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EPILOGO Las academias artisticas en Espatia FRANCISCO CALVO SERRALLER Como advierte Thomas B. Hess', pocos términos soportan en la actualidad una carga tan peyorativa como el de «academia», cuyo significado se aplica ya eon valor de adjetivo. En esta situacién, 1a historia de las instituciones académicas , se hace particularmente dificil, ya que la fuerza de los estereotipos condiciona la vision y el andlisis de los datos. Por eso precisamente la publicacién, en’ 1940, de Academias de Arte, de N. Pevsner, constituyd un hito, que ha obligado, desde (entonces, a tratar el tema con més rigor y desapasionamiento. En el estudio de Pevsner, que abarca desde el siglo xv hasta el XX, lo primero que se pone en evi dencia ¢s la amplitud y complejidad de una historia, cuyo nico hilo conduetor reco- nocido hasta el momento es el de la academia estatal, que es el resultado y no la clave dnica de un largo proceso. Con todo, esta primera ojeada panoramica de Pevsner sobre las academias artisticas, a pesar de la erudicién que demuestra y el meritorio espiritu sintético con que fue concebida, no agota ni mucho menos el in- menso caudal de informacion disponible sobre el asunto, Espafia es un buen ejemplo al respecto. Pevsner, que utiliza la historia de Cayeda® como principal fuente de informacion sobre la academia en nuestro pats, despacha el tema con una breve alusidn a la significacion general de la Real Acade- mia de Bellas Artes de San Fernando’, ignorando todos los proyectos y realiza- ‘ciones que se habian producido mucho antes en Espaila, algunos de los cuales fueron, no obstante, incluso mas tempranos que los que se llevaron a cabo en Francia, el pais al que tradicionalmente se le atribuia el mérito de haber sido”e! primero en desarrollar e] modelo italiano. Como en seguida veremos no fue asi, pero, en cualquier caso, quiero dejar ya completamente claro que este tema no se agota con ui simple ajuste cronologico de comparacién de fechas, sino que tam- bién afecta muy directamente a la doctrina artistica. Pero vamos primero con los datos. En Espaita, por ejemplo, funcionaron varias academias durante el siglo XVil: Madrid, Sevilla, Valencia y Barcelona, y hasta hubo un intento de crear una academia en Roma al modo francés en 1680. Por otra parte, el primer documento fechado de formalicacion de una academia de \ Thomas B. Hes ne Academie Questionss, en Academie Art, Nueva York, 1971, ple ginas 214 \? fost Caveda, Memories para fu historia de le Keul Academia de San Feruundo y de las Bellas Aries en Espaita, desde el advenimiento al trono de Felipe V, hasta nuestros dias, Madrid, 1867. "Che. pig. 130. S 209 pintura es de(1606 tn Madrid, casi medio siglo antes que el francés, que data de 1648*, Todas estas “primeras academias espaftolas estén todavia envueltas en una nebulosa y, desde luego, no consiguieron cuajar en la poderosa institucién estatal que legé a ser la acadéiiia Trancesd en la segunda mitad del siglo XVI “NO“ObStainte, Creo “Gue” merece la pena detenersé“on un poco de atencion sobre Jo que conocemos de estos primeros conatos académicos en nuestro pai Respecto a la existencia de una academia de pintura en Madrid, tenemos, en primer lugar, el testimonio de los tratados. Es célebre Ron la referencia que hace Vicente Carducho en sus Didlogos de la Pistura (1633) al intento de cceur una®, lo cual fue recogido por J. Murtinez*, Palomino” y"Cean®. A estas primeras referencias Jiterarias se unid la documentacién hallada por Cruzada Villaamil, que, en publicé un borrador de estatutos académicos con fecha estimada de 1619°, ¥, en 4919, Pérez Pastor y Sanchez Cantén daba ia de un cap- tao, firmado y fechado ©: 6, enite un grupo de. pintores cesidentes en Madrid ' nus Pas 604 iIeS del Convenia dé la Victoria, con vistas al alquiler de unas dependen- Como sede de una academia de San Lucas. El propio Sanchez y iadoves han yuelto mas tarde Sobre el tema, cuya documentacién no. por el momento estar agotada. En este sentido, tengo que recordar el me- de Juan de Butrén, que, con fecha de 1626, hallé yo mismo en la Biblioteca Nacional de Madrid". Su titulo era bastante elocuente —Epistola dirigida al Rey suplicando proteccién para la Academia de pintores—, pero todavia mAs el co- mienzo, que dice literalmente ast: «La Academia de los Pintores, que es lugar donde se juntan a estudiar con los escultores y arquitectos, y demds professores del dibuxo, infestada con la noticia del uno por 100 inposicién tan nueva para sus exempciones, y nobleza, acude a los Reales pies de V. Magestad...»"°. Todos estos datos nos autorizan a confirmar la existencia de una academia de © Hai Testo, Mémures pou servi Chit de FAcudimie Ray ce Pentre et de Seu ture, Paris, 1833, t. 1, pags. 18-101. = 2 Veste Caralshot Diogu de Pana, Madrid, 1%, fl. 157 18. 8 lupe Marien Dicutospracable del noble are dete piu, Masi, 1866, pb gins Litto tneito de formar una Acadia para, qu fos stunt clades lgtren 5s Sits ts ia perio di foo vida, 0 dnd ogra an nodes neta 7A, Paton, EV Museo Piro y Bunt Opeu, Madi BHT, page 858. Lereerencla de Paton et ms eqivcs, yu gue alo Teles st plea aba y 9 ue Cardasho fro tambien lich de logan gran sara de ipl TA ecka Batuder, Dicennio indi dels mis uses prfisors dels Bells Aries Bye Madi, BD, ly pg B51 Nose puede oopar gue ol proyecto de formas una seade tia pal de tas balls ais en Madd pancipil ato oe 169 quasus bs peesons inp 4 prdacatason wn netoral s etpe I, pdt gue sales Sly cort une Senden ei {ute como la bie Ge nena, Aouipaango ls estos Son hab de sr gobemnsda, in que no two tet Tampooo fy fro tueque ret Inti tn cl ryan de Ree 1V pues convencido ul Rey de sv utilidsd, nombr6, junto en cortes, quatro diputados que tratasen ta con la debida madurez. Celebraron sus juntas: se hicieron eoastituciones y reglamentos para su Penv y conservacidn, que aprovs el reyno; pero se suspendid todo (dice Vicencio Carducho), ino Bor causa de la piura, ai por le de sus favorecedores, sino por opiniones y dictimenes partic: ares de ts mismo de la fut. ee, a ¥ Gregorio Cruzada Villaamil, «Constos de formar una academia o escuela de dibujo en Madrid, eu el siglo Avil, BY Arte en Espanta nirs. 132, 1866, pags. 167 ¥ 8. 