comió mucha ensaimada… o tal vez por que abusó, o es que nunca controló las tortas de polvorón que su abuela a él le daba... ni las de Inés Rosales que sé que le encantaban... Todavía tiene el sabor del alfajor de Medina, todas estas han creado en su interior una masa, un espesor, no tiene colesterol, lo que tiene es mucha harina, le gustaban con locura el filito blandito que traían las medialunas... Era goloso, con la cara “reonda” como un pozo, zambo a mas no poder y del “Madrí” que más os voy a decir. Feo y chiquitito, tipo Joselito. Quería dar la vuelta al mundo, ¡solo con dos gallumbos! Si te gustó este cuentecillo aquí tenéis mi tarjeta y si no te gusta… te engatusare con otras de mis tretas.