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Deus ineffabilis: Una teología posmoderna de la revelación del fin de los tiempos
Deus ineffabilis: Una teología posmoderna de la revelación del fin de los tiempos
Deus ineffabilis: Una teología posmoderna de la revelación del fin de los tiempos
Ebook649 pages9 hours

Deus ineffabilis: Una teología posmoderna de la revelación del fin de los tiempos

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About this ebook

Dios es inefable. Aprender a invocarlo con esperanza, en medio de los escombros de la sociedad posmoderna, es el objetivo de este libro.



En tiempos en que la violencia sistémica recorre la aldea global, la pregunta por la posibilidad de la esperanza se vuelve aún más radical. Este es el tema central de Deus ineffabilis, cuyo fondo teológico encuentra interlocuciones con la antropología y la filosofía de la historia en pensadores del mundo occidental, desde Hegel y Benjamin hasta Heidegger, Girard y Agamben. Sin embargo, esta problemática adquiere matices sorprendentes cuando es analizada desde el Sur, con el pensamiento político antisistémico y el decolonialismo que surge de la potencia de los pobres de la tierra. La esperanza es una apuesta vital e intelectual, ética y mística a la vez. Una virtud del fin de los tiempos que vivimos hoy, urgente no solo para los creyentes de cualquier tradición religiosa o sabiduría espiritual, sino para cualquier ser humano que anhela un mañana para todos. La última y universal esperanza de liberación solo es posible cuando la persona se sabe "incondicionalmente amada por esa alteridad inefable a la que llamamos Dios". Aprender a invocarlo con esperanza, en medio de los escombros de la sociedad posmoderna, es el objetivo de este libro.
LanguageEspañol
Release dateOct 13, 2016
ISBN9788425436826
Deus ineffabilis: Una teología posmoderna de la revelación del fin de los tiempos

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    Deus ineffabilis - Carlos Mendoza Álvarez

    CARLOS MENDOZA-ÁLVAREZ

    DEUS INEFFABILIS

    Una teología posmoderna

    de la revelación del fin de los tiempos

    Herder

    Universidad Iberoamericana

    Diseño de portada: Purpleprint Creative

    Edición digital: José Toribio Barba

    © 2015, Herder Editorial, S. L., Barcelona

    © 2015, Universidad Iberoamericana, A. C. Prol. Paseo de la Reforma 880. Col. Lomas de Santa Fe. 01219 México, D. F.

    ISBN DIGITAL: 978-84-254-3682-6

    1.ª edición digital, 2016

    Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro de Derechos Reprográficos) si necesita reproducir algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com).

    Herder

    www.herdereditorial.com

    Universidad Iberoamericana

    www.uia.mx

    A don Raúl Vera, OP

    Javier Sicilia

    y la niña de Villahermosa

    De los tres el nudo

    es profundo y terrible,

    de aquel contorno

    no habrá sentido:

    allí hay un abismo sin fondo.

    ¡Jaque y mate

    al tiempo, a las formas, al lugar!

    El maravilloso anillo

    es un brote,

    inmóvil es su centro.

    Maestro Eckhart¹

    ÍNDICE

    Prefacio de Andrés Torres-Queiruga

    Agradecimientos

    Prólogo

    Introducción

    1. ¿Acaso habrá un futuro para todos?

