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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

FILOSOFÍA II

2º BACHILLERATO

1. Platón 2. Aristóteles 3. Sócrates 4. Jenofonte 5. Esquines (o


Alcibíades) 6. Alcibíades (o Alejandro) 7. Zenón
8. Epicuro 9. Federico Gonzaga 10. Averroes 11. Pitágoras 12. F. M.
della Rovere 13. Heráclito 14. Diógenes
15. Euclides 16. Zaratustra 17. Ptolomeo 18. Autorretrato de Rafael
19. Retrato de Sodoma

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INDICE
NUCLEO 1. FILOSOFÍA ANTIGUA.
- CONTEXTO FILOSOFÍA ANTIGUA…………………pág.4
- TEMA 1. PLATÓN…………………………………...pág.15
- TEMA 2. ARISTÓTELES……………………………pág.27
NUCLEO 2. FILOSOFÍA MEDIEVAL.
- CONTEXTO FILOSOFÍA MEDIEVAL………………pág.34
- TEMA 3. STO. TOMÁS DE AQUINO…………………pág.46
NUCLEO 3. FILOSOFÍA MODERNA.
- CONTEXTO FILOSOFÍA MODERNA……………….pág.54
- TEMA 4. DESCARTES………………………………pág.64
- TEMA 5. KANT………………………………………pág.73

NUCLEO 4. FILOSOFÍA CONTEMPORÁNEA.


- CONTEXTO FILOSOFÍA CONTEMPORÁNEA………pág.81
- TEMA 6. KARL MARX………………………………pág.88
- TEMA 7. NIETZSCHE………………………………pág.97
- TEMA 8. HABERMAS………………………………pág.107

TEXTOS PARA LA P.A.U. ………………………………pág.120

ESTRUCTURA DE LA PRUEBA …………………….pág.126

MODELO DE EXAMEN……………………………..pág.128

OTROS EXAMENES DE P.A.U. ANTERIORES………pág.134

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Núcleo I

LA FILOSOFÍA
GRIEGA

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CONTEXTO FILOSOFÍA ANTIGUA.

La filosofía surge cuando el logos sustituye al mito en la tarea de explicar la


realidad en toda su complejidad: el universo físico, la naturaleza humana, la convivencia
social con sus implicaciones políticas y morales. Este acontecimiento se produjo en la
cultura griega alrededor del siglo VI a C. Con anterioridad, cualquier fenómeno de la
naturaleza era explicado recurriendo a la intervención de dioses, héroes o fuerzas
sobrenaturales. No se trataba, por tanto, de explicaciones de carácter racional, sino
basadas en la pura imaginación, relatos míticos que dieron sus frutos literarios en obras
como "La Iliada" y "La Odisea" de Homero.
Vamos a explicar en qué consistió el paso de las explicaciones míticas a las
racionales:
Las explicaciones míticas (el mito) son un conjunto de narraciones y doctrinas
tradicionales que explican la configuración del mundo, de los hombres y la sociedad, así
como de los dioses. Eran elaboradas y transmitidas por poetas: (Hesíodo, Homero, etc).
Estas explicaciones ofrecen una explicación total de los problemas; personifican y
divinizan las fuerzas naturales estableciendo que todo lo que sucede es por la voluntad
arbitraria de dioses, quienes están sometidos al destino (necesidad). La consecuencia
que este tipo de explicaciones tiene es que es imposible la ciencia, pues ésta se basa en
la regularidad, necesidad y leyes.
Las explicaciones racionales, que surgen poco a poco en Grecia a diferencia de las
anteriores, son discursos en los que se muestra una explicación del mundo, el hombre, la
sociedad, etc, partiendo de la regularidad, necesidad, leyes, etc., que se descubren y se
pueden demostrar con argumentos. Estas explicaciones racionales se basan en leyes que
se aprecian en la naturaleza, regularidades a las que está sometido todo, en lo común
que tienen las diferentes cosas, (y que permite clasificarlas), en la búsqueda de los
elementos básicos de todo y del principio último de lo real (arché). Este es, sin duda, el
primer intento de dar explicaciones científicas, o al menos proto-científicas de lo que
ocurre.
Los primeros filósofos o científicos (aún no se distinguía entre estas dos
disciplinas), buscan lo que denominaban Arché, es decir, el principio fundamental, esto
es, buscan la esencia, la causa y el origen de todo lo que nos rodea, (la esencia: lo que
no cambia, lo fundamental de todo lo que nos rodea; - la causa: el por qué, en la
naturaleza, ocurre lo que ocurre; el origen: cosmogonía: el porqué las cosas y nosotros
mismos, son como son. Cada uno de los primeros pensadores, llamados “Presocráticos”
dieron una respuesta diferente de qué era ese Arché; así, algunos pensaron que ese
primer principio era un elemento material: -- Tales de Mileto (585 a.C.) argumentó que era
el agua; Anaxímenes de Mileto (525 a.C.) el aire; Anaximandro de Mileto (547 a.C.) el
“apeiron”; Heráclito de Éfeso (544-484 a.C.) el fuego--; otros algo inmaterial: -- Pitágoras
de Samos (530 a.C) y los pitagóricos los números; Parménides de Elea (540-470 a.C.) el
ser--; y otros, en fin, una pluralidad de elementos: -- Empédocles de Agrigento las
homeomerías; Anaxágoras de Clazomene (500-428 a. C.) dos principios el amor y odio, y
Demócrito de Abdera (460-370 a.C.) los átomos). (ver mapa y esquema).
Pero lo que importa de estos proto-científicos, no es la respuesta que dieron a qué
era ese principio fundamental, sino que fueron los primeros que se atreven a buscar
respuestas no míticas, y sí racionales.

Vamos a ver los problemas filosóficos que plantearon algunos de los presocráticos
y que influyeron posteriormente en la filosofía de Platón y de Aristóteles.

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La influencia de Parménides y su escuela en Platón está clara en muchos de sus


escritos y tesis (a este filósofo dedicó el diálogo Parménides): la concepción del Ser
como inmutable, la división de lo real en dos regiones, el mundo aparente y el mundo
verdadero, en paralelo a la división del conocimiento en dos tipos la ciencia o verdadero
conocimiento, que corresponde al ejercicio de la razón (la llamada por Parménides “Vía
de la verdad”) y la opinión, como conjunto de verdades de rango muy inferior que se
ofrecen a los sentidos (la llamada por Parménides “Vía de la opinión”) son una muestra de
ello. Además la Ideas de Platón tienen características muy similares al Ser de
Parménides. Profundicemos un poco más en estas dos vías:
La vía de la verdad: Es el verdadero camino del conocimiento. Parte de la
afirmación básica e incuestionable de que “El ser es y el no ser no es”. Esta vía prescinde
de los sentidos, que tan sólo nos proporcionan apariencias engañosas. Su objeto es EL
SER, lo que existe, la Realidad. Para Parménides el SER es Uno, Ingendrado,
Imperecedero, Indivisible, Inmutable y finito. Puesto que el Ser es único e inmutable,
Parménides considera que la pluralidad y el cambio no son reales, sino tan sólo una
apariencia engañosa de los sentidos. Aunque los sentidos nos enseñan la naturaleza
como una multiplicidad de cosas, la Razón nos muestra que existe una única realidad, el
Ser.
La vía de la Opinión. Los sentidos nos dicen que una cosa es esto y no lo otro,
cuando en realidad todo es Ser, todo es Uno. Si seguimos esta vía tan sólo obtendremos
opinión, y no un conocimiento verdadero.
Pero también está presente Heráclito (el diálogo Crátilo es también un homenaje,
con el nombre de uno de los discípulos de Heráclito). Heráclito ha pasado a la historia de
la filosofía como el filósofo que afirmó que todo fluye y nada permanece, todo está en
constante movimiento. Heráclito decía que “no se puede entrar dos veces en el mismo río,
pues quienes se meten en él se sumergen siempre en aguas distintas”. Platón conoció la
doctrina de Heráclito a través de la versión deformada de Crátilo, y la entendió en el
sentido de que la realidad física es algo evanescente, no permanente, que todo cambia y
nada hay estable en el universo físico. Platón acepta de Heráclito la idea de que en el
mundo físico y material todo cambia y todo está en perpetuo devenir. De ahí, Platón
extrajo la conclusión de que es imposible alcanzar un conocimiento verdadero del mundo
sensible, pues de lo cambiante no puede haber conocimiento. (No obstante, hay que
matizar que según Heráclito, los cambios que se producen en la naturaleza están sujetos
a una ley cósmica que él llama logos, por ello, el devenir desemboca, no en el caos, sino
en el orden y la armonía, y por ello podemos vivir, entender y conocer este mundo físico
donde vivimos).
De Anaxágoras toma la inteligencia ordenadora (nous), antecedente del Demiurgo,
semidios que construye el Mundo Sensible imitando al Inteligible y dotándole de finalidad,
al contrario de lo defendido por los atomistas, para los que la Naturaleza era simple
expresión del azar y la necesidad.
En uno de sus viajes marchó a Italia Meridional a fin de conocer las ideas de
Pitágoras allí presentes y que tanto llegó a estimar: en el Menón se prueba la teoría de la
reminiscencia a partir de la demostración de un teorema matemático realizada por un
esclavo; el lema de la Academia “nadie entre aquí que no sepa geometría” nos muestra
su reconocimiento del extraordinario valor de la matemática (en República la presenta
como un grado anterior a la dialéctica). Pero también la reivindicación de la razón como
instrumento para el conocimiento, la primacía del alma frente al cuerpo, la teoría de la
reencarnación del alma o el hecho de que el Demiurgo crea el Mundo Sensible a partir de
modelos matemáticos, son claros ejemplos de su influencia.
Algunos de estos pensadores también influyeron en el pensamiento de Aristóteles;

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Aristóteles tenía un gran conocimiento de estos pensadores, e influyeron en él en la


medida en que este autor le interesa dar una explicación de la naturaleza que integre la
visión de los Presocráticos. Es clara la influencia de Empédocles, de quien tomó su
doctrina de los cuatro elementos: tierra, aire, agua y fuego, a partir de la cual Aristóteles
explica la constitución del mundo sublunar. Aristóteles se interesó por el mundo físico que
tenía frente a sí, del mismo modo que los presocráticos, creando disciplinas como la
Física y la Biología.
Aristóteles se enfrenta críticamente con las opiniones de sus predecesores. En este
sentido, su filosofía se presenta en buena medida como solución de la antítesis
Parménides-Heráclito, y como superación del dualismo de Platón, que se planteo como
solución a esa antítesis. Frente al dualismo platónico, Aristóteles afirma que la única
realidad existente es este mundo físico en el que vivimos, un mundo en el que existe el
movimiento, pero no un movimiento caótico sino sujeto a un orden. Aristóteles explicó
racionalmente el movimiento y los conceptos de ser en potencia y ser en acto, que daban
al traste con las teorías parmenídeas.
De esta manera, los problemas filosóficos que tratan los llamados Presocráticos,
están en el ambiente filosófico de la época de Platón y de Aristóteles, como se aprecia en
la influencia que tuvieron en diferentes aspectos de su pensamiento.
No obstante, el s.V (a.n.e.) se inicia con una crisis en las investigaciones
presocráticas sobre la naturaleza (Physis) y el auge del pensamiento en torno a los
asuntos humanos: la ética y la política. Es la época de la introducción y asentamiento de
la Filosofía en Atenas y, con ella, la racionalización y crítica de todas las creencias
políticas establecidas. Se trata de una época marcada por teorías contrapuestas entre sí,
y donde tendrá notable importancia la habilidad dialéctica, que servirá de marco para el
debate entre pensadores especializados en la enseñanza de retórica y dialéctica: los
Sofistas, y un Sócrates absolutamente preocupado por la virtud ético - política del hombre
griego.
En Atenas del siglo V a C. confluyen multitud de pensadores, maestros, artistas,
etc, atraídos por el esplendor de esta época. Es aquí por tanto donde surge una nueva
preocupación que tiene que ver con un “Giro Antropológico”: el interés primordial ahora es
por el ser humano: educación, su moral, virtudes, ser buen ciudadano, etc., dejando a un
lado la preocupación por la naturaleza que es la que tenían los presocráticos. De esta
manera, en este siglo se da lo que se ha convenido en llamar una “Ilustración” griega:
esto es así porque se pretende educar, enseñar a ser mejores, culturizar. Se piensa en
esta época que la virtud, (areté = excelencia), se puede enseñar, frente a la moral
aristocrática que pensaba que se nacía siendo virtuoso, que era algo que tenía que ver
con la naturaleza de cada uno, de la sangre.
Uno de los temas filosóficos más importantes es la discusión sobre naturaleza o
convención acerca de la moral, las leyes, la sociedad, la justicia, etc. La cuestión más
debatida es si todo lo anterior venía impuesto por la naturaleza o eran convenidos por los
seres humanos de cada polis. (nomos: normas convencionales; physis: normas con
origen en naturaleza humana). Esta discusión es llevada a extremos por los Sofistas
frente a Sócrates.
Para entender mejor este debate, veremos quiénes son y qué defienden los
Sofistas y Sócrates, con el fin de apreciar la influencia en el pensamiento de Platón y de
Aristóteles.
Dado que existe una preocupación por triunfar en la vida pública, surgen unos
personajes que son “maestros de virtud” (enseñan a triunfar en la polis), llamados
SOFISTAS y que aunque tienen muchas diferencias, se pueden resumir unos rasgos
comunes:
Son pensadores, grandes maestros de enseñanzas humanísticas que cobran por

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sus servicios; son grandes viajeros por lo que conocen muy bien otras culturas, sus
costumbres, leyes, así como a los grandes sabios de la antigüedad. Algunos sofistas son:
Protágoras de Abdera (481-401), Gorgias de Leontini (483-375), Hipias de Élide,
Transímaco, Glaucón, etc.
Estos autores son Relativistas epistemológicos y éticos: pues mantienen que el
conocimiento y la moral, carecen de validez universal, con lo que dependen de cada
cultura, de cada persona, etc.). Por lo tanto cada persona, cultura, etc, será quien
establezca lo que sea verdadero o falso, así como bueno o malo. En la siguiente
sentencia del sofista Protágoras se resume muy bien esta idea: “El hombre es la medida
de todas las cosas”.
Mantienen también tesis Convencionalistas: esto significa que las leyes son
establecidas por convención, por lo que puede ser cambiado dependiendo de los
intereses de los seres humanos que lo establezcan. Esto se piensa por la falta de
unanimidad sobre lo bueno, lo justo, etc. En este sentido piensan que sólo hay una forma
natural de actuar: como un niño y animal. (buscar el placer y dominar a los otros).
Además adoptan una postura Escéptica: es decir, mantienen que no existe la
verdad, y que aunque existiera, no se podría conocer. Las consecuencias de esto es que
para los sofistas el lenguaje no se refiere a la realidad, siendo un instrumento para
convencer al otro, manipularle, puesto que la verdad no existe.

Frente al pensamiento de los Sofistas, surge SÓCRATES (470-399 a.C.) quien al


igual que su más importante discípulo Platón, mantuvo posturas contrarias a las de los
Sofistas. Hijo de un escultor y una comadrona, (mujer que ayudaba a dar a luz), es un
maestro (aunque no cobraba por sus enseñanzas), y siente que al enseñar hace lo mismo
que su madre (llevar a la luz, en este caso del saber) con su método basado en el diálogo
llamado mayéutica, método inductivo que le permitía llevar a sus alumnos a la resolución
de los problemas que se planteaban, por medio de hábiles preguntas. Gran conversador,
hacía notar con sutil "Ironía socrática", los errores y contradicciones que tenían sus
interlocutores, con el fin de hacerles llegar a la verdad.
Sócrates está convencido de la existencia de valores universales que, inscritos en
la naturaleza humana, deben servir como criterios del juicio y de la acción moral, que
pueden ser descubiertos mediante introspección, y cuyo conocimiento lleva
necesariamente a la práctica de la virtud. Sócrates es un sophos frente a los sofistés,
alguien que combate las tesis de los Sofistas aunque comparte sus preocupaciones.
Amante del diálogo, no escribió nada y lo que sabemos de él es por lo que nos cuentan
sus discípulos, sobre todo Platón. Murió a los 70 años de edad, en el año 399 a.C.
aceptando serenamente la condena e ingiriendo la cicuta, como método elegido de entre
los que el tribunal, que lo juzgó, le ofrecía para morir, por no reconocer a los dioses
atenienses y por, según ellos, corromper a la juventud.
Lo que si sabemos por su más importante discípulo es que Sócrates lucha contra el
relativismo de los sofistas preocupado por el problema del lenguaje: dado que piensa que
si no hubiera una significación para todos igual de lo que es lo verdadero, lo justo, etc, no
sería posible la comunicación, ni el entendimiento entre los seres humanos. Por esto
considera que es tarea urgente restablecer el lenguaje como vehículo de significaciones
objetivas y válidas; de esta manera se pone en la tarea de buscar las definiciones de
todas las cosas y también de los términos morales.
Sócrates cree que la única manera de solucionar este grave problema para el
conocimiento es buscar las definiciones, pues sólo así tendremos la garantía de saber
todos que son las cosas de las que hablamos sin correr el riesgo de que para cada uno la
justicia, etc, sea una cosa diferente. De esta manera examina casos particulares hasta
llegar a una definición general (razonamientos inductivos) y con la búsqueda de estas

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definiciones elimina el relativismo epistemológico y el escepticismo.


Contra el relativismo ético sofista Sócrates plantea el intelectualismo moral: Una de
las partes de la doctrina de Sócrates que más interesa frente al relativismo de los sofistas
en cuanto a la moral es el llamado “Intelectualismo moral” que es la identificación entre
virtud y saber: mantiene que sólo el que "sabe" qué es el bien, la justicia, puede ser bueno
o justo. Esto parte del presupuesto de que nadie que sepa qué es el bien actuará mal,:
quien lo hace es ignorante, no malo moralmente hablando. Saber tiene que ver con la
inteligencia y con el modo de comportarse. Además Sócrates identifica lo bueno como lo
útil, con lo que todos buscan lo mejor y más útil que es lo que nos da la felicidad, por lo
que nadie escogerá lo peor o inútil.
El método socrático es la dialéctica, que es un método de investigación de la
verdad que se basa en el diálogo entre maestro y discípulo con el objetivo de alcanzar la
verdad. La dialéctica socrática consta de dos fases:
La ironía cuyo objetivo es lograr que el discípulo ponga en cuestión todo aquello de lo que
creía estar seguro y convencido, y que caiga en la cuenta de que en realidad no sabe
aquello que creía saber. A partir del reconocimiento de la propia ignorancia, el discípulo
está ya en disposición de empezar el camino hacia la verdad.
La mayéutica que, a semejanza del arte de la comadrona, es el arte de lograr que el
discípulo, convenientemente dirigido por las preguntas del maestro, llegue a alumbrar la
verdad por sí mismo. Esta fase debe culminar en el hallazgo de una verdad sobre algo (la
justicia, la belleza, la amistad, etc.) formulada mediante una definición.

Con todo lo dicho hasta ahora, podemos resumir la influencia que Sócrates tuvo en
el pensamiento de Platón: Hereda de Sócrates, por tanto, su lucha contra el relativismo
epistemológico y ético, así como su antiescepticismo. Se puede decir sin duda, que el
autor que más determinó su pensamiento fue Sócrates, al que conoció en su juventud y
que le inició en la filosofía. La muerte de Sócrates (399 a. C.) le afectó profundamente,
por lo que la figura y pensamiento de su maestro recorre muchos de sus escritos,
principalmente en los llamados “diálogos de juventud” (Apología, Critón...). Su huella se
puede rastrear en toda la filosofía platónica: en la consideración del diálogo como la forma
adecuada para la investigación filosófica y de la verdad; en la primacía del alma frente al
cuerpo; la necesidad de atender al cuidado del alma; en el intelectualismo moral y político;
con la creencia en la importancia de ofrecer definiciones universales y necesarias de los
conceptos, creencia que favorece la tesis de la existencia de las esencias o entidades
universales; en la teoría de la reminiscencia, complemento necesario a la mayéutica
socrática.

Pero no podemos dejar de lado al movimiento sofista, que, por oposición, también
le influyó: toda la filosofía de Platón es consecuencia de su afán por superar radicalmente
a los sofistas. Por ejemplo en las siguientes cuestiones: frente a la costumbre sofista de
enseñar dando discursos Platón propondrá el diálogo como el ámbito de investigación
filosófica y de descubrimiento de la verdad y exigiendo del alumno su participación activa;
frente al relativismo y escepticismo sofista, Platón defiende la existencia de realidades
absolutas (las Ideas) que serán el fundamento de la posibilidad del conocimiento objetivo
y de su crítica al relativismo moral de los sofistas; o, finalmente, frente a la concepción
sofista del lenguaje y de la razón como meros instrumentos para la defensa de cualquier
interés personal y del éxito en la polis, Platón quiere ofrecer una concepción del uso del
lenguaje y de la razón como escenario para alcanzar un Bien objetivo y verdades
comunes a todos los seres humanos.

En resumen, la relevancia del problema de la naturaleza de la virtud y de su

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posibilidad o no de enseñanza, fue muy grande. El pensamiento sofista se asienta en el


relativismo y escepticismo. Distinguen entre lo justo por naturaleza y lo justo por
convención, convirtiendo tanto la polis como la virtud moral, en mera convención social.
Frente a ellos, otros opinan que el hombre es bueno por naturaleza, una especie de
regalo de los dioses. Para Sócrates la virtud que es consecuencia del saber, puede ser
enseñada y aprendida.
Una vez hemos visto la influencia de los sofistas y Sócrates en Platón, es hora de
abordar, aunque brevemente y sin entrar en detalles, que posteriormente veremos en e
tema 1 de estos apuntes, los aspectos relevantes de la filosofía platónica. Empecemos
por el estudio de algunos aspectos biográficos de Platón, que nos darán las claves para
entender mejor su pensamiento.

Platón nació en Atenas en el año 427 a.C., en el seno de una familia noble. Tuvo
conocimiento de los primeros pensadores, los presocráticos, llegando a estudiar con
Crátilo (que fue discípulo de Heráclito), lo que nos debe llevar a explicar quienes son y
qué mantenían estos pensadores.
A partir del año 407 a.de C. vemos a Platón como discípulo de Sócrates. Esta relación
hace del todo necesario que hablemos de la influencia también que Sócrates tuvo en el
pensamiento de este pensador, de quien heredará la preocupación por los grandes
problemas que en la llamada Ilustración griega surgen en su confrontación con los
llamados Sofistas. Hace pues también del todo necesario explicar el debate filosófico que
mantuvieron los Sofistas con Sócrates.
Siguiendo con estos breves apuntes biográficos antes de pasar a explicar el meollo
filosófico en el que vive, debemos tener en cuenta que Platón comienza su andadura en
un tiempo en el que en Atenas gobierna el régimen de los Treinta Tiranos, (impuesto por
Esparta tras perder la guerra contra esta polis), entre los cuales contaba con parientes y
amigos (su tío Carmides y su primo Crítias), quienes le invitaron a participar en el
gobierno. Pero este gobierno le llevó a una gran desilusión por sus actos violentos.
Después de la caída de los Treinta, la restauración de la democracia incitó a Platón a la
vida política; pero entonces aconteció el hecho decisivo que le separó para siempre de la
política de su tiempo: el proceso y la condena de Sócrates (399 a C). Así pues, cuando la
democracia recién restaurada ejecutó a Sócrates, Platón sufrió una sacudida tan profunda
que decidió alejarse definitivamente de la política práctica y dedicarse a reflexionar sobre
sus fundamentos desde un punto de vista filosófico, con la intención de descubrir las
causas del fracaso de todos los sistemas políticos. Su proyecto filosófico, tendrá pues el
objetivo de instaurar una política fundada en el saber, es decir, que el los gobiernos sean
ejercidos por los sabios).

Tras la muerte de Sócrates (399 a.C), marchó a diferentes ciudades, llegando con 40
años de edad a la Magna Grecia (Italia meridional) donde conoció las comunidades
pitagóricas (que más adelante veremos en qué parte de su pensamiento influyeron).
En Siracusa trabó amistad con Dión, tío de Dionisio el Joven. Se cuenta que Dionisio el
Viejo, tirano de Siracusa, temeroso de los proyectos de reforma política expuestos por
Platón, le hizo vender como esclavo en el mercado de Egina. Tras ser comprado por un
amigo, regresa a Atenas donde Platón fundó la Academia, cerca del santuario dedicado al
héroe Academo. Esta escuela perduró hasta el año 529 d.C. Los estudios que en ella se
seguían abarcaban gran cantidad de ciencias como las matemáticas, la astronomía y las
ciencias físicas además de los propiamente filosóficos. A la Academia acudían jóvenes
de muy diferentes ciudades, y en ella Platón trataba de formar sabios hombres de Estado
(herencia de Sócrates) y no demagogos (que era lo que según él, pretendían los
Sofistas).

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Además de dirigir los estudios de la Academia, Platón daba él mismo lecciones que no se
publicaban, contrariamente a lo que sucedió con los diálogos, que eran obras escritas con
miras al gran público. Lo que de Platón nos ha llegado son sus diálogos, no sus lecciones
académicas.
En el año 367 a.C., cuando Dionisio el Joven sucedió a su padre en el trono de Siracusa,
Dión llamó a Platón por segunda vez para dar su consejo y ayuda en la realización de la
reforma política que había sido siempre su ideal. Pero, a pesar de que intentó impulsar al
joven hacia la investigación filosófica, regresó desilusionado a Atenas. No tuvo mejor
fortuna el tercero de los viajes: Platón se decidió y partió hacia Siracusa en el 361 a.C. El
resultado fue desastroso: no consiguió ejercer ninguna influencia sobre Dionisio, quien no
soportó la prueba de su enseñanza y terminó por retenerle casi como prisionero. Fue
liberado gracias a Arquitas de Tarento y volvió a Atenas de donde nunca más salió. Platón
murió en el 347 a.C., a los 81 años de edad, en plena actividad siendo enterrado en los
jardines de la Academia.

Los mas importantes dialogos que escribio son los siguientes, divididos en tres etapas:
Diálogos socráticos o de juventud: En ellos Platón hace una defensa del socratismo
frente a las acusaciones de impiedad y corrupción de la juventud que se vertieron sobre
su maestro: «Apología de Sócrates» , « Critón» «Hipias Menor», «Cármides», «Laques»,
«Lisis», «Eutifrón», «Gorgias», «Menón», «Cratilo», «Eutidemo» y «Menexeno». Diálogos
de madurez: En ellos aparecen elaboraciones propiamente platónicas: la teoría de las
ideas, la inmortalidad del alma, la dialéctica, Eros, la reminiscencia, la ciudad ideal etc.:
“El Banquete”, “La República”. Diálogos críticos y de vejez: Es el grupo de escritos donde
el propio Platón examina y critica sus propias teorías: «Timeo», «Teeteto»,
«Parménides», «El sofista»,«El político» y «Filebo», «Las leyes» «Critias».

Como hemos dicho unas líneas más arriba, Platón decepcionado por la
organización política de la Atenas de su época, piensa que la razón de la corrupción
existente en la vida política se encuentra en el escepticismo sofista; si, como afirman
éstos, no existe la verdad, si sólo vale la opinión, y todas las opiniones tienen el mismo
valor, la única política posible es la que se basa en la violencia física o económica. Por
eso, frente a la afirmación sofista de que no se puede alcanzar la verdad, se sitúa al lado
de Sócrates que había reivindicado esa posibilidad para el hombre y había afirmado que
utilizando la razón, se puede alcanzar la verdad, se puede hacer ciencia, y que ésta
consiste en afirmaciones universales, necesarias e inmutables. Platón supera a su
maestro y amplía la concepción socrática restringida sólo al ámbito de la moral. Si el
conocimiento verdadero está conformado por afirmaciones universales, necesarias e
inmutables, sólo puede ser porque existen realidades universales, necesarias e
inmutables. Y como estos objetos no existen en el mundo sensible, compuesto de cosas
concretas y cambiantes, tienen que existir en “otro mundo”, el mundo de las Ideas. La
pregunta es: ¿cómo obtiene el hombre el conocimiento verdadero si la auténtica realidad
está en otro “mundo” que no es el sensible? La respuesta de Platón es ésta: a través del
alma racional. Platón, influido por los pitagóricos y la religión órfica, pensaba que el
cuerpo es una cárcel para el alma, es aquello que no la deja obtener el verdadero
conocimiento. El ser humano deberá vivir de tal modo que el alma racional controle el
cuerpo material; de este modo, la virtud no será, como en Sócrates, sinónimo de
sabiduría, sino condición de la misma. Esta concepción moral la traslada Platón al ámbito
de la política y del estado; el estado ideal que Platón diseñará en el libro VII de la
República estará regido y estructurado en función de la virtud y el conocimiento; tan sólo
los filósofos, conocedores de la Idea de Bien, podrán gobernar adecuadamente el estado,
ajenos a cualquier corrupción. El alma racional debe gobernar el estado si queremos

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alejarnos de conflictos y violencia. Sólo en un Estado justo y bueno, podrá el hombre ser
justo y alcanzar la felicidad.
Para concluir con Platón podemos decir que el objetivo de su obra, tal y como queda
recogido en su “Carta VII”, es claramente político: Organizar el estado de acuerdo con el
verdadero conocimiento, ya que tan sólo quien alcance dicho conocimiento podrá
gobernar con justicia.

Si Sócrates influye en la filosofía de Platón, no menos influye este último en el


pensamiento de Ariostóteles. Discípulo de Platón, Aristóteles será el primer crítico de la
Teoría de la Ideas de Platón, de la que no podrá escapar, buscando la esencia inmutable,
clave para el conocimiento verdadero, y se convertirá en la piedra angular del
pensamiento filosófico occidental hasta la época moderna.
Empecemos por conocer algunos aspectos biográficos de Aristóteles.
Aristóteles nació en Estagira (Macedonia) en el año 385. Nicómaco, su padre, era médico
del padre de Filipo de Macedonia. En el 367, cuando tenía diecisiete años, se trasladó a
Atenas sin perder la ciudadanía de Estagira, donde ingresó en la Academia platónica para
estudiar. Esto le convertía en un extranjero en Atenas, lo que no le daba derechos de
ciudadano. Debía tener unos cincuenta años por aquel entonces, y Aristóteles debió ser
uno de sus discípulos más brillantes ("el lector" le llamaba Platón). En la Academia
colaboró en la enseñanza y escribió algunos diálogos a la manera platónica, de los que
quedan unos pocos fragmentos.
De esta manera, la influencia de su maestro fue importantísima, heredando las
preocupaciones filosóficas que Platón tuvo en cuanto a los temas éticos políticos,
epistemológicos, etc. Y por ende, los problemas filosóficos que estaban en la base del
contexto de la filosofía de su maestro serán en gran medida los de Aristóteles;
En el 347 muere Platón, que había designado a su sobrino Espeusipo como sucesor en la
dirección de la Academia y Aristóteles deja la Academia para dirigirse a Asso (Eólida)
acompañado de Jenócrates y Teofrasto. Allí, donde trabajaban algunos platónicos, se
convierte en consejero político y amigo del tirano Hermias de Atarnea. Paralelamente,
Aristóteles fundó una escuela de carácter marcadamente científico, sobre todo en el
campo de la investigación biológica.
En el año 343, es invitado por Filipo de Macedonia a ocupar el cargo de preceptor de su
hijo Alejandro. Cuando muere Filipo, Alejandro Magno sube al trono y Aristóteles regresa
a Atenas donde funda El Liceo o Perípatos (especie de peristilo o galeria cubierta donde
se discutía y se paseaba, que estaba situado cerca del santuario de Apolo Licio). Allí
ejerció sus propias enseñanzas durante trece años separado ya del platonismo de la
Academia. En el Liceo se creará por primera vez una de las más importantes bibliotecas
en las que se recopilaban los más diversos temas: investigación histórica, historiografía
filosófica, obras científicas sobre biología, física, etc. Es interesante apreciar que
Aristóteles retoma la preocupación por el estudio de la naturaleza que hicieron los
primeros pensadores, los llamados Presocráticos, con lo que es importante que veamos
más adelante los problemas filosoficos que plantearon aquellos y que este autor pretende
resolver.
A la muerte de Alejandro, en el 323, en Atenas se produce una reacción antimacedónica,
y como Aristóteles estaba ligado con la monarquía de Macedonia, se le amenaza con un
proceso de impiedad. Temiendo correr la misma suerte que Sócrates, Aristóteles huyó de
Atenas para refugiarse en la isla Eudeba. Allí, una afección estomacal puso fin a su vida
en el año 322, cuando tenía sesenta y tres años de edad.

Los escritos de Aristóteles pueden ser divididos en dos grupos:


1. Las "obras exotéricas" perdidas en los primeros siglos de la era cristiana, fueron

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publicadas por Aristóteles y literariamente eran diálogos similares a los de Platón.


Tenemos constancia de alguno de los títulos de estas obras: Eudemo o Del Alma;
Protréptico; Gryllos o De la Retórica (contra Isócrates); Sobre la Justicia.
2. Los "escritos esotéricos" que se trata de una serie de manuscritos, notas que
probablemente Aristóteles utilizaba en sus cursos en el Liceo. Son los únicos que se han
conservado y fueron ordenados y publicados por el último escolarca, Andrónico de Rodas.
Los más importantes son: el Organon; Física; Tratado del Cielo; Tratado del Alma;
Tratados biológicos: [De la sensación, De la Memoria y del Recuerdo, De la interpretación
de los sueños, De la respiración, De la Juventud y de la Vejez,) Historia de los Animales;
Metafísica; Ética a Nicómaco; Ética a Eudemo; Política; Económica; Retórica; Poética
(falta la segunda parte, sobre la comedia); La Constitución de Atenas; etc.

Para entender plenamente el pensamiento de Aristóteles, debemos pararnos en la


influencia más importante, la de su maestro Platón. Los años en los que Aristóteles pasó
en la Academia (20), le pusieron en contacto con los problemas citados anteriormente,
pues allí, la búsqueda de soluciones a los problemas planteados entre los sofistas y
Sócrates, fueron tratado con mucha profundidad. Allí conoció la teoría de las Ideas de su
maestro que defendía la existencia de dos mundos separados: el mundo de las Ideas, el
auténticamente real y no sometido a cambio, y el mundo sensible, el de la apariencia y la
corrupción. Aristóteles, aunque aceptó esta teoría en su juventud, pronto la abandonó
porque consideraba que Platón no había hecho más que duplicar el problema más que
solucionarlo.
No debemos olvidar que Aristóteles se consideraba un discípulo de Platón que
mejoró los planteamientos que su maestro tenía. Asume la necesidad de buscar el
verdadero conocimiento de las cosas, planteándolo como un conocimiento de lo universal
que es posible llevarlo a cabo, si bien Aristóteles se centra en el mundo de las cosas
individuales y trata de explicar en qué reside el ser de éstas, su esencia, que para
Sócrates consistía en las definiciones universales, para Platón en las Ideas, mientras que
para Aristóteles residirá en las sustancias individuales (en cada cosa, en fin) compuesta
de materia y forma.
Aristóteles no aceptó la teoría de las Ideas, aunque comenzó siendo un discípulo
fiel de Platón y como tal defendió la teoría de las Ideas. Pero una serie de objeciones a
dicha teoría, y que Platón recoge en el Parménides, se habían planteado en la Academia.
En el intento de solventar estas objeciones, el mismo Platón se vio obligado a reformular
una y otra vez su teoría. Aristóteles acabará desechándola finalmente, aunque mantiene
algunos aspectos de aquélla, aunque más que rechazarla, Aristóteles lo que hará será
reformularla, eliminando la preexistencia de las Ideas en un mundo objetivo, y planteando
que la verdad está presente en este mundo, en las cosas.
Pero en la búsqueda de la verdad de lo que son las cosas, abandona la dialéctica
de Platón y la sustituye por la demostración, cuyo esquema es el silogismo.
Aristóteles concibe y valora la naturaleza (Physis) de manera distinta a la que
hacían los pensadores de su época, volviendo a darle la importancia que tuvo con los
Presocráticos (como vimos): A partir de los sofistas, la naturaleza había quedado relegada
como centro de la atención de la reflexión filosófica. Con Platón se llega aún más lejos y
la physis, el mundo sensible, ocupa ya un segundo plano en la realidad, por debajo del
mundo de las Ideas, en el que radica el ser, la realidad plena. Con Aristóteles, sin
embargo, la naturaleza vuelve desempeñar un papel central en el pensamiento y además
se produce una nueva definición de los que se entiende por tal.
En cuanto a la ética y políticas, el problema que intentó resolver Platón con su
teoría de las tres partes del alma a la que correspondía una virtud, y que tiene su relación
con la política de su ciudad ideal gobernada por los sabios, Aristóteles sigue en la línea de

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la preocupación ética y política, pero ya no acepta esa visión dualista del ser humano
(alma y cuerpo como dos sustancias, dos cosas unidas por accidente), sino que concibe a
las personas como una sola cosa, una sustancia con dos partes, lo que le llevará a
desbaratar las teorías políticas ideales de Platón.
En lo que se refiere a la ética, Platón seguía la idea de Sócrates de que el mejor
bien no es el individual sino el social, por lo que un buen gobierno debe buscar la felicidad
de los ciudadanos. De ahí que el fin de la política y del Estado sea garantizar el bien de
todos los hombres, y no el de unos pocos. Aristóteles recogió estas ideas de Platón y
tanto uno como el otro consideraban injusto todo Estado que se olvide de este fin
supremo y no vele por los intereses de la sociedad en su conjunto. Pero se apartó de
Platón al no reconocer la existencia de un ideal “Bien en sí” externo cuyo conocimiento
guiase la actividad política. Para Aristóteles es la experiencia de la realidad política junto
con el entendimiento de esta experiencia la que debe guiar a los políticos para conocer
los modos más realistas y naturales de alcanzar el bien común.

Así como Platón, desde una inspiración principalmente geométrica, es el fundador


de la filosofía dialéctica, académica, aunque desarrollada por cauces no escolásticos, su
discípulo Aristóteles, desde una inspiración predominantemente naturalista, es el fundador
del sistema filosófico más poderoso del mundo antiguo, enraizado en los pensadores de
su época, a cuyo desarrollo contribuyó de manera magistral;
En cualquier caso, la problemática filosófica en la que está inserto Aristóteles, le hacen
construir soluciones que estarán en vigor durante muchos siglos.
Veamos, para concluir, algunos trazos de la filosofía aristotélica.
Toda la filosofía de Aristóteles está traspasada por un claro sentido finalista
(teleológico) porque la realización del fin propio de cada ser constituye su propio bien.
Conocer la verdad, es el fin propio de los hombres pero no es el fin último; el hombre
además de conocer vive y el conocimiento le proporciona una buena vida, que le hace
feliz, siendo éste el fin último y más elevado del ser humano.
El filósofo se ocupa de conocer los principios y las causas más universales e
inmutables, y por ello, su investigación debe referirse tanto al ser como al movimiento. La
investigación aristotélica acerca del ser le descubre una doble relación: en un sentido, el
ser aparece como sustancia (como lo que es en sí mismo, como sujeto individual) o como
accidente (como lo accesorio); pero en otro sentido se muestra como acto o como
potencia. Este doble entramado conduce inevitablemente a la investigación del
movimiento que se explica como el paso de la potencia al acto. Cuatro son las causas que
dan razón de este movimiento: las causas material y formal que son el componente
básico de toda sustancia y las causas eficiente y final. Todo esto en relación con la física
aristotélica que engarza con la metafísica a la hora de explicar el origen del movimiento
con el motor inmóvil, aquél que mueve sin ser movido y que no está dentro del mundo
físico al ser puro acto; además de esta compleja cuestión que roza la teología, la
búsqueda de la sustancia, de lo que está por debajo de las cosas y explica su ser, es
decir, el discurso ontológico, atraviesa también la. Dentro de la ética, la dimensión
teleológica de la filosofía aristotélica se deja notar con toda su fuerza al presentarnos la
felicidad como el fin supremo del ser humano; ahora bien, ¿en qué consiste dicha
felicidad? En la utilización y perfeccionamiento de la razón. Nada más lejos de la
actualidad ¿verdad?. El hombre virtuoso, aquel que se rija por la razón, será un hombre
feliz. Y Aristóteles, al igual que Platón, traslada su teoría ética al Estado, ya que mejor que
conseguir la felicidad en un solo hombre es conseguirla dentro de la polis. Las virtudes
éticas se conseguirán a través del hábito, destacando entre ellas la justicia, el justo medio
es lo que debemos practicar y conseguir, nos dice Aristóteles, mientras que las virtudes
dianoéticas, alcanzables a través de la razón, nos llevarán al conocimiento de lo supremo

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y a la felicidad.
Pues bien, con todo esto, hemos conseguido una visión global de la filosofía
antigua, pudiendo comprobar cómo el discurso filosófico se teje en función de las
relaciones de unos pensadores con otros.

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TEMA 1. PLATÓN.

1-. LA TEORÍA PLATÓNICA DE LAS IDEAS.


2-. EL CONOCIMIENTO PARA PLATÓN.
3-. EL CONCEPTO DE SER HUMANO.
4-. ÉTICA Y POLÍTICA.

INTRODUCCIÓN: EL PROYECTO FILOSÓFICO DE


PLATÓN:
Platón parte de la idea de que no hay ninguna forma de “"Finalmente llegué a comprender
gobierno buena, y por tanto plantea una forma de gobierno que todos los estados estaban mal
ideal, en la que los sabios dirijan la polis. Pretende por tanto, gobernados (...).Entonces me sentí
fundamentar teóricamente un modelo ideal de sociedad, en el irresistiblemente movido a alabar la
verdadera filosofía, y que sólo con
que gobiernen los filósofos, que son sabios y conocen la verdad, su luz se puede reconocer dónde
y por lo tanto saben claramente qué deben hacer (la ética). está la justicia en la vida pública y
Esto lo hace en la madurez: La República. De esta manera debe privada. Así pues, no acabarán los
males de los hombres hasta que
determinar qué es la verdad, cómo conocerla y cómo actuar llegue la raza de los puros y
virtuosamente. Al final de su vida, la sociedad ideal la auténticos filósofos al poder, o
fundamenta no en los sabios, sino en las leyes, pues piensa que hasta que los jefes de las polis no
se pongan a filosofar." Platón:
hasta los sabios pueden no actuar de manera buena. Carta VII.

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1-. LA TEORÍA PLATÓNICA DE LAS IDEAS


La teoría platónica de las Ideas, es el núcleo de la filosofía platónica, el eje a través del
cual se articula todo su pensamiento. No se encuentra formulada como tal en ninguna de sus
obras, sino tratada, desde diferentes aspectos, en varias de sus obras de madurez como "La
República", "Fedón" y "Fedro".
Debemos tener en cuenta que lo que busca es fundamentar teóricamente un ideal de
gobierno en el que el sabio (que es quien se dirige por su alma racional) gobierna la polis, por
lo que establece cómo llega el hombre a ser sabio: es decir, cómo llega a la verdad, a lo real y
cómo accede, conoce, dicha verdad. Su metafísica, por tanto, sirve de fundamento para su
teoría política y la ética.

Para entender por qué surge esta teoría filosófica básica en el pensamiento de Platón,
debemos recordar la búsqueda que Sócrates ya hacía de la definición universal de cada cosa,
lo cual ya había apuntado a la necesidad de destacar el elemento común entre todos los
objetos de la misma clase. Ese objeto común o término del conocimiento, que en Sócrates no
dejaba de ser un término lingüístico, es convertido por Platón en algo independiente del
conocimiento y del lenguaje: de la afirmación de la necesaria realidad de ese objeto común
Platón concluye que debe existir independientemente de la mente que lo concibe, y lo llama
Idea. Por tanto, la esencia de cada cosa, teiene una existencia real fuera de la cosa misma,
con lo que cada idea es una sustacia (algo que no necesita de ninguna otra cosa para existir).
Sócrates buscaba las definiciones de los objetos éticos, pero esta búsqueda es
extendida por Platón a la investigación de los objetos naturales: del mismo modo que debe
existir una definición universal de "virtud", ha de existir una definición universal de todos y
cada uno de los componentes de la realidad. Platón, a diferencia de su maestro, hace del
término de esa definición universal una Idea, una realidad subsistente, y termina por
postularla con una realidad diferente, pero más real y verdadera que las cosas de este mundo.
Por eso Platón habla de ―las Ideas en sí‖, para diferenciarlas de las ideas mentales, es decir, de
los conceptos que tenemos en la mente de las cosas.

En este sentido Platón diferencia entre dos modos de realidad (o mundos), una, a la
que llama inteligible, y otra a la que llama sensible. La realidad o mundo inteligible, la
verdadera realidad, es a la que denomina "mundo de las Ideas", (kosmos noetos) tiene las
características de ser inmaterial, eterna, (ingenerada e indestructible, pues), siendo, por lo
tanto, ajena al cambio, y constituye el modelo o arquetipo de la otra realidad, la sensible
(kosmos horetos), constituida por lo que ordinariamente llamamos "cosas", y que tiene las
características de ser material, corruptible, (sometida al cambio, esto es, a la generación y a la
destrucción), y que resulta no ser más que una copia de la realidad inteligible.

La realidad constituida por las Ideas, representaría el ―verdadero ser‖, mientras que de
la segunda forma de realidad, las realidades materiales o "cosas", hallándose en un constante
devenir, nunca podrá decirse de ellas que ―son verdaderamente ―. Sólo la Idea es susceptible
de un verdadero conocimiento o "episteme", mientras que la realidad sensible, las cosas, sólo
son susceptibles de opinión o "doxa". De la forma en que Platón se refiere a las Ideas en varias
de sus obras como en el "Fedón" (el alma contempla, antes de su unión con el cuerpo, las
Ideas) o en el "Timeo" (el Demiurgo modela la materia ateniéndose al modelo de las Ideas),
así como de la afirmación aristotélica en la "Metafísica" según la cual Platón "separó" las Ideas
de las cosas, suele formar parte de esta presentación tradicional de la Teoría de las Ideas la
afirmación de la separación entre lo sensible y lo inteligible como una característica propia de
ella.
Platón no acepta que la ―verdadera realidad‖ sea algo cambiante (algo que es algo pero
que deja de serlo por cambiar), pues está convencido de que el verdadero conocimiento está
en lo que permanece, en lo estable. Por esto plantea la teoría de las Ideas.

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Por tanto, la Teoría de las Ideas es una concepción teórica de Platón que mantiene que
existen entidades o esencias inmateriales, separadas e independientes del mundo de las cosas
que vemos, inmutables, eternas y universales, que sólo se puede acceder a ellas por el
conocimiento racional (inteligible). Teniendo esto en cuenta, la consecuencia de esta
concepción platónica es que la teoría de las Ideas supone la "separación" entre la realidad
inteligible, llamada también mundo inteligible y la realidad sensible o mundo visible, que lleva
a la filosofía platónica a un dualismo que será fuente de numerosos problemas para el
mantenimiento de la teoría, y que Aristóteles rechazará.
Las Ideas, son las "esencias", pero con la particularidad de que no se puede confundir con lo
que entendemos como concepto mental; las Ideas platónicas no son contenidos mentales, sino
objetos a los que se refieren los contenidos mentales designados por el concepto, y que
expresamos a través del lenguaje. Esos objetos o "esencias" subsisten independientemente de
que sean o no pensados, son algo distinto del pensamiento (son substancias). Las Ideas,
además, son únicas, eternas e inmutables (al igual que el ser de Parménides), y no pueden ser
objeto de conocimiento sensible, sino solamente cognoscibles por la razón. No siendo objeto
de la sensibilidad, no pueden ser materiales. Y sin embargo Platón insiste en que son
entidades que tienen una existencia real e independiente tanto del sujeto que las piensa como
del objeto del que son esencia, dotándolas así de un carácter trascendente. Además, las Ideas
son el modelo o el arquetipo de las cosas, por lo que la realidad sensible es el resultado de la
copia o imitación de las Ideas.
Para los filósofos pluralistas la relación existente entre el ser y el mundo tal como
nosotros lo percibimos era el producto de la mezcla y de la separación de los elementos
originarios (los cuatro elementos de Empédocles, las semillas de Anaxágoras o los átomos de
Demócrito); también Platón deberá explicar cuál es la relación entre ese ser inmutable y la
realidad sometida al cambio, es decir entre las Ideas y las cosas. Esa relación es explicada
como imitación o como participación: las cosas imitan a las Ideas, o participan de las Ideas,
siendo éstas el arquetipo, el modelo, la causa de las cosas materiales.

Como ya hemos dicho, la realidad o mundo sensible (kosmos horetós) se caracteriza


por estar sometida al cambio, a la movilidad, a la generación y a la corrupción (herencia del
pensamiento de Heráclito). Este problema del cambio conduce a Platón a buscar una solución
que guarda paralelismos importantes con la propuesta por los filósofos pluralistas: siguiendo a
Parménides hay que reconocer la necesaria inmutabilidad del ser, pero el mundo sensible no
se puede ver reducido a una mera ilusión. Aunque su grado de realidad no pueda compararse
al de las Ideas ha de tener alguna consistencia, y no puede ser asimilado simplemente a la
nada. Platón no pretende degradar la realidad sensible hasta el punto de considerarla una
mera ilusión. La teoría de las Ideas pretende solucionar, entre otros, el problema de la unidad
en la diversidad, y explicar de qué forma un elemento común a todos los objetos de la misma
clase, su esencia, puede ser real; parece claro que la afirmación de la realidad de las Ideas no
puede pasar por la negación de toda realidad a las cosas.

El mundo de las Ideas lo concibe Platón jerarquizado. El primer rango le corresponde a


la Idea de Bien en sí, tal como nos lo presenta Platón en la "República", aunque en otros
diálogos ocuparán su lugar lo Uno, (en el "Parménides"), la Belleza, (en el "Banquete"), o el
Ser, (en el "Sofista"), que representan el máximo grado de realidad, siendo la causa de todo lo
que existe. No la define claramente, pero es la Idea suprema, la primera en la jerarquía; es la
causa de que yo pueda inteligir las demás Ideas racionalmente como el sol hace que pueda ver
las cosas del mundo natural. A continuación vendrían las Ideas de los objetos éticos y
estéticos, seguida de las Ideas de los objetos matemáticos y finalmente de las Ideas de las
cosas. Platón intenta también establecer una cierta comunicación entre las Ideas y, según
Aristóteles, terminó por identificar las Ideas con los números, identificación de la que sí
tenemos constancia que realizaron los continuadores de la actividad platónica en la Academia.

Es por esto por lo que es la teoría más importante de este pensador, y que enlaza con
todo lo demás, es decir, su concepción del ser humano, del conocimiento y de la ética y
política. Es por lo que ahora, y siguiendo su idea de que el sabio debe gobernar, y dado que ya
nos ha dicho dónde reside la verdad, ahora nos plantea cómo concibe al ser humano y el
conocimiento de la verdad.

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2-. EL CONOCIMIENTO PARA PLATÓN


Si el gobernante debe ser sabio, se debe tener un acceso al conocimiento verdadero,
racional (basado en razones), por lo que Platón lo distingue de la opinión, (inestable, sin base).
De esta manera, el conocimiento verdadero, válido es el de las ideas. Pero la teoría de las
ideas plantea el problema de cómo las podemos conocerlas; para esto Platón se basa en estas
tres hipótesis: 1º las cosas imitan a las ideas; 2º el alma está como intermediaria entre el
mundo de las ideas y el natural; 3º las ideas están en comunicación entre sí (orden
jerárquico).
Teniendo esto en cuenta, vemos que Platón en su juventud establece una forma de llegar a la
verdad que se denomina teoría de la reminiscencia, para pasar en su madurez a la Dialéctica,
expuesta en La República donde establece los grados del conocimiento. Además platea en
otros diálogos la teoría del Eros como veremos.

La Reminiscencia o anámnesis: (expuesta en el Menón). 1ª forma de conocimiento:


La primera explicación del conocimiento que encontramos en Platón, antes de haber
elaborado la teoría de las Ideas, es la teoría de la reminiscencia (anámnesis) que nos ofrece en
el Menón. Según ella el alma, siendo inmortal, lo ha conocido todo en su existencia anterior
por lo que, cuando creemos conocer algo, lo que realmente ocurre es que el alma recuerda lo
que ya sabía. Aprender es, por lo tanto, recordar. El contacto con la sensibilidad y el ejercicio
de la razón, serían los instrumentos que provocarían ese recuerdo en que consiste el
conocimiento. La teoría de la reminiscencia volverá a ser utilizada en el Fedón en el transcurso
de una de las pruebas para demostrar la inmortalidad del alma, pero Platón no volverá a
insistir en ella como explicación del conocimiento.
Esta teoría surge de la discusión con Menón (sofista) que mantiene que no se puede
investigar: ni lo que se sabe, ni lo que no se sabe. Platón parte del convencimiento de que
existe la verdad y que se puede conocer, puesto que no se busca lo que no se sabe, pues
investigar es recordar lo que ya conocemos. Según Platón, aprender no es apropiarse de algo
ajeno al alma, sino recuperar lo que el alma ya poseía de alguna manera, es decir, recordar lo
que desde luego ya sabía. ¿Cuándo ha conocido el alma lo que recuerda? Puesto que no ha
sido en esta vida ha tenido que ser necesariamente en una vida anterior, de donde se sigue
que el alma es inmortal. Pero todavía no encontramos aquí una referencia a la teoría de las
Ideas, de modo que sería precipitado suponer que son las Ideas lo que ha conocido el alma en
la otra vida.
Esta teoría tiene los supuestos siguientes: primero que el alma que es inmortal, vive en
muchos cuerpos y conoce el mundo de las Ideas; al reencarnarse en un cuerpo olvida, al ser
arrastrado por las pasiones por lo que al investigar, recuerda la verdad que ya conocía, pues el
alma es semejante a las Ideas que imitan. (Ejemplo: el esclavo que deduce el teorema de
Pitágoras).

Los Grados del Conocimiento: la alegoría de la línea: (República, Libro VI 509d)


En la República nos ofrece una explicación de cómo conocemos, y sobre todo nos
hablará de la dialéctica, el más perfecto conocimiento de la verdad, basada en la teoría de las
Ideas. Establece una correspondencia entre los distintos niveles y grados de realidad y los
distintos niveles de conocimiento. Fundamentalmente distinguirá Platón dos modos de
conocimiento: la "doxa" (o conocimiento sensible) y la "episteme" (o conocimiento inteligible).
A cada uno de ellos le corresponderá un tipo de realidad, la sensible y la inteligible,
respectivamente. El verdadero conocimiento viene representado por la "episteme", dado que
es el único conocimiento que versa sobre el ser y, por lo tanto, que es infalible. Efectivamente,
el conocimiento verdadero lo ha de ser de lo universal, de la esencia, de aquello que no está
sometido a la fluctuación de la realidad sensible; ha de ser, por lo tanto, conocimiento de las
Ideas.
Si el mundo sensible es el mundo de la opinión (doxa) y el mundo inteligible el dominio
de la ciencia (episteme) podemos formular lo siguiente: la opinión es a la ciencia lo que la
imagen es al original. Las imágenes de los objetos materiales dan lugar a una representación

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confusa, que llamaremos imaginación (eikasía); los objetos materiales dan lugar a una
representación más precisa, que comporta la adhesión del sujeto que las percibe, y a la que
llamaremos creencia (pístis); por su parte, en el mundo inteligible, las imágenes de las Ideas
(objetos matemáticos) dan lugar a un conocimiento discursivo (diánoia), mientras que las
Ideas mismas da lugar a un conocimiento intelectivo (nóesis), el conocimiento de la pura
inteligencia. La dialéctica es, pues, el proceso por el que se asciende gradualmente al
verdadero conocimiento, al conocimiento del ser, de lo universal, de la Idea.

ALEGORÍA DE LA LA LÍNEA PARA EXPLICAR LOS GRADOS DEL CONOCIMIENTO


República, Lib.VI, 509 d

GRADOS DEL SER

Mundo visible(sensible) Mundo inteligible


_____________________________ __________________________________
/ \ / \
Imágenes Cosas Objetos matemáticos Ideas
|__________________|______________|_____________________|_________________|
| | | | |
Imaginación Física Matemáticas Dialéctica
(Eikasía) (Pístis) (Diánoia) (Nóesis)
Conjetura pensamiento discursivo Inteligencia
arte creencia razón discursiva Ciencia
\________________________________/ \__________________________________/
Doxa (opinión) Episteme (ciencia)
(referidos al devenir) (referidos a la esencia)

GRADOS DEL CONOCER

En esta alegoría de la línea nos dice Platón que las imágenes de las cosas materiales
dan lugar a una representación confusa, que llamaremos imaginación (eikasía); los objetos
materiales (cosas) dan lugar a una representación más precisa, que comporta la adhesión del
sujeto que las percibe, y a la que llamaremos creencia (pístis); en el mundo inteligible, las
imágenes de las Ideas (objetos matemáticos) dan lugar a un conocimiento discursivo
(diánoia), mientras que las Ideas mismas da lugar a un conocimiento intelectivo (nóesis), el
conocimiento de la pura inteligencia. La dialéctica es, pues, el proceso por el que se asciende
gradualmente al verdadero conocimiento, al conocimiento del ser, de lo universal, de la Idea,
es decir, de la verdadera realidad.

Según lo que nos dice en el libro VI de la República, las nociones matemáticas, que de
una parte reflejan las Ideas puras, pero por otra parte sólo pueden traducirse con la ayuda de
símbolos sensibles (números, figuras geométricas, etc), nos proporcionan el tipo de las
nociones mixtas de la diánoia: las matemáticas se fundan sobre hipótesis a las que consideran
como principios a partir de los cuales deducen sus consecuencias, representando así la
actividad del razonamiento discursivo.
La nóesis se dirige a objetos de conocimiento distintos, es decir, a las Ideas en sí.
Platón establece una diferencia entre las Ideas y los objetos matemáticos en el sentido de
considerar a estos como realidades intermedias entre las formas (Ideas) y las cosas sensibles.
Pero también en cuanto a su naturaleza, pues la dialéctica, aunque parte de las hipótesis del
razonamiento matemático, pretende rebasarlo remontándose hasta los primeros principios, las
Ideas, mediante el recurso a una abstracción pura, descendiendo luego hasta las conclusiones

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que se derivan de esos primeros principios, pero sin valerse en ningún momento de imágenes
sensibles.

Platón concibe la dialéctica como un examen de las distintas ideas y de las relaciones que
mantienen entre sí unas con otras, mostrando su trabazón (symploké) y comunicación
(koinonía). Las ideas son los géneros de las cosas, a partir de los cuales y por división
(diaíresis) se definen las especies o determinaciones de las cosas. La dialéctica es entendida
como un método racional que se identifica con el saber verdadero. Las características que
atribuye Platón a este tipo de conocimiento son las siguientes: es una actividad cognoscitiva
que se ejerce con la razón; Su objeto es el conocimiento del Mundo Inteligible, de las
relaciones existentes entre las Ideas; La aspiración última es el conocimiento de la Idea de
Bien y del modo en que ésta es el fundamento último de toda la realidad; Por ser una actividad
estrictamente racional no se apoya en la percepción; por utilizarse la pura razón el
conocimiento al que da lugar es conocimiento estricto, conocimiento universal y necesario;
Además no acepta como verdadera ninguna premisa que no haya sido cuestionada, busca el
sentido último, la razón más profunda de cada tema que trata.

Profundicemos un poco más en este concepto platónico de DIALÉCTICA. La tarea


filosófica se concreta, para Platón, en lo siguiente:
Todas las hipótesis derivan de un único primer principio (la Idea de Bien). La Idea de
Bien se califica como el principio último de explicación. ―Cuando uno se vale de la dialéctica
para intentar dirigirse con ayuda de la razón y sin intervención de ningún sentido, hacia lo que
es cada cosa en sí, y cuando no desiste hasta alcanzar, con el sólo auxilio de la inteligencia, lo
que es el bien en sí, entonces llega al término mismo de lo Inteligible‖.
De este modo, la labor del dialéctico se convierte, según Platón, en un proceso
descendente a partir de un primer principio no hipotético. El proceso ascendente no consiste
en pruebas, sino en la búsqueda de un primer principio que no necesite tales pruebas, un
proceso que termina en la visión directa de tal principio. El proceso descendente es aquel en el
que las consecuencias de ese principio se exponen en su orden debido, bajando hasta las
hipótesis que han resistido el examen y aquellas nuevas que han reemplazado a las
rechazadas. Este proceso descendente no es una mera repetición del proceso ascendente, ya
que este último era tentativo, con muchos ensayos erróneos, mientras que ante de que
comience el proceso descendente, todos esos errores habrán sido desechados, de modo que el
proceso seguirá una cadena de proposiciones en el conveniente orden de dependencia.

El Mito de la Caverna.
Platón ilustra su doctrina epistemológica con la alegoría de la caverna, al principio del
Libro VII de la ―República‖.
Veamos qué nos dice este mito. Pide Platón que nos imaginemos una caverna
subterránea que tiene una abertura por la que penetra la luz. En esa caverna viven unos seres
humanos, con las piernas y los cuellos sujetos por cadenas desde la infancia, de tal modo que
ven sólo el muro del fondo de la gruta y nunca han visto el sol. Por encima de ellos y a sus
espaldas, o sea entre los prisioneros y la boca de la caverna, hay una hoguera y entre ellos y
el fuego cruza un camino elevado y hay un muro bajo que hace de pantalla. Por el camino
elevado pasan hombres llevando estatuas, representaciones de animales y otros objetos, de
manera que estas cosas que aparece por encima del borde de la ―pantalla‖. Los prisioneros de
cara al fondo de la cueva, no pueden verse ellos entre sí ni tampoco pueden ver los objetos
que a sus espaldas son transportados: sólo ven sombras de ellos mismos y las de esos
objetos, sombras que aparecen reflejadas en la pared a la que miran. Únicamente ven
sombras.
Esos prisioneros representan a la mayoría de la humanidad, a la muchedumbre de
gentes que permanecen durante toda la vida en un estado de Eikasia, viendo sólo sombras de
la realidad y oyendo únicamente ecos de la verdad. Su opinión sobre el mundo es de lo más
inadecuada, pues está deformada por sus ―propias pasiones y prejuicios y por los prejuicios y
pasiones de los demás, que le son transmitidos por el lenguaje y la retórica‖. Y aunque no se
hallan en mejor situación que la de los niños, se aferran a sus deformadas opiniones con toda
la tenacidad de los adultos y no tienen ningún deseo de escapar de su prisión. Es más, si se
liberase y se les dijese que contemplaran las realidades de aquello cuyas sombras habían visto

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

anteriormente, quedarían cegados por el fulgor de la luz y se figurarían que las sombras eran
mucho más reales.
Sin embargo, si uno de los prisioneros logra escapar y se acostumbra poco a poco a la
luz, después de un tiempo será capaz de mirar los objetos concretos y sensibles, de los que
antes sólo había visto sombras. Este hombre contempla a sus compañeros al resplandor del
fuego y se halla en un estado de pistis, habiéndose convertido desde el mundo de las sombras,
que era el de los prejuicios, las pasiones y los sofismas, al mundo real (aunque todavía
sensible) de la doxa. Ve a los prisioneros tal y como son. Por otro lado, si persevera y sale de
la cueva a la luz del sol, verá el mundo de los objetos claros e iluminados por el sol (que
representa las realidades inteligibles) y finalmente, y mediante otro esfuerzo, se capacitará
para ver el sol mismo, que representa la idea de Bien, la forma más alta, ―la causa universal
de todas las cosas buenas y bellas... la fuente de la verdad y de la razón‖. Se hallará entonces
en el estado de noesis.
Platón nos dice que si alguien volviese de nuevo a la caverna, una vez ha visto el sol, y
tratase de liberar a otro prisionero para que pudiera ver el mundo real y pudiera acceder a la
superficie y a esa visión del sol, todos lo considerarían inoportuno y le darían muerte, porque
ellos aman ese mundo de las sombras y lo consideran como la verdadera realidad. Ésta es sin
duda una alusión platónica a Sócrates, que trató de iluminar a todo aquél que quiso oírle y
procuró hacerles comprender la verdad y la razón, en vez de dejar que se sumergieran en el
mundo de las sombras. El pago que recibió por parte del gobierno de la democracia ateniense
fue la muerte por corromper a los jóvenes y adorar a otros dioses.
Esta alegoría de la caverna pone en claro que la ascensión de la línea era considerada
por Platón como un progreso que requiere esfuerzo y disciplina. De ahí su insistencia en la
educación, por medio de la cual sea conducido gradualmente el joven a la contemplación de
las verdades y los valores eternos y absolutos, y de ese modo se libre a la juventud de pasar
el resto de sus días en el mundo del error, de la falsedad, de la sofística, de la ceguera de los
verdaderos valores. Tal educación será muy importante en el caso de los políticos, ya que un
político sin la educación adecuada, será un ciego guiando a otros ciegos en el plano de la
eikasia o d la pistis. Para Platón, el político que no realiza el verdadero bien del estado, que no
ve la vida política a la luz de los principio eternos lleva a su pueblo a la ruina.

