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ANDRES BELLO OBRA LITERARIA PROLOGO LAS MUSAS Y EL ESTUDIO La Gran PorcION de la tierra que habla castellano en un grupo de “naciones de origen espafiol derramadas sobre los dos continentes”, en el viejo y en el nuevo mundo, ha proclamade la obra de Andrés Bello (Caracas, 1781 - Santiago, 28655, como uno de los aportes fundamen- tales a Ja accién definidera y civilizadora en ¢l mundo contempordneo, desde la época de la Emancipacién hispanoamericana hasta nuestros dias. Si en vida, el magisterio de Bello, ejercido principalmente desde la Re- publica de Chile a partir de 1829 hasta su muerte, fue ampliando Progresivamente su influencia més alld de las fronteras chilenas en las sociedades hispanoamericanas y en la misma Espatia, hoy dia lo vemos consagrado come el Primer humanista de América, en la denominacién que se me ocurrié darle en uno de mis primeros libros, publicado en Buenos Aires, en 1946. La inmensa tarea que se echd sobre sus hombres en favor de Ja educacién de sus hermanos del Continente cuajé en la conciencia de los pueblos americanos, hasta ser considerado actualmente como modelo y ejemplo para la forja de la cultura propia. Correspondié la infancia y juventud de Bello a las nitimas tres déca- das coloniales hasta 1810 y, luego, compartir el periodo de la Indepen- dencia, cuande los paises integrantes del extenso dominio colonial espafiol, lucharon para lograr la afirmacién del ser nacional y se consti- tuyeron en sociedades emancipadas. Lograda la independencia politica, los nuevos estados debian crear por su propia cuenta las bases de orga- nizacién politica, social, juridica, cultural, administrativa y econdémica, en el 4mbito de cada nacién y en el orden internacional, con nuevas normas y nuevas gentes que no habian participado hasta el momento en la direccién de los asuntos publicos. Decididos, ademas, por les princi- pios de ordenacién republicana, no tenian otro precedente que el sistema norteamericano, de espiritu distinto al que requerian las comunidades de origen hispdnico. Los hombres de 1630 se enfrentaron a una tarea ™ gigantesca, a la que dedicé Bello, con fervoroso ahinco su extraordinaria capacidad, Las necesidades de las nuevas naciones planteaban una plu- ralidad de problemas que debian acometerse en toda su amplitud y complejidad a fin de dar cardcter, fundamento y sentido a lo que acor- dasen los nuevos estados. De ahi que emprendiera su labor poligrafica en variados campos de accién intelectual y veamos la impresionante gama de materias a que dedied Bello su obra civilizadora: creador de 1a administracién publica, legislador, periodista, gramético, jurista, literato, internacionalista, critico, historiador, filésofo, divulgador cientifieo, en una palabra, educador en su mds amplio significado, y, especificamente como maestro, llegar a ser el refundador del centro de ensefianza, que fue la Universidad de Chile. Tamajio propésito, exigido a una sola vida, hubiese excedido las fuer- zas de cualquier hombre comun, pero Andrés Belle, quien habia iniciado sélidamente su preparacién en los dltimos treinta arios del régimen colo- nial en la ciudad de Caracas y habia ampliado el horizonte de sus medi- taciones cn casi veinte afios de residencia en Londres, regresé a suelo americano casi de 50 afios de edad en condiciones excepcionales para intentar la obra que le ha consagrado como patriarca de la civilizacién de la América espafiola. Nos toca ahora presentar al literato (poeta, critico y lingilista), faceta de dificil separacién de Ja obra conjyumta de Andrés Bello. Quien pro- clamé en el momento mds solemne de Ja existencia, cl de la inauguracién de Ja Universidad de Chile el 17 de septiembre de 1843, a los 62 afios de edad, en Ja plenitud de su fuerza intelectual, que “todas las verdades se tocan, desde Jas que formulan el rumbo de los mundos en el pidlaga de los espacias... hasta las que dirigen y fecundan las artes”; quien se preguntaba a continuacién, al plantearse los adelantamientos en todas das lineas, “tA qué se debe este progreso de civilizacién, esta ansia de mejoras sociales, esta sed de libertad? Si queremos saberlo, comparemos a la Europa y a nuestra afortunada América, con les sombrics imperios del Asia, en que el despotismo hace pesar su cetro de hierro sobre los cuellos encorvades de antemano por la ignorancia, o con las hordas afri- eanas, en que el hombre, apenas superior a los brutos, es, como ellos, un articulo de trafico para sus propios hermanos, :Quién prendié en la Europa esclavizada las primeras centellas de libertad civil? gno fueron las letras? ano fue la herencia intelectual de Grecia y Roma, reclamada, después de una larga época de oscuridad, por el espiritu humano?”. Es claro, pues, que las letras som a juicio de Bello, el centro, eje y fuerza motriz de lo que denominamos cultura, en su significado integral y totalizador. A la aprehensién y ejercicio de la creacién literaria —-como porcién del concepte “letras”, entregé, con entusiasmo, alegria y perseverancia, la poderosa atencién de su talento. Las bellas letras, la obra literaria, fue una continua devocién en Bello, aunque consciente de que no era més que dedicacién parcial. Ya en Caracas, en la oportunidad de aspiar al cargo de Oficial II de la Capitania General, en 1802, a sus 21 afos de edad, consta el testimonio relative al joven Bello, por parte del Secre- tario de la Presidencia de la Capitania, Don Pedro Gonzdlez Ortega: * _.se ha dedicado por su particular aplicacién al de Ja bella literatura con tan ventajoso éxito que Ja opinién publica y de los inteligentes Je recemiendan como sujeto que tiene Jas cualidades necesarias para ser Util al real servicio en esta carrera, aun en cualquier otra que se le des- tinara”. En str primera mocedad ef culte a la creacién literaria habia prendido en el alma del caraquefio en forma tal que con sus escritos habia adqui- rido firme prestigio en la sociedad de la Caracas colonial, tan distinguida con notables escritores. Ser4 siempre muy parce Andrés Bello para hablar de si mismo. Pocas referencias autobiograficas hallamos en su extensa obra escrita, pero en Ja correspondencia es posible encontrar algunas indicaciones, acerca de To que signified en su vida el cultivo de Ia literatura. De los varios testi- monios, escojo algunos que nos sefalan su vocacién por Ja prosa y el verso. Por ejemplo, en 1824, a los 43 afios de edad, cuando habfa empe- zado a dar en la Biblioteca Antericana, poesias y articulos de critica, le escribe a Pedro Gual: “..-he cultivado desde mi nifiez las humani- dades: puedo decir que poseo las matematicas puras. ..”. “Ud. no ignora mis antiguos hdbitos de estudio y laboriosidad, y los que me han cono- cido en Europa, saben que los conservo y que se han vuelto en mi, naturaleza”. “He pasade una vida laboriosa, pero en medio de mis afanes ke tenido buenos amigos aun entre Ja clase mds distinguida de este pais; he disfrutado los placeres de la vida doméstica, aunque interrumpidos a veces.por las pensiones de la humanidad: y he hurtado a mis ocupaciones - no pocos ratos para dedicarlos a las musas y al estudio”. Confesién pala- dina de cémo perseveraba en la vocacién por la literatura. En otro texto, recién localizado, consta la explicacién rotunda de su concepta de poeta, en el sentido de que para serlo requiere necesaria- mente una entrega total, que no fue ciertamente el caso de Bello. En carta a Juan Maria Guticrrez, literato argentino de notable personalidad, le escribe Belle desde Santiago, en 1845, a los 64 afios de edad: Siento mucho que Wd. se vea también por falta de tiempo en la nece- sidad de decir adiés a las musas; pero la verdad es que estas divinidades son celosas y no se contentan con rates perdidos o robados a otras ocupa- ciones; no gustan de dividir su imperio y quieren al hombre todo entero. x1 Yo no recuerdo ningin poeta de primer orden que haya sido otra cosa que poeta. El gran mundo, el bullicio de los negocios, y sobre todo de los negocios publicos, tan favorable a la oratoria, no lo es para la poesia, que gusta de la contemplacién, aun en el seno de la sociedad. ¥ si aun las altas combinaciones del gabinete y de los ejércitos la abuyentan, equé serd el fastidio y la monotonia de una oficina subalterna, el ideal de Ja prosa? Dumas, si no me equivoco, hizo sus primeros ensayos en una secretaria; pero cumplié muy mai con sus obligaciones y fue despedido. Es bien conocido el incidente de Alejandro Dumas (1802-18709, quien en 1823 habia fracasado como copista en la cancilleria del Duque de Orleans. No obstante estas radicales afirmaciones de Bello, en cuanto a haber podido dedicar a las letras algunos ratos, perdidos o robados a otras ocupaciones, la creacién literaria fue deliciosa ocupacién y gratisima entrega, como lo manifiesta en el Discurso inaugural de la Universidad de Chile, en 1843, al referirse a las recompensas y consuelos que brindan las bellas letras, en un rasgo excepcional de confesién intima. Yo mismo, aun siguiendo de tan lejos a sus favorecidos adoradores, yo mismo he podido participar de sus beneficios, saborearme con sus goces, adornaron de celajes alegres la mafiana de mi vida, y conservan todavia algunos matices al alma, como la flor que hermosea Jas ruinas. Ellas han hecho atin mds por mi; me alimentaron en mi larga peregrinacién. .. Asi, con la premisa de hallarnos ante un escritor persuadido del valor espiritual que para ja existencia ha representado la poesia y la prosa literaria, a pesar de no haber sido exclusivo quehacer, pues tuvo que atender a otra misién del destino, entramos en la glosa de la faceta lite- raria de Andrés Bello. ANOS DE APRENDIZAJE Los veintinueve primeros aos de Andrés Bello en Caracas €1781- 1810), corresponden al tiempo de educacién escolar hasta el grado de Bachiller en artes, recibido en 1800 en la Universidad. Es la etapa de su formacién literaria, con abundantes lecturas; el trato con los hombres de letras mds sobresalientes de su época; el estudio de las fuentes de la cultura clésica y coetdnea; y la elaboracién de sus primeras obras en verso y en prosa. Al mismo periodo debemos situar sus primeras expe- tiencias en el desempefio de un notable puesto pablico en la Capitania General de Venezuela, en varias instituciones y¥ en cargos significativos como el de la redaccién del primer periédico venezolano, la Gazeta de Caracas, con la que se iniciaba el uso de la imprenta en el pais, lo que suscité algunas iniciativas, como la nonata revista El Lucero y el incon- cluso Calendario Manual y Guta Universal de Forasteros en Venezuela XIE para el afio de 1810, para cuyas paginas preparé cl Resumen de la his- toria de Venezuela, que es la prosa mas extensa y valiosa que tenemos de Bello en los afos caraquefios, Del mismo modo imicié sus investiga ciones sobre el idioma castellano y fue adentrandose en el conocimiento de temas filosdficos, Estudié inglés y francés. Todavia mas; ejercié el magisterio en clases particulares (tuvo a Simén Bolivar de alumno en lecciones privadas) y se empapé de la visién del trépico en viajes y correrias por distintas partes de Venezuela, imagenes que no habrA de olvidar nunca en los dias posteriores de su dilatada vida hasta los ochen- ta y cuatro afios de edad. Descollé en los estudios de latinista en cuya formacién tuvo impor- tante papel Fray Cristébal de Quesada, mercedario, de Ja Comunidad del Convento de la Merced, en Caracas, situado frente a la residencia de Bello. FE) P. Quesada, segiin Jos recuerdos y evocaciones de nuestro humanista, ejercié enorme influencia en los estudios juveniles de Bello y como bibliotecario del conyento habr4 sido consejero tempranero en la orientacién de sus lecturas. Es fama que Bello era lector voraz de fos clisicos castellanos (Calderén, Cervantes, Lope de Vega, Figueroa, etc.), tanto como de los autores mds notables en Ja lengua dei Lacio. De esta nota esquemdtica de los afios del Bello juvenil se desprende que recibié una preparacién amplia y sélida, que le dio 4nimo y segu- ridad para empezar a ensayar su pluma en sus propias producciones. Son los aiios de ejercicios literarios, afios de aprendizaje para arropar su inspiracién en ef dominio del lenguaje y en el arte de 1a expresién poética. Sin duda alguna, se ha perdido —acaso para siempre— una buena porcién de composiciones en verso y no serd facil, ademds, reconstruir todas las prosas que escribié en dicho periode. De algunas ne tenemos noticia; de otras, que no poseemos, se sabe que existieron. Se han conservado poemas —-que el propio Bello apellidaba “bara tijas”—— en forma de sonetos, romancillo, romance, égloga, odas, octava y una composicién representable. Son Jas huellas o hitos de un largo adies- tramiento, durante ¢l cual se atuvo al magisterio de los grandes autores de la latinidad, Horacio y Virgilio, a través del estilo y expresién de los cldsicos castellanos de los Siglos de Oro. Creo haber demostrado en mi estudio “La elaboracién de una égloga juvenil de Bellic’, que el poema Tirsis, habitador del Tajo umbrio, con el subtitulo de “Imitacién de Vir- gilio”, puesto por el propio Bello, toma como modelo la Egloga II de Virgilio, con algunos temas de la VIII y la X, pero con la poderosa influencia en el lenguaje de la Egloga I, de Garcilaso de la Vega (1501- 1536) y la Egloga Tirsi, de Francisco de Figueroa (1536-16177). Para mi, es claro el proceso creador de Bello: la fuente originaria es el texto latino de Virgilio, pero las formas expresivas son debidas al conoci- miento de los poemas de Garcilaso y del “divino” Figueroa. xi Es més; podemos precisar na tan sélo los poemas y pasajes