Capítulo 5

Nuevas fronteras
de la ingeniería genética

Si en la primera mitad del siglo XX sorprendieron los

avances de la física -pensemos todavía en el descubri-
miento del átomo y la desintegración nuclear- en estas
últimas décadas hemos entrado en lo que ya se está lla-
mando la «era de la biología». En efecto, las conquis-
tas biológicas recientes ofrecen a la humanidad un po-
der inimaginable, que hasta hace sólo algunos años
rozaba en la ciencia ficción.
El redescubrimiento de las leyes de Mendel ha lleva-
do a la genética a un progreso espectacular. Dos hitos
fundamentales han sido: la determinación del ADN (áci-
do desoxirribonucleico) como la molécula de la heren-
cia de los caracteres, y el descubrimiento de su misma
estructura. Estos avances han motivado e impulsado la
manipulación, instrumentación e ingeniería genética.
El término ingeniería genética se emplea en doble
sentido. En un sentido amplio, abarca todo el conjunto
de intervenciones especiales del hombre en relación
con la reproducción y la herencia. Incluiría, por ejem-
plo, las técnicas de inseminación y fecundación artifi-
cial, clonación. Pero en sentido estricto, la ingeniería
genética significa la intervención directa en la estruc-
tura genética de un ser viviente. Se trata de un conjun-
to de técnicas capaces de intervenir en la modificación,
sustitución o aumento de nuevos genes, en el «código
genético», o en la «programación» de un organismo.

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 EUGENIO ALBURQUERQUE
En este capítulo nos. referimos a la manipulación e
ingeniería genética en su acepción más amplia. Por tan-
to, nuestra reflexión tendrá en cuenta tanto las nuevas
técnicas de reproducción artificial, como aquellas inter-
venciones específicas en el ámbito de la genética.
Nuevas técnicas
de reproducción humana
La reproducción humana suscita siempre un interés
grande. Hoy no podemos menos de sentirnos maravilla-
dos y sobrecogidos por los avances logrados en este cam-
po. En estos últimos años son muchos los que han re-
petido que la creación del homúnculo de Fausto en el
laboratorio o el famoso «mundo feliz» de Huxley, han
dejado de ser ciencia ficción. El progreso de la ciencia
en el campo de la transmisión de la vida ha sido espec-
tacular.
En 1963 la prensa mundial aireaba que el profesor Pe-
trucci (Bolonia) había conseguido en varias ocasiones
la fecundación humana en el laboratorio, logrando que
la vida se desarrollara durante tres o cuatro semanas. El
25 de julio de 1978 tiene lugar el nacimiento de Louise
Brown, cuya fecundación se había realizado en el labo-
ratorio con los gametos de sus padres legales. Todos los
periódicos del mundo recogieron la noticia, que produ-
jo gran conmoción en los medios científicos. Se le lla-
mó el «primer bebé-probeta». En realidad, apenas per-
maneció tres días en el tubo de ensayo, para pasar
después doscientos ochenta y cinco-días en el seno de
la madre.
A esta fecundación «in vitro» han seguido posterior-
mente otras muchas, que han dejado ya de ser noticia.
Desde el nacimiento de Louise Brown, la ciencia de la ,
reproducción ha seguido progresando a gran velocidad,
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H A B L A M O S DE CAMBIO SOCIAL, ¿CAMBIO MORAL?
llegando a nuevas posibilidades. En estos años se ha lle-
gado, por ejemplo, a nacimientos en que \a madre bio-
lógica no coincide con la madre en que tiene lugar el
embarazo, nacimientos a través de embriones que han
permanecido previamente en estado de congelación,
inseminación con semen congelado del marido muerto
(caso Corinne Parpalaix), a las llamadas «madres de al-
quiler» que se prestan al embarazo mediante una retri-
bución económica, y a las «madres-abuelas». Y, sobre
todo, se habla de la posibilidad de la reproducción cló-
nica en los seres humanos, después de haberse conse-
guido la clonación de mamíferos.