EL Eros (amor platónico) o dialéctica emocional:


En el Banquete, Platón nos dice cómo a través del Eros (atracción de las cosas bellas),
se asciende hacia las Ideas partiendo del amor a la belleza que observamos en las cosas
sensibles, luego a la belleza en el ser humano, hasta alcanzar la contemplación de la Belleza
en sí, que se identifica con el Bien del que nos habla en la República y que representaría el
grado superior de conocimiento. Por tanto, Platón establece una forma de conocer las ideas
partiendo directamente de la contemplación de ciertas cosas del mundo sensible; esta manera
es llamada dialéctica emocional y que es un proceso ascendente que va desde las cosas
sensibles hasta la idea suprema (Belleza o Bien), sin pasar por las ideas intermedias, siendo
los escalones que nos conducen a ellas las cosas bellas.

Con todo lo visto, se aprecia la necesidad de Platón de buscar la respuesta a la


pregunta: ¿qué es la verdad?, es decir, qué es lo que debe conocer el sabio para serlo y ser un
buen gobernante de la polis, y esto es lo que le lleva a plantear un concepto de lo real como
relacionado con lo racional, con lo inmutable, etc, y una teoría de cómo acceder a esa realidad
para que lo que conozca sea lo verdadero.
Influye sobremanera Platón en la filosofía en cuanto que plantea el problema de si los
conceptos o definiciones universales son accesibles a todos los hombres o bien estos, como
mantenían los relativistas, dependen de cada individuo. De esta manera trata de eliminar la
discusión sofista en cuanto al escepticismo, al relativismo en cuanto a la verdad, y
fundamentar un gobierno ideal de gobernantes sabios.

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

3-. EL CONCEPTO DE SER HUMANO


La concepción que tiene este pensador
del ser humano está también influida por su - "Mito del carro alado", Fedro: 246a y 253d:
metafísica, pues si en la teoría de las Ideas "... podríamos decir que toda alma es un carro alado compuesto
plantea un dualismo ontológico, ahora nos de dos caballos y un auriga(...), siendo uno bueno y hermoso, y
el otro todo lo contrario, resultándonos difícil su manejo.
concibe al ser humano desde un dualismo "... en este mito dividimos cada alma en tres partes, dos de
antropológico. Así, el ser humano es el ellas en forma de caballos y la tercera el auriga. Un caballo es
resultado de una unión "accidental" entre el bueno y el otro no. El que ocupa el lugar preferente es de
erguida planta y finos remos, (...), de blanco color, de negros
alma, inmortal, y el cuerpo, material y ojos, amante de la gloria con moderación, pundonor, seguidor
corruptible, dos realidades distintas que se de la opinión verdadera, y, sin fusta, dócil a la palabra y a la
encuentran unidas en un solo ser de modo voz. El otro, es contrahecho, grande, de toscas articulaciones,
de color negro, ojos grises, sangre ardiente, compañero de
provisional, de tal modo que lo más excesos y petulancias, de peludas orejas y sordo, apenas
propiamente humano que hay en el hombre obediente al látigo y los acicates." 253d
es su alma, a la que le corresponde la función ... el alma que controla los caballos, sigue el cortejo de Zeus,
conociendo la verdad de lo que las cosas son, con un saber
de gobernar, dirigir, la vida humana. Tanto la incontaminado. Es natural que esta alma no se encarne,
concepción del alma como la de sus funciones quedando en el mundo de los dioses y la verdad. De las otras
en relación con el cuerpo sufrirán diversas almas, las que se dejan arrastrar por el caballo negro, caen a
introducirse a un cuerpo, olvidando toda la contemplación de la
modificaciones a lo largo de la obra de Platón, verdad, quedando prisioneros del cuerpo como una ostra.
aunque se mantendrá siempre la afirmación
de su unión accidental.

El problema acerca del alma no es si existe o no (todos daban por hecho el que existía),
sino cuál es la naturaleza del alma (qué es, características, etc). Vamos a analizar el concepto
de alma de Platón y su relación con el cuerpo, teniendo una importancia extrema en cuanto
que a partir de esta concepción, nos propondrá un concepto de hombre que lleva a relacionarlo
con la verdad y la ética de manera muy íntima, pues necesita justificar el porqué el hombre
debe controlar sus deseos y dirigirse por la razón para ser sabio y dirigir bien la polis. Con esto
también veremos la relación con el conocimiento que tiene el alma platónica.

Platón establece una radical separación entre el alma (capacidad superior racional), del cuerpo.
Son dos cosas diferentes (dualismo antropológico) (alma y cuerpo) y se relacionan de manera
accidental, antinatural, pues cada una tiene su lugar natural: el alma: en el mundo de las
Ideas, de la verdad, de lo divino, de la pureza. (auriga de un carro), y el cuerpo: en el mundo
natural, impuro, se degrada, cambia, parece ser.
La inmortalidad del alma platónica constituyó una novedad filosófica en su época. Una doctrina
extraña a los griegos proveniente del orfismo y el pitagorismo y que va a permitirle al autor
establecer la posibilidad de que los hombres conozcan lo verdaderamente real, las Ideas,
escapando así de lo puramente fenoménico (lo captado por los sentidos).

El alma, nos dice Platón, es inmortal, transmigra de unos cuerpos otros y es, además,
principio de conocimiento. En la medida en que conocemos "por" el alma, ésta ha de ser
homogénea con el objeto conocido, es decir, con las Ideas, por lo que no puede ser material.

Platón establece tres partes del alma o tres almas diferentes(Timeo), puesto que el
alma al encarnarse en un cuerpo hace que broten de él las otras; pero es el alma (racional) la
que hace al ser humano, ser ser humano, es su esencia, lo más importante, lo primordial.
Además es el principio del conocimiento racional, por lo que su lugar natural sea el mundo de
las ideas, el mundo de la verdad contemplada por la razón; pero también es lo que da ánimo o
vida al cuerpo. Este alma racional es la única que es inmortal. Así las otras almas, la Irascible
(ánimo) y la Concupiscible (apetitos) son mortales, pues desaparecen al desaparecer el
cuerpo. De esta manera, mientras que la racional producen conocimiento racional y marcan la
dirección de las otras, la Concupiscible producen los deseos irracionales y las pasiones

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innobles, mientras que la Irascible el coraje, la fuerza de voluntad así como las pasiones
nobles. También Platón sitúa en la cabeza la racional cuya virtud es la prudencia y sabiduría,
en el tórax la Irascible siendo su virtud la fortaleza, y en el abdomen la Concupiscible siendo
su virtud la templanza.

De esta manera el ideal de ser humano para Platón es el que se deja guiar por el alma
racional, sometiendo a las otras dos.

4-. ÉTICA Y POLÍTICA


Según Platón, para acceder a las Ideas, es necesario un determinado comportamiento y
un estado donde esto sea posible, esto es, donde sea posible dedicarse a conocerlas. No
hemos de olvidar que la intención de Platón es ética y política (no están separadas): en
cuanto que busca un gobierno ideal gobernado por los sabios.

Platón busca responder a la pregunta ¿Qué debo hacer? basándose en un concepto de


naturaleza humana, pero diferente al de los sofistas quienes planteaban que los seres
humanos se comportaban como animales y como niños, esto es, como animales busca el
dominio del resto, y como niños buscan el placer y evitan el dolor. De esta manera, los sofistas
planteaban que se debía hacer justamente esto, pues esto es lo natural.
Pero según Platón, este tipo de morales olvidan que lo que la naturaleza humana tiene
como característica esencial es esa facultad suprema llamada razón: y por lo tanto lo que debe
hacer el ser humano para actuar moralmente bien es dejarse guiar por su razón, como un ser
racional que es.

Según este autor, el verdadero bien del hombre, la felicidad, se alcanzará mediante la
práctica de la virtud. Pero ¿qué entiende por virtud?. Podríamos decir que para Platón existen
tres formas que se auto complementan de entender la virtud, esto es, tres maneras
complementarias de llegar a tener "excelencia" (areté). De esta manera estas tres caras de la
misma moneda son entendidas:

- Virtud como Sabiduría: (Intelectualismo moral): Platón acepta fundamentalmente la


identificación socrática entre virtud y conocimiento. La falta de virtud no supone una
perversión de la naturaleza humana; por su propia naturaleza el ser humano busca el bien
para sí, pero si desconoce el bien puede tomar como bueno, erróneamente, cualquier cosa
y, en consecuencia, actuar incorrectamente; la falta de virtud es equivalente, pues, a la
ignorancia. Sólo quien conoce la Idea de Bien puede actuar correctamente, o mejor, sólo
sabiendo que es la Justicia en sí, podemos ser justos. Lo Justo en sí, la bondad en sí, la
prudencia, etc., esto es, los valores morales existen por sí mismos, y por ello es posible
definirlos objetivamente y, una vez conocidos, llevarlos a cabo en la vida práctica. El sabio
no podrá ser malo, ya que el mal es fruto de la ignorancia, un defecto que no radica en
nuestra naturaleza sino en el no cumplimiento de lo esencial de nuestra naturaleza (la
racionalidad).

- Virtud como Purificación: es virtuoso quien domina su cuerpo, sus pasiones buscando las
ideas. Aquí se aprecia el antihedonismo platónico pues mantiene que los placeres
materiales y corporales no sólo no conducen a la felicidad, sino que incluso nos la impiden
si desorientan al alma. Virtuoso y feliz será aquel que purifique su alma de las pasiones y
"desórdenes" del cuerpo y se vuelque hacia el mundo eidético, el único capaz de realizar
humanamente a el hombre.
- Virtud como armonía o justicia: (Rep.443d) En la República nos habla Platón de cuatro
virtudes principales: la sabiduría, el coraje o fortaleza de ánimo, la templanza y la justicia.
La virtud la entiende como un equilibrio y armonía entre las distintas partes del alma.
Debe desarrollarse tal acuerdo entre ellas que se unifiquen los distintos elementos que
conforman el compuesto humano, sometiéndolos a la razón. Es esta la única que puede

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regir esta armonización. Esto significa que cada alma tiene su virtud ( su manera de ser
excelente), así la virtud del alma Concupiscible es la moderación o templanza; la de la
Irascible es la fortaleza, valor; y la de la Racional es la prudencia. La armonía (justicia)
surge cuando cada parte del alma hace lo que tiene que hacer, lo que le es propio, y
domina una a otra conforme a la naturaleza. (la racional a las demás, etc). Así la justicia
es la virtud fundamental que surge cuando ocurre esto en el hombre.

Teniendo en cuenta lo dicho en la ética debemos ahora adentrarnos en su teoría


política, dado que Platón plantea una correlación entre el alma del hombre y el Estado: esto
significa que en su sociedad ideal, debe haber tantas clases sociales como almas, por lo que
sólo en la ciudad justa se puede educar a hombres justos. Pero veamos cómo llega a estas
ideas siguiendo el planteamiento que hace en la República.
Contrariamente a los sofistas, para quienes la sociedad era el resultado de una
convención o pacto entre los individuos, para Platón la sociedad es el medio de vida "natural"
del hombre. Las tendencias que inclinan al hombre al amor, a la amistad, a la convivencia en
general, son tendencias naturales, por lo que no tendría sentido pensar que el medio,
necesariamente social, en el que se desarrollan, fuera algo no-natural. (Esta teoría de la
"sociabilidad natural" del hombre será mantenida posteriormente también por Aristóteles).
Platón aprecia la necesidad de que la justicia (entendida como armonía), sea común al
hombre y a la ciudad; podríamos buscarla por lo tanto en uno y en otra; pero dada la mayor
magnitud de la ciudad deberá estar la justicia inscrita en ella con caracteres más gruesos que
en el individuo y, por lo tanto, más fáciles de encontrar. Pero como no hay ninguna ciudad
conocida de la que realmente podamos decir que es justa, propone la creación de una ciudad
ideal: siendo una sociedad perfecta no podrá carecer de ninguna perfección y deberemos
encontrar en ella la justicia.

Dado que la ciudad debe existir para satisfacer las necesidades de los hombres, ya que
éstos no son independientes unos de otros ni autosuficientes para abastecerse, el primer fin
que debe garantizar toda sociedad es un fin económico. Los hombres tienen diferentes
capacidades y habilidades, siendo preferible que cada uno desarrolle las que posee por
naturaleza, lo que introduce la división del trabajo en la organización de la sociedad. En una
ciudad ideal deberán existir, por lo tanto, todo tipo de trabajadores: granjeros, carpinteros,
labradores, herreros, etc., de modo que todas las necesidades básicas que de garantizadas,
posee una ciudad ideal no puede faltar de nada. Sin embargo, una sociedad que sólo atendiera
las necesidades materiales básicas sería una sociedad demasiado dura, pues el hombre
necesita también satisfacer otras tendencias de su naturaleza relacionadas con el arte, la
poesía, la diversión en general, etc.. El fin de la ciudad, que comienza siendo estrictamente
económico, no se limita a la producción de bienes, sino que se encamina más bien a hacer
posible una vida feliz para el hombre.
A medida que la sociedad aumenta en número de ciudadanos, los recursos necesitan
ser ampliados, lo que puede dar lugar a la conquista de territorios vecinos para satisfacer las
necesidades de todos, conduciendo a la guerra; pero si seguimos el mismo principio de división
del trabajo tendrá que haber especialistas en la guerra, que sean los encargados
exclusivamente de las actividades bélicas, a los que llamará guardianes de la ciudad. Falta
todavía algo en esta ciudad ideal: determinar quiénes serán los encargados de gobernarla. A la
clase de los artesanos y de los guardianes hemos de añadir una tercera clase, la de los
gobernantes. Éstos serán elegidos de entre los mejores de los guardianes.
Pero cada una de estas clases ha de tener unas características distintas: la clase de los
artesanos, que generalmente realiza las actividades productivas pero no obtiene los beneficios
económicos de su producción, lo que es fuente de conflictos, ha de ser en la ciudad ideal la
poseedora de la riqueza; del mismo modo será la única clase que tenga derecho a la propiedad
privada y a la familia; y ha de permitírsele disfrutar de los goces materiales que derivan de la
posesión de la riqueza. La clase de los guardianes, por el contrario, no puede tener acceso la
riqueza, para evitar la tentación de defender sus intereses privados en lugar de los intereses
colectivos, y terminar utilizando la fuerza contra los ciudadanos; estarán desprovistos de

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propiedad privada, y tampoco tendrán familia, debiendo vivir en unos barracones en los que
tengan todo lo necesario para realizar sus actividades, en los que vivirán de forma
comunitaria, compartiéndolo todo. Tampoco la clase de los gobernantes tendrá acceso a la
propiedad privada ni a la familia, debiendo velar únicamente por el buen gobierno de la
ciudad; deberán centrarse en el estudio a fin de conocer lo bueno para gobernar
adecuadamente la ciudad, por lo que su vida estará alejada de todas las comodidades
innecesarias para cumplir su función.
Para determinar quiénes pertenecerán a una u otra de estas clases sociales, dice
Platón, se establecerá un proceso educativo en el que se tendrá en cuenta qué tipo de
naturaleza domina en el alma de cada ser humano, y, por lo tanto, a qué clase social ha de
pertenecer. Aquí establece Platón una equiparación entre la naturaleza del Estado y la
naturaleza del individuo: del mismo modo que en el individuo hay tres partes del alma, en
este estado ideal encontramos tres clases sociales, correspondiéndole una virtud a cada una
de ellas.
La virtud que corresponde a cada clase social ha de corresponder a los individuos que la
constituyen. La virtud de la clase los artesanos es la templanza, es decir, el disfrute con
moderación de los bienes materiales; la virtud propia de la clase de los guardianes es la
valentía o coraje; y la virtud propia de los gobernantes es la sabiduría. Por tanto aquellos en
quienes domine el alma racional han de pertenecer, por lo tanto, a la clase de los verdadero
guardianes o gobernantes; en quienes predomine el alma irascible, a la clase de los
guardianes; y en quienes predomine el alma concupiscible, a la clase de los artesanos.
Habiendo determinado la virtud que corresponde a cada clase social estaremos en condiciones
de determinar en qué puede consistir la justicia en la ciudad ideal: la justicia consistirá en que
cada clase social se ocupe de la tarea que le corresponde. Así surgirá el Estado Justo: cuando
hay la armonía que había en el hombre justo (jerarquizado), esto es, cuando cada clase social
hace lo que tiene que hacer y dominan unas a otras como es natural (racional sobre las otras)
surge el estado armonioso o justo. Desde aquí se plantea entonces que sólo los sabios son los
que deben asumir el gobierno de las ciudades
Igual que la razón debe dominar a las otras almas y esto será lo mejor para cada individuo, así
el sabio dirigirá mejor los destinos de la polis.
Para conseguir esta sociedad, establece como parte esencial en la República la
educación:
Si pertenecer a una clase social viene determinada por el alma que domine en los individuos, y
no por herencia, una sociedad tal ha de dar una importancia primordial a la educación. Será,
en efecto, a través de ese proceso educativo como se seleccionen los individuos que han de
pertenecer a cada clase social, en función de su tipo de alma; y qué tipo de educación ha de
recibir cada individuo en función de la clase social a la que deba pertenecer.
En la República establece Platón detalladamente el programa de estudios que debería
tener la ciudad ideal. Así, todos los niños y niñas deberían recibir inicialmente la misma
formación, sin que en la ciudad ideal nadie ha de ser privado de ella, ni en razón de su sexo ni
por ninguna otra causa. El proceso educativo tiene, al mismo tiempo que formar, determinar
qué tipo de alma predomina en cada individuo, es decir, su naturaleza, en virtud de la cual
formará parte de una u otra clase social.
El encargado de la educación será el Estado, no las familias, para evitar influencias
negativas; Los niños deben comenzar su proceso educativo a través de actividades lúdicas,
para lo cual los educadores de la ciudad ideal elegirán aquellos juegos adecuados para
desarrollar en los niños la comprensión de las normas de los juegos y, con ello, un primer
acercamiento al valor y sentido de la ley. Las primeras enseñanzas que recibirán se centrarán
en torno a la poesía y la música, pero adecuados para suscitar el amor a cualquier
manifestación de la virtud. La música formará parte también del educación, analizando la
forma y el ritmo, que suscitará en ellos una elevación hacia la comprensión y el respeto de las
obras bellas y puras, lo que les alejará del vicio. El amor por la belleza desarrollará en ellos la
generosidad, la grandeza de alma, la moderación y el coraje. A estas enseñanzas se unirá la
educación física que, agilizando y fortaleciendo el cuerpo contribuirá a desarrollar mejor las
virtudes del alma.
En este proceso, algunos tenderán a abandonar los estudios, que les resultarán difíciles
y aún odiosos, mientras que otros irán desarrollando un entusiasmo cada vez mayor en torno
al conocimiento. Los primeros pasarán a formar parte de la clase de los artesanos, por mostrar

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

una mayor inclinación hacia lo material; los que persistan en sus estudios pasarán a formar
parte de la clase de los guardianes. La perseverancia en el estudio, entre los que pertenecen a
la clase los guardianes, pone de manifiesto que en el individuo predomina el alma racional, por
lo que serán éstos los elegidos para formar la clase de los gobernantes, quienes serán
sometidos a un proceso educativo que comenzará con el estudio de las matemáticas y
terminará con el estudio de la dialéctica y el conocimiento de las Ideas.
En el caso de que alguien de la clase de los gobernantes, perdiera posteriormente el
interés por el conocimiento, pasaría a formar parte de la clase inferior, la de los guardianes. Lo
mismo ocurriría con quien, perteneciendo la clase de los guardianes, se inclinara hacia el
disfrute de los bienes materiales, que pasaría a formar parte entonces de la clase de los
artesanos.

Como colofón a su concepción política, Platón establece en la República, una teoría de


cómo evolucionan las formas políticas, esto es, como pasan de la mejor a la peor manera de
gobierno, cómo se degradan. De esta manera es uno de los primeros que elabora una teoría
política.
En primer lugar sitúa la aristocracia, es decir, el gobierno de los mejores, que vendría
representado por el gobierno de la República ideal; en ella los mejores son los que conocen las
Ideas, los filósofos, y su gobierno estaría dominado por la sabiduría. La segunda mejor forma
de gobierno la representaría la timocracia, el gobierno de la clase los guardianes, que no
estaría ya dirigida por la sabiduría, sino por la virtud propia de la parte irascible del alma, que
es la propia de dicha clase, abriendo las puertas al desarrollo de la ambición, que predominaría
en la siguiente forma de gobierno, la oligarquía, el gobierno de los que tienen el poder
económico, y cuyo único deseo se cifra en la acumulación de riquezas. Posteriormente
encontramos la democracia, cuyo lema sería la libertad e igualdad entre todos los individuos y
cuyo resultado, según Platón, es la pérdida total del sentido de los valores y de la estabilidad
social. (Platón piensa en la democracia ateniense que tan horrible le resultó después de la
condena de Sócrates). Por último, en el lugar más bajo de la escala, se encuentra la tiranía,
que representaría el gobierno del despotismo y de la ignorancia, dominado el tirano por las
pasiones de la parte más baja del alma, dando lugar al dominio de la crueldad y de la
brutalidad.

Frente a todos estos sistemas políticos, el suyo es más que utópico, es intemporal,
estando en el mundo de las ideas como modelo (arquetipo) de los estados que existen en su
época. Además tiene relación con su teoría del conocimiento y de la realidad (Ideas), y con el
fin político de Platón.
En uno de los diálogos finales, en Las Leyes, muestra cierto pesimismo acerca de la
posibilidad de implantar la ciudad ideal de la República sobre todo desde consideraciones
prácticas difícilmente conciliables con la vida real, por lo que plantea más un endurecimiento
de las leyes, estando los sabios gobernantes sometidos a ellas.

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TEMA 2. ARISTÓTELES.

1-. LA ÉTICA ARISTÓTELICA.


2-. LA POLÍTICA ARISTOTÉLICA.

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LA ÉTICA ARISTÓTELICA.
El fin supremo del hombre: la Felicidad.
Todas las acciones humana tienden hacia fines, que constituyen bienes. El conjunto de
las acciones humanas y el conjunto de los fines particulares a los que tienden éstas se hallan
subordinados a un fin último, que es el bien supremo, que todos coinciden en llamar
1
―felicidad‖ .
¿Qué es la felicidad? Para la mayoría, consiste en el placer y el gozo. Sin embargo, una
vida que se agota en el placer es una vida que convierte a los hombres en semejantes a los
esclavos y que sólo es digna de los animales. Para algunos, la felicidad es el honor (éxito en la
vida). No obstante, el honor es algo extrínseco que en gran medida depende de quien lo
confiere. En cualquier caso, es más valioso aquello por lo cual se merece el honor, que no el
honor mismo, su resultado y consecuencia. Para otros, la felicidad consiste en acumular
riquezas. Pero ésta, para Aristóteles, es la más absurda de las existencias: es una vida contra
natura, porque la riqueza sólo es un medio para conseguir otras cosas y no sirve como fin en sí
mismo.
El bien supremo que puede realizar el hombre –la felicidad- consiste en perfeccionarse
en cuanto hombre, es decir, en potenciar aquella actividad que distingue al hombre de todos
los demás seres y cosas. La felicidad consistirá pues en desarrollar la actividad de la razón.
El hombre que quiere vivir bien, debe vivir de acuerdo con la razón.
Así como ―la excelencia del ojo es hacer que ejecute bien su función de ver‖, de la
misma manera la función del hombre es hacer bueno su desarrollo como tal hombre. Y esto es
una forma superior, o sea, excelente de vivir. Esta forma de vida está unida al logos, a la
racionalidad, al lenguaje que nos une con los otros hombres, y a través de esa unión
―dialogada‖ llegamos a conocerlos y a conocernos nosotros mismos. Esta energía o actividad
razonada, con la que entramos en contacto con los demás, es una forma superior de felicidad.
Este término que indicaba en un principio un ―tener más‖ y una ―simple posesión de cosas‖, a
través de la experiencia socrática se ha transformado en un ―ser más‖. La felicidad ya no es un
tener, sino un ser. O mejor dicho, es un tener algo tan impreciso como el logos, la palabra;
pero ese tener es lo que nos hace seres humanos.
Aquí se asume en su totalidad el razonamiento socrático-platónico; Aristóteles afirma
que cada uno de nosotros es alma, y que es la parte más elevada del alma; ―esta claro, dirá
Aristóteles, que somos ante todo intelecto‖. Aristóteles proclama que los valores del alma son
los valores supremos, si bien, con su acusado sentido realista, reconoce una utilidad incluso a
los bienes materiales en cantidad necesaria. Éstos, aunque con su presencia no están en
disposición de dar la felicidad, pueden comprometerla en parte con su ausencia.

Las virtudes éticas como justo medio o centro entre extremos.


El hombre es principalmente razón, pero no sólo razón. En el alma hay algo que es
ajeno a la razón y se opone y se resiste a ella, pero que, sin embargo, participa de la razón.
―La parte vegetativa no participa en nada de la razón, mientras que la facultad del deseo, y en
general, de los apetitos, participa de ella en cierto modo, en la medida en que la escucha y la
obedece‖. El dominio de esta parte del alma y el sometimiento de ésta a los dictados de la
razón es la virtud ética, la virtud de la conducta práctica.
Antes de proseguir hablando de la virtud ética, analicemos un poco mejor la concepción
aristotélica de Alma.

1
En griego, Felicidad se dice Eudaimonia, que quiere decir, “tener un buen demon”. El término demon no encierra
ningún sentido negativo aunque nuestra palabra demonio proceda de ahí. Demon es un especie de divinidad, algo que
fuera de nosotros, puede influir en nuestro destino y nuestra suerte. Estar en el mundo es procurar esa buena suerte, esa
felicidad. No obstante, los griegos observaban las grandes desigualdades que existían en la sociedad y por ello,
pensaban, que más que algo que se consigue, el bien, y en consecuencia, la felicidad, es algo que se recibe. De este
modo, Aristóteles da un giro radical a ese concepto tradicional de felicidad.

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

Aristóteles introduce la distinción entre: a) alma vegetativa, b) alma sensitiva y c) alma


intelectiva o racional. Las plantas sólo poseen el alma vegetativa, los animales la vegetativa y
la sensitiva y los hombres poseen las tres.
El Alma Vegetativa, es el principio más elemental de la vida, el principio que gobierna
y regula las actividades biológicas: nacimiento, nutrición y desarrollo.
El Alma Sensitiva, es el principio que regula y gobierna las sensaciones, los apetitos y
el movimiento. La sensación es la función más importante del alma sensitiva.
El Alma Intelectiva o Racional, es el principio que regula el pensamiento y las
operaciones a él vinculadas. El acto intelectivo es análogo al acto perceptivo, en la medida en
que es un recibir o asimilar las formas inteligibles, al igual que la percepción es asimilar las
formas sensibles. No obstante, el acto intelectivo difiere profundamente del acto perceptivo,
porque no se halla mezclado con el cuerpo y lo corpóreo: ―El órgano de los sentidos no perdura
sin el cuerpo, mientras que la inteligencia perdura por su cuenta‖.
Una vez visto el concepto de alma en Aristóteles, prosigamos con las virtudes éticas.
Este tipo de virtudes se adquiere mediante la repetición de una serie de actos sucesivos, esto
es, mediante el hábito; de este modo, podemos decir que aprendemos ciertas cosas
haciéndolas, por ejemplo, llevando a cabo acciones justas nos convertimos en hombres justos.
Las virtudes se convierten así en una especie de costumbres o modos de ser, que nosotros
mismos hemos creado a través del hábito.
Puesto que son numerosos los impulsos y las tendencias que debe moderar la razón,
también son muchas las virtudes éticas, pero todas tienen en común una característica
esencial; los impulsos, las pasiones y los sentimientos tienden al exceso o al defecto; al
intervenir la razón, debe indicar cuál es la justa medida, cuál es el punto medio entre los
extremos. Por ejemplo, el valor es el punto medio entre la temeridad y la cobardía.
Obviamente este punto medio no consiste en una especie de mediocridad, sino en una
culminación, un valor, en la medida que es un triunfo de la razón sobre los instintos.
Entre todas las virtudes éticas destaca la justicia, que consiste en la justa medida según
la cual se distribuyen los bienes, las ventajas y las ganancias y sus contrarios. ―En la justicia
están comprendidas todas las virtudes‖, dirá Aristóteles.

Las virtudes dianoéticas y la perfecta felicidad.


Aristóteles denomina ―virtud dianoética‖ a la perfección del alma racional en cuanto tal.
El alma racional posee dos aspectos, según se dirija a las cosas cambiantes de la vida del
hombre o las realidades inmutables y necesarias, a las verdades o principio supremos. En
consecuencia las virtudes dianoéticas serán fundamentalmente dos: la prudencia
(phronesis) y la sabiduría (sophia).
La prudencia consiste en dirigir bien la vida del hombre, esto es, deliberar con
corrección acerca de lo que es el bien y el mal para el hombre.
La sabiduría es el conocimiento de aquellas realidades que están por encima del
hombre: la metafísica. Precisamente en el ejercicio de esta última virtud, que constituye la
perfección de la actividad contemplativa, el hombre alcanza la máxima felicidad y llega a rozar
lo divino.

LA POLÍTICA ARISTOTÉLICA.
Antes de introducirnos en el pensamiento político aristotélico, hay que decir que la
Política no es un escrito unitario, sino posiblemente la reunión (por el editor póstumo de la
obra aristotélica) de hasta cinco pequeños tratados de diferentes épocas y de temática
parcialmente diferente.
Hecha esta aclaración, veamos qué importancia tiene el Estado para Aristóteles. El bien
supremo del hombre, la felicidad, no puede alcanzarse sino dentro de un orden social
adecuado. El bien del Estado es más importante y más perfecto que el bien particular del
individuo: ―(...), aunque el bien del individuo y el de la ciudad sean el mismo, es evidente que
será mucho más grande y más perfecto alcanzar y preservar el de la ciudad. Procurar ese bien
a una sola persona es ya ciertamente algo deseable; pero procurárselo a un pueblo y a una

Departamento de Filosofía V. Abel Granell 29


Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

2
ciudad es algo mucho más noble y más divino.‖ Para Aristóteles está perfectamente claro que
la ciudad no tiene un fin propio distinto del de la felicidad de sus ciudadanos; su único fin es el
de crear las condiciones en que sus ciudadanos puedan alcanzar la felicidad.
Antes de proseguir hablando de la finalidad del Estado, veamos cuál fue su origen. La
primera forma de comunidad sería la familia (la unión del hombre y la mujer), pero puesto que
las familias no se bastan a sí mismas, ha nacido el municipio, que es una comunidad más
amplia destinada a garantizar de forma orgánica y sistemática las necesidades de la vida. Pero
la familia y el municipio no bastan para garantizar las condiciones de una vida perfecta, es
decir, de una vida moral; esa vida moral sólo puede ser garantizada por las leyes, por las
magistraturas y, en general, por la organización compleja de un Estado. En el Estado el
individuo es inducido por las leyes y las instituciones políticas a salir de su egoísmo y ser
objetivamente bueno. Tan sólo el Estado es autosuficiente. La finalidad del Estado no es
propiamente ni la defensa común ni la organización de los intercambios, sino el reinado de la
justicia. Sin duda la posesión de un territorio, la seguridad militar, el equilibrio económico, son
condiciones necesarias para la existencia de un Estado; son como el sustrato de la unidad
política, pero no bastan para constituirla, se necesita, ante todo, una comunidad de ideal. La
ciudad es el marco dentro del cual se puede realizar, gracias a la independencia que ella
asegura, el ideal de una vida humana perfecta; es en ella donde el hombre puede alcanzar la
felicidad mediante el ejercicio de la virtud, en el respeto de la justicia.
Así pues, la sociedad es algo natural al hombre. El hombre no sólo necesita de la
sociedad para satisfacer sus necesidades sino que también tiene para él un valor ideal. Todos
nos necesitamos mutuamente, pero aunque estuviésemos exentos de esa necesidad, no
dejaríamos de experimentar una propensión a vivir en común; el hombre está constituido de
tal manera que no podría contentarse con una felicidad solitaria. Además la vida social no sólo
responde a una inclinación natural sino que responde a una exigencia de la naturaleza
razonable; es decir, si es por una inclinación natural por la que el hombre se ve llevado a una
vida en común, ello radica y se basa en el hecho de que el hombre es un ser racional que
aspira a la justicia, a las leyes, a la vida política, y para ello fue dotado de lenguaje. Si sólo el
hombre entre todos los animales posee la razón y la palabra es porque la naturaleza lo destina
a una forma de vida social a la que el animal no podría elevarse. La distinción entre lo bueno y
lo malo, entre lo justo y lo injusto no es posible más que por medio del lenguaje, y aparece así
como característica propia del hombre; y porque perciben en común esos valores, son capaces
los hombres de agruparse en ciudades. El hombre, en la ciudad, en la que vive bajo la regla de
la razón, lleva a cabo la perfección de su naturaleza; fuera de la ciudad, privado de la ley y
rebelde contra la justicia, es el monstruo más terrible. Un ser rebelde a la vida común, incapaz
de integrarse en la ciudad, está por debajo de la humanidad, a menos que siendo capaz de
bastarse a sí mismo, de realizar su perfección por sí sólo, esté por encima de ella. Por
consiguiente, el ser naturalmente apolítico es una bestia o un dios.
Ya que hemos nombrado el concepto de justicia, profundicemos en él para ver
realmente cuál es su importancia dentro del entramado estatal.
La justicia es el gozne en el que encajan tanto el aspecto de perfección individual como
el de utilidad social de la vida moral. Para Aristóteles el elemento fundamental del orden de la
ciudad es la ley; la justicia integral consiste, para Aristóteles, en el cumplimiento de la ley, y
por ello ésta abarca todas las demás excelencias. Las dos excelencias esenciales, que son la
sabiduría práctica y la justicia, se corresponden a las dos funciones básicas que el
ciudadano realizaba en la democracia griega: la de gobernante (sabiduría práctica) y la de juez
(justicia como equidad). La sabiduría práctica y la justicia serían ante todo las excelencias
características del buen ciudadano, aquellas que le capacitan para ejercer la función de
gobernante y de juez.
Aristóteles distingue entre la justicia conmutativa y la justicia distributiva. El dominio de
la justicia conmutativa es el campo de las relaciones contractuales entre los ciudadanos.
Desde el momento en que los ciudadanos entran libremente en un contrato, su derecho a que
las cláusulas sean respetadas es completamente igual. En estas relaciones son considerados
como absolutamente iguales, porque son tomados como ciudadanos abstractos y ninguna
consideración de diferencia de mérito personal debe interferir en esta igualdad de trato.

2
Aristóteles. Ética a Nicómaco. I, 1.

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

En la justicia distributiva está vigente el principio de igualdad proporcional, o de


distribución de acuerdo con el mérito, según el cual se asignan desigualmente a los
ciudadanos, en proporción a su mérito, beneficios sociales tales como el poder político,
retribuciones, privilegios o prestigios.
A pesar que la justicia es el principio estructural de la comunidad política bien
organizada, la justicia por sí sola es insuficiente, por ello necesita complementarse con una
teoría de la amistad. La amistad es la actitud del hombre de aceptar a los demás en su valor
real. La amistad nos dispone a ir más allá de la justicia estricta y a conceder al otro más de lo
que en estricto derecho le corresponde. Sin la amistad entre los ciudadanos, la justicia sería
insuficiente para organizar armoniosamente la comunidad política.
Otro de los principios básicos y fundamentales de la armonía social sería el principio de
equidad. Ahora bien, este principio, como ahora veremos, es un tanto peculiar, porque es
compatible con grandes dosis de desigualdad. Este principio de igualdad de trato no se formula
sobre el vacío (ya que los propósitos de Aristóteles son siempre pragmáticos y ligados a las
preocupaciones de su tiempo) sino sobre ciertos presupuestos, como el de la inferioridad
natural de la mujer y de ciertas clases de hombres (esclavos y bárbaros). Así pues, Aristóteles
acepta el prejuicio griego según el cual la mujer es ―por naturaleza‖ inferior al hombre, porque
tiene menos ―Razón‖ que éste, y por ello es justo y conveniente para ella estar sometida a su
marido. De la misma forma, los hombres que son esclavos por naturaleza son inferiores desde
el punto de vista racional al hombre libre y ya que son incapaces de gobernarse a sí mismos
deben estar a las órdenes de los hombres libres.
De este modo, los niños, las mujeres, los esclavos y los bárbaros, quedarían apartados
del poder político, y por este motivo no podrían considerarse verdaderos ciudadanos. Para ser
―ciudadano‖ de una polis no basta habitar en el territorio donde está ubicada la polis, ni
tampoco basta con gozar del derecho de iniciar una acción judicial si se da el caso, ni es
suficiente con ser descendiente de ciudadanos. Para se ciudadano es necesario ―participar en
los tribunales o en las magistraturas, es preciso tomar parte en la administración de la justicia
y participar en la asamblea que legisla y gobierna la ciudad‖. Con esta definición aristotélica de
ciudadano, ni siquiera los trabajadores podrían considerarse verdaderos ciudadanos, aunque
fueran hombres libres, ya que ninguno de ellos dispondría del tiempo suficiente para ejercer
las funciones que son esenciales para ser un ciudadano. Los mercaderes y artesanos también
se excluirían del poder político porque son formas de vida que carecen de nobleza y de
excelencia. Es un tanto sorprendente que un filósofo tan perspicaz e inteligente como
Aristóteles acepte tan de buen grado estas desigualdades.
Pasemos, ahora, a las formas de gobierno que distingue Aristóteles.
Para Aristóteles habría tres formas legítimas de gobierno: la monarquía, la
aristocracia y la república. Y tres formas ilegítimas de gobiernos, que constituirían la
degradación y depravación de las tres anteriores: la tiranía, la oligarquía y la democracia.
Las formas de gobierno serían legítimas si se ejercen con vistas al interés común, y
serían ilegítimas si ejercen el poder con un interés privado.
La monarquía sería la mejor forma de gobierno, siempre que existiera en una ciudad un
hombre excepcional; lo sería la aristocracia, a su vez, siempre que hubiera un grupo de
hombres excepcionales. Pero, puesto que no se verifican tales condiciones en la realidad,
Aristóteles, con su fuerte sentido realista, indica básicamente que la República es la forma de
gobierno más conveniente para las ciudades griegas de su tiempo, en el que no existían ni uno
ni unos pocos hombres excepcionales, sino muchos hombres que, aún cuando no sobresalieran
en la virtud política, eran capaces a su vez de gobernar y ser gobernados según la ley. La
república es una vía media entre la oligarquía y la democracia; en realidad quien gobierna es
una multitud (como en la democracia) y no una minoría (como en la oligarquía), pero no se
trata de una multitud pobre (a diferencia de la democracia), sino de una multitud que goza del
bienestar suficiente para poder servir en el ejercito y que sobresale por sus capacidades y
excelencias políticas y guerreras. La república es la forma de gobierno que valora a la clase
media y, en cuanto media, es la que ofrece mayor garantía de estabilidad.
Profundicemos un poco más en esta cuestión. La monarquía legítima se distingue de la
tiranía en que aquella se ejerce para el bien público y no en provecho del que gobierna. La
aristocracia, el gobierno de los mejores, no debe ser para el servicio de una sola clase.
Aristóteles, aunque declara que la monarquía sería el mejor de los gobiernos, opta por la
aristocracia, el gobierno de varios, pues estarán menos expuestos a engañarse o a dejarse

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

seducir. En cuanto a la democracia, Aristóteles distingue dos formas: una, en la cual todos los
ciudadanos participan del poder, pero la autoridad pertenece a la ley; otra, en la cual el poder
se distribuye de la misma manera, pero la soberanía se deja en la multitud en vez de retornar
a la ley; es cuando la decisión suprema depende de los votos y no está regulada por la ley.
Decir que la soberanía pertenece a la ley es decir que el poder tiene que ejercerse con miras al
bien común, para la realización del ideal de vida razonable que es el objetivo de la asociación
política; y si es imprudente entregar el poder a un hombre, lo es porque un individuo no está
nunca completamente liberado del apetito o de la pasión ni puede identificarse con la autoridad
impersonal de la ley; las influencias irracionales pueden, en opinión de Aristóteles,
neutralizarse mutuamente en una asamblea, pero cuando la multitud se imagina que la
soberanía reside en sus votos, que no hay otra ley que sus decisiones y su capricho, entonces
la democracia, rechazando la autoridad de la razón y de la ley, se convierte en un despotismo
popular: el pueblo no es entonces más que un tirano múltiple. En esa democracia no hay más
justicia que en la oligarquía; por un lado, son los ricos los que detentan el poder y lo ejercen
en su provecho; por otro, es la multitud, en la que dominan los pobres, la que impone a todos
las decisiones emanadas de sus apetitos y veleidades. Democracia y oligarquía, tal como se las
practica en la mayor parte de las ciudades griegas son por consiguiente gobiernos de clase y
no responden, en modo alguno, como la monarquía o la aristocracia, a un ideal racionalmente
definido de organización política.
La República. Para superar la oposición de la democracia y la oligarquía, preconiza
Aristóteles, una forma de gobierno a la cual le da el nombre de ―Politeia‖, el cual designa toda
organización política, toda constitución en general, pero que tomándose en un sentido
particular, puede traducirse por ―República‖. Lo que caracteriza esta forma de gobierno es que
todos los ciudadanos participan del poder, pero el antagonismo entre ricos y pobres se ha
reducido y se ha contenido en ella, gracias al desarrollo de una clase media, apegada a los
intereses comunes y pronta a sacrificarse por ellos, capaz incluso de consentir a las clases
extremas tales satisfacciones, que las retengan fieles a la comunidad. Tal es la constitución
media o mixta, que atempera las instituciones de la democracia por la exigencia de un censo
moderado, y que es en la vida política el equivalente del justo medio en que, según la moral
aristotélica, consiste la virtud.

Para finalizar decir que Aristóteles tenía una concepción elevada de la educación dentro
de la ciudad. No le habría complacido un plan de estudios que atendiera a la instrucción
técnica y utilitaria, puesto que semejantes estudios descuidan el cultivo de las facultades
superiores del alma, estorbando con ello que el hombre alcance su propio fin, que es lo que
principalmente debe cuidarse la educación. Aunque, a veces, parezca como si Aristóteles
quisiera que se educase a los hombres tan sólo para servir de engranajes en la maquinaría del
Estado, no es así en realidad: a sus ojos, el fin del Estado y el del individuo coinciden, no en el
sentido de que el individuo haya de ser absorbido enteramente por el Estado, sino en el que el
Estado prosperará sólo y cuando los ciudadanos sean individualmente buenos y estén bien,
cuando consigan su propio fin. La única garantía auténtica de estabilidad y de la prosperidad
del Estado es la bondad moral y la integridad de sus ciudadanos, y, a la inversa, solamente si
el Estado es bueno y si el sistema educativo es racional, moral y sano, llegarán a ser buenos
los ciudadanos.

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

Núcleo II

LA FILOSOFÍA DE LA
EDAD MEDIA Y DEL
RENACIMIENTO

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

CONTEXTO FILOSOFÍA MEDIEVAL.


1.- INTRODUCCIÓN.
Durante los cinco primeros siglos de nuestra era (es decir, hasta la caída del
Imperio Romano en el año 476, sg. V), aparece, se desarrolla y adquiere una fuerza cada
vez mayor el CRISTIANISMO. ¿Religión o Filosofía? Es una religión que poco a poco va
impregnándose de todas aquellas ideas filosóficas que le sirven, al principio, para
defender su fe en un contexto cultural adverso y, más tarde, afianzarla creando una serie
de sistemas filosóficos propiamente cristianos, es decir, la Filosofía Cristiana.
Vamos a ver, en primer lugar, cuáles eran las principales corrientes filosóficas con
las que el cristianismo se encuentra y de las que recibe, en mayor o menor grado, algún
tipo de influencia:
1) El platonismo judío: representado por FILÓN DE ALEJANDRÍA (sg. I a. C.), quien lleva
a cabo la primera gran síntesis entre filosofía platónica y religión judía. Impulsa la
interpretación alegórica del Antiguo Testamento. Afirma que el ser divino es
absolutamente trascendente (=no puede ser objeto de experiencia para nosotros, porque
no es un objeto de la naturaleza, sino que está por encima de ella) y, por tanto, es
incomprensible para la razón humana.
El conocimiento que podemos alcanzar de la divinidad escapa a cualquier método
racional (sea el dialéctico platónico o la abstracción aristotélica), porque Dios sólo es
accesible mediante el éxtasis místico-afectivo que nos une a Él como criaturas suyas.
Entre Dios, que es la transcendencia absoluta e incognoscible para la razón humana, y el
Mundo sensible en el que vivimos, se halla el Lógos, que es la sede de las Ideas o
Arquetipos de las cosas del mundo sensible y el ordenador de ellas, al cual sí podemos
acceder racionalmente.
2) El eclecticismo: corriente filosófica que surge alrededor del siglo I a C., cuya intención
fundamental es copiar e imitar eruditamente a todos aquellos sistemas filosóficos que le
parecen de interés, para formular una filosofía completa y universal. El filósofo ecléctico
más destacado es CICERON: afirmó que la religión es humanamente necesaria y
políticamente imprescindible, por ello fue un autor muy leído/utilizado por el cristianismo.
3) El estoicismo romano: es una corriente filosófica continuadora del estoicismo
helenístico que va a influir duraderamente en el cristianismo, porque afirma la existencia
de un Logos divino universal del que todos los hombres participan, defiende la
inmortalidad del alma y aconseja el dominio racional de las apetitos y deseos corporales.
Destacados representantes son: el hispano SÉNECA, el esclavo EPÍCTETO y el
emperador MARCO AURELIO.
4) El neoplatonismo: corriente filosófica no cristiana que, influída por el platonismo judío
de Filón, se desarrolla en Alejandría alrededor del siglo III de nuestra era. Su máximo
representante es PLOTINO (205-270), quien lleva a cabo una síntesis de pitagorismo y
platonismo, identificando el Uno pitagórico con el Bien platónico. Explicará cómo todo
procede del Uno acuñando el concepto de emanación: la primera emanación del Uno es
la Inteligencia (Nous), en la que se encuentran las Ideas; de la Inteligencia emana el Alma
del Mundo, que es el puente intermedio entre las Ideas y la siguiente emanación, que es
el Mundo de las cosas sensibles; la última emanación es la Materia (Hyle). Si el Uno es la
fuente de toda luz, la Materia es la oscuridad total, pura privación de luz.
La antropología neoplatónica es dualista: el hombre es un alma inteligente encerrada en
un cuerpo material. Por otro lado, el hombre ocupa un lugar central en el proceso cósmico
de emanación, pues en el alma humana este proceso se convierte en un “retorno” al Uno:
el alma humana siente dentro de sí la tendencia a la contemplación del Uno y a unirse

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

místicamente a Él como fuente y principio (Arjé) de todo lo que existe.


Asimismo, para Plotino, como antes para Filón, el Uno es absolutamente trascendente,
pues su realidad/su ser, es radicalmente distinto de la de todo lo material y particular que
ha emanado de Él, por ello es algo que está más allá de lo que nuestra razón es capaz de
concebir, de toda nuestra ciencia.
Durante los primeros siglos de la era cristiana el hecho decisivo que va a sentar las bases
de la tradición cultural europea, consiste en el fecundo trasvase de ideas entre el
pensamiento griego y la tradición religiosa judía (en la cual nace el Cristianismo). Y todo
ello enmarcado dentro de la realidad política que lo hizo posible: el Imperio Romano. Fue
en este contexto histórico de encuentro y síntesis entre culturas donde va a surgir y a
desarrollarse el Cristianismo.

2-.PANORÁMICA GENERAL SOBRE LA FORMACIÓN Y


DESARROLLO DE LA FILOSOFÍA CRISTIANA.
La Filosofía denominada Cristiana se forma y adquiere pleno desarrollo entre los
siglos I-XIV de nuestra era.
Durante estos catorce siglos la Historia del Pensamiento queda definida por el
constante diálogo entre Religión y Filosofía, o dicho de otro modo, entre la Razón y la Fe.
Ahora bien, este diálogo no se realizará del mismo modo en todos los siglos, sino que
pasará por una serie de etapas:
1) Del siglo I al V encontramos un periodo que se denomina Patrística o de los Padres
de la Iglesia. Sus escritos denotan un conocimiento regular de la tradición filosófica
griega y latina, asimilando aquellos aspectos de ésta que les sirven para interpretar el
mensaje de Jesús y, en general, para interpretar la palabra de Dios revelada en la Biblia.
Sobre todo asimilarán filosofía platónica, neoplatónica y estoica.
Asimismo, en estos siglos iniciales se producen escisiones en el seno de la Iglesia:
las llamadas herejías o interpretaciones erróneas de la Fe, lo que obliga a convocar
concilios para fijar la ortodoxia cristiana, la cual va a quedar definitivamente plasmada en
los dogmas que de modo sintético se exponen en el Credo, formulado en el Concilio de
Nicea (año 325). El último y más importante Padre de la Iglesia es San Agustín (354-430).

2) Entre el siglo V y el siglo X, es decir, desde la caída del Imperio Romano, que
históricamente significa el comienzo de la Edad Media, hasta el denominado
Renacimiento Carolingio, Europa va a ir constituyéndose lentamente como un conjunto de
pueblos distintos, que darán origen a las naciones modernas. La organización social de
este periodo es el Feudalismo.
Hay un general abandono de la Filosofía, si exceptuamos a Boecio (siglo VI) y, al
final del periodo, a filósofos del Renacimiento Carolingio (siglo IX) como Alcuino de York y
Escoto Eriúgena.

3) Los siglos XI, XII y XIII significan el desarrollo de la Escolástica. Es un periodo de


esplendor de la Filosofía, cultivada en las Escuelas (y de ahí el nombre de este periodo)
en cuanto sirve de ayuda a la Teología. Sin embargo, será precisamente este cultivo de la
Filosofía, al principio subordinado a la religión, lo que terminará en el siguiente periodo por
independizarla del saber religioso.
Los nombres más importantes de este periodo son: en la Escolástica árabe,
Avicena y Averroes; en la Escolástica judía, Maimónides; y en la Escolástica cristiana,
San Anselmo, San Alberto Magno y SANTO TOMÁS DE AQUINO.
4) El siglo XIV, crítico en todos los sentidos del término, significa en la historia europea el
final de la Edad Media, y en la historia de la filosofía la crisis de la Escolástica: la Filosofía

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

se independiza de la Teología y la Fe cristiana se inclina hacia el misticismo y lo


irracional. Autores importantes de este periodo son: Duns Escoto y Guillermo de Occam.
Ya en la 2ª mitad de este siglo comienza a observarse la aparición de un fenómeno
cultural/filosófico completamente nuevo con respecto al Teocentrismo medieval: el
Humanismo, el cual inaugura el periodo histórico que sucede a la Edad Media y que es
denominado Renacimiento, antesala de la Edad Moderna.

2.1-. LA PATRÍSTICA: los padres de la Iglesia.


Es el periodo inicial del pensamiento cristiano (siglos i al V), el de los llamados
Padres de la Iglesia. No constituye un bloque filosófico unitario, sino que de forma
sucesiva van a ir elaborándose concepciones teóricas diversas:
La primera es la de los llamados Apologistas (=defensores): son pensadores que
defienden la fe cristiana en la época de las grandes persecuciones. Afirman la
preeminencia de la Fe sobre la Razón y subrayan la trascendencia absoluta de Dios.
Destacaremos a Tertuliano (150-225), cuya frase “Credo quia absurdum” (“Creo
porque es absurdo”) resume a la perfección la postura de los apologistas: la revelación
evangélica de Jesucristo supera toda filosofía racional creada por el hombre. Para los
apologistas, la Fe sola le basta al cristiano, y la Razón nada puede aportar al
conocimiento de Dios. Desdeñan, pues, la Filosofía por innecesaria para la Fe.
La segunda concepción importante es la de los Padres Griegos: son de destacar
San Gregorio Nacianceno y San Gregorio de Nisa (siglo IV). Los Padres Griegos son los
primeros filósofos cristianos que conocen bien la filosofía griega. Su aportación al
pensamiento cristiano está animado por una cierta contradicción: por un lado, son los que
participan más directamente en la fijación de los dogmas de la Iglesia (el de la Trinidad, el
de la virginidad de María, el de la transubstanciación eucarística, etc.), y por otro lado,
impulsan el desarrollo de la Teología Negativa, es decir, sostienen que la razón humana
no puede conocer lo que Dios es positivamente. Y ello porque Dios es absolutamente
trascendente. De ahí que la Fe sea superior a la Razón, pues ésta no puede comprender
el misterio infinito de la divinidad.
La tercera y última concepción es la de los Padres Latinos: destaca con luz propia
por encima de todos, San Agustín de Hipona (354-430), quien desarrolló la primera
síntesis completa del pensamiento cristiano justo en el momento en que el Imperio
Romano se desintegra.
En el tema de las relaciones entre la Razón y la Fe, San Agustín sostiene que la Fe
debe guiar a la Razón en el conocimiento de Dios y servirse de ella para afianzarse en el
alma del creyente. “Philosophia ancilla Theologiae” (“La Filosofía es sierva de la
Teología”), dice San Agustín. Así pues, la fe no está reñida/es incompatible con la razón,
sino que guía a ésta hacia el entendimiento de las verdades reveladas. “Credo ut
intelligam”, (“Creo para entender”). Por tanto, la fe es superior a cualquier saber racional,
pues gracias a ella el hombre tiene noticia de verdades que con su sola razón jamás
alcanzaría a conocer.
La filosofía de San Agustín es un pensamiento cristiano de corte platónico: afirma
la existencia de Ideas eternas en la mente de Dios con arreglo a las cuales fue creado el
Mundo a partir de la nada. Y para explicar cómo llegamos a conocer esos modelos
eternos y universales, San Agustín sostiene que es gracias a la luz natural que Dios ha
puesto en el interior de nuestra alma en forma de Inteligencia o Razón, la cual nos permite
superar la limitación de nuestro ser particular, temporal y mudable, y alcanzar la
contemplación intuitiva de lo inmutable, eterno y universal, es decir, las Ideas o Causas
Ejemplares de las cosas del mundo sensible. Esta es la Teoría de la Iluminación de San
Agustín para explicar el conocimiento: Dios ha iluminado nuestra alma con la luz de la
razón, gracias a la cual llegamos a conocer lo universal, es decir, las Ideas, y a Quien las

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

tiene en su mente, es decir, a Dios mismo.


Al hablar de la naturaleza del hombre, San Agustín, lo mismo que Platón, considera
al hombre como producto de la unión accidental de alma y cuerpo. El alma está destinada
a encontrar dentro de sí misma a Dios y a dominar sobre el cuerpo. De ahí que sea el
supremo principio constitutivo de la persona humana. En cuanto a su origen: ha sido
creada por Dios individualmente para cada cuerpo.
Por lo que se refiere a su teoría política, San Agustín no pretende fundamentar la
primacía de la Iglesia sobre el Estado (lo que se llamó posteriormente, agustinismo
político, el Estado o Imperio debe subordinarse a la Iglesia, pues ésta es una sociedad
más perfecta que ha de proporcionar a aquél los principios políticomorales de conducta y
gobierno; idea que prevaleció durante la edad media), sino que más bien pretende una
revitalización del papel del Estado; para san Agustín, todos los Estados de esta tierra
tienen que preocuparse exclusivamente de organizar la convivencia entre los ciudadanos
de forma pacífica y tratando de que todos tengan acceso a los viene materiales. Si bien la
autoridad sólo corresponde a Dios, Dios también quiere que los hombres ejerzan el poder
como servicio y responsabilidad.

2.2-.LA Fª cristiana en la baja edad media: la ESCOLÁSTICA. (s. XI-


XIV).
(El término ESCOLÁSTICA procede del vocablo latino scholasticus, cuya traducción literal
al castellano es “el que enseña en una escuela”. Concretamente se llamaba así al
maestro que enseñaba artes liberales (Trivium y Quadrivium) en las escuelas monacales,
catedralicias o palatinas.
PERIODOS DE LA ESCOLÁSTICA:
- Escolástica temprana, que ocupa desde fines del siglo XI hasta comienzos del XIII.
- Apogeo de la Escolástica, que tiene lugar en el siglo XIII.
- Crisis de la Escolástica, que se produce durante el siglo XIV.)

La Escolástica es el movimiento teológico-filosófico que intentó utilizar la "Filosofía


grecolatina" clásica para comprender la revelación religiosa del cristianismo. Su formación
fue, sin embargo, heterogénea, ya que acogió en su seno corrientes filosóficas no sólo
grecolatinas, sino también islámicas y judías. Esto causó en este movimiento una
fundamental preocupación por consolidar y crear grandes sistemas sin contradicción
interna que asimilasen toda la tradición filosófica antigua. La Escolástica, tenía como
programa de investigación fundamental desde el uso acrítico de la razón, hasta los
primeros intentos de penetración racional en la revelación. La razón, en un primer
momento, está supeditada a la fe, por lo que la filosofía debe ayudar a la teología a
interpretar las escrituras y construir una doctrina sistemática. La investigación racional
autónoma hay que integrarla en el marco de la conversión de los infieles, a quienes es
preciso ofrecer la doctrina cristiana mediante argumentos racionales. No basta con creer,
es preciso comprender la fe. Se intenta demostrar a través de la razón las verdades
aceptadas por la fe.

LA ESCOLÁSTICA TEMPRANA.
El s. XI resulta ser un siglo de vivo despertar cultural: es el momento en que
comienza el Románico en Arte, empiezan a surgir las incipientes literaturas nacionales y
se desarrolla en profundidad la filosofía medieval propiamente dicha, es decir, la
Escolástica.
La organización social de estos siglos llamados de la Baja Edad Media es el

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

Feudalismo: los hombres se hallan distribuidos, prácticamente desde que nacen, en


estamentos sociales rígidos que se consideran establecidos por Dios desde siempre.
La situación económica mejora notablemente: nuevas técnicas agrícolas permiten
roturar más tierras, eliminando las crónicas hambrunas generales; como consecuencia,
aumenta la población y se anima el comercio. Por otro lado, se comienzan a emprender
largos viajes: peregrinaciones y Cruzadas que ponen en contacto a los diferentes reinos
del Occidente cristiano entre sí y con el Oriente conservador de la cultura griega.
Otra característica de la época es el resurgimiento de las ciudades (burgos). Los
habitantes de los burgos, cada vez más numerosos, se dedican sobre todo al comercio y
a todo tipo de industrias artesanas, formando una nueva y pujante clase social, cuya
riqueza no reside, como en el caso de la nobleza, en la tierra, sino en las monedas, el oro
y la plata. La burguesía llegará a ser la fuerza social que disuelve el feudalismo.
En estos siglos es constante la lucha entre el Papado y el Imperio, lucha que
desemboca en el acrecentamiento del poder económico y político de la Iglesia. Al mismo
tiempo, surgen dentro de la Iglesia movimientos religiosos de vuelta a la pobreza
evangélica que cuestionan la opulencia de la orden de Cluny: así se funda el Císter y,
más tarde, en el siglo XIII, las llamadas órdenes mendicantes (Franciscanos -platónicos- y
Dominicos -aristotélicos-), que pronto llegarán a ocupar las cátedras de las todavía
nuevas Universidades pese a la oposición de los maestros seculares (=no religiosos).
Asimismo, hay un hecho histórico que va a tener consecuencias filosóficas de
importancia: después de varios siglos de luchas, se produce en la península ibérica un
clima de convivencia pacífica entre musulmanes y cristianos, cuyas consecuencias
culturales más notables son la creación de la Escuela de Traductores de Toledo (siglo XI),
en la cual se van a traducir al latín y al romance textos orientales que conservaban la
filosofía griega desconocida en la Europa cristiana.
El momento de esplendor cultural de la península queda reflejado también por la
aparición en Córdoba de un grupo de filósofos árabes conocedores y comentadores de la
obra de Aristóteles, cuya influencia en la escolástica cristiana a través de su
representante más destacado, es decir, Averroes (+1198) fue crucial para la recuperación
de la filosofía aristotélica, y de otro grupo de filósofos judíos, de entre los cuales cabe citar
a Maimónides (+1204).
Una tesis averroísta, llamada teoría de la doble verdad (afirma que existen dos
tipos de verdades: las que conseguimos con nuestro pensamiento racional y las que
aceptamos por fe, y que ambas son legítimas/válidas aunque se contradigan) será objeto
de arduos debates durante el siglo XIII en la Universidad-Escuela de París. Al fin, la
Iglesia la condenará como herejía en el año 1277, y todos aquellos que la defiendan serán
perseguidos como herejes.
La cultura ya no se encuentra únicamente en los monasterios, se desarrolla
también en las ciudades, donde se crean Escuelas en las que los hombres, las ideas y los
libros circulan con bastante libertad. Así, por ejemplo, el abad Esteban de Tournai,
refiriéndose a tales escuelas, escribe: “Hay tantos errores como doctores, tantos
escándalos como auditorios, tantas blasfemias como lugares públicos”.
San Anselmo de Canterbury (1033-1109) es considerado como uno de los
iniciadores de la filosofía escolástica cristiana, cuyo clima intelectual queda bien reflejado
en esta frase suya “fides quaerens intellectum” (“la fe que busca entender”). Construye el
conocido “argumento ontológico” para demostrar la existencia de Dios, sobre el que se
discute no sólo en la Edad Media.

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

LOS DOS PROBLEMAS CENTRALES DE LA FILOSOFÍA


ESCOLÁSTICA.
A) El problema de los Universales.
B) El problema de las relaciones entre la Razón y la Fe.

A) El problema de los Universales:


Los universales son las nociones generales (como Hombre o Rosa) que empleamos para
referimos a las cosas. La disputa filosófica que suscitaron consistió en determinar qué tipo
de realidad poseen: ¿son conceptos cuya existencia es sólo mental?, ¿son realidades
extramentales?, y si son esto último ¿dónde se hallan y cómo es que las llegamos a
conocer?

