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DEPARTAMENTO DE PASTORAL

DEL
CED “LUIS MADINA”

Si tu voz no se escucha, no resonará la Palabra de Cristo


Si no das bien el sentido, el pueblo no podrá comprender.
Si no das la debida expresión y no comunicas espíritu a tu ministerio,
la Palabra perderá su fuerza.
(San Agustín)

Preparación para el sacramento de la Eucaristía

Manual de formación

P. Wilson Sossa, cjm


Capellán y Docente
María del Rosario Rengifo Barona
Docente

LA PALABRA ES CRISTO MISMO.


La Celebración de la Palabra es ya un misterio.
Es Dios mismo quien habla a su pueblo.
La Palabra no consiste en sonidos, cantos o predicación...
LA PALABRA ES CRISTO.
Más allá del mensaje dirigido a la inteligencia,
está Aquél que habla y que llama a la puerta,
1
para entrar y hacer su morada entre nosotros.
(Apoc.3,20)

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I – II ENCUENTRO
GESTOS Y SÍMBOLOS EN LA CELEBRACIÓN

Nuestra liturgia está tachada de verbalista, centrada en exceso en el Libro y la Palabra. Lo racional y lo
discursivo tienen gran importancia en nuestro culto, pero lo visual y la expresión corporal, bastante menos. Claro que la
palabra es el primer signo que empleamos para expresar nuestras ideas, pero eso no basta para una celebración que
debería afectar a todo el ser humano.

La reforma conciliar ha revalorizado la Palabra, con lo que todavía ha adquirido más relieve. Pero a la vez, y
seguramente sin pretenderlo, se ha empobrecido lo simbólico, el lenguaje del movimiento y de los signos. Es interesante
oír las voces que se han levantado del Tercer mundo protestando contra la excesiva simplificación de elementos
simbólicos por parte de la nueva liturgia. Desde África, por ejemplo se han hecho ver los inconvenientes que para
aquella cultura tiene esta liturgia tan fría y esquemática, sin pausas, sin tiempos “perdidos”, sin fiesta, sin movimiento
ni símbolos. Y han citado el famoso dicho de Leopoldo Senghor: “los occidentales dicen: pienso, luego existo; nosotros
los africanos decimos: danzo, luego existo”. Los jóvenes, por una parte, y la religiosidad popular por otra, son otros
factores que mueven a un re-pensamiento de la dinámica interior de la liturgia; también ellos buscan una mayor
expresividad de los signos y del lenguaje simbólico.

EL POR QUÉ DE LOS GESTOS Y SÍMBOLOS EN LA CELEBRACIÓN

a) Razón antropológica: El ser humano está hecho de tal manera de todo lo realiza desde su espíritu interior y
desde su corporeidad: no sólo alimenta sentimientos e ideas en su interior, sino que los expresa exteriormente con
palabras, gestos y actitudes. Y no es que el ser humano tenga sentimientos, y luego los expresa pedagógicamente, para
que los demás se enteren. Sino que se puede decir que esos mismos sentimientos no son del todo humanos, ni
completos, hasta que no se expresan. Hasta que la idea no se hace palabra, no es plenamente realidad humana. Y es que
en el fondo del ser humano no es una dualidad “cuerpo y espíritu”, sino una unidad: es “cuerpo-espíritu” y desde su
totalidad se expresa y realiza, con palabras y gestos.
Así, en la celebración litúrgica, la alabanza no es plenamente ni humana ni cristiana hasta que suena en la voz
el canto.

b) El simbolismo es una categoría religiosa universal: El ser humano, no sólo para su propia expresión, o para
su actividad social, sino también y sobre todo para su relación con la divinidad, se sirve del lenguaje simbólico,
expresando y realizando con signos y gestos corporales la comunión religiosa con lo Invisible. La dinámica de los
signos religiosos funciona de muchas maneras: sacrificios, palabras, cantos, objetos sagrados, acciones, reverencias,
comidas, fiestas, templos...

c) Para los cristianos el motivo fundamental de estos signos es el teológico: el mejor modelo de actuación
simbólica lo tenemos en el mismo Cristo Jesús. En su misma persona. El es el lenguaje más expresivo de Dios, que nos
quiere mostrar su Alianza, su cercanía y su perdón. Y también es Cristo el lenguaje mejor de la humanidad en su
respuesta a Dios: nuestra alabanza y nuestra fe han quedado plasmadas en Cristo, cabeza de la nueva humanidad. O
como dijo Pablo en su segunda carta a los corintios: Cristo es el “sí” más claro de Dios a los hombres y el “sí” también
más concreto de los hombres a Dios.
Además Cristo utilizó continuamente el lenguaje de los gestos simbólicos en su actuación salvadora: palabras,
acciones, contacto con sus manos, la incisividad de su mirar, los milagros....

SIGNO Y SÍMBOLO

Las celebraciones sacramentales no habría que verlas sólo de la perspectiva de “signos”, por muy eficaces que
se quiera, sino de la “símbolos” o “acciones simbólicas”.

El signo, de por sí, apunta a una cosa exterior a sí mismo: el humo indica la existencia de fuego, y el semáforo
verde nos hace saber que ya podemos pasar... El signo no “es” lo que significa, sino que nos orienta, de un modo más o
menos informativo, hacia la cosa significada. Es una especie de “mensaje” que designa o representa otra realidad.

El símbolo es un lenguaje mucho más cargado de connotaciones. No sólo nos informa, sino que nos hace entrar
ya en la dinámica propia. Para felicitar a una persona en su cumpleaños o en su aniversario de bodas, podríamos
emplear sólo palabras. Pero normalmente recurrimos a un lenguaje simbólico: regalos, felicitaciones poéticas, un pastel
con velas encendidas, una buena comida. El gesto simbólico de dos novios que se entregan el anillo de bodas no sólo
quiere “informar” del amor: es un lenguaje que vale por muchos discursos, y que seguramente contiene más realidad
que las palabras y que la vida misma.
Los símbolos litúrgicos no sólo informan, catequéticamente, de lo que quieren representar, sino que tienen un
papel mediador, comunicante, unificador, transformador, productor. Las palabras y el gesto de la absolución levan a su
realidad el encuentro reconciliador entre Dios y el pecador. El comer y beber de la Eucaristía es el lenguaje simbólico y
eficaz, de la comunicación que Cristo nos hace de su Cuerpo y su Sangre, y de la fe con que nosotros le acogemos...

DEJEMOS HABLAR A LOS SÍMBOLOS

Es lo primero a tener en cuenta. Si el agente de tráfico que yo tuerza a la derecha o izquierda; que me pare o
ande de nuevo, lo primero que deberá hacer es dejarse ver. Lograr que sus gestos de brazos, manos y silbato sean vistos
-¡bien vistos!- por la gente.

Dejemos hablar a nuestros símbolos orantes. Que la luz, luzca en abundancia, en precario o que sea una simple
mecha humeante, dependerá de lo que nosotros queremos simbolizar; no de nuestro raquitismo o mezquindad.
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Dejemos hablar a nuestros símbolos. ¡No hablemos nosotros por ellos!. El símbolo en la realidad, no habría
que explicarse nunca. ¡Ya está bien de esas moniciones que insisten: “El celebrante hace esto porque...”; “nos vamos a
dar el abrazo de paz en señal de que...”; “hemos puesto delante de nosotros este pan para representar que...”. Hacer todo
esto es la mejor prueba de que utilizamos símbolos que no significan nada apenas o nada. Cuando damos un beso a un
amigo o saludamos estrechando la mano del otro, a nadie se le ocurre explicar: te doy un beso en señal de amistad, etc.

Es preciso recordar lo de siempre: que la palabra, el símbolo, el rito, etc., no son sino medios de preparar la
llegada o la acción del Espíritu. Sin fe en esa fuerza que viene de lo alto y que es quien en realidad ora en nosotros, todo
puede reducirse a simple decoración teatral. Podemos salir de un encuentro de oración en el que no haya habido más
que simbolismo y ritualismo. Esto es, puro teatro. En nuestro convivir social estamos cansados de saludos hueros,
sonrisitas ficticias, invitaciones y visitas de puro compromiso, duelos con lágrimas de cocodrilo... Total: urge llenar de
contenido, de misterio, de Espíritu cualquier símbolo en el que apoyemos nuestra actitud orante.

Siempre tendremos que partir de esta pregunta: ¿Qué pretendemos con la utilización de éste o aquél símbolo o
conjunto de símbolos dentro del marco de nuestro momento orante?. ¿Orar única y exclusivamente a partir del
símbolo?.

Utilicemos los símbolos con sentido de adaptación: a la verdad celebrada; a las personas concurrentes; al
conjunto o al momento de querer potenciar; al espacio en que uno se desenvuelve y al estado emocional de las personas.

Tengamos también un notable sentido de cercanía respecto del símbolo. No ha de estar ni lejano ni confuso. Al
contrario, muy cercano y libre de toda interferencia. Y, si es posible, pegado a la empatía personal de los orantes.

El sentido coyuntural lo ha tener en cuenta siempre todo símbolo. Cada momento, cada circunstancia parece
que está siempre exigiendo unas apoyaturas muy concretas. Los símbolos son una de ellas. tener tacto para elegir uno u
otro es potenciar o interferir la oración que pretendemos.

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TALLER
“NOS CONOCEMOS MEJOR”

NOMBRE.....................................................................

PROCEDENCIA................................................................

EDAD/ FECHA NACIMIENTO.......................................

AFICIONES.......................................................................

AÑOS ............................................................

PROYECTOS DE FUTURO..............................................

CUALIDADES...................................................................

DEFECTILLOS..................................................................

MUSICA PREFERIDA......................................................

PELICULA FAVORITA....................................................

PERSONAJE RELIGIOSO................................................

UN DESEO.........................................................................

UN DIBUJO SOBRE LO QUE HA APRENDIDO HASTA HOY

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II. EXPLICACIÓN DE LOS SACRAMENTOS
El Verdadero Sacramento es Cristo Jesús.
Cristo: Signo viviente que nos expresa la salvación de Dios
* La contiene en sí misma.
* Nos la comunica.
* Por medio de su Iglesia.
Cristo instituyó los Sacramentos.
Cristo es Sacramento Primordial y definitivo del encuentro de Dios con la humanidad.
Lo que Cristo tenía de visible lo ha pasado a su Iglesia.
Dentro de la Iglesia se han configurado por voluntad inicial de Cristo y por un desarrollo que la Iglesia ha precisado a lo
largo de los siglos, los siete sacramentos en el sentido propio del término: Bautismo, Confirmación, Eucaristía,
Penitencia, Unción de los Enfermos, Orden sacerdotal y matrimonio.
Los siete sacramentos corresponden a todas las etapas y todos los momentos importantes de la vida del cristiano:
*Dan nacimiento y crecimiento.
* Curación y misión a la vida de fe de los cristianos.
En definitiva hay cierta semejanza entre las etapas de la vida natural y las etapas de la vida espiritual.
Sacramento radical: El Bautismo
Sacramento por Antonomasia: La Eucaristía
Los siete sacramentos son eficaces porque siguen siendo actos de Cristo Resucitado y su Espíritu, a través de la Iglesia.
manifiestan y comunican sobre todo en la Eucaristía (a las mujeres y a los hombres) la comunión del Dios amor, uno en
tres personas.

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III- IV ENCUENTRO
LA CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA

Introducción

La Eucaristía es el sacramento central de los cristianos, la comida sacramental en que Cristo Jesús se da como alimento
a su comunidad bajo el signo del pan y el vino, para hacerce partícipe de su misma Persona Gloriosa, su Cuerpo y
Sangre entregados de una vez por todas en la Cruz y ahora en su existencia pascual escatológica.

La presencia de Jesús es real, no aparente. No se trata de una cosa que está a la vista, sino de un encuentro con una
persona. La eucaristía no es, como tampoco lo fue en la última cena, un dar y recibir individual, sino un reunirse de
muchos, una comunión real de mesa, para orar en común, para dar, para compartir, para comer y beber.

Sin fe nadie recibe la gracia propia de la cena del Señor. Y no obstante, la presencia del Señor en la Eucaristía no
depende de mi fe. Lo que hace presente a Jesús no es la fe de quien la recibe, ni la confesión de la Iglesia, sino la
promesa y la palabra dada por el Señor mismo glorificado, que se entrega a sí mismo en los dones del pan y el vino, y
que Él mismo también, despierta la fe a través de la palabra. La incredulidad el hombre y la mujer no pueden destruir la
promesa de Dios, ni pueden anular la presencia del Señor, pero el incrédulo no como ni bebe para su salvación, sino
para su condenación.
El milagro, más que la transformación del pan y del vino, yo loveo en la transformación personal de cada uno de
nosotros. Y este es el sentido de la consagración. Pues, ¿de qué me sirve creer que Jesús está en la Eucaristía si no creo
que está cerca de mí, o de mis hermanos, cuando sufrimos? Si vivo con una actitud cerrada y no cambio, ¿de que me
sirve creer en el misterio de la Consagración del pan y el vino?.

La Patrística no decía “presencia real” sino “presencia actual”, que quiere decir que Jesús actúa; tiene un sentido
dinámico. La función de Jesús es estar aquí para nosotros, para encontrarse con nosotros. No podemos considerar a
Jesús en el altar o en el sagrario como un mero permanecer allí, como una cosa. esta allí, por nosotros, es cuerpo
entregado y sangre derramada que nos pide “haced esto en conmemoración mía”.