Las nuevas técnicas de reproducción humana co-
mienzan por la inseminación artificial. Como es sabido,
la técnica consiste en una intervención médica, median-
te la cual se introduce el semen en el organismo feme-
nino no a través del acto sexual normal, sino de manera
artificial. Se intenta, pues, lograr el embarazo al margen
del acto sexual. Y esto, bien porque resulta imposible
realizarlo o porque a través del procedimiento técnico
se pretende facilitar el proceso de fecundación.
Como método de transmisión de la vida es proceden-
te, cuando siendo fecunda la mujer, existen sin embar-
go dificultades físicas o psíquicas para realizar normal-
mente el acto sexual. Su práctica es hoy frecuente. Se
recurre a ella, por ejemplo, cuando existen problemas
anatómicos o sexológicos (impotencia del hombre, va-
ginismo en la mujer); o bien en caso de esterilidad del
hombre, por ejemplo, cuando el semen carece o contie-
ne un bajo número de espermatozoides.
La fecundación (o fertilización) artificial («in vitro») su-
pone un nuevo paso hacia adelante. En esta nueva téc-
nica, más compleja, el proceso normal de fusión entre
óvulo y espermatozoides tiene lugar en el laboratorio, en
vez de realizarse en el aparato genital femenino. Este tipo
de intervención implica: la obtención del óvulo y del es-
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 EUGENIO ALBURQUERQUE
perma, la fecundación propiamente dicha y el traslado
posterior al útero. Este último paso constituye una opera-
ción sumamente delicada, pues supone la armonización
entre la fase del desarrollo en que se encuentra el óvulo
fecundado y la disposición del útero para acogerlo, de
manera que pueda verificarse la anidación.
Desde el punto de vista de Ja fecundación artificial
orientada a la procreación como remedio de la esterili-
dad (masculina o femenina) se pueden distinguir dis-
tintas formas de intervención humana. Citamos sólo las
más significativas:
• Fecundación «in vitro» del óvulo de la esposa con
espermatozoides del marido, seguida de la implan-
tación en el útero de la misma esposa. El hijo engen-
drado sería real y totalmente hijo del matrimonio. La
intervención supondría un método útil para mujeres
estériles por afectaciones tubáricas irremediables.
• Fecundación del óvulo de la esposa con espermato-
zoides del esposo, seguida de la implantación en el
útero de otra mujer. Este procedimiento podría ser-
vir en el caso de abortadoras habituales o en el de
aquellas esposas cuyas vidas correrían graves peli-
gros si tuvieran que soportar un embarazo, como
también cuando la esposa no tiene útero.
• Fecundación del óvulo de una mujer donante con
espermatozoides del esposo seguido de implanta-
ción en el útero de la esposa. El hijo engendrado,
biológicamente sería hijo auténtico del esposo, pero
no.de la esposa, aunque pueda suponer para ella
mucho más que un hijo adoptivo.
• Fecundación del óvulo de una mujer donante con
espermatozoides también de donante, seguida de
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HABLAMOS DE CAMBIO SOCIAL, ¿CAMBIO MORAL?
implantación en el útero de la esposa. El hijo engen-
drado no sería biológicamente un hijo auténtico del
matrimonio. Sus padres biológicos son los donantes.
Serviría esta modalidad cuando ambos esposos son
estériles.
Además, la fecundación «in vitro» reviste unas carac-
terísticas peculiares cuando se recurre a la congelación
de embriones. Hoy es posible congelar y descongelar se-
men, óvulos y embriones. De hecho, han nacido ya los
primeros «niños-probeta» que se mantuvieron congela-
dos durante algunos meses. El primero nació en Austra-
lia en 1984. Desde el punto de vista médico, el recurrir a
la congelación de embriones cuando se trabaja en la fe-
cundación artificial, puede tener un sentido pragmático.
Sucede que en algunas ocasiones se dispone de siete u
ocho embriones y, en cambio, no van a trasladarse al úte-
ro de la mujer más de cuatro. Los embriones «sobrantes»
pueden ser congelados sin riesgo (a 196° bajo cero). Si
la mujer no queda gestante pueden serle transferidos
posteriormente, sin necesidad de reiniciar todas las in-
tervenciones anteriores desde la obtención del óvulo.
