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ee CapiTuLo 3 Juan Maria Gus ie que Ebon Echevea lprimes Inet foros 9 tre, uan Ment de Rss, motive a Cnents de ipracin. La ution Mara rats @ Brian, pe det Inj. Lonpldo Lagone tne protons em a coat. Lane onalcaon del Rawat sgn Not fk Lo magni 9 lo ‘ine det pote etna em lara de sees tle tes La pana eran mary bs paso, las, Hsia wn marco di ‘nvo Mea. Maven Sate Juan Bouts Alb, con Ress nt var “indeed ig’ in Echevra. Las conse ‘ns programa dl Joan Coercion Ui unit co lsat Tawa con a barlae fora dew pase crea dewn matadao 6 ‘te 0 qu lo zt con un eg, Can 9 Barbar pln Feber Dot guj encntads Tnpirads po Byron 3 for sar Aled fun Mara Caden econ a cua manor. Un be rid eiedinde inicio. Blend ontisitade fs Mr fr Arata le Lamartne lu de wna Limpare:Dacumens Fesin La gue dee Di Vis Las Rivas be Esrenan Koseveia Lifoas Pox JuaN Magia Coréanez EIBy el 4 de octubre de 1897, en BI Diario de la Tard, Juan Ma- ria Gutiérrez —pero sin firma de su autor, con tes asteriscos co- ‘ho nica susripeién de la noticia publicd tin extenso coments- fio sobre las Fmas de Esteban Echevertia, recién aparecidas en Buenos Aires. La nota tiene una enorme importancia en la histo- ria dela literatura argentina. En primer lugar, porque es la prime- ‘en dar cuenta de modo neto y ponderativo sobre la obra entera de Echeverria publicada hasta ese entonces, que inclufa, ademas elas Rimas, el poema Elva ola Novia del Plata, publicado como lun foleto anénimo en 1832, y Las cnsuels, de 1884, En segutr do lugar, porque es, también, la primera en sefialar enfitica y alirmativamente Ia presencia en la Argentina de un movimiento Ae escritores que venfan finalmente a relevar a los oxidados poe- 1s neoctisicos, que mas de treinta afios después de la publica- ‘én del poema “Al Parana” de Lavardén, continuaban escarban- doen una cantera que, como se comprabé en Ta mayoria de los 75 _ Mass Paes poemas publicados en Le Lita Argentina, ya estaba agotada @ po- Eo de ser comenzada a explotar. Yen tercer lugar, porque la mis ma noticia informaba sobre la presencia de un extico literario con pretensiones mis ambiciosas que las de los conocidos hasta fa fecha, imitados en la mayoria de los casos al comentario de ‘ocasin. Gutiérrer, en cambio, est muy atento, como en este cr So, a anotar la novedad que importan los poemas de Echevertia, fn la literatura argentina, Pero también a establecer vineulos con €l pasado literario nacional, segtn pod Ieerse después en “La i teratura de Mayo" 0 en “La Sociedad Literaria y sus obras”, y a prefigurar sefieramente el concepto amplio de Iiteratura lainow Imerieana al preparar entre 1846 y 1847 la antologia America fosti- fn, que reime poetas de once paises del continente y que tiene, Como sefala Alvaro Ferndndez Bravo, el valor de ser el primer “proyecto de emancipacién americanista que aptest por una ruptura con Espafa, aunque no con el pasido colonial”! fin aquella noticia de El Diayo de la Tarde, Gutiérrez resenia primero la suerte de Elvira ola Novia de Pata “una piedra precio fa, pero desconocida”, que por eso mismo “eseapé a los sentidos y fe desvanecis como una rafaga o como un sueiio"? Gutiérrex en tiende que ese poema pas6 completamente inadvertido para el pliblico porteio debido a que era una produccién de wn tipo {gue no se hallaba “en las Iiterataras que nos son familiares: pare~ ‘ce nacida en fos climas del Setentriém; escrita al dulce calor de los hogares del invierno, en tanto la tempestad sacude las se vas", El poema, dividido en doce cantos y versficado con wna bastante desprejuiciada combinacién de endecasilabos, heptas' labos, octoslabos y pentasilabos, cuenta la fantistica historia de ‘amor de Elvira y Listrdo, lena de ensoftaciones, presagios y noc turnidad. Gutiérrez anota la sorpresi que provocé el poema, 0- bfe todo en relacién con un tema, al fin de cuentas tan sencillo, como es “el amor desgraciado de dos seres", que fue tatado por