Los frutos de la Eucaristía los describe así el catecismo:


a) Por la Eucaristía la comunidad se une más a su Señor (“el que me come permanece en mí y yo en él... vive por mí,
como yo vivo por el padre” Jn. 6, 56-57);
b) Se robustece en su lucha contra el mal y el pecado;
c) Crece en la fraternidad eclesial (“nosotros, los muchos, somo un pan y un cuerpo pues todos participamos de un Pan”
1 Co. 10, 17);
d) Siente el deseo de poder celebrarla en plena unidad con todos los cristianos;
e) Se entrega por los demás y trata de seguir al Señor con un compromiso con los más pobres.

1. ¿A qué se va a misa? (¿A qué vas tú?).


1 Cor. 11, 20-23 “Cuando tenéis una reunión os resulta imposible comer la cena del Señor, pues cada uno se adelanta
a comerse su propia cena, y mientras uno pasa hambre, el otro está borracho. ¿Será que no tenéis casa para comer y
beber?, o ¿es que tenéis en poco la asamblea de Dios y queréis abochornar a los que no tienen? ¿Qué queréis que os
diga?, ¿que os felicite? Por eso no os felicito. Porque lo mismo que yo recibí y que venía del Señor os lo transmití a
vosotros: que el Señor Jesús, la noche en que iban a entregarlo...”

Para Pablo aquello no es la “Cena del Señor”; aquello no es lo que él les ha enseñado. Y para hacer que entiendan bien
lo que es la Eucaristía, recuerda la narración de lo que ocurrió cuando Jesús, antes de su pasión, compartió con sus
discípulos aquella última comida, la última cena.

Todos los testimonios escritos de la última cena de Jesús antes de su muerte quieren expresar el significado de lo que
hacen las comunidad a las que pertenecen, cuando celebran la Eucaristía. Lucas, por ejemplo nos presenta la Cena como
una de las comidas festivas que realizaban habitualmente los judíos. Jesús actúa según lo acostumbrado, pero dándole
un sentido nuevo. Porque en efecto, cuando presenta el pan y la copa pronuncia las palabras que designan aquellos
alimentos como su cuerpo y su sangre.

Otros apuntes sobre a lo que se va a misa:


* El objetivo de la misa no es Dios, sino el hermano. Si siempre que entramos en la Iglesia, escuchásemos con el
corazón la invitación que nos hace Jesús: “No me ames tanto por ser quien soy, sino ámame en mi cuerpo que son tus
hermanos”. Entonces la celebración tendrá para todos otro sentido.
* En la Eucaristía nos acercamos más a Dios cuando más nos acercamos a los hermanos. Es cuando aquí se produce en
nuestras vidas la consagración, que es la presencia real de Jesús entre nosotros.
* Vamos a la Eucaristía a hacer visible al Dios invisible. Porque allí todos somos comunidad.
* Santo Tomás decía: “Acoged a Jesús, acoged a la Iglesia, porque la Iglesia no es más que la presencia permanente de
Jesús entre nosotros. Quien ama a la Iglesia, no ama sino a Jesús”.

2. ¿Por qué antes de poner sobre la mesa el pan y vino, pasamos tanto rato escuchando las lecturas de la Biblia?

En la misa encontramos la estructura fundamental de la Cena:


a) Jesús tomó el pan... el vino. Es la “Preparación de las Ofrendas”: ponemos sobre la mesa las ofrendas que serán
consagradas, es decir, el pan y la copa o el cáliz.

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b) Jesús dio gracias o pronunció la bendición: el la “Plegaria Eucarística”: escuchamos al presidente de la asamblea,
como los apóstoles escucharon a Jesús.

c) Jesús partió el pan: es la “Fracción del pan”: el pan es partido y cada uno de nosotros recibe una parte.

d) Jesús lo dio a sus discípulos. Es la “Comunión”, que es la culminación de nuestra participación en la acción
eucarística.

Cada vez que vamos a misa, se nos invita a recorrer este itinerario. Pero la misa, sin embargo, comienza antes de poner
sobre la mesas el pan y el vino-

Lc. 24, 13-32. Los discípulos de Emaús.


En este texto encontramos, sin duda, la reflexión de una comunidad inspirada por la manera como ella celebraba la
Eucaristía: la Eucaristía empezaba siempre con el anuncio, partiendo de los libros sagrados. Al principio de hacia en
forma de testimonio de viva voz como el de Jesús en el camino de Emaús. Luego las cosas irán evolucionando
progresivamente, cuando los testigos han escrito sus memorias, que serán recibidas con la misma consideración que los
textos del AT.

Lo que ahí se proclama no lo recibimos como un viejo texto que puede quizá contener algunas lecciones útiles de moral,
sino como la Palabra de un Dios que se dirige a nosotros para asegurarnos una vez más su amor y llamarnos a
responderle con toda nuestra existencia. Es Cristo resucitado que se nos da a conocer para que podamos reconocerle en
los gestos de la Eucaristía.

Después de las lecturas el presidente de la asamblea toma la palabra para decir cómo lo que acabamos de escuchar se
realiza hoy en la celebración y en nuestra vida. No se trata de una predicación sobre cualquier tema, sino que parte de
un pasaje de la Biblia que se acaba de leer, para anunciar, como Jesús en la sinagoga de Nazaret: “Hoy se cumple esta
Escritura que acabáis de oír” (Lc. 4, 21).

3. ¿Sería correcto definir a los Cristianos como unas personas que van a la misa? Pues, la verdad, no parece que eso
sea lo esencial...

Lo primero que uno ve en la misa es un conjunto de hombres y mujeres que se reúnen. Para celebrar, lo primero que hay
que hacer es encontrarse juntos. Eso supone que los reunidos antes estaban dispersos.

La primitiva comunidad cristiana -como la de hoy- sabía que su vocación era de estar dispersa en medio del mundo, en
su existencia cotidiana.

(Carta a Diogneto 5, 1.2.4) “Los cristianos no se distinguen de los demás hombres si por la nación, ni por la lengua, ni
por el vestido. No viven en ciudades propias, ni utilizan ningún dialecto especial, su manera de vivir no tiene nada de
singular...Están en las ciudades griegas y en las bárbaras según el azar ha querido para cada uno; y actúan según las
costumbres de su lugar en el vestir, en el comer y en el modo de vivir, manifestando ahí las leyes extraordinarias y
paradójicas de su república espiritual...”

La reunión para la Eucaristía es una de las más antiguas manifestaciones de la existencia cristiana.

Otras observaciones:

“Yo no soy cristiano practicante” dicen muchas personas que no van a la misa del domingo. Eso demuestra hasta que
punto se ha procurado que la misa monopolice toda la praxis de la existencia cristiana.

¿Por qué se ha refugiado el culto cristiano en la Iglesia y especialmente en la misa que en ella se celebra? ¿Y por qué, a
la vez que se produce ese refugio en el culto, hemos dejado de traducir la esperanza cristiana en proyectos históricos de
liberación?.

La misa volverá a ser significativa, volverá a tener sentido, cuando los creyentes renuncien al monopolio del culto, en
favor del único lugar digno del culto cristiano: el mundo y su historia. Cuando la eucaristía vuelva a ser lo que era: la
celebración sacramental de toda la vida.

4. En la asamblea, todos somos hijos de Dios. Entonces, ¿por qué se da una diferencia entre los sacerdotes y los
demás?. Y si es el sacerdote el que “dice” la misa, ¿qué hacemos los demás?.

Dentro de una comunidad que celebra, hay un ministro que preside, haciendo las veces de Cristo. Los motivos de este
ministerio presidencial no son meramente funcionales o de dinámica de grupos. Son teológicos.

Ante todo, el presidente es el sacramento de la presencia de Cristo en medio de su comunidad. Cristo es el auténtico
guía, maestro y animador de la celebración: el presidente, actuando “in persona Christi capitis” (en persona de Cristo
Cabeza), ejerce el ministerio de visibilizar esta presencia misteriosa y oculta de Cristo, que sigue actuando, enseñando,
perdonando y orando, ahora por medio de su ministro.

Toda la comunidad tiene carácter sacerdotal, por el bautismo, pero sólo alcanza la plenitud de Pueblo de Dios con el
presidente que hace las veces de Cristo y así puede celebrar los signos sacramentales céntricos de su salvación.
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El presidente expresa de un modo explícito la comunión de esta asamblea concreta con el propio obispo y con los
demás obispos de la Iglesia universal, unidos al Papa. “Todos celebración eucarística legítima es dirigida por el obispo,
ya sea personalmente, ya por los presbíteros, sus colaboradores. Esto se hace, no para aumentar la solemnidad
exterior del rito, sino para significar de una manera más evidente el misterio de la Iglesia que es sacramento de
unidad” (IGMR 59).

Las actuaciones más específicamente presidenciales, en la eucaristía, son:


- La homilía, en la que el presidente, personificando a Cristo Maestro, explica y aplica a la comunidad la Palabra que se
acaba de proclamar,
- La plegaria eucarística, en la que en nombre de todos bendice a Dios, hace memoria y ofrece el sacrificio pascual de
Cristo e invoca la venida del Espíritu sobre los dones y la comunidad;
- hay otras oraciones en las que también actúa como presidente la colecta, la conclusión de la oración universal, la
oración sobre las ofrendas y la poscomunión;
- también en el saludo inicial y en la bendición final; en nombre de Cristo recibe y despide a la comunidad.

A veces se habrá de “celebrante”. Costumbre que data de la Edad Media, en la que se tendió a dar al sacerdote una
importancia casi exclusiva. Hoy volvemos al vocabulario que utilizaba en los tiempos antiguos: el sacerdote no es el
único que celebra, sino que él celebra como presidente. Es un bautizado como los demás, pero ha recibido la misión de
manifestar la presencia de Cristo como cabeza de su cuerpo.
Esta función es importante, puesto que nos muestra claramente que todo lo que vivimos en esta asamblea es un don de
Dios, algo que recibimos y que no podemos obtener por nosotros mismos, especialmente por lo que respecta a la
Eucaristía: Es Jesús quien se da.

Las distintas funciones que se dan en la asamblea ayudan también a que ésta sea una imagen y manifestación de la
Iglesia.

5. ¿Realmente es tan importante ir a misa?

Impresiona ver con qué insistencia la Iglesia, a lo largo de los siglos, ha acentuado la importancia de la reunión
eucarística de los domingos.

“Cuando enseñes, obispo, exhorta al pueblo, y persuádele de reunirse en la Iglesia. Que no falte, que sea fiel a reunirse
y que nadie disminuya la Iglesia no yendo y privando al cuerpo de Cristo de uno de sus miembros... No os
menospreciéis a vosotros mismo y no privéis a nuestro Señor de sus miembros; no desgarréis ni despresiéis a su
cuerpo; no pongáis vuestros asuntos temporales por encima de la Palabra de Dios, sino por el contrario, en el día del
Señor abandonadlo todo y corred aprisa a vuestras Iglesias. ¿Que excusa tendrá ante el Señor el que ese día no
participa de la asamblea para escuchar la palabra de salvación y nutrirse del alimento divino que permanece
eternamente” (Didascalia de los Apóstoles, II, 59).

Demasiado a menudo se ha creído que el deber de cada uno era ir a misa sin importarle si allí iba o no a encontrarse con
otros cristianos.

6. ¿No es la comunión un encuentro personal con Dios? ¿Para qué entonces, todos esos ritos que la acompañan?
¿No bastaría la consagración para hacerla posible?

La eucaristía es una sobremesa. Así lo hizo Jesús. Así eran las eucaristías de los primeros cristianos. La mesa es el
símbolo de la amistad, de la vida de iglesia, en la que Jesús está rodeado de amigos en torno a la mesa. Una mesa sin
lujos, sencilla, noble, de madera, limpia. No hacen falta adorno. Sólo nosotros, nuestra alegria, nuestra disponibilidad.
Toda la vida es comunión. Cumulamos de manera particular pero no solos. La Eucaristía la hacemos entre todos,
vosotros y yo. Todos formamos el Cuerpo de Cristo.
Antes se iba a la comunión para comulgar con Jesús; ahora hemos de ir a la comunión para que Él nos enseñe a
comulgar con vosotros.
Antes nuestra preocupación era como acercarnos a Jesús; ahora vamos a Jesús para pedirle que nos acerquemos los
unos a los otros.

7. ¿Cuál es la historia de la Eucaristía y su significado?