Por otra parte, es también una realidad la cesión y do-
nación de embriones congelados a parejas que no lo-
gran obtener embriones propios. Se trata de una forma
especial de «adopción pre-natal». La posibilidad de la
congelación ha llevado a la creación de bancos de se-
men y de embriones.
Reproducción clónica
Hasta hace muy poco tiempo se afirmaba que la repro-
ducción clónica podría ser una realidad para el año
2000. Pero no ha hecho falta llegar alnuevo siglo para
que la clonación deje de ser ciencia ficción y se con-
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EUGENIO ALBURQUERQUE
vierta en una posibilidad abierta. Ya hoy la técnica de
la clonación podría permitir producir individuos idénti-
cos genéticamente a partir de una célula de un genoti-
po dado. Se habla en este sentido de hijos-calco o hi-
jos-fotocopia.
La palabra clonación proviene del griego (klon) y sig-
nifica esqueje, brote. Alude, pues, al proceso de repro-
ducción de las plantas. De un esqueje plantado asoma
muy pronto un nuevo brote. Se trataría, pues, de la mul-
tiplicación asexual de especies vegetales a partir de es-
quejes. En las especies animales y, más concretamen-
te, en los mamíferos, la obtención de organismos
clónicos no es tan simple. Pero es posible y puede rea-
lizarse mediante dos técnicas diferentes. La primera con-
siste en dividir en dos o más partes un embrión que se
encuentre en un estado inicial de desarrollo. En esas cir-
cunstancias, las células (blastómeros) que forman el
embrión son totí'potentes y, por tanto, capaces de origi-
nar un individuo completo. Con esta técnica se han pro-
ducido, por ejemplo, ratones clónicos.
La segunda consiste en el trasplante del núcleo vivo
de una célula diploide a un huevo del cual se ha extraí-
do el núcleo, continuando el resto del desarrollo embrio-
nario por los cauces normales. De esta manera se po-
drían producir cientos de seres genéticamente idénticos,
como una serie de gemelos. Los experimentos realiza-
dos con esta técnica de clonación habían sido escasos,
Pero la obtención de una oveja Dolly (1997) causa un
fuerte impacto mundial. Los experimentos han seguido
adelante ratificando las técnicas de clonación con otros
mamíferos, y llegando a clonar por fragmentación a un
mono, ej primate Tetra. Todo ello ha llevado a plantear
la cuestión de la posibilidad de extender la reproducción
clónica a los seres humanos. Sin embargo, en la actua-
lidad, el interés de los científicos no se dirige tanto ha-
cia la clonación reproductiva, como hacia la denominá-
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HABLAMOS DE CAMBIO SOCIAL, ¿CAMBIO MORAL?
da terapéutica. Mientras la primera es firmemente recha-
zada, sobre la segunda, que no pretende reproducir se-
res humanos sino tejidos útiles para el tratamiento de
enfermedades, se cierne un amplio debate social.
No todo lo técnicamente posible
es éticamente aceptable
Todas estas formas de reproducción sus- La técnica
citan serios problemas éticos. La transmi- no puede
sión de la vida no es una acción que .
convertirse
corresponda exclusivamente al campo de
la técnica. Y, por ello, la técnica no pue- en el único
de convertirse en el único criterio del pro- criterio del
greso humano. progreso
El primer criterio ético lo constituye el humano.
valor fundamental de la dignidad huma-
na. Se trata, en concreto, del reconoci-
miento humano del embrión. Este criterio debe orientar .
las intervenciones técnicas y debe servir de normativa
para la congelación, manipulación y selección de em-
briones. El embrión no es una cosa que el médico o el
científico pueda usar y manipular a su antojo. Lo que el
médico toca no es simplemente un conjunto de tejidos
y órganos. Es una vida humana. Y el origen y destino de
un hombre no puede decidirlo un científico. No es un
objeto, sino un sujeto; no es algo, sino alguien. Y, así,
como sujeto, señor y persona debe ser tratado.
Por otra parte, hay que reconocer la esterilidad como
una carencia, que de suyo tiene' un carácter negativo.