    1. Pensar el futuro como sobrevivientes con la memoria de nuestros muertos

    2. Desde abajo y desde el reverso

    3. En la ruta de la fenomenología de la subjetividad deconstruida

    4. Imaginando el «más acá» del nos-otros

    5. Por la brecha de la deconstrucción

    5.1. La humanidad como orfandad asumida

    5.2. El pensamiento como prosternación y abandono

    5.3. La temporalidad como cese de la duración

    5.4. El cuerpo como herida abierta

    6. Anhelando un mañana para todos

    2. El fin de los tiempos en la teología paulina

    1. Umbral: el tiempo escatológico según la exégesis moderna

    2. Una cuestión preliminar: la cronología paulina

    3. La teología protopaulina del fin de los tiempos

    3.1. La escatología paulina

    3.2. La apocalíptica de Timoteo

    4. La tensión del tiempo mesiánico en la teología protopaulina

    5. La escatología tardía de Pablo en la Carta a los filipenses

    6. El fin de los tiempos en el Evangelio de Marcos

    6.1. La parábolas de las semillas

    6.2. El apocalipsis de Marcos

    6.3. La «abominación de la desolación»

    7. La recepción posmoderna de la cuestión del tiempo mesiánico

    8. Un alto en el camino

    3. La manifestación de Jesús en Galilea

    1. La génesis de una investigación moderna sobre Jesús

    2. La cuestión del Jesús histórico, cien años después: la Third Quest

    3. El Galileo

    4. Los interlocutores transculturales

    4.1. El centurión romano

    4.2. Mateo, el recaudador de impuestos

    4.3. La mujer sirofenicia o cananea

    4.4. Pedro y su familia

    5. La centralidad de Elías

    6. La relectura jesuánica de las instituciones de Israel

    6.1. Jesús y la tierra

    6.2. Jesús y el Templo

    6.3. Jesús y la Torá

    7. El mesianismo de Jesús y la revelación de Dios en la reflexión teológica postconciliar

    8. La imaginación poética de Jesús en Galilea: indicio de revelación

    9. Recapitulación

    4. Los modelos de teología de la revelación

    1. La cuestión del ocultamiento de Dios después de Auschwitz

    I. LOS MODELOS MODERNOS DE TEOLOGÍA DE LA REVELACIÓN

    2. La interpretación de la «Realidad última», según David Tracy

    2.1. El significado y la verdad

    2.2. La situación como «aparición de lo extraño»

    2.3. El pensamiento mesiánico

    3. La «mayéutica histórica» de Andrés Torres-Queiruga

    3.1. La mayéutica histórica

    3.2. La plenitud en Jesucristo

    3.3. La ultimidad de la revelación

    4. La «praxis de los crucificados», según Jon Sobrino

    4.1. Concreción histórica y esperanza de las víctimas

    4.2. Historia y praxis de los crucificados

    4.3. Relacionalidad y misterio de la realidad

    II. LA TEOLOGÍA POSMODERNA DEL CUERPO REDIMIDO

    5. La vergüenza como heurística

    5.1. La vergüenza que procede del colapso del yo

    5.2. La superación de la rivalidad

    5.3. La potencia de la víctima perdonadora

    5.4. El tono de la voz de Dios

    6. La narrativa erótico-agapeica del cuerpo vulnerable

    6.1. La teonomía de la libertad

    6.2. La metafísica del ser sobreabundante

    6.3. El ser sofiánico

    6.4. La donación alimentaria

    5. La teología de la revelación en clave posmoderna

    I. EL EJE ANTROPOLÓGICO:

    LAS POTENCIAS DE LA EXPERIENCIA DE LA SUBJETIVIDAD VULNERABLE

    1. Deconstruyendo el deseo

    1.1. Ecos del pensamiento clásico sobre el deseo

    1.2. El pathos posmoderno del deseo: entre erotismo y donación

    1.3. Cuando el deseo se torna rivalidad y sacrificio

    1.4. Sobre la posibilidad del deseo mimético de donación

    2. Por una memoria redimida

    2.1. La interioridad habitada

    2.2. La narrativa débil

    2.3. El horizonte del difícil perdón

    3. Imaginando el cambio de mundo

    3.1. La poiesis

    3.2. La profecía

    3.3. La imaginación escatológica

    II. EL EJE TEOLÓGICO: LA VIDA TEOLOGAL DECONSTRUIDA

    4. La fe como desapego amoroso

    4.1. Lo invisible del conocimiento

    4.2. La confianza sin asideros

    4.3. La fe en la verdad del amor

    5. Cuando esperar significa «contraer el tiempo»

    5.1. La esperanza diferida

    5.2. Deconstruyendo la historia violenta

    5.3. El tiempo de los justos

    6. La caridad como incesante proceso de donación

    6.1. De la indigencia del amor

    6.2. De la insuficiencia del compartir

    6.3. Del incierto don que cambia el mundo

    Conclusión

    Epílogo

    Posfacio

    Glosario

    Bibliografía

    PREFACIO

    Este libro no llega solo. Es el tercero de una serie que presenta la culminación de un largo proceso. Los tres libros suponen un muy denso conjunto de lecturas que muestran a un tiempo el amplio radio de la reflexión y la tenacidad de un esfuerzo mantenido a lo largo de casi dos décadas.

    Mexicano, formado inicialmente en su patria americana, donde es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, el autor se ha doctorado en Europa (Friburgo de Suiza), donde cada año imparte cursos de teología. El Atlántico, más que océano que separa espacialmente por miles de kilómetros, es para él un lago interior sobre el que extiende sus manos, uniendo dos mundos culturales cada vez más interconectados. De hecho, la preocupación por su cultura amerindia, cantus firmus en resonancia continua, que al principio estaba fecundada sobre todo por la teología específicamente centroeuropea, se va completando en clara progresión con la angloamericana. Este tercer libro es una clara muestra.

    Todo el trayecto está sostenido por una preocupación fundamental, que lo unifica y vitaliza como un río de sangre entrañable: mostrar a un Dios, el Abba anunciado y vivido por Jesús de Nazaret, preocupado ante todo y sobre todo por los pobres de la tierra, por el sufrimiento físico y la explotación social, por los diversos y dolorosos rostros de la marginación que no cesa. Cada libro representa un paso, cuidadosamente planificado, hacia esa meta, que, por otra parte, unifica todas sus otras publicaciones, por fortuna ya numerosas e influyentes.

    Deus liberans¹ fue el primero, y enunciaba bien su propósito en el subtítulo: La revelación cristiana en diálogo con la modernidad. Los elementos fundacionales de la estética teológica. Básico, pues, en cuanto busca el lugar privilegiado y el estilo radical de la revelación divina. Contextualizado en la crisis de la modernidad, con su conciencia de los límites y la fragilidad de la autonomía humana, muestra que la captación (la áisthesis) de la revelación divina no puede acontecer fuera de la llamada de quien sufre y del reconocimiento de todos los excluidos. Emmanuel Levinas, Jean-Marc Ferry y a su modo Hans Urs von Balthasar son aquí el contrapunto europeo y contemporáneo al gran clásico Tomás de Aquino y, sobre todo, a la grande y rompedora iniciación autóctona de fray Bartolomé de Las Casas, ampliamente estudiado.

    Deus absconditus representa el segundo paso. Importante porque, presentado como tesis de habilitación en la Facultad de Teología de Friburgo, deja al descubierto el enorme trabajo de investigación que permanecerá como alimento muy decisivo de toda la obra. Como indica, también aquí, el subtítulo, se acentúa la preocupación por la actualidad concreta. Si antes hablaba de modernidad, de ahora en adelante es la posmodernidad la que se convierte en el referente cultural decisivo: Désir, mémoire et imagination eschatologique. Essai de théologie fondamentale postmoderne.² La preocupación se concreta en cómo se puede hablar de Dios en un tiempo posmoderno, trabajado por el nihilismo. Aprender a pronunciar su nombre en una cultura desencantada por una honda crisis de incredulidad general, aprendiendo a escuchar la voz de los más débiles, de suerte que pueda anunciarse la salvación en la tremenda paradoja de los inocentes masacrados por la historia. Vulnerabilidad de las víctimas e infinita donación divina son ahora términos fundamentales, y a los pensadores anteriores se unen con especial fuerza René Girard y James Alison.

    Un estilo y dos autores cuya presencia se acentúa en este tercer tomo: Deus ineffabilis. Como en los dos anteriores, el subtítulo resulta significativo: Una teología posmoderna de la revelación del fin de los tiempos. El continuum de la preocupación liberadora adquiere en este tomo final un claro acento escatológico. El fin de la historia y sobre todo la esperanza como «contracción mesiánica» del tiempo, reciben una atención especial: «Aprender a invocar a Dios con esperanza, en medio de los escombros de la sociedad posmoderna, es el objetivo de este libro». En esta dirección, aumenta la atención a los estudios exegéticos sobre Jesús de Nazaret, tratados en los amplios capítulos 2 y 3. Lo cual marca una clara novedad respecto a los tomos anteriores, y a ella responde la acentuada atención a la investigación en lengua inglesa.

