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1 Corintios 3:10-17

Demoliendo la Vanagloria

La semana pasada vimos que Pablo trata de vencer los celos y


contiendas descritos en el verso 3 demoliendo la vanagloria descrita
en el verso 4. La raíz de los celos y contiendas es el orgullo que
gusta de obtener elogios indirectamente, jactándose de ser parte del
grupo de otra persona: "¡Yo soy de Pablo!" "¡Yo soy de Apolos!"

Y la forma en que demuele esta vanagloria es comparando su propia


obra y la obra de Apolos al trabajo que hacen los empleados de una
granja. Uno es el que planta—este es Pablo. Otro es el que riega—
Apolos. Pero solo Dios es el que da el crecimiento. De manera que
Dios debe ser quien reciba la gloria, no los hombres. Comparado con
la grandeza de la obra de Dios, nuestra obra no es nada. "¡Aquel que
se gloríe, gloríese en el Señor!" ¡Espero que estemos entendiendo
estos tres primeros capítulos de 1 Corintios!

Una Nueva Imagen de un Edificio

Al final del texto de la semana pasada, Pablo mencionaba otra


imagen de la obra de Apolos y suya. Esta imagen le da otra
oportunidad para poner a Cristo en el centro y advertir sobre
cualquier enseñanza o actitudes que resten valor a su centralidad.

La primera imagen era la de una labranza de granos, Pablo y Apolos


están plantando y regando. La nueva imagen de la que aun no
hemos hablado es la de un edificio con Pablo y Apolos poniendo la
fundación y luego sobreedificando.

Primero lo vemos en el verso 9: "Porque nosotros somos


colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, [esa es la
primera imagen], edificio de Dios [esa es la segunda imagen]." En
otras palabras, Pablo va de una imagen agrícola a una imagen
arquitectónica. En la una, la iglesia es una labranza en donde unos
plantan y otros riegan, en la otra, la iglesia es un edificio donde
algunos ponen los cimientos y otros construyen la estructura.

Veamos el verso 16 y veremos que esto se confirma: "¿No sabéis


que sois templo de Dios?" De manera que el edificio que Pablo tenía
en mente en el verso 10 al decir "sois edificio de Dios" es un tipo de
templo. La iglesia es como una labranza que crece y da fruto, y la
iglesia es como un templo donde el Espíritu de Dios vive.
Cómo Usa Pablo la Imagen del Edificio del Templo

¿Qué es lo que Pablo quiere decirnos sobre este edificio del templo?
Comienza en el verso 10: "Conforme a la gracia de Dios que me ha
sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro
edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica." Lo mismo
que en el verso 6 dice, "Yo planté, Apolos regó"; aquí dice, "Yo puse
el fundamento y otro sobreedifica." Poner el fundamento del edificio
equivale a plantar la labranza, y edificar sobre el fundamento
equivale a regar la labranza.

¿Qué es lo que Pablo va a hacer ahora con esta imagen de la iglesia?


Nos va a decir

1. Qué era el fundamento,


2. Que hay mucha gente que quiere edificar sobre él,
3. Que es mejor que sean muy cuidadosos con el tipo de
materiales que usan para construir este templo,
4. Y porqué.

La Floreciente Educación Cristiana en Corinto

Noten el final del verso 10: "pero cada uno mire cómo sobreedifica."
Esta no es una advertencia solamente para Apolos sino más bien
para todos los nuevos maestros que están surgiendo en Corinto
alegando ser buenos constructores sobre los fundamentos que puso
Pablo.

Veamos 4:15. Aquí Pablo introduce una tercera imagen de su obra al


comenzar la iglesia y la obra de aquellos que vinieron después. "De
hecho, aunque tuvieran ustedes miles de tutores en Cristo, padres sí
que no tienen muchos, porque mediante el evangelio yo fui el padre
que los engendró en Cristo Jesús."

Así que Pablo es un padre para la iglesia y los otros son los guías; él
es quien pone el fundamento y otros son los que edifican; él es quien
planta y otros son los que riegan. Lo que quiero recalcar es que
ahora no es solo Apolos el que está en la mira sino "miles de
tutores." En otras palabras, el programa de educación cristiana en
Corinto ¡realmente está floreciendo! Hay abundancia de maestros y
consejeros, guiando y enseñando sobre la vida Cristiana.

Lo que a Pablo le Preocupa y su Advertencia a los Maestros


Lo siguiente que debemos notar es que Pablo está realmente
preocupado sobre lo que están enseñando—lo que están
sobreedificando en este templo. De manera que les advierte que
sean muy cuidadosos en la manera de construir. Verso 10b: "yo
como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima;
pero cada uno mire cómo sobreedifica." ¡Ahí está la advertencia!

Porqué los Maestros Deben tener tanto Cuidado

Luego comienza a dar las razones por las que deben tener tanto
cuidado con los materiales que usan para construir la iglesia. El
verso 11 dice, " Porque nadie puede poner otro fundamento que el
que está puesto, el cual es Jesucristo." ¿Ven la conexión entre el
verso 10 (¡pero cada uno mire cómo sobreedifica!) y el verso 11
(¡Cristo es el único fundamento!)?

Lo que esto significa es que el fundamento debe controlar los


materiales utilizados para la sobre edificación. De otra forma, la
conexión entre los versos 10 y 11 no tiene sentido. Tendría sentido
decir: ¡Miren qué tipo de ventanas utilizan porque el fundamento es
Cristo! ¡Miren qué tipo de techo utilizan porque el fundamento es
Cristo! ¡Miren qué tipo de cableado utilizan porque el fundamento es
Cristo! Sí tiene sentido si el fundamento controla la forma y calidad
del edificio.

El Fundamento y Cómo Sobreedificar

El punto es éste: solo hay un fundamento: Cristo. Y lo que él es


controla la forma y la calidad de la iglesia. En otras palabras, lo que
Pablo está haciendo con la nueva imagen de la iglesia como edificio
es lo mismo que hizo con la imagen de la iglesia como una labranza.
Está exaltando a Cristo como absolutamente preeminente. No solo
es la base de todo y mantiene todo firme, su influencia debe ser
completamente omnipresente.

¡A donde quiera que veas en la iglesia, donde quiera que alguien


esté enseñando algo o edificando algo, debemos ver la marca de
Jesucristo! Cualquier cosa que enaltezca a Cristo en su verdadera
grandeza es oro, plata, y piedras preciosas; y cualquier cosa que
reste valor a la totalidad de su verdad es madera, heno, y hojarasca.

Tres Consecuencias de un Edificio en Mal Estado


Lo que Pablo hace ahora es advertir a los pastores, maestros de
escuela dominical, consejeros, padres, y todo tipo de discípulos, que
hay tres peligrosas consecuencias de construir la iglesia con
materiales que no resaltan la grandeza de Cristo, el fundamento.

1. Hace daño a la Iglesia

La primera consecuencia es que la iglesia será lastimada.


Verso 12: "Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata,
piedras preciosas, madera, heno, hojarasca,—la obra de cada uno se
hará manifiesta; porque el día [del juicio] la declarará, pues por el
fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la
probará."

En otras palabras, si sobreedificas la iglesia con doctrinas o


actitudes o acciones que no concuerdan con el fundamento de
Cristo, entonces el fuego del juicio al final de los días (que 1 Pedro
4:17 nos dice que comienza con la casa de Dios) quemará esa
madera, heno, y hojarasca, y la iglesia será aminorada.

Debemos trabajar para edificar la iglesia con doctrinas, actitudes y


comportamientos que den a conocer la prueba de fuego de oro, plata
y diamantes para la gloria de Cristo.

2. El Constructor Pierde su Recompensa

La segunda consecuencia de un edificio en mal estado es que el


constructor perderá su recompensa.

Verso 14: "Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó,


recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá
pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego."

En otras palabras, es posible ser un cristiano y ser un maestro que


haga daño a la iglesia. Los cristianos pueden estar equivocados con
muchas doctrinas; pueden tener puntos ciegos en cuanto a su
actitud; y pueden impartir esta madera, heno, y hojarasca a otros en
su servicio cristiano solo para ver cómo todo se convierte en humo
en el último día. Ninguno de nosotros escapará de este castigo, ya
que ninguno de nosotros es un maestro, padre o consejero perfecto.

Pero qué vigilantes estaríamos al conocer bien nuestra Biblia y vivir


de acuerdo con ella. Tal como Pablo dijo en 2 Timoteo 2:15:
"Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado [estudia], como
obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de
verdad." Nos avergonzaremos ese día, y se perderán recompensas
por el mal estado de nuestra edificación sobre el incomparable
fundamento de Cristo.

3. Destrucción de la Iglesia y de Nosotros Mismos

La tercera consecuencia de un edificio en mal estado es que se


puede volver tan contrario al fundamento que puede destruir la
misma iglesia en la cual servimos y a nosotros con ella.

Verso 17: "Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá


a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es."

Esto es algo terrible, y no es hipotético. Pasa todo el tiempo en todo


lugar. Por ejemplo, sucedió repetidamente en Nueva Inglaterra hace
150 años. Las iglesias que alguna vez fueron evangélicas y tenían a
Cristo como su fundamento tuvieron un pastor Unitario que al
principio no declaró su tendencia abiertamente, pero comenzó a
edificar una estructura que poco a poco cambió el edificio. En
cuestión de años se podía ver que la estructura estaba tan
desalineada con Cristo que ya no lo tenía como fundamento.

Como vemos, hay dos formas de remover un fundamento y destruir


una iglesia. Una forma es atacar el fundamento directamente y
destrozarlo. La otra es reformar el edificio lenta y sutilmente de
manera que su contorno ya no se basa en el fundamento.

Pablo dice, si un maestro hace eso a la iglesia, pagará con su vida


eterna: "Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a
él."

(Compare Hechos 20:26–27, "Por tanto, yo os protesto en el día de


hoy, que estoy limpio de la sangre de todos; porque no he rehuido
anunciaros todo el consejo de Dios").

Cómo se Aplica esto a Nuestras Vidas

Esto se aplica a nosotros así:

Estemos vigilantes para mantener a Cristo como el fundamento de


nuestra iglesia.
Asegurémonos de que los bloques del edificio de nuestra doctrina
sigan los bellos contornos de nuestro fundamento y no se desvíen
tratando de construir un pequeño balcón a un lado sin ningún
fundamento.

Analicemos las actitudes de nuestra iglesia y alineémoslas con el


fundamento para ver dónde podemos estar fuera de línea y dónde
necesitamos hacer correcciones.

Traigamos todos nuestros ministerios, todos nuestros planes de


edificación y metas financieras de las próximas semanas y
comparémoslas con nuestro fundamento, Jesucristo (que tenemos
en la Biblia); y preguntémonos si encajan, si las líneas están
emparejadas.

¡Dejemos que Cristo sea el único fundamento de la Iglesia Bautista


de Belén! ¡Dejemos que su influencia sea totalmente omnipresente
en todo lo que hacemos! Y a medida que llegamos a los NOVENTA,
dejemos que el oro, plata y piedras preciosas no estén en nuestro
santuario sino en nuestra doctrina y en nuestras vidas.

Domingo de Ramos

Juan 12:13

Una de las preocupaciones que reconozco del coro de los niños es


que al cantar entienden y cantan con énfasis. Por el cual comparto
esta preocupación con nuestra gente. En unos momentos el coro
cantara una canción llamada ¨Hosanna, Hosanna¨ y luego todos
cantaremos una canción que inicia de la siguiente manera: ¨
´¡Hosanna en lo más alto!¨ de modo que quiero dar una pequeña
lección en griego y en hebreo, para asegurarme que todos sepamos
lo que el Nueva Testamento significa en tres formas distintas las
cuales se refiere a: ¨¡Hosanna al hijo de David!¨ (Mateo 21:9,15) o
¨¡Hosanna en lo mas alto!¨ (Juan 12:13).

Una lección en griego y en hebreo

Todos sabemos que el Nuevo Testamento primero fue escrito en


griego y el Antiguo Testamento primero fue escrito en hebreo.
¿Tiene idea de cual es la palabra en griego? donde sea que la
palabra ¨Hosanna aparezca en el Nuevo Testamento ¡es correcto, la
palabra quiere decir ¨Hosanna¨ Todos los traductores del idioma
ingles utilizaron letras en inglés para hacer el sonido de una palabra
en griego (por ejemplo: h-o-s-a-n-a).

Pero si busca en un diccionario griego su significado, ¿sabe que


encontrara? Encontrara que al fin de cuentas no es una palabra
originalmente en griego. La persona quien escribió el Nuevo
Testamento en griego hizo exactamente la misma cosa con una
palabra en hebreo y al mismo tiempo nuestro traductor al inglés hizo
el mismo patrón con una palabra en griego: simplemente utilizaron
letras en griego para hacer el sonido de una frase en hebreo. Suena
algo complicado, pero en realidad no lo es. Nuestra palabra
¨Hosanna¨ en inglés cuya palabra se deriva de una frase hebrea se
conoce como: ¨hoshiya na.¨ Esta frase hebrea se encuentra en un
solo lugar en todo el Antiguo Testamento en el Salmo 118:25, y dice
así: ¨ ¡Sálvame, por favor!¨ Es una petición de ayuda a nuestro
señor. Es como cuando alguien te empuja en el puente para navegar
antes de poder nadar y sales de la gran profundidad pidiendo
auxilio: ¨ ¡ayuda, sálvenme… Hoshiya na! ¨

Un cambio en el significado de la frase hebrea: hoshiya na.

Algo sucedió a la frase hebrea hoshiya na. El significo del mismo


cambio a lo largo de los años. En el salmo es seguida
inmediatamente de un signo de exclamación: ¨ ¡bendecido es aquel
que viene en nombre del señor!¨ la petición por ayuda, hoshiya na se
respondió casi antes que saliera de la boca del predicador del salmo.
Y a lo largo de los siglos la frase hoshiya na dejo de ser una petición
por ayuda en el lenguaje ordinario de los judíos. Mas bien esta frase
se convirtió en un grito de esperanza y jubilo. Se utiliza para dar
entender ¨ ¡sálvame, por favor! ¨ Poco a poco llego significar ¨
¡salvación, salvación ha llegado!¨ es la expresión que utilizaría
cuando sea rescatado al caer del puente pero mas bien seria lo que
diría cuando el salvavidas llegue a rescatarlo. Es la emoción que se
siente en el corazón al ver esperanza, gozo y salvación en camino,
emoción que no se puede guardar.

De modo que ¨Hosanna¨ significa ¨ ¡jubilo por la salvación!¨ ¨ ¡La


salvación viene, la salvación esta aquí!¨ ¨ ¡Salvación, salvación!¨ ¨
¡Hosanna al hijo de David!¨ significa ¨ ¡El hijo de David es nuestra
salvación!¨ ¨ ¡jubilo por el rey!¨ ¨ ¡La bendición sea para el rey!¨ ¨
¡Hosanna en lo mas alto!¨ significa ¨¡Dejad que todos los ángeles del
cielo se unan al canto de alabanza. ¨ ¡Salvación, salvación, dejad que
en lo mas alto del cielo cante!¨

Dos tipos de Hossanas

Imagínese un juego de competencia y (créalo o no) los Vikingos van


ganando por tres puntos a los Pittsurgh Steelers. Los Steelers van
por 35 puntos y no tienen más tiempo. Quedan solo dos segundos.
Los fanáticos de los Vikingos se enloquecen y los Steelers se ponen
en fila, engañan al recibidor del lado izquierdo, los Steelers corren
hasta llegar al final de lado derecho y el recibidor se acerca y se
dirige al final del lado derecho con un resultado de 40-45-50-45. La
única esperanza para los Vikings es Willie Teal, por su seguridad,
correr a lo largo del campo. Y fuera de la gran batalla de los Vikings
vienen dos tipos de hosanna la cuales son la antigua y nueva
hosanna. Una parte del público del juego grita ¨ ¡atrápalo, atrápalo
Willie!¨ (el cual seria un ejemplo de la antigua hosanna). La otra
parte del público grita: ¨¡Lo atrapaste, lo atraspte Willie!¨ (el cual
seria un ejemplo de la nueva hosanna). La palabra de petición paso
a ser alabanza y de rogar a confidencia.

De modo que cuando cantamos ¨Hossana¨ hagámoslo y tomémoslo


personal. Hagámoslo nuestra alabanza y nuestra confidencia. El hijo
de David ha llegado. Nos ha salvado de la culpabilidad, del miedo y
sin esperanza. ¨¡Salvación!¨ ¨¡La salvación pertenece a nuestro
señor y su hijo, hosanna en lo mas alto!¨

Romanos 11:1-10

Digo entonces: ¿Acaso ha desechado Dios a su pueblo? ¡De ningún


modo! Porque yo también soy israelita, descendiente de Abraham,
de la tribu de Benjamín. Dios no ha desechado a su pueblo, al cual
conoció con anterioridad. ¿O no sabéis lo que dice la Escritura en el
pasaje sobre Elías, cómo suplica a Dios contra Israel: Señor, han
dado muerte a tus profetas, han derribado tus altares; y yo solo he
quedado y atentan contra mi vida? Pero, ¿qué le dice la respuesta
divina?: Me he reservado siete mil hombres que no han doblado la
rodilla a Baal. Y de la misma manera, también ha quedado en el
tiempo presente un remanente conforme a la elección de la gracia
de Dios. Pero si es por gracia, ya no es a base de obras, de otra
manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de
otra manera la obra ya no es obra. Entonces ¿qué? Aquello que
Israel busca no lo ha alcanzado, pero los que fueron escogidos lo
alcanzaron y los demás fueron endurecidos; tal como está escrito:
Dios les dio un espíritu de estupor, ojos con que no ven y oídos con
que no oyen, hasta el día de hoy. Y David dice: Su banquete se
convierta en lazo y en trampa, y en piedra de tropiezo y en
retribución para ellos. Oscurézcanse sus ojos para que no puedan
ver, y dobla sus espaldas para siempre.

El título del mensaje de hoy es, “¡Por Amor de Dios Dejen que la
Gracia Sea Gracia!”

“Dejen que la gracia sea gracia” viene del versículo 6: “Pero si es por
gracia” - Es decir, si la preservación del remanente del Israel fiel es
por gracia- ya no es por obras, de otra manera la gracia ya no es
gracia. Así que “¡dejen a la gracia ser gracia!” No pongan nada en su
lugar. “¡Por amor de Dios!” viene del verso 4: “Pero, ¿qué le dice [a
Elías] la respuesta divina?: Me he reservado siete mil hombres que
no han doblado la rodilla a Baal.”. Yo los reservé. Yo hice este fiel
remanente, y lo hice “para mí”. – Por mi propia causa, a causa de mi
gloria y de mi nombre. Si no hubiera habido un remanente de mi
pueblo escogido, yo habría sido deshonrado. Por eso tomé la
iniciativa. Yo ejercí mi poder. Estos siete mil fieles son fieles porque
actué por amor de mi nombre.

Este es el título del mensaje. Esta es la parte importante del


mensaje para nosotros hoy en Bethlehem y para la iglesia de Cristo
en el Siglo XXI: ¡Por Amor de Dios, Dejen que la Gracia Sea Gracia!

Oh Señor, concédenos la gracia para ver, entender y saborear la


libertad de tu soberana gracia. Ayúdanos a sentir nuestro
desamparo sin ella. Ayúdanos a ver nuestro pecado y nuestra
esclavitud al pecado- nuestra pecaminosa naturaleza. Ayúdanos a
darnos cuenta en lo profundo de nuestras almas que somos esclavos
de la soberbia y que sin la gracia no tenemos esperanza y estamos
perdidos. Así que humíllanos ante ti y entre nosotros y concédenos
la confianza en la plenitud de lo que Cristo compró por nosotros, las
riquezas de tu gracia, compartir tu sufrimiento y el gozo eterno de
tu presencia. En el nombre de Jesús, Amén.