Tres fueron las posturas adoptadas por los escolásticos:


-- REALISMO EXAGERADO: afirman la existencia de los “universalia ante rem”, es decir,
los universales existen antes que las cosas concretas; pero, ¿dónde?: en la mente de
Dios, quien con arreglo a ellos creó todas las cosas que vemos. Y nosotros llegamos a
conocerlos, no con los sentidos, pues son inmateriales y sólo inteligibles, gracias a que
Dios nos ha dado la luz natural de la razón o inteligencia.
El realismo exagerado fue defendido por filósofos de la corriente platónico-agustiniana:
como San Anselmo (XI) y los franciscanos, entre los que cabe citar a San Buenaventura
(XIII).
-- REALISMO MODERADO: afirman la existencia de los “universalia in re”, es decir, los
universales existen en las cosas concretas constituyendo su esencia o sustancia 2ª. Y
nosotros llegamos a conocerlos por abstracción, es decir, alcanzamos a conocer la
esencia universal del objeto. El realismo moderado fue defendido por filósofos del llamado
aristotelismo cristiano, como los dominicos San Alberto Magno (XIII) y su alumno SANTO
TOMÁS DE AQUINO (XIII).
-- NOMINALISMO: afirman la existencia de los “universalia post rem”, es decir, los
universales no existen más que en nuestra mente, la cual después de observar ciertas
semejanzas entre las cosas concretas, les asigna un nombre común o término lingüístico
que sirva como marca para referirse a ellas conjuntamente.
Tales nombres sólo expresan los conceptos universales que se forman en nuestra mente
de modo natural al percibir semejanzas entre los objetos, pero no tienen en absoluto
ninguna realidad/existencia fuera de la puramente mental.
El nominalismo será defendido en la Escolástica temprana por autores como Roscelino y
Pedro Abelardo (ambos de los siglos XI-XII), y en la crisis de la Escolástica por el
franciscano Guillermo de Ochkam (siglo XIV), el filósofo más importante de la época final
de la Escolástica.
El nominalismo, al negar realidad extramental a los universales, contribuirá a la
revalorización de lo particular, lo concreto, lo que significa dar importancia a la
observación detenida y minuciosa de las cosas mismas como único método apropiado
para conocerlas. Ello impulsará decisivamente el desarrollo de las modernas ciencias
experimentales.

B) El problema de las relaciones entre la Razón y la Fe.


El segundo gran problema que se plantea en la Escolástica es el de las relaciones
Razón- Fe. Tres son las posturas adoptadas:
-- Los filósofos de orientación platónica, como San Anselmo (siglo XI) o San
Buenaventura, siguiendo a San Agustín, afirmarán que la Razón sólo puede alcanzar la

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

verdad si es guiada por la Fe. Asimismo, para afianzarse en el espíritu humano, la Fe, ha
de servirse de la Razón como subordinada o sierva suya.
-- En el polo opuesto se hallan aquellos autores que, al igual que Tertuliano, pero sin su
menosprecio de la Razón, defienden la separación e independencia de ambas, Razón y
Fe. Estos autores pertenecen, sobre todo, al periodo de crisis de la Escolástica (siglo
XIV), como Duns Escoto y Guillermo de Ockham (ambos británicos y franciscanos). Este
último, por ejemplo, escribe: “Los artículos de Fe no son principios de demostración
racional, ni conclusiones, y no son ni siquiera probables, ya que parecen falsos a todos o
a la mayoría, o a los sabios; entendiendo por sabios aquellos que se confían a la razón
natural”.
(Entre los filósofos árabes, Averroes -siglo XII- había defendido esta misma postura al
formular su teoría de la doble verdad, pues comentando las obras de Aristóteles se
encuentra con frecuentes contradicciones entre la filosofía aristotélica y los dogmas
religiosos: así, por ejemplo, para Aristóteles el mundo es eterno, mientras que la religión
nos dice que ha sido creado por Dios; para Aristóteles, el alma es el principio que da vida
al cuerpo y muere con él, mientras que la religión afirma que es inmortal, etc. La
mencionada teoría de Averroes sostiene que hay dos tipos verdades: unas que llegamos
conocer con nuestras solas capacidades racionales y otras que aceptamos por Fe, y que
ambas son válidas aunque se contradigan, pues se refieren a ámbitos distintos e
independientes: la razón, al mundo de lo natural, y la fe, al de lo sobrenatural.
A consecuencia de su teoría, defensora de la independencia de la Razón con
respecto a la Fe, Averroes fue desterrado de Córdoba. Y en la Europa cristiana, el
averroísmo latino, filosofía que adquirió importancia creciente en el siglo XIII, fue
condenado como herejía en la Universidad de París en el año 1277.)
-- La tercera postura en el problema Razón-Fe será una vía intermedia (más cercana a la
postura agustiniana que a la averroísta) cuyo defensor, entre otros, será Tomás de
Aquino. Para él hay una sola fuente de verdad: Dios. Pero dos caminos para llegar al
conocimiento de la verdad: la Razón y la Fe. Si entre ambas hubiera contradicción sería la
Razón la que se equivoca. Así pues, Razón y Fe tienen cierta independencia mutua y
diferentes modos de proceder, es decir, diferentes métodos de conocimiento. Pero la
Razón, debe colaborar/ayudar al afianzamiento de la Fe. Esta colaboración se hace
patente en la Teología: es un saber acerca de Dios que toma sus principios de la Fe, pero
utilizando los procedimientos lógicos y las “armas dialécticas” de la Razón, para
construirse con solidez/coherencia.

EL APOGEO DE LA ESCOLÁSTICA (Siglo XIII).


El apogeo de la Escolástica cristiana, que tiene lugar en el siglo XIII, viene
determinado por tres factores: la fundación de las Universidades, el establecimiento y
consolidación de las órdenes mendicantes (franciscanos y dominicos) y el conocimiento
de la filosofía de Aristóteles.
La universidad medieval se dividía en facultad de artes liberales (trivium y
quadrivium), cuyos estudios duraban seis años, y en Facultad de Teología, cuyos estudios
se prolongaban ocho años. Se consideraba que las artes liberales eran la base de todo
aprendizaje, concediendo un particular relieve a la gramática, la lógica, la matemática, la
física, la metafísica y la ética. En la facultad de artes se tomaba en consideración la nueva
bibliografía científico-filosófica, que procedía del mundo árabe; debido a ello, esta facultad
se tornó en abanderada de las nuevas ideas de tipo aristotélico que se iban descubriendo
y discutiendo. La facultad de teología tenía como objetivo el estudio cuidadoso de la
Biblia. Todos los maestros de teología habían pasado previamente por la facultad de
artes. La distinta y a veces contrapuesta orientación de estas dos facultades, nos ayudará
a comprender mejor la tensión entre razón y fe, al igual que los esfuerzos para su

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

conciliación, dentro de un clima en el que perspectivas a veces contradictorias eran objeto


de elaboración y disputa. Hay que añadir, para entender la viveza dialéctica en el seno de
las dos facultades, que los métodos de enseñanza, permitían un constante cambio de
ideas entre alumnos y maestros.
El acontecimiento filosófico de mayor relieve en el s.XIII estuvo constituido por el
conocimiento y la lenta difusión del pensamiento de Aristóteles, en lo que respecta a la
Física y a la Metafísica. La novedad de tales obras consiste en el hecho de que ofrecen
una explicación racional del mundo y una visión filosófica del hombre, totalmente
independiente de las verdades cristianas. Hasta este momento, para los pensadores de
mayor envergadura, las concepciones de la realidad eran básicamente concepciones
teológicas, extraídas de la Revelación y replanteadas y aclaradas mediante la razón. Así
pues el descubrimiento de tales obras aristotélicas aporta nuevos contenidos y nuevas
perspectivas. La fe tiene necesidad de la razón, pero ésta posee un ámbito independiente
con unos contenidos propios. Cabe decir que el s.XIII es el siglo de la aceptación o del
rechazo de Aristóteles, del replanteamiento de su doctrina en el contexto de las verdades
cristianas, es decir, de su cristianización. Se trata de la cuestión concerniente a la relación
sistemática entre fe y razón, entre filosofía y teología. El objetivo de este intenso debate,
que se prolongará durante todo el siglo, consiste en elaborar teóricamente la dependencia
última de la razón con respecto a la fe, la filosofía con respecto a la teología.

En el siglo XIII, tres son las más importantes corrientes filosóficas dentro del ámbito del
Cristianismo:
1) La filosofía platónico-agustiniana:
Cultivada por los franciscanos, entre los que cabe destacar a San Buenaventura.
Defienden la validez del argumento ontológico de San Anselmo. En el tema de los
universales, defienden el realismo exagerado. Y en el asunto de las relaciones razón-fe,
siguen la postura de San Agustín, afirmando que la razón, si no es orientada/guiada por la
fe, es incapaz por sí misma de alcanzar ninguna verdad acerca de Dios.
2) El aristotelismo heterodoxo o averroísmo latino:
Hasta prácticamente el siglo XIII, de Aristóteles sólo se conocen en el Occidente cristiano
las obras de Lógica (el órganon), gracias a las traducciones y comentarios que de ellas
hizo Boecio (siglo VI), predominando, por tanto, el platonismo. Sin embargo, el hecho
histórico de la expansión del Islam posibilitó que todas las obras de Aristóteles
conservadas en Oriente fueran traducidas, primero, del siriaco al árabe, y más tarde, del
árabe al latín, llegando de este modo a ser otra vez conocidas en Occidente. El
conocimiento de la filosofía aristotélica causó tal impacto intelectual entre los pensadores
cristianos que pronto Aristóteles llegó a ser llamado “el Filósofo”.
El más importante comentarista árabe de Aristóteles, a través del cual el pensamiento
aristotélico empezó a ser conocido en el ámbito cristiano, fue el filósofo, teólogo, médico y
matemático cordobés Averroes (1126-1198). Su aristotelismo, llamado averroísta, llegará
a ser difundido ampliamente en la Universidad de París, por autores como Siger de
Brabante.
El averroísmo latino, afirma la eternidad del mundo, la caducidad mortal del alma (inmortal
sólo el entendimiento activo o agente que, dicen, es el mismo para todos los hombres) y
la teoría de la doble verdad (que al defender la autonomía e independencia de la razón
frente a la fe anunciaba ya la crisis de la escolástica y concitaba la oposición frontal de la
Iglesia, la cual terminará por condenar el averroísmo como perniciosa herejía en el año
1277 y, claro está, prohibiendo su enseñanza en las escuelas-universidades).
3) El aristotelismo cristiano:
Es la orientación filosófica de los dominicos: entre ellos, cabe destacar a San Alberto
Magno (que llevó a cabo la primera adaptación del aristotelismo al pensamiento cristiano

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

y divulgó los escritos aristotélicos de Física) y TOMÁS DE AQUINO (el más original e
influyente comentarista cristiano de Aristóteles).
El estudio directo de los textos de Aristóteles (gracias a traducciones directas del griego
que encarga al helenista Guillermo de Moerbeke), lleva a Tomás de Aquino a afirmar que
el averroísmo es una interpretación errónea del gran filósofo griego. Así, por ejemplo,
Tomás de
Aquino sostiene, frente a los averroístas, que en las obras de Aristóteles pueden hallarse
pasajes en los que se afirma la inmortalidad del alma individual (y no sólo la del
“entendimiento activo o agente”, común para todos los hombres); asimismo que, aunque
es cierto que Aristóteles afirmó que no puede demostrarse racionalmente que el mundo
haya sido hecho en un momento dado, también afirmó que tampoco puede ser
demostrada su eternidad; y en cuanto a la teoría de la doble verdad, dice Tomás de
Aquino, ni siquiera se encuentra en Aristóteles, es de Averroes, y es absurda, porque
contradice toda lógica humana que una afirmación verdadera desde el punto de vista de
la Fe pueda ser a la vez falsa racionalmente. Para Tomás de Aquino, Filosofía y Teología,
aún poseyendo objetos, métodos y criterios diferentes deben complementarse. Cuando la
filosofía y la teología se ocupan del mismo tema necesariamente tienen que decir lo
mismo; la filosofía y la teología pueden y deben ayudarse mutuamente.
Profundizando un poco más en la filosofía de Santo Tomás podemos decir que es
tributaria de una larguísima tradición histórica. En algún sentido puede decirse que el
tomismo nace de la confluencia de las grandes corrientes de pensamiento que cruzaron la
antigüedad y el medievo: platonismo y aristotelismo, helenismo y arabismo, paganismo y
cristianismo, sin olvidar otras corrientes secundarias, como la filosofía hebrea. Tomás de
Aquino supo aprovechar el inmenso trabajo de asimilación de sus predecesores, tanto
lejanos como próximos, e intentó descubrir y acoger toda manifestación válida y
verdadera del pensamiento humano, independientemente de su origen. Por ello podemos
afirmar que su obra constituye un punto de referencia para todos los que buscan la verdad
y tratan de promover al hombre desde su nivel profundo de pensador. Evidentemente,
Tomás de Aquino es hijo de su tiempo: su obra aparece como respuesta a la necesidad
histórica de ofrecer una visión de totalidad integradora, fiel a la razón y a la fe.
El marco básico de la filosofía de Tomás de Aquino, es decir, el entramado de sus
principales tesis metafísicas es de origen aristotélico. Se empeñó en la gigantesca tarea
de reconciliar el pensamiento de Aristóteles con el cristianismo, siendo el más decisivo
creador de la construcción intelectual llamada escolástica. Se sabe que Santo Tomás
había comenzado a familiarizarse con el Estagirita al comienzo de sus estudios, durante
su primera estancia en la Universidad de Nápoles. Más tarde, las enseñanzas de su
maestro, Alberto Magno, le ayudaron a comprender mucho mejor el alcance y
trascendencia de la filosofía aristotélica. No en vano, los dos principales representantes
del aristotelismo medieval fueron San Alberto Magno y Santo Tomás de Aquino. El mérito
de Alberto Magno fue descubrir las grandes posibilidades que ofrecía la filosofía de
Aristóteles para dar un fundamento más sólido a la expresión racional del dogma
cristiano, y en haber orientado en ese sentido a su discípulo Santo Tomás. En relación
con esta cuestión debemos destacar que, ese mismo Tomás de Aquino que fue declarado
Doctor de la Iglesia en 1567 por Pío V, no gozó de la comprensión y adhesión de sus
coetáneos. Por el contrario, a lo largo de toda su vida tuvo que sufrir y combatir, no sólo el
ataque de los profesores seculares (que negaban el derecho de los religiosos a la
actividad docente e investigadora propia de la universidad), sino también la actitud de
cerrada hostilidad respecto al aristotelismo de la mayoría de sus compañeros teólogos,
herederos de las prohibiciones que, desde principios del s. XIII, la Iglesia había formulado
sobre el estudio de Aristóteles. A pesar de todo, convencido de que el auténtico
pensamiento de Aristóteles, a diferencia de su interpretación averroísta, era compatible

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con la tradición agustiniana, Tomás de Aquino inició y culminó la integración del


pensamiento aristotélico en la síntesis teológica y filosófica cristiana, con la única
intención de proporcionarle nuevos elementos verdaderos. No obstante, no dudó en
corregir al Estagirita en temas importantes como su concepción acerca de la forma
substancial como acto más profundo de las cosas, o completar su caracterización de Dios
como primer motor con las de Causa primera radical del mundo, eficiente en sentido
creador y ejemplar, etc.
Platonismo y neoplatonismo también están presentes en el pensamiento de santo
Tomás. Así, recurre a las teorías platónicas de la participación y la causalidad ejemplar:
los seres contingentes reciben la existencia de Dios, por lo que su existencia participa de
alguna manera de la existencia de Dios, el único ser necesario. Por otra parte, también
recurre a la teoría neoplatónica de los grados del ser, estableciendo una jerarquía que va
de los seres inanimados a Dios, pasando por los seres vegetativos, los sensitivos y los
racionales, en el mundo material, y por los ángeles en las esferas celestes.
La consideración de Dios como causa ejemplar, teorizada por San Agustín, según
la cual las Ideas de todas las cosas están en la mente de Dios, es parcialmente aceptada
por santo Tomás, a través de su interpretación "analógica" del ser. En la medida en que
todas las sustancias reciben la existencia de Dios, el ser no les pertenece propiamente
sino que lo tienen por analogía con Dios; y lo mismo ocurre con las demás perfecciones.
Lo cierto es que Tomás de Aquino aceptó la autoridad indiscutible de San Agustín,
especialmente en Teología, como puede comprobarse en sus doctrinas sobre la Trinidad,
el pecado y la gracia. Pero se mostró cauteloso en ciertos temas filosóficos, así se apartó
de San Agustín en otros temas como: gnoseología, naturaleza del alma, pruebas de la
existencia de Dios, etc.
La posición que mantiene con respecto a la filosofía le lleva a plantearse como
primer problema filosófico el demostrar la existencia de Dios. Demostración que le parece
necesaria y posible y que realiza a través de cinco vías; es una demostración a posteriori
que parte de los sentidos, llegando a establecer la necesidad de la existencia de un ser
supremo, Dios, que explica lo que los sentidos no pueden.
Afirma también que el conocimiento sensible es la base del conocimiento
intelectual; el entendimiento agente desmaterializa la imagen sensible e individual y
abstrae la forma, que pasa al entendimiento posible, donde se produce el conocimiento
intelectual, que es universal.
En cuanto a su ética se centra en el concepto de ley natural. La ley natural es la parte de
la ley eterna que atañe al hombre, que es un ser libre y por tanto puede o no cumplir la
ley, y por otro, es expresión de la naturaleza humana y por ello todo hombre la conoce
espontáneamente. Por último, con respecto al Estado, lo ve como una institución basada
en la naturaleza del hombre y su tarea es conducir al pueblo a una vida justa y virtuosa,
preservando la paz y el binestar común.
Para concluir con Tomás de Aquino veamos brevemente algunos aspectos
biográficos:
Tomás, hijo del conde de Aquino, nació en Roccasecca en 1224. Recibió su primera
educación en la abadía de Montecassino, pero después Tomás tuvo que marchar a
Nápoles, en cuya universidad entró en contacto con la orden mendicante de los dominicos
de clara inspiración aristotélica. Decidió ingresar en la orden, a pesar de la oposición de
su familia, Allí fue discípulo de Alberto Magno. En 1252 inicia su carrera universitaria en la
universidad de París, donde enseñó de 1252 a 1259; En 1256 se le concede una cátedra
en la Universidad de París, de este período es su “Summa contra gentiles”. Después de
este período parisiense Tomás peregrinó por las principales universidades europeas.
Posteriormente fue llamado otra vez a París para combatir a los antiaristotélicos y a los
averroístas. Es en esta época cuando se empieza a dedicar con más profundidad a una

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obra que había empezado años atrás “Summa Theologiae”. Tomás de Aquino murió en
1274 en el monasterio cisterciense de Fossanova.

LA CRISIS DE LA ESCOLÁSTICA: GUILLERMO DE OCKHAM.


S.XIV.
La Escolástica cristiana, que había llegado a su apogeo con Tomás de Aquino,
inicia su crisis en los últimos años del siglo XIII con Duns Escoto (quien propugna una
separación radical entre la Razón y la Fe, porque “son modos de conocer diferentes”) y se
agudiza en el siglo XIV con la filosofía de Guillermo de Ockham: el nominalismo.
El siglo XIV es un siglo crítico:
- en cuanto que en él se cuestiona/rechaza la filosofía escolástica (en especial la
confianza que ésta había tenido en poder armonizar Razón y Fe);
- y en cuanto que es un siglo en el que una estructura histórico-social se derrumba (el
feudalismo) para dar lugar a una nueva (el capitalismo burgués).
En el ámbito filosófico, el problema de las relaciones Razón-Fe va a ser un motivo
central de disputa. El averroísmo llegó a sostener que una y otra pueden llegar a
verdades no sólo distintas sino contradictorias (=teoría de la doble verdad). Tomás de
Aquino, por el contrario, afirmó que la verdad es única y que la Razón puede/debe
colaborar, como subordinado/siervo, al esclarecimiento de la Fe (en concreto de los
preambula fidei =verdades reveladas que la razón puede demostrar). Sin embargo, ya a
finales del siglo XIII y sobre todo en el XIV, comienza a establecerse una definitiva
separación entre la Razón (la Filosofía) y la Fe (la Teología). Esta separación va a
constituir el punto de partida del pensamiento moderno.
Tal y como hemos dicho anteriormente, el máximo representante del Nominalismo, cuyo
punto apogeo coincide con la crisis de la escolástica, es Guillermo de Ockham. Nacido en
la última década del siglo XIII, ingresó muy joven en la Orden de los franciscanos. Estudió
en Oxford. Algunas doctrinas suyas fueron denunciadas como heréticas.
Se unió a los franciscanos “espirituales”, defendiendo un retorno de la Iglesia a la pobreza
evangélica. Al final de su vida fue excomulgado por el Papa.
Su principio metafísico fundamental es el principio de economía de los entes
(también llamado “navaja de Ochkam”) que afirma que, en Filosofía, no hay que
multiplicar los entes sin necesidad, sólo hemos de admitir como existentes realmente
aquellos seres que percibimos con los sentidos. Y como los sentidos sólo nos dan a
conocer seres particulares (mesas, árboles, hombres, etc.), Ochkam concluye que “los
universales” (Mesa, Árbol, Hombre, etc.) no existen en la realidad (ni ideal-platónica ni
sustancial-aristotélica), sino que son simplemente términos lingüísticos (nombres
comunes) con los que agrupamos los objetos/entes que se parecen, para referirnos a
ellos sin tener que usar un nombre propio para cada uno en particular, pues esto último
dificultaría enormemente nuestro pensar sobre las cosas. Esta postura filosófica acerca
de “los universales” se llama nominalismo.
Por la misma razón que Ochkam niega existencia real a los universales, negará
que las vías tomistas sean demostraciones válidas de la existencia de Dios: en efecto, las
vías afirman que la serie de causas particulares que percibimos en la naturaleza exige la
existencia de una Primera Causa Incausada que no percibimos y que sería como una
especie de Causa Universal/General de todos los fenómenos percibidos sensiblemente.
Según Ochkam, sólo es posible conocer la causa de un fenómeno mediante la
observación empírica; por tanto, aunque gracias a la Fe estamos seguros/creemos que
Dios existe como Causa Primera de todo el Universo, sin embargo racionalmente no
podemos demostrarlo, pues la razón humana tiene unos límites cognoscitivos (sólo puede
ser aplicada a lo percibido por los sentidos), y si pretendiera sobrepasar tales límites

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caería en afirmaciones gratuitas y pecaría de irracional.


Para Ochkam, el único modo de saber que Dios existe reside en la Fe (esta postura
se llama fideísmo). Defiende, por tanto, una separación radical entre la Razón y la Fe.
El nominalismo de Ochkam, nacido al calor del ambiente empirista de la Universidad de
Oxford, contribuyó decisivamente a impulsar la autonomía e independencia de la Razón
frente a la Fe y, como consecuencia, impulsó la aplicación de la Razón a la investigación
de su ámbito propio, el de la realidad sensible, liberándola de su exclusiva servidumbre
escolástica a la Teología. Esta nueva orientación de la Razón hacia el conocimiento de la
realidad que nos muestran los sentidos, trajo consigo el progresivo desarrollo de las
ciencias modernas, experimentales, especialmente de la Física, todavía llamada Filosofía
de la Naturaleza.
Con respecto a cuestiones socio-políticas defiende, como buen franciscano, la
pobreza de la Iglesia, y la separación entre poder temporal y poder espiritual. El Papa no
debe inmiscuirse en asuntos de Estado y tampoco debe tener un poder absoluto dentro
de la Iglesia. Además plantea que la Iglesia debe dejar libertad, tanto de culto, como de
investigación y de adquisición de conocimientos, es decir, no debe inmiscuirse en
investigaciones filosóficas y/o científicas.

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TEMA 3. SANTO TOMÁS DE AQUINO

1-. RELACIÓN ENTRE RAZÓN (FILOSOFÍA) Y FE


(TEOLOGÍA).
2-. LA DEMOSTRACIÓN DE LA EXISTENCIA DE
DIOS.
3-. DISTINCIÓN ENTRE ESENCIA Y EXISTENCIA.
4-. LA TEORÍA DEL CONOCIMIENTO EN TOMÁS.

INTRODUCCIÓN: EL PROYECTO FILOSÓFICO DE TOMÁS DE


AQUINO.
Tomás de Aquino está inserto en la época en la que el aristotelismo llega a Occidente y la
tesis averroísta de la doble verdad campa en las mentes de los pensadores, por lo que tiene la
necesidad de replantearse las relaciones entre la razón y la fe. Y este autor, intentará
armonizarlas. Este replanteamiento de la relación entre razón y la fe, no sólo tendrá relación
con la forma de conocer la verdad, sino que se vinculará con la concepción de la ética y la
política Además, pretende hacer una armonización también entre las tesis platónicas del
Neoplatonismo con las del aristotelismo.

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1-. RELACIÓN ENTRE RAZÓN (FILOSOFÍA) Y FE


(TEOLOGÍA).

La relación del cristianismo con la filosofía viene determinada, ya desde sus inicios, por
el predominio de la fe sobre la razón. Esta actitud queda reflejada en el "Credo ut intelligam"
de San Agustín, y se transmitirá a lo largo de toda la tradición filosófica hasta Santo Tomás de
Aquino, quien replanteará la relación entre la fe y la razón, dotando a ésta de una mayor
autonomía. El punto de partida externo de la filosofía de Santo Tomás fue la necesidad de
distinguir la razón de la fe, y también la de ponerlas de acuerdo.

La filosofía tomista estará dominada por una doble condición:


- La distinción entre la razón y la fe.
- La necesidad de su concordancia.

A lo largo del siglo trece, junto con la influencia agustiniana también se había
desarrollado una corriente de signo contrario, el averroísmo latino, que había insistido, entre
otras, en la teoría de la "doble verdad". Según esta teoría, habría una verdad para la teología y
una verdad para la filosofía, independientes una de otra, y cada una con su propio ámbito de
aplicación y de conocimiento. La verdad de la razón puede coincidir con la verdad de la fe, o
no. En todo caso, siendo independientes, no debe interferir una en el terreno de la otra. Santo
Tomás rechazará esta teoría, insistiendo en la existencia de una única verdad, que puede ser
conocida desde la razón y desde la fe. Sin embargo, reconoce la particularidad y la
independencia de esos dos campos, por lo que cada una de ellas tendrá su objeto y método
propio de conocimiento. La filosofía se ocupará del conocimiento de las verdades naturales,
que pueden ser alcanzadas por la luz natural de la razón; y la teología se ocupará del
conocimiento de las verdades reveladas, de las verdades que sólo puede ser conocidas
mediante la luz de la revelación divina. Ello supone una modificación sustancial de la
concepción tradicional (agustiniana) de las relaciones entre la razón y la fe. La filosofía, el
ámbito propio de aplicación de la razón deja, en cierto sentido, de ser la "sierva" de la
teología, al reconocerle un objeto y un método propio de conocimiento.

Santo Tomás establece que la teología revelada se diferencia de la filosofía (teología


natural), no en el contenido sino en el camino por el que se accede a esos contenidos. La
teología parte de algo en lo que se cree: Dios, y por ello, su tarea es interpretativa. En cambio,
la filosofía, parte de la razón y no llega a nada que no pueda ser deducido a partir de ésta. El
teólogo recibe sus principios de la revelación, y considera los objetos de que se ocupa como
revelados, mientras que el filósofo aprehende sus principios por la sola razón y considera sus
los objetos como aprehendidos por la luz natural de la razón.
Visto así, la filosofía es autónoma, ya que tiene su propio método y por tanto, no cabe
hablar de una filosofía cristiana. De hecho, sto. Tomás no funde la filosofía con la teología,
pero tampoco las mantiene separadas. Su tendencia es la de establecer un equilibrio que se
funda en el modo como son concebidas las verdades. Hay, según Tomás, verdades
estrictamente teológicas, que son conocidas por revelación, y verdades filosóficas, que han
sido establecidas por la razón, y verdades a la vez filosóficas y teológicas, ya que han sido
reveladas y al mismo tiempo pueden ser establecidas por la razón. No existe, pues,
incompatibilidad entre fe y razón porque tanto una como otra, consideran las mismas verdades
aunque de manera diferente. La razón puede y debe moverse con toda libertad sin temor a
encontrar, siempre que proceda rectamente, nada contrario a la fe, de ahí que pueda haber
una filosofía pagana, compatible con el cristianismo.

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Ahora bien, al mismo tiempo, Tomás, frente a los averroístas, tratará de demostrar que
la filosofía natural aristotélica no entra en contradicción con el cristianismo. Siguiendo la línea
de algunos Padres de la Iglesia, afirma que la verdad revelada añade algo a la verdad
deducida racionalmente. La razón está limitada por los sentidos, por eso considera Tomás que
sólo la fe puede ir más allá de los límites de la razón sin entrar en conflicto con ella, sino
ayudándola a ampliar su campo de visión.
Tomás insiste en que la revelación es moralmente necesaria, dado que Dios es el fin del
hombre, y el conocimiento de Dios es esencial para que el hombre pueda dirigirse
debidamente hacia su fin; así pues, la verdad referente a Dios es de gran importancia, y el
error referente a Dios es desastroso. Concedido, pues, que Dios es el fin del hombre, podemos
ver que es moralmente necesario que el descubrimiento de verdades tan importantes para la
vida no se deje, simplemente, a las solas fuerzas de hombres que tengan la capacidad, el celo
y el tiempo libre para meditar, que pueda permitirles descubrirlas, sino al contrario, que
aquellas verdades sean también reveladas.
La cuestión de la relación entre teología y filosofía en sto. Tomás, está ligada con la
cuestión de la relación entre lo sobrenatural y lo natural. Tomás, siguiendo a Aristóteles,
adopta una posición naturalista; pero destacar excesivamente esta tendencia naturalista nos
puede llevar a olvidar que lo natural está integrado y subordinado armoniosamente a lo
sobrenatural, es decir, lo natural tiene una autonomía pero no independencia. Lo mismo ocurre
con la filosofía con respecto a la teología. Desde luego, tenemos el deber de llevar lo más lejos
posible la interpretación racional de las verdades de la fe, pero en caso de que haya
desacuerdo, como el error no puede encontrase en la revelación divina, es necesario que se
encuentre en la filosofía.
El ser humano concreto fue creado por Dios para un fin sobrenatural, para la felicidad
perfecta, que solamente es alcanzable en la vida futura, en la visión de Dios; pero, el hombre,
puede alcanzar una felicidad imperfecta en esta vida mediante el ejercicio de sus capacidades
naturales, mediante un conocimiento filosófico de Dios, obtenido a partir de las criaturas y
mediante el logro y el ejercicio de las virtudes naturales. El filósofo puede probar la existencia
de Dios a partir de las criaturas y lograr un cierto conocimiento analógico de Dios, y definir las
virtudes naturales y los medios para conseguirlas. Tanto el filósofo como el teólogo consideran
al hombre concreto: la diferencia está en que el filósofo, aunque capaz de ver y considerar la
naturaleza humana como tal, no puede descubrir todo lo que hay en el hombre, no puede
descubrir la vocación sobrenatural de éste; solamente puede hacer parte del camino en el
descubrimiento del destino del hombre, precisamente porque el hombre fue creado para un fin
que trasciende los poderes de su naturaleza. Santo Tomás considera al hombre en concreto,
pero no puede saber todo lo que hay que saber acerca del hombre en concreto.
Así pues, la insuficiencia del conocimiento filosófico es manifiesta, pero, también es
indudable que Tomás creyó que es teóricamente posible que el filósofo elabore un verdadero
sistema metafísico sin recurrir a la revelación; tal sistema sería imperfecto, inadecuado e
incompleto, porque el metafísico se interesa por la Verdad misma, por Dios, que es el principio
de toda Verdad, y porque la investigación puramente humana no es capaz de descubrir todo
aquel conocimiento de la Verdad misma, de Dios, que es necesario para que el hombre alcance
su fin último.
Una vez aclarada la relación entre la razón y la fe, este pensador cristiano, considera
que la tarea fundamental que debe hacerse es la demostración de la existencia de Dios.

2-. LA DEMOSTRACIÓN DE LA EXISTENCIA DE DIOS.


La crítica a las maneras anteriores de demostrar la existencia de Dios.
Brevemente, señalaremos las formas más importantes del demostrar la existencia de
Dios que ejercieron algunos pensadores cristianos y que influyeron en pensadores posteriores.
Las más a tener en cuenta son las siguienes, si bien lo importante es apreciar cómo lo intentan
y la postura crítica que adopta Tomás con ellos.
Algunos teólogos, como Juan Damasceno (675-749), consideran que el hombre tiene un
conocimiento innato de la existencia de Dios. Tomás admite que se nace con una idea de Dios,
pero esa noción es vaga y confusa, y necesita de clarificación por la reflexión. La cuestión se
centra dentro del pensamiento cristiano, en si es posible conocer la existencia de Dios sin

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tener que recurrir a la fe. Exceptuada la fe dos son las fuentes principales de nuestro
conocimiento: la experiencia y la razón. Dios no es objeto directo de experiencia sensible —a
Dios no se le ve— por lo que algunos teólogos, como el agustino Anselmo de Canterbury
(1033-1109), consideraron que el procedimiento adecuado para demostrar la existencia de
Dios tendría que venir a través de una prueba a priori, es decir, que prescinda de la
experiencia y producida de modo exclusivo por la razón. La prueba que Anselmo ideará, (y que
a partir de Kant se denominará argumento ontológico), define a Dios como el ser del que no se
puede concebir otro más perfecto, y afirma que ese ser tiene que existir no sólo en el
pensamiento sino en la realidad, porque existir en la realidad es más perfecto que existir sólo
en el pensamiento, y si ese ser no existiera en la realidad no sería el ser del que no se puede
concebir otro más perfecto, luego Dios existe en la realidad y no sólo en el pensamiento.
Tomás rechazará la prueba anselmiana, pues considera que es cierto que hay
proposiciones cuya verdad es evidente en sí misma, ya que en ellas se predica de un sujeto
algo que pertenece a su esencia, y que por tanto son proposiciones que se pueden conocer
como verdaderas de una manera a priori, sin acudir a la experiencia.(Como por ejemplo en la
proposición "los triángulos tienen tres lados"; porque en la esencia del objeto —triángulo—
está incluido lo que de él se enuncia en la proposición —tener tres lados). Sin embargo, puede
también ocurrir que algunas proposiciones, siendo evidentes en sí mismas, no sean evidentes
para nosotros porque nuestro conocimiento de las propiedades esenciales del sujeto no sea tan
completo como para poder saber con seguridad si le conviene necesariamente el predicado; y
de esa clase es la proposición ―Dios existe‖.
Nosotros no conocemos en esta vida tan perfectamente a Dios como para poder darnos
cuenta, por la sola inspección de su concepto, que necesariamente tiene la propiedad de la
existencia. Y aunque es cierto que Dios existe, y además que existe de una forma necesaria,
eso lo terminaremos sabiendo, piensa Tomás, no de una forma a priori, como propone
Anselmo de Canterbury, sino con procedimientos a posteriori que se basan en la experiencia.
Por tanto, la proposición "Dios existe" es una proposición evidente en sí misma, pero no
evidente para nosotros; luego no nos demuestra que Dios exista, y hace del todo necesario el
que se demuestre.
El tema al que se enfrenta Tomás ahora es ver cómo se puede demostrar la existencia
de Dios, y aunque no tenemos experiencia sensible de este ser, sí la tenemos de sus obras; es
decir, de la creación del propio Dios. Y así, Tomás piensa que al crear el universo Dios ha
dejado señal, rastro, de sí mismo en él, de modo que tomando lo creado como punto de
partida podemos remontarnos y demostrar, de cinco maneras distintas, que hay un creador
que corresponde al nombre de Dios. De esta manera aprecia que es posible su demostración y
lo hace con cinco vías.
Las cinco vías para demostrar la existencia de Dios:
Tomás de Aquino plantea cinco caminos (vías) para demostrar la existencia de Dios que
presentan una estructura común de cuatro pasos: En todas ellas 1º) se parte de una clase de
hechos observables en la experiencia. 2º) Tras esto se comprueba que esa clase de hechos,
por su propia estructura interna, necesita una explicación causal que justifique su existencia,
ya que por sí misma esa clase de hechos no se explica. 3º) A continuación se niega que esa
explicación pueda consistir en una cadena infinita de hechos de experiencia de la misma clase
que se intenta explicar. 4º) Y por último se pasa a concluir la necesidad de que exista un ser
que sea trascendente a esa clase de hechos y el cuál, por tener una propiedad en concreto que
le caracteriza, sea capaz de explicar la existencia de la clase de hechos de experiencia de la
que se parte; a ese ser se le llama Dios.
1ª Vía del movimiento: parte del movimiento y alcanza la existencia de Dios como
motor inmóvil (Dios). (inspirada en Aristóteles).2ª Vía de las causas causadas: parte de que
hay causas causadas y culmina en la existencia de Dios como causa incausada (Dios).3ª Vía de
los seres contingentes: parte de que existen seres contingentes y llega a la existencia de un
ser necesario (Dios) (inspirada en Avicena). 4ª Vía de los grados de perfección: parte de la
gradación de los seres y concluye que existe necesariamente un ser perfecto (Dios), (de
inspiración platónica). 5ª Vía del orden: parte del orden del mundo y concluye que existe una
inteligencia ordenadora.
De esta manera, Tomás de Aquino piensa que se llega a la demostración de la
existencia de Dios, con lo que se aprecia la compatibilidad de la razón y la fe, de la teología

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natural y la teología dogmática o revelada. Ahora debe plantear qué es ese ser, cuál es su
esencia, pues hasta ahora sólo nos ha demostrado su existencia.

La naturaleza de Dios.
Lo que a Tomás le interesa estudiar es si es posible establecer una vía racional del
conocimiento de lo que es Dios. El pensamiento cristiano, tradicionalmente ha considerado que
la naturaleza de Dios excede las capacidades del entendimiento humano y Tomás está de
acuerdo en eso y lo fundamenta al señalar que nuestras ideas, que son los "ladrillos" con los
que construimos nuestros conocimientos, se asientan en la experiencia; es decir, tienen como
objetos seres del mundo sensible, seres inmanentes. Pero Dios ni es objeto de experiencia, al
menos en esta vida, ni tan siquiera es un objeto del mundo. No se trata de que a Dios no se le
vea porque ahora no está presente, es que no podría estarlo, tal y como él es, porque él no es
un objeto sensible que pueda percibirse, ni puede serlo pues es trascendente. Y entonces la
cuestión es, cómo es posible tener conocimiento de su naturaleza cuando nuestras ideas, que
son los ladrillos de nuestros conocimientos, proceden de lo sensible y Dios es trascendente.
La forma en que tradicionalmente se encaraba esta cuestión tenía como resultado la
denominada vía negativa. Según esta teoría podemos conocer algo de cómo es Dios a través
de descartar lo que no es. Lo que se puede descartar de él es aquello que le conviene a lo
creado por Dios, en tanto que criatura. (Por ejemplo, lo creado por Dios, en tanto que tal, es
corpóreo, móvil, temporal… Luego Dios no será corpóreo, mutable, temporal…). Aunque lo que
proporciona esta vía no es un conocimiento positivo, si puede servir para dar un conocimiento
aproximado de Dios.
Tomás señala que los predicados como "bueno" y "sabio" sí dicen algo positivo de Dios,
aunque esas ideas, desde luego, no representen perfectamente a Dios, sólo lo hacen en la
medida en que nuestro entendimiento puede conocerle, que será como su reflejo en las cosas
sensibles. Apoyándose en la noción de analogía Tomás establece la posibilidad de una vía
racional al conocimiento de la naturaleza de Dios que mantiene dos características, ser
afirmativa y analógica. Esta vía que, por supuesto, proporciona un conocimiento menos
perfecto que la vía sobrenatural, puede estructurarse en tres fases. La primera sería afirmar
de Dios, analógicamente, las perfecciones que él ha causado en los seres creados. Segundo
sería negar de él lo que es propio únicamente de los seres creados por el hecho de serlo.
Tercero elevar al grado máximo las perfecciones que nos quedan, en el modo que nos quedan.

De esta manera, Tomás de Aquino relaciona la fe con la razón, compaginando estas dos
formas de llegar a la misma verdad, si bien, no debemos olvidar, que esta relación es más bien
una subordinación de la razón y la ciencia, pues, a la fe.

3-. DISTINCIÓN ENTRE ESENCIA Y EXISTENCIA.


El naturalismo que se desprende de la síntesis entre razón y fe realizada por Sto.
Tomás, hace que haya en él una tendencia hacia la existencia más bien que una tendencia
hacia la esencia.
¿Por qué el ser es? Esta cuestión no se planteaba para los antiguos porque
consideraban el mundo eterno. Hablan de un primer motor inmóvil, pero no era la causa del
existir sino del movimiento. Aristóteles se concentró en lo que una cosa es y no en el acto
mismo de existir. Pero ninguno de los seres que captamos es su existir (esse): el acto de
existir no pertenece a la esencia de ningún ser mundano. En el “De ente et essentia”, Tomás
establece el principio fundamental que reforma la metafísica aristotélica y la adapta a las
necesidades del dogma cristiano: La distinción entre la esencia y la existencia.
La existencia es el acto de la esencia, es decir, para Tomás el existir ―esse‖, es el acto
por el cual una esencia tiene ser. La existencia no es materia ni forma, es el acto por el cual la
esencia tiene ser. Esencia y existencia son los dos principios metafísicos constitutivos de todo
ser finito.
El sujeto concreto se constituye en ser por el acto de existir, y es algo determinado:
hombre, caballo, árbol, aceituna,..., y el tipo determinado de ser es su esencia.
Esta idea arrojó nueva luz sobre el análisis de la naturaleza de la sustancia, ya que se
destaca de manera novedosa el acto por el que existen las sustancias, un acto recibido de una

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causa externa. Es necesario, pues, que exista un ser primero en quien la esencia y la
existencia, sean una y la misma cosa. A este ser es al que llamamos Dios.
Sto. Tomás, gracias a la distinción real entre esencia y existencia, ha distinguido, por
un lado, el ser de las criaturas, que puede separarse de su esencia y que, por tanto, es creado,
y, por otro, el ser de Dios, que se identifica con su esencia, y es por consiguiente necesario.
Dios es pura actualidad, pura forma y por ello es un ser simplicísimo.
Ahora bien, ¿cómo se relaciona Dios con sus criaturas? ¿qué relación existe entre la
esencia concreta y el acto de existir? Para contestar a estas preguntas, Tomás se muestra
bastante platónico. El ser de las criaturas y el ser de Dios no son unívocos, es decir, idénticos,
ni tampoco equívocos, es decir, distintos, son análogos, es decir, semejantes, pero en distinta
proporción. Sólo Dios es el ser por esencia, las criaturas tienen el ser por participación. Las
criaturas, por mucho que participen del creador, siempre pertenecerán a un orden entitativo
distinto. Participar no es ser una parte de aquello de lo que se participa. Un ser, cuando tiene
la existencia, pero no la ―es‖, la recibe de Dios. De este modo no se pone en peligro el ser
perfectísimo de Dios, pues aunque otorgue grados de perfección a los seres que crea, nunca se
quedará reducido en su ser, es decir, la perfección que posee está contenida en Él en un grado
superior a la que comunica. Así es como sin comprometer la unidad divina, puede ser
engendrada por Dios una multiplicidad de cosas.

4-. LA TEORÍA DEL CONOCIMIENTO EN SANTO TOMÁS.


Para Tomás el objeto propio del intelecto humano es la esencia del objeto material; el
intelecto tiene su punto de partida en los objetos sensibles. Tomás no admite ideas innatas, ni
recurre a ningún conocimiento intuitivo de Dios. No hay nada en el entendimiento que no haya
estado antes en los sentidos.
Esta idea, en principio implicaría, que no hay posibilidad de trascender el conocimiento
de los objetos sensibles, pero Tomás intentará dar una solución a este hecho. Aunque el
entendimiento humano dependa de los sentidos, aunque parta de los objetos sensibles, puede
conocer un objeto (Dios) que trascienda las cosas de los sentidos, ya que los objetos
materiales revelan el carácter de lo trascendente; no obstante el conocimiento de Dios por
parte del entendimiento humano, no será perfecto ni adecuado. Se puede alcanzar algún
conocimiento natural de Dios en la medida en que los objetos corpóreos están relacionados a
Dios y lo revelan; pero, tal conocimiento será necesariamente imperfecto y no puede ser de
carácter intuitivo. Sigamos con la cuestión del conocimiento. Los objetos actúan sobre los
órganos de los sentidos, y la sensación es un acto del compositum, del alma y del cuerpo, y no
del alma sola que se valiera del cuerpo como instrumento, según había pensado San Agustín.
Los sentidos están determinados para la aprehensión de realidades particulares, no pueden
aprehender universales. El conocimiento intelectivo humano, sin embargo, quiere ser de lo
universal; para ello, el ser humano, en sus operaciones intelectivas, aprehende la forma del
objeto material mediante la abstracción: de este modo aprehende un universal.
El conocimiento comienza a partir de que las percepciones sensibles dejan en la fantasía
o imaginación una representación particular a la que se denomina fantasma.
Es decir, si estamos percibiendo a Sócrates, tendríamos en la imaginación una
representación de ese ser singular, de Sócrates; en terminología tomista tendríamos el
fantasma de Sócrates.
Pues bien, ahora se trata de que el entendimiento, a partir de ese fantasma, sea capaz
de formar el universal de ser humano. Para explicar eso Tomás divide, como hacía Aristóteles,
el entendimiento humano en dos facultades. Una de ellas, denominada entendimiento
agente, tiene la capacidad de convertir en universales las representaciones sensibles; es
decir, tiene la capacidad de abstraer del fantasma, el universal. Para conseguir eso el
entendimiento agente consigue despojar a la representación singular de sus elementos
singulares, quedando de ella el universal; esa operación, en ocasiones, la imaginaban como si
una luz –el entendimiento agente iluminara del fantasma sólo el aspecto universal.
La segunda facultad, denominada entendimiento posible, permite que el
entendimiento conozca el universal que el entendimiento agente ha abstraído en la operación
anterior.
Una vez que el entendimiento conoce el universal puede volver al fantasma y reconocer
en ese fantasma a un integrante particular de la clase representada por el universal.

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Por ejemplo, vemos a través de los órganos sensoriales andando por la calle a Sócrates,
esa percepción hace formar en la imaginación el fantasma de Sócrates. A continuación el
entendimiento agente actúa sobre el fantasma de Sócrates iluminando en él sólo el aspecto
universal y despojándolo pues de sus aspectos concretos y particulares que hacía de él un
humano concreto; tras hacer esto se forma el concepto universal de humano. Una vez formado
el concepto universal el entendimiento posible lo conoce. Tras esto, es decir, una vez que el
entendimiento conoce el concepto universal humano, puede reconocer que ese fantasma que
recibió en la imaginación –el de Sócrates- corresponde al fantasma de un ser humano; es
decir, que sólo tras obtener el concepto de humano puede el entendimiento entender que
Sócrates es humano, pero no antes: lo primero que el entendimiento conoce es el universal y
después, al volver a la imagen sensible, reconoce en ella un integrante de la clase del
universal.
Ahora bien, ¿qué es lo que el entendimiento agente ilumina en el fantasma? Tomás
considera que lo que se ilumina no es la forma del compuesto hilemórfico, sino la esencia
universal.
La forma del compuesto hilemórfico Sócrates sería el alma de Sócrates. Pero el ser
humano no es sólo su alma, sino su alma y su cuerpo; porque todos los seres humanos tienen
no sólo alma sino cuerpo; luego lo que el entendimiento agente ilumina en su operación no es
el alma de Sócrates, ni es el alma en universal – válida para Sócrates o Platón- sino la esencia
universal; el compuesto de alma y materia, que caracteriza a todo ser humano.
La esencia de Sócrates, como ser hilemórfico que es, contiene un alma y un cuerpo.
Pues bien, la operación del entendimiento agente no consiste en abstraer del fantasma
la esencia de Sócrates, ya que ésta correspondería sólo a Sócrates, sino abstraer la esencia
universal que es válida para todo ser humano; ya sea Sócrates, Platón, Aristóteles...
Hay que distinguir, pues, entre la esencia de Sócrates, que es singular y concreta, de la
esencia de ser humano, que sería válida para todo ser humano.
Para hacer esto, al abstraer, el entendimiento agente elimina el accidente de cantidad
que pertenece a la materia de la esencia de Sócrates, al hacer esto elimina aquello que hace
singular a la esencia del fantasma; es decir, evita la individualidad de Sócrates y le queda la
esencia universal del ser humano.
Según Tomás el principio de individualización es la materia signata quantitate, es decir,
la cantidad de materia. Pues bien, el entendimiento agente tiene que abstraer ese accidente de
cantidad del fantasma para producir, no ya la esencia de Sócrates, sino la del universal ser
humano.

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Núcleo III

LA FILOSOFÍA
MODERNA

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CONTEXTO FILOSOFÍA MODERNA.


Antes de adentrarnos en la época moderna del pensamiento filosófico, hablemos
del Renacimiento (ss. XV-XVI), bisagra entre el medievo y la nueva filosofía del s.XVII.
El Renacimiento constituye un movimiento cultural que se inicia en Italia a finales
del siglo XIV y se propaga por Europa durante los siglos XV y XVI.
Desde el punto de vista filosófico, el Renacimiento señala un periodo de transición
entre la Filosofía Medieval y la Filosofía Moderna. Por un lado, continúa desarrollando
ciertos aspectos de la filosofía medieval, y por otro, marca una ruptura con el talante
característico de la Edad Media.
El lado continuista lo constituye la asimilación y el estudio directo de filósofos
griegos: pero ahora el número de autores griegos conocidos, y además en su lengua
original, no en traducciones latinas, es mucho mayor debido al hecho histórico de la caída
de Constantinopla en manos de los turcos en 1453.
Este hecho obliga a emigrar hacia Occidente (en especial hacia Italia) a muchos
intelectuales y pensadores del Mediterráneo Oriental, que traen consigo numerosas obras
griegas de filosofía y ciencia desconocidas en el occidente cristiano. Entre ellas hay que
destacar: textos de filósofos pitagóricos y de científicos del periodo helenístico (como, por
ejemplo, Arquímedes, cuyos trabajos sobre mecánica habían desarrollado el método
experimental para el estudio de la naturaleza). Estas obras generan un gran interés por la
matemática y la observación de la naturaleza (esto último es algo que ya el nominalismo,
al negar la existencia real de los universales, había impulsado al final de la Edad Media)
haciendo que se desarrolle la ciencia moderna.
Por lo que se refiere al aspecto de ruptura con la Edad Media, el Renacimiento va a
ir sustituyendo el teocentrismo medieval, por un humanismo filosófico. La sociedad de
estos siglos es mucho más dinámica, viajera, comercial e individualista. El sistema político
feudal va desapareciendo poco a poco, dando paso a monarquías nacionales absolutas.
Es un periodo en el que se trata de construir un modelo de humanidad distinto del
medieval, más naturalista. Las teorías políticas, por ejemplo, van a hacer hincapié en los
derechos naturales de los hombres (ius naturalis). Otros factores de ruptura con el pasado
medieval lo constituyen el fin de la unidad religiosa (debido a la Reforma protestante de
Lutero en 1517 y a la proclamación de la Iglesia anglicana por Enrique VIII en 1531), los
nuevos descubrimientos geográficos (que conllevan una expansión económico-comercial
sin precedentes, una nueva imagen de la Tierra y, como consecuencia, una nueva imagen
del Universo) y la invención de la imprenta (gracias a la cual los libros empiezan a circular
en ediciones baratas y numerosas por toda la sociedad, impulsando enormemente el
“renacer” de la cultura).
De entre los fenómenos culturales que se producen en esta época destacaremos:
- El Humanismo filosófico.
- La Ciencia moderna.
- El Pensamiento político.

El Humanismo Filosófico.
Frente a la visión religiosa y sobrenatural del ser humano que tenía la Edad Media,
el Renacimiento opone una visión naturalista del hombre, para la cual la vida humana
tiene valor en sí misma y no únicamente por su origen y destino sobrenaturales.
Asimismo, frente a una Filosofía al servicio de la Teología, el Renacimiento
desarrolla una Filosofía libre de subordinaciones religiosas, pues confía en la capacidad
de la Razón humana para alcanzar la verdad con independencia de la Fe.
Algunos destacados filósofos renacentistas fueron:

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- Nicolás de Cusa (XV): rechazó la idea de que el Universo fuera finito, afirmando su
infinitud y la constante movilidad de todo lo que hay en él, incluyendo la Tierra, que,
además, no se halla en el centro. Afirmó también que el entendimiento humano no
puede conocer con propiedad a Dios. De Dios sólo le cabe al hombre ignorancia,
una “docta ignorancia”, dice el título de uno de sus libros.
- Giordano Bruno (XVI) defendió la imagen heliocéntrica del Universo propuesta por
Copérnico; sin embargo, no aceptará concebirlo como un gran mecanismo, sino
como un organismo vivo y divino. La Iglesia lo condenó a morir en la hoguera.

La Ciencia Moderna.
Los científicos renacentistas no van a conformarse con lo que acerca del Universo
encontraban en los libros de la antigüedad. Construirán una nueva imagen de la
Naturaleza y del Universo, derrumbando poco a poco la concepción aristotélico-
ptolemaica que ha estado vigente durante casi veinte siglos.
La ciencia moderna se construye sobre una nueva actitud ante la naturaleza
basada en:
- la observación directa de los hechos (influencia del nominalismo);
- y la aplicación de las matemáticas al conocimiento de los hechos (influencia del
pitagorismo).
De esa “nueva actitud” surge una imagen de la naturaleza que concibe al Universo
como un gran mecanismo sometido a leyes matemáticas.
FRANCIS BACON (1561-1626): precursor del empirismo inglés. Subrayó la importancia
que la ciencia tiene para dominar la naturaleza y ponerla al servicio del hombre.
Construyó un novum órganum (nuevo instrumento para el estudio de la naturaleza,
diferente del órganon medieval o Lógica silogística de Aristóteles): el método inductivo:
procedimiento que partiendo de la observación de los hechos particulares concluye
afirmando alguna ley general sobre los hechos observados.
La figura de Bacon y la importancia de su método inductivo para la ciencia moderna han
recibido consideraciones diversas. Si bien aplicó sistemáticamente, como nadie antes que
él, la inducción al conocimiento de los hechos naturales, sin embargo desconoció el
“instrumento” más importante que, en su época, se estaba utilizando en el terreno
científico, es decir, desconoció el papel fundamental que las matemáticas, más que la
observación, tienen en la formulación de hipótesis científicas.

NICOLÁS COPÉRNICO (1473-1543): aplicó las matemáticas al estudio de los más


variados fenómenos de la naturaleza; tuvo, pues, una clara actitud pitagórica ante la
realidad. Propuso un sistema astronómico heliocéntrico, en el que los planetas, incluída la
Tierra, giran alrededor del Sol describiendo órbitas circulares. Tal sistema, por un lado,
simplificaba el complejo mecanismo astronómico de Ptolomeo, y por otro, unificaba el
Cosmos por medio de las matemáticas.
Se ha llamado “revolución copernicana” al cambio decisivo en la visión del mundo que
supuso la sustitución del sistema geocéntrico imperante dos mil años, por otro en el que la
Tierra, y por tanto el hombre, ya no ocupa el centro del Universo.

JOHANNES KÉPLER (1571-1630): matemático y astrónomo que sustituyó el movimiento


circular de los cuerpos celeste por uno elíptico.
Fue un minucioso observador de los movimientos celestes, lo que le llevó a la conclusión
de que es imposible predecir con exactitud el movimiento de algunos planetas si su órbita,
de acuerdo con el sistema copernicano, la consideramos circular, pero que sin embargo
tal dificultad desaparece si admitimos que los planetas describen una elipse con el Sol en

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uno de sus focos.


Képler deja establecida la imagen del Cosmos propia de la época moderna: es un gran
mecanismo sujeto a leyes matemáticas inexorables y armónicas.

GALILEO GALILEI (1564-1642): culmina el proceso renacentista de matematización de la


ciencia moderna. En una de sus obras se lee: “La Filosofía está escrita en este vasto libro
que está siempre abierto ante nuestros ojos: me refiero al Universo; pero no puede ser
leído hasta que hayamos aprendido el lenguaje en que está escrito. Está escrito en
lenguaje matemático, y las letras son triángulos, círculos y otras figuras geométricas, sin
las cuales es humanamente imposible entender una sola palabra”.
Defendió la teoría copernicana y por ello fue condenado a la cárcel. Asímismo, inventó el
telescopio.
La gran labor de Galileo consiste en la aplicación de un método científico que él llamó
“resolutivo-compositivo”, y que nosotros conocemos con el nombre de método hipotético-
deductivo, cuyos pasos son:
1º) Observar la realidad en busca de regularidades o hechos constantes.
2º) Formulación de alguna hipótesis (=explicación provisional), de carácter matemático,
que explique la regularidad o constancia fenoménica observada.
3º) Deducción matemática de cuantas consecuencias empíricamente comprobables se
deriven de la hipótesis.
4º) Comprobación experimental de las consecuencias deducidas. Si se verifica la
hipótesis (es decir, si se cumple en el experimento lo deducido de la hipótesis) entonces
es aceptada como ley científica, y si no se verifica, la hipótesis es reformulada o sustituída
por otra diferente.

Poco a poco la Física aristotélica (basada en conceptos como sustancia, esencia,


hilemorfismo, seren- potencia, ser-en-acto, etc.) fue siendo sustituída por otra cuyos
conceptos eran plenamente matemáticos y en la cual nada era admitido si no podía ser
demostrado, es decir, deducido de alguna fórmula de carácter matemático.
Dentro del ámbito de la política y el Renacimiento debemos destacar la figura de
NICOLÁS MAQUIAVELO (1469-1527): en su obra El Príncipe defiende la monarquía
absoluta como forma de ejercer el poder en el Estado y propone un gobernante hábil,
astuto y “realista”, que para mantener el orden y acrecentar el poder de su Estado debe,
sin reparar en consideraciones morales de ningún tipo, recurrir si es necesario al engaño,
al fraude, al soborno o al asesinato. Sostiene, pues, que el ejercicio del poder político es
independiente de cualquier principio moral y que “el fin justifica los medios”.
El fundamento de su teoría política es la aceptación de un hecho real: la maldad
natural del hombre. El hombre, dice Maquiavelo, es mentiroso y su móvil principal es el
interés más egoísta; por consiguiente, el gobernante debe tratar sin escrúpulos a los
súbditos, pues éstos lo único que desean es un Estado fuerte capaz de proteger sus vidas
y sus propiedades, y si para ello el Estado ha de usar medios inmorales, pues están
justificados. Por “razón de Estado” todo puede hacerse, es decir, toda acción es válida si
conduce al fortalecimiento del Estado.

Volviendo a la cuestión de la ciencia moderna, y sirviéndonos para enlazar con las


dos corrientes filosóficas más importantes de la filosofía moderna, racionalismo y
empirismo, podemos decir que Bacon y Galileo tienen en común el haber destacado la
necesidad que la ciencia tiene de un método que oriente sus investigaciones y le
proporcione cierta seguridad de que siguiéndolo llegará a descubrir verdades que de otro
modo nunca llegaría a conocer. Gracias, pues, a ellos la reflexión en torno al método
científico se convirtió en un problema filosófico previo incluso a cualquier investigación.