    De todos modos, pese a este cierto cambio de estilo, sigue siendo fundamental y directiva la preocupación liberadora, solo que ahora se halla enriquecida con un nuevo matiz, por su intensa y casi dolorida atención a las más delicadas manifestaciones de la debilidad humana —desde la pobreza extrema a la discriminación sexual—, con la que se trata de mostrar y fundamentar la apertura salvadora que puede ofrecer la infinita e «increíble» gratuidad divina. El autor sabe que afronta una apuesta nada fácil, a contracorriente tanto de los instintos primarios como de las derivas opresoras de la razón instrumental: «hablar de Dios con esperanza, sin objeto ni fundamento ni fin preciso, en medio de las ruinas de las sociedades de exclusión que campean por todo el orbe, [es] un atrevimiento necesario e ineludible para cualquier creyente en estos tiempos posmodernos». Y confiesa que para hacerlo se apoya en la experiencia personal, iluminada por la milenaria tradición bíblica y por la aparición de la nueva civilización de la razón crítica. Con este propósito, el libro atiende, por un lado, a la aludida intensificación en la atención a la exégesis, de especial relevancia por el extenso y muy documentado estudio de las nuevas investigaciones sobre el Jesús histórico; y, por otro, se nutre de «la crítica que la teología posmoderna de la subjetividad vulnerable realiza a las teologías de la acción histórica del siglo XX, que dependieron en exceso de la violencia como supuesta ley de la historia».

    Se comprende que continúen, todavía más acentuadas, la presencia de René Girard, con su desenmascaramiento y superación de la «violencia mimética», y la de James Alison, con la preciosa y sugerente categoría de la «víctima perdonadora» (the forgiving victim). Ambos, sobre todo junto con Levinas y Walter Benjamin, le ayudan a sacar el máximo partido del amor liberador del Deus ineffabilis, en el convencimiento de que la última y universal esperanza de liberación solo es posible cuando la persona se sabe «incondicionalmente amada por esa alteridad inefable a la que llamamos Dios». Desde una perspectiva algo distinta, aprovecha críticamente también las sugerencias de John Milbank, con su típica y polémica tensión entre renovación y reivindicación del pasado, así como las consideraciones, siempre estimulantes para la teología, de Giorgio Agamben.

    El autor no ignora, repito, que eso es difícil, muy difícil, porque llama a «pensar la esperanza sin esperar nada», a buscar cobijo y apoyo en «un lugar que es no-lugar, un sentido que es sinsentido, un ser que no es ente ni super-ente sino abismo del ser…». De ahí su recurso a pensadores que se atreven a navegar por tan oscuras fronteras, donde el lenguaje amenaza con naufragar a cada paso. Lo hace también mediante una nueva libertad en la escritura, que constituye uno de los no pequeños méritos de esta obra: sembrada de fórmulas afortunadas, símbolos novedosos y metáforas de enorme eficacia expresiva, sorprende a cada paso con nuevos giros y la insinuación de inéditas perspectivas. No es casual la atención enfática que presta a la creatividad imaginativa en el significativo parágrafo que lleva por título: «La imaginación poética de Jesús en Galilea: indicio de revelación».

    Fiel a esta intención, desde ángulos diversos y con variados recursos, con incansable insistencia, intenta introducir al lector en un discurso que supere la tremenda y pertinaz «lógica de la dominación». Subraya la necesidad de partir «desde abajo y desde el reverso», como camino obligatorio para la «reconstitución del ser relacional de las personas más allá de la rivalidad y el resentimiento, en la relación pacífica y corresponsable con los otros». Es preciso situarse a los pies de la historia, tras las huellas del Nazareno, acogiendo el ejemplo y la potencia salvadora que brota de él como víctima perdonadora que «desata los nudos del resentimiento».

    Avisa de que no hay escapismo en su propuesta y se apresura a precavernos contra ese peligro: «Si queremos hablar hoy de la revelación de Dios a la humanidad, en el seno del mundo plural y violento propio de la historia fragmentada que vivimos, hemos de dejar en suspenso por un tiempo indefinido la creencia en un más allá y hemos de concentrarnos en el más acá». Más tarde, en un párrafo denso, expresará con más claridad el justo sentido de la propuesta, atendiendo tanto a la llamada que supone para los cristianos como a la esperanza que abre para el mundo: «Solo entonces, a posteriori, nos es posible afirmar como cristianos, según esta interpretación teológica mimética, que a lo largo de la historia quienes logran atravesar —en el seno de experiencias de acusación, rivalidad y linchamiento— el muro de la rivalidad y del resentimiento, aunque sea de manera fulgurante y provisional en sus vidas lastimadas, participan ya de ese otro orden de existencia que es el don de la redención acontecida en Jesús el Cristo de Dios».

    En este enfático esfuerzo por buscar la redención desde lo ínfimo y desde lo último radica lo original que Carlos Mendoza, viejo y querido amigo, quiere traer al comunal trabajo de la teología. Sin insistir demasiado, lo expresa abiertamente. Por un lado, como no podía ser menos, intenta aportar desde ahí un nuevo matiz, explorando hacia los extremos más delicados una nueva dimensión del «fondo teológico del pensamiento político antisistémico como el legado explícito de la opción política y eclesial de los años setenta representada por la Teología de la Liberación». Por otro, intenta hacer lo mismo con el problema de la revelación, tan central para toda la reflexión teológica. En este punto es todavía más explícito: «Con esta investigación deseamos contribuir al debate sobre una idea de revelación que sea pertinente para el diálogo con la razón postsecular de nuestro tiempo y que, a la vez, permita a nuestros contemporáneos desplegar el seguimiento de Cristo en clave de donación amorosa en el corazón de las sociedades violentas de la aldea global». Sobre la revelación analiza con detalle y finura mi propuesta, así como las de David Tracy y Jon Sobrino, todas ellas distintas, pero con hondas convergencias.

