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LA CELOSIA ALAIN ROBBE-CRILLET VR BARRAL EDITORES 1970 "tao de be ean ong LA JALOUSIE Tratuciin de Jan Antonin Reso ° a odin orginal: LES EDITIONS Di MINUTT, Paria, 1957 © dete derechos en eden do blo 4 trode putea a DARRAL EDITORES, 8. A.-Paroton, 1970 Depo Legale B. 14751-1970 Pritt 5 | Atora, la sombra de Ia pilastea —Ia pilasten que agua ta qh Angulo. sudoeste del teiado —parte en dos porciones | “Woehticas et dnguto correspondiente a Ia terraza. Esta terra- aoe Campa galeria cubierta, que envuelve Ia asa pot aa es sergus Tados. Como su anchura es ta misma en Ta see~ ee in que las laterals, a linea de sombra proyecteda Sor in pilstra llega exactamente hasia ta esquins de te Pert bro allt se detiene, ya que sélo las baldosas de seen dea go bafan pot 10s rayos det sol, que esté todavia j Yreeslvamente alto en el cielo, Las paredes de madera te Sree ame dect, Ia fachada y e) lado oeste— estén atin 1e Stardadas de aquél por el tejado (tcjado que es comin resgustsa propiamente dicha ya la terraza). As{ que, en a eenentor ia sombra del borde extremo del tejado coin- Side de modo exacto con Ta linea, en dngulo recto, que de- femminan entre ellas Ia terraza y las dos caras verticales del Angulo de la mansién. "Ahora, A-. ha penetrado en el cuario, por Ia puerta imetoe que comuniea con el pasillo central. A. no mira acta ta ventana, abierta de pr en par. por Ia que —des- Terie puerta podria ver ese dngulo de la terraza. Ahora oe Whetve hacia le puerta para cetrarla de nuevo, Continia Hoeado el mismo traje claro, muy ajustado y de cuello seenmage lucfa durante el almuerzo, Christiane, otra vez wee fea indicado que ropas menos cefidas consiguen watts Soportar mejor el calor. Pero A...se ha limitado a _, tonreir: el calor no Ia molesaba, pues habia conocido cli ‘us mucho ms clidos —en Alice, por ejemplo— ¥ sem- 1 301665 her pre se habia encontrado perfectamente en ellos. Por lo de= zis, tampoco le asustaba el fri. En todos los lugares con- servaba la misma naturalidad. Los rizos negros de su cabs- Mo se mecen delicados sobre sus hombros y su expalda, ‘cuando gira la cabeza, ‘A la recia barandilla de la balaustrada casi no Te que 4a pintura por la parte superior. El tono grisieso de la ‘madera puede percibirse en ellg estriado por ligeras grietas Jongitudinales. Al otro lado de esta barandllla, a més de dos metros por debajo del nivel de la terraza, Se inicia el hnuert. ‘Mas la mirada que, desde el contro de la habitacién, pasa sobre Ia balaustrada, no alcanza la tierra basta mucho ids lejos, en la ladera contraria del valle, entre los plétanos de la plantacién. A través de los penachos de étos, reple- tos de anchas hojas verdes, no se logra ver el suelo. No cobstante, como la roturacién de esta parte es bastante ro- ciomte, todavia puede pereibirse claramente en ella el teji- do regular de las hileras de plantas. Igual pasa en la ma- yyoria de Ja parte visible de Ia concesién, ya que las parce- las més viejas —en las que el abandon priva actualmen- te— estin mas altas, en Ia vertionte do act del valle, 0 sea del otro lado de Ia casa, ‘También del otro lado pasa la carretera, casi a la al turn de la cresia de la meseta. Esta carretera, Unica que Teva a Ta concesién, mazea el limite norte de ésta. Desde la carretera hay una pista que conduce a Tos cobersizos y, més adclante, a Ta casa, delante de a cual un ancho espacio Iibre, de ligerisimo’ desnivel, permite la maniobra de Ios vehiculos. La casa estd edificada al mismo nivel que la explana a, de Ja que no la separa ningtin pretil ni galeria. Por los ‘otros dos Iados, sin embargo, esté veteada por la carretera. La pendiente del terreno, mayor a partirde Ia explanada, ‘motiva que el sector medio de Ta terraza (que bordea la fa: hada por esr) se ake por lo menor & os mets dl eto Kodeando ey hasta Ios tines de plamacin, se extiende In masa verde de fo plataneres Igual haca deecha que hacia a iguirda, au