del número relativo de hombres de Iglesia
que adoptaron una actitud favorable a los cambios exigidos por los tiempos.
Según ellos, como en España, parece que fue más bien minoritaria la actitud
favorable de los eclesiásticos hacia las nuevas ideas. No quiere ello decir que
no se hiciesen esfuerzos denodados en el siglo XVIII para modernizar las
instituciones educativas: seminarios, colegios, universidades. Pero dichos
esfuerzos datan casi todos de finales de siglo y faltó el tiempo necesario para
llevar a cabo todos los cambios necesarios. Esto explicaría el generalizado
movimiento de rechazo a la cultura de raíz española, esencialmente eclesiás-
tica, que se produjo después de la independencia.
800 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.44. La Iglesia y la Ilustración 801

El clero estuvo muy dividido en su respuesta a la Ilustración. Unos si la cabeza estuviera sujeta a los pies. En Chile, los franciscanos, bajo la
fueron ultramontanos y otros regalistas. Unos apoyaron la independencia y inspiración del comisario general de Indias, Manuel María Trujillo (1786),
otros no. Unos apoyaron la ciencia nueva y otros no. Feijoo ejerció una reformador ilustrado de los estudios en los Colegios Apostólicos de Propa-
saludable influencia, especialmente entre el clero criollo, porque su mensaje ganda Fide, tuvieron un representante del episcopalismo en Fernando
cultural comportaba una fuerte crítica a la cultura española y una apasiona- García.
da defensa de las cualidades de los americanos. Casi todos los sacerdotes y los obispos aceptaron la tendencia estatal al
No predominan los eclesiásticos monolíticamente ilustrados. La misma despotismo ilustrado y justificaron la expulsión de los jesuítas como un
persona podía adherirse a determinados contenidos de la Ilustración y no a medio de defenderse del peligro de subversión implícito en la defensa del
otros. probabilismo y el constitucionalismo de Suárez y Mariana. Sonado fue el
Fue la hispanoamericana una Ilustración más de individualidades que caso del arzobispo de México, Francisco Antonio de Lorenzana (1766), muy
de instituciones públicas o universidades. Instituciones privadas, como las crítico con la actuación de los jesuítas, quien consiguió que el IV concilio
sociedades económicas y las tertulias literarias, ejercieron una labor más provincial (1770) solicitara la secularización de los hijos de San Ignacio.
decidida en pro de la modernidad que las universidades, como había sucedi- Desde 1820 ejercieron su influencia en Hispanoamérica corrientes an-
do ya en épocas anteriores. tirromanistas, jansenistas y episcopalistas, cuyas fuentes eran Grégoire, Lló-
rente y el autor desconocido de Ensayo sobre las libertades de la Iglesia española
en ambos mundos.
I. ELCLEROYELREGALISMO

II. EL CLERO Y LAS INSTITUCIONES CULTURALES


El regalismo era, sin duda, un intento de avanzar en la senda de la
secularización de la religión.
Diversas iniciativas extrauniversitarias, como las Sociedades Económi-
Manifestaciones concretas del mismo fueron la expulsión en 1767 de
cas de Amigos del País, las tertulias literarias, las publicaciones científicas,
los jesuítas, daño irreparable para la cultura eclesiástica en América. Por una
representaron en esta época la vertiente más dinámica de los partidarios del
real cédula del 12 de agosto de 1768 se extinguía, en todas las universidades
cambio social. En ellas desempeñaron los eclesiásticos un papel muy activo
hispanoamericanas, la escuela jesuítica. Pero el miedo a discípulos de los
y frecuentemente protagonista, lo que demuestra que la Iglesia quiso actuar
expulsos continuó marcando la actuación de la Corona y guiando no pocas
con iniciativa propia en el campo de las nuevas corrientes culturales.
de sus decisiones.
Las sociedades económicas, que llegaron a ser quince entre 1781 y
El impulso dado por el Estado, desde 1741, al estudio del derecho real 1819 en América, tenían un fuerte componente de crítica a la cultura
en las universidades estaba en línea claramente regalista: los futuros hom- española, espíritu secular e interés por los temas económicos. Su objetivo
bres de Iglesia y de gobierno debían conocer en profundidad las regalías de central, era el fomento del progreso y la superación de la pobreza. Buscaban,
la Corona para respetarlas en el ejercicio de sus responsabilidades. ante todo, como la economía política de la época, la solución del problema
Ante estas nuevas directrices de la política, la situación de la Iglesia era de la producción de bienes. La inspiración filantrópica que las animaba
muy delicada, pues, habituada desde antaño a una perfecta armonía ideoló- derivó frecuéntemete hacia actividades caritativas.
gica con el Estado, había estrechado con él sus lazos en virtud del regio Tenían asimismo una fuerte preocupación educativa porque pensaban
patronato. Por otra parte, los obispos, elegidos por la Corona, no podían que la causa de todos los males era la ignorancia y soñaban optimistamente
sino defender los principios del regalismo. Por ello, los obispos tenían que con que el triunfo de las nuevas ideas transformaría el mundo. La Sociedad
ser regalistas, aunque ninguno llegó a aceptar las tesis galicanas sobre la Económica de La Habana, por ejemplo, encargó en 1793 y 1816 informes
definición de la Iglesia, la supremacía del concilio y la reformabilidad de las sobre el estado de la enseñanza femenina en la ciudad. Pero les interesaban
decisiones papales. especialmente las consecuencias económicas de la educación.
Algunos eclesiásticos, como el vicario general de la diócesis de Buenos El clero ejerció un papel muy destacado en estas sociedades. Por ejem-
Aires Juan Baltasar Maciel, José Antonio de San Alberto, Lázaro de Ribera plo, aproximadamente un tercio de los miembros fundadores de la Sociedad
en la Plata, Pérez Calama en Quito, Moxó en Charcas, Lorenzana, Fabián y Económica de Guatemala y de los suscriptores de su órgano de expresión, la
Fuero, Núñez de Haro, Abad y Queipo en México defendieron el derecho Gazeta de Guatemala, eran sacerdotes. Mutis era miembro correspondiente
divino de los reyes. Maciel cambió de actitud después de unos años de de la de Mompós, y él mismo creó una, que tuvo vida corta, en Bogotá. El
valiente enfrentamiento al gobernador Juan José de Vértiz. El Catecismo real establecimiento de la Sociedad Patriótica de Amigos del País de Quito en
de San Alberto, por ejemplo (1786), enseñaba a los fieles la vieja concepción 1791, en el antiguo colegio de los jesuítas, se debió en buena parte a
organicista de que el rey no puede estar sujeto al pueblo porque sería como Eugenio Espejo, que fue su secretario y editor de Las Primicias de la Cultura
802 P.IV. La irradiación de la Iglesia C. 44. La Iglesia y la Ilustración 803

de Quito, órgano de la sociedad y primer periódico de la ciudad. El director docencia a las monjas que no lo tuvieron como propio de su Instituto, y los
de dicha sociedad fue el obispo Pérez Calama, antiguo gobernador diocesa- antiguos beateríos y colegios-recogimientos se transformaron en centros
no de Michoacán. En 1819, fray Matías de Córdoba fundó una Sociedad educativos públicos y gratuitos.
Económica en Chiapas. En 1768, el obispo Lorenzana, en su visita pastoral a Querétaro, esta-
Con frecuencia, sacerdotes fueron también los promotores de revistas bleció en el beaterío carmelita un colegio gratuito para las niñas españolas
literarias y científicas, aunque en éstas se solían ladear los temas vidriosos de de la ciudad. Hizo construir dos aulas, una de labores y otra para aprender
filosofía y teología. En 1787, José Pérez Calama intentó crear en Valladolid lectura, escritura y catecismo. Dos colegialas residentes en el beaterío serían
(Michoacán) una tertulia literaria para erradicar «el ocio antiliterario e inac- las profesoras. De acuerdo con la tendencia marcada por la real cédula de
ción político-literaria» y donde se tratasen temas relacionados con la reli- 1774, estableció que más adelante se podrían admitir en el colegio pensio-
gión, la historia y la política. nistas debidamente separadas de las monjas.
También en México, José Antonio Álzate fundó varios periódicos entre En Guatemala, los jesuítas ignoraron en sus colegios las normas legales
1768 y 1794. La Gazeta de Guatemala fue suspendida por ser el vehículo de que impedían el acceso a los estudios a los hijos ilegítimos. Y lo mismo
expresión de una campaña organizada por los religiosos profesores de la sucedía en la Universidad de San Carlos. Por su parte, el rector del Semina-
Universidad de San Carlos Antonio García Redondo, José Antonio Goicoe- rio de Guatemala, Juan José González Batres, estableció en 1766 doce becas
chea y Matías de Córdoba para la europeización del indio. para indígenas y construyó habitaciones para ellos, para todo lo cual consi-
En el Semanario del Nuevo Reino de Granada, de Francisco José Caldas, guió del rey 500 ducados mensuales.
discípulo de Mutis, seis sacerdotes escribieron artículos científicos en él. De
En Santa Fe, el arzobispo Jaime Martínez Compañón creó en 1791
los 300 suscriptores originales del Mercurio Peruano, 27 eran sacerdotes,
becas para niñas del Colegio de la Enseñanza o del Pilar, fundado en 1770
varios de ellos prelados.
por doña Clemencia Caycedo y Vélez, y concedió ayudas económicas a las 25
El clero desempeñó, asimismo, un interesante papel en los círculos y
educadoras con que aumentó la plantilla educativa del centro.
tertulias, que constituían el nuevo espacio cultural.
En Tucumán, el obispo carmelita José Antonio de San Alberto realizó
una gran labor pedagógica, convirtiendo en internado para niñas huérfanas
III. EL CLERO Y LA ENSEÑANZA ELEMENTAL Y MEDIA el colegio ex jesuítico de Montserrat, que se trasladó al Colegio Máximo
(1782). No deseando el rey encargar a beatas la dirección del centro, San
Alberto fundó una congregación de Terciarias Carmelitas de Santa Teresa
Uno de los aspectos de la política ilustrada fue la toma de conciencia del
de Jesús o Huérfanas entre las alumnas del colegio.
interés de la educación y el intentar dar acceso a ella a todos, eliminando
barreras legales, abaratando los costes de los estudios, etc. El Colegio de San Elevado a la archidiócesis de Charcas en 1784 en premio a su docilidad
Gregorio, con su iglesia, biblioteca y rentas, por ejemplo, tras la expulsión al rey, solicitó a través de José de Gálvez fundar en La Plata un colegio de
de los jesuítas en 1767, se aplicó a Seminario de indios (Archivo Histórico niñas nobles huérfanas, que abrió sus aulas en 1792 con 44 niñas y que
Nacional, Madrid, Jesuítas 248-17). Y, en consonancia con esta actitud del estuvo bajo la dirección del presbítero Salvador Ximénez Padilla (1799),
Estado, numerosos hombres y mujeres de Iglesia supieron adecuarse a las utilizando como base del profesorado a las beatas. Puso también las bases de
nuevas tendencias educativas. un Colegio de Niñas Nobles Huérfanas en Catamarca (1809), regido por las
En México, la Compañía de María abrió en 1755 con cinco colegialas mismas constituciones del de Córdoba y que confió a Patricio Torrico,
españolas legítimas el Pensionado de Nuestra Señora del Pilar y Enseñanza, familiar suyo.
escuela pública femenina, verdadera novedad educativa, pues hasta enton- En 1785 se promulgó la real cédula que aprobaba los colegios de niños
ces los centros docentes femeninos eran colegios-recogimientos, no cole- huérfanos fundados por fray José Antonio de San Alberto. El «director
gios-escuelas. La nueva institución supuso una notable elevación del nivel principal» era el prelado, pero apoyado por una Junta directiva, que se
cultural del plan de estudios femeninos. Los puestos de responsabilidad del reuniría una vez al mes. La plantilla del centro constaba del capellán, un
internado se cubrían mediante cargos conventuales dirigidos directamente a administrador, una rectora, una maestra general y las maestras. Las alumnas
la enseñanza: maestra de clases, maestra de colegialas, porteras de clases y podían ser porteras, sacristanas y enfermeras. No debían pasar de 40 y eran
bibliotecaria, inspirados en los jesuíticos. Se daban clases de lectura (en latín preferidas en la admisión las huérfanas y abandonadas. Debían ser hijas de
y romance), escritura, aritmética y costura. padres conocidos y honrados y no tener defecto natural ni enfermedad
Un año después contaba el centro con 20 pensionistas y 400 externas de contagiosa. El período educativo era de los cinco a quince años. La solicitud
toda raza y condición y con enseñanza gratuita. Al Colegio del Pilar siguie- de admisión se hacía mediante un memorial acompañado de una certifica-
ron fundaciones similares en Irapuato y Aguascalientes (1807). Como conse- ción del cura. Había tres horas de clases por la mañana y otras tres por la
cuencia de estos cambios, una real cédula de 1774 prohibió el ejercicio de la tarde. En la enseñanza de los niños había tres niveles: cartilleros, romance-
804 P.IV. La irradiación de la Iglesia
C. 44. La Iglesia y la Ilustración 805
ros o escribientes y latinos o contadores. Los más adelantados pasaban a l Qs
seminarios o a la universidad. En cuanto a la actitud de la Iglesia hacia las nuevas corrientes científicas
En Mendoza, el obispo Manuel de Alday promovió en 1760 la funda- y pedagógicas universitarias, los máximos responsables de la institución
ción de un colegio para niñas, que confió a la Compañía de María (1780), educativa por antonomasia en la América del siglo XVTH, los jesuítas, adopta-
tomando como base las clarisas de Santiago. ron una actitud cauta ante las nuevas ideas. Así, por ejemplo, la Congrega-
Según un informe del obispo de Concepción-Santiago, a finales d e j ción General de 1706 recomendaba se «prohibiese al mismo tiempo severa-
siglo xvill todos los párrocos regentaban escuelas primarias. Lo mismo mente el patrocinar ciertas proposiciones peregrinas de filósofos modernos
sucedía en Río de la Plata, donde se dio una ejemplar colaboración entre l a s y, en particular, ciertos principios del sistema de Descartes, ya otras veces
autoridades civiles y eclesiásticas, y en 1791 el virrey, marqués de Sobretnon- proscritos en la Compañía». Pero, al propio tiempo, insistían las congrega-
te, dirigía a los párrocos unas instrucciones para las escuelas de primeras ciones generales en evitar desprestigiarse tratando temas obsoletos en el
letras. El obispo de Trujülo, Baltasar Jaime Martínez Compañón, creó en su estudio de la filosofía y la teología.
diócesis 54 internados para niños de ambos sexos. Este equilibrio entre conservadurismo y modernidad puede considerar-
En la enseñanza secundaria fue particularmente grave el efecto de l a se la tónica general de la respuesta eclesiástica hacia la modernidad. Esta
expulsión de los jesuítas, dada la gran labor realizada por ellos, especialmen- tendencia a adaptarse moderadamente a las nuevas corrientes culturales
te en el campo de la formación humanística de los aspirantes a hacer una parece la predominante en las instituciones educativas dependientes de la
carrera universitaria. La prevención contra ellos provenía, en parte, de la Iglesia e implicó la necesidad de reajustes en el sistema de enseñanza porque
creencia en su poder económico. Por ejemplo, cuando en 1705 se concedió algunas de las nuevas materias de estudio (Derecho, Física, Ciencias Natura-
licencia para fundar un colegio jesuita en Guayaquil, se hizo con la condi- les y Medicina) estaban vedadas a los regulares por las disposiciones canóni-
ción de que no pudiera adquirir nuevas haciendas (Archivo Histórico Nacio- cas y por las Siete Partidas. En general, puede decirse que fueron más
nal, Madrid, Códices, lib.754B, n.33). La realidad era que su trabajo inteli- abiertas a los cambios las universidades que habían sido de los jesuitas o las
gente y eficaz despertó el celo del despotismo ilustrado. Cuando en junio de pequeñas universidades amenazadas de extinción, que, para evitarla, debie-
1767 tuvo lugar la ocupación del Colegio de Santo Tomás de Guadalajara, ron abrirse más decididamente a los cambios.
los libros de la biblioteca se evaluaron en 2.911,2 pesos y en 1.666,6 pesos Las nuevas orientaciones de los estudios superiores, como el auge de la
los de los aposentos. La plantilla educativa estaba formada por cuatro reli- teología positiva, de la historia de la Iglesia, de la historia profana y de la
giosos de cuatro votos (el rector, un misionero, un maestro en teología y el disciplina antigua y, en general, un intelectualismo pragmático y moralista,
célebre Francisco Javier Clavigero, prefecto de la Congregación del Popó- el auge de la lengua vulgar y de las lenguas llegaron a España a través de
lo); tres de tres votos (un operario, un maestro en filosofía y un escolar Mabillon, Fleury y Rollin.
maestro de gramática) y tres coadjutores (el despensero y dos que se ocupa-
ban de la hacienda de Toculilla). En el momento de la ocupación se daban en A) Antillas
el centro clases de latinidad, que quedaron suspendidas, y cátedras de filoso- El obispo José Hechavarría introdujo la enseñanza de la historia y de la
fía y teología, dotadas por el canónigo Conejero, que no consta continuaran
disciplina eclesiástica en los seminarios de La Habana y Santiago.
después de la expatriación (Archivo Histórico Nacional, Madrid, Jesuítas
En cuanto a la Universidad de La Habana, se mantuvo anclada en los
124-11).
antiguos métodos y la labor más innovadora la ejerció allí la Sociedad Econó-
mica de Amigos del País a través de su órgano oficioso, el Papel Periódico de
La Habana.
IV. EL CLERO Y LA ENSEÑANZA SUPERIOR
B) Nueva España
También en el nivel superior de enseñanza el Estado salió, por fin, de su
casi total inhibición, en parte por temor a la influencia de los jesuítas. El Pablo González Casanova ha delineado la existencia en México de una
Estado se esforzó también en este campo en hacer llegar la educación a los tendencia ecléctica en filosofía, muy general, por otra parte, en Hispano-
menos favorecidos o marginados. Así, una real cédula de 1770 ordenaba américa, en la que incluye a jesuitas «modernos», a oratorianos como Gama-
graduar gratuitamente uno de cada diez bachilleres, y como no se cumplía, rra y a presbíteros como José Antonio Álzate. No obstante, calcula que sólo
una circular impresa de 1788 volvió a recalcar la normativa. una cuarta parte, aproximadamente, de los autores conocidos sobre filosofía
Desde el punto de vista de los contenidos educativos, interesó especial- en la Nueva España del x v m eran partidarios de las nuevas ideas. La Ilustra-
mente al Estado la erradicación de la escuela jesuítica: una real cédula de ción, además, surge en México de espaldas a la Universidad, que permaneció
1801 prohibió la enseñanza de doctrinas opuestas a la autoridad y regalías bastante anclada en los viejos métodos. En 1786, sin embargo, se establecie^
de la Corona o favorables al regicidio y tiranicidio. ron como texto de filosofía los Elementa recentiores Philosophiae, del oratoria-
no Juan Benito Díaz de Gamarra. En 1804, el arzobispo Lizana y Baumont
806 P.IV. La irradiación de la Iglesia C. 44. La Iglesia y la Ilustración 807

