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¿Podremos recuperarla?
¿Qué fue lo que pasó que nos hizo dar tan drástica
voltereta?
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Si queremos aprovecharla, esta crisis puede
aportarnos algo bueno: Aprendizaje
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¿Cómo hacerlos?
• ¿Qué papel juega la Ética?
• ¿Es que acaso tiene alguna cabida la Ética cuan-
do hablamos de negocios?
Veamos:
¿Cómo se acumula riqueza?
En teoría, todos tenemos el derecho a ser ricos y el
deber de respetar el derecho de los demás a serlo
también.
Esto supondría que los distintos elementos del mundo
de los negocios funcionaran de acuerdo con principios
éticos universales, disposiciones legales de cada país,
normas de contraloría aplicables a la rama específica de
cada negocio, políticas de estado, códigos de las
profesiones reguladas, y todas aquellas medidas orien-
tadas a mantener y garantizar la transparencia de las
transacciones en donde existe intercambio de dinero,
bienes o servicios.
Igualmente, implicaría que tanto el vendedor como el
comprador estuvieran satisfechos con el resultado ob-
tenido de la transacción, es decir que –al final- ambos
sintieran que lograron el objetivo que se plantearon al
momento de iniciar el intercambio, y estuvieran dis-
puestos tanto a volver a realizar directamente otro
intercambio, como a recomendarlo a otras personas.
Esta es una de las expresiones más confiables de la
satisfacción luego de una negociación: la disposición a
repetir la experiencia.
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• inversión en propiedades inmobiliarias en paraísos
fiscales en otros lugares del planeta
• hipotecas para viviendas de lujo y confort en zonas
exclusivas
• posibilidad de convertirse en especulador financiero
en el forex (mercado internacional de divisas)
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©2008 por Iris Herrera de Milano
No obstante, independientemente de la astucia y pre-
siones del vendedor, la decisión siempre será potes-
tad del comprador.
Las compras son voluntarias. El Comprador ejerce su
libre albedrío.
El vendedor simplemente estimula el apetito del com-
prador, sea para satisfacer una necesidad real (por
ejemplo, venderle un reloj de 10 dólares a alguien que
necesita saber la hora), sea para satisfacer una ne-
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cesidad ficticia, un deseo (por ejemplo: venderle un
reloj de 2 mil dólares a un asalariado que quiere hacer
gala de un poder adquisitivo que realmente no tiene).
Recapitulemos:
• Para bailar se necesitan dos.
• Para vender, se necesita que alguien esté dispuesto a
comprar.
• En todo momento, la decisión final de adquirir un
bien o un servicio es del cliente.
Y si ese cliente potencial necesita financiarse para
poder efectuar una compra, es ese mismo cliente
quien decide o no adquirir esa obligación econó-
mica. Por tanto, es su responsabilidad leer cui-
dadosamente los contratos y evaluar su capacidad
de pago y el riesgo que corre, antes de involucrarse
en un crédito.
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El cliente es una persona adulta y es por ello que puede
firmar un contrato y que se le exige honrarlo.
La Soberbia
Es la arrogancia, el deseo de ostentar, de mostrar algo
que se posee y que otorga ciertas ventajas. Es el deseo
de mostrar a los demás que se tiene algo y experimentar
vanidad o complacencia al mostrarlo.
La Codicia
Es la avidez de riqueza fácil. El deseo de obtener bienes
o dinero por vías no totalmente honestas. “La avaricia
rompe el saco”. Por ejemplo: las ganancias bajo el
esquema (Ponzi) de las “pirámides”.
La Pereza
Es esa inclinación a la comodidad a toda costa; el deseo
de obtener de todo con el mínimo esfuerzo posible. Es
la llamada Indolencia.
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El Pecado Capital del Vendedor
Asimismo, podemos inferir que el pecado capital en
que puede caer el vendedor es la Codicia.
Es el interés desenfrenado por cerrar una venta para
satisfacer el ansia de ganar dinero, aunque sea través de
procedimientos no totalmente honestos, como la mani-
pulación ya mencionada.
No obstante, reiteramos:
“Se necesitan dos para bailar”.
Para un Vendedor es posible cerrar una venta aplican-
do la manipulación, porque del otro lado hay un Com-
prador, quien -mostrando, a su vez, unos “puntos
débiles” no completamente cándidos- se engancha.
La necesidad de
Instituciones Reguladoras
Ante el panorama analizado, vale la pena recordar la
frase de Albert Einstein:
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Así como al Comprador se le exige el cumplimiento de
sus obligaciones, de la misma manera a las empresas
se les debe exigir honrar sus compromisos.
Esto es especialmente aplicable cuando se trata de
monopolios, públicos o privados, o de oligopolios
transformados en cártel (cártel: convenio entre varias
empresas similares para evitar la mutua competencia y
resguardar los intereses de cada una).
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