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Disponiendo de un ejrcito para protegerlo y de una burocracia para administrarlo, el Imperio concedi amplia libertad para viajar y para

comerciar; no haba barreras de raza ni ningn gnero de aranceles, salvo derechos de puerto (....) las amplias carreteras romanas facilitaban el transporte (...) y los armadores explotaban las vas fluviales y martimas (...). El ir y venir de personas era tan intenso como el ir y venir de mercancas. Soldados y mercaderes, funcionarios y empleados, turistas, estudiantes, filsofos y retricos ambulantes, los correos de la posta imperial y de los bancos y de las compaas navieras (...). En las grandes ciudades, especialmente en la costa, la poblacin era cosmopolita (...) las personas de origen extranjero traan consigo sus costumbres, supersticiones, cultos y normas morales; las religiones orientales se extendieron hasta el lejano Occidente (...). Con el transcurso del tiempo fue olvidndose literalmente la distincin de razas, y hombres nacidos en las provincias llegaron a ocupar puestos eminentes en la literatura, en las letras, en la milicia y en el gobierno. Fuente: R.H. Barrow: Los romanos. Buenos Aires: F.C.E., 1950.

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