Idea Central: Dios No Ha Desechado a Su Pueblo


Para entender la gracia en estos versos, vamos a seguir el curso del
pensamiento de Pablo. Su mensaje fundamental es que Dios no ha
desechado a su pueblo Israel. Verso 1: “Digo entonces: ¿Acaso ha
desechado Dios a su pueblo? ¡De ningún modo!” Entonces Dios es
fiel. Él mantiene sus promesas. Nosotros, quienes confiamos en él,
podemos tener la garantía de su confiabilidad.

Primer Argumento: Pablo es un Israelita

Entonces el primer argumento que Pablo sostiene es que él mismo


es israelita. Verso 1b: “Porque yo también soy israelita,
descendiente de Abraham, de la tribu de Benjamín”. Así que, si yo no
soy desechado y soy israelita, sabemos que Dios no ha dejado de
trabajar por la salvación de su pueblo.

Segundo Argumento: Dios Conoció a Israel Desde Antes

El segundo argumento que Pablo sostiene es el compromiso de Dios


con Israel es que él los conoció desde antes. Verso 2 “Dios no ha
desechado a su pueblo, al cual conoció con anterioridad.” “Sólo a
vosotros he escogido de todas las familias de la tierra” (Amós 3:2).
Dios los escogió por su propia voluntad para sí y los conocía del
modo que el esposo toma a su esposa y hace un pacto con ella.

Tercer argumento: En los Días de Elías y en los Días de Pablo, Dios


En Su Soberana Gracia Escogió y Reservó un Remanente Fiel para Sí

Entonces Pablo desarrolla un tercer argumento sobre la base de que


Dios no ha desechado al Israel de sus propios días. Él compara sus
días a los terribles días de Elías, y argumenta que puesto que había
un remanente en aquellos días, también lo hay en sus días. Pero el
argumento no está basado en la simple probabilidad histórica que si
había un remanente en aquellos terribles días de idolatría,
seguramente habrá un remanente en los días menos idólatras de
Pablo. El argumento no es que si el pueblo se mantuvo fiel en días
amenazadores, seguramente se mantendrá fiel en días menos
amenazadores. Ese no es el argumento.

¿Cuál es la relación entre el tiempo de Elías y el tiempo de Pablo que


le hace a Pablo estar tan seguro de que un remanente fiel de de
aquella época implica un remanente fiel ahora? Leamos comenzando
por la mitad del versículo 2:
“¿O no sabéis lo que dice la Escritura en el pasaje sobre Elías, cómo
suplica a Dios contra Israel: Señor, han dado muerte a tus profetas,
han derribado tus altares; y yo solo he quedado y atentan contra mi
vida? Pero, ¿qué le dice la respuesta divina?: Me he reservado siete
mil hombres que no han doblado la rodilla a Baal. Y de la misma
manera, también ha quedado en el tiempo presente un remanente
conforme a la elección de la gracia de Dios”.

La relación entre los días de Elías y los de Pablo es la soberana


gracia de Dios ejercida escogiendo y reservando un remanente para
sí. Pablo lo ve así—y nosotros también podemos verlo—en las
palabras de Dios en el verso 4: “Me he reservado siete mil hombres.”
En el hebreo del Antiguo Testamento, en el libro 1ro de Reyes, “me
he reservado” significa: “Yo hice que quedara.” (wehiiuarti) Pablo lo
leyó así y vio el trabajo soberano de Dios.

Tenga cuidado aquí. No cometa un error. El objetivo de la obra de


Dios por estos siete mil hombres no es mantenerlos vivos. Cuando
Dios dice, “Me he reservado siete mil hombres para mí.” No quiere
decir, los libré de la espada de Jezabel. Eso no ayudaría al
argumento de Pablo. Él no busca responder la pregunta de si los
israelitas fieles murieron. El trata de responder a la pregunta de si
los israelitas son fieles, salvos y herederos de las bendiciones
prometidas por Dios.

Entonces cuando Dios dice (v. 4), “Me he reservado siete mil
hombres,” no quiere decir “Yo velé por que se mantuvieran vivos.” Él
quiere decir, “Yo velé para que fueran fieles. Yo velé para que
creyeran.”

Esto da sentido al argumento de Pablo, y ésta es exactamente la


idea que él extrae a partir de la obra de Dios en los días de Elías para
aplicarla a su propia época. Habrá un remanente para mi tiempo,
dice, así como Dios provocó, soberanamente, la fidelidad en los días
de Elías, así mismo está provocando la fidelidad en mis días. El
vínculo no es la probabilidad histórica de cómo el pueblo actuará,
sino la certeza divina. Dios lo hizo entonces. Dios lo está haciendo
ahora.

Una Elección de Gracia

Y Pablo establece la relación utilizando las palabras “escogidos por


gracia” verso 5: “Y de la misma manera, también ha quedado en el
tiempo presente un remanente conforme a la elección de la gracia
de Dios”. Literalmente: “de acuerdo a la elección de gracia”. Esta
frase nos traslada al trabajo de Dios en los días de Elías. Pablo dice,
Dios reservó siete mil hombres para sí en aquellos días, y de la
misma manera (houtos) hay un remanente “escogido por gracia.”
Así que “escogido por gracia” es lo que Pablo vio cuando miró a la
obra soberana de Dios en los días de Elías. Si fue Dios quién hizo que
fueran un remanente fiel, entonces Dios los escogió para hacerlos
fieles. Y Dios los escogió por gracia. Por tanto Dios tiene la autoridad
y la libertad y el poder para hacer lo mismo en la generación de
Pablo. Hay un remanente escogido de un Israel fiel. Dios no ha
abandonado a su pueblo. Ese es el tercer argumento.

Pero evidentemente Pablo está preocupado de que no podamos


comprender el impacto de lo que dijo en la frase “escogidos por
gracia” o “de acuerdo a la elección de la gracia.” Las implicaciones
de esto para la historia, para su fe, oración, obediencia fiel,
evangelismo y amor son inmensas. Así que Pablo persiste aquí por
un instante y aclara. Leamos juntos los versos cinco y seis: “Y de la
misma manera, también ha quedado en el tiempo presente un
remanente conforme a la elección de la gracia de Dios (de acuerdo a
la elección de la gracia). Pero si es por gracia, ya no es a base de
obras, de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no
es gracia; de otra manera la obra ya no es obra”. Pablo anhela que
nuestra elección sea absolutamente por gracia, y no por obras.

El Contraste No Es Obras vs Fe, Sino Obras vs Gracia

Aclaremos inmediatamente un malentendido. Pablo no contrasta las


obras con la fe en este texto como en otra parte (ej. Romanos 3:28;
9:32). Él no menciona para nada la fe. Por tanto, el mensaje no es
que las obras las hacemos para ganar el favor de Dios y que la fe es
algo que hacemos para recibir el favor de Dios. Eso es cierto en
muchos textos de Pablo. Pero ese no es la intención de este texto.

Pablo contrasta las obras de la gracia, no las obras de la fe. Verso 6:


“Pero si es por gracia, ya no es a base de obras, de otra manera la
gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra
manera la obra ya no es obra” Por tanto el contraste no es entre dos
acciones humanas: fe y obras. El contraste es entre la acción divina
(la gracia) y la acción humana (las obras).El problema es que si la
elección está basada en algo que hacemos, ya no es gracia. Si
nosotros proveemos el acto decisivo que causa nuestra elección, ya
no es una “elección de gracia”.
Solo piense en esto por un momento. ¿Qué significado tendría que la
elección (no los actos subsecuentes de salvación sino el primer acto
de elección de la eternidad) fuera por gracia si depende de nuestra
decisión? Si Dios mira (aún antes del tiempo de la eternidad
teniendo un conocimiento previo de todo) y espera como si fuera un
acto de nosotros, y entonces en respuesta a ese acto autogenerado,
nos escogiera, entonces no somos “escogidos por gracia divina”;
somos escogidos por un acto decisivo del hombre. Dios simplemente
será un contestador. Nosotros determinaríamos su acción. Y la
gracia no sería gracia.

El Paralelo Entre Romanos 9:11-12 y Romanos 11:5-6

Solo para confirmar que estamos alineados con la mente de Dios,


retroceda conmigo al texto paralelo en Romanos 9:11-12. Pablo está
describiendo la libertad de Dios en la elección cuando escoge a
Jacob en lugar de Esaú antes que nacieran: “Porque aún cuando los
mellizos no habían nacido, y no habían hecho nada, ni bueno ni
malo, para que el propósito de Dios conforme a su elección
permaneciera, no por las obras, sino por aquel que llama
[literalmente: a causa de él que llama] se le dijo a ella: El mayor
servirá al menor”.

Usted puede ver el paralelo con Romanos 11:5-6. Pablo vuelve a


mencionar las obras humanas, pero el contraste tampoco es con la
fe, sino con el llamado divino de Dios de Jacob en lugar de Esaú. Y
Jacob fue llamado antes de que nacieran o hubieran hecho algo
bueno o malo para que el propósito de Dios permaneciera. La
elección no hubiera sido autónoma si hubiera estado basada en lo
que Jacob hizo. Y la gracia no sería gracia.

Esto significa que la gracia es autónoma, o no es gracia. El manantial


de gracia es la iniciativa de Dios para elegir, y no la respuesta de
Dios.

Por último: ¿Cómo puede Pablo estar seguro de que Dios tendrá un
remanente fiel en cada generación? ¿Cómo puede estar seguro de
que Dios finalmente traerá a sí a todo Israel? Esta es la respuesta
del versículo 5: Dios actúa de “acuerdo a la elección de la gracia.” (v.
5). Dios libremente—por gracia—salva a un pueblo de su propia
elección y crea un remanente. Él puede hacer que siete mil no
doblen sus rodillas ante Baal, o que siete millones crean en
Jesucristo. Sin socavar la personalidad ni la responsabilidad de
nadie.

Esta es la idea principal: Dios no ha desechado a su pueblo y


ninguno de ellos, con su rechazo, puede impedir que Dios salve a un
remanente o a una nación si él elige quitar la dureza.

Seis Implicaciones

1. Sea Humilde

Aprenda que usted fue salvo por gracia y sea humilde. Usted estaba
muerto en el pecado, ciego, rebelde. Y entonces, solo por gracia fue
despertado a la belleza de Cristo crucificado por los pecadores. Y
solo por gracia usted creyó.

Cuando se pare ante Dios en el día final y explique por qué está allí y
otros no—porqué creyó y ellos no—usted no dirá, “supongo que fui
más sabio, más espiritual, más inteligente”. Con lágrimas en su cara,
y con voz temblorosa, dirá, “gracias” (Romanos 6:17).

¿No sería esta una hermosa iglesia donde el orgullo de cada cual
hubiera sido quebrantado, y todos supiéramos que no merecemos
nada bueno, de modo que cada problema sería recibido sin quejas, y
cada placer sería recibido con una gratitud impactada por la gracia?
Créame, si toma la teología de la gracia y la convierte en otra cosa,
entonces todavía no conoce a Dios como debiera.

2. Ore por los Incrédulos Endurecidos

Ya que por la gracia de Dios puede tomar para sí a cualquiera según


su elección, ore con valor y confíe en que Dios es capaz de salvar al
incrédulo más endurecido que usted ame, gentil o judío.

La gracia soberana es un gran incentivo para orar con esperanza por


las personas endurecidas. Si Dios tiene que esperar por la iniciativa
de los perdidos -que los ciegos vean, los sordos oigan y los
cadáveres espirituales se levanten de los muertos- entonces usted
puede descolgar su teléfono al cielo.

Pero si Dios es capaz de levantar a los muertos, dar vista a los


ciegos, hacer que los sordos oigan y conceder arrepentimiento a los
cautivos del diablo (2da a Timoteo 2:24-26), entonces puede pedirle
y creer que él obrará las maravillas de la salvación.
3. Comparta el Evangelio con Todos

Ya que por su gracia cualquiera puede ser escogido para él, entonces
comparta el evangelio con todos, y confíe en el poder de Dios para
triunfar sobre todos los obstáculos. Háblele las nuevas de salvación
al pecador más indiferente. Porque Dios salva por gracia soberana y
sin distinción de personas. Si él reservó siete mil para sí en los días
del culto a Baal, él puede preservar a cuantos quiera de entre los
que adoran el dinero.

4. Arriesgue Su Dinero y Su Vida

Puesto que la gracia de Dios nos guarda de caer y nos preserva


“para él”, y nada puede separarnos de su amor. Entonces cristiano
arriesgue su dinero y su vida por amor del pobre y del desfallecido.
Usted no puedes perder. “Porque estoy convencido de que ni la
muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por
venir, ni los poderes”. (Romanos 8:38). No, nada. Fuimos escogidos
por la gracia soberana. La gracia soberana nos llamó. La gracia
soberana nos sostiene. Por tanto que arriesgue su vida por amor al
pobre y al desfallecido. Por esto Dios le hace estar seguro. De modo
que usted puede mostrar donde está el Tesoro y la Seguridad.

5. Regocíjese en el Señor de la Gracia

¡Alégrese en el Señor de la gracia! Adore al Señor de la gracia. Ame


al Señor de la gracia. Sea feliz en el Señor de la gracia. Deje que la
gracia sea gracia—para su alegría y para la gloria de él. Despierte en
la mañana y recuerde: ¡salvo por gracia, gracias Señor! Vaya al
trabajo y recuerde: ¡salvo por gracia, gracias Dios! Vuelva a la casa y
recuerde: ¡salvo por gracia, gracias Padre! Haga una buena acción
por alguien y recuerde, ¡salvo por gracia, gracias Jesús! Regocíjese
en el Dios de la gracia. Deje que su corazón desborde de alabanza y
agradecimiento a él. “El que se gloria, que se gloríe en el Señor”.
(1ra a los Corintios 1:31; 2da a los Corintios 10: 17).

6. No Diga, “Yo no Puedo ser Escogido”

Finalmente, una palabra a usted que todavía no es creyente -que


todavía no es salvo. Escuche y Dios puede hablar esta palabra a su
alma: No diga, “Yo no puedo ser escogido”. Más bien diga, “Ya que
toda la elección es por gracia, no hay una sola razón que me permita
pensar que estoy excluido”.
Usted puede oír al Señor Jesús llamando: “Venid a mí, todos los que
estáis cansados y cargados, y yo os haré descansar. Tomad mi yugo
sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de
corazón, y hallareis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo
es fácil y mi carga ligera.” (Mateo 11:28:30)

''"Haré con ellos un pacto eterno, por el que no me apartaré de ellos,


para hacerles bien... me regocijaré en ellos haciéndoles bien"
(Jeremías 32:40, 41). 

Esa es una de las promesas de Dios que regreso a ver a una y otra
vez cuando siento desanimado (si, eso puede suceder con pastores).
¿Puedes pensar en otra verdad más animadora que esa, que Dios
regocija en hacerte bien? Él no cumple Su promesa de mala gana
(Romanos 8:28). Es Su gozo hacerte bien. Y no solamente a veces.
¡Siempre! "No me apartaré de ellos, para hacerles bien."

Pero a veces nuestra situación es tan difícil soportar que no


podemos encontrar ningún gozo. Cuando eso pasa a mí, trato a
imitar a Abraham: “El creyó en esperanza contra esperanza"
(Romanos 4:18). Dios ha sido fiel para guardar la chispita de fe para
mi y eventualmente (no en un instante) para avivarlo a ser fuego,
formando llamas de felicidad y confianza completa.

¡O estoy tan agradecido que la cosa que hace Dios Todopoderoso


sentir más feliz es hacer el bien para ti y para mí!

Descansando en la Promesa,

¿Acaso Es Importante Qué Ocurrió Primero: La


Circuncisión O La Justificación?
Romanos 4:9-12

¿Es, pues, esta bendición sólo para los circuncisos, o también para
los incircuncisos? Porque decimos: A Abraham, la fe le fue contada
por justicia. 10 Entonces, ¿cómo le fue contada? ¿Siendo circunciso
o incircunciso? No siendo circunciso, sino siendo incircunciso; 11 y
recibió la señal de la circuncisión como sello de la justicia de la fe
que tenía mientras aún era incircunciso, para que fuera padre de
todos los que creen sin ser circuncidados, a fin de que la justicia
también a ellos les fuera imputada; 12 y padre de la circuncisión
para aquellos que no solamente son de la circuncisión, sino que
también siguen en los pasos de la fe que tenía nuestro padre
Abraham cuando era incircunciso

¿Por qué Pablo está tan enfocado en la verdad de que la justicia de


Dios es otorgada solo por fe aparte de las obras? Podríamos
sentirnos tentados a decirle a Pablo: « ¡hey ya lo entendimos! Lo
entendimos en Romanos 3:22. Lo comprendimos en Romanos 3:28.
Lo aprendimos en la historia de Abraham 4:1-5. En la ilustración del
salmo de David en 4:6-8 ¡Ya lo comprendimos! ¿Por qué sigues
insistiendo en esto? ¿Por qué regresas a Abraham en Romanos 4:9-
12 (que es el texto de hoy)?»

Hay, al menos cuatro respuestas a esa pregunta, dos en los textos


que ya hemos visto, y dos en el texto de hoy.

“La Fe Sola, Aparte de las Obras” – Menoscaba La Jactancia

Primero, Pablo está tan enfocado en esta verdad porque la


justificación por fe menoscaba el orgullo y la jactancia. Vea
Romanos 3:27-28: “¿Dónde está, pues, la jactancia? Queda excluida.
¿Por cuál ley? ¿La de las obras? No, sino por la ley de la fe. 28
Porque concluimos que el hombre es justificado por la fe aparte de
las obras de la ley”.

Pudiera parecer extraño en nuestros días saturados de


egocentrismo, auto exaltación y autosuficiencia, que alguien
enfatice algo para destruir la jactancia en lugar de permitirla. Las
calcomanías en los parachoques son una jactancia lanzada en
nuestras caras: «Soy pagano y estoy orgulloso de serlo»; «Yo Fumo
y Yo Voto»; «Conéctate con tu Adulto Interior si Quieres Cambiar».
La línea rápida, ingeniosamente escrita, sarcástica comunica la
elección de las personas. Las figuras públicas, desde los políticos
hasta los predicadores, adoptan una postura con una especie de
jactancia y vanagloria: si no conocen la respuesta a la pregunta,
entonces responden una pregunta que no les fue hecha y tratan de
dar la impresión de que el rey sabe lo que hace. Esta es una época
auto-asertiva.
En esta atmósfera donde todos vivimos, la historia de Jesús acerca
del fariseo y el recolector de impuesto (Lucas 18:9-14) no es citada
en la mayoría de nuestros pulóveres. El fariseo oró y miró hacia el
recolector de impuestos con desdén. Pero el recolector de impuestos
se paró a la distancia, golpeó su pecho con sus puños, y dijo: “Dios,
ten piedad de mí, pecador”, a lo que Jesús contestó: “Os digo que
éste descendió a su casa justificado pero aquél no; porque todo el
que se ensalza será humillado, pero el que se humilla será
ensalzado”.

Pablo está en total sintonía con Jesucristo cuando dice, en efecto:


«Estoy enfocado en la verdad de la justificación por fe aparte de las
obras, porque esta verdad socava mi jactancia y la de todos ustedes.
La jactancia queda excluida cuando las buenas relaciones con la
Persona más importante del universo, Dios, están fundamentadas en
una dependencia infantil, y no en las realizaciones voluntarias de
buenas obras.

Y esto es importante porque al final, el propósito de este universo es


la grandeza de Dios, no la grandeza del hombre. Fuimos puestos
aquí para regocijarnos exaltando a Dios; no fuimos puestos aquí
para ser exaltados por Dios o los hombres. La creación es para Dios.
Es necesario que él crezca, pero que nosotros disminuyamos (Juan
3:30). “Si alguno quiere enorgullecerse, que se enorgullezca del
Señor” (1ra a los Corintios 1:31; DHH). La manera más básica de
exaltar a Dios es confiar en su misericordia gratuita e inmerecida,
confiar como los niños confían en su padre. Nuestro gozo no está
fundamentado en la auto-exaltación, sino en la exaltación de Dios.
Hay mucha más satisfacción, y ésta satisfacción es más duradera,
cuando miramos hacia el Himalaya en vez de mirarnos en el espejo.

