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PREGUNTAS A LA DESIGUALDAD ERIK OLIN WRIGHT Maria José Alvarez Rivadulla | César Rodriguez Garavito prologo a la version en espaiiol Preguntas a la desigualdad Ensayos sobre andlisis de clase, socialismo y marxismo Erik Olin Wright Marfa José Alvarez Rivadulla César Rodriguez Garavito prélogo a la versién en espanol This one OL48-8KL-RZCA COLECCION TEXTOS DE CIENCIAS HUMANAS © 2010 Editorial Universidad del Rosario (© 2010 Universidad Colegio Mayor de Nucsra Sera del Rosario, Facultad de Ciencias Humanas © 2010 Erik Oiin Wright © 2010 Maria José Alvarez Rivadulla y César Rodrigues Garavito por el Prélogo a a versia en espafol ISBN: 978-958-738-054-5 Primera edicién en inglés: Inerrogating Inequality Exays om Class Analysis, Socialism and Marxism Verso, London, 1994 Primera edicion en espafiol: Bogoté D.C., febrero de 2010 ‘Coordinacién editoria: Editorial Universidad del Rosario “Traduccién: Santiago Restrepo Revisin de la traduccién: Maria José Alvarez Rivadulla Disefio de cubierta: Lucelly Anaconas Diagramacién: Angel David Reyes Durdn Impresién: Xpress Estudio Grifico y Digital S.A. Editorial Universidad del Rosario Carrera 7 N° 13-41, oficina 501 + Teléfono 297 02 00, ext.7724 * Bogots D.C. Correo electrénico: edtorial@urosario.edu.co “Todos los derechos reservados. Esta obra no puede ser reproducida sin el permiso previo por escrito dela Editorial Universidad del Rosario WRIGHT, Erik Olin Preguntas ala desigualdad. Ensayos sobre andlisis de clase, socilismo y marxismo / Erik Olin Wright. Facultad de Ciencias Humanas. ~ Bogoté: Editorial Universidad del Rosario, 2010. 348 p.ilustraciones, cuadros. ISBN: 958-958-738-054-5 ECONOMIA DEL BIENESTAR / MARXISMO / SOCIALISMO / I. Titulo 3354 W947p 20 Impreso y hecho en Colombia Printed and made in Colombia Contenido Prélogo. Caer en el marxismo; quedarse en él... 17 Prélogo a la versidn en espafol.... 37 por Manta José Atvarez Rivaputta y César Ropricuez GaraviTo PARTE! Andlisis de clase Introduccién .. 44 Capitulo 1. Desigualdad... 46 Capftulo 2. El andlisis de clase de la pobreza... 59 Capitulo 3. Elestatus de lo politico en el concepto de estructura de clase. _ 89 Capitulo 4. Coercién y consentimiento en el intercambio cuestionado (con Michael Burawoy) 5 Capitulo 5. Clase y politica .. 136 PARTE II Socialismo Introduccién . 162 Capitulo 6. Los futuros del capitalismo: una reconceptualizacién ‘del problema de los modos de produccién pos-capitalistas.. 165 Capitulo 7. ;Por qué es necesario algo como el socialismo para 219 PARTE III Marxismo Introduccién .. 240 Capitulo 8. Qué es el marxismo analitico?.. 243 Capitulo 9. El marxismo como ciencia social... 268 Capitulo 10. Explicacién y emancipacién en el marxismo el feminismo . 283 Capitulo 11. El marxismo después del comunismo.. 3u1 Referencias .sccccssssessesscesssnsestssnsscssensscstanscatsnasesssunssscrsussecrssumnseteanssens 338 Copyrighted material A mi madre y mentora, Beatrice A. Wright Prefacio Cuando discutf con varios amigos y familiares el titulo que tenfa pensado para este libro, Preguntas a la desigualdad (Interrogating Inequality), algunos me dijeron que era un titulo ridiculo que no significaba nada. Argumentaron que Preguntas a la desigualdad no tenia més sentido que Darle la mano a la contradiceién o Hablandole a los tridngulos. Me sugitieron varias alternativas: Investigacién sobre la desigualdad; Estudio de la desigualdad; Examen de la desigualdad. Pero ninguno de estos titulos estaba del todo bien. Todos ellos sugerfan que la desigualdad era el tema primordial del libro —que el libro era un estudio empirico de la desigualdad o que exploraba varios problemas te6ricos y filoséficos de varios tipos de desigualdad. En realidad el libro no aborda estos temas. El titulo Preguntas a la desigualdad tiene el propésito de evocar una imagen diferente. La desigualdad es como un testigo en una investigacién criminal, quizds incluso el testigo principal. Se le hacen preguntas para llegar a alguna verdad subyacente sobre el crimen, sobre una injusticia que se ha cometido. Nuestra preocupacién no se centra simplemente en el testigo, sino en lo que podemos aprender sobre temas mucho mds amplios al investigar al testigo. Entonces, este libro trata sobre esas preguntas, sobre los conceptos que necesitamos para ello y también sobre la misma desigualdad. El libro trata sobre el andlisis de clase como una forma de hacer preguntas sobre la desigualdad, sobre el socialismo como una forma de desafiar la desigualdad y sobre el marxismo como un marco amplio para relacionar las preocupaciones morales acerca de la desigualdad con las tareas tedricas de explicacién y las tareas politicas de transformacién. Quizds hubiera sido mejor haber usado como titulo la frase mds directa que sirve de subtitulo, Ensayos sobre andlisis de clase, socialismo y marxismo, pero me parecla muy aburrido. Asi que, a riesgo de sonar algo posmoderno, me decidi por el titulo Preguntas a la desigualdad. i PREGUNTAS A1LA DESIGUALDAD. ENSAYOS SOBRE ANALISIS DE.CLASE, SOCTALISMO ¥ MARXISMO Los doce ensayos que se retinen en este volumen fueron escritos entre 1979 y 1993, Escribi cuatro de ellos en respuesta a solicitudes especificas. Escribf el texto “Desigualdad” (capitulo 1) para The New Palgrave editado por John Eatwell (Londres 1987) y lo hice en parte con el propésito de explicarle a los economistas la diferencia entre el enfoque marxista de la desigualdad y los demés. Escribf “Clase y politica” (capitulo 5) para el Oxford Companion on Politics (Oxford 1993) y tenfa un propésito similar al anterior pero en este caso para los politdlogos. El texto “Marxismo como ciencia social” (capitulo 9) lo escribi ante una solicitud que se me hizo para que respondiera a una serie de criticas que varios autores le hab{an hecho a un intercambio entre Michael Buroway y yo, previamente publicado en el Berkeley Journal of Sociology. El conjunto de criticas y mi respuesta se publicaron posteriormente en forma de simposio en el BJS de 1989. El prélogo, “Caer en el marxismo; quedarse en dl”, lo escrib{ para una conferencia que celebraba el centésimo aniversario dela fundacién del departamento de sociologfa de la Universidad de Kansas. La universidad invit6 a varios sociélogos relacionados con ella para que die- ran charlas sobre sus carreras. Mi conexién con dicha universidad se debe a que crecf en Lawrence, Kansas, y a que mis padres fueron profesores (pero de sicologia, no sociologia) de esa institucién. Ese ensayo es un intento por comprender la trayectoria de las decisiones que he tomado y que han genera- do el tipo de conocimiento marxista académico que trato de producir. Luego, en 1991, este ensayo aparecié en una revista publicada por el departamento de sociologfa de la Universidad de Kansas, The Midwest Review of Sociology. Escribi varios de los ensayos de este libro como resultado de la interaccién con trabajos de mis colegas del Encuentro Anual de Marxismo Analitico en Londres (describo este grupo en el prélogo). “El estatus de lo politico en el concepto de estructura de clases” (capftulo 3) fue mi primer encuentro con el trabajo de John Roemer. Posteriormente, el texto se publicé en una edi- cidn especial de la revista Politics and Society, vol. 11, no. 2, 1982, dedicada al trabajo de Roemer sobre clase y explotacién. El texto “;Por qué algo como el socialismo es necesario para la transicién hacia algo como el comunismo?” (capitulo 7) surgié de las discusiones en torno a un articulo, “A Capitalist Road to Communism”, presentado por Robert Van der Veen y Philippe Van Parijs durante el Encuentro de Marxismo Analitico de 1986. Después 12 Preracio ese articulo aparecié en una edicién del la revista Theory & Society, vol. 15, 1987, junto con el articulo de Van der Veen y Van Parijs y otros comenta- rios adicionales. Finalmente, “Coercién y consentimiento en el intercambio cuestionado” (capitulo 4, escrito con Michael Burawoy) es una respuesta al articulo “Intercambio cuestionado”, de Sam Bowles y Herb Gintis, que se discutié en el encuentro de 1989. Ambos articulos se publicaron en la edicién de junio de 1990 de la revista Politics Society. Los demas capitulos de este libro fueron concebidos originalmente como. charlas dadas en diferentes universidades y conferencias. Presenté por primera vez “Los futuros del capitalismo” (capitulo 6) en una conferencia sobre “La teorfa del Estado en el capitalismo contemporinco”, en la Universidad de Puebla, en Puebla, México, en octubre de 1979 y en una conferencia sobre “Nuevos desarrollos en la teorfa del Estado”, en diciembre de 1979 en la Uni- versidad de Toronto. Después de muchas revisiones (principalmente debido a algunas divergencias tedricas y quizds polfticas con los editores de la revis- ta), este texto se publicé en Socialist Review, no. 69, en 1983. Escribf “;Qué ¢s el marxismo analitico?” como ponencia principal para el Encuentro de la Asociacién Brasilera de Sociologia de junio de 1989 en Rio de Janeiro. Este texto también aparecié en Socialist Review, no. 4, 1989. Algunas secciones de este ensayo se incluyeron posteriormente en partes del primer capitulo del libro que escribf con Andrew Levine y Elliott Sober, Reconstructing Marxism (Londres 1992). Presenté por primera vez el texto “Explicacién y emancipacién en el marxismo y el feminismo” (capitulo 10) en el encuentro anual de 1990 dela American Sociological Association y posteriormente en la Universidad de Ciudad del Cabo, Suréfrica, en junio de 1992. De todos los articulos que se reimprimen en este libro, éste fue el que més trabajo me costé publicar por primera vez. Primero lo envié a la New Left Review en 1990. Me lo devolvie~ ron con muchos comentarios y una solicitud para que lo revisara. Después de realizarle cambios sustanciales que pens€ solucionaban todas las objeciones importantes, volv{ a envidrselos. Esta vez lo rechazaron del todo. Aparente- mente, los miembros del conscjo editorial consideraron que yo caracterizaba de manera injusta al marxismo adjudicdndole una visién determinista de la trayectoria auto-destructiva del capitalismo y que denigraba el feminismo al 13 PREGUNTAS A LA DESIGUALDAD. ENSAYOS SOBRE ANALISIS DE CLASE, SOCIALISMO ¥ MARXISMO considerar sus objetivos de emancipacién menos probleméticos que los del Marxismo, Después envié el articulo a Socialist Review y lo rechazaron en un tiempo relativamente corto. Aunque consideraron el articulo como “provo- cador”, muchos miembros del cons¢jo editorial se opusieron con fuerza a varios de sus argumentos. Mi siguiente intento fue la American Sociological Review. Nunca habfa intentado publicar un ensayo tedrico en dicha revista y pensé que quizds, como parecfa que a las revistas de izquierda no les gustaba el texto, el bastién del establecimiento sociolégico lo aceptaria. La respuesta negativa llegé répido. Me dijeron que la revista no era lo suficientemente especializada y que carecia de referencias adecuadas para verificar las afirma- ciones de mi articulo acerca de la naturaleza del marxismo y el feminismo como tradiciones teéricas. Eventualmente el articulo se publicé en la revista Sociological Theory en marzo de 1993. Presenté “El marxismo después del comunismo” (capitulo 11) por prime- ra vez bajo ese titulo durante el encuentro de la American Sociological Associa- tion de agosto de 1992, pero anteriormente habia presentado fragmentos de este ensayo en charlas en varias universidades de Suréfrica y Estados Unidos. Algunas de las ideas de este texto aparecieron en versiones menos claboradas del tiltimo capitulo de Reconstructing Marxism. La versién actual del articulo aparecié en la New Left Review, no. 2002, noviembre-diciembre de 1993. Finalmente, preparé “El andlisis de clase de la pobreza” (capftulo 2) para una conferencia en octubre de 1993 sobre “La medicién de las desigualda- des sociales en salud” en el National Institute of Child Health and Human Development de Bethesda, Maryland. Me invitaron a esa conferencia para que aportara una “perspectiva de clases” al problema de las desigualdades en el campo de la salud y decidé que lo mejor que podia hacer era exponer los principios bésicos de un anilisis de clase de la pobreza. Este articulo no se ha publicado hasta el momento. A lo largo de los casi quince afios que transcurricron entre los primeros borradores de los primeros de estos ensayos y la version definitiva del tiltimo, tanto el contexto intelectual inmediato como el mds amplio contexto social y politico dentro de los que se desarrolla la academia marxista han suftido profundos cambios. A finales de los afios setenta, el marxismo todavia era el nticleo del trabajo intelectual de la izquierda. Todavia se debatfan con inten- 14 Prrracto sidad los temas y conceptos del marxismo clésico —la teorfa laboral del valor, el materialismo histérico, la naturaleza del Estado capitalista— y todavia se le daba una credibilidad considerable a muchas de sus formulaciones clasi- cas, incluso por parte de sus criticos. Cuando en el otofio de 1993 terminé de escribir el tiltimo de los ensayos que conforman este libro, “El andlisis de clase de la pobreza”, el marxismo ya no ocupaba el lugar principal entre los académicos criticos y muchas personas que todavia consideraban que estaban trabajando dentro de esa tradicién la hab{an abandonado o habfan transfor- mado sus conceptos fundamentales. Estos cambios en el contexto se reflejan en desplazamientos tedricos y ret6ricos a lo largo de los ensayos. Por ejemplo, en algunos de los ensayos mis lejanos en el tiempo, todavia aparecen discusiones sobre la teoria laboral del valor. En los ensayos posteriores, la teorfa laboral del valor no aparece en ningtin lugar, salvo alguna mencién ocasional. Los dos capitulos que tratan sobre el socialismo (capitulos 6 y 7), uno de 1979 y el otro de 1986, més 0 menos dan por sentada la alternativa entre capitalismo y socialismo, mientras que los dos ensayos esctitos a comienzos de los afios noventa y que discuten el proyecto de emancipacién del marxismo (capftulos 10 y 11), tratan al socialismo y al comunismo como conceptos problematicos que requieren una defensa seria. Dados esos cambios histéricos en los parametros del debate intelectual, resultaba tentador editar los ensayos mas antiguos para acomodarlos a las preocupaciones y a la sofisticacién de hoy en dfa. (De hecho, en los planes iniciales para este libro consideré incluir tres ensayos escritos a comienzos de los afios setenta —“Recent Developments in Marxist Theories of the Sta- te’, “Modes of Class Struggle and the Capitalist State” y “The Parsonsian and Structuralist-Marxist Theories of the State”- pero luego decidf no incluirlos porque me parecieron muy anticuados). Resist{ la tentacién y no le extirpé el candor a ninguno de los ensayos. La tinica edicién que hice fue remover algunas secciones que repiten discusiones de otros capitulos y afiadir algunas aclaraciones cortas. Mucha gente me proporcioné comentarios extensos, escritos y verbales, sobre muchos de estos capitulos. Quisiera reconocer en particular las criticas perspicaces y agudas de Michael Burawoy, quien constantemente me urge a 15 PREGUNTAS A LA DESIGUALDAD. ENSAYOS SORE ANALISIS DE CLASE, SOCIALISMO Y MARXISMO_ que no ceda demasiado terreno para ganar respetabilidad, Muchos de los ar- tfculos se analizaron cuidadosamente durante los encuentros anuales del gru- po de marxismo analitico, a los que asistieron Sam Bowles, Robert Brenner, G.A. Cohen, Jon Elster, Adam Przeworski, John Roemer, Hillel Steiner, Ro- bert van der Veen y Philippe van Parijs. En los articulos también se reflejan las discusiones periédicas que tuve con Andrew Levine mientras sacdbamos mi perro a pasear y con Joel Rogers durante desayunos dominicales. A lo lar- go de muchos afios, los estudiantes de posgrado del programa de andlisis de clase y cambio histérico del departamento de sociologfa de la Universidad de Wisconsin han sido la audiencia y los criticos iniciales de muchas de las ideas que posteriormente aparecieron en estos ensayos. Prdlogo Caer en el marxismo; quedarse en él En 1968, cuando cursaba el ultimo afio de mi pregrado en Harvard, filmé tuna pelicula llamada “La partida de ajedrez”, como parte de un curso de animacién que estaba tomando. La pelicula usa técnicas de “animacién séli- da” (es decir, mover una pieza ligeramente para luego filmar un cuadro de la pelicula) y trata sobre la accién de un conjunto de piezas de ajedrez talladas con esmero, que estén jugando una partida de ajedrez. La historia basica de la pelicula es sencilla: Las piezas avanzan sobre el tablero de manera militar. Primero, entea la aristo- cracia, seguida por los peones, éstos flanqueados por los caballos. Dos peones tratan de escapar pero los capturan y los traen de nuevo al tablero. La partida comienza. Desde el comienzo, la tasa de mortalidad de los peones es muy alta (desde el punto de vista del ajedrez la calidad de la partida es terrible). Cuando tuna pieza es capturada, cae y la expulsan de! tablero. Los peones se acumulan gradualmente al lado del tablero. Eventualmente la pelicula los muestra hablan- do entre sf, ambos bandos mezclados. Después de un rato, en un arrebato, los peones atacan a las piezas aristocriticas que todavia estén jugando en el tablero. La banda sonora cambia en ese momento, y pasa de un clavicordio barroco a “El rito de la primavera” de Stravinsky. En poco tiempo, los peones derrotan a la clite y la expulsan del tablero. Entonces, los peones, blancos y negros mezclados, bailan una danza tradicional en carrusel tipica de Virginia. La imagen en la pan- talla se desvanece. zAhi termina la historia? No. La imagen aparece de nuevo y se observa que las piezas marchan otra ver hacia el tablero. Se ordenan para comenzar una nueva partida, sélo que estd ver los peones estén en la fila de atrés y las antiguas piezas aristocriticas estan en la de adelante. Ahora los peones se PREGUNTAS A LA DESIGUALDAD. ENSAYOS SOBRE ANALISIS DE CLASH, SOCIALISMO Y MARXISMO mueven como caballos, reinas, alfiles; la elite del ancien régime queda reducida al estatus de peones. ¥ la partida comienza de nuevo. Filmé esta pelicula durante un momento crucial en la historia de la iz~ quierda, al menos en el mundo occidental. El otofio siguiente la exhibf en un centro estudiantil internacional en Paris. La gente todavia vivia las conse- cuencias de los eventos de mayo de ese afio. Al terminar la proyeccién de la pelicula, un estudiante norvietnamita se levanté y la atacé diciendo que representaba la inutilidad completa de los intentos de cambio revolucio- nario. A su modo de ver, el mensaje de la pelicula era plus ga change, plus cest [a méme chose (entre mds cambian las cosas, mds permanecen igual). Yo le respond{ diciéndole que estaba comprendiendo mal el mensaje dela pelicula. El punto de la pelicula era que no es posible bailar un baile revolucionario en un tablero de ajedrez. El error que cometian los peones en esta fibula era imaginar que simplemente al eliminar a la clase dirigente del tablero podrfan construir una nueva sociedad. El tablero representaba la estructura social que produce las partidas que jugamos, en vez de simplemente proporcionar un fondo “natural” o neutral para la accidn. Por lo tanto, lo que los peones tenfan que haber hecho era quitar el tablero y no solamente a los antiguos jugadores. Al no hacer esto, en tiltimas los peones recrearon la misma partida anterior pero con un intercambio de los roles tradicionales. Uno no puede bailar por mucho tiempo un baile comunal en un tablero de ajedrez. Debo admitir que este recuento articulado del mensaje de la pelicula viene de reflexiones posteriores sobre las intuiciones que tuve durante el pro- ceso de claboracién de la pelicula. En todo caso, considero que esta pelicu- Ja muestra algunas cosas sobre mi pensamiento en un momento en el que todavia no consideraba marxista mi propio trabajo. No fue sino hasta varios afios después, durante los primeros afios de los afios setenta, cuando ya era estudiante de posgrado, que comencé a identificar mi trabajo de tal mane- ra. Sin embargo, tenfa todas las intuiciones puestas en su sitio, al menos asf me lo parece, antes de reconocer que, efectivamente, tales intuiciones eran esencialmente intuiciones marxistas. Esto es parte de lo que tenfa en mente cuando escogf el titulo para este capitulo, “Caer en el marxismo; quedarse en él”. Por supuesto, la alusién es algo romantica: uno se enamora, pero de- 18 Pr6Loco, CAER EN EL MARXISMO; QUEDARSE EX fi. cide casarse. (Y cada vez mas hay que decidir seguir estando casado, dada la facilidad del divorcio). Viendo la historia de mi vida en retrospectiva, creo que lo que aprendi en mis primeros afios de posgrado fue que en mis propias percepciones del mundo yo de hecho ya era “marxista”, Esto fue mds un descubrimiento que una decisién. Sin embargo, dado este descubrimiento, en varias coyunturas de mi carrera me he enfrentado a decisiones més 0 menos conscientes. En esta discusién quiero centrarme en la naturaleza de esas decisiones. Reflexionar sobre la interaccién entre decisién y contexto es sociologia bisica: consecuencias esperadas ¢ inesperadas; célculo racional y accién nor- mativa; decisiones bajo restricciones. El giro particular que quisiera darle a la dialéctica que se da entre decisi6n y restriccién se puede encontrar en la historia de Ulises y las Sirenas —a veces uno toma decisiones de manera cons- ciente en parte para restringir sus propias posibilidades futuras de decisién. (Este uso de la metéfora de Ulises y las Sirenas viene del libro de Jon Elster, Uhysses and the Sirens, Cambridge University Press). una forma de meta-racionalidad, que dentro de poco iba a enfrentarse a una ises sabfa, mediante situacién en la que no querfa tener la capacidad de tomar decisiones. Qui- so entonces que lo ataran al méstil y dio instrucciones a los marineros del barco para que no atendicran sus érdenes de liberarlo, porque sabia que si lo liberaban, él mismo causarfa su propia desgracia. Por lo tanto, en cierto momento Ulises tuvo la capacidad de tomar decisiones que restringieron sus decisiones futuras. Allo largo de mi carrera he tomado una serie de decisiones que tienen esa caracteristica basica de la situacién de Ulises frente a las Sirenas: de un modo u otro he tomado decisiones estratégicas comprendiendo en mayor 0 menor medida la forma en que esas decisiones restringirfan posibles deci- siones futuras. Las decisiones que tomé en cinco coyunturas concretas me parecen especialmente importantes. La primera tiene que ver con la decisin de identificar mi trabajo primordialmente como un aporte al marxismo en vez de simplemente identificarlo como un uso del marxismo. La segunda se refiere a mi decisién de ser socidlogo, en vez de cualquier otro “élogo”. La tercera es la decisién de ser lo que algunos describirfan como un marxista multivariado: un sociélogo marxista que realiza un trabajo ostentoso, quiz4s 19 PREGUNTAS A LA DESIGUALDAD. ENSAYOS SOBRE ANALISIS DE CLASE, SOCIALISM Y MARKISMO, incluso pretencioso, de investigacién cuantitativa. La cuarta decisién se refiere a la escogencia de un departamento académico particular. Esta decisién se me planteé de manera precisa cuando en 1987 pasé un afio como profesor visitante en la Universidad de California, Berkeley. Me ofrecieron un puesto en dicha universidad y debfa decidir si regresaba a Wisconsin o no. Regresar a Madison era sin duda una posibilidad. Finalmente, y es el tema que anali- zaré con mds detalle, estuvo la decisién de permanecer como marxista en un mundo de pos-marxismos, donde muchos de mis camaradas intelectuales han decidido por buenas razones, y a veces no tan buenas, remodelar su agenda intelectual para quedar como amigos de la tradicién marxista, pero en todo caso fuera de ella. Para preparar el terreno para esta reflexién sobre decisiones y restriccio- nes, déjenme contarles algo acerca de la trayectoria de vida que me llevé a esas decisiones. Supe que querfa ser profesor mds 0 menos a los diez afios. Mis dos padres son académicos; mis dos hermanos son académicos; sus dos esposas son aca- démicas. El chiste de la familia es que la tinica movilidad social que tenemos es interdepartamental. Si uno se remonta a una generacin més atrds, eso no era asf; pero para mi era obvio que debia ser profesor. Nunca lo sent! como una decisién real que debfa tomat. Literalmente, nunca experimenté la deci- sién de ser profesor. Desde que tengo memoria recuerdo que al pensar sobre Jo que queria hacer en mi vida siempre pensaba en ser profesor. Es gracioso, pero estudiar mi pregrado en Harvard tampoco fue en rea- lidad una decisién en el sentido de analizar con cuidado las alternativas y sopesar las consecuencias. Estudié mi bachillerato en Lawrence, Kansas. Alli estd la Universidad de Kansas donde mis padres eran profesores. Cuando me gradué del bachillerato ya habfa acumulado un montén de créditos en Ja universidad. Todos mis amigos iban a estudiar en la Universidad de Kan- sas. Estudiar alli parecfa ser la tinica opcién. Pero un amigo de la familia, Karl Hieder, me dio un formato de aplicacién para Harvard como regalo de navidad en mi tiltimo afio de bachillerato, En ese entonces, él estudiaba un posgrado de antropologfa en Harvard. Llené el formato y lo envié. Solamen- te apliqué a Harvard, no debido a un exceso de confianza, sino a que fue la Ainica aplicacién que me regalaron en dicha navidad. Cuando eventualmente 20 Prdtoco, CAER HN HL. MARXISMO; QUEDARSE Hs ft La mayor parte de lo que he escrito, si excluimos algunos apartes re- téricos que se esfuerzan por resaltar lo mucho que mis textos contribuyen al marxismo, podria también haberse escrito con un espiritu més calmado de inspiracién en el marxismo. Podria haber enmarcado mis argumentos diciendo cosas como que “la tradicién marxista es una fuente de ideas rica ¢ interesante. Podemos aprender mucho de ella. Veamos a dénde podemos llegar tomando las nociones tradicionales de clase y moldedndolas, transfor- méandolas, combindndolas de diversas maneras con otros elementos”. Podrfa haber reorganizado mi andlisis de esta manera sin comprometerme con el marxismo per se, como tradicién que vale la pena reconstruir. A finales de los afios sesenta y comienzos de los setenta, muchos socidlo- gos, intelectuales radicales de mi generacién, tomaron la decisién contraria. Tomemos como cjemplo la obra de Theda Skocpol, especialmente su primer trabajo, States and Social Revolutions. Este libro habrfa podido escribirse co- mo un trabajo marxista, sin que eso cambiara de manera sustancial alguna de sus tesis. Habria podido escribirse como un libro que pretendfa reparar y arreglar algunas debilidades de la tradicién marxista con el fin de reconstruir y fortalecer esa tradicién. En vez de ello, dicha autora decidié hacer del libro un didlogo con la tradicién marxista, pero claramente por fuera de ella, por razones que ella tendria que explicar mediante su propio conjunto de coor- denadas intelectuales y personales. Yo tomé la decisién contraria. La pregunta ¢s, gpor qué lo hice?, ;qué pensé al tomar esa decisién? Déjenme contarles algo que creo ayudard a revelar lo que esté en juego. En 1986 di una charla en Varsovia con el titulo “Repensar de nuevo, jay!, el concepto marxista de clase” o algo igualmente pretencioso. En la charla dis- cutf cosas tales como las posiciones contradictorias de clase, la explotacién y la sociedad pos-capitalista, el rol del control sobre diferentes tipos de activos en la construccién de nuevas formas de explotacién, y asf sucesivamente. Al final de la charla, la primera pregunta de la audiencia fue: “Profesor Wright, sus ideas me parecen muy interesantes y convincentes. Me parece que hay mucho para discutir sobre ellas. Pero, :por qué llama a eso marxismo? ;Por qué desviar la atencién de lo que usted realmente dice clasificando sus ideas como marxistas?”