ANDRES BELLO
OBRA
LITERARIAPROLOGO
LAS MUSAS Y EL ESTUDIO
La Gran PorcION de la tierra que habla castellano en un grupo de
“naciones de origen espafiol derramadas sobre los dos continentes”, en el
viejo y en el nuevo mundo, ha proclamade la obra de Andrés Bello
(Caracas, 1781 - Santiago, 28655, como uno de los aportes fundamen-
tales a Ja accién definidera y civilizadora en ¢l mundo contempordneo,
desde la época de la Emancipacién hispanoamericana hasta nuestros dias.
Si en vida, el magisterio de Bello, ejercido principalmente desde la Re-
publica de Chile a partir de 1829 hasta su muerte, fue ampliando
Progresivamente su influencia més alld de las fronteras chilenas en las
sociedades hispanoamericanas y en la misma Espatia, hoy dia lo vemos
consagrado come el Primer humanista de América, en la denominacién
que se me ocurrié darle en uno de mis primeros libros, publicado en
Buenos Aires, en 1946. La inmensa tarea que se echd sobre sus hombres
en favor de Ja educacién de sus hermanos del Continente cuajé en la
conciencia de los pueblos americanos, hasta ser considerado actualmente
como modelo y ejemplo para la forja de la cultura propia.
Correspondié la infancia y juventud de Bello a las nitimas tres déca-
das coloniales hasta 1810 y, luego, compartir el periodo de la Indepen-
dencia, cuande los paises integrantes del extenso dominio colonial
espafiol, lucharon para lograr la afirmacién del ser nacional y se consti-
tuyeron en sociedades emancipadas. Lograda la independencia politica,
los nuevos estados debian crear por su propia cuenta las bases de orga-
nizacién politica, social, juridica, cultural, administrativa y econdémica,
en el 4mbito de cada nacién y en el orden internacional, con nuevas
normas y nuevas gentes que no habian participado hasta el momento en
la direccién de los asuntos publicos. Decididos, ademas, por les princi-
pios de ordenacién republicana, no tenian otro precedente que el sistema
norteamericano, de espiritu distinto al que requerian las comunidades
de origen hispdnico. Los hombres de 1630 se enfrentaron a una tarea
™gigantesca, a la que dedicé Bello, con fervoroso ahinco su extraordinaria
capacidad, Las necesidades de las nuevas naciones planteaban una plu-
ralidad de problemas que debian acometerse en toda su amplitud y
complejidad a fin de dar cardcter, fundamento y sentido a lo que acor-
dasen los nuevos estados. De ahi que emprendiera su labor poligrafica
en variados campos de accién intelectual y veamos la impresionante
gama de materias a que dedied Bello su obra civilizadora: creador de 1a
administracién publica, legislador, periodista, gramético, jurista, literato,
internacionalista, critico, historiador, filésofo, divulgador cientifieo, en
una palabra, educador en su mds amplio significado, y, especificamente
como maestro, llegar a ser el refundador del centro de ensefianza, que
fue la Universidad de Chile.
Tamajio propésito, exigido a una sola vida, hubiese excedido las fuer-
zas de cualquier hombre comun, pero Andrés Belle, quien habia iniciado
sélidamente su preparacién en los dltimos treinta arios del régimen colo-
nial en la ciudad de Caracas y habia ampliado el horizonte de sus medi-
taciones cn casi veinte afios de residencia en Londres, regresé a suelo
americano casi de 50 afios de edad en condiciones excepcionales para
intentar la obra que le ha consagrado como patriarca de la civilizacién
de la América espafiola.
Nos toca ahora presentar al literato (poeta, critico y lingilista), faceta
de dificil separacién de Ja obra conjyumta de Andrés Bello. Quien pro-
clamé en el momento mds solemne de Ja existencia, cl de la inauguracién
de Ja Universidad de Chile el 17 de septiembre de 1843, a los 62 afios
de edad, en Ja plenitud de su fuerza intelectual, que “todas las verdades
se tocan, desde Jas que formulan el rumbo de los mundos en el pidlaga
de los espacias... hasta las que dirigen y fecundan las artes”; quien se
preguntaba a continuacién, al plantearse los adelantamientos en todas
das lineas, “tA qué se debe este progreso de civilizacién, esta ansia de
mejoras sociales, esta sed de libertad? Si queremos saberlo, comparemos
a la Europa y a nuestra afortunada América, con les sombrics imperios
del Asia, en que el despotismo hace pesar su cetro de hierro sobre los
cuellos encorvades de antemano por la ignorancia, o con las hordas afri-
eanas, en que el hombre, apenas superior a los brutos, es, como ellos,
un articulo de trafico para sus propios hermanos, :Quién prendié en la
Europa esclavizada las primeras centellas de libertad civil? gno fueron
las letras? ano fue la herencia intelectual de Grecia y Roma, reclamada,
después de una larga época de oscuridad, por el espiritu humano?”.
Es claro, pues, que las letras som a juicio de Bello, el centro, eje y
fuerza motriz de lo que denominamos cultura, en su significado integral
y totalizador.A la aprehensién y ejercicio de la creacién literaria —-como porcién
del concepte “letras”, entregé, con entusiasmo, alegria y perseverancia,
la poderosa atencién de su talento. Las bellas letras, la obra literaria, fue
una continua devocién en Bello, aunque consciente de que no era més
que dedicacién parcial. Ya en Caracas, en la oportunidad de aspiar al
cargo de Oficial II de la Capitania General, en 1802, a sus 21 afos de
edad, consta el testimonio relative al joven Bello, por parte del Secre-
tario de la Presidencia de la Capitania, Don Pedro Gonzdlez Ortega:
* _.se ha dedicado por su particular aplicacién al de Ja bella literatura
con tan ventajoso éxito que Ja opinién publica y de los inteligentes Je
recemiendan como sujeto que tiene Jas cualidades necesarias para ser
Util al real servicio en esta carrera, aun en cualquier otra que se le des-
tinara”.
En str primera mocedad ef culte a la creacién literaria habia prendido
en el alma del caraquefio en forma tal que con sus escritos habia adqui-
rido firme prestigio en la sociedad de la Caracas colonial, tan distinguida
con notables escritores.
Ser4 siempre muy parce Andrés Bello para hablar de si mismo. Pocas
referencias autobiograficas hallamos en su extensa obra escrita, pero en
Ja correspondencia es posible encontrar algunas indicaciones, acerca de
To que signified en su vida el cultivo de Ia literatura. De los varios testi-
monios, escojo algunos que nos sefalan su vocacién por Ja prosa y el
verso.
Por ejemplo, en 1824, a los 43 afios de edad, cuando habfa empe-
zado a dar en la Biblioteca Antericana, poesias y articulos de critica, le
escribe a Pedro Gual: “..-he cultivado desde mi nifiez las humani-
dades: puedo decir que poseo las matematicas puras. ..”. “Ud. no ignora
mis antiguos hdbitos de estudio y laboriosidad, y los que me han cono-
cido en Europa, saben que los conservo y que se han vuelto en mi,
naturaleza”. “He pasade una vida laboriosa, pero en medio de mis afanes
ke tenido buenos amigos aun entre Ja clase mds distinguida de este pais;
he disfrutado los placeres de la vida doméstica, aunque interrumpidos a
veces.por las pensiones de la humanidad: y he hurtado a mis ocupaciones -
no pocos ratos para dedicarlos a las musas y al estudio”. Confesién pala-
dina de cémo perseveraba en la vocacién por la literatura.
En otro texto, recién localizado, consta la explicacién rotunda de su
concepta de poeta, en el sentido de que para serlo requiere necesaria-
mente una entrega total, que no fue ciertamente el caso de Bello. En
carta a Juan Maria Guticrrez, literato argentino de notable personalidad,
le escribe Belle desde Santiago, en 1845, a los 64 afios de edad:
Siento mucho que Wd. se vea también por falta de tiempo en la nece-
sidad de decir adiés a las musas; pero la verdad es que estas divinidades
son celosas y no se contentan con rates perdidos o robados a otras ocupa-
ciones; no gustan de dividir su imperio y quieren al hombre todo entero.
x1Yo no recuerdo ningin poeta de primer orden que haya sido otra cosa
que poeta. El gran mundo, el bullicio de los negocios, y sobre todo de
los negocios publicos, tan favorable a la oratoria, no lo es para la poesia,
que gusta de la contemplacién, aun en el seno de la sociedad. ¥ si
aun las altas combinaciones del gabinete y de los ejércitos la abuyentan,
equé serd el fastidio y la monotonia de una oficina subalterna, el ideal
de Ja prosa? Dumas, si no me equivoco, hizo sus primeros ensayos en
una secretaria; pero cumplié muy mai con sus obligaciones y fue despedido.
Es bien conocido el incidente de Alejandro Dumas (1802-18709,
quien en 1823 habia fracasado como copista en la cancilleria del Duque
de Orleans.
No obstante estas radicales afirmaciones de Bello, en cuanto a haber
podido dedicar a las letras algunos ratos, perdidos o robados a otras
ocupaciones, la creacién literaria fue deliciosa ocupacién y gratisima
entrega, como lo manifiesta en el Discurso inaugural de la Universidad
de Chile, en 1843, al referirse a las recompensas y consuelos que brindan
las bellas letras, en un rasgo excepcional de confesién intima.
Yo mismo, aun siguiendo de tan lejos a sus favorecidos adoradores, yo
mismo he podido participar de sus beneficios, saborearme con sus goces,
adornaron de celajes alegres la mafiana de mi vida, y conservan todavia
algunos matices al alma, como la flor que hermosea Jas ruinas. Ellas han
hecho atin mds por mi; me alimentaron en mi larga peregrinacién. ..
Asi, con la premisa de hallarnos ante un escritor persuadido del valor
espiritual que para ja existencia ha representado la poesia y la prosa
literaria, a pesar de no haber sido exclusivo quehacer, pues tuvo que
atender a otra misién del destino, entramos en la glosa de la faceta lite-
raria de Andrés Bello.
ANOS DE APRENDIZAJE
Los veintinueve primeros aos de Andrés Bello en Caracas €1781-
1810), corresponden al tiempo de educacién escolar hasta el grado de
Bachiller en artes, recibido en 1800 en la Universidad. Es la etapa de
su formacién literaria, con abundantes lecturas; el trato con los hombres
de letras mds sobresalientes de su época; el estudio de las fuentes de la
cultura clésica y coetdnea; y la elaboracién de sus primeras obras en
verso y en prosa. Al mismo periodo debemos situar sus primeras expe-
tiencias en el desempefio de un notable puesto pablico en la Capitania
General de Venezuela, en varias instituciones y¥ en cargos significativos
como el de la redaccién del primer periédico venezolano, la Gazeta de
Caracas, con la que se iniciaba el uso de la imprenta en el pais, lo que
suscité algunas iniciativas, como la nonata revista El Lucero y el incon-
cluso Calendario Manual y Guta Universal de Forasteros en Venezuela
XIEpara el afio de 1810, para cuyas paginas preparé cl Resumen de la his-
toria de Venezuela, que es la prosa mas extensa y valiosa que tenemos
de Bello en los afos caraquefios, Del mismo modo imicié sus investiga
ciones sobre el idioma castellano y fue adentrandose en el conocimiento
de temas filosdficos, Estudié inglés y francés. Todavia mas; ejercié el
magisterio en clases particulares (tuvo a Simén Bolivar de alumno en
lecciones privadas) y se empapé de la visién del trépico en viajes y
correrias por distintas partes de Venezuela, imagenes que no habrA de
olvidar nunca en los dias posteriores de su dilatada vida hasta los ochen-
ta y cuatro afios de edad.
Descollé en los estudios de latinista en cuya formacién tuvo impor-
tante papel Fray Cristébal de Quesada, mercedario, de Ja Comunidad
del Convento de la Merced, en Caracas, situado frente a la residencia de
Bello. FE) P. Quesada, segiin Jos recuerdos y evocaciones de nuestro
humanista, ejercié enorme influencia en los estudios juveniles de Bello
y como bibliotecario del conyento habr4 sido consejero tempranero en la
orientacién de sus lecturas. Es fama que Bello era lector voraz de fos
clisicos castellanos (Calderén, Cervantes, Lope de Vega, Figueroa, etc.),
tanto como de los autores mds notables en Ja lengua dei Lacio.
De esta nota esquemdtica de los afios del Bello juvenil se desprende
que recibié una preparacién amplia y sélida, que le dio 4nimo y segu-
ridad para empezar a ensayar su pluma en sus propias producciones. Son
los aiios de ejercicios literarios, afios de aprendizaje para arropar su
inspiracién en ef dominio del lenguaje y en el arte de 1a expresién
poética.
Sin duda alguna, se ha perdido —acaso para siempre— una buena
porcién de composiciones en verso y no serd facil, ademds, reconstruir
todas las prosas que escribié en dicho periode. De algunas ne tenemos
noticia; de otras, que no poseemos, se sabe que existieron.
Se han conservado poemas —-que el propio Bello apellidaba “bara
tijas”—— en forma de sonetos, romancillo, romance, égloga, odas, octava y
una composicién representable. Son Jas huellas o hitos de un largo adies-
tramiento, durante ¢l cual se atuvo al magisterio de los grandes autores
de la latinidad, Horacio y Virgilio, a través del estilo y expresién de los
cldsicos castellanos de los Siglos de Oro. Creo haber demostrado en mi
estudio “La elaboracién de una égloga juvenil de Bellic’, que el poema
Tirsis, habitador del Tajo umbrio, con el subtitulo de “Imitacién de Vir-
gilio”, puesto por el propio Bello, toma como modelo la Egloga II de
Virgilio, con algunos temas de la VIII y la X, pero con la poderosa
influencia en el lenguaje de la Egloga I, de Garcilaso de la Vega (1501-
1536) y la Egloga Tirsi, de Francisco de Figueroa (1536-16177). Para
mi, es claro el proceso creador de Bello: la fuente originaria es el texto
latino de Virgilio, pero las formas expresivas son debidas al conoci-
miento de los poemas de Garcilaso y del “divino” Figueroa.
xiEs més; podemos precisar na tan sélo los poemas y pasajes que Bello
ha tenido presentes —en su alma y ante su vista— al escribir la Egioga,
sino también cl libro en donde Bello conocié la obra de les poetas influ-
yentes. La indicacién de la fuente bibliografica nos Ja da el propio Bello,
pues de él procede, indudablemente, la afirmacién de Miguel Luis Amu-
nategui, al hablar de las tertulias literarias de Ja Caracas colonial y de
la conservacién, en archivo, de las producciones que en ellas se presen-
taban: “Por lo que pueda intercsar advertiré que, en esta coleccién,
habia muchas églogas, lo que proventa de ser uno de los libros més leidos
el Parnaso espanol, de don Juan Lépez de Sedano, donde abundan piezas
de este género”. La Egloga Tirsis, habitador del Tajo umbrio fue presen-
tada en uno de estos certémenes privados, y parece que fue celebradi-
sima, dados los elogios que nos refiere Amundtegui y por los que le
tributa Tomds Jestis Quintero, con el seudénimo Thomas J. Farmer,
desde Madrid, en 1827 al esctibirle a Bello que la sabia de memoria,
casi entera', Ademds Miguel Antonio Caro obtuyo Ja primera octava ?
del poema y después el texto completo, porque Juan Vicente Gonzalez
habia conservado en Caracas una copia del poema. Es decir, puede afir-
marse que la Egloga tuvo calurosa aceptacién.
