Torodin ingreso a un culto, adoraban a Bazateth; en uno de los miles de rituales, lograron abrir un portal, pero algo andaba mal en ese. No se vea un infierno del otro lado, no salieron llamas, cuernos ni demonios. Hubo un destello de colores proveniente de un vacio oscuro. Luces de una escala cromtica desconocida, nueva, diferente. Torodin se acerc a ver, en ese instante, lo que algunos describiran como rayo, otros como un tentculo, otros como un haz de luz ms brillante que los que venan habiendo, no importa lo que sea, como se vea, lo golpeo en su frente. El portal se cerr, cuando mir, vio que todo estaba normal, lo miraban con curiosidad, pero de repente se dieron cuenta del fallo del ritual, y lo acusaron a l, se precipitaron, victima convertida en culpable en un instante. Algo paso, una voz, un susurro en su cabeza, por un segundo que pareci eterno todo se aclar, luego se oscureci y ya no quedaron vivos. Con el tiempo, las voces fueron un poco ms claras, ms frecuentes, comenz a ganar habilidades, y sabiduras que no entenda, y sigue sin; pero todo vino a un costo, y su mente dejo de ser la que era. Hoy en da, Torodin vagabundea segn los designios de estas, y profetiza sobre un nuevo dios absoluto, reclamando lo que originalmente le perteneca, misericordioso y no a la vez, con los caprichos que solo un ser panenico puede tener, o al menos eso e s lo que Torodin entiende, asi es como se volvi, en un Testigo de Jehova.