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Dar la vida? ,Malgastar la vida? ;Entregar la vida! ‘A veoes nuestro «dar la vida» no llega a ser todo lo elegante que deseariamos. Pero entregarla envuelta hasta con nuestos temores y defectos 2s lo que Dios mira con inmenso carifo, Una entrega asi no saldrd en los peréticos pero es vaiosisima a los oos de Dios. Sin lugar a didas,infnitamente mas valiosa que para nosotros mismos. Porque Dios jams nos pide mas de lo que podemos der. Dio Jess: «Nadie me qula la vida. Soy yo quien la doy librementer. iY seria crucicado a los pocos dias! Es que se puede morir en una cruz porque te han duitado la vida 0 porque la has entregado. La diferencia no la ponen los verdugos. La diferencia se fragua en el corazén.~ orar y difundir VIVENCIAS - TESTIMONIOS DE SACERDOTES ante la enfermedad, la vejez, la muerte y la VIDA SER ANCIANO Dicen que soy viejo y asi he comenzado a darme cuenta. Los problemas y la lucha han sido la herencia que siempre me ha tocado. Por dentro, ni soy viejo, ni estoy solo, porque tu fe. Sefior, me llena de esperanzay tu sol me hace cosquillas en la carne. Y no, no Sefior, no estoy de vuelta, porque tu amor me renueva cada dia. Y bebo a sorbos el cantarillo de la vida con alegrias y pesares, que tu mano me sostiene. En mi tienes tu casa. Yo espero, ilusionado, sencillo y confiado, el regalo que Para mi preparas y vas dejando slempre... para luego... mel Ahora, Sefior, puedes dejar a tu siervo irse en paz Como san Pedro y sus sucesores, se me ha encargado gobemar la Iglesia de Cristo toda entera, una santa, catdlica y apostdlica, Todas estas palabras son sagradas y sobrepasan, de profundidad de mi nada, elevado a la sublimidad de un ministerio que prevalece sobre toda grandeza y toda dignidad humanas. Cuando el 28 de octubre de 1958 los cardenales de la santa Iglesia romana me designaron para llevar la responsabilidad del rebario universal de Cristo Jesiis a mis setenta y siete afios, se extendid la conviccién de que yo sena un papa de transicién. En lugar de ello, heme aqui en visperas de mi cuarto afio de pontificado y con la perspectiva de un sélido programa que desarrollar ante el mundo entero que contempla y espera. En cuanto a mi, me encuentro como san Martin, «ni temiendo morir ni rechazando Debo estar preparado para morir, incluso repentinamente, y para vivir todo el tiempo que al Sefior le plazca dejarme aqui abajo. Si, siempre. En el umbral de mis ochenta afios, debo estar preparado: para morir o para vivir. Tanto en un caso como en el otro, debo velar por mi santificacion: Puesto que por todas partes me llaman «Santo Padre», como si fuera mi primer titulo, debo y quiero serlo de verdad. / BEATO JUANXXIL 4Pero qué hacer cuando mueren los proyectos o cuando el Unico proyecto viable es el de vivir el dia de hoy? Y, mas dific todavia, gqué hacer cuando somos conscientes de que nos estamos desmoronando, de que ya no somos la persona que éramos ayer? Vivir al dia es siempre costoso, pero vivir el dia resulta casi imposible, ,Por qué? Creo (0, mejor dicho, voy descubriendo) que nos falta entrenamiento en la pasividad y la receptividad. Por muy paraddjico que suene, somos especialistas en el dar pero no en el recibir. Moldeamos, pero nos cuesta dejarnos moldear por la vida y dejar que la vida se nos escape de entre las manos. Y creo que eso es lo que tenemos que empezar a aprender ya. Conseguir, por fin, que lo urgente deje paso a lo importante. Aceptar ese irse perdiendo poco a poco en las manos del Padre para poder, por fin, sentir su presencia ahora. ORACION DE ACEPTACION Yo te ofrezco Sefior la vejez de mi cuerpo. Mis misculos sin fuerza, que se van perdiendo. Mi agilidad apagada que quedé en el recuerdo. Mis ojos sin brillo, mis torpes movimientos. Mis piernas tan cansadas buscando siempre asiento. Mis manos tan gastadas de tanto que sirvieron en ayuda y caricias, a cuantos acudieron. Yo te ofrezco Sefior, la nada de este cuerpo, que fue agil y fuerte, que fue joven y esbelto que paso por la vida con miedos y silencios. Hoy desde este lugar en el que tl me has puesto y que sabes Sefior, que es mi mundo y mi tiempo. Yo te ofrezco con amor la vejez de mi cuerpo. Byes Después de cuatro afios al frente de la Loyola House, la casa que tienen los jesuitas del Japén para atender a las necesidades de los miembros de la provincia que necesitan asistencia las veinticuatro horas del dia, por fin encuentro tiempo (gracias a un provincial benévolo) para descansar unos meses y tratar de ordenar todo (gtodo?) lo que he vivido durante estos afios sin tiempo para asimilarlo, Y lo primero es, sin duda, la distancia que media entre lo imaginado y la realidad. Yo me imaginaba mi trabajo mas en la linea de la Pastoral Sanitaria, es decir, tiempo para dialogar con los moradores de esa casa -dieciocho pertenecientes a ocho nacionalidades distintas- y no para trabajar como gerente. Pero la realidad pre, mas compleja que lo imaginado. y no hace falta mucho tiempo para descubrir que ese espacio deseado y necesario para escuchar los relatos de los moradores deja de ser una realidad para convertirse en una utopia. Como diria Mafalda, jo urgente no deja tiempo para lo importante. zY qué es lo importante? Descubrir cémo rellenar las veinticuatro horas del dia con algo. Porque esos jesuitas que viven conmigo