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MUJER MALTRATADA

[ H IS T O R IA D E U N A V ID A ]

“MUJER Y SUFRIMIENTO”

por
NAF I S A M AA N AN
MO H A ME D

4º E.S.O. B
Instituto de Enseñanza Secundaria RUSADIR
www.iesrusadir.es
Melilla España
Diciembre 2008
Nafisa Maanan Mohamed “MUJER Y SUFRIMIENTO”

LA MUJER Y EL SUFRIMIENTO

Estoy encerrada en mi habitación, que se encuentra sumergida en la


oscuridad, los golpes llenos de furia que descargan su violencia en la puerta,
amenaza con derrumbarle y perforarme los tímpanos; me estremezco de
terror. Mientras él decía ¡¡abre!!. Gritando con ira mal disimulada, se hace paso
por mi inconsciente me dique para qué tratar de evitar con una frágil puerta lo
inevitable si después el castigo a mi desobediencia sería pero, lo sabía… lo
había olvidado.

La desesperación se está dominando por completo de mis sentidos, que junto


con la adrenalina de la huída hacen una combinación letal. Me escondo
debajo de la cama y empiezo a llorar de dolor, furia e impotencia por no
poder cambiar mi destino, la puerta todavía se encuentra cerrada bajo llave;
yo mientras tanto intento taparte los oídos para evitar escuchar sus chillidos de
rabia que traspasa las ventanas y hasta mi vieja almohada, por el momento
me siento segura en esa habitación.

Pero esta no dura mucho tiempo, oigo como se rompe el cristal, mientras
siento como los trozos de la ventana caen sobre la manta que me cubre el
rostro, ha sido violada, insultada, ofendida, sólo por crear la alucinación de
estar protegida que aunque no sea invulnerable produce la ilusión de ser
invencible.

Los gritos dejan de escucharse, a la vez que alguien se sienta en mi cama


arrebatándome las mantas e intentando adormecerme en sus brazos, yo me
alejo, el corazón frío y duro de mi padre se ha encariñado por el espectáculo
que le doy al ver el patético estado en que me encuentro. Vuelve a intentarlo
y yo exploto, le grito con la voz ahogada por los lloros, que por favor pare, que
se vaya, que ya no puedo más.

El consigue que acepte su abrazo, me dice que lo perdone, que jamás volverá
a ocurrir, que me ama y yo le creo. A mis quince años de edad todavía una no
es capaz de creer en las promesas vacías, agotada me quedo dormida
arrullada por sus brazos.

Han pasado seis años y esta escena se ha repetido en numerosas ocasiones,


siempre con el mismo final y el mismo comienzo.

Salgo del instituto, me voy a encontrar con mi novio. Durante el camino me


encuentro con un muy querido amigo que se ofrece amablemente a
acompañarse, así seguimos riéndonos por el camino y contándonos nuestras
experiencias. Nos despedimos de forma cariñosa cuando llego a mi destino y
él sigue con su camino.

La plaza que sirve de punto de encuentro para los amantes de piedad, busca
a ese ser que tanto amo, al verlo me acerco dándole un beso, que él
responde de manera fría. Por mi cabeza empieza a rondar la pregunta ¿qué le
pasará?

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Nafisa Maanan Mohamed “MUJER Y SUFRIMIENTO”

Se empieza a formar una tensión entre nosotros, a la vez que le pregunto


insistentemente sobre que le pasa, cosa que no me contesta. Hasta que
consigue una respuesta aunque no es la que esperaba.

Me grita ¿qué hacías con él?. Mi mente no reacciona ante este reproche y así
se lo digo. El vuelve a gritar la misma pregunta, esta vez reacciono de forma
tardía y percatándome de que mi amigo era la causa de su enfado. Le intento
explicar que el es sólo un amigo, que me lo había encontrado por el camino.
Él, con los puños apretados me suelta que soy una puta que seguramente me
estoy acostando conél y es por eso que no he querido hacer el amor. Empiezo
a gritar que no diga más tonterías.

En ese momento siento como una bofetada me hace caer en el suelo, él


sencillamente se va dejándome tirada y con la marca de una mano en mi
rostro.

Bloqueada sólo me resigno a llorar e irme a casa, cuando ya estoy en mi


habitación, las lágrimas empiezan a mojar mi almohada, que es mi única
consejera se ha convertido en el pañuelo de lágrimas de esta adolescente
dolorida por los maltratos y la falta de autoestima.

Alguien toca la puerta despertándome; es mi


madre que viene a decirme que me busca mi
novio, la miro de reojo y me doy cuenta de que
tiene un horrible moratón en el ojo, mi padre lo
ha hecho de nuevo, yo solo me encojo de
hombros, es cosa de ellos.

Encontrándome en la puerta de mi casa, miro a


ese ser que hacía sentir especial, que me
amaba, rogándome de rodillas que lo perdone,
que no volverá a pasar, que me ama y por eso
reaccionó así, que no soportaría perderme.

Yo confié de nuevo en él y me lanzo a sus


brazos. Con un beso le expreso que todo está
olvidado…

Adormezco a mi pequeña hija en mis brazos que llora de manera incansable


mientras mi novio de juventud ve un partido de fútbol por la televisión, me grita
que haga callar a la niña o sino que la lleve a l habitación, yo sumisa le
obedezco.

Mi pequeña se ha quedado dormida en su cuna, me miro en el espejo roto a


causa de uno de los constantes ataques de ira de mi esposo; lo que veo no
me gusta , las orejas, las contusiones en mis brazos y cuello, seguramente por
eso él ya no me quiere y se buscó a otra.