1O'C" Piet Pastor, »Notisias y docuaientos relatives « lt historia y Wteratura espaiolss, Memo- vias de la Kea! Academia Esparola, Madrié, 1914, Xt, pig. U9, niin. €02; F. 3. Sinchee Canton, “Los pintoces de Camara de tos Reyes de Espanss, Bolen de ta Socieded Expuiols de Excursiones, Madrid, 1914, pags. 239-40 y 296-98. TR. J, Stushez Cantén, «Los antecedentes, ls fundacién y la historia de a Real Academia do Bells Avtese, Acidenia, Madrid, 1952, sm. 3, pigs. 292-93 "Signature RL/V.E. 1324 5 Lo reproduzco completo en i Teor de la pingura del Siglo de Orv. Madrid, 1981, plyi- ous 220-283. e ‘ = 210 pintores en.el-Madrid del primer, tercio del.siglo..momento en el que ademés, se produjo una verdadera ebullicion de academias literarias'*. Por otra parte, aunque Ge Is lectura de todos Gi0s documentos tio” se” deduce un destindamiento total entre los residuos gremiales y la concepcién modern de la pintura como arte li- beral, basta compararlos con las ordenanzas de (1543! para apreciar un cambio, de actitud revolucionario". En el contrato de 160b>con el Convento dela Vic- toria sé declara”asfta’Voluntad «de hacer y fundar una casa de la hacademia en donde de noche y de dia y otras oras estudiemos y dibuxemos en el dicho arte de la pintura-"”, Los fundadores oficiales fueron Patricio Cajés, Juah de Soto y Jeri= nimo de Mora, aunque el documento fundacional tambiéit fue firmado por Buge- ate Carducho, Baltasar Lopez, Pedro de Cardona, Diego Pérez de Mexia, Andrés Lopez, Bartolomé de Cardenas, Jeronimo de Aseria, Juan de Chi rinos, Pedro de Orv: ntonio de Monreal, Diego Rodriguez y Gans Cobles. La lista es, en todo caso, bastamte clara respecto de la amplitud ¢ importancia del movimiento académico madrileny, Hay que tener” presente” Ge por aquellos aitos, como deciamos antes, la cred cién_ de academias estaba, completamente de mada. Abuadaron, sobre todo, las “Titerarias, aunque también en otras especialidades cientificas'". De las primeras, aparte de las de Sevilla, Valencia, Toledo.o Valladolid, entre las eyales la de To- Jedo conto con la asistencia de un pinlor —quiza, segin Salas, El Greco'/—, son \, conocidas las madrilefias «de los Humildess, «Imitatoria», del Conde de Saldafia, de Francisco de Silva —también llamada del Salvaje—, de Sebastian Francisco de Medrano, «Peregrinas —cuyos estatutos tienen un extraordinario valor testi monial®—, «Castellana», ete. Todas ellas, ademas, surgidas durante la primera mitad del siglo XVtt y con un caracter muy proximo”ya al modelo ituliang. Por otra parte, como lugares de discusion y doctrina, de estas academilas surgieron textos tedricos importantes, entre los que posiblemente haya que contar EV arie ‘muevo' dé hacer comedias, de Lope de Vega”. Pero, junto a las literarias, singular importancia tuvieron las de matematicas, cuyo ejemplo es citado por algunos pin- tores®. iaio Cajes, Vie 1 Willard F, King, Prosa novelisva y academias literarias en ef siglo XVII, Madrid, 1963, piginas 42-63. 1S Mercedes AgullS Cobo, Noticias sobre los pintores madtrilefos de los siglos XVI y XVI, Grax nada, 1978, pigs. 193-94. To Maty Crawford Volk, Viceneiv Curducho and Seventeenth Century Cust York, 1977, pag. 73. 1 Archivo de Protocolos, Madrid, Diego Ruiz Tapia, leg. 2269, fols. 1100-1102y. Reproducido en, C. Volk, op. cit, pig. 374 Th Vease J. Rey Pastor, Los matemdticos expatioles det siglo XVI, Madrid, 1934, pigs. 129-133; Francisco Vera y olros, Estudios sobre lu cienecia espariola del siglo XVI, Madsid, 1935; Juan Vernet Ginés, Historia de ta Ciencia espumla, Madrid, 1975, pigs. 108-132; J. M. Lope Piero, y otros, ‘Materiales para la historia de las ciencias en Esputa: sighs XVIXVIL, Valencia, 1976, pig. 21 'S Xavier de Salas, Una academia toledana en tiempos de Felipe Ile, Archive Espafiol de Arte 1 Arueotoga, Vil, Madrid, mayo-agosto de 1931 dps. 178-181 “aime Sudrex Alvarez, «Los inéditos estatutas de 'La Peregrina”, academia fundada y presidida por el doctor dow Sebastiin Fransisco Medrano», Revista de la Biblioteca, Archivo y Museo, XVI, Madtid, enero-julio de 1947, piys. 91-110. . 21 Sobre las academias fiterarias vétse el libro cilado de W. F. King, ast como los de Jonguin Hacaitas y ba Ria, Noticia de las acudemius lterarias, artisticus y clentificas de los siglas XVI y XVII, villa, 1888; José Shaches, Acudemias literurius del siglo XVI, Madsid, 1961; J. Pérez de Guz win, 2Bajo los Austrias, Academias lilerarias de ingenios y sefioress, La Espana Moderna, VI, no vietbyre de 1894, pig. 77 2 Vease J. M. Rozas, Significado y docirina del sArte Nuevor de Lope de Vega, Madrid, 1976. 