que Bello ha tenido presentes —en su alma y ante su vista— al escribir la Egioga, sino también cl libro en donde Bello conocié la obra de les poetas influ- yentes. La indicacién de la fuente bibliografica nos Ja da el propio Bello, pues de él procede, indudablemente, la afirmacién de Miguel Luis Amu- nategui, al hablar de las tertulias literarias de Ja Caracas colonial y de la conservacién, en archivo, de las producciones que en ellas se presen- taban: “Por lo que pueda intercsar advertiré que, en esta coleccién, habia muchas églogas, lo que proventa de ser uno de los libros més leidos el Parnaso espanol, de don Juan Lépez de Sedano, donde abundan piezas de este género”. La Egloga Tirsis, habitador del Tajo umbrio fue presen- tada en uno de estos certémenes privados, y parece que fue celebradi- sima, dados los elogios que nos refiere Amundtegui y por los que le tributa Tomds Jestis Quintero, con el seudénimo Thomas J. Farmer, desde Madrid, en 1827 al esctibirle a Bello que la sabia de memoria, casi entera', Ademds Miguel Antonio Caro obtuyo Ja primera octava ? del poema y después el texto completo, porque Juan Vicente Gonzalez habia conservado en Caracas una copia del poema. Es decir, puede afir- marse que la Egloga tuvo calurosa aceptacién. En cuanto a la fecha, imprecisa, de la obra de Bello, puede fijarse alrededor de 1805, 0 sea a los veintitantos afies de edad de nuestro poeta. Esta Egloga forma parte de un grupo de composiciones del mismo cardcter, de las que es el unico resto conservado. Seguramente los con- tertulios de Bello habran compuesto también poesia del mismo tenor. Todo ello ha desaparecido al destruirse en 1812 el archive poético de Jas referidas tertulias. Estas poesias son obras de aprendizaje, ejercicios de versificaci6n y poetizacién. Por cuanto que pertenecen al momento formaiivo de Bello, veinteafiero, es importante dilucidar cudles son los poetas que intervienen de manera més fuerte y decisiva en el desenvol- vimiento de la maestria pottica de Bello. En este caso, podemos seguirlo Paso a paso. Fundamentalmente, el poema sigue la Egloga EH de Virgilio, pero la expresién castellana esté elahorada a base de la Egloga I de Garcilaso de Ja Vega, y la Egloga Tirsi, de Figueroa, con la influencia menor de 1 Thomas Farmer era el seudénimo con que cubria su propio nombre, el cara- quefio Tomés J. Quintero (Quintero: Farmer}, agente secreto de la Gran Colombia €n Espana, durante los aiios de ia tucha por la independencia, Habia ido a Madrid, como Secretario civil del arzobispo Don Narciso Coll y Prat. En su correspondencia, Farmer nos habla de otra égloga de Bello, desventuradamente perdida, Palemén y Alexis, cuyo primer verso cita: “Hace el Anauco un corto abrigo en donde”. 2 Reproduce esta primera octava don Marcelino Menéndez Pelayo en el estudio preliminar a la edicion de las Eglogas y Gedrgicas de Virgilio, traducidas por Caro y Félix M. Hidalgo, Madrid, 1897. xIV otro paema de Figueroa, las Estancias. Los tres poemas estan recogidos en el Parnaso Espafol, de Lopez de Scdano 1, Podria argilirse que no cs mas que Ja influencia de una fuente comin, la de Virgilio, sobre Garci- laso y Figueroa, al mismo tiempo que sobre Bello. Sin embargo, jas relaciones entre la obra de Bello y las de los poetas del siglo XVI espaiel, ne son exclusivamente teméticas, sino principalmente de ritmo y musi- calidad, de expresién castellana, de gusto por un vocabulario semejante, por giros potticos que no pueden explicarse, de ninguna manera, a base solamente del modelo comun latino, sino por la especial delectacién en el uso del lenguaje castellano, por la fascinacién que Garcilaso y Figueroa ejercerian en el 4nimo poético de Bello. Es decir, la castellanizactin del yerso latino ha sido hecha por Bello, pensando en atros poetas eclégicos, esta vez castcllanos: Garcilase y Figueroa. Ello no le quita valor a la abra de Bello por cuanto que sigue teniendo el que debe tener como poema primerizo y como ensayo poctico juvenil. Por otra parte, no hace sino ratificar Ja idea aceptada de su buen gusto y aclara un aspecto de la sélida formacién en sus afios de estudio. La elaboracién pattica de la Egloga de Bello, partiendo del texto de Virgilio, a través de la expresién hispénica de dos clasicos castellanos, conserva, sin duda, cierta calidad poética personal, notable en un poema de juventud. El mismo Bello nos ha dejado el testimonio de su devecién por los poemas castellanos que son sus guias al escribir la Egloga. En el Juicio critico de don José Gomez Hermosilla, escribe: “idilio La Ausencia. Bellisimo; pero (con perdén del senor Hermosilla}) no mejor que cuanio se ha escrito de este génevo en nuestra lengua; porque, prescindiendo de la primera égloga de Garcilaso, jamds excedida ni igualada en castellano, mos parece superior ¢l Tirsi, de Figueroa, que, por estar en el mismo metro, puede mds facilmente compatarse con el presente idilio”. Este articulo, publicado en El Araucano de Santiago de Chile, en 1841-1842, corrobora el entusiasmo que alrededor de 1805 habria sentido en Ca- racas el autor de la silva A la Agricultura de ia Zona Torrida. Queda algo que quisiera puntualizar antes de pasar al cotejo de los textos. Amundtegui dice que Bello “quité a la composicién (de Virgilio) todo lo que, en el original latino, tenia de repugnante para las costum- bres modernas”, pues el joven Alexis es sustituido por la joven Clori, Juan José Lapez de Sedano (1729-1801). Parnaso Espayiel. Colecciin de poesias escogidas de los mds céicbres poetas castellanos..., Madrid, J. Ibarra, 1768-1778; 9 voldimenes, 16 cm. En varias imprentas: 3-9, Madrid, A. de Sancha. La Egloga I de Garcilaso, t- I, pp. 1-15; y la Egloga Tirst y las Estancias de Francisco de Figucrea, t. IV, pp. 78-88. Segén Ramdén Menéndez Pidal, Obser- vaciones sobre las poesias de Francisco de Figueroa, en Boletin de la Academia Espatiola, 1915, H, p. 303, no es segura la atribucién de Ja Egloga Tirsi a Figueroa. C£., ademds, J. W Crawford, The source of a Pastoral Egloga attributed to Fran- cisco de Figueroa, en Modern Languege Notes, 1920, XXXV, pp. 438-439, xv objeto del amor de Tirsis. Pues bien; esto es también lo que acontece con Francisco de Figueroa, en cuya Egloga, Tirst ama a la “ingrata” Dafné. Y pasemos a Ja comparacién de textos *, 1. La primera octava de Bello presenta ta conjuncién de la triple influencia de los poemas castellanos. Los cuatro primeros versos: Tirsis, habitador del Tajo umbrio, con el mds vivo fuego a Clori amaba; a Clori, que, con riistico desvio, das tiernas ansias del pastor pagaba. (Egloga 3} son reflejo de dos pasajes de Francisco de Figueroa: Tirsi, pastor del mds famoso rio que da tributo ai Tajo, en la ribera del glorioso Sabeto, a Dafné amaba con ardor tal... {Estancias F) Sobre nevados riscos levantado cerca del Taja estd un lugar sombrio (Estancias F) 2. Los cuatro versos restantes de la primera estrofa de Bello: La verde margen del ameno rio, tal vex buscando alivio, visitaba; y @ la distante causa de sus mates, desesperado enviaba quejas tales: {Egloga B) recuerdan muy de cerca la diceién de Garcilaso: + .recostada al pie de un alta haya en la verdura, vor donde un agua clara con sonido atravesaba el fresco y verde prado... se quejaba tan duice y blandamente, como si no estuviera de aili ausente fa que de su dolor culpa tenia; y asi, como presente, razonando con eila le deeia: {Egloga G) iidentificaré las citas de la siguiente forma: Egioga G., Primera Egloga de Garecilaso; Egloga F., Egloga Tirsi de Francisca de Figueroa; Estancias F., Estancias de Figueroa; Egfoga B., la de Andrés Bello. XVI asi como la de Figueroa: .. lugar sombrio, cudn fresco a la sazén det seco Estio, adonde de tristeza acompatiado, al son del agua del corriente rio, tan dulcemente Tirsi se quejaba gue los pefascos duros ablandaba. (Estancias F) Es decir, los ocho primeros versos de Bello denotan Ja personal asimi- lacién de la manera expresiva de Garcilaso y Figueroa, dentro del comin denominador virgiliano que est4 en los tres poetas. La familiatidad de Bello con dichos poetas espafioles es patente, con teda y guardar fide- lidad al texto latino. Las restantes similitudes que a continuacién anoto, ratifican la conclusién que puede dejarse sentada sdlo con la primera estrofa de Bello. 3. En la segunda octava, Bello escribe: ni teme tanto al buitre el pajarillo, ni tanto al voraz lobo ias ovejas {Egloga B) Hab(a escrito Garcilasa: la cordera paciente con el lobo hambriento hard su ayuntamiento... (Egloga G} De] mismo modo: La fe no estimas de un amor sencillo, ni siquiera, inkumana, oyes mis quejas (Egioga 3B) GY td, desta mi vida ye olvidada, sin mostrar wn pequetio sentimiente de que por ti Salicio triste muera, dejas Nevar descanocida al viento el amor y la fe que ser guardada eiernamente sdlo a ri debiera? (Egloga G) o bien por ti olvido las risticas labores, por ti fdbula soy de los pastores (Egioga B) xVi al lado de por ti el silencio de la selva umbrosa, por ti la esquivided y apartamiento del solitario bosque me agradaba: por ti la verde hicrba, el fresco viento, . , {Egloga G)1 4. La cita anterior de Garcilaso, “:Y ta, desta mi vida ya olvida- da...?", esté sin duda recordada en el siguiente pasaje de la tercera estrofa de la Egloga dz Bello: Al cabo, ai cabo, Clori, tu obstinada ingratitud me causard la muerte: mi historia en estos drboles grabada dird entonces que muero por quererte: (Egloga B) y ademas porque con este yerro, que algin dia ha de dar fin a mi cansada vida en este tronco escriba mis querellas, (Egloga F) 5. En la misma tercera estrofa de Bello, hallamos la siguiente similitud: tantos de quienes eres adorada leerdn con pavor mi triste suerte: nadie entonces querrd decirte amores, ¥ execrardn tu nombre los pastores. (Egloga B) vuelva acaso tos ojos y tos lea: 6 st esto no, seran piadoso ejemplo @ amorosos pastores.. . (Egioga F) 6. En Ja cuarta estrofa de Bello, la redaccién con todo y seguir muy literalmente el texto latino, reelabora la expresién de Garcilaso: yo solo, por seguir mi bien esquivo, sufro el rigor del alta can estivo. (Egloga B) 1Es el_ mismo procedimiento imprecatorio por repetici6n —andfora— de la Cancién V de Garcilaso, A la flor de Gnido (“Por ti, como solia... / Por ti, con diestra mano... / Por ti, su blanca musa... / Por ti, el mayor amigo.,.”), También figura esta Cancién en el Parnaso Espafhol de Lépez de Sedano, T. J pp. 78 y sigs. XVII ardiendo ya con [a calor estiva el curso, enajenado, iba siguiendo del alma fugitiva. (Egloga G) 7. El primer verso de la estrofa quinta de Belio Ta mi amor menosprecias insersata, (Egloga B) recuerda, sin duda, el verso de Garcilaso: iCéme te vine on tanto menosprecio? (Egloga G) De! mismo modo, cn la estrofa sexta: El color, como rosa delicada (Fgioga B) es eco bellista de los versos de Garcilaso: éDo estd la blanca mano delicada jOk tela delicada... {Egloga G) 8. El verso de Ja séptima estrofa de Bello: tendido una ocasién sobre la arena (Egloga B} tiene e] ritmo y el canto del verso de Garcilaso: Acuérdome durmiendo aqui algin hora... - (Egloga G) 9. En la misma estrofa séptima, Bello traduce a Virgilio: —jOh Venus, dijo, de injusticias lena: lejos de unir las almas, diosa impia, las divide y separa itu cadenal... (Egloga B) recordando, ciertamente, la expresién del “divino’ Figueroa: Mas asi va: son estos los misterios de la diosa cruel Reina de Cipro, que desigualas dnimas y formas se deleita enlazar con crudo yugo (Egloga F) 10. En la misma octava, dice Bello: y yo te adoro a ti que me aborreces. (Egloga B)} mientras que Garcilaso, habia escrito: éCéme te fui tan presto aborrecibie? (Egloga G) xIx il. En la estrofa octava: iAh! No sé por qué causa amor tan fino puede ser 2 tus ojos tan odioso; cualquier pastor, cuando el rabel afino escucha mis tonadas envidioso. y en forma paralela: (Egloga B) iCudntos pastores, cudntas pastorcicas amorosas, oyenda mis gemidos, conmigo consoldndome han Iorado! (Egloga F) 12. En Ja misma estrofa octava: éAcaso en julio, o en ec! crudo invierno, me falta fruto sazonado y tierno? (Egloga B) Siempre de nueva leche en el verano y en el invierno abundo; en mi majada la manteca y el queso estd sobrado. (Egloga G) 13. La idea de Teécrito y, mds tarde, de Garcilaso, de larga tradi- cién en la pi imagen en el de Garcilaso: 14. En oesia pastoril renacentista: la contemplacién de la propia mar o en el rio; esta expresada en Bello, a través del estilo ni tampoco es horrible mi figura, Si to me engano al verme retratado en el cristal de esa corriente pura; (Egloga B} No soy, pues, bien mirado, tan disforme ni feo; que qun agora me veo en esta agua que corre clara y pura y cierto no trocara mi figura con ese que de mi se csta riendo; itrocara mi ventura! (Egloga G) la estrofa décima: Ven a vivir conmigo, ninfa hermosa; iven! mira las Driadas, que te ofrecen en canastos la esencia de la rosa, y para ti los campos enriquecen. (Egloga B) 1 Tedavia otro verso de Garcilaso: “Corvientes aguas, puras, cristalinas” (Eglo- ga G. xX Yo dejaré el lugar do me dejaste ven, si por solo eso t¢ detienes. Ves aqui un prado leno de verdura, ves aqui una espestra... (Egloga G) 15. En Ja misma estrofa: Para ti sola guardo la abundosa copia de frutos que en mi huerto creceni (Egloga B) éNo te dieron mis huertos fruta y flores? (Egloga G) 16. En Ja estrofa decimoprimera: Acuérdate del tiempo en que solias, cuando nifia, venir a mi cercado, y las tiernas manzanas me pedias.. . (Egloga B) Cruzado con el verso ya citado de Garcilaso “Acuérdome durmiendo aqui algin hora”, esta presente ademds: iQuién me dijera, Elisa, vida mia cuando en aqueste valle al fresco viento