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

Sin embargo, sus métodos parten de presupuestos diferentes y darán origen a dos
corrientes filosóficas antagónicas por su diferente modo de concebir el conocimiento: el
Racionalismo y el Empirismo.
BACON es inglés; su método presenta una clara inclinación empirista: sólo aquellos
conocimientos obtenidos de la observación de los hechos podrán ser verdaderos. Esta
línea de pensamiento será continuada/desarrollada por los filósofos del llamado
empirismo inglés, cuyo representante último y más destacado es David HUME.
GALILEO es italiano; su método es más racionalista (confía más en la razón capaz de
construir hipótesis matemáticas, sin acudir para ello a la experiencia, aunque sí más tarde
para verificarlas). Para llegar a la verdad no basta, pues, con la observación, sino que el
momento fundamental reside en la construcción racional/matemática de explicaciones
acerca de lo observado. Esta línea será continuada por el racionalismo, cuyo
representante primero es René DESCARTES.
Los filósofos modernos, tanto racionalistas como empiristas, se caracterizan por
anteponer la gnoseología a toda otra cuestión, gnoseología que posee un carácter
genético, es decir, se investiga el origen, la génesis de los procesos de conocimiento,
cuyo valor de verdad o falsedad es determinado con posterioridad a su origen.
La segunda característica que comparten las corrientes filosóficas de la
modernidad consiste en la asunción de una postura claramente subjetivista. El hombre se
encuentra imposibilitado para conocer directamente la realidad, las cosas en sí, tal y como
son. Perdida la ingenuidad de un realismo gnoseológico, se hace necesario reorientar la
pregunta acerca de lo real: ¿Conocemos las cosas tal y como son o son las cosas tal y
como las conocemos?. La realidad ha dejado de ser evidente, porque no puede ser
conocida más que mediatamente, a partir de nuestras ideas o representaciones mentales,
esto es: a partir del propio sujeto cognoscente y no del mundo en sí.
Racionalistas y empiristas tendrán que enfrentarse antes que nada con la cuestión
del sujeto como origen de todo conocimiento acerca de lo real y con la cuestión de las
posibilidades y límites de tal conocimiento. Lo obvio es el sujeto que conoce, a partir del
cual se construye lo real, el mundo "extramental":
Subjetivismo y gnoseología tienen como consecuencia inmediata la importancia
otorgada a la investigación sobre el método. Se tiene conciencia de una ruptura con el
Renacimiento y la seguridad de que se está haciendo y estrenando un nuevo saber. De la
preocupación fundamentalmente filológica de los renacentistas, de su revolución
orientada hacia el pasado, se pasa a una revolución que, desde el presente, se ordena
hacia el futuro desde una perspectiva optimista de progreso.
El paulatino despegue de las ciencias particulares, favorecido por la independencia
gradual de toda investigación respecto a los dogmas de la religión y la tradición hacía
necesaria la investigación de un método que desechara todo aquello que no pudiera
diferenciarse rigurosamente ni de lo verdadero ni de lo falso. El ámbito de la conjetura, de
lo probable no puede mantenerse si lo que se pretende es construir una ciencia cuya
característica fundamental sea la certeza, su absoluta indubitabilidad. Por eso, la
preocupación por establecer un método seguro y riguroso fue uno de los intereses
primordiales de esta época.
Características fundamentales de la filosofía racionalista
1. Plena confianza en la razón humana
Los filósofos racionalistas le otorgan un valor extremo a la razón entendida como la única
facultad susceptible de alcanzar la verdad. La oposición típica en la Edad Media entre
razón y fe (Revelación) o entre filosofía y religión, es sustituida ahora por la contraposición
entre las verdades racionales frente a los engaños o ilusiones de los sentidos. Razón se
opone a sensibilidad, experiencia, conocimiento sensoperceptual, no a fe.
2. Existencia de ideas innatas

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

Siguiendo la tradición abierta por Platón, para el cual el conocimiento verdadero podía ser
alcanzado a través del recuerdo, al estar las Ideas de algún modo "presentes" en el alma
humana, los racionalistas afirman que la conciencia posee ciertos contenidos o ideas en
las que se encuentra asentada la verdad. La mente humana no es un receptáculo vacío,
ni una "tabla rasa" como defendieron los empiristas, sino que posee naturalmente un
número determinado de ideas innatas o naturalezas simples (como las denomina
Descartes) a partir de las cuales se vertebra y fundamenta deductivamente todo el edificio
del conocimiento. La característica fundamental de tales ideas es su simplicidad, claridad
y distinción, es decir, la evidencia. En Descartes las ideas innatas y en particular la idea
de Dios garantizan y son los pilares desde los que reconstruir con plena certeza todos los
saberes, desde la física hasta la metafísica. En Leibniz, por ejemplo, las mónadas
contienen ("como semillas") una perspectiva parcial de la totalidad del universo, son un
microcosmos en el que se refleja el macrocosmos.
3. Adopción de un método de carácter matemático
Todos los racionalistas tomaron como modelo el método utilizado por la matemática y la
geometría: Descartes lo desarrolló en su obra Reglas para la dirección del espíritu;
Spinoza en el Tratado de la reforma del entendimiento y Leibniz en su De Arte
combinatoria, que estaba inspirado en Ramón Llull.
La utilidad del método estriba no sólo en escapar del error, sino que persigue una
intención clara: la unificación de las ciencias e incluso la creación de una "Mathesis
Universalis" o ciencia cierta de carácter universal que pudiera utilizar un lenguaje
simbólico matemático con el que analizar y reducir a lo simple (y cierto) toda proposición
compleja de la ciencia.
El método es una propedeútica: sana, cura el entendimiento y lo orienta a la conquista de
la verdad, reduciendo toda cuestión compleja a elementos simples, claros y distintos
(evidentes) que son conocidos mediante una intuición intelectual, despojada de toda
sensibilidad e independiente del ámbito de la experiencia (a priori).
Descartes y su proyecto racionalista.
Este filósofo y científico francés ha sido considerado como "padre de la Filosofía
Moderna". La clara definición de sus fines y la amplitud de su proyecto son rasgos
característicos del pensamiento cartesiano. Su proyecto inicial pretende el logro de una
ciencia universal. Así pues, el proyecto cartesiano va a concretarse bajo un lema: la
unidad de la ciencia, que planteará en un contexto matemático. El desarrollo del
pensamiento cartesiano constituye una progresiva explicitación y fundamentación de este
proyecto inicial de unidad entre todas las ciencias. En este sentido, la vía cartesiana a la
filosofía tiene su punto de partida en la noción de ciencia universal.
Este proyecto genuinamente cartesiano de elaboración de una ciencia universal, que
intuye en su "hallazgo admirable" a partir de los célebres "sueños" de noviembre de 1619,
nace en gran medida como reacción frente a la filosofía escolar de su época que
Descartes percibe como caracterizada por el desacuerdo en casi todas las cuestiones.
Por otra parte, rechaza la lógica silogística que había imperado durante toda la
escolástica. De este modo, frente a la idea escolástica, según la cual los procedimientos
deben adecuarse a los distintos objetos de cada ciencia, Descartes considerará que el
método ha de ser único, es decir, común en sus reglas para todas las ciencias. La raíz
principal de su racionalismo consistirá, precisamente, en postular la conveniencia de un
método: un método general que daría la unidad de la ciencia universal.
El método expresa la estructura de la razón humana, tal y como ésta puede aplicarse al
conocimiento verdadero de los objetos, y por eso mismo sustenta a cualquier ciencia. El
método es el fundamento de la ciencia universal y, por lo tanto, el núcleo de su
racionalismo. No hay conocimiento, ya sea en el ámbito científico o filosófico, que no
pueda ser racional, es decir, expuesto conforme a las reglas del método. Para buscar

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dicho método, su referencia fundamental serán las matemáticas: desde su juventud había
cultivado las matemáticas, observando que las proposiciones matemáticas no deben su
verdad a la experiencia, sino a la razón ("verdades de razón"). Considerará que
únicamente en las matemáticas se pueden encontrar verdaderas demostraciones, es
decir, ciertas y evidentes. Así pues, las matemáticas le sirvieron de paradigma o modelo
en la búsqueda de unas primeras verdades absolutamente ciertas que le sirvieran de
apoyo en la reconstrucción del edificio de la ciencia y la filosofía.
La filosofía que, como afirma en el prefacio a los Principios de la filosofía, significa el
estudio de la sabiduría, es entendida como un todo: "toda filosofía es como un árbol cuyas
raíces son la metafísica, el tronco la física y las ramas que salen de ese tronco todas las
demás ciencias, que se reducen a tres principales: la medicina, la mecánica y la moral
(...), que es el último grado de la sabiduría".
Así pues, Descartes se decide por una filosofía que asegure el conocimiento perfecto de
todas las cosas que el hombre puede saber, tanto para la conducta de su vida (moral),
como para la conservación de su salud (medicina) como para la invención de las artes
(mecánica).
En síntesis, el proyecto cartesiano propugna la unidad de todas las ciencias, que
dependen de un único método obtenido a partir del modelo que ofrecen las matemáticas.
Descartes consagra la razón como fuente principal de conocimiento y seguro criterio de
verdad. Sobre tales principios racionalistas apoya, a su vez, su método que será, a un
mismo tiempo, punto de arranque y meta de su filosofía. En este sentido, Descartes hace
del método matemático el método de todo lo real: substituye la complejidad de lo real por
las ideas claras y distintas. Las ideas serán los modelos a los que debe ajustarse la
realidad, o bien serán la misma realidad. De esta manera, el pensamiento será la
condición del ser y el "cogito" (tal y como analizaremos) será el principio o punto de
partida del que se deducirá todo lo real.

Abordemos ahora otra gran corriente filosófica de la época moderna, el llamado


empirismo inglés se desarrolla a finales del siglo XVII y sobre todo en el XVIII, en Gran
Bretaña, país donde la burguesía, ayudada por la nobleza, instaura una monarquía
parlamentaria, a diferencia de las monarquías absolutas existentes en la Europa
continental.
Empirismo se contrapone a Racionalismo: mientras que éste tiene como modelo de
ciencia a las Matemáticas, aquél va a tener como modelo de saber científico a las ciencias
experimentales, en particular a la Física.
En sentido amplio, son empiristas todos aquellos filósofos que sostienen que nuestro
conocimiento de la realidad comienza por los sentidos/experiencia (Aristóteles, Ockham,
Bacon,
etc.). En un sentido más restringido, se aplica el término „empirista‟ a aquellos filósofos
ingleses que durante el siglo XVIII formularon una filosofía opuesta al racionalismo
cartesiano: Locke, Berkeley y Hume.

Rasgos generales del ‘empirismo inglés’.


Los empiristas afirman que el origen del conocimiento/ideas está en la experiencia.
Así afirman: “Nihil est in intellectu quod prius non fuerit in sensu” (“Nada hay en el
entendimiento que no haya pasado antes por los sentidos”). Niegan, por tanto, la
existencia de ideas innatas. Y afirman que la experiencia puede ser de dos tipos:
- externa: es la experiencia que tenemos de la realidad exterior gracias a los sentidos, es
decir, a través de las sensaciones.
- interna: es la experiencia que, gracias a la reflexión, nuestra mente tiene de su propia
actividad (sentimientos, pasiones, deseos, imágenes, pensamientos, etc.).

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Afirman también que el conocimiento humano tiene sus límites: los que marca la
experiencia. No podemos conocer con verdad nada que se halle más allá de la
experiencia. (Esto les distingue del Racionalismo, para el cual la razón humana posee
ideas innatas con las que puede llegar a conocer lo que está más allá de la experiencia y
construir la Metafísica.)
Por último, y en esto coinciden con el racionalismo, los empiristas afirman que
nuestro conocimiento es siempre conocimiento de ideas. Discreparán en cuál es el origen
de las ideas: innatismo frente a experiencia. Los empiristas, además, tratarán de descubrir
cuáles son los mecanismos psíquicos en virtud de los cuales nuestra mente
relaciona/asocia ideas para conocer la realidad.
Uno de los principales filósofos empiristas es David Hume, que también podría
presentarse como un pensador ilustrado y, en este sentido, trata de liberar al hombre de
todos aquellos falsos saberes teológicos y metafísicos que, pretendiendo ser ciencias
fundamentales y primeras, no consisten sino en prejuicios, errores y supersticiones,
impidiendo el verdadero progreso del saber humano.
Quiere construir una ciencia (la ciencia de la naturaleza humana o antropología)
que sirva de fundamento a las demás. Esa ciencia tiene que establecer, en primer lugar,
los límites del entendimiento humano, es decir, los límites de lo que podemos conocer,
más allá de los cuales no hay más que “sofistería e ilusión”, dice Hume.
El empirismo radical o consecuente de Hume le lleva, por un lado, a cuestionar la
validez de la Metafísica como supuesto conocimiento esencial de la realidad o ser de las
cosas, afirmando que lo que nos es dado conocer es siempre una realidad fenoménica, y
por otro lado, a un escepticismo moderado: en lo que se refiere al conocimiento de las
relaciones que se dan entre los hechos, no podemos alcanzar ninguna verdad necesaria
(=que posea certeza racional absoluta), únicamente conocimientos probables que, por
costumbre, creemos como verdaderos con un sentimiento muy vivo.

Por último, adentrémonos en el s.XVIII y veamos los rasgos filosóficos de la


ilustración. Con la ilustración se lleva a cabo un desplazamiento de la cuestión teológica
en favor de una mayor centralidad de los problemas de la naturaleza y el hombre. Esto no
supone una ruptura, pues este desplazamiento se hace patente por la situación de crisis
que se está viviendo y de la que son conscientes los pensadores ilustrados. Existe una
nueva forma de acercarse a la realidad, a lo que las cosas son, en esta época. Ésta
manera va a venir suministrada por la naciente ciencia (Galileo, Newton, etc) que al hacer
una interpretación mecanicista de la realidad física, le aporta una regularidad tal que de
ella es posible un conocimiento firme, seguro, matemático, indudable. Éste comenzará a
ser el paradigma nuevo del conocimiento y se buscará en todos los ámbitos una
seguridad semejante a la aportada por él. Además se centra en el sujeto humano como
punto de partida del conocimiento.
Ello supone el abandono de la tesis del realismo ingenuo de la Antigüedad y el
Medioevo que sostenía que en el conocimiento se me da el objeto o cosa tal como es, y
tal como sería aunque yo no lo conociera. Existe ahora una primacía de la Gnoseología
sobre la Ontología. Al desplazarse el interés de la realidad tal como es al sujeto. Lo que
nos interesa fundamentalmente es lo que el sujeto conoce. En consecuencia, la filosofía
primera, el saber fundamental y fundante de los otros, ya no será la Ontología, reflexión
sobre el ser, sino la Gnoseología o Teoría del Conocimiento, reflexión sobre el conocer.
De ahí que, quizás, el primer problema que se plantearán los filósofos de la modernidad
será el del alcance o límites de nuestras facultades cognoscitivas. En esta línea de
preocupación debemos entender la labor de Kant, puesto que en la Crítica de la razón
pura, principalmente, intenta establecer las condiciones del conocimiento pero desde la
perspectiva del sujeto. De esta manera el concepto de verdad varía. La verdad ya no es

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entendida en el sentido clásico de “adecuación de la cosa con el intelecto”. Aunque a


veces se defina así o de forma parecida lo que se quiere decir es otra cosa. La verdad,
propiedad del conocimiento, ya no estarán en la cosa misma, sino en el propio intelecto
del ser humano. Pero, ¿qué hay en el entendimiento que pueda darme noción de
verdad?, Esto será la certeza, el sentimiento de seguridad que siempre acompaña a la
posesión de la verdad; Por eso, habrá que buscar los rasgos de esa certeza que tienen
que ser comunes a todos los seres cognoscentes.

Como dijo Kant en su escrito ¿Qué es la Ilustración? esta es una época en la que
el ser humano debe salir de la minoría de edad producida por tener demasiados tutores
(fe, supercherías, dogmatismo, etc.), tener valor para dirigirse en todo (saber, moral,
religión, etc.) con su propia razón (sápere aude). Por esto en este periodo se pretende
instaurar una nueva etapa de la humanidad haciendo que ésta se guíe no por la tradición,
supersticiones, etc., que no llevan al hombre hacia lo mejor, sino que se debe guiar por la
“luz de la razón” con tal de vivir mejor. En esto se aprecia la importancia de la educación
en la razón (que todos tenemos), por lo que hay una proliferación de escuelas,
enciclopedia, museos, etc. Tienen la esperanza de que si el ser humano se dirige por la
razón, pero una razón crítica, desechará todo aquello que le ha hecho desviarse, como el
dogmatismo (fe ciega en algo sin crítica), prejuicios tradicionales que no se someten a
crítica (enseñanzas de los antiguos pensadores y científicos sin someterlos a crítica,
como ocurría en astronomía, etc.). Esto está influido por los científicos (sobre todo
Newton), que con la razón como capacidad y las matemáticas como instrumento,
describen las leyes de la naturaleza, pudiendo predecir, etc, y otorgando al ser humano
una gran confianza en sus propias capacidades.

La naturaleza de la razón es lo que se estudiará ahora con el fin de buscar qué


posibilidades tiene esta capacidad para orientar la vida del ser humano en todas sus
dimensiones. La razón se desvela ahora de las siguientes maneras: Los pensadores
ilustrados conciben a la razón independiente y autosuficiente, por lo que deben analizarla
para ver sus posibilidades (la razón se toma como autónoma). Además los límites de esta
facultad vienen establecidos por su propia naturaleza, por lo que se estudia ésta
naturaleza de la razón, (por ejemplo Kant), viendo hasta dónde puede llegar (la razón se
toma como limitada). Muchos de los pensadores ilustrados piensan que es necesario una
crítica de la razón para evitar errores del pasado (La razón se toma también como crítica y
criticada). Pero esta crítica no buscará un rechazo sino una clarificación contra los
prejuicios que no nos dejen ver la verdad, contra la tradición como argumento de saber,
contra la autoridad externa a la razón (la fe, la tradición, etc) y sobre todo lo que no sea
racional (superstición, etc.). También se plantea una razón que no cae en el innatismo
sino que parte de un análisis de cómo conocemos a partir de la experiencia y la influencia
de lo racional en el conocimiento, (La razón se toma como analítica). y por último la razón
se toma como secular (sin la guía de la fe), esto significa que intenta secularizar toda la
vida humana, es decir, quitar de la guía del ser humano a la fe y a la religión, para ser
sólo la razón. Esto conlleva una reinterpretación de todo anteponiendo: frente al
teocentrismo el fisiocentrismo (fe racional en la naturaleza y sus leyes); frente a la
salvación sobrenatural la liberación por el trabajo del hombre en la historia y sociedad;
frente a la providencia divina la fe en el progreso sin límites y continuo (hacia mejor). Por
todo esto, la Ilustración es una época donde la preocupación central es el hombre desde
todos los ámbitos, (pues todas las ciencias, etc., llevan en definitiva a él), reinterpretando
todo lo que le concierne, (como conocedor, como religioso, como moral, sociopolítico,
etc.).

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Kant llevará a cabo una síntesis de las dos corrientes que conoce, el racionalismo,
del que se ha empapado como alumno y profesor de la universidad, y el empirismo, que
conoce a través de la lectura de Hume. Estas dos corrientes filosóficas influyen
sobremanera en el pensamiento kantiano puesto que el idealismo trascendental (que es la
filosofía que inaugura Kant), es una suerte de síntesis superadora de las dos corrientes
mencionadas. Kant intentará superar los errores del racionalismo y el empirismo
potenciando sus aciertos y haciendo ver que las dos caras de la misma moneda son
distintas, pero no por eso contradictorias. Las dos constituyen la moneda única del edificio
del saber (teórico y práctico).

Como característica importante de esta etapa de la historia, vamos a ver la


impronta que tienen estos hombres que llevan a analizar la religión con el fin de reducirla
a la razón. Para mostrar esto, podemos observar el título del libro de Kant: La religión
dentro de los límites de la mera razón, para darnos cuenta de la pretensión de estos
hombres, que vieron que la religión sin una guía llena de luz racional, podía llegar a
llenarse de supersticiones, fundamentalismos, etc., desvirtuándose. Así, desean
fundamentar desde la filosofía la religión imperante, en este caso el cristianismo. Los
autores ilustrados se enfrentan a la religión positiva (la religión de las sagradas escrituras,
cristianismo, que tiene dogmas de fe, cree en los milagros, etc.), estableciendo una
religión basada en la razón, o mejor, limitada por ésta. En este sentido, hemos de aclarar
que los ilustrados pretenden sustituir la religión revelada por una religión llamada natural.
Para terminar con este contexto, veamos el proyecto filosófico de Immanuel Kant, quizá el
filósofo ilustrado más importante, que coincide con el de la casi totalidad de los filósofos
de la modernidad, construir la filosofía sobre sólidos cimientos. Tanto el racionalismo, con
Descartes a la cabeza –recordemos que Kant había sido educado en el racionalismo a
través de Wolf-, como el empirismo –Kant conocía la versión de Hume a través de
Beattie- habían pretendido cimentar la filosofía. Pero ambos proyectos han tenido sus
aciertos y sus errores.
El racionalismo ha sido consciente de la importancia de los problemas metafísicos
para la filosofía (yo, Dios, mundo) pero, sin embargo, ha hecho un mal análisis de las
capacidades cognoscitivas del ser humano pretendiendo –además muy
pretenciosamente- que las capacidades cognoscitivas del ser humano eran tales que
podían obtener conocimientos absolutamente ciertos de dichas realidades metafísicas
estableciendo así un sistema de conocimientos a priori, al margen de la experiencia, y
descuidando además la experiencia lo que le llevó a caer en el dogmatismo.
El empirismo, por su parte, ha insistido acertadamente en que las capacidades
cognoscitivas del ser humano deben atenerse a la experiencia. Pero su error ha sido el de
pensar que el conocimiento del ser humano es conocimiento, si se atiene exclusivamente
a la experiencia; con lo que ha eliminado toda posibilidad de un conocimiento
absolutamente cierto, como el de las leyes de la naturaleza, y la posibilidad de tener
acceso, de alguna de otra forma, a las realidades metafísicas (yo, Dios, mundo) dando
lugar, por tanto, a un escepticismo que amenaza con destruir la base misma de las
ciencias y de la misma filosofía.
Kant se propone luchar tanto contra el dogmatismo racionalista como contra el
escepticismo empirista.
Pero su lucha lo que realmente busca es asentar la metafísica –en primer término- y la
ciencia sobre sólidos y firmes cimientos. Para ello tiene que comenzar por el examen
racional de la facultad de conocer o razón teórica como él la denominará para, después
de ver cuáles son los fundamentos y el alcance de nuestro conocimiento poder completar
el análisis buscando cuáles son los fundamentos de la razón en su uso moral (razón
práctica) y descubrir que los fundamentos de la moralidad son los objetos metafísicos

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cuya necesidad debemos admitir. Así, la metafísica se asentará, como veremos, sobre el
suelo firme de la razón teórica y los objetos metafísicos serán alcanzados no mediante
conocimiento sino mediante fe racional.
En consecuencia, debemos afirmar que el proyecto kantiano tiene dos fases
inseparables y que cualquier presentación de una de las dos exige la de la otra porque si
no, el pensamiento kantiano, se tornaría incomprensible ya que estaríamos estableciendo
un reduccionismo del mismo.
Esas dos fases son:
1) El examen de los principios que hacen posible el conocimiento teórico. Examen del uso
teórico de la razón. Kant lo realizará en su obra Crítica de la razón pura.
2) El examen de los principios que hacen posible el conocimiento práctico (fe racional).
Examen del uso práctico de la razón. Lo realizará fundamentalmente en su obra Crítica de
la razón práctica.
A la totalidad del proyecto, el filósofo de Könisberg lo designará como Crítica de la razón
pura. Es decir, examen o investigación de los principios (aprióricos) tanto del uso teórico,
como del práctico de la razón.

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TEMA 4. RENÉ DESCARTES

BIOGRAFÍA DE DESCARTES.
1-. INTRODUCCIÓN.
2-. EL MÉTODO CARTESIANO.
3-. LA CONSTRUCCIÓN DE UN NUEVO EDIFICIO DEL
CONOCIMIENTO:
- LA DUDA METÓDICA.
- LA CERTEZA FUNDAMENTAL. “COGITO ERGO
SUM”.
- LA EXISTENCIA Y EL PAPEL DE DIOS.

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BIOGRAFÍA DE DESCARTES.
Empecemos esta biografía con una interesante frase de Leibniz: ―Acostumbro a llamar a
los escritos de Descartes el vestíbulo de la verdadera filosofía, porque, aunque no haya llegado
a su núcleo íntimo, se le ha aproximado más que ningún otro, con la única excepción de
Galileo, de quien el cielo consintió que recibiésemos todas sus meditaciones sobre diversos
temas que un destino adverso había reducido a silencio. Quien lea a Galileo y a Descartes se
hallará en una posición mejor para descubrir la verdad, que si hubiese explorado el género
entero de los autores comunes‖.
Descartes, ―el padre de la filosofía moderna‖, marcó un giro radical en el terreno del
pensamiento, debido a la crítica a que sometió la herencia cultural, filosófica y científica de la
tradición, y por los nuevos principios sobre los que edificó un tipo de saber que ya no se
centraba en el ser o en Dios, sino en el hombre y la racionalidad humana.
René Descartes nació en La Haye (Turena), el 31 de Marzo de 1596. De familia noble,
fue pronto enviado al colegio jesuita de La Fleche, en Anjou, que era uno de los centros de
enseñanza más famosos de su tiempo. Allí recibió una sólida formación filosófica y científica.
Aquella enseñanza, inspirada en los principios de la filosofía escolástica, dejó insatisfecho y
confuso a Descartes, aunque mostró interés hacia la matemática. Pronto se dio cuenta de la
distancia enorme entre aquella corriente cultural y los nuevos fermentos científicos y filosóficos
que pugnaban por salir a la luz en diversos contextos, y sobre todo percibió con rapidez la
ausencia de una metodología seria, que estuviese en condiciones de instituir, controlar y
ordenar las ideas existentes, y guiar hacia la búsqueda de la verdad.
Descartes, pues, abandonó desorientado el colegio de La Fleche y sin un trozo de saber
que le sirviese como asidero. Por ello, después de haber continuado sus estudios en la
universidad de Poitiers, donde obtuvo la licenciatura en Derecho, y continuando en la máxima
confusión espiritual y cultural, decidió dedicarse a la carrera de las armas. En 1618, cuando
comenzó la Guerra de los Treinta años, se alistó en las tropas de Mauricio de Nassau, quien
combatía contra España y a favor de la libertad de los Países Bajos. En Breda trabó amistad
con un joven cultivador de la física y la matemática, Isaac Beeckman, quien le estimuló a
estudiar física. Dedicado a un proyecto de ―matemática universal‖ en Ulm, donde se halla
formando parte del ejército del duque Maximiliano de Baviera, a cuyas filas había pasado,
manifestó haber tenido entre el 10 y el 11 de noviembre de 1619 una especie de revelación
intelectual acerca de los fundamentos de ―una ciencia admirable‖.
Se estableció en Holanda, tierra de tolerancia y de libertad. Cuando estaba a punto de
editarse su libro ―Tratado sobre el mundo y sobre el hombre‖, se enteró de la condena a
Galileo, a acusa de las tesis copernicanas que también Descartes compartía, y por ello escribió
a Mersenne diciéndole: ―Estoy casi decidido a quemar todos mis papeles o, por lo menos, a no
dejar que nadie los vea.‖ El recuerdo de la hoguera a la que fue condenado Giordano Bruno –
que la condena de Galileo le hacía venir a la memoria- influyeron decisivamente en su ánimo
esquivo, contrario a las desazones que perturban la paz del espíritu, tan necesario para los
estudios.
Descartes advirtió la urgente necesidad de afrontar el problema de la objetividad de la
razón y de la autonomía de la ciencia en relación con el Dios omnipotente. A ello también le
llevó el hecho de que Urbano VIII hubiese condenado la tesis galileana como contraria a la
Escritura. Desde 1633 a 1637 escribió el ―Discurso de Método‖. A diferencia de Galileo, que no
había elaborado un tratado explícito sobre el método, Descartes consideró que era importante
demostrar el carácter objetivo de la razón e indicar las reglas en las que había que inspirarse
para alcanzar dicha objetividad. Nacido en un contexto polémico y como defensa de la nueva
ciencia, el ―Discurso del Método‖ se convirtió en la carta magna de la nueva filosofía.
Se remonta a este período su amor por Helène Jans, con la que tuvo a Francine, la
hijita que amó con ternura y que murió cuando sólo tenía cinco años. El dolor causado por la
pérdida de la niña afectó profundamente su ánimo y, en parte, también su pensamiento, si
bien sus escritos siempre fueron severos y rigurosos. Comenzó la redacción de la
―Meditaciones Metafísicas‖, escritas en latín ya que estaban reservadas a los doctos. Tale
Meditaciones serán publicadas en 1641.
Amargado por las polémicas que habían desencadenado los profesores de la universidad
de Leiden, que llegaron a prohibir el estudio de sus obras, y no dispuesto a regresar a Francia,
Descartes aceptó en 1649 la invitación de la reina Cristina de Suecia y, después de haber
entregado a la imprenta el manuscrito de su último trabajo, ―Les passions de l’âme‖, dejó

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

definitivamente Holanda, que ya no era hospitalaria con él. En la corte sueca Descartes, para
celebrar el final de la Guerra de los Treinta Años y la paz de Westfalia, escribe ―El nacimiento
de la paz‖. No obstante, fue muy breve el tiempo que pasó en la corte sueca, ya que la reina
Cristina, dada su costumbre de mantener sus conversaciones a las cinco de la mañana,
obligaba a Descartes a levantarse muy temprano, a pesar de la inclemencia del clima y la nada
robusta constitución del filósofo. En consecuencia la mañana del 2 de febrero de 1650, el
filósofo al salir de palacio cayó enfermo de pulmonía y murió después de una semana de
sufrimientos. Sus despojos mortales, trasladados a Francia en 1667, descansan en la iglesia de
Saint Germain des Pres, en París.

1-. INTRODUCCIÓN. EL PROYECTO RACIONALISTA DE


DESCARTES.
Este filósofo y científico francés ha sido considerado como "padre de la Filosofía
Moderna". La clara definición de sus fines y la amplitud de su proyecto son rasgos
característicos del pensamiento cartesiano. Su proyecto inicial pretende el logro de una ciencia
universal. Así pues, el proyecto cartesiano va a concretarse bajo un lema: la unidad de la
ciencia, que planteará en un contexto matemático. El desarrollo del pensamiento cartesiano
constituye una progresiva explicitación y fundamentación de este proyecto inicial de unidad
entre todas las ciencias. En este sentido, la vía cartesiana a la filosofía tiene su punto de
partida en la noción de ciencia universal. Descartes no acepta los cimientos del conocimiento
aceptados por sus predecesores y por ello se esfuerza por construir un nuevo edificio filosófico,
asentado sobre cimientos firmes.

Este proyecto genuinamente cartesiano de elaboración de una ciencia universal, que


intuye en su "hallazgo admirable" a partir de los célebres "sueños" de noviembre de 1619,
nace en gran medida como reacción frente a la filosofía escolar de su época que Descartes
percibe como caracterizada por el desacuerdo en casi todas las cuestiones. Por otra parte,
rechaza la lógica silogística que había imperado durante toda la escolástica. De este modo,
frente a la idea escolástica, según la cual los procedimientos deben adecuarse a los distintos
objetos de cada ciencia, Descartes considerará que el método ha de ser único, es decir, común
en sus reglas para todas las ciencias. La raíz principal de su racionalismo consistirá,
precisamente, en postular la conveniencia de un método: un método general que daría la
unidad de la ciencia universal.

El método expresa la estructura de la razón humana, tal y como ésta puede aplicarse al
conocimiento verdadero de los objetos, y por eso mismo sustenta a cualquier ciencia. El
método es el fundamento de la ciencia universal y, por lo tanto, el núcleo de su racionalismo.
No hay conocimiento, ya sea en el ámbito científico o filosófico, que no pueda ser racional, es
decir, expuesto conforme a las reglas del método. Para buscar dicho método, su referencia
fundamental serán las matemáticas: desde su juventud había cultivado las matemáticas,
observando que las proposiciones matemáticas no deben su verdad a la experiencia, sino a la
razón ("verdades de razón"). Considerará que únicamente en las matemáticas se pueden
encontrar verdaderas demostraciones, es decir, ciertas y evidentes. De aquí surge su propósito
de crear una especie de matemática universal, liberada de los números y de las figuras, para
que pueda servir de modelo a todos los saberes. En este contexto de crítica y de recuperación
de las ciencias matemáticas hay que leer el pasaje en el que Descartes, en su ―Discurso del
Método‖, afirma que quiere inspirar el método del nuevo saber en la claridad y el rigor típicos
de procedimientos geométricos: ―Aquellas largas cadenas de razonamientos, todas ellas
sencillas y fáciles, de las que se suelen servir los geómetras para llegar hasta sus más difíciles
demostraciones, me habían dado la ocasión de imaginar que todas las cosas que el hombre
puede conocer se producen del mismo modo y que, si nos abstenemos de aceptar por
verdadera una cosa que no lo es, y siempre que se respete el orden necesario para reducir una
cosa de otra, no habrá nada que esté tan lejano que al final no pueda llegarse allí, ni nada tan
oculto que no pueda descubrirse.

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

Así pues, las matemáticas le sirvieron de paradigma o modelo en la búsqueda de unas


primeras verdades absolutamente ciertas que le sirvieran de apoyo en la reconstrucción del
edificio de la ciencia y la filosofía.

La filosofía que, como afirma en el prefacio a los Principios de la filosofía, significa el


estudio de la sabiduría, es entendida como un todo: "toda filosofía es como un árbol cuyas
raíces son la metafísica, el tronco la física y las ramas que salen de ese tronco todas las demás
ciencias, que se reducen a tres principales: la medicina, la mecánica y la moral (...), que es el
último grado de la sabiduría". Así pues, Descartes se decide por una filosofía que asegure el
conocimiento perfecto de todas las cosas que el hombre puede saber, tanto para la conducta
de su vida (moral), como para la conservación de su salud (medicina) como para la invención
de las artes (mecánica). Si toda la casa se derrumba, si se hunden la vieja metafísica y la vieja
ciencia, entonces el nuevo método aparecerá como el principio de un saber nuevo, que está en
disposición de impedir que nos perdamos en ciertas formas de escepticismo. Es urgente, pues,
diseñar una filosofía que justifique la confianza en la razón, una filosofía capaz de encontrar la
verdad fundamentándose en un método universal y fecundo. Descartes llama la atención sobre
el fundamento, porque de éste depende la amplitud y la solidez del edificio que hay que
construir y contraponer al edificio aristotélico, sobre el cual se apoya la tradición filosófica
anterior. Lo que urge poner en claro es el fundamento que permita un nuevo tipo de
conocimiento de la totalidad de lo real, por lo menos en sus líneas esenciales.

En síntesis, el proyecto cartesiano propugna la unidad de todas las ciencias, que


dependen de un único método obtenido a partir del modelo que ofrecen las matemáticas.
Descartes consagra la razón como fuente principal de conocimiento y seguro criterio de
verdad. Sobre tales principios racionalistas apoya, a su vez, su método que será, a un mismo
tiempo, punto de arranque y meta de su filosofía. En este sentido, Descartes hace del método
matemático el método de todo lo real: substituye la complejidad de lo real por las ideas claras
y distintas. Las ideas serán los modelos a los que debe ajustarse la realidad, o bien serán la
misma realidad. De esta manera, el pensamiento será la condición del ser y el "cogito" (tal y
como analizaremos) será el principio o punto de partida del que se deducirá todo lo real.

2-. EL MÉTODO CARTESIANO.


Tal y como ya hemos señalado, el método es el gran principio unificador en el sistema
cartesiano, pues revela su teoría de la ciencia única. En sus Reglas para la dirección del
espíritu señala que "antes que hacerlo sin método, es mejor renunciar a buscar verdad
alguna". Como la inteligencia es la misma en todos los hombres, el método debe ser uno y
universal, no limitado a materia alguna en particular, sino aplicable a todo conocimiento. El
método tiene como principal objetivo facilitar el uso natural de la razón que, abandonada a sí
misma, no se equivoca.

Descartes concibe el método como un camino seguro que nos llevará a un conocimiento
perfecto, proporcionándonos certeza y evidencia, pues "toda ciencia es un conocimiento cierto
y evidente". Así pues, entiende el método como un conjunto de reglas ciertas y sencillas que
impiden tomar jamás un error por una verdad. En este sentido, afirma: "Entiendo por método
reglas ciertas y fáciles, mediante las cuales el que las observe exactamente no tomará nunca
nada falso por verdadero y, no empleando inútilmente ningún esfuerzo de la mente, sino
aumentando siempre gradualmente su ciencia, llegará al conocimiento verdadero de todo
aquello de que es capaz" (Reglas para la dirección del espíritu). Teniendo en cuenta esta
definición, apreciamos que las ventajas de este método son que:
1º evita el error llevándonos a la verdad con seguridad;
2º que permite aumentar los conocimientos verdaderos
3º que es sencillo.

Para Descartes, "intuición" y "deducción" son las dos operaciones fundamentales de la


mente; si bien hace todo lo posible por intentar reducir esta última a la primera. El método

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

consiste en reglas para emplear correctamente estas dos operaciones mentales. La finalidad
del método consistirá en posibilitar el ejercicio de la intuición, y en señalar la manera adecuada
de realizar deducciones, así como en seguir el orden. Con ello colocará a la mente en el umbral
mismo de la ciencia.

LAS REGLAS DEL MÉTODO (de su Discurso del método)


Una vez que hemos expuesto la definición y pretensión del método cartesiano, vamos a
mostrar la presentación de esas reglas que dice que debe tener, y que se deben realizar
indiscutiblemente si queremos llegar a los objetivos marcados.
Veamos cuáles son las cuatro reglas que configuran el método cartesiano:
1ª regla. Constituye tanto el punto de partida como el punto de llegada del método.
Dice así: ―Nuca acoger nada como verdadero, si antes no se conoce que lo es con evidencia:
por lo tanto evitar la precipitación; y no establecer juicios que estén más allá de lo que se
presenta ante mi inteligencia de forma clara y distinta excluyendo cualquier posibilidad de
duda‖. Esta primera regla se convierte así en el principio normativo fundamental, porque todo
debe converger hacia la claridad y la distinción, a las que precisamente se reduce la
evidencia. ¿Cuál es el acto intelectual mediante el cual se logra la evidencia? Es la intuición,
que Descartes describe de la siguiente forma: ―No es el testimonio fluctuante de los sentidos o
el juicio falaz de la imaginación, sino un concepto de la mente pura y atenta, tan fácil y
distinto que no queda ninguna duda alrededor de lo que pensamos‖. El acto intuitivo, la
intuición, se autofundamenta y se autojustifica, ya que tiene como garantía la transparencia
entre razón y contenido intuitivo. Se trata de aquella idea clara y distinta que refleja ―sólo la
luz de la razón‖, sin que todavía se haya puesto en relación con otras ideas, sino considerada
en sí misma. El objetivo de las otras tres reglas consiste en llegar a esta transparencia mutua.
2ª regla. ―Dividir todo problema que se someta a estudio en tantas partes menores
como sea posible y necesario para resolverlo mejor‖. Se trata de un defensa del método
analítico, el único que nos puede llevar hasta la evidencia, porque al desmenuzar lo complejo
en sus partes más sencillas, permite que el intelecto despeje todas sus dudas. La intuición
necesita de la simplicidad que se logra a través de la descomposición de lo complejo.
Descartes llama ―simple‖ aquello cuyo conocimiento es tan claro y distinto que la mente no
puede dividirlo más. Si lo verdadero está mezclado con lo falso, el método analítico deshace tal
mezcla liberando lo verdadero.
3ª regla. Al análisis le debe seguir la síntesis. ―La tercera regla es la de conducir con
orden mis pensamientos, comenzando por los objetos más simples y más fáciles de conocer,
para ascender poco a poco, hasta el conocimiento de los más complejos, suponiendo que hay
un orden‖. Se trata de reconstruir un orden o de crear una cadena de razonamientos, que van
desde lo sencillo hasta lo compuesto y que no pueden dejar de tener una correspondencia con
la realidad. ¿Cuál es la importancia de la síntesis? Puede parecer que a través de este doble
trabajo no surge nada realmente nuevo, ya que acabamos por encontrar el mismo objeto del
cuál habíamos partido. En realidad ya no es el mismo objeto: el compuesto reconstruido es
otra cosa, ya que está penetrado por la luminosidad transparente del pensamiento.
4ª regla. ―La última regla es la de efectuar en todas partes enumeraciones tan
complejas y revisiones tan generales que se esté seguro de no haber omitido nada‖.

Todo el método consiste en seguir un orden, es decir, en reconducir las proposiciones


oscuras a las más simples, y en ascender a continuación, gradualmente, de lo más simple a lo
más complejo, apoyándose siempre en la intuición y en la deducción. La intuición es una visión
o mirada precisa e indubitable, concepción de un espíritu atento y puro, conocimiento directo o
inmediato, que permite tomar una cosa como verdadera al captar su idea clara y
distintamente. Es clara una idea (contenido espiritual u objeto de pensamiento en tanto que
pensado) presente y manifiesta para un espíritu atento. Por su parte, una idea es distinta
cuando nos aparece de manera precisa y diferente a todas las demás. El proceder de
Descartes descansa, pues, en la evidencia, es decir, en el carácter de lo que se impone
inmediatamente al espíritu y entraña su asentimiento. Junto a la intuición es necesaria
también la deducción racional: operación discursiva que supone un camino, una demostración
o encadenamiento lógico o sucesión. La deducción representa un movimiento ordenado que va
de proposición en proposición, un lazo establecido entre verdades intuitivas.

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

Las cuatro reglas que expone Descartes en su ―Discurso del Método‖, son reglas
simples que subrayan la necesidad de que se tenga una plena conciencia de los pasos
mediante los cuales se articula cualquier investigación rigurosa. Constituyen el modelo del
saber, porque la claridad y la distinción evitan los posibles equívocos o las generalizaciones
apresuradas. A tal efecto, ante los problemas complejos y ante fenómenos confusos, hay que
llegar hasta los elementos más simples, que no pueden descomponerse más, para que queden
iluminados por la luz de la razón.

3-. LA CONSTRUCCIÓN DE UN NUEVO EDICIFIO DEL


CONOCIMIENTO.

- LA DUDA METÓDICA.
Una vez establecidas las reglas del método, es necesario justificarlas, dar cuenta de su
universalidad y fecundidad.
Descartes aplica sus reglas al saber tradicional para comprobar si contiene alguna
verdad tan clara y distinta que permita eliminar cualquier motivo de duda. Si la aplicación de
estas reglas nos conduce a una verdad indubitable, entonces habrá que asumir que ésta es el
comienzo de una larga cadena de razonamientos o el fundamento del saber. La condición que
siempre hay que respetar en ese proceso de búsqueda de una verdad indubitable es la
siguiente: No será lícito aceptar como verdadera una aserción que se vea teñida por la duda o
por una posible perplejidad. Habrá, por tanto, que examinar los principios sobre los que se
fundamenta el saber tradicional; si tales principios caen, todo lo que se fundamente sobre ellos
también caerá.
Empezaremos señalando que buena parte del saber tradicional pretende estar basado
en la experiencia sensible. Ahora bien, ¿cómo es posible considerar como cierto e indudable un
saber que se origina en los sentidos, si éstos a veces nos engañan? Por ello, Descartes en el
Discurso del Método afirma lo siguiente: ―Dado que los sentidos a veces nos engañan, decidí
suponer que ninguna cosa era tal como nos la representaban los sentidos‖.
Avanzando en la destrucción de los cimientos sobre los que se sostenía el saber
tradicional, Descartes nos dice que una parte de dicho saber también se fundamenta en la
razón; la razón tampoco parece estar exenta, para Descartes, al menos en este primer
momento acrítico, de obscuridad e incertidumbre, ya que podemos decir que hay quien se
equivoca al razonar, y por ello, Descartes va a rechazar todas las demostraciones que
anteriormente se tomaban como verdaderas.
Descartes también nos presenta en sus ―Meditaciones Metafísicas‖ la confusión que el
ser humano experimenta entre el sueño y la vigilia. En alguna que otra ocasión nos ha
sucedido que hemos estado convencidos de vivir una situación que tan sólo era un sueño o
una pesadilla, pero tan sólo nos hemos dado cuenta que era una ficción en el momento de
despertar, ya que mientras tanto estábamos convencidos que era real; por ello Descartes nos
dice, ¿cómo podemos estar convencidos de que lo que estamos viviendo ahora es real o tan
sólo un sueño?
Por último, nos encontramos con el saber matemático, que parece indudable, porque es
válido tanto en el estado de vigilia como en el sueño. Dos más dos suman cuatro en cualquier
circunstancia y en cualquier estado. No obstante, ¿quién me impediría pensar que existe ―un
genio maligno, astuto y engañador‖ que mofándose de mí me lleva a considerar como
evidentes cosas que no lo son? Aquí la duda se convierte en algo radical, ya que se aplica a
ámbitos que en el pasado estaban fuera de toda sospecha. ¿Acaso el saber matemático no
podría ser una construcción grandiosa basada en un equívoco o en una colosal mixtificación?
―Supondré, pues, que exista no ya un Dios verdadero, fuente soberana de verdad, sino un
cierto genio maligno, no menos astuto y engañador que potente, que empleó toda su industria
en engañarme.‖
Podemos concluir afirmando que no existe en el edificio del saber ningún rincón sano.
La casa se hunde porque los cimientos están socavados. Nada resiste a la fuerza corrosiva de
la duda. Descarte escribe lo siguiente en las Meditaciones Metafísicas: ―Yo supongo que todas
las cosas que veo son falsas; me digo a mí mismo que jamás ha existido nada de lo que mi
memoria llena de mentiras me representa; pienso que no tengo ningún sentido; creo que el

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

cuerpo, la figura, la extensión, el movimiento y el lugar no son más que ficciones de mi


espíritu. ¿Qué podrá ser considerado como verdadero? ¿Ninguna otra cosa, quizás que no sea
que en el mundo nada hay de cierto?‖. Es obvio que aquí no nos encontramos ante la duda de
los escépticos. Aquí la duda quiere llevar hacia la verdad, y por eso se llama ―metódica‖, en la
medida en que constituye un paso obligado, pero también provisional, para llegar hasta la
verdad. Descartes quiere poner en crisis el dogmatismo de los filósofos tradicionales y, al
mismo tiempo, combatir aquella actitud próxima al escepticismo que se dedicaba a ponerlo
todo en duda, sin ofrecer nada a cambio. A través de la duda, Descartes quiere remover las
aguas estancadas de la conciencia tradicional, quiere que se perciba el fecundo peso de la
duda, para que surja algo más auténtico y más seguro. No se pueden aprovechar debidamente
las implicaciones de la duda si a través de sus sombras no percibimos una luz que se esfuerza
por salir a la superficie, pero que hay que hacer que brille para que el hombre vuelva a pensar
con plena libertad.

- LA CERTEZA FUNDAMENTAL. “COGITO ERGO SUM”.


Después de haberlo puesto todo en duda, ―inmediatamente después, hube de constatar
–prosigue Descartes en el Discurso de Método- que, aunque quería pensar que todo era falso,
era por fuerza necesario que yo, que así pensaba, fuese algo. Y al observar que esta verdad
„pienso, luego soy‟, era tan firme y sólida que no eran capaces de conmoverla ni siquiera las
más extravagantes hipótesis de los escépticos, juzgué que podía aceptarla como el primer
principio de la filosofía que yo buscaba‖.
La proposición ―pienso, luego soy‖ es absolutamente verdadera, porque incluso la duda
–por extremada y radical que se muestre- la confirma.
¿Qué entiende Descartes por pensamiento? Descartes entiende por pensamiento todo lo
que en nosotros está hecho de forma que nos permite ser inmediatamente conscientes de ello;
así, todas las operaciones de la voluntad, del intelecto, de la imaginación y de los sentidos son
pensamientos.
―Pienso, luego soy‖ no es un razonamiento, es una pura intuición, se trata de un acto
intuitivo, gracias al cual percibo mi existencia en tanto pensante. Cuando Descartes trata de
definir nuestra existencia, sostiene que ésta es una res cogitans, una cosa pensante, en la que
no hay ruptura entre pensamiento y ser.
La aplicación de las reglas del método ha llevado así al descubrimiento de una verdad
que de manera retroactiva confirma la validez de aquellas reglas, que encuentran un
fundamento y pueden entonces tomarse como norma de cualquier saber.
Descartes tan sólo va a aceptar como verdaderas aquellas cosas que se conciban de
una manera clara y distinta; de este modo la claridad y la distinción cobran una especial
importancia. ¿En qué se fundamentan la claridad y la distinción? Se basan en la certeza
adquirida de que nuestro ―yo‖ o la conciencia propia como realidad pensante se presenta con
los rasgos de la claridad y la distinción. A partir de ahora la actividad cognoscitiva tendrá que
buscar la claridad y la distinción que son los rasgos típicos de la primera verdad, y por tanto
deben caracterizar a toda verdad.
De este modo la filosofía deja de centrarse en la ontología y se convierte en
gnoseología. Este desplazamiento desde el plano del ser hasta el del pensamiento puede
percibirse con claridad a través del distinto peso teórico que tiene el cogito en san Agustín –
que lo elaboró teóricamente por primera vez- y en Descartes, que volvió a plantearlo. En su
polémica contra los escépticos, Agustín había señalado que ―si fallor sum‖, si dudo soy. La
duda es una forma de pensamiento y el pensamiento no se concibe fuera del ser. Se trata de
una primacía del ser y por tanto de Dios. Descartes, en cambio, utiliza la expresión ―cogito
ergo sum‖ para subrayar las exigencias del pensamiento humano: la claridad y la distinción en
la que deben basarse los demás conocimientos. En Agustín el cogito revela a Dios, en
Descartes revela al hombre, o mejor dicho, las exigencias que deben caracterizar su
pensamiento.
A partir de ahora todo saber tendrá que inspirarse en dicho método, porque no está
fundamentado por la matemática, sino que la fundamenta a ésta, al igual que a cualquier otra
ciencia. Aquello a lo que este método conduce y aquello sobre lo que se fundamenta es la
razón humana, aquella recta razón que pertenece a todos los hombres. ¿Qué es esa ―recta
razón‖? La facultad de juzgar correctamente y de distinguir lo verdadero de lo falso. Si la razón
es res cogitans, que se constituye a través de la duda universal –hasta el punto de que ningún

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

genio maligno puede tenderle artimañas y ningún engaño de los sentidos puede obscurecerla-
entonces el saber tendrá que fundarse sobre ella, habrá que imitar su claridad y su distinción,
que son los únicos postulados irrenunciables del nuevo saber.

- LA EXISTENCIA Y EL PAPEL DE DIOS.


El ―yo‖ como ser pensante, se revela como lugar de una multiplicidad de ideas, que la
filosofía debe cribar con todo rigor. Si el cogito es la primera verdad evidente por sí misma,
¿qué otras ideas de presentan con el mismo grado de evidencia? ¿Es posible tomarlo como
punto de partida y reconstruir con ideas claras y distintas –como el cogito- el edificio del
saber? Ya que Descartes coloca el fundamento del saber en la conciencia, ¿cómo se logrará
salir de ésta y reafirmar el mundo exterior? En resumen, las ideas, que Descartes no considera
en el sentido tradicional de esencias o de arquetipos de lo real, sino como presencias reales
ante la conciencia, ¿poseen acaso un carácter objetivo, en el sentido de que representen un
objeto, una realidad? En otras palabras: como formas mentales resultan indudables, porque
tengo de ellas una percepción inmediata, pero en la medida en que representan una realidad
distinta de mí, ¿son verídicas, representan una realidad objetiva o son simples ficciones
mentales?
Antes de responder a esta pregunta, conviene recordar que Descartes divide las ideas
en tres clases: ideas innatas, las que encuentro en mí, nacidas junto con mi conciencia;
ideas adventicias, que me llegan desde fuera y se refieren a cosas por completo distintas de
mí; e ideas artificiales, o construidas por mí mismo. Descartando estas últimas como
ilusorias, el problema se centra en la objetividad de las ideas innatas y de las ideas
adventicias.
Las ideas adventicias, que me remiten a un mundo exterior, ¿son realmente objetivas?
¿Quién garantiza tal objetividad? Podría responderse: la claridad y la distinción. Pero, ¿y si las
facultades sensibles nos engañasen? Para hacer frente a esta serie de dificultades y para
fundamentar de manera definitiva el carácter objetivo de nuestras facultades cognoscitivas,
Descartes plantea y soluciona el problema de la existencia y de la función de Dios.
Entre las muchas ideas que hay en la conciencia, Descartes destaca la idea innata de
Dios, en cuanto ―sustancia infinita, eterna, inmutable, omnisciente, y por la cual yo mismo y
todas las demás cosas que existen (si es verdad que existen cosas) hemos sido creados y
producidos‖. A partir de aquí Descartes trata el problema de la existencia de Dios.
Con respecto a esta idea que posee los rasgos mencionados, Descartes afirma: ―Es algo
manifiesto a la luz natural el que debe haber por lo menos tanta realidad en la causa eficiente
y total, como la hay en su efecto: porque, ¿de dónde sacaría el efecto su realidad, si no es de
su propia causa, y cómo podría comunicársela ésta, si no la poseyese en sí misma?‖. Ahora
bien, supuesto tal principio, es evidente que el autor de esta idea, que está en mí, no soy yo,
imperfecto y finito, ni ningún ser igualmente limitado. Tal idea que está en mí pero no procede
de mí, sólo puede tener como causa adecuada a un ser infinito, es decir, a Dios.
La misma idea innata de Dios puede proporcionarnos una segunda reflexión que
confirma los resultados de la primera argumentación. Si la idea de un ser infinito que está en
mí, también procediese de mí, ¿no me habría producido yo mismo de un modo perfecto e
ilimitado, y no por el contrario imperfecto, como se aprecia a través de la duda y de la
aspiración jamás satisfecha a la felicidad y a la perfección?
Finalmente, apoyándose en las implicaciones de dicha idea, Descartes formula un tercer
argumento, conocido con el nombre de prueba ontológica. La existencia es parte integrante de
la esencia, por lo cual no es posible tener la idea de Dios sin admitir al mismo tiempo su
existencia; al no poder concebir a Dios sin existencia, se sigue que Dios existe verdadera y
necesariamente.
¿Por qué Descartes se dedica con tanta insistencia al problema de la existencia de Dios,
si no es para poner en claro la riqueza de nuestra conciencia? En efecto, en la Meditaciones
Metafísicas se sostiene que la idea de Dios es ―como la marca del artesano que se coloca en su
obra, y ni siquiera es necesario que esta marca sea algo diferente a la obra misma‖. Por lo
tanto, al analizar la conciencia Descartes tropieza con una idea que está en nosotros pero no
procede de nosotros y que nos penetra profundamente, como el sello del artífice a la obra de
sus manos. Ahora bien, si esto es verdad y si es cierto que Dios –puesto que es sumamente
perfecto- también es sumamente veraz e inmutable, ¿no deberíamos entonces tener una
inmensa confianza en nosotros, en nuestras facultades, que son obra suya?

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

La dependencia del hombre con respecto de Dios no lleva a Descartes a las mismas
conclusiones que habían elaborado la metafísica y la teología tradicionales: la primacía de Dios
y el valor normativo de sus preceptos y de todo lo que está revelado en la Escritura. La idea de
Dios en nosotros, como la marca del artesano en su obra, es utilizada para defender la
positividad de la realidad humana y –desde el punto de vista de las potencias cognoscitivas- su
capacidad natural para conocer la verdad y, en lo concerniente al mundo, la inmutabilidad de
sus leyes. Aquí es donde se ve derrotada de forma radical la idea del genio maligno o de una
fuerza destructiva que pueda burlar al hombre. Bajo la protectora fuerza de Dios las facultades
cognoscitivas no nos pueden engañar, puesto que en tal caso Dios mismo –su creador- sería el
responsable de este engaño. Y como Dios es sumamente perfecto, no puede mentir. Aquel
Dios, en cuyo nombre se intentaba obstaculizar la expansión del nuevo pensamiento científico,
aparece aquí como el garante de la capacidad cognoscitiva de nuestras facultades. La duda se
ve derrotada y el criterio de evidencia está justificado de modo concluyente. Únicamente para
el ateo la duda no ha sido vencida de manera definitiva, porque siempre puede poner en duda
lo que le indican sus facultades cognoscitivas, al no reconocer que éstas fueron creadas por
Dios, suma bondad y verdad.
Dios garantiza todas aquellas verdades claras y distintas que el hombre está en
condiciones de alcanzar. El hombre conoce y nada más, sin la menor intención de emular a
Dios. Se defiende a la vez el sentido de la finitud de la razón y el sentido de su objetividad. La
razón del hombre es específicamente humana, no divina, pero su actividad se halla
garantizada por aquel Dios la ha creado.
Sin embargo, si bien es cierto que Dios es veraz y no engaña, también es cierto que el
hombre yerra. ¿Cuál es entonces el origen del error? Ciertamente el error no es imputable a
Dios sino al hombre, porque no siempre se muestra fiel a la claridad y a la distinción. Las
facultades del hombre funcionan bien, pero de éste depende el hacer un buen uso de ellas, no
tomando como si fuesen claras y distintas ideas aproximativas y confusas. El error tiene lugar
en el juicio, y para Descartes, pensar no es juzgar, porque en el juicio interviene tanto el
intelecto como la voluntad. El intelecto que elabora las ideas claras y distintas no se equivoca.
El error surge de la inadecuada presión de la voluntad sobre el intelecto.
Con esta inmensa confianza en el hombre y en sus facultades cognoscitivas y después
de haber señalado las causas y las implicaciones del error, Descartes puede avanzar ahora
hacia el conocimiento del mundo y de sí mismo, en cuanto se halla en el mundo. Ya se ha
justificado el método, se ha fundamentado la claridad y la distinción, y la unidad del saber ha
sido reconducida a su fuente, la razón humana, sostenida e iluminada por la garantía de la
suprema veracidad de su Creador.

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TEMA 5.IMMANUEL KANT

1. INTRODUCCIÓN:

a. PROYECTO DE KANT
i. EL JUICIO A LA RAZÓN Y LA FILOSOFÍA
CRÍTICA
ii. EL USO TEÓRICO Y USO PRÁCTICO DE LA
RAZÓN

2. EL FORMALISMO MORAL DE KANT:


a. ÉTICAS MATERIALES
b. CRÍTICA A LAS ÉTICAS MATERIALES:
c. LA ÉTICA FORMAL DE KANT FRENTE A LAS ÉTICAS
MATERIALES:
d. LA ÉTICA FORMAL KANTIANA: PUNTO DE PARTIDA
Y CARACTERÍSTICAS
e. LOS POSTULADOS DE LA RAZÓN. CONSECUENCIAS
DE LA MORAL DE KANT
f. LOS POSTULADOS DE LA RAZÓN PRÁCTICA

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

1. INTRODUCCIÓN: EL PROYECTO DE KANT


Lo primero que debemos hacer, es vislumbrar el proyecto de este insigne autor, pues
sólo desde su proyecto como pensador ilustrado, podemos apreciar el valor de su
pensamiento.

EL JUICIO A LA RAZÓN Y LA FILOSOFÍA CRÍTICA


La filosofía kantiana no puede deslindarse de su contexto, la Ilustración, pues lo que
este autor pretende tiene que ver en gran medida con los intereses que ocupan a los autores
de esta época: clarificar al ser humano (en cuanto a lo que éste es, el conocimiento y la acción
moral) y la sociedad. De esta manera, Kant se enfrentará a la difícil tarea de analizar y criticar
la razón, esa facultad humana que tantas interpretaciones tenía en su época, y desde la cual
se determinan cosas tan fundamentales como la ciencia y el quehacer científico; la acción
moral y la ordenación de la sociedad así como el proyecto histórico en el que se realiza ésta.
De tal manera le ocupa esta preocupación, que Kant aparece como uno de los autores que
establecen la crítica como tarea fundamental de la filosofía.
Kant es el máximo representante de la llamada filosofía crítica y esto es así porque su
tarea fundamental es someter a la razón al tribunal crítico que elimine de ella todos los
elementos oscuros y no racionales. La tarea fundamental de este pensador, es hacer un juicio
a la razón, para resolver las interpretaciones antagónicas e irreconciliables de la razón que
había en su tiempo. Por un lado existía una interpretación que provenía del dogmatismo
racionalista la cual tomaba a la razón como la base o fundamento del conocimiento y de la
moral (Wolf, y los racionalistas). Por otro lado está la interpretación del positivismo y
escepticismo empirista que llega a mantener que el fundamento se remite a lo dado a los
sentidos (Hume); y también aprecia Kant, que se ha llegado a veces a una interpretación que
desvirtúa la razón y que se llega al irracionalismo realizando una sobre valoración del
sentimiento, de la fe mística, que niega la razón misma.
Teniendo en cuenta todo esto, elabora una crítica a la razón para elevar a la mayoría de edad
al hombre y que piense por sí mismo (para que se valga de su propio entendimiento) y así
realizar verdaderamente la libertad y superar las constricciones (civil y de la conciencia social y
religiosa) a las que todo ser humano estaba sometido. Además, esta labor le permite saber
qué es el hombre, así como cuales son sus fines e intereses y de esta manera pretende que el
ser humano sea libre, haciendo que se realice en su praxis (en la práctica, en su quehacer).
Lo que busca Kant con este juicio a la razón, es pues, hacer que salga de su minoría de edad y
que por lo tanto viva como un verdadero ser humano, (sapere aude).
Para seguir el planteamiento del juicio a la razón que elaborará Kant, debemos
pararnos a apreciar qué entiende este autor por razón. Así cuando nos habla de razón se
refiere a aquella que establece desde sí misma los principios que rigen el conocimiento de la
naturaleza y que establece las leyes que regulan las acciones morales humanas. La
preocupación por estos temas, es lo que lleva al concepto mundano de la filosofía pues esta
disciplina estudia la relación de todos los conocimientos del ser humano, proponiéndose
responder a cuatro preguntas fundamentales: ¿qué puedo conocer?; ¿qué debo hacer? y ¿qué
me cabe esperar?, preguntas que se pueden reducir a la fundamental que es: ¿qué es el
hombre?. De esta manera a la pregunta de qué puedo conocer busca la respuesta de qué
límites tiene el conocimiento de la naturaleza, así como qué principios lo rigen.
Fundamentalmente responde a esta pregunta en la obra Crítica de la razón pura. A la segunda
pregunta, ¿qué debo hacer?, contesta en obras como la Crítica de la razón práctica, y la
Fundamentación de la metafísica de las costumbres, en las que se dedica a establecer y
justificar los principios de la acción moral y las condiciones de la libertad humana. Con la
última pregunta ¿qué me cabe esperar?, busca analizar el destino último del ser humano así
como establecer las condiciones de su realización, por lo que es una pregunta que tiene que
ver con la religión y donde trata de responderla es en la obra La religión en los límites de la
razón. Además de este, Kant nos habla de un enfoque académico, concibiendo la filosofía
como un sistema que interrelaciona y da unidad interna a todos los conocimientos del ser
humano.

EL USO TEÓRICO Y USO PRÁCTICO DE LA RAZÓN:

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

El proyecto de kant tiene en lo fundamental dos fases que son analizar los principios
que hacen posible el conocimiento teórico, es decir, el examen del uso teórico de la razón, que
Kant lo realizará sobre todo en su obra Crítica de la razón pura, y el examen de los principios
que hacen posible el saber práctico, el examen del uso práctico de la razón que lo realizará
fundamentalmente en su obra Crítica de la razón práctica y en la Fundamentación metafísica
de las costumbres. Es pues en éstas dos obras donde intentará responder a la pregunta: ¿qué
debo hacer?, puesto que la actividad humana no sólo radica en el conocer, sino que para Kant,
la razón (que es única), tiene dos usos en el hombre: un uso teórico dedicado al análisis de los
principios y límites del conocer cómo son las cosas y que se dedica por tanto, a formular leyes
y juicios acerca de cómo son las cosas. Y un uso práctico que es otro uso de la razón que lo
que busca son los principios y fundamentos que establezcan cómo debo actuar para actuar
racionalmente y por tanto moralmente bien.
Brevemente, debemos tener en cuenta que Kant en el análisis de la facultad de conocer
(uso teórico) establece las condiciones para el conocimiento científico, apreciando que es
necesario aplicar los conceptos (categorías puras y conceptos a posteriori) a los fenómenos
(datos captados por los sentidos), con lo que deduce que la metafísica no es una ciencia, esto
es, que no puede haber un conocimiento científico de Dios, del alma y del mundo (objetos
metafísicos por antonomasia). Pero si bien no puede haber un conocimiento de estos tres
objetos metafísicos, sí tienen un papel en la ética como se apreciará al final de la exposición.

Vamos a realizar una exposición del pensamiento moral de este autor, con el fin de
apreciar cómo consigue establecer los principios que hacen posible el actuar moralmente bien.
Pero no debemos olvidar que para Kant, como buen ilustrado, el fin último de la filosofía y de
todo saber es garantizar que todos los conocimientos estén al servicio de una humanidad más
libre.

2. EL FORMALISMO MORAL DE KANT


La pretensión de Kant es buscar los principios del actuar moral del ser humano con el
fin de que sea autónomo y verdaderamente libre. Para esto, busca una ética que sea válida
para todo ser humano (universal) y que no dependa de cada uno. Es en este sentido en el que
hay que entender la crítica que hace este autor a las éticas anteriores a él (pudiéndose calificar
como materiales) y su propuesta: el formalismo moral.

ÉTICAS MATERIALES
Kant establece que en general, las teorías éticas anteriores han sido todas materiales
(no válidas para todos los hombres), proponiendo él una ética formal que será universal. De
esta manera, podemos hacer un análisis para comenzar de la diferencia entre éticas materiales
y éticas formales con el fin de enfocar la pretensión de este autor.
La definición de éticas materiales es que son aquéllas que establecen "algo" que se
propone como un bien supremo para el ser humano, de tal manera que las acciones se
catalogarán como buenas en tanto que se acerquen a ese bien y malas los que nos alejen.
Son materiales porque tienen contenido (ese "algo" como bien supremo: felicidad (Aristóteles),
placer (Epicuro), etc).
Parándonos a analizarlas más profundamente, podemos apreciar dos elementos en las éticas
materiales: por un lado tenemos que todas tienen algún bien, algo bueno para el ser humano
(que cada una establece cuál es: la felicidad, el placer, etc) al cual tiende el ser humano como
fin último; y además tiene normas encaminadas a alcanzar ese bien supremo. Es por esto por
lo que dice Kant que tienen pues contenido: pues tiene algo como bien supremo y además nos
dice qué ha de hacerse para conseguirlo (si quieres ser feliz, ...).