han pasado su vida dedicados a la ensefianza, tanto universitaria como secundaria, o 4 la pastoral (ya sea en iglesias o en el campo social). Y eso significa que todas sus jor- nadas estaban centradas en un proyecto: la proxima clase, la reunién semanal, el sermén dominical, etc. No se lefa un libro por el placer de leerlo sino con la intencién (mas o menos explicita) de utilizarlo en esa proxima clase, reunién, o serm6n. Incluso durante las vacaciones (ese interludio que en Japon pertenece mas al reino de lo imaginado que de lo real), no se trataba de disfrutar de ellas cuanto de recuperar las fuerzas perdidas para invertirlas de nuevo en el Proyecto. ORACION DE LA TERCERA EDAD El Padre jesuita L. Parola, a sus noventa afios de edad, escribié esta “oracion de la tercera edad”. Es un texto que refieja una gran humildad y una gran sensatez, en definitiva, una gran sabiduria biblica. Dice asi ‘Sefior, enséfiame a envejecer como cristiano. Convénceme de que no son injustos, conmigo los que me quitan responsal Jos que ya no piden mi opinién, los que laman a otro para que ocupe mi puesto. Quitame el orgullo de mi experiencia pasada, quitame el sentimiento de creerme indispensable. Sefior, que en este gradual despego de las cosas, yo sélo vea la ley de! tiempo, y considere este relevo en los trabajos como una manifestaci6n de la vida que se revela bajo el impulso de tu Providencia. Pero aytidame, Sefior, para que yo todavia sea util a los demas, * Contribuyendo con mi optimismo y mi oracién, a la alegria y al entusiasmo de los que ahora tienen la responsabilidad; * Viviendo en contacto humilde y sereno con el mundo que cambia, sin lamentarme por el pasado que se fue; * Aceptando mi salida de los campos de-actividad, como acepto con naturalidad sencilla la puesta del sol Finalmente, te pido que me perdones si sélo en esta hora tranquila caigo en la cuenta de cuanto me has amador y concédeme que a.lo menos. mire con mucha gratitud hacia el destino feliz que me tienes preparado y hacia el cual me orientaste en el primer momento de mi vida Amén". Sefior, enséfiame a envejecer a: Envejecer bien Cuando los signos de la edad marquen mi cuerpo (y mas atin cuando afecten a mi mente); cuando la enfermedad que vaya a disminuirme oacausarme la muerte me golpee desde fuera o nazca en mi interior; cuando llegue el doloroso momento de tomar conciencia de pronto de que estoy enfermoo envejeciendo; y sobre todo en ese iiltimo momento en que sienta que pierdo el control de m{ mismo y que estoy absolutamente inerte en manos de las grandes fuerzas desconocidas que me han formado; en todos esos oscuros momentos, oh Dios/ concédeme comprender que eres ti (supuesto que mi fe sea lo bastante fuerte) quien esta separando dolorosamente todas y cada uno de las fibras de mi ser para penetrar hasta la médula misma de mi esencia y llevarme contigo. Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955 '® Por eso, no nos acobardamos, sino que, aun cuando nuestro hombre exterior se vaya desmoronando, nuestro hombre interior se va renovando dia a dia.” Pues /a leve tribulacién presente nos proporciona una inmensa e incalculable carga de gloria, ya que no nos fijamos en lo que se ve, lo que no se ve; en efecto, lo que se ve es transitorio; lo que no se ve es etemo.(2Cor,) Algo que es vida de vida ‘cambiando en mf esté por dentro. ‘Se muere esta vida mfa ¥ otra nueva est& naciendo. Se han convertido en escombros: 10s castillos de otro tiempo. Hay arrugas en el drbol porque el &rbol se hace viejo. ‘Son més cortas las palabras y mAs largos los silencios. Hago con calma el camino y més pausados los rezos. ‘Me sobran ya muchas cosas y voy descargando peso. ‘Vivo en mis horas la urgencia de repetir lo que tengo. ‘Me duele el surco vacfo yas herds que he abieno, Estoy limpiando la huerta de hojarasca y de ciéno, Voy a sembratla de pinos, de violetas y romero. Para aprender humildades yelamor a lo pequefio, oy a sembrar unas malas de violetas en el centro. Para ser “el buen olor de las genes”, el romero, y los pinos, cuando crezcan ‘me hardn mirar més al. cielo. Algo que es vida de vida ‘cambiando en mi esté por dentro. ¢Serd yala primavera? ¢Pas6,.en verdad, el inviemo? Jestis Nieto, sacerdote de Huelva En tus manos estoy. Mi came rota sigue di “Amor, lo que Ti q Feliz te consagré mis primaveras Feliz te doy la paz de mi derrota. Este carifio de mi sangre brota de saberme prendido en tus hogueras. No es morir el motir, si Ta esperas al final de esta dura bancarrota. En tus manos estoy. Contigo vivo. Contigo muero, Dios, cautivo del temblor, alas puertas de la muerte. Dame fuerza. Seflor, para este salto donde asciende mi amor hasta lo alto y la tierra en el i Rafael Matesanz, sacerdote de Segovia Muchos atardeceres, al ganatme el suefo, aguardaba encontrarte en Ia mafiana que nunca tiene fin, Pero s6lo Tu, Seftor de mi vida y enfermedad, sabes cudndo es el dia que jams tendré ‘ocaso. Miei dgjaine que porque cada pera de otr contigo. Me abandono, enfermo y Manos, que me hicieron, hermanos que en comunican tu calor. las me escondo con todos los que sienten ef uuncio de que la vida terrena es el co- la muerte quedan para Gracias, Sefior de ‘enfermedad, porque me has ensefiado que tu gracia vale mds que la vida, que la frialdad vida y mi

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