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María Tenorio
Español 856
precedía una voz sin nombre desde hacía mucho tiempo: me habría bastado entonces
encadenar, proseguir la frase, introducirme sin ser advertido en sus intersticios, como si
por tanto inicio; y en lugar de ser aquel de quien procede el discurso, yo sería más bien
quizás debería decir como si viviera en medio de múltiples discursos que se cruzan en mi
clausuran otras. Y quizás parezca abstracto –o quizás parezca estar rayando en el discurso
palabras sufridas. Palabras que me han hecho y me hacen hija o esposa, estudiante o
ciudad, San Salvador– en otro hábitat hoy menos extraño que ayer, pero siempre ajeno,
para decirlo como se dice, en otro país, en los Estados Unidos, me ha hecho aferrarme a
un discurso que antes no veía porque estaba dentro de él, nadaba en sus aguas sin tener
que pensarlo ni decirlo, que explicarme, que colorearme de él. Me refiero al discurso de
la nacionalidad, de la salvadoreñidad. Ese discurso que antes era mi medio de vida y que
ahora veo, parcialmente desde fuera, es uno que me atraviesa de pies a cabeza, me define,
latinoamericano, me llama e interpela como no lo había hecho antes. Es mío o quizás soy
de él. Lo hablo a mi modo –claro que como subjetividad moderna reclamo cierta
individualidad– y le hablo –hay siempre cosas que decir, que decirle. Oírlo, decirlo,
“En el momento de ponerme a hablar ya me precedía una voz sin nombre desde
hacía mucho tiempo”, dijo Foucault, y eso siento ahora que escribo y me propongo
–o quizás sea mejor decir, a ese discurso–, escudriñar en sus palabras algo de lo que –con
ellas, en medio de ellas, desde ellas– producen, discuten, definen, fijan, articulan,
desprecian o excluyen.
Esta circunstancia del exilio, no es extraño, me hace volver los ojos a mi país. Me
interesa ver cómo se formó ese discurso de la salvadoreñidad, cómo se fue articulando en
los albores de la nacionalidad salvadoreña y centroamericana. Por eso voy al siglo XIX,
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también por eso voy a los periódicos, testimonio escrito que ha sobrevivido al tiempo.
Estoy clara que ese discurso periodístico es una vertiente nada más de ese flujo de
discursos en los que El Salvador surge –de entre (los avatares, las ruinas de) la federación
que serán los privilegios de que ha gozado desde tiempos inmemoriales la escritura,
“Desde que estoi viendo papeles públicos, en que sus autores se proponen formar y dirijir
la opinion del pueblo, he advertido que siempre se habla de opinion pública, de derechos
entienden.”
(El amigo del pueblo. San Salvador, Jueves 25 de Mayo de 1843. N° 5. P. 31)
traer, desde la ciudad de Guatemala, la primera imprenta. Su jefe de estado, Juan Manuel
Rodríguez, había visitado recientemente los Estados Unidos donde “pudo comprobar la
por producir e inventar una vertiente de la salvadoreñidad, esa de la que ahora me siento
(Pinto Soria 94-99), el estado del Salvador importa su primera imprenta. De acuerdo con
lectura de textos comunes –libros y periódicos– en amplios grupos humanos que, por su
dispersión geográfica, no tienen contacto cara a cara, pero que al realizar a diario, más o
(24-36). Esta sería, grosso modo, la idea de la nación, comunidad imaginada, como
habla Anderson. La aspiración del jefe de estado salvadoreño, Juan Manuel Rodríguez, de
geográficamente dispersas, para lo cual se necesitaría mejorar los caminos2; habría que
poner ese periódico en manos de los pobladores de estas regiones, producir cierta afición
a su lectura, para lo cual se necesitaría que supieran leer. La producción por sí sola nada
tal en el sentido de Anderson, sería una producción de una suma de factores: imprenta,
datos presentados por Héctor Lindo, hacia 1850 El Salvador tenía aproximadamente 370
mil habitantes, de los cuales menos de 7 mil asistían a la escuela (Weak Foundations 69).