excesiva cere ute tamente con in fla de slvacirelaiva de observodor Situndo en i teraza, no pemite disngut on elardad ra Ainposicién cial fondo dst valler en cambio, bits una mirada para dar cuenta de que esa planadee at tesbolilo. En algunas paces de plantacién seetonte ca las ue It tera Tojza comicnen apenas a cede cl pase al folla— es incluso posible segue la ieponicion ease a as cuatro dieclones entrccrzadas,sopda las Seale Se disponen los troncos jovenes Este control no es mis dill. a pear de que eer ‘mien estd mds adelantado, en las prceas Hue sepen Ja veriente do enfrentes cate ey, desde lego, el sector pee $0 ofrece mis cémodamente la mirada, aquel cage oe Janein platen menen problemas (a pss dee cleans bara egar acts ya lang) aquel via done uo mira Ronmalmente sin pensar en ely dee toa ita de ee dos ventana, abietae, de a habitacin. -Apoyadao i put ineror que acaba de volver ermar, Av sin pemarlo observa la made devpinade a ta baad tego, mis pésimo, ef mao dap io de ia ventana, y Tucgo, mde cer an, la mets er gada del suclo, =n Pasea por la habitaciém y se acorea a a gran moda, yo ea superior abe. Rebus ene Tos papel ety arte derecha del ea, se aacha . para wer tclee fondo tra un poco mds hacia ella la cabeta Trt nuceee bisgucdss, se endctezay se suedainmdvl con los coda adoiados al cuerpo y los dos aniebrazon replogadesy Seah {os por el pecho —sosteniendo indudablements estes mans una hoja de papel fim it ee mene anes, Sl cd Fa gn, oo Coe ee ee aoe eee tg vor emus ymesrada, ue da Pa gk en mn cae areata ee 10 | 4e todas pares, de fos millones de saltamotes que haban naaraeet era ems Saat u Para evitar el riesgo de derramar su contenido al errar ‘un movimiento en medio de la oscuridad completa, A... se hha acercado cuanto ha podido al sillin donde esti sentado Fianck. sosteniendo con euidado en su mano derecha el ‘vaso a él destinado, Con la otra mano, se apoya en el brazo {cl sill, inclinandose hacia Franck, tan préxima que sus Cabevas se encuentran una junto a otra. 1 musita unas palabras: sin duda le da las gracias. ‘A. se ineorpora con un movimiento Agi, toma el ter- ‘eer vaso —que no teme derramar, porque esti mucho me- hos lleno— y va a sentarse al lado de Franck, mientras &ste sigue narrando la historia de Ja averia del camién aque inicid on cuanto legs. ‘Ella misma decidié Ia colocacién do los sillones, esta tarde, cuando los mands traer a la terraza. El que ha ofse- ido a Franck y el suyo se hallan uno al Tado de otto con- tra la pared de la casa —de espaldas a esa pared, eviden~ temenie— bajo la ventana del despacho. A... tiene por con- siguionte a su izquierda el sll6n de Franck, y a su derecha “Apero mis hacia adclante— Ja mesita donde estén las botellas. Los otros dos sillones estin ubicados al otro lado de ln mesa, més hacia Ia derecha, de modo que no obstacu- fizan la vista entre los dos primeros y la balaustrada de 1a terraza. Por esa misma raza do evista>, esos dos ttimos Sillones no estén orientados hacia el resto del grupo: han Sido colocadas al sesgo, situados oblicuamente, hacia I talausteada y valle arriba, Esta disposicién oblige a las per- sones que estn en ellos a volver mucho Ia cabeza hacia la jaquierda, si quieren mirar a A... sobre todo por lo que respeeta al cuarto sill6n, que es el mas slejado. TE tereero, que ex una silla plegable hecha de tela mon- tada sobre vatillas metélicas, ocupa wna posicién claramen- ‘te mds hacia atrds, entre el cusrto y Ia mesa. Pero preci mente éste, menos edmodo, os el que ha quedalo vacio. ‘La vor de Franck sigus comtando los quehaceres del dia 2 cen su propia plantacién, A... parece interesarse por ello, De vez en cuando, Je anima con algunas palabras que pruc- ‘ban su atencién. En ua silencio se deja ofr el ruido de ua vaso al dejarlo encima de la mesita Al otro lado de la balaustrada, valle arriba, no hay sas que la musica de los saltamontes y el negror sit esire- as de Ia noche. En el comedor fulgen las Mmparas de beneina. Una de