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(© Ricardo de la Cierva, 2000 © Editorial FENIX, S. L. Primera edicign en Editorial Pénix, octubre de 2000 Depbsito legal: M. 26.649-2000 ISBN 84-88787-340, Disefio de eubierta: Impresos y Revistas, S.A. 'En los pies de ilustracins¢ indica la procedencia, Impresos y Revists, S.A. (IMPRESA) Herrers, 42. Poig. Ind. Los Angeles GETAFE (Madrid) 556 FRANCO. LAHISTORIA cuenta mil) los de Bulgaria (cuarenta mil) y por supuesto los numerosisimos de Rusia. Es cierto que en su mensaje de Navidad de 1939 Franco habia aludido a la expulsi6n de los judios espafioles decretada en 1492 por los Reyes Catélicos (no fue la nica expulsién decidida en un pais europeo sino la ultima, que es algo bien diferente) como hecho histérico que evité a la Espafia contempordnea un proble- ma judfo; pero en el terreno de los hechos, que es el que cuenta, (“obras son amo- res”) Franco no tom6 una sola medida contra los seis mil judfos que vivian en Espaiia, permitié el paso por Espafia de miles de judios més y ayudé cuanto pudo a las comunidades judfas perseguidas de Europa. Max Mazin, judfo escapado felizmente de Rusia y convertido en gran empresario y uno de los miembros més influyentes de la comunidad judia espafiola, declaraba en 1973: “El hecho es que asf fueron las cosas: en diferentes circunstancias, en lugares distantes, hombres del gobierno o del pueblo tuvieron en comin la determinacién, el espiritu de daridad humana para ayudar en lo posible, y a veces hasta lo imposible, a sopor- tar los draméticos momentos por los que atravesaba e! pueblo judio.... La noble- za nata que caracteriza al pueblo espafiol le hizo reaccionar contra la criminal politica racista de los nazis, incluso en aquellos que en otros terrenos pudieran estar ideolégicamente més préximos entonces a los hitlerianos. Por ello es intl plantearse el tema en términos mateméticos. Sé que Espafia salv6 las vidas de decenas de millares de hermanos nuestros por diversos procedimientos, y hubic- ra salvado muchas més de haber tenido la oportunidad de hacerlo. El nombre de Espafia es una de los poquisimas luces que brillaron en la larga y oscura noche que vivi6 el pueblo judio durante los trégicos afios del nazismo”. Estas son expresiones de tan alto testigo en el prélogo al libro de Federico Ysart, Espaiia y los judfos durante la segunda guerra mundial, considerado con toda jus- ticia por el profesor Suarez como “el Libro Blanco” espaiiol sobre la cuestién judia en la guerra. Una publicacién de la Santa Sede demuestra la cooperacién espafiola ‘con el Vaticano para el salvamento de innumerables judfos. “El trénsito por Espatia cesté permitido ~decia el 26 de octubre de 1940 el nuncio en Berlin, monseitor Osse- nigo al secretario de Estado, cardenal Maglione, al notificarle la concesién de visa- do espafiol a tres mil judfos alemanes, la presa predilecta de Hitler- que deseban ‘embarcar hacia Brasil. A lo largo de los afios de la postguerra numerosas declara~ ciones de personalidades judfas avalaron el sentimiento de gratitud que acabamos de ver expresado por Mazin. Por ejemplo en 1971 el seiior Kibrik, de la congrega- carne nr tas Cirasa 887 ci6n isrealita argentina, calificé como hecho fundamental en ef entendimiento y amistad de los pueblos judio y espafiol “Ia salvacién de millares de judfos que huye- ron de Hitler”. Es necesario también citar el testimonio del rabino Chaim Lipschitz, del seminario hebrero Torah Vodaath and Mesivta er. Brooklyn, publicado en la revista Newsweek a mediados de febrero de 1970 : “Tengo pruebas de que el jefe del Estado espaiiol, Francisco Franco, salvé a més de sesenta mil judfos durante la segunda guerra mundial. Y mis investigaciones atin no han terminado”. Afiadi6 que “ya va siendo hora de que alguien dé las gracias a Franco por ello” Lipschitz, que segiin declaraba entonces estaba preparado un libro sobre el tema, revela que cuan- do Franco era jefe de la Legién en Africa, en 1923, insistié ante el gobierno para que les fuera concedida la nacionalidad espaiiola a todos los judtos sefardies. “Agre- g2- sigue la noticia que posee pruebas documentales de todo lo que afirma, y cita ejemplos de la intervencién de Franco a favor de los perseguidos, a veces de forma personal, como cuando el 8 de enero de 1944, tras una conversacién telefénica con Hitler, consigui6 la liberacién de 1.242 judios, la mayorfa de las colonias sefarditas en Grecia, internados en Bergen-Belsen y presumiblemente destinados a la exter- minacién, y su envfo a Espafia”. Luis Suérez ha estudiado documetalmente con gran rigor los aspectos de la iatervencién diplomética espafiola en la Europa ocupada y a favor de los judios. Era un cometido plagado de dificultades porque afectaba, como hemos visto, a la misma entrafia de la ideologia hitleriana. Cuando el estadista judfo Abba Eban, distinguido historiador de Israel con quien tuve el honor de cenar en Madrid muchos afios después, recibié instrucciones de votar contra Espafia el 16 de mayo de 1949 para que no se levantasen las sanciones de la ONU, afiadfa que “no podia afirmar en ningdn