2 Byte es el caso de Carducho, cuyos Didlogos estin precedides por una aprobacion de Julio César Firrufino, catedritico de Ia Academia de Mateméticas, al igual que lo fue su padre —Julidn 2 an Painting, Nueva Todos estos ejemplos académicos, que hemos citado de pasada, sirven, en todo caso, para contextualizar las noticias fragmentarias que conservamos sobre el proyecto de academia o academias de pintura, que se dieron. en Madrid por quellas fechas. Eneste sentido, hemos mencionado ya la documentacion de un timer proyecto en(1606,)pero nos queda por comentar algo mucho ms impor- tante: Jos-estatatos de Id que Cruzada Villaaniil situS en 1g19. En ellos se puede aprecia ya una concepeion totalmente moderna de la academia, que sigue muy de cerea, en cuanto al modo de organizaciOn y doctrina, o italiano, aun- que sin por eso perder un peculi Se ntratrelormista..Merece la pena repro- ducir el parrafo de encabezamiento: «Los pintores de esta corte dicen que cono- ciendo cuan necesario y forzoso sea el continuo y grande estudio en su facultad para poder dignamente pintar las imagenes sagradas, con la gravedad, hermosura y decoro que se debe, y el exceso de indecencias y errores que se hacen, por la falta de ciencia y demasia de ignorancia en los mas profesores de este arte, cosa tan escandalosa y perjudicial, y en que se debe poner muy grande remedio: y asi- mismo con la poca valentia y arte con que Jos mas pintan, acordaron de fundar qu a donde se ensefien cientificamente la tedrica y la practica de este Jeon los conceptos y reglas, y ejercicios necesarios, a imitacién de la antigite- dad y de lo que hoy se hace en las mas partes de Italia, de donde han salido, y salen tan gloriosos efectos (honra de aquella nacién)»™*. Desde luego la relacién de los estatutos de la Academia de Madrid con los italianos de Vasari y Zuccaro”® gs rendentemente afin, lo que confirma el papel protagonista desempefiado pot Cardni ‘Asi lo reconocen Angulo y Pérez San- chez®, ya que es casi completamente seguro que Carducho fuera el autor material de los mismos 0, al menos, su inspirador mas directo. De hecho, Carducho casi transcribe en sus Didlogos de la Pintura pirrafos completos del memorial acadé- mico”, ademas de referirse indirectamente a 61 al final del didlogo octavo". Aun- Firrutino, y autor de varios tratados importantes de geometsis y artileria. Sobre las relaciones entre ste pessonaje y Carducho, ambos de origen italiano, yease C. Pérez Pastor, Biblicgrafia madre, Madrid, 1907, Il, pig. 372, doc, VIM; Maria Luisa Caturla, «Documentos en torno a Vicencio Car Guchos, Arte Espurol I, Madrid, 1968-69, pig. 172; Mercedes Apullo, Mis noticias sobre piniores ‘adres de los siglos XVI al XVUL, Madtid, 1981, pig. 52. Con todo, en este asunto to ais sign ficativo es Ia deserpeién que hace Carducho de ia Academia de Matemiticas y Acllleria, que {uncionuba en easa del marqués de Leganés, donde enscRaba Julio César Firrufino o Ferruino, y donde a la sauin estudiaba el sobrino de Carducho —Luis Carducho, Paca mds informacibn, véase Didlogos de ta Pintura, ed. F. Calvo Serzaller, Madrid, 1979, pig. 7, n. 8, y pags. 418-19, n. 1097. Por otra part, la apelucién las matematias como principal fundariento de le pintura es'un tOpico en todos fos tratados de arte moderno desde Albert, y asi viene considerado eh 1a literatura artsica espa ola del siglo xvi. Juan de Button, «Epistola dirigida al Rey suplicando proteccion para la Academia de los Piutoress, en Teoria de lapintura del siglo de Oro, op. ett. pa. 221. Viase Cepitoli et Ordint dell Acudemia et Compugata del’Art del Disegno, approvati dull ttus- AQ Fecetinsis. 5. Duca Cosimo de Medici, Duca secondo di Fiorenza et di Siene, redactados po fasarien 1563. (Cir. pags. 197 y ss.) Véase también el «Memoriale di Federico Zuccark per una riforma dell’Accadeinia del Disegno di Firenze», en D. Heikamp, Vieende di Federigo Zuccari Florencia, 1959, pigs. 216-19; R. Alberti y F. Zuccaro, Origine e Progresso dell‘Acudemia del Disegno di Roma, Pavia, 1604. Por otra parte, un anilisis concreto de los puntos de union entre estas scademias italianas y el proyecto de espafiola, al menos en la version contada por Carducho, lo txpongo en las notas de mi edicin evtica de los Didlogos, op. ci, pags. 61-67 2'D. Angulo y A. E. Pérez Sinchez, Pintura madres. Primer tercio del sigio XVI, Mix Arid, 1963, pigs. 88-89. 2 Vease Ie inoduesin y notas que hago & ta publcaion del Memorial en mi Teoria de la pintura del Siglo de Oro, op. et, pigs. 159-17 3'V. Carducho, Didlogas, op. eit, pags. 440-42: «Discip.—Acuérdome, que quando fui a Itai se tratava mui de veras de havet una Academia, adonde se ensefiase con método, y reglas Io tebrice } prictico del dibujo, principio y luz de tantos Artes (y como tinico y propio de la Pintura, y de la 212 , que, en realidad, tampoco es preciso buscar coincidencias 0 analogias: sus Didlogas estan lenos de alusiones la cuestién™, e incluso pueden considerarse, como ya apunté en mi edicion critica, un tratado esencialmente académico, tanto en su concepcidn doctrinal como en su estructura y finalidad®. Esto mismo lo ha subra- yado Jonathan Brown” respecto al Arte de la Pintura, de Francisco Pacheco, autor que, Como se sabe, tuvo una estrecha relacién ideolégica con Carducho™. En todo caso, Brown pone en evidencia la vinculacién de’Pacheet> con el circulo literario sevillano y su vieja tradicién académica, que se retiontaba hasta Juan de Mal Lara”. En el caso-de Carducho, nopuede negarse que exista también una relacién muy estrecha con los escritores madrilefios, algunos de los cuales —Valdi- vielso, Silveira, Lope de Vega, Antonio Herrera Manrique y Francisco Lopez. de Zirate— le escribieron poemas para su tratado, mientras que otros redactaron memoriales en defensa de la pintura®, Con ellos o con otros ingenios mantuvo Carducho, en efecto, una relacidn directa, de la que tenemos una abundante docu- mentacién®, pero quiero lamar la atencion, sobre todo, acerca de los elogios que Escultura) y se estudiase