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[ H IS T O R IA D E U N A V ID A ]
“MUJER Y SUFRIMIENTO”
por
NAF I S A M AA N AN
MO H A ME D
4º E.S.O. B
Instituto de Enseñanza Secundaria RUSADIR
www.iesrusadir.es
Melilla España
Diciembre 2008
Nafisa Maanan Mohamed “MUJER Y SUFRIMIENTO”
LA MUJER Y EL SUFRIMIENTO
Pero esta no dura mucho tiempo, oigo como se rompe el cristal, mientras
siento como los trozos de la ventana caen sobre la manta que me cubre el
rostro, ha sido violada, insultada, ofendida, sólo por crear la alucinación de
estar protegida que aunque no sea invulnerable produce la ilusión de ser
invencible.
El consigue que acepte su abrazo, me dice que lo perdone, que jamás volverá
a ocurrir, que me ama y yo le creo. A mis quince años de edad todavía una no
es capaz de creer en las promesas vacías, agotada me quedo dormida
arrullada por sus brazos.
La plaza que sirve de punto de encuentro para los amantes de piedad, busca
a ese ser que tanto amo, al verlo me acerco dándole un beso, que él
responde de manera fría. Por mi cabeza empieza a rondar la pregunta ¿qué le
pasará?
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Nafisa Maanan Mohamed “MUJER Y SUFRIMIENTO”
Me grita ¿qué hacías con él?. Mi mente no reacciona ante este reproche y así
se lo digo. El vuelve a gritar la misma pregunta, esta vez reacciono de forma
tardía y percatándome de que mi amigo era la causa de su enfado. Le intento
explicar que el es sólo un amigo, que me lo había encontrado por el camino.
Él, con los puños apretados me suelta que soy una puta que seguramente me
estoy acostando conél y es por eso que no he querido hacer el amor. Empiezo
a gritar que no diga más tonterías.
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Nafisa Maanan Mohamed “MUJER Y SUFRIMIENTO”
Las cuales cada vez se hacen más penosas. Deseo abandonarlo, pero no
puedo, el me mantiene y eso le hace sentir de que puede hacer lo que quiera
conmigo. Tiene razón, yo no podría mantenerme a mí y a mi niña, sola.
Sin darme cuenta caigo en la peor clase de prostitución, donde no solo tengo
que estar a su disposición sino también soportar sus maltratos.
Me hallo en el parque con mi hija de ahora cinco años que juega feliz, de
repente escucho unos gritos; se ha caído lastimándose la rodilla y ensuciando
sus vestidos, la furia se apodera de mi. Voy le suelto una cachetada diciéndole
que cómo puede ser tan estúpida que manchó su vestido nuevo, ella llora con
renovado ímpetu, la toma en brazos y la llevo a la casa. Le cambio la ropa
refunfuñándole que cómo puede ser tonta, que ninguna niña de su edad
comete “tales salvajadas”. Ella se afear a mis piernas pidiéndome perdón, que
por favor no deje de quererla. Yo solamente la manda a empujones a su
habitación.
En el cuarto que comparto con ese hombre por el cual ya no siento ningún
aprecio empiezo a escuchar unos lamentos… me dirijo al curto y lo que veo
me hace sentir como el ser más despreciable de este mundo, siento asco de
ser yo. Mi hija está tapada hasta la cabeza por las mantas, sollozando y
ocupando la misma almohada que era mi pañuelo de lágrimas durante mi
infancia, que desarrolla la misma función.
Ella aparece, nos miramos y me percato de que se embarazó para poder huir
del infierno en el que se ha transformado mi hogar; la verdad es que envidio
que tenga esa posibilidad y quizás sea lo mejor.
Han pasado diez años desde entonces, tengo una preciosa nieta de nueve
años, que llena de alegría mi existencia. Aunque lo que me atormenta es que
mi hija no es feliz con su Mario, aunque ella no me lo dice, noto las contusiones
en su carda y que se le ve apagada y triste.
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Nafisa Maanan Mohamed “MUJER Y SUFRIMIENTO”
Le digo que no cometa los mismos errores que yo, que trate a su hija con más
amor, que deje a ese hombre que la maltrata que no la quiere, que no la
respeta. Que deje de confiar que va a cambiar, que sea feliz como yo nunca
he sido. Que por favor no repita mi historia.