Sé que estamos en la senda correcta porque unos versos después,


en Romanos 4:20-21, Pablo muestra que Abraham glorifica a Dios al
confiar en él: “No dudó ni desconfió de la promesa de Dios, sino que
tuvo una fe más fuerte. Alabó a Dios, 21plenamente convencido de
que Dios tiene poder para cumplir lo que promete”. Así que Pablo
está enfatizando la verdad de la justificación solo por fe aparte de
las obras, en primer lugar, porque las buenas relaciones con Dios,
sustentadas por la fe, menoscaban la jactancia y glorifican a Dios.

“La Fe Sola Aparte De Las Obras” – Preserva La Bendición De La


Justicia Imputada
Pablo está enfatiza la verdad de que la justicia nos es imputada solo
por fe aparte de las obras porque esta verdad preserva, para
nosotros, la gran bendición de los pecados perdonados y la justicia
imputada. Esto es lo que aprendimos la semana pasada en Romanos
4:6: “también David habla de la bendición que viene sobre el hombre
a quien Dios atribuye justicia aparte de las obras”. Pablo quiere
bendecirnos. Quiere que veamos que el evangelio es una buena
noticia, no es una noticia pesada o difícil. Pablo está a nuestro favor,
no en nuestra contra. Quiere que nos regocijemos y que estemos
alegres. Su propósito, al eliminar nuestra jactancia, no es quitarnos
el gozo, no es quitarnos la bendición, es preservar la bendición.

Si poder estar a bien con Dios (ser justificados) estuviera


fundamentado en las obras, o en la fe más las obras, entonces la
bendición nos sería quitada. La bendición de Romanos 4:6, que Dios
y su vocero, Pablo, quieren para nosotros, es un fundamento sólido e
inconmovible para nuestra aceptación con Dios, es decir, para la
justicia de Dios en Cristo, no para nuestra propia justicia. Es por esto
que Pablo está celoso por nosotros, para que obtengamos esta
justicia, y esta aceptación con Dios de la única manera que puede
obtenerse, es decir, por la fe aparte de las obras.

Así que Pablo enfatiza la verdad sobre la justificación solo por fe, en
segundo lugar, para preservarnos la gran bendición de que nuestros
pecados sean perdonados y nos sea imputada la justicia divina. La
jactancia queda excluida; la justificación ante Dios es incluida.

Ahora vamos a Romanos 4:9-12 y encontramos otras dos razones


por las que Pablo enfatiza tanto la verdad de que la justicia nos es
acreditada solo por fe aparte de las obras. Orientémonos en este
texto y veamos estas dos razones.

“¿Es, pues, esta bendición […] también para los incircuncisos…?”

Después de describir la bendición de la justificación y el perdón en


los versos 6-8, Pablo pregunta en el verso 9, “¿Es, pues, esta
bendición sólo para los circuncisos, o también para los
incircuncisos?” ¿Por qué hace esta pregunta? Para el pueblo judío, la
circuncisión era un acto básico de obediencia que les definía como
judíos. Esta era la señal de que tenían un pacto especial de
aceptación con Dios. Así que la pregunta de Pablo es: ¿Fueron
justificados los judíos al ser circuncidados? ¿La circuncisión, esta
obra de obediencia, les puso en una buena posición ante Dios?
Así que pregunta: “¿Es, pues, esta bendición [referida en los versos
6-8 acerca de la justicia imputada de Dios y el perdón de pecados]
sólo para los circuncisos, o también para los incircuncisos?”. Su
respuesta tiene dos pasos y una conclusión.

Paso uno, en el verso 9b: “decimos: A Abraham, la fe le fue contada


por justicia”. El paso uno dice, «tomemos nuevamente a Abraham
como ejemplo, el padre de todo el pueblo judío. Su fe le fue contada
como justicia (Génesis 15:6)».

Paso dos, en el verso 10: “Entonces, ¿cómo le fue contada? ¿Siendo


circunciso o incircunciso? [Respuesta:] No siendo circunciso, sino
siendo incircunciso”. Génesis 15:6, donde Abraham es declarado
justo por la fe, ocurre antes de Génesis 17 donde se instituye la
práctica de la circuncisión.

Conclusión: la bendición de estar bien delante de Dios y de ser


aceptados por él, no llegó por medio de la circuncisión. Vino antes
de la circuncisión e independientemente de la circuncisión. Vino por
fe aparte de las obras. Esto es lo que Pablo quiere demostrar con el
ejemplo de Abraham.

Veamos ahora dos implicaciones que muestran dos o más razones


por las que Pablo enfatiza tanto la verdad de la justificación por fe
aparte de las obras.

“La Fe Sola, Aparte De Las Obras” – Muestra Claramente El Lugar


Correcto De Las Obras Y La Obediencia

Primero, Pablo enfatizaba la justicia de Abraham solo por fe aparte


de la obra de la circuncisión porque quería mostrar el lugar y valor
correcto de la circuncisión. Pablo está preocupado por la verdad de
la justificación que es acreditada solo por fe, en tercer lugar, para
mostrar con claridad que las obras o actos de obediencia tienen su
lugar adecuado y esencial en la vida del creyente, pero no son
medios de justificación.

¿Cuál es el lugar adecuado para las obras y la obediencia? Verso


11a: “y recibió la señal de la circuncisión como sello de la justicia de
la fe que tenía mientras aún era incircunciso”. Hay dos palabras que
describen la relación entre la circuncisión y la justicia de Dios que
viene por fe: señal y sello.
Esta es la tercera razón por la que Pablo se preocupa tanto acerca de
este asunto. Quiere que pongamos a la obediencia y a las obras en
su lugar adecuado en relación con la fe y la justificación. Pablo no
está interesado simplemente en deshacerse de las obras y la
obediencia. De hecho, él dice en Romanos 1:5, que el propósito de
todo su ministerio era la obediencia a la fe: “hemos recibido la
gracia y el apostolado para promover la obediencia a la fe entre
todos los gentiles, por amor a su nombre”

Y creo que esto significa que la verdadera obediencia que exalta a


Dios viene de la fe. Cualquier otro tipo de obediencia no es
verdadera. De modo que Pablo está totalmente comprometido a
mostrar con claridad que, en todo su debate acerca de la
justificación solo por fe aparte de las obras, su propósito es ubicar a
las obras en el lugar apropiado. Las obras no son el fundamento de
la justificación, sino una señal y sello de la justicia que viene solo
por fe.

Cuando nuestras vidas comienzan a conformarse a la voluntad de


Dios, esto es una señal. Es una señal y un sello de que nuestra fe es
real y de que tenemos una justicia inconmovible, a saber, la justicia
de Dios en Cristo. Los actos como la circuncisión, o cualquier otro
acto de obediencia a Dios, no nos permiten estar justificados ante
Dios. La fe sola sí. Pero los actos de obediencia son una señal y un
sello de que nuestra fe es real y de que Cristo es nuestra perfecta
justicia.

Esta es la tercera razón por la que Pablo habla tanto acerca de esta
verdad: su propósito no es destruir las obras, sino ubicarlas sobre el
fundamento adecuado, es decir, sobre el fundamento de nuestro
perdón completo –la perfecta justicia de Dios imputada a nosotros.
Como escribiera Carlos Wesley: “Él destruye el poder del pecado
cancelado” ["Oh, For a Thousand Tongues to Sing!"]. Dios, primero,
canceló el pecado, luego quebrantó el poder del pecado cancelado.
Primero nos dio la justificación, luego, sobre la base de la
justificación, la santificación. Pablo quiere que estos principios
queden claros para nosotros. Quiere que los disfrutemos y nos
gloriemos en ellos. No tenemos que romper, primeramente, el poder
del pecado y esperar luego que Dios lo cancele. Esto no solo
cancelaría la posibilidad de justificación, destruiría, en esta vida,
cualquier esperanza de santidad.
“La Fe Sola, Aparte de Las Obras” – Abre el Camino para Que Todos
los Pueblos Sean Hijos de Abraham

Finalmente, la cuarta razón por la que Pablo enfatiza tanto la verdad


de que la justicia es acreditada a las personas solo por fe aparte de
las obras, es porque esta justicia solo por fe abre el camino para que
los gentiles sean parte del pueblo del pacto que un día heredará el
mundo (verso 13), que sean parte del pueblo que tiene a Abraham
como su padre. En pocas palabras, la justificación por fe es una
doctrina misionera de primer orden. Trata en todos sus aspectos
acerca del amor de Dios por las naciones, tanto judías como de
todos los grupos étnicos restantes en el mundo –incluyendo a los
anglosajones, los afroamericanos, los hispánicos, los asiáticos, los
somalíes, los etíopes, los turcos, los kosovianos, los kasacos, los
uzbecos, los manikianos, los sukumíes.

Vea ahora cómo razona el verso 11: “[Abraham] recibió la señal de


la circuncisión como sello de la justicia de la fe que tenía mientras
aún era incircunciso, para que fuera padre de todos los que creen sin
ser circuncidados, a fin de que la justicia también a ellos les fuera
imputada”. El propósito de Dios al justificar a Abraham solo por fe
antes de su circuncisión era mostrar con claridad que Abraham es el
padre espiritual de todos los que son justificados por fe, no importa
el grupo cultural a que pertenezcan.

Esto significa que usted no tiene que ser un judío natural o un


prosélito kosher para participar del pacto que Dios hizo con
Abraham. Usted no es hijo de Abraham y coheredero de la promesa
debido a la circuncisión u otra costumbre judía. La fe en Dios
justifica al impío. Fue la fe quien unió a Abraham con Dios, y la fe
nos unirá a Dios y a Abraham. Pablo lo dice nuevamente en Gálatas
3:7: “Por consiguiente, sabed que los que son de fe, éstos son hijos
de Abraham”.

Esta es la importancia evangelística y misionera de esta justificación


solo por fe. Al judaísmo no le fue fácil ser una religión misionera en
los tiempos del Antiguo Testamento. Existían los obstáculos de la
circuncisión, las leyes alimenticias, los difíciles equipamientos para
los sacrificios, el tabernáculo central, y las leyes ceremoniales para
la purificación ritual. La religión judía era, principalmente, una
religión de “ven y ve”, no una religión abierta, misionera, de “ve y
habla” y que se adecuara a muchas culturas diferentes.
Pero ahora Pablo está mostrando algo que no era visible en el
Antiguo Testamento. Dios quiere que todas las naciones, todos los
grupos étnicos, sean incluidos en las promesas a Abraham. Y Pablo
lo dice en este texto (aunque en otros pasajes lo dice en otras
maneras, 1:16; 2:10, 26-28; 3:22, 29-30; 9:8, 24; 11:17-23),
enfocando nuestra atención en el hecho de que Abraham no obtuvo
una relación de pacto con Dios por medio de la circuncisión u otro
ritual judío, sino por fe –una fe que tuvo antes de ser circuncidado.

Por tanto, Pablo dice (versículo 11), Abraham es “padre de todos los
que creen sin ser circuncidados, a fin de que la justicia también a
ellos les fuera imputada”. El mensaje de la justificación por fe sola,
debe estar en el corazón de todas nuestras predicaciones misioneras
y nuestras enseñanzas, de toda nuestra evangelización. En el
evangelio están incluidos todos los tipos de personas –todas las
personas que ustedes conocen- porque la fe es la acción humana
más universalmente accesible para el corazón humano en cualquier
pueblo, tribu, lengua, y nación. La fe no es un ejercicio basado en la
educación, o la cultura, o en los rituales, o en las fuerzas propias, o
en las riquezas. Es lo que sucede cuando el corazón se descubre a sí
mismo abandonando todas las cosas y dependiendo completamente
de la misericordia de Dios en Cristo. Pablo está apasionado con el
tema de la justificación solo por fe, porque esta justificación es el
fundamento de la gran obra misionera de su vida

Conclusión

Resumiendo, Pablo dirige nuestra atención hacia la justificación solo


por fe por cuatro razones.

1. Porque esta enseñanza menoscaba la jactancia.


2. Porque preserva la bendición de los pecados perdonados y la
justicia imputada.
3. Porque ubica a la obediencia y a las obras en su lugar
adecuado, como señales y sellos, que ocurren después de la
justificación.
4. Porque Pablo está apasionado con la visión de alcanzar a cada
persona en el mundo con el evangelio y mostrarle que puede
ser hijo de Abraham y heredero de la promesa por fe solo en
Jesucristo aparte de los rituales judíos –o de la cultura
estadounidense.
Abracemos, por tanto, esta gran verdad para nuestras almas y
seamos humildes y bendecidos y obedientes e interesémonos en la
gran obra de llevar el evangelio a cada pueblo, lengua, tribu, y
nación.

¿Acaso Israel Tropezó Para Caer?

Romanos 11:11-16

Digo entonces ¿Acaso tropezaron para caer? ¡De ninguna modo!


Pero por su transgresión ha venido la salvación a los gentiles, para
causarles celos. 12 Y si su transgresión es riqueza para el mundo, y
su fracaso es riqueza para los gentiles, ¡cuánto más será su plenitud!
13 Pero a vosotros hablo, gentiles. Entonces, puesto que yo soy
apóstol de los gentiles, honro mi ministerio, 14 Si en alguna manera
puedo causar celos a mis compatriotas y salvar a alguno de ellos. 15
Porque si el excluirlos a ellos es la salvación del mundo, ¿Qué será
su admisión sino vida de entre los muertos? 16 Y si el primer pedazo
de masa es santo, también lo es toda la masa; y si la raíz es santa,
también lo son las ramas.

Antes de concluir la enseñanza de hoy, quiero hablarles sobre dos


aplicaciones:

1.Sobre cómo la herencia de las promesas de Abraham, por el pueblo


de Cristo, causa celos a Israel.
2.Sobre cómo la representación de la soberanía de Dios en Romanos
11, nos ayuda a confiar en sus propósitos, que a veces son
totalmente indirectos.

¿Quiénes Son Ellos en la Pregunta: “¿Acaso [Ellos] Tropezaron Para


Caer?”?

Pero primero observemos detenidamente en un conjunto de


versículos: ¿Quiénes son ellos en el versículo 11: “Digo entonces
¿Acaso [ellos] tropezaron para caer?”? Para conocer quiénes son,
leamos los versículos precedentes: Romanos 11:7-10:
Entonces ¿qué? Aquello que Israel busca no lo ha alcanzado [en este
versículo, Pablo hace referencia al Israel de forma general, al Israel
étnico unificado, como un pueblo que no ha logrado alcanzar una
posición correcta delante de Dios]. Los que fueron escogidos lo
alcanzaron y los demás fueron endurecidos [por tanto, cuando Pablo
se refiere a “los demás” también está hablando del Israel unificado:
ellos fracasaron en obtener una posición correcta delante de Dios y
en su lugar, fueron endurecidos. Aquí vemos el tropiezo al que Pablo
se refiere en el versículo 11 cuando pregunta: “¿Acaso tropezaron
para caer?” Esta generación de Israel tropezó, salvo los escogidos.
El pueblo de forma general está perdido]”. [Ahora veamos los
versículos 8-10:]“Tal como está escrito: "Dios les dio un espíritu de
estupor, ojos con que no ven y oídos con que no oyen, hasta el día
de hoy”. 9 Y David dice: “Su banquete se convierta en lazo y en
trampa, y en piedra de tropiezo para ellos [es decir, tropiecen con su
mesa llena de abundancia, y sean doblegados por generaciones,
llevando la carga de la ley, hasta que la carga les sea quitada
(11:25)] 10Oscurézcanse sus ojos para que no puedan ver y dobla
sus espaldas para siempre”.

En otras palabras, cuando Pablo se refiere a ellos en el versículo 11


(“¿Acaso [ellos] tropezaron para caer?”), está hablando del Israel
étnico unificado, que en general, está en una condición de
endurecimiento continuo y perdición, de generación en generación.
Como dice Romanos 9:3 son “anatemas” y están “separados de
Cristo”.

¿Acaso Israel Tropezó para Caer?

Entonces, ¿cuál es la respuesta a la pregunta de Pablo en el


versículo 11 (“Digo entonces, ¿Acaso tropezaron para caer?”)? Pablo
responde: “¡De ningún modo!”. Cito estas palabras para expresar
que el propósito de Dios con el endurecimiento y el tropiezo de
Israel, no es el abandono final de todo Israel. Creo que aquí
tenemos la idea general del versículo 11: “¿Acaso tropezaron para
caer?”. Respuesta: el tropiezo condujo a la perdición y al juicio de
algunas generaciones de Israel, pero la perdición final y el juicio
sobre el pueblo de forma general, no es el propósito de Dios. Ese no
fue el propósito del endurecimiento expresado en el versículo 7.
Esta verdad se hace más evidente a medida que leemos los
versículos 11 y 12: “Digo entonces, ¿Acaso tropezaron para caer?
¡De ningún modo!”. Ese no es el propósito de su tropiezo. Entonces,
¿cuál es? Pablo responde en el versículo 11b: “Pero por su
transgresión [por su tropiezo] ha venido la salvación a los gentiles”.
El propósito de Dios con relación a la incredulidad, al
endurecimiento, y al rechazo del Mesías por parte de Israel es que la
salvación pueda llegar a los gentiles.

Dos Representaciones Bíblicas del Propósito de Dios con Respecto al


Pecado, la Incredulidad y el Endurecimiento

Sé que para muchos es difícil hablar del propósito de Dios con


respecto al pecado y al endurecimiento. Pero mantenga en su mente
estas dos representaciones bíblicas:

1.La historia de José cuando fue maltratado por sus hermanos y


vendido a Egipto; porque el propósito principal de la historia es:
“Vosotros pensasteis hacerme mal, pero Dios lo tomó en bien”
(Génesis 50: 20).
2.La crucifixión de Jesús, porque fue un acto pecaminoso y fue
planeado por Dios (Hechos 4:27). Dios siempre está llevando a cabo
más de una obra. Endurecimiento, sí, pero mucho más, por medio
del endurecimiento, del tropiezo y de las transgresiones, Dios está
guiando la historia de manera que las naciones gentiles puedan
recibir salvación.

La Enseñanza de Jesús Sobre el Rechazo de Israel y la Salvación de


los Gentiles

Varias veces en su enseñanza, Jesús mencionó este rechazo. Por


ejemplo: Después que narra la parábola de los labradores malvados,
donde el dueño de la viña envía a su propio Hijo a buscar los frutos
de su Padre y los labradores lo matan, Jesús dice que, finalmente,
Dios quitará a estos labradores y “arrendará la viña a otros
labradores que le paguen los frutos a su tiempo” (Mateo 21:41).
Jesús lo interpreta de esta manera: “Por eso os digo que el reino de
Dios os será quitado y será dado a una nación que produzca sus
frutos” (Mateo 21:43). En otras palabras, la transgresión de Israel al
rechazar al Mesías, ocurrió para que Dios diera el reino (la herencia
de Israel) a los que le siguen.
Jesús lo dice nuevamente en Mateo 8:11-12. Después de ver la fe del
centurión gentil, Jesús le dice a los que le seguían: “Y os digo que
vendrán muchos del oriente y del occidente [o sea, gentiles] y se
sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los
cielos. 12 Pero los hijos del reino [la mayoría de Israel] serán
arrojados a las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir de
dientes”. Así que Israel está endurecido, y los gentiles están
entrando en el reino. La salvación está llegando a todas las
naciones.

Así sucedió durante toda la época del libro de los Hechos. Por
ejemplo, en Antioquia de Pisidia, el mensaje de Pablo y Bernabé fue
rechazado, y el efecto fue una poderosa misión entre los gentiles:
“Entonces Pablo y Bernabé hablaron con valor y dijeron: “Era
necesario que la palabra de Dios os fuera predicada primeramente a
vosotros; más ya que la rechazáis y no os juzgáis dignos de la vida
eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles […] Oyendo esto los
gentiles se regocijaban y glorificaban la Palabra del Señor; y
creyeron cuantos estaban ordenados a vida eterna” (Hechos 13:46,
48; 18:6; 28:19-20).