ordenadamente Matemética, Notomia, Simetsia, Arquitectura, Perspectiva, y otras Artes y cienclas, que componen un perfecto Pimor, todo ordenado con modo, riempo, cur S05, grados, y acts piblices: en cuya proteccién desta Academia el Excelemtisimo Conde de Olivares. Dugue de Saalicar, en quien descausa el peso desta Monarqufa, lo admitiS con yoluntad, y con Denigno aspecto. Y me acuerdo, que el Reino (informado de quin conveniente era) en Cortes lo peda su Magestad por estudio, y cosa convenible para estos Reinos, represeatindoselo asi quatro Dipu tados nombrados para el efecto: y que aviéudase hecho eiertas ordenanzas y constituciones (que las vio su Excelencia, y el Reino) se platicara Ia execucion, aprovando, y animardo esta facciOn, prov Ietieudo patrocinis, homras, y premios para la Academia, y para los que aleanzasen con sus estudios 4 ser uno della, Deseo saber en qué pard todo aquello, que prometia grande cosa. Macs.—Dizes bien, que eatonces estuvo movida, y dispuesta materia... Suspendiose entonces por ciertos accidents, tno por parte de la Pintura, ni por la de sus favoreeedores, sino por opiniones, y dictimenes particu- Tares de los mismos de la facultad (que lAstimal).» 2 He aqui las ahusiones mas directas, segin aparecen en los Did de Matematicas el Alcazar de Madrid, pigs. 7, 418-19 y 0. 3 y 1093; Academia de Pintura de Florencia, pigs. 62:66, 74-76, 126, 127, 129, 140 y 313; Academia de Pintura de Roma, pigs. $1, 6S, 312; academias de Italia, pig, 280; Academia de Pintura de Madrid, pigs. 66 y 440-42. ‘M Véase mi introduccidn en la edicién citada de tos Didlogos, pays. XXVIU-XXVIIL y LXVII- LXVIIL Por lo demis, esta naturaleza académica del (ratado de Carducho se aprecia a lo largo de toda su redaceiéa: hay una relacién ordenada y jerdrquica de saberes, empezando por lo que se puede aprender a través de os libros y continuando por lo que se puede suber a través de los. modernos ¥ los antiguos. Solo tras ese repaso enciclopidien se acomete la purte doctrinal polémica. Como bibliogratia basica para el tema de las academius, veunse fos siguientes ttulos, a parte del de Peysner M, Maylender, Storia delle aecudemie dTtalia, Bolonia, 1929, C. J. Cavallucei, Notizie sioriehe attorno lie R. Accudemia delle Arti del Disegno in Firenze, Florencia, 1873; K. Frey, Der literarische ‘Nachlass G. Vasuri, Munich, 1923; Arnaldo Della Torre, Storia dell'Accademia Plavonica di Firenze, Florensia, 1902; A, Chastel, Marsle Ficin et art, Ginvbra, 1954; P. Barocehi y otros, 1 fondarori del Accudemia delle Ani del Disegno, Florencia, 1963; E. Camesasca, Artisti iv botvegg, Milin, 1966; Academie An, ed, Hess y Ashbery, Nueva York, 1963; D. Mahon, Studies in Seicento Art and Theory, Londres, 1947: Sergio Rossi, Dulle Boteghe alle accademie, Milan, 1980. 30}. Brown, dmigenes e ideas en la pintura espuiola del sigio XVII, Madrid, 1980, pigs. $7-77 2A juegar por tos mutuos elogios, ta amistad entre Carducho y Pacheco esti fuera de duds (véase Didlogos, fol. 6Sv y Arte de le Pintura, ed, Sanchez Cantén, 1, pags. 149. Pero, al retrasar Tanto Pacheco la publicacién de su tratado, le preocups perder la primacia (vésse Arte; ed. ct, I, piginas 412-13 y 492). Un documento muy importante al respecto es a carta que Pacheco dirige @ Diego Valentin Dice (véase J. Marti y Monss, «Dus earias de Francisco Pucheoos, Estudios histérics Valladolid-Madeid, 1901, pays. 37-41). En cualguler easo, me parece que no se ha valorado te el aspecto doctrinal de esta relacion YF Sinchez Escribino, Juan de Mul Lara, Nueva York, 1941 3 Las aiemoralistas cuyos eseritos adjunto Carducho a Ia edicion de sus Didlogos fueron los siguientes: Lope de Vega, Antonio de Loon, José de Valdivielso, Lorenco Vanderhamen, Juan de regu, oan de Bun y Juan Rodkiguee de Len Vase lo que escribid M, Cardenal, «Vicente Carducho, 1878-1638, Revista de Adeus Estéricus, Madrid, 1980, pa. 90: «Vicente Carducho era hombre leido, pertenecia al grupo o eenfculo del 213 prodiga a los escritores al final del didlogo cuarto™, entre los que nos encontramos bustantes de los pertenecientes a la academia de Medrano”, por lo que no me parece atrevido suponer que Carducho fue también miembro de la misma, Es po- sible que su amistad con Lope de Vega™, cuyo Laure! de Apolo cita como fuente”, vaya en este mismo sentido, ¢ incluso que el discurso, recientemente localizado, donde adoctrina sobre el disegno no sea sino una tipica intervencién académica™. En cualquier aso, no voy a insistir sobre la naturdleza académica de la estruc- tura y la doctrina de los Didlogos, que se presentan basicamente como ua sistema pedagogico, asi como tampoco en la circunstancia idéntica que concurre en el Arte de la Pintura, de Pacheco, aunque si voy a hacerlo con otros muchos escritos contemporaneos sobre pintura, cuya relacién con el mundo académico tuvo que ser ciertamente también muy directa. Es verdad que a veces el apremio fiscal que atosigé a nuestros artistas durante elSigio XViD condiciona el caracter de los mis- mos, pero el trasfondo ideolégico es el misiio. ;COmo dudar, pues, en clasificar en este sentido tratados como el de Gutiérrez de los Rios, Juan de Butron, Céspe- des, Jauregui, Saavedra Fajardo, Calderon de la Barea, Espinosa, o Garcia Hi Igo? LAT e (Bacado em troladas) J 120 nuevo), con el fameso hijo de éste, el doctor Juan Pérez de Montalbin; con Lope, con Séuregui, con Valdivielso, etc. Grupo que cada vez se va aciarando mas como liberul, segin se diria ahora, freate al grupo de Quevedo y sus amigos, antsemitas, etc. Es mmuy curiosa también su relacién con el enigmtico don Juan de Espina, al que cita un par de veces en los Didlogos, pigs. 438 y 447. Para contextualizar el ambiente artistco en la Corte durante el primer tercio' del siglo xvit, ¢s muy Gtil el reciente libro de J. Brown y J. H. Eliot, Un palacio pare e! Rey, El Buen Retiro y ta Corte de Felipe 1V, Madrid, 1981. 