- Influencia del judaísmo


No analizaremos ahora la actitud de Jesús ante el culto, sino las formas cultuales que aparecen en el NT. El culto
necesita de signos y símbolos. La fe también. De hecho, vemos a las comunidades primitivas celebrando reunidas en
asamblea celebrando con ritos.
Los libros del NT no contienen ninguna descripción completa de cómo era la liturgia de las primeras comunidades
cristianas, pero a través de una serie de alusiones e indicaciones, podemos formarnos una buena idea de sus
características principales.
Los apóstoles no crearon una liturgia totalmente nueva, sino que expresaron el nuevo culto, "en espíritu y verdad", en
formas litúrgicas del judaísmo. Es decir, copiaron las formas externas del culto judío. Por esto, las formas externas del
culto cristiano se parecen a las judías. Pero, en el significado profundo, hay distanciamiento, incluso, ruptura.
La Iglesia primitiva continuó unida al Templo, pero esta unión afectaba sólo a la oración y á la predicación. No
participaban en la ofrenda de los sacrificios rituales, porque tenían claro que la muerte y la resurrección de Jesús había
abolido los sacrificios del AT. Pero esta unión con el Templo duró hasta la primera persecución contra los cristianos de
Jerusalén (Hch 7, 54-8, 3).
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- Huellas del judaísmo1

Las huellas concretas del judaísmo son importantes en nuestra liturgia. Por el momento enumeramos éstas, ya que mas
adelante en un cuadro se explica la diferencia la cena judía y cristiana:
1) la estructura de la liturgia de la Palabra, con lecturas de la Biblia, canto de salmos y explicación homilética,
2) la forma de la Plegaria Eucarística, igual a la berakah,
3) las peticiones de la oración de los fieles,
4) el ritmo semanal de la reunión litúrgica, con el traslado del sábado al domingo,
5) el Santo de la Plegaria Eucaristía, que proviene de la oración judía de la mañana,
6) muchas aclamaciones, como "Amén, "Aleluya", "Hosanna".

Como muestra de esta gran influencia transcribimos la Plegaria Eucarística contenida en la Didajé, documento
contemporáneo de algunos escritos del NT. La plegaria es cristiana por el contenido, pero claramente judía en cuanto a
la forma. Vemos la parte después de la comunión. En esta época la Eucaristía está unida a la comida. Es decir, dentro de
la Eucaristía, se come, se leen las lecturas y se celebra la Eucaristía o Misa.
"Después de haberos saciado, dad gracias de esta manera:
Te damos gracias, Padre santo, por tu santo nombre, que hiciste descender a nuestros corazones, y por el
conocimiento, la fe y la inmortalidad, que nos diste a conocer por Jesús, tu siervo.
A ti la gloria por los siglos.
Tú, Señor todopoderoso, creaste todas las cosas a causa de tu nombre, diste comida y bebida a los hombres para
su provecho, a fin de que te den gracias; y a nosotros nos hiciste el don de la comida y bebida espirituales y de la
vida por los siglos, por medio de Jesús, tu siervo.
Ante todo, te damos gracias porque eres poderoso. A ti la gloria por los siglos.
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia: líbrala de todo mal, llévala a la perfección en tu amor y, santificada, reúnela de
los cuatro vientos en el reino que le has preparado. Porque tuyo es el poder y la gloria por los siglos. Venga la
gracia y pase este mundo. Hosanna al Dios de David. El que sea santo, que venga. El que no lo sea, que se
convierta. Maranatha. Amén. A los profetas permitidles que den gracias cuantas quieran.

El significado de la Eucaristía
La etimología de la palabra Eucaristía, viene del griego: Eukharistia, que significaba dar alabanza. En el siglo II
comenzó a celebrarse. En San Pablo en su carta a los Corintios2, lo vemos, cuando el apóstol le comenta a los corintios,
la recomendación de Cristo: "Haced esto en memoria mía", en el año 60 d.J.C.

1-Corintios 11,17 al 27:


Siguiendo con mis advertencias, no los puedo alabar porque sus reuniones les hacen más mal que bien.
Primeramente, según lo oí, cuando se reúnen en asamblea, se notan divisiones entre ustedes, Y en parte lo
creo. Incluso tendrá que haber grupos rivales, a fin de que vea quienes de ustedes tienen virtud probada. De
manera que su reunión ya no es la cena del Señor, pues cada uno se adelanta a tomar su propia comida y,
mientras uno pasa hambre, otro se embriaga. ¿No tienen ustedes casa para comer y beber? ¿O es que
desprecian la Iglesia de Dios y quieren avergonzar a los que no tienen? ¿Qué les diré? ¿Los aprobaré? En
esto no. Yo recibí esta tradición del Señor que, a mi vez, les he transmitido: Que el Señor Jesús, la noche en
que fue entregado, tomó el pan, y después de dar gracias lo partió, diciendo: “Este es mi cuerpo, roto por
ustedes; hagan esto en memoria mía.” De la misma manera, tomando la copa después de haber cenado, dijo:
“Esta es la Nueva Alianza en mi sangre. Siempre que beban de ella, háganlo en memoria mía.” Así, pues, cada
vez que comen de este pan y beben de la copa, están proclamando la muerte del Señor hasta que venga. Por lo
tanto, si alguien come el pan y bebe de la copa del Señor indignamente, peca contra el cuerpo y la sangre del
Señor.

El significado del pan, mana, banquete y eucaristía


• El Pan es el símbolo del alimento. Los doce panes sagrados del Sacrificio del Nuevo Testamento (12 = número
universal) simbolizan el "pan de vida". En el Nuevo Testamento, Cristo es "el pan de la vida que bajó del cielo", clara
referencia al Maná, alimento espiritual correspondiente al logos, al Verbo, el pan verdadero.
• El Maná alimento de los hijos de Israel que durante su marcha por el desierto bajaba del cielo en forma de pequeños
copos. Corresponde al Pan y a la Eucaristía como alimento sobrenatural en el desierto de la vida.
• El Banquete, entre muchos pueblos es momento sagrado y designa fiesta nupcial.
• La Eucaristía corresponde a la institución del Memorial Pascual, por Cristo, y repetido en las celebraciones de las
Misas, en donde el pan y del vino, se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo según el Mandamiento Nuevo
(Nueva Alianza).
- La santa Misa.
La misa como tal. Los momentos de la Eucaristía. Es el primer sacramento de los cristianos. Si partimos del mandato
evangélico de Cristo: ¡Id y anunciad a mis hermanos! Sería el primer sacramento, el bautismo, lo que más congregaba a
los primeros cristianos, porque era la entrada para los nuevos cristianos. Y en segundo término, para los que no
conocieron a Jesucristo, llegaban a Jesús, participando en la Eucaristía. Los nuevos discípulos, llegaban al cristianismo,
en una forma clandestina, porque eran perseguidos. Es diferente a la Eucaristía de ahora. Comienza como una reunión
familiar. Hechos 2 y siguientes:
1
(Didakké, X). Publicado por Cuadernos Phase, n0 75. Centre de Pastoral litúrgica, Barcelona,
1996.
2
Larousse: Corinto: Ciudad griega rival de Atenas y de Esparta, que fue la metrópoli comercial e industrial
más rica de la Grecia arcaica.
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Hechos 2,42. La primera comunidad: Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la convivencia, a la
fracción del pan y a las oraciones...
Hechos 2,46: ...compartían el pan en sus casas, comiendo con alegría y sencillez.

La cena o la fracción del pan. Es la comida de la comunidad creyente. Encontramos también, gestos de imposición de
las manos. Un gesto de confesión de los pecados, que es un gesto penitencial. Con el tiempo se fueron introduciendo
expresiones sacrales, se llegó a los festivos, aparece la organización de un clero, etc., personas que eran denominadas
presbíteros, obispos, diáconos, para que prestaran el servicio a la comunidad, al servicio de la vigilancia.
• El significado del Altar (Ara alta) es la piedra colocada en un lugar elevado para el sacrificio.
La elevación simboliza la subida de las ofrendas hacia Dios y es interpretado también como el centro espiritual del
mundo.
Es el propio cuerpo de Cristo, según la carta a los Hebreos (tenemos un Altar) y la piedra angular del edificio de piedras
vivas. Es la mesa del banquete eucarístico, en el cristianismo, casi siempre celebrado sobre el túmulo de un mártir.
- La Cena del Señor. Eran conscientes que obedecían al mandato del Señor de perpetuar su "memoria". Aunque no
sabemos con precisión cómo era, si era una verdadera cena, con la bendición y distribución del pan antes de la comida y
la bendición y distribución de la copa del vino, al final. Más adelante se suprimió la cena y las dos bendiciones se
fundieron en una sola. Veamos en un esquema esta fusión:

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Taller
1. distinguir entre los dos ritos
Cena judía de los sábados La Cena del Señor
Lucernario Lecturas
Oración de fieles
Beso de la paz
Primer cáliz
Pan:
· presentación,
· bendición, Presentación del pan y del vino,
· fracción, Plegaria Eucarística,
· comunión. Fracción

Comida comunitaria Comida comunitaria


Segundo cáliz:
· presentación
· tres bendiciones
comunión
· comunión del cáliz

En un momento unieron las presentaciones del pan y del vino y nació lo que antes se llamaba el ofertorio y ahora
presentación del pan y del vino. En otro momento se unieron las bendiciones del pan y del vino y nació la Plegaria
Eucarística o canon. Este esquema lo tienen todas las liturgias cristianas. El primer testimonio de ello es san Justino
(100-150).

Eucaristía en los primeros siglos. La obra de San Justino ya nos muestra todos los elementos esenciales de la misa:
Lecturas, homilía, oración de los fieles, beso de paz, presentación de ofrendas, Plegaria eucarística Trinitaria, el Amén y
la comunión. En la obra de Hipólito aparece el diálogo del prefacio y una Plegaria Eucarística con todos sus elementos,
presentada más como modelo que como fórmula fija.

1. Cuàles son las partes fundamentales de la Eucaristía?


2. ¿Qué significa cada una?
3. Dibuje cada una de ellas

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V-VI ENCUENTRO EXPLICACIÓN DETALLADA DE LA CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA

ESTRUCTURA FUNDAMENTAL DE TODA LITURGIA EUCARÍSTICA

1. Jesús tomó el pan... el vino. Es la “Preparación de las Ofrendas”: ponemos sobre la mesa las ofrendas que
serán consagradas, es decir, el pan y la copa o cáliz.

2. Jesús dio gracias o pronunció la bendición. Es la “Plegaría Eucarística”: escuchamos al presidente de la


asamblea, como los apóstoles escucharon a Jesús. El presidente de la asamblea se dirige a Dios para evocar todas las
maravillas que él ha realizado y llevar a cabo la consagración que nos introduce en el dinamismo de la acción de Cristo
que se ofrece al Padre por su muerte y resurrección.

3. Jesús partió el pan: es la “Fracción del pan”: el pan es partido, y cada uno de nosotros recibirá una parte...
Los primero cristianos se servían a menudo de esta expresión (“fracción del pan”) para designar a la Eucaristía.

4. Jesús lo dio a sus discípulos. Es la “Comunión”, que es la culminación de nuestra participación en la acción
eucarística.

Cada vez que vamos a misa, se nos invita a recorres este itinerario. Pero la misa sin embargo, comienza mucho
antes de poner sobre la mesa el pan y el vino.

NOS ALIMENTAMOS DE LA PALABRA DE DIOS

Los cuatro verbos (tomó, dio gracias, partió, dio) nos lo encontramos en varios sitios del NuevoTestamento .
Aparecen siempre que nos quieren ofrecer alguna enseñanza sobre la Eucaristía. Así los discípulos, al atardecer del día
de la resurrección, reconocen al Señor cuando toma el pan, pronuncia la bendición, lo parte y se lo da; pero el
evangelista, inmediatamente después, pone estas palabras en sus labios: “¿No estábamos en ascuas mientras nos
hablaba por el camino explicándonos las Escrituras?”. Porque eso es lo que había hecho Jesús mientras caminaba con
ellos, sin que ellos supieran que era él.

En el texto de “Los discípulos de Emaús”, encontramos sin duda la reflexión de una comunidad inspirada por
la manera como ella celebraba la Eucaristía: la Eucaristía empezaba siempre con el anuncio, partiendo de los libros
sagrados, de la realización hoy de las promesas hechas al pueblo de Israel. Al principio se hacía en forma de testimonio
de viva voz, como el de Jesús en el camino de Emaús. La mayor parte de los cristianos no iban ya a los lugares de
reunión de los judíos, llamados “sinagogas”, pues van encontrando en sus propias asambleas la misma manera de leer la
palabra de Dios.

DISTINTOS MODOS DE PRESENCIA DE CRISTO

Si la Eucaristía es el lugar privilegiado de la presencia de Cristo, no es el único. Basta con que entremos a una
Iglesia para darnos cuenta:

La Iglesia constituye un gran espacio para acoger a los cristianos que se reúnen; recordamos que Jesús ha
prometido estar en medio de aquellos que se reúnen en nombre (Mt. 18, 20). El está presente en la asamblea de los
fieles.

La pila bautismal nos recuerda que él actúa en todos los sacramentos, mediante los cuales viene realmente a
nuestro encuentro para hacernos participar de su vida y de su misión.

En el centro, vemos la mesa sobre la que se depositan el pan y el vino, el altar del sacrificio sacramental. Jesús
está presente por la Eucaristía, en la acción de gracias y la oración de la Iglesia.

No lejos de allí, en un lugar elevado para que se vea bien, se levanta el ambón desde el que se proclama la
Palabra de Dios. Cuando se lee la SE, Jesús está ahí y nos habla hoy por la voz del lector; nos invita a la conversión, nos
incita a seguirle y renueva nuestra esperanza.

Está también la sede del obispo o del sacerdote, que es signo de la presencia de Cristo en cuanto que preside en
su nombre la celebración.
Y luego está en el sagrario, que aunque no juega ningún papel durante la misa, conserva el pan consagrado en un lugar
del edificio que invita al recogimiento y la adoración.

