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Deleuze, G., Spinoza: filosofía práctica, p 26.
se dice se puede decir en un solo sentido. Es un mundo inmanente, un mundo
donde todo lo que se dice es y es en él mismo, sin apelar a nada superior. Es
un mundo de inmanencia ontológica. Justo esta ontología es la ontología de
Spinoza, en la cual solo hay un mundo y una sustancia “Por sustancia entiendo
aquello que es en sí y se concibe por sí, esto es, aquello cuyo concepto no
necesita del concepto de otra cosa para formarse”2 Que es ontológica y
epistemológicamente independiente, libre “libre [es] aquella cosa que existe
por la sola necesidad de su naturaleza y se determina por sí sola a obrar”3
¿Puedes ver entonces que las ontologías puras están en función del ser? De lo
que está aquí, de lo que es y existe y no de algo superior? No hay un Uno
superior al ser, el ser se dice de todo lo que se puede decir, o sea, el ser se
dice de todo lo que es, todo tiene ser, todo es ser en un mismo sentido. Las
diferencias dejan de ser jerárquicas porque todos los seres son en el Ser.
Puedes ver entonces por qué el castigo vendría de más, éste sólo es justificable
cuando hay algo “más arriba” que nos dice qué es lo Verdadero, qué es lo
Correcto y cuáles son los lineamientos a seguir; ya que aquello superior, sabe
lo que es Correcto. Por ejemplo, tendríamos el derecho de juzgar porque hay
algo juzgable y algo que juzga: el Uno superior al ser. En este mundo
trascendente es necesario dar órdenes y obedecerlas porque de hecho existen
El Bien, Lo Correcto y La Verdad. En este mundo se vuelve una necesidad
realizar nuestra esencia, es decir, nuestra racionalidad y ése es nuestro fin, el
fin último del hombre será actuar racionalmente; el fin de, por lo menos, una
vida Correcta será- por medio de leyes superiores- el cómo guiarse
racionalmente. La racionalidad por tanto será el fin que el hombre busque,
encontrar su esencia será el fin último, será su deber. Pero observamos que la
2
Spinoza, B., Ética demostrada según el orden geométrico, p 11.
3
Ibid.
racionalidad sólo está en potencia, ya que claramente hay actos irracionales,
entonces, el deber del hombre, su fin, será pasar de la potencia al acto, será
realizar su esencia. Y si alguien no es capaz de realizarla podrá ser juzgado y
castigado.
Por el contrario, cuando todo es uno, cuando todo es ser, solo se necesita una
exigencia: el cómo ser libre, en una libertad plena, o sea, en cómo efectuar
mejor la potencia, en definir las condiciones para aumentar la potencia de mi
ser. Ya no necesito, como en una filosofía de lo Uno, de lo superior, ya no
necesito ésta relación de obediencia-castigo; solo necesito entender cómo
puedo relacionarme mejor con el Ser; ese ser que yo mismo soy, puesto que
estoy contenido, ya no soy un ente dentro de un mundo, si no que el ser soy yo
y yo soy el ser, yo soy lo existente y lo que es. Yo soy esencia pero en un
sentido de existencia, mi esencia es ser y existir. De modo que lo que es igual a
todos es el ser, pero eso no significa que todos los seres tendrán la misma
potencia, hay diferencias, no todas las potencias son iguales. Una piedra no
tiene la misma potencia de obrar que una mariposa, ni una mariposa tiene la
misma potencia de obrar que un león, ni un león tiene la misma potencia que
una rosa, ni una rosa la misa potencia que… Asimismo, cualquier acto será sólo
en función de nuestra potencia y cualquier consecuencia también, ahora vista
con otro enfoque: el ser. “De cierta manera usted dice: cualquier cosa que
usted haga, usted solo tendrá lo que se merece. Alguien dice o hace algo,
usted ya no relaciona eso con los valores. Usted se pregunta, ¿cómo es posible
eso? ¿Cómo es posible de manera interna? En otros términos, usted relaciona
la cosa o lo dicho al modo de existencia que implica, que envuelve en sí
mismo. ¿Cómo hay que ser para decir eso? ¿Qué manera de ser implica? Usted
busca los modos de existencia envueltos, y no a los valores trascendentes. Es
la operación de la inmanencia (...)”4 Se trata ahora de plantearnos una
pregunta diferente ¿de qué eres capaz? ¿Qué tipo de potencia tienes para
poder hacer tal o cuál? El hombre se definirá para Spinoza por lo que puede,
por su potencia y no por lo que es (un animal racional) donde se toma en
cuenta lo que ya, de hecho, se “es”: Una mesa qué “es”? una superficie plana
de cuatro patas, un gato qué “es”? Un mamífero etc. Spinoza se interesa, en
cambio, por lo que la cosa puede, por lo que el animal puede y por lo que el
hombre puede. Por lo que los diferentes modos del ser pueden. Este no puede
moverse, éste puede correr, aquél puede sentir, este otro puede pensar. Esos
son los modos de existencia, los modos del ser sin ninguna supremacía
ontológica. “hay que ver a la gente como pequeños paquetes de poder” dice
Deleuze, hay que explorar las cosas para poder encontrarles el sentido, que de
hecho ya tienen y así encontraremos qué son capaces de hacer y soportar.