ellas esté en el borde del largo sparador. hacia el extre- ‘mo izquierdo, y la otra encima de la mesa, en el sitio que hha dejado vacante el cuarto comensa [La mesa es cuadrada, ya que el sistema de suplementos (Gnitil para tan pocas personas) no se ha empleado. Los tes cubierios ocupan tres de los lados y la Mmpara el ‘cuanto, A... esth on su sitio habitual y Franck se sicata a su derecha —por consiguiente, delanté del aparador. Sobre éste y a Ia izquierda de la segunda Idmpara (es deci, del lado de la puerta, abierta, del eoffices), se amon- tonan los platos limpios que habran de servir durante la co- ‘ida, A la derecha de la limpara y tras ella —contra la ‘pared una jarra indigena de tierra cocida indica el centro ‘dol nyueble. Mas a Ia derecha se dibuja, sobre Ia pintura aris de la pared, la sombra ampliada y borrosa de una ca- bbeza de hombre —la de Franck. No lleva chaqueta ni cor- bata, ye] cuelo de su camisa est muy desabrochado; mas cs una camisa blanea, impecable, de fina tela de bella cai- ad, cuyos pues, vueltes, estén abotonados con gemelos de mari. ‘Aw. leva el mismo vestido que durante el almuerzo, Franck se ha casi peleado con su mujer, cuando ha criti ccado el excesivo calor de este pais. A... se ha contentado ‘con sonreir: —Ademds, no me parece que el lima de aqui sea tan insoportable —ha dicho para acabar con ese tema— 1Si hubierais visto el terrible bechorno que hacia, di B ses al alfo, en Kanda!.. —La conversacisn, entonces, ha girado durante algin tiempo alrededor de Attica El eboy» entra por la puerta abierta del eolfices sos- teniendo con las dos manos Ia sopera Hlena. En cuanta la hha dejado sobre Ia mesa, A... le ruega que separe un poco la Limpara, euya luz demasiado viva —dice— hace dao [a vista. El eboy» levanta el asa de la limpara y se lleva éta al otro extremo de la habitacién, encima del mucble que A...Je indica con su mano izquierda. ‘La mesa queda asf sumida en la penumbra. Su princi- ppal fuente de luz es ahora la Iimpara que ha quedado en- cima del aparador, pues la otra —en la diteccién opuesta— cesté mucho mds Tejos. En Ia pared, del lado del cottices, 1a cabeza de Franck hha desaparecido. Su camisa blanca ya no brilla como hace lun instante, bajo la iluminacién directa. Sslo su manga de- recha recibe los rayos, de tres cuartos por detr4s: el hom- bro y el brazo quedan bordeados por wna linea clara, igual ‘que, mis arriba, Ia oreja y ef cuelo. El rostro, en cambio, ‘queda 2 contraluz —ZNo le parece que asf esté mejor? —pregunta A... volvigadose hacia él. Mis fatimo, no eabe duda —contesta Franck. Franck toma la sopa muy répido. Aunque no hace nin- fain gosto exagerado, aunque sostiene su cuchara de un ‘modo conveniente y traga el liquido sin hacer ningiin ruido, parece despiegar, en tan modesto menester, una encrgia tun empuje desmesurados. Serfa difel precisar exactames te dénde se olvida de una regla esencial, en qué punto particular le falta discrecién. ‘Aunque carezea de defectos notables su comportamien- to no deja de lamar la atencién. Y, por oposicién, obliga 8 darse cuenta de que A.... contrariamente a €l, acaba de ‘concivir Ia misma operacin sin que parezca haberse movi- ‘do —pero sin llamar Ta atencién, tampoco, por una ané- 4 ‘mala inmovilidad. Es necesaria una mirada a su plato vacio, pero ya no limpio, para darse cuenta de que no olvidé ser ‘La memoria, por lo demés, logra reconstmuir algunos ‘movimientos de su mano derecha y de sus labios y algunas fdas y venidas de Ja euchara entre el plato y la bees, que pueden considerarse como significativos, Para mayor seguridad todavia, basta preguntatle si no Je parece que el eocinero echa demasiada sal a la sopa, —De ningiin modo —costesta—, hay que tomar sal para no sudar. Lo cual, si bien se mira, no demuestra de un modo ab- soluto que, hoy, haya probado la sope. Alora el xboys se leva los platos. Por lo tanto, resulta {imposible observar de nuevo os restos que manchan el de ‘A... —o su ausencia, en