El tema que Pablo explica en Romanos 11, que puede no estar muy
claro en estos otros textos, es que la extensión del evangelio a los
gentiles no vino fortuitamente a causa de la transgresión de Israel
(como si hubiera tomado a Dios desprevenido y por tanto, no lo
hubiera planeado). En su lugar, Dios tenía preparado un plan divino.
Versículo 7: “Pero por su transgresión ha venido la salvación a los
gentiles”. Fue Dios quien los endureció. Y fue el endurecimiento —la
transgresión (v.11b) — lo que trajo la salvación a los gentiles. Esta
la insondable sabiduría de Dios desarrollada en la historia y
mostrada en Romanos 11.

El Propósito del Endurecimiento: La Salvación a los Gentiles

Quizá usted puede ver el propósito del endurecimiento con más


claridad en Romanos 11:30-32:

Pues así como vosotros [gentiles] en otro tiempo fuisteis


desobedientes a Dios, pero ahora se os ha mostrado misericordia por
razón de la desobediencia de ellos [Israel, ese es el propósito del
versículo 11: “Por su transgresión ha venido la salvación a los
gentiles”], 31 así también ahora estos [Israel] han sido
desobedientes, para que[propósito] por la misericordia mostrada a
vosotros [gentiles], también a ellos les sea mostrada misericordia.
32 Porque Dios ha encerrado a todos en desobediencia [aquí está el
propósito irrefutable que resume todo el capítulo] para mostrar
misericordia a todos.

Entonces, nuevamente hacemos la pregunta del versículo 11:

¿Acaso tropezaron para caer? [¿fue ese el propósito?] ¡De ningún


modo! [entonces, ¿cuál fue el propósito?] Pero por su transgresión
ha venido la salvación a los Gentiles.

El propósito divino del endurecimiento, la transgresión y el rechazo


de Israel fue la salvación de la plenitud de los gentiles. El
endurecimiento tiene un propósito misericordioso. Él los encerró en
desobediencia (los endureció) para que alcanzaran misericordia
(versículo 32).

El Propósito del Endurecimiento: El Celo y la Salvación de Israel

Los métodos de Dios parecen aún más inescrutables al final del


versículo 11. ¿Fue el rechazo definitivo, el propósito de su tropiezo?
¡No! El propósito fue concebido de tal manera que, “por su
transgresión ha venido [pudiera venir] la salvación a los gentiles”. Y
luego, sorprendentemente, añade: “para causarles celos [a Israel]”.
Aquí vemos un propósito que encierra otro propósito: El
endurecimiento y la transgresión de Israel están diseñados para
traer salvación a los gentiles. Y la salvación a los gentiles está
diseñada para causar celos a Israel. ¿Para qué? Para que Israel se
vuelva y reivindique a su Mesías, y se convierta en parte de la iglesia
de Jesucristo.

El Propósito del Endurecimiento: El Regreso de Cristo y la


Resurrección de los Muertos

Y si pensamos que ese es el clímax del plan de Dios en la historia


redentora (la salvación de los gentiles y de Israel), el versículo 12
nos deja nuevamente atónitos con un propósito más:

Y si su transgresión [la de Israel] es la salvación del mundo [como


hemos visto: planeada por de Dios], y si su fracaso es riqueza para
los gentiles [como es, específicamente, la salvación], ¡cuánto más
será su plenitud!
El propósito de Dios referente a la transgresión de Israel es la
salvación para los gentiles. Y su propósito en cuanto a la salvación
de los gentiles es causar celos a Israel, para que despierte ante la
grandeza de Cristo y acepte a su Mesías.

Y luego, Pablo añade que el propósito de la salvación de todo Israel


(“su plenitud”) es aún más grande. Un suceso glorioso prosigue a la
plenitud de los gentiles y la plenitud de Israel. El versículo 15 dice
cuál es:

Porque si el excluirlos a ellos [Israel] es la reconciliación del mundo,


¿qué será su admisión sino vida de entre los muertos?

Cito este texto para expresar que cuando esté completada la misión
de Dios a los gentiles y el endurecimiento de Israel sea quitado,
entonces el Señor vendrá, los muertos resucitarán, y entraremos en
el reino con un gozo eterno.

Ahora, este tema es muy profundo y estoy seguro de que a algunos


les resulta difícil. Así que permítame concluir con las dos
aplicaciones que mencionamos al principio.

Propósitos del Celo de Israel a Causa de la Salvación de los Gentiles

Primero, considere los propósitos por los que Dios tiene la intención
de provocar celos a Israel a causa de nuestra salvación gentil .
Versículo 11:

Por su transgresión [la de Israel] ha venido la salvación a los


gentiles, para causarles celos”.

¿Cómo podemos comprender este propósito de Dios?

Pienso que una de las claves es entender y considerar el hecho de


que la iglesia de Jesucristo es el Israel verdadero y que nosotros los
cristianos gentiles heredaremos todas las promesas de Israel por la
fe en el Mesías, Cristo Jesús. Tenemos que entender esta realidad y
meditar en ella. Si nuestros amigos judíos están siempre (por
gracia) sintiéndose celosos de que heredamos sus promesas, todo el
espíritu de nuestra reciprocidad debería ser como el del padre hacia
el hijo mayor [parábola del hijo pródigo, Lucas 15:11-32]: «Venga,
disfrute de la fiesta. ¡Usted pertenece aquí!»
Pablo, en Efesios 2:12-13 y 19, explica esta manera cómo los
gentiles se apropian de la herencia de las promesas a Israel:

Recordad [gentiles] que en ese tiempo estabais separados de Cristo,


excluidos de la ciudadanía de Israel, extraños a los pactos de la
promesa […] 13 Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros, que en otro
tiempo estabais lejos, habéis sido acercados por la sangre de Cristo
[…] 19 Así pues, ya no sois extraños ni extranjeros, sino que sois
conciudadanos de los santos y sois de la familia de Dios.

Por la fe en Jesucristo, el Mesías, hemos sido hechos verdaderos


judíos (Romanos 2:28-29), Gálatas 3:7, “Por consiguiente, sabéis
que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham” (Veamos Gálatas
3:16).

¡Deberíamos regocijarnos en esta verdad! ¡Bethlehem: el Israel de


Dios! (Gálatas 6:16) Todos los pactos, todas las promesas son para
nosotros (y para todo el que un día confíe en el Mesías). Todas las
promesas de Dios son sí en Jesucristo. Y estamos en Jesucristo solo
por fe. Reconozca su herencia judía y gloríese en ella como hizo
Pablo en los versículos 13b-14: “Puesto que yo soy apóstol de los
gentiles, honro mi ministerio, si en alguna manera puedo causar
celos a mis compatriotas y salvar a alguno de ellos”. Unámonos a
Pablo en el disfrute de las promesas judías. Cuando estemos con
personas judías en esta navidad, digamos: «Amo las descripciones
de Cristo en su Biblia: “Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha
sido dado, y la soberanía reposa sobre sus hombros; y se llamará su
nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe
de Paz” (Isaías 9:6)».

El Modo Indirecto de Dios para Proporcionar Misericordia

Y la última aplicación que me gustaría exponer es que Dios es


soberano en el endurecimiento, en la transgresión, y en el fracaso
de naciones enteras; y finalmente, su propósito (por su propia
sabiduría inescrutable) es la misericordia . Ninguno de nosotros
merece ser salvo. Pero Dios, mediante la fe en Cristo, está juntando
un pueblo de todas las naciones del mundo. Y un día la misericordia
triunfará sobre el endurecimiento de Israel, y esta nación, por la fe
en Cristo, obtendrá su propia herencia.

A nosotros puede parecernos un modo sumamente indirecto para


proveer misericordia a Israel y a las naciones. Pero no somos Dios.
Él sabe qué clase de historia debe ocurrir para mostrar la plenitud de
su sabiduría y su misericordia, en contraste con el trasfondo de su
justicia e ira.

Considero que esta verdad debería mantenernos fieles y pacientes,


aún cuando parezca que la incredulidad tiene ventaja. Dios está
insondable e inescrutablemente en control. Y todo obrará para
misericordia a aquellos que confían en Cristo.

¿Cómo Puede El Evangelio Salvar A Los Creyentes?


Parte 1

Romanos 1:16-17
Porque no me avergüenzo del evangelio, pues es el poder de Dios
para la salvación de todo el que cree; del judío primeramente y
también del griego. 17Porque en el evangelio la justicia de Dios se
revela por fe y para fe; como está escrito: Mas el justo por la fe
vivirá.

El versículo 16 nos dice que el evangelio es “el poder de Dios para


salvación de todo aquel que cree”. El pasado 21 de junio les decía
que el verdadero significado de este versículo no es que el evangelio
sea el poder de Dios para llevar a los inconversos a la fe en
Jesucristo (aunque esto es una profunda verdad), sino para llevar a
los que ya han creído a la sublime y eterna seguridad de la presencia
de Dios.

Nuestro Gran Problema: La Ira De Dios

Uno de los puntos que no explicábamos en aquel sermón era por qué
necesitamos la salvación ¿Salvos de qué? ¿Cuál es el problema? La
respuesta de la carta a los Romanos es rotunda: necesitamos ser
salvos de la ira de Dios. En Romanos 1:18 leemos: “Porque la ira de
Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los
hombres, que con injusticia restringen la verdad”. Esta es la razón
por la que necesitamos ser salvos. Dios se llena de ira ante nuestra
injusticia y por el modo en que distorsionamos y anulamos la
verdad, para justificarnos a nosotros mismos.

Basta solo con echar un vistazo al siguiente capítulo, Romanos 2:8,


para darnos cuenta de esta verdad. Pablo dice que solo hay “pero a
los que son ambiciosos y no obedecen a la verdad, sino que
obedecen a la injusticia [note nuevamente la repetición de dos
palabras al igual que sucede en Romanos 1:18: la “verdad” es
rechazada y la “injusticia” es abrazada] [Dios dará]: ira e
indignación”. Este es nuestro problema: Dios se indigna y enciende
en ira al ver nuestra injusticia y falsedad.

Solo tres versículos antes, en Romanos 2:5, se nos dice: “Mas por
causa de tu terquedad y de tu corazón no arrepentido, estás
acumulando ira para ti en el día de la ira y de la revelación del justo
juicio de Dios, 6 el cual pagará a cada uno conforme a sus obras”.

He aquí la principal razón por la que necesitamos ser salvos. Este es


nuestro mayor problema: la ira postrera de Dios que nos separa de
él y nos envía directo al infierno. Si usted le preguntara al libro de
Romanos de qué necesitamos ser salvos, la respuesta saltaría a la
vista: del pecado, de la culpa, de la desunión y las malas relaciones,
de malas costumbres y hábitos destructivos; pero la respuesta
fundamental sería: necesitamos ser salvos de la ira de Dios. Nuestro
gran problema, aunque solo unos pocos de nuestra década puedan
reconocerlo, es que somos pecadores en manos de un Dios infinito,
Omnipotente y enojado.

Evangelio: Dios Nos Ha Rescatado De Su Propia Ira

El evangelio es, en síntesis, la buena noticia de que Dios mismo nos


ha rescatado de su propia ira. No solo de nosotros mismos o del
desastre en que podemos convertir nuestras vidas, sino también de
su propia cólera y justo juicio. El evangelio es poder de Dios para
salvación de su ira, el poder que nos trae al gozo y la seguridad
eterna en la misma presencia de Dios.

Quizás donde más se evidencia esta verdad es en Romanos 5:9:


“mucho más, habiendo sido ahora justificados por su sangre [es
decir la sangre de Jesús], seremos salvos de la ira de Dios por medio
de El”. En resumen, lo más importante es escapar de ira de Dios o
alejarla, de manera tal que él pueda llegar a ser nuestro Rey y no
nuestro enemigo.
Por tanto, al leer en el versículo 16 que el evangelio “es poder de
Dios para salvación”, entendemos que el evangelio no es más que el
poder de Dios para rescatar a los creyentes de la ira de Dios, o de su
justo juicio (2:5)

¿Cómo Puede El Evangelio Salvar A Los Creyentes?

Ahora bien, la pregunta del día es: ¿Cómo puede el evangelio salvar
a los creyentes? ¿En qué manera puede ser el evangelio poderoso
para salvar a quienes ya tienen al Señor? La respuesta la
encontramos en el versículo 17. Quizás podamos sentir mejor la
fuerza de este versículo si lo traducimos incorrectamente, si le
hacemos decir lo que nosotros quisiéramos que dijera, y entonces, lo
leemos correctamente. Leámoslo primero incorrectamente.
Comenzando en el versículo 16, “Porque no me avergüenzo del
evangelio, pues es el poder de Dios para la salvación de todo el que
cree; del judío primeramente y también del griego. 17Porque en el
evangelio [el amor] de Dios se revela por fe y para fe”.

Es evidente que no es eso lo que dice, sin embargo, para muchos de


nosotros es esa la parte más importante cuando pensamos en el
Evangelio. Generalmente decimos que el evangelio es la grandiosa y
sublime noticia a través de la cual el amor de Dios se ha revelado, y
sin lugar a dudas es cierto. Romanos 5:8 dice, “Pero Dios demuestra
su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo
murió por nosotros”. Eso también es el evangelio. El evangelio de
Jesucristo es la demostración y revelación del amor de Dios por los
pecadores. Pero eso no es lo que dice el versículo 17.

Ahora, existen dos razones muy simples por las que digo lo que digo
y que explican por qué comencé esta exposición leyendo una
traducción incorrecta. En primer lugar, quiero dejar en claro que el
amor de Dios no eliminó toda injusticia humana y la ira de Dios
como quien oculta la suciedad de la casa debajo de la alfombra y
luego finge que todo está limpio.

El amor de Dios tuvo que lidiar de igual manera con la maldad de


hombre y con la ira de Dios. El amor de Dios no es algo puramente
sentimental que dice, “me caes bien y por tanto te voy a favorecer”.
Si eso fuera cierto, la carta a los Romanos sería más corta de lo que
es. De hecho, creo que toda la Biblia sería mucho más corta si
pudiera obviar la sangrienta historiade la muerte del Hijo de Dios.
El amor de Dios está lleno de sabiduría, de justicia y de verdad. Es
un amor que en lugar de opacarlos, resalta los demás los atributos
de Dios. El amor de Dios es sabio, transparente, justo y verdadero;
sin secretos ni insinuaciones. Habiendo tomado en cuenta nuestra
injusticia y la ira de Dios, provee una solución grandiosa a través de
la muerte y la resurrección de Jesús. Cómo lo hace es el tema
fundamental de este libro. La otra razón por la que comienzo
mencionando lo que Pablo omite es que quiero enfatizar el deseo de
Pablo de que los cristianos comprendan cómo pueden ser salvos de
la ira de Dios. Su interés va más allá que tengamos solo
conocimiento acerca del amor de Dios y del sacrificio de Cristo por
nuestros pecados ¡Medite en esto! ¡Todo es tan simple y claro! Sin
lugar a dudas, tanto al mismo Señor Jesucristo como a Pablo, su
apóstol inspirado, les interesa que los cristianos sepan cómo el
evangelio es poder de Dios para salvación. Pablo nos lo dice en el
versículo 17 y durante los 16 capítulos restantes.

Una Sólida Comprensión Del Evangelio

Usted se preguntará por qué he hecho tanto énfasis en este sentido.


Permítame responderle: es evidentemente anti bíblico que tantos
cristianos de nuestros días tengamos una apreciación tan débil de
quienes somos sin la gracia divina, de cómo Dios planeó nuestra
redención, de lo que él mismo hizo en Cristo para salvarnos, de cómo
el Espíritu Santo obró durante nuestra conversión, y de cómo Dios
sigue obrando (a través del evangelio) al sostenernos, purificarnos y
prepararnos para el cielo. Esto es lo que el Nuevo Testamento, y en
especial Romanos, se esfuerza por enseñarnos. Sin embargo, resulta
verdaderamente asombroso ver cómo a tantos cristianos
simplemente no les interesa saber estas cosas y por tanto no las
conocen.

Es por eso que insisto en resaltar que el versículo 17, lejos de decir
que, “todo lo que necesitamos saber es que Dios nos salvó por
amor”, Pablo comienza por explicarnos cómo puede el evangelio
salvar a los creyentes, no solo dice que el evangelio nos muestra el
amor de Dios; Pablo se adentra en ese amor y nos muestra cómo
Dios enfrenta los verdaderos problemas de la humanidad. Es
entonces que comenzamos a entender cuáles son estos problemas, y
comprendemos que son más complejos de lo que creemos, no es el
bombardeo a las embajadas de Nairobi y Dar es Salaam, es más
profundo que esto. Hay enemistad contra Dios, la verdad es
suprimida y hay una profunda injusticia en el alma y tenemos
además la ira todopoderosa de Dios, ante todas estas cosas solo hay
un poder en el universo que puede vencer: el evangelio de
Jesucristo.

Comenzando en el versículo 17, Pablo se adentra en el amor de Dios


y en el evangelio para confirmarnos esta verdad, y lo hace porque
como cristianos necesitamos conocer estas cosas. No les estoy
pidiendo que tomen un curso en Teología. Les estoy exhortando que
presten atención a la revelación de Dios en Romanos 1:17. Cristo
envió a su apóstol para enseñarnos cómo el evangelio salva a los
creyentes y los conduce hasta el cielo.

Esto es lo que usted querrá saber cuando el doctor le diga:

Hemos hecho todo lo posible.

Y usted le pregunte:

-¿Cuánto tiempo de vida me queda?

Y él le responda:

-Una semana, quizás dos.

Es entonces se encontrará cara a cara, frente a frente con el Creador


y Juez de todo el universo, infinito en santidad e inmutable en
justicia. Oh mi amada Bethlehem, esto es lo que querrás saber
¿Cómo podré persuadirte para que te ocupes en las cosas más
importantes del mundo?

La Tranquilidad Y El Privilegio De Entender Cómo Dios Obra.

Les ruego que tomen con seriedad todo lo que concierne su


crecimiento en el conocimiento de Dios (Colosenses 1:10) y de cómo
salva a los pecadores. Si Dios inspiró a Pablo para decirnos estas
cosas, entonces debemos desear conocerlas. Ciertamente este es un
enorme privilegio que trae tranquilidad y gozo a nuestras vidas. Esta
serie de estudios de la carta a los Romanos es una oportunidad
preciosa, es como una ventana en el tiempo. Estoy haciendo este
análisis sin apresurarme, para que usted tenga el tiempo necesario
para leer, pensar, estudiar, revisar, verificar cada aspecto y orar por
todo lo que está oyendo. Esta serie de estudios tiene la capacidad y
el potencial de llevarlo justo al centro del corazón y la mente de
Dios, si es eso lo que está buscando. Por favor, le ruego que no
adopte una actitud pasiva, no se deje llevar. Aprópiese de la esencia
de esta carta y establezca sus pensamientos y sentimientos sobre
sus sólidos fundamentos.

Por tanto, en esta mañana podemos preguntarnos: ¿Cómo puede el


evangelio salvar a los creyentes? ¿Cómo puede el poder del
evangelio traernos gozo y seguridad eterna en la presencia misma
de Dios, cuando lo que en verdad merecemos es la ira de Dios, que
según el versículo 18 se revela desde el cielo? ¿Cómo podrá el
evangelio, durante esas dos últimas semanas de vida, rescatarlo a
usted del terror y la desesperación y llevarlo triunfante hacia al cielo
con Dios?

He aquí la respuesta que nos da el versículo 17, el evangelio es


“poder de Dios para la salvación de todo el que cree […] Porque en
el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe”.