. Lo que se nota aqu/ es la diferencia dramatica que hay, 23 PREGUNTAS A LA DESIGUALDAD. ENSAYOS SOBRE ANALISIS DE CLASE, SOCIALISMO Y MARXISMO. dependiendo del contexto, para realizar un trabajo intelectual radical. En el contexto polaco, declarar que eso era una reconstruccién del marxismo significa algo muy diferente a lo que esa misma afirmacién, esas mismas pa- labras, significarian en el contexto de la sociologfa estadounidense. En Po- lonia, reconstruir el marxismo significa rescatar la ideologfa de la represién estatal. En Estados Unidos, recubrir el trabajo propio de una retérica sobre la reconstruccién del marxismo significa algo muy diferente. Por lo tanto, creo que la primera motivacién para declarar que mi trabajo es una contribucién al marxismo gira en torno a un aspecto de la sociologfa del conocimiento. Qué quiere decir que uno defina su propio trabajo como una parte integral de una corriente de oposicién dentro de un conjunto de instituciones establecidas? Creo que esto es muy similar a lo que los sociélo- gos quieren decir cuando hablan de los “grupos de referencia”, aunque no se trata simplemente de la gente con la que uno cree que estd conectado 0 ante la que uno se considera responsable. Lo que en realidad estaba en juego para mf con esta decisién era la naturaleza del grupo que representaba o de la audiencia ante la que me sentfa responsable. ;Por cudles criticas me iba a preocupar y cudles queria simplemente descartar? El tema de los grupos que uno representa o del grupo de referencia se refleja en la diferencia en el tipo de reaccién que siento cuando la American Sociological Review rechaza uno de mis articulos, algo que pasa con bastante frecuencia, y cuando la New Left Review hace lo mismo, algo sucede con menos frecuencia pero que sucede. (como dije en el prélogo, el articulo sobre marxismo y feminismo, que sirve de base al capitulo 10 de este libro, fue rechazado por la New Left Review, después de haberlo revisado cuidado- samente a la luz de las criticas del consejo editorial de la revista). Cuando la ASR rechaza uno de mis articulos bésicamente me molesto. Me aburre y me frustra el trabajo adicional que las objeciones de los editores implican, que por lo general es un trabajo de cardcter técnico que no implica profundizar el conocimiento. En cambio, cuando la New Left Review rechaza uno de mis articulos, me preocupo, me pongo ansioso. Necesito mas tiempo para por Jo menos pensar las criticas que me hacen. En el caso del articulo sobre mar- xismo y feminismo, los editores del NLR me enviaron diez paginas a espacio 24 PROLOGO, CAER EN FL MARXISMO; QUEDARSE EN fi sencillo de criticas. No pude ni siquiera leerlas hasta que dispuse de un par de dias sin otto tipo de obligaciones; era algo que me producta mucha ansiedad como para enfrentarme de otra manera a las ideas y temas que planteaban. Eso nunca me pasa cuando rechazan mis articulos en la ASR. Simplemente me enfurezco y sigo con mis cosas. Estos asuntos sicolégicos son una parte importante de lo que hace que yea mi propio trabajo dentro de la tradicién marxista, que lo vea como un trabajo que contribuye a reconstruir la tradicién en vez de simplemente apo- yatse en ella. Definir mi propio trabajo de esa manera determina ante quién debo responder, cudles opiniones me importan. Sin embargo, el tema del grupo de referencia no es tinicamente sicoldgico, pues los grupos de referencia también son redes sociales que cuentan con recursos reales ¢ imponen pre- siones reales. Entonces, escoger un grupo de referencia implica un conjunto de restricciones que uno debe enfrentar en el futuro. Asf pues, al decidir describir mi trabajo como una contribucién al mar- xismo, ocurre algo similar a lo de la historia de Ulises y las Sirenas. Se trata de un intento, imperfecto sin embargo, de bloquear ciertas presiones coer- citivas que se dan al momento de entrar en una profesién. Es un intento de complicarme la vida. Lo mismo ocurre con las socidlogas feministas de hoy en dfa. En vez de simplemente contribuir a la sociologfa inspirada por el fe- minismo, este grupo considera que su trabajo contribuye a la construccién de la teoria feminista. Estas declaraciones complican la vida, pues uno po- drfa decir casi las mismas cosas sin necesidad de enunciar su agenda de esta forma provocadora. Sin embargo, complicarse la vida de esta manera no es una sefial de masoquismo; es una estrategia que dificulta que uno se deslice sin darse cuenta hacia una prictica teérica ¢ intelectual que se encuentra abrumada por su grado de aceptacién. Las presiones para llevar a cabo un trabajo académico afable, no polémico y aceptable, son enormes. As{ que uno puede neutralizar en parte esas presiones, al situar su propio trabajo en una corriente radicalmente opuesta. 25 PREGUNTAS A 1A DESIGUALDAD. ENSAYOS SOBRE ANALISIS DE CLASE, SOCIALISMO Y MARXISMO Hay otro aspecto relacionado con mi decisién de contribuir ala construccién del marxismo como tradicién intelectual, que desempefié un papel en mis deci- siones y que cada vez ha sido més importante en mi subsecuente decisién de permanecer en el marxismo en vez de convertirme, como esté de moda en estos dias, en un pos-marxista. Este segundo aspecto de mi decisién tiene que ver con temas mds relacionados con la filosofla de la ciencia que con Ja sociologia del conocimiento. ;Cusl es la mejor manera de contribuir a la ampliacién de nuestro conocimiento sobre la vida en sociedad? ;Acaso la estrategia mds productiva es trabajar con el paradigma que uno consi- dera superior, 0 es mds conveniente asumir un enfoque ecléctico, evitando cualquier compromiso radical con una sola perspectiva, y ms bien tomar y escoger elementos de diferentes tradiciones segiin convenga para responder a las distintas preguntas particulares que uno escoja? De manera algo estili- zada podemos contrastar dos posturas al respecto: una de ellas le da un gran valor alos programas ambiciosos que tratan de integrary cohesionar la teorfa en forma de paradigma; y la otra postura, que a veces se conoce como un enfoque més empfrico, argumenta que lo que hay que hacer es describir el mundo de forma més profunda e intensa, a la vez que obtenemos elementos eclécticos de diferentes fuentes segtin lo consideremos conveniente para cada tipo de problemas. Mis ideas sobre estas practicas intelectuales opuestas no son normales para alguien que esté comprometido con un paradigma de conocimiento en su propio trabajo. La mayor parte de las personas que procuran construir paradigmas fuertes son anti-eclécticos: consideran que el eclecticismo es un enemigo de la construccién de paradigmas. A mi me parece, por el contrario, que hay una relacién simbidtica entre quienes se dedican a los paradigmas y los eclécticos. El terreno intelectual éptimo para la teorfa radical 0, de hecho, para cualquier tipo de conocimiento sociolégico— es una mezcla de personas comprometidas con el eclecticismo y con la construccién de paradigmas. Si yo pudiera chasquear mis dedos y convertit a todos los intelectuales radicales en marxistas comprometidos, no lo harfa. Creo que serfa malo para el marxis- mo y sin duda serfa malo para la izquierda. Si pudiera chasquear mis dedos y convertir a todos lo intelectuales en eclécticos comprometidos, si es que 26 PROLOGO, CAER EN EL MARXISMO; QUEDARSE EN fi €s0 no es un oximoron, tampoco lo harfa. En cierta forma, el eclecticismo es paras{tico respecto a los paradigmas. Para ser un ecléctico eficaz, es nevesario tener alrededor otros académicos preocupados de manera obsesiva por re- construir paradigmas y mantener el mayor grado de coherencia en su interior. Pero si todo el mundo se dedicara a eso, se reducirian las posibilidades de reconstruit con eficacia los paradigmas, porque los misterios, preocupaciones y anomalfas que debe enfrentar un proyecto de reconstruccién, vienen con frecuencia de las observaciones que realizan los eclécticos. Porlo tanto, el ambiente de trabajo Gptimo y que busco en la medida de lo posible en los circulos intelectuales, valora un pluralismo intelectual en el que nadie es mas sagrado que otro en cuanto a los principios meta-tedricos. El didlogo entre las dudas de los eclécticos y el compromiso de los constructores de paradigmas fortalece a ambos. Esto vale tanto para el feminismo contem- pordneo como para el marxismo. En la tradicién feminista, el feminismo radical es crucial para el feminismo saludable, a pesar de que considero que el feminismo radical es la versién menos plausible del feminismo. De todas maneras, serfa una vergiienza para la tradicién feminista si las feministas radicales abandonaran las formas mds radicales y extremas del feminismo. De igual manera, para la tradicién intelectual socialista es importante tener un cuerpo de trabajo intelectual y académico que siga comprometido con la reconstruccién del marxismo, en vez de simplemente tomar elementos de Ja tradicién marxista. Ser socidlogo: las no-disciplinas y el pluralismo intelectual La segunda decisién importante en mi carrera fue la de ser sociélogo. Hoy en dfa todavia me considero como alguien que esté en la sociologia y no co- mo alguien que pertenece a la sociologfa. Considero que la sociologia es mas una plataforma desde la que realizo mi trabajo y no una disciplina frente a la que sienta un gran compromiso (aunque debo admitir que con el tiempo mi sentido de lealtad con este campo se ha incrementado un poco). En mi pregrado mi énfasis principal fue un programa interdisciplinario en ciencias sociales (estudios sociales). Después de eso estudié historia en Oxford durante dos afios. Me veo a mi mismo como un cientifico y tedrico social, y no co- 27 PREGUNTAS ALA DESIGUALDAD. ENSAYOS SOBRE ANALISIS DE CLASE, SOCIALISMO Y MARXISMO mo un Socidlogo con “S” maytiscula. {Entonces por qué escogi la sociologia como hogar académico? De todas las ciencias sociales, la sociologfa me parecié la menos discipli- naria; era la disciplina con fronteras mds borrosas. Pero atin més importante, Ia sociologfa ha valorado sus propias tradiciones marginales de una manera que otras ciencias no lo han hecho. En economia se describe a Marx como un pos-ricardiano de tercera. (Esta es una cita famosa de Paul Samulson, economista ganador del premio Nobel). Por el contratio, incluso los so- ciélogos anti-marxistas reconocen la importancia de Marx como uno de los fundadores intelectuales de lo que hoy en dia es la sociologfa. Todos los cursos de posgrado de teorfa incluyen al menos algunos textos de Marx. Hay departamentos de economia en los que ni siquiera se menciona el nombre de Marx. La otra disciplina de las ciencias sociales que hubiera servido para mi propésito habria sido la ciencia politica, y suapongo que si hubiera estado en otra universidad a lo mejor me habria convertido en politélogo. Pero me parecié que en Berkeley la sociologia era un campo més agradable para ser radical y en general hoy en dfa creo que la ciencia politica tiende a ser menos hospitalaria con el radicalismo debido a la estrecha relacién entre la ciencia politica y el Estado. La ciencia politica es un espacio en el que se forman los consultores del gobierno y los analistas politicos, y ese aspecto de la ciencia politica como disciplina es una restriccién que no quise escoger. Por lo tanto, me decidi por la sociologfa. Ser un marxista multivariado: legitimacién del marxismo y del carrerismo En las escuelas de posgrado, incluso en lugares como Berkeley, se nota muy rapido dénde est el nticleo intelectual de la disciplina. Tras haber decidido ser socidlogo y escoger como misién la reconstruccién del marxismo como ciencia social, vi que una de las tareas cruciales de mi trabajo consistirfa en aumentar la credibilidad del marxismo dentro de la academia y consideré que podria lograr esto mediante la investigacién cuantitativa. As{ lo escribt en un ensayo que se publicé en el Berkeley Journal of Sociology en 1987, al reflexionar sobre mis tempranas ambiciones teéricas: “En un principio te- 28 PrSvoco. CAR £5 HL MARXISMO; QUEDARSE EN fi. nfa visiones de batallas gloriosas entre paradigmas, con luchas en las que el valeroso caballero defensor de Marx derribaba con su lanza al rival burgués en una dramitica justa cuantitativa. Es mds, la fantas{a mostraba al vencido admitiendo la derrota y cambiando de bando como resultado”. Mi decisién de comenzar una serie de proyectos en cuyo nticleo habia sofisticadas técnicas estadisticas no estaba motivada por alguna conviccién epistemolégica en el sentido de que estas técnicas generaban un conocimien- to mds profundo o confiable. De hecho, casi siempre me he dado cuenta de que aprendo mis de un trabajo histérico de buena calidad que de la inves- tigacién de obsesionados cuantitativos. Pero en ese punto de la historia del marxismo en la sociologfa (mediados de los setenta), me parecié que la mejor opcién para incrementar el espacio intelectual de los marxistas en la academia era establecer la credibilidad del marxismo mediante una metodologfa cuan- titativa. Para ser honesto, desde el comienzo también hubo un lado més oscuro en mi atraccién por la investigacién cuantitativa. Cuando se supo hacia don- de se dirigia el micleo intelectual de la sociologfa durante los afios setenta, también se supo qué tipos de investigacién tendrian mayores posibilidades de obtener respaldo financiero y prestigio. Como instituciones, todas las dis- ciplinas académicas tienen un sistema de recompensas y sanciones que ditige el trabajo en direcciones particulares y en ese entonces era claro que habria més recursos para la investigacién cuantitativa. Yo era un joven académico muy ambicioso —ambicioso en mi biisqueda de lo que consideraba la “ver- dad”, pero también ambicioso en mi busqueda de estatus, reconocimiento, influencia y viajes por el mundo. Por lo tanto, el compromiso con una linea de investigacién relacionada con la investigacién convencional de encuestas me ofrecfa recompensas tangibles. No puedo reconstruir exactamente cual fue el balance entre estas mo- tivaciones a mediados de los setenta cuando hice mi investigacién doctoral ~un estudio cuantitativo de la estructura de clases y de la determinacién del ingreso~ 0 a finales de esa misma década cuando comencé mi proyecto comparativo, atin en curso, sobre la estructura de clases y la conciencia de clase. Pero cualquiera que haya sido el balance entre la obtencidn de recur- 29 PREGUNTAS A LA DESIGUALDAD. ENSAYOS SOBRE ANALISIS DE CLASE, SOCIALISMO ¥ MARXISMO sos y el compromiso intelectual, la decisién de dirigir mi investigacién de esa manera ha tenido muchas consecuencias que no siempre han sido de mi agrado, Esa decisién ha tenido como resultado una disminucién del espectro de preguntas que puedo formulary una divergencia entre buena parte de mi mejor trabajo tedrico y mi investigacién empirica. En un principio, cuando comencé el proyecto comparativo de andlisis de clase en 1978, la idea era hacer una encuesta sobre la estructura de clases y la conciencia de clase en Estados Unidos, Italia y Suecia. Estaba pensada como una operacién de ru- tina: plantear y clarificar una serie de asuntos empiricos antes de volver a los problemas que més me importaban -cl Estado, la politica y el cambio social. Desde entonces han transcurrido quince afios. La encuesta se ha aplicado en dieciséis paises, incluyendo buena parte de Europa occidental, Estado Uni- dos, Canadé, Australia, Nueva Zelanda y Japén, y recientemente también en Rusia, Corea del Sur, Taiwan y una segunda encuesta en Estados Unidos. Debido al tamafio de este proyecto, he creado un conjunto de expectativas y compromisos que no puedo abandonar ficilmente (0 responsablemente), y sin embargo el trabajo no siempre produce resultados proporcionales al tiempo y recursos que el proyecto absorbe. Escoger un departamento: sociologia profesional versus sociologia intelectual En un comienzo me vinculé a la Universidad de Wisconsin sin mayor re- flexidn o deliberacién. Algunos amigos mios del posgrado trabajaban allt y el departamento me recluté de manera activa, por lo tanto nunca busqué trabajo anivel nacional, explorando todas las opciones. Sin embargo, en 1987-8 pasé un afio como profesor visitante en la Universidad de California en Berkeley yal final de ese afio me vi enfrentado a una decisién genuina, inconfundible, una decisién llena de potenciales “caminos que no se tomaron”. Yo caracterizaria de la siguiente manera la gran diferencia que hay entre ambos departamentos. Si uno piensa en la gente famosa del departamento de sociologia de Berkeley lo que se le viene a la mente son titulos de libros. Si uno piensa en la gente famosa del departamento de Wisconsin, lo que se le viene a la mente son las revistas en las que publican y los temas que trabajan. 30 PR6LOGO, CAER EN EL MARKISMO; QUEDARSE EN f1 Philip Selznick es'T VA and The Grass Roots: a Study in the Sociology of Formal Organizations, Bob Hauser es el St. Movilidad. Wisconsin es un departamen- to que escribe articulos y Berkeley es uno que escribe libros. El contraste entre ambos departamentos también se refleja en la natu- raleza de sus programas de posgrado: en Wisconsin las tesis de un miimero importante de estudiantes de posgrado son productos derivados, de un modo uotro, de proyectos de investigacién més amplios y duraderos. El modelo de educacién es el del aprendiz, y si bien se espera que los estudiantes produzcan trabajos originales e innovadores, también se espera que lo hagan dentro del contexto de la investigacién de un profesor. Por el contrario, en Berkeley es muy raro que los estudiantes desempefien ese rol de aprendices. Se espera que los estudiantes sean intelectuales auténomos, que las tesis sean los primeros borradores de libros. Y si bien los estudiantes de posgrado reciben una re- troalimentacién sistematica de sus profesores, es raro que las tesis se deriven de manera directa de los datos y proyectos de sus asesores. Al enfrentarme a esta dificil decisién, estilicé el contraste entre ambos lugares diciéndome que Berkeley era uno de los departamentos lideres en lo intelectual en el que yo estarfa en el nicho de las disciplinas, mientras que Wisconsin era uno de los departamentos lideres en las disciplinas, dentro de las que yo estarfa en el sector intelectual. {En cudl de estos lugares, pens¢, me gustarfa estar? {Qué lugar me proporcionarfa el contexto mds creativo para mi trabajo? Lo irénico era que, aunque en realidad el ambiente intelectual de Berkeley me parecta mds interesante en muchos aspectos que el de Wisconsin, me parecfa que tendrfa mds retos y me impulsarfa de maneras mds interesantes sillegaba a ser un disidente intelectual en un departamento disciplinario, quesi llegaba a ser un disidente disciplinario en un departamento intelectualizado. Me parecia que en ese punto de la historia y en ese punto de mi vida quizés Ja tensién creativa serfa mds constructiva en Madison. En Berkeley estarfa discutiendo constantemente con las corrientes post-estructuralistas, posmo- dernas, sobre la relevancia de la cultura para todo y sobre la imposibilidad de explicar cualquier cosa. En Madison estarfa argumentando a favor de la importancia de una perspectiva abierta y dialéctica sobre la relacién entre el cambio social y la accién social y sobre la necesidad de voces no convencio- nales en la sociologia. Asi que, para bien o para mal, regres¢ a Wisconsin. 31 PREGUISTAS A LA DESIGUALDAD, ENSAYOS SOBRE ANALISIS DE CLASE, SOCIALISMO Y MARXISMO_ Todos los capftulos que siguen pertenecen a esta trayectoria intelectual y personal. Llevan consigo las tensiones de esta trayectoria, tensiones entre los valores radicales igualitarios y el profesionalismo académico de elite; entre el compromiso con el marxismo como tradicién intelectual y politica vibrante y el miedo a quedar atrapado en suposiciones indefendibles y pasadas de moda; entre ser relevante para las luchas reales y emplear mis energias para el perfeccionamiento de conceptos abstractos. Es imposible escapar a estas tensiones, al menos para m{, pero espero que al final hayan sido tensiones creativas que hayan empujado mis ideas hacia delante y hayan evitado que cayera en una complacencia confortable. 36 Prdlogo a la versién en espafiol Marfa José Alvarez Rivadulla* César Rodriguez Garavito** Como otros temas, la desigualdad suscita una paradoja en América Latina. Por un lado, las estadisticas tozudas muestran, una y otra vez, que se trata de la regién més desigual del mundo. El 10% més rico de su poblacién concentra 48% del ingreso total (De Ferranti, 2004). En un anilisis reciente que utiliza explicitamente el concepto de clase social, los sociélogos Portes y Hoffman (2003) muestran cémo en América Latina no es necesario ser desemplea- do para ser pobre. En los tiltimos afios, la mayorta de los trabajadores de la regién vieron disminuidos sus ingresos. El proletariado formal disminuyé y aumenté el proletariado informal, es decir, los empleados sin contrato y sin prestaciones bésicas de salud y seguridad social. Y a las desigualdades en el mercado de trabajo se suman las originadas en relaciones étnicas, raciales y de género profundamente inequitativas (Hoffman and Centeno, 2003). * Profesora y coordinadora del Programa de Sociologia en la Universidad del Rosario, Bogoté. “También es investigadora asociada del Programa de Investigacin sobre Integracién, Pobreza y Exclusién Social (IPES) de la Universidad Catélica del Uruguay. Es Ph.D. en Sociologia de la Universidad de Pittsburgh (donde también finalizé su maestrfa en Sociologfa y una especializacién en estudios sobre ‘América Latina) y egresada de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la Repiiblica, ‘Uruguay, Se interesa por temas de desigualdad y sus expresiones espaciales y politicas en la ciudad, movimientos sociales, y métodos de investigaci6n en ciencias sociales. ** Profesor dela Universidad de Los Andes y director del Programa de Justicia Global y Derechos Humanos de la misma universidad. Investigador Afiliado del Institute for Legal Studies de la Uni- versidad de Wisconsin-Madison y miembro fundador del Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad (Dejusticia). Es Ph.D. en Sociologta de la Universidad de Wisconsin-Madison, méster en. Derecho y Sociedad de la Universidad de Nueva York (NYU), méster en Filosofia de la Universidad ‘Nacional y abogado de la Universidad de Los Andes. Ha publicado libros y articulos sobre sociologia del derecho, sociologfa politica, derechos humanos, globalizacién y desarrollo, 37 PREGUNTAS A LA DESIGUALDAD, ENSAYOS SOBRE ANALISIS DE CLASE, SOCIALISMO Y MARKISMO. Por otro lado, sin embargo, el estudio sociolégico de la desigualdad en la regién presenta profundos vacios. Es cierto que existe una rica tradicién conceptual y una variada produccién de estudios cualitativos sobre el tema, que se remontan por lo menos a la sociologfa de la dominacién de los afios sesenta y setenta del siglo pasado, Pero también es cierto que en las iiltimas décadas la innovacién conceptual y las investigaciones cuantitativas de calidad han declinado hasta el punto de cederle la voz dominante sobre el tema a la economia. No obstante, la economia -con su individualismo metodolégico y su escepticismo en relacién con el concepto de clase social— ofrece una visién parcial del problema. Al concentrarse sélo en los ingresos como sintoma de desigualdad, pierde de vista los patrones mds profundos que estdn asociados con la brecha de ingresos, como las relaciones asimétricas entre clases sociales. La publicacién de Preguntas a la desigualdad de Erik Olin Weight pre- tende ayudar a Ilenar este vacio y revigorizar el trabajo tedrico y empirico de los socislogos interesados por el tema en América Latina. Las preguntas sobre las caracteristicas, determinantes y consecuencias de la desigualdad recorren la historia de la Sociologia como disciplina. Las respuestas han sido variadas. En este libro, el autor nos ofrece una respuesta marxista distinta a Ja usual. Se trata de una respuesta que invita a redescubrir la teorfa marxista y a considerar la clase social como una de las explicaciones posibles de tipos especificos de desigualdad. Tomar al marxismo seriamente esto es, desarrollar sin dogmatismos su potencial conceptual y empirico-, especialmente en el contexto de la aca- demia estadounidense, no deja de set anacrénico y valiente. Wright lo sabe y por eso en este libro nos oftece una serie de argumentos tedricos y de es- tudios empiricos que nos ilustran sobre muchos malentendidos. Al hacerlo, ‘Wright contintia una carrera que ha estado dedicada a un duro trabajo de legitimacidn de los aportes marxistas, en la que se ha apoyado en la investi- gacién cuantitativa y, en este sentido, en el lenguaje dominante en la disci- plina sociolégica. No le ha ido nada mal. Junto a Michael Burawoy, quien ha optado por una aproximacién metodoldgica distinta, de tipo etogréfico (ver capitulo 4), Wright es uno de los socidlogos marxistas més reconocidos hoy dia. Incluso podriamos quitar el adjetivo y decir que ¢s uno de los so- cidlogos més reconocidos hoy dia, como lo muestra el hecho de que su obra 38 Capitulo 1 Desigualdad Hablar de desigualdad social implica describir algiin atributo al que se le asig- na valor y que puede distribuirse en cantidades diferentes entre las unidades, relevantes de una sociedad, donde “desigualdad” implica por lo tanto que las, distintas unidades poseen diferentes cantidades de ese atributo. Las unidades de la sociedad pueden ser individuos, familias, grupos sociales, comunida- des, naciones; los atributos incluyen cosas tales como el ingreso, la riqueza, el estatus, el conocimiento y el poder. El estudio de la desigualdad consiste entonces en explicar los determinantes y las consecuencias de la distribucién de estos atributos entre las unidades. Este capitulo tiene cuatro objetivos principales: en primer lugar, propon- dré una tipologfa general de las formas de desigualdad. Esta tipologia servird para tener un mapa del terreno conceptual de esta discusién. En segundo lu- gar, examinaré los debates sobre el estatus conceptual de un tipo particular de desigualdad dentro de esta tipologia: la desigualdad en el bienestar material. En particular, examinaré el debate que trata de determinar si las desigualdades materiales en las sociedades contempordneas se basan o no en la explotacién. En tercer lugar, examinaré las implicaciones que estos enfoques tivales de la desigualdad tienen para las estrategias de investigacién empirica sobre la desigualdad en el ingreso. Finalmente, discutiré la relacién entre las percep- ciones rivales de la desigualdad en el ingreso y el anglisis de las clases sociales. Una tipologia de las desigualdades Las desigualdades sociales puede diferenciarse en dos dimensiones: primero, en siel atributo que esti distribuido desigualmente es un atributo monddico 0 relacional; y segundo, en si el proceso de adquisicién de una cantidad par- 46 Desicuatpap ticular de este atributo por parte del individuo puede considerarse un proceso monddico o relacional. Atributos monddicos y relacionales Un atributo monddico es cualquier propiedad de una unidad dada (indivi- duo, familia, comunidad, etc.) cuya magnitud puede definirse sin ninguna referencia a otras unidades. El consumo material ¢s un buen ejemplo: uno puede determinar cudnto consume una unidad individual, ya sea en rérminos reales o monetarios, sin saber cudnto consume cualquier otra unidad. Esto no quiere decir que el atributo en cuestién no tenga un contenido social. El ingreso monetario, por ejemplo, es ciertamente una categoria social: tener un ingreso anual de $300.000 es solamente una fuente de desigualdad en la medida en que otras personas quieran cambiar bienes por ese ingreso y esto implica que el ingreso tiene un contenido social irreductible. Sin em- bargo, el ingreso es un atributo monédico en el sentido que proponemos, en la medida en que su magnitud puede medirse sin conocer el ingreso de otras unidades. Por supuesto, al hacer esto no sabriamos si esa magnitud es pequefia o grande, pues esto requerirfa comparaciones con otras unidades. Pero la magnitud de cualquier unidad es medible independientemente de la de cualquier otra unidad. Los atributos relacionales, por el contrario, no pueden definirse indepen- dientemente de otras unidades. El “poder” es un buen ejemplo de un atributo relacional. Como escribe Jon Elster: “En una conceptualizacién simple del poder, mi cantidad de poder se define por el ntimero de personas a quienes controlo, por lo que el cardcter relacional del poder aparece explicitamente”.! Carecer de poder es ser controlado por otros; ser poderoso es controlar a otros. Es imposible medir el poder de cualquier unidad sin referirse al poder de las demés. Procesos monédicos y relacionales Ciertos atributos distribuidos de manera desigual se adquieren a través de un proceso que puede llamarse monédico. Describir el proceso de distribu- " Elster, Jon, 1985. Making Sense of Marx, p. 94. 