caso de que no se hubiera servido, ‘La eouversacién ha vuelto a Ja historia del eamién ave- riado: Franck no volver a comprar, de ahora en adelante, Viejo material militar; sus tltimas adquisiciones le han cos, tado demasiados quebradcros de cabeza; cuando cambie uno de sus vehfeulos, lo hard por otro nuevo. Pero es una (onteria querer eonfiar camiones modernos 8 los chéferes negros,"que los dejardn anutiles tan de prisa ‘como a los viejs, si no més aun, Asi 7 todo —dice Franck—, si el motor es nuevo, ef ccondnetor no tendré por qué tocarlo, Peto deberd saber que ocurte todo lo contratio: el motor nuevo sera un juguete tanto més atractivo, y el ex- feeso de velocidad por malas carreteras, y Ins acrobacias fen el volante Muy orgulloso por sus tres afios de experiencia, Franck piensa que existen conductores serios, incluso entre los ne= ‘bros. A..., naturalmente, es también de esta opinién. Durante la discusién sobre la resistencia comparada de los motores, se lis abstenido de hablar, pero el tema de los Is chéferes da lugar a usa itervenci6n bastante larga y cate- otice por su parte. ‘Ademés, es posible que tenga razén. Ea este caso, Franck también deboria eneda Uno y ol habian ahora de-ia novela que A... esté leyendo ¥ Guy aecign se desarsol en Africa. La heroina 0 aguanta cl clima tropieal (oo Christiane). Inluso el calor paroco provocar eh lla verdaderas er Estas conas —dice Franck— son sobre todo psf ics. TLuogo hace una alusién, vaga para quien ni siquiera lua hojeado elitr ala conducta del mando. Su frase con- cluye por «saberse manejars, sin que sea posible detormina® con seguridad respecto a qué oa quién. Franck mira a A. aque a'su vez mira a Franck, y le dirige una sonrisa des ‘aida, inmediatamente absocbida por la penumbra. Ella st Te un eateadido, desde cf momento que covece Ia historia 'No, sus rasgos no se han movido. Su estatismo no estan reciente: sus labios siguen quietos desde sus siimas pa- labras. La soarisa fupitiva no debié ds ser mis que un refljo dela limps, © ia combra de una mariposa Por o demi, ya no estaba de at @ Franck, en oquel momento. Acababa de volver de mucvo la cabeza hacia el cje de la’ mesa y miraba frente a sf, en divecei6n de In pared desnuda, en la que una mancha negra sefiaa cl lugar onde fue aplastado el ciempies ta semana pasada, a: P= ‘meros de mes, quizd el mes pasado, o alin ates. FE rostro de Franck, cas a media fiz, ao relleja la me- nor express TEl eboy» entra para levarse Tos platos. A. somo de costumbre, que sirva el café en a terraza, ‘Ali, Ja. oscuidad es total. Todos allan. El ruido de los sallamontes hz eesado, Sélo se eye, acd y acull, el fino grito de algin earicero nocturne, o el zumbido sUbito 16 te pide, do un escarabajo, 0 el chocar de una tacita de porcelana ‘que alguien deja encima de la mesa baja Franek y A... se han sentado en tos dos mismos sillo- nes que anies, adosados a la pared de madera de a casa Una ver mis ha quedado vacia Ia silla de armazén meté- fico. La posicién del cuarto ssionto queda todavia menos justificada, ahora, desde ef momento en que ha desapare- ido la viste hacia el valle. (Ya antes de la cena, durante el breve exepiscule, el calado demasiado espeso de Ia balaus- ‘ada no permitia divisar claramente el paisajes y la vista, ppor encima de la barandilla, sélo aleanzaba el cielo) ‘La madera de la balaustrada es lisa al tacto, cuando los dedios siguen el sentido do las votas y de las pequedas hen- diduras longitudinates. Luego viene una zona excamosa: y de nuevo una superficie iss, pero esta vez sin lineas ¥ punteada a veces por ligeras rugosidades ‘A plena luz, el contraste entre 10s dos colores arises —#l de la madera desnuda y el algo mis claro de ta pintura que aun resia— dibuia figuras complicadas de angulosos ontornos, casi en forma de dientes de sietra. En Ia parte de encima de Ia barandilla slo quedan algunos islotes di persos, que sobresalen, formados por los tltimos restos de piniura. En Jos