anddbamos cogiendo tiernas flores... (Egloga G) 17. En la estrofa decimosegunda: Entonces eva yo vuestro caudillo, mi tercer lustro apenas comenzado, sobresaliente en ef pueril corrillo... (Egloga B) ¢Cudndo nacié jamds por aqui en torna contienda pastoril, gue yo no fuere elegido juez por ambas partes? iCudndo en fiesta quedé sin algun premio? (Egioga F) 18. En la estrofa decimocuarta: eQué delirio, aud suefio e¢ este mio? Prender quise a la sombra, atar al viento, seguir el humo y detener el rio ({Egloga B) aunque la idea cs mds bien calderoniana', influencia ya sefialada en Bello, hay en estos versos la resonancia de Figueroa y Garcilaso: Estaba yo diciendo esto no es sucho, que el suefio es cosa vana y mentirosa: incierto es su placer, siempre es pequeno. (Estancias F) iCudntes veces, durmiendo en ia floresta, reputdudale yo por desvaric, vi mi mal entre suefios desdichado! (Egioga G) 19. En Ja altima estrofa de Bello: éQué fruto saco de elevar al ciclo esta continua Ligubre queretla? (Egioga B) se cquipara a por ti me estoy quejando al cielo, y enojando con importuno Hanto al mundo toda. (Eeloga G) quejarme chora del cielo es desatino (Estancias F) 20. EI verso de Bello: Ni encender puedo un corazdn de hielo (Egloga B) s¢ empareja con y al encendido fuego en que me quemo mds helada que nieve Galatea. (Egloga G} 21. Los dos versos finales: Ya baja el sol al occidente frio; vuelve, vuelve al redil, ganado mio. (Egloga B) son trasunto, en expresién y ritmo, de la ultima estancia de Garcilase: Al tramontar el sol bordadas de ore, nO vVieran que era ya pasado el dig su ganado llevando, se fueron recogiendo paso a paso (Egloga G) 1“sOtra vez queréis que vea / entre sombras y hosquejos / Ia majestad y la pompa / desvanecida del viento?" (Calderén, La vida es steno, TIT). XXIT En resumen. Sobre el fondo temdtico de la Egloga Ii de Virgilio, con algun aditamento de la VII! y X, es indudable que hay una fuerte depen- dencia de ritmo, musicalidad, giros y aun vocabulario, entre Bello, poeta en formacién y en crecimiento, y los dos maestros del clasicismo espa- fol: Garcilaso y Figueroa. Al acopio de ejemplos aducides —1nos mas y otros menos idénticos y préximos— debe afiadirse la consideracién de que Ia tonalidad general del lenguaje de Bello es similar a la de los poetas espafioles. No me cabe Ja menor duda de que Bello tenia muy presentes los versos de Garcilaso y de Figueroa, cuando compuso este ejercicia poético de imitacién a Virgilio. Para el pensamiento de Bello, me figuro que la poesia eclégica de Virgilio, a la que dedicaba sus ocios en la tranquila Caracas de comienzos del ochocientos, tendria ya expre- sidn lograda en castellano, en estos dos poemas: la Egloga II, de Gar- cilaso y Ja Egloga Tirsi, de Francisco de Figueroa, En tal forma, que treinta y tantos afios mas tarde, en 1841-1842, hemos visto que los menciona y recnerda como las obras mas acabadas del género en poesia castellana. ;Tan firme ha tenido que ser el elevado aprecio en que las tuvo! Sin seguir fielmente los textos de Garcilaso y Figueroa, viven en la expresién de Bello, porque los habria asimilado. Es decir, formartan parte de su capacidad poética *. Este es el hecho importante: el clésico Bello, en sus afios mozos, traduce a Virgilio gracias a su dominio del latin, pero el fondo poético lo expresa en el, a su juicio, mejor estilo castellano que ha encontrado en el tipo de composicién que esta vertiendo del latin a su propio idioma. Con ello asienta sélidamente el fundamento de las futuras creaciones poéticas personales. A mi parecer, no es desdeziable la conclusién que puede deducirse de la elaboracién de la Egloga de Bello, para ilustrar la educacién juvenil del mas grande poeta americano de Ja primera mitad del siglo XIX. Lamentablemente no disponemos de dos trabajos de Bello, que nos habrian dado rasgos adicionales para captar con mayor amplitud los afios de aprendizaje de Bello. Me refiero a la version de la tragedia Zulima, de Voltaire y a la del Cante V de La Eneida, de Virgilio. Esta ultima habra sido un primer ejercicio de Bello, pues la hacia bajo ja direc- cién del P. Cristébal de Quesada, quien murié en 1796, 0 sea cuando su pupilo tenia 15 afios de edad. Estimo como muy significativa esta comprobacién del camino del aprendizaje en el oficio de escritor que apasiona @ Bello en sus aos de formacién de su estilo poético. Los otros poemas que conocemos de este 1 Por la misma via puede aclararse bibliogréficamente la influencia sefalada por Marcelino Menéndez Pelayo de las Barquillas de Lope de Vega, en A la Nave de Bello, adaptacién del poema horaciano O Navis, referent... Las Barqui- Has de Lope estén en la Coleccién de Lépez de Sedano, t. I, pp. 100-122. XXIIL periodo ofrecen a primera vista el mismo cardcter de iniciacién en el dominio de ta expresién podtica, a base de un profundo andlisis de las obras clasicas. Desde su primera juventud, da el ejemplo Bello de lo que ser4 siempre su conseje constante: estudio y correecién. Afios mds tarde, en 1827, al comentar en Londres las poesias de José Maria de Heredia (1803-1839) critica ciertos giros de lenguaje en los poemas del vate cubano, a quien considera excelente, pero que cae en expresiones que son “verdaderos barbarismos en el idioma de las musas”. Para evitarlos, escribe, “recomendamos al sefior Heredia el estudio (de- masiado desatendido entre nosotros) de Ios cldsicos castellanos y de los grandes modelos de la antigtiedad. Los unos castigaran su diccién y le hatén desdefiarse del oropel de voces desusadas; los otros acrisolaran su gusto, y le ensefiar4n 2 conservar, aun entre los arrebatos del estra, la templanza de imaginacién, que no pierde jamés de vista a la naturaleza y jamds la exagera, ni la violenta”. Descubre en Heredia “toda la abundancia y la valentia de un admi- table ingenio, que, con un poco mds de estudio y correccién, competiria con los mejores poetas de nuestros dias, de cualquier lengua y nacién que sean”. Tan persistente es tal conviccién en el dnimo de Bello, que la repite en 1843, en el Discurso de instalacién de la Universidad de Chile, al comentar la obra de la constelacién de jévenes ingenios que cultivan con ardor la poesfa: “Lo diré con ingenuidad: hay incorreccién en sus versos; hay cosas que una razén castigada y severa condena. Pero Ia correccién es la obra del estudio y de los aftos”. Con estas normas como metas y objetivos, transcurren los afios de aprendizaje paético de Andrés Bello en sus dias de Caracas, durante los cuales templa su pluma y afina su inspiracién, como prepardndose para la creacién de los grandes poemas que habrdé de elaborar desde Londres en Ja segunda etapa de su existencia. Si la poesia es la punta de lanza que un escritor esgrime para poner en el mundo su mensaje, en Ia. prosa es donde el estilo se acrisola y nos da acaso con mayor seguridad Ja medida de la capacidad expresiva de un literato, Del periodo caraqueio de aprendizaje, disponemos sélo de una prosa, relativamente breve, datada en 1809-1810, en visperas de su partida para Londres, que a nuestro juicio es suficientemente indicativa del grado de desarralle que habia logrado Bello en su época de formacidn. Se trata del Resumen de la historia de Venezuela, publicado como parte central del que se considera el primer libro impreso en Venezuela: el Calendario Manual y Guia Universal de Forasteros en Venezuela para el XxIV aio de 1810, salido del taller caraqueno de Mateo Gallagher y Jaime Lamb, en los mismos dias en que Bello partia para Londres, como Secre- tario de la misién diplomdtica de Bolivar y Lépez Méndez, enviada a la capital inglesa por la Junta de Caracas, formada el 19 de abril de 1810. Es bien sabido que el Calendario quedé inconcluso, por cuanto que no se alcanzé a reunir la totalidad de los datos que solicitaba Bello, como redactor de la obra, pero, con todo, el haberse preservado la prosa del Resumen de la Historia de Venezuela convierte este impreso en un pre- cioso y unico testimonio de su periodo caraquefio. El escrito de Bello ocupa cuarenta paginas del Calendario; las 30 pri- meras son una sintesis histérica de los siglos XVI y XVII en Venezuela, en Ja cual sigue principalmente la Historia de la conquista y poblacion de la Provincia de Venezuela, de José de Oviedo y Bafies. Se puede seguir paso a paso el modelo, que debe haber tenido a Ja vista, por cuanto con gran frecuencia afloran sentencias y giros reproducidos literalmente. Otras veces la pardfrasis y la sintesis son también facilmente identifi- cables. Con todo, hay pasajes que han de tener otras fuentes, especial- mente al referirse a los sucesos histéricos relatives al Oriente del pais, en particular a Guayana. Pero en las diez ultimas paginas del “Resumen”, desde el pArrafo que empieza: “En Jos fines del siglo XVII, debe empezar Ia época de la regeneracién civil de Venezuela...” creo ver otra forma y estilo, clara- mente mds personal. Estimo haber demostrado influencias de Cervantes, en més de un pasaje. Las ideas y el lenguaje cobran mayor altura y, desde luego, ofrecen el interés de hallarnos ante una redaccién del joven Bello en su plena expresién propia. Hay fragmentos de gran fuerza poé- tica, con notas e imagenes de viva inspiracién, con observaciones basadas en la visién directa. La interpretacién de los sucesos desde principios del siglo XVIII, tanto como la caracterizacién de la poblacién son debi- das a la reflexién de Bello. Evidentemente, registra hechos que acaso ha conocido por la tradicién orat, pera no me cabe la menor duda acerca de que la mayor parte de los conceptos corresponde a vivencias propias del autor. El estilo alcanza excelentes cualidades, tanto en Ja narracién y la descripcién, que fluyen con notable soltura, como en las partes donde estallan expresiones de profundo lirismo. Como testimonio de ia identi- ficacién de Bello con Ja naturaleza del pais es superior al que hallamos en las composiciones en verso que de la época de Caracas han Megado hasta nosotros, asi como es mas rotunda la idea del destino histérico de Venezuela. Esté expresa la adscripcién espiritual con la tierra, los laga- res, las gentes y sus costumbres, entendido el todo como base del ser americano en el trépico. Y en esta comprensién radican a mi juicio, Jas taices del nuevo humanismo que alentard para siempre en toda la vida de Bello. xxv Ante el “Resumen”, me pregunto cual seria Ja intima intencién de Bello al redactarlo y al propiciar su divulgacién. Fn realidad, es el pri- mer escrito de cierto vuelo que publica en su existencia, si descontamoas las colaboracioncs periodisticas anénimas como redactor de la Gazeta de Caracas. (a cuestién fundamental esté en respondernos por qué sicnte Bello el deseo de trazar la historia de Venezuela, siquicra en sintesis apretada. Bello a los 27 afes se ve con animo de ensavar la breve crénica de ja evolucién histérica del pais, del que esta cvidentemente enamorado, y, armado de sus lecturas, consigna los hitos precisas del descubrimiento, conquista y poblacién, para remontarse después, a partir de los comienzos del siglo XVIII al intento de explicar las conclusiones de su reflexin ¥ meditacién, He analizedo mas de uma vce los rasgos estilisticos de este primer intento de historia patria, asi como el notabilisimo interés que ofrece la comparacién det “Resumen”, con los poernas que Bello elaborard unos aiios mas tarde en Londres: La silva A la Agricultura de la Zona Térrida y la silva Alocucién a la poesia. Hay evidentisimas reminiscencias de pasajes de la prosa del “Resumen” en algunas estancias de las silvas, lo que aumenta todavia mas la valia de este texto de Bello. Los parale- Hsmos son evidentes, por lo que podemos afirmar sin titubeos que la evocacién de aforanza que campea en las creaciones poéticas del huma- nista cn sus dias de residencia en la capital inglesa, tienen origen y antecedentc en sus conceptos de Caracas, antes de 1810. A este tiempa —el de la aparicién del Calendario— pertenece otra iniciativa, acometida con Francisco Isnardi: la edicién periddica de una revista, El Lucero, que lamentablemente no pasé de proyecto. Ambas empresas han de responder a una misma preocupacién, pero el “Resu- men” persigue un fin mds trascendente: es la obra de una persona que sc siente preparada para ofrecer una rdpida ojeada al procese de inte- gracién de su Venezuela, como estampa en las palabras iniciales del “Prospecto” can que anuncia la publicacién: “La Provincia de Venezuela, debe elevarse al rango que la naturaleza le destina en la América”. Ta prosa del “Resumen” esté escrita con goce y alegria. Habra sido para Bello una grata ecupacién, tanto por su propio solaz, como por dar a sus coetdneos sus propias conclusiones: Ja riqueza y hermosura natu- rales del pais; su progreso con la racional explotacién agricola; y el logro de ja mayoria de edad a fines del siglo XVIH, con lo cual Venezuela podia gobernar su propio futuro. En las virtudes del campo, sobre un suelo fecundisimo, Jas gentes ‘formadas en el trabajo podian alcanzar cumplidamente el alto rango que la Providencia tenia reservado a Venczuela. XXVI De las investigacioncs de Bello sobre cl idioma castellano durante el periodo caraquefio, o sea hasta 1810, se nos ha conservado la impor- tante monografia Andlisis ideolégica de los tiempos de la conjugacidin castellana, que no publicard sino en 1841, después de tenerla sepultada por mds de treinta afos, seglin sus propias palabras. Es un trabajo original, singularisimo, inteligente y profando, que nos indica haber pasado largas horas de meditacién en textos de literatura castellana para reducir a sistema el rico uso de formas y significados