Echeverria “con una forma exbtica y complicad’, adjetivos que tal ver caifican tanto la diversidad métricay estéfica del poema como su sintaxis amanerada y, naturalmente, su imaginerfa re suelta con un diccionario excéntrico al culto —aunque repetiivo Y limitado— de los vijos neoclsicos. Vampiros, gnomos, larva, lespectrgslividos, hadas, brujas, nigromantes, chivos negros, aves rnocturnas y monstruos surgen de la imaginacion de Lisardo una —e noche ¢ impregnan tanto el “espacio inmenso" de su habitacion fen ls estancla como el de la poesiaen lengua castellana de princi pios de la década del teinta, que encuentra en el humilde poema fe Echeverria, precedido por una cita de William Wordsworth y otra de José de Moratin, el primer ejemplo de poesia romntica, tun aio antes de que en Espafia el duque de Rivas publicara EY mo- ‘ess, texto inaugural del Romanticismo espaiiol. 1a poesfa “puramente arstica” como lama Gutiérrez ala de Echeverria —contrastante can el afin utiitario de Ia neactésica y el directamente propagandistico de la gauchesca de esos aitor—, sastentada,aclemés, en Ta idea de que el arte no reside “slo en las armonias palpables de la navuraleza, sino también en las secretas de los corazones y de las almas’,timidamente presente en el poe- ‘ma de! 82, se confirma dos aos més tarde como el puntal del pri- mer libro publicado por Echeverra En Los contuelos reina, como sefala Gutiérrez, “la personalh dad, eyo, el lamento continuo del autor" —Io que hoy lamaria- ‘mos sujeto 0 yo poético—. Pero también encuentra, ¥ esto es caso lo mas importante, "la fisonomia peculiar de nuestra nas ralera”, Echeverria, dice Gutiérrez, "habia mirado en torno si yo, encontrado poesia donde antes no la hallsbamos". Eso, que para Gutiérrez significa el nacimiento de la poesia nacional, e=- faba anunciado en una nota que acompafiaba el volumen, don- de el joven poeta sefalaba que ésta no habia adquirido ain “el, influjo y Ia prepotencia moral que tuvo en la Antigbedad y que hoy goza entre las naciones europeas". si se querfan conquistar tal influjo y prepotencia era necesario que apareciera “revestida de un earicter propio y original, y que reflejando los colores de Ja naturalezafisiea que nos rodea, ea a la vex el curd vivo de rnuestras costumbres y la expresién mas elevada de nuestras ideas dominantes, de los sentimientos y pasiones que nacen del ‘choque inmediato de nuestros sociales intereses, y en cuya esfe- ase mueve nuestra cultura intelectal”, Eso mismo, por otra parte, estaba presente también en una "Memoria descriptiva de Tucumén”, publicada en 1834 en Bue- nos Aires por Juan Bautista Alberdi, y que es el otro puntal de Primer romanticisme argentino. Gutiérrez es, por un lado, entusiasta en cuanto al aleance que puede tomar el programa de Echeverria, sies que lor nuevos poetas se limitan a encontrar en la pampa yl ro, los “dos gig tes en repos", las nuevas fuentes de la futura poesta nacional: *contémplense la pampa y nuestro rio, estidiense sus armontas, las escenas del desierto palpiten animadas en los productos de la mente argentina: maticense con Jas imigenes que alli abundan, para que campee lt originalidad, condicion esencial de las obras fe imaginacidn". Pero es pesimista, en cambio, en To que hace a las “pasiones y costumbres” argentinas, también sefaladas por Echeverria como fuentes originales de inspiracién. Gutiérrez en cexentra que ni unas ni otras prestan nada al poeta para “colorir sus cuadros”, Un pueblo mercantil, dice Gutiérrez, "fundado en suelo heredado de miseros salvaje. que ni un monumento tiene santificado por las edades: euya historia es pobre en épicos suce- ‘0s, yen personajes dignos de la apoteosis del ingenio: cuyas cos- ‘umbres son las mismas del mundo ivilizado: cuyos habitos y trajes a toda hora, a cada instante llegan en las naves que tocan cl puerto; no puede dar material a la poesfa ni herir fuertemen- te la impresién del bardo, El drama hallaria asuntos en