En cuanto a la fecha, imprecisa, de la obra de Bello, puede fijarse
alrededor de 1805, 0 sea a los veintitantos afies de edad de nuestro
poeta. Esta Egloga forma parte de un grupo de composiciones del mismo
cardcter, de las que es el unico resto conservado. Seguramente los con-
tertulios de Bello habran compuesto también poesia del mismo tenor.
Todo ello ha desaparecido al destruirse en 1812 el archive poético de
Jas referidas tertulias. Estas poesias son obras de aprendizaje, ejercicios
de versificaci6n y poetizacién. Por cuanto que pertenecen al momento
formaiivo de Bello, veinteafiero, es importante dilucidar cudles son los
poetas que intervienen de manera més fuerte y decisiva en el desenvol-
vimiento de la maestria pottica de Bello. En este caso, podemos seguirlo
Paso a paso.
Fundamentalmente, el poema sigue la Egloga EH de Virgilio, pero la
expresién castellana esté elahorada a base de la Egloga I de Garcilaso
de Ja Vega, y la Egloga Tirsi, de Figueroa, con la influencia menor de
1 Thomas Farmer era el seudénimo con que cubria su propio nombre, el cara-
quefio Tomés J. Quintero (Quintero: Farmer}, agente secreto de la Gran Colombia
€n Espana, durante los aiios de ia tucha por la independencia, Habia ido a Madrid,
como Secretario civil del arzobispo Don Narciso Coll y Prat. En su correspondencia,
Farmer nos habla de otra égloga de Bello, desventuradamente perdida, Palemén
y Alexis, cuyo primer verso cita: “Hace el Anauco un corto abrigo en donde”.
2 Reproduce esta primera octava don Marcelino Menéndez Pelayo en el estudio
preliminar a la edicion de las Eglogas y Gedrgicas de Virgilio, traducidas por Caro
y Félix M. Hidalgo, Madrid, 1897.
xIVotro paema de Figueroa, las Estancias. Los tres poemas estan recogidos
en el Parnaso Espafol, de Lopez de Scdano 1, Podria argilirse que no cs
mas que Ja influencia de una fuente comin, la de Virgilio, sobre Garci-
laso y Figueroa, al mismo tiempo que sobre Bello. Sin embargo, jas
relaciones entre la obra de Bello y las de los poetas del siglo XVI espaiel,
ne son exclusivamente teméticas, sino principalmente de ritmo y musi-
calidad, de expresién castellana, de gusto por un vocabulario semejante,
por giros potticos que no pueden explicarse, de ninguna manera, a base
solamente del modelo comun latino, sino por la especial delectacién en
el uso del lenguaje castellano, por la fascinacién que Garcilaso y Figueroa
ejercerian en el 4nimo poético de Bello. Es decir, la castellanizactin del
yerso latino ha sido hecha por Bello, pensando en atros poetas eclégicos,
esta vez castcllanos: Garcilase y Figueroa. Ello no le quita valor a la
abra de Bello por cuanto que sigue teniendo el que debe tener como
poema primerizo y como ensayo poctico juvenil. Por otra parte, no hace
sino ratificar Ja idea aceptada de su buen gusto y aclara un aspecto de
la sélida formacién en sus afios de estudio.
La elaboracién pattica de la Egloga de Bello, partiendo del texto de
Virgilio, a través de la expresién hispénica de dos clasicos castellanos,
conserva, sin duda, cierta calidad poética personal, notable en un poema
de juventud.
El mismo Bello nos ha dejado el testimonio de su devecién por los
poemas castellanos que son sus guias al escribir la Egloga. En el Juicio
critico de don José Gomez Hermosilla, escribe: “idilio La Ausencia.
Bellisimo; pero (con perdén del senor Hermosilla}) no mejor que cuanio
se ha escrito de este génevo en nuestra lengua; porque, prescindiendo de
la primera égloga de Garcilaso, jamds excedida ni igualada en castellano,
mos parece superior ¢l Tirsi, de Figueroa, que, por estar en el mismo
metro, puede mds facilmente compatarse con el presente idilio”. Este
articulo, publicado en El Araucano de Santiago de Chile, en 1841-1842,
corrobora el entusiasmo que alrededor de 1805 habria sentido en Ca-
racas el autor de la silva A la Agricultura de ia Zona Torrida.
Queda algo que quisiera puntualizar antes de pasar al cotejo de los
textos. Amundtegui dice que Bello “quité a la composicién (de Virgilio)
todo lo que, en el original latino, tenia de repugnante para las costum-
bres modernas”, pues el joven Alexis es sustituido por la joven Clori,
Juan José Lapez de Sedano (1729-1801). Parnaso Espayiel. Colecciin de
poesias escogidas de los mds céicbres poetas castellanos..., Madrid, J. Ibarra,
1768-1778; 9 voldimenes, 16 cm. En varias imprentas: 3-9, Madrid, A. de Sancha.
La Egloga I de Garcilaso, t- I, pp. 1-15; y la Egloga Tirst y las Estancias de
Francisco de Figucrea, t. IV, pp. 78-88. Segén Ramdén Menéndez Pidal, Obser-
vaciones sobre las poesias de Francisco de Figueroa, en Boletin de la Academia
Espatiola, 1915, H, p. 303, no es segura la atribucién de Ja Egloga Tirsi a Figueroa.
C£., ademds, J. W Crawford, The source of a Pastoral Egloga attributed to Fran-
cisco de Figueroa, en Modern Languege Notes, 1920, XXXV, pp. 438-439,
xvobjeto del amor de Tirsis. Pues bien; esto es también lo que acontece
con Francisco de Figueroa, en cuya Egloga, Tirst ama a la “ingrata”
Dafné.
Y pasemos a Ja comparacién de textos *,
1. La primera octava de Bello presenta ta conjuncién de la triple
influencia de los poemas castellanos. Los cuatro primeros versos:
Tirsis, habitador del Tajo umbrio,
con el mds vivo fuego a Clori amaba;
a Clori, que, con riistico desvio,
das tiernas ansias del pastor pagaba.
(Egloga 3}
son reflejo de dos pasajes de Francisco de Figueroa:
Tirsi, pastor del mds famoso rio
que da tributo ai Tajo, en la ribera
del glorioso Sabeto, a Dafné amaba
con ardor tal...
{Estancias F)
Sobre nevados riscos levantado
cerca del Taja estd un lugar sombrio
(Estancias F)
2. Los cuatro versos restantes de la primera estrofa de Bello:
La verde margen del ameno rio,
tal vex buscando alivio, visitaba;
y @ la distante causa de sus mates,
desesperado enviaba quejas tales:
{Egloga B)
recuerdan muy de cerca la diceién de Garcilaso:
+ .recostada
al pie de un alta haya en la verdura,
vor donde un agua clara con sonido
atravesaba el fresco y verde prado...
se quejaba tan duice y blandamente,
como si no estuviera de aili ausente
fa que de su dolor culpa tenia;
y asi, como presente,
razonando con eila le deeia:
{Egloga G)
iidentificaré las citas de la siguiente forma: Egioga G., Primera Egloga de
Garecilaso; Egloga F., Egloga Tirsi de Francisca de Figueroa; Estancias F., Estancias
de Figueroa; Egfoga B., la de Andrés Bello.
XVIasi como la de Figueroa:
.. lugar sombrio,
cudn fresco a la sazén det seco Estio,
adonde de tristeza acompatiado,
al son del agua del corriente rio,
tan dulcemente Tirsi se quejaba
gue los pefascos duros ablandaba.
(Estancias F)
Es decir, los ocho primeros versos de Bello denotan Ja personal asimi-
lacién de la manera expresiva de Garcilaso y Figueroa, dentro del comin
denominador virgiliano que est4 en los tres poetas. La familiatidad de
Bello con dichos poetas espafioles es patente, con teda y guardar fide-
lidad al texto latino. Las restantes similitudes que a continuacién anoto,
ratifican la conclusién que puede dejarse sentada sdlo con la primera
estrofa de Bello.
3. En la segunda octava, Bello escribe:
ni teme tanto al buitre el pajarillo,
ni tanto al voraz lobo ias ovejas
{Egloga B)
Hab(a escrito Garcilasa:
la cordera paciente
con el lobo hambriento
hard su ayuntamiento...
(Egloga G}
De] mismo modo:
La fe no estimas de un amor sencillo,
ni siquiera, inkumana, oyes mis quejas
(Egioga 3B)
GY td, desta mi vida ye olvidada,
sin mostrar wn pequetio sentimiente
de que por ti Salicio triste muera,
dejas Nevar descanocida al viento
el amor y la fe que ser guardada
eiernamente sdlo a ri debiera?
(Egloga G)
o bien
por ti olvido las risticas labores,
por ti fdbula soy de los pastores
(Egioga B)
xVial lado de
por ti el silencio de la selva umbrosa,
por ti la esquivided y apartamiento
del solitario bosque me agradaba:
por ti la verde hicrba, el fresco viento, . ,
{Egloga G)1
4. La cita anterior de Garcilaso, “:Y ta, desta mi vida ya olvida-
da...?", esté sin duda recordada en el siguiente pasaje de la tercera
estrofa de la Egloga dz Bello:
Al cabo, ai cabo, Clori, tu obstinada
ingratitud me causard la muerte:
mi historia en estos drboles grabada
dird entonces que muero por quererte:
(Egloga B)
y ademas
porque con este yerro, que algin dia
ha de dar fin a mi cansada vida
en este tronco escriba mis querellas,
(Egloga F)
5. En la misma tercera estrofa de Bello, hallamos la siguiente
similitud:
tantos de quienes eres adorada
leerdn con pavor mi triste suerte:
nadie entonces querrd decirte amores,
¥ execrardn tu nombre los pastores.
(Egloga B)
vuelva acaso tos ojos y tos lea:
6 st esto no, seran piadoso ejemplo
@ amorosos pastores.. .
(Egioga F)
6. En Ja cuarta estrofa de Bello, la redaccién con todo y seguir
muy literalmente el texto latino, reelabora la expresién de Garcilaso:
yo solo, por seguir mi bien esquivo,
sufro el rigor del alta can estivo.
(Egloga B)
1Es el_ mismo procedimiento imprecatorio por repetici6n —andfora— de la
Cancién V de Garcilaso, A la flor de Gnido (“Por ti, como solia... / Por ti, con
diestra mano... / Por ti, su blanca musa... / Por ti, el mayor amigo.,.”),
También figura esta Cancién en el Parnaso Espafhol de Lépez de Sedano, T. J
pp. 78 y sigs.
XVIIardiendo ya con [a calor estiva
el curso, enajenado, iba siguiendo
del alma fugitiva.
(Egloga G)
7. El primer verso de la estrofa quinta de Belio
Ta mi amor menosprecias insersata,
(Egloga B)
recuerda, sin duda, el verso de Garcilaso:
iCéme te vine on tanto menosprecio?
(Egloga G)
De! mismo modo, cn la estrofa sexta:
El color, como rosa delicada
(Fgioga B)
es eco bellista de los versos de Garcilaso:
éDo estd la blanca mano delicada
jOk tela delicada...
{Egloga G)
8. El verso de Ja séptima estrofa de Bello:
tendido una ocasién sobre la arena
(Egloga B}
tiene e] ritmo y el canto del verso de Garcilaso:
Acuérdome durmiendo aqui algin hora... -
(Egloga G)
9. En la misma estrofa séptima, Bello traduce a Virgilio:
—jOh Venus, dijo, de injusticias lena:
lejos de unir las almas, diosa impia,
las divide y separa itu cadenal...
(Egloga B)
recordando, ciertamente, la expresién del “divino’ Figueroa:
Mas asi va: son estos los misterios
de la diosa cruel Reina de Cipro,
que desigualas dnimas y formas
se deleita enlazar con crudo yugo
(Egloga F)
10. En la misma octava, dice Bello:
y yo te adoro a ti que me aborreces.
(Egloga B)}
mientras que Garcilaso, habia escrito:
éCéme te fui tan presto aborrecibie?
(Egloga G)
xIxil. En la estrofa octava:
iAh! No sé por qué causa amor tan fino
puede ser 2 tus ojos tan odioso;
cualquier pastor, cuando el rabel afino
escucha mis tonadas envidioso.
y en forma paralela:
(Egloga B)
iCudntos pastores, cudntas pastorcicas
amorosas, oyenda mis gemidos,
conmigo consoldndome han Iorado!
(Egloga F)
12. En Ja misma estrofa octava:
éAcaso en julio, o en ec! crudo invierno,
me falta fruto sazonado y tierno?
(Egloga B)
Siempre de nueva leche en el verano
y en el invierno abundo; en mi majada
la manteca y el queso estd sobrado.
(Egloga G)
13. La idea de Teécrito y, mds tarde, de Garcilaso, de larga tradi-
cién en la pi
imagen en el
de Garcilaso:
14. En
oesia pastoril renacentista: la contemplacién de la propia
mar o en el rio; esta expresada en Bello, a través del estilo
ni tampoco es horrible mi figura,
Si to me engano al verme retratado
en el cristal de esa corriente pura;
(Egloga B}
No soy, pues, bien mirado,
tan disforme ni feo;
que qun agora me veo
en esta agua que corre clara y pura
y cierto no trocara mi figura
con ese que de mi se csta riendo;
itrocara mi ventura!
(Egloga G)
la estrofa décima:
Ven a vivir conmigo, ninfa hermosa;
iven! mira las Driadas, que te ofrecen
en canastos la esencia de la rosa,
y para ti los campos enriquecen.
(Egloga B)
1 Tedavia otro verso de Garcilaso: “Corvientes aguas, puras, cristalinas” (Eglo-
ga G.
xXYo dejaré el lugar do me dejaste
ven, si por solo eso t¢ detienes.
Ves aqui un prado leno de verdura,
ves aqui una espestra...
(Egloga G)
15. En Ja misma estrofa:
Para ti sola guardo la abundosa
copia de frutos que en mi huerto creceni
(Egloga B)
éNo te dieron mis huertos fruta y flores?
(Egloga G)
16. En Ja estrofa decimoprimera:
Acuérdate del tiempo en que solias,
cuando nifia, venir a mi cercado,
y las tiernas manzanas me pedias.. .
(Egloga B)
Cruzado con el verso ya citado de Garcilaso “Acuérdome durmiendo
aqui algin hora”, esta presente ademds:
iQuién me dijera, Elisa, vida mia
cuando en aqueste valle al fresco viento
anddbamos cogiendo tiernas flores...
(Egloga G)
17. En la estrofa decimosegunda:
Entonces eva yo vuestro caudillo,
mi tercer lustro apenas comenzado,
sobresaliente en ef pueril corrillo...
(Egloga B)
¢Cudndo nacié jamds por aqui en torna
contienda pastoril, gue yo no fuere
elegido juez por ambas partes?
iCudndo en fiesta quedé sin algun premio?