47 PREGUNTAS A LA DESIGUALDAD. ENSAYOS SOBRE ANALISIS DE CLASE, SOCIALISMO Y MARXISMO cién (en oposicién al atributo mismo) como monédico quiere decir que los mecanismos inmediatos que causan la magnitud en cuestién estén ligados a las unidades individuales y generan sus efectos en forma auténoma respecto a otras unidades. Un ejemplo sencillo de un proceso monddico que genera desigualdades es la distribucién del peso corporal en una poblacién. La distribucién del peso en una poblacién de adultos es ciertamente desigual —algunas perso- nas pesan tres veces mds que el peso promedio de la poblacién, mientras otras pesan incluso hasta la mitad del promedio. Un peso individual es un atributo monadico, puede medirse independientemente del peso de cualquier otro individuo. Y el proceso de adquisicién del peso tambien es esencialmente monddico: es el resultado de mecanismos (genes, habitos alimenticios, etc.) directamente ligados al individuo. Esto no quiere decir, por supuesto, que les (relacionales): las causas sociales pueden influir en las dotaciones genéticas (a través de pa- trones de matrimonio —por ejemplo, pautas que hacen que gente delgada estos mecanismos no estén influenciados por causas se case con gente obesa) y las causas sociales pueden influir en los hébitos alimenticios. Sin embargo, tales explicaciones sociales de las distribuciones del peso corporal serfan en todo caso parte de un proceso monddico en el siguiente sentido: las causas sociales pueden contribuir a explicar por qué los individuos tienen unos mecanismos particulares de regulacién de pe- so (genes, habitos), pero el peso real de cualquier individuo resulta de la accién de esos mecanismos individuales reguladores del peso, independien- temente de los mecanismos reguladores de peso de otros individuos. Por lo tanto, la distribucién empirica de los pesos en la poblacién es simplemente la suma de esos procesos monddicos de los individuos dentro de la distribucién. Podemos imaginar ahora un proceso social que determine el peso, en el que esta descripcién sea radicalmente insatisfactoria. Imaginemos una sociedad en la que no haya suficiente comida para que todos sus miembros puedan alimentarse adecuadamente y, ademds, que el poder social entre los individuos determina cudnta comida consume cada uno de ellos. En estas condiciones, hay una relacién causal entre la cantidad de comida que consume una per- sona gorda (poderosa) y la cantidad de comida que consume una persona flaca (sin poder). En una situacién como esta, la explicacién inmediata del 48 EL ANALISIS DE CLASE DE LA POBRIZA - ;Sélo dieciocho horas * trabajo, solamente siete dias ala semana y usted nos Iélares no mas por eso? - "So hubie’a sido una fabulosa y extraordinaria prop-o-zisién’- AS. - Es decir, “Antes de los Shmoos!!” - Pero nadie que tenga Shmoos tiene q'rabajar més. {Cualquiera puede tener Shmoos gratis! - ;Los Shmoos hacen todo! - (Todo! iJA, JA, JA! Supongo que les proporcionan las necesidades de la vida: leche, mantequilla, huevos, carne. - ;Para de refrte, imbécil! ;Mira! 71 PREGUNTAS A LA DESIGUALDAD, ENSAYOS SOBRE ANALISIS DE CLASE, SOCIALISMO Y MARXISMO (Recuadro izquierdo] - Genial Scott. ;2U.! ;Te das cuenta lo que significan los shmoos? Ya nadie va a tener que trabajar duro. - Entonces quién va a hacer el trabajo largo, aburrido y agotador en nuestras fibricas de enlatados? [Recuadro derecho] - Nadie. Y atin peor, jNadie va a necesitar nuestros enlatados! El shmoo propor- ciona todo tipo de comida — jfresca y (sollozo) gratis! - ¢Comida gratis para todos? jEso es horrible! - jEl shmoo debe irse! £1 0 nosotros! ;Gracias al cielo todavia no se ha extendido su siniestra influencial - {Maldita sea, Wormley! ;Por qué te detienes? - ;Porque renuncio! jMe traje algunos shmoos de Dogpatch debajo de mi abrigo! jAhora ya tengo todo un rebafio! ;Nunca més tendré que aguantar tus tonterias BUL 72 EL ANALISIS DE-CLASE DE LA PORREZA [Recuadro izquierdo] ~ (Voy a olvidarme de la amenaza de los shmoos invitando a “choo-choo” a co- mer-esa pobre actriz ha estado desempleada por tanto tiempo que hasta saldré conmigo, ;por una comida completa!) [Recuadro derecho] - jOh, me encantarfa salir contigo a comer (jufl) corazoncito! ~Tecompraré un gran filete, y... = ;Puedes quedarte con ese filete y pegarte en tu gorda cara con di! jEsta noche hay buenos shmoos! AAs{ pues, la presencia de los shmoos amenaza seriamente las relaciones de clase y género. Es mds dificil conseguir trabajadores para los trabajos agotadores y ya no tienen que aceptar “tonterfas” ¢ insultos de sus jefes. Las mujeres dejan de depender econémicamente de los hombres y por lo tanto no tienen que aguantar un tratamiento sexista. 73 Capitulo 3 El estatus de lo politico en el concepto de estructura de clases Al repensar las categorfas bésicas de la teorfa marxista durante los tiltimos veinte afios, los marxistas le han dedicado una atencién considerable al concepto de clase. Han reconceptualizado el lugar de la “clase” en la teorfa marxista de la sociedad y el cambio social y también han transformado este concepto.' Muchos de los intentos de reconceptualizacién se han centrado en la re- lacién entre lo politico y lo econémico al interior de las relaciones de clase. ‘Tradicionalmente, los marxistas han considerado que la estructura de clases es una categoria econémica. La estructura de clases siempre se entendié en términos estrictamente econdmicos, incluso cuando se definfa mediante las relaciones de propiedad o de produccién. Los capitalistas se apropiaban de la plusvalfa gracias al lugar que ocupaban en las relaciones econémicas; los trabajadores productan plusvalfa porque no eran duefios de medios de produccién y tenfan que venderle su fuerza de trabajo a los capitalistas. En esta nocién de una “clase en s{”, la politica se inclufa en el andlisis solamente en dos puntos: primero, se consideraba que el Estado era esencial para re- producir esta estructura econémica de relaciones de clase y para legalizarla (garantizar los contratos, defender los derechos de propiedad, y demds); y segundo, se vela a la politica como un aspecto central de la organizacién de Jas clases para la lucha de clases. De hecho, la transicién de una “clase en sf” a.una “clase para si” se vefa tradicionalmente como un movimiento desde la existencia puramente econémica de las clases, hacia la existencia politica. * Para un panorama de las diferentes perspectivas sobre la case en los debates actuales marxistas, ver: Wright, Erik Olin, 1981. “Varieties of Marxist Conceptions of Class Structure”, en: Politics & Society, vol. 9, no, 3, 1981, 89 PREGUNTAS A LA DESIGUALDAD. ENSAYOS SOBRE ANALISIS DE CLASE, SOCIALISMO Y MARXISMO) Los andlisis marxistas més recientes han resaltado la importancia de las relaciones politicas para la definicién de las relaciones de clase. El Estado no es el tinico que establece las precondiciones legales de las relaciones de propiedad, sino que en un sentido més profundo esas relaciones tienen en si mismas una dimensién politica. Los teéricos expresan esta dimensién de distintas formas—relaciones de poder, relaciones de dominacién y subordina- cién, relaciones de control- pero siempre hablan de una nocidn de relaciones de clase que necesariamente comprende un aspecto politico. Estos autores han argumentado que incluso en el nivel mas abstracto, una comprensin puramente econémica de las relaciones de clase es insatisfactoria. John Roemer cuestioné esta tendencia reciente del andlisis de clase en su articulo “New Directions in the Marxian Theory of Class and Exploitation” 2 Su argumento central consiste en decir que en el nivel més abstracto es posible definir las clases estrictamente en términos de relaciones de propiedad. Los elementos politicos tinicamente aparecen en los niveles “mas bajos” de abs- traccién, particularmente en las condiciones institucionales que mantienen las relaciones basicas de propiedad. En este capitulo voy a examinar critica- mente los argumentos que da Roemer para defender su tesis. Argumentaré que si bien la explotacién puede definirse en términos puramente econémicos, como dice Roemer, no se puede hacer lo mismo con la clase. La clase es un concepto intrinsecamente politico y, para poder tener poder explicativo, sus dimensiones politicas deben estar representadas sistematicamente dentro del concepto, Sin embargo, antes de abordar estos argumentos, ubicaré breve- mente el objeto tedrico de esta discusién —la estructura de clases~ dentro del contexto mds amplio del andlisis de clase y discutiré lo que se entiende por “prdcticas politicas” y “relaciones politicas”. ? Roemer, John, 1982, “New Directions in the Marxian Theory of Exploitation and Class, Politics & Society, ol. 11, no. 3, 1982, pp. 253-87. En este capitulo no me ocuparé de la estrategia jnnovadora que utiliza Roemer para definirlaexplotacién mediante modelos dela teorfa de juegos, ni de su desarrollo y defensa del Principio de Correspondencia de Clase-Exploracién. Considero que ambos aspectos son contribuciones muy importantes a la teorfa marxista de la explotacién y clase. Mi critica se limita ala forma en que Roemer trata ala politica en su anzlisis. Sus ideas acerca de la dominacién podrian modificarse sin ningin cambio fundamental en su argumento general. 90 EL ESTATUS DE. LO POLATICO EN FL. CONCEPTO DE ESTRUCTURA DE CLASES La estructura de clases como un elemento del andlisis de clases Para discutir el concepto de clase, es util distinguir tres elementos del and- lisis de clase: la estructura de clases, la formacién de clases y la lucha de clases. Si bien cada uno de estos elementos presupone los otros dos y solamente puede definirse en términos de su conexién con los demés, de todas mane- ras es importante diferenciatlos. La lucha de clases se refiere a las précticas de los individuos y de las colectividades que persiguen sus intereses de clase; la formacién de clases designa las relaciones sociales al interior de cada clase que determinan su capacidad para perseguir sus intereses; y la estructura de clases es el conjunto de relaciones sociales entre las clases, que determina o le da forma a los intereses bésicos por los que luchan las clases-en-formacién. Estos tres elementos se relacionan entre si segiin se muestra en la Figura 3.1.3 La estructura subyacente de las relaciones de clase limita las formas posibles de la organizacién colectiva de las clases y las luchas de clases. Dentro de estos limites, la lucha de clases transforma tanto la estructura de clases como la formacién de clases. Estas transformaciones implican que los limites que se le imponen a la lucha de clases (y a la formacién de clases) no estan fijos sino que cambian en respuesta a esas luchas. Es por esto que puede considerarse que el modelo es “dialéctico”: las luchas transforman las condiciones de sus propios determinantes. > Por supuesto, este modelo es un esbozo muy incompleto, El Estado, la ideologta, las rclaciones ¢ imtereses que no tienen que ver con las clases y muchos otros elementos se han dejado de lado. Este esboz0 no pretende mostrar la forma en que se determinan todos los aspectos de las clases. Solamente pretende explicar lis interacciones entre ellos. Para una discusién del significado exacto de “Iimites’, “seleccién” y “transformacién” en este diagrama y para una discusién adicional sobre lo que es una clase, ver: Weight, Erik Olin, 1978. Clas, Crisis and the State, Londres. on Ex EStATUS DE Lo POLETICO EN KL CONCEPTO DE ESTRUCTURA DE CLASES empefia un papel no esencial en la definicién mds abstracta de clase. Roemer escribe: La explotacién puede darse enteramente a través del intercambio de bienes producidos y las clases pueden existir en un mercado crediticio en vez de en un mercado laboral al menos en este nivel de abstraccién. En este andlisis, todavia se necesita la coercién para producit la explotacién y las clases marxistas. Pero es suficiente un nivel de coercién que mantenga las relaciones de propiedad y no se necesita una coercién que realice la extraccién del excedente de trabajo diree- tamente del trabajador... As{ pues, estos resultados implican una revaluacién de la idea clisica de que el proceso laboral es el centro del andlisis marxista de la explotacién y las clases... He demostrado que todos los conceptos marxistas, relacionados con el “bienestar” pueden generarse sin una institucién que permita el intercambio de trabajo. Ademds, esto se realiz6 en el nivel de abstraccién que por lo general se utiliza en la teorfa del valor de Marx.6 Sin embargo. Este no es el tinico anilisis que hace Roemer de la domi- nacién. Al final de su articulo, cuando introduce un anilisis basado en la teorfa de juegos, la dominacién vuelve a aparecer en el andlisis y ocupa un lugar central. La idea de de Roemer consiste en comparar distintos sistemas de explotacién, considerando el sistema de produccién como una especie de juego y pregunténdose si una coalicién de jugadores estaria mejor si se reti- rara del juego segiin ciertos procedimientos preestablecidos. Los diferentes tipos de explotacién se definen mediante reglas para retirarse del juego, que mejorarfan la situacién de ciertos tipos de agentes. La “explotacién feudal” se define como la situacién en la que los agentes mejorarfan su situacién si se retiraran del juego tinicamente con sus activos personales (esto ¢s, si se les liberara de las relaciones de cautiverio personal). La explotacién capitalisca se define como la situacién en la que los agentes mejorarfan su situacién si se retiraran del juego con su porcién per cépita de la totalidad de los activos sociales (no simplemente con sus activos personales). © Roemer, “New Directions’, p. 266. 7 PREGUNTAS A LA DESIGUALDAD. ENSAYOS SOBRE ANALISIS DE CLASE, SOCIALISMO Y MARKISMO. posible especificar la explotacién estrictamente en términos de los derechos de propiedad y su distribucién. La dominacién sélo se relaciona externamente con la explotacién al garantizar la proteccién de los derechos de propiedad. @Pero qué sucede con las relaciones de clase? En este caso, notamos que hay una diferencia critica entre el andlisis de la produccién simple de bienes y el de las dos islas. Segiin Roemer, en el caso de la produccién simple de bienes no hay clases propiamente dichas, dado que todos los actores tienen la misma relacién respecto a los medios de produccién, mientras que en el caso de las dos islas sf hay clases: una clase de propietarios y una clase de no-propietarios. ;Pero por qué el hecho de set propictarios determina en tal grado la clase? En la sociedad simple de produccién de bienes que esboza Roemer, hay gente que puede vivir una vida cémoda gracias a las cargas que soportan otros. Con pocas modificaciones a las condiciones de ese modelo podrfamos tener también gente con niveles muy distintos de consumo final ~estdndares de vida de riqueza y pobreza (en vez de simplemente niveles de carga altos y bajos). ;Por qué la distincién entre “ricos” y “pobres” no es en s{ misma una distincién de clase? La razén esté en que en la sociedad de produccién simple de bienes los ricos no dominan a los pobres. Ninguna relacién social los vincula directa- mente en una relacién de dominacién y subordinacién. Sin embargo, en el caso de las islas de mercado de crédito y de trabajo, los propietarios y los no propietarios estan vinculados directamente mediante relaciones de domi- nacién y subordinacién. Por lo tanto, hay una diferencia crucial entre tener pocos activos pero los suficientes para producir bienes para la subsistencia propia, y no tener activos y por lo tanto tener que venderle la fuerza de trabajo a otras personas. Los ricos que tienen activos no le dicen directamente a los pobres sin activos lo que tienen que hacer —no los dominan directamente. Sin embargo, se genera un nuevo tipo de relacién social entre los duefios de acti- vos y quienes carecen de ellos: los propietarios dominan a los no propietarios. Esto implica que los derechos de propiedad tienen un contenido social diferente en ambos casos. En la economfa de produccién simple de bienes, los derechos de propiedad solamente especifican un conjunto de poderes efectivos sobre las casas —los activos productivos. Si bien tales poderes efec- tivos implican que cada cual tiene derecho a excluir a los demés del uso de 100 EL ESTATUS DE LO POLITICO EN FL. CONCEPTO DE ESTRUCTURA DE CLASES explotados y a los ricos como explotadores. Solamente la fuerza de trabajo, argumenta Roemer, tiene esta propiedad, puesto que “ningiin producto est repartido uniformemente, dado que los proletarios carecen de activos productivos”.!? Ademas, el propésito de la teoria es explicar la lucha de cla- ses entre capitalistas y trabajadores, y usar la fuerza de trabajo garantiza una teoria de la explotacién que corresponda a la polarizacién que existe entre ambos grupos. Si le aftadimos las relaciones de dominacién a nuestra idea de clase, enton- ces es posible construir un argumento diferente para justificar la utilizacién de la fuerza de trabajo como producto de referencia o, de manera equivalen- te, para la utilizacién del tiempo de trabajo como métrica de la explotacién. A diferencia de otras unidades de medida para el excedente de producto, el tiempo de trabajo es también una medida de las relaciones de apropiacién y dominacién. El tiempo de trabajo mide la cantidad de producto de la que se apropian los capitalistas y la cantidad de tiempo humano que se domina mediante la apropiacidn. En tanto que apropiadoras, las clases explotadoras se apropian del excedente de producto de una w otra forma, y si la relacién de apropiacién fuera suficiente para definir las relaciones de clase, cualquier producto bdsico podria proporcionar un indice adecuado para el aspecto cuantitativo de las relaciones de clase. Pero, como he argumentado, el con- cepto de clase es también un concepto intrinsecamente politico. Entonces, el ideal para un indice de la explotacién debe capturar ambos aspectos de las relaciones de clase. El tiempo de trabajo logra esto, pues identifica el monto de actividad laboral del que se apropian los capitalistas mediante la domina- cién que ejercen en el proceso de produccién."? Para justificar la escogencia del tiempo de trabajo como métrica de la explotacién, debemos argumentar que las relaciones de dominacién son tan importantes para las relaciones de clase como las relaciones de apropiacién. Si bien ya he mostrado que las relaciones de dominacién estén implicitas en ” Roemer, “New Directions’, p. 274, 2 El tiempo laboral es, por supuesto, solamente una medida cuantitativa mds no cualitativa de las relaciones de dominacién. El tiempo de trabajo no proporciona por sf mismo una manera adecuada de analizar la dominacién, pero es el tinico valor métrico que expresa al mismo tiempo la magnitud del producto y de la dominacién. 103 (CounciON ¥ CONSENTISMIENTO EN FL. INTERCAMMIO CUESTIONADO que, como resultado de esto, la dominacién queda desplazada como légica central del cumplimiento del contrato. Ahora bien, podria suceder que incluso colectivamente los trabajadores estén interesados en realizar un trabajo adicional, pero que al mismo quicran holgazanear individualmente. El esfucrzo colectivo es un bien ptiblico y, como es sabido, con frecuencia hay un problema en la provisin de tales bienes debido a que los individuos con frecuencia se aprovechan gratuitamente de! esfuerzo de los demés. Pero nétese que ahora el problema ya no es un intercambio cuestionado entre clases, tal como el que planteaban Bowles y Gintis, sino un problema de solidaridad cuestionada al interior de una clase. Ya no se trata de saber cémo pueden hacer los jefes para garantizar los términos del contrato labo- ral por parte de trabajadores cuyos intereses son estrictamente opuestos a los de los capitalistas, sino mds bien de qué pueden hacer los trabajadores para minimizar de manera colectiva el riesgo de que trabajadores individuales se aprovechen gratuitamente del esfuerzo de los demds. Ciertamente, los administradores y los empleados todavia estén interesados en prevenir la holgazanerfa, pero los mecanismos esenciales para generar el esfuerzo laboral vienen del proceso que sustenta las solidaridades entre los trabajadores, antes que de la vigilancia y la coercién de los trabajadores por parte de los jefes. En la prdctica de la produccién se han desarrollado una variedad de soluciones para el problema de los trabajadores que tratan de aprovecharse gratuitamente del esfuerzo de los demds. En particular, los trabajadores se vigilan entre sf para asegurarse de que todos hagan “la parte de trabajo que les corresponde” y las normas contra el aprovechamiento gratuito procuran reducir la racionalidad puramente egoista. En cualquier caso, esto no se realiza mediante la dominacién administrativa, como lo planteaban los modelos del intercambio cuestionado de Bowles y Gintis, sino a través del consentimiento de los trabajadores basado en sus intereses.'° © En una economia capitalista con competencia entre las empresas, es posible pensar que un ‘mecanismo cuasi-darwiniano de seleccién podefa funcionar para recompensar a las empresas cuyos trabajadores han logrado resolver el problema de quienes se aprovechan gratis del esfuerzo ajeno. Imaginemos que vivimos en un mundo en el que las empresas se diferencian entre s{en la cantidad de vigilancia mutua y en las normas anti aprovechamiento gratuito que hay entre los trabajadores. Si «es cierto que las empresas en las que los trabajadores pueden reducir el problema de los aprovechados 125 PREGUNTAS A LA DESIGUALDAD. ENSAVOS SOBRE ANALISIS DE CLASE, SOCIALISMO ¥ MARXISMO observar de manera sistematica el grado de esfuerzo real cuando los trabajadores tienen habilidades y conocimientos complejos. 3. El costo para los trabajadores de perder su trabajo, En el modelo del intercambio cuestionado se trata el tema de los costos de perder el trabajo. Bowles y Gintis hacen énfasis en que para que la vigilancia y la amenaza de despido funcionen, los trabajadores deben empeorar su situacién al ser despedidos. Una de las cosas que determina qué tanto sufren los trabajadores con el despido es que tan facil les resulta obtener un nuevo empleo. Si hay mucha demanda de empleados en el mercado, probablemente la amenaza de despido sea menos fuerte. Pero més importante que la mera oferta de trabajo es el tema de las medidas puiblicas de proteccién social. En ausencia de cualquier tipo de medidas de proteccién social o de ahortos individuales, los traba- jadores se enfrentan a una situacién de penuria en caso de perder sus trabajos. En estas condiciones, si se usa la vigilancia como método para obtener informacién sobre la productividad de los individuos, la amenaza de despido es real y es probable que incremente el esfuerzo laboral. Es probable que la disminucién de las habilidades requeridas para el pro- eso productivo y la ausencia de medidas de proteccién social fomenten un mayor grado de confianza en la vigilancia y la coercién como herramientas de control social al interior del proceso productivo. Esto es caracteristico de Jo que Burawoy ha llamado el “despotismo de mercado”."? Estas condiciones eran comunes en algunos sectores durante las primeras fases de la revolucién industrial y siguen siendo comunes hoy en dfa en las industrias de los paises del Tercer Mundo. Pero incluso durante el auge del capitalismo competitivo en la revolucién industrial, las condiciones para poder confiar del todo en la estrategia de vigilancia/coercién no estaban presentes universalmente. Mu- chos procesos laborales incluian niveles elevados de habilidad ¢ interdepen- dencia colectiva que hacfan dificil el monitoreo. Ademés, cuando la estructura interna de las primeras fabricas se basaba en sistemas de subcontratacién "Ver: Burawoy, The Politics of Production, capivulo 2. 128 PREGUNTAS A LA DESIGUALDAD, ENSAVOS SOBRE ANALISIS DE CLASE, SOCIALISMO ¥ MARKISMO mis bien a un aumento en la auto-vigilancia colectiva de los trabajadores, y no a una intensificacién de la vigilancia o de las amenazas de despido por parte de los administradores. Vigilancia contraproducente Hemos argumentado que en los procesos productivos complejos (que invo- lucran trabajo calificado y/o interdependiente), las estrategias hegeménicas son mds efectivas que la vigilancia y las amenazas. En algunas circunstancias, las estrategias de vigilancia son incluso contraproducentes, pues pueden reducir en vez de incrementar los niveles deseados de esfuerzo. Esto ocurre especialmente cuando en vez de analizar el problema de la induccién del at el problema de la induccién del esfuerzo de los empleados que se encuentran en “posiciones esfuerzo en los trabajadores ordinarios pasamos a exa contradictorias dentro de las relaciones de clase”, particularmente el caso de los administradores y expertos. Tanto en el caso de los administradores como en el de los expertos, los empleadores no buscan simplemente generar un esfuerzo simple, sino que estos empleados ejerzan sus deberes con responsabilidad y creatividad. Porlo tanto, es poco probable que la vigilancia y las amenazas generen con eficacia este tipo de rendimiento. Los controles burocriticos y el monitoreo riguroso tendrin mds posibilidades de generar desconfianza y precaucién, que respon- sabilidad ¢ innovacién. Si todo lo que uno quisiera de un administrador 0 tun experto fuera que no violara las reglas ¢ hiciera lo que se le dice, entonces la vigilancia y las amenazas podrfan funcionar. Pero dificilmente esa es una formula para una empresa competitiva en una economia capitalista. Estos problemas de control social sobre el comportamiento administrati- vo son atin mayores debido a que en las empresas hay muchas capas de admi- nistradores. Muchos, o quiz4s la mayorfa de los administradores, supervisan a otros administradores, en vez de a trabajadores rasos. Esto quiere decir que se necesita una estrategia de control social para el comportamiento de los administradores que funcione en todos los niveles de la jerarquia. Laalternativa a la vigilancia y coercién simples que mis se usa es la crea- cién de carreras para los administradores y expertos dentro de las empresas. Las carreras consisten en una trayectoria de ascensos en los que a lo largo 132 (Counci6x ¥ CONSENTIMIENTO EX FL INTERCAMBIO CUESTIONADO del tiempo los individuos reciben incrementos de salario, estatus y respon- sabi consentimiento de los trabajadores, son particularmente importantes para los empleados de rango-medio. Las carreras contribuyen de distintas maneras jad.'* Si bien estas carreras también se usan a veces para facilitar el a resolver el problema de generar un rendimiento responsable por parte de administradores y expertos. En primer lugar, una carrera de ingresos futuros liga los intereses de los administradores y los expertos alos de la firma, en un grado mucho mayor al de los trabajadores ordinarios. Como sus intereses se identifican mds de cerca con los de la empresa, es més probable que las normas de cumplimiento que caracterizan la integracién hegeménica de los trabajadores tengan un efecto mucho mayor en los administradores. En segundo lugar, el ascenso dentro de las jerarquias administrativas y profesionales se basa en la demostracién positiva que el empleado le hace a los superiores de sus logros y de su lealtad al bienestar de la organizacién (0, en algunos casos, de su lealtad a sus superiores).'* Por lo tanto, el administrador se vuelve un promotor de sus propias actividades, al tener que demostrarles a sus superiores que amerita ser ascendido. En efecto, la misma persona a la que hay que monitorear realiza buena parte del trabajo al monitorear su propio rendimiento.'* En tercer lugar, las carreras crean un activo muy valioso para los admi- nistradores y los expertos: su reputacidén. Cuando los administradores y los expertos aplican a nuevos trabajos, deben presentar una hoja de vida con ™ Es claro que las carreras no son inconsistentes con un sistema de vigilancia permanente y de amenazas, y ciertamente existe carreras en las que cl cumplimiento de las normas de condueta se basa ‘en buena medida en la coercin. Sin embargo, para solucionar el problema de incentivar el cumpli- rmiento de ciertas conducras, las carreras tienden a desarrollarse en condiciones en las que es probable «que la dominacién directa sea especialmente ineficaz. "> Para una discusién de la diferencia entre pericia y ealtad como Wégicas de ascenso dentro de las jerarquias burocriticas, vr: Goulder, Alvin, 1954. Patterns of Industrial Bureaucracy. 6 En su estudio sobre la restructuracién del American Security Bank, titulado Managing the Corpo- rate Interest (Berkeley, California, 1990), Vicki Smith muestra cémo los administradores se convencen centre si de que algunos deben dejar la empresa. En vez de monitorear alos administradores de rango medio, los administradores de rango alto organizaron un eficaz sistema de auro-vigilancia y auto- ‘monitoreo que proporcionaba una justficacién para remover a administradores de rango medio. Este proceso estuvo rodeado de una sofisticada cultura corporativa que hacfa énfasis en la responsabilidad yen la auronomia de los administradores. Este es un ejemplo de un poderoso sistema hegeménico que se apoya en normas de reyponsabildad y jusicia. 133 PREGUNTAS A LA DESIGUALDAD, ENSAYOS SOBRE ANALISIS DE CLASE, SOCIALISMO Y MARXISMO una lista de sus logros y los nombres de las personas que estan dispuestas a recomendarlas. Como la reputacién no depende simplemente de la ausencia de transgresi6n, sino también de demostrar logros piblicamente reconocibles, entonces también tiende a generar una responsabilidad activa en los admi- nistradores.!7 Este tipo de control social genera lo que Wright ha llamado “rentas de lealtad” en los salarios de los administradores y expertos. Una renta de leal- tad no es lo mismo que las rentas de empleo en el modelo de intercambio cuestionado de Bowles y Gentis. Una renta de empleo es el ingreso adicional que necesita un empleador para hacer que la amenaza de despido sea crei- ble para el empleado. Por su parte, la renta de lealtad es el ingreso adicional incorporado en una carrera futura que se necesita para crear un sentido de obligacién hacia la firma. Esta renta se basa en el principio normativo de regalos y reciprocidad, que hace que los administradores y expertos sientan que le deben algo a la empresa puesto que ella ha sido muy buena con ellos. Mientras que en un comienzo la estructura de las recompensas fururas es una forma de amarrar los intereses de los administradores a la empresa y generar un tipo de consentimiento estratégico particularmente intenso, una vez que la persona avanza en su carrera pueden crearse obligaciones que generen compromisos normativos atin més fuertes para el bienestar de la empresa. Sin duda, el intercambio cuestionado y las pricticas sociales que éste conlleva son propicdades caracteristicas de las economias capitalistas. En todas las empresas hay cierta vigilancia y en tiltima instancia la amenaza de despido siempre esté disponible para lidiar con problemas serios de control social. Al claborar el modelo de intercambio cuestionado en términos del poder del lado més débil, Bowles y Gintis han precisado nuestra comprensién de este mecanismo. Ahora es necesario conceptualizar con el mismo rigor "” En té:minos del modelo general del texto “Contested Exchange”, puede considerarse que la reputacién es otro de los “costos de perder el trabajo”. La reputacién funciona como el colateral de tun préstamo financiero: garantiza que el individuo evite incumplir sus obligaciones, pues eso podria evarlo a la pérdida del activo principal. Por supuesto, a repuracién va en contra del supuesto del mo- delo segin el cual todos los posibles empleados son indiferenciables. En general, los administradores y cexpertos que tengan mas reputacidn tendrén una probabilidad mayor de obtener los mejores empleos. El asunto critico en el contexto presente ¢s que el nivel de los activos de reputacién es cndégeno a las pricticas del proceso de trabajo. 