América, eto no en Buenos Aires nien la Repitbica toda’. “La cautiva y "El matadero”, del mismo Echeverria, Facundo, de Sarmiento, y hasta Amalia de José Mfrmol, todas obras pro ‘graméticamente contenidas en el epilogo de Echeverria a Las fonsuels, sn las rotundas respuestas afirmativas a las prevencio- nies de Gutiérree y, también, el fiel para medir la originalidad de] Romanticitmo argentino que no se resolvi6, como buena parte del modelo europeo, a través de obras de aliento histrico © utopista que sirvieran como una lente para exaltar o condenar la contemporaneidad, sino que encontré en el puro presente hhistérico argentino, eh la figura y en la politiea de Juan Manuel de Ross, motivo no s6lo suficiente sino casi excluyente de inspi- tacién poética, en un periodo en el que, como sefala Ezequiel Martinez Estrada, “Rosas es cas totalmente la historia y a itera cura argentinas”? “La cau” Sin embargo, los poemas que acompafian la desafiante propues- ta de Los consulos, en la que restena con demasiada evidencia la @ leccién del Romanticismo europeo que Echeverria habia est. diado y aprendido en Francia, en una estadia que duré cinco aos, entre 1825 y 1880, no dan todavia con el tono original de “La cautiva, el poema de las Rinas publicado en 1837. Los poe mas de 1834, y aun muchos de los de Rimas, se adaptan con como- didad a una vsiOn demasiado parcial y apocada del Romantics smo, segtin Ia cual la naturaleza funciona como una especie de proyeccién de los estados de dnimo del poeta, cai siempre signa- fs por la wisteza y la desmayada emocisn. En “La cautiva", en cambio, Echeverria, abandona ess limita: 4a versiOn del Romanticismo para pasar a aprehender también ‘verdad que resulte de los hechos de nuestra historia, y del o> ocimiento pleno de las costumbres y espiritu de Ia Nacién’, se- gin sefiala, programéticamente otra vez, el mismo Echeverria, ¢n la "Primera Lectura” del Salon Literaio, también de 1837, Lo notable del caso es que ese afin de fidelidad al programa omantico europeo en el que se fundian dos conceptos hasta en tonces antitéticas como lirismo y politica fue, en definitiva, el que les permité a los roménticos argentinos construir, con dit: ‘into grado de intensidad, una obra al fin puramente nacional tanto en lo que hace a su lenguaje, como, sobre todo, a sus te- ‘as y sus proyecciones de anliss politico y social “La cautiva” es un extenso poema de mis de 2100 versos divi- didos en nueve partes y un epilogo que cuenta la finalmente falda epopeya de Maria por rescatar con vida, en el desierto argentino, a su marido Brian, un eapitin del ejército de la In {ependencia capturado por un malén, La primera parte, titulada “EI desierto", esté encabezada por tuna cita de Byron y otra de Vietor Hugo y comienza con los fs ‘mosos octosilabos que dicen “Era la tarde, y la hora/ en que el tol la resta dora/ de los Andes” y que integran una décima, “tan destarilada como ingrata al ofdo", segin la invectiva de Leopoldo Lugones que, ademis, califica ala estrofa como *prosa forzada a amoldarse en forma octosilaba” y rechaza “Ia violenta, inversion de sus tres primeros versos"* Es posible que Lugones, fen su afin por desprestigiar el poema de Echeverria para, en el ‘misino movimiento, enaltecer el Martin Fer de José Hernin- ez, haya cargado las tintas en cuanto a los defector de aquél, Pero es cierto que el programa romintico de Echeversfa atenta, w Moga Paro sarias veces contsa el propio poem, como puede verse en ele Tanico nombre del personaje prinepal, Brian, afin a] Roman: ‘Sumo curopeo, pero compleamente inverosimil puesto en un ‘i woldado dela Independencia. Vb en fa uizacion Ger verso oetosldbico que busca, sein Ia convencién romént- ‘ alcjarse del prestgioso y neoclisico endecaslabo para abre Tar cnet metre mas popular de la cadicion expaiola. Porque Sa in poeo artificial descripcign del desert al atardecer pare ‘ia mis propia para el despreciado endecaslabo o para la prosa Ghee pare