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TP Reywoie ~P we TIEMPO PASADO Cultura de la memoria y giro subjetivo. Una discusién por Beatriz Sarlo Hix >» ‘Siglo velntiuno editores Ar ‘Siglo veintiuno editores, s.a. de cv. Teme pn daemon heh ps Bin cm (Scloginyple) 1, Soil Pala Talo ae 205, Salo XXI Etore Argentina. A. ‘Ate Soler 280, Aelanede (Rishon de septembre e208 echo el esi gu nae ey 11.725 Inpro genta Aen ENDICE 1. Tiempo pasado 2. Celica del tatimonios jeto y experiencia 3. La retériea testimonial 4. Experiencia y argumentacion 5. Posmemoria, reconstrucciones 6. Mas alld de fa experiencia Agradecimiento 7 95 135 159 167 ide la memoria gjercido como construceién de verdad del sjeto. Yel arte, cuando no busca mimetizarse con los dis cursos sobre memoria que se elaboran en Ia academia, co- smo aicede con algunas de las estédeas de la monumental zaci6n y contramonumentalizacién del Holocausto,!9 ha demostrado que la exploracién no ests encerrada sélo den- tro de los limites de la memoria, sino que otras operacio- nes, de dstanciamiento o de recuperacién exttica de la di- ‘mensién biogritia, son posiles, nemo nl ceo mint ene ite eae mona 1 conramonienon, Ve por emp: omen Young ft Maney {05 le Una re 208, era cma een Aes Hpac de sade An Keer perpen ‘etn gn ne sun eno bn dn ona prec qu no Tero dco eran se mot ot ee ‘ae y er en ep dtc, Dan Ney FC, 201, 8. La ret6rica testimonial ‘Ala salida de las dictaduras del sur de América Latina, re- cordar fe una sctivead de resauracin de lazox sociales y comunitarios perdidos en el exlio © destruides por la vio- Jencia de estado. Tomaron la palabra las victimas y sus re- presentantes (es decit, sus narradores: desde el comienzo, €en los afios sesenta, los antropélogos 0 idedlogos que re- presentaron historias como las de Rigoberta Mench 0 de Domitla; mas tarde los periods). Desde mediados de la década de 1980, en la escena euro- pea, especialmente Ia alemana, se comenz6 a esctibir un nuevo capitulo, decsivo, sobre el Holocausto. Por una par te, el debate de los historiadores alemanes sobre la solu- cién final y el papel activo del estado aleman en las polit- cas de reparacién y la monumentalizaién del Holocausto; por la otra, la gran difusién de los escritos luminosos de Primo Levi, donde seria dificil halla ninguna afirma el saber del sujeto en ef Lager; mis tarde, las lecturas de Giorgio Agamben, donde tampoco es posible encontrar tuna positividad optimist; el film Shoah de Claude Lani: ‘mann, que propuso un tratamiento nuevo del testimonio y renuineis, al mismo tiempo, a la imagen de los campos de concentracién, privindote, por wa lado, de iconogratia ¥ forzando, por el oto, el discurso de los sobrevivientes. La mencién de acontecimientos podria seguir. Todos acompafiaron procesos no siempre sorprendentes desde 1 punto de vista intelectual pero de gran repereusién en. Ia esfera paibicas el tema se colocé en un Iugar muy visi ble y, en la prictica, produjo una nueva esfera de debate En una de ests casualidades que potencian sucesos signif- cativor y no pueden ser pasadas por alto, las transiciones democriticas del sur de América coineidieron con un nue- vo impulso de la produccidn intelectual y la discusion ideoldgica europea.? Ambos debates se intersectaron de 1 Mlencin€ la recite importals del Holocaust emo aontec- talento fndnionalde fe sora no sl europe. En pve no pot dane por dexontda, Duane varias dan fee a gist Reonlronscin mila dle Sound Corr, aevnato masvo de Tosjuios end ser tate come algo més perio, un paca riot pra deci de agin modo, Hoy lo mirmos dene oa perp Gre Bi Holocaust pd. ocpar el nga de la confagracin, ye ha ‘convertion el acomtecnienionveleat neato del igo XX. Tene noe aznes para ddar de que en perspec x orrerpendera con tas percepeoneshsdrea de ur contemporineor (Dan Dine "Ren thtdon and Memory ~ The Holocaust