(Egioga F)
18. En la estrofa decimocuarta:
eQué delirio, aud suefio e¢ este mio?
Prender quise a la sombra, atar al viento,
seguir el humo y detener el rio
({Egloga B)aunque la idea cs mds bien calderoniana', influencia ya sefialada en
Bello, hay en estos versos la resonancia de Figueroa y Garcilaso:
Estaba yo diciendo esto no es sucho,
que el suefio es cosa vana y mentirosa:
incierto es su placer, siempre es pequeno.
(Estancias F)
iCudntes veces, durmiendo en ia floresta,
reputdudale yo por desvaric,
vi mi mal entre suefios desdichado!
(Egioga G)
19. En Ja altima estrofa de Bello:
éQué fruto saco de elevar al ciclo
esta continua Ligubre queretla?
(Egioga B)
se cquipara a
por ti me estoy quejando
al cielo, y enojando
con importuno Hanto al mundo toda.
(Eeloga G)
quejarme chora del cielo es desatino
(Estancias F)
20. EI verso de Bello:
Ni encender puedo un corazdn de hielo
(Egloga B)
s¢ empareja con
y al encendido fuego en que me quemo
mds helada que nieve Galatea.
(Egloga G}
21. Los dos versos finales:
Ya baja el sol al occidente frio;
vuelve, vuelve al redil, ganado mio.
(Egloga B)
son trasunto, en expresién y ritmo, de la ultima estancia de Garcilase:
Al tramontar el sol bordadas de ore,
nO vVieran que era ya pasado el dig
su ganado llevando,
se fueron recogiendo paso a paso
(Egloga G)
1“sOtra vez queréis que vea / entre sombras y hosquejos / Ia majestad y la
pompa / desvanecida del viento?" (Calderén, La vida es steno, TIT).
XXITEn resumen. Sobre el fondo temdtico de la Egloga Ii de Virgilio, con
algun aditamento de la VII! y X, es indudable que hay una fuerte depen-
dencia de ritmo, musicalidad, giros y aun vocabulario, entre Bello, poeta
en formacién y en crecimiento, y los dos maestros del clasicismo espa-
fol: Garcilaso y Figueroa. Al acopio de ejemplos aducides —1nos mas
y otros menos idénticos y préximos— debe afiadirse la consideracién de
que Ia tonalidad general del lenguaje de Bello es similar a la de los
poetas espafioles. No me cabe Ja menor duda de que Bello tenia muy
presentes los versos de Garcilaso y de Figueroa, cuando compuso este
ejercicia poético de imitacién a Virgilio. Para el pensamiento de Bello,
me figuro que la poesia eclégica de Virgilio, a la que dedicaba sus ocios
en la tranquila Caracas de comienzos del ochocientos, tendria ya expre-
sidn lograda en castellano, en estos dos poemas: la Egloga II, de Gar-
cilaso y Ja Egloga Tirsi, de Francisco de Figueroa, En tal forma, que
treinta y tantos afios mas tarde, en 1841-1842, hemos visto que los
menciona y recnerda como las obras mas acabadas del género en poesia
castellana. ;Tan firme ha tenido que ser el elevado aprecio en que las
tuvo!
Sin seguir fielmente los textos de Garcilaso y Figueroa, viven en la
expresién de Bello, porque los habria asimilado. Es decir, formartan
parte de su capacidad poética *.
Este es el hecho importante: el clésico Bello, en sus afios mozos,
traduce a Virgilio gracias a su dominio del latin, pero el fondo poético
lo expresa en el, a su juicio, mejor estilo castellano que ha encontrado
en el tipo de composicién que esta vertiendo del latin a su propio idioma.
Con ello asienta sélidamente el fundamento de las futuras creaciones
poéticas personales.
A mi parecer, no es desdeziable la conclusién que puede deducirse de
la elaboracién de la Egloga de Bello, para ilustrar la educacién juvenil
del mas grande poeta americano de Ja primera mitad del siglo XIX.
Lamentablemente no disponemos de dos trabajos de Bello, que nos
habrian dado rasgos adicionales para captar con mayor amplitud los afios
de aprendizaje de Bello. Me refiero a la version de la tragedia Zulima,
de Voltaire y a la del Cante V de La Eneida, de Virgilio. Esta ultima
habra sido un primer ejercicio de Bello, pues la hacia bajo ja direc-
cién del P. Cristébal de Quesada, quien murié en 1796, 0 sea cuando
su pupilo tenia 15 afios de edad.
Estimo como muy significativa esta comprobacién del camino del
aprendizaje en el oficio de escritor que apasiona @ Bello en sus aos de
formacién de su estilo poético. Los otros poemas que conocemos de este
1 Por la misma via puede aclararse bibliogréficamente la influencia sefalada
por Marcelino Menéndez Pelayo de las Barquillas de Lope de Vega, en A la
Nave de Bello, adaptacién del poema horaciano O Navis, referent... Las Barqui-
Has de Lope estén en la Coleccién de Lépez de Sedano, t. I, pp. 100-122.
XXIILperiodo ofrecen a primera vista el mismo cardcter de iniciacién en el
dominio de ta expresién podtica, a base de un profundo andlisis de las
obras clasicas.
Desde su primera juventud, da el ejemplo Bello de lo que ser4 siempre
su conseje constante: estudio y correecién.
Afios mds tarde, en 1827, al comentar en Londres las poesias de José
Maria de Heredia (1803-1839) critica ciertos giros de lenguaje en los
poemas del vate cubano, a quien considera excelente, pero que cae en
expresiones que son “verdaderos barbarismos en el idioma de las musas”.
Para evitarlos, escribe, “recomendamos al sefior Heredia el estudio (de-
masiado desatendido entre nosotros) de Ios cldsicos castellanos y de los
grandes modelos de la antigtiedad. Los unos castigaran su diccién y le
hatén desdefiarse del oropel de voces desusadas; los otros acrisolaran su
gusto, y le ensefiar4n 2 conservar, aun entre los arrebatos del estra, la
templanza de imaginacién, que no pierde jamés de vista a la naturaleza
y jamds la exagera, ni la violenta”.
Descubre en Heredia “toda la abundancia y la valentia de un admi-
table ingenio, que, con un poco mds de estudio y correccién, competiria
con los mejores poetas de nuestros dias, de cualquier lengua y nacién
que sean”.
Tan persistente es tal conviccién en el dnimo de Bello, que la repite
en 1843, en el Discurso de instalacién de la Universidad de Chile, al
comentar la obra de la constelacién de jévenes ingenios que cultivan con
ardor la poesfa: “Lo diré con ingenuidad: hay incorreccién en sus versos;
hay cosas que una razén castigada y severa condena. Pero Ia correccién
es la obra del estudio y de los aftos”.
Con estas normas como metas y objetivos, transcurren los afios de
aprendizaje paético de Andrés Bello en sus dias de Caracas, durante los
cuales templa su pluma y afina su inspiracién, como prepardndose para
la creacién de los grandes poemas que habrdé de elaborar desde Londres
en Ja segunda etapa de su existencia.
Si la poesia es la punta de lanza que un escritor esgrime para poner en
el mundo su mensaje, en Ia. prosa es donde el estilo se acrisola y nos da
acaso con mayor seguridad Ja medida de la capacidad expresiva de un
literato,
Del periodo caraqueio de aprendizaje, disponemos sélo de una prosa,
relativamente breve, datada en 1809-1810, en visperas de su partida
para Londres, que a nuestro juicio es suficientemente indicativa del
grado de desarralle que habia logrado Bello en su época de formacidn.
Se trata del Resumen de la historia de Venezuela, publicado como parte
central del que se considera el primer libro impreso en Venezuela: el
Calendario Manual y Guia Universal de Forasteros en Venezuela para el
XxIVaio de 1810, salido del taller caraqueno de Mateo Gallagher y Jaime
Lamb, en los mismos dias en que Bello partia para Londres, como Secre-
tario de la misién diplomdtica de Bolivar y Lépez Méndez, enviada a la
capital inglesa por la Junta de Caracas, formada el 19 de abril de 1810.
Es bien sabido que el Calendario quedé inconcluso, por cuanto que
no se alcanzé a reunir la totalidad de los datos que solicitaba Bello, como
redactor de la obra, pero, con todo, el haberse preservado la prosa del
Resumen de la Historia de Venezuela convierte este impreso en un pre-
cioso y unico testimonio de su periodo caraquefio.
El escrito de Bello ocupa cuarenta paginas del Calendario; las 30 pri-
meras son una sintesis histérica de los siglos XVI y XVII en Venezuela,
en Ja cual sigue principalmente la Historia de la conquista y poblacion
de la Provincia de Venezuela, de José de Oviedo y Bafies. Se puede seguir
paso a paso el modelo, que debe haber tenido a Ja vista, por cuanto con
gran frecuencia afloran sentencias y giros reproducidos literalmente.
Otras veces la pardfrasis y la sintesis son también facilmente identifi-
cables. Con todo, hay pasajes que han de tener otras fuentes, especial-
mente al referirse a los sucesos histéricos relatives al Oriente del pais,
en particular a Guayana.
Pero en las diez ultimas paginas del “Resumen”, desde el pArrafo que
empieza: “En Jos fines del siglo XVII, debe empezar Ia época de la
regeneracién civil de Venezuela...” creo ver otra forma y estilo, clara-
mente mds personal. Estimo haber demostrado influencias de Cervantes,
en més de un pasaje. Las ideas y el lenguaje cobran mayor altura y,
desde luego, ofrecen el interés de hallarnos ante una redaccién del joven
Bello en su plena expresién propia. Hay fragmentos de gran fuerza poé-
tica, con notas e imagenes de viva inspiracién, con observaciones basadas
en la visién directa. La interpretacién de los sucesos desde principios
del siglo XVIII, tanto como la caracterizacién de la poblacién son debi-
das a la reflexién de Bello. Evidentemente, registra hechos que acaso
ha conocido por la tradicién orat, pera no me cabe la menor duda acerca
de que la mayor parte de los conceptos corresponde a vivencias propias
del autor.
El estilo alcanza excelentes cualidades, tanto en Ja narracién y la
descripcién, que fluyen con notable soltura, como en las partes donde
estallan expresiones de profundo lirismo. Como testimonio de ia identi-
ficacién de Bello con Ja naturaleza del pais es superior al que hallamos
en las composiciones en verso que de la época de Caracas han Megado
hasta nosotros, asi como es mas rotunda la idea del destino histérico de
Venezuela. Esté expresa la adscripcién espiritual con la tierra, los laga-
res, las gentes y sus costumbres, entendido el todo como base del ser
americano en el trépico. Y en esta comprensién radican a mi juicio, Jas
taices del nuevo humanismo que alentard para siempre en toda la vida
de Bello.
xxvAnte el “Resumen”, me pregunto cual seria Ja intima intencién de
Bello al redactarlo y al propiciar su divulgacién. Fn realidad, es el pri-
mer escrito de cierto vuelo que publica en su existencia, si descontamoas
las colaboracioncs periodisticas anénimas como redactor de la Gazeta de
Caracas. (a cuestién fundamental esté en respondernos por qué sicnte
Bello el deseo de trazar la historia de Venezuela, siquicra en sintesis
apretada. Bello a los 27 afes se ve con animo de ensavar la breve crénica
de ja evolucién histérica del pais, del que esta cvidentemente enamorado,
y, armado de sus lecturas, consigna los hitos precisas del descubrimiento,
conquista y poblacién, para remontarse después, a partir de los comienzos
del siglo XVIII al intento de explicar las conclusiones de su reflexin ¥
meditacién,
He analizedo mas de uma vce los rasgos estilisticos de este primer
intento de historia patria, asi como el notabilisimo interés que ofrece la
comparacién det “Resumen”, con los poernas que Bello elaborard unos
aiios mas tarde en Londres: La silva A la Agricultura de la Zona Térrida
y la silva Alocucién a la poesia. Hay evidentisimas reminiscencias de
pasajes de la prosa del “Resumen” en algunas estancias de las silvas, lo
que aumenta todavia mas la valia de este texto de Bello. Los parale-
Hsmos son evidentes, por lo que podemos afirmar sin titubeos que la
evocacién de aforanza que campea en las creaciones poéticas del huma-
nista cn sus dias de residencia en la capital inglesa, tienen origen y
antecedentc en sus conceptos de Caracas, antes de 1810.
A este tiempa —el de la aparicién del Calendario— pertenece otra
iniciativa, acometida con Francisco Isnardi: la edicién periddica de una
revista, El Lucero, que lamentablemente no pasé de proyecto. Ambas
empresas han de responder a una misma preocupacién, pero el “Resu-
men” persigue un fin mds trascendente: es la obra de una persona que
sc siente preparada para ofrecer una rdpida ojeada al procese de inte-
gracién de su Venezuela, como estampa en las palabras iniciales del
“Prospecto” can que anuncia la publicacién: “La Provincia de Venezuela,
debe elevarse al rango que la naturaleza le destina en la América”.
Ta prosa del “Resumen” esté escrita con goce y alegria. Habra sido
para Bello una grata ecupacién, tanto por su propio solaz, como por dar
a sus coetdneos sus propias conclusiones: Ja riqueza y hermosura natu-
rales del pais; su progreso con la racional explotacién agricola; y el logro
de ja mayoria de edad a fines del siglo XVIH, con lo cual Venezuela
podia gobernar su propio futuro.
En las virtudes del campo, sobre un suelo fecundisimo, Jas gentes
‘formadas en el trabajo podian alcanzar cumplidamente el alto rango que
la Providencia tenia reservado a Venczuela.
XXVIDe las investigacioncs de Bello sobre cl idioma castellano durante el
periodo caraquefio, o sea hasta 1810, se nos ha conservado la impor-
tante monografia Andlisis ideolégica de los tiempos de la conjugacidin
castellana, que no publicard sino en 1841, después de tenerla sepultada
por mds de treinta afos, seglin sus propias palabras. Es un trabajo
original, singularisimo, inteligente y profando, que nos indica haber
pasado largas horas de meditacién en textos de literatura castellana para
reducir a sistema el rico uso de formas y significados del verbo. Tradujo
y adapté al castellano la obra del Abate Condillac, Arte de escribir con
propiedad, que fue publicado sin su anuencia en 1824 en Caracas. Sc
ha perdido acaso definitivamente, asi como desconocemos la monografia
que escribié Bello para un concurso sobre el uso de tres conjunciones,
que, porque y pues.
Todo ello significa que durante sus dias juveniles —época de apren-
dizaje y formacién— habia dedicado particular atencion al estudio de Ia
lengua castellana, campo en cl que més adelante habré de desecollar
como maestro indiscutible.