ln agidad del octosibo, el cual reclama una accion ie et primer eantd slo exh sugerida, auditvamente, por el ‘Mfcho de un "bruto fiero”, el bramido de un “oro de sia" o rrugir de "un tigre feroz” Vxecén en elclerre del canto el s+ doe velo del paso del malon que “grt, core, wela/ clavando ST bruco fa eapuela’,levando en fa punta de ws lanzas cabezas humans “cus infdinadosojos/respiran ain su fron parece tncontraren el octoslabo, fialmente, et metro justo Tin la segunda parte tulad "El festin’, el octostlabo se jus. ta mn nouwmente al asunto que se cuenta allel festgjo de los {halos en una toldera improvisda después de wna “feliz malo- far de a que han taido eaballos, potros, yeguas,“muchedum- tres de cautvas/ todas jovenesy bells”, como “wetima en re Scree" al noble y valiente Brian, que “atado entre cuatro lanza ‘Sper au auerc, ln que ya est echada deypué de haber dado sameree en una reftiega y de un lanzazo a Chai “l indo més fuerte/ que la pampa cio". En la fiesta, y alrededor de tro “estendidas hogueras, ls indios preparan el ado. Uno degie Tas una yequa y otros ms se le pegan ala boca de la herida pa ra orber, chupar ysaborea la sangre, hasta que el animal via J se despioma'y entonces unas indias Yo descuarizan para aslo A rescoldo oa alam, Después de Ta comida, “ouando el hambre thei reple fos indios se emborrachan con un “cor expriuoso" {Que “bien pronto los conviere/ en abominables Fiera". Boor ioe, se ultrgjan,rifen,vocean/ como animales feroces/ se des fpedazan y bregan’ hasta caer dormidos mientras la “desmayada Ter/ de fs festvas hogueras,/ slo alumbra los estagos/ de ‘aquela birbara fiesta”. Encl were canto aparece inalmente la herotna del poeta Marfa, primero sélo una sombra que avanza entre la “salvaje a PE Ey eon eee Se gee ee eee ei yestaqueado. fl, el prototipa del “héroe cansado” del Romantics: eee ee ea ee es inate ae cane cee aca peer ee erence eee nes ve a ee eo a en ee eee eae nce apes aces ie eee ee ee Oe ee eee eee ee ae ita ne ae ne tens Iga Smee ch nei Es pen seco me ce eer Ce Sh sana ne Sane ten en el desierto, len la parte octava del poema y ella en la wt eg ae ee Mansi Paro cen Facunde: entre el hombre de las ciudades y la naturaleza Dirbara no hay armonia, sino conflicto. ‘Como el nombre del personaje y el metro del poems, importa. dos ambos del programa curopeo, las imsigenes del desierto ar jgentino tampoco son originales de la percepcidn creadora de Echeverria. La espectacular cresta dorada de los Andes, distante a varios centos de kilémetros de donde sucederin los hechos que feuenta el poema, puesta en los primeros versos més como una ‘imagen exotica, sublime y, sobre todo, prestgiosa para Ia vista de ‘un extranjero, que como referencia realista del desierto argentino come lo son los més pobres pajonales, pantanos y ombiies— y las mismas comparaciones ocedinicas a las que son sometidos los pastizales del desierto soplados por el viento —"El aura moviendo Apenas/ sts olas de aroma llenas,/ entre la yerba bullia/ del cam po que pareeia/ como un piélago ondear"— no provienen de la penctrante mirada atistica del poeta, sino que derivan de ls que, tinos aiios antes, babian pergefiado los viajeros ingleses con el mismo desierto argentino como singular referencia. [EL NUEVO REPERTORIO DE IMAGENES DE LOS VIAJEROS INGLESES Ein efecto, entre 1820 y 1835 distintos vajeros ingleses publican las relaciones de sus travesias por el desierto argentino, en viaje desde el puerto de Buenos Aires rumbo a Mendoza y a Chile 0 rumbo a Tucumén, Bolivia y Peri. Enviados para estudiar la facti= bilidad de la explotacin de las minas de plata y oro de la region andina o formando parte de expediciones dedicadas al releva- imiento geografico y politico del teritorio, Alexander Caldcleugh, Francis Bond Head, Joseph Andrews, Edmond Temple, Samuel Haigh, Charles Brand, Peter Schmidemeyer y Peter Campbell Searlett fueron, entre otro, los primeros en anotar una singular isin del