Tal carencia no se reduce al plano biológico; repercute
también en toda la vida de la pareja. Por lo tanto, los
esfuerzos encaminados a solucionar este problema son
inicialmente válidos y positivos. Tienen una función su-
pletoria y terapéutica. Pero, aún reconociendo el valor
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EUGENIO ALBURQUERQUE
de la fecundidad, no se la puede enfatizar de tal mane-
ra que aparezca como la única finalidad de la pareja. El
matrimonio no se justifica únicamente por los hijos. Y,
ciertamente, el matrimonio no confiere a los cónyuges
el derecho a tener un hijo.
Además, hay que afirmar el valor de la familia como
marco original de crecimiento de la persona. Este crite-
rio implica valorar la conexión entre la fecundidad y el
amor conyugal; implica el reconocimiento del hijo como
fruto y expresión del mutuo amor de los padres.
Finalmente conviene resaltar también un criterio vá-
lido para todas las cuestiones de bioética: la ciencia ha
de estar al servicio del hombre. La intervención médica
no puede valorarse únicamente por la dimensión técni-
ca, sino por su finalidad. Debe servir al bien de las per-
sonas, estar a su servicio; al servicio de su salud física
y psíquica. De ahí, que «lo que es técnicamente posi-
ble no es, por esta sola razón, moralmente admisible».
Y desde este punto de vista, la valoración moral de las
distintas soluciones humanas producidas por las inter-
venciones sobre la fecundación ha de tener en cuenta
las consecuencias de tales intervenciones. Cobra, sin
duda, gran importancia el hecho de que la consolida-
ción de la fecundación artificial ha requerido formar y
destruir innumerables embriones humanos. Es un hecho
del que no se puede prescindir.
Por lo que se refiere, en concreto, a la posibilidad de
la clonación humana, ante la alarma suscitada por la clo-
nación de la oveja Dolly, los mismos científicos que lo-
graron su reproducción se apresuraron a descartar en-
seguida, por razones éticas, la posibilidad de la
clonación humana. En general, toda la comunidad cien-
tífica ve esta posibilidad técnica como éticamente in-
aceptable.
Las razones morales que se oponen principalmente a
la reproducción clónica en los seres humanos, creemos
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HABLAMOS DE CAMBIO SOCIAL, ¿CAMBIO MORAL?
que son las siguientes. Ante todo, el respeto a la digni-
dad de la persona humana motiva que esta no pueda ser
tratada como un objeto. No puede ser producida o fabri-
cada en serie. Cada ser humano tiene derecho a nacer
en el seno de una familia humana como resultado del
amor entre un hombre y una mujer. Según el criterio más
arriba apuntado, la ciencia debe estar al servicio del hom-
bre; todos los avances técnicos han de servir al bien de
las personas y de la sociedad; deben humanizar, no
alienar o destruir. Aquí se encuentran los límites de la
ciencia y de la técnica, en la dignidad de la persona hu-
mana. El respeto de su dignidad, la tutela de sus dere-
chos fundamentales, como lo es el ser uno.mismo y no
venir al mundo programado por deseos ajenos, cuestio-
na muy fuertemente la posibilidad ética de la clonación.
Por otra parte, son necesarias unas manipulaciones
previas del ADN de la célula somática que se implanta
en el ovocito. Hay que ponerla en un estado de inactivi-
dad metabólica. Y resultan impredecibles las consecuen-
cias de estas manipulaciones que podrían tener efectos
negativos sobre el nuevo ser, que nunca puede conver-
tirse en mero objeto de experimentación.
En cuanto a la clonación terapéutica, podría pensar-
se que nos encontramos ante una variante nueva: clo-
nar para curar. En realidad, la novedad está sólo en la
intención. La técnica utilizada es la misma que se siguió
para clonar la oveja Dolly. Simplemente que ahora no se
pretende la reproducción. Es más, el mismo proceso téc-
nico implica la destrucción del embrión clonado dentro
de los primeros catorce días de su existencia con el fin
de impedir el proceso normal de desarrollo. La finalidad
terapéutica se consigue utilizando la masa celular inter-
na («células madre») del embrión para desarrollar teji-
dos y órganos humanos que permitan curar diversas en-
fermedades (cáncer, Parkinson, Alzheimer).