No da Lindo datos exactos sobre población alfabeta en esta época, pero sí dice que el país
“era en gran medida analfabeto”, en su estudio sobre “Las primeras etapas del sistema
escolar salvadoreño en el siglo XIX” (144). No leía. Y aquí quiero evitar caer en el lugar
común de ver nuestro pasado como siempre ‘falto de’, ‘carente de’ alfabetización,
caer en el macondismo, al decir de José Joaquín Brunner, como esa tendencia regionalista
situarme, por un momento, en otro espacio crítico que me permitiera ver como funciona
heredera y partícipe.
independencia: una minoría vive de un modo occidental y consagra ese modo como
‘universal’ o apropiado para todos; las mayorías ladinas e indígenas, que hacia 1837
sumaban el 80%3 de la población ¿quieren vivir de ese modo? No se trata de los malos
contra los buenos. Los primeros dirigían la nación –fuera Centroamérica o El Salvador– y
la nación era una articulación más en el mercado mundial, que –dominado por Europa y
con su ideología de la modernidad y el progreso, a las otras zonas del globo. Según el
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crean que van a ser mejores humanamente si saben leer, escribir y si dejan de descansar
tanto y se ponen a trabajar. Van a tener acceso a todo aquello que hace ‘humanos’ y
‘modernos’ a los habitantes que caminan con la frente en alto en las ciudades. La promesa
de la modernidad es que van a decidir su destino, aunque para eso tengan que romper con
en 1853 escribió al alcalde quejándose de que los niños indios ‘por sus
enseña con la facilidad y prontitud que los ladinos’ (“Las primeras etapas”
145).
discurso ajeno, foráneo, europeo que desde la colonia ha venido hilvanado de abuso y
los pobladores indígenas de Nahuizalco para el caso, es una respuesta a ese discurso que
Otro ejemplo de resistencia, ahora letrada, es el del epígrafe de esta sección que
viene del semanario El amigo del pueblo4: algunos periódicos o papeles públicos tratan
asuntos de interés general –para dirigir la opinión del pueblo, como quería Rodríguez al
introducir la imprenta– que, a“El amigo de la verdad”, como firma el lector y escritor de
este remitido, le parecen “materias encumbradas que pocos entienden”. Opinión pública,
derechos del hombre, forma de gobierno, todos conceptos que a fuerza de tanta repetición
y tanta fuerza ‘universal’ tienen plena vigencia en estos días, y que en 1843 sonaban
ajenos, extraños, hasta el punto que carecían de sentido para los muchos: pocos los
parece que este reclamo va encaminado –más que a un rechazo de las ideas en cuanto
tales– a darle orientación más pedagógica al discurso de los periódicos, a ser más
explicativos. Hace este remitido amigo un llamado de atención a los productores del
discurso periodístico para que no pierdan de vista que, para llegar a su deseado lector, el
En este panorama de la primera mitad del siglo XIX, para volver a Anderson y la
no masivo, más bien elitista, del proyecto nacional salvadoreño es una afirmación que cae
forma de gobierno; por todas partes se nota una lacsitud, una inercia, un egoismo, y una
neutralidad que aflijen a un corazon patriota que desea el bien positivo de su pais.”
(El amigo del pueblo San Salvador, Jueves 4 de Mayo de 1843. N° 2. P. 3.)
Casi dos décadas de agitada y productiva vida llevaba la imprenta en el estado del
Salvador, cuando El amigo del pueblo se siente compelido a confesar por su medio las
tristes verdades que lo afligen. ¡Tanta publicación, tanta letra y la realidad se resiste a
responder! La gente –el pueblo– no se involucra en los asuntos públicos, la unión –esa
comunidad horizontal que ‘vive’ en el mismo tiempo y espacio– aun no llega. No hay
condiciones materiales para realizar el deseo del corazón patriota. En este discurso de la
llama Julio Ortega– está implícita la comparación con la positividad de un modelo de país
moderno que se caracterizaría por poseer lo que ‘nos’ falta: hombres, dinero, crédito,
unión, espíritu público, pueblo adherido a una forma de gobierno, fortaleza, actividad,
afirmaciones como las de José Joaquín Brunner, quien al comentar textos de Octavio Paz
latinoamericano en que
Estoy de acuerdo con Brunner, pero creo precisamente que la hegemonía del modelo
dominante, ‘moderna’. Claro que, si se quiere hacer análisis, yo buscaría lo mismo que
como nota propia de la salvadoreñidad y, más allá, me atrevería a decir con ayuda de
idea misma de América Latina desde sus tempranas fundaciones” (130). Lo que ‘nos’
falta llega a ser tan importante como lo que ‘tenemos’: se perfila en este discurso un
nosotros que, al ser dueño y señor de la palabra escrita en letra de imprenta, se autoriza
para diagnosticar la realidad y para curarla, para clasificar y definir lo positivo en que
de 1846: 2).