CRÍTICA A LAS ÉTICAS MATERIALES:


Partiendo de esta manera de entender las éticas anteriores, considera que no cumplen
con la finalidad de una ética universal, es decir, válidas para todo ser racional. De esta manera
la crítica kantiana a las éticas materiales pasan por hacer notar las deficiencias que éstas
tienen, pasando después a exponer cómo una ética formal tiene ciertas ventajas.
Las deficiencias de las éticas materiales son:

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

1º- Empíricas o a posteriori: según Kant, el bien supremo en el que se basan las éticas
materiales, proviene de la experiencia de algún hombre, que después se generaliza a todos los
demás; se puede ejemplificar con el hecho de que Aristóteles experimentó que la sabiduría
ofrece la máxima felicidad, por lo tanto consideró que todos los seres humanos debían sentir lo
mismo). Estas éticas se basan pues, en generalizaciones extraídas de la experiencia, cosa que
las invalida pues ninguna ética que tenga pretensión de ser universalmente válida puede
aceptar estas consideraciones, pues en el caso de que alguien no esté de acuerdo en que lo
bueno sea conseguir ese bien supremo, no seguirá esta ética. Además, Kant plantea que
ningún principio extraido de la experiencia podrá ser universalmente válido, por lo que sólo un
principio a priori (anterior a la experiencia), podrá ser universal. Si el objeto o materia fuera el
fundamento de determinación de la voluntad, entonces ésta se determina: a) Por la
representación del objeto. (Experiencia); o b) Por la expectativa de placer en la realidad del
objeto. (Esta expectativa sólo puede fundarse en la experiencia, pues nunca puede conocerse
a priori de ninguna representación si estará ligada a placer o dolor o si será indiferente). Todo
principio práctico material es un caso del principio universal del amor a sí mismo o felicidad
propia. Lo que Kant quiere decir es que los principios prácticos al ser empíricos hacen que la
voluntad se determine por el placer o el dolor que encuentran en la materia de la norma
moral. En definitiva, todas las éticas materiales son éticas hedonistas, y, por tanto
interesadas. En definitiva, no pueden ser éticas porque la ética tiene que ser absolutamente
desinteresada. (Uno no se puede hacer bueno de forma interesada, el bien –como el amor- o
es desinteresado o no es bien. Es decir, es un fin en sí mismo, no un medio y toda ética
hedonista utiliza el bien como un medio para conseguir placer –felicidad propia-). Además, los
principios materiales suponen a la voluntad sometida únicamente al mecanismo de las
inclinaciones (la búsqueda de placer y la evitación de dolor). En consecuencia, son una
negación a efectos prácticos de la libertad. (Es decir, el ser humano estaría sometido a las
inclinaciones naturales que le harían buscar el placer y el dolor, según la interpretación de las
éticas materiales, y eso supone estar sometido a las férreas leyes de la naturaleza que están
determinadas por la conexión absolutamente necesaria entre las causas y los efectos; entre las
que no cabría, por tanto, en absoluto la libertad. En definitiva Kant de nuevo insiste en que
toda ética material supone la negación del hecho moral, lo cual es absurdo).
2º- Los imperativos o mandatos de éstas éticas son hipotéticos: son condiciones para
conseguir ese bien, por lo que no son válidos absolutamente, sino que serán un medio para
conseguir el fin propuesto como bien supremo. Por lo tanto determinan a la voluntad como
medio (condición) para conseguir otra cosa o fin. Su forma típica es: ―Haz B, si quieres A‖. (B
siempre es un medio para realizar A). Ej: ―No mates, si quieres tener la conciencia tranquila‖.
La crítica kantiana pasa aquí también por apreciar que no puede ser universalmente aceptado
puesto que si no se está de acuerdo con el bien a conseguir, los imperativos no serán
aceptados, con lo que dependerá de si estoy de acuerdo en conseguirlo. (si quieres ser feliz
con el placer, tienes que hacer ..., pero si no quiero ¿qué ocurriría?).
3º- las éticas materiales son heterónomas: es decir, tienen normas morales que vienen
impuestas desde fuera de mi propia razón, por lo que el sujeto no se da a sí mismo la ley y no
es autónomo, no se determina a sí mismo, con lo que no ejerce su propia libertad. De esta
manera la voluntad es determinada a obrar por inclinación o deseo (el placer en Epicuro, etc).
Así, todo principio práctico material supone una dependencia absoluta de la libertad con
respecto a su objeto. Las éticas materiales serían éticas heterónomas que en vez de liberar al
sujeto moral, le esclavizarían haciendo depender su voluntad libre de objetos ajenos a él.

LA ÉTICA FORMAL DE KANT FRENTE A LAS ÉTICAS MATERIALES:


Kant deja claro que toda ética material es empírica y por lo tanto no puede fundar leyes
prácticas (universales y necesarias), es hedonista (busca sólo el placer), niega la libertad del
sujeto moral y además es heterónoma (hace depender a la voluntad libre de objetos ajenos al
sujeto moral y, por tanto le esclaviza). En definitiva las éticas materiales (todas ellas) niegan
totalmente el hecho moral y, no sólo son falsas, sino que además, no son éticas. La ética que
busca Kant, debe solventar las deficiencias que encontró en las materiales; siendo así, dado
que las éticas materiales son empíricas (incapaces de descubrir principios universalmente
válidos) hipotéticos sus imperativos y heterónomas, busca una ética:

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

1º- que no sea empírica a posteriori sino a priori, esto es universal y necesaria para
todos los seres racionales, con lo que deberá ser vacía de contenido. (no nos debe decir
qué tenemos que conseguir, sino cómo actuar).
2º- que no sean hipotéticos sus mandatos, sino categóricos: es decir, que no sean
condiciones para conseguir nada, sino que sean imperativos absolutos que todos deban
cumplir sin excepción. Determinan a la voluntad absoluta e incondicionadamente. Es
decir, la acción no es un medio para conseguir otra cosa sino que es un fin en sí misma.
Es, por tanto, necesaria en sí misma. Su forma típica es: ―Haz A‖
3º- que no sea heterónoma, sino autónoma: es decir, que sea el propio sujeto quien se
dé a sí mismo la ley por la que se determine.

LA ÉTICA FORMAL KANTIANA: PUNTO DE PARTIDA Y CARACTERÍSTICAS

Teniendo en cuenta lo dicho, para Kant, el carácter de ley que presentan los principios
prácticos morales si no puede residir en la materia de la norma moral tendrá que residir en su
forma. La forma de la ley es la que le aporta a ésta su universalidad y necesidad y no su
materia o contenido. Así pues, la ley moral es ley por su forma, no por su materia, lo cual no
quiere decir que la ley no se refiera a una materia –entonces no habría ley ya que toda ley
manda algo- sino que lo que hace que la ley sea ley es la forma de ésta. En consecuencia, el
fundamento de determinación de la voluntad tiene que ser la forma. Lo que hace posible que
una máxima pueda ser pensada como un caso de una ley práctica universal y necesaria –
incondicionada- es la forma. Esta es la ley fundamental de la razón práctica o norma suprema
de la moralidad a la que Kant denominará imperativo categórico.

Pero antes de pasar a detallar las características de la ética formal, debemos tener en
cuenta que Kant parte de que la moralidad es un hecho, por lo que no se apoya en principio
teórico alguno. Este hecho se expresa en la ley moral. De esta manera la ley moral no puede
ser demostrada por la razón teórica, ni confirmada por la experiencia pero está ahí y se
mantiene firme sobre sí misma. Y es la conciencia moral la que nos muestra de forma
innegable la existencia de la ley moral. Todos tenemos pues una conciencia moral (buena
voluntad) que representa algo absoluto en el hombre, dado que todos sabemos qué es lo
bueno y lo malo, porque tenemos la conciencia moral que es la conciencia del deber, la
conciencia que nos manda sin condición, porque es nuestro deber hacerlo. Piensa pues, que
por mucho que intentemos justificarnos nadie puede librarse ―de la propia crítica y del
reproche que se hace a sí mismo‖. Pero, ¿Por qué no podemos librarnos del juicio de la
conciencia moral?, pues porque según este autor, la ley moral exige su propia realización. Así,
hablamos de obligación moral o deber: el deber consiste en la necesidad de realizar una acción
por respeto a la ley. Teniendo presente que la conciencia moral es un hecho que existe en todo
ser humano, es posible llegar a la caracterización de su ética formal. Pese a lo anterior, Kant
piensa que la buena voluntad no se realiza en el mundo porque el hombre no sólo es racional,
sino que también tiene inclinaciones (deseos, pasiones, etc). Pero no debemos olvidar que la
fundamentación del deber se da en la razón, pues el deber es un juicio sintético a priori:
"debes hacer tu deber" por lo que es universal y necesario.

Brevemente, podemos decir que las características de la ética formal de Kant son:
1º- que es vacía de contenido:
La ética formal no nos dice qué es lo que debemos o no hacer, simplemente nos dice
cómo debemos actuar siempre, dando igual la acción concreta de que se trate. La ley moral es
ley por su forma, no por su materia, lo cual no quiere decir que la ley no se refiera a una
materia –entonces no habría ley ya que toda ley manda algo- sino que lo que hace que la ley
sea ley es la forma de ésta. De esta manera, plantea que una persona actúa moralmente
cuando actúa por deber, por respeto a la ley, por respeto al deber. Así el valor moral de una
acción no vendrá de la consecuencia, utilidad o satisfacción en el cumplimiento de nuestro
deber, ni en el fin que busquemos, sino en el querer mismo, esto es, en la intención o
propósito de realizar algo, en el móvil que determina su realización. Así: La buena voluntad no
es buena por lo que efectúe o realice ni por su aptitud para alcanzar algún determinado fin
propuesto previamente, sino que sólo es buena por el querer”.
Kant plantea que hay tres maneras de actuar:

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

- Contrario al deber: cuando las acciones son justo lo contrario de lo que debemos hacer.
- Conforme al deber: cuando la acción busca realizar su deber pero con un fin provechoso a
la acción.
- Por deber: cuando se realiza una acción sólo por respeto a la ley, a lo que debo hacer.
Según Kant, esta es la única forma de actuar que realmente es moral, pues no busca
ningún fin a conseguir, sólo se actúa por respeto a la ley.

2º- se basa en un imperativo categórico:


La exigencia de actuar moralmente se expresa en un imperativo que no puede tener
condiciones (hipotéticos); Kant plantea tres fórmulas del imperativo, y en todas ellas se
aprecia el carácter formal de los mismos, pues en ninguna nos dice ninguna norma concreta,
sino la forma que debe tener cualquier norma concreta de nuestras acciones. Así las tres
formulaciones son las que siguen:

1º- ―Obra de tal modo que la máxima de tu voluntad pueda valer, siempre a la vez,
como principio de una legislación universal‖ (Crítica de la razón práctica). (Con esta
formulación Kant nos está diciendo que el imperativo categórico nos tiene que ayudar
en nuestra vida moral concreta a saber si lo que vamos a hacer es lo que debemos
hacer o no. ¿Cómo? Partiendo del caso concreto (lo que pretendemos hacer, la máxima
de nuestra voluntad) y universalizándolo; es decir, intentar convertirlo en ley universal.
Puede ocurrir que no haya problema. Por ejemplo: Me encuentro en una situación en la
que creo que no debo mentir. ¿Debo hacerlo? Universalicemos la máxima: ―No se debe
mentir‖. Me doy cuenta, por tanto, que estoy ante un caso de un principio práctico
incondicionado, ley moral. Por lo tanto, sé que eso es lo que debo hacer).

2º- ―Obra de tal suerte que la voluntad, por su máxima, pueda considerarse a sí misma
como legisladora universal‖ (Fundamentación de la metafísica de las costumbres) (
3º-―Obra de tal modo que trates siempre a la humanidad ya en tu persona, ya en la de
los demás, no sólo únicamente como medio, sino también al mismo tiempo como fin‖
(Fundamentación de la metafísica de las costumbres)

3º Es una moral autónoma: (proyecto ilustrado): El problema de cómo justificar la


autonomía de la voluntad y el sometimiento del hombre como ser racional a la ley moral se
soluciona con esta manera de entender la moral, que para Kant es la única válida en tanto que
moral. Ser autónomo es actuar guiado sólo por la voluntad, eliminando lo exterior a ella
(autonomía se identifica con libertad): por lo que la voluntad se da a sí misma la ley y así,
voluntad libre y voluntad sometida a las leyes morales son lo mismo.

Si apreciamos bien la propuesta kantiana, veremos que en definitiva gira en torno al


proyecto ilustrado, y de esta manera, si fuéramos capaces de seguir los preceptos de esta
ética formal, podríamos llegar a una mayoría de edad en la que el ser humano se basara en su
propia capacidad para determinar su voluntad. Pero Kant es consciente de lo difícil que es
actuar por deber, puesto que el ser humano es un ser sometido a la fuerza de las inclinaciones
y deseos; por tanto, conducirnos la vida con arreglo a una voluntad dominada por la razón es
en esta vida, una tarea ardua.

LOS POSTULADOS DE LA RAZÓN. CONSECUENCIAS DE LA MORAL DE KANT


El hombre debe obrar por respeto a la ley, en eso consiste sin duda la virtud. Pero
nosotros sabemos que la virtud debe traer consigo, como consecuencia necesaria, la felicidad.
El hombre bueno debe ser feliz. Asimismo sabemos que la felicidad no es plena sino acompaña
al bien. Por tanto, virtud moral y felicidad se reclaman mutua y necesariamente. Y a esta unión
entre ambas Kant la denomina supremo bien. Pero aquí aparece la antinomia. Si deben ir de la
mano, ¿por qué no van? Y no sólo eso, ¿por qué a veces las máximas de realización de ambas
son diversas y hasta contradictorias? ¡Cuántas veces hemos conocido que el que vive feliz, es
moralmente malo y que al virtuoso se le llega a causar la mayor infelicidad quitándole la vida!.
La experiencia, nos hace ver que muchas veces la virtud no trae consigo la felicidad, sino más
bien la desgracia. La virtud, por tanto, muchas veces exige los mayores sacrificios. Kant se

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

plantea este problema solucionándolo de la siguiente manera: la conexión necesaria entre


virtud moral y felicidad no es inmediata, sino mediata, es decir sólo puede darse a través de
los postulados de la razón práctica. Éstos son tres: la libertad, la inmortalidad y Dios

LOS POSTULADOS DE LA RAZÓN PRÁCTICA:


La definición de postulado en general es que es algo indemostrable pero supuesto como
condición necesaria (en este caso para la moral). De esta manera estos tres postulados, de los
cuales no puede tenerse un conocimiento científico, tienen un papel importante en la moral.
Entrando en detalle apreciamos lo siguiente:
1º.- El postulado de la libertad: existe realmente pues sólo hay moral por el hecho de que
existe libertad y además sabemos de la libertad por que vemos acciones morales. De esta
manera la libertad es la posibilidad de obrar por respeto al deber, por lo tanto es pensable,
pero no cognoscible. Este es condición de posibilidad –en el orden de la fundamentación- de la
ley moral.
2º- El postulado de la Inmortalidad del alma:
Según Kant, la razón ordena aspirar a la virtud (actuar siempre por deber), pero es
difícil en una vida corta llegar a actuar siempre de esta manera, por lo que postula que sólo es
posible serlo en una vida ilimitada; Alcanzar la perfección moral o santidad (quien acopla su
voluntad a la ley, es decir, actuar siempre por deber), –en lenguaje kantiano- es una tarea
infinita ya que siempre se puede ser mejor. Así pues, la propia exigencia de la perfección
moral implica una vida eterna en la que el progreso moral pueda ser continuo tal como exige
la propia estructura de la moralidad. En una vida finita es muy difícil actuar siempre por deber,
puesto que necesitamos una progresión desde la actuación por inclinaciones inferiores, hasta
actuar dirigido por los grados superiores de la acción moral. Es por esto por lo que postula el
alma inmortal, pues es un postulado necesario que posibilita el que el ser humano pueda llegar
a ser virtuoso, y ya que en una vida finita es difícil, postula vida infinita (alma inmortal). En
este sentido, según Kant, la virtud hace digno de la felicidad, y justifica la esperanza de
obtenerla, pero no se obtiene de manera automática, pues muchas veces, como vimos, el ser
virtuoso no implica necesariamente en esta vida ser feliz, por lo que necesita otro postulado:
3º- El postulado de Dios.
Según Kant, en Dios se identifican el Ser y el Deber ser, pues es necesario que haya
una causa que conecte ambos mundos: el ser con el deber ser que no es otra cosa que la
unión perfecta entre la Virtud y la Felicidad. Dios existe pues es quien da la felicidad al
virtuoso, quien es el único que es digno de ella. De esta manera la posesión del 2º bien, la
felicidad, postula a Dios pues los que actúan por deber no son felices en el mundo
normalmente. Por lo tanto esto conlleva una fe racional pues no es cuestión de creer en Dios,
sino que para Kant es necesario que exista.

Para finalizar, debemos apreciar la importancia de este planteamiento ético kantiano como
dentro de ese proyecto ilustrado en el que lo que se busca es que el ser humano sea
autónomo y se atreva a utilizar su entendimiento como brújula para determinar su vida. Se
aprecia que con el formalismo moral, se da un paso de gigante en la lucha por conquistar el
reino de la libertad a cualquier persona (racional eso sí), y por tanto abandonar su minoría de
edad. El proyecto kantiano es pues, fruto de ese proyecto que busca sacar al ser humano de
su auto culpable minoría de edad y plantear una ética universal que pueda ser realizada por
cualquier ser racional. El problema vendría en si es posible realizar esta forma de actuar en
este mundo. La influencia del formalismo moral kantiano ha sido muy importante no sólo como
planteamiento ético (que influye en éticas como la de Sartre, Habermas, etc), sino por lo que
tiene de crítica a las anteriores éticas, llamadas materiales.

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

NUCLEO IV

LA FILOSOFÍA
CONTEMPORÁNEA

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

CONTEXTO FILOSOFÍA CONTEMPORÁNEA.


El mundo contemporáneo encierra una singular complejidad. La interpretación
marxista de la sociedad capitalista y del sentido de la historia; la experiencia del
debilitamiento, si no derrumbe, de los valores fundamentales que tuvieron vigencia en
otras épocas; la importancia cada vez mayor que ha ido adquiriendo el lenguaje; la
revitalización del individuo y de la razón, el multiculturalismo y la progresiva tecnificación e
informatización del mundo.
Al hablar de filosofía contemporánea nos referimos al período que comprende la segunda
mitad del s.XIX y el s.XX. La filosofía contemporánea, en sus líneas fundamentales, no
puede entenderse adecuadamente sino en relación con la obra de Hegel; la filosofía
contemporánea constituye en gran medida una reacción contra el sistema hegeliano, a la
vez que no pocos análisis y planteamientos.
La filosofía contemporánea se caracteriza por la diversidad de enfoques, sistemas y
escuelas; a grandes rasgos podemos decir que en el s.XIX se fraguará la confrontación
entre idealismos y materialismos; frente al idealismo, el positivismo de August Comte
pretenderá organizar la vida social mediante leyes científiicas, observables y
cuantificables. A finales del s.XIX surgirán con fuerza en la filosofía europea elementos
neorrománticos en las corrientes vitalistas e historicistas que sitúan ante la reflexión
filosófica nuevos saberes, nuevas disciplinas y nuevos problemas. A comienzos del s.XX
aparece un poderoso movimiento teórico con la exigencia de una objetividad cuasi-
idealista que propugna una crítica radical a los excesos del irracionalismo vitalista de
finales de siglo. Se trata de la fenomenología de Husserl. En Inglaterra surgirá, también a
principios de s.XX, la filosofía analítica, que propone como el análisis del lenguaje para
conocer la realidad; también surgirá la Escuela de Frankfurt, para revitalizar los ideales
ilustrados sin caer en el cientificismo que se estaba fraguando en esta época.
Hecha esta introducción, empecemos por hablar del idealismo. El idealismo alemán
aparece en escena a fines del s.XVIII y dominará el pensamiento de la primera mitad del
s.XX. Aparecerá como un intento de superar la filosofía kantiana. Tras Hegel, el más
importante de los idealistas, surgen una serie de pensadores que podemos clasificar en
tres grupos: por una lado los hegelianos, como Bruno Bauer, por otro los antihegelianos
como Schopenhauer, Comte, Nietzsche, y por último, los filósofos críticos con Hegel pero
que lo siguen en algunos aspectos de su filosofía, como Marx o Feuerbach.
Dentro del idealismo alemán podemos destacar a Fichte, Schelling y Hegel. El idealismo
de Hegel se denomina idealismo absoluto, en tanto que concibe todo lo real como sujeto,
de este modo, el idealismo llega a su máxima consumación, el proceso que se había
iniciado con Descartes se cierra con Hegel. Hegel estimó que la filosofía, como
comprensión racional del mundo presente, tenía que llegar a ser un sistema que mostrara
la racionalidad de lo real. El proyecto de una razón que no reconoce nada que la limite y
la sobrepase, pretendía reparar la separación de procedencia kantiana entre
entendimiento y razón, ser y deber ser, naturaleza y libertad; al negar límite alguno a la
razón, Hegel afirma su carácter absoluto.
Frente a la Ilustración, el Idealismo alemán comparte con el romanticismo las siguientes
tesis: defiende el nacionalismo y las tradiciones populares; defiende una concepción
histórica de la razón; defiende una visión orgánica del mundo. Podríamos decir que el
idealismo alemán fue una filosofía romántica, política y socialmente conservadora. Sin la
fe en un Dios creador que ordena el universo cósmico y humano y sin una razón kantiana
que exija la universalidad de la norma moral, solamente le queda al escritor romántico una
vana ilusión para seguir viviendo: la fusión del yo con la naturaleza y con la belleza de lo
natural. El nihilismo nietzscheano de fin de siglo acechaba ya amenazante en la poesía

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

romántica de toda europa, puesto que ya no había diferencias entre la verdad y el error,
entre el ser y la nada, ni entre Dios y el ser humano.
El paso del romanticismo al positivismo no fue una ruptura brusca; cuando los jóvenes
románticos de Europa se dedicaban a predicar y a hacer la revolución obrera frente a la
burguesía restauradora, August Comte proponía una nueva ciencia y una nueva “filosofía
positiva” que debía atenerse a los hechos y al método científico. Un positivismo que creía
en el orden y en el progreso y que predicaba una nueva fe y una confianza total en la
ciencia natural y en sus métodos cuantitativos.
Frente a la sociología de Comte, Marx opondrá una teoría de la historia y de la sociedad
en la que el antagonismo de clases será irreductible y, al final, la clase proletaria saldrá
vencedora, imponiendo una sociedad sin opresión, sin clases sociales y sin Estado.

La filosofía de Marx, invierte el sistema de Hegel, proponiendo una visión dialéctica-


materialista de la conciencia, de la sociedad y de la historia. Contra la consideración
puramente interpretativa del mundo, Marx aboga por un pensamiento capaz de
transformarlo; contra la concepción espiritualista de historia, Marx sienta las bases de una
concepción materialista que entiende la historia como un proceso real de producción.
Una de las claves del materialismo histórico de Marx es que el ser humano puede conocer
las leyes que rigen el curso de los fenómenos naturales y sociales, y puede intervenir en
ellos para su modificación. No basta que los filósofos contemplen el mundo, ¡hay que
transformarlo!
El problema se da, según Marx, cuando el ser humano no puede reconocerse ni en el
producto de su acción, ni en el acto mismo de la producción. Para Marx, el culpable de
todo esto que sucede en su sociedad es el modo de producción capitalista, que apoyado
en la propiedad privada, ejerce una cruel alienación sobre el trabajador. Contra esa
alienación, el ideal revolucionario se presenta como la única solución para destruir dicho
sistema económico capitalista, y dar para a otro modo de producción más armónico con el
ser humano, el comunismo.
La idea fundamental de que el principal imperio es el económico y que a él se subordinan
todos los demás elementos del sistema capitalista fue perfectamente captada por Marx,
que, sin embargo, erró al predecir la aniquilación del capitalismo en un futuro próximo
debido a las agudas contradicciones derivadas de la explotación de los obreros en todo el
mundo.
En la segunda mitad del s.XIX, el estudio de la voluntad y de la vida ocupa un plano
importante y su influencia en el arte y la literatura se hace cada vez más patente. El
vitalismo nihilista de Nietzsche constituye una fuerte reacción contra toda forma de
pensamiento racionalista, contra todo sistema dogmático de conceptos y valores y contra
toda forma de colectivismo social, político y económico. Nietzsche analiza, sospecha,
arremete, critica y grita, grita continuamente el mundo que quiere mientras hace añicos el
mundo que deja para que acabe por fin. Nietzsche anuncia la muerte de Dios, la
desaparición de los valores supremos, y el nihilismo que provoca esa muerte: querer
nada, porque nada de lo querido tiene suficiente valor.

Nietzsche se sitúa en el contexto de elaborar una crítica de los valores


ilustrados que viene dada por la desconfianza que se da en la segunda mitad del siglo XIX
sobre la especulación racional que debía llevarnos a la “mayoría de edad” a los seres
humanos. En este tiempo surgen unos pensadores que sospechan de que el ideal
racional que mantenía que el ser humano se deba guiar por la razón con el fin de llegar a
ser autónomo y libre, y así ser un verdadero ser humano, entra en crisis por el hecho de
que se sospecha de que en la misma esencia de la racionalidad hay algo más oculto que

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

la arrastra hacia derroteros no precisamente racionales. Así surgen autores como


Nietzsche que mantiene que la razón está sometida a la Voluntad de Poder, (afán de
dominio, de supervivencia y poder), o Freud (el inconsciente está tras los actos
conscientes), y que influirá en autores contemporáneos de la 2ª mitad del S.XX.

Esta desconfianza en la razón como el elemento clave para mejorar la vida en


todos los aspectos del ser humano, surge por el enfrentamiento a los hechos históricos,
esto es, a los acontecimientos que desde la Ilustración habían ocurrido incluso en
aquellos sectores donde la razón tenía el dominio de la situación. De esta manera,
sucesos como la Revolución Industrial, que al comienzo dio tantas esperanzas de mejora
de vida a los seres humanos, se convirtió en una manera más de que éstos vivieran
esclavizados, o la hipocresía de ciertos sectores de la población quienes teorizaban y
obligaban a llevar una moral, pero quienes realmente hacían cosas contrarias a ella, lo
cual, al parecer de Nietzsche, llevaba a la decadencia del ser humano.

Las influencias en el pensamiento de Nietzsche son diversas, desde la tragedia


griega y Heráclito, hasta Schopenhauer, Lange y Wagner. Una vuelta a Heráclito, al
devenir, al momento previo al error más grande de la historia del pensamiento, el
nacimiento de la díada Sócrates-Platón, será una clave recurrente en el pensamiento
nietzscheano. La crítica a una razón encorsetadora de la realidad cambiante, al lenguaje
conceptual, y al triunfo de los “débiles” recorrerá su obra y su vida.

Con Nietzsche nos encontramos ante una filosofía que tiene desde sus comienzos
un claro objetivo: afirmar la vida, exaltar los valores genuinamente vitales, celebrar la
alegría de vivir, que no es más que resaltar por encima de todo la “voluntad de poder” (el
instinto, la intuición, la fuerza creadora). Esa afirmación vitalista choca frontalmente con la
cultura predominante en Occidente desde hace casi dos mil años. Una cultura que,
filosófica, científica y religiosamente, ha optado por presentar la vida humana como una
realidad de segundo orden, dependiente de otra más verdadera y luminosa que es la
realidad ideal; y eso, para Nietzsche, es una gran mentira que hay que desvelar,
desocultar.

Desenmascarar esa ocultación para por desenmascarar el falseamiento moral e


intelectual vivido en Occidente; por desenmascarar la sumisión de los hombres a un falso
Bien que ha suplantado al verdadero (el que afirma la vida) y a una falsa “verdad” (la que
afirma “ese otro mundo”).

Retornar al verdadero Bien y a la verdadera Verdad pasa por la transvaloración de


todos los valores; y para esa transvaloración es imprescindible dar muerte a Dios, al
creador de esos valores, hasta suplantarle, hasta acceder nosotros mismos a ejercer el
papel que él desempeñaba: crear valores. Pero es igualmente imprescindible la muerte
del tiempo lineal que todo lo devora y, a través del instante, afirmar el continuo y eterno
retorno de lo igual.

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

Ambas “muertes” serán el pórtico por donde entrará el superhombre, la nueva


forma de ser hombre, el niño desprejuiciado y espontáneo que juega en la vida, el
verdadero creador, a cada instante, de los valores.

Adentrándonos en el s.XX y en otras corrientes filosóficas, podemos empezar


abordando la fenomenología, creada por el filósofo alemán Husserl; surge como un
intento de superar el positivismo reduccionista y el escepticismo; según Husserl, la
filosofía ha sido conducida por el positivismo a una crisis radical, la interpretación
positivista de la filosofía la ha llevado a un callejón sin salida y al olvido de la cuestión
fundamental: el sentido de la existencia humana. El positivismo mantiene una actitud
antimetafísica y una devoción por los hechos y por la metodología científica que le
conduce al naturalismo, que significa reducir toda la realidad (también las ideas, los
valores y la vida humana) a lo simplemente fáctico.

Fenomenología (viene del concepto griego phaino, que significa mostrar,


manifestar, en sentido general significa el estudio ordenado de los fenómenos o
apariencias

La fenomenología quiere reconquistar la originalidad del sujeto, busca desgajarla


de ese cientifismo en que se halla inmersa y que desestima aquellas cuestiones que más
propiamente conciernen a la racionalidad humana. Husserl nos quiere retornar a lo
originario, aquello que antecede a la positivización y naturalización de la razón y de la
existencia humana, y que él llama “mundo de la vida”. Husserl pensaba que de ese modo
lograría una reforma radical de la filosofía, rescatándola de la especulación improductiva y
restableciéndola como una disciplina rigurosamente científica.

El método fenomenológico de Husserl propone describir, no analizar ni explicar, los


fenómenos, es decir, aquello que se muestra, lo dado a la conciencia, poniendo entre
paréntesis cualquier dato o juicio previo sobre el objeto o el sujeto que pudiera alterar la
descripción. Sartre, uno de los máximos representantes del existencialismo que veremos
a continuación, recoge este método fenomenológico, en un intento de dar al ser humano
su autonomía y realidad frente a los objetos reales.

Pasemos al existencialismo, amplia corriente filosófica que surge y se desarrolla


de modo especial en Europa entre las dos Guerra Mundiales. La filosofía existencialista
hunde sus raíces fundamentales en una situación cultural y política de crisis; por ello, en
cierto sentido, es expresión de la desorientación y el desarraigo producidos por los
cambios profundos en la cultura, los valores y los principios que habían configurado y
mantenido esa sociedad durante una época histórica determinada. El existencialismo
procede, remotamente, de la reacción antihegeliana llevada a cabo por Kierkegaard,
quien insistió en el carácter primario de la singularidad y, por tanto, en la irreductibilidad
del individuo a mero momento de una totalidad o proceso. En su desarrollo
contemporáneo, el existencialismo recoge esta afirmación de la irreductibilidad del
individuo, basando el análisis de la existencia humana en el método fenomenológico de

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

Husserl. Los filósofos existencialistas son, pues, fenomenólogos, si bien, heterodoxos, ya


que no aceptan la fenomenología husserliana en todos sus aspectos.

El existencialismo es, pues, y a grandes rasgos, una filosofía que afirma la


originariedad de la existencia individual. Lo verdadero y primario no es el Todo, sino lo
singular, la existencia humana. El sistema dialéctico engulle lo singular, anula las
diferencias y la diferencia por antonomasia es la realidad individual única, mi yo: un YO
que no puede ser reducido a pensamiento, ni a momento de una razón universal, sino un
yo que es primariamente libertad, que consiste en la capacidad de decidirse y elegirse a sí
mismo. Podemos observar como los ecos del pensamiento nietzscheano y la crítica
nietzscheana a la filosofía anterior sigue presente en el s.XX.

Para el existencialismo, la existencia es el fenómeno fundamental, pues es ella la


que decide y establece el significado y el valor de toda realidad. La estructura originaria
de la existencia no es el pensamiento, sino la libertad, una libertad absoluta que no está
ligada o limitada por nada.

Así, cuando Sartre, uno de los máximos representantes del existencialismo, afirme
que la “existencia precede a la esencia”, lo que principalmente quiere decir es que el ser
humano no tiene una naturaleza o esencia que lo fije y que oriente su libertad, sino que el
hombre es, en verdad, lo que llega a ser, es invención, de su absoluta libertad.

El existencialismo, como superación del idealismo y del materialismo, va a dirigir su


mirada hacia lo concreto, hacia la experiencia vivida por el hombre concreto, hacia la
experiencia que va haciendo al hombre como es.

Pasemos ahora a la filosofía analítica. Es la heredera en el s.XX, de la tradición


filosófica moderna preocupada fundamentalmente por cuestiones de tipo epistemológico.
Frente a la filosofía moderna, que centra su interés en el entendimiento como órgano de
conocimiento, la filosofía analítica centra su interés en el lenguaje, partiendo de la base de
que el entendimiento sólo puede operar, pensar, empleando un lenguaje. Así pues, la
filosofía analítica es ante todo análisis del lenguaje.
La filosofía analítica constituye un amplio movimiento filosófico, originado en
Inglaterra a partir de la obra de G. E. Moore y Bertrand Russell. Aunque dentro de este
movimiento se pueden distinguir varias corrientes, todas ellas tienen en común los
siguientes rasgos:
- Mantienen una actitud empirista.

- Consideran que la filosofía es una actividad.

- Esa actividad filosófica se centrará casi exclusivamente en el análisis de problemas


de tipo lógico o lingüístico.

Precisamente este tercer punto es el que permite distinguir dos corrientes diferenciadas:
1-. Los que a partir de Russell, tratan de encontrar las expresiones lingüísticas mínimas
(átomos lingüísticos), para a partir de ellas, construir un lenguaje perfecto, sin
ambigüedades que pueda ser utilizado con total precisión en el tratamiento y resolución
de problemas. Dichos átomos lingüísticos se han de corresponder con hecho reales

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

simples. A esta filosofía se le ha denominado atomismo lógico o filosofía del lenguaje


ideal.
2-. Los que se dedican a descomponer el lenguaje común para eliminar las incorrecciones
de su funcionamiento sin recurrir a su conversión en lenguaje lógico. La filosofía tendrá
como misión desentrañar dónde se producen los malos usos del lenguaje. A esta postura
se la denomina filosofía del lenguaje corriente. Dentro de esta corriente podemos destacar
a Ryle, Strawson, Austin y al 2º Wittgentein.
Dentro de la filosofía del lenguaje ideal, además del atomismo lógico de Russell y el
primer Wittgenstein, también podemos hablar del positivismo lógico o neopositivismo,
cuya preocupación se centra en despojar a la filosofía de todo vestigio metafísico y en
analizar el tipo de relaciones que se establecen entre el lenguaje y los hechos. Los
representantes más destacados son Neurath, Schlick y Carnap, que pertenecen al Círculo
de Viena. Uno de los problemas centrales del Círculo de Viena será encontrar y definir el
criterio de demarcación entre lo científico y lo que no lo es; la verificación de los
enunciados empíricos será, en su opinión, la solución a este problema, y el resultado será
la eliminación de la metafísica, porque ninguno de sus enunciados es verificable
empíricamente.
Bertrand Russell con sus “Principia Mathematica” y Ludwig Wittgenstein, primero
con su “Tractatus Lógicus-Philosophicus” y posteriormente con sus “Investigaciones
Filosóficas”, será los dos grandes filósofos de la filosofía analítica. El primer Wittgenstein,
está muy cercano al atomismo lógico de Russell, planteando igual que éste la posibilidad
de un lenguaje perfecto e ideal. En cambio, el segundo Wittgenstein se aleja de esta idea,
planteando un análisis del lenguaje común, elaborando una filosofía como actividad
dirigida a resolver lo que estaba mal planteado; con ello depuró el campo filosófico,
presentando de forma abierta problemas centrales como el de los límites del
conocimiento, el de la formalización de la realidad y la situación de tipo de posibles
conocimientos que no pueden ser formalizados ni descritos con palabras del lenguaje
científico.
También relacionada con el lenguaje y su análisis nos encontramos con otra
corriente filosófica del s.XX, la hermenéutica. La Hermenéutica está en estrecha relación
con otras corrientes del pensamiento contemporáneo, como la filosofía analítica, el
psicoanálisis y la teoría crítica de la sociedad.
Suele entenderse por hermenéutica, la teoría o arte de la interpretación, es decir, el
método encaminado a la correcta comprensión de un texto. El fenómeno de la
comprensión, nos dirá Gadamer, constituye un momento esencial y ontológicamente
definitorio del hombre, que le orienta en su experiencia del mundo.
En cuanto al lenguaje, antes que nada es el modo fundamental de llevar a cabo
nuestro ser-en-el-mundo, la forma que engloba y guía toda experiencia y constitución del
mundo. La hermenéutica se propone retrotraerse a esa estructura previa de comprensión
que, constituyendo el esencial carácter lingüístico, histórico y finito del hombre,
fundamenta y justifica su pretensión y alcance universal.
Para Gadamer, la hermenéutica reflexiona sobre la posibilidad misma de la
existencia humana, en cuanto que la dimensión hermenéutica tiene una significación
fundamental para nuestra comprensión del mundo en todas sus formas, desde la
comunicación interpersonal hasta la manipulación social. La hermenéutica, también quiere
ser una experiencia de la verdad, ya que el fenómeno de la verdad sobrepasa el ámbito
científico, y tiene otros modos de expresarse y mostrarse, así pues quiere justificar cómo
es posible algo así como la verdad.
El supuesto fundamental de toda comprensión es lenguaje. Comprender es
ponerse de acuerdo con la cosa o asunto de que se trata. El lenguaje es el medio en el
que se realiza el acuerdo entre interlocutores y el consenso sobre la cosa, de ahí la

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

estrecha relación entre lenguaje, comprensión y experiencia del mundo. El lenguaje sólo
tiene su verdadera existencia en el hecho de que en él se representa el mundo, nos dirá
Gadamer. Sobre el carácter lingüístico de la comprensión y la aceptación del mundo que
el lenguaje conlleva, se levanta la pretensión de universalidad de la hermenéutica.
Unas líneas más arriba hemos dicho que la hermenéutica se encuentra en estrecha
relación con la teoría crítica, otra de las grandes corrientes del s.XX. Bajo el nombre de
Teoría Crítica, se alude principalmente a un grupo de filósofos agrupados en la llamada
Escuela de Frankfurt; este grupo de filósofos, formado principalmente por Horkheimer,
Adorno, Marcuse y posteriormente por Habermas, quiere ofrecer una clarificación racional
sobre la estructura de la sociedad industrializada y las consecuencias que ha traído para
la vida humana y la cultura.
Los filósofos de la escuela de Frankfurt plantean que la sociedad actual es
inadecuada y contraria a los fines de la razón. La Razón se ha convertido en una mera
razón técnico-instrumental, lejana y contraria al ideal de razón y prograso del s.XVIII: una
razón que, contando con los servicios de la ciencia y de sus aplicaciones técnicas, se
proponía emancipar al ser humano de la opresión de la naturaleza e instaurar un orden
político-social que realizase los ideales de justicia y libertad. Sin embargo, la Ilustración ha
devenido lo contrario de lo que creyó ser y se propuso realizar. La razón se ha hecho
represiva, totalitaria y reificante.
Frente al predominio de una razón técnica excluyente, la Escuela de Frankfurt ha
pugnado por alumbrar un concepto positivo de Ilustración. Su gran aportación ha
consistido en ejercer la función crítico-negativa de la sociedad industrializada y en señalar
claramente la necesidad de la imaginación y la utopía en la tarea de la transformación
social. La Escuela de Frankfurt se va a enfrentar a la irracionalidad y al sometimiento del
ser humano en la sociedad industrializada, propugnando un concepto de razón que
fundamente una organización no represiva de la sociedad.
De la mano de Habermas, el lenguaje, dentro de la teoría crítica de la sociedad,
tendrá un lugar destacado. Al fin y al cabo, el estado normal de la comunicación
lingüística en la vida ordinaria no es el pleno acuerdo. Hay que establecer, pues, la bases
del entendimiento y del consenso entre sujetos, y para ello es necesario definir una teoría
consensual de la verdad, según la cual, un enunciado será verdadero cuando los demás
sujetos potencialmente asientan a dicho enunciado y estén de acuerdo con él y establecer
una situación ideal de habla, que aunque un tanto utópica plantee la posibilidad de
igualdad de condiciones entre todos los sujetos que participen en el discurso.
Para terminar este contexto de la filosofía contemporánea, vamos a hablar de la
filosofía española. Aunque a lo largo de la historia ha habido filósofos españoles
importantes, como Séneca, Francisco Suárez, Juan Luis Vives, Lorenzo Hervás y
Panduro, podemos decir que empieza a haber filosofía creadora pensada y escrita en
español desde la “Generación del 98”: Unamuno que no pretendía ser filósofo dio un gran
impulso a la filosofía debido a su enorme personalidad y a su talento literario; en Ortega y
Gasset, la filosofía alcanza plenitud de rigor y expresión. Uno y otro nos llevan a
contemplar una filosofía afincada en la radicalidad, amasada en circunstancias históricas
que impulsan el uso creador y no profesional o académico de la lengua. España carecía
de tradición filosófica en la línea de otros países como Alemania, Francia o Inglaterra, y
también de tradición científica.
Antes de abordar más de cerca a Ortega y Gasset, nuestro filósofo más
internacional y conocido, cabe decir que desde Séneca a José Luís Aranguren, ha habido
filósofos españoles importantes, entre ellos, la llamada Escuela de Salamanca (ss.XVI-
XVII), con Francisco Suárez, Francisco de Vitoria, Melchor Cano, con una importante
actividad filosófica extensible a otras disciplinas como el derecho, la teología y la historia.
Y ¿cómo olvidar el movimiento krausista español y la Institución Libre de Enseñanza

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(Giner de los Ríos, M.B. Cossío, Julián Besteiro) donde la filosofía se revive en el ámbito
de la educación? Por último, nombrar a otros pensadores que marcaron, hasta hace
escasos años, la tradición filosófica de nuestro país, como María Zambrano, Xavier
Zubiri, Ferrater Mora, García Morente o García Bacca.
Por su relativa cercanía en el tiempo y por los contenidos de su filosofía, Ortega y
Gasset resulta palpablemente actual: nuestra existencia personal exige la de otras
existencias personales, la vida como dato radical, el problema de la libertad o deseo de
liberación, y desde luego por su idea de una nueva Europa. Ortega buscará con ahínco la
europeización de España, es decir, que España tenga una cultura suya propia como la
alemana o la francesa y pueda así interpretar el mundo de modo hispano. Ortega pidió
ciencia y europeización como solución a los problemas de España.
Centrándonos brevemente en su filosofía, para Ortega, la filosofía debe inquirir,
preguntar sobre el “todo” como tal, sobre la realidad radical. Y esa realidad radical del
Universo no es ni la existencia del mundo, ni la existencia del yo, sino la coexistencia del
yo con el mundo que es la vida, la vida de cada cual, que consiste en tener conciencia de
lo que se vive y esa conciencia nos descubre la vida como fatalidad y libertad.
Todas esas características vitales se sintetizan en lo que Ortega llama
circunstancia: todas las realidades con las que nos encontramos y todos los problemas
que éstas plantean. La circunstancia no sólo es el mundo que rodea al ser humano, sino
que constituye un ingrediente esencial de su vida.
De la misma manera, frente al escepticismo que renuncia a la idea de que la
verdad pueda ser conocida por el hombre, y frente al dogmatismo que para salvar una
verdad necesaria y universal renuncia a la vida, Ortega entiende la verdad como
perspectiva, como punto de vista cambiante de la vida que presenta a los ojos del hombre
cada vez una nueva selección y una nueva figura de la verdad única e inmutable. En
consecuencia, no existe la “razón pura”, sino en todo caso, la “razón vital”, la razón que
estudia esa interrumpida improvisación que es la vida.
La mayoría de sus compatriotas no le comprendieron; bueno sería meditar ahora el
significado de sus anticipaciones. “Hay que inventar.- Pues bien, ustedes los jóvenes, a
ello”.

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TEMA 6. KARL MARX

BIOGRAFÍA.
1-. LOS ANTECEDENTES FILOSÓFICOS DE MARX.
2-. LAS ALIENACIONES.
2.1-. Las alienaciones ideológicas: religión y filosofía.
2.2-. la alienación política y social.
2.3-. La alienación económica o del trabajo.
3-. MATERIALISMO HISTÓRICO (HISMAT) Y
MATERIALISMO DIALÉCTICO (DIAMAT).
4-. EL ADVENIMIENTO DEL COMUNISMO.

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BIOGRAFÍA.
Karl Marx nació en Tréveris el 15 de Mayo de 1818. Marx realizó en Tréveris sus
estudios secundarios, y luego se trasladó a Bonn para estudiar derecho. En Bonn, Marx
prefería la vida cómoda y divertida al estudio, de modo que su padre decidió que continuase su
carrera en la Universidad de Berlín, más austera. En 1836 Marx se traslada a Berlín y en el
verano de ese mismo año se compromete en secreto con Jenny von Westphalen, una
muchacha de familia aristocrática con la que Marx contraerá matrimonio en 1843. En Berlín,
Marx frecuenta el Doktorclub, círculo de jóvenes intelectuales hegelianos que asumían
posturas radicalizadas. Allí conoció entre otros al teólogo Bruno Bauer. Se licenció en Berlín, en
Filosofía, en 1841.
Una vez licenciado, Marx quiso obtener algún encargo docente en Bonn, donde
enseñaba su amigo Bruno Bauer; sin embargo Bauer se vio pronto alejado de la Universidad, y
puesto que ya no podía apoyar a Marx, se le cerró la puerta académica. Al desvanecerse la
salida docente, Marx pasó al periodismo y se convirtió en redactor de la Gaceta Renana,
órgano de expresión de los radicales burgueses de Renania; muy pronto Marx es nombrado
redactor en jefe del periódico. No obstante, el 21 de Febrero de 1843 fue prohibida
oficialmente su publicación. Durante ese período, Marx estudió a Feuerbach, entusiasmándose
con él.
Marx se marcha a París, y allí entra en contacto con Proudhon y Blanc; se encontró con
Bakunin y sobre todo, conoció a Friedrich Engels, que será amigo y colaborador suyo durante
toda su vida. Con la ayuda económica de algunos amigos de Colonia, Marx siguió en Paris sus
investigaciones de filosofía y economía política. Son de 1844 sus ―Manuscritos económico-
filosóficos‖. Mientras tanto colaboraba en el ―Vorwärts‖ (Adelante), periódico de los artesanos
comunistas, que también se difundía en Alemania. Justamente esta colaboración provocará su
expulsión de Francia (en Enero de 1845). A lo largo de esta época iba madurando su
apartamiento de la izquierda hegeliana. En 1845 aparece ―La Sagrada Familia‖, trabajo escrito
en colaboración con Engels y dirigido contra Bruno Bauer y los hegelianos de izquierda.
Siempre oponiéndose a éstos, Marx y Engels escribieron en Bruselas (donde Marx se refugió
cuando fue expulsado de Francia) ―La Ideología Alemana‖. ―Las tesis sobre Feuerbach‖ son de
1845, y ―La miseria de la Filosofía‖ de 1847. Marx permaneció en Bélgica hasta 1848; en enero
de ese año, por encargo de la Liga de los comunistas, redactó junto con Engels el famoso
―Manifiesto Comunista‖.
En 1849 Marx parte hacia Inglaterra. Una vez allí, Marx se establece en Londres, donde,
entre dificultades de toda clase y con la ayuda económica de su amigo Engels logró llevar a
cabo las investigaciones de economía, historia, sociología y política que constituyen la base de
―El Capital‖, cuyo primer volumen apareció en 1867, mientras que los otros dos fueron
publicados por Engels, una vez muerto Marx. En 1859 había aparecido su otra obra
fundamental: ―La crítica de la economía política‖. Comprometido en la organización del
movimiento obrero, Marx logró fundar en 1864, en Londres, la Asociación internacional de
trabajadores (La primera internacional), que después de diversos enfrentamientos fue disuelta
en 1872. la última década de su vida Marx trabajó principalmente en El Capital. Marx murió en
Londres en 14 de Marzo de 1883.

1-. LOS ANTECEDENTES FILOSÓFICOS DE MARX.


Tres son las influencias fundamentales en Marx: la filosofía de Hegel y Feuerbach, la
economía política inglesa y los socialistas utópicos, especialmente los franceses.
Hegel había considerado que puede explicarse toda realidad, especialmente la historia,
como el proceso que sigue el único ser que existe, denominado por Hegel Espíritu Absoluto,
que se encuentra inicialmente alienado y que busca el autoconocimiento a través de un
proceso dialéctico.
El concepto de alineación supone que el ser no sabe algo que él es, algo que le
pertenece, y al no saberlo se convierte en algo que no es suyo, que no es él. ―Alienar‖ es dar
lo que es de uno a otro, y al dárselo a otro no reconoce que es suyo y se convierte en algo
extraño.
Marx adoptará de Hegel fundamentalmente tres nociones:

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La primera es que la realidad, especialmente la historia, no es un proceso caótico que


se desenvuelve sin leyes, sino un proceso que puede explicarse desde leyes racionales. Según
Hegel, la realidad entera no es más que la expresión del Espíritu Absoluto, en su proceso
racional para conocerse a sí mismo. En ese proceso de autoconocimiento irá haciendo surgir
todo acontecimiento o cosa que ha existido, existe o existirá en la realidad; por tanto, la
naturaleza, la historia, el propio ser humano, sus teorías y conocimientos, no son más que
fases en el despliegue de ese Espíritu.
La segunda es que esa ley fundamental que explica el acontecer histórico es la
dialéctica, entendida al modo hegeliano; es decir, como la construcción de una síntesis a
partir del establecimiento de una tesis y su posterior antítesis. El modo dialéctico atraviesa tres
momentos: En el primer momento se produce una Tesis, es decir, se da una afirmación. En el
segundo momento se produce la Antítesis, que consiste en la negación de la tesis antes
afirmada. Por último, se da la Síntesis, que es una superación integradora de lo positivo que
se haya en la tesis y en la antítesis. La síntesis recoge e integra tanto a la tesis como a la
antítesis en una nueva formulación que pasa a considerarse como una nueva tesis a la que
seguirá, a su vez, una nueva antítesis y una nueva síntesis en un proceso que constituye el
despliegue de lo absoluto.
En tercer y último lugar, adoptará la noción de alineación, como situación que describe
la insuficiencia del estado actual de cosas y explica el proceso histórico.
Sin embargo, contra Hegel, Marx considerará que el sujeto que produce, en su
evolución, la historia y la misma realidad, no es un Espíritu Absoluto alienado que busca
autoconocerse, sino la materia que, en un proceso de organización, produce al hombre que es
quien, alienado, dará lugar a la historia.
Feuerbach, por su parte, se había caracterizado como un hegeliano de izquierdas,
crítico con las referencias metafísicas de la filosofía hegeliana y centrado en una crítica
profunda a la religión, especialmente al cristianismo. Para Feuerbach, el hombre era egoísta
por naturaleza. Esto le lleva a intentar acaparar los bienes para sí, condenando al prójimo a
que no pueda satisfacer sus deseos. En esa situación de deseos insatisfechos el ser humano se
aliena y produce la idea de Dios. Y al hacerlo proyecta en Dios las mejores cualidades y
atributos que tiene el propio hombre, enriquece la idea de Dios a costa de empobrecer la idea
de hombre.
Respecto al modo de conseguir la restauración del hombre, Feuerbach considera que
ésta ocurrirá cuando el hombre consiga acabar con la alineación, reconociendo como
verdadera la teoría que afirma que es él quien hizo a Dios, y son suyos los atributos que en su
alineación le adjudica. Una vez convencido de esto, el ser humano podrá recuperar esas
capacidades que donó a Dios y librarse de la religión, realizando un destino estrictamente
humano en el mundo.
Marx aceptará esencialmente la idea de alineación religiosa que Feuerbach propone
para el hombre, pero se mostrará crítico con él en su afirmación de que el hombre es
esencialmente un ser egoísta. También se mostrará crítico en que sea el conocimiento de su
egoísmo y de su alineación la forma de evitar que el hombre siga alienado; por el contrario,
mientras no se eliminen las condiciones socioeconómicas que hacen que el hombre se aliene,
éste seguirá estándolo.
Con respecto a la economía política, Marx estudió profundamente a dos economistas
ingleses como fueron Adam Smith y David Ricardo. De sus investigaciones llegó a la conclusión
que la economía política considera que las leyes que él puso en evidencia son leyes eternas,
inmutables. La economía política de la época transforma hechos, en leyes eternas, y por tanto,
en leyes que no pueden cambiarse. Marx llega a la conclusión que a una máxima producción
de riqueza le corresponde un máximo empobrecimiento del obrero; la economía política nos
dice que las cosas funcionan así, pero no nos dice por qué funcionan así y no se plantea el
cambiarlas. Marx trata de explicar el origen de la propiedad privada (que es una ley natural
intocable para la economía política de la época) e intenta mostrar que es un hecho y no una
ley eterna. La propiedad privada, para Marx, es un hecho que es consecuencia de la alineación
del trabajo humano, y por ello debe ser abolida.
Por último, con respecto al socialismo utópico (Fourier, Saint-Simon), Marx y Engels
consideran que tal socialismo ha observado el antagonismo de las clases y los elementos
disolventes en el seno de la propia sociedad dominante, además suministraron un material
muy valioso para ilustrar a los obreros, pero sin embargo, su defecto más grave consiste en

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que no han visto ninguna actividad histórica autónoma por parte del proletariado y por lo tanto
no han encontrado las condiciones materiales para la emancipación del proletariado; de este
modo se deslizan hacia el utopismo: critican la sociedad capitalista, la maldice y la condenan
pero no saben encontrar un camino de salida. A este socialismo que acaba abocándose al
conservadurismo, Marx y Engels oponen un socialismo científico que ha descubierto la ley de
desarrollo del capitalismo y que puede explicar los males que ha causado y superarlos.

2-. LAS ALIENACIONES.


El concepto de alienación, que procede de Hegel, es tomado por Marx como un efecto
en el hombre de las condiciones socioeconómicas en que vive.
En todo proceso de alienación hay algo de la persona que se aliena, que se enajena,
que se hace extraño a quien se aliena, y que como consecuencia pierde y es traspasado a algo
que no es ella. Por ejemplo, en la alienación religiosa que proponía Feuerbach el ser humano
cogía sus mejores atributos y los ―enajenaba‖, los ―extrañaba‖, cediéndoselos a la idea de
Dios. Como consecuencia de extrañar sus mejores atributos en Dios, el propio hombre queda
como acreedor de todos los malos atributos, maldad e ignorancia.
Sin embargo, entiende Marx, no hay una única alienación en el ser humano. Esa
―pérdida‖, ―extrañamiento‖, que produce la alienación se dan en todas las facetas de la vida
humana. Aunque, podemos hablar de una alienación fundamental, la alienación económica,
que es fundamento para las demás. La alienación económica dará como resultado la alienación
socio-política que, a su vez, conllevará la producción de una ideología que no es más que la
expresión de dos nuevas alienaciones: la filosófica y la religiosa.
2.1-. Las alienaciones ideológicas: religión y filosofía.
Marx, contra lo opinado por Feuerbach para explicar el origen de la alienación religiosa,
considera que el ser humano no tiene una esencia que le haga ser egoísta. De hecho,
considera, no tiene ninguna esencia determinada, sino que su modo de ser se adquiere en la
sociedad en la que vive, de acuerdo a las características que esa sociedad tiene. Así pues, el
aparente egoísmo del ser humano del que habla Feuerbach, no sería más que el producto de
una sociedad en concreto que, por el modo en que está diseñada, produce seres humanos que
viven en la miseria y se hacen egoístas.
La causa de la alineación religiosa no está, pues, en la naturaleza humana, sino en un
modo de existencia social que es falso y defectuoso.
En la religión el creyente adormece sus desgracias, ya que por sus ilusorias promesas
evita cambiar las condiciones reales de la miseria. Su efecto, por tanto, es el de convertirse en
un analgésico que evita que el ser humano cambie las condiciones reales que le hacen infeliz
en este mundo por una supuesta felicidad en el venidero. Marx, denomina a la religión como
―opio del pueblo‖, y lo hace por su efecto calmante respecto al sufrimiento que procede de la
miseria causada por la explotación económica. Incluso es narcótico para el explotador, para su
conciencia, en tanto que la religión justifica su dominio sobre el explotado. El caso es que la
religión predica la resignación del hombre, y ahí está uno de los efectos más perniciosos, ya
que inhibe al sujeto para realizar las acciones necesarias que producirían un cambio en sus
condiciones de vida, condiciones que son la verdadera causa de la propia alienación religiosa.
Las ideas, piensa Marx, incluidas las religiosas, son el reflejo producido en la mente por
una situación material concreta, es decir, por unas condiciones concretas sociales, políticas y
económicas, y su función es la de justificar y legitimar los intereses de la clase dominante que
la mantiene y se beneficia de ella.
Para Marx, todas las ideas, ya sean filosóficas, morales, religiosas, políticas, jurídicas,
artísticas, etc., no son más que la justificación ideológica de una situación socio-económica
concreta que es la que la produce. La misión de estas ideologías es la de intentar justificar y
perpetuar unas relaciones de explotación dadas.
2.2-. La alienación política y social.
La alienación política consiste en ceder al Estado la parte de la soberanía que cada
persona tiene, y que es propia de ésta. La ilusión ideológica que se genera para producir esa
cesión es que el ciudadano crea que sus intereses tiene realmente importancia en el ejercicio
del gobierno por parte del Estado.
El Estado, en realidad, no es más que el órgano que permite, por su gobierno, la
desigualdad e injusticia social. Es decir, es quien mantiene, si es necesario por la fuerza, el
privilegio del grupo dominante sobre el dominado. Sin embargo, el trabajador, las clases

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

desfavorecidas, consideran el Estado como la salvaguarda de sus intereses, quien impone la


justicia, quien da a cada cual lo que le corresponde, quien vela por todos, quien le representa,
etc., hasta tal punto que si ve al propio Estado en peligro, por ejemplo, en caso de guerra, es
capaz de morir por él.
En una sociedad de clases distintas y con intereses contrapuestos, es el estado el
instrumento mediante el cual la clase dominante impone sus propios intereses sobre las demás
clases.
La alienación política es efecto de la alienación social. Marx nos dice las clases sociales
que han existido a lo largo de toda la historia, pueden agruparse en dos grandes grupos, la
clase de los opresores y la de los oprimidos, que diferenciadas por tener intereses
contrapuestos conforman una contradicción dialéctica en la sociedad a partir de la cual se da el
progreso histórico.
En la sociedad industrial, nacida como efecto de la revolución industrial, la clase
oprimida fundamental es la del proletariado, mientras que la clase oprimida es la de los
burgueses (terratenientes, industriales, financieros y alto clero).

2.3-. La alienación económica o del trabajo.


Es la alienación fundamental y base de todas las demás, ya que ella va a producir
directamente la existencia de distintas clases sociales. Dentro de esta alienación podemos
distinguir tres modos distintos:
A) Con relación al producto del trabajo.
Lo que el trabajador pierde en este tipo de alienación es el producto de su trabajo, ya que
éste, tras ser realizado no le pertenece, pertenece al empresario que ha comprado la fuerza de
trabajo del obrero. Según Marx, el empresario paga al obrero menos de lo que vale lo que éste
produce, por lo tanto el empresario obtendrá una plusvalía económica que el obrero pierde.
Además de lo que el obrero pierde al ceder el producto de su trabajo, ese mismo trabajo
alienado y transformado en capital, se convierte en instrumento de su propia alienación, ya
que la acumulación de ese capital en manos del amo es lo que produce, mantiene e
incrementa el propio sistema capitalista que lo aliena. El hombre pasa a ser esclavo de su
propio producto, en vez de su dueño. Su trabajo, lejos de convertirse en instrumento de
mejora y de felicidad, se convierte en instrumento de esclavitud e infelicidad.
B) Con relación a la actividad de trabajar.
Para Marx el trabajo no es una maldición para el hombre. Según Marx, el hombre no tiene
una esencia definida, por naturaleza no es nada, sino que su modo de ser, lo que él terminará
por ser, es algo que se va construyendo por el propio ser humano, desde su propia vitalidad
creadora, a través del trabajo. El trabajo, por tanto, significa para el hombre el modo en que
éste puede autorrealizarse y constituirse como hombre.
No obstante, el trabajo se produce en una sociedad y en unas condiciones históricas
concretas. Y si esas condiciones en las que se da no son las óptimas, el trabajo puede
pervertirse y, lejos de ser el instrumento para la autorrealización del hombre se convierte en
un medio de alienación y explotación.
El trabajo en el sistema capitalista es un instrumento de la alineación del hombre. La
principal crítica de Marx al capitalismo no es la injusticia en la distribución de las riquezas, es
la perversión del trabajo convertido en trabajo forzado.
En el sistema capitalista de producción el hombre se convierte en una mercancía más, se
cosifica. Él es ahora una fuerza de trabajo que se vende al empresario. El obrero existe para el
proceso de producción y no el proceso de producción para el obrero.
C) Con relación a los demás hombres.
El trabajo alienado, al producir una desigualdad respecto a la posesión del producto del
trabajo, tiene como efecto hacer aparecer las distintas clases sociales. Lo que se aliena es la
autopercepción del ser humano como perteneciente al mismo grupo, el hecho de que no se
dispongan de las mismas riquezas hace que éste se vea a sí mismo como perteneciente a un
grupo social especial, que es el formado por el distinto reparto de la riqueza. Así, con relación
a los demás hombres, el ser humano se escinde en dos clases fundamentales, la de los
proletarios y la de los productores. Los intereses quedan diferenciados y el enfrentamiento sólo
es su consecuencia.