134 Cust ¥ routrica desplaz6 hacia una variedad de perspectivas tedricas que se distanciaron expli- citamente de una preocupacién sobre la clase, para centrarse particularmente en una serie de enfoques “estato-céntricos” de la politica, que enfatizaron la importancia causal de las propiedades institucionales del Estado y de los in- tereses de los administradores estatales, y en teorfas culturales que situaron el centro del andlisis polftico en los discursos y los sistemas simbélicos. Si bien el anilisis de clase de la politica no se ha retirado al estatus marginal que tuvo durante los afios cincuenta, ya no ocupa el centro del debate, como sf lo hizo a finales de los setentas y comienzos de los ochentas. Por lo tanto, este es un buen momento para revisar el conjunto de logros teéricos y de temas inconclusos del anilisis de clase de la politica. Como pré- logo para la discusién, la siguiente seccién examina brevemente el concepto intos a través de los cuales la clase influye en la politica. Usando una terminologia adap- tada de los trabajos de Robert Alford y Roger Friedland,' me reficro a estos mecanismos con los nombres de efectos politicos sitwacionales, institucionales y sistémicos de la clase. Posteriormente, examino brevemente el problema de la variabilidad de la influencia de la clase en la politica. El capitulo finaliza con una discusién del problema de la primacia explicativa de la clase frente de clase. A esa seccién le sigue un andlisis de tres mecanismos di a otros procesos causales. El concepto de “clase” La palabra “clase” se ha usado para designar una gran variedad de conceptos tedricos.” En particular, es importante distinguir entre los conceptos de clase graduales y los relacionales. Como se ha dicho con frecuencia, para muchos + Alford, Robert y Friedland, Roger, 1985. The Powers of Theory. Cambridge. ? Para una discusién mds extensa sobre los distintos conceptos de clase, ver: Wright, Erik Olin, 1979. Class Soructure and Income Determination. New York, capitulo 1 y “Varieties of Marxist Con- ceptions of Class Structure”, en: Politics Society vol. 9, no. 3, 1980; Giddens, Anthony. The Class Siructure ofthe Advanced Societies, Parkin, Frank, 1979. Marxint Clas Theory: a Burgeois Critique. New York; Dahrendorf, Ralph, 1959. Class and Class Conflict in Industrial Societies, Stanford; Lenski, Gethard, 1966. Power and Privilege. Nueva York; Landecker, Werner S., 1981. Class Crystallization. New Brunswick; Goldthorpe, John H., 1980. Social Mobility and Class Soructure in Modern Britain. ‘Oxford Gilbert, Dennis y Joseph Kahl, 1982. The American Class Structure. Homewood, Illinois; Poulantzas, Nicos, 1975. Clases in Contemporary Capitalism. Londres; Marshall, Gordon, Howard ‘Newby, David Rose y Carolyn Vogler, 1988. Social Class in Modern Britain. Londres, 137 (Cust ¥ pottrica ciones ven la relacién capital-trabajo como lo que define el eje principal de las relaciones de clase en el capitalismo. Ademds, los académicos de ambas tradiciones reconocen la importancia de varias categorfas sociales que no se acomodan muy bien en la relacién de clase polarizada entre capitalistas y trabajadores (se les conoce con el no muy preciso nombre de “la(s) nueva(s) clase(s) media(s)” ~profesionales, administradores y ejecutivos, funcionarios burocriticos y quizés empleados de cuello blanco con buena educacién). Sin embargo, ni los marxistas ni los weberianos se han puesto de acuerdo en la conceptualizacién de estas clases intermedias. Como resultado de esto y particularmente en la medida en que las visiones marxistas de estas caregorias de “clase media” se han vuelto mds sofisticadas, la Ifnea de demarcacidn entre ambas tradiciones se ha desdibujado atin mds.* Si bien es posible que las ideas marxistas y weberianas de la estructura de clases de la sociedad capitalista no dificran dramaticamente, su uso del concepto de clase en el andlisis de los fenémenos politicos por lo general es muy distinto. Por lo general los weberianos consideran que la clase es uno de los varios determinantes importantes de la politica. En el andlisis de pro- blemas espectficos, esto quiere decir que para ellos la clase puede tener una importancia considerable, pero no hay una presuncién general en el sentido de que la clase sea un determinante més fuerte o poderoso de los fendémenos politicos que otros procesos causales. Por el contrario, los marxistas por lo general le otorgan al concepto de clase un estatus privilegiado en el andlisis. En la mayorfa de los andlisis ortodoxos del marxismo, la clase (y otros conceptos estrechamente relacionados como “capitalismo” 0 “modo de produccién’”) puede llegar a ser practicamente el tinico principio explicativo. En todos los anilisis politicos marxistas, el concepto de clase desempeia un papel explica- tivo principal, aunque no necesariamente es la tinica explicacién. En la tiltima seccién de este capitulo analizaremos el problema de la primacta explicativa > Esta convergencia parcial subyace ala bien conocida afirmacién de Frank Parkin: “El hecho de que la teorfa marxista contemporinea haya absorbido eémodamente estos conceptos extrafios de relaciones de autoridad, oportunidades de vida y recompensas del mercado es un tributo generoso, aunque no reconocido, alas virtudes de la sociologia burguesa. Dentro de todo neo-marxista parece haber un weberiano luchando por salt”, Parkin, Marxist Clas Theory: A Bourgeois Critique, p. 25. 141 PREGUNTAS A LA DESIGUALDAD. ENSAYOS SOBRE ANALISIS DE CLASE, SOCIALISMO Y MARXISMO del concepto de clase. Pero antes examinaremos las diferentes visiones del andlisis marxista de clases sobre la influencia de las clases en la politica. Influencia de las clases en la politica Con base en los andlisis de Steven Lukes® y otros, Robert Alford y Roger Friedland’ elaboraron una tipologia cripartita de los “niveles de poder”, que nos sieve para examinar la influencia de las clases en la polftica: 1. El poder sitwacional se refiere a las relaciones de poder de mando directo y obediencia. Este es el caso de la celebrada definicién de Weber del poder como la habilidad que tiene una persona para hacer que alguien haga algo, incluso a pesar de que haya resistencia. Esta es la forma caracteristica de poder que se analiza en varios estudios conductuales sobre el tema. 2. El poder institucional se refiere a las caracterfsticas de los contextos institucionales que influencian la agenda politica en beneficio de los intereses de grupos particulares.® A esta clase de poder también se le conoce como el “poder negativo”, o la “segunda cara del poder” —un poder que excluye algunas alternativas de la agenda politica, pero que no puede ordenar un comportamiento especifico, a diferencia del poder situacional.’ 3. El poder sistémico es quizés el més dificil (y polémico) en lo concep- tual. Se refiere al poder que realiza los intereses propios gracias a la estructura general de un sistema social, en vez de realizarlos mandan- do a otros 0 controlando las agendas de organizaciones espectficas. “ Lukes, Steven, 1974. Power: A Radical View. Londres. ” Alford y Friedland, The Powers of Theory * Alford y Friedland prefieren el término “poder estructural” para este segundo “nivel”. Sin embargo, todos los niveles de poder estin “estructurados” por y a través de las pricticas sociales. La ‘caracteristica distintiva de este segundo nivel de poder es la forma en que se incorpora en aspectos de tipo institucional, Por lo tanto parece mds adecuado llamarlo simplemente poder institucional, » Peter Bachrach y Morton S. Baratz introdujeron la idea de una “segunda cara del poder” en sus andlsis sobre la “no-toma-de-decisiones", en “Two Faces of Power", en: American Political Science Review 51, diciembre de 1962, pp. 947-52. 142 Case y potinica Alford y Friedland discuten esta tipologfa del poder de una manera inte- resante: utilizan una metéfora de la teorfa de juegos para decir que el poder sistémico es el poder que esté incorporado en la naturaleza misma del juego: el poder institucional es el poder que esté incorporado en las reglas de juegos y el poder situacional es el poder que se despliega en movimientos especificos dentro de un conjunto de reglas dado. Cuando los actores utilizan recursos especificos para alcanzar sus metas, estén ¢jerciendo un poder situacional. Las reglas de procedimiento que gobiernan el uso de esos recursos reflejan el poder institucional. Y la naturaleza del sistema social que determina el rango de reglas posibles y utilizables refleja el poder sistémico. Asi pues, hay una especie de relacién cibernética entre estos niveles de poder: el nivel del siste- ma le impone limites al nivel institucional, y éste a su vez le impone limites a las estrategias de los actores en el nivel situacional. Los confictos en el nivel situacional, por su parte, pueden modificar las reglas del nivel institucional, que acumulativamente pueden llevar a la transformacién del sistema mismo.” El andlisis de clase politico aparece en cada una de estas esferas del poder y la politica." Aunque los tedricos que analizan la politica mediante las clases no enmarcan su andlisis explicitamente en términos de estos tres niveles de poder, esa diferenciacién estd implicita en muchas de sus discusiones. Clase y poder situacional Buena parte del debate tedrico acerca de la importancia explicativa de la clase se ha dado en el nivel situacional del anilisis politico. Los marxistas (y los no-marxistas influenciados por la tradicién marxista) por lo general argumentan que los actores cuyos intereses y recursos provienen de su rela- °° Alford y Friedland también relacionan esta tipologla con algunos términos politicos para de- signar el grado de polarizaciGn de los conflictos politicos: la politica liberal vs. la conservadora ¢s una oposicién que genera conflictos que se limitan al nivel situacional; la politica reformista vs. la reaccio- naria produce contlictos que ocurren en el nivel institucional de poder: y la politica revolucionaria vs. la contra-revolucionaria implica conflictos en el nivel de poder sistémico. 4 Alford y Friedland argumentan que el nivel del poder sistémico es el “campo original” de la teorfa de clases, especialmente en su variante marxista. Esto ¢s, ellos argumentan que la teoria de cla- ses se desarrolla con sistematicidad en el nivel sistémico del andisis politico y que tiene la pretensi6n mis vilida para ser el proceso causal mds poderoso a este nivel, Sin embargo, el andlisis de clase no se restringe al nivel sistémico; de hecho, algunas de las contribuciones mis interesantes de lo iltimos atios se han localizado en los otros niveles del poder. 143 PREGUNTAS A LA DESIGUALDAD. ENSAYOS SOBRE ANALISIS DE CLASE, SOCIALISMO Y MARXISMO. cién con la estructura de clases con frecuencia determinan en buena medida los conflictos politicos y las politicas de Estado. A veces se hace énfasis en la accién estratégica de la clase dominante, es decir, en la habilidad de los capi- talistas para manipular al Estado en beneficio propio, Otras veces, el énfasis se hace en los efectos politicos de la lucha de clases como tal, en cuyo caso se considera que la accién popular y las maquinaciones de la clase dirigente influyen en las politicas de Estado. En cualquier caso, se considera que las clases le dan forma a la politica a través de sus efectos en las interacciones conductuales entre los actores politicos. El razonamiento teérico que explica la influencia de las clases en el poder situacional es bastante claro. Las estructuras de clase distribuyen recursos, entre otras cosas, que son titiles para las luchas politicas. En particular, en las sociedades capitalistas, los capitalistas tienen dos recursos que pueden des- plegar polfticamente: enormes recursos financieros y conexiones personales con gente que esta en posiciones de autoridad gubernamental. A través de una amplia variedad de mecanismos concretos -la financiacién de politicos, partidos politicos y centros de pensamiento sobre politica; el control finan- ciero de los principales medios masivos de comunicaci6n; el ofrecimiento de trabajos lucrativos a los politicos de alto nivel después de que dejan su cargo en el Estado; lobby extenso~ los capitalistas tienen la capacidad de usar su riqueza para influenciar la direccién de las politicas estatales.' Cuando estos recursos se combinan con las densas redes que les permiten un acceso facil alos lugares donde se concentra el poder politico inmediato, los capitalistas tienen una influencia vastamente desproporcional en la politica. Pocos tedricos niegan que la clase capitalista use este tipo de recursos politicamente importantes para la consecucién de sus objetivos. Pero, por lo general, se cuestiona la eficacia general y coherencia de tales acciones para mantener a largo plazo los intereses de clase de la burguesfa. Dado que los ca- pitalistas se preocupan con frecuencia por sus intereses inmediatos y particu- °? Bl estudio de este tipo de mecanismos que relacionan al Estado con la burguesia no se limita a Josacadémicos que se consideran marxista. Por ejemplo, G. William Domhoff, en The Powers that Be, ‘Nueva York, 1979, Who Rules America Now?, Englewood Cliffs 1983, y The Power Elite and the State, Hawthorne, NY, 1990, opone su trabajo especificamente al “marsismo” (0, al menos, alas corrientes principales del neo-marxismo que han estado en boga desde comienzos de los afios secenta) y ain ast sitdia las redes y los recursos de los capitalistas en el centro de su andlisis de la “elite de poder”. 144 Cuase ¥ pottrica lares (por ejemplo, mercados especificos, tecnologias 0 regulaciones), algunos académicos sugieren que cuando los capitalistas despliegan sus recursos de clase politicamente, lo més probable es que no la hagan de una manera que coloque los intereses de clase de la burguesfa como un todo por encima de sus propios intereses particulares. Como han afirmado Fred Block y otros, con frecuencia la clase capitalista est4 muy dividida politicamente y carece de una visién coherente y un sentido de prioridades.'? Por lo tanto, incluso si los capitalistas tratan de manipular la politica de distintas maneras, esas manipulaciones con frecuencia van en contra unas de otras y no generan un. conjunto consistente de resultados politicos. EI que los capitalistas tengan considerables recursos de poder gracias a su control del capital, no garantiza una capacidad para traducir esos recur- sos en una direccién de clase coherente de la politica. Es mds, en términos de poder situacional, los capitalistas no son los tinicos actores con recursos politicos efectivos. En particular, y como lo han dicho autores como Theda Skocpol,'* Anthony Giddens! y otros, los administradores del Estado —los politicos de alto nivel y los funcionarios de los aparatos estatales— tienen un control directo sobre recursos considerables para buscar objetivos politicos. Si bien en muchas instancias los intereses y los objetivos de los administra- dores del Estado pueden ser similares a los de la clase capitalista, éste no es siempre el caso y cuando hay conflictos entre los administradores del Estado y la burguesfa, no hay una raz6n inherente para que los capitalistas siempre vayan a prevalecer. Es mds, en muchos casos, debido a la desorganizacién, miopfa y apatfa de la clase capitalista, los administradores del Estado tendrin un espacio considerable para iniciar politicas Estatales independientemente de las presiones de la clase capitalista. Este tipo de argumentos no desacredita la idea de que las estructuras de clase influyen tanto en los intereses de los actores como en los recursos polt- ticos que pueden utilizar en las luchas por el poder situacional. Lo que cues- 9 Fred Block, Revising State Theory, Filadelfia 1987. “Theda Skocpol, “Political Response to Capitalist Crisis: Neo- Marxist Theories of the Stare and the Case of the New Deal”, Politics & Society, vol. 10, no. 2, 1980, ' Giddens, Anthony, 1973. The Class Structure ofthe Advanced Societies, Nueva York; A Contem- Porary Critique of Historical Materialism, Berkeley 1981. 145 PREGUNTAS A LA DESIGUALDAD, ENSAYOS SOBRE ANALISIS DE CLASE, SOCIALISMO Y MARKISMO. tionan ¢s la idea de que los intereses de clase y los recursos de poder siempre sean los més importantes. Clase y poder institucional Gracias en parte a que se reconocié que los capitalistas no siempre son los actores politicos més activos en el nivel del poder situacional, buena parte del andlisis de clase de la politica se ha centrado en el problema de las dimensiones institucionales del poder. El argumento es basicamente este: el Estado debe verse no simplemente como un Estado que estd en una sociedad capitalista, sino mas bien, como un Estado que es capitalista.!® Esto implica que hay ciertas propiedades institucionales del Estado que pueden tratarse como si tuvieran caracteristicas de clase en s{ mismas, No se trata simplemente de que ciertas politicas del Estado incorporen los intereses de una clase especifica; mas bien, la misma estructura de los aparatos a través de los cuales esas politicas se elaboran, incorpora esos intereses de clase.'” Las afirmaciones sobre el caracter de clase del nivel institucional del poder involucran lo que a veces sc llama el “poder de no-toma-de-decisiones” 0 “po- der negativo”. Claus Offe esbozs el argument basico en uno de sus primeros ensayos.'* Offe argumenté que el cardcter de clase del Estado estaba inscrito 6 Porlo que yo sé, el giro lingiistico dela frase —“el Estado que esti en la sociedad capitalsta” vs. “El Estado que es capitalista'-fue formulado en primer lugar por Nicos Poulantzas en “The Problem of the Capitalist State”, en: New Left Review, no. 58, 1969, pp. 67-78, donde critica el libro de Ralph Miliband, The State in Capitals Society New York, 1969. Sin embargo, latesis como ral tiene un largo. pedigef marxista que se remonta hasta el trabajo del mismo Marx, particularmente en su andlisis del ccaricter de clase del Estado en sus discusiones sobre la Comuna de Paris, Posteriormente, Lenin retomé enérgicamente este tema en “The State and the Revolution”, donde argumenté que como la forma misma del Estado en el capitalismo estaba impregnada de cardcter burgués, éste no podia simplemente capturarse sino que tenfa que destruirse. Para una discusién general sobre el problema de capturar vs. destruir el Estado, ver: Wright, Erik Olin, 1978. Clas, Crisis and the State, Londres, capitulo 5. "” En si las politcas pueden incorporarintereses de clase porque los actores externos al Estado con intereses especificos de clase pueden imponerle esas politicas al Estado. Es decir que silos capitalstas siempre estin presentes de manera activa en lo politico y siempre predominan en los conflictos que involucran el poder situacional, entonces, incluso si el Estado ¢s un aparato enteramente neutral en cuanto a a clase, las politicas de Estado podrfan ser uniformemente procapitalistas. La idea de que la forma misma del Estado incorpora ciertos principios de clase tiene el propésito de dar una explicacién de por qué las politicas del Estado son ampliamente consistentes con los intereses de la burguesla, incluso cuando los capitalistas no stn presentes como iniciadores ubicuos y activos de las mismas. ° Off, Claus, 1974, “Scructural Problems of the Capitalist Stare: Class Rule and he political 146, Cast ¥ pouinica en una serie de filtros negativos que le impartian un sesgo de clase sistematico a las acciones del Estado. “El sesgo de clase”, en este contexto, significa que la propiedad en cuestién tiende a filtrar acciones del Estado contrarias a los intereses de la clase dominante. La forma del Estado, en efecto, sistemdtica- mente determina lo que no ocurte en vez de simplemente lo que sf ocurre."” Un ejemplo de esto, en el que hicieron énfasis Offe y Ronge”® y ‘Therborn,” serfan las reglas institucionales mediante las que el Estado capi- talista adquiere recursos financieros—a través de los impuestos y de préstamos sobre el excedente de trabajo producido en la esfera privada, y no a través de la apropiacién directa por parte del Estado del excedente generado por su propia actividad productiva. Al restringir de este modo el acceso a los fondos, el Estado se vuelve dependiente de la produccidn capitalista y actia en con- secuencia como un mecanismo que filtra las politicas estacales que pudieran minar seriamente la rentabilidad de la acumulacién privada.”’ O, para tomar un ejemplo en el que Poulantzas” ha hecho mucho énfasis, las reglas electo- rales de las democracias representativas capi istas (en las que las personas votan como ciudadanos individuales al interior de unidades territoriales de representacién y no como miembros de grupos funcionales) hacen que las personas dejen de ser integrantes de una clase y se conviertan en individuos system. On the selectiveness of political institutions", en: Von Beyrne (ed.), 1974. German Political Studies, wol 1. ° Offe hace énfasis en los problemas metodolégicos extremadamente dificiles que hay en la demostracién empirica de estas “selecciones negativas". El asunto consiste en distinguir entre cosas 4que simplemente no han ocurtide todavia y cosas que se han excluido de manera sistematica como “no-eventos” y que por lo tanto no pueden suceder. » Offe, Claus y Ronge Volker, “Theses on the Theory of the State", en: New German Critique, no. 6, otofio de 1975. Therborn, Goran, 1978, What Does The Ruling Class Do When It Rules? Londres. ® Es posible pensar un sistema capitalista de produccién en el que el Estado sea propietaro directo de un niimero importante de empresas y uilce las ganancias de esas empresas para financiar su pre- supuesto general, de modo que no necesitar‘a ponerle impuestos al capital privado ni alos salarios. El hhecho de que con muy pocas excepciones ~como por ejemplo la Stateoil (La empresa de petréleos del Mar del Norte en Noruega) del Estado noruego 0 quiads (si es que se trata de Estados genuinamente capitalistas) los emiratos del Golfo Pérsico los Estados capitalistas no adquieran la mayorla de sus ingresos de esta manera no es una caracter(tica del capitalismo como tal, sino de la manera en que los Estados se han desarrollado institucionalmente al interior del capitalism. * Poulantzas, Nicos, 1973. Political Power and Social Classes. Londres. 147 PREGUNTAS A LA DESIGUALDAD. ENSAYOS SOBRE ANALISIS DE CLASE, SOCIALISMO Y MARXISMO atomizados (el “ciudadano jurfdico”). A su vez, esta atomizacién sirve para filtrar las politicas del Estado que solamente podrian set viables si la gente estuviera organizada sistemdticamente en colectividades 0 asociaciones. En la medida en que puede considerarse que este filtro estabiliza al capitalismo y porlo tanto le conviene a los intereses bsicos de la clase capitalista, puede considerarse entonces que la utilizacién exclusiva de la votacién individual y territorial tiene un cardcter de clase. Esta forma de entender el caricter de clase de un aparato sugiere que la tesis del Estado capitalista tiene cierta légica funcional: su forma es capita- lista en la medida en que estas caracteristicas institucionales contribuyan ala reproduccién de los intereses de la clase capitalista. Géran Therborn elabord esta l6gica funcional en su notable (aunque ignorado) libro sobre el Estado.” ‘Therborn afirma que la parte analftica dela tesis que afirma que el Estado es un Estado capitalista ocurre cuando se analiza al Estado comparativamente, en particular a lo largo de varias épocas histéricas. El cardcter de clase del aparato estatal ¢s una variable; por lo tanto, los aparatos que correspondan a diferentes estructuras de clase tendrdn propiedades diferentes que le impon- drain distintos sesgos de clase a las acciones del Estado. Si este “principio de correspondencia” es correcto, entonces deberd ser posible definir las propie- dades especificas de clase del Estado feudal, el Estado capitalista y —quizds- el Estado socialista. Témese el ejemplo ya discutido del mecanismo del Estado para la obtencién de recursos. En el Estado capitalista, los recursos se obtienen sobretodo gracias a los impuestos, asegurando asf la subordinacién fiscal del Estado a la acumulacién privada de capital. En el Estado feudal, los ingresos del Estado provienen de la apropiacién directa del excedente de trabajo de » Hay cierta ambigiiedad en muchas de las discusiones sobre el cardcter de clase del Estado cuando se dice que una propiedad formal del Estado ~en este caso la representacién territorial atomizada~ tiene un earicter de clase particular. Algunos escritores —Therborn, por ejemplo parecen sugerir que clclemento en cuestién tiene inherentemente un caricter de clase. Otros, como por ejemplo Chantal Mouffe, “Hegemony and Ideology in Gramsci", en: Mouffe, Chantal (ed.), Gramsci and Marxist Theory, Londres, 1979, o Norberto Bobbio, “Are There Alternatives to Representative Democracy”, cn: Telos, no, 35, 1978, sugieren que el cardcter de clase proviene de la configuracién dentro de la que se enmarca el elemento. Por lo tanto, la representacién territorial tiene un cardcter capitalista porque no se aticula a otras formas de mayor representacin funcional y democracia directa, y no porque una representacién intrinsecamente territorial como tal reproduzca el capitalismo. *Therborn, What Does The Ruling Class Do When It Rules? 148 (Cuase y potinica los vasallos del rey. ¥ en el Estado socialista los ingresos del Estado provienen de la apropiacién del excedente de trabajo de las empresas estatales. En los tres casos, segtin dicho argumento, estas formas de obtencidn de los recursos estatales basadas en la clase filtran las précticas politicas que puedan amenazar la estructura de clases existente. La tarea principal del libro de Therborn®® consiste en desarrollar un inventario detallado de esa variabilidad de las ca- racteristicas de clase del Estado. Muchos criticos de la idea del cardcter de clase del Estado han argumenta- duda esta acusacién es apropiada en algunos casos. En los primeros trabajos de Nicos do que esta nocién implica una teorfa funcionalista del Estado. Poulantzas,2” por ejemplo, y ain més en la obra de Louis Althusser,2* habia muy poco espacio para los elementos genuinamente contradictorios dentro del Estado. Las propiedades de clase del Estado capitalista se explicaban gracias a las funciones que ellas mismas desempefiaban en la reproduccién del capitalismo. El principio de correspondencia funcional para identificar el carécter de clase del Estado se deslizé hacia un principio para explicar las propiedades del Estado. Sin embargo, esta especie de funcionalismo no es una caracteristica in- herente al andlisis de clase de! nivel institucional del poder politico. Si bien la tesis sobre el cardcter de clase de los aparatos del Estado tiene una légica funcional (una propiedad dada tiene determinado “cardcter de clase” debido a su relacién funcional con la estructura de clases), esto no necesariamente implica una teorfa funcionalista del Estado.” Therborn, por ejemplo, no in- % Therborn desarrolla un esquema complejo para construir este inventario. Es un esquema or- ganizado en torno a la distincién entre los insumos, el funcionamiento interno y los productos de los aparatos del Estado. Therborn compara las distintas formas de clase del Estado en términos de once aspectos diferentes de las instivuciones eatatales. Si bien los argumentos que respaldan sus afirmaciones especificas a veces no son del todo convincentes, la estructura conceptual que desarrolla es un primer ‘paso valioso para una comprensidn conceptual més completa de la variacién de las formas del Estado alo largo de distintas épocas. ® Poulanteas, Nicos, 1973. Political Power and Social Classes, Londtes. ® Althusser, Louis, 1971. “Ideology and Ideological State Apparatuses", en: Althusser, Louis, 1971. Lenin and Philesoply New York. ® Debe notarse que una lgica funcional no esa inica forma posible de lograr una corresponden- » Para una discusién més amplia de las formas en que el sistema electoral estadounidense debilita <1 poder politico de la clase trabajadora, ver: Piven, Francis Fox y Richar Cloward, 1988, Why Americans Dorit Vote. Nueva York. 154 Cast y potinica burocrdtico. Una estructura alternativa consistirfa en establecer dentro de las fabricas comités encargados de la seguridad en los espacios de trabajo. Es- tos comités estarfan controlados por los empleados y tendrfan poderes para monitorear las normas y hacerlas cumplir. Construir estos procedimientos administrativos en torno a principios de “democracia asociativa” violaria la légica de clase del Estado capitalista al alentar la organizacién colectiva en vez de la atomizacién de los trabajadores. En la medida en que estos ele- mentos no-capitalistas puedan incorporarse a la estructura institucional del Estado capitalista, el cardcter de clase de esos aparatos puede variar incluso al interior del capitalismo.