FE poeta; cl prosista —con estilo propio—; y el lingiiista se ha mani-
festado con escritos personales en este fecundo periodo caraquefio, que
va a interrumpirse al incorporarse a la misién que parte para Londres
en junio de 1810. Las bases firmes de Ja obra futura estdn indicadas en
su tiempo de Caracas, cuando por propia exigencia logré forjarse, en un
medio propicio, su condicién de humanista. Persisten los temas, juicios
y reflexiones en sus creacioncs posteriores, em Londres y en Chile, pero
lo més importante es que su pensamiente y su consideracidn de los
hechos culturales tienen ya claros precedentes en los escritos y en la
conducta de esos afios de aprendizaje y maduracién. Siempre clevado y
riguroso en las manifestaciones de su inteligencia; con delicado buen
gusto, acaso heredado de su abuclo materno; con sentido de la natura-
leza aprendido en las observaciones de la tierra que Ie vio nacer; todo
ello impregné su espiritu de un modo de ser que no abandonard jamds.
Su sensibilidad de poeta ya esta definida en Caracas. Su prosa esté ya
lograda. Los estudios posteriores podran darle mayor crudicién y mas
amplitud de criterio, pero el fondo legitimo dc toda su accién esta en la.
adscripcién a las fuentes de cultura rural —las del temple del caracter—
que aprendié cn Venezuela. La poderosa inteligencia de Bello estd en
pleno desarrollo cuando los acontecimientos politicos le han de llevar al
Viejo Mundo, donde ciertamente dispondra de otra perspectiva y de otros
medios.
Fl 10 de junio de 1810 la corbeta inglesa General Wellington partia
de La Guaira hacia el vicjo mundo Ilevando a borde al futuro Libertador,
de casi 27 afios, y a un joven humanista, de cerca de 29, quien iba a
encontrar en Londres el centro de perfeccionamiento de su sabiduria.
BXVIILA PERSPECTIVA DESDE LONDRES
El azar dispuso que sélo por una lamentable circunstancia, se haya
conservado la que parece ser la primera carta que Andrés Bello escribié
a su madre, Doria Antonia Lépez, desde Londres, al afio y cuatro meses
de su alejamiento de Venezuela. El bergantin inglés La Resa fue apre-
sado a la vista del Cabo Codera el 3 de enero de 1812, por el corsario
particular de Puerto Rico, San Narciso (a) el Valiente Rovira, el cual
entregé su presa a las autoridades espariolas, quienes remitieron todos los
documentos al Ministerio de Ja Marina del gobierno peninsular. Consti-
tuye el primer testimonio personal de la vida de Bello en Inglaterra,
pues ef resto de la correspondencia que indudablemente habré escrito,
en particular a Juan Germdn Roscio, se ha perdido, acaso para siempre.
He aqui el texto del documento de Bello:
Londres, 30 de octubre de 1812
Querida madre: Es indudable el ansia gue tengo de regresar al seno de
mi familia, y entre otros motivos, por la consideracién de la estrechez
en que las circunstancias de esa provincia habrén puesto a Vmd. y por
Ja imposibilidad en que me encuentro de atender a ello desde aqui, pues
no tengo medios de qué disponer, considero que mi regreso serd Pronto
¥ seguramente no estaré ya 6 meses sin ver a Vind. Entre tanto, un
poco de paciencia, que tras estos dias no puede menos de venir un
tiempo mejor, més tranquilo y feliz.
Tengo presentes todos los encargos que se me han hecho y no me iré
sin ellos como pueda. Deseo que Carlos me escriba individualmente el
estado de las cosas en csa, pues probablemente tendré tiempo de recibir
una o dos cartas suyas, después de Ja IMegada de ésta a Caracas,
Yo no he tenido enfermedad alguna desde que dejé Caracas, antes,
por el contrario, me siento mds fuerte y con mejor salud que nunca.
Los catarros que solia padecer se me han retirado enteramente, y sélo
me repite de cuando en cuando el dolor de cabeza, pero de ningun
modo con la fuerza ni con Ja frecuencia que en Caracas, y no dudo
que si estuviese en Inglaterra un afio més, conseguiria librarme para
siempre de esta pensién. En fin, por la experiencia de 16 meses, creo
poder asegurar que este clima me conviene mucho mejor que e! de
Caracas, y que la navegacién es una de las cosas que me hacen més
provecho, Por tanto, espero que mi residencia en Inglaterra me habr4
producido a lo menos e] beneficio de mejorar mi constitucién.
Memerias a Florencio, Rosario, Eusebio, Carlos, Josefina y demas de
esa; a mis tios, y a todos mis amigos,
Queda de Vind. su afectisimo hijo.
Andrés (Rubricado)
Al escribir esta carta, Bello Uevaba algo mds de un ato de residencia
en Londres, seguramente todavia en el proceso de adaptacién a los me-
XXVIIIdios y costumbres de una gran ciudad, en Ja cual sufria los vives deseos
de retornar a su tierra natal, en ja esperanza de que se cumpliese su
anhelo en un plazo de seis meses mds, como escribe en la carta a su
madre. La escasez de medios y la falta de noticias de los suyos aumen-
taria su angustia, aunque pensase que iba a llegar “un tiempo mejor,
mas tranquilo y feliz”.
Es de imaginarse el asombro de Bello en su primer aio de perma-
nencia en Londres: una gran metrépoli; grandes instituciones; un medio
social que no podia haber adivinado desde Caracas; el trato con perso-
nalidades del mundo politico aun en Ja condicién de Secretario de la
misién presidida por Bolivar, en entrevistas cuya fe redacté en jas actas
que congcemos; el encuentro con Miranda, el compatriota universal, en
cuya biblioteca desplegé Bello todo su af4n de nuevos conocimientos;
tedo ello habr4 formado el conjunto de las impresiones primeras en una
comunidad de tan diferentes caracteres. Los sentimientos y las memorias
llevan su pensamiento hacia los suyos y alimentan ka ilusién de Ia pronta
reincorporacién al hogar, donde los suyos debian pasar las incomodidades
de tiempos tormentosos.
El estudio y el perfeccionamiento con otros instrumentos de cultura
seran, sin duda, ia compensacién de sus inquietudes en el presente y ante
el porvenir incierto. No debia bastarle el mejoramiento de ia salud que
consigna en su carta.
Trece afios mas tarde nos ofrece un precioso testimonio autobiogra-
fico en las cartas a su condiseipulo don Pedro Gual. En enero de 1824,
le dice: “He cultivado, como Ud. sabe, desde mi nifiez las humanidades;
puedo decir que poseo las mateméticas puras; y aunque por falta de
medios he carecido del uso de instruments, he estudiada todo lo nece-
sario para la descripcién de planos y mapas. Tengo ademdés conocimien-
tos generales en otros ramos cientificos”. De este mismo afio, tenemos
otra carta a Gual, del mes de agosto, en que es mds explicito en lo que
atafie a sus dias londinenses:
Desde que nos vimos y hablamos la ultima vez en Caracas, jqué mul-
titud de sucesos han pasado por uno y otro! Aquella nuestra ultima
conversacian se me representa ahora con la vivega que obras escenas y
ocurrencias de la edad mds feliz de Ia vida; todas las cuales reunidas
me hacen echar menos a cada paso, entre el fastidio de Ja vida monétona
de Londres, aquel cielo, aquellos campos, aquellos placeres, aquellos ami-
gos; y repetir con el Dante:
.. Nesstt maggior dolore,
Che ricordarsi del tempo felice
Nella miseria...
XIXBien es que bajo otros aspectos no puedo quejarme de mi suerte. Hasta
el presente he podido vivir en Londres, si no con abundancia, en una
moderada mediania, y aun he podido mantener una familia, sin saber
qué son deudas, empefios, ni ahogos. He pasade una vide Jahoriosa,
pero en medio de mis afanes he tenido buenos amigos aun entre la
clase mds distinguida de este pais; he disfrutado los placeres de la vida
doméstica, aunque interrumpidos a veces por las pensiones de la huma-
nidad; y he hurtado a mis ocnpaciones no pocos rates para dedicarlos
a las musas y al estudio.
Hasta el afio de 1822, me ocupé levando la correspondencia de una
casa de comercio, y dando lecciones de espaiiol, latin y griego. En aquella
fecha me propuso el Sr. Irisarri que me hiciese cargo de Ia Secretaria
de la Iegacién chilena, que admiti con condicién de que por este servicio
no s¢ me considerase obligado a continwar para siempre en el de Chile,
y¥ de que me seria libre en todo caso renunciar este empleo, y solicitar
otra, bajo cualquiera de los nuevos gobiernos americanes. Contindo sir-
viendo dicha secretaria, y he tenido la fortuna de hallar en ¢l Sr. Irisarri
no sélo un jefe de muchas luces y talento, sino um amigo indulgente y
amabilisimo.
Pero mis gastos demésticos crecen, la idea de serme aqui imposible esta-
blecer mis chicos, me aflige y desalienta, y las esperanzas de ascenso
bajo un gobierno a quien soy casi del todo desconocido, no son muy
lisonjeras. La idea de trasladarme al polo antdrtico y de abandonar para
siempre mi patria, me es insoportable. Por ofra parte los avios pasan con
la velocidad que acostumbran; y un hombre
“Cujus octavum properavil aetas
claudere Tustrum”,
no tiene tiempo que perder. En esta circunstancia, amigo mio, la necesidad
de formar un plan, que corresponda 2 mis miras y que en lo posible no
haga violencia a mis habitos y a mis inclinaciones, unida a Ja imposibili-
dad de realizar ninguao por mi misme, me obliga « solicitar la ayuda de
mis compatrictas y amigos. V, en el alto destino que ocupa puede hacer
mucho por mi, y no puede faltarls inclinacién a hacerlo, cuando e] favore-
cer a un amigo le proporciona centribuir a un acte de rigurosa justicia. Fl
Gobierna de Colombia no puede ni debe abandonar a un empleado del
Gobierno de Venezuela, que, como V. sabe, vine a Londres con un encar-
go oficial, y que por su conducta no ha desmerecido la proteccién de
uno ni otro, $i en 1810 se me consideraba util, catorce aiios de
residencia en Londres con [a aplicacion que VY. me conoce, no pueden
haber disminuido mi aptitud para el desemperio de algin encargo diplo-
miatico, proporcionado a mi edad y al rango en que empecé a serv
La constancia que mos da en esta carta ilustra mds que cualquier
comentario sobre los hdbitos e inclinaciones de Bello en sus dias de
Londres: vida laboriosa, dedicacién al estudio; ejercicio de maestro de
espafiel, latin y griego; su hogar; el servicio en la Legacién de Chile con
Irisarri; el trato con buenos amigos “aun en la clase més distinguida” de
XXXLondres; todo ello, doblado con la aforanza de los dias de Caracas, ante
la idea de ser responsable de su familia, a los 43 afios de edad. Este es el
tejido de actividades y preocupaciones que han Henado casi tres Justros
de existencia de Bello en Ja capital inglesa.
En las palabras de Bello aparecen de relieve las circunstancias que fa-
vorecieron la evolucién de sus conocimientos y su propio desarrollo perso-
nal en esta etapa de vida en Londres. Cobran, entonces, pleno sentido las
frases de Mariano Egafa, en la comunicacién dirigida al Ministro de
Relaciones Exteriores de la Reptblica de Chile, al recomendar a Bello
para Oficial Mayor
se aumenta rdépidamente entre nosotros”.
En el momento en que escribe Bello esta nota, est4 ejerciendo sus fun-
ciones de Senador; es el alma de la Comisién encargada de redactar el
proyecta de Codigo Civil; y esta preparando el Decreto de refundacién de
la Universidad de Chile sobre Ja antigua Universidad de San Felipe; aparte
de sus obligaciones como Oficial Mayor del Ministerio de Relaciones Ex-
teriores. Son, a sus ojos, ocupaciones mds serias, pero no puede eludir la
vehemente tentacién de comentar Jos yerros de Gémez Hermosilla para
que sus palabras “sean utiles paca los jévenes que cultivan Ja literatura”
en la Republica.
Tal es su cardcter de critico, cuva funcién entrafia siempre para Bello
la mas alte finalidad educadora.
XLIILA ESTATURA INTELECTUATL DE ANDRES BELLO
Bello sintié desde su mocedad la revelacién de la belleza literaria y se
dejé seduciy muy tempranamente por el ensayo de sus propias composi-
ciones en verso, tanto come por la tentacién de refundic en expresiones
personales lo que aprendia deliciosamente de los clasicos latinos, poctizan-
dolos en el lenguaje estudiado y admirado en los grandes escriteres de las
sigios de oro de las letras castellanas. A los veinte afos habia lograde
prestigio cierto entre sus contempordneos, en la Caracas de los afios de
traspaso del siglo XVIII al XIX. La personalidad prometedora del joven
Bello merecié aprecio y consideracién de ta gente més culta de su tiempo.
Aquellos netables varones que integrardn la generacién de la independen-
cia reconocieron las dotes de Bello y Ie brindaron amistad y trato cle alta
deferencia.
La continuidad de su obra literaria, las iniciativas de empresas como
la revista El Lucero o el Calendario Manual, y el feliz desempefio de los
cargos de responsabilidad que le tocd desempefiar en los afies postrimeros
de la Colonia en Venezuela van aerecentandole el respeto y estimacién
de sus coctgneos hasta el momento del gran cambio politico que se inicia
el 19 de Abril de 1810, al formarse la Junta Conservadora de los Derechos
de Fernando VII, expresién de autonamia que conduciria, naturalmente,
a la Declaracién de Independencia cl 5 de Julio de 1811.
Los hombres def 19 de Abril veian, sin duda, a Bello como una espe-
ranza para la comunidad nacional: joven cultor de las letras, estudioso del
lenguaje, buen latinista, conceedor del frances y del inglés, experimentado
en tareas de administracién publica, circunspecto, serio, de cardcter ¢s-
quivo pot introvertido, pere entusiasta por todo lo que se relacionaba con
Ja cultura y las acciones piblicas en la ciudad de Caracas. Cuando Bolivar
v Lopez Méndez, son designados para la misién diplomatica ante el gobicr-
no de la Gran Bretafia es légico que pensaran cn la cooperacién de Bello,
y asi la solicitaron de Juan German Roscio, a la savén Seeretario de
Relaciones Pixteriores de Ja Junta de Caracas. La partida hacia Londres,
con la subsiguiente permanencia por dies y nucve afios cn Ja capital in-
glesa, sera un hecho teascendental en la vida de Andrés Bello. Para la
revolucion de su pensamiento, el periode de estudio en Londres y las refle-
niones hacia América desde tan importante atalava del mundo liberal son
definitorios del destino de Belle.
La obra literaria que nos brinda desde Inglaterra nos presenta ya rasgos
distintos de lo que habia preducido en Caracas. Por una parte, la madurez
que dan Ios afios y ef desarrollo poderoso de sus meditaciones; y, por otra,
la macstria en el cstro personal, tanto como ta considerable ampliacién de
horizonte en sus inspiraciones. La via de perfeccionamiento del primer des-
cubrimiento de la belleza literaria en sus dias de Caracas, es visible en el
lenguaje, que logra expresién peculiarisima, tanto como en la fuerza de
XLUTlos temas de toda su poesia y de su prosa, con lo cual logra cincelar sus
versos con rigor y fluidez, y anima sus juicios y sus investigaciones con
nuevos objetivos criticos.