La puerta de mi casa se cierra de forma violente, mi esposo debe haber ido a


emborracharse con sus amigos, para después pasar la noche en un prostíbulo,
después va a llegar reclamando que cumpla mis “obligaciones de esposa”.

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Nafisa Maanan Mohamed “MUJER Y SUFRIMIENTO”

Las cuales cada vez se hacen más penosas. Deseo abandonarlo, pero no
puedo, el me mantiene y eso le hace sentir de que puede hacer lo que quiera
conmigo. Tiene razón, yo no podría mantenerme a mí y a mi niña, sola.

Sin darme cuenta caigo en la peor clase de prostitución, donde no solo tengo
que estar a su disposición sino también soportar sus maltratos.

Me hallo en el parque con mi hija de ahora cinco años que juega feliz, de
repente escucho unos gritos; se ha caído lastimándose la rodilla y ensuciando
sus vestidos, la furia se apodera de mi. Voy le suelto una cachetada diciéndole
que cómo puede ser tan estúpida que manchó su vestido nuevo, ella llora con
renovado ímpetu, la toma en brazos y la llevo a la casa. Le cambio la ropa
refunfuñándole que cómo puede ser tonta, que ninguna niña de su edad
comete “tales salvajadas”. Ella se afear a mis piernas pidiéndome perdón, que
por favor no deje de quererla. Yo solamente la manda a empujones a su
habitación.

En el cuarto que comparto con ese hombre por el cual ya no siento ningún
aprecio empiezo a escuchar unos lamentos… me dirijo al curto y lo que veo
me hace sentir como el ser más despreciable de este mundo, siento asco de
ser yo. Mi hija está tapada hasta la cabeza por las mantas, sollozando y
ocupando la misma almohada que era mi pañuelo de lágrimas durante mi
infancia, que desarrolla la misma función.

Me siento en la cama y la tomo para acariciarle con mis brazos pidiéndole


perdón, prometiéndole que no volvería a pasar, reproduciendo las mismas
palabras vacías que me decían. Cuando es rendida por el sueño, pienso en mi
padre ¿habrá sentido lo mismo que yo? Cada vez que me pedía disculpas. Me
doy cuenta que ha pasado de víctima a victimario. Aparto esos pensamientos
y recuerdos de mi mente, las heridas que me dejaron todavía están
sangrantes.

Estoy sentada en el comedor, la pareja de mi hija me dice que voy a ser


abuela, lo único que pasa por mi cabeza de que es demasiada joven para ser
madre, tiene apenas quince años. Él dice que se hará responsable, que ama a
mi hija y le dará lo mejor.

Ella aparece, nos miramos y me percato de que se embarazó para poder huir
del infierno en el que se ha transformado mi hogar; la verdad es que envidio
que tenga esa posibilidad y quizás sea lo mejor.

Han pasado diez años desde entonces, tengo una preciosa nieta de nueve
años, que llena de alegría mi existencia. Aunque lo que me atormenta es que
mi hija no es feliz con su Mario, aunque ella no me lo dice, noto las contusiones
en su carda y que se le ve apagada y triste.

Lo que más rabia me da es que paga toda su amargura y frustración en su


hija, mas cuando se lo dijo ella solo responde que no tengo moral como para
reclamarte nada, yo hacía lo mismo con ella.

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Nafisa Maanan Mohamed “MUJER Y SUFRIMIENTO”

Mis ojos se abren lentamente, siendo todo mi cuerdo adherido a causa de la


última paliza de mi esposo que fue brutal. Tomo una decisión que debí haber
tomado hace mucho tiempo, separarme, ya que lo más seguro es que no
salga viva de otra.

Miro a mi alrededor, la habitación se me hace


desconocida con sus paredes blancas. Estoy
rodeada de mangueras y aparatos extraños,
pero es el ruido de esa maquinita que se
escucha el sonido de mi corazón, lo que hace
que percate de que estoy en un hospital;
distingo a mi hija hablando con un hombre de
bata blanca. Presto “atención” y me paralizo
por lo que oigo, dice que no hay posibilidades
parda mí, que las innumerables fracturas
nitratadas con anterioridad, más las que se
unieron en esta última paliza, me estaban
perforando el hígado y parte de un pulmón,
que era un milagro que aún siguiera con vida.

Ahora entiendo el por qué de esos recuerdos


que pasaron por mi mente, por ahí leí que
cuando estas en una situación donde peligra la vida eso pasaba, pienso en la
decisión que tenía tomada, demasiado tarde, escucho a mi hija suplicarle al
médico que me salve, reuniendo mis últimas fuerzas logro llamarle por su
nombre. Se sobresalta y empieza acercarse, pidiéndome que no hable, que
retenga mis fuerzas para sobrevivir, pero necesito antes de morir que me
escuche, ella se queda callada para poder prestarme atención.

Le digo que no cometa los mismos errores que yo, que trate a su hija con más
amor, que deje a ese hombre que la maltrata que no la quiere, que no la
respeta. Que deje de confiar que va a cambiar, que sea feliz como yo nunca
he sido. Que por favor no repita mi historia.

La vida se está acabando, no puedo respirar. MI último deseo es que mi niña


querida tome en cuenta las súplicas de una vieja agonizante, que solo quiere
que sea feliz.

El lugar me es completamente desconocido, un ser se acerca a mi veo su


túnica blanca y miro esos ojos verdes esperanza como los de mi nieta, tiende
su mano y yo la tomo.

La muerte me lleva a su reino de ilusión y abandono este mundo.

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