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La estrategia de los países del Eje fue implementada durante varios años, de
manera lenta, exacta y soterrada. Durante los últimos años de la década de los
treinta inició el trabajo de preparación y en la antesala de los cuarenta
comenzó el flujo de los narcóticos. La prensa mexicana reportó, hacia los
primeros meses de 1939, un incremento en el tráfico de drogas en la frontera
entre México y Estados Unidos, principalmente en el poblado de Naco, Sonora.
El 8 de abril del mismo año, la primera plana de El Porvenir de Monterrey
reportó que “Japón y Alemania tratan de envenenar con opio a la juventud de
los Estados Unidos. Pasan la droga por nuestro país. Varios contrabandistas han
sido detenidos en los últimos meses en Douglas, Arizona”.
Aunque resulta extraño pensarlo, quizá los informes enviados a Washington por
los agentes estadunidenses tengan el mismo valor hoy en día que cuando
fueron redactados. La información referente a quiénes integraron el primer
cártel del narcotráfico y, sobre todo, a cómo era el modus operandi del mismo,
tiene en nuestros días una importancia extraordinaria, pues hablamos del
nacimiento de los cárteles modernos. Durante la Segunda Guerra Mundial el
trabajo de la inteligencia estadunidense impidió que los alemanes alcanzaran
su objetivo; hoy este trabajo debería ayudarnos a descifrar una de las claves
del tráfico de tóxicos actual: la infiltración de los cárteles en los círculos de alta
política.
Conrad Eckerle, un importante agente nazi que formaba parte del proyecto del
cártel, fue identificado en un informe enviado al Departamento de Estado como
el responsable del centro de operaciones alemán encargado de narcotizar a los
Estados Unidos. El búnker se ubicaba en una casa comercial llamada La
Germania, ubicada en el número 2 de la calle Ayuntamiento. Eckerle, quien
había sido oficial de la armada germana, fue enviado a México por la embajada
nazi en Washington. Su misión principal, antes de que se le encomendara el
tráfico de las drogas, fue organizar el partido y llevar a cabo trabajos de
sabotaje. El grupo encabezado por Aguilar, N. Santos y Bravo mantuvo siempre
un estrecho contacto con Eckerle.
Otro de los gobernadores que se benefició del dinero generado por las drogas
fue Maximino Ávila Camacho, entonces mandatario de Puebla y amigo íntimo
de Gonzalo N. Santos (…)