Más allá del momento de la reunión, cuando los cristianos están dispersos en el mundo, Jesús se les muestra
también en la persona de los pobres, de los enfermos, de los presos... todos aquellos a quienes él ha sido el primero en
servir: “cada vez que lo hicisteis con un hermano mío de esos los humildes, lo hicisteis conmigo” (Mt. 25, 31-46).

Todas esas forma de manifestarse la presencia del Señor están vinculadas a la Iglesia: es ella la que celebra los
sacramentos, la que proclama las Escrituras, la que convoca a la oración y la que envía en misión.

OBSERVACIONES SOBRE NUESTRAS CELEBRACIONES EUCARÍSTICAS

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1. Gente rígida: ¿os habéis fijado que en la Iglesia todo el mundo pone la misma cara?. La gente no ríe. Esta
postura sería y rígida la he notado en cualquier parta de los lugares que conozco, en casi todas nuestras celebraciones
eucarísticas. Claro que responde a la manera como hemos sido educados; pero creo que ya es hora que hagamos algo
para cambiarlo.

A veces, cuando doy la paz y la gente sólo me da la mano, sin mirarme, y me dice: “la paz sea contigo”, me
viene la tentación de contestarle “quédatela para ti”.

2. Los hijos de la ley: son gente que viene a la iglesia (a misa), como quien va a la oficina con el reloj en la
mano. Entran a fichar en el momento justo, y salen disparados tan pronto como acaba el trabajo. Pero, con esta actitud
siempre se llega tarde. La misa empieza y acaba fuera de la Iglesia, en un encuentro con la gente. Por eso en las
antiguas catedrales había aquellos pórticos para encontrarse unos con otros. Hoy parte aquel objetivo el breve ensayo
que se hace antes de empezar la eucaristía. El canto distiende y une.

Se nota claramente quién es el que viene por obligación. Y, mientras haya gente que venga así, se producirá un
ambiente enrarecido; ya que el que viene por obligación, no aportará nada que contribuya a crear un ambiente acogedor.
Y la obligación es una predisposición a pasarlo mal, es como una especie de castigo. Los hijos de la ley sólo buscan
estar en paz con ellos mismos: cumplir.

3. ¿Por qué ir a misa?: “Yo voy a la misa para hablar con Dios”. “No hace falta ir a la misa para hablar con
Dios”. Así es como se rebaten unos a otros. La afirmación de los primeros responde generalmente a una mentalidad
legalista, anclada en un pasado y en una cultura puramente religiosa. Y la de los segundo responde a un modo de
justificar el hecho de no ir, debido a una visión demasiado secularizada de la vida.

El objetivo de la misa no es Dios sino el hermano. Si siempre que entramos en la iglesia, escuchásemos con el
corazón la invitación que nos hace Jesús, sentiríamos una vos que nos sale de dentro y que nos dice: “ya has hablado
con tu hermano?” o “¿Estás dispuesto a hablar antes con tu hermano que conmigo?”. No me ames tanto por ser quien
soy, sino ámame en mi cuerpo que son tus hermanos”. Este es el sentido de la celebración.

“Yo no soy cristiano practicante”, dicen muchas personas que no van a misa del domingo. Eso demuestra hasta
que punto se ha procurado que la misa monopolice toda la praxis de la existencia cristiana

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VII- ENCUENTRO LA ESTRUCTURA DE LA LITURGIA DE LA MISA

INTRODUCCIÓN: DE LA DISPERSIÓN" A LA "REUNIÓN"

Nos acogemos mutuamente. Nuestras voces se unen.


Canto de entrada.

Es el Señor quien nos ha convocado y quien nos acoge.


Saludo del presidente

Preparamos nuestros corazones para entrar en la oración de Jesús.


Acto penitencial

En los días de fiesta, cantamos la gloria de Dios.


Gloria a Dios en el cielo.

El sacerdote nos invita a orar.


Oremos

Nosotros oramos.
Silencio

El sacerdote presenta nuestra oración a Dios, unida a la de Jesús.


Oración colecta.

Nos unimos a esta oración


Amén.

LITURGIA DE LA PALABRA

"Cristo está presente en su Palabra es Él quien nos habla cuando se leen en la iglesia las Sagradas Escrituras".

Lecturas y Homilía

Nos sentamos

Un lector se presenta a la vista de todos


Lectura del Antiguo Testamento.

Nosotros escuchamos

Un lector o un cantor se presenta a la vista de todos


Salmo con su respuesta
Nosotros escuchamos y respondemos

Un lector se presenta a la vista de todos.


Lectura del Nuevo Testamento

Nosotros escuchamos.

Un diácono o un sacerdote se preparan para leer


Aleluya
Nosotros nos levantamos cantando

Proclamación del evangelio


Nosotros escuchamos

El sacerdote o diácono (u otro) explica de qué manera esta Palabra se cumple hoy
Homilía
Nosotros nos sentamos, escuchamos e intervenimos.

Todos proclamamos la fe de la Iglesia


Profesión de fe

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Nuestra oración, como la de Jesús, es para todos los hombre y mujeres.

Oración Universal

Un diácono o un laico nos propone las intenciones de oración


Oremos por..

Nosotros respondemos
Escúchanos, Señor,...

Y cuando el sacerdote concluye la oración:


Amén

LITURGIA EUCARÍSTICA

"Jesús tomó el pan... el vino... "

Preparación de las Ofrendas

Se llevan al altar el pan y el vino.

“Frutos de la tierra... de la vid... y del trabajo de hombre y mujeres”.

Nos sentamos y nos preparamos para la acción que se va a realizar.

El sacerdote ora en nuestro nombre


Oración sobre las ofrendas

Y nosotros nos unimos a la oración


Amén.

Jesús dando gracias te bendijo

Plegaria Eucarística

El sacerdote recuerda las maravillas de Dios: En verdad es justo y necesario


darte gracias...
Nosotros, de pie, escuchamos

Cantamos:
Santo, santo, santo...

Que esta ofrenda sea para nosotros cuerpo y sangre de Cristo (Epíclesis de consagración)
Nosotros miramos (contemplamos) y escuchamos

Narración de la cena (Consagración)

Nosotros cantamos o respondemos


Aclamación de Anámnesis

Celebrando el memorial te ofrecemos... (plegaria de Anámnesis)

Que el Espíritu Santo descienda sobre los que van a comulgar (Epíclesis de comunión)

Acuérdate... (intercesiones)

Por Cristo, con él y en él..

Nosotros nos adherimos a la plegaria eucarística


Amén

Jesús partió el pan y se lo dio...

Comunión

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Nos preparamos para la comunión uniéndonos en oración
Padre nuestro
Oramos juntos

Nos preparamos para la comunión con el perdón y el amor fraterno


Gesto de paz
Vamos hacia nuestros hermanos y hermanas

Acogemos el signo del pan compartido


Fracción del pan
Y proclamamos (cantamos)
Cordero de Dios...

Nos acercamos cantando...


Comulgamos con el cuerpo (y la sangre) del Señor
afirmando nuestra fe y adhesión
Amén

Nos recogemos en silencio

El presidente ora en nuestro nombre


Poscomunión

Y nosotros nos unimos a la oración


Amén

CONCLUSIÓN: DE LA REUNIÓN A LA DISPERSIÓN

El diácono u otro ministro da indicaciones sobre la vida de la comunidad y anuncia próximas citas
Avisos

El presidente invoca la benevolencia del Señor para los que han participado de la celebración y ahora van a dispersarse.
Bendición
Nosotros respondemos
Amén

El diácono o el sacerdote disuelven la Asamblea


Podéis ir en paz
Nosotros respondemos
Demos gracias a Dios

(Canto conclusivo)
TALLER
EL TRABAJO DE GRUPOS

En la celebración de la Eucaristía y nuestra adoración en este sacramento todo nos recuerda el acto de una comida en
familia: el pan que comemos, el vino que nos alegra, la mesa que nos reúne y la familia que alegre comparte este rato.
No hay nada más necesario y ordinario que este tomar el pan con el que acompañamos a todas las comidas. Pero el pan
que tomamos junto al amigo es y significa algo más que el simple comer. Queremos decir tanto como:
- compartir con él nuestro tiempo,
- establecer el diálogo sincero,
- saber vivir con los demás la jornada de nuestro trabajo.
- La oración que elevamos a Dios junto al otro.
El pan dice tanto como amor que vamos dejando a lo largo de nuestra vida. No podemos (o debemos) comulgar en la
mesa en la Mesa del Amor de Cristo y rehusar ser los instrumentos de este amor. Lo mismo que amor de Cristo se sirve
del pan y del vino, que son las condiciones de subsistencia y de vida, de la misma manera nuestro amor debe
incorporarse a la vida para juntarla la de nuestros hermanos y hermanas.
El encuentro que tiene Cristo con los hombres y mujeres a través de su realidad corporal: se preocupa de sus
sufrimientos; les da su mensaje, etc. Por eso cuando dice: “Tomad y comed, esto es mi cuerpo”, nos llama a comulgar
con la realidad corporal de todos los seres humanos: hambre, frío, sed.
Comulgar con el cuerpo de Cristo, adorarlo en nuestras Iglesias, significa comprometerse en la mejora de todos los
hombres y mujeres, miembros también de este cuerpo.
¿Realmente así entiendes tu encuentro dominical con los hermanos, con los que compartes ese mismo día, la mesa de la
Palabra y de la Eucaristía?.

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VIII ENCUENTRO
En torno a la Palabra

Intervenciones que ayudan a celebrar

Hay momentos en que todos somos invitados a “intervenir”, a veces con canto, o con diálogos y aclamaciones, o con
respuestas a las preces, o a las estrofas de un salmo.

Salmo responsorial: A las estrofas recitadas o cantadas por el salmista, la comunidad responde intercalando entre ellas
su Antífona o estribillo, que, sobre todo cuando es cantado, ayuda a dar la escucha de las lecturas un todo meditativo y
de acogida.

Aleluya: Antes de la proclamación del evangelio, la comunidad canta el “Aleluya” como aclamación de alabanza
gozosa, sobre todo los días más festivos: con este aleluya “la asamblea recibe y saluda al Señor que va a hablarles”
(OLM 23). Esta aclamación del aleluya se canta de pie y unánimemente toda la asamblea, y no sólo el canto o el coro
que lo empiezan (OLM 23).

En cuaresma, cuando tradicionalmente omitimos el aleluya, la comunidad canta otra aclamación igualmente
preparatoria de la escucha del Evangelio centrada en Cristo y su Palabra.

Del hebreo “hallelu-Yah”, alabad a Yah(vé), alabad a Dios. es una aclamación litúrgica que nos une con los judíos, con
la generación de Jesús y con siglos y siglos de fe cristiana de Oriente y Occidente.
Aunque el origen apunta a la alabanza a Dios, la palabra se ha llegado a identificar con alegría. Decir “aleluya” es decir
“alegría”. Los lugares privilegiados del aleluya están antes del evangelio, pero sobre todo en la vigilia pascual.
La profesión de fe: El Credo es un momento en que toda la comunidad “toma la palabra”, para responder así a la de
Dios y manifestar comunitariamente su fe. En principio tanto se puede realizar recitado -aclamado- como cantado. El
credo, de por sí, por ser una fórmula de profesión de fe, no pide ser cantado, como por ejemplo sí lo pide el Gloria, que
es un himno.

La oración universal o de los fieles: Como conclusión de la celebración de la Palabra la asamblea interviene con sus
respuestas en la oración universal.

Todas estas intervenciones a lo largo de la celebración de la Palabra quieren, pues, ayudar a que la comunidad, además
de escuchar el mensaje y hacerlo suyo, ore y aclame o cante sus sentimientos interiores por medio de sus actuaciones,
que hay que saber cuidar para dar a la celebración la dinámica expresiva que deben tener.