balaustres, contrariamente, on las regio- nes dospintadas, mucho més reducidas y geueralmente 4 tuadas a media altura, las que eonstitayen las manchas, en Inueco, en las que los dedos reconocen las fisuras vertcales dde Ja madera, En cl limite de las manchas hay escamas de pintura faciles de hacer saltar; basta con colocar 1a lula bajo el borde que se despega y hacer un poco de fuer- za, doblando Ia falange; Ja resistencia es miaima. Al otto lado, la mirada, que se habitia a In oscuridad, percibe anora una forma més clara que se destaca sobre Ja pared de la casa: Ja camisa blanca de Franck. Sus dos 7 antebrazos reposan extondidos sobre os brazos del sila, Su torso esté reclinado hacia atris, contra el respaldo. ‘A... canturrea In misica de un baile, cuyas palabras permsnecen ininteligibles, Pero Franck las comprende qui- ZA, siya las conoce, por haherlas ofdo a menudo, quiz con ella. Quizé se trata de no de sus discos favorites. ‘Los brazos de A..., menos conspicues que los de st veeino a causa del color —pilido, sin embargo— del teji- dda, reporan igualmente sobre los brazos de su sillén. Las feuatto manos estén alineadas, inméviles. El expacio entre Ia mano i2quierda do A... y la mano derecha de Franck fs de unos diez centimettos. EI menudo grito de un earni- ero noctuma, agudo y breve, se deja ofr de nuevo, hacia cl fondo del valle, a una distancia imposible de precisar. Me parece que voy a marcharme —dice Franck. Todavia no —contesta A... inmediatamente—. No es nada tarde, Hs (an agradable seguic as ‘i Franck tuviera ganas de marcharse, tendria una bue- nna razén que aducir: su mujer y su hijo que estén solos en casa, Pero sélo linbla de la hora temprana a que tiene ‘gue Tevantarse al dia siguiente, sin hacer la menor alusién ‘8 Christiane. El mismo grito apedo y breve. que se ha aaproximado, parece ahora venir del huerto, muy cerca de Ja base de Ta terraza, por el lado este. ‘Como un 960, le stcede un gyito idéntico, que provede de sentido opuesio. Otros le contestan, més arriba, hacia Ia carretera, y luego otros, en Ja hondonada, “A vooes Ta nota es un poco més grave, o ms alargads, Probablemente hay varias clases de animales. Pero todos es0s gritos se parecen; no porque tengan un caricter co- Imiin facil de precisar, sino mas bien se dixia que por una Comin carencia de cardcter: no pargcen ser ni gritos de ‘miedo, ni de dolor, ni de amenaza, ni de amor. Son como gritos maquinales, emitidos sia razén visible, que no expre- san nada y que sinicamente sefialan a existencia, Ia posi- 18 cid y Ios respectivos cambios de sitio de cada animal, cuyo trayeeto en la noche jalonan. —Sea como sea —dice Franck—, ereo que me voy a marchar. ‘An- no contesta nada, Ni uno ni oto se ban movido, Estin sentados uno al lado de otro con el busto inelinado hhacia atrds, contra el respaldo del siléa, y los brazos ex tendidos hacia adelante, y las cuatro manos se hallan en tuna posicién idéntica, a una misma altura, alineadas para- Telamente a ta pared de la casa, Ahora, Ia sombra de la pilastra sudoeste en el dogu- Jo de la terraza del lado de la habitacién— se. proyecta sobre el huerto, El sol, atin bajo en el cielo, hacia el este, ifumiza casi et valle con sus rayos. Las hileras de planta- ners, oblicuas respesto al eje de] valle, se distinguen todas bien bajo esta luz Desde el fondo hasta el limite superior de Jos campos: mas altos, en el flanco opuesto a aquel en que se eleva la casa, es bastante fécil coatar las plantas, sobre todo delante de Ia casa, gracias a Jo jévenes que son étas en las parcelas| allt situadas. La depresiéa ha sido roturada, ai, en Ia mayor parte de sw anchura: ya no queda, actuaimente més que un fes- Gn de maleza de unos tzeinta metros, al borde de la mese- ‘a, la cual enlaza con e! flanco del valle por medio de una teminencia redondeada, sin cresta ni fallas rocosas. ‘La linea de separacién entre la 2ona énculta y el plata- sar no es del todo recta, Es una linea quebrada, de Angulos altermativamente