Sin embargo, son muchos los interrogantes que se
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 EUGENIO ALBURQUERQUE
plantean; y entre ellos, hay una cuestión básica: ¿el fin
justifica los medios? ¿Puede ser válido moralmente crear
un ser humano para que sea destruido? En el fondo, es
de esto de lo que se trata y aquí está el problema, en
que este tipo de clonación no reproductiva incluye la
destrucción del embrión. Es cierto que, como han ad-
vertido algunos moralistas, toda la valoración ética está
condicionada por la cuestión previa del «estatuto del
embrión», es decir, sobre su condición humana duran-
te esos primeros catorce días, cuando todavía no tiene
fijadas las propiedades básicas del individuo: ser uno
solo y ser único e irrepetible. Pero, aún teniendo esto en
cuenta, es necesario también recordar la insistente afir-
mación científica que afirma la existencia de una vida
humana desde el momento de la fecundación. Desde
ese momento, por tanto, debe ser reconocida y respeta-
da. Por ello, tampoco la clonación no-reproductiva con
finalidades terapéuticas parece moralmente justificable.
Para concluir esta primera parte sobre la manipula-
ción genética, referida a las nuevas técnicas reproduc-
tivas, hay que subrayar que todas estas formas ofrecen
hoy múltiples posibilidades procreativas, pero abren tam-
bién un conjunto de interrogantes y cuestiones de ca-
rácter antropológico y de ordenamiento jurídico. Pero,
sobre todo, presentan unos problemas muy serios a la
reflexión ética.
Estos problemas se refieren al destino del individuo,
al sentido de la paternidad/maternidad/filiación, al sig-
nificado de la sexualidad y a su relación con la fecundi-
dad, a las condiciones antropológicas del embrión hu-
mano, al carácter de la experimentación con embriones.
Ante todo ello, no se trata de condenar en bloque, ni
de cerrarse a los avances técnicos en este campo de la
biología humana. Pero sí hay que fijar la legitimidad y
los límites situándose desde la perspectiva de la digni-
dad humana, del sentido del amor y de la fecundidad.
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HABLAMOS DE CAMBIO SOCIAL, ¿CAMBIO MORAL?
Especialmente en el ámbito científico es necesario
reflexionar con rigor sobre las nuevas posibilidades téc-
nicas abiertas y los riesgos humanos que entrañan. Ante
los frutos del árbol de la ciencia el hombre no puede elu-
dir la tarea de. discernir el bien y el mal.
ADN recombinante
En sentido preciso, decíamos al comienzo del capítulo,
la ingeniería genética supone la intervención específica
en la estructura genética de un ser viviente. La moderna
ingeniería genética comienza cuando se llega a conocer
la estructura y función de los genes, cuando se consigue
su aislamiento o su inserción en el ADN de células per-
tenecientes a otras especies. Se llama recombinación
genética al fenómeno del intercambio de ADN, la unidad
funcional que constituye el gen. La técnica consiste en
aislar un gen, animal o vegetal, de una célula para inser-
tarlo después en el cromosoma de otra. Cuando esta se
reproduce, lo hace también el gen añadido. Y así es po-
sible que de una sola bacteria transformada puedan sur-
gir millones que contengan ya el'gen introducido.
El ADN recombinante nace en 1971. El descubrimien-
to se debe al doctor Paul Berg, quien tuvo la idea de
unir dos fragmentos de ADN (seccionados por la acción
de una enzima). Su unión, reforzada también por la
unión de otra enzima (ligasa) produce una molécula nue-
va que no existe en la naturaleza. Se ha montado en el
laboratorio. Pero, además, Berg llega a hacer también
la operación inversa: vuelve a cortar la nueva molécula
por el mismo sitio. Es decir, abre la posibilidad de tomar
un gen, trasplantarlo a un ADN extraño y volverlo a re-
cuperar después. La recombinación del ADN abre las
puertas a los descubrimientos posteriores y a las apli-
caciones de la ingeniería genética.
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 EUGENIO ALBURQUERQUE
terapia genética que repare el material hereditario, la ver-
dad es que de hecho en este campo las posibilidades rea-
les pertenecen todavía al campo de la hipótesis.