Antes y después de las lecturas

a) “El Señor esté con vosotros. Y con tu espíritu”


Está ante todo, el saludo que antecede a la proclamación de la lectura evangélica. este breve diálogo tiene
diversa tonalidad según el momento de la Misa se tenga (entrada, evangelio, Plegaria, Eucaristía y antes de la
bendición).
Al principio tiene el carácter de saludo con el que se manifiesta la presencia del Señor y se expresa la realidad
de una comunidad reunida (cfr. IGMR 28). Al comienzo de la Plegaria Eucarística, el presidente dice de nuevo “El
Señor esté con vosotros...”. En nombre de Cristo y de la comunidad va a elevar al Padre la gran acción de gracias. Al
final de la celebración el presidente va a bendecir a la comunidad, enviándola a la vida y a la misión.
Antes del Evangelio, el ministro que lo va a proclamar (diácono o presbítero), también saluda a la comunidad
con estas palabras, como diciéndoles que es Cristo Jesús el que en este momento le va a hablar, porque “el mismo
Cristo, por su Palabra, se hace presente en medio de los fieles” (IGMR 33). Y la comunidad le desea que el Señor esté
también “con su espíritu”. El ministro realiza su servicio en nombre de Jesús y lo tiene que hacer consciente de la
presencia del Señor.

b) El título del Evangelio


La lecturas anteriores tiene sencillamente un título enunciado, sin respuesta de la comunidad. Pero el evangelio
se dice de un modo más solemne, provocando la respuesta:
- Además del diálogo “el Señor esté con vosotros...”
- el enunciado del pasaje se hace con expresividad: “Lectura del santo Evangelio según...”
- A lo que la comunidad responde: “Gloria a ti, Señor”.
La lecturas del evangelio se reserva a un ministro ordenado, se escucha de pie, se hace la señal de la cruz al
inicio, se besa el libro al final, puede ser objeto de una incensación solemne, y puede también tener un libro especial
para su proclamación, el evangeliario. Así se entiende por qué se pronuncia más solemnemente su mismo título. Y que
la comunidad, ya antes de escuchar el mensaje, aclame al Señor: “gloria a ti, Señor”. Va a escuchar, no a un profeta del
AT, o a un apóstol que aplica su doctrina a las comunidades, sino al mismo Señor, el Maestro y Profeta auténtico
enviado por Dios.

c) Aclamación después de las lecturas


Después de que la comunidad ha escuchado el pasaje evangélico, hay un breve diálogo entre el ministro y la
comunidad. tendría que ser una aclamación cantada, particularmente los domingos y días festivos, con el libro alzado
por el lector antes de besarlo.
La nueva edición del Misal en castellano (1988), ha cambiado la aclamación final de esta lectura:

18
-Antes, se aclamaba y respondía en el evangelio igual que en las demás lecturas anteriores: “Palabra de Dios”,
“te alabamos, Señor!.
- Ahora, en el caso del evangelio se dice: “Palabra del Señor”, y la comunidad contesta: “Gloria a ti, Señor
Jesús”.
Todas las lecturas bíblicas, del AT y del NT, son “palabra de Dios”, pero ésta del evangelio es de un modo
particular del Señor (Jesús).

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IX ENCUENTRO
Callar, escuchar

El silencio (callar y escuchar) es uno de los gestos simbólicos menos entendidos (y practicados) de nuestra liturgia.
hasta parece una contradicción con la consigna general de la reforma litúrgica: ¿no se trata de “participar activamente”
en la celebración?.

La Constitución de Liturgia (SC 30) ya ponía como uno de los medios, además de respuestas, cantos y gestos, también
el silencio. Y los documentos siguientes no se cansan de recordarnos que “también, como parte de la celebración, ha de
guardarse a su tiempo el silencio sagrado” (IGMR 23).

SABER ESCUCHAR

“Escucha Israel” (Deut 6.4). ¿No es esta la primera actitud de fe en la presencia de Dios?. La liturgia nos educa para
saber escuchar:
- Cuando Dios nos habla a través de la Palabra Proclamada y actualizada.
- Cuando el sacerdote que preside dirige a Dios en nombre de todos su oración.

Escuchar es hacer propio lo que se proclama. No es algo pasivo. Es una actitud positiva, activa. Escuchar es lago más
que oír. Es atender, ir asimilando lo que se oye, reconstruir interiormente el contenido del mensaje.

La comunidad cristiana es fundamentalmente una comunidad que escucha. es la primera forma de fe y de oración, antes
de decir palabras y entonar cantos. Y es la actitud más cristiana: escucha el que es humilde, el que reconoce que no lo
sabe todo, que es “pobre” en ea presencia de Dios y de los demás. El autosuficiente y orgulloso no escuchan.

EL SILENCIO

El silecio exterior e interior es algo connatural a la oración. Precisamente porque nuestras oraciones constan de muchas
palabras, deben valorar también el silencio. Para favoreces el encuentro en profundidad con el Cristo presente y las
actitudes propias de celebración: alabanza, petición, acción: todo ello en espíritu y verdad. El silencio fomenta la
sinceridad.

El silencio interior de que sabe escuchar es el seno donde germina y brota en el exterior la palabra, si no quiere ser
vacía. La devaluación de la palabra se debe a la facilidad y a su inflación creciente. no brota del silencio. Sólo dice
palabras llenas y puede dialogar el que sabe callar y escuchar.

Toda palabra, y sobre todo la que pronunciamos en nuestra celebración, debe estar precedida, acompañada y seguida de
la escucha y el silencio. Una oración, un canto, incluso una homilía, si son válidos, deben estar en el fondo atravesados
de silencio. El silencio no es algo que ejercitamos sólo cuando dejamos de decir cosas. También cuando rezamos o
cantamos el silencio interior es la condición de que lo pronunciasen nuestros labios sea lago nuestro, vivido, y no mera
rutina o fórmula.

EL SILENCIO EN NUESTRAS CELEBRACIÓN

En nuestras celebraciones el silencio puede se una de las formas más expresivas de nuestra participación.

Cuando el Viernes santo comienza el rito con la entrada silenciosa y la postración del presidente, sin canto de entrada ni
saludo, ese silencio se convierte en un signo elocuente de respeto y homenaje al Misterio celebrado ese día, que no
puede superarse con palabras y músicas.

Hay silencios que quieren movernos a la concentración y al recogimiento, como al comienzo de la celebración o
cuando somos invitados al acto penitencial, o cuando después de la recomendación “oremos” hacemos una breve pausa
antes de que el presidente diga la oración.

Hay otros silencios que buscan crear una atmósfera de interiorización y de apropiación, como después (al terminar el
canto de comunión) de haber acudido a comulgar con el Cuerpo y Sangre del Señor. Es un silencio de “posesión”
agradecida, de alabanza interior.

El silencio, en otro momentos, nos permite un clima de meditación en lo que acabamos de escuchar y decir: así después
de las lecturas y de la homilía (IGMR 23), o después de haber recitado un salmo (IGLH 112).

Hay silencios que no pretenden otra cosa que el descanso y la espera, un ambiente de calma y respiro, como en el
momento del ofertorio o presentación de las ofrendas.

Los mismo libros litúrgicos invitan a una discreta restricción de la palabra y de la música, para favorecer la sintonía con
lo celebrado:
- en la Cuaresma hacemos un cierto ayuno de música.
- en las exequias no deberían abundar las palabras y los ritmos musicales.
- el saber captar el mudo discurso de una Cruz, o el mensaje gozoso de una imagen, o la expresiva intención de una
acción simbólica, es un regalo que proviene del ejercicio del silencio y del saber escuchar.
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OTRAS CONSECUENCIAS PRÁCTICAS

a) No deberíamos de llenar de palabras y de sonidos la celebración. A eso contribuyen las cataratas de moniciones, con
sus exhortaciones moralizantes, que en vez de ayudar a la sintonía verdadera con lo que celebramos a veces la hacen
imposible. El oído es el sentido más bombardeado en nuestra liturgia. Habría que procurar que no se pasara la raya de la
buena pedagogía: la liturgia no es una clase de catequesis, sino unas celebración. Y la celebración ante todo es
comunión.

b) En el ofertorio tenemos uno de los momentos en que normalmente (excepto cuando se hace la procesión con los
dones) se apetece más un espacio de sosiego y silencio. Según el Ordo Missae, las oraciones de presentación de los
dones, las dice el sacerdote “en secreto”, o sea, en silencio (aunque si le parece oportuno también las puede decir alguna
vez en voz alta). Entre el espacio de la Palabra y el de la Plegaria Eucarística, ambos ciertamente densos, un momento
de calma la da un respiro a la comunidad.

c)No se trata de crear largos vacíos de silencio (cfr. IGLH 202): la liturgia no es un tiempo para la “oración personal
silenciosa”, que en otros ámbitos sí debemos ser capaces de realizar. Es el clima de paz y serenidad lo que hay que
lograr, huyendo a la vez de la precipitación y de la aburrida lentitud.

La justa proporción entre palabra, canto, gesto, movimiento y silencio es fundamental para una buena celebración. Y en
concreto saber hacer silencio, saber escuchar, da profundidad a nuestra oración litúrgica. No se puede escuchar si no hay
silencio interior y si el ritmo de la celebración no rezuma serenidad.

Esto requiere aprendizaje, fuera y dentro de la celebración: el saber escuchar a los demás en la vida diaria nos educa
para escuchar a Dios, o si el ejercicio de escuchar la Palabra de Dios o del presidente nos entrena para saber escuchar a
los demás fuera de la Iglesia...

X ENCUENTRO
Doxología

Se llama doxología -del griego “doxa”, gloria, y “logos”, palabra: por tanto “palabra de gloria”- a la alabanza o
bendición, normalmente trinitaria, con que se concluye una oración o un himno.

En la Eucaristía la doxología principal es la que concluye la Plegaria Eucarística: “por Cristo, con él y en él, a t,
Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos”. esta
doxología, con que el presidente expresa la glorificación de Dios, la concluye y confirma la asamblea con su
aclamación del Amén.

Hay otra gran doxología en la Misa, el himno “Gloria a Dios en el Cielo”, en el rito de entrada. Se llama
doxología también a la aclamación “Tuyo es el Reino” después del Padrenuestro, que probablemente pertenecía en
principio a la oración del Señor como su lógica conclusión.

Pascua

La palabra “Pascua” viene del hebreo “pesah”, que parece significar “cojear, saltar, pasar por encima”, talvez
aludiendo a algún “salto” ritual y festivo. Pero muy pronto pasó a referirse al hecho de que Yahvé “pasó de largo” por
las puertas de los Israelitas en el último castigo infligido a los egipcios, y más tarde al paso del mar Rojo y al tránsito de
la esclavitud a la libertad.

La Pascua en el NT es una categoría fundamental para entender la obra salvadora de Cristo y la Eucaristía. Como
dice Juan (Jn 13, 1), “antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al
Padre...”: por tanto, ahora es el éxodo, el salto, el paso de Cristo al padre en su hora crucial de muerte y resurrección lo
que da sentido nuevo y pleno a la Pascua de los Judíos. En la muerte y resurrección es donde Cristo, el verdadero
cordero pascual, ofreció el sacrificio definitivo y consiguió la Nueva Alianza, la reconciliación de Dios con la
humanidad, y dio su origen la nuevo pueblo de la Iglesia. San Pablo da a entender claramente que la Pascua tiene ahora
un sentido nuevo para los cristianos: es Cristo nuestra Pascua el que se ha inmolado (1 Co 5, 7-8).

Ya parece que a mediados del S. II la comunidad cristiana, además del domingo semanal, celebraba cada año la
fiesta de la pascua como centro de toda su memoria de Cristo.

En nuestro calendario litúrgico, Pascua ocupa el lugar central de todo el año: “n cada semana, el domingo -por
eso es llamado día del Señor- hace memoria de la Resurrección del Señor, que una vez al año, en la gran solemnidad de
la Pascua, es celebrada juntamente con su pasión. El triduo santo pascual de la pasión y resurrección del Señor es el
punto culminante de todo el año litúrgico. La preeminencia que tiene el domingo en la semana, la tiene la solemnidad
de la Pascua en el año litúrgico”. es la fiesta de las fiestas, la solemnidad de las solemnidades.

Cincuentena Pascual

El tiempo pascual comprende cincuenta días (en griego, “pentecostés”),vividos y celebrado como un sólo día:
“Los cincuenta días que median entre el domingo de Resurrección hasta el domingo de Pentecostés se han de celebrar
con alegría y júbilo como si se tratara de un solo y único día festivo, como un gran domingo” (NU 22).
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es un espacio, el más “fuerte” de todo el año, que se inaugura en la Vigilia pascua y se celebra durante siete
semanas, hasta Pentecostés. Es la Pascua de Cristo, el Señor, que ha pasado a su existencia definitiva y gloriosa. es la
Pascua también de la Iglesia, su Cuerpo, que es introducida en la Vida Nueva de su Señor por medio del Espíritu que
Cristo le dio el día del primer Pentecostés.

El origen de esta cincuentena pertenece a las primeras realidades de la historia del año litúrgico. Los judíos
tenían ya la “fiesta de las semanas” (Dt. 16, 9-10), fiesta inicialmente agrícola y luego conmemorativa de la Alianza en
el Sinaí, a los cincuenta días de Pascua. Los cristianos organizaron muy pronto estas siete semanas, o sea, el espacio de
pentecostés. Ya en el s. II tenemos el testimonio de Tertuliano que habla de que en este espacio no se ayuna, sino que se
vive una prolongada alegría: “el domingo de Resurrección nos abstenemos de arrodillarnos... y lo mismo hacemos
también durante el espacio de Pentecostés, que se distingue por la misma solemnidad e la alegría”. Y en el Concilio de
Nicea: “dado que algunos se arrodillan el domingo y los días de Pentecostés, el santo concilio establece, a fin de
observarse una regla uniforme en todas partes, que se dirijan a Dios las oraciones estando de pie”. la ausencia de ayuno
y de la postura de arrodillarse quieren subrayar el carácter festivo y unitario de toda la Cincuentena.

La unidad de la Cincuentena queda también subrayada por la presencia del Cirio Pascual encendido en las
celebraciones, y no sólo hasta la fiesta de la Ascensión, como antes, sino hasta el final del domingo de Pentecostés. Las
celebraciones litúrgicas de esta Cincuentena expresan y nos ayudan a vivir el misterio pascual comunicado a los
seguidores de Cristo.
X Encuentro
UN LIBRO PARA LA PALABRA

El LECCIONARIO, además de su aspecto práctico, tiene una función simbólica de gran importancia en la celebración.
(Además del Leccionario puede utilizarse un EVANGELIARIO para las procesiones del Evangelio, de acuerdo con
antiquísima tradición litúrgica.)