in Enropean Polen! Gutures ‘New Gorman Cua Bmero $0, on de 2008 p48) ‘nos limos bos por empl, a detain sobre museo Fone! ‘mento nie capi, Ven par le argentino: Cras Ser ‘Memoria y montmente. are ea ls limts de represen” [biado on Pens de Vita 68 dcembre de 2000 eproduci en Tartu (comp), Heide, so, abonads Tan fo tl de Andres uynen parson ctr enadounidense tern La RerORCA TesriNONAL, a ‘modo inevitable, en especial porque el Holcausto se ofre- ce como modelo de otros crimenes y eso et aceptado por quienes estin més preocupados por denunciar la enormi dad del terrorismo de estado que por definir sus rasgoe nacionales especiticos. Los erimenes de las dictaduras fueron exhibidos en tn Alorecimiento de discursos testimoniales, en primer lngar ‘porque ls juicios a los responsables (como en el eato argen: tino) demandaron que muchas viedmas dieran su testimo: ‘lo com prueba de lo que habfan padecido y de lo que sx ‘ban que otros padecieron hasta mori. En sede judicial yen Jos medios de comunicacién, Ia indispensable narracion de los hechos no fue recibida con soxpechas sobre las posibi- Idades de reconstruir el pasado, salvo por los criminales y «sus representantes, que atacaron el valor probatorio de las ‘narraciones testimoniales, cuando no las acusaron de ser fl. saty encubrr los crimenes de I guerrilla. Siseexcluye alos culpables, nadie (fuera de la sede judicial) pensé en someter| a escrutnio metodolégico el testimonio en primera persona de las victimas. Sin dda, hubiera tenido algo de monstruos0 aplicar a esos discurso los principios de duda metodoligica aque se expusieron més arriba: las vctimas hablaban por pr- ‘mera vez y lo que decfan no sélo les concern a ells sino ‘que se convert en “materia prima” dela indigacion y tam Din en impulso de lar transiciones democritica, que en la ‘Agents se hizo bajo el sno del Ninoa mds El shock de la violencia de estado nunca pareci6 un ob+ céculo:pata construir y escuchar la narracién de la expe riencia padecida. La novedad de esa experiencia, tan fuerte Goma ta novedad de los sucesos de la primera guerra ala {que x referia Benjamin, no impidis a prolferacion de dis. cursos, Las dictaduras representaron, en el sentido mis fuerte, un quiebre epocal (como la gran guerra); sin em ‘argo. las transiciones democriticas no enmudecieron por wenormidad de esa ruptura. Por el contrario, en cuanto despuntaron las condiciones de la transicién, los discursos ‘comenzaron a circular y demostraron ser indlspensables pe ica de derechos. ala restauracién de una esfera pi ‘La memoria es un bien comén, un deber (como se dijo cen el caso earopeo) y una necesidad jurica, moral y poli- tica. Sobre Ia aceptacién de estos rasgos es bien dif esta- Dlecer tna perspectiva que se proponga examinar critica sente lanarracién de las vctimas, iel nleleo de su verdad tiene que quedar fuera de dda, también su discurso debe- tia protegerse del escepticismo y de la crftica. La confianza, «en Los testimonios de ls victimas es necesaria para la insta. lacién de regimenes democriticosy el arraigo de un princi pio de reparacin justicia, Ahora bien, esos discuraos test ‘moniales, como ses, son discursos y no deberfan quedar ‘encerrados en tna cristalizacion inabordable. Sobre todo. ‘porque; en paralelo y construyendo sentidos con los test. iionios sobre lo erimenes de las ditaduras, emergen otros billos de narraciones que no estén protegidas por Is misma intangibilida ni por el derecho de los que han padecido. ‘aReTOMcA TESTIMONIAL « Dicho de otro modo: durante un tiempo (no sabemos hhoy exsinto) el discurso sobre los erimenes, porque denun- Gael horror, tiene prerrogativas precsamente por el vinculo centre horror y humanidadt que comporta. Ouras narracio- nes, incluso pronunciadas por las vietimas o sus represen ‘antes, que se inscriben en un tiempo anterior al de los i= rmenes (los tardios aos sesenta y los primeros setenta del ‘siglo XX para el caso argentino), que suelen aparecer en= trelazadas, ya porque provengan del mismo narrador, ya porque se sucedan unas a otra, no tienen Ins miamnas pre- rrogativas y,en la tarea de reconstruir Ia época clanarada por las dictaduras, pueden ser sometdas a critica, ‘Ademis, si las narraciones testimoniales son la fuente principal de saber sobre los erfmenes de las dictaduras, los testimonios de Ios militants, intelectuales, politicos, rei glos0s o sindicales de las décadas anteriores no son la ni fuente de conocimiento; slo una fetichizacion de la ver dad testimonial podria otorgatles un pero superior al de otros documentos, incluides los testimonios contempors- eos a los hechos de los aiios sesenta y setenta, Sélo una ‘confianza ingenua en la primera persona y en el recuerdo de lo vvido pretenderia esablecer un orden presidide por lo testimonial. ¥s6lo una caracterizacién ingena de fa ex: periencia reclamaria para ella una verdad més alta, No et ‘menos positivista (en el sentido en que us6 Benjamin esta palabra para catacterizar a los *hechos") la intangibilidad de Ta experiencia vvida en la narracién testimonial que la ide tin relate hecho a partir de otras Fuentes. Ysi no somete~ ‘nif todas las narraciones sobre los erimenes de ls ditad- ra al excrutinio ideolégico, no hay raz6n moral para pasir [por alto este examen cuando se trata de las narraciones so” ‘bre los afios que las precedieron @ sobre hechos ajenos a os de la represion, que les fueron contemporineos ‘Una utopia: no olvidar nada Paul Ricceur se pregunta, en el estudio que dedica a las di ferencias ya clisicas entre historia y discurso, en qué pre- sente se narra, en qué presente se recuerda, y cuil es el pax satlo que se recupera. El prevente de la enunciacin es el “tiempo de base del discurso”, porque es presente el mo- ‘mento de ponerse a narrar y ese momento queda inscripto ‘en la narracion, Eso implica al narrador en su historia yla inscribe en uns retGrica de la persuasin (el discurso perte- rece sl modo persuasivo, ice Riccrur). Los relatos testimo- niales son “discurso” en este sentido porque tienen como piden ver, reconace una mancha anuly gots de sangre: 00, fos pantalones de su marido. Nada més, excepto Ia resolu cién de registrar todo (mirando de través, hacia el piso, por laranura del trapo que le tap Tos oos).!* Por la epet Fran de lo insigniicante, los detalles en The Lite Schoo! se tiegan a erear un pleno de representacin. Partnoy los “Jena sabiendo que son demasiado pocos y demasiado po- pies, porque pertenecen a una experiencia mutilada por la inmovilidad permanente y Ia oclusién de lo visible. EI deta Ie insigniicante y repetido se adecua mejor que Ia prolife. racién alo que ella relat, CCualquier sma de detalles no puede evtar el encierro de ‘una historia en los interrogantes que le dieron origen. Los hijos de desaparecidos lo dicen de diversas manera: senten {que el rela queda siempre incompleto y que deben seguir onstruyéndolo: Esto tiene una dimensién dramética y ur fica que habla de a minuciosa destruccin de los rastrot rea. tizada por los responsables de las desapariciones. Tin otros casos, cuando la historia que se quiere recon truir no es blo la de un padre o madre asesinados, cuando to que te busca comprender no es tanto el lugar © as cir Alia Partnoy, The Lil Su Tl of Disappear ond Seo on Price. Mig aon, 186 Lago a ee Uo grain a rar Seite. Sobre Parmoy vee: Dina Tyo, Disppaing Ae Se see onda ond Nena in Arne’s Diy War! sham y Lon tren Due University res 107, pp. 162 LARETORICA TESTINONIAL = ccunstancias de la muerte y el destino del cuerpo, cuando tas pretensiones de la narracién exceden la bisqueda de una respuesta a una pregunta sobre las condiciones en que se cjercé la violencia de estado para incuir el paisje cultural