® Finalmente, algunos trabajos tericos examinan la variacién del cardcter de clase del poder sistémico al interior de las sociedades capitalistas. El tema fundamental aquf consiste en saber si la relacién general entre el Estado y la economia al interior del capitalismo puede modificar de manera significa- tiva las dindmicas del sistema mismo. ;Todas las instancias del capitalismo tienen la misma légica-de-sistema simplemente en virtud de la propiedad privada de los medios de produccién o esta légica puede modificarse de otras maneras? La mayoria de los marxistas han insistido en que hay relativamente poca variacién en tales légicas-de-sistema entre los diferentes capitalismos, al menos en lo que se refiere al cardcter de clase bésico del poder del nivel- sistema. Por ejemplo, la transicién del capitalismo competitivo al “capita- lismo monopolistico” puede afectar en gran medida el poder sitwacional de distintas clases y fracciones de clases, y puede incluso reflejarse en cambios en el cardcter de clase de la forma institucional del Estado (por ejemplo, las elementos pequefio burgueses pueden desaparecer de los aparatos estatales a medida que el capitalismo avanza). Pero tradicionalmente, los marxistas % Joshua Cohen y Joel Roger, “Secondary Associations and Democratic Governance”, Politics & Society vol. 20, no. 4, 1992, hablan de “democracia asociativa’ para referrse a las formas en que las instituciones democréticas pueden articularse insttucionalmente con colectividades organizadas y no simplemente con la ciudadanfa atomizada. > Reconocer estas variaciones hace surgir varios temas conceptuales complicados. Por qué razén puede considerarse que el Estado es “capitalists” si puede inconporar elementos no-capitalstas en su ‘organizaciGn interna? ;Exactamente qué significa decir que laligica capitalsta sigue siendo dominante dentro de un Estado que contiene elementos de clase heterogéneos,justficando ast el uso del adjetivo “capitalista"? {Un aparato del Estado que contenga principios de clase contradictorios en su organizacién interna puede reproducirse de manera estabe alo largo del tiempo? 155 PREGUNTAS ALA DESIGUALDAD. ENSAYOS SOBRE ANALISIS DE CLASE, SOCIALISMO Y MARKISMO. han argumentado que en ambos casos la Idgica bésica del nivel-de-sistema permanece organizada en torno a los intereses del capital. Algunos académicos, por lo general simpatizantes del marxismo, han cuestionado estas ideas. Por ejemplo, Gosta Esping-Andersen argumenta que las diferencias entre las distintas formas del Estado de bienestar (que él llama regimenes estatales de bienestar conservadores, liberales y socialistas) pueden tener un efecto en la Iégica-de-sistema del capitalismo, creando diferentes tendencias y matices de intereses para varias clases.» Joc! Roger ha dado un argumento similar respecto al tema especifico de las relaciones industriales.” Este autor argumenta que hay una “relacién “inversa-J” entre los intereses del capital y el grado de sindicalizacién de la clase trabajadora. Un sindicalismo creciente perjudica los intereses del capi- talismo hasta cierto punto. Sin embargo, mds alld de ese punto, una mayor sindicalizacién beneficia a los capitalistas, porque permite mayores niveles de coordinacién y cooperacién entre el trabajo y el capital. Esto quiere decir que si, por ejemplo, el régimen legal de las relaciones industriales evita que la sindicalizacién pase ese umbral de la curva (como segtin dicho autor es el caso de Estados Unidos), entonces los sindicatos estardn siempre a la defensiva al confrontar los intereses del capital. Mientras que por otro lado si el orden legal facilita que la sindicalizacién pase ese umbral (como ocurre en Suecia), entonces la Iégica-de-sistema beneficiaré al sindicalismo. Los capitalismos de sindicalizacién alta y baja, por lo tanto, incorporan sistemas-patrones cualitativamente diferentes de poder de clase dentro de lo que sigue siendo un contexto capitalista general. La primacia de la clase Hoy en dfa pocos académicos argumentarfan que la clase es irrelevante para el anilisis de los fenémenos politicos. Sin embargo, hay mucha controversia sobre qué tan importante es. Para quienes critican el andlisis de clase, la for- ma caracteristica del debate consiste en atacar el reduccionismo de clase, esto % Esping-Andersen, Gosta , 1990. The Three World: of Welfare Capitalism. Princeton. 57 Roger, Joel, 1990. “Don't Worry Be Happy: Institutional Dynamics of the Postwar Decline ‘of Private Sector US Unionism, en: University of Wisconsin Law Reviews 1990. Ver especialmente pp. 29-42. 156 ‘Cust ¥ rottrica ¢, la tesis que afirma que los fendmenos politicos (las politicas estatales, las propiedades institucionales, los comportamientos politicos, las estrategias de los partidos, etc.) pueden explicarse del todo mediante procesos causales basados en las clases. Por otro lado, los defensores del andlisis de clase ata- can a sus criticos por considerar que los fenémenos politicos son del todo independientes de los determinantes de clase. Ambas posiciones, cuando se plantean de esta manera, no tienen defensores reales. Incluso los marxistas relativamente ortodoxos introducen muchos factores de no-clase en sus ex- plicaciones de cualquier politica estatal y por lo tanto no se les puede culpar de reduccionismo de clase; ¢ incluso los criticos del andlisis de clase mas estato-céntricos admiten que las relaciones de clase tienen alguna influencia en la politica. Asf pues, no se trata de un conflicto entre el reduccionismo explicativo versus la autonomia politica absoluta, sino mds bien de un debate sobre la importancia relativa de los diferentes factores causales y sobre la forma en que se relacionan entre si.3® Un buen ejemplo de esto son las discusiones recientes sobre el desarrollo del Estado de bienestar que se han dado como reaccién al trabajo de Theda Skocpol y otros que defiende un estudio de la politica “cen- trado en el Estado”. En un influyente articulo publicado a mediados de los ochenta, Orloff y Skocpol argumentan que la secuencia temporal especifica de la instauracién de las leyes de seguridad social en Gran Bretafia, Canadé y Estados Unidos no puede explicarse mediante factores econdmicos 0 de clase. Mds bien, dicen ellos, esta secuencia es principalmente el resultado de procesos causales que se sittian en el Ambito politico, especificamente en las capacidades burocraticas del Estado y en los legados de las politicas esta- tales anteriores.” Los argumentos empiticos de Orloff y Skocpol son bastante convin- centes, dada su muy especifica definicién del objeto de su explicacién. Pero % Para una discusién filosofica extensa sobre el problema de valorar la importancia explicativa relativa de distintas causas, ver: Weight, Erik Olin, Andrew Levine y Eliot Sober, 1991. Reconstructing ‘Marxism. Londres, captculo 6, » Orloff, Ann y Theda Skocpol, “Why Not Equal Protection? Explaining the Politics of Public Social Spending in Britain, 1900-1911, and the United States, 1880-1920", American Sociological Review, vol. 49, no. 6, 1984, pp. 726-50. 157 PREGUNTAS A LA DESIGUALDAD, ENSAYOS SOBRE ANALISIS DE CLASE, SOCIALISMO ¥ MARXISMO supongamos que hubiera un pequefio cambio en la pregunta. Supongamos que en vez de preguntar, “;Por qué la seguridad social se introdujo en Gran Bretafia antes de la Primera Guerra Mundial, en Canadé en 1920 y en Estados Unidos en 19302”, la pregunta fuera “;Por qué ninguna sociedad capitalista industrializada tenfa seguridad social en 1850, mientras que en 1950 todas las sociedades capitalistas industrializadas si tenfan ese tipo de programas?”. Seguramente, ante esta nueva pregunta, la naturaleza de las relaciones de cla- se y los conflictos de clase, asi como los cambios de la economfa capitalista, tendrian un espacio mds importante en la respuesta. Asf pues, en general, el tema de la primacia causal es sensible a la formu- lacién de lo que se quiera explicar. Ciertamente es implausible que la clase (0 cualquier otra cosa) puede ser la causa “mds importante” de todos los fe- némenos politicos. Por lo tanto, para que las pretensiones de primacia causal tengan alguna fuerza, es esencial que el dominio de lo que se quiere explicar esté bien definido. jEs posible entonces especificar el dominio para el cual la clase es el factor causal mds importante? En general, el andlisis de clase no ha explorado sistemdticamente este asunto metatedrico.® Sin embargo, en la mayoria de los andlisis de clase de Ia politica se encuentran implicitas dos hipétesis muy generales sobre el rango de problemas explicativos para los cuales es probable que el anilisis de clase proporcione las explicaciones més poderosas: 1. Entre més amplio, difuso y abstracto sea el dominio a explicar, es més probable que los factores sistémicos generales, tales como la estructura de clases o las dindmicas del capitalismo, desempefien un papel expli- cativo importante. Entre mas fino y concreto sea el objeto a explicar, es més probable que los procesos causales relativamente contingentes tales como las historias legislativas especificas de los diferentes Es- tados o las reglas electorales detalladas~ tengan més importancia en “© Una excepcién importante la constituye el trabajo innovador de G.A. Cohen sobre el alcance explicativo de la teorfa marxista. En particular, su andlisis del materialismo histérico “restringido” € “inclusivo” es un intento por precisar el campo explicativo del materialismo hist6rico. Ver: Cohen, G.A,, 1988. History, Labor and Freedom: Themes from Marx, Oxford 1988, capitulo 9. 158 Cuase y rotinica la explicacién.M" Por lo tanto, si todo lo demés permanece constante, ¢s probable que la decisién de examinar las variaciones concretas y matizadas de los resultados politicos en una gama de casos con estruc- turas de clase mas menos similares, reduzca la importancia relativa de la clase respecto a otros procesos causales. 2. Entre més estén implicados directamente la reproduccién de la estruc- tura de clases y los intereses de las clases dominantes en el dominio que se quiere explicar, mas probable es que los factores de clase “en los niveles situacional, institucional y sistémico- sean causas im- portantes de la explicacién. Esto no es una tautologia, pues no hay una razén légica para que los mecanismos de clase sean causalmente importantes en la explicacién de los resultados importantes para las clases. Esta hipétesis tampoco anula la posibilidad de que los pro- cesos causales no relacionados con las clases puedan desempefiar un. papel importante en instancias especificas. Pero esta hipstesis si dice que uno deberfa sorprenderse si los procesos causales basados en las clases no desempefiaran un papel importante en la explicacién de los fenémenos politicos estrechamente relacionados con la reproduccién de las estructuras de clases y los intereses de la clase dominante. “ Imaginemos que en el ejemplo dado anteriormente un Estado aprobara la legislacion de segu- ridad social en febrero y otro en septiembre del mismo afio y que uno quisiera explicar esta secuencia. Es muy probable que los detalles espectficos de los calendarios legslativos ocuparan un lugar muy importante en la explicacién, 159 Introduccién Por mds de un siglo, quienes han sofiado con un mundo en el que las des- igualdades en el bienestar material se reduzcan drésticamente o se eliminen del todo han considerado que el socialismo es una manera de llegar a esa meta. La idea bésica es bien sencilla: si las desigualdades en la riqueza son la causa principal de las desigualdades en el bienestar material, entonces la climinacién de esa desigualdad en la riqueza seria un paso muy importante para la reduccién de las desigualdades en el bienestar material. “Eliminar las desigualdades en la riqueza”, por supuesto, puede implicar varias cosas: propiedad estatal y planeacién central; cooperativas de trabajadores y consu- midores; e incluso la propiedad individual de partes iguales de las acciones de las empresas. Peto bajo todas estas posibilidades subyace la idea de que para eliminar o disminuir radicalmente las desigualdades que genera el capitalis- mo, habria que cambiar las relaciones de propiedad capitalistas. En el marxismo, esta idea se ha incorporado en la teoria cientifica sobre las tendencias histéricas del desarrollo capitalista tradicionalmente conocida como “materialismo histérico”. Dentro del materialismo histérico, el socia- lismo no se considera simplemente como un ideal moral para lograr ciertas metas de emancipacién, sino también como una alternativa histérica real que aparece dentro del capitalismo gracias a las contradicciones de su propio desarrollo. El argumento afirma que el socialismo ¢s el futuro del capitalismo no solamente porque es deseable, sino porque el capitalismo crea las condi- ciones para su realizacién. Los dos capitulos de esta seccién exploran varios temas bdsicos del concep- to de socialismo. (En los capitulos 10 y 11 aparecen otras discusiones sobre el socialismo y las metas de emancipacién de los igualitarismos radicales). El capteulo 6, “Los futuros del capitalismo” se ocupa de un aspecto especifico de la visién marxista cldsica del socialismo. En el marxismo clasico, el so- 162 Isrropucciox cialismo (como primera etapa hacia el comunismo) se consideraba como la \inica alternativa real al capitalismo. A veces se usaba la expresidn “socialismo o barbaric” para describir las alternativas que enfrentaba el capitalismo. Pero esto era mas un mecanismo retdrico para apoyar al socialismo que una parte de la teorfa del devenir histérico. En ese capitulo examinaré si mds bien el capitalismo tiene muchos futuros y si por lo tanto la teorfa de la historia de- be convertirse en una teorfa de las distintas traycctorias histéricas posibles. ‘Una vez se acepte esta forma de pensar, entonces nos enfrentamos a la tarea conceptual de definir el inventario de estas posibles alternativas. Mediante el concepto marxista tradicional de modo de produccién, el capitulo 6 explora una estrategia para elaborar una tipologfa de esos posibles futuros, al definir dos modos de produccién pos-capitalistas y examinar posteriormente las dis- tintas formas en que pueden combinarse entre sf al interior del capitalismo para constituir diferentes formaciones sociales. El capitulo 7 explora un gran desafio a las defensas marxistas tradicio- nales del socialismo. Los marxistas siempre han argumentado que para la transicién al “comunismo” es necesaria alguna clase de propiedad ptiblica de los medios de produccién, donde el comunismo se entiende como una sociedad radicalmente igualitaria y sin clases, que se gobierna mediante el principio distributivo de “a cada cual segiin su necesidad, de cada cual segtin su habil ciones muy distintas, —que van desde la propiedad y planeacién estatales idad” Si bien la “propiedad publica” puede estar sujeta interpreta- centralizadas hasta formas descentralizadas de democracia econémica- el socialismo siempre se ha visto como un primer paso necesario para llegar a una sociedad sin clases. Philippe Van Parijs y Robert Van der Veen desafian esta visién en un ensayo provocador.' Estos autores argumentan que es posible avanzar bas- tante hacia el comunismo estando en una sociedad capitalista, mediante una reforma radical y simple del capitalismo. La reforma consiste en darle a cada individuo de la sociedad un ingreso incondicional, suficiente para vivir de una manera aceptable pero no lujosa. Estos subsidios incondicionales tienen como ' Van Parijs, Philippe y Robert Van der Veen, 1987. “A Capitalist Road to Communism”. Theory and Society, vol. 15, 1987. 163 PREGUNTAS A LA DESIGUALDAD, ENSAYOS SOURE ANALISIS DE CLASE, SOCIALISMO Y MARKISMO consecuencia inmediata el rompimiento del vinculo entre la “separacién de los medios de produccién’ y la “separacién de los medios de subsistencia’, que ¢s el sello de la condicién de la clase trabajadora (“proletarizacién”) en una sociedad capitalista, En efecto, con estos subsidios el trabajo asalariado se volverfa voluntario dado que las personas podrfan renunciar y atin as{ vivir decentemente. Posteriormente, Van Parijs y Van der Veen argumentan que este tipo de capitalismo reformado tendrfa el efecto de mover de manera sig- nificativa a una sociedad hacia el comunismo, al menos en la medida en que se crearfa una esfera de distribucién comunista al interior del capitalismo. Enel capitulo 7, apoyo los principios normativos que respaldan un ingre- so bisico garantizado, pero argumento que no serfa posible instituir dichas reformas en una economia dominada por la propiedad privada de los medios de produccién, puesto que las fugas de capital y la desinversién minarian la sostenibilidad de niveles adecuados de ingreso. El socialismo, al menos en el sentido minimo de control piiblico de una parte importante de los derechos de propiedad, es por lo tanto una condicién necesaria para garantizar ingresos minimos incondicionales. Capitulo 6 Los futuros del capitalismo: una reconceptualizacién del problema de los modos de produccién pos-capitalistas Este capitulo es un ejercicio en el uso de una herramienta para la formacién de conceptos: la construccién de taxonomfas sociales con fundamentos teé- ricos. El punto de partida de este capitulo es el siguiente: algunos teéricos afirman que el repertorio de conceptos de la tradicién marxista para explorar los futuros potenciales del capitalismo no es lo suficientemente adecuado, Especificamente, estos criticos sostienen que la tradicién marxista carece de conceptos adecuados para pensar la existencia de multiples formas posibles de sociedades pos-capitalistas. Este capftulo propone una estrategia para en- riquecer ese espacio conceptual. Primero se definirdn una serie de conceptos abstractos de modos de produccidn puros y luego se especificaran las posibles combinaciones de estos conceptos para generar categorfas mds concretas de formas sociales. La variabilidad concreta de las formas sociales puede enten- derse como una complejidad generada por las distintas combinaciones de elementos mis simples (en este caso modos de produccién). Lacredibilidad de este ejercicio reposa en tres puntos: la credibilidad dela estrategia misma, la credibilidad de la especificacién de los elementos simples y la credibilidad de las maneras en que esos elementos simples se combinan para definir formas més complejas. Cuando escribf este capftulo por primera vez en 1979, no cref necesario clarificar el primero de estos puntos. Si bien en ese entonces habia muchos debates sobre la mejor manera de definir los conceptos de modo de produccién y relaciones de produccién, no tenfa dudas sobre la capacidad de esos conceptos para fundamentar la construccién de tipologfas analfticamente poderosas de las formas sociales. Tampoco conside- raba necesario defender la idea de que el socialismo era un futuro factible del 165 PREGUNTAS A LA DESIGUALDAD. ENSAYOS SOBRE ANALISIS DE CLASE, SOCIALISMO Y MARKISMO capitalismo. En ese entonces la pregunta para la izquierda era cémo definir el socialismo de la mejor manera y cémo diferenciarlo de otras formas socia- les pos-capitalistas, y no si el socialismo era un futuro factible. Por lo tanto, la mayor parte de este capitulo se dedica a defender una forma particular de especificar las distinciones entre los diferentes modos pos-capitalistas de produccién y a elaborar las formaciones sociales concretas que forman sus posibles combinaciones.' Una de las tesis principales del materialismo histérico afirma que el ca- lismo tiene un futuro no-capitalista. Se argumenta que el capitalismo es pit una forma social de transicién, dado que las contradicciones interiores de esta forma social no permiten que se reproduzca indefinidamente. As{ como hubo un periodo en Ia historia humana en el que el capitalismo no existfa en ningtin lugar, de igual manera en el futuro habré una época en la que el capitalismo habrd desaparecido completamente. Dada esta tesis, la pregunta critica es entonces: Qué podemos decir tedricamente sobre el futuro del capitalismo? {El capitalismo como forma social es una etapa de una trayectoria histérica tinica con un resultado tinico o tiene muchos futuros posibles cualitativamente divergentes? La respuesta clisica marxista a esta pregunta era simple: el capitalismo solamente tiene un futuro que es el comunismo y el socialismo es la fase de transicién (0 la “fase inferior” del comunismo). Esta visién se basa en cuatro proposiciones generales: PROPOSICION 1. Las contnadicciones inherentes al modo capitalista de produccién hacen que la reproduccién del capitalismo como forma social cada vez sea menos viable, La contradiccién principal se da entre el desarrollo de "Todo escrito esté marcado por el contexto intelectual y politico en el que se escribe. Pero rara vez «se contexto ha cambiado tan répidamente como lo hizo para los intelectuales de igquierda durante los quince afios que siguieron alla fecha en que este articulo se escribié por primera vez. A finales de los setenta, la critica radical del capitalismo casi siempre se hacia considerando que cierto tipo de socialismo cra la alternativa prictica (y no simplemente normativa) al capitalismo, Si bien habfa muchas discu- siones interesantes acerca de lo que uno querla decir con socialismo y sobre qué tipos de dispositivos institucionales eran necesarios para que el socialismo funcionara eficazmente, en la izquierda habla relativamente poco escepticismo respecto al socialismo per se. El tono y las preocupaciones de este capitulo, y en alguna medida también del siguiente, refljan estas presuposiciones. 166 Los FuTUROS DEL CAPITALISMO, las fuerzas de produccién y las relaciones de produccién, En sus fases tem- pranas, el capitalismo fue un modo de produccién progresista y de hecho revolucionario: estimuld el desarrollo de las fuerzas de produccién, generando avances en la productividad humana sin antecedentes en la historia; destruyé barreras sociales y culturales que bloqueaban la invencién y la creatividad del ser humano; y por primera vez en la historia abrié la posibilidad para que el ser humano se emancipara de las restricciones de la escasez omnipresente. Pero el capitalismo maduro bloquea esta capacidad. Las fuerzas de produc- cién quedan “aprisionadas” debido a que su desarrollo se estanca y su uso se vuelve cada vez mds itracional?, Por lo tanto, las relaciones capitalistas de produccién entran cada vez més en contradiccién con las fuerzas de produc- cién y esto a su vez hace que la reproduccién de la sociedad capitalista sea vuelva cada vez mds precaria. PROPOSICION 2. Estas contradicciones crean al mismo tiempo las precon- diciones esenciales para elsocialismo. La productividad aumenta enormemente y por lo tanto se incrementa el excedente social, la naturaleza de las fuerzas de produccién se vuelve atin més social, la poblacién gana en educacién y movilidad, etc, Por lo tanto, en la medida en que el capitalismo es menos viable, el socialismo se vuelve cada vez més y més posible. PROPOSICION 3. Las contradicciones del desarrollo capitalista también producen la clase que puede realizar esta posibilidad en la prictica. El capitalismo produce su propio “verdugo”, para usar la expresién clisica: el proletariado. Por lo tanto, el socialismo no solamente es més posible en el capitalismo, sino que cada vez es mds posible, hasta que finalmente se vuelve inevitable. > Latesis de quelas relaciones capitalistas conducen al estancamiento de las Fuerzas de produccién por lo general se basa en argumentos sobre la tendencia decreciente sistemtica que tiene el margen de ganancia alo largo del desarrollo del capitalismo y que hace que en el capitalismo la tendencia ala innovacién tecnol6gica se debilite. Posteriormente, ios marxistas le han quitado énfasis a esta formula debido a una serie de problemas con la ley de la tendencia decreciente de los margenes de ganancia, y cen verde elo hacen énfasis en la crecienteirracionalidad que ha generado en el uso de las cada ver més poderosas fuerzas de produccién. Para un argumento particularmente convincente, ver: G. A. Cohen, Karl Mares Theory of History: A Defense, Princeton, N.J. 1978, cap(tulo 11, 167 PREGUNTAS A LA DESIGUALDAD. ENSAVOS SOBRE ANALISIS DE CLASE, SOCIALISMO Y MARXASMO PROPOSICION 4. La légica de las contradicciones inherentes al capitalis- ‘mo no genera ningiin otro principio alternative de organizacién social. Las tini- cas precondiciones para una forma social alternativa son las precondiciones socialistas, la inica clase capaz de destruir al capitalismo y de transformarlo en un futuro no-capitalista es la clase trabajadora. Como resultado de esto, el socialismo ~y posteriormente el comunismo-s el tinico resultado posible de la resolucién de las contradicciones del capitalismo. Por lo tanto, la pre- gunta practica que debe resolver la politica revolucionaria es cémo acelerar este proceso, cémo evitar estrategias que puedan retrasar este nico resultado posible. Pero no hay ninguna duda sobre el resultado final.? Muchos marxistas siguen aceptando los argumentos esenciales de esta visién clisica. Sin embargo, esta visién tiene tres implicaciones importantes que han Ilevado a varias analistas a cuestionar algunos de sus supuestos. En primer lugar, si el socialismo como etapa de transicién al comunismo es el tinico futuro del capitalismo, entonces ser anti-capitalista radical también ¢s ser necesariamente pro-socialista. Esto implica que en las postrimerias de una ruptura revolucionaria con el capitalismo, los revolucionarios solamente podrfan tener un miedo contra-revolucionario: la restauracién el capitalis- mo. Si se logra evitar esto (tipicamente con medios represivos), entonces el futuro socialista quedarfa inmediatamente garantizado. En segundo lugar, la visién clésica implica que patses tales como la Unién Soviética, que han experimentado revoluciones anti-capitalistas, tendrian que ser socialistas 0 capitalistas. No hay otra posibilidad. Esto ha llevado a que se elaboren va- rias teorias sobre el capitalismo de Estado, por una parte, y teorfas sobre un socialismo “deformado” o “burocratico”, por otra.* En tercer lugar, la clase > Para una discusin sofisticada sobre la lbgica de la trayectoriahistérica del capitalismo, ver ibid. Para un argumento sobre el socalismo como tinico futuro concebible del capitalismo, ver: McMurry, John, 1978. The Structures of Marx's World View Princeton, N.J., especialmente capitulo 8. “ Latesis del capitalismo de Estado pertenece més alos teéricos de la tradicién maoista. Para cono- cer la obra del més destacado autor de esta corriente, ver los diferentes trabajos de Charles Bertelheim: ‘Class Seruggle in the USSR, Nueva York, 1976; Economic Calculation and Forms of Properzy, Nueva York, 1975. Para un argumento trotskista que defiende una versiGn de a tesis del capitalismo de Estado, ver: Clif, Tony, 1974, State Capitalism in Russia. Londres. La segunda formulacién -la Unién Soviética ‘como una versién deformada del socialismo- se asocia més con latradicién trotskista. Por ejemplo, ver 168 Los rurunos et cArrTaLisMo trabajadora seria la tinica que “tendrfa” futuro en la sociedad capitalista, pues el dinico futuro del capitalismo es aquel en que la clase trabajadora se convierte en la clase dirigente. Esto quiere decir que todas las clases y grupos sociales de una sociedad capitalista tendrian que alinearse en tiltimas en un ¢je politico capitalista-socialista. Todas las demés instancias politicas serfan “utdpicas” 0 méscaras para lo que en realidad son orientaciones pro-capitalistas. La insatisfaccién con estas implicaciones a la luz del desarrollo histérico de las sociedades capitalistas occidentales y de las sociedades socialistas del Este “actualmente existentes” ha llevado a varios intentos por reconstruir los elementos de la teorfa original. En particular, las proposiciones 3 y 4 se han modificado de manera importante. PROPOSICION 3A. Si bien el proletariado se forma como clase a lo largo del desarrollo capitalista, su capacidad para liderar una sociedad y reorganizar das relaciones de produccién puede ser bloqueado, quizds de forma definitiva. Hay muchos mecanismos diferentes que pueden bloquear la capacidad del pro- letariado para llegar a ser una clase dirigente: algunas formas de dominacién ideolégica de la burguesfa pueden saturar a la clase trabajadora con valores, necesidades e intereses subjetivos capitalistas;* varias formas de dominacién politica pueden hacer que los trabajadores se incorporen como ciudadanos del Estado minando asf su capacidad para formarse como clase; ciertas formas de dominacién econémica pueden fragmentar a la clase trabajadora en estratos cocupacionales hostiles, incapaces colectivamente de alcanzar metas econémi- cas y menos atin de conseguir objetivos politicos ¢ ideolégicos mas radicales; y las divisiones sociales raciales, étnicas, religiosas, etc. al interior de la clase pueden remplazar este concepto como la forma principal de identificacién y conciencia, minando ast del todo la formacién de la clase. El capitalismo los escritos de Emest Mandel sobre el tema: “Ten Theses on the Social and Economic Laws Governing the Society Transitional berween Capitalism and Socialism”, Critique, no. 3, otofio de 1974. + Para una formulacién clisica de esta posicién, ver por ejemplo: Marcuse, Herbert, 1964, One- Dimensional Man, Boston 1964. © Ver: Preeworski, Adam, 1970. “The Material Bases of Consent: Economics and Politics in a Hegemonic System”, en: Political Power and Social Theory Vol. 1. (JAl Press, 1979) y “Material In- terests, Class Compromise and the Transition to Socialism’, Politis and Society, vol. 10, no.2, 1980. 