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La imagen de la seorita Blandish se contrapona a cada instante con el mal recuerdo de sus clientes.

Al final, los haba llamado por telfono, decidido a enfrentarlos y romper la burbuja que envolva su corazn. - He terminado mi trabajo dijo en voz baja. -Ya era hora! exclam la mujer. -Y bien? apur el hombre pulcro. Heredia juguete un momento con el sobre que tena entre sus manos, y en el cual estaba la foto y la ruina de la seorita Blandish. -No hay nada dijo, disfrutando las muecas desencantadas de la pareja, y sin importarle el lugar comn de sus palabras, agreg-. Su marido es inocente como una blanca paloma. Minuto despus, cuando la pareja se hubo marchado de la oficina, Heredia contempl por ltima vez la fotografa. Volvi a ponerla dentro del sobre, hizo una bola y la clav limpiamente en el papelero. Enseguida, sac de su escritorio un ajado ejemplar de las Carta de Raymond Chandler y ley donde deca: Todos los tipos duros son irremisiblemente tiernos de corazn. Se acomod lo mejor que pudren su silln, y buscando soar con la seorita Blandish se durmi con la tranquilidad que le daba el trabajo cumplido.

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