    En ambos frentes, como en general durante todo el libro, su estilo es de acogida, no de contraposición. Acoge con empatía constructiva y escoge con cuidado lo que le resulta más convincente en los diversos autores, tendencias o pensadores estudiados, indicando la intención expresa de prolongarlos desde un intenso diálogo con la «razón postsecular». El acento sobre ese punto es constante y casi carece de fisuras, aunque en alguna ocasión usa también la denominación «tiempos de la modernidad tardía», que tal vez sea más justa con la historia de la cultura y que, por otra parte, señala bien la continuidad, no negada, con los tomos anteriores, los cuales, sobre todo el primero, hablan (también) de modernidad; de modernidad crítica y autocrítica, claro está.

    Conviene mantener viva la conciencia de este espíritu de complementación y enriquecimiento en continuidad fundamental, para que la lectura pueda aprovechar todo el potencial renovador de la obra. Nunca le sobrará a la teología más crítica dejarse interrogar y aleccionar por este propósito de leer toda la revelación desde su denodado esfuerzo por escapar a toda posible contaminación con lo que, más o menos ocultamente, pueda quedar de razón dominadora, de lógica sacrificial o incluso de insuficiente atención al clamor incesante que llega desde abajo y del reverso. En este sentido resulta impagable el afán por mantener viva y vigilante una consideración que se sitúa en lo más vulnerable de la subjetividad expuesta, en el último dolor de las vidas lastimadas, en la donación sin búsqueda de recompensa, en la gratuidad absoluta de la víctima perdonadora; es decir, en la lógica de los pobres, marginados, heridos y desheredados de todo tipo.

    Por todo lo dicho, animamos a la lectura atenta de esta obra, que, culminando el esfuerzo de las dos anteriores, constituye una propuesta unitaria y, desde el otro lado de los engaños del poder, de los espejismos del mundo mediático o de la pérdida egoísta y obscena en la banalidad de lo cotidiano, abre la mirada sobre la realidad más verdadera, sobre la realidad de la carne vulnerada, abusada y masacrada, pero que no cede al rencor ni a la violencia inacabable del mimético diente por diente, sino que, siendo y sufriéndose como la más dolorida, está llamada a ser la más esperanzada, porque está iluminada por la Promesa que no falla, la promesa imborrablemente impresa en la historia por el destino del Nazareno: dura muerte que, alimentada en una vida de perdón y confianza, desemboca en resurrección. El autor lo dice de modo tan bello y enérgico que prefiero dejarle a él la palabra final: «El Cordero-que-reina-degollado es el oxímoron por excelencia de la potencia que brota de la víctima perdonadora cuando ella desata los nudos del resentimiento».

    ANDRÉS TORRES-QUEIRUGA

    AGRADECIMIENTOS

    La presente obra es fruto de la investigación realizada durante el período sabático concedido por la Universidad Iberoamericana Ciudad de México. A lo largo de la estancia académica en la Universidad de Fordham en Nueva York en el año 2013 me fue posible realizar la recopilación bibliográfica adecuada y disfrutar del intercambio de ideas con colegas de esa universidad, en especial con Elisabeth Johnson y Brad Hinze. Agradezco a las autoridades de esa universidad neoyorkina su apoyo para la gestión de mi estancia como investigador visitante.

    La atmósfera propicia para el estudio de las fuentes, la reflexión pausada sobre los arduos temas abordados y la comunidad de vida teologal que da sustento a toda labor teológica fueron posibles gracias a la hospitalidad de la comunidad de dominicos de St. Vincent Ferrer Priory en Manhattan, en particular gracias al apoyo de fr. John Langlois OP, fr. Walter Wagner OP y al acompañamiento fraterno de Robert Koopmann OSB.

    Debo las intuiciones fundamentales que, como un manantial, se encuentran en esta investigación a quienes, como colegas, amigos y compañeros de camino en la fe, me han acompañado durante estos últimos años.

    Deseo mencionar primero a los colegas universitarios, sin agotar, por supuesto, a todos, con quienes he dialogado sobre los temas de este libro en diferentes momentos: el grupo latinoamericano de teoría mimética formado por James Alison, de la Imitatio Fundation, João Cezar de Castro Rocha, de la Universidad Estatal de Río de Janeiro, y Roberto Solarte, de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá; Andreas Uwe Müller, de la Universidad de Münster; Andrés Torres-Queiruga, de la Universidad de Santiago de Compostela; Amador Vega, de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona; Virgilio Elizondo y Daniel Groody, de la Universidad de Notre Dame en Indiana; Agenor Brighenti y Márcio Luiz Fernandes, de la Pontificia Universidad Católica de Paraná en Brasil; Pedro Rubens y Degislando de Nóbrega, de la Universidad Católica de Pernambuco, Brasil; Raimundo Sánchez, de la Universidad de la Tierra en Chiapas; Nancy Pineda-Madrid, del Boston College; así como Mónica Chávez, Mari Carmen Servitje y José Luis Caballero, de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.

    También agradezco a las y los estudiantes con quienes he ido esclareciendo, paso a paso, tanto las ideas como el argumento del presente libro, en el transcurso de los seminarios y cursos de diversos programas académicos de instituciones de educación superior en teología: la Maestría en Teología y Mundo Contemporáneo de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, el Bachillerato Pontificio en Teología del Instituto de Formación Teológica Intercongregacional de México, la Licencia Pontificia en Teología de la Universidad Pontifica de México, así como la Maestría en Teología y Ciencias de la Religión de la Pontificia Universidad Católica de Paraná en Curitiba, Brasil.

    Finalmente, agradezco a mi familia, que, desde la infancia, me ha ensañado a captar los destellos del amor incondicional: mis padres, Julio y Margarita, mis hermanos, Patricia, Julio, Laura (†), María Eugenia y Jesús, junto con mis abuelas, tías, primos y sobrinos, con quienes celebro los momentos cruciales de la vida. Se trata de un camino de descubrimiento del paso de Dios por nuestras historias que he proseguido con los amigos y amigas que, en años recientes, han compartido conmigo su talento y amor por la vida, lo que me ha motivado a dedicarme con mayor pasión a la teología como servicio de inteligencia de la fe: Alicia Cea, José Rubén Romero, Conrado Zepeda, Javier Sicilia, Ángel Méndez, Alejandro Maldonado, María Teresa Atrián, Paulo Medina, Héctor Conde, Judith Vázquez, José Bayardo, Daniel Cuéllar, Juan Jesús Vázquez, Dilson Daldoce Junior y John Chrysostom Kozlowski.