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

3-. MATERIALISMO HISTÓRICO (HISMAT) Y MATERIALISMO


DIALÉCTICO (DIAMAT).
Antes de adentrarnos en la clarificación de estos dos conceptos centrales de la filosofía
marxista, empecemos por definir materialismo.
Por materialismo se entiende que no existe un Espíritu, sea de la naturaleza que sea,
anterior o justificador de los sucesos materiales. El mundo, por tanto, para el materialismo, es
de origen material. El materialismo se puede expresar en las siguientes dos ideas:
a) Todo pensamiento es consecuencia de una percepción sensible de objetos
materiales.
b) Todo fenómeno social se explica por sus realidades particulares y sensibles.
Así pues, son los hechos los que determinan toda situación y hay que partir de ellos para
conocer los problemas.
El materialismo dialéctico (nombre no utilizado por Marx) o DIAMAT, es una teoría que
quiere presentar el mundo y todos sus productos, naturales o sociales, como un proceso
dialéctico, al modo hegeliano. La diferencia con Hegel está en que ahora es la materia, en vez
del Espíritu Absoluto hegeliano, la que se va desarrollando y dando lugar a los distintos
acontecimientos.
Para el materialismo dialéctico no existe nada establecido de una vez por siempre, no hay
nada absoluto o consagrado definitivamente (contraposición al materialismo mecanicista del
s.XVIII); no se deja en pie más que el ininterrumpido proceso del aparecer y desaparecer.
No obstante, hay que precisar que ese concepto de dialéctica que Marx coge de la filosofía
hegeliana es retocado por Marx, ya que podemos decir que Marx invierte la dialéctica
hegeliana, la vuelve del derecho, la transporta desde las ideas a la historia y a los hechos,
desde la ―conciencia infeliz‖ hasta la realidad social en contradicción. Para Marx, cada
momento histórico engendrará contradicciones en su interior, y tales contradicciones serán el
mecanismo que produzca el avance del desarrollo histórico.
Pues bien, la aplicación de la doctrina del materialismo dialéctico a la complejidad del ser
humano y de la vida social es lo que se denomina materialismo histórico o HISMAT.
La idea fundamental del materialismo histórico está en hacer depender todo proceso
espiritual, ideológico y social, de las concretas condiciones materiales en las que se da, y que
son las que lo determinan.
Marx criticará cualquier explicación de la historia que la haga depender de la voluntad, ya
sea ésta sobrenatural (Dios, Espíritu Absoluto) o natural (grandes hombres como César, Cristo,
Napoleón,...).
El punto de partida de Marx es el hombre real y su acción sobre la naturaleza. El hombre
es concebido como un ser de necesidades y para satisfacerlas tiene que trabajar. Esta praxis,
que supone el desarrollo de ciertas técnicas y la organización del trabajo colectivo, determina
toda la organización social, moral, política, cultural, de su vida. Así pues, para Marx, la base
material, económica, es la que determina la ideología; vemos aquí un claro ejemplo de
inversión hegeliana, ya que para Hegel la conciencia político-ideológica determina lo
económico, y en Marx lo económico se transforma en el elemento esencial que da lugar a lo
ideológico.
Las sociedades se definen por dos elementos:
A) Su infraestructura económica y la estructura económica entendida en
sentido estricto; a ambas las denominará Marx estructura económica, aunque
entendida ahora en sentido amplio.
B) La superestructura jurídico-política e ideológica.
Empecemos explicando este segundo elemento que conforma la sociedad. La
superestructura estaría formada por dos niveles:
1-. La estructura jurídico-política, que englobaría las normas e instituciones que
reglamentan el funcionamiento de la sociedad y están aseguradas por el aparato del Estado,
instrumento de la clase dominante.
2-. La estructura ideológica, dentro de la cual se incluirían las ideas filosóficas, morales,
políticas, etc., que justifican la estructura jurídico-política. Las ideas dominantes en una época
son las ideas de la clase dominante.
La infraestructura corresponde a las denominadas fuerzas de producción, que son el
conjunto de la capacidad de trabajo de un conjunto humano, incluido el nivel de desarrollo de

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

esa capacidad alcanzado por el desarrollo del conocimiento en esa sociedad. Por tanto, aquí se
incluyen las herramientas, maquinarias, instalaciones, materias primas, fuerza de trabajo,...,
pero también conocimientos técnicos, desarrollo científico, y aptitudes y preparación de los
trabajadores; ya que todo esto influye y determina la fuerza productiva o capacidad productiva
de una sociedad.
La estructura económica en sentido estricto, corresponde a las denominadas relaciones
de producción, que viene a ser la manera de organizar el poder sobre las fuerzas de
producción, así como la organización del reparto de los bienes producidos: las relaciones de
propiedad. En una sociedad hay que decidir quien manda y quien es el dueño de los bienes
producidos y de los medios de producción, para así organizar el reparto de la riqueza.
Según Marx a cada sistema de fuerzas productivas le corresponde un determinado
conjunto de relaciones de producción. Así, por ejemplo, un sistema de producción basado en la
fuerza productiva de los esclavos tendrá como resultado una organización social que distinga
esclavos y amos. La fuerza productiva es la que determina la organización social.
Pues bien, cuando las fuerzas productivas evolucionan, como éstas son las que producen
una determinadas relaciones de producción, estas relaciones deberían también evolucionar.
Sin embargo, lo usual es que las personas beneficiadas por la antigua relación de producción
intenten mantener su estado de privilegio. Esto produce un choque dialéctico, una
contradicción que aboca a la sociedad a un conflicto que sólo se supera por un proceso
revolucionario. Tal revolución social debe generar un cambio e instaurar una nueva época
social.
Es importante señalar que una revolución no se da hasta que no se ha desarrollado
suficientemente las fuerzas productivas, y las bases materiales de la sociedad futura no se
encuentran ya presentes, en germen, en la etapa de conflicto.
El modo mediante el que se resuelve la contradicción expuesta es la lucha de clases. Para
Marx, la lucha de clases es el motor de la historia, y todas las luchas que han existido a lo
largo de la historia pueden entenderse como lucha de clases.
Cuando se habla de lucha de clases ha de entenderse algo más que un simple
enfrentamiento entre explotados y explotadores. Cuando los obreros tomas conciencia de clase
obrera, se emprende una lucha no contra los patronos aislados sino contra la clase dominante
y el gobierno que los apoya.
La lucha de clases debe darse a tres niveles:
- Lucha económica, lucha por poseer los medios de producción.
- Lucha política, lucha por poseer el poder.
- Lucha ideológica, lucha por implantar nuevas ideas que representen los intereses de la
nueva sociedad.
La lucha de clases, que suele acabar con la victoria de la clase ascendente, instaura un
nuevo régimen económico-social, viéndose obligada a cambiar la superestructura, y
presentando sus intereses como los intereses de la sociedad en su conjunto. Este proceso se
ha repetido a lo largo de la historia y tendrá su fin con la llegada del comunismo.
Marx ha distinguido cinco modos distintos de fuerzas productivas y por tanto, cinco modos
diferentes de relaciones de producción a lo largo de la historia. Estos modos estarán ligados
unos con otros en el sentido de que es la evolución de los más antiguos, según leyes
dialécticas, lo que produce la aparición de los más modernos.
El primer modo de producción es el denominado modo de producción primitivo, que
caracteriza a la denominada época asiática y que tiene como novedad en su fuerza productiva
el uso de instrumentos de piedra, arco y flechas.
El segundo es el modo de producción tribal, perteneciente a la época antigua (Grecia y
Roma) y se caracteriza por el uso de los metales y de la esclavitud. En la sociedad esclavista la
producción pasa totalmente a manos del esclavo y este esclavo se constituye como el primer
proletario histórico; esta situación se institucionaliza mediante la Ley.
El tercero corresponde al modo de producción feudal, propio de la edad media y que se
caracteriza por el uso de arado y el telar. Los señores feudales son los dueños de las tierras y
de los individuos que las trabajan. En las ciudades es donde va a surgir la fuerza que acabará
con el feudalismo: los trabajadores independientes que conforman gremios y darán lugar a la
burguesía.

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El cuarto es el modo de producción burgués-capitalista, nacido con la revolución industrial


y propio de la época de Marx, y que se caracteriza por el uso de la gran industria y la
confrontación entre proletarios y burgueses-capitalistas.
Después de este modo, nos dice Marx, aún vendrá una nueva época, la comunista, en la
que se dará solución a las contradicciones de la época actual, y en la que toda contradicción
entre clases cesará con el fin de las propias clases. Con esta última época terminará también
la historia tal y como la conocemos, y un nuevo horizonte de felicidad se abrirá para el género
humano, libre de las alineaciones que en la actualidad le someten.
Profundicemos ahora en cómo plantea Marx la venida del comunismo.
El feudalismo produjo la burguesía. La burguesía, para existir y desarrollarse, tiene que
producir en su seno a aquel que la llevará a la muerte, el proletariado. En efecto, éste
constituye la antítesis de la burguesía. Es inevitable, por tanto, que llegue el día de la
revolución.
La forma de producción capitalista, según Marx, lleva en sí misma su propia negación; así
es como se pasa de la sociedad capitalista al comunismo. El comunismo es para Marx el
retorno pleno y consciente del hombre a sí mismo, como hombre social, como hombre
humano. La sociedad comunista será una sociedad sin propiedad privada, sin clases, sin
división del trabajo, sin alineación y sobre todo si Estado.
Marx, en sus obras, no indica con demasiada precisión cómo se configurará la nueva
sociedad; ésta, después del derrumbamiento de la sociedad capitalista, sólo podrá realizarse
de un modo gradual. Al principio seguirá habiendo una cierta desigualdad entre los hombres,
pero más tarde, cuando haya desaparecido la división entre trabajo manual y trabajo
intelectual, y cuando el trabajo se haya convertido en una necesidad y no en un medio de vida,
la sociedad podrá empezar a regirse por el siguiente lema: ―Cada uno según su capacidad, a
cada uno según sus propias necesidades‖.
Marx consideraba que una vez abolida la propiedad privada el poder político habría ido
retirándose paulatinamente, hasta llegar a extinguirse. Para Marx, el Estado no es más que la
forma de organización que se dan por necesidad los burgueses con el fin de garantizarse la
propiedad y sus intereses; por tanto, cuando ya no exista la propiedad privada ni las clases
sociales ya no habrá un poder político en sentido estricto, ya que el poder político no es más
que la violencia organizada de una clase para oprimir a la otra.
Sin embargo, todo esto no se llevará a la práctica de inmediato. Al principio tendremos la
dictadura del proletariado, que utilizará su dominio para centralizar todos los instrumentos de
producción en manos del Estado, es decir, del proletariado organizado como clase dominante.
Más adelante se dará el salto a la libertad, y entonces la vieja sociedad burguesa, con sus
clases y sus antagonismos entre clases será substituida por una asociación en la que el libre
desarrollo de cada uno es condición para el libre desarrollo de todos.

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TEMA 7. FRIEDRICH NIETZSCHE

1-. INTRODUCCIÓN.
2-. EL NACIMIENTO DE LA TRAGEDIA: APOLO Y
DIONISOS.
3-. LA CRÍTICA A LA METAFÍSICA OCCIDENTAL.
4-. EL SUPERHOMBRE.
5-. LA MORAL EN LA FILOSOFÍA DE NIETZSCHE.

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1-. INTRODUCCIÓN.
Crítico despiadado del pasado e ―inactual‖ profeta del futuro, desmitificador de los
valores tradicionales y propugnador de un hombre que tenía que venir. Friedrich Nietzsche fue
muy consciente de su destino: ―Conozco mi suerte. Mi nombre estará un día ligado al recuerdo
de una crisis, como no haya habido otra igual, al más hondo conflicto de conciencia, a una
decisión que se proclama contraria a todo lo que hasta ahora se había creído, pedido y
consagrado. No soy un hombre, soy una descarga de dinamita... Contradigo como jamás se
había contradicho, y a pesar de ello soy la antítesis de un espíritu negador...‖ Nietzsche se
interpreta a sí mismo como un hombre elegido por el destino, como aquel que contradice como
jamás se ha contradicho. Contradice el positivismo y su fe en el hecho, por una sencilla razón:
―el progreso es sencillamente una idea moderna, es decir, una idea falsa‖. Socava las
pretensiones de verdad de las ciencias exactas. En contra de todos los espiritualismos,
proclama la muerte de Dios. Dice que el cristianismo ―es un vicio, porque no existe nada que
resulte más mal sano, en medio de nuestra malsana humanidad, que la compasión cristiana‖.
Por tanto, Nietzsche es un espíritu que contradice. Lo es porque piensa que tiene que anunciar
algo grande y nuevo: ―¡Os conjuro, hermanos míos, permaneced fieles a la tierra y no deis fe a
quienes os hablan de esperanzas sobrenaturales! Son envenenadores, conscientes o
inconscientes. Son menospreciadores de la vida, moribundos, y están ellos mismos
envenenados: la tierra está cansada de ellos; pues bien, ¡expulsadlos para siempre!‖. Junto a
la fidelidad a la tierra, Nietzsche enseña: ―No escondáis más la cabeza en la arena de las cosas
celestiales, sino llevarla libremente: una cabeza terrenal, que es la que crea el sentido de la
tierra.‖

2-. LA CRÍTICA A LA METAFÍSICA OCCIDENTAL.


El papel de Nietzsche en el pensamiento occidental es fundamental porque plantea la
tremenda cuestión de si el hombre europeo ha seguido hasta ahora un camino errado y por
tanto es necesario dar marcha atrás y renunciar a todo lo que hasta ahora se ha considerado
"santo", "bueno" y "verdadero" (es decir, a los valores que se habían establecido como los
adecuados en la cultura occidental).
A diferencia de Hegel que concibe la historia como un proceso evolutivo en el que se
hallan integrados todos los pasos anteriores y que creyó que podía dar una respuesta positiva
de la historia de la humanidad occidental, Nietzsche representa, por el contrario, la negación
del pasado, la repulsa de todo dogmatismo y de toda tradición, y una vuelta al momento
anterior a la creación de la metafísica y de la escisión entre mundo sensible y mundo inteligible
que llevó a cabo Sócrates-Platón.
Para Nietzsche la historia no es más que la historia de un error prolongado y por ello la
ataca y la critica radicalmente. Nietzsche lleva a cabo una crítica contra la metafísica anterior,
lucha contra el racionalismo y se opone a la violación de la realidad por el pensamiento. Su
lucha con el pasado tiene la forma de una crítica total de la cultura, pero esa crítica es en
esencia una disputa contra la metafísica occidental.
¿Cuáles serán los pilares sobre los que se sostenga dicha crítica? Nihilismo,
transmutación de todos los valores, tarea genealógica, "filosofar a martillazos", voluntad de
poder y eterno retorno, son las principales ideas del pensamiento nietzscheano.
Nuestra tarea ahora consistirá en ir descubriendo qué significa cada término y enlazar
uno con otro, para ver si podemos, de esta manera, describir y explicar qué es lo que quiere
llevar a cabo Nietzsche con la crítica del pensamiento occidental y en qué consiste dicha
crítica.
Abordemos, en primer lugar, una de las ideas principales dentro de la filosofía de
Nietzsche: NIHILISMO. El nihilismo designaría una actitud trágica y desesperada frente a la
presente situación del hombre y de la sociedad. Ahora bien, el nihilismo no debe entenderse
como catastrofismo, ni como una forma de pesimismo, sino como una exigencia del
pensamiento. Si hubiese que hacerle un reproche a la filosofía del pasado éste sería lo poco de
nihilismo que tiene dicha filosofía. El nihilismo nos muestra que las ideas y creencia que habían
en la sociedad anterior se han venido abajo, ya no nos sirven los valores que había en la
tradición anterior, los ideales existentes no se pueden ya mantener; por todo ello, el nihilismo

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

se convierte en algo que nos avisa de lo caduco del pasado, nos indica que la sociedad actual
está "enferma" y por tanto, nos advierte que hay que cambiar las cosas, ya que éstas no
pueden seguir como antes. Para Nietzsche la aparición del nihilismo es necesaria porque
muestra la falsedad y vacuidad de los valores que teníamos, e impulsa a los hombres a crear
nuevos valores, que le valgan y que sustituyan a los viejos valores que se han convertido en
algo falso. Sólo pasando por el nihilismo se puede llegar a mostrar el valor real de los valores
(ese valor real será el mostrar que están vacíos y se han convertido en algo falso). Lo que
antes se consideraban valores absolutos ahora se han convertido en valores ficticios.
Así pues, en resumen, podemos decir que el concepto NIHILISMO no designa nada
peyorativo, ni destructivo, sino algo necesario, destrucción de los valores anteriores, para
después poder construir valores nuevos. No obstante, tenemos que tener claro que nihilismo
es un término negativo, y aunque ese nihilismo desemboque después en la creación de nuevos
valores, el nihilismo no es la creación de nuevos valores. El nihilismo "es el tiempo intermedio
en que final y comienzo se confunden, el tiempo en el que las antiguas estrellas se desvanecen
y no se divisan aún otras nuevas. Ese tiempo intermedio es el nuestro". (E. Fink: "La filosofía
de Nietzsche". p.185).
Este nihilismo de "nuestro tiempo" podría considerarse como el final del error más
largo, pero ¿dónde tiene su origen ese nihilismo que nos ha llevado a la situación presente de
ausencia de valores? ¿cómo se convierte el nihilismo en la "lógica interna" de la historia de
occidente? Si rastreamos el camino que nos ha llevado a ese momento de pérdida de los
valores supremos, podemos establecer el origen del nihilismo en la escisión creada por Platón-
Sócrates, entre el "mundo verdadero" y el "mundo aparente". Platón llena de contenido el
espacio metafísico, da sentido al espacio escindido. Según Platón, y el pensamiento occidental,
si nuestro mundo sensible, en el cual vivimos y nos movemos, es un mundo caracterizado por
la multiplicidad y la diversidad en continuo movimiento, si nuestro mundo es un devenir que
no podemos controlar, lo que hay que hacer es construir una reduplicación de ese mundo, pero
dicha reduplicación debe ser inmutable, eterna, fija, controlable, "verdadera" e inteligible; una
vez construido ese mundo inmutable, reino del filósofo-basileus platónico, pongamos sobre él,
el rótulo de "mundo verdadero"; de esta manera llegamos a la completa escisión del mundo en
dos mundos: por una parte, el mundo de la verdad, de la Razón, de las ideas, de lo inteligible,
y por otra parte, el "mundo aparente", el mundo sensible, donde según Platón y el
pensamiento metafísico occidental predominan la ficción y la apariencia y donde nada podemos
conocer y controlar ya que todo es perpetuo devenir. Así pues, aquí comienza, en la cultura
occidental, el predominio de la Razón sobre las pasiones y los instintos.
¿Cuál es la opinión de Nietzsche a este respecto? "Inventar fábulas acerca de "otro"
mundo distinto de éste no tiene sentido, presuponiendo que no domine en nosotros un instinto
de calumnia, de empequeñecimiento, de recelo frente a la vida: en este último caso tomamos
venganza de la vida con la fantasmagoría de "otra" vida distinta de ésta, "mejor" que ésta."
(Nietzsche. Crepúsculo de los ídolos". p.50). Nietzsche entrecomilla las palabras "otro" y
"mejor", para dar a entender su distancia con respecto a la tradición metafísica, para poner de
manifiesto que no existe otro mundo aparte del mundo en el cual vivimos, y que naturalmente
ese mundo que se ha inventado no es mejor que el nuestro, ya que tan sólo es una ficción,
una mentira.
¿Qué hace la metafísica, una vez ha creado la escisión entre mundo verdadero y mundo
aparente? Autonomiza los valores, absolutiza las diferencias. La metafísica olvida que el
hombre es el único que crea los valores, que es el único que genera los valores; el hombre
interpreta, toma una posición ante la vida, evalúa en el transcurso de la vida, pero todo esto
es olvidado por la metafísica, que impone sobre los hombres valores "en sí", impone categorías
y conceptos para que la Razón pueda subsumir la multiplicidad en la unidad del juicio; todo
esto trae como consecuencia el empobrecimiento de la vida, toda la tarea metafísica apunta a
la corrupción y destrucción de la vida, es decir, a la destrucción de las particularidades, de la
subjetividad, de la actividad, etc.
Así pues con Platón tenemos el primer estadio de la historia de occidente, el primer
estadio de "cómo el mundo verdadero deviene fábula", tal y como diría Nietzsche. Pero, hay
que tener en cuenta, que Platón sólo es el primer peldaño. El segundo estadio de la historia de
occidente es el cristianismo. El cristianismo, significó el final del mundo antiguo, ya que
aniquiló las formas y valoraciones más nobles de la vida; el cristianismo es para Nietzsche la
más grande de todas las corrupciones imaginables, el cambio de todo valor en un no-valor, de

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

toda verdad en una mentira y al revés; es el envenenamiento de la vida mediante la idea de


pecado, la destrucción de toda auténtica jerarquía mediante la igualdad de las almas ante
Dios. Para Nietzsche, la valoración que lleva a cabo el cristianismo es la valoración de la
metafísica, la valoración de toda la interpretación occidental del ser, que interpreta lo sensible,
lo mundano y lo terreno a la luz de las Ideas, a la luz de un mundo supraterreno, auténtico,
"verdadero", trasmundano. El Dios cristiano condena como "pecado" los impulsos naturales de
la vida; ese Dios garantiza la indestructibilidad y la trascendencia de los valores negadores de
la vida. "(...) la santa mentira ha inventado: 1) un Dios que premia y que castiga, que
reconoce exactamente el código de los sacerdotes y envía a estos al mundo en calidad de
portavoces y plenipotenciarios suyos; 2) un más allá de la vida, (...); 3) la conciencia del
hombre como conciencia de que el bien y el mal son algo firme,(...); 4) la moral como
negación de todo curso natural(...); 5) la verdad como don, como cosa revelada, como
coincidente con la enseñanza de los sacerdotes, como condición de todo bienestar y de toda
dicha en esta vida y en la otra."(Nietzsche. Voluntad de Poderío. Libro II, parágrafo 141,
pág.107). Esa gran mentira de la que habla Nietzsche, esa mentira de la religión, de los
sacerdotes, construye un mundo supraterreno que tiene como cemento la nada; la única
finalidad de esa moral cristiana es la de controlar la vida del hombre, atar de pies y manos al
hombre, controlar las acciones humanas, y esto lo consigue prometiéndole un trasmundo de
felicidad y de bienestar; si el hombre sigue los designios de Dios, si sigue las reglas
establecidas por la moral cristiana, entonces conseguirá acceder a ese trasmundo feliz. "(...) el
concepto de "Dios" representa una renuncia a la vida, una crítica, incluso un desprecio a la
vida; la verdad se transforma en mentira sacerdotal, la aspiración a la verdad en Estudio de
las Escrituras,(...)."(Nietzsche. Voluntad de Poderío. Libro II, Parágrafo 141, pág.107).
Esa construcción de un trasmundo que se jacta de poseer la "verdad en sí", "lo bueno
en sí", "Dios", es completamente ficticia, falsa, ¿por qué la metafísica lleva a cabo tal escisión?
¿por qué el cristianismo alimenta tal escisión, e intenta destruir todo lo bueno, instintivo y
vigoroso que tiene la vida? El resentimiento es la clave para responder. El hombre, al no
poder controlar el devenir, al no poder controlar el mundo como inestable, diverso, en
continuo movimiento, crea un entramado conceptual y categorial para poder subsumir esa
diversidad en la unidad, para aplanar todo lo subjetivo y particular, para inmovilizar todo lo
que está en movimiento, crea un origen y un fin, es decir, una divinidad; con esta entramado
categorial, con la creación de un mundo fijo y estable, que tiene una finalidad divina, cree
conseguir la felicidad, cree que ha capturado el devenir, pero esta muy equivocado, nadie
puede parar el fluir constante de la vida, nadie puede fijar lo que no está quieto ni un sólo
momento; hemos de reconocer, cueste lo que cueste, que la vida es sufrimiento y felicidad,
error y conocimiento, no podemos abolir ni el sufrimiento ni el error, ya que si lo hacemos
corremos el riesgo de destruir la vida. Por tanto el hombre del resentimiento, el hombre
nihilista, tiene que aceptar el mundo tal y como es. El hombre nihilista que vive entre el ser y
el no-ser, que afirma lo que no es y niega lo que es, sería el hombre metafísico, el hombre que
espera conseguir la vida eterna que el sacerdote le ha prometido, esa vida que en la última
etapa del nihilismo aparecerá como carente de todo valor, de todo contenido.
Ese resentimiento del hombre, esa rabieta que protagoniza el hombre por no poder
controlar el mundo, hace que occidente se aboque a la decadencia. "Decadence", una de la
peores enfermedades, una de las peores pestes de nuestra historia. La decadencia, ligada a
esa historia de occidente, ligada al proceso nihilista, se caracteriza por la represión de los
instintos, represión llevada a cabo por la Razón y la Moral. Todo lo que huele a instinto, a
cuerpo es rechazado. "Sólo el cristianismo que se basa en el resentimiento contra la vida, ha
hecho se la sexualidad algo impuro: ha arrojado basura sobre el comienzo, sobre el
presupuesto de nuestra vida..." (Nietzsche. Crepúsculo de los ídolos. pág.135). Todo lo
corporal, todo lo instintivo es considerado como "pecado", como obstáculo para poder
conseguir la vida eterna y el "mundo de los buenos". Si queremos seguir las reglas de Dios
tenemos que dejar a un lado lo que realmente vale la pena, es decir, la vida instintiva, la vida.
La tarea nietzscheana a este respecto será muy simple, retornar el valor a esos "valores
morales", es decir, dotar de "inmoralidad" a esos valores morales.
El tercer estadio de esta historia del pensamiento occidental sería, a juicio de Nietzsche,
la filosofía de Kant, según la cual, aunque las entidades metafísicas no pueden ser conocidas
por la razón teórica, sí que se puede acceder a ellas por la razón práctica, por ese motivo,
Nietzsche critica a Kant ya que no destruye la metafísica y deja una ventana abierto a Dios,

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

alma, etc.. El cuarto estadio estaría dominado por el pesimismo, preforma del nihilismo, que
vendría a decir lo siguiente: si Kant dijo que no podemos conocer ni a Dios, ni el alma, ni el
"mundo verdadero", etc., ¿para qué queremos esas entidades?), que se caracteriza por el
descubrimiento de la vacuidad de los valores metafísicos, de la ficción del mundo verdadero,
pero a pesar de ello, el lugar que ocupaban esos valores se sigue manteniendo, aunque ahora
ese lugar esté vacío. El quinto estadio de ―cómo el mundo verdadero deviene fábula‖ sería el
nihilismo (del cual ya hemos dado cuenta anetriormente). Es necesario, por tanto, llegar a un
6º y último estadio donde se produzca la subversión total de esos valores y del lugar que
ocupaban, donde llegamos a un nihilismo completo, en el cual se destruya todo lo producido
por la metafísica y el cristianismo; pero no todo será destrucción, ha de haber construcción y
creación, ha de estar la voluntad de poder como la otra cara de ese nihilismo completo. La
nueva posición de valores, en relación con los valores anteriores legados por la metafísica, va
a ser la voluntad de poder. El "último hombre" poblador de esa época de incertidumbre, ha de
ser superado por el "superhombre", antítesis del hombre metafísico, que debe poblar el
mundo, el mundo como voluntad de poder.
Sigamos avanzando, ahora, en los conceptos que anteriormente mencionamos como los
más importantes de la filosofía nietzscheana.
La tarea genealógica explicaría el por qué se ha llegado necesariamente a ese nihilismo,
por qué ese proceso histórico nihilista ha desembocado en la "subversión de los valores
supremos". La genealogía es una mirada hacia atrás, se trata de ir más allá de la perversión
introducida por la unión entre metafísica y cristianismo. Debe retornarse a lo que hoy es
indecible para nosotros, debe retornarse a la Grecia anterior a la perversión socrático-
platónica. La tarea genealógica quitará el velo que cubre todas las ficciones y mentiras que ha
creado la moral cristiana, la metafísica.
La genealogía esta muy relacionada con la tarea crítica, la tarea genealógica incluye
una tarea crítica que se propone particularizar lo que la metafísica había absolutizado, es decir,
se propone devolver la multiplicidad y la diversidad que caracteriza la vida, el mundo;
intentará poner de manifiesto el juego azaroso e incontrolable que es el mundo. Por otra parte
la tarea genealógica intentará mostrar la "vida" como conjunto de perspectivas y de
interpretaciones. No hay nada absoluto e inmutable, no hay una única finalidad, sino diversas
finalidades, diversas lecturas e interpretaciones que llevan a cabo los distintos sujetos, y esas
lecturas particulares son las que conforman el mundo, son las que hacen del mundo, un texto
con lecturas múltiples y diversas. "El mundo es algo "cognoscible" en cuanto la palabra
"conocimiento" tiene algún sentido; pero al ser susceptible de diversas interpretaciones, no
tiene sentido fundamental, sino muchísimos sentidos. Perspectivismo."(Nietzsche. Voluntad de
Poderío. p.277). Por tanto, no hay una única perspectiva o interpretación del mundo, no hay
un único punto de vista que sea privilegiado, cada visión es particular, subjetiva y correcta. El
mundo, por mucho que diga la metafísica y la moral cristiana, es un flujo de relaciones entre
fuerzas, es un juego de fuerzas, es Voluntad de Poder. El error que comete la metafísica se
encuentra en la creencia de una única interpretación que es la verdadera y es la que todos
debemos seguir, pero no existe tal interpretación que regule el devenir, nadie se encuentra en
posesión de la "verdadera visión del mundo". Debemos ver el mundo como un tapiz inmenso
en el que cada hilo es una interpretación diferente, una perspectiva diferente, y el conjunto de
todas esas perspectivas dan lugar al mundo, a la vida.
El concepto de interpretación va muy ligado al concepto de valor, ya que, cuando
nosotros interpretamos, lo que estamos llevando a cabo es una forma de valorar, una
evaluación del mundo, de la vida. El valor para Nietzsche es aquello que da sentido y organiza
el mundo; el valor fija lo que cada uno tiene por verdadero; no habrá una "verdad en sí", tan
sólo la verdad para un sujeto determinado. Al evaluar, al valorar, adoptamos una posición ante
la vida, ante el mundo, de ahí la importancia del valor.
Así pues, la genealogía, la tarea genealógica, se convierte en crítica de valores e intento
de superación de la metafísica.
¿Cómo puede derrocar la tarea genealógica dichos "valores"? ¿cómo mostrar el carácter
ficticio de los ideales impuestos por la metafísica y la moral cristiana? Filosofando a
martillazos; el "martillo" de Nietzsche será el arma que esgrima la tarea crítica de la
genealogía para quitar el velo que cubre esos ideales falsos. El martillo pone de manifiesto la
densidad ontológica del ideal. El filosofar a martillazos descubrirá que los ideales son ídolos, y
sometiendo esos ídolos a la violencia del martillo podremos descubrir si están huecos o si por

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el contrario tienen densidad. El martillo pondrá en evidencia los "pies de barro" que sostienen
a todo ideal.
Pues bien, por el momento podemos afirmar que con la tarea genealógica y con la tarea
crítica descubrimos y desvelamos la mentira con la que los hombres occidentales habían vivido
a lo largo de su historia, conseguimos quitar el velo que impedía ver la Nada sobre la que se
mantenía el edificio que Platón, la metafísica y la moral cristiana se habían encargado de
construir. Así pues, parece que las cosas se van aclarando, la genealogía nos muestra el origen
de los falsos valores de la metafísica, hace crítica de ellos, y conseguimos desmitificar lo
absoluto, lo inmutable, lo eterno; hemos conseguido también descubrir que el mundo es un
tejido de interpretaciones y de perspectivas subjetivas, que no hay un centro de interpretación
privilegiado, que no hay una verdad absoluta en posesión de algún sujeto; la vida es un
conjunto de evaluaciones, de valoraciones que hace el hombre, no hay nada fijo, todo fluye,
todo está en constante movimiento. De la escisión entre mundo verdadero-mundo aparente
llegamos a la afirmación de que sólo hay un mundo, el mundo en el que vivimos, el mundo
formado por valoraciones y perspectivas subjetivas, el mundo del devenir que no podemos
capturar.
Pero aún nos queda uno de los puntos más importantes: la voluntad de poder. ¿qué
relación guarda la voluntad de poder con el nihilismo y con la genealogía?
La nueva posición de valores, la nueva creación de valores, mostrará lo que la
genealogía ya había mostrado, es decir, que el mundo es un todo de valoraciones, de
perspectivas, de interpretaciones que el hombre hace. No se crearan valores que sustituyan a
los valores metafísico-cristianos sino que se mostrará que el hombre es, porque valora, que
todo lo existente son valoraciones y evaluaciones; la voluntad de poder no caerá en el error de
autonomizar y absolutizar los valores nuevos, ya que si hiciera esto caería en el más grande de
todos los errores: la metafísica; tan sólo mostrará que ser=valor, que los valores son
generados por el hombre dentro de ese tejido de valoraciones que es la vida. Por tanto,
trasmutación de los valores anteriores para mostrar que los valores son posicionamientos del
hombre dentro de la vida, y no algo divino e inmutable a lo que tenemos que obedecer. La
voluntad de poder es una manera de ver las cosas, no hay cosas fijas y determinadas, tan sólo
un quantum de poder, un flujo de fuerzas que está en movimiento. Todo el mundo es
actividad. Lo que es, llega a ser mediante ese proceso activo. La voluntad de poder como ese
flujo de fuerzas que crea, construye y da lugar a ese devenir incesante que no puede ser
aprehendido.
El concepto de valor nos ha servido para establecer un continuo entre nihilismo y
voluntad de poder: nihilismo completo como destrucción total de lo anteriormente establecido,
voluntad de poder como creación de nuevos valores, trasmutación de todo lo anterior. Pero no
hay que olvidar la relación entre tarea genealógica y voluntad de poder, ya que, la tarea
genealógica nos mostró el error y el carácter ficticio de lo establecido por la metafísica, y en
unión con la tarea crítica descubrió la vacuidad de todos los valores supremos, de los ideales
cristianos, y de este modo, ayudándose del "martillo", nos dio a conocer lo que realmente hay:
devenir, juego de fuerzas, interpretaciones perspectivas, valoraciones, en suma: Voluntad de
Poder.
La voluntad de poder tiene dos formas de manifestarse: el poder y la impotencia. El
poder puede adoptar el carácter de fuerza de los instintos belicosos, inquebrantables, de la
vitalidad elevada; y la impotencia, el aspecto de la atrofia de los instintos, de una pérdida de
instintos.
Es hora de hablar sobre lo que hasta el momento hemos estado denominando
"fuerzas": "cualquier fuerza se halla en relación con otras para obedecer o para mandar. Lo
que define a un cuerpo es esta relación entre fuerzas dominantes y fuerzas dominadas. Dos
fuerzas cualesquiera, desiguales, constituyen un cuerpo a partir del momento en que entran
en relación: por eso el cuerpo es siempre fruto del azar". (Deleuze, "Nietzsche y la Filosofía",
pág.60). Todo es cuestión pues, de este juego de fuerzas; no hay nada fijo y estable, todo
dependerá de la relación entre las fuerzas, de la cantidad y cualidad de éstas. La voluntad de
poder no puede ser separada de la fuerza, ya que representa el juego de esas fuerzas; cuando
una fuerza se apodera de otras, las domina, o las rige, es siempre por la voluntad de poder.
Una cosa tenemos que tener clara, las fuerzas reactivas son fuerzas, fuerzas negativas,
fuerzas destructivas, pertenecientes a la voluntad de negar, al nihilismo; ese voluntad de
negar formará parte de la voluntad de poder; la genealogía mostrará la negatividad de esas

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fuerzas, y nuestro objetivo será subvertir dichas fuerzas, hacer de la voluntad de poder un
cúmulo de fuerzas activas y creadoras, donde no tenga cabida la voluntad de negar, la
voluntad de la nada, donde se exterminen las fuerzas reactivas.
El valor de un valor consiste en la cualidad de la voluntad de poder que se expresa en la
cosa correspondiente. Lo que Nietzsche llama alto, noble, señor, es tanto la fuerza activa,
como la voluntad afirmativa; lo que llama bajo, vil, esclavo, es tanto la fuerza reactiva, como
la voluntad negativa.
La tarea genealógica nos muestra que durante toda la historia de occidente han
predominado las fuerzas reactivas (resentimiento, mala conciencia, ideal ascético). Estas
fuerzas reactivas separan y limitan las fuerzas activas, para que no puedan actuar, para que
no puedan crear nuevo valores. El nihilismo, propio de esa historia de occidente, conservaba la
vida débil, la negación, el triunfo de la vida reactiva. La metafísica, la moral, el cristianismo,
han conseguido durante muchos siglos que la voluntad de negar reinara sobre nuestras
cabezas. ¿Cómo podemos poner fin a esas fuerzas reactivas, a esa vida reactiva? Esta vez no
será el "martillo" nuestro aliado sino el eterno retorno. Si el eterno retorno, que es el ser del
devenir, pero entendido este devenir, como devenir-activo, fuera el retorno de las fuerzas
reactivas, el eterno retorno se convertiría en algo contradictorio. El eterno retorno asegura la
transformación de las fuerzas reactivas en fuerzas activas, creadoras, dominadoras.
El eterno retorno es la manera en que Nietzsche vislumbra que el superhombre
santificará la vida y el mundo sensible, sin recurrir a un mundo trascendente. La concepción
del mundo judeo-cristiana es una concepción linial y progresiva, pero Nietzsche plantea otra
forma de ver el tiempo, como un modelo circular de ser, y de ese modo se consigue expresar
el máximo amor a la vida.
El mundo, todo lo que ha sido y todo lo que será, se repite eternamente una y otra vez.
Lo que hoy pase, volverá a pasar una y otra vez y lo hará de modo idéntico a como lo hizo. Así
como la visión cristiana rechaza este mundo terrenal y quiere otro mundo, la metafísica del
superhombre sólo puede ser expresión de su amor por este mundo, de un amor sin
condiciones.
Así pues, el eterno retorno es la expresión del amor a la vida y al mundo del
superhombre. El "nuevo mundo" se apoyará en el eterno retorno y en la voluntad de poder.
El mundo es voluntad de poder, y la voluntad de poder es el mundo.
Del elemento negativo y reactivo conseguimos llegar a la voluntad de poder como
voluntad de afirmación gracias a la crítica de los valores (tarea genealógica), gracias al martillo
y al eterno retorno. Negación y destrucción de todo lo anterior para conseguir la afirmación.

3-. EL SUPERHOMBRE.
Ya que unas líneas más arriba hemos hecho mención al concepto de superhombre en la
filosofía de Nietzsche, vamos a profundizar un poco más en dicho concepto.
Tras la muerte de Dios el verdadero lenguaje del hombre no es ya el nombrar dioses, ni
la invocación de lo santo; ahora es el lenguaje del hombre al hombre, la proclamación de la
suprema posibilidad humana, la doctrina del superhombre.
Con la muerte de Dios, con la muerte de toda ―idealidad‖, en su forma de un más allá,
surge el peligro de un tremendo empobrecimiento del ser humano y de que éste caiga en un
desenfreno moral. Pueden darse dos posibilidades ante este hecho:
1-. Que la tendencia idealista se atrofie y la vida se torne ilustrada, racionalista y banal.
2-. Que la tendencia idealista permanezca, pero ya no se pierda venerando lo que había
creado ella misma (Dios), sino que cobre conciencia de su naturaleza creadora y proyecte
ahora nuevos ideales creados por el hombre.
Estas dos posibilidades después de la muerte de Dios son el último hombre y el
superhombre.
Nietzsche se muestra como partidario del hombre despreciando al último hombre.
El hombre, ese ser que se ha trascendido a sí mismo, se ha trascendido hasta ahora
siempre en dirección a Dios. Pero Dios significa, para Nietzsche, la síntesis de toda idealidad
trascendente; el hombre ha usado y abusado de la tierra para adornar la imagen del más allá.
El superhombre, que conoce la muerte de Dios, es decir, el fin del idealismo perdido en el más
allá, ve en éste tan sólo un reflejo utópico de la tierra, devuelve a la tierra lo que ésta había
prestado, renuncia a todos los sueños ultramundanos y se vuelve a la tierra con la misma

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pasión que antes dedicaba al mundo de los sueños.


Al reinstalarse la existencia humana en la tierra, al basar su libertad en ella, la
existencia humana adquiere, a pesar de todos los riesgos, una estabilidad última. Donde se
hallaba antes Dios se encuentra ahora la tierra. En tanto no se conoce la muerte de Dios, el
hombre permanece infiel a la tierra. La infidelidad a la tierra desgarra al hombre en una
contradicción de lo sensible y lo espiritual, en una contradicción de cuerpo y alma. Con el
idealismo el hombre se convierte en un ser escindido, desgraciado; desprecia el cuerpo, al
que, sin embargo, está encadenada el alma. Pero la transmutación del idealismo mediante la
idea de superhombre significa la curación de la desgarradura que divide al hombre y lo
escinde, representa una reconciliación en la que se desvanece la contradicción cuerpo/alma.
La imagen del superhombre permanece, por el momento, indeterminada. Pero
Nietzsche traza una línea de aproximación a él, al caracterizar ciertas formas previas de ese
hombre perfecto y sano al que llama superhombre. El hombre, como puente hacia el
superhombre, se da, según Nietzsche, en los grandes despreciadores, los que se ofrecen a la
vida, los que aman su virtud, los espíritus libres.
Así pues, el idealismo moral, metafísico y religioso, aparece como el camino errado que
ha seguido el hombre a los largo de la historia, por ello es preciso transmutar ese idealismo, y
transmutarlo en el conocimiento de que Dios ha muerto, ya que, sólo entonces, podrán brillar
las posibilidades libres del hombre. Ahora bien, hay que decir que Nietzsche no coloca al
hombre en lugar de Dios, no diviniza la existencia finita, sino que en lugar de Dios, en lugar
del reino de las ideas platónicas, Nietzsche coloca la tierra. ―Muertos están todos los dioses:
ahora queremos que viva el superhombre. ¡Sea ésta alguna vez, en el gran mediodía, nuestra
última voluntad!‖.

4-. LA MORAL EN LA FILOSOFÍA DE NIETZSCHE.


Nietzsche critica la tradición moral que ha impuesto a lo largo de la historia de
occidente la tradición judeocristiana. Desde esta vertiente judeocristiana parece que la moral
sólo puede recibir una definición unívoca, puramente negativa y peyorativa: tanto la conciencia
moral como el ideal se analizan y desenmascaran como creaciones del resentimiento. Ahora
bien, ¿qué significa el resentimiento sino el odio, la condena, la depreciación de la vida? Dicho
de otro modo, la moral está relacionada con una voluntad de poder débil, impotente, que
reacciona contra las pulsiones más afirmativas, tendente a la negación y a la destrucción. Y,
en efecto, Nietzsche la define la mayoría de las veces como el instinto negador de la vida, ―el
instinto de decadencia‖. Esa moral del resentimiento sirve de muralla defensiva, de sistema de
protección contra la pulsiones fuertes.
Nietzsche, a través de la tarea genealógica, investiga la historia de los conceptos bueno
y malo.
Se pueden distinguir tres períodos:
1-. PREMORAL. Es el tiempo anterior a la aparición del Estado. Bueno se define como
todo aquello que consiga placer y evite el dolor, es decir, toda acción que favorezca al ser
humano. Por el contrario, malo se define como todo aquello que perjudique al ser humano.
2-. MORAL DE LAS COSTUMBRES. Es el período posterior a la aparición de la
sociedad y del Estado.
3
La sociedad no se conforma consensuadamente sino por el dominio del más fuerte que
impone sus reglas. La reglamentación social que el fuerte impone sobre el débil es la que se
encuentra en el origen de las costumbres y de la moral. La obediencia inicial a la fuerza se
internaliza y aparece la moral. El ser humano cumple las reglas por hábito y el no hacerlo le
produce remordimientos. De este modo, el concepto de bueno se entiene como lo útil para la
comunidad (no para el sujeto) y malo toda acción que se resista al cumplimiento de las
acciones comunales.
La moral inicial que se impone desde el Estado recien instituido, la denomina Nietzsche,
moral aristocrática. Esa moral es la expresión en normas de los instintos que habían llevado
a los más fuertes a imponerse sobre el resto. Esa moral afirmará como valioso lo que ayude a
ser fuerte, del mismo modo que también se considerará valioso el amor hacia la propia vida,

3
El más fuerte no tiene por que ser una única persona, sino un grupo dentro de la sociedad.

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las pasiones, los instintos, el propio mundo y la felicidad.


3-. RESENTIMIENTO Y REBELIÓN DE LOS ESCLAVOS. Este período se caracteriza
por la aparición de una nueva moral, una moral basada en el resentimiento a lo aristocrático,
una moral que contra el SÍ franco de los señores a la vida, afirmará lo opuesto.
Nietzsche denomina a esta moral, moral de esclavos. Los esclavos invertirán todos los
valores de los amos. El máximo representante de esta moral de esclavos sera el cristianismo,
que desplegará una moral del NO, una moral de resentimiento a los amos y a su moral.
El cristiano que ha padecido el dominio de las pasiones del aristócrata, tiene miedo a
éstas; al odiarlas y proponer su exterminio, lo que el cristiano está reflejando es su odio y
temor a la vida. La vida, para el cristiano, es un sufrimineot continuo, un valle de lágrimas,
algo inaguantable y peligroso. La única manera que tuvieron los cristianos de imponer su
moral a los fuertes fue convenciéndoles de que todo aquello que ellos amaban, y de lo cual era
expresión su moral aristocrática, en realidad era el mal, y viceversa, todo aquello que odiaban
por entenderlo pernicioso para la vida era, justamente, el bien.
Así pues, el punto de vista genealógico lleva a descubrir una tipología moral antitética:
la oposición fundamental inicial ―débil-fuerte‖ se vuelve a encontrar en la del tipo gregario
(pasivo, defensivo, vulgar) y del tipo solitario (activo, agresivo, noble). Nietzsche, lejos de
intentar acercar dicha contraposición, quiere acentuar aún más lo que considera ―el pathos de
la distancia‖. Habrá que agravar aún más el antagonismo, llevarlo lo más lejos posible,
siguiendo las dos pendientes irreversibles que llevan, por un lado, hacia la gregarización, el
nivelamiento, la uniformización y, por otro, hacia la formación de hombres más elevados,
hombres de excepción, ―grandes individualidades solitarias‖.
Pero, en definitiva, ¿por qué y cómo el débil, el hombre del resentimiento, ha llegado a
identificarse con el hombre moral? ¿De dónde procede esa larga inmovilización del Bien en un
solo lado, que Nietzsche llama irónicamente la ―hemiplejía de la virtud‖?
Es evidente que para Nietzsche el ―amo‖ (y eso es lo que serán los superhombres, los
futuros ―amos de la tierra‖) no es el dueño del esclavo, sino el dueño de sí mismo, de sus
actos y, sobre todo, de su ―caos interior‖. El amo es el individuo que se dicta su propia ley,
cuya moral está fundada en la pura afirmación de sí mismo. El hombre del resentimiento
rechaza, por el contrario, cualquier clase de afirmación, de alegría, de felicidad. Acusa a la
vida. Nada es suficientemente bueno para él. Supone malo a lo Otro, a lo diferente, a lo
afirmativo. Sufre continuamente. Por ello, el sentido profundo del resentimiento, que Nietzsche
denomina también el ―espíritu de venganza‖, es, a fin de cuentas, una cierta relación de la
voluntad de poder con el tiempo: es una voluntad que se rebela, se venga de una
temporalidad dominada por la dimensión del pasado y concebida, a la manera platónica, como
desaparición y no-ser.
La impotencia del débil es tan grande que ni siquiera puede exteriorizar su
resentimiento. No puede más que volverlo contra sí. Este odio y esta crueldad contenidos, esta
acusación (dirigida no sólo contra los fuertes sino contra todo el mundo), cuando se convierte
en autoacusación producen la trasformación del resentimiento en mala conciencia. Por
primera vez, el sufrimiento toma un significado interior (―es mi culpa‖) que la religión cristiana,
religión de los débiles, sabe alimentar, afinar y explotar: ―Sufres, luego has pecado; el
sufrimiento es el castigo de una culpa‖ dice el cura, y con ello asegura poderes infinitos sobre
los que aceptan este artículo de fe. Señalemos que, si bien hay una religión de los débiles, hay
también una religión de los fuertes, o más bien, dos: la religión griega primitiva, la de
Dionisos, y la futura del eterno retorno.
Pero el resentimiento evoluciona necesariamente hacia su tercer estadio, que constituye
la última realización de su propio fin, ―la supresión de sí‖. La conciencia acaba por no
soportarse. El ideal ascético, con la ficción del otro-mundo, del mundo ―verdadero‖, que posee
todos los caracteres opuestos al de la ―vida‖, representa el medio de realizar la muerte en el
seno de la vida. La voluntad podrá seguir queriendo, pero queriendo la nada. La autoacusación
se convierte en autodestrucción. El hombre se inmola al más allá religioso con las privaciones
de una existencia ascética..
El ateísmo y el nihilismo son el resultado de la aplicación, de la puesta en práctica
incondicionada del ideal de ―verdad a toda costa‖, nacido de la moral ascética.
El nihilismo revela que hasta ahora sólo el dolor, el sacrificio, la autodestrucción han
dado un sentido a la vida, que nunca ha habido otro ideal. Pero este ideal ya no existe: ―faltan
las metas‖. Por ello la voluntad de poder exige a la humanidad su propia superación, exige la

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

venida del superhombre, la aceptación del eterno retorno, es decir, actuar en todo momento
como si cada uno de nuestros actos estuviera destinado a repetirse infinidad de veces de la
mima forma. Tratar de modificar en mi propia vida mi relación con el instante, querer cada
acto tan intensamente como si no estuviera destinado a pasar, sino a permanecer
eternamente.
Podemos concluir este punto diciendo que para Nietzsche es la VIDA la que debe
establecerse como el centro desde el que juzgar qué sea bueno y qué sea malo. BUENO, será
todo aquello que ame, favorezca y desee por encima de todo la vida. MALO, será todo aquello
que odie, rechace y niegue la vida.

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TEMA 8. JÜRGEN HABERMAS

BIOGRAFÍA.

1. INTRODUCCIÓN. PROYECTO FILOSÓFICO.


2. LA TEORÍA CRÍTICA DE LA ESCUELA DE FRANKFURT.
3. LA TEORÍA DE LA ACCIÓN COMUNICATIVA.
4. ÉTICA DISCURSIVA.
5. CONCEPCIÓN NO DOGMÁTICA DE LA RACIONALIDAD Y
UNIVERSALISMO SENSIBLE A LAS DIFERENCIAS
6. EL PENSAMIENTO POLÍTICO DE HABERMAS.

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

BIOGRAFÍA.
Habermas nació en Düsseldorf (Alemania) en1929. Señala él mismo que una de las cosas que más
le marcó en la infancia es haber nacido con la enfermedad denominada “labio leporino”, lo que le causó
problemas en el habla, humillaciones en la escuela y sufrimiento por las operaciones que tuvo que soportar.
La importancia de la comunicación y la teoría moral que ha desarrollado podrían, señala el mismo
Habermas, haber sido inspiradas por la experiencia de que los otros no le entendían y de que reaccionaban
ante ello con rechazo. La segunda experiencia que, según él mismo señala, le marcó fue que, cuando tenía
15 años, el final de la II Guerra Mundial desenmascaró las formas criminales de la Alemania nazi. Era
demasiado joven para sentirse culpable, pues no había tomado partido, pero no demasiado niño como para
no sentirse responsable del futuro. Sin esta experiencia, cree, no se habría encaminado hacia la filosofía y
hacia el estudio de la sociedad. Quizá también eso le empujó hacia el izquierdismo. La decepción que le
producía la vida política de la postguerra, marcada en Alemania por un cierto continuismo y el silencio sobre
el pasado nazi, quizá le hizo avanzar en la senda en la que empezaba a transitar y le llevó a la Escuela de
Fráncfort, siendo asistente de Adorno, pues la Teoría Crítica de la sociedad le ofrecía enlazar el estudio de
los inicios democráticos en las revoluciones del XVIII con el análisis de la sociedad presente. No había una
cultura política en Alemania (como sí la había en los tres países de las revoluciones del XVIII, Inglaterra,
Francia y Estados Unidos), más bien un incómodo silencio, lo que le empujó a comprender la importancia
de la formación de la opinión pública, uno de sus principales objetos de estudio. Todo esto le llevó a
participar en la vida política: marchas contra las bombas nucleares, marchas estudiantiles, debates sobre la
reelaboración de la historia del nazismo, debate sobre la reunificación alemana, la guerra de Irak, la
inmigración, la unidad europea, los problemas bioéticos… Él siempre ha pensado que el intelectual debe
hacer un uso público del saber filosófico de que dispone para influir en el espacio público. En 2001 recibió el
prestigioso Premio de la Paz de los Libreros alemanes y en el 2003 el premio Príncipe de Asturias.

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1. INTRODUCCIÓN. PROYECTO FILOSÓFICO.


Habermas pertenece a la segunda generación de la Escuela de Frankfurt. Como tal, se considera a
sí mismo heredero de la tradición recibida de la misma lo que le lleva a entender su obra como un intento de
reconstrucción del Materialismo Histórico marxiano y de realización del programa emancipador propuesto
por la primera generación de la escuela frankfurtiana (Horkheimer, Adorno, Marcuse).

Por tanto, si queremos aproximarnos a su pensamiento, deberemos comenzar por abordar, aunque
sea brevemente, los rasgos fundamentales de la Escuela de Frankfurt.

2. LA TEORÍA CRÍTICA DE LA ESCUELA DE FRANKFURT.


La escuela de Frankfurt se considera heredera de la crítica de Marx al capitalismo (Economía
Política). Tiene que despertar al hombre sumido en el capitalismo para que sea consciente de la alienación
a la que está sometido y para que transforme su vida eliminando, por medio de la praxis, las relaciones
económicas y sociales inhumanas a las que está sometido.

Esta alienación se mantiene en nuestro tiempo, según los pensadores frankfurtianos, gracias a la
difusión de la actitud cientificista. El método científico ha sido absolutizado y se sostiene que el método de
las Ciencias Naturales es el único válido y debe ser aplicado también a las Ciencias Sociales.

Pero la teoría crítica no es sólo una crítica a la alienación sino una llamada a la emancipación. Se
considera así heredera del pensamiento filosófico-histórico del siglo XVIII y de las teorías evolutivas de la
sociedad del siglo XIX. Su reivindicación es la reivindicación de la autonomía del ser humano como
absoluto. La historia es el camino del sujeto hacia su emancipación, mayoría de edad, liberación, mediante
el desenmascaramiento de los poderes opresores objetivados en el sistema económico dominante y en las
construcciones ideológicas que intentan legitimarlo.

La alienación a la que está sometido el hombre de nuestra era industrializada se caracteriza


fundamentalmente por el empleo de un concepto de razón plenamente irracional que justifica y agudiza la
deshumanización a la que está sometida el ser humano, deshumanización a la que éste es ajeno. Así, en
nuestras modernas sociedades industriales, lo peor no es que estemos alienados sino que estamos
alienados de nuestra alienación, es decir, permanecemos ajenos a nuestra alienación lo que la hace más
profunda.

Así, los principales pensadores de esta escuela (Horkheimer, Marcuse y Adorno) se proponen como
tarea el análisis del concepto de razón empleado por nuestras modernas sociedades capitalistas con fines
no sólo teóricos sino fundamentalmente prácticos, emancipatorios.

Horkheimer, en el intento de comprender el concepto de razón oculto en nuestras sociedades industriales,


distinguió entre:

- Razón objetiva: Su objeto es encontrar los fines que el ser humano debe perseguir, si quiere construir su
vida y su historia de modo auténticamente humano.
- Razón subjetiva o instrumental: Preocupada única y exclusivamente de la resolución de problemas
técnicos en la relación entre medios y fines, absteniéndose totalmente del examen racional de los fines.

Según Horkheimer el sistema económico capitalista conlleva un proceso histórico que ha dado lugar a la
transformación de la razón objetiva en razón instrumental (subjetiva). La consecuencia ha sido un proceso
creciente de deshumanización.

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

La deshumanización es gravísima ya que la alienación a la que están sometidos los miembros de las
modernas sociedades tecnificadas reside en ellos mismos. Para superar esta situación es necesario un
proceso de reflexión sobre las condiciones que han dado lugar a éste tipo de sociedad y una toma de
conciencia, por parte de los individuos, de su situación real alienada. Es necesario, por tanto, una praxis no
violenta -acompañada y guiada por la teoría- que redima al ser humano.

Adorno ve en el principio de identidad de Hegel un anticipo de la opresión a la que está sometida el hombre
en nuestra sociedad. Le parece que, desde el principio hegeliano, hay una identificación entre el desarrollo
técnico-económico de la sociedad y el desarrollo de los hombres sometidos al sistema técnico-económico.

Ese supuesto es falso y, además, principio de opresión. Se ha centrado única y exclusivamente en la


reflexión técnica –propia de las Ciencias Naturales- acerca del desarrollo del sistema olvidándose de la
reflexión práctica acerca de la situación del hombre –ya que dicha reflexión no puede hacerse con los
métodos propios de las Ciencias Naturales-. Ese olvido de la actitud crítica se ha internalizado de tal
manera en la mente de los individuos que se han sometido de forma voluntaria y acrítica a la
deshumanización que produce el propio sistema. Por ello, Adorno, ve necesaria la reflexión como modo de
poder dar lugar a un cambio en la situación alienada del ser humano. Desecha como contraproducente toda
praxis revolucionaria ya que contribuiría al mantenimiento de la alienación.

Para Marcuse el problema reside en la razón unidimensional.

Marcuse se enfrenta a Max Weber que consideraba que tanto la Técnica como la Economía que impulsaron
la civilización occidental se caracterizaban por una neutralidad valorativa.

La consecuencia de esta aparente neutralidad ha traído como consecuencia la separación de la verdad del
bien, de la ciencia de la ética. Se ha instalado una razón tecnicista regida por la absolutización del
paradigma economicista en donde sólo tiene lugar lo rentable y ha dado lugar a un proyecto histórico
unidimensional.

Dicho proyecto histórico es opresor y se legitima recurriendo a la técnica y a sus beneficios en la vida
cotidiana. Ya no hay que recurrir a ideologías que legitimen el sistema ya que es legitimado desde él mismo.
Los hombres son esclavizados, sin ser conscientes de ello, ya que en aras del bienestar legitiman las
cargas, cada vez mayores, que el sistema les echa encima.

En conclusión, la Escuela de Frankfurt con su teoría crítica lo que quiere es recuperar la primacía de la
razón práctica sobre la razón técnica con el propósito de desenmascarar al positivismo asentado sobre una
técnica al servicio de la rentabilidad productiva que esclaviza al ser humano haciendo de éste el máximo
legitimador del sistema que sufre pero que, a corto, le produce una rentabilidad en clave de bienestar.

Dicho proceso de desenmascaramiento es ante todo teórico ya que busca despertar una nueva conciencia
que traiga como consecuencia la transformación de la sociedad tecnificada e irracional en una sociedad
nueva –humana y racional- en la que los hombres puedan determinar libremente el sentido de su vida, de
su existencia. Una sociedad en la que puedan elegir cómo quieren vivir.

3. TEORÍA DE LA ACCIÓN COMUNICATIVA.


Habermas considera que Marcuse nos ha facilitado la clave para la comprensión de las dos tendencias que
caracterizan el desarrollo de las sociedades capitalistas avanzadas:

a. Incremento del intervencionismo estatal, dirigido a asegurar la estabilidad del sistema.


b. Interdependencia creciente entre investigación y técnica constituyendo a la Ciencia como la primera
fuerza productiva.

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

En “Ciencia y Técnica como Ideología” se distanciará de la solución de Marcuse que proponía alumbrar un
nuevo tipo de Técnica que no estuviera dirigida a la explotación de la Naturaleza sino que tratara a ésta
como un tú. Habermas considera que dicha relación de dominio es constitutiva del ser humano por lo que
hay que dirigir la atención a buscar un nuevo tipo de relación entre Técnica y Política.

Para ello comienza distinguiendo entre acción técnica y acción comunicativa.

Acción técnica, trabajo o acción dirigida a la consecución de un fin, es la acción instrumental, la elección
racional o una combinación de ambas.

Pero de nuevo aparecen dos nuevos conceptos que hay que definir: acción instrumental y elección racional.

Se entiende por acción instrumental la que se rige por reglas técnicas, obtenidas a partir de un saber
empírico. Es decir, todas las acciones científico-técnicas: construcción de una casa, una operación
quirúrgica...

Elección racional es aquella que se rige por estrategias basadas en un saber analítico: elección de la
estrategia adecuada para ganar al enemigo, elección de una determinada política de ventas...

Acción comunicativa o interacción es la interacción mediada por símbolos. Se rige por normas
obligatoriamente vigentes que definen esperanzas recíprocas de comportamiento y que han de ser
comprendidas y reconocidas, al menos, por dos sujetos actuantes. Acciones de este tipo son: cumplimiento
de un contrato, decir la verdad, no quitar la vida a un inocente...

Mientras que la acción técnica nos exige el aprendizaje del saber suministrado por las Ciencias de la
Naturaleza y la adquisición de habilidades, la acción comunicativa nos pide hacer nuestras las normas
morales que nos lega la tradición cultural y la configuración de estructuras de la personalidad.

Desde esta gran distinción nuestro pensador diferencia entre sociedades tradicionales y sociedades
modernas.

En toda sociedad hay que distinguir entre el marco institucional, en el que predomina la acción
comunicativa, y los subsistemas que forman parte del marco institucional (economía y aparato estatal,
fundamentalmente) en los que predomina la acción técnica.

En las sociedades tradicionales, la acción técnica está contenida dentro de los límites que representan las
tradiciones culturales (acción comunicativa). Cuando se rompen los límites estamos ante una sociedad
moderna.

Centrémonos en las sociedades modernas. La sociedad moderna se caracteriza por un desarrollo


permanente o sistemático de las fuerzas productivas. Así, la esfera económica –acción técnica- se
independiza del marco institucional –acción comunicativa-. El desarrollo espectacular de la Economía, sobre
todo a partir de la revolución industrial, trae consigo que se imponga la racionalidad técnica como única
válida frente a la racionalidad comunicativa. Las interpretaciones míticas y religiosas que legitimaban a esta
última en las sociedades tradicionales son sustituidas por interpretaciones científicas (técnicas).

Es cierto que esta sustitución pone de manifiesto la injusticia existente en las sociedades tradicionales,
injusticia legitimada por los componentes ideológicos míticos y religiosos pero, piensa Habermas, las
nuevas sociedades tienen un vacío de legitimación. Es decir, si las modernas sociedades capitalistas ya no
se pueden justificar utilizando el recurso al mito o a la religión, una de dos: o se supera la injusticia
institucional o se busca una nueva fuente de legitimación que la justifique.

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

Habermas sostiene que el capitalismo ha optado por una nueva justificación desde abajo. Ya no se recurre
a instancias externas al propio sistema, es él el que se legitima desde sí mismo. Así, la ley de la
productividad que rige el sistema capitalista engendra una nueva noción de “justicia” que es legitimada con
el concepto jurídico del contrato libre. Este nuevo tipo de justicia, hace que todo en las nuevas sociedades
se organice en función de la productividad estableciendo una identidad entre ésta y la justicia. Así, hemos
dado el salto: el nuevo orden moral viene dado por una categoría económica que, alterando el propio
concepto de justicia, cada vez oprime más al ser humano.

Pero, paradójicamente, a pesar de la situación real de injusticia se ha producido algo que jamás pensó Marx
como posible en su crítica al capitalismo. Éste ha sabido convertir a las fuerzas de productividad (sociedad
civil) en el fundamento de legitimación ideológica del propio sistema. Es decir, es la propia sociedad la que
legitima el propio sistema desde el propio criterio capitalista de productividad que se ha convertido en el
nuevo concepto de justicia a pesar de la injusticia y opresión a la que, cada vez más, está sometida.

Esta legitimación no la ha producido el Estado, como veíamos más arriba, desde el recurso a las ideologías
mítico-religiosas que después de la Ilustración han perdido su eficacia sino a través de la tecnificación de la
política.

La racionalidad técnica se instala como la fundamental y, para ello, prima la investigación científico-
tecnológica. Esta investigación, que se presenta como objetiva e indiscutible, le sirve a propio sistema para
legitimarse. ¿Cómo? Se asocia de manera inmediata la investigación científico-tecnológica con el progreso.
Pero por progreso se entiende aumento de bienestar. Es decir, la investigación científico-tecnológica trae
como consecuencia el desarrollo científico-tecnológico que aumenta inmediatamente la capacidad de
consumo de la masa social que identifica consumo, bienestar y progreso. Desde esta equivocada pero
poderosa equivalencia el propio sistema puede legitimar su actuación y, además, puede exigir la
despolitización de las masas. Éstas ya no pueden, mediante la discusión participativa (acción comunicativa),
discutir acerca de si la racionalidad técnica del sistema capitalista contribuye al desarrollo moral de la
humanidad. Esta discusión es un sinsentido. Las masas sólo pueden elegir, mediante el recurso a las urnas,
a los administradores del sistema (los políticos) pero jamás poner en duda su validez.

Hasta aquí el análisis. Pero, ¿qué pretende Habermas? La respuesta, se encuentra dentro del marco de la
reflexión crítica de la Escuela de Frankfurt, recuperar la primacía de la acción comunicativa (razón moral)
frente a la acción técnica (razón instrumental).