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El diagnóstico es grave: ‘vemos’ a nuestro alrededor y solo ‘vemos’ atraso. ‘Nos’ estamos
quedando atrás en la marcha hacia el disfrute de la libertad, del bien. El Salvador marcha
a la vanguardia en Centroamérica, pero hay fuerzas contrarias que le impiden gozar los
frutos de su lucha. Esta se queda corta frente a una realidad que se resiste a entrar en la
Salvador Rejenerado San Salvador, octubre 5 de 1846: 3). Entre el vivir y el vivir como
se debe, entre el ser y el deber ser, se alza una pesada materialidad heredada desde
tiempos sin historia, desde la naturaleza misma de los trópicos, que se resiste a la
misma época, otra publicación periódica, El Crisol6, producía –reservando apenas una
sufridos, dóciles hasta el grado en que esta virtud pasa á ser defecto: son
disipacion: condicion indispensable de todas las razas que habitan bajo los
No, no es el pueblo el que está lanzado en este proyecto, no es suya la lucha (por el poder
los más; los mandatarios, en el lado de unos pocos. Y la palabra que denuncia,
“repetimos”, que no está ni de un lado ni del otro, que se opone a la guerra, según dice,
por las vidas humanas que cobra. Esos millares de vidas que acaban como las de “débiles
corderos en un mercado” aportan carne y sangre a este discurso que reclama el fin de un
abundancia, del que habla Ortega), en el segundo me confronta con una imagen adolorida
de esa población afligida, contristada, abatida. Forma una población tropical que vive en
“la eterna primavera” para luego deformarla y desangrarla bajo los embates de la guerra.
Pero hay esperanza. Pareciera muchas veces ser mera cuestión de dirigencia, de
quien sabría y podría llevar mejor el carro de la civilización en un territorio sin caminos
aptos. Como dice El amigo: “La imprenta, ese apoyo sublime de las luces y de la libertad,
fué inventada para la discusion y para hacer conocer a los pueblos a sus enemigos y
opresores” (El amigo del pueblo. San Salvador, Jueves 22 de Junio de 1843. N° 9. P. 60).
Una lucha política por el gobierno –entre el ‘amigo’ y los enemigos y opresores del
pueblo– donde se esgrimen valores universales con propósitos particulares: “El bienestar
de los centro-americanos es el fin a que encaminamos nuestros escritos” (El amigo del
pueblo. San Salvador, Jueves 15 de Junio de 1843. N° 8. P 55). Según Ítalo López
de tanto repetirse, terminan por creerse: impactan y modelan, me atrevería a decir que
hasta la fecha, el imaginario de los salvadoreños sobre sí mismos, sobre su manera de ser
nación y su propio relato sobre su modernidad o la falta de ella. En ese discurso se van
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nación moderna.
“No solo los intereses y bienestar de todo Centro-América reciben de este plausible
suceso un beneficio inmenso, sino que el crédito del país en las naciones estranjeras
seguridad, sino porque bajo los auspicios de la paz y del orden puede fomentarse el
comercio, que es fuente de tanto bien, y otras empresas útiles que atraerán a nuestro suelo
conflictos entre los estados de Centroamérica: se acaba de firmar en Senseti la paz entre
para discutir sobre la reunificación de la extinta federación. Basta que se abra una rendija
para que el discurso se invada de optimismo. El deber ser, “la riqueza y prosperidad a que
está llamado” nuestro suelo centroamericano, está a las puertas… del futuro. Ante la
demora del progreso, la temporalidad del deber ser es pura futuridad: en el futuro está el
sueño de la plenitud del ser. Sólo allí se habrán solventado ‘nuestras’ carencias. En el
Y la evolución y el progreso están en manos de los jóvenes. Ellos curarán las heridas de
modernidad! “¿Hay alguno de nosotros, alguno que tenga un corazon patriota, que no
desee vivamente mudar la faz en una patria tan querida como desgraciada?” (El Crisol
Sin fecha Núm. 4, Pág. 16). El discurso del deseo viene desde dentro del corazón, de los
digno por tantos títulos de una venturosa suerte. Habrá una masa compacta
El advenimiento del futuro no será gratuito, no. Deberá pasar por una lucha contra la
tiranía, deberá luchar contra el atraso: los jóvenes letrados tienen las luces de su lado y
agrupados en una “masa compacta” sabrán combatir a las otras masas que con su peso
histórico, peso de pasado, no dejan que la prosperidad haga su casa en este territorio. Esa
de la naturaleza tropical, en el lado del retroceso; pero también, no debe olvidarse, sus
oscurantismo. Y es que “la civilizacion parece que huye de un pueblo en que solo
resuenan los alaridos de la discordia doméstica” (El Crisol Sin fecha Núm. 4, Pág. 15).