El estudio y la correccién han impulsado un progreso evidente a las
inquietudes juveniles. Se perfila el futuro maestre del continente en todo
cuanto escribe desde la capital inglesa. El distinto panorama de sus lec-
turas, el trato con personas de otras latitudes y el mayor fonde de cultura
que Londres le preporciona, dan otro sentido y diferente calidad a su abra
Hiteraria. Las primeras producciones de Bello, en Caracas, son escarceos
de valor personal, casi intimo, como ejercicios de principiante enamorado
de la poesia, en tanto que la obra en su tiempo de Inglaterra cobra mayor
alcance, mayor perfeccién y més ambicién literaria. Es ya un gran poeta,
que habla para un continente. Del mismo modo, aparece en sus prosas,
al lado del placer de la investigacién, el propésito educador hacia sus com-
patriotas americanos, con plena maestria y autoridad. Tal es el sentido
entrafiable de todo cuanto publica en la Biblioteca Americana y en El
Repertorio Americano. Ha adquirido ya su tarea literaria la dimensién
Ultima, que no abandonaré jamas en los afios posteriores: la educacién de
sus hermanos de América.
Desde su atribo a Chile, todo lo que escribe contiene este caracter esen-
cial de su obra literaria, pero Ie afiade otro rasgo: el tener conciencia del
valor de accién social de las letras, como medio formador de les pueblos
americanos, constituidos en Repuiblicas independientes. La primera reve-
lacién literaria de sus dias caraquefios, que fue su goce personal en los
dias mozos, convertida en mensaje a sus compatriotas en su etapa londi-
nense, ser4 ahora, principalmente, el medio e instrumento mds adecuado
para la formacién del gusto en Ja comunidad chilena y la base para la
educacién de Jas personas y el fortalecimiento de la moral. Sin que desa-
parezca el placer de la creacién literaria en el alma de Bello, predomina,
con pleno convencimiento, el propdsito de participar en la consolidacién
y mejoramiente de las nuevas sociedades.
Desde su Hegada a Chile, en 1829, en el muy probable primer articulo
que escribe en tierras chilenas, la nota a las Poestgs de Fernandez Madrid,
plantea el tema de los progresos del buen gusto literario, con expresién de
una doctrina, que es, en verdad, su ideario de accién social mediante las
buenas jetras:
Cuan necesaric sea el buen gusto literario en una sociedad culta es asunto
que no requiere pruebas ni comentarios. Cun fdcil serfa su adquisicién
en un pais que adelanta como el nuestro, es idea que asaltar4 a los
ojes de cualquiera que estudie las circunstancias en que vivimos. Tenemos
por decir asi cierta virginidad de impresiones muy favorable al desarrollo
de nuestras aptitudes literarias. Apenas son conocidos tos modelos clasi-
cos; apenas hemes empezade a saborear [os goces podticos, y estos son
les que encadenande Ja fantasia, y ablandando los sentimientos, Megan
a ejercer un gran influjo en las costumbres y en las ideas.
XLIVArmado Andrés Bello de una profunda fe en la civilizacién, mediante
la educacién de los pueblos, mantiene constantemente en todos sus escri-
tos, en Chile, estos mismos principios sobre la dedicacidn e incremento
del estudio y cultivo de las ciencias y las letras, persuadido de que los
frutos que han de lograrse conducen a lo que jlama “adelantamientos en
todas las lineas’, en las que comprende “sin duda los més importantes
a la dicha del género humano, los adelantamientes en el orden moral y
politico”. Se opone Bello, decididamente, a la opinion de quienes sostienen
que podria ser peligrose “bajo un punto de vista moral, o bajo un punto
de vista politico” el desarrollo de las ciencias y las letras.
En primer lugar, afirma que “la moral (que yo no separo de Ja religién)
es la vida misma de la sociedad; la libertad es el estimulo que da un vigor
sano y actividad fecunda a las instituciones sociales?. Y “la libertad es el
patrimonio de toda sociedad humana, que merezca el nombre de tal”. Ve-
mos asi concatenado el pensamiento de Bello acerca de la virted educa-
dora en el seno de toda comunidad, ejercida por las ciencias y las letras.
Sin desdefiar, como lo experimenté en su propia vida, que “las ciencias y
las letras... atumentan los placeres y goces del individuo que las cultiva
y las ama; placeres exquisitos a que no llega el delirio de los sentidos. . .”,
y que “al mismo tiempo que dan un ejercicio delicioso al entendimiento y
a Ja imaginacién elevan el cardcter moral”.
Tal es la teoria que expone Bello, a lo Jargo de su vida, acerca de la
trascendencia de la obra literaria en Jas sociedades americanas que debian
construirse su destino.
He sefialado como eminente consejo admonitorio de Bello, para alcan-
zar el dominio del arte literario, el continuo estudio y correccién, Pero va
acomparfiado de otra advertencia, también constante en el magisterio del
humanista, que denomina “el proceder analitico”, yeiterado en muchos de
sus escritos, y muy rotundamente en el Discurso inaugural de ia Univer-
sidad de Chile, la mayor sintesis del pensamiento de Bello:
Hay quien cree “que debemos recibir los resultados sintéticos de la ilus-
tracién europea, dispensindonos del examen de sus titulos, dispensdndonos
del proceder analitico, Gnico medio de adquirir verdaderos conocimicntos”.
Esta sentencia, que Bello prodiga con significativa frecuencia en cuanta
oportunidad se le ofrece, va rubricada en el mismo Discurso, con Ja expli-
eacién de su propésito esencial:
Alimentar el entendimiento, para educarie y acostumbrarle a pensar por si.
Acaso estas palabras encierren la esencia de toda la labor de maestro
a que Bello dedicé su vida. Pensar por sf, formula de la perfeccién del
individuo, como ser humano y como ciudadano.
XLVBello consagra sus esfuerzos a la educacién de sus compatriotas del
continente, impulsado por el convencimiento del importante papel que
América ha de jugar en Ia civilizacién occidental. Lo dice expresamente
en 1836, desde las columnas de El Araucano, en un bien trabado articulo
intitulado “Las Republicas Hispanoamericanas”. He aqui sus palabras:
No ha faltado quien crea que un considerable ntimera de naciones colo-
cadas en un vasto continente, ¢ identificadas en instituciones y¥ origen, y
2 excepeiin de los Estados Unidos, en costumbres y religién, formardn
con el tiempo un cuerpo respetable, que equilibre la politica europea,
y que por el aumento de riqueza y de poblacién y por todos los bicnes
sociales que deben gozar a la sombra de sas leyes, den también, con el
ejemplo, distinto curso a los principtos gubernativos del antiguo continente.
Al servicio de tal propésito aplica su capacidad en los més variados
campos de la ensefianza para que les ciudadanos eduquen su entendi-
miento y cada uno piense por si.
En el mismo mencionade articulo, esboza las condiciones de compren-
sién social que deben resolver los nuevos Estados para lograr republicas
solidamente establecidas:
Formar constituciones politicas mas o menos plausibles, equilibrar inge-
niosamente Jos poderes, proclamar garantias, y hacer ostentaciones de
Pprincipios liberales, son cosas bastantes faciles en el estado de adelanta-
miento a que ha Jlegado en nuestros tiempos la ciencia social. Pero
conocer a fondo ia indole y las necesidades de los pueblos a quienes debe
aplicarse la legislacién, desconfiar de las seducciones de brillantes teorias,
escuchat con atencién ¢ imparcialidad la voz de Ja experiencia, sacrificar
al bien pablico opiniones quericdas, no es Ilo m4s comén en la infancia
de las naciones, y en crisis en que una gran transicién politica, como Ja
nuestra, inflama todos los cspiritus.
Con la tarea paciente, sistematica, con admirable distribucién de su
tiempo, tedes los dias, Bello entregard hasta el fin de sus dias, !a obra
de ensefianza que le ha dado la estatura extraordinaria de educador de
republicas, al dar forma y contenido a una pluralidad de materias que
hoy nos asombra por su diversidad y por su profundidad, hasta configurat
la personalidad del mayor humanista-poligrafo en Ja historia del Conti-
nente americano. Cree en el porvenir de la civilizacién en esta parte de
la tierra, como aporte valioso al concierto de las naciones cultas.
He aqui su profecia, de 1836:
La América desempefiara en el mundo el papel distinguido a que le Maman
la grande extensién de su territorio, las preciosas y variadas producciones
de su suelo, y tantos elementos de prosperidad que encierra.
Es Ia misma pasién y es idéntico concepto de lo que habia estampado
en 1810, en el Resumen de la Historia de Venezueig, reducido a un me-
nor dmbito gecgrafico:
XLVILa Provincia de Venezuela debe elevarse al rango que la naturaleza le
destina en la América.
A ello contribuyé con su obra literaria, que no es mas que una parte
de su accién de educador.
Febrero de 1979.
ALVILFUENTES BiBLIOGRAFICAS Y EDICIONES DE
OBRAS COMPLETAS DE ANDRES BELLO
A) FUENTES BIBLIOGRAFICAS DE ANDRES BELLO
Publicada por la Fundacién Universitaria Espafiola, en 1978, aparecié en
Madrid la Bibliografia de Andrés Bello, debida a la pluma del mas emi-
nente de los bibliégrafos del mundo hispdnico de nuestros tiempos, don
Agustin Millares Carlo. Forma un volumen de 239 paginas. Es la tercera
edicién de la monografia bibliogrdfica, que habia visto la luz primera-
mente en Ja Revista de Historia de América, niimeros 67-69, correspon-
dientes a enero-diciembre de 1969 (México, D.F., 1976), editada luego
en separata de 130 paginas, con pie de 1976. Ampliado este trabajo
inicial, se imprimié una segunda edicién por ia Editorial Universitaria
de Maracaibo, y ahora esta de la Fundacién Universitaria Espafiola, en
1978, en Ja que se aumenta considerablemente su contenido.
Esta dividido el libro en dos partes:
A) Bibliografia de los escritos de Bello, y
B) Bibliografia sobre la vida, obra, etc., de Bello.
En la seccién B) se enumeran las fuentes bibliogrAficas, registro de
las investigaciones publicadas hasta la fecha de conclusién de la mono-
grafia de Millares Carlo. Puede acudir a ella quien esté interesado en las
referencias bellistas, recogidas con la exactitud y precisién con que acos-
tumbra realizar don Agustin sus trabajos eruditos.
Me ha parecido util el comentario a cémo se ha desarrollado en Ja
cultura hispdnica el campo de los estudios bibliogr4ficos relatives a la
vasta produccién de Andrés Bello.
Las investigaciones bibliogrdficas sobre la obra de Bello parten del afio
1881, cuando se rememora el primer centenario del nacimiento del hu-
manista. Son, naturalmente, sus discipulos chilenos predilectos, les Amu-
ndtegui, quienes Hevan a cabo jas tareas iniciales sobre los escritos de
XLVIILBello, como labor indispensable para acometer la edicion de sus Obras
Completas. Miguel Luis Amunategui Aldunate y Gregorio Victor, su
hermano, emprenden el cometido, principalmente, Miguel Luis, quien se
apoya en el andlisis de lo que Andrés Bello publicé en su vida, para
escribir los documentados Préloges a varios tomos de la edicién de Chile,
y, ademas, para elaborar la Vida de don Andrés Bello (1882), que sigue
siendo la biografia mds documentada y completa que tenemos del hu-
manista.
Del mismo afo del centenario, 1881, vemos el trabajo de Luis Montt
“Notas bibliogrdficas sobre las obras de don Andrés Bello”, en la Revista
de Chile (Santiago, septiembre de 1881), II, pp. 217-223.
También en 1881, se inicia, en Caracas, el estudio bibliogr4fico sobre
Bello, con el escrito de Aristides Rojas, “Origenes de la literatura vene-
zolana. Bibliografia de Andrés Bello”, en La Opinidn Nacional, 28 de
noviembre de 1881. Y en Colombia, con el trabajo de Miguel Antonio
Caro, “Apuntes bibliogrdficos relatives a don Andrés Bello”, en el Reper-
toria Colombiano, A la memoria de Andrés Bello en su Centenaris, Bogo-
té, 1881, pp. 90-125.
En 1893, el Conde de la Vitiaza (Cipriano Mufioz y Manzano), pu-
blica en Madrid, su monumental Biblioteca histdrica de la filologia espa-
fiola, en la que constan varias cédulas, algunas extensas, sobre libros de
Bello de estudios del castellano.
EI primer estudio bibliogréfico orgénico se debe a Emilio Vaisse, “Bi-
bliografia de D, Andrés Bello y de sus descendientes (1781-1916)", en
Revista de Bibliografia Chilena y Extranjera, Santiago, Nos. 8 y 9, agosto-
septiembre de 1917, en XX, 124 pp. Esta bibliografia fue adicionada,
en 1966, por Guillermo Felii Cruz, en Estudios sobre Andrés Bello,
Santiago, 1966, pp, 255-277.
En 1928, la Revista Chilena, Santiago, XII, enero-febrero de 1928,
inserta la “Bibliografia chilena sobre derecho internacional ¢ historia
diplomatica hasta la muerte de don Andrés Bello’.
No voy a registrar en esta nota, sino las bibliografias especificas de
Bello, por lo que dejaré de lado las obras generales en las que consten
menciones de obras de Bello, salvo las que contengan alguna porcién
importante sobre el tema o signifiquen wn aporte de cierta entidad.
Eugenio Orrego y Vicufia inserta un “Anexo bibliogrdfico de Bello’,
pp. 375-384, en su estudio Andrés Bello publicado primeramente en
Anales de la Universidad de Chile, Santiago, XCIII, 1935, impreso luego
en volumen, que ha tenido varias reediciones posteriores. En 1940, ven
la luz dos importantes contribuciones sobre la obra filolégica de Bello:
una, de Rodolfo Oroz, “Bibliografia filolégica chilena Canalitico-critica)”,
en el Boletin de la Academia Chilena correspondiente de la Academia
Espafola, Santiago, VII (cuad. 25 y 26), 1940, pp. 61-168; otra, de Gui-
Nlermo Rojas Carrasco, Filologia chilene. Guia bibliogrdfica y critice, San-
tiago, 1940, 328 pp.
xLIXEn 1943, publiqué mi primer registro bibliografico, “Contribucién al
estudio de Ja bibliografia caraquefia de Andrés Bello”, en el Boletin de la
Academia Venezolana correspondiente de la Real Espanola, Caracas, N®
40, julio-setiembre de 1943, editado luego en opuisculo de 53 paginas. En
1947, inserté en Cultura Universitaria, N° 4, Caracas, noviernbre-di-
ciembre de 1947, pp. 209-230, la monografia “Bibliografia de estudios
sobre Andrés Bello”, Fn 1952 se publicé un “Catdlogo de la exposicién
bibliografica de Andrés Bello”, inserto en el Primer libro de la semana de
Bello en Caracas, 1952, pp. 329-352.
En la edicién venezolana de las Obras Completas de Bello, en cada
trabajo escrito del humanista —libro, folfeto, articulo 0 poema— consta
la correspondiente anotacién bibliogréfica, que me ha correspondido
redactar en toda ja coleccién, desde el primer volumen aparecido en 1951].