entrantes y salientes, cada uno de cuyos vértices pertenece a una parcela diferente, de distinta edad, ‘pero de orientacion casi siempre idéatica 19 Exactamente frente a Ja casa, un macizo grupo de érbo~ Jes marea el punto més elevado que ha alcanzado el cul- tivo en ese sector, El sector que acaba ahi es un reetin- iulo. Su suelo, entre los penachos de fllaje. no es ya visible, © apenas. Sin embargo, el alineamieato impecable de Tos ar- boles demuestra que su plantacidn es reciente y que todavia rho se ha realizado ninguna cosecha. ‘A pair de ese bosquecillo, ol lado superior del sector vva bajando y desvidadose débilmente (hacia la izquierda) fen relacida con la pendiente mayor. Ea la lines hay treinta ¥ dos plataneros, hasta el limite inferior de la parcels. Prolongando éta hacia abajo, en la misma disposiciéa de as hiloras, otro sector ocupa todo el espacio comprendido fentze cl primero y el riachuelo que corre por el fondo. S610 fcomprene veintites plantas en la linea de su altura. S6l0 10 mds adelantado de la vegetacién 10 distingue del ante- ‘Hor: le altura algo mayor de los troncos, lo entrecruzado Gel follaje y To mumeroso de los racimos bien formados. Por fo demés, aleunos de éstor han sido ye cortados. Pero el hhueeo del érbol talado, en semejante caso, es tan fécil de istinguir como lo seria la planta misma, con su penacho de anchas hojas de color verde claro, de donde sale el igrueso tailo curvado del que penden los frutos. “Ademds, en lugar de ser rectangular como ia de arriba, esta parcels tiene forma de trapecio; pues la orilla del ria- thuelo, que canstituye su borde inferior, no es perpendicular f sus dos lados paralelos entre sf, hacia lo alto y hacia to bajo del valle, El lado derecho (es decir, el de abajo) no feomprende mis que trece plataneros, en lugar de veintitré. TEI borde inferior, finalmente, n0 5 rectlineo, ya que tampoco lo es el riachuelo. Un saliente poco matcado es- fecha la pieva facia Ia mitad de su anchura. La hilera me- Gia. que deberia tener dieciocho plantas si se tratase de un trapecio regular, s6lo tiene diecisis. ‘En la segunda linea, a partir del extrem sguierdo, ha- 20 bia vents plantas (a causa de Ta diaposicién al tresboe Tiloy sila pieea (vers rectangular. Tambien habia vein Alsi se tttara de una pieza exactamente tapenoidal. ya {veel acoreaminio apenas sera pereeptble a tan poca thi de ats en end a lasing Bay 508 ‘Masia teeta hier tampoco cuenta, a au ve, ms de vintilés planta, en lugar de las veins que exiia do Iucvo el fectngulo. A'ese nivel, la cura del bor no implica ninguna diferencia suplementaia, Pero no. puode ‘otis To ais de cunts nea, gue pose veltisn pies, (se uso mee qu aoa hem par lel rtp ‘rua de in margen cia au vee on ego a pat dl a qunta nee: stay en efoto, alo ene vet nd dion endo at que le cortespondeianvoindSe para ln trapesio verdadero y weit para un setGogulo (leva inpas). tas cites, por su pars, son teicas, ya quo algunos platneros han so cortados a ros del socio ertar mado El rocimo, En realidad. a euria ina eiétomada po de- iueve ponachos de hojesy dos espaciosvacos,y la quits, por vente penachos yun espacio ~o sen, de abajo a ariba cho penados Jo hojas, on espacio vata y dace penachos de hos Prescingiendo dsl crden en que se encuentran los plata eros realmente visiblesy los cortada, la sexta Mea da Ios siguenes nimeror: vend, veinio, vein, disk reve —-que repesenan, respetivaments el zeetingulo trapeco verdadero, el tapecio de Bordo curving, ¥ al tents este mismo trapecio una Yex dessontados Tos deboes Gortados para Ia cost Pra les linsossiguientcs tenemos: vente, veintuno, veintuno y eintono, Veintid,veintdés vine weit Veintises veins, vente, disinieve, et Ba el pente de tres, que franguca el achuelo en el a Limite del sector valle abajo, hay un hombre agachado. Es tun indigena, vestido con um pantalén azul y una especie de jersey descolorido que le deja desnudes los hombros. Esti inclinado hacia la superficie del agus, como