El proyecto Genoma
Cuando nace un ser humano tiene ya escrito en sus cé-
lulas lo que va a ser. Se encuentra impreso, como he-
mos dicho, en el ADN, la molécula mas extraordinaria
que pueda existir. Aunque está formado simplemente por
cuatro elementos que se combinan formando los esca-
lones de la doble hélice, el ADN marca las característi-
cas del nuevo ser.
Los elementos -llamados bases- que forman la com-
posición química de un ADN se designan con las letras
C, G, T y A. Son las iniciales de las moléculas citosina,
guanina, timina y adenina. Cada uno de los filamentos
del ADN contiene miles de veces estas letras combina-
das en los órdenes más diversos. Y cada gen es también
una larga palabra formada por dichas cuatro letras, pero
en un orden bien determinado.
Así pues, las propiedades hereditarias de cualquier
organismo se pueden caracterizar por una larga secuen-
cia escrita con los elementos -letras- señalados. Y sim-
plemente el error de una de estas bases puede llevar
consigo una alteración, y consiguientemente que se ori-
gine una enfermedad hereditaria.
En 1988 comienza a ponerse en marcha un ambicioso
proyecto biológico: el «Proyecto Genoma». Su finalidad
es llegar a realizar el mapa genético del ser humano, o
sea, llegar a identificar a todos los genes humanos y a
establecer la secuencia de sus bases. Después de casi
doce años de investigación, los científicos del Proyecto
Genoma anunciaron en junio del año 2000 la consecución
del primer borrador de toda la secuencia del material ge-
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HABLAMOS DE CAMBIO SOCIAL, ¿CAMBIO MORAL?
nético contenido en el núcleo de nuestras células; en fe-
brero de 2001 se ha publicado en las revistas Nature y
Science. Se trata de una ingente información biológica
que se encuentra repartida a lo largo de los alrededor-de
30.000 genes que poseemos los seres humanos. En ellos
se ocultan no sólo las causas de muchas enfermedades,
sino también los rasgos que nos hacen diferentes a las
demás especies vivas. Su consecución abre la esperan-
za a la prevención de múltiples enfermedades heredita-
rias, a la lucha contra el cáncer o la enfermedad de Al-
zheimer, a la creación de fármacos a medida de cada
individuo, a desentrañar los mecanismos del envejeci-
miento. El reto está ahora en descubrir la función de to-
dos y de cada uno de los genes, sus ¡nterrelaciones, así
como el conjunto de las características que aportan.
Es evidente que el Proyecto Genoma plantea también
muchos interrogantes. Si es posible conocer, situar, re-
poner los genes, puede serlo también trastocar genes
para hacer individuos de una forma determinada o bien
manipular a las personas. Preocupa especialmente, que
la intimidad biológica más profunda del ser humano
queda expuesta a los ojos del científico y a intereses aje-
nos. Ello podría tener consecuencias negativas en el
mercado laboral, en ios procesos legales o a la hora de
querer suscribir un seguro de enfermedad o de vida. Del
mismo modo preocupa la posible discriminación en fun-
ción de los genes. Lo deseable moralmente es que este
«libro de la vida», como muchos le han llamado, no sólo
beneficie a unos pocos, sino que redunde en bien de
toda la humanidad. Como proclama la Declaración Uni-
versal sobre el Genoma Humano (1997): «El genoma hu-
mano es la base de la unidad fundamental de todos los
miembros de la familia humana y del reconocimiento de
su dignidad y diversidad intrínsecas. En sentido simbó-
lico, el genoma humano es el patrimonio de la humani-
dad» (art. 1).
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 EUGENIO ALBURQUERQUE

Nos encontramos, pues, ante un nuevo horizonte de

la biotecnología, que requerirá nuevos desarrollos en
esta era posgenómica en la que ya nos
Lo encontramos. Una vez más, lo verdadera-
importante mente importante está en asegurar que
es que este este espectacular avance científico se
aplique en beneficio del hombre, que no
espectacular
se utilice en contra de la dignidad, liber-
avance tad y autonomía de la persona, y que se
científico se extienda a todos los seres humanos. Es la
aplique en hora del debate ético que asegure el res-
beneficio del peto a la especie humana y la responsa-
bilidad en el desarrollo de todas las posi-
hombre. bilidades que contiene el conocimiento
del genoma.