EI conjunto de las notas constituye un anidlisis biblioprafico de las obras
de Bello, con extensa mencién de los estudios sobre sus escritos.
En 1954, Rafael Torres Quintero publicé la “Bibliografia de Rufino J.
Cuervo”, en el vol. II de las Obras, de B. J. Cuervo, Bogotd, 1954, pp.
1741-1817, con extensa referencia a Jas ediciones de la Gramdtica de
Bello, con las anotaciones del fildlogo colombiano.
En 1956, Martin Perea Romero editaba en multigrafo, el numero 1
febrero}, con bibliografta de trabajos sobre Andrés Bello, del Catdlogo
analitico [de la] Hemeroteca de la Biblicteca Nacional, 118 paginas.
En 1965, en Ja oportunidad del Primer Centenario de la muerte de
Bello, aparccieron varias monografias bibliogréficas. En Chile, Manuel
Cifuentes preparé el “Catdlogo de la exposicidn bibliografica, iconografica
y de objetos personales de Andrés Bello, efectuada en la Biblioteca Na-
cional, con motivo del Centenario de su fallecimiento. 1865-15 de oc-
tubre - 1965", en Mapocho, N° 667, pp. 355-377.
Alamiro de Avila Martel publica en Santiago, 1965, en la serie “Catd-
logos de la Biblioteca Central de la Universidad de Chile”, la Coleccién
de manuscritos. 1. Papeles de don Andrés Bello, 44 paginas, con la rela-
cién de los documentos originales que conserva la Universidad.
En Colombia, el Instituto Caro y Cuervo, de Bogota, publicé el opascu-
lo Exposicion bibliogrdfica. Homenaje a don Andrés Bello en el centenario
de su muerte, Bogota, 1965, 35 pp. En Argentina Horacio Jorge Becco
publicé su “Contribucién a la bibliografia de Andrés Bello” en Cuadernos
del idioma, Buenos Aires, 1, N@ 3, 1965, pp. 149-166. En Caracas, la
Comision Nacional del Centenario edité el Catdlogo de la exhibicién en
el Museo Bolivariano, Caracas, Sala Andrés Bello. Relacién de objetos,
manuscritos y ediciones, en optisculo de 27 paginas. Yo publiqué una
“Bibliografia de Andrés Bello”, en la Revista Nacional de Cultura, Ca-
racas, N° 172, 1965, pp. 152-159, reproducida en Mapocho, Santiago,
vol. 12, N° 3, 1965, pp. 332-354, con cl titulo de “Bibliografia sumaria
de Andrés Bello”.En 1968, Martin Pérez Romero edita multigrafiada una bibliografia
con el titulo de Andrés Bello, 108 hojas.
Desde 1969, Angel Rad! Villasana esta dando a luz su monumental
Ensayo de un repertorio bibliogrdfica venezolano Cahos 1808-1950), en
varios tomos. En el J, pp. 314-333, consta la bibliografia de obras de
Bello.
En 1978 se ha publicado la excelente cbra de Horacio Jorge Becco,
Fuentes para el estudio de la literatura venezolana, con Prdlogo mio,
Ediciones Centauro, en dos tomos, con acopio de datos, al dia, sobre
Andrés Bella. En este mismo aio de 1978, La Casa de Bello, en Caracas,
ha editado mi opasculo Libros de Bello editados ex Caracas en el siglo
XIX. 61 paginas.
Esta enumeracién de repertorios bibliogrdficos de las obras de Andrés
Bello, o sobre su vida y sus publicaciones, muestra que estas investiga
ciones forman ya una tradicién en la cultura americana,
B) EDICIONES DE OBRAS COMPLETAS
DE ANDRES BFLLO
La necesidad de compilar y publicar la totalidad de los escritos de An-
drés Bello, se sintié en Chile, como acto de justicia y de homenaje a la
memoria del humanista, gue habria producido la mayor parte de su obra
cn Jos afios de vida en su segunda patria. Honra de veras al Consejo de
Ja Universidad de Chile, el acuerdo tomado al dia siguiente del falleci-
miento de quicn habia sido su Rector, desde el mismo momento de su
refundacién en 1843. Los nombres de Diego Barros Arana y de los
hermanos Amundtegui Aldunate, Miguel Luis y Gregorio Victor, y el del
hijo de este ultimo, Miguel Luis Amundtegui Reyes, comprometen la
gratitud de la posteridad. -
En 1881, afo centenario del nacimiento de Bello, salieron los dos
primeros tomos. Hasta 1893 fueron publicandose los volumenes restantes
cn un total de guince volimenes, cuya relacién es la siguiente:
1. Filosofia del entendimiento. [Introduccién de Juan Escobar
Palma]. 1881. XVIT+514 pp.
Il. Poema del Cid. Introduccién de Baldomero Pizarro. 1881.
XXVI-+ 588 pp.
JH. Poesias. Introduccién de Miguel Luis Amunategui [Aldunate}.
1883, LXXXIV-+570 pp.
IV. Gramutica de la lengua castellana. Introduccién de Francisco
Vargas Fontecilla. 1883. XLI+494 pp.
V. Opriscules gramaticales. Introduccién de Miguel Luis Amuna-
tegui [Aldunate]. 1884. LXVII +507 pp.
LIVi.
VU.
VII.
ix.
XI.
XI.
XIil.
XIV,
XY.
Opzsculos literarios y criticos, I. Introduccién de Miguel Luis
Amunategui [Aldunate]. 1883. CXLIT+ 480 pp.
Opisculos literarios y criticas. Il. Introduccién de Miguel Luis
Amunategui [Aldunate]. 1884, CVII+476 pp.
Opasculos literarios y criticos, 111. Introduccién de Miguel Luis
Amundategui [Aldunate]. 1885. CVIII+ 482 pp.
Optisculos juridicos. Introduccién de Miguel Luis Amundtegui
[Aldunate]. 1885. CXXII1+508 pp.
Derecho internacional. Introduccién de Miguel Luis Amuné-
tegui [Aldunate]. 1886. XXXVI-+527 pp.
Proyectos de Cédigo Civil. Intreduccién de Miguel Luis Amu-
nategui {Aldunate]. 1887, XiII+622 pp.
Proyecto de Cédigo Civil (1853). Introduccién de Miguel Luis
Amundtegui Reyes. 1888. XVHI+640 pp.
Proyecto inédito de Cédigo Civil. Introduccién de Miguel Luis
Amundtegui Reyes. 1890. XLII+630 pp.
Opusculos cientificos. Introduccion de Miguel Luis Amund-
tegui Reyes. 1893. XLVIII+455 pp.
Misceldnea. Introduccién de Miguel Luis Amunategui Reyes,
1893, XLVHI+ 455 pp.
El humanista colombiano, Miguel Antonio Caro, gran conocedor y admi-
tador de la obra de Bello, promovié desde 1881 la edicion de todas ias
obras del ilustre caraqueno en la “Coleccién de Escritores Castellanos”,
que publicaba en Madrid Mariano Catalina. Le acompaiaban en su em-
pefio, Marcelino Menéndez Pelayo y Rufino José Cuervo.
Aparecieron solamente siete volimenes, cuya relacién es la siguiente:
MW.
[IT] .
(uy.
Poesias. Precedidas de un estudio biogrdfice y critica, escrito
por don Miguel Antonio Caro. Madrid, Editorial Hernando.
impr. de D. A. Pérez Dubrull. 1882. LX + 330 pp.; 2 retratos
grabades por Bartolomé Maura.
Principios de derecho internacional. Nueva edicién ilustrada
con notas por don Carlos Martinez Silva. Madrid, Impr. de
A. Pérez Dubrull. 1883. 2 vols. 1: [VII]-XXXIII+ 357 pp.
(Estado de paz). Il: 392 pp.+4 hs. (Estado de guerra),
Optsculos gramaticales. Con una introduccién de Marco Fi-
del Sudrez. Madrid. Imprenta y Fundacién de M. Tello,
1890-1891. 2 vols. [: 385 pp. COrtologia, Arte meétrica.
Apéndices).-II: 400 pp. (Andlisis Ideoldgica, Compendio de
gramatica castellana, Optsculos gramaticales).
LEE[IV]. Gramdtica de la lengua castellana. Madrid, Editorial Hernan-
do CTipogr. Sucesores de Rivadeneyra y Revista de Archivos),
1903-1905, 2 vols.
En 1930, bajo los auspicios de la Universidad de Chile, se emprendié
otra edicién de las Obras Corspletas de Bello, como simple reimpresién
de la primera coleccién de Santiago de 1881-1893, sin otro cambio
que dar distinta numetacién a los volimencs. Aparecieron solamente
nueve tomos con pie de Editorial Nascimento, cuya relacién es la
siguiente:
I. Poesias. 1930. 692 pp.+1 hoja, Texto, pp. 1-626. Estudio
de Miguel Luis Amunategui [Aldunate], pp. 627-692.
ll. Grandtica de la tengua castellana. 1931. 492 pp.
IIL. Proyecto de Cédigo Civil, Primer tomo. 1932. 608 pp. Intro-
duccién, por Miguel Luis Amunategui {Aldunate], pp. 7-15.
IV. Proyecto de Cédigo Civil. Segundo tomo. 1932. 632 pp. Pré-
logo de Miguel Luis Amundtegui Reyes, pp. 7-18.
V. Proyecto de Cédigo Civil. Tercer tomo (ultimo del proyecto
de Cédigo Civil). 1932. 630 pp.
VI. Derecho internacional. 1932. 581 pp. Introduccién de Miguel
Luis Amundtegui [Aldunate], pp. 7-34.
VIL. Opiisculos juridicos. 1932. 548 pp. Introduccién de Miguel
Luis Amunategui [Aldunate], pp. €7)-106.
VIII. Opdsculos gramaticales, 1933. 516 pp. Introduccién de Mi-
guel Luis Amundtegui [Aldunate]. pp. €7)-66.
IX. Opiisculos literarios. Tomo I. 1935. 540 pp. Introduccién de
Miguel Luis Amunétegui [Aldunate}. €7)-122.
LA EDICION DE VENEZUELA
La edicién venezolana de las Obras Completas de Andrés Bello era un
viejo proyecto de !a intelectualidad nacional y anhelo comin de todo
el pais. En 1943, el Patronato Pro Estudios Andrés Bello, constituido
por iniciativa privada en el Instituto Pedagdgico de Caracas, sefialé la
publicacién de todos les escritos de Bello como un objetivo final de la
preocupacién bellista. La idea pasé al mundo oficial mediante acuerdo
de la Asamblea Nacional Constituyente, adoptado por unanimidad a
proposicién de su Presidente, Dr. Andrés Eloy Blanco, en sesién del 27
de octubre de 1947. Liegé finalmente al terreno de la Administracién con
el Decreto dictado el 27 de febrero de 1948, por el Presidente de Ja
LIRepablica, don Rémulo Gallegos, en el cual se ordenaba la edicién revisada
de las Obras Completas de Bello y se disponia la creacién de una Comi-
sion Especial a la que se encomendaba el trabajo preparatorio y el de
la edicién.
En virtud del referida Decreto fue designada la Comisién Editora,
integrada por Julio Planchart, como director, Augusto Mijares, Rafael
Caldera y como secretario, Pedro Grases. A fines de 1948 fallecié don
Julio Planchart, quien con lujo de capacidad y afecto por la obra, tuvo
la direccién de la empresa como Ia ultima y mds grata tarea de su vida,
y su muerte fue hondamente lamentada por sus companeros de labor.
Desaparecia un hombre justo que habia ilustrado con su recto criterio los
problemas de una edicién trascendental. Pasé Rafael Caldera a ocupar
la direccién de la Comisién Editora y se designé para formar parte de
la Comisién a Enrique Planchart, quien fallecié en 1953.
Al iniciar la tarea de preparar las Obras Completas de Andrés Bello,
no era posible imaginar el ctimulo de cuestiones a que seria necesario
atender para resolver el complejo tejido de problemas que ja edicién de
las obras de Bello suscitaba a medida que ibamos adelantando en nuestra
empresa. Nuestro primer plan de trabajo, hecho sobre lo que era conocido
al acometer nuestra obra, tuvo pronto que modificarse. Al profundizar
en el estudio de la vida y los escritos de nuestro humanista, aparecieron
claramente las considerables rectificaciones que era preciso hacer a las
ediciones anteriores, La coleccién chilena, con todo y los honrosisimos
merecimientos a que cs acreedora y que somos los primeros en proclamar,
exigia un trato cuidadoso y atento, pees habian transcurrido setenta afios
de su publicacién. No podian ni debian ser dejados de lado los nuevas
conocimientos sobre Bello, y era inexcusable tratar los textos de acuerdo
con las normas que aconseja la técnica moderna, desarrollada con poste-
rioridad al tiempo de aguella edicidn.
De ahi que nos viésemos en la necesidad de resolver un punto previo
y de capital importancia. O se decidia a imprimir la obra de Bello como
simple reedicién de los textos que proporcionaba la coleccién chilena, con
otra ordenacién mas adecuada, con el obligado expurgo de lo repetido y
con fa adicién de lo que no se habia incluide en ella; o sc emprendia una
investigacién a fondo, con el fin de resolver hasta donde fuere posible
todos los problemas de una nueva cdicién, como lo merecia su caracter
trascendental para la bibliografia americana. Entendimes que el encargo
del Gobierno de Venezucla nos obligaba con ef compromiso mayor. Y¥ nos
dimos entonces a Ia tarea de agotar previamente todas las vias de inves-
tigacién para entregar en cuanto fuere humanamente posible, una obra
que fuese digna de la altura de los propdsitos nacionales. De ahi que la
Comisién Editora se transformase, desde sus comienzos, en centro de
LIvinvestigacidn, y estableciese una red de colaboradores en Venezuela, Chile,
Inglaterra, Colombia, Pert, Ecuador, Espaiia, Estados Unidos, Francia,
Argentina, Mexico, Italia, Canad, Cuba, Brasil y otros paises.
He aqui la relacién de los tomos pubticados:
1. Porsias. Introduecion general y “Advertencia editorial”,
de la Contisién Editora. Prdélogo de Fernando Paz Casti-
Ilo, “Introduccién @ la poesta de Bello”, Caracas, 1952.
exxxix, 757 pp.
JI. Borraporzs px porsia. Prélogo por Pedro P. Barnola,
“La poesia de Bello en sus borradores”, y “Advertencia
editorial”, por 1a Comisién Editora. Caracas, 1962. cviii,
639 pp.
Ili. Frcosovia. FIrosoFia DEL ENTENDIMIENTO Y OTROS
ESCRITOS FILOSOFICOS. Prélogo de Juan David Garcia
Bacca, “Introduccién general a las obras filosdficas de
Andrés Bello”. Caracas, 1951. Ixxxi, 710 pp.
WV. GramAtica, GRAMATICA DE LA LENGUA CASTELLANA
DESTINADA AL USO DE Los AMERICANOS. Prélogo de
Amado Alonso, “Introduccién a los estudios gramaticales
de Andrés Bello”, y “Ediciones principales de la Grama
tica de Andrés Bello”, por la Comision Editora. Caracas,
1951. xciii, 545 pp-
V. EsTupios GRAMATICALES. Préloge por Angel Rosenblat,
“Las ideas ortograficas de Bello”. Caracas, 1951. lxxxvii,
459 pp.