si intentara ver algo en el fondo, cosa dificil ya que la transparencia munca es sufleente, a pesar de ia poca profundidad del En Ia vertiente de acé del valle, una sola parcela se ex- tiende desde el rfo hasta cl huerto. Pese a lo débil del dngue Jo bajo el cual se divisa la pendiemte, os plataneros son todavia {dciles de contar, desde lo alto de la terraza. En efecto, en esta zona son muy jévenes, pues ha sido replan- tada recientemente, No sélo la disposicidn es perfecta, sino {que los troncos ao tienen més alla de cincuenta centimetros do altura, ¥ Ios ramilletes de hojas que los terminan perma- ‘necea bien aislados unos de otros. Ademés, Ja inclinaciéa de las hileras con respecto al eje del valle (cuatenta y cinco ‘grads aproximadamente) facilita su recuento. Una linea cblicua arranea desde el puente, a Ta derecha, ppara terminar en el éngulo izquierdo del huerto. Poses trein- tay ceis plantas en toda su Tongitud. La disposicisn al tes- bolillo permite verlas como alineadas segin otras tres deja la fuente sobre el mantel Blan- co, Hay en ella un puré amarillo, probablemente de fiames, dl cusl se cleva tna tenue linea de vapor. que de golpe se curva, se extiends y se desvanece sin dejar rastro para reaparecer inmediatamente, larga, fina y vertical, por enti- ma de Ta mesa. En medio de ésta, figura ya otra fuente intacta, en Ia que, sobre un fondo de salsa oscura, se alinean una junto 4 ofra tres aves asadas de pequetio tamafo. El eboy» se ha retirado, sllencfoso como de costumbre. ‘Av de pronto, deja de observar Ja pared desnuda y con- Sidera una tras otra Tas dos fuentes, a sw derecha ¥ ante ella. Después de tomar la euchara apropiada, se sirve con estos mesurados y precisos: 1a menor de las tres aves y Juego un poco de puré. A continuacién, toma Ia fuente que se halla a su derecha y ta deja a su iquierda; Ia cuchara srande ha quedado en ella A... empieza, en su plato, un meticuloso ejercicio de tsinchado. A pesar de la pequetiez del objeto, ni més ni menos que si se tratase de una demostracién de anatomia, ‘A... separa los miembtos, seceiona el enerpo por Its cayun- furas y aparta la carne det esqueleto con la punta del cu- 40 chill mientras mantiene Jos tro2os con el tenedor, sia apretar, sin tener jams que repetir nada, sin mi siguiera dae Ia impresién de estar efeetuando un trabajo dil 0 esacostumbrado. Estas aves, es cierto, aparecen con fre- ccuoncia en Ja minut. Cuando ha terminado, A... levanta Ta cabeza segin ln direccién del eje de Ia mesa y se queda de nuevo inmé- vil, mientras ef boys retira los plats repleios de pequetios huesos parduseos. y luego las dos fuentes, una de Tas cuales ccontiene todavia la tercera ave asada, la que estaba desti- nada. a Franck. El cubierto de éste continia en su primer estado hasta 1 final de ta comida. Sin duda Te habri retrasado, como acontece con cierta frecuencia, algin incidente ocurrido fen su plantacién, ya que no hubiera dejado de venir a al- ‘morzar por eventuales achaques de su mujer o de su hijo Por més que es poco probable que el invitado vengs ‘shora, quizi A... sigue acechando el ruido de un coche que viniera pendiente abajo desde Ia carretera principal Pero pot las Ventanas del comedor, una de las cuales por 1o ‘menos est abierta a medias, no liega ningtin ronquido de motor, ni ningtin otro ruido, esta hora del dia en que todo trabajo esté interrumpido e incluso los animales, bajo el calor, enmudecen. ‘La Ventana del angulo tiene separados sus dos batien- tes —aungue slo en parte. El de la derecha no esté: mis que entornado, de tal modo que oculta todavia sensible- ‘mente Ja mitad de la abertura. El igquietdo, por el contra- flo, estd echado hacia atrés, en diteceién a Ia pared, pero tampoco totalmente: de hecho, apenas se aleja de la perpen- dicular al plano del quicio. La ventana oftece, de este modo, ‘nes paneles de igual altura y de anchura parecida: en me- dio, la abertura y, a cada lado, una puerta acristalada con tues seociones. Lo