Sin embargo, esto pudiera parecernos contradictorio. ¿Cómo


podemos llamar a esto buenas noticias cuando la justicia de Dios es
nuestro problema? Dios es justo y yo soy injusto, ese es el gran
problema. Según el versículo 18, su ira se revela contra toda
injusticia de los hombres. Martín Lutero decía odiar Romanos 1:17
antes de verlo de esta manera. Él mismo escribió:

“Yo... había sido cautivado con una extraordinaria curiosidad por


entender a Pablo en la carta a los Romanos. Pero...una expresión en
el capítulo 1, [v. 17], en el evangelio la justicia de Dios se revela, se
interponía en mi camino, porque yo detestaba esa expresión: la
justicia de Dios. Era la misma justicia con la cual, según me habían
enseñado, Dios castiga a los injustos”. (John Dillenberger, ed.
Martín Lutero: Selecciones de sus Escritos [Martin Luther: Selections
from His Writings], [Garden City, New York: Doubleday and Co.,
1961], p. 11)

Dios Nos Da Aquello Que Demanda De Nosotros

Por tanto, ¿cómo puede esta verdad llegar a convertirse en buenas


nuevas para nosotros? He aquí la respuesta: Dios demanda de
nosotros una justicia que no tenemos, por tanto, nuestra única
esperanza es que él mismo nos dé esa justicia. Esa sí sería una
buena noticia. Eso el evangelio. Y así es como Dios obra. Lo que se
revela en el evangelio no es más que esto: la justicia de Dios hacia
nosotros es la misma que demanda de nosotros. El evangelio es
poder de Dios para salvación porque salva a los creyentes a través
de una verdad: en el evangelio Dios revela la justicia que demanda
de nosotros. Lo que nos faltaba y que no podíamos crear, proveer o
brindar, Dios nos lo da de manera gratuita; a saber, propia justicia,
la justicia de Dios.

Es así como el evangelio nos salva de la ira de Dios. En el versículo


18 podemos ver que “la ira de Dios se revela desde el cielo contra
toda impiedad e injusticia de los hombres”. Entonces, ¿cuál es la
solución? ¿Cuál es nuestra esperanza de escapar de esta ira cuando
somos impíos e injustos? La respuesta sería que Dios interviniera y
nos otorgara una justicia que no es nuestra. Si Dios lo hiciera, su ira
sería apartada, y sería posible reconciliarnos con él. Esto es, de
hecho, lo que Dios hizo. Esto es el evangelio. Es así como nos salva.

El evangelio “es el poder de Dios para la salvación de todo el que


cree”, porque en el evangelio nos otorga aquello que demanda de
nosotros, esto es, su propia justicia. Él muestra en Cristo el regalo
que antes era una demanda. Así es como nos salva: en el evangelio
de la muerte y resurrección de Cristo Dios nos otorga la justicia que
demanda de nosotros.

Creo que tendremos que dedicar los próximos dos domingos a


analizar las buenas nuevas de este versículo. El próximo domingo
nos estaremos preguntando en qué consiste la dádiva de la justicia
de Dios.

1.

¿Es acaso la vindicación de su propia justicia al caer el castigo sobre


Jesús, nuestro substituto?

1.

¿Es nuestra condición de pecadores perdonados, justificados y sin


culpa en la misma presencia de Dios?

1.

¿O es la transformación moral que ocurre en nosotros, que de hecho,


cambia nuestra naturaleza, convirtiéndonos en hijos obedientes y
justos delante de Dios?

1.
¿O es sencillamente la suma de estas tres razones?

El domingo que sigue, estaremos analizando el papel de la fe en esta


la revelación salvadora de la justicia de Dios, el significado de la
frase “por fe y para fe” (v. 17), y veremos cómo la cita de Habacuc
2:4 nos ayuda a abrazar esta gran verdad por fe.

Para concluir en el día de hoy, quisiera volver a citar a Martín Lutero.


Tal vez Dios quiera usar su testimonio para que muchos pasen de ser
meros oidores a gente que ama y vive según esta realidad del
evangelio: Dios nos ha regalado su propia justicia. Recordemos que
Lutero decía cuánto odiaba Romanos 1:17, pues él mismo explica
cómo batallaba contra su propia culpa y temor ante la justicia de
Dios.

“De tal manera luchaba yo con mi rebelde y atribulada conciencia.


Una y otra vez volvía a estas palabras de Pablo [Romanos 1:17],
deseando con todo el ardor de mi alma saber lo que él quería decir.
Al fin, por la misericordia de Dios y tras meditar día y noche, pude
entender el contexto de estas palabras, “en el evangelio la justicia
de Dios se revela por fe y para fe; como está escrito: Mas el justo por
la fe vivirá”. Fue entonces que comencé a entender que la justicia de
Dios es [...] la justicia con que el Dios de toda misericordia nos
justifica por la fe [...] En este punto sentí que había nacido de nuevo
y que había entrado al mismo paraíso con las puertas abiertas”.
(Martín Lutero: Selecciones [Martin Luther: Selections], pp. 11-12).

¿Cómo Puede El Evangelio Salvar A Los Creyentes?


Parte 2
Romanos 1:16-17

Porque no me avergüenzo del evangelio, pues es el poder de Dios


para la salvación de todo el que cree; del judío primeramente y
también del griego. 17 Porque en el evangelio la justicia de Dios se
revela por fe y para fe; como está escrito: Mas el justo por la fe
vivirá.

El Evangelio Salva A Los Creyentes


Me parece pertinente resaltar que nuestra interrogante es: ¿cómo
puede el evangelio salvar a los creyentes?, y no: ¿cómo puede el
evangelio convertir a alguien en creyente? Es cierto que cuando el
evangelio se comparte con poder del Espíritu Santo, este tiene la
capacidad de abrir los ojos de la gente, de cambiar el corazón, de
atraerlos a la fe y de salvarles. De hecho, eso es lo que ha estado
sucediendo cada noche de martes y miércoles durante todo este
verano. Son tan grandes el poder y la belleza del evangelio que las
personas se sienten atraídas naturalmente hacia Cristo a través de
él. Sin embargo, es mi interés resaltar lo dice Pablo en los versículos
16 y 17, que el evangelio“es poder de Dios para salvación de todo
aquel que cree”. Los creyentes necesitan ser salvos y el evangelio no
es más que el instrumento que Dios usa con tal propósito. Por tanto,
necesitamos saberde qué forma el evangelionos salva como
creyentes, para así poder usarlo correctamente.

Nótese la relación que existe entre los versículos 15 y 16: “Así que,
por mi parte, ansioso estoy de anunciar el evangelio también a
vosotros que estáis en Roma”. ¿A quiénes se refiere Pablo con
vosotros?

Los versículos 6 y 7 nos dicen: “...entre los cuales estáis también


vosotros, llamados de Jesucristo; 7a todos los amados de Dios que
están en Roma, llamados a ser santos”. Así que Pablo dice en el
versículo 15 que él está “pronto a anunciar el evangelio” a estos
llamados a ser santos y amados, cuya “fe se divulga por todo el
mundo” (v. 8). ¿Por qué? Versículo 16: “Porque no me avergüenzo
del evangelio, pues es el poder de Dios para la salvación de todo el
que cree [literalmente:aquel que está creyendo; o sea, vosotros]”.
Esto quiere decir: vosotros, creyentes de Roma.

Ahora quisiera decirlo junto a Pablo: «Yo, John Piper, estoy pronto a
anunciaros el evangelio a los creyentes (específicamente a vosotros)
porque este evangelio tan cuidadosamente explicado en la carta a
los Romanos, es poder de Dios para vuestra salvación. Vosotros
como creyentes necesitáis oír el evangelio para ser salvos». Y es
entonces que Pablo, con toda humildad y misericordia, se esfuerza
por explicarnos en 16 capítulos, la esencia del evangelio y cómo
salva a los creyentes.

Los Creyentes Se Encuentran En Una Dependencia Diaria Del


Evangelio
Yo creo de todo corazón que la razón por la que Pablo siente tal
deseo es porque sabe que cuando todos los creyentes seamos
capaces de conocer, amar y vivir la esencia del evangelio, seremos
de tal manera llenos, moldeados, dependientes, dirigidos,
esperanzados y gozosos en y por el evangelio, que nadie tendrá que
decirnos por qué o cómo debemos compartirlo. Sólo entonces
seremos inundados por un profundo agradecimiento a Dios. Sólo
entonces podremos vivir una vida tan llena de una dependencia
diaria del evangelio como nuestra esperanza de vida eterna, para
nuestra propia sanidad y estabilidad, ya sea que seamos casados o
solteros. Dependeremos tanto del evangelio que nos será imposible
no saber que por qué la gente necesita del evangelio y cómo
satisface sus grandes necesidades; precisamente porque sabremos
que lo necesitamos y por qué, y sabremos cómo satisface nuestras
más grandes necesidades día a día.

Una de las grandes razones por las que Pablo, al igual que yo, está
tan deseoso de predicar el evangelio a los creyentes ( v.15), es
porque si crecemos diariamente en el evangelio y éste se convierte
en el instrumento que Dios usa cada día y cada minuto de nuestras
vidas para salvarnos, entonces la manera en que testificaremos a
nuestra familia, amigos y a otras personas dejará de ser un esquema
artificial para convertirse en el latido profundo de un corazón que
piensa, ama y siente lo que predica, un corazón que pelea la batalla
de la fe de todos los días.

Pablo estaba totalmente convencido, y nosotros debemos estarlo


también, de que predicar el evangelio a los creyentes trae sus frutos.
Volvamos al versículo 13: “Y no quiero que ignoréis, hermanos, que
con frecuencia he hecho planes para ir a visitaros (y hasta ahora me
he visto impedido) a fin de obtener algún fruto también entre
vosotros, así como entre los demás gentiles” Cuando el evangelio es
predicado entre los creyentes sí hay frutos. Todo tipo de frutos:
justicia, paz y gozo (Romanos 14:17), y convierte el corazón de todo
aquel que escucha y ve el evangelio en la vida de los hijos de Dios.

¿Cómo Puede El Evangelio Salvar A Los Creyentes?

He estado haciendo énfasis en el versículo 17 por tres semanas


porque responde a la pregunta de: ¿Cómo puede el evangelio salvar
a los creyentes? Si los creyentes deseamos vivir el evangelio, así es
como debemos actuar: una vez que aprendemos en la Palabra de
Dios cómo nos salva el evangelio, podremos creerlo, sentirlo y
rendirnos a él. Entonces podremos seguir cada día el plan de Dios
para salvarnos de todo lo que puede destruirnos, en especial del
“justo juicio de Dios” (Romanos 2:5) y de la ira venidera (Romanos
5:9). En esencia, esto es a lo que se refiere la “salvación” del
versículo 16: el evangelio “es poder de Dios para salvación de todo
aquel que cree”. Todo aquel que cree continuamente, año tras año,
será salvo de la ira por el poder de dios en el evangelio (ver Marcos
13:13).

Por tanto, la pregunta es: ¿cómo?, ¿cómo puede el evangelio salvar


a los creyentes de la ira venidera y llevarnos salvos al gozo de Dios
(Mateo 25:21,23)?

El versículo 17 nos lo describe: “no me avergüenzo del evangelio,


pues es el poder de Dios para la salvación de todo el que cree; del
judío primeramente y también del griego. 17 Porque en el evangelio
la justicia de Dios se revela”. La semana pasada veíamos cómo
Martín Lutero odiaba en principio este versículo porque pensaba que
la revelación de la justicia de Dios no era sino malas noticias. Es la
justicia de Dios lo que nos trae problemas: nosotros somos injustos
y detenemos la verdad (Romanos 1:18). Por tanto somos
condenados por la justicia de Dios.

Dios nos demanda justicia. Esa es su naturaleza y lo que rige sus


estatutos. Él es justo. Pero nosotros no tenemos ninguna justicia
que brindar. Por eso somos culpables y estamos condenados a
perecer lejos de Dios y sin esperanza posible en el mundo. Por tanto,
¿cuál es la buena noticia? ¿De qué trata el evangelio? La buena
noticia es que Dios nos regala la misma justicia que demanda de
nosotros. Ese era el mensaje más importante de la semana pasada.
Esa es la interpretación del versículo 17: el evangelio es el poder de
Dios para salvar a los creyentes porque cada día de nuestra vida
vemos revelado en el evangelio el regalo de la justicia divina, la
justicia de la muerte y la resurrección de Cristo, la misma que Dios
demanda de nosotros.

¿Qué Entendemos Por “Justicia De Dios”?

Cuando preguntaba al final del sermón de la semana pasada qué


quería decir justicia de Dios, les mencioné tres posibles respuestas,
según mi parecer. Por tanto, hoy quiero mostrarles a cuál de estas
se ajusta Pablo y porqué.

Entendemos por justicia de Dios


1.¿La vindicación o demostración de su propia justicia al perdonar al
pecado porque ya condenó al pecado en nuestro sustituto, Jesús?

2.¿O nuestra justificación ante Dios como pecadores perdonados y


absueltos en su presencia, sin culpa?

3.¿O se refiere al cambio moral que ocurre en nosotros y nos vuelve


hijos justos y obedientes de Dios?

Ahora bien, vamos a ver que todas estas son, de hecho, auténticas
definiciones de la justicia de Dios en Romanos, y de los evangelios,
los tres son la dádiva que obtenemos a través de la muerte de Jesús
en nuestro lugar. Es posible que Pablo las haya tenido en mente al
escribir el versículo 17: la justicia de Dios (de las tres maneras) se
revela por fe en el evangelio, y es por eso que es poder de Dios para
la salvación de los creyentes Es cierto que cada día vemos en el
evangelio, todo lo que es necesario para que Dios sea justo, y para
que nos declare justos, y para volvernos progresivamente en
individuos justos. Eso es lo que el evangelio nos revela cada día. De
esto nos sostenemos por la fe. Esto es lo que nos mantiene creyendo
y nos ayuda a pelear la batalla de la fe y perseverar para al fin ser
salvos.

Nuestra Justa Condición Delante De Dios

Pero existen varias razones por las que creo que la intención
principal de Pablo en el versículo 17 es reflejar “la justicia de Dios”
desde nuestra posición de justificados ante él, como pecadores
perdonados y absueltos, sin culpa. En otras palabras: somos
justificados o declarados justos porque la justicia de Dios nos ha
sido imputada. Es en Cristo que ahora tenemos una justa condición
delante de Dios. Dios nos imputa su propia justicia cuando todavía
somos indignos, él da por sentado que ya tenemos su justicia. Creo
que es eso lo que nos da a entender el versículo 17. Es esto lo que se
revela en el evangelio.

Estas Son Mis Razones:

1. Dios confiere su justicia al hombre

Véase la conexión que existe entre la primera parte del versículo 17


y la última, que es una cita de Habacuc 2:4: “Porque en el evangelio
la justicia de Dios se revela por fe y para fe”. Entonces viene una
frase del Antiguo Testamento introducida por un “como está
escrito”. En otras palabras: lo que acaba de decir acerca de la
justicia de Dios revelada en el evangelio es exactamente lo que está
a punto de citar de Habacuc 2:4: “mas el justo por la fe vivirá”.

¿Ha podido usted notar lo que sucedió con la palabra “justicia” (o


“rectitud,” que es lo mismo en griego)? En la primera parte del
versículo, se nos habla de la justicia de Dios (“la justicia de Dios
revelada”), mientras que la segunda se refiere a la justicia del
hombre (“mas el justo por la fe vivirá”) ¿Cómo es posible que Pablo
cite el Antiguo Testamento para ilustrarnos lo que quiere decir
cuando existe una diferencia tan grande en el uso de las palabras
que quiere comparar? La respuesta es que no existe una gran
diferencia. Esta cita del AT nos muestra que lo que Pablo tiene en
mente al decir que el evangelio revela “la justicia de Dios” no es
esencialmente que Dios es justo, sino que Él imputa o confiere su
justicia al hombre para que este pueda ser llamado “justo” o “recto”.
“El justo”, dice Pablo (quien ahora es justo por el regalo de la
justicia de Dios) “por la fe vivirá.”

Por tanto, en el versículo 17 Pablo nos quiere decir que en el


evangelio, la justicia de Dios se revela en el sentido de que esta es
dada a los pecadores de modo que podamos ser justificados, o sea,
que podamos tener una condición justa delante de Dios. Él nos
imputa lo que no podemos obtener por nosotros mismos, para que
seamos perdonados, absueltos y justificados en su presencia. Ahora,
existe otra razón para esta interpretación del versículo 17. Así que
debemos añadir a esta la siguiente.

2. La justicia de Dios se manifiesta a través de la fe

Esta es la segunda razón que tengo para pensar que esto es lo que
Pablo tiene en mente en el versículo 17. Volvamos a Romanos 3:20.
El paralelo entre estos versículos y Romanos 1:17 es tan evidente
que no puedo evitar que dirijan la manera en que interpreto
Romanos 1:17.

Romanos 3:20: “porque por las obras de la ley ningún ser humano
será justificado delante de Él; pues por medio de la ley viene el
conocimiento del pecado.” Observemos que el énfasis aquí está en
cómo los pecadores son “justificados.” ¿Cómo podremos entonces
alcanzar una posición justa delante de Dios, cuando no tenemos
ninguna justicia que ofrecer? ¿Cómo es que podremos salir
absueltos en la corte cuando somos pecadores y por tanto
culpables? Es entonces que Pablo explica en Romanos 3:21, con
unas palabras muy similares a las de Romanos 1:17: “Pero ahora,
aparte de la ley, la justicia de Dios (note la misma frase de Romanos
1:17) ha sido manifestada (muy similar a la palabra “revelado” en
1:17) , atestiguada por la ley y los profetas”. Así que Pablo dice que
la justificación (v.20) es una manifestación de la justicia de Dios
(v.21). Y continua diciéndolo en los versículos del 22 al 24, lo que
contribuye a traer luz sobre la revelación de la justicia de Dios de
Romanos 1:17.

Pablo dice (por favor, tratemos de ver los versículos 22-24 como un
conjunto) que esta justicia que se ha manifestado es “la justicia de
Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen;
porque no hay distinción; 23por cuanto todos pecaron y no alcanzan
la gloria de Dios, 24siendo justificados gratuitamente por su gracia
por medio de la redención que es en Cristo Jesús”. Según el
pensamiento de Pablo, la frase “siendo justificadosgratuitamente
por su gracia” del versículo 24 es la confirmación y explicación de lo
que quiso decir en el 22: “la justicia de Dios por medio de la fe”. Por
tanto, el mismo acto divino de justificar a los pecadores lo vemos
repetido en los versículos 20 y 24, alternando con dos referencias a
la manifestación de su justicia a través de la fe (20,22).

Por eso creo que es esto lo que Pablo quiere decir: En la muerte de
Jesús (24-25), Dios ha manifestado su propia justicia,
manifestándola y confiriéndola a los pecadores, declarándolos justos
con su propia justicia. A esto llamamos justificación. Esta idea de
haber manifestado su justicia aparte de la ley (21-22) es tan similar
a la revelación de la justicia de Dios en Romanos 1:17, que me
parecen lo mismo.

Y esta es la segunda razón por la que digo que Romanos 1:17 se


refiere a la justicia de Dios entregada al hombre en la justificación o
el acto de declarar justos a los pecadores a través de la fe en
Jesucristo.

Sin Separaciones Artificiales

No es mi interés forzar ninguna separación artificial entre estas dos


maneras de ver la justicia de Dios.

El evangelio sí revela que Dios demuestra su atributo de justicia al


justificar a los pecadores que confían en Jesús (Romanos 3:25-26);
es por eso que Jesús tenía que morir, para demostrar que el pecado
fue tratado de manera justa, para mostrar que Dios es ambas cosas:
“a fin de que El sea justo y sea el que justifica al que tiene fe en
Jesús” (3:26).