Pero, ¿cómo se puede fundamentar la racionalidad de los valores de verdad, libertad y justicia toda vez que
las interpretaciones metafísicas y religiosas han perdido su fuerza? Más aún, ¿cómo se puede legitimar la
razón moral ante unas masas que están sometidas alegremente, y aparentemente satisfechas, por el poder
omnímodo y adormecedor del nuevo dios de la tecnología?

Nuestro filósofo comenzará su tarea con la crítica al Positivismo. ¿Por qué? Porque es la teoría que
subyace al proceso de conversión de la Ciencia y la Técnica en la ideología legitimadora de las modernas
sociedades capitalistas.

El positivismo consagra la metodología de las Ciencias de la Naturaleza como única forma posible de
conocimiento científico. Así, los problemas morales no pueden ser fundamentados racionalmente y quedan
reservados al ámbito de la arbitrariedad irracional. En definitiva, el positivismo ha sustituido la Teoría del
Conocimiento por una Teoría de la Ciencia. Es decir, el conocimiento está definido por los logros de las
ciencias.

Así, si queremos liberar al hombre de los poderes ideológicos que le oprimen, debemos criticar la base de
éstos que reside en el positivismo.

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

El positivismo define la realidad en función de su propio método. Se entiende por hecho real (Tatsache)
aquello que es susceptible de ser objeto de investigación de las ciencias empíricas y éstas, a su vez, se
definen por las reglas metodológicas que rigen la investigación. Vuelven, así, a caer en la presuposición
ingenua de que existe un mundo objetivo independientemente del sujeto cognoscente (objetivismo).

La constitución de este objetivismo supone la negación de todo posible conocimiento que no sea
interpretable en categorías científico-técnicas. En consecuencia, aquel conocimiento que haga referencia a
la interacción humana, el conocimiento propio de las Ciencias Hermenéuticas y de las Tradiciones culturales
(Ciencias del Espíritu) o bien debe desaparecer o bien reducirse al ostracismo de la subjetividad con lo que
pierde la categoría de conocimiento (objetivo). Se produce así, además de una reducción de la Teoría del
Conocimiento a Teoría de la Ciencia, la subordinación –o casi desaparición- de la Teoría de la Sociedad a la
Teoría de la Ciencia.

Así pues, el positivismo ha perdido todo el mordiente de renovación social y de liberación del hombre que
pretendía Comte. La solución, según Habermas, estribará en hacer reflexionar al positivismo trascendiendo
sus límites y descubriendo que no hay una única dimensión técnica sino también una dimensión
comunicativa y que ambas están interrelacionadas.

En definitiva, ante la creciente tendencia hacia la subordinación de la dimensión social (comunicativa) bajo
la dimensión técnica, en las modernas sociedades capitalistas -ya sea en el contexto social real, ya sea a
nivel ideológico- la Teoría Crítica habermasiana quiere rescatar la primacía de la dimensión social a través
de una nueva comprensión teórica de la interrelación entre la dimensión comunicativa y la técnica que sea
capaz de impulsar una nueva praxis que libere a la humanidad del tecnicismo deshumanizante.

Para resolver el problema apuntado de la interrelación entre la acción comunicativa y la acción técnica
Habermas recurre a lo que denomina “intereses del conocimiento”.

Con ese término denomina a las orientaciones básicas enraizadas en las condiciones fundamentales de la
posible reproducción y autoconstitución del género humano, es decir, en el trabajo y en la interacción.

¿Qué quiere expresar con esta definición?

En primer lugar, que frente a lo que ha sostenido el positivismo, el conocimiento nunca es neutral, sino
interesado.

Además, que dicho interés se fundamenta en la utilidad que tiene el conocimiento para la emancipación y la
pervivencia del género humano.

El primer tipo de conocimiento es el de las Ciencias de la Naturaleza y la Técnica. Dicho conocimiento tiene
como interés fundamental (orientación básica) la manipulación de las fuerzas de la Naturaleza. Es
denominado interés técnico.

El segundo tipo de conocimiento es el que nos suministran las Ciencias Hermenéuticas y las Tradiciones
culturales. Su orientación básica es la consecución de un entendimiento mutuo subjetivo entre los hombres.
Éste es el interés práctico.

Ambos tipos de conocimiento no pueden quedarse en el plano teórico, deben concretarse en la acción. Con
esta afirmación Habermas insiste en la inseparabilidad entre conocimiento y acción.

Eso sí, el conocimiento técnico tiene que derivar en acción técnica y el conocimiento práctico en acción
comunicativa.

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

Dicha interdependencia entre conocimiento y acción se expresa también en un tipo de experiencia, en un


tipo de lenguaje y en un tipo de saber. Lo expresamos en el siguiente cuadro:

DIMENSIÓN TÉCNICA DIMENSIÓN SOCIAL

Trabajo Interacción

Relación Hombre-Naturaleza Relación Hombre-Hombre


INTERÉS TÉCNICO PRÁCTICO

Orientado al dominio de la Orientado al entendimiento entre los hombres


Naturaleza
ACCIÓN TÉCNICA O INSTRUMENTAL COMUNICATIVA
OBJETO COSAS Y SUCESOS DE COSAS PERSONAS Y SUS EXPRESIONES,

SISTEMAS SOCIALES
EXPERIENCIA SENSORIAL COMUNICATIVA
LENGUAJE FISICALISTA INTENCIONAL
SABER TECNOLOGÍAS, ESTRATEGIAS PRÁCTICO (MORAL, POLÍTICO),

TRADICIONES CULTURALES

Así podemos llegar a afirmar que Habermas mediante el recurso al concepto de intereses del conocimiento
consigue mostrar:

a. Que el positivismo es un reduccionismo cognoscitivo ya que hay dos modos de conocimiento, el de las
Ciencias Naturales y el de las Ciencias Hermenéuticas.
b. Que hay una unidad entre Teoría del Conocimiento y Teoría de la Sociedad ya que hay una unidad entre
conocimiento y acción mediada por el concepto de interés.

Pero, ambos tipos de intereses se nos dan como distintos e independientes. ¿Cómo se relacionan?

La relación se establecerá a través de un tercer tipo de interés, el interés emancipativo.

Este interés se corresponde con el proceso de autoconstitución histórica del hombre. El hombre se
autoconstituye mediante un proceso de liberación de las condiciones materiales opresoras a las que está
sometido tanto por parte de la Naturaleza como por parte de una Sociedad que ha socializado
deficientemente la Naturaleza. Pues bien, los intereses técnico y práctico son especificaciones del interés
emancipativo. Es decir, el interés emancipativo es el origen tanto del conocimiento técnico como del
práctico.

El interés emancipativo es la base las dimensiones técnica y social en las que se especifica. Es decir, el
conocimiento y la acción -en ambas dimensiones- sólo cobran sentido cuando se les refiere al interés
emancipativo de la liberación del género humano.
Esto trae como consecuencia que, así como hay Ciencias de la Naturaleza y Ciencias Hermenéuticas,
también hay una ciencia propia del interés emancipativo, que es la base de las otras, la Crítica (Filosofía)

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

cuya misión es poner de manifiesto que la autoconstitución y reproducción de la humanidad es el sentido y


fundamento de todo saber. La Crítica lo que busca es la autoliberación del poder opresor de las
instituciones constituido sobre un proceso de comunicación mutilada.

Pero entonces, ¿no se identifica el interés emancipativo con el práctico dejando de lado el técnico?
Habermas afirma que no, que todos los intereses son racionales. Con esta expresión quiere indicar que la
dimensión técnica está empotrada en la dimensión social siendo entendida esta última desde el interés
emancipativo. En el fondo, Habermas apunta al concepto de razón entendido fundamentalmente como “vida
buena” (autonomía moral). El ser humano busca su absoluta emancipación, su autonomía plena.

4. ÉTICA DISCURSIVA.
Siempre que entramos en un diálogo pensamos que puede alcanzarse un consenso fundamentado
en razones que los otros puedan comprender; en caso contrario, carecería de sentido entrar en la discusión.
El lenguaje puede servir para hablar de cómo es el mundo o para dirigir la acción, pero en los dos casos la
condición de posibilidad del lenguaje es que haya una comunidad de significado, un cierto acuerdo, un
consenso. Esa comunidad, este acuerdo, es inherente al lenguaje humano. Pero para que haya diálogo
todos los participantes deben ser considerados imparcialmente iguales, si no, no participarían. Y llegados
aquí entendemos que la moralidad es condición de posibilidad de la vida social y que el punto de vista moral
de la imparcialidad es algo esencial a la propia socialidad humana. Si aceptamos esto, estamos aceptando
el “punto de vista moral” y, con ello, el primer principio moral.
No hacen falta, quizás, complejas formas de fundamentación del principio moral. Basta con mostrar que la
socialidad es imposible sin la moralidad.

Siguiendo esta línea de pensamiento, Habermas aborda la cuestión de la fundamentación de las normas
morales y construye una manera de hacerlo. Es lo que llama “Ética Discursiva”. Su objetivo es atacar al
relativismo y al escepticismo. Su punto de partida es el hecho de que las personas argumentamos sobre
normas morales para averiguar y discutir cuáles son moralmente correctas. A partir de ahí, estudia las
condiciones de los diálogos éticos. Cuando en una argumentación moral alguien te dice “debes hacer x”,
está diciendo implícitamente que tiene razones para exigirte que lo hagas. Si no hubiera razones para exigir
algo, no se podría decir “tienes que hacer x”. Esto significa que los juicios éticos no sólo admiten
justificación racional, sino que la exigen. Así que el punto de partida es que todos argumentamos sobre
cuestiones éticas y que argumentar significa dar razones.
Frecuentemente se siguen normas éticas sin problematizarlas, pero cuando son problemáticas, cuando una
parte de la gente las sigue y otra las pone en cuestión, sólo hay una solución moral: el consenso basado en
el diálogo. Cuando las normas son problemáticas, la imposición, la fuerza o la manipulación no son recursos
morales (serían más bien inmorales); lo único moral es llegar a un acuerdo a través de la racionalidad
comunicativa. Ahora bien, ¿cuáles son las condiciones para que en este caso haya una racionalidad
comunicativa que logre un acuerdo, es decir, para que haya una verdadera argumentación racional en
ética? Tiene que haber lo que llama Habermas “una situación ideal del habla” o, como también dice, “unas
condiciones de simetría”. Serían las siguientes:
a) Cualquier sujeto puede participar en el discurso
b) Cualquiera puede problematizar cualquier afirmación
c) Cualquiera puede introducir cualquier afirmación
d) Cualquiera puede expresar sus posiciones, deseos y necesidades.
e) No puede haber coacción externa o interna para que un hablante no ejerza las anteriores condiciones.
Esto no es una teoría a priori sobre el diálogo ético, ni una teoría derivada de una metafísica o de la
experiencia, esto son sólo las condiciones imprescindibles para que se dé un debate que no sea inmoral,
son las condiciones de posibilidad de la racionalidad comunicativa ética. En ellas ya está presente el primer
principio moral, el que Habermas llama “postulado de universalización”, pues bajo estas condiciones de
“simetría” sólo se llegará a un acuerdo en las normas éticas cuando todos los afectados estén de acuerdo.
Por eso el principio de universalización reza así: una norma será válida cuando todos los afectados por ella

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

puedan aceptar libremente sus consecuencias. La obligatoriedad de una norma así gestada proviene de
que representa intereses universalizables.
Del principio de universalización sacamos un criterio para decidir cuál es el procedimiento correcto
para hacer normas éticamente aceptables cuando hay conflictos éticos. Se trata del “postulado ético
discursivo”: sólo son válidas las normas que encuentren aceptación por parte de todos los afectados como
participantes en un discurso ético. En la medida en que en nuestro mundo tenemos muchos conflictos
morales, ésta sería la solución.
En conclusión, lo importante de la ética dialógica es que el diálogo propio de la racionalidad
comunicativa respeta, por una parte, la individualidad y la libertad del individuo (no hay nada dogmático que
impida, moralmente hablando, que cada uno piense y diga lo que quiera) y, por la otra, tiene una dimensión
solidaria y universal, pues, como hemos dicho, la imparcialidad y la universalidad están presentes en
cualquier debate realmente racional y moral.

5. CONCEPCIÓN NO DOGMÁTICA DE LA RACIONALIDAD Y


UNIVERSALISMO SENSIBLE A LAS DIFERENCIAS.
Según Habermas, los dos grandes peligros de la ética son, por una parte, el dogmatismo de quien a
priori desde su concepción religiosa o sus intereses traza los deberes para todos, y, por la otra, el
relativismo, que afirma que no hay normas válidas para todos y todo es subjetivo. Su concepción de la
racionalidad le asegura no caer ni en el dogmatismo ni en el relativismo.
En el campo de la ciencia, lo importante no son los contenidos, no es defender una determinada
verdad de manera dogmática y para siempre, porque, quizá, en algunos años se revelará obsoleta; lo
importante es la ciencia como forma o manera de explorar el mundo: experimental, sin dogmas,
intersubjetiva, autocrítica y falibilista.
“En última instancia” carecemos de evidencias concluyentes y de argumentos absolutamente definitivos, de
modo que incluso las afirmaciones bien fundadas pueden ser falsas; por ello, la calidad del procedimiento
por el que nos cercioramos discursivamente sobre la verdad es lo único que fundamenta la expectativa
racional de que en el discurso estén efectivamente disponibles –y que al final “cuenten”- las mejores
informaciones y razones de entre todas las accesibles.
Frente al dogmatismo, la racionalidad procedimental, piensa Habermas, se manifiesta como algo
mucho más débil porque presenta sus contenidos como contingentes, aunque con la pretensión de
universalidad. Así, señala, no nos sentimos impelidos a cometer la falacia objetivista de pensar que
tenemos el punto de vista extramundano de un sujeto desmundanizado que se sirve de un lenguaje ideal,
libre de contexto, para hacer enunciados infalibles y exhaustivos, enunciados definitivos que detuviesen la
historia. Se trata, por el contrario, de una razón “situada”, que depende del contexto, a la vez que pretende
que valer para todos.
Este tipo de racionalidad procedimental también está presente en el discurso moral y es lo que une
al lenguaje científico y al moral. Lo importante de la racionalidad moral tampoco son los contenidos, sino los
procedimientos: distanciarse de las conductas y las normas socialmente vigentes y autocriticarse, construir
dialógicamente las normas morales, buscar la simetría de las perspectivas de los participantes... Se trata,
pues, de una racionalidad procedimental, falible, situada en la historia, dialógica, autocrítica y
autocorrectiva. Pero también pretende alcanzar una validez universal para todos los hombres. Todos los
hombres nacen en una comunidad social particular y en esta situación de pluralismo cultural, los hombres, a
los que no interesa dirimir sus conflictos mediante la violencia o el mantenimiento de un modus vivendi que
puede ser profundamente injusto e inmoral, no tienen los mismos contenidos morales. Pero sí pueden
encontrar que tienen en común ciertos aspectos estructurales en las deliberaciones morales: la capacidad
de criticar las conductas y las normas socialmente vigentes en su comunidad, la capacidad de dar razones
que transcienden su comunidad, la suposición de la simetría de las perspectivas de los participantes…
Mientras que los lazos comunitarios les empujan hacia la particularidad de su comunidad y, por tanto, a la
irresolubilidad del conflicto, los discursos argumentados con razones se extienden a todas las comunidades
y no excluyen en principio a ningún sujeto humano capaz de lenguaje, pensamiento y acción. Las
perspectivas iniciales, que son particulares y están enraizadas en la vida de una comunidad concreta, se

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

van descentrando de su propia particularidad en el proceso de argumentación moral basada en razones.


Precisamente “argumentar en moral” significa buscar la inclusión de todos los afectados y la consideración
equitativa de todos los intereses en juego, es decir, descentrarse de la propia perspectiva particular13. Una
norma no es moral porque se corresponda a un pretendido mundo objetivo de valores morales existentes
desde siempre, sino porque quiere incluir intereses y pretensiones de personas ajenas. Así, no se dictan
dogmáticamente a priori los contenidos morales para todos. Es más, el punto de partida fáctico es que
nacemos en las diferencias, en comunidades culturales diferentes. Pero tampoco nos podemos quedar en el
particularismo, porque podemos superar reflexivamente nuestras diferentes situaciones hermenéuticas de
partida y llegar a concepciones intersubjetivamente compartidas15. Por eso, decir que algo es aceptable
racionalmente significa trascender la propia comunidad y ser capaz de justificarse ante un público más
amplio.
Podríamos decir que en el ámbito moral Habermas afirma un “universalismo sensible a las diferencias”,
pues no hay contenidos morales universales que se impongan dogmáticamente a todos, sino
procedimientos universales que implican la participación de las diferencias de partida en la búsqueda de
acuerdos sobre normas morales. También podríamos decir, como hemos señalado en la explicación de la
ética discursiva, que hay una serie de principios morales que están presentes en las condiciones de todo
diálogo ético: la igualdad de todos los seres humanos, la imparcialidad, la universalidad. Para Habermas
son igualmente enemigos de su posición el universalismo uniformador y el particularismo relativista. Incluso
en sus posiciones antagónicas le parecen cómplices secretos:
El primado metafísico de la unidad sobre la pluralidad y el primado contextualista de la pluralidad
sobre la unidad me resultan cómplices secretos. Mis consideraciones se enderezan a la tesis de que la
unidad de la razón sólo permanece perceptible en la pluralidad de su voces, es decir, como posibilidad de
principio de pasar, por ocasionalmente que sea pero siempre de forma comprensible, de un lenguaje a otro.
Esta posibilidad de entendimiento que ya sólo puede venir asegurada procedimentalmente y realizarse
transitoriamente constituye el trasfondo de la efectiva multiplicidad de lo que –incluso sin entenderse
mutuamente- mutuamente se sale al encuentro18.
Como vemos, Habermas afirma que la universalidad de la razón humana no deriva de que los hombres
compartan una misma concepción sustantiva, sino de que comparten los procedimientos racionales de
argumentar.

6. EL PENSAMIENTO POLÍTICO DE HABERMAS.


Las ideas que hemos venido viendo tienen una traducción política en el modelo de la política
deliberativa defendido por Habermas. La democracia, como señala en su conferencia “Tres modelos de
democracia. Sobre el concepto de una política deliberativa”, es en sus raíces la autoorganización de la
sociedad por ciudadanos unidos comunicativamente. Para él es importante entender la política como algo
que no debe estar articulado por el del mercado o el poder administrativo, sino por la comunicación de los
ciudadanos orientada hacia un consenso alcanzado argumentativamente sobre la forma más
aceptablemente justa de ordenar los aspectos de la vida que se refieren a las relaciones sociales de las
personas. La política debe ser un proceso de persuasión argumentativa protegida de quedar absorbida por
el aparato estatal o de quedar asimilada a la estructura del mercado y la economía.
La democracia deliberativa que propone Habermas supone mejorar las condiciones para que todos
los ciudadanos puedan llevar a cabo una discusión crítica de los asuntos de interés general en diferentes
sitios: partidos políticos, sindicatos, organizaciones no gubernamentales, iglesias, foros de discusión,
asociaciones de vecinos… Pero, además del espacio público informal en el que los ciudadanos discuten las
cuestiones políticas, son importantes las formas institucionalizadas de votaciones y de deliberaciones en las
corporaciones parlamentarias o en la red de comunicaciones de los espacios públicos políticos. Así la
formación informal de la opinión pública determina las decisiones electorales institucionalizadas y las
resoluciones legislativas por las que el poder generado comunicativamente se transforma en un poder
empleable en términos administrativos. De esa forma la solidaridad y la preocupación por los intereses de
todos deben poder desarrollarse a lo largo y ancho de espacios públicos autónomos y de procedimientos
jurídicamente institucionalizados que les permitan afirmarse contra los otros dos poderes, el dinero y el

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

poder administrativo. Sin perder de vista la primacía en cuanto a importancia de la solidaridad y la


preocupación por los intereses de todos, también hay que considerar en los debates políticos los discursos
de autoentendimiento propios de la acción comunitaria y la manera de lograr los medios más eficaces para
conseguir las metas políticas (propio de la racionalidad instrumental).
Podríamos decir, pues, que lo más importante del pensamiento político de Habermas es la
extensión del uso público de la palabra. Es para él un problema la apatía de muchas personas que no
participan en las discusiones ni en las votaciones y es desolador que siga habiendo teorías que, siguiendo
el camino de Schumpeter a principios del siglo XX, constatando la diferencia de la gente en cuanto a
capacidades de juicio político, piensan que una cierta apatía y abstención son buenas.
Quizá los dos fenómenos más importantes en el mundo actual son la globalización y la inmigración,
lo que debilita mucho el papel de los nacionalismos como articuladores de la política. Lo que anuda una
comunidad no es que todos compartan la misma visión de la vida (como propugna el nacionalismo), lo que
es imposible. La competencia entre las diferentes visiones no se puede dirimir políticamente en el plano
cognitivo, de manera que por razonamientos se llegue a demostrar la falsedad de todas las visiones de la
vida excepto una. Lo que junta, pues, a los miembros de una comunidad entre sí es que los ciudadanos
sientan que se deben razones unos a otros, participando en la formación de la opinión y la voluntad
públicas. Entre ciudadanos que ya no pueden conocerse personalmente, porque nuestras entidades
políticas son de millones de habitantes, únicamente cabe generar y mantener una comunidad mediante el
quebradizo proceso público de formación de la opinión y de la voluntad públicas.
Aplicando las ideas de Habermas al caso español, podríamos decir que viven en nuestro país
personas con diferentes sentimientos identitarios. Algunos vascos y catalanes no se sientes españoles, pero
esos sentimientos no podemos cambiarlos ni pedir que no los sientan. Tampoco podemos pedir que todos
los inmigrantes se sientan españoles. Si no pueden sentirse españoles, ¿cómo van a vivir en España? La
solución de Habermas es que no es necesario que se sientan españoles (o alemanes, en su caso), basta
con que sientan los valores democráticos y constitucionales; más importante que el patriotismo español es
el patriotismo constitucional.
La coexistencia de varias comunidades étnicas, grupos lingüísticos, confesiones y formas de vida
pueden llevar a la fragmentación de la sociedad. Pero para que esto no desemboque en una pluralidad de
culturas que se desprecian mutuamente, la cultura mayoritaria tiene que desprenderse de su fusión con la
cultura política general; de lo contrario, dicta de entrada los parámetros de los discursos de
autoentendimiento.
En tanto que parte, aunque sea mayoritaria, no debe aparecer como todo. Se requiere pues una
cultura política común, un lenguaje político común y convenciones de conductas comunes: una cultura
constitucional.
Lo que anuda nuestra unidad política no debe ser nuestra cultura grupal, aunque sea la del grupo
mayoritario, pues esto haría imposible el sentimiento de unidad a miembros de nacionalidades periféricas o
a emigrantes, sino una común cultura democrática: el patriotismo constitucional. Así el patriotismo
constitucional es la mejor manera de solucionar el problema de cómo hacer cohesión y sentir comunidad en
una sociedad multicultural, multinacional y multiétnica.
En resumen, cada uno de nosotros no renuncia a su identidad colectiva construida por nuestra
propia historia nacional, por ejemplo, de españoles. Nosotros nos identificamos con lo que somos, ser
españoles, por ejemplo. Pero no podemos pedir que los otros renuncien a identificarse con sus sentimientos
identitarios. Por eso, la identidad del grupo mayoritario (español en España o alemán en Alemania) no se
exige como requisito para la participación política a los otros. Nadie debe renunciar a su identidad ni a su
cultura, ni los vascos ni los marroquíes. Nadie tiene la obligación de integrarse en la identidad española, de
sentirse español. Lo único que es necesario es sentir y luchar por los valores democráticos, sentir el orgullo
de haber superado la tiranía, sentir el orgullo de tener un estado democrático de derecho… Hay gente que
dice que en todo Estado es necesaria una identidad nacional, una relativa homogeneización en una cultura
común, a fin de que una sociedad atomizada e individualista se cohesione. Pero para Habermas el único
elemento de cohesión debe ser la democracia, la discusión democrática, los espacios públicos de discusión,
los derechos humanos. Me identifico con el Estado español, no porque me sienta español, sino porque sé
que en él se respetan mis derechos personales, políticos y sociales, porque puedo participar en debates con
personas de otras culturas y juntos llegar a consensos, porque construyo conjuntamente con todos el
espacio público informal y las instituciones democráticas...

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

No es necesario un consenso de fondo previo y asegurado por la homogeneidad cultural, porque la


formación de la opinión y la voluntad estructurada democráticamente posibilita un acuerdo normativo
racional también entre extraños. Gracias a sus propiedades procedimentales, el proceso democrático
garantiza la legitimidad; por ello puede sustituir, cuando resulta necesario, las carencias de la integración
social. En la medida en que asegura simétricamente el valor de uso de las libertades subjetivas, cuida de
que no se desgarre la red de la solidaridad ciudadana.

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

TEXTOS PARA LA P.A.U.


1. Pues bien, querido Glaucón, debemos aplicar íntegra esta alegoría a lo que
anteriormente ha sido dicho, comparando la región que se manifiesta por medio de la
vista con la morada-prisión, y la luz del fuego que hay en ella con el poder del sol;
compara, por otro lado, el ascenso y contemplación de las cosas de arriba con el camino
del alma hacia el ámbito inteligible, y no te equivocarás en cuanto a lo que estoy
esperando, y que es lo que deseas oír. Dios sabe si esto es realmente cierto; en todo
caso, lo que a mí me parece es que lo que dentro de lo cognoscible se ve al final, y con
dificultad, es la idea del Bien. Una vez percibida, ha de concluirse que es la causa de
todas las cosas rectas y bellas, que en el ámbito visible ha engendrado la luz y al señor
de ésta, y que en el ámbito inteligible es señora y productora de la verdad y de la
inteligencia, y que es necesario tenerla en vista para poder obrar con sabiduría tanto en lo
privado como en lo público (Platón, La República, Libro VII, 517a-d, en PLATÓN, Diálogos
IV. La República, trad. De Conrado Eggers, Madrid, Gredos, 1986, p. 342).

2. El hombre, es por naturaleza, un animal cívico […] La razón de que el hombre sea un
ser social, más que cualquier abeja y que cualquier otro animal gregario, es clara. La
naturaleza, pues, como decimos, no hace nada en vano. Sólo el hombre, entre los
animales, posee la palabra. La voz es una indicación del dolor y del placer; por eso la
tienen también los otros animales. (Ya que su naturaleza ha alcanzado hasta tener
sensación del dolor y del placer e indicarse estas sensaciones unos a otros.) En cambio,
la palabra existe para manifestar lo conveniente y lo dañino, así como lo justo y lo injusto.
Y esto es lo propio de los humanos frente a los demás animales: poseer, de modo
exclusivo, el sentido de lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, y las demás apreciaciones.
La participación comunitaria en éstas funda la casa familiar y la ciudad (ARISTÓTELES,
Política, trad. de Carlos García Gual, Madrid, Alianza, 1986, libro I, cap. 2, pp. 43-44).

3. Donde no se dé la justicia que consiste en que el sumo Dios impere sobre la sociedad y
que así en los hombres de esta sociedad el alma impere sobre el cuerpo y la razón sobre
los vicios, de acuerdo con el mandato de Dios, de manera que todo el pueblo viva de la fe,
igual que el creyente, que obra por amor a Dios y al prójimo como a sí mismo; donde no
hay esta justicia, no hay sociedad fundada en derechos e intereses comunes y, por tanto,
no hay pueblo, de acuerdo con la auténtica definición de pueblo, por lo que tampoco
habrá política, porque donde no hay pueblo, no puede haber política (AGUSTÍN DE
HIPONA, La ciudad de Dios, XIX, cap. 23).

4. Para la salvación humana fue necesario que, además de las materias filosóficas, cuyo
campo analiza la razón humana, hubiera alguna ciencia cuyo criterio fuera lo divino. Y
esto es así porque Dios, como fin al que se dirige el hombre, excede la comprensión a la
que puede llegar sólo la razón. Dice Isaías 64,4: ¡Dios! Nadie ha visto lo que tienes
preparado para los que te aman. Sólo Tú. El fin tiene que ser conocido por el hombre para
que hacia Él pueda dirigir su pensar y su obrar. Por eso fue necesario que el hombre,
para su salvación, conociera por revelación divina lo que no podía alcanzar por su
exclusiva razón humana. Más aún. Lo que de Dios puede comprender la sola razón
humana, también precisa la revelación divina, ya que, con la sola razón humana, la
verdad de Dios sería conocida por pocos, después de muchos análisis y con resultados
plagados de errores. Y, sin embargo, del exacto conocimiento de la verdad de Dios
depende la total salvación del hombre, pues en Dios está la salvación. Así, pues, para que
la salvación llegara a los hombres de forma más fácil y segura, fue necesario que los

Departamento de Filosofía V. Abel Granell 120


Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

hombres fueran instruidos acerca de lo divino, por revelación divina. Por todo ello se
deduce la necesidad de que, además de las materias filosóficas, resultado de la razón,
hubiera una doctrina sagrada, resultado de la revelación (TOMÁS DE AQUINO, Suma de
Teología, I, c. 1, art. 1, trad. de José Martorell, Madrid, B.A.C., 2001, pp. 85 – 86; también
se puede encontrar en http://www.dominicos.org/publicaciones/Biblioteca/suma1.htm )

5. Pero me parece que se ha de afirmar que de la potestad regular y ordinaria concedida y


prometida a S. Pedro y a cada uno de sus sucesores por las palabras de Cristo ya citadas
[“lo que atareis en la tierra, quedará atado en el cielo”] se han de exceptuar los derechos
legítimos de emperadores, reyes y demás fieles e infieles que de ninguna manera se
oponen a las buenas costumbres, al honor de Dios y a la observancia de la ley evangélica
[…] Tales derechos existieron antes de la institución explícita de la ley evangélica y
pudieron usarse lícitamente. De forma que el papa no puede en modo alguno alterarlos o
disminuirlos de manera regular y ordinaria, sin causa y sin culpa, apoyado en el poder que
le fue concedido inmediatamente por Cristo. Y si en la práctica el Papa intenta algo contra
ellos [los derechos de los emperadores y reyes], es inmediatamente nulo de derecho. Y si
en tal caso dicta sentencia, sería nula por el mismo derecho divino como dada por un juez
no propio (G. DE OCKHAM, Sobre el gobierno tiránico del Papa. Trad. P. Rodríguez.
Madrid, Tecnos, 2001, pp. 60-61 [traducción adaptada]).

6. Persistiendo, pues, en su primera decisión de desprestigiarme a mí y a mis cosas por


todos los medios posibles, sabiendo cómo yo en mis trabajos de astronomía y de filosofía
sostengo, sobre la constitución de las partes del mundo, que el Sol, sin cambiar de lugar,
permanece ubicado en el centro de las revoluciones de las esferas celestes, y que la
Tierra que se mueve sobre sí misma, gira en torno a él; y además oyendo que voy
confirmando tal posición, no sólo refutando los argumentos de Ptolomeo y de Aristóteles,
sino aportando otros muchos en su contra, y especialmente algunos referidos a los
efectos naturales, cuyas causas tal vez no puedan explicarse de otra forma, y otros
astronómicos dependientes del conjunto de los recientes descubrimientos celestes, los
cuales claramente refutan el sistema ptolemaico y concuerdan y confirman
admirablemente esta posición; y tal vez desconcertados por la reconocida verdad de otras
proposiciones afirmadas por mí, distintas d las comúnmente sostenidas, y desconfiando
ya de su defensa, mientras permaneciesen en el campo filosófico, se han decidido a
intentar proteger las falacias de sus discursos con la capa de una fingida religión y con la
autoridad de las Sagradas Escrituras, utilizadas por ellos con poca inteligencia, para la
refutación de razonamientos ni entendidos ni conocidos (GALILEO, Carta a Cristina de
Lorena, trad. M. González, Madrid, Alianza, 1987, pp. 64-65).

7. Pero, siendo mi propósito escribir algo útil para quien lo lea, me ha parecido más
conveniente ir directamente a la verdad real de la cosa que a la representación imaginaria
de la misma. Muchos se han imaginado repúblicas y principados que nadie ha visto jamás
ni se ha sabido que existieran realmente; porque hay tanta distancia de cómo se vive a
cómo se debería vivir, que quien deja a un lado lo que se hace por lo que se debería
hacer, aprende antes su ruina que su preservación: porque un hombre que quiera hacer
en todos los puntos profesión de bueno, labrará necesariamente su ruina entre tantos que
no lo son. Por todo ello es necesario a un príncipe, si se quiere mantener, que aprenda a
poder ser no bueno y a usar o no usar de esta capacidad en función de la necesidad
(MAQUIAVELO, El príncipe. Trad. M. A. Granada, Madrid, Alianza, p. 83).

8. Así, a causa de que nuestros sentidos nos engañan algunas veces, quise suponer que
no había ninguna cosa que fuera como las imágenes que ellos nos transmiten de esa

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

cosa. Y como hay hombres que se equivocan al razonar, incluso en cuanto a las
cuestiones más simples de la geometría y cometen en ellas razonamientos falsos,
juzgando que yo estaba expuesto a equivocarme como cualquier otro, rechacé como
falsas todas las razones que había tomado antes por demostradas. En fin, considerando
que todos los pensamientos que tenemos cuando estamos despiertos nos pueden venir
también cuando dormimos, sin que haya ninguno que, por tanto, sea verdadero, resolví
fingir que todas las percepciones que hasta entonces habían entrado en mi mente no eran
más verdaderas que las ilusiones de mis sueños. Pero enseguida me di cuenta de que,
mientras quería pensar así que todo era falso, era necesario que yo, que lo pensaba,
fuese algo. Y notando que esta verdad pienso luego existo era tan firme y tan segura que
hasta las más extravagantes suposiciones de los escépticos no eran capaces de hacer
tambalear, juzgué que la podía recibir sin escrúpulo como el primer principio de la filosofía
que buscaba (R. DESCARTES, Discurso del método, IV [traducción propia]).

9. Para que las supremas autoridades del Estado conserven mejor el poder y no haya
sediciones, es necesario conceder a los hombres la libertad de pensamiento y
gobernarlos de tal forma que, aunque piensen de distinta manera y tengan ideas
manifiestamente contrarias, vivan en concordia. Es indudable que esta forma de gobernar
es la mejor y la que tiene menos inconvenientes, pues concuerda mejor con la naturaleza
de los hombres. En efecto, en el estado democrático (que es el que más se acerca a lo
natural) todos acuerdan actuar según leyes comunes, pero no pensar igual; es decir,
como todos los hombres no pueden pensar y razonar igual, han pactado que lo que
recibiera más votos tuviera fuerza de ley y que podrían cambiar esa ley si encontraban
algo mejor. Así pues, cuanta menos libertad para expresar su opinión se concede a los
hombres, más lejos se está de lo más natural y, por tanto, con más violencia se gobierna
(B. SPINOZA, Tratado Teológico-Político, cap. XX [traducción propia]).
10. No es la diversidad de opiniones (lo que no puede evitarse), sino la negativa a tolerar
a aquellos que son de opinión diferente (que podría ser permitida) lo que ha producido
todos los conflictos y guerras que ha habido en el Cristianismo a causa de la religión. La
cabeza y los jefes de la Iglesia, movidos por la avaricia y el deseo insaciable de dominar a
todos, utilizando la ambición sin límites de las autoridades políticas y la crédula
superstición de multitudes atolondradas, han levantado, en contra de lo que dice el
Evangelio y la caridad, a las autoridades y a las masas en contra de los que tienen ideas
diferentes en religión, predicando que los cismáticos y los herejes debe ser expoliados de
sus posesiones y destruidos. Y así han mezclado y confundido dos cosas que son en sí
mismas completamente diferentes, la Iglesia y el Estado (J. LOCKE, Carta sobre la
tolerancia [trad. propia]).

11. Cuando un hombre denomina a otro su enemigo, su rival, su antagonista, su


adversario, se entiende que habla el lenguaje del egoísmo y que expresa sentimientos
que le son peculiares y que surgen de su propia situación y de circunstancias particulares.
Pero cuando otorga a cualquier hombre los epítetos de vicioso, odioso o depravado, habla
entonces otro lenguaje, y expresa sentimientos con los que espera que todo su auditorio
estará de acuerdo. Por lo tanto, aquí debe apartarse de su situación privada y particular, y
debe escoger un punto de vista que sea común a él y a los demás. Debe mover algún
principio universal de la constitución humana y pulsar una cuerda en la que toda la
humanidad esté de acuerdo y en armonía. Si, por tanto, quiere decir que este hombre
posee cualidades cuya tendencia es perniciosa para la sociedad, ha escogido este punto
de vista común, y ha tocado el principio de humanidad en el que todos los hombres
concurren en cierto grado. (D. HUME, Investigación sobre los principios de la moral,
Sección IX, 1. Trad. de Gerardo López Sastre. Madrid, Austral, 199, pp. 144-145).

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

12. Si se investiga en qué consiste el bien más grande de todos, el que debe ser la meta
de todo sistema legislativo, veremos que consiste en dos cosas principales: la libertad y la
igualdad. La libertad, porque si permitimos que alguien no sea libre estamos quitando
fuerza al Estado; la igualdad, porque la libertad no puede subsistir sin ella. Ya he dicho lo
que es la libertad civil. En cuanto a la igualdad, no hay que entender por ella que todos
tengan el mismo grado de poder y de riqueza; antes bien, en cuanto al poder, que nunca
se ejerza con violencia, sino en virtud del rango y las leyes, y, en cuanto a la riqueza, que
ningún ciudadano sea tan rico como para poder comprar a otro, ni ninguno sea tan pobre
como para ser obligado a venderse (J. J. ROUSSEAU, El contrato social, libro II, cap. 11
[traducción propia])

13. Ahora yo digo: el hombre, y en general todo ser racional, existe como fin en sí mismo,
no sólo como medio para usos cualesquiera de esta o aquella voluntad; debe en todas
sus acciones, no sólo las dirigidas a sí mismo, sino las dirigidas a los demás seres
racionales, ser considerado siempre al mismo tiempo como fin. Todos los objetos de las
inclinaciones tienen sólo un valor condicionado, pues si no hubiera inclinaciones y
necesidades fundadas sobre las inclinaciones, su objeto carecería de valor. Pero las
inclinaciones mismas, como fuentes de las necesidades, están tan lejos de tener un valor
absoluto para desearlas, que más bien debe ser el deseo general de todo ser racional el
librarse enteramente de ellas. Así pues, el valor de todos los objetos que podemos
obtener por medio de nuestras acciones es siempre condicionado. Los seres cuya
existencia no descansa en nuestra voluntad, sino en la naturaleza, tienen, empero, si son
seres irracionales, un valor meramente relativo, como medios, y por eso se llaman cosas;
en cambio los seres racionales llámanse personas porque su naturaleza los distingue ya
como fines en sí mismos, esto es, como algo que no puede ser usado meramente como
medio, y, por tanto, limita en ese sentido todo capricho (y es un objeto de respeto) (I.
KANT, Fundamentación de la metafísica de las costumbres. Trad. De M. García Morente,
Madrid, Espasa Calpe, 1983, pp. 82 y 83)

14. ¿En qué consiste, entonces, la enajenación del trabajo? Primeramente en que el
trabajo es externo al trabajador, es decir, no pertenece a su ser; en que en su trabajo, el
trabajador no se afirma, sino que se niega; no se siente feliz, sino desgraciado; no
desarrolla una libre energía física y espiritual, sino que mortifica su cuerpo y arruina su
espíritu. Por eso el trabajador sólo se siente en sí fuera del trabajo, y en el trabajo fuera
de sí. Está en lo suyo cuando no trabaja y cuando trabaja no está en lo suyo. Su trabajo
no es, así, voluntario, sino forzado, trabajo forzado. Por eso no es la satisfacción de una
necesidad, sino solamente un medio para satisfacer las necesidades fuera del trabajo. Su
carácter extraño se evidencia claramente en el hecho de que tan pronto como no existe
una coacción física o de cualquier otro tipo se huye del trabajo como de la peste. El
trabajo externo, el trabajo en que el hombre se enajena, es un trabajo de autosacrificio, de
ascetismo. En último término, para el trabajador se muestra la exterioridad del trabajo en
que éste no es suyo, sino de otro, en que no le pertenece; en que cuando está en él no se
pertenece a sí mismo, sino a otro. Así como en la religión la actividad propia de la fantasía
humana, de la mente y del corazón humanos, actúa sobre el individuo
independientemente de él, es decir, como una actividad extraña, divina o diabólica, así
también la actividad del trabajador no es su propia actividad Pertenece a otro, es la
pérdida de sí mismo (K. Marx, Manuscritos: Economía y filosofía. Trad. de F. Rubio.
Alianza, Madrid, 1986, p. 108).

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

15. Tres transformaciones del espíritu os menciono: cómo el espíritu se convierte en


camello, y el camello en león, y el león, por fin en niño […] ¿Qué es pesado? así pregunta
el espíritu paciente, y se arrodilla, igual que el camello, y quiere que se le cargue bien […]
¿Acaso no es: humillarse para hacer daño a la propia soberbia? ¿Hacer brillar la propia
tontería para burlarse de la propia sabiduría? […] Con todas estas cosas, las más
pesadas de todas, carga el espíritu paciente: semejante al camello que corre al desierto
con su carga, así corre él a su desierto. Pero en lo más solitario del desierto tiene lugar la
segunda transformación: en león se transforma aquí el espíritu, quiere conquistar su
libertad como se conquista una presa, y ser señor en su propio desierto. Aquí busca a su
último señor: quiere convertirse en enemigo de él y de su último dios, con el gran dragón
quiere pelear para conseguir la victoria. ¿Quién es el gran dragón, al que el espíritu no
quiere seguir llamando señor ni dios? “Tú debes”, se llama el gran dragón. Pero el espíritu
del león dice “yo quiero” […] Crear valores nuevos -tampoco el león es aún capaz de
hacerlo: mas crearse libertad para un nuevo crear- eso sí es capaz de hacerlo el poder del
león. Crearse libertad y un no santo incluso frente al deber: para ello, hermanos míos, es
preciso el león […] Pero decidme, hermanos míos, ¿qué es capaz de hacer el niño que ni
siquiera el león ha podido hacerlo? ¿Por qué el león rapaz tiene que convertirse todavía
en niño? Inocencia es el niño, y olvido, un nuevo comienzo, un juego, una rueda que se
mueve por sí misma, un primer movimiento, un santo decir sí […] Tres transformaciones
del espíritu os he mencionado: cómo el espíritu se convirtió en camello, y el camello en
león, y el león, por fin, en niño (F. NIETZSCHE, Así habló Zaratustra, Madrid, Alianza,
1984, pp. 49-51).

16. ¿Pero cuántos géneros de oraciones hay? ¿Acaso aserción, pregunta y orden? ─Hay
innumerables géneros: innumerables géneros diferentes de empleo de todo lo que
llamamos «signos», «palabras», «oraciones». Y esta multiplicidad no es algo fijo, dado de
una vez por todas; sino que nuevos tipos de lenguaje, nuevos juegos de lenguaje, como
podemos decir, nacen y otros envejecen y se olvidan. (Una figura aproximada de ello
pueden dárnosla los cambios de la matemática). La expresión «juego de lenguaje» debe
poner de relieve aquí que hablar el lenguaje forma parte de una actividad o de una forma
de vida. Ten a la vista la multiplicidad de juegos de lenguaje en estos ejemplos y en otros:
dar órdenes y actuar siguiendo órdenes, describir un objeto por su apariencia o por sus
medidas, fabricar un objeto de acuerdo con una descripción (dibujo), relatar un suceso,
hacer conjeturas sobre un suceso, formar y comprobar una hipótesis, presentar los
resultados de un experimento mediante tablas y diagramas, inventar una historia y leerla,
actuar en teatro, cantar a coro, adivinar acertijos, hacer un chiste y contarlo, resolver un
problema de aritmética aplicada, traducir de un lenguaje a otro, suplicar, agradecer,
maldecir, saludar, rezar (L. WITTGENSTEIN. Investigaciones filosóficas. Traducción de A.
García Suárez y U. Moulines. Barcelona: Crítica, 1988, § 23, pp. 39-41).

17. La vida humana es una realidad extraña, de la cual lo primero que conviene decir es
que es la realidad radical, en el sentido de que a ella tenemos que referir todas las demás,
ya que las demás realidades, efectivas o presuntas, tienen de uno u otro modo que
aparecer en ella.
La nota más trivial, pero a la vez la más importante de la vida humana, es que el hombre
no tiene otro remedio que estar haciendo algo para sostenerse en la existencia. La vida
nos es dada, puesto que no nos la damos a nosotros mismos, sino que nos encontramos
en ella de pronto y sin saber cómo. Pero la vida que no es dada no nos es dada hecha,
sino que necesitamos hacérnosla nosotros, cada cual la suya. La vida es quehacer. Y lo
más grave de estos quehaceres en que la vida consiste no es que sea preciso hacerlos,
sino, en cierto modo, lo contrario; quiero decir, que nos encontramos siempre forzados a

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

hacer algo, pero no nos encontramos nunca estrictamente forzados a hacer algo
determinado, que no nos es impuesto este o el otro quehacer, como le es impuesta al
astro su trayectoria o a la piedra su gravitación. Antes que hacer algo, tiene cada hombre
que decidir, por su cuenta y riesgo, lo que va a hacer (J. ORTEGA Y GASSET, “Historia
como sistema” en Historia como sistema y otros ensayos de filosofía, Madrid, Revista de
Occidente/Alianza, 1981, pp. 13-14).

18. Estamos solos, sin excusas. Es lo que expresaré diciendo que el hombre está
condenado a ser libre. Condenado, porque no se ha creado a sí mismo, y sin embargo,
por otro lado, libre, porque una vez arrojado al mundo, es responsable de todo lo que
hace. El existencialista no cree en el poder de la pasión. No pensará nunca que una bella
pasión es un torrente devastador que conduce fatalmente al hombre a ciertos actos y que
por consecuencia es una excusa; piensa que el hombre es responsable de su pasión. El
existencialista tampoco pensará que el hombre puede encontrar socorro en un signo dado
sobre la tierra que le orienta; porque piensa que el hombre descifra por sí mismo el signo
como prefiere. Piensa, pues, que el hombre, sin ningún apoyo ni socorro, está condenado
a cada instante a inventar el hombre (J. P. SARTRE, El existencialismo es un humanismo,
Trad. V. Prati. Barcelona, Orbis, 1984, pp. 68-69).

19. [Cuando hay un debate ético en el que participan personas de diferentes credos
religiosos y diferentes culturas] las perspectivas iniciales de los participantes, que tienen
su raíz en su propia religión y cultura, van “descentrándose” [los participantes van dejando
de ver todo desde su propia perspectiva para ir poniéndose en el lugar de los otros] cada
vez con más fuerza […] a medida que el proceso de interrelación mutua de las diferentes
perspectivas se va acercando a la meta de la inclusión completa. Resulta interesante
constatar que la práctica de la argumentación ética apunta ya, por su propia dinámica, en
esta dirección de que el participante en un debate ético salga de su propia y exclusiva
posición para incluirse en la posición del otro. Si atendemos al punto de vista del diálogo,
bajo el cual sólo obtienen aceptación aquellas normas morales que son igualmente
buenas para todos, el discurso racional aparece como el procedimiento más apropiado
[para resolver un conflicto ético], ya que se trata de un procedimiento que asegura la
inclusión de todos los afectados y la consideración equitativa de todos los intereses en
juego (J. HABERMAS, “Acción comunicativa y razón sin trascendencia”, en Entre
naturalismo y religión, Trad. P. Fabra. Barcelona, Paidós, 2006, p. 55 [traducción
adaptada])

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

ESTRUCTURA DE LA PRUEBA PARA EL CURSO


2009-2010
Formulación de las cuestiones.
1. Con respecto al texto: sitúa al autor en su momento histórico, señala el tema o el
problema del texto, indica las ideas principales, muestra las relaciones entre ellas y
explícalas.
2. Explica brevemente el desarrollo de la Filosofía (1) antigua, (2) medieval, (3) moderna o
(4) contemporánea.
3. Expón la filosofía de (1) Platón, (2) Aristóteles, (3) Tomás de Aquino, (4) Descartes, (5)
Kant, (6) Marx, (7) Nietzsche y (8) Habermas.
4. Expón la filosofía de (1) Platón, (2) Aristóteles, (3) Tomás de Aquino, (4) Descartes, (5)
Kant, (6) Marx, (7) Nietzsche y (8) Habermas.
5. Analiza la vigencia de las ideas del texto en la actualidad.

Criterios de corrección y calificación


1. El ejercicio será considerado conforme a los criterios de evaluación establecidos en el
Real Decreto 1467/2007 de 2-11-2007, el Real Decreto 1892/2008 de 24-11-2008 y el
Decreto 85/2008, de 17-06-2008 de la Consejería de Educación y Ciencia de Castilla-La
Mancha.
2. La valoración se expresará cuantitativamente con calificación de 0 a 10 puntos. Los
márgenes de variación son de 0‟25 en 0‟25.
3. Esta prueba consta de dos opciones. El alumno debe optar por una de las dos opciones
y responder a todas las preguntas de la opción elegida. Puede contestar las preguntas en
el orden que quiera.
4. La primera pregunta vale 2‟5 puntos, repartidos de los siguiente forma: sitúa al autor en
su momento histórico (0‟25), señala el tema o el problema del texto (0‟25), indica las ideas
principales (0‟5), muestra las relaciones entre ellas (0‟5) y explícalas (1). El alumno debe
responder en este mismo orden las cuestiones de esta pregunta.
5. La segunda pregunta exige que el alumno narre una visión panorámica de la filosofía
del periodo que se le indica. En la Filosofía antigua hay que hablar de los presocráticos,
Sócrates, Platón y Aristóteles; en la Filosofía medieval hay que hablar de S. Agustín, la
Escolástica, Sto. Tomás y Ockham; en la Filosofía moderna, del Renacimiento, ciencia
moderna, racionalismo, empirismo, ilustración; en la Filosofía contemporánea, del
idealismo, marxismo, Nietzsche, filosofía analítica, otras corrientes del siglo XX y la
filosofía española. Es importante que haya una narración donde se vea cómo unos
filósofos se enlazan con otros, no ideas dispersas de autores disgregados. Vale 2‟5
puntos.
6. La tercera pregunta exige del alumno la exposición ordenada del pensamiento filosófico
del autor que se le indica. Teniendo en cuenta la imposibilidad de tiempo y espacio para
exponer la totalidad del pensamiento de un filósofo, el alumno será juzgado por lo que
pone, no por lo que deja sin poner; lo importante es que aborde la pregunta exponiendo
ideas relevantes del autor. Puede hacer una panorámica del autor o exponer sólo una
parte relevante de su filosofía. Si el alumno en el examen va saltando de una idea a otra
sin enlazarlas se puede poner hasta 2. Sólo cuando la pregunta esté organizada
formando un tema se le podrá calificar con 2‟5.

Departamento de Filosofía V. Abel Granell 126


Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

7. En de la cuarta pregunta se pide al alumno que haga una exposición ordenada de la


filosofía de otro autor, que será de otro periodo diferente del de la pregunta tercera. Los
criterios serán los mismos que en la pregunta 3ª.
8. En la quinta pregunta se valorará la capacidad de reflexionar y de actualizar la filosofía
del pasado con respecto a la problemática del presente. Hay muchas posibles reflexiones
y el alumno no será discriminado negativamente si no ha hecho la reflexión que le parece
la más pertinente al corrector, sino que será evaluado por su capacidad de reconstruir la
filosofía del pasado para el presente, lo que puede hacerse de múltiples formas y
maneras. Vale 1 punto, siempre que la suma de las notas de las anteriores cuestiones
sea 9 o menos.
9. El espacio de papel recomendado para cada pregunta es de 1‟25 caras para las cuatro
primeras preguntas y 0‟5 cara de folio para la 5ª.

Departamento de Filosofía V. Abel Granell 127


Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

MODELO DE EXAMEN
Pruebas de acceso a Estudios Universitarios
Materia: Filosofía II

Esta prueba consta de dos opciones. El alumno debe optar por una de las dos opciones y
responder a todas las preguntas de la opción elegida. Puede contestar las preguntas en el
orden que quiera. La primera pregunta vale 2‟5 puntos, repartidos de los siguiente forma:
sitúa al autor en su momento histórico (0‟25), señala el tema o el problema del texto
(0‟25), indica las ideas principales (0‟5), muestra las relaciones entre ellas (0‟5) y
explícalas (1). El alumno debe responder en este mismo orden las cuestiones de esta
pregunta. La 2ª, 3ª y 4ª valen 2‟5 cada una. La 5 vale un punto, siempre que ni el total de
las anteriores ni el total del ejercicio exceda de 10 puntos. El espacio de papel
recomendado para cada pregunta es de una 1‟25 caras de folio para las cuatro primeras
preguntas y de media cara de folio para la 5ª.

OPCIÓN A
TEXTO:
[Cuando hay un debate ético en el que participan personas de diferentes credos religiosos
y diferentes culturas] las perspectivas iniciales de los participantes, que tienen su raíz en
su propia religión y cultura, van descentrándose (los participantes van dejando de ver todo
desde su propia perspectiva para ir poniéndose en el lugar de los otros) cada vez con más
fuerza […] a medida que el proceso de interrelación mutua de las diferentes perspectivas
se va acercando a la meta de la inclusión completa. Resulta interesante constatar que la
práctica de la argumentación ética apunta ya, por su propia dinámica, en esta dirección de
que el participante en un debate ético salga de su propia y exclusiva posición para
incluirse en la posición del otro. Si atendemos al punto de vista del diálogo, bajo el cual
sólo obtienen aceptación aquellas normas morales que son igualmente buenas para
todos, el discurso racional aparece como el procedimiento más apropiado [para resolver
un conflicto ético], ya que se trata de un procedimiento que asegura la inclusión de todos
los afectados y la consideración equitativa de todos los intereses en juego (J.
HABERMAS, “Acción comunicativa y razón sin trascendencia”, en Entre naturalismo y
religión, Barcelona, Paidós, 2006, p. 55 [traducción adaptada])

CUESTIONES
1. Con respecto al texto: sitúa al autor en su momento histórico, señala el tema o el
problema del texto, indica las ideas principales, muestra las relaciones entre ellas y
explícalas.
2. Explica brevemente el desarrollo de la Filosofía contemporánea.
3. Expón la filosofía de Platón.
4. Expón la filosofía de Kant.
5. Analiza la vigencia de las ideas del texto en la actualidad

MODELO DE CONTESTACIÓN
1. El autor, J. Habermas, es un filósofo vivo en la actualidad que desde posiciones
izquierdistas analiza algunos de los problemas actuales: el nacionalismo, la emigración, el
multiculturalismo, el cientificismo…
El texto aborda el problema de cuál es el procedimiento más apropiado para resolver los
conflictos en cuanto normas morales que se producen en nuestro mundo multicultural
entre las diversas culturas y religiones.
Las ideas principales del texto son las siguientes:

Departamento de Filosofía V. Abel Granell 128


Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

 Cuando las personas dialogan teniendo culturas diferentes empiezan estando


centrados en su cultura pero poco a poco son capaces de ponerse en el punto de vista de
las otras culturas.
 La meta sería que fueran capaces de incluir completamente la posición de los otros.
 Argumentar en ética implica por su propia lógica ser capaz de ver las cosas también
desde el punto de vista de los otros.
 Dialogar en ética supone aceptar sólo las normas morales que son buenas para todos
 El procedimiento más apropiado para resolver los conflictos multiculturales es el diálogo
racional, que implica la participación de todos y la consideración de los intereses de todos.
La estructura del texto:
· Constatación de un hecho: en los debates éticos multiculturales las personas poco a
poco son capaces de salir de su punto de vista y ponerse en la piel de los otros
· Constatación de una tendencia o dinámica: la anterior observación le sirve a Habermas
para comprender la dinámica de las argumentaciones en ética: dialogar en ética es ser
capaz de ponerse en el punto de vista de los otros.
· Conclusión: el discurso racional aparece como el procedimiento más apropiado para
resolver un conflicto ético.
o Condición: si entendemos que se da realmente un diálogo cuando sólo obtienen
aceptación aquellas normas morales que son igualmente buenas para todos.
o Razón: ya que se trata de un procedimiento que asegura la inclusión de todos los
afectados y la consideración equitativa de todos los intereses en juego.

La explicación de las ideas principales: vivimos en un mundo multicultural en el que sobre


las cuestiones éticas hay perspectivas diversas, debido a las diferentes religiones y
culturas, pues la cultura en la que nacemos es como la perspectiva desde la que vemos
todo; cuando se da un debate sobre las normas morales entre gente de cultura o religión
diferente, los participantes van dejando de ver todo desde su propia perspectiva para ir
poniéndose cada vez más en el lugar de los otros; bueno, quizás eso no sea siempre así,
pero Habermas quiere decir que el verdadero diálogo ético implica esto, porque si todos
siguieran inamovibles en sus posiciones iniciales, no habría diálogo, ya que no tiene
sentido debatir una cuestión si los que debaten no tienen la más mínima intención de
escuchar al otro y de, quizás, cambiar sus ideas; (3) teniendo en cuenta esto,
comprendemos que dialogar con otros argumentando en cuestiones éticas significa salir
del propio punto de vista y ser capaz de entender los puntos de vista y los intereses de los
otros, lo que significa que no hay diálogos éticos, ni ética misma, si no se da una cierta
imparcialidad; ser bueno implica ir abandonando la propia perspectiva, dejar el egoísmo
de la propia perspectiva e ir incluyendo en la manera de pensar los puntos de vista
diferentes de los propios. A partir de ahí se deduce que el procedimiento más moral para
resolver los conflictos morales es un diálogo en condiciones de igualdad; si hay
condiciones de igualdad en el diálogo sólo se aceptarán aquellas normas morales que
sean igualmente buenas para todos; la razón por la que Habermas saca esa conclusión
es que es el único procedimiento que asegura la inclusión de todos los afectados y la
consideración igualitaria de todos los intereses en juego. En conclusión, según Habermas,
en un mundo multicultural y conflictivo como el nuestro la ética consiste en el diálogo, la
igualdad y la imparcialidad.

2. Podríamos decir que hay una primera etapa de optimismo y de confianza en las fuerzas
del hombre, en su razón y su libertad, lo que se manifiesta en la filosofía del Idealismo
alemán, que ofrece el reflejo idealista del optimismo con que la sociedad burguesa
naciente sentía sus principales valores, la libertad de la Revolución francesa y la razón del
siglo de la Ilustración, y presenta al hombre como expresión en el mundo de la Razón

Departamento de Filosofía V. Abel Granell 129


Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

infinita. Luego en la parte central del siglo XIX empieza a tomarse conciencia de los
graves problemas e injusticias que se están produciendo en el proletariado; esto se refleja
en una filosofía de la revolución como la de Marx, que quería acabar con el capitalismo e
implantar el comunismo, o en filosofías reformistas, como el positivismo de Comte, que
proponía abandonar la religión y la filosofía, ir a lo científico y organizar científicamente la
sociedad, o el liberalismo utilitarista de J. S. Mill, que luchó por conseguir la felicidad para
la mayor cantidad de gente posible, mediante la educación y el voto de obreros y mujeres.
Aunque se va dando una mejora de los aspectos económico, social y político de las
masas populares, sin embargo al final de siglo aparece el pensamiento de Nietzsche que
ponen en tela de juicio absolutamente todo: la religión, la moral, la ciencia, la política…
El siglo XX es un siglo muy complejo. En los inicios sigue las tendencias del siglo XIX:
liberalismo económico-político, crecimiento científico-tecnológico y lucha de partidos
obreros por ampliar los derechos políticos y económicos. En esta época se crea la
filosofía analítica que se caracterizó por su admiración y respeto por las ciencias naturales
y por su defensa del empirismo y que tiene como objeto principal el análisis del lenguaje.
Pero las dos guerras mundiales, sobre todo la segunda, supusieron una crisis en las
conciencias de los hombres occidentales. El existencialismo (1927-±1950) intenta
responder a esta sensación de vivir una vida sin sentido y a esta gran decepción. Frente a
los imperios y a los totalitarismos que trataban las vidas humanas como si fueran trapos
sucios sin ningún valor, ocasionando decenas de millones de muertos, el existencialismo
protestaba contra la ruina del hombre, contra su despersonalización, contra el olvido del
valor de cada individuo, contra el olvido de su singularidad, autonomía y responsabilidad.
Frente a esa terrible experiencia hubo también otra respuesta, la de la llamada “Escuela
de Francfort”, grupo de filósofos alemanes de tendencia marxista que querían hacer un
análisis de las cosas que funcionaban mal en la sociedad para cambiarlas y que no se
volvieran a repetir esos desastres. Por eso también se llama “teoría crítica” (1923-
1968). Habermas es de otra generación pero de alguna manera podríamos considerarle
sucesor de los principales miembros de la Escuela de Francfort, pues sigue los
postulados de la teoría crítica, pero señalando la existencia de una racionalidad dialógica
que nos invita a dialogar en condiciones de igualdad sobre nuestros problemas, de
manera que el acuerdo sobre normas morales al que lleguemos y que puedan aceptar
todos los afectados se convertirá en un acuerdo racional y obligatorio.
En la tercera parte del siglo XX nuestro mundo está caracterizado por la mundialización
de la economía de mercado y sus recurrentes crisis, por la expansión de las nuevas
tecnologías, por la inmigración, el multiculturalismo y por la proliferación de movimientos
de resistencia (feminismo, ecologismo, movimiento gay o movimientos anti-sistema). La
filosofía de la postmodenidad (1979 – ±2003) es la respuesta a este mundo: critica el que
se quiera defender un mundo uniforme y unívoco, la soberbia de creer que se puede dar
fundamento y sentido a todo desde la razón, la vanidad del etnocentrismo europeo que se
cree superior al resto del mundo o la sacralización de las grandes palabras de la
modernidad (verdad, libertad,justicia, progreso). Su mirada es la de la contingencia, la
reversibilidad, la fragmentación, la pluralidad, la interpretación, la diferencia…
En cuanto a la filosofía española, habría que decir que en el último tercio del XIX se
revitaliza por el contacto con las filosofías europeas, lo que producirá sus frutos en los
inicios del siglo XX. Destacaremos a Unamuno y Ortega, para los que, desde posiciones
diversas, los temas centrales son la existencia, la vida y la historia. A partir de los años
sesenta, se produce otra revitalización y la filosofía española se abre totalmente a las
corrientes europeas.