VI. Estupios ritoiécicos J. PRINCIPIOS DE LA ORTOLO-
GiA ¥Y METRICA DE LA LENGUA CASTELLANA Y¥ OTROS
zsoriros. Prdlogo de Samuel Gili Gaya, “Introduccién
a ios estudios ortoldgicos y métricos de Bello”, y “Adver-
tencia editorial” por la Comisidn Editora. Caracas, 1955.
exii, 601 pp.
VII. Estupios rioLécicos Il. Porma pzL Cip ¥ OTROS
EscRITOS. Prdloge de Pedro Grases. (En prensa).
VIN. GRrAMATICA LATINA ¥ ESCRITOS COMPLEMENTARIOS.
Prélogo y notas de Aurelio Espinosa Pélit, S. ]., “Bello
latinista”. Caracas, 1958. ic, 656 pp.
IX. Temas DE critica LITERARtA. Prologe de Arturo Uslar
Pietri, “Los temas del pensamiento critico de Bello”, y
“Advertencia editorial”, de la Comisidn Fditora. Caracas,
1956. lv, 784 pp.
L¥XT,
XIL-XHI .
XIV.
XV.
XVI.
XVII,
XVI.
XIX.
XXI-XXIE,
XXHI-XXIV.
Febrero, 1979,
Derecuo INTERNACIONAL I. PRINCIPIOS DE DERECHO
INTERNACIONAL ¥ ESCRITOS COMPLEMENTARIOS, Pro-
logo de Eduardo Plaza A. Caracas, 1954, Ixvi, 689 pp.
DerecHo Inrernactonan I]. Temas DE POLSTICA
INTERNAGIONAL, “Advertencia editorial’, de la Comision
Editora, Caracas, 1959. xiii, 666 pp.
Cépico Civ. pe 1a Repdztica pe Cure. Texto
concordads con los distinios proyectos de Bello, “Intro-
duccién y notas de Pedro Lira Urquieta, y “Advertencia
editorial” de la Comision Editora. Caracas, 1954. I, Ixx,
619; Ii, 1148 pp.
DERECHO ROMANO. “Introduccién” por Hessel E. Ynte-
ma. “Advertencia editorial’, por la Comisién Editorg,
Caracas, 1959. Ixv, 510 pp.
TEMAS JUR{DICOS ¥ SOCIALES. Prélogo de Rafael Cal-
dera. (En prensa).
TEXTOS Y MENSAJES DE GOBIERNO. Prélogo de Gui-
llermo Feli#i Cruz, “Andrés Bello y la administracion
publica de Chile”, y “Advertencia editorial”, de ia Co-
misidn Editora, Caracas, 1964. xciv, 699 pp.
Lagor =n EL SENADO DE CHILE CDISCURSOS$ Y ESGRI-
Tos). Recopilacién, prdlogo y notas de Ricardo Donoso,
y¥ “Advertencia editorial”, de lg Comisién Editora. Cara-
cas, 1958. exxx, 989 pp.
TimAs pE EDUCACION. (En prensa).
TEMAS DE HISTORIA ¥ GEOGRABIA. Prdlogo de Mariano
Picén Salas, “Bello y la Historia”, y “Advertencia edito-
rial”, de la Comisién Editora. Caracas, 1957, Ixiv, 572 pp.
CosMOGRAFiA Y OTROS ESCRITOS DE DIVULCACION
clentirica. Prdlogo y notas de F. J. Duarte. Caracas,
1957. lii, 737 pp.
DeREGcHO INTERNACIONAL CIII y IV). Documentos
DE LA CANCILLERIA CHILENA. Prdlogo de Jorge Gamboa
Correa, “Andrés Bello en la Cancilleria de Chile". Cara-
eas, 1969. T, ccexi, 264: ID, 534 pp.
Episrotario. (En preparacién).
LVICRITERIO DE ESTA EDICION
Para Ia presentacién antolégica de la Obra Literaria de Andrés Bello, se han
escogido los textos mds expresivos a fin de dar idea suficiente en tres aspectos de
la extensa produccién de escritos de nuestro humanista.
Los tres campos son:
Poesia
Critica literaria, y
Estudios gramaticales y lingitisticos
La seleccién de la obra en verso no presenta mayor problema, pero si es dificil
deslindar con precisién Ios temas de critica, en un autor como Andrés Bello,
dada la finalidad educativa que constituye el comin denominador de toda su
prosa, pues en la exégesis de obras de historia, de filosofia, de derecho o pedagé-
gicas, podriamos hallar igualmente manifestaciones de anilisis de valores estéticos
que permitirian incluir determimados articulos en el rubro de Ja critica literaria-
Pero, las limitaciones y caracteristicas de las cempilaciones antolégicas nos han
inducido a limitar las selecciones, que agui incluimos, de acuerdo con los temas
de los libros que comenta Andrés Bello, que son Ios que integran el volumen Ix
de la edicién de las Obras Completas (Caracas, 1956). Creemos, con todo, que
dan suficiente ilustracién para percatarse dei pensamiento de Bello como eritico
de literatura.
La seleccién de estudios gramaticales y lingilistices tampoco es asunto sencillo,
puesto que cualquier via selectiva, de as muchas que ensayamos, dejaba siempre
parcialmente ilustrado e] vasto temario que en Gramatica y en Ortologia y Métrica,
asi como en el de los estudios de lengua y versificacién en los monumentos primitivos
de la historia del lenguaje y la literatura, debiamos dejar cumplidamente atendidos
para dar una informacién cabal de tan valiosa faceta de la labor de Bello. Se dan
en su integridad unos cuantos articulos monograficos sobre tales temas.
Con el reconocimiento de los escollos que tamafio compromiso entrafia, se ofrece
en estas tres secciones de los escritos de Bello —poesia, critica y estudios gramati-
cales y lingiisticos— Ia presente seleccién.
LVIPoesia. Hemos partido de la natural distribucién de les povmas de Bello, en
Jas tres claras ctapas de su vida: Caracas (-1810); Londres (1810-1829); y Chile
(1829-1865). Ademés, corresponden a tres periodos, bastante definides, en la
produccién poética de nuestro autor.
a) Tel tiempo del Bello juvenil, en Caraeas, se recogen cuatro peemas, expre-
sivos de Ja creacién pottica de esta primera etapa: El Anauco, romancillo, gene-
ralmentc datado hacia 1800, gue ha de ser uno de los primeros ensayos persa-
nales de Bello; Venezuela consolada, pivza dramatica, representable, que habra
Hegado probablemente a las tablas, en 1804, durante la estancia de Balmis cn
Caracas; y ta Mgloga Tirsis, habitador def Tajo umbrio, subtitulada “Imitacién de
Virgilio"; y A la nave, subtitulada “Oda imitada de la de Horacio, O navis, re-
ferent”. Con ello se da muestra del estro del poeta en Jos versos originales y en los
que nacian de] propésito de adaptar a cldsicos de la latinidad.
b) De los dias de estancia cn Londres, sc han seleccionado, desde luego, los
dos poemas mavores, las Silvas Alocucidn a Ia poesia y La Agriculiura de la Zona
Vaérrida; el soncto Dios me tenga en gloria, publicado cn 1819; v dos poemas
patristicns, Himne a Colombia, dedicado a Simén Bolivar, y la Cancién a la diso-
lucién de Colombia, como poemas originales.
c) Del periodo chilena se reproducen algunos poemas originales: El incendio
de la Compattia (1841), La Moda (1846?}, Fl Céndor y el poeta, Las Ovejas y
El Proscrito, que corresponden a cuatro motivos de inspiracién distintos. Y, fucgo,
cuatro adaptaciones o recreaciones de pocmas de Victor Hugo, como testimonio de
una particular accién literaria de Beilo: Los fantasmas; A Olimpio; Los duendes;
y La oracidn por todos, considcrada como verdadera creacién personal de nuestro
poeta.
las notas a cada poema y las variantes de redaecion constan, con la debida
correlacion de Hamadas, en las paginas 165 y siguientes, en la misma forma como
las redacté para la edicién del tomo dc Poestas, en el vol. I de Ja edicién de
Obras Conipietas de Bello (Caracas, 1952}.
Critica Literarta. Los articulos de critica de obras literarias, reproducidos en
su integridad, corresponden al periodo de Londres, los seis primeros; y al de Chile,
Jos trece restantes. La variedad temitica de las publicacioncs comentadas por Bello
nos presenta una gama de intcreses muy extcnsa que permite conocer la amplitud
de lecturas a que nuestro humanista dedicd su atencién. Del tiempo de Caracas,
no conocemos nota critica alguna.
Las notas a las monografias incluidas en esta seecidn constan en las péginas
407 y siguientes de la presente edicién, con Jas correspondientes Ilamadas al pic
de cada titulo,
Estudios Gramaticales y Lingiiisticos. “También se reproducen intcgramente los
articulos y monografias de Bello, correspendientes a csta seccién. Iniciada con la
Andlisis idcoldgica de Ios tiempos de la comjugacién castellana Cobra de antes de
1810, aunque publicada en 1841), en la primera parte se incluyen dos articulos
de gcamatica y lexicolegia, para seguir luego con uma seleccién de estudios, pu-
blicados en su mayoria en Londres, sobre versificacién primitiva del castellano y
algunas notas dc Ienguaje medieval. Cierra Ja seccién Ja reproduccidn de tres
prologos a obras mayores de Bello en este campo: Principios de Ortologia y Métrica
de'la lengua castcllana; Gramdtica de fa lengua castellana, dedicada al uso de los
americanos; y ¢] Prdlogo al Poenta del Cid.
LVLLas notas correspondientes a esta terccra parte, constan en las paginas 579 y
siguientes de la presente edicién. Fueron redactadas por mi para la edicién de las
Gbras Completas de Caracas, salvo las que aparecen con las iniciales A.R. que
son de Angel Rosenblat.
Febrero, 1979
PG.
LIXPOESIA10
15
20
25
EL ANAUCO
Irrite la codicia
por rumbos ignorados
a la sonante Tetis
y bramadores austros;
el pino que habitaba
del Betis fortunado
las margenes amenas
vestidas de amaranto,
impunemente admire
jos deliciosos campos
del Ganges caudaloso,
de aromas coronado,
Tu, verde y apacible
tibera del Anauco,
pata mi més alegre,
que los bosques idalios
y las vegas hermosas
de la plicida Pafos,
resonarés continuo
con mis humildes cantos;
y cuando ya mi sombra
sobre el funesto barco
visite del Erebo
los valles solitarios,
en tus umbrias selvas
y retirados antros
erraré cual un dia,
tal vez abandonanda
la silenciosa margen
330 de los estigios lagos.
La turba dolorida
de los pueblos cercanos
evocara mis manes
con fastimero Jlanto:
35 y ante la triste tumba,
de funerales ramos
vestida, y olorosa
con perfumes indianos,
dir Norando Filis:
40 “Aqui descansa Fabio”,
jMil veces venturoso!
Pero, tu, desdichado,
por barbaras naciones
Jejos del clima patric
45 débilmente vaciles
al peso de los aiios.
Devoren tu cadaver
los canes sanguinarios
que apacienta Caribdis
50 en sus rudos pefiascos;
ni aplaque tus cenizas
con ayes lastimados
ia pérfida consorte
ceftida de otros brazos.
VENEZUELA CONSOLADA
PERSONAS
VENEZUELA. EL TIEMPO. NEPTUNO
El teatro representa un bosque de drboles del pais
ESCENA PRIMERA
Venezuela aparece en actitud de tristeza
VENEZUELA
—Errante pasajero,
dime en qué triste sitio
contemplaron tus ojos
un dolor semejante al dolor mio?
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10
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35
40
Tu, que en mejores dias
viste el hermoso brillo
con que Naturaleza
estenté su poder en mis dominios,
hoy a los dolorasos
acentos con que explico
al universo todo
mis desventuras, une tus gemidos. ..
Afortunados dias
de gozo y regocijo,
estacién de abundancia,
alegre imagen del dorado siglo,
{Qué pronto en noche oscura
os habéis convertido!
{Qué tenebrosa sombra
sucede a vuestre lustre primitivo!
ESCENA SEGUNDA
Dicwa, EL TieMrPo
EL TIEMPO
—Desusados clamores
en el feliz recinto
de Venezuela escucho;
antes todo cra canticos festivos;
mas ya no se percibe
el acorde sonide
de gratos instrumentos,
ni de danzas alegres el bullicio.
Por todas partes, oigo
sdlo quejosas gritos
y lastimeros ayes;
pavor, tristeza, anuncia cuante mira.
Deliciosas provincias,
frondoso y verde hospicio
de la rica Amaliea,
«qué se hicieron, decidme, ios corrillos
de zagalas, alcores
de pastores festivos.
que hacian a la tierra
envidiar vuestro jubilo continuo?
Pero sobre la alfombra
de este prado mullido,
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50
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a Venezuela misma,
si no me engafia la aprehcnsién, diviso.
Venezuela es sin duda...
y su rostro abatido,
sus inméviles ojos
de profunda tristeza dan indicios.
Diosa de estos confines,
équé funestos motivos
a tan fatal extremo
de afliccién y dolor te han compelido?
éNo eres ti Venezuela?
Falta acaso a tus hijos
del espafiol monarca
Ja amorosa tutela y patrecinio?
VENEZUELA
—Si por ventura guardas
ioh Tiempo! en tus archives
la historia de infortunios
que puedan compararse con los mics;
si tan Iigubre escena
vieron jamés los siglos,
condena entonces, Tiempo,
el extremo de angustia en que me miro.
Las atroces viruelas,
azote yengativo
de los cielos airados,
ejercen su furor sobre mis hijos.
La atmésfera prenada
de vapores malignos,
propaga a todas partes
con presteza terrible cl exterminio.
En las casas y calles,
y sobre el sacro quicio
de los templos, se miran
caddveres sin niimero esparcidos.
Del enfermo infelice,
huyen despavoridos
cuantos en su semblante
ven de la peste el negra distintivo.
jQué ldgubres objetos!
Aquél deja al recinto
de sus lares impuros
una familia, y busca en los pajizos
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campesinos albergues
un saludable asilo;
mas alld, separado
del seno de la madre el tierno nijfic,
y al degredo por manos
extrafias conducido,
el maternal socorro
implora en vano con agudos gritos.
Aqui expira el anciano
sin el pequefo alivio
de que cierre siquiera
sus failecientes parpados el hi.
Alli noto que arrojan
al hoya confundidas
en espantosa mezcla
con caddveres yertos cuerpos vives,
Pues cémo, cuando escenas
tan tristes examine,
te admiras de que acuda
Ilanto a los ojos y a la voz quejido?
EL TIEMPO
—WNo, Venezuela, nunca
mas fundado motivo
las lagrimas tuvieron,
que el que tienen las tuyas; desde el sitio
de brillantez y gloria
a que los beneficios
del trono te ensalzaron,
hoy te despeiia al mas profundo abisrno,
de horrores y miserias,
ese contagio impio
que tus hijos devora,
esas viruelas cuyo aguda file
por todas partes lleva
el luto, el exterminio,
y en soledades vastas
deja tus territorios convertidos.