creó una cátedra de disciplina eclesiástica, confirmando para su docencia al metódica y positiva fundada en la Escritura y la Tradición, pero también en
profesor P. J. Fonte, que ya la venía enseñando. otras ciencias, como la historia, la cronología, la geografía y la crítica. El
Lorenzana se mostró bastante conservador en el plan de estudios del trabajo de Miguel Hidalgo fue premiado por el gobernador eclesiástico,
seminario de México al establecer el texto de Goudin para filosofía, el de Pérez Calama, con doce medallas de plata.
Gonet para teología y el de Larraga para moral. Más avanzado fue el arzobis- Durante la crisis agrícola que asoló Michoacán en 1785, José Pérez
po Núñez de Haro, que introdujo los estudios de historia de la Iglesia en el Calama se inspiró en los Consejos útiles para socorrer a la necesidad en tiempo que
seminario de Tepotzotlán (1777) y en el de México (1787). escasean los comestibles, impresos aquel año en México por José Antonio
En Puebla, el obispo Fabián y Fuero creó una Academia de Bellas Artes Álzate, para poner en marcha una teología político-caritativa. índice de las
para impulsar el latín y la retórica y estableció (1770), en su Seminario de preocupaciones económicas del clero ilustrado es también su Carta histórica
San Pedro y San Pablo, la enseñanza de los concilios, la historia eclesiástica sobre siembras extemporáneas de maíz y otras precauciones para el futuro contra la
y la disciplina antigua. El obispo Manuel Ignacio González del Campillo dio escasez, que publicó en la Gazeta de México en 1786.
pública muestra de su apoyo a la modernidad al dar a conocer una pastoral A despecho de las intrigas de sus émulos, el premio de la Corona a la
que animaba a sus fieles a someterse a la vacunación. trayectoria de Pérez Calama fue su promoción al obispado de Quito en
Entre los jesuítas de Michoacán se produjo una irrupción tardía y súbita 1789. Pero en Michoacán, como en otras partes, el estallido de la Revolu-
del espíritu moderno como consecuencia de la Oratio latina, del catedrático ción francesa hizo dudar a muchos, como al obispo fray Antonio de San
de filosofía Francisco Javier Clavigero en la inauguración del curso académi- Miguel, sobre el valor y la oportunidad de las nuevas ideas.
co en el colegio de Valladolid en 1763, según testimonio de su compañero y En el Seminario de San José de Guadalajara las enseñanzas se seguían
biógrafo José Luis Maneiro. El propósito de Clavigero era tanto dar entrada dando con arreglo a los antiguos métodos memorísticos, pero cuando se
a los filósofos modernos como volver al conocimiento de los griegos. Pero, crea allí la Universidad en 1792 se estableció en sus Constituciones que la
en 1766, Clavigero abandonó Valladolid, dejando también acéfalo el movi- teología debía tratarse de tal modo que no se «consumiera el tiempo en
miento renovador, y en 1770 abrió sus puertas el seminario del obispado, cuestiones reflejas de mera sutileza, mal introducidas en la teología».
con una orientación netamente tradicional.
C) Guatemala
Aquel mismo año, sin embargo, regresaba de Europa el filipense Juan
Benito Díaz de Gamarra, nombrado en seguida rector y catedrático de Tate Lanning calcula que en la Universidad de San Carlos había siete
filosofía del colegio de San Francisco de Sales de San Miguel el Grande. Pero profesores defensores de las nuevas ideas, tres de los cuales eran sacerdotes
Gamarra fue destituido como regente de estudios y tuvo que abandonar su o religiosos.
cátedra en 1775 por oposición contra él dentro de su familia religiosa y a Entre 1781 y 1785 enseñó allí el franciscano escotista Félix de Castro,
pesar del apoyo del obispo de Valladolid, Luis Fernando de Hoyos y Mier. quien daba amplia entrada en sus cursos a la nueva física newtoniana,
Regresó a su cargo en 1779 a consecuencia de un cambio de actitud del aunque con sentido crítico y selectivo. Igualmente destacó por su defensa de
claustro del colegio, que se negó a ser visitado por el nuevo obispo de las nuevas ideas el franciscano José Antonio de Liendo y Goicoechea, quien
Valladolid, Juan Ignacio de la Rocha. Cuando pudo realizar su visita, acom- en su plan de reforma universitaria de 1782 daba cabida a la historia y la
pañado del visitador apostólico, José Pérez Calama, el obispo hizo a Gama- cronología. En general, da la sensación de que el foco escotista guatemalteco
rra culpable de la actitud del claustro. Posteriormente, el visitador Pérez era más progresista que el de la Universidad de México.
Calama excomulgó a todos los filipenses de San Miguel. Madrid dio la razón También se adecuaban al eclecticismo imperante la enseñanza filosófica
a los filipenses en 1792 al negar al obispo de Michoacán facultad para visitar del jesuíta Miguel Gutiérrez y la del dominico Miguel Francesch. Pero los
el colegio. actos literarios organizados por la Universidad solían versar allí, como por
Luego se produce un nuevo rebrote de modernidad en Valladolid, doquier, sobre temas fútiles que no ocasionaran problemas con las auto-
promovido ahora por Pérez Calama, desde 1784 gobernador de la diócesis, ridades.
en unión con otros sacerdotes pertenecientes a la Sociedad Vascongada de D) Nueva Granada
Amigos del País, creada por él para promover la industria y la educación.
El gobernador diocesano intentó establecer en el seminario de Vallado- Muestra muy elocuente del recelo con que se veían aún entre muchos
lid una Academia de Bellas Letras Político-Cristianas. Convocó oposiciones sectores eclesiásticos dogmas científicos tan trillados ya como el sistema
para proveer las cátedras de dicho centro y hasta se ofreció a prestar libros copernicano fueron unos actos de conclusiones celebrados en Santa Fe en
de su biblioteca a los opositores, entre los que se encontraba el futuro líder 1774, en que los dominicos quisieron presentar a José Celestino Mutis como
independentista Miguel Hidalgo y Costilla. En su Disertación sobre el verdade- contrario a dicho sistema.
ro método de estudiar teología escolástica, éste rechazaba la escolástica tradicio- El conflicto produjo el efecto positivo de que la Junta de Temporalida-
nal, «fundada en las opiniones de Aristóteles», y proponía una teología des encargase a Moreno y Escandón actualizar su Plan de Estudios de 1768.
808 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.44. La Iglesia y la Ilustración 809
El nuevo plan se aprobó en 1774, y cuatro años después se creó una Junta
de Estudios para el seguimiento de su puesta en práctica. En dicho plan se F) Quito
subrayaba la importancia de la ética para la formación de todo individuo que En 1791, el obispo José Pérez Calama, destacada figura de la Ilustra-
tuviera responsabilidades públicas. Se insistía en que se estudiara el derecho ción, cuya trayectoria en Michoacán hemos seguido, imprimió un plan de
canónico con arreglo al Tomo Regio, redactado por inspiración de Campo- estudios para la Universidad de Santo Tomás de Aquino, reinaugurada en
manes y expresión cabal de la posición galicano-goticista de la Monarquía 1788, en el que insistía en la utilidad de la historia y la política para el
española del XVIII. También se establecían las Instituciones de Filosofía Moral, teólogo. Concebía esta disciplina como una especie de economía política con
de Gregorio Mayáns, obra que omite toda referencia a la escolástica y nociones de urbanidad a la que debería tener acceso todo el público. Aspira-
contiene referencias favorables a Descartes y Bacon, como libro de texto en ba el obispo a «que los teólogos, además de asistir a sus dos cátedras de prima
los colegios de San Bartolomé y del Rosario. Se proponía la creación de una y vísperas, puedan asistir también a la de historia sagrada y nacional, pues un
universidad pública a la que prestó su voto en un primer momento (1771) el teólogo sin historia es tuerto a lo menos... es muy útil también a todo teólogo
arzobispo dominico Agustín Manuel Camacho y Rojas, antiguo catedrático estar instruido en la política personal y gubernativa y en la economía políti-
de la Universidad Tomista, pero luego, ante la protesta de sus hermanos de ca». En consecuencia, las horas de clase quedaban establecidas de tal manera
hábito, lo retiró. que los estudiantes de teología y de ambos derechos, canónico y civil, pudie-
El fondo político de la cuestión era, sin duda, el temor del Estado a que ran asistir diariamente a las cátedras de historia y política. La sustancia de la
las cátedras, que se proveían por mayoría de votos, recayeran en los discípu- reforma era adquirir conocimientos útiles expresados en un lenguaje ase-
los de los jesuítas. Pero en 1779 se daba un paso atrás «para cautelar que con quible.
una absoluta novedad se sientan los malos efectos que ésta suele atraer» y se Fundó también Pérez Calama, en Quito (1791), una Sociedad Patriótica
volvió en filosofía al conservador texto de Goudin, el mismo que se usaba en de Amigos del País para «conocer las enfermedades políticas que tienen
Alcalá para la cátedra de Artes desde 1771. postrado (a Quito y su jurisdicción), investigar las causas que las ocasionan
y hallar, a costa de observación y de estudio, los medios más proporcionados
Los conflictos entre la Iglesia y el Estado tuvieron su vertiente política
para su restablecimiento».
a causa de las intromisiones del poder civil en el gobierno del seminario: la
Junta de Temporalidades nombró por su cuenta nuevo rector y, por su
parte, el virrey, Manuel de Guirior, intentó echar de San Bartolomé, funda- G) Perú
do como colegio seglar y seminario, a los seminaristas. Pero una real cédula En la Universidad de San Marcos, una real cédula de 1768 encargaba al
de 1796 resolvió dedicar todo el edificio para la formación de sacerdotes y virrey Amat emprender la reforma de los estudios, que culminó con la
sometido a las autoridades eclesiásticas. instauración de las Constituciones Nuevas de 1771. Pero no llegaron a cum-
El arzobispo-virrey Antonio Caballero y Góngora creó una cátedra de plirse porque en 1783 fue derrotada en votación de claustro la reforma,
matemáticas y medicina en el colegio dominico del Rosario y otra en el defendida por José Baquijano.
Seminario de San Bartolomé. También introdujo allí las Instituciones del Este y sus partidarios hallaron nuevo campo de acción en el Convictorio
sacerdote matemático francés Jacquier en el curso de filosofía y la historia Carolino (Real Colegio de San Carlos), que en tiempo del vicerrector, pres-
en su plan de estudios de 1787. Fue el máximo impulsor de la Exposición bítero Toribio Rodríguez de Mendoza, recibió el impacto de las nuevas
Botánica, instituto de ciencias naturales. También promovió los trabajos ideas. Su Plan de Estudios de 1778, deudor de las reformas emprendidas en
botánicos del sacerdote José Celestino Mutis y se encargó de proteger a los Alcalá, en el Seminario de Nobles de Madrid, en los seminarios de Murcia y
mineralogistas protestantes alemanes que en 1782 fueron a estudiar las Trujillo y del francés Rollin, insistía en las matemáticas, enseñadas por el
minas de plata de Mariquita, cuidándose de que no se les impidiese traer sus manual de Benito Bails, y en Newton para la física.
libros. De este triunfo de la modernidad en el colegio de San Carlos se deriva
la reforma del seminario conciliar de Arequipa, de la mano del obispo Pedro
£) Venezuela José Chaves de la Rosa.
En 1797 se abrió en la Universidad de Caracas (1722), antiguo semina-
rio de Santa Rosa, un curso de «Filosofía para seglares» y, según García H) Río de la Plata
Bacca, se iba introduciendo un «vago esplritualismo». En diciembre de 1817
En Tucumán hallamos figuras defensoras del eclecticismo como el obis-
se establecieron constituciones nuevas, a las puertas ya de la independencia,
po Manuel Abad Illana, quien contestaba así a los estudiantes que solicitan
marcadas, a la par, por una clara apertura a las nuevas ideas, especialmente
la sustitución de los franciscanos por el clero secular en el gobierno de la
en medicina, y por el temor al liberalismo que ya se preveía irrefrenable. Universidad: «Criado con la leche de la escuela de Santo Tomás, esto sólo me
duró el tiempo de mi niñez literaria; cuando me tuve por adulto en la
810 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.44. La Iglesia y la Ilustración 811

literatura, propuse no adherir a sistema alguno escolástico, y seguir el rum- I) Chile


bo adonde me llevase el aire de la verdad y la luz de la razón; seguíle y vine
a descansar en el país de la indiferencia y neutralidad». La Universidad se resistió a las reformas hasta que al crearse en 1813 el
Instituto Nacional, unido al seminario, el presbítero José Ignacio Cienfue-
La Universidad de Córdoba durante la etapa jesuítica se ajustó a las gos y la Comisión de Educación establecieron el estudio de la disciplina
orientaciones de las congregaciones generales y, por tanto, la aceptación de eclesiástica antigua. Y en las Ordenanzas del Instituto el también presbítero
la modernidad no parece haber ido mucho más allá de la acomodación de la José Francisco Echaurren introdujo la historia eclesiástica de Gabriel-Marie
escolástica tradicional a formas menos rancias. Tras la expulsión pasó a ser Ducreux (Historia eclesiástica general o Los siglos del cristianismo [Madrid,
real e instalada en un nuevo edificio, el colegio de Montserrat, con lo que la 1807]), con importantes ediciones sobre la historia intelectual de España en
injerencia de la Corona en su vida interna fue muy intensa: nombramiento el siglo xvili, y para derecho canónico el texto de Juan Lorenzo Selvaggio
del rector, del cancelario y de los catedráticos, a propuesta de los francisca- (Institutionum Canonicarum libri III [Madrid, 1784]).
nos; el rey, además, ordenaba las colaciones de grados, regulaba las propi-
nas, etc. Durante la etapa franciscana, según un informe del deán de la
catedral dirigido al presidente del Consejo Real (1774), Santo Tomás, el De NOTA BIBLIOGRÁFICA
locis theologicis, de Melchor Cano y Daniel Concina, un autor contrario al
probabilismo, en moral eran los autores más seguidos. Es decir, una orienta- Fuentes
ción netamente conservadora y antijesuítica por programa, recomendada en P. J. CHÁVEZ DE LA ROSA, Método de estudios del seminario conciliar de S. Gerónimo
de la ciudad de Arequipa en 1802 (Lima, 1809); J. GAOS, Tratados de Juan Benito Díaz de
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Exhortación pastoral, avisos importantes y reglamentos útiles que para la mejor observación
ante los nuevos ideales, preocupado ante todo por la defensa de los intereses de la disciplina regular e ilustración de toda la literatura en todas las provincias y colegios
de la Iglesia. Llegó a un acuerdo con el virrey Vértiz para no expulsar a los apostólicos de América y Filipinas... (Madrid, 1786).
franciscanos de la Universidad, a pesar de la orden metropolitana (1778) y
en su actuación como visitador de la Universidad de Córdoba, en 1783, se Visiones generales
enfrentó al clero criollo demandante de reformas. En cuanto a las Constitu- G. ARCINIEGAS, La Ilustración en América (París, 1966); ID., Latín America. A
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CAPÍTULO 45