    Este libro no deja de ser un balbuceo, siempre incipiente, para pronunciar el nombre del Deus ineffabilis en medio de los escombros de la modernidad.

    PRÓLOGO

    Vivir con esperanza esta hora incierta del colapso de los sueños modernos es un desafío crucial para todos los habitantes de la aldea global.

    Solemos leer por doquier noticias desalentadoras sobre el dominio de la economía globalizada para beneficio de unos pocos. También vemos imágenes de los efectos devastadores del uso voraz de la tecnología que destruye el ecosistema. Azorados detectamos por todas partes señales de la crisis de las democracias liberales que no acaban de consolidar el reconocimiento de los derechos humanos para todos. Y en este contexto —de suyo apocalíptico, propio de los tiempos tardomodernos— con frecuencia las religiones contribuyen también con una dosis de desesperanza por el predominio del fanatismo religioso en muchos de sus creyentes, marcados con el pathos de la intolerancia sagrada hacia lo diverso, con un síndrome de abuso del poder justificado por una supuesta revelación divina.

    Pese a este escenario de catástrofe, no faltan los motivos para esperar el desarrollo de una etapa más avanzada de la conciencia espiritual de la humanidad. En medio de las ruinas de la devastación urbana y ecológica brotan signos de esperanza: la experiencia de solidaridad, compasión, creación y belleza que nutren el cuerpo anoréxico de la humanidad herida por los totalitarismos del siglo pasado. No solamente los sistemas políticos, por cierto, sino también las ideologías religiosas y morales que vivieron ocultando a los desheredados de la tierra, ven surgir entre sus ruinas a sobrevivientes que transpiran dignidad y compasión.

    Desde el fondo de estas experiencias de solidaridad y amor universal, las sabidurías y tradiciones religiosas de la humanidad nos han mantenido alerta, con su valiosa tradición mística, de colores tan diversos, acerca del tiempo que está por llegar como un paso hacia la reconciliación universal. El cristianismo de finales del siglo XX quiso volver a las fuentes para saciar la sed y el anhelo de un mundo reconciliado, tras las heridas abiertas por las guerras mundiales, los campos de concentración y las dictaduras militares en todas las latitudes del planeta. Y desde entonces, como un murmullo creciente, la voz de las víctimas ha comenzado a ser escuchada con su práctica y su anuncio de un «cambio de mundo» donde todos quepamos.

    La teología necesita respirar este aire fresco y vital procedente de la voz de Dios que pasa a través del clamor de los inocentes y de los justos de cada época de la historia. Su saber no puede ser sino escucha cordial e inteligente de esos signos de los tiempos, por los cuales la humanidad va dialogando con Dios en una multiforme sinfonía de lenguajes que anhelan la vida plena.

    Por su condición fronteriza entre la razón y la fe, la teología fundamental —como disciplina dialogante en cada modelo de racionalidad— ha sido la disciplina teológica que ha elaborado con mayor atención una interpretación pertinente para comprender el salto cualitativo de la historia. Cambio que aconteció gracias a Jesús de Nazaret y a quienes imitan el anuncio pacífico y no-violento del mundo nuevo que procede del Amor sin condición ni medida al que llamamos Dios.

    Este libro viene a sumarse a las reflexiones y debates que se han dado en las últimas décadas en torno a la idea de revelación divina en el seno de la historia. Su apuesta radica en la vida entregada por los justos e inocentes, en medio de la espiral de la violencia, para detenerla «en su propio cuerpo», haciendo asequible para todos un nuevo horizonte de esperanza. Si el cristianismo tiene aún algo que decir a la humanidad en esta hora del pluralismo cultural y religioso, es precisamente la verdad cordial del amor universal. Un amor de gratuidad que rescata a todos, comenzando por las víctimas e incluyendo a los verdugos, invitándolos a la conversión del corazón y a cambiar de rumbo sus pasos de depredación por pasos de vida nueva.

    La actualidad de la revelación para nuestros tiempos se juega entonces en el seguimiento de Cristo en cuanto imitación de su vida de donación, más allá de la rivalidad y del resentimiento. Este acontecer de la redención como don gratuito lo podemos captar plenamente en la predicación y la praxis del Nazareno, pero podemos y debemos reconocerlo también en la vida de las personas justas y sabias de las tradiciones espirituales de la humanidad que nos han legado otros caminos de compasión.

    Valgan estas páginas como una aportación latinoamericana en diálogo crítico y fecundo con otras sensibilidades y racionalidades. En particular con el pensamiento occidental nacido en Europa, ese otro, siempre tan cercano y tan lejano, con el que América toda, del Norte al Sur, ha ido construyendo su propia identidad moderna a lo largo de cinco siglos.

    Pero se trata de un diálogo que ha de proseguirse sin olvidar el rostro y la voz de los desheredados de la tierra. Las víctimas sistémicas de ese gran relato de totalidad que llegó a estas latitudes hace medio milenio. La sabiduría y la espiritualidad de los pueblos originarios es, en efecto, la raíz en la cual el injerto del Evangelio y de la razón occidental encontró una savia viviente y dio paso a nuevos mestizajes que aún hoy siguen su curso para captar la sobreabundancia del amor divino.

    La revelación del fin de los tiempos no es, pues, un anuncio de catástrofe, sino de esperanza. Gracias a los justos —que por su práctica de la compasión extrema y del amor universal «han contraído el tiempo», como afirma san Pablo— podemos avizorar un mañana para todos.

    Queda en nuestras manos y en nuestra imaginación vivir la existencia como presencia escondida pero eficaz del Dios viviente para que así, a pesar de la depredación y la escalada de violencia que campea por el planeta, crezca el murmullo de los justos como anuncio de esperanza.