del verbo. Tradujo y adapté al castellano la obra del Abate Condillac, Arte de escribir con propiedad, que fue publicado sin su anuencia en 1824 en Caracas. Sc ha perdido acaso definitivamente, asi como desconocemos la monografia que escribié Bello para un concurso sobre el uso de tres conjunciones, que, porque y pues. Todo ello significa que durante sus dias juveniles —época de apren- dizaje y formacién— habia dedicado particular atencion al estudio de Ia lengua castellana, campo en cl que més adelante habré de desecollar como maestro indiscutible. FE poeta; cl prosista —con estilo propio—; y el lingiiista se ha mani- festado con escritos personales en este fecundo periodo caraquefio, que va a interrumpirse al incorporarse a la misién que parte para Londres en junio de 1810. Las bases firmes de Ja obra futura estdn indicadas en su tiempo de Caracas, cuando por propia exigencia logré forjarse, en un medio propicio, su condicién de humanista. Persisten los temas, juicios y reflexiones en sus creacioncs posteriores, em Londres y en Chile, pero lo més importante es que su pensamiente y su consideracidn de los hechos culturales tienen ya claros precedentes en los escritos y en la conducta de esos afios de aprendizaje y maduracién. Siempre clevado y riguroso en las manifestaciones de su inteligencia; con delicado buen gusto, acaso heredado de su abuclo materno; con sentido de la natura- leza aprendido en las observaciones de la tierra que Ie vio nacer; todo ello impregné su espiritu de un modo de ser que no abandonard jamds. Su sensibilidad de poeta ya esta definida en Caracas. Su prosa esté ya lograda. Los estudios posteriores podran darle mayor crudicién y mas amplitud de criterio, pero el fondo legitimo dc toda su accién esta en la. adscripcién a las fuentes de cultura rural —las del temple del caracter— que aprendié cn Venezuela. La poderosa inteligencia de Bello estd en pleno desarrollo cuando los acontecimientos politicos le han de llevar al Viejo Mundo, donde ciertamente dispondra de otra perspectiva y de otros medios. Fl 10 de junio de 1810 la corbeta inglesa General Wellington partia de La Guaira hacia el vicjo mundo Ilevando a borde al futuro Libertador, de casi 27 afios, y a un joven humanista, de cerca de 29, quien iba a encontrar en Londres el centro de perfeccionamiento de su sabiduria. BXVII LA PERSPECTIVA DESDE LONDRES El azar dispuso que sélo por una lamentable circunstancia, se haya conservado la que parece ser la primera carta que Andrés Bello escribié a su madre, Doria Antonia Lépez, desde Londres, al afio y cuatro meses de su alejamiento de Venezuela. El bergantin inglés La Resa fue apre- sado a la vista del Cabo Codera el 3 de enero de 1812, por el corsario particular de Puerto Rico, San Narciso (a) el Valiente Rovira, el cual entregé su presa a las autoridades espariolas, quienes remitieron todos los documentos al Ministerio de Ja Marina del gobierno peninsular. Consti- tuye el primer testimonio personal de la vida de Bello en Inglaterra, pues ef resto de la correspondencia que indudablemente habré escrito, en particular a Juan Germdn Roscio, se ha perdido, acaso para siempre. He aqui el texto del documento de Bello: Londres, 30 de octubre de 1812 Querida madre: Es indudable el ansia gue tengo de regresar al seno de mi familia, y entre otros motivos, por la consideracién de la estrechez en que las circunstancias de esa provincia habrén puesto a Vmd. y por Ja imposibilidad en que me encuentro de atender a ello desde aqui, pues no tengo medios de qué disponer, considero que mi regreso serd Pronto ¥ seguramente no estaré ya 6 meses sin ver a Vind. Entre tanto, un poco de paciencia, que tras estos dias no puede menos de venir un tiempo mejor, més tranquilo y feliz. Tengo presentes todos los encargos que se me han hecho y no me iré sin ellos como pueda. Deseo que Carlos me escriba individualmente el estado de las cosas en csa, pues probablemente tendré tiempo de recibir una o dos cartas suyas, después de Ja IMegada de ésta a Caracas, Yo no he tenido enfermedad alguna desde que dejé Caracas, antes, por el contrario, me siento mds fuerte y con mejor salud que nunca. Los catarros que solia padecer se me han retirado enteramente, y sélo me repite de cuando en cuando el dolor de cabeza, pero de ningun modo con la fuerza ni con Ja frecuencia que en Caracas, y no dudo que si estuviese en Inglaterra un afio més, conseguiria librarme para siempre de esta pensién. En fin, por la experiencia de 16 meses, creo poder asegurar que este clima me conviene mucho mejor que e! de Caracas, y que la navegacién es una de las cosas que me hacen més provecho, Por tanto, espero que mi residencia en Inglaterra me habr4 producido a lo menos e] beneficio de mejorar mi constitucién. Memerias a Florencio, Rosario, Eusebio, Carlos, Josefina y demas de esa; a mis tios, y a todos mis amigos, Queda de Vind. su afectisimo hijo. Andrés (Rubricado) Al escribir esta carta, Bello Uevaba algo mds de un ato de residencia en Londres, seguramente todavia en el proceso de adaptacién a los me- XXVIII dios y costumbres de una gran ciudad, en Ja cual sufria los vives deseos de retornar a su tierra natal, en ja esperanza de que se cumpliese su anhelo en un plazo de seis meses mds, como escribe en la carta a su madre. La escasez de medios y la falta de noticias de los suyos aumen- taria su angustia, aunque pensase que iba a llegar “un tiempo mejor, mas tranquilo y feliz”. Es de imaginarse el asombro de Bello en su primer aio de perma- nencia en Londres: una gran metrépoli; grandes instituciones; un medio social que no podia haber adivinado desde Caracas; el trato con perso- nalidades del mundo politico aun en Ja condicién de Secretario de la misién presidida por Bolivar, en entrevistas cuya fe redacté en jas actas que congcemos; el encuentro con Miranda, el compatriota universal, en cuya biblioteca desplegé Bello todo su af4n de nuevos conocimientos; tedo ello habr4 formado el conjunto de las impresiones primeras en una comunidad de tan diferentes caracteres. Los sentimientos y las memorias llevan su pensamiento hacia los suyos y alimentan ka ilusién de Ia pronta reincorporacién al hogar, donde los suyos debian pasar las incomodidades de tiempos tormentosos. El estudio y el perfeccionamiento con otros instrumentos de cultura seran, sin duda, ia compensacién de sus inquietudes en el presente y ante el porvenir incierto. No debia bastarle el mejoramiento de ia salud que consigna en su carta. Trece afios mas tarde nos ofrece un precioso testimonio autobiogra- fico en las cartas a su condiseipulo don Pedro Gual. En enero de 1824, le dice: “He cultivado, como Ud. sabe, desde mi nifiez las humanidades; puedo decir que poseo las mateméticas puras; y aunque por falta de medios he carecido del uso de instruments, he estudiada todo lo nece- sario para la descripcién de planos y mapas. Tengo ademdés conocimien- tos generales en otros ramos cientificos”. De este mismo afio, tenemos otra carta a Gual, del mes de agosto, en que es mds explicito en lo que atafie a sus dias londinenses: Desde que nos vimos y hablamos la ultima vez en Caracas, jqué mul- titud de sucesos han pasado por uno y otro! Aquella nuestra ultima conversacian se me representa ahora con la vivega que obras escenas y ocurrencias de la edad mds feliz de Ia vida; todas las cuales reunidas me hacen echar menos a cada paso, entre el fastidio de Ja vida monétona de Londres, aquel cielo, aquellos campos, aquellos placeres, aquellos ami- gos; y repetir con el Dante: .. Nesstt maggior dolore, Che ricordarsi del tempo felice Nella miseria... XIX Bien es que bajo otros aspectos no puedo quejarme de mi suerte. Hasta el presente he podido vivir en Londres, si no con abundancia, en una moderada mediania, y aun he podido mantener una familia, sin saber qué son deudas, empefios, ni ahogos. He pasade una vide Jahoriosa, pero en medio de mis afanes he tenido buenos amigos aun entre la clase mds distinguida de este pais; he disfrutado los placeres de la vida doméstica, aunque interrumpidos a veces por las pensiones de la huma- nidad; y he hurtado a mis ocnpaciones no pocos rates para dedicarlos a las musas y al estudio. Hasta el afio de 1822, me ocupé levando la correspondencia de una casa de comercio, y dando lecciones de espaiiol, latin y griego. En aquella fecha me propuso el Sr. Irisarri que me hiciese cargo de Ia Secretaria de la Iegacién chilena, que admiti con condicién de que por este servicio no s¢ me considerase obligado a continwar para siempre en el de Chile, y¥ de que me seria libre en todo caso renunciar este empleo, y solicitar otra, bajo cualquiera de los nuevos gobiernos americanes. Contindo sir- viendo dicha secretaria, y he tenido la fortuna de hallar en ¢l Sr. Irisarri no sélo un jefe de muchas luces y talento, sino um amigo indulgente y amabilisimo. Pero mis gastos demésticos crecen, la idea de serme aqui imposible esta- blecer mis chicos, me aflige y desalienta, y las esperanzas de ascenso bajo un gobierno a quien soy casi del todo desconocido, no son muy lisonjeras. La idea de trasladarme al polo antdrtico y de abandonar para siempre mi patria, me es insoportable. Por ofra parte los avios pasan con la velocidad que acostumbran; y un hombre “Cujus octavum properavil aetas claudere Tustrum”, no tiene tiempo que perder. En esta circunstancia, amigo mio, la necesidad de formar un plan, que corresponda 2 mis miras y que en lo posible no haga violencia a mis habitos y a mis inclinaciones, unida a Ja imposibili- dad de realizar ninguao por mi misme, me obliga « solicitar la ayuda de mis compatrictas y amigos. V, en el alto destino que ocupa puede hacer mucho por mi, y no puede faltarls inclinacién a hacerlo, cuando e] favore- cer a un amigo le proporciona centribuir a un acte de rigurosa justicia. Fl Gobierna de Colombia no puede ni debe abandonar a un empleado del Gobierno de Venezuela, que, como V. sabe, vine a Londres con un encar- go oficial, y que por su conducta no ha desmerecido la proteccién de uno ni otro, $i en 1810 se me consideraba util, catorce aiios de residencia en Londres con [a aplicacion que VY. me conoce, no pueden haber disminuido mi aptitud para el desemperio de algin encargo diplo- miatico, proporcionado a mi edad y al rango en que empecé a serv La constancia que mos da en esta carta ilustra mds que cualquier comentario sobre los hdbitos e inclinaciones de Bello en sus dias de Londres: vida laboriosa, dedicacién al estudio; ejercicio de maestro de espafiel, latin y griego; su hogar; el servicio en la Legacién de Chile con Irisarri; el trato con buenos amigos “aun en la clase més distinguida” de XXX Londres; todo ello, doblado con la aforanza de los dias de Caracas, ante la idea de ser responsable de su familia, a los 43 afios de edad. Este es el tejido de actividades y preocupaciones que han Henado casi tres Justros de existencia de Bello en Ja capital inglesa. En las palabras de Bello aparecen de relieve las circunstancias que fa- vorecieron la evolucién de sus conocimientos y su propio desarrollo perso- nal en esta etapa de vida en Londres. Cobran, entonces, pleno sentido las frases de Mariano Egafa, en la comunicacién dirigida al Ministro de Relaciones Exteriores de la Reptblica de Chile, al recomendar a Bello para Oficial Mayor se aumenta rdépidamente entre nosotros”. En el momento en que escribe Bello esta nota, est4 ejerciendo sus fun- ciones de Senador; es el alma de la Comisién encargada de redactar el proyecta de Codigo Civil; y esta preparando el Decreto de refundacién de la Universidad de Chile sobre Ja antigua Universidad de San Felipe; aparte de sus obligaciones como Oficial Mayor del Ministerio de Relaciones Ex- teriores. Son, a sus ojos, ocupaciones mds serias, pero no puede eludir la vehemente tentacién de comentar Jos yerros de Gémez Hermosilla para que sus palabras “sean utiles paca los jévenes que cultivan Ja literatura” en la Republica. Tal es su cardcter de critico, cuva funcién entrafia siempre para Bello la mas alte finalidad educadora. XLII LA ESTATURA INTELECTUATL DE ANDRES BELLO Bello sintié desde su mocedad la revelacién de la belleza literaria y se dejé seduciy muy tempranamente por el ensayo de sus propias composi- ciones en verso, tanto come por la tentacién de refundic en expresiones personales lo que aprendia deliciosamente de los clasicos latinos, poctizan- dolos en el lenguaje estudiado y admirado en los grandes escriteres de las sigios de oro de las letras castellanas. A los veinte afos habia lograde prestigio cierto entre sus contempordneos, en la Caracas de los afios de traspaso del siglo XVIII al XIX. La personalidad prometedora del joven Bello merecié aprecio y consideracién de ta gente més culta de su tiempo. Aquellos netables varones que integrardn la generacién de la independen- cia reconocieron las dotes de Bello y Ie brindaron amistad y trato cle alta deferencia. La continuidad de su obra literaria, las iniciativas de empresas como la revista El Lucero o el Calendario Manual, y el feliz desempefio de los cargos de responsabilidad que le tocd desempefiar en los afies postrimeros de la Colonia en Venezuela van aerecentandole el respeto y estimacién de sus coctgneos hasta el momento del gran cambio politico que se inicia el 19 de Abril de 1810, al formarse la Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII, expresién de autonamia que conduciria, naturalmente, a la Declaracién de Independencia cl 5 de Julio de 1811. Los hombres def 19 de Abril veian, sin duda, a Bello como una espe- ranza para la comunidad nacional: joven cultor de las letras, estudioso del lenguaje, buen latinista, conceedor del frances y del