LA IGLESIA Y LA INDEPENDENCIA HISPANOAMERICANA


Por JOHN LYNCH

I. LA CRISIS DE LA IGLESIA COLONIAL

La independencia de la América española se vio precipitada por la


invasión napoleónica de España, vendaval que aisló a la metrópoli de sus
colonias y que originó una crisis de autoridad entre sus subditos. Algunos de
éstos formularon peticiones a favor de la autonomía política y de la emanci-
pación económica, pero, al ser rechazadas, los hispanoamericanos empuña-
ron las armas.
El derrumbamiento de la monarquía borbónica fue ocasión más bien
que causa de la independencia. Los hispanoamericanos ya habían venido
tomando conciencia de su alienación, de sus propios intereses e identidad,
de que eran americanos y no españoles. La Iglesia no permaneció aislada de
estos acontecimientos. Controlada como estaba por el Estado colonial, no
pudo menos de reaccionar ante las vicisitudes del Estado. El clero, por su
parte, sufría también una crisis de autoridad, se encontraba dividido entre
peninsulares y criollos y tenía intereses que defender. La Iglesia, sin embar-
go, no se manifestó en un sentido único.
La misión religiosa de la Iglesia descansaba sobre dos soportes materia-
les. El fuero eclesiástico le otorgaba al clero la inmunidad frente a la jurisdic-
ción civil y constituía un privilegio ardientemente defendido. La riqueza de
la Iglesia no consistía únicamente en los diezmos, en los bienes raíces y en las
obligaciones derivadas de la propiedad, sino también en un enorme capital
acumulado a lo largo de siglos a base de los legados de los fieles. Este
conglomerado de intereses eclesiásticos había sido uno de los blancos de los
reformadores borbónicos. Estos últimos habían tratado de colocar al clero
bajo la jurisdicción de los tribunales civiles y de desviar sus recursos hacia las
manos del Estado. La expulsión de los jesuítas, el nombramiento de obispos
complacientes, la utilización de la Inquisición para vigilar al clero criollo, el
ataque a los recursos de la Iglesia y la erosión de los fueros eclesiásticos
fueron otras tantas medidas políticas que contribuyeron a la alienación de la
Iglesia y al fomento en ella de su deseo de independencia. Esta política de los
Borbones no sólo desestabilizó a la Iglesia en general, sino que también la
dividió en grupos con intereses propios, cada uno de ellos con sus propias
reivindicaciones.
816 P.IV. La irradiación de la Iglesia
C.45. Iglesia e independencia hispanoamericana 8i>7
El clero criollo se quejaba de la discriminación en la distribución de los
beneficios eclesiásticos, aunque sus quejas no siempre estaban justificadas. En el virreinato de Perú había en 1792 un total de 1.818 sacerdotes
Es cierto que en México no había en 1810 más que un obispado, el de seculares y 1.891 religiosos para una población cercana al millón de perso-
Puebla, en manos de criollos, y que la gran mayoría de los obispos de toda la nas. En este caso no se trataba de una Iglesia enteramente «colonial», puesto
América española eran peninsulares. Pero también es verdad que los criollos que la mayoría de los clérigos diocesanos eran criollos, y algunos incluso
no estaban excluidos de los beneficios del cabildo catedralicio y que quienes obispos: Sebastián Goyeneche, de Arequipa; Juan Manuel Moscoso y José
no los alcanzaban tendían a creer que el fracaso obedecía a su carácter de Pérez y Armendáriz, del Cuzco.
criollos y no a su falta de preparación. Aunque los peninsulares predominaban entre los oficios eclesiásticos
Otra fuente de descontento, más importante que la anterior, era la más altos y competían con los criollos por los beneficios más pingües y por
situación económica del bajo clero. De las rentas solían beneficiarse los los más acreditados de las Ordenes religiosas, había suficiente número de
obispos, los canónigos y los superiores religiosos, mientras que los párrocos, plazas como para satisfacer la demanda criolla.
los coadjutores y los frailes ordinarios tenían que subsistir a base de menu- La Iglesia peruana no era tan rica como la mexicana, pero también
dencias. La política de los Borbones agravó aún más estas desigualdades con seguía contando con recursos muy importantes. Casi un tercio de los edifi-
sus ataques a las capellanías y a los bienes de las obras pías, las cuales cios de Lima eran iglesias, monasterios o instituciones eclesiásticas, y muchas
constituían frecuentemente la principal fuente de ingresos para el clero de las Ordenes religiosas asentadas en la ciudad poseían extensas propieda-
secular. des rurales. Los ingresos del arzobispo de Lima rivalizaban con los del
El bajo clero fue, además, la principal víctima de la restricción del fuero propio virrey y, en general, el alto clero disfrutaba de un apetecible nivel de
debido a que éste representaba uno de sus pocos activos. Esta restricción, la vida.
dependencia de los tribunales diocesanos respecto de los reales, la congela- No obstante, y por debajo de la superficie, en Perú no menos que en
ción de los fondos eclesiásticos en 1804 para remitirlos a España, fueron México, la Iglesia estaba debilitada por deficiencias y divisiones. Reflejo
otras tantas medidas peligrosas para el Estado al mismo tiempo que para la como era de la estructura colonial, se encontraba dividida entre élites y
Iglesia, porque, como los propios dirigentes eclesiásticos afirmaban, el siste- masa, ricos y pobres, peninsulares y criollos, blancos e indios. Muchos obis-
ma colonial dependía de la lealtad del clero: quien controlara a los sacerdo- pos permanecían aislados en sus palacios, dejando el contacto con la pobla-
tes controlaría a la población, y los sacerdotes más próximos al pueblo eran ción indígena de la sierra para el doctrinero, a menudo ausente. Además,
los criollos. estos curas constituían uno de los varios grupos con intereses propios -co-
En México, casi todos los obispos, así como la mayoría de los canónigos rregidores, caciques, hacendados, propietarios de minas- que competían
y del alto clero regular, eran peninsulares, mientras que la mayor parte del por el trabajo y los recursos de las comunidades indias y que imponían
bajo clero estaba integrada por criollos y mestizos. A finales del siglo xvill exacciones económicas cada vez más elevadas a los indios, quienes ya tenían
hubo un pronunciado aumento del número de eclesiásticos, muchos de ellos que pagar el tributo de la alcabala y otros gravámenes. Los doctrineros
ineptos y atraídos más por la confortabilidad de una carrera que por voca- competían desde una posición favorable debido a su carácter de agentes
ción religiosa. En una población de 6.100.000 personas, los eclesiásticos esenciales de control social, cometido que desempeñaban a menudo me-
(hombres y mujeres) eran 9.439, lo que equivalía a dos eclesiásticos por cada diante apaleamientos y encarcelamientos más bien que a través de la cura
mil habitantes, porcentaje mucho más bajo que en España, pero probable- pastoral, convirtiéndose de hecho en instrumentos del Estado colonial.
mente más elevado de lo que México podía soportar. De hecho, eran más los La debilidad estructural de la Iglesia iba acompañada de una condes-
eclesiásticos que los beneficios y las capellanías de los que vivían. cendencia religiosa o de una inercia que la hacían vulnerable a todo cambio
Mientras los obispos más ricos disfrutaban de unos ingresos anuales repentino. La ausencia de una real amenaza política o de un estímulo inte-
equivalentes o superiores a cien mil pesos y los titulares de las parroquias lectual durante el período de la colonia le impidió a la Iglesia estar prepara-
urbanas ricas podían esperar unos emolumentos de entre tres mil y cinco mil da para los acontecimientos ocurridos desde 1810. Había poco sentido de
pesos, sus desprovistos ayudantes (vicarios) tenían que contentarse con qui- identidad entre los miembros de la Iglesia. Naturalmente, todos eran católi-
nientos pesos o menos, por lo que formaban una especie de proletariado cos, unos más fervientes que otros. Pero este carácter de católico no entra-
eclesiástico con pocas perspectivas de mejora. ñaba una fuerte convicción de lealtad para con la Iglesia; hasta los liberales
Sin embargo, y a pesar de esta debilidad estructural de la Iglesia mexica- y los anticlericales eran nominalmente católicos y normalmente no atacaban
na, la religión popular apenas experimentó declive alguno: los indios conti- a la Iglesia como tal. En consecuencia, ante el desafío que se le presentó en
nuaban tenazmente adictos a sus fiestas, romerías y procesiones, mientras el curso de la independencia, la Iglesia no reaccionó apelando a los fieles,
que las cofradías urbanas seguían siendo vigorosas y estaban bien fundamen- sino dirigiendo la vista a la Corona y, posteriormente, a los nuevos dirigentes
tadas. Hubo, ciertamente, una disminución del personal entre las Ordenes republicanos para que la protegieran debidamente.
mendicantes, pero no se registró ninguna penuria entre las religiosas. Es cierto que la Iglesia se preocupaba por guiar a sus miembros, por
predicar el Evangelio y por administrar los sacramentos, y que consideraba
818 P.IV. La irradiación de la Iglesia 819
C. 45. Iglesia e independencia hispanoamericana
fundamental su función espiritual. A pesar de ello, durante la colonia los
obispos y el alto clero eran considerados frecuentemente como burócratas, tiempo consignadas y generalmente admitidas, sobre el bien general de la
cuya primera obligación era para con el Estado. Esta actitud no cambió comunidad, sobre sus derechos a manifestar a la Corona los propios intere-
totalmente durante la independencia. El sacerdocio se siguió considerando ses mediante representantes y mediante la negociación con la burocracia
más como una carrera que como una vocación, y al sacerdote se le miraba colonial y sobre el derecho a defenderlos por la fuerza en caso necesario. En
como a un profesional que prestaba sus servicios a cambio de sus honora- el lenguaje de los comuneros se han percibido reflejos de las ideas políticas
rios. Resultaba difícil distinguir entre la vocación verdadera y la basada en el y de las tesis de la escolástica y del gobierno españoles, tesis transmitidas a la
interés económico o en la posición social, valores que muchos sacerdotes América española a través de las enseñanzas de los teólogos y de las prácticas
perseguían abiertamente. del gobierno de los Habsburgo. Por lo mismo, al movimiento comunero se
Sin embargo, estos intereses existían y se consideraban amenazados, le ha venido considerando como una reacción al quebrantamiento de estos
primero por el Estado borbónico, y luego por los varios gobiernos que le acuerdos consuetudinarios, animado por la compartida creencia en un «cor-
siguieron. ¿Proporcionó la Iglesia algún indicio de su pensamiento político pus mysticum politicum, con sus tradiciones, cuyo objetivo era lograr el bien
para defender su doctrina y sus intereses? ¿Hasta qué punto influyó el común de toda la comunidad» (PHELAN, 87).
pensamiento eclesiástico en la generación de 1810? Estas ideas, consideradas en un primer momento como contrarias al
absolutismo borbónico, se habían hecho ya más concretas en 1810. En esa
época se argumentaba que el derecho de la población a ejercer la autoridad
II. LAS RAICES IDEOLÓGICAS DE LA INDEPENDENCIA civil tras la forzada abdicación del rey no se limitaba a las Juntas y a la
Regencia española, sino que constituía una facultad esencial de todas y cada
En la independencia hispanoamericana convergen tres líneas de ideolo- una de las provincias de los territorios ultramarinos españoles.
gía política: la escolástica, la Ilustración y el nacionalismo criollo. Este fue el justificante del movimiento de las Juntas de la América
española y, en último término, de la independencia; el lazo con la Corona se
A) La escolástica había roto y, con ello, el contrato social; el poder revertía al pueblo, que
Se ha debatido mucho sobre la influencia de estas ideas. Una corriente quedaba libre para establecer un nuevo gobierno, tal como lo habían mante-
de pensamiento le atribuye la primacía a la filosofía escolástica y a la tradi- nido siempre la tradición española y la filosofía escolástica.
ción española. Según esta interpretación, las «doctrinas populistas» de Fran- No todos los historiadores comparten esta interpretación. Sin duda
cisco Suárez y de los neoescolásticos españoles sentaron las bases ideológicas ninguna, en las bibliotecas hispanoamericanas había ejemplares de las obras
de las revoluciones hispanoamericanas. A este respecto se argumenta que el de Suárez, Vitoria y Mariana, pero ello no significa que se leyeran con avidez
«constitucionalismo» español se manifestó en el funcionamiento de las leyes o que se estudiaran en los cursos universitarios, y mucho menos como libros
e instituciones coloniales españolas, así como el resurgimiento de los cabil- de texto. El trazado preciso de las corrientes ideológicas y de las raíces
dos. Por su parte, las teorías sobre la soberanía popular sostenidas por los intelectuales es notablemente escapadizo y resulta difícil establecer con toda
teólogos españoles de los siglos XVI y xvii proseguían sobreviviendo en las certeza cuáles fueron las fuentes del pensamiento revolucionario hispano-
universidades coloniales y posteriormente se utilizaron para justificar la americano.
resistencia. Juan José Castelli argumentaba en el cabildo abierto de Buenos Aires
Los escritos del jesuíta Suárez contienen quizá la afirmación más clara del 22 de mayo de 1810 que la inexistencia de un gobierno legítimo en
del origen popular y de la naturaleza contractual de la soberanía. Suárez España devolvía la soberanía al pueblo bonaerense, con lo que se podía
argumenta que el poder lo concede Dios con consentimiento del pueblo a instalar un nuevo gobierno, como de hecho se hizo.
través del contrato social. Una vez transferida al gobernante, esa autoridad Tal es la doctrina de la «soberanía popular», a la luz de la cual hay que
no puede recuperarse sin una razón suficiente, como la ausencia del propio admitir que la idea de que, ante la inexistencia de soberanía, el poder
legislador o su incapacidad para atender al bien común. En virtud de ello, en revierte al pueblo era similar a la doctrina de Suárez. Sin embargo, esa tesis
el caso de tiranía está permitida la resistencia pasiva e incluso la activa. En no era exclusiva de ninguna escuela de pensamiento político; no contenía
caso contrario, hay obligación de obedecer. Dicho en pocas palabras: el referencia alguna al origen divino del poder, que constituye la base de la
origen popular de la soberanía, la resistencia a la tiranía, las limitaciones al teoría suareciana; además de que se disponía de una fuente de inspiración
poder real, son otras tantas ideas que están presentes en el pensamiento de para ella más reciente y más lógica: la Ilustración del siglo XVin.
Suárez y en las tradiciones españolas. También son contradictorios los hechos ocurridos en Nueva Granada.
Esta influencia se manifestó por vez primera en la oposición a las Los patriotas de 1810 citaban a Santo Tomás de Aquino en apoyo de l a
reformas borbónicas. En este contexto, en la acción de los comuneros de soberanía popular y para justificar la guerra contra España. Pero los aconte-
Nueva Granada de 1781 se ha visto la inspiración de las ideas, hacía mucho cimientos se precipitaron y la Carta Constitucional de Cundinamarca (3 de
mayo de 1811) hablaba ya de «los derechos imprescriptibles del hombre y del
820 P.IV. La irradiación de la Iglesia
C.45. Iglesia e independencia hispanoamericana 821
ciudadano», utilizando el lenguaje del siglo XVlii, no el de la época de la
escolástica (GÓMEZ HOYOS, II, 415). cipios generales sobre la igualdad y libertad de todos los hombres» y en
En México, el sacerdote insurgente J osé María Morelos aseveraba que algunos casos un medio para difundir el conocimiento de «la espantosa
la soberanía residía esencialmente en el pueblo y que, debido a las circuns- revolución de Francia, que tantos daños ha causado» (PÉREZ MARCHAND,
tancias del momento, el pueblo había recuperado su usurpada soberanía, 122-4).
por lo que quedaba disuelta para siempre la dependencia del trono español.
Morelos cita a Suárez, pero su actuación sobrepasó ampliamente a este C) El nacionalismo criollo
último y responde mejor al nacionalismo criollo que a la tradición española.
La influencia ideológica de la Ilustración y del nacionalismo criollo parece En general, sin embargo, la Ilustración inspiró en sus seguidores crio-
haber suplantado a la de la escolástica en los años posteriores a 1810. llos no tanto una filosofía de liberación cuanto una actitud de independencia
respecto de las ideas e instituciones heredadas, así como una preferencia de
la razón sobre la autoridad, la experiencia sobre la tradición, la ciencia sobre
B) La Ilustración la especulación.
La versión española de la Ilustración despojó a esta última de ideología Este fue también el caso de Bolívar. El Libertador se dejó impresionar
y la redujo a un programa de modernización dentro del orden establecido. especialmente por Hobbes y Spinoza, al mismo tiempo que estudiaba tam-
La modernización quedó en deuda con el pensamiento del siglo xvm: la bién a Helvetius, Holbach y Hume. Era consciente asimismo de que las obras
valoración de los conocimientos utilitarios, el empeño por aumentar la de Montesquieu y de Rousseau habían influido en él no en el sentido de que
producción mediante las ciencias aplicadas y la creencia en el influjo benéfi- le inspiraran un programa concreto, sino en cuanto fuentes de educación y
co del Estado fueron otros tantos reflejos de esa época. Tal como le decía a de conocimiento. En general, a Bolívar hay que situarlo del lado de la
su sucesor el virrey Antonio Caballero y Góngora, era menester que las Ilustración, invocando los conceptos de moda de la soberanía popular, del
ciencias utilitarias y exactas sustituyeran a la especulación insustancial, y en derecho natural y de la igualdad, al mismo tiempo que defendía la «constitu-
un reino como el de Nueva Granada, con productos por explotar, caminos ción», la «ley» y la «libertad».
que trazar, minas que perforar y ciénagas que desecar, había más necesidad Hubo también muchos sacerdotes que, con carácter individual, suscri-
de gente formada para observar y medir que para filosofar. Una moderniza- bieron estas tesis, aunque la Iglesia se mostró hostil a ellas en cuanto institu-
ción de esta índole, a la que la Iglesia no se opuso en manera alguna, se ción, y aún no había logrado entenderse con el pensamiento ilustrado.
interesaba más por la técnica que por la política. El nacionalismo criollo guarda un paralelo más estrecho con los oríge-
Sin embargo, la América española también pudo beber la nueva filoso- nes y el curso de las revoluciones hispanoamericanas que con la escolástica
fía directamente en sus fuentes inglesas, francesas y alemanas. La literatura e incluso con la Ilustración. Las exigencias de libertad y de igualdad expresa-
de la Ilustración circulaba con relativa libertad. ban una profunda conciencia, un sentido cada vez más desarrollado de la
En México había un público para Newton, Locke y Adam Smith, y otro identidad, una convicción de que los americanos no eran españoles. A lo
para Descartes, Montesquieu, Voltaire, Diderot, Rousseau, Condillac y largo del siglo XVIII los hispanoamericanos comenzaron a descubrir de nue-
D'Alembert. Sus lectores se encontraban entre los altos funcionarios, los vo su propia tierra en una literatura exclusivamente americana. Su patriotis-
miembros de los estamentos mercantil y profesional, el mundo universitario mo era americano, no español, tal como comenzaron a expresarlo algunos
y los eclesiásticos. intelectuales criollos en México, Perú y Chile, y alimentaban un nuevo
sentimiento de patria.
Perú fue la patria de un grupo de intelectuales, muchos de ellos salidos
del Real Colegio de San Carlos, miembros de la Sociedad Económica y Entre los primeros en darle una expresión cultural al «americanismo»
colaboradores de El Mercurio Peruano, sacerdotes criollos incluidos, que figuran los jesuítas criollos expulsados de sus patrias en 1767, los cuales se
estaban familiarizados con las ideas del contrato social, la primacía de la convirtieron en el exilio en los precursores literarios del nacionalismo ameri-
razón y el culto a la libertad. cano. Estos jesuítas se dedicaron a escribir para combatir la ignorancia que
se tenía de sus países y sobre todo para destruir el mito de la inferioridad y
A pesar de ello, la Ilustración no fue en manera alguna un fenómeno
la degeneración de los hombres, animales y plantas del Nuevo Mundo, mito
universal en América, y su influencia fue cronológicamente tardía. Las
difundido por algunos escritores de la Ilustración. Manuel Lacunza, Juan
rebeliones de 1780-81 debieron poco, si es que le debieron algo, al pensa-
Ignacio Molina, Francisco Javier Clavijero, Andrés Cavo, junto con otros
miento ilustrado, el cual solamente comenzó a echar raíces entre ese mo-
jesuítas exiliados, reflejaban el pensamiento de otros muchos americanos
mento y 1810. Su difusión se intensificó en la década de 1790: en México, la
menos capacitados para ello.
Inquisición comenzó a reaccionar, alarmada menos por la heterodoxia reli-
giosa que por el contenido político de la nueva filosofía, a la que consideraba En México constituyó una poderosa fuerza de alienación de los mexica-
sediciosa, «contraria a la quietud de los Estados y Reynos», repleta de «prin- nos respecto del gobierno español la búsqueda de una identidad americana,
conglomerado compuesto por la exaltación del pasado indígena, por el
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resentimiento ante los privilegios de los peninsulares y por el culto a Nuestra
Señora de Guadalupe. Todos los grupos étnicos podían desfilar bajo estas Un obispo no podía arriesgarse a ser neutral. Aquellos cuya lealtad a la
banderas -los criollos, los indios, los mestizos y los mulatos- y todos podían Corona infundía sospechas eran llamados a capítulo. De hecho, al obispo del
identificarse con «Nuestra Santa Madre de Guadalupe», la cual había mos- Cuzco, Pérez y Armendáriz, se le privó de la diócesis. El obispo de Caracas,
trado una especial predilección por México. Narciso Coll i Prat, aunque básicamente de sentimientos realistas, fue consi-
Morelos declaró que, «a excepción de los europeos, todos los demás derado como simpatizante de los republicanos, y en 1816 fue requerido
habitantes no se nombrarán en calidad de indios, mulatos ni otras castas, desde España para que diera cuenta de su conducta. Entre la restauración
sino todos generalmente americanos» (LYNCH, 351). Esta consignación de la de Fernando VII en 1814 y la revolución liberal española de 1820, la metró-
igualdad social no se derivaba del pensamiento escolástico ni de ninguna poli cubrió veintiocho de las treinta y ocho diócesis americanas con nuevos
declaración de los derechos humanos, sino de la conciencia de una identidad obispos, no todos peninsulares, pero sí de incuestionable lealtad; a todos se
común en cuanto mexicanos. El patriotismo criollo estaba fuertemente mar- les instó a «cooperar con su ejemplo y doctrina a conservar los (derechos) de
cado por la religión. Morelos decía al obispo de Puebla que «somos más la soberanía legítima que reside en el rey nuestro señor» (LETURIA, II, 90).
religiosos que los europeos», aseguraba luchar por «religión y la patria», y Los obispos realistas colaboraron en la financiación, armamento y actividad
afirmaba que ésta era «nuestra santa revolución». de las fuerzas antiinsurgentes y lanzaron armas y excomuniones contra sus
enemigos.
La actitud del arzobispo de Quito, José Cuero y Caicedo, quien aconse-