El lector es el portador de la Palabra de Dios, no solamente por su acción significativa de prestar la voz al texto, sino por la
acción global de su presencia corporal y por la forma de llevar con dignidad y respeto el libro de la Palabra, durante la
Procesión de entrada.

El que va a proclamar la Palabra de Dios, podrá llevar durante esta procesión el Leccionario, de manera solemne y
respetuosa. (Es muy significativo llevarlo con los brazos en alto, como expresión de la importancia que tiene la Palabra.
Además, no llevamos nosotros la Palabra... Es la Palabra la que nos conduce a nosotros, nos ilumina y nos abre el camino.)

De la misma manera, en el momento mismo de comenzar la lectura, el lector no debe tener miedo de presentar el libro, de
abrirlo con dignidad. Un gesto muy tímido, banal y rápido no será suficiente. Convencido de lo que se lleva entre manos, el
lector eleva bien el libro y lo presenta a la comunidad. Luego lentamente y dando tiempo para que la asamblea se siente,
abre el libro y mirando al público les anuncia con seguridad: "Lectura del libro..."

BELLEZA Y SIMBOLOS EN CONEXION CON EL LUGAR DE LA PALABRA

El sitio desde donde se proclama la Palabra debe mantenerse cuidado, limpio y significativo. No recargarlo con cosas
innecesarias. Puede estar decorado con elementos simbólicos que tengan relación con la fiesta o el tiempo litúrgico.

Para las grandes fiestas litúrgicas: Pascua, Pentecostés, Navidad, el Ambón puede estar decorado con algunas flores, plantas
o un trozo de tela digno, del color litúrgico. Podrían buscarse motivos bíblicos para tejer algún tapiz que decore el Ambón.
(Iniciativa que puede dejarse a un grupo de Señoras de la Parroquia. Hacerlo en lanas o hilos de colores, o en punto de cruz,
o con aplicaciones de telas de colores al estilo de "molas")

Una frase bíblica que resumeae el Mensaje central de la Palabra del día, puede ser también un motivo decorativo. Pero en
general no se debe recargar con mensajes escritos el Ambón. LA PALABRA debe escucharse y no solamente escribirse.
Demasiados textos escritos perturban, en lugar de ayudar a escuchar con más atención.

CREATIVIDAD EN LA PROCLAMACION DE LA PALABRA

LA MUSICA

Una discreta paarticipación de la música, puede comunicar una ayuda preciosa a la meditación de la Palabra proclamada.

En textos muy densos, poética o teológicamente, pueden introducirse pausas que se llenan con un poco de música. Un buen
músico -organista, pianista, flautista, organista...- puede improvisar pequeños trozos de música que van tejiendo las pausas
que deja el lector en un texto importante...

22
Esos ecos musicales pueden reforzar la idea o sentimiento que sugiere la lectura. Esto supone preparación, coordinación con
el lector y los músicos. Hay que prever las pausas. Nunca utilizar música que tenga texto pues se superpone un doble
mensaje que impide pentrar en la palabra proclamada.

Un fondo musical puede ser también el ambiente favorable para la proclamación de ciertos fragmentos de la Escritura: el
Salmo (cuando no es cantado); algunas narraciones del Génesis; trozos del Cantar de los Cantares; trozos proféticos intensos
por ejemplo el Canto del Siervo sufriente; trozos líricos o poéticos...

Es preferible un fondo musical sobrio, de un solo instrumento, para no ahogar la voz del que proclama. Si se utiliza música
grabada, ha de escogerse muy bien el tipo de música para que responda al género de lectura que se escucha.

ALGUNA RESPUESTA

que puede intercalarse en el texto proclamado.

Acentúa el mensaje particular que se escucha y permite a la Asamblea apropiarse el sentimiento predominante del mismo. El
lector tiene que prever de antemano las pausas con precisión y coordinarse con el director de canto para entonar el estribillo
correspondiente. Un solista lo entona y toda la Asamblea lo repite. La segunda vez, basta con dar la nota de entrada y toda la
Asamblea canta.
El estribillo debe expresar el mensaje central del texto y escogerse con mucho cuidado de manere que no interfiera con el
núcleo de la lectura, sin distraer ni alejar del contenido.

Ejemplo: cuando se proclama el Evangelio de la Anunciación en Lucas, se podría intercalar en diversos momentos la
aclamación: EL SEÑOR HIZO EN MI MARAVILLAS, GLORIA AL SEÑOR!

EL SILENCIO

Es un espacio libre que se ofrece a los oyentes, para situarse personalmente frente a la Palabra proclamada. Es una ocasión
de fortalecer la propia fe alimentándola en la Palabra de Vida.

Si el lector con una actitud orante y reflexiva sabe distinguir las partes esenciales de un texto, podrá ofrecer a los oyentes
pausas de silencio que se convierten en silencios fecundos y creativos. No se trata simplemente de una ausencia de sonido...
Es toda una pedagogía del silencio y de la oración lo que está en juego en nuestras Asambles, en las que por lo general el
silencio es el gran ausente.

Demasiadas palabras... mucho ruido... nos da miedo dejar un rato silencioso en donde dejemos resonar la Palabra.

El lector debe expresar por su actitud personal, que el silencio no es solamente para los otros, sino que él mismo va a dejarse
invadir por el silencio. Esto puede hacerlo, separándose un poco del libro y permaneciendo inmóvil, vivir intensamente este
momento de reflexión. Cuando vuelve a tomar el curso de la lectura, lo hace con firmeza y seguridad, devolviendo a la
asamblea el deseo de continuar escuchando. Firmeza y seguridad no significan brusquedad sino saber comenzar sin dudas ni
titubeos.

EL DIALOGO

Una Lectura proclamada por dos o más lectores, o en la que intervienen diferentes voces desde la Asamblea, comunica vigor
y dinamismo a la Liturgia de la Palabra.

Algunas narraciones del Antiguo Testamento, por ej. la Vocación de Samuel y algunas parábolas del Evangelio, se prestan
bien a esta práctica de lectura dialogada. (La misma Liturgia prevé esta modalidad para la Pasión del Señor en la Semana
Santa, en la que intervienen diversos personajes... por qué no utilizar esta modalidad en otras ocasiones y con textos que se
presten para ello?)

Este estilo de proclamación exige una seria preparación de parte de los lectores que participen. Cada intervención debe
hacerse con seguridad, con claridad y nitidez, pero sin precipitación, como arrebatando la palabra al que ha intervenido
antes.

Si el recinto es muy amplio, hay que ver si es posible que cada uno de los lectores pueda tener un micrófono propio, para
evitar los desplazamientos en medio de la lectura, lo que produce nerviosismo y dudas entre los lectores y es fuente de
distracción para el público.

LA EXPRESION CORPORAL O GESTUACION DE UNA LECTURA BIBLICA

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Es una forma aparentemente novedosa. Pero puede tener una aplicación concreta en asambleas bien preparadas y dispuestas.
Los jóvenes y los niños pueden realizarlo con facilidad. Los gestos y movimientos deben realizarse con mucha preparación
y tras largo en- sayo. Deben transparentar belleza y calidad, sin brusquedades ni vulgaridad... sin exagerar los sentimientos
que se quieren traducir del texto bíblico.

El lector tiene un papel importante, pues en la práctica coordina con el ritmo de su lectura los diversos gestos y acciones que
se van encadenando a medida que se proclama la lectura. El lector tendrá que caer en la cuenta de que cuandoel texto insinúa
un cambio de actitud o de posición del grupo gestual, deberá dar tiempo para que éste pueda realizarlo sin prisas y desplegar
todo su dinamismo. Para ello conviene que el lector tenga muy bien señaladas las pausas en el texto, lo que no quiere decir
que sean muy largas.

Siempre será útil asesorarse por personas que conocen bien las técnicas del lenguaje corporal. La belleza y la dignidad de
este lenguaje no nacen de la espontaneidad. En la mayoría de los casos hay que dudar de la sola espontaneidad. El resultado
aceptable o bello de una gestuación corporal proviene de una sólida formación y de una exigencia en el ensayo de las
diversas expresiones. Si la música y su ejecución exigen personas bien cualificadas en su campo, el gesto y la expresión
corporal no pueden improvisarse ni dejarse al gusto del primero que quiera inventar.

XI Encuentro
Taller
DEL CEREMONIAL DE LOS MINISTROS SAGRADOS

Nociones

-Según el Concilio Vaticano II hay que procurar que los ritos resplandezcan con una noble
sencillez

I Vestiduras (ornamentos litúrgicos)

- La vestidura litúrgica común para todos los ministros de cualquier grado es el alba “y
extraordinaria de los demás ministros del altar”. Antes de ponerse el alba, si esta no cubre
perfectamente el vestido ordinario alrededor del cuello, se pone el amito. El alba no puede
cambiarse por una sobrepelliz, cuando se ha de vestir la casulla o la dalmatita, o cuando la
estola se usa sin casulla o dalmatita.
Veamos detalladamente los ornamentos litúrgicos:
Los vestidos, además de su función protectora y estética, pueden tener una intención
simbólica: no es indiferente el vestido de una novia, o el de las autoridades, o el de uno que
está en una fiesta o de luto, o el hábito de una u otra familia religiosa. En la Biblia, el vestido
blanco es, por ejemplo, el vestido del anciano que ve Daniel, el de los ángeles en las
apariciones pascuales o el de los vencedores del Apocalipsis.

También en la celebración litúrgica juega la vestidura un papel no indiferente. A veces son los
fieles los que se revisten de un modo especial: es claro el simbolismo del vestido blanco que se
impone al recién bautizado, y que es los primeros siglos conservaban desde la Vigilia Pascual
hasta el domingo siguiente. La “toma de hábito” de los religiosos (o por el contrario “colgar los
hábitos”), expresa con el cambio de vestidos la nueva situación de la persona, como se hace
en la vida social con la “investidura” en un cargo determinado, por ejemplo, de juez o de
catedrático. Sigue siendo verdad que “el hábito no hace al monje”, pero tampoco es indiferente
cómo va vestida una persona. Basta ver la viva discusión sobre el vestido en las primeras
comuniones.

Pero sobre todo son el presidente y los otros ministros de la celebración los que se revisten de
modo simbólico para su ministerio. Ya en la liturgia de los judíos se concedía importancia –a
veces excesiva– a estos vestidos, como signo de carácter sagrado de la acción, de la gloria de
Dios y de la dignidad de los ministros.

En los primeros siglos no parece que los ministros cristianos significaran tal condición con
vestidos diferentes, ni dentro ni fuera del culto. En todo caso, lo hacían con vestidos normales
de fiesta, con las túnicas romanas largas. Cuando éstas dejaron de utilizarse en el uso civil, fue
general la costumbre de conservarlas en el culto, y de ahí se originó la diferenciación, que por
otra parte parecía lógica y resultó bastante espontánea para subrayar la pedagogía de la
acción sagrada. Eso sí, se llegó a una exagerada “sacralización”, y también al uso que hasta
nosotros ha permanecido de llamarles “ornamentos” sagrados.

Ahora la vestidura litúrgica básica para los ministros es el alba, la túnica blanca, con forma lo
más estética posible y a medida de la persona. Sobre ella los ministros ordenados se ponen la
estola, y el que preside la Eucaristía, además la casulla. Otros vestidos son la dalmática, que
caracteriza al diácono, y la tunicela, que utilizaban los subdiáconos. El roquete se usa sobre la
sotana en algunas celebraciones. El velo humeral, la capa pluvial y algunos distintivos
pontificales como el palio, son otros de los vestidos que se usan en la liturgia.

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El que los ministros se revistan de un modo diferenciado en la celebración no tiene una
finalidad en si misma, como si estos vestidos fueran algo sagrado. Tienen una función
pedagógica:

• Distinguen las diversas categorías de ministros, identificándolos según el ministerio que realizan
para con la comunidad.
• Contribuyen al decoro y a la estética festiva de la celebración, según la gradualidad de las
solemnidades y el color de los tiempos litúrgicos.
• Y ayudan a entender el misterio que celebramos: no se trata de una acción profana, sino
sagrada, y los ministros no son sólo amigos o líderes, sino ministros de la Iglesia y representantes
de Cristo. A los primeros a los que hace bien ir revestidos litúrgicamente es a los mismos
ministros, porque les recuerda su condición de ministros y servidores, en nombre de la Iglesia y
de Cristo.

ALBA

Del latín “alba”, “blanca”. Es el vestido que se considera básico para


todos los ministros en la celebración litúrgica, desde los acólitos hasta el
presidente.

Deriva de las túnicas antiguas, blancas, hasta los pies, que se perdieron
en el uso civil, pero que se consideró que podían utilizarse
simbólicamente en el culto, expresando con el vestido diferente de los
ministros la diferencia entre la vida la vida profana y la celebración. En
todas las culturas religiosas, para el ejercicio del culto se quiere simbolizar
la pureza de los ministros, y en muchas de ellas precisamente con el color
blanco. El blanco es signo también de victoria y de resurrección.

El alba se utiliza con cíngulo a la cintura, a no ser que ya quede por sí


bien adherido al cuerpo, y con el amito que cubre el cuello, a no ser que
ya tenga el alba por su forma.