y politico previo alasintervenciones militares, quedan bien en cvidencia las debilidades de tina memoria que recuerda de- rmasindos detalles no significaios, una memoria que, como no podria ser de otro modo, a veces entiende y a veees no centiende aquello mismo que reconstruye. Es en este momen to cuando la usin de una representacién completa produ- ce disquisciones narrativas y descriptvas, digresiones y der ‘ios cuyo motivo s6lo es que eso acontecié al narrador o al rjeto que éte evoca ¥,entonces, la prolferacién mulkplica los hls de un relato testimonial sin encontrar la razén argue rmentativa 0 esética que sostenga su trama. Este es el caso del libro de Cristina Znker que tiene como objeto la vida de st hermano Ricardo, miliante montonero, desaparecido en Ja fracasada contraofensiva iniclada en 1979. EL subtiulo Una sag fia ex eapeciaimente apropiado a la empresa recons tructiva que comienza con los abuelos maternes y paternos de ambos hermanos, si infancia, la rlacién con sus padres, la relacion entre sus padres, los conflicts psicologicos de tuna familia, las preferencias caidianas, todo ello como un. preémbulo que s juga necesario (como size tratara de una novela realists) antes de entrar en lot aos setenta incluso en esos ais, los detalles de Ia vida familar, los nifios, el des- tino de los hijos de desaparecidos 6 combatientes, ecupan " porciones importantes del relato que, asi 4 sosiene sobre tuna dimensién afectiva de rememoracin. Ceftida la idea realist de novela, Zuker esribe un capitulo final donde, co- so en Dickens, sigue el destino de ls personajes en alu nos casos hasta 1 muerte, que es presentada como,emble- imitea de lo que suftieron en vida, sin que esas acaraciones, finales tengan una ran compositiva que los vincule ala his: toria central que, de todos modes, ha ido bifurcindose en tun estimonio de la autora sobre la elacién con su hermano _y muchas otras cosas. Entre detalle individual y relat teleoligico hay una rela in obvia aunque no siempre visible, Sila historia tiene wn sentido establecido de antemano, los detalles ve acomodan ‘asa direccién incluso cuando los propios protagonistas se ‘demoren en percbirla. Los rasgos, peculiaridades, defectos rmenores y manias de los pertonajes del testimonio termi- nan organizéndose en algén tipo de necesidad inscripta mas alla de ellos. Et modo que denominé realste-romsnt- co se adapta bien a esta caracteristicas de Ja narracin tes timonial que, jstamente por estar respaldadas por una sub- jetividad que narra ss experiencia, dan la impresién de ‘colocarta més allé del examen. 05. ‘La cualidad romantica tiene que ver con dos rasgos. EL primero, por supuesto, es el centramiento en la primera Gini 2rd te ea a ns fit Buenos Ales, LARETONCA TESTNONEA co persona, o en una tercera persona presentada a través del discuro indirecto libre que entrega al narrador la perspec: tiva de una primera persona, Fl narrador conta en la re- presentacin de wa subjetiidad y, con frecuencia, en ss expresion efusivay sentimental, que remite a un horizonce narrativo identiicable con la “nota de color” del periodie- ‘mo, algunas formas del nom fiction o las malas novelas (soy consciente de que el adjedvo “malas” despierta un reequc: ‘mor relasvista, pero quisiera que se admlta que existen no- velas alas que puede aplicarse ese adietvo). Ademas, los textos de inspracién memorlalisica produci {dos sobre las décadas ce 1960 y 1970 se referen a la juvenud de sus protagonistasy narradores. No se trata de un simple dato demogeifico (Ia mitad de los muertos y desaparecidos argentinostenian menos de veinticinco aiios), sino ms bien de la ereencia en que cierta etapa de una gigantesca moriliza- ‘én revolucionaria se desarrollé bajo el signo inaugural ein ‘minente de fa juventud. Las organizaciones de derechos hi ‘manos desde los afios de la diciadura