III. RESPUESTA DE LA IGLESIA A LA INDEPENDENCIA j ó a sus párrocos que aceptaran la Junta revolucionaria de 1809, fue un caso
totalmente excepcional para esa fecha. Posteriormente, cierto número de
La reacción inmediata de la Iglesia al movimiento independentista no obispos aceptaron la independencia una vez convertida en hecho consuma-
nació de la escolástica, de la Ilustración o del nacionalismo criollo, sino del do y a la vista de que el liberalismo parecía haber triunfado en España. El
instinto natural de defensa. obispo de Mérida, Rafael Lasso de la Vega, criollo nacido en Panamá, abrazó
la causa republicana en 1821 y se convirtió en uno de los más firmes aliados
A) Los obispos de Bolívar, así como en su primer lazo de unión con Roma. El obispo de
Popayán, Salvador Jiménez de Enciso Padilla, también evolucionó del realis-
Con independencia de lo que pudieran pensar algunos sacerdotes indi- mo al republicanismo, y en 1823 recomendaba la causa de la independencia
vidualmente, la Iglesia, en cuanto institución, se mostró implacablemente ante el papa Pío VIL Pero éstas fueron excepciones. La mayoría de los
hostil. ¿Podría sobrevivir la religión católica si desaparecía el sistema espa- obispos, nombrados bajo el sistema del Patronato y condicionados por un
ñol? La independencia dejó al descubierto las raíces coloniales de la Iglesia siglo de regalismo, eran proespañoles y hostiles a la independencia.
y reveló su origen extranjero. Además, dividió a la Iglesia. La mayoría de los
obispos rechazó la revolución y permaneció leal a la Corona, consciente de
B) El clero
la amenaza que suponían la independencia y el liberalismo para la posición
establecida de la Iglesia. Estos obispos denunciaron la rebelión contra la Por el contrario, los clérigos apoyaron la independencia en su mayoría.
autoridad legítima como un pecado y un delito, como algo herético, al El bajo clero, sobre todo el clero secular, era predominantemente criollo.
mismo tiempo que ilegal. Este clero estaba dividido, al igual que la élite criolla en general, pero
En México, el obispo de Valladolid, Manuel Abad y Queipo, eclesiástico muchos se sentían inclinados a apoyar el movimiento de las Juntas y, llegado
por lo demás moderado, denunció la rebelión como el mayor pecado y delito el caso, la independencia. Esta actitud era reflejo de la profunda división
que un hombre podía cometer, y calificó de ateo y de «pequeño Mahoma» al económica y social existente entre la jerarquía eclesiástica y la masa del
sacerdote insurgente Miguel Hidalgo (PÉREZ MEMEN, 83). clero. Algunos sacerdotes individuales desempeñaron papeles importantes
Aunque capacitados para justificar su postura desde el punto de vista en cuanto dirigentes de la lucha, muchos más fueron activistas a un nivel
religioso, los obispos no fueron capaces de ocultar el hecho de que ellos eran inferior y numerosos voluntarios se convirtieron en capellanes de los ejérci-
españoles, de que estaban identificados con España y de que en realidad tos libertadores.
estaban negando la posibilidad de una Iglesia americana. En México, el movimiento independentista inicial estuvo dominado por
El obispo Benito de la Lué y Riega votó en el cabildo de Buenos Aires sacerdotes, entre los que destacan Miguel Hidalgo, cura rural de mentalidad
del 22 de mayo de 1810 por la continuación del gobierno virreinal, argu- avanzada, y José María Morelos, líder guerrillero por naturaleza. Capitanea-
mentando que «mientras exista en España un pedazo de tierra mandado por do por ellos, un sector del clero hizo que el populacho, los indios y los
españoles, ese pedazo de tierra debe mandar a los americanos» (VARGAS mestizos se pusieran en pie de guerra en una vasta área del México centro-
UGARTE, 293). occidental para defender la religión, afirmando que las autoridades virreina-
les proyectaban entregar el país a los franceses. En total fueron 401 los
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824 P.IV. La irradiación de la Iglesia
gos de la religión a los sacerdotes que lo apoyaban, argumentando que la
clérigos que se decantaron abiertamente por las fuerzas insurgentes en verdadera religión les impedía a los novogranadinos volver a la dependencia
México, sin contar los que permanecieron en la sombra. colonial, porque el cristianismo se podía acomodar a los distintos sistemas de
Aunque relativamente modesta, esta cifra encubre la verdadera contri- gobierno. El franciscano Diego Padilla fundó el periódico «El Aviso al Públi-
bución del clero a la independencia: esos clérigos fueron los dirigentes, co» para proporcionar soporte ideológico a la revolución, defender la liber-
tanto militares como políticos, y su opción por la independencia fue a tad y la independencia y demostrar que los patriotas de Nueva Granada
menudo decisiva para escorar a favor de ella a grandes sectores de la pobla-
estaban defendiendo la religión contra la impía Francia (GÓMEZ HOYOS, II,
ción.
304-8).
Los clérigos criollos ayudaron a encaminar el curso de la rebelión, a
Por supuesto, en Nueva Granada, lo mismo que en otras partes, hubo
enderezar la lucha ideológica contra los realistas en la prensa insurgente y a
también clérigos realistas contrarios a estos puntos de vista y que considera-
definir los objetivos políticos en los manifiestos y en las Constituciones.
ban como un deber religioso obedecer a la monarquía. De hecho, el Catecis-
Algunos, incluso, dirigieron a los soldados en el curso de las batallas. Por
mo de Fernández de Sotomayor fue condenado por la Inquisición por sus
debajo de Hidalgo y de Morelos hubo otros sacerdotes, como Mariano
Matamoros, José Navarrete, Pedro Delgado, José Izquierdo o fray Luis ideas antimonárquicas. También hubo división de opiniones entre los pro-
Herrera. pios clérigos patriotas, entre los conservadores y los liberales, entre los
centralistas y los federalistas. Todos, sin embargo, fueran realistas o republi-
Como réplica a los sacerdotes insurgentes, el virrey abolió el fuero
canos, se valían de la religión para justificar y popularizar su causa.
eclesiástico y autorizó a los generales realistas a juzgar y ejecutar a los
clérigos rebeldes (25 de junio de 1812). Desde el comienzo de la rebelión El punto de inflexión de la Iglesia en la América española fue el año
hasta finales de 1815 los realistas ejecutaron en México a 125 sacerdotes. 1820, fecha en la que la revolución liberal ocurrida en España obligó al rey
Esta política resultó contraproducente, pues fue condenada por el Gobier- a abandonar el absolutismo y aceptar la constitución de 1812. El régimen
no de Madrid y fomentó entre el clero el apoyo al movimiento independen- liberal de 1820-1823 dejó sentir sus consecuencias en la América española.
tista. Los sacerdotes criollos comenzaron a luchar por la inmunidad del Los liberales españoles eran tan imperialistas como los conservadores y no le
clero. Mariano Matamoros puso en pie a un escuadrón especial de dragones, hicieron concesiones a la independencia. Al mismo tiempo eran también
al que entregó como estandarte una bandera negra con una cruz roja, las decididamente anticlericales y atacaban a la Iglesia, sus privilegios y sus
armas de la Iglesia, y la leyenda: «Morir por la inmunidad eclesiástica» propiedades. Finalmente, obligaron a la Corona a pedirle al Papa que no
(FARRISS, 231). reconociera a los países hispanoamericanos y que nombrara obispos fieles a
En el resto de la América española el clero desempeñó un papel similar Madrid.
al de México, aunque menos dramático, en los movimientos independentis- La combinación del liberalismo radical y del imperialismo renovado fue
tas, primero suministrando dirigentes y luchadores, y luego reaccionando algo que hasta los obispos realistas de América consideraron excesivo, hasta
como un grupo de intereses contra los ataques de los liberales a sus privile- el punto de que algunos de ellos comenzaron a poner en tela de juicio las
gios de 1820. bases de su lealtad. Uno de los primeros obispos republicanos de la América
En Argentina apoyó la independencia cierto número de sacerdotes española fue fray Antonio Gómez Polanco, obispo de Santa Marta, quien se
criollos, los cuales desempeñaron un papel de primera línea en el estableci- mostró a favor de Bolívar y j u r ó la República de Colombia el 26 de noviem-
miento del nuevo orden. En el Perú de 1822, 26 de los 57 diputados del bre de 1820. Obispos anteriormente leales como Rafael Lasso de la Vega
Congreso eran sacerdotes. En Quito fueron tres sacerdotes los que procla- (Mérida), Higinio Duran (Panamá), José Orihuela (Cuzco) y José Sebastián
maron la independencia en 1809, mientras que en 1814 un general realista Goyeneche (Arequipa), se unieron al movimiento independentista a lo largo
contó a cien sacerdotes entre los patriotas. En Nueva Granada, mientras los de los años posteriores a 1820 junto con uno de los obispos realistas más
obispos eran casi todos realistas, la mayoría del clero favorecía o aceptaba la intransigentes, Salvador Jiménez de Enciso, de Popayán. Lasso de la Vega,
independencia. Unos, como el canónigo Andrés Rosillo, le proporcionaban que había excomulgado a los dirigentes rebeldes, explicó su conversión al
dirección política; otros hacían de capellanes, y unos terceros, como el republicanismo en una carta dirigida a la Santa Sede en 1821 con las siguien-
dominico fray Ignacio Marino, hasta se convirtieron en líderes guerrilleros tes palabras: «Jurada la Constitución por el Rey Católico, la soberanía volvía
en los Llanos orientales. Su participación indujo a un dirigente revoluciona- a la fuente de que salió, a saber: el consentimiento y disposición de los
rio a calificar los sucesos del 20 de julio de 1810 de «revolución clerical», ciudadanos. Volvió a los españoles, ¿por qué no a nosotros?» (LETURIA, II,
(GONZÁLEZ, 259). De los 53 signatarios del Acta de Independencia, 16 eran 175).
eclesiásticos.
Incluso en México los decretos anticlericales de las Cortes españolas de
El padre Juan Fernández de Sotomayor, párroco de Mompós y futuro
arzobispo de Cartagena, publicó en 1814 un Catecismo o instrucción popular 1820 indujeron a la Iglesia a poner en tela de juicio su adhesión al Gobierno
en el que calificaba de injusto al régimen social colonial español y de enemi- imperial y la indujeron a mirar de una manera más favorable la independen-
cia. Los prelados que anteriormente habían identificado sus intereses con
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los del Gobierno español y le habían agradecido a éste su apoyo económico los dirigentes de la independencia y sus seguidores supieron convivir con
y moral ahora estaban convencidos de que ese mismo Gobierno era enemigo ella sin ninguna crisis de conciencia. El presidente del Congreso de Angostu-
de la Iglesia y de que su obligación era oponerse a él. La prohibición de ra, Juan Germán Roscio, ordenó en 1819 a sus representantes en Europa
establecer nuevas capellanías y obras pías, los ataques a los conventos y a las que iniciaran negociaciones con Pío VII «como jefe de la Iglesia católica y no
Ordenes religiosas, la erosión de las propiedades eclesiásticas y, sobre todo, como señor temporal de sus legaciones» y que le informaran de que Nueva
los decretos que abolían la inmunidad clerical - n o sólo la de los insurgentes, Granada, Venezuela y toda la América española que se había levantado
sino incluso la de todos los eclesiásticos leales-, alertaron a la Iglesia y la contra la dependencia colonial eran países católicos, así como de que no
persuadieron de que el mayor peligro del liberalismo no provenía de los había autoridad más legítima que la derivada del pueblo (LETURIA, III, 432).
revolucionarios americanos, sino de los constitucionalistas españoles. Roma todavía no estaba en condiciones de aprender estas necesarias
El nuevo libertador, Agustín de Iturbide, explotó a su favor el dilema de lecciones o de aceptar la compatibilidad del republicanismo con el catolicis-
la Iglesia y propuso una fórmula de independencia, el Plan de Iguala, que mo. Sin embargo, pocos años después el Papado adoptó una postura más
satisfacía a todos los grupos de intereses de México sobre la base de tres neutral, en parte debido a las peticiones procedentes de la América española
garantías: «unión, religión, independencia». Con la única excepción de Pe- y a la preocupación por las necesidades de aquellos fieles, y en parte como
dro de Fonte, arzobispo de México, la jerarquía apoyó a Iturbide y con ello reacción a las medidas anticlericales decretadas por los Gobiernos liberales
le ganó el apoyo del clero y del público en general. Este apoyo de la Iglesia españoles tras la revolución de 1820, las cuales culminaron con la expulsión
fue decisivo para Iturbide y garantizó el éxito a su movimiento, porque la del nuncio de la Santa Sede en enero de 1823. Finalmente, para poner
Iglesia puso de su parte a las masas católicas, que podían poner en tela de orden en la vida religiosa de la región, el Papa accedió a enviar una misión
juicio los privilegios y las propiedades, pero acataron el mensaje transmitido al Río de la Plata y Chile presidida por un «vicario apostólico», monseñor
por los sacerdotes desde los pulpitos en el sentido de que Iturbide era el Giovanni Muzzi, de la que formaba parte el joven canónigo Giovanni María
salvador de la religión contra la impía España. Esta actitud es la que explica Mastai Ferretti, futuro Pío IX. La misión recopiló una valiosa información,
el hecho de que, con posterioridad a 1820, México obtuviera la independen- pero, desde otros puntos de vista, fue un fracaso, encorsetada como estuvo
cia en tan poco tiempo y con tan poca violencia. También explica por qué la por la rigidez de su jefe y por la intransigencia de los políticos de Buenos
Iglesia emergió de la independencia con sus privilegios intactos. Aires y de Santiago, aunque también es cierto que ya antes de que abandona-
ra Italia se habían deteriorado las relaciones entre Roma y la América
española. A la muerte de Pío VII fue elegido papa León XII, el 28 de
C) La Santa Sede septiembre de 1823. Dos días más tarde recuperó el poder absoluto en
Poca fue la ayuda que la Iglesia americana recibió de Roma durante este España Fernando VII, lo que reavivó la utópica esperanza de recuperar
período de crisis y de divisiones. El papa Pío VII y su secretario de Estado, América. Con ello pareció restablecerse el eje Roma-Madrid.
el cardenal Consalvi, no eran en manera alguna reaccionarios, pero la expe- León XII fue un firme defensor de la soberanía legitimada y vio en la
riencia europea les persuadió de que el mayor peligro para la Iglesia prove- > restauración de Fernando VII la oportunidad de proteger los derechos de la
nía de la revolución. Ignorantes del significado del nacionalismo criollo, Corona y de la Iglesia en América. Su oposición a la independencia desento-
consideraron los movimientos independentistas de la América española co- naba de la opinión pública internacional y surgió en el momento en el que
mo extensión del cataclismo revolucionario que observaban en Europa, por los ejércitos de liberación estaban a punto de conseguir su victoria final.
lo que le prestaron su apoyo a la Corona española. En el marco de un mundo Esto no le disuadió de promulgar la encíclica Etsi iam diu (24 de septiembre
hostil, Fernando era considerado como un aliado leal y católico, como un de 1824), en la que elogiaba ante la jerarquía hispanoamericana «las augus-
adversario del liberalismo digno de confianza. Durálite los años 1813-1815, tas y distinguidas cualidades que caracterizan a nuestro muy amado hijo
los rebeldes hispanoamericanos trataron en vano de que el Papa les escucha- Fernando», y la invitaba, lo mismo que al pueblo español, a acudir en
ra, mientras que este mismo Papa solamente tardó ocho días en expedir un «defensa de la religión y de la potestad legítima» (LETURIA, II, 265-271). En
breve en favor de Fernando VII cuando éste se lo pidió. La encíclica pro- realidad, la encíclica no satisfizo ni a Fernando VII, que hubiera deseado un
mulgada en este sentido, Etsi longissimo (30 de enero de 1816), exhortaba a precepto más concreto de obediencia al monarca, ni a la jerarquía america-
los obispos y al clero de la América española a «destruir completamente» la na, que la consideró como una aberración sin sentido para la población.
semilla revolucionaria sembrada en sus países y a explicar claramente a la La política pontificia para con la independencia de la América española
población las terribles consecuencias de la rebelión contra la autoridad fue un error político, fruto de la apreciación humana, no de la doctrina de
legítima, al mismo tiempo que elogiaba las virtudes de Fernando VII y la la Iglesia. Pero fue también un error que resultó caro, porque un vacío en la
lealtad del pueblo español a él (LETURIA, II, 110-113). dirección de la Iglesia (que los Gobiernos seculares se apresuraron a relle-
La influencia de esta encíclica en la América española no fue decisiva. nar) privó de nombramiento a muchas sedes vacantes y colaboró a la desmo-
Es indudable que confirmó la postura de los obispos que ya eran leales, pero ralización de la Iglesia en América. Cuando la irrevocabilidad de la indepen-
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dencia y la necesidad de cubrir las sedes vacantes obligaron al Pontificado, a estuvo a punto de declarar que la religión era un asunto puramente privado,
partir de 1835, a reconocer a los nuevos gobiernos, el gran daño ya estaba una cuestión de conciencia, no de política. Se inhibió expresamente de
hecho. Los nuevos gobiernos, por su parte, estaban ansiosos de establecer dictar normas para una Iglesia establecida o para una religión del Estado,
relaciones directas con la Santa Sede, conscientes indudablemente de que persuadido de que el Estado debía garantizar la libertad religiosa, sin pres-
este entendimiento con Roma les facilitaba la tarea de afirmar su propia cribir ninguna religión determinada. De esta manera, Bolívar defendió una
legitimidad y la de gobernar a una población profundamente católica. postura de tolerancia en la que la religión debe basarse en sus propios
recursos y méritos, sin apoyo de prescripciones legales. Se trata de una
postura excepcional que de momento no llegó a prevalecer en la América
IV. LOS LIBERTADORES Y LA IGLESIA española.
Bolívar fue un idealista, pero también un hombre práctico; por tanto,
Los líderes independentistas se mostraron de palabra favorables a la debemos dejarle la palabra. Trató de establecer las relaciones con la Santa
religión y trataron de tranquilizar al estamento eclesiástico y a la opinión Sede, y de manera circunstancial sus representantes consiguieron del papa
pública: los discursos, los manifiestos y los actos de independencia solían ser León XII, en 1827, que los obispos reconocieran la independencia de la
deferentes para con la religión católica y contener promesas sobre su mante- Gran Colombia y de Bolivia. Al congratularse de los nombramientos episco-
nimiento. Sin embargo, bajo la superficie, muchos libertadores eran más pales para Bogotá, Caracas, Santa Marta, Antioquia y Guayana, Bolívar
proclives al secularismo que a la religión y se veían influidos por la creciente brindó por los nuevos obispos y renovó los signos de unión con la Iglesia
ola de escepticismo religioso. católica y con la Santa Sede: «Los descendientes de San Pedro han sido
En Buenos Aires, Manuel Belgrano, secretario criollo del consulado, siempre nuestros padres, pero la guerra nos había dejado huérfanos... La
consigna en su autobiografía que, siendo estudiante en España, abrazó las unión del incensario con la espada de la ley es la verdadera Arca de la
ideas de la Revolución francesa y suscribió los principios de «libertad, igual- Alianza» (LETURIA, II 314). Durante su última dictadura en Colombia pro-
dad, seguridad y propiedad». El político liberal Bernardino Rivadavia, aun- mulgó medidas concretas en favor de la tradicional religión de la América
que exteriormente católico, era un fervoroso partidario del utilitarismo y del española, como la enseñanza del catolicismo en las escuelas y el restableci-
control de la religión más que de su fomento. Su Ley de Reforma del Clero miento de las casas religiosas suprimidas. En su lecho de muerte recibió los
(21 de diciembre de 1822) suprimió el fuero y los diezmos eclesiásticos, últimos sacramentos y murió como católico, en el seno de una Iglesia «bajo
traspasó al Estado las cargas anejas a los diezmos, incluido el sostenimiento cuya fe y creencia he vivido y protesto vivir hasta la muerte» (GUTIÉRREZ,
del seminario; suprimió algunas Ordenes religiosas, confiscó sus propieda- 266). A pesar de ello, pocos son los rastros de esta creencia en su pensamien-
des, restringió el número de sus miembros y prohibió el establecimiento de to político.
otras. Gobiernos como el de Rivadavia mostraron ser más realistas que los Carente de una profunda motivación religiosa, Bolívar parece haber
Borbones. La misión Muzzi quedó atónita por lo que vio en Buenos Aires, desarrollado una filosofía de la vida basada en el utilitarismo. Las pruebas de
mientras que en Chile fue testigo de otros casos de intervención del Estado esto las suministran no sólo sus contactos formales con James S. Mili y con
en la Iglesia. Jeremías Bentham, sino sus propios escritos, en los que el principio supremo
Simón Bolívar parece haber estado influido por algunas de las ideas de de la felicidad se convierte en la fuerza motriz de la política. Esto ocurrió
la época, aunque resulta imposible afirmar si llegó a perder totalmente la fe. también con otros dirigentes hispanoamericanos, como el centroamericano
Es cierto que el tema religioso lo aborda con precaución, pero por debajo de Cecilio del Valle, el argentino Bernardino Rivadavia y el mismo colega de
esta apariencia exterior late un elemento de escepticismo y en privado Bolívar, Francisco de Paula Santander, todos los cuales estuvieron profun-
ridiculiza a veces a la religión. Según su ayudante, Daniel Florencio O'Leary, damente influidos por Bentham. En su construcción del nuevo sistema
católico irlandés, Bolívar fue «un ateo total», cuya única creencia consistía en político, los líderes de la independencia buscaron una legitimación moral
que la religión era necesaria para gobernar y cuya asistencia a misa era para lo que estaban haciendo; encontraron la inspiración no en el pensa-
puramente formal. A pesar de ello, y también según O'Leary, siempre miento político católico, sino en la filosofía de la edad de la razón. En su
consideró necesario adaptarse a la religión de los ciudadanos contemporá- búsqueda de una alternativa al absolutismo y a la religión, los liberales se
neos suyos. Bolívar era demasiado político como para permitir que sus atuvieron al utilitarismo como a una filosofía moderna capaz de darles la
objetivos fundamentales se vieran comprometidos por un anticlericalismo legitimidad moral e intelectual que anhelaban. Esto constituyó una amenaza
gratuito, y mucho más por una abierta postura de libre pensamiento. El hizo concreta para la Iglesia, a la que ésta reaccionó no por medio del debate,
todo lo que pudo por desestabilizar a la Iglesia, pero tenía que actuar con sino recurriendo al Estado; no mediante la discusión, sino mediante la
mucha precaución en una sociedad profundamente católica. En el discurso represión.
pronunciado ante el Congreso constituyente de Bolivia afirmó que su Cons-
En Colombia, Santander y sus correligionarios liberales trataron de
titución boliviana (1826) excluía a la religión de todo papel público, y hasta
incorporar los tratados de Bentham a los estudios de derecho, hasta que sus
830 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.45. Iglesia e independencia hispanoamericana 831