    Nos queda seguir recreando en estos tiempos del fragmento ese dicho de Jesús transmitido por Juan en su evangelio: «Yo he venido para que el mundo tenga vida y vida en abundancia» (Jn 10,10).

    INTRODUCCIÓN

    Aprender a invocar a Dios con esperanza, en medio de los escombros de la sociedad posmoderna, es el objetivo de este libro.

    La cuestión parece fácil de resolver si nos situamos en un contexto meramente confesional, cuando la fuerza que procede de la fe nos acoge en su regazo y nos tranquiliza. Pero se torna difícil, casi imposible, cuando vivimos el despertar de la complacencia después del colapso de los metarrelatos de totalidad. Un camino sin retorno que aconteció en el siglo XX y que ha sido como una bocanada de aire helado o una luz cegadora que nos ha dejado a todos a la intemperie, como un recién nacido que abandona el vientre de su madre.

    Hoy las subjetividades posmodernas se reconocen en parte herederas de aquellos sueños de omnipotencia y, en el más acá de su vulnerabilidad asumida, se saben arrojadas a la orfandad existencial, con la tarea de construir con la difícil libertad y la razón débil un hábitat sustentable donde quepamos todos.

    La teología fundamental de la idea de revelación que propondremos en este libro responde a esa inquietud posmoderna que surge de la precariedad vivenciada, de la vulnerabilidad asumida y de la potencia descubierta por aquellas subjetividades posmodernas en su experiencia de recibirse como don de una alteridad amorosa que las inhabita.

    A lo largo de cinco capítulos hemos construido una teología de la revelación posmoderna del fin de los tiempos. Tal será la categoría teológica fundamental, tomada de la escatología hebrea y cristiana. Ella guiará nuestras reflexiones, que cruzarán como un río diversos territorios disciplinares, como la antropología, la historia, la literatura, la filosofía y la teología, para recoger la humedad que surge de sus selvas y bosques e irrigar en lo posible sus riberas con el agua viva surgida del manantial de la revelación de la Sabiduría divina.

    De esta manera, en su estructura argumentativa esta obra procederá como un análisis interdisciplinario que invita a poner en común los resultados de algunas ciencias humanas, la hermenéutica bíblica, la filosofía posmoderna, la teología fundamental y la antropología teológica. Lo haremos en tres partes distintas y en mutua relación: (i) en el primer capítulo, el planteamiento contextual del pathos posmoderno en torno a la experiencia de la violencia global y su superación posible; (ii) en los dos capítulos siguientes, la indagación hermenéutica sobre la idea del tiempo mesiánico; y (iii) en los dos capítulos finales, la teología fundamental de la revelación en clave de instauración de la intersubjetividad por medio de la gratuidad que procede de los justos de la historia.

    En el primer capítulo presentamos un análisis de la condición posmoderna de la subjetividad como continuación del libro precedente, Deus absconditus (2011), pero enfatizando ahora la reflexión surgida del pensamiento antisistémico. Nos parece imprescindible mostrar los vasos comunicantes que existen entre la comprensión posmoderna de la vulnerabilidad y la potencia de los pobres que surge desde abajo y desde el reverso de la historia de dominación y exclusión. Quizás a muchos habrá de sorprender el vínculo que establecemos también con la declosión nihilista, pero nos parece que resulta pertinente para la comprensión interdisciplinaria del complejo proceso de reconocimiento de las subjetividades en tiempos de la modernidad tardía.

    El segundo capítulo asume el desafío de pensar el fin de los tiempos desde la idea paulina del Katéjon, según lo planteara René Girard en su último libro. Seguimos de cerca los estudios exegéticos surgidos en el contexto estadounidense porque en las décadas recientes han mostrado su gran vitalidad y agudeza para la lectura de las fuentes bíblicas. Será importante distinguir aquí la diferencia entre la idea protopaulina del fin de los tiempos en clave apocalíptica judía, por un lado, y la idea deuteropaulina de la postergación de la Parusía que se conoce como escatología, por el otro. No para descalificar una u otra, sino para entender su continuidad en la diferencia y la profundización teológica que implicó tal proceso de la tradición cristiana primitiva a través de la idea eje del tiempo mesiánico.

    El tercer capítulo aborda la imaginación poética de Jesús en su contexto vital y contextual, siguiendo de cerca los resultados de las investigaciones sobre el Jesús histórico, en sus diversas etapas, luego de un siglo de debates y descubrimientos. El enfoque más reciente, que procede de la Third Quest, introduce dos elementos innovadores: (i) un análisis retórico de las perícopas que narran los encuentros de Jesús con sus interlocutores; y (ii) datos arqueológicos sobre Galilea como un elemento novedoso para la comprensión de los dichos y los hechos de Jesús en esa provincia marginal del Imperio romano. Con estas consideraciones es posible reconstruir la «escatología jesuánica», sobre todo según las fuentes sinópticas, de manera que podamos apreciar su conexión íntima con la teología protopaulina.

    El cuarto capítulo inicia la tercera sección del libro. Se enfoca en el análisis de tres modelos de teología fundamental de la revelación propuestos por autores de la segunda mitad del siglo XX: David Tracy, Andrés Torres-Queiruga y Jon Sobrino. Los tres son pensadores que se situaron en contextos precisos y con interlocutores diversos, todos ellos en profundo diálogo crítico con la modernidad, marcados por el mejor espíritu conciliar que caracterizó a la teología liberal europea y latinoamericana. La consideración de dichos modelos sobre la teología de la revelación resulta imprescindible para contextualizar nuestra propia reflexión, caracterizando las ideas que asumimos de estos tres maestros, junto con aquello que también consideramos necesario profundizar de ahora en adelante con nuevas herramientas teóricas, en virtud del contexto epocal inédito en el que nos encontramos, en medio de la crisis de la racionalidad tardomoderna.