También revela que a través de la muerte de Jesús alcanzamos, no


sólo la declaración de nuestra justicia delante de Dios, sino también
el desarrollo de una correcta manera de vivir en su presencia.
Romanos 8:3-4 dice: “Dios lo hizo: enviando a su propio Hijo en
semejanza de carne de pecado y como ofrenda por el pecado,
condenó al pecado en la carne [y es eso lo que sucedió en la cruz: el
pecado fue castigado, ejecutado. Veamos ahora el propósito que la
persigue] (4)para que el requisito de la ley se cumpliera en
nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al
Espíritu”. Ahora tenemos el poder y la libertad para cumplir el
modelo moral de Dios por el poder del espíritu Santo, porque
nuestros pecados han sido condenados de una vez y para siempre en
la muerte de Jesucristo. Charles Wesley escribió: “Él rompe el poder
del pecado cancelado” [“Con lenguas mil”; “O For a Thousand
Tongues”].

El Evangelio Nos Revela La Obra De Dios Por Nosotros

Pero por todo esto, que estaremos viendo más profundamente en las
próximas semanas, disfrute de la gloria del mensaje central del
versículo 17. ¿Cómo puede el evangelio salvar a los creyentes?
¿Cómo lo salva a usted el evangelio? El evangelio es poder de Dios
para salvación de todo aquel que cree (Romanos 1:16), porque en él
está siendo revelada, para nuestro aliento y permanencia en la fe, la
preciosa verdad que Dios da y a la vez exige de nosotros: su propia
justicia. Él nos ve como justos en una justicia perfecta, o sea, la
suya. Él nos perdona, absuelve y justifica a través de nuestra fe.

Es así como el evangelio nos salva, revelándonos estas verdades


para que podamos verlas y creer. Lo que necesitamos diariamente,
para trazar nuestro camino hacia el cielo, es ver, recibir y
alimentarnos de este regalo de justicia imputada. Es así como Dios
salva a los creyentes. Y los niños pueden y deben entender esto. En
otras palabras, todos hacemos lo malo y somos malos porque
nuestras malas obras provienen de una maldad enraizada
profundamente en nosotros. Lo malo que hacemos viene de nuestros
malos corazones. Pero Dios dice que debemos ser buenos, de otra
manera le sería imposible aceptarnos porque nuestra maldad
arruinaría su santidad. Por tanto, lo que necesitamos es que Dios
tome nuestra maldad y la condene en la muerte de Jesús, y entonces
tome la santidad de Jesús, la suya propia, y la haga nuestra.

Aliméntese A Diario Del Evangelio

Encuentre diariamente esta verdad en el evangelio. Que sea ella


quien lo anime y alivie, le dé coraje y le imparta cada día poder a su
vida. Usted está viviendo por una justicia que es sobrenatural. No
por lo que haya hecho, sino por lo que Dios ha hecho. Es por este
evangelio que vivimos y por él compartiremos durante esta semana
con nuestra familia y amigos. Y este es el evangelio que nos salvará
y llevará gozosos al hogar eterno junto a Dios.

¿Cómo Puede el Evangelio Salvar a Los Creyentes? Parte 3


Romanos 1:16-17

Porque no me avergüenzo del evangelio, pues es el poder de Dios


para la salvación de todo el que cree; del judío primeramente y
también del griego. 17 Porque en el evangelio la justicia de Dios se
revela por fe y para fe; como está escrito: Mas el justo por la fe
vivirá.

Dos preocupaciones fundamentales en la vida

Existen solamente dos preocupaciones fundamentales en la vida.


Una es como reflejar a Dios en nuestras vidas. La otra es como estar
por siempre feliz en Dios. Estas son las grandes preocupaciones en
le mundo para todas las personas y para todos los grupos de
personas, ya sea que estemos consciente de ello o no. ¿Cómo debe
una persona pensar, sentir, y actuar para poder reflejar la gloria de
Dios? ¿Y qué debemos pensar, sentir, y hacer, para estar totalmente
contentos en Dios para toda la eternidad? Y no solo nosotros sino
todas las personas.

Romanos 1:16-17 aborda estas dos grandes preocupaciones—como


también lo hace todo el libro. El versículo 16 trata acerca del poder
de Dios para salvarnos. Este versículo lidia con la preocupación
numero dos: nuestras ansias de ser felices en Dios por siempre. “No
me avergüenzo del evangelio, pues es el poder de Dios para la
salvación de todo el que cree; del judío primeramente y también del
griego.” El poder de Dios para la salvación—significa, al menos, el
poder de Dios para hacernos felices en él por siempre. Romanos
14:17 dice, “Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino
justicia y paz y gozo en el Espíritu Santo.” Esa es una de las cosas
que incluye la salvación. Entonces el evangelio es el poder de Dios
para traer a los creyentes hacia la eterna experiencia de “la justicia,
la paz, y el gozo”.

El versículo 17 trata sobre la revelación de la justicia de Dios en el


evangelio. Así que este versículo lidia con nuestra primera gran
preocupación: Como reflejar la gloria de Dios en nuestras vidas. El
versículo 17 explica cono el evangelio—la buena nueva acerca de la
muerte y resurrección de Jesucristo—salva a los creyentes. El
evangelio es el poder de Dios para darle a los creyentes el gozo
eterno, el versículo dice, “Porque en el evangelio la justicia de Dios
se revela por fe y para fe; como está escrito: Mas el justo por la fe
vivirá”. Lo que sobresale aquí es que el evangelio tiene poder para
salvarnos porque en el se revela algo de Dios. Y esa es la primera
gran preocupación en el universo: la revelación o aparición de Dios.

Entonces, el versículo 16 lidia con la gran preocupación de nuestro


gozo eterno (llamada “salvación”) y el versículo 17 con el tema de la
manifestación de Dios (en particular, su justicia). Las cosas no van
más allá de esto. No son más importantes que esto. Si cree que tiene
asuntos más grandes que éste, con los que lidiar en su vida,
entonces no está viendo la realidad. Si cree que los escándalos de
Clinton son más grandes, o que las represalias con misiles son más
grandes, entonces necesita apagar la televisión y reflexionar un
momento. Henry VIII hiso que Clinton se viera como un puritano, y
está muero, no es más que un punto luminoso en la pantalla de la
historia (murió en 1547), donde Bill Clinton estará muy pronto. Y el
Terrorismo de Genghis Khan, aniquilando a todas las poblaciones,
hace que los asaltos terroristas de hoy parezcan treguas; pero
Genghis Khan murió, ¿Y quién siquiera conoce en que siglo vivió
(1162-1227 DC)?

Lo que ahora parece grande y muy importante, de hecho, puede ser


muy pequeño. Pero el que Dios sea revelado y conocido, y e que
usted tenga o no gozo eterno—estas son preocupaciones realmente
grandes y definitivas. Y estoy orándole a Dios fervientemente para
que abra vuestros ojos y les de una pasión por el evangelio, que es
el poder de Dios para salvar a los creyentes; y para que la justicia de
Dios sea revelada, que es la vía por medio de la cual el evangelio
trae a los creyentes a la vida eterna y al gozo.

“Seremos Salvados de la Ira de Dios”

Este es nuestro sexto mensaje desde estos dos versículos. Y el tema


principal que he estado enfocando es que estos versículos no tratan
de cómo las personas se vuelven creyentes, sino de cómo los
creyentes somos salvados—de cómo al final de este tiempo
escapamos a la ira de Dios y entramos a la vida eterna y al gozo. El
versículo 16 dice que el evangelio es el poder de Dios para salvar a
los creyentes. Y el versículo 17 dice que esto funciona porque en el
evangelio la justicia de Dios se revela. Tanto el creer en el versículo
16 como el revelar en el versículo 17 son acciones expresadas en el
tiempo presente continuado (en griego). “El evangelio es poder de
Dios para la salvación de todo el que continua creyendo, porque en
el evangelio la justicia de Dios se sigue revelando”.

Desde nuestro punto de vista, la clave para salvarnos de la ira


venidera, es seguir creyendo y confiando en Dios. La clave, desde el
punto de vista de Dios, para ser salvos, es que él siga revelándonos
su justicia en el evangelio, mes tras mes y año tras año.

Al asunto a tomar en cuenta en esos versículos es como Dios salva a


los creyentes de su juicio final, y como los trae a salvo hacia la
justicia, la paz, y el gozo eterno. Romanos 13:11 dice, “ahora la
salvación está más cerca de nosotros que cuando creímos [por
primera vez]”. La salvación total y final es futura. Romanos 5:9 dice,
“habiendo sido ahora justificados por su sangre, seremos salvos de
la ira de Dios por medio de El”. Eso es lo que está en juego en estos
versículos. ¿Cómo Dios conduce al creyente por la vida para que al
final el creyente se salve de la ira y tenga vida eterna y gozo eterno?

De hecho, Romanos 5:9 es una reafirmación exacta de Romanos


1:16-17 con el orden de pensamiento a la inversa. Invirtamos el
orden de las dos mitades del versículo 5:9 para que encajen con el
orden de Romanos 16-17. En lugar de “[a] habiendo sido ahora
justificados por su sangre, [b] seremos salvos de la ira de Dios por
medio de El”. Pongámoslo al revés y digamos, “[b] seremos salvos
de la ira de Dios por medio de Cristo, [a] porque hemos sido
justificados por su sangre”. Esa es exactamente la estructura de
Romanos 1:16-17.
La Justificación es la Base de la Glorificación

El evangelio es el poder de Dios para la salvación porque en el la


justicia de Dios se revela, o sea, Dios revela la justicia como un
regalo gratuito que nosotros necesitamos pero no tenemos. Ya
vimos que ese, es el significado de los versículos 16 y 17: nuestra
salvación final (versículo 6) está basada en que Dios nos de la
justicia que el mismo demanda de nosotros (versículo 17). La forma
en que Pablo lo expresa en Romanos 8:30 es: “y a los que justificó, a
ésos también glorificó”. Justificación (la justicia de Dios imputada
por completo a nosotros) es la base para la glorificación (la justicia
de Dios impartida por completo a nosotros).

O para ver el mismo orden de salvación en diferentes términos, vean


Romanos 8:32: “El que no eximió ni a su propio Hijo, sino que lo
entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos concederá también con El
todas las cosas?”. En otras palabras, los cimientos para toda nuestra
esperanza de vida futura, gozo, y salvación se basan en que Dios
entregó a su Hijo a la muerte como sustituto por nosotros, a fin de
que nuestros pecados pudieran morir con él, y su justicia pudiera ser
imputada a nosotros. Es el mismo patrón de salvación en Romanos
8:30, 32 y Romanos 5:9 y Romanos 1:16-17. Este es el gran tema y
la gran estructura de este libro.

Nuestra Esperanza para la Salvación

Todas nuestras esperanzas para la salvación (versículo 16) penden


del observar y creer en la revelación de la justicia de Dios como un
regalo para nosotros (versículo 17). El libro de Romanos va a exigir
muchas cosas de nosotros como creyentes, pero no vamos a hacer
ninguna de esas cosas que demanda este libro para librarnos de la
culpa, o para que se nos perdonen nuestros pecados, o para
conseguir el regalo de la justicia. Dios cumplió con todo eso de una
vez por todas al hacer que Jesucristo muriese en lugar nuestro; y
nos lo dio gratuitamente por medio de la fe desde el mismo
momento en que creímos de verdad. Es por eso que la justificación
es tratada como un evento pasado en nuestras vidas y que es la base
y lo que asegura todo lo demás: “habiendo sido ahora justificados
por su sangre, seremos salvos de la ira de Dios”. (5:9). La gracia
pasada de la justificación asegura la gracia futura de la salvación.

El poder que traerá a los creyentes a esa salvación es la revelación


de esa justificación. Ese es el significado de la conexión entre
Romanos 1:16 y 17. Para cumplir todo lo que se demanda de
nosotros para entrar al cielo, debemos verlo una y otra vez—la
constante revelación en el evangelio de que la justicia de Dios nos es
dada gratuitamente por medio de la fe. Si no nos reconocemos como
absueltos, perdonados, y considerados como justos ahora, no
seremos capaces de andar el sendero que lleva a la vida. Ya sea que
nos desesperemos y nos volvamos a la mundanería; o que tratemos
de ganar nuestro camino hacia el favor de Dios con
comportamientos morales y religiosos.

Todo lo que Dios nos exige como creyentes asume que ya estamos
justificados, aceptados, perdonados, absueltos, y considerados como
justos con su justicia, no con la nuestra. Desde esa segura posición
debemos combatir el pecado y la incredulidad. Y el que así pelee—
como pecador justificado—vivirá.

“El Justo por la Fe Vivirá”

Ahora Bien, eso es exactamente lo que creo que significa la segunda


mitad del versículo 17. Veamos esta cita de Habacuc 2:4. “Porque en
el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe; como está
escrito: Mas el justo por la fe vivirá”. En el contexto del libro de
Habacuc el significado de esta oración es justo el mismo que aquí.
Las naciones injustas están en gran peligro ante el juicio de Dios.
Por ejemplo, Habacuc 1:5-6:

Mirad entre las naciones, observad, asombraos, admiraos; porque


haré una obra en vuestros días que no creeríais si se os contara.
Porque he aquí, yo levanto a los caldeos, pueblo feroz e impetuoso,
que marcha por la anchura de la tierra para apoderarse de moradas
ajenas.

Mas la misma Judah no está exenta de juicio. La maldad y la


idolatría de algunos están a punto de ser juzgadas por la ira de la
invasión del imperio babilónico. La pregunta crucial aquí es: ¿Cómo
puede salvarse alguien? ¿Cómo pueden salvar sus vidas y no ser
destruidos en el juicio de Dios? Esa es la misma pregunta abordada
por Romanos 1:16—¿Quién se salvará de la ira de Dios?

Dos Verdades Cruciales

La respuesta del libro de Habacuc se da en 2:4: “He aquí el


orgulloso: en él, su alma no es recta, mas el justo por su fe vivirá”.
En este versículo hay dos verdades cruciales que son relevantes para
el argumento de Pablo.

1. El rescate depende de la fe.

Una es que ser rescatados de la ira de Dios depende de la fe. Eso es


lo que promete Habacuc 2:4: “el justo por su fe vivirá”. Esto es, es
por fe que usted gana su vida. Es por fe que no será arrasado por
completo en el juicio de Dios. Y eso es tremendamente importante
para el objetivo de Pablo en el versículo 16. En el Pablo dice, “la
salvación [es] de todo el que cree”. El rescate d la ira de Dios y el
regalo de la vida eterna son concedidos gratuitamente a aquellos
que confían en Dios. Luego Pablo ve esta misma verdad en Habacuc
2:4 y la cita para darle apoyo adicional a esa parte de su afirmación.
Las palabras, “por la fe vivirá” en el versículo 17b corresponden a
“salvación para todo aquel que cree” en el versículo 16. Somos
salvados de la ira u heredamos la vida al confiar en Dios. (Vea
Habacuc 2:18 y 3:16,18-19 para que vea a que se parece la “fe” de
2:4. Y vea Habacuc 3:13 para la palabra “salvación” como referencia
a la promesa de vida).

Esa es una verdad en Habacuc 2:4 que es relevante para el


argumento de Pablo.

2. La vida es ganada por fe.

La otra es que es el justo el que gana su vida por fe. “El justo por su
fe [ganará su vida y se salvara de la ira de Dios] vivirá”. Ahora bien
esto es crucial para los que Pablo está diciendo de la justicia de
Dios. Habacuc 2:4 no dice muy claramente que es por fe que
obtenemos la justicia de Dios, que es lo que Pablo enseña en este
libro y en Romanos 1:17. Pero Habacuc si vincula al justo con la fe.
Lo menos que podemos decir—y quizás debamos decir más—es que
la cualidad de los justos que los trae a la vida y a la salvación, es su
fe. Entonces es un paso muy pequeño decir: Bueno, entonces, la fe
es lo esencial para ser justos ante Dios. De hecho, si es por fe que
escapamos al juicio de Dios, y si, como Habacuc 1:13 dice, “[Dios]
Muy limpios son tus ojos para mirar el mal, y no puedes contemplar
la opresión” entonces de algún modo la fe tiene que ser considerada
por Dios como justicia, porque de no ser así nunca pudiéramos ser
rescatados ni devueltos a la vida por él, porque nosotros todos
somos pecadores y nunca pudiéramos hallar favor ante los ojos de
Dios. Así que si Dios no puede mira ninguna clase de mal con
aprobación (Habacuc 1:13) y aún así salvarnos y darnos la vida por
medio de nuestra fe (Habacuc 2:4), entonces nuestra justicia, que
tiene una posición ante este santo Dios, debe ser una justicia
concedida por la fe y un regalo de él. Y esa es la otra razón por la
que este texto es tan crucial para el argumento de Pablo.

Entonces resumiendo, en Romanos 1:16-17 vemos dos cosas que


están confirmadas en citas del Antiguo Testamento. 1) una
(versículo 16) es que el evangelio es el poder de Dios para salvar a
los creyentes. Si tenemos fe en Dios viviremos y no pereceremos. 2)
La otra es que la forma en que Dios salva a los creyentes es
revelando (en ese evangelio) su justicia como un regalo “por fe y
para fe”. La justicia que el demanda de nosotros (Habacuc 1:13) él
nos la entrega gratuitamente. Esto es lo que Dios revela “por fe y
para fe”.

“Por fe y para fe”

Lo último que quiero preguntar desde estos versículos es, ¿Qué


significa “Por fe y para fe en el versículo 17”? Hay dos o tres claves
para esta pregunta.

1) El único paralelo real para esta frase en el Nuevo Testamento se


encuentra en 2 de Corintios 2:15-16. (Pero vean también el salmo
84:7 y Jeremías 9:3). Pablo dice, “Porque fragante aroma de Cristo
somos para Dios entre los que se salvan y entre los que se pierden;
para unos, olor de muerte para muerte, y para otros, olor de vida
para vida. Y para estas cosas ¿quién está capacitado?” “de muerte
para muerte” y “de vida para vida” son idénticas en redacción a “por
fe y para fe”. La interpretación más natural parece ser: Cuando el
mensaje y el sufrimiento de Pablo se encuentran con la muerte en el
alma, eso lleva a la muerte definitiva del alma. Y cuando el mensaje
y el sufrimiento de Pablo se encuentran con la vida espiritual,
conllevan a la vida definitiva. La muerte es insensible al evangelio y
es confirmada en su mortandad por siempre. La vida espiritual es
sensible al evangelio y es confirmada y preservada para vida eterna.

De modo que aquí en Romanos 1:17 dice, “la justicia de Dios se


revela por fe y para fe”. Es decir, cuando la revelación del regalo que
es la justicia se encuentra con la fe, ello conlleva a fe futura. La fe es
la ventana inicial del alma que permite que la luz de la revelación de
la justicia entre. Y cuando la luz de la justicia de Dios entra
mediante la fe, obra poderosamente para despertar, sostener, y
engendrar más y más fe para los años venideros.

2. La otra clave para entender “por fe y para fe” es ver cuan bien
este versículo satisface las necesidades del versículo 16. El versículo
16 dice que el evangelio es el poder de Dios para salvación de todo
aquel que continua creyendo—acción en presente continuado. En
primera a los Corintios 15:1-2, Pablo dice, “Ahora os hago saber,
hermanos, el evangelio que os prediqué, el cual también recibisteis,
en el cual también estáis firmes, por el cual también sois salvos, si
retenéis la palabra que os prediqué, a no ser que hayáis creído en
vano”. De modo que si abandonamos nuestra fe y la desechamos,
estaremos demostrando que nuestra fe es vana, vacía, y muerta.

El Evangelio Mantiene a los Creyentes Creyendo

Lo que salva es la perseverancia en la fe (Marcos 13:13; Colosenses


1:23). Si eso es cierto, entonces si tiene sentido el porqué el
versículo 17 explica como Dios salva a los creyentes, diciendo que
en el evangelio revela una justicia para nosotros que es
primeramente percibida y abrazada por medio de la fe, y después
causa el despertar de toda la fe futura necesaria para ser salvos. El
evangelio salva a los creyentes porque el evangelio hace que los
creyentes sigan creyendo. (Ver 1 Pedro 1:5).