169 PREGUNTAS A LA DESIGUALDAD. ENSAVOS SOBRE ANALISIS DE CLASE, SOCIALISMO Y MARXISMO puede volverse un sistema social menos viable, sus contradicciones y crisis se pueden profundizar y atin asf la clase trabajadora puede seguir siendo incapaz de actuar decisivamente para tomarse el poder y llegar a set la clase dirigente. PROPOSICION 4A. El capitalismo tiene en su interior el potencial de principios pos-capitalistas no-socialistas alternatives de organizacién social. No solamente la clase trabajadora esté potencialmente inmovilizada como sujeto revolucionario, sino que no es la tinica portadora del futuro del capi- talismo. Hay al menos otras dos categorfas sociales superpuestas que a veces se consideran como portadoras de una alternativa potencial al capitalismo: los burdcratas y administradores, en particular los del Estado, y los expertos técnicos y profesionales. Por lo tanto, el destino del capitalismo no puede reducirse ala simple polarizacién de burguesfa contra proletariado, sino que involucra una matriz mucho mds compleja de conflictos entre trabajadores, capitalistas, burdcratas estatales y expertos, cuyos desenlaces incluyen formas de organizacién social radicalmente no-socialistas, pero si pos-capitalistas. Muchos de los anilisis que defienden alguna versién de la proposicién 4A son claramente no-marxistas 0 incluso anti-marxistas en sus posiciones te6ricas (aunque con frecuencia los tedricos que postulan estas versiones han pasado por una fase marxista en su desarrollo intelectual). Por lo general, el concepto de modo de produccién no entra en la discusién y si se usa el concepto de explotacién es mds bien como etiqueta evaluativa y no como término técnico para describir una forma de apropiacién del excedente de trabajo. Ademis, el propésito politico-ideolégico central de la mayorfa de las teorfas que defienden una trascendencia burocratico-tecnocratica centrada en el Estado es demostrar la imposibilidad del socialismo y la deseabilidad general del cardcter pluralista de la sociedad capitalista. Por estas razones, los marxistas por lo general han rechazado de entrada las pretensiones de la proposicién 4A. 7 Aceste respecto ver en particular: Burnham, James, 1960. The Managerial Revolution. Blooming- ton, Indiana; y Djilas, Milovan, 1957. The New Class. Nueva York. 170 Los Furunos DEL cAPrTALISMO En este capftulo argumentaré que este rechazo es injustificado. Si bien es cierto que plantear la posibilidad (y més atin la realidad) de la existencia de modos de produccién de clase pos-capitalistas requiere cambios en el materia- lismo histérico clasico, es posible desarrollar un concepto de tales modos de produccién que sea consistente con los conceptos centrales de la teorfa mar- xista: relaciones de produccién, explotacién, modo de produccién y clases. El objetivo central de este capitulo es elaborar un marco conceptual para especificar las distintas formas posibles de futuros no-socialistas del capita- lismo. A lo largo del capftulo asumiré que las proposiciones 1 y 2 son esen- cialmente correctas y solamente trataré de pasada los problemas que surgen de las proposiciones 3 y 3A. Asf pues, me enfocaré sobretodo en el proble- ma de entender la légica y la estructura de las muiltiples formas sociales de produccién alternativas al modo capitalista de produccién, alternativas que constituyen los futuros potenciales del capitalismo. Como resultado de esta agenda, la discusién seré teérica y conceptual en ver de histérica, aunque usaré ejemplos histéricos para ilustrar algunos aspectos conceptuales espectficos. Si bien los aspectos conceptuales surgen de un intento por tratar de resolver problemas de la experiencia histérica, no trataré de realizar una andlisis histérico como tal. En particular, no trataré de solucionar de manera sistematica el acertijo “;Cudl es la naturaleza de clase de la Unién Soviética?” o de otros patses que pretenden ser que en la tiltima parte del capitulo discuto en parte el “socialismo que existe as, Aun- en la actualidad”, la preocupacién del capitulo seré més clarificar el terreno conceptual para este tipo de anilisis y no desarrollar una valoracién empirica dela Unién Soviética a la luz de estos conceptos. Creo que los debates sobre la Unién Soviética estén tan cargados de fervor y confusién conceptual que la tarea inmediata mds importante consiste en clarificar los parémetros con- ceptuales del debate. 171 PREGUNTAS A LA DESIGUALDAD. ENSAYOS SOURE ANALISIS DE CLASE, SOCIALISMO Y MARXISMO Modos de produccién Clarificaciones conceptuales generales Como sucede con la mayorfa de conceptos del materialismo histérico, hay relativamente poco consenso sobre la definicién del un modo de produccién. En los debates actuales sobre este concepto hay cuatro posiciones diferentes: 1. El modo de produccién es una articulacién espectfica de las relaciones sociales de produccién y las fuerzas de produccién. Este es probablemente su uso mds comtin. Se considera que el concepto “modo de produc- cién” designa de manera abstracta la estructura esencial de la “base econémica”. En consecuencia, la contradiccién entre las fuerzas y las relaciones de produccién se ve como una contradiccién que ocurre dentro del modo de produccién.* 2. El modo de produccién estd compuesto tinicamente por las relaciones de produccién. Este uso no se defiende explicitamente, pero en la préc- tica aparece muchas veces con este significado. Por ejemplo, las dis- cusiones acerca de las diferencias entre el capitalismo y el socialismo o el comunismo rara vez mencionan las diferencias sistematicas en la naturaleza de las fuerzas de produccién, sino que mis bien hacen énfasis en las diferencias en las relaciones de produccién. 3. El modo de produccién se compone de la totalidad de las dimensiones sociales del proceso productivo, Pot ejemplo, G.A. Cohen define el mo- do social de produccién como “las propiedades sociales del proceso de produccién. Tres dimensiones de la produccién son relevantes: su propésito, la forma del excedente de trabajo de los productores y los medios para explotar a los productores (0 modo de explotacién)”.? Las relaciones de produccién como tales no se incluyen en esta defi- ® Barry Hindess y Paul Hirst defienden esta posicién en su libro Pre-Capisaliss Modes of Production, Londres 1976, donde argumentan que el “modo asidtico de produccién” es tedricamente incoherente porque es imposible especificar un conjunto de fuerzas de produccién que corresponda a las relaciones de produccién que se identifican con este modo de produccién. En trabajos posteriores, especialmente en Marci Capital and Capitalism Today. Londres 1977, 1978, estos autores abandonan del rodo el concepto de modo de produccién y restringen su discusién a las “relaciones de produccién”. ° Cohen, Marx Theory of History. p. 80. 172 Los rutunos pEL carmauisMo nicién, aunque claramente estan implicadas en las tres propiedades sociales que el autor menciona. 4. El modo de produccién es la totalidad de los determinantes econdmicos, politicos e ideolégices asociados con un conjunto dado de relaciones de produccién. El concepto de relaciones de produccién sigue siendo el centro del concepto de modo de produccién, pero el concepto pierde su cardcter principalmente econémico. Més bien, es un concepto para entender la interconexién ¢ interpenetracién de todos los aspectos de las relaciones sociales, ligados a las relaciones sociales de produc- cién. Este concepto se relaciona sobretodo con el trabajo de Nicos Poulantzas. No quiero entrar aquf en el debate sobre cudl de estos usos es mas ade- cuado. Este debate es importante al menos para clarificar los conceptos que de otra manera terminarfan por enredar algunas discusiones importantes, pero aqu/ nos tomarfa demasiado espacio tratar este tema de manera rigurosa. Lo que haré seré adoptar un uso que bésicamente concuerda con la tercera definicién, pero que entiende el término “social” de una manera més acor- de con la cuarta definicién. Entonces, definiremos el modo de produccién como fa totalidad de las dimensiones sociales del proceso productivo, donde lo “social” incluye los aspectos econdmicos, politicos e ideoldgicos.° Entendido asi, el modo de produccién claramente tiene como objeto da produccién, pero no la entiende como algo de cardcter puramente “econémico”. Definir el modo de produccién como la totalidad de las dimensiones sociales de produccién es obviamente una definicién demasiado vaga como para que sirva de algo en el andlisis especifico de los modos de produccién capitalista y pos-capitalista. Necesitamos especificar el contenido de las di- '® Debe hacerse una distincién terminolégica entre la estructura de algo y ese mismo algo coma ‘estructura. Cuando hablamos de la estructura del modo de produccién, ¢s fundamental reconocer que esta estructura tiene aspectos politicos, ideoldgicos y econémicos, y que como resultado de esto modo de produccién no puede analizarse como una realidad puramente econémica. Por otra part, ‘cuando nos referimos al modo de produccién como una estructura, es apropiado considerarla como tuna “estructura econémica” porque su pri ‘de organizacién es econdmico y sus efectos més fundamentales también lo son, 173 PREGUNTAS A LA DESIGUALDAD. ENSAYOS SOBRE ANALISIS DE CLASE, SOCIALISMO Y MARXISMO. mensiones sociales mds importantes para poder diferenciar los modos de produccién. En este andlisis, haré énfasis en cuatro aspectos fundamentales: 1. Los mecanismos de apropiacion del excedente de trabajo, esto cs, la forma de apropiacién del excedente de producto que incorpora el excedente de trabajo de los productores directos.!! 2. La lgica de la asignacién de los recursos y la utilizacién del excedente de trabajo, esto es, los procesos que constrifien las formas de uso del ex- cedente de trabajo una vez se le ha quitado a los productores directos. 3. La forma de la dimension politica de las relaciones de produccién, esto ¢s, las maneras especificas en que se organiza la dominacién/coercién durante el proceso total de produccién, 4, La naturaleza de las clases determinadas por las relaciones de produccién. Este capitulo trata sobre los futuros del capitalismo. Cudl de todos esos futuros ocurra dependerd de los diferentes proyectos de cambio y reproduccién social, con frecuencia antagénicos, que emprendan las clases. Por lo tanto, es muy importante no solamente decodificar las propiedades estructurales que diferencian a un modo de produccién de los dems, sino también especificar algunas de las consecuencias importantes de estas propiedades para la estructura de clases, la for- macién de clases y la lucha de clases. Estos cuatro aspectos del anilisis de los modos de produccién no son evidentemente criterios independientes. Por cjemplo, como veremos, es im- posible especificar el mecanismo de apropiacidn de un modo de produccién sin mencionar las relaciones de dominacién (la forma de la dimensién politica de la produccién). Cada uno de estos aspectos presupone a los demas y, por lo tanto, los modos de produccién que ellos definen tinicamente pueden dife- renciarse por completo mediante el conjunto que forman todos los criterios. "" Aqut se utiliza el término “apropiacién” y no “explotacién” porque en algunos modos de pro- dduccién el excedente de trabajo puede apropiarse sin que haya explotacién (por ejemplo en el comu- nismo), La explotacién siempre implica un proceso de apropiacién, a través de un mecanismo w otro, ‘que involucra (a) coercién, y se basa en (6) diferentes relaciones de los productores y no productores con los medios de produccién. 174 Los FuTUROS DEL CAPITALISMO. Ladefinicién de los modos de produccién capitalistas y pos-capitalistas El siguiente paso en nuestro andlisis consiste en usar los cuatro criterios que : el modo de produccién capitalista, el modo de produccién comunista y el que llamaré, acabamos de presentar para definir tres modos de produccié para darle un mejor nombre, el modo de produccién estatista. Varias notas preliminares nos evitardn algunos cuestionamientos innecesarios. Primero, con esto no queremos decir que los dos modos de produccién pos-capitalistas comunismo y estatismo~agoten todos los modos de produc- cién pos-capitalista posibles. Con algo de ingenio uno podria construir otras formas concebibles de sistemas pos-capitalistas de produccién. Me limito aqui al andlisis de estos dos porque, primero que todo, estos dos modos son las dos alternativas pos-capitalistas que mds se han discutido en la literatura marxista y, segundo, porque ambos tienen una base empirica mds clara en las tendencias inmanentes del capitalismo. Por lo tanto no se trata de simples al- ternativas ldgicas del capitalismo, sino de alternativas histéricamente posibles. En segundo lugar, el término “modo de produccién estatista” 0 “esta- tismo” no implica que todas las instancias de la intervencién del Estado en la actividad econémica sean necesariamente una forma de este modo de produccién, Usaré este término en un sentido teérico y técnico, y no sim- plemente descriptivo; por lo tanto, su contenido solamente se definiré del todo durante la elaboracién del concepto y al diferenciarlo de otros. Varios escritores han propuesto otros nombres para este sistema de produccién —modo de produccién burocratico colectivista, modo de produccién estatal burocratico, sistema de produccién redistributivo racional y asf sucesivamen- te~ y cada uno ha dado sus ventajas y desventajas. Como “estatismo” es el término mds sucinto y captura una parte critica de la légica esencial de este modo de produccién -el Estado organiza directamente todo el sistema de produccién y apropiacién— usar€ este término a lo largo de esta discusién. Tercero, en el léxico marxista tradicional el término “socialismo” no se refiere a un modo de produccién, sino a la fase de transicién entre los mo- dos de produccién capitalista y comunista. Posteriormente discutiremos en detalle el estatus de estas fases transicionales. En esta seccién se discutirén tinicamente los modos de produccién y por lo tanto se analizard el comu- nismo y no el socialismo. 175 Los rururos DEL CAPrTALISMO en el feudalismo, los productores (siervos) estén obligados a trabajar cierto nntimero de dias en las tierras del sefior feudal. As{ pues, la apropiacién del ex- cedente de producto (y por lo tanto del excedente de trabajo) se da mediante lo que se conoce como “coercién extra-econémica’. En el capitalismo, por otra parte, los capitalistas se apropian del excedente de trabajo en forma de plusvalia gracias a la diferencia entre el valor total de los bienes producidos por los trabajadores y el valor de los productos que ellos consumen (esto es, que compran con su salario). A fin de delimitar conceptualmente el capitalismo, el estatismo y el co- munismo, podemos identificar dos dimensiones particularmente importantes que subyacen al proceso de apropiacién: mas de propiedad en las que los medios de produccién son privados y aquellas en las que son publics. La “propiedad privada” implica que los grupos auténomos de individuos que controlan los recursos de las empresas toman decisiones sobre invertir 0 desinvertir y comprar © vender los medios de produccién; la “propiedad puiblica” implica que esas decisiones se toman en cierto tipo de aparato estatal. Como veremos, existen casos intermedios tales como la regulacién estatal de los “servicios piiblicos” en el capitalismo (que bloquea la libertad para desinvertir) o las “empresas semi-auténomas’ en el estatismo, en las que los directores de las empresas tienen la posibilidad de comprar y vender medios de produccién. 2. La relacitn de las productores directos con los medios de produccin. Aqui la distincién critica se realiza entre los modos de produccién en los que los productores directos son duefios de sus propios medios de produccién y por lo tanto pueden producir sus propios medios de subsistencia (0 al menos el equivalente a sus medios de subsistencia), y los modos de produccién en los que los trabajadores estin separa- dos de los medios de produccién y por lo tanto deben buscar trabajo para poder subsistir. Al considerar simulténeamente estas dos dimensiones, podemos generar el cuadro que se presenta en la Tabla 6.1. La explotacién capitalista se defi- 177 PREGUNTAS A LA DESIGUALDAD, ENSAYOS SOBRE ANALISIS DE.CLASE, SOCIALISMO ¥ MARXISMO ne asf mediante la combinacién de la propiedad privada de los medios de produccién (los medios de produccién pueden comprarse y venderse) y la separacién de los productores directos de los medios de produccién (ellos tienen que venderle su fuerza de trabajo a los capitalistas para poder subsistit). Cuando los trabajadores no carecen de medios de produccién, estamos en el caso de la produccién simple de bienesy no en el capitalismo. Si en este sistema se produce un excedente, los mismos productores directos se apropian de él y porllo tanto no hay “explotacién”. ‘Tabla 6.1. Tipologfa de las formas de apropiacién del excedente de trabajo . Separados de los medios Relacién entre | de produccién (no Estatismo, Capitalismo {os productores | propictarias) dircctos y los medios de ‘No scparades de les | Produccién simple de produccién imedios de produccién | Comunismo bine (propictari) A diferencia del capitalismo y la produccién simple de bienes, en el estatis- mo y el comunismo los medios de produccién son piblicos. Estos modos de produccién difieren en la relacién que los productores directos tienen con los medios de produccién: en el comunismo los productores directos son duefios colectivamente de los medios de produccién y los controlan. Por lo tanto, la apropiacién de cualquier excedente que se produzca se realiza mediante algiin tipo de proceso colectivo.!? Entonces, el mecanismo de apropiacién puede 2 A veces se argumenta, asi sea implicitamente, que la distincién entre excedente de trabajo y trabajo necesario carece de sentido en una sociedad comunista Si todo el trabajo se escoge ibremente y la escasez sc ha abolido de modo que la acurnulacién material o de valor se vuelve innecesaria, todo trabajo es simplemente trabajo creativo, una expresién libre de la creatividad humana y no puede sub- dividirse en un componente de excedente de trabajo. Este estado final puede ser o no una posibilidad real en alguna época histérica futura. Pero crco que ¢s innccesario restringir el concepto de comunismo un modo de produccién que ocurri en esa época. Aqui usaté el término “modo de produccién ‘comunista” para designar un conjunto de relaciones de produccién en las que todavia hay trabajo necesario y un excedente de trabajo, pero donde los productores directos organizan colectivamente el proceso social para su apropiacién y utilizacién, 178 PREGUNTAS A LA DESIGUALDAD, ENSAYOS SOBRE ANALISIS DE CLASE, SOCIALISMO Y MARXISMO excedente. Dos dimensiones del sistema de produccién afectan considerable- mente el problema de la asignacién de recursos y la utilizacién del excedente: 1. Eldestino inmediato de la produccién: intercambio vs. uso. La economia politica marxista diferencia dos caracteristicas fundamentals de los bienes: su valor de intercambio y su valor de uso. El valor de intercam- bio designa las diferencias cuantitativas entre los bienes, en términos de las cantidades de un bien que equivalen a las de otro; el valor de uso designa las diferencias cualitativas entre los bienes, en términos de los usos 0 necesidades que satisface. Con frecuencia se ha notado que el capitalismo se caracteriza porque el valor de intercambio pri- ma sobre el valor de uso: solamente se producen bienes que pueden intercambiarse en el mercado y las cantidades de produccién de los diferentes bienes se determinan segtin criterios de intercambio y no de necesidad, 2. Dindmica de la utilizacién del excedente: acumulacién versus consumo. Los excedentes pueden usarse bésicamente para dos propésitos: pue- den acumularse como medios de produccién para producir mayores excedentes en el futuro 0 pueden usarse para varios tipos de consu- mo final individual 0 colectivo. Esto no implica que no vaya a haber inversiones 0 crecimiento, sino que el propésito y la direccién de ese crecimiento se subordinardn a las necesidades que contribuirin a satisfacer. No hay una presién para acumular por el simple hecho de acumular. ‘Tabla 6.2. Tipologia de la légica de la asignacién de recursos Propésito inmediato de la produccién: uso vs. intercambio Valor de uso Valor de intercambio Dindmica del uso del |Acumulacién | Estatismo Capitalismo excedente social Consumo ‘Comunismo Produccién simple de bienes 180 PREGUNTAS A LA DESIGUALDAD. ENSAVOS SOBRE ANLISIS DE CLASE, SOCIALISMO Y MARXISMO @Peto por qué la acumulacién tendrfa que ser una dindmica central de la produccién estatista si en ella la propiedad es publica y por lo tanto no hay posibilidades de bancarrota (al menos en el sentido normal)? Las razones son algo andlogas a las del caso capitalista. En primer lugar, el poder de los diferentes segmentos del aparato estatal burocritico-productivo depende de la cantidad de recursos que tengan y éstos estin en funcién de las prioridades que se establezcan en el plan central. Por lo tanto, en ausencia de crecimien- to general, todas las luchas por recursos durante el proceso productive —que son esencialmente luchas de poder se convertirian en conflictos de suma cero. La ganancia de un sector seria necesariamente la pérdida de otro. Por lo tanto, habria presiones sistemdticas sobre el proceso de planeacién para que se llevara a cabo una politica de crecimiento, puesto que eso facilitaria la administracién del conflicto. Entonces, a esta dindmica podemos darle el nombre de “competencia burocrética’, puesto que diferentes segmentos de la burocracia compiten por Jos recursos. Pero es una competencia distinta a la competencia capitalista. En el capitalismo, el mecanismo que traduce los intereses individuales de com- petencia en un resultado social -acumulacién- es un mercado impersonal, tun mecanismo esencialmente econémico. En el estatismo, el mecanismo es principalmente politico. El proceso de agregacién de los intereses en conflicto en una agenda de crecimiento es consciente y requiere accién, comunicacién y negociacién; no es un proceso inconsciente. La segunda razén para que existan presiones sistematicas a favor de la acumulacién en el modo estatista de produccién se centra en el problema de la reproduccién del poder de clase de la clase dirigente estatista. La base material para el poder de cualquier clase dirigente es la cantidad de exce- dente de producto/trabajo de la que se apropia. Esta base de poder puede aumentarse subiendo la tasa de explotacién o llevando a cabo una estrategia de crecimiento general que incremente la productividad y expanda la pro- duccién.'* Si bien ambas estrategias se utilizan, la primera claramente tiene 4 Aqut suponemos que las clases dirigentes tratarén de expandir su poder 0 que, como minimo, tratarin de reproducislo, El supuesto motivacional que subyace a esta esis consiste en que los privilegios Y Pretrogativas de los miembros de la clase dirigente dependen de ese poder y quela gente porlo general trata de expandir sus privilegios si tiene la oportunidad para ello. El supuesto socioldgico que subyace 182 Los Furvnos DEL cAPrTALisMo limites mucho mayores, debido a las restricciones fisicas de los niveles de subsistencia y a la resistencia de las clases explotadas. La reproduccién y la expansién del poder de clase de la clase dirigente estatista hacen que se re- quiera un crecimiento sistemético. Asf pues, tanto el capitalismo como el estatismo se caracterizan por un proceso sistematico de acumulacién. Pero son tipos de acumulacién muy diferentes. La acumulacién capitalista es una acumulacién de valor que se estructura mediante las fuerzas impersonales del mercado. La acumulacién estatista es una acumulacidn de la capacidad productiva concreta estructurada por las fuerzas politicas de la burocracia estatal. Esto nos lleva al siguiente elemento importante de nuestra discusién: el aspecto politico del sistema de produccién. La dimensién politica de las relaciones de produccién El tercer aspecto de los modos de produccién que discutiremos es menos familiar que los anteriores y por lo tanto requiere una discusién preliminar mayor. Muchos marxistas dicen que no es legitimo hablar de una dimensién politica de las relaciones de produccién. Las relaciones de produccién son econémicas; las relaciones politicas le pertenecen al Estado. Argumentan que si bien las relaciones politicas pueden ser importantes para mantener los parémetros externos del sistema de produccién, en el capitalismo no son constitutivas de la produccién misma. Este tipo de argumento implica que la explotacién puede entenderse como un proceso estrictamente econdmico. El uso sistematico de la fuerza coercitiva puede necesitarse para reproducir el sistema de explotacién (los “pardmetros externos”), pero esta fuerza no hace parte del funcionamiento de la explotacién como tal, al menos en el capitalismo. Por lo general, estos argumentos se refuerzan realizando un contraste entre la explotacién feudal 2 esta tesis consist en que las clases subordinadas u otras class ditigentes que compiten con la clase dirigente (en otras sociedades) desaffan el poder de la clase drigente. Por lo tanto, la clase ditigente tiene la necesidad de expandir la base de poder debido a las amenazas a su poder, incluso si sus miembros individuales tienen pocos incentivos personales para aumentar sus privilegios. Es de esperarse que en 1 modo estatista de produccién los conflictos entre Estados puedan ejercer una presin signiicativa en esta direccién, dado que la clase irigente estd tan ligada al Estado, 183 PREGuNTAs 4 LA DESIGUALDAD. ENSAYOS SOBRE ANALISIS DE CLASE, SOCIALISMO Y MARXISMO y la explotacién capitalista: se argumenta que en el feudalismo la explotacién en s{ misma requiere que se haga uso del poder politico ~que usualmente se conoce como coercién extra-econémica-, puesto que sin esa coercién los siervos no trabajarian en la tierra del sefior feudal. Por otro lado, en el capi- talismo la explotacién se darfa a través de un mecanismo puramente econé- mico basado en el intercambio salario-trabajo. No se necesitarfa una coercién extra-econémica. Entonces, en el feudalismo supuestamente habria una fusidn de lo econémico y lo politico, mientras que en el capitalismo habria una diferenciacién institucional entre lo politico (el Estado) y lo econémico (el mercado y la fabrica). Esta visién de la diferencia entre feudalismo y capitalismo es equivoca. En el capitalismo la explotacién no puede considerarse como una simple conse- cuencia de la venta de la fuerza de trabajo, como una transaccién puramente econémica. Para que pueda darse la apropiacién del excedente de trabajo (valor), los trabajadores tienen que realizar un trabajo durante el proceso productivo adicional al trabajo que consumen en los bienes que compran. Y para que esto ocurra se necesita algin tipo de coercién dentro del proceso productivo. Sin esta coercién, jlos trabajadores por qué habrfan de realizar tareas poco placenteras en su trabajo a un ritmo o intensidad suficiente como para generarle ganancias al empleador? Por lo tanto, la explotacién capitalista implica el ejercicio de un poder politico dentro de la fabrica, que se combina con el intercambio econdmico en ¢l mercado de trabajo. Esta forma de entender el estatus de lo politico dentro de la explotacién capitalista implica que hay que repensar la relacién general entre lo politico y lo econémico en el capitalismo y el feudalismo -y de hecho en los modos de produccidn en general~. Como ha argumentado Ellen Meiskins Wood, el capitalismo no debe entenderse como un sistema de produccién en el que lo polftico y lo econémico se diferencian totalmente en los aspectos institucio- nales.'5 En el capitalismo, la dimensién politica de la produccién se diferencia institucionalmente de la dimensién politica del Estado (esto es, la fabrica se + Meiskins Wood, Ellen, 1981. “The Separation of the Economic and the Political in Capitalism”, cen: New Left Review, no. 127, mayo-junio de 1981, pp. 66-95. 