Esta vestidura blanca también tiene un sentido bautismal. El domingo de


Pascua, o sea, en la octava de la Resurrección, se solía deponer el “alba”, el vestido blanco que
habían recibido los neófitos en su bautismo en la Vigilia Pascual, como símbolo de su
resurrección en Cristo. Por eso este domingo se llamó “dominica post albas”, y más tarde
“dominica in albis”, se entiende “in albis depositis”, depuestos ya los vestidos blancos,
mientras que el sábado anterior era sábado “in albis deponendis”, los vestidos “por deponer”.

AMITO

Del latín “amictus”, de “amicio, amicire”, rodear, envolver. Se llama así a la pieza de lienzo
blanco, rectangular, a modo de pañuelo de hombros, que visten los ministros de la liturgia
debajo del alba. Se ata a la cintura con unas tiras o cintas cruzadas.

A veces tiene forma de capucha, adornada o no con cruces u otros diseños, que luego
sobresale por encima de los otros vestidos (alba y casulla).

Puede tener la finalidad práctica de preservar del sudor al alba. Pero sobretodo se le aprecia el
valor estético: cubrir más elegantemente el cuello. Sin embargo, se puede prescindir del amito
si ya el alba cuida de esta estética por forma.

BACULO

“Báculo” viene del latín “baculum, baculus”, en diminutivo “bacilus”,


que significa bastón, cayado.

En sentido figurado y simbólico pasó a indicar “apoyo”, por su


función de ayuda para camina, y sobretodo “autoridad”, por el
paralelo con la vara o bastón con que el pastor guía y gobierna a su
rebaño. En el Salmo 22, 4 se alude a esta ayuda de Dios: “tu vara y
tu cayado me sostengan”. En Gn. 49, 10 se anuncia que “no se irá de
Judá el báculo, el bastón de mando” (también Jr. 48, 17).

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En muchas culturas el báculo significa desde antiguo la autoridad del gobernante en sus
diversas modalidades: desde el cetro del rey hasta la vara de mariscal o el bastón del alcalde.
En el ámbito eclesiástico el báculo pasó a ser la insignia simbólica del obispo como pastor de la
comunidad cristiana. En la liturgia hispánica, ya en el siglo VII. En Roma, más tarde, tal vez en
el IX.

El obispo recibe el báculo el día de su ordenación, como uno de los signos explicativos de su
ministerio: “por la entrega del báculo pastoral, se pone de manifiesto su función de regir la
iglesia que le ha sido encomendada” (Ritual 26). Cuando lo recibe escucha estas palabras:
“recibe el báculo, signo de pastor, y cuida de toda tu grey, porque el Espíritu Santo te ha
constituido obispo para que apacientes la Iglesia de Dios”. El obispo porta el báculo en la
mano, cuando preside una celebración solemne de su comunidad, en la procesión de entrada,
durante la proclamación del evangelio y para la bendición final.

También el abad recibe y utiliza este mismo signo como símbolo de su función pastoral.

CAPA PLUVIAL

La capa (del latín tardío “cappa”, de “capere”, coger, contener) es una ropa larga sin mangas,
a modo de manteo o manto, circular, abierto, que se emplea sobre todo fuera de casa.

Los obispos pueden vestir la “capa magna” en las solemnidades en su


diócesis. Pero la capa más empleada en liturgia es la capa pluvial (de
lluvia), que diversos ministros (presbíteros, clérigos, monjes) visten,
con capucha o sin ella, con un broche en la parte delantera. Lo hacen
sobre todo en las procesiones, dentro o fuera de la iglesia, y en otras
celebraciones como el Oficio Divino, la bendición con el Santísimo o la
bendición de las campanas.

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CASULLA

En latín casulla significa casa pequeña o tienda. Se dice de la vestidura que el sacerdote se
reviste por encima del alba y la estola, a modo de capa o manto amplio, abierta por ambos
lados y con un hueco para la cabeza.

En la historia ha tenido formas nobles y amplias, derivadas del manto romano llamado pénula.
La casulla es la vestidura que caracteriza al que preside la Eucaristía. Uno de los gestos
complementarios de la ordenación del presbítero, es la investidura de la casulla.

CINGULO

La palabra latina “cingulum” viene de “cingere”,


ceñir. El cíngulo o ceñidor es un
complemento necesario para ciertos vestidos amplios
como la túnica o el alba, para ceñirlos mejor a la cintura
y facilitar el movimiento.

A veces tiene forma de cordón y otras de cinta más o


menos anchas. Los orientales usan la “zona”, más
adornada y colorista. Actualmente los ministros
que usan alba se ponen el cíngulo, a no ser que ya de
otro modo, por la forma misma del alba, se provea a su
estética y funcionalidad.

CONOPEO

Del griego “konopeion”, que viene a ser como un velo o mosquitera. Es el velo que a modo de
tienda cubría el sagrario donde se reserva la Eucaristía. Se solía utilizar una tela de los colores
litúrgicos propios del tiempo o la fiesta. También, en menor tamaño, se utilizaba para el copón
o píxide, igualmente a modo de manto o tienda. Ahora el conopeo es facultativo.

CORPORALES

El corporal es un lienzo cuadrado que se sitúa a partir del ofertorio en el altar, para depositar el
pan y el vino de la Eucaristía.

El nombre viene del Cuerpo del Señor, que va a reposar sobre este lienzo en la Eucaristía; así
como en la adoración al Santísimo, si se hace sobre el altar. También se puede colocar sobre
una mesita cuando se lleva la Comunión a los enfermos.

DALMÁTICA

En Roma, ya en los siglos II – III, se llamó dalmática a una túnica blanca exterior, con mangas
anchas y adornadas de varias maneras, por ejemplo con dos franjas verticales púrpuras.
Provenía de Dalmática y se convirtió en un vestido propio de senadores y otras personas
distinguidas.

Muy pronto pasó al uso cristiano: en las catacumbas se ven figuras de “orates” con dalmática.
A partir del siglo IV se hizo característica de los obispos y más tarde también de los diáconos, y
así aparecen representados en algunos mosaicos.

En la ordenación de diáconos un gesto complementario del sacramento es la


imposición de la dalmática. Los diáconos la visten sobre el alba y la estola cuando
ejercen su ministerio, sobre todo en las celebraciones más festivas. También los
obispos pueden seguir con la costumbre de vestir la dalmática debajo de la casulla.

ESTOLA

La estola es una tira de tela, más o menos entre quince y veinticinco centímetros de
anchura, blanca o de colores, que pende del cuello. En el uso latino antiguo se
empleaba a veces para designar vestidos significativos o simbólicos: así se habla de
que los bautizados van vestidos de estolas blancas (“stolis albis candidi”), o que los
mártires van vestidos de la estola de la gloria inmortal.

La estola es común en todos los ministros ordenados. Con la diferencia de que los
sacerdotes se la cuelgan en torno a los dos hombros, sobre el alba y bajo la casulla,
cayendo sus extremos en paralelo, y los diáconos se la visten cruzada, “a la
bandolera”, desde el hombro izquierdo hacia la derecha.
27
Es, por tanto, un distintivo de los ministros y a la vez un adorno que resalta la función sagrada
que realizan. Se ponen la estola también para distribuir la comunión o para sentarse en la sede
penitencial. En la ordenación del diácono uno de los gestos complementarios es la imposición
de la estola.

MANUTERGIO

Es un lienzo blanco de forma rectangular con el que el sacerdote se


limpia los dedos en señal de purificación después de haber
presentado el pan y el vino en el ofertorio. (hoy casi no se usa esta
costumbre).

MANTEL

Se llama mantel en la liturgia, como en el uso de la mesa familiar,


al lienzo que cubre el altar, en señal de respeto a la mesa en la que
Cristo nos invita a comulgar: “por reverencia a la celebración del
memorial del Señor y al banquete en que se distribuye el Cuerpo y
Sangre del Señor, póngase sobre el altar por lo menos un mantel,
que, en forma, medida y ornamentación, cuadre bien con la
estructura del mismo altar”, lo cual vale también cuando se celebra
en otro lugar en que no haya exactamente un altar, sino una mesa.

Suele ser blanco, pero admite adornos o franjas de otro color. Antes se utilizaban tres, pero
ahora basta con uno.

El ambón, al igual que el altar, usa un mantel.

MITRA

En griego, “mitra” puede significar una toca o gorro para la cabeza, a modo
de tiara, cinturón o diadema. En el Antiguo Testamento aparece varias veces
hablando de los sacerdotes (Ex 29, 9; 39, 28-31): algunas biblias lo traducen
como “turbante” o bien por “birreta”.

Parece que era de origen persa, y luego de uso romano, el que algunas
personas distinguidas, como signo de honor y nobleza, se pusieran este
gorro. Pasó con naturalidad al uso eclesiástico, primero reservado al papa y
luego (a partir del siglo X-XI) concedido a los obispos y abades. Al principio
parece que fue en forma de copa, de poca altura (unos 20 centímetros) y
luego puntiagudo, con las puntas hacia arriba, de mayor altura (hasta 50
centímetros) y dos cintas o tiras de tela que cuelgan por detrás, que reciben
el nombre de Ínfulas.

Actualmente la mitra es característica de los obispos y de los abades mitrados. El ritual de la


ordenación episcopal no acompaña la imposición de la mitra con ninguna fórmula, pero en la
introducción (n. 26) interpreta su simbolismo como el “esfuerzo por alcanzar la santidad”.

Los obispos suelen tener una mitra más sencilla, y otra más adornada llamada “preciosa”,
según la gradación de la fiesta.

El obispo o el abad se ponen la mitra en los momentos más significativos de las celebraciones
que presiden, como la entrada y la salida, la homilía y la bendición final, mientras que no lo
hacen, por ejemplo, delante del Santísimo expuesto.

PALIA

Cubierta del cáliz de forma cuadrangular, que, según las rúbricas, debe ser de tela y
bendecidse. Consta de una sola pieza en forma planchada, o bien de dos piezas de telas en
forma de carpeta, cocidas una con otra y en medio de un cartón, o bien una pieza sencilla de
tela con un cartón fijo en sus cuatro esquinas, con hilo de seda blanca o de color, pero nunca
negro. En un principio el cáliz se cubría con uno de los lados del corporal; pero, por razones de
comodidad, se sustituyó en muchos lugares, hacia la mitad del siglo XII, por un corporal
plegado; pero todavía en el siglo XV se practicaba la costumbre antigua, sobre todo en Francia,
de cubrir el cáliz con el corporal. La palia tomó su forma de corporal doblado que cubría el cáliz
desde la edad media, especialmente en el siglo XVI. La palia según su origen no es otra cosa
que el corporal; por eso se debe bendecir y debe ser de la misma tela que el corporal.

PALIO

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1. El palio es una insignia que actualmente llevan en torno a su cuello sobre todo los arzobispos
en las celebraciones más solemnes. Es una tira de tela blanca, con seis cruces, que cuelga del
cuello sobre los hombros, a modo de collar o bufanda, con dos puntas que caen una por
delante y otra por detrás. En el imperio romano era un distintivo para los que el emperador
quería honrar, y luego pasó a honrar al papa y a los obispos a quien el papa se lo concedía.
Hoy se impone a los arzobispos como “signo de la autoridad metropolitana y símbolo de
unidad y estimulo de fortaleza”. En oriente hay una insignia análoga, el “omophorion”, más
adornado, pero que llevan todos los obispos. Desde hace siglos existe la costumbre de enviar
además el palio desde Roma a los patriarcas y metropolitas orientales católicos.

En el Ceremonial de los Obispos se describe el rito de la imposición del palio dentro de la


ordenación episcopal, después del anillo y antes de la mitra, y si no, en la misa de recepción
del obispo en su diócesis al principio de la celebración.

2. También se llama “palio” al dosel, aguantado por cuatro o más varas, que se acompaña al
Santísimo en las procesiones eucarísticas, como es por ejemplo el Jueves Santo en el
momento de trasladar solemnemente la Eucaristía al final de la celebración.

PURIFICADOR

Del latín “purum- facere” que significa purificar.

Se llama purificador al pañito blanco que se utiliza para


purificar los dedos, purificar el cáliz, la patena después de
la comunión.

También sirve para limpiar la cruz cuando es besada.

SOLIDEO

De las palabras latinas “soli Deo”, “sólo a Dios”, se llama “solideo” al casquete de seda o tela
ligera que se ponen algunas personas tapando la coronilla de la cabeza.

Empezó a generalizarse su uso hacia el siglo XIV. Al principio cubría toda la cabeza. Fue en la
época barroca cuando se redujo a su actual forma redonda y pequeña. Se distingue ahora por
su color: el papa usa solideo blanco. Los cardenales, rojo. Los obispos, morado. Otros prelados
y clérigos, negro.

No se utiliza sólo en las celebraciones, sino también fuera. Durante la Eucaristía se quita al
empezar el prefacio de la Plegaría Eucarística para volvérselo a poner después de la comunión.
Hace honor así a su nombre de “soli Deo”, “sólo ante Dios” se quita. También se retira para la
adoración de la Cruz el Viernes Santo.

SOTANA

La palabra viene del latín subtana, o subtanea, de subtus, que significa debajo. Y se llama así a
la vestidura talar (hasta los talones de los pies), que sin embargo no se lleva debajo, sino
precisamente es lo que se ve. Es normalmente negra, pero en muchos casos es también blanca
o roja o de otros colores, se ajusta al cuerpo, y con mangas estrechas.