desierto de la que fueron beneficiarios inmediatos los ppoctas del Romanticismo argentino. En las relaciones de los ingleses predominan todas las con- venciones propias del género de viajes, entre las que hay que Gestaear tanto el relevamiento de lo singular y propio del lager fdesconocido, como si normalizacién a través de un sistema com parativo ® metafrico que lo vincule con lo comtin 0 cotidiano % ‘del pablico al que Ia relacin va dirigida. Yast entonces como, porejemplo, el alemn Ulrico Schmid, a mediados del siglo x, Explicaba a sus lectores alemanes que las boleadoras que usaban fos indios eran "como las plomadss que usamos en Alemania", Jos ingleses del primer tereio del siglo XIX encuentran, en pri- ‘ner lugar, que los inconmensurables pastizales del desierto ar- gentino, movidos por el viento, se parecen al océano. Imagen, ‘gue, por otra parte, los mismos vajeros ingleses habfan tomado del texto paradigmatico del género, Viaje a la regimes equinoctae tes del Nuevo Continenterecizado entre ls aos 1779 1804, firmado. por el alemin Alexander von Humboldt y traducido al inglés y publicado en Landes entre 1818 y 1822. Alli, al descibir para el piblico europeo los Hanos venezolanos, von Humboldt anot6: “tse solemne expecticulo de la biveda estrellada, que se despl igi en una inmensa extensi6n; la brisafresca que corre sobre la Tanuta durante Ia noche; el movimiento onduloso de la yerba fen los puntos donde gana alguna altura, todo eso nos recordaba la superficie del océano'. Yasi, Francis Bond Head escribe que la pampa, vista desde la falda de los Andes, "semeja al océan: Edmond Temple menta ‘la vasta lanura parecida al océano”, Se rmuel Haigh snota que la pampa “parece (si puede usarse la ex presion y se tolera el disparate) un mar de tierra y Charles Brand, nds entisiasta alin, sefiala que “las pampas se extienden ante ‘nosotros como un maj, también, que “la posta se Ievanta en el hhorizonte de Ia desolada Hlanura como un extrafio velamen visto desde un barco, en el mar". ero los vigjeros, ademis, aplicaron un modo de mirar el paise- Je argentino atado a las contenciones que el Romanticismo impo- ‘ia vietoriosamente en Extropa, sobre todo en lo concerniente al valor de belleza absoluia otorgado al paisaje sublime, condicién ‘que el pina argentino directamente no ofrecia, como lo perce [Aimé Bonpland, quien en el prélogo a su Travels in Buenos Ayres, ‘and the Adjacent Povincs ofthe Rio de la Plata escribi6: "Nada hay cen la comarca que satisfaga la emocién estétiea o inspire la imagi- nacin del escrtor: lo bello ylo sublime son extraiios a este pais je". También Alexander Caldcleugh anoma su decepeidn frente al praitje del desieto, después de legar a Mendoza y precisar que la ‘Gud es "un avi” para el vajero que ha atravesado “mil milas «dela, quiz, menos interesante region que pueda encontrarse en FF el mundo; tan pocos objetos de euriosidad se ofrecen para que brat el tedio de las perpetias planices y deshabitados paramos" Yoni siquiera los Andes que sufren, como el desierto, del mal de fa inmensidad y la desmerura,satisfacen el ofo de Tos viajeros ro- manticos, etoricamente acostumbrado a la belleza més acotada, y contrastante de los Alpes, y que en los Andes, segiin anota Pe. ter Schmidtmeyer, no enedentra, "nada, ni siquiera una casca da’, ni un *pino verde oscuro” que agitido por la exhalacién del aliento dela atmésfera deje caer copos de nieve congelada ‘De cualquier manera, como lo exético y lo pintoresco tam bign formaban parte del repertorio del gusto romantico, el desier- to, al fin, es valorado més por su singularidad que por su earicter J los Andes, i bien inhospitalarios, ofrecen, a fa vista de Bond. Head, un cuadro la vez “magnifico y sublime". Tambien los gat ‘chos, aunque en una imagen limada por el afin prototipico del Romanticism, son vistos, montados a caballo, "cabeza erguida, a re resuelto y grail", como “el retrato del bello ideal de libertad”. YY hasta los