argentina hablaron, especialmente las Madres y mas tarde las Abuelas, de Snes: ‘wos hijos,Sjando en una consigna un argumento poderoso: sacrificados en plena juvenrud precisamente porque respon- dian a una imagen de Ia juventud que coincide con el seni 40 comin: desinterés, pet dealismo, La cualidad juventt se enfatina cuando los hijos de esos militantes muertos 0 de saparecidos duplican el efecto de juventud, destacando que | ellos son, en I actalidad, mayores que sus padres en el mo- % searez a8.0 ‘mento en que éstos fueron asesinados. Entre Ist Macleay fos jos, el sujeto de ka memoria de estas décadas es la juvenit cesencial, congelada en las fotografia yen la muerte. Es evidente que para las victimas o los familiares de las etimas, armar una historia es un capfeulo en la biaqueda de una verdad que, de todas formas, la reconstruccién en. modo realistaroméntico de los hechos no est invariable- mente en condiciones de restaurar. La prctca de esa narra cin es un derecho, yal ejercerlo, aunque To incomprendi- o del pasado subsist, y la narracién no pueda responder a las preguntas que la generaron, el recuerdo como proceso subjetvo abre una exploracin que es necesara al sujeto que reeuerda (yal mismo tempo lo separa de quienes se resister a vecordar). La eualidad realist sostiene que la acumulacién, de peripecias produce el saber buscado y que ese saber po- ‘ia tener una significacién general. Reconstruirel pasado de wn sujeto 6 reconstruir el propio pasado, a wavés de test rmonios de fuerte inflexién autobiogrific, implica que el Jeto que narra (ponpuenara) se aproxima auna verdad qu hasta el moments mismo de Ia narracién, no conocta torah mente 0 slo comocta en fragmentos excamoteados. 2Qué fue el presente? sete, eseibié Halbwachs, La memoria no es invariable- LA memoria es siempre anacr6nica: “un revetador del pre- OTOP LARETONCATESTIMONIA n _mente espontinea. En Sheahlos aldeanos polacos, a quienes Lanzmann obliga a recordar, con violencia verbal y acosin- dolos con la efmara, responden sobre una época que se ven forzados a traer hasta el presente en el que estin respon- diendo lo mismo sucede con los sobrevivientes de Toe cam- ‘pot de concentracin, empujados a ir més alla de Io que re- ‘cordarfan librados s6lo a una rememoraci6n'esponténca. ‘Lanzmann fuerza alos aldeanos polscos que vsieron cerca del emplazamiento de los campos a que reeuerden lo que than olvidado, lo que no quieren recordar, sus propias mise- ‘las e indignidades frente alos tenes que pasaban con las ‘ictimas;y mbién obtiene més recuerdos que los “espont- nneos" en los sobrevvientes, a quienes persigue con su céma- raasta que algunos de ellos le piden que dé por terminada Ia entrevsta, En ambos caso, se trata de una imposicin de la ‘memoria. Tanto en los aldeanos como en los sobrevivientes, aunque de maneras diferentes, la memoria es exigida més all delo que los syjetos pensaron qué podia serloy més allé e sus intereses y voluntades. As, la memoria del Holocaus tose descentra, no porque abandone laescena de masacre, sino porque va a ella « pes de quienes dan su testimonio, ‘resionando sabre el recuerdo acostumbrado: LEI saber que Lanzmann tiene de los campos empiyja la ‘memoria de las victimas 0 de los testigos para hacerles de- ‘dr més de lo que dirfan libradios a su expontaneidad. La in- tervencion es una forzadura de la memoria espontinea de quel pasado y de su codificacion en una narracion conven- ional, sobee la que se ejerce la presion de un saber cons {ruido en el presente, Los aldeanos o las vietimas también hhablan en el presente, inevitablemente, saben mis de lo {que saban en el momento de los hechos; aunque también ‘hayan olvidado 0 buscado el olvido, “Esta discordancia de los tiempos es inevitable en las na ‘raciones tetimoniales. También la disciplina historia ests ‘perseguida por el anacronismo y