Entre más intensa es una cosa, entre más potencia tiene una cosa, está más en
relación con el ser. “Las cosas ya no están definidas por una esencia cualitativa
4
Deleuze, G., Spinoza: filosofía práctica, p 32.
(el hombre animal racional), sino definidas por una potencia cuantificable.”5 Es
decir, por lo que el hombre puede. En definitiva esta es la razón por la cual
Spinoza no entiende cuando decimos que el hombre bueno vale más que el
que no lo es ¿en qué sentido vale más si todo viene del ser? la única razón
sería en su potencia pero no Vale más, no es más Bueno, que aquél que está
loco o que aquel que mata.
Para la naturaleza nada es contradictorio, para el ser, solo hay relaciones que
se conforman y componen mediante sus potencias, pero nada es errado, pues
¿cómo sería posible esto si todo es parte del ser? 6Nosotros pensamos y
creemos que las cosas son diferentes porque nuestro entendimiento ve que un
cierto tipo de relaciones aumentan nuestra potencia de obrar, y otro tipo la
disminuyen, por eso damos el nombre de Bueno y Malo, pero desde la
naturaleza no existe nada errado pues ella es y abarca todas las relaciones.
“nada sucede en la naturaleza que pueda atribuirse a un vicio suyo; es, en
efecto, la naturaleza siempre la misma, y en todas partes una y la misma su
virtud y potencia de obrar; esto es, las leyes y reglas de la naturaleza, según
las cuales suceden las cosas y mudan de unas formas en otras, son siempre y
en todas partes las mismas; y, por tanto, uno y el mismo debe ser también el
método para entender la naturaleza de las cosas, cualesquiera que sean, a
saber, por medio de las leyes y reglas universales de la naturaleza. Así pues,
los afectos del odio, la ira, la envidia, etc., considerados en sí mismo, se siguen
de la misma necesidad y virtud de la naturaleza que las demás cosas”7 Lo que
el hombre, en su conocimiento limitado y mal logrado de las causas entiende
por Bien es aquello que aumenta su potencia, aquello que no lo afecta de
ninguna manera negativa, y lo que llamará Mal será aquello por lo cual su ser
es afectado de tal manera que su potencia disminuye, su potencia de obrar, de
ser, de lograr “llamamos bueno o malo lo que es útil o perjudicial para la
conservación de nuestro ser, esto es, lo que aumenta o disminuye, favorece o
reprime nuestra potencia de obrar”8 Entonces llamaremos Bien y Mal
simplemente a aquello que nos conviene. Por ejemplo, si estoy en el mar
chapoteando, y de pronto llega una ola que me arrastra llamare Malo al mar, y
tendré miedo de meterme en él y mi felicidad dependerá de lo lejos que pueda
estar del océano. Pero, para un pescador, el mar es Bueno, es fuente de vida,
de comida y de dinero, por lo que entre más veces pueda entrar al océano y
sacarle el mayor provecho más feliz será. Todo se compone de relaciones y de
la forma en la que éstas aumentan o disminuyen mi potencia. Es decir, en el
momento que yo comprenda el movimiento de las olas, y pueda agacharme
5
Ibid. p 21.