inglés, experimentado en tareas de administracién publica, circunspecto, serio, de cardcter ¢s- quivo pot introvertido, pere entusiasta por todo lo que se relacionaba con Ja cultura y las acciones piblicas en la ciudad de Caracas. Cuando Bolivar v Lopez Méndez, son designados para la misién diplomatica ante el gobicr- no de la Gran Bretafia es légico que pensaran cn la cooperacién de Bello, y asi la solicitaron de Juan German Roscio, a la savén Seeretario de Relaciones Pixteriores de Ja Junta de Caracas. La partida hacia Londres, con la subsiguiente permanencia por dies y nucve afios cn Ja capital in- glesa, sera un hecho teascendental en la vida de Andrés Bello. Para la revolucion de su pensamiento, el periode de estudio en Londres y las refle- niones hacia América desde tan importante atalava del mundo liberal son definitorios del destino de Belle. La obra literaria que nos brinda desde Inglaterra nos presenta ya rasgos distintos de lo que habia preducido en Caracas. Por una parte, la madurez que dan Ios afios y ef desarrollo poderoso de sus meditaciones; y, por otra, la macstria en el cstro personal, tanto como ta considerable ampliacién de horizonte en sus inspiraciones. La via de perfeccionamiento del primer des- cubrimiento de la belleza literaria en sus dias de Caracas, es visible en el lenguaje, que logra expresién peculiarisima, tanto como en la fuerza de XLUT los temas de toda su poesia y de su prosa, con lo cual logra cincelar sus versos con rigor y fluidez, y anima sus juicios y sus investigaciones con nuevos objetivos criticos. El estudio y la correccién han impulsado un progreso evidente a las inquietudes juveniles. Se perfila el futuro maestre del continente en todo cuanto escribe desde la capital inglesa. El distinto panorama de sus lec- turas, el trato con personas de otras latitudes y el mayor fonde de cultura que Londres le preporciona, dan otro sentido y diferente calidad a su abra Hiteraria. Las primeras producciones de Bello, en Caracas, son escarceos de valor personal, casi intimo, como ejercicios de principiante enamorado de la poesia, en tanto que la obra en su tiempo de Inglaterra cobra mayor alcance, mayor perfeccién y més ambicién literaria. Es ya un gran poeta, que habla para un continente. Del mismo modo, aparece en sus prosas, al lado del placer de la investigacién, el propésito educador hacia sus com- patriotas americanos, con plena maestria y autoridad. Tal es el sentido entrafiable de todo cuanto publica en la Biblioteca Americana y en El Repertorio Americano. Ha adquirido ya su tarea literaria la dimensién Ultima, que no abandonaré jamas en los afios posteriores: la educacién de sus hermanos de América. Desde su atribo a Chile, todo lo que escribe contiene este caracter esen- cial de su obra literaria, pero Ie afiade otro rasgo: el tener conciencia del valor de accién social de las letras, como medio formador de les pueblos americanos, constituidos en Repuiblicas independientes. La primera reve- lacién literaria de sus dias caraquefios, que fue su goce personal en los dias mozos, convertida en mensaje a sus compatriotas en su etapa londi- nense, ser4 ahora, principalmente, el medio e instrumento mds adecuado para la formacién del gusto en Ja comunidad chilena y la base para la educacién de Jas personas y el fortalecimiento de la moral. Sin que desa- parezca el placer de la creacién literaria en el alma de Bello, predomina, con pleno convencimiento, el propdsito de participar en la consolidacién y mejoramiente de las nuevas sociedades. Desde su Hegada a Chile, en 1829, en el muy probable primer articulo que escribe en tierras chilenas, la nota a las Poestgs de Fernandez Madrid, plantea el tema de los progresos del buen gusto literario, con expresién de una doctrina, que es, en verdad, su ideario de accién social mediante las buenas jetras: Cuan necesaric sea el buen gusto literario en una sociedad culta es asunto que no requiere pruebas ni comentarios. Cun fdcil serfa su adquisicién en un pais que adelanta como el nuestro, es idea que asaltar4 a los ojes de cualquiera que estudie las circunstancias en que vivimos. Tenemos por decir asi cierta virginidad de impresiones muy favorable al desarrollo de nuestras aptitudes literarias. Apenas son conocidos tos modelos clasi- cos; apenas hemes empezade a saborear [os goces podticos, y estos son les que encadenande Ja fantasia, y ablandando los sentimientos, Megan a ejercer un gran influjo en las costumbres y en las ideas. XLIV Armado Andrés Bello de una profunda fe en la civilizacién, mediante la educacién de los pueblos, mantiene constantemente en todos sus escri- tos, en Chile, estos mismos principios sobre la dedicacidn e incremento del estudio y cultivo de las ciencias y las letras, persuadido de que los frutos que han de lograrse conducen a lo que jlama “adelantamientos en todas las lineas’, en las que comprende “sin duda los més importantes a la dicha del género humano, los adelantamientes en el orden moral y politico”. Se opone Bello, decididamente, a la opinion de quienes sostienen que podria ser peligrose “bajo un punto de vista moral, o bajo un punto de vista politico” el desarrollo de las ciencias y las letras. En primer lugar, afirma que “la moral (que yo no separo de Ja religién) es la vida misma de la sociedad; la libertad es el estimulo que da un vigor sano y actividad fecunda a las instituciones sociales?. Y “la libertad es el patrimonio de toda sociedad humana, que merezca el nombre de tal”. Ve- mos asi concatenado el pensamiento de Bello acerca de la virted educa- dora en el seno de toda comunidad, ejercida por las ciencias y las letras. Sin desdefiar, como lo experimenté en su propia vida, que “las ciencias y las letras... atumentan los placeres y goces del individuo que las cultiva y las ama; placeres exquisitos a que no llega el delirio de los sentidos. . .”, y que “al mismo tiempo que dan un ejercicio delicioso al entendimiento y a Ja imaginacién elevan el cardcter moral”. Tal es la teoria que expone Bello, a lo Jargo de su vida, acerca de la trascendencia de la obra literaria en Jas sociedades americanas que debian construirse su destino. He sefialado como eminente consejo admonitorio de Bello, para alcan- zar el dominio del arte literario, el continuo estudio y correccién, Pero va acomparfiado de otra advertencia, también constante en el magisterio del humanista, que denomina “el proceder analitico”, yeiterado en muchos de sus escritos, y muy rotundamente en el Discurso inaugural de ia Univer- sidad de Chile, la mayor sintesis del pensamiento de Bello: Hay quien cree “que debemos recibir los resultados sintéticos de la ilus- tracién europea, dispensindonos del examen de sus titulos, dispensdndonos del proceder analitico, Gnico medio de adquirir verdaderos conocimicntos”. Esta sentencia, que Bello prodiga con significativa frecuencia en cuanta oportunidad se le ofrece, va rubricada en el mismo Discurso, con Ja expli- eacién de su propésito esencial: Alimentar el entendimiento, para educarie y acostumbrarle a pensar por si. Acaso estas palabras encierren la esencia de toda la labor de maestro a que Bello dedicé su vida. Pensar por sf, formula de la perfeccién del individuo, como ser humano y como ciudadano. XLV Bello consagra sus esfuerzos a la educacién de sus compatriotas del continente, impulsado por el convencimiento del importante papel que América ha de jugar en Ia civilizacién occidental. Lo dice expresamente en 1836, desde las columnas de El Araucano, en un bien trabado articulo intitulado “Las Republicas Hispanoamericanas”. He aqui sus palabras: No ha faltado quien crea que un considerable ntimera de naciones colo- cadas en un vasto continente, ¢ identificadas en instituciones y¥ origen, y 2 excepeiin de los Estados Unidos, en costumbres y religién, formardn con el tiempo un cuerpo respetable, que equilibre la politica europea, y que por el aumento de riqueza y de poblacién y por todos los bicnes sociales que deben gozar a la sombra de sas leyes, den también, con el ejemplo, distinto curso a los principtos gubernativos del antiguo continente. Al servicio de tal propésito aplica su capacidad en los més variados campos de la ensefianza para que les ciudadanos eduquen su entendi- miento y cada uno piense por si. En el mismo mencionade articulo, esboza las condiciones de compren- sién social que deben resolver los nuevos Estados para lograr republicas solidamente establecidas: Formar constituciones politicas mas o menos plausibles, equilibrar inge- niosamente Jos poderes, proclamar garantias, y hacer ostentaciones de Pprincipios liberales, son cosas bastantes faciles en el estado de adelanta- miento a que ha Jlegado en nuestros tiempos la ciencia social. Pero conocer a fondo ia indole y las necesidades de los pueblos a quienes debe aplicarse la legislacién, desconfiar de las seducciones de brillantes teorias, escuchat con atencién ¢ imparcialidad la voz de Ja experiencia, sacrificar al bien pablico opiniones quericdas, no es Ilo m4s comén en la infancia de las naciones, y en crisis en que una gran transicién politica, como Ja nuestra, inflama todos los cspiritus. Con la tarea paciente, sistematica, con admirable distribucién de su tiempo, tedes los dias, Bello entregard hasta el fin de sus dias, !a obra de ensefianza que le ha dado la estatura extraordinaria de educador de republicas, al dar forma y contenido a una pluralidad de materias que hoy nos asombra por su diversidad y por su profundidad, hasta configurat la personalidad del mayor humanista-poligrafo en Ja historia del Conti- nente americano. Cree en el porvenir de la civilizacién en esta parte de la tierra, como aporte valioso al concierto de las naciones cultas. He aqui su profecia, de 1836: La América desempefiara en el mundo el papel distinguido a que le Maman la grande extensién de su territorio, las preciosas y variadas producciones de su suelo, y tantos elementos de prosperidad que encierra. Es Ia misma pasién y es idéntico concepto de lo que habia estampado en 1810, en el Resumen de la Historia de Venezueig, reducido a un me- nor dmbito gecgrafico: XLVI La Provincia de Venezuela debe elevarse al rango que la naturaleza le destina en la América. A ello contribuyé con su obra literaria, que no es mas que una parte de su accién de educador. Febrero de 1979. ALVIL FUENTES BiBLIOGRAFICAS Y EDICIONES DE OBRAS COMPLETAS DE ANDRES BELLO A) FUENTES BIBLIOGRAFICAS DE ANDRES BELLO Publicada por la Fundacién Universitaria Espafiola, en 1978, aparecié en Madrid la Bibliografia de Andrés Bello, debida a la pluma del mas emi- nente de los bibliégrafos del mundo hispdnico de nuestros tiempos, don Agustin Millares Carlo. Forma un volumen de 239 paginas. Es la tercera edicién de la monografia bibliogrdfica, que habia visto la luz primera- mente en Ja Revista de Historia de América, niimeros 67-69, correspon- dientes a enero-diciembre de 1969 (México, D.F., 1976), editada luego en separata de 130 paginas, con pie de 1976. Ampliado este trabajo inicial, se imprimié una segunda edicién por ia Editorial Universitaria de Maracaibo, y ahora esta de la Fundacién Universitaria Espafiola, en 1978, en Ja que se aumenta considerablemente su contenido. Esta dividido el libro en dos partes: A) Bibliografia de los escritos de Bello, y B) Bibliografia sobre la vida, obra, etc., de Bello. En la seccién B) se enumeran las fuentes bibliogrAficas, registro de las investigaciones publicadas hasta la fecha de conclusién de la mono- grafia de Millares Carlo. Puede acudir a ella quien esté interesado en las referencias bellistas, recogidas con la exactitud y precisién con que acos- tumbra realizar don Agustin sus trabajos eruditos. Me ha parecido util el comentario a cémo se ha desarrollado en Ja cultura hispdnica el campo de los estudios bibliogr4ficos relatives a la vasta produccién de Andrés Bello. Las investigaciones bibliogrdficas sobre la obra de Bello parten del afio 1881, cuando se rememora el primer centenario del nacimiento del hu- manista. Son, naturalmente, sus discipulos chilenos predilectos, les Amu- ndtegui, quienes Hevan a cabo jas tareas iniciales sobre los escritos de XLVIIL Bello, como labor indispensable para acometer la edicion de sus Obras Completas. Miguel Luis Amunategui Aldunate y Gregorio Victor, su hermano, emprenden el cometido, principalmente, Miguel Luis, quien se apoya en el andlisis de lo que Andrés Bello publicé en su vida, para escribir los documentados Préloges a varios tomos de la edicién de Chile, y, ademas, para elaborar la Vida de don Andrés Bello (1882), que sigue siendo la biografia mds documentada y completa que tenemos del hu- manista. Del mismo afo del centenario, 1881, vemos el trabajo de Luis Montt “Notas bibliogrdficas sobre las obras de don Andrés Bello”, en la Revista de Chile (Santiago, septiembre de 1881), II, pp. 217-223. También en 1881, se inicia, en Caracas, el estudio bibliogr4fico sobre Bello, con el escrito de Aristides Rojas, “Origenes de la literatura vene- zolana. Bibliografia de Andrés Bello”, en La Opinidn Nacional, 28 de noviembre de 1881. Y en Colombia, con el trabajo de Miguel Antonio Caro, “Apuntes bibliogrdficos relatives a don Andrés Bello”, en el Reper- toria Colombiano, A la memoria de Andrés Bello en su Centenaris, Bogo- té, 1881, pp. 90-125. En 1893, el Conde de la Vitiaza (Cipriano Mufioz y Manzano), pu- blica en Madrid, su monumental Biblioteca histdrica de la filologia espa- fiola, en la que constan varias cédulas, algunas extensas, sobre libros de Bello de estudios del castellano. EI primer estudio bibliogréfico orgénico se debe a Emilio Vaisse, “Bi- bliografia de D, Andrés Bello y de sus descendientes (1781-1916)", en Revista de Bibliografia Chilena y Extranjera, Santiago, Nos. 8 y 9, agosto- septiembre de 1917, en XX, 124 pp. Esta bibliografia fue adicionada, en 1966, por Guillermo Felii Cruz, en Estudios sobre Andrés Bello, Santiago, 1966, pp, 255-277. En 1928, la Revista Chilena, Santiago, XII, enero-febrero de 1928, inserta la “Bibliografia chilena sobre derecho internacional ¢ historia diplomatica hasta la muerte de don Andrés Bello’. No voy a registrar en esta nota, sino las bibliografias especificas de Bello, por lo que dejaré de lado las obras generales en las que consten menciones de obras de Bello, salvo las que contengan alguna porcién importante sobre el tema o signifiquen wn aporte de cierta entidad. Eugenio Orrego y Vicufia inserta un “Anexo bibliogrdfico de Bello’, pp. 375-384, en su estudio Andrés Bello publicado primeramente en Anales de la Universidad de Chile, Santiago, XCIII, 1935, impreso luego en volumen, que ha tenido varias reediciones posteriores. En 1940, ven la luz dos importantes contribuciones sobre la obra filolégica de Bello: una, de Rodolfo Oroz, “Bibliografia filolégica chilena Canalitico-critica)”, en el Boletin de la Academia Chilena correspondiente de la Academia Espafola, Santiago, VII (cuad. 25 y 26), 1940, pp. 61-168; otra, de Gui- Nlermo Rojas Carrasco, Filologia chilene. Guia bibliogrdfica y critice, San- tiago, 1940, 328 pp. xLIX En 1943, publiqué mi primer registro bibliografico, “Contribucién al estudio de Ja bibliografia caraquefia de Andrés Bello”, en el Boletin de la Academia Venezolana correspondiente de la Real Espanola, Caracas, N® 40, julio-setiembre de 1943, editado luego en opuisculo de 53 paginas. En 1947, inserté en Cultura Universitaria, N° 4, Caracas, noviernbre-di- ciembre de 1947, pp. 209-230, la monografia “Bibliografia de estudios sobre Andrés Bello”, Fn 1952 se publicé un “Catdlogo de la exposicién bibliografica de Andrés Bello”, inserto en el Primer libro de la semana de Bello en Caracas, 1952, pp. 329-352. En la edicién venezolana de las Obras Completas de Bello, en cada trabajo escrito del humanista —libro, folfeto, articulo 0 poema— consta la correspondiente anotacién bibliogréfica, que me ha correspondido redactar en toda ja coleccién, desde el primer volumen aparecido en 1951]. EI conjunto de las notas constituye un anidlisis biblioprafico de las obras de Bello, con extensa mencién de los estudios sobre sus escritos. En 1954, Rafael Torres Quintero publicé la “Bibliografia de Rufino J. Cuervo”, en el vol. II de las Obras, de B. J. Cuervo, Bogotd, 1954, pp. 1741-1817, con extensa referencia a Jas ediciones de la Gramdtica de Bello, con las anotaciones del fildlogo colombiano. En 1956, Martin Perea Romero editaba en multigrafo, el numero 1 febrero}, con bibliografta de trabajos sobre Andrés Bello, del Catdlogo analitico [de la] Hemeroteca de la Biblicteca Nacional, 118 paginas. En 1965, en Ja oportunidad del Primer Centenario de la muerte de Bello, aparccieron varias monografias bibliogréficas. En Chile, Manuel Cifuentes preparé el “Catdlogo de la exposicidn bibliografica, iconografica y de objetos personales de Andrés Bello, efectuada en la Biblioteca Na- cional, con motivo del Centenario de su fallecimiento. 1865-15 de oc- tubre - 1965", en Mapocho, N° 667, pp. 355-377. Alamiro de Avila Martel publica en Santiago, 1965, en la serie “Catd- logos de la Biblioteca Central de la Universidad de Chile”, la Coleccién de manuscritos. 1. Papeles de don Andrés Bello, 44 paginas, con la rela- cién de los documentos originales que conserva la Universidad. En Colombia, el Instituto Caro y Cuervo, de Bogota, publicé el opascu- lo Exposicion bibliogrdfica. Homenaje a don Andrés Bello en el centenario de su muerte, Bogota, 1965, 35 pp. En Argentina Horacio Jorge Becco publicé su “Contribucién a la bibliografia de Andrés Bello” en Cuadernos del idioma, Buenos Aires, 1, N@ 3, 1965, pp. 149-166. En Caracas, la Comision Nacional del Centenario edité el Catdlogo de la exhibicién en el Museo Bolivariano, Caracas, Sala Andrés Bello. Relacién de objetos, manuscritos y ediciones, en optisculo de 27 paginas. Yo publiqué una “Bibliografia de Andrés Bello”, en la Revista Nacional de Cultura, Ca- racas, N° 172, 1965, pp. 152-159, reproducida en Mapocho, Santiago, vol. 12, N° 3, 1965, pp. 332-354, con cl titulo de “Bibliografia sumaria de Andrés Bello”. En 1968, Martin Pérez Romero edita multigrafiada una bibliografia con el titulo de Andrés Bello, 108 hojas. Desde 1969, Angel Rad! Villasana esta dando a luz su monumental Ensayo de un repertorio bibliogrdfica venezolano Cahos 1808-1950), en varios tomos. En el J, pp. 314-333, consta la bibliografia de obras de Bello. En 1978 se ha publicado la excelente cbra de Horacio Jorge Becco, Fuentes para el estudio de la literatura venezolana, con Prdlogo mio, Ediciones Centauro, en dos tomos, con acopio de datos, al dia, sobre Andrés Bella. En este mismo aio de 1978, La Casa de Bello, en Caracas, ha editado mi opasculo Libros de Bello editados ex Caracas en el siglo XIX. 61 paginas. Esta enumeracién de repertorios bibliogrdficos de las obras de Andrés Bello, o sobre su vida y sus publicaciones, muestra que estas investiga ciones forman ya una tradicién en la cultura americana, B) EDICIONES DE OBRAS COMPLETAS DE ANDRES BFLLO La necesidad de compilar y publicar la totalidad de los escritos de An- drés Bello, se sintié en Chile, como acto de justicia y de homenaje a la memoria del humanista, gue habria producido la mayor parte de su obra cn Jos afios de vida en su segunda patria. Honra de veras al Consejo de Ja Universidad de Chile, el acuerdo tomado al dia siguiente del falleci- miento de quicn habia sido su Rector, desde el mismo momento de su refundacién en 1843. Los nombres de Diego Barros Arana y de los hermanos Amundtegui Aldunate, Miguel Luis y Gregorio Victor, y el del hijo de este ultimo, Miguel Luis Amundtegui Reyes, comprometen la gratitud de la posteridad. - En 1881, afo centenario del nacimiento de Bello, salieron los dos primeros tomos. Hasta 1893 fueron publicandose los volumenes restantes cn un total de guince volimenes, cuya relacién es la siguiente: 1. Filosofia del entendimiento. [Introduccién de Juan Escobar Palma]. 1881. XVIT+514 pp. Il. Poema del Cid. Introduccién de Baldomero Pizarro. 1881. XXVI-+ 588 pp. JH. Poesias. Introduccién de Miguel Luis Amunategui [Aldunate}. 1883, LXXXIV-+570 pp. IV. Gramutica de la lengua castellana. Introduccién de Francisco Vargas Fontecilla. 1883. XLI+494 pp. V. Opriscules gramaticales. Introduccién de Miguel Luis Amuna- tegui [Aldunate]. 1884. LXVII +507 pp. LI Vi. VU. VII. ix. XI. XI. XIil. XIV, XY. Opzsculos literarios y criticos, I. Introduccién de Miguel Luis Amunategui [Aldunate]. 1883. CXLIT+ 480 pp. Opisculos literarios y criticas. Il. Introduccién de Miguel Luis Amunategui [Aldunate]. 1884, CVII+476 pp. Opasculos literarios y criticos, 111. Introduccién de Miguel Luis Amundategui [Aldunate]. 1885. CVIII+ 482 pp. Optisculos juridicos. Introduccién de Miguel Luis Amundtegui [Aldunate]. 1885. CXXII1+508 pp. Derecho internacional. Introduccién de Miguel Luis Amuné- tegui [Aldunate]. 1886. XXXVI-+527 pp. Proyectos de Cédigo Civil. Intreduccién de Miguel Luis Amu- nategui {Aldunate]. 1887, XiII+622 pp. Proyecto de Cédigo Civil (1853). Introduccién de Miguel Luis Amundtegui Reyes. 1888. XVHI+640 pp. Proyecto inédito de Cédigo Civil. Introduccién de Miguel Luis Amundtegui Reyes. 1890. XLII+630 pp. Opusculos cientificos. Introduccion de Miguel Luis Amund- tegui Reyes. 1893. XLVIII+455 pp. Misceldnea. Introduccién de Miguel Luis Amunategui Reyes, 1893, XLVHI+ 455 pp. El humanista colombiano, Miguel Antonio Caro, gran conocedor y admi- tador de la obra de Bello, promovié desde 1881 la edicion de todas ias obras del ilustre caraqueno en la “Coleccién de Escritores Castellanos”, que publicaba en Madrid Mariano Catalina. Le acompaiaban en su em- pefio, Marcelino Menéndez Pelayo y Rufino José Cuervo. Aparecieron solamente siete volimenes, cuya relacién es la siguiente: MW. [IT] . (uy. Poesias. Precedidas de un estudio biogrdfice y critica, escrito por don Miguel Antonio Caro. Madrid, Editorial Hernando. impr. de D. A. Pérez Dubrull. 1882. LX + 330 pp.; 2 retratos grabades por Bartolomé Maura. Principios de derecho internacional. Nueva edicién ilustrada con notas por don Carlos Martinez Silva. Madrid, Impr. de A. Pérez Dubrull. 1883. 2 vols. 1: [VII]-XXXIII+ 357 pp. (Estado de paz). Il: 392 pp.+4 hs. (Estado de guerra), Optsculos gramaticales. Con una introduccién de Marco Fi- del Sudrez. Madrid. Imprenta y Fundacién de M. Tello, 1890-1891. 2 vols. [: 385 pp. COrtologia, Arte meétrica. Apéndices).-II: 400 pp. (Andlisis Ideoldgica, Compendio de gramatica castellana, Optsculos gramaticales). LEE [IV]. Gramdtica de la lengua castellana. Madrid, Editorial Hernan- do CTipogr. Sucesores de Rivadeneyra y Revista de Archivos), 1903-1905, 2 vols. En 1930, bajo los auspicios de la Universidad de Chile, se emprendié otra edicién de las Obras Corspletas de Bello, como simple reimpresién de la primera coleccién de Santiago de 1881-1893, sin otro cambio que dar distinta numetacién a los volimencs. Aparecieron solamente nueve tomos con pie de Editorial Nascimento, cuya relacién es la siguiente: I. Poesias. 1930. 692 pp.+1 hoja, Texto, pp. 1-626. Estudio de Miguel Luis Amunategui [Aldunate], pp. 627-692. ll. Grandtica de la tengua castellana. 1931. 492 pp. IIL. Proyecto de Cédigo Civil, Primer tomo. 1932. 608 pp. Intro- duccién, por Miguel Luis Amunategui {Aldunate], pp. 7-15. IV. Proyecto de Cédigo Civil. Segundo tomo. 1932. 632 pp. Pré- logo de Miguel Luis Amundtegui Reyes, pp. 7-18. V. Proyecto de Cédigo Civil. Tercer tomo (ultimo del proyecto de Cédigo Civil). 1932. 630 pp. VI. Derecho internacional. 1932. 581 pp. Introduccién de Miguel Luis Amundtegui [Aldunate], pp. 7-34. VIL. Opiisculos juridicos. 1932. 548 pp. Introduccién de Miguel Luis Amunategui [Aldunate], pp. €7)-106. VIII. Opdsculos gramaticales, 1933. 516 pp. Introduccién de Mi- guel Luis Amundtegui [Aldunate]. pp. €7)-66. IX. Opiisculos literarios. Tomo I. 1935. 540 pp. Introduccién de Miguel Luis Amunétegui [Aldunate}. €7)-122. LA EDICION DE VENEZUELA La edicién venezolana de las Obras Completas de Andrés Bello era un viejo proyecto de !a intelectualidad nacional y anhelo comin de todo el pais. En 1943, el Patronato Pro Estudios Andrés Bello, constituido por iniciativa privada en el Instituto Pedagdgico de Caracas, sefialé la publicacién de todos les escritos de Bello como un objetivo final de la preocupacién bellista. La idea pasé al mundo oficial mediante acuerdo de la Asamblea Nacional Constituyente, adoptado por unanimidad a proposicién de su Presidente, Dr. Andrés Eloy Blanco, en sesién del 27 de octubre de 1947. Liegé finalmente al terreno de la Administracién con el Decreto dictado el 27 de febrero de 1948, por el Presidente de Ja LI Repablica, don Rémulo Gallegos, en el cual se ordenaba la edicién revisada de las Obras Completas de Bello y se disponia la creacién de una Comi- sion Especial a la que se encomendaba el trabajo preparatorio y el de la edicién. En virtud del referida Decreto fue designada la Comisién Editora, integrada por Julio Planchart, como director, Augusto Mijares, Rafael Caldera y como secretario, Pedro Grases. A fines de 1948 fallecié don Julio Planchart, quien con lujo de capacidad y afecto por la obra, tuvo la direccién de la empresa como Ia ultima y mds grata tarea de su vida, y su muerte fue hondamente lamentada por sus companeros de labor. Desaparecia un hombre justo que habia ilustrado con su recto criterio los problemas de una edicién trascendental. Pasé Rafael Caldera a ocupar la direccién de la Comisién Editora y se designé para formar parte de la Comisién a Enrique Planchart, quien fallecié en 1953. Al iniciar la tarea de preparar las Obras Completas de Andrés Bello, no era posible imaginar el ctimulo de cuestiones a que seria necesario atender para resolver el complejo tejido de problemas que ja edicién de las obras de Bello suscitaba a medida que ibamos adelantando en nuestra empresa. Nuestro primer plan de trabajo, hecho sobre lo que era conocido al acometer nuestra obra, tuvo pronto que modificarse. Al profundizar en el estudio de la vida y los escritos de nuestro humanista, aparecieron claramente las considerables rectificaciones que era preciso hacer a las ediciones anteriores, La coleccién chilena, con todo y los honrosisimos merecimientos a que cs acreedora y que somos los primeros en proclamar, exigia un trato cuidadoso y atento, pees habian transcurrido setenta afios de su publicacién. No podian ni debian ser dejados de lado los nuevas conocimientos sobre Bello, y era inexcusable tratar los textos de acuerdo con las normas que aconseja la técnica moderna, desarrollada con poste- rioridad al tiempo de aguella edicidn. De ahi que nos viésemos en la necesidad de resolver un punto previo y de capital importancia. O se decidia a imprimir la obra de Bello como simple reedicién de los textos que proporcionaba la coleccién chilena, con otra ordenacién mas adecuada, con el obligado expurgo de lo repetido y con fa adicién de lo que no se habia incluide en ella; o sc emprendia una investigacién a fondo, con el fin de resolver hasta donde fuere posible todos los problemas de una nueva cdicién, como lo merecia su caracter trascendental para la bibliografia americana. Entendimes que el encargo del Gobierno de Venezucla nos obligaba con ef compromiso mayor. Y¥ nos dimos entonces a Ia tarea de agotar previamente todas las vias de inves- tigacién para entregar en cuanto fuere humanamente posible, una