salvadoreños. Ellos se están preparando, desde el presente, para abrirle las puertas al
futuro prometedor; ellos harán más breve la demora porque muchos ya viven en la
civilización, están alcanzando la modernidad. ¡Bastaría verlos como celebran la paz con
civilización européa. Los que habiendo visto los brillantes saraos de otros
Salvador, que con dificultad se encontrará en las masas de otras partes (El
Los jóvenes y sus observadores: aquellos, los que representan teatralmente ‘la cultura’ y
‘la civilización’ en un baile al estilo europeo; y estos, los que, desde su experiencia
universal. Estos son los que ahora hablan y escriben sobre las distancias entre el ser y el
deber ser, y también reconocen cuando ambos se encuentran, como en esta celebridad de
la paz. El prurito de la comparación con “otros países” y “otras partes” informa el modo
‘culturas’. El universo todo se mueve, a distinto paso, hacia una meta común, la
construcción del paraíso en la tierra. Hay una cierta linealidad en la historia del mundo;
las distintas regiones geográficas se acomodarían en distintos puntos en esta línea del
Ventos, “La primera y principal de estas ideologías [de la modernidad] –que, por hallarse
en la matriz de todas las demás, bien podría llamarse, también, mitología- es la ideología
del Progreso y el Futuro” (Ventos 146). Ese futuro que según Aníbal Quijano nace a
como sede de una para siempre perdida edad dorada, por el futuro como
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original).
celebración del avance, aunque sea por un momento y aunque sea sólo una parte de la
población, hacia “la civilización européa”. Esta ha vendido la idea de que es la punta de
que las naciones gobernadas por el despotismo son las mas pobres, y las
mas débiles aunque con inmensos recursos territoriales (El amigo del
Unas naciones están más adelante y más adelantadas que otras, incluso en la misma
de momento, en el papel Amigo, es una sola toda ella. ¿Es posible ir contra la libertad y
De mi propio discurso.
En algún momento, páginas atrás, recurrí al concepto del mercado mundial –ni
siquiera me preocupé por definirlo, por cierto– para explicar el poder avasallador y
puedo ir más allá es porque todavía no lo tengo claro.8Alguien tiene que cargar con las
de momento.
José Joaquín Brunner. No es tan fácil la cuestión como decir lo que nos hizo, nos hace y
nos hará falta: “¡Oh San Salvador, querida patria nuestra cuan grande, cuan rica, cuan
feliz y cuan hermosa serias con una paz que durase siquiera diez años!” (El Salvador
Rejenerado San Salvador, enero 2 de 1846: 91). Y la paz ¿llegó alguna vez para
quedarse?
No soy tan optimista como para creer la solución –el deber ser– es inventarnos
estrategias para entrar y salir de la modernidad, como dice el crítico cultural Néstor
García Canclini, con su idea de la hibridez, otra forma de decir que vale insertarnos en el
hibrideces.
esperar y, a veces, pienso que el futuro, por más que mi “corazón patriota” lo desee, no
Agradezco al Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Estatal de Ohio, por haberme concedido una beca
Tinker para viajar a El Salvador en el verano del año 2002; a la Biblioteca de la Universidad Centroamericana “José Simeón
Cañas” en San Salvador, por haberme recibido en su salón de Colecciones especiales para consultar los materiales que
informan este trabajo.