3. Platón quería ser un reformador político y pensaba que gobernar bien era un asunto de
saber. Si en política gobiernan los más fuertes, los más ricos o los más demagogos, no

Departamento de Filosofía V. Abel Granell 130


Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

hay manera de hacer un sistema de gobierno justo. Él pensaba que se puede saber en
política, que se puede hacer ciencia en política (y en todo), pues Sócrates le había
enseñado que se puede llegar a hacer definiciones de la valentía o de la justicia que valen
para todos y todos aceptarían.
Además, los pitagóricos le habían enseñando que en matemáticas también hay ciencia,
un conocimiento exacto, válido para todos e inmutable. Por tanto, su punto de partida es
que podemos hacer afirmaciones que son verdaderas para todos y que siempre serán
verdaderas. Ahora bien, si en el mundo material en el que vivimos todas las cosas están
en continuo cambio, de ellas no podemos hacer ciencia, es decir, verdades eternas
inmutables, por lo que del mundo material sólo tenemos opiniones cambiantes. Entonces,
¿a qué mundo se refieren nuestras verdades eternas? Tiene que haber otro mundo donde
los seres sean perfectos e inmutables. A los seres de ese mundo Platón les llamó “ideas”.
Para explicar esto Platón inventa el maravilloso relato de la caverna; en él se ve cómo la
mayoría de la gente cree que lo único que existe es el mundo material y dedica toda su
vida a acumular riqueza y placeres, que no son más que meras sombras, copias
malísimas de la auténtica realidad, las ideas. Para Platón la vida ética y la felicidad
consisten en conocer la ideas y en renunciar a creer que los sentidos son los que nos
enseñan la verdad de las cosas, así como en dedicar la vida a la auténtica sabiduría que
nos proporciona el intelecto; vivir consiste en desatarse del mundo material, dejar las
preocupaciones materiales, y trabajar por y para el conocimiento de las ideas; hacer una
política justa consiste en saber qué es la idea de justicia para luego aplicarla en el mundo
sensible en que vivimos. Cuando muramos, nuestro cuerpo se deshará, pero nuestra
alma irá a la región eterna de las ideas que es su auténtico lugar y no este mundo
material.
En la sociedad hay tres tipos de personas: los que destacan por su sabiduría, los que por
su fortaleza y los que por sus apetitos. Un estado estará bien gobernado si los que
mandan no son los fuertes (los militares) o los que buscan los placeres y el dinero (los
ricos), sino los sabios, los filósofos. Cada grupo social tiene su función y su virtud. Los
filósofos deben ser sabios y deben gobernar. Sólo los que conocen la idea de justicia o la
idea estado pueden gobernar. Los fuertes deben ser los guardianes de la ciudad y su
ejército; los que se guían principalmente por sus apetitos deben ser comerciantes,
labradores, artesanos...; deben dedicarse a producir riqueza y vivir de ella. Parte de esta
riqueza tiene que ser utilizada para el mantenimiento de los filósofos y los guardianes,
pues Platón, como pensaba que la riqueza era la causa de toda la corrupción política,
había afirmado que ni filósofos ni guardianes podrían tener propiedad de nada; así no
tendrían tentaciones de robar nada del Estado. Las principales virtudes de la política son:
la sabiduría, en los gobernantes; la fortaleza, en los guardianes, la templanza, en el resto
de la sociedad y, por último, la armonía entre las tres clases, armonía que Platón llamaba
“justicia”, es decir, que cada uno desempeñe bien su propio trabajo y coopere con las
otras clases por el bien de la ciudad. La principal tarea del estado sería una educación
que separase a los hombres según el alma que predomina en ellos y que les educase a
cada uno para ajustarse a su función. Así la vida política y social sería justa y no volverían
a suceder cosas tan lamentables como la muerte de Sócrates.

4. Kant (1724-1804) vive en el siglo de la Ilustración, lo que para él significa que la


Humanidad ha salido de la minoría de edad y se emancipa, y quiere hacer una ética
apropiada a ésta. Esto significa para él una moral autónoma: el hombre debe darse a sí
mismo la ley moral y no hacer el bien porque otro le pueda premiar o castigar, lo que no
es muy moral, sino más bien algo infantil. Una moral ilustrada es también una moral
racional, basada en razones y no en meras tradiciones pasadas o en lo que nos dictan
nuestros sentimientos y apetitos. En tercer lugar, una moral ilustrada es una moral

Departamento de Filosofía V. Abel Granell 131


Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

universal: Kant tenía la firme convicción de que todos los seres humanos somos iguales y
los deberes morales deben ser para todos los mismos.
El camino que recorre Kant para construir su moral ilustrada empieza con el análisis de la
moralidad: ¿en qué consiste ser moral? Empecemos pues, analizando en qué consiste la
moralidad. Si nos ponemos a analizar qué significa el término “bueno” (“bueno” y “malo”
son los términos propios de la moralidad), veremos que, aunque lo aplicamos a muchas
cosas (un buen coche, una buena comida, la inteligencia es buena, una buena salud…),
sólo una cosa merece ser llamada “buena” con todo derecho: la intención. En primer
lugar, los objetos no son ni buenos ni malos, porque no son seres humanos y no pueden
hacer nada por ser buenos o malos; son lo que son y no tienen ninguna culpa de ser así.
Tampoco podemos decir que la inteligencia, la salud, la fortaleza o la riqueza son buenas
sin más. Pues si se utilizan para el mal, son malas. Lo único a lo que se puede decir
“bueno” sin restricción es a la intención, o a la voluntad, como a veces la llama Kant.
Ahora bien, ¿cómo sé que mi intención es buena? Kant aquí hace una distinción.
Podemos obrar contra el deber; por ejemplo, un comerciante que cobra precios abusivos.
O podemos obrar conforme a deber por inclinación; por ejemplo, si el comerciante decide
cobrar precios justos pero sólo para tener más clientes.
O podemos obrar por deber; por ejemplo, si el comerciante no piensa en su beneficio y en
sí mismo y sólo piensa en cobrar el precio justo. Kant dice que tenemos buena intención
cuando obramos por deber. Si pensamos todo lo que acabamos de decir, nos damos
cuenta de que tener buena intención es dejar de lado todas las cosas particulares
(nuestras circunstancias particulares, nuestros sentimientos particulares…) y quedarnos
sólo con lo universal. Así descubrimos el primer principio moral: Obra de tal manera que
puedas querer que la máxima de tu acción se convierta en una ley universal.
Kant hace otro argumento para llegar a otro principio moral. Sería el siguiente. Todas las
cosas que perseguimos con nuestras inclinaciones y todas las cosas que satisfacen
nuestras necesidades tienen un valor condicionado, dependen de una condición; por
ejemplo, si no hiciera nunca frío en ningún sitio del mundo, los abrigos de visón no
tendrían ningún valor. Así que todas las cosas tienen un valor relativo (depende de si se
dan algunas condiciones), es decir, las cosas tienen precio. Pero los seres humanos, por
ser seres libres y racionales, no son ningún medio para alcanzar un fin, no tienen precio,
tienen dignidad, tienen un valor absoluto. Al pensar esto nos damos cuenta del principio
moral: Obra de tal manera que trates a la humanidad, tanto la que hay en ti como la que
hay en cualquier otro, siempre a la vez como fin y nunca sólo como medio. Aplicando
estos principios a los problemas morales que tengamos, podemos resolverlos. Estos
principios se basan en los valores de la universalidad y la imparcialidad, por un lado, y en
la dignidad de la persona humana, por el otro.

5. Creo que estas ideas de Habermas son bastante vigentes en la actualidad. La idea de
resolver los conflictos éticos mediante un diálogo en el que participan todos los afectados
es algo que, por ejemplo, se intenta aplicar en los comités éticos de los hospitales.
Hablamos también de diálogo social para resolver los conflictos de intereses entre
empresarios y trabajadores. Hay multitud de foros mundiales en los que se abordan
diversos problemas como la discriminación de la mujer, la pobreza en el mundo, los
choques de culturas, los conflictos religiosos, las guerras… En todos los casos se intenta
generalmente que participen todos los afectados, porque se entiende que sin la
participación de todos, el consenso al que se llegue no tiene ninguna validez.
Sin embargo, ya es más difícil pensar que, cuando se dan estos diálogos, todos los
participantes, como dice el texto, salgan de su propia posición para incluirse en la posición
del otro. Lo que vemos es que muchos diálogos fracasan precisamente porque los
participantes no han estado dispuestos a ponerse en el punto de vista de los otros. Así

Departamento de Filosofía V. Abel Granell 132


Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

que podríamos decir que esta idea de Habermas en la actualidad es más un ideal que una
realidad vigente. Pero los ideales son necesarios también, porque nos señalan la meta
hacia la que tenemos que caminar y nos sirven para criticar los defectos de lo que ahora
tenemos. Una mezcla de realismo e idealismo es necesaria en los asuntos éticos. Cuando
representantes de las naciones del mundo dialogan, por ejemplo, sobre la pobreza en el
mundo, es difícil que los países ricos, que hablan desde una posición, no de igualdad,
sino de fuerza, incluyan la posición de los pobres y acepten repartir los bienes de manera
que haya al menos un mínimo de bienes para todos los hombres para llevar una vida
humana y una igualdad de oportunidades. Seguimos viendo que cada día mueren más de
50.000 personas de hambre o enfermedades que en Occidente hace tiempo que
desaparecieron. Pero si el fruto de la reunión es una clara mejoría en los países pobres,
aunque siga habiendo problemas y personas que diariamente mueran de hambre, es
normal que estos países firmen el acuerdo. Aquí es donde entra un aspecto de las ideas
de Habermas: ellos no se conforman con la cruda realidad y en el próximo debate
seguirán buscando mejorar para acercarse al ideal de un diálogo igualitario donde los
ricos sean capaces de ponerse en la piel de los pobres y lograr un acuerdo que pueda ser
igualmente bueno para todos.

Departamento de Filosofía V. Abel Granell 133


Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

MODELOS DE CONTESTACIONES de P.A.U. anteriores


al curso 09-10.
Examen del 2005 OPCIÓN B
TEXTO:
«Así hay que entender, sin duda alguna, los pasajes de la Escritura en donde se ordena que
amemos al prójimo, incluso al enemigo. En efecto, el amor como inclinación no puede ser
mandado, pero hacer el bien por deber, aun cuando ninguna inclinación empuje a ello y hasta
4
se oponga una aversión natural e invencible, es amor práctico y no patológico , amor que tiene
su asiento en la voluntad y no en una tendencia de la sensación, amor que se fundamenta en
principios de la acción y no en la tierna compasión, y que es el único que puede ser
ordenado».
(KANT, Fundamentación de la metafísica de las costumbres, Capítulo 1º)

CUESTIONES
1. ¿Cuál es el tema del texto? Señala sus ideas principales, explícalas y relaciónalas con
algunas de las ideas del autor.

El tema del texto es qué es lo que vale en las conductas morales según Kant. Lo que
vale es hacer el bien por deber; si hacemos el bien porque sentimos en ese momento ganas de
hacerlo, eso no tiene valor moral. Este principio moral, obrar por deber, lo aplica al tema del
amor. El amor que nos manda la ética racional de Kant no consiste en sentir cariño compasión
por los hombres, sino en hacerles el bien, aunque no sintamos nada por ellos o incluso aunque
sintamos odio.
Para explicar esto Kant utiliza otras ideas: recuerda el ejemplo de la Biblia en la que
Jesús manda amar a todos, incluso a los enemigos; señala que el amor como inclinación no
puede ser mandado; afirma que lo importante es el amor práctico, el que se asienta en la
voluntad y se fundamenta en principios. Voy a pasar ahora a explicar estas ideas en relación al
tema del texto. Kant recurre a la Biblia para ilustrar su principio (lo importante es hacer, no lo
que dictan nuestros sentimientos, sino nuestro deber racional).
En ella Cristo pone a los cristianos la obligación de amar a todos, incluso a los
enemigos. ¿Cómo se puede amar a los enemigos, a los que nos odian, a los que nos hacen
daño? Eso es imposible. No se puede mandar a alguien que tenga sentimientos de amor para
con todos, pues para los que nos caen bien quizá tengamos sentimientos de amor; pero
siempre hay personas que nos han tratado mal y por mucho que queramos no podemos tener
sentimientos de amor para ellos. Por ejemplo, una persona normal no puede tener
sentimientos de amor para con un frío asesino que ha matado a miles de niños inocentes.
Entender este mandamiento cristiano del amor desde la ética kantiana supone entender que lo
que se me pide no es que sienta algo
por ese asesino, sino que busque qué le puede hacer mejor persona y le ayude a ello.
Al entender así este ejemplo, comprendemos que, según Kant, hacer el bien por deber es muy
diferente de hacer el bien porque me apetece, porque estoy inclinado a ello. A veces, de
acuerdo con su filosofía, tenemos que hacer acciones que no nos apetecen, para las que no
tenemos ninguna inclinación. Incluso a veces las odiamos. Pero la razón práctica nos da
razones que nos obligan moralmente a hacerlas. El amor que está basado en los sentimientos
no es digno de mérito moral. Lo que nos enseña la ética kantiana es que lo importante es el
amor que, como dice el texto, se fundamenta en principios, un amor que se asienta en la
voluntad, es decir, en términos kantianos, en la razón práctica, en la razón que piensa

4
La palabra “Patológico” la utiliza Kant en sentido literal: “guiado por las pasiones y los sentimientos”
Departamento de Filosofía V. Abel Granell 134
Apuntes de Filosofía II Curso 09-10
racionalmente en la práctica ética; por eso, es un amor práctico. ―Práctico‖ no significa aquí
que algo tiene utilidad, como cuando decimos que esta mochila es muy práctica. Práctico es lo
que sigue la razón práctica (ética).
Este texto tiene mucha relación con otro texto de la misma obra en el que dice que
aquella persona que, como la vida le va muy bien y se siente tan feliz, se dedica a ayudar a
todo el mundo y a hacer el bien, no tiene valor moral, pues lo hace porque se siente bien.
¿Qué pasará, por ejemplo, cuando unos asesinos maten a su amor, a sus hijos, a sus padres y
a él le dejen medio muerto, desfigurado el rostro y llena de amargura el alma?
Ahora que todo lo ve negro y no siente nada por nadie, ¿no tiene las mismas
obligaciones de ayudar a los demás que antes? Sienta lo que sienta, el valor moral de una
persona no depende de lo que haga o lo que sienta, sino de que entienda cuál es su deber y lo
intente con todas sus fuerzas. Como nos recuerdan otros textos de la misma obra, lo que tiene
que entender es que los hombres no son medios, sino fines, que deben ser tratados con
dignidad y que todos son iguales. Sienta lo que sienta por cada uno de ellos, su deber es
intentar con todas sus fuerzas tratarlos de esa manera. Eso es amor.

4. Contesta una de las siguientes cuestiones:


b. Reflexiona sobre cómo se trata en la actualidad algún aspecto del texto. Por ejemplo,
muchas ―ONGs‖ nos incitan mediante publicidad llena de sentimientos a ser solidarios con los
marginados; ¿crees que Kant consideraría correcta la forma en cómo los hacen? ¿Tenemos
obligaciones morales con las personas que sufren esas desdichas, aunque, como estamos
saturados de tanta noticia de miserias y muertes, no nos afecten? Si lo prefieres, puedes
exponer en qué medida son actuales, respecto a algún aspecto de la problemática del mundo
actual, las ideas del autor del texto.

Siguiendo el hilo de la explicación que he hecho del texto en la primera pregunta, diré que a
Kant no le parecería bien que fuéramos solidarios y ayudásemos a los pobres porque las ONGs
hayan preparado un anuncio o hayan hecho un programa de televisión en la que se nos
muestren imágenes que nos ponen los pelos de punta. Eso no es amor, pues ¿qué pasa
cuando no hay imágenes terribles de calamidades y sufrimientos, y al no verlas yo, no siento
nada por los pobres del mundo? ¿Ya no tengo obligación moral para con ellos? Además, como
se dice en la pregunta, los primeros maremotos, las primeras guerras, las primeras hambrunas
quizá nos impresionen mucho.
Pero si vemos todos los días en televisión este tipo de noticias y anuncios, ya no nos
impresionarán tanto y no nos sentiremos solidarios con los que sufren. El amor que se guía por
los sentimientos es un amor que es inconstante. En realidad, según Kant, no es amor; es sólo
sentimentalismo. Debemos ayudar a los otros, no porque sintamos compasión impresionados
por unas imágenes, sino porque es nuestro deber. Quizá sería mejor, según Kant, que las
ONGs nos convenciesen de que es un deber de justicia ser solidarios con los pobres del
mundo. Si estuviéramos convencidos de que es un deber, practicaríamos la solidaridad
continuamente, aunque no aparecieran
imágenes en la televisión que nos impresionaran. Sin embargo, es mejor ayudar de vez en
cuando que no ayudar nunca.
Si esas campañas televisivas hacen que algunas personas durante algunos momentos sientan
compasión por los marginados del mundo y les ayuden, bienvenidas sean. En realidad, tener
sentimientos morales no es algo malo, sino bueno; pero obrar sólo cuando los tenemos es un
infantilismo, como cuando los niños sólo quieren comer lo que les gusta y no lo que necesita
su cuerpo. Así que el ideal de una persona madura desde el punto de vista ético, según Kant,
es quien que se guía por convicciones y no meramente por sentimientos.
De todas formas, quizá no haya que contraponer tanto sentimientos y razones. El ser humano
no es como un animal, sus sentimientos están llenos de razones y sus razones están
coloreadas de sentimientos. Si sentimos cariño hacia una persona y nos demuestran que es
una mala persona, nuestros sentimientos cambian. Cómo se ve, los sentimientos dependen de
las razones.
Cuantas más razones tenemos para indignarnos con la conducta de una persona, más enfado
sentimos. Otro ejemplo: la primera vez que oí música de Bach no me gustó, pero después de
que el profesor de música me la explicase con buenas razones, empezó a gustarme. Otro
ejemplo más: hay gente muy lista en matemáticas pero que, al ser muy egoísta, no

Departamento de Filosofía V. Abel Granell 135


Apuntes de Filosofía II Curso 09-10
comprende nuestra obligación de ser solidarios. Quizá los sentimientos de amor por los demás
nos empujan a construir y a entender teorías éticas que hablan de la obligación de justicia
para todos y, complementariamente, las teorías éticas despiertan también sentimientos
morales. ¿No decían los alumnos de Kant cuando salían de clase que sentían ganas de ser
mejores personas? En conclusión, me parece que en el hombre sentimientos y razón van de la
mano; el ideal es aquél a quien sus sentimientos de solidaridad fortalecen sus convicciones
éticas y sus convicciones éticas despiertan sentimientos que le facilitan sus comportamientos
solidarios.

Examen del 2006 OPCIÓN B.


TEXTO:
«-Y del mismo modo con respecto al Bien: aquel que no pueda distinguir la Idea del Bien con
la razón, abstrayéndola de las demás, y no pueda atravesar todas las dificultades como en
medio de la batalla, ni aplicarse a esta búsqueda -no según la apariencia sino según la
esencia- y tampoco hacer la marcha por todos estos lugares con un razonamiento que no
decaiga, no dirás que semejante hombre posee el conocimiento del Bien en sí ni de ninguna
otra cosa buena; sino que, si alcanza una imagen de éste, será por la opinión, no por la
ciencia; y que en su vida actual está soñando y durmiendo, y que bajará al Hades antes de
poder despertar aquí, para acabar durmiendo perfectamente allá».
(PLATÓN, República, VII)

CUESTIONES
1. ¿Cuál es el tema del texto? Señala sus ideas principales, explícalas y relaciónalas con
algunas de las ideas del autor.

El tema del texto es el conocimiento del Bien, o dicho de otro modo, cuál es la mejor
manera de alcanzar el Bien en sí y las demás cosas buenas. Para responder a esta cuestión,
Platón afirma:
1. Que el único camino para conocer la Idea de Bien es a través de la razón, lo que supone
una gran dificultad y requiere mucho esfuerzo.
2. Que el conocimiento irracional, la opinión, sólo nos permite obtener una imagen
equivocada del Bien.

Para explicar estas ideas voy a comentar algunos de los términos que aparecen en el texto
como son los de Bien, razón y opinión. Por Bien entiende Platón una Idea en el mundo de las
Ideas, pero no una idea cualquiera, sino la Idea suprema. Para Platón la realidad está dividida
en dos mundos distintos: el mundo de la Ideas, auténticamente real, y el mundo sensible, sólo
aparente. Las Ideas están jerarquizadas encontrándose en su cúspide la Idea de Bien. En este
mismo capítulo, Platón compara la Idea de Bien con el Sol y nos dice que del mismo modo que
el Sol con su luz nos permite ver las cosas, la Idea de Bien es la causa de todo lo que existe,
tanto del mundo sensible como del resto de las Ideas. Las Ideas, arquetipos que las cosas
imitan, obtienen su realidad de la Idea de Bien que las hace perfectas y por eso es posible
―distinguir la Idea del Bien, con la razón, abstrayéndola de las demás‖, como se indica en el
texto. El Bien está presente en todo lo que existe y por eso es tan importante conocerlo. Aquel
que acceda a la Idea de Bien habrá alcanzado la sabiduría suprema. Pero esta tarea no es
nada fácil. Platón habla de ella como de una batalla llena de dificultades. Nosotros, los
hombres, vivimos en un mundo abocado a lo sensible y nuestros sentidos nos proporcionan un
conocimiento engañoso de las cosas. Platón se lamenta en otros textos de que son muchos los
que confunden el Bien con el placer, pálida imagen de la Idea de Bien. Son aquellos que
permanecen dormidos, prisioneros en un mundo de apariencias. Para despertar de este mundo
de ensueño y conocer el auténtico Bien es necesario recurrir a la razón, principal arma en
nuestra lucha contra la ignorancia. La opinión es el conocimiento sensible de las cosas
particulares y por eso no es fiable. El conocimiento racional o científico, por el contrario, es el
único que nos permite acceder a lo universal y eterno que hay en las cosas y así contemplar su
verdadera esencia. Aquél que busque certezas, debe hacer caso omiso de las opiniones de los

Departamento de Filosofía V. Abel Granell 136


Apuntes de Filosofía II Curso 09-10
hombres, y adentrarse en el tortuoso camino del conocimiento racional que tiene como
recompensa el descubrimiento del Bien.
Este texto está estrechamente relacionado con la educación de los futuros gobernantes. Si
Platón tiene tanto interés por mostrarnos el verdadero camino hacia el Bien es porque está en
juego la correcta organización del Estado. Conocer es más que acumular conocimientos
teóricos, supone una transformación personal: el que alcanza la Idea de Bien, encuentra banal
todo aquello por lo que luchan los demás hombres: dinero, poder, prestigio.... El hombre sabio
es el hombre bueno y el único que está en condiciones de gobernarse a sí mismo y a los
demás con justicia y acierto.

2. Explica el contexto filosófico en el que se sitúa el pensamiento del autor del texto. (Hemos
elegido a Aristóteles).

Las dos fuentes filosóficas de las que se nutre la filosofía de Aristóteles son la tradición
presocrática y la filosofía de Platón Aristóteles fue un filósofo del siglo IV a d C. que desarrolló
su propia filosofía exponiendo, a la vez que refutaba, la filosofía de los autores que le
precedieron, los filósofos presocráticos, cuyo principal objeto de estudio fue la physis o la
naturaleza. Aristóteles también se ocupó del mundo físico y de sus problemas,
fundamentalmente de la explicación del movimiento. Parménides había negado el cambio
diciendo que era imposible el paso del no-ser al ser. Aristóteles resolvió el problema
estableciendo un no-ser relativo que puede llegar a ser lo que ya es en potencia, por ejemplo,
un huevo puede convertirse en un pollo porque ya lo es en potencia.
No obstante, el hecho decisivo que marcó la filosofía de Aristóteles es que estudió
durante veinte años en la Academia de Platón. Allí conoció la teoría de las Ideas de su maestro
que defendía la existencia de dos mundos separados: el mundo de las Ideas, el
auténticamente real y no sometido a cambio, y el mundo sensible, el de la apariencia y la
corrupción. Aristóteles, aunque aceptó esta teoría en su juventud, pronto la abandonó porque
consideraba que Platón no había hecho más que duplicar el problema. Según Platón nuestro
mundo sólo se podía comprender tomando como referencia el mundo de las Ideas, tanto desde
el punto de vista metafísico (puesto que las cosas sólo son en la medida que se parecen a las
Ideas), gnoseológico (conocer una cosa es conocer la Idea que representa) y ético-político (el
conocimiento de la idea del Bien es condición necesaria para que reine la justicia entre los
hombres). Según Aristóteles lo que se consigue al admitir la existencia de otro mundo, además
del físico, es que, en vez de uno, ahora tengamos dos mundos por explicar y por lo tanto dos
problemas que resolver. De este modo Aristóteles se enfrentó al idealismo de Platón y afirmó
que lo único que existe es este mundo físico que habitamos, donde cada cosa existe por sí sola
de manera individual y tiende a alcanzar la perfección que le es propia. Estuvo de acuerdo con
su maestro en que hay un elemento común a todos los objetos de la misma clase, el universal
o Idea, y admitió que ese universal es real, pero no que tenga existencia independiente de las
cosas como decía Platón.
Con respecto al conocimiento, Aristóteles defendió con Platón que conocer una cosa
implica conocer su esencia. Coincidió con su maestro en que el verdadero conocimiento lo es
de lo universal y no de los objetos particulares.
Pero rechazó que las Ideas fueran innatas, y dijo que para llegar a conocer los
universales hay que partir de la experiencia. En lo que se refiere a la ética, Platón era fiel a la
idea de Sócrates de que el mejor bien no es el individual sino el social. De ahí que el fin de la
política y del Estado sea garantizar el bien de todos los hombres, y no el de unos pocos.
Aristóteles recogió estas ideas de Platón y tanto uno como el otro consideraban injusto
todo Estado que se olvide de este fin supremo y no vele por los intereses de la sociedad en su
conjunto. Pero se apartó de Platón al no reconocer la existencia de un ideal ―Bien en sí‖
externo cuyo conocimiento guiase la actividad política. Para Aristóteles es la experiencia de la
realidad política junto con el entendimiento de esta experiencia la que debe guiar a los
políticos para conocer los modos más realistas y naturales de alcanzar el bien común.

Departamento de Filosofía V. Abel Granell 137


Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

OPCIÓN A
TEXTO
«Lo que a mí me importaba era el valor de la moral, –y en este punto casi el único a quien yo
tenía que enfrentarme era mi gran maestro Schopenhauer... Se trataba en especial del valor
de lo ―no-egoísta‖, de los instintos de compasión, autonegación, autosacrificio, a los cuales
cabalmente Schopenhauer había recubierto de oro, divinizado y situado en el más allá durante
tanto tiempo, que acabaron por quedarle como los ―valores en sí‖, y basándose en ellos dijo no
a la vida y también a sí mismo. ¡Mas justo contra esos instintos dejaba oír su voz en mí una
suspicacia cada vez más radical, un escepticismo que cavaba cada vez más hondo! Justo en
ellos veía yo el gran peligro de la humanidad, su más sublime tentación y seducción -¿hacia
dónde?, ¿hacia la nada?-, justo en ellos veía yo el comienzo del fin, la detención, la fatiga que
dirige la vista hacia atrás, la voluntad volviéndose contra la vida,»
FRIEDRICH NIETZSCHE, Genealogía de la moral, Prólogo.

CUESTIONES
1. ¿Cuál es el tema del texto? Señala sus ideas principales, explícalas y relaciónalas con
algunas de las ideas del autor.

El tema del texto aparece ya señalado en la primera frase: el valor de la moral. Nietzsche
anuncia su interés por establecer el verdadero significado de los valores morales. Para llevar a
cabo tal proyecto primero destaca cuáles son los principales valores de la moral tradicional, en
este caso representada por la filosofía de Schopenhauer, y, después, hace una crítica de éstos
no sólo porque crea que están sobrevalorados, sino porque van ―contra la vida‖ y son la causa
de la decadencia de la humanidad.
Nietzsche pensaba que los problemas morales son tan importantes que no había nada que
debiera ser tratado con mayor seriedad e insistió en la necesidad de hacer algo que hasta
entonces nadie había hecho: poner en duda el valor mismo de valores, tales como el sacrificio
personal o la compasión, que desde niños nos han sido inculcados como buenos y dignos de
todo respeto. Porque ¿qué pasaría si, dice Nietzsche en otro lugar, descubriéramos que lo que
creíamos bueno resulta ser lo más malo, un veneno, un narcótico? Obviamente los valores
perderían su valor, se desvalorizarían, dejaríamos de creer en ellos y esto abriría la posibilidad
de crear nuevos valores. Por eso, hacer una crítica de los valores tradicionales para desvelar lo
que en verdad esconden es la fundamental tarea que se propone el autor en este texto.
Esta crítica va dirigida directamente a ―su gran maestro Schopenhauer‖. Si lo considera su
maestro es porque de él tomó prestada la concepción de la realidad como voluntad de ser o
pulsión de vida; sin embargo rechazó su pesimismo y su doctrina moral. En el texto se afirma
que Schopenhauer terminó por renunciar a la vida y a sí mismo como consecuencia de haber
considerado como los únicos valores, los valores ―en sí‖, los instintos de compasión,
autosacrificio y autonegación. Efectivamente, este filósofo afirmó que la única solución
duradera a nuestra existencia miserable es el ascetismo, la negación de nuestra propia
voluntad de vivir. El mundo y nosotros mismos no somos sino la expresión de una única
Voluntad que busca sin cesar paz y sosiego, pero que por su naturaleza misma de impulso,
sólo podría alcanzarla desistiendo de su meta principal que es la existencia. La vida es, pues,
para Schopenhauer, dolor, tragedia, un sin sentido, una constante lucha por la existencia con
la certidumbre de una derrota final: la muerte. Por lo tanto, sólo el asceta que ya no se cuida
de vivir, porque ha perdido el deseo de hacerlo, consigue escapar a la miserable condición
humana y es, además, el hombre bueno, puesto que, al no necesitar luchar con los otros en su
afán de ser y progresar, está lleno de compasión universal. De esta manera, Schopenhauer
terminó por identificar la bondad moral con la compasión no egoísta por los demás. Es
precisamente contra esta moral de renuncia y de compasión contra la que se enfrenta
Nietzsche en el texto. Según él, la moral debería servir justo para todo lo contrario: para dar
ánimos, valor, fuerza y ganas de vivir. Lo importante es que los valores en los que creen los
hombres les sirvan para crecer y para desarrollar sus potencialidades. Por eso nos advierte del
gran peligro que representa para la humanidad una moral que nos seduce y tienta con valores
falsos, decadentes, negadores de la vida, hijos de la
―voluntad de la nada‖. El hombre occidental permanece preso de esos valores que son ―el
comienzo del fin‖ porque le impiden, deteniéndolo y debilitándolo, crear nuevos valores que
estimulen su voluntad de vivir.
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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10
Para completar el contenido de este texto voy a relacionarlo con otro en el que se dice que
para hacer una crítica de los valores morales se necesita tener un conocimiento de las
condiciones y circunstancias en las que se desarrollaron y de las modificaciones que han
sufrido a lo largo de la historia. Nietzsche, después de hacer una investigación genealógica,
descubre que en sus orígenes la palabra ―bueno‖ no estaba ligada a acciones noegoístas o
desinteresadas, sino que significaba aristocracia, poder, riqueza,
placer o fortaleza y que, sólo más tarde, pasó a significar ascesis, humildad, sufrimiento,
pobreza. Esto ocurrió cuando una mayoría de hombres débiles, incapaces de llevar la vida de
los más fuertes impusieron su propia moral, la moral de los esclavos, y establecieron como
bueno su propio modo de vida, frente a la moral de los señores. Los valores de la moral
tradicional, por lo tanto, tienen su origen en un resentimiento contra la vida, en la venganza
del resentido y del débil. Romper con la moral del resentimiento es la tarea pendiente del
hombre contemporáneo.

2. Explica el contexto filosófico en el que se sitúa el pensamiento del autor del texto.

La primera mitad del XIX fue una época de optimismo intelectual: idealismo, marxismo,
positivismo, movimientos todos ellos herederos de la razón ilustrada hicieron del progreso de
la humanidad su bandera. En la segunda mitad, época a la que pertenece Nietzsche, asistimos
a un sucesivo desgaste de estas ideas que habían servido hasta entonces para configurar el
mundo. La reacción no se hará esperar, pero, tal vez, sea Nietzsche quien con más
contundencia lleve a cabo la crítica de todos los aspectos de la cultura.
Las influencias filosóficas que recibe su pensamiento se pueden reconocer fácilmente porque él
mismo las confiesa en su obra: Heráclito, y con él la mayor parte de la filosofía presocrática, el
pensamiento de Schopenhauer, cuanto menos en sus primeras obras y el materialismo de A.
Lange; en sentido negativo, están Sócrates, Platón, el cristianismo, Kant, y el positivismo,
adversarios teóricos cuyo desconocimiento hace imposible la comprensión de la filosofía
nietzscheana.
Heráclito había concebido la naturaleza como un continuo nacer y perecer, como discordia,
lucha, enfrentamiento entre fuerzas contrarias que da origen a todas las cosas. Esta
concepción originaria de la realidad es rescatada del olvido por Nietzsche. Para ello tuvo que
enfrentarse a la metafísica de Platón, filósofo que había privilegiado el orden, la quietud y la
razón al conceder la categoría de verdadero ser a un mundo de arquetipos o ideas eternas,
situado en el más allá y accesible sólo al intelecto. El gran error de toda la filosofía occidental
descansa, según Nietzsche, en esta mala interpretación de lo real que se remonta a Platón
pero que fue luego recogida por la filosofía cristiana y el pensamiento ilustrado de Kant, y que
consiste fundamentalmente en un rechazo del mundo tal y como es: fuerza irracional carente
de sentido, voluntad de vida nada más.
El idealismo romántico alemán del siglo XIX ya había intentado superar el frío academicismo
de la razón ilustrada, criticando su sobrevaloración como única fuente de conocimiento y,
frente a ella, había ensalzado lo natural, el sentimiento y la vida como expresión genuina de la
totalidad de lo real. Nietzsche recogió estos nuevos valores en su filosofía pero también se vio
afectado por la reacción antihegeliana que inicia Schopenhauer. Hegel había intentado superar
la distinción kantiana entre sujeto y naturaleza y para ello había convertido la totalidad de lo
real en sujeto, espíritu o razón universal que se manifiesta en la naturaleza.
Schopenhauer frente a la razón universal hegeliana propuso la voluntad universal, el instinto
de vida como realidad originaria. La vida, con toda su complejidad, constituye también el
centro de la investigación filosófica nietzscheana. Cabe destacar, además, la influencia del
neokantiano F. A. Lange, cuyo libro Historia del materialismo y crítica de su importancia en el
presente mereció el elogio de Nietzsche. En él, Lange desarrollaba el escepticismo de Kant
acerca del conocimiento empírico del mundo (nuestros sentidos no nos muestran el mundo tal
como es en sí). Si nuestra experiencia del mundo no nos enseña el mundo tal como es en
realidad, la consecuencia lógica para Nietzsche fue buscar otras formas diferentes de
interpretar la realidad, como son el arte o la metáfora.
Por último, diremos que Nietzsche se enfrentó también al positivismo, movimiento de esta
época que creía en el ―orden‖ y en el ―progreso‖ y que predicó una nueva fe y una confianza
total en la ciencia natural y en sus métodos cuantitativos.

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10
3. Haz una exposición de la filosofía o de algún aspecto relevante del pensamiento filosófico de
otro autor del mismo período (J. S. Mill, Marx, Wittgenstein, Heidegger, Ortega, Habermas).

El tema que he elegido es el de la alienación económica en Kart Marx. Marx denunció la


sociedad capitalista en que vivía porque impedía la plena realización de la esencia humana. El
hombre no nace, sino que se hace por medio de su trabajo. Por trabajo, Marx entiende la
actividad consciente orientada hacia un fin, la producción de útiles que satisfagan las
necesidades humanas, lo cual se lleva a cabo mediante un proceso de intercambio de materias
entre la naturaleza y el hombre.
Pero para que el hombre pueda realizar su esencia mediante la praxis o producción, necesita
que tanto los medios necesarios para producir, como el fruto de su trabajo, sean de su
dominio, que sean del hombre y para el hombre. Esto no ocurre en la sociedad capitalista que
se caracteriza por la existencia de dos clases fundamentales antagónicas: la burguesía y el
proletariado. La clase burguesa es la que detenta el poder económico, la que posee los medios
necesarios para poner en marcha el proceso productivo (el capital o dinero necesario para
invertir). Pero este proceso no está destinado a satisfacer las necesidades del hombre en
general. Su objetivo es otro muy distinto: obtener un beneficio o una plusvalía. Pongamos un
ejemplo para entenderlo mejor. Supongamos que un determinado capitalista tiene dinero que
quiere hacer crecer. Para ello, compra materiales (cuero, tintes), maquinaria específica y
fuerza de trabajo humana, es decir, gasta también su dinero en salarios. Luego, pone todo
esto en funcionamiento mediante un proceso productivo y obtiene una mercancía, zapatos que
ha de vender en el ―mercado‖ para recuperar el capital invertido y obtener una ganancia
adicional. El proceso seguido puede representarse mediante el siguiente esquema: D-M-D´
(conversión del dinero en mercancías y reconversión de las mercancías en dinero). Tanto el
principio como el objetivo último de todo el proceso es el dinero. Al otro lado del proceso está
el proletariado, poseedor sólo de su ―fuerza de trabajo‖ o capacidad para trabajar. Y como no
tiene a su alcance ningún otro medio de producción se ve obligado a vender su fuerza de
trabajo a cambio de un salario. Su trabajo, así como el producto del mismo, pertenecen por
entero al capitalista. El obrero se aliena como hombre ya que no le pertenecen ni los medios ni
el producto de su trabajo.
Pero además, en tanto que el trabajo no está orientado a la producción de útiles (valores de
uso), no es el obrero el que utiliza los medios de producción sino que son los medios de
producción los que utilizan al obrero, que aparecen ahora como succionadores de la mayor
cantidad posible del trabajo humano. El dominio del capital sobre el obrero, no es sólo la
explotación del hombre por el hombre, sino el dominio de la cosa sobre el hombre. Los
hombres son explotados por las mercancías. En el modo de producción capitalista el trabajador
está alienado porque se ha roto la unidad natural en la que el trabajador subordina el
instrumento a sus propios fines.
Por otro lado, conforme evoluciona el modo de producción capitalista se produce otro proceso
más de alienación: el sometimiento del hombre a la estructura de la máquina. Veamos qué se
quiere decir con esto. Al principio, en los inicios de la revolución industrial inglesa, el capital
subsume los medios de producción en su proceso tal y como los encuentra históricamente,
como resultado de un proceso técnico anterior precapitalista (por ejemplo, se limita a agrupar
tejedores en locales amplios). Pero una vez insertos en el sistema, los medios de producción
experimentan sucesivas transformaciones, la última de las cuales es la máquina o un sistema
automático de máquinas.
La introducción de la maquinaria impone al trabajador unas cualificaciones que no provienen
de su subjetividad sino de la estructura misma de la máquina. Lo que plantea Marx es que en
todas las tecnologías anteriores al capitalismo el instrumento era el término medio entre el
trabajador y la naturaleza. Pero con las máquinas esta relación está trastocada: el sistema de
máquinas es el punto de partida y el trabajador se convierte en un apéndice de la máquina, en
un instrumento del instrumento. Marx denuncia que el capitalismo lo que ha hecho es
desarrollar la ciencia fundamentalmente como técnica que permita el desarrollo y
mantenimiento del propio sistema, no como conocimiento puesto al servicio de las necesidades
humanas en general.
Además, el capitalismo hace que los vínculos humanos se comercialicen. En el sistema
capitalista las relaciones humanas son esencialmente mercantiles. El obrero es una mercancía
más en el mercado (laboral), sometido a las mismas reglas que regulan la compra/venta de

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10
cualquier otra mercancía (competencia, oferta-demanda, etc). El valor de cada hombre se
mide por su valor de cambio, es decir, por su capacidad para ser intercambiado por otras
mercancías.
Para vencer la alienación económica, el proletariado organizado debe hacer la revolución para
instaurar una sociedad nueva, la sociedad comunista, que, al abolir la propiedad privada y las
clases sociales, permita al hombre realizarse en su autenticidad. La sociedad comunista será
una sociedad libre en la que la producción sea una decisión de todos los hombres y esté en
función de sus necesidades, no tan sólo del beneficio de unos pocos.

4. b) Relaciona la crítica que se hace en el texto a los instintos de compasión y autosacrificio


con las continuas llamadas a la solidaridad que, hoy en día, se nos hacen desde diferentes
instituciones. ¿Son compatibles?

Hemos visto que la crítica que se hace en el texto de la compasión hacia los demás y del
sacrificio personal tiene que ver con que son considerados sentimientos que están contra la
naturaleza humana y, por eso, contra la vida misma. Sin embargo, la existencia misma de los
hombres sería bastante difícil si no se hubiera desarrollado en nuestra especie esa capacidad
de sufrir con o por el sufrimiento de los otros, que nos lleva a olvidarnos de nuestras propias
necesidades en aras de satisfacer las ajenas. Si damos crédito a las últimos aportaciones de
las teorías evolucionistas, descubrimos que fue la necesidad de sobrevivir en un medio hostil,
la que hizo que los vínculos humanos se fueran estrechando cada vez más, dando lugar al
desarrollo de esos ―instintos sociales‖ como la empatía, la compasión, el altruismo, que
permitieron una mayor cooperación y aseguraron nuestra existencia. Por lo tanto, estos
sentimientos que Nietzsche ataca con tanta dureza, no están contra la vida sino que la hacen
posible y son naturales en el hombre.
Puede ser, como denuncia Nietzsche, que una moral que dé excesiva importancia al sacrificio
personal termine por convertirse en un obstáculo para la satisfacción de nuestras propias
necesidades o para la propia autorrealización. Se me ocurre, en este sentido, el ejemplo de las
mujeres de antes, que educadas en una moral de resignación y sacrificio, conseguían ser
buenas madres y esposas, pero perdían la oportunidad de desarrollar otras potencialidades.
Sin embargo, también es cierto que el sacrificio por los demás, si no es impuesto, es un signo
de fortaleza más que de debilidad, porque sólo puede dar y sacrificarse por los otros aquél que
más tiene. No es sencillo interpretar el lenguaje de Nietzsche en este asunto, pero quizá él no
esté en desacuerdo con una compasión que nace de la fortaleza y el amor a la vida.
La solidaridad tiene que ver con esto: con tener y con estar dispuesto a dar lo que se tiene. Y
esta disposición es mucho más fácil cuando sentimos compasión por el otro, cuando somos
capaces de hacer nuestro su propio dolor. Por eso, las llamadas a la solidaridad que hoy en día
se llevan a cabo, se hacen ofreciendo imágenes que inciten a la compasión con los más
desfavorecidos.
Esta manera de requerir nuestra solidaridad da por hecho, pues, que ser solidarios está
estrechamente relacionado con los sentimientos de compasión y de sacrificio. Se podría
objetar, como han hecho otros autores, que la solidaridad es más cuestión de razones que de
sentimientos, y que lo más importante para ser solidarios es estar en posesión de un riguroso
concepto de justicia. Pero los sentimientos están en la base de la conducta moral. Tan es así,
que aquellos que carecen de la suficiente empatía para reconocer el dolor ajeno, se convierten
en auténticos depredadores de la humanidad. Es el caso de los psicópatas, que, al no tener
empatía, tampoco tienen conciencia moral, y, por ello, son capaces de destruir la vida de los
otros sin sentir ningún tipo de remordimiento. O el de los maltratadores de género, a quienes
las terapias que se les aplica están encaminadas precisamente a que sean capaces de ponerse
en el punto de vista de la víctima.
Compasión, sacrificio, solidaridad... son, pues, valores necesarios para la convivencia pacífica
de nuestras sociedades que, no tienen por qué ser considerados síntomas de decadencia y,
que Nietzsche descuidó en su filosofía, tal vez preocupado por rescatar otros valores proscritos
por la tradición.

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

OPCIÓN B
TEXTO
―La ciudad es la comunidad, procedente de varias aldeas, perfecta, ya que posee, por decirlo
de una vez, la conclusión de la autosuficiencia total, y que tiene su origen en la urgencia del
vivir, pero subsiste para el vivir bien. Así que toda ciudad existe por naturaleza, del mismo
modo que las comunidades originarias. Ella es la finalidad de aquellas, y la naturaleza es
finalidad. Lo que cada ser es, después de cumplirse el desarrollo, eso decimos que es su
naturaleza, así de un hombre, de un caballo de una casa, Además, la causa final y la
perfección es lo mejor. Y la autosuficiencia es la perfección, y óptima. Por lo tanto, está claro
que la ciudad es una de las cosas naturales y que el hombre es, por naturaleza, un animal
cívico. Y el enemigo de la sociedad ciudadana es, por naturaleza, y no por casualidad, o bien
un ser inferior o más que un hombre‖.
(Aristóteles, Política, Libro 1º, Capítulo 2)

CUESTIONES
1. ¿Cuál es el tema del texto? Señala sus ideas principales, explícalas y relaciónalas con
algunas de las ideas del autor.

El tema aparece en la conclusión del texto: la ciudad es algo natural y el hombre es por
naturaleza un animal cívico. Aristóteles piensa que formar agrupaciones humanas del tipo de la
―polis‖ griega es algo natural; por tanto, no es algo artificial, pasajero, casual o histórico. Por
eso mismo, está en la naturaleza humana, en el ―programa‖ que rige su desarrollo natural,
que el hombre sea un ser que alcance su perfección en la vida de las ciudades. Pero no quiere
decir sólo eso, sino también que el hombre sólo participando como ciudadano en la
organización de la polis alcanza la perfección. Así pues, podríamos decir, el hombre es un ser
político por naturaleza.
Se trata de un texto argumentativo confeccionado para llegar a esa conclusión y las ideas que
aparecen van encaminadas a llegar ahí. Las tres agrupaciones naturales en el hombre son la
familia, la aldea y la polis. La ciudad como dice el texto, procede del desarrollo de las aldeas y
no le falta nada, es perfecta y autosuficiente. Una persona que viviera en una familia o en una
aldea perdida en los bosques, sin relación con otros seres humanos, sólo podría sobrevivir,
tendría que gastar todo su tiempo y energía en la ―urgencia del vivir‖, como dice el texto, pero
no podría vivir bien, no podría alcanzar la perfección que tiene en potencia el ser humano. Sólo
la polis con la división de trabajo entre diferentes personas, la especialización en diversas
tareas, el intercambio comercial…, sólo una sociedad así constituida genera la riqueza
suficiente como para que se dé la posibilidad de que algunos hombres tengan tiempo libre para
practicar la sabiduría teórica y la sabiduría práctica, lo propio y específico del hombre, lo que le
constituye como ser humano, lo que es su ―vivir bien‖. ―Vivir bien‖, pues, no significa tener de
todo y disfrutar de los placeres sensibles, sino tener una buena vida humana.
Para apoyar esto Aristóteles utiliza un argumento sacado de su Física y de su Metafísica. Si
queremos saber la naturaleza de un cachorro, tendremos que esperar a que se desarrolle en
toda su plenitud, a que llegue a su culminación (entelequia), a que ponga en acto todas sus
potencialidades. Cuando este ser alcance su meta, su perfección, entonces entenderemos cuál
es su naturaleza: si es un tigre, un caballo o un hombre.
Por eso dice que la naturaleza es finalidad y que la causa final es lo mejor, porque el mejor
hombre es aquel que ha llegado a su meta y a su perfección como ser humano. Bueno, pues
ahora tenemos que aplicar esta comparación a la ciudad. Aristóteles da a entender que igual
que un niño se transforma en joven y luego en hombre maduro, pleno en desarrollo, así las
familias tienden a convertirse en aldeas y las aldeas en ciudades, de modo que la ciudad es la
meta, es la perfección de toda agrupación social. De ahí la frase final, un tanto retórica, del
texto: el que es enemigo de la vida ciudadana, el que incumple las leyes de la ciudad o va
contra ella (porque quiere volver a una vida aldeana o disolverla en una entidad más grande,
como los imperios) es por naturaleza o un ser inferior (un animal solitario o un animal de
rebaño) o más que un hombre. Pero como un hombre no puede ser más que un hombre,
entonces queda claro que el que es enemigo de la vida ciudadana, no pudiendo ser más que
un hombre, es algo inferior, es un mero animal; incluso, como dice en otro sitio, es ―el peor de
los animales‖.
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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10
Podríamos señalar muchas relaciones entre este texto y otras muchas ideas de Aristóteles. De
hecho, de pasada, ya hemos señalado algunas relaciones que tiene con las teorías de la
naturaleza, del acto y la potencia y de la causa final. La que me gustaría señalar es la que
tiene con el texto que le sigue en la misma obra, la Política, en el que se dice que el hombre es
un ser que ―tiene la palabra‖, que se comunica con los otros seres humanos para establecer
los valores éticos y políticos, lo que es justo, lo que es bueno, lo que es honesto… Dice
Aristóteles que el ser humano es un ser social y ciudadano porque tiene la palabra. En el diá-
logo con otros hombres nos hacemos seres sociales. Y sólo el hombre que vive en la polis tiene
tiempo libre para dialogar sobre los valores éticos y políticos, lo que es su perfección como
hombre, y sólo cuando los hombres dialogan sobre qué es la vida y cómo debe vivirse, pueden
crear una comunidad política, pues las comunidades políticas se crean sobre el fondo
compartido de unos valores éticos y políticos. La vida ciudadana posibilita la vida de la
comunicación de pensamientos, del logos, y la vida del logos posibilita la vida ciudadana. La
polis crea el logos y el logos crea la polis.

2. Explica el contexto filosófico en el que se sitúa el pensamiento del autor del texto.

Aristóteles es el primer historiador de la Filosofía y abre precisamente su Metafísica con una


pequeña pero imprescindible historia de la filosofía anterior a él. Él mismo nos narra su
contexto de pensamiento. La filosofía había nacido unos siglos antes, cuando algunas personas
de la Jonia dejaron de creer en los mitos con los que se solía explicar los fenómenos naturales
y se pusieron a buscar una respuesta propia, reflexionada, a la pregunta acerca de cuál es el
principio que rige la naturaleza. Las primeras respuestas fueron que todas las cosas eran, en el
fondo, agua o aire… Incluso algunos, para explicar los fenómenos naturales, buscaron
principios menos materiales, como el pensamiento o los números.
Andado el tiempo, un nuevo giro se dio en la filosofía en la Atenas democrática del siglo V. Al
poder político entonces se accedía convenciendo a la gente en las disputas políticas y siendo
votado. Pronto aparecieron unos maestros del discurso, de la retórica, los llamados sofistas,
que enseñaban que todo era relativo, que se podía defender una idea y luego la contraria, por
lo que no había verdades, ni tampoco normas ético-políticas para siempre. A ellos se les opuso
con fuerza Sócrates, un personaje lleno de magnetismo que atrajo a muchos jóvenes, entre
ellos Platón, a los que les hacía constantemente pensar con sus preguntas. Sócrates pensaba
que con la dialéctica, el diálogo, se puede llegar al conocimiento exacto e inmutable de lo que
es la justicia, la bondad, la felicidad… También Platón, influido por su amado maestro Sócrates,
pensaba que podemos hacer ciencia, no sólo de las matemáticas (como le habían enseñado los
pitagóricos), sino también en ética y política. Además de este mundo que conocemos por
nuestros sentidos y del que tenemos meras opiniones, hay otro mundo que podemos conocer
con el entendimiento y del que podemos tener un conocimiento científico; es el mundo de
seres perfectos, las ideas. La filosofía de Platón explica los fenómenos de este mundo como
sombras del mundo de las ideas. Por cierto, que Sócrates fue injustamente condenado a
muerte en Atenas por corromper a la juventud, lo que le llevó a Platón a preguntarse cómo el
régimen político más bueno que había conocido (había conocido periodos de tiranía, pero en
ese momento había un régimen democrático, que era mejor que esas tiranías) había
condenado a muerte a la persona más buena que había encontrado en su vida, pregunta que
le impulsó a trabajar en la búsqueda filosófica de una nueva política.
Así pues, Platón es como la síntesis de las dos tendencias de la filosofía anterior, una que se
dedicaba a estudiar los principios de la naturaleza y otra, en Atenas, que buscaba conocer los
principios éticos y políticos. Platón pensaba que el conocimiento de los auténticos seres, la
ideas, es lo que nos posibilita llevar una vida virtuosa y construir una ciudad justa. Aristóteles
sigue en gran medida el camino abierto por Platón: el también conecta la explicación del
mundo con la ética y la política. En el texto vemos, por ejemplo, como conecta temas
metafísicos (finalidad, naturaleza y perfección) con temas políticos. Pero Aristóteles, a
diferencia de Platón, amaba el mundo sensible y no pensaba que era sólo sombras del mundo
ideal. La perfección, señalaba, es algo que está en nuestra naturaleza, dentro de cada cosa,
empujándola a realizarse hasta llegar a su culminación. Por eso también en política pensaba
que había que dejarse de utopías imaginarias y mundos lejanos ideales; había que partir del
mundo en el que se vivía; lo que tenemos que hacer, afirmaba, es desarrollar con realismo la
perfección que tiene potencialmente nuestro modo de vida, la polis.

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

3. Haz una exposición de la filosofía o de algún aspecto relevante del pensamiento filosófico de
Platón.
Platón quería ser un reformador político y pensaba que gobernar bien era un asunto de saber.
Si en política gobiernan los más fuertes, los más ricos o los más demagogos, no hay manera
de hacer un sistema de gobierno justo. Él pensaba que se puede saber en política, que se
puede hacer ciencia en política (y en todas las demás disciplinas), pues Sócrates le había
enseñado que se puede llegar a hacer definiciones de la valentía o de la justicia que valen para
todos y todos aceptarían. Además, los pitagóricos le habían enseñando que en matemáticas
también hay ciencia, un conocimiento exacto, válido para todos e inmutable (―2+2=4‖, esto es
verdad para todos y para siempre). Por tanto, su punto de partida es que podemos hacer
afirmaciones que son verdaderas para todos y que siempre serán verdaderas, como las de las
matemáticas o las definiciones éticas de Sócrates.
Ahora bien, si en el mundo material, en el que vivimos, todas las cosas están en continuo
cambio (a veces el cambio es muy lento, como el de las montañas, pero eso no significa que
constantemente no estén cambiando), de ellas no podemos hacer ciencia (la ciencia la
constituyen verdades eternas que no cambian nunca), por lo que afirma que del mundo
material sólo tenemos opiniones cambiantes. Entonces, ¿a qué mundo se refieren nuestras
verdades eternas? Tiene que haber otro mundo donde los seres sean perfectos e inmutables. A
los seres de ese mundo Platón los llamó ―ideas‖.
Para explicar esto Platón inventa el maravilloso relato de la caverna; en él se ve cómo la
mayoría de la gente cree que lo único que existe es el mundo material y dedica toda su vida a
acumular riqueza y placeres, que no son más que meras sombras, copias malísimas de la
auténtica realidad, las ideas. Para Platón, conocer consiste en renunciar a creer que los
sentidos son los que nos enseñan la verdad de las cosas y dedicar la vida a la auténtica
sabiduría que nos proporciona el intelecto; vivir consiste en desatarse del mundo material,
dejar las preocupaciones materiales, y trabajar por y para el conocimiento de las ideas; hacer
una política justa consiste en saber qué es la idea de justicia para luego aplicarla en el mundo
sensible en que vivimos. Cuando muramos, nuestro cuerpo se deshará, pero nuestra alma irá
a la región eterna de las ideas que es su auténtico lugar natural, y no este mundo material.
Como vemos, la reflexión sobre la realidad le lleva a pensar que el hombre, además del
cuerpo, tiene un alma inmortal. Por otra parte, al reflexionar sobre el hecho de que muchas
veces estamos divididos por dentro, de que nos apetece una cosa, pero nuestra razón dice que
deberíamos hacer la contraria, piensa que tenemos tres partes del alma: (1) el alma
intelectual, nuestra parte pensante; (2) el alma apetitiva, nuestra parte de pasiones, deseos y
apetitos, (3) el alma de los sentimientos, nuestra parte de fuerza de voluntad, coraje, amor...
En correspondencia, ser buena persona y alcanzar la felicidad supone destacar, ―ser virtuoso‖,
en lo mejor de cada alma. Así
la virtud más importante y que en mayor medida contribuye a la felicidad es la sabiduría para
el alma intelectual; en segundo lugar, es importante ser muy bueno, ―ser virtuoso‖, en la
fortaleza de ánimo; en tercer lugar, también es necesario ser una persona moderada en sus
pasiones y apetitos; en cuarto lugar, hay que ser una persona equilibrada y armónica, ―justa‖
lo llamaba Platón, en sus diferentes partes del alma, pero se trata de una armonía dirigida por
la sabiduría. Así tenemos las cuatro virtudes principales para Platón, en las que consiste la vida
humana y la felicidad: sabiduría, fortaleza, templanza y justicia.
Igual que el ser humano tiene tres partes, lo mismo sucede con la sociedad. También hay tres
partes. Hay un tipo de personas que destacan por su sabiduría, otro por su fortaleza y otros
por sus apetitos. Un estado estará bien gobernado si los que mandan no son los fuertes (los
militares) o los que buscan los placeres y el dinero (los ricos), sino los sabios, los filósofos.
Cada grupo social tiene su función y su virtud. Los filósofos deben ser sabios y deben
gobernar. Los fuertes deben ser los guardianes de la ciudad, su ejército y su policía; los que se
guían principalmente por sus apetitos deben ser comerciantes, labradores, artesanos...; deben
dedicarse a producir riqueza y vivir de ella. Parte de esta riqueza tiene que ser utilizada para el
mantenimiento de los filósofos y los guardianes, pues Platón, como creía que la riqueza era la
causa de toda la corrupción política, había pensado que ni filósofos ni guardianes deberían
tener propiedades; así no tendrían tentaciones de robar nada del Estado. Aquí también las
principales virtudes de la política son las mismas: la sabiduría en los gobernantes; la fortaleza
en los guardianes, la templanza en el resto de la sociedad y, por último, la armonía entre las

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10
tres clases, que Platón llamaba ―justicia‖, es decir, que cada uno desempeñe bien su propio
trabajo y coopere con las otras clases por el bien de la ciudad.

4. b) En el texto se afirma que la ciudad es perfecta porque es autosuficiente. ¿Cómo es


posible ser autosuficiente en un mundo globalizado? ¿Qué criterios utilizamos hoy para decidir
si una sociedad es perfecta? ¿Son los mismos que utilizaba Aristóteles?

En el tiempo de Aristóteles las polis griegas eran autosuficientes, pero tampoco del todo,
porque necesitaban del comercio con otras polis para adquirir las materias que ellas no tenían,
e incluso necesitaban aliarse cuando tenían una amenaza, como cuando se aliaron frente al
imperio persa. Hasta hace poco tiempo también se hablaba, no de ciudades-estado, como los
griegos, sino de naciones-estado, como Francia o Inglaterra, como entidades soberanas,
independientes y autosuficientes. Esto también era un poco un mito, porque todas las naciones
eran interdependientes, como se demostró en las dos Guerras Mundiales. Pero ahora con la
globalización de ninguna manera se puede hablar de naciones independientes y
autosuficientes. La globalización significa que ya no hay mercados independientes, sino que
todo el mundo es un gran mercado y que se pueden juntar varias compañías de inversores
para especular con, por ejemplo, el peso argentino o el dinar argelino y hundir en la miseria en
una semana a los millones de habitantes de esos países. La globalización significa que los
principales problemas ecológicos, como el calentamiento global de la atmósfera, superan las
barreras de las fronteras nacionales y nos afectan a todos los seres humanos. La globalización
significa que todos los habitantes de este planeta podemos estar viendo el mismo
acontecimiento por televisión o disfrutando de la misma película. Por eso, hoy no tiene mucho
sentido hablar de soberanía e independencia nacional.
Tenemos que pensar que somos interdependientes y si hay una globalización económica, una
globalización de los problemas ecológicos o una globalización cultural, también debería haber
una globalización de los derechos humanos y una globalización política. Algunos a esto último
lo llaman cosmopolitismo. Se le ponga el nombre que se quiera, lo importante es construir
entidades políticas más grandes que tengan capacidad de afrontar esos problemas globales
que tenemos. Pero siempre dentro de un sistema democrático. Este es el sentido de la
construcción europea: construir unos Estados Unidos de Europa que puedan afrontar el reto de
los problemas políticos europeos y contribuir a un equilibrio de poderes en el mundo.
Por otra parte, en un mundo en el que cada día 55.000 seres humanos mueren de hambre o
de enfermedades obsoletas en los países desarrollados se necesita un esfuerzo conjunto
mundial para solucionar este problema. Un Estado-Nación solo no puede hacer nada. Y
mientras no suceda que todos los seres humanos tienen la posibilidad de llevar una vida digna,
podríamos decir que ninguno lleva una vida digna. La vida de los seres humanos en los países
desarrollados está llena de indignidad porque no han sabido o no han querido resolver el
problema de los 20 millones de seres humanos que mueren indebidamente cada año. Por eso,
a diferencia de Aristóteles, no podemos hablar de sociedades perfectas, mientras este
problema no esté resuelto. Aristóteles pensaba que la ciudad era autosuficiente y perfecta.
Pero en ―su‖ ciudad sólo podían alcanzar la perfección unos pocos, no las mujeres, no los
esclavos, no los extranjeros, no los pobres. Y tampoco importaba mucho lo que pasase en
otras partes, fuera de la propia ciudad.
Hoy no podemos hablar de sociedad perfecta, mientras las posibilidades no las tengan todos
los seres humanos, sean de la parte del mundo que sean. La globalización no sólo es un
problema, también es un reto: el reto de que por primera vez en el mundo se vea la
posibilidad de que la interdependencia entre todos los seres humanos nos impulse a construir
un mundo en el que todos los seres humanos alcancen a desarrollar las potencialidades que
tienen.

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

RECURSOS DE FILOSOFÍA EN INTERNET:


http://edu.jccm.es/ies/orden/ (página web del instituto)

http://www.cibernous.com/

http://recursos.cnice.mec.es/filosofia/

http://usuario.tiscali.es/filosofia.libre/hf/hf_temas.htm

http://www.uclm.es/

http://filosofos.net/

http://iesluisbraille.es

http://maestrojuandeavila.es

http://revistadefilosofia.com/

http://www.biblioteka.org/?/inicio

http://katarsis-net.com.ar/biblioteca

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Apuntes de Filosofía II Curso 09-10

INSTRUCCIONES BÁSICAS PARA EL DESARROLLO DEL


EXAMEN DE FILOSOFÍA II EN LA PAU.
1-. Escribir con letra clara y sin faltas de ortografía.
2-. Con respecto al comentario de texto, tened en cuenta, que tanto en la explicación de las
ideas como en la relación con el autor, tenéis que aportar datos e información que no se
encuentra en el texto y que conocéis del autor. Recordad que en la explicación de las ideas
tenéis que empezar a relacionar esas ideas principales con la teoría que os sabéis del autor en
cuestión, aunque contéis cosas que no están en el texto. Es muy importante que recordéis
que NO PODÉIS PONER LO MISMO QUE PONE EN EL TEXTO con otras palabras, tenéis
que aportar más ideas.
3-. En la pregunta 3 y 4 debéis escribir con mayúsculas el aspecto relevante que vais a
desarrollar. Ejemplo: EL ASPECTO RELEVANTE QUE VOY A TRATAR DE MARX ES: EL
MATERIALISMO HISTÓRICO.
Es conveniente que hagáis una pequeña introducción y una pequeña conclusión del aspecto
relevante que hayáis elegido .
4-. Los aspectos relevantes de los autores vistos en clase son los siguientes:
- PLATÓN: LA TEORÍA DE LAS IDEAS; LA TEORÍA DEL CONOCIMIENTO; EL PROYECTO
ÉTICO Y POLÍTICO DE PLATÓN.
- ARISTÓTELES: LA POLÍTICA.
- TOMÁS DE AQUINO: LA SÍNTESIS ENTRE RAZÓN Y FE.
- DESCARTES: EL MÉTODO CARTESIANO; EL PROYECTO DE CONSTRUCCIÓN DE UN
CONOCIMIENTO CIERTO Y SEGURO.
- KANT: FORMALISMO ÉTICO.
- MARX: LAS ALIENACIONES; EL MATERIALISMO HISTÓRICO.
- NIETZSCHE: LA CRÍTICA A LA METAFÍSICA OCCIDENTAL; LA MORAL.
- HABERMAS: LA TEORÍA DE LA ACCIÓN COMUNICATIVA; LA ÉTICA DISCURSIVA.

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