esfuerzos fueron anulados por la reacción conservadora. Las obras de Bent- vacantes. Por lo mismo, la responsabilidad de las diócesis vacantes debe ser
ham se convirtieron en objeto de ataque por parte del clero y de los otros compartida por Roma, que se abstuvo del reconocimiento, y por los gobier-
conservadores, y el materialismo, el escepticismo y el anticlericalismo del nos liberales, que planteaban el dilema de que se aceptaran sus propios
filósofo inglés fueron declarados nocivos para la religión católica. Bolívar se nombramientos o ninguno.
vio obligado a adoptar decisiones dolorosas. Convencido, para este momen- En Argentina, Chile y Uruguay, la jerarquía ordinaria no se restableció
to, de que la Constitución y las leyes de Colombia eran excesivamente hasta 1832, y en Perú, hasta 1834-35. En el momento de su independencia,
liberales y amenazaban con la disolución del Estado y de la sociedad, y Bolivia no tenía ni un solo obispo, situación en la que permaneció hasta
percatado además de que el clero constituía un poderoso grupo de intereses 1829. Tras la muerte del obispo de Puebla, en abril de 1826, México perma-
capaz de minarle su posición, Bolívar tuvo que definirse. En 1828 prohibió neció sin obispos hasta 1831, fecha en la que Roma cedió y reconoció a los
la enseñanza de los Tratados de legislación civil y penal en las universidades obispos presentados para las sedes vacantes. Inexistente la jerarquía, no
colombianas y ordenó que esos cursos fueran sustituidos por el estudio de la había nadie que pudiera hablar en nombre de la Iglesia, pues la ausencia de
religión católica. Desde este momento comenzó en Colombia un prolongado un obispo significa la pérdida de la autoridad docente en una diócesis, la
proceso de conflictos entre la Iglesia y el Estado, entre la religión y el falta de gobierno y de disciplina y la imposibilidad de administrar ordenacio-
secularismo, entre el conservadurismo y el liberalismo. nes y confirmaciones. La penuria de obispos iba indefectiblemente acompa-
ñada de penuria de sacerdotes y de religiosos. La Iglesia quizá llegara a
perder durante estos años el cincuenta por ciento de su clero secular y una
V. LA IGLESIA POSCOLONIAL cifra todavía mayor de su clero regular. El número total de eclesiásticos
mexicanos descendió de 9.439 en 1810 a 7.019 en 1834, descenso que en
una población de 6.200.000 personas significó una reducción del 2 por
La Iglesia quedó debilitada como consecuencia de la independencia.
1.000 habitantes en 1810 al 1,1 por 1.000 (PÉREZ MEMEN, 271-272). En
Sus lazos con la Corona habían sido tan estrechos que el derrocamiento de
Perú descendió tanto la cantidad como la calidad de las vocaciones; en
la segunda no pudo menos que repercutir en la primera. Esto representó
Bolivia estaban vacantes ochenta parroquias en el momento de la indepen-
una oportunidad, al mismo tiempo que una pérdida. La Iglesia americana,
dencia; en Venezuela había en 1837 doscientos sacerdotes menos que en
libre del sofocante puño del Estado borbónico, ahora se encontraba en
1810. En los nuevos países, las parroquias quedaron desatendidas, no había
situación de volverse más directamente hacia Roma en busca de dirección y
quien celebrara misas ni administrara sacramentos y los sermones y la catc-
de autoridad; al comienzo su búsqueda fue vana, pero, con el tiempo,
quesis se espaciaron. Fue ahora cuando apareció en la América española la
cuando el Papado respondió a las necesidades americanas, la Iglesia giró de
escasez de vocaciones, momento en el que España había dejado de ser la
España hacia Roma, de la religión ibérica hacia la religión universal. Esto
fuente automática de reposición de las mismas.
evitó el surgimiento de iglesias nacionales, pero no aventó la amenaza del
control estatal de la Iglesia. El patronato, el derecho de los reyes a la También los fondos económicos de la Iglesia se vieron dañados por la
presentación de candidatos para los beneficios eclesiásticos, fue reclamado independencia. Los ejércitos armados requisaban el dinero, la plata de las
ahora por los gobiernos nacionales y colocado en manos de políticos libera- iglesias, los edificios, la tierra y los almacenes. Los diezmos, fuente vital de
les y agnósticos. El tema fue objeto de discusión durante largos años. En ingresos para la Iglesia, primero fueron reducidos por el vendaval de las
México se dio un prolongado e inflexible debate entre los políticos, que guerras y luego por la acción de los nuevos gobiernos, los cuales suprimie-
querían el patronato para el Estado, y el clero, que propugnaba un papel ron las prescripciones estatales para su colectación, en Argentina en 1821 y
para el Papado y la Iglesia. En Argentina, Rivadavia estableció un control en Perú en 1846. El gobierno liberal de México suprimió en 1833-34 la
casi completo del Estado sobre las personas y las propiedades de la Iglesia, colectación forzosa de los diezmos y trató de limitar la independencia fiscal
tradición que conservó Juan Manuel de Rosas y que traspasó a sus sucesores. de las corporaciones eclesiásticas. A lo largo y ancho de toda la América
Sólo de una manera gradual llegaron los Estados seculares a considerar el española el interés de los préstamos eclesiásticos decayó debido a que los
patronato como un anacronismo y clausuraron el asunto mediante la separa- nuevos gobiernos.dominados por latifundistas, adoptaron diversas medidas
ción de la Iglesia y el Estado. para reducir los pagos de las hipotecas y otras anualidades debidas a la
Iglesia. Los nuevos gobernantes, igual conservadores que liberales, codicia-
A lo largo de los años posteriores a 1820 se percibió con claridad que la
ban las propiedades y rentas eclesiásticas, no necesariamente para reinvertir-
independencia había debilitado las estructuras básicas de la Iglesia. Muchos
las en el bienestar o en el desarrollo, sino para convertirlas en ingresos
obispos, como el arzobispo Fonte, de México, habían abandonado su dióce-
estatales.
sis y regresado a España, mientras que otros habían sido expulsados y unos
terceros habían muerto y no habían sido sustituidos. Presionada por el De esta manera, la secularización de las propiedades eclesiásticas, inicia-
gobierno español, Roma se negó a repetir en el caso de México lo que había da por los Borbones mediante la confiscación de las propiedades de la
hecho en el de Colombia al reconocer a los obispos colocados en las sedes Compañía de Jesús en 1767, fue continuada ahora a un ritmo más veloz por
832 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.45. Iglesia e independencia hispanoamericana 833
los g o b i e r n o s republicanos, la mayoría d e los cuales a d o p t a r o n medidas n o
época, 1781-1821 1-2 (Bogotá, 1962); M. L. PÉREZ MARCHAND, DOS etapas ideológicas
sólo p a r a atacar a las p r o p i e d a d e s d e las diócesis, sino también p a r a d e s p o - del siglo xvill en México a través de los papeles de la Inquisición (México, 1945); J. L.
seer d e sus bienes a las O r d e n e s religiosas. Estas m e d i d a s constituyen u n PHELAN, The People and the King. The Comunero Revolution in Colombia, 1781 (Madi-
p u n t o d e partida d e la erosión d e las p r o p i e d a d e s eclesiásticas a lo largo del son, 1978); O. C. STOETZER, The Scholastic Roots of the Spanish American Revolution
siglo XIX, y, p o r a ñ a d i d u r a , debilitaron la infraestructura d e la Iglesia. Los (Nueva York, 1979).
obispos, los sacerdotes y las organizaciones religiosas se vieron obligados a
México
buscar sus fuentes d e ingresos, n o e n los recursos i n d e p e n d i e n t e s d e la
D. A. BRADING, «El clero mexicano y el movimiento insurgente en 1810», en
Iglesia, sino e n las aportaciones d e los fieles o e n los subsidios del Estado. Relaciones. Estudios de historia y sociedad. El Colegio de Michoacán 2 (Morelia, 1981),
La i n d e p e n d e n c i a d e la América española fue u n movimiento político 5-26; M. P. COSTELOS, Church and State in Independent México. A Study ofthe Patronate
e n el q u e u n a clase dirigente nacional le a r r e b a t ó el p o d e r a u n a clase Debate, 1821-1857 (Londres, 1978); N. M. FARRISS, Crown and Clergy in colonial
dirigente española, sin introducir e n la e s t r u c t u r a social más q u e cambios México, 1759-1821. The Crisis of Ecclesiastical Privilege (Londres, 1968); R. MONTEJA-
NO, El clero y la independencia en San Luis Potosí (San Luis de Potosí, 1971); F. PÉREZ
marginales. La composición d e la Iglesia era, e n p a r t e , u n espejo d e la MEMEN, El episcopado y la independencia de México, 1810-1836 (México, 1977); K. M.
composición d e la.sociedad. Los obispos y el alto clero constituían la élite, SCHMITT, «The Clergy and the Independence of New Spain»: Hispanic American
j u n t o con los latifundistas, los funcionarios y los comerciantes. P o r el c o n - Historical Review 34 (Durham, 1954), 289-312.
trario, m u c h o s m i e m b r o s del bajo clero se identificaban c o n los p o b r e s y
Venezuela-Colombia-Ecuador
seguían r e c o r d a n d o las o b r a s d e misericordia corporales. A pesar d e estos
fallos estructurales, la Iglesia siguió siendo u n a institución p o p u l a r y conser- F. CAMPO DEL POZO, «Los agustinos y la independencia de la Gran Colombia»:
Boletín de la Academia Nacional de la Historia 55 (Caracas, 1972), 624-640; C. FELICE
vó la lealtad d e las masas p o p u l a r e s : criollos, mestizos e indios. Así es c o m o CARDOT, «La Iglesia ante la emancipación de Venezuela», en Historia general de la
p u d o sobrevivir a la i n d e p e n d e n c i a , c o n su misión defendida, p e r o inactiva; Iglesia en América latina 7 (Salamanca, Cehila, 1981), 276-298; F. GONZÁLEZ, «La
sus p r o p i e d a d e s reales, p e r o disminuidas; sus oficios intactos, a u n q u e vacan- Iglesia ante la emancipación de Colombia»: Ibíd., 249-275; L. LÓPEZ-OCÓN, «El
tes. N o e r a u n a Iglesia e n declive, y si t e m p o r a l m e n t e se sintió débil, el protagonismo del clero en la insurgencia quiteña (1809-1812)»: Revista de Indias 46
(Madrid, 1986), 107-167; J. L. MORA, «Comportamiento político del clero secular de
Estado a ú n lo e r a más.
Cartagena de Indias en la preindependencia»: Anuario de Estudios Americanos 35
A raíz d e la i n d e p e n d e n c i a , la Iglesia se hizo más estable, más p o p u l a r y (Sevilla, 1978), 211-231; M. G. ROMERO, «Participación del clero en la lucha por la
a p a r e n t e m e n t e más rica q u e el E s t a d o . Este último r e a c c i o n ó t r a t a n d o de independencia»: Boletín de Historia y Antigüedades 59 (Bogotá, 1962), 321-344; R. M.
TISNÉS, El clero y la independencia en Santa Fe. 1810-1815 (Bogotá, 1971).
controlar, gravar y limitar a la Iglesia, así c o m o i n t e n t a n d o cambiar la
balanza a su favor. Esto fue lo q u e constituyó el siguiente desafío d e la
Perú-Argentina-Chile
Iglesia poscolonial.
M. J. APARICIO, El clero patriótico en la revolución de 1814 (Cuzco, 1974); P. G.
GARCÍA JORDÁN, «Notas sobre la participación del clero en la independencia del Perú.
Aportación documental»: Boletín Americanista 24 (Barcelona, 1982), 139-148;
J. KLEIBER, La Iglesia en el Perú. Su historia social desde la independencia (Lima, 1988);
NOTA BIBLIOGRÁFICA M. C. SPARKS, The Role ofthe Clergy during the Struggle of Independence in Perú (Pitts-
burg, 1972); H. J. TAUZI, «El clero patriota y la Revolución de Mayo»: Revista de Indias
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Independence in the light of Vatican II»: The Americas 26 (Washington, 1970),
M. BATLLORI, El abate Vizcardo. Historia y mito de la intervención de los jesuítas en la 349-375; A. VIETO, «Notas sobre la actitud de los obispos frente a la independencia
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dencia. Estudios sobre Hispanoamérica y Filipinas (Caracas, 1979);J. M. DÍAZ MORENO, O. WALKER TRUJILLO, «La Orden de San Agustín y la independencia de Chile»:
«Actitud de la Iglesia en la independencia de los países de expresión española y Revista Chilena de Historia y Geografía 146 (Santiago, 1978), 282-303.
subsiguientes relaciones Iglesia-Estado»: Theologia 21 (Braga, 1986), 195-274, y en
Derecho canónico y pastoral en los descubrimientos luso-españoles y perspectivas actuales Otros aspectos
(Salamanca, 1989), 195-274; P. DE LETURIA, Relaciones entre la Santa Sede e Hispano-
américa 1-2 (Roma-Caracas, 1959-1960); J. LYNCH, Las revoluciones hispanoamericanas, A. J. BAUER, «The Church and the Economy of Spanish America: Censos and
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(Sevilla, 1986), 51 -81; L. TORMO y G. AIZPURU, La Iglesia en la crisis de la independencia Simón Bolívar (Bogotá, 1981).
(Madrid, 1961); R. VARGAS UGARTE, El episcopado en los tiempos de la emancipación
sudamericana (Lima, 1962).