2
Para ver el estado de los caminos en Centroamérica ver Lindo Fuentes “Economía y sociedad (1810-1870)”, 163-169. La
mejora de los caminos es una preocupación persistente en el estado salvadoreño, una de las obras que se dice fomentar en
los tiempos de paz. En 1847, el periódico oficial dice que “El Supremo Gobierno se ocupa de impulsar de todas maneras el
comercio y la agricultura, de mejorar los puertos y caminos, y de hacer todas aquellas obras de pública utilidad que no han
podido realizarse en las épocas pasadas” (Gaceta del Gobierno Supremo del Estado Del Salvador, en la República de
Centro-América. T 1º. N. 37. San Salvador, Diciembre 3 de 1847. Pajina 145).
3
La población ladina, hacia 1837, sumaba más de la mitad del total, un 57.5%; la indígena era menos de la mitad de la
población ladina, un 22.5% del total; el 20% restante era blanco (Lindo Fuentes Weak Foundations 73).
4
El amigo del pueblo apareció por primera vez en San Salvador 20 de abril de 1843 con un Prospecto que anunciaba su
distribución los jueves de cada semana. Salieron 24 números, el último el 23 de noviembre del mismo año. Consulté este
periódico en el salón de Colecciones Especiales, Biblioteca Florentino Idoate, UCA, San Salvador. Según el historiador
Jorge Lardé y Larín, este semanario fue clausurado por los conservadores, en altos cargos en la iglesia y el ejército, y los
“sostenedores del Amigo del Pueblo” fueron desterrados “sin conocimiento del gobierno” liberal (126-127).
5
El Salvador rejenerado salió en San Salvador por primera vez el 7 de febrero de 1845 y según Ítalo López Vallecillos
“venía publicándose como órgano semi gobiernista” (94). Se terminó de publicar el 31 de diciembre de 1846, después de lo
cual cambió su nombre –dice López Vallecillos– por el de Gaceta del Gobierno Supremo del Estado Del Salvador en la
República de Centro-América. Se publicaba más o menos cada quince días. Ha sido reproducido, casi completo, en edición
facsimilar (ver Obras citadas).
6
El Crisol publicó doce números entre el 19 de abril y el 4 de julio de 1845, en San Salvador. Dejó de salir por falta de
fondos, según se explica en las páginas finales de la publicación misma. Lo consulté en el salón de Colecciones Especiales,
Biblioteca Florentino Idoate, UCA, San Salvador.
7
Los tres periódicos que estoy leyendo, El amigo del pueblo, El crisol y El Salvador rejenerado, son tribunas de lucha y
opinión de los liberales, unionistas (López Vallecillos 90, 94).
8
Obras citadas.
Anderson, Benedict. Imagined Communities: Reflections on the Origin and Spread of Nationalism.
El amigo del pueblo. San Salvador, Abril 20 de 1843–Noviembre 23 de 1843. Colecciones Especiales,
Ed. Arturo Taracena Arriola. San Salvador: Fundación Dr. Manuel Gallardo, 1996.
García Canclini, Néstor. Culturas híbridas: Estrategias para entrar y salir de la modernidad. México D.
Lardé y Larín, Jorge. Orígenes del periodismo en El Salvador. San Salvador: Ediciones del Ministerio
de Cultura, 1950.
Lindo-Fuentes, Héctor. “Las primeras etapas del sistema escolar salvadoreño en el siglo XIX.”.
---. Weak Foundations : The Economy of El Salvador in the Nineteenth Century. Berkeley: U of
California P, 1990.
apuntes sobre la prensa colonial hispanoamericana. San Salvador: Ed. Universitaria, 1964.
Ortega, Julio. “Formación nacional, cultura y discurso literario en el siglo XIX hispanoamericano.”
Paz, Octavio. Los hijos del limo: del romanticismo a la vanguardia. Barcelona: Seix Barral, 1987.
liberalismo. Coord. Héctor Pérez Brignoli. Historia general de Centroamérica. Tomo III. Coord.
Quijano, Aníbal. Modernidad, identidad y utopía en América Latina. Lima: Sociedad y Política
Ediciones, 1988.
Ventos, Xavier Rubert de. “Kant responde a Habermas.” El debate modernidad-posmodernidad. Comp.
Unzueta, Fernando. “Periódicos y formación nacional: Bolivia en sus primeros años.” Latin American
Research Review 35.2 (2000) : 35-72