mataderos de las aferas dle la ciudad de Buenos Ai- res cya faena es calificada por Peter Campbell Searlett como “ia'mis repulsiva de todas las vistas", y por Bond Head como “ho- ible y repulsiva’, no dejan sin embargo de ser sefialados por este {ilimo como “uno de los expecticulos dignos de ser vistos" en to- dio el territorio, en tanto exstico, peculiar y dstintivo, El desierto, entonces, ondeando como un mar y los Andes, ircunseriptos a su deslumbrante cumbre dorada por el sol son tras de las explictas sefales de aceptacin del modelo que en- via Echeverria desde los primeros versos de “La. cautva” ‘Seria entonces verdad que, como sefiala Ezequiel Martinez Enrada, “ese mundo nuestro earecié de belleza hasta que los Viajeros Ingleses, que vinieron en busca de minerals, lo desct- brieron sin nimo literario"® Pero también Io es que sobre ese respaldo ret6rico, los romanticos argentinos contribuyeron & constr las bases de una literatura nacional con mucho menor Imoderacién que los neaclisicos en cuanto a los modelos euro- peos,y con un lenguaje todavia tambaleante entre un castellano Fetbrico y neoctésico (el “astro rej", de Echeverria) y uno ya de- finido como nacional: los ranchos, los chajaes, Ios huincas, los ‘gualichos, los Aacarutis, en el mismo poema de Echeversia, en tuna presencia profusa sin comillas ni develamiento del significado 7 ‘en las nota al pie, que desalfa, ahora x, la convencién neockisica tendiente a ampararse en un castellano universal y a desteir el ambicionado color local —como en Lavardén—, poblandolo de igenios ninfas y dioses del mundo cisico de Grecia y Roma, Eche- terra, en cambio, en sintonia con los poetas de la gauchesca, no slo va en bisqueds de un diccionario deliberadamente nacional, ‘ino que trata, con la prepotencia que relamaba Juan Maria Gu. tigerez, temas locales como los malones, el ejército, el desierto, las cauivasy el feroz enfrencamiento entre dos cvilizaciones en conficto. Y esos temas, ademas, tenen una enorme proyeccién politica, si leemos “La cautiva” en relacin directa con la “Primes fa Lectura” que hizo Echeverria ese mismo 1837 en el Salén Li terario de Marcos Sastre, donde Juan Maria Gutiérrez ley6 parte el poema atin no publicado. FILOSOFIA, POLITICA YLITERATURA EN EL SALON LITERARIOL De Manco SaSTRE En 1838, el montevideano Marcos Sastre abrié en Buenos Aires tuna libreria, conocida como “la nueva librerfa”o, directamente, ‘como “la Iibreria de Sastre’. Bienvenida entre los estudiantes y los j6venes y no tan jovenes con inguietudes intelectuales, a principios de 1885 la libreriainaugura un gabinete de lectura, 0 biblioteca piblica, a uavés del cual Sastre pone a disposicién de los lectores sus propios libros "selectos y raros" sobre Artes y Giencias que pride adquiri “en el espacio de muchos afo: cantidad cereana a los "mil volimenes” Si bien el librero cobra- ‘una suscripcién para permitir el acceso a los servicios del ga- binete, es ntorio que a Sastre lo impulsaba algo més que el fain ‘comercial, 0 el interés por atraer,a través del gabinete, clientes, para su libreria En poco tiempo, la Iibrerfa y el gabinete se convierten en cen- 120 de reunién tanto de los estudiantes como del pibico culto y letrado de Buenos Aires que, como recuerda Vicente Fidel Lépe2, encontraba en Sastre a un erudito biblidgrafo y a un consejero siempre “dispuesto a indicar lo que sabia, con un laconismo y una, seriedad en fa que no tangpiraba nada de mereantilismo".? [A principios de 1837, Sastre decide organizar, entre un selecto w Marr Pau grupo de los asistentes a la breria, un salén literario que se inauigura a mediados de af, ycuyos discursos inaugurales preci- san su aleance y su motivacin. El mismo Sastre ley6 un trabajo ttlado “Ojeadafilosfica so- bre el estco presente y la suerte Futura de la Nacién”, donde se ‘muestra entusiasta en cuanto a que una nueva generacion vaya finalmente a poner fin a “todos los errores que han entorpecido cl desarrollo