Raíces ideológicas
G. FIGUERA, La Iglesia y su doctrina en la independencia de América (Caracas, 1960);
R. GÓMEZ HOYOS, La revolución granadina de 1810. Ideario de una generación y de una
CAPÍTULO 46

ARTE RELIGIOSO HISPANOAMERICANO


Por RAÚL MARTÍN BERRIO

El panorama del arte religioso hispanoamericano es amplísimo, toda


vez que nace y se desarrolla en un espacio tan dilatado como el comprendido
entre el norte de California y la Florida hasta el Cono Sur del continente,
exceptuado Brasil.
Esta parcela del arte, felizmente fecundada por el esfuerzo diario de los
religiosos y plasmada en obras arquitectónicas, humildes o colosales, o en
esculturas, como las muy interesantes del Perú, o en cuadros figurativos, en
su conjunto constituye una admirable muestra del tesón emprendedor de
aquellas personas que supieron dar vida a la quarta orbispars hasta convertir-
la en un objetivo apetecido por la mayoría de los Estados europeos.

I. LA ARQUITECTURA

A) Santo Domingo
1. Conventos. Franciscanos, dominicos y mercedarios son los religio-
sos que acometen inicialmente la evangelización de las Indias. Y aquí tuvie-
ron sus Ordenes casas-conventos, dotadas de iglesia. Aunque solamente se
yergue la de los dominicos, podemos pensar sin peligro de grandes errores
que todas tenían una definición y unos rasgos comunes. El modelo arquitec-
tónico sería éste: una nave amplia, de estilo gótico isabelino, con un ábside
ochavado y capillas laterales entre los contrafuertes
Rodrigo de Liendo pasa a Indias en 1527 y declara en 1555 haber
edificado la iglesia del convento de los mercedarios. Piratas, terremotos y
desidia generalizada acabaron con ella. Hoy es un recuerdo.
Los franciscanos cavan los cimientos de su iglesia en 1544, para termi-
narla en 1644. También los movimientos sísmicos la asolaron.
Los dominicos inician los trabajos de la suya en 1524, para terminarla
poco después, en 1535.
Con respecto al esquema general del templo conventual, ya aludido, los
dominicos ofrecen la novedad de adoptar un estilo que es una variante del
gótico-catalán, influido por el espíritu de la Contrarreforma. Su iglesia
presenta unas capillas laterales comunicadas entre sí, aunque sin galería;
también incluye una especie de nave transversal situada entre el testero y
tramas occidentales, que no sobrepasa la profundidad de las capillas. La
836 P.IV. La irradiación de la Iglesia 837
C. 46. Arte religioso hispanoamericano
cabecera del templo se caracteriza por su hipertrofia, que avanza el desarro-
adivinar su traza inicial, que fue de tres naves rematadas en tres capillas que
llo del espacio de la cúpula. Se penetra en su interior por siete vanos
constituyen la cabecera.
dispuestos a tal efecto.
El elevado nivel cultural de los puertorriqueños facilitará la llegada a la
2. Catedral. La catedral de Santo Domingo se construye, como era isla del estilo neoclásico a finales del siglo XVIII, aunque sin la fuerza necesa-
de esperar de una sociedad altamente imbuida en una mentalidad tardo- ria para alejar a las aficiones anteriores.
medieval, de acuerdo con el gusto por lo gótico. La iglesia mayor de San Germán es un buen ejemplo de ello. El neoclasi-
Hay que mantener como fecha de iniciación de obras el período com- cismo preside su fachada de los pies, mientras que su interior es mudejar en
prendido entre 1520 y 1525. En 1527 se ejecutaba la puerta de los pies o cubiertas y soportes.
principal y diez años más tarde se ponían las bóvedas. Todo debía estar
acabado o casi acabado cuando en 1541 es consagrado el templo. En lo
C) Cuba
fundamental, los materiales empleados habían sido las vigas de madera, el
lodo y el barro, por lo que los primeros comentarios que sobre ella se El barroco afecta a la arquitectura cubana de manera apreciable. Las
recogen no se muestran muy entusiasmados por la obra. influencias necesarias para ello llegan de España, y en la isla son convenien-
La traza no tiene autor conocido. La ejecución de la obra pudiera temente transmutadas, adaptándolas al clima, materiales y costumbres
deberse a la dirección de Luis Maya y a Rodrigo de Liendo. locales.
Formalmente se trata de tres naves de similar altura, como corresponde Hay construcciones que, con respecto al tiempo histórico del barroco,
al arquetipo de la iglesia-salón. La nave central, en el extremo de su cabece- resultan arcaizantes. De 1738 es la iglesia de San Francisco, dotada de torre-
ra, está rematada por un ábside; sin embargo, los laterales acaban en un fachada y gran austeridad decorativa. De 1745 es la iglesia de los mínimos de
paramento plano. La torre del campanario y las capillas laterales completan San Francisco de Paula, también de sencillísima decoración, pero en esta
el conjunto arquitectónico, que en suma es de una extremada pesadez de ocasión el templo fue dotado en su exterior de una espadaña mixtilínea, y la
formas, careciendo de espacios amplios. iglesia de San Agustín, que pese a poseer una torre que la embellece por
encima de lo que consigue el resto de lo construido, también está presidida
Después de 1625, el Renacimiento influyó en el gusto de los habitantes
por un aire general de sencillez. Estas construcciones compartieron el tiem-
de Santo Domingo. Por ello, las obras de la mejora y reforma que en su
po con otras de neto sabor mudejar.
catedral se llevan a cabo recogen ya esta tendencia estilística.
Durante la primera mitad del siglo XVIII, los elementos arquitectónicos
En 1535 se ejecuta la capilla de Santa Ana, considerada como la obra más usuales son el pilar ochavado, las torres de planta octogonal, alfices y
renacentista más antigua de Santo Domingo. Su bóveda, de media naranja, arcos semioctogonales, siendo su uso frecuente, por ejemplo, en la iglesia
descansa sobre veneras a manera de pechinas. De muy parecidas característi- del seminario y en la del Cristo del Buen Viaje. Todavía es más frecuente su
cas será la capilla-sepulcro del obispo Geraldini. uso en ciudades como Santiago y Guanabacoa.
La portada principal posee un aire de indefinición, aunque sus formas La afición por lo mudejar justifica que las jerarquías eclesiásticas de
nos avisan ya de un estilo renacentista próximo. Su disposición de dos Santiago opten por un templo de madera de cinco naves, diseñado por
cuerpos, flanqueados por columnas pareadas enmarcando el conjunto, tie- Pedro Fernández en 1806 sobre otro proyecto próximo al barroco propues-
ne el inconveniente de no conseguir una deseada unidad con el retablo que to por Bucéta, de clara inspiración peruana.
ocupa la parte central. El intento de efecto clasicista insinuado por un friso En 1735 hay voluntad de construir una iglesia mayor, pero los esfuerzos
con grutescos se pierde ante la presencia de una doble puerta central de para ello no cuajaron. Durante muchos años La Habana no tuvo una iglesia
grandes proporciones. Sensación que se acentúa por la existencia de un o templo de alguna calidad artística estimable. Cuando se produjo la expul-
parteluz estrictamente medieval. No obstante, sus decoraciones son extre- sión de los jesuítas de los territorios pertenecientes al Estado español (1767),
madamente delicadas y de fina ejecución. en La Habana la iglesia estaba en obras de construcción desde 1748. Fue
terminada y dedicada a parroquia mayor, para después ser elevada a la
B) Puerto Rico categoría catedralicia.
En San Juan se alza la iglesia de San José. Su planta es de cruz latina y Es un edificio religioso importante dentro del área antillana. Sus pilares
de una sola nave, tiene una bóveda de crucería y su decoración está inspirada hablan del barroco limeño, de cuyo modelo son diseñados, al igual que los
en motivos renacentistas. entablamentos y los claves de los arcos. Por el contrario, en la planta se
rompe el vínculo peruano, al proyectarse cuadrangular y estática, sin movi-
La catedral de Puerto Rico ha sufrido gran número de modificaciones miento. Pero, en el exterior, el movimiento hace su aparición a través de
sobre el modelo original, y aun de reconstrucciones obligadas por el paso de sinuosidades y riquezas ornamentales; todo queda intensificado por la dis-
los años y los avatares que la han venido afectando. No obstante, se puede posición de unas columnas sumamente esbeltas. El barroquismo de la obra
838 P.IV. La irradiación de la Iglesia C.46. Arte religioso hispanoamericano 839
se confirma con la traza de un remate mixtilíneo, torres de desigual forma y Sin embargo, la decoración, por el empleo masivo de grotescas formas
proporciones y una portada festoneada con gruesos baquetones. vegetales o animales, sí está más identificada con lo clásico. Portadas como
A finales del siglo XVIII llegan también a Cuba las propuestas de los la del convento de Acolman contienen profusamente una rica variedad y
modelos neoclásicos. Más que un estilo fue una moda, cuya aceptación elementos que permiten considerarlo como una muestra del plateresco
llevaba implícito el descanso del barroco. Sí se hicieron algunas cosas con- mexicano.
forme a la nueva tendencia, pero en Cuba sobrevive (tan hondo había Es comúnmente aceptado el ordenamiento que del Renacimiento mexi-
calado) el gusto por las formas barrocas y mudejares. cano estableció el eminente historiador, del arte Diego Ángulo Iñíguez.
Según él, en una fase inicial (1535-1550) se da una mezcla de formas
D) México góticas y renacentistas. Dentro de ella se construyeron los grandes conven-
1. Conventos mexicanos del siglo XVI. La arquitectura religiosa se cen- tos góticos, en los que ya emerge ocasionalmente la decoración de sus
tra en sus comienzos en la construcción de conventos, caracterizados por su portadas, como ocurre en los conventos de Atlixco, Calpan, Texcoco y en la
amplitud, dada la enorme feligresía indígena que hay que atender dentro de capilla de indios de Tlalmanalco.
él, y por su indudable utilidad de fortificación, desde donde poder defender- A ésta siguió una segunda fase, de 1550 a 1564, en la que las estructuras
se en caso de peligro exterior. góticas se mantienen coexistiendo ya con un plateresco nítido, sobre todo en
Las construcciones conventuales, góticas y mudejares en sus inicios, a las capillas abiertas y en las portadas, entre las que destacan las de Yecapix-
los pocos años añaden a estos estilos un tercero: el renacentista. Por tanto, tla, Acolman, Yririá y Cuitzco.
desde el punto de vista arquitectónico, este pluralismo hace difícil su equipa- Por último, durante un tercer período, que abarca desde 1565 hasta los
ración cronológica con los edificios, que en cuanto a evolución estilística últimos años del XVI, el esfuerzo constructor se centra en la edificación de
siguen un desarrollo tradicional. A esto hay que sumar que ninguna de las las grandes catedrales mexicanas, renacentistas en su ejecución. Se buscará
expresiones estilísticas aquí encontradas lo son en su sentido más puro, o a en este momento, globalmente conceptuado como claroscurista, la simplici-
la manera europea de iguales fechas, con excepción de algunas portadas o dad ornamental, dejando a un lado el exceso de motivos del plateresco. Se
capillas de indios, pero nunca como obras de conjunto, sino sólo en alguno impone en las portadas lo geométrico, en formas de almohadillas, puntas de
de sus detalles. diamante, casetones y molduras, como sucede en las de Actopan, Yanhui-
Pero siempre primaron las construcciones que evidenciaban su signifi- tlan, Tecali y Coixtlahueca.
cado cristiano y una cierta intención de permanencia definitiva en aquellos El mundo indígena está presente en las tres fases por dos factores: uno,
lugares. Nada en ellas era provisional o circunstancial. por la interpretación que su sensibilidad indígena hace de los elementos
El gótico peninsular ya decadente fue trasplantado, como lo suyo, por decorativos foráneos; otro, por el aporte de motivos propios que introduce
aquellos cristianos viejos, que así prolongaban su vigencia arquitectónica. en el conjunto, de los que los más abundantes son los de carácter vegetal,
Sus iglesias son de planta de nave única con cabeceras poligonales y como el cacto y los quiotes, o los tallos de maguey, el maíz y los enormes
crucería en sus altas bóvedas. Las arquerías siguen en templos y claustros los pétalos.
modelos carpanales y escarzanos, y en menor proporción también emplean Motivos mitológicos aztecas aparecen con frecuencia en las pilas bautis-
los trilobulados y los conopiales, sobre todo en las portadas. males. Otros, considerados de aportación indígena, son los glifos, los rode-
Arquitectos peninsulares y frailes extranjeros dedicados a la escultura tes, las gotas de agua y las líneas de molduras paralelas y horizontales.
serán los principales introductores del Renacimiento en Nueva España. El convento, como muestra de la arquitectura religiosa, es básicamente
Aparece y convive con el gótico, que se resiste a desaparecer, razón por la una pluralidad de disposiciones funcionales. Comprende un atrio cercado y
que no hay un solo convento de estilo renacimiento puro. Su implantación en los ángulos de sus extremos capillas-posas, mientras en el centro tiene
plena está sumida en progresos y represiones continuas. dispuestas unas gradas sobre las que descansa una cruz. Traspasado el atrio,
Los dominicos imponen en el último tercio del XVI los templos con y al fondo, está situado el templo, flanqueado por la casa-convento y la
crucero, en sustitución de los góticos de nave única. También se va a genera- capilla de indios, respectivamente.
lizar por estas fechas el empleo de las cubiertas de cañón, gracias a los El atrio cercado destaca por su singularidad con respecto a sus antece-
agustinos, quienes desde años tempranos las introducen en sus edificaciones dentes andaluces inmediatos. Esto es por su extensión y por cobijar las
religiosas. posas. Puede ser que su tamaño excesivo con respecto al total de lo construi-
Las columnas renacentistas de fuste liso son muy utilizadas en claustros do no buscase efectos estéticos, sino que simplemente sea la consecuencia de
y portadas de conventos, pero los capiteles que rematan no se ajustan en sus obtener un espacio controlado y suficiente como para acoger la mayor
formas y motivos decorativos a lo renacentista. Igual fenómeno sucede con cantidad posible de indígenas.
los arcos, que, aun siendo de traza renacentista, mantienen secciones go- Las posas son de planta cuadrada y adosadas en los paramentos que
ticistas. forman los ángulos. Sus frentes se abren mediante arcos de medio punto.
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Fueron concebidas para dignificar el espacio que las aloja, para celebracio- Todas las catedrales mexicanas tienen su antecedente en alguna iglesia
nes rituales y también para evangelizar indígenas. mayor, que presta sus ruinas y cimientos para que parcialmente sirvan de
La cruz, decorada con flores y escenas de la Pasión, colocada en el arranque a su alzado.
centro del atrio, anuncia la cercanía del templo, lugar fundamentalmente La catedral de México se comenzó a construir en 1563, pero no se abrió
sagrado. formalmente al culto hasta 1667. Inició su construcción Claudio de Arcinie-
La iglesia o templo consiste normalmente en una nave larga, limpia de ga e intervinieron posteriormente en ella Juan Miguel de Agüero y Juan
crucero y de capillas laterales. Su cabecera tiene forma poligonal. No obs- Gómez de Mora.
tante, y como excepción, pueden hallarse iglesias de cabeza plana y con Su planta es rectangular, de 110 por 55 metros. El testero, plano,
cuerpo de tres naves, sobre todo durante los primeros años. Después los sobresaliendo únicamente en su parte central un perímetro semihexagonal
dominicos las generalizan en las alzadas por ellos. Las naves quedan separa- que aloja por el interior la cabecera de la capilla de los Reyes.
das por columnas de estilo gótico-mudejar. Planta y alzada son góticas. Los cuatro ángulos de la planta tenían en el proyecto original cuatro
Construyen dos coros, dos vanos de entrada, uno a los pies y otro en el lado torres, de las que sólo se alzan dos, las de los pies, y como obra tardía.
del evangelio, y emplean para cubrir el conjunto bóvedas y terceletes sim- Se diseñaron y ejecutaron tres puertas a los pies del templo, dos en el
ples, enriquecidos con círculos y conopios sobre el altar. Los agustinos testero, más otras dos en el extremo de los brazos del crucero. Esta disposi-
utilizaron sobrias bóvedas de cañón para cubrir. ción y número de vanos de acceso refleja una indudable reminiscencia del
La torre es una elevación aprovechando uno de los contrafuertes que gusto por lo gótico.
flanquean la portada. Generalmente se eleva poco, excepto en el caso de los Su planta es grandiosa y espectacular. Consta de tres naves más dos
agustinos, en el que suele estar dispuesta por el exterior, adosada y con una capillas laterales, todas atravesadas por la del crucero, de sección superior a
sensación de robustez y altura suficiente como para recordarnos las atalayas las anteriores. La nave central es más ancha que las laterales; en ella se sitúan
de un fuerte militar. Sensación que se intensifica con la existencia de los el coro, la capilla mayor y la capilla de los Reyes.
caminos de ronda y en cuyos vértices se alzan pequeñas garitas con aber- Los soportes que recogen el peso de las cubiertas y separan las naves
turas convenientemente dispuestas para desde ellas agredir a un hipotético son dos pilares con medias columnas toscanas adosadas a sus frentes. Dada
ofensor. la altura con que se proyectan las cubiertas, los soportes resultaron excesiva-
También como espacio dedicado al culto, el convento posee la capilla de mente largos con respecto a los cánones clásicos.
indios. Se diferencia radicalmente del templo en que es un espacio abierto, Sus cubiertas, en proyecto, fueron góticas, como se observa en las que
aunque no en su totalidad. Su ábside está cubierto, pero no la nave o lo que cubren las capillas existentes entre la cabecera y el crucero. Sin embargo, se
sería lógicamente la nave. Este espacio resultaba altamente conveniente por utiliza la bóveda váida para cubrir las laterales. Igual sucede en las capillas
su informalidad para disponer a los indígenas con más libertad y desahogo, laterales, desde el crucero hasta los pies, donde vuelven a darse las bóvedas
en un ambiente más próximo a la naturaleza que el que ofrecía el templo váidas, recorridas radialmente por una decoración de dibujos.
cerrado y convencional. Capillas de indios que merecen ser tenidas en
En el siglo XVII, la nave central fue cubierta con una bóveda de cañón
cuenta por su representatividad son las de Teposcolula, la de Cuernavaca, la
con lunetas, y sobre el crucero se dispuso una cúpula de planta octogonal,
de San José de los Naturales de la ciudad de México, la Real de Cholula y la
mientras la capilla de los Reyes quedó con una bóveda esquifada.
de Tlalmanalco.
Aunque en sus orígenes su trazado buscó la semejanza con la catedral
La casa-convento se levanta junto al lado de la epístola del templo. Su de Sevilla, idea que pronto quedó abandonada por el cúmulo de inconve-
dimensión es mediana o reducida, ya que no se concibe para alojar a una nientes que encerraba, es evidentemente con la catedral de Jaén con la que