    Finalmente, el quinto capítulo sintetiza nuestra propuesta de teología fundamental de la revelación en clave de fin de los tiempos. Se articula en dos momentos constitutivos, a saber: (i) el análisis de las potencias de la subjetividad posmoderna y (ii) la caracterización de las virtudes teologales en clave de deconstrucción y de contrahistoria, siempre a partir de las víctimas y de los justos de la historia. Para el primer momento, que es de orden antropológico y filosófico, recogemos los rasgos de la vulnerabilidad declosionada, el deseo erótico-agapeico y la ontología de la donación como lugar teológico propio del presente estadio de la modernidad tardía. En el segundo momento desarrollamos una teología fundamental de la subjetividad deconstruida que acoge la revelación divina desde sus potencias de experiencia. En este marco fenomenológico y hermenéutico propio de la razón posmoderna proponemos una lectura de las virtudes teologales en clave de deconstrucción de la religión sacrificial y de inicio de cambio de mundo gracias a la temporalidad mesiánica o kairológica. La centralidad de la interpretación mimética de la «víctima perdonadora» permitirá reconstruir la idea de revelación según una narrativa acorde con las pulsiones de la subjetividad posmoderna que analizamos desde el principio.

    Con este libro concluimos una trilogía sobre la idea de la revelación en tiempos tardomodernos: Deus liberans (1996), Deus absconditus (2011) y ahora Deus ineffabilis (2015).

    Esta trilogía es el resultado de investigaciones académicas realizadas a lo largo de veinticinco años, orientadas por la común tarea de estar «siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza» (ἕτοιμοι ἀεὶ πρὸς ἀπολογίαν παντὶ τῶ αἰτοῦντι ὑμᾶς λόγον περὶ τῆς ἐν ὑμῖν ἐλπίδος, 1 Pe 3,15b), en el contexto del cambio de paradigma de civilización que nos ha tocado vivir.

    El hilo conductor de la subjetividad, analizada a través de la lente de la fenomenología, la teoría mimética y la deconstrucción nihilista, ha dado consistencia ontológica relacional a esta hipótesis teológica de comprensión de la condición humana abierta al don de Dios en sus múltiples rostros, prácticas y lenguajes. Se trata de una expresión de la teología fundamental posmoderna que nos parece inevitable y, sobre todo, pertinente y creíble en esta hora incierta de la globalización del mercado, el consumo, la mediocracia y la violencia sistémica que engendra este conjunto de factores.

    Hemos ido construyendo esta trilogía en diálogo con colegas, estudiantes y profesores, de las dos orillas del mar Atlántico y sus tierras adentro: en Friburgo de Suiza, en Curitiba y Recife en Brasil, así como en Nueva York y en la Ciudad de México. Un diálogo que se entreteje en colaboración con colegas de universidades estatales (Münster, Santiago de Compostela y Río de Janeiro) y de universidades privadas (Universidad Iberoamericana Ciudad de México y la Universidad de Fordham en Nueva York). En particular, gracias al diálogo con grupos de investigación sobre fenomenología, teoría mimética y teología fundamental, las intuiciones originales se han ido perfilando para construir un argumento consistente que dé cuenta de cómo acontece la revelación divino-humana en estos tiempos de desencanto y de resistencia.

    Pero los interlocutores no han sido solamente colegas del medio académico, sino también pensadores que viven, en medio de procesos de exclusión y muerte, una esperanza desconcertante y una capacidad de innovación sorprendente, tanto en el pensamiento como en la acción, desde el reverso de las sociedades de exclusión. En particular, somos deudores de la invaluable aportación de los colegas de Chiapas, sea de la Diócesis de San Cristóbal de Las Casas como de la Universidad de la Tierra. Gracias a ellas y ellos hemos podido entrever los rasgos para una comprensión del cambio de mundo que se gesta desde abajo y desde el reverso. A través de su aguda mirada crítica sobre los argumentos de la academia y gracias a su sabiduría experiencial, estas investigaciones han podido enfocar con mayor precisión el campo de estudio y la contemplación de la incesante obra de revelación del Dios de Cristo, desde las márgenes de la historia, a través de los justos e inocentes.

    Finalmente, esperamos que este libro suscite nuevas cuestiones y contribuya al desarrollo de un campo de investigación para la teología fundamental en tiempos de la modernidad tardía, siempre en diálogo con las otras disciplinas que analizan la cuestión del sentido y con las sabidurías de la humanidad que van en pos de la verdad que salva.

    1

    ¿ACASO HABRÁ UN FUTURO PARA TODOS?

    Si queremos hablar hoy de la revelación de Dios¹ a la humanidad, en el seno del mundo plural y violento propio de la historia fragmentada que vivimos, hemos de dejar en suspenso por un tiempo indefinido la creencia en un más allá y hemos de concentrarnos en el más acá, porque la creencia escatológica leída en clave de metahistoria hizo de las realidades últimas un objeto de la emoción religiosa, funcionando como salvavidas en medio del naufragio de la cristiandad, primero, y luego, del ego moderno.

    También hemos de asumir, con sentido crítico y a la vez con sospecha, la orfandad moderna de quienes proponen explicar «a ciencia cierta» el misterio del origen y del fin de la vida como un mero asunto de azar o de casualidad. Desde ahí será posible preguntarse por el papel de la libertad humana y su posible relación con la libertad divina, en particular en torno al problema del mal.

    En ambos casos, siguiendo la lógica de la encarnación del Verbo, que es la sustancia misma del cristianismo, y de su perenne vaciamiento, hemos de mantenernos, como el gran poeta Hölderlin, en la frontera entre el cielo y la tierra, es decir, en el seno de aquella distancia siempre abierta entre la carne del hombre y el misterio de Dios:

    Y los muchos que

    lo miraron tuvieron miedo,

    cuando el Padre hizo

    su mejor esfuerzo, trayendo de hecho

    lo mejor para resistir a los hombres,

    y lleno de dolor y aquejado en su mente

    también el Hijo se encontraba.²

    Y, por último, tendríamos que atrevernos a plantear las dos preguntas ineludibles sobre el sentido del cristianismo hoy: la primera, en torno a si es razonable vivir todavía una práctica cristiana con representaciones de lo divino; y la segunda, en qué sentido sería viable la vida teologal que otrora fuese el código de interpretación de la experiencia cristiana por el que el ser humano recibe en sus dinamismos vitales el don divino, pero que ya no responde a la experiencia de la subjetividad deconstruida propia de estos tiempos del fragmento.