184 Los rurunos pet. cAPITALISMO diferencia del Estado), pero las transacciones econémicas y la produccién siguen conectandose inmediatamente con el ejercicio del poder politico. El problema del estatus de lo politico dentro de las relaciones de produc- cidn se vuelve especialmente importante en la discusién del concepto pro- puesto de estatismo como modo de produccién. Al igual que el feudalismo, el estatismo es un modo de produccién en el que la dimensién politica de las relaciones de produccién est4 organizada institucionalmente al interior del aparato estatal. Por lo tanto, resulta imposible definir este modo de pro- duccién a menos que se utilice la dimensién politica. Primeramente, en este aspecto de los modos de produccién podemos diferenciar las relaciones politicas que se dan al interior del proceso laboral como tal, de las relaciones politicas externas al proceso laboral. En cada uno de estas dreas del proceso de produccién, la distincién critica debe realizarse entre dos formas de las relaciones politicas: las relaciones de dominacién y las relaciones de auto-determinacién (ya sea auto-determinacién individual co colectiva). Al considerar estas dimensiones al mismo tiempo obtenemos la tipologfa que se muestra en la Tabla 6.3. Tabla 6.3. La forma de la dimensién politica de las relaciones de produccién en los distintos modos de produccién Forma de la dimensidn politica de las relaciones de produccién dentro del proceso laboral Auto-determinacién Dominacién Forma de la dimensién | Auto-determinacién | Comunismo Capitalismo politica de las relaciones |} de produccién aficera del | Dominacién Feudalismo Estatismo proceso laboral En esta tipologta el capitalismo y el feudalismo representan polos opues- tos: en el feudalismo las comunidades campesinas organizan el proceso labo- ral principalmente de manera cooperativa y auto-determinada, pero deben trabajar en las ticrras del sefior feudal; en el capitalismo los trabajadores estén en libertad de venderle su fuerza de trabajo a cualquier empleador y pueden buscar un mejor empleo en otro lugar, etc. En el capitalismo avanzado la sin- 185 PREGUNTAS A LA DESIGUALDAD, ENSAYOS SOBRE ANALISIS DE CLASH, SOCIALISMO ¥ MARXISMO dicalizacién, la proteccién social y los seguros de desempleo (que les han dado alos trabajadores mayor capacidad para determinar por si mismos la venta de su fuerza de trabajo) han ampliado atin més esta libertad en las relaciones de intercambio. Pero cuando los trabajadores entran al proceso productivo entran al dominio coercitivo de la dominacién politica del capital. En el estatismo la dominacién politica se ejerce en ambos dominios: la asignacién de los medios de produccién y quizds incluso de los trabajado- res individuales a los diferentes sectores se decide de manera burocritica al interior del aparato econémico estatal y dentro del proceso productivo el rendimiento del trabajo se organiza mediante mecanismos coercitivos."® Las “politicas de la produccién”, para usar la adecuada frase de Michael Burawoy, son mucho més transparentes en el estatismo que en el capitalismo, porque los procesos coercitivos operan en todas las fases del proceso productivo. Como veremos en la siguiente seccién, esto tiene implicaciones importantes para él cardcter de las luchas de clase en ese tipo de sociedades. La presencia de relaciones de domin: ién en la asignacién de los medios de produccién y de la fuerza de trabajo a los diferentes sectores (esto es, la planeacién centralizada y burocratica) no implica necesariamente que los aparatos politicos del Estado asuman una forma despética. Es importante diferenciar la naturaleza de /os aparatos estatales econdmicos -aquellos di- rectamente encargados de organizar y planear la produccién social de los aparatos estatales politicos —instituciones de representacién y administracién de conflictos (cuerpos legislativos, cortes, policfa, etc.). Si bien la relacién entre ambos no ¢s aleatoria, tampoco hay raz6n para suponer que haya una correspondencia uno-a-uno entre ellos. Como argumentaré en la siguiente seccién, en el modo de produccién estatista probablemente hay presiones sistemdticas para que los aparatos politicos del Estado asuman formas des- pticas, pero esos resultados estén condicionados por las huchas de clases, las, tradiciones institucionales y otros factores.!” el modo estatista de produccién no hay un requerimiento légico para que los trabajos se le asignen de manera coercitiva alos trabajadores individuales. Los salarios se establecerfan administra- tivamente a través de un plan central, a igual que las ofertas de trabajo de los diferentes sectores, pero los individuos podrian tener diferentes opciones a la hora de buscar trabajo. ” Como ocurrié en la discusién sobre el Estado capitalisa, en el andlisis del “Estado estatista” se 186 Los rururos prt. carrraLismo Estructura de clases y lucha de clases En esta seccién me concentraré casi del todo en el problema de la estructura de clases del modo estatista de produccién, puesto que claramente es el tema més problematico. Como en el comunismo por definicién no hay explota- cién, tampoco puede haber clases como tales. La estructura de clases del capi- talismo se ha estudiado en detalle ~aunque todavia se debate arduamente- por lo tanto no la discutiré aquf salvo para contrastarla con la del estatismo.* Exploraré dos temas centrales del problema de las clases en un modo estatista de produccién: primero, zcémo debe conceptualizarse la clase diri- gente? ;Qué principio define su relacién con la clase subordinada? Y segundo, cules son los principios fundamentales de la lucha de clases en esta relacién? Quienes explicita o implicitamente teorizan sobre la existencia de un modo estatista de produccién, han conceptualizado su clase dirigente de dos maneras: bien sea como una clase de expertos técnicos (0 intelligentsia) que monopoliza el conocimiento técnico-cientifico, o bien como una clase de bu- récratas que monopoliza las posiciones de poder burocrético. Las discusiones sobre estas alternativas por lo general giran en torno a valoraciones empiticas dela Unidn Soviética y por lo tanto estan en un nivel de abstraccién distinto. Examinemos brevemente la légica que subyace a cada una de estas posici nes. Para afirmar que la intelligentsia técnica es la clase dirigente de una soci dad estatista, por lo general se dan tres argumentos. Primero, se afirma que los expertos técnicos monopolizan un medio de produccidn especial -el co- nocimiento técnico o lo que a veces se llama “capital cultural”-. Segundo, se dice que debido a la naturaleza de la produccién en las sociedades industriales (0 “pos-industriales”) avanzadas, el monopolio del conocimiento técnico se convierte en fuente de poder, puesto que este conocimiento es la base para la necesita una distinciGn entre la forma del Estado y la forma del régimen. Todos los Estados estatistas tendrn algunos rasgos comunes bisicos: la frontera institucional entre las actividades politcas y eco inémicas seré permeable; los ingresos del Estado provendrin sobretodo del excedente producido por 1 Estado y no de los impuestos; la estabilidad del Estado dependerd de la estabilidad del proceso de planeacién econdémica; y asf sucesivamente. Dadas estas caracteristicas generales, es factible imaginar ‘que en un Estado estatista haya formas de representacién democratica, quizds de tipo corporativo, 0 también regimenes més despoticos. '™ Para una resefia general de los debates actuales sobre la estructura de clases en el marxismo, ver: ‘Wright, Erik Olin, 1981, “Varieties of Marxist Conceptions of Class Structure", en: Politics & Society, vol. 9, no. 3, 1981. 187 PREGUNTAS A LA DESIGUALDAD. ENSAYOS SOBRE ANALISIS DE CLASE, SOCIALISMO Y MARXISMO Jos medios de produccién y la distribucién del excedente social definen a la clase ditigente. Esto implica que muchas posiciones al interior de la estruc- tura burocritica de los aparatos econémicos del Estado no pertenecen a la clase dirigente. Mas bien, son “posiciones contradictorias al interior de las relaciones de clase” del modo estatista de produccién: estan dominadas por la clase dirigente burocrética y al mismo tiempo dominan a los productores directos. Como en el caso de las posiciones administrativas-y-de-supervisién en el capitalismo, estas posiciones se encuentran divididas objetivamente entre los polos bisicos de las relaciones de clase de esa sociedad.”! Dada esta estructura de clases, qué podrlamos decir acerca de la naturale- za dela lucha de clases que se da en el modo de produccién estatista y cudles serian las diferencias mds importantes con la lucha de clases del capitalismo? Una caracteristica sobresale por encima de las demds: en el capitalismo la di- visi6n institucional de las “politicas de produccién” del Estado hace que haya mecanismos que procuran mantener la lucha de clases en el nivel econémico. Es por esto que uno de los problemas que siempre ha tenido el movimiento dela clase trabajadora en el capitalismo ha sido el de las presiones sistematicas para una despolitizacién del conflicto de clases. Ademis, las formas de demo- cracia representativa que se han desarrollado en la sociedad capitalista han tendido a profundizar esta despolitizacién al transformar a los trabajadores en ciudadanos y a los lideres de los movimientos sociales en representantes de electorados atomizados, y al darle prioridad a las demandas de corto plazo sobre las reformas de largo plazo, y asf sucesivamente.2? Por otra parte, en el estatismo, la lucha de clases econémica -Ia lucha por la cantidad y distribucién del excedente de producto cs inmediatamente un conflicto politico. Las politicas de produccién se convierten en una forma de lucha politica que involucra al Estado. Por lo tanto, las luchas de los pro- ductores directos no tienden a ser puramente economicistas; siempre estan + Para una discusidn amplia y una defensa del concepro de “posiciones contradictorias”, ver Erik Olin Waight, Class, Criss and the State, capitulo 21. Debe norarse que muchos de los titulares de dichas. posiciones contradictorias en un modo estatista de produccidn serin justamente esos expertos técnicos que a veces se consideran como la “nueva clase” en ese tipo de sociedad. % Para un anillisis agudo de estos mecanismos, ver los estudios de Adam Preeworski sobre la democracia capitalista que se citan en la nota a pie 113. 190 Los ruTuros pet. cAPrTALISMO. politizadas en virtud de las relaciones sociales que las enmarcan. Esto impli- ca que los efectos de los regimenes de tipo democritico en estas sociedades son muy distintos a los que tienen en las sociedades capitalistas. En vez de contribuir a la despolitizacién de las demandas, es probable que las formas democraticas contribuyan a intensificar el proceso de politizacién. En el ca- pitalismo, la separacién institucional que hay entre los aparatos econémicos y politicos del Estado, hace que incluso cuando las instituciones representativas registran las demandas populares atin haya severas barreras institucionales para que consigan amenazar las bases del poder de clase. En el estatismo, la unidad institucional bdsica de los aparatos politicos y econémicos del Estado hace que esas barreras sean mucho mds débiles. Por lo tanto, es mucho més probable que los desafios al poder de clase de la clase dirigente burocratica se expresen en cuerpos representativos y que cuando se expresen impliquen. una amenaza mis seria para la base de ese poder. Por lo tanto, la estructura bdsica del modo de produccién genera presio- nes sistemsticas para que los aparatos politicos del Estado asuman formas despéticas. Donde hay érganos representativos electos es probable que sean de cardcter simbdlico o que hayan sido elegidos mediante arreglos que no les permitan expresar las demandas populares con seriedad. Si existiera una forma democritica, seguramente seria de cardcter muy “corporativo”. Esto ¢s, en vez de representar a individuos, los érganos constituidos por procesos de cleccién representarian diversos “grupos de interés” organizados jerér- quicamente, cuyas propias estructuras burocréticas servirfan para debilitar y fragmentar las protestas populares. Incluso asi, estas formas corporativas probablemente serfan mecanismos precarios de representacién y tendrfan un cardcter mds bien simbélico. Por lo tanto, lo més probable es que las luchas de clases en las sociedades con modos de produccién capitalistas y estatistas sean muy distintas. En el caso del modo capitalista, las luchas de clases tenderdn a centrarse en temas “econémicos” bien definidos y solamente en circunstancias especiales se politizarén. Y, si bien en una sociedad estatista los trabajadores demandaran salarios més altos, mejores condiciones de vida y trabajo, y as{ sucesivamen- te, tales demandas perderdn inmediatamente su cardcter econdmico debido al contexto institucional en el que se realizan. Entonces, lo mds probable es 191 Los rurunos DEL cAPrrALISMO Articulaci La articulacién ocurre cuando dos modos de produccién existen uno junto a otro y tienen relaciones sistematicas externas entre si. Tipicamente esto implica que ambos modos de produccién existen en diferentes espacios y que las relaciones entre ellos son sobretodo de intercambio. El ejemplo més simple es una situacién en la que fabricas capitalistas les compran al menos una parte de sus materias primas a los productores de bienes simples o in- cluso a los productores agricolas feudales (0 semi-feudales). Una articulacién como esta, de un modo capitalista y uno pre-capitalista de produccién, con frecuencia implica que ambos existen en una especie de relacién simbiética, donde el proceso de produccién capitalista contribuye a la reproduccién de las relaciones pre-capitalistas de produccién a través de las relaciones de intercambio que los unen. Pero la articulacién no implica necesariamente una complementariedad funcional perfecta entre los modos de produccién articulados. Es bastante probable que el modo capitalista, al entrar en un in- tercambio articulado con la produccién de bienes simples, ataque y destruya a los productores de bienes simples.” Interpenetracién La interpenetracién ocurre cuando dos modos de produccién coexisten al interior de una misma organizacién de produccién. Los elementos de cada modo de produccién estén presentes al mismo tiempo en un solo proceso productivo. Por lo tanto, los dos modos de produccién tienen relaciones sis- temiticas internas entre s{, en vez de relaciones externas. Un buen ejemplo de interpenetracién es la forma de trabajo artesanal que se daba en las primeras fabricas capitalistas. En muchos casos, los artesanos asalariados contrataban a sus propios subordinados y les pagaban un salario de su propio salario en 2 El concepto de articulacién de los modos de produccién no se restringe ala articulacién que se da dentro de las fronteras politicas de un pals. Algunas de las formas mds importantes de articulacién ‘ocurren a nivel internacional. Esta articulacién internacional es una caracterstica importante del im- perialismo, donde la transferencia de valor de la periferia al centro explota algunas oportunidades que surgen de la persistencia de modos de produccién pre-capitalistas en el Tercer Mundo. La articulacién. internacional de los modos de produecién también aparece en las relaciones entre los palses del Estey los ‘occidentales (sin embargo, lo que queremos definir es el modo de produecién dominante de esos paises). 193 PREGUNTAS A LA DESIGUALDAD. ENSAYOS SOBRE ANALISIS DE CLASE, SOCIALISMO Y MARXISMO. un complejo sistema de subcontratacién.” Ast pues, las relaciones sociales dela produccién gremial-artesanal estaban interpenetradas con las relaciones sociales de la produccién capitalista. El resultado de esto era una estructura de relaciones de produccién que combinaba aspectos de cada sistema. Obviamente la interpenetracién de los modos de produccién es algo mu- cho més complejo que la simple articulacién de los modos de produccién. En el caso dela articulacién uno puede ubicar organizaciones de produccién diferenciadas espacialmente y analizar directamente sus interconexiones. En el caso de la interpenetracién, los modos de produccién estén fusionados in- ternamente y dicha unién aparece empiricamente como algo distinto a cada modo de produccién. Por lo tanto, descifrar la textura de su combinacién requiere un esfuerzo tedrico mucho mayor. Una formacién social dada se caracterizara por patrones complejos de articulacién e interpenetracién de ciertos modos de produccién. De hecho, en muchas situaciones ocurrird lo que podemos llamar una “interpenetracién articulada’, esto es, no sélo es posible articular dos modos de produccién, sino que también es posible articular un modo de produccién y una forma interpenetrada de produccién, de modo que estas unidades de produccién existan juntas y tengan relaciones de intercambio. Como veremos, todas estas formas de coexistencia de los diferentes modos de produccién son importantes para entender el problema de las sociedades de transicién y los faturos pos-capitalistas. La importancia de la distincién entre interpenetracién y articulacién Una analogia con la quimica puede ayudarnos a explicar la importancia del concepto de modos de produccién interpenetrados (aunque a veces estas analogias pueden ser peligrosas). La articulacién corresponde a una situa- cién en la que dos elementos bisicos coexisten, por ejemplo en una solucién, sin que lleguen a combinarse quimicamente para formar un compuesto. Las propiedades de la solucién son distintas a las que tendria si solamente uno de los dos elementos estuviera presente (por ejemplo una diferencia de Para una discusién de la contratacién artesanal durante las primeras etapas del desarrollo capi- talista, ver: Clawson, Dan, 1980. Bureauentcy and the Labor Process. Nueva York. 194 PREGUNTAS A LA DESIGUALDAD. ENSAYOS SOURH ANALISIS DE CLASE, SOCIALISMO Y MARXISMO que eventualmente llegan a ser artesanos y venden sus productos en un mer- cado. Los artesanos les compran algunos de sus insumos a los productores capitalistas y venden parte de su producto a las fabricas capitalistas y, por lo tanto, a través del mercado estén articulados a la produccién capitalista. En la segunda situacién, los artesanos se han incorporado parcialmente a la produccién de la fibrica, pero todavia son duefios de sus herramientas, contratan subordinados y mediante una agremiacin controlan su propio proceso productivo. Aquf tenemos dos relaciones de produccién diferentes que estén interpenetradas. Como ha mostrado Ron Aminzade, en ambos casos los efectos sobre los actores involucrados son muy diferentes. Cuando Jos artesanos trabajan en formas interpenetradas de produccién, por lo ge- neral se convierten en los militantes mds activos del movimiento de la clase trabajadora y asumen posiciones de liderazgo; cuando simplemente estén articulados a la produccién capitalista es més probable que desempefien un papel mucho més marginal en la lucha de clases.?5 Entonces, la distincién entre los modos de produccién interpenetrados y articulados es importante para entender las dindmicas y las contradicciones de las formaciones de clase. Cuando los modos de produccién articulados son importantes, el problema central de la formacién de clases consiste en cons- truir alianzas duraderas entre las clases de cada uno de los modos de produc- cién. La gente vive su vida cada cual en diferentes relaciones de produccién. Asi, por ejemplo, en la articulacién de la produccién simple de bienes con la produccién capitalista, una de las tareas mas importantes para los movimien- tos revolucionarios consiste en crear una alianza entre la pequefia burguesfa ya clase trabajadora. Cada una de estas clases estd constituida por relaciones diferentes (aunque articuladas) de produccién. Por otra parte, cuando prima la interpenetracién de los modos de produccién, las distintas relaciones de produccién tienen un efecto directo sobre las vidas y experiencias de cada individuo. El problema ideolégico no es entonces la formacién de alianzas, sino la clarificacién de los principios que compiten por la determinacién de clase en cada individuo. Seguin los modos de produccién existentes y el peso % Ver: Aminzade, Ron, 1981, Class, Politics and Early Industrial Capitaliom. Binghampton, N.Y. 196 relativo de cada uno de ellos en la forma interpenetrada, estas situaciones facilitardn o dificultardn las tareas practicas de la formacién de clases.*° La interpenetracién de los modos de produccién capitalistas y pos-capitalistas ‘Tras haber definido las caracteristicas principales de los modos de produccién capitalist, estatista y comunista y haber introducido el problema de la inter- penetracién de los modos de produccién, nuestra siguiente tarea consiste en especificar las diferentes formas de interpenetracién que se dan entre estos modos de produccién. Como cualquier modo de produccién tiene dife- rentes aspectos, hay mds de una forma posible de interpenetracién, incluso entre dos modos de produccién. Al considerar las posibles combinaciones que involucran a los tres modos, las formas de interpenetracién se vuelven potencialmente muy complejas. Enel andlisis que sigue no voy a profundizar en todas las formas posibles de interpenetracién de los modos capitalistas/ poscapitalistas de produccién. Incluso si pudiera hacerlo, el resultado seria un aburrido catdlogo de formas hipotéticas de produccién. Lo que quiero hacer es especificar el contenido de cinco formas basicas de interpenetracién que tienen una importancia histé- rica 0 politica particular, y que por lo tanto son relevantes para el problema de los futuros de la sociedad capitalista: Produccién capitalista estatal Produccién auto-administrativa de los trabajadores . Produccién socialista Produccién socialista burocritica-de-partido . Socialismo de mercado yee % La distincién entre los modos de produccién articulados e interpenetrados puede tener gran importancia politica. Por ejemplo, hoy en dia en el Tercer Mundo la situacién puede variar mucho dependiendo de silos campesinos son pequefios productores articulados con la produccién capitalista 0 ison productores semi-proletarizados en una forma de produccién interpenetrada. En ambos casos dl sistema de produccién combina la produccién simple de bienes con la produccién de subsistencia {produccién para el consumo propio inmediato) y la produccién capitalist, pero los efectos sobre los actores involucrados pueden ser muy diferentes, 197 PREGUNTAS A LA DESIGUALDAD. ENSAVOS SOBRE ANALISIS DE CLASE, SOCIALISMO Y MARKISMO. ‘Antes de examinar en detalle cada una de estas formas de interpenetra- Gin, ¢s itil examinar su interconexién general con los tres modos de produc- cién que hemos estado discutiendo. Estas interconexiones pueden visualizarse mediante una metéfora espacial, tal como se ilustra en la Figura 6.1. En este diagrama de Venn, cada modo de produccién se representa mediante un espacio circular en el plano y las intersecciones de los circulos representan la interpenetracién de los modos de produccién. Asi, la produccién capitalista estatal es la interpenetracién de la produccién capitalista con la estatista; la produccién socialista burocritica-de-partido es la interpenetracién de la pro- duccién estatista con la comunista; la produccién socialista es la interpene- tracién de la produccién comunista con la capitalista, en donde el modo de produccién comunista es dominante; la produccién auto-administrada de los trabajadores es la interpenetracin de los mismos dos modes de produccién, pero en este caso el capitalismo es dominante; y la produccién socialista de mercado es la interpenetracién de los tres modos de produccién. Figura 6.1. Formas interpenetradas de produccién Modo de produccién capitalista Modo de produccién cestatista 198 Los roruros DEL. cAPrTALIsMO. A fin de no extender demasiado la discusién sobre estas cinco formas de produccién interpenetradas, restringiremos el an: is a los dos primeros aspectos de la produccién que discutimos anteriormente: los mecanismos de apropiacién del excedente y las dindmicas de la asignacién de recursos. El tema de lo politico en el proceso productivo y la naturaleza de las luchas de clases se discutirdn solamente cuando sean importantes para clarificar la naturaleza de una forma interpenetrada particular. El andlisis que sigue a continuacién se resume en la Tabla 6.4. ‘Tabla 6.4. Formas interpenetradas de produccién Formas jq| Mecanismos de dink i de [Made prin] ie dt |, Dimi de Fd aia =e ruc aha | iBtacin de ecuros . ., 7 ‘Trabajo asalariado Planeacién burocritica Produccién capitalita | Capitalism ¢ i con restricciones de sual cestatismo ras impostiva mercado ‘Competencia + Produccién auto- | Capitalismo + apropacsn [ulin eh comunismo (el huto-apropiac valor de intercambio apitaismo domina) | Privadecolectiva domina al valor de us0) Planeacién colectiva Capitalismo + indo , [con festricciones de Produccién socalsta | comunismo (el Tabsioaslariade + | mercado (valor de comunismo domina) | *P"°P 2 | uso domina al valor de intercambio) Produccién socalsta | Estatismo + Pei iada | taneacinburocrética burocritica-de-partido | comunismo ord paride ‘mediada por el partido Planeacién burocritica Trabajo asaariado Caption ——_ [ve apopncn | Bsometenay Produccién socialista . Hert {la acumulacién (el + estatismo + burocritica parcial + : ; de mercado {satan i Paria [valor de intereambio apropiacion colectiva | ina al valor de privada i 199 PREGUNTAS A LA DESIGUALDAD, ENSAYOS SOURE ANALISIS DE CLASH, SOCIALISMO Y MARXISMO La produccién capitalista estatal La produccién capitalista estatal es la interpenetracién de los modos de pro- duccién capitalista y estatista.2” El Estado es duefio de algunos medios de produccién, pero todavia hay un mercado libre para la fuerza de trabajo y los bienes. Como resultado de ello, el modo de explotacién sigue siendo sustan- cialmente capitalista, girando en torno a la diferencia entre el valor de la fuerza de trabajo y el valor de los bienes que se producen en las empresas capitalistas estatales. Pero hay una modificacién crucial: como el Estado es propietario de las empresas y por lo tanto no se rige completamente por los imperativos de la competencia comercial, la explotacién directa de los trabajadores en las empresas capitalistas estatales se suplementa sistematicamente mediante la explotacién impositiva.2* Las empresas estatales no tienen que producir ga- nancias y por lo tanto es posible que el valor de los bienes que produzcan sea igual o menor al valor de la fuerza de trabajo empleada. Por ello puede que la explotacién mediante los impuestos provea la compensacién necesaria. En este sentido, la cantidad de explotacién que se da al interior de la produccién capitalista estatal se ve afectada directamente por la planeacién burocratico- politica y en esto se asemeja a la produccién estatista. La dindmica de la asignacién de recursos también es una combinacién de elementos capitalistas y estatistas. Las decisiones de produccién involu- cran combinaciones especificas de criterios de valor de uso planeados bu- roctiticamente y de ctiterios de valor de intercambio determinados por el mercado. El balance preciso entre los dos y la determinacién del elemento dominante, dependen de la forma precisa de la interpenetracién de ambos modos de produccién. Cuando el modo de produccién capitalista desem- pefia cl rol dominante, como cuando las empresas capitalistas esenciales que no producen ganancias se nacionalizan para evitar que quiebren pero siguen manejandose mediante principios capitalistas, entonces es probable que la ” Como en nuestra discusién previa del estatismo como ta, la produccién capitalista estatal no debe combinarse con el Estado capitalsta. Aqui nos referimos tinicamente alas empresas productivas ‘organizadas por el Estado los aparatos econémicos del Estado- y no alos aparatos politicos del Estado (cortes, policfa, aparatos de politica exterior, cuerpos legislativos, etc). > Para una defensa de la idea de que los impuestos pueden ser una forma de explotacién, ver: ‘Wright, Class, Crisis, and the State, pp. 154-5. 200 Los rururos Det cAPrrALISMO planeacién burocratica se subordine de manera sistemdtica a los imperativos generales del mercado, Por otra parte, cuando hay iniciativas burocriticas y politicas que crean empresas capitalistas estatales, entonces los criterios de valor de uso definidos politica o burocréticamente pueden dominar el pro- ceso de planeacién. En estos casos, los requerimientos de la reproduccién y expansién burocrética, y no los requerimientos del mercado, pueden dictar el tipo y la cantidad de bienes que se producen. La produccién auto-administrada de los trabajadores La auto-administracién de los trabajadores es un tipo de produccién en el que los trabajadores de una empresa son duefios de los medios de produccién y controlan el proceso productivo, y por lo tanto tienen derechos sobre la utilizacién del excedente que ellos mismos producen. Por lo tanto, ¢l meca- nismo de apropiacién del excedente de trabajo puede denominarse “auto- apropiacién privada-colectiva’. Los productores directos se apropian de su propio excedente de trabajo y lo hacen mediante un proceso colectivo de administracién y control del proceso productivo. Pero este proceso colectivo sigue siendo esencialmente privado debido a que los medios de produccién son del todo alienables. Los productores de cada empresa se apropian del excedente, no la clase trabajadora. Por lo tanto, el mecanismo de apropiacién, comprende elementos capitalistas y comunistas: es comunista dado que se trata de una auto-apropiacién, no de explotacién; es capitalista dado que ¢s privado en vez de social. Como resultado del cardcter privado del sistema de apropiacién, en este sistema de produccién la Iégica de la utilizacién del excedente y de la asig- nacién de recursos sigue siendo de cardcter esencialmente capitalista. Las empresas individuales todavia se ven obligadas a acumular segiin una ldgica de competencia, puesto que producen para un mercado impersonal y los medios de produccién siguen siendo privados. Debido a que en esta forma de produccién el valor de intercambio predomina sobre el valor de uso y a que la apropiacién es privada (si bien es una forma de apropiacién privada- colectiva), en general puede decirse que el modo de produccién capitalista predomina. 