mismo en la una que en las otras se cenmarcan fragmentos de un mismo paisaje: cl patio pedre- 4a ‘gox0 y la masa verde de Ia plantacién. Los cristales estén ppeefectamente limpios y, en el parel de la derecha, Ia dis- pPosicién de las lineas s6lo esta alterada apenas por los ‘efectos del vidio, que simplemente confieren algunos ma- tices méviles a las superticies demasiado uniformes. Pero en el panel de la izquierda, més sombrio aunque més bri- ante, Ja imagen Jeflejada esté francamente deformada, ppucs manchas de verdor circulares o en forma de media una, del color de Tos plataneros, se pasean por en) medio Gel patio delante de Ios cobertizos <<" Et gran turismo azul de Franck, que acaba de detencise alli, se halla su vez marcado por uno de es0s anillos mé- viles de follae, igualmente, abora, que of traje blanco de ‘A... que ha sido la primera en bajar del vehiculo. ‘A... est inclinads hacia la portezuela. Si el cristal est bbajado —que es lo més verosimil— A... puede haber me- tido la cara por la abertura, encima de los cojines. Al en- derezarse, corre cl peligro do deshacerse ef peinado contra los bordes del marco y ver edmo sus cabellos se sueltan, tanto més répidamente cuanto que estén recién lavados, en direoeién al conductor, que no ha dejado el volant. Pero se aparta sin incidentes del coche azul, cuyo me- tor, que ha seguido en marcha, llena ahora el patio con wn rrunruneo cada vez mas intenso, y, después de una ultima ‘mirada bacia atrds, se dirige sola, a paso decidido, hacia | puerta central de la casa que da directamente a la sala principal Frente a esa puerta desemboca el pusillo, sin separacton alguna respecto a la sala-comedor. En él se suceden, a uno y otto lado, puertas Jaterales; la wiltima a Ia izquierda, 1a el despacho, no esti totalmente cerrada. El batiente gira sin rechinar sobre los goznes bien accitados; inmediata- ‘mente recobra su posicién iniial, con Ja misma diserecisa, ‘Al otro exttemo de Ja casa, la puerta de entrada, trata~ dda con menos mirimientos, se ha abjerto y vuelto a éerzar: 2 lego el ruido tigero, pero potente, de Jos altos tacones sobre las baldosas atraviess’ Ia habitaci6n principal y se aproxima a lo lsrgo del pasilla Los pasos s= paran delante de la puerta del despacho. Pero la que se abre y luego vuelve a cerrarse es la de en- frente, que da acceso at dormitori. Simétricas a las de éste, las tres ventanas ti hora las celosfas bajadas hasta més de la mitad. El des- pacho queda asi sumido en una luz difusa que deja a los cosas sin ningin relieve. Las lineas sin embargo, som igual- mente claras, pero Ja sucesién de los planos deja de dar Ia impresidn de profundidad, de modo que las manos se tien- don instintivamente hacia adelante, para reconocer las dis- tancias con mayor seguridad. El aposento, por fortuna, no esté muy lleno: ficheros y estanietlas contra las paredes, algunos asientos y final- mente el voluminoso eseritorio con cajones que ecupa toda Ja tegién comprendida entre las dos ventanas que dan al sur, una de las cuales —Ia de la derecha, la mis préxima al pasilo— permite observar, por las rendijas oblicuas entre Jas ldminas de madera, una proyescién recortada en rayas iminosas patalelas de Ia mesa y de los sillones sobre la tesraza, En el ngulo del eseritorio hay un pequeio marco in- crustado de near, con una fotogratia tomada por un ope- rador ambulante con ecasiéa de las primeras vacaciones en Europa, después de la estancia en Alsia, ‘Ant la fachada de un gran eaté decorado en estilo mo- dernista, A... esté sentada on una silla complicada, me- tilica, cuyos brazos y cuyo respaldo, de espirales unidas. parecen mis vistosos que eémedos. Pero A..., en su forma dde ocupar ese asiento, muestra, segin su costumbre, mu- ‘cha naturalidad aunque desde luego sin el menor abandono. Esti ligeramente vuelta para sonteie al fotdgrafo, como con objeto de autocizarle a tomar eve improvisado cls Su 4

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