uno de sus problemas es precisamente reconocerlo y raza aus limites, Tod discurrir tobre el pasado Gene uns dimensin anacréniea; cuando ‘Benjamin se inclina por una historia que bere el pasado de, su reificacin, redimiéndolo en un acto presente de memo- ria, en el impulso mesifnico por el que el presente se harfa ‘eargo de una deuda de sufrimiento con el pasado, es decit, ten el momento en que la historia se plantea construlr un pat saje del paso diferente del que recorre, con espanto, et - igo de Klee, est indicando que el presente no s6lo opera so- bre la construccion del pasado sino que es su deber hacerlo. 1 anacronistno benjaminiano Gene, por una parte, una imensin ética y, por la ot, participa de Ia potémica con- tra el fetichisio documental de la historia centifica de co- _mienzos del siglo XX. Sin embargo; la ertea dela cuaidad “objetivaatribuida ala reconstruceion de los hechos, no ago- tel problema de Ia doble inscripeién temporal de ta bisto- sa, La indieacion de Benjamin podsia también ser lida co- smo una leccin ahistoriadores: mirar el pasado com lox ojos de quienes lo vvieron, para poder eaptar all el sufrimiento LaReTonea TSTMONUAL ” acolo La exhorcién wra en cu, metodo: Cay en garde fovaloer sanernimo, taunt mem pr tern ant colon de perspec eplatnn para ect un potema gu de odor modes pei Lars no posde implement ile aneronans por esas, que tran dew conten que gles in rruplones7 ek eenda pr en prose foncacon ae, como sew, sempre prone ero mecde gue Aisipnahitnca ae ue ne debe sabre ened teem dbl tenporad eect em abe Eso hinged ar naracine simone onde presente deems a concn misma dem ‘Donor: materia mpor tio cmo el pa sue mater tap que quiere reeprase Lavon rradone testimonies enn moa en preset or ae et acta (pie, cal, tral, ogre ue hice pba tn cando om emergenee EL leo del etmoni tla memoria no pds deine Ine de a ina (marque spec cer here Conse recordar sl dre ahs. El estmono pede permite la aneront ye so compone congue sn nj sper © pgs eta Tog fo que ealanencnemem que ol clo gur avert que wenalee down tno gto t oe quent intron ute pereten caper Cet pao que a en sca nean que dee er earn santo ‘eafizado en funcién de una accion politica o moral en _etividad que seria su garante (como st pudiéramos volver a ‘reer en alguien que simplemente dice: “digo la verdad de lo ‘que sucedié conmigo o de lo que vi que sucedfa, de To que ime enteré que sucedié a mi amigo, a mi hermano", se colo ca, por el ejerccio de una imaginaria autenticidad testimo- pial, en una especie de limbo interpretative. 4, Experiencia y argumentacion Existen otras maneras de trabajar Ia experiencia, Algunos textos comparten con la literatura y las ciencias sociales las precauciones frente a una empiria que no haya sido cons ‘rida como problema; y desconfian de la sinceridady la ver dad de la primera persona como producto directo de un re- Jato, Recurren a una modalidad argumentativa porque no: ‘reen del todo en que Io vivido se haga simplemente visible, ‘como si pudliera fair de una narracién que acumula detalles en el modo realistaromsintico, Son textos rarosy me referiré ados: “La bemba" de Emilio de fpola y Pade y desapariion; os campos de concenracion en Argentina, de Pilar Calveiro. Presupor ‘estén s6lo sostenidas en la peticién de verdad del testimo- rio, ni en el impacto moral de las condiciones que coloca rom a alguien en la siuacién de ser tetigo o vietima, ni en 1a identifcacion. Presuponen autores que no piensan que 1a experiencia entrega directamente tna inteleccién de los elementos que la componen, como se tratara de una ex pecie de dolorosa compensacién del sufrimiento, Contra la idea que expuso Arendt, de que sobre ciertos hechos extre- :mos Unicamente es posible una reconstruccién narrativa - lectores que buscan explicaciones que no

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