5B Vease Ditilugos, ed. cits, pags. 209-212. Cita Carducho a lus siguientes escritores contempo- rianeos: los Argensola, José de Valdivielso, Mira de Amescua, Juan de Jauregui, Luis Vélez de Gue- vara, Ruir de Alarcén, Calderén de la Barca, Jacinto de Herrera, Gaspar de Avila, Jost Pellicer de Salas, Juan Pérez de Montalbéa, Luis de Géngora, Antonio Huriado de Mendoza, Miguel Silveira, Francisco Lopez de Zirate y Lope de Vega WT Excepto los Argensola y Jiuregui, todo los demés frecuentaron el eirculo de Medrano, Véase Castil Solérzano, Favores de is Musus, Miia, 1691 La amistad entre Carducho ¥ Lope viene reirendada no sélo un los Didlogos, donde elogia encendidamente al poeta (pigs. 211, 253, 319, 449) o al pseuddnimo utilizado por este (pag. 144), y donde e} propio Lope le dediea un poemia y colabora en os memoriales, sino también se previa ‘al ‘argen de este (ratado. Lope, por ejemplo, elogia a Carducho en el Laurel de Apolo (1630), y lo habia hecho ya en La Circe (1624). Por lo demés, ambos pertenecian a la misma cofradia de Estlavos del Santisimo Sacramento, donde también estaban Cervantes, Salas de Barbadilo, Paravicino, Silvita Valdivielso, Boctngel, Caldera, Montalbin, Solis, Gonzdiee de Salas, Pellicer, el Principe de Esq luche y otros (véase Cayetano Alberto de iu Barrera, Nueva biografia de Lope de Vega, Madrid, 1864; 2.*ed., Madrid, 1973, 1, pig. 118). 3 Veuse Didlogos, ed. ct, pag. 211 “© A Martinet Ripol, «Un discurso inédito de Carduchos, Revista de Ideas Estticas, nim. 141, pigs. 83-91. Un discurso similar, de indudable origen scadémico, debe ser el que firma «Ei son el titulo Discurso en alabunza de ta pintura, Biblioteca Nacional de Madrid, Ms/3,672, librero Pérez (vonverso 0 al menos eck "Y Respeeto al tema de los pleitos cou 1a hacienda, que motivaron un gran caudal de Titeratura doctrinal y juridica en defensa de la pintura, vease Palomino, Museo Pietdrivo, ed. cit. pags. 161-65; P. Ballesteios, Los Pintores ance el Fisco, Madrid, 1942; . Lafuente Ferrari, ~Borrascas de la pintura y wiuafo de la excelencia. Nuevos datos para la historia det pleito de la ingenuidad del arte de la Dlaturae, Archivo Espurtol de Arte, nim. 61, 1944, pags. 77-103; Julian Gallego, El pintor de artesano 4 artista, Granada, 1976; F. Calvo Serzaller, Teoria de la pinturs del Siglo de Oro, Madrid, 1981; Mercedes Agulld, Mds noticias sobre los pintores madrileius de lus siglos XVI al XVIII, Madsid, 1981, pags. 218-19. Sobre la situacién social de los artistas castellanos en el sigio XVII, véase tam bien J. J. Martin Gonzilez, «La vida de los artistas en Castita La Vieja y Leén durante el Siglo de Oro», Revista de Archivos, Bibliowecus y Museos, t. LXVIL, 1, 1959, pigs. 392-429. Por otra parte, Gentro de los escritos de posible origen 0 carfcter académicos, hay que incluir desde las anotaciones de El Greco (vease F. Matias y A. Bustamante, Las ideas anistcas de Et Greco, Madrid, 1981), hasta las castilas de dibujo para la ensehanca, cuyo estudio esté realizando A. E. Pérez Sanchez. 214 No puedo, sin embargo, detenerme mas en esta apasionaute cuestion, que ya ha empezado a ser estudiada y que, de hecho, es susceptible de una investigacion profunda y sistematica. Por lo tanto, ahora yolveré sobre las reste 8s de pintura que, al margen de la de Madrid, funcionaron en el siglo XV. Algunas de ellas, como la de Valeticia, carecen de una cronaloyia, precisa”, pero no las de Barcelona y Sevilla, De la dé Barcelona conocemos su organicacion estatutaria y la fecha de la redaccién de la misma —1688°—, pero de la de Sevilla, los datos son mas importantes y numerosos, ademas de aparecer en ella algiiios de nuestros niejores pintores barrocos. A través de Palomino”, Justino Matute® y Joaquin Cortés” téniamos noticias de ella, pero fue el insigne erudito-Cean Beriiddes el que publicd su documento fundacional”, asi como, més tarde, fue ampliamente estudiada por Géstd8o en Si C8lebre biografia del pintor Juan de Valdés Leal. 4COmo llegs a producirse, semejante iniciativa en Sevilla? No hay que olvidar el precedente de Pacheco, pero, no obstante, es fite otra generacion: la de Murillo, Valdés Leal y Herrera el Mozo, los dos primeros fafiiiliarizados con él cos: jnopalitismo cortesanio y ef iltime=Herrera—, por aquellas fechas recién llegado ‘de Italia®. De manera que la pujanza de estras tres personalidades, mas el general © Bxiste una variada documentaciin que demuestra la existencia en Valencla de diversas asocia ciones gremisles de pintores desde el siglo xiv; sin embargo, nada que se parerca a uns academia hhasta el siglo xVU. A finales del siglo xvi, eso si, se celebearon las reuniones de la famosa «Acade de los Nocturnos de Valencias, cuya primera reunign tuvo lugar el 4 de octubre de 1591 y cuyos ‘estatutos, conservados en la Biblioteca Nacional de Madrid, Ms./R32-34, reflejan ef modelo italiano. ‘A esta Academia asistid ef pintor Jeréaimo de Mora, que, segin Ustarror, también solia frecuentar lk madrilesia de Francisco de Silva. Todos estos datos los recoge el Conde de Vita, que también ppublicd la importantisima Relacion Avcku a S. M. de lu obra de Jeriniimo de Mora, pinor, en el Pardo, por él mismo (vease Adiciones al Diccionario Histérico de Coin, Madrid, 1894, III, pigs. 96-100). Jeronimo de Mora fue discipulo de Federieo Zucearo, como V. Carducho, que cita a aquel