En Romanos 8:13 Pablo dice, “porque si vivís conforme a la carne,


habréis de morir; pero si por el Espíritu hacéis morir las obras de la
carne, viviréis”. Pero el problema es, que todos sabemos que en
nuestra lucha contra el pecado no ganamos lo suficientemente
seguido como para tener paz en nuestras conciencias. Así que si
nuestras vidas dependen de una perfecta victoria en la guerra contra
el pecado, vamos a desesperarnos y no perseveraremos hasta el fin.
Simplemente nos rendiremos, porque no veremos provecho en
seguir tratando.

¿Qué pues, nos mantendrá avanzando y luchando a fin de que


vivamos? Romanos 1:16,17 responde: El evangelio es el poder de
Dios para salvar a los creyentes, porque en el evangelio podemos ver
como se revela, cada día, que nuestra posición ante Dios no está
basada en nuestra propia justicia, sino en la de Dios que él nos
entrega gratuitamente por medio de la fe. Y cuando logramos ver
eso en el evangelio (una y otra vez, día tras día, durante toda la
vida), nuestra fe es renovada y sostenida, y perseveramos en la
lucha. Nuestra confianza en que Dios nos ayudará en la vida, y nos
salvará de la ira venidera, está basada en nuestra constantemente
renovada seguridad de que nuestra aceptación para con él se basa
en el regalo de su propia justicia, no la nuestra.

Así que cada vez que la Biblia te exija que hagas algo, no pienses,
“Tengo que hacerlo para remover mi culpa, o para obtener el
perdón, o para alcanzar una buena posición ante Dios”. Más bien
piense, “Lo haré porque mi culpa ya fue eliminada, porque ya estoy
perdonado, porque ya tengo el regalo de la justicia de Dios, y así se
que Dios es para mí y que me ayudará. Así que confiaré en Dios y le
obedeceré, y reflejare (por medio de mi radical aceptación del
riesgo) la gloria de la gracia de Dios. Y me acercaré más y más a él
en la comunión de sus sufrimientos, y en el gozo de su compañía.

¿Cómo Puede Ser Correcto Para Dios Justificar al Impío?

Romano3:20-4:5

En el corazón de nuestro evangelio hay una verdad que a primera


vista ofende el sentido judicial de las personas perspicaces. Ese
sentido judicial está expresado por el sabio del Antiguo Testamento
en Proverbios 17:15 el cual dice, “El que justifica al impío, y el que
condena al justo, Ambos son igualmente abominación a Jehová”. (cf.
Proverbios 24:24). Nosotros derribamos llenos de indignación a los
jueces que absuelven al culpable. Nuestra sensibilidad moral es
ultrajada cuando al mal y la culpa no se le dan sanciones legales. Sin
embargo en el corazón de nuestro evangelio permanece la oración:
Dios justifica al impío que cree en Él. Dios absuelve al culpable. ¡Esto
es el evangelio! ¿Pero cómo puede ser correcto para Dios hacer
esto?

¿Por qué Se Debe Reflexionar Sobre Esta Cuestión?

Alguien podría decir, ‘No te preocupes con el por qué Dios es justo
cuando hace lo que hace. Si dice que lo hace, sólo confía en que es lo
correcto. No dudes de tu Creador’. Ahora bien, yo admiro una
confianza tan fuerte en la justicia de Dios. Y es cierto que Dios es
bastamente más sabio, más elevado, y más profundo que nosotros,
tanto que lo que a primera vista para nosotros puede parecer
incorrecto, es correcto cuando todo lo que Dios conoce es tomado en
cuenta. Pero el deseo de conocer cómo puede ser correcto para Dios
absolver al culpable, no fluye necesariamente de la duda. Existen al
menos otras dos razones que nos mueven a hacer esta pregunta:

Una es las ansias de admirar la profundidad de la sabiduría de Dios.


Cuando usted admira la perspicacia fisiológica dentro de los
misterios del cuerpo humano, sus preguntas “¿cómo puede ser
esto?, ¿cómo puede ser aquello?” no necesariamente vienen de la
duda. Pueden venir del puro deleite que nos proporciona ver la
asombrosa complejidad de la forma en nuestros cuerpos funcionan.
Considero una señal muy importante de que una persona ama a
Dios, si desea conocer mejor a Dios, ver aun más profundo dentro
del corazón divino, para admirar y adorar y disfrutar de Dios más
intensamente.

La otra razón para querer saber cómo es correcto para Dios justificar
al impío, es el deseo de eliminar tantas piedras de tropiezo
innecesarias como sea posible, que nos impidan aprobar
razonablemente la manera de actuar de Dios. El deseo de exonerar a
Dios no es malo mientras no distorsionamos su verdad para hacerlo
aceptable ante las personas de mente mundana. Si Dios ha revelado
el ‘cómo’ y ‘por qué’ de su acción, entonces no deberíamos vacilar en
explicarlos claramente, para ayudar a las personas a ver, y así,
sincera y razonablemente aprobar la sabiduría y justicia de Dios.

Es obvio por Romanos 3:21-26 que Dios ha dado una respuesta a


nuestra pregunta y por tanto debe querer que la consideremos. Eso
es lo que quiero que hagamos ahora en la preparación de nuestro
servicio de Santa Cena. Sigamos el pensamiento de Pablo aquí en
estos versículos.

El Problema de la Justicia de Dios

Hasta el versículo 21 de Romanos 3, Pablo ha mostrado que todos


los hombres están bajo pecado y quedan bajo el juicio de Dios (ese
también ha sido el punto de nuestros dos últimos mensajes de los
domingos por la mañana). Ahora Pablo dirige su atención hacia el
remedio de la enfermedad universal, que es el pecado, y al juicio.
“Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios,
testificada por la ley y por los profetas; 22la justicia de Dios por
medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él”. Esta es
la mejor noticia del mundo para quienes sentimos nuestra culpa
ante Dios y conocemos que nuestra justicia es completamente
inadecuada para ganar el favor de Dios. La buena noticia es que
Dios, en su gran amor, ha provisto una justicia disponible para todo
aquel que encuentre su confianza para la vida, en Jesucristo. No
podemos trabajar para ganarnos este regalo, ameritarlo, o
merecerlo; pero está allí para todo aquel que ponga su esperanza en
Cristo. Romanos 4:4-5 deja esto claro: “Pero al que obra, no se le
cuenta el salario como gracia, sino como deuda; 5mas al que no obra
[i.e. no trata de ganar, ameritar, o merecerse el regalo de Dios], sino
cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia”.
La buena noticia es que existe un indulto gratuito para el culpable
que deja de tratar de impresionar a Dios y a los hombres, y en lugar
de eso, descansa en Jesús. No existe medicamento humano o recreo
que pueda tranquilizar a la conciencia culpable como puede hacerlo
esta verdad. Anhelo que usted la tome para sí y salga hoy de este
lugar con la verdad de Cristo.

Pero ahora esta inmensamente buena noticia creaba un problema


para el apóstol Pablo, con el cual, con la ayuda de Dios, lidia en los
versículos 24-26. El versículo 24 dice “…siendo justificados
gratuitamente por su gracia”. Pero no se detiene ahí. Va más
profundo y da las bases o los cimientos de la justificación. La
absolución del culpable tiene lugar sobre las bases de una
transacción divina que ocurre en la experiencia de Cristo. Esta
transacción es llamada “redención” en el versículo 24, es decir,
compra o rescate. Algo ocurrió en la muerte de Jesús que es tan
estupendo que sirve como base para perdonar a millones y millones
de pecadores que confían en Cristo. ¿Qué fue lo que ocurrió?

Pablo da la respuesta en los versículos 25 y 26: “… a quien Dios


puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para
manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su
paciencia, los pecados pasados”.

Aquí vemos el problema que la justificación del impío causaba para


Pablo. La justicia de Dios está llamada a ser cuestionada por haber
pasado por alto los pecados. Dios está ahora pasando por alto los
pecados de aquellos que confían en Jesús. Y el capítulo 4 en los
versículos 6 al 8 muestra que Dios ha estado haciendo lo mismo
durante generaciones, a los que confían en él. “Como también David
habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye
justicia sin obras, 7diciendo: Bienaventurados aquellos cuyas
iniquidades son perdonadas, Y cuyos pecados son cubiertos.
Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado”.
Dios ha pasado por alto los pecados de ancianos cuando justificó a
Abraham y a David por fe, y ahora está pasando por alto los pecados
de todos los que confíen en Jesús. Y Pablo dice en el versículo 25
que a causa de esto la justicia de Dios está siendo cuestionada,
tanto que tiene que demostrar su justicia poniendo a Cristo como
propiciación mediante la fe en su sangre.

Pero ¿por qué está siendo cuestionada la justicia de Dios cuando


pasa por alto los pecados y justifica al impío? La razón no es que
esto confirmará a los pecadores en su perversidad y perpetuará su
pecado, fue evidente por el mensaje del domingo pasado que la fe
salvadora siempre transforma al pecador. Dios siempre santifica a
aquellos que justifica. Por tanto, el perdón del culpable no regresa a
los violadores a las calles, produce transformación mediante el
Espíritu Santo (lo que es el tema de que quiero hablar el próximo
domingo). Así que la justificación del impío no llama a la justicia del
Dios a ser cuestionada porque podría perpetuar el pecado. La
verdadera razón, pienso yo, es que el pecado siempre es un
desprecio hacia la gloria de Dios, y por tanto al Dios pasarlo por alto,
parece como si estuviera de acuerdo en que su gloria carece de
valor. Ello hace que Dios parezca como si no fuera honesto consigo
mismo. Ello hace ver a Dios como si ya no tuviera el propósito de
demostrar su gloria o preservar su honra. Pero si Dios niega su
propio infinito valor, entonces no solo está dejando de ser verdadero
consigo mismo, sino que también la gloria por la que su pueblo ha
esperado es devaluada de su valor supremo. Esto sería el ultraje
supremo y colmo de la injusticia.

La razón por la que pienso que es esta horrible posibilidad la que


llama a la justicia de Dios a ser cuestionada es que en Romanos 3:23
y 1:21, la esencia del pecado parece ser rehusarnos a glorificar y
honrar a Dios. El versículo 23 dice: “por cuanto todos pecaron, y
están destituidos [o privados] de la gloria de Dios” Romanos 1:21-
23 explica lo que esto quiere decir, “Pues habiendo conocido a Dios,
no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias […] profesando
ser sabios, se hicieron necios, 23y cambiaron la gloria del Dios
incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de
aves, de cuadrúpedos y de reptiles”. El hombre natural siempre se
deleita más en la gloria de las cosas creadas que en la gloria de Dios.
Y al hacer eso cambia la gloria de Dios y por lo tanto queda
destituido o privado de ella.

Por tanto, cuando Dios pasa por alto un pecado que tanto
menosprecia su gloria parece como si considerara que su gloria
carece de valor. Pero sería incorrecto que Dios no preservara su
honra, ni la mostrara. Él estaría siendo injusto si actuara de esta
manera. Ese es el meollo del problema de Pablo con la justificación
del impío. Esto hace ver a Dios (al absolver a personas que han
pisoteado su gloria en el lodo) como si ya no valorara su gloria.

La Reivindicación de la Justicia de Dios

Su solución, en una palabra, es la muerte de Cristo. Según el


versículo 25, Dios pone a Cristo como propiciación “por medio de
[…] su sangre”, i.e. por medio de su muerte. ¿Cómo podría Dios
mantener el valor de su propia gloria y todavía ser justo; y, sin
embargo, justificar al impío cuyo pecado ha mancillado y
despreciado esa gloria? La respuesta dada en los versículos 25 y 26
es: Enviando a Cristo a morir y demostrando así la justicia de Dios.
Pero ¿cómo la muerte del Hijo de Dios demostraba la justicia de
Dios, su lealtad al valor de su propia gloria?

Pablo no nos explica esto claramente, en detalles, pero pienso que


podemos unir brevemente las piezas. Conocemos de otras Escrituras
que todo lo que Jesús hizo en su vida y muerte, lo hizo para la gloria
de su Padre. Por ejemplo, cuando Jesús se aproxima a la hora de Su
muerte, dice, “Hora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre,
sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora. Padre,
glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Lo he
glorificado, y lo glorificaré otra vez” (Juan 12:27-28). Luego, cuando
Judas había partido de la Última Cena, y su muerte era inminente.
Dijo, “Ahora es glorificado el Hijo del Hombre, y Dios es glorificado
en él” (Juan 13:31). Finalmente en la gran oración de Jesús en Juan
17, ve su muerte como casi completa y dice “o te he glorificado en la
tierra [Padre]; he acabado la obra que me diste que hiciese” (17:4).

Lo que vemos en este texto es que todo lo que Jesús sufrió, lo sufrió
para el bien de la gloria de Dios. Por tanto, todo su dolor, vergüenza,
deshonra, y humillación sirvió para magnificar la gloria del Padre,
porque mostró cuan infinitamente valiosa es la gloria de Dios, de
manera que una perdida como esa debía ser sufrida por su bien.
Cuando miramos a la terrible muerte que sufrió el perfectamente
inocente e infinitamente valioso Hijo de Dios en la cruz, y
escuchamos que sufrió todo eso para que la gloria de su Padre
pudiera ser restaurada, entonces sabemos que Dios no ha negado el
valor de su propia gloria. Dios no ha dejado de ser verdadero
consigo mismo, no ha dejado de defender su honra y mostrar su
gloria, él es justo. La horrible muerte del Hijo es el medio por el cual
el Padre puede ser ambas cosas, justo, y el único que justifica al
impío que tiene fe en Jesús.

Este es un pensamiento glorioso. Nuestra justificación no está


basada en una sentimentalidad débil. Está basada en la
inconmovible Roca de la inaccesible justicia de Dios, demostrada en
la muerte y certificada en la resurrección de nuestro Señor
Jesucristo. Oro para que la Palabra sea una raíz profunda y una gran
fortaleza a nuestra fe cuando conmemoremos la muerte de nuestro
Señor juntos.

¿Cómo Serán Salvadas Las Personas? Primera Parte

Romanos 10:13-21

Porque: Todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo. 14
¿Cómo, pues, invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo
creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber
quien les predique? 15 ¿Y cómo predicarán si no son enviados? Tal
como está escrito: ¡Cuan hermosos son los pies de los que anuncian
el evangelio del bien! 16 Sin embargo, no todos hicieron caso al
evangelio, porque Isaías dice: Señor, ¿quien ha creído a nuestro
anuncio? 17 Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de
Cristo. 18 Pero yo digo, ¿acaso nunca han oído? Ciertamente que sí:
Por toda la tierra ha salido su voz, y hasta los confines del mundo
sus palabras. 19 Y añado: ¿Acaso Israel no sabía? En primer lugar,
Moisés dice: Yo os provocare a celos con un pueblo que no es
pueblo; con un pueblo sin entendimiento os provocare a ira. 20 E
Isaías es muy osado, y dice: Fui hallado por los que no me buscaban;
me manifesté a los que no preguntaban por mí. 21 Pero en cuanto a
Israel, dice: Todo el día he extendido mis manos a un pueblo
desobediente y rebelde.

La relevancia de este texto es crucial para que entender cómo usted


llegó a ser salvo de la ira de Dios, y de la culpa y dominio del pecado
y alcanzó la esperanza del gozo eterno en Dios. Es crucial para
entender cómo sus hijos o padres, hermanos o hermanas, vecinos o
compañeros, o los pueblos que no han sido alcanzados en el mundo
serán salvos. Aquí se muestra magistralmente cómo es el proceso de
venir a la fe y a la salvación. Hoy nos enfocaremos en una parte de
los versículos 14-17.

Antes de leer estos versículos, recuerde lo que Pablo dijo. Él acaba


de enfatizar que, con respecto al disfrute de las riquezas de la gloria
de Dios, no hay distinción entre el judío y el gentil. Ambos, sin
distinción alguna, disfrutarán la plenitud de la salvación de Dios, «si
invocan el nombre del Señor». Romanos 10:12-13: “Porque no hay
distinción entre judío y griego, pues el mismo Señor es Señor de
todos, abundando en riquezas para todos los que le invocan; 13
porque: Todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo”.

Tenga presente que el problema con que está tratando Pablo en


Romanos 9 y 10 es principalmente la incredulidad de Israel, ¿por
qué surgió esta incredulidad y por qué esta incredulidad no
menoscaba la fidelidad y la credibilidad de Dios? Entonces lo que
Pablo hace en los versículos anteriores de Romanos 10 es mostrar
que la mayoría de Israel no tiene parte en la salvación, porque no
cree en el Mesías, Jesús. Esto es lo que Pablo explica en los
versículos 16 y 21.

Sería bueno leer esos dos versículos. Versículo 16b: “Porque Isaías
dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio?” en otras palabras,
él le pide a Isaías que testifique desde el capítulo 53 versículo 1, que
pocos están creyendo lo que él anunció (y recuerde, lo que él
proclamó en ese capítulo es la venida de Cristo y sus sufrimientos,
su resurrección y la doctrina de la justificación). Entonces, su
mensaje en el versículo 16b es que pocos judíos están creyendo. De
manera similar, en el versículo 21 Pablo cita Isaías 65:2a donde Dios
dice: “Extendí mis manos todo el día hacia un pueblo rebelde”.
Regresaremos a este tema la próxima semana y hablaremos de la
incredulidad de Israel, considerando la soberanía de Dios y la
doctrina de la elección que Pablo enseñó en el capítulo 9. Pero por
ahora, observe solamente que el objetivo principal de Romanos
10:14-21 es resaltar nuevamente que la incredulidad impide que
Israel disfrute de las bendiciones de la salvación.

Pero pudiéramos objetar diciendo que Dios no estableció los


prerrequisitos de la salvación. Tal vez Israel (y por consiguiente
también los gentiles) no han creído porque no tienen lo que tienen
que tener para creer. Entonces, Pablo rechaza esa objeción
explicando detalladamente los pasos para la salvación, que se
aplican tanto a los judíos como a cualquiera que esté dispuesto a
creer. Y argumenta que los gentiles, de hecho, fueron puestos en el
lugar de Israel.

Pero hoy nos enfocaremos en los pasos para la salvación, a fin de


saber qué debemos hacer para ser parte del plan salvador de Dios
para nosotros, para nuestra familia, amigos y para las naciones que
no tienen el evangelio.

Leamos nuevamente los versículos 14-17:

¿Cómo, pues, invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo


creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber
quien les predique? 15 ¿Y cómo predicarán si no son enviados? Tal
como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian
el evangelio del bien! 16 Sin embargo, no todos hicieron caso al
evangelio, porque Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro
anuncio? 17 Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de
Cristo.

Cuando Pablo dice: “¡Cuán hermosos son los pies de los que
anuncian el evangelio del bien!”, cita a Isaías 52:7. Lo hace con dos
propósitos.

Los Portadores de Buenas Nuevas Son Valiosos y Hermosos

Primero, los predicadores del evangelio (los portadores de las


buenas nuevas de Dios) son tan valiosos que incluso sus pies
sangrientos y sucios nos parecen hermosos. Los pies hermosos no
son los suaves, arreglados, pintados, bronceados; los pies hermosos
son los sucios, desgastados, arrugados, callosos, llenos de cicatrices
por las muchas millas de travesía para llevar las buenas nuevas
hacia lugares remotos, las que no habrían sido oídas de alguna otra
manera. Entonces, el primer propósito al citar a Isaías 52:7 es: los
portadores de las buenas nuevas son personas valiosas -personas de
las que el mundo no es digno- hermosos por sus cuerpos
desgastados a causa del servicio al Rey Jesús. Paul Brand, el médico
misionero a la India, dijo que su madre misionera botó todos los
espejos de la casa cuando él le dijo que ella había envejecido.
Contaba con setenta años de edad; y durante los últimos 20 años de
su vida misionera (estando ya en sus noventa) nunca tuvo un espejo
en su casa de las montañas de la India. Cuando ella murió las aldeas
de todas las montañas se juntaron para enterrar a una mujer
hermosa.