6
Spinoza, B., Ética demostrada según el orden geométrico, I, prop. XVI “de la necesidad de la
naturaleza divina deben seguirse infinitas cosas e infinitos modos: esto quiere decir que todo se
vincula con Dios a existir y a obrar de un cierto modo”.
7
Spinoza, B., Ética demostrada según el orden geométrico, III, introducción, p 103.
8
Ibid. IV, prop. VIII.
cuando una llegue y pueda salir a la superficie cuando se calme, habré
comprendido que era su naturaleza ser así, y que no es ni Buena ni Mala.
Esto nos podría llevar a suponer que éste tipo de ontologías nos conducen a
un nihilismo radical, en donde todo vale; y si, en un sentido, todo vale, si lo
tomamos desde el ser, ya que nada es algo que no sea ser, todo ente efectúa
su ser en tanto que él es ser. Todo está conectado y relacionado y todo es en el
ser, ves? Ya no vivo en un mundo donde todo es variable, donde hay cosas
incomprensibles, irracionales, Malas y que me hacen entristecer porque no
entiendo por qué suceden; si no que todo transcurre en un apacible
movimiento. El mundo inmanente es un mundo de relaciones. Si alguien me
hace daño, ese alguien disminuye mi potencia de obrar, supongamos que ese
alguien me golpea constantemente, entonces ese alguien está constantemente
disminuyendo mi potencia, y ese alguien, para mí, es Malo, entonces voy, que
se yo, a derechos humanos y lo encarcelan, y ya no me puede golpear;
entonces, se restablece mi potencia de obrar y derechos humanos o la policía
serán, para mi Buenos, pero para el otro que me golpeaba, que ha perdido su
potencia de obrar serán Malos. No es que ellos sean Buenos ni Malos en sí, si
no que aumentan o disminuyen ciertas potencias. Desde mi entendimiento hay
cosas Buenas y Malas porque no entiendo que todo está en un entramado. Pero
por el contrario, desde Dios, o desde la naturaleza todo es composición, todo
“es” y por ello Dios no concibe ni Bien ni Mal. Hay un orden que yace en la
naturaleza, que proviene de la única sustancia que hay y que se da de todos
los modos posibles, todas las relaciones son y serán efectuadas.
Pues justo así es el mundo para Spinoza, una gran obra musical, una gran
partitura donde la pieza ya está escrita y tiene los tiempos y las notas que
tiene por qué así es su naturaleza, si yo me creo libre, creeré que yo puedo
tocarla como quiera y cuando quiera, pero en realidad ella ya se toca, la
libertad vendrá cuando yo pueda tocarla perfectamente, aumentando, con
cada nota, mi potencia. Ah!! Pero lo más importante!! La pieza es una sinfonía,
y ella sólo funcionará cuando yo entienda que lo más importante para que una
sinfonía se toque adecuadamente es que todos la ejecuten y la ejecuten a la
perfección; no solo un violín o un cello, si no que todos, violas, violines,
clarinetes ejecuten la pieza, varios instrumentos conjuntamente. Entonces, la
10
Ibid., II, prop. XLIV.
persona que toca el clarinete y aquél que toca el contrabajo serán, al final de
cuentas, útiles para mí mismo: el hombre es lo más útil para el hombre mismo
“nada se da de más útil al hombre para conservar su propio ser y para disfrutar
de una vida racional que un hombre guiado por la razón”11. Luego, el bien y el
mal estarían de más, yo no le cortaría la mano o mataría a aquél que toca el
clarinete porque sé que al final la sinfonía no se escucharía a la perfección,
estaría incompleta y mi potencia no sería la misma. No perjudicaría al otro
porque al final me perjudicaría a mi misma en la gran sinfonía de la vida. Por lo
tanto, el ser humano tiene que comprender que lo primordial para él es
conservar su ser, y para que esta conservación suceda es indispensable otro
hombre. El hombre es lo más importante y útil para el hombre mismo.