en los Didlogos, pig. 332, todo 10 cual contribuye a centrar lu corriente académica en el citculo de los italianos que trabsjaron en B] Escorial El propio conde de ta Vinaza, en la biografia de Francisco Ribalta, publica un memorial, firmado por Ribalta, Gil Bolainos, Gaspar Feri, Samuel Bosculs, Pedro Oromig, Vicente Cros, Pedro Ferner, nel que se pide a Felipe II que confirme ta leyalidad del Colegio 0 Academia de pintores. Este ‘metorial est fechado en 1617 y tiene que ser aproximadamente contemporineo det que publicd Crucada (véase Adiciones, UI, pags. 294-96). Por otra parte, no pueden tampoco pasarse por alto tas semejanzas que aprecia Palomino entre Ribalta y Carducho, Museo, pag, 848. Por dltimo, sabemos de la existencia de una academia de pintores en ja segunda mitad del siglo xvit, {que estaba ubicada en ef Convento de Santo Domingo y que fue dirigida, entre otros, por Vicente Salvador Gémez, autor de una Curtilia de dibwio (4674). Una bibliografia esencial para este periods readémico de Valencia es el siguiente: L. Tramoyeres, -Un colegio de pintores en Valencia-, Archivo de Investigaciones Historieus, 1912; Marcos Antonio de Orellana, Biografia pietdriew valemina, 2." ed., preparada por X. de Salas, Valencia, 1967, pags. 77, 90, 101, 172, 183, 190, 204, 215, 238, 243, 250, 251, 281, 294, 297, 300, 311, 348, 378, 425, 469, 471, $37, 591; Felipe Maria Garin, La Academia valenciana de bellas aries, Valencia, 1945, pigs. 36-38; A. Igual Ubeda, Historiggrafia del irte valenciano, Valensia, 1956, pags. 98 y 182-83 ‘B's. Alcolea, «La pintura en Bareclons durante el siglo xvitie, Anales y Bolevin de fos Museos de Barcelona, XIV, 1959-60, (1, pays. 29 y 191-207 4 Afuseo, pig. 1054 © Justing Matute, Avates eclesidsticos y seculures de Sevita, Sevilla, 1775, 9. 4 En Antonio Muro Orejon, Apuntes pura la historia de la Academia de Bellas Artes de Sevilla, Sevilla, 1961, pig. 3. 47's, Cela Bermides, Carta de D. ...u wn amigo suyo, sobre of est dle ta escuela sevillana, Sevilla, 1806, pigs. 137-165. “José Gestoso, Biogrufia del pintor sevillane Juan de Valdés Leal, Sevill, 1916, pags. 65-7 © Coin, ibidem, pgs. 64-71. Palomino, pigs. 1054-55, registra la presidencia de Valdés en Ja Academia de Sevilla, mientras que «Muritio Ta tenia en Si casa, por no tropezarse con lo altivo 1 gusto en la pintura de su naturals; mis adelante, tratando de la visita que hizo Valdés la Corte, di una interesante rioticia de una academia en Madrid ef aio 1664: «No se sabe que hiciese cosa de pintura, s6lo si me Gijo Clustio Cuello, que habla ido a la Academia, y que dibujaba dos o tres figuras cada noche: (de: 2s buen momento del arte sevillano por aquel entonces, son suficientes para explicar esta nueva iniciativa academica. Es cierto que su duracién y funcionamiento. fueron ptecatios, al parecer otra vez por disensiones de los mismos de la profesién, como diria Carducho, pero, a pesar de todo, continué por lo menos hasta 1673, fecha en la que se celebran, bajo la presidencia del Marqués de Villamanrique, las ilti- mas constituciones, cuya vigencia desconocemos™. Con esta de Sevilla, sin embargo, no se acaban las academias artisticas de la Espafia_barroca, aunque ciertamente nuestra documentacién al respecto es ya ‘Dastante precaria’'. Hay que citar, cémo no, el interesante proyecto de crear una academia espafiola en Roma, siguiendo el modelo francés. Por lo demés, ain sin datos precisos, no se puede desdeftar la existencia posible de proyectos académicos, similares « los conocidos, en centros artisticos importantes, como, por ejemplo, en Aragén, donde ejercié su espléndido mecenazgo.Lastanosa, y donde se publicd uno de los tratados de pintura més interesantes del siglo”. Y, finalmente, volvien- do sobre el tema de las cartillas de dibujo o «academias», ;qué duda cabe que las de Juan Rizzi o Garcia Hidalgo tuvieron que ver muy directamente con este tipo @ Bistised¢ instituciones?™. Para terminar con este apresurado repaso de nuestras academias barrocas, cuya gxistencia ha sido ignorada por la bibliografia especializada de fuera de Espati Soniv se'puede-apreciar'en el libro de Pevsner, he de decir qué Su trancendencia, “historica fue més bien escasa. Asi como hay que reconocer que nuestro pais fue quiza el primero en intentar implantar el modelo académico italiano, también hay biera seguir Ia puuta de aque vandante)galanters, que muchos la han eecutado por banter Pero como all seta a extuaar, no 4 dsj, cuito mls se eapeslare, y consdersre el natural, tanto ns se lgrark el intent! bien que odor los genkr se pucten medir con un nduo nisi, Borg le nin acide de algae ls hace rompers mirgnts el comin exo "8S Coin, vbldem, plge 197168. Adcnis dea biblograa yo lade soe la academia seviana, vine sine A. Ge a Bandy wa eatuoe dea casei de Mu, Anas de le Cher Sided Hipalonse, Xt, 96), pag. 107 y su; De Angulo nique, Muro Su vasa au obra Madrid, 1981, t. 1, pags. 54-67. ee ¥ a 2 . Cs Si io toda es de ender exeito, ya que nos encontrmos con alin cusdro mado con ribriea de acudtco, como es cao del de Eugenia Cae, qu en el rut de Canere, Tchad en 1604, fconipada su worbre con sAsagenicus Mah, Weuse'D. Angulo A-E. Perey Shnchee La pinura Con op. cit., ae ‘23 y 255. 