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Caro victrix

Efrén Rebolledo

1
Caro victrix
Efrén Rebolledo
Posesión

Se nublaron los cielos de tus ojos,


y como una paloma agonizante,
abatiste en mi pecho tu semblante
que tiñó el rosicler de los sonrojos.

Jardín de nardos y de mirtos rojos


era tu seno mórbido y fragante,
y al sucumbir, abriste palpitante
las puertas de marfil de tus hinojos.

Me diste generosa tus ardientes


labios, tu aguda lengua que cual fino
dardo vibraba en medio de tus dientes.

Y dócil, mustia, como débil hoja


que gime cuando pasa el torbellino,
gemiste de delicia y de congoja.
El beso de Safo

Más pulidos que el mármol transparente,


más blancos que los blancos vellocinos,
se anudan los dos cuerpos femeninos
en un grupo escultórico y ardiente.

Ancas de cebra, escorzos de serpiente,


combas rotundas, senos colombinos,
una lumbre los labios purpurinos,
y las dos cabelleras un torrente.

En el vivo combate, los pezones


que se embisten, parecen dos pitones
trabados en eróticas pendencias,

y en medio de los muslos enlazados,


dos rosas de capullos inviolados
destilan y confunden sus esencias.

5
Ante el ara

Te brindas voluptuosa e imprudente,


y se antoja tu cuerpo soberano
intacta nieve de crestón lejano,
nítida perla de sedoso oriente.

Ebúrneos brazos, nunca transparente,


aromático busto beso ufano,
y de tu breve y satinada mano
escurren las caricias lentamente.

Tu seno se hincha como láctea ola,


el albo armiño de mullida estola
no iguala de tus muslos la blancura,

mientras tu vientre al que mi labio inclino,


es un vergel de lóbrega espesura,
un edén en un páramo de lino.

6
Tristán e Isolda

Vivir encadenados es su suerte,


se aman con un anhelo que no mata
la posesión, y el lazo que los ata
desafía a la ausencia y a la muerte.

Tristán es como el bronce, oscuro y fuerte,


busca el rezago de pulida plata,
Isolda chupa el cáliz escarlata
que en crespo matorral esencias vive.

Porque se ven a hurto, el adulterio


le da un sutil y criminal resabio
a su pasión que crece en el misterio.

Y atormentados de ansia abrasadora,


beben y beben con goloso labio
sin aplacar la sed que los devora.

7
Salomé

Son cual dos mariposas sus ligeros


pies, y arrojando el velo que la escuda,
aparece magnífica y desnuda
al fulgor de los rojos reverberos.

Sobre su oscura tez lucen regueros


de extrañas gemas, se abre su menuda
boca, y prodigan su fragancia cruda
frescas flores y raros pebeteros.

Todavía anhelante y sudorosa


de la danza sensual, la abierta rosa
de su virginidad brinda al tetrarca,

y contemplando el lívido trofeo,


de Yokanán, el núbil cuerpo enarca
sacudida de horror y de deseo.

8
El vampiro

Ruedan tus rizos lóbregos y gruesos


por tus cándidos formas como un río,
y esparzo en su raudal crespo y sombrío
las rosas encendidas de mis besos.

En tanto que despejo los espesos


anillos, siento el roce leve y frío
de tu mano, y un largo calosfrío
me recorre y penetra hasta los huesos.

Tus pupilas caóticas y hurañas


destellan cuando escuchan el suspiro
que sale desgarrando mis entrañas,

y mientras yo agonizo, tú, sedienta,


finges un negro y pertinaz vampiro
que de mi ardiente sangre se sustenta.

9
La tentación de San Antonio

Es en vano que more en el desierto


el demacrado y hosco cenobita,
porque no se ha calmado la infinita
ansia de amar ni el apetito ha muerto.

Del oscuro capuz surge un incierto


perfil que tiene albor de margarita,
una boca encarnada y exquisita,
una crencha olorosa como un huerto.

Ante la aparición blanca y risueña,


se estremece su carne con ardores
febriles bajo el sayo de estameña,

y piensa con el alma dolorida,


que en lugar de un edén de aves y flores,
es un inmenso páramo la vida.

10
Leteo

Saturados de bíblica fragancia


se abaten tus cabellos en racimo
de negros bucles, y con dulce mimo
en mi boca tu boca fuego escancia.

Se yerguen con indómita fragancia


tus senos que con lenta mano oprimo,
y tu cuerpo suave, blanco, opimo,
se refleja en las lunas de la estancia.

En la molicie de tu rico lecho,


quebrantando la horrible tiranía
del dolor y la muerte exulta el pecho,

y el fastidio letal y la sombría


desesperanza y el feroz despecho
se funden en tu himen de ambrosía.

11
En las tinieblas

El crespón de la sombra más profunda


arrebuja mi lecho afortunado,
y ciñendo tus formas a mi lado
de pasión te estremeces moribunda.

Tu cabello balsámico circunda


los lirios de tu rostro delicado,
y al flotar por mis dedos destrenzado
de más capuz el tálamo se inunda.

Vibra el alma en mi mano palpitante


al palpar tu melena lujuriante,
surca sedosos piélagos de aromas.

busca ocultos jardines de delicias,


y cubriendo las flores y las pomas
nievan calladamente mis caricias.

12
Claro de luna

Como un cisne espectral, la luna blanca


en el espacio transparente riela,
y en el follaje espeso, Filomela
melífluas notas de su buche arranca.

Brilla en el fondo oscuro de la blanca


tu peinador de vaporosa tela,
y por las frondas de satín se cuela
o en los claros la nívea luz se estanca.

Después de recorrer el mármol frío


de tu pulida tez, toco una rosa
que se abre mojada de rocío:

todo enmudece, y al sentir el grato


calor de tus caricias, mi ardorosa
virilidad se encarca como un gato.

13
El duque de Aumale

Bajo la oscura red de la pestaña


destella su pupila de deseo
al ver la grupa de esplendor sabeo
y el albo dorso que la nieve empaña.

Embiste el sexo con la enhiesta caña


igual que si campara en un torneo,
y con mano feliz ase el trofeo
de la trenza odorífera y castaña.

El garrido soldado de Lutecia


se ríe de sus triunfos, mas se aprecia
de haber abierto en el amor un rastro,

y gallardo, magnífico, impaciente,


como un corcel se agita cuando siente
la presión de su carga de alabastro.

14
Insomnio

Jidé, clamo, y tu forma idolatrada


no viene a poner fin a mi agonía;
Jidé, imploro, durante la sombría
noche y cuando despunta la alborada.

Te desea mi carne torturada,


Jidé, Jidé, y recuerdo con porfía
frescuras de tus brazos de ambrosía
y esencias de tu boca de granada.

Ven a aplacar las ansias de mi pecho,


Jidé, Jidé, sin ti como un maldito
me debato en la lumbre de mi lecho;

Jidé, sacia mi sed, amiga tierna,


Jidé, Jidé, Jidé, y el vano grito
rasga la noche lóbrega y eterna.

15
Esta edición para internet de Caro victrix,
de Efrén Rebolledo,
se terminó en la Ciudad de México
en mayo de 2010.

En su composición se utilizaron tipos


de la familia Optima.

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