obra que fuese digna de la altura de los propdsitos nacionales. De ahi que la Comisién Editora se transformase, desde sus comienzos, en centro de LIv investigacidn, y estableciese una red de colaboradores en Venezuela, Chile, Inglaterra, Colombia, Pert, Ecuador, Espaiia, Estados Unidos, Francia, Argentina, Mexico, Italia, Canad, Cuba, Brasil y otros paises. He aqui la relacién de los tomos pubticados: 1. Porsias. Introduecion general y “Advertencia editorial”, de la Contisién Editora. Prdélogo de Fernando Paz Casti- Ilo, “Introduccién @ la poesta de Bello”, Caracas, 1952. exxxix, 757 pp. JI. Borraporzs px porsia. Prélogo por Pedro P. Barnola, “La poesia de Bello en sus borradores”, y “Advertencia editorial”, por 1a Comisién Editora. Caracas, 1962. cviii, 639 pp. Ili. Frcosovia. FIrosoFia DEL ENTENDIMIENTO Y OTROS ESCRITOS FILOSOFICOS. Prélogo de Juan David Garcia Bacca, “Introduccién general a las obras filosdficas de Andrés Bello”. Caracas, 1951. Ixxxi, 710 pp. WV. GramAtica, GRAMATICA DE LA LENGUA CASTELLANA DESTINADA AL USO DE Los AMERICANOS. Prélogo de Amado Alonso, “Introduccién a los estudios gramaticales de Andrés Bello”, y “Ediciones principales de la Grama tica de Andrés Bello”, por la Comision Editora. Caracas, 1951. xciii, 545 pp- V. EsTupios GRAMATICALES. Préloge por Angel Rosenblat, “Las ideas ortograficas de Bello”. Caracas, 1951. lxxxvii, 459 pp. VI. Estupios ritoiécicos J. PRINCIPIOS DE LA ORTOLO- GiA ¥Y METRICA DE LA LENGUA CASTELLANA Y¥ OTROS zsoriros. Prdlogo de Samuel Gili Gaya, “Introduccién a ios estudios ortoldgicos y métricos de Bello”, y “Adver- tencia editorial” por la Comisidn Editora. Caracas, 1955. exii, 601 pp. VII. Estupios rioLécicos Il. Porma pzL Cip ¥ OTROS EscRITOS. Prdloge de Pedro Grases. (En prensa). VIN. GRrAMATICA LATINA ¥ ESCRITOS COMPLEMENTARIOS. Prélogo y notas de Aurelio Espinosa Pélit, S. ]., “Bello latinista”. Caracas, 1958. ic, 656 pp. IX. Temas DE critica LITERARtA. Prologe de Arturo Uslar Pietri, “Los temas del pensamiento critico de Bello”, y “Advertencia editorial”, de la Comisidn Fditora. Caracas, 1956. lv, 784 pp. L¥ XT, XIL-XHI . XIV. XV. XVI. XVII, XVI. XIX. XXI-XXIE, XXHI-XXIV. Febrero, 1979, Derecuo INTERNACIONAL I. PRINCIPIOS DE DERECHO INTERNACIONAL ¥ ESCRITOS COMPLEMENTARIOS, Pro- logo de Eduardo Plaza A. Caracas, 1954, Ixvi, 689 pp. DerecHo Inrernactonan I]. Temas DE POLSTICA INTERNAGIONAL, “Advertencia editorial’, de la Comision Editora, Caracas, 1959. xiii, 666 pp. Cépico Civ. pe 1a Repdztica pe Cure. Texto concordads con los distinios proyectos de Bello, “Intro- duccién y notas de Pedro Lira Urquieta, y “Advertencia editorial” de la Comision Editora. Caracas, 1954. I, Ixx, 619; Ii, 1148 pp. DERECHO ROMANO. “Introduccién” por Hessel E. Ynte- ma. “Advertencia editorial’, por la Comisién Editorg, Caracas, 1959. Ixv, 510 pp. TEMAS JUR{DICOS ¥ SOCIALES. Prélogo de Rafael Cal- dera. (En prensa). TEXTOS Y MENSAJES DE GOBIERNO. Prélogo de Gui- llermo Feli#i Cruz, “Andrés Bello y la administracion publica de Chile”, y “Advertencia editorial”, de ia Co- misidn Editora, Caracas, 1964. xciv, 699 pp. Lagor =n EL SENADO DE CHILE CDISCURSOS$ Y ESGRI- Tos). Recopilacién, prdlogo y notas de Ricardo Donoso, y¥ “Advertencia editorial”, de lg Comisién Editora. Cara- cas, 1958. exxx, 989 pp. TimAs pE EDUCACION. (En prensa). TEMAS DE HISTORIA ¥ GEOGRABIA. Prdlogo de Mariano Picén Salas, “Bello y la Historia”, y “Advertencia edito- rial”, de la Comisién Editora. Caracas, 1957, Ixiv, 572 pp. CosMOGRAFiA Y OTROS ESCRITOS DE DIVULCACION clentirica. Prdlogo y notas de F. J. Duarte. Caracas, 1957. lii, 737 pp. DeREGcHO INTERNACIONAL CIII y IV). Documentos DE LA CANCILLERIA CHILENA. Prdlogo de Jorge Gamboa Correa, “Andrés Bello en la Cancilleria de Chile". Cara- eas, 1969. T, ccexi, 264: ID, 534 pp. Episrotario. (En preparacién). LVI CRITERIO DE ESTA EDICION Para Ia presentacién antolégica de la Obra Literaria de Andrés Bello, se han escogido los textos mds expresivos a fin de dar idea suficiente en tres aspectos de la extensa produccién de escritos de nuestro humanista. Los tres campos son: Poesia Critica literaria, y Estudios gramaticales y lingitisticos La seleccién de la obra en verso no presenta mayor problema, pero si es dificil deslindar con precisién Ios temas de critica, en un autor como Andrés Bello, dada la finalidad educativa que constituye el comin denominador de toda su prosa, pues en la exégesis de obras de historia, de filosofia, de derecho o pedagé- gicas, podriamos hallar igualmente manifestaciones de anilisis de valores estéticos que permitirian incluir determimados articulos en el rubro de Ja critica literaria- Pero, las limitaciones y caracteristicas de las cempilaciones antolégicas nos han inducido a limitar las selecciones, que agui incluimos, de acuerdo con los temas de los libros que comenta Andrés Bello, que son Ios que integran el volumen Ix de la edicién de las Obras Completas (Caracas, 1956). Creemos, con todo, que dan suficiente ilustracién para percatarse dei pensamiento de Bello como eritico de literatura. La seleccién de estudios gramaticales y lingilistices tampoco es asunto sencillo, puesto que cualquier via selectiva, de as muchas que ensayamos, dejaba siempre parcialmente ilustrado e] vasto temario que en Gramatica y en Ortologia y Métrica, asi como en el de los estudios de lengua y versificacién en los monumentos primitivos de la historia del lenguaje y la literatura, debiamos dejar cumplidamente atendidos para dar una informacién cabal de tan valiosa faceta de la labor de Bello. Se dan en su integridad unos cuantos articulos monograficos sobre tales temas. Con el reconocimiento de los escollos que tamafio compromiso entrafia, se ofrece en estas tres secciones de los escritos de Bello —poesia, critica y estudios gramati- cales y lingiisticos— Ia presente seleccién. LVI Poesia. Hemos partido de la natural distribucién de les povmas de Bello, en Jas tres claras ctapas de su vida: Caracas (-1810); Londres (1810-1829); y Chile (1829-1865). Ademés, corresponden a tres periodos, bastante definides, en la produccién poética de nuestro autor. a) Tel tiempo del Bello juvenil, en Caraeas, se recogen cuatro peemas, expre- sivos de Ja creacién pottica de esta primera etapa: El Anauco, romancillo, gene- ralmentc datado hacia 1800, gue ha de ser uno de los primeros ensayos persa- nales de Bello; Venezuela consolada, pivza dramatica, representable, que habra Hegado probablemente a las tablas, en 1804, durante la estancia de Balmis cn Caracas; y ta Mgloga Tirsis, habitador def Tajo umbrio, subtitulada “Imitacién de Virgilio"; y A la nave, subtitulada “Oda imitada de la de Horacio, O navis, re- ferent”. Con ello se da muestra del estro del poeta en Jos versos originales y en los que nacian de] propésito de adaptar a cldsicos de la latinidad. b) De los dias de estancia cn Londres, sc han seleccionado, desde luego, los dos poemas mavores, las Silvas Alocucidn a Ia poesia y La Agriculiura de la Zona Vaérrida; el soncto Dios me tenga en gloria, publicado cn 1819; v dos poemas patristicns, Himne a Colombia, dedicado a Simén Bolivar, y la Cancién a la diso- lucién de Colombia, como poemas originales. c) Del periodo chilena se reproducen algunos poemas originales: El incendio de la Compattia (1841), La Moda (1846?}, Fl Céndor y el poeta, Las Ovejas y El Proscrito, que corresponden a cuatro motivos de inspiracién distintos. Y, fucgo, cuatro adaptaciones o recreaciones de pocmas de Victor Hugo, como testimonio de una particular accién literaria de Beilo: Los fantasmas; A Olimpio; Los duendes; y La oracidn por todos, considcrada como verdadera creacién personal de nuestro poeta. las notas a cada poema y las variantes de redaecion constan, con la debida correlacion de Hamadas, en las paginas 165 y siguientes, en la misma forma como las redacté para la edicién del tomo dc Poestas, en el vol. I de Ja edicién de Obras Conipietas de Bello (Caracas, 1952}. Critica Literarta. Los articulos de critica de obras literarias, reproducidos en su integridad, corresponden al periodo de Londres, los seis primeros; y al de Chile, Jos trece restantes. La variedad temitica de las publicacioncs comentadas por Bello nos presenta una gama de intcreses muy extcnsa que permite conocer la amplitud de lecturas a que nuestro humanista dedicd su atencién. Del tiempo de Caracas, no conocemos nota critica alguna. Las notas a las monografias incluidas en esta seecidn constan en las péginas 407 y siguientes de la presente edicién, con Jas correspondientes Ilamadas al pic de cada titulo, Estudios Gramaticales y Lingiiisticos. “También se reproducen intcgramente los articulos y monografias de Bello, correspendientes a csta seccién. Iniciada con la Andlisis idcoldgica de Ios tiempos de la comjugacién castellana Cobra de antes de 1810, aunque publicada en 1841), en la primera parte se incluyen dos articulos de gcamatica y lexicolegia, para seguir luego con uma seleccién de estudios, pu- blicados en su mayoria en Londres, sobre versificacién primitiva del castellano y algunas notas dc Ienguaje medieval. Cierra Ja seccién Ja reproduccidn de tres prologos a obras mayores de Bello en este campo: Principios de Ortologia y Métrica de'la lengua castcllana; Gramdtica de fa lengua castellana, dedicada al uso de los americanos; y ¢] Prdlogo al Poenta del Cid. LVL Las notas correspondientes a esta terccra parte, constan en las paginas 579 y siguientes de la presente edicién. Fueron redactadas por mi para la edicién de las Gbras Completas de Caracas, salvo las que aparecen con las iniciales A.R. que son de Angel Rosenblat. Febrero, 1979 PG. LIX POESIA 10 15 20 25 EL ANAUCO Irrite la codicia por rumbos ignorados a la sonante Tetis y bramadores austros; el pino que habitaba del Betis fortunado las margenes amenas vestidas de amaranto, impunemente admire jos deliciosos campos del Ganges caudaloso, de aromas coronado, Tu, verde y apacible tibera del Anauco, pata mi més alegre, que los bosques idalios y las vegas hermosas de la plicida Pafos, resonarés continuo con mis humildes cantos; y cuando ya mi sombra sobre el funesto barco visite del Erebo los valles solitarios, en tus umbrias selvas y retirados antros erraré cual un dia, tal vez abandonanda la silenciosa margen 3 30 de los estigios lagos. La turba dolorida de los pueblos cercanos evocara mis manes con fastimero Jlanto: 35 y ante la triste tumba, de funerales ramos vestida, y olorosa con perfumes indianos, dir Norando Filis: 40 “Aqui descansa Fabio”, jMil veces venturoso! Pero, tu, desdichado, por barbaras naciones Jejos del clima patric 45 débilmente vaciles al peso de los aiios. Devoren tu cadaver los canes sanguinarios que apacienta Caribdis 50 en sus rudos pefiascos; ni aplaque tus cenizas con ayes lastimados ia pérfida consorte ceftida de otros brazos. VENEZUELA CONSOLADA PERSONAS VENEZUELA. EL TIEMPO. NEPTUNO El teatro representa un bosque de drboles del pais ESCENA PRIMERA Venezuela aparece en actitud de tristeza VENEZUELA —Errante pasajero, dime en qué triste sitio contemplaron tus ojos un dolor semejante al dolor mio? 4 5 10 15 20 25 30 35 40 Tu, que en mejores dias viste el hermoso brillo con que Naturaleza estenté su poder en mis dominios, hoy a los dolorasos acentos con que explico al universo todo mis desventuras, une tus gemidos. .. Afortunados dias de gozo y regocijo, estacién de abundancia, alegre imagen del dorado siglo, {Qué pronto en noche oscura os habéis convertido! {Qué tenebrosa sombra sucede a vuestre lustre primitivo! ESCENA SEGUNDA Dicwa, EL TieMrPo EL TIEMPO —Desusados clamores en el feliz recinto de Venezuela escucho; antes todo cra canticos festivos; mas ya no se percibe el acorde sonide de gratos instrumentos, ni de danzas alegres el bullicio. Por todas partes, oigo sdlo quejosas gritos y lastimeros ayes; pavor, tristeza, anuncia cuante mira. Deliciosas provincias, frondoso y verde hospicio de la rica Amaliea, «qué se hicieron, decidme, ios corrillos de zagalas, alcores de pastores festivos. que hacian a la tierra envidiar vuestro jubilo continuo? Pero sobre la alfombra de este prado mullido, 5 45 50 55 60 65 70 75 80 a Venezuela misma, si no me engafia la aprehcnsién, diviso. Venezuela es sin duda... y su rostro abatido, sus inméviles ojos de profunda tristeza dan indicios. Diosa de estos confines, équé funestos motivos a tan fatal extremo de afliccién y dolor te han compelido? éNo eres ti Venezuela? Falta acaso a tus hijos del espafiol monarca Ja amorosa tutela y patrecinio? VENEZUELA —Si por ventura guardas ioh Tiempo! en tus archives la historia de infortunios que puedan compararse con los mics; si tan Iigubre escena vieron jamés los siglos, condena entonces, Tiempo, el extremo de angustia en que me miro. Las atroces viruelas, azote yengativo de los cielos airados, ejercen su furor sobre mis hijos. La atmésfera prenada de vapores malignos, propaga a todas partes con presteza terrible cl exterminio. En las casas y calles, y sobre el sacro quicio de los templos, se miran caddveres sin niimero esparcidos. Del enfermo infelice, huyen despavoridos cuantos en su semblante ven de la peste el negra distintivo. jQué ldgubres objetos! Aquél deja al recinto de sus lares impuros una familia, y busca en los pajizos 6 85 90 95 100 105 110 115 120 campesinos albergues un saludable asilo; mas alld, separado del seno de la madre el tierno nijfic, y al degredo por manos extrafias conducido, el maternal socorro implora en vano con agudos gritos. Aqui expira el anciano sin el pequefo alivio de que cierre siquiera sus failecientes parpados el hi. Alli noto que arrojan al hoya confundidas en espantosa mezcla con caddveres yertos cuerpos vives, Pues cémo, cuando escenas tan tristes examine, te admiras de que acuda Ilanto a los ojos y a la voz quejido? EL TIEMPO —WNo, Venezuela, nunca mas fundado motivo las lagrimas tuvieron, que el que tienen las tuyas; desde el sitio de brillantez y gloria a que los beneficios del trono te ensalzaron, hoy te despeiia al mas profundo abisrno, de horrores y miserias, ese contagio impio que tus hijos devora, esas viruelas cuyo aguda file por todas partes lleva el luto, el exterminio, y en soledades vastas deja tus territorios convertidos. Llora, pues, tu miseria, Hora tu lustre antiguo y tus pasadas glorias, de que estaba envidioso el cielo mismo. 