5°Dio cuenta dee conde la Vita en su biograta de Francico de eters ef Mozo, Adi ions, ly pigs. 271-280; Sin tener en cunts esta publcacion precedent, peo dando i aighaara del Archivo de Simaneas, lo extracts tambien Ly Péf Bueno, De ls ereusde de una Aenderia de sees Ro. 140, Arco Bap de re M4 ps. STF. Slack Ct pucde llamérsela academia, tampocd pilede, denominarse asi, con pleno sentido, a las mini-organizaciones gremiales de pin: tores, que agruparon temporalmente a un coijunio de profesioriales. ; “Pero también puede producirse una valoracién por defecto; esto es: twniendo en cuenta lo anterior, precipitarse a negar el interés a nuestras iniciativas acadé~ micas, Acabo de sefialar su nula proyeccién institucional, pero con ello.no s¢.agota el papel desempeflado. por las academias. Nucsifos iratados de arie, por eemplo, “estén impregnados por una mentalidad académica, y esto hay que entenderlo sin los prejuicios con que se suele concebir en la 6pdca contempordnea. Liban. una jura batalla por el reconocimiento. del.caracter cientifico de la, prictica aftistica, Cimentaron tn gusto que, con el tiempo, definiria ef de la escuela espatols, Y, por iiltimo, en contra de lo que se ha dicho, plantearon las més vivas polémicas de actualidad, segin los eénones més avanzados de la teoria artistica del siglo XVII", Creo, por consiguiente, que el tema de las academias barrocas en nuest0 pais, todavia poco estudiado, constituye un capitulo importante para_entendet_mejor el arte de aquel periodo, tanto desde un, punto. de. vista doctrinal como. soci?lgico. “AT marge de estas Cosideraciones sobre la valoracién que merecen auestras académicas barrocas, cabe preguntarse si terminaron exactamente con el siglo XVII, De hecho, nos hemos parado a reflexionar sobre su alcance al acabar de citar algunos ejemplos a finales de aquel siglo. Sin embargo, aprovecho la ocasién para sdvertir, antes de introducirme en el tema de las academias de la Ilustracién, que estas aca- demias barrocas continuaron produciéndose, con parecidas caracteristicas, al fargo de una buena parte del siglo XVIii; en Fealidad, siguiendo niuy de cere To"que taba “urticndo con la practica artistica misma, en la que 36 prolongé el. gusta. tardo- barroco, como es de sobra conocido. Con ello vemos de nuevo coincidir et gusto, To ~@Eirina, a prictica y lo institucional. Aqui, no obstante, no pretendo hacer un catiilogo exhaustivo de todas y cada una de las academias de cuya existeacia histé- rica hay algin tipo de prueba, maxime cuando, como ya hemos visto, no podemos conocer la auténtica dimensién de algunas de ellas. Por ello, aunque cotocemos A. Fou 58 Sobre todo A partir de la reforma de 1663. Véase H. ‘Testelin, Mémoires, op. cit, taine, Les doctrines dart en France, Pati, 1909, pags. 61-97. 56 J. Browa y J. H. Elliot, Un pulacio pura ef Rey, op. cit. 57 Sobre esie problema, vésse J. Brown, «Observaciones sobre la historiografia de Ja pinturs espafila del siglo XVIl+, en Imdgenes e ideas, op. cit, pags. 13-29; mas concretamente sobre ls fortuna de la teoria de la pintura de este petiodo, véase F. Calvo Serraller, Teoria de le Pinitura, op. cit, pags. 21-4. SE'No hay que olvidar al respecto las fechas de publicacién del que podemos considers? nuestro filtimo gran tratado barroco: el de Palomino, cuyos dos tomos se imprimen, respectivamente, &0 1715 yin, 27 Valencia y Sevilla, donde se producen unos primeros contratos académicos casi simultaneamente a la fundaciém de San Fernando, apenas vamos a “facer ina simple mencidn de Tos mismos, pues iiteresa mds Uefinir ya el nuevo mo- delo de academia y, sobre todo, conocer sintéticamente su historia en nuestro pais. No es que tampoco crea necesario extenderme en la explicacién de algo que el propio Pevsner, entre otros, ha declarado muy satisfactoriamente, pero si puede set util, al menos, dar alguna referencia general sobre el papel que desempefia este paradigma ideal de academia estatal en nuestro pafs. Como se sabe, este modelo de academia estatal.se.cre6 en Francia durante el gobierno de Luis XIV-y Su filisteo Colbert. Ciertamente, la academia se“habia fundado oficialmente eh°1648) pero al principio no recibié ayuda financiera de la monar: iguid aproximadaniente el tumino-derlas-restiltiieS academias precedent spiraban casi todas en las italianas; esto es: instituciones locales con un Area de influencia limitada®. Sin em- go, desde Enrique IV, Francia se dirigia hacia una progresiva centralizacién admi- aistrativa del poder, que concluy6 en el Estado absoluto de Luis XIV, cuyo ideal moral y estético era la politica de grandeur”. Francia se identificaba con el Estado oluito y éste en 1a persona del Rey: el dominio del mismo no debia ser interferido s inguna prerrogativa juridica o administrativa; mas am: sobre cualquier control politico 0 burocratico, debia también afianzarse el control econémico. En este iltimo aspecto, el papel desempeiiado por el ministro Colbert fue decisivo, pues fue él el que aplicd drasticamente el criterio mercantilista. Pero Colbert no se limité a las cues- tiones de hacienda y comercio, sino que fomenté la industria, ya que para él s6lo un Estado productivo ejerceria efectivamente el poder, Bernard Teyssédre ha explicado los principios econémico-politicos de’Coiberty que fueron el de la disciplina y el de la productividad. «El reparto de las‘Yiqjuiezas le era indiferente, ast'Gomo Ta Suerte de 16s hombres. El objetivo era aumentar las sentas de la nacién a fin de aumentar las del Rey. Para llevar a cabo una politica de prestigio, hacia falta mucho dinero; para obtenerlo répidamente, habla que estimular, a’su vez, las actividades mas lucrativas. La politica bert proporciona, asi Ja clave. de.sus.iniciativas artisticas. Productividad: en primer lugar recluiar una mano de obra cualificada, después organizarla corporativamente y protegerla mediante privilegios; finalmente, formar los alumnus capaces de ga- tantizar su continuidad. Disciplina: designar ui jefe responsable en cada materia, (OOrdinar Tas"VEAS dctividadés mediante un pequetio consejo,, sastener sobre ing docirina. comin la cobesién de ta gran obra colectivan'*, = Solo una.institucion como, las aca apaz de proporcionar una estruc- tura en la que se Unifiearan organi ny. doctrina de ‘manera inseparable; "Io" UniGS” queprétiviban, ademaSyera él peso del Estado, que garantizaria nv s6lo su cardcter vinculante desde un punto de vista legal, sino también lo harian desde > econdmico, al nutrirse el mecenazgo oficial tan s6lo con los discipulos formados % Hay on proyecto en Madeid con fecha de 1726, que protagonizé el pintor Luis Meléndez, pero los casos de Valencia y Sevilla, a los que me refiero ahora, datan respectivamente de 1754 y 1739, Sungue winguno de ellos dotados de caricter estatal. Véase F. M.