¿Me entiendes hora? ¿Me explico por qué el mal y el bien, el castigo y todo
aquello vienen de más? Porque todo está vinculado, no por creador-criatura o
causa-efecto, si no porque todo está dentro de una naturaleza necesaria y
ordenada.
Pues bien, para algunos filósofos contemporáneos como Peter Singer y Derek
Parfit por alguna razón, normalmente teológica, creemos que somos
especiales, que creemos tener un no-se-que-que que-se-yo que nos hace
importantes, tal vez un alma, o una esencia, o un “algo”; creemos que la vida
humana es sagrada, creemos que la vida humana es más importante que
cualquier otra vida y esto nos lleva a configurar una mentalidad
antropocéntrica o especieista. Afirman que tenemos una concepción de
persona y de vida, que viene de una raíz filosófica que actualmente no es útil,
y más si hablamos de problemas. Necesitamos, por lo tanto, adoptar una
postura filosófica diferente, para estos dos filósofos el que tengamos una
definición tan cerrada de “persona” es lo que nos acarrea problemas. Nos
11
Ibid., IV, cap. IX.
acarrea problemas porque el criterio de persona es lo que está detrás de todas
nuestras decisiones, acciones y creencias, veamos: tenemos una intuición
moral de que la persona posee ciertas propiedades, al aceptar esta ciertas
propiedades acepto que yo también las tengo; luego, si yo acepto que a
alguien, a quien le adjudico el estatuto de persona, se le hagan ciertas cosas,
por ejemplo se experimente con él, se le atormente, etc. debería aceptar que
también se me hicieran a mi; por lo tanto, ya no soy sólo espectador, seré
también participe: esto es lo que se llama propiamente el juicio moral del
razonamiento práctico.
Puedes ver que ese concepto sólo implica personas y nada más, y cómo nos
apegamos a la filosofía de lo Uno, ya que somos lo más cercano a la divinidad,
es más, estamos hechos a imagen y semejanza de ella. Es claro que
trabajamos sobre un concepto un tanto equivocado de persona. Si tomamos
en cuenta la visión spinociana de la ética, diríamos que la ética y sus conceptos
necesitan reacomodarse, reinventarse. En la época de los grandes tratados
humanos (S.XVII) se inventaron ideas del ser humano, incuestionadas, y que
hoy en día nos son inútiles, pero, aun así, las seguimos aplicando. La filosofía
ha inventado un “algo”, llamado persona, ha inventado que la vida humana es
algo sagrado y sui géneris como si tuviese algo especial que la hiciese distinta
ontológicamente de otro ser. Kant, por ejemplo, menciona que los seres
racionales son fines en sí mismos y nunca medios, y por lo tanto poseen
dignidad infinita, este tipo de pensamientos, según Singer, este tipo de
construcciones filosóficas rayan en la locura. Tenemos un concepto de persona
antiquísima, que siempre ha intentado separarse de lo demás, por ejemplo: No
puedo ser un animal ¡soy algo más, debo tener algo más que me separe de
ellos!! ¡Ah! ya se, mi logos. El concepto de persona se alimenta únicamente de
“algo” superior, que tratamos de buscar y definir sin poderlo justificar por
entero; y lo mismo sucede con las ontologías de lo Uno o metafísicas. Creen
que el ser humano posee ontológicamente un estatuto diferente. La filosofía se
ha guiado por lo que el ser “es” de las ontologías de lo Uno: el ser humano “es”
un ser racional, “es” alguien con lenguaje, “es” alguien que tiene creencias y
creencias de esas creencias… es… es…Esto nos sirve para excluir a casi todo
ser viviente y dejarnos en la cúspide.
12
Por ejemplo una piedra, evidentemente no sufre, pues no tiene terminaciones nerviosas y no
puede evitar el dolor de ninguna forma; caso muy diferente al de un ratón o un perro que
muestran, claramente, miedo, dolor, desesperación, aun que no siempre puedan evitarlo.
Bibliografía:
Spinoza, B., Ética demostrada según el orden geométrico, FCE, México, 1996.