intelectual” y "la marcha pacifica del progreso” en Ia Argentina, desde la Independencia en adelante, prociamando lanecesidad de tna segunda independencia politica, cientifica y literaria. Pero para Sastre, el primer paso hacia la segunda inde- pendencia estaba dado ya con el gobierno y con la figura de _Juan Manuel de Rosas. "Dotado de gran capacidad, activo, infat- ‘gable yfelizmente animado de un sentimiento de antipatia con- tra toda teoria extrafia", Rosas es, para Sastre, “el hombre que la Providencia nos presenta mas a propésito para presi la gran reforma de ideas y costumbres que ya ha empezado. fl refrena Jas pasiones, mientras las virtades se fortifcan, y adquieren pre- pponderancia sabre los vicios. La paz y el orden son Tos grandes Bienes de sa gobierno”, ‘Tal ver en ese discurso de Sastre se encuentren los méximos puntos de comunién y de disidencia entre los més destacados asiatentes al Sal6n Literario. Comunién en relacién con el diag néstico, en euanto al convencimiento de que habia surgido una nueva generacién de jévenes —Joxé Marmol tenia entonces 19 aos, Alberdi 26, Juan Maria Gutiérrez y Sastre 28, y Echeverria, 82 dispuesta a declarar una segunda independencia que pro- fundizara Ia al fin de cuentas parcial que habia hecho la genera: ién de Mayo. Pero mientras unos —Sastre, en un extremo, pe- ro también Alberdi—consideraban que as bases politicas de esa segunda independencia ya estaban sentadas por el gobierno de Rosas, otros —Echeverria, en el otra extremo— consideraban aque Rosas también era del orden de lo viejo —de lo anterior aun a la Revolucién de Mayo— y que un nuevo orden no sélo ‘no Io inclia sino que obligadamente iba en contra de él En esa misma primera reunion del Salén Literario, Alber le- y6 tina conferenciatitulada “Doble armonia entre el objeto de festa instinucién con una exigencia de nuestro desarrollo social; y de otra exigencia con otra general del espirita humano”, donde % [Beeve MTOREA DE La LITERATURA ARCHING presenta algunas cuestiones ya desarolladas en el Fragmento pre [inar al estudio del Derecho, que publicd ese mismo aio. En “Do- ble armonia...", Alberdi encuentra al pafs, como Sastre, en un fntado de revolucién independentista trunca debido a que, con- Guriamente a otras revoluciones (como la francesa, que es el tnodelo elegido por Alberdi) en las que la accion es el acto final precedido por el pensamiento, Ia independencia argentina fue Soto una accion, desprovista de pensamiento, En consecuencia, fa nueva generacién debe concluir la tarea iniciada por Ia gene racin de Mayo: “dar ala obra material de nuestros padres una, bse inteligente”, Para lo cual, dice Alberdi, no hay que repetir qos pasos de [a Revolucién Francesa y de la independencia nor teamericana, sino “To que nos manda a hacer Ia doble ley de hhuestra edad y de nuestro suelo; seguir el desarrollo es adquirir tina civlzacion propia, aunque imperfecta, y no copiar las civili- taciones extranjeras, aunque adelantadas. Cada pueblo debe ser de su edad y de su suelo". Para Alberdi, como para Sastre, la ‘nueva revolucin floséfica y cultural se encontraba en 1887 am- parada por una revolucién politica encabezada por Rosas, de Gherte que la misién de los nuevos, scribe Alberdl, “viene a re- flucrse.a dar a los otros elementos de nuestra sociabilidad una fireccion perfectamente arménica a la que ha obtenido el ele- ‘mento politico en manos de este hombre extraordinario", “Juan Mara Gutiérrez, fnalmente, ley6 una conferencia tcula- dda "Fisonomfa del saber expaiiol: cull deba ser entre nosotros", en laque se propone sefialar, mis cotadamente que sus predecesores, en el uso dela palabra eles son los objetos “a que la imteigencia, fel puedo argentino deba contraerse; cuil deba ser el caricter de ‘nuestra literatura”. Programaticamente roméntico, Gutiérrez re- ama que “la necesidad de un libro escrito en el idioma que hac Didi desde la cana", un libro que encierre, “ala vez, poesia, reli ‘6n, flosofa: la historia del coraz6n, ls inquietudes 0 la paz del cspitity’, la resuelve finalmente mejor un canto de Byron, una. meditacién de Lamartine, o un drama de Schiller, que ninguna produccién de la antigua ni dela moderna literatura espatiol Gutiérrez impugna entonces Ia ciencia y la Titeratura espafio- fas, a las que considera directamente nulas y propone emancipar- nos de ellas “como supimos hacerlo en politica, cuando 10s pro ‘lamamos libres", El vinculo “fuerte y estrecho” que ain redine al or viejo imperio con la patria nueva es el idioma. “Pero és, dice Gutiérrez, “debe aflojarse dia a dia a medida que vayamos en- trando en el movimiento intelectual de los pucblos adelantados, de Ia Europa’, afin de poder aclimatar al idioma nactonal todo ‘cuanto en los otros “se produzca de bueno, interesante y bello" Sin embargo, advierte el eritico, es imperioso que esa poesia nae ional que, él eree, naceré espontineamente en el seno de una sociedad que empieza a formarse, no se extravie y “conserve su ‘color propio al entrar en el océano de la poesta universal”. ‘Unos dias después de Ia inauguracién, comenzaron las activi dades regulares del Salén Literaro, de las que cabe anotar la lectura que hizo Gutiérrez del primero y segundo cantos de “La cautiva’, todavia inédito, y la disertacién de Alberdi sobre su Fragnento preliminarel mismo dia en que se puso ala venta. Pero Jo mis destacado del Salén sucederia recién sobre fin de ao, con las dos conferencias de Esteban Echeverria, conocidas des puiés como "Primera Lectura” y "Segunda Lectura" Echeverria, como Sastre y Alberdi, encuentra que la revolu- «ién independentsta two “espadas brillantes”y, eambién como cellos, encuentra que a esas espadas les falt6 “direcci6n e intel sgencia". Ycomo resultado de esa falta, dice Echeverria en sinto- nia con sus compafieros de generacién, “yo busco en vano un, sistema filosfico, parto de la razén argentina, y no lo encuen tro; busco una literatura original, expresién brillante y animada de nuestra vida social, y no In encuentro”, Pero a diferencia de Sastre y Alberdi, Echeverria tampoco encuentra un basamento politico donde asentar esas bisquedas expresivas y flosfics "busco una doctrina politica conforme con nuestras costumbres y condiciones que sitva de fandamento al Estado, y no la en ‘cuentro”. A su juicio, la nacién ha realizado, "con escéndlo del siglo", una verdadera contrarrevolucin, al crear "un poder mis absoltito que el que la revolucién derribs", y contra eso no son, atendibles los argumentos de Alberdi —a quien refuta sin nom bbrar— en cuanto a que la diniea civiizacién posible sea la de “nuestra edad”. Para Echeverria, en cambio, las sociedades no son {jovenes ni viejas,y Ios pueblos "no deben esperar a ser grandes y ‘ejos para ser pueblos, porque jamis les llegaré su diay nunca sal ddrin de pafales"y porque “permanecer siempre en infancia y 65 tacionario es obrar contra la navuraleza y fin de Ia sociedad”. ray Veinticineo afios después de 12 revolucién, "nuestra condicion hha empeorado: mas exclavos que nunca llevamos en la imagina- cian el tormento de haber perdido, o més bien vendido, uma li bertad que nos costé tantos sacrifcis, y de la eal usamos como insensatos", Por lo tanto, sila literatura de prelensi6n nacional, para alejrse de su infecundo y mediocre estado imitativo debi Segin Echeverria, atender a“Ta verdad que resulte de los hechos {de nuestra historia, y del conocimiento pleno de las costumbres yespiritu de la Nacién”, es notorio que ambos factores enjuicia ban severamente, desde su éptica, al gobierno de Rosas que des. de 1885 concentraba la summa del poder piblico. 'Y"La cautiva” es, pese a sn precatiedad compositiva ya su por momentos tambaleante originalidad, la primera articulacion aque establece Echeverria entre la literatura —ya no como un jul to acerca de eémo deberia ser, sino como una accién— y la Nar

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