comunidad extensa. Se dispone en torno a un claustro muy reducido, con tiene reiterados y abundantes parecidos.
columnas y dos galerías. Cada lado tenía dos o tres arcos nada más. Sus
La catedral de Puebla, coetánea a la de México, tiene una disposición de
cubiertas fueron generalmente bajas y de madera policromada las francisca-
su interior muy similar también a la de esta última, aunque también posee
nas; de crucería y más altas, como correspondía a claustros más amplios, las
una mayor unidad de estilo y un tono menor en lo general que el logrado
de los agustinos, destacando las de Acolman, Actopan, Ixmiquilpan y
para el templo metropolitano. Destacan por su airosidad las dos torres de
Yuriría.
que está dotada.
2. Catedrales mexicanas del siglo XVI. Como superación de las creacio- A la catedral de Mérida, las dos adjetivaciones que mejor la definen son
nes platerescas y claroscuristas de los franciscanos, agustinos y dominicos, las de primorosa y elegante, debido a sus bóvedas, magníficamente apa-
sobrevienen en México las formas renacentistas, que, al alcanzar su pleni- rejadas.
tud, se manifiestan rotundamente en la construcción de las catedrales. Sus obras pertenecen a la segunda mitad del siglo xvi;
Los órdenes clásicos quedan fielmente observados y mantenidos en la piedra tallada empleada en sus muros de traza de sillería,
estructuras y alzadas, con la impronta de algún arcaísmo. la dirección de los trabajos Pedro de Aulestia y Juan Migu<
842 P.IV. La irradiación de la Iglesia
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indudablemente no son los primeros: hubo alguien más antes. Estaba termi-
nado el templo catedralicio en 1598. dicular al eje de la calle, con coro alto sobre la entrada principal, que suele
ser única. También puede haber otro coro en el lado de la epístola, en el
Su planta está recorrida por tres naves con grandes columnas dóricas
que soportan unas bóvedas váidas. Hay decoración de casetones en la nave presbiterio.
principal y la cúpula del crucero. La fachada en su conjunto está enmarcada La renovación del templo de las concepcionistas data de 1655. Utili-
por dos torres. La portada, a su vez, lo está por pilares dobles rematados por zan por primera vez en sus portadas los arcos poligonales, de sabor prehis-
pináculos. pánico.
La catedral de Guadalajara también es obra de la segunda mitad del Fray Andrés de San Miguel, monje carmelita y arquitecto andaluz, es el
siglo XVI; de ella se puede decir que está sumida en una concepción más defensor y mantenedor de la llamada carpintería de lo blanco en varios de
regresiva, un tanto arcaizante, que las anteriores. los conventos mexicanos del interior, en los que influye con sus bocetos y
dibujos, base de ulteriores realizaciones, como sucedió en la reconstrucción
Se desconoce el nombre del autor de los planos originales. En 1599, la
del templo de los mercedarios (1634-1654), cuya techumbre se perdió en el
obra remataba ya la cubierta. En este momento toma la dirección de las
XIX, pero de la que existen abundantes descripciones que establecen su
obras el arquitecto Martín Casillas, amigo de Francisco Becerra. Ambos
magnificencia. Subsiste el claustro, de dos galerías; la alta tiene el doble de
pertenecen al llamado «purismo renacentista».
magnitud en altura que la baja, que, sin embargo, está dotada de abundante
Su interior es suntuoso. La planta consta de tres naves de igual altura.
decoración. Tapa el fuste de las columnas y recubre las dovelas de los arcos.
No hay capillas laterales. Utilizan pilares de sección cuadrada con medias
La galería alta sólo decora los intradoses de los arcos.
columnas toscanas adosadas por sus frentes. Más arriba del capitel se cons-
truye un entablamento similar al de Siloé, en Granada. En Puebla se llevan a cabo las obras de remate de la catedral, en lo que
no tiene pequeño mérito el esfuerzo del obispo Palafox. El interior se da por
La capilla mayor, cuadrangular, está coronada por una cúpula. Las
finalizado en 1649, cerrándose con una monumental cúpula de tambor
cubiertas de las naves son de bóvedas de crucería, con terceletes, con nervios
octogonal, nacida del ingenio de Mosén Pedro García Ferrer. Utiliza arbo-
centrales en la nave central, no así en las laterales, donde la crucería es
tantes, que llevan hasta los muros los empujes de sus ochavos.
simple. Sus vanos son rectangulares enmarcados por dos óculos.
En el siglo XVII se añaden por los pies dos torres, que desaparecen en el Los trabajos de yesería tienen un claro antecedente en España, concre-
XIX, y cuando se reconstruyan lo serán dentro del estilo neogótico imperan- tamente en los que con igual materia se realizan en Sevilla. El yeso fue bien
te, quedando así rota la armonía exterior. trabajado por la mano de obra nativa, que plasma a través de él su propia
La catedral de Oaxaca es de características similares a las ya citadas. Es sensibilidad, incorporándola al conjunto de la obra.
obra del siglo XVII. El terremoto de 1714 la destruyó en gran parte, pero la Puede ser que la realización en yeso más antigua (1611) sea la de la
reconstrucción (1728) respetó y aprovechó lo que se mantuvo en pie. bóveda de la iglesia de Santo Domingo de Puebla. Los elementos que sirven
Su planta es rectangular, de tres naves, más dos de capillas de gran para su decoración están afectados por el manierismo, del que emanan, pues
desarrollo. Dispone como soportes de pilares con medias columnas de fuste son tarjas, apéndices y red de trazas geométricas.
liso con peanas dóricas y capiteles toscanos. Su aspecto exterior es horizon- El máximo esplendor, en cuanto a riqueza de formas, se da en la capilla
tal y gravitante. del Rosario del convento poblano de Santo Domingo. La profusión de
3. Arquitectura mexicana del siglo XVII. En la arquitectura religiosa de formas llega a marear. Allí se encuentran pequeños motivos, que, por su
este siglo sobresale la realización de las portadas de la catedral de México, disposición asimétrica y desordenada, consiguen esta sensación, cubriendo
tres en los pies y dos en el crucero, fechadas en su último tercio. En las partes el espacio disponible hasta la altura del zócalo: brotan desde la estrella
bajas de los primeros cuerpos existen afectaciones manieristas, mientras que central de la bóveda y en cascada se dispersan por doquier; los arabescos se
en las altas aparecen arcos poligonales y columnas salomónicas. entremezclan con cintas prehispánicas y con roleos, todo matizado por una
extensa gama de colores y filetes de oro.
La portada principal de la nave central es de Luis Gómez de Trasmonte.
Las del crucero se finalizan entre 1688-1689 y son atribuidas a Cristóbal Muchas de las capillas alzadas inmediatamente después quedan bajo su
Medina de Vargas. directa influencia. Así ocurre en Tlaxcala, o en Atlixco, así como en otros
lugares del entorno. El yeso elaborado está presente hasta en las obras
A mitad de siglo se levanta el primer cimborrio, reformado, posterior-
del siglo XVIII.
mente, junto con las torres, conforme al gusto neoclásico.
Durante todo el siglo XVII se construyen abundantes conventos de mon- En ornamentación, sobre todo en la de las fachadas, son frecuentes las
jas. Suelen ser de una sola nave paralela al sentido de la calle en la que se puntas de diamante, las columnas abalaustradas y, de uso más selectivo, los
sitúa el edificio. Tienen doble portada y atrio, uno de cuyos extremos queda muros almohadillados, todos ellos ya utilizados en el xvi; pero ahora las
bloqueado por una torre próxima a la acera. fachadas incorporarán otros motivos, como las cintas, espacios rectangula-
Por el contrario, las carmelitas disponen sus templos con planta perpen- res muy separados unos de otros. Unos y otros fueron ganando en barro-
quismo. Ejemplo barroco en Oaxaca es el templo de la Soledad, con porta-
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da-retablo de 1689. En cuanto a obras en yeso, merece la pena citar la capilla te. Los espacios se cubren con cúpulas de planta octogonal con bóvedas
del Santo Cristo de Teposcoluta, trasunto de la del Rosario de Puebla. esquifadas. La decoración se enriquece con respecto al exterior por la
4. La arquitectura mexicana del siglo xvill. Las recargadas ornamen- presencia de retablos, esculturas exentas, pinturas, rejerías y orfebrería. Y
taciones del barroco mexicano están en relación directa con el vigor y la todavía se emplea ocasionalmente la yesería para decorar el interior de las
opulencia de una sociedad criolla dueña de grandes extensiones de tierra y cúpulas y en los presbiterios.
de cuanto en ellas se produce o vive, de ubérrimas minas o de tinglados y Lo vistoso queda conseguido con uso del color y de las tonalidades
rutas comerciales extremadamente prósperas. Su religiosidad, al igual que la como unos elementos más del barroco mexicano.
de los indios y mestizos, encontró un cauce de expresión para su acendrado En la ciudad de México, la actividad de canteros, maestros y arquitectos
fervor en la realización de construcciones religiosas. es intensa. Nombres importantes, por lo que representan sus obras para la
El barroco mexicano, como estilo, cobra impulso en torno a la decora- evolución de la arquitectura en este período, son Pedro Arrieta, Miguel
ción y sus elementos. Son los juegos de luz perspectivas sabiamente dispues- Custodio Duran y Antonio Alvarez, entre otros muchos.
tas para resaltar los espacios cupulados y rematados los ejes axiales por Pedro Arrieta levantó en el Cerro del Tepeyac un santuario dedicado a
retablos, que, bañados en oro, refulgen llamativos. La sensación de majes- la Virgen de Guadalupe. Entre 1695 y 1709 construyó un templo de planta
tuosidad y riqueza quedaban conseguidos. casi cuadrada. Lo dotó de una cúpula central de grandes proporciones,
Las plantas, por el contrario, tienen un fuerte carácter continuista. Sí flanqueada por otras cuatro menores. En los ángulos de la planta dispuso
rompen con el pasado las torres y las cúpulas. Los arquitectos las utilizan cuatro torres.
para dejar libre su genio proyectivo. En el norte y en el sur de México, más en el primero que en el segundo,
Las torres adoptan formas caprichosas, maximalizadas al llegar a los se siguen desarrollando las tendencias evolutivas ya anunciadas en el siglo
campanarios, cuya decoración compite en riqueza y profusión de formas pasado. Pero con quien cobra verdadero auge el barroco mexicano será con
con la de las portadas. las obras de Jerónimo de Balbás y las de Lorenzo Rodríguez.
Es en la decoración de éstas donde hay que detenerse para poder hacer Balbás, imbuido por las enseñanzas de José de Churriguera, es de una
una apreciación exacta de la evolución del estilo que arranca de la columna imaginación portentosa, como queda reflejada en sus retablos. Sus obras y
salomónica para llegar al estípite y finaliza con la consiguiente reacción su fama le llevan a México en 1718. Se le encargó la ejecución del retablo de
lineal o regreso a la columna clásica al final de la centuria. La libertad de la capilla de los Reyes. En 1737 es ya una realidad. Con este trabajo, Balbás
composición, vulnerando constantemente los órdenes clásicos, es expresión introduce el estípite, o soporte formado por troncos de pirámides inverti-
de la fundamentalidad barroca. das. Es la antítesis de lo curvilíneo. Con él, el movimiento tiene trayectoria
Los arcos poligonales, ya empleados con anterioridad, consiguen ahora inversa, va de arriba abajo.
un gran desarrollo y cumplen su función alternando con los mixtilíneos. Son
El estípite va a tener una amplia difusión, primero entre los carpinteros,
éstos arcos semihexagonales, semioctogonales y lobulados, generalizándose
que lo tallan en la madera, para después generalizarse en los trabajos en
su uso.
piedra.
Las torres, en la traza de sus líneas, adquieren una riqueza de movi-
Estípite y arquitecto alcanzan la fama con motivo de la construcción del
mientos inusitada. Son habituales las octogonales y las de sección mixtilínea,
templo del Sagrario de la catedral de México, sufragada con fondos del
con cuerpos decrecientes y altos, como consecencia de situar los cubos al
mismo nivel que el que tiene el remate de la fachada. Santísimo Sacramento.
La curva, la recta y la contracurva tienen uso profuso en los vanos de Fue concebido como un monumental relicario con cúpula dominante,
luz, sean ventanas o claraboyas, como se puede observar en las de Taxco, cúpula de triunfo. Utiliza L. Rodríguez la planta central de cruz griega
Tepotzotlan y Ocotlan, o en las de dintel estrellado de la capilla del Pozito. extremada hasta un perímetro cuadrangular que recoge todo lo construido.
Se busca el contraste formal, los efectos de luces, de imágenes recortadas Sobre el crucero, una gran cúpula, y sobre los ángulos de la planta, otras
por un espectro lumínico pensados como estrellas o como sustancias que se cuatro menores.
mueven, rompiendo la monotonía de la superficie de los paramentos lisos. Es en el exterior donde el arquitecto se luce mediante el empleo de la
La decoración afecta al interior y al exterior de los edificios, pero suele policromía y sus efectos cromáticos. Los paramentos serán de piedra rojiza
alcanzar el éxtasis formal en portadas y campanarios, o al menos el esplen- y mixtilíneos en sus remates. La fachada se mantiene con dos contrafuertes
dor en grado máximo. Los motivos ornamentales más utilizados son los construidos en piedra grisácea. Las portadas, dos, son de dos cuerpos mixti-
vegetales, de apariencia carnosa o plana, junto a esculturas de todas las líneos en sus zonas altas. No son portadas tradicionales: son verdaderos
proporciones, escudos, carteles de dibujos, cintas y placas retorcidas, festo- retablos en piedra. No hay soportes distribuyendo los espacios y los entabla-
nes mixtilíneos y los pretéritos pináculos tallados al gusto. mentos tampoco están. La idea básica es cubrir todo el paramento sin dejar
En el interior, el atiborramiento de formas y expresiones es contunden- espacios vacíos. Emplea los estípites, dispuestos en pedestales altos y cubier-
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tos con abundantísima decoración. Su estípite no da la sensación de soportar Alonso Beltrán, en 1564, hace el proyecto de la catedral de Lima.
presiones, sino la de cerramiento de espacios. Es la oclusión decorativa. Dispone un gran templo rectangular de cinco naves, a las que añade dos de
La fase final del barroco mexicano es una reacción negativa con respec- capillas. Emplea en el diseño bóvedas para la cubierta. Como elementos
to al empleo del estípite y el recargamiento de formas decorativas. Resurge sustentantes propone pilares de planta cruciforme con medias adosadas. El
el uso de la columna clásica. Los efectos dinámicos ahora van a estar en los proyecto será en su momento reformado por Francisco Becerra.
movimientos en las trazas de las plantas.. Posiblemente este proyecto y otras construcciones desaparecidas fue-
La ciudad de México, y en ella el arquitecto mexicano Francisco Anto- ron los ejemplos más próximos al purismo renacentista en Lima, estilo de
nio Guerrero y Torres, será el exponente de esta última evolución artística. cortísima vigencia al que siguió otro período, el manierista, de más larga
Supo alternar lo clásico con lo dinámico. Algunos historiadores han creído duración.
ver en sus ejecuciones arquitectónicas ciertas premoniciones del ya próximo Se conserva el artesonado de una sala contigua a la portería del conven-
neoclasicismo. to de los dominicos. Es de dibujos geométricos renacentistas. Es posible que
Guerrero fijó la oposición al uso del estípite, ostensiblemente recusado pertenezca al siglo XVII, pero es una muestra tardía de lo que debió ser muy
en beneficio de la utilización de la columna clásica. común en el interior de las techumbres.
A él se debe una de las joyas no ya del barroco mexicano, sino del arte La casi totalidad de los templos limeños del siglo XVII fueron del modo
hispanoamericano: lá capilla del Pocito, construida entre 1771 y 1791, muy gotico-mudéjar de una nave; alguno también de tres naves separadas por
próxima a la basílica de la Virgen de Guadalupe. pilares ochavados. Los limeños desaparecieron hace muchos años, por lo
que se desconocen detalles relativos a su ornamentación, pero es probable
£) Colombia que se parecieran a los mexicanos. Por el exterior, los muros serían de
Durante el siglo xvi se levanta la catedral de Tunja, que tiene su comien- ladriflo, coronados por listeles simples, con remates en forma de almenas.
zo de obras ya a finales del siglo, en 1569. Es de tres naves cubiertas de En el contrato d e obras para la capilla de Santiago, el artífice Alonso de
madera, con arcos apuntados sobre columnas. El Renacimiento se encuen- Morales se compromete a ejecutar alfices flanqueando lo» vanos y figuras de
tra en su portada, de gran belleza y austeridad, con columnas pareadas, cerámica en las enjutas y frisos de las portadas, y que éstas tenían que ser de
entablamento y hornacina. igual traza a la de la capilla de la Vera-Cruz, sita entonces en el interior del
También en el siglo XVI, en 1577, se inicia la construcción de la catedral convento de Santo Domingo.
de Cartagena de Indias. El edificio sufrió incendios, asaltos, pillaje y todo Estas portadas debieron de ser muy numerosas. Han quedado de ellas
tipo de agresiones físicas, pero siempre fue reconstruido buscando la fideli- algún zócalo de azulejos, unas veces con dibujos renacentistas, otras con
dad con su estructura y formas iniciales. lacerías moriscas,- también algún que otro pilar ochavado y alguna techum-
Su interior es claramente renacentista. En él hay tres naves separadas bre de madera. Estas fueron hechas a tres o cinco paños, con tirantas y
por columnas coronadas por capiteles toscanos. decoración de lazos y estrellas. Como fueron las de la segunda catedral,
terminada en 1551; la iglesia de Santa Ana, de 1553; San Francisco, 1560; la
F) Perú Encarnación, 1562; Santo Domingo, 1575; la Concepción, 1573; San Pablo,
1569; San Agustín, 1600; Santa Clara, 1604.
1. Lima. A mediados del siglo XVI, Perú, bajo el gobierno del mar-
qués de Cañete, logró la estabilidad política necesaria para promover el Hoy, lo mudejar en Lima hay que conocerlo en las descripciones de las
desarrollo arquitectónico, actuando el marqués como un verdadero mece- viejas crónicas y los libros de Cabildo.
nas que favoreció la construcción de edificios religiosos, fundamentalmente Los claustros limeños recogen el gusto por lo mudejar mezclado con
en Lima. formas y decoraciones renacentistas. Grandes y de planta cuadrada. Sus
En primer lugar, es el gótico el que como estilo alcanza una expresión galerías están recorridas por arcos de medio punto que descansan en pilares
considerable. Se trataba, en realidad, de un estilo ya rebasado, utilizado para ochavados; las galerías altas se perdieron. Subsisten las bajas, en las que
el alzado de edificios populares. Hay constancia de dos capillas laterales están los citados soportes y arcos de rosca con molduras. Y azulejos cubrien-