No ha sido exclusiva de los sacerdotes: también los sacristanes, los coristas o los monaguillos
pueden llevarla. En la celebración litúrgica, se tiende a llevar alba, que es el equivalente en
blanco.

VELO O PAÑO HUMERAL.


HUMERAL

“Humeral” viene del hueso del brazo llamado “humerus”, entre el codo y el hombro.

Es el velo que se pone sobre los hombros el que lleva, por ejemplo, el Santísimo en una
procesión. Suele ser un velo de unos dos metros de longitud y más de medio metro de
anchura, sujetado por delante con un broche, que cubre los hombros y con cuyas puntas se
toma la custodia o el copón, con el clásico gesto de no tocar con las manos algo que se
considera muy digno de reverencia como la Eucaristía.

El ritual del culto eucarístico lo prescribe para dar la bendición con el Santísimo: “cuando la
exposición se ha hacho con la custodia, el sacerdote y el diácono pónganse además la capa

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pluvial y el velo humeral de color blanco: pero si la bendición se da con el copón, basta con el
velo humeral”.

También se usa cuando la Eucaristía se lleva en procesión, como el Jueves Santo para la
reserva, o el Viernes Santo para volverla a traer al altar, o el día del Corpus, o en la dedicación
de una iglesia.

TRABAJO PERSONAL

CONTESTAR

¿Cuál es la diferencia entre alba y sotana?


¿Cuál es la función pedagógica de los ornamentos litúrgicos?
¿Cuál es la función que cumple el báculo en manos del obispo?
¿Qué diferencia hay entre la dalmática y la casulla?
El velo o paño humeral ¿Por qué tiene ese nombre? ¿cuál es su función dentro de la
liturgia?

COMPLETA LAS SIGUIENTES FRASES

Ya en la liturgia de los judíos se concedía importancia –a veces excesiva– a estos


vestidos,...........................................................,…..…….………………………………..…….y …………………………………
………………………

La ………………………………. es la vestidura que caracteriza al que preside la Eucaristía.

Cuando la exposición se ha hecho con la custodia, ………………………………...y ……………………………………


…………. póngase además ………………….…………………………………….y ……………………………………. de color
blanco; pero si la bendición final se da con el copón, basta con el………………...……………………………
………………….

RESPONDA A LAS SIGUIENTES DEFINICIONES

Cubierta de cáliz de forma cuadrangular, que, según las rúbricas, debe ser de tela y
bendecidse.

Y se llama así a la vestidura talar (hasta los talones de los pies), que sin embargo no se
lleva debajo, sino precisamente es lo que se ve.

Lienzo que cubre el altar, en señal de respeto a la mesa en la que Cristo nos invita a
comulgar.

Túnica blanca exterior, con mangas anchas y adornadas de varias maneras, por ejemplo con
dos franjas verticales de color púrpura.

El nombre le viene del Cuerpo de Señor, que va a reposar sobre este lienzo en la
Eucaristía.

Es el vestido que se considera básico para todos los ministros en la celebración litúrgica,
desde los acólitos hasta el presidente.
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XII Encuentro
Signos Reverencias y su significado

Actitudes litúrgicas
Actitud Significado Uso litúrgico Cita bíblica
De pie Acción ExpectaciónLa Asamblea Ecl 50, 13
Oración Los ministros, cuandoEx 12, 11
actúan Mc 11, 25
Lc 18, 13

Sentados Enseñar Presidente Lc 2, 46


Escuchar Liturgia de la P. Lc 10, 39
Meditar Salmos Hch 20, 9
Orar Silencios 1Co14,30

Rebajamiento. Letanías Hch 7, 60


De rodillas Adoración. Culto eucarístico Hech 9, 40
Oración individual El algunos sacramentos Ef 3, 14

Rebajamiento Súplicas de losSant 4, 10


Inclinación Súplica ministros. 1Pe1,12
Petición de bendición.

Anonadamiento Ordenaciones Ge 17, 3


Morir/resucitar Viernes Santo Mt 17, 6
Postración
Oración Mt 26, 39
Ap 4, 10

Gestos de los fieles


Gesto Significado Uso litúrgico Cita bíblica
Invocación trinitariaAl comenzar las Mt 28, 19
Recuerdo del misteriocelebraciones 1 Co 1, 18-23
pascual. En algunos ritos Mt 10, 28
Hacer la señal de la¡Identificación con (Evangelio,
cruz Cristo Crucificado. Mt 16, 24
Bendición, Ga12, 19 Rm 6,6
Absolución, etc.)

Comunión en elRito de la paz.Rm 16, 16


espíritu. Celebraciones de la1 Co 16, 20
Darse la paz o Beso Reconciliación Palabra (optativo) 1 Tes 5, 26
1 Pe 5, 14
Recibir laAcoger el don Rito de la comunión Mt 14, 19
Eucaristía Ser alimento Mt 26, 26-27
Golpearse el pecho Conversión Actos penitenciales Lc 18, 13
Penitencia Mt 24, 30
Participación en elViernes Santo.Mt 9, 15
Misterio Pascual.Miércoles de CenizaMt 4, 1
Penitencia. y días penitenciales.Mt 6, 16
Ayunar Oración. Antes de la
comunión. Hch 13, 2-3
Hambre espiritual. Jn 6, 26-27
Mt 4, 4
Iglesia peregrina.Procesión ySal 122
Caminar Esperanza. Rogativas. Lc 9, 51
Unidad. Peregrinaciones aLc 19, 28
santuarios.
Gestos de los ministros
Gesto Significado Uso litúrgico Cita bíblica
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Oración Súplica
Eucaristía en laSal 121, 1
Levantar los ojos Plegaria Eucarística Mt 14, 19
Mc 7, 34
Jn 17, 2
Oración Plegarias Ex 17, 11-12
Asimilación a Cristopresidenciales. Sal 14, 12
Extender las manos Crucificado. Padre nuestro. 1 Tim 2,
2 Jn 21, 18

Pureza interior Después de laSal 51, 4


Lavarse las manos presentación deJn 13, 9
ofrendas
Purificaciones.

Exorcismo. Bautismo de niños.Mc 7, 3 8


Bendición. Bendición. Mt 8, 3
Acción del Espíritu.Confirmación. Mc 10, 16
Reconciliación. Plegaria
Curación. Eucarística. Lc 24, 50
Hch 6, 17
Imposición deTransmisión de unPenitencia.
manos don o potestad. Unción de enfermos.Hch 8, 18-19
Ordenaciones. Hch 19, 6
Mt 8, 2-3 Mc 3, 5 Hch
1, 6
1 Tim 4, 14
2 Tim 1, 6

Comunicación delRito de la paz.Jn 17, 27


Espíritu Confirmación. Jn 20, 19
Ordenaciones.
Consagración de1Co1,3
Dar la paz vírgenes. Ef 1,2
Bendición de Abad/
Abadesa.

Entrega de Cristo a laFracción del pan en1Cor 11,24


muerte. la Eucaristía Lc 24, 3 0-3 5
Partir el pan Comunión eclesial Hch 2, 42-46
Hch 20, 7-11

Elementos simbólicos
- Los colores litúrgicos
Las acciones litúrgicas (en particular la misa) de cada día se celebran con ornamentos de diversos colores: blanco,
morado, verde, rojo y otros.
La diversidad de colores en los ornamentos tiene por objeto expresar con más eficacia, también en el exterior, la
particularidad de la celebración de cada misterio de la fe, y el sentido de la vida cristiana, que progresa en el curso del
año litúrgico.

En cuanto al color de los ornamentos:

a. El color blanco expresa alegría y pureza. Por eso se usa en los oficios y Misas del Tiempo Pascual y de
Navidad; en las fiestas o conmemoraciones del Señor que no se refieran al misterio de su Pasión; en las fiestas
y conmemoraciones de la santísima Virgen María, de los Santos Angeles, y de Santos no Mártires; en las
fiestas de Todos los Santos (1°de noviembre), san Juan Bautista (24 de junio), san Juan Evangelista (27 de
diciembre), Cátedra de San Pedro (22 de febrero) y la Conversión de San Pablo (25 de enero).
b. El color rojo es el color de la sangre y del fuego. Por eso se usa el Domingo de Pasión y el Viernes Santo, en la
fiesta de Pentecostés, en las fiestas de la Pasión del Señor, en las fiestas de los Apóstoles y Evangelistas, y en
las fiestas de los santos Mártires.
c. El color verde se usa en los oficios y Misas del «ciclo anual».
d. El color morado es signo de penitencia y austeridad; se usa en el tiempo de Adviento y de Cuaresma. También
puede usarse en los Oficios y Misas de difuntos.
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e. El color negro, expresión de duelo, puede usarse en las Misas de difuntos.
f. El color rosado (un morado "suavizado", menos intenso) puede usarse en los domingos Gaudete (III de
Adviento) y Laetare (IV de Cuaresma).

Sin embargo, las Conferencias Episcopales pueden determinar y proponer a la Sede Apostólica, adaptaciones que
respondan a las necesidades y a la índole de los pueblos.
En los días más solemnes pueden emplearse ornamentos más nobles, aunque no sean del color del día (por ejemplo
ornamentos dorados o plateados).
Las Misas rituales (durante las cuales se celebra otro sacramento o sacramental) se dicen con el color propio
conveniente a la Misa que se celebra o también con el color propio del día o del tiempo

Elementos Significado Uso litúrgico Cita bíblica

Muerte/Vida NuevoBautismo Rm 6, 3 ss
AGUA nacimiento en elAspersiones Jn 3, 5
Espíritu Santo Exequias Jn 7, 37-38
Presencia divinaEn la Misa VigiliaEx 27, 20
LUZ Cristo: Luz sin ocaso. Pascual BautismoAp 4, 5
Vísperas Lc 2, 32
Jn 8, 12
Resurrección deVigilia PascualMt 3, 11
FUEGO Cristo. Dedicación del altar. Hch 2, 3
Espíritu Santo. 1Re18,38

Penitencia Miércoles de ceniza Gen 3, 19


CENIZA Mt 11, 12

Oración. SacrificioEucaristía. Sal 141,2


de alabanza. Culto eucarístico.Lc 1, 10-11
INCIENSO Honor Dedicación del altar. Ap 8, 3-5

Presencia del es poso.Misa Crismal.Cant 4, 11


PERFUMES Buen olor de Cristo. Crismaciones. 2 Co 2, 15
Honor. Dedicación del al tar. Ap 5, 8

Purificación Catecumenado Lev 2, 13


Alimento Mc 9, 49-50
SAL
Mt 5, 8

Alabanza Gloria yDomingo de Ramos. Ex 12, 22


honor Aspersiones. Sal 51, 9
RAMOS
Mt 21, 8
Ap 7, 9

Alimento Eucaristía Gen 14, 18


PAN Y VINO Ofrenda Sal 104, 14-15
Alegría Ecle 31, 35 1Co10,16-
Unidad 17

Fortaleza Óleo de losCor 9, 24-27


Curación catecúmenos. Sat 5, 14
Posesión o unciónÓleo de los enfermosHch 10, 3 8
Aceite por el Espíritu Santo Crisma Sal 45, 8
Sal 88, 21

Cirio Cristo resucitado Vigilia PascualEx 13, 21-22


Luz sin ocaso Tiempo PascualJn 8, 12
Hecho de la Virgen Bautismo Exequias Ap 21, 23

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Seno de la Iglesia Bautismo Jn3.5
Jn 1, 12-13
Fuente bautismal Ef 5, 23-32
Ap21,2

Victoria Pascual.Viernes Santo PresideMt 28, 5-6


Arbol de la vida la Eucaristía.1 Cor 1, 18-23
Encabeza Gal 2, 19
Cruz procesiones.
Ap 2, 7
Ap 22, 2

Presencia de CristoLiturgia de laJn 20, 31


en su Palabra Palabra. Lc 1, 3-4
Leccionario Procesión de entrada.Mc 12, 26
Evangélico Ordenaciones.
Exequias del Obispo. Lc 4, 17
Ap 22, 18-19

Asimilación a Cristo.Bautismo. Gal 3, 26


Participación en elPrimera Eucaristía.Rm 13, 14
Vestido banquete mesiánico.Los ministros enMt 22, 14
Ministerio en latodas lasAp 19, 9
liturgia. celebraciones.
Ecle 50, 11

Convocatoria. Siempre paraSal 150,5.


Llamada de Dios.convocar a las1Co13,1
Campanas Alabanza. celebraciones.
Gloria en la Vigilia
Pascual

Cuestionario

1 Toma la actitud de estar sentado. Haz un recorrido humano y de la


Biblia. Escribe el recorrido y contesta ¿qué significa estar sentados?

2 Ahora, toma el aceite para analizar. Haz el recorrido normal, humano y


bíblico. Para este recorrido bíblico lee los textos que señala el cuadro de
los elementos simbólicos. ¿Qué simboliza el aceite?

3 Lee estos textos (1 Jn 1, 5; Jn 1, 9; Jn 8, 12; Lc 2, 32: Mt 5, 14-16; 1 Jn 2,


10). Haz un momento de oración con ellos. Y responde: ¿De qué es
símbolo la luz?

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