Dios Ha Enviado a Su Pueblo Con Las Buenas Nuevas

Otro propósito al decir: “¡Cuán hermosos son los pies de los que
anuncian el evangelio del bien!”, es mostrar que Dios, ciertamente,
ha enviado a su pueblo con las buenas nuevas. Dios preparó las
condiciones necesarias para que Israel fuera responsable de creer e
invocar al Señor para salvación.

Enfoquémonos entonces en las condiciones que Dios estableció por


causa de Israel y que deben existir dondequiera que alguien vaya a
ser salvo. Ahora bien, tenemos cinco pasos que Pablo menciona.
Veámoslos en orden inverso a la forma en que los menciona en los
versículos 14-15 y enumerémoslos en el orden real en que suceden:

1. Un predicador debe ser enviado;


2. El predicador enviado debe predicar las buenas nuevas;
3. Las buenas nuevas predicadas deben ser escuchadas;
4. Las buenas nuevas escuchadas deben ser creídas;
5. Deben ser creídas de modo que se invoque el nombre del Señor
para salvación.

Enviar, predicar, escuchar, creer, invocar al Señor.

Todo está en los versículos 14 y 15, pero el versículo 17 añade algo


más específico. Después de citar Isaías 53:1 en el versículo 16
(“Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio?”), Pablo repite tres de
los cinco pasos de la salvación, y explica uno de ellos más
detalladamente. Dice: “Así que la fe viene del oír, y el oír, por la
palabra de Cristo”. De manera que tenemos tres pasos que se
repiten: creer, oír y predicar. Pero aquí se define que es predicar: la
predicación es “la Palabra de Cristo”. Asumo que Pablo se refiere a
la Palabra acerca de Cristo. Este el mismo evangelio que Pablo ha
estado predicando en todo el libro de Romanos. Es la enseñanza de
Romanos 10:9: “Que si confiesas con tu boca a Jesús por Señor, y
crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás
salvo”.

De manera que tenemos cinco pasos fundamentales:

1. Enviar a predicar
2. Predicar el evangelio acerca de Jesucristo
3. Escuchar el evangelio de Cristo
4. Creer en este Cristo
5. Invocar al Señor para salvación.

Analicemos estos pasos uno a la vez y, si podemos, apliquémoslos a


nuestra situación. Veámoslos en orden inverso. En el día de hoy solo
analizaremos dos de ellos.

Invocar al Señor

Porque: “Todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo”
(Romanos 10:13) ¿Por qué Pablo dice que invocar al Señor es algo
que necesariamente tiene que suceder después de creer en el
Señor? ¿No somos justificados solo por la fe?

Creo que Pablo menciona «invocar al Señor» después de «creer en


el Señor» porque tiene en mente una salvación más grande que la
simple justificación. Creo que se refiere a la experiencia completa de
la liberación, no solo de la culpa del pecado, sino del poder de esta
culpa y de muchas tentaciones, de los juicios, del infierno y de la ira
de Dios en los últimos días. Dios ha ordenado que seamos
justificados por fe, pero que expresemos de mil maneras posibles
esa fe en nuestra vida, invocando al Señor para liberación y ayuda.

Usted puede ver esta verdad repetida en los Salmos y en los


evangelios. Salmos 18:3: “Invoco al Señor, que es digno de ser
alabado, y soy salvo de mis enemigos”. Salmos 50:15: “Invócame en
el día de la angustia; yo te libraré, y tú me honrarás”. Salmos 91:15:
“Me invocará, y le responderé; yo estaré con él en la angustia; lo
rescataré y lo honraré”. Salmos 145:18: “El Señor está cerca de
todos los que le invocan, de todos los que le invocan en verdad”.

Y por solo mencionar un ejemplo de la vida de Jesús. El ciego


Bartimeo escucha que Jesús viene y comienza a gritar: “¡Hijo de
David, ten misericordia de mí!” Y Jesús le dice: “¿Qué deseas que
haga por ti?” Y el ciego le dijo: “Raboní, que recobre la vista”.
Entonces Jesús dice: “Vete, tu fe te ha sanado” (Marcos 10:46-52).
De manera que Jesús ve el llamado de Bartimeo como una
consecuencia o una evidencia de su fe e incluso afirma que su fe es
decisiva.

Entonces, Pablo ve la salvación como la bendición perfecta que


recibimos al tener a Jesús como Señor en nuestra vida y en la
eternidad. Es la salvación de Romanos 8:28 -todas las cosas obran
para bien– siempre. Y dice que las bendiciones las recibimos al
invocar al Señor. Así debiéramos vivir nuestras vidas. Debemos
invocar continuamente al Señor.

Ciertamente, en 1ra a los Corintios 1:2, Pablo define así a un


cristiano: “A la iglesia de Dios que está en Corinto, a los que han sido
santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos, con todos los
que en cualquier parte invocan el nombre de nuestro Señor
Jesucristo”. Esto es ser cristiano: “…todos los que en cualquier parte
invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo…” ¿Usted lo invoca?
Algunas veces las personas preguntan si está bien orar a Jesús.
Bueno, Pablo define un cristiano como la persona que
continuamente ora a Jesús. «Señor Jesús, te estoy fallando,
ayúdame». «Señor Jesús, estoy débil, fortaléceme». «Señor Jesús,
estoy perdido y confundido, guíame». «Señor Jesús, estoy atrapado
en una red de tentación y pecado, redímeme». Eso es ser un
cristiano.

Esto nos lleva hacia el segundo de los cinco pasos de la salvación –


en orden inverso…

Creer en el Señor

Versículo 14a: “¿Cómo, pues, invocarán a aquel en quien no han


creído?”. Usted pudiera responder: «Bueno, muchas personas
invocan al Señor en emergencias a pesar de no creer en él». En las
dos ocasiones que más se suele escuchar el nombre de Dios o el de
Jesucristo, fuera de la comunidad religiosa, es cuando una persona
se martilla un dedo o se encuentra en un accidente grave. Estos
llamados no provienen de fe. Provienen de la ira y de la emergencia.
No hay verdadero amor hacia Jesucristo. «Él es solo un buen
paramédico que quisiera que desapareciera después de curarme».

Pero Pablo nos aclara, bien rápido, esta ambigüedad; ciertamente,


ya lo ha hecho. El llamado que tiene en mente es para invocar a
Jesucristo como Señor –nuestro Señor, no como el extraño que
aparece para sacarnos de un apuro y luego desaparece en medio de
la noche. Romanos 10:9 lo aclara: “… si confiesas con tu boca a
Jesús por Señor, y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre
los muertos, serás salvo”. De manera que el llamado que salva es el
que invoca a Jesús por Señor. Por esto es que Pablo dice: “¿Cómo,
pues, invocarán a aquel en quien no han creído?”, mientras no crea
en Jesús como Señor, no podrá invocarlo como Señor.

Este sería un buen momento para hacer cuatro observaciones acerca


de la fe y al mismo tiempo, para reservar el resto del texto para la
próxima semana.

La primera observación que acabamos de ver, y que es sumamente


importante para quienes han sido enseñados erróneamente acerca
de su conversión y crecimiento es:

La fe salvadora, desde el principio, cree en Jesús como Señor y lo


invoca como Señor.

Usted puede ver eso fundamentalmente en Romanos 10:9: “Si


confiesas con tu boca a Jesús por Señor, y crees en tu corazón que
Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo”. Si no confiesa a
Jesús como Señor, usted no es salvo. Romanos 10:9 explica
claramente que el “Señor” a quien invocamos para ser salvos en los
versículos 12 y 13 es el Señor Jesús. Eso es lo que hace la fe
salvadora, invoca a Jesús como Señor.

A algunos les han enseñado que su experiencia debiera ser


interpretada de la siguiente manera: «Acepté a Jesús como mi
Salvador, y no hubo muchos cambios. Luego me rendí a él como
Señor, y hubo más cambios». Esta no es una descripción bíblica de lo
que realmente ha sucedido. Sería más bíblico decir: «Confié en
Cristo pero no entendí mucho de su gran salvación y de su control
soberano en mi vida; era inmaduro en mi fe y en mis sentimientos
por Cristo. Después tuve experiencias que abrieron más y más mi
corazón a la riqueza de Cristo como Señor poderoso y bello Salvador,
y mi vida se adaptó cada vez más a él.

Para algunos esto sucede en una serie de momentos de crisis; para


otros sucede gradualmente y sin crisis. Pero es incorrecto decir que
hay fe salvadora donde no hay sujeción a Jesús como Señor. La fe
salvadora es la fe en el «Señor Jesucristo» aunque al principio
comprendamos muy poco.

La segunda observación: la fe cree en hechos. Es más que creer en


los hechos, pero no menos.

Esto está claro en Romanos 10:9: “Que si confiesas con tu boca a


Jesús por Señor, y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre
los muertos, serás salvo”. La resurrección de Jesús de entre los
muertos es un hecho histórico. Realmente sucedió en el espacio y
tiempo de la historia. La fe salvadora lo cree así. Es por esto que la
fe en Jesús como Señor y Salvador puede estar tan debilitada en
muchos, porque la fe está fundamentada en los hechos, y los hechos
no son conocidos por muchos. Los evangelios están aquí para
mostrarnos los hechos preciosos con toda su significancia personal y
poderosa. Estos hechos son fundamentales y esenciales. La fe
salvadora cree en los hechos, y los ve como hechos revelados
gloriosamente.

La fe salvadora es más que creer en los hechos; es también una


confianza personal en que Cristo nos ha salvado y cumplirá en
nosotros todas las promesas salvadoras de Dios, incluyendo el
eterno gozo con él.

Santiago 2:19b dice: “También los demonios creen, y tiemblan”. Los


malvados creen que el Hijo de Dios fue encarnado, y que vivió una
vida perfecta como el inmaculado Cordero de Dios, y que murió por
los pecadores, y que se levantó de entre los muertos, que reina y
que un día los lanzará en el lago de fuego. El hecho de creer no los
hace buenos en lo absoluto, porque son enemigos de Jesús. Creen y
tiemblan.

La fe salvadora se apoya en los hechos ¡Se apoya! Descansa. Nos


hace sentir como en casa y seguros. La fe salvadora experimenta un
despertar de la confianza en nuestras almas, pues estos hechos han
pagado mi deuda, han provisto mi justicia y han abierto para mí, el
camino al paraíso. De modo que la fe salvadora es descansar
confiados en estos hechos, que Dios nos ha salvado.

La semana que viene hablaremos de cómo surge esta confianza.


Pero aquí está claro que surge por medio de la Palabra. Versículo 17:
“Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo”. De
modo que si usted está resistiéndose, póngase a sí mismo en el
camino de la palabra, en el camino de escuchar el mensaje de la
cruz. El evangelio de Jesucristo crucificado y levantado es el medio
que Dios utiliza para darnos la confianza de que somos salvos
gracias a ese hecho glorioso.

Finalmente, la fe salvadora incluye una satisfacción espiritual por


todo lo que Dios es para no sotros en Jesús.

Usted puede llamar a esto «el elemento emocional», o un «elemento


afectivo», o un «placer espiritual» que deleita nuestro corazón con
Cristo. O usted puede decir que este aspecto de la fe es una forma
de apreciar o atesorar a Cristo. Como quiera que usted lo llame, esta
satisfacción es una parte esencial de la fe.

Yo pudiera llevarle a varios textos para que vea más claramente esta
satisfacción. Por ejemplo, podríamos ir a Filipenses 3:7-9 donde
Pablo dice que lo estima todo como basura comparado con el
inigualable valor de conocer a Jesús como Señor. Esta es una forma
de atesorar a Cristo. Una forma de apreciar su belleza y su valor.
Esto es parte de la fe salvadora. Para estar seguros, debemos crecer
en esta actitud, siempre hay una semilla de aprecio en la fe
salvadora.

O pudiéramos ver Juan 6:35 donde Jesús dice: “Yo soy el pan de la
vida; el que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca
tendrá sed”. Esto significa que creer en Jesús es descubrirle como el
pan de la vida y el agua viva que satisface las añoranzas más
profundas de nuestras almas.

De manera que la fe salvadora no cree solo en los hechos ni confía


en que todo va a obrar para bien siempre, también es una emoción
espiritual de que este «bien» es el mismo Cristo y que tenerlo a él es
mejor que la vida.

Vamos a la Cena del Señor


De manera que reservaremos el resto del texto para la semana que
viene y vamos a la Cena del Señor. Y aquí es donde tomamos con
nuestros labios los emblemas de la sangre y el cuerpo de Jesús: el
pan y la copa de vino. Él ha ordenado que del mismo modo en que
comemos y bebemos físicamente, también debemos comer y beber
espiritualmente. Quiere que probemos y veamos a través de estos
elementos que él es bueno y que toda su obra salvadora es gloriosa
y que él es un tesoro. Vayamos a la mesa y disfrutemos de Cristo
juntos

¿Cómo debo utilizar mi tiempo?


La forma que yo lo hago-y es la única manera bíblica que conozco,
aunque no lo hago tan bien como me gustaría-es experimentar lo
que Romanos 12:2 dice, “Y no os adaptéis"—hoy, esta tarde, en sus
prioridades y elecciones-"a este mundo, sino transformaos mediante
la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la
voluntad de Dios.”

Así que yo afronto todos los decisiones de hoy en día, ¿como tendré
un paladar espiritual para que puedo experimentar el sabor que es la
voluntad de Dios, que es bueno, aceptable, y perfecto? Y la repuesta
que la Biblia nos da es, “Obtened una mente transformada.”

Así que trabajamos en la Palabra de Dios y en la oración no


sólamente para descifrar una lista de hechos que son más o menos
aceptables, pero trabajamos a obtener una mente que piensa y
siente sobre las cosas como Cristo. De modo que cuando viene una
llama o una oportunidad para ir a algún lugar, o tenemos que elegir
entre esto o eso, hay algo sobre nuestras mentes que percibe donde
Cristo estaría ampliado, donde fe estaría fortalecida y donde
personas estarían amadas.

Que es notable es que hay gente que no tiene mucho capaz para
articular teología formal pero tiene un bueno paladar para
experimentar la santidad y el amor. Estas personas parecen ser
capaces para percibir en un momento, en el parpadear de un ojo,
que palabra estaría lo mas útil y que acción estaría lo mas edificante
y si les pidieras "¿Por qué hiciste eso?" No pudieron darte una
explanación larga. Lo intuyeron, sin embargo es una intuición
espiritual no justo una consulta de una lista.

Y eso es lo que queremos. Queremos despertar por la mañana, ir a la


palabra, ir a la oración, y avanzar la transformación de nuestras
mentes

¿Cómo la Gratitud nos Motiva?

En mi mensaje del 29 de mayo sobre Gálatas 5:1-5 argumenté en


contra de la “ética de la gratitud” que dice: “Dios ha trabajado para
mí, ahora yo regresaré el favor trabajando para Él;” o: “Dios me ha
dado más de lo que yo puedo pagar, pero dedicaré mi vida a
pagarle.” Sin embargo, después del culto Steve Ray me preguntó si
no hay otra manera en que la gratitud nos puede motivar sin
envolver una mentalidad de deudor. Durante el fin de semana de
Memorial Day dediqué alrededor de seis horas pensando en la
respuesta a esta pregunta y esto es a lo que he llegado hasta ahora.

'Definición': La gratitud es una especie de gozo que surge en


nuestros corazones como respuesta a la buena voluntad de alguien
que nos hace (o trata de hacernos) un favor. No respondemos con
gratitud hacia una persona si esta accidentalmente nos hace un
favor. Tampoco respondemos con gratitud si esta nos hace un favor
con motivos mercenarios ulteriores. Por otro lado, respondemos con
gratitud cuando la persona que trata de hacernos el favor es
impedida por circumstancias fuera de su control. Este sería el caso
de alguien que sacrifica su vida para traernos una medicina de la
jungla que no nos sana. Aún asi sentimos gratitud hacia esa
persona. Por lo tanto, la gratitud no es meramente una respuesta de
gozo por un bien recibido. Ésta tiene una referencia especial a la
buena voluntad de la otra persona. Una persona cuyo gozo se centra
únicamente en el bien recibido sin ningun sentido de gozo por la
buena voluntad del dador le llamamos ingrato. Es pues la gratitud
una especie de gozo que surge como respuesta a la buena voluntad
de alguien que nos hace (o trata de hacernos) un favor.

Este gozo, como todos los gozos, tiene en sí el impulso de expresar o


exibir el valor de lo que lo causa. Este es un concepto crucial para el
entendimiento de como la gratitud motiva la conducta. Por
naturaleza el gozo demuestra o expresa el valor de su causa. Cuando
algo nos da gozo sentimos el impulso de demostrar su valor por
medio de nuestras palabras y acciones.

La intensidad de este gozo y su impulso expresivo está determinado


por tres factores: 1) la importancia que tiene para nosotros el regalo
ofrecido (Estamos más agradecidos por un abrigo de invierno que
por un cono de helado); 2) el sacrificio que le costó a alguien el dar
el regalo (Estamos más agradecidos si la persona arrriesga su vida
que si el regalo no le causó ningún inconveniente); 3) cuan
inmerecidos nos consideremos para recibir el regalo (Estamos más
agradecidos por un regalo gratuito que por el salario que nos hemos
ganado).

La pregunta de cómo la gratitud puede motivar nuestra buena


conducta equivale a la siguiente pregunta: ¿Cómo podemos
demostrar o expresar el valor de la buena voluntad de Dios hacia
nosotros? La gratitud es el gozo que surge como respuesta a la
buena voluntad de Dios hacia nosotros expresada en todos sus
dones. De este gozo sale un impulso de expresar el valor de esa
buena voluntad. ¿Cómo logramos esto?

'Respuesta': Nuestra gratitud debe mostrar el valor de la buena


voluntad de Dios en una manera que honre la naturaleza y el
objetivo de esa voluntad sin contradecirla. (Por ejemplo: Yo no debo
tratar de mostrar mi agradecimiento hacia alguien que ha pagado mi
tratamiento de alcohol organizando una fiesta con cervezas.)

Consideremos por ejemplo la buena voluntad de Dios expresada en


enviar su Hijo a morir. Ese acto de amor es de una naturaleza
incondicional, es inmerecido, es un regalo de pura gracia. El objetivo
de este acto fue el de desatar un poder de perdón y renovación que
transformaría las personas en reflectores de la gloria de Dios. Por lo
tanto, la manera en que la gratitud por este acto de amor debe ser
demostrada es diciendo y haciendo lo que honra su naturaleza
gratuita y su objetivo de glorificar a Dios.

Consecuentemente cualquier intento de pagar a Dios por enviar a su


Hijo está descartado pues sería una contradición a la naturaleza
libre y gratuita de este acto. Cualquier intento de convertirnos en
benefactores de Dios tiene que ser descartado como algo que
deshonra la naturaleza y el objetivo de este acto divino. Ese fue mi
punto el pasado domingo. Pero hay varias maneras apropiadas en
que el impulso del gozo de nuestra gratitud se puede expresar: 1) la
admisión de que no merecemos a Cristo honrará la naturaleza libre y
gratuita de su ofrecimiento. 2) Palabras de amor, de alabanaza y de
acción de gracias brotarán como frutos en la rama de la gratitud. 3)
Confianza en el poder de perdón y renovación desatado en la cruz
honrará su objetivo. 4) Actos de amor llenos de autonegación
también mostrarán cuan libres somos hechos por la autosuficiencia
del don de amor provisto en la cruz.

Esta es la manera como veo la gratitud motivando la obediencia a


Cristo. Ella no nos motiva a que le devolvamos a Dios el favor
recibido o a que suplamos sus necesidades. Como una expresion de
gozo que es tiene en sí el impulso de mostrar el valor de la buena
voluntad de Dios. Las cosas que muestran el valor de la buena
voluntad de Dios en su verdadera naturaleza y objetivo son las
palabras de alabanza, un corazón que confia, y una vida llena de
amor.

Agradecido por ustedes,

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