Llora, pues, tu miseria,
Hora tu lustre antiguo
y tus pasadas glorias,
de que estaba envidioso el cielo mismo.
7125 Laméntate en buen hora;
a tu dolor crecido.
Venezuela, no pueda
yo mismo, siendo ef Tiempo, dar alivio,
y asi... Pero gqué escucho?
(Se oye mitsica alegre).
VENEZUELA
130 —¢Suefio, cielos?
EL TIEMPO
—¢Delirio?
VENEZUELA
—iNo siento alegres vaces?
EL TIEMPO
—Regocijados sones no percibo?
CORO
—Recobra tu alegria, Venezuela,
pues en tu dicha el cuarto Carlos vela.
UNA VOZ
135 —1A las prévidas leyes
del mejor de los reyes
debias ta riqueza, Ja cultura,
la paz apetecida!
Hoy la salud, la vida,
140 dadivas son también de su ternura.
CORO
—Recobra tu alegria, Venezuela,
pues en tu dicha el cuarto Carlos vela.
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150
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VENEZUELA
—No sabremos decir de dénde vienen
tan gozosos acentos?
EL TIEMPO
—Apartando
los enramados 4rboles, camina
hacia nosotros, con ligero paso,
un incégnito mumen. Su cabello
humedas gotas vierte, y coronado
esta de algas marinas; pero juzge
reconocerle ya, pues en las manos
conduce el gran tridente.
ESCENA TERCERA
Dicuos, NEPTUNO
NEPTUNO
—Mi venida
es a daros consuclo. Cese el Ianto.
La queja interrumpid. Yo soy el numen
a quien presta obediencia el mar salado;
Neptuno soy, que...
VENEZUELA (con espanto)
—Vete de mis ojos;
para siempre, retirate. El amargo
conflicto en que me miras, ide quién vino,
sino de ti? Mi doloroso estado
otra causa no tiene que tu solo;
al dulce abrigo del monarca hispano,
venturosa y pacifica vivia,
las plagas y los males ignorando
que al resto de la tierra desolaban.
Su nombre augusto en inmortales cantos
bendecir, celebrar sus beneficios,
era la ocupacién, era el cuidado
que cl cielo me imponia. Los favores
gozaba alegre de su regia mano,
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cuando en intaustas naves me trajiste
de las viruclas el atroz contagio.
eCémo pretendes, pues, que Venezuela
sin turbacién te mire y sin eSpanto?
NEPTUNO
—Tus lagrimas enjuga, Venezuela;
los cielos de tu pena se apiadaron;
ya ne verds a tus dichoses hijos
con tan horrenda plaga serialados;
ya Carlos de tus pueblos la destierra
para siempre.
VENEZUELA
—jQué dices! :Puede acaso
el humano poder?. . .
NEPTUNO
—Escucha atenta
los beneficios de tu angusto Carlos.
¥ tu, Tiempo, conserva en tus archivos
para siempre el mas grande y sefialado
suceso que jamas vieron los siglos
desde que su carrera comenzaron.
En Ja fértil provincia de Glocester,
a la orilla del Tamesis britano,
aparecieron de repente heridos
de contagiosa plaga los rebajfios.
A Tes cuerpos pasé de los pastores
el nuevo mal; y cuando los humanos
el nimero juzgaban de las pestes
por la divina célera aumentado,
notaron con asombro que venia
en aquel salutifera contagio
encubierto un feliz preservativo
que las negras viruelas respetaron.
Jenner tuve la dicha de observarle;
y de su territorio en pocos afios,
desterré felizmente las viruelas,
el contagio vacuno propagande.
éQué acogida imaginas que daria
la ternura benévola de Carlos
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al gran descubrimiento que liberta
a sus queridos pueblos del estrago
de las negras viruelas? Al momento
escope profesores ilustrados
y un sabio director cuyas fatigas
Ilevan hasta Jos puertos mas lejanos
de sus dominios el precioso fluido
que de viruela libra a los humanos.
Si, Venezuela; alégrate; tus playas
reciben hoy el venturoso hallazgo
de Jenner, que te envia, como muestra
de su regia bondad, tu soberano.
Hallazgo que tus hijos te asegura,
que de vivientes lena los poblados,
que libra de temores la belleza;
y, dando a la cultura nuevos brazos
para que en tus confines amanezcan
dias alegres, puros, sin nublados,
el gozo te dard con la abundancia,
y la felicidad con el descanso.
VENEZUELA
—-jOh gran Dios! ¢Conque al fin las tristes quejas
de Venezuela a tu mansién Megaron?
éConque nos miras ya compadecido?
Al Eterno cantad regocijados
himnos, joh pueblos! que debéis la vida
y la salud a su potente brazo;
que resuene su nombre en las eternas
bévedas; y después que el holocausto
de gratitud ante su trono excelso
haydis humildemente tributado,
haced también sinceras expresiones
de reconocimiento al soberano.
Del mas cumplido gozo dad sefiales,
y publicad en otro alegre canto
Ja gran ventura de que sois deudores
a su paterno, cuidadoso amparo.
EL TIEMPO
—2Y nosotros qué hacemos, que en tal dia
todos nuestros esfuerzos no juntamos
para sclemnizar el beneficio
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que recibe este pueblo de sus manos?
A ti, Neptuno, el cetro de los mares
los supremos destinos cntregaron.
Pomona enriquecié de bellos frutos,
Venezuela, tu clima afortunado;
y yo, que soy e] Tiempo, a mi capricho
rijo las estaciones y Ios afios.
éPor qué, nuestras funciones reuniendo,
suceso tan feliz no celebramos?
NEPTUNG
—Tienes razén; aguarda. Roncos vientos
que sublevdis con vuestro soplo airado
las bramaderas ondas, tempestades,
furiosos huracanes, sosegaos,
y en el imperio todo de las aguas,
fa dulce calma reine y el descanso;
respetad este dia venturoso;
y dondequicra que miréis [as naos
de la dichosa cxpedicién que trac
tantos biencs al suelo americano,
callad y respetadla. — Habitadoras
de los marinos, hiimedos palacios,
rubias Nereidas, que de frescas ovas
llevdis vuestro cabeilo coranado,
formad alegres danzas; y vosotras,
blancas Sirenas, que adormis cantando
al navegante, haciendo que le sca
grato el mortz, dulcisimo el naufragio,
entonad himnos nuevos, y acompafien
los roncos caracoles, vuestro canto,
los méviles Tritones difundiendo
alegres ecos por el vasto espacio.
CORO DE NEREIDAS
-—El reino de Anfitrite
con jubilo repite
el nombre sicmpre amado
de Carlos Bienhechor.
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CORO DE TRITONES
—Y¥ luego que le escucha
se aplaca el Ponto undoso,
y el austro proceloso
refrena su furor.
EL TIEMPO
—Y¥o de notables hechos la memoria
a las edades venideras guardo,
y fama doy gloriosa al buen monarca,
al gran guerrero y al ministro sabio;
mas a los beneficios distinguidos
que [a suerte del hombre mejoraron,
doy un lugar brillante en mis anales,
y en inmortalizarlos me complazco.
Por mi suena en la tierra todavia
el nombre de los Titos y Trajanos,
y sonara mientras de blandas fibras
tenga el hombre su pecho organizado.
Yo daré, pues, a tu feliz memoria,
Carlos augusto, un eminente rango;
y al lado de Ias tuyas las acciones
de los Césares, Pirros y Alejandros,
quedaran para siempre oscurecidas. . .
Siglos futures, a vosctros llamo:
salid del hondo seno en que os oculta
a la penetracién de los humanos
el velo del destino; y a presencia
de Venezuela, pronunciad Jos cantos
con que haréis resonar en algiin tiempo
el claro nombre del augusto Carlos,
Celebre con eterna
aclamacién el hombre
el siempre claro nombre
de Carlos Bienhechor.
Jamas el merecido
titulo que le damos
sepulte en el olvido
e] ticmpo destructor.
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VENEZUELA
—Y¥ yo que el testimonio més brillante
debo hacer de ternura al soberano,
equé mejor alabanza puedo darle,
qué monumento més precioso y grato
levantar a sus ojes, que su nombre
con indelebles letras estampado
en los amantes pechos de mis hijos?
Si, ya te ofrezeo, yo te juro, Carlos,
que guardaraén los pueblos tu memoria,
mientras peces abrigue el mar salado,
cnadripedos la tierra, aves el aire,
y el firmamento luminoses astros.
Yo te ofrezeo cubrir estos dominios
de eelosos y ddciles vasallos,
que funden su ventura y su alegria
en prestar obediencia a tus mandatos.
Te ofrezco derramar sobre estos pueblos,
gue tus leyes respetan prosternados,
fecundidad, riqueza y lozania,
dorados frutos, nutritivos granos.
Yo te juro también que con perenne
aclamacidn repetiran sus labios:
“(Viva el digno menarca que nos libra
de las viruelas! {Viva el cuarto Carlos!”
Hombre, mujer, infante,
tode mortal que pise
estos confines, cante
a Carlos Bienhechor.
Publique Venezuela
que quien de nuestro clima
Janzé la atroz viruela,
fue su paterno amor. (Se repite).
EGLOGA
Imitaciin de Virgilio
Tirsis, habitador del Tajo umbrio,
con el més vivo feego a Clori amaba;
a Clori, que, con nistico desvio,
las tiernas ansias del pastor pagaha.
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La verde margen del ameno rio,
tal vez buscando alivio, visitaba;
y a la distante causa de sus males,
desesperado enviaba quejas tales:
No huye tanto, pastora, el corderillo
del tigre atroz, como de mi te alejas,
ni teme tanto al buitre el pajarillo,
ni tanto al voraz lobo las ovejas.
La fe no estimas de un amor sencilio,
ni siquiera, inhumana, oyes mis quejas;
por ti olvido las rusticas labores,
por ti faébula soy de los pastores.
“Al cabo, al cabo, Clori, tu obstinada
ingratitud me causard la muerte;
mi historia en esas drbcles grabada
dira entonces que muero por quererte;
tantos de quienes eres adorada
leerdn con pavor mi triste suerte;
nadie entonces querra decirte amores,
y execrardn tu nombre los pastores,
“Ya la sombra del bosque entrelazado
los animales mismos apetecen;
bajo el césped que tapiza el prado,
los pintados Iagartos se guarecen.
Si afecta las dehesas el ganado,
si Ja vifia los pajaros guarnecen,
yo solo, por seguir mi bien esquivo,
sufro el rigor del alto can estivo.
“Tu mi amor menosprecias insensata,
y no falta pastora en esta aldea
que, si el nudo en que gimo, un dios desata,
con Tirsis venturosa no se crea.
éNo me fuera mejor, di, ninfa ingrata,
mis obsequios rendir a Galatea,
o admitir los halagos de Tirrena,
aunque rosada tu, y ella morena?
“¢Acaso, hermosa Clori, la nevada
blancura de tu tez te ensoberbece?
El color, come rosa delicada,
a la menor injuria se amortece.
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La pdlida violeta es apreciada,
y languido el jazmin tal vez fallece,
sin que del ramo, que adornaba ufano,
las ninfas le desprendan con su mano,
“Mi amor y tu belleza maldecia,
tendido una ocasién sebre la arena,
y Tirrena, que acaso me veia,
—joh Venus, dijo, de injusticias Hena;
lejos de unir las almas, diosa impia,
las divide y separa tu cadena!...
De Clori sufres tui las esquiveces,
y yo te adoro a ti que me aborreces.—
“jAh! No sé por qué causa amor tan fino
puede ser a tus ojos tan odioso;
cualquier pastor, cuando e] rabel afino,
escucha mis tonadas envidioso.
iNo cubre estas praderas de contino
mi candido rebafio numeroso?
éAcaso en julio, o en el crudo invierno,
me falta fruto sazonado y tierno?
“Ni tampoco es horrible mi figura,
si no me engano al verme retratado
en el cristal de esa corriente pura;
y a fe que a ese pastor afortunado
que supo dominar alma tan dura,
si a competir conmigo fuese osado,
en gentileza, talle y bizarria,
siendo ti misma juez, le excederia.
“Ven a vivir conmigo, ninfa hermosa;
iven! mira las Driadas, que te ofrecen
en canastos la esencia de la rosa,
y para ti los campos entiquecen.
Para ti sola guardo la abundosa
copia de frutos que en mi huerte crecen;
para ti sola el verde suelo pinto
con el clavel, la viola y el jacinto.
“Acuérdate del tiempo en que solias,
cuando nifa, venir a mi cercado,
y las tiernas manzanas me pedias
ain cubiertas del vello delicado.
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Desde la tierra entonces no podias
aleanzar el racimo colorado;
y después que tus medios apurabas,
mi sacorro solicita implorabas.
“Entonces era yo vuestro caudillo,
mi tercer lustro apenas comenzado,
sobresaliendo en el pueril corrillo,
como en la alfombra del ameno prade
descuella entre las yerbas el tomille.
Desde entonces Amor, Amor malvado,
me asestaste traidor la flecha impia
que me atormenta y hiere noche y dia.
‘Ah! Tu no sabes, Clori, qué escarmiento
guarda Jove al mortal ingrato y duro;
hay destinado sélo a su tormento
en el [ébrego Averno un antro oscuro;
en su carne cebado, un buitre hambriento
le despedaza con el pico impure,
y el corazén viviente devorade
padece a cada instante renovado.
“Mas, jay de mi! que en vano, en vano envio
a la inhumana mi doliente acento.
2Qué delirio, qué suefio es este mio?
Prender guise la sombra, aiar el viento,
seguir el humo y detener el rio.
Y mientras lo imposible loco intento,
tengo en casa la vid medio podada,
y en el bosque la grey abandonada.
"zQué fruto saco de elevar al cielo
esta continua ligubre querella?
Ni encender puedo un corazén de hielo,
ni torcer cl influjo de mi estrella.
Si Clori desestima mi desvelo,
sabra premiarle otra pastora bella.
Ya baja el sol al occidente frio;
vuelve, vuelve al redil, ganado mio”.
17A LA NAVE
Oda imitada de la de Horacio o Navis, Referent
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¢Qué nuevas esperanzas
al mar te llevan? Torna,
torna, atrevida nave,
a la nativa costa.
Atm ves de la pasada
tormenta mil memorias,
éy ya a correr fortuna
segunda vez te arrojas?
Sembrada esta de sirtes
aleves tu derrota,
do tarde los peligros
avisara Ja sonda.
jAh! Vuelve, que atin cs tiempo,
mientras el mar las conchas
de Ja ribera halaga
con apacibles olas.
Presto erizando cerros
vendra a batir las rocas,
y ndufragas reliquias
hara a Neptuno alfombra.
De flimulas de seda
la presumida pompa
no arredra los insultos
de tempestad sonora.
éQué valen contra el Euro,
tirano de las ondas,
las barras y leones
de tu dorada popa?
¢Qué tu nombre, famoso
en reinos de la aurora,
y donde al sol recibe
su cristalina alcoba?
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