construidas por Jerónimo Delgado en 1547, en la antigua iglesia de Santo do los zócalos de los paramentos interiores. Las cubiertas son de madera y
Domingo, y en las que utiliza bóvedas de nervios. Es admisible que se planas, con dibujos. A finales del XVI estaban finalizados los claustros de los
hiciesen más construcciones de estilo gótico, como las dos primeras catedra- dominicos, franciscanos, mercedarios, jesuítas y los de los monasterios de la
les, las primitivas iglesias de dominicos, franciscanos, mercedarios y parro- Encarnación y la Concepción.
quia de Santa Ana, con plantas de una nave, con testeros planos o poligona- 2. Cuzco. Es en la arquitectura del XVI donde se aprecia la superpo-
les y en cuyo exterior figuraron contrafuertes, pero también lo es que en sición de culturas. Circunstancia que se observa perfectamente en la casa-
todas estas obras utilizaron el arco de medio punto que nos introduce en el convento de Santo Domingo, erigida sobre la cimentación del antiguo tem-
ambiente renacentista. plo del Sol. El templo dominico debió de tener inicialmente tres naves, en
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gótico mudejar, con pilares y testero plano. Asolado en 1650, fue posterior-
mente alzado de nuevo. Se aprovechó por ello, de lo que había quedado en catedral de Lima. Encarga las obras a Alonso Beltrán. Es también notoria la
pie, la portada lateral. intervención de Francisco Becerra, que introduce modificaciones en el plan
El manierismo del XVII está presente en su traza. Pero hay columnas general de obras, inspirándose para ello en la catedral de Sevilla.
dóricas de fustes estriados, mientras que a poca distancia se sitúan hornaci- Es un conjunto reducido considerándolo desde una dimensión catedra-
nas superpuestas, manifiestamente anticlásicas; son similares a las practica- licia. Su planta es de tres naves, rematadas en un testero plano. Las bóvedas
das en las pilastras del arco de ingreso; en ellas están presentes temas de crucería son recibidas por pilares cuneiformes con pilastras.
decorativos como las veneras, más propias del plateresco; siguiendo las
G) Chile
tendencias claroscuristas, la rosca del arco se decora con casetones, y aun lo
herreriano coexiste con todo lo anterior en los ejes de los soportes pinácu- En la antigua Capitanía General de Chile son evidentes, en sus edifica-
los. Todo queda reafirmado, en cuanto a diversidad, por la composición del ciones, las influencias arquitectónicas de Lima.
entablamento convexo y de casetones mixtilíneos en el segundo cuerpo. Hay que destacar la iglesia de Achao, muy reproducida en sus formas en
El claustro cuzqueño queda a gran altura con el de San Francisco. Es de otros lugares de Chile. En el exterior hay dispuesto un pórtico bajo la torre,
planta cuadrada y de dos galerías. En la baja, los arcos son de rosca con una, que no hay más. En el interior, tres naves separadas por columnas que
molduras y flanqueados por alfices. Las columnas arrancan de unas basas; reciben arcos escarzanos y unas bóvedas lobuladas hechas con madera de
unos plintos, con decoración de hojas, reciben sus fustes lisos coronados con alerce y ciprés.
capiteles bellísimos. Y sobre éstos, cimacios cuadrados. En la alta, los arcos En el norte, desértico, se levanta un tipo de templo de gran sencillez.
son carpaneles, también encuadrados p o r alfices. Aquí, las columnas son Un prototipo debió de ser la iglesia de Chiu-Chiu, de principios del XVII. La
más bajas y se apoyan en un pretil. Los capiteles son parecidos en belleza. actual es consecuencia de las reformas habidas. Ofrece una planta sencilla.
En éste también se da, como en el de México, el gusto por el Renaci- Cimientos en piedra y muros en adobe y madera, sustentados por enormes
contrafuertes. El templo es de una horizontalidad absoluta. No hay nada que
miento, aunque en tono menor en cuanto a abundancia y originalidad de
pueda romper la tremenda austeridad que le caracteriza. Hay otros templos
temas.
en los que existe una torre y algo de decoración, fruto de la influencia del
En Ayacucho predomina el estilo plateresco. Aquí, el convento de Santo
barroco del Potosí; este influjo es notorio en la planta del templo de San
Domingo nos ofrece en su fachada principal una columnata que recuerda a
Pedro de Atacama y en las portadas esculpidas según el ejemplo tomado de
las toledanas por su disposición y ornamentación. la del Coyao, que se hallan en los lugares de Mocha, Chiapa y en la de
Por su fachada renacentista, del tipo castellano, debe ser tenida en Usmagama, decorada con tallas planiformes.
cuenta la iglesia de San Blas. Acoge un arco con molduras, dotado de un
escudo en su clave, esculturas y relieves en las enjutas. Unas columnas
adosadas buscan ascendiendo un frontón que corona el conjunto. II. LA ESCULTURA
El ladrillo como material constructivo en los templos peruanos hay que
tenerlo en cuenta a partir de la edificación de la iglesia de Paurcarolla, de la Durante todo el XVI llegan desde Sevilla a Santo Domingo, Puerto Rico
que procede, y en piedra, de la de Chucuito, que se puede citar por su y Cuba gran número de esculturas, según consta en los Archivos de Protoco-
decoración efectista, en la que se emplean círculos y rectángulos de alto los y de Indias. La mayoría ardieron, las perdieron o fueron robadas por
relieve. visitantes indeseables.
La catedral de Cuzco nace en planos por obra de Francisco de Becerra.
Los trabajos de ejecución los inicia en 1562 el maestro de obras Juan Miguel A) Santo Domingo
Veramendi. Está inspirada en las diseñadas por Diego de Siloé y Vandelvira. Muestras residuales de estas esculturas llegadas desde Sevilla son la
Su planta alberga tres naves separadas por pilares de perfil esquinado; sus estatua yacente del obispo Bastidas, situada en la catedral, en la que queda
capiteles están decorados por abundantes molduras y duro entablado, muy también, de entonces, la Virgen con el Niño, que debió de salir de alguna
saliente en sus formas. Las bóvedas que integran la cubierta son de crucería. mano cercana a Juan Bautista Vázquez el Viejo.
Dispone en sus pies de una fachada enmarcada por dos torres en sus ángu- Sevilla estará siempre presente en el trabajo de los escultores que labra-
los, de paramentos ciegos casi en su totalidad, coronadas por sendos campa- ron en los talleres de la isla, sobre todo en el período comprendido entre
narios de escasa altura, lo que configura una sensación de extraordinaria 1540 y 1550. Esto queda patente en los relieves de medallones con cabezas
pesadez, no obstante su portada principal, flanqueada simétricamente por de regulares proporciones que decoran la capilla de Alonso de Zuazo. Igual
otras dos secundarias, que con dos cuerpos y una hornacina como remate sensación produce el observar los trabajos de cantería, realizados en la
final parece que intentan aligerar la gravidez general. portada catedralicia por los artífices del lugar, nativos o importados.
Es el virrey Velasco quien, en 1598, impulsará la construcción de la La escultura barroca de los siglos xvil y XVIII es aquí y en el resto de las
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Antillas extremadamente escasa, y Sevilla sigue influyendo, aunque sin po- junto con otros mudejares y precortesianos. Ello ocurre en las Posas y en la
der llegar a crear escuelas que, con andadura propia, perpetuasen la escultu- portada del convento de Calpan, o en el anejo estado de Morelos, en la
ra barroca. portada del convento de Tepozlan.
En talla resulta muy original, por la iconografía representada, la decora- De más arriba en la escala de la perfección son los trabajos en piedra de
ción de la capilla del Rosario de la iglesia de los dominicos de Santo Domin- las portadas agustinas de Acolman y Yuridia. Las dos son platerescas y muy
go. Los trabajos se acabaron en 1684. La decoración afecta a la bóveda de imitadas.
la capilla. Allí quedan representados en talla el sol, los signos del zodiaco y La sensibilidad indígena interpreta la ejecución de la excepcional capi-
cuatro planetas: Júpiter, Marte, Mercurio y Saturno, cada uno en un ángulo. lla abierta de Tlalmanalco. Sus figuras son alegorías referidas al triunfo del
La posible interpretación del conjunto es muy variada, al igual que sus bien y de la virtud. Las tallas alcanzaron rápidamente el favor de las gentes.
antecedentes. Son imágenes notables, llegadas desde Sevilla, el Cristo de los Conquistado-
res y el del Buen Despacho, de la catedral de la Ciudad de México; la Virgen
B) Puerto Rico de la Merced y la Inmaculada, del Museo de Tepotzotlán, o el conjunto de
Santa Ana, la Virgen y el Niño, de la iglesia de Santa Mónica de Puebla.
En esta isla, lo más refinado en talla son las imágenes de madera policro- Obra importantísima es el retablo mayor de Huejotzingo. Su traza es
mada del Cristo de los Ponce y la de la Virgen con el Niño del Seminario. Las arquitectónica y sirve para ofrecer historias hechas con pinturas, pero tam-
dos son de concepción sevillana. bién hay en él esculturas que nos recuerdan el estilo velazqueño.
En los archivos de la isla hay constancia fehaciente de la remisión desde
Durante los primeros años del siglo XVII siguieron llegando a México,
Sevilla de tallas, que debieron de ser de factura barroca, aunque se descono-
desde Sevilla, esculturas y escultores, siendo notable la influencia de Juan
cen sus temas y su posible localización. Sí se conserva una imagen de San
Martínez Montañés, a pesar de la distancia en las habilidades dé casi todos,
José con el Niño en brazos, depositada en el Instituto de Cultura de San
como sucede con el Niño cautivo de la catedral de México y con la Virgen y
Juan y a la que por sus características similares a sus iguales sevillanas se la
el Niño del museo de la basílica de Guadalupe. Los grandes trabajos de los
fecha en torno a los años finales del XVI, momentos en el que el taller de
escultores locales son los retablos y las sillerías de coro.
Pedro Roldan dominaba el estilo. Hace que dudemos de su procedencia
Lucas Méndez hace el retablo de la capilla de los Reyes, en la catedral de
hispalense la blandura de los volúmenes y la expresión del rostro, presumi-
Puebla. Posee una inmensa riqueza en formas doradas.
blemente locales.
Al criollo Salvador de Ocampo se debió la sillería del desaparecido
C) Cuba templo de San Agustín, de repertorio muy rico y variado.
Obras destacadas del XVII, en piedra, son los relieves del convento de la
En Cuba son también pocas las tallas que se conservan de esta época, Encarnación de México y el de San Agustín, hoy en la Biblioteca Nacional,
aunque igualmente se sabe que llegaron en cantidad estimable. Entre lo que acabado en 1692.
queda está un San Cristóbal en la catedral de La Habana, tallado en madera Las portadas de la catedral de Puebla se deben a Juan de Solé González,
encarnada y policromada. Es obra ejecutada en 1632 por Martín de Andújar con tallas de la Concepción, San José, San Juan y Santiago.
en Sevilla. La piedra también es esculpida en Oaxaca. El relieve más importante es
el de San Agustín, de factura suelta, posiblemente de 1722, el cual guarda
D) México una cierta relación con el autor de los relieves de la portada de la Soledad.
La escultura es una faceta artística original. La calidad comparte el Sus matices recuerdan a Zurbarán y Murillo.
panorama con la tosquedad en composiciones y acabados de las facturas en La escultura monumental está asociada a los relieves de portadas. Los
piedra. Las figuras en madera o pasta son interesantes por las expresiones de la basílica de Guadalupe narran las apariciones de la Virgen al indio Juan
conseguidas y por las técnicas de elaboración, pero carecen de ese toque de Diego. Dirigió su ejecución Pedro de Arrieta, al que hay que citar también
delicadeza que sería de desear. en La Profesa, donde existe, en relieve, un San Ignacio sobre la puerta
En los siglos XVI y XVII, los temas de la escultura decorativa son muy principal, realizado con tosquedad y partiendo de un grabado previo.
variados; su interpretación transcurre por etapas como el gótico, el mude- Son de algún mérito las historias que componen la fachada del conven-
jar, el precortesiano, el plateresco, el claroscurista y el manierismo. Al final to de Santo Domingo. Hiératicas, pero importantes, son las esculturas de la
de este proceso hace acto de presencia el barroco, que se desarrolla a iglesia de Guadalupe de Zacatecas, ciudad en la que hay que destacar tam-
impulsos de la fantasía. La talla de madera sigue un ritmo similar. Las dos bién el relieve de la portada de la iglesia de San Agustín.
producciones se engloban dentro de la temática religiosa. La madera es muy trabajada en la etapa barroca. De factura dinámica y
En Puebla y zonas próximas, los conventos franciscanos son los prime- excelente policromía son las tallas de los arcángeles Miguel y Rafael en la
ros que ofrecen realizaciones decorativas, en las que hay elementos góticos capilla doméstica de Tepotzotlán.
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Durante el XVIII destacan en Puebla los trabajos de los Cora. A José De Juan de Oviedo se conserva el recibo de lo que cobró por la hechura
Zacarías Cora se debe la escultura de San Cristóbal, en la iglesia de igual y encorvado de una imagen de Nuestra Señora de la Candelaria.
nombre.
Lo dramático y tremendista está en las creaciones populares de escultu-
ra en madera policromada; a través del color buscan el realismo. Así se III. LA PINTURA
observa en las figuras de Cristo crucificado. Tanto las imágenes del altar
como las procesionales parecen poseer capacidad de comunicación, como A) México
sucede con el Cristo de Santa María Tonanzintla; la de Cristo peregrino del
El primer tercio del siglo xvil es una prolongación de los últimos años
santuario de Atotonilco, en Guanajuato; el Cristo Rey de Burlas, de Queré-
del anterior.
taro; el Santo Cristo del Rebozo, del templo de Santo Domingo, de la ciudad
El pintor que va por delante de los demás es Luis Juárez, cuyo estilo
de México.
destaca dentro del manierismo sevillano, dada la inimitable suavidad de sus
La imágenes marianas poseen facciones de belleza sublime; con esto pinturas. Posee buena técnica colorista. Sus personajes parecen bellos mu-
bastaría para considerar apreciable su factura. El fervor popular, en su ñecos. Su obra más famosa son los Desposorios rústicos de Santa Catalina,
deseo de conseguir un realismo más evidente, dota a estas tallas de pelucas, posiblemente influida por la Epifanía, de Echave Orio, pero con juegos de
postizos y mantos, que les dan un aspecto muy singular, como sucede con la luces propios. Los esfumados y los aires vaporosos están logrados en la
Virgen de Ocotlán. Imposición de la casulla a San Ildefonso y en el Martirio de Santa Úrsula.
Rompiendo con este estilo, hizo el San Simón Stock recibiendo el escapulario, de
E) Perú
composición mixta, pues oscila entre el realismo y el manierismo rafaelesco.
Pocas esculturas quedan correspondientes a los años que transcurren Baltasar Echave Ibia es otro de los grandes pintores del momento. A él
de 1535 a 1580. Sabemos algo de ellas a través de noticias documentales. se deben un San Mateo, de gestos preconcebidos, y una espléndida Concep-
Conocemos su existencia. Las hubo exentas de madera y piedra, en retablos ción. Ambos se conservan en la Academia de Bellas Artes. Sabe combinar la
y portadas, de procedencia sevillana o estrictamente locales. suavidad con la luz, dulce, que acaricia las figuras. Su dibujo es firme, con lo
Con los últimos años del siglo XVI aparecen en la región andina artistas que realza los detalles.
indígenas, como, por ejemplo, Francisco Tito Yupanqui, de Copacabana, al Alonso López de Herrera es otro pintor del mismo momento histórico,
que se debe la imagen de la Virgen del mismo nombre, inspirada en la aunque de características diferentes a los anteriores. Llegó a ser nominado
Virgen de la Candelaria de la iglesia de los dominicos de Potosí. el divino Herrera. Fue religioso dominico y ejecutó el retablo mayor de la
De este artista arranca una escuela de imagineros dedicada al retablo. iglesia de su convento en México. Es dibujante seguro y detallista. No elude
Son indígenas, y entre ellos destaca Sebastián Acóstopa Inca. Guarda rela- lo prolijo ni siquiera en lo menudo. Su obra más conocida es la Asunción, de
ción con Tito Yupanqui el grupo indio de Chuquisaca, del que sobresale la Academia de Bellas Artes. En ella aparecen los apóstoles en gesto airado
Diego Quispe. y actitud violenta. También es de él el Cristo Resucitado, y en muchas ocasio-
A Roque de Bolduque, que tiene taller en Sevilla, pertenece la Virgen nes repitió el tema de la Santa Faz.
de la catedral de Lima, «La Sola».
En la segunda mitad del siglo XVI hubo en Sevilla un grupo de esculto- B) Perú
res formados en el bajo Renacimiento, entre los que están Juan Bautista
Vázquez y Jerónimo Hernández, que ejerce una influencia importante entre En 1958 se elaboró un catálogo de las obras europeas del siglo XV
los Oviedo, Miguel Adán, Juan Bautista Vázquez el Moro, Gaspar del Águila existentes en la región andina. Eran una veintena aproximadamente, mu-
y Núñez Delgado, de 1560 a 1600. Este grupo tuvo una relación profesional, chas influidas por los manieristas de Amberes, destacando la tabla de la
que cabe estimar como intensa, con el Perú. El maestro del grupo es Juan Piedad del Museo de Charcas. Su composición está influida por la inspira-
Bautista Vázquez el Viejo. Hizo un calvario para Tunja y existe el documen- ción de Quintín Massys, a quien se atribuye la Virgen Orante, de Bogotá, al
to del retablo que hizo para Santo Domingo de Lima. También se le atribuye igual que la Sagrada Familia del Museo de la Moneda de Potosí. Otro trabajo
la Virgen con el Niño de la Universidad Católica de Lima. destacable por su factura es la Adoración de los Pastores, del Museo Nacio-
Jerónimo Hernández influye en iconografías marianas, como es eviden- nal de La Paz. Hay, ya próximo al estilo de Van Cleef, un San Jerónimo en
te en la Virgen de la Candelaria de La Paz. Representa una Virgen sentada San Francisco de Lima.
en trono con el Niño de pie sobre sus rodillas. Pero el pintor que tuvo un peso profesional más importante y que
Gaspar Núñez Delgado trabaja con marfil y barro cocido. En la ahora influyó más es Martín de Vos, más conocido en América que en Europa. Su
Bolivia existe un Ecce Homo, depositado en el convento de la Concepción, estilo es de transición ya en los últimos años del manierismo flamenco. Obra
de la capital. Es una talla de 40 centímetros y se halla bien conservada. destacable suya sería la Incredulidad de Santo Tomás. Igualmente se deben a él
854 P.IV. La irradiación de la Iglesia

u n c o n j u n t o d e tablas d e la iglesia d e Cautitlán, siendo la más i m p o r t a n t e la


d e la Inmaculada y San Miguel Arcángel, m u y copiada e n América. U n a d e las
copias está e n la catedral d e Lima. T a m b i é n se c o n s i d e r a o b r a suya el Cristo
triunfador de la muerte, custodiada e n el M u s e o d e Charcas.

NOTA BIBLIOGRÁFICA

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ENERO DE 1992, FESTIVIDAD DE SAN
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