201 PREGUNTAS A LA DESIGUALDAD. ENSAYOS SOBRE ANALISIS DE CLASE, SOCIALISMO Y MARXISMO) La produccién socialista Para que la predominancia de la l6gica de la produccién capitalista se debi- litara al interior de un sistema de auto-administracién de los trabajadores, tendrian que suceder dos cosas: primero, habria que crear algtin mecanismo para restringir o bloquear del todo el imperativo de acumulacién que tienen las empresas y, segundo, habria que crear algunos procesos para tomar deci- siones basicas de produccién con base en criterios de valor de uso definidos socialmente. Estas modificaciones implicarfan que la propiedad ya no seria principalmente privada, sino que al menos en parte seria de cardcter ptiblico. En breve, implicarfa que los aspectos comunistas de los modos de produccién interpenetrados se habrian vuelto dominantes. Esto define el cardcter de la produccién socialista. Es posible describir el mecanismo de apropiacién de la produccién socia- lista como trabajo asalariado combinado con auto-apropiacién colectiva. Hay un mercado para la fuerza de trabajo, pero no es un mercado enteramente libre, pues las prioridades definidas colectivamente determinan la estructura de los salarios. Los trabajadores producen bienes que se venden en un mer- cado, pero los precios del mercado se modifican mediante decisiones colec- tivas que subsidian los precios de los productos que satisfacen las necesidades basicas pero cobran un sobreprecio por los productos de lujo. Ademds, un proceso colectivo de toma de decisiones, que se localiza en parte en las uni- dades individuales de produccién y en parte en la arena politica més amplia, determina la duracién ¢ intensidad de la jornada de trabajo, dos ingredientes criticos para la determinacién del excedente disponible para la apropiacién. Asi pues, si bien la apropiacién del excedente se realiza a través de relaciones mediadas por el mercado, como ocurte en el capitalismo, el proceso colectivo de auto-apropiacién limita sistematicamente esas relaciones, como ocurre en la produccién comunista. La légica de la asignacién de recursos también se compone de elemen- tos capitalistas y comunistas, aunque los principios comunistas dominan. La produccién se destina al consumo y al intercambio (sigue existiendo un mercado), pero el valor de uso predomina sobre el valor de intercambio. Y un proceso colectivo de planeacién, modificado por las condiciones de mercado, determina el contenido de esa produccién de valor de uso. Esta dindmica de 202 Los FuTUROS DEL CAPTTALISMO la asignacién de recursos se diferencia de la dindmica puramente comunista, puesto que las relaciones de intercambio siguen afectando el proceso; pero se diferencia de la auto-administracién de los trabajadores y del capitalismo, en que el valor de intercambio se subordina a los criterios de valor de uso definidos colectivamente para la produccién. Es imposible imaginar la combinacién especifica de los elementos que constituyen la produccién socialista sin pensar que hay un aparato politico central que le proporciona algtin grado de coordinacién central al sistema de produccién, Ademas, dado que la produccién socialista implica la per- manencia de elementos capitalistas, si bien en una forma subordinada, estos aparatos politicos tendrfan que hacer algo mds que simplemente coordinar: tendrfan que prevenir el desarrollo y la reconstitucién de las relaciones ca- pitalistas. Esto es, también tendrian que realizar actividades represivas (acti- vidades que intervinieran activamente para prohibir el desarrollo de ciertas practicas). Es por eso que los marxistas han insistido tradicionalmente en que el socialismo requiere una forma espectfica de Estado: un Estado en el que se defiendan y profundicen sistemdticamente los principios de las relaciones de produccién comunistas. Si bien puede que el término tradicional para este tipo de Estado —Ia “dictadura del proletariado”- ya no sea apropiado, el concepto detris del término todavia es importante: para que una forma de produccién socialista (la interpenetracidn de los modos capitalista y comu- nista en la que el comunismo es dominante) pueda reproducirse a lo largo del tiempo y desarrollarse hacia el comunismo, es necesario un aparato estatal que esté dominado por los productores directos y que se oriente a coordinar la produccién y prevenir el resurgimiento del capitalismo.° ® Los aparatos politicos no tienen que ser “Estados”. Para que un aparato politico sea un Estado, ‘uno de sus principios organizativs fundamentales debe ser el monopolio del uso de la fuerza. Tradi- cionalmente los marxistas han argumentado que en una sociedad comunista cl Estado “se marchita’. Por supuesto que todavia tendrfan que realizarse funciones de coordinacién, pero las funciones cla- ramente represivas del aparato politico desaparccerian. Me parece que esta idea tiene elementos muy ‘ut6picos. Dudo mucho que sea posible una sociedad lireralmente carente de Estado en condiciones de produccién social avanzada. Pero s{ creo que es posible un Estado en el que las funciones represivas estén ‘muy atenuadas, se organicen y ejecuten democréticamente (en vez de estructurarse burocréticamente) y yano sean el principio definitorio de la coordinacién politica. En cualquier caso, en una sociedad socialina el Estado seria esencial » El término “dictadura del proletariado” se introdujo en un momento en el que el término 203 PREGUNTAS A 1A DESIGUALDAD. ENSAYOS SOME ANALISIS DE CLASE, SOCIALISMO ¥ MARXISMO La produccién socialista burocrdtica-de-partido La produccién socialista, tal como la acabamos de describir, requiere un apa- rato estatal fuerte y que al menos algunas de sus funciones més importantes estén centralizadas. Si debido a cualquier tipo de razones histéricas/estruc- turales este Estado desarrolla formas de organizacién burocritico-jer4rquicas fuertes y deja de coordinar la produccién para comenzar a realizarla directa- mente, entonces los elementos del modo estatista de produccién se vuelven mds importantes. En la medida en que los elementos capitalistas de las rela- ciones de produccién desaparezcan o se fortalezcan, pueden remplazarse por elementos estatistas y no por un fortalecimiento de los elementos comunistas. Sin embargo, esta trayectoria no implica necesariamente que el estatis- mo se consolide (aunque esto puede suceder), pero si que puede producirse un nuevo modo de produccién interpenetrado que llamaré “socialismo burocrdtico-de-partido”, que es una forma de interpenetracién entre el co- munismo y el estatismo. Al igual que en el caso de la produccién estatista, el Estado es duefio de los medios de produccién y el control se organiza a través de un proceso de planeacién burocritico centralizado y jerdrquico. La diferencia con el estatismo esté en que existen mecanismos que sistemética- mente vinculan y subordinan la burocracia a la clase trabajadora. Como es muy probable que este mecanismo incluya el rol de un partido politico, esta forma interpenetrada se conoce como produccién socialista burocritica-de- partido. Por lo tanto, un principio de dominacién burocrdtica y un principio basado en las necesidades de la clase trabajadora mediados por el partido, determinan los criterios de valor de uso que guian el proceso burocrético de planeacién y apropiacién. En consecuencia, el mecanismo de apropiacién y las dindmicas de asignacién de recursos pueden designarse respectivamente como apropiacién burocratica mediada por el partido y planeacién burocré- tica mediada por el partido. “dictadura” no ten{a la connotacién que tiene hoy en dia. El propésito era defnir una forma de Estado una que dicrara los intereses de la clase trabajadora- y no una forma de régimen. De hecho, todos los autores cisicos del marxismo hicieron énfasis en que una dictadura del proletariado debia darse en forma de un régimen profundamente democritico, que garantizara niveles de participacién y debate mucho mayores a los que habia en las democracias capitalistas, 204 Los roruros pet carrratisMo Que esta forma de produccién sea una interpenetracién de los tipos de produccién estatista y comunista, se debe a que el partido representa genui- namente a la clase trabajadora y domina con eficacia la burocracia de los aparatos econémicos del Estado. Si la burocracia se vuelve auténoma o si el partido se convierte en un representante de la burocracia y no de la clase tra- bajadora, entonces el modo estatista de produccién dominarfa en esta forma particular de interpenetracién. Por otro lado, el modo comunista dominard si el partido esté ligado orgénicamente a la clase trabajadora en las comunidades y los sitios de trabajo, si responde a las demandas de la clase trabajadora, si es responsable ante los trabajadores y conserva la capacidad de determinar las prioridades del proceso de apropiacién y utilizacién del excedente. La produccién socialista de mercado La produccién socialista de mercado contiene elementos de los tres modos de produccién que hemos estado discutiendo y asume formas diferentes segtin el peso relativo de los diversos elementos y de las formas en que éstos se combinen, Algunas formas pueden parecerse mucho a la produccién so- cialista burocrdtica-de-partido, pero con principios marginales de mercado gobernando algunos aspectos de la produccién; otros pueden parecerse al capitalismo, pero con los trabajadores teniendo cierto grado de poder den- tro del proceso productivo; y otros més pueden parecerse a la produccién socialista, pero con la burocracia estatal bloqueando parcialmente el control democrético de la apropiacién y disposicién de los recursos por parte de los trabajadores. La desi amplio rango de posi cidn rigurosa de la forma concreta de interpenetracién se puede decodificar icién “socialismo de mercado” abarca entonces un idades concretas. Solamente mediante una valora- su naturaleza real. Las formaciones sociales y los futuros del capitalismo El andlisis anterior traté de decodificar los modos de produccién y las formas interpenetradas que constituyen los elementos de la estructura de produccién de las formaciones sociales presentes y futuras. Es posible mapear los futu- ros potenciales de la sociedad capitalista como combinaciones especificas de estos modos y formas interpenetradas de produccién, con distintos modos 205 PREGUNTAS A LA DESIGUALDAD, ENSAVOS SOBRE ANALISIS DE CLASE, SOCIALISMO ¥ MARXISMO de produccién dominantes. Por lo tanto, a fin de llevar el andlisis al nivel de las formaciones sociales tenemos que darle un mayor contenido a lo que sig nifica decir que un modo de produccién es “dominante” dentro de una in- terpenetracién y articulacién de los modos de produccién. Una vez hayamos hecho esto responderemos dos preguntas importantes sobre las formaciones sociales: primero, dentro de las formaciones sociales que tienen un modo de produccién capitalista dominante, ;cules son las tendencias inmanentes para el desarrollo de modos alternativos de produccién? y, segundo, dentro de las formaciones sociales que existen hoy en dia en las que el modo de produccién capitalista no es dominante, ;cudl es la mejor descripcién de las relaciones de produccién dominantes? Dominancia de los modos de produccién en las formaciones sociales Salvo por periodos de tiempo relativamente cortos, es poco probable que dos modos de produccién puedan tener un peso semejante en determinadas formas interpenetradas de produccién 0 modos articulados de produccién. Dado que los diferentes modos de produccién representan principios o 1é- gicas de practicas sociales que compiten entre s{ y con frecuencia implican propésitos o dindmicas contradictorias, ¢s bastante probable que las situa- ciones en las que dos o mds modos de produccién tengan un peso semejante sean inestables. Por ejemplo, en la produccién capitalista estatal, el principio central seré o el de la légica de mercado y acumulacién, en la que la planea- cién burocrética y los criterios de valor de uso definidos politicamente ope- ran dentro de limites determinados por el capitalismo, 0 si no el principio contrario ser4 cierto; resulta dificil pensar que ambos principios (el valor de intercambio domina al valor de uso y el valor de uso domina al valor de intercambio) pudieran ¢jercer un peso similar durante un periodo de tiem- po prolongado. Por lo tanto, en cualquier formacién social siempre habré tendencias sistemdticas que leven a que uno u otro modo de produccién se vuelva dominante. Entonces, necesitamos un criterio para identificar cudl es el modo de produccién dominante en una situacién dada. Hay dos criterios complementarios que nos permiten decir que un modo de produccién es “dominante”. Primero, podemos identificar el modo de produccién dominante a través de la clase ditigente de una formacién social: 206 Los ruTuros pet caPrratisMo un modo de produccién especifico es dominante si la clase dirigente de ese modo de produccién es la clase dirigente de la sociedad. Por supuesto, esto implica simplemente un desplazamiento del problema, pues ahora necesi- tamos algtin criterio para identificar la clase dirigente a nivel social. Como primera aproximacién, la conceptualizacién de Géran Therborn parece bastante titi la clase dirigente es la clase cuya posicién de dominacién esto €s, cuya capacidad para apropiarse y disponer del excedente sociales repro- ducida de forma mds sistematica por los efectos del Estado en las relaciones sociales. Entonces, decir que la clase capitalista es la clase dirigente implica decir que las actividades del Estado reproducen sistematicamente su posicién de privilegio y dominacién.®" Esta primera estrategia para definir la dominancia de un modo de produc- cién puede ser Gil para analizar la articulacién de los modos de produccién cuando las clases de cada modo estan bien definidas y lo tinico que queda por determinar es cudl es dominante. Pero esta estrategia es menos util en los casos de interpenctraciones complejas de los modos de produccién, en las que las clases constituidas por la interpenetracién se ven afectadas por modos de produccién diferentes. Entonces hay que definir la dominancia de los modos de produccién por medio de la naturaleza de las restricciones naturales y de las dindmicas del cambio social en la sociedad. Un modo de produccién puede considerarse dominante cuando las restricciones estructurales y los limites especificos a ese modo de produccién caracterizan las restricciones/contradic- ciones més basicas de la formacién social como un todo, esto es, cuando los mites bésicos y las dindmicas del proceso de cambio social son aquellas que se derivan de ese modo de produccién. De nuevo, esto simplemente desplaza el problema, pues ahora necesitamos identificar las restricciones y dindmicas dominantes. Podemos hacerlo si primero especificamos tedricamente esas restricciones y dindmicas para el modo de produccién puro (como hizo Marx con el capitalismo en El Capital) y luego observamos los patrones empiricos de las dindmicas y restricciones de una sociedad dada. En la medida en que podamos caracterizar esos patrones empiricos en términos de las dindmicas y restricciones tedricas establecidas para un modo de produccién dado, enton- 3! Ver: Therborn, Géran, 1978. What Does the Ruling Class Do When It Rules? Londres, pp. 144-61. 207 PREGUNTAS A LA DESIGUALDAD. ENSAYOS SOBRE ANALISIS DE CLASE, SOCIALISMO Y MARXISMO ces podrd decirse qué modo de produccién es dominante. Las precondiciones tedricas para esta tarea se han especificado bien para el modo de produccién capitalista, pero la especificacién de tales restricciones y dindmicas apenas si ha comenzado para los casos de la produccién estatista y comunista. Entonces, estas dos definiciones de dominancia brindan dos perspectivas sobre los efectos de los modos de produccién en las sociedades: la primera se centra en el proceso de reproduccién de las relaciones de clase y la segunda en el proceso del cambio social dindmico. Por supuesto, puede ocurrir que estas dos definiciones produzcan resultados contradictorios. Por ejemplo, en la transicién del feudalismo al capitalismo, los marxistas por lo general argumentan que el capitalismo ya se habfa convertido en el modo de pro- duccién dominante en términos de la légica y los limites del cambio social, mucho antes de que los Estados reprodujeran sistemdticamente a la burguesfa como clase dirigente. Es por esta razén que muchas veces se argumenta que las revoluciones burguesas eran necesarias. Por otra parte, con frecuencia se argumenta que en la transicién del capitalismo al comunismo el proletariado llega a ser la clase dirigente -se toma el poder del Estado— antes de que el comunismo sea el modo de produccién estructuralmente dominante, Entendida de esta forma, la dominacién se da en situaciones de modos de produccién articulados ¢ interpenetrados. En el caso de los modos de produccién articulados, la dominacién implica que el modo de produccién dominante dicta los términos de intercambio entre los dos modos de pro- duccién; y en el caso de los modos interpenetrados de produccién, implica que el modo de produccién dominante tiene més peso cn la determinacién estructural de la forma interpenetrada. As{, por ejemplo, al analizar los casos de la produccién capitalista estatal renemos que preguntarnos sobre ambas formas de dominacién. Primero, en una empresa capitalista estatal, ;domi- nan los elementos capitalistas 0 los estatistas? Algunas empresas estatales funcionan exactamente igual que sus contrapartes capitalistas; otras funcio- nan mds como aparatos estatales, organizadas mediante objetivos politicos y burocriticos y no mediante principios de mercado. Segundo, en la rela- cién entre la empresa estatal y la produccién capitalista zcudl domina? gLa produccién capitalista limita las posibilidades de accién y desarrollo de las empresas capitalistas estatales 0 no? Por lo tanto, son posibles patrones po- 208 PREGUNTAS A LA DESIGUALDAD. ENSAYOS SOBRE ANALISIS DE CLASE, SOCIALISMO Y MARXISMO de los trabajadores representan ¢l desarrollo de elementos embrionario de relaciones comunistas de produccién, especialmente cuando involucran elementos reales de auto-administracién y luchas por la democratizacién de las insticuciones burocrdticas estatales. Estos cambios pueden considerarse como elementos no-capitalistas crecientes dentro de las relaciones de pro- duccién predominantemente capitalistas, sobretodo cuando las demandas de los trabajadores que quicren lograr una auto-administracién se extienden para incluir la capacidad efectiva de vetar decisiones de inversién importan- tes —tales como los cierres de fabricas-, tal como se ha discutido en Suecia. De nuevo, como en el caso del capitalismo estatal, los imperativos de acu- mulacién y competencia influencian y limitan en gran medida la forma y las posibilidades de esa auto-administracién de los trabajadores. Por lo tanto, en el futuro inmediato es poco probable que estas tendencias amenacen de manera espontinea la dominancia actual del modo capitalista de produccién y den inicio a la consolidacién de una sociedad pos-capitalista. Por supuesto, la parte critica de esta afirmacién es “de manera esponté- nea”. El capitalismo no se remplazard espontaneamente, sino mediante una lucha de clases organizada y colectiva. La pregunta es entonces: {Hacia cudl de estas tendencias se inclinardn las fuerzas organizadas de clase de las sociedades, capitalistas avanzadas? Histéricamente, los movimientos revolucionarios de las sociedades capitalistas pasadas han tendido a producir alguna forma de capitalismo estatal o de socialismo burocratico-de-partido. Esto no implica (necesariamente) que una clase burocrdtica estatal organizada haya origina- do esas revoluciones, sino que la consolidacién de dicha clase ha sido con frecuencia, de una forma u otra, el resultado de tales revoluciones.* Cuales- quiera que hayan sido las intenciones de los revolucionarios, el surgimiento 38 En muchos casos esta consolidacién podria haber sido hist6ricamente inevitable. El estatismo, como modo de produccién, se basa en la acumulacién y no en el consumo, y dado el retraso econé- ico de estos paises, probablemente hubiera sido necesario un sistema de produccién centrado en el crecimiento, En cualquier €as0, nada en el presente andisis deberia tomarse como una sugerencia en revolucionario con el eapitalismo en un pais del Tereer Mundo que eve a un fortalecimiento del estatismo no sea progresista. Bien podsfa ser que en esas sociedades una transicidn socialsta sea ut6pica bajo sus condiciones histéricas y que la alternativa real més progresista, frente al capitalismo ~progresista en el sentido de abrir el maximo de posibilidades para el desarrollo social y humano~ sea alguna forma de socalismo. el sentido de que un rompimies 210 Los rurunos pet cAPrTALISMO de aspectos importantes de la produccién estatista ha sido una realidad en las sociedades pos-revolucionarias, incluso si ese no es el modo de produc- cién dominante en esas sociedades. Es posible que ocurra lo mismo en las sociedades capitalistas avanzadas? A primera vista, parecerfa que las tendencias estatistas son las mds po- derosas y que probablemente son la trayectoria més posible para el futuro del capitalismo. Primero, la proporcién del producto social total que pasa por el Estado se ha incrementado considerablemente, hasta llegar incluso a 50 por ciento en algunos pafses capitalistas. Esto quiere decir que, incluso aunque esta tendencia no se haya desarrollado para llegar a constituirse en un principio sistemdtico anti-capitalista de asignacién de recursos, si estén puestas las bases para ello. Segundo, el crecimiento sustancial de los empleos profesionales, técnicos y administrativos tanto en el sector privado como en el estatal, podria verse como un fenémeno que est4 creando una base social amplia para el tipo de racionalidad técnico burocritica que vendrfa de la mano con el surgimiento de la produccién estatista. Ciertamente, durante las décadas recientes, la expansién de estos grupos ha estado ligada estrechamente a la expansién del Estado. Se ha demostrado, por ejemplo, que si el Estado no hubiera crecido en términos de empleo relativo durante los afios sesenta, en Estados Uni- dos el ntimero de “empleados semi-auténomos” hubiera disminuido en ese mismo periodo.* Tercero, a nivel ideolégico ha habido un cambio gradual al interior del capitalismo, para pasar de un sistema de legitimacién basado principalmente enel derecho a la propiedad privada y en la idea de la inmoralidad del socia- lismo, a un sistema basado en la idea de la racionalidad técnica del capitalis- mo comparada con la de otras alternativas. Sin embargo, estas ideas son una espada de doble filo, pues sugicren que son los expertos y no los propietarios quienes deberfan tomar las decisiones. Estos principios tecnocriticos de legi- timacién también podrian servir, bajo condiciones de estancamiento capita- lista prolongado, para apoyar el fortalecimiento de las relaciones estatistas de ™ Estos datos aparecen en: Wright, Erik Olin y Joachim Singlemann, 1982, “Proletarization in ‘American Class Structure”, en: American Journal of Sociology, vol. 88, suplemento, 1982. 2u1 PREGUNTAS A LA DESIGUALDAD. ENSAYOS SOBRE ANALISIS DE CLASE, SOCIALISMO Y MARXISMO_ produccién. Por lo tanto, en alguna medida, dentro del mismo capitalismo se han sentado parcialmente las bases para una trayectoria estatista. Finalmente, précticamente todas las oposiciones politicas importantes que see han planteado al capitalismo, han buscado por lo general solucionar las contradicciones capitalistas que se basan en el fortalecimiento y el desa- rrollo de distintas formas de intervencién y control estatal. Esto es cierto en el caso de los partidos tradicionales de la democracia social, los reformistas liberales y los comunistas parlamentarios. Los partidos politicos compro- metidos con un futuro socialista han adoptado, con o sin intencién, unas estrategias y objetivos que son mas consistentes con la construccién de un futuro estatista. Dados estos factores, que tienden a fortalecer al estatismo como futuro del capitalismo, es dificil ser demasiado optimista respecto a las perspectivas del socialismo como transicién hacia el comunismo. Y sin embargo, creo que hay contra-tendencias importantes, factores que pueden fortalecerse como parte de la agenda estratégica de la izquierda. Primero que todo, creo que es muy facil sobreestimar el potencial de las bases de clase para la consolidacién del estatismo. Los principales Iideres de los aparatos productivos del Estado al interior de las empresas capitalistas estatales est4n muy bien integrados social, ideolégica c incluso econémicamente a la burgues(a. Es muy probable que la gente que ocupa estas posiciones no sirva de vanguardia para el advenimien- to de un modo de produccién estatista dentro de las sociedades capitalistas. Por lo tanto, para que el estatismo Ilegue a ser el futuro real de! capitalismo, tendrfa que ser generado por movimientos sociales que se opongan a las elites de los aparatos econémicos estatales. En segundo lugar, si bien es cierto que la expansién del Estado ha con- tribuido en gran medida a la expansién de los “estratos medios”, también es cierto que dentro del sector estatal mismo ha ocurrido un proceso de proleta- rizacién de los empleados estatales, de reducciones de autonomia y control.** Esto implica que al menos potencialmente hay un espacio considerable para organizar un movimiento de la clase trabajadora que trascienda la frontera entre los empleados puiblicos y privados, en la medida en que las condiciones Ver Ibid. 212 PREGUNTAS A LA DESIGUALDAD. ENSAYOS SOBRE ANALISIS DE CLASE, SOCIALISMO Y MARXISMO_ do de una sociedad estatista? ;O acaso las relaciones comunistas, o incluso las relaciones capitalistas, son tan importantes en el sistema de produccién que incluso en la Unidn Sovittica el estatismo todavia no es el modo dominante? Si nuestra discusién sobre la forma de produccién socialista burocratica- de-partido es satisfactoria en sus aspectos tedricos, entonces las respuestas a estas preguntas se remiten en tkimas a una pregunta sobre la naturaleza exacta del partido, sobre sus vinculos con la clase trabajadora y el aparato burocrd- tico de produccién. Algunos tedricos dirén que estas relaciones son tales que las relaciones comunistas son ya sea un aspecto importante de las relaciones soviéticas de produccién o bien el aspecto dominante. Por ejemplo, en su andlisis sobre el cardcter del partido en la Unién Soviética, Goran Therborn sugiere que la forma de liderazgo del Partido Comunista Soviético -lo que él llama el liderazgo dirigente— es de cardcter profundamente no burocritico y que tiene vinculos reales y efectivos con la clase trabajadora, debido a su rol en la movilizacién de esa clase.*” Si esta visién es correcta, entonces a pesar de la forma autoritaria del régimen de la URSS, puede decirse que en esa sociedad el modo de produccién comunista domina la forma interpenetrada de produccién. Al Szymanski es atin més radical y argumenta que el partido no solamente sigue siendo un instrumento genuinamente proletario, sino que los aparatos politicos del Estado son fundamentalmente democriticos, garantizando la subordinacién de la burocracia a la clase trabajadora.** Se- giin Szymanksi, esto ha tenido como resultado que las desigualdades sociales y econémicas (medidas en términos de resultados y oportunidades) hayan disminuido continuamente en la Unién Soviética a lo largo de las tiltimas décadas, un declive que probablemente seria inconsistente con la dominan- cia de cualquier modo de produccién que explotara ala clase trabajadora. Otros autores han argumentado que los vinculos de la clase trabajadora con el partido son débiles y que de cualquier manera no le permiten a la clase trabajadora hacer que el partido responda a sus intereses seriamente. Si acaso, se dice, el partido es un instrumento de la burocracia (0 ambos estén tan en- tremezclados que forman un solo aparato). Si esta visién es correcta, entonces 2” Therborn, What Does the Ruling Class Do? Seymanski, Al, 1979, I the Red Flag Fling? Londres. 214

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