7 125 Laméntate en buen hora; a tu dolor crecido. Venezuela, no pueda yo mismo, siendo ef Tiempo, dar alivio, y asi... Pero gqué escucho? (Se oye mitsica alegre). VENEZUELA 130 —¢Suefio, cielos? EL TIEMPO —¢Delirio? VENEZUELA —iNo siento alegres vaces? EL TIEMPO —Regocijados sones no percibo? CORO —Recobra tu alegria, Venezuela, pues en tu dicha el cuarto Carlos vela. UNA VOZ 135 —1A las prévidas leyes del mejor de los reyes debias ta riqueza, Ja cultura, la paz apetecida! Hoy la salud, la vida, 140 dadivas son también de su ternura. CORO —Recobra tu alegria, Venezuela, pues en tu dicha el cuarto Carlos vela. 8 145 150 155 160 165 VENEZUELA —No sabremos decir de dénde vienen tan gozosos acentos? EL TIEMPO —Apartando los enramados 4rboles, camina hacia nosotros, con ligero paso, un incégnito mumen. Su cabello humedas gotas vierte, y coronado esta de algas marinas; pero juzge reconocerle ya, pues en las manos conduce el gran tridente. ESCENA TERCERA Dicuos, NEPTUNO NEPTUNO —Mi venida es a daros consuclo. Cese el Ianto. La queja interrumpid. Yo soy el numen a quien presta obediencia el mar salado; Neptuno soy, que... VENEZUELA (con espanto) —Vete de mis ojos; para siempre, retirate. El amargo conflicto en que me miras, ide quién vino, sino de ti? Mi doloroso estado otra causa no tiene que tu solo; al dulce abrigo del monarca hispano, venturosa y pacifica vivia, las plagas y los males ignorando que al resto de la tierra desolaban. Su nombre augusto en inmortales cantos bendecir, celebrar sus beneficios, era la ocupacién, era el cuidado que cl cielo me imponia. Los favores gozaba alegre de su regia mano, 9 170 175 180 185 190 195 200 cuando en intaustas naves me trajiste de las viruclas el atroz contagio. eCémo pretendes, pues, que Venezuela sin turbacién te mire y sin eSpanto? NEPTUNO —Tus lagrimas enjuga, Venezuela; los cielos de tu pena se apiadaron; ya ne verds a tus dichoses hijos con tan horrenda plaga serialados; ya Carlos de tus pueblos la destierra para siempre. VENEZUELA —jQué dices! :Puede acaso el humano poder?. . . NEPTUNO —Escucha atenta los beneficios de tu angusto Carlos. ¥ tu, Tiempo, conserva en tus archivos para siempre el mas grande y sefialado suceso que jamas vieron los siglos desde que su carrera comenzaron. En Ja fértil provincia de Glocester, a la orilla del Tamesis britano, aparecieron de repente heridos de contagiosa plaga los rebajfios. A Tes cuerpos pasé de los pastores el nuevo mal; y cuando los humanos el nimero juzgaban de las pestes por la divina célera aumentado, notaron con asombro que venia en aquel salutifera contagio encubierto un feliz preservativo que las negras viruelas respetaron. Jenner tuve la dicha de observarle; y de su territorio en pocos afios, desterré felizmente las viruelas, el contagio vacuno propagande. éQué acogida imaginas que daria la ternura benévola de Carlos 10 205 210 215 220 225 230 235 240 al gran descubrimiento que liberta a sus queridos pueblos del estrago de las negras viruelas? Al momento escope profesores ilustrados y un sabio director cuyas fatigas Ilevan hasta Jos puertos mas lejanos de sus dominios el precioso fluido que de viruela libra a los humanos. Si, Venezuela; alégrate; tus playas reciben hoy el venturoso hallazgo de Jenner, que te envia, como muestra de su regia bondad, tu soberano. Hallazgo que tus hijos te asegura, que de vivientes lena los poblados, que libra de temores la belleza; y, dando a la cultura nuevos brazos para que en tus confines amanezcan dias alegres, puros, sin nublados, el gozo te dard con la abundancia, y la felicidad con el descanso. VENEZUELA —-jOh gran Dios! ¢Conque al fin las tristes quejas de Venezuela a tu mansién Megaron? éConque nos miras ya compadecido? Al Eterno cantad regocijados himnos, joh pueblos! que debéis la vida y la salud a su potente brazo; que resuene su nombre en las eternas bévedas; y después que el holocausto de gratitud ante su trono excelso haydis humildemente tributado, haced también sinceras expresiones de reconocimiento al soberano. Del mas cumplido gozo dad sefiales, y publicad en otro alegre canto Ja gran ventura de que sois deudores a su paterno, cuidadoso amparo. EL TIEMPO —2Y nosotros qué hacemos, que en tal dia todos nuestros esfuerzos no juntamos para sclemnizar el beneficio 11 245 250 255 260 265 270 275 que recibe este pueblo de sus manos? A ti, Neptuno, el cetro de los mares los supremos destinos cntregaron. Pomona enriquecié de bellos frutos, Venezuela, tu clima afortunado; y yo, que soy e] Tiempo, a mi capricho rijo las estaciones y Ios afios. éPor qué, nuestras funciones reuniendo, suceso tan feliz no celebramos? NEPTUNG —Tienes razén; aguarda. Roncos vientos que sublevdis con vuestro soplo airado las bramaderas ondas, tempestades, furiosos huracanes, sosegaos, y en el imperio todo de las aguas, fa dulce calma reine y el descanso; respetad este dia venturoso; y dondequicra que miréis [as naos de la dichosa cxpedicién que trac tantos biencs al suelo americano, callad y respetadla. — Habitadoras de los marinos, hiimedos palacios, rubias Nereidas, que de frescas ovas llevdis vuestro cabeilo coranado, formad alegres danzas; y vosotras, blancas Sirenas, que adormis cantando al navegante, haciendo que le sca grato el mortz, dulcisimo el naufragio, entonad himnos nuevos, y acompafien los roncos caracoles, vuestro canto, los méviles Tritones difundiendo alegres ecos por el vasto espacio. CORO DE NEREIDAS -—El reino de Anfitrite con jubilo repite el nombre sicmpre amado de Carlos Bienhechor. 12 380 285 290 295 300 305 310 CORO DE TRITONES —Y¥ luego que le escucha se aplaca el Ponto undoso, y el austro proceloso refrena su furor. EL TIEMPO —Y¥o de notables hechos la memoria a las edades venideras guardo, y fama doy gloriosa al buen monarca, al gran guerrero y al ministro sabio; mas a los beneficios distinguidos que [a suerte del hombre mejoraron, doy un lugar brillante en mis anales, y en inmortalizarlos me complazco. Por mi suena en la tierra todavia el nombre de los Titos y Trajanos, y sonara mientras de blandas fibras tenga el hombre su pecho organizado. Yo daré, pues, a tu feliz memoria, Carlos augusto, un eminente rango; y al lado de Ias tuyas las acciones de los Césares, Pirros y Alejandros, quedaran para siempre oscurecidas. . . Siglos futures, a vosctros llamo: salid del hondo seno en que os oculta a la penetracién de los humanos el velo del destino; y a presencia de Venezuela, pronunciad Jos cantos con que haréis resonar en algiin tiempo el claro nombre del augusto Carlos, Celebre con eterna aclamacién el hombre el siempre claro nombre de Carlos Bienhechor. Jamas el merecido titulo que le damos sepulte en el olvido e] ticmpo destructor. 13 315 320 325 330 335 340 VENEZUELA —Y¥ yo que el testimonio més brillante debo hacer de ternura al soberano, equé mejor alabanza puedo darle, qué monumento més precioso y grato levantar a sus ojes, que su nombre con indelebles letras estampado en los amantes pechos de mis hijos? Si, ya te ofrezeo, yo te juro, Carlos, que guardaraén los pueblos tu memoria, mientras peces abrigue el mar salado, cnadripedos la tierra, aves el aire, y el firmamento luminoses astros. Yo te ofrezeo cubrir estos dominios de eelosos y ddciles vasallos, que funden su ventura y su alegria en prestar obediencia a tus mandatos. Te ofrezco derramar sobre estos pueblos, gue tus leyes respetan prosternados, fecundidad, riqueza y lozania, dorados frutos, nutritivos granos. Yo te juro también que con perenne aclamacidn repetiran sus labios: “(Viva el digno menarca que nos libra de las viruelas! {Viva el cuarto Carlos!” Hombre, mujer, infante, tode mortal que pise estos confines, cante a Carlos Bienhechor. Publique Venezuela que quien de nuestro clima Janzé la atroz viruela, fue su paterno amor. (Se repite). EGLOGA Imitaciin de Virgilio Tirsis, habitador del Tajo umbrio, con el més vivo feego a Clori amaba; a Clori, que, con nistico desvio, las tiernas ansias del pastor pagaha. 14 10 15 20 25 30 35 40 La verde margen del ameno rio, tal vez buscando alivio, visitaba; y a la distante causa de sus males, desesperado enviaba quejas tales: No huye tanto, pastora, el corderillo del tigre atroz, como de mi te alejas, ni teme tanto al buitre el pajarillo, ni tanto al voraz lobo las ovejas. La fe no estimas de un amor sencilio, ni siquiera, inhumana, oyes mis quejas; por ti olvido las rusticas labores, por ti faébula soy de los pastores. “Al cabo, al cabo, Clori, tu obstinada ingratitud me causard la muerte; mi historia en esas drbcles grabada dira entonces que muero por quererte; tantos de quienes eres adorada leerdn con pavor mi triste suerte; nadie entonces querra decirte amores, y execrardn tu nombre los pastores, “Ya la sombra del bosque entrelazado los animales mismos apetecen; bajo el césped que tapiza el prado, los pintados Iagartos se guarecen. Si afecta las dehesas el ganado, si Ja vifia los pajaros guarnecen, yo solo, por seguir mi bien esquivo, sufro el rigor del alto can estivo. “Tu mi amor menosprecias insensata, y no falta pastora en esta aldea que, si el nudo en que gimo, un dios desata, con Tirsis venturosa no se crea. éNo me fuera mejor, di, ninfa ingrata, mis obsequios rendir a Galatea, o admitir los halagos de Tirrena, aunque rosada tu, y ella morena? “¢Acaso, hermosa Clori, la nevada blancura de tu tez te ensoberbece? El color, come rosa delicada, a la menor injuria se amortece. 15 45 50 55 60 65 70 75 80 La pdlida violeta es apreciada, y languido el jazmin tal vez fallece, sin que del ramo, que adornaba ufano, las ninfas le desprendan con su mano, “Mi amor y tu belleza maldecia, tendido una ocasién sebre la arena, y Tirrena, que acaso me veia, —joh Venus, dijo, de injusticias Hena; lejos de unir las almas, diosa impia, las divide y separa tu cadena!... De Clori sufres tui las esquiveces, y yo te adoro a ti que me aborreces.— “jAh! No sé por qué causa amor tan fino puede ser a tus ojos tan odioso; cualquier pastor, cuando e] rabel afino, escucha mis tonadas envidioso. iNo cubre estas praderas de contino mi candido rebafio numeroso? éAcaso en julio, o en el crudo invierno, me falta fruto sazonado y tierno? “Ni tampoco es horrible mi figura, si no me engano al verme retratado en el cristal de esa corriente pura; y a fe que a ese pastor afortunado que supo dominar alma tan dura, si a competir conmigo fuese osado, en gentileza, talle y bizarria, siendo ti misma juez, le excederia. “Ven a vivir conmigo, ninfa hermosa; iven! mira las Driadas, que te ofrecen en canastos la esencia de la rosa, y para ti los campos entiquecen. Para ti sola guardo la abundosa copia de frutos que en mi huerte crecen; para ti sola el verde suelo pinto con el clavel, la viola y el jacinto. “Acuérdate del tiempo en que solias, cuando nifa, venir a mi cercado, y las tiernas manzanas me pedias ain cubiertas del vello delicado. 16 85 90 95 100 105 110 115 Desde la tierra entonces no podias aleanzar el racimo colorado; y después que tus medios apurabas, mi sacorro solicita implorabas. “Entonces era yo vuestro caudillo, mi tercer lustro apenas comenzado, sobresaliendo en el pueril corrillo, como en la alfombra del ameno prade descuella entre las yerbas el tomille. Desde entonces Amor, Amor malvado, me asestaste traidor la flecha impia que me atormenta y hiere noche y dia. ‘Ah! Tu no sabes, Clori, qué escarmiento guarda Jove al mortal ingrato y duro; hay destinado sélo a su tormento en el [ébrego Averno un antro oscuro; en su carne cebado, un buitre hambriento le despedaza con el pico impure, y el corazén viviente devorade padece a cada instante renovado. “Mas, jay de mi! que en vano, en vano envio a la inhumana mi doliente acento. 2Qué delirio, qué suefio es este mio? Prender guise la sombra, aiar el viento, seguir el humo y detener el rio. Y mientras lo imposible loco intento, tengo en casa la vid medio podada, y en el bosque la grey abandonada. "zQué fruto saco de elevar al cielo esta continua ligubre querella? Ni encender puedo un corazén de hielo, ni torcer cl influjo de mi estrella. Si Clori desestima mi desvelo, sabra premiarle otra pastora bella. Ya baja el sol al occidente frio; vuelve, vuelve al redil, ganado mio”. 17 A LA NAVE Oda imitada de la de Horacio o Navis, Referent 10 15 20 25 30 ¢Qué nuevas esperanzas al mar te llevan? Torna, torna, atrevida nave, a la nativa costa. Atm ves de la pasada tormenta mil memorias, éy ya a correr fortuna segunda vez te arrojas? Sembrada esta de sirtes aleves tu derrota, do tarde los peligros avisara Ja sonda. jAh! Vuelve, que atin cs tiempo, mientras el mar las conchas de Ja ribera halaga con apacibles olas. Presto erizando cerros vendra a batir las rocas, y ndufragas reliquias hara a Neptuno alfombra. De flimulas de seda la presumida pompa no arredra los insultos de tempestad sonora. éQué valen contra el Euro, tirano de las ondas, las barras y leones de tu dorada popa? ¢Qué tu nombre, famoso en reinos de la aurora, y donde al sol recibe su cristalina alcoba? 18

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