Professional Documents
Culture Documents
C O LEC C I Ó N D E N A R R A TI V A
D EL I E S P A BLO N ER U D A
IES Pablo Neruda
Las llaves de la literatura 2008
Castilleja de la Cuesta (Sevilla)
ÍNDICE
1 LA VISITA INESPERADA pág. 5
2 EL GRAN BAILE pág. 9
3 UN DÍA TRANQUILO,
A LA ESPERA DE LA TORMENTA pág. 17
4 EL FIN pág. 25
3
PRÓLOGO
DESDE EL AMBIENTE CREADO por lecturas como El
abanico de Lady Windermere, El fantasma de
Canterville o Cumbres borrascosas, la autora nos
ofrece este delicioso relato; cercano a sus vivencias y
emociones y al de sus lectores. Dieciséis años y la
experiencia en un programa de diversificación dan
una visión del mundo de los sentimientos invisible
desde otros ángulos y desde otras edades.
4
1
LA VISITA INESPERADA
5
impresionados. Respiraba con dificultad y su
moño se había deshecho un poco, dejando
sobre sus mejillas unos grandes y castaños
rizos. Daba una nefasta impresión, su madre
torció el gesto en señal de desaprobación. En la
sala se encontraban sus hermanas y sus padres
con una inesperada visita. El duque Chesterfild,
el prometido de su hermana Hannah y otro
hombre que no conocía. Rápidamente se inclinó
y se disculpó.
6
Había recibido miles de proposiciones
tentadoras, pero para entonces su hermana
pensaba de una manera parecida a la de ella.
Entonces apareció el duque, al principio ella lo
rechazó pero el duque nunca dejo de insistir,
meses después se dio la noticia del compromiso
a toda la familia, Elisa recordaba lo feliz que
estaba su madre, estuvo una semana cantando.
Recuerda también la conversación que tuvo esa
noche con su hermana:
— ¿Y?
7
— Ya te darás cuenta cuando te enamores.-
Elisa la miró detenidamente y se dio cuenta de
que estaba más hermosa que nunca.
— Nunca me enamoraré.
8
2
EL GRAN BAILE
9
La pobre Lucie salió corriendo del lugar.
Dejando en silencio toda la habitación, de
pronto solo se oía parlotear a su madre.
10
Bajó las escaleras con toda la tranquilidad del
mundo hasta llegar al pequeño salón familiar.
Allí estaban sus tres hermanas junto a su
madre y su padre. La estaban esperando, como
siempre ella era la última. Hannah se acercó a
ella y se aferró al su brazo mientras salían de la
casa.
—Supongo.
11
ocurrirá algo parecido a vuestra hermana Elisa,
los hombres rehuyen de ella aunque su belleza
la salva…
—Madre…
12
— ¡Elisa! ¡Te conté anoche el motivo de la
fiesta! Lady Chesterfild está entre nosotros por
que decidió darle una sorpresa a su hermano,
se quedará unos meses en Londres, es por eso
que el duque no fue a verla.
13
—Debe de haber sido muy interesante viajar
durante el comienzo de la revolución de las
colonias americanas—dijo Elisa con una sonrisa
en los labios, su madre la miró y supo que
había cometido algún error.
14
Durante esa pequeña conversación Elisa y el
Conde Stoneridge no dejaron de mirarse con
frialdad parecían estar solos en medio de esa
gran sala. Elisa le volvió la cara y se disculpó:
15
conde, lo miró a los ojos. Los tenía marrones.
Su mirada era fría y ninguno de los dos
hablaban, era un baile silencioso. Triste. Elisa
deseaba que terminase lo más rápido posible.
Cuando esto sucedió se soltó de sus brazos y
desapareció.
16
3
17
cuenta de su presencia. Se sentó en la mesa
asombrada de empezar el día de una manera
tan tranquila. No era normal, pero deseaba que
el día siguiera así.
Después de desayunar, se levantó de la mesa
junto a su hermana Hannah y ambas salieron
del comedor, fueron a la cocina y Hannah pidió
para su sorpresa una cesta con comida para
cuatro personas.
— ¿Madre?
18
-De acuerdo iré.
—Sí, vamos.
—Sí, madre.
19
esperar, Elisa cogió un cuadernillo con un
carboncillo y se dispuso a dibujar. Hannah dejó
de mirar un cuadro y volteó la cara para mirar
otro, entonces su mirada se posó en la puerta.
Parecía que hubiesen llamado, pero al ver que
esta no se habría, creyó que había oído mal.
Fue entonces cuando esta se abrió de par en
par dejando ver a dos hombres, uno con una
gran sonrisa y otro con gran seriedad.
Elisa levantó la vista del cuadernillo, lo cerró y
lo guardó en la cesta. Los hombres se
acercaron y saludaron a ambas. Poco después
salieron de la casa y caminaron con tranquilidad
por los verdes campos. El duque Albert
caminaba delante junto a Hannah y tenía una
conversación fascinante, ella le comentaba sus
deseos de dar la vuelta al mundo y él le decía
que cuando estuviesen casados darían todas las
vueltas al mundo que ella quisiese.
En cambio un poco más atrás estaban Elisa y el
conde Christopher sumido en el más absoluto
silencio. Elisa intentó dar conversación.
20
—Me alegro por usted, pero me parece que de
momento deberá esperar.
21
—“Señorita dudo que este tema de
conversación sea el apropiado”.Maldito conde
siempre que nos encontramos hace lo mismo.
—Es un…
22
— ¡No me importa lo más mínimo! ¡Váyase!
— ¿Avisarme de que?
— ¿Padre? ¿Madre?
—Encantada, señor.
23
—El placer es mío. Como les iba diciendo, me
gustaría pedirles la mano de lady Elisa.
24
4
EL FIN
25
—Lady…—las palabras del conde se perdieron
en el silencio—Escape conmigo.
26
silencio. Aunque este duró poco gracias a Lady
Harvensay que corrió hacia su hija.
27
parecía un sueño, un sueño del que hubiera
deseado no despertar, pero que de alguna
manera sentía que debía escapar. Le parecía un
sueño tan real…
¿Dónde se encontraría al conde en esos
momentos? ¿Estaría esperándola? Elisa corrió
escaleras abajo y cuando estuvo a punto de
abrir las puertas sofocada. Comenzó a darse
cuenta de algo verdaderamente importante.
Estaba enamorada. Era extraño, pero se daba
cuenta de que aquel conde tan misterioso la
había enamorado. Era gracioso pensar que ella,
Elisa Harvensay, se había enamorado después
de haber jurado y perjurado más de mil veces
que nunca lo haría. Ahora pensaba que todos
sus sueños se irían algarete pero no le
importaba. Solo cabía una sola duda en su
mente, ¿y si él no la amaba?
Cuando Elisa se hubo relajado abrió las puertas
y vio como sus hermanas, su madre y su padre
levantaban las vistas de sus lecturas y
bordados.
28
— ¿Qué?
29
— ¡NO!
30
prados, pero Elisa se resistió, se levantó y
volvió a caer.
— ¡Malditas ropas!
31
— ¿Cree que se equivoca conmigo?
—No lo sé.
32