* Garin, La academia valencians, op. cil, Digs. 4653; A. Muro, Apuntes, op. ct, pags. 59, © ‘Chr, pags. 67-85. 81 G. Scaviai, La accademia d'arte dal xvi al xvi secoloe, slsttuziont ¢ asocizionis, Fncicto- peda wniversate det! arte, 2.* reimpresion, Roma, 1976, t. VIL pag. 819. GL "Hautecoeur, Histoire de Turchitecture classique en France, Pars, 1966, t. 1, 3, pég. 15; L, Benevola, Hiszoria'de la arguitectura del Renacimiento. La arguitectura clésica (del siglo XV al siglo xvi), 2.* reimpresign castellana, Barcelona, 1981, tI, pigs. 897-916 69 'B. Teyssédre, Lar au sidele de Louis XIV, Paris, 1967, pags. 7297. & A. Blunt, Arte arguitectura en Francia: 1500-1700, Made, 1977, pigs. 331-3 % B, Teyssbdre, op. et page 72. 34. 218 académicamente y al: fomentar el Estado las industrias sumtuarias™. A partir de esta ideologia, Colbert foment6 todo tipo de academias, encargando el control de las artisticas al pintor Lebrun®”. El poder de éstas fue tal que con razon ha alir- “yao Jaeques Thuilliér que «desde los afios de 1660 hasta 1793 nada importante se produjo pictéricamente en Paris que no esfiViera de alguna manera conectado yn la_academia>", o, por su parte, Chaunu y Tapié, entre otros, han calificado clasicismo francés como un «arte de Estado». “Este modelo de academia estatal fue, en cualquier caso, el que se difundié por toda Europa durante el siglo XVIlt y, con mas razén, en Espafa, donde se im- planté al comienzo de la citada centuria la dinastia borbénica. No obstante, aun- gue Felipe V, sobrino del Rey Sol y primer monarca de la dinastia implantada, se propuso, segin Caveda, «restaurar las artes en su nueva patria y devolverlas su esplendor perdido» —-connaturalizado con la pompa y brillantez de la Corte de Luis XIV-—, en auestro pais «faltaban los profesores eminentes de entonces, las méximas que los acreditaban, el talento creador, la educacién que le aquilata y perfecciona, lastimosamente corrompido el gusto literario, descuidadas las ciencias y a poco reducidas:®. Reproduzco el retérico parrafo de Caveda porque contiene la esencia urgumental de lo que se ha venido repitiendo en la historiografia de nuestro pais hasta una fecha relativamente reciente. En realidad, segiin se ha ido analizando mejor la informacién histérica disponible, se ha modificado cada vez miis este criterio que identificaba el reformismo politico y econémico con 1a llegada de la dinastia borbénica”. De todas formas, fuera cual fuese el canal de su implantacién, de lo que no cabe duda es que el modelo de academia estatal, que en nuestro pais, acabaria cua- jando en Ja segunda mitad dei siglo XVili,.es de inspiracion irancesa, La fundacion definitiva de la Real Academia,.de.Bellas Artes de Sait Fernando, que serfa en fo | sucesivo cabeza rectora y modelo del resto de las instituciones académicas que posteriormente proliferaron por todo el pais, se produjo.el 12 de abril de 1752, aunque conviene saber que, antes de la citada fecha, hubo una dilatdda prépara- cidn del que seria el modelo definitive, e incluso que conocemos precedentes en Madrid anteriores, al margen de los citados mas arriba de Valencia y Sevilla. Ahi estan, por ejemplo, los proyectos de Francisco Meléndez (1726) y de Oliveri (1741), esta diltima aprobada oficialmente cuatro aos después por Felipe V. De la primera de ellas nos dio noticias Ceén Bermidez, el cual afirma que Meléndez, «como habia visto en Italia los progresos que hacian los j6venes con el estudio en las academias, se resolvio a escribir ¢ imprimir en Madrid el aiio de 1726 una representacién al rey con este titulo: Representacién al rey nuestro seior, poniendo en noticia de S. M. los beneficios que se siguen de erigir una academia de las artes del di- sefio, pintura, escultura y arquitectura, a exemplo de las que se celebran en Roma, Paris, Florencia y otras grandes ciudades de Italia, Francia y Flandes, y lo que puede ser conveniente a su real servicio, a el lustre de esta insigne villa de Madrid, y honra de la nacién espuitolas”. % J, Lough, «Prancia durante el reinado de Luis X1V-, en «La supremacia de Francia: 1648/59. 1688., Historia del Mundo Moderno de Cambridge, Barcelona, 1971, V, pags. 180-84. Ragnhild Hatton, sLouis XIV. At the court of the Sun Kings, The Courts of Europe. Polities, Patronage and Royalty: 1400-1800, Londres, 1977, pigs. 238-256. “Henri Testelin, Mémoires, up. cit, pgs. 105 y ss.; B. Teysstdre, Roger de Piles et les débuts sur le coloris au sidele de Louis XIV, Paris, 1957, pags. 35-44, ‘ Jacques Thuillier, «The Bieth of the Beaux Arise, Academic Art, op. cit., pag. 37. © VL "Tapié, Burroco y clasicismo, Madrid, 1978, pig. 199. 3 J. Cavedi, Memorias, op. cit, I phy. 14 Henry Kamen, Le Espaia de Carls I, Barcelona, 1981 7 J.-A. Colin Bermadee, Diccionario, op. cll, IT, pag. 116. 219

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