    Porque, en efecto, en el mundo católico que caracterizó al modelo de cristiandad, la fe, la esperanza y la caridad fueron expuestas como virtudes teologales en su condición de fundamento antropológico-teológico de una relación con lo divino. Tal modelo subrayó el carácter objetivo³ del don de Dios y de su recepción en la vida de la gracia inserta en la vida moral a través de las virtudes cardinales. Por su parte, en el mundo protestante el realismo de la fe siempre estuvo basado en el primado de la Biblia como palabra misma de Dios, incluso ahora, en tiempos de la narrativa posmoderna,⁴ con frecuencia presentada como fetiche con un verdadero poder por encima de la libertad humana misma.

    Este realismo cristiano, de uno u otro signo confesional, se hizo añicos en los tiempos modernos ilustrados con la crítica a la ontoteología incoada por Hegel, primero, y llevada a cabo más adelante de manera implacable por Nietzsche y Heidegger. Si bien esta crítica desconocía el sentido propiamente metafísico del ser superesencial del pensamiento de Dionisio Areopagita, retomado por Tomás de Aquino en plena Edad Media, puso sobre la mesa la cuestión de la supuesta «objetividad» de las representaciones de lo innombrable. Por eso el pensamiento posmetafísico de la segunda mitad del siglo XX, hasta el día de hoy, intenta reconstruir ahora una ontología de la diferencia, incluso desde una «metafísica negativa»⁵ que permita a la razón, en tiempos de la modernidad tardía, abrirse al fondo innombrable de lo real.

    Por eso, resultará ya inevitable para nosotros deconstruir esas virtudes teologales hasta un grado tal de desmontaje que muestren su sola pulsión vital y su posible relación con la razón y con la sensibilidad deconstruidas de su afán de poder y de saber objetivante. Desde ahí, desde ese fondo de lo innombrable, fortuito y contingente, propio de toda existencia y de todo pensar finitos, nos arriesgaremos finalmente en estas disquisiciones para mostrar la plausibilidad de la idea de revelación cristiana en el contexto posmoderno. Así podremos dar alguna razón de la potencia de la vida teologal vivenciada desde el Crucificado que vive como poder del no poder.

    Para la teología cristiana clásica, que hoy se recompone en su aspecto teórico como una crítica a la razón moderna, sea bajo la figura de la Radical Orthodoxy o del tomismo doctrinal, el reto resulta aún más complicado y poco probable de superar, pues la razón posmoderna impele a dejar atrás la versión objetivante, tanto de lo divino como de lo humano, para recuperar si acaso su experiencia originaria de talante nihilista y apofático.⁶ Se trata de volver, en efecto, a la fuente primigenia de la teología que estuvo radicalmente abierta a la contemplación del misterio de la existencia, sobreabundante y extravagant, como lo llaman los teólogos de habla inglesa. Ese mysterion del ser y del devenir que por la fe llamamos Deus ineffabilis.

    1. P

    ENSAR EL FUTURO COMO SOBREVIVIENTES CON LA MEMORIA DE NUESTROS MUERTOS

    Como sustrato existencial de nuestra reflexión, no olvidamos el contexto crucial de lucha por la vida en el que vivimos los seres humanos. Nos encontramos todos en la otra orilla del abismo de la historia, como sobrevivientes de apasionadas experiencias de luchas agónicas que tantos libraron antes que nosotros, hasta el último aliento, y que muchos más padecieron, siendo aniquilados. Partimos de esta común herencia, no por un prejuicio darwiniano, que bien podría explicar el pathos moderno de la competencia sin fin, sino por una constatación histórica y literaria de los pueblos a los que pertenecemos: estamos vivos aquí quienes hemos sobrevivido en el proceso de la humanización y la posterior evolución de la cultura… a costa de muchos que fueron aniquilados.

    No es casual, entonces, que la hondura del pensamiento, de las artes y de la religión se manifieste como fuente de esperanza cuando asume la pregunta por el sentido de esta historia humana maltrecha, llena de claroscuros⁷ y, a pesar de todo, adorable, como diría Jean-Luc Nancy⁸ con ese tono nihilista propio de su filosofía de la declosión. Una existencia en la que el fulgor del enamorado da paso, tarde o temprano, en el mismo corazón, a la violencia de la codicia.

    Porque si algo importante hemos de pensar los seres humanos en tiempos de precariedad es precisamente cómo alcanzar la existencia auténtica.⁹ Y una de las facetas más arduas para mirar de frente el desafío de esta existencia es la del sentido del sinsentido que se revela en la conciencia como su propio abismo.¹⁰

    Este cuestionamiento, traducido al tema de la vida teologal, tendrá que preguntarse tarde o temprano por la posibilidad de un mañana para todos. ¿Cómo vivir en la fe el duelo por quienes han muerto? ¿Qué decir de la esperanza para los inocentes victimados? ¿Qué significan la justicia y la caridad para con los verdugos y miserables? ¿Cómo transfigurar de cara a Dios el dolor por la ausencia de quienes amamos y ya se han ido? Porque tales son las preguntas hoy lanzadas a la fe como un clamor que se dirige buscando esperanza y como una mano que se extiende pidiendo pan. Solamente ahí podrá adquirir sentido el sinsentido: en el gesto originario de la caridad que todo lo da.

    En su afán emancipador, la razón moderna buscó suplantar la religión que, a sus ojos, avasallaba al pensamiento y a la sensibilidad. Pero lo hizo con nuevas representaciones, conceptos, doctrinas, valores, instituciones y modelos que, al fin y al cabo, hicieron aún más cruda la realidad del sinsentido de la vida. Porque el Occidente moderno surgió con la pretensión de sustituir la imagen del todopoderoso —y siempre a la vez impotente, no lo olvidemos— Dios judío, cristiano y musulmán, poniendo en su lugar al sujeto emancipado, guiado por la sola luz de la razón.

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