momento que el régimen espafiol tomara parte directa en la politica de exterminio”. Sigue citando Luis Suérez otros importantes testimonios, como el del profesor de la Universidad hebrea de Jerusalén Haim Avi en junio de 1964 al celebrarse en Madrid el primer symposium de estudios sefardies; segdn investigaciones del Instituto del Holocausto en Jerusalén “un niimero de judios no inferior a 46,000 personas debian la vida a la politica seguida por Espafia. En varias ocasiones el Congreso Judio Mundial ha expresado su agradecimiento”. Por una de las primeras disposiciones de la Dictadura de Primo de Rivera los judios sefardfes que se inscribieran en un consulado espafiol adquirian nacionalidad espatiola y podian recibir pasaporte espaol. Esta disposici6n no s.» consideraba pres- crita por Espaiia durante la segunda guerra mundial y fue el origen de la salvacién de ‘558 FRANCO, LA HISTORIA muchos judios que recibieron proteccién diplomética espafiola, Es verdad que ju- ddfos europeos se habfan inscrito en las brigadas intemacionales comunistas que lucharon en Espafia, porque consideraban que la guerra de Franco era la de Hitler; lo cual era pura falsedad; pero se cita menos el hecho de que los judios de Gibraltar, Ténger y Marruecos apoyaron con importantes contribuciones a la causa nacional durante la guerra y Franco lo sabia perfectamente porque se habia relacionado con medios judios durante su estancia en Africa. Las primeras disposiciones espafiolas para conceder amparo diplomiético a los judios sefardies de Europa datan de noviem- bre de 1940, aunque ya existe constancia de otras de Beigbeder sobre la concesion de visados individuales a judios europeos de ascendencia espafola. Una importante agencia de refugiados, el “Joint Distribution Commitee” esta- blece que s6lo hasta septiembre de 1942 pasaron por Espaiia hacia la salvacién entre 53.000 y 63.000 judfos. Para Luis Sudrez la informaci6n sobre la gravedad de la persecucién nazi contra los judfos que poseia el subsecretario de la Presi- dencia, Carrero Blanco, era més ajustada y anterior a la que llegaba a Serrano ‘Suter, por eso Carrero insistfa con mayor fuerza en la politica de ayuda a los per- seguidos. El subsecretario aproveché Ia visita de marinos espafioles a Alemania para encomendarles una informacién precisa sobre la persecucién contra los ju dios en el otofio de 1942. Desde hace algin tiempo los historiadores antifran- quistas y algunos medios judios extranjeros de la misma tendencia se han esfor- zado en exaltar el trabajo de algunos diplométicos espafioles en favor de los judi- ‘9s como si el mérito se debiera exclusivamente a ellos y no a la voluntad expresa de Franco y el gobierno espafiol. Esto no tiene sentido. Franco lev6 siempre de forma muy directa la politica exterior espafiola y ningin embajador ni cénsul hubiera osado tomar iniciativas por su cuenta en contra de las instrucciones que se le enviasen de Madrid. E! Ministerio de Asuntos Exteriores trataba, natural- ‘mente, de no provocar una reacci6n violenta de las autoridades alemanas -era la misma linea seguida por Pfo XII, luego vilmente calumniado por ello-y por eso recomendaba cautela en las medidas de ayuda a los judios. Pero la tendencia general de Franco y su gobierno, especialmente los ministros que tuvieron que ver en el delicado problema, fue siempre favorable a los judios dentro de lo posible ©, como afiade Max Mazin, a veces dentro de lo imposible. La comparacién est clara respecto a lo que sucedié en la Francia de Vichy ¢ incluso en la Italia de Mussolini; en los dos casos las autoridades, que no deseaban por iniciativa propia las medidas persecutorias, hubieron de plegarse a las imposiciones dictadas por el fanatismo nazi y consentir en extrafiamientos y deportaciones encaminadas al WicanDo ve ACIS 55 exterminio. Esto jamés sucedié en el caso de Espa’. Terminada la eedacion nee este epigrafe veo la interesante investigacién de Marfa Jesis Gav Mesa a diplomdticos de Franco (Universidad de Deusto 1989) que oftece un andlisis muy sugestivo sobre la acciGn de Espafiaa favor de los judios, especialmente en Fran: cia: y apunta una critica a las sesgadas investigaciones de Antonio Marquina q es uno de los portavoces del antifranquismo historiogréfico ABC, MARTES 24 DE FEBRERO DE 1970, EDICION DE LA MARANA, PAG 17. «FRANCO SALVO A MAS DE SESENTA MIL JUDIOS» «Ya es hora de que alguien le dé las gracias», afirma un ra- bino de Brooklyn Nueva York 23. “Tengo prucbas de que cl Jefe del Estado espafiol. rrancisco Franco, salvo a mas de 60.000 judios durante la segunda guerra mundial, y mis investinaclo- nes aln no estén terminadas”, afir- a en el ultimo ntimero de Ia ‘revis- ta “Newsweek” ‘Chaim im Lipechtiz, ra-" ‘bino del seminario hebreo Torah Vodaath and , Maaivte. de Brooklyn (Nueva York). Afiade que “ya va stendo hora ae que alguien dé las gracias a Franco por ello" Li tz, que est esoribiendo un Ubro sobre Franco y los judios en reecos. ns ite el Goblerno pafiol todos oe hu Judios sefarditas, les fuera concedida a éstos la nacionalidad es-

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